Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa

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Plan de Salvaguarda
de la Nación Nasa
BAKA'CXTE´PA NASNASA
NEES YUWA'
1
Elaborado por:
Equipo Nacional Plan de Salvaguarda
Equipo de apoyo técnico y profesional: Corporación Ensayos Para la promoción de la
Cultura Política
2
CONTENIDO
1.
Presentación: Qué debe hacer el Estado colombiano para proteger la
existencia física y cultural la Nación Nasa ............................................................... 6
2.
Metodología: la construcción del Plan de Salvaguarda ............................ 12
3.
La Nación Nasa ................................................................................................... 14
2.1.
Zona norte y occidente del Cauca, Sa´t Tama Kiwe y Sur del Valle
del Cauca ........................................................................................................................ 38
a)
La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y
políticos y DIH. .......................................................................................................... 38
- Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los
actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a
sus miembros, pero afectándolos directamente. ................................................ 38
- Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y
comunidades indígenas y a sus miembros individuales en el conflicto armado
52
b)
La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos
Territoriales. .............................................................................................................. 68
2.2.
Putumayo, Caquetá y Nariño ...................................................................... 96
a)
La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y
políticos y DIH. .......................................................................................................... 99
- Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los
actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a
sus miembros, pero afectándolos directamente. ................................................ 99
- Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y
comunidades indígenas y a sus miembros individuales en el conflicto
armado. ..................................................................................................................... 117
b)
La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos
Territoriales. ............................................................................................................ 121
2.3.
Tolima .............................................................................................................. 140
a)
La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y
políticos y DIH. ........................................................................................................ 140
- Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los
actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a
sus miembros, pero afectándolos directamente. .............................................. 140
b)
La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos
Territoriales. ............................................................................................................ 150
2.4.
Huila y Tierradentro .................................................................................... 156
a)
La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y
políticos y DIH. ........................................................................................................ 156
- Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los
actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a
sus miembros, pero afectándolos directamente. .............................................. 156
b)
La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos
Territoriales ............................................................................................................. 171
2.5.
Meta ................................................................................................................ 183
3
a)
La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y
políticos y DIH. ........................................................................................................ 183
- Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los
actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a
sus miembros, pero afectándolos directamente. .............................................. 183
- Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y
comunidades indígenas y a sus miembros individuales en el conflicto
armado. ..................................................................................................................... 189
b)
La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos
Territoriales ............................................................................................................. 195
2.6.
Cabildo Nasa Santiago de Cali ................................................................... 200
Tabla 1. Muestreo de Causas de la migración.......................................................... 203
PARTE 3: El Plan de Salvaguarda ................................................................................ 208
3.1.
Fundamentos ................................................................................................. 208
a)
El enfoque diferencial de la salvaguarda y la reparación .................. 208
b)
La Nación Nasa es el sujeto colectivo de los derechos del Plan de
Salvaguarda .............................................................................................................. 214
c)
El fundamento central del Plan es el fortalecimiento de la libre
determinación y la autonomía de la Nación Nasa .......................................... 217
d)
La relación con el Estado colombiano será de gobierno a gobierno.
222
e)
El concepto de territorio ancestral y su reconocimiento legal
nacional e internacional ....................................................................................... 223
f) El territorio nasa es uno solo ........................................................................ 235
g)
La lucha por el territorio ancestral es un eje de la identidad de la
Nación Nasa. ............................................................................................................ 241
h)
La Madre Tierra tiene derechos a la protección, reparación y a las
garantías de no repetición. .................................................................................. 243
i) La Nación Nasa interpreta y vive el conflicto armado como la
continuación de la guerra de la Conquista y el colonialismo ...................... 245
j) Respeto a los derechos de la población no indígena del territorio, a
otros pueblos vecinos o con quienes compartimos territorialidad ancestral
246
k)
El Plan de Salvaguarda debe priorizar la prevención, atención y
reparación de las mujeres víctimas del conflicto. Las formas específicas
de victimización de las mujeres exigen medidas especiales de reparación
y atención. ............................................................................................................... 247
l) El mínimo legal del Plan es lo que ha dicho la Corte Constitucional y la
Corte Interamericana de Derechos Humanos .................................................. 260
m) Responsabilidad estatal y excepción de inconstitucionalidad.......... 260
3.3.
Objetivos del Plan ........................................................................................ 269
3.4.
Líneas de acción (estrategias) .................................................................. 270
a)
Esquema-Síntesis de interpretación del conflicto y del riesgo en el
territorio de la Nación Nasa................................................................................. 270
c) Criterios operativos para la ejecución de las estrategias ........................ 278
4. Referencias ............................................................................................................. 281
4
5
PARTE 1: INTRODUCCIÓN
1. Presentación: Qué debe hacer el Estado colombiano para proteger la
existencia física y cultural la Nación Nasa
La Corte Constitucional colombiana ordenó al gobierno nacional que adoptara un Plan de
Salvaguarda para el pueblo nasa y otros 33 pueblos indígenas. Se trata de un Plan que el
Estado colombiano debe poner en práctica para protegernos de los impactos del
conflicto armado que se desarrolla en Colombia desde hace 50 años. La Corte expidió el
Auto 004 de 2009 con el objetivo de proteger los derechos fundamentales de las
personas y los pueblos indígenas desplazados por el conflicto armado o en riesgo de
desplazamiento forzado, como medida de seguimiento a las medidas que habían sido
adoptadas a través de la Sentencia T-025 de 2004 y que el gobierno nacional no había
cumplido.
El Plan de Salvaguarda puede ser un mecanismo útil para proteger a las comunidades de
nuestra nación, siempre y cuando enfrente en profundidad los impactos del conflicto
armado y contenga las medidas adecuadas –a la cultura y a la realidad social, política y
económica nasa.
El gobierno debió realizar la consulta previa con cada uno de los pueblos. Este
documento de diagnóstico, fundamentos y líneas estratégicas es resultado de ese
trabajo. En la consulta previa las comunidades ―que conocemos cómo es la violencia
politica contra nosotros y cómo nos afecta, así como el tamaño de los daños y los
riesgos― hemos realizado un análisis profundo, desde el cual hoy podemos decirle al
gobierno cómo debe ser ese Plan de Salvaguarda, en particular para que: 1) se enfoque
en los problemas más agudos, 2) adopte medidas que no agraven esos problemas ni
causen daño a las culturas, y 3) las medidas de protección y cuidado de nuestra vida
sean efectivas y adecuadas a nuestra cultura.
Nuestra tarea en la consulta ha sido: 1) profundizar sobre las dinámicas del conflicto
armado en nuestros territorios y complementar el análisis que hizo la Corte
Constitucional, 2) ordenar todas las medidas de protección y cuidado que hemos
adoptado directamente y las que le hemos exigido al Estado todos estos años de guerra,
3) formular los fundamentos filosóficos, jurídicos, políticos y espirituales que deben
orientar las medidas del Plan de Salvaguarda, y 4) formular un conjunto de medidas de
protección que deberán ser adoptadas por el Estado.
Si el gobierno nacional acoge nuestras propuestas, con el Plan de Salvaguarda de la
Nación nasa tendremos una posibilidad de proteger la vida, la integridad, la cultura, el
territorio y la autonomía en medio del conflicto armado y de restituir y atender, incluso
después de terminada la guerra, los derechos que han sido violados.
6
¿Por qué un Plan de Salvaguarda Étnica frente al conflicto armado y el riesgo de
desplazamiento forzado?
La historia de exterminio contra los pueblos indígenas no se detiene. Al lado y junto con
la guerra estamos viviendo una nueva colonización, que roba tierras, aguas, aire,
árboles, oro y comida. Es una agresión continua; un exterminio sistemático de los
pueblos indígenas que viene desde la Conquista. La situación se ha agravado con el
conflicto armado, que nació de la Violencia de los años 50s. Luego de cinco décadas, la
guerra se ha descompuesto: pesa más lo militar que lo político, la necesidad de dinero
para sostener el ejército que el proyecto político, el afán de crear miedo en el enemigo,
que la necesidad de ganarse a la gente con ideas. El resultado es un pantano de
violencia, en el cual se hunden tanto el Estado como la guerrilla, y con ellos todo el
país.
A pesar de que hemos resistido, e incluso construido autonomía en medio del conflicto,
el costo que debemos pagar es enorme. En la última década, cada año mueren no menos
de 60 comuneros y comuneras nasas a manos de los actores armados; cada año más niños
y niñas son involucrados por ambos grupos; cada vez, debemos dedicarnos más a
defendernos de la guerra que a construir nuestros Planes de Vida.
La Constitución de 1991 nos reconoce como sujetos colectivos de derecho. Es decir,
tenemos los mismos derechos que una persona natural: a la vida, a la integridad, a la
salud, a la educación. Precisamente son esos derechos los que vienen siendo negados o
violados en medio de la guerra.
El conflicto armado se agravó entre 1988 y 2004. Durante esos años creció el
paramilitarismo a niveles enormes, con su reguero de masacres, persecución a las
organizaciones sociales, despojo de tierras y territorios; también en esos años el
narcotráfico invade toda la economía y la sociedad, haciendo más violento el conflicto,
degradando más a los actores armados; esos años la guerrilla crece y profundiza sus
formas de hacer política imponiendo a la gente sus ideas a través del miedo y el fuego.
Entre 2002 y 2010 el gobierno de Uribe Vélez impulsó como política principal hacer la
guerra. Y como resultado, la guerra reemplazó todas las instituciones y espacios
políticos. El llamado Plan Colombia, luego el Plan Patriota y luego el Plan de
Consolidación (que todavía continúa con el gobierno de Juan M. Santos) en el fondo le
propone al país reemplazar las instituciones civiles por fuerzas armadas, la democracia
por los ejercicios militares. La respuesta de la guerrilla fue dispersarse en cientos de
pequeños grupos y reactivar los hostigamientos guerrilleros y las estructuras milicianas.
Ambas estrategias han involucrado más a la población civil.
Como resultado, ya en 2004 había en Colombia cerca de 4 millones y medio de personas
en situación de desplazamiento. Es el segundo país, después de Sudán, con mayor
número de personas desplazadas forzadamente. Todas esas personas han dejado
abandonadas sus tierras, sus animales y cultivos, sus familiares más viejos que no
pudieron salir corriendo. En cuestión de horas, pasan de ser personas en condiciones de
pobreza o incluso acomodadas, a ser los miserables e indigentes en las calles de las
ciudades. La gran mayoría de las personas desplazadas son campesinas, muchas
indígenas, muchas afrodescendientes. Casi todas por causa de la guerra. Nadie las
atendía; los funcionarios les pedían “certificados de pobres” o “cédulas de desplazados”
7
para reconocerles los derechos. Los alcaldes trataban de sacarlos de las ciudades para
no tener que asumir el problema. En resumen: los desplazados eran gente sin derechos.
Uno de los sectores más afectados por el agudizamiento del conflicto armado somos los
indígenas. El desplazamiento de 500 personas en un pueblo indígena que tiene una
población de 1.000 habitantes, es como si en Colombia hubiera un desplazamiento de 23
millones de personas. Y la mayoría de los pueblos indígenas en el país tienen esa
población, y ese número de desplazados. Cada año miles de indigenas nasas somos
obligados por los enfrentamientos o las amenazas de los actores armados a ir a sitios de
refugio o a los cascos urbanos. Los últimos años cerca de 50 mil comuneros y comuneras
nasas hemos debido desplazarnos por lo menos una vez por causa del conflicto. Es como
si toda la población de Bogotá y Medellín hubiera tenido que salir a la fuerza de sus
casas.
La mayoría de las acciones militares que realizan los grupos armados en Colombia se
realizan en territorios de la nación nasa, en el Cauca, Putumayo, Huila, Valle, Meta,
Caquetá o Tolima. Y la mayoría de los indígenas asesinados por la guerrilla, los
paramilitares o los militares, pertenecen a nuestro pueblo.
La Sentencia T-025/ 2004 y el Auto 004/ 2009
Entre y 2003, miles de personas desplazadas interpusieron Acciones de Tutela contra
diferentes funcionarios e instituciones públicas. Casi todas por los mismos motivos: no
tenían garantizados sus derechos, las instituciones no los atendían debidamente, no
recibían ayuda humanitaria ni atención médica, no podían regresar a sus casas, los
funcionarios no orientaban qué hacer, nadie respondía sus inquietudes, el riesgo de ser
nuevamente desplazados continuaba, sus tierras abandonadas estaban desprotegidas. En
su mayoría, estas Acciones de Tutela fueron rechazadas por los jueces municipales y los
Tribunales regionales. Parecía que otra vez la población desplazada quedaba
desprotegida.
Entonces la Corte Constitucional decidió estudiar el caso. La Corte Constitucional tiene
la facultad de impartir órdenes judiciales necesarias para restablecer los derechos o
evitar futuras vulneraciones, y revisar las sentencias que fallen jueces de menor
categoría. En 2004, la Corte Constitucional adoptó la Sentencia de Tutela 025/2004. En
esa Sentencia ordenó al gobierno que garantice los derechos humanos de esas personas
desplazadas o que están en riesgo de ser desplazadas, a causa del conflicto armado. Y
rechazó las sentencias de los jueces municipales que se habían opuesto a los derechos
de la gente desplazada.
Según la Corte Constitucional, las violaciones de los derechos humanos de las personas
desplazadas ha venido ocurriendo de manera masiva, prolongada y reiterada, y de esa
situación son responsables por acción u omisión todas las autoridades nacionales y
territoriales (alcaldes, gobernadores) con responsabilidades en la atención de la
población desplazada. La Corte reconoció que el problema era estructural, es decir, que
no era una casualidad, ni eran casos aislados. Y señaló tres causas fundamentales:
Primero, no había política adecuada; segundo, no hay suficientes recursos destinados a
financiar dicha política; y tercero, no hay capacidad institucional para implementar esa
política.
8
En resumen: La Sentencia T-025 ordenó, para garantizar esos derechos, la reformulación
de las políticas públicas de prevención y atención a la población desplazada, y su
efectivo cumplimiento; segundo, no poner trabas inútiles, no obligar a declaraciones y
papeleos, y tercero, garantizar la coherencia entre las obligaciones y la plata
efectivamente destinada.
Pero el gobierno no cumplió. Cinco años después de la Sentencia T-025, en 2009, el
gobierno no había modificado su política, siguió poniendo trabas y no garantizaba el
dinero que se requería para atender a las personas desplazadas y para prevenir nuevos
desplazamientos. Aunque para el caso indígena expidió varios “planes y directrices”, en
realidad el gobierno no tuvo en cuenta la gravedad del conflicto armado, ni las
particularidades del desplazamiento y del conflicto en las diferentes poblaciones. Ante
este incumplimiento de una orden judicial, la Corte Constitucional decidió “hacerla
cumplir”. Al principio le daba plazos al gobierno, le solicitaba más información, lo
llamaba. Pero fue inútil. El gobierno de Uribe Vélez estaba dispuesto a irrespetar a la
justicia, como lo hacía con muchas otras decisiones. Después de varios regaños y
advertencias, la Corte Constitucional sacó una orden más explícita: el Auto 004 de 2009,
donde le dijo al gobierno: “cumpla lo ordenado en la Sentencia T025”, y le dio dos
órdenes adicionales en el caso de los pueblos indígenas: 1. Diseñar e implementar un
Programa de Garantía de los Derechos de los Pueblos Indígenas afectados por el
desplazamiento forzado. 2. Formular e implementar Planes de Salvaguarda Étnica ante
el conflicto armado y el desplazamiento forzado, para 34 pueblos indígenas en riesgo.
Uno de esos planes, es el Plan del Pueblo Nasa.
El Plan de Salvaguarda busca proteger los derechos fundamentales de personas y pueblos
indígenas desplazados por el conflicto armado o en riesgo de desplazamiento forzado.
Las acciones del Plan de Salvaguarda deben estar dirigidas a:
•
•
•
•
•
Prevenir el desplazamiento forzado.
Evitar el confinamiento o bloqueo de las comunidades.
Atender adecuadamente a los indígenas en situación de desplazamiento.
Actuar frente a las conductas delictivas que provocan el desplazamiento.
Evitar el exterminio cultural o físico del pueblo indígena.
La Corte Constitucional analizó las dinámicas y acciones del conflicto armado que son
causas determinantes del desplazamiento forzado. De acuerdo con el Auto 004 son
acciones o conductas nocivas o peligrosas, que deben ser enfrentadas, mitigadas o
prevenidas para que no causen daño a nuestras comunidades, en primer lugar, las
acciones militares directas en territorios indígenas sin involucrar activamente a las
comunidades indígenas pero afectándolas de manera directa; los procesos bélicos que
afectan directamente a los pueblos indígenas en el conflicto armado; los procesos
territoriales y socioeconómicos conexos al conflicto armado interno que afectan sus
territorios tradicionales y sus culturas; y los procesos socioeconómicos indirectos que son
aumentados por causa de la guerra o que hacen que los demás impactos sean peores.
Todas estas dinámicas causan o propician el desplazamiento forzado: Desplazamiento
masivo hacia los pueblos o hacia las ciudades; desplazamiento progresivo –gota a gotahacia las ciudades; desplazamiento itinerante a otros sitios del territorio, otras
comunidades u otros grupos étnicos; y desplazamiento desde territorios no constituidos
en resguardos, hacia resguardos.
9
Los mínimos del Plan de Salvaguarda
El Plan tiene las herramientas necesarias para el fortalecimiento de la integridad
cultural y social frente al riesgo de desaparición. Desaparecer culturalmente es dejar de
ser nasa, dejar de pensar como nasas, dejar de tener el territorio ancestral, perder
nuestra forma de gobierno y de justicia. Todo eso está en riesgo con la guerra. Y
debemos avanzar para responder cuáles son los riesgos y problemas más graves que
deben ser tenidos en cuenta en cada región del país donde estamos las comunidades de
la Nación Nasa. En consecuencia, el Plan señala cuáles medidas debe adoptar el
gobierno para salvaguardar nuestra existencia cultural, espiritual, social, política y
física, amenazada por el conflicto armado, el desplazamiento, la economía, las leyes del
despojo. Solo el pueblo nasa sabe el estado de nuestra cultura. Para saber cuáles son las
medidas y cómo deben aplicarse, para que al aplicarse el Plan de Salvaguar se respete
nuestra cultura y se fortalezca nuestra autonomía, las preguntas deben responderlas las
comunidades, preguntando al ksxaw a través de los kiwe the.
El Plan tiene un componente de protección de nuestros territorios tradicionales,
especialmente aquellos que están en proceso de titulación. La Corte Constitucional ha
identificado que la falta de titulación de los territorios ancestrales es un problema que
se agrava con el conflicto armado, y ha dicho que la falta de seguridad jurídica de la
propiedad indígena es un factor que atrae a los actores armados. Pero reconoce que la
mera titulación y la constitución de resguardos no garantizan en la práctica la posesión
material por parte de las comunidades. El conflicto armado ha agravado conflictos
territoriales preexistentes y ha creado otros. Los intereses de actores no indígenas sobre
la tierra, que se derivan de varios factores como sus recursos naturales, su valor
estratégico militar, su valor económico, obligan a que la protección territorial vaya más
allá de la sola legalización. El narcotráfico, la minería, el petróleo y las grandes
plantaciones de caña o palma, deben ser analizadas como verdaderos enemigos de los
derechos territoriales. Los conflictos interétnicos por la tierra, que se tramitaban
relativamente fácil y de manera pacífica en el pasado, ahora adquieren la forma de
conflictos bélicos, donde los actores armados imponen sus métodos e intereses.Nosotros
no entendemos nuestra existencia sin Uma Kiwe. Por eso debemos garantizar que los
Territorios Ancestrales sean fortalecidos con el Plan de Salvaguarda.
El Plan tien los componentes de PREVENCIÓN y de ATENCIÓN. Es decir, debe tener
medidas específicas que prevengan cada acto bélico, político o económico que pueda
producir el desplazamiento de las comunidades, o de las familias o de las personas. El
Plan debe decir cómo hay que atender a las comunidades, familias o personas nasas que
se encuentran en situación de desplazamiento, para garantizarle todos los derechos
individuales y colectivos, y para que eso se haga protegiendo la cultura y la autonomía.
El Plan atiende los derechos a la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no
repetición de las comunidades y personas víctimas del conflicto armado y del
desplazamiento forzado. El Plan debe tener medidas que permitan a todo el pueblo nasa
saber quiénes han ordenado los asesinatos y agresiones, por qué lo han hecho y con qué
intereses. La verdad es fundamental para que los hechos no se repitan. Por lo mismo, el
Plan debe incluir acciones contra la impunidad, que en el caso de las violaciones de
derechos humanos contra nuestro pueblos es casi total. Debe tener medidas concretas
de reparación integral a las familias, personas y comunidades afectadas. El Decreto 4633
de 2011 (o decreto ley de víctimas y restitución) incluyó algunas medidas; pero la gran
10
mayoría de las acciones que el pueblo nasa planteó en el proceso de elaboración (donde
la consulta no se hizo) fueron rechazadas por el gobierno. Ahora nos corresponde volver
a plantear esas medidas. Y debemos incluir las garantías de no repetición. Es decir,
medidas concretas para desarticular los grupos paramilitares que nos han atacado, para
desmilitarizar nuestros territorios (como señala la Declaración de las Naciones Unidas
sobre los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas), para garantizar el control
territorial a que tenemos derecho.
El Plan incluye también los mecanismos de protección de líderes, autoridades
tradicionales y personas en riesgo. Muchos de nuestros líderes, autoridades y comuneros
y comuneras se encuentran en riesgo por su actividad política, cultural o espiritual. Para
cuidar a estos miembros de nuestro pueblo, el gobierno insiste en mecanismos militares
y policiales. El Plan debe señalar la forma adecuada de proteger a nuestros líderes,
voceros, gobernantes, de forma que respete nuestra cosmovisión y nuestras formas
espirituales y sociales de protección.
El Plan tiene un componente que garantiza el retorno voluntario de la población
desplazada, con todas las garantías de seguridad y dignidad que merecemos. Frente a las
personas y familias desplazadas por causa del conflicto armado, debemos señalar los
procedimientos y condiciones mínimas para que puedan retornar a las comunidades. Esto
se aplica tanto a quienes llevan varios meses en esta situación, como de quienes realizan
desplazamientos forzados de carácter preventivo (a las zonas de refugio o a sitios de
asamblea permanente). Esto solo puede hacerse de manera voluntaria, consultada,
respetuosa y en condiciones de dignidad y que no debiliten nuestra organización.
El Estado, para cumplir con los derechos de las personas y de los pueblos –que son
considerados “sujetos colectivos”--, está obligado a que los medios para satisfacerlos
sean asequibles (o disponibles), accesibles, aceptables (de buena calidad) y adaptables
(adecuados culturalmente). Por otra parte, el Estado debe respetar a los sujetos de
derecho, protegerlos frente a terceros y actuar para realizar los derechos.
11
2. Metodología: la construcción del Plan de Salvaguarda
El conflicto armado y el desplazamiento forzado como una de sus consecuencias más
graves, es una enfermedad que nos está matando a los Nasas. Para defender nuestra
vida, nuestro territorio y nuestro pensamiento como pueblo, le vamos a decir al Estado y
al gobierno Colombiano cuáles son los remedios con los que tiene que protegernos del
exterminio físico y cultural. Para lograrlo, tenemos que aprovechar el Auto 004, un
instrumento jurídico muy importante que hizo la Corte Constitucional para obligar al
gobierno a que cumpla con sus obligaciones constitucionales de garantizar nuestros
derechos fundamentales y de preservar la diversidad étnica y cultural del país en el que
vivimos.
Decidimos entonces construir nuestro Plan de Salvaguarda. Para esto, en un proceso de
convocatoria y acercamiento con delegados del Ministerio del Interior, así como con
algunas autoridades del pueblo Nasa, realizamos la instalación del proceso de
construcción del Plan salvaguarda en el resguardo indígena de Potrerito, Huila, los días 3
y 4 de diciembre de 2009. Allí acordamos la necesidad de consensuar un presupuesto
para llevar a cabo las actividades necesarias. Fue aquí donde empezó la dilatación de los
tiempos por parte del gobierno nacional, puesto que las propuestas enviadas por parte
del pueblo nasa siempre fueron devueltas bajo el argumento de que estábamos
presentando un presupuesto muy elevado.
Posteriormente, en un diálogo con las diferentes expresiones organizativas del Pueblo
Nasa a nivel nacional, definimos que fuera el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC)
quien nos representara jurídica y administrativamente frente al gobierno colombiano
durante el proceso de la construcción de nuestro Plan. Una de las prioridades a tener en
cuenta por nuestra parte fue buscar la estrategia de poner en marcha el principio de
Unidad que históricamente hemos defendido en nuestras luchas como pueblo. Esto
implicó buscar en dónde es que estábamos asentados los Nasa. Con este ejercicio nos
dimos cuenta que estábamos en ocho departamentos del país: Cauca, Valle del Cauca,
Putumayo, Meta, Tolima, Huila, Nariño y Caquetá y que, además, estábamos organizados
en 185 cabildos, tanto en zonas rurales como urbanas. Hasta ahora hemos identificado
que hacemos presencia en 8 ciudades del país. Decidimos entonces hacer lo que nunca
habíamos hecho: juntarnos como el pueblo unido que somos. Nos vimos, nos
encontramos y nos reconocimos en el mes de noviembre de 2011 en la vereda El Nilo,
resguardo de Huellas, Caloto, en un espacio que llamamos “Primera asamblea nacional
de autoridades tradicionales indígenas del Pueblo Nasa” en el que participaron los
gobernadores y gobernadoras de todos los cabildos.
El objetivo principal de ese encuentro era trazar una ruta metodológica que permitiera
un buen proceso de construcción del Plan de Salvaguarda Nasa. Para lograrlo, la
Asamblea definió 5 etapas:
La primera de ellas es la etapa de “Socialización, conceptualización y diagnóstico”, que
es la que hemos terminado y en la cual realizamos cuatro actividades fundamentales: Un
encuentro con los Kiwe The en el resguardo de Vitoncó; un conversatorio de sabios
(líderes y lideresas Nasa) en el resguardo El Peñón, municipio de Sotará; 185 Asambleas
12
comunitarias en cada uno de los cabildos nasa de los ocho departamentos y 8 encuentros
departamentales con las autoridades y líderes de la Nación Nasa.
Durante toda esta fase, el equipo nacional del Plan de Salvaguarda realizó diversos
encuentros nacionales para perfeccionar los instrumentos de trabajo. Realizamos 4
talleres de capacitación en metodologías para recolectar y ordenar información
secundaria pertinente para el proceso; y animar, coordinar y sistematizar los diferentes
talleres, encuentros y reuniones que íbamos a realizar; hicimos un documento-matriz
para la sistematización de las diferentes propuestas de autoprotección y un documentomatriz de actualización del diagnóstico; elaboramos 4 talleres sobre conceptos jurídicos
sobre las condiciones, implicaciones y posibilidades legales de las propuestas. En la
parte final, en un proceso de taller permanente, perfeccionamos el documento de
diagnóstico, conceptualización y líneas de acción del Plan de Salvaguarda nasa, a partir
de las actas y relatorías de las Asambleas comunitarias que realizamos en los 185
cabildos de la nación nasa.
A partir de allí elaboramos el presente documento de la Estructura fundamental del
Plan de Salvaguarda, que tiene los siguientes componentes: a) Diagnóstico
complementado de la situación de derechos humanos de la Nación Nasa, b) Marco
conceptual del Plan, c) Líneas generales de los contenidos del Plan o estrategias, y d)
Propuesta de esquema institucional para la ejecución del Plan.
El ejercicio permitió definir una hipótesis de los Programas y Sub-Programas, que será
perfeccionada y finalizada en la segunda fase de la formulación del Plan, cuando
avanzaremos en la identificación de los mecanismos de implementación, los resultados
por cada uno de los programas, así como las metas, indicadores, cronograma y
presupuesto indicativo.
La segunda etapa consistirá en la “Formulación de la propuesta del Plan”. En esta etapa
lo que haremos es fundamentar cuantitativa, técnica y científicamente los estudios
necesarios según las propuestas de salvaguarda que se obtengan como pueblo Nasa en el
desarrollo de la primera etapa.
La tercera es la Presentación del Plan ante la Corte Constitucional. En esta etapa lo que
haremos es llamar a la honorable Corte Constitucional y al Gobierno Nacional para poner
en sus manos el plan de salvaguarda nasa, denominado BAKA ́CXTEPA NAS'NASA NEES
YUWA ́, en el marco de un congreso nacional para legitimar el camino que debemos
recorrer para permanecer en el territorio por siempre.
La cuarta etapa que planteamos es la “Implementación del Plan de Salvaguarda”. Será
el momento del desarrollo de cada una de las acciones de salvaguarda en las casas,
grandes y pequeñas, donde nos encontramos viviendo los Nasa. Probaremos la superación
del estado de cosas inconstitucionales como lo plantea la sentencia T- 025 de 2004 en el
marco de alcanzar el goce efectivo de los derechos.
La quinta etapa es el “Seguimiento, evaluación y ajuste del Plan”. Pensada como el
momento de asignar a los entes de control nacionales e internacionales, pero también a
las autoridades propias, la responsabilidad de hacer cumplir el plan salvaguarda
ordenado por la Corte Constitucional, para que el pueblo Nasa siga perviviendo en el
tiempo y el espacio por siempre.
13
Para llevar a cabo este proceso, en la Asamblea de autoridades de El Nilo también
ratificamos el Equipo Nacional, representado por compañeros y compañeras Nasa de los
ocho departamentos, delegados previamente por las autoridades de sus respectivos
Cabildos, Asociaciones y Regionales de origen, a fin de garantizar una representación
efectiva de la Nación Nasa. De esta delegación seleccionamos dos compañeros (as) como
promotores (as) y/o dinamizadores (as) con claridad política y administrativa en el
relacionamiento con las instituciones y/o entidades gubernamentales. Aparte de éstos,
tuvimos acompañamiento del equipo técnico compuesto por Asistentes, Sistematizadores
(as) y Secretaria General. A su vez, contamos con el equipo profesional o de expertos en
Planeación propia y externa, Sistematización, Comunicación, Asesoría en derecho propio
y ordinario; también contamos con la guía y el apoyo espiritual de un grupo de Kiwe The
de cada uno de los departamentos. Este componente es un eje transversal del proceso
de construcción del Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa.
3. La Nación Nasa
Marcos Yule, reportado por Gómez y Ruiz, relata el mito sobre el origen Nasa:
En un comienzo solo existía el ks'a´w wala (gran espíritu) que por ser
masculino y femenino a la vez, tenía la virtud de generar vida. De él
nacieron diez espíritus hijos llamados: ekthe (sabio del espacio), t'we yase
(nombrador de la tierra), weet'ahn (el que deja la enfermedad en el
tiempo), kl'umn (duende), daat'i (espíritu del control social), tay (sol), a'te
(luna), eeh'a (viento), s'i' (espíritu de la transformación social).
Inicialmente vivían en la misma casa con el gran espíritu, pero luego, por
indicación suya, se transformaron en personas y vivieron por separados. Sin
embargo vivían en constante conflicto: el sol quemaba el agua inundaba.
Entonces les orientó para que se unieran en una sola casa y así lo hicieron.
De su reproducción posterior nacieron las cosas que forman el mundo y un
ser especial llamado Nasa. Como Nasa en la lengua nativa es todo lo que
tiene vida, movimiento, y como en la concepción Paez absolutamente
todas las cosas de la naturaleza tienen vida, podemos decir que de esta
relación surgió el mundo del medio o este mundo, p’ahte donde habitan
los Nasa. De igual manera y de acuerdo con la cosmogonía el universo Nasa
esta representado en cuatro casas, la del gran espíritu, la casa de los diez
espíritus, la casa de los Nasa y la casa de los yu’k hi’pmeas (los sin culo)
que habitan las profundidades de la tierra1...
Luego llega la historia de los caciques. Según el Plan de Vida del CRIC (2007), la Gaitana
es reconocida como cacica nasa, a pesar de que las investigaciones etnohistóricas la
reconocen como líder de la etnia Yalcón en el siglo XVI:
La cacica Gaitana es hija del agua recogida en la quebrada La Meza Yu´,
cerca de la quebrada Lucero, donde recogieron al cacique Juan Tama;
también se dice que en la montaña hay una laguna.
1
14
Op Cit. GÓMEZ y RUÍZ. 1997: 50
La cacica Gaitana fue una de las mujeres que se preparó para la pelea, usó
la honda para pelear contra los españoles. Dicen que les tiraba oro y que
mientras los blancos se peleaban por el oro los remataba a punta de piedra
y que para defenderse de las balas, se escondía detrás de los árboles
gruesos. Un día su hijo cayó en manos de los españoles; lo colgaron,
interrogaron y terminaron quemándolo vivo. Cuentan también que
mientras los españoles lo torturaban, él decía que se sentía en medio de
un jardín y fue así como murió, sin dar ninguna información sobre la
ciencia del indio, la cual querían saber los españoles.
Dicen que la cacique Gaitana había logrado arrancar cabellos de la corona
de su hijo, trabajó la ciencia tradicional, combatió y cogió prisionero a
Pedro de Añasco. Le saco los ojos , le enlazo de la nariz y como a un perro
lo hizo pasear por muchos lugares del cauca, Huila, Tolima, Caldas ,y Valle,
cuentan que le quitaba y dejaba pedazos del cuerpo en cada lugar que
visitaba; por ultimo decidió quemarlo recogió las cenizas y las arrojó al río
diciendo: Regresa de nuevo a España de donde te enviaron.
Por esto el legado de la Gaitana perdura en la memoria de los pueblos indígenas hasta el
presente como signo de la valentía con que los antepasados defendieron su existencia
del conquistador español, que ávido de riquezas no dudó en asesinar a pueblos
completos. La Gaitana constituye un ejemplo de que la guerra defensiva es legítima y,
además, que es un instrumento válido para garantizar la vida de los pueblos indígenas y
la posesión de los territorios como única forma de seguir perviviendo en el tiempo (PEBICRIC, 2006).
Según el mito, Juan Tama, como los verdaderos caciques, nació de las estrellas y bajó
por las torrentosas aguas de la quebrada de El Lucero, de donde fue sacado por los
chamanes y entregado a unas doncellas para que con su sangre lo amamantaran. Su
voracidad era tan grande, que ellas al poco tiempo mueren. Con la ayuda de los
chamanes, Juan Tama se convirtió posteriormente en legislador, caudillo de su pueblo y
gran cacique de los nasa; fue él quien los defendió de los invasores Pijaos, Guambianos y
blancos.
Los documentos históricos por su parte, muestran no a un Juan Tama mítico, sino a un
gran líder colonial, el cacique principal de Vitoncó y de todo la nación nasa. El cacique
que a través de la violencia y la guerra ―utilizando la voleadora, según el mito―,
desterró a grupos indígenas enemigos, y mediante el manejo de la legislación colonial y
los documentos escritos, defendió el territorio comunal de las manos de los blancos. A él
se debe la creación de los resguardos y la delimitación del territorio Nasa. Dentro de la
mentalidad de estos indígenas, el resguardo y su territorio tienen un origen
eminentemente mítico y divino. Juan Tama, según el mito, desapareció en las profundas
y heladas aguas de la Laguna de Pátalo dejándoles a los nasa por herencia un testamento
político tendiente a la defensa de su territorio y su cultura, todo un acervo de
conocimientos médicos a los chamanes y la promesa de su regreso cuando fuese
menester. “Yo me iré a vivir a una laguna, Yo no muero jamás”2
El Plan de Vida del CRIC (2007) referencia a Juan Tama:
2
15
BERNAL: 1953:236
Juan Tama según la tradición oral es hijo del agua y de la estrella. Se
considera que era oriundo del resguardo de Vitoncó, municipio de Páez.
Juan Tama surge en una época en que los nasa enfrentaban solos al imperio
más grande de la época: España, ante la derrota de sus aliados
estratégicos los Yalcones, los Timbas y los Pijaos.
Juan Tama vio en la negociación una alternativa para preservar la
existencia de su pueblo y los territorios.
Juan Tama organizó los territorios bajo la figura de resguardos y dejó unas
leyes que se han convertido en una herencia de defensa y pervivencia.
Propuso la negociación como un instrumento para asegurar el derecho de
los pueblos indígenas.
Según Cieza de León los indígenas de la región del Cauca fueron los que más resistieron
a la invasión española, consiguiendo contra el invasor varios éxitos militares3. Estima que
debieron existir entre 6.000 y 7.000 guerreros, dato que permite pensar en unas 20.000
a 28.000 personas según la relación entre guerrero y población que se quiera aplicar4
(Rappapport, 1982). Juan Velasco arroja la suma de 7.000 almas y Sevilla Casas
considera que la población debió ascender a unas 10.000 personas.
Estas comunidades fueron fundadas en el siglo XVII por las autoridades
españolas con el fin de controlar a la población indígena y obtener de ella
tanto mano de obra como tributo. Sólo comenzaron a funcionar realmente
como comunidades cuando los nasa fueron forzados a ocupar las laderas de la
cordillera tras haber sido desalojados de los valles templados que rodean La
Plata. Esto, unido al colapso demográfico que produjo la Conquista, permitió
que los propios españoles se asentaran con posterioridad en aquellos valles.
Las 200 000 personas que hoy en día se identifican como nasa no viven en
dichas comunidades sino dispersas en las regiones altas de las montañas y la
mayoría sólo acude a los pueblos en época de fiestas o cuando se haya de
camino a los mercados regionales de Silvia o Belalcázar.5
Habitaban una extensa región comprendida entre las estribaciones orientales y
occidentales de la cordillera Central, demarcadas al norte por el Nevado del Huila y al
sur por el Río de la Plata. Los habitantes de esta última región eran menos “rústicos”
que los de Tierradentro, dato que ha llevado a investigadores como Rappaport a inferir
que la comunidad de La Plata era más antigua y mejor establecida y que la de
Tíerradentro adquiría en la época un carácter de puesto fronterizo o de avanzada de una
3
CIESA DE LEÓN, Pedro. Primera Parte de la Cónica del Perú. Editorial Espasa-Calpe,
Madrid. 1962
4
RAPPAPORT, Joanne. LA POLÍTICA DE LA MEMORIA. Interpretación indígena de la historia
en los Andes colombianos. Cambridge University Press, Cambridge. 1982
5
RAPPAPORT, Joanne LA POLÍTICA DE LA MEMORIA. Interpretación indígena de la historia
en los Andes colombianos. Cambridge University Press, Cambridge. 1982
16
colonización nasa en la cordillera 6.
La zona de Tierradentro, por su carácter fronterizo, tenía la característica de ser una
zona multiétnica en donde convivían indígenas de diferentes etnias, entre ellas Nasa,
Pijaos y Guanacas quienes se relacionaban a través de alianzas militares e intercambio
económico. La colaboración de los Guambianos con los españoles para entrar a
conquistar Tierradentro ha sugerido la hipótesis de una larga relación hostil entre estas
dos etnias, mientras que las frecuentes alianzas guerreras documentadas por los
cronistas, entre los Nasa y los Yalcón y sobre todo entre Nasa y los Pijao, se ha tomado
como elemento de apoyo a la hipótesis sobre su origen Karib (Rappaport, 2000).
En el siglo XVI, en su territorio existían tres grandes cacicazgos: uno en el sur, aguas
abajo del río Páez, denominado como el Cacicazgo de Avirama; otro en el norte, aguas
arriba del río Páez y denominado como el Cacicazgo de Páez y finalmente el de Suyn, en
la cuenca del Río Moras. Estos caciques dirigían a otros líderes de menor importancia y
fueron ellos, como jefes militares, quienes enfrentaron a los españoles a su llegada al
territorio: Páez, Tarabira, Tálaga, Simurga y Nuesga. El hecho que estos caciques no
aparezcan en las crónicas históricas realizadas en tiempos de paz, ha llevado a
Rappaport a sugerir que estos líderes debieron tener un poder político restringido
exclusivamente a los tiempos de guerra. Sin embargo, mantenían unidos los cacicazgos
por lazos de parentesco.
En 1536 Sebastián de Belalcázar funda la ciudad de Popayán y comienza el asedio contra
los habitantes de Tierradentro: era necesario transmontar la cordillera, cruzar el Valle
del Magdalena y llegar al reino de los Muiscas. En 1562 se funda San Vicente de Páez en
pleno corazón de Tierradentro, destruida nueve años más tarde. Juan de Castellanos
describió así los hechos: “Quedándose los Páez con su honra, libres de vasallaje y
servidumbre, y en franca libertad, sin que consientan extraño morador en su provincia”7.
Más tarde los Nasa destruyeron San Sebastián de la Plata y Caloto. Ante la braveza de los
indígenas los españoles tuvieron que ceder e iniciar una estrategia nueva: la
evangelización. A los Jesuitas, enviados por Don Juan de Borja, se encomendó en 1613 la
labor de su apaciguamiento. Los Jesuitas fueron seguidos por misioneros seglares y más
tarde llegaron los Franciscanos. Los primeros resultados se obtuvieron hacia el año de
1640, cuando, a pesar de que se declaraba aún la existencia de “indios de mala paz”, se
inició la dominación española, e instituciones coloniales como la encomienda, la mita y
la doctrina empezaron a florecer en el territorio de Tierradentro. Una década más tarde,
aunque se reconocía que “ahora se entra y sale de su nación”, los logros obtenidos
seguían dejando mucho que desear a los misioneros, quienes afirmaban que aunque los
indígenas ya estaban pacificados, “todavía no están reducidos a doctrina”8.
Si bien en los primeros años de contacto, la guerra y las enfermedades fueron
diezmando al grupo étnico, en esta nueva época la encomienda y la mita continuaron la
labor devastadora. Las excesivas exigencias tributarias explican las migraciones de
indígenas Nasa que huían a lugares lejanos. Desde el período colonial, los relatos
coinciden en que el tipo de poblamiento nasa respondía a la reproducción de un patrón
tradicional de dispersión que obedecía a la lógica de huida (Findji, 1993). Findji y Rojas
6
7
8
17
Op Cit. RAPPAPORT. 1982
CASTELLANOS, Juan de: Elegías de Varones Ilustres de Indias. 1847: 505
Ibid. SEVILLA CASAS. 1983: 30
(1985) sostienen que con la llegada de los españoles, “los recaudadores de impuestos
necesitaban reunir a los indios en pueblos para facilitar la recaudación”. Pero no sólo
para facilitar la recaudación, sino también la nueva realidad política de la colonización.
Este patrón tradicional de dispersión muestra, entonces, “una actitud política para
evitar pagar tributo y ser sometidos” (Ibíd). Esta extrema movilidad de los nasa es “un
hecho significativo de lo que es el territorio: un espacio que se recorre”.
Otros fueron sacados masivamente de Tierradentro para la construcción de la ciudad de
Popayán y como fuerza de trabajo en las haciendas colindantes. Pero Tierradentro
parece haber sido una región de refugio, a donde llegaron indígenas pertenecientes a
otras etnias como Yalcón, Pijao, Andakí, Tamas, etc., quienes huyendo de sus
encomenderos y de las nuevas condiciones que la Colonia les había impuesto, se
recluyen en esta región e inician lentamente con los indígenas de Tierradentro un
proceso de unificación cultural y política, conformando las bases del actual idioma y
nacionalidad Nasa.
La difusión de algunas herramientas y utensilios de metal, del caballo, la oveja y otros
animales domésticos traídos por los europeos, al igual que el cultivo de nuevas especies
como trigo9, indudablemente contribuyeron a la transformación de lo que fuera la
antigua comunidad.
A principios del siglo XVIII la lengua española parece haber logrado permear ciertas
capas de la población aborigen y para esa época surgieron los caciques coloniales o
“caciques nuevos”, caracterizados por buscar alternativas novedosas ante su falta de
autonomía frente a los invasores europeos. El cacicazgo y el resguardo son las
instituciones que permitieron alcanzar esta meta10. Don Juan Tama, el cacique de
Vitoncó y Pitayó, los caciques Gueyomuses de la región Togoima, al igual que el cacique
Quilo y Sicos de los pueblos de Toribío, Tacueyó y San Francisco, emprendieron la tarea
de delimitar espacialmente sus territorios. Tama, junto con Quilo y Sicos, viajan a Quito.
Directamente ante las autoridades reales hacen que se les reconozcan sus territorios y
les otorguen títulos escritos. Buscan de esta manera legitimar su poder político como
“caciques principales”. Las referencias míticas e históricas les ayudan igualmente para
legitimar su autoridad y el origen sagrado de los títulos de sus tierras. Así, “a comienzos
del siglo XVIII, la nación nasa se componía de cuatro unidades políticas principales bajo
la autoridad de tres caciques y una unidad política autónoma más pequeña que estaba
unida a estas cuatro por lazos matrimoniales. Esta última unidad política era el
cacicazgo de Wila, que tenía por cacica a doña Mariana Mondiguagua, esposa de don
Juan Tama (Rappaport, 2000:80).
En la Nueva Granada el resguardo se originó durante la administración colonial como una
institución tendiente a asegurar, además de un tributo indígena, la reproducción de una
fuerza de trabajo concentrada entre unos límites muy bien definidos. Sin embargo, esta
unidad política y territorial comunal de origen colonial, se transformó históricamente en
la medida en que fue resignificada y reapropiada por los nasa (Rappaport, 2000). Los
Nasa entendieron los resguardos como una forma de protección y ejercicio de los
derechos indígenas mediante la consolidación de un territorio y una autoridad política.
Los títulos de los resguardos muestran cómo los caciques coloniales legitimaron su poder
9
BONILLA, Victor Daniel. Historia Política de los Paeces. Ediciones Colombia Nuestra, 2ª
ed. Cali 1982.
10
Op Cit. FINDJI y ROJAS.
18
a través de referencias míticas e históricas. Don Juan Tama decía ser el “hijo de la
estrella”.
Finalizando la época colonial, los cacicazgos se fueron descomponiendo.
Demográficamente su población se había recuperado notablemente sin que la tierra
disponible les permitiera su supervivencia. Fueron muchos los indígenas que
abandonaron sus resguardos.
A principios del siglo XIX, el proceso de independencia trajo consigo intensos esfuerzos
de consolidación y modernización del estado nacional colombiano. Motivados por los
ideales de desarrollo y progreso, los pretendidos intentos por lograr la unidad nacional a
través de la imposición de una sola lengua, una sola religión y una sola cultura,
desembocaron en cruentos procesos de privatización, latifundización y liberación de
mano de obra (Henao, 1983; Padilla, 1996; Rappaport, 2000; Molano, 2000). El anuncio y
desarrollo de las guerras civiles del siglo XIX, entonado por las clases dominantes al
compás de la acumulación de riqueza y al ritmo de los cambios en la legislación sobre la
adjudicación de tierras baldías y de la expansión acelerada de las haciendas ganaderas y
las plantaciones de café y azúcar en la región de lo que actualmente es el Cauca y el
Valle del Cauca, despojó a los indígenas de sus tierras e impulsó a muchos de ellos a
trabajar como terrajeros y asalariados; a otros, a internarse en lugares recónditos para
evadir la persecución y dominación económica, política y social a la que estaban siendo
sometidos. El territorio nasa, como uno de los principales escenarios bélicos, no fue la
excepción (Rappaport, 2000). Fue así como durante los últimos años del siglo XIX y
primeros del siglo XX, un número considerable de nasas migró a regiones como el
Putumayo, el Valle, el Caquetá y la Cordillera Occidental del Cauca en el camino al mar
(Gómez y Ruiz, 1997; Findji, 1993).
Los cambios producidos por la independencia produjeron transformaciones importantes
que determinaron que las comunidades indígenas se enfrentaran a un nuevo sistema
político que les negaba su autonomía. Los caciques republicanos colaboraron en el
debilitamiento de sus resguardos y se convirtieron en jefes militares que regían
pequeñas unidades militares durante las guerras civiles. Permitieron la explotación
minera de sus resguardos y sus bosques quineros. Es una nueva etapa política,
económica y social que ha sido analizada y descrita por los sociólogos Findji y Rojas
(1985).
Años más tarde, el desmembramiento del gran Estado del Cauca, con la consecuente
pérdida de las minas de oro y de las fértiles tierras de Nariño y del Valle, determina un
proceso de ruralización dentro de la élite caucana que acrecienta la explotación de la
población campesina e indígena del territorio. Las haciendas se expanden a costa de los
resguardos y se consolida el “terraje”. Grandes masas de indios desposeídos quedan con
la obligación de pagar un determinado número de días de trabajo en la hacienda del
nuevo patrón, por el derecho a vivir y usufructuar un pequeño pedazo de tierra que
antes le pertenecía a su comunidad.
Los conflictos agrarios se agudizaron en las primeras décadas del siglo XX. En este
contexto surgió, en la segunda década del siglo XX, el movimiento encabezado por
Manuel Quintín Lame Chantre, el indio terrajero de Polindara, conservador y católico,
quien junto con José Gonzalo Sánchez, indígena totoró, conformó un movimiento
denominado “La Quintinada” que involucró a terrajeros y cabildos indígenas Nasa,
19
Guambianos y Coconuco, extendiéndose posteriormente a los indígenas del Huila y del
Tolima. Como banderas de lucha el movimiento planteaba: a) la defensa de las
parcialidades y el rechazo a las leyes de extinción de los resguardos; b) la negativa a
pagar terraje o cumplir con obligaciones personales; c) la afirmación de los cabildos
como centros de autoridad; d) la recuperación de las tierras usurpadas por los
terratenientes y el “desconocimiento de todos los títulos que no se basaran en cédulas
reales”; y e) la condena y rechazo de la discriminación racial a que están sometidos los
indios colombianos.
El Plan de Vida del CRIC (2007), sintetiza el legado de Manuel Quintín Lame en el siglo
XX:
Quintín Lame nació cuando un nuevo país florecía al calor de una nueva
constitución, la de 1886, que en cierta forma fue una esperanza de
reconciliación y progreso en el país. Quintín Lame, buscó no solo la
defensa de los terrasgueros sino también la de los habitantes de los
resguardos.
Dentro de su proceso de lucha Manuel Quintín, descubre la ley 89 de 1890
y la convierte en una de las herramientas jurídicas con las que emprende
una ofensiva legal ante el Estado, pero también dentro de su deseo de
apoyar a sus hermanos, compra el Código civil. Ambos textos los aprende
de memoria y los utiliza en los momentos más cruciales de su lucha ante
tribunales y juzgados. Ejemplo de esta lucha es el reconocimiento que hizo
el Estado de la existencia del Resguardo de Ortega y Chaparral.
Esta primera experiencia jurídica le ayuda a aprender que la ley
colombiana, era la base para despojar a sus hermanos de lo que les
pertenecía, pero que además la injusticia y abusó que se cometía en
nombre de la ley eran muchas, por lo tanto inicia un levantamiento
general y en él participaron todos los terrasgueros de Polindara, Santa
Teresa, La Laguna, Pisojé, Cohetando y San Isidro.
Quintín Lame se dedicó a coordinar todas estas acciones celebrando
grandes asambleas y mingas de adoctrinación, y, también, aprovechando
todo tipo de reunión que se realizara en el territorio.
Este movimiento dio como resultado que los terrasgueros desde Totoró,
Cajibío, hasta Sotará, se negaran a pagar el terraje (Plan de Vida del CRIC,
2007).
Así, el escenario de las primeras décadas del siglo XX estuvo configurado por las
tensiones políticas bipartidistas (entre liberales y conservadores), las disputas por la
propiedad de la tierra mediante el cuestionamiento de los títulos de propiedad, las
condiciones de trabajo en las haciendas y plantaciones, el conflicto por la tierra que
desató la colonización antioqueña entre indígenas y campesinos recién llegados; también
las luchas por la recuperación de las tierras usurpadas por los terratenientes, la defensa
del resguardo y el no pago del terraje que emprendieron, de la mano de Manuel Quintín
Lame, José Gonzalo Sánchez y Eutiquio Timoté, los indígenas en el Cauca y luego en el
Tolima (Gilhodés, 1988; Rappaport, 2000).
20
La efervescencia del conflicto agrario y el bipartidismo desembocarían, en la década del
Cincuenta, en lo que se ha llamado el período de la Violencia en Colombia que se
agudizaría después del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1948,
produciendo más de 200.000 muertes en toda Colombia entre 1946 y 1966 (Roldán,
1998). Los síntomas declarados de violencia empezaron a ocurrir casi simultáneamente a
mediados de 1949 en los departamentos de Huila, Santander, Valle del Cauca y sur del
Tolima. Luego se extendieron a otras regiones: Antioquia, Chocó, sur de Córdoba y
Bolívar, Risaralda, Quindío, norte del Cauca, Cundinamarca, Boyacá, Meta, los
Santanderes y Casanare (Guzmán, Fals Borda, Umaña Luna, 2005).
Amador Ospina (2008) plantea que para el caso de los nasa, interesa aclarar que la
comunicación geográfica entre Saldaña, Marquetalia y Gaitania —en el sur del Tolima—,
Corinto, Miranda, Toribío y Jambaló —en el norte del Cauca—, y Florida y Pradera ―en el
sur del Valle del Cauca―, explica la expansión geográfica de la violencia y las
especificidades que ésta adquirió en las zonas de colonización. Los nasa del Cauca y
Valle del Cauca que vivieron la represión y persecución de la policía militar del gobierno
conservador y de los pájaros, se vieron obligados a migrar: muchos se fueron hacia la
cordillera occidental, por la región del río Naya, otros se desplazaron hacia los
departamentos de Putumayo, Caquetá, Huila y Meta.
En 1964, el Ejército, apoyado por el gobierno de los Estados Unidos, bombardeó la
amenaza comunista en el sur del Tolima. Dos años después, en 1966, se oficializó la
creación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC (Pearce, 1992;
Sánchez y Meertens, 1985; Riaño, 2006; Molano, 2001; Berquist, Peñaranda y Sánchez,
1992). Houghton y Villa (2005) señalan que “en el nacimiento de las FARC participaron
varios grupos de guerrillas liberales conformadas por indígenas de la región. Esta
guerrilla, que se expandió a las zonas de colonización del piedemonte amazónico, en su
dinámica de formación, fue acompañada por familias Pijaos y Nasa que fueron a vivir en
departamentos como Meta, Vichada y Caquetá” (Houghton y Villa, 2005:29).
En la década del setenta el poder terrateniente y el control ejercido por el gamonalismo
(Houghton y Villa, 2005) despliegan toda su violencia contra los pueblos indígenas en
general, y contra los nasa, en particular. Frente a esto, y en el marco de las luchas por
la tierra emprendida por campesinos e indígenas, surgieron las modernas organizaciones
indígenas.
En 1971, bajo los principios de unidad, tierra y cultura, nació la primera organización
indígena en Colombia: el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Como señalan
Houghton y Villa (2005), “el movimiento indígena del departamento del Cauca en
Colombia ha sido desde los años setenta el motor político e ideológico de los pueblos
indígenas en el país, y por lo menos en su etapa inicial, de los movimientos indígenas del
continente. El auge de las luchas agrarias en Colombia estimuladas por la reforma
agraria del gobierno de Lleras Restrepo (1968), unido a la historia particular de los Nasa
y demás pueblos indígenas de esa región, herederos del levantamiento dirigido por
Quintín Lame en la primera mitad del siglo XX, fueron un contexto favorable para la
irrupción de un movimiento indígena radical que en pocos años se ubicó como actor
social y político ineludible en el país” (Houghton y Villa, 2005:84). Las reivindicaciones
de Manuel Quintín Lame, que habían sido fuertemente debilitadas durante la época de
La Violencia (Rappaport, 2000), impulsaron el proyecto político autonómico de las
nacientes organizaciones. Sus ideas y reivindicaciones sobrevivieron y la lucha de los
21
Nasa contra el terraje, la explotación y la reivindicación de sus resguardos, cabildos y
cultura se ha mantenido desde entonces, y bajo diversas formas, en todo el territorio.
En la década del ochenta, el auge del narcotráfico le dio otro matiz al conflicto. Los
carteles de la droga y los terratenientes armaron ejércitos privados para defender sus
intereses de los ataques de las guerrillas. Los otrora llamados “pájaros” de la Violencia,
conservadores y anticomunistas, devinieron durante los ochenta en organizaciones
paramilitares. Su consolidación estuvo amparada no sólo por la mafia y los
terratenientes sino también por los suficientemente comprobados pero invisibilizados
vínculos entre éstos y el ejército colombiano. La diversificación de actores armados, la
intensificación de la confrontación armada y la similitud en sus modus operandi vuelve
cada vez más difusas las fronteras entre los distintos tipos de violencia que tienen lugar
en Colombia (Riaño, 2006).
En la década del Noventa, el reconocimiento y ampliación de los derechos económicos,
sociales y culturales de los pueblos indígenas se enmarcan en el estado nación
colombiano que, a la vanguardia de otros estados latinoamericanos, amplió su marco
jurídico y reconoció el carácter pluriétnico y multicultural de la nación (Gros, 2000). En
este contexto, sin embargo, empiezan a acentuarse los llamados procesos de
modernización del estado que implican la redefinición del territorio, la transformación
de las prácticas de administración y gobierno tanto de los territorios como de las
poblaciones que los habitan, así como de las relaciones que se dan en su interior de
acuerdo con las lógicas que el mercado impone. Una de las posturas de quienes se han
dedicado a estudiar este tema, señala que el avance en el reconocimiento de los
derechos sociales económicos y culturales de las poblaciones definidas como étnicas
luego de la promulgación de la Constitución de 1991 —materializados en derechos
territoriales, educativos, entre otros—, se entreteje con la implementación de nuevas
prácticas de control del estado sobre territorios históricamente controlados por los
grupos guerrilleros que recientemente han sido definidos como ricos y biodiversos en el
escenario mundial (véase Chaves y Zambrano, 2006).
En la década del Noventa, las organizaciones paramilitares lograron consolidar su poder
con el apoyo de acaudalados terratenientes y de los carteles de la droga. Muestra de ello
fue el rápido despliegue del paramilitarismo en la geografía nacional (y la disputa
territorial con el ejército y los grupos guerrilleros) a través de la creación de una
organización paramilitar de cobertura nacional: las Autodefensas Unidas de Colombia
(AUC), que nacieron a finales de los años noventa y tenían como máximo líder a Carlos
Castaño (Riaño, 2006). También por esos años el gobierno del presidente Samper fue
acusado de patrocinar su campaña presidencial con dineros provenientes del
narcotráfico, por lo cual se abrió un proceso judicial en su contra conocido como el
“Proceso 8.000”. En medio de esto, el país enfrentó una escalada de violencia producto
del enfrentamiento entre guerrillas, fuerzas estatales y organizaciones paramilitares.
La “carta de entrada” al capital transnacional para la consolidación de megaproyectos
en dichos territorios, así como el sostenido y diversificado pulso entre el estado, los
grupos armados contraestatales y paraestatales por la consolidación y legitimación de
poderes políticos y militares que se viene librando particularmente desde la década del
Cincuenta del siglo XX en todo el territorio nacional pero que se entrecruza con los
procesos históricos de consolidación del estado colombiano, anudan algunas de las
razones del recrudecimiento del conflicto interno colombiano en las dos últimas
22
décadas. En este marco, “la breve tregua post-constitucional que vivieron los pueblos
indígenas termina en 1997, cuando se inicia un fuerte incremento de la violencia política
que se sostiene hasta el presente” (Houghton y Villa, 2005:41).
En 1995, el gobierno del presidente Samper fue acusado de patrocinar su campaña
presidencial con dineros provenientes del narcotráfico, por lo cual se abrió un proceso
judicial conocido como el “Proceso 8.000”. En medio de esto, el país enfrentó una
escalada de violencia producto del enfrentamiento entre guerrillas, fuerzas estatales y
organizaciones paramilitares. La situación del gobierno del presidente Samper también
fuertemente golpeada por el magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado, referente histórico
de la derecha colombiana. Pero esto llegó a su peor momento luego de que el
Departamento de Estado de los Estados Unidos decidió suspenderle la visa al entonces
presidente. El año siguiente, 1998, fue año de elecciones presidenciales. El tema de la
paz fue el eje alrededor del cual se articularon todas las campañas de los candidatos
presidenciales. Cada quien habló de paz a su manera. Sin embargo, el entonces
candidato conservador Andrés Pastrana se erigió como la opción posible. Sus reuniones
con el entonces máximo dirigente de las FARC, Manuel Marulanda Vélez, alias “Tirofijo”,
hicieron vislumbrar un futuro posible de paz. Las imágenes del candidato, reunido con
líderes guerrilleros en algún lugar de la selva colombiana, le dieron la vuelta a Colombia
y al mundo a través de medios de comunicación impresos y televisivos (Cuéllar, 2008).
Con su elección, las tensas relaciones entre Estados Unidos y Colombia, reducto del
gobierno del presidente Samper, llegaron a su fin. Colombia empezó a ocupar un papel
muy importante en la política exterior estadounidense y “las relaciones viraron hacia
una cooperación total” (Riaño, 2006:xxxvi). El símbolo principal de este viraje fue la
aprobación de un paquete de ayuda económica y militar conocido como Plan Colombia,
cuyo objeto era combatir el narcotráfico. Sin embargo, entrelazado con los cambios en
el escenario mundial, con acontecimientos mundiales de gran envergadura, en 2001, la
ayuda estadounidense experimentó profundas transformaciones y empezó a ser utilizada
en la “guerra contra el terrorismo” (Pizarro, 2004). Paradójicamente, luego de la
aprobación del Plan Colombia, en octubre de 1998, dos meses después de la posesión
oficial del presidente Pastrana, se estableció la zona de distensión, el lugar donde se
iban a llevar a cabo los diálogos con las FARC, en cinco municipios del departamento del
Meta: La Uribe, La Macarena, Vistahermosa, Mesetas y San Vicente del Caguán. Después
de casi un año de conversaciones entre el gobierno y las FARC para establecer los
acuerdos de funcionamiento de la zona de distensión, entre ires y venires, tensiones y
negociaciones, finalmente el 7 de septiembre de 1999, con cuarenta y dos mil
kilómetros desmilitarizados, se instalaron las mesas de negociación. Con la presencia del
presidente Pastrana en la zona de distensión, mientras todos esperaban la llegada del
máximo jefe de las FARC, Manuel Marulanda Vélez, éste jamás apareció. La “silla vacía”
se convirtió en el símbolo del mal presagio que auguraban los diálogos de paz que
apenas iniciaban (Cuéllar, 2008). Con ese sinsabor, y acompañado de constantes
tensiones y de enfrentamientos entre militares, paramilitares y guerrillas en otras zonas
del país, transcurrieron los diálogos durante ese año. Los diálogos fueron suspendidos en
varias ocasiones y reanudados nuevamente debido a distintos hechos que obstaculizaron
su desarrollo. Entre ellos, a nivel nacional, vale la pena destacar la aparición de los
cadáveres de los tres indigenistas estadounidenses secuestrados y posteriormente
asesinados por las FARC, la cuestionada negligencia del gobierno frente al
fortalecimiento y avances de los paramilitares en distintas regiones del país, el
secuestro en pleno vuelo de un avión de Avianca por parte de un guerrillero que lo
23
desvió hacia San Vicente del Caguán, sede de los diálogos de paz y el secuestro y
posterior asesinato de la ex ministra de Cultura, María Consuelo Araújo Noguera en la
Sierra Nevada de Santa Marta el 29 de octubre de 2001 (El Tiempo, febrero 21, 2002).
Un acontecimiento internacional, ocurrido durante el segundo semestre de 2001,
marcaría el destino nacional: el mundo presenció la caída de las Torres Gemelas en
Nueva York, uno de los símbolos del modelo hegemónico capitalista, el once de
septiembre de 2001.
Las FARC, el ELN (guerrillas) y las AUC (paramilitares) entraron en la lista negra del
Departamento de Estado de los Estados Unidos como organizaciones terroristas (Pizarro,
2004). La calificación (o descalificación) como terroristas empezó a ser usada
selectivamente únicamente para hacer referencia a las guerrillas. Su uso y abuso
indiscriminado en los discursos públicos de los gobernantes, en los medios de
comunicación, en las conversaciones familiares, en espacios públicos y privados, indica
el papel del cambio en las políticas de representación (de ser una guerrilla a ser
terroristas) a la hora de darle legitimidad a una guerra frontal en contra de quien
amenazaba la seguridad nacional.
El inicio del año 2002 fue implacable en esta corta pero golpeada historia de los diálogos
de paz. El nueve de enero de 2002, el Comisionado de Paz anunció la finalización de los
diálogos. A partir de ese momento, todo fue un ultimátum (Cuéllar, 2008). Con un plazo
de 48 horas para reactivar el proceso —concedido por el presidente Pastrana al entonces
comisionado de la ONU, James Lemoyne— , se logró una prórroga. Sin embargo, tras el
secuestro del entonces congresista Jorge Eduardo Gechem, el veinte de febrero de 2002,
el presidente Pastrana anunció el fin del proceso de paz. Las tropas del ejército
colombiano, armadas hasta los dientes, fueron movilizadas rápidamente a la zona. Un
titular del periódico El Tiempo da cuenta de ello: “Pastrana retomó la zona de despeje”
(El Tiempo, febrero 24, 2002). Varios candidatos presidenciales, entre ellas Ingrid
Betancourt, se movilizaron hacia la zona de distensión para intentar reactivar el
proceso. Una vez hizo presencia en la zona, el veintitrés de febrero de 2002, Betancourt
fue secuestrada por las FARC junto con su asesora política Clara Rojas (El Tiempo,
febrero 25, 2002).
A finales del año 2001 y principios de 2002, la carrera electoral de los candidatos
presidenciales empezó a verse fuertemente amenazada por el aumento de la
popularidad de la campaña de Álvaro Uribe Vélez: “Mano firme, Corazón grande”. El
candidato, quien había sido senador de la república y gobernador del departamento de
Antioquia (entre 1995 y 1997)11, uno de los más golpeados por la violencia, tomaba
ventaja sobre el resto. Uribe capitalizó la distancia creada entre el gobierno de Pastrana
y las FARC a raíz de la ruptura del proceso de paz, así como el endurecimiento de la
opinión pública en contra de una solución negociada al conflicto. Propuso, como su
meta principal, poner en marcha “la política de seguridad democrática”, que prometía
tomar medidas enérgicas contra la guerrilla, como parte de una estrategia más amplia
de lucha contra el terrorismo (Riaño, 2006). Su retórica, con el paso del tiempo, se tornó
cada vez más fuerte en contra de la subversión.
11 Durante esta época, se fortaleció el proyecto paramilitar. El entonces gobernador de
Antioquia promovió el controvertido modelo de seguridad privada de las asociaciones de
autodefensa, conocido como las Convivir, fuertemente cuestionadas por sus vínculos con el
paramilitarismo (Riaño, 2006).
24
La guerra estaba legitimada. Quien la abanderaba iba a ser elegido. Con una victoria
contundente del 53% de la votación a su favor, el candidato presidencial fue elegido en
la primera vuelta, lo cual no ocurría desde hacía doce años cuando el país implementó la
segunda vuelta en las elecciones (El Tiempo, mayo 27, 2002). La retórica del discurso
público enunciado durante la posesión de Álvaro Uribe Vélez el siete de agosto de 2002,
reunió todas las características de la campaña presidencial que lo llevaron a ser el
candidato electo. Bajo la política de la seguridad democrática, Uribe aparece en este
escenario como restaurador del orden. Las FARC, por el contrario, encarnan el mal
(Cuéllar, 2008).
Según lo documentan Houghton y Villa (2005), precisamente el año 2002 fue el más
intenso en asesinatos y heridos en toda la historia reciente de los pueblos indígenas:
298. Estos hechos recaerán de forma dramática en el Putumayo, el departamento más
afectado como resultado de las acciones militares y paramilitares en el marco del Plan
Colombia” (2005:47). Entre 2002 y 2010, el gobierno de Álvaro Uribe Vélez implementó
las leyes de la impunidad (Ley 975 de 2005) y las leyes del despojo. Durante este período
se creó la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación; salió a la luz la existencia
de pruebas judiciales sobre la falsa desmovilización paramilitar; la reactivación de
bandas emergentes de paramilitares desmovilizados que continuaron trazando, y lo
siguen haciendo, sus “geografías del terror” (Oslender, 2004) y la negativa del gobierno
de Uribe a aceptarlo; el proceso por “parapolítica” que no se detiene; las relaciones
entre la fuerza pública y los paramilitares que siguen ventilándose; el escándalo por las
ejecuciones extrajudiciales, entre otros. A la falta de garantías para lograr un verdadero
y legítimo proceso de verdad, justicia y reparación, se sumó la extradición de catorce
jefes paramilitares a Estados Unidos el catorce de mayo de 2008, sobre la que se
pronunció en su momento la CIDH anunciando la manera como ésta limitaba el
esclarecimiento de los crímenes perpetrados durante el conflicto armado en Colombia e
interfería con la determinación de los vínculos entre los agentes del estado y los líderes
paramilitares (El Tiempo, mayo 14, 2008).
En 2010, con la elección presidencial de Juan Manuel Santos, quien había sido el
ministro de Defensa durante el primer mandato presidencial de Uribe, se implementó el
Plan de Consolidación, la continuidad del Plan Colombia y del Plan Patriota. También la
Ley de Víctimas y Restitución de Tierras fue promulgada en 2011, a la vez que se
aprobaba en el Congreso de la República la reforma al fuero penal militar y el Marco
Legal para la Paz, suficientemente cuestionadas por las organizaciones de víctimas y de
derechos humanos.
25
CENSO GENERAL DE LA NACIÓN NASA
DPTO.
MUNICIPIO
COMUNIDAD/RESGUARDO
FAMILIAS HOMBRES MUJERES
TOTAL
Caquetá
Belen de los
Andaquies
Belen de los
Andaquies
Caquetá
Cartagena del Chairá Cabildo El Berlín
ND
ND
ND
ND
Caquetá
El Paujil
323
516
602
1.118
Caquetá
El Paujil
Cabildo Üus Use
176
159
335
Caquetá
Florencia
Cabildo El Danubio
ND
ND
ND
ND
Caquetá
Florencia
Cabildo Nasa Üius
19
42
39
81
Caquetá
Florencia
Comunidad La Gaitana
15
47
35
82
Caquetá
Milán
Cabildo Pueblo Nuevo
ND
ND
ND
ND
Caquetá
Morelia
Cabildo El Chocho
ND
ND
ND
ND
Caquetá
Puerto Rico
Cabildo Calarca (Etnia
Pijao)
28
56
49
105
Caquetá
Puerto Rico
Cabildo Montebello
17
32
21
53
Caquetá
Puerto Rico
Cabildo Üse'yecte
ND
29
40
69
Caquetá
Puerto Rico
Resguardo Sek dxi El
Quecal
82
50
53
103
Caquetá
Puerto Rico
Resguardo Galilea Siberia
26
50
49
99
Caquetá
Puerto Rico
Resguardo Nasa Kiwe
18
49
32
81
Caquetá
Puerto Rico
Resguardo Witax'kwe
10
21
19
40
Caquetá
San Jośe del Fragua
Resguardo Nasa El Portal
9
17
23
40
Caquetá
San Vicente del
Caguán
Cabildo Banderas del
Recaibo
30
56
50
106
Caquetá
San Vicente del
Caguán
Cabildo La Tunia
ND
ND
ND
ND
Caquetá
San Vicente del
Caguán
Cabildo Urbano Juan
Tama
19
32
23
55
Caquetá
San Vicente del
Caguán
Resguardo Altamira
64
142
141
283
Caquetá
San Vicente del
Caguán
Resguardo Yaguara II
25
56
48
104
Caquetá
Solano
Resguardo JericoConsayá-Peñas Altas
ND
ND
ND
250
Caquetá
Solano
Cabildo Tres Troncos
ND
ND
ND
ND
Caquetá
Solano
Resguardo El Libano
15
40
32
72
Caquetá
Solano
Resguardo Guayabal
11
26
18
44
Caquetá
26
Cabildo Manuel
15
23
27
50
Resguardo La Esperanza
13
34
32
66
Cabildo Beraca
Caquetá
Valparaíso
Cabildo Urbano Yu'luucx
Cauca
Buenos Aires
Cabildo Alto Naya
Cauca
Buenos Aires
Cabildo Cerro Tijeras (*)
Cauca
Buenos Aires
Cabildo La Paila
Cauca
Buenos Aires
Resguardo Nuevo Ceral
Cauca
Cajibío
Cabildo Cofradía
79
104
108
212
Cauca
Cajibío
Resguardo Path Yu
65
143
124
267
Cauca
Cajibío
Resguardo Cxayu'ce Fxiw
59
121
96
217
Cauca
Caldono
Resguardo La Aguada
ND
900
797
1.697
Cauca
Caldono
Resguardo La Laguna
Siberia
ND
2.080
1.915
3.995
Cauca
Caldono
Resguardo Las Mercedes
ND
947
904
1.851
Cauca
Caldono
Resguardo Pioyá
ND
1.084
1.062
2.146
Cauca
Caldono
Resguardo Pueblo Nuevo
ND
3.010
3.048
6.058
Cauca
Caldono
Resguardo San Lorenzo de
Caldono
ND
5.022
5.156
10.178
Cauca
Caloto
Resguardo Huellas
2.450
4.242
4.231
8.473
Cauca
Caloto
Resguardo Toéz
212
376
350
726
Cauca
Corinto
Resguardo Corinto
2.340
5.299
5.045
10.344
Cauca
Corinto
Resguardo López Adentro
2.935
6.709
6.367
13.076
Cauca
Inzá
Resguardo Calderas
289
1.262
1.278
2.540
Cauca
Inzá
Resguardo La Gaitana
735
1.213
1.202
2.415
Cauca
Inzá
Resguardo San Andrés
928
1.652
1.773
3.425
Cauca
Inzá
Resguardo San Miguel
416
573
598
1.171
Cauca
Inzá
Resguardo Santa Rosa
519
1.013
996
2.009
Cauca
Inzá
Resguardo Selva Hermosa
882
1.629
1.578
3.207
Cauca
Inzá
Resguardo Timbichucue
213
397
385
782
Cauca
Inzá
Resguardo Turminá
329
530
478
1.008
Cauca
Inzá
Resguardo Yaquivá
ND
ND
ND
ND
Cauca
Jambaló
Resguardo Jambaló
7.994
7.942
15.936
Cauca
Miranda
Resguardo La Cilia La
Calera
1.653
2.561
2.609
5.170
Cauca
Morales
Cabildo Nueva Esperanza
224
380
308
688
Cauca
Morales
Cabildo Nuevo Horizonte
140
253
231
484
Cauca
Morales
Cabildo Renacer
50
137
102
239
Cauca
Morales
Resguardo Musse Ukwe
116
265
243
508
Cauca
Morales
Resguardo Bonanza
ND
ND
ND
999
Cauca
Morales
Resguardo Aguanegra
337
740
729
1.469
Cauca
Morales
Resguardo Chimborazo
318
733
700
1.433
Cauca
Morales
Resguardo Honduras
979
2.595
2.416
5.011
Cauca
Páez
Cxab Wala Luucx
ND
ND
ND
ND
Cauca
Páez
Las Delicias
ND
ND
ND
ND
27
161
155
316
ND
ND
ND
1.475
1.347
2.822
ND
ND
ND
980
175
335
343
678
ND
Cauca
Páez
Resguardo Pickwe Tha'fi'w
ND
ND
ND
289
Cauca
Páez
Resguardo Avirama
519
947
960
1.907
Cauca
Páez
Resguardo Belalcázar
551
1.310
1.118
2.428
Cauca
Páez
Resguardo Chinas
73
156
157
313
Cauca
Páez
Resguardo Cohetando
580
1.002
981
1.983
Cauca
Páez
Resguardo Lame
135
300
308
608
Cauca
Páez
Resguardo Mosoco
344
677
686
1.363
Cauca
Páez
Resguardo Ricaurte
460
920
850
1.770
Cauca
Páez
Resguardo San José
66
119
128
247
Cauca
Páez
Resguardo Suin
47
113
95
208
Cauca
Páez
Resguardo Tálaga
384
727
717
1.444
Cauca
Páez
Resguardo Tóez-Páez
50
87
83
170
Cauca
Páez
Resguardo Togoima
547
1.112
1.109
2.221
Cauca
Páez
Resguardo Vitoncó
484
1.067
1.084
2.151
Cauca
Páez
Resguardo Wila
362
717
744
1.461
Cauca
Piamonte
Cabildo Alto Suspizacha
5
13
12
25
Cauca
Piendamó
Cabildo Raíces de Oriente
157
230
168
398
Cauca
Popayán
Cabildo Tóez
ND
ND
ND
0
Cauca
Popayán
Resguardo Páez de
Quintana
ND
ND
ND
ND
Cauca
Resguardo Nasa de Juan
Tama
ND
ND
ND
760
1.883
3.591
3.386
6.977
1.057
1.086
2.143
742
718
1.460
Cauca
Puracé
Santander
Quilichao
Santander
Quilichao
Santander
Quilichao
Santander
Quilichao
1.002
968
1.970
Cauca
Santander de
Quilichao
Resguardo Munchique Los
Tigres
934
1.856
1.806
3.662
Cauca
Santander de
Quilichao
Resguardo Nasa Kiwe Tek
Ksxaw
659
1.737
1.882
3.619
Cauca
Silvia
Cabildo La Gaitana
244
457
447
904
Cauca
Silvia
Resguardo Pitayó
2.132
3.361
3.535
6.896
Cauca
Silvia
Resguardo Quichaya
697
1.331
1.279
2.610
Cauca
Silvia
Resguardo Tumburao
154
298
292
590
Cauca
Sotará
Cabildo El Peñón
65
129
128
257
Cauca
Timbío
Cabildo Kite Kiwe
95
161
161
322
Cauca
Toribío
Resguardo San Francisco
2.018
3.973
3.849
7.822
Cauca
Toribío
Resguardo Tacueyó
3.765
7.117
6.968
14.085
Cauca
Toribío
Resguardo Toribío
2.389
4.706
4.771
9.477
Cauca
Cauca
Cauca
28
de
Resguardo Canoas
de
Resguardo Concepción (*)
de
Resguardo de Guadualito
382
de
Resguardo Las Delicias (*)
Cauca
Totoró
Resguardo de Jebalá
357
834
824
1.658
Cauca
Totoró
Resguardo Novirao
ND
ND
ND
1.173
Cauca
Totoró
Resguardo Paniquitá
341
2.105
2.142
4.247
Huila
Íquira, Nátaga,
Tesalia y Páez
Resguardo Huila (Caloto)
57
124
115
239
Huila
Íquira, Nátaga,
Tesalia y Páez
Resguardo Huila
(Casablanca)
43
92
82
174
Huila
Íquira, Nátaga,
Tesalia y Páez
Resguardo Huila
(Chachucue)
49
87
87
174
Huila
Íquira, Nátaga,
Tesalia y Páez
Resguardo Huila (Huila)
77
155
166
321
Huila
Íquira, Nátaga,
Tesalia y Páez
Resguardo Huila (Irlanda)
42
69
72
141
Huila
Íquira, Nátaga,
Tesalia y Páez
Resguardo Huila (Josayo)
28
59
65
124
Huila
Íquira, Nátaga,
Tesalia y Páez
Resguardo Huila
(Llanobuco)
20
31
36
67
Huila
Íquira, Nátaga,
Tesalia y Páez
Resguardo Huila (Palmito)
18
40
38
78
Huila
Íquira, Nátaga,
Tesalia y Páez
Resguardo Huila (San
Miguel)
93
212
203
415
Huila
Íquira, Nátaga,
Tesalia y Páez
Resguardo Huila (SM
Arrayanes)
28
59
63
122
Huila
La Argentina
Resguardo Nuevo
Amanecer La Meseta
ND
ND
ND
310
Huila
La Argentina
Resguardo Pik'kwue Ikh
ND
ND
ND
402
Huila
La Plata
Cabildo Fiw Paez
44
81
80
161
Huila
La Plata
Cabildo Los Ángeles
34
67
63
130
Huila
La Plata
Cabildo Nueva Esperanza
42
90
69
159
Huila
La Plata
RESGUARDO BUKJ'UKUE
LLANO BUCO
90
191
197
388
Huila
La Plata
Resguardo La Estación
Tálaga
97
206
182
388
Huila
La Plata
Resguardo La Gaitana
(vereda Bajo Rosal)
20
35
38
73
Huila
La Plata
Resguardo La Gaitana
(vereda El Líbano)
36
60
75
135
Huila
La Plata
Resguardo La Gaitana
(vereda El Rosal)
29
50
61
111
Huila
La Plata
Resguardo La Gaitana
(vereda San Mateo)
45
99
87
186
29
Huila
La Plata
RESGUARDO LA REFORMA
GUAMBIANO -PAEZ
31
58
69
127
Huila
La Plata
Resguardo Potrerito
101
214
239
453
Huila
Neiva
CABILDO INDÍGENA LAME
PAEZ, ORGANOS DEL
PALAMAR
52
107
103
210
Huila
Huila
Neiva
Palermo
Resguardo Tama Páez La
Gabriela
Resguardo Bache
31
133
137
270
ND
ND
ND
62
Macarena
ND
ND
ND
ND
ND
ND
ND
ND
Meta
_
Meta
La Mararena
Cabildo Ukwe Use
Meta
La Uribe
Los Planes
ND
ND
ND
ND
Meta
La Uribe
Candilejas
ND
ND
ND
ND
Meta
Mesetas
Paez de Villa Lucia
ND
ND
ND
ND
Meta
Mesetas
Ondas del Cafre
Cabildo Nasa Kjuen Lucx
Wesx-Hijos de Juan
Tama
ND
235
212
447
30
54
47
101
34
59
54
113
Putumayo Orito
Cabildo Nasa Kwesx Kiwe
Cabildo Nasa Kwima The
Wesx
12
32
25
57
Nariño
Cabildo Nasa Uh
42
106
73
179
Putumayo Puerto Asís
? Kiwe Ñxusxa
36
100
136
236
Putumayo Puerto Asís
? Ksxaw Nasa
42
79
83
162
Putumayo Puerto Asís
? Nasa Fxiw
32
48
48
96
Putumayo Puerto Asís
Cabildo Nasa Cxhab
47
92
75
167
Putumayo Puerto Asís
Cabildo Kwesx Kiwe
43
82
69
151
Putumayo Puerto Asís
Cabildo Sat Tama
16
35
32
67
Putumayo Puerto Asís
Cabildo Yu´Luuçx
34
57
65
122
Putumayo Puerto Asís
Resguardo Alto Lorenzó
KIWNAS ÇXHAB
105
189
203
392
17
31
35
66
49
101
99
200
Putumayo Mocoa
Putumayo Orito
Ipiales
Putumayo Puerto Caicedo
Putumayo Puerto Caicedo
Cabildo Kiwe Ukwe
Cabildo Kwe'sx Tatawala
Cabildo Nasa Yu´Cxijme
Putumayo Puerto Caicedo
(VEREDA El Libano)
82
177
168
345
Putumayo Puerto Caicedo
Cabildo Pkind Kiwe
(GUAYABALES)
16
44
38
82
Putumayo Puerto Caicedo
Cabildo Selva Hermosa
15
26
23
49
Putumayo Puerto Caicedo
Cabildo: Nasa Çxa' Yuçe
12
27
24
51
30
Putumayo Puerto Caicedo
Resguardo Alpes
Orientales integrado con
el resguardo Santa Rosa
de Juanambú, Campo
Alegre y La Floresta Alto
Coquetó
141
319
320
639
Putumayo Puerto Guzmán
Cabildo Cerro Guadua
36
76
55
131
Putumayo Puerto Guzmán
Cabildo Los Guaduales
10
17
12
29
Putumayo Puerto Guzmán
Cabildo Nasa Juan Tama
34
58
43
101
Putumayo Puerto Guzmán
Cabildo Nasa Kiwe
ND
ND
ND
ND
Putumayo Puerto Guzmán
Cabildo Sath Tama
ND
ND
ND
ND
Putumayo Puerto Guzmán
Resguardo El Descanso
74
314
268
582
Putumayo Puerto Guzmán
Resguardo La Aguadita
Uk'awesx
57
97
101
198
Putumayo Puerto Guzmán
Resguardo Porvenir La
Barrialosa
86
246
195
441
Putumayo Puerto Leguízamo
Cabildo Nasa Kiwe
24
70
52
122
Putumayo Valle del Guamuez
? Nasa Kiwe U'se Nueva
Palestina
29
63
46
109
Putumayo Valle del Guamuez
Cabildo Kiwe Zxiçxkwe
(TIERRA Linda)
23
44
30
74
Putumayo Villagarzón
Cabildo Çxham Wala
43
59
56
115
36
66
66
132
Putumayo Villagarzón
Cabildo: Nasa Kiwe Alto
Sinai
CABILDO NASA THAX
TADX KIWE LOMA
REDONDA
40
57
50
107
Putumayo Villagarzón
Resguardo Campo Alegre
16
58
78
136
Putumayo Villagarzón
Resguardo Jerusalem y
San Luis Alto Picudito
153
286
309
595
Tolima
Planadas
Resguardo Gaitania
666
1.423
1.318
2.741
Tolima
Rioblanco
Cabildo Barbacoas
74
298
260
558
Tolima
Rioblanco
Resguardo Las Mercedes
41
91
67
158
Valle del
Cauca
Buenaventura
Resguardo La Delfina
ND
ND
ND
410
Valle del
Cauca
Buenaventura
Cabildo La Playa
ND
ND
ND
ND
Valle del
Cauca
Buenaventura
Cabildo Las Minas
ND
ND
ND
ND
Valle del
Cauca
Buenaventura
Cabildo Mira Valle
ND
ND
ND
ND
Valle del
Cauca
Buenaventura
Cabildo Pico Loro
ND
ND
ND
ND
Putumayo Villagarzón
31
Valle del
Cauca
Buenaventura
Cabildo Yu'luucx
Valle del
Cauca
Cali
Valle del
Cauca
ND
ND
ND
ND
Cabildo de Santiago de
Cali
1.264
2.178
2.437
4.615
Dagua
Cabildo Alto de la Mona
ND
ND
ND
ND
Valle del
Cauca
Dagua
Cabildo Cañón Río Pepitas
ND
ND
ND
ND
Valle del
Cauca
Dagua
Cabildo mayor nuevo
despertar
ND
ND
ND
ND
Valle del
Cauca
Dagua
Resguardo Yu'yisxkwe'
ND
ND
ND
72
Valle del
Cauca
El Dovio
Cabildo KW'SX KIWE WALA
SERRANIA DE LOS
PARAGUAS (Sabana
Blanca?)
14
24
16
40
Valle del
Cauca
Florida
Resguardo Nasa Tha
64
107
80
187
Florida
Resguardo Cabildo
Central de Asentamientos
(Altamira)
48
68
57
125
Florida
Resguardo Cabildo
Central de Asentamientos
(El Salado)
101
160
134
294
Florida
Resguardo Cabildo
Central de Asentamientos
(Granates)
77
123
112
235
Florida
Resguardo Cabildo
Central de Asentamientos
(La Cumbre)
70
116
94
210
Florida
Resguardo Cabildo
Central de Asentamientos
(La Ribera)
137
228
212
440
Florida
Resguardo Cabildo
Central de Asentamientos
(Las Guacas)
117
182
157
339
Florida
Resguardo Cabildo
Central de Asentamientos
(Nueva Esperanza)
17
35
27
62
Florida
Resguardo Cabildo
Central de Asentamientos
(Nuevo Horizonte)
51
71
77
148
Valle del
Cauca
Valle del
Cauca
Valle del
Cauca
Valle del
Cauca
Valle del
Cauca
Valle del
Cauca
Valle del
Cauca
Valle del
Cauca
32
Valle del
Cauca
Florida
Resguardo Triunfo Cristal
Páez (*)
540
800
817
1.617
Valle del
Cauca
Florida
Resguardo Kwesx Kiwe (*)
36
152
145
297
Valle del
Cauca
Florida
San Juan Paez
ND
ND
ND
ND
Valle del
Cauca
Ginebra
Cabildo Río Guabas
65
148
143
291
Valle del
Cauca
Jamundí
Resguardo Jamundí
197
349
302
651
Valle del
Cauca
Jamundí
Resguardo Pueblo Nuevo
62
119
122
241
Valle del
Cauca
Pradera
Resguardo El Nogal
21
29
21
50
Valle del
Cauca
Pradera
Resguardo Kwet Wala
ND
ND
ND
650
Valle del
Cauca
Pradera
Resguardo La Carbonera
18
33
17
50
Valle del
Cauca
Pradera
Resguardo La Fría
19
29
31
60
231.939
33
PARTE 2: Diagnóstico
Notas Preliminares
La actualización del diagnóstico que presentamos a continuación hace parte de un
ejercicio colectivo que iniciamos todos los miembros del Equipo Nacional del Plan de
Salvaguarda Nasa. Para hacer un balance inicial de la manera como el conflicto armado
y el desplazamiento forzado han afectado la vida del pueblo nasa en los ocho
departamentos en los que éste hace presencia, acordamos la importancia y necesidad de
recopilar diversas fuentes primarias y secundarias tanto de información producida por
las organizaciones indígenas como por organismos gubernamentales y no
gubernamentales en relación con el tema que nos convocaba. La información a la que
pudimos acceder fue: los Planes Integrales Únicos de Atención a la Población Desplazada
(PIU); los informes de la Defensoría del Pueblo, incluidos los del Sistema de Alerta
Temprana; las publicaciones de las ONG; las tesis de grado y posgrado de las
Universidades públicas y privadas sobre el conflicto armado en las regiones donde hace
presencia el pueblo nasa; las investigaciones de académicas y académicos; medidas
cautelares o provisionales solicitadas al y/o aprobadas por la CIDH; las denuncias,
resoluciones, mandatos de Congresos, actas de asambleas, declaraciones, audiencias
públicas, planes de protección individuales y colectivos de las organizaciones indígenas
en general, y de los nasa, en particular, los planes de vida, entre otros. A excepción de
la información producida por las organizaciones indígenas, la mayoría de información
carece de un enfoque étnico. A pesar de esto, la información que pudimos recopilar nos
mostraba un panorama general sobre lo que se había producido hasta el momento en
relación con las afectaciones del conflicto armado contra los nasa.
Teniendo en cuenta que estábamos iniciando el proceso de construcción del Plan de
Salvaguarda nasa, cuya existencia se explica porque hay diferentes amenazas que están
poniendo en riesgo nuestra pervivencia, había dos ejes sobre los que debíamos estar muy
atentas y atentos: los diferentes tipos de amenazas que hay contra el pueblo nasa y
contra el territorio que habita, por un lado; y por el otro, las estrategias de protección
que hemos venido implementando y que podemos implementar en nuestros territorios
para hacerle frente al conflicto armado, el desplazamiento forzado, entre otros. Sólo así
podíamos decirle al gobierno cuáles deben ser las acciones que tiene que poner en
marcha para asegurar nuestra pervivencia.
En este primer momento nos dimos cuenta de varias cosas: la primera de ellas, es que
no todas las organizaciones regionales, asociaciones locales y/o zonales, y cabildos nasa
en cada uno de los 8 departamentos cuentan con un registro sistemático sobre las
violaciones a los derechos humanos y al DIH. Las variaciones en los niveles de
documentación están vinculadas, sobre todo, con las diversas trayectorias políticas y
organizativas: algunas de las organizaciones tienen más de 40 años de existencia, motivo
por el cual el volumen de producción documental es mucho mayor porque también la
actividad política y organizativa es mayor. Las actividades de dichas organizaciones
transcurren entre escuelas de formación en derechos humanos, derecho propio,
congresos, audiencias, entre otros, mientras que no ocurre lo mismo en otras zonas. En
algunas zonas donde los impactos de la violencia política son muy agudos, hay equipos
nasa dedicados a recopilar la información, a sistematizarla y analizarla para producir
informes sobre la situación de derechos humanos y violaciones al DIH en el territorio
nasa, por ejemplo. Dicha información sirve como diagnóstico preliminar para el
34
desarrollo e implementación de planes de protección propios que han sido puestos en
marcha en distintos lugares.
Sin embargo, es necesario anotar que aun cuando hay organizaciones que tienen como
política el seguimiento a las violaciones a los derechos humanos contra el pueblo nasa,
dicha información también presenta otras dificultades. En muchos casos, no cuentan con
una descripción detallada de los eventos, en algunos casos identifican a los autores pero
en otros no lo hacen y hay niveles de subregistro muy notables en algunos tipos de
violaciones, como lo son la violencia sexual, las amenazas, las torturas, los heridos y los
reclutamientos forzados. Los motivos del subregistro asociado a este tipo particular de
violaciones indican: en primer lugar, que hay un proceso de “naturalización” o
“normalización” de la violencia. Para el caso de las amenazas, por ejemplo, el
subregistro muestra que éstas se vuelven “tan cotidianas y frecuentes”, que ya ni
siquiera se denuncian o, cuando se hace, no se registran. En segundo lugar, que el
conflicto armado afecta de manera diferencial a las mujeres y que la violencia sexual
como una de sus expresiones más extremas no es denunciada a pesar de que es habitual,
extendida y sistemática, como lo anunció la Corte Constitucional en el Auto 092. Pero
también es invisible e invisibilizada. Esto sólo puede ser explicado a través de los
factores sociales y culturales que producen la estigmatización de las mujeres que han
sido víctimas de violencia sexual, cuya presencia y existencia remite a una estructura
jerárquica de género anclada en la tradición patriarcal. Es todavía una tarea urgente un
diagnóstico sobre la situación de derechos humanos de las mujeres nasa en general, y
sobre la violencia sexual, en particular. Para esto, como primera medida, es
fundamental que las organizaciones indígenas empiecen a producir información que
contenga un enfoque de género.
Lo mismo ocurría con los eventos de desplazamiento forzado. En el caso de la
información estatal o de organizaciones no gubernamentales cuyo objeto es el
seguimiento al desplazamiento forzado, así como la puesta en marcha de políticas
públicas para mitigar sus impactos, es necesario mencionar que recientemente cuenta
con la variable étnica, lo cual se convierte en una limitante a la hora de entender cómo
el desplazamiento forzado ha afectado a los pueblos indígenas, en general, y al pueblo
nasa, en particular. A esto se suma el hecho de que la mayoría de los eventos
registrados corresponden a desplazamientos colectivos o masivos. Esta información, sin
embargo, no da cuenta de las trayectorias de los desplazamientos. En el caso de la
información producida por las organizaciones indígenas en relación con el
desplazamiento, los vacíos también van en esta vía. A esto se suma que caracterizar la
composición poblacional de los desplazamientos resulta más difícil pues en la mayoría de
los casos no aparece registrada la cantidad de hombres, mujeres, niñas y niños
desplazados. Además, hay un notable y preocupante vacío en la información sobre los
desplazamientos de tipo individual o familiar, los cuales permanecen invisibilizados.
Implementar estrategias para registrar estos casos, hacerles el debido seguimiento,
atender las situaciones y prevenir eventos futuros, es todavía una tarea pendiente y
urgente tanto para las instituciones del estado como para las ONG y las organizaciones
indígenas.
Con el proceso de construcción del Plan de Salvaguarda que iniciamos, teníamos la
posibilidad de actualizar el diagnóstico sobre la forma en la que el conflicto armado y el
desplazamiento forzado nos afecta. Contábamos con las fuentes secundarias que
habíamos logrado recopilar. Sin embargo, también teníamos (y con ello no contábamos)
35
los vacíos que antes mencionamos. El pulso que ganamos con el Ministerio del Interior,
que desde el inicio buscó imponernos una ruta metodológica que no se adecuaba a
nuestras necesidades, nos dio la oportunidad de realizar la consulta del Plan de
Salvaguarda en los 185 cabildos nasa en los 8 departamentos donde nos encontramos. En
el marco de estas asambleas también podíamos actualizar nuestro diagnóstico.
Estábamos convencidas y convencidos de la dimensión del trabajo que habíamos asumido
al defender frente al gobierno colombiano, en cabeza del Ministerio del Interior, la
necesidad de realizar las 185 asambleas locales. Para asumir esa responsabilidad,
hicimos 4 talleres de capacitación en metodologías cualitativas para recolectar y
ordenar la información de las asambleas, así como para animar y facilitar las
discusiones, coordinar los encuentros y sistematizar cada una de las reuniones. Sabíamos
que las asambleas debían tener cuatro componentes fundamentales: socialización,
diagnóstico, conceptualización y diseño de las líneas de acción. En esta vía, construimos
conjuntamente un modelo de asamblea que incorporaba dichos componentes, lo cual nos
permitió recoger información pertinente y adecuada para nuestros propósitos.
A través de los instrumentos que diseñamos para recopilar la información del
diagnóstico, buscábamos dos tipos de información: aquella relacionada con la violencia
directa, cuyos casos alimentarían la base de datos con la que contábamos (diseñada
específicamente para examinar la violencia política contra pueblos indígenas) y las
amenazas territoriales relacionadas con la presencia de grandes empresas y proyectos en
territorios nasa, así como la presencia de cultivos de uso ilícito y los conflictos
interétnicos. Esta indagación, en definitiva, pretendía recopilar información para dar
cuenta de la dinámica de la violencia política contra los nasa, definir las tendencias e
intensidad de dicha violencia, medir sus impactos y dar cuenta de la diversidad de
expresiones territoriales que ésta genera.
Así, el diagnóstico que presentamos está construido a partir de la Base de Datos de
Ensayos, construida exclusivamente con información indígena alimentada con las fuentes
primarias recopiladas por los equipos regionales del Plan de Salvaguarda Nasa, así como
con la información de la Base de Datos Noche y Niebla del CINEP y de la Base de Datos
del Observatorio de DD.HH y DIH de la Vicepresidencia de la República. Esta última la
utilizamos principalmente para entender la intensidad de las confrontaciones y acciones
bélicas, sin perder de vista que su información responde a la política oficial en materia
de seguridad, paz y conflicto armado. La medida que dicha base realiza sobre las
confrontaciones armadas desde 1998 hasta hoy, establece una tipología en niveles de
confrontación y/o acciones bélicas: alto, medio y bajo, definidos a partir del número de
eventos, que incluyen: el uso de escudos humanos, los ametrallamientos, bombardeos y
ataques indiscriminados; los asaltos, hostigamientos y tomas de cascos urbanos; el
ataque tanto a las misiones médicas como a los bienes indispensables para la
supervivencia; los bloqueos de las vías, la presencia de campos minados; la destrucción y
hurto de bienes civiles; las emboscadas, el uso de armas prohibidas, así como el uso y
ocupación temporal de bienes civiles, la instalación de bases militares sin consulta
previa, entre otros.
También es necesario aclarar que este diagnóstico parte de la propuesta teórica definida
por la Base de Datos del CINEP, que entiende la violencia política como “aquella
ejercida como medio de lucha político social con el fin de mantener, modificar,
substituir o destruir un modelo de Estado o de sociedad, o también, para destruir o
36
reprimir a un grupo humano por su afinidad social, política, gremial, racial, ideológico o
cultural, esté o no organizado. Esta violencia se expresa entonces, en una sociedad
como la colombiana, a través de violaciones a los derechos humanos, infracciones graves
al derecho internacional humanitario, acciones bélicas y violencia político – social”.
(Noche y Niebla No. 28, 2004). Los diferentes tipos de violaciones e infracciones a los
derechos humanos y al DIH también son entendidos según las definiciones pautadas por
dicho marco teórico.
Para finalizar, es necesario mencionar que el diagnóstico expresa una geografía de la
violencia contra los nasa que habitan en ocho departamentos del país. Agrupamos
algunas zonas que presentan características similares en términos de las cercanías y
continuidades geográficas e históricas pero también en relación con la manera como la
violencia ha impactado a los nasa. En este sentido, la primera “regionalización” que
hicimos fue: norte y occidente del Cauca, Sat Tama Kiwe (Caldono) y sur del Valle del
Cauca; la segunda región que presenta características similares es: Putumayo, Caquetá y
Nariño; la tercera agrupación, que en estricto sentido no podría ser considerada como
una región, sí presenta características similares en relación con los impactos de la
violencia política y la presencia de grandes empresas y proyectos en territorios nasa.
Está conformada por: los municipios del departamento del Huila donde hacen presencia
los nasa y la zona Tierradentro (Páez e Inzá). La historia de violencia política contra los
nasa en los departamentos de Meta y Tolima no permiten agruparlos con ninguna zona,
motivo por el cual su análisis aparece de manera independiente.
37
2.1.
Zona norte y occidente del Cauca, Sa´t Tama Kiwe y Sur del Valle del Cauca
a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y
DIH.
-
Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores
armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus
miembros, pero afectándolos directamente.
Houghton y Villa (2005) señalan que durante el período entre 1990 y 1994 hubo una
disminución de las acciones tanto de los grupos paramilitares, como de la insurgencia y
el ejército a nivel nacional. Esta situación se enmarcó en el período de promulgación de
la Constitución de 1991 que declaró al país como pluriétnico y multicultural. Los autores
muestran, además, que hubo una disminución en las recuperaciones de tierra que habían
marcado la dinámica regional del departamento del Cauca desde la década del setenta,
uno de los períodos en los que se registró un nivel de violencia política que golpeó con
fuerza a los nasa por cuenta de la represión de la élite terrateniente. Sin embargo, “la
breve tregua post-constitucional llegó a su fin en 1996, momento en el que la violencia
política se agudizó (Houghton y Villa, 2005:41), impactando y amenazando de manera
muy fuerte la pervivencia de la nación nasa hasta el día de hoy, en el que dicha
tendencia se mantiene vigente.
Durante el período entre 1995 y 2012, las acciones bélicas, que incluyen el uso de
escudos humanos, los ametrallamientos, bombardeos y ataques indiscriminados; los
asaltos, hostigamientos y tomas de cascos urbanos; el ataque tanto a las misiones
médicas como a los bienes indispensables para la supervivencia; los bloqueos de las vías,
la presencia de campos minados; la destrucción y hurto de bienes civiles; las
emboscadas, el uso de armas prohibidas, así como el uso y ocupación temporal de bienes
civiles, ascendieron a cifras alarmantes. Como muestra la Gráfica 1, en la región bajo
estudio se registraron en total 321 acciones bélicas que dejaron un saldo de 467
víctimas. Las primeras acciones bélicas se registraron en 1997. Dos años después, con
una tendencia en aumento, éstas sumaron 6 víctimas. Al año siguiente hubo una
disminución del número de eventos y de víctimas por acciones bélicas. En el año 2002,
las acciones bélicas dejaron un saldo de 14 víctimas, mientras que al año siguiente, esta
cifra aumentó considerablemente: 22 víctimas. En 2006, se registraron 16 víctimas nasa
por acciones bélicas, para luego presentar un pequeño descenso en 2007 (11 víctimas) y
volver a incrementarse nuevamente al año siguiente cuando la cifra total de víctimas
nasa por acciones bélicas sumó 25. De ahí en adelante, el panorama fue realmente
desolador, como veremos más adelante.
Sin lugar a dudas, los años que mayor número de confrontaciones armadas y saldo de
víctimas registraron fueron 2010 y 2011. En 2010 se registraron 68 acciones bélicas que
dejaron un saldo total de 137 víctimas. Al año siguiente el panorama no mejoró: se
reportaron 84 acciones bélicas que dejaron una cifra de víctimas que ascendió a 135
personas.
38
Gráfica 1. Total de acciones bélicas y de víctimas, 1995-2012
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
Los municipios más afectados en relación con el número de víctimas fueron Caloto,
Toribío, Jambaló, Santander de Quilichao, Caldono, Corinto, Florida, Miranda, Pradera,
entre otros, como muestra la Gráfica 2. Los impactos de las acciones bélicas sólo pueden
entenderse en la medida en que éstas son comprendidas como estrategias para lograr el
control territorial, imponiendo nuevas formas de ordenamiento y uso del territorio,
estableciendo patrones de movilidad y ocupación que únicamente responden a las
lógicas de la guerra.
39
Gráfica 2. Total de víctimas de acciones bélicas por municipio
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
Los resguardos que presentaron las cifras más altas de víctimas por acciones bélicas
fueron Huellas, en el municipio de Caloto, Tacueyó, en el municipio de Toribío y el
resguardo de Jambaló, municipio de Jambaló. Varios cascos urbanos registraron víctimas
por acciones bélicas: el de Caloto, el de Toribío y el de Santander de Quilichao (Ver
Gráfica 3).
40
Gráfica 3. Total de víctimas de acciones bélicas por resguardo
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
En términos de la responsabilidad de dichas acciones, es necesario decir que la mayoría
de ellas recayeron en cabeza de los actores estatales (ejército y policía) que registraron
158 acciones que sumaron en total 198 víctimas. En número de acciones registradas, al
ejército le siguieron los grupos insurgentes que sumaron un total de 140 acciones
bélicas. Sin embargo, el saldo de víctimas que dejaron fue mayor que las del ejército
pues ascendió a 240 víctimas. Otras 11 acciones bélicas correspondieron a “otros actores
violentos”, dejando una cifra de 15 víctimas, y a los paramilitares les fueron atribuidas
12 acciones bélicas que dejaron un total de 14 víctimas. Del total de 12 acciones bélicas
de las que fueron responsables los paramilitares, 5 de ellas tuvieron lugar en el
municipio de Santander de Quilichao, uno de los municipios en los que se asentaron los
paramilitares cuando anunciaron su llegada al departamento del Cauca a finales de la
década del noventa, para luego expandirse hacia otros municipios donde ampliaron su
radio de acción. Puede decirse, sin embargo, que la mayoría de acciones bélicas
registradas corresponden al ejército y a los grupos insurgentes, cuyo nivel de
confrontación armada ha sido y es mucho más intenso (Gráfica 4).
41
Gráfica 4. Total de acciones bélicas y víctimas de acciones bélicas según autores
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
Según el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República
(1999), en 1998 las confrontaciones armadas de mayor intensidad se presentaron en el
sur y occidente del departamento del Valle. El nivel de mayor intensidad se concentró
en el área de Cali y se expandió hacia el municipio de Candelaria, donde los eventos
ocurrieron en un rango entre 21 y 50. Las confrontaciones se expandieron hacia el
municipio de Dagua con un nivel menor de intensidad que varió entre los 6 y 10 eventos.
También el municipio de Buenaventura fue un foco de confrontación armada en
cercanías del puerto, donde se registraron aproximadamente entre 6 y 10 eventos. Para
esa misma época, el nivel de confrontación armada en el departamento del Cauca
registró un nivel bajo de intensidad, pues se registraron aproximadamente entre 1 y 5
eventos que se concentraron en la zona norte y occidente del departamento.
En 1999, el foco de concentración armada que para el año anterior se registró en
cercanías del puerto de Buenaventura inició su expansión hacia el municipio de Dagua y
Cali, consolidando casi de manera completa un corredor de confrontación en esta zona.
En el caso del Cauca, el nivel de confrontación armada se mantuvo como el año anterior,
en un nivel bajo (Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la
República, 2000). La situación cambiaría al año siguiente, cuando el corredor de
confrontación del eje Buenaventura-Cali inició su expansión hacia el sur del
departamento, copando completamente el municipio de Buenaventura y expandiéndose
hacia el oriente, donde se encuentran los municipios de Florida y Pradera, registrando
42
un nivel medio de confrontación. Los focos con el nivel más alto de confrontación se
mantuvieron, sin embargo, en cercanías de la ciudad de Cali y en el puerto de
Buenaventura. Al sur de los municipios de Florida y Pradera, en límites con el norte del
Cauca, empezó a registrarse un foco, todavía muy pequeño y de intensidad media (entre
6 y 10 eventos) en cercanías de los municipios de Puerto Tejada, Villa Rica, Padilla,
Guachené y Miranda. El nivel de confrontaciones también empezó en ascenso en el
municipio de Popayán, expandiéndose hacia el norte, en el municipio de Cajibío.
Como muestra el Mapa 1, el año 2000 representa un punto de inflexión en la dinámica de
la violencia contra la nación nasa. El conflicto armado adquiere las dimensiones actuales
y los nasa, en relación con los demás pueblos indígenas, son las principales víctimas de
la violencia política (Houghton y Villa, 2005). El bloque Calima había anunciado su
llegada a la región algunos meses antes, golpeando con su violencia principalmente los
municipios de Buenaventura, Dagua, Cali, Candelaria, Villa Rica, Puerto Tejada y
Santander de Quilichao, lugares donde hubo un incremento en las confrontaciones
armadas y en las acciones bélicas.
En el año 2001 la dinámica e intensidad de las confrontaciones armadas cambió. El
corredor que se había consolidado y expandido por todo el municipio de Buenaventura
hacia el sur bajó su nivel de intensidad, manteniendo únicamente el nivel medio y alto
de confrontación en cercanías de la ciudad de Cali. Sin embargo, fue en este año en el
que se inició el incremento de las acciones bélicas que afectaron a la nación nasa. Al año
siguiente, en 2002, el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de
la República (2003) reportó una expansión de las confrontaciones armadas hacia los
municipios de Florida y Pradera, en el sur del Valle, y Santander de Quilichao y Caloto,
en el norte del Cauca, llegando hasta el municipio de Caldono. También se presentó otro
foco de confrontación media que se expandió desde el municipio de Popayán hacia el
Tambo.
Mapa 1. Confrontaciones armadas en la región, 2000
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República,
2001
43
Como muestra el Mapa 2, el año 2003 representó un cambio significativo en la dinámica
de las confrontaciones armadas en esta región. La implementación de la política de
seguridad democrática, puesta en marcha durante el primer período presidencial de
Álvaro Uribe Vélez, se sintió con toda su fuerza. Esta transformación en la dinámica de
las confrontaciones en particular, y de la violencia política en general, se vivió en todo
el país. En la medida en el que el nivel de intensidad de las confrontaciones ascendió
hacia los niveles más altos en los departamentos de Meta, Caquetá, Putumayo, después
del fracaso del proceso de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y las FARC, de la
intensidad de las fumigaciones en el marco del Plan Colombia y de la política de “mano
dura” de Uribe, lo mismo empezó a ocurrir en esta región.
Este es el año en el que se puede empezar a hablar de la consolidación de un corredor
de confrontaciones armadas hacia el Pacífico, en toda la zona del suroccidente del país.
Según señalan Houghton y Villa (2005), siguiendo a González et. al. (2003), durante
estos años se configuró en Colombia un mapa de tres corredores estratégicos del
conflicto. Resulta importante hacer referencia a dos de ellos: uno, es el “corredor
suroriental, ligado a la colonización campesina y a la expansión de cultivos ilegales, en
donde ejercen hegemonía las FARC, teniendo como disputa el piedemonte de Putumayo;
el otro, que está en formación, busca la salida al Pacífico desde el piedemonte
amazónico, pasando por el sur del Tolima, norte del Cauca, sur del Valle y el macizo
colombiano” (González et.al, 2003:116, citado en Houghton y Villa, 2005:53).
Mapa 2. Confrontaciones armadas en la región, 2003
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República,
2004
En este año, uno de los focos de confrontación armada, que se extendió desde el puerto
de Buenaventura en el departamento del Valle, hasta los municipios de Timbiquí y
Guapi, sobre la costa Pacífica caucana, registró un nivel de confrontación que ascendió
entre 11 y 20 eventos. Este foco se proyectó, con un nivel medio de confrontación, hacia
44
los municipios de Argelia, el Tambo y Popayán. En un sector del Tambo y Popayán hubo
nuevamente un aumento en el nivel de confrontación, ascendiendo entre 11 y 20
eventos. Otro foco importante de confrontación se consolidó en los municipios de
Santander de Quilichao y Caloto. En ambos municipios hubo un aumento de la
confrontación, registrándose para ese año entre 11 y 20 eventos. Este foco de
confrontación armada venía proyectándose el año anterior desde el sur del
departamento del Tolima (Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la
Vicepresidencia de la República, 2004).
Entre los años 2004 y 2005 la dinámica de las confrontaciones armadas no varió mucho
en relación con el año 2003. En contraste, en el año 2006, hubo un aumento en la
intensidad de las confrontaciones armadas. El corredor de confrontaciones que unió en
2003 el puerto de Buenaventura y Cali, que se expandió hacia el norte del departamento
del Valle nuevamente se consolidó, lo cual representó un aumento en la intensidad de
las confrontaciones (entre 11 y 20 eventos). Esta dinámica se prolongó durante el
transcurso de 2007. Al año siguiente, se presentó un foco de confrontación que registró
entre 11 y 20 eventos en cercanías de la ciudad de Cali y uno de menor intensidad que
afectó los municipios de Corinto y Miranda, en el norte del Cauca. Este foco se expandió
al año siguiente, en 2009, cuando hubo un aumento en las confrontaciones en los
municipios de Miranda, Corinto, Toribío, Santander de Quilichao y Caloto, en el norte del
Cauca.
En 2010 esta dinámica se mantuvo en términos de los lugares donde se presentaron las
confrontaciones pero hubo un aumento considerable en la intensidad. El 20 de febrero
de 2010, a las 2:00 am., se presentaron intensos combates que duraron 4 horas
continuas en la cabecera municipal de Jambaló. Algunos meses después, en la
Declaración final de la Audiencia pública interétnica y social “Minga por la defensa de la
vida, la paz y el territorio” (2010), las comunidades indígenas, afrodescendientes y
campesinas de la región manifestaron que “el estado ha enviado más de 7.000 hombres
armados (soldados, policías, agentes secretos, espías) a la región indígena del norte del
Cauca y otros miles al Pacífico; las FARC mantienen un número creciente de
combatientes y milicianos, y al parecer se refugian en la región muchos de sus
comandantes; los paramilitares siguen operando y han intensificado sus acciones de
asesinato, agresión y amenaza contra el movimiento social a la vista de la fuerza
pública”. Por este motivo denunciaron “los asesinatos, las violaciones de mujeres, los
hostigamientos diarios de actores armados contra las comunidades, los campos minados,
las amenazas contra las organizaciones sociales; los montajes contra nuestros líderes, la
vinculación masiva y forzada de niños y niñas a las acciones militares del ejército y la
guerrilla; las zonas Centro de Coordinación de Acción Integral CCAI que son un grosero
mecanismo de subordinación de la autoridades civiles a las militares”. Frente a la crisis
humanitaria, las comunidades le exigen al gobierno: investigar todos los casos como
hechos que responden a un único patrón sistemático de exterminio social, político y
étnico; corregir el procedimiento de adelantar las investigaciones de forma aislada que
obstaculizan la búsqueda de la verdad y omiten conscientemente la identificación de los
autores intelectuales de los crímenes. En esta vía, demandan la conformación de una
unidad especial de pueblos indígenas y afrodescendientes; exigen la desmilitarización de
la vida civil y también la desmilitarización de los territorios indígenas, afrodescendientes
y campesinos, lo cual significa el desmonte de los Centros de Coordinación de Acción
Integral (CCAI). También el desmonte de los procesos de judicialización contra los
corteros de caño se convirtió en una reivindicación importante, así como la derogación
45
inmediata de las leyes del despojo: el Código Minero, la Ley de Aguas, la Ley de
Reforestación comercial, la Ley 100 y todas aquellas normas lesivas que atentan contra
el bienestar de las comunidades. Esta declaración también incorporó la urgencia de
convocar al gobierno nacional y a la guerrilla a llevar adelante diálogos humanitarios
para exigir el cumplimiento del DIH.
Un comunicado dirigido a la opinión pública nacional e internacional, fechado el 7 de
mayo de 2010, expresó que “el día 26 de abril en horas de la mañana la fuerza pública
ingresó al territorio del resguardo de Tacueyó, ubicándose en las veredas de Buenavista,
Chimicueto, Alto de la Cruz, Gallinazas, Loma de Paja, el Trapiche y el área poblada de
Tacueyó. Tomó como trincheras los kioscos, viviendas y escuelas. A raíz de la presencia
de la fuerza pública en el territorio indígena, la guerrilla de las FARC realizó
hostigamientos, enfrentamientos en medio de la población civil. Durante los
enfrentamientos resultó asesinada la joven Patricia Noscué Ulcué, de 19 años de edad,
quien se identificaba con la cédula de ciudadanía número 1.147.925.188 expedida en
Toribio, Cauca, con residencia en la vereda de Chimicueto e integrante de la Guardia
Indígena. En el mismo hecho resultó herido el conductor del vehículo bus escalera quien
transporta a niños y jóvenes de la Institución Educativa Indígena Quintín Lame, por un
proyectil de fusil que le impactó sobre el muslo izquierdo cuando iba ingresando a la
institución educativa” (Comunicado a la opinión pública nacional e internacional,
Toribío, mayo 7 de 2010).
En el marco del aumento de la fuerza pública en la región, otra denuncia fue interpuesta
en el despacho del Defensor Regional del Pueblo por parte de la comunidad nasa del
municipio de Pradera, Valle, quien denunció que en la mañana del 13 de mayo se
escuchó una fuerte explosión en la zona alta de la comunidad del Nogal. Horas más
tarde, un campesino informó a algunos integrantes de la comunidad indígena que en
dicho sector había un herido de una pierna pidiendo auxilio porque había pisado una
mina antipersonal y necesitaba atención médica. Algunos miembros de la comunidad
procedieron a llevarlo al hospital del municipio de Pradera en el vehículo del cabildo. En
el sitio El Pedregal fueron interrogados sobre su destino en un retén del Ejército
Nacional. El militar informó por teléfono los datos que le dieron sobre el herido. En el
hospital de Pradera, los indígenas del resguardo fueron interceptados por un hombre
moreno vestido de civil quien traía una pistola y un canguro en la cintura. Los retuvo, les
hizo apagar el carro, tomó los datos del vehículo y de las personas (nombre y número de
identificación). Luego llegó una camioneta gris de la cual se bajaron hombres vestidos
de civil, hablaron con el hombre que los retuvo primero, se pusieron unos chalecos del
Gaula y se dirigieron hacia ellos con fusiles en mano, los despojaron de sus celulares, los
interrogaron, los intimidaron, fueron filmados y fotografiados. Cuando los indígenas se
dirigieron a interponer la respectiva denuncia en la Personería Municipal, encontraron
allí un coronel del ejército de apellidos ORTIZ PANIAGUA quien los intimidó y señaló de
colaboradores de la guerrilla (Denuncia pública Resguardo nasa Kwet Wala, Mayo 14 de
2010). En esta vía, la denuncia manifiesta la preocupación de la comunidad indígena por
la presencia de actores armados de difícil identificación que hacen presencia en sus
territorios y los recurrentes señalamientos y persecuciones a las que son sometidas y
sometidos diariamente.
Algunos meses después, en octubre de 2010, la comunidad nasa del resguardo Kwet Wala
denunció públicamente la presencia paramilitar en su resguardo. Según el comunicado,
"el día 22 de octubre de 2010, siendo las 9:30 AM, un comunero de nuestro resguardo se
46
encontraba en la localidad entre la Carbonera y los Pinos, rodeando unas cabezas de
ganado de su propiedad y se encontró con un grupo de por lo menos 20 hombres que
portaban armas de largo alcance y vistiendo prendas de uso privativo de las fuerzas
militares con brazaletes alusivos al grupo paramilitar "Los Rastrojos". Luego de
interrogarlo, le prohibieron dirigirse hacia donde iba en busca del resto de su ganado,
obligándolo a permanecer ahí hasta las 5:00 PM. Le dijeron que si se iba antes era a
informarle a la guerrilla que ellos estaban ahí y manifestaron que llegaron para empezar
a operar argumentando que los habitantes del sector eran colaboradores de la guerrilla.
Ese mismo día, en horas de la tarde, se observó la presencia sospechosa de dos hombres
de civil que merodeaban la casa y sede del cabildo en el casco urbano de Pradera”
(Denuncia Resguardo Kwet Wala, Octubre 22 de 2010).
En 2011, la situación de agudización del conflicto armado también se vivió en los
resguardos y cabildos nasa del municipio de Caldono. Según un comunicado emitido por
las autoridades nasa del territorio ancestral Sat Tama Kiwe el 18 de marzo de 2011, se
presentaron 4 hostigamientos en el casco urbano en los primeros tres meses del año.
Dichos hostigamientos reportaron un saldo de 7 personas heridas, 32 viviendas afectadas
y desplazamientos internos. El 4 de marzo, el ejército utilizó la infraestructura
educativa del colegio de la vereda de Monterilla como escudo para defenderse de la
guerrilla. Del mismo modo, la guerrilla sembró minas anti personal a 50 metros del
centro educativo de la vereda Betania, Resguardo Indígena de La Aguada San Antonio. Al
día siguiente, a las 4 de la tarde, en un hostigamiento perpetrado por grupos al margen
de la ley, fue herido con arma de fuego el indígena Álvaro Marino Pill Fernández, quien
transitaba por la vía que conduce del casco urbano a la vereda de Vilachí.
Posteriormente, el 14 de marzo, a las 2 de la tarde, la población civil del casco urbano
fue víctima de un hostigamiento con artefactos explosivos por parte de grupos al margen
de la ley. Uno de ellos explotó a escasos 30 metros de la Institución Educativa “Madre
Laura” y de la Casa de los médicos tradicionales donde se albergan algunos enfermos
indígenas. Un segundo artefacto, esa misma tarde, cayó y explotó dentro de la casa del
comunero José Eliberto Tumbo dejando gravemente heridas a las comuneras María
Cayapu Guetoto, Edilma Bastos, Rosmira Zety y la niña Deisy Viviana Bastos de 3 años de
edad. El 17 de marzo de 2011, a las 4 de la tarde, integrantes de las FARC exigieron salir
de su casa a dos personas residentes en la vereda de Moras, resguardo de la Aguada San
Antonio, para hacer explotar 10 minas antipersonal que había dejado la guerrilla
alrededor de la casa para atentar contra el ejército (Comunicado a la opinión pública
nacional e internacional, Caldono, Marzo 18 de 2011).
El día 26 de abril de 2011, a las 9:30PM, personas sin identificar hicieron explotar un
carro bomba frente a las instalaciones de la Estación de Policía del municipio de
Jambaló dejando 2 heridos civiles, 3 policías muertos, 5 policías heridos y más de 40
casas averiadas en el área urbana y la vereda Campo Alegre. Los daños a los bienes
civiles indispensables para la supervivencia de la población fueron incalculables: el
Hospital, el Acueducto y las instalaciones de la bodega del ICBF, así como la casa del
Cabildo Indígena y la Iglesia, resultaron afectados. En un comunicado, la ACIN rechazó
los actos de violencia ocurridos en el municipio de Jambaló y llamó a las partes en
conflicto a desarrollar acuerdos humanitarios para buscar la paz. De manera expresa, el
comunicado exige al gobierno colombiano no instalar el batallón de alta montaña en
inmediaciones del municipio de Toribío, dado que esto generaría un aumento de las
confrontaciones (Cxhab Wala Kiwe – ACIN, 2011).
47
Posteriormente, el sábado 9 de julio, las FARC atacaron las cabeceras municipales de
Toribío y Corinto. Era día de mercado en el municipio de Toribío y una chiva-bomba
impactó el puesto de policía y, de manera simultánea, fue activada otra bomba en la
sede del Banco Agrario (Minga, 2011). Dos personas murieron y otras ochenta comuneras
y comuneros resultaron heridos por los hechos de violencia. 600 viviendas y otros bienes
civiles resultaron afectados, entre ellos, las edificaciones de la Sede del Proyecto Nasa,
del Movimiento Juvenil, de la Emisora Comunitaria y de la productora de Jugos “Fxinze”
(Cxhab Wala Kiwe-ACIN, 2011). Ese día también se presentaron fuertes hostigamientos
en los municipios de Santander de Quilichao, Caldono, Caloto y Jambaló. Pocos días
después del hecho el presidente Juan Manuel Santos dijo: “En adelante se destruirá
cualquier casa que sea utilizada por la guerrilla para hacer sus ataques (…), “no habrá
más utilización de casas para dispararle a la Fuerza Pública o a la población civil”.
En respuesta, la Cxhab Wala Kiwe-ACIN (2011) emitió un comunicado rechazando de
manera contundente la orden del presidente: "Resulta totalmente inaceptable que luego
de que la guerrilla de las FARC en un ataque demencial destruye y afecta nuestras casas
en el área urbana de Toribío y en Corinto, el señor Presidente de la República ordene
destruir las casas que han quedado en pie y seguidamente ordene la construcción de un
batallón de alta montaña en el Corregimiento de Tacueyó. Además, resulta inaceptable
que al día de hoy las personas afectadas por la explosión no han sido atendidas de
manera eficaz y, mucho menos, oportuna”.
En el Valle del Cauca, el 18 de julio de 2011 fue retenido por la guerrilla de las FARC un
vehículo repartidor de gas natural en el corregimiento de La Fría, aledaño al resguardo
Kwet Wala, el cual estuvo detenido en un paraje solitario. Este vehículo fue usado
posteriormente como carro-bomba para minar un puente en el corregimiento El Recreo,
a 10 minutos del casco urbano el día 27 de julio del mismo año. Este puente fue una de
las obras de infraestructura vial adelantada por las fuerzas militares en cabeza del
Batallón de Ingenieros Agustín Codazzi, tal cual está contemplado para las zonas de
Consolidación definidas por el gobierno nacional (Comunicado Resguardo Kwet Wala,
agosto 2 de 2011).
Luego, entre el 15 y 16 de septiembre de 2011, las FARC y el ejército nacional se
enfrentaron en las veredas El Credo y Pajarito en el municipio de Caloto. Durante los
enfrentamientos se tomaron las casas de las comunidades para utilizarlas como
trincheras y también se registró el uso de cilindros bomba y tatucos que cayeron en las
fincas y en las casas. Por este motivo, resultaron heridas nueve personas (entre ellas
varios niños y niñas) y falleció una menor de edad (Cxhab Wala Kiwe-ACIN, septiembre
16 de 2011).
Por estos días, la vida de la nación nasa de la zona norte y occidente del Cauca y sur del
Valle transcurrió entre las balas. A medida que el cerco militar contra Alfonso Cano se
hacía más fuerte, las confrontaciones en los municipios de Morales, Suárez y Buenos
Aires se intensificaron. La población nasa de Cerro Tijeras resultó gravemente afectada
por estos hechos. La gente se vio obligada a desplazarse en varias oportunidades a los
sitios de asamblea permanente. Los resguardos nasa de Chimborazo, Agua Negra y
Honduras también resultaron afectados. El 4 de noviembre de 2011, en la vereda El
Chirriadero, el ejército nacional asesinó a Alfonso Cano en el marco de la Operación
“Odiseo”. Frente a esto, las FARC intensificaron las acciones bélicas en el occidente y
norte del Cauca, así como en el sur del Valle.
48
El día martes 29 de noviembre de 2011 se desencadenó un combate entre tropas del
ejército y las FARC en el corregimiento de El Líbano. La presencia de las tropas en las
viviendas y parcelas desencadenó el desplazamiento de la comunidad de El Líbano (49
personas) hacia el casco urbano de Pradera durante 15 días. La comunidad desplazada
de El Líbano retornó el 15 de diciembre (Comunicado resguardo Kwet Wala, enero 6 de
2012).
El día 9 de diciembre de 2011 a las 8:00 PM, dos hombres lanzaron dos granadas desde
una motocicleta. Éstas iban dirigidas contra dos soldados que prestaban guardia en el
sector de las obras de la vía terciaria en el sector Potrerito-Lomitas-Pradera, frente a
una vivienda y una tienda ubicadas junto al puente del río Bolo, acceso al vecindario de
Potrerito. La señora que habitaba en la vivienda fue herida por una esquirla de granada
en una pierna. Los vidrios de la casa y el techo resultaron destruidos. Pocos días
después, el 4 de enero de 2012, hacia las 5:20 PM, guerrilleros hostigaron al ejército que
se encontraba ubicado junto a las obras en el sector de Potrerito y Líbano, durante 40
minutos. Hacia las 2:00 AM la guerrilla, asentada en el sector de la escuela El Líbano,
atacó al ejército apostado en la finca de La Laguna. Según lo documenta el comunicado,
la Brigada Móvil No. 20 instaló retenes desde finales de diciembre de 2011, lo cual se
convirtió en una unidad de intimidación militar, especialmente para los presidentes de
J.A.C, líderes comunitarios y todo aquel que se opusiera a la reparación de la vía a cargo
del ejército. Estas personas fueron reseñadas en una libreta como sospechosos,
fotografiados a sus espaldas e intimidados con interrogatorios ofensivos (Comunicado
resguardo Kwet Wala, enero 6 de 2012).
Entre 2010 y 2011, según lo registró el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la
Vicepresidencia de la República (2012), los niveles más altos de confrontación se
presentaron en los municipios de Toribío, Jambaló, Corinto, Miranda, Santander de
Quilichao, Morales y Caloto (en el casco urbano del municipio y en el corregimiento El
Palo). Tanto la vía que comunica El Palo con Caloto, como Santander de Quilichao y el
corregimiento de Quebraditas, en el municipio de Corinto, todos ellos en zona de
resguardos nasa, presentaron tasas de homicidio que superan el promedio nacional
(36.6). Del total de acciones bélicas que se registraron desde 1995 hasta 2012, que
ascendió a 321 acciones que dejaron un total de 467 víctimas, la mayoría de éstas se
concentraron en el período entre 2010 y 2012, en el que hubo un aumento significativo
tanto de las acciones como de las víctimas por este tipo de violación: 302 víctimas en
total.
La agudización de las confrontaciones armadas y el saldo de víctimas durante este
período deben entenderse en el marco del incremento de las acciones militares contra el
Comando Conjunto de Occidente y el máximo líder de las FARC, Alfonso Cano. Según
apareció registrado en las noticias de prensa, Alfonso Cano, a raíz de la presión militar
en la zona que durante mucho tiempo había ocupado, empezó a desplazarse desde el sur
del Tolima, en inmediaciones del municipio de Gaitania, hacia Nátaga, en el occidente
del departamento del Huila. A mediados de julio tuvo que salir nuevamente hacia el
departamento del Cauca, pasando primero por Mosoco, en dirección hacia el municipio
de López de Micay (Revista Semana, noviembre 10 de 2011). En medio de este tránsito,
las operaciones militares de desplegaron con fuerza. Las confrontaciones se hicieron más
intensas y los desplazamientos forzados no se hicieron esperar. Las confrontaciones
armadas aumentaron en los municipios de Toribío, Caloto, Jambaló y Caldono. Así
mismo, se incrementó la existencia de MAP y MUSE en estos municipios, como una
49
táctica para neutralizar la avanzada de la fuerza pública. Las comunidades de esta zona
sintieron con fuerza el aumento de las confrontaciones y las acciones bélicas.
Como lo muestra el Mapa 3, en este período, la mayoría de accidentes por MAP/MUSE
(representados por el símbolo de una estrella morada), indicadores de la existencia de
campos minados, ocurrieron en la zona que comprende los resguardos nasa entre los
municipios de Miranda, en el norte del Cauca, Florida y Pradera, en el sur del Valle del
Cauca. Esta barrera se extendió desde los municipios del sur del Tolima, siguiendo el
recorriendo que hizo Alfonso Cano hasta llegar al Cauca. Del total de víctimas por
MAP/MUSE en la región, cuya cifra ascendió a 373, 109 de ellas se registraron entre 2010
y 2012, período en el que se reportó la mayor cantidad de víctimas. El año en el que
hubo un mayor número de víctimas por MAP/MUSE fue 2006: 75 en total. Le siguió 2012,
con una cifra de 54. Los municipios más afectados fueron: Florida, Pradera, Miranda,
Corinto, Santander de Quilichao, Caloto, Suárez, Buenos Aires y Morales (PAICMA, 2013).
Mapa 3. Accidentes por MAP/MUSE en la zona norte del Cauca y sur del Valle (20102011)
Fuente: Observatorio DH y DIH Vicepresidencia de la República, 2012
En este escenario, los bombardeos se incrementaron en varias zonas, incluido el norte
del Cauca, sur del Valle y en la zona occidente del Cauca, donde los combates
continuaron tiempo después de la muerte de Cano.
En un comunicado de mayo de 2012 que lleva por título “Minga por la vida y la defensa
de la madre naturaleza”, las comunidades nasa del Valle denunciaron la masacre contra
el medioambiente ocasionada por los bombardeos, el ametrallamiento y la tala de
bosque para el desembarque y estadía de tropas en los sitios sagrados donde se
encuentra la fauna, flora y recursos hídricos. Entre las acciones que le exigen al estado,
vale la pena mencionar: 1. Garantizar la no repetición de los hechos denunciados que
50
afectan la armonía, el equilibrio de la naturaleza y la fauna y la flora de nuestros
territorios; 2. Garantizar y respetar la libre circulación de quienes habitamos en este
territorio pues durante el desarrollo de la minga fuimos saboteados por el ejército,
primero impidiéndonos el paso y después detonando cargas explosivas para atemorizar al
personal que participaba en la minga e impedir la realización de la actividad; 3. Exigir al
ejército el respeto por los árboles sembrados, lo cual los obliga a desalojar dichos sitios.
El 18 de mayo de 2012, la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca remitió un
informe de visita para la verificación de daños ambientales por las operaciones militares
en el territorio del resguardo indígena Kwet Wala (Piedra Grande), municipio de Pradera.
Allí manifiesta que hubo un bombardeo en el sitio conocido como "Cerro El Muñeco".
Frente a esto, la comisión señaló la destrucción de tres hectáreas de bosque natural por
los bombardeos. En el Cerro El Retiro también había aproximadamente una hectárea de
bosque talada. Señala, además, que la misma situación parece estar presentándose en
cercanías de la base militar, aunque la comisión no alcanzó a llegar hasta allá. A la vez,
durante el recorrido, la comunidad manifestó que los residuos generados por la
presencia militar ocasionaron la muerte de 6000 truchas que tenían en el marco de un
proyecto financiado con dinero de la cooperación internacional (CVC, 2012).
El 7 de junio de 2012, las comunidades nasa de los municipios de Florida y Pradera le
dirigieron una carta al nuevo Jefe del Secretariado de las FARC, Timoleón Jiménez, alias
“Timochenko”, en la que manifestaron las distintas formas en las que el conflicto
armado ha afectado a las comunidades nasa y campesinas y le exigen que diera la orden
a sus combatientes de no crear más campamentos permanentes en los territorios
indígenas de Florida y Pradera y de destruir los que ya existen, con el fin de dejar
"nuestras tierras libres de gente armada pues como en el pasado, esperamos que ustedes
respeten nuestros territorios y solamente pasen por ellos". Para esta acción, pusieron
como fecha límite el 25 de junio de 2012. En otra carta fechada el mismo día, los nasa
de las comunidades de Florida y Pradera se dirigieron también al Comandante General
de las Fuerzas Armadas de Colombia, Juan Manuel Santos, para exigirle que diera la
orden a sus combatientes de no crear más campamentos permanentes en los territorios
indígenas de Florida y Pradera y de destruir los que ya existen, la carta señala: "No
pararemos hasta dejar nuestras tierras libres de gente que permanezca armada, pues
aunque la Constitución Política autoriza a las fuerzas del estado a "ingresar" en todos los
territorios de la nación, no los autoriza a permanecer en dichos territorios en los cuales
solamente pueden ingresar de paso”.
El 8 de Julio un tatuco impactó en el centro de salud de la Asociación de Cabildos
Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) en el casco urbano del municipio de Toribío. En lo
shechos resultaron heridas cuatro mujeres que hacían parte del personal médico. Esto
impulsó a la gente a buscar a los actores armados para exigirles que salieran del
territorio. En las acciones se expulsaron tres unidades de la guerrilla (ACIN, 2012).
Pocos días después, el 17 de julio de 2012, casi 2.500 indígenas nasa subieron hasta el
Cerro Berlín (municipio de Toribío) para liberarlo de la ocupación militar de la que venía
siendo objeto. Como un acto de control territorial y en el ejercicio de la autonomía, los
nasa del norte del Cauca le exigieron al ejército que desocuparan el sitio sagrado que
estaban ocupando. Como lo narró Granados (2012), “en el cerro no sólo estaban los
soldados, sus camas, sus colchones y hasta las antenas de DirecTV. También allí se
encuentran dos torres de comunicación de telefonía celular que son custodiadas por los
51
militares” (Granados, 2012:10). Los indígenas recuperaron el cerro, pero al día siguiente
fue dada una orden de desalojo y en la acción hubo aproximadamente 26 personas
heridas. La imagen de un soldado llorando, por los supuestos maltratos a los que lo
sometieron los indígenas, circuló en todos los medios de comunicación nacional e
internacional. Lo que sí no circuló fueron las imágenes que mostraban a los soldados
amenazando a los indígenas con sus armas (Granados, 2012) (Ver link del video
adjunto)12.
En el mes de septiembre de 2012, las informaciones sobre los diálogos que se habían
iniciado entre el gobierno y las FARC se filtraron, lo cual apresuró el anuncio por parte
del gobierno colombiano. El 18 de octubre, en la ciudad de Oslo, Noruega, se instalaron
las mesas de diálogo y negociación. Sin embargo, el diálogo formal inició casi un mes
después, el 15 de noviembre de 2012 en La Habana, Cuba. Cuatro días después, el 19 de
noviembre de 2012, las FARC anunciaron un cese al fuego unilateral para mostrar su
voluntad de paz. Este anuncio tuvo efectos importantes en la región pues el nivel de
confrontaciones disminuyó notablemente. Sin embargo, algunos de los pocos ataques
registrados en el país tuvieron lugar en el norte del Cauca.
-
Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y comunidades
indígenas y a sus miembros individuales en el conflicto armado
La región comprendida por el norte y occidente del Cauca, por el territorio ancestral Sat
Tama Kiwe, así como por el sur del Valle del Cauca sufrió con intensidad los impactos de
la violencia política. Durante el período entre 1995 y 2012, la cifra total de violaciones e
infracciones individuales de los derechos humanos y el DIH ascendió a 823, de las cuales
654 tuvieron lugar en el departamento del Cauca, y las 169 restantes ocurrieron en el
Valle del Cauca. El número total de víctimas en la región ascendió a 2.204 indígenas
nasa, sin contar las víctimas registradas por las acciones bélicas (467 en total). Esta cifra
está distribuida diferencialmente pues mientras la zona norte, occidente y oriente
(Caldono) del departamento del Cauca registró un total de 1.787 víctimas, el sur del
Valle del Cauca reportó 417 víctimas.
Como muestra la Gráfica 5, los municipios más afectados por las violaciones a los
derechos humanos y al DIH fueron: Toribío, en primer lugar, que registró un total de 443
víctimas; lo sigue Caloto, con 290 víctimas, Florida que reportó 277 víctimas y Santander
de Quilichao que registró 251 víctimas.
Según lo documentan Houghton y Villa (2005), el conflicto para los nasa del norte del
Cauca y sur del Valle se recrudeció a partir de la muerte de Marden Betancur, alcalde
electo de Jambaló a quien el ELN acusó de colaborar con los paramilitares y
posteriormente lo asesinó. En ese escenario, el CRIC convocó un juicio político para
juzgar este crimen político, reiterando y avanzando hacia una posición de defensa de la
soberanía y la autonomía indígena. Sin embargo, la violencia contra los nasa empezó en
ascenso a partir de 1999.
12
http://www.youtube.com/watch?v=jtKqty5qf5w
52
Gráfica 5. Total violaciones y víctimas por municipio.
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
En 1999 y 2000, el frente José María Becerra del ELN protagonizó la toma masiva de
rehenes de la iglesia La María en Cali y del kilómetro 18 en la vía que conduce de Cali a
Buenaventura, respectivamente. A los rehenes los llevaron a la región del Naya. En
respuesta, en el año 2000 la zona fue declarada objetivo militar. El once de mayo de
2000, en un comunicado dirigido al Gobernador del departamento del Cauca, César
Negret Mosquera, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) anunciaron públicamente
su llegada a la región con el frente Calima, cuyo comandante era Éver Velosa, alias
“H.H13” (Defensoría del Pueblo, 2001; ILSA, 2006).
Así, desde el año 2000, los asesinatos selectivos, las desapariciones forzadas, los
controles a la movilidad, el desplazamiento forzado y los constantes enfrentamientos
entre el ejército, los paramilitares y las guerrillas caracterizaron la dinámica de la
13
Este jefe paramilitar se desmovilizó en 2004. Sin embargo, cuando el gobierno tomó la decisión
de concentrar a los jefes paramilitares en La Ceja, Antioquia y luego en Itagüí, “H.H” no se
presentó, perdiendo así los beneficios de la Ley de Justicia y Paz. Entre tanto, junto con
Vicente Castaño y alias “don Mario”, creó la banda “Los Paisas”. En el mes de abril de 2007,
fue capturado nuevamente. Hoy, es uno de los extraditables (Semana, abril de 2008). Según
el Octavo informe de verificación al proceso de reinserción y desmonte de las estructuras
paramilitares presentado por la OEA, en el suroccidente del país siguen operando grupos
conformados por reinsertados del Bloque Calima de las Auc.
53
violencia en la zona. Esto desembocó, como mostraremos más adelante, en la masacre y
el desplazamiento del Naya, ocurrida el 10 y 11 de abril de 2001 (Amador Ospina, 2008).
En ese mismo año fue asesinado el líder indígena Cristóbal Sécue, ex presidente del CRIC
y quien estaba ejerciendo en ese momento la responsabilidad sobre la escuela de
justicia indígena. Las FARC fueron responsabilizadas del hecho mediante un proceso de
justicia propia (Houghton y Villa, 2005).
Como lo muestra la Gráfica 6, los años más nefastos fueron 2001, 2008 y 2011, en los
que el número de víctimas ascendió a 260, 255 y 246, respectivamente. Sin lugar a
dudas, el año 2001 fue el que reportó la cifra más alta de violaciones de derechos
humanos y DIH contra la nación nasa.
Del total de 2.204 víctimas registradas durante este período, aproximadamente 774 de
ellas fueron responsabilidad de los actores estatales, 492 estuvieron en cabeza de los
grupos insurgentes, 398 víctimas corresponden a los paramilitares y las 540 víctimas
restantes fueron responsabilidad de “otros grupos violentos”, como lo muestra la Gráfica
7. El año que reportó más víctimas en cabeza de los paramilitares fue 2001, cuando la
cifra ascendió a 177. Por su parte, el año en el que los agentes estatales reportaron la
cifra de víctimas más alta fue 2008, con una suma total de 203 víctimas. Los grupos
insurgentes reportaron el mayor número de víctimas en el año 2011:178 personas.
Gráfica 6. Total violaciones por departamento 1995-2012
Fuente: Base de Datos Ensayos
54
Gráfica 7. Total de víctimas por autores, 1995-2012
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
En el período entre 1995 y 2012, la cifra por asesinatos políticos es un indicador potente
sobre la situación de violencia política en la región pues ascendió a 655, casi 5 veces
más que la cifra registrada para el mismo tipo de violación en la región que comprende
los departamentos de Putumayo, Caquetá y Nariño, como mostraremos más adelante.
Aun cuando en ambos departamentos la cifra de víctimas de asesinatos políticos es la
más alta, lo cual indica que es la violación que más afectó a los nasa en esta región, la
diferencia de casos entre ambos sí es bastante notable: 486 víctimas corresponden al
norte, occidente del Cauca y Sat Tama Kiwe, mientras que las 169 restantes se
registraron en el sur Valle del Cauca. En 2012, por ejemplo, en el norte del Cauca fueron
asesinados los siguientes líderes: Jaime Mestizo, reconocido The Wala, Zalatiel Méndez,
exconsejal de Toribío y The Wala; Lisandro Tenorio, mayor de 74 años, ex gobernador y
The Wala en el resguardo de López Adentro; Julio Dagua y Milciades Tróchez (ACIN,
2012).
Del total de víctimas por asesinatos políticos (655), la mayoría fue responsabilidad de
“otros actores violentos”, con una cifra de 301 víctimas de asesinatos, otros 161 víctima
correspondieron a los grupos insurgentes, 146 más estuvieron en cabeza de los
paramilitares y los 47 restantes fueron responsabilidad de las fuerzas armadas estatales
(Ver Gráfica 8). En la dinámica de los asesinatos políticos, sobresale la cantidad de
víctimas que fueron responsabilidad de los paramilitares en los años 2001 y 2002, a la
vez que resulta bastante sugestivo el aumento de los asesinatos políticos en cabeza de
“otros actores violentos” durante el año 2009, 2010, 2011 y 2012, el período posterior a
la desmovilización paramilitar.
Durante el año 2002, Houghton y Villa (2005) señalan que los municipios de Florida,
Pradera y Jamundí concentraron los principales hechos violentos de los paramilitares y el
ejército contra los nasa en “su agresiva acción para conquistar el sur del departamento,
lo cual produjo desplazamientos masivos, asesinatos, heridos y un elevado número de
amenazas. Argumentan, sin embargo, que de manera paralela los grupos insurgentes
55
desarrollaron una fuerte campaña para preservar el control política regional mediante el
sabotaje a las elecciones municipales, lo cual afectó de manera grave a las
organizaciones populares de base indígena como lo eran en su momento la ASI y AICO
(Houghton y Villa, 2005:47). Siguiendo a los autores, además, es necesario mencionar
que en el período entre 2000 y 2004, los nasa fueron víctimas del 44.2% de las
violaciones a los derechos humanos y al DIH que fueron ejercidas por parte de todos los
actores armados en conflicto contra los pueblos indígenas a nivel nacional (Houghton y
Villa, 2005).
Gráfica 8. Total de Asesinatos políticos por autores, 1995-2012
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
Los municipios más afectados por el número de víctimas que dejó este tipo de violación
fueron Santander de Quilichao, Florida, Caloto, Buenos Aires, Jambaló y Pradera, como
lo muestra la Gráfica 9.
56
Gráfica 9. Total de víctimas de asesinatos políticos por municipio y actor
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
El tipo de violación que registró el número de víctimas que se ubicó exactamente por
debajo de la cifra de víctimas por asesinatos políticos fue el de heridos, que sumó un
total de 547. Sin embargo, la mayoría de víctimas heridas aparecieron registradas en el
Cauca cuya cifra ascendió a 526. La cifra de víctimas por detenciones arbitrarias o
retenciones ascendió a 509 en toda la región durante el período en estudio, lo cual la
ubica en una de las violaciones más graves.
La cifra de víctimas por amenazas, tanto colectivas como individuales, ascendió a 264,
lo cual indica el nivel de subregistro existente. Según reportó el Tejido de Defensa de la
Vida y los Derechos Humanos de la ACIN (2012), “en el mes de junio de 2012 el sistema
Madeja monitoreaba en la zona que se habían dado 18 amenazas contra líderes indígenas
del norte del Cauca. Las amenazas involucraban a más de un líder indígena. Después de
los meses de julio y agosto se incrementaron las amenazas pasando a la fecha a 33
amenazas en las que se involucra a más de 50 líderes indígenas de la zona. Muchas de
estas amenazas se han dado a través de panfletos, mensajes a correos electrónicos,
llamadas a celulares y mensajes de texto a celulares. También en medio de este
contexto aparecieron montajes realizados por la fuerza pública en donde se pasaba a
líderes indígenas como cabecillas de las Farc, utilizando sus imágenes en una clara
distorsión de ellas, dándolas como acciones de inteligencia de la fuerza pública. Estos
hechos fueron en su momento denunciados ante las autoridades competentes, y luego
quedó demostrado el montaje por acciones e informes de la misma fuerza pública en la
zona. En este contexto se reactivan las acciones paramilitares en la zona. Se dan a
finales del mes de junio cuando en los municipios de Miranda, Corinto y Caloto fueron
distribuidos panfletos que advierten de muertes a líderes indígenas y se establecieron
horarios de circulación a la población. Luego aparecieron panfletos del grupo
denominado Los Rastrojos. (…) En total, sumando los lideres amenazados en el año 2012,
y los lideres antes amenazados, se consolidó un total de 72 líderes en alto riesgo,
situación ya denunciada ante los organismos competentes del Estado colombiano y el
sistema Naciones Unidas” (ACIN, 2012).
Aun cuando muchas veces las amenazas no son denunciadas por la alta frecuencia con la
57
que ocurren y por el nivel de “normalización” que nos hace omitir la importancia que
tiene denunciarlas, varios comunicados de las comunidades nasa de esta región refieren
al respecto. Por ejemplo, en una carta dirigida a la Comisión Quinta del Senado de la
República y durante una Audiencia Pública en el municipio de Buenaventura (2010), la
comunidad nasa del resguardo Kwet Wala, municipio de Pradera, denunció:
Continúan las amenazas y una nueva situación de desplazamiento se
empieza a gestar ya que han aparecido nuevas amenazas a algunas familias
y dirigentes de nuestras comunidades. Caso concreto las que ha sufrido el
Coordinador de Derechos Humanos del Resguardo, Campo Elías Dicue,
desde el 10 de octubre de 2009. También las recientes amenazas contra el
gobernador suplente Jorge Enrique Yonda y su familia el 15 de agosto y el 3
de septiembre (...) Así como las amenazas recibidas por los dirigentes del
resguardo en días recientes en la cual se les tilda de mafiosos y corruptos a
través de anónimos difundidos por internet.
Además, a través de esta carta, la comunidad también denunció el proceso de
judicialización del que han sido víctimas el gobernador del resguardo Alfredo Fernández
y el dirigente Luis Ángel Perdomo, ambos tildados de colaboradores de la guerrilla.
Según indican, dicho montaje se desvirtuó a favor de este último.
Los señalamientos presentaron un nivel muy alto de subregistro, sin embargo, las
comunidades continúan manifestando la manera como los afectan. Mediante un
comunicado del 19 de enero de 2012, la comunidad nasa del resguardo Kwet Wala,
municipio de Pradera, manifestó: “Fuimos acusados de cómplices de la guerrilla de las
FARC según declaraciones del coronel Pablo José Blanco Botia del Batallón Agustín
Codazzi de Palmira en informe dado al periódico "Extra" de Palmira (edición Jueves 19 de
enero de 2012) en el cual se informa que "Alias perro Bóxer recibió tres disparos con
arma de fuego cuando se desplazaba en zona rural del municipio de Florida,
refugiándose clandestinamente bajo la complicidad y el cuidado del resguardo indígena
Kwet Wala”.
El tipo de violaciones que presentaron altos niveles de subregistro fueron: las
desapariciones forzadas, con 98 víctimas, el reclutamiento forzado que registró 29
víctimas, la tortura con 59 víctimas y la violencia sexual, de la que únicamente se
registraron 14 víctimas (Ver Gráfica 10). En relación con el caso de reclutamiento, es
necesario mencionar un caso que conmovió a la población nasa del norte del Cauca. Un
informe de la CIDH (2011) señala que distintas fuentes reportaron un aumento en el
reclutamiento forzado de niños indígenas por parte de las FARC durante 2011. El 26 de
marzo de 2011, en la vereda Gargantillas del Resguardo de Tacueyó, municipio de Toribío
(Cauca), la Fuerza Pública bombardeó un campamento de las FARC donde estaban
algunos guerrilleros recién reclutados; estas víctimas de reclutamiento incluían a
dieciséis personas indígenas, la mayoría de ellos niños, quienes murieron como
consecuencia del ataque.
La mayoría de víctimas por detenciones arbitrarias fueron responsabilidad de los actores
estatales, mientras que los grupos insurgentes dejaron la mayor cantidad de heridos. Los
paramilitares y “otros actores violentos” tuvieron responsabilidad sobre la mayoría de
asesinatos políticos.
58
Gráfica 10. Tipo de violaciones por actores
Fuente: Base de Datos Ensayos
Más arriba señalamos el porcentaje de responsabilidad frente a cada una de las
violaciones de los actores armados que hacen presencia en la región. En orden de
responsabilidad en las violaciones cometidas, las fuerzas estatales ocupan el primer
lugar, los grupos insurgentes el segundo, los paramilitares el tercero y “otros actores
violentos” el cuarto. Sin embargo, vale la pena desagregar dicha responsabilidades según
el tipo de violación cometida, pues este ejercicio nos brinda un panorama más detallado
de las dinámicas de la guerra y del papel que cada uno de los actores armados ocupa en
ella. Como muestra la Gráfica 11, de las 770 víctimas por las diferentes violaciones que
correspondieron a los actores estatales, 268 de ellas fueron por detenciones arbitrarias.
Las cifras de víctimas más altas que fueron responsabilidad de los grupos insurgentes
estuvieron asociadas a las acciones bélicas, mientras que la cifra de víctimas más alta
que estuvo asociada a acciones paramilitares fue la de los asesinatos políticos y las
detenciones arbitrarias.
59
Gráfica 11. Total de violaciones según autor 1995-2012
Fuente: Base de Datos Ensayos
Casos de desplazamiento
En el período comprendido entre 1995 y 2012 se presentaron 71 eventos de
desplazamiento forzado contra la nación nasa en la región, que significaron una cifra de
víctimas que ascendió a 20.829. El 55% (39) de los casos ocurrieron en la zona norte y
occidente del Cauca y el 45% (32) restante tuvo lugar en el sur del departamento del
Valle del Cauca. El número de víctimas por estos eventos en el norte y occidente del
Cauca ascendió a 13.504, mientras que en el sur del Valle del Cauca se registraron 7.325
(Ver Tabla 1).
60
Tabla 1. Total de eventos de desplazamiento forzado y víctimas
Total de eventos de
Departamento/Municipio
Total de Víctimas
desplazamiento forzado
CAUCA
13504
BUENOS AIRES
1683
CALOTO
1285
CORINTO
500
JAMBALO
5046
MIRANDA
664
MORALES
0
SANTANDER DE
QUILICHAO
200
TORIBIO
4126
VALLE DEL CAUCA
7325
BUENAVENTURA
263
DAGUA
37
FLORIDA
5010
PRADERA
2015
Total general
20829
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
39
9
10
2
9
2
1
1
5
32
2
8
10
12
71
Es necesario mencionar que el año en el que empezaron a registrarse los
desplazamientos forzados contra la nación nasa fue 1999. Esto no significa que no hayan
ocurrido eventos de desplazamiento forzado previos, sino que hay un vacío en la
información bastante grande durante la década del noventa. A esto se suma el hecho de
que la información sobre desplazamientos individuales es bastante precaria, por no
decir, casi nula, lo cual se convierte en un desafío urgente para las instituciones
estatales y para las organizaciones indígenas que hacen seguimiento a este fenómeno en
busca de mejorar los mecanismos de prevención y atención de la situación de
desplazamiento a la que se enfrentan los pueblos indígenas en el contexto del conflicto
armado. Además, para el caso del norte del Cauca, teniendo en cuenta la estrategia de
resistencia contemplada en el Plan Minga en Resistencia que plantea la existencia de
Sitios de Asamblea Permanente para evitar que los desplazamientos forzados se hagan
por fuera del territorio, muchos de los desplazamientos no son denunciados ni
contabilizados, lo cual significa que también tenemos un nivel muy alto de subregistro
en relación con este tipo de violación.
Según los registros con los que contamos, del total de eventos de desplazamiento
forzado contra los nasa en la región, cuya suma ascendió a 71, sesenta y cuatro de ellos
fueron de tipo colectivo, mientras que los 7 restantes fueron individuales. Nos
detendremos en un desplazamiento ocasionado por una masacre: la del alto Naya, en los
límites entre Cauca y Valle del Cauca.
Como lo documenta Amador Ospina (2008), el diez y once de abril de 2001, con una
incursión paramilitar, se inició lo que se conoce con el nombre de “recorrido de la
muerte”, que en el trayecto desde Timba (Cauca) hasta la desembocadura del río Naya
61
en el Pacífico, cobró la vida de más de cien personas. Con la “crónica de una masacre
anunciada” (Utinaya, 2003), muchos de los pobladores, tanto indígenas como
campesinos y afrocolombianos se desplazaron a distintos municipios del Cauca: Timba,
Santander de Quilichao y, posteriormente, Timbío; otros permanecieron en el territorio
(Caldón 2005, conversación personal). En diferentes momentos, que variaron entre 15
días y 3 meses, la mayoría de población retornó al alto Naya. Otras personas,
exactamente 54 familias, decidieron no retornar y mediante una tutela, lograron que el
Incoder les asignara un predio en cercanías de la ciudad de Popayán, en el municipio de
Timbío (Amador Ospina, 2008)14.
En la nueva valoración del Naya como territorio biodiverso, en la agudización del
conflicto político y jurídico entre los pobladores del Naya y la Universidad del Cauca por
la propiedad de éste —potenciado por las nuevas configuraciones neoliberales— y en la
lucha contra el narcoterrorismo impulsada por el gobierno de Andrés Pastrana y
fortalecida por el primer período presidencial del gobierno de Álvaro Uribe Vélez bajo la
política de seguridad democrática, convergen algunos de los resortes de la masacre de
2001 y el desplazamiento que ésta produjo. Así, de la invisibilidad a la que habían sido
condenados los pobladores de la cuenca del Naya durante décadas por parte del estado,
pasaron a la visibilidad restringida que engendró no sólo la Constitución de 1991 sino la
masacre que diez años después de la promulgación de la Carta Magna tuvo lugar en
dicho territorio (Amador Ospina, 2008).
Según expone la autora, el miércoles once de abril de 2001, un arriero que iba
transitando por el “camino real” para afuera vio a lo lejos una “montonera” de hombres
uniformados, cuyas cifras oscilan entre 200 y 400, según diferentes versiones de los
pobladores y pobladoras. En medio de una torrencial lluvia se detuvo y, agilizando el
paso, se devolvió hasta la vereda Río Mina y avisó a quienes se encontraban allí que
venían los paramilitares. La mayoría no le creyó, aunque paradójicamente, según sus
relatos, ya conocían la amenaza. Tanto, que algunos hombres habían dejado a sus hijas,
hijos y esposas afuera previendo una mejor capacidad de reacción si se encontraban
solos. La mayoría de gente se encontraba trabajando y ni cuenta se habían dado de que
los paramilitares venían bajando. El rumor se hizo realidad cuando “se prendió esa
plomacera y ahí sí todo el mundo corra de un lado pa´ otro a ver”. Una vez abajo, en
Río Mina, los paramilitares convocaron a mujeres, niños, finqueros y trabajadores a una
reunión en el sitio conocido como El Crucero, en un camino alterno que comunica a la
vereda Río Mina con El Playón, después del mediodía. Ana, una habitante de la vereda
Río Mina, relató lo que ocurrió cuando los paramilitares llegaron a la vereda:
Nos llamaron ahí en todo el filito, ahí en el Crucero y estaba lleno ahí de
paras. Llegamos y dijo “en este grupo debe tener que haber algún
guerrillero porque acá todos son guerrilleros. Me colaboran, ¿qué van a
14
A partir de un examen comparativo entre quienes retornaron al alto Naya y quienes decidieron
reubicarse en la finca La Laguna, Timbío, Amador Ospina (2008) examina las memorias del
desplazamiento que produjo la masacre de 2001, recorre las fracturas que éste produjo, los
diversos sentidos que se le atribuyeron, las disímiles respuestas que se tomaron, las
trayectorias diferentes que se recorrieron, las distintas prácticas organizativas que se
gestaron y los distintos lugares geográficos, sociales, morales y políticos en los que se
ubicaron quienes se vieron afectados por éste y, desde los cuales, construyen sus versiones
del pasado respondiendo a las múltiples maneras como piensan y viven el presente, así como
a las distintas formas en que esculpen sus sueños del futuro.
62
contar? (…) Nosotros vamos a dar cinco horas pa´ que desocupen acá y
después de las siete de la noche si encontramos a alguno en la casa ya es
por cuenta de nosotros, como sea pero ahí sí lo pelamos. Las casas las
dejan como están, dejan las puertas abiertas”. Y los pelaitos chille y uno
también chille porque asustado eso lo primero que uno piensa {se le
quiebra la voz} es en sus pelaitos (…)“Váyanse ligero y desocupen el
caserío” y la gente ahí, despacio y eso estaba montón de gente de ahí
pa´rriba porque en esa época eso era un cocal…y la gente no quería
moverse… “¿y estos hijueputas es que no van a ir ligero o qué?” y llega ese
y descarga esa metralleta y una polvoreda (…) ahí fue que mataron al
negrito que les dijo que si podía ir por la maleta y que lo levantan a
plomo, oiga (…) No pudimos llevar siquiera ni una olla, únicamente lo que
salimos así con la ropita no más…eso sin bestia, algunitos que pudieron
sacar unas mulas y unas bestias y mandar a los hijos pero esos pelaitos ahí
chille y unas mujeres que salieron hasta descalzas y en chanclas imagínese
puro invierno que había (…) y de ahí pues a aguantar hambre porque por
ahí unas panelitas que nosotros sacamos y los pelaitos ya chille de hambre
y después toda esa gente a buscar que dónde dormir y viendo eso (…) que
pura sangre corría por ese camino, las paredes de las peñas se veían
manchadas de sangre o pedazos de ropa y de cabellera.
Así, “los tenues rezagos de la luz de un día que llegaba a su fin les iban mostrando,
mientras esquivaban paso a paso las atrocidades que los paramilitares habían hecho con
los cuerpos de sus familiares y conocidos, lo que les podría pasar si no hacían caso a la
orden que les había sido impartida: salir sin nombrar lo que habían visto” (Amador
Ospina, 2008).
Amador Ospina (2008) resalta que “aún cuando el conflicto se inició en el año 2000, mis
interlocutoras caracterizaron la masacre y el desplazamiento de 2001 como el momento
central de la violencia en la región en general, y de sus vidas, en particular. Todos los
testimonios que escuché elaboran sobre sus implicaciones emocionales, económicas,
sociales y morales. Las experiencias narradas ilustran las condiciones infrahumanas en
las que vivieron, el afrontamiento de la ausencia de quienes fueron masacrados y a
quienes “no se les pudo dar ni un entierro digno”. A la hora de narrar, el énfasis cae en
el llanto diario de las mujeres, en la preocupación de los hombres por no tener qué traer
de comer a sus familias y en los sustos y gritos que provocaba y provoca en los niños y
niñas ver miembros del ejército en uniforme camuflado y oír el estallido de la pólvora:
estos eventos ilustran los efectos de la violencia y la manera como el miedo y la
sensación de peligro empezaron a mediar las relaciones entre las personas. Los relatos
insisten también en la ayuda temporal, asistencial e insuficiente (como fue catalogada
por mis interlocutoras) que les brindó durante los tres primeros meses la Red de
Solidaridad, hoy Acción Social: “nos dio un colchoncito chiquitico donde se tenían que
acomodar cuatro personas (…) y pura lenteja y arroz todos los días”.
El desplazamiento del alto Naya es uno de los que más ha impactado a la nación nasa en
esta región. Después de este desplazamiento masivo, vendrían otros más. El año en el
que se registró una mayor cantidad de eventos de desplazamiento forzado fue 2002: 14
eventos de desplazamiento que dejaron un total de 3.902 víctimas. Durante el año 2003
ocurrieron 8 eventos de desplazamiento forzado contra los nasa que dejaron un saldo de
1.673 víctimas. Hasta este momento, el mayor número de víctimas tanto en 2002 como
63
en 2003 aparecieron registradas en el sur del Valle del Cauca. Sin embargo, a partir de
2005, la dinámica del desplazamiento forzado en la región comenzó a cambiar y el
mayor número de víctimas se registró en la zona norte y occidente del departamento del
Cauca.
En 2010, en el marco de la puesta en marcha del Plan Consolidación, ocurrieron 11
eventos de desplazamiento forzado que afectaron a 1.525 personas. Según señala un
comunicado de las autoridades indígenas del norte del Cauca (Cxhab Wala Kiwe-ACIN,
Mayo de 2010), “el día 21 de mayo de 2010 en el resguardo de Honduras, Morales,
ingresaron 16 camiones con personal militar. Eran por lo menos 2.000 efectivos, incluidos
miembros de la SIJIN, CTI, Fiscalía, DAS, DIJIN, Ejército Nacional y Policía Nacional; así
como personas de civil armadas sin la debida identificación de los organismos del
Estado. Al día siguiente, el 22 de Mayo de 2010, la gente se dio cuenta que el objetivo
del despliegue militar era la erradicación de cultivos de uso ilícito. Las personas que
ingresaron sin consulta con las autoridades indígenas, dieron inicio a la erradicación de
los cultivos de uso ilícito en la vereda Lomitas, frente a la vereda Alto Rico que
pertenece al resguardo de Cerro Tijeras. Por este motivo, la comunidad se declaró en
asamblea permanente y se concentró en la vereda Honduras, donde hay entre 2.000 y
3.000 personas concentradas; entre ellos, niños y niñas que presentan enfermedades
derivadas de las condiciones de hacinamiento en las que se encuentran”. El comunicado
también denuncia que “el día miércoles 26 de mayo de 2010, las autoridades indígenas
fueron citadas a Popayán por los militares, quienes en presencia de organismos de
control de Estado, Alcaldes, Concejales y el Consejo Regional Indígena del Cauca CRIC,
revisaron la situación para buscar salidas alternas a la militarización de la zona y la
erradicación forzada. Como resultado de esta reunión, la Fuerza Pública se comprometió
frente a las autoridades indígenas y gubernamentales a suspender la erradicación
forzada de cultivos de uso ilícito hasta que se cursara adecuadamente la consulta previa
a la que tienen derecho los pueblos indígenas, y a retirar el personal militar, policial y
civil que se encontraba en la zona, a partir del día 27 de mayo de 2010. A pesar de lo
anterior, la fuerza pública amenazó con llevar a cabo fumigaciones aéreas de aspersión
de glifosato para erradicar los mencionados cultivos. Lo anterior va en directa contravía
de La Directiva No. 016 de 2006 del Ministerio de Defensa, que especifica su política
hacia los pueblos indígenas, señalando la necesidad de fortalecer la protección de sus
derechos humanos e identificando el procedimiento que las Fuerzas Armadas deben
seguir cuando intervienen en territorios indígenas” (Cxhab Wala Kiwe-ACIN, mayo de
2010).
En 201115 la situación cambió muy poco porque se registraron 9 eventos de
desplazamiento forzado que dejaron un saldo de 2.685 víctimas nasa (Ver Gráfica 12).
Esta dinámica de los desplazamientos forzados sólo puede entenderse a la luz de la
15
A nivel nacional, para el mismo año, “el monitoreo de CODHES arrojó un total de 73
desplazamientos masivos, que incluyeron 29.521 personas obligadas a dejar sus hogares, por
causa de los enfrentamientos entre los grupos armados al margen de la ley, de éstos contra la
fuerza pública y operaciones de erradicación de cultivos ilícitos. Los 5 departamentos más
afectados fueron en su orden: Cauca (8.829 personas en 31 desplazamientos), Córdoba (3.679
personas, en 10 desplazamientos), Nariño (4.735 personas, en 10 desplazamientos), Antioquia
(9.373 personas, en 6 desplazamientos), Chocó (994 personas en 6 desplazamientos), Valle del
Cauca (1.425 personas, en 4 desplazamientos) (Codhes, 2011:5).
64
intensificación de las acciones militares del ejército nacional y la fuerza aérea contra el
Comando Conjunto de Occidente y su comandante Alfonso Cano, el entonces máximo
líder del Secretariado de las FARC quien, en medio de confrontaciones e intensos
bombardeos, fue dado de baja el 4 de noviembre de 2011 en cercanías de la vereda el
Chirriadero, municipio de Morales (Revista Semana, 2011). Según lo documentó Codhes
(2012), “en medio de combates y bombardeos indiscriminados se presentó el
desplazamiento de 440 personas en la vereda Chirriadero, 8 viviendas afectadas y
destrucción de varios bienes de subsistencia para las comunidades (CRIC, 2011: 31;
citado en Codhes, 2012). La población civil, después de la salida de la Fuerza Pública de
las zonas del noroccidente del Cauca5, empezó a ser señalada por parte de las FARC
como “cómplices” de la muerte de Alfonso Cano, lo que impidió el total retorno de los
desplazados durante las operaciones contra el líder guerrillero”.
Durante el año 2011 Codhes (2012) registró 19 desplazamientos masivos en el norte del
Cauca con un total de 3971 personas desplazadas. La mayoría de ellos, según muestran,
ocurrieron durante la segunda mitad del año: entre julio y noviembre de 2011 se
presentaron 14 eventos de desplazamiento forzado que dejaron un saldo de 3.181
personas desplazadas, lo cual de manera evidente indica un alto nivel de agudización del
conflicto armado (Codhes, 2012). Del total de víctimas registradas por Codhes (2012) en
la zona norte del Cauca para el año 2011, como señalamos antes, 2.173 fueron de la
nación nasa.
Como lo muestra la siguiente tabla, el Observatorio de DD.HH y DIH de la Cxhab Wala
Kiwe-ACIN registró en su informe anual de 2011 la ocurrencia de once eventos de
desplazamiento forzado interno hacia sitios de Asamblea Permanente, ocurridos
principalmente en los municipios de Caloto, Toribío, Suárez y Miranda. 617 familias nasa
se vieron forzadas a desplazarse internamente dentro del territorio para salvaguardar su
vida en medio de las confrontaciones armadas y las acciones bélicas, lo cual significó un
total de 1945 personas.
Tabla 2. Desplazamientos forzados internos a Sitios de Asamblea Permanente, 2011
Fuente: Observatorio DD.HH Cxhab Wala Kiwe – ACIN, 2011
65
Gráfica 12. Total de eventos de desplazamiento forzado por departamento (19992012)
Fuente: Base de Datos Ensayos
Los municipios más afectados por los eventos de desplazamiento fueron, en orden de
afectación según el número de víctimas, Jambaló, Florida, Toribío, Pradera, Buenos Aires
y Caloto. Para el año 2011, según Codhes (2012) los municipios que presentaron una
mayor afectación por tasa de desplazamiento, según municipio de llegada (número de
personas desplazadas que llegan por cada 100.000 habitantes) en la región fueron
Caloto, – Cauca (9.474) y Timbiquí – Cauca (9.061).
66
Gráfica 13. Total víctimas de desplazamiento forzado por municipio y actores
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
Los actores estatales, los grupos insurgentes y los paramilitares compartieron la
responsabilidad en los eventos. Cada uno de ellos propició 22 eventos de desplazamiento
forzado y los 5 eventos restantes recayeron en cabeza de “otros grupos armados”. Sin
embargo, el número de víctimas que corresponde a cada uno de estos actores sí fue
notablemente diferencial: 10.401 víctimas de desplazamiento forzado fueron
responsabilidad del ejército y la policía; 4.707 fueron responsabilidad de los grupos
insurgentes; 5.483 fueron atribuidas a los paramilitares y 238 víctimas más recayeron en
cabeza de “otros grupos violentos”.
Como mostraremos más adelante, y siguiendo a Codhes (2012), “se hace cada vez más
evidente la relación entre las zonas de desplazamiento y los intereses por la minería y la
agroindustria, componentes de las grandes locomotoras del plan de desarrollo de la
administración Santos. El incremento de la crisis humanitaria en las regiones de la
implementación de la Política Integral de Seguridad y Defensa para la Prosperidad ―
PISDP― y las zonas CCAI, se hizo más evidente (Codhes, 2012:3).
67
b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales.
La lucha por la tierra le dio vida al movimiento indígena en el suroccidente colombiano.
Manuel Quintín Lame dirigió un levantamiento indígena que inició en el Cauca y luego se
extendió a Huila, Tolima y Valle del Cauca. Su lucha por la recuperación de las tierras de
resguardo y la abolición del terraje marcaron la historia del movimiento indígena. La
clase política caucana lo persiguió, lo desterró y lo encarceló. Los éxitos legales que
obtuvo junto con José Gonzalo Sánchez fueron seguidos de varios retrocesos en la época
de la Violencia en Colombia, momento en el que se agudizó el terraje, los títulos
coloniales de varios resguardos fueron desconocidos y la política de disolución de otros
resguardos se puso en marcha. Articulado alrededor de los principios de unidad,
territorio, cultura y autonomía, el movimiento indígena inició nuevamente un proceso de
reivindicación identitaria y lucha por la tierra a finales de la década del sesenta y
principios del setenta (Mondragón, 2008).
Como señala Mondragón (2008), la escasez de tierras por causa de la usurpación
terrateniente ha sido un problema que ha marcado la vida de los nasa. Según el autor,
“esto llevó, por una parte, a las ocupaciones indígenas de áreas planas del valle
geográfico del Cauca, como por ejemplo la hacienda López Adentro (Caloto y Corinto,
Cauca), terreno considerado por los nasa como parte del Resguardo de Corinto.
Situaciones como esta fueron rechazadas, por ejemplo, por la Sociedad de Agricultores y
Ganaderos (SAG) del Valle que expresó su oposición a la adquisición de tierras para
indígenas en el valle geográfico (tierras planas de Caloto, Corinto o Santander de
Quilichao, Cauca). La posición de la SAG se hizo extensiva a la constitución de
resguardos en el departamento del Valle del Cauca, lo cual afectó directamente a las
comunidades indígenas nasa de los municipios de Florida, Pradera y Jamundí. Ellos se
organizaron desde 1973 en juntas comunales, pero desde 1980 conformaron cabildos
indígenas. Aunque una parte de los indígenas carecía de tierras, decenas de familias ya
poseían o tenían en propiedad privada parcelas agrícolas y las entregaron al Incora para
que constituyera los respectivos resguardos. En 1991 el Incora adquirió las primeras
fincas para quienes no tenían tierras, pero los procesos de constitución de los resguardos
se demoraron hasta que los indígenas ganaron una tutela, y en 1995 comenzó el proceso
de titulación colectiva, que aún no culmina (Mondragón, 2008:407).
Sobre este proceso de conformación de las J.AC primero, y de los cabildos después, se
refirió un mayor nasa del Valle del Cauca:
A mediados del año de 1970 nos organizamos como Juntas de Acción
Comunal para accederé a algunos beneficios del Estado, tales como
educación y mejoramiento de las vías de acceso. A pesar de estar
organizados como J.A.C, nuestra cultura seguía viva, y fue así como en una
minga hablando entre nasas nos dimos cuenta que había una ley que
reglamentaba las organizaciones indígenas, luego asesorados por el
inspector José Ilder Gil, que tenía conocimiento sobre la legislación
indígena nos orientó para conformarnos como organización Indígena. En el
año 1997 la Organización Regional Indígena del Valle del Cauca (ORIVAC),
en cabeza del asesor William López, Rafael Ulcue y Antonio Pito Nache,
fueron quienes profundizaron los alcances del JEI y los derechos de los
pueblos Indígenas. Estos mismos compañeros, en agosto del mismo año
presenciaron el primer acto de conformación del Cabildo y tomaron
68
posesión ante la comunidad, quedando como Gobernador principal: Manuel
José Trompeta, Gobernador suplente José Manuel Dagua, fiscal celestino
Ulcue, secretario Juan Carlos Lame, tesorero Aníbal Dagua y alguacil Mayor
José Arquímedes Dagua. Los compañeros de ese entonces decidieron que
se llamara Cabildo Indígena Cañón Río Pepitas (Asamblea Cabildo indígena
Cañón Río Pepitas, noviembre 18 de 2012).
Las tierras planas de las que fueron desplazados los nasa en diferentes momentos
históricos continuaron siendo el objeto de disputa durante la década del noventa,
después de la promulgación de la Constitución de 1991, hasta hoy. La lucha por
recuperar las tierras que les despojaron con violencia los terratenientes de la región
vino aparejada con la reivindicación del derecho a ejercer un gobierno propio y a aplicar
su justicia, a desarrollar formas económicas propias fundamentadas en el respeto de la
Madre Tierra, entre otras. Sin embargo, esta lucha por la tierra, reivindicada y vivida
como un derecho legítimo, históricamente ha encontrado a su paso una contundente y
mortal alianza entre los paramilitares, el narcotráfico y la fuerza pública que ha dejado
un sinnúmero de víctimas de la nación nasa. Fue precisamente esto lo que sucedió
cuando el 16 de diciembre de 1991, en El Nilo, 20 comuneros indígenas de los cabildos
nasa del norte del Cauca fueron asesinados por sicarios y miembros de la policía nacional
que recibieron plata del narcotráfico. Pocos días después de la masacre, el gobierno
nacional se comprometió a adquirir 15.633 hectáreas de tierra para las comunidades
indígenas de Huellas, Concepción, Las Delicias, Canoas, Corinto, La Cilia, Munchique-Los
Tigres, Guadualito y Jambaló, con el fin de solucionar los problemas territoriales de
dichas comunidades. Según el acuerdo, los predios serían adquiridos entre 1992 y 1994
(Mondragón, 2008). En ese momento, la CIDH recomendó al estado colombiano adoptar
las medidas necesarias para cumplir los convenios sobre la adjudicación de tierras
(Mondragón, 2008).
A la masacre del Nilo le sucederían varias más que tuvieron lugar en la zona norte del
Cauca: la masacre del Naya y la masacre de Gualanday, ocurridas en el año 2001, así
como la masacre de San Pedro, que tuvo lugar en el municipio de Santander de
Quilichao.
Después de 20 años de la masacre de El Nilo, y de las otras que le seguirían, sólo hay
impunidad, como bien se encargan de recordar las comuneras y comuneros nasa del
norte del Cauca. La impunidad sigue campante y los acuerdos incumplidos también. En
el año 2005, cansados de esperar una justa reparación que no había llegado hasta el
momento, los nasa de la zona norte, acompañados del resto de la nación nasa que vino
de otras zonas del Cauca y de otros departamentos, ocuparon la Hacienda La
Emperatriz. En una afrenta al régimen de terror impuesto durante el gobierno de Álvaro
Uribe Vélez, el 12 de octubre de 2005 los pueblos indígenas y las comunidades
campesinas del Cauca iniciaron la “Liberación de la Madre Tierra”. Así, “se tomaron
quince haciendas: Miraflores, entre Corinto y Miranda, las cuatro fincas en las que se
dividió la antigua hacienda Coconuco fue ocupada por indígenas y campesinos de
Paletará, Puracé y Coconuco; en Silvia fueron ocupadas Los Remedios por indígenas de
Kisgó y Ambaló, así como por los Misak; y también los nasa de Caldono ocuparon la
Hacienda El Japio, en el municipio de Caloto (Mondragón, 2008:410). Según lo
documenta Delgado (2012), hasta el día de hoy se han adquirido alrededor de 13.906
hectáreas, según datos de la ACIN. Si bien, el acuerdo suscrito entre el estado y los
69
indígenas definió que el área de 15.663 hectáreas era suficiente como parte de la
reparación integral, a medida que ha pasado el tiempo la población continúa en
aumento y esa cantidad de hectáreas resulta insuficiente para mejorar la precaria
situación territorial en la que se encuentran los nasa de la zona norte. A esto hay que
sumarle el hecho de que la compra de algunos de esos predios ha desatado conflictos
interétnicos con otras poblaciones (afrodescendientes y campesinas) que ven
amenazadas sus expectativas y proyecciones territoriales (Delgado, 2012).
En esta vía, siguiendo un informe de la Contraloría General de la Nación que data del
año 2000, Héctor Mondragón (2008) señala que “el occidente colombiano ha sido la
región donde más se concentró la propiedad rural, y el Valle del Cauca fue el
departamento donde más se incrementó entre 1985 y 1996, a pesar de que ya
presentaba una alta concentración de la propiedad rural” (Mondragón, 2008:412). Los
cultivos de caña sobresalen en el paisaje de la región y van en aumento al ritmo de la
demanda del etanol que, en palabras de Mondragón (2008), fue “un negocio
burocráticamente establecido” (2008:415). La presencia de estos cultivos en tierras
arrendadas por parte de Ingenios azucareros como Incauca, de propiedad de Ardila Lulle,
hace parte de una violación sistemática de los acuerdos de reparación integral por la
masacre de El Nilo suscritos entre los indígenas y el gobierno nacional. Eran
precisamente dichas fincas (La Emperatriz o San Rafael, por ejemplo) las que habían
entrado a formar parte del acuerdo (Mondragón, 2008).
En la actualidad, existen 13 resguardos en la zona norte del Cauca. Cinco de ellos son
resguardos que tienen título de origen colonial del cacique Sat Tama: Munchique-Los
Tigres y Jambaló en el título de los cinco pueblos y el título de Manuel Quilo y Sicos
correspondiente a los resguardos de Toribio, San Francisco y Tacueyó. Por resolución del
INCORA se han constituido 8 resguardos: La Cilia-La Calera, en jurisdicción del municipio
de Miranda, Corinto-López-adentro, Huellas-Caloto, Tóez, Canoas, Concepción, Delicias
y Guadualito (Delgado, 2012). En 2012, el INCODER emitió la resolución de constitución
de resguardo del cabildo urbano de Santander de Quilichao Nasa Kiwe Tehk Ksxaw. En la
actualidad, hay cuatro cabildos más que tienen solicitud de constitución de resguardo
radicada ante el INCODER (Ver Tabla 3).
70
Tabla 3. Tabla de la situación territorial en el norte
Ampliacio
nes (No.
De
hectáreas
y solicitud
de
Resguard
ampliació
o
n con
constitui
Nombre resguardo y/o
fecha y
do (No.
cabildo
Municipio
radicada
De
ante
hectáreas
quién y si
)
salió
resolución
)
Constituid
o Bajo la Primera
Resolució Ampliación
n del
: Bajo la
INCORA, Resolución
No 034
del
del 14 de INCODER
agosto de No. 104
Resguardo Indígena
Corinto - López
1996, con del 29 de
de Corinto
Adentro
una
Marzo del
extensión 2007 con
de 1.730 1032
hectáreas hectáreas,
, es decir para 2227
7.186
metros
metros
cuadrados.
cuadrados
Segunda
Ampliación
: están en
proceso,
son cerca
de 900
hectareas.
Carta
solicitud
ampliación
a Asuntos
Étnicos del
INCODER
(3 MAYO
DEL 2011).
71
del Cauca
Trámites
Ampliaci
de
ón de
reconocim
resguard iento y/o
os
solicitudes
colonial
de
es
constitució
n
Resguardo Indígena
de la Concepción
Resguardo La Cilia La Calera del
Municipio de Miranda
Resguardo Indígena
de Tóez
72
Santander de
Quilichao
Miranda
Caloto - Cauca
Bajo la
resolución
de
Constituci
ón del
INCORA
No. 030
del 14 de
Agosto de
1996. Con
un área
de 608
hectareas
, es decir
9.674
metros
cuadrados
.
Resolució
n por el
INCORA
en
liquidació
n, 004 del
22 de
Julio del
2003.
El INCORA
bajo
resolución
Numero
040 del
10 de
abril del
2003. Con
508
hectareas
es decir
2030
metros
cuadrados
Primera
ampliación
: ubicada
en 17
sectores,
con una
extensión
de 219
hectareas,
para
5.831metr
os
cuadrados,
resolución
por el
INCORA Numero
042 del 10
abril del
2003.
Segunda
Ampliación
: Está en
proceso
con cerca
de 300
hectáreas.
Carta
solicitud
ampliación
a Asuntos
Étnicos del
INCODER
(3 MAYO
DEL 2011)
Primera
Ampliación
: En
análisis
por parte
de la
comunidad
. Carta de
solicitud al
INCODER
de
Actualizaci
ón y
estudio
.
Resguardo Indígena
Nasa Kiwe Tehk
Ksxaw
Resguardo Indígena
de Canoas
73
Santander de
Quilichao Cauca
Bajo
Resolució
n del
INCODER,
No. 289
del 20
Septiembr
e de
2012.
Con 66
hectareas
, es decir
4.071
metros
cuadrados
.
Santander de
Quilichao Cauca
Bajo
Resolució
n del
INCORA
04 de
Mayo 24
de 1996.
Con un
área de
431
hectareas
, es decir
1.374
metros
socioeconó
mico del
resguardo
de Tóez
(23 de
Marzo de
2011)
Primera
Ampliación
:
Resolución
030 del 22
de Julio
del 2003,
con una
extensión
de 500
hectareas,
es decir
2.905
metros
cuadrados
.
Segunda
Ampliación
: Carta de
solicitud al
INCODER Cauca para
la
Actualizaci
ón y
estudio
socioeconó
mico del
resguardo
indígena
Páez de
Canoas
(24 abril
del 2012)
Resguardo Indígena
de Guadualito
74
Santander de
QuilichaoCauca.
Bajo la
Resolució
n 14 del
12 abril
de 1994.
Con 198
hectareas
con 7.750
metros
cuadrados
.
Primer
Ampliación
: Dado por
el INCORA
en
liquidación
, bajo
resolución
No. 031
del 22
Julio de
2003.
ampliación
en 72
hectareas
es decir
362 metros
cuadrados.
Segunda
Ampliación
: Cerca de
200
hectareas
están
solicitadas
, dentro
del
proceso
falta el
estudio
Topográfic
o. Carta a
INCODER Cauca
solicitando
estudio
socioeconó
mico para
la
ampliación
del
resguardo
(27 abril
de 2012).
Resguardo Indígena
de las Delicias
Resguardo Indígena
de Huellas
75
Santander de
Quilichao Buenos Aires
Caloto
Por el
INCORA
Constituid
os bajo la
resolución
18 del 24
de mayo
del 1996,
para una
extensión
de 1.145
hectareas
es decir
4.625 de
metros
cuadrados
.
Por el
INCORA
bajo
resolución
0036 del
30
Noviembr
e de
1998. con
6.167
hectareas
es decir
5.344
metros
cuadrados
Primera
ampliación
: Por el
INCORA,
bajo la
resolución
No. 038 de
10 abril
del 2003.
Con 272
hectareas,
es decir
5.564
metros
cuadrados.
Segunda
Ampliación
: Cerca de
250
hectareas.
Según
informacio
nes del
equipo de
Tierras
hace falta
el estudio
Topográfic
o.
Primera
Ampliación
(En
proceso):C
arta al
INCODER
de Julio 5
de 2011,
se pide la
actualizaci
ón del
estudio
socioeconó
mico para
la
.
Cabildo Indígena de
Pueblo Nuevo Ceral
Suarez
Cabildo Indígena de
Cerro Tijeras
Suarez
Cabildo Indígena de
Kite Kiwe
Timbio
76
ampliación
del
resguardo.
Se
encuentra
en solicitud
para
constituirs
e como
resguardo.
Se
entregaron
las 44
escrituras
a
instrument
os públicos
para que se
han
puestos a
nombre del
Cabildo y
luego se
entregaran
al
INCODER.
Ha tenido
la
dificultade
s para
constituirs
e como
resguardo
por que
faltan
predios por
sanear.
Esta en el
marco del
982, y son
56
hectareas
que están
en solicitud
para
constitució
n como
resguardo.
Cabildo Indígena del
Playón - Naya
Resguardo Indígena
de Jambaló
77
No se ha
logrado
constituir
debido a
una disputa
de
tenencia
con la
universidad
del Cauca.
Se esta a la
espera de
un fallo del
consejo de
estado. (Se
han unido
4 cuatro
cabildos de
Naya
frente a
esta puja
con el
INCODER).
Suarez
Jambaló
Titulo
Colonial
de 1.701.
Otorgado
por la
Corona
Española
entregado
al
Cacique
Juan
Tama En el año
2002 se
restructur
o y perdió
la
vigencia
de titulo
colonial,
y paso a
titulo
Tiene
solicitud
es de
ampliaci
ón en el
marco
de las
fincas
entregad
as por el
Convenio
el Nilo .
Resguardo Indígena
de Toribio
Toribio
Resguardo Indígena de
Toribio
Tacueyó
Resguardo Indígena de
Toribio
San Francisco
78
republica
no, el
INCODER
reconoce
el mal
procedimi
ento y se
busca
retomar
los títulos
Coloniales
. En 1881
se
registra
por
comunida
des, No.
del
registro
843, esto
se hace
ante la
misma
corana parroquia
s - en
distrito
de
Popayán o
Silvia.
Titulo
Colonial
de 1.700.
Otorgado
por la
Corona
Española
a Manuel
Quilo y
Sicos es
un solo
titulo
colectivo.
Se
protocoliz
o en
1.737 en
la
provincia
de
Tiene
solicitud
de
ampliaci
ón sobre
fincas
por el
Fondo
Nacional
Agrario y
el
convenio
el Nilo.
Santander
de
Quilichao.
Se realiza
una
Amnistía
donde son
ratificado
s los
títulos de
manera
individual
para a
cada
resguardo
s (basados
sobre los
títulos
coloniales
colectivos
).
Tiene
varias
ampliaci
ones (5),
la ultima
solicitud
de
ampliaci
ón es
Resguardo Indígena de Santander de
frente
Munchique los Tigres . Quilichao
ala
parcelaci
ón la
Esperanz
a y la
Finca
Gualand
ay
(conveni
o Nilo).
Fuente: Equipo regional Plan Salvaguarda Nasa, zona norte, 2013
Titulo
Colonial
de 1.701.
Otorgado
por la
Corona
Española
al
Cacique
titulo de
Juan
Tama
(Los cinco
pueblos).
Y en 1843
recibe
titulo
Republica
no.
Por su parte, el territorio ancestral Sat Tama Kiwe está integrado por seis resguardos
con títulos de origen colonial y una Asociación de Cabildos legalmente constituida y
reconocida por el Ministerio del Interior. Según la información disponible, que
corresponde al año 2007, la cantidad de hectáreas legalizadas es de 25.307,35. La cifra
del área por legalizar asciende a 2.684,44 hectáreas, mientras que las hectáreas
faltantes suman un total de 20.001,79 (Ver Tabla 4).
79
Tabla 4. Situación territorial Sa´t Tama Kiwe
RESGUARDO
CATEGORIA Escritura y fecha Protocolizado en:
Colonial 843-10/08/1981
1 San Lorenzo de Caldono
Colonial 29-05/25/1924
2 Pueblo Nuevo, Caldono y Silvia
Colonial 49-15/06/1940
3 La Aguada San Antonio
Colonial 344-16/09/1966
4 Pioyá
5 La Laguna Siberia, Caldono y Piendamo Republicano
Republicano
6 Las Mercedes
TOTALES
Ha. Actual Ha. Por legalizar Ha. Faltantes Habitantes listado censal
Popayan
8.020,95
1.040,35
8.695,00
10.171
Popayan/Silvia/S.tander de Quilichao
7.498,30
948,25
3.040,86
6.058
S/der de Quilichao
4.501,00
52,8799
2.483,10
1.701
S/der de Quilichao
4.911,00
177,57
369,136
184,3805
4.368,07
3.994
6,9664
281,0063
1.414,76
1.851
2.684,44 20.001,79
25.921
25.307,35
2.146
Fuente: INCODER, 2007; Plan de Vida CRIC, 2007; Equipo regional Plan de Salvaguarda,
Sat Tama Kiwe y reasentamientos, 2013
Tabla 5. Situación territorial sur del Valle del Cauca16
Nombre resguardo y/o
Municipio
cabildo
Triunfo cristal paez
Florida valle
Nasa tha
Florida valle
Kwesx kiwe nasa
Florida valle
Cabildo central de asentamientos Florida valle
Cabildo san juan paez
Florida valle
Kweth wala
Pradera
Cuenca de rio guavas
Ginebra
Nasa kwesx kiwe
Jamundi
Sabana blanca
El dovio
Resguardo constituido (No. De hectáreas) Ampliaciones (No. De hectáreas y Ampliación de resguardos Trámites de reconocimiento y/o
solicitud de ampliación con fecha y
coloniales
solicitudes de constitución
constituido con un total de 5.300 hectareas
tambien esta en proceso de ampliacion
constituido
tambien esta en proceso de ampliacion
lleva 12 años de proceso
no tiene tramite
constituido
no tiene tramite
constituido una parte del territorio
no tiene tramite
Fuente: Equipo regional Plan de Salvaguarda Nasa, zona sur del Valle del Cauca, 2013
A través del Auto 004 de 2009, la Corte Constitucional identificó que la falta de
titulación de los territorios es un problema que se agrava con el conflicto armado y dijo
que la falta de seguridad jurídica de la propiedad indígena es un factor que atrae a los
actores armados. Sin embargo, también reconoció que la mera titulación y la
constitución de resguardos no garantizan en la práctica la posesión material por parte de
las comunidades. Es de común conocimiento que el conflicto armado ha agravado
conflictos territoriales preexistentes y ha creado otros. Los intereses de actores no
indígenas sobre la tierra, que se derivan de varios factores como sus recursos naturales,
su valor estratégico militar y su valor económico, obligan a que la protección territorial
vaya más allá de la legalización. El narcotráfico, la minería, el petróleo y las grandes
plantaciones de caña o palma, fueron identificados por las comunidades nasa de esta
16
Hasta la fecha no contamos con información sobre los resguardos y cabildos nasa restantes.
80
región (zona norte y occidente del Cauca, Sat Tama y sur del Valle del Cauca) como
verdaderos enemigos de los derechos territoriales.
Presencia de cultivos de uso ilícito
Las cifras sobre área cultivadas de coca en la región causan un poco de sorpresa. Sobre
todo cuando bajo el argumento de erradicar los cultivos, el gobierno nacional declaró
varios de los municipios de norte del Cauca y sur del Valle como parte de las zonas de
Consolidación territorial. Sin embargo, la realidad de los cultivos de coca en la región
muestra otra cosa: no están en las zonas declaradas por el gobierno. Sabemos, porque la
gente habló de ello, que en este momento los cultivos de marihuana en la región van en
aumento. Sin embargo, no hay cifras consolidadas al respecto que nos permitan tener un
panorama general sobre la situación de este tipo de cultivo.
Según los reportes del SIMCI (2012), “más de la mitad del área sembrada con coca (63%)
se concentra en 4 departamentos: Nariño, Putumayo, Guaviare y Cauca. Nariño
concentra el 27% del total de cultivos de coca del país, Putumayo el 16%, Guaviare el
11% y Cauca el 10%. Los cultivos están más dispersos en el territorio y las
concentraciones de cultivos de coca son menos frecuentes; sin embargo, el 23% de los
cultivos reportados en 2011 se asocian a los municipios de frontera en el sur del país”
(SIMCI, 2012:8).
En el período comprendido entre 2005 y 2011, los departamentos del Cauca y de Valle
del Cauca reportaron un total de 38.464 hectáreas de coca sembrada. De este total, el
85.8% de las hectáreas de coca se encontraron en el departamento del Cauca, mientras
que el 14.2% restante correspondió a Valle del Cauca. En el departamento del Cauca, los
municipios en los que se concentró la mayor cantidad de hectáreas de coca sembradas
fueron Guapi, Timbiquí, López de Micay, Morales y Suárez, mientras que en el
departamento del Valle se concentraron principalmente en Buenaventura, en cercanías
del lago Calima y también en la región del alto y bajo Naya, en los límites entre Cauca y
Valle del Cauca.
En 2005, el departamento del Cauca reportó 2.705 hectáreas de coca sembrada,
mientras que el Valle del Cauca registró 28 hectáreas. Al año siguiente hubo un aumento
del número de hectáreas de coca sembradas en Valle, pues ascendieron a 281, mientras
que se reportó una disminución de 601 hectáreas de coca sembrada en el departamento
del Cauca, para un total de 2.104 hectáreas. En cambio, en 2007, casi que se duplicaron
las hectáreas de coca sembradas en el departamento del Cauca, cuya cifra ascendió a
las 4.168 has., y lo mismo ocurrió en el Valle donde aumentaron a 453. En esta dinámica
más o menos moderada de aumento, el año 2008 representó un punto de inflexión
importante para el departamento del Valle pues se registraron 2.089 hectáreas de coca
sembrada, que paulatinamente irían disminuyendo con el correr de los años, registrando
en 2010 una cifra de 665 hectáreas de coca sembradas. En 2011, el departamento
experimentó un leve aumento en las hectáreas sembradas pues la cifra ascendió a 981.
El año 2009 fue el momento en el que el departamento del Cauca se registró la mayor
cantidad de hectáreas de coca sembradas: 6.597 en total, que luego disminuirían al año
siguiente cuando se registró una cifra de 5.908 hectáreas. Para el año 2011, el
departamento del Cauca registró 158 hectáreas más de coca sembradas con respecto al
año anterior, lo cual ubicó al departamento en el cuarto lugar en extensión de hectáreas
de cultivos de coca a nivel nacional (Ver Tabla 7).
81
Tabla 7. Cultivos de coca en Cauca y Valle del Cauca, 2005-2011 (hectáreas)
Departamento 2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
Total
Cauca
2.705
2.104
4.168
5.422
6.597
5.908
6.066 32.970
Valle del
28
281
453
2.089
997
665
981
5.494
Cauca
Total
2.733
2.385
4.621
7.511
7.594
6.573
7.047 38.464
Fuente: SIMCI, 2012
Según el SIMCI (2012), en el departamento del Cauca se erradicaron manualmente 197
hectáreas de coca y se asperjaron 11.834 en el año 2011.
Como muestra el Mapa 4, las áreas de concentración de los cultivos ilícitos
(representados mediante los puntos rojos) coinciden con zonas de media (mancha de
color amarillo) y alta confrontación armada (mancha de color café).
Mapa 4. Cultivos de coca y zonas de confrontación, 2010-2011
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la
República, 2012
82
Mapa 5. Serie histórica cultivos de coca en Cauca y Valle del Cauca
2001
2003
Fuente: SIMCI, 2011
Minería
La política minera, desde la época de la Colonia, se ha construido a favor de privados.
La legislación, después de la década del ochenta, no ha variado mucho en esta
tendencia. Es una realidad que la política minera en Colombia, desde finales de la
década del ochenta, atenta cada vez más contra la soberanía y la pervivencia de los
pueblos indígenas. Primero, el Código de Minas de 1988 expropió los derechos
particulares que tenían las comunidades al suelo y al subsuelo. El Código incluyó la
declaratoria de la minería como de interés público y social lo cual, según plantea el
Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos (2008), fue
en su momento una idea progresista que devino en un arma de doble filo para los
pueblos indígenas. La razón es que esa declaración puso el derecho minero por encima
de cualquier derecho de particulares. Sin embargo, actualmente, ese mismo argumento
se aplica a los pueblos indígenas para expropiarles sus derechos y transferirlos a manos
privadas de las transnacionales. Dicho código creó las “zonas mineras indígenas” en las
cuales “no estaban permitidas las actividades mineras particulares si no contaban con el
acuerdo de las autoridades indígenas y se aplicaba la exigencia de que fueran hechas sin
desmedro de las condiciones culturales y económicas. Dentro de estas zonas, las
autoridades indígenas podían determinar cuáles lugares no podían ser objeto de
exploración y explotación por para salvaguardar su importancia social y cultural. Según
argumenta el artículo citado, “esta figura se había convertido en un mecanismo para
impedir el avance de la gran industria extractiva pues las comunidades podían hacer
83
minería artesanal o excluirlas del mercado”. Sin embargo, continúa el artículo, “con el
Código vigente (el de 2001) se introdujo una importante y nefasta modificación en estas
zonas”.
Aun cuando no se cambió la figura legal, se incluyó la obligación para las comunidades
beneficiarias de explotarlas so pena de que el gobierno contrate un particular, pues el
derecho de prelación sólo garantiza a las comunidades la posibilidad de realizar la
explotación pero no de dejar de hacerlo”. Esto significaba que las comunidades
indígenas ya no podían decidir dejar de explotar los recursos mineros en sus territorios.
O lo hacían ellos, por el derecho de prelación, o lo hacían particulares. Bajo este
principio que establece el Código Minero que rige hace 12 años, o los indígenas se
vuelven mineros o…se vuelven mineros, porque si no viene un tercero, en la mayoría de
los casos, una gran multinacional minera, a pedir el título (Observatorio Indígena de
Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos, 2008). En la actualidad, el
departamento del Cauca es el que cuenta con el mayor número de Zonas Mineras
Indígenas, que en total suman siete. Cuatro de ellas se superponen con algunos de los
municipios que conforman la zona norte (Caro y Valencia, 2012).
¿Cuáles son los desafíos de los indígenas en general, y de la nación nasa en particular,
frente a esta amenaza interna? Indudablemente, muchos. Y son tantos que no dan
espera. Como argumentan Caro y Valencia (2012) en una investigación sobre la pequeña
y mediana minería en el norte del Cauca realizada en el espacio de la Casa de
Pensamiento de la Cxhab Wala Kiwe-ACIN, “con sorpresa encontramos que el norte del
Cauca Indígena está siendo literalmente asediado por las pequeñas y medianas industrias
mineras que, aprovechando la condición de zona minera indígena que cubre a gran parte
de este sector, han transformado no sólo la vocación agrícola de algunas comunidades,
sino que también han contribuido a la agudización de los conflictos político-organizativos
y del conflicto armado dentro de los territorios de los resguardos y las zonas de
confluencia interétnica” (Caro y Valencia, 2012:18).
El Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos de
CECOIN (2008) señaló que para el año 2007, “de los 33 distritos mineros existentes, 16 se
sobreponían sobre 200 resguardos indígenas en todo el país”. Así mismo, indicó que “las
concesiones auríferas que afectan a los pueblos indígenas se concentran especialmente
en Antioquia, Risaralda, Huila, Tolima y Cauca aunque en Nariño y Valle también se han
asignado porciones significativas. Al igual que en el resto del país, la Kedahda, Mineros
S.A, Cerromatoso, la Muriel Mining Corporation, Bateca Seca S.A, Mónica Uribe,
Minerales del Darién y James Valdiri, son los principales concesionarios” (2008:357). En
esta vía, para finales de 2007 había un total de 1.949 contratos únicos de concesión, se
mantenían vigentes 1.013 licencias de exploración y explotación, 910 contratos de
concesión expedidos con la legislación anterior, además de 1.195 títulos mineros de
diversa índole. Apenas se encontraban registradas 2 zonas mineras indígenas. Esos
contratos, permisos, autorizaciones y licencias vigentes cubren un área total de 2
millones 927 mil hectáreas. Pero las solicitudes presentadas y en trámite pueden superar
los 30 millones de hectáreas (Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y
Derechos Étnicos, 2008).
Frente a esto, el Observatorio de CECOIN (2008) señala que “el Consejo Regional
Indígena del Cauca (CRIC), ante el avance de la minería, se manifestó en 2005 por medio
del Mandato del XII Congreso indígena realizado en territorio de Sa´t Tama Kiwe de
84
Caldono del 27 de marzo al 2 de abril donde ratificó “que el gobierno y la autoridad
ambiental en los territorios indígenas son las autoridades indígenas y sus organizaciones”
(Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos,
2008:363).
Según el Censo Minero Departamental colombiano realizado por el Ministerio de Minas y
energía entre 2010 y 2011, el departamento del Cauca tiene aproximadamente 544
Unidades de Producción Minera (UPM), que representan el 3.8% del total nacional, y de
las cuales el 68 (12.5%) cuentan con título minero, mientras que las 476 restantes no
tienen título minero (87.5%). En el caso del departamento del Valle del Cauca, se
registraron en el censo 249 UPM que representan el 1.7% del total nacional. 50 de ellas,
es decir, el 20.1%, cuentan con título minero, mientras que las 199 restantes (79.9%) no
tienen título.
Houghton (2011) señala que para mediados de 2011, las zonas de explotación minera
cubrían más de 420 mil hectáreas en el departamento del Cauca. Sin embargo, la alerta
no la hacía por esta cifra, ya de por sí preocupante, sino por el futuro inmediato de la
minería en todo el departamento, revelada a partir de la cantidad de solicitudes
mineras: 1.008 títulos de concesión que cubrirían un área cercana a las 2 millones 130
mil hectáreas. Sólo ochenta de estas solicitudes son de la Kedahda (o Anglo Gold
Ashanti) pero cubren casi 450 mil hectáreas (Houghton, 2011:79).
En el caso de la región comprendida por la zona norte y occidente del Cauca y por el sur
del Valle del Cauca, es posible decir que había aproximadamente 46 contratos y
concesiones mineras en fase de explotación y en proceso de solicitud, como muestra la
Tabla 7.
Tabla 7. Contratos y solicitudes mineras en la zona norte y occidente del Cauca y sur
del Valle del Cauca
Municipios
Contratos y
concesiones
Hectáreas
Has.
Solicitude solicitadas
s
Buenos Aires
8
731.12
44
9.978,87
Buenos Aires-Jamundí
5
284,02
7
5.652,45
Buenos Aires-Jamundí-Santander
1
1.000,00
Buenos Aires-Santander
5
9.660,80
16
25.355,31
Buenos Aires-Suárez-Santander
1
4.175,41
Caldono-Jambaló
Caldono-Morales-Buenos AiresPiendamó-Santander
Caldono-Morales-Buenos Aires-
3
8.966,83
2
14.899,04
Buenos Aires-Suárez
85
2
140,08
Suárez
1
4.654,90
Caldono-Morales-Piendamó
5
36.301,20
Caldono-Piendamó-Santander
1
4.998,30
Caldono-Santander
5
10.837,39
Caldono-Silvia-Jambaló
1
1.983,16
18
7.841,23
4
26.549,63
Caloto-Corinto
2
3.965,69
Caloto-Jambaló
Caloto-Puerto Tejada
2
3.966,33
Caloto-Santander
5
5.353,50
Caloto-Toribío
1
1.981,75
Caloto-Toribío-Corinto
1
1.983,16
Caloto-Toribío-Jambaló
1
1.983,16
Caloto
Caloto-Caldono-JambalóSantander
14
2
859,58
52,41
Caloto-Villa Rica
2
45,18
1
117,23
Caloto-Villa Rica-Santander
1
106,85
1
640,00
Corinto
4
441,08
6
8.037,28
1
1.997,99
5
4.242,70
1
47,06
4
5.667,45
Morales-Cajibío
6
10.071
Morales-Piendamó
Morales-Piendamó-Cajibío
3
8.830,66
Corinto-Florida-Miranda
Corinto-Miranda
Corinto-Padilla
Miranda
Morales
Morales-Buenos
Aires-SuárezLópez-Jamundí-Buenaventura
86
3
169,03
5
162,65
3
2.002,08
1
205.887,13
3
13.845,57
Morales-Suárez
4
5.616,95
7
37.184,44
Santander
2
4.994,08
30
39.440,36
3
5.950,77
Silvia-Jambaló
Suárez
13
3.667,84
18
8.765,06
Toribío
5
262,58
7
6.071,53
Toribío-Corinto
2
3.966,96
Toribío-Jambaló
7
22.102,70
Villa Rica
Villa Rica-Jamundí
6
174,75
1
62,27
13
506,27
11
291,56
1
37,84
1
56,94
245
369.515,4
8
Villa Rica-Puerto Tejada
Villa Rica-Puerto Tejada-Jamundí
2
35,61
Total
Fuente: Ingeominas, Catastro Minero, 2010. Adaptada de Houghton, 2011
87
Mapa 6. Títulos mineros vigentes en la zona norte y occidente del Cauca
Fuente: INGEOMINAS, 2011
88
Tabla 8. Distritos mineros que afectan territorios nasa del norte, occidente de Cauca
y Valle del Cauca
Distrito
minero
El TamboDovio-Cali
Municipios
incluidos
Bolivar,
Buenaventura,
Buenos Aires,
Buga,
Bugalagrande,
Caicedonia,
Cali,
Candelaria, El
Dovio,
El
Tambo,
Guacarí,
Ginebra,
Jamundí,
Puerto
Tejada,
Tuluá, Sevilla,
Suárez, Sipí,
Vijes, Yumbo
El Tambo- Tambo,
Buenos
Buenos Aires,
Aires
Caldono,
Morales,
Santander,
Totoró
Departamento Pueblos
afectados
Chocó, Cauca Embera
y Valle del Embera
Cauca
chamí
Embera
katío
Nasa
Resguardos
afectados
Río
Garrapatas,
Dachi Drua
Chami,
Wasiruma,
San Quinini,
Sanandocito,
Kwesx Kiwe
Nasa,
La
Paila-Naya
Minerales
principales
Caliza,
materiales
de
construcción,
carbón, oro,
plata,
platino
y
otros.
En
territorios
indígenas
bauxita,
hierro,
cobre,
molibdeno,
manganeso,
zinc.
Cauca
Novirao,
Agua Negra,
Canoas,
Guadualito,
La
Concepción,
Las Delicias,
Las
Mercedes
Oro, plata,
materiales
de
construcción,
y otros. En
territorios
indígenas
bauxita,
cobre,
plomo,
molibdeno,
sulfuros
metálicos.
Guambiano
Nasa
Fuente: Adaptada Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos
Étnicos CECOIN, 2008
89
Mapa 7. Distritos Mineros en el suroccidente de Colombia
Fuente: SIMEC, 2010
El 24 de febrero de 2012, el Ministerio de Minas y Energía promulgó la Resolución 18
0241 “Por la cual se declaran y delimitan unas Áreas Estratégicas Mineras y se adoptan
otras determinaciones”. A través de ésta, el gobierno colombiano determinó los
minerales de interés estratégico para el país, delimitando las áreas especiales en las que
se encuentran, que en total suman 2,9 millones de hectáreas repartidas en 313 bloques
de exploración y explotación. Los departamentos de Cauca y Valle del Cauca no fueron
ajenos a esta nueva definición, pues del total de 2,9 millones de hectáreas,
101.189,6632 están en esta región en los municipios de Florida, Corinto, Miranda,
Pradera, Buenaventura y Dagua (ver Tabla 9). Según lo establece la resolución, a estas
áreas sólo es posible acceder a través de contratos de concesión especial.
Tabla 9. Bloques de las aéreas estratégicas mineras en los municipios de la zona
norte del Cauca y sur del Valle (2012)
Bloque
Municipios
Hectáreas
63
Florida, Corinto, Miranda
14.749
66
Pradera
396,4781
80
Dagua, Buenaventura
5.334,1851
89
Buenaventura
9.695
91
Buenaventura
2.922
92
Dagua, Buenaventura, Calima
Buga, Cerrito, Florida, Ginebra,
Miranda, Palmira, Pradera
9.582
123
125
Dagua, Buenaventura
Fuente: Adaptada de Ministerio de Minas y Energía, 2012
90
52.617
5.894
El 21 de Junio de 2012, pocas horas después de la Cumbre Río+20 donde el presidente
Santos anunció su compromiso con el medio ambiente y el desarrollo sostenible, el
Ministro de Minas y Energía, Mauricio Cárdenas, anunció la declaración de 17,6 millones
de hectáreas del país como “reserva estratégica minera” en los departamentos del
Chocó, Amazonas, Guaviare, Guainía, Vaupés y Vichada (Revista Semana, junio 2012).
Esta avanzada minera es imposible sin grandes cantidades de agua y de energía. Por eso,
no es coincidencia que los nasa que viven en la región identifiquen como una amenaza
territorial muy potente (que ya ha cobrado incluso muchas vidas y que continúa
generando graves impactos) a la hidroeléctrica del bajo Anchicayá así como la
proyección de dos represas: la del río Yurumanguí y la del río Naya. Sobre la primera, en
la asamblea del cabildo Pico Loro, municipio de Buenaventura, señalaron que la
Corporación autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) ya tenía los estudios
aprobados. Sin embargo, no existe mucha información al respecto.
Esta preocupación está conectada con un recuerdo bastante nefasto que aparece de
manera constante en las narraciones de la gente: la construcción de la hidroeléctrica del
alto y bajo Anchicayá que estuvo en cabeza de la CVC (entidad del estado) y de la
CHIDRAL S.A E.SP. Hacia el año 2000, las represas dejaron de estar en manos del estado y
pasaron a ser propiedad de la Empresa de Energía del Pacífico S.A E.S.P (EPSA), cuyo
mayor socio accionista en ese momento era la multinacional Unión FENOSA, de capital
español. En la asamblea del cabildo Nasa Kwe´sx Kiwe, en el municipio de Dagua, se
refirieron al respecto al señalar que una de las empresas que más amenaza les
representa es la EPSA. En esta vía, recordaron cómo cuando se construyó la represa del
bajo Anchicayá, hubo un desplazamiento masivo en 1962, siete años después de haber
iniciado sus operaciones. Esta asamblea, pero también la mayoría de ellas, también se
refirió a las estrategias de las que se valió la empresa para asegurar su presencia en el
territorio: todos los relatos concuerdan en que la EPSA les dio trabajo a algunos
comuneros, generando conflictos comunitarios, pero sobre todo, hacen énfasis en que la
empresa paseaba a los comuneros en helicóptero.
Varios años después, en el año 2005, la Resolución Defensorial No. 35 alertó sobre la
situación ambiental del río Anchicayá en el municipio de Buenaventura, Valle del Cauca.
La Resolución señala que “desde hace varias décadas, la EPSA ha provisto de energía
eléctrica al Pacífico, utilizando para ello la energía potencial del agua de los ríos
Anchicayá y Digua, en los cuales operan dos embalses -Bajo Anchicayá y Alto Anchicayá.
Señala, sin embargo, que el 23 de julio de 2001, con el fin de descender el nivel de la
cota del embalse de 195 a 156 metros sobre el nivel del mar, la –EPSA S.A. ESP- abrió
las compuertas de la represa del Bajo Anchicayá sin consultar a las comunidades, ni
informar a la autoridad ambiental. Este hecho produjo una descarga de 500.000 metros
cúbicos de lodos, sobre la cuenca del río del mismo nombre, resultando afectadas
aproximadamente 3.000 personas.
La Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca ―CVC―, autoridad ambiental
competente para iniciar la correspondiente investigación administrativa, se declaró
impedida para adelantarla, argumentando su participación accionaria en la EPSA S.A.
ESP, razón por la cual el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial asumió
la respectiva investigación. El Ministerio confirmó lo que efectivamente había sucedido
en términos de los daños ambientales y sociales causados, pues la población quedó
desprovista de agua y también de su sustento alimenticio (Defensoría del Pueblo, 2005).
91
En noviembre de 2009, el Tribunal Administrativo del Valle condenó a la EPSA y a la CVC
por la catástrofe social y ambiental ocasionada en 2001 y les ordenó pagar a las
comunidades un monto que ascendió a los 167 mil millones de pesos. El fallo está en
manos del Consejo de Estado, quien debe revisarlo. En caso de que la sentencia sea
ratificada, “sentará jurisprudencia sobre las responsabilidades de las empresas (…) el
pleito cobra mayor interés en este momento en el que el país está a la expectativa de
otros conflictos legales alrededor de grandes proyectos de la locomotora mineroenergética (Revista Semana, 2012).
Ante la avanzada minero-energética, los desafíos de la nación nasa en la región del
norte del Cauca y sur del Valle del Cauca son muy grandes. A la luz de los
reacomodamientos territoriales (en favor del capital transnacional) pautados por las
políticas del estado e impuestos al ritmo de la “locomotora minera”, los nasa deben
salirle al paso no sólo a la avanzada de la gran minería en cabeza de la Anglo Gold
Ashanti y sus 1.166 solicitudes mineras en el norte del Cauca (Indepaz, 2011, citado en
Caro y Valencia, 2012), por dar sólo un ejemplo, sino también a las tensiones y fisuras
políticas y organizativas que el estado y las empresas multinacionales se han encargado
de crear y profundizar entre las autoridades indígenas, los sectores indígenas y no
indígenas a favor de la minería y los sectores indígenas y no indígenas en contra de la
minería a pequeña y mediana escala. Todas las asambleas realizadas en la zona norte y
occidente del Cauca, así como en el sur del Valle, se refirieron al respecto.
Frente a las amenazas internas y externas, el ejercicio de la autonomía mediante el
control territorial ha sido fundamental en este proceso, como bien lo han demostrado
las comunidades nasa de la región que se han pronunciado en contra de la extracción
minera y que se han movilizado para reafirmar su autonomía. Por ejemplo, el 13 de julio
de 2003, la comunidad nasa del resguardo de Canoas, municipio de Santander de
Quilichao, emitió la Resolución No. 006 "Por medio de la cual se suspende
temporalmente toda clase de explotación minera en el resguardo indígena de Canoas y
su influencia en la reserva minera indígena". La decisión de la suspensión17 de las
actividades mineras en el resguardo está asociada a los efectos nocivos que estaban
causando. Sin embargo, esto no se mantuvo mucho tiempo y en el transcurso de los
últimos años, las autoridades de este cabildo se han visto en la necesidad de llevar a
cabo mingas de control territorial ante las amenazas que representa el aumento de la
explotación minera en el territorio del resguardo de Canoas.
En 2011, frente al incremento de la presencia de grupos armados en el resguardo debido
a la actividad minera, la autoridad tradicional emitió un mandato “Por medio del cual se
decide realizar la minga de armonización y defensa territorial en el territorio ancestral
del Resguardo indígena de Canoas". El mandato identifica la agudización del conflicto
armado entre quienes defienden intereses de las multinacionales, generando zozobra
entre la comunidad, afectando la economía de sobrevivencia y obstaculizando el normal
desarrollo de las actividades sociales. A la vez, señala el incremento de los cultivos para
uso ilícito (coca y marihuana), lo cual pone en riesgo la vida social y cultural
comunitaria.
La Unidad de Planeación Minero-Energética (UPME) planteó en su informe “Distritos
17
Mediante la Resolución Número 801703 de julio 29 de 1996 fue declarada zona minera indígena
Delicias y Buenos Aires. Minercol concedió al cabildo indígena de Canoas las licencias de
explotación y exploración.
92
mineros: exportaciones e infraestructura de transporte” (2005) la importancia de la
dotación en infraestructura como un factor para asegurar la competitividad del país en
la industria. Así, “en este marco es imprescindible la modernización de la
infraestructura en carreteras, líneas ferroviarias, fluviales y puertos, particularmente de
la asociada a los desarrollos mineros que buscan ganar un espacio en el mercado
internacional. Tratándose de proyectos de gran envergadura, con condiciones muy
favorables en volumen de reservas y calidad, puede ser factible que ellos mismos
asuman la construcción de su propia infraestructura. Sin embargo un alto porcentaje de
los proyectos mineros presenta un riesgo elevado y son casi marginales en cuanto a su
rentabilidad, aspectos que dificultan su puesta en operación, especialmente si tienen
que asumir costos de infraestructura” (UPME, 2005:73).
Al ritmo de la voraz política extractivista del gobierno colombiano, también avanza la
adecuación y construcción de todo el andamiaje en materia de infraestructura para
incrementar los flujos de los productos y la extracción de productos a una escala que
supera la nacional y que busca ampliarse a nivel continental, sobre todo, a través de la
Integración de la Infraestructura Regional de Suramérica (IIRSA), así como a través del
Plan 2500 de vías, el Plan Visión Colombia II Centenario 2019 y el Plan Nacional de
Desarrollo 2010-2014 “Prosperidad para todos”.
Lograr la integración regional es el objetivo fundamental de la IIRSA. Después de
firmados los TLC con varios países, incluido Estados Unidos, este objetivo se tornó más
importante. Durante las asambleas realizadas para la construcción del Plan de
Salvaguarda de la nación nasa en el departamento del Valle del Cauca, uno de los
proyectos de infraestructura incluidos en la IIRSA, que ha sido de los más polémicos, es
la doble calzada Buga-Buenaventura. Este tramo está articulado a un proyecto mayor
que inclusive aparece en la Agenda de Proyectos Prioritarios de Infraestructura (API) de
la IIRSA en el Eje Andino: el Corredor Vial Caracas-Bogotá-Buenaventura/Quito. El
objetivo de este proyecto, según apunta la IIRSA, es “desarrollar un corredor bioceánico
Pacífico - Bogotá - Meta - Orinoco - Atlántico para incentivar intercambios comerciales
entre regiones de Colombia (Orinoquia, Andina y Pacífico) y Venezuela (Llanos,
incluyendo los estados de Anzoátegui y Monagas, Guayana, Delta del Orinoco) y para
proyectar estas regiones hacia mercados internacionales” (IIRSA, 2012:63) (Ver Tabla
10).
Tabla 10. Proyectos IIRSA en la región
Nombre
del Eje
Grupo Código Países
Etapa
Proyecto individual
del
Proyecto
Corredor
vial Andino
2 y 4 AMA07 Colombia Ejecución
BogotáBuenaventura/Tramo
Buga-Buenaventura
y Túnel La Línea
(Proyecto Rótula)
Fuente: IIRSA, 2012
Monto
(millones de
dólares)
1.791.000.000
Este proyecto, como dijimos, está compuesto por un proyecto individual que es el
corredor vial Bogotá-Buenaventura, que cubre 600 km de vía para conectar la capital
con el puerto de Buenaventura, uno de los principales del país. Por este motivo, la
93
construcción del tramo de la doble calzada Buga-Buenaventura es prioritario en este
propósito, un tramo de aproximadamente 118 kilómetros (COSIPLAN-IIRSA, 2012:38).
Según lo indica COSIPLAN-IIRSA (2012:40), este tramo está subdividido en tramos más
pequeños que cuentan con diferentes tipos de contratos y de contratistas, como
mostramos a continuación:
1. La Paila – Buga: Concesión Departamental (61 km todos en doble calzada).
2. Mediacanoa – Loboguerrero: Concesión Malla Vial del Valle del Cauca y Cauca (48 km)
contratados en doble calzada.
3. Loboguerrero – Citronela (Doble Calzada Buga – Buenaventura): Obra Pública, 48 km,
inversión actual $700.000 millones (2009). Incluye los tramos Loboguerrero – Cisneros;
Cisneros – Triana, Triana – Altos de Zaragoza y Altos de Zaragoza – Citronela: se ejecuta a
través del Programa de “Corredores Prioritarios para la Prosperidad”, tiene una
finalización estimada para el año 2016.
4. Citronela – Puerto de Buenaventura (15 km). Actualmente a cargo de Invías, calzada
sencilla existente y con bajo nivel de servicio.
Como lo documentó la Revista Semana (2012) en un artículo que llevaba por título “Los
siete males de una carretera en Colombia”, la construcción de esta vía, en su conjunto,
ha desatado innumerables polémicas. En el mes de marzo de 2013, en medio de la
disputa entre el presidente Santos y el expresidente Álvaro Uribe, Santos viajó a
Buenaventura para inaugurar el dragado del puerto y terminó hablando de la
construcción de la doble calzada Buga-Buenaventura. Al respecto, Santos dijo: “Esta
carretera ha sido la historia perfecta de algo mal hecho. Tiene un esquema de
contratación realmente diabólico, absurdo, mal estructurado”. Las palabras de Santos
tuvieron un impacto importante en los medios de comunicación porque revelaron varias
cosas. La primera de ellas, es que uno de los tramos de 48 kilómetros se entregó en el
período de concesión más largo del que se haya tenido conocimiento en el país: 55 años.
La segunda, es que hay un tramo de siete kilómetros sin contratar. Pero la tercera, y más
grave de todas, que se suma además al altísimo nivel de corrupción que hubo en las
contrataciones, es que no hubo un proceso de consulta previa con las comunidades
afrodescendientes e indígenas que viven en cercanías de la carretera. A tal punto que la
Corte Constitucional, en octubre de 2012, ordenó suspender las obras en el tramo
Citronela – Loboguerrero (48 km.) hasta que la consulta previa no se hiciera. Además,
como si fuera poco, este tramo tampoco cuenta con licencias ambientales.
Esta polémica construcción apareció de manera constante como una de las amenazas
que refirieron los nasa en las asambleas del Plan de Salvaguarda en el departamento del
Valle. Al respecto se refirió la asamblea del Cabildo Cañón Río Pepitas, en el municipio
de Dagua, cuando expresó que la doble calzada ha generado el desplazamiento de las
familias, la contaminación ambiental, la formación de avalanchas por la acumulación de
materiales que salen de la construcción de los túneles. A esto, suman el hecho de que la
presencia de los grupos armados tanto legales como ilegales se ha incrementado a raíz
de la construcción de la carretera. La presencia de batallones de alta montaña, en el
marco del Plan de Consolidación, cada vez preocupa más a las comunidades. Estas
acciones tienen como responsables, principalmente, a Invías y Ferrovías de Occidente
(Asamblea Cabildo Cañón del Río Pepitas, municipio de Dagua, noviembre 18 de 2012).
Sin embargo, la construcción de esta carretera no es la única a la que se refieren
quienes participaron en las asambleas. Las amenazas sobre sus territorios también se
94
extienden a los límites entre el departamento del Valle y el departamento del Tolima,
donde los ojos del actual gobierno están puestos sobre un viejo tramo que comunica el
municipio de Florida, Valle, con el corregimiento de La Herrera, municipio de Rioblanco,
en el departamento del Tolima. La malla vial atravesaría los sitios sagrados porque
estaría planeándose la construcción de un túnel que pasaría por el Cabildo Central de
Asentamientos, particularmente por las comunidades de Granates, la Rivera y el cabildo
de San Juan Páez Lomagorda.
Al parecer, los sueños de esta conexión se remontan a 1950. Desde ese momento, hasta
hoy, se han construido 44 kilómetros de carretera. Según cálculos aproximados, restan
15 kilómetros del lado tolimense, y escasos 800 metros del lado valluno. Al revivir este
sueño para algunos, y pesadilla para otros, el gobierno nuevamente busca cumplir con la
agenda impuesta por la banca multilateral: la integración. Esta vez, la intención es
conectar el Valle (puerto de Buenaventura) con la Orinoquía. Según la versión oficial,
para superar los 70 kilómetros que abren el paso desde el departamento del Valle hasta
el departamento del Tolima, hay tres posibilidades viales, con cuyo estudio ya se
comprometió el presidente Santos. El primer trayecto propuesto arranca en las
estribaciones de La Diana, en el municipio de Florida llegando hasta La Herrera, en el
Tolima. La segunda opción es un trayecto entre Tuluá-San Rafael-Roncesvalles. Y la
tercera es una carretera desde Palmira, en el Valle, hasta Las Cruces, en el Tolima y
Colombia, en el Huila.
Frente a esta amenaza, los nasa que habitan en ambos departamentos ya se
pronunciaron manifestando su oposición a la construcción de la carretera. En 2003, en
una declaración firmada por los cabildos nasa del sur del Tolima se señala que el proceso
de construcción de la carretera La Herrera se inició hace aproximadamente cuarenta
años. En la actualidad falta construir 11 kilómetros que atraviesan el páramo. La
Declaración señala que “desde hace casi dos siglos la nación Nasa del Valle ha venido
cuidando el Páramo de las cabeceras de las Lagunas de los Rios Santa Barbara y Frayle y
las comunidades Nasa del Tolima el Páramo de las Vírgenes y el Meridiano y las
cabeceras del los ríos Saldaña, Siquina y Atá en el municipio de Planadas, desde desde
hace 100 años, ese territorio es considerado como sagrado por nuestro Pueblo Nasa y es
utilizado como fuente de vida, armonía y equilibrio por los Tewalas. La conservación de
los bosques y páramos actuales, ha sido en gran medida porque la ocupación Nasa que se
ha constituido en una barrera cultural y física ha evitado un mayor auge de la
colonización de esta región” (Consejo Superior de la Judicatura-ONIC, 2006:139).
En este sentido, en defensa del páramo y de las lagunas como sitios sagrados que
resultarían muy afectados por la construcción de la carretera, la declaración expresa las
amenazas que esto representa para su pervivencia como pueblo. En primer lugar, porque
el trazado de la carretera atraviesa los bosques, los páramos y las lagunas que allí se
encuentran, considerados por los nasa como sus lugares sagrados pues es donde están los
espíritus: el trueno, el arco iris, el duende. Su destrucción también va a impedir que los
médicos tradicionales puedan llevar a cabo las prácticas rituales. En segundo lugar,
porque la carretera también va a fomentar nuevos procesos de colonización, con las
consecuencias que esto genera: potreros para ganadería, tala de bosques, contaminación
de fuentes de agua, caza indiscriminada, En tercer lugar, porque como se ha visto hasta
el momento, la construcción de la carretera promueve la presencia de grupos armados,
el auge de cultivos ilícitos de amapola, la prostitución y la delincuencia común (Consejo
Superior de la Judicatura-ONIC, 2006).
95
2.2.
Putumayo, Caquetá y Nariño
Los departamentos de Putumayo y Caquetá conforman una unidad socio-política y
geográfica que, en términos de las dinámicas del conflicto armado, nos permiten
tratarla como una región que comparte bastantes características. De esta región
también hace parte el Cabildo Nasa Uh, ubicado en el municipio de Ipiales. Aun cuando
este cabildo administrativamente hace parte del departamento de Nariño, su
comportamiento en términos sociales, culturales, políticos y económicos en relación con
el conflicto armado nos permite incluirlo en la dinámica del departamento de Putumayo.
En relación con la nación nasa, esta dinámica está articulada alrededor de varios hilos
que entretejen la complejidad de la región. Entre ellos, vale la pena destacar el impacto
de las economías extractivas y de enclave que han configurado históricamente la región;
los efectos de la puesta en marcha del Plan Colombia, el Plan Patriota y el Plan
Consolidación; la declaración del Putumayo como Área estratégica minera; la presencia
“reciente” de los nasa y sus expectativas territoriales que han generado conflictos
interétnicos18; la falta de titulación de resguardos que se traduce en una alta
precariedad territorial; la baja densidad demográfica de la nación nasa en comparación
con otras regiones donde éstos hacen presencia, entre otros. Anudados, todos estos hilos
explican por qué la violencia política en esta región es una de las que impactan con más
agudeza a la nación nasa.
Los actuales departamentos de Putumayo, Caquetá y Guaviare conforman la región
conocida como amazonía occidental, en el suroriente de Colombia. Durante la Nueva
Granada, estos tres departamentos, como los conocemos hoy, hicieron parte del
Territorio del Caquetá, conformado en 1845 y cuya capital era Mocoa. En 1861, éste se
convirtió en Territorio Nacional del Caquetá y pasó a hacer parte del Estado Soberano
del Cauca. Luego de sucesivos cambios en la definición de sus límites territoriales y de
su pertenencia administrativa, en 1905, el Territorio Nacional fue dividido en otros
territorios más pequeños, y fue así como se creó la Intendencia Alto Caquetá, con
Florencia como capital, y la Intendencia del Putumayo, cuya capital era Mocoa. Sin
embargo, fue hasta 1981 cuando el Caquetá fue elevado a departamento, y diez años
más tarde, en 1991, ocurriría lo mismo con el Putumayo. En la actualidad, el
departamento del Caquetá cuenta con una extensión aproximada de 89.000 km² y su
superficie está bañada por los ríos Caquetá, Apaporis, Caguán, Yarí y Orteguaza. El
departamento del Putumayo tiene una extensión de 24.885 km² y el río Putumayo es su
principal afluente, seguido del río Guamuez, el río Caquetá (sirve de límite al norte con
los departamentos de Caquetá y Cauca) y el río San Miguel.
El departamento del Putumayo está dividido en tres subregiones diferenciadas por sus
características geográficas, por la población, por el tipo de economía y, para el caso que
interesa documentar, por los impactos disímiles del conflicto armado. Estas subregiones
son el Alto, Medio y Bajo Putumayo. De las tres subregiones, es el Alto Putumayo el que
18
Como mostramos en el apartado sobre la ubicación actual de los nasa, esta versión sobre la
presencia reciente de los nasa en los departamentos de Putumayo y Caquetá fue interpelada
y cuestionada por un mayor Uitoto de 83 años quien señaló que los nasa eran originarios de la
Amazonía.
96
ha sufrido un menor impacto del conflicto armado pues es predominantemente una zona
ganadera, no hay presencia de cultivos de coca ni hay presencia de grupos armados. En
contraste, el Medio y el Bajo Putumayo sí han sufrido de manera más contundente los
rigores de la guerra. Es precisamente en estas dos subregiones donde está asentado
mayoritariamente la nación nasa. El Medio Putumayo está conformado por los municipios
de Mocoa, la capital del departamento, Puerto Guzmán y Villa Garzón, y el Bajo
Putumayo está conformado por los municipios de Puerto Asís, Puerto Caicedo, Orito,
Valle del Guamuez, San Miguel y Puerto Leguízamo, municipio en el que está la Base
Naval del Sur. El Bajo Putumayo, a excepción de Puerto Leguízamo, ha estado
atravesado por la presencia de los cultivos de coca, la explotación petrolera y la
presencia de actores armados estatales, paraestatales y contraestatales (GMH, 2012).
Los fenómenos que han caracterizado la historia de la amazonia, principalmente la del
piedemonte del Putumayo y del Caquetá, han sido la ocupación de su espacio desde
1870, el tipo de pobladoras y pobladores que han migrado hacia allí durante diferentes
períodos de la historia y las prácticas económicas que han tenido lugar en dicha región.
Anudados, estos tres fenómenos han sido constitutivos y constituyentes de las diversas
formas de violencia que han signado la región y que han convertido a la guerra en el
telón de fondo contra el cual ubicar todas las dinámicas que allí se desarrollan. Al ritmo
de la acelerada demanda de los mercados internacionales, la ocupación de estos
territorios ha sido impulsada por procesos de explotación de quina, caucho, pieles,
maderas, oro y petróleo que han favorecido las condiciones para el inicio de amplios
procesos de colonización (Gómez, 1999).
Los sucesivos procesos de extracción y comercialización de materias primas que han
definido las dinámicas regionales, deben entenderse a la luz de la continuidad del
sistema de explotación económica instaurado desde la colonia (Gómez, 1999). Esta
situación saca a la luz las posibles causas que explican la disminución acelerada de la
población indígena al ritmo de los procesos de colonización desde finales del siglo XIX y
durante todo el siglo XX, tal como lo sugiere el antropólogo e historiador Augusto Gómez
(1999), quien además la asocia, en primer lugar, con los nuevos regímenes laborales
impuestos a la población indígena que habitaba y aún hoy habita la región, en primer
lugar. Las relaciones de endeude y de esclavitud marcarían las vidas tanto de los
habitantes tradicionales de dicha región así como de quienes fueron llegando atraídos
por los diferentes “booms” económicos. En segundo lugar, el autor también vincula la
disminución y, en algunos casos, el exterminio demográfico de la población indígena, con
las nuevas situaciones generadas por el contacto, entre las que podemos encontrar tanto
el contagio de enfermedades como las presiones territoriales causadas por las intensas
olas de migración que desembocaron en el surgimiento de nuevas fronteras extractivas.
A esto se suma la presencia de grupos armados estatales, paraestatales y contraestatales
que históricamente se han enfrentado “en un espacio que alberga una de las mayores
superficies sembradas de cultivos ilícitos en Colombia y a cuya siembra, recolección,
procesamiento y comercialización se ha venido vinculando, a partir de los años setenta,
una considerable población empobrecida que (…) ha confluido en la región” (Gómez,
1999:23-24).
El entrecruzamiento entre las formas de ocupación, el tipo de población, la economía de
tipo extractivista y la guerra que juntas desatan, configuran las representaciones y las
imágenes negativas que se han producido y que se han puesto a circular sobre esta
97
región. Éstas dan cuenta no sólo de la contundencia de los prejuicios raciales que
existen, así como de las pugnas políticas y sociales, sino también de territorialidades
fragmentadas que han condenado a la amazonia colombiana a ser “la tierra de los
desterrados” (Gómez, 1999: 26). Inclusive, para ir más allá, vale la pena recordar que
“el estado mismo eligió la amazonia como espacio de confinamiento, como el lugar
óptimo para la reclusión de personas consideradas social o políticamente peligrosas, y
creó allí sus colonias penales” (Gómez, 1999:26).
Así, “la amazonia colombiana ha sido colonizada desde finales del siglo diecinueve y a lo
largo de todo el veinte, principalmente por parte de población proveniente de la región
andina, como respuesta a las convulsiones sociales, económicas y políticas sucedidas en
el centro del país. Por consiguiente, dicha colonización debe analizarse como un proceso
que se ha desarrollado a lo largo de un amplio periodo de tiempo, guiado por el ánimo
de incorporar las zonas de frontera dentro de la esfera económica del estado central,
para resolver los problemas estructurales de tenencia de tierra y de violencia que
suceden en el centro del país” (Ramírez, 2001).
En particular, para el caso del Putumayo, la antropóloga María Clemencia Ramírez (2001)
señala que es posible diferenciar cinco periodos de colonización que, en sus inicios a
mediados del siglo dieciocho y hasta las primeras dos décadas del veinte, fueron
impulsados por los misioneros, principalmente capuchinos y franciscanos. Durante el
primero de ellos, entre 1900 y 1946, dos grandes expediciones trajeron colonizadores al
Amazonas: la primera que buscaba la extracción de quina (1890), y la segunda la
extracción de caucho (1903-1930). Para ello, los misioneros construyeron grandes
extensiones de carreteras que permitirían la integración de la región al interior del país
durante la guerra de Colombia con Perú en la década del treinta del siglo XX. El segundo
período de colonización, entre 1946 y 1962, fue el resultado de la confrontación
bipartidista entre liberales y conservadores que tuvo lugar principalmente en la región
andina, obligando a miles de personas a migrar hacia regiones como la amazonía para
huir de la violencia política y encontrar en otros lugares nuevas posibilidades de vida.
Los nasa, así como otros pueblos indígenas, hicieron parte de estas dinámicas de
desplazamiento forzado. El tercer periodo, que tuvo lugar entre 1963 y 1976, se
caracteriza por el inicio de la extracción petrolera. Según aparece documentado por
varios autores y autoras, fue precisamente a partir de 1963 cuando la Texas Petroleum
Company inició la exploración y explotación de petróleo en Orito, La Hormiga, Acaé y
San Miguel, en el Valle del Guamuez. Al año siguiente, en 1964, el gobierno puso en
marcha los planes de colonización dirigida a través del Instituto Colombiano de la
Reforma Agraria (INCORA). El cuarto periodo, entre 1977 y 1987, fue testigo del inicio
del cultivo de coca, cuyo auge se mantuvo entre 1981 y 1987. El quinto período, que
comprende desde 1988 hasta la actualidad, está marcado por la continuidad de la
economía de la coca en menor escala, por la intensificación de la lucha contra el
narcotráfico y el incremento considerable de la explotación petrolera (Ramírez, 2001).
El auge del cultivo de la coca, que caracterizó el cuarto período de colonización,
también vino acompañado de los inicios de las acciones desarrolladas por las FARC en
1984, cuya consolidación alcanzó su punto máximo luego de que el EPL abandonó los
lugares que había ocupado para iniciar su proceso de desmovilización en 1991 durante el
gobierno del entonces presidente César Gaviria. Esta presencia, sin embargo, estuvo
precedida por la del M-19 que se mantuvo tanto en el Putumayo como en Caquetá entre
1979 y 1983 (Uribe y Ferro, 2002; GMH, 2012). Así, es posible decir que entre 1980 y
98
1991 hicieron presencia en el departamento distintos grupos guerrilleros. El Grupo de
Memoria Histórica en su informe “El Placer. Mujeres, coca y guerra en el Bajo Putumayo”
(2012) señala que la dinámica del conflicto armado en Putumayo está marcada por la
presencia de diferentes actores armados ilegales. Desde finales de 1987 hasta mediados
de 1991, tuvo lugar la primera ola paramilitar asociada al narcotráfico, con la
conformación de dos grupos conocidos como Los Macetos y Los Combos. Es precisamente
en 1987 cuando el cartel de Medellín, en cabeza de Gonzalo Rodríguez Gacha, alias “el
Mexicano”, se asienta en el Putumayo y logra consolidar una alianza que duraría poco
con el Bloque Sur de las FARC. A raíz de las “traiciones” mutuas, los que una vez fueron
aliados, terminarían convirtiéndose en enemigos. Esto desembocó en la creación de una
nueva alianza contrainsurgente entre el capo del cartel de Medellín y el ejército
colombiano. Tanto Los Macetos como Los Combos fueron expulsados por las FARC en
1991, fecha en la que la organización insurgente consolidó su hegemonía en el
departamento con la creación del frente 48, con presencia en el bajo Putumayo. Antes
de su creación, en la zona ya operaba desde principios de la década del ochenta, y lo
sigue haciendo, el frente 32 de las FARC. A finales de la década del noventa, los paros
cívicos en el Putumayo, las marchas cocaleras impulsadas en respuesta a las nefastas
políticas de fumigación aérea en los departamentos de Guaviare, Caquetá, Putumayo y
Meta alertaron a los paramilitares sobre el despliegue político y militar de las FARC. Así,
en 1998, el Bloque Sur de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) entró a disputarles
el territorio hasta el momento de su desmovilización en 2006 (GMH, 2012). Para
entender los efectos e impactos de estas disputas políticas, territoriales y militares, a
continuación realizaremos un balance aproximado sobre la situación de violencia política
contra los nasa en el periodo comprendido entre 1995 y 2012.
a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y
DIH.
-
Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores
armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus
miembros, pero afectándolos directamente.
El 30 de agosto de 1996, las FARC llevaron a cabo la toma de la base militar Las Delicias
en el municipio de Puerto Leguízamo, departamento de Putumayo. Por esos mismos días,
el paro cocalero prendió las alarmas sobre lo que estaba ocurriendo en los
departamentos de Putumayo, Caquetá, Guaviare y Meta. El clan de los hermanos
Castaño, que se encontraba en el proceso de reunir y consolidar bajo una sola
organización los grupos paramilitares del país, no hizo caso omiso a la situación. En 1998
decidieron conformar el bloque Sur Putumayo para disputar el poder que las FARC
estaban ejerciendo en el departamento de Putumayo. Las AUC también llegaron en ese
mismo año al departamento de Caquetá y se instalaron en los municipios de Morelia,
Florencia, Belén de los Andaquíes, San José del Fragua, Albania, Curillo, Solita,
Valparaíso, Milán, Solano, Montañita, Paujil y El Doncello (Defensoría del Pueblo, 2008).
Después de la incursión de las autodefensas, la violencia se agudizó en ambos
departamentos. Sin embargo, su entrada también coincidió con otros acontecimientos
que ocurrieron a nivel nacional y que tuvieron fuertes repercusiones a nivel local, como
mostraremos a continuación.
99
El año de 1998 marcó el inicio del período presidencial de Andrés Pastrana, en cuyo
gobierno se dio la aprobación del paquete de “ayuda económica” conocido como Plan
Colombia. Un año después se instalaron las mesas de negociación entre el gobierno y las
FARC en la zona de distensión, particularmente en el municipio de San Vicente del
Caguán, departamento de Caquetá, aunque la “zona despejada” también incluyó otros
cuatro municipios del departamento del Meta.
Según el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República,
en ese mismo año, el mayor número de confrontaciones en el departamento de
Putumayo se concentraron en el Medio y Bajo Putumayo, cuya mayor intensidad se sintió
en los municipios de Puerto Asís, San Miguel y Valle del Guamuez. Para este mismo año,
la dinámica de las confrontaciones en el departamento de Caquetá tuvo un nivel menor
de intensidad (Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la
República, 1999). En realidad, puede decirse que “los tres años de negociaciones de paz
entre la guerrilla de las FARC-EP y el gobierno nacional son recordados por las
comunidades de San Vicente del Caguán como un momento de relativa calma, auge
económico y libre circulación por el municipio. Sin embargo, el fin de la zona de
distensión enmarcó de forma abrupta la intensificación de la confrontación armada,
golpeando de manera contundente a los y las habitantes del municipio. Según las
comunidades, en el marco del Plan Patriota y la Consolidación del territorio se
presentaron de forma sistemática violaciones a los Derechos Humanos e infracciones al
Derecho Internacional Humanitario, como ejecuciones sumarias, el desplazamiento, la
restricción de alimentos e insumos para la vida en el campo, las desapariciones forzadas,
el pillaje, los maltratos de todo tipo y el señalamiento constante a las comunidades de
pertenecer a la guerrilla de las FARC. La llegada de la Fuerza Pública a las comunidades
rurales ha implicado, según sus pobladores y pobladoras, el robo de animales, el acoso
sexual a las jóvenes, los maltratos y la ocupación de bienes civiles. En este sentido, las
comunidades consideran que cuando el ejército nacional está cerca a sus fincas y
caseríos, la vida tranquila y sana termina y el temor se apodera de la gente (PIU San
Vicente del Caguán, 2011:66).
En 1999, los paramilitares iniciaron su incursión desde el municipio de Puerto Asís, donde
se habían asentado en el momento de su llegada, hacia el Valle del Guamuez y San
Miguel. Fue precisamente en los municipios de Puerto Asís, Puerto Caicedo y Valle del
Guamuez donde las AUC construyeron sus Escuelas de entrenamiento (GMH, 2012). Según
lo documenta el Grupo de Memoria Histórica (2012), los paramilitares buscaron ampliar
su control territorial a través de las masacres y el terror. Así, la masacre de El Tigre, en
el Valle del Guamuez, marcó el inicio de la ruta del terror. Allí fueron asesinados 28
hombres y otras 14 personas fueron lanzadas al río Guamuez. Por eso es tan común
escuchar entre los pobladores y pobladoras de la zona que “ese río tiene muchos
muertos”. A esta masacre, le seguirían, algunos meses después, las de El Placer, una
inspección del Valle del Guamuez, y La Dorada, en San Miguel (GMH, 2012:49).
Para el año 2000, el número de combates en la zona entre San Miguel, el Valle del
Guamuez (La Hormiga), Orito y Puerto Asís, municipios en los que se concentra la
explotación petrolera y donde hay mayor presencia de cultivos de coca, aumentó en un
rango entre 11 y 20 acciones. Las confrontaciones se esparcieron hacia el límite con el
municipio de Ipiales, en el departamento de Nariño, y aumentaron en el municipio de
Villa Garzón. En el caso de Caquetá, para este mismo año, hubo un aumento en las
confrontaciones armadas, particularmente en el municipio de Florencia. Esta dinámica
100
se mantuvo más o menos estable para el año siguiente, registrando un leve aumento y
expansión hacia el municipio de Puerto Rico (Observatorio de DH y DIH Vicepresidencia
de la República, 2001). El panorama empezó a cambiar nuevamente con la llegada de los
paramilitares en 2001, después de su retiro de la inspección al día siguiente de haber
perpetrado la masacre de El Tigre en enero de 1999 (GMH, 2012).
El año 2002 aparece como un año clave en la comprensión de la dinámica de las
confrontaciones en los departamentos de Putumayo, Caquetá y Nariño. La intensidad en
la que ocurrieron las acciones y confrontaciones armadas sólo es comprensible a la luz
del entrecruzamiento de varios elementos: la finalización de la zona de distensión con
motivo del fracaso en las mesas de negociación entre el gobierno y las FARC, la posesión
presidencial de Álvaro Uribe Vélez quien puso en marcha la política de seguridad
democrática, arreciando la ofensiva de las Fuerzas Militares, así como la intensificación
en la estrategia de fumigación aérea en los cultivos de coca en el marco del Plan
Colombia y, más adelante, en el Plan Patriota. Las confrontaciones armadas también se
intensificaron en el departamento de Putumayo. Los combates y acciones armadas se
mantuvieron en un nivel de intensidad media en los municipios de Orito, San Miguel y
Valle del Guamuez en el bajo Putumayo, aunque se expandieron hacia los municipios de
Puerto Caicedo y Puerto Guzmán. Sin embargo, el cambio radical en la dinámica de las
confrontaciones fue más notable en el departamento del Caquetá. La intensificación de
las acciones militares, que llegaron a la par del repliegue de las FARC hacia las zonas
rurales más alejadas del departamento, se sintió con el establecimiento de una base
militar en la Serranía de Chiribiquete, con la creación de la base militar de Araracuara y
con el fortalecimiento de la base militar Tres Esquinas (Defensoría del Pueblo, 2007). El
número de las acciones armadas en el corredor que comprende los municipios de Puerto
Rico y San Vicente del Caguán en el Caquetá, y en los municipios de La Macarena, La
Uribe y Vista Hermosa en el Meta, aumentó considerablemente a un rango que oscila
entre los 21 y los 50 eventos. Este incremento también se hizo evidente en el municipio
de Florencia, la capital del departamento de Caquetá (Observatorio DH y DIH
Vicepresidencia de la República, 2003).
En el año 2003, la intensidad de los combates aumentó en relación con el año anterior.
En el departamento del Putumayo, fueron testigos de dicha agudización los municipios
de Orito, así como las zonas de frontera con el departamento de Nariño y con el
departamento de Caquetá en cercanías del municipio de Puerto Guzmán. El aumento
más considerable lo experimentó, sin embargo, el municipio de Orito, que registró entre
21 y 50 acciones armadas. El departamento del Caquetá no fue ajeno al incremento de
las confrontaciones armadas. El corredor que se había consolidado entre los municipios
de Caquetá y la parte sur del departamento del Meta, se amplió hasta alcanzar los
municipios de Puerto Lleras, Fuentedeoro, Granada, Villavicencio y Puerto López en el
Meta, y la zona sureste del departamento del Guaviare (Observatorio DH y DIH
Vicepresidencia de la República, 2004).
Entre 2004 y 2005, hubo una disminución considerable de las confrontaciones armadas
en los departamentos de Caquetá, Putumayo y Nariño. Esta situación empezó a cambiar
al año siguiente. En 2004, el Bloque Sur de los Andaquíes de las Autodefensas Unidas de
Colombia ingresaron desde los municipios de Milán y Valparaíso al sector noroccidental
del municipio de Solano, lo cual agudizó el nivel de confrontación por los corredores de
movilidad del Bloque Amazónico Rodolfo Tanas y los frentes 15,48 y 32 de las FARC. Un
año antes, en 2003, los paramilitares ya hacían presencia en la inspección El Danubio y
101
en la vereda Alto Consaya, así como en la cabecera municipal de Solano, en cercanías de
la Base militar de Tres Esquinas. La presencia sobre este corredor que comunica Solano
con Araracuara aseguraba el control sobre la explotación de oro y permitía la expansión
de los cultivos ilícitos. La disputa por estos corredores estratégicos disminuyó cuando se
desmovilizaron los Bloques Sur de los Andaquíes, Héroes de Florencia y Héroes del
Caguán de las AUC en el mes de febrero de 2006. Eso no duraría mucho porque antes de
iniciar el proceso de desmovilización, los mandos medios de las AUC advirtieron que no
iban a desmovilizar a todos sus combatientes porque iban a constituir un grupo
denominado “Águilas Negras”, como efectivamente ocurrió (Defensoría del Pueblo,
2007).
En 2006, año en el que hubo un proceso de desmovilización paramilitar durante el
gobierno Álvaro Uribe Vélez, fuertemente cuestionado por organismos internacionales y
nacionales de derechos humanos, se registró un incremento significativo de las
confrontaciones armadas en estos departamentos. En el caso del Putumayo, hubo un
aumento de la intensidad de los combates entre las FARC y la Fuerza Pública en la zona
del bajo y medio Putumayo. La agudización de los combates se dio sobre todo en los
municipios de San Miguel y Valle del Guamuez (La Hormiga). En el departamento de
Caquetá también hubo un incremento considerable en el corredor que comprende los
municipios de Puerto Rico, San Vicente del Caguán y La Macarena, La Uribe, Mesetas y
Vista Hermosa en el Meta. Las FARC, por medio de los Frentes 15 “José Ignacio Mora” y
49 “Manuel Cepeda Vargas”, buscaron retomar el control sobre los territorios que los
paramilitares les habían arrebatado, lo cual les permitió volver a ocupar los corredores
que comunican con los departamentos de Cauca y Putumayo. A esto se sumó el proceso
de explotación petrolera que se inició en el municipio de Albania y en el municipio de
San José del Fragua, así como la construcción de la “Carretera Marginal de la Selva” que
comunicará a Ecuador y Venezuela, pasando por San José del Fragua (Defensoría del
Pueblo, 2008). Estas renovadas pero históricas presencias, trajeron consigo más fuerza
pública para custodiar la infraestructura vial y petrolera, que en múltiples ocasiones ha
sido objeto de ataques por parte de las FARC.
Sobre la construcción de esta carretera se refirió uno de los miembros del equipo
regional de Caquetá al recordar una situación que vivió durante el proceso:
En la vía que va de Florencia a límites con Piamonte, están haciendo un
mejoramiento hacia San José de Fragua y de ahí para allá están
pavimentando, unas vías bien hechas y amplias para conectar con
Piamonte que es una parte poquita geográficamente que está en límites
con el Putumayo. Cerca de esa vía, en el municipio de San José de Fragua,
está la comunidad El Portal, un resguardo nasa que va a ser afectado. A mí
me impactó mucho que en un viaje de Mocoa a Puerto Guzmán, en ese
trayecto donde nace el río Picudito y yo miré que estaban balastrando y el
señor dijo que le estaban echando un balastro que es casi tierra y esa es
toda la tierra que sacan de los pozos petroleros y prohibieron botar ese
tipo de tierra y la única forma fue echarlo en la carretera. Es un barro
contaminado. Sin embargo, en el tiempo de la lluvia ese barro va a caer al
nacimiento del alto Picudito, y ahí el primer resguardo es la comunidad
nasa de San Luis alto Picudito. Todos esos efectos contaminantes van a
llegar a esas comunidades y por ahí en el Piñuña Blanco están otros
resguardos nasa. Casi llegando a la cabecera, al nacimiento del Picudito
102
me dice el señor: aquí es el sitio donde están depositando toda esa basura
y contaminación, está más cerca del río Picudito.
En 2007, después de la desmovilización, en ambos departamentos empezó a registrarse
la presencia de Los Rastrojos, uno de los grupos paramilitares que surgió después de la
desmovilización al mando de alias “Jabón”. En ese año, los combates se agudizaron en la
zona fronteriza de Putumayo con el departamento del Cauca, expandiéndose hacia los
municipios de Villa Garzón, Puerto Guzmán y el sur de Mocoa. En el Caquetá se registró
una disminución de las confrontaciones armadas que se mantuvo estable hasta 2009
cuando hubo un leve incremento en la intensidad de las acciones en cercanías del
municipio de Puerto Rico y San Vicente del Caguán (Observatorio de DH y DIH
Vicepresidencia de la República, 2008).
En el departamento del Putumayo, durante 2009, las confrontaciones se extendieron
desde el municipio de Ipiales, en Nariño, bordeando la frontera con Ecuador hasta el
municipio de Puerto Leguízamo y hacia el norte afectando los municipios de Puerto Asís,
Puerto Caicedo y Villa Garzón. Al año siguiente, las confrontaciones no se esparcieron
hasta el vecino departamento de Nariño ni estuvieron tan concentradas en toda la zona
de frontera. En el año 2010, el municipio de Caquetá registró una disminución de las
confrontaciones bélicas. Éstas se concentraron en los municipios de Florencia, San
Vicente del Caguán, El Paujil y Puerto Rico. Es necesario recordar que “en 2010, San
Vicente del Caguán fue incluida en los municipios que forman parte del Plan de
Consolidación y Recuperación Territorial. Este Plan, que existe a nivel nacional desde
2009, tiene como objetivo cumplir con la Política de Consolidación de la Seguridad
Democrática, mantener la confianza inversionista y avanzar en la política social
efectiva. Sin embargo, las comunidades han expresado su preocupación frente a la
estrategia de acción cívico-militar, componente fundamental de los CCAI (PIU San
Vicente del Caguán, 2011:67).
En Putumayo, entre 2010 y 2011, los municipios de San Miguel, Valle del Guamuez (La
Hormiga), Puerto Caicedo, Orito, Villa Garzón y Mocoa, registraron un nivel medio de
confrontación armada. Sin embargo, dicha confrontación aumentó en cercanía de los
cascos urbanos de tales municipios, precisamente los lugares donde los paramilitares
habían establecido su dominio. Así, las tasas de homicidio en los municipios de Valle del
Guamuez y Puerto Caicedo superaron el promedio nacional de la tasa de homicidios, que
para el período entre 2010 y 2011 ascendió a 36.6 (Observatorio DH y DIH
Vicepresidencia de la República, 2012). Este hecho parece coincidir con la presencia de
“bandas emergentes” o “bandas criminales” (como eufemísticamente le empezaron a
llamar a los mismos grupos paramilitares que nunca se desmovilizaron, que para este
caso son Los Rastrojos y Las Águilas Negras) en dos de los municipios donde por primera
vez los paramilitares establecieron sus escuelas de entrenamiento militar una década
antes.
Al ritmo de las confrontaciones armadas y en el pulso constante por parte de todos los
actores armados por ejercer control sobre el territorio y sobre los corredores
estratégicos, las tácticas de la guerra se incrementan y diversifican. Una de las prácticas
que más ha afectado a la población civil es el uso de Minas Antipersonal, que
históricamente han sido usadas en la guerra para detener el avance de las tropas
enemigas, así como la presencia de municiones sin explotar en los territorios.
En el conflicto armado colombiano, todos los actores armados han hecho uso de las
103
minas antipersonales. En una declaración del año 2000, el entonces coronel del ejército
Fernando Tapia reconoció que las fuerzas militares colombianas han hecho uso de las
minas antipersonal como estrategia defensiva para la protección de infraestructura para
las comunicaciones y bases militares (Unicef, 2000). En la actualidad, el ejército es la
única institución autorizada, en la práctica, para realizar las operaciones de desminado
en Colombia. Decimos en la práctica porque aunque el gobierno colombiano, en 2009,
aceptó la participación de organizaciones civiles en procesos de desminado, esta
aceptación no ha sido se ha materializado a través de ninguna ley. El problema de que la
autorización sobre las operaciones de desminado recaiga únicamente en el ejército
colombiano es que dichas operaciones siguen una lógica militar y no una lógica
humanitaria, lo cual, en definitiva, sigue vinculando a la población civil en la guerra. En
el caso de Putumayo y Caquetá, en varias oportunidades la nación nasa se refirió a los
peligros a los que se ven abocados en caso de avisar sobre la existencia de un campo
minado en su territorio. Precisamente porque a quien tendrían que avisar es al ejército,
lo cual, en la lógica de la guerra, los convierte en enemigos “del otro bando”.
Según el Programa Presidencial para la Acción Integral contra las Minas Antipersonal
(PAICMA), en el período entre 1995 y 2013, se presentaron 1995 eventos por MAP/MUSE
en el departamento de Caquetá, mientras que el departamento de Putumayo registró
para el mismo período 892 eventos. Estos eventos incluyen: accidentes por MAP/MUSE,
desminado militar en operaciones, incautaciones y sospechas de campos minados.
Históricamente, para el caso de Caquetá, los municipios más afectados por este tipo de
eventos han sido Florencia, Montañita, Puerto Rico, San Vicente del Caguán, Cartagena
del Chairá y El Paujil, mientras que en el caso de Putumayo han sido Puerto Asís, en
primer lugar, Orito, el Valle del Guamuez y Puerto Guzmán.
El período entre 2001 y 2003 es clave para comprender la variación en la dinámica de los
eventos relacionados con MAP/MUSE. En particular, en el departamento de Caquetá, en
el año 2001 se registraron 9 eventos, mientras que en el año 2002 la cifra aumentó
significativamente a 98 eventos, manteniéndose en alza hasta 2013. Fue el año 2010 en
el que se registró el mayor número de eventos, entre accidentes e incidentes, por
MAP/MUSE: 291 eventos en total. Por su parte, en el departamento de Putumayo, el
aumento de los eventos ocurrió un año después, en 2003, cuando el número total de
eventos ocurridos ascendió a los 41, mientras que el año anterior sólo se habían
registrado 15 eventos. El cambio drástico en esta dinámica que tuvo lugar en el año
2002, y cuyo registro más alto aparece en el departamento de Caquetá, sólo puede ser
entendido en relación con el fin de la “zona de distensión” después del fracaso de los
diálogos de paz entre el gobierno y las FARC. Y a esto debe sumarse la puesta en marcha
del Plan Patriota y el aumento de las confrontaciones que propició, así como el repliegue
estratégico de las FARC. El total de número de víctimas que ha cobrado el uso de esta
estrategia militar por parte de todos los actores armados, incluida la Fuerza Pública,
ascendió a 1.108 víctimas civiles y militares en ambos departamentos en el período
entre 1995 y los primeros 3 meses de 2013 (PAICMA, 2013).
En el mapa 1, que registra los accidentes por MAP/MUSE que tuvieron lugar en el período
comprendido entre 2010 y 2011 en el departamento de Caquetá (representados
mediante el símbolo de la estrella morada), es posible apreciar la forma en la que los
campos minados funcionan como una barrera que se extiende desde el Parque Nacional
Natural La Macarena, en límites con el departamento del Meta, y continúa bordeando
por el río Guayabero y más adelante por el río Balsillas, en cercanías de un resguardo
104
nasa de Altamira, municipio de San Vicente del Caguán, en una zona donde se registran
accidentes por MAP/MUSE. La barrera continúa bordeando el límite con el departamento
del Huila, en cercanías con el municipio de Algeciras, y sigue bajando hacia el municipio
de Puerto Rico, donde aparecen registrados accidentes por MAP/MUSE. Por ejemplo, el
ocho de enero de 2011, Caracol registró que en una zona rural del municipio de Puerto
Rico (Caquetá), unidades del Batallón Cazadores del Ejército detectaron y destruyeron
un campo minado instalado por integrantes de la columna móvil Teófilo Forero de las
FARC. Algunos días después, el “Diario el Huila” registró que en la vereda Las Perlas, en
el municipio de San Vicente del Caguán, en cercanías de un resguardo nasa, tropas de la
IX Brigada del ejército desactivaron un campo minado que estaba conformado por cuatro
minas antipersonales. (Observatorio Derechos Humanos y DIH Vicepresidencia de la
República, 2011). Al sur del municipio de Puerto Rico, en los municipios de El Doncello y
El Paujil, la intensidad de los accidentes disminuyó y nuevamente aumentó
significativamente en el municipio de Montañita, en cercanías de cinco resguardos
Coreguaje, uno Embera – Katío y uno nasa (Observatorio Derechos Humanos y DIH de la
Vicepresidencia de la República).
En el caso de Putumayo, es posible decir que los municipios en los que se registró el
mayor índice de confrontación armada en el departamento (Puerto Asís, Orito, La
Hormiga y Puerto Guzmán) coinciden con aquellos en los que se registró el mayor
número de eventos y víctimas por minas antipersonal y municiones abandonadas sin
explotar (MAP/MUSE) (Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de
la República, 2008). Como lo muestra el Mapa 2, en el período entre 2010 y 2011, la
zona donde más ocurrieron accidentes por MAP/MUSE es la que está en cercanías de la
base militar de Teteyé, en el municipio de Puerto Asís, cerca de la frontera con Ecuador,
donde hay dos resguardos nasa (Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la
Vicepresidencia de la República, 2012). Según contó la gente durante las asambleas,
también en el cabildo Nasa Uh, municipio de Ipiales, hay campos minados. Tres nasa han
caído en las minas. En el corregimiento de Cofanía, municipio de Ipiales, hay una base
militar y casi todas las noches hay hostigamientos. En cercanías de la base, también hay
una torre de Comcel y ya ha habido varias amenazas de voladura de la torre.
Mapa 1. Accidentes por MAP/MUSE en el departamento de Caquetá, 2010-2011
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH, Vicepresidencia de la República
105
Mapa. Accidentes por MAP/MUSE en el departamento de Putumayo, 2010-2011
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la
República, 2012
En la actualidad, la mancha humana de color verde que pinta el panorama del
aeropuerto de Puerto Asís, indica que la situación de militarización de la región no ha
cambiado. En el marco del Plan de Consolidación, largas filas de soldados rasos, con
caras y espíritus jóvenes y aventureros, vestidos de civil, descienden de los aviones de
las fuerzas militares. La mayoría lleva en sus espaldas una gran mochila camuflada. El
peso de la guerra. En la puerta del aeropuerto, otra larga fila de militares, al parecer
más experimentados e indescriptiblemente armados, los espera. En cuestión de minutos,
la mancha humana verde desaparece. Al parecer, no por mucho tiempo. Se renueva de
manera constante. Es en ese lapso de tiempo en el que es posible ver qué hay del otro
lado de una de las avenidas principales de Puerto Asís. A un costado de la calle, del otro
lado de la entrada del aeropuerto, se encuentran estacionadas varias camionetas de
diferentes misiones humanitarias. Algunos kilómetros más adelante, en la vía que de
Puerto Asís conduce hacia el Valle del Guamuez, y en cercanías de una de las primeras
bases militares que es posible divisar a lo largo del recorrido, aparecen varios carteles:
“Vuélese, guerrillero”. Las imágenes de la guerra. Una guerra bañada con la sangre del
petróleo. A un lado de la carretera, un oleoducto de gran tamaño: el transandino. Tubos,
pozos y militares. El panorama de la región. La coca ya no se ve, por los menos no por
ahí cerca, donde hace algunos años era posible registrar su presencia. “Para cada pozo,
una base”, señaló con contundencia un gran conocedor y líder nasa de la zona. No es
coincidencia que en el departamento del Putumayo existan ocho divisiones del Ejército
Nacional con 31 brigadas, como lo muestra el siguiente mapa:
106
Mapa 2. Unidades de Fuerza Pública en Putumayo
Fuente: Grupo de Memoria Histórica, 2012
Los nasa explicaron la manera como entienden la presencia de actores armados en sus
territorios y la forma como dicha presencia los afecta. Durante la asamblea del cabildo
Cerro Guadua, municipio de Puerto Guzmán, un mayor lo expresó así:
Tenemos abandono total por parte del estado, el territorio ha presentado
diferentes atropellos por parte de la fuerza pública que
patrulla
constantemente el territorio sagrado y a raíz del ejército tenemos la
guerrilla que coloca minas antipersona, que afecta la movilidad dentro de
nuestro entorno, ya no se puede salir a realizar las actividades del campo,
la pesca y la cacería. El hecho de que estemos rodeados de grupos armados
hemos tenido señalamiento a líderes y comuneros, desplazamiento y
asesinatos. Por causa del conflicto que padecemos a diario se ve afectado
el proceso político que hemos emprendido, se mira que la población
indígena en muchas ocasiones no presta interés por la organización debido
que temen ser desplazados. Gracias al proceso que lleva el consejo
regional indígena del Putumayo Kwe´sx Ksxa´w se ha logrado motivar a la
comunidad para conformar la guardia indígena quien tendrá la tarea de
brindar control territorial (Asamblea Cabildo Cerro Guadua, Puerto
Guzmán).
El territorio ha sido atropellado por la fuerza pública, recuerda el mayor, mientras
señala una relación de causalidad mediante la cual explica la manera como entiende la
guerra y la lógica que para él adquiere: “la fuerza pública patrulla constantemente el
territorio sagrado y a raíz del ejército tenemos la guerrilla que coloca minas antipersona
107
que afectan nuestra movilidad”. En el sentido de su explicación, si no hubiera fuerza
pública atropellando el territorio, no habría guerrilla que instala minas antipersonal que
afectan su movilidad y le impiden realizar las tareas del campo, así como cazar y pescar
para asegurar su supervivencia y la de su familia. Los efectos de esta presencia armada,
que funciona a manera de círculo vicioso porque si unos están los otros también, se
sienten todo el tiempo a través de los señalamientos, los desplazamientos y los
asesinatos que vienen de lado y lado. Esta violencia, explica el mayor, también ha
golpeado de manera contundente los procesos político – organizativos de la nación nasa
en el Putumayo porque, como expresó el mayor, “se mira que la población indígena no
presta interés por la organización debido a que temen ser desplazados”. Sin embargo, la
intención de fortalecer el proceso organizativo a través de la conformación de la guardia
indígena se convierte en una oportunidad para hacerle frente al conflicto asegurando el
control territorial.
Así, los atropellos de la fuerza pública son denunciados constantemente por las
pobladoras y pobladores nasa. Tanto en el departamento de Caquetá como en el
departamento de Putumayo la población nasa ha denunciado la ocupación de bienes
civiles y/o la instalación de bases y trincheras a lado de bienes civiles por parte de los
actores armados. La ocupación por parte del ejército de las escuelas y centros de salud
en las zonas rurales se ha convertido en una situación preocupante. A la vez, la
confrontación armada ha implicado violaciones masivas y sistemáticas a los derechos
humanos, como son los señalamientos, el confinamiento, los desplazamientos forzados y
los bloqueos económicos, los asesinatos, las masacres. A esto se suma el uso de armas
indiscriminadas en el marco de la confrontación armada, como las minas antipersonal o
las prácticas de bombardeo por parte de la Fuerza Pública que han dejado decenas de
víctimas. A continuación, nos detendremos en el fenómeno de desplazamiento forzado
que ha afectado a la nación nasa de los departamentos de Putumayo y Caquetá.
Casos de desplazamiento.
Los registros y análisis de Codhes (2010) sobre desplazamiento forzado en Colombia
señalan que el número de personas desplazadas en el departamento de Putumayo en el
período comprendido entre 1999 y 2010 fue de 88.926, mientras que en el departamento
del Caquetá fue de 117.949. Para el caso del Putumayo, los municipios más afectados
fueron Puerto Así, Puerto Guzmán y Valle del Guamuez, mientras que en el caso de
Caquetá fueron, en orden de afectación, los municipios de San Vicente del Caguán,
Puerto Rico, La Montañita y El Paujil. Vale la pena aclarar que estas cifras corresponden
a los departamentos y municipios de llegada (Codhes, 2010).
Según la Resolución Defensorial No. 26 de Octubre de 2002, “en el año 2000, la RSS
registraba 7.248 desplazados, lo que arroja un promedio mensual de 604 personas. De
acuerdo con la información del Sistema Único de Registro de la Red de Solidaridad
Social, durante el año 2001, 17.143 personas fueron expulsadas de municipios del
Putumayo (Defensoría del Pueblo, 2002:10). Más adelante, la Resolución agrega que los
sectores de la población más afectados por el desplazamiento forzado han sido los
indígenas, los campesinos, los líderes comunales, los inspectores, y en algunos casos, los
promotores de salud, personas de las iglesias evangélicas y sacerdotes católicos y los
docentes. Uno de los sectores sociales que presenta mayores niveles de riesgo frente al
desplazamiento forzado es el de las comunidades indígenas que constituyen el 2% del
total de la población colombiana y representan el 8% del total de la población
108
desplazada (Defensoría del Pueblo, 2002:10-11).
La dimensión del desplazamiento forzado entre los pueblos indígenas de Putumayo y
Caquetá no puede ser percibida a través de las cifras. En primer lugar, porque el drama
del desplazamiento forzado desborda los números y va más allá de ellos. En segundo
lugar, porque no se dispone de suficiente información al respecto porque el nivel de
subregistro es muy alto. Sobre todo, si tenemos en cuenta que uno de los instrumentos
fundamentales de la política pública en materia de desplazamiento, como es el caso del
Plan Integral Único de Atención a la Población desplazada (PIU) no tiene, en su mayoría,
un enfoque diferencial y las estadísticas que presenta no aparecen diferenciadas por
grupo étnico. Sin embargo, en el cálculo aproximado a partir de la información
recopilada, podemos decir que en el período comprendido entre 1995 y 2013, se han
presentado 85 casos de desplazamiento que han afectado a todos los pueblos indígenas
de ambos departamentos. El 23.5% de ellos (20 casos) ocurrieron en el departamento de
Caquetá, mientras que el 76.5% restante (65 casos) tuvieron lugar en Putumayo. Como
veremos más adelante, 66 de esos casos fueron contra la nación nasa.
En ambos departamentos hubo un claro predominio de los desplazamientos colectivos.
Del total de desplazamientos, 62 de ellos fueron de tipo colectivo, mientras que los
otros 23 fueron individuales. Aun cuando todavía es una tarea urgente precisar de
manera más detallada la trayectoria durante el desplazamiento, es posible decir que los
desplazamientos se hicieron sobre todo hacia los cascos urbanos de los municipios.
Durante este período, el total de víctimas indígenas registradas por haber sufrido
desplazamiento forzado ascendió a 2.263. Sin lugar a dudas, el año 2002 fue en el que se
registró el mayor número de eventos de desplazamiento: 17 en total, lo cual elevó la
cifra de víctimas que ascendió a 1.402 personas. La responsabilidad de los eventos de
desplazamiento forzado recayó en su mayoría sobre los paramilitares. Del total de
víctimas, que ascendió a 2.263, 1361 de ellas son responsabilidad de los paramilitares
(Ver Gráfica 1).
109
Gráfica 1. Desplazamiento forzado de los pueblos indígenas de Putumayo y Caquetá
por autores, 1995 – 2012
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
En relación con los nasa, los registros sobre los eventos de desplazamiento forzado en los
departamentos de Putumayo y Caquetá señalan que éstos han ocurrido entre los años
2000 y 2012 y que la mayoría han sido hacia las cabeceras urbanas. Como lo señala la
Tabla 1, un cálculo aproximado indica que el número de eventos de desplazamientos
forzados contra la nación nasa ascendió a 66. Cuarenta y siete (47) de estos casos
ocurrieron en el departamento de Putumayo mientras que los 19 restantes tuvieron lugar
en Caquetá. Del total de desplazamientos forzados, 44 de ellos fueron colectivos y 22
fueron individuales. De los 44 casos de desplazamiento colectivo, 6 de ellos fueron
masivos. El total de víctimas nasa registradas se aproximó a las 1.344 personas. Aun
cuando la periodización sobre la que estamos trabajando es entre 1995 y 2012, es
necesario decir que antes del año 2000 no aparecieron registrados eventos de
desplazamiento sufridos por la nación nasa, lo cual indica que hay un vacío en la
información al respecto.
110
Tabla 1. Total de desplazamientos por departamento y municipio
Departamento/Municipio
Tipo de desplazamiento
Desplazamiento
Desplazamiento
Colectivo
Individual
CAQUETA
10
9
BELEN DE LOS ANDAQUIES
2
1
EL PAUJIL
1
1
FLORENCIA
2
PUERTO RICO
3
2
SAN VICENTE DEL CAGUAN
1
VALPARAISO
1
5
PUTUMAYO
34
13
ORITO
2
3
PUERTO ASIS
1
PUERTO CAICEDO
12
2
PUERTO GUZMAN
11
4
PUERTO LEGUIZAMO
1
VALLE DEL GUAMUEZ
4
4
VILLAGARZON
3
Total general
44
22
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
Total
general
19
3
2
2
5
1
6
47
5
1
14
15
1
8
3
66
En términos de la dinámica de los eventos de desplazamiento, puede decirse que
aumentaron año tras año. En el año 2000, se registraron dos casos de desplazamiento
contra la nación nasa, mientras que dos años después, en 2002, ascendieron a 6. La
escalada de este fenómeno y los impactos sobre la población nasa coinciden con la
tendencia a la agudización del conflicto armado en todo el país, orquestada al compás
de la conformación de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), de la puesta en
marcha del Plan Colombia, del fracaso del proceso de diálogo y negociación entre el
gobierno colombiano y las FARC y de la elección de Álvaro Uribe Vélez como presidente
de Colombia. Sin embargo, el año en el que se registraron más eventos de
desplazamiento fue 2008, cuando la cifra ascendió a 14 casos.
Los municipios que registraron casos de desplazamiento forzado en el departamento del
Putumayo fueron Orito, Puerto Asís, Puerto Caicedo, Puerto Guzmán, Puerto Leguízamo,
Valle del Guamuez y Villa Garzón. En el caso del Caquetá, los municipios que registraron
población nasa desplazada fueron Belén de los Andaquíes, El Paujil, Florencia, Puerto
Rico, San Vicente del Caguán y Valparaíso. Las mayores cifras de desplazamiento forzado
de tipo colectivo tuvieron lugar en Puerto Caicedo y Puerto Guzmán, en el
departamento de Putumayo (Gráfica 2).
111
Gráfica 2. Casos de desplazamiento forzado por municipio (1995 – 2013).
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
En relación con la autoría de los eventos de desplazamiento forzado en ambos
departamentos, es posible observar que del total de 66 casos de desplazamiento, 24
(36.3%) fueron responsabilidad de la insurgencia, 19 (28.8%) corresponden a “otros
actores violentos”, 14 (21.3%) fueron producidos por el ejército, la fuerza aérea o la
policía, y los 9 (13.6%) casos restantes fueron cometidos por los paramilitares. Estas
cifras resultarían bastante paradójicas si no fueran objeto de un análisis cuidadoso. Aun
cuando la cifra más baja de eventos de desplazamiento forzado contra los nasa apareció
en cabeza de los paramilitares, 6 de los 9 casos corresponden a desplazamientos masivos
en los que resultaron afectadas 686 personas. Estos eventos de violencia ocurrieron en
los años 2000, 2002 y 2003. La mayoría de estos desplazamientos, como ha sido
ampliamente documentado, fueron cometidos en acciones conjuntas entre los
paramilitares y el ejército nacional. Los municipios más golpeados fueron Puerto Caicedo
y Villa Garzón, en el departamento de Putumayo. Los otros tres casos corresponden a
desplazamientos individuales que ocurrieron en el municipio de Valparaíso,
departamento de Caquetá. También es necesario mencionar que los casos que
aparecieron bajo responsabilidad de otros actores violentos ocurrieron entre 2007 y
2012, los años siguientes al proceso de desmovilización paramilitar. Esto significa que a
esos 9 casos que aparecen en cabeza de los paramilitares, habría que sumarle los 19 de
los que fueron responsables “otros actores violentos”. Es decir, los paramilitares habrían
cometido el 42% de los hechos de desplazamiento forzado contra los nasa, mientras que
la insurgencia sería responsable del 37% y el 21% restante estaría en cabeza de la fuerza
pública (Ver Gráfica 3).
112
Gráfica 3. Desplazamiento forzado por actores
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
En la asamblea del cabildo nasa Yu´ Luucx, en el municipio de Valparaíso, varias de las
personas asistentes hablaron sobre la situación en la que se encontraban en relación con
el desplazamiento:
En este cabildo han sucedido hechos graves que involucran a la
comunidad en estos últimos años. Está el caso de una compañera,
Gobernadora del cabildo Yu´ Luucx.. Esta compañera fue amenazada por
los grupos armados, que en ese entonces eran las AUC, en ese entonces
vivía en el cabildo Yu´ luucx del Municipio de Valparaíso al año 2007. El
primer desplazamiento se hizo hacia el municipio de Valparaíso. Después
por continuar con la amenaza le tocó salir para la ciudad de Florencia
(Asamblea cabildo nasa Yu´Luucx, diciembre 5 y 6 de 2012).
Quienes participaron en la asamblea señalaron dos elementos claves en la comprensión
de la dinámica que adquiere el desplazamiento forzado: el primero de ellos, hace
referencia a la persona que es obligada a desplazarse. En este caso, como en muchos
otros, fue una mujer que ejercía el cargo de gobernadora de uno de los cabildos nasa del
departamento de Caquetá. Aunque no se refirieron con detalle a las implicaciones de
esto, en términos políticos y organizativos son estas personas que lideran los procesos
sobre quienes recaen la mayoría de amenazas, señalamientos, desplazamientos y
asesinatos en caso de no atender a la orden impartida: salir del territorio. Sin embargo,
y este es el segundo elemento, no fue suficiente con salir del territorio hacia el casco
urbano del municipio de Valparaíso. Nuevamente las amenazas la alcanzaron allí,
obligando a esta persona a desplazarse nuevamente hacia la capital del departamento.
Recientemente, en el mes de junio de 2012, tal como aparece referenciado en una carta
dirigida por la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (2012) al presidente de la
113
República, Juan Manuel Santos, “el día 11 de junio hacia las 10:00 a.m. en el caserío
Puerto Silencio en horas de la mañana, dos indígenas del pueblo Siona fueron víctimas
de mina antipersonal, perdiendo uno de ellos la vida y el otro parte de sus extremidades
inferiores. Por esta situación, 34 familias del cabildo indígena Nasa Kwesx Kiwe,
Chorrolargo, del corregimiento de Piñuña Blanco, municipio de Puerto Asís, se
desplazaron de sus viviendas, concentrándose en la escuela de la comunidad ubicada a
orillas del río Piñuña Blanco. Otras seis familias del cabildo se desplazaron y
concentraron en el caserío de Puerto Bello. Los daños irreparables a la vida e integridad
de las comunidades indígenas y el desplazamiento forzado de indígenas y campesinos,
ocurrió en medio de la militarización de efectivos regulares de la brigada 27 de Selva del
ejército nacional” (Comisión Intereclesial Justicia y Paz, 2012).
La mayoría de las asambleas que se llevaron a cabo en los departamentos de Putumayo y
Caquetá para la construcción del Plan de Salvaguarda enfatizaron sobre el impacto del
desplazamiento forzado en sus vidas. Los relatos hacen referencia, sobre todo, a eventos
de desplazamiento recientes. Sin embargo, aparecen asociados con procesos de
desplazamiento previo que se remontan a la época de la conquista ibérica y que
continúan durante la violencia de la década del Cincuenta. Precisamente, es a través del
desplazamiento que generó la violencia bipartidista que la mayoría de nasa que viven en
el Putumayo explican su presencia en la zona. Sin embargo, como recordó un mayor nasa
en uno de nuestros encuentros:
Estar en el Putumayo es volver a esos territorios de donde fuimos
desplazados en las épocas de la conquista. Somos originarios de la
amazonía, antes salimos de ahí por tanta violencia. En el Cauca se dio la
violencia y salimos de ahí nuevamente, ahora estamos retornando a
territorios que antes habían sido nuestros (Reunión Equipo Nacional, Plan
Salvaguarda, Febrero 15 de 2012).
El relato del mayor profundiza en los motivos por los cuales los nasa se encuentran
actualmente en el Putumayo. El hilo que estructura su relato es la violencia que han
vivido en diferentes momentos históricos y las guerras que los han obligado a
desplazarse hacia otros lugares. “Retornar a territorios que antes habían sido nuestros”
es el referente que explica los múltiples procesos de desplazamiento y la manera como
se ha configurado el territorio nasa en respuesta a los fenómenos de violencia de los que
han sido objeto.
Para referirse a la violencia actual y los impactos del desplazamiento, un mayor nasa
señaló durante la asamblea del resguardo Kiwnas Cxhab del municipio de Puerto Asís, en
el bajo Putumayo:
Anterior a los años del 2007 la violencia en el casco urbano se vivió
intensamente. El temor de salir al casco urbano era bastante aterrador, la
cabecera municipal vivió la violencia más desastrosa por parte de los
paramilitares. En las veredas cercanas del resguardo también estuvo la
violencia, a partir del año 2006 fue cuando se desplazaron las familias por
temor de ser asesinados. La violencia contra los lideres era de alto riesgo,
motivo por lo cual se detuvo el proceso organizativo. La militarización se
intensificó cada vez más hasta el punto que no se podía andar por el
territorio, la cacería como mecanismo de subsistencia de la familia se vio
114
afectada. (…) Pero todos los indígenas somos desplazados desde 1492
cuando se dio la llegada de los colonizadores. Por eso estamos acá.
Actualmente toda la población del resguardo es desplazada del
departamento del Cauca por causa de la violencia que se desarrolló en
los años 50 por parte de los partidos políticos que en la actualidad
existen: el partido conservador y el partido liberal (Asamblea Resguardo
Kwnas Cxhab, Puerto Asís, 2012).
Los cascos urbanos de estos municipios se convirtieron en espacios de terror, al punto
que la gente evitaba frecuentarlos. Algunos de los desplazamientos a los que se refieren
quienes participaron en las asambleas fueron de carácter preventivo, “por temor a ser
asesinados”, como lo recuerda uno de los mayores que intervino. Los actores armados,
de diversas formas, siempre buscan involucrar a la gente, configurando y dándole forma
a la relación binaria amigo/enemigo que estructura la lógica de la guerra. Varias
personas comentaron las diversas maneras en las que los actores armados buscan
involucrarlos: pidiendo una moto prestada, pidiendo que guarden los alimentos en sus
hogares, estableciendo vínculos amorosos con algún miembro de la familia, entre otros.
El relato anterior explica que la presencia de los nasa en la región de Putumayo (pero
también de Caquetá) está asociada con el desplazamiento que se vieron forzados a
hacer durante la violencia de los años cincuenta. Sin embargo, es importante mencionar
también que varias asambleas contaron con la participación de comuneras y comuneros
desplazados en los últimos años del departamento del Cauca.
En términos de los movimientos migratorios, parece urgente preguntarse por las razones
que impulsan a los nasa a “huir” de la violencia de sus antiguos lugares de residencia
para buscar “refugio” en otro lugar que, paradójicamente, está igualmente afectado
por la violencia política y donde nuevamente pueden convertirse en potenciales
desplazados o desplazadas.
También quienes participaron en la asamblea de los cabildos urbanos La Gaitana y Nasa
Uus, en el municipio de Florencia, Caquetá, señalaron que:
Uno de los principales factores que causan el desplazamiento en los
pueblos indígenas es la presencia de la Fuerza Pública, paramilitares y
grupos guerrilleros en nuestros territorios. Muchas personas también se
desplazan por temor a que sus hijos sean reclutados por los grupos
armados. Hemos tenido muchos casos de jóvenes que no quieren
desplazarse y tampoco quieren ser reclutados y han optado por el
suicidio.
El desplazamiento, en la mayoría de los casos, aparece como un mecanismo de
protección frente a las agresiones que viven los nasa en sus territorios. Como expresa el
relato anterior, una de las amenazas más frecuentes en los territorios indígenas de
Putumayo y Caquetá son los reclutamientos forzados de los jóvenes. Para evitarlo, las
familias deciden desplazarse. Sin embargo, como señala también la narración, hay
jóvenes que no quieren ni desplazarse ni tampoco quieren ser reclutados y se inclinan
por otra opción, que resulta igualmente preocupante: el suicidio. En el caso del
municipio de Puerto Rico, por ejemplo, uno de los municipios más golpeados por la
violencia y que se ha convertido en municipio receptor y expulsor de población, la
115
amenaza aparece como el principal detonante del desplazamiento y las FARC como el
principal actor sobre el que recae esta responsabilidad (PIU Puerto Rico, 2011).
El período entre 2000 y 2007 fue definido por los nasa de Putumayo y Caquetá como uno
de los más violentos. Esta violencia aparece asociada, sobre todo, a la presencia y
presión paramilitar. Las causas de los desplazamientos que fueron forzados a hacer
aparecen vinculadas a dos motivos. El primero de ellos, la intensidad de la violencia
directa que fue ejercida contra la población nasa por parte de todos los actores
armados; el segundo, los impactos de las agresivas fumigaciones que tuvieron lugar en
esta región después de la puesta en marcha primero del Plan Colombia en 2000, después
del Plan Patriota en 2004 bajo la política de seguridad democrática de Álvaro Uribe
Vélez y finalmente con el Plan de Consolidación. Todas las asambleas indicaron que los
procesos de desplazamiento que se vieron forzados a hacer estuvieron precedidos por
las fumigaciones y señalan, además, que el proceso de desalojo y despojo al que fueron
sometidos por parte de los paramilitares hizo parte de una estrategia de las empresas
petroleras “para quitarnos lo que es nuestro”. La asamblea del cabildo Kite Kiwe
(Floresta, alto Coqueto), del municipio de Puerto Asís, se refirió sobre este asunto:
Los paramilitares anteriores al año 2007 hicieron presencia permanente
en los territorios ocasionando muertes, intimidaciones, desplazamientos
y asesinatos masivos en las comunidades colonas, ocasionando miedo a los
alrededores de la población civil que de manera masiva desocupaban las
tierras para poder proteger sus vidas. Actualmente las tierras
abandonadas cuentan con la presencia de multinacionales extractoras de
petróleo que se adueñaron con su estrategia de desalojo a la fuerza por
parte de los paramilitares (Asamblea Kite Kiwe, 2012).
En las narraciones de la gente, el año 2007 aparece como un punto de inflexión en la
dinámica de la violencia. Esto, al parecer, está relacionado con la manera como la gente
experimentó y recordó la violencia paramilitar antes de la desmovilización y todo lo que
vino después de ella. Sin embargo, toda la intensidad de la guerra, sí aparece asociada
al período anterior a 2007, como lo confirma el siguiente relato. Como mencionamos
antes, uno de los municipios más afectados por los eventos de desplazamiento forzado
fue Puerto Caicedo. Durante la asamblea que tuvo lugar en el cabildo nasa Sek
Kthanxita Kiwe (Alpes Orientales), la gente expresó:
La comunidad de los Alpes Orientales cuenta con una población pequeña
y el motivo de la salida de los comuneros se da por causa del conflicto
armado en el territorio. Esta comunidad en los años 2001 hasta el 2005 la
violencia por parte de los paramilitares y la guerrilla se incrementó a
unos niveles altos y nos obligó a dejar nuestras tierras, los que se
resistían a dejar sus propiedades fueron asesinados de forma masiva
acabando con sus familias y las cosas materiales, pues se llevaban los
objetos que tenía valor. (…) Otra de las afectaciones que actualmente han
significado problemas en la comunidad son las fumigaciones aéreas que
se realizan de forma indiscriminada en el territorio causando grandes
impactos ambientales a la flora y la fauna, pero a la vez también ha
causado desplazamiento por causa de las fumigaciones de los cultivos
lícitos, dejando a la comunidad sin alternativas económicas y sin
productos alimenticios para las familias (Asamblea cabildo nasa Sek
116
Kthanxita Kiwe (Alpes Orientales), 2012).
En el mismo sentido se expresó la asamblea del Cabildo Kwnas Cxhab (Alto Lorenzo), del
municipio de Puerto Asís, al señalar:
La fumigación aérea también es causante de la pobreza y del
desplazamiento de las familias, debido a que ha venido acabando con la
autonomía alimentaria de las familias que lo cultivan, la fumigación ha
causado nuevas enfermedades en las personas y en los animales, ha
terminado con los bosques primarios y secundarios, con las especies de
fauna que han tenido que huir por que no encuentran su alimentación por
motivo que las fumigaciones que se realizan cada tres meses no permite
que se puedan recuperar las zonas afectada. Como habitantes de estos
territorios vemos que el gobierno está en la obligación de reparar estas
tierras que han dejado de ser aptas para la agricultura, la población
indígena que habitamos estos sectores nos vemos vulnerados de todos los
derechos no hemos tenido la protección de ninguna institución o
funcionarios encargados de proteger los derechos individuales y colectivos
de la nación nasa (Asamblea Cabildo Kwnas Cxhab (Alto Lorenzo), 2012).
-
Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y comunidades
indígenas y a sus miembros individuales en el conflicto armado.
En el período comprendido entre 1995 y 2012, los pueblos indígenas del departamento
de Caquetá y Putumayo fueron sido fuertemente golpeados por la violencia. Lo primero
que se observa sobre la dimensión y complejidad del problema es la cifra total de
violaciones e infracciones individuales de los derechos humanos y el DIH que en dicho
período ascendió a 517 violaciones. 60 de ellas, es decir el 11.6%, ocurrieron en el
departamento de Caquetá, mientras que las 457 violaciones restantes tuvieron lugar en
el departamento de Putumayo, lo que significa un 88.4% del total. De ese total de 517
violaciones contra los pueblos indígenas de ambos departamentos, 186 de ellas (35.9%)
fueron cometidas contra la nación nasa.
Como lo muestra la Gráfica 4, las violaciones contra la nación nasa en los departamentos
de Caquetá y Putumayo empezaron a registrarse a mediados de la década del noventa.
El número de víctimas en el período entre 1995 y 2012 habla de la magnitud del
problema y de sus impactos diferenciales en ambos departamentos: 186 víctimas en
total; 151 de ellas en el departamento del Putumayo, mientras que las 29 restantes
corresponden al departamento de Caquetá. El año 2002 aparece con el registro más alto:
47 víctimas. Según lo señala la Resolución Defensorial No. 26 de Octubre de 2002,
“durante los años 2000 y 2001, continuaron las masacres, homicidios múltiples y
asesinatos selectivos por cuenta de las Autodefensas y otros grupos sin identificar, así
como las acciones bélicas y los asesinatos ejecutados por las FARC. La situación de
violación de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, durante ese
periodo, fue mucho más grave en el bajo Putumayo que en las otras regiones del
departamento, en la medida que dicha zona se convirtió en eje de la disputa territorial
entre los citados actores armados. En efecto, en los municipios que conforman la
subregión se presentó una cadena sistemática de señalamientos, asesinatos selectivos,
masacres y desapariciones que ocasionó el desplazamiento forzado de campesinos e
117
indígenas, comerciantes y transportadores, la cual ha sido denunciada
permanentemente ante las instancias competentes tanto en el nivel nacional e
internacional” (Defensoría del Pueblo, 2002).
Gráfica
4.
Total
de
víctimas
en
Putumayo
y
Caquetá,
1995-2012
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
La Gráfica 5 muestra que para el período en estudio, el asesinato político fue el tipo de
violación que golpeó con más fuerza a la nación nasa pues la cifra total para ambos
departamentos ascendió a 131 personas asesinadas. 109 de ellos ocurrieron en el
departamento de Putumayo, indicando que la violencia contra la nación nasa ha
golpeado de manera más contundente a los nasa que viven en dicho departamento. El
tipo de violación que se ubica exactamente por debajo de los asesinatos políticos es el
reclutamiento forzado, cuya cifra ascendió a 24 casos.
Frente a los señalamientos, el nivel de subregistro es muy alto y por este motivo es
difícil obtener una cifra que muestre la intensidad de esta violación. Sin embargo, la
alarmante cifra de asesinatos sirve como indicador de la magnitud del problema, porque
por lo general éstos van precedidos de los señalamientos y las amenazas. Para el caso
del Caquetá, la Corporación Caguán Vive (2011) emitió un comunicado de "Alerta de
campesinos e indígenas de Meta y Caquetá ante señalamientos tendenciosos". El
comunicado manifiesta su preocupación frente a una noticia publicada por el periódico
118
El Tiempo el 19 de septiembre de 2011, titulada "La reforma agraria de Jojoy", en la que
se señala a las organizaciones sociales de San Vicente del Caguán y La Macarena de ser
organizaciones de la guerrilla y atribuyéndoles a esta última el proceso de poblamiento
de esta zona. Frente a esto, manifiestan la legitimidad, autonomía, legalidad e
independencia de dichas organizaciones sociales, reconocidas por el estado en su
carácter de Juntas de Acción Comunal (J.A.C) y de cabildos indígenas constituidos.
Muestra que "el gobierno ha señalado de manera recurrente la necesidad de adjudicar
nuevas zonas de explotación petrolera, de fomentar megacultivos de palma aceitera y
caucho y de encontrar nuevas opciones que pongan a andar la locomotora mineroenergética del gobierno actual con el coltán. El llamado de alerta es, entonces, a la
opinión pública, al pueblo colombiano, al gobierno nacional, a la comunidad
internacional por las posibles acciones que se tomen en contra de las organizaciones
sociales campesinas e indígenas (Caguán Vive, 2011).
Gráfica 5. Tipo de violaciones por departamento, 1995-2012
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
119
Por su parte, la cifra de las amenazas colectivas e individuales señala el nivel de
subregistro que hay frente a este tipo de violación: 9 en total. El panorama frente al
registro de las desapariciones forzadas tampoco es muy alentador porque para el período
la cifra únicamente asciende a 2 personas. Lo mismo sucede para el caso de las
detenciones arbitrarias, los heridos, los secuestros y las violaciones sexuales y/o
torturas. La cifra total de estas violaciones es de 10 víctimas. En particular, aparecen
registrados 4 casos de violencia sexual, uno de ellos tuvo lugar en el departamento de
Putumayo en el año 2006, otros dos ocurrieron en el departamento de Caquetá en 2007 y
2008 y uno más tuvo lugar en el departamento de Nariño, resguardo Nasa Uh del
municipio de Ipiales, en el año 2012. Este último evento de violencia tuvo un despliegue
importante en los medios de comunicación. Según aparece documentado en el Banco de
Datos de Derechos Humanos y Violencia política del CINEP, “un militar adscrito al
Batallón Plan Especial Energético y Vial No. 9 José María Gaitán del Ejército Nacional
violó en zona rural a una mujer indígena de 40 años de edad, del resguardo Nasa Uh, del
municipio de Ipiales, Nariño.
Según relata la denuncia: "Hacia las 6:30 p.m., de ese viernes, Floralba Yunda Dizú, de
40 años de edad, con retraso mental, salió a buscar alimento para dar a los animales en
la finca de su familia, ubicada dentro del territorio del Resguardo Nasa Uh. De regreso a
su lugar de habitación un militar del BEEV Nº 9 que se encontraba a la orilla del camino
la cogió por el brazo, Floralba se soltó y corrió en dirección hacia su vivienda. El
uniformado corrió tras ella, al alcanzarla la tomó por la fuerza del brazo y la introdujo
entre los matorrales aproximadamente a 10 metros del camino y allí con violencia la
accedió carnalmente. El resto de militares se encontraban aproximadamente a 100
metros del lugar donde fue accedida de manera violenta Floralba. Dos días después,
Floralba contó a sus familiares lo sucedido. El miércoles 23 de mayo, cinco días después
de la violación, militares del BEEV Nº 9 estuvieron a los alrededores de la casa de la
familia Yunda Dizú. El sábado 26 de mayo familiares de Floralba junto a ella se
dirigieron a la Base del BEEV Nº 9 para denunciar lo sucedido, fueron atendidos por el
Capitán Jorge William Chacua y el Teniente Werner Forero Gómez, quienes después de
escuchar la denuncia llamaron a la tropa para que Floralba identificara al soldado que
abusó de ella. Floralba por miedo no hizo el reconocimiento. El jueves 31 de mayo,
familiares de Floralba, interpusieron acciones legales pertinentes ante las instalaciones
de la Seccional de Investigación Judicial (SIJIN); este día, agentes procedieron a la toma
de los testimonios y ordenaron la remisión para valoración de Medicina Legal. La toma
del testimonio ante el Inspector de Familia no pudo realizarse dadas las condiciones
emocionales y mentales de Floralba". Tal como lo documenta el Auto 004 y el Auto 092,
la prostitución forzada, la violencia sexual y el enamoramiento de mujeres y jóvenes
indígenas hacen parte de una táctica bélica que potencia los riesgos de las mujeres
indígenas y muestra la manera como éstas son involucradas y victimizadas en el conflicto
armado por su condición de género.
Del total de las violaciones a los derechos humanos y al DIH contra los nasa en los
departamentos de Putumayo y Caquetá, el 33.3% fueron cometidas por los grupos
paramilitares, el 30% por los grupos insurgentes, el 18.8% por actores estatales y el
17.7% restante por otros actores violentos (Ver Gráfica 6).
120
Gráfica 6. Total de violaciones por actores
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales.
Después del fracaso de los procesos de colonización dirigida (Ley 20/59) y de
colonización espontánea impulsados por el gobierno colombiano a través del Instituto
Colombiano para la Reforma Agraria (INCORA) (Uribe y Ferro, 2002), la economía ligada a
los cultivos de uso ilícito se convirtió en una opción para quienes habían llegado a la
región en busca de una mejor vida después de haber sido expulsados por la violencia que
inundó la región andina en la década del Cincuenta, pero también para quienes llegarían
atraídos por la bonanza.
En el departamento de Caquetá, el cultivo de hoja de coca para cultivo comercial se
inició a mediados de la década del setenta, marcando un nuevo proceso de colonización
de pobladoras y pobladores que se vieron atraídos por la bonanza y los beneficios
económicos que el cultivo generaba. Según lo documenta Ferro (2001), en 1978 empezó
un dilema para las FARC que consistía en definir si permitir o no que los colonos
sembraran coca. Al parecer, luego de hacer varias consultas con autoridades civiles,
121
políticas, eclesiásticas e incluso con algunos académicos, las FARC decidieron dar
permiso para que los colonos pudieran subsanar la escasez económica en la que
encontraban en ese momento. La bonanza cocalera se extendió hacia mediados de
década del ochenta, cuando la desestabilización económica, social y política de
economía del narcotráfico empezó a golpear con fuerza las zonas en las que ésta
había consolidado años antes.
el
se
la
la
se
Magdalena Tavera (2001), basada en los informes gubernamentales, señala que en 1995
se inició un período intenso de fumigaciones aéreas con glifosato. En ese año, el
departamento de Caquetá había alcanzado un área de 15.600 hectáreas de coca
sembradas. En el país, un total de 25.402 hectáreas de cultivos ilícitos fueron
asperjadas. Las relaciones del gobierno colombiano con Estados Unidos, “aliado
histórico” en la “guerra contra el narcotráfico”, estaban en un momento de tensión muy
fuerte, a tal punto que el primero de marzo de 1996, el gobierno de Estados Unidos
descertificó al gobierno colombiano porque consideraba que sus esfuerzos en la lucha
contra el narcotráfico no estaban dando resultados satisfactorios. Las implicaciones de
este hecho se hicieron visibles en la suspensión de la “ayuda” financiera en la lucha
contra las drogas, entre otras. Frente a esto, el gobierno del entonces presidente
Ernesto Samper aumentó las fumigaciones aéreas de las plantaciones de coca en la
región amazónica, y también incrementó el control en la venta de los insumos para el
procesamiento de la pasta de coca, desafiando al gobierno estadounidense. Las
pobladoras y pobladores nasa de uno de los resguardos nasa del Caquetá se refirieron al
respecto en la asamblea del Plan de Salvaguarda:
Los cultivos ilícitos en esta comunidad para algunos de los comuneros era
la salida más fácil ya que no existía otra propuesta productiva óptima en el
comercio, pero a medida que el resguardo fue teniendo consecuencias con
las fumigaciones aéreas, nosotros tomamos cartas en el asunto y le
propusimos al Municipio y al departamento y a la fuerza pública
competente erradicar bajo unos compromisos de apoyar con proyectos
productivos con las personas que tienen estos cultivos. Desde el 95 la
comunidad en gran medida inicia con este proceso de erradicación hasta
estar en cero. Pero el gobierno no cumple. Es más: fumiga a nuestros
alrededores, donde están los vecinos colonos. La dispersión aérea siempre
perjudica área de territorio del resguardo (Asamblea resguardo Nasa Kiwe,
municipio de Puerto Rico, diciembre 6 y 7 de 2012).
Algunos meses después de sentir los impactos de esta nefasta e inconsulta decisión,
durante los meses de julio, agosto y septiembre de 1996, cerca de 200.000 hombres,
mujeres, niños y niñas campesinas e indígenas de Guaviare, Caquetá y Putumayo
marcharon para manifestarse en contra de dicha medida que puso en jaque su principal
fuente de subsistencia (Ramírez, 2001). En ese escenario, la movilización logró llamar la
atención del gobierno colombiano frente a la precariedad e inestabilidad económica de
campesinos e indígenas, quienes lograron detener las fumigaciones y proponer
estrategias para llevar adelante el proceso de sustitución de cultivos de coca (Uribe y
Ferro, 2002).
En 1997, el departamento del Caquetá contaba con 31.500 hectáreas de coca sembrada,
mientras que el Putumayo tenía 19.000 hectáreas. Un año después, en 1998, el área
total de aspersión a nivel nacional pasó de 25.402 hectáreas en 1995 a 69.155 hectáreas.
122
El departamento más afectado fue el Guaviare, que para ese momento ocupaba el
primer lugar en el ranking nacional de cantidad de áreas de cultivos ilícitos sembrados.
En esta vía, Tavera (2001) indica que “la intensa campaña de fumigación aérea en el
Guaviare, que alcanza las 60.920 hectáreas entre 1995 y 1997, tiene como efecto
inmediato la rápida expansión hacia el Caquetá y Putumayo, que en 1998 se convierten
en los dos principales productores de hoja de coca” (Tavera, 2001:100-101). Las
pobladoras y pobladores nasa de la región del Putumayo se refirieron a este proceso
durante una asamblea:
Los cultivos de coca tuvieron auge en el año de 1995 en este territorio.
Para entonces la gente dejó a un lado la organización volviéndose
individualistas y se olvidaron de los sembrados productivos como la
agricultura. La coca nos dejó pobreza y problemas familiares. En 1998 se
dio la primera fumigación masiva causando impacto en la comunidad. Uno
de ellos fue el desplazamiento porque la gente quedo sin nada para el
consumo debido que acabó con la agricultura y los bosques primarios y
secundarios afectando gravemente el territorio. Desde ese año la
fumigación ha sido continua. Se realiza cada seis meses y el gobierno no
nos ha consultado ni nos ha tenido en cuenta en ningún programa (Cabildo
Cerro Guadua, municipio de Puerto Guzmán, 2012).
En el relato anterior, la siembra de la coca en gran escala aparece asociada a una mente
“individualista” que obliga a la gente a abandonar el proceso organizativo. Al parecer,
eso duró poco porque como recuerda la narración, “la coca nos dejó pobreza y
problemas familiares”. Además, después de la fumigación de 1998, muchas personas se
vieron forzadas a desplazarse porque los suelos quedaron infértiles pues “acabó con la
agricultura”. Además, quien habla establece la periodicidad de las fumigaciones y la
manera en la que son puestas en marcha: se realizan cada seis meses y nunca han sido
consultadas a la población a pesar de la gran cantidad de impactos negativos que
causan.
En 1998, el departamento de Caquetá reportó 24.000 hectáreas de coca sembrada,
mientras que el Putumayo tuvo 30.100 hectáreas. La sumatoria de las hectáreas de coca
sembradas en ambos departamentos los ubicó en el primer lugar a nivel nacional, pero la
dinámica a nivel departamental sí viró como producto del incremento de las
fumigaciones tanto en Guaviare como en Caquetá. Así, para 1999 el departamento de
Putumayo registró 56.800 de coca sembradas, mientras que el Caquetá únicamente
registró 6.800 hectáreas (Tavera, 2001, tomado de Policía Nacional – Dirección
Antinarcóticos). Otras fuentes señalan que el número de hectáreas de coca sembradas
en el departamento de Putumayo para el año 1999 fue de 58.297 hectáreas (Houghton y
Villa, 2005, tomado de SIMCI). Así, “entre los años 1999 y 2001, en el Putumayo se
registra la mayor área cultivada en coca en el dominio nacional, alcanzando en 2000 su
máximo pico con 66.022 hectáreas sembradas que representaron el 40.5% del total
nacional” (Houghton y Villa, 2005:184). Los autores agregan, sin embargo, que la
cobertura de coca en los resguardos y en los territorios indígenas sin titulación en el
Putumayo era de 4.622 hectáreas, es decir, el 9.8% de la cobertura total de la coca
sembrada en el departamento (Houghton y Villa, 2005).
123
Tabla 2. Estimación de cultivos de coca en la región Putumayo – Caquetá, 1995 a
1999 (por hectáreas)
Departamento 1995
1996
1997
1998
1999
Putumayo
6.600
7.000
19.000
30.100
56.800
Caquetá
15.600
21.600
31.500
24.000
6.800
Total
22.200
28.600
50.500
54.100
63.600
Fuente: Adaptada del trabajo de Magdalena Tavera, 2001.
Sin embargo, vale la pena mencionar que en 1998, el gobierno de Andrés Pastrana puso
en marcha “el Plan Nacional de Lucha contra las Drogas 1998-2002, que contempló el
desarrollo alternativo como una política de largo alcance y que se convirtió en uno de
los pilares fundamentales del proceso de paz que adelantaría el gobierno con las FARC.
Esta política de desarrollo alternativo estuvo enfocada hacia cultivos ilícitos de
campesinos e indígenas que no fueran de tipo extensivo ni industrial” (Tavera, 2001).
Vale la pena hacer énfasis en que esta política diferencial nació como resultado de la
propuesta que campesinos e indígenas presentaron al gobierno de Samper durante las
negociaciones en el escenario del paro cocalero de 1996. Según señalan Houghton y Villa
(2005), “como resultado de las negociaciones, la población indígena logró acordar con
los organismos estatales un programa de erradicación manual del cultivo en oposición a
la fumigación como estrategia. Este Programa, que se nomina Raíz por Raíz, inicia su
implementación en 2001” (Houghton y Villa, 2005:188).
Este período de expansión y aumento de las hectáreas sembradas de coca en el
departamento de Putumayo, que va a la par con la implementación del programa de
sustitución de cultivos así como con la puesta en marcha del Plan Colombia, coincidió
con el período de agudización de la violencia en la zona. Los paramilitares, que habían
llegado a la región a finales de la década del noventa, luego del llamado de alerta que
había generado la capacidad de movilización durante el paro cocalero y preocupados por
el poder que había alcanzado las FARC, no se hicieron esperar para disputar el poder
político y económico que las FARC habían ganado a partir de su vinculación y control de
la economía ilícita (GMH, 2012; Ferro, 2001; Houghton y Villa, 2005).
En este sentido, al entrecruzamiento de los hilos y actores que le dan tal complejidad al
conflicto armado en los departamentos de Putumayo y Caquetá, es necesario añadirle el
nudo del narcotráfico, como uno de los factores centrales para “entender la dinámica y
especificidades del conflicto armado, así como la criminalización de sus habitantes por
parte del estado central debido a que se dedican al cultivo de una planta de uso ilegal,
lo cual en cierta medida ha legitimado, a los ojos de los actores armados, la violencia de
la que ha sido objeto la población” (GMH, 2012:30).
Bajo esta lógica, y con un presupuesto inicial de 1.300 millones de dólares (Vargas,
2001), el 22 de diciembre de 2000 se puso en marcha el Plan Colombia en el
departamento de Putumayo. La fumigación se hizo principalmente en los municipios de
San Miguel y Valle del Guamuez, que para ese entonces reportaban la mayor cantidad de
hectáreas sembradas de coca y eran los lugares donde el poder político y militar de las
FARC estaba más consolidado. Esta doble situación que vincula la presencia de grandes
extensiones de cultivos de coca y el poder de las FARC, convirtió a estos dos municipios
en objetivo militar. Ambos municipios fueron representados como cocaleros y, por ende,
violentos. Esto desembocó, además, en la criminalización de sus pobladoras y pobladores
por parte del gobierno y la fuerza pública (GMH, 2012:59). El caldo de cultivo estaba
124
creado para reivindicar y legitimar la entrada y presencia paramilitar en los cascos
urbanos de dichos municipios, hacia donde concentraron su avanzada militar. Aun cuando
el Plan Colombia había iniciado como un instrumento contundente frente a la lucha
contra las drogas, poco a poco y, sobre todo, después de once de septiembre de 2001
con el atentado de las torres gemelas en Nueva York, ese objetivo fue virando hacia la
lucha antiterrorista.
Si bien en 2001 el total de hectáreas sembradas de cultivos de coca en el departamento
de Putumayo fue de 47.120 según los reportes del SIMCI (2011), lo cual señala una
disminución en relación con el año 2000, para el año 2002 esta tendencia continuó en
disminución pues los registros señalan que el total de hectáreas de coca cultivada fue de
13.725. Pero los años en los que se reportó la disminución más notable fueron 2003 y
2010, con 7.559 y 4.785 hectáreas cultivadas, respectivamente. La cifra más baja que se
alcanzó en Putumayo en 2010 (4.785 has) fue el rango en el que se sostuvo la dinámica
del cultivo de coca en el departamento de Caquetá en 2005, 2006 y 2008. Como muestra
la Tabla 3, dos años después, en 2005, se registró un leve aumento que alcanzaría su
pico más alto en 2007 cuando en el departamento se registraron 14.813 hectáreas
cultivadas de coca, una cifra mucho mayor en comparación a la que se presentó para ese
mismo año en el departamento de Caquetá, donde aparecieron registradas 6.318
hectáreas cultivadas de coca.
Tal como lo registra el informe del SIMCI (2011), “en el departamento del Putumayo,
limítrofe con Ecuador y Perú, el cultivo de coca llegó a un máximo de 66.000 hectáreas
(40% del total nacional) en 2000. Después de cuatro años de reducciones importantes y
consecutivas, se redujo a 4.386 hectáreas (5% del total nacional) en 2004, pero esta
tendencia se modificó entre 2005 y 2007 con aumentos consecutivos del 105% en 2005,
37% en 2006 y 21% en 2007; a partir de este año se inició una fuerte tendencia a la
reducción que se quebró en 2011 cuando se duplica el área sembrada con coca de que se
había reportado en 2010. Según el censo del SIMCI (2011), Puerto Asís, en el
departamento del Putumayo, es el tercer municipio del país con mayor área sembrada
de coca (2.786 hectáreas), y el municipio de Puerto Leguízamo, en el mismo
departamento, aparece en el noveno lugar con 1.717 hectáreas (SIMCI, 2011).
Los cultivos de coca en el departamento de Caquetá alcanzaron su nivel histórico más
bajo en 2010 con 2.578 hectáreas (4,5% del total nacional), luego de una reducción leve
pero constante que se inició en el 2001 cuando alcanzaron 14.516 hectáreas (10% del
total nacional). Sin embargo, en 2011 esta tendencia cambió llegando a 3.327
hectáreas” (SIMCI, 2011:26-27).
Tabla 4. Cultivos de coca en la región Putumayo-Caquetá, 2005-2011 (en hectáreas)
Departamento 2005
2006
2007
Putumayo
8.963
12.254
14.813
Caquetá
4.988
4.967
6.318
Total
13.951
17.221
21.131
Tendencia
+28%
+23%
+23%
anual
Fuente: Tomada de Informe SIMCI, 2011
125
2008
9.658
4.303
13.961
-34%
2009
5.633
3.985
9.618
-30%
2010
4.785
2.578
7.363
-23%
2011
9.951
3.327
13.278
+80%
En la actualidad, las fumigaciones continúan. Fueron testigos de ello los miembros del
equipo regional Plan de Salvaguarda que se encontraban haciendo la asamblea en el
cabildo Nasa Kiwe, municipio de Puerto Leguízamo, en el departamento de Putumayo.
De igual manera ocurrió en el Cabildo Kwe´sx Kiwe Chorro Largo, en el municipio de
Puerto Asís, donde la comunidad informó que desde hace un mes se están adelantando
fumigaciones que están afectando gravemente a la comunidad (Asamblea Kwe´sx Kiwe,
Chorro Largo, municipio de Puerto Asís, 2012). Según lo reporta el SIMCI (2011), “las
operaciones de aspersión en Putumayo pasaron de 11.434 hectáreas en 2010 a 9.480 en
2011 y en el departamento de Caquetá de 16.947 hectáreas en 2010 a 12.888 en 2011.
Las operaciones de erradicación manual se incrementaron en Putumayo pasando de
1.972 hectáreas en 2010 a 3.855 en 2011 y en Caquetá de 1.556 hectáreas en 2010 a
1.254 en 2011” (SIMCI, 2011).
Las pobladoras y pobladores hablan con frecuencia de los impactos que las fumigaciones
han causado sobre sus vidas, como quedó registrado en el acápite sobre desplazamiento
forzado. Durante una asamblea que tuvo lugar en el cabildo Los Guaduales, del
municipio de Puerto Guzmán, las y los participantes se refirieron al tema con
preocupación:
La fumigación aérea como política del estado para combatir los cultivos de
uso ilícito también causa daños y desarmonización en la comunidad, lo que
hace que se pierda el sistema de economía propia que se tiene para el
consumo y sustento de las familias, los daños causados por la fumigación
son de manera irreparable y el gobierno es el único responsable de la
catástrofe que se tiene en los territorios, las nuevas enfermedades de piel
y respiratoria son un de las consecuencias de las fumigaciones, el
exterminio de las plantas nativas de uso medicinal y maderable están
desapareciendo de los territorios ocasionando la erosión de los terrenos
dejándolos dañados y sin posibilidades de ser cultivables (Asamblea
Cabildo Los Guaduales, municipio Puerto Guzmán, 2012).
La economía propia, como enfatiza el relato, se ve amenazada por la fumigación aérea,
causando desarmonía en la comunidad. El único responsable es el gobierno por “la
catástrofe que se tiene en el territorio”. Las enfermedades de piel y respiratorias son
algunos de los efectos visibles de la política de fumigación. Los daños, según los definen
quienes participaron en las asambleas, son irreparables.
En una serie gráfica publicada por el periódico El Espectador el día 29 de abril de 2012,
los niños y niñas que habitan en el sur de Colombia, en la frontera con Ecuador,
dibujaron sus percepciones sobre los impactos de las fumigaciones aéreas con glifosato
en sus vidas. A continuación, reproducimos algunos de ellos:
126
Dibujo 1
Dibujo hecho por Cecilia Cristina de la escuela Río Upano. Las aspersiones aéreas
provocaron enfermedades desconocidas que no respondían a los tratamientos. Las más
comunes eran las afecciones digestivas, respiratorias y en la piel. (Fuente: El
Espectador).
Dibujo 2
Dibujo hecho por María Elena Camacho de la escuela Río Upano. Decenas de animales,
que significaban el sustento de las familias, murieron intoxicados (Fuente: El
Espectador).
127
Otra de las amenazas identificadas por los nasa, que apareció de manera recurrente en
las asambleas, fue la presencia de empresas petroleras en territorios indígenas. El
municipio de Orito, en el departamento de Putumayo, es reconocido por ser el municipio
que produce la mayor cantidad de petróleo. Por este motivo, también es reconocido
como uno de los municipios que más militarizado se encuentra en la actualidad.
Varios autores establecen una periodización clave para comprender las dinámicas de la
explotación petrolera en el municipio de Orito. Durante el primer período, entre 1963 y
1981, la actividad extractiva estuvo en cabeza de la Texas Petroleum, momento que ha
sido reconocido históricamente como el de mayor bonanza petrolera. El segundo período
tuvo lugar en el momento en el que hubo un proceso de reversión de dicha concesión a
la empresa estatal Ecopetrol.
Las labores de exploración de la Texas iniciaron hacia la década del cuarenta en
cercanías de los municipios del Valle del Guamuez, Orito y Puerto Asís. Fue exactamente
en 1959 cuando el estado colombiano y la Texas realizaron un contrato de concesión
para la explotación y explotación de petróleo en una zona al occidente de Putumayo,
por un lapso de 30 años, conocido como la Concesión Orito. Después de que las
exploraciones resultaron favorables, la Texas inició el montaje para la explotación. El
área total de esta concesión fue de 940.000 has. (Ramírez, 2012). Algunos años después
de lograr la adecuación de la infraestructura petrolera de los pozos, de la apertura de
trochas, de la construcción de campamentos, entre otros, se inició la construcción de
dos obras de infraestructura: la carretera Santana – Orito y el oleoducto transandino. El
Pozo Orito 1 empezó a funcionar en 1963, aunque la explotación comercial inició seis
años después cuando se terminó de construir la obra que permitiría el transporte del
petróleo hasta el puerto de Tumaco, en el Pacífico: el oleoducto transandino, cuya
construcción se prolongó desde 1967 a 1969 (Angulo, 2010).
Roque Roldán (1995) expuso cuatro casos sobre la explotación petrolera en territorios
indígenas basándose en testimonios de diferentes personas que fueron testigos de la
situación de la época, ya fueran indígenas o no. Profundizó en el caso del Putumayo, el
de Orocué en Casanare, el de los Nukak del Guaviare y en el de los U´wa. En todos los
casos se hizo evidente el gran daño causado a las comunidades por la entrada de una u
otra empresa, en la medida en que obligaba a cambiar el espacio en el que cada
comunidad se desenvolvía, ya fuera por la construcción de las carreteras o por la
contaminación producto de los químicos empleados en estas extracciones o, como en el
caso del Putumayo, por el procesamiento de la coca. Estos cambios propiciaron una
fuerte pérdida del territorio por la venta de terrenos y su expropiación, forzando a los
indígenas a cambiar sus estilos de vida y a desplazarse a otros lugares (Roldán, 1995). Tal
como lo documentan Houghton y Villa (2005), “el pueblo Kofán es el grupo que encarna
el ejemplo de la moderna desterritorialización. Es en sus territorios en los que la
actividad petrolera concentra su acción, establece la infraestructura y desde donde
parte la infraestructura hacia el Pacífico. A tal punto, que al cabo de una década de
explotación petrolera, los Kofanes habían perdido el 70% de su territorio (Alianza del
Clima, 1999). Igual le sucedía al pueblo Inga y a los Siona (Houghton y Villa, 2005:182).
Roldán (1996) señala las estrategias de las que se valió la industria petrolera: sobornos,
la vinculación rotativa de los indígenas como empleados de la empresa por un período de
cuatro semanas (lo que en la zona se conoce como “el veintiocheo”), la financiación de
proyectos, la entrega de regalos en épocas de festividades, entre otras. Uno de los
128
resultados de esto, apunta Houghton (2008), es la precaria situación territorial de los
pueblos indígenas en el departamento del Putumayo, “uno de los más afectados por la
potrerización y la titulación de los resguardos a la medida de los bloques petroleros. En
Putumayo abundan los resguardos de menos de 300 hectáreas (algunos no superan las 70)
para poblaciones superiores a 400 personas, obligadas a vivir en los cascos urbanos y a
tener los resguardos como fincas. Al mismo tiempo, cerca de 15.000 indígenas de 31
comunidades no tienen aún territorios legalizados” (Houghton, 2008:295). A esto se
suma lo que el autor ha llamado el “etnocidio cartográfico” pues “la primera constante
en la línea dura del estado es la negación de la existencia de pueblos indígenas donde se
realizarán proyectos petroleros. Así, el Ministerio del Interior en repetidas ocasiones
“certificó” la inexistencia de comunidades indígenas en bloques petroleros superpuestos
con resguardos y territorios indígenas no titulados. Por obvias razones, quienes más se
han beneficiado de dichas “certificaciones” son las empresas petroleras (Houghton,
2008:291).
Mapa 4. Resguardos del Putumayo
Fuente: Informe WWF, s.f.
En 2007, el departamento de Putumayo estaba dividido en 17 bloques petroleros. La
Cuenca Putumayo, Caguán Putumayo y Valle Superior del Magdalena, que incluye los
departamentos de Putumayo, Caquetá y Cauca, contaba en ese momento con un total de
39 contratos petroleros que abarcaban 3.914.744,53 hectáreas. Catorce (14) de dichos
contratos afectaron el territorio nasa, como lo muestra la Tabla 5.
129
Tabla 5. Contratos o Bloques petroleros en territorios nasa en 2007. Cuenca
Putumayo, Caguán Putumayo y Valle Superior del Magdalena
Contrato/Blo
que
Operadora
Alea
Repsol
(España)
Ecopetrol
Modalidad
del
Contrato
Resguardos
o
territorios
nasa
afectados
Evaluación
El Descanso,
Técnica con Páez de la
ANH
Aguadita,
Porvenir;
Playa Rica,
Cerro
Guadua y
Alto Mango
(Asentamien
tos)
San Luis
Alto
Picudito,
Alto Sinaí y
Santa Rosa
de
Juanambú
(Asentamien
tos)
Departament
o
Municipio
Putumayo
P. Guzmán
Putumayo
Villagarzón
Putumayo
P. Asís
Putumayo
P. Caicedo
Putumayo
Valle del
Guamuez
Putumayo
P.Asís
Putumayo
P. Asís
Putumayo
San
Francisco,
Mocoa
Puerto Asís
El Danubio y
La Paila
(Cabildos)
Área Sur
Ecopetrol
Producción
directa ECP
Área
nororiente
B2
Área
Suroriente
Ecopetrol
Producción
directa ECP
Ecopetrol
Producción
directa ECP
Chaza
Argosy/Solana
Exploración
con ANH
Cpi-
Ecopetrol
130
Campo Bello
Nueva Isla;
Villanueva
(Cabildo
El Águila
Alto
Lorenzo; La
Libertad,
Las Delicias
y El Palmar
(Cabildos)
La Florida
Alto Lorenzo Putumayo
Suroriente
Guayuyaco
(Santana)
Argosy/Solana
Maranta
Emerald
Mecaya
Gran Tierra
Energy
Colombia
Ltda.
Ecopetrol
NororienteBq1
Putumayo
West A
Put 2
Gran Tierra
Energy
Colombia
Ltda.
ANH
Put 4
ANH
San Gabriel
Ecopetrol
Exploración
asociación
ECP
Exploración
directa ECP
La Leona
Cauca
Piamonte
Porvenir, La
Barrialosa
El Descanso
Putumayo
P. Guzmán
Putumayo
P. Guzmán
Porvenir La
Barrialosa
La Florida
Putumayo
P. Guzmán
Putumayo
Mocoa
Alpamanga,
Porvenir, La
Barrialosa,
La Aguadita
Putumayo
Porvenir, La
Barrialosa
Putumayo
El Portal
Putumayo
Puerto
Caicedo,
Villa
Garzón,
Puerto
Guzmán
Puerto
Guzmán
(aparece
Puerto
Asís)
San José
del Fragua
Hijos de
Juan Tama
(asentamien
to urbano)
Mocoa
Cauca
Santa Rosa
YanaconaNasa de
Santa Marta
Fuente: ANH, SIG CECOIN (adaptada de Tierra contra la Muerte, 2008)
Hoy, seis años después, la misma Cuenca Caguán – Putumayo cuenta con 68 contratos de
proyectos petroleros que en total suman 5.256.189,096 hectáreas, aproximadamente
1.341.444,56 hectáreas más que en 2007 (Ver Tabla 6). Todos los bloques petroleros
están superpuestos con los resguardos indígenas. De los 39 contratos petroleros que
existían en 2007, 12 de ellos continúan vigentes. Sin embargo, algunas de las operadoras
sí han cambiado. Ese es el caso, por ejemplo, del Contrato COATI que en 2007 era
operado por OPA y en 2013 es operado por Grupo C&C Energía Barbados Sucursal
Colombia.
Las empresas petroleras que en la actualidad hacen presencia en lo que la Agencia
131
Nacional de Hidrocarburos (ANH) ha denominado la Cuenca Caguán – Putumayo son: Gran
Tierra Energy Colombia, Canacol Energy Colombia, Hupecol Operating, Emerald Energy,
Grupo C&C Energy Barbados, Petrominerales Colombia, Amerisur Exploración Colombia,
Vetra Exploración y Producción Colombia, Petronova Colombia, Petróleos del Norte S.A,
Pacific Stratus Energy Colombia Corp., Petrolera Monterrico S.A, Meta Petroleum Corp.,
Vast Exploration Inc., Petro Caribbean Resources, Consorcio Amerisur Pluspetrol,
Petróleos Sudamericanos, Consorcio Optima Range, Agencia Nacional de Hidrocarburos y
Ecopetrol.
Por ejemplo, según contó un mayor nasa durante una de las asambleas, en los límites
Puerto Rico y San Vicente del Caguán descubrieron que hay petróleo. Es de Ecopetrol y
la Emerald Energy. La Alcaldía de Puerto Rico dijo que asumía la decisión que tomaran
las autoridades. Advierte: “si esto llega a explotar, esto tendría muchos impactos sobre
Sek Yi, Nasa Kiwe de Puerto Rico y en San Vicente del Caguán los 4 gobernadores que
compraron una tierra de 1.005 hectáreas. Son gente de Avirama, Tálaga, Tóez y Huila de
Páez, Tierradentro. Según el mayor, la presencia de este pozo afecta a todas las
personas porque para entrar a San Vicente uno pasa por esa vía. En San Vicente para
coger para el lado del Meta tiene que pasar los pozos petroleros y necesariamente tiene
que pasar Nasa Ukwe y Nasa cxha cxha y Yaguara II para llegar a San Vicente.
Mapa 5. Tierras y petróleo, 2013
Fuente: ANH, 2013
En los relatos de la gente, la asociación entre la presencia de empresas petroleras, la
militarización de la zona, la violencia y la falta de titulación aparece de manera
recurrente. Las explicaciones sobre los motivos de la precariedad territorial en la que se
132
encuentran no se hicieron esperar. Durante las asambleas comunitarias que se realizaron
en los departamentos de Putumayo y Caquetá, las narraciones coincidieron en señalar
que muchos de los territorios no están constituidos como resguardo porque están
concesionados a las empresas petroleras. Esto ha generado la militarización “que se mira
en las montañas”, como dijo una de las personas que participó en una de las asambleas.
El Plan Colombia, el Plan Patriota y el Plan Consolidación se han sentido con fuerza. A
esto se suma otro factor: “La comunidad está habitada por muy poco personal y eso ha
dificultado la titulación del territorio para nosotros y la ha facilitado para las empresas
petroleras” (Asamblea Juan Tama, Puerto Guzmán, 2012).
El Ministerio del Interior y de Justicia, mediante Resolución 039 del 18 de junio de 2003,
inscribió la constitución de cabildos de la nación Nasa del Putumayo, ASONE´H WESX. El
9 de noviembre de 2007, mediante su vicepresidenta, la Asociación solicitó el
reconocimiento étnico de 22 comunidades indígenas. A finales de 2007, mediante
Resolución 152 del 21 de diciembre de 2007, el nombre o razón social de ASONE´H WESX
fue modificada a Asociación Consejo Regional del Pueblo Nasa del Putumayo “KWE´SX
KSXAW” y quedó conformada por los resguardos y/o comunidades: KWINAS CXAMB, NASA
FIW, KIWE ÑXUSXA, ALPES ORIENTALES, LA FLORESTA ALTO COQUETEO, KWIMA THE WESX,
PORVENIR LA BARRIALOSA, RESGUARDO NASA AGUADITAS. Posteriormente, el Ministerio
del Interior y de Justicia, mediante Resolución 007 del 28 de septiembre de 2011,
incluyó como nuevos afiliados de la Asociación “Kwe´sx Ksxaw” a las comunidades
Yu´cxijme y Nasa Cxhamb, así como la designación de Orlando Pito Tombé como
Representante Legal.
En vista del incremento de las solicitudes de concesiones para la exploración y
explotación petrolera durante esos años, las amenazas en contra del territorio se
hicieron más latentes. A raíz de las labores de exploración iniciadas por la compañía
Geofísica Latinoamericana S.A (CGL), sin cumplir con el derecho a la consulta previa del
que gozan los pueblos indígenas, la Asociación Kwe´sx Ksxaw interpuso una acción de
tutela ante la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá, señalando la amenaza
profunda que representa contra su pervivencia como pueblo el hecho de que los
territorios de las comunidades nasa del Putumayo no hayan sido legalizados por omisión
tanto del Ministerio del Interior como del Incoder.
Es necesario mencionar que previo a adelantar la acción de tutela, en varios oficios
remitidos por ASONE´H WESX (hoy KWE´SX KSXAW) a la Dirección de Asuntos Indígenas,
Minorías y Rom del Ministerio del Interior entre 2007 y 2009, la Asociación solicitó en
reiteradas ocasiones el reconocimiento étnico de 22 cabildos Nasa del departamento de
Putumayo. Las solicitudes fueron respondidas en su mayoría por Pedro Santiago Posada
en su rol de director de dicha dependencia, quien argumentó la imposibilidad de
adelantar el proceso de reconocimiento en tanto no se hiciera el estudio etnológico que
la dependencia que dirige debe llevar a cabo. En las comunicaciones, Posada argumentó
que debido a la cantidad de solicitudes, las visitas de campo necesarias para llevar a
cabo este procedimiento debían esperar hasta que no fueran atendidos los procesos que
le precedían pues “esta Dirección ha acogido como criterio la antigüedad de la
solicitud” para la programación de las visitas. Admitiendo la incompetencia de su
dependencia para llevar adelante estos procesos de manera eficiente, señaló, además,
que el Ministerio del Interior y de Justicia estaba analizando la factibilidad de llevar a
cabo Convenios inter-administrativos con las gobernaciones y las alcaldías para la
realización de los estudios de reconocimiento.
133
Ante tantas demoras y respuestas incoherentes, la Asociación decidió recurrir a la acción
de tutela. Allí señala: “el accionante, en representación de la Asociación del Consejo
Regional del Pueblo NASA DEL PUTUMAYO ―KWE`SX KSXA`W―, acude al mecanismo
excepcional de la tutela, en procura de amparo para los derechos fundamentales al
debido proceso, vida, libertad, igualdad y consulta previa de la comunidad indígena que
representa, que considera vulnerados por la evidente falta de eficiencia, eficacia y
celeridad en las actuaciones administrativas a cargo de las entidades accionadas” (Corte
Suprema de Justicia, 2012).
Sin embargo, el 24 de febrero de 2012, la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá negó la solicitud de amparo presentada por Orlando Pito Tombé,
Gobernador del Cabildo Nasa Jerusalén Alto Picudito y quien actúa como Consejero y
Representante Legal de la Asociación del Consejo Regional del Pueblo Nasa del Putumayo
―Kwe´sx Ksa´w―, frente a la vulneración de los derechos vulnerados por las acciones y
omisiones del Ministerio del Interior y de Justicia, el Ministerio de Medio Ambiente y
Desarrollo Sostenible, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y el Instituto
Colombiano para el Desarrollo Rural (INCODER). La demanda instaurada señala que la
nación nasa del Putumayo está conformado por 37 comunidades, de las cuales diez (10)
están legalmente constituidas por el INCODER y cinco (5) por la DGAI del Ministerio de
Interior y de Justicia. Apunta, además, que la Asociación de Cabildos del pueblo Nasa del
Putumayo, que anteriormente se denominaba ASONE´H WESX, solicitó la constitución de
los resguardos Nasa San Luis Alto Picudito – Jerusalén, en el municipio de Villa Garzón,
Nasa Kiwe y Nasa Txa Yu´ce. En el primer caso, la solicitud fue aprobada mediante el
Acuerdo 186 del 30 de septiembre de 2009, mientras que en el segundo fue rechazada
bajo el argumento de que la población era mínima con relación al área a legalizar.
Frente al tercer caso no hubo pronunciamiento.
La solicitud de amparo presentada ante el Tribunal Superior de Bogotá buscaba obtener
la legalización de las siguientes comunidades: SAT´TAMA, NASA CXHAB, YUU LUUCX LAS
MINAS, KSXAW NASA ALTO DANUBIO, KWE´SX KIWE CHORO LARGO (municipio de Puerto
Asís), YUU´CHICXKUE –SELVA HERMOSA, NASA KIWE U´KUE, EL LIBANO, KWE´SX TATA
WALA, PKIND KIWE LOS GUAYABALES, KWE´SX NASA TXA´YUCE (Puerto Caicedo), TIERRA
LINDA, NUEVA PALESTINA, KWE´SX KIWE, NASA UH (Ipiales), NASA KIWE (Puerto
Leguízamo), NASA CXHA´B WALA, NASA KIWE ALTO SINAI (Villagarzón), KJUEN TAMA LUCX
WESX HIJOS DE JUAN TAMA (Mocoa), LOS GUADUALES, CERROGUADUA y JUAN TAMA
(Puerto Guzmán).
Inconforme con la decisión, la apoderada judicial de Orlando Pito Tombé impugnó la
decisión y presentó un nuevo recurso de amparo frente a la Corte Suprema de Justicia. Sin
embargo, el 19 de abril de 2012, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia,
resolvió confirmar la sentencia que había sido impugnada en primera instancia. Apelando al
Decreto 2164 de 1995 que reglamente parcialmente el capítulo XIV de la Ley 160 de 1994
en lo relacionado con la dotación y titulación de tierras a las comunidades indígenas para la
constitución, restructuración, ampliación y saneamiento de resguardos, la Corte señaló que
corresponde a las entidades del estado, en cabeza del Ministerio del Interior y del Incoder,
adelantar laos estudios socioeconómicos, jurídicos y la tenencia de tierras para cumplir con
el procedimiento de constitución. En vista de que hasta el momento dichas entidades no
cuentan con la información requerida a través de las visitas de campo y otros procesos, el
Juez Constitucional señala que le resulta improcedente inmiscuirse en este procedimiento.
134
Según reza la providencia de la Corte, el Ministerio del Interior ha maximizado sus
esfuerzos para llevar a cabo los protocolos establecidos para el proceso de constitución de
resguardos. De las 24 comunidades sobre las que se ha adelantado el proceso de solicitud
de constitución de resguardo, 11 de ellas se encuentran con solicitud de estudio: SAT´TAMA
, YUULUCH LAS MINAS, KSXAW NASA ALTO DANUBIO, KWE´KIWE CHORO LARGO,
YUU´CHICXKUE –SELVA HERMOSA, KWE´SX TATA WALA, PKIND KIWE LOS GUAYABALES,
KWE´SX NASA TXA´YUQE, KWE´SX KIWE, NASA CXHA´B WALA, KJUEN TAMA LUCX WESX
HIJOS DE JUAN TAMA. El Ministerio del Interior argumenta, sin embargo, que la mora se
justifica por la cantidad de peticiones que hay, el presupuesto y el personal humano, lo
cual ha impedido la rapidez y eficacia necesarias para llevar adelante el procedimiento.
En lo que refiere a otras 10 comunidades (NASA CXHAB, NASA KIWE U´KUE, TIERRA
LINDA, NUEVA PALESTINA19, NASA UH, NASA KIWE, NASA KIWE ALTO SINAI, LOS
GUADUALES, CERROGUADUA y JUAN TAMA), el Ministerio del Interior discriminó la
gestión o trámite. Por último, la comunidad de El Líbano sí fue reconocida mediante
Resolución 0027 (Corte Suprema de Justicia, 2012).
Un mes antes de que el Tribunal Superior de Bogotá negara la solicitud de amparo
presentada por Orlando Pito Tombé en su calidad de Consejero y Representante Legal de
la Asociación “Kwe´sx Ksxaw”, el 28 de enero de 2012, la Junta de gobernadores y
autoridades espirituales nasa del Putumayo, reunidos en el Cabildo Nasa Yu’khZxiçkwe –
Selva Hermosa, municipio de Puerto Caicedo, emitió la Resolución No. 004 de 2012 "Por
la cual se determina suspender todo proceso de consulta previa en las comunidades que
integran la nacionalidad nasa en el departamento de Putumayo y Nariño". Dicha
resolución manifiesta que luego de hacer un análisis sobre la problemática territorial
que existe en el departamento por la falta de voluntad del gobierno colombiano para
hacer efectiva la constitución, ampliación y saneamiento de los resguardos, resuelven:
1. Que todo proceso de consulta previa sea abordado como nación nasa del Putumayo y
Nariño, representado en la Asociación Consejo Regional del Pueblo Nasa del Putumayo
Kwe´sx Ksxa´w. 2. Suspender de manera indefinida todo proceso de consulta previa para
la exploración y explotación petrolera y de otros proyectos en todas las comunidades
que integran la nacionalidad nasa en el departamento del Putumayo y Nariño hasta que
el gobierno nacional no garantice el derecho al territorio mediante la constitución,
ampliación y saneamiento de los resguardos y el registro etnológico de las comunidades.
Así, la resolución reconoce la presencia de las diferentes multinacionales que amenazan
la pervivencia de la nación nasa, lo cual se ve agudizado por la falta de voluntad del
gobierno para resolver la precaria situación territorial de estas comunidades (Asociación
“Kwe´sx Ksxaw”, 2012:1).
Para completar el panorama, el 24 de febrero de 2012, exactamente el mismo día en el
que el Tribunal Superior de Bogotá negó la solicitud de amparo presentada por la
19
Al indagar sobre los conflictos interétnicos, uno de los miembros del equipo de Putumayo
mencionó que hasta ahora con los campesinos no han tenido problemas. Señaló: “Pero los
inga con los kofán hay conflictos por territorio en reserva indígena Yarinal y resguardo
Afilador Campoalegre en el municipio de San Miguel. En ese lugar donde está el cabildo Nasa
Palestina, nosotros respetuosamente estamos solicitando aval para constituir resguardo y lo
están negando. Porque ellos dicen “como son del Cauca, que se vayan para el Cauca”. La
solicitud de resguardo está en aproximadamente 110 hectáreas. Ese cabildo se constituyó en
1990. Y la solicitud de constitución de resguardo se radicó en 2006. Ellos dicen que el
territorio es ancestral y que nosotros somos invasores y que por lo tanto tenemos que regresar
al Cauca. Es una población mínima pero están en contra y hacen daño.
135
Asociación Kwe´sx Ksxaw del Putumayo, el Ministerio de Minas y Energía promulgó la
Resolución 18 0241 “Por la cual se declaran y delimitan unas Áreas Estratégicas Mineras y
se adoptan otras determinaciones”. A través de ésta, el gobierno colombiano, en cabeza
de la autoridad minera, determinó los minerales de interés estratégico para el país,
delimitando las áreas especiales en las que se encuentran. A estas áreas sólo es posible
acceder a través de contratos de concesión especial. Antes de dicha promulgación, el
departamento de Putumayo ya había sido definido como Distrito Especial Minero. Esta
característica no la comparte el departamento de Caquetá.
Según el Censo Minero Departamental colombiano realizado por el Ministerio de Minas y
Energía entre 2010 y 2011, el departamento de Putumayo tiene aproximadamente 501
Unidades de Producción Minera (UPM), de las cuales 179 (35%) cuentan con título
minero, mientras que las 322 restantes (64.3%) no lo hacen. En 2009, la cantidad de UPM
era de 409, de las cuales sólo 40 contaban con título minero (Defensoría del Pueblo,
2010). La producción mineral de Putumayo, principalmente de oro, mármol y materiales
para construcción, representa el 3.5% del total de UPM del país (Ministerio de Minas y
Energía, 2011). Según un informe de la regional Putumayo de la Defensoría del Pueblo
(s.f), en el Valle de Sibundoy el estado colombiano ha otorgado permisos de exploración
sobre unas 18.000 hectáreas y ha concesionado aproximadamente siete áreas para
extracción minera de cobre, oro, zinc, molibdeno y niquel en las zonas donde nacen los
ríos Putumayo, Mocoa, Guamuez, entre otros. En la zona que comprende los municipios
de Santiago, San Francisco, Colón y Villagarzón ha otorgado 22 concesiones mineras de
oro y cobre a la transnacional Angloamerican Exploration S.A (más conocida como
AngloGold Ashanti), a la australiana GMX Minerals and Coal Ltda. También en el área que
comprende el trazado de la carretera San Francisco – Mocoa que, como veremos más
adelante es un proyecto ancla de la IIRSA, otorgó concesiones de oro, plata, cobre y
niquel a la Anglo Gold Ahanti. El informe realizado por la consultora INCOPLAN S.A
(2010), siguiendo el “Análisis de la Infraestructura de Transporte y Energética de los
Distritos Mineros de Colombia” realizado por el Ministerio de Minas y Energía, la
Fundación para el Desarrollo del Quindío y la Sociedad de Ingenieros del Quindío en
2008, señala que el gobierno nacional ha desarrollado proyectos de pavimentación a
través del Plan 2500, sin haber obtenido resultados satisfactorios en el caso del tramo
San Francisco-Mocoa. Esta situación es definida por el informe como un problema que
afecta la comunicación con el departamento de Nariño y el Pacífico, imposibilitando el
transporte de los minerales. Este sector se caracteriza por la presencia de minas de oro
en veta y yacimientos de molibdeno (INCOPLAN S.A, 2010).
Por su parte, el departamento de Caquetá tiene 219 UPM que representan el 1.5% del
total nacional. 207 de ellas (94.5%) cuentan con título minero, mientras que las 12
restantes (5.5%) no lo hacen. El porcentaje de materiales metálicos es de 20.1%,
mientras que el de no metálicos es del 81.3%. Caquetá es uno de los departamentos
donde predominan las UPM con títulos mineros (Ministerio de Minas y Energía, 2011).
Al respecto también se refirieron con mayor énfasis y contundencia las asambleas que
llevamos a cabo en el departamento de Putumayo, que caracterizaron la situación en
términos de las amenazas sobre el territorio nasa. Durante la asamblea del cabildo Cerro
Guadua, en el municipio de Puerto Guzmán, un mayor nasa lo expresó así:
Como cabildos del Putumayo tenemos grandes preocupaciones que nos
hace pensar en tiempos no muy lejanos que ya no tendremos territorio
136
donde dejar nuestras generaciones debido que el departamento está
declarado como distrito minero y petrolero, razón por la cual va ser muy
difícil la ampliación y titulación de los territorios que nos pertenece;
entre las problemáticas más latentes que se presentan de manera
acelerada está la variante Mocoa - San Francisco, la minería, las
multinacionales, las bases militares estadounidenses, y lo que más daño
ha causado y seguirá causando es las fumigaciones aéreas que están
exterminando las semillas nativas y propagando nuevas enfermedades a
las personas y animales (Asamblea Cabildo Cerro Guadua, Puerto Guzmán,
2012).
La preocupación del mayor es expresada con contundencia cuando señala: “en tiempos
no muy lejanos ya no tendremos territorio”. Su idea, que liga un presente lleno de
“problemáticas” con un futuro incierto para las generaciones futuras, está basada en
situaciones reales a las que diariamente se enfrentan los nasa y los territorios en los que
habitan. Las fumigaciones, la minería, las multinacionales, las bases militares y la
variante Mocoa-San Francisco aparecen en su referente como los motivos por los cuales
no tendrán territorio para dejar a las generaciones futuras. Pero la cosa no para ahí.
Como señala Houghton (2008), “además de los proyectos minero-energéticos y
petroleros, los pueblos indígenas se ven enfrentados a la creación de toda la
infraestructura destinada a facilitar que esos territorios privatizados puedan comerciar
directamente con sus casas matrices” (Houghton, 2008:32). Una de las iniciativas más
fuertes en este sentido es la Integración de la Infraestructura Regional de Suramérica
(IIRSA). Como su nombre lo indica, tiene como fin último la Integración de Suramérica
mediante procesos sectoriales de infraestructura (sistemas operativos de transporte
multimodal, marítimo y aéreo, facilitación de pasos de frontera, integración energética,
tecnologías de la información y las comunicaciones, entre otros). Hasta el año 2012, el
propósito de dicha integración estaba previsto a través de 531 proyectos con una
inversión estimada de U$116.120,6 millones (IIRSA, 2012).
El IIRSA está constituido a partir de nueve ejes de integración y desarrollo (EID): Andino,
de Capricornio, de Amazonas, del Escudo Guyanés, del Sur, Interoceánico central,
Mercosur – Chile, Perú-Bolivia-Brasil, Hidrovía Paraguay-Paraná. Colombia hace parte de
dos de los ejes de integración: el Andino y el amazónico. El eje Andino cuenta con 10
grupos de proyectos que reúnen 64 proyectos individuales, mientras que el eje
amazónico tiene 7 grupos de proyectos que reúnen 64 proyectos individuales (IIRSA,
2012).
Es importante no perder de vista que el objetivo de la IIRSA es la integración regional.
En la medida en que la integración es regional, los impactos también deberían ser
entendidos y valorados en la misma escala. Sin embargo, esto no ha ocurrido así pues “el
área de referencia para analizar los impactos regionales apenas incluye los municipios
directamente conectados por la vía” (Houghton, 2008:256). Para los efectos del
diagnóstico, nos concentraremos únicamente en algunos proyectos que tienen lugar en
los departamentos de Putumayo y Caquetá, sin olvidar que en la medida en que están
interconectados con otros, causan impactos que superan el nivel departamental.
De los 531 proyectos de la IIRSA, 51 de ellos tienen lugar en Colombia. Para el caso que
nos interesa documentar, es necesario decir que en el eje Amazonas hay dos grupos que
137
tienen presencia en esta zona: el grupo 1, denominado por la IIRSA “Acceso a la Hidrovía
del Putumayo”, y el grupo 6 “Red de hidrovías amazónicas”. En cuanto al Eje Andino, el
Grupo 6 es el que cobra especial relevancia pues es la “Conexión Colombia – Ecuador II”.
Como lo muestra la siguiente tabla, en el grupo 6 del eje andino está contemplada la
carretera Santa Ana – San Miguel, que ha sido uno de los proyectos que más impactos y
problemas ha generado a la población indígena de la región. Como habíamos mencionado
antes, los procesos de titulación de los territorios indígenas en general, y de la nación
nasa en particular, “están suspendidos por la presión de la industria petrolera, cuyos
bloques se les superponen casi en su totalidad” mediante estrategias que van desde el
“etnocidio cartográfico” al soborno (Houghton, 2008:250). Según muestra Houghton
(2008), la situación fue más evidente cuando se iniciaron los estudios para la carretera
Mocoa – Puerto Asís y Santa Ana – San Miguel: los procesos de titulación fueron
suspendidos. Más adelante, el autor señala que la carretera sigue casi el mismo trazado
que el oleoducto transandino, conectando los bloques petroleros Alea y Putumayo 420,
Nancy-Burdine-Maxine, área Sur y bloque Coatí, afectando principalmente los territorios
kofán, kichwa y awá, pueblos indígenas a los que les fue violado su derecho a la consulta
previa (Houghton, 2008:250).
Como mencionamos antes, el Grupo 1 (Acceso a la Hidrovía del Putumayo) del eje
Amazonas contempla dos proyectos que interesan para los propósitos de este
diagnóstico: la carretera Pasto-Mocoa-Puerto Asís y el Acceso y adecuación del Puerto de
Puerto Asís (Muelle La Esmeralda). El primero de ellos es un proyecto ancla que se viene
desarrollando en diversos segmentos, asegurando así que no hayan respuestas negativas
por parte de las comunidades y para que los impactos no sean sentidos de manera
acumulativa y simultánea. En particular, el trayecto Mocoa-Puerto Asís, financiado por
USAID, afecta comunidades indígenas de Porvenir, La Barrialosa, Huasipungo,
Uchupayaco, Canangucho, Blaisaku, Rumiyacu y el Inga Kamentzá de Mocoa (Houghton,
2008). Tanto en el Porvenir como en La Barrialosa hay comunidades nasa.
El Grupo 6 del Eje Amazonas, Red de Hidrovías amazónicas, incluye la adecuación para la
navegabilidad del río Putumayo. Houghton (2008) señala que este es el grupo de mayor
impacto e incidencia sobre los territorios étnicos en la medida en que afectará, como
mínimo, un trayecto de 1.200 kilómetros en territorios indígenas de los 1.500 navegables
en todo el país. Así, siguiendo al mismo autor, “la IIRSA no representa para los pueblos
indígenas ni comunicación entre las comunidades ni creación de economías locales que
resuelvan sus demandas históricas. Por el contrario, significa la más grande
incomunicación entre las comunidades rurales y la expoliación de la naturaleza a tasas
nunca antes vistas. Un desafío como éste obliga a la más grande intervención de las
organizaciones indígenas y sus aliados para detener lo que sería el plan de
reordenamiento del capital contra la Madre Tierra” (Houghton, 2008:273).
A la par de estas obras de infraestructura, así como sucede en el caso de la industria
petrolera, viene la intervención militar. Parafraseando lo que en una oportunidad
mencionó uno de los líderes de la zona refiriéndose a la relación entre industria
petrolera y militarización, para este caso es posible decir: al lado de cada obra de
2020
En 2007, el contrato Alea estaba en manos de la ANH y en la actualidad es operado por Vetra
Exploración y Producción Colombia. El contrato Putumayo 4 es operado en la actualidad por
Petróleos del Norte S.A.
138
infraestructura, hay una base militar. En este sentido y como lo recuerda Houghton
(2008), “la vinculación de petróleo, infraestructura y violencia tiene como colofón el
impulso del estado por convertir el CEBAF de San Miguel en una base militar (Houghton,
2008:251).
Tabla 6. Proyectos IIRSA en Putumayo y Caquetá
Nombre
del
Proyecto
individual
Mejoramiento
de
la
navegabilidad
del
río
Putumayo
Corredor
Vial
Tumaco – Pasto
–
Mocoa
–
Puerto
Asís
(Proyecto
ancla)
Acceso
y
adecuación del
Puerto
de
Puerto
Asís
(Muelle
La
Esmeralda)
Centro
Binacional
de
Atención
de
Frontera
(CEBAF)
San
Miguel
Mejoramiento y
Pavimentación
del
Tramo
Mocoa – Santa
Ana
–
San
Miguel
Mejoramiento y
Pavimentación
del Trama San
Vicente
del
Caguán – San
José de Fragua
– El Porvenir
139
Eje
Grupo
Código
Países del Etapa
Proyecto
Perfil
Monto
(millones de
dólares)
15.000.000
Amazonas
6
AMA38
Colombia,
Ecuador,
Perú
Amazonas
1
AMA01
Colombia
373.000.000
Amazonas
1
AMA03
Colombia
3.000.000
Andino
6
AND31
Colombia,
Ecuador
Pre25.000.000
Ejecución
Andino
6
AND 79
Colombia
Ejecución 133.629.000
Andino
6
AND90
Colombia
190.000.000
2.3.
Tolima
a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y
DIH.
-
Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores
armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus
miembros, pero afectándolos directamente.
Históricamente, las FARC han hecho presencia en el departamento del Tolima con los
frentes 21, 25, Tulio Varón y la Compañía Joselo Lozada. En particular, el frente 21 opera
en el sur del Tolima, exactamente en el Cañón de las Hermosas, Natagaima, Rioblanco,
Chaparral, Roncesvalles, Rovira y Cajamarca (Observatorio DH y DIH Vicepresidencia de
la República, 2002). En la década del noventa, la entrada de las autodefensas del
Magdalena Medio, la consolidación del Bloque Tolima de las AUC y del bloque Centauros
(que apoyaron y cooptaron al grupo armado que los antecedió, Rojo Atá) estuvo
íntimamente ligada a la compra de tierras por parte del narcotráfico que se encargó de
establecer sus estructuras y cuerpos de seguridad privada y de disputar el control
territorial a las FARC (MOE, 2007). En 2005, “el impacto humanitario de la confrontación
armada en el departamento tiene su momento más álgido en la incursión de los grupos
de autodefensa que se expresa en el incremento de los asesinatos selectivos y las
masacres, a partir del año 1997 y con un énfasis mayor entre 2001 y 2003. La intensidad
de la violencia producida por los grupos irregulares pone al descubierto la existencia de
una fuerte pugna por el control de posiciones con elevado valor estratégico en zonas
específicas del norte, centro, sur y oriente del departamento” (Observatorio DH y DIH
Vicepresidencia de la República, 2005:2).
Según el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República,
en 1998, el mayor número de confrontaciones en el departamento del Tolima se
concentraron en el sur, en el límite entre el municipio de Planadas y Rioblanco, donde se
registró un pequeño foco de confrontación armada que osciló entre los 6 y los 10
eventos. Al año siguiente, el departamento en general reportó un bajo nivel de
confrontación y el mismo comportamiento tuvo la zona en la que el año anterior hubo un
mayor nivel de confrontación. En 2000, la intensidad y frecuencia de las confrontaciones
nuevamente aumenta en el sur del Tolima, desplazándose un poco hacia el occidente
pero afectando de igual manera los municipios de Planadas, Rioblanco, Ataco y
Chaparral. En 2001 el nivel de intensidad de las confrontaciones nuevamente disminuye
en el sur del Tolima, llegando al nivel cero de confrontación, pero en cambio sí se
registra un leve aumento en cercanías de Ibagué, la capital del departamento, y los
municipios aledaños como Alvarado (ver Mapa 1).
140
Mapa 1. Geografía del conflicto armado en el Tolima (1996-2001)
Fuente: Oficina del Alto Comisionado para la Paz. Sala de Estrategia Nacional,
Presidencia de la República. Procesado por el Observatorio del Programa Presidencial
de Derechos Humanos y DIH, Vicepresidencia de la República, 2002.
En el año 2002, el nivel de intensidad de las confrontaciones armadas aumentó en
Ibagué en relación con el año anterior, registrando un rango entre 11 y 20 eventos. De
igual manera, la intensidad de las confrontaciones también se incrementó en el sur del
Tolima, al ritmo de la dinámica de las confrontaciones que se estaban experimentando
en los departamentos de Meta, Caquetá, Huila y Putumayo después de la ruptura del
proceso de diálogo y negociación con las FARC durante el gobierno de Andrés Pastrana.
La “mano dura” anunciada por el entonces presidente de la república, Álvaro Uribe
Vélez, golpeó con fuerza esta zona del departamento donde se puso en marcha la
“Operación Libertad II” en el marco del Plan Patriota.
En el año 2003, la dinámica de violencia en expansión que se había iniciado el año
anterior, continuó en aumento. Las confrontaciones que tuvieron lugar en el sur del
Tolima sobrepasaron nuevamente las fronteras departamentales para extenderse hacia
el norte del Cauca, lo cual terminó por consolidar un corredor de confrontaciones
armadas que unió a los departamentos de Cauca por el norte, Tolima por el sur y Huila.
Al año siguiente, en 2004, las confrontaciones se expandieron hacia los municipios de
Ortega, Coyaima y Roncesvalles, pero el nivel de intensidad más alto se concentró en los
límites entre el municipio de Planadas, Ríoblanco, Ataco y Chaparral. En 2005 la
dinámica de las confrontaciones siguió la pauta de 2003, año en el que se empezó a
consolidar un corredor de confrontaciones armadas que unió al norte del Cauca, el sur
141
del Tolima y el norte del Huila.
Dos años después, en 2007, el nivel de confrontación armada aumentó en el sur del
Tolima, alcanzando un rango entre los 11 y 20 eventos (Ver Mapa 2). En ese año, la
Defensoría del Pueblo, a través del Sistema de alertas Tempranas (SAT) emitió un
informe de riesgo que alertó sobre la situación en la que se encontraba la población de
los municipios de Chaparral y Rioblanco a raíz de la intensificación de las
confrontaciones entre el ejército y las FARC. Proferida el 13 de julio de 2007, la
comunicación señala: “La agudización de la confrontación armada en el municipio de
Chaparral, Tolima, se enmarca en las acciones que ha emprendido el Frente 21 de las
FARC-EP para ejercer control poblacional basado en la cooptación de las bases sociales,
la intimidación, el terror, la amenaza y el destierro como estrategias de dominio
territorial para preservar fuentes de abastecimiento, proteger los corredores de
movilidad necesario para su repliegue táctico y la conservación y comercialización de la
amapola hacia las zonas de páramos del Parque Nacional Natural de las Hermosas. Y de
otro lado, en las operaciones de control territorial y de seguridad perimetral que la
fuerza pública desarrolla a través de las fases Libertad II que actuó hasta el año anterior
y actualmente la “Operación Trasimeno” adelantada por la brigada móvil No. 8 y el
batallón de infantería No. 17 “José Domingo Caicedo” con sede en la ciudad de
Chaparral, para cortar y copar los corredores de movilidad y repliegue de las estructuras
guerrilleras de la zona: el frente 21 de las FARC que opera con las compañías Miller
Salcedo, Alfredo González y Alirio Torres, la columna móvil Daniel Aldana que actúa en
Rioblanco y, en general, el Comando Conjunto Central de las FARC-EP al mando de alias
“Jerónimo Galeano” (Defensoría del Pueblo, 2007:2). Ante esta situación, el 15 de
agosto de 2007, y después de otro informe de riesgo proferido para alertar sobre la
situación en el municipio de Planadas (Informe No. 21-07), la Defensoría del Pueblo
emitió una Alerta Temprana.
Mapa 2. Geografía de las confrontaciones armadas en el suroccidente, 2007
Fuente: Observatorio DH y DIH Vicepresidencia de la República, 2008
142
El año 2008 representó una leve disminución de la intensidad de la confrontación,
aunque el sur del Tolima siguió igualmente afectado y su dinámica continuó vigente y en
expansión alcanzando la ciudad de Neiva, en el vecino departamento de Huila.
En 2009, nuevamente se armó el corredor que une el norte del Cauca, sur del Tolima y
norte del Huila. La intensidad en la confrontación aumentó afectando principalmente a
Neiva, a un sector del municipio de Planadas y a la zona ubicada en cercanías del
municipio de Corinto, Caloto y Santander de Quilichao en el norte del Cauca. Como
muestra el siguiente mapa, el año 2010 es bastante ilustrativo sobre la plena
consolidación de un corredor de confrontaciones armadas que estuvo en proceso de
conformación en años anteriores, conectando el puerto de Buenaventura, descendiendo
por el occidente de Cauca en los municipios costeros de Lopez de Micay, y Timbiquí con
un alto nivel de confrontación que se fue proyectando, en menor intensidad, hacia el
centro, para nuevamente volver a agudizarse entre los municipios de Santander de
Quilichao, Caloto, Corinto, Miranda, Toribío, Jambaló y Caldono. El nivel de intensidad
de las confrontaciones disminuyó en el sur del Tolima, registrando un aproximado entre
6 y 10 eventos, pero se volvió a intensificar en cercanías del municipio de Neiva. Entre
enero y junio de 2011, la intensidad de las confrontaciones disminuyó en relación con el
año anterior.
Mapa 3. Geografía de la violencia en el suroccidente, 2010
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH Vicepresidencia de la República, 2011
En el mes de abril de 2010, con la financiación de USAID, el gobierno colombiano
produjo la primera versión del Plan de Acción Integral de la región Sur del Tolima en el
marco de los Centros de Coordinación de Acción Integral (CCAI) del Plan de
Consolidación Territorial, heredero del Plan Colombia (CCAI, 2010). Entre 2010 y 2011,
las inversiones en el país alcanzaron la suma de $444.990 millones de pesos en áreas
estratégicas. El departamento del Tolima fue uno de los lugares donde se realizaron
mayores inversiones (SIMCI, 2012).
Durante el período 2010 y 2011 el Observatorio de DH y DIH de la Vicepresidencia de la
143
República (2012) registró un nivel de mediana intensidad de confrontación en cercanías
de los dos resguardos nasa del sur del Tolima. En el resguardo Nasa Wesx de Gaitania se
registró una tasa de homicidios que superó la tasa promedio anual a nivel nacional (36.6)
y la barrera de protección frente a la avanzada del enemigo construida a través de los
campos minados se registró en la cantidad de accidentes por MAP/MUSE que fueron
reportados y que, como muestra el siguiente mapa, permiten visualizar la consolidación
de dicha frontera que abarca desde el resguardo de Gaitania, en el municipio de
Planadas, pasando por Puerto Saldaña y llegando hasta San José de las Hermosas,
rodeando por uno de sus costados el Cañón de las Hermosas (los accidentes por
MAP/MUSE aparecen representados con el símbolo de la estrella morada) y
extendiéndose hacia los municipios de Pradera y Florida, en el sur del Valle, y Corinto y
Miranda, en el norte del Cauca. Por esta época, la presión militar en el Cañón de las
Hermosas obligó al entonces líder máximo de las FARC, Alfonso Cano, a desplazarse hacia
las montañas del departamento del Cauca donde finalmente fue asesinado el 4 de
noviembre de 2001 por el ejército colombiano en la vereda El Chirriadero, municipio de
Morales, Cauca.
Mapa 4. Confrontaciones armadas y accidentes por MAP/MUSE en el sur del Tolima,
2010-2011
Fuente: Observatorio DH y DIH Vicepresidencia de la República, 2012
En varias oportunidades, el Tolima ha sido definido como un departamento que sintetizó
todas las dinámicas del conflicto social y armado del país que tuvo lugar en la década
del Cincuenta. No por coincidencia fue uno de los más golpeados por ella (Sánchez,
1993). Primero, pululaban por la zona los “chulavitas” “que llegaban a buscar liberales y
no rebajaban a nadie”, según contó un maestro y líder político nasa durante un proceso
de sistematización e investigación de las iniciativas de paz en los pueblos indígenas de
144
Colombia, en general, y en el sur del Tolima, en particular. También desde 1953 ya
andaban por ahí las guerrillas liberales, con el “Coronel Mariachi” a la cabeza. Después
nació la guerrilla comunista, que lideró Tirofijo, en el corregimiento de Marquetalia, a
15km. de lo que es actualmente el resguardo Nasa We´sx. Al principio los indios no
sabían quiénes eran. Ellos se presentaron como la guerrilla, contó el líder (Caviedes ed.,
2007). “Unos deciden hacer parte de la guerrilla, otros no, la comunidad se divide y ahí
empieza “el coge-coge” entre los mismos nasa” porque otros se fueron a hacer parte del
ejército (Caviedes ed., 2007:38). En este “coge-coge”, como lo nombró el líder nasa,
murieron muchos nasa de uno y otro bando. Esto generó, en definitiva, un ciclo de odios
y venganzas que casi acaban con su familia porque como dijo: “en esa comunidad, todos
somos familia” (Caviedes ed., 2007:42).
Esta historia de violencia adquirió matices particulares en el sur del departamento, en
límites con el norte del Cauca, cuna de los enclaves minifundistas de orientación
comunista en la década del cincuenta, que fue convertida en objetivo militar durante
los primeros años de la década del sesenta cuando en 1964, el ejército colombiano,
apoyado por el gobierno de los Estados Unidos, bombardeó la amenaza comunista de las
llamadas (por el partido Conservador) Repúblicas Independientes. Dos años después, en
1966, se oficializó la creación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC
(Pearce, 1992; Sánchez y Meertens, 1985; Riaño, 2006; Molano, 2001).
En un proceso de reconstrucción autobiográfico, el líder antes mencionado tejió sus
recuerdos personales con la historia comunitaria para entender, desde una perspectiva
histórica, cómo la violencia afectó a los nasa de la región y la solución que encontraron
para ello: la firma de un pacto de paz con las FARC en 1996 (Caviedes ed., 2007). Según
contó en un proceso de interlocución que duró un año con un equipo de investigadores e
investigadoras indígenas y no indígenas del Centro de Cooperación al Indígena (CECOIN),
hacia 1968, el ejército empezó a proveer todo el arsenal de guerra a la comunidad nasa
del resguardo de Gaitania y poco a poco se conformó lo que ellos llaman una
“autodefensa”. El papel del estado, en cabeza del ejército nacional, y su
responsabilidad en el cariz que adquirió el conflicto armado en esta zona es un asunto
sobre el que poco se ha hablado.
Él continúa su relato no sin antes aclarar que era un tipo totalmente diferente a las
Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Según recuerda, entre 1968 y 1980 no hubo
asesinatos, pero sí hubo un contacto constante de la comunidad con el ejército. En
1981, nuevamente hubo un período de guerra después del asesinato de “Balín”, un
comandante de las FARC. En 1985, la comunidad empezó a hablar nuevamente del
cabildo, aunque años atrás ya lo habían hecho en una oportunidad los más viejos. Fue
precisamente en 1985 cuando se fundó el cabildo y se logró la legalización del resguardo
Nasa Wesx, corregimiento de Gaitania, municipio de Planadas (Caviedes ed., 2007).
A principios de la década del noventa, Francisco Rojas Birry y Lorenzo Muelas visitaron
Gaitania. En medio del ambiente de la Asamblea Nacional Constituyente, el cabildo Nasa
Wesx, cansado de los saldos de la guerra, empezó a fortalecerse organizativamente y a
hacer alianzas con las organizaciones regionales. Al principio, según cuenta el líder, “fue
difícil vincularnos al CRIT por dos motivos principales que él mismo expone: el primero,
es que como al ejército no le convenía que los indios tuviéramos autonomía, nos decían
que el CRIT apoyaba a la guerrilla, entonces nosotros lo mirábamos con sospecha”; el
segundo motivo es que también en el CRIT decían que nosotros estábamos por fuera
145
porque teníamos una autodefensa y éramos aliados del ejército” (Caviedes ed.,
2007:45). Los Pijaos, que eran la mayoría del CRIT, dijeron que no podían pertenecer a
la organización estando armados. En este sentido, el líder recuerda que empezaron los
primeros acercamientos con los miembros de la comunidad que mantenían la
autodefensa para que dejaran las armas. “Así se empezó a hablar de buscar un proceso
de paz con las FARC” (Caviedes ed., 2007:46). En esta vía, el cabildo promulgó una ley
en la comunidad para prohibir la tenencia y uso de armas.
Fue así como en 1996 los nasa del resguardo nasa de Gaitania, en presencia de la Cruz
Roja, de la Defensoría del Pueblo, del Ministerio del Interior, del obispo de Montelíbano,
del Personero municipal y de la alcaldía de Gaitania, firmaron un pacto de paz con las
FARC que le puso fin a la violencia en el resguardo. Apelando a la autonomía de los
cabildos y a la aplicación de su propia justicia, este pacto nació como una solución para
garantizar la paz dentro y alrededor de la comunidad de Gaitania, históricamente
afectada por la violencia. Los acuerdos que contiene el pacto, firmado el 26 de julio de
1996 y suscrito entre Virgilio López Velazco, gobernador del cabildo, y Jerónimo
Galeano, Comandante del Frente Joselo Losada de las FARC - EP, son: 1. Prohibición de
las amenazas entre campesinos e indígenas; 2. Prohibición del porte de armas dentro del
resguardo tanto para indígenas como para campesinos; 3. Exclusión del resguardo
indígena y de todas las garantías que ofrece la legislación indígena a quien es miembro
de una comunidad, en caso de ingreso o colaboración con los alzados en armas en
conflicto (ejército, policía, cooperativas de seguridad); 4. Sanción y castigo de los
delitos de hurto dentro del resguardo por parte de las autoridades indígenas. En caso de
reincidencia, serán trasladados a la justicia penal ordinaria; 5. Prohibición de la estadía
de grupos militares, cooperativas de seguridad o alzados en armas dentro del resguardo
indígena; 6. En caso de que un miembro de la comunidad denuncie algún problema a los
jefes de los alzados en armas, el grupo transferirá el problema a las autoridades del
cabildo; 6. Prohibición del pago de impuestos a los alzados en armas.
Frente al pacto, el líder nasa mencionado señaló: “lo más importante es que el
fortalecimiento de la autoridad es un principio de identidad para los nasa. Esa autoridad
que tuvimos para darnos nuestras propias leyes nos fortaleció, primero para que la
comunidad se desarmara y no siguiera en la guerra. Pero después también sirvió para
que la guerrilla nos respetara y no nos siguiera persiguiendo. Y para que el ejército
también nos respetara (…) El tratado de paz lo quería muchos y ha servido porque los
grupos armados no nos pueden mandar, aunque no tengamos armas” (Caviedes ed.
2007:51).
Durante la asamblea de construcción del Plan de Salvaguarda que se llevó a cabo en el
resguardo Nasa Wesx de Gaitania, un mayor expresó:
La subsistencia de equilibrio y armonización es de suma importancia para
la comunidad, y por eso todos los comuneros somos los encargados de
trabajar por el porvenir de todos nosotros, y tenemos que tener muy en
cuenta lo que piensan nuestros mayores, ellos tienen más experiencia y
proceso frente a esta situación, nos ayudaran a tomar las respectivas
decisiones frente a este conflicto social, como en caso de este resguardo,
las guerras son muy distintas y la mayoría es por causa del conflicto
armado. Ya que en nuestro país Colombia hay mucho conflicto, pero
gracias a Dios en nuestro Resguardo se hizo un cese de fuego mediante un
146
proceso de paz hace un unos años atrás. Por esta razón hoy en nuestro
territorio vivimos una vida llena de plenitud, y somos un ejemplo para
nuestro país que la paz si se puede conseguir mediante los diálogos
Demostramos al país que la guerra con arma nunca tendrá prosperidad y
felicidad, más en las comunidades indígenas y en especial en el Pueblo
Nasa (Asamblea Resguardo Nasa Wesx, corregimiento de Gaitania,
municipio de Planadas, noviembre 23 y 24 de 2012).
La firma del pacto de paz es un punto nodal alrededor del cual se articulan las memorias
de los nasa del sur del Tolima. Este hecho marcó un antes y un después en sus vidas y las
ventajas positivas que trajo son sentidas por los comuneros y comuneras de la zona que
viven su vida tranquilamente.
En 2006 fue el acto de conmemoración a la que estaban invitadas algunas instituciones
del estado y de organizaciones no gubernamentales de ayuda humanitaria. La mayoría
brilló por su ausencia. En realidad, “la convocatoria respondía a la coyuntura de una
presencia armada del ejército y la policía en los alrededores de la comunidad que
afectaba el resguardo indígena” (Caviedes, ed, 2007:24).
Esta situación fue documentada ampliamente por la Nota de Seguimiento No. 028-08 de
la Defensoría del Pueblo, en la que se alertaba sobre la situación de riesgo que ya había
sido previamente anunciada en el informe de Riesgo No. 021-07 de la Defensoría del
Pueblo. El 25 de agosto de 2008, la nota de seguimiento señaló la situación de riesgo en
la que se encontraba el resguardo Nasa We´sx de Gaitania, al expresar: “Un segundo
aspecto a referir como factor que puede desencadenar riesgos para la población civil es
el deterioro de las relaciones cívico militares debido al reforzamiento, durante los
últimos dos años, de los mecanismos de control por parte de la fuerza pública que se
han traducido en la restricción en el transporte de alimentos, carga y pasajeros hacia
ciertas zonas del municipio, como también en la implementación de redes de
informantes del ejército nacional, en la estigmatización y señalamiento a miembros de
la comunidad como colaboradores de la subversión y al incremento de las quejas por
presuntos malos tratos” (Defensoría del Pueblo, 2008).
Algunos meses antes de la conmemoración que tuvo lugar en el mes de julio de 2006,
Sabas Pretelt de la Vega, entonces Ministro del Interior y de Justicia durante el gobierno
de Uribe Vélez, hizo pública una acusación en contra de los gobernadores del resguardo
Nasa Wesx que habían firmado el acuerdo de paz con la guerrilla, señalando que estarían
en condición de ilegalidad porque sólo el gobierno colombiano podía dialogar con los
actores armados ilegales. Frente a estas acusaciones, la comunidad decidió conmemorar
la firma de los acuerdos de paz para recordarse a sí mismos y al país los motivos del
pacto que había traído paz y tranquilidad a sus vidas (Caviedes ed, 2007).
A pesar de que el gobierno señaló en su momento la supuesta ilegalidad del pacto,
generando además nuevos señalamientos sobre quienes lo firmaron (el gobernador y la
comunidad en su conjunto), el número de víctimas de violaciones a los derechos
humanos y al DIH registradas en el período entre 1995 y 2012 fue de nueve personas.
Todas se registraron en el cabildo de Barbacoas, municipio de Rioblanco. 7 de las
víctimas fueron por asesinatos políticos, de los cuales 5 fueron responsabilidad de los
grupos insurgentes y los 2 restantes de los paramilitares. Las otras personas fueron
147
víctimas de amenazas por parte de los grupos insurgentes.
Durante las asambleas comunitarias del Plan de Salvaguarda en los cabildos de Las
Mercedes y Barbacoas, la comunidad percibió que el nivel del conflicto armado es poco
intenso, contrario a lo que sienten quienes viven en el resguardo Nasa Wesx de Gaitania
quienes sienten que el conflicto se volvió bastante intenso después de 2006 en el
gobierno de Álvaro Uribe. En este caso, la comunidad señaló que en el mes de
noviembre de 2011 dos personas resultaron afectadas al caer en un campo minado.
Además, señalan que no ha habido desapariciones forzadas ni tampoco casos de
violencia sexual. Al parecer, tampoco han experimentado algunos casos de reclutamiento
forzado pero no cuentan con los registros. Sobre esto señalaron:
El reclutamiento forzado a grupos armados es especialmente en los
jóvenes que tienen problemáticas económicas, afectivas y en muchas
ocasiones no tienen el apoyo de sus padres afectivamente se sienten muy
solo y buscan la salida ingresando a los diferentes grupos armados. Las
autoridades tradicionales han hecho lo posible para que estos casos no se
den dentro de nuestros territorios, pero ha sido imposible los jóvenes
tienen mucho interés en ser parte de ellos, piensan que al estar dentro de
cualquiera de los grupos armados, se les va a cambiar la vida, ya que en
estos tiempos los grupos armados se encargan de inventar cosas que
atraigan a los muchachos, brindan cosas que jamás cumplirán. Por eso las
autoridades del Resguardo Indígena Páez de Gaitania (Nasa We`sx) han
dialogado con estos grupos armados, para que en caso de que se den estos
acontecimientos, informen oportunamente, para hacer sus respectivas
diligencias e irlos a traer, así sea que el joven nasa este prestando el
servicio militar, no tiene por qué ir, además los indígenas estamos exentos
de pagar este servicio militar. Esperamos que el gobierno nos tenga en
cuenta estas exigencias para que nuestros pueblos no sean parte de esta
guerra que no nos pertenece (Asamblea resguardo Nasa Wesx, Gaitania,
municipio de Planadas).
Como indica el relato, las autoridades han recurrido a los diálogos con los actores
armados para evitar que los jóvenes se vayan a la guerra. En la misma asamblea, un
mayor se refirió al respecto cuando contó que había rumores sobre una posible captura
en su contra por establecer dichos diálogos:
Hay rumores de que el ejército está formalizando una captura hacia mí,
según ellos porque he tenido unas conversaciones con la guerrilla. Yo
siempre lo he reconocido y les he dicho que como autoridades nos toca y
nos corresponde hablar con ellos para hacer unos acuerdos internos, para
tener una buena relación y respetarnos mutuamente, pero para la defensa
de la comunidad. Eso no significa que nosotros nos reunamos para hacer
planes de cómo atacarlos ni ir en contra de ustedes, sino porque es
necesario para que ellos no lleven a nuestros jóvenes nasa a ser parte de
ellos, tampoco queremos que ellos se metan en los problemas internos ni
en nuestros territorios. Eso le dije al coronel Saavedra.
En el caso del cabildo de Barbacoas, que no cuenta todavía con la legalización como
resguardo, la comunidad señaló que allí ha habido algunas amenazas y también algunos
148
líderes que fueron asesinados: 5 en total, cuyos responsables fueron las FARC y los
paramilitares. Sin embargo, como señalamos antes, su valoración es que el conflicto ha
sido de intensidad muy baja, no registraron ni casos de violencia sexual ni tampoco de
reclutamientos forzados.
Sobre estas comunidades nasa del sur del Tolima puede decirse entonces que sus
memorias guardan la historia de violencia que tuvieron que vivir durante mucho tiempo,
después de que mataron a Gaitán y se encendió la guerra entre liberales y
conservadores. Sin embargo, su relación y experiencia de la guerra en la actualidad es
diferente, como señalaron en una de las asambleas:
Nosotros como Pueblo Nasa vemos la guerra como un negocio, y un negocio
de ricos, porque es la forma como ellos consiguen sus recursos económicos
para ellos volverse más ricos. La guerra en una excusa para extraer
recursos, pero que en realidad enriquece a unos pocos y así sucesivamente
viven a costa de hacer la guerra a la población mayoritaria que somos
nosotros los pobres. Bueno, en fin, eso implica que la inversión social sea
absurda e implique que a los programas que tienen que invertir a
beneficio de nosotros no se haga oportunamente, es por eso que las
personas campesinas y muchas comunidades indígenas tienes que pasar por
muchas necesidades causas por el conflicto armado. Por esto como Pueblo
Nasa no queremos que hagan bases militares de ningún grupo armado, y así
evitar futuras
agresiones que perjudiquen a nuestras familias y
comunidad en general.
Casos de desplazamiento.
Los registros y análisis de Codhes (2011) sobre desplazamiento forzado en Colombia
señalan que el número de personas desplazadas por departamento de llegada, en el
Tolima, sumó 105.390 en el período comprendido entre 1999 y 2010. Los registros
históricos señalan que el año 2001 registró un número total de personas desplazadas que
ascendió a las 11.977. En el año 2002, esa cifra aumentó a las 12.450 personas
desplazadas. Sin embargo, el registro más alto de desplazamiento forzado tuvo lugar en
el año 2010 cuando 14.138 personas fueron reportadas en situación de desplazamiento.
En particular, en este mismo período de tiempo, también los municipios donde se
encuentran las comunidades nasa en el sur del Tolima se vieron fuertemente afectados
por este fenómeno. Codhes (2011) señala que el número de personas desplazadas en el
municipio de Planadas sumó un total de 4.447 personas, mientras que en el municipio de
Rioblanco fue de 7.180. La dinámica de desplazamiento en ambos municipios varió en el
período de tiempo, pero definitivamente el fenómeno fue mucho más intenso en el
municipio de Rioblanco. El registro histórico de desplazamiento forzado en el municipio
de Planadas señala que el año 2010 fue realmente nefasto pues se registró una cifra de
1.303 desplazamientos. En relación con el año anterior, en el que ocurrieron 67
desplazamientos, la cifra es realmente aterradora pues en los otros años, el mayor
número de personas desplazadas se registró en 2004: 513 personas. En contraste, el
municipio de Rioblanco registró la cifra de mayor número de personas desplazadas en el
año 2000, cuando se reportaron 3.102 personas, le siguió el año 2001 cuando se
registraron 1.307 personas en situación de desplazamiento. El año 2010, en ambos
149
municipios, cambió de manera abrupta la dinámica del desplazamiento forzado que
venía a la baja en años anteriores.
Tabla 1. Número de personas desplazadas por municipio de llegada 1999-2010
Muni
cipi
o
Plan
adas
Riob
lanc
o
199
9
20
00
266
430 272 14
0
3.0 1.3 18
12
07
8
1.19
3
20
01
20
02
200
3
200
4
200
5
2006
200
7
200
8
200
9
201
0
5
513
466
425
406
154
67
10
260
105
12
35
5
1.30
3
1.05
3
Fuente: CODHES-SISDHES, 2011
El 4 de septiembre de 2008, la Defensoría del Pueblo emitió el informe de seguimiento
al informe de riesgo 028-07 en el que expresa: “Un problema que se continua
presentando en el municipio de Rioblanco es el desplazamiento forzado debido, por un
lado, al accionar de la guerrilla que siembra minas antipersonal, promueve el
reclutamiento de niños, niñas y adolescentes y confina a los pobladores; y por otro lado,
a las operaciones de la fuerza pública para combatir a la guerrilla que en algunos casos
causan combates que causan temor a los habitantes. La población que se ha visto
obligada a desplazarse no declara ni registra su condición de desplazamiento en la
ciudad de Ibagué ni en el municipio de Rioblanco, sino que se asienta en la ciudad de
Bogotá o en el municipio de Soacha, Cundinamarca” (Defensoría del Pueblo, 2008:5). A
marzo de 2008, según este informe, 228 familias habían sido incluidas en el Registro
Único de Población Desplazada de Acción Social. De igual manera, el informe identifica
la amenaza y la realidad del reclutamiento forzado de niñas, niños y adolescentes como
uno de los motivos por los cuales las familias se ven obligadas a desplazarse.
En relación con los nasa, según la información con la que contamos y que fue recopilada
a través de las asambleas del Plan de Salvaguarda, los miembros de las comunidades
únicamente refirieron un caso de desplazamiento que tuvo lugar en el año 2009, y cuya
cifra de víctimas ascendió a las 28 personas. Este evento de desplazamiento ocurrió en
la comunidad Nasa Pxiakh, corregimiento de Barbacoas, municipio de Rioblanco y fue
propiciado por los grupos insurgentes.
b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales.
En la actualidad existen tres comunidades nasa en el sur del Tolima, particularmente en
los municipios de Planadas y Rioblanco. Dos de ellas tienen el resguardo constituido,
mientras que la otra está exigiendo desde hace varios años el proceso de constitución sin
tener una respuesta favorable hasta el momento. El resguardo Nasa Wesx, ubicado en el
corregimiento de Gaitania, municipio de Planadas, fue constituido en 1990 con un área
de 4.900.000 hectáreas. Al año 2007, dicho resguardo tenía una solicitud de ampliación
de 217 hectáreas (Houghton, 2008). El resguardo de Las Mercedes está ubicado en el
corregimiento de Herrera, municipio de Rioblanco. El resguardo cuenta con un área total
de 397 hectáreas que al día de hoy resultan insuficientes para llevar a cabo las
actividades sociales y económicas de la comunidad nasa y es el motivo por el cual exigen
150
de manera urgente su ampliación. La comunidad Nasa Pxiakh del corregimiento La
Herrera es la única a la que no se le ha constituido el resguardo, aun cuando vienen
luchando por esto desde tiempo atrás.
En el tema territorial, las comunidades nasa del sur del Tolima expresaron de manera
recurrente la exigencia de celeridad en el proceso de constitución de la comunidad Nasa
Pxiakh, corregimiento de Barbacoas, en el municipio de Rioblanco. El temor frente a la
avanzada minero-energética que se viene dando en el departamento, y que ha afectado
en gran medida las comunidades pijao que tienen uno de los niveles más altos de
violación del derecho al territorio, pone esta reivindicación histórica de la lucha por la
tierra en primer plano. La resolución 18 0241 del 24 de febrero de 2012, expedida por el
Ministerio de Minas y Energía, profundiza esta amenaza en la medida en que declara y
delimita áreas estratégicas mineras en todo el departamento del Tolima, incluidos los
municipios de Rioblanco y Planadas donde se encuentran los nasa. Con dicha resolución,
18 bloques en ambos municipios quedaron delimitados para ser otorgados en contratos
de concesión especial, sumando un total de 298.157,35 hectáreas.
Tabla 2. Bloques de las aéreas estratégicas mineras en los municipios de Rioblanco y
Planadas, departamento del Tolima
Bloque
Departamento
Municipios
Hectáreas
50
Huila, Tolima
Santa María, Planadas
212,61
53
Huila, Tolima
Santa María, Planadas
575,28
54
Tolima
Planadas
153,81
56
Tolima
Rioblanco, Planadas
1.217,20
57
Tolima
Rioblanco
718,16
Rioblanco
195,05
Tolima
60
151
61
Tolima
Rioblanco
985,62
62
Tolima
Rioblanco, Planadas
19.238,96
64
Tolima
Rioblanco
206,85
65
Tolima
Rioblanco
5.664,01
67
Tolima
Rioblanco
920,04
68
Tolima
Rioblanco
359,38
73
Tolima
Rioblanco
990,44
75
Tolima
Rioblanco
617,89
76
Tolima
Rioblanco
2.471,62
77
Tolima
Rioblanco
817,92
119
Tolima
Rioblanco, Ataco
Aipe, Ataco,
Chaparral, Coyaima,
Iquira, Natagaima,
Neiva, Palermo,
Planadas, Rioblanco,
Santa María, Teruel,
Tesalia, Yaguara
3.481,92
Tolima, Huila
301
Total
Fuente: Adaptada de Ministerio de Minas y Energía, 2012
259.330,59
298.157,35
En relación con la exploración y la explotación petrolera el panorama tampoco es muy
alentador. Frente a este panorama que dibujó la avanzada minero-energética, cada vez
los procesos de titulación de los territorios indígenas sufren mayores niveles de dilación.
El Mapa X muestra las tierras en proceso de exploración petrolera (color amarillo), en
producción (color rojo) y las áreas disponibles para la celebración de contratos (color
azul) en lo que corresponde a la cuenca Valle Superior del Magdalena (VSM), según la
denominación de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH). La tabla que aparece
debajo del mapa especifica los bloques petroleros, el operador, el estado en el que se
encuentra y la cantidad de hectáreas. Es necesario anotar que los datos corresponden a
toda la cuenca del Valle Superior del Magdalena, cuya área disponible asciende a
1.107.457,02 hectáreas.
Mapa 4. Mapa de Tierras
Fuente: ANH, 2013
152
ID
5
21
57
57
133
148
257
287
295
325
331
332
347
359
360
361
421
2001
2006
2051
2055
2070
2207
2208
2215
2223
2225
2231
2232
2234
2235
2251
2359
2362
2364
2369
2375
2376
2383
2385
2392
2394
2395
3022
3029
3032
3033
3034
3124
3159
3160
3161
3179
3199
3205
3232
3354
3355
3356
3357
3358
Tabla 3. Listado de áreas en la Cuenca Valle Superior del Magdalena
CONTRATO
OPERADORA
CUENCA
CAMPOS TELLO Y LA JAGUA
ECOPETROL S.A.
VSM
GUASIMO (LISA)
PACIFIC STRATUS ENERGY COLOMBIA CORP VSM
CHAZA
GRANTIERRA ENERGY COLOMBIA LTD
VSM
CHAZA (COSTAYACO) GRANTIERRA ENERGY COLOMBIA LTD
VSM
ANTARES
PETROLEOS DEL MAR
VSM
TOPOYACO
PACIFIC STRATUS ENERGY COLOMBIA CORP VSM
VSM 10
HOCOL S.A.
VSM
VSM 32
EMERALD ENERGY PLC SUCURSAL COLOMBIA VSM
PUTUMAYO PIEDEMONTEGRANTIERRA
NORTE
ENERGY COLOMBIA LTD
VSM
VSM 9
HOCOL S.A.
VSM
VSM 22
TELPICO LLC
VSM
VSM 3
TELPICO LLC
VSM
VSM 15
FLAMINGO OIL S.A.
VSM
VSM 13
ALANGE ENERGY CORP SUCURSAL COLOMBIA VSM
VSM 12
ALANGE ENERGY CORP SUCURSAL COLOMBIA VSM
VSM 14
TECNICA VIAL S EN CA
VSM
VSM 1
CONSORCIO OPTIMA RANGE
VSM
UPAR
ECOPETROL S.A.
VSM
CUISINDE
ECOPETROL S.A.
VSM
DOIMA
HOCOL S.A.
VSM
BUGANVILES
PACIFIC STRATUS ENERGY COLOMBIA CORP VSM
CHIPALO
PACIFIC STRATUS ENERGY COLOMBIA CORP VSM
PIJAO - POTRERILLO ECOPETROL S.A.
VSM
SANTA CLARA
ECOPETROL S.A.
VSM
CHENCHE
ECOPETROL S.A.
VSM
CAIMITO
ECOPETROL S.A.
VSM
HATO NUEVO
ECOPETROL S.A.
VSM
ORTEGA
ECOPETROL S.A.
VSM
TOY
ECOPETROL S.A.
VSM
TOLDADO
ECOPETROL S.A.
VSM
QUIMBAYA
ECOPETROL S.A.
VSM
HUILA
SOCIEDAD INTERNACIONAL PETROLERA
VSM
SAN JACINTO
HOCOL S.A.
VSM
ABANICO
PACIFIC STRATUS ENERGY COLOMBIA CORP VSM
ESPINAL
PETROBRAS COLOMBIA LIMITED
VSM
MATAMBO
EMERALD ENERGY COLOMBIA
VSM
RIO PAEZ
HOCOL S.A.
VSM
PALERMO
HOCOL S.A.
VSM
SAN LUIS
VETRA EXPLORACION Y PRODUCCION COLOMBIA
VSM
S.A.S
TOLIMA
VETRA EXPLORACION Y PRODUCCION COLOMBIA
VSM
S.A.S
HOBO
PETROBRAS COLOMBIA LIMITED
VSM
CHAPARRAL
ECOPETROL S.A.
VSM
CAGUAN
PETROBRAS INTERNACIONAL S.A BRASPETRO BV
VSM
VSM 2
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
VSM 7
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
VSM 18
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
VSM 16
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
VSM 17
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
VSM 19
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
VSM 33
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
VSM 35
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
VSM 34
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
SAN GABRIEL
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
EL QUESO
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
GUASIMO
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
CUISINDE
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
VSM 24
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
VSM 36
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
VSM 4
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
VSM 5
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
VSM 6
AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS
VSM
ESTADO
TIPO DE AREA Area (Ha)
AREA DE EXPLOTACION
AREA EN PRODUCCION
3690,032
AREA DE EXPLOTACION
AREA EN PRODUCCION
346,2325
EXPLORACION CON ANH
AREA EN EXPLORACION
29605,76
AREA DE EXPLOTACION
AREA EN PRODUCCION
2865,327
EXPLORACION CON ANH
AREA EN EXPLORACION
16888,78
EXPLORACION CON ANH
AREA EN EXPLORACION
24295,4
EXPLORACION CON ANH
AREA EN EXPLORACION
43275,97
EXPLORACION CON ANH
AREA EN EXPLORACION
66542,86
EXPLORACION CON ANH
AREA EN EXPLORACION
31865,89
EXPLORACION CON ANH
AREA EN EXPLORACION
64696,75
EXPLORACION CON ANH
AREA EN EXPLORACION
34451,56
EXPLORACION CON ANH
AREA EN EXPLORACION
42087,62
EXPLORACION CON ANH
AREA EN EXPLORACION
42783,93
EXPLORACION CON ANH
AREA EN EXPLORACION
58693,68
EXPLORACION CON ANH
AREA EN EXPLORACION
56729,92
EXPLORACION CON ANH
AREA EN EXPLORACION
56319,55
AREA EN EXPLORACION
13307,51
EXPLORACION CON ANH
CONVENIO DE EXPLORACION Y EXPLOTACION
AREA EN EXPLORACION
97250,29
CONVENIO DE EXPLORACION Y EXPLOTACION
AREA EN EXPLORACION
12360,35
PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA
ECP EN PRODUCCION
31366,11
PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA
ECP EN PRODUCCION
31466,08
PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA
ECP EN PRODUCCION
25788,25
CONVENIO DE EXPLOTACION
AREA EN PRODUCCION
15438,88
CONVENIO DE EXPLOTACION
AREA EN PRODUCCION
5283,923
AREA EN PRODUCCION
593,7377
CONVENIO DE EXPLOTACION
CONVENIO DE EXPLOTACION
AREA EN PRODUCCION
524,1958
CONVENIO DE EXPLOTACION
AREA EN PRODUCCION
524,9749
CONVENIO DE EXPLOTACION
AREA EN PRODUCCION
6367,283
CONVENIO DE EXPLOTACION
AREA EN PRODUCCION
2696,173
CONVENIO DE EXPLOTACION
AREA EN PRODUCCION
1793,176
CONVENIO DE EXPLOTACION
AREA EN PRODUCCION
2207,58
CONVENIO DE EXPLOTACION
AREA EN PRODUCCION
8120,185
PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA
ECP EN PRODUCCION
15657,49
PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA
ECP EN PRODUCCION
25316,76
PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA
ECP EN PRODUCCION
19526,56
PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA
ECP EN PRODUCCION
6865,665
PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA
ECP EN PRODUCCION
6743,499
PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA
ECP EN PRODUCCION
17754,42
PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA
ECP EN PRODUCCION
3174,201
PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA
ECP EN PRODUCCION
7560,758
PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA
ECP EN PRODUCCION
7784,243
PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA
ECP EN PRODUCCION
5653,431
PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA
ECP EN PRODUCCION
6767,849
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE35857,17
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE23908,29
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE35490,67
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE 43297,6
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE42725,11
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE39618,35
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE52787,85
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE61819,93
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE46876,94
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE216685,8
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE23045,09
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE 2209,79
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE6210,754
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE125741,3
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE40601,73
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE103272,8
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE148616,5
AREA DISPONIBLE
AREA DISPONIBLE58691,35
Fuente: ANH, 2013
Durante las asambleas de construcción del Plan de Salvaguarda, otras de las amenazas
territoriales identificadas fueron el viaducto que comunica La Herrera, en el
departamento del Tolima, con Florida, en el departamento del Valle del Cauca; así como
el traslape de una parte de sus territorios con Parques Nacionales. Alrededor de esto se
estructura una disputa sobre la definición y puesta en marcha de los planes de manejo
153
ambiental que desconocen la legitimidad de los nasa como autoridades ambientales. En
este sentido, los nasa del sur del Tolima reclaman y reivindican su derecho a custodiar el
Páramo Meridiano, que en este momento se encuentra bajo el control y la regulación de
la Corporación Autónoma Regional del Tolima (CORTOLIMA). También identificaron como
amenaza los estudios recientes que viene desarrollando ISAGEN en el resguardo Las
Mercedes, situación sobre la que obtuvimos poca información.
En 2003, las comunidades nasa del sur del Tolima se vieron afectadas por la presencia de
cultivos de uso ilícito en los límites o dentro de sus resguardos. En ese momento se
vieron afectados, además, por las fumigaciones en que se adelantaron en sus territorios
(Defensoría del Pueblo, 2012). En la actualidad, al parecer la situación ha cambiado.
Todas las asambleas del Plan de Salvaguarda nasa señalaron que en la actualidad no hay
presencia de cultivos de uso ilícito en sus territorios. Sin embargo, la asamblea del
resguardo Nasa Wesx, en Gaitania, señaló que en cercanías de las tierras del resguardo,
hay lugares de procesamiento de cultivos que están contaminando con químicos las
aguas de las quebradas y el suelo. Al referirse a esta situación, expresaron:
Sentimos es el miedo de que nuestros jóvenes luego se involucren en estas
actividades y consuman esos productos. Pero como no conocemos a fondo y
ahora la situación del resguardo no es sembrar coca o marihuana, nosotros
dependemos y vivimos más del cultivo del café y otros productos que
utilizamos en nuestra cocina es por ello que no tenemos mucho de qué
hablar sobre este tema. Pero no estaría de más ponerle cuidado frente a
este tema, y que el cabildo sea quien se encargue.
Las preocupaciones de la gente, sin embargo, se concentraron en la construcción de la
carretera que comunica el corregimiento de Herrera y el municipio de Florida, en el
Valle del Cauca. En la “Declaración de los cabildos indígenas nasa del sur del Tolima de
Gaitania Nasa Kiwe de las Mercedes y de Barbacoas sobre el proceso de consolidación de
nuestro territorio, la conservación de la naturaleza y la construcción de la carretera
Herrera, municipio de Rioblanco, Tolima - Florida, Valle, las comunidades nasa del sur
del Tolima en 2003 se oponen a la construcción de la carretera por los impactos que ésta
genera y las amenazas que representa para asegurar su pervivencia social y cultural. El
trazado de la carretera atraviesa los páramos y lagunas, sitios sagrados para el nación
nasa. En la búsqueda de los procesos de integración e interconexión para alcanzar un
alto nivel de competitividad en los mercados internacionales, el gobierno nacional ha
desconocido el derecho legítimo de los pueblos indígenas a los procesos de
consentimiento previo, libre e informado. La Declaración (Consejo Superior de la
Judicatura-ONIC, 2006:139) define los impactos de la carretera en los siguientes
términos:
Va a dañar las lagunas que son para nosotros los Nasa sitios sagrados en
donde se hacen rituales sagrados y es donde habitan los espíritus como son
el trueno, el arco iris, el duende, la madre de agua, entre otros. También
va a dañar las plantas medicinales con las que trabajan los The Wala, con
la sabiduría de los ancestros y de los indígenas de ahora. Igualmente, como
ha sucedido en otros territorios indígenas donde han construido carreteras,
van a entrar muchos colonos quienes hacen grandes daños a la madre
naturaleza, ya que ellos no conocen los sitios sagrados y las especies que
hay que respetar y se dedican a tumbar los bosques y los páramos, para
154
quemarlos y hacer potreros para la ganadería, tienen el negocio de venta
de maderas de los bosques, practican la pesca indiscriminada con veneno y
dinamita y a la cacería, arrojan basuras no biodegradables, ensucian las
fuentes de agua.
Por otra parte, la carretera va a ayudar a la explotación de productos
agrícolas y pecuarios en un territorio que debe ser respetado y conservado.
Cuando sucedió la avalancha del rio Paéz en Tierradentro, los The Wala
interpretaron que la causa del fenómeno natural había sido el irrespeto a
los páramos y sitios sagrados y el cambio cultural en la relación con la
naturaleza.
En esta vía, la Declaración demanda la titulación integral de los territorios nasa del sur
del Tolima, la constitución del resguardo indígena de Barbacoas, la ampliación del
resguardo de Las Mercedes sobre el sitio sagrado del páramo El Meridiano, la Consulta
Previa a las comunidades nasa del sur del Tolima y del Valle afectadas por la
construcción de la carretera, así como la realización de un estudio de impacto
ambiental, social y cultural entre las entidades estatales competentes y los cabildos
nasa afectados.
En efecto, el páramo el Meridiano, que se extiende desde el Parque Nacional Natural Las
Hermosas hasta el Parque Natural Nevado del Huila, es objeto en la actualidad de
políticas ambientales puestas en marcha por las instituciones estatales, como Parques
Nacionales y Cortolima. En uno de dichos estudios, Cortolima ubicó la zona de reserva y
definió la política a seguir. El siguiente mapa, muestra la ubicación del páramo en
relación con los resguardos nasa que allí se encuentran.
Mapa 5. Zona de reserva en territorio nasa
Fuente: CORTOLIMA, s.f
155
2.4.
Huila y Tierradentro
a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y
DIH.
-
Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores
armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus
miembros, pero afectándolos directamente.
En el departamento del Huila y en la zona Tierradentro, en el período comprendido
entre 1995 y 2012, el número de acciones bélicas ascendió a 26 eventos, incluyendo el
uso de escudos humanos, los ametrallamientos, bombardeos y ataques indiscriminados;
los asaltos, hostigamientos y tomas de cascos urbanos; el ataque tanto a las misiones
médicas como a los bienes indispensables para la supervivencia; los bloqueos de las vías,
la presencia de campos minados; la destrucción y hurto de bienes civiles; las
emboscadas, el uso de armas prohibidas, así como el uso y ocupación temporal de bienes
civiles, la instalación de bases militares sin consulta previa, entre otros. El saldo de
víctimas que dejaron dichos eventos fue de 30 personas (Tabla 1).
Tabla 1. Total de acciones bélicas y víctimas
Nombre_SubTema
Acciones Bélicas
Total Acciones Bélicas
NomDescriptor
Recuento de
Suma
Nombre_SubTema
de Total Victimas(2)
Uso de escudos humanos
4
4
Combates por Bélicas
2
2
Ataque a bienes indispensables para la supervivencia por Objetivos ilícitos de guerra
1
1
Ametrallamientos/Bombardeos/Ataques indiscriminados por Métodos ilícitos de guerra
4
9
Ataque a objetivo militar
1
1
Ataque a bienes culturales o religiosos por Objetivos ilícitos de guerra
1
1
Destrucción de bienes civiles por Objetivos ilícitos de guerra
1
1
Utilización temporal de bienes civiles con propósitos bélicos
2
2
Uso de armas o minas prohibidas por medios ilícitos de guerra
5
4
Bombardeos
1
1
Campos minados
3
3
Utilización permanente de bienes civiles con propósitos bélicos
1
1
26
30
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
Como muestra la Gráfica 1, los registros sobre la ocurrencia de acciones bélicas
aparecieron desde el año 2002. En el período entre 2003 y 2004 no se reportaron
acciones bélicas. En el año 2005 la cantidad de acciones bélicas se mantuvo en el mismo
nivel que para el año 2002, para registrar al siguiente año, en 2006, un descenso notable
en las acciones. El año 2007 mostró un incremento notable en el número de víctimas de
las acciones bélicas aunque la cifra de acciones se mantuvo en el mismo nivel que el año
anterior. El año 2008 presentó la mayor cantidad de acciones bélicas en la zona, así
156
como el mayor número de víctimas, mientras que el año 2009 reportó una notable
disminución tanto en el número de acciones bélicas como de víctimas registradas por
tales eventos (Ver Tabla 2).
Gráfica 1. Total de acciones bélicas y de víctimas de acciones bélicas, 1995-2012
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
Tabla 2. Total de Acciones bélicas y víctimas por año
Nombre_SubTema
Acciones Bélicas
AÑOMES
2002
2005
2006
2007
2008
2009
Recuento de Acciones
Bélicas
4
4
2
2
10
4
Total Acciones
Bélicas
26
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
Suma de Total
Victimas
4
4
2
7
9
4
30
Del total de acciones bélicas, que para el período 1995-2012 ascendió a 26, 18 de ellas
(69.23%) fueron responsabilidad de los actores estatales y el número de víctimas que se
registraron fueron 23 en total. A los grupos insurgentes les correspondieron las 8
157
acciones (30.77%) bélicas restantes, dejando un saldo de 7 víctimas. En esta zona, las
confrontaciones únicamente se dieron entre la fuerza pública y los grupos insurgentes.
En 1998, según el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la
República (1999), no se presentaron confrontaciones armadas en la zona de Tierradentro
ni en los municipios del occidente del Huila donde hay población nasa: Iquira, Nátaga, La
Plata, La Argentina y Campoalegre. Sin embargo, la zona cercana a Neiva sí presentó un
nivel bajo de confrontación (entre 1 y 5 eventos). Entre 1999 y 2000, el nivel de
confrontación se mantuvo en un nivel bajo.
En el año 2001 sí se registró una pequeña variación pues el nivel de confrontación
aumentó un poco en la zona cercana a Neiva, donde se registraron entre 6 y 10 eventos.
El 24 de septiembre de 2001 se constituyó legalmente el resguardo nasa-misak “La
Reforma” del municipio de La Plata, departamento del Huila. En ese mismo año, la
Novena Brigada del ejército nacional, a través del Batallón de Infantería No. 26 “Cacique
Pigoanza” instaló una base militar en los predios del resguardo sin llevar a cabo el
proceso de consulta previa con las comunidades afectadas. Los conflictos por esta nueva
presencia se agudizaron en la zona pues hubo un incremento de los señalamientos,
ataques y maltratos por parte de la fuerza pública, controles a la movilidad, entre otros.
Como mostraremos más adelante, la instalación de esta base militar en el resguardo La
Reforma desató un proceso de lucha que aparece en los recuerdos de las personas de la
comunidad.
También en el año 2001, en el mes de diciembre, hubo un ataque de las FARC en el casco
urbano del municipio de Inzá. El ataque estaba dirigido en contra de la estación de
policía que se encuentra en el centro del casco urbano.
El año 2002 sí presentó una variación en la dinámica de las confrontaciones armadas con
respecto a los años anteriores: el nivel bajo de intensidad de las confrontaciones se
mantuvo en la zona occidente del Huila y en la zona Tierradentro. En el mes de octubre
de 2002, en Belalcázar, municipio de Páez, durante 20 minutos guerrilleros de la
columna Jacobo Arenas y el Frente 8 de las FARC hostigaron el puesto de policía, lo cual
impidió el paso de aproximadamente 300 indígenas que se desplazaban desde el
resguardo de Cohetando a Tálaga para asistir a una asamblea de cabildos y juntas
comunales del municipio. En esta acción, el joven Gabriel Embús fue asesinado.
En ese año, también hubo un pequeño incremento en la intensidad en el municipio de La
Plata, que registró entre 6 y 10 eventos. Sin embargo, el alto nivel de intensidad de las
confrontaciones que se registró para ese año en los departamentos de Meta y Caquetá,
luego del fracaso del proceso de negociación con las FARC y de la llegada a la
presidencia de Álvaro Uribe Vélez, tuvo un impacto visible en el desarrollo de las
confrontaciones que presentaron un alto nivel de intensidad al oriente del Huila, en
cercanías de los municipios de Algeciras, Gigante y Garzón. Pero también hubo otro foco
de agudización de las confrontaciones armadas hacia el norte del departamento, en
respuesta a la propagación de las confrontaciones que se presentaron de manera aguda
en el sur del Tolima, principalmente en los municipios de Planadas, Ataco y Rioblanco,
extendiéndose hacia los municipios de Santa María, Palermo y Neiva. En este último
municipio, capital del departamento, el nivel de intensidad de las confrontaciones
aumentó, llegando a registrar entre 6 y 10 eventos.
158
Como muestra el Mapa 1, el año 2003 fue el momento en el que se consolidó el corredor
de confrontación armada que unió al norte del Huila, sur del Tolima y norte del Cauca.
Este corredor afectó la parte occidental del municipio de Paéz, en los límites con el
municipio de Jambaló, en el norte del Cauca. En relación con el departamento del Huila,
es necesario mencionar que en el municipio de Neiva se registró un nivel alto de
confrontación que osciló entre 6 y 10 eventos. En los municipios del occidente del
departamento el nivel de confrontación se mantuvo bajo, a excepción de un pequeño
aumento en la intensidad registrado en el municipio de La Plata. La dinámica, en
realidad, fue muy similar al año anterior.
Mapa 1. Confrontaciones armadas en Tierradentro y departamento del Huila, 2003
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República,
2004
Al año siguiente, en 2004, al ritmo del aumento del nivel de confrontación en el sur del
Tolima, el corredor hacia el municipio de Neiva se amplió aunque el nivel de
confrontación se mantuvo en mediana intensidad, a excepción del municipio de Neiva
donde hubo un nivel alto de intensidad en la confrontación armada. También la
intensidad en el nivel de confrontación se mantuvo en los municipios del oriente del
Huila, principalmente Algeciras.
El año 2005 presentó una variación en la dinámica de las confrontaciones en
Tierradentro y Huila. El corredor de confrontaciones armadas que se había consolidado
en el año 2003 y que unió al norte del departamento del Huila, con el sur del Tolima y el
norte del Cauca sufrió pequeñas variaciones en 2004 pues se extendió hacia el sur del
Tolima, abarcando casi en su totalidad los municipios de Planadas y Rioblanco. Sin
embargo, en 2005, el corredor de confrontaciones armadas ya no abarcó tanto territorio
del sur del Tolima y por el contrario, se extendió hacia los municipios de Páez y
Belalcázar, cruzando la frontera con el Huila en los municipios de Íquira, Santa María,
Palermo y Neiva. En ese año, según denunciaron las autoridades indígenas de la zona
Tierradentro, se desarrolló una fuerte intervención militar con sobrevuelos e incursiones
por tierra. Dicha operación incluyó el traslado de más de tres mil hombres y el
establecimiento de bases militares entre los municipios de Silvia y Páez y en el páramo
de Moras, sector de Laguna Seca, en jurisdicción del resguardo nasa de Mosoco.
159
Mapa 2. Confrontaciones armadas en Tierradentro y departamento del Huila, 2005
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República,
2006
Durante el año 2006, la dinámica de las confrontaciones no varió mucho en relación con
el año anterior. A mediados de enero, en los resguardos nasa de Mosoco, Tálaga, Tóez y
Vitoncó se presentaron combates entre los soldados del ejército y el Sexto Frente de las
FARC así como la columna móvil Jacobo Arenas. En el sur del Tolima las confrontaciones
armadas se intensificaron, ya no abarcaron tantos municipios del Huila aunque se
mantuvo el foco de confrontación en un nivel alto en cercanías del Huila y un foco
mucho más pequeño y de menor intensidad en el municipio de La Plata. Siguiendo la
dinámica de intensidad alta y muy alta que se venía propagando desde los
departamentos de Meta y Caquetá, el municipio de Algeciras, en el departamento del
Huila, resultó altamente afectado por las confrontaciones armadas. El año 2007 presentó
una variación en las confrontaciones nuevamente. El corredor que unía al norte del
Cauca, sur del Tolima y norte del Huila se amplió también hacia el occidente del Cauca y
sur del Valle. Este año registró un nivel alto de confrontaciones en el municipio de Paéz
y también en Neiva.
En 2008, las confrontaciones se concentraron en la frontera entre el municipio de
Planadas, en el sur del Tolima y los municipios de Santa María, Palermo y Neiva, en el
Huila. Se registró un pequeño foco de confrontación de nivel medianamente alto (entre
6 y 10 confrontaciones) en el municipio de Paéz, en cercanías de Cohetando y
Belalcázar, lo cual resultó bastante atípico teniendo en cuenta que el nivel de
confrontación en la zona norte del Cauca disminuyó notablemente durante ese año. Al
año siguiente, aun cuando las confrontaciones aumentaron en el norte del Cauca, no se
registraron ni en Páez ni en Inzá pero sí se mantuvieron en cercanías del municipio de
Neiva aunque en menor intensidad.
Durante el año 2010, las confrontaciones aumentaron en el norte del Cauca y esto tuvo
un impacto importante también en el municipio de Páez, cerca de la frontera con el
municipio de Toribío, donde la intensidad de las confrontaciones fue bastante alta.
Nuevamente el corredor entre el norte del Cauca, sur del Tolima y el municipio de
Neiva, en el Huila, se concretó. En 2011 la dinámica de las confrontaciones armadas
160
varió notablemente. Éstas se concentraron únicamente en el municipio de Neiva donde
mantuvieron un nivel alto de intensidad. En Páez y Belalcázar, departamento del Cauca,
y también en Teruel, Iquira, Nátaga (en cercanías de las comunidades nasa de Llano Buco
y Riochiquito) y La Plata, en el Huila, registraron un bajo nivel de intensidad en las
confrontaciones, que oscilaron entre 1 y 5 eventos. Durante el período 2010-2011, el
municipio de Nátaga superó el promedio nacional de la tasa de homicidios (36.6).
También en este período, en el municipio de La Plata, en cercanías de Vicente, donde se
encuentra uno de los resguardos Nasa-Misak, se registró una tasa de homicidio que
superó el promedio nacional.
En el año 2012, la Asociación de cabildos NASA ÇXHÃÇXHA, municipio de Páez, denunció
que “desde el día viernes 2 de noviembre una avioneta sobrevoló la zona del Páramo de
Moras sobre las comunidades del Resguardo de San José y la Vereda de Escalereta en el
Resguardo de Mosoco. El día 3 de noviembre de 2012 aproximadamente a las 5:00 a.m.
hasta las 6:30 a.m. comenzó el bombardeo en el área de la vereda de Escalereta, en el
Resguardo de Mosoco cerca de una vivienda. Este sobrevuelo duró hasta las 8:00 a.m.
Cerca de esta vivienda tiraron una (1) bomba y las otras cuatro (4) que se escucharon
hicieron daños en la vegetación y cultivos. Posteriormente, el ejército nacional bajó y al
ver que no había evidencias de grupos armados ni ningún motivo que justificara esta
acción, se llevó al comunero que estaba durmiendo en la vivienda. El comunero censado
en el Resguardo de Mosoco que fue detenido es Wilfredo Mulcue Tenorio identificado con
cedula de ciudadanía No. 10.721.259 de Silvia, el cual en ese momento se encontraba
sin documentación. (…) Como Pueblo Nasa, reclamamos poner un límite a las agresiones,
a los bombardeos indiscriminados en zonas donde habitan nuestros comuneros indígenas,
a las detenciones arbitrarias sin un debido proceso y a las acciones militares”
(Asociación Nasa ÇXHÃÇXHA, 2012).
Según el Programa Presidencial para la Acción Integral contra las Minas Antipersonal
(PAICMA), en el período entre 1995 y 2013, se presentaron 204 eventos por MAP/MUSE en
el departamento del Huila. Estos eventos incluyen: accidentes por MAP/MUSE,
desminado militar en operaciones, incautaciones y sospechas de campos minados.
Históricamente, los municipios más afectados por este tipo de eventos han sido Isnos, La
Argentina, Neiva, Algeciras, Gigante y Colombia. En 1995 se presentaron 4 eventos por
MAP/MUSE. Siete años después, en 2002, volvieron a aparecer registros de dichos
eventos, cuya cifra ascendió a 10. Esta cifra se mantuvo más o menos estable durante
2003 y 2004, donde se registró un leve aumento en relación con el año anterior. Sin
embargo, es necesario decir que durante los años 2005, 2006, 2008, 2010 y 2012, el
número de eventos por MAP/MUSE osciló entre 20 y 29 eventos. Sin duda, el año 2008
presentó la cifra más alta: 29 eventos.
Sin embargo, contamos con poca información en relación con la población nasa afectada
por este fenómeno. En el mes de enero de 2006, dos indígenas nasa habitantes del
resguardo Huila resultaron heridos de gravedad al pisar una mina instalada por las FARC
en un camino. En marzo de 2008, según lo registró el Diario del Sur, en un resguardo
indígena del municipio de Páez, un líder indígena identificado como José Reinel Remigio
Occa murió tras pisar un campo minado, mientras dos personas más resultaron heridas.
La ocurrencia de accidentes por MAP/MUSE en cercanías del municipio de Algeciras
indicó la forma en la que se constituyó una especie de barrera protectora frente a la
avanzada del ejército en límites con el departamento de Caquetá. Como señala el Mapa
161
3, en el período entre 2010-2011, también se registraron accidentes por MAP/MUSE en
Santa Leticia, en cercanías de dos resguardos nasa, así como en La Argentina, Neiva e
Isnos (ver el símbolo de las estrellas moradas). En contraste, en la zona Tierradentro, el
municipio de Páez fue el único afectado por los eventos de MAP/MUSE: 14 en total, que
tuvieron lugar en el año 2006 y 2008 (PAICMA, 2013).
Mapa 3. Accidentes por MAP/MUSE en la zona Tierradentro y departamento del Huila,
2010-2011
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República,
2012
Una base militar en el Resguardo Nasa-Misak “La Reforma”
Como lo señala la Corte Constitucional en el Auto 004 de 2009, la instalación de bases
militares en territorios indígenas sin consulta previa es una de las manifestaciones de las
“confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores
armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus miembros, pero
afectándolos directamente”. En el caso del departamento del Huila, hay un caso
particular que apareció de manera recurrente en la mayoría de las asambleas de los
cabildos nasa realizadas en este departamento en el marco del proceso de construcción
del Plan de Salvaguarda nasa: la instalación de una base militar sin consulta previa en un
resguardo donde conviven indígenas nasa y misak en el municipio de La Plata. Estos
pobladores y pobladoras llegaron a la zona después de la avalancha del río Páez en 1994.
En 2001, tras varios años de lucha, lograron la constitución del resguardo “La Reforma”
en el municipio de La Plata. Ese mismo año, sin embargo, la Novena Brigada del ejército
nacional, a través del Batallón de Infantería No. 26 “Cacique Pigoanza”, empezó a
ocupar los predios del resguardo y en 2003 construyó una base militar sin llevar a cabo el
proceso de consulta previa con las comunidades afectadas. Dos años después, tras vivir
los impactos de esta nueva presencia, el 29 de mayo de 2003, la comunidad del
resguardo “La Reforma” envió al Comandante de la Base Militar y al Ministerio de
Defensa una solicitud de solución del conflicto por la ubicación de la base militar en el
resguardo, solicitando por primera vez su reubicación. Sin embargo, esta solicitud no fue
atendida. Siete años después, el 25 de agosto de 2010, en territorios del resguardo, se
162
llevó a cabo la II Caravana Internacional de Juristas organizada por el Colectivo de
Abogados José Alvear Restrepo, abogados sin Fronteras de Canadá y la Corporación de
Abogados Surcolombianos (CAPS). Ese día, las autoridades del resguardo, un delegado
del Consejo Regional Indígena del Huila ―CRIHU― y el comandante del Batallón de
Infantería, Teniente Coronel Luis Erazo Arteaga, firmaron un acta en la que se acordó la
reubicación de la base militar Belén, estableciendo un plazo de un año para ello.
En julio de 2011 se cumplía la fecha de plazo para la reubicación de la base militar. Sin
embargo, las autoridades militares incumplieron el acuerdo y solicitaron una prórroga de
seis meses para iniciar la reubicación. Esta petición fue acogida por la comunidad y se
acordó el 27 de enero de 2012 como última fecha para iniciar la reubicación. En un acto
de abuso de la buena voluntad de las autoridades indígenas, pocos días antes de que se
venciera la fecha de la prórroga, nuevamente las autoridades castrenses solicitaron un
nuevo plazo para la reubicación. En esa oportunidad, las autoridades indígenas
rechazaron la solicitud y se ratificaron en el retiro de la base militar de los territorios
ancestrales. El acta de entrega fue firmada por el Sargento Arley Sierra Pérez, en
representación del Teniente Coronel Fernando López Colmenares, comandante Batallón
No. 26 Cacique Pigoanza quien entregó el predio de 200 metros cuadrados perteneciente
al resguardo indígena la Reforma, al gobernador Floriberto Andela Cuene. Los
observadores del proceso fueron Constanza Arias, Defensora del Pueblo del Huila y
Alfonso de Colsa, Responsable Territorial del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo Humano, Huila –PNUD-. Según reza el acta, se garantiza que “el terreno se
encuentra limpio de material explosivo que atente contra la integridad del personal o
habitantes de la población” y que en un plazo de 8 días a partir de la firma del
documento se “den por terminadas todas las obras correspondientes al desalojo de
la base militar incluyendo la destrucción de las trincheras y el retiro de todo el material
que se necesite para la instalación de la nueva base, por lo cual se dará por terminado
el proceso de entrega del predio al Resguardo indígena” (CAJAR-CRIHU, 2012; CRIHU,
2012). Según señala el CRIHU, después de un ritual de armonización, la comunidad nasa
misak volvió a ocupar nuevamente su territorio después de once años de lucha por la
autonomía y el ejercicio de control territorial.
163
-
Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y comunidades
indígenas y a sus miembros individuales en el conflicto armado.
En el período comprendido entre 1995 y 2012, los nasa de Tierradentro, en el
departamento del Cauca, y los nasa del departamento del Huila, han vivido un nivel
relativamente bajo de conflicto armado. Esta afirmación, sin embargo, es necesario
situarla en una perspectiva histórica para entender cuáles han sido los momentos en los
que dicha violencia se ha agudizado y los posibles motivos de estas variaciones a lo largo
del tiempo. Además, es necesario entenderla también en relación con la densidad
poblacional, que efectivamente es mucho más baja que en otras zonas donde la
violencia ha golpeado con fuerza. Por este motivo, los años en los que la violencia
aumentó en Tierradentro y Huila, hay que valorarlos en estos términos.
Lo primero que observamos sobre la dimensión del problema es la cifra de violaciones e
infracciones individuales a los derechos humanos y el DIH que durante el período en
cuestión ascendió a 68 eventos, lo cual significó un saldo de 104 víctimas en total. 54 de
las violaciones, es decir, el 79.41%, ocurrieron en la zona Tierradentro (municipios de
Páez e Inzá), mientras que el 20.59% restante tuvo lugar en el departamento del Huila.
En términos de la cifra de víctimas, la zona Tierradentro registró 66 en total, mientras
que el departamento del Huila registró 38 víctimas.
Como lo muestra la Gráfica 2, en el período entre 1995 y 2012, el tipo de violación que
más víctimas dejó entre los nasa en la zona Tierradentro, además de las acciones
bélicas, sobre las que nos detuvimos con anterioridad, fueron los asesinatos políticos,
que sumaron un total de 16 víctimas, mientras que en el Huila se registraron 6. En
contraste, para el caso del Huila, el tipo de violación que más afectó a la población nasa
de este departamento fueron las amenazas individuales que sumaron 28 víctimas en
total, mientras que en la zona Tierradentro se registraron 4. En Tierradentro el número
de heridos ascendió a 13, mientras que en el Huila se registraron 2. Para el caso del
Cauca, lo que es realmente evidente es el nivel de subregistro en las cifras sobre
amenazas, cuyas víctimas sumaron 4 en total para el caso de amenazas individuales. En
cuanto a las víctimas de violencia sexual/tortura, únicamente aparecieron registradas 2
personas. Nuevamente, el nivel de subregistro en este tipo de violación es preocupante y
se convierte en un llamado de alerta para adelantar diagnósticos que permitan definir
en profundidad las diversas maneras en las que el conflicto armado afecta de manera
diferencial a los hombres y a las mujeres.
164
Gráfica 2. Total de víctimas y tipo de violación por departamento
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
La Tabla 3 muestra de manera detallada las violaciones y el número de víctimas por
departamento. Para el periodo definido (1995-2012), los registros sobre la ocurrencia de
dichas violaciones iniciaron en 1999, lo cual indica el vacío en la información entre 1995
y 1998.
165
Tabla 3. Total de víctimas por año y departamento, 1999-2012
Etiquetas de fila
CAUCA
INZA
Acciones Bélicas
Amenaza Colectiva
Amenaza Individual
Asesinatos Políticos
Heridos
Violencia Sexual/Tortura
PAEZ (Belalcazar)
Acciones Bélicas
Amenaza Colectiva
Amenaza Individual
Asesinatos Políticos
Heridos
HUILA
LA PLATA
Acciones Bélicas
Amenaza Individual
Asesinatos Políticos
Detención arbitraria/Retención
Heridos
NEIVA
Amenaza Colectiva
Amenaza Individual
Heridos
Total general
1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 Total general
1 1 1 9 3 1 4 7 11 16 7 2 1 2
66
2 1
3
1 5 2 1 2
17
1 2
3
0
0
3
3
1 1
2
2
1
7
1
1
2
1 1
2
1 1 1 9 1
4 4 11 15 2
49
4
4 2 7 8 2
27
1
0
1
1
1
1 1 1 4
2
9
2 4 5
11
1
26 3 2
5 1
38
1
14 1 2
5
23
1
1
13
1
14
1
1
4
6
1
1
1
1
12 2
1
15
0
0
12 2
14
1
1
1 1 2 9 3 27 7 9 11 21 8 2 1 2
104
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
La Gráfica 3 muestra que los años 2002, 2007 y 2008 presentaron los niveles más altos de
violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario en el
departamento del Cauca. Entre los años 2002 y 2003, hubo un leve aumento en el
impacto de la violencia política contra los nasa en Tierradentro. En los años siguientes
esta dinámica se mantuvo en un nivel relativamente bajo para nuevamente
incrementarse entre 2007 y 2008 cuando llegó a su máximo pico. En el año 2002 se
registraron 9 víctimas en total y en el 2007 hubo 11 víctimas. El año 2008 reportó el
número más alto de víctimas: 16 en total. En contraste, en el departamento del Huila, el
año donde se presentó el mayor número de violaciones fue 2004. La mayoría de estas
violaciones corresponden a amenazas individuales.
En el mes de julio de 2012 las autoridades de la Asociación de cabildos NASA ÇXHÃÇXHA
realizaron una denuncia pública a través de un comunicado en el que se registró una
166
periodización sobre las situaciones de conflicto armado y violencia que afectaron a las
comunidades nasa durante ese año. Según documentaron, “el día 19 de Abril de 2012, el
grupo denominado como Águilas Negras y Los Rastrojos reparte clandestinamente y
debajo de las puertas de las viviendas de algunos resguardos de la zona, un comunicado
a la opinión publica en donde mencionan su pertenencia a las AUC y amenazan de
muerte a los líderes indígenas acusándolos de colaboradores de la guerrilla y del
narcotráfico, advirtiendo su presencia en la zona y su labor de “limpieza”. En días
posteriores en el Resguardo de Mosoco, por vía electrónica llegaron amenazas a los
dirigentes acusándolos de tener nexos con la guerrilla, mencionando el riesgo que corren
cada una de sus familias. El día 16 de Julio de 2012 a las 4:30 a.m. en la vereda
Quiguanás en la vía que conduce de Páez a Inzá es interceptado el vehículo de la
Alcaldía Municipal por cuatro (4) hombres armados con fusiles, vestidos con prendas y
calzado militar y cubriendo sus cabezas con capuchas, preguntaron por el Alcalde
municipal y por algunos líderes de las organizaciones indígenas con nombre propio.
Dentro del vehículo solo se encontraba el conductor y comunero indígena, quien fue
bajado a la fuerza del carro, tirado al piso, arrastrado y sometido en el suelo; los sujetos
dijeron que la próxima vez no se escapaban las personas que buscaban y luego de esta
advertencia quemaron el carro”.
Las autoridades de los diecisiete cabildos del municipio de Páez, asociadas en la
Asociación de Cabildos Indígenas Nasa Çxhãçxha, denunciaron estos hechos poniendo de
manifiesto que “el territorio ancestral de la nación nasa está siendo solicitado por
diferentes empresas interesadas en la explotación de recursos minerales e
hidrocarburos, resaltando además que el territorio históricamente es lugar de paso de
grupos armados y que en los últimos años existe en la zona interés por parte de redes
del narcotráfico y de otras rutas comerciales de captar nuestras comunidades y tierras”
(Asociación de Cabildos Indígenas Nasa Çxhãçxha, julio 18 de 2012).
Gráfica 3. Total violaciones por año y departamento, 1999-2012
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
167
Del total de las violaciones contra los nasa en la zona Tierradentro y en el departamento
del Huila, que ascendió a 68 eventos, 34 de ellos (50%) fueron responsabilidad de los
agentes estatales, 17 de ellos (25%) correspondieron a los grupos insurgentes, 11 eventos
(16.2%) fueron responsabilidad de “otros grupos armados” y los 6 eventos restantes
(8.8%) estuvieron en cabeza de los paramilitares. Como lo muestra la gráfica 4, en
cuanto al saldo de víctimas, es necesario decir que 56 de ellas fueron responsabilidad de
los actores estatales, 17 de ellas de los grupos insurgentes, otras 13 correspondieron a
“otros grupos violentos” y las 18 restantes fueron autoría de los paramilitares.
Gráfica 4. Total de víctimas por actores
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
Los cabildos y/o resguardos más afectados por las violaciones a los derechos humanos y
a los DIH en el período entre 1995 y 2012 fueron La Gaitana, Huila, San Andrés de
Pisimbalá, Avirama, Cohetando, Mosoco y Vitoncó, entre otros, como muestra la Gráfica
5.
168
Gráfica 5. Total de violaciones y víctimas por resguardo o cabildo
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
Casos de desplazamiento
Las comunidades nasa del departamento del Huila fueron enfáticas al referirse a dos
tipos de desplazamiento que viven: el primero de ellos, que representa la mayoría de los
casos, fue por escasez o “estrechez de tierras” como definieron esta situación en varias
oportunidades. El segundo, que se presenta en menor proporción, es el desplazamiento
forzado ocasionado por el conflicto armado. A continuación, nos referiremos brevemente
a ambas situaciones expresadas por las comunidades nasa.
El tipo de desplazamiento al que más se refirió la población nasa del departamento del
Huila fue al desplazamiento por motivos económicos, por “estrechez de tierras”. La
mayoría de las asambleas señalaron que la falta de tierras obliga a las familias a buscar
trabajo en otras partes. En este sentido, una de las reivindicaciones y exigencias más
importantes es la aceleración del proceso de titulación, saneamiento y ampliación de
resguardos. Esta exigencia, además, es definida por los nasa como una de las formas
para blindar el territorio frente a la entrada de las empresas multinacionales.
En relación con el segundo tipo de desplazamiento, es necesario decir que el
departamento del Huila ha sufrido los impactos del aumento de las confrontaciones en
169
los departamentos vecinos de Meta, Caquetá, Putumayo, Cauca y Tolima. Las dinámicas
que han tenido lugar en dichos departamentos han convertido al Huila en un
departamento más receptor que expulsor de población desplazada. En relación con esto,
es significativo mencionar las intensas operaciones militares desarrolladas durante la
Operación JM, puesta en marcha por la Fuerza de Tarea Conjunta Omega en el marco del
Plan Patriota en 2004, así como la Operación Libertad desarrollada en el sur del
departamento del Tolima.
Con base en el cálculo aproximado a partir de la información recopilada, podemos decir
que en el período comprendido entre 1995 y 2012, se han presentado 5 eventos de
desplazamiento forzado en la zona Tierradentro y en el departamento del Huila que
dejaron un saldo total de víctimas de 6.309 personas.
Como muestra la Gráfica 7, en el año 2002 se registró el primer desplazamiento en el
resguardo de Avirama, municipio de Páez. Este evento dejó un saldo total de 60
víctimas. Cuatro años después, en 2006, se presentaron 2 eventos de desplazamiento
forzado: uno en el municipio de La Plata, en el resguardo La Gaitana en el que se
registraron 3.000 víctimas; otro en el municipio de Páez, resguardo de Vitoncó en el que
se reportó una cifra de 1.433 personas desplazadas forzosamente por los
enfrentamientos entre las FARC y la fuerza pública. Dos años después, en 2008, se
presentaron dos eventos de desplazamiento: uno de ellos en el municipio de Páez, en el
resguardo de Huila, en el que se registraron un total de 1.116 víctimas en situación de
desplazamiento; el otro tuvo lugar en el municipio de Inzá, resguardo de Turminá, que
dejó un saldo de 700 víctimas.
Gráfica 7. Total de víctimas de desplazamiento forzado por municipio y resguardo
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
Los municipios más afectados por el fenómeno del desplazamiento fueron Páez, Inzá, La
Plata e Íquira. En estas zonas hubo un claro predominio de desplazamientos de tipo
masivo.
Es preciso mencionar que continúa habiendo un déficit preocupante en la información
sobre los desplazamientos individuales o familiares. Tanto en la zona de Tierradentro
como en los municipios del departamento del Huila donde se registraron
170
desplazamientos de población nasa, los años en los que estos fenómenos se presentaron
fueron 2002, 2006 y 2008, coincidiendo con momentos en los que se agudizó el conflicto
armado en todo el país, afectando notablemente a los pueblos indígenas, en general, y
al pueblo nasa, en particular.
La responsabilidad sobre el número de víctimas que generaron estos eventos, en su
mayoría, recayó sobre los actores estatales, que dejaron un total de 3.309 víctimas a
raíz de los 4 eventos de desplazamientos que produjeron. Esto significa que el ejército y
la policía fueron responsables del 80% de los eventos de desplazamiento en la zona. El
evento de desplazamiento forzado restante, que ocurrió en el resguardo La Gaitana,
municipio de La Plata, departamento del Huila, correspondió a los grupos insurgentes
(Ver Gráfica 8).
Gráfica 8. Total de víctimas de desplazamiento forzado por actores
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales
La Corte Constitucional en el Auto 004 de 2009 alertó sobre los procesos de despojo
territorial por parte de actores que tienen intereses económicos sobre los territorios
indígenas, señalando cómo dicho despojo se agudiza en la medida en que hay
precariedad en los procesos de titulación de tierras, como es el caso de la mayoría de
pueblos indígenas, incluido el nasa. Sin embargo, la Corte también reconoció que la
mera titulación y la constitución de resguardos no garantizan en la práctica la posesión
material por parte de las comunidades indígenas. El caso de la zona Tierradentro y de las
comunidades nasa que viven en el departamento del Huila es un ejemplo claro del
dilema al que se refiere la Corte.
El municipio de Inzá tiene 8 resguardos constituidos que suman un total de 85.675
hectáreas. En solicitud de ampliación hay 20.500 hectáreas y en proceso de saneamiento
171
hay un total de 15.420 hectáreas (Ver Tabla 4).
Tabla 4. Situación territorial Inzá
Nombre resguardo y/o Municipio Resguardo constituido
cabildo
(No. De hectáreas)
RESG SAN ADRES
INZA 4360 HECTAREAS
RESG YAQUIVA
INZA 16827 HECTAREAS
RESG GAITANA (INZA) INZA 25000 HECTAREAS
RESG TURMINA
INZA 6568 HECTAREAS
RESG TUMBICHUC
INZA 6600 HECTA
SAN ANTONIO PEDREGAL INZA 24000 HEC
RESG CALDERAS
INZA
RESG SANTA ROSA
INZA 2320 HEC 1600 RESERVA
Ampliaciones (No. De hectáreas y solicitud Ampliación de Trámites de
de ampliación con fecha y radicada ante resguardos reconocimient
750 FAM, AMPL, 2000 HEC AÑO 1994 ,SANEA 260 HEC
6000
381 FAM, AMPL /5670 HEC AÑO 2007, SANEA,900,HE
5670
400 FAM,AMPL,5000 HEC,AÑO 1994 SANEA 260 HEC
5000 PROCE CLARIFICACI
2OO FAM,A MPL, 1600,HEC AÑO,2012 SANEA, 2OOO HEC
1600 PROCE CLARIFICACI
270,FAM, AMPL, 950 HEC AÑO 2004 INCODER
2160
460 FAM,A MPL, 3680,HEC AÑO 2012 SANEA 12000
3680 PROCE CLARIFICA
200 FAM,AMP1600
1600
200 FAM,AMP1600, 253 SANEA
1600
Fuente: Equipo regional Plan de Salvaguarda Nasa, zona Tierradentro, 2013
El municipio de Páez cuenta actualmente con 15 resguardos constituidos y dos cabildos.
El área total de tierras de las que disponen es de 321.296, de las cuales 91.130
corresponden al área de Parques Nacionales Naturales, 7.402 hectáreas son área de
amortización, 30.706 hectáreas están en área de páramo y 42.004 corresponden al área
de restricción para la protección de cauces. Eso significa que el total de tierra
productiva de los resguardos del municipio de Páez es de 171.242 hectáreas.
Tabla 5. Situación territorial nasa en el municipio de
Páez
INDICADORES TERRITORIALES MUNICIPIO DE PÁEZ
POBLACION 2010
INDICADOR TERRITORIALES
1
AVIRAMA
1.514
1.444
2.958
3.198
18,7
0
AREA
AMOR
TIZACI
ON
PNN
(Has)
0
2
BELALCAZAR
1.412
1.269
2.681
41.263
44,4
13.459
1.497
206
4.942
16.781
36.885
4.378
3
CHINAS
303
282
585
1.117
0,0
0
0
0
171
561
732
385
34
4
COHETANDO
1.960
1.915
3.875
10.092
61,7
0
0
0
2.548
3.765
6.313
3.779
37
5
HUI LA
875
870
1.745
41.661
30,3
27.214
1.493
10
3.410
7.197
39.324
2.337
6
6
LAME
402
354
756
3.123
3,3
0
0
600
346
727
1.673
1.450
46
7
MOSOCO
PI CWE THA
FXI W
RICAURTE
791
827
1.618
13.489
40,5
0
0
9.512
1.029
916
11.457
2.032
15
190
169
359
555
0,7
0
0
0
162
127
289
266
48
1.044
980
2.024
7.654
8,7
0
0
0
2.338
2.854
5.192
2.462
32
No.
8
9
RESGUARDO
HOMB
RE
MUJER
TOTAL
AREA
(Has)
VIAS
(kmS)
AREA
PNN
AREA DE
PARAMO
Cota
mayor a
los 3,200
msnm
0
AREA DE
AREA
AREA
RESTRICCI
CON
TOTAL
POTENCI
ON POR PENDIEN AREA CON
AL DE
PROTECCI
TE
RESTRICCI
USO
ON DE
MAYOR ON LEGAL AGRICOL
CAUCES
A 50%
A
571
1.589
2.160
1.038
PORC
ENTA
JE DE
AREA
UTIL
(%)
32
11
10
SAN JOSE
284
285
569
11.966
2,4
4.120
493
4.470
1.133
1.003
11.219
747
6
11
SUIN
113
111
224
803
0,0
0
0
0
117
392
509
294
37
12
TALAGA
1.029
1.094
2.123
8.630
29,6
0
0
0
1.468
4.664
6.132
2.498
29
13
TOEZ
138
117
255
5.737
8,0
62
22
0
972
2.825
3.881
1.856
32
14
TOGOI MA
1.541
1.578
3.119
3.231
14,1
0
0
0
457
1.058
1.515
1.716
53
15
VITONCO
39
TOTALES
1.624
1.686
3.310
7.771
20,7
710
196
555
1.338
1.950
4.749
3.022
13.220
12.981
26.201
160.290
283,1
45.565
3.701
15.353
21.002
46.409
132.030
28.260
91130
7402
30706
42004
92818
CABILDOS
16
17
KWE' KI WE
CXHAB WALA
LUUCX
273
443
321296
Fuente: Equipo regional Plan de Salvaguarda nasa, zona Tierradentro, 2012
172
Como lo documenta Houghton (2008), “en los pueblos indígenas del Huila, Valle, Tolima,
Boyacá, Cesar, Cauca, Arauca, Caldas, Córdoba y Putumayo, entre el 20 y el 77% de las
tierras reclamadas como propias se encuentra sin protección legal alguna. El
departamento más crítico en torno del cumplimiento de solicitudes es el Huila,
especialmente por las demandas del pueblo nasa y misak. Se trata de un proceso creado
luego de las migraciones originadas por el terremoto del Páez ocurrido el 6 de junio de
1994, que produjo el desplazamiento de cerca de 1.100 familias indígenas de
comunidades nasa (unas 8 mil personas) ubicadas en los municipios de Páez e Inzá
(Cauca), y la posterior reubicación de 15 comunidades en La Plata y La Argentina
(Huila)” (Houghton, 2008:105). Según muestra el autor, hasta finales de 2007, un 77% de
las demandas de tierra no habían sido satisfechas.
Esa situación no ha cambiado mucho hasta el momento. A tal punto que en todas las
asambleas nasa en este departamento una de las posturas más visibles y recurrentes fue
la urgencia en la necesidad de constitución, ampliación y saneamiento del territorio. A
esto se suma el hecho de la ausencia de estudios socioeconómicos (responsabilidad del
INCODER) que también refirió la gente. En la actualidad, de los 37 municipios que
existen en el departamento del Huila, nueve de ellos cuentan con la presencia de la
nación nasa. La población, que actualmente suma 7.887 personas, está organizada en 11
resguardos constituidos, 7 cabildos reconocidos y 5 comunidades que aún no cuentan con
ningún tipo de reconocimiento. La cantidad total de hectáreas de tierra con la que
cuentan en la actualidad es de 6.972,04. Sin embargo, en un cálculo aproximado de
asignación de 18 hectáreas de tierra por familia, hay una proyección territorial de
33.210 hectáreas. Una de las características principales es que dos de los resguardos, La
Gaitana y La Reforma, son de conformación poblacional nasa-misak. Otro dato
importante para destacar es la convivencia de la comunidad indígena del Pueblo Nasa
con el sector campesino en la comunidad de Lame Páez Órganos del Palmar, municipio
de Neiva (Ver Tabla 5).
Tabla 5. Situación territorial nasa en el departamento del Huila
RESGUARDOS, CABILDOS Y COMUNIDADES NASA REUBICADAS EN EL DEPARTAMENTO DEL HUILA
No.
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
Nombres de
Resguardo y/o
Cabildo y
comunidades
Huila Rio Negro
Fiw Paez
Juan Tama
la Estacion Talaga
La Reforma
La Gaitana
Los Angeles
Paniquita
Bache
Pickwe Ikh
San Miguel
Nueva Esperanza
Potrerito
Llano Buco
la Gabriela
Lame Paez
La Perdiz
Tello
Villa Lozada
Babaria
Puerto Valencia
JAC.la linea.
SEK FXIW
Municipio
Famili Poblaci
as
on
IQUIRA
LA PLATA
LA PLATA
LA PLATA
LA PLATA
LA PLATA
LA PLATA
RIVERA
PALERMO
LA ARGENTINA
LA PLATA
LA PLATA
LA PLATA
NATAGA
NEIVA
NEIVA
SAN AGUSTIN
TELLO
LA PLATA
LA PLATA
LA PLATA
LA PLATA
NEIVA
485
44
190
94
32
186
35
120
21
83
23
45
106
90
30
47
37
20
5
84
4
25
39
2050
136
776
417
130
786
135
720
73
364
99
225
456
407
263
207
150
50
19
150
15
109
150
Tierra
Actual
2.477
41,6869
952
407
150
250
117
958
373
392
68,36
0
277
429
40
0
0
0
0
40
Propuesta
de
Mesa
Tenencia Necesid
Situación
Territorio
Tipo
de Tierra en
ad
prioriza
18 Ha por
flia.
LEGALIZACION -AMPLIACION 8.730
6.253
RESGUARDO
CONSTITUCION
792
750 Fxiw Paez
CABILDO
AMPLIACION
3.420
2.468 Juan Tama
RESGUARDO
LEGALIZACION -AMPLIACION 1.692
1.285
RESGUARDO
AMPLIACION
576
426
RESGUARDO
SANEAMIENTO
3.348
3.098
RESGUARDO
CONSTITUCION
630
513 Angeles
CABILDO
CLARIFICACION
2.160
1.202
RESGUARDO
AMPLIACION
378
5
RESGUARDO
LEGALIZACION -AMPLIACION 1.494
1.102
RESGUARDO
CONSTITUCION
414
346
CABILDO
ADQUISICION
810
810 Nueva EsperanzaCABILDO URBANO
LEGALIZACION -AMPLIACION 1.908
1.631
RESGUARDO
AMPLIACION
1.620
1.191
RESGUARDO
AMPLIACION
540
540
RESGUARDO
CLARIFICACION
846
846 Lame Paez
CABILDO
CONSTITUCION
666
626
CABILDO
PARTIGEROS
360
360
COMUNIDAD
PARTIGEROS
90
90
COMUNIDAD
PARTIGEROS
1.512
1.512
COMUNIDAD
PARTIGEROS
72
72
COMUNIDAD
DESCONOCE
450
410
J.A.C.
702
702
CABILDO URBANO
33.210 26.238
Fuente: Equipo Regional Plan de Salvaguarda Nasa, departamento del Huila, 2013
173
El incumplimiento del estado en relación con el derecho al territorio se convierte en un
factor que amenaza la pervivencia de la nación nasa. La precaria situación territorial en
la que se encuentran los nasa del departamento del Huila se convierte en una amenaza
más contundente cuando sobre dichos territorios se posaron los ojos de las
multinacionales mineras que, además, necesitan para su desarrollo potentes fuentes de
agua y energía que les permita su funcionamiento. A continuación, nos detendremos a
explorar los procesos de despojo territorial al que se ven enfrentadas diariamente las
comunidades nasa que habitan en la zona Tierradentro y en el departamento del Huila.
La Declaración de autonomía territorial, defensa de la vida y de la madre naturaleza
(CRIC, 2010), emitida por las autoridades tradicionales del departamento del Cauca,
hace referencia a las situaciones y amenazas territoriales que afectan el páramo de
Pisno, en jurisdicción de los resguardos nasa de Mosoco, Pitayó, San José y Jambaló.
Según señala la Declaración, “la piel de nuestra Mama Kiwe está siendo afectada por una
fuerte intervención militar a través de sobre vuelos de aviones, helicópteros,
fumigaciones, bombardeos e incursiones armadas por tierra, que afectan las regiones del
Macizo colombiano, Parque Nacional Puracé, Nevado del Huila y Tierradentro, parque
nacional de Munchique y sus alrededores, el Pacífico y el norte del Cauca, en cuyas
operaciones participan más de 10 mil militares que han establecido o buscan establecer
bases militares y Batallones de alta montaña en Páramos como el Valle de Las Papas,
perteneciente al pueblo Yanacona, municipio de San Sebastián, o de Moras y Pisno,
municipios de Paéz Inzá, Silvia y Jambaló en jurisdicción de los Resguardos indígenas dla
nación Nasa de Mosoco, San José, Pitayó y Jambaló”. Tal como argumenta la
declaración, las operaciones militares en estos territorios son justificadas bajo el
argumento de la presencia histórica de las guerrillas. Pero éstas en realidad hacen
presencia de manera esporádica y transitoria. Lo que realmente sí busca esta
militarización tan intensa, cuyo fin último es siempre velado por el gobierno
colombiano, es “asegurar el territorio para la ejecución de proyectos de privatización
de la naturaleza promovidos como zonas de defensa de la “biodiversidad”, parques
nacionales, proyectos forestales o de preservación de páramos y cuencas, especialmente
para garantizar el desarrollo de la gran minería, como la aurífera o el control del
mercado del agua” (CRIC, 2010).
En contraste con algunos de los departamentos vecinos, los cultivos de uso ilícito no son
una amenaza en el departamento de Huila pues no hay registro de pequeñas ni grandes
áreas cultivadas, según los reportes del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos
Ilícitos, SIMCI (2012). En la zona Tierradentro, las comunidades nasa refieren la
presencia de pequeñas áreas cultivadas de coca en los resguardos de Cohetando,
Avirama, Togoima y Ricaurte. Sin embargo, lo que las comunidades nasa tanto de
Tierradentro como del departamento del Huila identificaron como graves y preocupantes
amenazas contra sus territorios fueron: la hidroeléctrica El Quimbo, la multinacional
minera Anglo Gold Ashanti con su filial en Colombia La Kedhada, la pavimentación de la
vía Silvia-Mosoco-Belalcázar, las empresas de telefonía celular Claro y Movistar, Smurfit
Cartón de Colombia, la construcción de la ruta Transversal El Libertador, Monsanto, la
posible construcción de la hidroeléctrica en Aranzazu, el traslape territorial con Parques
Nacionales Naturales, el conflicto actual con el Instituto Colombiano de Antropología e
Historia (ICANH) que tiene en la actualidad el control y el manejo del Parque
Arqueológico San Andrés de Pisimbalá, así como la presencia de la Organización de
Pueblos Indígenas de Colombia (OPIC), una organización paralela identificada por las
174
comunidades nasa como una estrategia del gobierno para dividir a las comunidades que
cada vez amenaza con más contundencia el principio de Unidad que ha caracterizado
históricamente al movimiento indígena del suroccidente colombiano. Así lo señaló el
equipo regional del departamento del Huila en el Informe Técnico Final del Plan de
Salvaguarda (2013):
El reflejo de lo expresado por las comunidades sobre la afectación de
entidades del estado en contribuir a la desunión de nuestras comunidades,
trajo a colación el tema de la OPIC. Estos procesos adversos al movimiento
indígena han traído consecuencias y han afectado la armonía de nuestro
pueblo.
Sobre la presencia de esta organización paralela se refirieron la mayoría de asambleas
que tuvieron lugar en la zona Tierradentro y en los cabildos del departamento del Huila.
También en el territorio de Sat Tama Kiwe fue un punto neurálgico de la discusión. En
una comunicación enviada al hoy extinto Diario El Liberal de Popayán, la Consejería
Mayor del CRIC (2010) se refirió a las situaciones que ha generado la creación de la OPIC:
El 19 de marzo de 2008, en una actividad de carácter religioso a la que
asistió el ministro del Interior y de Justicia, Fabio Valencia Cossio, se
publicitó la creación de una organización en apoyo a las políticas del
presidente Álvaro Uribe y contraria al Consejo Regional Indígena del
Cauca. Este acto, que pudo haber pasado inadvertido, hizo parte de la
estrategia mediática del gobierno anterior cuyo fin único fue desinformar a
la opinión pública y afectar el buen nombre del CRIC y del proceso de
movilización de la Minga de Resistencia Social y Comunitaria que
reclamaba cambios en la política social, económica, cultural y ambiental,
así como el cumplimiento de los compromisos que mantiene el Estado
Nacional con los procesos de movilización desarrollados en el país en un
periodo superior a 25 años. Coincidencia o no, lo cierto es que cuatro días
después, en Washington, ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) durante una audiencia pública solicitada por la ONIC para
denunciar la difícil situación de derechos humanos vivida por los pueblos
indígenas en Colombia, Viviana Manrique, entonces Viceministra del
Interior y de Justicia, expresó, sin que nadie lo pidiera, "Quisiera saludar a
la OPIC, que se conformó en un evento con más de 3000 indígenas (...) una
organización que no comparte con el accionar del CRIC (...), apoyaron al
presidente Uribe y a su política de seguridad democrática (...) y le dieron
respaldo a las fuerzas militares y la policía".
Luego dicha organización apareció registrada en Cámara de Comercio como
ONG, incluyendo entre sus fundadores a superiores de la fuerza pública
nacional y a un reinsertado de las autodefensas de Ortega quién meses
después fue sindicado y detenido por su participación en la masacre del
Naya, sucedida en abril del 2001. Meses después, el gobierno nacional
constató que la personería de ONG que tenía la OPIC no servía a sus fines
de intervenir los territorios indígenas, por lo cual obliga otro
procedimiento ilícito, mediante el cual, a través del engaño a dos
autoridades tradicionales del pueblo Embera del litoral del San Juan,
departamento del Chocó, la oficina de asuntos étnicos dio personería de
175
consejeros a integrantes de la OPIC, figura que sólo ha sido concedida en
Colombia por Autoridades Tradicionales de los pueblos indígenas del Cauca
al CRIC (Consejería Mayor del CRIC, 2010)
Durante una de las reuniones del Equipo Nacional Plan de Salvaguarda, llevada a cabo en
la ciudad de Popayán a mediados de febrero de 2013, el equipo regional del
departamento del Huila hizo referencia a una situación que enfrentaron durante el
proceso de construcción del Plan de Salvaguarda en las asambleas locales:
En caso de Potrerito quisimos reunirnos con los de OPIC. Pero no nos
dejaron. No pudimos hacer la asamblea en Coral. Van a crear un cabildo
especial para pueblo OPIC. Estuvimos reunidos con la alcaldesa y dijo que
habían solicitado un oficio para que posesionaran a la autoridad del cabildo
de OPIC. Le dijimos a la alcaldesa que no podía posesionar a otra
autoridad. Ella quedó de consultar con el Ministerio del Interior porque ella
no quería tener choques.
Una de las reivindicaciones que apareció con más fuerza en todas las asambleas locales
fue la exigencia al gobierno colombiano del desmonte de las organizaciones paralelas
(como la OPIC) que causan desarmonía y desequilibrio en el territorio, amenazando la
unidad de la nación nasa.
Aun cuando no podemos referirnos en profundidad a todas las amenazas que señalaron
las comunidades nasa de la zona Tierradentro y del departamento del Huila, nos
detendremos sobre algunas de las que aparecieron con más frecuencia durante las
asambleas en la medida en que representan los riesgos más graves.
Otro de los problemas que más preocupa a las comunidades nasa del departamento del
Huila es la minería. Según apareció de manera reiterada en las asambleas del Plan de
Salvaguarda nasa, los territorios están siendo saqueados por las multinacionales mineras.
Y sus ojos están puestos en mayores extensiones de tierra a las que tienen en la
actualidad. De acuerdo con la Agencia Nacional de Minería del Ministerio de Minas y
Energía, a mayo del 2012 se encontraban vigentes 194 títulos mineros que correspondían
a 63.889 hectáreas. Para el mismo año, el registro de solicitudes de títulos mineros
ascendió a 238, equivalentes a 292.543 hectáreas. La explotación de material de
construcción aparece en el primer renglón con 86 títulos mineros, después la mayor
demanda la registró el mármol (38 títulos), y el oro (29 títulos). De los 194 títulos
mineros otorgados, 118 se concedieron mediante contrato de concesión, 39 a través de
licencia de explotación, 19 mediante autorización temporal y 11 en licencia de
exploración. Sin embargo, la Corporación Autónoma del Alto Magdalena (CAM) manifestó
que la preocupación principal frente a esta situación de la avanzada minera en el
departamento del Huila es que la mayoría de dichos títulos se encuentran en áreas
protegidas por la autoridad ambiental. Así, es necesario decir, como lo indica la CAM,
que 6.845 hectáreas de las zonas declaradas de importancia ambiental por dicha
corporación hacen parte del área otorgada por la Agencia Nacional de Minería a través
de 43 títulos mineros. Por ejemplo, de particular importancia es el complejo paramuno
Guanacas-Puracé-Coconucos, ubicado en los departamentos de Cauca y Huila que, al año
2010, contaba con 6 títulos mineros que sumaban un área total de 11.642 hectáreas. Lo
mismo ocurre con el complejo paramuno Nevado del Huila-Moras, en los departamentos
de Cauca, Huila y Tolima, que para el mismo año contaba con un total de 9 títulos
176
mineros que sumaban 5.619 hectáreas (Defensoría del Pueblo, 2010).
En 2008, varios municipios del departamento del Huila fueron declarados distrito
minero. Dicho distrito, denominado Teruel-Aipe, afectó, y lo sigue haciendo, algunos de
los resguardos nasa. Entre ellos, se incluyen el resguardo nasa de Bache, municipio de
Palermo, Llano Buco, municipio de Nátaga, Tama-Páez-La Gabriela, en Neiva. La
producción de materiales es sobre todo de mármol, dolomita, caliza, roca fosfórica y oro
(Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos CECOIN,
2008). Según un informe de la Defensoría del Pueblo (2010), el distrito minero TeruelAipe está conformado por los municipios de Neiva, Aipe, Nátaga, Paicol, Palermo,
Santamaría, Tesalia y Teruel. Como señala el informe, “el potencial del distrito minero
está en la roca fosfórica, utilizada en la fabricación de fertilizantes así como en la
arcilla y los mármoles. Del primero de estos recursos mineros hay yacimientos en los
municipios de Tesalia y Aipe. La producción de roca fosfórica del departamento
corresponde al 47% de la nacional y por su contenido de fosfatos y su alta reactividad
agronómica es la de mejor calidad en el país” (Defensoría del Pueblo, 2010:204). El
mapa 4 muestra las Unidades de Explotación Minera del departamento en el año 2008.
También algunas zonas, particularmente en el municipio de Páez, Cauca, fueron
declaradas Zonas Mineras indígenas. Una de ellas es la Zona Minera de Tierradentro,
conformada por los resguardos de Togoima, Vitoncó y Tóez. La otra es la que se
encuentra ubicada en el páramo de Pisno, que comprende los resguardos de Mosoco y
San José.
Mapa 4. Unidades de Explotación Minera en el departamento del Huila, 2008
Fuente: Gobernación del Huila, 2008
177
Como muestra la Tabla 6, al año 2010, el número de solicitudes de títulos mineros
ascendió a 77, lo que significa una cifra total de 157.088,91 hectáreas solicitadas para
exploración y explotación minera en la zona Tierradentro y los municipios del
departamento del Huila donde hay presencia nasa.
Tabla 6. Contratos y solicitudes mineras en la zona Tierradentro y municipios del
departamento del Huila donde hay presencia de comunidades nasa, 2010
Municipios
Contratos y
concesiones
Hectáreas
Has.
Solicitude solicitadas
s
6
4.034,38
8
5
11
1
1
2
24
3
2
2
4
5
2
1
8.369,66
9.957,51
4.358,16
1.321,92
9.925,99
2.335,75
42.963,42
21.483,85
10.196,92
8.342,02
13.658,80
7.155,02
11.385,51
1.600,00
77
Total
10.708,17
Fuente: Ingeominas, Catastro Minero, 2010 (Adaptada de Houghton, 2011)
157.088,9
1
Inzá
Inzá-Páez
La Plata-Inzá
La Plata-Páez
La Plata-Paicol-Páez-Nátaga
La Plata-Paico-Páez-Tesalia
La Plata-Puracé
Páez
Páez-Íquira
Páez-Íquira-Nátaga
Páez-Íquira-Tesalia-Nátaga
Páez-Nátaga
Páez-Silvia
Páez-Tesalia-Nátaga
Páez-Toribío-Planadas
Paicol-Páez
1
1
2
1
55,56
25,17
129,69
250,14
2
540,24
1
8.784,61
1
750,97
1
171,79
Dos años después, el 24 de febrero de 2012, el Ministerio de Minas y Energía promulgó la
Resolución 18 0241 “Por la cual se declaran y delimitan unas Áreas Estratégicas Mineras y
se adoptan otras determinaciones”. Como muestra la Tabla 7, del total de 2,9 millones
de hectáreas repartidas en 313 bloques de exploración y explotación, aproximadamente
23.884.384 hectáreas corresponden a bloques mineros en la zona que comprende
Tierradentro y algunos de los municipios donde hay presencia nasa en el departamento
del Huila. Los municipios incluidos en la nueva delimitación de las áreas estratégicas
mineras fueron: Nátaga, Páez, Campoalegre, Yaguara, Íquira, Palermo, Inzá, La Plata,
Paicol, Tesalia, Neiva, entre otros.
178
Tabla 7. Bloques de las aéreas estratégicas mineras en los municipios de la zona
Tierradentro y departamento del Huila donde hay presencia nasa, 2012
Departamento
Cauca, Huila
Huila
Huila
Huila
Huila
Huila, Cauca
Huila, Tolima
Municipios
Nátaga, Páez
Campoalegre, Yaguara
Íquira
Íquira
Palermo
Inzá, Íquira, La Plata,
Nátaga,
Páez,
Paicol,
Puracé, Tesalia
Aipe, Ataco, Chaparral,
Coyaima,
Íquira,
Natagaima, Neiva, Palermo,
Planadas, Rioblanco, Santa
María,
Teruel,
Tesalia,
Yaguará
Total
Fuente: Adaptada de Ministerio de Minas y Energía, 2012
Hectáreas
351.0687
366.3487
251.0162
169.8064
1.211.6733
125.920,7120
259.330,5950
23.884.384
Una de las empresas mineras que más presencia tiene en la zona y a la cual se refieren
las comunidades nasa cuando reflexionan sobre las amenazas en sus territorios es la
multinacional Anglo Gold Ashanti, y su filial en Colombia, La Kedhada. Según el
Observatorio de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos de CECOIN (2008),
“las autoridades indígenas del resguardo nasa de Mosoco, ubicado en el páramo de Moras
en la región de Tierradentro, Cauca, señalaron que la Anglo Gold Ashanti Mines Kedahda S.A. estaba directamente relacionada con la fuerte intervención militar en el
segundo semestre de 2007 en la región de Tierradentro, consistente en la presencia de
más de tres mil hombres y el establecimiento de bases militares en los sitios de Silvia y
el páramo de Moras sector de Laguna Seca, en los municipios de Silvia y Páez. Detrás del
operativo militar se constata una intervención directa a favor de la empresa en la zona
minera indígena de Pisno (18.110 hectáreas), que ha solicitado 7.030 hectáreas para la
exploración y explotación aurífera en la zona” (2008:357). Los vínculos entre la
presencia de las multinacionales y la agudización de la violencia política en dichas zonas
han sido ampliamente documentados. En esta vía, Jorge Eliécer Molano señala: “al
comparar las zonas en la cuales han sido ejecutados crímenes de lesa humanidad por
parte de grupos paramilitares con los departamentos donde existe un interés de Anglo
Gold Ashanti, casi la totalidad de los mismos son coincidentes. Las áreas donde se hacen
las solicitudes de contratos de concesión por parte de la Kedahda S.A. corresponden a
lugares en los cuales desde el año 1995 estructuras paramilitares y miembros de la
Fuerza Pública, actuando conjuntamente, han ejecutado de manera sistemática
crímenes de lesa humanidad (Molano, 2008:389).
Durante el conversatorio de líderes y lideresas nasa que tuvo lugar en el resguardo de El
Peñón, municipio de Sotará, el 13 y 14 de noviembre de 2012, un líder joven de la
Asociación de Cabildos Juan Tama, municipio de Inzá, se refirió a las amenazas
territoriales, a la relación entre la presencia de empresas transnacionales y la violencia
política y a las estrategias necesarias para proteger el territorio. Al respecto señaló:
179
En el Plan de Salvaguarda lo importante es la defensa de los territorios, no
particularicemos más, el territorio es la parte integral en la educación, en
la salud, es en el territorio donde está el conocimiento, la protección, la
prevención. Y el enfoque de la salud tiene que irse a la protección del
territorio, cómo potenciar y proteger las casa de los espíritus que hay en
los territorios. ¿Cómo comenzamos a encauzar otra vez el nasayuwe desde
el conocimiento ancestral? El territorio es vital, en el territorio está todo.
Como Plan de Salvaguarda es la protección, el fortalecimiento territorial. A
ratos es difícil entender el español porque es una lengua prestada, el
nasayuwe debe estar de primer nivel. La empresa nueva que va a entrar en
el Huila, la EMGESA y esa hidroeléctrica ya llegó a socializar en los
resguardos para ver por dónde iban a entrar los cables de tensión.
Tremendo daño que le están haciendo a la Uma Kiwe. Entonces entra la
transversal del Libertador dañando los sitios sagrados, contaminando.
Detrás de eso vienen los actores armados, todas esas cosas negativas
vienen (Conversatorio de líderes y lideresas nasa, Resguardo El Peñón,
noviembre 13 y 14 de 2012).
En la narración, el territorio es valorado como el lugar donde está el conocimiento,
donde está la protección y la prevención. En su relato, el joven líder pregunta: ¿cómo
potenciar y proteger la casa de los espíritus o ksxaw yat (en nasayuwe)? La pregunta por
la protección sólo tiene lugar en la medida en que el joven líder enuncia las amenazas
que se extienden sobre el territorio nasa: la entrada de la empresa EMGESA,
constructora del proyecto hidroeléctrico El Quimbo, por un lado; y la pavimentación de
la vía Transversal del Libertador que atraviesa el resguardo La Gaitana, pasa por el
resguardo de San Andrés de Pisimbalá y el de Santa Rosa.
En relación con la amenaza referida por el joven líder, la empresa EMGESA S.A ESP,
generadora y comercializadora de energía constituida en 1997, nació como resultado del
proceso de capitalización de la Empresa de Energía de Bogotá, según lo reporta la
empresa en su historia institucional. En 2008, bajo la política gubernamental de
“confianza inversionista”, la empresa radicó ante el Ministerio del Medio Ambiente una
solicitud de licencia ambiental para adelantar el megaproyecto hidroeléctrico El
Quimbo, en el departamento del Huila. La licencia fue otorgada, a pesar de los reclamos
y luchas de la población campesina e indígena que resultaría afectada por la desviación
del río Magdalena y la inundación de un área aproximada de 8.250 hectáreas de tierras
fértiles. Fue así como nació el movimiento social y popular conocido como ASOQUIMBO
(Asociación de Afectados por el proyecto hidroeléctrico El Quimbo), que durante casi 5
años ha liderado el proceso de lucha en contra de la hidroeléctrica y en defensa del
territorio.
Después de dos años de haber iniciado el proceso de movilización, en el año 2010, se
inició la nefasta construcción. En reiteradas ocasiones, las poblaciones indígenas y
campesinas que protestan en contra de la construcción de la hidroeléctrica han sido
objeto de señalamientos, represión de las protestas, entre otros.
Dos años después, durante la primera semana de agosto de 2012, 2.500 campesinos e
indígenas, reunidos en el Movimiento por la Liberación de la Madre Tierra en el Huila, se
declararon en Asamblea Permanente durante nueve días. El 24 de agosto de 2012, la
Contraloría abrió una investigación contra el Ministerio de Ambiente por presunto
180
detrimento patrimonial e irregularidades en el trámite de la licencia ambiental, tal cual
lo había venido denunciando ASOQUIMBO. La Contralora tomó esa decisión después de
revisar la información entregada por ASOQUIMBO en la que se documentaba que en 1997
el proyecto había sido declarado inviable por parte del Ministerio de Medio Ambiente en
la medida en que se argumentaba que la zona de influencia del proyecto hacía parte de
una reserva forestal de la Amazonía y que podía ocasionar graves problemas en la
seguridad alimentaria del departamento porque las tierras más fértiles eran las que se
iban a inundar (Revista Semana, 2012).
A esto se suma lo que refirieron las comunidades nasa cuando mencionaron los impactos
que generaba sobre su vida y sus territorios el desarrollo de este proyecto
hidroeléctrico. Por ejemplo, la asamblea del resguardo de Lame, municipio de Páez,
señaló que para el montaje de las torres eléctricas y el extendido de las redes
eléctricas, EMGESA pretende tomar en arrendamiento los lotes del resguardo para poner
la Infraestructura (torres eléctricas). El temor de la gente radica en dos elementos:
dicho montaje puede llevar a la ocupación de sitios sagrados, así como a la afectación
del medio ambiente; pero además, esta estrategia viene acompañada de la
militarización del territorio para la protección de la infraestructura contra los ataques
de los grupos insurgentes que, según los comuneros y comuneras nasa, es lo que ya se
está empezando a ver en la zona de manera cada vez más intensa. Al respecto se refirió
un mayor nasa durante la asamblea que tuvo lugar en el resguardo de Calderas en el mes
de noviembre de 2012:
La fuerza pública no garantiza nuestra seguridad, lo que realiza el ejército
es una protección a las multinacionales que tienen intereses sobre nuestros
territorios. Sabemos que en nuestro resguardo hay muchos minerales,
como esmeraldas y piedras preciosas, como también se dice que hay una
gran reserva de petróleo del que están interesados las multinacionales y
eso es lo que protege el ejército del gobierno nacional, que además viene
utilizando nuestros mecanismos propios de protección como los The Wala y
el nasayuwe.
El mayor alertó sobre dos situaciones que cada vez preocupan más a las comunidades
nasa de la zona. En su relato, aparece de manera explícita la relación entre la fuerza
pública y la presencia de empresas multinacionales que se sirven de su protección y de
la de otros grupos armados como los paramilitares para defender sus intereses
económicos y asegurar el control sobre el territorio. El mayor también indica uno de los
mecanismos que el ejército colombiano ha adoptado en la lógica de la guerra: el uso del
nasayuwe en las emisoras del ejército, por ejemplo, una práctica con la que busca
involucrar a la población civil en el conflicto armado, violando, en primer lugar, el veto
que tienen a la participación política como lo establece el artículo 219 de la
Constitución Política de 1991.
También el joven líder que intervino durante el conversatorio de líderes y lideresas nasa
en el resguardo El Peñón se refirió a las afectaciones que está generando la Transversal
El Libertador, un corredor vial que comunica los municipios de La Plata-Valencia-InzáTotoró–Popayán. El proyecto, entendido por el gobierno nacional como un corredor
complementario para la competitividad que garantizará la conexión vial en el sur del
país y la salida al pacífico, fue otorgado a un consorcio colombo-brasilero. La comunidad
nasa de los resguardos La Gaitana, San Andrés de Pisimbalá, San Antonio Pedregal y
181
Santa Rosa, los más afectados por la construcción de la carretera, manifestaron durante
las asambleas del Plan de Salvaguarda nasa que dicho corredor vial ha destruido el
medio ambiente, ha afectado los predios de las familias que viven a lado y lado de la
vía, ha destruido los sitios sagrados pues pasa por la zona de páramo que hay en el
territorio ancestral nasa, ha afectado los cultivos de las comuneras y comuneros de la
zona y además ha aumentado el nivel de militarización de la región, lo cual ha generado
un notable incremento de la violencia. No es casualidad que los nasa de esta zona
señalen que los resguardos por donde va el trazado de la carretera corresponden con los
que presentan los niveles más elevados de violencia política.
Así, la titulación formal de tierras y la constitución de resguardos en la práctica no
garantizan la posesión material por las comunidades; los territorios, sean o no parte de
resguardos, son apropiados por grupos armados ilegales, delincuentes/narcotraficantes,
colonos, y agentes movidos por intereses económicos, como lo señaló la corte
Constitucional en el Auto 004 de 2009.
182
2.5.
Meta
a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y
DIH.
-
Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores
armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus
miembros, pero afectándolos directamente.
En el departamento del Meta se entretejen varios de los nudos que complejizan las
dinámicas del conflicto armado en la zona. Históricamente, las FARC han encontrado allí
su asiento. En estas tierras el grupo insurgente ha llevado a cabo varias de las
Conferencias Guerrilleras. La alta concentración de la tierra, la ganadería extensiva, el
auge del narcotráfico en la década del ochenta y la consolidación del paramilitarismo en
la década del noventa, la avanzada de las multinacionales petroleras, entre otras, le dan
a la región varios de los matices que han marcado su historia y su dinámica conflictiva.
La región tradicionalmente con el nivel más alto de conflicto ha sido la del Ariari, zona
en la que se consolidó una mayoría de población de filiación política liberal durante la
época de la Violencia, donde llegarían las guerrillas liberales del llano, en cabeza de
Dúmar Aljure, “El Tuerto” Giraldo y Plinio Murillo, alias “Veneno”.
Los frentes de las FARC que hacen presencia en la región que comprende el corredor del
río Ariari y el río Guayabero son el 7, 26, 27, 40, 43 y el frente Yarí. Aun cuando las
estructuras de seguridad privada se consolidaron en la región a partir de la década de los
ochenta, fue a mediados de la década del noventa, hacia 1996, cuando las AUC llegaron
a la zona a disputarle el poder a las FARC y manifestaron su dominio y desplegaron su
terror en una de las peores masacres de la historia colombiana: la masacre de
Mapiripán, en 1997. Un año más tarde, los paramilitares perpetrarían la masacre de
Puerto Alvira (Ávila, 2010).
En 1998, la mayoría del departamento del Meta se mantuvo en un nivel bajo de
confrontaciones armadas, entre 1 y 5 eventos según la tipología definida por el
Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República (1999).
Dichas confrontaciones y acciones bélicas incluyen: el uso de escudos humanos, los
ametrallamientos, bombardeos y ataques indiscriminados; los asaltos, hostigamientos y
tomas de cascos urbanos; el ataque tanto a las misiones médicas como a los bienes
indispensables para la supervivencia; los bloqueos de las vías, la presencia de campos
minados; la destrucción y hurto de bienes civiles; las emboscadas, el uso de armas
prohibidas, así como el uso y ocupación temporal de bienes civiles, la instalación de
bases militares sin consulta previa, entre otros.
Durante ese año, hubo dos pequeños focos de concentración de las confrontaciones: uno
de ellos, al norte del departamento, en cercanías del municipio de Villavicencio, capital
del departamento; el otro se desarrolló en el suroccidente del departamento en los
límites con el departamento del Caquetá y en el límite entre los municipios de La Uribe
y La Macarena. En esa zona, el nivel de intensidad de las confrontaciones osciló entre los
6 y 10 eventos. Al año siguiente, la dinámica de las confrontaciones en el departamento
varió en relación con el año anterior (desarrolladas en la dirección oriente-occidente)
183
pues se desarrollaron en dirección norte-sur, abarcando desde los municipios de Restrepo
y Puerto López, pasando por Granada, San Martín y Fuentedeoro, hasta llegar a los
municipios de Puerto Rico y Puerto Concordia, en los límites con el departamento del
Guaviare. Durante este año, este corredor de confrontaciones que unió a los municipios
mencionados, se mantuvo en un nivel bajo, entre 1 y 5 eventos. Sin embargo, hubo dos
focos de confrontación con un nivel más alto (entre 6 y 10 eventos) en cercanías de los
municipios de Villavicencio, el primero de ellos, y de Granada, Fuentedeoro y San Juan
de Arama, el otro. En el año 2000 la dinámica de las confrontaciones no reportó mayores
variaciones en relación con el año anterior.
Como muestra el Mapa 1, en 2001, las confrontaciones armadas en Villavicencio se
incrementaron, oscilando entre 11 y 20 eventos y se extendieron, en un nivel menor de
intensidad, por todo el corredor en la vía que comunica Villavicencio con Granada y
Fuentedeoro. Otro foco de confrontaciones se presentó en el municipio de Puerto Rico,
en cercanías de la cabecera municipal.
Mapa 1. Confrontaciones armadas en el departamento del Meta, 2001
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República,
2002
Al año siguiente, en 2002, la dinámica de las confrontaciones cambió radicalmente en el
departamento del Meta. El incremento de las confrontaciones golpeó con fuerza a la
mayoría de municipios. Aunque para este periodo todo el departamento presentó
confrontaciones, hubo algunas zonas donde éstas tuvieron una agudización bastante
notable. El foco de confrontación en el municipio de Villavicencio se mantuvo en un
nivel que osciló entre 21 y 50 eventos. Los municipios más afectados por las
confrontaciones y que presentaron los niveles más elevados fueron Vistahermosa,
Mesetas, La Uribe y La Macarena. Estas confrontaciones se extendieron hacia los
municipios de San Vicente del Caguán, Puerto Rico y Florencia, en el departamento de
Caquetá. Este corredor corresponde con los municipios de la “zona de distención”. Éstos
vivieron su época de violencia más fuerte después del fracaso de los procesos de paz a
184
principios de ese año y de la puesta en marcha de la política de seguridad democrática
del primer período presidencial de Uribe Vélez. Las confrontaciones se extendieron a un
nivel, también alto, hacia los otros municipios del departamento: Granada,
Fuentedeoro, El Castillo, Puerto López, Puerto Gaitán, entre otros. Su proyección
alcanzó a conformar un corredor de confrontaciones que llegaron hasta el medio y bajo
Putumayo, en el sur, hacia el occidente, en el departamento del Huila, en cercanías del
municipio de Algeciras y hacia el oriente en el municipio del Guaviare, hasta alcanzar en
su expansión los municipios de Mapiripán y Puerto Gaitán (Ver Mapa 2).
Después del fin de la zona de distensión, el gobierno de Álvaro Uribe puso en marcha las
operaciones “Libertad” y “JM”, lo cual obligó a las FARC a replantear su estrategia de
dominio territorial, replegándose hacia La Macarena, Vistahermosa y La Uribe.
Paralelamente, en la disputa por el dominio territorial y aprovechando los lugares que
las FARC había dejado “libres”, el bloque Centauros de las autodefensas, comprado por
Arroyave a los hermanos Castaño en 2001, inició su arremetida hacia los cascos urbanos
de San Juan de Arama y Vistahermosa. En esa época, las tensiones entre los diferentes
grupos de autodefensas que se habían asentado y consolidado en la zona, principalmente
entre Miguel Arroyave y Martín Llanos, se hicieron más fuertes (Observatorio de Derechos
Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2002).
Mapa 2. Confrontaciones armadas en el departamento del Meta, 2002
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República,
2003
Como muestra el Mapa 3, en el año 2003, el corredor de la zona de distensión, que para
el período anterior presentó su nivel más alto de confrontación, se expandió en este
período hacia otros municipios manteniendo el nivel más alto de intensidad. En ese año,
las autodefensas se consolidaron en los municipios de San Martín, Granada, San Juan de
Arama y Fuentedeoro.
185
Mapa 3. Confrontaciones armadas en el departamento del Meta, 2003
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República,
2004
Durante el año 2004, las confrontaciones se mantuvieron en todo el departamento. Aun
cuando el corredor que había presentado el más alto nivel de confrontaciones se
mantuvo, el nivel bajó un poco. Hubo un foco en el que se concentraron las
confrontaciones en el más alto nivel en cercanías del casco urbano de Mesetas así como
en el de Vistahermosa. El nivel de confrontaciones en Villavicencio tuvo su nivel más
bajo durante este año, pues el número de eventos osciló entre 1 y 5. La zona entre
Puerto Rico y Puerto Concordia también presentó un alto nivel de confrontaciones
armadas. En septiembre de ese año, Martín Arroyave fue asesinado por varios miembros
del bloque Centauros, del que él era su principal comandante. Este grupo paramilitar se
dividió en tres facciones y dos de ellas quedaron al mando de alias “Pirata” (uno de los
asesinos de Arroyave) y alias “Cuchillo”.
Durante el año 2005, los municipios de Vistahermosa, Puerto Rico y una parte de Puerto
Lleras, presentaron los más altos niveles de confrontaciones armadas: entre 21 y 50
eventos. Sin embargo, este foco se expandió hacia casi todo el departamento
registrando un nivel alto de confrontación en la mayoría de municipios, exceptuando al
norte del departamento que presentó el nivel de confrontaciones más bajas. En ese año,
el gobierno de Uribe puse en marcha la operación “Emperador” por parte de unidades
adscritas a la Cuarta División del ejército nacional. Su objetivo era golpear las finanzas
de los frentes 27 y 43 de las FARC mediante la aspersión de cultivos ilícitos, la
destrucción de laboratorios, entre otras (Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la
Vicepresidencia de la República, 2008). El año 2005 también fue el año de la
desmovilización del Bloque Central Bolívar de las Autodefensas al mando de alias
“Macaco”, que también tuvo una fuerte presencia en la región. Al año siguiente se
desmovilizaría el grupo comandado por alias “Cuchillo” (Ávila, 2008).
Según el Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República
(2008), la ofensiva más significativa por parte del ejército fue en 2006, cuando se
registraron 265 combates con las FARC. Así, puede decirse que la dinámica de las
confrontaciones armadas en el año 2006 registró algunas variaciones en relación con el
año anterior (Ver Mapa 4). El nivel de confrontaciones aumentó en los municipios de
186
Vistahermosa, San Juan de Arama y Puerto Lleras que reportaron los niveles más altos
(entre 51 y más eventos). Sin embargo, las confrontaciones se proyectaron en un nivel
de intensidad más bajo (entre 21 y 50 eventos) hacia los municipios de Mesetas, La
Uribe, La Macarena, Puerto Rico y Puerto Concordia, alcanzando a sobrepasar las
fronteras con el departamento del Guaviare, en cercanías del municipio de San José del
Guaviare y hacia el municipio de San Vicente del Caguán, El Doncello y el Paujil, en el
departamento del Caquetá. Fue precisamente en este año cuando se registró la mayor
cifra de eventos (accidentes e incidentes) por MAP/MUSE en el departamento, que
ascendió a 85. Los municipios más afectados fueron La Macarena, Puerto Lleras,
Vistahermosa, Puerto Rico y La Uribe (PAICMA, 2013). En este último municipio hay
presencia de población nasa.
Mapa 4. Confrontaciones armadas en el departamento del Meta, 2006
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República,
2007
Fue precisamente en enero de 2006 cuando el entonces presidente Uribe puso en marcha
la “Operación Colombia Verde”, una estrategia de erradicación manual y forzada sin
precedentes que concentró a aproximadamente 930 campesinos de diferentes regiones
del país en la región de La Macarena. Sin embargo, “durante los primeros días las FARC
atacaron a los policías, usando francotiradores. Dos semanas después de iniciada la
operación murieron ocho policías y otros tantos quedaron heridos, por un ataque con
morteros. Luego, las Farc convirtieron a los erradicadores civiles en su blanco.
Disminuyeron los ataques directos a la fuerza pública y optaron por poner minas en los
sembrados de coca. Los primeros erradicadores que murieron generaron una diáspora en
el grupo de campesinos. Poco después de iniciada la operación, apenas quedaban 300
erradicadores. Y la policía tuvo que incrementar en mil hombres más su presencia en la
zona” (Revista Semana, agosto de 2006).
Después de la desmovilización paramilitar, varios grupos de las mal llamadas bandas
emergentes o bandas criminales, ocuparon los lugares en los que los paramilitares se
habían asentado. “Los Cuchillos” o ERPAC, al mando de alias “Cuchillo”, se radicaron en
Puerto concordia, Puerto Rico y Vistahermosa, lo cual agudizó las confrontaciones y las
disputas por el control político y militar de los corredores geoestratégicos de la región.
187
El año 2007 reportó una dinámica similar al año anterior en las confrontaciones armadas.
El radio de acción de dichas confrontaciones disminuyó notablemente en 2008, aunque
el nivel más agudo se mantuvo en cercanías de los municipios de La Uribe, Mesetas,
Vistahermosa y La Macarena. En 2009, por el contrario, la dinámica de las
confrontaciones se desplazó hacia el sur del departamento, en jurisdicción del municipio
de La Uribe, donde se concentró el mayor nivel de confrontaciones y acciones bélicas
que ascendieron a un rango entre 21 y 50 eventos.
Durante el período comprendido entre 2010 y 2011, los resguardos nasa del
departamento del Meta, ubicados en jurisdicción de los municipios de Mesetas y La
Uribe, estuvieron en medio de la dinámica de las confrontaciones armadas. Como lo
representa el símbolo de la estrella morada, en sus territorios se presentaron accidentes
por MAP/MUSE en lo que sería la proyección de una barrera de protección que se
extendió desde el límite con los departamentos de Caquetá y Huila, en cercanías de los
municipios de Algeciras, Colombia y San Vicente del Caguán, como muestra el Mapa 5. El
casco urbano del municipio de La Uribe presentó uno de los niveles más altos de
confrontación armada.
Mapa 5. Confrontaciones armadas y accidentes por MAP/MUSE en el departamento
del Meta, 2010-2011
Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República,
2012
En la actualidad, la presencia de los actores armados se mantiene. Los nasa que viven en
la zona se refirieron a ella durante las asambleas de construcción del Plan de
Salvaguarda. Al respecto un mayor señaló:
188
A veces nos damos cuenta que el ejército está en el resguardo es porque
ya van de salida o el helicóptero llega a dejarles alimentación, por
comentarios de la gente o algunas veces se encuentran los campamentos.
Cuando el ejército está en la parte alta de la montaña, duran varios días,
de lo contrario su salida es rápida. Los grupos armados que generalmente
hacen presencia en el resguardo son el ejército y la guerrilla de las Farc.
Generalmente los grupos armados se ubican en la montaña, algunas veces
lo hacen cerca de las viviendas o en ellas donde se les ha pedido que se
retiren para evitar una confrontación armada y nosotros como población
civil no quedar involucrados (Asamblea Candilejas, La Uribe, diciembre 15
y 16 de 2012).
Durante la asamblea en el resguardo Ondas del Cafre, la comunidad reunida
manifestó que el conflicto últimamente ha sido bastante intenso porque se han
presentado bombardeos dentro del resguardo en la parte de la cordillera. De igual
manera expresó que el ejército entra al resguardo sin manifestar su presencia, se
exceden en sus acciones militares y extrajudiciales, hacen señalamientos y
acusaciones, restringen la movilidad de los comuneros, limitan el transporte de
alimentos (Asamblea Ondas del Cafre, Mesetas, noviembre 29 y 30 de 2012).
-
Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y comunidades
indígenas y a sus miembros individuales en el conflicto armado.
En el período comprendido entre 1995 y 2012, los nasa del departamento del Meta
tuvieron un nivel relativamente bajo de victimización. La cifra de violaciones a los
derechos humanos y al DIH ascendió a 24, lo que dejó un saldo total de 50 víctimas. Del
total de violaciones e infracciones, 15 de ellas (62.5%) tuvieron lugar en el municipio de
Mesetas, dejando un saldo de 37 víctimas, mientras que en el municipio de La Uribe
ocurrieron 9 (37.5%) violaciones e infracciones que dejaron un saldo de 13 víctimas.
Como lo muestra la Gráfica 1, el tipo de violación que registró la mayor cantidad de
eventos fueron los asesinatos políticos, cuya cifra ascendió a los 11. Sin embargo, el
número de víctimas que produjo no fue el más alto: 13 en total. Durante la asamblea de
Ondas del Cafre, la comunidad habló al respecto. Según comentaron, en 2004, el señor
Jorge Iván Medina Güetio, de treinta años de edad y un humilde comunero, fue acusado
por los paramilitares de ser colaborador de la guerrilla, El señor Medina Güetio fue
retenido a tan solo doscientos (200) metros de un retén militar y a solo un (1) kilómetro
del casco urbano del municipio de Mesetas, lo que hace suponer una complicidad por
parte del ejército. La comunidad hizo la respectiva denuncia ante la Fiscalía pero hasta
el momento no ha entregado resultados concretos frente a estos hechos que continúan
en la impunidad. Este hecho dejó como consecuencia una viuda y una huérfana de
aproximadamente dos años de edad, quedando a la deriva y una comunidad en zozobra y
hasta el momento la familia no ha recibido ninguna indemnización ni ayuda (Asamblea
Ondas del Cafre, Mesetas, noviembre 29 y 30 de 2012).
También en el año 2004 el señor Moisés Corpus de 50 años de edad fue ultimado por los
paramilitares cuando se desplazaba del municipio de Mesetas hacia Villavicencio. Se hizo
la respectiva denuncia ante la Fiscalía pero hasta el momento no se han entregado
resultados a la familia, no hay condenas. Otro hecho ocurrió en 2004. El joven Rodrigo
189
Corpus, de aproximadamente 16 años de edad, fue asesinado por las FARC. En el año
2006, el señor Jamilton Rivera Corpus, de 29 años de edad, fue asesinado por el ejército
y presentado como guerrillero en uno de los denominados “falsos positivos”, hecho
repudiable puesto que nunca hizo parte de este grupo armado. Se hizo la denuncia ante
la Fiscalía pero a la fecha de hoy no hay resultados concretos. También en ese año, el
señor Jaime Velásquez Vásquez de 45 años de edad fue asesinado por el ejército.
La comunidad nasa de Los Planes manifestó durante la asamblea del Plan de Salvaguarda
los hechos de asesinatos políticos que han vivido. Se refirieron en primer lugar al caso
del señor Gerardo Becoche Chandillo, asesinado en 1998. Señalaron que había sido un
gran líder de la comunidad como gobernador y posteriormente como concejal. Sobre los
hechos comentaron que cuando se desplazaba desde el casco urbano hacia el resguardo
fue asesinado presuntamente por la guerrilla de las FARC con varios impactos de arma de
fuego. Antes de que lo asesinaran, ya se habían escuchado algunos rumores. La familia le
manifestó que era mejor que se fuera de la región pero él respondió que nada malo
había hecho, que sólo eran comentarios malintencionados y continuó trabajando por su
comunidad puesto que su anhelo era fortalecer los procesos de desarrollo consolidando
un resguardo donde los niños, jóvenes, adultos y mayores pudieran tener un solo
proyecto étnico y cultural. También el 16 de octubre del año 2011, dentro del resguardo,
cuando se desplazaba de la finca del suegro hacia la finca de su propiedad, fue
asesinado el joven Asael Güetio Osnas a manos del ejército. En ese momento, el ejército
argumentó que había sido una equivocación. La viuda se encuentra en otro municipio en
el mismo departamento, a donde fue forzada a desplazarse por las circunstancias. El
padre del joven entabló las acciones pertinentes para la reparación, instauró las
respectivas denuncias ante los organismos de derechos humanos pero hasta el momento
se desconoce cómo avanzan los procesos puesto que los padres viven en el Cauca
(Asamblea Los Planes, La Uribe, diciembre 10 y 11 de 2012).
Los reclutamientos forzados y las amenazas reportaron el mismo número de eventos: 4
en total. Sin embargo, el número de víctimas que produjo las amenazas fue de 24,
generando el registro más alto de víctimas. Frente a las amenazas, durante la asamblea
de construcción del Plan de Salvaguarda que tuvo lugar en la parcialidad de Candilejas,
municipio de La Uribe, la mayoría de personas de la comunidad manifestaron que éstas
generalmente han sido ocasionadas por el ejército. La gente identificó el año 1991 como
uno de los más críticos en relación con las amenazas. Según cuentan, algunos años
después de que se rompieron los acuerdos de La Uribe entre el gobierno del entonces
presidente Belisario Betancur y la guerrilla de las FARC, el ejército empezó a amenazar a
la gente, a restringir la entrada y salida de alimentos, a hacer retenes en el camino
hacia el resguardo, también a hacer “empadronamiento” con el registro de cédulas, a
realizar requisas en las casas y a señalar a la población de ser colaboradores de la
guerrilla. La descripción de lo que ocurrió en esa época guarda muchas similitudes con lo
que vendría algunos años después, luego de que se rompieran los acuerdos entre el
gobierno de Andrés Pastrana y las FARC, en una zona aledaña (Asamblea Candilejas, La
Uribe, diciembre 15 y 16 de 2012).
La comunidad del resguardo Ondas del Cafre habló sobre las amenazas y señalamientos
de las que han sido objeto. Resaltó la amenaza por parte del ejército al señor Alejandro
Baicue hacia el año 2008, acusándolo de colaborador de la guerrilla. La comunidad
también recordó las amenazas que le hicieron los paramilitares a los señores Tiberio
Musicué, Germán Ul y Dídimo Iter Campo en 2004. Ellos y sus familias, que en total
190
sumaban aproximadamente 15 personas, fueron señalados de tener vínculos con la
guerrilla por el simple hecho de vivir en el resguardo. A raíz de estas amenazas y
señalamientos, dichas familias actualmente se encuentran en el departamento del Cauca
(Asamblea Ondas del Cafre, Mesetas, noviembre 29 y 30 de 2012).
Los reclutamientos, por su parte, produjeron 8 víctimas. La gente señaló en relación con
esto el riesgo que corren, sobre todo los jóvenes, cuando son involucrados en las redes
de informantes mediante engaños. En respuesta, luego llega la guerrilla y los acusa de
ser “sapos” y procede a asesinarlos. En el caso de las detenciones arbitrarias es
necesario decir que sumaron 2 víctimas en total. Y la violencia sexual/tortura sólo
registró un evento y una víctima. Como en los otros departamentos, el nivel de
subregistro en estos casos de violencia sexual es muy alto.
Gráfica 1. Total de violaciones a los derechos humanos y al DIH y número de víctimas
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
La Gráfica 3 muestra la dinámica sobre las violaciones e infracciones a los derechos
humanos y al DIH en el departamento del Meta. Los primero registros aparecieron en el
año 1997, lo cual seguramente no significa que no hayan ocurrido dichas infracciones en
años anteriores, pero efectivamente tenemos un vacío en la información. Entre 1997 y
2004, la cifra de víctimas se mantuvo entre 2 y 3 personas. En el año 2006 la cifra de
víctimas aumentó a 5 personas, para presentar una leve disminución en el año siguiente:
3 personas. Sin lugar a dudas, el año más nefasto en relación con el nivel de
victimización en el departamento fue 2008, momento en el que se registraron 22
víctimas. De esas 22 víctimas, 19 de ellas se registraron en el cabildo de Ondas del
Cafre, municipio de Mesetas. Al año siguiente, en 2009, el número de víctimas disminuyó
notablemente pues se registraron 2 personas, mientras que en el 2011 se presentaron 4
víctimas. El cabildo nasa más afectado fue el de Ondas del Cafre.
191
Gráfica 3. Total de víctimas por cabildos, 1995 - 2012
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
La Gráfica 4 muestra que del total de las violaciones contra los nasa en el departamento
del Meta, que ascendió a 24, 13 (54.2%) de ellas fueron cometidas por la fuerza pública y
la policía, mientras que los grupos insurgentes fueron responsables de 7 (29.2%)
violaciones a los derechos humanos y al DIH, los paramilitares tuvieron responsabilidad
sobre 3 (12.5%) violaciones y a otros grupos violentos les correspondió una violación
(4.1%). En relación con el número de víctimas, la mayoría de ellas fueron
responsabilidad del ejército y la policía que registraron un total de 35 víctimas, mientras
que a los grupos insurgentes les correspondió una cifra de 11 víctimas, a los
paramilitares 3 víctimas y a otros grupos violentos 1 víctima.
Gráfica 5. Total de violaciones y víctimas por autores
Fuente: Base de Datos Ensayos
192
Casos de desplazamiento
La mayoría de asambleas que llevamos a cabo en el departamento del Meta coincidieron
en señalar dos tipos de desplazamiento a los que se han visto enfrentados: el primero de
ellos es en busca de tierras. Cuando describen este tipo de desplazamiento hacen
referencia a la población nasa que llegó a esta comunidad “en busca de un lugar para
trabajar, para alimentarse y ver crecer a sus familias”, como indicó un mayor nasa. La
mayoría de familias “son venidas del Cauca pues allá no tienen dónde trabajar”. El otro
tipo de desplazamiento está directamente relacionado con el conflicto armado. Como
señalaron varias personas durante las asambleas, “se han presentado desplazamientos
de varias familias hacia otros municipios y departamentos debido a los señalamientos y
amenazas ejercidas por el ejército y los paramilitares y algunas veces por la guerrilla”.
Durante la asamblea para la construcción del Plan de Salvaguarda nasa que tuvo lugar en
la parcialidad nasa de Candilejas, municipio de La Uribe, departamento del Meta, la
comunidad manifestó que durante la denominada “zona de despeje” se presentaron
muchas dificultades con la guerrilla puesto que era el único grupo armado que quedaba
en todo el municipio al igual que en los municipios aledaños. Muchas personas y familias
debieron abandonar el territorio porque no estaban de acuerdo con la nueva ley que se
estaba implementando y sobre la que no tenían opción de escoger. Frente a esto,
decidieron salir hacia otros lugares para preservar sus vidas y la de sus familias. Otras
familias debieron desplazarse hacia otros lugares en busca de nuevas formas de vida,
para brindarles educación a sus hijos y realizar nuevas prácticas agropecuarias porque no
los dejaban ampliar las áreas de trabajo en las fincas. Cuando se acabó la zona de
distención se recrudeció el conflicto “puesto que el ejército, la policía y los
paramilitares nos señalaban diciendo que todos pertenecíamos o éramos colaboradores
de la guerrilla, ocasionando que muchas personas abandonaran sus tierras y hasta sus
familias por temor a ser asesinados” (Asamblea Candilejas, La Uribe, diciembre 15 y 16
de 2012).
Partiendo del cálculo aproximado a partir de la información recopilada, podemos decir
que en el período comprendido entre 1995 y 2012 se han presentado 6 eventos de
desplazamiento forzado en el departamento del Meta, los cuales representaron un saldo
de 96 víctimas nasa. 4 de ellos ocurrieron en el municipio de Mesetas. Los dos eventos
restantes de desplazamiento forzado ocurrieron en el municipio de La Uribe, en los
cabildos de Candilejas y Los Planes (Gráfica 6).
Gráfica 6. Total de eventos de desplazamiento forzado y de víctimas por cabildos
Fuente: Base de Datos Ensayos
193
Los primeros registros sobre eventos de desplazamiento se remontan al año 1998,
cuando 50 personas se vieron forzadas a desplazarse del cabildo Ondas del Cafre,
municipio de Mesetas. Este desplazamiento se convirtió en el que mayor número de
víctimas reportó durante el período bajo estudio. Los años 2004 y 2005 también
reportaron un alto número de víctimas. En el año 2004, un grupo de 15 personas se
desplazó desde el cabildo Ondas del Cafre. En 2005, nuevamente el cabildo de Ondas del
Cafre sufrió un evento de desplazamiento en el que 15 personas resultaron víctimas. Ese
año, otras 5 personas se vieron forzadas a desplazarse desde el cabildo Los Planes en el
municipio de La Uribe, Meta. En el año 2006 el cabildo de Candilejas reportó 10 víctimas
de desplazamiento forzado. Dos años después, en 2008, se reportó una víctima de
desplazamiento forzado del cabildo Ondas del Cafre.
Gráfica 7. Total de víctimas de desplazamiento forzado por cabildos, 1995-2012
Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013
En relación con la autoría de los eventos de desplazamiento forzado, podemos decir que
la mayoría de ellas recayó en cabeza de la fuerza pública y la policía, quienes fueron
responsables de 4 eventos de desplazamiento forzado que dejaron un saldo de 76
víctimas. Los grupos insurgentes fueron responsables de un (1) evento de
desplazamiento forzado que dejó un saldo de 15 víctimas. La responsabilidad sobre el
evento de desplazamiento restante correspondió a otros actores violentos y dejó un
saldo de 5 víctimas.
194
Gráfica 8. Total de eventos de desplazamiento forzado y víctimas por autores
Fuente: Base de Datos Ensayos
b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales
Las comunidades nasa del departamento del Meta identificaron varias amenazas que se
ciernen sobre sus territorios. Entre ellas, las más importantes son: la presencia de
empresas para la exploración y explotación petrolera, la Transversal La Macarena que
busca comunicar el departamento del Meta con el del Huila, la instalación de bases
militares y la construcción de un acueducto desde Riachón hasta La Julia. Los nasa de
todas las comunidades del Meta no referenciaron los cultivos de uso ilícito como
amenazas en sus territorios, pues no tienen cultivos extensivos de éstos. Las únicas
matas de coca que existen en algunas comunidades son de uso medicinal. Frente a lo
último, la asamblea de Ondas del Cafre manifestó:
Las personas que tienen coca, tienen en promedio 30 o 40 matas las cuales
son utilizadas para remedios o rituales indígenas, además son pocas las
personas que tienen estas matas. No implementamos esta práctica
económica porque crea conflictos entre las familias de la comunidad,
acaba el medio ambiente, esteriliza el suelo por la aplicación de tantos
químicos, causa erosión, puede presentarse consumo de estos
estupefacientes y nuestros jóvenes terminarían ahí. También eso atrae
más el ingreso de grupos armados (Asamblea Ondas del Cafre, Mesetas,
noviembre 29 y 30 de 2012).
En la asamblea que tuvo lugar en la parcialidad de Candilejas, la mayoría de personas
coincidió en que una de las grandes problemáticas por la que está atravesando la
comunidad es la llegada de las empresas petroleras que, mediante engaños y mentiras,
“aprovechándose de la humildad de los líderes”, como señaló un mayor, “han logrado
entrarse en nuestro territorio y han conseguido hacer exploraciones sísmicas para
determinar con seguridad si en nuestro territorio encuentran el preciado líquido
195
denominado petróleo”. Según contaron, “las empresas han hecho muchas promesas para
ayudar a nuestra comunidad pero hasta el momento no se han visto los resultados”. Al
reflexionar sobre las consecuencias de la presencia de empresas petroleras en el
territorio, la comunidad nasa de Candilejas señaló:
Las consecuencias que ocasiona la llegada de las multinacionales
petroleras es que acaba con el medio ambiente, la fauna, la flora, la
esterilización de los terrenos, la contaminación de las aguas, la erosión, la
llegada de grupos armados en busca de aportes económicos para su
sostenimiento, la aparición de nuevas culturas asociadas a la
modernización hace que las nuevas generaciones de la comunidad tiendan
a identificarse con ellas perdiendo así nuestras verdaderas raíces, se
avecina la descomposición social que si se deja avanzar, terminará
acabando con la cultura y la diversidad nasa.
Según indicaron durante la asamblea de Candilejas, en la actualidad, la sísmica ya ha
alcanzado unos 60 puntos dentro del territorio del resguardo, proponiéndose continuar
con este proceso en las veredas aledañas. Las exploraciones sísmicas ya están creando
un proceso descomposición social pues, según comentó la gente en la asamblea, “están
alterando el orden y la costumbre de la comunidad debido a las “cantinas” que trajeron
aparejadas, el alto consumo de alcohol que producen y el derroche del dinero. A esto se
suma el hecho de que la empresa usa las vías de acceso comunitarias, las deteriora y
luego las abandona, haciendo cada vez más difícil la entrada y salida del resguardo”
(Asamblea Candilejas, La Uribe, diciembre 15 y 16 de 2012).
Durante la asamblea del resguardo Ondas del Cafre, en el municipio de Mesetas, la
comunidad manifestó que actualmente no existe ningún megaproyecto que afecte
directamente el resguardo. Sin embargo, sí señaló que aun cuando la proyección de la
Transversal La Macarena no pasa por sus territorios, sí trae graves consecuencias a las
comunidades. Según comentaron, con la apertura de esta vía se amplía la exploración
y/o explotación de zonas de conservación ambiental ocasionando deterioro en la flora y
la fauna de la región. A futuro, la carretera también podría traer plantaciones de
grandes monocultivos, exploraciones y explotaciones mineras, que traerán como
consecuencia la invasión de los territorios indígenas, afectando la pervivencia social y
cultural de la nación nasa.
La Transversal La Macarena, que busca conectar San Juan de Arama-Uribe-ColombiaBaraya, hace parte de la estrategia de integración para la competitividad. La
construcción de este corredor vial que une el oriente colombiano con el pacífico fue
concebida en el marco del Plan de Consolidación Territorial en su “dinámica de la
recuperación de la seguridad territorial para neutralizar la amenaza contra la
institucionalidad democrática” (CCAI, 2012:9). La construcción de los 160 kilómetros de
vía, que cuenta con un presupuesto aproximado de $160.000 millones para ser ejecutado
entre 2009 y 2013, hace parte de un convenio suscrito entre el Fondo Financiero de
Proyectos de Desarrollo (Fonade), el Instituto Nacional de Vías (Invías) y el ejército
nacional. Así, la obra está siendo construida en su totalidad por dos batallones de
ingenieros: el Batallón No. 15 de San Juan de Arama y el No. 53 ubicado en cercanías del
municipio de Baraya.
196
La gente, sin embargo, se refirió a las consecuencias nefastas que han traído las
acciones cívico-militares promovidas por el gobierno colombiano a través del Plan de
Consolidación Territorial.
Durante la asamblea que tuvo lugar en el cabildo Los Planes, municipio de La Uribe, la
comunidad también identificó la petrolera como una de las principales amenazas.
Manifestó que cerca de este resguardo es donde se ejecutará el proyecto de exploración
y explotación petrolera. Plantearon que las comunidades indígenas debían unir sus
criterios para no permitir que estas empresas continúen fomentando el debilitamiento
de las comunidades indígenas. En esta vía de identificar las amenazas territoriales,
también se refirieron a la asidua presencia del ejército nacional en sus territorios y las
consecuencias que ésta genera. Al respecto señalaron:
En el momento la principal amenaza que tenemos junto con las empresas
petroleras es la instalación de batallones militares dentro del territorio
indígena aduciendo que es para la protección de nuestra comunidad, algo
que es totalmente falso. En el año 2007 se presentaron varios atropellos
por parte del ejército en contra de la comunidad indígena directamente en
el resguardo. El joven Fredy Casamachín fue detenido por parte del
ejército acusado de guerrillero, a él le taparon la cara, lo mantuvieron por
varias horas.
Vinculando el conflicto armado, la amenaza que representa la presencia de empresas
petroleras y la precariedad territorial en la que se encuentran los nasa del
departamento del Meta, un mayor señaló con contundencia durante la asamblea de
Candilejas:
Siempre hemos sufrido por culpa del conflicto armado, porque no sabemos
cómo actuar frente a estos casos o grupos armados, la comunidad y los
líderes necesitamos capacitación sobre derechos humanos, legislación
indígena, manejo y control del territorio, educación basada en nuestra
cultura nasa. Aunque nuestro territorio está determinado como
parcialidad, nuestros líderes buscan afanosamente que este territorio sea
designado como resguardo, pues así podremos conservar nuestras
costumbres, usos, autonomía indígena, identidad cultural, rituales,
proteger los lugares sagrados que ya han sido marcados. Todas estas
debilidades y otras más que van surgiendo en desarrollo de convertirnos en
resguardo las queremos convertir en ejes de trabajo para el
fortalecimiento de nuestra comunidad. Nuestro mayor anhelo es que nos
proclamamos como resguardo aunque aún no lo seamos, porque nos
sentimos orgullosos de ser nasas.
La búsqueda de la constitución del resguardo ha sido la tarea que afanosamente han
sostenido los líderes durante mucho tiempo, como recordó el mayor. La posibilidad de
asegurar ese derecho territorial abre el camino para fortalecer la identidad cultural y
para ejercer la tan anhelada autonomía indígena en un contexto signado por la guerra.
La comunidad nasa de Candilejas fue reconocida como parcialidad indígena mediante la
Resolución 0021 de 2010 de la Dirección de Asuntos Indígenas, Minorías y Rom del
Ministerio del Interior. Sin embargo, el sueño del mayor y la lucha que han sostenido los
197
líderes por lograr que les sea constituido el resguardo, cada vez parecen más lejanos.
Por lo menos así lo dejan ver las expectativas que hay por parte de las empresas
petroleras sobre estos territorios y a las que se refirieron de manera recurrente las
comunidades nasa del Meta.
A esta incertidumbre, basada en algunos posibles rumores y temores, se sumó lo que es
ya una realidad. A principios del año 2012, la Dirección de Consulta Previa del Ministerio
del Interior recibió la solicitud del señor Abdenago Caridad, gerente de Operaciones de
la empresa Petronova Colombia, quien buscaba obtener certificación sobre la presencia
o no de grupos étnicos en el área de influencia del proyecto “Área de interés
exploratorio Tinigua Módulo 1”, localizado en jurisdicción del municipio de Uribe, en el
departamento del Meta. Según señala la Certificación 972 del 30 de mayo de 2012, “una
vez revisadas las bases de datos de la Dirección de Asuntos Indígenas, Minorías y Rom y
de la Dirección de comunidades negras, afrodescendientes, raizales y palenqueras del
Ministerio del Interior, así como la información cartográfica del IGAC, la Dirección de
Consulta Previa requirió información más precisa sobre la zona. Para ello, ordenó una
visita de campo que fue realizada por el antropólogo Luis Benicio Torres, contratista del
Ministerio del Interior. La visita contó con la participación de un funcionario de la
empresa Petronova, el gobernador de la comunidad nasa de Candilejas, el gobernador de
la comunidad nasa Los Planes y la gobernadora de la comunidad embera El Paraíso.
Según la georeferenciación establecida, la comunidad de Candilejas está ubicada a 1.2
kilómetros del área de influencia del proyecto, al igual que la comunidad Los Planes.
El 13 de marzo de 2012, el antropólogo encargado de la diligencia emitió su concepto:
“No hay registro de resguardos constituidos, comunidades por fuera de resguardo,
consejos comunitarios ni se identifica presencia de otros grupos étnicos”. En su concepto
también añade algo que es necesario mencionar, dada la ironía, que raya en la
estupidez, del asunto que expresa: “aunque fue imposible por circunstancias de
seguridad entrar a los sitios sagrados, se conversó con el cabildo gobernador de la
comunidad nasa de Candilejas, Saúl Huetio (sic) quien expresó la existencia de sitios
sagrados. Sin embargo, teniendo en cuenta el estudio etnológico realizado por el
profesional Gustavo Martínez Escobar realizado en agosto de 2009, no se arrojan
resultados de existencia de sitios sagrados” (Ministerio del Interior, 2012).
En la actualidad, las comunidades nasa del departamento del Meta suman en total 7,
están ubicadas en los municipios de Mesetas, Uribe y La Macarena. Tres de ellas tienen
el resguardo constituido, para un total de 8.433 hectáreas. Otra de las comunidades,
Candilejas, está legalizada ante el Ministerio del Interior como una parcialidad y cuenta
con 2.300 hectáreas. A la fecha, tiene un proceso de constitución pendiente que, como
señalamos antes, seguramente seguirá dilatándose en favor de la entrada de la empresa
petrolera que puso sus ojos sobre dicho territorio. Las otras tres comunidades se
constituyeron en cabildos y tienen una oferta de tierras que asciende a las 1.700
hectáreas. A continuación relacionamos la situación de tierras en la que se encuentra
actualmente la población nasa del departamento del Meta:
198
Tabla 1. Situación de tierras de los nasa en el departamento del Meta
Nombre
Municipio
resguardo y/o
cabildo
Ondas del
Cafre
Villa Lucia
Sek Dyiii
Planes
Candilejas
Nasa Cxacxa
Kuecxs kiwe
Mesetas
Mesetas
Mesetas
Uribe
Uribe
Macarena
Macarena
Resguardo constituido
(No. De hectáreas)
Resguardo constituido
(No. De hectáreas) 4 075
Resguardo constituido
Cabildo
oferta de
Resguardo constituido
Parcialidad
cabildo oferta de
Cabildo
oferta de
Ampliaciones (No. De
Trámites de
hectáreas y solicitud de
reconocimiento
ampliación con fecha y saneamiento
y/o solicitudes
radicada ante quién y si
de
constitución
salió resolución)
5 000
5 000
5 000
5 000
15 000 mil hect
100 mil hect
5 000
150 hectareas
200 hectareas
250 hectareas
Candilejas
Fuente: Equipo Regional Plan de Salvaguarda Nasa, departamento del Meta, 2013
199
2.6.
Cabildo Nasa Santiago de Cali
Granados (2010), siguiendo los estudios de Fredrik Barth y otros teóricos y teóricas de la
identidad, plantea que la definición tradicional de la identidad indígena anclada a un
determinado territorio, manteniendo y reproduciendo determinados “usos y
costumbres”, entra en tensión con la migración de los y las indígenas hacia la ciudad;
más aún cuando éstos permanecen en ella y las siguientes generaciones nacen y viven en
la misma.
Las tensiones y disputas por la definición de la identidad étnica aparecen potenciadas
cuando las dinámicas migratorias indígenas, motivadas por diversas circunstancias, le
plantean un gran desafío al movimiento indígena y a la sociedad en general: la presencia
indígena en la ciudad. Autoridades tradicionales, jóvenes y mayores, hombres y mujeres,
las familias migrantes, hijos e hijas indígenas que nacen en la ciudad (Granados, 2010),
hacen parte de este coro polifónico. Como señala Granados (2010), “a los migrantes se
les cuestiona el hecho de no vivir en el territorio, de haber salido de él, de nacer en otro
lugar: la ciudad. Esto se hace más conflictivo si se tiene en cuenta que varias de las
organizaciones políticas indígenas que surgieron en los años setenta asumieron como
reivindicación principal la lucha por la tierra y la tenencia colectiva de la misma,
exigencia que no es tan fácil de mantener en el contexto urbano”. Como señala la
autora, es cierto que los vínculos entre los migrantes y sus comunidades de origen no se
rompen, pero sí se transforman, generando conflictos y desafíos para la comprensión de
lo que significa ser indígena en la ciudad (Granados, 2010).
El conflicto armado, la escasez de tierras productivas y la búsqueda de posibilidades de
acceso a la educación y de oportunidades laborales son algunos de los motivos que
explican los desplazamientos indígenas a la ciudad. Por lo general, sólo los
desplazamientos relacionados con el conflicto armado y la violencia política tienden a
ser clasificados como forzados. Sin embargo, quienes han tenido que desplazarse porque
no hay tierras para asegurar su subsistencia y porque tampoco tienen condiciones de
acceso a la educación, a la salud y al trabajo, desafían esta idea para indicar que su
desplazamiento también fue forzado en la medida en que obedeció a situaciones de
violencia estructural, de discriminación y despojo histórico.
Frente a estas situaciones, en diferentes períodos, las poblaciones indígenas, campesinas
y afrodescendientes han tejido y recorrido circuitos migratorios en donde las afiliaciones
y pertenencias étnicas también han jugado un papel fundamental pero disímil
dependiendo del momento histórico. Años atrás, estas mujeres y hombres migrantes
buscaron que sus pasos por la ciudad pasaran desapercibidos, camuflándolos con el
silencio de su idioma propio, con la supresión de su memoria histórica, con el olvido
impuesto de su propio ser. La mirada colonizadora únicamente registró su existencia
para capturarles y colonizarles, convirtiéndoles en fieles servidores y servidoras.
Percibidas y percibidos por la ciudad como inferiores en razón de su etnicidad y su
pobreza y como terroristas en función de su lugar de procedencia, estos hombres y
mujeres migrantes fueron integradas a la ciudad y al mercado de trabajo en una relación
de subordinación: sus identidades étnicas fueron asociadas a la naturaleza de los roles
en la estructura colonial del control del trabajo (Quijano, 2000).
200
Al calor de la lucha por la tierra en la década del setenta, la presencia indígena se hizo
sentir y se hizo temer ante la élite terrateniente que se sintió amenazada por las justas
reivindicaciones de quienes volvieron a reclamar lo que por décadas les habían quitado.
El legítimo reclamo cobró muchas vidas. Años más tarde, los pueblos indígenas de
América Latina iniciaron un proceso de fuerte movilización y lucha por la reivindicación
de sus derechos y el reconocimiento de su ciudadanía étnica, que se tradujo en cambios
profundos en la legislación que hasta el momento regulaba su relación con los estados
nacionales. El derecho al territorio y el ejercicio de la autonomía se convirtieron en la
bandera de la reivindicación política de los pueblos indígenas en el nuevo escenario
pluriétnico y multicultural. En este contexto, las mujeres y hombres migrantes volvieron
a recorrer sus pasos, su historia, su memoria; siguieron tejiendo los hilos de las redes
que habían permanecido escondidas y silenciosas y que ahora salían a la luz para posarse
ante las mismas miradas que años antes les habían obligado a callar para no importunar
con su presencia.
Como señala Granados (2010), muchos de los indígenas, afrodescendientes y campesinos
migrantes, construyeron barrios nuevos en condiciones de precariedad social y
económica como alternativa a sus problemas de acceso a la vivienda. Amparados bajo la
conquista política y jurídica que habían alcanzado con la promulgación de la
Constitución de 1991, fue allí donde iniciaron procesos organizativos que tenían como
primer referente los que había en sus “lugares de origen”. En estos casos, por ejemplo,
la posición inicial del CRIC como organización indígena de carácter regional fue
promover el retorno de los y las indígenas que llegaban a la ciudad (Guevara 2004). Sin
embargo, frente al aumento de la población indígena en los cascos urbanos y las
demandas que éstos realizaban, a principios de la década del noventa, se crearon dos
cabildos urbanos que luego fueron adscritos al mismo CRIC, como le sugirió Palechor a
Granados (2010) durante una conversación personal que sostuvieron en 2009. Según la
autora, este fue el caso del cabildo urbano del pueblo Kokonuko y el cabildo urbano del
pueblo Yanacona. Así mismo, entrando el siglo XXI, surgió el Cabildo indígena de la
Educación Superior (CIDES), con el objetivo de integrar a los estudiantes indígenas que
habitan en la ciudad de Popayán y que según sus mandatos propende por la articulación
con las organizaciones de base como el CRIC (CIDES, 2008, en Granados, 2010).
También a finales de la década del noventa empezó a adelantarse el proceso de
conformación del cabildo nasa Santiago de Cali, como quedó documentado durante el
proceso de construcción del Plan de Salvaguarda nasa. Sobre este proceso se refirió una
de las mujeres nasa que lidera el proceso del cabildo y miembro del equipo del Plan de
Salvaguarda:
El cabildo nasa Santiago de Cali se constituyó bajo dos fundamentos
principales: organizarnos para fortalecer nuestra identidad cultural y exigir
nuestros derechos. En esa construcción que se inició en 1999, se estableció
una discusión permanente durante dos meses con la institucionalidad sobre
qué parámetros nos íbamos a regir. En ese orden, lo primero que el alcalde
planteó era que no podía constituir el cabildo porque se le salía de las
manos jurídicamente y porque era un problema que se le iba a crear a la
ciudad. Una de las poblaciones más grandes indígenas en Cali es la nación
nasa. Pero hay 5 pueblos más. La preocupación era que si cada uno de los 6
pueblos constituía un cabildo se iba a convertir en un problema. Lo que se
acordó es que se constituyera solamente un (1) cabildo por etnia. En 2003
201
para lograr la constitución recibió el aval porque lo solicitamos de la
Asociación de Cabildos Nasa Cxacxa (Tierradentro) y solicitamos también el
aval de la ACIN. Luego, en 2008 se registró en el marco del CRIC porque lo
que hemos discutido es que cuando haya una dificultad, cuáles serían los
mecanismos de control. Esta dinámica ha fortalecido el tema de
educación, salud. En educación el CRIC ha hecho el apoyo y
acompañamiento a este proceso. En este momento se está firmando un
proceso con la UAIIN. Este aval o esta institucionalidad que permite la
vigilancia y el fortalecimiento político y jurídico es el que trasciende a
nivel nacional en el tema de ciudades. Cali jalonó en 2009 una reunión con
los cabildos urbanos. Hemos tenido dos encuentros para discutir sobre el
tema de cabildos urbanos. En Medellín la decisión política fue que no se
llamaran cabildos urbanos sino que deben retomar el nombre territorial del
municipio. Bogotá nos convocó para mostrar el avance en la política
pública en ese municipio, el aporte no fue mucho pero quedamos de hacer
un encuentro en Popayán o en Cali. Tenemos una política pública indígena,
una escuela integral indígena, un sistema de salud propio, estamos
pensando en territorio (Seminario-Taller Equipo Nacional Plan de
Salvaguarda Nasa, Bodega Alta, Caloto, Marzo 25-29 de 2013).
Organizarse y fortalecer la identidad aparecen como los dos preceptos que le dieron vida
al cabildo nasa en la ciudad de Cali. La experiencia de la migración y los desafíos de un
nuevo contexto juntaron a los nasa alrededor de una figura que conocían, que hacía
parte de su historia: el cabildo. Iniciaron desde ahí la lucha por el reconocimiento ante
el estado, encontrando a su paso lo que el alcalde definió como un problema: su
presencia en la ciudad, que podía desbordarse y profundizarse en la medida en que más
indígenas de otros pueblos también decidieran organizarse como cabildo. Llegaron a un
acuerdo: sólo podía existir un cabildo por cada uno de los pueblos. Hasta el momento,
existen 6 cabildos en total.
Como sugiere el relato de quien algunos años antes fue gobernadora del cabildo nasa
Santiago de Cali, para organizarse contaron con el aval de una de las asociaciones
indígenas de Tierradentro, lugar de donde provienen muchas de las personas que
actualmente se encuentran en Cali, así como de la Asociación de Cabildos indígenas del
Norte del Cauca (ACIN) y, posteriormente, del Consejo Regional Indígena del Cauca
(CRIC). Esto, según señala, les ha permitido desarrollar una escuela indígena integral, un
sistema de salud propio, un sistema de justicia propia, entre otros.
En el año 2006, la Universidad del Valle adelantó un estudio etnológico de las
comunidades indígenas ubicadas en el municipio de Cali en el marco de un convenio
suscrito entre la alcaldía de la ciudad y el Ministerio del Interior. Ambas instituciones
buscaban dar respuesta a las reivindicaciones de la población indígena asentada en las
ciudades. Nancy Motta (2010) profundiza en los resultados de este proceso de
investigación. La autora señala que “la causa principal de la inmigración de la población
indígena de los seis cabildos urbanos estudiados, es en primer orden la búsqueda de
oportunidades de trabajo que no se encuentran en los territorios de origen. Los
porcentajes oscilan entre el 20 y el 70% de los hogares. Una segunda causa son las
razones familiares. Los primeros inmigrantes que llegaron a Cali desde los años sesenta
hasta los más recientes, en la década de los noventa, están mostrando un proceso
migratorio que tiene su propia dinámica a través de las redes familiares, y que se mueve
202
entre porcentajes que van del 10 al 30%. También se debe resaltar que en la historia más
reciente del país la violencia y el desplazamiento forzado es otra causa de movilidad
espacial para todos los cabildos, exceptuando el Quichua. Ello se evidencia en los
hogares de los cabildos Kofán, Misak, Nasa e Inga con valores respectivos del 42.1%,
20.0%, 17.8% y 10,4%. Una cuarta causa de migración hacia la ciudad de Cali tiene que
ver con las oportunidades educativas que brinda la ciudad al contar con los centros
educativos de nivel superior de alta calidad en la región, lo que ha sido muy importante
especialmente para los comuneros de los cabildos Guambiano o Misak y Kofán” (Motta,
2010:6) (Ver Tabla 1 para el caso nasa).
Tabla 1. Muestreo de Causas de la migración
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje
válido
acumulado
Válidos
Perdidos
Pobreza en los territorios
/ Trabajo
187
55,8
61,7
61,7
Escasez de espacios de
Estudios superiores
15
4,5
5,0
66,7
Violencia o
desplazamiento forzoso
54
16,1
17,8
84,5
Razones familiares
35
10,4
11,6
96,0
Motivos de salud
5
1,5
1,7
97,7
Ninguna de las anteriores
6
1,8
2,0
99,7
No sabe/No responde
1
,3
,3
100,0
Total
303
90,4
100,0
No aplica
32
9,6
335
100,0
Total
Fuente: Motta y Posso, 2007
Según Motta y Posso (2007), el censo realizado para el estudio etnológico señala que el
motivo de llegada a la ciudad, visto en porcentajes, es: el trabajo (61,7%), la violencia o
desplazamiento forzado (17,8%), las razones familiares (11,6%), el estudio (5%), ninguna
de las anteriores (2%), los motivos de salud (1,7%) y no sabe/no responde (0,3%). Otro
dato importante muestra que el 9,6% de los hogares Nasa (32 hogares) ha residido
siempre en la ciudad de Cali, además de que las nuevas generaciones han nacido en Cali
y participaron activamente en las encuestas. El estudio también indica que los lugares
de nacimiento de los miembros del cabildo Nasa corresponden a un 48,3% en el Valle del
Cauca, el 43,6% en el departamento del Cauca y el 8,1% en otros departamentos.
Además, el estudio muestra que el 43,5% de las personas de este cabildo (643 personas)
nació en Cali, lo cual indica la presencia de segundas y terceras generaciones de esta
migración en la ciudad y por lo tanto se trata de una población establecida y no de paso
(Mota y Posso, 2007).
El estudio también identificó los distintos momentos en los que los nasa intentaron
203
reencontrarse y tejer un proceso organizativo en la ciudad: a principios de la década del
noventa hubo un primer momento, aunque quienes lo lideraron en aquella época no se
encuentran en la ciudad y no hay muchos recuerdos al respecto por parte de quienes en
la actualidad lideran el proceso. Otro momento fue en 1994, año en el que ocurrió la
avalancha del río Páez, en Tierradentro, y miles de nasa se vieron forzados a migrar por
el desastre natural. Sus redes familiares y de compadrazgo los llevaron hacia la ciudad
de Cali. Sin embargo, en ese momento no se consolidó el proceso organizativo como se
le conoce en la actualidad. Pocos años después, en 1998, un grupo de académicas y
académicos de diferentes áreas, entre los que se encontraban Herinaldy Gómez y quien
sería la gobernadora del cabildo en dos oportunidades, Catalina Achipiz, se reunieron
con la intención de recopilar alguna información sobre la presencia nasa en las ciudades.
Pero fue en 2003 cuando la comunidad nasa de Cali logró el reconocimiento como
cabildo ante el municipio. La recuperación de saberes propios, el encuentro con otros
nasa provenientes de diferentes lugares, así como la reivindicación y el ejercicio de la
autonomía territorial y jurídica en el marco de la lucha ancestral por el territorio, han
caracterizado la dinámica de este proceso organizativo (Motta y Posso, 2007; Motta,
2010).
Como señala el estudio etnológico (Motta y Posso, 2007), “el pueblo Nasa, al igual que
los otros pueblos, también ha definido unos criterios para que las personas indígenas de
la ciudad puedan integrarse al cabildo; este proceso ha sido mucho más engorroso que
en los otros pueblos por el extenso número de nasas que se encuentran en Cali y que
están ubicados en sectores diversos, y por el hecho de que muchas personas de la
población Nasa han nacido en Cali, no conocen el cabildo, no han logrado unirse a él o
bien no se encuentran informados. En el trabajo de campo para la obtención de los
datos etnográficos y en el operativo censal de esta investigación, se conoció un gran
número de familias que se reconocen como nasas pero que no integran el cabildo, otras
que debido a sus escasos recursos han querido acercarse pero no han podido, y otras que
no sabían de la presencia de este en la ciudad” (Motta y Posso, 2007:53).
Más adelante, el estudio señala que “en este proceso de recuperación y fortalecimiento
el cabildo tiene algunas proyecciones a futuro que se articulan alrededor de: 1) el eje de
vivienda y trabajo, articulados al proyecto de política indígena de la ciudad; 2)
fortalecimiento de la visibilización de los cabildos en la ciudad; 3) la reivindicación de
derechos y el reconocimiento por parte de las instituciones departamentales y
municipales de la presencia indígena urbana a nivel político. Estos frentes son de
carácter colectivo y político pues se plasman a nivel de todos los cabildos, pero
gestionados desde los Nasa.
También en su momento, la entonces gobernadora Adriana Menza opinó sobre los
proyectos del Cabildo, refiriéndose en particular a sus desafíos y expectativas
territoriales:
[…]La reubicación que queremos no es que nos reubiquen en un espacio así
pequeñito sino que nosotros estamos pensando es en una reserva indígena,
ese es el querer de nosotros porque lo que queremos es que si estamos
aquí en la ciudad no perdamos nuestra identidad cultural sino que por el
contrario fortalecerla, reivindicarla, ahí es cuando se plantea que en
vivienda un proyecto sería una reserva natural indígena que lleve consigo
la parte ambiental, la reivindicación de muchos derechos […]
204
Durante la asamblea de construcción del Plan de Salvaguarda, la gente habló sobre los
motivos que los llevaron a desplazarse. Entre ellos, y en primer lugar, apareció la
“estrechez territorial”, la violencia, la pobreza, la falta de oportunidades, la falta de
resultados relacionados con los recursos de transferencia, la dificultad que tienen los
jóvenes para acceder a la educación, la vulneración de los derechos que se ve agudizada
en el caso de las mujeres, la persecución que sufren los jóvenes por parte de los
diferentes grupos armados que insisten en reclutarlos forzosamente, la persecución y las
estrategias de enamoramiento de la que son víctimas las jóvenes nasa por parte de
diferentes miembros de los grupos armados, el acceso carnal violento del que son objeto
las mujeres por parte de los actores armados, entre otros. Uno de los sueños, que teje
los pensamientos y las luchas de quienes viven actualmente en la ciudad de Cali es el
derecho al territorio. Al pensar sobre el lugar en el que quieren vivir, varias personas
durante las asambleas opinaron que no querían que el territorio fuera dentro de la
ciudad porque hay bandas criminales, pandillas, barreras invisibles en las comunas,
narcotráfico, grupos armados, sicariato, prostitución, entre otros. La mayoría de
personas, provenientes de los departamentos de Cauca, Tolima y Nariño, llegaron a la
ciudad en busca de una mejor oportunidad de vida, de la posibilidad de trabajar, de
garantizar a los hijos e hijas una mejor calidad en la educación y de una vida libre de la
violencia del conflicto armado. Sin embargo, la mayoría de las personas manifestó que
sus sueños no se han cumplido porque con dificultad sus hijos logran estudiar, porque no
tienen dónde trabajar, porque la precariedad económica de la mayoría de la población
desplazada en la ciudad de Cali, que son mujeres, es altísima, entre otros.
Durante una de las reuniones del Equipo del Plan de Salvaguarda nasa, un hombre,
miembro del cabildo de Santiago de Cali, manifestó:
Hace 10 años existe el cabildo de Santiago de Cali. ¿A dónde retornar si no
hay tierras? Estamos en un proceso de fortalecimiento cultural: en
nasayuwe, en danzas, en cosmovisión nasa. Estamos en la Escuela integral
indígena en Cali. Yo no he dejado de ser indígena porque estoy en Cali. Y
salí hace 11 años pero soy nasa y siempre busco a los mayores para
aprender. ¿De qué estamos hablando culturalmente? Los que quieran
regresar, se regresan, ¿pero a dónde se van a regresar si no hay tierras? Y
los que se quieran quedar, pues se quedan porque hay mucha gente que ya
tiene su vida en la ciudad (Reunión Equipo Nacional, Bodegalta, Caloto,
Marzo 25-29 de 2013).
Este planteamiento no es menor en la medida en que traza el desafío central al que se
ven enfrentadas las mujeres y hombres nasa que se desplazaron hacia la ciudad de Cali
en diferentes períodos históricos y que hace parte del referente bajo la cual es asumida
su reivindicación en la ciudad por parte de los cabildos de los lugares de procedencia:
“Yo no he dejado de ser indígena porque estoy en Cali. Y salí hace once años pero soy
nasa”. La presencia de indígenas en la ciudad y de la consolidación de sus organizaciones
ha generado nuevas representaciones sobre la definición de la identidad étnica, marcada
por fuertes cuestionamientos y negociaciones en torno a la migración y la posibilidad ser
indígenas por fuera de sus “territorios de origen”.
Esta situación se vuelve problemática y plantea importantes desafíos en la medida en
que la lucha central sobre la cual se erigió el movimiento indígena del suroccidente
colombiano fue la tierra. En el caso de la ciudad, esta reivindicación no es tan clara o es
205
más difícil de materializar y además se enfrenta a que los derechos estipulados en la
constitución política y leyes específicas para los pueblos indígenas, dependen en gran
medida del reconocimiento a la tenencia y propiedad colectiva de la tierra (Granados,
2010).
Como señala Granados (2010), esta situación de presencia indígena en la ciudad suscita
distintas discusiones y opiniones en las organizaciones, autoridades tradicionales y
miembros de las comunidades indígenas, así como en las instituciones presentes en las
grandes urbes, donde los y las indígenas empiezan a interactuar en diferentes niveles y
condiciones. Por ejemplo, para algunos líderes significa una posibilidad de “expansión
territorial” en términos de volver a la ciudad que antes de la colonización era indígena,
es la posibilidad de volver a ocupar el territorio ancestral (como de manera recurrente
señalan los miembros del cabildo de Santiago de Cali cuando se refieren al significado
del vocablo indígena Calli, que traduce “tejido sin agujas”), mientras que para otros es
una forma de dejar de ser indígenas, dados los procesos de pérdida de tradiciones y
prácticas culturales que se aceleran en la ciudad. Para las instituciones se tornan en
sujetos de intervención de la política pública; en otros casos son “indeseables” que
debían retornar a sus comunidades porque no se ajustan a las dinámicas de la vida
urbana. Todas estas afirmaciones problematizan la presencia de indígenas en la ciudad
en el marco de un estado que reconoce el carácter pluricultural de su población y que
en términos legales reconoce una serie de derechos a los grupos étnicos en un contexto
de economía neoliberal y desigualdad económica y social que contradice sus propias
políticas frente a la diferencia cultural (Fraser 1997; Briones 2005).
En esta vía, fueron enfáticas y enfáticos al afirmar que el Plan de Salvaguarda es para
garantizar que haya esas tierras para que vuelvan los que quieren volver. Señalaron que
debe haber un restablecimiento de los derechos tanto en el caso de retorno como en el
de reubicación. Y agregaron que el Plan también debe asegurar la garantía de los
derechos a las personas que quieren quedarse en la ciudad en el marco del proceso
organizativo que vienen desarrollando en el cabildo.
Durante una de las asambleas de construcción del Plan de Salvaguarda que se realizó en
el Centro Cultural Santiago de Cali (noviembre 18 de 2012), una mujer nasa señaló de
manera muy enfática: “Somos muchos los que estamos por fuera (…) además he
aprendido que la Sentencia y el Auto hablan del desplazamiento y nosotros somos
desplazados”. En esta vía, una de las exigencias que hicieron quienes asistieron a las
asambleas fue la urgencia de un proceso de visibilización de la problemática que
enfrentan los nasa que están en la ciudad, pues señalan que están sufriendo una doble
discriminación: por una lado, por parte de la mayoría de quienes viven en los “territorios
de origen” quienes expresan que por haberse ido de ahí perdieron sus derechos; y por
otro, por la ciudad en la que viven por el mismo hecho de ser indígenas, donde por lo
general “nos niegan también nuestros derechos”. En esa oportunidad, la comunidad
preguntó al unísono: “entonces ¿qué hacemos? Si salimos del territorio fue por
necesidad, no por gusto o porque quisiéramos” (Asamblea Cabildo Nasa Santiago de Cali,
Centro Cultural Santiago de Cali, noviembre 18 de 2012).
A esta doble discriminación se suma la que tiene que vivir la mayoría de población nasa
que vive en las ciudades: las mujeres. Tal como lo muestra el estudio etnológico (2007)
al que hemos hecho referencia, “el Cabildo Nasa tiene una alta población de mujeres
que trabajan como empleadas del servicio en condiciones laborales y de vida bastante
206
desfavorables, muchas de ellas, jóvenes en su mayoría, se internan en una casa de
familia, permanecen encerradas en habitaciones mínimas y confinadas a sus espacios
laborales la mayor parte de su estancia en la ciudad, recibiendo un salario inferior al
mínimo y, en la mayoría de casos, sin estar afiliadas a la seguridad social. Los bajos
niveles educativos y la discriminación de la que son objeto en la ciudad no permiten
acceder a otro tipo de ofertas laborales” (Motta y Posso, 2007).
En relación con esto, no debe perderse de vista cuando el tipo de desplazamiento es
forzado por el conflicto armado, lo cual aumenta los factores de discriminación y las
asociaciones recurrentes de la que son objeto mujeres y hombres cuando son
representados como potenciales amenazas por provenir de un lugar de intenso conflicto
armado. Como plantea Donny Meertens (2004), “en Colombia, la violencia y el
desplazamiento forzado tienen efectos diferenciados sobre hombres, mujeres, niños y
grupos étnicos. Desde el momento de la destrucción de vidas y bienes hasta las
estrategias de supervivencia y la paulatina reconstrucción de sus proyectos de vida, es
decir, a lo largo de las sucesivas etapas del desplazamiento, estos diferentes grupos
poblacionales tienen en común la violación de sus derechos generales, pero se
diferencian en cuanto a la especificidad de sus vulnerabilidades, necesidades de
protección y atención, y potencialidades para la reconstrucción de sus proyectos de
vida”. Al señalar varios de los nudos alrededor de los cuales se articulan los juegos de
diferencias, desigualdades y nuevas oportunidades, la autora muestra que “entre la
población desplazada la proporción de mujeres (adultas) es un poco más alta que la de
los hombres. Sin embargo, el dato más relevante aquí es el aumento de mujeres “jefas
de hogar”, a causa de la violencia (pérdida del marido o compañero por asesinato) como
es el caso de las viudas; o a causa de las rupturas familiares provocadas por el
desarraigo, las tensiones del anonimato, la clandestinidad o las nuevas dinámicas de la
gran ciudad” (Meertens, 2004).
El desplazamiento forzado “trastocó” los campos de acción en los que la mayoría de
mujeres nasa se desenvolvían, asociados más a los vínculos familiares y a los espacios
privados. El hecho de que muchas mujeres hayan tenido que presenciar el asesinato de
su compañero sentimental, o ser testigos de las amenazas y señalamientos que obligaron
a la familia a tomar rumbos diferentes, ubica a las mujeres en un nuevo contexto en el
que son obligadas a transformar su cotidianidad, transitando por esferas públicas y
políticas antes desconocidas para asegurar su supervivencia y la de sus familias (Amador
Ospina, 2008). Meertens (2004) apunta que “al iniciarse el proceso de reconstrucción de
la vida cotidiana en el sitio de desplazamiento, el balance muestra tendencias a la
inversa: el desempleo afecta más duro a los hombres que a las mujeres, ellos pierden su
status de proveedores y sienten la pérdida de dignidad más fuerte que las mujeres ante
las irregulares e informales actividades del rebusque. Las mujeres desplazadas
generalmente tienen la primera responsabilidad de la supervivencia sobre sus hombros.
En ella muestran más flexibilidad que los hombres al asumir labores de rebusque, son
más recursivas y pueden apoyarse en su larga experiencia de trabajo doméstico, ahora
un recurso vendible” (Meertens, 2004).
(Ver Anexo “Estudio Etnológico Cabildo Nasa Santiago de Cali”).
207
PARTE 3: El Plan de Salvaguarda
3.1.
Fundamentos
La Corte Constitucional ha insistido en varias de sus sentencias, y especialmente en la
025 de 2004 y sus autos, en la necesidad de que las medidas gubernamentales
incorporen un enfoque diferencial étnico. En el Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa
los elementos diferenciadores que deben ser incorporados se formulan a partir de la
identificación que las propias comunidades han hecho sobre la especificidad de la Nación
Nasa, de su lugar en el conflicto, de su historia de conformación como pueblo y de su
cosmología.
Los fundamentos del Plan de Salvaguarda conjugan el enfoque diferencial étnico de las
estrategias del plan y los principios de interpretación de las medidas de salvaguarda que
se adoptan; en consecuencia son la base para dirimir posibles contradicciones entre las
medidas del Plan y la acción estatal ordinaria.
a) El enfoque diferencial de la salvaguarda y la reparación
“¿Qué es lo distinto de los nasa, para que la reparación sea distinta?” Así preguntaba uno
de los mayores de la comunidad cuando se construían los fundamentos del Plan de
Salvaguarda. La pregunta se devolvió a varias comunidades, para que la palabra
“enfoque diferencial” no fuera una de esas palabras que sirven para todo, y que al final
no dicen nada.
El trabajo de reflexión llegó a varias conclusiones generales. La primera, es que en la
protección y en la reparación lo “diferencial” está relacionado con las formas
particulares como se ha vivido y sufrido (se vive y se sufre) la violencia política, eso
significa tanto la forma específica como los armados la han utilizado (basados en una
supuesta superioridad civilizatoria o cultural de occidente sobre los pueblos indígenas),
así como la forma específica como los nasa entienden situaciones (y palabras) como
daño, dolor, agresión, humillación, miedo, dignidad, resistencia.
Para los nasa se trata de una violencia ejercida contra comunidades que tienen una
concepción y una práctica colectivas intensamente orgánicas; lo que implica una
diseminación del daño y el dolor de forma más veloz e intensa, y una implicación más
profunda de la victimización individual sobre el cuerpo de las comunidades. Se trata de
una violencia ejercida contra un proceso de construcción de autonomía política y
territorial muy fuertemente arraigado; ha sido una violencia ejercida como respuesta a
lo que los actores armados consideran desafíos a sus poderes de facto; es una violencia
territorial y que daña los procesos organizativos.
Por otra parte se trata de una violencia contra los sistemas culturales, es decir, contra el
conjunto de las representaciones, símbolos, referentes mítico-históricos que constituyen
la especificidad cultural y étnica de la Nación Nasa. Han sido profundamente agredidos:
a) la conexión ritual y mítica entre el mundo espiritual y material, alterada por la
208
muerte de los kiwe the', quienes cumplen la función de enlace (los que llevan el
mensaje del mundo físico al mundo espiritual, los thu'tenas o comunicadores) y cumplen
un rol fundamental en los procesos de armonización social y cultural en el mundo nasa, a
través de acciones para el restablecimiento del equilibrio; b) el orden territorial (que los
nasa consideran natural-espiritual) y su vinculación con los espacios propiamente
espirituales, en particular por la ocupación militar de los sitios de páramo, nacederos de
agua y lagunas; b) los símbolos de autoridad (chontas21 y varas22) o de encargo
(bastones23), utilizados por los actores armados como método de camuflaje, lo cual
altera el sentido profundo de conexión con los mandatos de la ancestralidad o Ley de
Origen24; d) la memoria de resistencia, con la captura simbólica (uso de nombres e
imágenes) de figuras como Quintín Lame para nombrar acciones o grupos armados.
La segunda conclusión general es que los nasa (y en general los indígenas) tienen unos
dispositivos particulares para interpretar, enfrentar y superar dicha violencia política. Lo
más relevante en este campo es que existe continuidad entre las vivencias del mitomemoria y las vivencias históricas de la nación nasa. El mito-memoria originario nasa
esencialmente explica la existencia como un proceso de crisis causada por la envidia
(tener todo para uno solo) y superación de la crisis lograda con el equilibrio (cada ser
tiene lo que le corresponde), entendiendo cada ser como nasa con plenos derechos de
existencia, incluyendo a los seres no-humanos (animales, plantas, minerales, agua). Dice
Sisco (2001)25 en su compilación que esta situación se presenta desde que “éramos
taafxi, espíritu (viento), energía y movimiento, nos chocábamos los unos con los otros,
nos hacíamos daño, fue todo un caos”. Luego, ya con cuerpos materiales, “de contentos
se volvieron insoportables... se agruparon los grandes, los chicos, los medianos, los más
pequeños y menudos; todos pretendían su espacio pero los grandes le agredían a los
pequeños, había egoísmo. En una palabra el desorden continuó”. Y cuando ya los nasa
poblaban la tierra, de nuevo,
“las personas que entraron a vivir en la casa grande empezaron a caminar
y caminar por todas partes y esto trajo consigo otras consecuencias porque
algunos seres inconscientemente ocupaban los espacios de los demás y se
cruzaban sin permiso incomodando a los propios, y eso es un problema. En
21 Que utilizan los kiwe the' o médicos tradicionales.
22 En nasayuwe kha'bu nwesx, que utilizan las autoridades políticas o cabildantes.
23 Que utilizan los kiwe thegna o pu'yakh'sa', conocidos como guardias indígenas, encargados de
la tarea ancestral de cuidar el territorio.
24 Según Viluche: “El uka fizenxi, o 'armonización del bastón del cabildo', es otro de los rituales
del año para volver a ser parte de la organización espiritual de los Nej: Uma y Tay; es la razón
de la utilización de las varas con sentido de autoridad como nejwe`sx. Cuando las personas
portan las varas del cabildo no solo representan la autoridad de una comunidad, sino que son
parte de la autoridad espiritual fundada desde el origen del pueblo nasa. El refrescamiento
de las varas de mando de los nejwe´sx (personas seguidoras de los Nej) en los diferentes
sitios sagrados (laguna Juan Tama de la Estrella Calambás), significa volverse a enraizar en las
leyes ancestrales de la naturaleza... Este ritual significa limpiar el sucio de los problemas y
enfermedades de la comunidad que se acumulan durante el año, porque si no se hace, los
conflictos sociales se van al extremo, llega gente extraña que causa guerra, división,
manipulación y dominación del territorio”. (Destacados fuera de texto). Viluche, s.f. “El
camino de la investigación como política para recrear y revitalizar el conocimiento
ancestral”, Ponencia presentada en Seminario Otros Saberes LASA, sin publicar.
25 SISCO T., Manuel Augusto, Abelardo Ramos y Dilio Pillimué (2001). Despertar y uso de la
palabra tradicional. Cosmogonía y cosmovisión de la cultura nasa. PEB – CRIC
209
muchos sitios y en muchas ocasiones se enfrentaron; no oían los llamados
de atención de los hermanos afectados. Unos, sin tener en cuenta el
consejo de la madre se fueron a pelear en la montaña (cabeza de la
tierra)”.
La solución reiterada a la situación de crisis producida por el egoísmo y la envidia,
recurrentemente tiene solución en la cosmovisión distribuyendo el espacio y las
funciones. Prosigue Sisco:
“Cada quien con su yuwe (boca, lengua, decir), üus (corazón, sentimiento)
y habilidad especial para vivir, cada uno de los hijos tomó un espacio
conveniente de acuerdo a sus condiciones de vida, cada especie guardó su
relación con los demás y con su madre”.
De allí que el conflicto armado y en general los conflictos sociales se insertan en esta
trama de significado. Es el irrespeto al derecho del otro, entendido como espacio de
cada quién, lo que produce el conflicto, que debe resolverse devolviendo a cada uno su
lugar. El restablecimiento del derecho o de los derechos de cada uno (a decir, a sentir, a
hacer) es intrínseco de la cultura nasa, y ha reaparecido en los diversos momentos
políticos de la lucha de esta Nación. Conceptos como “recuperación de los resguardos y
los cabildos”, “liberación de la Madre Tierra”, “revitalización del nasayuwe”, etc.,
promovidos con el sentido político que estas expresiones tienen para occidente, en
realidad expresan una expectativa de reencuentro cultural entre diferentes
temporalidades, que en el pensamiento nasa acontecen más bien en términos
espaciales: un lugar de los espíritus-energías-sueños, más que un tiempo pasado perdido.
En el fondo está la idea de la energía cambiante, originadora de los nasa. Se expresa en
el carácter primordial del viento, el trueno y el rayo (la luz y el fuego).
“Cuentan los que saben y dicen que en la tierra cósmica (espacio) existen
dos corrientes de viento, mas antes, estos vientos corrían y corrían con tal
fuerza pero sin rumbo por el espació, en una de esas correrías de pronto
los dos se rozaron, los dos vientos eran personas; una era de sexo femenino
y otro de sexo masculino. La impresión que se llevaron ambos fue
impactante, como queriendo saber del uno al otro. Las dos corrientes de
viento se arremolinaron formando un gran circulo como entre una danza,
cuando se cansaron de arremolinarse e hicieron un pare. La mujer viento
tenía anaco26, su cinto asegurada con chumbe (faja) adornado de
múltiples figuras además de su cinto resaltaba una vara que en la punta
tenía asegurada un manojo de lana del cual ella hilaba y hilaba, era su
vara de mando. El hombre viento con ruana negra y pantalón que le daba
hasta los tobillos, con sombrero de pindo (hoja de caña brava), con los
pies descalzos, en la mano izquierda portaba una vara de mando de oro.
Los dos se pararon de extremo a extremo, se dieron una media mirada y
sus rostros inmediatamente clavaron sus ojos hacia abajo”. (Sisco,
2001)27.
26 Anaco, falda hecha con hilo de lana de ovejo.
27 SISCO T., Manuel Augusto, Abelardo Ramos y Dilio Pillimué (2001). Despertar y uso de la
palabra tradicional. Cosmogonía y cosmovisión de la cultura nasa. PEB – CRIC
210
Yule Yatacué (2012) presenta la versión del the'wala José María Quitumbo recogida por
Carmen Vitonás. En ella sxlapun (trueno) produce la luz/la candela a instancias de
ksxa'w (sueño, espíritu); se trata de un evento de auto-producción; en efecto, en otras
versiones, sxlapun es reconocido explícitamente como un ser hermafrodita. La
vinculación entre el trueno y la energía de que habla el relato de Sisco, es una clara
referencia a la energía que se autogenera y es el origen de todos los seres (nasa). En la
vida cotidiana de los nasa, el procedimiento para reconducir la vida a las formas
originarias es la armonización o reconciliación con el trueno, a la cual se accede
mediante el rayo o fuete y el refrescamiento; ambos procedimientos son realizados por
el the'wala, que actúa como comunicador del mundo físico con el mundo espiritual.
Para efectos de la reparación, las personas y colectivos que han sufrido desequilibrios o
tienen ptansh (sucios), para el caso del conflicto armado las víctimas y los victimarios,
deben pasar por rituales de armonización, en dirección a restablecer el wet wet
fi'zenhxi, la vida plena o la vida sabrosa. Las concepciones de reparación y justicia están
fuertemente ligadas a esta concepción, que algunos indígenas asocian a la idea de
bienestar usualmente utilizada en occidente. En especial la idea de justicia en el
pensamiento nasa tiene como horizonte la búsqueda de la armonía comunitaria, por lo
que es dable encontrar ejercicios de justicia ligados con la compensación, la retribución,
el equilibrio, etc., dependiendo de la circunstancia misma que se pretende armonizar, lo
cual no es contradictorio con un ejercicio de justicia colectivo y comunitario, donde la
norma que se aplica se actualiza con el análisis del caso.
Cuando no es posible tal armonización porque el conflicto, el sucio o la desarmonización
se mantienen, las experiencias de la muerte y la violencia se trenzan con
representaciones más ligadas con la historia reciente de la cultura nasa (especialmente
los últimos 500 años), donde la trascendencia espiritual ha debido articularse con la
resistencia a la conquista y colonización. La persistencia de la violencia de la conquista y
la esclavitud es el marco o gramática de interpretación de la violencia política reciente
por parte de los nasa, que la conciben y viven como continuidad de la expropiación, el
despojo colonial y la discriminación. De donde se desprende que superar la violencia
presente implica superar la violencia histórica, los rezagos coloniales y las estructuras
que reproducen la discriminación, el racismo y la discriminación racial y étnica (lo que
será desarrollado más adelante).
La respuesta a la violencia política y en general a la violencia (la muerte, el dolor, la
humillación, la tortura) corresponden a dispositivos específicos y tramas culturales
asociadas a esa guerra, donde concepciones sobre la dignidad y el carácter guerrero que
se autoadjudican los nasas,resultan relevantes. Para un pueblo que se reconoce “en
resistencia” ante la que considera una guerra perpetua contra su existencia misma, la
construcción de una representación reforzada de la dignidad es básica en el trato
político: el respeto y el reconocimiento como sujetos no subordinados son las principales
exigencias nasa de toda interlocución. Por otra parte, la desconfianza acendrada ante
los incumplimientos por parte de agentes estatales (más de 26 acuerdos de diferentes
gobiernos han sido incumplidos total o parcialmente) produjeron la valoración de que los
tiempos del diálogo con el Estado y otros actores no estatales se parecen más a
armisticios que a formas normales de las relaciones socio-políticas; los nasa por ello se
reconocen como “guerreros en paz”, queriendo decir con ello su total disposición a
relaciones armoniosas con el Estado, al tiempo que reclaman el derecho a la
desconfianza.
211
La tercera conclusión pertinente para el enfoque diferencial es de orden más político
que étnico, vinculado a la forma como se entiende el conflicto armado contemporáneo.
Para la Nación Nasa el Estado en muchas ocasiones ha sido el victimario directo e
indirecto. De tal modo, para las comunidades nasa la protección incluye protegerse de la
acción ilegal de funcionarios públicos y prevenir nuevas victimizaciones estatales. De allí
que las medidas de salvaguarda deben consistir fundamentalmente en acciones propias
realizadas por las comunidades.
Esto es más fuerte en términos de atención y reparación, donde las comunidades
reclaman que las acciones típicamente humanitarias deberán realizarse por medio de las
autoridades indígenas o los órganos creados por las comunidades para el efecto. Por lo
mismo, la prevención, reparación y atención integral a las víctimas (comunidades,
familias, individuos y Madre Tierra) deberán realizarse de forma exclusiva mediante
mecanismos civiles; es totalmente contrario al espíritu nasa y del Plan de Salvaguarda
cualquier acción que se pretenda realizar por medio de organismos armados del Estado o
privados.
La cuarta conclusión sobre el enfoque diferencial en la atención y reparación, y sobre
todo de la justicia, es la aplicación del principio rector de la garantía de no-repetición
de los hechos que han vulnerado los derechos colectivos e individuales de la Nación
Nasa, hechos que en el mito-historia reaparecen como ciclos de un mismo proceso. Sin
dicha garantía, cualquier atención o reparación tendrá más bien un carácter legitimador
de la violencia estructural o funcional que se haya establecido como si fuese el régimen
político.
El hecho de que la continuidad entre mito e historia permita un acceso y salida múltiple
al tiempo (al lugar del tiempo), abre así mismo una dimensión adicional: la experiencia
trans-temporal de la violencia, de la humillación, de la dignidad atropellada o negada.
Las voces en los talleres fueron insistentes en “actualizar” las agresiones del pasado,
presentarlas como hechos presentes que pueden verse y experimentarse por todos los
asistentes al momento del recuerdo; de este modo, el olvido decretado por historiadores
o normas que supuestamente resuelven viejas contradicciones, no puede instalarse. De
ahí que los rituales de curación y la aplicación de justicia a antiguos casos de violencia
política sean fundamentales.
En varios talleres realizados con mayores de las comunidades nasa del Cauca para
recordar los momentos de violencia y los ejercicios de resistencia (Caballero, 2011), fue
reiterada la actualización vívida de las muertes, desapariciones, encierros, que
ocurrieron en los años 70s, al principio de las recuperaciones de tierra. La prescripción
de estos delitos por la justicia ordinaria e incluso por la narrativa política de la
organización indígena, no lograron sanar estos hechos, que se evocaban en el marco de
la caracterización del conflicto armado actual, valga decirlo, 40 años después.
La quinta conclusión es que el restablecimiento/protección de los derechos
constitucionales debe partir de la concepción nasa del derecho y de la concepción
propia sobre el sujeto del derecho a la protección y la salvaguarda. Para los nasa el
derecho es entendido como equidad en el vivir de todos los nasa (todos los seres), que a
su vez propende por la armonía como resultado del equilibrio entre los seres y de la
exigencia a los extraños para que respeten ese equilibrio. La concepción del sujeto que
debe ser salvaguardado, como ya se ha insinuado arriba, incluye dimensiones culturales,
212
territoriales, étnicas, materiales, espirituales, políticas, vitales; en realidad estas
dimensiones son la forma como la sociedad occidental nombra una continuidad
espiritual-natural integral.
Esta continuidad espiritual-natural (que a su vez implica un articulación orgánica muy
imbricada de esas dimensiones) hace muy sensibles a la cultura y las comunidades las
afectaciones de la guerra como las posibles medidas de protección, atención,
reparación, restitución o indemnización que se adopten. El principio reconocido a nivel
internacional de la acción sin daño es clave para impedir que posibles medidas de
atención en realidad se conviertan en nuevas victimizaciones sobre otras dimensiones
del mismo sujeto.
Todas estas conclusiones son convergentes con diferentes aproximaciones realizadas por
académicos y funcionarios del Estado respecto al enfoque diferencial. Por ejemplo,
César Rodríguez Garavito y Yukyan Lam (2010a, 2010b)28 proponen como los elementos
que deben ser tenidos en cuenta para una reparación étnica integral los siguientes: 1)
Las reparaciones deben incluir tanto componentes procedimentales como sustantivos, 2)
deben tener una dimensión colectiva, 3) deben ser adecuadas y efectivas, por tanto la
determinación de las medidas de reparación debe partir de lo específico y debe ser
enfocada hacia la satisfacción de las necesidades del grupo étnico, 4) deben respetar la
identidad cultural particular del grupo étnico, 5) deben ser consultadas con el grupo
étnico y éste debe retener cierto nivel de control sobre su implementación, 6) las
medidas complementarias de compensación deben formar parte de las reparaciones, 7)
deben tomar en consideración los agravios históricos y su impacto superviviente, 8) El
significado de la violación debe ser visto a través del lente del grupo étnico, 9) La
búsqueda de la verdad y de la justicia, como parte integral de la reparación, es
particularmente significativa para muchos grupos étnicos, 10) En la determinación de las
medidas de reparación debe considerarse el significado especial de la tierra para los
grupos étnicos, y en casos de despojo, la restitución es el modo más idóneo de
reparación.
Del mismo modo, son elementos ya reconocidos formalmente por el Estado colombiano.
El Decreto Ley 4633 de 2011, señala en su art.1:
Las medidas de atención integral, protección, reparación integral y
restitución de derechos territoriales para pueblos y comunidades indígenas
como sujetos colectivos y para sus integrantes individualmente
considerados, serán acordes con los valores culturales de cada pueblo y
garantizarán el derecho a la identidad cultural, a la autonomía, a las
instituciones propias, a sus territorios, a sus sistemas jurídicos propios, a la
igualdad material y a la pervivencia física y cultural, de conformidad con
la dignidad humana, el principio constitucional del pluralismo étnico y
cultural y el respeto de la diferencia.
En el art. 5 y el art. 6, señalan así mismo que la reparación, entendida como
“restablecimiento del equilibrio”:
28 Rodríguez Garavito, César y Yukyan Lam, Etnorreparaciones: la justicia étnica colectiva y la
reparación, 2010. y Rodríguez Garavito, César y Yukyan Lam, “Respuesta al Oficio OPT-A461/2010, dentro del Expediente T 2406014 AC. Acción de tutela instaurada por Sain Aguilar
Chogo y otros contra Acción Social”, 2010.
213
“se entenderá como un proceso que incorpora un conjunto de medidas y
acciones transformadoras, justas y adecuadas dirigidas a fortalecer la
autodeterminación y las instituciones propias, garantizar el goce efectivo
de los derechos territoriales y el restablecimiento de los mismos, en caso
de que hayan sido vulnerados, e implementar medidas de indemnización,
rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición. Los derechos a la
justicia y a la verdad hacen parte de la reparación integral de las víctimas.
“Artículo 6. GARANTÍA DE PERVIVENCIA FÍSICA Y CULTURAL. Las medidas
establecidas en el presente decreto contribuirán a garantizar
efectivamente la pervivencia física y cultural de los pueblos indígenas.
Para ello, propenderán por eliminar las condiciones y situaciones de
vulnerabilidad y riesgos, en especial las descritas por la jurisprudencia
nacional e internacional. Las medidas y acciones de reparación integral
deben contribuir a garantizar la permanencia cultural y la pervivencia de
los indígenas como pueblos, conforme a su Plan de Vida oral o escrito, su
ordenamiento ancestral, su cosmovisión y/o Ley de Origen, Ley Natural,
Derecho Mayor o Derecho Propio. Asimismo, estas medidas deberán
ajustarse a los estándares nacionales e internacionales de reparación
integral a los pueblos indígenas, de manera que garanticen las condiciones
para que éstos puedan tener un buen vivir con garantías de seguridad,
autonomía y libertad”.
La Unidad de Víctimas plantea al respecto que en el caso de pueblos indígenas y
afrodescendientes, 1) la víctima es la comunidad o pueblo como sujeto colectivo, 2)
además del desplazamiento, las masacres, las desapariciones forzadas y otros
comúnmente reconocidos, se debe incluir como hechos victimizantes la violación a los
derechos colectivos y factores subyacentes y vinculados al conflicto armado (que no es
otra cosa que lo dicho por la Corte Constitucional), 3) la atención humanitaria deberá
brindarse con un enfoque diferencial étnico, 4) en retornos y reubicaciones, deben
concertarse con la comunidad o grupo las rutas de retorno o reubicación, 5) la autoridad
representa a la comunidad y se debe garantizar la participación de las víctimas
individuales y las comunidades receptoras, 6) en los Planes Integrales de Reparación
Colectiva, la caracterización de los daños y afectaciones se hace con metodologías
participativas definidas con las autoridades comunitarias y la formulación del plan se
realiza a través de un proceso de consulta previa, 7) las indemnizaciones serán
preferiblemente colectivas, para lo cual se constituirán fondos comunitarios
administrados por las autoridades de la comunidad (Unidad de Víctimas).
Ahora bien: el ejercicio de conceptualización para el Plan de Salvaguarda desarrolló en
extenso varios de estos elementos. En seguida presentamos los componentes filosóficos,
jurídicos y políticos que guiarán la aplicación del Plan:
b) La Nación Nasa es el sujeto colectivo de los derechos del Plan de Salvaguarda
214
El pueblo Nasa -conformado por decisión autónoma como Nación Nasa desde las raíces
culturales y de los planteamientos de los caciques ancestrales29- es uno solo y
corresponde a su fuero interno determinar la forma de organización de su sistema
político-territorial, según lo previsto en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos Humanos de los pueblos indígenas. La Nación Nasa está organizada en
comunidades políticas locales que se reconocen como fuente primordial de autoridad y
poder, en armonía con la Ley de Origen nasa. Estas comunidades tienen como forma de
gobierno los cabildos, los sat ne'hwe'sx (caciques) y los ne'hwe'sx (colectivos de
autoridades ancestrales), articulados en asociaciones de autoridades nasa zonales o
asociaciones regionales multiétnicas (en la actualidad, departamentales). Para todos los
efectos legales, el concepto de pueblo se asimila al de Nación, que los nasa han
construido en su historia de siglos.
El Auto 004, en tanto título jurídico exigible, tiene como beneficiario único a la Nación
Nasa como sujeto colectivo. En consecuencia, los derechos colectivos de la Nación Nasa
no podrán ser exigidos por nadie diferente a sus autoridades y asociaciones de
autoridades reconocidas por las comunidades de acuerdo a lo aquí señalado. El Estado
colombiano se abstendrá de dar personería o reconocimiento jurídico a cualquier grupo
de comuneros/as nasa que pretenda actuar como representante de la Nación Nasa o
alguna de sus comunidades por fuera de esta estructura de gobierno.
Adicionalmente, a futuro harán parte del sistema político-territorial nasa las
comunidades que se conformen de acuerdo con los principios político-culturales nasa y
que sean reconocidas por las comunidades de origen de las familias reasentadas o
reubicadas.
Las poblaciones nasa desplazadas forzosamente por causa de la violencia política o por
procesos migratorios socio-económicos hacia ciudades y centros urbanos que no hacen
parte de la territorialidad ancestral nasa, son consideradas por el sistema políticoterritorial de la Nación Nasa como comunidades políticas con derecho a constituir un
cabildo o forma de autoridad tradicional. Su conformación se hace con la autorización
de las comunidades de origen de las familias desplazadas y deben estar articuladas
permanentemente a las asociaciones de autoridades regionales representativas y acatar
las definiciones de sus Congresos y Juntas Directivas, o las figuras que hagan sus veces.
Para los asuntos relacionados con intereses locales, las autoridades nasa urbanas
constituidas con el anterior procedimiento tienen las mismas competencias que los
cabildos locales territoriales, salvo las relacionadas con la aplicación de justicia, que se
aplica por parte de las autoridades políticas y espirituales de las comunidades de origen
de las diferentes familias30.
En tanto sujeto colectivo afectado como un todo, el Plan de Salvaguarda deberá
preservar y proteger a toda la Nación Nasa, independiente de los niveles de
victimización producidos por el conflicto armado y demás fenómenos asociados en las
29 Los Nasa fueron reconocidos como Nación por la propia Corona española, con quienes
interlocutó atendiendo su unidad política, los derechos territoriales y las formas de gobierno
equiparables a las de la época. Cfr. Rappaport, Joan.
30 La aplicación de justicia requiere un proceso de reencuentro con el ksxaw, a través del rayo y
el agua, simbolizados en el fuete o el refrescamiento (inmersión en lagunas sagradas), que
solo puede darse en el territorio nasa.
215
diferentes regiones del país. La diferente intensidad de los factores de riesgo y
victimización solo serán tenidos en cuenta para la priorización de medidas de atención
de emergencia, pero no podrán ser utilizados para excluir a comunidades nasa de las
acciones, programas, políticas y presupuestos de reparación, prevención y protección.
Como sujeto colectivo de derechos, según la jurisprudencia de la Corte Constitucional
colombiana, a la Nación Nasa corresponden fundamentalmente los derechos colectivos a
la pervivencia étnica y cultural (que corresponde al derecho a la vida), libre
determinación o autonomía política (que corresponde al derecho a la libertad), territorio
y bienestar (wet wet fizenxi). A los miembros individuales de la Nación Nasa,
corresponden los derechos de las personas que la Corte Constitucional ha determinado:
derechos a la vida digna, integridad personal, igualdad, petición, trabajo, salud,
seguridad social, educación, mínimo vital y protección a las personas de la tercera edad,
a la mujer cabeza de familia y a los niños.
A este propósito es bueno recordar que la afirmación de los pueblos indígenas como
sujetos de derecho en el ordenamiento colombiano, deriva del principio de diversidad
étnica y cultural consagrado en los artículos 7 y 70 de la Constitución Política. La Corte
Constitucional ha afirmado que:
“la comunidad indígena ha dejado de ser solamente una realidad fáctica y
legal para pasar a ser sujeto de derechos fundamentales. En su caso,
los intereses dignos de tutela constitucional y amparables bajo la forma
de derechos fundamentales, no se reducen a los predicables de sus
miembros individualmente considerados, sino que también logran
radicarse en la comunidad misma que como tal aparece dotada de
singularidad propia (…)”.31
Sostiene la Corte que no se puede garantizar la protección de diversidad étnica si antes
no se reconoce la personería jurídica a los pueblos indígenas. Solo si existe un sujeto de
derecho definido se pueden poner en marcha los mecanismos para que éste pueda gozar
de sus derechos fundamentales y exigir la protección de estos cada vez que son
violados32. La Corte además precisa que:
“Los derechos fundamentales de las comunidades indígenas no deben
confundirse con los derechos colectivos de otros grupos humanos. La
comunidad indígena es un sujeto colectivo y no una simple sumatoria de
sujetos individuales que comparten los mismos derechos o intereses
difusos o colectivos.33”
En la Sentencia T-514 de 2009, la Corte recordó el reconocimiento de la personaría
jurídica de los pueblos indígenas comporta que (i) las comunidades indígenas son
titulares de derechos fundamentales; (ii) estos derechos son diferentes a los derechos de
cada miembro de la comunidad y también a la sumatoria de aquellos; y (iii), no son
derechos asimilables a los derechos colectivos de otros grupos sociales; y agregó que ese
reconocimiento tiene consecuencias políticas y jurídicas de gran alcance, entre las que
31 Sentencia T-380 de 1993. Reiterada en las sentencias SU-039 de 1997, T-652 de 1998 y SU-383
de 2003 y T-769 de 2009, entre otras.
32 Ibídem. En el mismo sentido, véase sentido la sentencia T-154 de 2009.
33 Ibídem.
216
cabe destacar (iv) el rango de norma constitucional de esos derechos; (v) la procedencia
de la acción de tutela para su protección; y (vi) la necesidad de que los conflictos entre
estos derechos y los derechos fundamentales de cada uno de los miembros de una
comunidad indígena se resuelvan mediante ponderación o reiteración de las subreglas
sentadas por la Corte, y no mediante el principio de jerarquía normativa (ley superior
deroga ley inferior).
La jurisprudencia constitucional ha resaltado además que los pueblos indígenas, al igual
que los integrantes de sus comunidades, son sujetos de protección constitucional
reforzada, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 13 de la Constitución34, que ordenan
a todas las autoridades prodigar un trato especial (favorable) a grupos y personas que se
encuentran en condición de vulnerabilidad o en situación de debilidad manifiesta. Lo
anterior caracteriza a los pueblos indígenas como sujetos jurídicos de especial
protección constitucional debido la existencia de
“patrones históricos de discriminación aún no superados frente a los
pueblos y las personas indígenas; la presencia de una cultura mayoritaria
que amenaza con la desaparición de sus costumbres, su percepción sobre
el desarrollo y la economía y, en términos amplios, su modo de vida buena
(lo que suele denominarse cosmovisión); y la especial afectación que el
conflicto armado del país ha significado para las comunidades indígenas,
principalmente por el interés de las partes en conflicto de apoderarse o
utilizar estratégicamente sus territorios, situación que adquiere
particular gravedad, en virtud de la reconocida relación entre territorio y
cultura, propia de las comunidades aborígenes”35.
Hasta el momento, cuando surgían problemas relacionados con el reconocimiento y
respeto de los derechos reconocido al pueblo nasa como sujeto colectivo de derechos,
esto ha sido siempre abordado en relación al daño causado a la comunidad o a las
comunidades directamente involucradas en el asunto específico. Pero corrientemente el
gobierno no ha considerado que el daño causado por la violación de los derechos
fundamentales de una determinada comunidad sea en realidad un daño causado a toda
la Nación Nasa. El planteamiento de la Corte plantea, en cambio, que por ejemplo el
despojo de un determinado territorio es una acción que compromete la sobrevivencia
física, cultural, espiritual de la totalidad de la Nación Nasa en su conjunto, y no solo las
comunidades directamente afectadas.
Por esa razón, el presente Plan de Salvaguarda hace referencia a la persona jurídica de
la Nación Nasa, en cuanto la titularidad de los derechos es de toda la nación, que los
ejerce y los protege según su formas de autogobierno, como máxima expresión de los
derechos a la libre determinación y la autonomía.
c) El fundamento central del Plan es el fortalecimiento de la libre determinación
34 CP, Art. 13 “ (…)El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva
y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados. //El Estado protegerá
especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se
encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que
contra ellas se cometan.”
35 Corte Constitucional, Sentencia T – 253/11.
217
y la autonomía de la Nación Nasa
En materia de autonomía, el Plan de Salvaguarda se acoge al principio de que la Nación
Nasa es un sujeto de libre determinación; en consecuencia, no podrá ejecutarse ninguna
medida de salvaguarda que restrinja o limite el derecho a la autonomía de la Nación
Nasa.
Unos de los elementos claves del presente Plan de Salvaguarda es el fortalecimiento de
la autonomía y del autogobierno de la Nación Nasa, como expresiones máximas del
ejercicio del derecho a la libre determinación y como elementos fundamentales para
garantizar la supervivencia como pueblo en el marco del conflicto.
Los derechos a la libre determinación, autonomía y autogobierno están consagrados
explícitamente en la Declaración de la Naciones Unidas sobre los Derechos de los
Pueblos Indígenas de 2007 (DDPI). Es importante remarcar que, si bien la DDPI no hace
parte del bloque de constitucionalidad, de acuerdo con lo establecido por la Corte
Constitucional de Colombia36 se considera la misma como marco legal necesario para la
correcta interpretación y aplicación de los derecho de los pueblos indígenas en
Colombia. Además, este instrumento no es la única fuente jurídica que nos permite
identificar el contenido de estos derechos fundamentales para la pervivencia de los
pueblos indígenas en Colombia. Con respecto a la libre determinación, el art. 3 DDPI
afirma que
“Los pueblos indígenas tienen derecho a la libre determinación. En virtud
de ese derecho determinan libremente su condición política y persiguen
libremente su desarrollo económico, social y cultural”.
En otras palabras, esta norma establece que la Nación Nasa tiene el derecho de
reconocerse como tal en cuanto ha desarrollado una identidad propia y formas de
organización internas, de carácter ancestral, que lo diferencian del resto de los
habitantes de Colombia. En su ámbito externo, según la Corte, los derechos a la libre
determinación y a la autonomía comprenden al menos tres ámbitos de interés de los
pueblos indígenas:
•
•
•
reconocimiento del derecho a participar en las decisiones que los afectan;
participación política de estas comunidades, en la esfera de representación
nacional en el Congreso;
protección de las formas de autogobierno y de autodeterminación de las reglas
jurídicas al interior de los pueblos indígenas. Esto presupone el derecho de las
comunidades, (i) a decidir su forma de gobierno (CP art. 330); (ii) el derecho a
ejercer funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial (C.P. art. 246) y
(iii) el pleno ejercicio del derecho de propiedad de sus resguardos y territorios,
con los límites que señale la Constitución y la ley37.
Con base en lo expuesto anteriormente, el presente Plan de Salvaguarda presta
particular atención al fortalecimiento de la autonomía y del autogobierno de la Nación
Nasa, como sujeto de libre determinación. Estos principios constituyen la base sobre la
36 Corte Constitucional, T-704 de 2006, T-514 de 2009 y T-617 de 2010.
37 Corte Constitucional, T-973 de 2009.
218
que debe darse pleno cumplimiento a todos los demás derechos de la Nación Nasa. Sin
autodeterminación y sin la posibilidad de adoptar las formas de Gobierno Propio de
forma completa, en un contexto de paz y de respeto por parte de las autoridades
nacionales y de los demás grupos étnicos, nunca se podrá hablar de derecho al territorio,
a la identidad cultural, a la justicia propia y de todas las demás garantías contenida en
las normas internacionales de derechos humanos y la Constitución Política.
La DDPI es el primer instrumento de derecho internacional que reconoce expresamente
el derecho fundamental a la libre determinación de los pueblos indígenas. Con
anterioridad, este principio estaba contenido en Artículo 1 de la Carta de las Naciones
Unidas, el artículo 1 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, el artículo 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la
Resolución 1514 de la Asamblea General de la ONU dirigida a la Descolonización, así
como en otros instrumentos internacionales de derechos humanos38.
La DDPI cumple una importante ampliación interpretativa de este principio en cuanto
reconoce que los pueblos indígenas tienen el mismo derecho a la libre determinación
que el que disfrutan otros grupos que se identifican como pueblos y, por esta razón,
rompe el vínculo que este principio tenía con los conceptos de estatalidad y soberanía.
Esta “nueva” interpretación del concepto de libre determinación es mayormente
conforme a la concepción que históricamente ha tenido el movimiento indígena
internacional y nacional. En efecto, los pueblos indígenas han considerado el derecho a
la libre determinación como el terreno donde radicar su autonomía, el autogobierno, el
reconocimiento al territorio y donde postular una nueva dinámica con la entidad de
gobierno nacional. En otras palabras, el derecho a libre determinación no plantea una
fragmentación del orden estatal, sino una reescritura de las relaciones entre pueblos
que conviven en un mismo Estado y con fundamento en el principio de reconocimiento y
respeto recíproco.
El principio de libre determinación de los pueblos indígenas es a todos los efectos un
derecho humano. Históricamente este derecho ha encontrado su mayor desarrollo en la
disciplina internacional específica de los derechos humanos39. En efecto, todos los más
importantes instrumentos internacionales que han tratado este argumento, han
identificado en el derecho a la libre determinación un derecho reconocido
colectivamente a los pueblos que se identificaban como tales. En este sentido, con
respeto los pueblos indígenas, James Anaya destaca que
“[a]l pertenecer a los “pueblos”, el derecho de libre determinación, y
otros derechos afirmados en la Declaración, son derechos colectivos pero,
en cualquier caso, son en el fondo derechos humanos o, al menos, se
derivan de ellos o son instrumentales para los mismos.”40
38 Sobre todo con base en estas fuentes, antes de la adopción de la DDPI, el derecho a la libre
determinación había sido históricamente relacionado con la práctica de los estados de formar
estados nacionales y, sucesivamente, con su aplicación en el contexto de la descolonización
que dominó el escenario mundial de la segunda mitad de siglo XX.
39 KUPPE , Renè, Autonomía de los pueblos indígenas– la perspectiva desde la Declaración sobre
los derechos de los pueblos indígena, contenido en La Autonomía en debate. Autonomía
indígena y estado plurinacional en América Latina, Quito, Ecuador, FLACSO, 2010, p.103
40 ANAYA, S .James, El derecho delos pueblos indígenas a la libre determinación tras la
adopción de la Declaración, en El desafío de la Declaración: Historia y futuro de la
219
Por lo tanto, el derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación, en cuanto
derecho humano, es universal y su aplicación debe ser flexible y dinámica para que logre
de forma plena su función de protección de todos los demás derechos al que están
vinculados41. Con respecto al derecho a la autonomía y al autogobierno, el artículo 4 de
la DDPI afirma que:
Los pueblos indígenas, en ejercicio de su derecho de libre determinación,
tienen derecho a la autonomía o al autogobierno en las cuestiones
relacionadas con sus asuntos internos y locales, así como a disponer de los
medios para financiar sus funciones autónomas.
Además, en el art.5 se afirma que:
Los pueblos indígenas tienen derecho a conservar y reforzar sus propias
instituciones políticas, jurídicas, económicas, sociales y culturales,
manteniendo a la vez su derecho a participar plenamente, si lo desean, en
la vida política, económica, social y cultural del Estado.
Desde una lectura conjunta de estos dos artículos se pueden derivar algún aspecto del
contenido de los dos derechos de que estamos hablando. Primero, se vincula de manera
muy fuerte la autonomía y el autogobierno con el derecho a la libre determinación. En
este sentido, siendo esta un aspecto fundamental de los derechos indígenas, la
autonomía y el autogobierno son estándares mínimos que deben ser reconocidos por los
Estados a los pueblos42. En otras palabras, el derecho a la libre determinación en sí
mismo no tiene un contenido concreto definido, y asume un significado pleno solo si se
entiende como expresión máxima de autonomía y autogobierno. Por otro lado, el
artículo 4, pone en la mesa la importante cuestión de los recursos económicos con que
los pueblos indígenas tienen que contar para el ejercicio de su autonomía. En este
sentido, es obligación del Estado respetar la autonomía financiera de los pueblos
indígenas y asegurar que éstos puedan contar con la institucionalidad que favorezca la
disponibilidad de medios financieros que permiten el autogobierno y la conservación de
sus instituciones propias.
Como se ha destacado anteriormente, la DDPI tiene particular importancia porque hace
expresa mención de los derechos a la autonomía y autogobierno. Sin embargo, es
importante subrayar que el Convenio 169 de la OIT, que hace parte del bloque de
constitucionalidad, aunque no hace directa referencia a estos derechos, tiene
“un enfoque de respeto por la diferencia y promoción de la autonomía de
los pueblos aborígenes, y por el reconocimiento de algunos derechos como
la consulta previa y el territorio colectivo, entre otros.43”
Declaración ONU sobre pueblos indígenas, Copenhague, Dinamarca, IGWA,2009, p.197;
41 KUPPE ,R., ob. Cit, p.108;
42 KUPPE ,R., ob. Cit., p.99;
43 Corte Constitucional, T-952 de 2010. En este sentido, de particular valor son el art.5 sobre el
respeto de los valores y prácticas sociales, culturales, religiosos y espirituales, el art.6.sobre
el pleno desarrollo de las instituciones e iniciativas de los pueblos indígenas, art.7 sobre el
derecho a decidir propias prioridades de desarrollo y el art. 27 (3) sobre instituciones propias
y medios de educación.
220
El presente Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa tiene como consideración de base que
la afirmación plena y efectiva de los derechos a la libre determinación, a la autonomía y
al autogobierno es la condición mínima y necesaria para garantizar el ejercicio de todo
los demás derechos que son reconocidos a la Nación Nasa. En este sentido, el Estado
colombiano tiene la obligación de reconocer, proteger y reforzar la autonomía y el
autogobierno de la Nación Nasa, y su real ejercicio, como primera expresión de su
derecho a la libre determinación.
El reconocimiento del carácter pluriétnico y multicultural delineado con base en los
art.144, 745, 846 y 7047 de la Constitución Política de 1991 implica que las comunidades
indígenas tienen un estatus especial que se manifiesta en el ejercicio de facultades
normativas y jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial de acuerdo con sus valores
culturales y su formas de autonomía y autogobierno48. En este sentido, el presente Plan
de Salvaguarda interpreta los principios de pluralismo y multietnicidad sobre todo a la
luz de lo afirmado en los artículos 3 y 4 de la DDPI en materia de libre determinación.
Solo si se reconoce el carácter de Nación del pueblo Nasa se puede instaurar aquella
relación interinstitucional que permite el real ejercicio de la autonomía y autogobierno
indígena, como formas de libre determinación.
La Corte Constitucional ha definido el contenido de los derechos a la libre determinación
y a la autonomía de los pueblos indígenas tomando como fundamento jurídico los
artículos 1, 7, 70, 171, 176, 246, 286, 329 y 330, entre otros, de la CP, el Convenio 169
de la OIT y otros instrumentos del derecho internacional de los derechos humanos, como
la DDPI49. En este caso, es importante remarcar que la Corte asume expresamente lo
dispuesto por los artículos 3 y 4 de la DDPI como marco de referencia para el derecho
interno. Como ha indicado la jurisprudencia constitucional, la libre determinación
comprende el derecho de las comunidades étnicas a
“(…) determinar sus propias instituciones y autoridades de gobierno; a
darse o conservar sus normas, costumbres, visión del mundo y opción de
desarrollo o proyecto de vida; y de adoptar las decisiones internas o
locales que estime más adecuadas para la conservación o protección de
esos fines”.
44 Art 1 CP: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República
unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática,
participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la
solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.”(Subraya
fuera del texto original).
45 Art .7 CP: “El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación
colombiana.” (Subraya fuera del texto original)
46 Art.8 CP:” Es obligación del Estado y de las personas proteger las riquezas culturales y
naturales de la Nación.”
47 Art. 70 CP: “El Estado tiene el deber de promover y fomentar el acceso a la cultura de todos
los colombianos en igualdad de oportunidades, por medio de la educación permanente y la
enseñanza científica, técnica, artística y profesional en todas las etapas del proceso de
creación de la identidad nacional. La cultura en sus diversas manifestaciones es fundamento
de la nacionalidad. El Estado reconoce la igualdad y dignidad de todas las que conviven en el
país. El Estado promoverá la investigación, la ciencia, el desarrollo y la difusión de los
valores culturales de la Nación. (Subraya fuera del texto original)
48 Corte Constitucional, SU 510-98
49 Corte Constitucional, T-514 de 2009. Véase la sentencia T-973 de 2009.
221
A propósito del derecho a la libre determinación y del carácter pluriétnico y
multicultural de Colombia, la Corte en la sentencia T-601/11 afirma que:
“[l]a Constitución señaló como un deber estatal el reconocimiento y
protección de la diversidad étnica y cultural de la Nación Colombiana,
correspondiéndole garantizar la igualdad y dignidad de todas las culturas
que conviven en el país, lo cual se complementa con la obligación de
proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación, el respeto a la
autodeterminación de los pueblos en el manejo de las relaciones
exteriores y el reconocimiento de que las lenguas y dialectos de los grupos
étnicos son oficiales en sus territorios.”50 (Resaltado fuera del texto
original).
La afirmación plena y sin restricciones de la autonomía de la Nación Nasa, además de su
valor en cuanto derecho humano, asume una mayor relevancia si se considera que estos
son elementos claves para garantizar la supervivencia de la Nación Nasa como pueblo y
sujeto colectivo en el marco del conflicto.
Como la Corte Constitucional recuerda en el Anexo J del Auto 004 del 2009, la Nación
Nasa ha sido particularmente afectada a causa del conflicto armado y como resultado de
la presencia de la Fuerza Pública, grupos paramilitares y grupos guerrilleros en sus
territorios. Este contexto no solo afecta las personas individualmente, sino que impide a
éstas desarrollar su proyecto de vida como colectividad ancestral. El conflicto ha sido
una de las principales causa del debilitamiento de la Nación Nasa en el ejercicio de su
derecho a la autonomía y al autogobierno. Como consecuencia de esto, muy graves han
sido las afectaciones sociales, culturales, espirituales, territoriales y en término de vidas
humanas. En este sentido, solo a través de la garantía de poder gozar del derecho a libre
determinación, a la autonomía y al autogobierno, de forma plena y sin alguna limitación,
es posible elaborar medidas de protección y reparación efectivas para que la Nación Nasa
pueda salir de la situación de marginalización social y de indefensión en que aún se
encuentra.
d) La relación con el Estado colombiano será de gobierno a gobierno.
La definición de Colombia como una nación pluriétnica y multicultural implica que es
una Nación conformada por etnias diversas, llámense pueblos o Naciones, y reconoce a
cada una de ellas, en particular a las indígenas, su condición de comunidad política, es
decir, como comunidades que tienen el derecho de gobernarse según sus propios
procedimientos, filosofía, organizaciones y mecanismos de legitimación. Siendo éste un
principio de la Constitución Política de la República, es consustancial a la existencia
misma de Colombia que todas los pueblos que conforman la Nación colombiana pervivan
equitativamente en su particularidad, so pena de poner en cuestión la misma existencia
de la Nación; de tal modo, la Nación Nasa es colombiana en la medida que la Nación
colombiana pluriétnica la reconoce como tal comunidad política diferente. La Corte
Constitucional ha señalado el carácter fundante “de comunidades étnicas (en el)
pluralismo de la sociedad” (Sentencia T-009 de 2013).
50 Corte Constitucional, T-601/11.
222
Se trata del reconocimiento de entidades políticas equivalentes, reconocidas por la
Constitución Política. En consecuencia, los sistemas jurisdiccional, de salud, educativo,
ambiental, de la Nación Nasa constituyen también sistemas equivalentes a sus similares
de la Nación colombiana. La relación de los sistemas nacionales ordinarios y los sistemas
propios nasa, es equivalente en sus fundamentos a la que existe entre la jurisdicción
especial indígena y la jurisdicción ordinaria; en consecuencia se aplicarán los mismos
fundamentos que la Corte Constitucional ha establecido en sus jurisprudencias sobre la
materia.
Tales criterios son la equivalencia y consecuente homologabilidad entre las decisiones
(normativas, políticas, administrativas) que tomen cada uno de los sistemas; la
complementariedad y cooperación entre los sistemas indígena y ordinario; y la
coordinación de las autoridades respectivas para el logro de los objetivos
constitucionales.
Las relaciones entre la Nación Nasa y el Estado se darán entre los respectivos gobiernos
(nacional y nasa), entendiendo que el sistema de gobierno nasa es un tejido de
autoridades locales y sus asociaciones, y que éstas son -por el reconocimiento
constitucional- instancias representativas de los territorios indígenas y tienen
competencias territoriales en lo concerniente a los diferentes sistemas de gobierno.
Para efectos del Plan de Salvaguarda, la Nación Nasa estará representada por una
Unidad Técnica, que responderá por los asuntos técnicos y operativos (programático,
administrativo y jurídico). La Unidad Técnica podrá cumplir funciones de representación
política expresamente determinadas por las autoridades y sus asociaciones. La Unidad
Técnica será conformado por decisión autónoma de los cabildos y ne'hwe'sx.
e) El concepto de territorio ancestral y su reconocimiento legal nacional e
internacional
La importancia especial que el territorio reviste para los pueblos indígenas ha sido
reconocida y tutelada por parte de instituciones internacionales y nacionales de
diferente orden; la legislación y jurisprudencia colombiana ya han reconocido en
diferentes instrumentos el concepto de territorio como fundamento de los derechos de
los pueblos indígenas.
En la medida que el derecho al territorio es uno de los DESC --que los Estados deben
garantizar de forma por lo menos progresiva (aunque en el caso del territorio, ligado a la
existencia misma de los pueblos, es de cumplimiento inmediato)--, las normas ya
expedidas y reconocidas por el Estado colombiano no pueden sufrir regresiones de
ningún tipo. Por tanto, los decretos y leyes ya expedidas, así como las interpretaciones
de la Corte Constitucional, se consideran obligatorios e inderogables para efectos de la
relación del Estado con la Nación Nasa y específicamente para la aplicación del Plan de
Salvaguarda.
El punto de referencia sobre el carácter fundamental del derecho al territorio
(reiteramos: es fundamental porque está ligado a la existencia misma de la Nación Nasa)
es lo señalado por la Corte Constitucional en la Sentencia T-009 de 2013:
223
“... para las comunidades indígenas el territorio tradicionalmente ocupado
y sus recursos naturales no persiguen fines mercantiles; la tierra para los
pueblos indígenas no es –por regla general- un factor de producción, ni un
objeto sobre el que se ejerce dominio y se ejerce una mera explotación
económica; para los pueblos indígenas el territorio tiene un significado
más profundo, es el espacio donde ejercen sus actividades vitales y con el
que interactúan, y por ello está íntimamente ligado a su existencia y
supervivencia como grupos culturalmente diferenciados, desde el punto de
vista religioso, político, social y económico. Por esta razón, el
reconocimiento del derecho a la propiedad, posesión y uso de las tierras y
territorios ocupados ancestralmente de forma colectiva es fundamental
para su permanencia y supervivencia”.
En la misma sentencia la Corte establece que
“la dilación injustificada que había impedido adoptar una decisión de
fondo en el trámite administrativo de titulación colectiva del territorio
ancestral (...) aparejó el desconocimiento de su derecho constitucional
fundamental al reconocimiento y protección de la diversidad étnica y
cultural e implicó la vulneración de los derechos constitucionales
fundamentales a la vida, a la dignidad y a la igualdad de sus integrantes”.
Previamente, en la sentencia SU-383 de 2003 había planteado:
“(…) que la concepción territorial de los pueblos indígenas y tribales no
concuerda con la visión de ordenamiento espacial que maneja el resto de
la nación colombiana, ‘porque para el indígena, la territorialidad no se
limita únicamente a una ocupación y apropiación del bosque y sus
recursos, pues la trama de las relaciones sociales trasciende el nivel
empírico y lleva a que las técnicas y estrategias de manejo del medio
ambiente no se puedan entender sin los aspectos simbólicos a los que
están asociadas y que se articulan con otras dimensiones que la ciencia
occidental no reconoce”.
Y en la Sentencia T-009 de 2013:
“De ahí, la importancia de ampliar el concepto de territorio de las
comunidades étnicas a nivel jurídico, para que comprenda no sólo las áreas
tituladas, habitadas y explotadas por una comunidad –por ejemplo bajo la
figura del resguardo-, sino también aquellas que constituyen el ámbito
tradicional de sus actividades culturales y económicas, de manera que se
facilite el fortalecimiento de la relación espiritual y material de estos
pueblos con la tierra y se contribuya a la preservación de las costumbres
pasadas y su transmisión a las generaciones futuras.”... “Con base en las
precisiones anteriores, es posible concluir que las tierras donde se asientan
las poblaciones indígenas y tribales (son) un verdadero espacio del
ejercicio de sus tradiciones, ritos, costumbres antiguas y del ejercicio de
su autodeterminación diferenciada con las demás poblaciones. Asimismo,
224
asegura la producción de los recursos naturales acorde con sus prácticas
tradicionales de producción y autoabastecimiento”.
“(…) la estrecha relación que los indígenas mantienen con la tierra debe de
ser reconocida y comprendida como la base fundamental de sus culturas,
su vida espiritual, su integridad y su supervivencia económica. Para las
comunidades indígenas la relación con la tierra no es meramente una
cuestión de posesión y producción sino un elemento material y espiritual
del que deben gozar plenamente […] para preservar su legado cultural y
transmitirlo a las generaciones futuras.”
También afirma la Corte IDH: “en esencia, conforme al artículo 21 de la
Convención, los Estados deben respetar la especial relación que los
miembros de los pueblos indígenas y tribales tienen con su territorio a
modo de garantizar su supervivencia social, cultural y económica. Dicha
protección de la propiedad (…) le asigna a los Estados la obligación positiva
de adoptar medidas especiales para garantizar a los integrantes de los
pueblos indígenas y tribales el ejercicio pleno e igualitario del derecho a
los territorios que han usado y ocupado tradicionalmente”.
También con respecto a la identificación del derecho al territorio ancestral, en un
primer momento, la Corte, con base en el Convenio 169 aclara que el derecho a la
propiedad colectiva de las comunidades étnicas es un derecho fundamental aunque no
esté catalogado en el capítulo 1° del Título II de la Constitución51. En este sentido en la
sentencia SU-510 de 1998 la Corte afirmó:
“[l]a propiedad colectiva que las comunidades indígenas ejercen sobre sus
resguardos y territorios tiene el carácter de derecho fundamental, no sólo
porque tales territorios constituyen su principal medio de subsistencia
sino, también, porque forman parte de su cosmovisión y
religiosidad52”.
Con base en ello, la Corte ha aclarado que la propiedad colectiva sobre los territorios
indígenas exige una protección preferente y que “reviste la mayor importancia dentro
del esquema constitucional”53 debido a que es un elemento esencial para la
preservación de las culturas y valores espirituales de estos pueblos, así como para
garantizar su subsistencia física y su reconocimiento como grupo culturalmente
diferenciado.
En síntesis, tanto en el orden nacional como internacional, el derecho al territorio es un
derecho fundamental sin el cual no es posible garantizar la pervivencia de los pueblos
indígenas. Ese criterio guía el presente Plan de Salvaguarda.
***
El Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes adoptado
por la Organización Internacional del Trabajo en 1989 (Convenio 169) contiene un
51 CP, Sentencia T-188 de 1993.
52 CC, Sentencia SU-510 de 1998.
53 CC, Sentencia T-525 de 1998.
225
capítulo dedicado a la cuestión de la tierra, término que incluye al concepto de
territorio, entendido como la totalidad del espacio geográfico donde los pueblos
indígenas desarrollan su vida, individual y colectivamente, en conformidad con sus usos
y costumbres. En este sentido es particularmente claro el art. 13 que establece:
“1. Al aplicar las disposiciones de esta parte del Convenio, los gobiernos
deberán respetar la importancia especial que para las culturas y valores
espirituales de los pueblos interesados reviste su relación con las tierras o
territorios, o con ambos, según los casos, que ocupan o utilizan de alguna
otra manera, y en particular los aspectos colectivos de esa relación.
2. La utilización del término tierras en los artículos 15 y 16 deberá incluir
el concepto de territorios, lo que cubre la totalidad del hábitat de las
regiones que los pueblos interesados ocupan o utilizan de alguna otra
manera.”54 (Resaltado fuera del texto)
Este concepto de territorio como conjunto de todas las tierras que son ocupadas
independientemente de las modalidades de usos, es reforzado en el artículo 14 en
cuanto, con respeto al alcance del derecho de la propiedad y de posesión, afirma que
estos abarcan la totalidad de las tierras tradicionalmente ocupadas55 y también de
aquellas que “no estén exclusivamente ocupadas por ellos, pero a las que hayan tenido
tradicionalmente acceso para sus actividades tradicionales y de subsistencia”56. A este
propósito, el Convenio 169 se rige por un concepto amplio de territorio debido a que se
consideran como tal, aquellas áreas de una comunidad que comprenden, no sólo las
tituladas o habitadas, sino también aquellas que constituyen el ámbito tradicional de
sus actividades tradicionales, sagradas o espirituales.57
Además, según el Convenio 169, cuando un pueblo indígena ha perdido la posesión de
sus territorios como consecuencia de un traslado o reubicación, éste mantiene su
derecho de propiedad y es obligación del Estado garantizar el retorno, en cuanto cesen
las causas que motivaron la reubicación58. En relación al derecho a los recursos
naturales existentes en los territorios indígenas, el art. 15 establece que:
“1. (…) deberán protegerse especialmente. Estos derechos comprenden el
derecho de esos pueblos a participar en la utilización, administración y
conservación de dichos recursos.
2. En caso de que pertenezca al Estado la propiedad de los minerales o de
los recursos del subsuelo, o tenga derechos sobre otros recursos existentes
en las tierras, los gobiernos deberán establecer o mantener
procedimientos con miras a consultar a los pueblos interesados, a fin de
determinar si los intereses de esos pueblos serían perjudicados, y en qué
medida, antes de emprender o autorizar cualquier programa de
54
55
56
57
58
Convenio 169 OIT, art. 13
Convenio 169 OIT, art. 14 (1).
Ibídem.
Ibídem
Convenio 169 OIT, art. 16 (2). En el apartado (3) del mismo artículo se precisa que si el
retorno no es posible, los pueblos indígenas tiene derecho a la asignación de tierra de la
misma calidad y estatus jurídicos de la que tradicionalmente ocupaban o, en alternativa y con
base en la preferencia del pueblo interesado, una indemnización monetaria.
226
prospección o explotación de los recursos existentes en sus tierras. Los
pueblos interesados deberán participar siempre que sea posible en los
beneficios que reporten tales actividades, y percibir una indemnización
equitativa por cualquier daño que puedan sufrir como resultado de esas
actividades.”59
Si por un lado, este artículo reconoce el derecho a los recursos naturales presentes en
los territorios indígenas, por otro lado, reconoce la posibilidad de que el Estado puede
mantener la propiedad de los recursos presentes en los territorios indígenas. Sin
embargo, es importante destacar que al respecto el Manual de aplicación del Convenio
169 sobre pueblos indígenas y tribales60 señala que el concepto de tierra
“suele abarcar todo el territorio que utilizan, comprendidos bosques, ríos,
montañas y mares, y tanto su superficie como el subsuelo. La tierra tiene
importancia fundamental para la cultura y la vida de muchos de estos
pueblos. Es la base de su subsistencia económica, de su bienestar
espiritual y de su identidad cultural. Por tales motivos, la pérdida de
tierras ancestrales amenaza su supervivencia misma en cuanto comunidad
y como pueblo”.
A esta interpretación hace referencia el presente Plan de Salvaguarda cuando se refiere
al derecho de la Nación Nasa a ordenar las relaciones con los seres de la naturaleza (que
la cosmovisión occidental en general las reconoce como recursos naturales) que existen
en los territorios indígenas.
***
La Corte Constitucional, siguiendo una tradición jurisprudencial y acogiendo las
sentencias de la Corte IDH, reconoce la Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas como fuente cierta de derechos, resalta en particular
la libre auto determinación de los pueblos indígenas y los derechos a la autonomía y al
autogobierno en los asuntos relacionados con su condición política, social y económica.
La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblo Indígenas de
2007 (DDPI), en relación al contenido del concepto de territorio, añade algunos
importantes elementos a lo ya establecido en el Convenio 69 de la OIT. En el apartado 2
del artículo 26, después de afirmar el derecho de los pueblos indígenas a las tierras,
territorios y recursos que tradicionalmente han poseído, ocupado o utilizado o
adquirido61 precisa que:
“2. Los pueblos indígenas tienen derecho a poseer, utilizar, desarrollar y
controlar las tierras, territorios y recursos que poseen en razón de la
propiedad tradicional u otro tipo tradicional de ocupación o utilización,
así como aquellos que hayan adquirido de otra forma.”62
59 Convenio 169 OIT, Art. 15
60 OIT, Manual de aplicación del Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales 2003.
Disponible en: http://www.ucm.es/info/IUDC/img/biblioteca/Manual_c169.pdf
61 DDPI, art. 26 1.
62 DDPI, art. 26 2.
227
Esta norma es particularmente relevante porque al concepto de territorio como “tierras
ancestralmente ocupadas” añade todas aquellas que en el curso de la historia han sido
adquiridas, independientemente del título que está a la base de este hecho. En este
sentido, se tutelan no solo las tierras de ocupación tradicional, sino también aquellas de
reciente adquisición y hacia las cuales se ha creado un vínculo cultural que las equipara
a los territorios ancestrales.
Además, la DDPI reconoce a los pueblos indígenas una serie de derechos que están
estrictamente vinculados con el derecho al territorio y que evidencian la importancia
que éste tiene para la supervivencia, la identificación cultural y espiritual, el ejercicio
de la autonomía y autogobierno y el derecho a vivir en paz. Estos son:
Protección de sitios o lugares sagrados (Artículo 12);
Derecho a atribuir nombres a sus comunidades y lugares (Artículo 13);
Derecho a mantener y fortalecer relación espiritual con la tierra (Artículo 25)
Derecho a poseer, utilizar, desarrollar y controlas sus tierras y territorios y al
reconocimiento y protección jurídica de dichas tierras y territorios (Artículo 26 y
Artículo 27)
Derecho a no ser desplazados de sus tierras y a la reparación por la pérdida de
tierras y territorios (Artículo 8(2)b), (Artículo 10), (Artículo 28)
Derecho a que no se utilicen tierras y territorios en actividades militares (Artículo
30)
Derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su patrimonio cultural
(Artículo 31)
Derecho a disfrutar de sus medios de subsistencia (Artículo 20)
Derecho a determinar prioridades de desarrollo en relación a tierras y territorios
(Artículo 32)
En relación al derecho de propiedad sobre los territorios ancestrales y de los cuales se
ha perdido la posesión, la DDPI habla de derecho a la reparación (que incluye la
restitución) de los territorios indígenas en caso que estos hayan sido confiscados,
tomados, ocupados, utilizados o dañados sin su consentimiento libre, previo e
informado63. Entonces, también en este caso se asiste a una ampliación del derecho al
retorno, como el delineado por el Convenio 169 de la OIT, en cuanto el derecho a la
restitución es reconocido explícitamente como recuperación de territorios que se han
perdido como consecuencia de la violación del derecho de propiedad colectiva.
***
La Corte Constitucional acoge lo señalado por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos al interpretar el artículo 21 de la Convención Americana en los siguientes
términos:
“Cabe primero aclarar que la jurisprudencia de esta Corporación ha
resaltado la integración de los Convenios 107 y 169 y de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos al bloque de constitucionalidad –
artículo 93 de la Constitución Política- y la correlativa sujeción, por parte
del Estado, a las obligaciones pactadas en el mismo. Por lo anterior, las
63 DDPI, art. 28.
228
disposiciones internacionales previamente mencionadas hacen parte del
ordenamiento constitucional”.
“Los planteamientos desarrollados por la Corte Interamericana en torno a
la protección del derecho a la propiedad comunitaria e identidad cultural
de los pueblos indígenas, son de gran relevancia para el ordenamiento
interno, toda vez que de allí se desprenden obligaciones internacionales
concretas para las autoridades estatales, en el sentido en que el Estado
tiene el deber de adoptar todas las medidas para hacer efectiva la
posesión y el derecho a la propiedad sobre los territorios tradicionales de
las comunidades indígenas, conforme a sus creencias y prácticas
ancestrales”.
De tal manera, las interpretaciones de la Corte IDH no solo son obligaciones del Estado,
sino que priman sobre el ordenamiento interno, al ser parte del bloque de
constitucionalidad. Con base en ese criterio, el Plan de Salvaguarda se aplicará
atendiendo diversas interpretaciones hechas por la Corte IDH.
La Corte IDH ha elaborado unas líneas en el ámbito del derecho al territorio, que ha
contribuido de manera valiosa para la afirmación de este derecho. A través de una
interpretación evolutiva del art. 21 de la de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, la Corte IDH le reconoce el derecho al territorio y define su alcance y
contenido. De los aspectos substanciales se hablará más en adelante. Con referencia a la
identificación del espacio geográfico que los pueblos indígenas pueden reclamar en su
derecho a la propiedad colectiva, la Corte IDH presta particular atención a la
importancia fundamental que la tierra y el territorio tienen en las cosmovisiones
indígenas. En este sentido, en la famosa sentencia sobre el caso de la Comunidad
Mayagna (Sumo) Awas Tingni, la Corte IDH consideró lo siguiente:
“El concepto comunal de la tierra - inclusive como lugar espiritual - y sus
recursos naturales forman parte de su derecho consuetudinario; su
vinculación con el territorio, aunque no esté escrita, integra su vida
cotidiana, y el propio derecho a la propiedad comunal posee una
dimensión cultural. En suma, el hábitat forma parte integrante de su
cultura, transmitida de generación en generación. (…) Consideramos
necesario ampliar este elemento conceptual con un énfasis en la dimensión
intertemporal de lo que nos parece caracterizar la relación de los
indígenas de la Comunidad con sus tierras. Sin el uso y goce efectivos de
estas últimas, ellos estarían privados de practicar, conservar y
revitalizar sus costumbres culturales, que dan sentido a su propia
existencia, tanto individual como comunitaria. El sentimiento que se
desprende es en el sentido de que, así como la tierra que ocupan les
pertenece, a su vez ellos pertenecen a su tierra. Tienen, pues, el
derecho de preservar sus manifestaciones culturales pasadas y presentes, y
el de poder desarrollarlas en el futuro.”64 (Remarcado fuera del texto)
En otras palabras, la Corte IDH destaca que el vínculo de los pueblos indígenas con la
tierra va muchos más allá de cómo este se considera en una perspectiva occidental. El
64 Corte IDH, Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni. Sentencia de 31 de agosto de
2001. Serie C No. 79.
229
territorio es el elemento que permite la supervivencia de los pueblos indígenas, en
cuanto ellos mismos pertenecen a la tierra.
Con base en lo anterior, la Corte IDH reconoce que los pueblos y las comunidades tienen
derecho de la propiedad colectivamente65 sobre sus tierras y recursos
independientemente que tengan un título de propiedad. El uso y ocupación del
territorio crea sistemas consuetudinarios de propiedad que deben ser respectados y
garantizados por los Estados66. Los territorios son propiedades colectivas que tienen
que ser identificadas y demarcadas. En este sentido, los Estados deben adoptar en su
ordenamiento jurídico interno mecanismos efectivos de delimitación, demarcación,
titulación de la propiedad, acordes con el derecho consuetudinario o propio, las
costumbres, los usos y los valores de la comunidad67.
En la sentencia relativa al caso del pueblo Xakmok Kasek vs. Paraguay, la Corte brinda
unos criterios para la determinación de la existencia de este particular vinculo de los
pueblos indígenas con un determinado territorio sobre el cual se reclama el derecho de
propiedad colectiva. Esta relación:
“ i)…puede expresarse de maneras distintas según el pueblo indígena del
que se trate y las circunstancias concretas en que se encuentre. ii) Esta
relación con la tierra tiene que ser posible. Algunas formas de expresión de
esta relación podrían incluir el uso o la presencia tradicional, a través de
los lazos espirituales o ceremoniales; asentamientos de cultivos
esporádicos, caza, pesca, o recolección estacional o nómada; uso de
recursos naturales ligadas a sus costumbres, y cualquier otro elemento
característico de su cultura.” 68
En la sentencia sobre el caso del pueblo Sawhoyamaxa vs Paraguay del 2006, la Corte
IDH amplía ulteriormente el contenido de estas consideraciones y reconoce el derecho a
la restitución de los territorios que se han perdido, afirmando que:
“1) la posesión tradicional de los indígenas sobre sus tierras tiene efectos
equivalentes al título de pleno dominio que otorga el Estado; 2) la
posesión tradicional otorga a los indígenas el derecho a exigir el
reconocimiento oficial de propiedad y su registro; 3) los miembros de los
pueblos indígenas que por causas ajenas a su voluntad han salido o perdido
la posesión de sus tierras tradicionales mantienen el derecho de
propiedad sobre las mismas, aún a falta de título legal, salvo cuando las
tierras hayan sido legítimamente trasladas a terceros de buena fe; y 4) los
miembros de los pueblos indígenas que involuntariamente han perdido la
posesión de sus tierras, y éstas han sido trasladas legítimamente a terceros
inocentes, tienen el derecho de recuperarlas o a obtener otras tierras de
igual extensión y calidad. Consecuentemente, la posesión no es un
65
66
67
68
Ibídem, párr. 188.
Ibídem, párr. 140.
Ibídem, parr.138.
CORTE IDH, Caso Comunidad Indígena Xákmok Kásek. Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 24 de agosto de 2010 Serie C No. 214.113. Véase también, CORTE IDH,
Caso Comunidad Indígena Yakye Axa Vs. Paraguay, supra nota 5, párr. 154, y Caso de la
Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay, supra nota 20, párrs. 131 a 132.
230
requisito que condicione la existencia del derecho a la recuperación de
las tierras”69.
Con base en lo que se ha analizado hasta el momento, se puede ver cómo la Corte IDH,
en el tema de identificación de lo que hay que considerar como territorio, ha ido mucho
más allá respecto al Convenio 169 de la OIT que, junto con la Convención Americana,
constituye el principal marco de referencia de este Tribunal para la definición de los
derechos de los pueblos indígenas. Resumiendo lo que la Corte ha afirmado: el concepto
de territorio de los pueblos indígenas abarca todas aquellas tierras (y recursos naturales,
o seres de la naturaleza como los entienden los nasa) donde se ha creado un vínculo
cultural, espiritual y ancestral que, independientemente de las formas de manifestación
de esta relación, representa la esencia del ser indígena como individuo y como
colectividad. Este vínculo tiene que ser posible. De esta afirmación se puede derivar que
si esta condición de posibilidad no se realiza, porque el acceso a los territorio es
obstaculizado o imposible, este vínculo no se rompe.
La Corte, además, clarifica que la sola posesión ancestral y tradicional es condición
suficiente para el reconocimiento del derecho al territorio. En este sentido, los Estados
no pueden alegar la falta de título o registro para restringir el goce pleno del territorio
ancestral. Al contrario, cuando se da esta situación de inseguridad jurídica
administrativa, es obligación de los Estados delimitar, demarcar y titular las propiedades
de los pueblos indígenas. Finalmente, cuando la comunidad abandona o pierde de forma
involuntaria la tierra que ancestralmente posee, mantiene su derecho de propiedad y lo
mantiene no obstante haya perdido la posesión. En esta situación, cuando la posesión ha
sido adquirida por un tercero de buena fe, el miembro de la comunidad mantiene su
derecho a recuperar su tierra o, si esto no es posible, a la indemnización por medio de
otras tierras con las mismas característica de la que ha perdido. En cualquier caso, la
entrega de los territorios ancestrales a los pueblos indígenas debe ser gratuita70.
La Corte Constitucional, incorporando las sentencias de la Corte IDH, establece el
siguiente resumen de “obligaciones estatales de respeto, protección y garantía”
territorial, todas las cuales deberán ser implementadas en el presente Plan de
Salvaguarda:
a) respetar la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas y (a)
contribuir con la conservación del valor espiritual que para todos los
grupos étnicos comporta su relación con la tierra y su territorio, entendido
este como “lo que cubre la totalidad del hábitat de las regiones que los
pueblos interesados ocupan o utilizan de alguna u otra manera”;
b) asegurar que a las comunidades indígenas se les reconozca el derecho a
la propiedad comunal en las tierras asentadas tradicionalmente, una vez se
tenga posesión de un territorio;
c) garantizar la demarcación, titulación y entrega del territorio,
consensuada con la comunidad y dentro de un plazo razonable, y en esa
medida hacer un reconocimiento formal del territorio indígena donde
podrán desarrollar su subsistencia y vida espiritual –resguardo-;
69 Corte IDH, Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 29 de marzo de 2006. Serie C No. 146, parr. 128;
70 Corte IDH, Caso Comunidad Indígena Yakye Axa. Sentencia 17 de junio de 2005. Serie C No.
125,
231
d) asegurar el uso y goce efectivo por los pueblos indígenas de los recursos
naturales que se encuentran dentro de su territorio, de acuerdo con su
cosmovisión;
e) tomar las medidas necesarias para proteger el territorio de injerencias
arbitrarias por parte de particulares, y sólo en aquellos casos en los que
existan motivos que imposibiliten el uso y goce del derecho comunitario,
deberá el Estado garantizar la participación de la comunidad, a través de
figuras especiales como la consulta previa, y en dado caso, entregar tierras
alternativas de igual extensión y calidad a los miembros de las
comunidades indígenas respetando sus mecanismos autónomos de
organización y toma de decisiones”.
La Corte Constitucional resalta que la normatividad existente en Colombia se dirige en
varios puntos a responder a dichas obligaciones internacionales; por ejemplo, reconoce
que el concepto de territorio y reserva indígena no sólo incluye las áreas ocupadas
regularmente sino también aquellas que se utilizan tradicionalmente en sus actividades,
y reconoce la autonomía y autodeterminación de los resguardos con relación a su
territorio. Pero insiste en que el gobierno debe avanzar más en dirección a garantizar:
a) El derecho a la protección de las áreas sagradas o de especial importancia
ritual y cultural, incluso si están ubicadas fuera de los resguardos;
b) El derecho a disponer y administrar sus territorios;
c) El derecho a participar en la utilización, explotación y conservación de los
recursos naturales renovables existentes en el territorio,
d) El derecho a la protección de las áreas de importancia ecológica.
El marco internacional que se ha analizado hasta ahora en relación a la identificación
geográfica del concepto de territorio y al derecho a la propiedad es vinculante71 o sirve
como criterio interpretativo72 para la aplicación de los derechos de los pueblos
indígenas en Colombia.
***
La Constitución Política de 1991, en el artículo 63, reconoce el derecho inalienable,
imprescriptible e inembargable de las comunidades indígenas al territorio73. Además,
el artículo 329 introduce la institución de las entidades territoriales indígenas y afirma la
propiedad colectiva de los resguardos, en los siguientes términos:
“la conformación de las entidades territoriales indígenas se hará con
sujeción a lo dispuesto en la ley orgánica de ordenamiento territorial, y su
delimitación se hará (…) con participación de los representantes de las
71 Es el caso del Convenio OIT y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos que
hacen parte del bloque de constitucionalidad del art. 93 de la CP. 1991.
72 Es el caso de la Declaración ONU que, de acuerdo con la Corte Constitucional, representa el
marco interpretativo de los derechos de los pueblos indígenas en Colombia. Véase las
sentencias T-704 de 2006, T-514 de 2009 y T-617 de 2010.
73 CP, art 63: “Los bienes de uso público, los parques naturales, las tierras comunales de
grupos étnicos, las tierras de resguardo, el patrimonio arqueológico de la Nación y los
demás bienes que determine la ley, son inalienables, imprescriptibles e inembargables”.
(remarcado fuera del texto)
232
comunidades indígenas, previo concepto de la comisión de ordenamiento
territorial. Los resguardos son de propiedad colectiva y no
enajenable”. (Remarcado fuera del texto)
Los territorios indígenas están gobernados por consejos conformados y reglamentados
según los usos y costumbres de sus comunidades de conformidad con la Constitución y la
ley74.
En el ordenamiento jurídico colombiano ya han aparecido varias regulaciones sobre los
territorios indígenas. En el artículo 2 del Decreto 2164 de 1995 se definen los territorios
indígenas como “las áreas poseídas en forma regular y permanente por una comunidad,
parcialidad o grupo indígenas y aquellas que, aunque no se encuentren poseídas en
esa forma, constituyen el ámbito tradicional de sus actividades sociales,
económicas y culturales.” Además, el mismo artículo define la figura de la reserva
indígena como “un globo de terreno baldío ocupado por una o varias comunidades
indígenas que fue delimitado y legalmente asignado por el Incora a aquéllas para que
ejerzan en él los derechos de uso y usufructo con exclusión de terceros”.
Por medio de estas normas, el Estado acepta que forman parte de los territorios
indígenas no sólo las áreas ocupadas con base de un título o registro, sino también
aquellas que se utilizan tradicionalmente en sus actividades. Frente a este artículo es
bueno aclarar que el término “terreno baldío” en referencia a la figura de reserva
indígena resulta inapropiado y superado por jurisprudencias posteriores, pues supone la
negación de la propiedad ancestral, y considera que una área no explotada es un área
improductiva, sin tener en cuenta que este mismo terreno puede tener un particular
significado bajo la cosmovisión y los usos y costumbres de los pueblos indígenas. Por otra
parte, vale destacar que la reserva indígena fue asimilada a “tierras comunales de los
grupos étnicos” (Constitución Política), esto es, que son igualmente imprescriptibles,
inembargables e inenajenables, pues constituyen territorio ancestral ya reconocido.
Por su parte la Corte Constitucional, se ha ocupado en muchas ocasiones de la definición
del contenido, la titularidad y el alcance del derecho a la propiedad colectiva de los
pueblos indígenas sobre sus territorios. En tiempos recientes, la Corte ha venido
afirmando una línea jurisprudencial que identifica la ancestralidad como título de
propiedad75. A este propósito, en la sentencia T-617 del 201076, en que se define el
ámbito territorial de una comunidad indígena como el espacio donde esta ejerce su
autonomía, se clarifica que
“la titularidad de ese territorio, de acuerdo con jurisprudencia de la
Corporación y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, deriva
de la posesión ancestral por parte de las comunidades y no de un
reconocimiento estatal”.
Con base en lo anterior, se deprende que la ancestralidad como título de propiedad y las
características de inembargables, inalienables e imprescriptibles, contenidas en artículo
329 Superior, son las caracteres distintivos del derecho fundamental al territorio
ancestral colectivo.
74 CP, art. 330:
75 CC, Sentencia T-235 de 2011, y reiterada en la Sentencia T-282 de 2011.
76 CC, Sentencia T-617 de 2010.
233
Sin embargo, La Corte ha recalcado en numerosas ocasiones que la condición de la
propiedad colectiva al territorio conlleva el derecho a tener una situación de seguridad
jurídica para la tenencia del mismo. En este sentido, la sentencia T-188 de 1993
establece que
“el derecho fundamental a la propiedad colectiva de los grupos étnicos
lleva implícito, dada la protección constitucional del principio de
diversidad étnica y cultural, un derecho a la constitución de resguardos
en cabeza de las comunidades indígenas.”
Este derecho, como ya se ha visto, que encuentra sus fuentes en el Convenio 169, en la
jurisprudencia de la Corte IDH y en la Constitución de 1991, es de particular relevancia
en cuanto
“[l]a titulación de la tierra, como derecho de las comunidades indígenas,
es esencial para la protección de su derecho constitucional fundamental
al reconocimiento de la diversidad étnica y cultural. No se concibe a la
comunidad indígena sin su tierra”77.
Siempre con base en la relación especial que vincula el derecho al territorio ancestral
con el derecho a la identidad étnica cultural, la Corte ha también subrayado la
importancia que tienen los lugares sagrados como elementos a tener en cuenta para la
identificación y titulación de las propiedades indígenas78.
Del análisis de la jurisprudencia de la Corte a que se ha hecho referencia, se destaca
que el elemento fundamental de la definición del concepto y alcance del territorio es el
papel especial que este reviste para un pueblo indígena para la afirmación de identidad
cultural y para su supervivencia. Con base en esto y en los instrumentos de derecho
internacional que se han tomado en consideración anteriormente, se puede entender el
territorio indígena a partir de las modalidades de vivirlo que cada pueblo adopta en
conformidad con su cosmovisión. Como ha subrayado la Corte Constitucional, la
titulación de los territorios es un derecho reconocido a los pueblos indígenas que no
tiene valor constitutivo, sino el de otorgar una seguridad jurídica a la propiedad
colectiva. El territorio indígena existe independientemente de la presencia de un
documento que compruebe su existencia. En otras palabras, son los pueblos indígenas
los que tienen que identificar en concreto cuál es este espacio y el Estado debe titularlo
y registrarlo. Solo de esta forma se puede lograr el cumplimiento del derecho a la libre
determinación y autonomía.
Además de las consideraciones que se han hecho alrededor de la definición stricto sensu
del concepto de territorio, es importante hacer referencia al contexto de conflicto en
que los pueblos indígenas se han visto enormemente vulnerados en el ejercicio y goce
del derecho a su territorio. En el Auto 004, la Corte reconoce las afectaciones
territoriales como consecuencia del conflicto armado en los siguientes términos:
“Los pueblos indígenas están especialmente expuestos, en indefensión, al
conflicto armado y al desplazamiento, principalmente por su situación
ante la tierra. La titulación formal de tierras y la constitución de
77 CC,Sentencia T- 433 de 2011.
78 CC, Sentencia SU- 383 de 2003.
234
resguardos en la práctica no garantizan la posesión material por las
comunidades; de hecho sus territorios, sean o no parte de resguardos, son
apropiados por grupos armados ilegales, delincuentes/narcotraficantes,
colonos, y agentes movidos por interese económicos. O bien, el conflicto
armado ha exacerbado conflictos territoriales preexistentes, en los cuales
las partes no indígenas se han aprovechado de, o aliado con, las
actividades de los grupos armados ilegales, en detrimento de los grupos
étnicos. (…) El conflicto armado genera la imposibilidad de movilizarse
por el territorio, afectando el trabajo colectivo y las estructuras
culturales que dependen de él. Afecta la educación por ocupación de
escuelas y asesinato o intimidación de maestros. Los bloqueos,
confinamiento, amenazas y señalamientos impiden el acceso para
prestación del servicio de salud, y también impiden la realización de
prácticas medicinales propias. La situación causa la pérdida de confianza
entre miembros de la comunidad, afectando la integración comunitaria y
las prácticas socioculturales propias.” (Resaltado fuera del texto)
Con base en esta consideración, se resalta cómo para la Nación Nasa ha sido imposible el
goce efectivo del derecho al territorio, tal como es identificado por el derecho
internacional y nacional. El desplazamiento forzado de los pueblos indígenas ha tenido y
sigue teniendo gravísimos efectos sobre el territorio que son objeto de abandono.
Además las afectaciones territoriales por el conflicto no involucran solo los territorios
despojados sino también aquellos donde la Nación Nasa sigue viviendo. En este sentido,
por el presente Plan de Salvaguarda, la restitución de la totalidad de las tierras en un
contexto de paz es considerada piso mínimo para el restablecimiento del estado de
cosas constitucional y para el desarrollo de la vida en armonía y equilibrio según la Ley
de origen.
Puesto que el Auto 004 ordena que el Plan de Salvaguarda proteja el derecho a la
existencia de la Nación Nasa como sujeto colectivo de derecho, la restitución de los
territorios expropiados es un componente fundamental del Plan, y es el basamento de
toda la estrategia de protección.
Relacionado con lo anterior, es bueno precisar, que en el presente documento la idea de
restitución de los territorios perdidos como consecuencia del conflicto va más allá de las
limitaciones en términos temporales que están contenidas en la Ley 1448 de 2011 (Ley
de víctimas y restitución de tierras) y en el Decreto 4633 de 2011 por medio del cual se
reglamenta la misma materia de la ley en relación con los pueblos indígenas. En efecto,
se considera que frente a la gravedad e historicidad de las violaciones y de las
afectaciones por el conflicto armado resulta del todo inapropiado que se pueda reclamar
el derecho a la restitución sobre “las tierras de los resguardos de origen colonial y las
tierras de ocupación ancestral e histórica que los pueblos y comunidades indígenas
ocupaban el 31 de diciembre de 1990”79.Y aún más si el objetivo macro es de
restablecer un estado de cosas constitucional.
f) El territorio nasa es uno solo
79 Decreto 4633 de 2011, art, 141 (3).
235
En el presente Plan de Salvaguarda la expresión “territorio ancestral” se refiere a la
totalidad de las tierras y de los bienes naturales que, históricamente y en la actualidad,
han constituido y constituyen el espacio espiritual, cultural y físico donde la Nación Nasa
ha desarrollado su vida, y que se rigen por el Neh jxkahnxi, la Ley de origen de la Nación
Nasa, verificable a través de las prácticas ancestrales y milenarias que perviven.
Según el pensamiento nasa, los conceptos de tierra y territorio elaborados por la
ciencias sociales occidentales aparecen limitados y no abarcan el verdadero significado
que la palabra Kiwe, Tierra, tiene según la ley de origen nasa. Con base en ella,
“El Ju'gthê'wesx kiwe o ju’gtewe’sx --territorio de los ancestros- no implica
un límite geográfico fronterizo; implica el territorio del sentir que
descansa en los cerros donde nos sentamos a conversar con nuestros
ksxaws y que también descansa en nuestra casa, donde al nacer han
sembrado al pie del fogón, nuestro cxabwexs -cordón umbilical- por esto el
fogón también es un mojón, lugar de conversa con nuestros espíritus,
nuestros mayores y la familia”80
Recordemos que el pueblo Nasa tiene su origen en la Madre Tierra, espacio cósmico y
cosmogónico, de manera que:
“En los primeros tiempos no había tierra, ni gente, sólo existía Ks’a’w Wala
(gran espíritu). Este espíritu era a la vez masculino y femenino, así se
reproducía a sí mismo y, de ahí otros espíritus como Ekthê’ (sabio del
espacio), el trueno; T’iwe yase (nombrador de la tierra); Weet’ ahn (el que
deja las enfermedades en el tiempo); el Kl’um (duende que controla el
ambiente); el Daat’i (espíritu de control social); Weh’a (viento dueño de la
atmósfera). Estos son los hijos mayores de Ks’a’w Wala (gran espíritu).
Los hijos mayores se reprodujeron y originaron las plantas, los animales,
los minerales y crearon a un hijo especial llamado Nasa (el hombre,
gente). Todos estos espíritus mayores y menores vivían unidos, tenían un
solo idioma, el Nasa Yuwe, y sabían muchas cosas: cantores, artesanos,
músicos, agricultores, shamanes, consejeros.
Antes el Ks’a’w Wala vivía con los demás espíritus mayores en una casa
grande, los hijos mayores deambulaban por todas partes. Cuando Ks’a’w
Wala les dijo que tenían que construir su propio hogar, se transformaron en
personas e hicieron sus casas en diferentes lugares. En un comienzo
vivieron en conflicto, Los rayos de Tay (sol) los quemaban, el agua lo
inundaba todo. Al ver esto Ks’a’w Wala los orientó para que se unieran y
formaran un solo hogar. Así lo hicieron y formaron la tierra. Continuaron
reproduciéndose en animales, hombres, vegetales, minerales machos y
hembras, y generando más vida. Como la tierra era débil, gelatinosa, las
piedras hembras y machos se juntaron y se reprodujeron para que la tierra
fuera más firme.
En este sentido el pueblo nasa ha identificado espacios y caminos de vida
que conllevan a la armonía y equilibrio para el bien – estar.
80 TULPA DE MUJERES ACIN. Reflexiones sobre territorio. Bodega Alta, Mayo 2012.
236
De esta manera se formaron cuatro casas y cuatro caminos: la casa
principal de Ks’a’w Wala, la casa de los hijos mayores y la casa de los hijos
menores, en donde, vivían los Nasa, los animales, los vegetales, y la casa
de los Yu’khipmenas (los tapanos), hombres sin rabo, los que viven bajo la
tierra. El camino para llegar a las cuatro casas lo conocen el K’dul
(cóndor); el Meweh’ (rey de los gallinazos); S’uita (armadillo); y el Thê
(médico), porque entienden el idioma para comunicarse con los seres que
viven allí”81
Desde lo espiritual-físico, se desprenden dos diferentes conceptos relacionados al
territorio. Por un lado, territorio es yat wala, “Tierra grande”.
“La Tierra es yat, “casa”, por ser espacios de vida de todos los seres; es la
habitación donde estamos contenidos todos los seres: hombres y mujeres,
animales plantas minerales, astros, aire.
Con base en el concepto anterior denominamos y tomamos posesión del
territorio. En yat, “casa”, la Tierra, cada uno de los seres estamos ubicados
en un rincón especifico, de esto depende la vida, por eso la vida se concibe
como fxi’zenxi, “la vida es un rincón de la casa”. La convivencia de los seres
depende de la relación espiritual basada en la ley de origen con los
mandatos o normas tradicionales.
Entonces la denominación del territorio se basa en la ubicación del rincón
de los seres y el referente es yat, “casa”. Podemos decir que todo ser tiene
su casa como espacio de habitación, hábitat. Veamos algunos ejemplos.
Kxthus Kiwe yat, “casa tierra del arcoiris” se refiere a los lugares
pantanosos. Allí vive el arcoiris, personaje espiritual que pronostica la
muerte de los animales, derramamiento de sangre de personas, o cuando
aparece hace enojar para que se ocasionen danos. No se puede construir
casas al lado de estos lugares y hay que armonizarlos permanentemente. Si
este ser aparece en visiones, si se armoniza el cuerpo, da poder para curar
enfermedades, de lo contrario las ocasiona.”82
Por otro lado, territorio es fxiw, “semilla”.
“Quiere decir que la Tierra es como semilla porque de la semilla nace,
germina, y se reproduce la vida. Es la vida de los seres de la Tierra, del
Universo, como yat wala.
Dela Tierra nace todo y de lo que contiene la Tierra nos beneficiamos. Al
concebir a la Tierra como semilla, por eso les decimos Madre Tierra, porque
es similar al útero donde se depositan los ovarios de una mujer a manera de
81 Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca – ACIN, Plan Territorial Cultural ACIN:
Para revitalizar elproceso y los planes de vid Cxhab Wala Kiwe. 2011, p. 42
82 YULE, Marcos, ESCUE’, Alcibiades, Valores Nasa: cultura, cosmovisión, ley de origen,
contenido en ETXEBERRIA Xabier et al., Pueblos indígenas, Estados y Derechos Humanos,
Universidad Iberoamericana/universidad de Deusto, 2012, México, D.F., p.121.
237
semilla. Por eso la Tierra se organiza como semilla”83
Núcleo de la cosmovisión del pueblo Nasa es el concepto de armonía y equilibrio. “La
armonía es manejar y estabilizar en un mismo nivel o puntos las energías (fuerzas) de la
naturaleza que interactúan e inciden en la vida84”. Esto incluye también las relaciones
entre el hombre y la naturaleza. Por otro lado, el equilibrio es lograr que las fuerzas de
la naturales sean balanceadas y las negativas y positivas estén en el mismo nivel. Las
autoridades espirituales y políticas son las que controlan y median para que estas
fuerzas se igualen y se mantengan la armonía y el equilibrio de la comunidad, y evitar de
esta forma se produzcan tragedias naturales y sociales.
“Existe un orden natural, el cual se entiende como la ley y la norma, que
concebimos como el camino, sendero trazado por los primeros abuelos, los
mayores, los creadores de la vida de los seres y del mundo. Por este
camino debemos caminar, ellos van en adelante, nosotros vamos detrás. Es
decir, debemos tener en cuenta la ley y las normas existentes en el nasa
txiwe, “territorio de los seres”, que ya está marcado. Es lo que llamamos
ley de origen”85.
Lo anterior describe cómo el concepto de territorio abarca una dimensión que trasciende
lo físico para abarcar una dimensión espiritual, que constituye la verdadera esencia del
ser nasa. No se puede separar la dimensión espacial con la dimensión espiritual en
cuanto
el territorio de los ancestros implica la recreación y vivencia del territorio
de nuestros espíritus, el territorio de la vida de los seres, el territorio
marcado por los Kwesx kiwe jxuka --mojones espirituales--: montañas,
piedras, minerales (donde está nuestro origen), ríos, nubes; donde todo es
raíz y permanencia --fxi'zenxi--; donde están los espíritus del Eki kiwe -aire --, de los espíritus del Kiwe tyiju --subsuelo-- y Kiwe --tierra--.”86
La ley de origen está organizada con base en principios cósmicos y autoridades terrestres,
y de hecho constituye el marco legal que rige la vida del pueblo Nasa. Las autoridades
tradicionales “se representan en el rombo que ubica el lugar de cada una en el espacio
cósmico y en las leyes de origen de la cultura nasa.
En cada uno de los vértices del rombo se ubica una autoridad espíritu que
se encarga de hacer justicia y mantener la armonía en la interrelación
hombre-naturaleza, de ahí que signifique equidad. También cada vértice
da el sentido de orientación: norte, sur, este, oeste.
En el norte se ubica el Ekawesx, “espíritu del espacio o cosmos”, en el
oeste se ubica el Kpisx, “trueno”, y al este queda el I’sutwesx que
representa el fuete, la honda y produce los rayos, ambos son espíritus de
la naturaleza, y por último, en el sur está el Nejwesx, “espíritu guía”,
83
84
85
86
238
Ibídem, p. 122.
Ibídem, p.123.
Ibídem, p.124.
TULPA DE MUJERES ACIN. Reflexiones sobre territorio. Bodega Alta, Mayo 2012.
profundidad”87.
Esta organización del espacio cósmico, contiene la clave de lectura principal para
entender el concepto de territorio según la ley de origen del pueblo Nasa. Al reflexionar
sobre lo que significa el territorio para el pueblo Nasa y cómo explicarían a alguien no
indígena su concepto, un grupo de hombres nasa, jóvenes y mayores, y algunos kiwe the,
señalaron:
"En la cosmovisión nasa son 3 espacios. El espacio de arriba (eekha the
wesx), el espacio del medio (i kwpox kiwe) y el espacio de abajo( tasxu
kiwe wesx). Los tres espacios, el territorio integral comprendido desde los
tres espacios, lo llamamos Ksxa'w wesx yat. Si hay oro en el subsuelo, ahí
se enoja el espíritu mayor de arriba y dice que no lo va a sacar. El kiwe dii
wesx pinta un rayo. El abuelo regaña y entonces no está el oro. Encuentra
la olla vacía, pero el viu no está. Los nasa estamos en el mundo del medio,
si usted contamina en el mundo del medio, contamina el mundo de arriba
y el mundo de abajo. El rayo regaña porque estamos desobedeciendo la
ley de origen. Los espíritus son los dueños de todo. Hay que pedir permiso,
hay que hacer ritual para que no haya enfermedad. Tenemos que cumplir
unas reglas. Si daña la vida terrenal, daña la de arriba y el ksxaw dice
"cuídese" para no enfermar. La primera enfermedad es tosedera, la
segunda enfermedad es diarrea y la tercera enfermedad es secadera. Si no
obedecemos, se produce el exterminio físico y cultural.”88.
En un taller sobre territorio liderado por el equipo de tierras de la Cxhab Wala Kiwe
ACIN, un mayor de la vereda El Manzano reflexionó al respecto:
“Los espíritus son los dueños de todo lo que hay dentro de la naturaleza:
animales, aves, plantas y todo lo que hay dentro de la casa grande. Ellos
lo administran, lo protegen por eso cada cosa que uno vaya hacer en la
naturaleza, como coger una planta, cortar una árbol, casar un animal o
entrar a la montaña se debe de pedir permiso a los dueños; cuando no lo
hacemos estamos rompiendo las reglas y eso trae consecuencias porque no
se cumple con la ley de origen. Las consecuencia son la sequias, la
inundaciones, los derrumbes, esto hace parte de un desequilibrio de la
naturaleza, el no cumplimiento de la ley de origen”89
En la concepción nasa del territorio es constitutiva la conexión entre los mundos o
dimensiones: espiritual y material; entre los tiempos: ancestros y nasas presentes; y
entre los nasas y los otros seres. Existen una cohesión única y un ordenamiento
estructurado de la vida que se mantienen en los principios básicos de vida, armonía y
equilibrio y de los que forman parte la Nación Nasa, el territorio, la espiritualidad y las
normas derivadas por la Ley de origen. Con base en esta relación, permanece una
87 YULE, M., ESCUE’, A., ob.cit., p. 130.
88 Es bueno precisar que los términos que se refieren a estos tres espacios pueden incluir
algunas diferencias según las fuente utilizadas. En este caso se hace referencia al diálogo, en
torno de la tulpa, entre los integrantes del equipo coordinador de la preparación del Plan de
Salvaguarda. En la conversación se abordó el concepto de territorio desde la ley de origen
del pueblo Nasa. Cabildo Cofradía, 11 de mayo de 2013.
89 Taller de memoria Mayores. Vereda el Manzano Toribío. Grupo 1. 17 de agosto de 2012.
239
práctica cotidiana y una tradición de ocupación territorial permanente, así como control
social, cultural, político, espiritual, productivo, formativo, relaciones que conducen a
apropiación de valores como medio de recreación cultural90. En el territorio y en la
naturaleza residen las formas propias de relación, organización y resistencia de la
Nación Nasa.
Con base en lo anterior, cuando se habla de territorio ancestral se hace referencia al
territorio de la Nación Nasa. Esto implica que existe un único territorio y un único
pueblo y conlleva la superación de los actuales modelos de reconocimiento y gestión del
ejercicio del derecho al territorio, y que generan una fragmentación conceptual y
factual, tanto interna cuanto externa, que de hecho obstaculiza la afirmación de la
Nación Nasa como un único sujeto de libre determinación. Una es la Nación Nasa y uno
tiene que ser su territorio. En otras palabras, del reconocimiento de la unidad de la
Nación Nasa se desprende el reconocimiento de la unidad del territorio nasa en todo el
país.
En el presente Plan de Salvaguarda el ámbito territorial de la Nación Nasa es definido de
la siguiente forma:
•
•
•
•
•
•
•
El conjunto de las tierras que constituyen el ámbito vital de
existencia de la Madre Tierra, de los seres espirituales naturales y de la Nación
Nasa según la Ley de Origen;
Los sitios y ámbitos de importancia cultural y espiritual para la Nación Nasa;
El territorio actualmente ocupado por las comunidades de la Nación Nasa, tanto
las que corresponden a una ocupación establecida históricamente y de forma
ininterrumpida en la región suroccidente de Colombia, como los de reciente
ocupación pacífica con acuerdo de otros pueblos indígenas, afros o campesinos;
El conjunto de los territorios ancestrales reclamados para su restitución,
incluyendo los territorios donde está iniciado el respectivo trámite administrativo
de constitución, ampliación y saneamiento de resguardo, y aquellos sobre los
cuales se han hecho otras manifestaciones de reivindicación y resistencia
(memoriales, investigaciones etnohistóricas)
Los territorios que se han perdido por el despojo y consecuente desplazamiento
que la Nación Nasa ha sufrido como resultado de la conquista, por la Colonia y la
colonización republicana y por las oleadas de violencia política que cubrieron la
segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas del siglo XXI.
Los territorios que han sido recibidos como indemnización o a título de
reparación por el Estado en razón de violaciones de derechos humanos, y los que
a futuro el Estado deba entregar por el mismo motivo o como resultado de no
poder cumplir los procesos de restitución.
Los territorios donde se han reasentado los Nasa por causa de desastres
naturales.
Esta territorialidad corresponde al proceso histórico mediante el cual la nación nasa se
configuró desde el siglo XVI: a partir de una confederación entre cacicazgos Nasa con
parentescos lingüísticos muy cercanos y con otros pueblos con los cuales los Nasa habían
establecido alianzas político-militares prehispánicas, los cuales habitaban los complejos
ambientales que hoy corresponden a los nudos y macizos de la parte sur de la Cordillera
90 Rappaport, J.
240
Central, y los valles y laderas orientales del alto valle del Cauca y los valles y laderas
occidentales del valle alto del Magdalena. Hay reportes etnohistóricos y míticos (de
pueblos indígenas de selva) que referencian la presencia de los Nasa en diversas regiones
de la Amazonia colombiana (ver la Nación Nasa, en este mismo documento).
Señalan los mayores de la Nación Nasa: “Nosotros primero fuimos desplazados por la
Conquista; luego vino la Colonia y la República, y fue lo mismo, nos desplazaron y nos
sacaron de la tierra de los mayores; después de que murió Bolívar, la cosa siguió lo
mismo; a principios del siglo XX a Manuel Quintín le tocó peliar por la misma vaina, por
la tierra; en la época de la Violencia la gente salió volando para la selva y para el llano,
de la matazón que había; y en estos años (del siglo XXI) nada ha cambiado. Nuestro
territorio se fue armando con esa violencia. Cuando echaron pa' la montaña a nuestros
antepasados, y nos tocó encuevarnos en Tierradentro y en las montañas del Cauca, eso
le sirvió a Juan Tama para fortalecer la unidad, y para que se fuera uniendo más la
cultura y el nasayuwe, y de ahí fue que salimos más fuertes pa'l norte del Cauca y el
Valle. Ahora sigue lo mismo, pero pa'l Putumayo” (Pito, 2013, Asamblea de Autoridades
Nasa del Putumayo).
Desde estas zonas de repliegue se ha venido dando la recuperación territorial de la
Nación Nasa. Salvo el poblamiento nasa que se presenta en territorios alejados de la
Amazonia y Orinoquia (en el Meta y en Caquetá), el cual corresponde a poblamiento
derivados del desplazamiento forzado de las dos épocas de la Violencia, todos los nuevos
asentamientos en el piedemonte amazónico corresponden a recuperaciones de los
territorios ancestrales nasa.
Los resguardos de origen colonial, basados en cédulas reales españolas que reconocen
plenamente los territorios ancestrales nasa, así como los resguardos titulados
posteriormente por el Estado colombiano, solo reconocen una parte de la totalidad del
territorio ancestral. Adicionalmente la figura misma del “resguardo” es una figura
restrictiva frente a los derechos políticos que la Nación Nasa reclama sobre sus
territorios.
La Nación Nasa reclama hoy desde sus diversas formas organizativas (consejos
regionales, asociaciones de autoridades, cabildos locales, neh'wesx) la unidad territorial.
En el curso de la consulta para la formulación del Plan de Salvaguarda esta perspectiva
fue ratificada. En acuerdo con la Declaración de las NU sobre los derechos de los pueblos
indígenas, la territorialidad de la Nación Nasa incluye la jurisdicción sobre el suelo, el
subsuelo, el espacio aéreo y el espectro electromagnético.
Como resultado de esta concepción compartida y ratificada, el Plan de Salvaguarda se
desarrollará en todos sus componentes atendiendo el hecho de que se trata de líneas de
acción, programas o acciones de cobertura nacional (nasa) que deberán aplicarse a la
totalidad de la Nación Nasa.
g) La lucha por el territorio ancestral es un eje de la identidad de la Nación
Nasa.
241
La identidad nasa es una identidad fuertemente ligada a lo territorial. De hecho, las
representaciones territoriales de la Nación Nasa se han generado asociadas al relatomemoria del carácter ancestral de su ocupación en el territorio y sobre todo al ejercicio
de soberanía y autonomía materializado en la larga lucha de defensa y recuperación de
tierras que han librado desde la llegada de los españoles.
En relación con la ocupación ancestral del territorio, la Nación Nasa desarrolló diversos
mecanismos para marcarlo, recorrerlo, memorizarlo y significarlo como tal. Sin
embargo, este mismo territorio ha sido a su vez objeto y producto de sistemáticos
procesos de desposesión, transformación y recuperación; la Nación Nasa ha construido
durante su historia de lucha, referentes, acciones y símbolos que le han permitido
recomponer los sentidos que la comunidad tiene y ha tenido con la tierra perdida y
poseída, y revitalizar los flujos e intercambios entre la naturaleza y la cultura; la figura
como se representa esta lucha es “contra la invasión”. Como territorio en disputa, el
territorio Nasa siempre ha sido un campo de lucha marcado por el desplazamiento y la
expoliación y este carácter ha construido valores, símbolos y sentidos culturales
asociados a la identidad indígena, que vinculan precisamente esta sostenida lucha por la
defensa y recuperación del territorio con el ser nasa. El himno nasa, por ejemplo,
recoge esta lucha como definitoria:
“Vivimos porque peleamos
contra el poder invasor;
Y seguiremos peleando
mientras no se apague el sol”
En la constitución de las identidades territoriales del pueblo nasa la tradición oral y la
palabra han sido cruciales para simbolizar el territorio y construir puentes entre el
pasado -el territorio ancestralmente ocupado- y el presente -es decir el territorio
poseído y anhelado. Esta memoria de la ocupación transmitida por los mayores es la
primera fuente de la identidad nasa; la memoria coproduce el territorio actual, en el
sentido en que lo mantiene vivo, es decir que lo re-significa en el tiempo otorgándole
nuevas representaciones y manteniendo los antiguos referentes ancestrales.
Precisamente, en la memoria territorial transmitida, los relatos y las historias fundantes
de la Nación Nasa están íntimamente relacionados con la aparición de figuras que luchan
por el territorio; este rasgo puede interpretarse como una de las maneras en como la
comunidad ha confrontado políticamente las memorias de la usurpación y ha refundado
la cultura en la gesta indígena de la recuperación por la tierra. Luchadores como Juan
Tama y Manuel Quilo y Sicos (que unifican los territorios nasa), Manuel Quintín Lame
(que los recupera) y La Gaitana (que los defiende), por ejemplo, siempre emergen como
símbolos que dan sentido al territorio del ayer pero que inspiran los procesos actuales de
reafirmación, restitución y lucha por el territorio indígena en distintas arenas. Los
valores asociados a estos grandes luchadores, como la palabra, la fortaleza, la valentía,
la dignidad, son también activadores de las memorias territoriales y de la identidad, que
luego aparecen con un discurso de obligación moral y política: todxs lxs nasas lucharon,
luchan y lucharán por su derecho legítimo a ocupar y gobernar los territorios que han
sido suyos ancestralmente y que son también suyos porque han sido luchados por otros
nasa de antaño.
242
En los 70s la recuperación de la tierra y el papel de los “recuperadores” -una figura
política de profunda significación- cobró gran importancia en los procesos de
reafirmación cultural y organización política para la Nación Nasa. Los “recuperadores”
que además eran líderes cumplieron un papel fundamental en la construcción de un
“imaginario” territorial; su propia historia personal era un recorrido por los territorios
ancestrales, a los cuales acudían como educadores y promotores de las acciones de
reivindicación de la tierra. Ya que la tierra y posteriormente el territorio se constituyó
como prioritario en el proyecto étnico político de la Nación Nasa y los recuperadores
simbolizaron precisamente la avanzada geopolítica de los desposeídos, pero a su vez de
los verdaderos propietarios, agenciaron un ejercicio de copamiento y soberanía hecho a
través de la cultura. Los “recuperadores” en buena medida se han ido constituyendo
como personajes míticos que además de recuperar materialmente la tierra, recuperaron
los significados asociados a ella, las historia usurpadas y silenciadas, “los caminos ya
hace años no transitados”; los “recuperadores” son “el nasa que debemos ser”; los
recuperadores interconectaron el territorio en flujo vital y natural de la cultura que ha
garantizado que la Nación Nasa esté viva hoy.
En la última etapa de la historia nasa, se hace referencia a dos “nuevas” concepciones:
la liberación de la Madre Tierra y el reconocimiento de los Territorios Ancestrales
Autónomos. Ellas son el eje del proyecto identitario nasa, que las entiende como
requisito para su pervivencia, y que acude nuevamente a las figuras de Manuel Quintín y
de los “recuperadores” como forma de que la lucha por la tierra y las memorias
asociadas a estas contiendas históricas vengan del pasado y se instalen en el presente,
en forma de “territorio anhelado”.
h) La Madre Tierra tiene derechos a la protección, reparación y a las garantías de
no repetición.
En la compilación de Sisco et al (2001)91, aparece reflejada la clara vinculación de la
Madre Tierra como miembro de la comunidad nasa:
Los Neh'wesx hablaron y la tierra se movió, todos los vivientes se despertaron
pensando cada quien con su palabra, y dijo: Ustedes siendo mis hijos (nietos)
se comportan muy indecentes con mi palabra. Si siguen así su madre kiwe un
día se cansará de ustedes, les dará la vuelta la cara para no verlos y ustedes
se quedaran a su espalda, nadie los mirará, nadie les dará de su seno. No
recibirán cariño ni consejos y por su mal comportamiento se quedarán solos y
hasta morirán, ¿pues quien se hace daño?
Y replicó Kiwe: Yo soy kiwe la hija de Uma y Tay, ellos me formaron para que
yo me encargara de ustedes, yo sufro cuando ustedes sufren, también miro la
casa con mucho cariño cuando ustedes me miran con cariño. Yo soy la que le
sopla la cara para que mis hijos se refresquen. Soy la que suda para que no les
falte agua para la sed. Soy la que mira con los ojos de mi parejo el Sek Taki y
por él guardo su calor para ustedes. Todo lo que hay en mi cuerpo es de
ustedes, sin embargo, no deben dejar que nadie me lastime ni nadie me
91 SISCO T., Manuel Augusto, Abelardo Ramos y Dilio Pillimué (2001). Despertar y uso de la
palabra tradicional. Cosmogonía y cosmovisión de la cultura nasa. PEB – CRIC
243
acabe, porque solo entre todos somos fuertes y los trabajos resultan mejor.
Y prosiguió diciendo: Cuando vayan a tomar de mi seno miren la luna que
también es mi hermana. Muchas veces me siento enferma, de mis senos en
lugar de leche brotará sangre, entonces ustedes ya no tendrán más comida, no
podrán vivir conmigo. Todo esto puede pasar cuando ustedes se alejen de mi
memoria. A veces yo regaño, pero ese es mi consejo, yo los acojo a todos por
igual. Son muchos hijos, cada uno de ustedes se comportan distintos fríos o
calientes, otros dulces, picantes, blandos, ácidos, blancos, rojos, colorados,
largos, tiernos, pequeños, lentos, ágiles, fuertes, risueños, negros, pensantes,
todos hablan y actúan libremente, así debe permanecer siempre.
Cuando necesiten de mi ayuda deben mirar por mi Thâ'busx92, llevar la
coquita, los remedios y la chicha, para hacer sus pagamentos a nuestros
Neh'wesx. Más después nacerán los Thê'wala que serán nietos de Neh'wesx, por
eso ellos tiene su espacio en el pie derecho de Nehwe, ellos son los únicos que
pueden hacer el Peweçxa'jnxi93 que es la ejecución del rito, pueden
comunicarse con nuestras deidades. Cuando hagan el rito pongan atención que
Pa'ksxa'w94 les enseñará a través del sueño. Así nos dejó advirtiendo kiwe.
Según el pensamiento nasa, el territorio no solo es un espacio físico; también obedece la
ubicación de los seres espirituales naturales que viven en el territorio. Hablar de
principios y garantía de vida, desde la ley de origen de la Nación Nasa, no es otra cosa
que hablar de unos mandatos o leyes espirituales naturales, que hacen diferentes la
práctica de vida de la Nación Nasa con relación a otras culturas no indígenas. Desde el
enfoque nasa, todo lo que existe tiene vida: minerales, astros, aire, agua, plantas, entre
otras. Y por tanto son seres (nasa) que deben tener el goce pleno del derecho de
procrearse, de cuidarse y además de cuidar la Madre Tierra95.
La Madre Tierra es ser vivo, es Uma Kiwe, es miembro de la comunidad, y en cuanto tal
tiene derechos. De ella provienen los nasa y de ella forman parte desde antes de nacer y
después de la muerte. En ella se refleja el pensamiento, los ancestros, y se registra la
sabiduría, el conocimiento y los sueños. Es más, ella es la forma de la comunidad:
“Inmediatamente todos los seres se abrazaron hasta formar una sola masa, como un solo
puño y así se formó kiwe, la “tierra”, la casa de todos. Kiwe, la mujer” (Sisco, 2001). Al
mismo tiempo, en la madre tierra y en la relación con ella, está la esencia de la
identidad, cultura, organización social y política, economía, espiritualidad y ley de
origen del pueblo y de la Nación Nasa96. El uso de los bienes naturales debe entenderse
como una acción sobre/contra un ser vivo y sobre/contra los seres de la naturaleza que
en ella conviven. Siendo seres vivos, siendo nasa, y requiere del mismo cuidado que el
resto de las personas.
Como ya se ha señalado, la visión de territorio según la Ley de Origen de la Nación Nasa
92
93
94
95
Thâ'busx, zona superior de la cabeza.
Pewecxajnxi, ritual de reconciliación.
Pa'ksxa'w, visita de un sueño
Consejo Territorial de Autoridades Tradicionales Indígenas, Norte del Cauca – Acin,
Reconocimiento al pensamiento colectivo de los territorios ancestrales de los pueblos
indígenas, 2013. En prensa.
96 Ibidem.
244
tiene fundamentos distintos y contenido más amplio del concepto que se le atribuye en
el mundo occidental. Por esta razón, en este Plan de Salvaguarda el concepto de
territorio, las líneas de acciones y los programas relacionados son construidos teniendo
como marco de referencia principal la Ley de origen y el respeto y la protección de la
Madre Tierra, como ser vivo y miembro de la comunidad. Debido a ello, el territorio
comprende el suelo, el subsuelo, el espacio aéreo y espacio electromagnético, que
pueden corresponder (por supuesto, con una perspectiva muy diferente) a los espacios
cosmológicos nasa:
“¿Qué es territorio para nosotros? ¿De cuántos territorios hablamos? Hablamos de
3 territorios y vamos a ver si el gobierno tiene la capacidad de reconocer eso: e
kiwe (arriba), tasxu kiwe (lo que hay debajo de la tierra) y kiwe (la tierra). En la
norma dice el espacio aéreo que tiene que ver con el aire, pero esa es la tierra
de los espíritus. Y el gobierno habla del aire, de la tierra y del subsuelo”
(Asamblea de autoridades nasa, Segovia, marzo 2013).
La Madre Tierra ha sido víctima de violencia política; se han roto sus relaciones de
armonía con la presencia y acción militar de cientos de años, ha sido atacada con
bombardeos y abusos de sus bienes, le han regado sangre sin hacer los rituales mayores;
también cuando se extraen y utilizan los seres de la naturaleza de forma arbitraria y
abusiva, violando sus normas o despertando las fuerzas que deben permanecer dormidas,
se alteran profundamente los ciclos de la naturaleza. Todas estas acciones de ataque
siguen ocurriendo mientras dura el conflicto armado interno y la explotación desaforada
de la naturaleza.
Por eso la Madre Tierra tiene derechos a la protección, reparación y a las garantías de no
repetición. Las acciones de prevención, protección, atención y reparación de los
miembros de las comunidades nasa y de la Madre Tierra, implican el diálogo (espiritual)
con la Madre Naturaleza y la adopción de un particular enfoque diferencial, basado en la
curación, descanso y restablecimiento del orden y armonía naturales. De ahí se
desprende que las acciones del Plan de Salvaguarda debe atender los tiempos y ciclos de
la naturaleza, el orden de los espacios cosmológicos y naturales, y su integridad de ser
vivo.
i) La Nación Nasa interpreta y vive el conflicto armado como la continuación de
la guerra de la Conquista y el colonialismo
El conflicto armado interno tiene específicas causas históricas, que se resumen en la
imposición y persistencia en Colombia de un régimen político excluyente que ha acudido
de forma reiterada a los crímenes de sistema contra el movimiento popular, y en la
consolidación de una estructura súper concentrada de propiedad de la tierra, constituida
a partir del despojo sistemático de indígenas, afrodescendientes y campesinos, que
favorecieron la aparición y crecimiento de organizaciones políticas armadas de
oposición. Sin embargo, la forma como la Nación Nasa ha vivido las dinámicas e impactos
de este conflicto, se articuló y re-significó en y con las estructuras socio-políticas de
colonialismo interno que se superpusieron en los territorios indígenas.
Como episodio de esta guerra de varios siglos, la Nación Nasa identifica la continuidad
de los siguientes elementos en el actual conflicto armado interno: 1) la negación de su
245
carácter de Nación, 2) la conculcación del derecho a decidir y el ataque a las formas de
gobierno propias, 3) el despojo territorial y el desconocimiento de sus títulos de
propiedad, 4) la ocupación militar de sus comunidades, 5) el debilitamiento creciente de
la economía comunitaria, 5) la manipulación de la historia y del relato oficial sobre los
pueblos indígenas, la destrucción de la lengua nasa (nasayuwe). Todos estos elementos
de continuidad han sido causados por las guerras de conquista, las guerras republicanas
en que se vieron involucrados los indígenas nasa por parte de los generales-presidentes,
la época de la Violencia y el actual conflicto armado.
En consecuencia,la guerra interna actual se experimenta por la Nación Nasa como la
imposición de un modo de vida ajeno y destructivo de la Madre Tierra y de las
comunidades nasa, que se vive como una enfermedad espiritual; en palabras de los
mayores de la comunidad, “la guerra ha matado el cuerpo, el espíritu y la sabiduría”.
Estos elementos se incorporan como elementos determinantes del impacto del conflicto
armado sobre las comunidades de la Nación Nasa.
Por todo lo anterior, la reparación tiene que incorporar los agravios históricos que se han
cometido contra la Nación Nasa, para que tengan un verdadero efecto reparador y
restaurador. .
j) Respeto a los derechos de la población no indígena del territorio, a otros
pueblos vecinos o con quienes compartimos territorialidad ancestral
En varias regiones del país el territorio indígena nasa se convirtió de hecho en territorio
interétnico, como resultado de los procesos migratorios recientes y por relaciones de
vecindad de larga duración, algunas ancestrales; no olvidar que el propio pueblo nasa se
conformó como proceso de alianzas políticas entre cacicazgos (no todos nasa). En la
actualidad, en zonas de frontera cultural, se presentan casos de territorios (incluso
resguardos) que han sido titulados o reconocidos a varios pueblos (nasa y misak, nasa y
yanacona, nasa y pijao, nasa y uitoto), lo que ha originado formas prácticas e incluso
jurídicas para convivir. También se presentan casos de migraciones de familias extensas
no-nasas (indígenas o no indígena) al interior de territorio nasa claramente delimitado y
apropiado, donde los nuevos miembros han aceptado normas nasa y las autoridades y
comunidades los han acogido voluntariamente; similar situación se ha presentado con
familias campesinas que luego de los procesos de recuperación y liberación de la tierra
han preferido quedarse como comuneros/as de los resguardos y territorios indígenas. Y
tienen lugar situaciones donde no hay una clara frontera geográfica natural o jurídica
entre territorios nasa y afro o campesino, y donde se presenta alguna conflictividad por
las competencias y derechos territoriales.
Cada una de estas situaciones ha tenido una solución política y jurídica, que en el Plan
de Salvaguarda se mantendrán, dependiendo de las regiones. En el territorio ancestral
compartido, la Nación Nasa y los otros pueblos han logrado acuerdos políticos e
institucionales para compartir territorialidad y gobierno, todos los cuales se respetarán
en el Plan de Salvaguarda; esto incluirá respeto a los procesos etno-culturales que hayan
acordado, tales como bilingüismo, familias multiculturales, etc. En los casos de familias
o grupos comunitarios de otras etnias (indígenas o campesinas) que viven en territorio
nasa, estas comunidades serán sujetos y beneficiarios de todas las medidas del Plan de
Salvaguarda, en tanto hacen parte de la comunidad política y comparten
246
representaciones culturales y espirituales; los asuntos culturales específicos (lengua,
espiritualidad, sistemas pedagógicos) serán adecuados para respetar los derechos
culturales. En los casos de reciente vecindad, donde todavía se construyen los acuerdos
interétnicos, el Plan de Salvaguarda se implementará acudiendo al principio de la
consulta intercultural, cooperación, complementariedad y coordinación, especialmente
si se trata de otros pueblos indígenas que han formulado sus propios planes de
salvaguarda ordenados por la Corte Constitucional.
En los casos de fronteras no precisadas, en la aplicación de medidas del Plan se acudirá
al principio de consulta y diálogo intercultural para preservar la convivencia y respetar
los derechos territoriales y culturales de todas las comunidades. Las medidas de
protección diferentes a las territoriales se aplicarán de forma extensiva a las
poblaciones vecinas siempre que sean más adecuadas, con el debido consentimiento de
los representantes de dichas comunidades.
k) El Plan de Salvaguarda debe priorizar la prevención, atención y reparación de
las mujeres víctimas del conflicto. Las formas específicas de victimización de
las mujeres exigen medidas especiales de reparación y atención.
En el presente Plan de Salvaguarda se prioriza la situación de las mujeres en el marco
del conflicto armado. En este sentido, como ya ha sido subrayado por numerosas
instituciones nacionales e internacionales de diferentes órdenes, los derechos de la
mujer indígena resultan particularmente vulnerados y se configuran factores que
duplican la condición de victimización, primero por el hecho de ser mujer y después por
su identidad étnica y cultural. Por esa razón, se resalta la necesidad que el Estado
adopte programas de prevención, atención y reparación preferenciales que tenga en
cuenta las formas específicas de victimización de las mujeres.
En relación al enfoque de género, el primer elemento que se resalta es la consideración
que la Madre Tierra, además de ser miembro del pueblo Nasa, es ser femenino. La
madre tierra es sujeto de derecho y, en cuanto tal, tiene derecho a la reparación de
forma especial y diferencial, en cuanto vulnerada en calidad de miembro de la
comunidad y en cuanto ser femenino97.
***
El segundo elemento importante es que cuando el Plan de Salvaguarda hace referencia
al enfoque de género lo hace según la cosmovisión del pueblo Nasa. En la Tulpa de la
mujer, la familia y el territorio que se realizó en el 2010, se reflexionó de forma muy
profunda sobre este argumento. En esa ocasión, se destacó que para los Nasa la
concepción del género “parte en primera instancia de la interiorización del Ser Colectivo
el cual es estar en continua interacción con el otro (los seres humanos, plantas,
animales y seres espirituales)”.Por esta razón, la identidad como Mujer o Hombre se
desarrolla en relación a su dimensión dual y como parte de una pareja. Como se ha visto
anteriormente, en la ley de origen del pueblo Nasa, la dualidad de todos los elementos
que componen el mundo es fundamental para que se mantenga la armonía y el
97 En este mismo documento, véase Fundamentos h) “La Madre Tierra tiene derechos a la
protección, reparación y a las garantías de no repetición” y fundamento” f) “El territorio nasa
es uno solo”
247
equilibrio.
Esta idea de dualidad también se contempla al conocer que tanto las niñas como los
niños al nacer, ya cuentan con un ser espiritual que los acompaña; cada ser son dos
personas: un ser físico y otro espiritual (kwe’sx – nosotros/nosotras), donde las mujeres
son acompañadas por un ser espiritual masculino y los hombres por un ser espiritual
femenino, lo que sugiere estar conectados entre dos personas (mujer-hombre).
En este sentido “ni el hombre es superior que la mujer, o la mujer es superior
al hombre, ambos son importantes, ambos tienen un sentido integral en lo
femenino y lo masculino que cada uno tiene. En ese sentido, el hombre tiene
una partecita de lo femenino, no solamente es masculino, sino que también
tiene parte de lo femenino; para la mujer es lo mismo, ella tiene también
parte de lo masculino”98”.
Según la ley de origen, no es posible separar lo femenino y lo masculino, en cuanto Uma
es la generadora, de la vida y la sabiduría, mientras que Tay es quien la procrea.
Cuando la vida está amenazada son las mujeres quienes asumen el papel fundamental de
defenderla; por ser ellas las dadoras de vida no solo piensan en que hay que proteger la
vida de todas y todos, sino también a la comunidad y el territorio.
“La Gran Casa – Yat Wala” -lugar en el que conviven diversos seres nombrado-, involucra
también lo masculino y lo femenino, que incluye primeramente a Uma y A'te en lo
espiritual y en segundo lugar a Kiwe (Tierra) y Yu’ (Agua). En un tercer momento
encontramos a los seres que están dotados de órganos para ser fecundados, es decir a
aquellas que poseen útero, un órgano que se simboliza con la Yaja o Jigra, la “mochila
para guardar semilla”.
La comunidad debe preservar la vida y cuidar la relación que se da entre las mujeres y
los hombres y desde aquí nace el término Nwe'sx (familia), que parte de la unión de la
pareja (mujer – hombre); lo que da paso a la comunidad que surge de la familia. Esto
implica relaciones perdurables en armonía y complementariedad, teniendo en cuenta
que tantos las mujeres como los hombres desempeñan roles o funciones diferentes
igualmente valiosas. Esta dualidad también se refleja en el uso de la lengua Nasa Yuwe,
donde hay una forma diferente para referirse o hablarle a una mujer que al hombre, y
no hacerlo de esta manera es considerado una falta de respecto.
Es importar destacar cómo la conquista y la colonización española causaron la
desarticularon las diversas formas de organización de los pueblos originarios, la perdida
de sus territorios y afectaron voluntariamente las culturas de las personas que los
habitaban,
“integrándolos así, por la fuerza a nuevas formas de vida social, por medio
de la violencia, la evangelización y la imposición del terraje, propiciando
desconocimiento, sometimiento y abuso de mujeres y hombres a quienes les
quitaron y aún siguen quitando los territorios en los que hay diversidad de
minerales, animales, sitios sagrados; además de sistemas políticos y
administrativos.”
98 Trochez Florilva (2009) Resistencia y Utopía de La Mujer Nasa. Libro Victimas invisibles
conflicto armado y resistencia civil en Colombia.
248
La llegada de los conquistadores y colonizadores han causado una ruptura en la relación
de la mujer y la madre tierra, se consolidaron pensamientos y actitudes donde se
considera a la mujer como un ser inferior frente al hombre, excluyéndola así de los
escenarios de decisión política. De esta forma, afectó la prestigio y poder de las
mujeres, “pues ellas contaban con conocimientos medicinales, servían como
intermediarias entre los seres espirituales y los seres humanos, muchas de las tribus
tenían una organización social matriarcal, donde la mujer y lo femenino tenía un gran
valor. Esta ruptura de la organización y la expropiación de sus territorios, redujo la
seguridad de la que gozaban.”
***
El tercer punto fundamental es la consideración que la violencia contra la mujer en el
marco del conflicto armado constituye una violación grave de la Constitución Política, el
Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.
En la Recomendación General No. 19 del Comité para la Eliminación de la Discriminación
contra la Mujer (“La violencia contra la mujer”) se establece que“
[l]a violencia contra la mujer, que menoscaba o anula el goce de sus derechos
humanos y sus libertades fundamentales en virtud del derecho internacional o
de los diversos convenios de derechos humanos, constituye discriminación,
como la define el artículo 1 de la Convención. Esos derechos y libertades
comprenden: a) El derecho a la vida; b) El derecho a no ser sometido a
torturas o a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes; c) El derecho a
protección en condiciones de igualdad con arreglo a normas humanitarias en
tiempo de conflicto armado internacional o interno; d) El derecho a la
libertad y a la seguridad personales; e) El derecho a igualdad ante la ley; f) El
derecho a igualdad en la familia; g) El derecho al más alto nivel posible de
salud física y mental; h) El derecho a condiciones de empleo justas y
favorables.”99
También la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha analizado la situación de las
mujeres en contexto de conflicto y ha evidenciado la necesidad de adoptar políticas con
perspectiva de género. En la Resolución 1325 de 2000, el Consejo de Seguridad de la
ONU manifiesta su
99 Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, Recomendación General No.
19. En este mismo sentido véase los artículos 4 y 5 de la Convención Interamericana para
prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer. Art. 4:“Toda mujer tiene derecho
al reconocimiento, goce, ejercicio y protección de todos los derechos humanos y a las
libertades consagradas por los instrumentos regionales e internacionales sobre derechos
humanos. Estos derechos comprenden, entre otros: a) el derecho a que se respete su vida; b)
el derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral; c) el derecho a la libertad
y a la seguridad personales; d) el derecho a no ser sometida a torturas; e) el derecho a que
se respete la dignidad inherente a su persona y que se proteja a su familia; f) el derecho a
igualdad de protección ante la ley y de la ley; g) el derecho a un recurso sencillo y rápido
ante los tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos; h) el
derecho a libertad de asociación”. Art.5: “Toda mujer podrá ejercer libre y plenamente sus
derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales y contará con la total protección
de esos derechos consagrados en los instrumentos regionales e internacionales sobre
derechos humanos. Los Estados Partes reconocen que la violencia contra la mujer impide y
anula el ejercicio de esos derechos”.
249
“preocupación por el hecho de que los civiles, y particularmente las mujeres
y los niños, constituyen la inmensa mayoría de los que se ven perjudicados
por los conflictos armados, incluso en calidad de refugiados y personas
desplazadas internamente, y cada vez más sufren los ataques de los
combatientes y otros elementos armados.” Por esta razón, se exhortan todas
las partes de un conflicto armado “a que respeten plenamente el derecho
internacional aplicable a los derechos y a la protección de las mujeres y
niñas, especialmente en tanto que civiles, en particular las obligaciones
correspondientes en virtud de los Convenios de Ginebra de 1949 y sus
Protocolos Adicionales de 1977, la Convención sobre los Refugiados de 1951 y
su Protocolo de 1967, la Convención sobre la eliminación de todas las formas
de discriminación contra la mujer de 1979 y su Protocolo Facultativo de 1999
y la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño de 1989 y
sus dos Protocolos Facultativos de 25 de mayo de 2000, y a que tengan
presentes las disposiciones pertinentes del Estatuto de Roma de la Corte
Penal Internacional” y ““a que adopten medidas especiales para proteger a
las mujeres y las niñas de la violencia por razón de género, particularmente
la violación y otras formas de abusos sexuales, y todas las demás formas de
violencia en situaciones de conflicto armado100”.
Además la Resolución 1325, evidencia la responsabilidad de los Estados en poner fin a la
impunidad y sancionar a los responsables de todos los crímenes hacia las mujeres y que
pueden ser constitutivos de un crimen de guerra, de crímenes de lesa humanidad o de
genocidio, señalando la necesidad de excluirlos de la amnistías y otras políticas de
perdono y olvido. Posteriormente, en la Resolución 1820 de 2008 se reiteran estos
asuntos y se toman como marco legal de referencia las disposiciones en materia
contenidas en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y en los estatutos de
los demás tribunales penales internacionales especiales.
En ámbito americano, en la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra la mujer se establece que “toda mujer tiene derecho a una
vida libre de violencia, tanto en el ámbito público como en el privado”101 y afirma que
es el Estado quien tiene que adoptar políticas y programas específicos para que se
garantice este derecho y todos los demás a este relacionados102.
En el marco de estas normas específicas sobre la protección de las mujeres, se ha
dedicado particular atención a algunas categorías de delitos en específico, como, entre
ellos, la violencia sexual, la explotación sexual o el abuso sexual en el marco del
conflicto armado103. Estos tipos de crímenes constituyen formas particularmente
100 CONSEJO DE SEGURIDAD DE LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS (ONU), Resolucion
1325, (S/RES/1325), Aprobada por el Consejo de Seguridad en su sesión 4213ª, del 31 de
octubre de 2000.
101 Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer,
art. 3.
102 Ibídem. Véase Art. 7 y art. 8.
103 Ibídem , Art. 1 La Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra la mujer, define la violencia contra la mujer en su artículo 1 como “cualquier acción o
conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o
psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”, y precisa esta
definición en el artículo 2 aclarando que la violencia contra la mujer “incluye la violencia
física, sexual y psicológica (…) que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por
250
graves de vulneración de la dignidad humana y del derecho a la integridad personal, y
según lo ha reconocido la jurisprudencia internacional, puede llegar a configurar el
crimen de tortura si están dados los demás elementos requeridos, o bien una forma de
trato cruel, inhumano o degradante104.
Al mismo tiempo en el marco del Derecho Internacional Humanitario, numerosas son las
normas que pueden ser utilizadas como marco legal para la protección, la atención y la
reparación de las mujeres en el marco del conflicto.
En el artículo 3 común de los Convenios de Ginebra de 1949 se establece que:
“En caso de conflicto armado que no sea de índole internacional y que surja
en el territorio de una de las Altas Partes Contratantes cada una de las Partes
en conflicto tendrá la obligación de aplicar, como mínimo, las siguientes
disposiciones:
1) Las personas que no participen directamente en las hostilidades, (…), serán,
en todas las circunstancias, tratadas con humanidad, sin distinción alguna de
índole desfavorable basada en la raza, el color, la religión o la creencia, el
sexo, el nacimiento o la fortuna o cualquier otro criterio análogo.
A este respecto, se prohíben, en cualquier tiempo y lugar, por lo que atañe a las
personas arriba mencionadas:
c) los atentados contra la dignidad personal, especialmente los tratos
humillantes y degradantes; (…)”105
Esta norma, de por si fundamental, toma particular valor sobre todo si leída en conjunto
con el principio de distinción, norma de ius congens, en base a la cual se establece que
“No serán objeto de ataque la población civil como tal ni las personas civiles”106
Hay que resaltar la importancia de la introducción del enfoque de género107 en el
Estatuto de Roma y la atribución de la competencia de la Corte Penal Internacional a
conocer determinados crímenes en contra de las mujeres en situaciones de conflicto.
En específico, en el art.7 en que se define el concepto de crímenes de lesa humanidad
se incluyen algunos delitos contra las mujeres, en los siguientes términos:
“1. A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por “crimen de lesa
humanidad” cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte
cualquier persona y que comprende, entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de
personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual”, así como aquella violencia sexual
“que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, dondequiera que ocurra”.
104 Asamblea General de las Naciones Unidas, Resolución 3318 (XXIX) del 14 de diciembre de
1974. En el mismo sentido véase Corte Constitucional, Auto 092 de 2008.
105 En este sentido se señala el artículo 4-2-e del Protocolo Adicional II de 1977 a los Convenios de Ginebra
de 1949 que establece la prohibición de “los atentados contra la dignidad personal, en especial los tratos
humillantes y degradantes, la violación, la prostitución forzada y cualquier forma de atentado al pudor”.
106 Protocolo adicional I de 1977 - art. 51 N° 2. Protocolo adicional II de 1977 - art. 13 N° 2.
107 A este propósito es bien precisar que en el art. 7.3 Estatuto ceromiel término “género” se refiere a los dos
sexos, masculino y femenino, en el contexto de la sociedad. Sin embargo, en el presente Plan de
Salvaguarda nos referimos solamente al sexo femenino.
251
de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con
conocimiento de dicho ataque:
(…)
g) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo
forzado108, esterilización forzada o cualquier otra forma de violencia
sexual de gravedad comparable; (…)” (resaltado fuera del texto)”
Estos mismos tipos de delitos están incluidos en el artículo 8 del Estatuto donde se
define la categoría de crímenes de guerra y sin importar si se trata de conflicto
internacional o conflicto que no sean de índole internacional.
***
En relación a la situación de las mujeres en el marco del conflicto armado en Colombia,
la CIDH ha resaltado en diferentes ocasiones cómo el conflicto armado en Colombia
afecta de forma distinta a las mujeres que a los hombres, constituyen un factor que
agrava la discriminación y la violencia histórica que las mujeres colombianas han
vivido109. En el informe Las mujeres frente a la violencia y la discriminación derivadas
del conflicto armado en Colombia de 2006, la CIDH, después de haber analizado los
factores de discriminación histórica de las mujeres110, las distintas formas de violencia
a la que están sometidas y las consecuencias de estas en términos de violaciones de los
derechos humanos de las mujeres111, concluyó relevando la “una ausencia de una
política estatal integral y de servicios y programas coordinados y multidisciplinarios
para abordar el impacto específico del conflicto armado en las mujeres; detectó fallas
en el diagnóstico y prevención de las consecuencias del conflicto armado en las mujeres;
una perspectiva homogénea de las mujeres como grupo objeto y beneficiario de
protección y servicios estatales; vacíos en la atención humanitaria y los servicios de
apoyo a mujeres víctimas del desplazamiento forzado; obstáculos en el acceso a la
justicia de las mujeres víctimas de violencia y discriminación por el conflicto armado; la
necesidad de proteger y legitimar el trabajo de las defensoras de derechos humanos de
las mujeres; y deficiencias en los procesos de justicia y paz para proteger los derechos
de las mujeres en el contexto del conflicto armado”112.
En relación a la condición especial de las mujeres indígenas, la ONIC en el 2012 entregò
a la Representante Especial del Secretario General para Violencia Sexual en el marco de
los conflictos armados el informe “Mujeres indígenas, victimas invisibles del conflicto
armado en Colombia. La violencia sexual, una estrategia de guerra” en el cual se
expresa lo siguiente:
“[l]as mujeres somos cerca del 50% de la población indígena, también
sufrimos las consecuencias y el impacto del conflicto armado interno que vive
108 A este propósito,n el apartado 2del mismo artículo se precisa que “[p]or “embarazo forzado” se
entenderá el confinamiento ilícito de una mujer a la que se ha dejado embarazada por la fuerza, con la
intención de modificar la composición étnica de una población o de cometer otras violaciones graves del
derecho internacional. En modo alguno se entenderá que esta definición afecta a las normas de derecho
interno relativas al embarazo”;
109 CIDH, Las mujeres frente a la violencia y la discriminación derivadas del conflicto armado en
Colombia, OEA/Ser.L/V/II. Doc. 67, 2006, párr. 45.
110
Ibidem, parr. 46.
111
Ibídem,parr. 58-60.
112
CIDH, Capítulo V, Informe Anual 2009, Informe de Seguimiento Las Mujeres Frente la Violencia
y la Discriminación Derivadas del Conflicto Armado en Colombia, párr. 9.
252
el país y que de manera particular ha hecho de los pueblos indígenas las
principales víctimas de la guerra y la disputa por territorios de gran riqueza
por su biodiversidad, recursos bioenergéticos y mineros. Esta confrontación
ha traído consigo la militarización casi total de nuestros territorios.
Las mujeres sufrimos estos impactos por ser mujeres y por ser indígenas,
somos objeto de múltiples discriminaciones que se entrecruzan y nos hacen
altamente vulnerables.” 113
A nivel internacional y nacional se ha reconocido la importancia de la sentencia de la
Corte Constitucional T-025 y, sobretodo, del Auto 092 de 2008 con que se da seguimiento
a la sentencia con el propósito de ordenar al estado un enfoque diferencial en las
medidas de políticas públicas sobre prevención, protección y atención en relación a la
situación de las mujeres afectadas por el conflicto armado.
En el Auto 092 se ha resaltado la gravedad de la afectación de los derechos de las
mujeres en el marco del conflicto armado y como consecuencia de situaciones de
desplazamiento. En razón de lo anterior, las mujeres sufren un impacto diferencial de
estos dos contextos y tienen que lidiar con cargas materiales y psicológicas respeto a los
hombres que son víctimas del conflicto y del desplazamiento. Además, esta situación de
mayor perjuicio sufridos por las mujeres ha sido favorecida por la invisibilidad del
problema. En este sentido, la Corte denuncia la inercia de las instituciones estadales en
relevar el problema y elaborar políticas publica para responder y hacer cesar esta
situación.
La Corte, la Corte identifica dos órdenes de factores de riesgos que agudizan la situación
de victimización de las mujeres y que explican muy claramente que a raíz del impacto
desproporcionado del conflicto armado sobre este sector de la población se necesitan
acciones de prevención específicas. En específico, la Corte afirma que esta mayor
vulnerabilidad se genera:
“(…) a) por causa de su condición de género, las mujeres están expuestas a
riesgos particulares y vulnerabilidades específicas dentro del conflicto armado,
que a su vez son causas de desplazamiento, y por lo mismo explican en su
conjunto el impacto desproporcionado del desplazamiento forzado sobre las
mujeres114.
113
ONIC, “Mujeres indígenas, victimas invisibles del conflicto armado en Colombia. La violencia
sexual,
una
estrategia
de
guerra”,
2012,
disponible
en
http://cms.onic.org.co/wpcontent/uploads/downloads/2012/05/informe-violencia-sexual-mujeres-ind%C3%ADgenas-Colombia.pdf.
114
A este propósito la Corte identifica 10 factores de riesgos específicos: (i) el riesgo de violencia
sexual, explotación sexual o abuso sexual en el marco del conflicto armado; (ii) el riesgo de explotación o
esclavización para ejercer labores domésticas y roles considerados femeninos en una sociedad con rasgos
patriarcales, por parte de los actores armados ilegales; (iii) el riesgo de reclutamiento forzado de sus hijos e
hijas por los actores armados al margen de la ley, o de otro tipo de amenazas contra ellos, que se hace más
grave cuando la mujer es cabeza de familia; (iv) los riesgos derivados del contacto o de las relaciones
familiares o personales -voluntarias, accidentales o presuntas- con los integrantes de alguno de los grupos
armados ilegales que operan en el país o con miembros de la Fuerza Pública, principalmente por
señalamientos o retaliaciones efectuados a posteriori por los bandos ilegales enemigos; (v) los riesgos
derivados de su pertenencia a organizaciones sociales, comunitarias o políticas de mujeres, o de sus labores de
liderazgo y promoción de los derechos humanos en zonas afectadas por el conflicto armado; (vi) el riesgo de
persecución y asesinato por las estrategias de control coercitivo del comportamiento público y privado de las
personas que implementan los grupos armados ilegales en extensas áreas del territorio nacional; (vii) el riesgo
253
(…)
(b) (C)omo víctimas sobrevivientes de actos violentos que se ven forzadas a
asumir roles familiares, económicos y sociales distintos a los acostumbrados, las
mujeres deben sobrellevar cargas materiales y psicológicas de naturaleza
extrema y abrupta, que no afectan de igual manera a los hombres.”115
A propósito de estos factores de riesgo, la Corte ha evidenciado el Estado no ha
respondido no ha respondido de manera específica a los graves riesgos de género, en
sí mismos y como causas de desplazamiento forzado de la población.
Como consecuencia del impacto diferencial y agudizado del conflicto armado, la Corte
denuncia que el desplazamiento forzado ha afectado particularmente las mujeres y las
ha afectadas de manera manifiestamente desproporcionada, en términos cuantitativos y
cualitativos, en el marco contexto de por si grave que ha llevado la misma Corporación
a hablar de estado de cosas inconstitucional general116. A este propósito la Corte ha
identificado 18 (dieciocho) facetas de género que explican esta mayor afectación que
las mujeres sufren y que pueden agrupar en dos categorías principales:
“(1) los patrones de violencia y discriminación de género que de por sí
preexisten en la sociedad colombiana y que se ven intensificados
exponencialmente tanto por (a) las condiciones de vida de las mujeres
desplazadas, como por (b) el impacto diferencial y agravado de las fallas del
sistema oficial de atención a la población desplazada sobre las mujeres117, y
(2) los problemas y necesidades específicos de las mujeres desplazadas como
tales, que no son experimentados ni por las mujeres no desplazadas, ni por los
por el asesinato o desaparición de su proveedor económico o por la desintegración de sus grupos familiares y
de sus redes de apoyo material y social; (viii) el riesgo de ser despojadas de sus tierras y su patrimonio con
mayor facilidad por los actores armados ilegales dada su posición histórica ante la propiedad, especialmente
las propiedades inmuebles rurales; (ix) los riesgos derivados de la condición de discriminación y
vulnerabilidad acentuada de las mujeres indígenas y afro descendientes; y (x) el riesgo por la pérdida o
ausencia de su compañero o proveedor económico durante el proceso de desplazamiento.
115
Corte Constitucional, Auto 092 de 2008.
116
Corte, Sentencia T-025 de 2004.
117
De la primera categoría de facetas de genero hacen parte: (i) la violencia y el abuso sexuales,
incluida la prostitución forzada, la esclavitud sexual o la trata de personas con fines de explotación sexual; (ii)
la violencia intrafamiliar y la violencia comunitaria por motivos de género; (iii) el desconocimiento y
vulneración de su derecho a la salud y especialmente de sus derechos sexuales y reproductivos a todo nivel,
con particular gravedad en el caso de las niñas y adolescentes pero también de las mujeres gestantes y
lactantes; (iv) la asunción del rol de jefatura de hogar femenina sin las condiciones de subsistencia material
mínimas requeridas por el principio de dignidad humana, con especiales complicaciones en casos de mujeres
con niños pequeños, mujeres con problemas de salud, mujeres con discapacidad o adultas mayores; (v)
obstáculos agravados en el acceso al sistema educativo; (vi) obstáculos agravados en la inserción al sistema
económico y en el acceso a oportunidades laborales y productivas; (vii) la explotación doméstica y laboral,
incluida la trata de personas con fines de explotación económica; (viii) obstáculos agravados en el acceso a la
propiedad de la tierra y en la protección de su patrimonio hacia el futuro, especialmente en los planes de
retorno y reubicación; (ix) los cuadros de discriminación social aguda de las mujeres indígenas y
afrodescendientes desplazadas; (x) la violencia contra las mujeres líderes o que adquieren visibilidad pública
por sus labores de promoción social, cívica o de los derechos humanos; (xi) la discriminación en su inserción
a espacios públicos y políticos, con impacto especial sobre su derecho a la participación; y (xii) el
desconocimiento frontal de sus derechos como víctimas del conflicto armado a la justicia, la verdad, la
reparación y la garantía de no repetición.” CORTE CONSTITUCIONAL, Auto 092 de 2008.
254
hombres desplazados118.”119
Como ya resaltado anteriormente, la Corte reclama al Estado colombiano su inacción
y resalta que ello tiene la obligación constitucional de reconocer y responder, de
forma ágil, decidida, acelerada y efectiva, la situación de mayor afectación de los
derechos fundamentales de las mujeres frente al desplazamiento forzado en el marco
del conflicto armado. Con base en lo anterior la Corte ha ordenado que se adopten
las dos siguientes presunciones constitucionales120.
Por otro, la Corte ordena que se elaboren trece programas específicos de género121
en el marco de la política pública para la atención al desplazamiento forzado que se
había debido haber puesto en marcha. Además, la Corte indica para cada programa
15 quince elementos mínimos de racionalidad para especificar la situación fáctica y
los parámetros jurídicos constitucionales a los cuales cada programa debe responder
en su diseño e implementación.
118
De la segunda categoría de facetas de genero hacen parte : “(xiii) los especiales requerimientos de
atención y acompañamiento psicosocial de las mujeres desplazadas, que se han visto gravemente
insatisfechos; (xiv) problemas específicos de las mujeres ante el sistema oficial de registro de la población
desplazada, así como ante el proceso de caracterización; (xv) problemas de accesibilidad de las mujeres al
sistema de atención a la población desplazada; (xvi) una alta frecuencia de funcionarios no capacitados para
atender a las mujeres desplazadas, o abiertamente hostiles e insensibles a su situación; (xvii) el enfoque a
menudo “familista” del sistema de atención a la población desplazada, que descuida la atención de un
altísimo número de mujeres desplazadas que no son cabezas de familia; y (xviii) la reticencia estructural del
sistema de atención a otorgar la prórroga de la Atención Humanitaria de Emergencia a las mujeres que
llenan las condiciones para recibirla.” CORTE CONSTITUCIONAL, ibídem.
CORTE CONSTITUCIONAL, ibídem.
119
120
Esta dos presunciones son:” a. La presunción constitucional de vulnerabilidad acentuada de las
mujeres desplazadas, para efectos de su acceso a los distintos componentes del SNAIPD y de la
valoración integral de su situación por parte de los funcionarios competentes para atenderlas; y
b. La presunción constitucional de prórroga automática de la ayuda humanitaria de emergencia a
favor de las mujeres desplazadas, hasta que se compruebe la autosuficiencia integral y en condiciones de
dignidad de cada mujer en particular”. Ibídem.
121
a. El Programa de Prevención del Impacto de Género Desproporcionado del Desplazamiento,
mediante la Prevención de los Riesgos Extraordinarios de Género en el marco del Conflicto Armado. b. El
Programa de Prevención de la Violencia Sexual contra la Mujer Desplazada y de Atención Integral a sus
Víctimas. c. El Programa de Prevención de la Violencia Intrafamiliar y Comunitaria contra la Mujer
Desplazada y de Atención Integral a sus Víctimas. d. El Programa de Promoción de la Salud de las Mujeres
Desplazadas. e. El Programa de Apoyo a las Mujeres Desplazadas que son Jefes de Hogar, de Facilitación del
Acceso a Oportunidades Laborales y Productivas y de Prevención de la Explotación Doméstica y Laboral de la
Mujer Desplazada. f. El Programa de Apoyo Educativo para las Mujeres Desplazadas Mayores de 15 Años. g.
El Programa de Facilitación del Acceso a la Propiedad de la Tierra por las Mujeres Desplazadas. h. El
Programa de Protección de los Derechos de las Mujeres Indígenas Desplazadas i. El Programa de Protección
de los Derechos de las Mujeres Afrodescendientes Desplazadas. j. El Programa de Promoción de la
Participación de la Mujer Desplazada y de Prevención de la Violencia contra las Mujeres Líderes o que
adquieren Visibilidad Pública por sus Labores de Promoción Social, Cívica o de los Derechos Humanos. k. El
Programa de Garantía de los Derechos de las Mujeres Desplazadas como Víctimas del Conflicto Armado a la
Justicia, la Verdad, la Reparación y la No Repetición. l. El Programa de Acompañamiento Psicosocial para
Mujeres Desplazadas. m. El Programa de Eliminación de las Barreras de Acceso al Sistema de Protección por
las Mujeres Desplazadas.
255
Además de definir el marco general de afectaciones y las acciones que el Estado
debe adoptar para que se realice el enfoque diferencial basado en el género en la
política pública de atención a la población desplazada, la Corte evidencia que, en el
marco de la situación que toma en análisis, hay grupos de mujeres que sufren una
mayor afectación y son mayormente vulnerables frente los factores de riesgo.
En este sentido, La Corte resalta la gravedad de la situación de las mujeres indígenas
en el marco del conflicto y con posterioridad al desplazamiento, y explica que:
“IV.B.1.9.1. Las mujeres indígenas y afrodescendientes desplazadas enfrentan
un factor de discriminación adicional derivado de su pertenencia étnica,
que en la práctica agrava las discriminaciones, riesgos e inequidades que
soportan por sus condiciones de género y desplazamiento. En otras palabras,
tanto los riesgos de género presentes en el conflicto armado como las
facetas de género del desplazamiento interno se acentúan, exacerban y
profundizan en el caso de las mujeres que pertenecen a estos grupos
étnicos. Ello se deriva tanto de la exclusión y marginación que viven los
grupos étnicos del país, como de las estructuras socioeconómicas
discriminatorias y racistas prevalecientes, y de la desintegración de sus redes
sociales, comunitarias y culturales de apoyo con motivo del desplazamiento;
todo ello redunda en que las mujeres indígenas y afrocolombianas
desplazadas sufren un triple proceso de discriminación por ser mujeres, por
haber sido desplazadas, y por pertenecer a grupos étnicos.
IV.B.1.9.2. Parte importante del problema es la invisibilidad de esta
condición de discriminación reforzada. No existen medidas oficiales para
visibilizar estos cuadros agudos de vulnerabilidad, ni para comprender el rol
femenino específico que cumplen las mujeres indígenas o afrodescendientes
en su respectiva comunidad, y los impactos que surte el desplazamiento
forzado sobre el ejercicio del mismo.
IV.B.1.9.3. Las mujeres indígenas corresponden al 3.7% de las mujeres
desplazadas inscritas en el RUPD, de acuerdo con los datos presentados por la
Comisión de Seguimiento a la Política Pública sobre el Desplazamiento
Forzado en su informe de febrero de 2008, basado en la Encuesta Nacional de
Verificación. Una alta proporción de las mujeres indígenas son analfabetas, o
no saben hablar en español; según se informa a la Corte, “la mayoría de las
mujeres adultas son analfabetas en castellano, bien sea porque no hablan ese
idioma o porque no tienen oportunidades educativas en programas de
etnoeducación para adultas”. Su condición étnica constituye un factor que
agrava los impactos de por sí perniciosos del desplazamiento
forzado;(…)”.
Esta situación de discriminación reforzada que sufren las mujeres indígenas en el
marco del conflicto y del consecuente desplazamiento constituye una violación de
los derechos fundamentales contemplados en la Constitución Política. En este
sentido, la Corte subraya la obligación del Estado de promover las condiciones para
256
que la igualdad sea real y efectiva122 y de reconocer y proteger la diversidad
étnica y cultural de la Nación colombiana123. Es en este sentido que la Corte
ordena el diseño y actuación de un Programa de Protección de los Derechos de las
Mujeres Indígenas Desplazadas124.
El Auto 092 de 2008 representa hoy día el instrumento nacional más importante en que
se visibilizan las violaciones de los derechos de las mujeres por el conflicto y se dispone
el diseño y la actuación de medidas específica para la prevención y atención a las
víctimas de dichos delitos. Sin embargo, no obstante no exista una evaluación general
del estado de actuación del Auto 092, diferentes fuentes registran el no cumplimiento
por parte del Estado de las ordenes en ello impartidas por la Corte.
Siempre en el 2008, la Corte se pronuncia por medio del Auto 237 sobre el
incumplimiento de las órdenes impartidas en el Auto 092 de 2008. En esta ocasión la
Corta destaca que las medidas que había individuado en su precedente dictamen no
habían sido iniciadas, sobretodo en relación con los 13 programas específicos de
protección y atención de las mujeres en situación de desplazamiento. Por esta razón, la
Corte reitera su posición y ordena adoptar formalmente los “Lineamientos para un Plan
Integral de prevención y protección del impacto desproporcionado y diferencial del
desplazamiento forzado sobre las mujeres colombianas”, en su integridad, y con la
totalidad de las propuestas allí incluidasǁ que habían sido entregados por diferentes
organizaciones de la sociedad civil a la Corte Constitucional.
En el informe “Balance de la implementación del programa de promoción de la
participación de la mujer desplazada y de prevención de la violencia sociopolítica
contra las mujeres líderes de población desplazada; en el marco de las órdenes
proferidas por la honorable corte constitucional en el auto 092 de 2008 y siguientes”125
122
123
CP, Art.13 Superior.
CP, Art. 7.
124
Este Programa debe ser fundamentados sobre los siguientes quince elementos mínimos de
racionalidad expresamente fijados por el Auto 092: 1. Especificidad individual del Programa. 2. Definición de
metas puntuales a corto, mediano y largo plazo, basadas en el goce efectivo de los derechos fundamentales
a garantizar.
3. Cronograma acelerado de implementación. 4. Presupuesto suficiente y oportunamente
disponible. 5. Cobertura material suficiente. 6. Garantías de continuidad hacia el futuro. 7. Adopción e
implementación de indicadores de resultado, basados en el criterio del goce efectivo de los derechos
fundamentales de las mujeres indígenas desplazadas por el conflicto armado. 8. Diseño e implementación de
mecanismos e instrumentos específicos de coordinación interinstitucional. 9. Desarrollo e implementación de
mecanismos de evaluación y seguimiento. 10. Diseño e implementación de instrumentos de corrección
oportuna frente a estancamientos o retrocesos en el cumplimiento de las metas del Programa. 11. Diseño e
implementación de mecanismos internos de respuesta ágil y oportuna a las quejas o solicitudes puntuales de
atención presentadas por la población desplazada. 12. Diseño e implementación de mecanismos de
divulgación periódica de información para la población desplazada, y específicamente para las mujeres
indígenas desplazadas, sobre los procedimientos, las responsabilidades institucionales, y las metas
institucionales en el marco de este programa. 13. Armonización con los demás elementos de la política
pública e integración formal a la misma, a cargo de Acción Social, mediante los procedimientos
administrativos a los que haya lugar. 14. Apropiación nacional y autonomía. 15. Armonización con otros
procesos y programas que se adelantan por el Gobierno Nacional o por otras autoridades, tales como el
proceso de la Ley de Justicia y Paz, u otros que sean relevantes, pero siempre manteniendo su autonomía
propia.
125
MESA NACIONAL DE SEGUIMIENTO AL AUTO 092, “Balance de la implementación del
programa de promoción de la participación de la mujer desplazada y de prevención de la violencia
257
del 2011 elaborado por la Mesa Nacional de seguimiento al Auto 092, se evidencian las
amenazas y peligros que enfrentan actualmente las mujeres líderes víctimas de
desplazamiento y la preocupación profunda de las organizaciones que hacen parte de la
Mesa con respecto al incremento de ataques a las mujeres y organizaciones de población
desplazada, así como a organizaciones acompañantes en razón a su participación activa
en los procesos de exigibilidad de sus derechos. En relación con el anterior se destaca
que:
“La Mesa considera que no se identifica ningún avance significativo en el
diseño y la implementación del programa y sus dos componentes, por el
contrario las situaciones fácticas que dieron origen a la orden de creación de
este programa por parte de la Corte Constitucional permanecen y se
recrudecen. Esto en razón a tres puntos específicos: 1. El programa no cumple
con los mínimos de racionalidad en su conjunto; 2. Los avances que se han dado
son parciales pero no cumplen con los criterios señalados por la Corte
Constitucional en el Auto; 3. Dado que el proceso ha sido lento no ha logrado
impactar a las Entidades Territoriales lo que profundiza las dificultades de las
mujeres para interlocutar en términos de garantía y respecto de sus derechos
como víctimas del conflicto armado.
La Mesa observa que pese a la normatividad vigente y a los múltiples llamados
que han hecho las organizaciones sociales y la comunidad internacional, para
garantizar a las mujeres espacios seguros para ejercer su derecho a la
participación; el Estado colombiano aún está en mora de establecer
parámetros, lineamientos y acciones puntuales, que en su calidad de
garante de derechos está obligado a brindar, en general a todas las
personas habitantes de Colombia, y en particular a las víctimas del
conflicto armado cuya mayoría son mujeres víctimas del delito de
desplazamiento forzado.”126 (Resaltado fuera del texto)
Estas preocupaciones están contenidas también en los informes127 de seguimiento al
Auto 092 publicados anualmente siempre por la Mesa Nacional de seguimiento al Auto
092. En estos documentos se resalta:
“la ausencia de una política integral y coordinada que tenga como
sociopolítica contra las mujeres líderes de población desplazada; en el marco de las órdenes proferidas por
la honorable corte constitucional en el auto 092 de 2008 y siguientes”, Marzo de 2011, disponible en
http://memoriaydignidad.org/memoriaydignidad/images/mujeres/documentos-relacionados-mujeres/34Balance-implementacion-programa-promocion-participacion-mujer-desplazada.pdf
126
Ibidem, p. 42
127
MESA NACIONAL DE SEGUIMIENTO AL AUTO 092, “Primer informe de seguimiento al
cumplimiento de la orden del auto 092 referida al anexo reservado de 183 reportes de violencia sexual”,
enero 2009, disponible en http://www.viva.org.co/cajavirtual/svc0144/articulo0029.pdf; MESA
NACIONAL DE SEGUIMIENTO AL AUTO 092, “Tercer informe de seguimiento al auto 092 de 2008”, Junio
2010,
disponible
en
http://www.dejusticia.org/index.php?modo=interna&tema=justicia_transicional&publicacion=816
; MESA NACIONAL DE SEGUIMIENTO AL AUTO 092, “Cuarto informe de seguimiento al auto 092 de 2008.
Acceso a la justicia para mujeres víctimas de violencia sexual”, Mayo 2011, disponible en
http://www.dejusticia.org/index.php?modo=interna&tema=justicia_transicional&publicacion=985.
258
finalidad enfrentar la impunidad, y garantizar el acceso a la justicia y la
debida diligencia en la prevención, investigación, juzgamiento, sanción y
reparación de las violaciones a los derechos humanos, y en particular de la
violencia sexual ocurrida en el contexto del conflicto, constituye el
incumplimiento de las obligaciones del Estado derivadas del derecho a la
justicia, y propicia su continuidad.
(…)
El Estado ha incumplido su obligación de prevenir los riesgos que pueden
derivarse de la participación procesal de las víctimas. Los programas de
protección y las medidas implementadas por estos no han sido eficaces,
persisten los obstáculos para su acceso y deficiencias en la implementación
de las medidas de protección; adicionalmente, el trámite para la
vinculación de las mujeres a los programas ha sido discriminatorio y
revictimizante. Todo ello da cuenta del incumplimiento del Estado de su
obligación de garantizar la seguridad de las mujeres, ante las situaciones de
riesgo y amenaza que enfrentan. ”128
De estos estudios de seguimiento del Auto 092 se desprende que, hasta la fecha, el
Estado colombiano no se ha activado de forma eficaz para dar cumplimiento a las
órdenes de las Corte y, de forma más general, no se ha restaurado todavía el estado
de cosas constitucional que es el objetivo último de la sentencia T-025 de 2004 y
todos los Autos de seguimiento a esta.
Además, tampoco la Ley 1448 sobre reparación de las víctimas y restitución de
tierras y el decreto 4633 que reglamenta esta materia en relación con los pueblos
indígenas. Por un lado, en estos instrumentos se introduce un enfoque de género
transversal a todas las temáticas y se prevén medidas específicas para la reparación y
la restitución de tierra a las mujeres víctimas del conflicto. Sin embargo, en estos
textos legislativos la reparación a las mujeres se trata sobre todo a través de
medidas de tipo administrativos o a través de la priorización de estas en los
diferentes programas y acciones que se predisponen para toda la población víctima.
En este sentido parece que, en la Ley 1448 y en el decreto 4633, la simple mención
de los derechos de las mujeres y la simple priorización en algunos programas sean
garantías y medidas suficientes para responder para garantizar la reparación, la
atención y el acceso a la justicia ya otros derechos/servicios por parte de las
mujeres. Sin embargo, esto no es suficiente en cuanto “los mecanismos de
reparación no pueden reducirse simplemente en “devolver a las víctimas a la
situación en la que se encontraban con anterioridad a la violación de sus derechos”,
sin superar las causas de exclusión e inequidad, “ya que pretendería devolver a las
víctimas a una situación de vulnerabilidad y carencias, y dejaría intactos los factores
que permitieron su victimización. En esa medida, las reparaciones deben ser
comprendidas como una oportunidad no sólo para enfrentar los daños ocasionados
por los crímenes atroces, sino también para superar las condiciones de exclusión de
las víctimas, ya que si esas condiciones no son modificadas, difícilmente podrían
prevenirse crímenes similares en el futuro.”129
Teniendo en cuenta de todo lo expuesto en esta sección, en el presente Plan de
Salvaguarda se considera absolutamente necesario introducir líneas de acción y
128
129
259
MESA NACIONAL DE SEGUIMIENTO AL AUTO 092, Tercer informe, p. 30.
CORTE CONSTITUCIONAL, Auto 237 de 2008
programas que tenga en cuenta de la situación de mayor vulneración sufrida por las
mujeres indígenas en el marco del conflicto, con el fin de direccionar las políticas
estadales hacia el cumplimento delas ordenes de la sentencia T-025 y del Auto 092 y
garantizar la efectiva participación del pueblo Nasa en el diseño de estas.
l) El mínimo legal del Plan es lo que ha dicho la Corte Constitucional y la Corte
Interamericana de Derechos Humanos
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha ratificado el plantemiento de los
pueblos indígenas, en el sentido de que los territorios de los indígenas son los que hoy
tienen en su poder, pero también son los que les han quitado. La Corte dijo: si los
indígenas tienen un título, eso está bien; pero si se les perdió el título o si nunca lo
tuvieron, no importa; porque si los pueblos indígenas no tienen título, el solo hecho de
que estén y hayan estado ahí es suficiente prueba. La posesión ancestral es prueba
suficiente.
Lo segundo que dijo la Corte fue mas interesante: restituir es devolver. La Corte
Interamericana dijo: incluso si las tierras de un indígena están en manos de alguien que
tiene una escritura pública legal, el estado tiene que hacer las acciones para devolverle
la tierra a los indígenas. Cuando decimos que esos derechos están ya reconocidos
significa que vamos a utilizar esos derechos en el Plan de Salvaguarda. La Corte
Interamericana dijo que tenía que ser con un procedimiento expedito.
El segundo punto jurídico que vamos a utilizar es el de Consentimiento previo, libre e
informado. Tienen que ser consultadas y autorizadas; porque, ¿qué pasa cuando llega
una explotación petrolera? lo primero que llega son los que cobran impuestos y después
llegan los otros. Las obras de infraestructura generan violencia política. El Plan es para
que la violencia política no nos afecte. El primer criterio en el Plan es que nada se hace
sin que autoricemos. Nada se puede hacer en territorio nasa si el pueblo nasa no
autoriza. Nos basamos no sólo en las definiciones de los nasa sino en sentencias de la
Corte Interamericana y de la Corte Constitucional.
El Consentimiento previo, libre e informado se aplica en los siguientes casos: Planes de
Desarrollo que tengan mayor impacto, inversiones a gran escala que tengan gran
impacto; en caso de traslado o reubicación; en caso de revertimiento de desechos
tóxicos; cuando hay impacto ambiental. En estos casos el consentimiento es obligatorio.
El principio acordado por los Nasa en el proceso de consulta fue: “Toda la nación nasa
debe pararse como nación para decir que una empresa no puede entrar, porque el
territorio es uno solo, el territorio es nuestro; el que se metió con los nasa del
Putumayo, se metió con toda la Nación nasa”.
m) Responsabilidad estatal y excepción de inconstitucionalidad
La autonomía de la Nación Nasa no anula de responsabilidad del Estado, tanto como
responsable de la victimización. Como se ha señalado a lo largo del presente Plan de
Salvaguarda, uno de los principios fundamentales de la Constitución Política es que el
Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación. Por un lado, esto
comporta que el reconocimiento de un estatus especial de protección de las
260
comunidades étnicas para que estas puedan actuar según sus propios usos y costumbres,
como manifestación de una de las diferentes facetas que constituyen las identidades
culturales de Colombia. Por otro lado, esto implica que el Estado debe actuar
concretamente para hacer que este reconocimiento sea efectivo y tiene que garantizar
que existan las condiciones para que las diferentes expresiones culturales puedan
desarrollarse de conformidad con el mandato constitucional.
De acuerdo lo anterior, la Corte Constitucional se ha pronunciado en diferentes
ocasiones alrededor de este principio individuando una serie de derechos que se
desprenden del principio de protección de la diversidad étnica y cultural130. Al respeto
se ha reiterado en diferentes ocasiones que dichos derechos no hay que interpretarlos
como un simple listado de atribuciones formales reconocidas a favor de los pueblos
indígenas, sino como la configuración de un marco de observancia obligatoria, que
cualquier autoridad estatal tiene la responsabilidad de respetar e implementar. Al
respecto en la sentencia T-704 de 2006, la Corte se expresa en los siguientes términos:
“Justamente en este sentido se habla de la dimensión objetiva de los
derechos
constitucionales
fundamentales.
Que
los
derechos
constitucionales fundamentales se consignen en documentos jurídicos
significa un gran paso en orden a obtener su cumplimiento, pero no es
suficiente. Es preciso el despliegue de todo un conjunto de medidas,
tareas y actuaciones por parte del Estado – tanto en el nivel nacional
como en el territorial - orientadas a garantizar la plena efectividad de
estos derechos en la práctica. La Carta Democrática redactada en el marco
de la Organización de los Estados Americanos, por ejemplo, se ha
130 En la Sentencia T-704 de 2006, la Corte hace una recapitulación de las sentencias que hasta
entonces habían sido emitidas y en que definen el alcances de los derechos conectados con el
principio de la protección étnica y cultural, en los siguientes términos” “El abundante
desarrollo doctrinal que ha realizado la Corte Constitucional por medio de su jurisprudencia,
tanto en sede de revisión de tutelas, como en sede de constitucionalidad, ha extendido a las
comunidades indígenas, en tanto sujetos de derechos colectivos, la titularidad de una amplia
gama de derechos fundamentales. Dentro de estos derechos se encuentran, por ejemplo: (i)
el derecho a la integridad étnica y cultural. Al respecto ver, entre otras, las sentencias T-428
de 1992;T-528 de 1992; C-169 de 2001; C-620 de 2003; SU-383 de 2003; C-401 de 2005; (ii) el
derecho a la supervivencia cultural y el derecho a la preservación del hábitat natural de los
pueblos indígenas. Sobre este tema ver entre otras las sentencias T-405 de 1993; SU-039 de
1997; C-169 de 2001; T-1117 de 2002; C-620 de 2003; SU-383 de 2003; C-401 de 2005.; (iv) el
derecho a la propiedad colectiva de las comunidades indígenas. Al respecto se puede
consultar entre otras las sentencias T-188 de 1993; T-652 de 1998; Sentencia C-180 de 2005;
(v) el derecho a la propiedad colectiva sobre la tierra habitada por la comunidad indígena Al
respecto se puede consultar entre otras las sentencias T-188 de 1993; T-652 de 1998;
Sentencia C-180 de 2005; (vi) el derecho de los pueblos indígenas a configurar sus propias
instituciones jurídicas Ver por ejemplo la sentencia T-1127 de 2001; el derecho de los pueblos
indígenas a administrar justicia en su territorio y a regirse por sus propias normas y
procedimientos Ver entre otras sentencias T-254 de 1994; T-349 de 1996; T-523 de 1997; T1121 de 2001; T-782 de 2002; T-811 de 2004; (vii) el derecho de las comunidades indígenas a
determinarse por su cosmovisión religiosa y a hacerla valer ante terceros. Se pueden
consultar entre otras las sentencias T-257 de 1993; T-324 de 1994; SU-510 de 1998; (viii) el
derecho a participar en la toma de decisiones que puedan afectarlos Ver entre otras
sentencias SU-039 de 1997; C-418 de 2001; C-891 de 2002; C-620 de 2003 y SU-383 de 2003;
el derecho a acudir a la justicia como comunidad, ver sentencias T-380 de 1993; C-058 de
1994; T-349 de 1996; T-496 de 1996; SU-039 de 1997; SU- 510 de 1998; T-652 de 1998.”
261
pronunciado también en esa dirección y ha resaltado la necesidad de
procurar las condiciones y de ambientar las circunstancias para lograr la
efectividad de la democracia en la realidad.
(…)
No es suficiente, por tanto, que la Constitución, los Pactos Internacionales
aprobados y ratificados por Colombia establezcan un conjunto de derechos
por medio de los cuales se afirme el reconocimiento y protección del
derecho a la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas. Es
preciso que se garanticen también las vías para hacer factible este
derecho en la práctica. De lo contrario, el derecho constitucional
fundamental al reconocimiento y debida protección de la diversidad
étnica y cultural de los pueblos indígenas correría el riesgo de verse
convertido en letra muerta. De ahí la estrecha conexión entre los derechos
políticos y civiles, los derechos sociales económicos y culturales y los
derechos colectivos. La realización efectiva de los derechos sociales es
conditio sine qua non para garantizar el goce del derecho constitucional
fundamental al reconocimiento y debida protección de la diversidad
étnica y cultural de los pueblos indígenas. Para ponerlo en otros
términos: sin la garantía de cumplimiento de los derechos sociales, el
derecho constitucional fundamental al reconocimiento y debida protección
de la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas se vería por
entero vaciado de contenido.” (Resaltado fuera del texto)
Interpretando de esta forma los principios de diversidad étnica y cultural, se
comprende que el Estado tiene el deber de velar la efectiva realización de los
derechos
reconocidos a los pueblos indígenas como sujetos colectivos de
derecho131. Esto significa que se deben poner en acto todas las medidas necesarias
para la protección de los pueblos indígenas, garantizar los recursos económicos para
el cumplimento de sus derechos y al mismo tiempo remover los obstáculos que
impiden el pleno goce de los mismos.
La base para garantizar la persistencia de la identidad cultural y espiritual de la
Nación Nasa es el efectivo cumplimiento de los derechos de libre determinación,
autonomía y autogobierno, que a nivel nacional e internacional están reconocidos y
protegidos. El concepto de diversidad étnica y cultural está estrictamente
relacionado con el respeto y la protección de las representaciones de vida, las
concepciones del mundo y las formas organizativas propias que la mayoría de las
veces resultan enormemente distantes del implante ideológico, social, político,
económico, jurídico e institucional de la sociedad dominante.132 En este sentido,
por lo que se ha visto anteriormente, el Estado tiene la obligación de garantizar que
cada pueblo indígena se organice y se gobierne de acuerdo a su cultura y
cosmovisión.
131
Sentencia T-380 de 1993.
132 En este sentido se expresa la Corte Constitucional en la Sentencia T-129 de 2001, afirmando
que la diversidad cultural “está relacionada con las representaciones de vida y concepciones
del mundo que la mayoría de las veces no son sincrónicas con las costumbres dominantes o el
arquetipo mayoritario en la organización política, social, económica, productiva o incluso de
religión, raza, lengua, etc. Lo cual refuerza la necesidad de protección del Estado sobre la
base de la protección a la multiculturalidad y a las minorías.”
262
Sin embargo vale precisar que los derechos a la autonomía y autogobierno no pueden
ser invocados, bajo ninguna circunstancia, por parte del Estado como limitaciones
para el cumplimiento de su obligación de ser garante de los derechos fundamentales,
colectivos e individuales, de los pueblos indígenas. Respetar la autonomía de los
pueblos indígenas no significa el Estado deja de ser responsable de la actuación de
los derechos fundamentales. A este propósito, se hace especial referencia al
cumplimento de los derechos económicos y sociales. El Estado no puede alegar que
estos son de competencia de los órganos de autogobierno y por eso toca a ellos
garantizar su protección y realización, sino debe garantizar el cumplimento de los
mismos asegurando el respeto de la dimensión cultural de estos y el utilizo de las
instituciones y políticas propia. Esto significa que el Estado tiene que garantizar los
recursos económicos necesarios para que los órganos de gobierno propio puedan
adoptar medidas y actuar programas que garanticen el goce de los derechos civiles,
políticos, económicos y sociales de los integrantes de sus comunidades.
En este sentido la Corte Constitucional se ha expresado de forma muy clara, en los
siguientes términos
“… es deber del Estado garantizar la disponibilidad de recursos, emitir un
grupo de medidas y realizar un conjunto de tareas y actuaciones dirigidas a
asegurar que se cumplan las condiciones para hacer efectivos los derechos
constitucionales fundamentales. Las omisiones del Estado en relación con
este propósito puede acarrear el grave desconocimiento de estos
derechos. No cosa distinta se desprende de lo establecido en el Convenio
169 de 1989 de la OIT133, en la Declaración Universal de los Pueblos
Indígenas y en la jurisprudencia reiterada de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos. Como tuvo oportunidad de indicarlo la Sala en párrafos
precedentes, el Convenio, la Declaración y la jurisprudencia del Tribunal
asentado en San José de Costa Rica exigen que el Estado proporcione a las
comunidades indígenas los recursos suficientes, que tanto en el ámbito
nacional como en el territorial se adopten las medidas pertinentes y se
desplieguen actuaciones conducentes a asegurar una efectiva
participación de las comunidades indígenas en los asuntos que puedan
afectar sus intereses y puedan hacerlo de manera autónoma, sin
imposiciones, del modo que mejor concuerde con sus propias tradiciones
e instituciones.
(…)
De acuerdo con lo expuesto en párrafos anteriores, a la Sala le interesa
destacar que una comunidad indígena que no tenga a su disposición los
recursos básicos para realizar sus derechos constitucionales fundamentales a
la salud, a la vivienda digna, a la educación, a disponer de agua potable, no
está recibiendo un trato digno y se está desconociendo el derecho
constitucional fundamental de la colectividad. Es más, corre el riesgo de
sufrir una discriminación injustificada por pertenencia a una cultura
determinada cuando las posibilidades de hacer efectivos sus derechos
133 A este propósito el Convenio 169 de la OIT hace expresa referencia a la obligación del Estado
a garantizar los recursos para que a los pueblos indígenas puedan tener garantizados los
derechos a la salud (art. 25)y educación(art. 26 y 27), en conformidad con sus culturas,
tradiciones, usos y costumbres. Esto en cumplimento de los derechos a la igualdad, no
discriminación y a la identidad cultural. (nota fuera del texto)
263
constitucionales fundamentales se contrastan con las que tienen otros
sectores de la población.
Aquí es preciso recordar que la situación de abandono y de pobreza en que
se encuentran por lo general los pueblos indígenas – durante siglos objeto
de la imposición o de la indiferencia estatal – y la falta de realización en
la práctica de sus derechos constitucionales fundamentales puede llegar a
diezmar de manera considerable el derecho que tienen las comunidades
indígenas a participar de manera activa y consciente en el manejo de los
asuntos que los afectan y termina por desconocer de facto el derecho
constitucional fundamental al reconocimiento y debida protección de la
diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas. Puede, incluso,
conducir a la extinción misma de los pueblos indígenas.
(…)
Ahora bien, para nadie es una novedad que el ejercicio de los derechos que
les confiere la Constitución, los Tratados Internacionales y la jurisprudencia
nacional e internacional a las comunidades indígenas pueden originar
tensiones y conflictos en distintos ámbitos. Estas tensiones son
inevitables y se presentan una y otra vez en el acontecer nacional. Lo
anterior, empero, no puede servir de excusa para que el Estado – sea en
el nivel nacional o en el nivel territorial – descuide el compromiso que la
Constitución consigna a favor de la necesidad de garantizar los derechos
constitucionales fundamentales de los pueblos indígenas y de asegurarles
su activa participación en las políticas – tanto de índole legislativo como
administrativo – que puedan afectar sus intereses. Este compromiso en
cabeza de las entidades estatales no sólo envuelve la obligación de
abstenerse de desconocer los derechos constitucionales fundamentales de
los pueblos indígenas (deberes de orden negativo). Exige también, bajo el
enfoque de garantizar el libre ejercicio – pleno y efectivo - de tales
derechos, que el Estado adopte todas las medidas apropiadas para que los
derechos se hagan realidad en la práctica (deberes de orden positivo).”134
(Resaltado fuera del texto)
Es importante subrayar, como en estos pocos párrafos la Corte evidencia muy claramente
cuáles son las obligaciones del Estado en relación a su papel de garante de los derechos
fundamentales. En este sentido debe: i) reconocer y proteger los derechos de los
pueblos indígenas, ii) garantizar su efectivo cumplimiento, de acuerdo con las normas
internacionales que ha aceptado en su ordenamiento interno; iii) garantizar los recursos
necesarios para la realización de las medidas necesarias para que estos derechos sean
realmente alcanzados; iv) garantizar el respeto los derechos a la identidad cultural, a la
autonomía y a la autogobierno y hacer en modo que sean directamente los pueblos
indígenas quien tenga el manejo de los recursos para asegurar que las acciones puestas
en marcha para la realización de sus derechos sean efectivamente concordes a sus
propias tradiciones e instituciones.
Hasta ahora la respuesta del Estado colombiano frente la necesidad de poner en marcha
esta efectiva realización de los derechos de los pueblos indígenas ha sido insatisfactoria.
De hecho, en los últimas décadas se ha registrado un importante incremento de los
instrumentos legislativos y administrativos que regulan varios aspectos del
134
264
SentenciaT-704 de 2006
reconocimiento y protección de los pueblos indígenas. Desafortunadamente, esto no ha
coincidido con la real puesta en marcha de medidas eficaces en este sentido. Sobre este
punto, en el 2004, el anterior Relator destacó que“la precaria situación de los derechos
humanos de los pueblos indígenas en Colombia refleja el desfase entre una legislación
nacional avanzada y la poca efectividad real de las instituciones encargadas de su
protección, en el marco de un conflicto armado interno en el cual participan numerosos
contendientes cuya acción incide en las posibilidades den supervivencia de las
comunidades autóctonas135” (Subrayado fuera del texto. En ese mismo sentido, la
Corte Constitucional el Auto004 de 2009 ha puesto un énfasis en el hecho que “[l]a
respuesta de las autoridades estatales a la crítica situación […] se ha dado
principalmente a través de la expedición de normas, políticas y documentos formales,
los cuales, a pesar de su valor, han tenido repercusiones prácticas precarias”136. Un
ejemplo muy representativo de esta realidad se puede encontrar en el Sistema de
Alertas Tempranas (SAT) de la Defensoría del Pueblo, mecanismo que ha sido puesto en
marcha para la identificación y prevención de violaciones de los derechos humanos e
infracciones al derecho internacional humanitario contra los pueblos indígenas. Sin
embargo, Este programa no está teniendo el impacto esperado y las recomendaciones,
que vienen presentadas para evitar futuras violaciones de los derechos humanos, no
siempre han recibido la adecuada consideración y respuesta de los órganos encargados
de poner en marcha medidas de protección137.
La responsabilidad del Estado de ser garante de los derechos de los pueblos indígenas no
es solamente relacionada a una dimensión general de protección. En otras palabras, el
Estado colombiano no debe solamente garantizar la realización del marco legal y
normativo existente en materia como expresión del pluralismo étnico y del
multiculturalismo consagrados en la Constitución Política, sino debe tener cuenta
también del contexto histórico y social en que este tiene que ser alcanzado. Como la
misma Corte ha evidenciado, no se puede trascender de la situación de discriminación,
marginalización e indiferencia institucional en que los pueblos indígenas han vivido
históricamente en Colombia. Y esta situación es aún más exacerbada e intensificada por
causa del conflicto armado interno que aflige al país.
A este propósito, en el Auto 004 de 2009, la Corte Constitucional afirma que los pueblos
indígenas sufren alarmantes patrones de desplazamiento forzado, homicidio, falta de
alimentación y otros problemas graves a causa del conflicto armado en el país y distintos
factores subyacentes138. La situación de violencia a la que están particularmente
expuestos los pueblos indígenas ha sido caracterizada por el silencio de las instituciones,
que debido a la invisibilidad de la misma, ha generado una sensación de abandono por
parte de las comunidades afectadas que de hecho ha exasperado su situación139. Al
mismo tiempo, desde diferentes instituciones organizaciones se ha denunciado que las
135 Informe del Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos y las libertades
fundamentales de los pueblos indígenas, Sr. Rodolfo Stavenhagen, Adición: Misión a Colombia
(E/CN.4/2005/88/Add.2), 10 de noviembre de 2004, parr.81
136 SentenciaT-704 de 2006
137 Informe del Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos y las libertades
fundamentales de los pueblos indígenas, Sr. James Anaya, La situación de los pueblos
indígenas en Colombia. Seguimiento a las recomendaciones hechas por el relator especial
anterior, (34), 8 de enero de 2009, parr. 9-11.
138 Corte Constitucional, Auto 004 de 2008..
139 Ibidem.
265
mismas Fuerzas Armadas han sido autores de graves crímenes contra los integrantes de
los pueblos indígenas. En 2008, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos identificó que pueblos y comunidades indígenas en
departamentos como Antioquia, Cauca y Chocó fueron víctimas de tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes atribuidos a miembros de la Fuerza Pública140.
Además, se ha destacado la alta tasa de impunidad de los responsables de dichos
crímenes.141 También en el auto 004 de 2008, la Corte Constitucional enfatizo estas
circunstancias y en relación con la situación el pueblo Nasa, reportó que:
“De acuerdo con los documentos recopilados, las violaciones de los derechos
humanos y del DIH han sido producidas por los grupos guerrilleros y los
paramilitares, y también por la Fuerza Pública. Por ejemplo, en los últimos
años Toribío ha sido objeto de 17 tomas guerrilleras “que han convertido al
municipio en un campo de batalla y convirtiendo a la población civil en
escudos humanos”. Se registra en este sentido un alto nivel de daño a
construcciones civiles por cilindros de gas lanzados por la guerrilla,
especialmente las que quedan cerca de instalaciones militares. Igualmente,
en la región de Tierradentro -24 cabildos- se ha presentado la muerte de
varios indígenas por fuego cruzado entre la guerrilla y las Fuerzas Armadas, y
heridos por minas antipersonal. Se denuncia también un gravísimo patrón de
violación de derechos humanos por el Ejército y la Policía, entre otras por:
ocupación de edificios y construcciones civiles, instalación de trincheras,
barricadas y carpas en hogares, escuela, alcaldía, centros de la comunidad, y
agresiones directas contra miembros de la comunidad que participan en
manifestaciones colectivas y públicas. “Las comunidades señalaron que
entienden la necesidad de la presencia del Estado, pero que no es aceptable
que las trincheras y bases policiales se encuentren ubicadas en las escuelas,
casas y parques públicos”. El temor prevaleciente impide que los casos de
violaciones de derechos humanos y del DIH sean denunciados y registrados;
hay un alto subregistro de eventos”142
Estos hechos permiten llegar a la conclusión que el Estado no solo no está cumpliendo
con su papel de garante y protector de los derechos humanos, sino al mismo tiempo es
directamente responsable de hechos que los vulneran. A este propósito es bien recordar
que la un comportamiento ilícito y violatorio de los derechos humanos es imputable al
Estado si puesto en ser por parte de cualquier individuo que, en conformidad al derecho
interno, pertenezca a un órgano del Estado, independientemente de la función que se
ejerza, de su posición o de la natura central o local de su oficio143. Esto es aplicable
también en caso el órgano exceda en su competencia144.
140 Informe anual de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
sobre la situación de los derechos humanos en Colombia (A/HRC/10/032), 19 de febrero de
2009.
141 Ibídem.
142 Corte Constitucional, Auto 004 de 2009, anexo J.
143 Comisión de Derecho Internacional (CDI), Proyecto de Artículos sobre responsabilidad del
Estado por hechos internacionalmente ilícitos, adoptado por la CDI en su 53º período de
sesiones (A/56/10) y anexado por la Asamblea General de Naciones Unidas en su Resolución
56/83, de 12 de diciembre de 2001, art. 4;
144 Ibidem, art. 7.
266
En ámbito interamericano, aunque no exista un cuerpo normativo que trate el tema de
la responsabilidad del Estado para las violaciones de los derechos humanos, la CorteIDH
ha efectuado numerosas apreciaciones en materia, basándose en diferentes
disposiciones de la Convención Interamericana de derechos humanos (en adelante, la
Convención). En particular, la CorteIDH, interpretando el art.1.1145 de la Convención,
atribuye Estado la obligación de respetar y garantizar los derechos humanos reconocidos
en la Convención de manera plena, inclusiva y sin alguna discriminación146. “Es decir,
cualquiera que sea el origen o la forma que asuma, todo tratamiento que puede ser
considerado discriminatorio respecto del ejercicio de cualquiera de los derechos
garantizados en la Convención es per sé incompatible con la misma”147, y por tanto,
ilícita.
En realidad, la CorteIDH ha individuado en el artículo 1.1 de la Convención una doble
obligación a cargo de los Estados que han adherido a la misma. De un lado, hay la
obligación de respetar los derechos contenidos en el documento, por otro lado, hay el
deber de garantizar el libre y pleno ejercicio de los mimos148.
A respecto de la primera obligación, la Corte establece que “el ejercicio de la función
pública tiene unos límites que derivan de que los derechos humanos son atributos
inherentes a la dignidad humana y, en consecuencia, superior al poder del Estado”149.
En práctica, la obligación de respectar dichos derechos se manifiesta en una obligación
de no hacer, ósea en un deber del Estado de no tomar posiciones o cumplir acciones que
puedan causar prejuicio a los deberes fundamentales del ser humano150.
A respecto de la segunda obligación, la Corte establece que los Estados “deben prevenir,
investigar y sancionar toda violación de los derechos reconocidos por la Convención y
procurar, además, el restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su
caso, la reparación de los daños producidos por la violación de los derechos
humanos”151. Se trata entonces de una obligación de hacer que impone a los Estado el
145 ORGANIZACIÓN DE ETADOS AMERICANOS, Convención Interamericana de derechos humanos
Art. 1.1: “Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y
libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que
esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.”
146 CORTE INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, Propuesta de modificaciones a la
Constitución Política de Costa Rica relacionada con la naturalización, opinión consultiva OC4/84, del 19 de enero de 1984, serie A, núm. 4 p.30.
147 Ibídem. A esta misma conclusión, la Corte llega en los siguientes pronunciamientos: CORTE
INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, Caso Baena Ricardo y otros (270 trabajadores
vs Panamá), sentencia del 2 de febrero del2001, serie C, núm. 772, párr. 178; CORTE
INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, Caso Caballero Delgado y Santana, sentencia
del 8 de diciembre de 1995, serie C núm., 22 párr. .56; CORTE INTERAMERICANA DE LOS
DERECHOS HUMANOS, caso Godínez Cruz, sentencia de 20 de enero de 1989, serie C, num.5,
párr. 173-179; CORTE INTERMARICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, caso Velásquez Rodríguez,
sentencia del 29 de julio de 1988, serie C, núm. 4., párr. 169 y 170.
148 CORTE INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, caso “Velásquez Rodríguez”, cit., párr.
174-175;
149 Ibídem, párr. 164.
150 AGUIAR, ob. Cit., p. 201.
151 CORTE INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, Caso Velásquez Rodríguez, cit., párr.
267
deber de “de organizar todo el aparato gubernamental y, en general, todas las
estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de
manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los
derechos humanos”152.
La Corte es muy precisa en el identificar el alcance de los deberes de prevenir,
investigar y sancionar las violaciones de los derechos reconocido en la Carta.
El deber de prevenir incluye cualquier medida “de carácter jurídico, político,
administrativo y cultural que promuevan la salvaguarda de los derechos humanos y que
aseguren que las eventuales violaciones a los mismos sean efectivamente consideradas y
tratadas como un hecho153”.
El deber de investigar consiste en la obligación de indagar toda situación en la que se
hayan violado los derechos humanos protegidos por la Convención. Esto es motivado por
el hecho que “la obligación de garantizar los derechos humanos consagrados en la
Convención no se agota con la existencia de un orden normativo dirigido a hacer posible
el cumplimiento de esta obligación, sino que comporta la necesidad de una conducta
gubernamental que asegure la existencia, en la realidad, de una eficaz garantía del
libre y pleno ejercicio de los derechos humanos154”. Visto lo anterior, la Corte afirma
que si el Estado deja impune violaciones o tolere que los autores de estas actúen
impunemente, la victima puede reclamar dichas violaciones155. La investigación debe
ser asumida por el Estado como un deber jurídico propio y no como una simple gestión
de intereses particulares y conducidos con seriedad y no como una simple formalidad.
Sin embargo, La Corte precisa que “la de investigar es, como la de prevenir, una
obligación de medio o comportamiento que no es incumplida por el solo hecho de que la
investigación no produzca un resultado satisfactorio”156
El deber de sancionar, además de referirse a la imputación de la pena al autor de la
violación, incluye el deber de reparar el prejuicio causado a la víctima. Dicho deber no
se manifiesta en una obligación de medio, como en los dos caos precedentes, sino en
una obligación de resultado: solo la efectiva realización de la medida reparatoria
permite el cumplimento pleno de la misma obligación157.
Debido a la persistencia de la grave situación de los derechos humanos de los pueblos
indígenas, individuales como colectivos, se puede concluir que el Estado colombiano no
está cumpliendo con su obligación de prevenir, investigar y sancionar dichas violaciones.
Por esta razón, el presente Plan de Salvaguardia, en conformidad con lo dispuesto en el
Auto 004 de 2009, incluye una serie de líneas de acción programas que apuntan a la
creación de un nuevo orden en que los derechos del pueblo Nasa sean realmente
166.
152 Ibídem.
153 Ibídem, párr. 175;
154 CORTE INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, Caso Masacre de Pueblo Bello Vs.
Colombia, sentencia sobre fondo, reparaciones y costas de 31 de enero de 2006, Serie C,
núm. 140, párr. 142.
155 CORTE INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS Caso Velásquez Rodríguez, cit., párr.
176.
156 Ibídem, párr. 177.
157 AGUIAR, ob. cit., p. 204.
268
respetados y garantizados. En este sentido, por un lado, se quiere lograr la efectiva
reparación de las víctimas del conflicto armado, y esto se quiere hacerlo teniendo en
cuenta un concepto de reparación que sea conforme a nuestra Ley de origen, cultura y
espiritualidad. Por otro lado, se apunta a que el Estado fortaleza la autonomía de la
Nación Nasa, para que se potencien las medidas propias de autoprotección y se proceda
con la desmilitarización de los territorios ancestrales, en cuanto se ha visto la presencia
de las fuerzas armadas no ha sido garantía de protección, sino al contrario ha sido uno
de los factores de nuestra victimización.
Finalmente, como ya analizado en precedencia, es obligación del Estado garantizar los
recursos necesarios para que se alcance la efectividad de sus derechos. A este propósito,
se hace hincapié sobre el hecho que el Estado no puede alegar problemas relacionados
con la falta de los recurso necesarios para el cumplimento del presente Plan de
Salvaguarda. También, en este sentido, la Corte en el Auto 004 de 2009, ha sido firme en
dictar que
“la inexistencia de apropiaciones presupuestales o la no disponibilidad
inmediata de presupuesto no será admitida bajo ninguna circunstancia
por la Corte Constitucional como justificación válida para el
incumplimiento de esta orden. La presente providencia genera en cabeza de
los destinatarios de las órdenes aquí impartidas la obligación de asegurar que
el Plan de Salvaguarda cuente con presupuesto suficiente y oportunamente
disponible, para lo cual tienen el deber de aplicar la excepción de
inconstitucionalidad frente a las disposiciones normativas que puedan
constituir un obstáculo para ello.”158
3.3.
Objetivos del Plan
El Auto 004 de 2009 estableció como propósitos globales de los Planes de Salvaguarda los
siguientes:
a. Evitar el exterminio cultural o físico de la Nación Nasa por causa del
conflicto armado y otros fenómenos asociados.
b. Garantizar a la Nación Nasa y a las personas nasa desplazadas y en riesgo
de desplazamiento sus DH fundamentales:
i. Derechos colectivos: Pervivencia étnica y cultural, libre
determinación (autonomía política), territorio y bienestar (wet
wet fizenxi).
ii. Derechos de las personas: vida digna, integridad personal,
igualdad, petición, trabajo, salud, seguridad social, educación,
mínimo vital y protección a las personas de la tercera edad, a la
mujer cabeza de familia y a los niños
c. Prevenir el desplazamiento forzado de la Nación Nasa
d. Evitar el confinamiento
e. Atender adecuadamente a los indígenas nasa en situación de
158 Corte Constitucional, Auto 004 de 2009. Reiterado, entre otros, en : Auto 173/12, Auto 092
de 2008, 237de 2208.
269
desplazamiento,
f. Actuar frente a las conductas delictivas que producen o propician el
desplazamiento.
Para lograr esos resultados generales el Plan de Salvaguarda apunta a:
a) Fortalecer las capacidades organizativas, jurídicas y políticas propias de la
Nación Nasa para rechazar y responder adecuadamente la intervención
directa de actores externos armados y no-armados en el territorio, cuya
presencia propicia o presiona la violación de los derechos humanos, la
infracción del derecho internacional humanitario y el incumplimiento de los
derechos colectivos y los derechos humanos individuales.
b) Fortalecer las condiciones estructurales –en el orden territorial, político y de
los derechos socio-económicos-- de las comunidades de la Nación Nasa para
que puedan resistir y responder con autonomía y eficacia a los desafíos
impuestos por el conflicto armado interno, la violencia política y la presencia
de actores armados y no-armados en su territorio.
3.4.
Líneas de acción (estrategias)
a) Esquema-Síntesis de interpretación del conflicto y del riesgo en el territorio
de la Nación Nasa
270
Gráfico elaborado a partir de un ejercicio interpretativo del Equipo Nacional del Plan
de Salvaguarda de la Nación Nasa. Marzo de 2013.
Las estrategias aquí definidas para cumplir con los objetivos del Plan de Salvaguarda
están relacionadas con la interpretación general que hacen las autoridades indígenas del
conflicto en los territorios y comunidades de la Nación Nasa.
271
Como se señaló previamente, las comunidades nasa encuentran continuidad entre la
guerra de Conquista con el actual conflicto armado interno. De hecho, el colonialismo
interno persiste en las relaciones entre el Estado colombiano y los pueblos indígenas, a
pesar de la adopción de la Constitución del 91 y de reiteradas jurisprudencias que les
reconocen derechos plenos de “sujetos colectivos”. Esta continuidad es el basamento
sobre el cual se experimenta la violencia política del conflicto armado.
La presencia de actores armados ha sido una constante de la historia de la nación nasa,
que se empata con la violencia de los años 50s y posteriormente con la guerra actual,
pasando por la época de fundación republicana, donde el suroccidente (lo que en su
momento fue llamado el Estado soberano del Cauca, y que corresponde en su totalidad
con el territorio ancestral nasa) fue cuna de ejército de indios y negros reclutados para
los ejércitos de los hacendados que imponían su política en el país. No hay que olvidar
tampoco que las FARC nacieron en territorio nasa (Marquetalia es un corregimiento a 15
kilómetros del resguardo Nasa Wesx (vereda Gaitania) en Planadas (Tolima) y el primer
acto militar de esa organización tuvo lugar en Inzá en 1964; por las condiciones
geográficas y ambientales (selva del piedemonte amazónico, laderas y páramos), el
territorio nasa ha sido lugar privilegiado de todos los grupos armados insurgentes del
reciente conflicto armado: M19, ELN, FARC, Jega, MAQL, con el consiguiente plan de
copamiento militar del Estado. En suma, desde hace 5 siglos el pueblo nasa no conoce un
día sin presencia militar o acciones bélicas de cualquier tipo en sus territorios, que ha
producido un síndrome político militarista en la región.
Durante estos cinco siglos, el avance del latifundio y su correlato –la concentración de la
propiedad de la tierra en manos de sectores armados legal o ilegalmente- ha implicado
un permanente estado de militarización de la sociedad. La Nación Nasa en varias
ocasiones debió acudir a la respuesta militar frente a esta agresión. Todo ello ha
reforzado un sentimiento identitario de “guerreros milenarios” al que se han visto
obligados los propios nasa para responder a lo que consideran un “estado de cosas” de la
sociedad occidental, su forma de relacionamiento con los indígenas: la invasión armada
permanente.
La decisión de algunos sectores subalternos no indígenas, de desarrollar una lucha
armada de resistencia (al principio) y como estrategia política para la toma del poder
(en la actualidad) vino a crear una situación de guerra permanente en todo el país. Pero
en ninguna región del país como el suroccidente indígena se produjo un orden políticomilitar de hecho que reemplazó los órdenes civiles que se han intentado (cuando
ocurrió); lo cual se expresa en la imposición militar de decisiones políticas sobre
autoridades y comunidades indígenas. Esta situación se vino a articular en la continuidad
del control político de los gamonales, que se sumó al imperio de los actores armados. En
ese contexto, las acciones militares se realizan sin ningún control por parte de quienes
velan por los derechos humanos, combinándose con acciones criminales de unidades
militares, o la promoción de la estrategia paramilitar, o la utilización de grupos
sicariales. Las acciones insurgentes se sumaron de tiempo atrás a un cuadro de
degradación del conflicto armado, que junto con la impunidad, se han traducido en una
crisis humanitaria permanente en el territorio nasa, especialmente en el Cauca, Valle y
Putumayo, y una situación de guerra instalada en la totalidad del mismo.
En 500 años de guerra ninguna de las estrategias militares ha significado un
mejoramiento de las condiciones de seguridad o protección de las comunidades nasa.
272
Eso se debe a que todas las campañas militares presuponen que las comunidades
indígenas nasa se acogerán a las normas del vencedor militar. Pero la historia de
resistencia a la invasión que tiene la Nación Nasa dice otra cosa: solo los gobiernos
indígenas, nacidos de las comunidades, han logrado representar legítimamente a la
comunidad en las diferentes etapas de su historia. El choque con actores armados que
tienen proyectos territoriales excluyentes del proyecto indígena, produce una mayor
conflictividad, que ninguno de los actores armados ha logrado resolver. O mejor, que han
querido resolver con mayor presencia y actuación bélica. El resultado es siempre una
mayor militarización, sin que eso implique obediencia comunitaria al esquema de
guerra. Y por consiguiente una mayor victimización de líderes y voceros comunitarios
que no aceptan la imposición de los proyectos militaristas.
Antes bien, los esquemas de resistencia a la guerra relativamente eficaces han sido los
que las propias comunidades han implementado. Los kiwe thegsa o puyaksa (cuidadores
del territorio, conocidos como guardia indígena), los esquemas colectivos en eventos de
desplazamiento para mitigar impactos, el traslado de todo el sistema de gobierno en
situaciones de crisis humanitaria a las zonas de refugio, los sistemas de alertas
tempranas, el refuerzo espiritual-simbólico por parte de los thé'wala (médicos
tradicionales), la movilización para neutralizar acciones de guerra, el diálogo directo
con los actores armados, han permitido que el pueblo nasa no sucumba en un contexto
de guerra de elevada intensidad. Por supuesto, la negativa de los actores armados a
reconocer que el gobierno indígena es el único legítimo, y del derecho de las
comunidades a una estrategia propia de protección y prevención, impide que estas
estrategias de resistencia tengan todo el impacto deseable. A lo cual se suma la
caracterización primaria que hacen los contendientes del ejercicio de autonomía
indígena, a la que interpretan como colaboración con o pertenencia al otro actor
armado, que mantienen a pesar de que ellos mismos promueven el involucramiento de
miembros de la comunidad -voluntario e involuntario- en sus propias filas.
Por otro lado, a pesar de la Constitución del 91, tanto en la mentalidad de las élites
como en las propias instituciones públicas de todas estas regiones se mantuvo la
negación del carácter de comunidad política de la Nación Nasa y por tanto de su derecho
a decidir, y condujo al irrespeto, debilitamiento y desconocimiento de las autoridades
locales indígenas y de los sistemas propios de su gobierno (salud, educación, ambiente,
judicial, administrativo); a través de programas socio-económicos ligadas al modelo de
intervención estatal hacia comunidades rurales (subsidio a la demanda, enfoque hacia
los más pobres entre los pobres, etc.), se ha creado una situación en la que el gobierno
indígena se ve deslegitimado o superado por programas de corte paternalista,
individualizantes, que fracturan la estructura política interna de las comunidades. Este
irrespeto, afianzado por el imperio de los actores armados, ha permitido y promovido la
intervención inconsulta y arbitraria de diversos actores económicos y empresariales,
especialmente vinculados a industrias extractivas, grandes plantaciones y narcotráfico. A
lo cual se suma la intervención también arbitraria de agentes estatales de todos los
niveles que no han superado una visión colonialista sobre los pueblos indígenas, e
intervienen con una pretensión adoctrinante o civilizadora.
El resultado ha sido la amenaza (muchas veces cumplida) de despojo territorial, tanto en
su dimensión física como espiritual-simbólica. Este despojo se ha concretado en la
oposición a devolver los territorios ancestrales indígenas, la ocupación directa, la
expropiación jurídica, la fragmentación, la imposición toponímica, etc. Obviamente se
273
presenta una grave destrucción ambiental, que a su vez debilita la base económicoproductiva de la Nación Nasa.
Se configura entonces un cuadro crítico de vulnerabilidad. La crisis humanitaria
permanente encuentra un caldo abonado en el debilitamiento del gobierno indígena y de
la base productiva-territorial de las comunidades; de tal modo, el desplazamiento
forzado se ve propiciado, y las estrategias propias de resistencia a la guerra disminuyen
su eficacia.
El despojo continuado desde la época de la Colonia, junto al despojo territorial y el
debilitamiento económico-productivo, configuran un cuadro en el cual las estrategias de
bienestar indígena o vida plena (wet wet fxi'zenxi) no pueden satisfacer las demandas
de derechos de las comunidades. El sistema político indígena ya no puede cumplir con su
obligación, se debilita aún más. Pero, esencialmente, se presenta un grave
incumplimiento de los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales DESCA,
en suma, un debilitamiento del modo de vida nasa, de la cultura nasa. Esta problemática
se viene a sumar a una situación de pobreza generalizada en el territorio nasa, causada
por la política de expropiación histórica, que hoy muestra a los municipios donde hay
población nasa como de los más débiles en materia de satisfacción de necesidades
básicas en todo el país.
Como lo planteó la Corte Constitucional en el Auto 004, el conflicto armado interno y las
políticas de desconocimiento de la Nación Nasa por parte del Estado, ha producido un
“estado de cosas inconstitucional” que debe ser resuelto favorablemente, a riesgo de
que la Nación Nasa continúe en un proceso de destrucción cultural, victimización
continua, y descomposición socio-económica.
b) Justificación de las estrategias
Las estrategias adoptadas en el Plan de Salvaguarda obedecen a esta dinámica
combinada de conflicto armado interno y destrucción cultural por causas estructurales.
Teniendo en cuenta que a) uno de los propósitos centrales del Plan de Salvaguarda es
proteger justamente la existencia como pueblo de la Nación Nasa (es decir, como sujeto
colectivo de derechos); y que b) uno de los fundamentos es precisamente la libre
determinación reconocida por la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos
de los pueblos indígenas; y en tanto c) las estrategias de protección y prevención más
adecuadas culturalmente, además de efectivas, eficaces y eficientes frente a los
impactos directos e indirectos del conflicto armado sobre la Nación Nasa, son las que
autónomamente se han desarrollado por sus comunidades y autoridades, la estrategia
central del Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa es el Fortalecimiento y respeto de
métodos, estrategias y mecanismos de cuidado, protección y atención propios.
En un sentido similar, a) las autoridades indígenas han ejercido durante décadas el
derecho a interlocutar con actores armados con el propósito de demandar el respeto a la
autonomía comunitaria, preservar la vida de comuneros/as y líderes/as, exigir el
cumplimiento del DIH en particular el no-uso de armas de efecto indiscriminado, y
proteger a los jóvenes y niños/as del reclutamiento forzado o mediante engaños; b) así
mismo, la valoración que hacen las autoridades indígenas es que estos diálogos han sido
eficaces en un número elevado de casos; c) es evidente que el Plan de Salvaguarda debe
274
buscar distensionar el clima de la confrontación armada, por su impacto inmediato sobre
la reducción de la violencia contra las comunidades; d) el diálogo de las autoridades
indígenas con actores armados tiene un efecto positivo en la politización de las
relaciones, lo que permite influir desde la sociedad civil para la ambientación de la
terminación del conflicto armado; y e) uno de los problemas centrales que propician la
victimización es la relación entre conflictos comunitarios e intervención de las fuerzas
armadas de todos los sectores, que obliga a diálogos intra e inter comunitarios, muchos
de ellos interétnicos. Por eso, la segunda estrategia del Plan de Salvaguarda es el
Respeto a las acciones propias de diálogo, convivencia y paz desarrolladas por las
autoridades indígenas con todos los actores sociales y políticos de la región.
El Estado colombiano está obligado a garantizar el derecho a la vida de las personas,
comunidades y pueblos indígenas, en tanto detenta el monopolio de la fuerza armada.
Eso le significa obligaciones especiales frente al comportamiento de su fuerza pública.
Como resultado de la estrategia militar estatal, a) se ha presentado en todo el territorio
nasa una creciente presencia militar, que las comunidades caracterizan como
militarización; b) el número de casos de victimización bajo responsabilidad de las
fuerzas militares y de policía es casi la cuarta parte del total, y destaca entre ellas las
sindicaciones y señalamientos propagandísticos y sin pruebas, que siempre son antesala
de amenazas colectivas o individuales de actores para-estatales; c) las continuas quejas
y denuncias, así como las acusaciones con pruebas físicas y testimoniales allegadas por
las comunidades para su investigación por parte de la justicia ordinaria, han sido
archivadas o desestimadas sin ninguna argumentación; d) las autoridades civiles que
deben controlar a la fuerza pública no tienen la autonomía e independencia que se
requiere para llegar a conclusiones confiables; e) la tendencia normativa en Colombia es
contraria a la del mundo, y avanza hacia la ampliación del fuero penal militar, lo que
impide controlar adecuadamente un ejército que ha dado pruebas de actuaciones
arbitrarias. De lo anterior, se concluye la absoluta necesidad de implementar una
estrategia de Control y seguimiento independiente a la fuerza pública en todo el
territorio nasa.
Sin embargo, más allá del comportamiento de la fuerza pública, es claro en el territorio
nasa que persisten conductas de los funcionarios públicos que son conniventes con los
actores armados victimarios. Como resultado de ello, a) la enorme mayoría de los
crímenes individuales y colectivos contra la Nación Nasa siguen en la impunidad, no son
investigados o se investigan de forma anti técnica y negligente; b) lo anterior estimula a
los victimarios a continuar con sus acciones de violencia política contra la Nación nasa;
c) se va creando una versión hegemónica sobre los hechos de violencia política, que
tiende a responsabilizar a las propias comunidades y autoridades indígenas de los
crímenes, o que vincula a las comunidades con actores armados, o que presenta los
hechos de violencia paramilitar o sicarial como simple resultado de ajustes de cuentas
por el narcotráfico, o casos aislados que no hacen parte de un patrón sistemático de
ataque político; d) se trata de una versión histórica y política que re-victimiza a la
Nación Nasa; e) todo lo cual propicia la repetición de los hechos de violencia política.
Esta situación debe ser enfrentada con una estrategia de Garantías de no repetición de
las violaciones a los Derechos Humanos e infracciones al DIH, que combina acciones
contra la impunidad, acciones contra el olvido y por la revitalización de la memoria y
acciones sistemáticas contra el paramilitarismo y las bandas criminales.
Las anteriores cuatro estrategias directas de tratamiento, protección y prevención
275
frente a actores armados deberán reducir la intensidad del conflicto, reducir los casos
de violencia contra miembros y comunidades de la Nación Nasa, neutralizar actores
identificados como victimarios. Tales estrategias se acompañarán de otras estrategias de
fortalecimiento interno, dirigidas a reducir el impacto negativo que las causas
estructurales socio-económicas producen sobre la capacidad de respuesta, resistencia y
adaptación-adecuación de las comunidades y autoridades ante los impactos del conflicto
armado.
Como quedó en evidencia con el diagnóstico y en la síntesis de la problemática que
inicia este apartado, es claro que uno de los factores determinantes de la vulnerabilidad
de la nación nasa ante el conflicto armado interno es el debilitamiento del gobierno
indígena (causa y efecto de la victimización), que viene en un proceso de recuperación
política afianzado por la Constitución del 91 pero que no logra su consolidación por el
conflicto mismo. Es evidente que a) uno de los elementos centrales para la
supervivencia étnica de la Nación Nasa como comunidad política, es su sistema de
gobierno, sin el cual no es posible predicar la libre determinación; b) precisamente el
propósito de los actores armados es limitar o aniquilar el gobierno indígena para poder
imponer sus órdenes político-territoriales; ahora bien, c) el sujeto fundamental para la
protección, prevención y atención de las comunidades nasa ante el conflicto armado es
el gobierno indígena (en sus formas locales y de asociaciones zonales y regionales); así
mismo, d) el gobierno indígena es clave para evitar la intervención arbitraria de actores
armados y corporativos en el territorio nasa; por otra parte, e) la única forma de
garantizar adecuadamente los derechos económicos, sociales y culturales es mediante el
respeto, fortalecimiento y financiación de los sistemas propios de gobierno (salud,
educación, justicia, ambiente, control social, tributario-financiero), que a su vez son el
camino para identificar y responder adecuadamente a los satisfactores de dichos
derechos; y f) la protección territorial implica por necesidad que el gobierno indígena
esté en capacidad de hacerlo. De ahí que sea fundamental para el fortalecimiento
interno adoptar una estrategia de Fortalecimiento y respeto del gobierno propio y los
sistemas de gobierno.
La especial relación entre la pervivencia étnica y el territorio de los pueblos indígenas,
ya reconocida por el ordenamiento interno y por distintas disposiciones y jurisprudencias
internacionales, impone una atención específica a la problemática. Es claro que: a) el
riesgo central de la destrucción cultural y de la comunidad política étnica nasa pasa por
el desconocimiento o despojo directo del territorio ancestral, acontecido en los cinco
siglos de la colonización y cuya recuperación ha sido imposibilitada por la persistencia
del conflicto armado; b) esto es así por la propia concepción indígena sobre la
territorialidad, que se expresa en la frase “indio sin tierra no es indio”, y que incluso
plantea problemas políticos y simbólicos muy fuertes con las poblaciones desplazadas en
cascos urbanos; por ello, c) las normas internacionales han reconocido igualmente el
derecho de los pueblos indígenas a la restitución de sus territorios ancestrales. Pero, d)
el despojo territorial no se configura solamente cuando se niega (legal o materialmente)
el acceso a la propiedad de la tierra, sino cuando mediante diversos dispositivos
económicos, jurídicos y militares se accede abusiva y arbitrariamente a los bienes de la
naturaleza existentes en el territorio del pueblo nasa (los seres de la naturaleza, según
la cosmovisión nasa), sin que las comunidades hayan dado su autorización a dichas
intervenciones; e) uno de los fenómenos más impactantes en este campo, es la
implantación de las economías ilegales (principalmente vinculadas a la coca, amapola y
marihuana, así como a la minería), que involucran a sectores empobrecidos de las
276
comunidades, lo cual rompe de forma notoria la solidez de las instituciones propias,
debilita las estrategias de autonomía alimentaria e incrementa la dependencia
económica; además, f) ha hecho carrera la estrategia de superponer normativas sobre
las competencias de la autoridad indígena, de forma que se van desagregando los
derechos comunitarios y trasladándolos de forma oculta a competencia de instituciones
no indígenas. Con todo lo anterior, g) se configura una violencia sistemática contra la
dimensión espiritual-simbólica de la naturaleza, entendida en la cultura nasa como Uma
Kiwe -Madre Tierra-, en tanto los invasores u ocupantes ilegales o de hecho no
desarrollan una estrategia adaptativa conforme con las dimensiones fundamentales de la
cultura nasa. Por eso, como centro de la acción de salvaguarda, el Plan incluye una
estrategia de Restitución, protección y respeto del territorio ancestral, en la cual se
deben incluir acciones para la restitución de territorio ancestral autónomo nasa,
acciones para superar la economía del narcotráfico, acciones para garantizar el
consentimiento previo, libre e informado, y acciones para la garantía de los derechos de
la Madre Tierra.
El resultado del despojo territorial se suma a la pobreza estructural que las comunidades
nasa han heredado del colonialismo interno, configurando una situación de alta
vulnerabilidad económica. Esta situación a) se expresa obviamente en que la gran
mayoría de la población nasa que deriva su sustento de la agricultura indígena no tiene
acceso a la tierra como medio de trabajo; debiendo b) reconvertirse a otras modalidades
productivas inexistentes o que tienen escaso desarrollo en el entorno comunitario,
viéndose obligados a la migración hacia cascos urbanos o al desplazamiento económico
hacia actividades no agrarias, todo lo cual podemos caracterizar como un déficit
productivo-laboral; también se expresa c) en un creciente deterioro de la soberanía y
autonomía alimentaria agravada por el incremento de los cultivos ilegales; d) una
reducción sistemática de la oferta ambiental -producida también por el impacto del
cambio climático en la mayoría del territorio nasa- que impacta de manera severa en
comunidades cuya base alimentaria está directamente vinculada con los bienes
naturales; todo lo cual e) se vino a agudizar por el impacto que la firma de los tratados
de libre comercio con países productores de alimentos altamente subsidiados (Estados
Unidos, Canadá, Unión Europea) trajo sobre la producción agrícola colombiana, de la
cual hace parte la producción indígena, que no ha tenido f) ningún apoyo del Estado,
pues programas como Agro Ingreso Seguro no tuvieron nunca como beneficiarios a la
economía campesina o indígena. Frente a la problemática descrita y por su impacto
directo como co-determinante del desplazamiento forzado, el Plan incluye una
estrategia de Fortalecimiento de la base económica-ambiental y productiva de las
comunidades (entendida también como Estrategia de cumplimiento de los derechos
económicos y ambientales de la Nación Nasa).
Directamente ligado con lo anterior, se configura en el territorio nasa un déficit en el
cumplimiento de los derechos humanos sociales. La situación tiene como particularidad,
a) la imposición de una forma occidentalista de “satisfacer” los derechos, esto es, el
Estado colombiano no ha acogido la metodología de las 4A, basada en hacer seguimiento
-y cumplimiento- de la asequibilidad, accesibilidad, adaptabilidad y aceptabilidad de los
derechos, con lo cual rechaza los avances interpretativos y las recomendaciones del
Comité del Pacto DESC y de varios relatores de las Naciones Unidas para definir y
avanzar en los indicadores de satisfacción de los derechos; b) por otro lado, persiste el
esquema normativo estatal para dejar la institucionalidad responsable del cumplimiento
de los derechos en manos de las burocracias gamonales de los departamentos donde
277
habita el pueblo nasa; lo cual se suma c) al hecho de que los municipios donde vive la
mayoría de la población nasa están categorizados como los de más bajo cumplimiento de
las llamadas necesidades básicas (el indicador del gobierno central), lo que equivale a
que los derechos socio-económicos son de bajísimo cumplimiento; resulta natural que d)
tales condiciones de vulnerabilidad propicien el desplazamiento forzado de las
comunidades locales y, sobre todo, restringen las opciones de retorno de la población en
situación de desplazamiento. Por lo anterior, se hace imprescindible una estrategia para
el Cumplimiento de los Derechos Sociales de la Nación Nasa, basada en el refuerzo y
reconocimiento de los sistemas propios indígenas.
El propósito central del Plan de Salvaguarda, ordenado por la Corte Constitucional, es la
pervivencia de la Nación Nasa. Lograrlo implica por necesidad la preservación de su
cultura y sus sistemas simbólicos, altamente afectados por el conflicto armado. La
dinámica de imposición y destrucción cultural, incorpora como elementos centrales, a)
la imposición de sistemas de valores de guerra entre la comunidad, especialmente entre
la población infantil y juvenil, aunque debido a la larga duración del conflicto estas
representaciones han contaminado al conjunto de la sociedad nasa; en el mismo sentido,
b) se han afianzado por medios militares o criminales valores y representaciones
mercantiles individualistas descompuestas -sobre todo ligadas con el narcotráfico- que
afectan el conjunto de la socialidad indígena nasa, afectan los sistemas de
complementariedad y reciprocidad que están a la base de la cohesión social indígena, y
subvierten el orden espiritual; ahora bien, c) teniendo en cuenta que la autonomía
política está directamente ligada a la fortaleza de los sistemas simbólicos y
representaciones culturales propias, así como a la cohesión socio-política, la debilidad
de éstas últimas afecta la capacidad de resistencia, respuesta y recuperación ante las
agresiones de actores armados o corporativos que se han instalado en el territorio; por
ello d) la recuperación sociolingüística del nasayuwe es imperativa, ante el hecho de que
la mayoría de los nasa habla una lengua impuesta. De lo anterior se desprende la
necesidad de una estrategia permanente de Fortalecimiento y respeto de los sistemas
de reproducción cultural (entendida también como estrategia de Cumplimiento de
los derechos culturales de la Nación Nasa).
El Plan de Salvaguarda tiene un componente esencial, determinado también por la Corte
Constitucional, a saber, las estrategias de cuidado -atención y reparación- a los indígenas
desplazados/as y a las comunidades en riesgo. Por ello, se incluyen las estrategias de
Atención integral –culturalmente adecuada-- a los indígenas Nasa desplazados o en
riesgo inminente de desplazamiento y de Reparación integral –culturalmente
adecuada-- a los indígenas Nasa victimizados.
c) Criterios operativos para la ejecución de las estrategias
•
Definición por las autoridades indígenas locales
Los Programas y Sub-Programas tienen alcance nacional. Para su puesta en marcha
requieren en todos los casos de la aprobación por las autoridades locales sobre la
oportunidad y pertinencia específicas de las acciones, atendiendo a criterios de
gravedad y urgencia de las problemáticas que deben resolverse.
278
Frente a casos y situaciones sobrevinientes, las autoridades locales podrán incluir en los
cronogramas de los Programas y Sub-Programas acciones que deban ser ejecutadas,
aunque no hayan sido priorizadas en los ejercicios anuales de planeación.
•
Áreas prioritarias
Las problemáticas que se buscan atender o resolver corresponden a situaciones que
afectan a la Nación Nasa como sujeto colectivo. Sin embargo, la intensidad del conflicto
y la gravedad de los riesgos y vulnerabilidades puede hacer necesaria la priorización
(temporal y espacial) las acciones específicas que deban realizarse en el territorio nasa.
Este ejercicio se realizará por parte de la Unidad Técnica del Plan de Salvaguarda Nasa
que se constituirá para el efecto.
Solo cuando se explicite, las acciones tendrán dichas particularidades regionales o
locales. Éstas tendrán lugar cuando la tipología de la violencia política o de los riesgos y
vulnerabilidades de cada localidad o región ameriten acciones o énfasis específicos.
•
Órganos responsables
El gobierno colombiano constituirá la Dirección Administrativa Especial de
Salvaguarda, Atención y Reparación de la Nación Nasa, adscrita al Ministerio del
Interior, que será la entidad encargada de implementar acciones que correspondan al
Estado dentro del Plan (según lo establecido en cada uno de los programas y
subprogramas), la cual tendrá sede principal en la ciudad de Popayán, con sedes alternas
en las demás ciudades capitales de los departamentos donde hay población de la Nación
Nasa.
Esta unidad será la encargada de la interlocución, el cumplimiento y el trámite al
interior del Estado de todas las obligaciones establecidas en el Plan. Para su
funcionamiento no podrá delegar en ningún caso funciones o subcontratarlas con
personas (naturales o jurídicas) en la modalidad de oferentes u operadores, y no podrá
adelantar contratos o convenios con departamentos o municipios sin la autorización
previa y expresa de la Unidad Técnica Nasa.
Para el funcionamiento armonioso con el resto de instituciones del Estado, la Dirección
Administrativa Especial de Salvaguarda, Atención y Reparación de la Nación Nasa invitará
a sus sesiones de trabajo, y particularmente a las de diálogo y seguimiento con la Unidad
Técnica del Plan de Salvaguarda Nasa, a delegados/as de las dependencias que atienden
obligaciones referidas a la protección, prevención, atención, reparación y restitución en
las instancias ordinarias. El gobierno nacional no podrá argumentar en ningún caso la
ausencia de tales delegados de dependencias para inaplicar el Plan.
Por parte de la Nación Nasa se constituirá la Unidad Técnica del Plan de Salvaguarda
Nasa como la instancia encargada de la ejecución de las acción propias de protección,
prevención, atención, reparación y restitución previstas en el Plan, y del seguimiento de
las obligaciones del Plan que correspondan al gobierno nacional. El Congreso de la
Nación Nasa definirá el estatus jurídico de esta Unidad. La Unidad Técnica será
conformada de la siguiente manera:
279
- La Asamblea de Autoridades de la Nación
Nasa (en la actualidad 185 cabildos)
designarán 1) un Consejo de Mayores de 8
miembros (1 por actual departamento) que
será responsable de la Unidad Técnica, y 2)
un
órgano
indígena de
control
y
seguimiento.
- El Consejo de Mayores constituirá 3 tejidos
o yajas para la ejecución del Plan:
Programático, Administrativo y Jurídico.
- La Unidad tendrá presencia mayoritaria de
mujeres nasa y el acompañamiento de
the'wala.
- La instancia de control realizará auditorías
anuales a todos los programas, y tendrá
garantes internacionales y nacionales.
- El gobierno dotará de los recursos
suficientes a la Unidad, para que pueda
funcionar regularmente, tener cobertura
nacional, y/o articular con las instancias
regionales o comunitarias existentes.
- La Unidad tendrá un mecanismo de
coordinación con delegados de otros
pueblos, para los casos de territorios
compartidos.
- La Unidad adoptará de forma perentoria un Protocolo de relaciones con otros pueblos
que comparten el territorio nasa.
- La Unidad expedirá informes regulares
- La Unidad tendrá mecanismos de articulación con los Consejos regionales, zonales y
cabildos (programas, equipos, tejidos) (Ver figura).
Las funciones de la Unidad Técnica serán las siguientes:
- Coordinar, ejecutar y hacer seguimiento de todas las acciones propias y en cabeza del
Estado, que hagan parte de los Programas y Sub-Programas del Plan de Salvaguarda.
- Ejecutar el manejo técnico-profesional y presupuestal del Plan de Salvaguarda.
- Representar (ser voceros) de la Asamblea de Autoridades en la interlocución con el
Estado.
280
4. Referencias
Asambleas, encuentros y reuniones
185 Asambleas locales para la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa en los cabildos
de los departamentos de Putumayo, Caquetá, Nariño, Cauca, Valle del Cauca, Huila,
Tolima y Meta. Realizadas entre el mes de noviembre de 2012 y el mes de febrero de
2013.
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