Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa BAKA'CXTE´PA NASNASA NEES YUWA' 1 Elaborado por: Equipo Nacional Plan de Salvaguarda Equipo de apoyo técnico y profesional: Corporación Ensayos Para la promoción de la Cultura Política 2 CONTENIDO 1. Presentación: Qué debe hacer el Estado colombiano para proteger la existencia física y cultural la Nación Nasa ............................................................... 6 2. Metodología: la construcción del Plan de Salvaguarda ............................ 12 3. La Nación Nasa ................................................................................................... 14 2.1. Zona norte y occidente del Cauca, Sa´t Tama Kiwe y Sur del Valle del Cauca ........................................................................................................................ 38 a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y DIH. .......................................................................................................... 38 - Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus miembros, pero afectándolos directamente. ................................................ 38 - Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y comunidades indígenas y a sus miembros individuales en el conflicto armado 52 b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales. .............................................................................................................. 68 2.2. Putumayo, Caquetá y Nariño ...................................................................... 96 a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y DIH. .......................................................................................................... 99 - Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus miembros, pero afectándolos directamente. ................................................ 99 - Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y comunidades indígenas y a sus miembros individuales en el conflicto armado. ..................................................................................................................... 117 b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales. ............................................................................................................ 121 2.3. Tolima .............................................................................................................. 140 a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y DIH. ........................................................................................................ 140 - Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus miembros, pero afectándolos directamente. .............................................. 140 b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales. ............................................................................................................ 150 2.4. Huila y Tierradentro .................................................................................... 156 a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y DIH. ........................................................................................................ 156 - Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus miembros, pero afectándolos directamente. .............................................. 156 b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales ............................................................................................................. 171 2.5. Meta ................................................................................................................ 183 3 a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y DIH. ........................................................................................................ 183 - Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus miembros, pero afectándolos directamente. .............................................. 183 - Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y comunidades indígenas y a sus miembros individuales en el conflicto armado. ..................................................................................................................... 189 b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales ............................................................................................................. 195 2.6. Cabildo Nasa Santiago de Cali ................................................................... 200 Tabla 1. Muestreo de Causas de la migración.......................................................... 203 PARTE 3: El Plan de Salvaguarda ................................................................................ 208 3.1. Fundamentos ................................................................................................. 208 a) El enfoque diferencial de la salvaguarda y la reparación .................. 208 b) La Nación Nasa es el sujeto colectivo de los derechos del Plan de Salvaguarda .............................................................................................................. 214 c) El fundamento central del Plan es el fortalecimiento de la libre determinación y la autonomía de la Nación Nasa .......................................... 217 d) La relación con el Estado colombiano será de gobierno a gobierno. 222 e) El concepto de territorio ancestral y su reconocimiento legal nacional e internacional ....................................................................................... 223 f) El territorio nasa es uno solo ........................................................................ 235 g) La lucha por el territorio ancestral es un eje de la identidad de la Nación Nasa. ............................................................................................................ 241 h) La Madre Tierra tiene derechos a la protección, reparación y a las garantías de no repetición. .................................................................................. 243 i) La Nación Nasa interpreta y vive el conflicto armado como la continuación de la guerra de la Conquista y el colonialismo ...................... 245 j) Respeto a los derechos de la población no indígena del territorio, a otros pueblos vecinos o con quienes compartimos territorialidad ancestral 246 k) El Plan de Salvaguarda debe priorizar la prevención, atención y reparación de las mujeres víctimas del conflicto. Las formas específicas de victimización de las mujeres exigen medidas especiales de reparación y atención. ............................................................................................................... 247 l) El mínimo legal del Plan es lo que ha dicho la Corte Constitucional y la Corte Interamericana de Derechos Humanos .................................................. 260 m) Responsabilidad estatal y excepción de inconstitucionalidad.......... 260 3.3. Objetivos del Plan ........................................................................................ 269 3.4. Líneas de acción (estrategias) .................................................................. 270 a) Esquema-Síntesis de interpretación del conflicto y del riesgo en el territorio de la Nación Nasa................................................................................. 270 c) Criterios operativos para la ejecución de las estrategias ........................ 278 4. Referencias ............................................................................................................. 281 4 5 PARTE 1: INTRODUCCIÓN 1. Presentación: Qué debe hacer el Estado colombiano para proteger la existencia física y cultural la Nación Nasa La Corte Constitucional colombiana ordenó al gobierno nacional que adoptara un Plan de Salvaguarda para el pueblo nasa y otros 33 pueblos indígenas. Se trata de un Plan que el Estado colombiano debe poner en práctica para protegernos de los impactos del conflicto armado que se desarrolla en Colombia desde hace 50 años. La Corte expidió el Auto 004 de 2009 con el objetivo de proteger los derechos fundamentales de las personas y los pueblos indígenas desplazados por el conflicto armado o en riesgo de desplazamiento forzado, como medida de seguimiento a las medidas que habían sido adoptadas a través de la Sentencia T-025 de 2004 y que el gobierno nacional no había cumplido. El Plan de Salvaguarda puede ser un mecanismo útil para proteger a las comunidades de nuestra nación, siempre y cuando enfrente en profundidad los impactos del conflicto armado y contenga las medidas adecuadas –a la cultura y a la realidad social, política y económica nasa. El gobierno debió realizar la consulta previa con cada uno de los pueblos. Este documento de diagnóstico, fundamentos y líneas estratégicas es resultado de ese trabajo. En la consulta previa las comunidades ―que conocemos cómo es la violencia politica contra nosotros y cómo nos afecta, así como el tamaño de los daños y los riesgos― hemos realizado un análisis profundo, desde el cual hoy podemos decirle al gobierno cómo debe ser ese Plan de Salvaguarda, en particular para que: 1) se enfoque en los problemas más agudos, 2) adopte medidas que no agraven esos problemas ni causen daño a las culturas, y 3) las medidas de protección y cuidado de nuestra vida sean efectivas y adecuadas a nuestra cultura. Nuestra tarea en la consulta ha sido: 1) profundizar sobre las dinámicas del conflicto armado en nuestros territorios y complementar el análisis que hizo la Corte Constitucional, 2) ordenar todas las medidas de protección y cuidado que hemos adoptado directamente y las que le hemos exigido al Estado todos estos años de guerra, 3) formular los fundamentos filosóficos, jurídicos, políticos y espirituales que deben orientar las medidas del Plan de Salvaguarda, y 4) formular un conjunto de medidas de protección que deberán ser adoptadas por el Estado. Si el gobierno nacional acoge nuestras propuestas, con el Plan de Salvaguarda de la Nación nasa tendremos una posibilidad de proteger la vida, la integridad, la cultura, el territorio y la autonomía en medio del conflicto armado y de restituir y atender, incluso después de terminada la guerra, los derechos que han sido violados. 6 ¿Por qué un Plan de Salvaguarda Étnica frente al conflicto armado y el riesgo de desplazamiento forzado? La historia de exterminio contra los pueblos indígenas no se detiene. Al lado y junto con la guerra estamos viviendo una nueva colonización, que roba tierras, aguas, aire, árboles, oro y comida. Es una agresión continua; un exterminio sistemático de los pueblos indígenas que viene desde la Conquista. La situación se ha agravado con el conflicto armado, que nació de la Violencia de los años 50s. Luego de cinco décadas, la guerra se ha descompuesto: pesa más lo militar que lo político, la necesidad de dinero para sostener el ejército que el proyecto político, el afán de crear miedo en el enemigo, que la necesidad de ganarse a la gente con ideas. El resultado es un pantano de violencia, en el cual se hunden tanto el Estado como la guerrilla, y con ellos todo el país. A pesar de que hemos resistido, e incluso construido autonomía en medio del conflicto, el costo que debemos pagar es enorme. En la última década, cada año mueren no menos de 60 comuneros y comuneras nasas a manos de los actores armados; cada año más niños y niñas son involucrados por ambos grupos; cada vez, debemos dedicarnos más a defendernos de la guerra que a construir nuestros Planes de Vida. La Constitución de 1991 nos reconoce como sujetos colectivos de derecho. Es decir, tenemos los mismos derechos que una persona natural: a la vida, a la integridad, a la salud, a la educación. Precisamente son esos derechos los que vienen siendo negados o violados en medio de la guerra. El conflicto armado se agravó entre 1988 y 2004. Durante esos años creció el paramilitarismo a niveles enormes, con su reguero de masacres, persecución a las organizaciones sociales, despojo de tierras y territorios; también en esos años el narcotráfico invade toda la economía y la sociedad, haciendo más violento el conflicto, degradando más a los actores armados; esos años la guerrilla crece y profundiza sus formas de hacer política imponiendo a la gente sus ideas a través del miedo y el fuego. Entre 2002 y 2010 el gobierno de Uribe Vélez impulsó como política principal hacer la guerra. Y como resultado, la guerra reemplazó todas las instituciones y espacios políticos. El llamado Plan Colombia, luego el Plan Patriota y luego el Plan de Consolidación (que todavía continúa con el gobierno de Juan M. Santos) en el fondo le propone al país reemplazar las instituciones civiles por fuerzas armadas, la democracia por los ejercicios militares. La respuesta de la guerrilla fue dispersarse en cientos de pequeños grupos y reactivar los hostigamientos guerrilleros y las estructuras milicianas. Ambas estrategias han involucrado más a la población civil. Como resultado, ya en 2004 había en Colombia cerca de 4 millones y medio de personas en situación de desplazamiento. Es el segundo país, después de Sudán, con mayor número de personas desplazadas forzadamente. Todas esas personas han dejado abandonadas sus tierras, sus animales y cultivos, sus familiares más viejos que no pudieron salir corriendo. En cuestión de horas, pasan de ser personas en condiciones de pobreza o incluso acomodadas, a ser los miserables e indigentes en las calles de las ciudades. La gran mayoría de las personas desplazadas son campesinas, muchas indígenas, muchas afrodescendientes. Casi todas por causa de la guerra. Nadie las atendía; los funcionarios les pedían “certificados de pobres” o “cédulas de desplazados” 7 para reconocerles los derechos. Los alcaldes trataban de sacarlos de las ciudades para no tener que asumir el problema. En resumen: los desplazados eran gente sin derechos. Uno de los sectores más afectados por el agudizamiento del conflicto armado somos los indígenas. El desplazamiento de 500 personas en un pueblo indígena que tiene una población de 1.000 habitantes, es como si en Colombia hubiera un desplazamiento de 23 millones de personas. Y la mayoría de los pueblos indígenas en el país tienen esa población, y ese número de desplazados. Cada año miles de indigenas nasas somos obligados por los enfrentamientos o las amenazas de los actores armados a ir a sitios de refugio o a los cascos urbanos. Los últimos años cerca de 50 mil comuneros y comuneras nasas hemos debido desplazarnos por lo menos una vez por causa del conflicto. Es como si toda la población de Bogotá y Medellín hubiera tenido que salir a la fuerza de sus casas. La mayoría de las acciones militares que realizan los grupos armados en Colombia se realizan en territorios de la nación nasa, en el Cauca, Putumayo, Huila, Valle, Meta, Caquetá o Tolima. Y la mayoría de los indígenas asesinados por la guerrilla, los paramilitares o los militares, pertenecen a nuestro pueblo. La Sentencia T-025/ 2004 y el Auto 004/ 2009 Entre y 2003, miles de personas desplazadas interpusieron Acciones de Tutela contra diferentes funcionarios e instituciones públicas. Casi todas por los mismos motivos: no tenían garantizados sus derechos, las instituciones no los atendían debidamente, no recibían ayuda humanitaria ni atención médica, no podían regresar a sus casas, los funcionarios no orientaban qué hacer, nadie respondía sus inquietudes, el riesgo de ser nuevamente desplazados continuaba, sus tierras abandonadas estaban desprotegidas. En su mayoría, estas Acciones de Tutela fueron rechazadas por los jueces municipales y los Tribunales regionales. Parecía que otra vez la población desplazada quedaba desprotegida. Entonces la Corte Constitucional decidió estudiar el caso. La Corte Constitucional tiene la facultad de impartir órdenes judiciales necesarias para restablecer los derechos o evitar futuras vulneraciones, y revisar las sentencias que fallen jueces de menor categoría. En 2004, la Corte Constitucional adoptó la Sentencia de Tutela 025/2004. En esa Sentencia ordenó al gobierno que garantice los derechos humanos de esas personas desplazadas o que están en riesgo de ser desplazadas, a causa del conflicto armado. Y rechazó las sentencias de los jueces municipales que se habían opuesto a los derechos de la gente desplazada. Según la Corte Constitucional, las violaciones de los derechos humanos de las personas desplazadas ha venido ocurriendo de manera masiva, prolongada y reiterada, y de esa situación son responsables por acción u omisión todas las autoridades nacionales y territoriales (alcaldes, gobernadores) con responsabilidades en la atención de la población desplazada. La Corte reconoció que el problema era estructural, es decir, que no era una casualidad, ni eran casos aislados. Y señaló tres causas fundamentales: Primero, no había política adecuada; segundo, no hay suficientes recursos destinados a financiar dicha política; y tercero, no hay capacidad institucional para implementar esa política. 8 En resumen: La Sentencia T-025 ordenó, para garantizar esos derechos, la reformulación de las políticas públicas de prevención y atención a la población desplazada, y su efectivo cumplimiento; segundo, no poner trabas inútiles, no obligar a declaraciones y papeleos, y tercero, garantizar la coherencia entre las obligaciones y la plata efectivamente destinada. Pero el gobierno no cumplió. Cinco años después de la Sentencia T-025, en 2009, el gobierno no había modificado su política, siguió poniendo trabas y no garantizaba el dinero que se requería para atender a las personas desplazadas y para prevenir nuevos desplazamientos. Aunque para el caso indígena expidió varios “planes y directrices”, en realidad el gobierno no tuvo en cuenta la gravedad del conflicto armado, ni las particularidades del desplazamiento y del conflicto en las diferentes poblaciones. Ante este incumplimiento de una orden judicial, la Corte Constitucional decidió “hacerla cumplir”. Al principio le daba plazos al gobierno, le solicitaba más información, lo llamaba. Pero fue inútil. El gobierno de Uribe Vélez estaba dispuesto a irrespetar a la justicia, como lo hacía con muchas otras decisiones. Después de varios regaños y advertencias, la Corte Constitucional sacó una orden más explícita: el Auto 004 de 2009, donde le dijo al gobierno: “cumpla lo ordenado en la Sentencia T025”, y le dio dos órdenes adicionales en el caso de los pueblos indígenas: 1. Diseñar e implementar un Programa de Garantía de los Derechos de los Pueblos Indígenas afectados por el desplazamiento forzado. 2. Formular e implementar Planes de Salvaguarda Étnica ante el conflicto armado y el desplazamiento forzado, para 34 pueblos indígenas en riesgo. Uno de esos planes, es el Plan del Pueblo Nasa. El Plan de Salvaguarda busca proteger los derechos fundamentales de personas y pueblos indígenas desplazados por el conflicto armado o en riesgo de desplazamiento forzado. Las acciones del Plan de Salvaguarda deben estar dirigidas a: • • • • • Prevenir el desplazamiento forzado. Evitar el confinamiento o bloqueo de las comunidades. Atender adecuadamente a los indígenas en situación de desplazamiento. Actuar frente a las conductas delictivas que provocan el desplazamiento. Evitar el exterminio cultural o físico del pueblo indígena. La Corte Constitucional analizó las dinámicas y acciones del conflicto armado que son causas determinantes del desplazamiento forzado. De acuerdo con el Auto 004 son acciones o conductas nocivas o peligrosas, que deben ser enfrentadas, mitigadas o prevenidas para que no causen daño a nuestras comunidades, en primer lugar, las acciones militares directas en territorios indígenas sin involucrar activamente a las comunidades indígenas pero afectándolas de manera directa; los procesos bélicos que afectan directamente a los pueblos indígenas en el conflicto armado; los procesos territoriales y socioeconómicos conexos al conflicto armado interno que afectan sus territorios tradicionales y sus culturas; y los procesos socioeconómicos indirectos que son aumentados por causa de la guerra o que hacen que los demás impactos sean peores. Todas estas dinámicas causan o propician el desplazamiento forzado: Desplazamiento masivo hacia los pueblos o hacia las ciudades; desplazamiento progresivo –gota a gotahacia las ciudades; desplazamiento itinerante a otros sitios del territorio, otras comunidades u otros grupos étnicos; y desplazamiento desde territorios no constituidos en resguardos, hacia resguardos. 9 Los mínimos del Plan de Salvaguarda El Plan tiene las herramientas necesarias para el fortalecimiento de la integridad cultural y social frente al riesgo de desaparición. Desaparecer culturalmente es dejar de ser nasa, dejar de pensar como nasas, dejar de tener el territorio ancestral, perder nuestra forma de gobierno y de justicia. Todo eso está en riesgo con la guerra. Y debemos avanzar para responder cuáles son los riesgos y problemas más graves que deben ser tenidos en cuenta en cada región del país donde estamos las comunidades de la Nación Nasa. En consecuencia, el Plan señala cuáles medidas debe adoptar el gobierno para salvaguardar nuestra existencia cultural, espiritual, social, política y física, amenazada por el conflicto armado, el desplazamiento, la economía, las leyes del despojo. Solo el pueblo nasa sabe el estado de nuestra cultura. Para saber cuáles son las medidas y cómo deben aplicarse, para que al aplicarse el Plan de Salvaguar se respete nuestra cultura y se fortalezca nuestra autonomía, las preguntas deben responderlas las comunidades, preguntando al ksxaw a través de los kiwe the. El Plan tiene un componente de protección de nuestros territorios tradicionales, especialmente aquellos que están en proceso de titulación. La Corte Constitucional ha identificado que la falta de titulación de los territorios ancestrales es un problema que se agrava con el conflicto armado, y ha dicho que la falta de seguridad jurídica de la propiedad indígena es un factor que atrae a los actores armados. Pero reconoce que la mera titulación y la constitución de resguardos no garantizan en la práctica la posesión material por parte de las comunidades. El conflicto armado ha agravado conflictos territoriales preexistentes y ha creado otros. Los intereses de actores no indígenas sobre la tierra, que se derivan de varios factores como sus recursos naturales, su valor estratégico militar, su valor económico, obligan a que la protección territorial vaya más allá de la sola legalización. El narcotráfico, la minería, el petróleo y las grandes plantaciones de caña o palma, deben ser analizadas como verdaderos enemigos de los derechos territoriales. Los conflictos interétnicos por la tierra, que se tramitaban relativamente fácil y de manera pacífica en el pasado, ahora adquieren la forma de conflictos bélicos, donde los actores armados imponen sus métodos e intereses.Nosotros no entendemos nuestra existencia sin Uma Kiwe. Por eso debemos garantizar que los Territorios Ancestrales sean fortalecidos con el Plan de Salvaguarda. El Plan tien los componentes de PREVENCIÓN y de ATENCIÓN. Es decir, debe tener medidas específicas que prevengan cada acto bélico, político o económico que pueda producir el desplazamiento de las comunidades, o de las familias o de las personas. El Plan debe decir cómo hay que atender a las comunidades, familias o personas nasas que se encuentran en situación de desplazamiento, para garantizarle todos los derechos individuales y colectivos, y para que eso se haga protegiendo la cultura y la autonomía. El Plan atiende los derechos a la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición de las comunidades y personas víctimas del conflicto armado y del desplazamiento forzado. El Plan debe tener medidas que permitan a todo el pueblo nasa saber quiénes han ordenado los asesinatos y agresiones, por qué lo han hecho y con qué intereses. La verdad es fundamental para que los hechos no se repitan. Por lo mismo, el Plan debe incluir acciones contra la impunidad, que en el caso de las violaciones de derechos humanos contra nuestro pueblos es casi total. Debe tener medidas concretas de reparación integral a las familias, personas y comunidades afectadas. El Decreto 4633 de 2011 (o decreto ley de víctimas y restitución) incluyó algunas medidas; pero la gran 10 mayoría de las acciones que el pueblo nasa planteó en el proceso de elaboración (donde la consulta no se hizo) fueron rechazadas por el gobierno. Ahora nos corresponde volver a plantear esas medidas. Y debemos incluir las garantías de no repetición. Es decir, medidas concretas para desarticular los grupos paramilitares que nos han atacado, para desmilitarizar nuestros territorios (como señala la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas), para garantizar el control territorial a que tenemos derecho. El Plan incluye también los mecanismos de protección de líderes, autoridades tradicionales y personas en riesgo. Muchos de nuestros líderes, autoridades y comuneros y comuneras se encuentran en riesgo por su actividad política, cultural o espiritual. Para cuidar a estos miembros de nuestro pueblo, el gobierno insiste en mecanismos militares y policiales. El Plan debe señalar la forma adecuada de proteger a nuestros líderes, voceros, gobernantes, de forma que respete nuestra cosmovisión y nuestras formas espirituales y sociales de protección. El Plan tiene un componente que garantiza el retorno voluntario de la población desplazada, con todas las garantías de seguridad y dignidad que merecemos. Frente a las personas y familias desplazadas por causa del conflicto armado, debemos señalar los procedimientos y condiciones mínimas para que puedan retornar a las comunidades. Esto se aplica tanto a quienes llevan varios meses en esta situación, como de quienes realizan desplazamientos forzados de carácter preventivo (a las zonas de refugio o a sitios de asamblea permanente). Esto solo puede hacerse de manera voluntaria, consultada, respetuosa y en condiciones de dignidad y que no debiliten nuestra organización. El Estado, para cumplir con los derechos de las personas y de los pueblos –que son considerados “sujetos colectivos”--, está obligado a que los medios para satisfacerlos sean asequibles (o disponibles), accesibles, aceptables (de buena calidad) y adaptables (adecuados culturalmente). Por otra parte, el Estado debe respetar a los sujetos de derecho, protegerlos frente a terceros y actuar para realizar los derechos. 11 2. Metodología: la construcción del Plan de Salvaguarda El conflicto armado y el desplazamiento forzado como una de sus consecuencias más graves, es una enfermedad que nos está matando a los Nasas. Para defender nuestra vida, nuestro territorio y nuestro pensamiento como pueblo, le vamos a decir al Estado y al gobierno Colombiano cuáles son los remedios con los que tiene que protegernos del exterminio físico y cultural. Para lograrlo, tenemos que aprovechar el Auto 004, un instrumento jurídico muy importante que hizo la Corte Constitucional para obligar al gobierno a que cumpla con sus obligaciones constitucionales de garantizar nuestros derechos fundamentales y de preservar la diversidad étnica y cultural del país en el que vivimos. Decidimos entonces construir nuestro Plan de Salvaguarda. Para esto, en un proceso de convocatoria y acercamiento con delegados del Ministerio del Interior, así como con algunas autoridades del pueblo Nasa, realizamos la instalación del proceso de construcción del Plan salvaguarda en el resguardo indígena de Potrerito, Huila, los días 3 y 4 de diciembre de 2009. Allí acordamos la necesidad de consensuar un presupuesto para llevar a cabo las actividades necesarias. Fue aquí donde empezó la dilatación de los tiempos por parte del gobierno nacional, puesto que las propuestas enviadas por parte del pueblo nasa siempre fueron devueltas bajo el argumento de que estábamos presentando un presupuesto muy elevado. Posteriormente, en un diálogo con las diferentes expresiones organizativas del Pueblo Nasa a nivel nacional, definimos que fuera el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) quien nos representara jurídica y administrativamente frente al gobierno colombiano durante el proceso de la construcción de nuestro Plan. Una de las prioridades a tener en cuenta por nuestra parte fue buscar la estrategia de poner en marcha el principio de Unidad que históricamente hemos defendido en nuestras luchas como pueblo. Esto implicó buscar en dónde es que estábamos asentados los Nasa. Con este ejercicio nos dimos cuenta que estábamos en ocho departamentos del país: Cauca, Valle del Cauca, Putumayo, Meta, Tolima, Huila, Nariño y Caquetá y que, además, estábamos organizados en 185 cabildos, tanto en zonas rurales como urbanas. Hasta ahora hemos identificado que hacemos presencia en 8 ciudades del país. Decidimos entonces hacer lo que nunca habíamos hecho: juntarnos como el pueblo unido que somos. Nos vimos, nos encontramos y nos reconocimos en el mes de noviembre de 2011 en la vereda El Nilo, resguardo de Huellas, Caloto, en un espacio que llamamos “Primera asamblea nacional de autoridades tradicionales indígenas del Pueblo Nasa” en el que participaron los gobernadores y gobernadoras de todos los cabildos. El objetivo principal de ese encuentro era trazar una ruta metodológica que permitiera un buen proceso de construcción del Plan de Salvaguarda Nasa. Para lograrlo, la Asamblea definió 5 etapas: La primera de ellas es la etapa de “Socialización, conceptualización y diagnóstico”, que es la que hemos terminado y en la cual realizamos cuatro actividades fundamentales: Un encuentro con los Kiwe The en el resguardo de Vitoncó; un conversatorio de sabios (líderes y lideresas Nasa) en el resguardo El Peñón, municipio de Sotará; 185 Asambleas 12 comunitarias en cada uno de los cabildos nasa de los ocho departamentos y 8 encuentros departamentales con las autoridades y líderes de la Nación Nasa. Durante toda esta fase, el equipo nacional del Plan de Salvaguarda realizó diversos encuentros nacionales para perfeccionar los instrumentos de trabajo. Realizamos 4 talleres de capacitación en metodologías para recolectar y ordenar información secundaria pertinente para el proceso; y animar, coordinar y sistematizar los diferentes talleres, encuentros y reuniones que íbamos a realizar; hicimos un documento-matriz para la sistematización de las diferentes propuestas de autoprotección y un documentomatriz de actualización del diagnóstico; elaboramos 4 talleres sobre conceptos jurídicos sobre las condiciones, implicaciones y posibilidades legales de las propuestas. En la parte final, en un proceso de taller permanente, perfeccionamos el documento de diagnóstico, conceptualización y líneas de acción del Plan de Salvaguarda nasa, a partir de las actas y relatorías de las Asambleas comunitarias que realizamos en los 185 cabildos de la nación nasa. A partir de allí elaboramos el presente documento de la Estructura fundamental del Plan de Salvaguarda, que tiene los siguientes componentes: a) Diagnóstico complementado de la situación de derechos humanos de la Nación Nasa, b) Marco conceptual del Plan, c) Líneas generales de los contenidos del Plan o estrategias, y d) Propuesta de esquema institucional para la ejecución del Plan. El ejercicio permitió definir una hipótesis de los Programas y Sub-Programas, que será perfeccionada y finalizada en la segunda fase de la formulación del Plan, cuando avanzaremos en la identificación de los mecanismos de implementación, los resultados por cada uno de los programas, así como las metas, indicadores, cronograma y presupuesto indicativo. La segunda etapa consistirá en la “Formulación de la propuesta del Plan”. En esta etapa lo que haremos es fundamentar cuantitativa, técnica y científicamente los estudios necesarios según las propuestas de salvaguarda que se obtengan como pueblo Nasa en el desarrollo de la primera etapa. La tercera es la Presentación del Plan ante la Corte Constitucional. En esta etapa lo que haremos es llamar a la honorable Corte Constitucional y al Gobierno Nacional para poner en sus manos el plan de salvaguarda nasa, denominado BAKA ́CXTEPA NAS'NASA NEES YUWA ́, en el marco de un congreso nacional para legitimar el camino que debemos recorrer para permanecer en el territorio por siempre. La cuarta etapa que planteamos es la “Implementación del Plan de Salvaguarda”. Será el momento del desarrollo de cada una de las acciones de salvaguarda en las casas, grandes y pequeñas, donde nos encontramos viviendo los Nasa. Probaremos la superación del estado de cosas inconstitucionales como lo plantea la sentencia T- 025 de 2004 en el marco de alcanzar el goce efectivo de los derechos. La quinta etapa es el “Seguimiento, evaluación y ajuste del Plan”. Pensada como el momento de asignar a los entes de control nacionales e internacionales, pero también a las autoridades propias, la responsabilidad de hacer cumplir el plan salvaguarda ordenado por la Corte Constitucional, para que el pueblo Nasa siga perviviendo en el tiempo y el espacio por siempre. 13 Para llevar a cabo este proceso, en la Asamblea de autoridades de El Nilo también ratificamos el Equipo Nacional, representado por compañeros y compañeras Nasa de los ocho departamentos, delegados previamente por las autoridades de sus respectivos Cabildos, Asociaciones y Regionales de origen, a fin de garantizar una representación efectiva de la Nación Nasa. De esta delegación seleccionamos dos compañeros (as) como promotores (as) y/o dinamizadores (as) con claridad política y administrativa en el relacionamiento con las instituciones y/o entidades gubernamentales. Aparte de éstos, tuvimos acompañamiento del equipo técnico compuesto por Asistentes, Sistematizadores (as) y Secretaria General. A su vez, contamos con el equipo profesional o de expertos en Planeación propia y externa, Sistematización, Comunicación, Asesoría en derecho propio y ordinario; también contamos con la guía y el apoyo espiritual de un grupo de Kiwe The de cada uno de los departamentos. Este componente es un eje transversal del proceso de construcción del Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa. 3. La Nación Nasa Marcos Yule, reportado por Gómez y Ruiz, relata el mito sobre el origen Nasa: En un comienzo solo existía el ks'a´w wala (gran espíritu) que por ser masculino y femenino a la vez, tenía la virtud de generar vida. De él nacieron diez espíritus hijos llamados: ekthe (sabio del espacio), t'we yase (nombrador de la tierra), weet'ahn (el que deja la enfermedad en el tiempo), kl'umn (duende), daat'i (espíritu del control social), tay (sol), a'te (luna), eeh'a (viento), s'i' (espíritu de la transformación social). Inicialmente vivían en la misma casa con el gran espíritu, pero luego, por indicación suya, se transformaron en personas y vivieron por separados. Sin embargo vivían en constante conflicto: el sol quemaba el agua inundaba. Entonces les orientó para que se unieran en una sola casa y así lo hicieron. De su reproducción posterior nacieron las cosas que forman el mundo y un ser especial llamado Nasa. Como Nasa en la lengua nativa es todo lo que tiene vida, movimiento, y como en la concepción Paez absolutamente todas las cosas de la naturaleza tienen vida, podemos decir que de esta relación surgió el mundo del medio o este mundo, p’ahte donde habitan los Nasa. De igual manera y de acuerdo con la cosmogonía el universo Nasa esta representado en cuatro casas, la del gran espíritu, la casa de los diez espíritus, la casa de los Nasa y la casa de los yu’k hi’pmeas (los sin culo) que habitan las profundidades de la tierra1... Luego llega la historia de los caciques. Según el Plan de Vida del CRIC (2007), la Gaitana es reconocida como cacica nasa, a pesar de que las investigaciones etnohistóricas la reconocen como líder de la etnia Yalcón en el siglo XVI: La cacica Gaitana es hija del agua recogida en la quebrada La Meza Yu´, cerca de la quebrada Lucero, donde recogieron al cacique Juan Tama; también se dice que en la montaña hay una laguna. 1 14 Op Cit. GÓMEZ y RUÍZ. 1997: 50 La cacica Gaitana fue una de las mujeres que se preparó para la pelea, usó la honda para pelear contra los españoles. Dicen que les tiraba oro y que mientras los blancos se peleaban por el oro los remataba a punta de piedra y que para defenderse de las balas, se escondía detrás de los árboles gruesos. Un día su hijo cayó en manos de los españoles; lo colgaron, interrogaron y terminaron quemándolo vivo. Cuentan también que mientras los españoles lo torturaban, él decía que se sentía en medio de un jardín y fue así como murió, sin dar ninguna información sobre la ciencia del indio, la cual querían saber los españoles. Dicen que la cacique Gaitana había logrado arrancar cabellos de la corona de su hijo, trabajó la ciencia tradicional, combatió y cogió prisionero a Pedro de Añasco. Le saco los ojos , le enlazo de la nariz y como a un perro lo hizo pasear por muchos lugares del cauca, Huila, Tolima, Caldas ,y Valle, cuentan que le quitaba y dejaba pedazos del cuerpo en cada lugar que visitaba; por ultimo decidió quemarlo recogió las cenizas y las arrojó al río diciendo: Regresa de nuevo a España de donde te enviaron. Por esto el legado de la Gaitana perdura en la memoria de los pueblos indígenas hasta el presente como signo de la valentía con que los antepasados defendieron su existencia del conquistador español, que ávido de riquezas no dudó en asesinar a pueblos completos. La Gaitana constituye un ejemplo de que la guerra defensiva es legítima y, además, que es un instrumento válido para garantizar la vida de los pueblos indígenas y la posesión de los territorios como única forma de seguir perviviendo en el tiempo (PEBICRIC, 2006). Según el mito, Juan Tama, como los verdaderos caciques, nació de las estrellas y bajó por las torrentosas aguas de la quebrada de El Lucero, de donde fue sacado por los chamanes y entregado a unas doncellas para que con su sangre lo amamantaran. Su voracidad era tan grande, que ellas al poco tiempo mueren. Con la ayuda de los chamanes, Juan Tama se convirtió posteriormente en legislador, caudillo de su pueblo y gran cacique de los nasa; fue él quien los defendió de los invasores Pijaos, Guambianos y blancos. Los documentos históricos por su parte, muestran no a un Juan Tama mítico, sino a un gran líder colonial, el cacique principal de Vitoncó y de todo la nación nasa. El cacique que a través de la violencia y la guerra ―utilizando la voleadora, según el mito―, desterró a grupos indígenas enemigos, y mediante el manejo de la legislación colonial y los documentos escritos, defendió el territorio comunal de las manos de los blancos. A él se debe la creación de los resguardos y la delimitación del territorio Nasa. Dentro de la mentalidad de estos indígenas, el resguardo y su territorio tienen un origen eminentemente mítico y divino. Juan Tama, según el mito, desapareció en las profundas y heladas aguas de la Laguna de Pátalo dejándoles a los nasa por herencia un testamento político tendiente a la defensa de su territorio y su cultura, todo un acervo de conocimientos médicos a los chamanes y la promesa de su regreso cuando fuese menester. “Yo me iré a vivir a una laguna, Yo no muero jamás”2 El Plan de Vida del CRIC (2007) referencia a Juan Tama: 2 15 BERNAL: 1953:236 Juan Tama según la tradición oral es hijo del agua y de la estrella. Se considera que era oriundo del resguardo de Vitoncó, municipio de Páez. Juan Tama surge en una época en que los nasa enfrentaban solos al imperio más grande de la época: España, ante la derrota de sus aliados estratégicos los Yalcones, los Timbas y los Pijaos. Juan Tama vio en la negociación una alternativa para preservar la existencia de su pueblo y los territorios. Juan Tama organizó los territorios bajo la figura de resguardos y dejó unas leyes que se han convertido en una herencia de defensa y pervivencia. Propuso la negociación como un instrumento para asegurar el derecho de los pueblos indígenas. Según Cieza de León los indígenas de la región del Cauca fueron los que más resistieron a la invasión española, consiguiendo contra el invasor varios éxitos militares3. Estima que debieron existir entre 6.000 y 7.000 guerreros, dato que permite pensar en unas 20.000 a 28.000 personas según la relación entre guerrero y población que se quiera aplicar4 (Rappapport, 1982). Juan Velasco arroja la suma de 7.000 almas y Sevilla Casas considera que la población debió ascender a unas 10.000 personas. Estas comunidades fueron fundadas en el siglo XVII por las autoridades españolas con el fin de controlar a la población indígena y obtener de ella tanto mano de obra como tributo. Sólo comenzaron a funcionar realmente como comunidades cuando los nasa fueron forzados a ocupar las laderas de la cordillera tras haber sido desalojados de los valles templados que rodean La Plata. Esto, unido al colapso demográfico que produjo la Conquista, permitió que los propios españoles se asentaran con posterioridad en aquellos valles. Las 200 000 personas que hoy en día se identifican como nasa no viven en dichas comunidades sino dispersas en las regiones altas de las montañas y la mayoría sólo acude a los pueblos en época de fiestas o cuando se haya de camino a los mercados regionales de Silvia o Belalcázar.5 Habitaban una extensa región comprendida entre las estribaciones orientales y occidentales de la cordillera Central, demarcadas al norte por el Nevado del Huila y al sur por el Río de la Plata. Los habitantes de esta última región eran menos “rústicos” que los de Tierradentro, dato que ha llevado a investigadores como Rappaport a inferir que la comunidad de La Plata era más antigua y mejor establecida y que la de Tíerradentro adquiría en la época un carácter de puesto fronterizo o de avanzada de una 3 CIESA DE LEÓN, Pedro. Primera Parte de la Cónica del Perú. Editorial Espasa-Calpe, Madrid. 1962 4 RAPPAPORT, Joanne. LA POLÍTICA DE LA MEMORIA. Interpretación indígena de la historia en los Andes colombianos. Cambridge University Press, Cambridge. 1982 5 RAPPAPORT, Joanne LA POLÍTICA DE LA MEMORIA. Interpretación indígena de la historia en los Andes colombianos. Cambridge University Press, Cambridge. 1982 16 colonización nasa en la cordillera 6. La zona de Tierradentro, por su carácter fronterizo, tenía la característica de ser una zona multiétnica en donde convivían indígenas de diferentes etnias, entre ellas Nasa, Pijaos y Guanacas quienes se relacionaban a través de alianzas militares e intercambio económico. La colaboración de los Guambianos con los españoles para entrar a conquistar Tierradentro ha sugerido la hipótesis de una larga relación hostil entre estas dos etnias, mientras que las frecuentes alianzas guerreras documentadas por los cronistas, entre los Nasa y los Yalcón y sobre todo entre Nasa y los Pijao, se ha tomado como elemento de apoyo a la hipótesis sobre su origen Karib (Rappaport, 2000). En el siglo XVI, en su territorio existían tres grandes cacicazgos: uno en el sur, aguas abajo del río Páez, denominado como el Cacicazgo de Avirama; otro en el norte, aguas arriba del río Páez y denominado como el Cacicazgo de Páez y finalmente el de Suyn, en la cuenca del Río Moras. Estos caciques dirigían a otros líderes de menor importancia y fueron ellos, como jefes militares, quienes enfrentaron a los españoles a su llegada al territorio: Páez, Tarabira, Tálaga, Simurga y Nuesga. El hecho que estos caciques no aparezcan en las crónicas históricas realizadas en tiempos de paz, ha llevado a Rappaport a sugerir que estos líderes debieron tener un poder político restringido exclusivamente a los tiempos de guerra. Sin embargo, mantenían unidos los cacicazgos por lazos de parentesco. En 1536 Sebastián de Belalcázar funda la ciudad de Popayán y comienza el asedio contra los habitantes de Tierradentro: era necesario transmontar la cordillera, cruzar el Valle del Magdalena y llegar al reino de los Muiscas. En 1562 se funda San Vicente de Páez en pleno corazón de Tierradentro, destruida nueve años más tarde. Juan de Castellanos describió así los hechos: “Quedándose los Páez con su honra, libres de vasallaje y servidumbre, y en franca libertad, sin que consientan extraño morador en su provincia”7. Más tarde los Nasa destruyeron San Sebastián de la Plata y Caloto. Ante la braveza de los indígenas los españoles tuvieron que ceder e iniciar una estrategia nueva: la evangelización. A los Jesuitas, enviados por Don Juan de Borja, se encomendó en 1613 la labor de su apaciguamiento. Los Jesuitas fueron seguidos por misioneros seglares y más tarde llegaron los Franciscanos. Los primeros resultados se obtuvieron hacia el año de 1640, cuando, a pesar de que se declaraba aún la existencia de “indios de mala paz”, se inició la dominación española, e instituciones coloniales como la encomienda, la mita y la doctrina empezaron a florecer en el territorio de Tierradentro. Una década más tarde, aunque se reconocía que “ahora se entra y sale de su nación”, los logros obtenidos seguían dejando mucho que desear a los misioneros, quienes afirmaban que aunque los indígenas ya estaban pacificados, “todavía no están reducidos a doctrina”8. Si bien en los primeros años de contacto, la guerra y las enfermedades fueron diezmando al grupo étnico, en esta nueva época la encomienda y la mita continuaron la labor devastadora. Las excesivas exigencias tributarias explican las migraciones de indígenas Nasa que huían a lugares lejanos. Desde el período colonial, los relatos coinciden en que el tipo de poblamiento nasa respondía a la reproducción de un patrón tradicional de dispersión que obedecía a la lógica de huida (Findji, 1993). Findji y Rojas 6 7 8 17 Op Cit. RAPPAPORT. 1982 CASTELLANOS, Juan de: Elegías de Varones Ilustres de Indias. 1847: 505 Ibid. SEVILLA CASAS. 1983: 30 (1985) sostienen que con la llegada de los españoles, “los recaudadores de impuestos necesitaban reunir a los indios en pueblos para facilitar la recaudación”. Pero no sólo para facilitar la recaudación, sino también la nueva realidad política de la colonización. Este patrón tradicional de dispersión muestra, entonces, “una actitud política para evitar pagar tributo y ser sometidos” (Ibíd). Esta extrema movilidad de los nasa es “un hecho significativo de lo que es el territorio: un espacio que se recorre”. Otros fueron sacados masivamente de Tierradentro para la construcción de la ciudad de Popayán y como fuerza de trabajo en las haciendas colindantes. Pero Tierradentro parece haber sido una región de refugio, a donde llegaron indígenas pertenecientes a otras etnias como Yalcón, Pijao, Andakí, Tamas, etc., quienes huyendo de sus encomenderos y de las nuevas condiciones que la Colonia les había impuesto, se recluyen en esta región e inician lentamente con los indígenas de Tierradentro un proceso de unificación cultural y política, conformando las bases del actual idioma y nacionalidad Nasa. La difusión de algunas herramientas y utensilios de metal, del caballo, la oveja y otros animales domésticos traídos por los europeos, al igual que el cultivo de nuevas especies como trigo9, indudablemente contribuyeron a la transformación de lo que fuera la antigua comunidad. A principios del siglo XVIII la lengua española parece haber logrado permear ciertas capas de la población aborigen y para esa época surgieron los caciques coloniales o “caciques nuevos”, caracterizados por buscar alternativas novedosas ante su falta de autonomía frente a los invasores europeos. El cacicazgo y el resguardo son las instituciones que permitieron alcanzar esta meta10. Don Juan Tama, el cacique de Vitoncó y Pitayó, los caciques Gueyomuses de la región Togoima, al igual que el cacique Quilo y Sicos de los pueblos de Toribío, Tacueyó y San Francisco, emprendieron la tarea de delimitar espacialmente sus territorios. Tama, junto con Quilo y Sicos, viajan a Quito. Directamente ante las autoridades reales hacen que se les reconozcan sus territorios y les otorguen títulos escritos. Buscan de esta manera legitimar su poder político como “caciques principales”. Las referencias míticas e históricas les ayudan igualmente para legitimar su autoridad y el origen sagrado de los títulos de sus tierras. Así, “a comienzos del siglo XVIII, la nación nasa se componía de cuatro unidades políticas principales bajo la autoridad de tres caciques y una unidad política autónoma más pequeña que estaba unida a estas cuatro por lazos matrimoniales. Esta última unidad política era el cacicazgo de Wila, que tenía por cacica a doña Mariana Mondiguagua, esposa de don Juan Tama (Rappaport, 2000:80). En la Nueva Granada el resguardo se originó durante la administración colonial como una institución tendiente a asegurar, además de un tributo indígena, la reproducción de una fuerza de trabajo concentrada entre unos límites muy bien definidos. Sin embargo, esta unidad política y territorial comunal de origen colonial, se transformó históricamente en la medida en que fue resignificada y reapropiada por los nasa (Rappaport, 2000). Los Nasa entendieron los resguardos como una forma de protección y ejercicio de los derechos indígenas mediante la consolidación de un territorio y una autoridad política. Los títulos de los resguardos muestran cómo los caciques coloniales legitimaron su poder 9 BONILLA, Victor Daniel. Historia Política de los Paeces. Ediciones Colombia Nuestra, 2ª ed. Cali 1982. 10 Op Cit. FINDJI y ROJAS. 18 a través de referencias míticas e históricas. Don Juan Tama decía ser el “hijo de la estrella”. Finalizando la época colonial, los cacicazgos se fueron descomponiendo. Demográficamente su población se había recuperado notablemente sin que la tierra disponible les permitiera su supervivencia. Fueron muchos los indígenas que abandonaron sus resguardos. A principios del siglo XIX, el proceso de independencia trajo consigo intensos esfuerzos de consolidación y modernización del estado nacional colombiano. Motivados por los ideales de desarrollo y progreso, los pretendidos intentos por lograr la unidad nacional a través de la imposición de una sola lengua, una sola religión y una sola cultura, desembocaron en cruentos procesos de privatización, latifundización y liberación de mano de obra (Henao, 1983; Padilla, 1996; Rappaport, 2000; Molano, 2000). El anuncio y desarrollo de las guerras civiles del siglo XIX, entonado por las clases dominantes al compás de la acumulación de riqueza y al ritmo de los cambios en la legislación sobre la adjudicación de tierras baldías y de la expansión acelerada de las haciendas ganaderas y las plantaciones de café y azúcar en la región de lo que actualmente es el Cauca y el Valle del Cauca, despojó a los indígenas de sus tierras e impulsó a muchos de ellos a trabajar como terrajeros y asalariados; a otros, a internarse en lugares recónditos para evadir la persecución y dominación económica, política y social a la que estaban siendo sometidos. El territorio nasa, como uno de los principales escenarios bélicos, no fue la excepción (Rappaport, 2000). Fue así como durante los últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX, un número considerable de nasas migró a regiones como el Putumayo, el Valle, el Caquetá y la Cordillera Occidental del Cauca en el camino al mar (Gómez y Ruiz, 1997; Findji, 1993). Los cambios producidos por la independencia produjeron transformaciones importantes que determinaron que las comunidades indígenas se enfrentaran a un nuevo sistema político que les negaba su autonomía. Los caciques republicanos colaboraron en el debilitamiento de sus resguardos y se convirtieron en jefes militares que regían pequeñas unidades militares durante las guerras civiles. Permitieron la explotación minera de sus resguardos y sus bosques quineros. Es una nueva etapa política, económica y social que ha sido analizada y descrita por los sociólogos Findji y Rojas (1985). Años más tarde, el desmembramiento del gran Estado del Cauca, con la consecuente pérdida de las minas de oro y de las fértiles tierras de Nariño y del Valle, determina un proceso de ruralización dentro de la élite caucana que acrecienta la explotación de la población campesina e indígena del territorio. Las haciendas se expanden a costa de los resguardos y se consolida el “terraje”. Grandes masas de indios desposeídos quedan con la obligación de pagar un determinado número de días de trabajo en la hacienda del nuevo patrón, por el derecho a vivir y usufructuar un pequeño pedazo de tierra que antes le pertenecía a su comunidad. Los conflictos agrarios se agudizaron en las primeras décadas del siglo XX. En este contexto surgió, en la segunda década del siglo XX, el movimiento encabezado por Manuel Quintín Lame Chantre, el indio terrajero de Polindara, conservador y católico, quien junto con José Gonzalo Sánchez, indígena totoró, conformó un movimiento denominado “La Quintinada” que involucró a terrajeros y cabildos indígenas Nasa, 19 Guambianos y Coconuco, extendiéndose posteriormente a los indígenas del Huila y del Tolima. Como banderas de lucha el movimiento planteaba: a) la defensa de las parcialidades y el rechazo a las leyes de extinción de los resguardos; b) la negativa a pagar terraje o cumplir con obligaciones personales; c) la afirmación de los cabildos como centros de autoridad; d) la recuperación de las tierras usurpadas por los terratenientes y el “desconocimiento de todos los títulos que no se basaran en cédulas reales”; y e) la condena y rechazo de la discriminación racial a que están sometidos los indios colombianos. El Plan de Vida del CRIC (2007), sintetiza el legado de Manuel Quintín Lame en el siglo XX: Quintín Lame nació cuando un nuevo país florecía al calor de una nueva constitución, la de 1886, que en cierta forma fue una esperanza de reconciliación y progreso en el país. Quintín Lame, buscó no solo la defensa de los terrasgueros sino también la de los habitantes de los resguardos. Dentro de su proceso de lucha Manuel Quintín, descubre la ley 89 de 1890 y la convierte en una de las herramientas jurídicas con las que emprende una ofensiva legal ante el Estado, pero también dentro de su deseo de apoyar a sus hermanos, compra el Código civil. Ambos textos los aprende de memoria y los utiliza en los momentos más cruciales de su lucha ante tribunales y juzgados. Ejemplo de esta lucha es el reconocimiento que hizo el Estado de la existencia del Resguardo de Ortega y Chaparral. Esta primera experiencia jurídica le ayuda a aprender que la ley colombiana, era la base para despojar a sus hermanos de lo que les pertenecía, pero que además la injusticia y abusó que se cometía en nombre de la ley eran muchas, por lo tanto inicia un levantamiento general y en él participaron todos los terrasgueros de Polindara, Santa Teresa, La Laguna, Pisojé, Cohetando y San Isidro. Quintín Lame se dedicó a coordinar todas estas acciones celebrando grandes asambleas y mingas de adoctrinación, y, también, aprovechando todo tipo de reunión que se realizara en el territorio. Este movimiento dio como resultado que los terrasgueros desde Totoró, Cajibío, hasta Sotará, se negaran a pagar el terraje (Plan de Vida del CRIC, 2007). Así, el escenario de las primeras décadas del siglo XX estuvo configurado por las tensiones políticas bipartidistas (entre liberales y conservadores), las disputas por la propiedad de la tierra mediante el cuestionamiento de los títulos de propiedad, las condiciones de trabajo en las haciendas y plantaciones, el conflicto por la tierra que desató la colonización antioqueña entre indígenas y campesinos recién llegados; también las luchas por la recuperación de las tierras usurpadas por los terratenientes, la defensa del resguardo y el no pago del terraje que emprendieron, de la mano de Manuel Quintín Lame, José Gonzalo Sánchez y Eutiquio Timoté, los indígenas en el Cauca y luego en el Tolima (Gilhodés, 1988; Rappaport, 2000). 20 La efervescencia del conflicto agrario y el bipartidismo desembocarían, en la década del Cincuenta, en lo que se ha llamado el período de la Violencia en Colombia que se agudizaría después del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1948, produciendo más de 200.000 muertes en toda Colombia entre 1946 y 1966 (Roldán, 1998). Los síntomas declarados de violencia empezaron a ocurrir casi simultáneamente a mediados de 1949 en los departamentos de Huila, Santander, Valle del Cauca y sur del Tolima. Luego se extendieron a otras regiones: Antioquia, Chocó, sur de Córdoba y Bolívar, Risaralda, Quindío, norte del Cauca, Cundinamarca, Boyacá, Meta, los Santanderes y Casanare (Guzmán, Fals Borda, Umaña Luna, 2005). Amador Ospina (2008) plantea que para el caso de los nasa, interesa aclarar que la comunicación geográfica entre Saldaña, Marquetalia y Gaitania —en el sur del Tolima—, Corinto, Miranda, Toribío y Jambaló —en el norte del Cauca—, y Florida y Pradera ―en el sur del Valle del Cauca―, explica la expansión geográfica de la violencia y las especificidades que ésta adquirió en las zonas de colonización. Los nasa del Cauca y Valle del Cauca que vivieron la represión y persecución de la policía militar del gobierno conservador y de los pájaros, se vieron obligados a migrar: muchos se fueron hacia la cordillera occidental, por la región del río Naya, otros se desplazaron hacia los departamentos de Putumayo, Caquetá, Huila y Meta. En 1964, el Ejército, apoyado por el gobierno de los Estados Unidos, bombardeó la amenaza comunista en el sur del Tolima. Dos años después, en 1966, se oficializó la creación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC (Pearce, 1992; Sánchez y Meertens, 1985; Riaño, 2006; Molano, 2001; Berquist, Peñaranda y Sánchez, 1992). Houghton y Villa (2005) señalan que “en el nacimiento de las FARC participaron varios grupos de guerrillas liberales conformadas por indígenas de la región. Esta guerrilla, que se expandió a las zonas de colonización del piedemonte amazónico, en su dinámica de formación, fue acompañada por familias Pijaos y Nasa que fueron a vivir en departamentos como Meta, Vichada y Caquetá” (Houghton y Villa, 2005:29). En la década del setenta el poder terrateniente y el control ejercido por el gamonalismo (Houghton y Villa, 2005) despliegan toda su violencia contra los pueblos indígenas en general, y contra los nasa, en particular. Frente a esto, y en el marco de las luchas por la tierra emprendida por campesinos e indígenas, surgieron las modernas organizaciones indígenas. En 1971, bajo los principios de unidad, tierra y cultura, nació la primera organización indígena en Colombia: el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Como señalan Houghton y Villa (2005), “el movimiento indígena del departamento del Cauca en Colombia ha sido desde los años setenta el motor político e ideológico de los pueblos indígenas en el país, y por lo menos en su etapa inicial, de los movimientos indígenas del continente. El auge de las luchas agrarias en Colombia estimuladas por la reforma agraria del gobierno de Lleras Restrepo (1968), unido a la historia particular de los Nasa y demás pueblos indígenas de esa región, herederos del levantamiento dirigido por Quintín Lame en la primera mitad del siglo XX, fueron un contexto favorable para la irrupción de un movimiento indígena radical que en pocos años se ubicó como actor social y político ineludible en el país” (Houghton y Villa, 2005:84). Las reivindicaciones de Manuel Quintín Lame, que habían sido fuertemente debilitadas durante la época de La Violencia (Rappaport, 2000), impulsaron el proyecto político autonómico de las nacientes organizaciones. Sus ideas y reivindicaciones sobrevivieron y la lucha de los 21 Nasa contra el terraje, la explotación y la reivindicación de sus resguardos, cabildos y cultura se ha mantenido desde entonces, y bajo diversas formas, en todo el territorio. En la década del ochenta, el auge del narcotráfico le dio otro matiz al conflicto. Los carteles de la droga y los terratenientes armaron ejércitos privados para defender sus intereses de los ataques de las guerrillas. Los otrora llamados “pájaros” de la Violencia, conservadores y anticomunistas, devinieron durante los ochenta en organizaciones paramilitares. Su consolidación estuvo amparada no sólo por la mafia y los terratenientes sino también por los suficientemente comprobados pero invisibilizados vínculos entre éstos y el ejército colombiano. La diversificación de actores armados, la intensificación de la confrontación armada y la similitud en sus modus operandi vuelve cada vez más difusas las fronteras entre los distintos tipos de violencia que tienen lugar en Colombia (Riaño, 2006). En la década del Noventa, el reconocimiento y ampliación de los derechos económicos, sociales y culturales de los pueblos indígenas se enmarcan en el estado nación colombiano que, a la vanguardia de otros estados latinoamericanos, amplió su marco jurídico y reconoció el carácter pluriétnico y multicultural de la nación (Gros, 2000). En este contexto, sin embargo, empiezan a acentuarse los llamados procesos de modernización del estado que implican la redefinición del territorio, la transformación de las prácticas de administración y gobierno tanto de los territorios como de las poblaciones que los habitan, así como de las relaciones que se dan en su interior de acuerdo con las lógicas que el mercado impone. Una de las posturas de quienes se han dedicado a estudiar este tema, señala que el avance en el reconocimiento de los derechos sociales económicos y culturales de las poblaciones definidas como étnicas luego de la promulgación de la Constitución de 1991 —materializados en derechos territoriales, educativos, entre otros—, se entreteje con la implementación de nuevas prácticas de control del estado sobre territorios históricamente controlados por los grupos guerrilleros que recientemente han sido definidos como ricos y biodiversos en el escenario mundial (véase Chaves y Zambrano, 2006). En la década del Noventa, las organizaciones paramilitares lograron consolidar su poder con el apoyo de acaudalados terratenientes y de los carteles de la droga. Muestra de ello fue el rápido despliegue del paramilitarismo en la geografía nacional (y la disputa territorial con el ejército y los grupos guerrilleros) a través de la creación de una organización paramilitar de cobertura nacional: las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que nacieron a finales de los años noventa y tenían como máximo líder a Carlos Castaño (Riaño, 2006). También por esos años el gobierno del presidente Samper fue acusado de patrocinar su campaña presidencial con dineros provenientes del narcotráfico, por lo cual se abrió un proceso judicial en su contra conocido como el “Proceso 8.000”. En medio de esto, el país enfrentó una escalada de violencia producto del enfrentamiento entre guerrillas, fuerzas estatales y organizaciones paramilitares. La “carta de entrada” al capital transnacional para la consolidación de megaproyectos en dichos territorios, así como el sostenido y diversificado pulso entre el estado, los grupos armados contraestatales y paraestatales por la consolidación y legitimación de poderes políticos y militares que se viene librando particularmente desde la década del Cincuenta del siglo XX en todo el territorio nacional pero que se entrecruza con los procesos históricos de consolidación del estado colombiano, anudan algunas de las razones del recrudecimiento del conflicto interno colombiano en las dos últimas 22 décadas. En este marco, “la breve tregua post-constitucional que vivieron los pueblos indígenas termina en 1997, cuando se inicia un fuerte incremento de la violencia política que se sostiene hasta el presente” (Houghton y Villa, 2005:41). En 1995, el gobierno del presidente Samper fue acusado de patrocinar su campaña presidencial con dineros provenientes del narcotráfico, por lo cual se abrió un proceso judicial conocido como el “Proceso 8.000”. En medio de esto, el país enfrentó una escalada de violencia producto del enfrentamiento entre guerrillas, fuerzas estatales y organizaciones paramilitares. La situación del gobierno del presidente Samper también fuertemente golpeada por el magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado, referente histórico de la derecha colombiana. Pero esto llegó a su peor momento luego de que el Departamento de Estado de los Estados Unidos decidió suspenderle la visa al entonces presidente. El año siguiente, 1998, fue año de elecciones presidenciales. El tema de la paz fue el eje alrededor del cual se articularon todas las campañas de los candidatos presidenciales. Cada quien habló de paz a su manera. Sin embargo, el entonces candidato conservador Andrés Pastrana se erigió como la opción posible. Sus reuniones con el entonces máximo dirigente de las FARC, Manuel Marulanda Vélez, alias “Tirofijo”, hicieron vislumbrar un futuro posible de paz. Las imágenes del candidato, reunido con líderes guerrilleros en algún lugar de la selva colombiana, le dieron la vuelta a Colombia y al mundo a través de medios de comunicación impresos y televisivos (Cuéllar, 2008). Con su elección, las tensas relaciones entre Estados Unidos y Colombia, reducto del gobierno del presidente Samper, llegaron a su fin. Colombia empezó a ocupar un papel muy importante en la política exterior estadounidense y “las relaciones viraron hacia una cooperación total” (Riaño, 2006:xxxvi). El símbolo principal de este viraje fue la aprobación de un paquete de ayuda económica y militar conocido como Plan Colombia, cuyo objeto era combatir el narcotráfico. Sin embargo, entrelazado con los cambios en el escenario mundial, con acontecimientos mundiales de gran envergadura, en 2001, la ayuda estadounidense experimentó profundas transformaciones y empezó a ser utilizada en la “guerra contra el terrorismo” (Pizarro, 2004). Paradójicamente, luego de la aprobación del Plan Colombia, en octubre de 1998, dos meses después de la posesión oficial del presidente Pastrana, se estableció la zona de distensión, el lugar donde se iban a llevar a cabo los diálogos con las FARC, en cinco municipios del departamento del Meta: La Uribe, La Macarena, Vistahermosa, Mesetas y San Vicente del Caguán. Después de casi un año de conversaciones entre el gobierno y las FARC para establecer los acuerdos de funcionamiento de la zona de distensión, entre ires y venires, tensiones y negociaciones, finalmente el 7 de septiembre de 1999, con cuarenta y dos mil kilómetros desmilitarizados, se instalaron las mesas de negociación. Con la presencia del presidente Pastrana en la zona de distensión, mientras todos esperaban la llegada del máximo jefe de las FARC, Manuel Marulanda Vélez, éste jamás apareció. La “silla vacía” se convirtió en el símbolo del mal presagio que auguraban los diálogos de paz que apenas iniciaban (Cuéllar, 2008). Con ese sinsabor, y acompañado de constantes tensiones y de enfrentamientos entre militares, paramilitares y guerrillas en otras zonas del país, transcurrieron los diálogos durante ese año. Los diálogos fueron suspendidos en varias ocasiones y reanudados nuevamente debido a distintos hechos que obstaculizaron su desarrollo. Entre ellos, a nivel nacional, vale la pena destacar la aparición de los cadáveres de los tres indigenistas estadounidenses secuestrados y posteriormente asesinados por las FARC, la cuestionada negligencia del gobierno frente al fortalecimiento y avances de los paramilitares en distintas regiones del país, el secuestro en pleno vuelo de un avión de Avianca por parte de un guerrillero que lo 23 desvió hacia San Vicente del Caguán, sede de los diálogos de paz y el secuestro y posterior asesinato de la ex ministra de Cultura, María Consuelo Araújo Noguera en la Sierra Nevada de Santa Marta el 29 de octubre de 2001 (El Tiempo, febrero 21, 2002). Un acontecimiento internacional, ocurrido durante el segundo semestre de 2001, marcaría el destino nacional: el mundo presenció la caída de las Torres Gemelas en Nueva York, uno de los símbolos del modelo hegemónico capitalista, el once de septiembre de 2001. Las FARC, el ELN (guerrillas) y las AUC (paramilitares) entraron en la lista negra del Departamento de Estado de los Estados Unidos como organizaciones terroristas (Pizarro, 2004). La calificación (o descalificación) como terroristas empezó a ser usada selectivamente únicamente para hacer referencia a las guerrillas. Su uso y abuso indiscriminado en los discursos públicos de los gobernantes, en los medios de comunicación, en las conversaciones familiares, en espacios públicos y privados, indica el papel del cambio en las políticas de representación (de ser una guerrilla a ser terroristas) a la hora de darle legitimidad a una guerra frontal en contra de quien amenazaba la seguridad nacional. El inicio del año 2002 fue implacable en esta corta pero golpeada historia de los diálogos de paz. El nueve de enero de 2002, el Comisionado de Paz anunció la finalización de los diálogos. A partir de ese momento, todo fue un ultimátum (Cuéllar, 2008). Con un plazo de 48 horas para reactivar el proceso —concedido por el presidente Pastrana al entonces comisionado de la ONU, James Lemoyne— , se logró una prórroga. Sin embargo, tras el secuestro del entonces congresista Jorge Eduardo Gechem, el veinte de febrero de 2002, el presidente Pastrana anunció el fin del proceso de paz. Las tropas del ejército colombiano, armadas hasta los dientes, fueron movilizadas rápidamente a la zona. Un titular del periódico El Tiempo da cuenta de ello: “Pastrana retomó la zona de despeje” (El Tiempo, febrero 24, 2002). Varios candidatos presidenciales, entre ellas Ingrid Betancourt, se movilizaron hacia la zona de distensión para intentar reactivar el proceso. Una vez hizo presencia en la zona, el veintitrés de febrero de 2002, Betancourt fue secuestrada por las FARC junto con su asesora política Clara Rojas (El Tiempo, febrero 25, 2002). A finales del año 2001 y principios de 2002, la carrera electoral de los candidatos presidenciales empezó a verse fuertemente amenazada por el aumento de la popularidad de la campaña de Álvaro Uribe Vélez: “Mano firme, Corazón grande”. El candidato, quien había sido senador de la república y gobernador del departamento de Antioquia (entre 1995 y 1997)11, uno de los más golpeados por la violencia, tomaba ventaja sobre el resto. Uribe capitalizó la distancia creada entre el gobierno de Pastrana y las FARC a raíz de la ruptura del proceso de paz, así como el endurecimiento de la opinión pública en contra de una solución negociada al conflicto. Propuso, como su meta principal, poner en marcha “la política de seguridad democrática”, que prometía tomar medidas enérgicas contra la guerrilla, como parte de una estrategia más amplia de lucha contra el terrorismo (Riaño, 2006). Su retórica, con el paso del tiempo, se tornó cada vez más fuerte en contra de la subversión. 11 Durante esta época, se fortaleció el proyecto paramilitar. El entonces gobernador de Antioquia promovió el controvertido modelo de seguridad privada de las asociaciones de autodefensa, conocido como las Convivir, fuertemente cuestionadas por sus vínculos con el paramilitarismo (Riaño, 2006). 24 La guerra estaba legitimada. Quien la abanderaba iba a ser elegido. Con una victoria contundente del 53% de la votación a su favor, el candidato presidencial fue elegido en la primera vuelta, lo cual no ocurría desde hacía doce años cuando el país implementó la segunda vuelta en las elecciones (El Tiempo, mayo 27, 2002). La retórica del discurso público enunciado durante la posesión de Álvaro Uribe Vélez el siete de agosto de 2002, reunió todas las características de la campaña presidencial que lo llevaron a ser el candidato electo. Bajo la política de la seguridad democrática, Uribe aparece en este escenario como restaurador del orden. Las FARC, por el contrario, encarnan el mal (Cuéllar, 2008). Según lo documentan Houghton y Villa (2005), precisamente el año 2002 fue el más intenso en asesinatos y heridos en toda la historia reciente de los pueblos indígenas: 298. Estos hechos recaerán de forma dramática en el Putumayo, el departamento más afectado como resultado de las acciones militares y paramilitares en el marco del Plan Colombia” (2005:47). Entre 2002 y 2010, el gobierno de Álvaro Uribe Vélez implementó las leyes de la impunidad (Ley 975 de 2005) y las leyes del despojo. Durante este período se creó la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación; salió a la luz la existencia de pruebas judiciales sobre la falsa desmovilización paramilitar; la reactivación de bandas emergentes de paramilitares desmovilizados que continuaron trazando, y lo siguen haciendo, sus “geografías del terror” (Oslender, 2004) y la negativa del gobierno de Uribe a aceptarlo; el proceso por “parapolítica” que no se detiene; las relaciones entre la fuerza pública y los paramilitares que siguen ventilándose; el escándalo por las ejecuciones extrajudiciales, entre otros. A la falta de garantías para lograr un verdadero y legítimo proceso de verdad, justicia y reparación, se sumó la extradición de catorce jefes paramilitares a Estados Unidos el catorce de mayo de 2008, sobre la que se pronunció en su momento la CIDH anunciando la manera como ésta limitaba el esclarecimiento de los crímenes perpetrados durante el conflicto armado en Colombia e interfería con la determinación de los vínculos entre los agentes del estado y los líderes paramilitares (El Tiempo, mayo 14, 2008). En 2010, con la elección presidencial de Juan Manuel Santos, quien había sido el ministro de Defensa durante el primer mandato presidencial de Uribe, se implementó el Plan de Consolidación, la continuidad del Plan Colombia y del Plan Patriota. También la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras fue promulgada en 2011, a la vez que se aprobaba en el Congreso de la República la reforma al fuero penal militar y el Marco Legal para la Paz, suficientemente cuestionadas por las organizaciones de víctimas y de derechos humanos. 25 CENSO GENERAL DE LA NACIÓN NASA DPTO. MUNICIPIO COMUNIDAD/RESGUARDO FAMILIAS HOMBRES MUJERES TOTAL Caquetá Belen de los Andaquies Belen de los Andaquies Caquetá Cartagena del Chairá Cabildo El Berlín ND ND ND ND Caquetá El Paujil 323 516 602 1.118 Caquetá El Paujil Cabildo Üus Use 176 159 335 Caquetá Florencia Cabildo El Danubio ND ND ND ND Caquetá Florencia Cabildo Nasa Üius 19 42 39 81 Caquetá Florencia Comunidad La Gaitana 15 47 35 82 Caquetá Milán Cabildo Pueblo Nuevo ND ND ND ND Caquetá Morelia Cabildo El Chocho ND ND ND ND Caquetá Puerto Rico Cabildo Calarca (Etnia Pijao) 28 56 49 105 Caquetá Puerto Rico Cabildo Montebello 17 32 21 53 Caquetá Puerto Rico Cabildo Üse'yecte ND 29 40 69 Caquetá Puerto Rico Resguardo Sek dxi El Quecal 82 50 53 103 Caquetá Puerto Rico Resguardo Galilea Siberia 26 50 49 99 Caquetá Puerto Rico Resguardo Nasa Kiwe 18 49 32 81 Caquetá Puerto Rico Resguardo Witax'kwe 10 21 19 40 Caquetá San Jośe del Fragua Resguardo Nasa El Portal 9 17 23 40 Caquetá San Vicente del Caguán Cabildo Banderas del Recaibo 30 56 50 106 Caquetá San Vicente del Caguán Cabildo La Tunia ND ND ND ND Caquetá San Vicente del Caguán Cabildo Urbano Juan Tama 19 32 23 55 Caquetá San Vicente del Caguán Resguardo Altamira 64 142 141 283 Caquetá San Vicente del Caguán Resguardo Yaguara II 25 56 48 104 Caquetá Solano Resguardo JericoConsayá-Peñas Altas ND ND ND 250 Caquetá Solano Cabildo Tres Troncos ND ND ND ND Caquetá Solano Resguardo El Libano 15 40 32 72 Caquetá Solano Resguardo Guayabal 11 26 18 44 Caquetá 26 Cabildo Manuel 15 23 27 50 Resguardo La Esperanza 13 34 32 66 Cabildo Beraca Caquetá Valparaíso Cabildo Urbano Yu'luucx Cauca Buenos Aires Cabildo Alto Naya Cauca Buenos Aires Cabildo Cerro Tijeras (*) Cauca Buenos Aires Cabildo La Paila Cauca Buenos Aires Resguardo Nuevo Ceral Cauca Cajibío Cabildo Cofradía 79 104 108 212 Cauca Cajibío Resguardo Path Yu 65 143 124 267 Cauca Cajibío Resguardo Cxayu'ce Fxiw 59 121 96 217 Cauca Caldono Resguardo La Aguada ND 900 797 1.697 Cauca Caldono Resguardo La Laguna Siberia ND 2.080 1.915 3.995 Cauca Caldono Resguardo Las Mercedes ND 947 904 1.851 Cauca Caldono Resguardo Pioyá ND 1.084 1.062 2.146 Cauca Caldono Resguardo Pueblo Nuevo ND 3.010 3.048 6.058 Cauca Caldono Resguardo San Lorenzo de Caldono ND 5.022 5.156 10.178 Cauca Caloto Resguardo Huellas 2.450 4.242 4.231 8.473 Cauca Caloto Resguardo Toéz 212 376 350 726 Cauca Corinto Resguardo Corinto 2.340 5.299 5.045 10.344 Cauca Corinto Resguardo López Adentro 2.935 6.709 6.367 13.076 Cauca Inzá Resguardo Calderas 289 1.262 1.278 2.540 Cauca Inzá Resguardo La Gaitana 735 1.213 1.202 2.415 Cauca Inzá Resguardo San Andrés 928 1.652 1.773 3.425 Cauca Inzá Resguardo San Miguel 416 573 598 1.171 Cauca Inzá Resguardo Santa Rosa 519 1.013 996 2.009 Cauca Inzá Resguardo Selva Hermosa 882 1.629 1.578 3.207 Cauca Inzá Resguardo Timbichucue 213 397 385 782 Cauca Inzá Resguardo Turminá 329 530 478 1.008 Cauca Inzá Resguardo Yaquivá ND ND ND ND Cauca Jambaló Resguardo Jambaló 7.994 7.942 15.936 Cauca Miranda Resguardo La Cilia La Calera 1.653 2.561 2.609 5.170 Cauca Morales Cabildo Nueva Esperanza 224 380 308 688 Cauca Morales Cabildo Nuevo Horizonte 140 253 231 484 Cauca Morales Cabildo Renacer 50 137 102 239 Cauca Morales Resguardo Musse Ukwe 116 265 243 508 Cauca Morales Resguardo Bonanza ND ND ND 999 Cauca Morales Resguardo Aguanegra 337 740 729 1.469 Cauca Morales Resguardo Chimborazo 318 733 700 1.433 Cauca Morales Resguardo Honduras 979 2.595 2.416 5.011 Cauca Páez Cxab Wala Luucx ND ND ND ND Cauca Páez Las Delicias ND ND ND ND 27 161 155 316 ND ND ND 1.475 1.347 2.822 ND ND ND 980 175 335 343 678 ND Cauca Páez Resguardo Pickwe Tha'fi'w ND ND ND 289 Cauca Páez Resguardo Avirama 519 947 960 1.907 Cauca Páez Resguardo Belalcázar 551 1.310 1.118 2.428 Cauca Páez Resguardo Chinas 73 156 157 313 Cauca Páez Resguardo Cohetando 580 1.002 981 1.983 Cauca Páez Resguardo Lame 135 300 308 608 Cauca Páez Resguardo Mosoco 344 677 686 1.363 Cauca Páez Resguardo Ricaurte 460 920 850 1.770 Cauca Páez Resguardo San José 66 119 128 247 Cauca Páez Resguardo Suin 47 113 95 208 Cauca Páez Resguardo Tálaga 384 727 717 1.444 Cauca Páez Resguardo Tóez-Páez 50 87 83 170 Cauca Páez Resguardo Togoima 547 1.112 1.109 2.221 Cauca Páez Resguardo Vitoncó 484 1.067 1.084 2.151 Cauca Páez Resguardo Wila 362 717 744 1.461 Cauca Piamonte Cabildo Alto Suspizacha 5 13 12 25 Cauca Piendamó Cabildo Raíces de Oriente 157 230 168 398 Cauca Popayán Cabildo Tóez ND ND ND 0 Cauca Popayán Resguardo Páez de Quintana ND ND ND ND Cauca Resguardo Nasa de Juan Tama ND ND ND 760 1.883 3.591 3.386 6.977 1.057 1.086 2.143 742 718 1.460 Cauca Puracé Santander Quilichao Santander Quilichao Santander Quilichao Santander Quilichao 1.002 968 1.970 Cauca Santander de Quilichao Resguardo Munchique Los Tigres 934 1.856 1.806 3.662 Cauca Santander de Quilichao Resguardo Nasa Kiwe Tek Ksxaw 659 1.737 1.882 3.619 Cauca Silvia Cabildo La Gaitana 244 457 447 904 Cauca Silvia Resguardo Pitayó 2.132 3.361 3.535 6.896 Cauca Silvia Resguardo Quichaya 697 1.331 1.279 2.610 Cauca Silvia Resguardo Tumburao 154 298 292 590 Cauca Sotará Cabildo El Peñón 65 129 128 257 Cauca Timbío Cabildo Kite Kiwe 95 161 161 322 Cauca Toribío Resguardo San Francisco 2.018 3.973 3.849 7.822 Cauca Toribío Resguardo Tacueyó 3.765 7.117 6.968 14.085 Cauca Toribío Resguardo Toribío 2.389 4.706 4.771 9.477 Cauca Cauca Cauca 28 de Resguardo Canoas de Resguardo Concepción (*) de Resguardo de Guadualito 382 de Resguardo Las Delicias (*) Cauca Totoró Resguardo de Jebalá 357 834 824 1.658 Cauca Totoró Resguardo Novirao ND ND ND 1.173 Cauca Totoró Resguardo Paniquitá 341 2.105 2.142 4.247 Huila Íquira, Nátaga, Tesalia y Páez Resguardo Huila (Caloto) 57 124 115 239 Huila Íquira, Nátaga, Tesalia y Páez Resguardo Huila (Casablanca) 43 92 82 174 Huila Íquira, Nátaga, Tesalia y Páez Resguardo Huila (Chachucue) 49 87 87 174 Huila Íquira, Nátaga, Tesalia y Páez Resguardo Huila (Huila) 77 155 166 321 Huila Íquira, Nátaga, Tesalia y Páez Resguardo Huila (Irlanda) 42 69 72 141 Huila Íquira, Nátaga, Tesalia y Páez Resguardo Huila (Josayo) 28 59 65 124 Huila Íquira, Nátaga, Tesalia y Páez Resguardo Huila (Llanobuco) 20 31 36 67 Huila Íquira, Nátaga, Tesalia y Páez Resguardo Huila (Palmito) 18 40 38 78 Huila Íquira, Nátaga, Tesalia y Páez Resguardo Huila (San Miguel) 93 212 203 415 Huila Íquira, Nátaga, Tesalia y Páez Resguardo Huila (SM Arrayanes) 28 59 63 122 Huila La Argentina Resguardo Nuevo Amanecer La Meseta ND ND ND 310 Huila La Argentina Resguardo Pik'kwue Ikh ND ND ND 402 Huila La Plata Cabildo Fiw Paez 44 81 80 161 Huila La Plata Cabildo Los Ángeles 34 67 63 130 Huila La Plata Cabildo Nueva Esperanza 42 90 69 159 Huila La Plata RESGUARDO BUKJ'UKUE LLANO BUCO 90 191 197 388 Huila La Plata Resguardo La Estación Tálaga 97 206 182 388 Huila La Plata Resguardo La Gaitana (vereda Bajo Rosal) 20 35 38 73 Huila La Plata Resguardo La Gaitana (vereda El Líbano) 36 60 75 135 Huila La Plata Resguardo La Gaitana (vereda El Rosal) 29 50 61 111 Huila La Plata Resguardo La Gaitana (vereda San Mateo) 45 99 87 186 29 Huila La Plata RESGUARDO LA REFORMA GUAMBIANO -PAEZ 31 58 69 127 Huila La Plata Resguardo Potrerito 101 214 239 453 Huila Neiva CABILDO INDÍGENA LAME PAEZ, ORGANOS DEL PALAMAR 52 107 103 210 Huila Huila Neiva Palermo Resguardo Tama Páez La Gabriela Resguardo Bache 31 133 137 270 ND ND ND 62 Macarena ND ND ND ND ND ND ND ND Meta _ Meta La Mararena Cabildo Ukwe Use Meta La Uribe Los Planes ND ND ND ND Meta La Uribe Candilejas ND ND ND ND Meta Mesetas Paez de Villa Lucia ND ND ND ND Meta Mesetas Ondas del Cafre Cabildo Nasa Kjuen Lucx Wesx-Hijos de Juan Tama ND 235 212 447 30 54 47 101 34 59 54 113 Putumayo Orito Cabildo Nasa Kwesx Kiwe Cabildo Nasa Kwima The Wesx 12 32 25 57 Nariño Cabildo Nasa Uh 42 106 73 179 Putumayo Puerto Asís ? Kiwe Ñxusxa 36 100 136 236 Putumayo Puerto Asís ? Ksxaw Nasa 42 79 83 162 Putumayo Puerto Asís ? Nasa Fxiw 32 48 48 96 Putumayo Puerto Asís Cabildo Nasa Cxhab 47 92 75 167 Putumayo Puerto Asís Cabildo Kwesx Kiwe 43 82 69 151 Putumayo Puerto Asís Cabildo Sat Tama 16 35 32 67 Putumayo Puerto Asís Cabildo Yu´Luuçx 34 57 65 122 Putumayo Puerto Asís Resguardo Alto Lorenzó KIWNAS ÇXHAB 105 189 203 392 17 31 35 66 49 101 99 200 Putumayo Mocoa Putumayo Orito Ipiales Putumayo Puerto Caicedo Putumayo Puerto Caicedo Cabildo Kiwe Ukwe Cabildo Kwe'sx Tatawala Cabildo Nasa Yu´Cxijme Putumayo Puerto Caicedo (VEREDA El Libano) 82 177 168 345 Putumayo Puerto Caicedo Cabildo Pkind Kiwe (GUAYABALES) 16 44 38 82 Putumayo Puerto Caicedo Cabildo Selva Hermosa 15 26 23 49 Putumayo Puerto Caicedo Cabildo: Nasa Çxa' Yuçe 12 27 24 51 30 Putumayo Puerto Caicedo Resguardo Alpes Orientales integrado con el resguardo Santa Rosa de Juanambú, Campo Alegre y La Floresta Alto Coquetó 141 319 320 639 Putumayo Puerto Guzmán Cabildo Cerro Guadua 36 76 55 131 Putumayo Puerto Guzmán Cabildo Los Guaduales 10 17 12 29 Putumayo Puerto Guzmán Cabildo Nasa Juan Tama 34 58 43 101 Putumayo Puerto Guzmán Cabildo Nasa Kiwe ND ND ND ND Putumayo Puerto Guzmán Cabildo Sath Tama ND ND ND ND Putumayo Puerto Guzmán Resguardo El Descanso 74 314 268 582 Putumayo Puerto Guzmán Resguardo La Aguadita Uk'awesx 57 97 101 198 Putumayo Puerto Guzmán Resguardo Porvenir La Barrialosa 86 246 195 441 Putumayo Puerto Leguízamo Cabildo Nasa Kiwe 24 70 52 122 Putumayo Valle del Guamuez ? Nasa Kiwe U'se Nueva Palestina 29 63 46 109 Putumayo Valle del Guamuez Cabildo Kiwe Zxiçxkwe (TIERRA Linda) 23 44 30 74 Putumayo Villagarzón Cabildo Çxham Wala 43 59 56 115 36 66 66 132 Putumayo Villagarzón Cabildo: Nasa Kiwe Alto Sinai CABILDO NASA THAX TADX KIWE LOMA REDONDA 40 57 50 107 Putumayo Villagarzón Resguardo Campo Alegre 16 58 78 136 Putumayo Villagarzón Resguardo Jerusalem y San Luis Alto Picudito 153 286 309 595 Tolima Planadas Resguardo Gaitania 666 1.423 1.318 2.741 Tolima Rioblanco Cabildo Barbacoas 74 298 260 558 Tolima Rioblanco Resguardo Las Mercedes 41 91 67 158 Valle del Cauca Buenaventura Resguardo La Delfina ND ND ND 410 Valle del Cauca Buenaventura Cabildo La Playa ND ND ND ND Valle del Cauca Buenaventura Cabildo Las Minas ND ND ND ND Valle del Cauca Buenaventura Cabildo Mira Valle ND ND ND ND Valle del Cauca Buenaventura Cabildo Pico Loro ND ND ND ND Putumayo Villagarzón 31 Valle del Cauca Buenaventura Cabildo Yu'luucx Valle del Cauca Cali Valle del Cauca ND ND ND ND Cabildo de Santiago de Cali 1.264 2.178 2.437 4.615 Dagua Cabildo Alto de la Mona ND ND ND ND Valle del Cauca Dagua Cabildo Cañón Río Pepitas ND ND ND ND Valle del Cauca Dagua Cabildo mayor nuevo despertar ND ND ND ND Valle del Cauca Dagua Resguardo Yu'yisxkwe' ND ND ND 72 Valle del Cauca El Dovio Cabildo KW'SX KIWE WALA SERRANIA DE LOS PARAGUAS (Sabana Blanca?) 14 24 16 40 Valle del Cauca Florida Resguardo Nasa Tha 64 107 80 187 Florida Resguardo Cabildo Central de Asentamientos (Altamira) 48 68 57 125 Florida Resguardo Cabildo Central de Asentamientos (El Salado) 101 160 134 294 Florida Resguardo Cabildo Central de Asentamientos (Granates) 77 123 112 235 Florida Resguardo Cabildo Central de Asentamientos (La Cumbre) 70 116 94 210 Florida Resguardo Cabildo Central de Asentamientos (La Ribera) 137 228 212 440 Florida Resguardo Cabildo Central de Asentamientos (Las Guacas) 117 182 157 339 Florida Resguardo Cabildo Central de Asentamientos (Nueva Esperanza) 17 35 27 62 Florida Resguardo Cabildo Central de Asentamientos (Nuevo Horizonte) 51 71 77 148 Valle del Cauca Valle del Cauca Valle del Cauca Valle del Cauca Valle del Cauca Valle del Cauca Valle del Cauca Valle del Cauca 32 Valle del Cauca Florida Resguardo Triunfo Cristal Páez (*) 540 800 817 1.617 Valle del Cauca Florida Resguardo Kwesx Kiwe (*) 36 152 145 297 Valle del Cauca Florida San Juan Paez ND ND ND ND Valle del Cauca Ginebra Cabildo Río Guabas 65 148 143 291 Valle del Cauca Jamundí Resguardo Jamundí 197 349 302 651 Valle del Cauca Jamundí Resguardo Pueblo Nuevo 62 119 122 241 Valle del Cauca Pradera Resguardo El Nogal 21 29 21 50 Valle del Cauca Pradera Resguardo Kwet Wala ND ND ND 650 Valle del Cauca Pradera Resguardo La Carbonera 18 33 17 50 Valle del Cauca Pradera Resguardo La Fría 19 29 31 60 231.939 33 PARTE 2: Diagnóstico Notas Preliminares La actualización del diagnóstico que presentamos a continuación hace parte de un ejercicio colectivo que iniciamos todos los miembros del Equipo Nacional del Plan de Salvaguarda Nasa. Para hacer un balance inicial de la manera como el conflicto armado y el desplazamiento forzado han afectado la vida del pueblo nasa en los ocho departamentos en los que éste hace presencia, acordamos la importancia y necesidad de recopilar diversas fuentes primarias y secundarias tanto de información producida por las organizaciones indígenas como por organismos gubernamentales y no gubernamentales en relación con el tema que nos convocaba. La información a la que pudimos acceder fue: los Planes Integrales Únicos de Atención a la Población Desplazada (PIU); los informes de la Defensoría del Pueblo, incluidos los del Sistema de Alerta Temprana; las publicaciones de las ONG; las tesis de grado y posgrado de las Universidades públicas y privadas sobre el conflicto armado en las regiones donde hace presencia el pueblo nasa; las investigaciones de académicas y académicos; medidas cautelares o provisionales solicitadas al y/o aprobadas por la CIDH; las denuncias, resoluciones, mandatos de Congresos, actas de asambleas, declaraciones, audiencias públicas, planes de protección individuales y colectivos de las organizaciones indígenas en general, y de los nasa, en particular, los planes de vida, entre otros. A excepción de la información producida por las organizaciones indígenas, la mayoría de información carece de un enfoque étnico. A pesar de esto, la información que pudimos recopilar nos mostraba un panorama general sobre lo que se había producido hasta el momento en relación con las afectaciones del conflicto armado contra los nasa. Teniendo en cuenta que estábamos iniciando el proceso de construcción del Plan de Salvaguarda nasa, cuya existencia se explica porque hay diferentes amenazas que están poniendo en riesgo nuestra pervivencia, había dos ejes sobre los que debíamos estar muy atentas y atentos: los diferentes tipos de amenazas que hay contra el pueblo nasa y contra el territorio que habita, por un lado; y por el otro, las estrategias de protección que hemos venido implementando y que podemos implementar en nuestros territorios para hacerle frente al conflicto armado, el desplazamiento forzado, entre otros. Sólo así podíamos decirle al gobierno cuáles deben ser las acciones que tiene que poner en marcha para asegurar nuestra pervivencia. En este primer momento nos dimos cuenta de varias cosas: la primera de ellas, es que no todas las organizaciones regionales, asociaciones locales y/o zonales, y cabildos nasa en cada uno de los 8 departamentos cuentan con un registro sistemático sobre las violaciones a los derechos humanos y al DIH. Las variaciones en los niveles de documentación están vinculadas, sobre todo, con las diversas trayectorias políticas y organizativas: algunas de las organizaciones tienen más de 40 años de existencia, motivo por el cual el volumen de producción documental es mucho mayor porque también la actividad política y organizativa es mayor. Las actividades de dichas organizaciones transcurren entre escuelas de formación en derechos humanos, derecho propio, congresos, audiencias, entre otros, mientras que no ocurre lo mismo en otras zonas. En algunas zonas donde los impactos de la violencia política son muy agudos, hay equipos nasa dedicados a recopilar la información, a sistematizarla y analizarla para producir informes sobre la situación de derechos humanos y violaciones al DIH en el territorio nasa, por ejemplo. Dicha información sirve como diagnóstico preliminar para el 34 desarrollo e implementación de planes de protección propios que han sido puestos en marcha en distintos lugares. Sin embargo, es necesario anotar que aun cuando hay organizaciones que tienen como política el seguimiento a las violaciones a los derechos humanos contra el pueblo nasa, dicha información también presenta otras dificultades. En muchos casos, no cuentan con una descripción detallada de los eventos, en algunos casos identifican a los autores pero en otros no lo hacen y hay niveles de subregistro muy notables en algunos tipos de violaciones, como lo son la violencia sexual, las amenazas, las torturas, los heridos y los reclutamientos forzados. Los motivos del subregistro asociado a este tipo particular de violaciones indican: en primer lugar, que hay un proceso de “naturalización” o “normalización” de la violencia. Para el caso de las amenazas, por ejemplo, el subregistro muestra que éstas se vuelven “tan cotidianas y frecuentes”, que ya ni siquiera se denuncian o, cuando se hace, no se registran. En segundo lugar, que el conflicto armado afecta de manera diferencial a las mujeres y que la violencia sexual como una de sus expresiones más extremas no es denunciada a pesar de que es habitual, extendida y sistemática, como lo anunció la Corte Constitucional en el Auto 092. Pero también es invisible e invisibilizada. Esto sólo puede ser explicado a través de los factores sociales y culturales que producen la estigmatización de las mujeres que han sido víctimas de violencia sexual, cuya presencia y existencia remite a una estructura jerárquica de género anclada en la tradición patriarcal. Es todavía una tarea urgente un diagnóstico sobre la situación de derechos humanos de las mujeres nasa en general, y sobre la violencia sexual, en particular. Para esto, como primera medida, es fundamental que las organizaciones indígenas empiecen a producir información que contenga un enfoque de género. Lo mismo ocurría con los eventos de desplazamiento forzado. En el caso de la información estatal o de organizaciones no gubernamentales cuyo objeto es el seguimiento al desplazamiento forzado, así como la puesta en marcha de políticas públicas para mitigar sus impactos, es necesario mencionar que recientemente cuenta con la variable étnica, lo cual se convierte en una limitante a la hora de entender cómo el desplazamiento forzado ha afectado a los pueblos indígenas, en general, y al pueblo nasa, en particular. A esto se suma el hecho de que la mayoría de los eventos registrados corresponden a desplazamientos colectivos o masivos. Esta información, sin embargo, no da cuenta de las trayectorias de los desplazamientos. En el caso de la información producida por las organizaciones indígenas en relación con el desplazamiento, los vacíos también van en esta vía. A esto se suma que caracterizar la composición poblacional de los desplazamientos resulta más difícil pues en la mayoría de los casos no aparece registrada la cantidad de hombres, mujeres, niñas y niños desplazados. Además, hay un notable y preocupante vacío en la información sobre los desplazamientos de tipo individual o familiar, los cuales permanecen invisibilizados. Implementar estrategias para registrar estos casos, hacerles el debido seguimiento, atender las situaciones y prevenir eventos futuros, es todavía una tarea pendiente y urgente tanto para las instituciones del estado como para las ONG y las organizaciones indígenas. Con el proceso de construcción del Plan de Salvaguarda que iniciamos, teníamos la posibilidad de actualizar el diagnóstico sobre la forma en la que el conflicto armado y el desplazamiento forzado nos afecta. Contábamos con las fuentes secundarias que habíamos logrado recopilar. Sin embargo, también teníamos (y con ello no contábamos) 35 los vacíos que antes mencionamos. El pulso que ganamos con el Ministerio del Interior, que desde el inicio buscó imponernos una ruta metodológica que no se adecuaba a nuestras necesidades, nos dio la oportunidad de realizar la consulta del Plan de Salvaguarda en los 185 cabildos nasa en los 8 departamentos donde nos encontramos. En el marco de estas asambleas también podíamos actualizar nuestro diagnóstico. Estábamos convencidas y convencidos de la dimensión del trabajo que habíamos asumido al defender frente al gobierno colombiano, en cabeza del Ministerio del Interior, la necesidad de realizar las 185 asambleas locales. Para asumir esa responsabilidad, hicimos 4 talleres de capacitación en metodologías cualitativas para recolectar y ordenar la información de las asambleas, así como para animar y facilitar las discusiones, coordinar los encuentros y sistematizar cada una de las reuniones. Sabíamos que las asambleas debían tener cuatro componentes fundamentales: socialización, diagnóstico, conceptualización y diseño de las líneas de acción. En esta vía, construimos conjuntamente un modelo de asamblea que incorporaba dichos componentes, lo cual nos permitió recoger información pertinente y adecuada para nuestros propósitos. A través de los instrumentos que diseñamos para recopilar la información del diagnóstico, buscábamos dos tipos de información: aquella relacionada con la violencia directa, cuyos casos alimentarían la base de datos con la que contábamos (diseñada específicamente para examinar la violencia política contra pueblos indígenas) y las amenazas territoriales relacionadas con la presencia de grandes empresas y proyectos en territorios nasa, así como la presencia de cultivos de uso ilícito y los conflictos interétnicos. Esta indagación, en definitiva, pretendía recopilar información para dar cuenta de la dinámica de la violencia política contra los nasa, definir las tendencias e intensidad de dicha violencia, medir sus impactos y dar cuenta de la diversidad de expresiones territoriales que ésta genera. Así, el diagnóstico que presentamos está construido a partir de la Base de Datos de Ensayos, construida exclusivamente con información indígena alimentada con las fuentes primarias recopiladas por los equipos regionales del Plan de Salvaguarda Nasa, así como con la información de la Base de Datos Noche y Niebla del CINEP y de la Base de Datos del Observatorio de DD.HH y DIH de la Vicepresidencia de la República. Esta última la utilizamos principalmente para entender la intensidad de las confrontaciones y acciones bélicas, sin perder de vista que su información responde a la política oficial en materia de seguridad, paz y conflicto armado. La medida que dicha base realiza sobre las confrontaciones armadas desde 1998 hasta hoy, establece una tipología en niveles de confrontación y/o acciones bélicas: alto, medio y bajo, definidos a partir del número de eventos, que incluyen: el uso de escudos humanos, los ametrallamientos, bombardeos y ataques indiscriminados; los asaltos, hostigamientos y tomas de cascos urbanos; el ataque tanto a las misiones médicas como a los bienes indispensables para la supervivencia; los bloqueos de las vías, la presencia de campos minados; la destrucción y hurto de bienes civiles; las emboscadas, el uso de armas prohibidas, así como el uso y ocupación temporal de bienes civiles, la instalación de bases militares sin consulta previa, entre otros. También es necesario aclarar que este diagnóstico parte de la propuesta teórica definida por la Base de Datos del CINEP, que entiende la violencia política como “aquella ejercida como medio de lucha político social con el fin de mantener, modificar, substituir o destruir un modelo de Estado o de sociedad, o también, para destruir o 36 reprimir a un grupo humano por su afinidad social, política, gremial, racial, ideológico o cultural, esté o no organizado. Esta violencia se expresa entonces, en una sociedad como la colombiana, a través de violaciones a los derechos humanos, infracciones graves al derecho internacional humanitario, acciones bélicas y violencia político – social”. (Noche y Niebla No. 28, 2004). Los diferentes tipos de violaciones e infracciones a los derechos humanos y al DIH también son entendidos según las definiciones pautadas por dicho marco teórico. Para finalizar, es necesario mencionar que el diagnóstico expresa una geografía de la violencia contra los nasa que habitan en ocho departamentos del país. Agrupamos algunas zonas que presentan características similares en términos de las cercanías y continuidades geográficas e históricas pero también en relación con la manera como la violencia ha impactado a los nasa. En este sentido, la primera “regionalización” que hicimos fue: norte y occidente del Cauca, Sat Tama Kiwe (Caldono) y sur del Valle del Cauca; la segunda región que presenta características similares es: Putumayo, Caquetá y Nariño; la tercera agrupación, que en estricto sentido no podría ser considerada como una región, sí presenta características similares en relación con los impactos de la violencia política y la presencia de grandes empresas y proyectos en territorios nasa. Está conformada por: los municipios del departamento del Huila donde hacen presencia los nasa y la zona Tierradentro (Páez e Inzá). La historia de violencia política contra los nasa en los departamentos de Meta y Tolima no permiten agruparlos con ninguna zona, motivo por el cual su análisis aparece de manera independiente. 37 2.1. Zona norte y occidente del Cauca, Sa´t Tama Kiwe y Sur del Valle del Cauca a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y DIH. - Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus miembros, pero afectándolos directamente. Houghton y Villa (2005) señalan que durante el período entre 1990 y 1994 hubo una disminución de las acciones tanto de los grupos paramilitares, como de la insurgencia y el ejército a nivel nacional. Esta situación se enmarcó en el período de promulgación de la Constitución de 1991 que declaró al país como pluriétnico y multicultural. Los autores muestran, además, que hubo una disminución en las recuperaciones de tierra que habían marcado la dinámica regional del departamento del Cauca desde la década del setenta, uno de los períodos en los que se registró un nivel de violencia política que golpeó con fuerza a los nasa por cuenta de la represión de la élite terrateniente. Sin embargo, “la breve tregua post-constitucional llegó a su fin en 1996, momento en el que la violencia política se agudizó (Houghton y Villa, 2005:41), impactando y amenazando de manera muy fuerte la pervivencia de la nación nasa hasta el día de hoy, en el que dicha tendencia se mantiene vigente. Durante el período entre 1995 y 2012, las acciones bélicas, que incluyen el uso de escudos humanos, los ametrallamientos, bombardeos y ataques indiscriminados; los asaltos, hostigamientos y tomas de cascos urbanos; el ataque tanto a las misiones médicas como a los bienes indispensables para la supervivencia; los bloqueos de las vías, la presencia de campos minados; la destrucción y hurto de bienes civiles; las emboscadas, el uso de armas prohibidas, así como el uso y ocupación temporal de bienes civiles, ascendieron a cifras alarmantes. Como muestra la Gráfica 1, en la región bajo estudio se registraron en total 321 acciones bélicas que dejaron un saldo de 467 víctimas. Las primeras acciones bélicas se registraron en 1997. Dos años después, con una tendencia en aumento, éstas sumaron 6 víctimas. Al año siguiente hubo una disminución del número de eventos y de víctimas por acciones bélicas. En el año 2002, las acciones bélicas dejaron un saldo de 14 víctimas, mientras que al año siguiente, esta cifra aumentó considerablemente: 22 víctimas. En 2006, se registraron 16 víctimas nasa por acciones bélicas, para luego presentar un pequeño descenso en 2007 (11 víctimas) y volver a incrementarse nuevamente al año siguiente cuando la cifra total de víctimas nasa por acciones bélicas sumó 25. De ahí en adelante, el panorama fue realmente desolador, como veremos más adelante. Sin lugar a dudas, los años que mayor número de confrontaciones armadas y saldo de víctimas registraron fueron 2010 y 2011. En 2010 se registraron 68 acciones bélicas que dejaron un saldo total de 137 víctimas. Al año siguiente el panorama no mejoró: se reportaron 84 acciones bélicas que dejaron una cifra de víctimas que ascendió a 135 personas. 38 Gráfica 1. Total de acciones bélicas y de víctimas, 1995-2012 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 Los municipios más afectados en relación con el número de víctimas fueron Caloto, Toribío, Jambaló, Santander de Quilichao, Caldono, Corinto, Florida, Miranda, Pradera, entre otros, como muestra la Gráfica 2. Los impactos de las acciones bélicas sólo pueden entenderse en la medida en que éstas son comprendidas como estrategias para lograr el control territorial, imponiendo nuevas formas de ordenamiento y uso del territorio, estableciendo patrones de movilidad y ocupación que únicamente responden a las lógicas de la guerra. 39 Gráfica 2. Total de víctimas de acciones bélicas por municipio Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 Los resguardos que presentaron las cifras más altas de víctimas por acciones bélicas fueron Huellas, en el municipio de Caloto, Tacueyó, en el municipio de Toribío y el resguardo de Jambaló, municipio de Jambaló. Varios cascos urbanos registraron víctimas por acciones bélicas: el de Caloto, el de Toribío y el de Santander de Quilichao (Ver Gráfica 3). 40 Gráfica 3. Total de víctimas de acciones bélicas por resguardo Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 En términos de la responsabilidad de dichas acciones, es necesario decir que la mayoría de ellas recayeron en cabeza de los actores estatales (ejército y policía) que registraron 158 acciones que sumaron en total 198 víctimas. En número de acciones registradas, al ejército le siguieron los grupos insurgentes que sumaron un total de 140 acciones bélicas. Sin embargo, el saldo de víctimas que dejaron fue mayor que las del ejército pues ascendió a 240 víctimas. Otras 11 acciones bélicas correspondieron a “otros actores violentos”, dejando una cifra de 15 víctimas, y a los paramilitares les fueron atribuidas 12 acciones bélicas que dejaron un total de 14 víctimas. Del total de 12 acciones bélicas de las que fueron responsables los paramilitares, 5 de ellas tuvieron lugar en el municipio de Santander de Quilichao, uno de los municipios en los que se asentaron los paramilitares cuando anunciaron su llegada al departamento del Cauca a finales de la década del noventa, para luego expandirse hacia otros municipios donde ampliaron su radio de acción. Puede decirse, sin embargo, que la mayoría de acciones bélicas registradas corresponden al ejército y a los grupos insurgentes, cuyo nivel de confrontación armada ha sido y es mucho más intenso (Gráfica 4). 41 Gráfica 4. Total de acciones bélicas y víctimas de acciones bélicas según autores Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 Según el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República (1999), en 1998 las confrontaciones armadas de mayor intensidad se presentaron en el sur y occidente del departamento del Valle. El nivel de mayor intensidad se concentró en el área de Cali y se expandió hacia el municipio de Candelaria, donde los eventos ocurrieron en un rango entre 21 y 50. Las confrontaciones se expandieron hacia el municipio de Dagua con un nivel menor de intensidad que varió entre los 6 y 10 eventos. También el municipio de Buenaventura fue un foco de confrontación armada en cercanías del puerto, donde se registraron aproximadamente entre 6 y 10 eventos. Para esa misma época, el nivel de confrontación armada en el departamento del Cauca registró un nivel bajo de intensidad, pues se registraron aproximadamente entre 1 y 5 eventos que se concentraron en la zona norte y occidente del departamento. En 1999, el foco de concentración armada que para el año anterior se registró en cercanías del puerto de Buenaventura inició su expansión hacia el municipio de Dagua y Cali, consolidando casi de manera completa un corredor de confrontación en esta zona. En el caso del Cauca, el nivel de confrontación armada se mantuvo como el año anterior, en un nivel bajo (Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2000). La situación cambiaría al año siguiente, cuando el corredor de confrontación del eje Buenaventura-Cali inició su expansión hacia el sur del departamento, copando completamente el municipio de Buenaventura y expandiéndose hacia el oriente, donde se encuentran los municipios de Florida y Pradera, registrando 42 un nivel medio de confrontación. Los focos con el nivel más alto de confrontación se mantuvieron, sin embargo, en cercanías de la ciudad de Cali y en el puerto de Buenaventura. Al sur de los municipios de Florida y Pradera, en límites con el norte del Cauca, empezó a registrarse un foco, todavía muy pequeño y de intensidad media (entre 6 y 10 eventos) en cercanías de los municipios de Puerto Tejada, Villa Rica, Padilla, Guachené y Miranda. El nivel de confrontaciones también empezó en ascenso en el municipio de Popayán, expandiéndose hacia el norte, en el municipio de Cajibío. Como muestra el Mapa 1, el año 2000 representa un punto de inflexión en la dinámica de la violencia contra la nación nasa. El conflicto armado adquiere las dimensiones actuales y los nasa, en relación con los demás pueblos indígenas, son las principales víctimas de la violencia política (Houghton y Villa, 2005). El bloque Calima había anunciado su llegada a la región algunos meses antes, golpeando con su violencia principalmente los municipios de Buenaventura, Dagua, Cali, Candelaria, Villa Rica, Puerto Tejada y Santander de Quilichao, lugares donde hubo un incremento en las confrontaciones armadas y en las acciones bélicas. En el año 2001 la dinámica e intensidad de las confrontaciones armadas cambió. El corredor que se había consolidado y expandido por todo el municipio de Buenaventura hacia el sur bajó su nivel de intensidad, manteniendo únicamente el nivel medio y alto de confrontación en cercanías de la ciudad de Cali. Sin embargo, fue en este año en el que se inició el incremento de las acciones bélicas que afectaron a la nación nasa. Al año siguiente, en 2002, el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República (2003) reportó una expansión de las confrontaciones armadas hacia los municipios de Florida y Pradera, en el sur del Valle, y Santander de Quilichao y Caloto, en el norte del Cauca, llegando hasta el municipio de Caldono. También se presentó otro foco de confrontación media que se expandió desde el municipio de Popayán hacia el Tambo. Mapa 1. Confrontaciones armadas en la región, 2000 Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2001 43 Como muestra el Mapa 2, el año 2003 representó un cambio significativo en la dinámica de las confrontaciones armadas en esta región. La implementación de la política de seguridad democrática, puesta en marcha durante el primer período presidencial de Álvaro Uribe Vélez, se sintió con toda su fuerza. Esta transformación en la dinámica de las confrontaciones en particular, y de la violencia política en general, se vivió en todo el país. En la medida en el que el nivel de intensidad de las confrontaciones ascendió hacia los niveles más altos en los departamentos de Meta, Caquetá, Putumayo, después del fracaso del proceso de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y las FARC, de la intensidad de las fumigaciones en el marco del Plan Colombia y de la política de “mano dura” de Uribe, lo mismo empezó a ocurrir en esta región. Este es el año en el que se puede empezar a hablar de la consolidación de un corredor de confrontaciones armadas hacia el Pacífico, en toda la zona del suroccidente del país. Según señalan Houghton y Villa (2005), siguiendo a González et. al. (2003), durante estos años se configuró en Colombia un mapa de tres corredores estratégicos del conflicto. Resulta importante hacer referencia a dos de ellos: uno, es el “corredor suroriental, ligado a la colonización campesina y a la expansión de cultivos ilegales, en donde ejercen hegemonía las FARC, teniendo como disputa el piedemonte de Putumayo; el otro, que está en formación, busca la salida al Pacífico desde el piedemonte amazónico, pasando por el sur del Tolima, norte del Cauca, sur del Valle y el macizo colombiano” (González et.al, 2003:116, citado en Houghton y Villa, 2005:53). Mapa 2. Confrontaciones armadas en la región, 2003 Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2004 En este año, uno de los focos de confrontación armada, que se extendió desde el puerto de Buenaventura en el departamento del Valle, hasta los municipios de Timbiquí y Guapi, sobre la costa Pacífica caucana, registró un nivel de confrontación que ascendió entre 11 y 20 eventos. Este foco se proyectó, con un nivel medio de confrontación, hacia 44 los municipios de Argelia, el Tambo y Popayán. En un sector del Tambo y Popayán hubo nuevamente un aumento en el nivel de confrontación, ascendiendo entre 11 y 20 eventos. Otro foco importante de confrontación se consolidó en los municipios de Santander de Quilichao y Caloto. En ambos municipios hubo un aumento de la confrontación, registrándose para ese año entre 11 y 20 eventos. Este foco de confrontación armada venía proyectándose el año anterior desde el sur del departamento del Tolima (Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2004). Entre los años 2004 y 2005 la dinámica de las confrontaciones armadas no varió mucho en relación con el año 2003. En contraste, en el año 2006, hubo un aumento en la intensidad de las confrontaciones armadas. El corredor de confrontaciones que unió en 2003 el puerto de Buenaventura y Cali, que se expandió hacia el norte del departamento del Valle nuevamente se consolidó, lo cual representó un aumento en la intensidad de las confrontaciones (entre 11 y 20 eventos). Esta dinámica se prolongó durante el transcurso de 2007. Al año siguiente, se presentó un foco de confrontación que registró entre 11 y 20 eventos en cercanías de la ciudad de Cali y uno de menor intensidad que afectó los municipios de Corinto y Miranda, en el norte del Cauca. Este foco se expandió al año siguiente, en 2009, cuando hubo un aumento en las confrontaciones en los municipios de Miranda, Corinto, Toribío, Santander de Quilichao y Caloto, en el norte del Cauca. En 2010 esta dinámica se mantuvo en términos de los lugares donde se presentaron las confrontaciones pero hubo un aumento considerable en la intensidad. El 20 de febrero de 2010, a las 2:00 am., se presentaron intensos combates que duraron 4 horas continuas en la cabecera municipal de Jambaló. Algunos meses después, en la Declaración final de la Audiencia pública interétnica y social “Minga por la defensa de la vida, la paz y el territorio” (2010), las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas de la región manifestaron que “el estado ha enviado más de 7.000 hombres armados (soldados, policías, agentes secretos, espías) a la región indígena del norte del Cauca y otros miles al Pacífico; las FARC mantienen un número creciente de combatientes y milicianos, y al parecer se refugian en la región muchos de sus comandantes; los paramilitares siguen operando y han intensificado sus acciones de asesinato, agresión y amenaza contra el movimiento social a la vista de la fuerza pública”. Por este motivo denunciaron “los asesinatos, las violaciones de mujeres, los hostigamientos diarios de actores armados contra las comunidades, los campos minados, las amenazas contra las organizaciones sociales; los montajes contra nuestros líderes, la vinculación masiva y forzada de niños y niñas a las acciones militares del ejército y la guerrilla; las zonas Centro de Coordinación de Acción Integral CCAI que son un grosero mecanismo de subordinación de la autoridades civiles a las militares”. Frente a la crisis humanitaria, las comunidades le exigen al gobierno: investigar todos los casos como hechos que responden a un único patrón sistemático de exterminio social, político y étnico; corregir el procedimiento de adelantar las investigaciones de forma aislada que obstaculizan la búsqueda de la verdad y omiten conscientemente la identificación de los autores intelectuales de los crímenes. En esta vía, demandan la conformación de una unidad especial de pueblos indígenas y afrodescendientes; exigen la desmilitarización de la vida civil y también la desmilitarización de los territorios indígenas, afrodescendientes y campesinos, lo cual significa el desmonte de los Centros de Coordinación de Acción Integral (CCAI). También el desmonte de los procesos de judicialización contra los corteros de caño se convirtió en una reivindicación importante, así como la derogación 45 inmediata de las leyes del despojo: el Código Minero, la Ley de Aguas, la Ley de Reforestación comercial, la Ley 100 y todas aquellas normas lesivas que atentan contra el bienestar de las comunidades. Esta declaración también incorporó la urgencia de convocar al gobierno nacional y a la guerrilla a llevar adelante diálogos humanitarios para exigir el cumplimiento del DIH. Un comunicado dirigido a la opinión pública nacional e internacional, fechado el 7 de mayo de 2010, expresó que “el día 26 de abril en horas de la mañana la fuerza pública ingresó al territorio del resguardo de Tacueyó, ubicándose en las veredas de Buenavista, Chimicueto, Alto de la Cruz, Gallinazas, Loma de Paja, el Trapiche y el área poblada de Tacueyó. Tomó como trincheras los kioscos, viviendas y escuelas. A raíz de la presencia de la fuerza pública en el territorio indígena, la guerrilla de las FARC realizó hostigamientos, enfrentamientos en medio de la población civil. Durante los enfrentamientos resultó asesinada la joven Patricia Noscué Ulcué, de 19 años de edad, quien se identificaba con la cédula de ciudadanía número 1.147.925.188 expedida en Toribio, Cauca, con residencia en la vereda de Chimicueto e integrante de la Guardia Indígena. En el mismo hecho resultó herido el conductor del vehículo bus escalera quien transporta a niños y jóvenes de la Institución Educativa Indígena Quintín Lame, por un proyectil de fusil que le impactó sobre el muslo izquierdo cuando iba ingresando a la institución educativa” (Comunicado a la opinión pública nacional e internacional, Toribío, mayo 7 de 2010). En el marco del aumento de la fuerza pública en la región, otra denuncia fue interpuesta en el despacho del Defensor Regional del Pueblo por parte de la comunidad nasa del municipio de Pradera, Valle, quien denunció que en la mañana del 13 de mayo se escuchó una fuerte explosión en la zona alta de la comunidad del Nogal. Horas más tarde, un campesino informó a algunos integrantes de la comunidad indígena que en dicho sector había un herido de una pierna pidiendo auxilio porque había pisado una mina antipersonal y necesitaba atención médica. Algunos miembros de la comunidad procedieron a llevarlo al hospital del municipio de Pradera en el vehículo del cabildo. En el sitio El Pedregal fueron interrogados sobre su destino en un retén del Ejército Nacional. El militar informó por teléfono los datos que le dieron sobre el herido. En el hospital de Pradera, los indígenas del resguardo fueron interceptados por un hombre moreno vestido de civil quien traía una pistola y un canguro en la cintura. Los retuvo, les hizo apagar el carro, tomó los datos del vehículo y de las personas (nombre y número de identificación). Luego llegó una camioneta gris de la cual se bajaron hombres vestidos de civil, hablaron con el hombre que los retuvo primero, se pusieron unos chalecos del Gaula y se dirigieron hacia ellos con fusiles en mano, los despojaron de sus celulares, los interrogaron, los intimidaron, fueron filmados y fotografiados. Cuando los indígenas se dirigieron a interponer la respectiva denuncia en la Personería Municipal, encontraron allí un coronel del ejército de apellidos ORTIZ PANIAGUA quien los intimidó y señaló de colaboradores de la guerrilla (Denuncia pública Resguardo nasa Kwet Wala, Mayo 14 de 2010). En esta vía, la denuncia manifiesta la preocupación de la comunidad indígena por la presencia de actores armados de difícil identificación que hacen presencia en sus territorios y los recurrentes señalamientos y persecuciones a las que son sometidas y sometidos diariamente. Algunos meses después, en octubre de 2010, la comunidad nasa del resguardo Kwet Wala denunció públicamente la presencia paramilitar en su resguardo. Según el comunicado, "el día 22 de octubre de 2010, siendo las 9:30 AM, un comunero de nuestro resguardo se 46 encontraba en la localidad entre la Carbonera y los Pinos, rodeando unas cabezas de ganado de su propiedad y se encontró con un grupo de por lo menos 20 hombres que portaban armas de largo alcance y vistiendo prendas de uso privativo de las fuerzas militares con brazaletes alusivos al grupo paramilitar "Los Rastrojos". Luego de interrogarlo, le prohibieron dirigirse hacia donde iba en busca del resto de su ganado, obligándolo a permanecer ahí hasta las 5:00 PM. Le dijeron que si se iba antes era a informarle a la guerrilla que ellos estaban ahí y manifestaron que llegaron para empezar a operar argumentando que los habitantes del sector eran colaboradores de la guerrilla. Ese mismo día, en horas de la tarde, se observó la presencia sospechosa de dos hombres de civil que merodeaban la casa y sede del cabildo en el casco urbano de Pradera” (Denuncia Resguardo Kwet Wala, Octubre 22 de 2010). En 2011, la situación de agudización del conflicto armado también se vivió en los resguardos y cabildos nasa del municipio de Caldono. Según un comunicado emitido por las autoridades nasa del territorio ancestral Sat Tama Kiwe el 18 de marzo de 2011, se presentaron 4 hostigamientos en el casco urbano en los primeros tres meses del año. Dichos hostigamientos reportaron un saldo de 7 personas heridas, 32 viviendas afectadas y desplazamientos internos. El 4 de marzo, el ejército utilizó la infraestructura educativa del colegio de la vereda de Monterilla como escudo para defenderse de la guerrilla. Del mismo modo, la guerrilla sembró minas anti personal a 50 metros del centro educativo de la vereda Betania, Resguardo Indígena de La Aguada San Antonio. Al día siguiente, a las 4 de la tarde, en un hostigamiento perpetrado por grupos al margen de la ley, fue herido con arma de fuego el indígena Álvaro Marino Pill Fernández, quien transitaba por la vía que conduce del casco urbano a la vereda de Vilachí. Posteriormente, el 14 de marzo, a las 2 de la tarde, la población civil del casco urbano fue víctima de un hostigamiento con artefactos explosivos por parte de grupos al margen de la ley. Uno de ellos explotó a escasos 30 metros de la Institución Educativa “Madre Laura” y de la Casa de los médicos tradicionales donde se albergan algunos enfermos indígenas. Un segundo artefacto, esa misma tarde, cayó y explotó dentro de la casa del comunero José Eliberto Tumbo dejando gravemente heridas a las comuneras María Cayapu Guetoto, Edilma Bastos, Rosmira Zety y la niña Deisy Viviana Bastos de 3 años de edad. El 17 de marzo de 2011, a las 4 de la tarde, integrantes de las FARC exigieron salir de su casa a dos personas residentes en la vereda de Moras, resguardo de la Aguada San Antonio, para hacer explotar 10 minas antipersonal que había dejado la guerrilla alrededor de la casa para atentar contra el ejército (Comunicado a la opinión pública nacional e internacional, Caldono, Marzo 18 de 2011). El día 26 de abril de 2011, a las 9:30PM, personas sin identificar hicieron explotar un carro bomba frente a las instalaciones de la Estación de Policía del municipio de Jambaló dejando 2 heridos civiles, 3 policías muertos, 5 policías heridos y más de 40 casas averiadas en el área urbana y la vereda Campo Alegre. Los daños a los bienes civiles indispensables para la supervivencia de la población fueron incalculables: el Hospital, el Acueducto y las instalaciones de la bodega del ICBF, así como la casa del Cabildo Indígena y la Iglesia, resultaron afectados. En un comunicado, la ACIN rechazó los actos de violencia ocurridos en el municipio de Jambaló y llamó a las partes en conflicto a desarrollar acuerdos humanitarios para buscar la paz. De manera expresa, el comunicado exige al gobierno colombiano no instalar el batallón de alta montaña en inmediaciones del municipio de Toribío, dado que esto generaría un aumento de las confrontaciones (Cxhab Wala Kiwe – ACIN, 2011). 47 Posteriormente, el sábado 9 de julio, las FARC atacaron las cabeceras municipales de Toribío y Corinto. Era día de mercado en el municipio de Toribío y una chiva-bomba impactó el puesto de policía y, de manera simultánea, fue activada otra bomba en la sede del Banco Agrario (Minga, 2011). Dos personas murieron y otras ochenta comuneras y comuneros resultaron heridos por los hechos de violencia. 600 viviendas y otros bienes civiles resultaron afectados, entre ellos, las edificaciones de la Sede del Proyecto Nasa, del Movimiento Juvenil, de la Emisora Comunitaria y de la productora de Jugos “Fxinze” (Cxhab Wala Kiwe-ACIN, 2011). Ese día también se presentaron fuertes hostigamientos en los municipios de Santander de Quilichao, Caldono, Caloto y Jambaló. Pocos días después del hecho el presidente Juan Manuel Santos dijo: “En adelante se destruirá cualquier casa que sea utilizada por la guerrilla para hacer sus ataques (…), “no habrá más utilización de casas para dispararle a la Fuerza Pública o a la población civil”. En respuesta, la Cxhab Wala Kiwe-ACIN (2011) emitió un comunicado rechazando de manera contundente la orden del presidente: "Resulta totalmente inaceptable que luego de que la guerrilla de las FARC en un ataque demencial destruye y afecta nuestras casas en el área urbana de Toribío y en Corinto, el señor Presidente de la República ordene destruir las casas que han quedado en pie y seguidamente ordene la construcción de un batallón de alta montaña en el Corregimiento de Tacueyó. Además, resulta inaceptable que al día de hoy las personas afectadas por la explosión no han sido atendidas de manera eficaz y, mucho menos, oportuna”. En el Valle del Cauca, el 18 de julio de 2011 fue retenido por la guerrilla de las FARC un vehículo repartidor de gas natural en el corregimiento de La Fría, aledaño al resguardo Kwet Wala, el cual estuvo detenido en un paraje solitario. Este vehículo fue usado posteriormente como carro-bomba para minar un puente en el corregimiento El Recreo, a 10 minutos del casco urbano el día 27 de julio del mismo año. Este puente fue una de las obras de infraestructura vial adelantada por las fuerzas militares en cabeza del Batallón de Ingenieros Agustín Codazzi, tal cual está contemplado para las zonas de Consolidación definidas por el gobierno nacional (Comunicado Resguardo Kwet Wala, agosto 2 de 2011). Luego, entre el 15 y 16 de septiembre de 2011, las FARC y el ejército nacional se enfrentaron en las veredas El Credo y Pajarito en el municipio de Caloto. Durante los enfrentamientos se tomaron las casas de las comunidades para utilizarlas como trincheras y también se registró el uso de cilindros bomba y tatucos que cayeron en las fincas y en las casas. Por este motivo, resultaron heridas nueve personas (entre ellas varios niños y niñas) y falleció una menor de edad (Cxhab Wala Kiwe-ACIN, septiembre 16 de 2011). Por estos días, la vida de la nación nasa de la zona norte y occidente del Cauca y sur del Valle transcurrió entre las balas. A medida que el cerco militar contra Alfonso Cano se hacía más fuerte, las confrontaciones en los municipios de Morales, Suárez y Buenos Aires se intensificaron. La población nasa de Cerro Tijeras resultó gravemente afectada por estos hechos. La gente se vio obligada a desplazarse en varias oportunidades a los sitios de asamblea permanente. Los resguardos nasa de Chimborazo, Agua Negra y Honduras también resultaron afectados. El 4 de noviembre de 2011, en la vereda El Chirriadero, el ejército nacional asesinó a Alfonso Cano en el marco de la Operación “Odiseo”. Frente a esto, las FARC intensificaron las acciones bélicas en el occidente y norte del Cauca, así como en el sur del Valle. 48 El día martes 29 de noviembre de 2011 se desencadenó un combate entre tropas del ejército y las FARC en el corregimiento de El Líbano. La presencia de las tropas en las viviendas y parcelas desencadenó el desplazamiento de la comunidad de El Líbano (49 personas) hacia el casco urbano de Pradera durante 15 días. La comunidad desplazada de El Líbano retornó el 15 de diciembre (Comunicado resguardo Kwet Wala, enero 6 de 2012). El día 9 de diciembre de 2011 a las 8:00 PM, dos hombres lanzaron dos granadas desde una motocicleta. Éstas iban dirigidas contra dos soldados que prestaban guardia en el sector de las obras de la vía terciaria en el sector Potrerito-Lomitas-Pradera, frente a una vivienda y una tienda ubicadas junto al puente del río Bolo, acceso al vecindario de Potrerito. La señora que habitaba en la vivienda fue herida por una esquirla de granada en una pierna. Los vidrios de la casa y el techo resultaron destruidos. Pocos días después, el 4 de enero de 2012, hacia las 5:20 PM, guerrilleros hostigaron al ejército que se encontraba ubicado junto a las obras en el sector de Potrerito y Líbano, durante 40 minutos. Hacia las 2:00 AM la guerrilla, asentada en el sector de la escuela El Líbano, atacó al ejército apostado en la finca de La Laguna. Según lo documenta el comunicado, la Brigada Móvil No. 20 instaló retenes desde finales de diciembre de 2011, lo cual se convirtió en una unidad de intimidación militar, especialmente para los presidentes de J.A.C, líderes comunitarios y todo aquel que se opusiera a la reparación de la vía a cargo del ejército. Estas personas fueron reseñadas en una libreta como sospechosos, fotografiados a sus espaldas e intimidados con interrogatorios ofensivos (Comunicado resguardo Kwet Wala, enero 6 de 2012). Entre 2010 y 2011, según lo registró el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República (2012), los niveles más altos de confrontación se presentaron en los municipios de Toribío, Jambaló, Corinto, Miranda, Santander de Quilichao, Morales y Caloto (en el casco urbano del municipio y en el corregimiento El Palo). Tanto la vía que comunica El Palo con Caloto, como Santander de Quilichao y el corregimiento de Quebraditas, en el municipio de Corinto, todos ellos en zona de resguardos nasa, presentaron tasas de homicidio que superan el promedio nacional (36.6). Del total de acciones bélicas que se registraron desde 1995 hasta 2012, que ascendió a 321 acciones que dejaron un total de 467 víctimas, la mayoría de éstas se concentraron en el período entre 2010 y 2012, en el que hubo un aumento significativo tanto de las acciones como de las víctimas por este tipo de violación: 302 víctimas en total. La agudización de las confrontaciones armadas y el saldo de víctimas durante este período deben entenderse en el marco del incremento de las acciones militares contra el Comando Conjunto de Occidente y el máximo líder de las FARC, Alfonso Cano. Según apareció registrado en las noticias de prensa, Alfonso Cano, a raíz de la presión militar en la zona que durante mucho tiempo había ocupado, empezó a desplazarse desde el sur del Tolima, en inmediaciones del municipio de Gaitania, hacia Nátaga, en el occidente del departamento del Huila. A mediados de julio tuvo que salir nuevamente hacia el departamento del Cauca, pasando primero por Mosoco, en dirección hacia el municipio de López de Micay (Revista Semana, noviembre 10 de 2011). En medio de este tránsito, las operaciones militares de desplegaron con fuerza. Las confrontaciones se hicieron más intensas y los desplazamientos forzados no se hicieron esperar. Las confrontaciones armadas aumentaron en los municipios de Toribío, Caloto, Jambaló y Caldono. Así mismo, se incrementó la existencia de MAP y MUSE en estos municipios, como una 49 táctica para neutralizar la avanzada de la fuerza pública. Las comunidades de esta zona sintieron con fuerza el aumento de las confrontaciones y las acciones bélicas. Como lo muestra el Mapa 3, en este período, la mayoría de accidentes por MAP/MUSE (representados por el símbolo de una estrella morada), indicadores de la existencia de campos minados, ocurrieron en la zona que comprende los resguardos nasa entre los municipios de Miranda, en el norte del Cauca, Florida y Pradera, en el sur del Valle del Cauca. Esta barrera se extendió desde los municipios del sur del Tolima, siguiendo el recorriendo que hizo Alfonso Cano hasta llegar al Cauca. Del total de víctimas por MAP/MUSE en la región, cuya cifra ascendió a 373, 109 de ellas se registraron entre 2010 y 2012, período en el que se reportó la mayor cantidad de víctimas. El año en el que hubo un mayor número de víctimas por MAP/MUSE fue 2006: 75 en total. Le siguió 2012, con una cifra de 54. Los municipios más afectados fueron: Florida, Pradera, Miranda, Corinto, Santander de Quilichao, Caloto, Suárez, Buenos Aires y Morales (PAICMA, 2013). Mapa 3. Accidentes por MAP/MUSE en la zona norte del Cauca y sur del Valle (20102011) Fuente: Observatorio DH y DIH Vicepresidencia de la República, 2012 En este escenario, los bombardeos se incrementaron en varias zonas, incluido el norte del Cauca, sur del Valle y en la zona occidente del Cauca, donde los combates continuaron tiempo después de la muerte de Cano. En un comunicado de mayo de 2012 que lleva por título “Minga por la vida y la defensa de la madre naturaleza”, las comunidades nasa del Valle denunciaron la masacre contra el medioambiente ocasionada por los bombardeos, el ametrallamiento y la tala de bosque para el desembarque y estadía de tropas en los sitios sagrados donde se encuentra la fauna, flora y recursos hídricos. Entre las acciones que le exigen al estado, vale la pena mencionar: 1. Garantizar la no repetición de los hechos denunciados que 50 afectan la armonía, el equilibrio de la naturaleza y la fauna y la flora de nuestros territorios; 2. Garantizar y respetar la libre circulación de quienes habitamos en este territorio pues durante el desarrollo de la minga fuimos saboteados por el ejército, primero impidiéndonos el paso y después detonando cargas explosivas para atemorizar al personal que participaba en la minga e impedir la realización de la actividad; 3. Exigir al ejército el respeto por los árboles sembrados, lo cual los obliga a desalojar dichos sitios. El 18 de mayo de 2012, la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca remitió un informe de visita para la verificación de daños ambientales por las operaciones militares en el territorio del resguardo indígena Kwet Wala (Piedra Grande), municipio de Pradera. Allí manifiesta que hubo un bombardeo en el sitio conocido como "Cerro El Muñeco". Frente a esto, la comisión señaló la destrucción de tres hectáreas de bosque natural por los bombardeos. En el Cerro El Retiro también había aproximadamente una hectárea de bosque talada. Señala, además, que la misma situación parece estar presentándose en cercanías de la base militar, aunque la comisión no alcanzó a llegar hasta allá. A la vez, durante el recorrido, la comunidad manifestó que los residuos generados por la presencia militar ocasionaron la muerte de 6000 truchas que tenían en el marco de un proyecto financiado con dinero de la cooperación internacional (CVC, 2012). El 7 de junio de 2012, las comunidades nasa de los municipios de Florida y Pradera le dirigieron una carta al nuevo Jefe del Secretariado de las FARC, Timoleón Jiménez, alias “Timochenko”, en la que manifestaron las distintas formas en las que el conflicto armado ha afectado a las comunidades nasa y campesinas y le exigen que diera la orden a sus combatientes de no crear más campamentos permanentes en los territorios indígenas de Florida y Pradera y de destruir los que ya existen, con el fin de dejar "nuestras tierras libres de gente armada pues como en el pasado, esperamos que ustedes respeten nuestros territorios y solamente pasen por ellos". Para esta acción, pusieron como fecha límite el 25 de junio de 2012. En otra carta fechada el mismo día, los nasa de las comunidades de Florida y Pradera se dirigieron también al Comandante General de las Fuerzas Armadas de Colombia, Juan Manuel Santos, para exigirle que diera la orden a sus combatientes de no crear más campamentos permanentes en los territorios indígenas de Florida y Pradera y de destruir los que ya existen, la carta señala: "No pararemos hasta dejar nuestras tierras libres de gente que permanezca armada, pues aunque la Constitución Política autoriza a las fuerzas del estado a "ingresar" en todos los territorios de la nación, no los autoriza a permanecer en dichos territorios en los cuales solamente pueden ingresar de paso”. El 8 de Julio un tatuco impactó en el centro de salud de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) en el casco urbano del municipio de Toribío. En lo shechos resultaron heridas cuatro mujeres que hacían parte del personal médico. Esto impulsó a la gente a buscar a los actores armados para exigirles que salieran del territorio. En las acciones se expulsaron tres unidades de la guerrilla (ACIN, 2012). Pocos días después, el 17 de julio de 2012, casi 2.500 indígenas nasa subieron hasta el Cerro Berlín (municipio de Toribío) para liberarlo de la ocupación militar de la que venía siendo objeto. Como un acto de control territorial y en el ejercicio de la autonomía, los nasa del norte del Cauca le exigieron al ejército que desocuparan el sitio sagrado que estaban ocupando. Como lo narró Granados (2012), “en el cerro no sólo estaban los soldados, sus camas, sus colchones y hasta las antenas de DirecTV. También allí se encuentran dos torres de comunicación de telefonía celular que son custodiadas por los 51 militares” (Granados, 2012:10). Los indígenas recuperaron el cerro, pero al día siguiente fue dada una orden de desalojo y en la acción hubo aproximadamente 26 personas heridas. La imagen de un soldado llorando, por los supuestos maltratos a los que lo sometieron los indígenas, circuló en todos los medios de comunicación nacional e internacional. Lo que sí no circuló fueron las imágenes que mostraban a los soldados amenazando a los indígenas con sus armas (Granados, 2012) (Ver link del video adjunto)12. En el mes de septiembre de 2012, las informaciones sobre los diálogos que se habían iniciado entre el gobierno y las FARC se filtraron, lo cual apresuró el anuncio por parte del gobierno colombiano. El 18 de octubre, en la ciudad de Oslo, Noruega, se instalaron las mesas de diálogo y negociación. Sin embargo, el diálogo formal inició casi un mes después, el 15 de noviembre de 2012 en La Habana, Cuba. Cuatro días después, el 19 de noviembre de 2012, las FARC anunciaron un cese al fuego unilateral para mostrar su voluntad de paz. Este anuncio tuvo efectos importantes en la región pues el nivel de confrontaciones disminuyó notablemente. Sin embargo, algunos de los pocos ataques registrados en el país tuvieron lugar en el norte del Cauca. - Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y comunidades indígenas y a sus miembros individuales en el conflicto armado La región comprendida por el norte y occidente del Cauca, por el territorio ancestral Sat Tama Kiwe, así como por el sur del Valle del Cauca sufrió con intensidad los impactos de la violencia política. Durante el período entre 1995 y 2012, la cifra total de violaciones e infracciones individuales de los derechos humanos y el DIH ascendió a 823, de las cuales 654 tuvieron lugar en el departamento del Cauca, y las 169 restantes ocurrieron en el Valle del Cauca. El número total de víctimas en la región ascendió a 2.204 indígenas nasa, sin contar las víctimas registradas por las acciones bélicas (467 en total). Esta cifra está distribuida diferencialmente pues mientras la zona norte, occidente y oriente (Caldono) del departamento del Cauca registró un total de 1.787 víctimas, el sur del Valle del Cauca reportó 417 víctimas. Como muestra la Gráfica 5, los municipios más afectados por las violaciones a los derechos humanos y al DIH fueron: Toribío, en primer lugar, que registró un total de 443 víctimas; lo sigue Caloto, con 290 víctimas, Florida que reportó 277 víctimas y Santander de Quilichao que registró 251 víctimas. Según lo documentan Houghton y Villa (2005), el conflicto para los nasa del norte del Cauca y sur del Valle se recrudeció a partir de la muerte de Marden Betancur, alcalde electo de Jambaló a quien el ELN acusó de colaborar con los paramilitares y posteriormente lo asesinó. En ese escenario, el CRIC convocó un juicio político para juzgar este crimen político, reiterando y avanzando hacia una posición de defensa de la soberanía y la autonomía indígena. Sin embargo, la violencia contra los nasa empezó en ascenso a partir de 1999. 12 http://www.youtube.com/watch?v=jtKqty5qf5w 52 Gráfica 5. Total violaciones y víctimas por municipio. Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 En 1999 y 2000, el frente José María Becerra del ELN protagonizó la toma masiva de rehenes de la iglesia La María en Cali y del kilómetro 18 en la vía que conduce de Cali a Buenaventura, respectivamente. A los rehenes los llevaron a la región del Naya. En respuesta, en el año 2000 la zona fue declarada objetivo militar. El once de mayo de 2000, en un comunicado dirigido al Gobernador del departamento del Cauca, César Negret Mosquera, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) anunciaron públicamente su llegada a la región con el frente Calima, cuyo comandante era Éver Velosa, alias “H.H13” (Defensoría del Pueblo, 2001; ILSA, 2006). Así, desde el año 2000, los asesinatos selectivos, las desapariciones forzadas, los controles a la movilidad, el desplazamiento forzado y los constantes enfrentamientos entre el ejército, los paramilitares y las guerrillas caracterizaron la dinámica de la 13 Este jefe paramilitar se desmovilizó en 2004. Sin embargo, cuando el gobierno tomó la decisión de concentrar a los jefes paramilitares en La Ceja, Antioquia y luego en Itagüí, “H.H” no se presentó, perdiendo así los beneficios de la Ley de Justicia y Paz. Entre tanto, junto con Vicente Castaño y alias “don Mario”, creó la banda “Los Paisas”. En el mes de abril de 2007, fue capturado nuevamente. Hoy, es uno de los extraditables (Semana, abril de 2008). Según el Octavo informe de verificación al proceso de reinserción y desmonte de las estructuras paramilitares presentado por la OEA, en el suroccidente del país siguen operando grupos conformados por reinsertados del Bloque Calima de las Auc. 53 violencia en la zona. Esto desembocó, como mostraremos más adelante, en la masacre y el desplazamiento del Naya, ocurrida el 10 y 11 de abril de 2001 (Amador Ospina, 2008). En ese mismo año fue asesinado el líder indígena Cristóbal Sécue, ex presidente del CRIC y quien estaba ejerciendo en ese momento la responsabilidad sobre la escuela de justicia indígena. Las FARC fueron responsabilizadas del hecho mediante un proceso de justicia propia (Houghton y Villa, 2005). Como lo muestra la Gráfica 6, los años más nefastos fueron 2001, 2008 y 2011, en los que el número de víctimas ascendió a 260, 255 y 246, respectivamente. Sin lugar a dudas, el año 2001 fue el que reportó la cifra más alta de violaciones de derechos humanos y DIH contra la nación nasa. Del total de 2.204 víctimas registradas durante este período, aproximadamente 774 de ellas fueron responsabilidad de los actores estatales, 492 estuvieron en cabeza de los grupos insurgentes, 398 víctimas corresponden a los paramilitares y las 540 víctimas restantes fueron responsabilidad de “otros grupos violentos”, como lo muestra la Gráfica 7. El año que reportó más víctimas en cabeza de los paramilitares fue 2001, cuando la cifra ascendió a 177. Por su parte, el año en el que los agentes estatales reportaron la cifra de víctimas más alta fue 2008, con una suma total de 203 víctimas. Los grupos insurgentes reportaron el mayor número de víctimas en el año 2011:178 personas. Gráfica 6. Total violaciones por departamento 1995-2012 Fuente: Base de Datos Ensayos 54 Gráfica 7. Total de víctimas por autores, 1995-2012 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 En el período entre 1995 y 2012, la cifra por asesinatos políticos es un indicador potente sobre la situación de violencia política en la región pues ascendió a 655, casi 5 veces más que la cifra registrada para el mismo tipo de violación en la región que comprende los departamentos de Putumayo, Caquetá y Nariño, como mostraremos más adelante. Aun cuando en ambos departamentos la cifra de víctimas de asesinatos políticos es la más alta, lo cual indica que es la violación que más afectó a los nasa en esta región, la diferencia de casos entre ambos sí es bastante notable: 486 víctimas corresponden al norte, occidente del Cauca y Sat Tama Kiwe, mientras que las 169 restantes se registraron en el sur Valle del Cauca. En 2012, por ejemplo, en el norte del Cauca fueron asesinados los siguientes líderes: Jaime Mestizo, reconocido The Wala, Zalatiel Méndez, exconsejal de Toribío y The Wala; Lisandro Tenorio, mayor de 74 años, ex gobernador y The Wala en el resguardo de López Adentro; Julio Dagua y Milciades Tróchez (ACIN, 2012). Del total de víctimas por asesinatos políticos (655), la mayoría fue responsabilidad de “otros actores violentos”, con una cifra de 301 víctimas de asesinatos, otros 161 víctima correspondieron a los grupos insurgentes, 146 más estuvieron en cabeza de los paramilitares y los 47 restantes fueron responsabilidad de las fuerzas armadas estatales (Ver Gráfica 8). En la dinámica de los asesinatos políticos, sobresale la cantidad de víctimas que fueron responsabilidad de los paramilitares en los años 2001 y 2002, a la vez que resulta bastante sugestivo el aumento de los asesinatos políticos en cabeza de “otros actores violentos” durante el año 2009, 2010, 2011 y 2012, el período posterior a la desmovilización paramilitar. Durante el año 2002, Houghton y Villa (2005) señalan que los municipios de Florida, Pradera y Jamundí concentraron los principales hechos violentos de los paramilitares y el ejército contra los nasa en “su agresiva acción para conquistar el sur del departamento, lo cual produjo desplazamientos masivos, asesinatos, heridos y un elevado número de amenazas. Argumentan, sin embargo, que de manera paralela los grupos insurgentes 55 desarrollaron una fuerte campaña para preservar el control política regional mediante el sabotaje a las elecciones municipales, lo cual afectó de manera grave a las organizaciones populares de base indígena como lo eran en su momento la ASI y AICO (Houghton y Villa, 2005:47). Siguiendo a los autores, además, es necesario mencionar que en el período entre 2000 y 2004, los nasa fueron víctimas del 44.2% de las violaciones a los derechos humanos y al DIH que fueron ejercidas por parte de todos los actores armados en conflicto contra los pueblos indígenas a nivel nacional (Houghton y Villa, 2005). Gráfica 8. Total de Asesinatos políticos por autores, 1995-2012 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 Los municipios más afectados por el número de víctimas que dejó este tipo de violación fueron Santander de Quilichao, Florida, Caloto, Buenos Aires, Jambaló y Pradera, como lo muestra la Gráfica 9. 56 Gráfica 9. Total de víctimas de asesinatos políticos por municipio y actor Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 El tipo de violación que registró el número de víctimas que se ubicó exactamente por debajo de la cifra de víctimas por asesinatos políticos fue el de heridos, que sumó un total de 547. Sin embargo, la mayoría de víctimas heridas aparecieron registradas en el Cauca cuya cifra ascendió a 526. La cifra de víctimas por detenciones arbitrarias o retenciones ascendió a 509 en toda la región durante el período en estudio, lo cual la ubica en una de las violaciones más graves. La cifra de víctimas por amenazas, tanto colectivas como individuales, ascendió a 264, lo cual indica el nivel de subregistro existente. Según reportó el Tejido de Defensa de la Vida y los Derechos Humanos de la ACIN (2012), “en el mes de junio de 2012 el sistema Madeja monitoreaba en la zona que se habían dado 18 amenazas contra líderes indígenas del norte del Cauca. Las amenazas involucraban a más de un líder indígena. Después de los meses de julio y agosto se incrementaron las amenazas pasando a la fecha a 33 amenazas en las que se involucra a más de 50 líderes indígenas de la zona. Muchas de estas amenazas se han dado a través de panfletos, mensajes a correos electrónicos, llamadas a celulares y mensajes de texto a celulares. También en medio de este contexto aparecieron montajes realizados por la fuerza pública en donde se pasaba a líderes indígenas como cabecillas de las Farc, utilizando sus imágenes en una clara distorsión de ellas, dándolas como acciones de inteligencia de la fuerza pública. Estos hechos fueron en su momento denunciados ante las autoridades competentes, y luego quedó demostrado el montaje por acciones e informes de la misma fuerza pública en la zona. En este contexto se reactivan las acciones paramilitares en la zona. Se dan a finales del mes de junio cuando en los municipios de Miranda, Corinto y Caloto fueron distribuidos panfletos que advierten de muertes a líderes indígenas y se establecieron horarios de circulación a la población. Luego aparecieron panfletos del grupo denominado Los Rastrojos. (…) En total, sumando los lideres amenazados en el año 2012, y los lideres antes amenazados, se consolidó un total de 72 líderes en alto riesgo, situación ya denunciada ante los organismos competentes del Estado colombiano y el sistema Naciones Unidas” (ACIN, 2012). Aun cuando muchas veces las amenazas no son denunciadas por la alta frecuencia con la 57 que ocurren y por el nivel de “normalización” que nos hace omitir la importancia que tiene denunciarlas, varios comunicados de las comunidades nasa de esta región refieren al respecto. Por ejemplo, en una carta dirigida a la Comisión Quinta del Senado de la República y durante una Audiencia Pública en el municipio de Buenaventura (2010), la comunidad nasa del resguardo Kwet Wala, municipio de Pradera, denunció: Continúan las amenazas y una nueva situación de desplazamiento se empieza a gestar ya que han aparecido nuevas amenazas a algunas familias y dirigentes de nuestras comunidades. Caso concreto las que ha sufrido el Coordinador de Derechos Humanos del Resguardo, Campo Elías Dicue, desde el 10 de octubre de 2009. También las recientes amenazas contra el gobernador suplente Jorge Enrique Yonda y su familia el 15 de agosto y el 3 de septiembre (...) Así como las amenazas recibidas por los dirigentes del resguardo en días recientes en la cual se les tilda de mafiosos y corruptos a través de anónimos difundidos por internet. Además, a través de esta carta, la comunidad también denunció el proceso de judicialización del que han sido víctimas el gobernador del resguardo Alfredo Fernández y el dirigente Luis Ángel Perdomo, ambos tildados de colaboradores de la guerrilla. Según indican, dicho montaje se desvirtuó a favor de este último. Los señalamientos presentaron un nivel muy alto de subregistro, sin embargo, las comunidades continúan manifestando la manera como los afectan. Mediante un comunicado del 19 de enero de 2012, la comunidad nasa del resguardo Kwet Wala, municipio de Pradera, manifestó: “Fuimos acusados de cómplices de la guerrilla de las FARC según declaraciones del coronel Pablo José Blanco Botia del Batallón Agustín Codazzi de Palmira en informe dado al periódico "Extra" de Palmira (edición Jueves 19 de enero de 2012) en el cual se informa que "Alias perro Bóxer recibió tres disparos con arma de fuego cuando se desplazaba en zona rural del municipio de Florida, refugiándose clandestinamente bajo la complicidad y el cuidado del resguardo indígena Kwet Wala”. El tipo de violaciones que presentaron altos niveles de subregistro fueron: las desapariciones forzadas, con 98 víctimas, el reclutamiento forzado que registró 29 víctimas, la tortura con 59 víctimas y la violencia sexual, de la que únicamente se registraron 14 víctimas (Ver Gráfica 10). En relación con el caso de reclutamiento, es necesario mencionar un caso que conmovió a la población nasa del norte del Cauca. Un informe de la CIDH (2011) señala que distintas fuentes reportaron un aumento en el reclutamiento forzado de niños indígenas por parte de las FARC durante 2011. El 26 de marzo de 2011, en la vereda Gargantillas del Resguardo de Tacueyó, municipio de Toribío (Cauca), la Fuerza Pública bombardeó un campamento de las FARC donde estaban algunos guerrilleros recién reclutados; estas víctimas de reclutamiento incluían a dieciséis personas indígenas, la mayoría de ellos niños, quienes murieron como consecuencia del ataque. La mayoría de víctimas por detenciones arbitrarias fueron responsabilidad de los actores estatales, mientras que los grupos insurgentes dejaron la mayor cantidad de heridos. Los paramilitares y “otros actores violentos” tuvieron responsabilidad sobre la mayoría de asesinatos políticos. 58 Gráfica 10. Tipo de violaciones por actores Fuente: Base de Datos Ensayos Más arriba señalamos el porcentaje de responsabilidad frente a cada una de las violaciones de los actores armados que hacen presencia en la región. En orden de responsabilidad en las violaciones cometidas, las fuerzas estatales ocupan el primer lugar, los grupos insurgentes el segundo, los paramilitares el tercero y “otros actores violentos” el cuarto. Sin embargo, vale la pena desagregar dicha responsabilidades según el tipo de violación cometida, pues este ejercicio nos brinda un panorama más detallado de las dinámicas de la guerra y del papel que cada uno de los actores armados ocupa en ella. Como muestra la Gráfica 11, de las 770 víctimas por las diferentes violaciones que correspondieron a los actores estatales, 268 de ellas fueron por detenciones arbitrarias. Las cifras de víctimas más altas que fueron responsabilidad de los grupos insurgentes estuvieron asociadas a las acciones bélicas, mientras que la cifra de víctimas más alta que estuvo asociada a acciones paramilitares fue la de los asesinatos políticos y las detenciones arbitrarias. 59 Gráfica 11. Total de violaciones según autor 1995-2012 Fuente: Base de Datos Ensayos Casos de desplazamiento En el período comprendido entre 1995 y 2012 se presentaron 71 eventos de desplazamiento forzado contra la nación nasa en la región, que significaron una cifra de víctimas que ascendió a 20.829. El 55% (39) de los casos ocurrieron en la zona norte y occidente del Cauca y el 45% (32) restante tuvo lugar en el sur del departamento del Valle del Cauca. El número de víctimas por estos eventos en el norte y occidente del Cauca ascendió a 13.504, mientras que en el sur del Valle del Cauca se registraron 7.325 (Ver Tabla 1). 60 Tabla 1. Total de eventos de desplazamiento forzado y víctimas Total de eventos de Departamento/Municipio Total de Víctimas desplazamiento forzado CAUCA 13504 BUENOS AIRES 1683 CALOTO 1285 CORINTO 500 JAMBALO 5046 MIRANDA 664 MORALES 0 SANTANDER DE QUILICHAO 200 TORIBIO 4126 VALLE DEL CAUCA 7325 BUENAVENTURA 263 DAGUA 37 FLORIDA 5010 PRADERA 2015 Total general 20829 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 39 9 10 2 9 2 1 1 5 32 2 8 10 12 71 Es necesario mencionar que el año en el que empezaron a registrarse los desplazamientos forzados contra la nación nasa fue 1999. Esto no significa que no hayan ocurrido eventos de desplazamiento forzado previos, sino que hay un vacío en la información bastante grande durante la década del noventa. A esto se suma el hecho de que la información sobre desplazamientos individuales es bastante precaria, por no decir, casi nula, lo cual se convierte en un desafío urgente para las instituciones estatales y para las organizaciones indígenas que hacen seguimiento a este fenómeno en busca de mejorar los mecanismos de prevención y atención de la situación de desplazamiento a la que se enfrentan los pueblos indígenas en el contexto del conflicto armado. Además, para el caso del norte del Cauca, teniendo en cuenta la estrategia de resistencia contemplada en el Plan Minga en Resistencia que plantea la existencia de Sitios de Asamblea Permanente para evitar que los desplazamientos forzados se hagan por fuera del territorio, muchos de los desplazamientos no son denunciados ni contabilizados, lo cual significa que también tenemos un nivel muy alto de subregistro en relación con este tipo de violación. Según los registros con los que contamos, del total de eventos de desplazamiento forzado contra los nasa en la región, cuya suma ascendió a 71, sesenta y cuatro de ellos fueron de tipo colectivo, mientras que los 7 restantes fueron individuales. Nos detendremos en un desplazamiento ocasionado por una masacre: la del alto Naya, en los límites entre Cauca y Valle del Cauca. Como lo documenta Amador Ospina (2008), el diez y once de abril de 2001, con una incursión paramilitar, se inició lo que se conoce con el nombre de “recorrido de la muerte”, que en el trayecto desde Timba (Cauca) hasta la desembocadura del río Naya 61 en el Pacífico, cobró la vida de más de cien personas. Con la “crónica de una masacre anunciada” (Utinaya, 2003), muchos de los pobladores, tanto indígenas como campesinos y afrocolombianos se desplazaron a distintos municipios del Cauca: Timba, Santander de Quilichao y, posteriormente, Timbío; otros permanecieron en el territorio (Caldón 2005, conversación personal). En diferentes momentos, que variaron entre 15 días y 3 meses, la mayoría de población retornó al alto Naya. Otras personas, exactamente 54 familias, decidieron no retornar y mediante una tutela, lograron que el Incoder les asignara un predio en cercanías de la ciudad de Popayán, en el municipio de Timbío (Amador Ospina, 2008)14. En la nueva valoración del Naya como territorio biodiverso, en la agudización del conflicto político y jurídico entre los pobladores del Naya y la Universidad del Cauca por la propiedad de éste —potenciado por las nuevas configuraciones neoliberales— y en la lucha contra el narcoterrorismo impulsada por el gobierno de Andrés Pastrana y fortalecida por el primer período presidencial del gobierno de Álvaro Uribe Vélez bajo la política de seguridad democrática, convergen algunos de los resortes de la masacre de 2001 y el desplazamiento que ésta produjo. Así, de la invisibilidad a la que habían sido condenados los pobladores de la cuenca del Naya durante décadas por parte del estado, pasaron a la visibilidad restringida que engendró no sólo la Constitución de 1991 sino la masacre que diez años después de la promulgación de la Carta Magna tuvo lugar en dicho territorio (Amador Ospina, 2008). Según expone la autora, el miércoles once de abril de 2001, un arriero que iba transitando por el “camino real” para afuera vio a lo lejos una “montonera” de hombres uniformados, cuyas cifras oscilan entre 200 y 400, según diferentes versiones de los pobladores y pobladoras. En medio de una torrencial lluvia se detuvo y, agilizando el paso, se devolvió hasta la vereda Río Mina y avisó a quienes se encontraban allí que venían los paramilitares. La mayoría no le creyó, aunque paradójicamente, según sus relatos, ya conocían la amenaza. Tanto, que algunos hombres habían dejado a sus hijas, hijos y esposas afuera previendo una mejor capacidad de reacción si se encontraban solos. La mayoría de gente se encontraba trabajando y ni cuenta se habían dado de que los paramilitares venían bajando. El rumor se hizo realidad cuando “se prendió esa plomacera y ahí sí todo el mundo corra de un lado pa´ otro a ver”. Una vez abajo, en Río Mina, los paramilitares convocaron a mujeres, niños, finqueros y trabajadores a una reunión en el sitio conocido como El Crucero, en un camino alterno que comunica a la vereda Río Mina con El Playón, después del mediodía. Ana, una habitante de la vereda Río Mina, relató lo que ocurrió cuando los paramilitares llegaron a la vereda: Nos llamaron ahí en todo el filito, ahí en el Crucero y estaba lleno ahí de paras. Llegamos y dijo “en este grupo debe tener que haber algún guerrillero porque acá todos son guerrilleros. Me colaboran, ¿qué van a 14 A partir de un examen comparativo entre quienes retornaron al alto Naya y quienes decidieron reubicarse en la finca La Laguna, Timbío, Amador Ospina (2008) examina las memorias del desplazamiento que produjo la masacre de 2001, recorre las fracturas que éste produjo, los diversos sentidos que se le atribuyeron, las disímiles respuestas que se tomaron, las trayectorias diferentes que se recorrieron, las distintas prácticas organizativas que se gestaron y los distintos lugares geográficos, sociales, morales y políticos en los que se ubicaron quienes se vieron afectados por éste y, desde los cuales, construyen sus versiones del pasado respondiendo a las múltiples maneras como piensan y viven el presente, así como a las distintas formas en que esculpen sus sueños del futuro. 62 contar? (…) Nosotros vamos a dar cinco horas pa´ que desocupen acá y después de las siete de la noche si encontramos a alguno en la casa ya es por cuenta de nosotros, como sea pero ahí sí lo pelamos. Las casas las dejan como están, dejan las puertas abiertas”. Y los pelaitos chille y uno también chille porque asustado eso lo primero que uno piensa {se le quiebra la voz} es en sus pelaitos (…)“Váyanse ligero y desocupen el caserío” y la gente ahí, despacio y eso estaba montón de gente de ahí pa´rriba porque en esa época eso era un cocal…y la gente no quería moverse… “¿y estos hijueputas es que no van a ir ligero o qué?” y llega ese y descarga esa metralleta y una polvoreda (…) ahí fue que mataron al negrito que les dijo que si podía ir por la maleta y que lo levantan a plomo, oiga (…) No pudimos llevar siquiera ni una olla, únicamente lo que salimos así con la ropita no más…eso sin bestia, algunitos que pudieron sacar unas mulas y unas bestias y mandar a los hijos pero esos pelaitos ahí chille y unas mujeres que salieron hasta descalzas y en chanclas imagínese puro invierno que había (…) y de ahí pues a aguantar hambre porque por ahí unas panelitas que nosotros sacamos y los pelaitos ya chille de hambre y después toda esa gente a buscar que dónde dormir y viendo eso (…) que pura sangre corría por ese camino, las paredes de las peñas se veían manchadas de sangre o pedazos de ropa y de cabellera. Así, “los tenues rezagos de la luz de un día que llegaba a su fin les iban mostrando, mientras esquivaban paso a paso las atrocidades que los paramilitares habían hecho con los cuerpos de sus familiares y conocidos, lo que les podría pasar si no hacían caso a la orden que les había sido impartida: salir sin nombrar lo que habían visto” (Amador Ospina, 2008). Amador Ospina (2008) resalta que “aún cuando el conflicto se inició en el año 2000, mis interlocutoras caracterizaron la masacre y el desplazamiento de 2001 como el momento central de la violencia en la región en general, y de sus vidas, en particular. Todos los testimonios que escuché elaboran sobre sus implicaciones emocionales, económicas, sociales y morales. Las experiencias narradas ilustran las condiciones infrahumanas en las que vivieron, el afrontamiento de la ausencia de quienes fueron masacrados y a quienes “no se les pudo dar ni un entierro digno”. A la hora de narrar, el énfasis cae en el llanto diario de las mujeres, en la preocupación de los hombres por no tener qué traer de comer a sus familias y en los sustos y gritos que provocaba y provoca en los niños y niñas ver miembros del ejército en uniforme camuflado y oír el estallido de la pólvora: estos eventos ilustran los efectos de la violencia y la manera como el miedo y la sensación de peligro empezaron a mediar las relaciones entre las personas. Los relatos insisten también en la ayuda temporal, asistencial e insuficiente (como fue catalogada por mis interlocutoras) que les brindó durante los tres primeros meses la Red de Solidaridad, hoy Acción Social: “nos dio un colchoncito chiquitico donde se tenían que acomodar cuatro personas (…) y pura lenteja y arroz todos los días”. El desplazamiento del alto Naya es uno de los que más ha impactado a la nación nasa en esta región. Después de este desplazamiento masivo, vendrían otros más. El año en el que se registró una mayor cantidad de eventos de desplazamiento forzado fue 2002: 14 eventos de desplazamiento que dejaron un total de 3.902 víctimas. Durante el año 2003 ocurrieron 8 eventos de desplazamiento forzado contra los nasa que dejaron un saldo de 1.673 víctimas. Hasta este momento, el mayor número de víctimas tanto en 2002 como 63 en 2003 aparecieron registradas en el sur del Valle del Cauca. Sin embargo, a partir de 2005, la dinámica del desplazamiento forzado en la región comenzó a cambiar y el mayor número de víctimas se registró en la zona norte y occidente del departamento del Cauca. En 2010, en el marco de la puesta en marcha del Plan Consolidación, ocurrieron 11 eventos de desplazamiento forzado que afectaron a 1.525 personas. Según señala un comunicado de las autoridades indígenas del norte del Cauca (Cxhab Wala Kiwe-ACIN, Mayo de 2010), “el día 21 de mayo de 2010 en el resguardo de Honduras, Morales, ingresaron 16 camiones con personal militar. Eran por lo menos 2.000 efectivos, incluidos miembros de la SIJIN, CTI, Fiscalía, DAS, DIJIN, Ejército Nacional y Policía Nacional; así como personas de civil armadas sin la debida identificación de los organismos del Estado. Al día siguiente, el 22 de Mayo de 2010, la gente se dio cuenta que el objetivo del despliegue militar era la erradicación de cultivos de uso ilícito. Las personas que ingresaron sin consulta con las autoridades indígenas, dieron inicio a la erradicación de los cultivos de uso ilícito en la vereda Lomitas, frente a la vereda Alto Rico que pertenece al resguardo de Cerro Tijeras. Por este motivo, la comunidad se declaró en asamblea permanente y se concentró en la vereda Honduras, donde hay entre 2.000 y 3.000 personas concentradas; entre ellos, niños y niñas que presentan enfermedades derivadas de las condiciones de hacinamiento en las que se encuentran”. El comunicado también denuncia que “el día miércoles 26 de mayo de 2010, las autoridades indígenas fueron citadas a Popayán por los militares, quienes en presencia de organismos de control de Estado, Alcaldes, Concejales y el Consejo Regional Indígena del Cauca CRIC, revisaron la situación para buscar salidas alternas a la militarización de la zona y la erradicación forzada. Como resultado de esta reunión, la Fuerza Pública se comprometió frente a las autoridades indígenas y gubernamentales a suspender la erradicación forzada de cultivos de uso ilícito hasta que se cursara adecuadamente la consulta previa a la que tienen derecho los pueblos indígenas, y a retirar el personal militar, policial y civil que se encontraba en la zona, a partir del día 27 de mayo de 2010. A pesar de lo anterior, la fuerza pública amenazó con llevar a cabo fumigaciones aéreas de aspersión de glifosato para erradicar los mencionados cultivos. Lo anterior va en directa contravía de La Directiva No. 016 de 2006 del Ministerio de Defensa, que especifica su política hacia los pueblos indígenas, señalando la necesidad de fortalecer la protección de sus derechos humanos e identificando el procedimiento que las Fuerzas Armadas deben seguir cuando intervienen en territorios indígenas” (Cxhab Wala Kiwe-ACIN, mayo de 2010). En 201115 la situación cambió muy poco porque se registraron 9 eventos de desplazamiento forzado que dejaron un saldo de 2.685 víctimas nasa (Ver Gráfica 12). Esta dinámica de los desplazamientos forzados sólo puede entenderse a la luz de la 15 A nivel nacional, para el mismo año, “el monitoreo de CODHES arrojó un total de 73 desplazamientos masivos, que incluyeron 29.521 personas obligadas a dejar sus hogares, por causa de los enfrentamientos entre los grupos armados al margen de la ley, de éstos contra la fuerza pública y operaciones de erradicación de cultivos ilícitos. Los 5 departamentos más afectados fueron en su orden: Cauca (8.829 personas en 31 desplazamientos), Córdoba (3.679 personas, en 10 desplazamientos), Nariño (4.735 personas, en 10 desplazamientos), Antioquia (9.373 personas, en 6 desplazamientos), Chocó (994 personas en 6 desplazamientos), Valle del Cauca (1.425 personas, en 4 desplazamientos) (Codhes, 2011:5). 64 intensificación de las acciones militares del ejército nacional y la fuerza aérea contra el Comando Conjunto de Occidente y su comandante Alfonso Cano, el entonces máximo líder del Secretariado de las FARC quien, en medio de confrontaciones e intensos bombardeos, fue dado de baja el 4 de noviembre de 2011 en cercanías de la vereda el Chirriadero, municipio de Morales (Revista Semana, 2011). Según lo documentó Codhes (2012), “en medio de combates y bombardeos indiscriminados se presentó el desplazamiento de 440 personas en la vereda Chirriadero, 8 viviendas afectadas y destrucción de varios bienes de subsistencia para las comunidades (CRIC, 2011: 31; citado en Codhes, 2012). La población civil, después de la salida de la Fuerza Pública de las zonas del noroccidente del Cauca5, empezó a ser señalada por parte de las FARC como “cómplices” de la muerte de Alfonso Cano, lo que impidió el total retorno de los desplazados durante las operaciones contra el líder guerrillero”. Durante el año 2011 Codhes (2012) registró 19 desplazamientos masivos en el norte del Cauca con un total de 3971 personas desplazadas. La mayoría de ellos, según muestran, ocurrieron durante la segunda mitad del año: entre julio y noviembre de 2011 se presentaron 14 eventos de desplazamiento forzado que dejaron un saldo de 3.181 personas desplazadas, lo cual de manera evidente indica un alto nivel de agudización del conflicto armado (Codhes, 2012). Del total de víctimas registradas por Codhes (2012) en la zona norte del Cauca para el año 2011, como señalamos antes, 2.173 fueron de la nación nasa. Como lo muestra la siguiente tabla, el Observatorio de DD.HH y DIH de la Cxhab Wala Kiwe-ACIN registró en su informe anual de 2011 la ocurrencia de once eventos de desplazamiento forzado interno hacia sitios de Asamblea Permanente, ocurridos principalmente en los municipios de Caloto, Toribío, Suárez y Miranda. 617 familias nasa se vieron forzadas a desplazarse internamente dentro del territorio para salvaguardar su vida en medio de las confrontaciones armadas y las acciones bélicas, lo cual significó un total de 1945 personas. Tabla 2. Desplazamientos forzados internos a Sitios de Asamblea Permanente, 2011 Fuente: Observatorio DD.HH Cxhab Wala Kiwe – ACIN, 2011 65 Gráfica 12. Total de eventos de desplazamiento forzado por departamento (19992012) Fuente: Base de Datos Ensayos Los municipios más afectados por los eventos de desplazamiento fueron, en orden de afectación según el número de víctimas, Jambaló, Florida, Toribío, Pradera, Buenos Aires y Caloto. Para el año 2011, según Codhes (2012) los municipios que presentaron una mayor afectación por tasa de desplazamiento, según municipio de llegada (número de personas desplazadas que llegan por cada 100.000 habitantes) en la región fueron Caloto, – Cauca (9.474) y Timbiquí – Cauca (9.061). 66 Gráfica 13. Total víctimas de desplazamiento forzado por municipio y actores Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 Los actores estatales, los grupos insurgentes y los paramilitares compartieron la responsabilidad en los eventos. Cada uno de ellos propició 22 eventos de desplazamiento forzado y los 5 eventos restantes recayeron en cabeza de “otros grupos armados”. Sin embargo, el número de víctimas que corresponde a cada uno de estos actores sí fue notablemente diferencial: 10.401 víctimas de desplazamiento forzado fueron responsabilidad del ejército y la policía; 4.707 fueron responsabilidad de los grupos insurgentes; 5.483 fueron atribuidas a los paramilitares y 238 víctimas más recayeron en cabeza de “otros grupos violentos”. Como mostraremos más adelante, y siguiendo a Codhes (2012), “se hace cada vez más evidente la relación entre las zonas de desplazamiento y los intereses por la minería y la agroindustria, componentes de las grandes locomotoras del plan de desarrollo de la administración Santos. El incremento de la crisis humanitaria en las regiones de la implementación de la Política Integral de Seguridad y Defensa para la Prosperidad ― PISDP― y las zonas CCAI, se hizo más evidente (Codhes, 2012:3). 67 b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales. La lucha por la tierra le dio vida al movimiento indígena en el suroccidente colombiano. Manuel Quintín Lame dirigió un levantamiento indígena que inició en el Cauca y luego se extendió a Huila, Tolima y Valle del Cauca. Su lucha por la recuperación de las tierras de resguardo y la abolición del terraje marcaron la historia del movimiento indígena. La clase política caucana lo persiguió, lo desterró y lo encarceló. Los éxitos legales que obtuvo junto con José Gonzalo Sánchez fueron seguidos de varios retrocesos en la época de la Violencia en Colombia, momento en el que se agudizó el terraje, los títulos coloniales de varios resguardos fueron desconocidos y la política de disolución de otros resguardos se puso en marcha. Articulado alrededor de los principios de unidad, territorio, cultura y autonomía, el movimiento indígena inició nuevamente un proceso de reivindicación identitaria y lucha por la tierra a finales de la década del sesenta y principios del setenta (Mondragón, 2008). Como señala Mondragón (2008), la escasez de tierras por causa de la usurpación terrateniente ha sido un problema que ha marcado la vida de los nasa. Según el autor, “esto llevó, por una parte, a las ocupaciones indígenas de áreas planas del valle geográfico del Cauca, como por ejemplo la hacienda López Adentro (Caloto y Corinto, Cauca), terreno considerado por los nasa como parte del Resguardo de Corinto. Situaciones como esta fueron rechazadas, por ejemplo, por la Sociedad de Agricultores y Ganaderos (SAG) del Valle que expresó su oposición a la adquisición de tierras para indígenas en el valle geográfico (tierras planas de Caloto, Corinto o Santander de Quilichao, Cauca). La posición de la SAG se hizo extensiva a la constitución de resguardos en el departamento del Valle del Cauca, lo cual afectó directamente a las comunidades indígenas nasa de los municipios de Florida, Pradera y Jamundí. Ellos se organizaron desde 1973 en juntas comunales, pero desde 1980 conformaron cabildos indígenas. Aunque una parte de los indígenas carecía de tierras, decenas de familias ya poseían o tenían en propiedad privada parcelas agrícolas y las entregaron al Incora para que constituyera los respectivos resguardos. En 1991 el Incora adquirió las primeras fincas para quienes no tenían tierras, pero los procesos de constitución de los resguardos se demoraron hasta que los indígenas ganaron una tutela, y en 1995 comenzó el proceso de titulación colectiva, que aún no culmina (Mondragón, 2008:407). Sobre este proceso de conformación de las J.AC primero, y de los cabildos después, se refirió un mayor nasa del Valle del Cauca: A mediados del año de 1970 nos organizamos como Juntas de Acción Comunal para accederé a algunos beneficios del Estado, tales como educación y mejoramiento de las vías de acceso. A pesar de estar organizados como J.A.C, nuestra cultura seguía viva, y fue así como en una minga hablando entre nasas nos dimos cuenta que había una ley que reglamentaba las organizaciones indígenas, luego asesorados por el inspector José Ilder Gil, que tenía conocimiento sobre la legislación indígena nos orientó para conformarnos como organización Indígena. En el año 1997 la Organización Regional Indígena del Valle del Cauca (ORIVAC), en cabeza del asesor William López, Rafael Ulcue y Antonio Pito Nache, fueron quienes profundizaron los alcances del JEI y los derechos de los pueblos Indígenas. Estos mismos compañeros, en agosto del mismo año presenciaron el primer acto de conformación del Cabildo y tomaron 68 posesión ante la comunidad, quedando como Gobernador principal: Manuel José Trompeta, Gobernador suplente José Manuel Dagua, fiscal celestino Ulcue, secretario Juan Carlos Lame, tesorero Aníbal Dagua y alguacil Mayor José Arquímedes Dagua. Los compañeros de ese entonces decidieron que se llamara Cabildo Indígena Cañón Río Pepitas (Asamblea Cabildo indígena Cañón Río Pepitas, noviembre 18 de 2012). Las tierras planas de las que fueron desplazados los nasa en diferentes momentos históricos continuaron siendo el objeto de disputa durante la década del noventa, después de la promulgación de la Constitución de 1991, hasta hoy. La lucha por recuperar las tierras que les despojaron con violencia los terratenientes de la región vino aparejada con la reivindicación del derecho a ejercer un gobierno propio y a aplicar su justicia, a desarrollar formas económicas propias fundamentadas en el respeto de la Madre Tierra, entre otras. Sin embargo, esta lucha por la tierra, reivindicada y vivida como un derecho legítimo, históricamente ha encontrado a su paso una contundente y mortal alianza entre los paramilitares, el narcotráfico y la fuerza pública que ha dejado un sinnúmero de víctimas de la nación nasa. Fue precisamente esto lo que sucedió cuando el 16 de diciembre de 1991, en El Nilo, 20 comuneros indígenas de los cabildos nasa del norte del Cauca fueron asesinados por sicarios y miembros de la policía nacional que recibieron plata del narcotráfico. Pocos días después de la masacre, el gobierno nacional se comprometió a adquirir 15.633 hectáreas de tierra para las comunidades indígenas de Huellas, Concepción, Las Delicias, Canoas, Corinto, La Cilia, Munchique-Los Tigres, Guadualito y Jambaló, con el fin de solucionar los problemas territoriales de dichas comunidades. Según el acuerdo, los predios serían adquiridos entre 1992 y 1994 (Mondragón, 2008). En ese momento, la CIDH recomendó al estado colombiano adoptar las medidas necesarias para cumplir los convenios sobre la adjudicación de tierras (Mondragón, 2008). A la masacre del Nilo le sucederían varias más que tuvieron lugar en la zona norte del Cauca: la masacre del Naya y la masacre de Gualanday, ocurridas en el año 2001, así como la masacre de San Pedro, que tuvo lugar en el municipio de Santander de Quilichao. Después de 20 años de la masacre de El Nilo, y de las otras que le seguirían, sólo hay impunidad, como bien se encargan de recordar las comuneras y comuneros nasa del norte del Cauca. La impunidad sigue campante y los acuerdos incumplidos también. En el año 2005, cansados de esperar una justa reparación que no había llegado hasta el momento, los nasa de la zona norte, acompañados del resto de la nación nasa que vino de otras zonas del Cauca y de otros departamentos, ocuparon la Hacienda La Emperatriz. En una afrenta al régimen de terror impuesto durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, el 12 de octubre de 2005 los pueblos indígenas y las comunidades campesinas del Cauca iniciaron la “Liberación de la Madre Tierra”. Así, “se tomaron quince haciendas: Miraflores, entre Corinto y Miranda, las cuatro fincas en las que se dividió la antigua hacienda Coconuco fue ocupada por indígenas y campesinos de Paletará, Puracé y Coconuco; en Silvia fueron ocupadas Los Remedios por indígenas de Kisgó y Ambaló, así como por los Misak; y también los nasa de Caldono ocuparon la Hacienda El Japio, en el municipio de Caloto (Mondragón, 2008:410). Según lo documenta Delgado (2012), hasta el día de hoy se han adquirido alrededor de 13.906 hectáreas, según datos de la ACIN. Si bien, el acuerdo suscrito entre el estado y los 69 indígenas definió que el área de 15.663 hectáreas era suficiente como parte de la reparación integral, a medida que ha pasado el tiempo la población continúa en aumento y esa cantidad de hectáreas resulta insuficiente para mejorar la precaria situación territorial en la que se encuentran los nasa de la zona norte. A esto hay que sumarle el hecho de que la compra de algunos de esos predios ha desatado conflictos interétnicos con otras poblaciones (afrodescendientes y campesinas) que ven amenazadas sus expectativas y proyecciones territoriales (Delgado, 2012). En esta vía, siguiendo un informe de la Contraloría General de la Nación que data del año 2000, Héctor Mondragón (2008) señala que “el occidente colombiano ha sido la región donde más se concentró la propiedad rural, y el Valle del Cauca fue el departamento donde más se incrementó entre 1985 y 1996, a pesar de que ya presentaba una alta concentración de la propiedad rural” (Mondragón, 2008:412). Los cultivos de caña sobresalen en el paisaje de la región y van en aumento al ritmo de la demanda del etanol que, en palabras de Mondragón (2008), fue “un negocio burocráticamente establecido” (2008:415). La presencia de estos cultivos en tierras arrendadas por parte de Ingenios azucareros como Incauca, de propiedad de Ardila Lulle, hace parte de una violación sistemática de los acuerdos de reparación integral por la masacre de El Nilo suscritos entre los indígenas y el gobierno nacional. Eran precisamente dichas fincas (La Emperatriz o San Rafael, por ejemplo) las que habían entrado a formar parte del acuerdo (Mondragón, 2008). En la actualidad, existen 13 resguardos en la zona norte del Cauca. Cinco de ellos son resguardos que tienen título de origen colonial del cacique Sat Tama: Munchique-Los Tigres y Jambaló en el título de los cinco pueblos y el título de Manuel Quilo y Sicos correspondiente a los resguardos de Toribio, San Francisco y Tacueyó. Por resolución del INCORA se han constituido 8 resguardos: La Cilia-La Calera, en jurisdicción del municipio de Miranda, Corinto-López-adentro, Huellas-Caloto, Tóez, Canoas, Concepción, Delicias y Guadualito (Delgado, 2012). En 2012, el INCODER emitió la resolución de constitución de resguardo del cabildo urbano de Santander de Quilichao Nasa Kiwe Tehk Ksxaw. En la actualidad, hay cuatro cabildos más que tienen solicitud de constitución de resguardo radicada ante el INCODER (Ver Tabla 3). 70 Tabla 3. Tabla de la situación territorial en el norte Ampliacio nes (No. De hectáreas y solicitud de Resguard ampliació o n con constitui Nombre resguardo y/o fecha y do (No. cabildo Municipio radicada De ante hectáreas quién y si ) salió resolución ) Constituid o Bajo la Primera Resolució Ampliación n del : Bajo la INCORA, Resolución No 034 del del 14 de INCODER agosto de No. 104 Resguardo Indígena Corinto - López 1996, con del 29 de de Corinto Adentro una Marzo del extensión 2007 con de 1.730 1032 hectáreas hectáreas, , es decir para 2227 7.186 metros metros cuadrados. cuadrados Segunda Ampliación : están en proceso, son cerca de 900 hectareas. Carta solicitud ampliación a Asuntos Étnicos del INCODER (3 MAYO DEL 2011). 71 del Cauca Trámites Ampliaci de ón de reconocim resguard iento y/o os solicitudes colonial de es constitució n Resguardo Indígena de la Concepción Resguardo La Cilia La Calera del Municipio de Miranda Resguardo Indígena de Tóez 72 Santander de Quilichao Miranda Caloto - Cauca Bajo la resolución de Constituci ón del INCORA No. 030 del 14 de Agosto de 1996. Con un área de 608 hectareas , es decir 9.674 metros cuadrados . Resolució n por el INCORA en liquidació n, 004 del 22 de Julio del 2003. El INCORA bajo resolución Numero 040 del 10 de abril del 2003. Con 508 hectareas es decir 2030 metros cuadrados Primera ampliación : ubicada en 17 sectores, con una extensión de 219 hectareas, para 5.831metr os cuadrados, resolución por el INCORA Numero 042 del 10 abril del 2003. Segunda Ampliación : Está en proceso con cerca de 300 hectáreas. Carta solicitud ampliación a Asuntos Étnicos del INCODER (3 MAYO DEL 2011) Primera Ampliación : En análisis por parte de la comunidad . Carta de solicitud al INCODER de Actualizaci ón y estudio . Resguardo Indígena Nasa Kiwe Tehk Ksxaw Resguardo Indígena de Canoas 73 Santander de Quilichao Cauca Bajo Resolució n del INCODER, No. 289 del 20 Septiembr e de 2012. Con 66 hectareas , es decir 4.071 metros cuadrados . Santander de Quilichao Cauca Bajo Resolució n del INCORA 04 de Mayo 24 de 1996. Con un área de 431 hectareas , es decir 1.374 metros socioeconó mico del resguardo de Tóez (23 de Marzo de 2011) Primera Ampliación : Resolución 030 del 22 de Julio del 2003, con una extensión de 500 hectareas, es decir 2.905 metros cuadrados . Segunda Ampliación : Carta de solicitud al INCODER Cauca para la Actualizaci ón y estudio socioeconó mico del resguardo indígena Páez de Canoas (24 abril del 2012) Resguardo Indígena de Guadualito 74 Santander de QuilichaoCauca. Bajo la Resolució n 14 del 12 abril de 1994. Con 198 hectareas con 7.750 metros cuadrados . Primer Ampliación : Dado por el INCORA en liquidación , bajo resolución No. 031 del 22 Julio de 2003. ampliación en 72 hectareas es decir 362 metros cuadrados. Segunda Ampliación : Cerca de 200 hectareas están solicitadas , dentro del proceso falta el estudio Topográfic o. Carta a INCODER Cauca solicitando estudio socioeconó mico para la ampliación del resguardo (27 abril de 2012). Resguardo Indígena de las Delicias Resguardo Indígena de Huellas 75 Santander de Quilichao Buenos Aires Caloto Por el INCORA Constituid os bajo la resolución 18 del 24 de mayo del 1996, para una extensión de 1.145 hectareas es decir 4.625 de metros cuadrados . Por el INCORA bajo resolución 0036 del 30 Noviembr e de 1998. con 6.167 hectareas es decir 5.344 metros cuadrados Primera ampliación : Por el INCORA, bajo la resolución No. 038 de 10 abril del 2003. Con 272 hectareas, es decir 5.564 metros cuadrados. Segunda Ampliación : Cerca de 250 hectareas. Según informacio nes del equipo de Tierras hace falta el estudio Topográfic o. Primera Ampliación (En proceso):C arta al INCODER de Julio 5 de 2011, se pide la actualizaci ón del estudio socioeconó mico para la . Cabildo Indígena de Pueblo Nuevo Ceral Suarez Cabildo Indígena de Cerro Tijeras Suarez Cabildo Indígena de Kite Kiwe Timbio 76 ampliación del resguardo. Se encuentra en solicitud para constituirs e como resguardo. Se entregaron las 44 escrituras a instrument os públicos para que se han puestos a nombre del Cabildo y luego se entregaran al INCODER. Ha tenido la dificultade s para constituirs e como resguardo por que faltan predios por sanear. Esta en el marco del 982, y son 56 hectareas que están en solicitud para constitució n como resguardo. Cabildo Indígena del Playón - Naya Resguardo Indígena de Jambaló 77 No se ha logrado constituir debido a una disputa de tenencia con la universidad del Cauca. Se esta a la espera de un fallo del consejo de estado. (Se han unido 4 cuatro cabildos de Naya frente a esta puja con el INCODER). Suarez Jambaló Titulo Colonial de 1.701. Otorgado por la Corona Española entregado al Cacique Juan Tama En el año 2002 se restructur o y perdió la vigencia de titulo colonial, y paso a titulo Tiene solicitud es de ampliaci ón en el marco de las fincas entregad as por el Convenio el Nilo . Resguardo Indígena de Toribio Toribio Resguardo Indígena de Toribio Tacueyó Resguardo Indígena de Toribio San Francisco 78 republica no, el INCODER reconoce el mal procedimi ento y se busca retomar los títulos Coloniales . En 1881 se registra por comunida des, No. del registro 843, esto se hace ante la misma corana parroquia s - en distrito de Popayán o Silvia. Titulo Colonial de 1.700. Otorgado por la Corona Española a Manuel Quilo y Sicos es un solo titulo colectivo. Se protocoliz o en 1.737 en la provincia de Tiene solicitud de ampliaci ón sobre fincas por el Fondo Nacional Agrario y el convenio el Nilo. Santander de Quilichao. Se realiza una Amnistía donde son ratificado s los títulos de manera individual para a cada resguardo s (basados sobre los títulos coloniales colectivos ). Tiene varias ampliaci ones (5), la ultima solicitud de ampliaci ón es Resguardo Indígena de Santander de frente Munchique los Tigres . Quilichao ala parcelaci ón la Esperanz a y la Finca Gualand ay (conveni o Nilo). Fuente: Equipo regional Plan Salvaguarda Nasa, zona norte, 2013 Titulo Colonial de 1.701. Otorgado por la Corona Española al Cacique titulo de Juan Tama (Los cinco pueblos). Y en 1843 recibe titulo Republica no. Por su parte, el territorio ancestral Sat Tama Kiwe está integrado por seis resguardos con títulos de origen colonial y una Asociación de Cabildos legalmente constituida y reconocida por el Ministerio del Interior. Según la información disponible, que corresponde al año 2007, la cantidad de hectáreas legalizadas es de 25.307,35. La cifra del área por legalizar asciende a 2.684,44 hectáreas, mientras que las hectáreas faltantes suman un total de 20.001,79 (Ver Tabla 4). 79 Tabla 4. Situación territorial Sa´t Tama Kiwe RESGUARDO CATEGORIA Escritura y fecha Protocolizado en: Colonial 843-10/08/1981 1 San Lorenzo de Caldono Colonial 29-05/25/1924 2 Pueblo Nuevo, Caldono y Silvia Colonial 49-15/06/1940 3 La Aguada San Antonio Colonial 344-16/09/1966 4 Pioyá 5 La Laguna Siberia, Caldono y Piendamo Republicano Republicano 6 Las Mercedes TOTALES Ha. Actual Ha. Por legalizar Ha. Faltantes Habitantes listado censal Popayan 8.020,95 1.040,35 8.695,00 10.171 Popayan/Silvia/S.tander de Quilichao 7.498,30 948,25 3.040,86 6.058 S/der de Quilichao 4.501,00 52,8799 2.483,10 1.701 S/der de Quilichao 4.911,00 177,57 369,136 184,3805 4.368,07 3.994 6,9664 281,0063 1.414,76 1.851 2.684,44 20.001,79 25.921 25.307,35 2.146 Fuente: INCODER, 2007; Plan de Vida CRIC, 2007; Equipo regional Plan de Salvaguarda, Sat Tama Kiwe y reasentamientos, 2013 Tabla 5. Situación territorial sur del Valle del Cauca16 Nombre resguardo y/o Municipio cabildo Triunfo cristal paez Florida valle Nasa tha Florida valle Kwesx kiwe nasa Florida valle Cabildo central de asentamientos Florida valle Cabildo san juan paez Florida valle Kweth wala Pradera Cuenca de rio guavas Ginebra Nasa kwesx kiwe Jamundi Sabana blanca El dovio Resguardo constituido (No. De hectáreas) Ampliaciones (No. De hectáreas y Ampliación de resguardos Trámites de reconocimiento y/o solicitud de ampliación con fecha y coloniales solicitudes de constitución constituido con un total de 5.300 hectareas tambien esta en proceso de ampliacion constituido tambien esta en proceso de ampliacion lleva 12 años de proceso no tiene tramite constituido no tiene tramite constituido una parte del territorio no tiene tramite Fuente: Equipo regional Plan de Salvaguarda Nasa, zona sur del Valle del Cauca, 2013 A través del Auto 004 de 2009, la Corte Constitucional identificó que la falta de titulación de los territorios es un problema que se agrava con el conflicto armado y dijo que la falta de seguridad jurídica de la propiedad indígena es un factor que atrae a los actores armados. Sin embargo, también reconoció que la mera titulación y la constitución de resguardos no garantizan en la práctica la posesión material por parte de las comunidades. Es de común conocimiento que el conflicto armado ha agravado conflictos territoriales preexistentes y ha creado otros. Los intereses de actores no indígenas sobre la tierra, que se derivan de varios factores como sus recursos naturales, su valor estratégico militar y su valor económico, obligan a que la protección territorial vaya más allá de la legalización. El narcotráfico, la minería, el petróleo y las grandes plantaciones de caña o palma, fueron identificados por las comunidades nasa de esta 16 Hasta la fecha no contamos con información sobre los resguardos y cabildos nasa restantes. 80 región (zona norte y occidente del Cauca, Sat Tama y sur del Valle del Cauca) como verdaderos enemigos de los derechos territoriales. Presencia de cultivos de uso ilícito Las cifras sobre área cultivadas de coca en la región causan un poco de sorpresa. Sobre todo cuando bajo el argumento de erradicar los cultivos, el gobierno nacional declaró varios de los municipios de norte del Cauca y sur del Valle como parte de las zonas de Consolidación territorial. Sin embargo, la realidad de los cultivos de coca en la región muestra otra cosa: no están en las zonas declaradas por el gobierno. Sabemos, porque la gente habló de ello, que en este momento los cultivos de marihuana en la región van en aumento. Sin embargo, no hay cifras consolidadas al respecto que nos permitan tener un panorama general sobre la situación de este tipo de cultivo. Según los reportes del SIMCI (2012), “más de la mitad del área sembrada con coca (63%) se concentra en 4 departamentos: Nariño, Putumayo, Guaviare y Cauca. Nariño concentra el 27% del total de cultivos de coca del país, Putumayo el 16%, Guaviare el 11% y Cauca el 10%. Los cultivos están más dispersos en el territorio y las concentraciones de cultivos de coca son menos frecuentes; sin embargo, el 23% de los cultivos reportados en 2011 se asocian a los municipios de frontera en el sur del país” (SIMCI, 2012:8). En el período comprendido entre 2005 y 2011, los departamentos del Cauca y de Valle del Cauca reportaron un total de 38.464 hectáreas de coca sembrada. De este total, el 85.8% de las hectáreas de coca se encontraron en el departamento del Cauca, mientras que el 14.2% restante correspondió a Valle del Cauca. En el departamento del Cauca, los municipios en los que se concentró la mayor cantidad de hectáreas de coca sembradas fueron Guapi, Timbiquí, López de Micay, Morales y Suárez, mientras que en el departamento del Valle se concentraron principalmente en Buenaventura, en cercanías del lago Calima y también en la región del alto y bajo Naya, en los límites entre Cauca y Valle del Cauca. En 2005, el departamento del Cauca reportó 2.705 hectáreas de coca sembrada, mientras que el Valle del Cauca registró 28 hectáreas. Al año siguiente hubo un aumento del número de hectáreas de coca sembradas en Valle, pues ascendieron a 281, mientras que se reportó una disminución de 601 hectáreas de coca sembrada en el departamento del Cauca, para un total de 2.104 hectáreas. En cambio, en 2007, casi que se duplicaron las hectáreas de coca sembradas en el departamento del Cauca, cuya cifra ascendió a las 4.168 has., y lo mismo ocurrió en el Valle donde aumentaron a 453. En esta dinámica más o menos moderada de aumento, el año 2008 representó un punto de inflexión importante para el departamento del Valle pues se registraron 2.089 hectáreas de coca sembrada, que paulatinamente irían disminuyendo con el correr de los años, registrando en 2010 una cifra de 665 hectáreas de coca sembradas. En 2011, el departamento experimentó un leve aumento en las hectáreas sembradas pues la cifra ascendió a 981. El año 2009 fue el momento en el que el departamento del Cauca se registró la mayor cantidad de hectáreas de coca sembradas: 6.597 en total, que luego disminuirían al año siguiente cuando se registró una cifra de 5.908 hectáreas. Para el año 2011, el departamento del Cauca registró 158 hectáreas más de coca sembradas con respecto al año anterior, lo cual ubicó al departamento en el cuarto lugar en extensión de hectáreas de cultivos de coca a nivel nacional (Ver Tabla 7). 81 Tabla 7. Cultivos de coca en Cauca y Valle del Cauca, 2005-2011 (hectáreas) Departamento 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 Total Cauca 2.705 2.104 4.168 5.422 6.597 5.908 6.066 32.970 Valle del 28 281 453 2.089 997 665 981 5.494 Cauca Total 2.733 2.385 4.621 7.511 7.594 6.573 7.047 38.464 Fuente: SIMCI, 2012 Según el SIMCI (2012), en el departamento del Cauca se erradicaron manualmente 197 hectáreas de coca y se asperjaron 11.834 en el año 2011. Como muestra el Mapa 4, las áreas de concentración de los cultivos ilícitos (representados mediante los puntos rojos) coinciden con zonas de media (mancha de color amarillo) y alta confrontación armada (mancha de color café). Mapa 4. Cultivos de coca y zonas de confrontación, 2010-2011 Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2012 82 Mapa 5. Serie histórica cultivos de coca en Cauca y Valle del Cauca 2001 2003 Fuente: SIMCI, 2011 Minería La política minera, desde la época de la Colonia, se ha construido a favor de privados. La legislación, después de la década del ochenta, no ha variado mucho en esta tendencia. Es una realidad que la política minera en Colombia, desde finales de la década del ochenta, atenta cada vez más contra la soberanía y la pervivencia de los pueblos indígenas. Primero, el Código de Minas de 1988 expropió los derechos particulares que tenían las comunidades al suelo y al subsuelo. El Código incluyó la declaratoria de la minería como de interés público y social lo cual, según plantea el Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos (2008), fue en su momento una idea progresista que devino en un arma de doble filo para los pueblos indígenas. La razón es que esa declaración puso el derecho minero por encima de cualquier derecho de particulares. Sin embargo, actualmente, ese mismo argumento se aplica a los pueblos indígenas para expropiarles sus derechos y transferirlos a manos privadas de las transnacionales. Dicho código creó las “zonas mineras indígenas” en las cuales “no estaban permitidas las actividades mineras particulares si no contaban con el acuerdo de las autoridades indígenas y se aplicaba la exigencia de que fueran hechas sin desmedro de las condiciones culturales y económicas. Dentro de estas zonas, las autoridades indígenas podían determinar cuáles lugares no podían ser objeto de exploración y explotación por para salvaguardar su importancia social y cultural. Según argumenta el artículo citado, “esta figura se había convertido en un mecanismo para impedir el avance de la gran industria extractiva pues las comunidades podían hacer 83 minería artesanal o excluirlas del mercado”. Sin embargo, continúa el artículo, “con el Código vigente (el de 2001) se introdujo una importante y nefasta modificación en estas zonas”. Aun cuando no se cambió la figura legal, se incluyó la obligación para las comunidades beneficiarias de explotarlas so pena de que el gobierno contrate un particular, pues el derecho de prelación sólo garantiza a las comunidades la posibilidad de realizar la explotación pero no de dejar de hacerlo”. Esto significaba que las comunidades indígenas ya no podían decidir dejar de explotar los recursos mineros en sus territorios. O lo hacían ellos, por el derecho de prelación, o lo hacían particulares. Bajo este principio que establece el Código Minero que rige hace 12 años, o los indígenas se vuelven mineros o…se vuelven mineros, porque si no viene un tercero, en la mayoría de los casos, una gran multinacional minera, a pedir el título (Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos, 2008). En la actualidad, el departamento del Cauca es el que cuenta con el mayor número de Zonas Mineras Indígenas, que en total suman siete. Cuatro de ellas se superponen con algunos de los municipios que conforman la zona norte (Caro y Valencia, 2012). ¿Cuáles son los desafíos de los indígenas en general, y de la nación nasa en particular, frente a esta amenaza interna? Indudablemente, muchos. Y son tantos que no dan espera. Como argumentan Caro y Valencia (2012) en una investigación sobre la pequeña y mediana minería en el norte del Cauca realizada en el espacio de la Casa de Pensamiento de la Cxhab Wala Kiwe-ACIN, “con sorpresa encontramos que el norte del Cauca Indígena está siendo literalmente asediado por las pequeñas y medianas industrias mineras que, aprovechando la condición de zona minera indígena que cubre a gran parte de este sector, han transformado no sólo la vocación agrícola de algunas comunidades, sino que también han contribuido a la agudización de los conflictos político-organizativos y del conflicto armado dentro de los territorios de los resguardos y las zonas de confluencia interétnica” (Caro y Valencia, 2012:18). El Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos de CECOIN (2008) señaló que para el año 2007, “de los 33 distritos mineros existentes, 16 se sobreponían sobre 200 resguardos indígenas en todo el país”. Así mismo, indicó que “las concesiones auríferas que afectan a los pueblos indígenas se concentran especialmente en Antioquia, Risaralda, Huila, Tolima y Cauca aunque en Nariño y Valle también se han asignado porciones significativas. Al igual que en el resto del país, la Kedahda, Mineros S.A, Cerromatoso, la Muriel Mining Corporation, Bateca Seca S.A, Mónica Uribe, Minerales del Darién y James Valdiri, son los principales concesionarios” (2008:357). En esta vía, para finales de 2007 había un total de 1.949 contratos únicos de concesión, se mantenían vigentes 1.013 licencias de exploración y explotación, 910 contratos de concesión expedidos con la legislación anterior, además de 1.195 títulos mineros de diversa índole. Apenas se encontraban registradas 2 zonas mineras indígenas. Esos contratos, permisos, autorizaciones y licencias vigentes cubren un área total de 2 millones 927 mil hectáreas. Pero las solicitudes presentadas y en trámite pueden superar los 30 millones de hectáreas (Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos, 2008). Frente a esto, el Observatorio de CECOIN (2008) señala que “el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), ante el avance de la minería, se manifestó en 2005 por medio del Mandato del XII Congreso indígena realizado en territorio de Sa´t Tama Kiwe de 84 Caldono del 27 de marzo al 2 de abril donde ratificó “que el gobierno y la autoridad ambiental en los territorios indígenas son las autoridades indígenas y sus organizaciones” (Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos, 2008:363). Según el Censo Minero Departamental colombiano realizado por el Ministerio de Minas y energía entre 2010 y 2011, el departamento del Cauca tiene aproximadamente 544 Unidades de Producción Minera (UPM), que representan el 3.8% del total nacional, y de las cuales el 68 (12.5%) cuentan con título minero, mientras que las 476 restantes no tienen título minero (87.5%). En el caso del departamento del Valle del Cauca, se registraron en el censo 249 UPM que representan el 1.7% del total nacional. 50 de ellas, es decir, el 20.1%, cuentan con título minero, mientras que las 199 restantes (79.9%) no tienen título. Houghton (2011) señala que para mediados de 2011, las zonas de explotación minera cubrían más de 420 mil hectáreas en el departamento del Cauca. Sin embargo, la alerta no la hacía por esta cifra, ya de por sí preocupante, sino por el futuro inmediato de la minería en todo el departamento, revelada a partir de la cantidad de solicitudes mineras: 1.008 títulos de concesión que cubrirían un área cercana a las 2 millones 130 mil hectáreas. Sólo ochenta de estas solicitudes son de la Kedahda (o Anglo Gold Ashanti) pero cubren casi 450 mil hectáreas (Houghton, 2011:79). En el caso de la región comprendida por la zona norte y occidente del Cauca y por el sur del Valle del Cauca, es posible decir que había aproximadamente 46 contratos y concesiones mineras en fase de explotación y en proceso de solicitud, como muestra la Tabla 7. Tabla 7. Contratos y solicitudes mineras en la zona norte y occidente del Cauca y sur del Valle del Cauca Municipios Contratos y concesiones Hectáreas Has. Solicitude solicitadas s Buenos Aires 8 731.12 44 9.978,87 Buenos Aires-Jamundí 5 284,02 7 5.652,45 Buenos Aires-Jamundí-Santander 1 1.000,00 Buenos Aires-Santander 5 9.660,80 16 25.355,31 Buenos Aires-Suárez-Santander 1 4.175,41 Caldono-Jambaló Caldono-Morales-Buenos AiresPiendamó-Santander Caldono-Morales-Buenos Aires- 3 8.966,83 2 14.899,04 Buenos Aires-Suárez 85 2 140,08 Suárez 1 4.654,90 Caldono-Morales-Piendamó 5 36.301,20 Caldono-Piendamó-Santander 1 4.998,30 Caldono-Santander 5 10.837,39 Caldono-Silvia-Jambaló 1 1.983,16 18 7.841,23 4 26.549,63 Caloto-Corinto 2 3.965,69 Caloto-Jambaló Caloto-Puerto Tejada 2 3.966,33 Caloto-Santander 5 5.353,50 Caloto-Toribío 1 1.981,75 Caloto-Toribío-Corinto 1 1.983,16 Caloto-Toribío-Jambaló 1 1.983,16 Caloto Caloto-Caldono-JambalóSantander 14 2 859,58 52,41 Caloto-Villa Rica 2 45,18 1 117,23 Caloto-Villa Rica-Santander 1 106,85 1 640,00 Corinto 4 441,08 6 8.037,28 1 1.997,99 5 4.242,70 1 47,06 4 5.667,45 Morales-Cajibío 6 10.071 Morales-Piendamó Morales-Piendamó-Cajibío 3 8.830,66 Corinto-Florida-Miranda Corinto-Miranda Corinto-Padilla Miranda Morales Morales-Buenos Aires-SuárezLópez-Jamundí-Buenaventura 86 3 169,03 5 162,65 3 2.002,08 1 205.887,13 3 13.845,57 Morales-Suárez 4 5.616,95 7 37.184,44 Santander 2 4.994,08 30 39.440,36 3 5.950,77 Silvia-Jambaló Suárez 13 3.667,84 18 8.765,06 Toribío 5 262,58 7 6.071,53 Toribío-Corinto 2 3.966,96 Toribío-Jambaló 7 22.102,70 Villa Rica Villa Rica-Jamundí 6 174,75 1 62,27 13 506,27 11 291,56 1 37,84 1 56,94 245 369.515,4 8 Villa Rica-Puerto Tejada Villa Rica-Puerto Tejada-Jamundí 2 35,61 Total Fuente: Ingeominas, Catastro Minero, 2010. Adaptada de Houghton, 2011 87 Mapa 6. Títulos mineros vigentes en la zona norte y occidente del Cauca Fuente: INGEOMINAS, 2011 88 Tabla 8. Distritos mineros que afectan territorios nasa del norte, occidente de Cauca y Valle del Cauca Distrito minero El TamboDovio-Cali Municipios incluidos Bolivar, Buenaventura, Buenos Aires, Buga, Bugalagrande, Caicedonia, Cali, Candelaria, El Dovio, El Tambo, Guacarí, Ginebra, Jamundí, Puerto Tejada, Tuluá, Sevilla, Suárez, Sipí, Vijes, Yumbo El Tambo- Tambo, Buenos Buenos Aires, Aires Caldono, Morales, Santander, Totoró Departamento Pueblos afectados Chocó, Cauca Embera y Valle del Embera Cauca chamí Embera katío Nasa Resguardos afectados Río Garrapatas, Dachi Drua Chami, Wasiruma, San Quinini, Sanandocito, Kwesx Kiwe Nasa, La Paila-Naya Minerales principales Caliza, materiales de construcción, carbón, oro, plata, platino y otros. En territorios indígenas bauxita, hierro, cobre, molibdeno, manganeso, zinc. Cauca Novirao, Agua Negra, Canoas, Guadualito, La Concepción, Las Delicias, Las Mercedes Oro, plata, materiales de construcción, y otros. En territorios indígenas bauxita, cobre, plomo, molibdeno, sulfuros metálicos. Guambiano Nasa Fuente: Adaptada Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos CECOIN, 2008 89 Mapa 7. Distritos Mineros en el suroccidente de Colombia Fuente: SIMEC, 2010 El 24 de febrero de 2012, el Ministerio de Minas y Energía promulgó la Resolución 18 0241 “Por la cual se declaran y delimitan unas Áreas Estratégicas Mineras y se adoptan otras determinaciones”. A través de ésta, el gobierno colombiano determinó los minerales de interés estratégico para el país, delimitando las áreas especiales en las que se encuentran, que en total suman 2,9 millones de hectáreas repartidas en 313 bloques de exploración y explotación. Los departamentos de Cauca y Valle del Cauca no fueron ajenos a esta nueva definición, pues del total de 2,9 millones de hectáreas, 101.189,6632 están en esta región en los municipios de Florida, Corinto, Miranda, Pradera, Buenaventura y Dagua (ver Tabla 9). Según lo establece la resolución, a estas áreas sólo es posible acceder a través de contratos de concesión especial. Tabla 9. Bloques de las aéreas estratégicas mineras en los municipios de la zona norte del Cauca y sur del Valle (2012) Bloque Municipios Hectáreas 63 Florida, Corinto, Miranda 14.749 66 Pradera 396,4781 80 Dagua, Buenaventura 5.334,1851 89 Buenaventura 9.695 91 Buenaventura 2.922 92 Dagua, Buenaventura, Calima Buga, Cerrito, Florida, Ginebra, Miranda, Palmira, Pradera 9.582 123 125 Dagua, Buenaventura Fuente: Adaptada de Ministerio de Minas y Energía, 2012 90 52.617 5.894 El 21 de Junio de 2012, pocas horas después de la Cumbre Río+20 donde el presidente Santos anunció su compromiso con el medio ambiente y el desarrollo sostenible, el Ministro de Minas y Energía, Mauricio Cárdenas, anunció la declaración de 17,6 millones de hectáreas del país como “reserva estratégica minera” en los departamentos del Chocó, Amazonas, Guaviare, Guainía, Vaupés y Vichada (Revista Semana, junio 2012). Esta avanzada minera es imposible sin grandes cantidades de agua y de energía. Por eso, no es coincidencia que los nasa que viven en la región identifiquen como una amenaza territorial muy potente (que ya ha cobrado incluso muchas vidas y que continúa generando graves impactos) a la hidroeléctrica del bajo Anchicayá así como la proyección de dos represas: la del río Yurumanguí y la del río Naya. Sobre la primera, en la asamblea del cabildo Pico Loro, municipio de Buenaventura, señalaron que la Corporación autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) ya tenía los estudios aprobados. Sin embargo, no existe mucha información al respecto. Esta preocupación está conectada con un recuerdo bastante nefasto que aparece de manera constante en las narraciones de la gente: la construcción de la hidroeléctrica del alto y bajo Anchicayá que estuvo en cabeza de la CVC (entidad del estado) y de la CHIDRAL S.A E.SP. Hacia el año 2000, las represas dejaron de estar en manos del estado y pasaron a ser propiedad de la Empresa de Energía del Pacífico S.A E.S.P (EPSA), cuyo mayor socio accionista en ese momento era la multinacional Unión FENOSA, de capital español. En la asamblea del cabildo Nasa Kwe´sx Kiwe, en el municipio de Dagua, se refirieron al respecto al señalar que una de las empresas que más amenaza les representa es la EPSA. En esta vía, recordaron cómo cuando se construyó la represa del bajo Anchicayá, hubo un desplazamiento masivo en 1962, siete años después de haber iniciado sus operaciones. Esta asamblea, pero también la mayoría de ellas, también se refirió a las estrategias de las que se valió la empresa para asegurar su presencia en el territorio: todos los relatos concuerdan en que la EPSA les dio trabajo a algunos comuneros, generando conflictos comunitarios, pero sobre todo, hacen énfasis en que la empresa paseaba a los comuneros en helicóptero. Varios años después, en el año 2005, la Resolución Defensorial No. 35 alertó sobre la situación ambiental del río Anchicayá en el municipio de Buenaventura, Valle del Cauca. La Resolución señala que “desde hace varias décadas, la EPSA ha provisto de energía eléctrica al Pacífico, utilizando para ello la energía potencial del agua de los ríos Anchicayá y Digua, en los cuales operan dos embalses -Bajo Anchicayá y Alto Anchicayá. Señala, sin embargo, que el 23 de julio de 2001, con el fin de descender el nivel de la cota del embalse de 195 a 156 metros sobre el nivel del mar, la –EPSA S.A. ESP- abrió las compuertas de la represa del Bajo Anchicayá sin consultar a las comunidades, ni informar a la autoridad ambiental. Este hecho produjo una descarga de 500.000 metros cúbicos de lodos, sobre la cuenca del río del mismo nombre, resultando afectadas aproximadamente 3.000 personas. La Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca ―CVC―, autoridad ambiental competente para iniciar la correspondiente investigación administrativa, se declaró impedida para adelantarla, argumentando su participación accionaria en la EPSA S.A. ESP, razón por la cual el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial asumió la respectiva investigación. El Ministerio confirmó lo que efectivamente había sucedido en términos de los daños ambientales y sociales causados, pues la población quedó desprovista de agua y también de su sustento alimenticio (Defensoría del Pueblo, 2005). 91 En noviembre de 2009, el Tribunal Administrativo del Valle condenó a la EPSA y a la CVC por la catástrofe social y ambiental ocasionada en 2001 y les ordenó pagar a las comunidades un monto que ascendió a los 167 mil millones de pesos. El fallo está en manos del Consejo de Estado, quien debe revisarlo. En caso de que la sentencia sea ratificada, “sentará jurisprudencia sobre las responsabilidades de las empresas (…) el pleito cobra mayor interés en este momento en el que el país está a la expectativa de otros conflictos legales alrededor de grandes proyectos de la locomotora mineroenergética (Revista Semana, 2012). Ante la avanzada minero-energética, los desafíos de la nación nasa en la región del norte del Cauca y sur del Valle del Cauca son muy grandes. A la luz de los reacomodamientos territoriales (en favor del capital transnacional) pautados por las políticas del estado e impuestos al ritmo de la “locomotora minera”, los nasa deben salirle al paso no sólo a la avanzada de la gran minería en cabeza de la Anglo Gold Ashanti y sus 1.166 solicitudes mineras en el norte del Cauca (Indepaz, 2011, citado en Caro y Valencia, 2012), por dar sólo un ejemplo, sino también a las tensiones y fisuras políticas y organizativas que el estado y las empresas multinacionales se han encargado de crear y profundizar entre las autoridades indígenas, los sectores indígenas y no indígenas a favor de la minería y los sectores indígenas y no indígenas en contra de la minería a pequeña y mediana escala. Todas las asambleas realizadas en la zona norte y occidente del Cauca, así como en el sur del Valle, se refirieron al respecto. Frente a las amenazas internas y externas, el ejercicio de la autonomía mediante el control territorial ha sido fundamental en este proceso, como bien lo han demostrado las comunidades nasa de la región que se han pronunciado en contra de la extracción minera y que se han movilizado para reafirmar su autonomía. Por ejemplo, el 13 de julio de 2003, la comunidad nasa del resguardo de Canoas, municipio de Santander de Quilichao, emitió la Resolución No. 006 "Por medio de la cual se suspende temporalmente toda clase de explotación minera en el resguardo indígena de Canoas y su influencia en la reserva minera indígena". La decisión de la suspensión17 de las actividades mineras en el resguardo está asociada a los efectos nocivos que estaban causando. Sin embargo, esto no se mantuvo mucho tiempo y en el transcurso de los últimos años, las autoridades de este cabildo se han visto en la necesidad de llevar a cabo mingas de control territorial ante las amenazas que representa el aumento de la explotación minera en el territorio del resguardo de Canoas. En 2011, frente al incremento de la presencia de grupos armados en el resguardo debido a la actividad minera, la autoridad tradicional emitió un mandato “Por medio del cual se decide realizar la minga de armonización y defensa territorial en el territorio ancestral del Resguardo indígena de Canoas". El mandato identifica la agudización del conflicto armado entre quienes defienden intereses de las multinacionales, generando zozobra entre la comunidad, afectando la economía de sobrevivencia y obstaculizando el normal desarrollo de las actividades sociales. A la vez, señala el incremento de los cultivos para uso ilícito (coca y marihuana), lo cual pone en riesgo la vida social y cultural comunitaria. La Unidad de Planeación Minero-Energética (UPME) planteó en su informe “Distritos 17 Mediante la Resolución Número 801703 de julio 29 de 1996 fue declarada zona minera indígena Delicias y Buenos Aires. Minercol concedió al cabildo indígena de Canoas las licencias de explotación y exploración. 92 mineros: exportaciones e infraestructura de transporte” (2005) la importancia de la dotación en infraestructura como un factor para asegurar la competitividad del país en la industria. Así, “en este marco es imprescindible la modernización de la infraestructura en carreteras, líneas ferroviarias, fluviales y puertos, particularmente de la asociada a los desarrollos mineros que buscan ganar un espacio en el mercado internacional. Tratándose de proyectos de gran envergadura, con condiciones muy favorables en volumen de reservas y calidad, puede ser factible que ellos mismos asuman la construcción de su propia infraestructura. Sin embargo un alto porcentaje de los proyectos mineros presenta un riesgo elevado y son casi marginales en cuanto a su rentabilidad, aspectos que dificultan su puesta en operación, especialmente si tienen que asumir costos de infraestructura” (UPME, 2005:73). Al ritmo de la voraz política extractivista del gobierno colombiano, también avanza la adecuación y construcción de todo el andamiaje en materia de infraestructura para incrementar los flujos de los productos y la extracción de productos a una escala que supera la nacional y que busca ampliarse a nivel continental, sobre todo, a través de la Integración de la Infraestructura Regional de Suramérica (IIRSA), así como a través del Plan 2500 de vías, el Plan Visión Colombia II Centenario 2019 y el Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014 “Prosperidad para todos”. Lograr la integración regional es el objetivo fundamental de la IIRSA. Después de firmados los TLC con varios países, incluido Estados Unidos, este objetivo se tornó más importante. Durante las asambleas realizadas para la construcción del Plan de Salvaguarda de la nación nasa en el departamento del Valle del Cauca, uno de los proyectos de infraestructura incluidos en la IIRSA, que ha sido de los más polémicos, es la doble calzada Buga-Buenaventura. Este tramo está articulado a un proyecto mayor que inclusive aparece en la Agenda de Proyectos Prioritarios de Infraestructura (API) de la IIRSA en el Eje Andino: el Corredor Vial Caracas-Bogotá-Buenaventura/Quito. El objetivo de este proyecto, según apunta la IIRSA, es “desarrollar un corredor bioceánico Pacífico - Bogotá - Meta - Orinoco - Atlántico para incentivar intercambios comerciales entre regiones de Colombia (Orinoquia, Andina y Pacífico) y Venezuela (Llanos, incluyendo los estados de Anzoátegui y Monagas, Guayana, Delta del Orinoco) y para proyectar estas regiones hacia mercados internacionales” (IIRSA, 2012:63) (Ver Tabla 10). Tabla 10. Proyectos IIRSA en la región Nombre del Eje Grupo Código Países Etapa Proyecto individual del Proyecto Corredor vial Andino 2 y 4 AMA07 Colombia Ejecución BogotáBuenaventura/Tramo Buga-Buenaventura y Túnel La Línea (Proyecto Rótula) Fuente: IIRSA, 2012 Monto (millones de dólares) 1.791.000.000 Este proyecto, como dijimos, está compuesto por un proyecto individual que es el corredor vial Bogotá-Buenaventura, que cubre 600 km de vía para conectar la capital con el puerto de Buenaventura, uno de los principales del país. Por este motivo, la 93 construcción del tramo de la doble calzada Buga-Buenaventura es prioritario en este propósito, un tramo de aproximadamente 118 kilómetros (COSIPLAN-IIRSA, 2012:38). Según lo indica COSIPLAN-IIRSA (2012:40), este tramo está subdividido en tramos más pequeños que cuentan con diferentes tipos de contratos y de contratistas, como mostramos a continuación: 1. La Paila – Buga: Concesión Departamental (61 km todos en doble calzada). 2. Mediacanoa – Loboguerrero: Concesión Malla Vial del Valle del Cauca y Cauca (48 km) contratados en doble calzada. 3. Loboguerrero – Citronela (Doble Calzada Buga – Buenaventura): Obra Pública, 48 km, inversión actual $700.000 millones (2009). Incluye los tramos Loboguerrero – Cisneros; Cisneros – Triana, Triana – Altos de Zaragoza y Altos de Zaragoza – Citronela: se ejecuta a través del Programa de “Corredores Prioritarios para la Prosperidad”, tiene una finalización estimada para el año 2016. 4. Citronela – Puerto de Buenaventura (15 km). Actualmente a cargo de Invías, calzada sencilla existente y con bajo nivel de servicio. Como lo documentó la Revista Semana (2012) en un artículo que llevaba por título “Los siete males de una carretera en Colombia”, la construcción de esta vía, en su conjunto, ha desatado innumerables polémicas. En el mes de marzo de 2013, en medio de la disputa entre el presidente Santos y el expresidente Álvaro Uribe, Santos viajó a Buenaventura para inaugurar el dragado del puerto y terminó hablando de la construcción de la doble calzada Buga-Buenaventura. Al respecto, Santos dijo: “Esta carretera ha sido la historia perfecta de algo mal hecho. Tiene un esquema de contratación realmente diabólico, absurdo, mal estructurado”. Las palabras de Santos tuvieron un impacto importante en los medios de comunicación porque revelaron varias cosas. La primera de ellas, es que uno de los tramos de 48 kilómetros se entregó en el período de concesión más largo del que se haya tenido conocimiento en el país: 55 años. La segunda, es que hay un tramo de siete kilómetros sin contratar. Pero la tercera, y más grave de todas, que se suma además al altísimo nivel de corrupción que hubo en las contrataciones, es que no hubo un proceso de consulta previa con las comunidades afrodescendientes e indígenas que viven en cercanías de la carretera. A tal punto que la Corte Constitucional, en octubre de 2012, ordenó suspender las obras en el tramo Citronela – Loboguerrero (48 km.) hasta que la consulta previa no se hiciera. Además, como si fuera poco, este tramo tampoco cuenta con licencias ambientales. Esta polémica construcción apareció de manera constante como una de las amenazas que refirieron los nasa en las asambleas del Plan de Salvaguarda en el departamento del Valle. Al respecto se refirió la asamblea del Cabildo Cañón Río Pepitas, en el municipio de Dagua, cuando expresó que la doble calzada ha generado el desplazamiento de las familias, la contaminación ambiental, la formación de avalanchas por la acumulación de materiales que salen de la construcción de los túneles. A esto, suman el hecho de que la presencia de los grupos armados tanto legales como ilegales se ha incrementado a raíz de la construcción de la carretera. La presencia de batallones de alta montaña, en el marco del Plan de Consolidación, cada vez preocupa más a las comunidades. Estas acciones tienen como responsables, principalmente, a Invías y Ferrovías de Occidente (Asamblea Cabildo Cañón del Río Pepitas, municipio de Dagua, noviembre 18 de 2012). Sin embargo, la construcción de esta carretera no es la única a la que se refieren quienes participaron en las asambleas. Las amenazas sobre sus territorios también se 94 extienden a los límites entre el departamento del Valle y el departamento del Tolima, donde los ojos del actual gobierno están puestos sobre un viejo tramo que comunica el municipio de Florida, Valle, con el corregimiento de La Herrera, municipio de Rioblanco, en el departamento del Tolima. La malla vial atravesaría los sitios sagrados porque estaría planeándose la construcción de un túnel que pasaría por el Cabildo Central de Asentamientos, particularmente por las comunidades de Granates, la Rivera y el cabildo de San Juan Páez Lomagorda. Al parecer, los sueños de esta conexión se remontan a 1950. Desde ese momento, hasta hoy, se han construido 44 kilómetros de carretera. Según cálculos aproximados, restan 15 kilómetros del lado tolimense, y escasos 800 metros del lado valluno. Al revivir este sueño para algunos, y pesadilla para otros, el gobierno nuevamente busca cumplir con la agenda impuesta por la banca multilateral: la integración. Esta vez, la intención es conectar el Valle (puerto de Buenaventura) con la Orinoquía. Según la versión oficial, para superar los 70 kilómetros que abren el paso desde el departamento del Valle hasta el departamento del Tolima, hay tres posibilidades viales, con cuyo estudio ya se comprometió el presidente Santos. El primer trayecto propuesto arranca en las estribaciones de La Diana, en el municipio de Florida llegando hasta La Herrera, en el Tolima. La segunda opción es un trayecto entre Tuluá-San Rafael-Roncesvalles. Y la tercera es una carretera desde Palmira, en el Valle, hasta Las Cruces, en el Tolima y Colombia, en el Huila. Frente a esta amenaza, los nasa que habitan en ambos departamentos ya se pronunciaron manifestando su oposición a la construcción de la carretera. En 2003, en una declaración firmada por los cabildos nasa del sur del Tolima se señala que el proceso de construcción de la carretera La Herrera se inició hace aproximadamente cuarenta años. En la actualidad falta construir 11 kilómetros que atraviesan el páramo. La Declaración señala que “desde hace casi dos siglos la nación Nasa del Valle ha venido cuidando el Páramo de las cabeceras de las Lagunas de los Rios Santa Barbara y Frayle y las comunidades Nasa del Tolima el Páramo de las Vírgenes y el Meridiano y las cabeceras del los ríos Saldaña, Siquina y Atá en el municipio de Planadas, desde desde hace 100 años, ese territorio es considerado como sagrado por nuestro Pueblo Nasa y es utilizado como fuente de vida, armonía y equilibrio por los Tewalas. La conservación de los bosques y páramos actuales, ha sido en gran medida porque la ocupación Nasa que se ha constituido en una barrera cultural y física ha evitado un mayor auge de la colonización de esta región” (Consejo Superior de la Judicatura-ONIC, 2006:139). En este sentido, en defensa del páramo y de las lagunas como sitios sagrados que resultarían muy afectados por la construcción de la carretera, la declaración expresa las amenazas que esto representa para su pervivencia como pueblo. En primer lugar, porque el trazado de la carretera atraviesa los bosques, los páramos y las lagunas que allí se encuentran, considerados por los nasa como sus lugares sagrados pues es donde están los espíritus: el trueno, el arco iris, el duende. Su destrucción también va a impedir que los médicos tradicionales puedan llevar a cabo las prácticas rituales. En segundo lugar, porque la carretera también va a fomentar nuevos procesos de colonización, con las consecuencias que esto genera: potreros para ganadería, tala de bosques, contaminación de fuentes de agua, caza indiscriminada, En tercer lugar, porque como se ha visto hasta el momento, la construcción de la carretera promueve la presencia de grupos armados, el auge de cultivos ilícitos de amapola, la prostitución y la delincuencia común (Consejo Superior de la Judicatura-ONIC, 2006). 95 2.2. Putumayo, Caquetá y Nariño Los departamentos de Putumayo y Caquetá conforman una unidad socio-política y geográfica que, en términos de las dinámicas del conflicto armado, nos permiten tratarla como una región que comparte bastantes características. De esta región también hace parte el Cabildo Nasa Uh, ubicado en el municipio de Ipiales. Aun cuando este cabildo administrativamente hace parte del departamento de Nariño, su comportamiento en términos sociales, culturales, políticos y económicos en relación con el conflicto armado nos permite incluirlo en la dinámica del departamento de Putumayo. En relación con la nación nasa, esta dinámica está articulada alrededor de varios hilos que entretejen la complejidad de la región. Entre ellos, vale la pena destacar el impacto de las economías extractivas y de enclave que han configurado históricamente la región; los efectos de la puesta en marcha del Plan Colombia, el Plan Patriota y el Plan Consolidación; la declaración del Putumayo como Área estratégica minera; la presencia “reciente” de los nasa y sus expectativas territoriales que han generado conflictos interétnicos18; la falta de titulación de resguardos que se traduce en una alta precariedad territorial; la baja densidad demográfica de la nación nasa en comparación con otras regiones donde éstos hacen presencia, entre otros. Anudados, todos estos hilos explican por qué la violencia política en esta región es una de las que impactan con más agudeza a la nación nasa. Los actuales departamentos de Putumayo, Caquetá y Guaviare conforman la región conocida como amazonía occidental, en el suroriente de Colombia. Durante la Nueva Granada, estos tres departamentos, como los conocemos hoy, hicieron parte del Territorio del Caquetá, conformado en 1845 y cuya capital era Mocoa. En 1861, éste se convirtió en Territorio Nacional del Caquetá y pasó a hacer parte del Estado Soberano del Cauca. Luego de sucesivos cambios en la definición de sus límites territoriales y de su pertenencia administrativa, en 1905, el Territorio Nacional fue dividido en otros territorios más pequeños, y fue así como se creó la Intendencia Alto Caquetá, con Florencia como capital, y la Intendencia del Putumayo, cuya capital era Mocoa. Sin embargo, fue hasta 1981 cuando el Caquetá fue elevado a departamento, y diez años más tarde, en 1991, ocurriría lo mismo con el Putumayo. En la actualidad, el departamento del Caquetá cuenta con una extensión aproximada de 89.000 km² y su superficie está bañada por los ríos Caquetá, Apaporis, Caguán, Yarí y Orteguaza. El departamento del Putumayo tiene una extensión de 24.885 km² y el río Putumayo es su principal afluente, seguido del río Guamuez, el río Caquetá (sirve de límite al norte con los departamentos de Caquetá y Cauca) y el río San Miguel. El departamento del Putumayo está dividido en tres subregiones diferenciadas por sus características geográficas, por la población, por el tipo de economía y, para el caso que interesa documentar, por los impactos disímiles del conflicto armado. Estas subregiones son el Alto, Medio y Bajo Putumayo. De las tres subregiones, es el Alto Putumayo el que 18 Como mostramos en el apartado sobre la ubicación actual de los nasa, esta versión sobre la presencia reciente de los nasa en los departamentos de Putumayo y Caquetá fue interpelada y cuestionada por un mayor Uitoto de 83 años quien señaló que los nasa eran originarios de la Amazonía. 96 ha sufrido un menor impacto del conflicto armado pues es predominantemente una zona ganadera, no hay presencia de cultivos de coca ni hay presencia de grupos armados. En contraste, el Medio y el Bajo Putumayo sí han sufrido de manera más contundente los rigores de la guerra. Es precisamente en estas dos subregiones donde está asentado mayoritariamente la nación nasa. El Medio Putumayo está conformado por los municipios de Mocoa, la capital del departamento, Puerto Guzmán y Villa Garzón, y el Bajo Putumayo está conformado por los municipios de Puerto Asís, Puerto Caicedo, Orito, Valle del Guamuez, San Miguel y Puerto Leguízamo, municipio en el que está la Base Naval del Sur. El Bajo Putumayo, a excepción de Puerto Leguízamo, ha estado atravesado por la presencia de los cultivos de coca, la explotación petrolera y la presencia de actores armados estatales, paraestatales y contraestatales (GMH, 2012). Los fenómenos que han caracterizado la historia de la amazonia, principalmente la del piedemonte del Putumayo y del Caquetá, han sido la ocupación de su espacio desde 1870, el tipo de pobladoras y pobladores que han migrado hacia allí durante diferentes períodos de la historia y las prácticas económicas que han tenido lugar en dicha región. Anudados, estos tres fenómenos han sido constitutivos y constituyentes de las diversas formas de violencia que han signado la región y que han convertido a la guerra en el telón de fondo contra el cual ubicar todas las dinámicas que allí se desarrollan. Al ritmo de la acelerada demanda de los mercados internacionales, la ocupación de estos territorios ha sido impulsada por procesos de explotación de quina, caucho, pieles, maderas, oro y petróleo que han favorecido las condiciones para el inicio de amplios procesos de colonización (Gómez, 1999). Los sucesivos procesos de extracción y comercialización de materias primas que han definido las dinámicas regionales, deben entenderse a la luz de la continuidad del sistema de explotación económica instaurado desde la colonia (Gómez, 1999). Esta situación saca a la luz las posibles causas que explican la disminución acelerada de la población indígena al ritmo de los procesos de colonización desde finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX, tal como lo sugiere el antropólogo e historiador Augusto Gómez (1999), quien además la asocia, en primer lugar, con los nuevos regímenes laborales impuestos a la población indígena que habitaba y aún hoy habita la región, en primer lugar. Las relaciones de endeude y de esclavitud marcarían las vidas tanto de los habitantes tradicionales de dicha región así como de quienes fueron llegando atraídos por los diferentes “booms” económicos. En segundo lugar, el autor también vincula la disminución y, en algunos casos, el exterminio demográfico de la población indígena, con las nuevas situaciones generadas por el contacto, entre las que podemos encontrar tanto el contagio de enfermedades como las presiones territoriales causadas por las intensas olas de migración que desembocaron en el surgimiento de nuevas fronteras extractivas. A esto se suma la presencia de grupos armados estatales, paraestatales y contraestatales que históricamente se han enfrentado “en un espacio que alberga una de las mayores superficies sembradas de cultivos ilícitos en Colombia y a cuya siembra, recolección, procesamiento y comercialización se ha venido vinculando, a partir de los años setenta, una considerable población empobrecida que (…) ha confluido en la región” (Gómez, 1999:23-24). El entrecruzamiento entre las formas de ocupación, el tipo de población, la economía de tipo extractivista y la guerra que juntas desatan, configuran las representaciones y las imágenes negativas que se han producido y que se han puesto a circular sobre esta 97 región. Éstas dan cuenta no sólo de la contundencia de los prejuicios raciales que existen, así como de las pugnas políticas y sociales, sino también de territorialidades fragmentadas que han condenado a la amazonia colombiana a ser “la tierra de los desterrados” (Gómez, 1999: 26). Inclusive, para ir más allá, vale la pena recordar que “el estado mismo eligió la amazonia como espacio de confinamiento, como el lugar óptimo para la reclusión de personas consideradas social o políticamente peligrosas, y creó allí sus colonias penales” (Gómez, 1999:26). Así, “la amazonia colombiana ha sido colonizada desde finales del siglo diecinueve y a lo largo de todo el veinte, principalmente por parte de población proveniente de la región andina, como respuesta a las convulsiones sociales, económicas y políticas sucedidas en el centro del país. Por consiguiente, dicha colonización debe analizarse como un proceso que se ha desarrollado a lo largo de un amplio periodo de tiempo, guiado por el ánimo de incorporar las zonas de frontera dentro de la esfera económica del estado central, para resolver los problemas estructurales de tenencia de tierra y de violencia que suceden en el centro del país” (Ramírez, 2001). En particular, para el caso del Putumayo, la antropóloga María Clemencia Ramírez (2001) señala que es posible diferenciar cinco periodos de colonización que, en sus inicios a mediados del siglo dieciocho y hasta las primeras dos décadas del veinte, fueron impulsados por los misioneros, principalmente capuchinos y franciscanos. Durante el primero de ellos, entre 1900 y 1946, dos grandes expediciones trajeron colonizadores al Amazonas: la primera que buscaba la extracción de quina (1890), y la segunda la extracción de caucho (1903-1930). Para ello, los misioneros construyeron grandes extensiones de carreteras que permitirían la integración de la región al interior del país durante la guerra de Colombia con Perú en la década del treinta del siglo XX. El segundo período de colonización, entre 1946 y 1962, fue el resultado de la confrontación bipartidista entre liberales y conservadores que tuvo lugar principalmente en la región andina, obligando a miles de personas a migrar hacia regiones como la amazonía para huir de la violencia política y encontrar en otros lugares nuevas posibilidades de vida. Los nasa, así como otros pueblos indígenas, hicieron parte de estas dinámicas de desplazamiento forzado. El tercer periodo, que tuvo lugar entre 1963 y 1976, se caracteriza por el inicio de la extracción petrolera. Según aparece documentado por varios autores y autoras, fue precisamente a partir de 1963 cuando la Texas Petroleum Company inició la exploración y explotación de petróleo en Orito, La Hormiga, Acaé y San Miguel, en el Valle del Guamuez. Al año siguiente, en 1964, el gobierno puso en marcha los planes de colonización dirigida a través del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA). El cuarto periodo, entre 1977 y 1987, fue testigo del inicio del cultivo de coca, cuyo auge se mantuvo entre 1981 y 1987. El quinto período, que comprende desde 1988 hasta la actualidad, está marcado por la continuidad de la economía de la coca en menor escala, por la intensificación de la lucha contra el narcotráfico y el incremento considerable de la explotación petrolera (Ramírez, 2001). El auge del cultivo de la coca, que caracterizó el cuarto período de colonización, también vino acompañado de los inicios de las acciones desarrolladas por las FARC en 1984, cuya consolidación alcanzó su punto máximo luego de que el EPL abandonó los lugares que había ocupado para iniciar su proceso de desmovilización en 1991 durante el gobierno del entonces presidente César Gaviria. Esta presencia, sin embargo, estuvo precedida por la del M-19 que se mantuvo tanto en el Putumayo como en Caquetá entre 1979 y 1983 (Uribe y Ferro, 2002; GMH, 2012). Así, es posible decir que entre 1980 y 98 1991 hicieron presencia en el departamento distintos grupos guerrilleros. El Grupo de Memoria Histórica en su informe “El Placer. Mujeres, coca y guerra en el Bajo Putumayo” (2012) señala que la dinámica del conflicto armado en Putumayo está marcada por la presencia de diferentes actores armados ilegales. Desde finales de 1987 hasta mediados de 1991, tuvo lugar la primera ola paramilitar asociada al narcotráfico, con la conformación de dos grupos conocidos como Los Macetos y Los Combos. Es precisamente en 1987 cuando el cartel de Medellín, en cabeza de Gonzalo Rodríguez Gacha, alias “el Mexicano”, se asienta en el Putumayo y logra consolidar una alianza que duraría poco con el Bloque Sur de las FARC. A raíz de las “traiciones” mutuas, los que una vez fueron aliados, terminarían convirtiéndose en enemigos. Esto desembocó en la creación de una nueva alianza contrainsurgente entre el capo del cartel de Medellín y el ejército colombiano. Tanto Los Macetos como Los Combos fueron expulsados por las FARC en 1991, fecha en la que la organización insurgente consolidó su hegemonía en el departamento con la creación del frente 48, con presencia en el bajo Putumayo. Antes de su creación, en la zona ya operaba desde principios de la década del ochenta, y lo sigue haciendo, el frente 32 de las FARC. A finales de la década del noventa, los paros cívicos en el Putumayo, las marchas cocaleras impulsadas en respuesta a las nefastas políticas de fumigación aérea en los departamentos de Guaviare, Caquetá, Putumayo y Meta alertaron a los paramilitares sobre el despliegue político y militar de las FARC. Así, en 1998, el Bloque Sur de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) entró a disputarles el territorio hasta el momento de su desmovilización en 2006 (GMH, 2012). Para entender los efectos e impactos de estas disputas políticas, territoriales y militares, a continuación realizaremos un balance aproximado sobre la situación de violencia política contra los nasa en el periodo comprendido entre 1995 y 2012. a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y DIH. - Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus miembros, pero afectándolos directamente. El 30 de agosto de 1996, las FARC llevaron a cabo la toma de la base militar Las Delicias en el municipio de Puerto Leguízamo, departamento de Putumayo. Por esos mismos días, el paro cocalero prendió las alarmas sobre lo que estaba ocurriendo en los departamentos de Putumayo, Caquetá, Guaviare y Meta. El clan de los hermanos Castaño, que se encontraba en el proceso de reunir y consolidar bajo una sola organización los grupos paramilitares del país, no hizo caso omiso a la situación. En 1998 decidieron conformar el bloque Sur Putumayo para disputar el poder que las FARC estaban ejerciendo en el departamento de Putumayo. Las AUC también llegaron en ese mismo año al departamento de Caquetá y se instalaron en los municipios de Morelia, Florencia, Belén de los Andaquíes, San José del Fragua, Albania, Curillo, Solita, Valparaíso, Milán, Solano, Montañita, Paujil y El Doncello (Defensoría del Pueblo, 2008). Después de la incursión de las autodefensas, la violencia se agudizó en ambos departamentos. Sin embargo, su entrada también coincidió con otros acontecimientos que ocurrieron a nivel nacional y que tuvieron fuertes repercusiones a nivel local, como mostraremos a continuación. 99 El año de 1998 marcó el inicio del período presidencial de Andrés Pastrana, en cuyo gobierno se dio la aprobación del paquete de “ayuda económica” conocido como Plan Colombia. Un año después se instalaron las mesas de negociación entre el gobierno y las FARC en la zona de distensión, particularmente en el municipio de San Vicente del Caguán, departamento de Caquetá, aunque la “zona despejada” también incluyó otros cuatro municipios del departamento del Meta. Según el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, en ese mismo año, el mayor número de confrontaciones en el departamento de Putumayo se concentraron en el Medio y Bajo Putumayo, cuya mayor intensidad se sintió en los municipios de Puerto Asís, San Miguel y Valle del Guamuez. Para este mismo año, la dinámica de las confrontaciones en el departamento de Caquetá tuvo un nivel menor de intensidad (Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 1999). En realidad, puede decirse que “los tres años de negociaciones de paz entre la guerrilla de las FARC-EP y el gobierno nacional son recordados por las comunidades de San Vicente del Caguán como un momento de relativa calma, auge económico y libre circulación por el municipio. Sin embargo, el fin de la zona de distensión enmarcó de forma abrupta la intensificación de la confrontación armada, golpeando de manera contundente a los y las habitantes del municipio. Según las comunidades, en el marco del Plan Patriota y la Consolidación del territorio se presentaron de forma sistemática violaciones a los Derechos Humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario, como ejecuciones sumarias, el desplazamiento, la restricción de alimentos e insumos para la vida en el campo, las desapariciones forzadas, el pillaje, los maltratos de todo tipo y el señalamiento constante a las comunidades de pertenecer a la guerrilla de las FARC. La llegada de la Fuerza Pública a las comunidades rurales ha implicado, según sus pobladores y pobladoras, el robo de animales, el acoso sexual a las jóvenes, los maltratos y la ocupación de bienes civiles. En este sentido, las comunidades consideran que cuando el ejército nacional está cerca a sus fincas y caseríos, la vida tranquila y sana termina y el temor se apodera de la gente (PIU San Vicente del Caguán, 2011:66). En 1999, los paramilitares iniciaron su incursión desde el municipio de Puerto Asís, donde se habían asentado en el momento de su llegada, hacia el Valle del Guamuez y San Miguel. Fue precisamente en los municipios de Puerto Asís, Puerto Caicedo y Valle del Guamuez donde las AUC construyeron sus Escuelas de entrenamiento (GMH, 2012). Según lo documenta el Grupo de Memoria Histórica (2012), los paramilitares buscaron ampliar su control territorial a través de las masacres y el terror. Así, la masacre de El Tigre, en el Valle del Guamuez, marcó el inicio de la ruta del terror. Allí fueron asesinados 28 hombres y otras 14 personas fueron lanzadas al río Guamuez. Por eso es tan común escuchar entre los pobladores y pobladoras de la zona que “ese río tiene muchos muertos”. A esta masacre, le seguirían, algunos meses después, las de El Placer, una inspección del Valle del Guamuez, y La Dorada, en San Miguel (GMH, 2012:49). Para el año 2000, el número de combates en la zona entre San Miguel, el Valle del Guamuez (La Hormiga), Orito y Puerto Asís, municipios en los que se concentra la explotación petrolera y donde hay mayor presencia de cultivos de coca, aumentó en un rango entre 11 y 20 acciones. Las confrontaciones se esparcieron hacia el límite con el municipio de Ipiales, en el departamento de Nariño, y aumentaron en el municipio de Villa Garzón. En el caso de Caquetá, para este mismo año, hubo un aumento en las confrontaciones armadas, particularmente en el municipio de Florencia. Esta dinámica 100 se mantuvo más o menos estable para el año siguiente, registrando un leve aumento y expansión hacia el municipio de Puerto Rico (Observatorio de DH y DIH Vicepresidencia de la República, 2001). El panorama empezó a cambiar nuevamente con la llegada de los paramilitares en 2001, después de su retiro de la inspección al día siguiente de haber perpetrado la masacre de El Tigre en enero de 1999 (GMH, 2012). El año 2002 aparece como un año clave en la comprensión de la dinámica de las confrontaciones en los departamentos de Putumayo, Caquetá y Nariño. La intensidad en la que ocurrieron las acciones y confrontaciones armadas sólo es comprensible a la luz del entrecruzamiento de varios elementos: la finalización de la zona de distensión con motivo del fracaso en las mesas de negociación entre el gobierno y las FARC, la posesión presidencial de Álvaro Uribe Vélez quien puso en marcha la política de seguridad democrática, arreciando la ofensiva de las Fuerzas Militares, así como la intensificación en la estrategia de fumigación aérea en los cultivos de coca en el marco del Plan Colombia y, más adelante, en el Plan Patriota. Las confrontaciones armadas también se intensificaron en el departamento de Putumayo. Los combates y acciones armadas se mantuvieron en un nivel de intensidad media en los municipios de Orito, San Miguel y Valle del Guamuez en el bajo Putumayo, aunque se expandieron hacia los municipios de Puerto Caicedo y Puerto Guzmán. Sin embargo, el cambio radical en la dinámica de las confrontaciones fue más notable en el departamento del Caquetá. La intensificación de las acciones militares, que llegaron a la par del repliegue de las FARC hacia las zonas rurales más alejadas del departamento, se sintió con el establecimiento de una base militar en la Serranía de Chiribiquete, con la creación de la base militar de Araracuara y con el fortalecimiento de la base militar Tres Esquinas (Defensoría del Pueblo, 2007). El número de las acciones armadas en el corredor que comprende los municipios de Puerto Rico y San Vicente del Caguán en el Caquetá, y en los municipios de La Macarena, La Uribe y Vista Hermosa en el Meta, aumentó considerablemente a un rango que oscila entre los 21 y los 50 eventos. Este incremento también se hizo evidente en el municipio de Florencia, la capital del departamento de Caquetá (Observatorio DH y DIH Vicepresidencia de la República, 2003). En el año 2003, la intensidad de los combates aumentó en relación con el año anterior. En el departamento del Putumayo, fueron testigos de dicha agudización los municipios de Orito, así como las zonas de frontera con el departamento de Nariño y con el departamento de Caquetá en cercanías del municipio de Puerto Guzmán. El aumento más considerable lo experimentó, sin embargo, el municipio de Orito, que registró entre 21 y 50 acciones armadas. El departamento del Caquetá no fue ajeno al incremento de las confrontaciones armadas. El corredor que se había consolidado entre los municipios de Caquetá y la parte sur del departamento del Meta, se amplió hasta alcanzar los municipios de Puerto Lleras, Fuentedeoro, Granada, Villavicencio y Puerto López en el Meta, y la zona sureste del departamento del Guaviare (Observatorio DH y DIH Vicepresidencia de la República, 2004). Entre 2004 y 2005, hubo una disminución considerable de las confrontaciones armadas en los departamentos de Caquetá, Putumayo y Nariño. Esta situación empezó a cambiar al año siguiente. En 2004, el Bloque Sur de los Andaquíes de las Autodefensas Unidas de Colombia ingresaron desde los municipios de Milán y Valparaíso al sector noroccidental del municipio de Solano, lo cual agudizó el nivel de confrontación por los corredores de movilidad del Bloque Amazónico Rodolfo Tanas y los frentes 15,48 y 32 de las FARC. Un año antes, en 2003, los paramilitares ya hacían presencia en la inspección El Danubio y 101 en la vereda Alto Consaya, así como en la cabecera municipal de Solano, en cercanías de la Base militar de Tres Esquinas. La presencia sobre este corredor que comunica Solano con Araracuara aseguraba el control sobre la explotación de oro y permitía la expansión de los cultivos ilícitos. La disputa por estos corredores estratégicos disminuyó cuando se desmovilizaron los Bloques Sur de los Andaquíes, Héroes de Florencia y Héroes del Caguán de las AUC en el mes de febrero de 2006. Eso no duraría mucho porque antes de iniciar el proceso de desmovilización, los mandos medios de las AUC advirtieron que no iban a desmovilizar a todos sus combatientes porque iban a constituir un grupo denominado “Águilas Negras”, como efectivamente ocurrió (Defensoría del Pueblo, 2007). En 2006, año en el que hubo un proceso de desmovilización paramilitar durante el gobierno Álvaro Uribe Vélez, fuertemente cuestionado por organismos internacionales y nacionales de derechos humanos, se registró un incremento significativo de las confrontaciones armadas en estos departamentos. En el caso del Putumayo, hubo un aumento de la intensidad de los combates entre las FARC y la Fuerza Pública en la zona del bajo y medio Putumayo. La agudización de los combates se dio sobre todo en los municipios de San Miguel y Valle del Guamuez (La Hormiga). En el departamento de Caquetá también hubo un incremento considerable en el corredor que comprende los municipios de Puerto Rico, San Vicente del Caguán y La Macarena, La Uribe, Mesetas y Vista Hermosa en el Meta. Las FARC, por medio de los Frentes 15 “José Ignacio Mora” y 49 “Manuel Cepeda Vargas”, buscaron retomar el control sobre los territorios que los paramilitares les habían arrebatado, lo cual les permitió volver a ocupar los corredores que comunican con los departamentos de Cauca y Putumayo. A esto se sumó el proceso de explotación petrolera que se inició en el municipio de Albania y en el municipio de San José del Fragua, así como la construcción de la “Carretera Marginal de la Selva” que comunicará a Ecuador y Venezuela, pasando por San José del Fragua (Defensoría del Pueblo, 2008). Estas renovadas pero históricas presencias, trajeron consigo más fuerza pública para custodiar la infraestructura vial y petrolera, que en múltiples ocasiones ha sido objeto de ataques por parte de las FARC. Sobre la construcción de esta carretera se refirió uno de los miembros del equipo regional de Caquetá al recordar una situación que vivió durante el proceso: En la vía que va de Florencia a límites con Piamonte, están haciendo un mejoramiento hacia San José de Fragua y de ahí para allá están pavimentando, unas vías bien hechas y amplias para conectar con Piamonte que es una parte poquita geográficamente que está en límites con el Putumayo. Cerca de esa vía, en el municipio de San José de Fragua, está la comunidad El Portal, un resguardo nasa que va a ser afectado. A mí me impactó mucho que en un viaje de Mocoa a Puerto Guzmán, en ese trayecto donde nace el río Picudito y yo miré que estaban balastrando y el señor dijo que le estaban echando un balastro que es casi tierra y esa es toda la tierra que sacan de los pozos petroleros y prohibieron botar ese tipo de tierra y la única forma fue echarlo en la carretera. Es un barro contaminado. Sin embargo, en el tiempo de la lluvia ese barro va a caer al nacimiento del alto Picudito, y ahí el primer resguardo es la comunidad nasa de San Luis alto Picudito. Todos esos efectos contaminantes van a llegar a esas comunidades y por ahí en el Piñuña Blanco están otros resguardos nasa. Casi llegando a la cabecera, al nacimiento del Picudito 102 me dice el señor: aquí es el sitio donde están depositando toda esa basura y contaminación, está más cerca del río Picudito. En 2007, después de la desmovilización, en ambos departamentos empezó a registrarse la presencia de Los Rastrojos, uno de los grupos paramilitares que surgió después de la desmovilización al mando de alias “Jabón”. En ese año, los combates se agudizaron en la zona fronteriza de Putumayo con el departamento del Cauca, expandiéndose hacia los municipios de Villa Garzón, Puerto Guzmán y el sur de Mocoa. En el Caquetá se registró una disminución de las confrontaciones armadas que se mantuvo estable hasta 2009 cuando hubo un leve incremento en la intensidad de las acciones en cercanías del municipio de Puerto Rico y San Vicente del Caguán (Observatorio de DH y DIH Vicepresidencia de la República, 2008). En el departamento del Putumayo, durante 2009, las confrontaciones se extendieron desde el municipio de Ipiales, en Nariño, bordeando la frontera con Ecuador hasta el municipio de Puerto Leguízamo y hacia el norte afectando los municipios de Puerto Asís, Puerto Caicedo y Villa Garzón. Al año siguiente, las confrontaciones no se esparcieron hasta el vecino departamento de Nariño ni estuvieron tan concentradas en toda la zona de frontera. En el año 2010, el municipio de Caquetá registró una disminución de las confrontaciones bélicas. Éstas se concentraron en los municipios de Florencia, San Vicente del Caguán, El Paujil y Puerto Rico. Es necesario recordar que “en 2010, San Vicente del Caguán fue incluida en los municipios que forman parte del Plan de Consolidación y Recuperación Territorial. Este Plan, que existe a nivel nacional desde 2009, tiene como objetivo cumplir con la Política de Consolidación de la Seguridad Democrática, mantener la confianza inversionista y avanzar en la política social efectiva. Sin embargo, las comunidades han expresado su preocupación frente a la estrategia de acción cívico-militar, componente fundamental de los CCAI (PIU San Vicente del Caguán, 2011:67). En Putumayo, entre 2010 y 2011, los municipios de San Miguel, Valle del Guamuez (La Hormiga), Puerto Caicedo, Orito, Villa Garzón y Mocoa, registraron un nivel medio de confrontación armada. Sin embargo, dicha confrontación aumentó en cercanía de los cascos urbanos de tales municipios, precisamente los lugares donde los paramilitares habían establecido su dominio. Así, las tasas de homicidio en los municipios de Valle del Guamuez y Puerto Caicedo superaron el promedio nacional de la tasa de homicidios, que para el período entre 2010 y 2011 ascendió a 36.6 (Observatorio DH y DIH Vicepresidencia de la República, 2012). Este hecho parece coincidir con la presencia de “bandas emergentes” o “bandas criminales” (como eufemísticamente le empezaron a llamar a los mismos grupos paramilitares que nunca se desmovilizaron, que para este caso son Los Rastrojos y Las Águilas Negras) en dos de los municipios donde por primera vez los paramilitares establecieron sus escuelas de entrenamiento militar una década antes. Al ritmo de las confrontaciones armadas y en el pulso constante por parte de todos los actores armados por ejercer control sobre el territorio y sobre los corredores estratégicos, las tácticas de la guerra se incrementan y diversifican. Una de las prácticas que más ha afectado a la población civil es el uso de Minas Antipersonal, que históricamente han sido usadas en la guerra para detener el avance de las tropas enemigas, así como la presencia de municiones sin explotar en los territorios. En el conflicto armado colombiano, todos los actores armados han hecho uso de las 103 minas antipersonales. En una declaración del año 2000, el entonces coronel del ejército Fernando Tapia reconoció que las fuerzas militares colombianas han hecho uso de las minas antipersonal como estrategia defensiva para la protección de infraestructura para las comunicaciones y bases militares (Unicef, 2000). En la actualidad, el ejército es la única institución autorizada, en la práctica, para realizar las operaciones de desminado en Colombia. Decimos en la práctica porque aunque el gobierno colombiano, en 2009, aceptó la participación de organizaciones civiles en procesos de desminado, esta aceptación no ha sido se ha materializado a través de ninguna ley. El problema de que la autorización sobre las operaciones de desminado recaiga únicamente en el ejército colombiano es que dichas operaciones siguen una lógica militar y no una lógica humanitaria, lo cual, en definitiva, sigue vinculando a la población civil en la guerra. En el caso de Putumayo y Caquetá, en varias oportunidades la nación nasa se refirió a los peligros a los que se ven abocados en caso de avisar sobre la existencia de un campo minado en su territorio. Precisamente porque a quien tendrían que avisar es al ejército, lo cual, en la lógica de la guerra, los convierte en enemigos “del otro bando”. Según el Programa Presidencial para la Acción Integral contra las Minas Antipersonal (PAICMA), en el período entre 1995 y 2013, se presentaron 1995 eventos por MAP/MUSE en el departamento de Caquetá, mientras que el departamento de Putumayo registró para el mismo período 892 eventos. Estos eventos incluyen: accidentes por MAP/MUSE, desminado militar en operaciones, incautaciones y sospechas de campos minados. Históricamente, para el caso de Caquetá, los municipios más afectados por este tipo de eventos han sido Florencia, Montañita, Puerto Rico, San Vicente del Caguán, Cartagena del Chairá y El Paujil, mientras que en el caso de Putumayo han sido Puerto Asís, en primer lugar, Orito, el Valle del Guamuez y Puerto Guzmán. El período entre 2001 y 2003 es clave para comprender la variación en la dinámica de los eventos relacionados con MAP/MUSE. En particular, en el departamento de Caquetá, en el año 2001 se registraron 9 eventos, mientras que en el año 2002 la cifra aumentó significativamente a 98 eventos, manteniéndose en alza hasta 2013. Fue el año 2010 en el que se registró el mayor número de eventos, entre accidentes e incidentes, por MAP/MUSE: 291 eventos en total. Por su parte, en el departamento de Putumayo, el aumento de los eventos ocurrió un año después, en 2003, cuando el número total de eventos ocurridos ascendió a los 41, mientras que el año anterior sólo se habían registrado 15 eventos. El cambio drástico en esta dinámica que tuvo lugar en el año 2002, y cuyo registro más alto aparece en el departamento de Caquetá, sólo puede ser entendido en relación con el fin de la “zona de distensión” después del fracaso de los diálogos de paz entre el gobierno y las FARC. Y a esto debe sumarse la puesta en marcha del Plan Patriota y el aumento de las confrontaciones que propició, así como el repliegue estratégico de las FARC. El total de número de víctimas que ha cobrado el uso de esta estrategia militar por parte de todos los actores armados, incluida la Fuerza Pública, ascendió a 1.108 víctimas civiles y militares en ambos departamentos en el período entre 1995 y los primeros 3 meses de 2013 (PAICMA, 2013). En el mapa 1, que registra los accidentes por MAP/MUSE que tuvieron lugar en el período comprendido entre 2010 y 2011 en el departamento de Caquetá (representados mediante el símbolo de la estrella morada), es posible apreciar la forma en la que los campos minados funcionan como una barrera que se extiende desde el Parque Nacional Natural La Macarena, en límites con el departamento del Meta, y continúa bordeando por el río Guayabero y más adelante por el río Balsillas, en cercanías de un resguardo 104 nasa de Altamira, municipio de San Vicente del Caguán, en una zona donde se registran accidentes por MAP/MUSE. La barrera continúa bordeando el límite con el departamento del Huila, en cercanías con el municipio de Algeciras, y sigue bajando hacia el municipio de Puerto Rico, donde aparecen registrados accidentes por MAP/MUSE. Por ejemplo, el ocho de enero de 2011, Caracol registró que en una zona rural del municipio de Puerto Rico (Caquetá), unidades del Batallón Cazadores del Ejército detectaron y destruyeron un campo minado instalado por integrantes de la columna móvil Teófilo Forero de las FARC. Algunos días después, el “Diario el Huila” registró que en la vereda Las Perlas, en el municipio de San Vicente del Caguán, en cercanías de un resguardo nasa, tropas de la IX Brigada del ejército desactivaron un campo minado que estaba conformado por cuatro minas antipersonales. (Observatorio Derechos Humanos y DIH Vicepresidencia de la República, 2011). Al sur del municipio de Puerto Rico, en los municipios de El Doncello y El Paujil, la intensidad de los accidentes disminuyó y nuevamente aumentó significativamente en el municipio de Montañita, en cercanías de cinco resguardos Coreguaje, uno Embera – Katío y uno nasa (Observatorio Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República). En el caso de Putumayo, es posible decir que los municipios en los que se registró el mayor índice de confrontación armada en el departamento (Puerto Asís, Orito, La Hormiga y Puerto Guzmán) coinciden con aquellos en los que se registró el mayor número de eventos y víctimas por minas antipersonal y municiones abandonadas sin explotar (MAP/MUSE) (Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2008). Como lo muestra el Mapa 2, en el período entre 2010 y 2011, la zona donde más ocurrieron accidentes por MAP/MUSE es la que está en cercanías de la base militar de Teteyé, en el municipio de Puerto Asís, cerca de la frontera con Ecuador, donde hay dos resguardos nasa (Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2012). Según contó la gente durante las asambleas, también en el cabildo Nasa Uh, municipio de Ipiales, hay campos minados. Tres nasa han caído en las minas. En el corregimiento de Cofanía, municipio de Ipiales, hay una base militar y casi todas las noches hay hostigamientos. En cercanías de la base, también hay una torre de Comcel y ya ha habido varias amenazas de voladura de la torre. Mapa 1. Accidentes por MAP/MUSE en el departamento de Caquetá, 2010-2011 Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH, Vicepresidencia de la República 105 Mapa. Accidentes por MAP/MUSE en el departamento de Putumayo, 2010-2011 Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2012 En la actualidad, la mancha humana de color verde que pinta el panorama del aeropuerto de Puerto Asís, indica que la situación de militarización de la región no ha cambiado. En el marco del Plan de Consolidación, largas filas de soldados rasos, con caras y espíritus jóvenes y aventureros, vestidos de civil, descienden de los aviones de las fuerzas militares. La mayoría lleva en sus espaldas una gran mochila camuflada. El peso de la guerra. En la puerta del aeropuerto, otra larga fila de militares, al parecer más experimentados e indescriptiblemente armados, los espera. En cuestión de minutos, la mancha humana verde desaparece. Al parecer, no por mucho tiempo. Se renueva de manera constante. Es en ese lapso de tiempo en el que es posible ver qué hay del otro lado de una de las avenidas principales de Puerto Asís. A un costado de la calle, del otro lado de la entrada del aeropuerto, se encuentran estacionadas varias camionetas de diferentes misiones humanitarias. Algunos kilómetros más adelante, en la vía que de Puerto Asís conduce hacia el Valle del Guamuez, y en cercanías de una de las primeras bases militares que es posible divisar a lo largo del recorrido, aparecen varios carteles: “Vuélese, guerrillero”. Las imágenes de la guerra. Una guerra bañada con la sangre del petróleo. A un lado de la carretera, un oleoducto de gran tamaño: el transandino. Tubos, pozos y militares. El panorama de la región. La coca ya no se ve, por los menos no por ahí cerca, donde hace algunos años era posible registrar su presencia. “Para cada pozo, una base”, señaló con contundencia un gran conocedor y líder nasa de la zona. No es coincidencia que en el departamento del Putumayo existan ocho divisiones del Ejército Nacional con 31 brigadas, como lo muestra el siguiente mapa: 106 Mapa 2. Unidades de Fuerza Pública en Putumayo Fuente: Grupo de Memoria Histórica, 2012 Los nasa explicaron la manera como entienden la presencia de actores armados en sus territorios y la forma como dicha presencia los afecta. Durante la asamblea del cabildo Cerro Guadua, municipio de Puerto Guzmán, un mayor lo expresó así: Tenemos abandono total por parte del estado, el territorio ha presentado diferentes atropellos por parte de la fuerza pública que patrulla constantemente el territorio sagrado y a raíz del ejército tenemos la guerrilla que coloca minas antipersona, que afecta la movilidad dentro de nuestro entorno, ya no se puede salir a realizar las actividades del campo, la pesca y la cacería. El hecho de que estemos rodeados de grupos armados hemos tenido señalamiento a líderes y comuneros, desplazamiento y asesinatos. Por causa del conflicto que padecemos a diario se ve afectado el proceso político que hemos emprendido, se mira que la población indígena en muchas ocasiones no presta interés por la organización debido que temen ser desplazados. Gracias al proceso que lleva el consejo regional indígena del Putumayo Kwe´sx Ksxa´w se ha logrado motivar a la comunidad para conformar la guardia indígena quien tendrá la tarea de brindar control territorial (Asamblea Cabildo Cerro Guadua, Puerto Guzmán). El territorio ha sido atropellado por la fuerza pública, recuerda el mayor, mientras señala una relación de causalidad mediante la cual explica la manera como entiende la guerra y la lógica que para él adquiere: “la fuerza pública patrulla constantemente el territorio sagrado y a raíz del ejército tenemos la guerrilla que coloca minas antipersona 107 que afectan nuestra movilidad”. En el sentido de su explicación, si no hubiera fuerza pública atropellando el territorio, no habría guerrilla que instala minas antipersonal que afectan su movilidad y le impiden realizar las tareas del campo, así como cazar y pescar para asegurar su supervivencia y la de su familia. Los efectos de esta presencia armada, que funciona a manera de círculo vicioso porque si unos están los otros también, se sienten todo el tiempo a través de los señalamientos, los desplazamientos y los asesinatos que vienen de lado y lado. Esta violencia, explica el mayor, también ha golpeado de manera contundente los procesos político – organizativos de la nación nasa en el Putumayo porque, como expresó el mayor, “se mira que la población indígena no presta interés por la organización debido a que temen ser desplazados”. Sin embargo, la intención de fortalecer el proceso organizativo a través de la conformación de la guardia indígena se convierte en una oportunidad para hacerle frente al conflicto asegurando el control territorial. Así, los atropellos de la fuerza pública son denunciados constantemente por las pobladoras y pobladores nasa. Tanto en el departamento de Caquetá como en el departamento de Putumayo la población nasa ha denunciado la ocupación de bienes civiles y/o la instalación de bases y trincheras a lado de bienes civiles por parte de los actores armados. La ocupación por parte del ejército de las escuelas y centros de salud en las zonas rurales se ha convertido en una situación preocupante. A la vez, la confrontación armada ha implicado violaciones masivas y sistemáticas a los derechos humanos, como son los señalamientos, el confinamiento, los desplazamientos forzados y los bloqueos económicos, los asesinatos, las masacres. A esto se suma el uso de armas indiscriminadas en el marco de la confrontación armada, como las minas antipersonal o las prácticas de bombardeo por parte de la Fuerza Pública que han dejado decenas de víctimas. A continuación, nos detendremos en el fenómeno de desplazamiento forzado que ha afectado a la nación nasa de los departamentos de Putumayo y Caquetá. Casos de desplazamiento. Los registros y análisis de Codhes (2010) sobre desplazamiento forzado en Colombia señalan que el número de personas desplazadas en el departamento de Putumayo en el período comprendido entre 1999 y 2010 fue de 88.926, mientras que en el departamento del Caquetá fue de 117.949. Para el caso del Putumayo, los municipios más afectados fueron Puerto Así, Puerto Guzmán y Valle del Guamuez, mientras que en el caso de Caquetá fueron, en orden de afectación, los municipios de San Vicente del Caguán, Puerto Rico, La Montañita y El Paujil. Vale la pena aclarar que estas cifras corresponden a los departamentos y municipios de llegada (Codhes, 2010). Según la Resolución Defensorial No. 26 de Octubre de 2002, “en el año 2000, la RSS registraba 7.248 desplazados, lo que arroja un promedio mensual de 604 personas. De acuerdo con la información del Sistema Único de Registro de la Red de Solidaridad Social, durante el año 2001, 17.143 personas fueron expulsadas de municipios del Putumayo (Defensoría del Pueblo, 2002:10). Más adelante, la Resolución agrega que los sectores de la población más afectados por el desplazamiento forzado han sido los indígenas, los campesinos, los líderes comunales, los inspectores, y en algunos casos, los promotores de salud, personas de las iglesias evangélicas y sacerdotes católicos y los docentes. Uno de los sectores sociales que presenta mayores niveles de riesgo frente al desplazamiento forzado es el de las comunidades indígenas que constituyen el 2% del total de la población colombiana y representan el 8% del total de la población 108 desplazada (Defensoría del Pueblo, 2002:10-11). La dimensión del desplazamiento forzado entre los pueblos indígenas de Putumayo y Caquetá no puede ser percibida a través de las cifras. En primer lugar, porque el drama del desplazamiento forzado desborda los números y va más allá de ellos. En segundo lugar, porque no se dispone de suficiente información al respecto porque el nivel de subregistro es muy alto. Sobre todo, si tenemos en cuenta que uno de los instrumentos fundamentales de la política pública en materia de desplazamiento, como es el caso del Plan Integral Único de Atención a la Población desplazada (PIU) no tiene, en su mayoría, un enfoque diferencial y las estadísticas que presenta no aparecen diferenciadas por grupo étnico. Sin embargo, en el cálculo aproximado a partir de la información recopilada, podemos decir que en el período comprendido entre 1995 y 2013, se han presentado 85 casos de desplazamiento que han afectado a todos los pueblos indígenas de ambos departamentos. El 23.5% de ellos (20 casos) ocurrieron en el departamento de Caquetá, mientras que el 76.5% restante (65 casos) tuvieron lugar en Putumayo. Como veremos más adelante, 66 de esos casos fueron contra la nación nasa. En ambos departamentos hubo un claro predominio de los desplazamientos colectivos. Del total de desplazamientos, 62 de ellos fueron de tipo colectivo, mientras que los otros 23 fueron individuales. Aun cuando todavía es una tarea urgente precisar de manera más detallada la trayectoria durante el desplazamiento, es posible decir que los desplazamientos se hicieron sobre todo hacia los cascos urbanos de los municipios. Durante este período, el total de víctimas indígenas registradas por haber sufrido desplazamiento forzado ascendió a 2.263. Sin lugar a dudas, el año 2002 fue en el que se registró el mayor número de eventos de desplazamiento: 17 en total, lo cual elevó la cifra de víctimas que ascendió a 1.402 personas. La responsabilidad de los eventos de desplazamiento forzado recayó en su mayoría sobre los paramilitares. Del total de víctimas, que ascendió a 2.263, 1361 de ellas son responsabilidad de los paramilitares (Ver Gráfica 1). 109 Gráfica 1. Desplazamiento forzado de los pueblos indígenas de Putumayo y Caquetá por autores, 1995 – 2012 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 En relación con los nasa, los registros sobre los eventos de desplazamiento forzado en los departamentos de Putumayo y Caquetá señalan que éstos han ocurrido entre los años 2000 y 2012 y que la mayoría han sido hacia las cabeceras urbanas. Como lo señala la Tabla 1, un cálculo aproximado indica que el número de eventos de desplazamientos forzados contra la nación nasa ascendió a 66. Cuarenta y siete (47) de estos casos ocurrieron en el departamento de Putumayo mientras que los 19 restantes tuvieron lugar en Caquetá. Del total de desplazamientos forzados, 44 de ellos fueron colectivos y 22 fueron individuales. De los 44 casos de desplazamiento colectivo, 6 de ellos fueron masivos. El total de víctimas nasa registradas se aproximó a las 1.344 personas. Aun cuando la periodización sobre la que estamos trabajando es entre 1995 y 2012, es necesario decir que antes del año 2000 no aparecieron registrados eventos de desplazamiento sufridos por la nación nasa, lo cual indica que hay un vacío en la información al respecto. 110 Tabla 1. Total de desplazamientos por departamento y municipio Departamento/Municipio Tipo de desplazamiento Desplazamiento Desplazamiento Colectivo Individual CAQUETA 10 9 BELEN DE LOS ANDAQUIES 2 1 EL PAUJIL 1 1 FLORENCIA 2 PUERTO RICO 3 2 SAN VICENTE DEL CAGUAN 1 VALPARAISO 1 5 PUTUMAYO 34 13 ORITO 2 3 PUERTO ASIS 1 PUERTO CAICEDO 12 2 PUERTO GUZMAN 11 4 PUERTO LEGUIZAMO 1 VALLE DEL GUAMUEZ 4 4 VILLAGARZON 3 Total general 44 22 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 Total general 19 3 2 2 5 1 6 47 5 1 14 15 1 8 3 66 En términos de la dinámica de los eventos de desplazamiento, puede decirse que aumentaron año tras año. En el año 2000, se registraron dos casos de desplazamiento contra la nación nasa, mientras que dos años después, en 2002, ascendieron a 6. La escalada de este fenómeno y los impactos sobre la población nasa coinciden con la tendencia a la agudización del conflicto armado en todo el país, orquestada al compás de la conformación de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), de la puesta en marcha del Plan Colombia, del fracaso del proceso de diálogo y negociación entre el gobierno colombiano y las FARC y de la elección de Álvaro Uribe Vélez como presidente de Colombia. Sin embargo, el año en el que se registraron más eventos de desplazamiento fue 2008, cuando la cifra ascendió a 14 casos. Los municipios que registraron casos de desplazamiento forzado en el departamento del Putumayo fueron Orito, Puerto Asís, Puerto Caicedo, Puerto Guzmán, Puerto Leguízamo, Valle del Guamuez y Villa Garzón. En el caso del Caquetá, los municipios que registraron población nasa desplazada fueron Belén de los Andaquíes, El Paujil, Florencia, Puerto Rico, San Vicente del Caguán y Valparaíso. Las mayores cifras de desplazamiento forzado de tipo colectivo tuvieron lugar en Puerto Caicedo y Puerto Guzmán, en el departamento de Putumayo (Gráfica 2). 111 Gráfica 2. Casos de desplazamiento forzado por municipio (1995 – 2013). Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 En relación con la autoría de los eventos de desplazamiento forzado en ambos departamentos, es posible observar que del total de 66 casos de desplazamiento, 24 (36.3%) fueron responsabilidad de la insurgencia, 19 (28.8%) corresponden a “otros actores violentos”, 14 (21.3%) fueron producidos por el ejército, la fuerza aérea o la policía, y los 9 (13.6%) casos restantes fueron cometidos por los paramilitares. Estas cifras resultarían bastante paradójicas si no fueran objeto de un análisis cuidadoso. Aun cuando la cifra más baja de eventos de desplazamiento forzado contra los nasa apareció en cabeza de los paramilitares, 6 de los 9 casos corresponden a desplazamientos masivos en los que resultaron afectadas 686 personas. Estos eventos de violencia ocurrieron en los años 2000, 2002 y 2003. La mayoría de estos desplazamientos, como ha sido ampliamente documentado, fueron cometidos en acciones conjuntas entre los paramilitares y el ejército nacional. Los municipios más golpeados fueron Puerto Caicedo y Villa Garzón, en el departamento de Putumayo. Los otros tres casos corresponden a desplazamientos individuales que ocurrieron en el municipio de Valparaíso, departamento de Caquetá. También es necesario mencionar que los casos que aparecieron bajo responsabilidad de otros actores violentos ocurrieron entre 2007 y 2012, los años siguientes al proceso de desmovilización paramilitar. Esto significa que a esos 9 casos que aparecen en cabeza de los paramilitares, habría que sumarle los 19 de los que fueron responsables “otros actores violentos”. Es decir, los paramilitares habrían cometido el 42% de los hechos de desplazamiento forzado contra los nasa, mientras que la insurgencia sería responsable del 37% y el 21% restante estaría en cabeza de la fuerza pública (Ver Gráfica 3). 112 Gráfica 3. Desplazamiento forzado por actores Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 En la asamblea del cabildo nasa Yu´ Luucx, en el municipio de Valparaíso, varias de las personas asistentes hablaron sobre la situación en la que se encontraban en relación con el desplazamiento: En este cabildo han sucedido hechos graves que involucran a la comunidad en estos últimos años. Está el caso de una compañera, Gobernadora del cabildo Yu´ Luucx.. Esta compañera fue amenazada por los grupos armados, que en ese entonces eran las AUC, en ese entonces vivía en el cabildo Yu´ luucx del Municipio de Valparaíso al año 2007. El primer desplazamiento se hizo hacia el municipio de Valparaíso. Después por continuar con la amenaza le tocó salir para la ciudad de Florencia (Asamblea cabildo nasa Yu´Luucx, diciembre 5 y 6 de 2012). Quienes participaron en la asamblea señalaron dos elementos claves en la comprensión de la dinámica que adquiere el desplazamiento forzado: el primero de ellos, hace referencia a la persona que es obligada a desplazarse. En este caso, como en muchos otros, fue una mujer que ejercía el cargo de gobernadora de uno de los cabildos nasa del departamento de Caquetá. Aunque no se refirieron con detalle a las implicaciones de esto, en términos políticos y organizativos son estas personas que lideran los procesos sobre quienes recaen la mayoría de amenazas, señalamientos, desplazamientos y asesinatos en caso de no atender a la orden impartida: salir del territorio. Sin embargo, y este es el segundo elemento, no fue suficiente con salir del territorio hacia el casco urbano del municipio de Valparaíso. Nuevamente las amenazas la alcanzaron allí, obligando a esta persona a desplazarse nuevamente hacia la capital del departamento. Recientemente, en el mes de junio de 2012, tal como aparece referenciado en una carta dirigida por la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (2012) al presidente de la 113 República, Juan Manuel Santos, “el día 11 de junio hacia las 10:00 a.m. en el caserío Puerto Silencio en horas de la mañana, dos indígenas del pueblo Siona fueron víctimas de mina antipersonal, perdiendo uno de ellos la vida y el otro parte de sus extremidades inferiores. Por esta situación, 34 familias del cabildo indígena Nasa Kwesx Kiwe, Chorrolargo, del corregimiento de Piñuña Blanco, municipio de Puerto Asís, se desplazaron de sus viviendas, concentrándose en la escuela de la comunidad ubicada a orillas del río Piñuña Blanco. Otras seis familias del cabildo se desplazaron y concentraron en el caserío de Puerto Bello. Los daños irreparables a la vida e integridad de las comunidades indígenas y el desplazamiento forzado de indígenas y campesinos, ocurrió en medio de la militarización de efectivos regulares de la brigada 27 de Selva del ejército nacional” (Comisión Intereclesial Justicia y Paz, 2012). La mayoría de las asambleas que se llevaron a cabo en los departamentos de Putumayo y Caquetá para la construcción del Plan de Salvaguarda enfatizaron sobre el impacto del desplazamiento forzado en sus vidas. Los relatos hacen referencia, sobre todo, a eventos de desplazamiento recientes. Sin embargo, aparecen asociados con procesos de desplazamiento previo que se remontan a la época de la conquista ibérica y que continúan durante la violencia de la década del Cincuenta. Precisamente, es a través del desplazamiento que generó la violencia bipartidista que la mayoría de nasa que viven en el Putumayo explican su presencia en la zona. Sin embargo, como recordó un mayor nasa en uno de nuestros encuentros: Estar en el Putumayo es volver a esos territorios de donde fuimos desplazados en las épocas de la conquista. Somos originarios de la amazonía, antes salimos de ahí por tanta violencia. En el Cauca se dio la violencia y salimos de ahí nuevamente, ahora estamos retornando a territorios que antes habían sido nuestros (Reunión Equipo Nacional, Plan Salvaguarda, Febrero 15 de 2012). El relato del mayor profundiza en los motivos por los cuales los nasa se encuentran actualmente en el Putumayo. El hilo que estructura su relato es la violencia que han vivido en diferentes momentos históricos y las guerras que los han obligado a desplazarse hacia otros lugares. “Retornar a territorios que antes habían sido nuestros” es el referente que explica los múltiples procesos de desplazamiento y la manera como se ha configurado el territorio nasa en respuesta a los fenómenos de violencia de los que han sido objeto. Para referirse a la violencia actual y los impactos del desplazamiento, un mayor nasa señaló durante la asamblea del resguardo Kiwnas Cxhab del municipio de Puerto Asís, en el bajo Putumayo: Anterior a los años del 2007 la violencia en el casco urbano se vivió intensamente. El temor de salir al casco urbano era bastante aterrador, la cabecera municipal vivió la violencia más desastrosa por parte de los paramilitares. En las veredas cercanas del resguardo también estuvo la violencia, a partir del año 2006 fue cuando se desplazaron las familias por temor de ser asesinados. La violencia contra los lideres era de alto riesgo, motivo por lo cual se detuvo el proceso organizativo. La militarización se intensificó cada vez más hasta el punto que no se podía andar por el territorio, la cacería como mecanismo de subsistencia de la familia se vio 114 afectada. (…) Pero todos los indígenas somos desplazados desde 1492 cuando se dio la llegada de los colonizadores. Por eso estamos acá. Actualmente toda la población del resguardo es desplazada del departamento del Cauca por causa de la violencia que se desarrolló en los años 50 por parte de los partidos políticos que en la actualidad existen: el partido conservador y el partido liberal (Asamblea Resguardo Kwnas Cxhab, Puerto Asís, 2012). Los cascos urbanos de estos municipios se convirtieron en espacios de terror, al punto que la gente evitaba frecuentarlos. Algunos de los desplazamientos a los que se refieren quienes participaron en las asambleas fueron de carácter preventivo, “por temor a ser asesinados”, como lo recuerda uno de los mayores que intervino. Los actores armados, de diversas formas, siempre buscan involucrar a la gente, configurando y dándole forma a la relación binaria amigo/enemigo que estructura la lógica de la guerra. Varias personas comentaron las diversas maneras en las que los actores armados buscan involucrarlos: pidiendo una moto prestada, pidiendo que guarden los alimentos en sus hogares, estableciendo vínculos amorosos con algún miembro de la familia, entre otros. El relato anterior explica que la presencia de los nasa en la región de Putumayo (pero también de Caquetá) está asociada con el desplazamiento que se vieron forzados a hacer durante la violencia de los años cincuenta. Sin embargo, es importante mencionar también que varias asambleas contaron con la participación de comuneras y comuneros desplazados en los últimos años del departamento del Cauca. En términos de los movimientos migratorios, parece urgente preguntarse por las razones que impulsan a los nasa a “huir” de la violencia de sus antiguos lugares de residencia para buscar “refugio” en otro lugar que, paradójicamente, está igualmente afectado por la violencia política y donde nuevamente pueden convertirse en potenciales desplazados o desplazadas. También quienes participaron en la asamblea de los cabildos urbanos La Gaitana y Nasa Uus, en el municipio de Florencia, Caquetá, señalaron que: Uno de los principales factores que causan el desplazamiento en los pueblos indígenas es la presencia de la Fuerza Pública, paramilitares y grupos guerrilleros en nuestros territorios. Muchas personas también se desplazan por temor a que sus hijos sean reclutados por los grupos armados. Hemos tenido muchos casos de jóvenes que no quieren desplazarse y tampoco quieren ser reclutados y han optado por el suicidio. El desplazamiento, en la mayoría de los casos, aparece como un mecanismo de protección frente a las agresiones que viven los nasa en sus territorios. Como expresa el relato anterior, una de las amenazas más frecuentes en los territorios indígenas de Putumayo y Caquetá son los reclutamientos forzados de los jóvenes. Para evitarlo, las familias deciden desplazarse. Sin embargo, como señala también la narración, hay jóvenes que no quieren ni desplazarse ni tampoco quieren ser reclutados y se inclinan por otra opción, que resulta igualmente preocupante: el suicidio. En el caso del municipio de Puerto Rico, por ejemplo, uno de los municipios más golpeados por la violencia y que se ha convertido en municipio receptor y expulsor de población, la 115 amenaza aparece como el principal detonante del desplazamiento y las FARC como el principal actor sobre el que recae esta responsabilidad (PIU Puerto Rico, 2011). El período entre 2000 y 2007 fue definido por los nasa de Putumayo y Caquetá como uno de los más violentos. Esta violencia aparece asociada, sobre todo, a la presencia y presión paramilitar. Las causas de los desplazamientos que fueron forzados a hacer aparecen vinculadas a dos motivos. El primero de ellos, la intensidad de la violencia directa que fue ejercida contra la población nasa por parte de todos los actores armados; el segundo, los impactos de las agresivas fumigaciones que tuvieron lugar en esta región después de la puesta en marcha primero del Plan Colombia en 2000, después del Plan Patriota en 2004 bajo la política de seguridad democrática de Álvaro Uribe Vélez y finalmente con el Plan de Consolidación. Todas las asambleas indicaron que los procesos de desplazamiento que se vieron forzados a hacer estuvieron precedidos por las fumigaciones y señalan, además, que el proceso de desalojo y despojo al que fueron sometidos por parte de los paramilitares hizo parte de una estrategia de las empresas petroleras “para quitarnos lo que es nuestro”. La asamblea del cabildo Kite Kiwe (Floresta, alto Coqueto), del municipio de Puerto Asís, se refirió sobre este asunto: Los paramilitares anteriores al año 2007 hicieron presencia permanente en los territorios ocasionando muertes, intimidaciones, desplazamientos y asesinatos masivos en las comunidades colonas, ocasionando miedo a los alrededores de la población civil que de manera masiva desocupaban las tierras para poder proteger sus vidas. Actualmente las tierras abandonadas cuentan con la presencia de multinacionales extractoras de petróleo que se adueñaron con su estrategia de desalojo a la fuerza por parte de los paramilitares (Asamblea Kite Kiwe, 2012). En las narraciones de la gente, el año 2007 aparece como un punto de inflexión en la dinámica de la violencia. Esto, al parecer, está relacionado con la manera como la gente experimentó y recordó la violencia paramilitar antes de la desmovilización y todo lo que vino después de ella. Sin embargo, toda la intensidad de la guerra, sí aparece asociada al período anterior a 2007, como lo confirma el siguiente relato. Como mencionamos antes, uno de los municipios más afectados por los eventos de desplazamiento forzado fue Puerto Caicedo. Durante la asamblea que tuvo lugar en el cabildo nasa Sek Kthanxita Kiwe (Alpes Orientales), la gente expresó: La comunidad de los Alpes Orientales cuenta con una población pequeña y el motivo de la salida de los comuneros se da por causa del conflicto armado en el territorio. Esta comunidad en los años 2001 hasta el 2005 la violencia por parte de los paramilitares y la guerrilla se incrementó a unos niveles altos y nos obligó a dejar nuestras tierras, los que se resistían a dejar sus propiedades fueron asesinados de forma masiva acabando con sus familias y las cosas materiales, pues se llevaban los objetos que tenía valor. (…) Otra de las afectaciones que actualmente han significado problemas en la comunidad son las fumigaciones aéreas que se realizan de forma indiscriminada en el territorio causando grandes impactos ambientales a la flora y la fauna, pero a la vez también ha causado desplazamiento por causa de las fumigaciones de los cultivos lícitos, dejando a la comunidad sin alternativas económicas y sin productos alimenticios para las familias (Asamblea cabildo nasa Sek 116 Kthanxita Kiwe (Alpes Orientales), 2012). En el mismo sentido se expresó la asamblea del Cabildo Kwnas Cxhab (Alto Lorenzo), del municipio de Puerto Asís, al señalar: La fumigación aérea también es causante de la pobreza y del desplazamiento de las familias, debido a que ha venido acabando con la autonomía alimentaria de las familias que lo cultivan, la fumigación ha causado nuevas enfermedades en las personas y en los animales, ha terminado con los bosques primarios y secundarios, con las especies de fauna que han tenido que huir por que no encuentran su alimentación por motivo que las fumigaciones que se realizan cada tres meses no permite que se puedan recuperar las zonas afectada. Como habitantes de estos territorios vemos que el gobierno está en la obligación de reparar estas tierras que han dejado de ser aptas para la agricultura, la población indígena que habitamos estos sectores nos vemos vulnerados de todos los derechos no hemos tenido la protección de ninguna institución o funcionarios encargados de proteger los derechos individuales y colectivos de la nación nasa (Asamblea Cabildo Kwnas Cxhab (Alto Lorenzo), 2012). - Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y comunidades indígenas y a sus miembros individuales en el conflicto armado. En el período comprendido entre 1995 y 2012, los pueblos indígenas del departamento de Caquetá y Putumayo fueron sido fuertemente golpeados por la violencia. Lo primero que se observa sobre la dimensión y complejidad del problema es la cifra total de violaciones e infracciones individuales de los derechos humanos y el DIH que en dicho período ascendió a 517 violaciones. 60 de ellas, es decir el 11.6%, ocurrieron en el departamento de Caquetá, mientras que las 457 violaciones restantes tuvieron lugar en el departamento de Putumayo, lo que significa un 88.4% del total. De ese total de 517 violaciones contra los pueblos indígenas de ambos departamentos, 186 de ellas (35.9%) fueron cometidas contra la nación nasa. Como lo muestra la Gráfica 4, las violaciones contra la nación nasa en los departamentos de Caquetá y Putumayo empezaron a registrarse a mediados de la década del noventa. El número de víctimas en el período entre 1995 y 2012 habla de la magnitud del problema y de sus impactos diferenciales en ambos departamentos: 186 víctimas en total; 151 de ellas en el departamento del Putumayo, mientras que las 29 restantes corresponden al departamento de Caquetá. El año 2002 aparece con el registro más alto: 47 víctimas. Según lo señala la Resolución Defensorial No. 26 de Octubre de 2002, “durante los años 2000 y 2001, continuaron las masacres, homicidios múltiples y asesinatos selectivos por cuenta de las Autodefensas y otros grupos sin identificar, así como las acciones bélicas y los asesinatos ejecutados por las FARC. La situación de violación de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, durante ese periodo, fue mucho más grave en el bajo Putumayo que en las otras regiones del departamento, en la medida que dicha zona se convirtió en eje de la disputa territorial entre los citados actores armados. En efecto, en los municipios que conforman la subregión se presentó una cadena sistemática de señalamientos, asesinatos selectivos, masacres y desapariciones que ocasionó el desplazamiento forzado de campesinos e 117 indígenas, comerciantes y transportadores, la cual ha sido denunciada permanentemente ante las instancias competentes tanto en el nivel nacional e internacional” (Defensoría del Pueblo, 2002). Gráfica 4. Total de víctimas en Putumayo y Caquetá, 1995-2012 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 La Gráfica 5 muestra que para el período en estudio, el asesinato político fue el tipo de violación que golpeó con más fuerza a la nación nasa pues la cifra total para ambos departamentos ascendió a 131 personas asesinadas. 109 de ellos ocurrieron en el departamento de Putumayo, indicando que la violencia contra la nación nasa ha golpeado de manera más contundente a los nasa que viven en dicho departamento. El tipo de violación que se ubica exactamente por debajo de los asesinatos políticos es el reclutamiento forzado, cuya cifra ascendió a 24 casos. Frente a los señalamientos, el nivel de subregistro es muy alto y por este motivo es difícil obtener una cifra que muestre la intensidad de esta violación. Sin embargo, la alarmante cifra de asesinatos sirve como indicador de la magnitud del problema, porque por lo general éstos van precedidos de los señalamientos y las amenazas. Para el caso del Caquetá, la Corporación Caguán Vive (2011) emitió un comunicado de "Alerta de campesinos e indígenas de Meta y Caquetá ante señalamientos tendenciosos". El comunicado manifiesta su preocupación frente a una noticia publicada por el periódico 118 El Tiempo el 19 de septiembre de 2011, titulada "La reforma agraria de Jojoy", en la que se señala a las organizaciones sociales de San Vicente del Caguán y La Macarena de ser organizaciones de la guerrilla y atribuyéndoles a esta última el proceso de poblamiento de esta zona. Frente a esto, manifiestan la legitimidad, autonomía, legalidad e independencia de dichas organizaciones sociales, reconocidas por el estado en su carácter de Juntas de Acción Comunal (J.A.C) y de cabildos indígenas constituidos. Muestra que "el gobierno ha señalado de manera recurrente la necesidad de adjudicar nuevas zonas de explotación petrolera, de fomentar megacultivos de palma aceitera y caucho y de encontrar nuevas opciones que pongan a andar la locomotora mineroenergética del gobierno actual con el coltán. El llamado de alerta es, entonces, a la opinión pública, al pueblo colombiano, al gobierno nacional, a la comunidad internacional por las posibles acciones que se tomen en contra de las organizaciones sociales campesinas e indígenas (Caguán Vive, 2011). Gráfica 5. Tipo de violaciones por departamento, 1995-2012 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 119 Por su parte, la cifra de las amenazas colectivas e individuales señala el nivel de subregistro que hay frente a este tipo de violación: 9 en total. El panorama frente al registro de las desapariciones forzadas tampoco es muy alentador porque para el período la cifra únicamente asciende a 2 personas. Lo mismo sucede para el caso de las detenciones arbitrarias, los heridos, los secuestros y las violaciones sexuales y/o torturas. La cifra total de estas violaciones es de 10 víctimas. En particular, aparecen registrados 4 casos de violencia sexual, uno de ellos tuvo lugar en el departamento de Putumayo en el año 2006, otros dos ocurrieron en el departamento de Caquetá en 2007 y 2008 y uno más tuvo lugar en el departamento de Nariño, resguardo Nasa Uh del municipio de Ipiales, en el año 2012. Este último evento de violencia tuvo un despliegue importante en los medios de comunicación. Según aparece documentado en el Banco de Datos de Derechos Humanos y Violencia política del CINEP, “un militar adscrito al Batallón Plan Especial Energético y Vial No. 9 José María Gaitán del Ejército Nacional violó en zona rural a una mujer indígena de 40 años de edad, del resguardo Nasa Uh, del municipio de Ipiales, Nariño. Según relata la denuncia: "Hacia las 6:30 p.m., de ese viernes, Floralba Yunda Dizú, de 40 años de edad, con retraso mental, salió a buscar alimento para dar a los animales en la finca de su familia, ubicada dentro del territorio del Resguardo Nasa Uh. De regreso a su lugar de habitación un militar del BEEV Nº 9 que se encontraba a la orilla del camino la cogió por el brazo, Floralba se soltó y corrió en dirección hacia su vivienda. El uniformado corrió tras ella, al alcanzarla la tomó por la fuerza del brazo y la introdujo entre los matorrales aproximadamente a 10 metros del camino y allí con violencia la accedió carnalmente. El resto de militares se encontraban aproximadamente a 100 metros del lugar donde fue accedida de manera violenta Floralba. Dos días después, Floralba contó a sus familiares lo sucedido. El miércoles 23 de mayo, cinco días después de la violación, militares del BEEV Nº 9 estuvieron a los alrededores de la casa de la familia Yunda Dizú. El sábado 26 de mayo familiares de Floralba junto a ella se dirigieron a la Base del BEEV Nº 9 para denunciar lo sucedido, fueron atendidos por el Capitán Jorge William Chacua y el Teniente Werner Forero Gómez, quienes después de escuchar la denuncia llamaron a la tropa para que Floralba identificara al soldado que abusó de ella. Floralba por miedo no hizo el reconocimiento. El jueves 31 de mayo, familiares de Floralba, interpusieron acciones legales pertinentes ante las instalaciones de la Seccional de Investigación Judicial (SIJIN); este día, agentes procedieron a la toma de los testimonios y ordenaron la remisión para valoración de Medicina Legal. La toma del testimonio ante el Inspector de Familia no pudo realizarse dadas las condiciones emocionales y mentales de Floralba". Tal como lo documenta el Auto 004 y el Auto 092, la prostitución forzada, la violencia sexual y el enamoramiento de mujeres y jóvenes indígenas hacen parte de una táctica bélica que potencia los riesgos de las mujeres indígenas y muestra la manera como éstas son involucradas y victimizadas en el conflicto armado por su condición de género. Del total de las violaciones a los derechos humanos y al DIH contra los nasa en los departamentos de Putumayo y Caquetá, el 33.3% fueron cometidas por los grupos paramilitares, el 30% por los grupos insurgentes, el 18.8% por actores estatales y el 17.7% restante por otros actores violentos (Ver Gráfica 6). 120 Gráfica 6. Total de violaciones por actores Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales. Después del fracaso de los procesos de colonización dirigida (Ley 20/59) y de colonización espontánea impulsados por el gobierno colombiano a través del Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (INCORA) (Uribe y Ferro, 2002), la economía ligada a los cultivos de uso ilícito se convirtió en una opción para quienes habían llegado a la región en busca de una mejor vida después de haber sido expulsados por la violencia que inundó la región andina en la década del Cincuenta, pero también para quienes llegarían atraídos por la bonanza. En el departamento de Caquetá, el cultivo de hoja de coca para cultivo comercial se inició a mediados de la década del setenta, marcando un nuevo proceso de colonización de pobladoras y pobladores que se vieron atraídos por la bonanza y los beneficios económicos que el cultivo generaba. Según lo documenta Ferro (2001), en 1978 empezó un dilema para las FARC que consistía en definir si permitir o no que los colonos sembraran coca. Al parecer, luego de hacer varias consultas con autoridades civiles, 121 políticas, eclesiásticas e incluso con algunos académicos, las FARC decidieron dar permiso para que los colonos pudieran subsanar la escasez económica en la que encontraban en ese momento. La bonanza cocalera se extendió hacia mediados de década del ochenta, cuando la desestabilización económica, social y política de economía del narcotráfico empezó a golpear con fuerza las zonas en las que ésta había consolidado años antes. el se la la se Magdalena Tavera (2001), basada en los informes gubernamentales, señala que en 1995 se inició un período intenso de fumigaciones aéreas con glifosato. En ese año, el departamento de Caquetá había alcanzado un área de 15.600 hectáreas de coca sembradas. En el país, un total de 25.402 hectáreas de cultivos ilícitos fueron asperjadas. Las relaciones del gobierno colombiano con Estados Unidos, “aliado histórico” en la “guerra contra el narcotráfico”, estaban en un momento de tensión muy fuerte, a tal punto que el primero de marzo de 1996, el gobierno de Estados Unidos descertificó al gobierno colombiano porque consideraba que sus esfuerzos en la lucha contra el narcotráfico no estaban dando resultados satisfactorios. Las implicaciones de este hecho se hicieron visibles en la suspensión de la “ayuda” financiera en la lucha contra las drogas, entre otras. Frente a esto, el gobierno del entonces presidente Ernesto Samper aumentó las fumigaciones aéreas de las plantaciones de coca en la región amazónica, y también incrementó el control en la venta de los insumos para el procesamiento de la pasta de coca, desafiando al gobierno estadounidense. Las pobladoras y pobladores nasa de uno de los resguardos nasa del Caquetá se refirieron al respecto en la asamblea del Plan de Salvaguarda: Los cultivos ilícitos en esta comunidad para algunos de los comuneros era la salida más fácil ya que no existía otra propuesta productiva óptima en el comercio, pero a medida que el resguardo fue teniendo consecuencias con las fumigaciones aéreas, nosotros tomamos cartas en el asunto y le propusimos al Municipio y al departamento y a la fuerza pública competente erradicar bajo unos compromisos de apoyar con proyectos productivos con las personas que tienen estos cultivos. Desde el 95 la comunidad en gran medida inicia con este proceso de erradicación hasta estar en cero. Pero el gobierno no cumple. Es más: fumiga a nuestros alrededores, donde están los vecinos colonos. La dispersión aérea siempre perjudica área de territorio del resguardo (Asamblea resguardo Nasa Kiwe, municipio de Puerto Rico, diciembre 6 y 7 de 2012). Algunos meses después de sentir los impactos de esta nefasta e inconsulta decisión, durante los meses de julio, agosto y septiembre de 1996, cerca de 200.000 hombres, mujeres, niños y niñas campesinas e indígenas de Guaviare, Caquetá y Putumayo marcharon para manifestarse en contra de dicha medida que puso en jaque su principal fuente de subsistencia (Ramírez, 2001). En ese escenario, la movilización logró llamar la atención del gobierno colombiano frente a la precariedad e inestabilidad económica de campesinos e indígenas, quienes lograron detener las fumigaciones y proponer estrategias para llevar adelante el proceso de sustitución de cultivos de coca (Uribe y Ferro, 2002). En 1997, el departamento del Caquetá contaba con 31.500 hectáreas de coca sembrada, mientras que el Putumayo tenía 19.000 hectáreas. Un año después, en 1998, el área total de aspersión a nivel nacional pasó de 25.402 hectáreas en 1995 a 69.155 hectáreas. 122 El departamento más afectado fue el Guaviare, que para ese momento ocupaba el primer lugar en el ranking nacional de cantidad de áreas de cultivos ilícitos sembrados. En esta vía, Tavera (2001) indica que “la intensa campaña de fumigación aérea en el Guaviare, que alcanza las 60.920 hectáreas entre 1995 y 1997, tiene como efecto inmediato la rápida expansión hacia el Caquetá y Putumayo, que en 1998 se convierten en los dos principales productores de hoja de coca” (Tavera, 2001:100-101). Las pobladoras y pobladores nasa de la región del Putumayo se refirieron a este proceso durante una asamblea: Los cultivos de coca tuvieron auge en el año de 1995 en este territorio. Para entonces la gente dejó a un lado la organización volviéndose individualistas y se olvidaron de los sembrados productivos como la agricultura. La coca nos dejó pobreza y problemas familiares. En 1998 se dio la primera fumigación masiva causando impacto en la comunidad. Uno de ellos fue el desplazamiento porque la gente quedo sin nada para el consumo debido que acabó con la agricultura y los bosques primarios y secundarios afectando gravemente el territorio. Desde ese año la fumigación ha sido continua. Se realiza cada seis meses y el gobierno no nos ha consultado ni nos ha tenido en cuenta en ningún programa (Cabildo Cerro Guadua, municipio de Puerto Guzmán, 2012). En el relato anterior, la siembra de la coca en gran escala aparece asociada a una mente “individualista” que obliga a la gente a abandonar el proceso organizativo. Al parecer, eso duró poco porque como recuerda la narración, “la coca nos dejó pobreza y problemas familiares”. Además, después de la fumigación de 1998, muchas personas se vieron forzadas a desplazarse porque los suelos quedaron infértiles pues “acabó con la agricultura”. Además, quien habla establece la periodicidad de las fumigaciones y la manera en la que son puestas en marcha: se realizan cada seis meses y nunca han sido consultadas a la población a pesar de la gran cantidad de impactos negativos que causan. En 1998, el departamento de Caquetá reportó 24.000 hectáreas de coca sembrada, mientras que el Putumayo tuvo 30.100 hectáreas. La sumatoria de las hectáreas de coca sembradas en ambos departamentos los ubicó en el primer lugar a nivel nacional, pero la dinámica a nivel departamental sí viró como producto del incremento de las fumigaciones tanto en Guaviare como en Caquetá. Así, para 1999 el departamento de Putumayo registró 56.800 de coca sembradas, mientras que el Caquetá únicamente registró 6.800 hectáreas (Tavera, 2001, tomado de Policía Nacional – Dirección Antinarcóticos). Otras fuentes señalan que el número de hectáreas de coca sembradas en el departamento de Putumayo para el año 1999 fue de 58.297 hectáreas (Houghton y Villa, 2005, tomado de SIMCI). Así, “entre los años 1999 y 2001, en el Putumayo se registra la mayor área cultivada en coca en el dominio nacional, alcanzando en 2000 su máximo pico con 66.022 hectáreas sembradas que representaron el 40.5% del total nacional” (Houghton y Villa, 2005:184). Los autores agregan, sin embargo, que la cobertura de coca en los resguardos y en los territorios indígenas sin titulación en el Putumayo era de 4.622 hectáreas, es decir, el 9.8% de la cobertura total de la coca sembrada en el departamento (Houghton y Villa, 2005). 123 Tabla 2. Estimación de cultivos de coca en la región Putumayo – Caquetá, 1995 a 1999 (por hectáreas) Departamento 1995 1996 1997 1998 1999 Putumayo 6.600 7.000 19.000 30.100 56.800 Caquetá 15.600 21.600 31.500 24.000 6.800 Total 22.200 28.600 50.500 54.100 63.600 Fuente: Adaptada del trabajo de Magdalena Tavera, 2001. Sin embargo, vale la pena mencionar que en 1998, el gobierno de Andrés Pastrana puso en marcha “el Plan Nacional de Lucha contra las Drogas 1998-2002, que contempló el desarrollo alternativo como una política de largo alcance y que se convirtió en uno de los pilares fundamentales del proceso de paz que adelantaría el gobierno con las FARC. Esta política de desarrollo alternativo estuvo enfocada hacia cultivos ilícitos de campesinos e indígenas que no fueran de tipo extensivo ni industrial” (Tavera, 2001). Vale la pena hacer énfasis en que esta política diferencial nació como resultado de la propuesta que campesinos e indígenas presentaron al gobierno de Samper durante las negociaciones en el escenario del paro cocalero de 1996. Según señalan Houghton y Villa (2005), “como resultado de las negociaciones, la población indígena logró acordar con los organismos estatales un programa de erradicación manual del cultivo en oposición a la fumigación como estrategia. Este Programa, que se nomina Raíz por Raíz, inicia su implementación en 2001” (Houghton y Villa, 2005:188). Este período de expansión y aumento de las hectáreas sembradas de coca en el departamento de Putumayo, que va a la par con la implementación del programa de sustitución de cultivos así como con la puesta en marcha del Plan Colombia, coincidió con el período de agudización de la violencia en la zona. Los paramilitares, que habían llegado a la región a finales de la década del noventa, luego del llamado de alerta que había generado la capacidad de movilización durante el paro cocalero y preocupados por el poder que había alcanzado las FARC, no se hicieron esperar para disputar el poder político y económico que las FARC habían ganado a partir de su vinculación y control de la economía ilícita (GMH, 2012; Ferro, 2001; Houghton y Villa, 2005). En este sentido, al entrecruzamiento de los hilos y actores que le dan tal complejidad al conflicto armado en los departamentos de Putumayo y Caquetá, es necesario añadirle el nudo del narcotráfico, como uno de los factores centrales para “entender la dinámica y especificidades del conflicto armado, así como la criminalización de sus habitantes por parte del estado central debido a que se dedican al cultivo de una planta de uso ilegal, lo cual en cierta medida ha legitimado, a los ojos de los actores armados, la violencia de la que ha sido objeto la población” (GMH, 2012:30). Bajo esta lógica, y con un presupuesto inicial de 1.300 millones de dólares (Vargas, 2001), el 22 de diciembre de 2000 se puso en marcha el Plan Colombia en el departamento de Putumayo. La fumigación se hizo principalmente en los municipios de San Miguel y Valle del Guamuez, que para ese entonces reportaban la mayor cantidad de hectáreas sembradas de coca y eran los lugares donde el poder político y militar de las FARC estaba más consolidado. Esta doble situación que vincula la presencia de grandes extensiones de cultivos de coca y el poder de las FARC, convirtió a estos dos municipios en objetivo militar. Ambos municipios fueron representados como cocaleros y, por ende, violentos. Esto desembocó, además, en la criminalización de sus pobladoras y pobladores por parte del gobierno y la fuerza pública (GMH, 2012:59). El caldo de cultivo estaba 124 creado para reivindicar y legitimar la entrada y presencia paramilitar en los cascos urbanos de dichos municipios, hacia donde concentraron su avanzada militar. Aun cuando el Plan Colombia había iniciado como un instrumento contundente frente a la lucha contra las drogas, poco a poco y, sobre todo, después de once de septiembre de 2001 con el atentado de las torres gemelas en Nueva York, ese objetivo fue virando hacia la lucha antiterrorista. Si bien en 2001 el total de hectáreas sembradas de cultivos de coca en el departamento de Putumayo fue de 47.120 según los reportes del SIMCI (2011), lo cual señala una disminución en relación con el año 2000, para el año 2002 esta tendencia continuó en disminución pues los registros señalan que el total de hectáreas de coca cultivada fue de 13.725. Pero los años en los que se reportó la disminución más notable fueron 2003 y 2010, con 7.559 y 4.785 hectáreas cultivadas, respectivamente. La cifra más baja que se alcanzó en Putumayo en 2010 (4.785 has) fue el rango en el que se sostuvo la dinámica del cultivo de coca en el departamento de Caquetá en 2005, 2006 y 2008. Como muestra la Tabla 3, dos años después, en 2005, se registró un leve aumento que alcanzaría su pico más alto en 2007 cuando en el departamento se registraron 14.813 hectáreas cultivadas de coca, una cifra mucho mayor en comparación a la que se presentó para ese mismo año en el departamento de Caquetá, donde aparecieron registradas 6.318 hectáreas cultivadas de coca. Tal como lo registra el informe del SIMCI (2011), “en el departamento del Putumayo, limítrofe con Ecuador y Perú, el cultivo de coca llegó a un máximo de 66.000 hectáreas (40% del total nacional) en 2000. Después de cuatro años de reducciones importantes y consecutivas, se redujo a 4.386 hectáreas (5% del total nacional) en 2004, pero esta tendencia se modificó entre 2005 y 2007 con aumentos consecutivos del 105% en 2005, 37% en 2006 y 21% en 2007; a partir de este año se inició una fuerte tendencia a la reducción que se quebró en 2011 cuando se duplica el área sembrada con coca de que se había reportado en 2010. Según el censo del SIMCI (2011), Puerto Asís, en el departamento del Putumayo, es el tercer municipio del país con mayor área sembrada de coca (2.786 hectáreas), y el municipio de Puerto Leguízamo, en el mismo departamento, aparece en el noveno lugar con 1.717 hectáreas (SIMCI, 2011). Los cultivos de coca en el departamento de Caquetá alcanzaron su nivel histórico más bajo en 2010 con 2.578 hectáreas (4,5% del total nacional), luego de una reducción leve pero constante que se inició en el 2001 cuando alcanzaron 14.516 hectáreas (10% del total nacional). Sin embargo, en 2011 esta tendencia cambió llegando a 3.327 hectáreas” (SIMCI, 2011:26-27). Tabla 4. Cultivos de coca en la región Putumayo-Caquetá, 2005-2011 (en hectáreas) Departamento 2005 2006 2007 Putumayo 8.963 12.254 14.813 Caquetá 4.988 4.967 6.318 Total 13.951 17.221 21.131 Tendencia +28% +23% +23% anual Fuente: Tomada de Informe SIMCI, 2011 125 2008 9.658 4.303 13.961 -34% 2009 5.633 3.985 9.618 -30% 2010 4.785 2.578 7.363 -23% 2011 9.951 3.327 13.278 +80% En la actualidad, las fumigaciones continúan. Fueron testigos de ello los miembros del equipo regional Plan de Salvaguarda que se encontraban haciendo la asamblea en el cabildo Nasa Kiwe, municipio de Puerto Leguízamo, en el departamento de Putumayo. De igual manera ocurrió en el Cabildo Kwe´sx Kiwe Chorro Largo, en el municipio de Puerto Asís, donde la comunidad informó que desde hace un mes se están adelantando fumigaciones que están afectando gravemente a la comunidad (Asamblea Kwe´sx Kiwe, Chorro Largo, municipio de Puerto Asís, 2012). Según lo reporta el SIMCI (2011), “las operaciones de aspersión en Putumayo pasaron de 11.434 hectáreas en 2010 a 9.480 en 2011 y en el departamento de Caquetá de 16.947 hectáreas en 2010 a 12.888 en 2011. Las operaciones de erradicación manual se incrementaron en Putumayo pasando de 1.972 hectáreas en 2010 a 3.855 en 2011 y en Caquetá de 1.556 hectáreas en 2010 a 1.254 en 2011” (SIMCI, 2011). Las pobladoras y pobladores hablan con frecuencia de los impactos que las fumigaciones han causado sobre sus vidas, como quedó registrado en el acápite sobre desplazamiento forzado. Durante una asamblea que tuvo lugar en el cabildo Los Guaduales, del municipio de Puerto Guzmán, las y los participantes se refirieron al tema con preocupación: La fumigación aérea como política del estado para combatir los cultivos de uso ilícito también causa daños y desarmonización en la comunidad, lo que hace que se pierda el sistema de economía propia que se tiene para el consumo y sustento de las familias, los daños causados por la fumigación son de manera irreparable y el gobierno es el único responsable de la catástrofe que se tiene en los territorios, las nuevas enfermedades de piel y respiratoria son un de las consecuencias de las fumigaciones, el exterminio de las plantas nativas de uso medicinal y maderable están desapareciendo de los territorios ocasionando la erosión de los terrenos dejándolos dañados y sin posibilidades de ser cultivables (Asamblea Cabildo Los Guaduales, municipio Puerto Guzmán, 2012). La economía propia, como enfatiza el relato, se ve amenazada por la fumigación aérea, causando desarmonía en la comunidad. El único responsable es el gobierno por “la catástrofe que se tiene en el territorio”. Las enfermedades de piel y respiratorias son algunos de los efectos visibles de la política de fumigación. Los daños, según los definen quienes participaron en las asambleas, son irreparables. En una serie gráfica publicada por el periódico El Espectador el día 29 de abril de 2012, los niños y niñas que habitan en el sur de Colombia, en la frontera con Ecuador, dibujaron sus percepciones sobre los impactos de las fumigaciones aéreas con glifosato en sus vidas. A continuación, reproducimos algunos de ellos: 126 Dibujo 1 Dibujo hecho por Cecilia Cristina de la escuela Río Upano. Las aspersiones aéreas provocaron enfermedades desconocidas que no respondían a los tratamientos. Las más comunes eran las afecciones digestivas, respiratorias y en la piel. (Fuente: El Espectador). Dibujo 2 Dibujo hecho por María Elena Camacho de la escuela Río Upano. Decenas de animales, que significaban el sustento de las familias, murieron intoxicados (Fuente: El Espectador). 127 Otra de las amenazas identificadas por los nasa, que apareció de manera recurrente en las asambleas, fue la presencia de empresas petroleras en territorios indígenas. El municipio de Orito, en el departamento de Putumayo, es reconocido por ser el municipio que produce la mayor cantidad de petróleo. Por este motivo, también es reconocido como uno de los municipios que más militarizado se encuentra en la actualidad. Varios autores establecen una periodización clave para comprender las dinámicas de la explotación petrolera en el municipio de Orito. Durante el primer período, entre 1963 y 1981, la actividad extractiva estuvo en cabeza de la Texas Petroleum, momento que ha sido reconocido históricamente como el de mayor bonanza petrolera. El segundo período tuvo lugar en el momento en el que hubo un proceso de reversión de dicha concesión a la empresa estatal Ecopetrol. Las labores de exploración de la Texas iniciaron hacia la década del cuarenta en cercanías de los municipios del Valle del Guamuez, Orito y Puerto Asís. Fue exactamente en 1959 cuando el estado colombiano y la Texas realizaron un contrato de concesión para la explotación y explotación de petróleo en una zona al occidente de Putumayo, por un lapso de 30 años, conocido como la Concesión Orito. Después de que las exploraciones resultaron favorables, la Texas inició el montaje para la explotación. El área total de esta concesión fue de 940.000 has. (Ramírez, 2012). Algunos años después de lograr la adecuación de la infraestructura petrolera de los pozos, de la apertura de trochas, de la construcción de campamentos, entre otros, se inició la construcción de dos obras de infraestructura: la carretera Santana – Orito y el oleoducto transandino. El Pozo Orito 1 empezó a funcionar en 1963, aunque la explotación comercial inició seis años después cuando se terminó de construir la obra que permitiría el transporte del petróleo hasta el puerto de Tumaco, en el Pacífico: el oleoducto transandino, cuya construcción se prolongó desde 1967 a 1969 (Angulo, 2010). Roque Roldán (1995) expuso cuatro casos sobre la explotación petrolera en territorios indígenas basándose en testimonios de diferentes personas que fueron testigos de la situación de la época, ya fueran indígenas o no. Profundizó en el caso del Putumayo, el de Orocué en Casanare, el de los Nukak del Guaviare y en el de los U´wa. En todos los casos se hizo evidente el gran daño causado a las comunidades por la entrada de una u otra empresa, en la medida en que obligaba a cambiar el espacio en el que cada comunidad se desenvolvía, ya fuera por la construcción de las carreteras o por la contaminación producto de los químicos empleados en estas extracciones o, como en el caso del Putumayo, por el procesamiento de la coca. Estos cambios propiciaron una fuerte pérdida del territorio por la venta de terrenos y su expropiación, forzando a los indígenas a cambiar sus estilos de vida y a desplazarse a otros lugares (Roldán, 1995). Tal como lo documentan Houghton y Villa (2005), “el pueblo Kofán es el grupo que encarna el ejemplo de la moderna desterritorialización. Es en sus territorios en los que la actividad petrolera concentra su acción, establece la infraestructura y desde donde parte la infraestructura hacia el Pacífico. A tal punto, que al cabo de una década de explotación petrolera, los Kofanes habían perdido el 70% de su territorio (Alianza del Clima, 1999). Igual le sucedía al pueblo Inga y a los Siona (Houghton y Villa, 2005:182). Roldán (1996) señala las estrategias de las que se valió la industria petrolera: sobornos, la vinculación rotativa de los indígenas como empleados de la empresa por un período de cuatro semanas (lo que en la zona se conoce como “el veintiocheo”), la financiación de proyectos, la entrega de regalos en épocas de festividades, entre otras. Uno de los 128 resultados de esto, apunta Houghton (2008), es la precaria situación territorial de los pueblos indígenas en el departamento del Putumayo, “uno de los más afectados por la potrerización y la titulación de los resguardos a la medida de los bloques petroleros. En Putumayo abundan los resguardos de menos de 300 hectáreas (algunos no superan las 70) para poblaciones superiores a 400 personas, obligadas a vivir en los cascos urbanos y a tener los resguardos como fincas. Al mismo tiempo, cerca de 15.000 indígenas de 31 comunidades no tienen aún territorios legalizados” (Houghton, 2008:295). A esto se suma lo que el autor ha llamado el “etnocidio cartográfico” pues “la primera constante en la línea dura del estado es la negación de la existencia de pueblos indígenas donde se realizarán proyectos petroleros. Así, el Ministerio del Interior en repetidas ocasiones “certificó” la inexistencia de comunidades indígenas en bloques petroleros superpuestos con resguardos y territorios indígenas no titulados. Por obvias razones, quienes más se han beneficiado de dichas “certificaciones” son las empresas petroleras (Houghton, 2008:291). Mapa 4. Resguardos del Putumayo Fuente: Informe WWF, s.f. En 2007, el departamento de Putumayo estaba dividido en 17 bloques petroleros. La Cuenca Putumayo, Caguán Putumayo y Valle Superior del Magdalena, que incluye los departamentos de Putumayo, Caquetá y Cauca, contaba en ese momento con un total de 39 contratos petroleros que abarcaban 3.914.744,53 hectáreas. Catorce (14) de dichos contratos afectaron el territorio nasa, como lo muestra la Tabla 5. 129 Tabla 5. Contratos o Bloques petroleros en territorios nasa en 2007. Cuenca Putumayo, Caguán Putumayo y Valle Superior del Magdalena Contrato/Blo que Operadora Alea Repsol (España) Ecopetrol Modalidad del Contrato Resguardos o territorios nasa afectados Evaluación El Descanso, Técnica con Páez de la ANH Aguadita, Porvenir; Playa Rica, Cerro Guadua y Alto Mango (Asentamien tos) San Luis Alto Picudito, Alto Sinaí y Santa Rosa de Juanambú (Asentamien tos) Departament o Municipio Putumayo P. Guzmán Putumayo Villagarzón Putumayo P. Asís Putumayo P. Caicedo Putumayo Valle del Guamuez Putumayo P.Asís Putumayo P. Asís Putumayo San Francisco, Mocoa Puerto Asís El Danubio y La Paila (Cabildos) Área Sur Ecopetrol Producción directa ECP Área nororiente B2 Área Suroriente Ecopetrol Producción directa ECP Ecopetrol Producción directa ECP Chaza Argosy/Solana Exploración con ANH Cpi- Ecopetrol 130 Campo Bello Nueva Isla; Villanueva (Cabildo El Águila Alto Lorenzo; La Libertad, Las Delicias y El Palmar (Cabildos) La Florida Alto Lorenzo Putumayo Suroriente Guayuyaco (Santana) Argosy/Solana Maranta Emerald Mecaya Gran Tierra Energy Colombia Ltda. Ecopetrol NororienteBq1 Putumayo West A Put 2 Gran Tierra Energy Colombia Ltda. ANH Put 4 ANH San Gabriel Ecopetrol Exploración asociación ECP Exploración directa ECP La Leona Cauca Piamonte Porvenir, La Barrialosa El Descanso Putumayo P. Guzmán Putumayo P. Guzmán Porvenir La Barrialosa La Florida Putumayo P. Guzmán Putumayo Mocoa Alpamanga, Porvenir, La Barrialosa, La Aguadita Putumayo Porvenir, La Barrialosa Putumayo El Portal Putumayo Puerto Caicedo, Villa Garzón, Puerto Guzmán Puerto Guzmán (aparece Puerto Asís) San José del Fragua Hijos de Juan Tama (asentamien to urbano) Mocoa Cauca Santa Rosa YanaconaNasa de Santa Marta Fuente: ANH, SIG CECOIN (adaptada de Tierra contra la Muerte, 2008) Hoy, seis años después, la misma Cuenca Caguán – Putumayo cuenta con 68 contratos de proyectos petroleros que en total suman 5.256.189,096 hectáreas, aproximadamente 1.341.444,56 hectáreas más que en 2007 (Ver Tabla 6). Todos los bloques petroleros están superpuestos con los resguardos indígenas. De los 39 contratos petroleros que existían en 2007, 12 de ellos continúan vigentes. Sin embargo, algunas de las operadoras sí han cambiado. Ese es el caso, por ejemplo, del Contrato COATI que en 2007 era operado por OPA y en 2013 es operado por Grupo C&C Energía Barbados Sucursal Colombia. Las empresas petroleras que en la actualidad hacen presencia en lo que la Agencia 131 Nacional de Hidrocarburos (ANH) ha denominado la Cuenca Caguán – Putumayo son: Gran Tierra Energy Colombia, Canacol Energy Colombia, Hupecol Operating, Emerald Energy, Grupo C&C Energy Barbados, Petrominerales Colombia, Amerisur Exploración Colombia, Vetra Exploración y Producción Colombia, Petronova Colombia, Petróleos del Norte S.A, Pacific Stratus Energy Colombia Corp., Petrolera Monterrico S.A, Meta Petroleum Corp., Vast Exploration Inc., Petro Caribbean Resources, Consorcio Amerisur Pluspetrol, Petróleos Sudamericanos, Consorcio Optima Range, Agencia Nacional de Hidrocarburos y Ecopetrol. Por ejemplo, según contó un mayor nasa durante una de las asambleas, en los límites Puerto Rico y San Vicente del Caguán descubrieron que hay petróleo. Es de Ecopetrol y la Emerald Energy. La Alcaldía de Puerto Rico dijo que asumía la decisión que tomaran las autoridades. Advierte: “si esto llega a explotar, esto tendría muchos impactos sobre Sek Yi, Nasa Kiwe de Puerto Rico y en San Vicente del Caguán los 4 gobernadores que compraron una tierra de 1.005 hectáreas. Son gente de Avirama, Tálaga, Tóez y Huila de Páez, Tierradentro. Según el mayor, la presencia de este pozo afecta a todas las personas porque para entrar a San Vicente uno pasa por esa vía. En San Vicente para coger para el lado del Meta tiene que pasar los pozos petroleros y necesariamente tiene que pasar Nasa Ukwe y Nasa cxha cxha y Yaguara II para llegar a San Vicente. Mapa 5. Tierras y petróleo, 2013 Fuente: ANH, 2013 En los relatos de la gente, la asociación entre la presencia de empresas petroleras, la militarización de la zona, la violencia y la falta de titulación aparece de manera recurrente. Las explicaciones sobre los motivos de la precariedad territorial en la que se 132 encuentran no se hicieron esperar. Durante las asambleas comunitarias que se realizaron en los departamentos de Putumayo y Caquetá, las narraciones coincidieron en señalar que muchos de los territorios no están constituidos como resguardo porque están concesionados a las empresas petroleras. Esto ha generado la militarización “que se mira en las montañas”, como dijo una de las personas que participó en una de las asambleas. El Plan Colombia, el Plan Patriota y el Plan Consolidación se han sentido con fuerza. A esto se suma otro factor: “La comunidad está habitada por muy poco personal y eso ha dificultado la titulación del territorio para nosotros y la ha facilitado para las empresas petroleras” (Asamblea Juan Tama, Puerto Guzmán, 2012). El Ministerio del Interior y de Justicia, mediante Resolución 039 del 18 de junio de 2003, inscribió la constitución de cabildos de la nación Nasa del Putumayo, ASONE´H WESX. El 9 de noviembre de 2007, mediante su vicepresidenta, la Asociación solicitó el reconocimiento étnico de 22 comunidades indígenas. A finales de 2007, mediante Resolución 152 del 21 de diciembre de 2007, el nombre o razón social de ASONE´H WESX fue modificada a Asociación Consejo Regional del Pueblo Nasa del Putumayo “KWE´SX KSXAW” y quedó conformada por los resguardos y/o comunidades: KWINAS CXAMB, NASA FIW, KIWE ÑXUSXA, ALPES ORIENTALES, LA FLORESTA ALTO COQUETEO, KWIMA THE WESX, PORVENIR LA BARRIALOSA, RESGUARDO NASA AGUADITAS. Posteriormente, el Ministerio del Interior y de Justicia, mediante Resolución 007 del 28 de septiembre de 2011, incluyó como nuevos afiliados de la Asociación “Kwe´sx Ksxaw” a las comunidades Yu´cxijme y Nasa Cxhamb, así como la designación de Orlando Pito Tombé como Representante Legal. En vista del incremento de las solicitudes de concesiones para la exploración y explotación petrolera durante esos años, las amenazas en contra del territorio se hicieron más latentes. A raíz de las labores de exploración iniciadas por la compañía Geofísica Latinoamericana S.A (CGL), sin cumplir con el derecho a la consulta previa del que gozan los pueblos indígenas, la Asociación Kwe´sx Ksxaw interpuso una acción de tutela ante la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá, señalando la amenaza profunda que representa contra su pervivencia como pueblo el hecho de que los territorios de las comunidades nasa del Putumayo no hayan sido legalizados por omisión tanto del Ministerio del Interior como del Incoder. Es necesario mencionar que previo a adelantar la acción de tutela, en varios oficios remitidos por ASONE´H WESX (hoy KWE´SX KSXAW) a la Dirección de Asuntos Indígenas, Minorías y Rom del Ministerio del Interior entre 2007 y 2009, la Asociación solicitó en reiteradas ocasiones el reconocimiento étnico de 22 cabildos Nasa del departamento de Putumayo. Las solicitudes fueron respondidas en su mayoría por Pedro Santiago Posada en su rol de director de dicha dependencia, quien argumentó la imposibilidad de adelantar el proceso de reconocimiento en tanto no se hiciera el estudio etnológico que la dependencia que dirige debe llevar a cabo. En las comunicaciones, Posada argumentó que debido a la cantidad de solicitudes, las visitas de campo necesarias para llevar a cabo este procedimiento debían esperar hasta que no fueran atendidos los procesos que le precedían pues “esta Dirección ha acogido como criterio la antigüedad de la solicitud” para la programación de las visitas. Admitiendo la incompetencia de su dependencia para llevar adelante estos procesos de manera eficiente, señaló, además, que el Ministerio del Interior y de Justicia estaba analizando la factibilidad de llevar a cabo Convenios inter-administrativos con las gobernaciones y las alcaldías para la realización de los estudios de reconocimiento. 133 Ante tantas demoras y respuestas incoherentes, la Asociación decidió recurrir a la acción de tutela. Allí señala: “el accionante, en representación de la Asociación del Consejo Regional del Pueblo NASA DEL PUTUMAYO ―KWE`SX KSXA`W―, acude al mecanismo excepcional de la tutela, en procura de amparo para los derechos fundamentales al debido proceso, vida, libertad, igualdad y consulta previa de la comunidad indígena que representa, que considera vulnerados por la evidente falta de eficiencia, eficacia y celeridad en las actuaciones administrativas a cargo de las entidades accionadas” (Corte Suprema de Justicia, 2012). Sin embargo, el 24 de febrero de 2012, la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá negó la solicitud de amparo presentada por Orlando Pito Tombé, Gobernador del Cabildo Nasa Jerusalén Alto Picudito y quien actúa como Consejero y Representante Legal de la Asociación del Consejo Regional del Pueblo Nasa del Putumayo ―Kwe´sx Ksa´w―, frente a la vulneración de los derechos vulnerados por las acciones y omisiones del Ministerio del Interior y de Justicia, el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y el Instituto Colombiano para el Desarrollo Rural (INCODER). La demanda instaurada señala que la nación nasa del Putumayo está conformado por 37 comunidades, de las cuales diez (10) están legalmente constituidas por el INCODER y cinco (5) por la DGAI del Ministerio de Interior y de Justicia. Apunta, además, que la Asociación de Cabildos del pueblo Nasa del Putumayo, que anteriormente se denominaba ASONE´H WESX, solicitó la constitución de los resguardos Nasa San Luis Alto Picudito – Jerusalén, en el municipio de Villa Garzón, Nasa Kiwe y Nasa Txa Yu´ce. En el primer caso, la solicitud fue aprobada mediante el Acuerdo 186 del 30 de septiembre de 2009, mientras que en el segundo fue rechazada bajo el argumento de que la población era mínima con relación al área a legalizar. Frente al tercer caso no hubo pronunciamiento. La solicitud de amparo presentada ante el Tribunal Superior de Bogotá buscaba obtener la legalización de las siguientes comunidades: SAT´TAMA, NASA CXHAB, YUU LUUCX LAS MINAS, KSXAW NASA ALTO DANUBIO, KWE´SX KIWE CHORO LARGO (municipio de Puerto Asís), YUU´CHICXKUE –SELVA HERMOSA, NASA KIWE U´KUE, EL LIBANO, KWE´SX TATA WALA, PKIND KIWE LOS GUAYABALES, KWE´SX NASA TXA´YUCE (Puerto Caicedo), TIERRA LINDA, NUEVA PALESTINA, KWE´SX KIWE, NASA UH (Ipiales), NASA KIWE (Puerto Leguízamo), NASA CXHA´B WALA, NASA KIWE ALTO SINAI (Villagarzón), KJUEN TAMA LUCX WESX HIJOS DE JUAN TAMA (Mocoa), LOS GUADUALES, CERROGUADUA y JUAN TAMA (Puerto Guzmán). Inconforme con la decisión, la apoderada judicial de Orlando Pito Tombé impugnó la decisión y presentó un nuevo recurso de amparo frente a la Corte Suprema de Justicia. Sin embargo, el 19 de abril de 2012, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, resolvió confirmar la sentencia que había sido impugnada en primera instancia. Apelando al Decreto 2164 de 1995 que reglamente parcialmente el capítulo XIV de la Ley 160 de 1994 en lo relacionado con la dotación y titulación de tierras a las comunidades indígenas para la constitución, restructuración, ampliación y saneamiento de resguardos, la Corte señaló que corresponde a las entidades del estado, en cabeza del Ministerio del Interior y del Incoder, adelantar laos estudios socioeconómicos, jurídicos y la tenencia de tierras para cumplir con el procedimiento de constitución. En vista de que hasta el momento dichas entidades no cuentan con la información requerida a través de las visitas de campo y otros procesos, el Juez Constitucional señala que le resulta improcedente inmiscuirse en este procedimiento. 134 Según reza la providencia de la Corte, el Ministerio del Interior ha maximizado sus esfuerzos para llevar a cabo los protocolos establecidos para el proceso de constitución de resguardos. De las 24 comunidades sobre las que se ha adelantado el proceso de solicitud de constitución de resguardo, 11 de ellas se encuentran con solicitud de estudio: SAT´TAMA , YUULUCH LAS MINAS, KSXAW NASA ALTO DANUBIO, KWE´KIWE CHORO LARGO, YUU´CHICXKUE –SELVA HERMOSA, KWE´SX TATA WALA, PKIND KIWE LOS GUAYABALES, KWE´SX NASA TXA´YUQE, KWE´SX KIWE, NASA CXHA´B WALA, KJUEN TAMA LUCX WESX HIJOS DE JUAN TAMA. El Ministerio del Interior argumenta, sin embargo, que la mora se justifica por la cantidad de peticiones que hay, el presupuesto y el personal humano, lo cual ha impedido la rapidez y eficacia necesarias para llevar adelante el procedimiento. En lo que refiere a otras 10 comunidades (NASA CXHAB, NASA KIWE U´KUE, TIERRA LINDA, NUEVA PALESTINA19, NASA UH, NASA KIWE, NASA KIWE ALTO SINAI, LOS GUADUALES, CERROGUADUA y JUAN TAMA), el Ministerio del Interior discriminó la gestión o trámite. Por último, la comunidad de El Líbano sí fue reconocida mediante Resolución 0027 (Corte Suprema de Justicia, 2012). Un mes antes de que el Tribunal Superior de Bogotá negara la solicitud de amparo presentada por Orlando Pito Tombé en su calidad de Consejero y Representante Legal de la Asociación “Kwe´sx Ksxaw”, el 28 de enero de 2012, la Junta de gobernadores y autoridades espirituales nasa del Putumayo, reunidos en el Cabildo Nasa Yu’khZxiçkwe – Selva Hermosa, municipio de Puerto Caicedo, emitió la Resolución No. 004 de 2012 "Por la cual se determina suspender todo proceso de consulta previa en las comunidades que integran la nacionalidad nasa en el departamento de Putumayo y Nariño". Dicha resolución manifiesta que luego de hacer un análisis sobre la problemática territorial que existe en el departamento por la falta de voluntad del gobierno colombiano para hacer efectiva la constitución, ampliación y saneamiento de los resguardos, resuelven: 1. Que todo proceso de consulta previa sea abordado como nación nasa del Putumayo y Nariño, representado en la Asociación Consejo Regional del Pueblo Nasa del Putumayo Kwe´sx Ksxa´w. 2. Suspender de manera indefinida todo proceso de consulta previa para la exploración y explotación petrolera y de otros proyectos en todas las comunidades que integran la nacionalidad nasa en el departamento del Putumayo y Nariño hasta que el gobierno nacional no garantice el derecho al territorio mediante la constitución, ampliación y saneamiento de los resguardos y el registro etnológico de las comunidades. Así, la resolución reconoce la presencia de las diferentes multinacionales que amenazan la pervivencia de la nación nasa, lo cual se ve agudizado por la falta de voluntad del gobierno para resolver la precaria situación territorial de estas comunidades (Asociación “Kwe´sx Ksxaw”, 2012:1). Para completar el panorama, el 24 de febrero de 2012, exactamente el mismo día en el que el Tribunal Superior de Bogotá negó la solicitud de amparo presentada por la 19 Al indagar sobre los conflictos interétnicos, uno de los miembros del equipo de Putumayo mencionó que hasta ahora con los campesinos no han tenido problemas. Señaló: “Pero los inga con los kofán hay conflictos por territorio en reserva indígena Yarinal y resguardo Afilador Campoalegre en el municipio de San Miguel. En ese lugar donde está el cabildo Nasa Palestina, nosotros respetuosamente estamos solicitando aval para constituir resguardo y lo están negando. Porque ellos dicen “como son del Cauca, que se vayan para el Cauca”. La solicitud de resguardo está en aproximadamente 110 hectáreas. Ese cabildo se constituyó en 1990. Y la solicitud de constitución de resguardo se radicó en 2006. Ellos dicen que el territorio es ancestral y que nosotros somos invasores y que por lo tanto tenemos que regresar al Cauca. Es una población mínima pero están en contra y hacen daño. 135 Asociación Kwe´sx Ksxaw del Putumayo, el Ministerio de Minas y Energía promulgó la Resolución 18 0241 “Por la cual se declaran y delimitan unas Áreas Estratégicas Mineras y se adoptan otras determinaciones”. A través de ésta, el gobierno colombiano, en cabeza de la autoridad minera, determinó los minerales de interés estratégico para el país, delimitando las áreas especiales en las que se encuentran. A estas áreas sólo es posible acceder a través de contratos de concesión especial. Antes de dicha promulgación, el departamento de Putumayo ya había sido definido como Distrito Especial Minero. Esta característica no la comparte el departamento de Caquetá. Según el Censo Minero Departamental colombiano realizado por el Ministerio de Minas y Energía entre 2010 y 2011, el departamento de Putumayo tiene aproximadamente 501 Unidades de Producción Minera (UPM), de las cuales 179 (35%) cuentan con título minero, mientras que las 322 restantes (64.3%) no lo hacen. En 2009, la cantidad de UPM era de 409, de las cuales sólo 40 contaban con título minero (Defensoría del Pueblo, 2010). La producción mineral de Putumayo, principalmente de oro, mármol y materiales para construcción, representa el 3.5% del total de UPM del país (Ministerio de Minas y Energía, 2011). Según un informe de la regional Putumayo de la Defensoría del Pueblo (s.f), en el Valle de Sibundoy el estado colombiano ha otorgado permisos de exploración sobre unas 18.000 hectáreas y ha concesionado aproximadamente siete áreas para extracción minera de cobre, oro, zinc, molibdeno y niquel en las zonas donde nacen los ríos Putumayo, Mocoa, Guamuez, entre otros. En la zona que comprende los municipios de Santiago, San Francisco, Colón y Villagarzón ha otorgado 22 concesiones mineras de oro y cobre a la transnacional Angloamerican Exploration S.A (más conocida como AngloGold Ashanti), a la australiana GMX Minerals and Coal Ltda. También en el área que comprende el trazado de la carretera San Francisco – Mocoa que, como veremos más adelante es un proyecto ancla de la IIRSA, otorgó concesiones de oro, plata, cobre y niquel a la Anglo Gold Ahanti. El informe realizado por la consultora INCOPLAN S.A (2010), siguiendo el “Análisis de la Infraestructura de Transporte y Energética de los Distritos Mineros de Colombia” realizado por el Ministerio de Minas y Energía, la Fundación para el Desarrollo del Quindío y la Sociedad de Ingenieros del Quindío en 2008, señala que el gobierno nacional ha desarrollado proyectos de pavimentación a través del Plan 2500, sin haber obtenido resultados satisfactorios en el caso del tramo San Francisco-Mocoa. Esta situación es definida por el informe como un problema que afecta la comunicación con el departamento de Nariño y el Pacífico, imposibilitando el transporte de los minerales. Este sector se caracteriza por la presencia de minas de oro en veta y yacimientos de molibdeno (INCOPLAN S.A, 2010). Por su parte, el departamento de Caquetá tiene 219 UPM que representan el 1.5% del total nacional. 207 de ellas (94.5%) cuentan con título minero, mientras que las 12 restantes (5.5%) no lo hacen. El porcentaje de materiales metálicos es de 20.1%, mientras que el de no metálicos es del 81.3%. Caquetá es uno de los departamentos donde predominan las UPM con títulos mineros (Ministerio de Minas y Energía, 2011). Al respecto también se refirieron con mayor énfasis y contundencia las asambleas que llevamos a cabo en el departamento de Putumayo, que caracterizaron la situación en términos de las amenazas sobre el territorio nasa. Durante la asamblea del cabildo Cerro Guadua, en el municipio de Puerto Guzmán, un mayor nasa lo expresó así: Como cabildos del Putumayo tenemos grandes preocupaciones que nos hace pensar en tiempos no muy lejanos que ya no tendremos territorio 136 donde dejar nuestras generaciones debido que el departamento está declarado como distrito minero y petrolero, razón por la cual va ser muy difícil la ampliación y titulación de los territorios que nos pertenece; entre las problemáticas más latentes que se presentan de manera acelerada está la variante Mocoa - San Francisco, la minería, las multinacionales, las bases militares estadounidenses, y lo que más daño ha causado y seguirá causando es las fumigaciones aéreas que están exterminando las semillas nativas y propagando nuevas enfermedades a las personas y animales (Asamblea Cabildo Cerro Guadua, Puerto Guzmán, 2012). La preocupación del mayor es expresada con contundencia cuando señala: “en tiempos no muy lejanos ya no tendremos territorio”. Su idea, que liga un presente lleno de “problemáticas” con un futuro incierto para las generaciones futuras, está basada en situaciones reales a las que diariamente se enfrentan los nasa y los territorios en los que habitan. Las fumigaciones, la minería, las multinacionales, las bases militares y la variante Mocoa-San Francisco aparecen en su referente como los motivos por los cuales no tendrán territorio para dejar a las generaciones futuras. Pero la cosa no para ahí. Como señala Houghton (2008), “además de los proyectos minero-energéticos y petroleros, los pueblos indígenas se ven enfrentados a la creación de toda la infraestructura destinada a facilitar que esos territorios privatizados puedan comerciar directamente con sus casas matrices” (Houghton, 2008:32). Una de las iniciativas más fuertes en este sentido es la Integración de la Infraestructura Regional de Suramérica (IIRSA). Como su nombre lo indica, tiene como fin último la Integración de Suramérica mediante procesos sectoriales de infraestructura (sistemas operativos de transporte multimodal, marítimo y aéreo, facilitación de pasos de frontera, integración energética, tecnologías de la información y las comunicaciones, entre otros). Hasta el año 2012, el propósito de dicha integración estaba previsto a través de 531 proyectos con una inversión estimada de U$116.120,6 millones (IIRSA, 2012). El IIRSA está constituido a partir de nueve ejes de integración y desarrollo (EID): Andino, de Capricornio, de Amazonas, del Escudo Guyanés, del Sur, Interoceánico central, Mercosur – Chile, Perú-Bolivia-Brasil, Hidrovía Paraguay-Paraná. Colombia hace parte de dos de los ejes de integración: el Andino y el amazónico. El eje Andino cuenta con 10 grupos de proyectos que reúnen 64 proyectos individuales, mientras que el eje amazónico tiene 7 grupos de proyectos que reúnen 64 proyectos individuales (IIRSA, 2012). Es importante no perder de vista que el objetivo de la IIRSA es la integración regional. En la medida en que la integración es regional, los impactos también deberían ser entendidos y valorados en la misma escala. Sin embargo, esto no ha ocurrido así pues “el área de referencia para analizar los impactos regionales apenas incluye los municipios directamente conectados por la vía” (Houghton, 2008:256). Para los efectos del diagnóstico, nos concentraremos únicamente en algunos proyectos que tienen lugar en los departamentos de Putumayo y Caquetá, sin olvidar que en la medida en que están interconectados con otros, causan impactos que superan el nivel departamental. De los 531 proyectos de la IIRSA, 51 de ellos tienen lugar en Colombia. Para el caso que nos interesa documentar, es necesario decir que en el eje Amazonas hay dos grupos que 137 tienen presencia en esta zona: el grupo 1, denominado por la IIRSA “Acceso a la Hidrovía del Putumayo”, y el grupo 6 “Red de hidrovías amazónicas”. En cuanto al Eje Andino, el Grupo 6 es el que cobra especial relevancia pues es la “Conexión Colombia – Ecuador II”. Como lo muestra la siguiente tabla, en el grupo 6 del eje andino está contemplada la carretera Santa Ana – San Miguel, que ha sido uno de los proyectos que más impactos y problemas ha generado a la población indígena de la región. Como habíamos mencionado antes, los procesos de titulación de los territorios indígenas en general, y de la nación nasa en particular, “están suspendidos por la presión de la industria petrolera, cuyos bloques se les superponen casi en su totalidad” mediante estrategias que van desde el “etnocidio cartográfico” al soborno (Houghton, 2008:250). Según muestra Houghton (2008), la situación fue más evidente cuando se iniciaron los estudios para la carretera Mocoa – Puerto Asís y Santa Ana – San Miguel: los procesos de titulación fueron suspendidos. Más adelante, el autor señala que la carretera sigue casi el mismo trazado que el oleoducto transandino, conectando los bloques petroleros Alea y Putumayo 420, Nancy-Burdine-Maxine, área Sur y bloque Coatí, afectando principalmente los territorios kofán, kichwa y awá, pueblos indígenas a los que les fue violado su derecho a la consulta previa (Houghton, 2008:250). Como mencionamos antes, el Grupo 1 (Acceso a la Hidrovía del Putumayo) del eje Amazonas contempla dos proyectos que interesan para los propósitos de este diagnóstico: la carretera Pasto-Mocoa-Puerto Asís y el Acceso y adecuación del Puerto de Puerto Asís (Muelle La Esmeralda). El primero de ellos es un proyecto ancla que se viene desarrollando en diversos segmentos, asegurando así que no hayan respuestas negativas por parte de las comunidades y para que los impactos no sean sentidos de manera acumulativa y simultánea. En particular, el trayecto Mocoa-Puerto Asís, financiado por USAID, afecta comunidades indígenas de Porvenir, La Barrialosa, Huasipungo, Uchupayaco, Canangucho, Blaisaku, Rumiyacu y el Inga Kamentzá de Mocoa (Houghton, 2008). Tanto en el Porvenir como en La Barrialosa hay comunidades nasa. El Grupo 6 del Eje Amazonas, Red de Hidrovías amazónicas, incluye la adecuación para la navegabilidad del río Putumayo. Houghton (2008) señala que este es el grupo de mayor impacto e incidencia sobre los territorios étnicos en la medida en que afectará, como mínimo, un trayecto de 1.200 kilómetros en territorios indígenas de los 1.500 navegables en todo el país. Así, siguiendo al mismo autor, “la IIRSA no representa para los pueblos indígenas ni comunicación entre las comunidades ni creación de economías locales que resuelvan sus demandas históricas. Por el contrario, significa la más grande incomunicación entre las comunidades rurales y la expoliación de la naturaleza a tasas nunca antes vistas. Un desafío como éste obliga a la más grande intervención de las organizaciones indígenas y sus aliados para detener lo que sería el plan de reordenamiento del capital contra la Madre Tierra” (Houghton, 2008:273). A la par de estas obras de infraestructura, así como sucede en el caso de la industria petrolera, viene la intervención militar. Parafraseando lo que en una oportunidad mencionó uno de los líderes de la zona refiriéndose a la relación entre industria petrolera y militarización, para este caso es posible decir: al lado de cada obra de 2020 En 2007, el contrato Alea estaba en manos de la ANH y en la actualidad es operado por Vetra Exploración y Producción Colombia. El contrato Putumayo 4 es operado en la actualidad por Petróleos del Norte S.A. 138 infraestructura, hay una base militar. En este sentido y como lo recuerda Houghton (2008), “la vinculación de petróleo, infraestructura y violencia tiene como colofón el impulso del estado por convertir el CEBAF de San Miguel en una base militar (Houghton, 2008:251). Tabla 6. Proyectos IIRSA en Putumayo y Caquetá Nombre del Proyecto individual Mejoramiento de la navegabilidad del río Putumayo Corredor Vial Tumaco – Pasto – Mocoa – Puerto Asís (Proyecto ancla) Acceso y adecuación del Puerto de Puerto Asís (Muelle La Esmeralda) Centro Binacional de Atención de Frontera (CEBAF) San Miguel Mejoramiento y Pavimentación del Tramo Mocoa – Santa Ana – San Miguel Mejoramiento y Pavimentación del Trama San Vicente del Caguán – San José de Fragua – El Porvenir 139 Eje Grupo Código Países del Etapa Proyecto Perfil Monto (millones de dólares) 15.000.000 Amazonas 6 AMA38 Colombia, Ecuador, Perú Amazonas 1 AMA01 Colombia 373.000.000 Amazonas 1 AMA03 Colombia 3.000.000 Andino 6 AND31 Colombia, Ecuador Pre25.000.000 Ejecución Andino 6 AND 79 Colombia Ejecución 133.629.000 Andino 6 AND90 Colombia 190.000.000 2.3. Tolima a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y DIH. - Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus miembros, pero afectándolos directamente. Históricamente, las FARC han hecho presencia en el departamento del Tolima con los frentes 21, 25, Tulio Varón y la Compañía Joselo Lozada. En particular, el frente 21 opera en el sur del Tolima, exactamente en el Cañón de las Hermosas, Natagaima, Rioblanco, Chaparral, Roncesvalles, Rovira y Cajamarca (Observatorio DH y DIH Vicepresidencia de la República, 2002). En la década del noventa, la entrada de las autodefensas del Magdalena Medio, la consolidación del Bloque Tolima de las AUC y del bloque Centauros (que apoyaron y cooptaron al grupo armado que los antecedió, Rojo Atá) estuvo íntimamente ligada a la compra de tierras por parte del narcotráfico que se encargó de establecer sus estructuras y cuerpos de seguridad privada y de disputar el control territorial a las FARC (MOE, 2007). En 2005, “el impacto humanitario de la confrontación armada en el departamento tiene su momento más álgido en la incursión de los grupos de autodefensa que se expresa en el incremento de los asesinatos selectivos y las masacres, a partir del año 1997 y con un énfasis mayor entre 2001 y 2003. La intensidad de la violencia producida por los grupos irregulares pone al descubierto la existencia de una fuerte pugna por el control de posiciones con elevado valor estratégico en zonas específicas del norte, centro, sur y oriente del departamento” (Observatorio DH y DIH Vicepresidencia de la República, 2005:2). Según el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, en 1998, el mayor número de confrontaciones en el departamento del Tolima se concentraron en el sur, en el límite entre el municipio de Planadas y Rioblanco, donde se registró un pequeño foco de confrontación armada que osciló entre los 6 y los 10 eventos. Al año siguiente, el departamento en general reportó un bajo nivel de confrontación y el mismo comportamiento tuvo la zona en la que el año anterior hubo un mayor nivel de confrontación. En 2000, la intensidad y frecuencia de las confrontaciones nuevamente aumenta en el sur del Tolima, desplazándose un poco hacia el occidente pero afectando de igual manera los municipios de Planadas, Rioblanco, Ataco y Chaparral. En 2001 el nivel de intensidad de las confrontaciones nuevamente disminuye en el sur del Tolima, llegando al nivel cero de confrontación, pero en cambio sí se registra un leve aumento en cercanías de Ibagué, la capital del departamento, y los municipios aledaños como Alvarado (ver Mapa 1). 140 Mapa 1. Geografía del conflicto armado en el Tolima (1996-2001) Fuente: Oficina del Alto Comisionado para la Paz. Sala de Estrategia Nacional, Presidencia de la República. Procesado por el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, Vicepresidencia de la República, 2002. En el año 2002, el nivel de intensidad de las confrontaciones armadas aumentó en Ibagué en relación con el año anterior, registrando un rango entre 11 y 20 eventos. De igual manera, la intensidad de las confrontaciones también se incrementó en el sur del Tolima, al ritmo de la dinámica de las confrontaciones que se estaban experimentando en los departamentos de Meta, Caquetá, Huila y Putumayo después de la ruptura del proceso de diálogo y negociación con las FARC durante el gobierno de Andrés Pastrana. La “mano dura” anunciada por el entonces presidente de la república, Álvaro Uribe Vélez, golpeó con fuerza esta zona del departamento donde se puso en marcha la “Operación Libertad II” en el marco del Plan Patriota. En el año 2003, la dinámica de violencia en expansión que se había iniciado el año anterior, continuó en aumento. Las confrontaciones que tuvieron lugar en el sur del Tolima sobrepasaron nuevamente las fronteras departamentales para extenderse hacia el norte del Cauca, lo cual terminó por consolidar un corredor de confrontaciones armadas que unió a los departamentos de Cauca por el norte, Tolima por el sur y Huila. Al año siguiente, en 2004, las confrontaciones se expandieron hacia los municipios de Ortega, Coyaima y Roncesvalles, pero el nivel de intensidad más alto se concentró en los límites entre el municipio de Planadas, Ríoblanco, Ataco y Chaparral. En 2005 la dinámica de las confrontaciones siguió la pauta de 2003, año en el que se empezó a consolidar un corredor de confrontaciones armadas que unió al norte del Cauca, el sur 141 del Tolima y el norte del Huila. Dos años después, en 2007, el nivel de confrontación armada aumentó en el sur del Tolima, alcanzando un rango entre los 11 y 20 eventos (Ver Mapa 2). En ese año, la Defensoría del Pueblo, a través del Sistema de alertas Tempranas (SAT) emitió un informe de riesgo que alertó sobre la situación en la que se encontraba la población de los municipios de Chaparral y Rioblanco a raíz de la intensificación de las confrontaciones entre el ejército y las FARC. Proferida el 13 de julio de 2007, la comunicación señala: “La agudización de la confrontación armada en el municipio de Chaparral, Tolima, se enmarca en las acciones que ha emprendido el Frente 21 de las FARC-EP para ejercer control poblacional basado en la cooptación de las bases sociales, la intimidación, el terror, la amenaza y el destierro como estrategias de dominio territorial para preservar fuentes de abastecimiento, proteger los corredores de movilidad necesario para su repliegue táctico y la conservación y comercialización de la amapola hacia las zonas de páramos del Parque Nacional Natural de las Hermosas. Y de otro lado, en las operaciones de control territorial y de seguridad perimetral que la fuerza pública desarrolla a través de las fases Libertad II que actuó hasta el año anterior y actualmente la “Operación Trasimeno” adelantada por la brigada móvil No. 8 y el batallón de infantería No. 17 “José Domingo Caicedo” con sede en la ciudad de Chaparral, para cortar y copar los corredores de movilidad y repliegue de las estructuras guerrilleras de la zona: el frente 21 de las FARC que opera con las compañías Miller Salcedo, Alfredo González y Alirio Torres, la columna móvil Daniel Aldana que actúa en Rioblanco y, en general, el Comando Conjunto Central de las FARC-EP al mando de alias “Jerónimo Galeano” (Defensoría del Pueblo, 2007:2). Ante esta situación, el 15 de agosto de 2007, y después de otro informe de riesgo proferido para alertar sobre la situación en el municipio de Planadas (Informe No. 21-07), la Defensoría del Pueblo emitió una Alerta Temprana. Mapa 2. Geografía de las confrontaciones armadas en el suroccidente, 2007 Fuente: Observatorio DH y DIH Vicepresidencia de la República, 2008 142 El año 2008 representó una leve disminución de la intensidad de la confrontación, aunque el sur del Tolima siguió igualmente afectado y su dinámica continuó vigente y en expansión alcanzando la ciudad de Neiva, en el vecino departamento de Huila. En 2009, nuevamente se armó el corredor que une el norte del Cauca, sur del Tolima y norte del Huila. La intensidad en la confrontación aumentó afectando principalmente a Neiva, a un sector del municipio de Planadas y a la zona ubicada en cercanías del municipio de Corinto, Caloto y Santander de Quilichao en el norte del Cauca. Como muestra el siguiente mapa, el año 2010 es bastante ilustrativo sobre la plena consolidación de un corredor de confrontaciones armadas que estuvo en proceso de conformación en años anteriores, conectando el puerto de Buenaventura, descendiendo por el occidente de Cauca en los municipios costeros de Lopez de Micay, y Timbiquí con un alto nivel de confrontación que se fue proyectando, en menor intensidad, hacia el centro, para nuevamente volver a agudizarse entre los municipios de Santander de Quilichao, Caloto, Corinto, Miranda, Toribío, Jambaló y Caldono. El nivel de intensidad de las confrontaciones disminuyó en el sur del Tolima, registrando un aproximado entre 6 y 10 eventos, pero se volvió a intensificar en cercanías del municipio de Neiva. Entre enero y junio de 2011, la intensidad de las confrontaciones disminuyó en relación con el año anterior. Mapa 3. Geografía de la violencia en el suroccidente, 2010 Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH Vicepresidencia de la República, 2011 En el mes de abril de 2010, con la financiación de USAID, el gobierno colombiano produjo la primera versión del Plan de Acción Integral de la región Sur del Tolima en el marco de los Centros de Coordinación de Acción Integral (CCAI) del Plan de Consolidación Territorial, heredero del Plan Colombia (CCAI, 2010). Entre 2010 y 2011, las inversiones en el país alcanzaron la suma de $444.990 millones de pesos en áreas estratégicas. El departamento del Tolima fue uno de los lugares donde se realizaron mayores inversiones (SIMCI, 2012). Durante el período 2010 y 2011 el Observatorio de DH y DIH de la Vicepresidencia de la 143 República (2012) registró un nivel de mediana intensidad de confrontación en cercanías de los dos resguardos nasa del sur del Tolima. En el resguardo Nasa Wesx de Gaitania se registró una tasa de homicidios que superó la tasa promedio anual a nivel nacional (36.6) y la barrera de protección frente a la avanzada del enemigo construida a través de los campos minados se registró en la cantidad de accidentes por MAP/MUSE que fueron reportados y que, como muestra el siguiente mapa, permiten visualizar la consolidación de dicha frontera que abarca desde el resguardo de Gaitania, en el municipio de Planadas, pasando por Puerto Saldaña y llegando hasta San José de las Hermosas, rodeando por uno de sus costados el Cañón de las Hermosas (los accidentes por MAP/MUSE aparecen representados con el símbolo de la estrella morada) y extendiéndose hacia los municipios de Pradera y Florida, en el sur del Valle, y Corinto y Miranda, en el norte del Cauca. Por esta época, la presión militar en el Cañón de las Hermosas obligó al entonces líder máximo de las FARC, Alfonso Cano, a desplazarse hacia las montañas del departamento del Cauca donde finalmente fue asesinado el 4 de noviembre de 2001 por el ejército colombiano en la vereda El Chirriadero, municipio de Morales, Cauca. Mapa 4. Confrontaciones armadas y accidentes por MAP/MUSE en el sur del Tolima, 2010-2011 Fuente: Observatorio DH y DIH Vicepresidencia de la República, 2012 En varias oportunidades, el Tolima ha sido definido como un departamento que sintetizó todas las dinámicas del conflicto social y armado del país que tuvo lugar en la década del Cincuenta. No por coincidencia fue uno de los más golpeados por ella (Sánchez, 1993). Primero, pululaban por la zona los “chulavitas” “que llegaban a buscar liberales y no rebajaban a nadie”, según contó un maestro y líder político nasa durante un proceso de sistematización e investigación de las iniciativas de paz en los pueblos indígenas de 144 Colombia, en general, y en el sur del Tolima, en particular. También desde 1953 ya andaban por ahí las guerrillas liberales, con el “Coronel Mariachi” a la cabeza. Después nació la guerrilla comunista, que lideró Tirofijo, en el corregimiento de Marquetalia, a 15km. de lo que es actualmente el resguardo Nasa We´sx. Al principio los indios no sabían quiénes eran. Ellos se presentaron como la guerrilla, contó el líder (Caviedes ed., 2007). “Unos deciden hacer parte de la guerrilla, otros no, la comunidad se divide y ahí empieza “el coge-coge” entre los mismos nasa” porque otros se fueron a hacer parte del ejército (Caviedes ed., 2007:38). En este “coge-coge”, como lo nombró el líder nasa, murieron muchos nasa de uno y otro bando. Esto generó, en definitiva, un ciclo de odios y venganzas que casi acaban con su familia porque como dijo: “en esa comunidad, todos somos familia” (Caviedes ed., 2007:42). Esta historia de violencia adquirió matices particulares en el sur del departamento, en límites con el norte del Cauca, cuna de los enclaves minifundistas de orientación comunista en la década del cincuenta, que fue convertida en objetivo militar durante los primeros años de la década del sesenta cuando en 1964, el ejército colombiano, apoyado por el gobierno de los Estados Unidos, bombardeó la amenaza comunista de las llamadas (por el partido Conservador) Repúblicas Independientes. Dos años después, en 1966, se oficializó la creación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC (Pearce, 1992; Sánchez y Meertens, 1985; Riaño, 2006; Molano, 2001). En un proceso de reconstrucción autobiográfico, el líder antes mencionado tejió sus recuerdos personales con la historia comunitaria para entender, desde una perspectiva histórica, cómo la violencia afectó a los nasa de la región y la solución que encontraron para ello: la firma de un pacto de paz con las FARC en 1996 (Caviedes ed., 2007). Según contó en un proceso de interlocución que duró un año con un equipo de investigadores e investigadoras indígenas y no indígenas del Centro de Cooperación al Indígena (CECOIN), hacia 1968, el ejército empezó a proveer todo el arsenal de guerra a la comunidad nasa del resguardo de Gaitania y poco a poco se conformó lo que ellos llaman una “autodefensa”. El papel del estado, en cabeza del ejército nacional, y su responsabilidad en el cariz que adquirió el conflicto armado en esta zona es un asunto sobre el que poco se ha hablado. Él continúa su relato no sin antes aclarar que era un tipo totalmente diferente a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Según recuerda, entre 1968 y 1980 no hubo asesinatos, pero sí hubo un contacto constante de la comunidad con el ejército. En 1981, nuevamente hubo un período de guerra después del asesinato de “Balín”, un comandante de las FARC. En 1985, la comunidad empezó a hablar nuevamente del cabildo, aunque años atrás ya lo habían hecho en una oportunidad los más viejos. Fue precisamente en 1985 cuando se fundó el cabildo y se logró la legalización del resguardo Nasa Wesx, corregimiento de Gaitania, municipio de Planadas (Caviedes ed., 2007). A principios de la década del noventa, Francisco Rojas Birry y Lorenzo Muelas visitaron Gaitania. En medio del ambiente de la Asamblea Nacional Constituyente, el cabildo Nasa Wesx, cansado de los saldos de la guerra, empezó a fortalecerse organizativamente y a hacer alianzas con las organizaciones regionales. Al principio, según cuenta el líder, “fue difícil vincularnos al CRIT por dos motivos principales que él mismo expone: el primero, es que como al ejército no le convenía que los indios tuviéramos autonomía, nos decían que el CRIT apoyaba a la guerrilla, entonces nosotros lo mirábamos con sospecha”; el segundo motivo es que también en el CRIT decían que nosotros estábamos por fuera 145 porque teníamos una autodefensa y éramos aliados del ejército” (Caviedes ed., 2007:45). Los Pijaos, que eran la mayoría del CRIT, dijeron que no podían pertenecer a la organización estando armados. En este sentido, el líder recuerda que empezaron los primeros acercamientos con los miembros de la comunidad que mantenían la autodefensa para que dejaran las armas. “Así se empezó a hablar de buscar un proceso de paz con las FARC” (Caviedes ed., 2007:46). En esta vía, el cabildo promulgó una ley en la comunidad para prohibir la tenencia y uso de armas. Fue así como en 1996 los nasa del resguardo nasa de Gaitania, en presencia de la Cruz Roja, de la Defensoría del Pueblo, del Ministerio del Interior, del obispo de Montelíbano, del Personero municipal y de la alcaldía de Gaitania, firmaron un pacto de paz con las FARC que le puso fin a la violencia en el resguardo. Apelando a la autonomía de los cabildos y a la aplicación de su propia justicia, este pacto nació como una solución para garantizar la paz dentro y alrededor de la comunidad de Gaitania, históricamente afectada por la violencia. Los acuerdos que contiene el pacto, firmado el 26 de julio de 1996 y suscrito entre Virgilio López Velazco, gobernador del cabildo, y Jerónimo Galeano, Comandante del Frente Joselo Losada de las FARC - EP, son: 1. Prohibición de las amenazas entre campesinos e indígenas; 2. Prohibición del porte de armas dentro del resguardo tanto para indígenas como para campesinos; 3. Exclusión del resguardo indígena y de todas las garantías que ofrece la legislación indígena a quien es miembro de una comunidad, en caso de ingreso o colaboración con los alzados en armas en conflicto (ejército, policía, cooperativas de seguridad); 4. Sanción y castigo de los delitos de hurto dentro del resguardo por parte de las autoridades indígenas. En caso de reincidencia, serán trasladados a la justicia penal ordinaria; 5. Prohibición de la estadía de grupos militares, cooperativas de seguridad o alzados en armas dentro del resguardo indígena; 6. En caso de que un miembro de la comunidad denuncie algún problema a los jefes de los alzados en armas, el grupo transferirá el problema a las autoridades del cabildo; 6. Prohibición del pago de impuestos a los alzados en armas. Frente al pacto, el líder nasa mencionado señaló: “lo más importante es que el fortalecimiento de la autoridad es un principio de identidad para los nasa. Esa autoridad que tuvimos para darnos nuestras propias leyes nos fortaleció, primero para que la comunidad se desarmara y no siguiera en la guerra. Pero después también sirvió para que la guerrilla nos respetara y no nos siguiera persiguiendo. Y para que el ejército también nos respetara (…) El tratado de paz lo quería muchos y ha servido porque los grupos armados no nos pueden mandar, aunque no tengamos armas” (Caviedes ed. 2007:51). Durante la asamblea de construcción del Plan de Salvaguarda que se llevó a cabo en el resguardo Nasa Wesx de Gaitania, un mayor expresó: La subsistencia de equilibrio y armonización es de suma importancia para la comunidad, y por eso todos los comuneros somos los encargados de trabajar por el porvenir de todos nosotros, y tenemos que tener muy en cuenta lo que piensan nuestros mayores, ellos tienen más experiencia y proceso frente a esta situación, nos ayudaran a tomar las respectivas decisiones frente a este conflicto social, como en caso de este resguardo, las guerras son muy distintas y la mayoría es por causa del conflicto armado. Ya que en nuestro país Colombia hay mucho conflicto, pero gracias a Dios en nuestro Resguardo se hizo un cese de fuego mediante un 146 proceso de paz hace un unos años atrás. Por esta razón hoy en nuestro territorio vivimos una vida llena de plenitud, y somos un ejemplo para nuestro país que la paz si se puede conseguir mediante los diálogos Demostramos al país que la guerra con arma nunca tendrá prosperidad y felicidad, más en las comunidades indígenas y en especial en el Pueblo Nasa (Asamblea Resguardo Nasa Wesx, corregimiento de Gaitania, municipio de Planadas, noviembre 23 y 24 de 2012). La firma del pacto de paz es un punto nodal alrededor del cual se articulan las memorias de los nasa del sur del Tolima. Este hecho marcó un antes y un después en sus vidas y las ventajas positivas que trajo son sentidas por los comuneros y comuneras de la zona que viven su vida tranquilamente. En 2006 fue el acto de conmemoración a la que estaban invitadas algunas instituciones del estado y de organizaciones no gubernamentales de ayuda humanitaria. La mayoría brilló por su ausencia. En realidad, “la convocatoria respondía a la coyuntura de una presencia armada del ejército y la policía en los alrededores de la comunidad que afectaba el resguardo indígena” (Caviedes, ed, 2007:24). Esta situación fue documentada ampliamente por la Nota de Seguimiento No. 028-08 de la Defensoría del Pueblo, en la que se alertaba sobre la situación de riesgo que ya había sido previamente anunciada en el informe de Riesgo No. 021-07 de la Defensoría del Pueblo. El 25 de agosto de 2008, la nota de seguimiento señaló la situación de riesgo en la que se encontraba el resguardo Nasa We´sx de Gaitania, al expresar: “Un segundo aspecto a referir como factor que puede desencadenar riesgos para la población civil es el deterioro de las relaciones cívico militares debido al reforzamiento, durante los últimos dos años, de los mecanismos de control por parte de la fuerza pública que se han traducido en la restricción en el transporte de alimentos, carga y pasajeros hacia ciertas zonas del municipio, como también en la implementación de redes de informantes del ejército nacional, en la estigmatización y señalamiento a miembros de la comunidad como colaboradores de la subversión y al incremento de las quejas por presuntos malos tratos” (Defensoría del Pueblo, 2008). Algunos meses antes de la conmemoración que tuvo lugar en el mes de julio de 2006, Sabas Pretelt de la Vega, entonces Ministro del Interior y de Justicia durante el gobierno de Uribe Vélez, hizo pública una acusación en contra de los gobernadores del resguardo Nasa Wesx que habían firmado el acuerdo de paz con la guerrilla, señalando que estarían en condición de ilegalidad porque sólo el gobierno colombiano podía dialogar con los actores armados ilegales. Frente a estas acusaciones, la comunidad decidió conmemorar la firma de los acuerdos de paz para recordarse a sí mismos y al país los motivos del pacto que había traído paz y tranquilidad a sus vidas (Caviedes ed, 2007). A pesar de que el gobierno señaló en su momento la supuesta ilegalidad del pacto, generando además nuevos señalamientos sobre quienes lo firmaron (el gobernador y la comunidad en su conjunto), el número de víctimas de violaciones a los derechos humanos y al DIH registradas en el período entre 1995 y 2012 fue de nueve personas. Todas se registraron en el cabildo de Barbacoas, municipio de Rioblanco. 7 de las víctimas fueron por asesinatos políticos, de los cuales 5 fueron responsabilidad de los grupos insurgentes y los 2 restantes de los paramilitares. Las otras personas fueron 147 víctimas de amenazas por parte de los grupos insurgentes. Durante las asambleas comunitarias del Plan de Salvaguarda en los cabildos de Las Mercedes y Barbacoas, la comunidad percibió que el nivel del conflicto armado es poco intenso, contrario a lo que sienten quienes viven en el resguardo Nasa Wesx de Gaitania quienes sienten que el conflicto se volvió bastante intenso después de 2006 en el gobierno de Álvaro Uribe. En este caso, la comunidad señaló que en el mes de noviembre de 2011 dos personas resultaron afectadas al caer en un campo minado. Además, señalan que no ha habido desapariciones forzadas ni tampoco casos de violencia sexual. Al parecer, tampoco han experimentado algunos casos de reclutamiento forzado pero no cuentan con los registros. Sobre esto señalaron: El reclutamiento forzado a grupos armados es especialmente en los jóvenes que tienen problemáticas económicas, afectivas y en muchas ocasiones no tienen el apoyo de sus padres afectivamente se sienten muy solo y buscan la salida ingresando a los diferentes grupos armados. Las autoridades tradicionales han hecho lo posible para que estos casos no se den dentro de nuestros territorios, pero ha sido imposible los jóvenes tienen mucho interés en ser parte de ellos, piensan que al estar dentro de cualquiera de los grupos armados, se les va a cambiar la vida, ya que en estos tiempos los grupos armados se encargan de inventar cosas que atraigan a los muchachos, brindan cosas que jamás cumplirán. Por eso las autoridades del Resguardo Indígena Páez de Gaitania (Nasa We`sx) han dialogado con estos grupos armados, para que en caso de que se den estos acontecimientos, informen oportunamente, para hacer sus respectivas diligencias e irlos a traer, así sea que el joven nasa este prestando el servicio militar, no tiene por qué ir, además los indígenas estamos exentos de pagar este servicio militar. Esperamos que el gobierno nos tenga en cuenta estas exigencias para que nuestros pueblos no sean parte de esta guerra que no nos pertenece (Asamblea resguardo Nasa Wesx, Gaitania, municipio de Planadas). Como indica el relato, las autoridades han recurrido a los diálogos con los actores armados para evitar que los jóvenes se vayan a la guerra. En la misma asamblea, un mayor se refirió al respecto cuando contó que había rumores sobre una posible captura en su contra por establecer dichos diálogos: Hay rumores de que el ejército está formalizando una captura hacia mí, según ellos porque he tenido unas conversaciones con la guerrilla. Yo siempre lo he reconocido y les he dicho que como autoridades nos toca y nos corresponde hablar con ellos para hacer unos acuerdos internos, para tener una buena relación y respetarnos mutuamente, pero para la defensa de la comunidad. Eso no significa que nosotros nos reunamos para hacer planes de cómo atacarlos ni ir en contra de ustedes, sino porque es necesario para que ellos no lleven a nuestros jóvenes nasa a ser parte de ellos, tampoco queremos que ellos se metan en los problemas internos ni en nuestros territorios. Eso le dije al coronel Saavedra. En el caso del cabildo de Barbacoas, que no cuenta todavía con la legalización como resguardo, la comunidad señaló que allí ha habido algunas amenazas y también algunos 148 líderes que fueron asesinados: 5 en total, cuyos responsables fueron las FARC y los paramilitares. Sin embargo, como señalamos antes, su valoración es que el conflicto ha sido de intensidad muy baja, no registraron ni casos de violencia sexual ni tampoco de reclutamientos forzados. Sobre estas comunidades nasa del sur del Tolima puede decirse entonces que sus memorias guardan la historia de violencia que tuvieron que vivir durante mucho tiempo, después de que mataron a Gaitán y se encendió la guerra entre liberales y conservadores. Sin embargo, su relación y experiencia de la guerra en la actualidad es diferente, como señalaron en una de las asambleas: Nosotros como Pueblo Nasa vemos la guerra como un negocio, y un negocio de ricos, porque es la forma como ellos consiguen sus recursos económicos para ellos volverse más ricos. La guerra en una excusa para extraer recursos, pero que en realidad enriquece a unos pocos y así sucesivamente viven a costa de hacer la guerra a la población mayoritaria que somos nosotros los pobres. Bueno, en fin, eso implica que la inversión social sea absurda e implique que a los programas que tienen que invertir a beneficio de nosotros no se haga oportunamente, es por eso que las personas campesinas y muchas comunidades indígenas tienes que pasar por muchas necesidades causas por el conflicto armado. Por esto como Pueblo Nasa no queremos que hagan bases militares de ningún grupo armado, y así evitar futuras agresiones que perjudiquen a nuestras familias y comunidad en general. Casos de desplazamiento. Los registros y análisis de Codhes (2011) sobre desplazamiento forzado en Colombia señalan que el número de personas desplazadas por departamento de llegada, en el Tolima, sumó 105.390 en el período comprendido entre 1999 y 2010. Los registros históricos señalan que el año 2001 registró un número total de personas desplazadas que ascendió a las 11.977. En el año 2002, esa cifra aumentó a las 12.450 personas desplazadas. Sin embargo, el registro más alto de desplazamiento forzado tuvo lugar en el año 2010 cuando 14.138 personas fueron reportadas en situación de desplazamiento. En particular, en este mismo período de tiempo, también los municipios donde se encuentran las comunidades nasa en el sur del Tolima se vieron fuertemente afectados por este fenómeno. Codhes (2011) señala que el número de personas desplazadas en el municipio de Planadas sumó un total de 4.447 personas, mientras que en el municipio de Rioblanco fue de 7.180. La dinámica de desplazamiento en ambos municipios varió en el período de tiempo, pero definitivamente el fenómeno fue mucho más intenso en el municipio de Rioblanco. El registro histórico de desplazamiento forzado en el municipio de Planadas señala que el año 2010 fue realmente nefasto pues se registró una cifra de 1.303 desplazamientos. En relación con el año anterior, en el que ocurrieron 67 desplazamientos, la cifra es realmente aterradora pues en los otros años, el mayor número de personas desplazadas se registró en 2004: 513 personas. En contraste, el municipio de Rioblanco registró la cifra de mayor número de personas desplazadas en el año 2000, cuando se reportaron 3.102 personas, le siguió el año 2001 cuando se registraron 1.307 personas en situación de desplazamiento. El año 2010, en ambos 149 municipios, cambió de manera abrupta la dinámica del desplazamiento forzado que venía a la baja en años anteriores. Tabla 1. Número de personas desplazadas por municipio de llegada 1999-2010 Muni cipi o Plan adas Riob lanc o 199 9 20 00 266 430 272 14 0 3.0 1.3 18 12 07 8 1.19 3 20 01 20 02 200 3 200 4 200 5 2006 200 7 200 8 200 9 201 0 5 513 466 425 406 154 67 10 260 105 12 35 5 1.30 3 1.05 3 Fuente: CODHES-SISDHES, 2011 El 4 de septiembre de 2008, la Defensoría del Pueblo emitió el informe de seguimiento al informe de riesgo 028-07 en el que expresa: “Un problema que se continua presentando en el municipio de Rioblanco es el desplazamiento forzado debido, por un lado, al accionar de la guerrilla que siembra minas antipersonal, promueve el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes y confina a los pobladores; y por otro lado, a las operaciones de la fuerza pública para combatir a la guerrilla que en algunos casos causan combates que causan temor a los habitantes. La población que se ha visto obligada a desplazarse no declara ni registra su condición de desplazamiento en la ciudad de Ibagué ni en el municipio de Rioblanco, sino que se asienta en la ciudad de Bogotá o en el municipio de Soacha, Cundinamarca” (Defensoría del Pueblo, 2008:5). A marzo de 2008, según este informe, 228 familias habían sido incluidas en el Registro Único de Población Desplazada de Acción Social. De igual manera, el informe identifica la amenaza y la realidad del reclutamiento forzado de niñas, niños y adolescentes como uno de los motivos por los cuales las familias se ven obligadas a desplazarse. En relación con los nasa, según la información con la que contamos y que fue recopilada a través de las asambleas del Plan de Salvaguarda, los miembros de las comunidades únicamente refirieron un caso de desplazamiento que tuvo lugar en el año 2009, y cuya cifra de víctimas ascendió a las 28 personas. Este evento de desplazamiento ocurrió en la comunidad Nasa Pxiakh, corregimiento de Barbacoas, municipio de Rioblanco y fue propiciado por los grupos insurgentes. b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales. En la actualidad existen tres comunidades nasa en el sur del Tolima, particularmente en los municipios de Planadas y Rioblanco. Dos de ellas tienen el resguardo constituido, mientras que la otra está exigiendo desde hace varios años el proceso de constitución sin tener una respuesta favorable hasta el momento. El resguardo Nasa Wesx, ubicado en el corregimiento de Gaitania, municipio de Planadas, fue constituido en 1990 con un área de 4.900.000 hectáreas. Al año 2007, dicho resguardo tenía una solicitud de ampliación de 217 hectáreas (Houghton, 2008). El resguardo de Las Mercedes está ubicado en el corregimiento de Herrera, municipio de Rioblanco. El resguardo cuenta con un área total de 397 hectáreas que al día de hoy resultan insuficientes para llevar a cabo las actividades sociales y económicas de la comunidad nasa y es el motivo por el cual exigen 150 de manera urgente su ampliación. La comunidad Nasa Pxiakh del corregimiento La Herrera es la única a la que no se le ha constituido el resguardo, aun cuando vienen luchando por esto desde tiempo atrás. En el tema territorial, las comunidades nasa del sur del Tolima expresaron de manera recurrente la exigencia de celeridad en el proceso de constitución de la comunidad Nasa Pxiakh, corregimiento de Barbacoas, en el municipio de Rioblanco. El temor frente a la avanzada minero-energética que se viene dando en el departamento, y que ha afectado en gran medida las comunidades pijao que tienen uno de los niveles más altos de violación del derecho al territorio, pone esta reivindicación histórica de la lucha por la tierra en primer plano. La resolución 18 0241 del 24 de febrero de 2012, expedida por el Ministerio de Minas y Energía, profundiza esta amenaza en la medida en que declara y delimita áreas estratégicas mineras en todo el departamento del Tolima, incluidos los municipios de Rioblanco y Planadas donde se encuentran los nasa. Con dicha resolución, 18 bloques en ambos municipios quedaron delimitados para ser otorgados en contratos de concesión especial, sumando un total de 298.157,35 hectáreas. Tabla 2. Bloques de las aéreas estratégicas mineras en los municipios de Rioblanco y Planadas, departamento del Tolima Bloque Departamento Municipios Hectáreas 50 Huila, Tolima Santa María, Planadas 212,61 53 Huila, Tolima Santa María, Planadas 575,28 54 Tolima Planadas 153,81 56 Tolima Rioblanco, Planadas 1.217,20 57 Tolima Rioblanco 718,16 Rioblanco 195,05 Tolima 60 151 61 Tolima Rioblanco 985,62 62 Tolima Rioblanco, Planadas 19.238,96 64 Tolima Rioblanco 206,85 65 Tolima Rioblanco 5.664,01 67 Tolima Rioblanco 920,04 68 Tolima Rioblanco 359,38 73 Tolima Rioblanco 990,44 75 Tolima Rioblanco 617,89 76 Tolima Rioblanco 2.471,62 77 Tolima Rioblanco 817,92 119 Tolima Rioblanco, Ataco Aipe, Ataco, Chaparral, Coyaima, Iquira, Natagaima, Neiva, Palermo, Planadas, Rioblanco, Santa María, Teruel, Tesalia, Yaguara 3.481,92 Tolima, Huila 301 Total Fuente: Adaptada de Ministerio de Minas y Energía, 2012 259.330,59 298.157,35 En relación con la exploración y la explotación petrolera el panorama tampoco es muy alentador. Frente a este panorama que dibujó la avanzada minero-energética, cada vez los procesos de titulación de los territorios indígenas sufren mayores niveles de dilación. El Mapa X muestra las tierras en proceso de exploración petrolera (color amarillo), en producción (color rojo) y las áreas disponibles para la celebración de contratos (color azul) en lo que corresponde a la cuenca Valle Superior del Magdalena (VSM), según la denominación de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH). La tabla que aparece debajo del mapa especifica los bloques petroleros, el operador, el estado en el que se encuentra y la cantidad de hectáreas. Es necesario anotar que los datos corresponden a toda la cuenca del Valle Superior del Magdalena, cuya área disponible asciende a 1.107.457,02 hectáreas. Mapa 4. Mapa de Tierras Fuente: ANH, 2013 152 ID 5 21 57 57 133 148 257 287 295 325 331 332 347 359 360 361 421 2001 2006 2051 2055 2070 2207 2208 2215 2223 2225 2231 2232 2234 2235 2251 2359 2362 2364 2369 2375 2376 2383 2385 2392 2394 2395 3022 3029 3032 3033 3034 3124 3159 3160 3161 3179 3199 3205 3232 3354 3355 3356 3357 3358 Tabla 3. Listado de áreas en la Cuenca Valle Superior del Magdalena CONTRATO OPERADORA CUENCA CAMPOS TELLO Y LA JAGUA ECOPETROL S.A. VSM GUASIMO (LISA) PACIFIC STRATUS ENERGY COLOMBIA CORP VSM CHAZA GRANTIERRA ENERGY COLOMBIA LTD VSM CHAZA (COSTAYACO) GRANTIERRA ENERGY COLOMBIA LTD VSM ANTARES PETROLEOS DEL MAR VSM TOPOYACO PACIFIC STRATUS ENERGY COLOMBIA CORP VSM VSM 10 HOCOL S.A. VSM VSM 32 EMERALD ENERGY PLC SUCURSAL COLOMBIA VSM PUTUMAYO PIEDEMONTEGRANTIERRA NORTE ENERGY COLOMBIA LTD VSM VSM 9 HOCOL S.A. VSM VSM 22 TELPICO LLC VSM VSM 3 TELPICO LLC VSM VSM 15 FLAMINGO OIL S.A. VSM VSM 13 ALANGE ENERGY CORP SUCURSAL COLOMBIA VSM VSM 12 ALANGE ENERGY CORP SUCURSAL COLOMBIA VSM VSM 14 TECNICA VIAL S EN CA VSM VSM 1 CONSORCIO OPTIMA RANGE VSM UPAR ECOPETROL S.A. VSM CUISINDE ECOPETROL S.A. VSM DOIMA HOCOL S.A. VSM BUGANVILES PACIFIC STRATUS ENERGY COLOMBIA CORP VSM CHIPALO PACIFIC STRATUS ENERGY COLOMBIA CORP VSM PIJAO - POTRERILLO ECOPETROL S.A. VSM SANTA CLARA ECOPETROL S.A. VSM CHENCHE ECOPETROL S.A. VSM CAIMITO ECOPETROL S.A. VSM HATO NUEVO ECOPETROL S.A. VSM ORTEGA ECOPETROL S.A. VSM TOY ECOPETROL S.A. VSM TOLDADO ECOPETROL S.A. VSM QUIMBAYA ECOPETROL S.A. VSM HUILA SOCIEDAD INTERNACIONAL PETROLERA VSM SAN JACINTO HOCOL S.A. VSM ABANICO PACIFIC STRATUS ENERGY COLOMBIA CORP VSM ESPINAL PETROBRAS COLOMBIA LIMITED VSM MATAMBO EMERALD ENERGY COLOMBIA VSM RIO PAEZ HOCOL S.A. VSM PALERMO HOCOL S.A. VSM SAN LUIS VETRA EXPLORACION Y PRODUCCION COLOMBIA VSM S.A.S TOLIMA VETRA EXPLORACION Y PRODUCCION COLOMBIA VSM S.A.S HOBO PETROBRAS COLOMBIA LIMITED VSM CHAPARRAL ECOPETROL S.A. VSM CAGUAN PETROBRAS INTERNACIONAL S.A BRASPETRO BV VSM VSM 2 AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM VSM 7 AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM VSM 18 AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM VSM 16 AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM VSM 17 AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM VSM 19 AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM VSM 33 AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM VSM 35 AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM VSM 34 AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM SAN GABRIEL AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM EL QUESO AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM GUASIMO AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM CUISINDE AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM VSM 24 AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM VSM 36 AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM VSM 4 AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM VSM 5 AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM VSM 6 AGENCIA NACIONAL DE HIDROCARBUROS VSM ESTADO TIPO DE AREA Area (Ha) AREA DE EXPLOTACION AREA EN PRODUCCION 3690,032 AREA DE EXPLOTACION AREA EN PRODUCCION 346,2325 EXPLORACION CON ANH AREA EN EXPLORACION 29605,76 AREA DE EXPLOTACION AREA EN PRODUCCION 2865,327 EXPLORACION CON ANH AREA EN EXPLORACION 16888,78 EXPLORACION CON ANH AREA EN EXPLORACION 24295,4 EXPLORACION CON ANH AREA EN EXPLORACION 43275,97 EXPLORACION CON ANH AREA EN EXPLORACION 66542,86 EXPLORACION CON ANH AREA EN EXPLORACION 31865,89 EXPLORACION CON ANH AREA EN EXPLORACION 64696,75 EXPLORACION CON ANH AREA EN EXPLORACION 34451,56 EXPLORACION CON ANH AREA EN EXPLORACION 42087,62 EXPLORACION CON ANH AREA EN EXPLORACION 42783,93 EXPLORACION CON ANH AREA EN EXPLORACION 58693,68 EXPLORACION CON ANH AREA EN EXPLORACION 56729,92 EXPLORACION CON ANH AREA EN EXPLORACION 56319,55 AREA EN EXPLORACION 13307,51 EXPLORACION CON ANH CONVENIO DE EXPLORACION Y EXPLOTACION AREA EN EXPLORACION 97250,29 CONVENIO DE EXPLORACION Y EXPLOTACION AREA EN EXPLORACION 12360,35 PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA ECP EN PRODUCCION 31366,11 PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA ECP EN PRODUCCION 31466,08 PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA ECP EN PRODUCCION 25788,25 CONVENIO DE EXPLOTACION AREA EN PRODUCCION 15438,88 CONVENIO DE EXPLOTACION AREA EN PRODUCCION 5283,923 AREA EN PRODUCCION 593,7377 CONVENIO DE EXPLOTACION CONVENIO DE EXPLOTACION AREA EN PRODUCCION 524,1958 CONVENIO DE EXPLOTACION AREA EN PRODUCCION 524,9749 CONVENIO DE EXPLOTACION AREA EN PRODUCCION 6367,283 CONVENIO DE EXPLOTACION AREA EN PRODUCCION 2696,173 CONVENIO DE EXPLOTACION AREA EN PRODUCCION 1793,176 CONVENIO DE EXPLOTACION AREA EN PRODUCCION 2207,58 CONVENIO DE EXPLOTACION AREA EN PRODUCCION 8120,185 PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA ECP EN PRODUCCION 15657,49 PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA ECP EN PRODUCCION 25316,76 PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA ECP EN PRODUCCION 19526,56 PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA ECP EN PRODUCCION 6865,665 PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA ECP EN PRODUCCION 6743,499 PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA ECP EN PRODUCCION 17754,42 PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA ECP EN PRODUCCION 3174,201 PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA ECP EN PRODUCCION 7560,758 PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA ECP EN PRODUCCION 7784,243 PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA ECP EN PRODUCCION 5653,431 PRODUCCION EN ASOCIACION CONAREA ECP EN PRODUCCION 6767,849 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE35857,17 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE23908,29 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE35490,67 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE 43297,6 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE42725,11 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE39618,35 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE52787,85 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE61819,93 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE46876,94 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE216685,8 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE23045,09 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE 2209,79 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE6210,754 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE125741,3 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE40601,73 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE103272,8 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE148616,5 AREA DISPONIBLE AREA DISPONIBLE58691,35 Fuente: ANH, 2013 Durante las asambleas de construcción del Plan de Salvaguarda, otras de las amenazas territoriales identificadas fueron el viaducto que comunica La Herrera, en el departamento del Tolima, con Florida, en el departamento del Valle del Cauca; así como el traslape de una parte de sus territorios con Parques Nacionales. Alrededor de esto se estructura una disputa sobre la definición y puesta en marcha de los planes de manejo 153 ambiental que desconocen la legitimidad de los nasa como autoridades ambientales. En este sentido, los nasa del sur del Tolima reclaman y reivindican su derecho a custodiar el Páramo Meridiano, que en este momento se encuentra bajo el control y la regulación de la Corporación Autónoma Regional del Tolima (CORTOLIMA). También identificaron como amenaza los estudios recientes que viene desarrollando ISAGEN en el resguardo Las Mercedes, situación sobre la que obtuvimos poca información. En 2003, las comunidades nasa del sur del Tolima se vieron afectadas por la presencia de cultivos de uso ilícito en los límites o dentro de sus resguardos. En ese momento se vieron afectados, además, por las fumigaciones en que se adelantaron en sus territorios (Defensoría del Pueblo, 2012). En la actualidad, al parecer la situación ha cambiado. Todas las asambleas del Plan de Salvaguarda nasa señalaron que en la actualidad no hay presencia de cultivos de uso ilícito en sus territorios. Sin embargo, la asamblea del resguardo Nasa Wesx, en Gaitania, señaló que en cercanías de las tierras del resguardo, hay lugares de procesamiento de cultivos que están contaminando con químicos las aguas de las quebradas y el suelo. Al referirse a esta situación, expresaron: Sentimos es el miedo de que nuestros jóvenes luego se involucren en estas actividades y consuman esos productos. Pero como no conocemos a fondo y ahora la situación del resguardo no es sembrar coca o marihuana, nosotros dependemos y vivimos más del cultivo del café y otros productos que utilizamos en nuestra cocina es por ello que no tenemos mucho de qué hablar sobre este tema. Pero no estaría de más ponerle cuidado frente a este tema, y que el cabildo sea quien se encargue. Las preocupaciones de la gente, sin embargo, se concentraron en la construcción de la carretera que comunica el corregimiento de Herrera y el municipio de Florida, en el Valle del Cauca. En la “Declaración de los cabildos indígenas nasa del sur del Tolima de Gaitania Nasa Kiwe de las Mercedes y de Barbacoas sobre el proceso de consolidación de nuestro territorio, la conservación de la naturaleza y la construcción de la carretera Herrera, municipio de Rioblanco, Tolima - Florida, Valle, las comunidades nasa del sur del Tolima en 2003 se oponen a la construcción de la carretera por los impactos que ésta genera y las amenazas que representa para asegurar su pervivencia social y cultural. El trazado de la carretera atraviesa los páramos y lagunas, sitios sagrados para el nación nasa. En la búsqueda de los procesos de integración e interconexión para alcanzar un alto nivel de competitividad en los mercados internacionales, el gobierno nacional ha desconocido el derecho legítimo de los pueblos indígenas a los procesos de consentimiento previo, libre e informado. La Declaración (Consejo Superior de la Judicatura-ONIC, 2006:139) define los impactos de la carretera en los siguientes términos: Va a dañar las lagunas que son para nosotros los Nasa sitios sagrados en donde se hacen rituales sagrados y es donde habitan los espíritus como son el trueno, el arco iris, el duende, la madre de agua, entre otros. También va a dañar las plantas medicinales con las que trabajan los The Wala, con la sabiduría de los ancestros y de los indígenas de ahora. Igualmente, como ha sucedido en otros territorios indígenas donde han construido carreteras, van a entrar muchos colonos quienes hacen grandes daños a la madre naturaleza, ya que ellos no conocen los sitios sagrados y las especies que hay que respetar y se dedican a tumbar los bosques y los páramos, para 154 quemarlos y hacer potreros para la ganadería, tienen el negocio de venta de maderas de los bosques, practican la pesca indiscriminada con veneno y dinamita y a la cacería, arrojan basuras no biodegradables, ensucian las fuentes de agua. Por otra parte, la carretera va a ayudar a la explotación de productos agrícolas y pecuarios en un territorio que debe ser respetado y conservado. Cuando sucedió la avalancha del rio Paéz en Tierradentro, los The Wala interpretaron que la causa del fenómeno natural había sido el irrespeto a los páramos y sitios sagrados y el cambio cultural en la relación con la naturaleza. En esta vía, la Declaración demanda la titulación integral de los territorios nasa del sur del Tolima, la constitución del resguardo indígena de Barbacoas, la ampliación del resguardo de Las Mercedes sobre el sitio sagrado del páramo El Meridiano, la Consulta Previa a las comunidades nasa del sur del Tolima y del Valle afectadas por la construcción de la carretera, así como la realización de un estudio de impacto ambiental, social y cultural entre las entidades estatales competentes y los cabildos nasa afectados. En efecto, el páramo el Meridiano, que se extiende desde el Parque Nacional Natural Las Hermosas hasta el Parque Natural Nevado del Huila, es objeto en la actualidad de políticas ambientales puestas en marcha por las instituciones estatales, como Parques Nacionales y Cortolima. En uno de dichos estudios, Cortolima ubicó la zona de reserva y definió la política a seguir. El siguiente mapa, muestra la ubicación del páramo en relación con los resguardos nasa que allí se encuentran. Mapa 5. Zona de reserva en territorio nasa Fuente: CORTOLIMA, s.f 155 2.4. Huila y Tierradentro a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y DIH. - Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus miembros, pero afectándolos directamente. En el departamento del Huila y en la zona Tierradentro, en el período comprendido entre 1995 y 2012, el número de acciones bélicas ascendió a 26 eventos, incluyendo el uso de escudos humanos, los ametrallamientos, bombardeos y ataques indiscriminados; los asaltos, hostigamientos y tomas de cascos urbanos; el ataque tanto a las misiones médicas como a los bienes indispensables para la supervivencia; los bloqueos de las vías, la presencia de campos minados; la destrucción y hurto de bienes civiles; las emboscadas, el uso de armas prohibidas, así como el uso y ocupación temporal de bienes civiles, la instalación de bases militares sin consulta previa, entre otros. El saldo de víctimas que dejaron dichos eventos fue de 30 personas (Tabla 1). Tabla 1. Total de acciones bélicas y víctimas Nombre_SubTema Acciones Bélicas Total Acciones Bélicas NomDescriptor Recuento de Suma Nombre_SubTema de Total Victimas(2) Uso de escudos humanos 4 4 Combates por Bélicas 2 2 Ataque a bienes indispensables para la supervivencia por Objetivos ilícitos de guerra 1 1 Ametrallamientos/Bombardeos/Ataques indiscriminados por Métodos ilícitos de guerra 4 9 Ataque a objetivo militar 1 1 Ataque a bienes culturales o religiosos por Objetivos ilícitos de guerra 1 1 Destrucción de bienes civiles por Objetivos ilícitos de guerra 1 1 Utilización temporal de bienes civiles con propósitos bélicos 2 2 Uso de armas o minas prohibidas por medios ilícitos de guerra 5 4 Bombardeos 1 1 Campos minados 3 3 Utilización permanente de bienes civiles con propósitos bélicos 1 1 26 30 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 Como muestra la Gráfica 1, los registros sobre la ocurrencia de acciones bélicas aparecieron desde el año 2002. En el período entre 2003 y 2004 no se reportaron acciones bélicas. En el año 2005 la cantidad de acciones bélicas se mantuvo en el mismo nivel que para el año 2002, para registrar al siguiente año, en 2006, un descenso notable en las acciones. El año 2007 mostró un incremento notable en el número de víctimas de las acciones bélicas aunque la cifra de acciones se mantuvo en el mismo nivel que el año anterior. El año 2008 presentó la mayor cantidad de acciones bélicas en la zona, así 156 como el mayor número de víctimas, mientras que el año 2009 reportó una notable disminución tanto en el número de acciones bélicas como de víctimas registradas por tales eventos (Ver Tabla 2). Gráfica 1. Total de acciones bélicas y de víctimas de acciones bélicas, 1995-2012 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 Tabla 2. Total de Acciones bélicas y víctimas por año Nombre_SubTema Acciones Bélicas AÑOMES 2002 2005 2006 2007 2008 2009 Recuento de Acciones Bélicas 4 4 2 2 10 4 Total Acciones Bélicas 26 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 Suma de Total Victimas 4 4 2 7 9 4 30 Del total de acciones bélicas, que para el período 1995-2012 ascendió a 26, 18 de ellas (69.23%) fueron responsabilidad de los actores estatales y el número de víctimas que se registraron fueron 23 en total. A los grupos insurgentes les correspondieron las 8 157 acciones (30.77%) bélicas restantes, dejando un saldo de 7 víctimas. En esta zona, las confrontaciones únicamente se dieron entre la fuerza pública y los grupos insurgentes. En 1998, según el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República (1999), no se presentaron confrontaciones armadas en la zona de Tierradentro ni en los municipios del occidente del Huila donde hay población nasa: Iquira, Nátaga, La Plata, La Argentina y Campoalegre. Sin embargo, la zona cercana a Neiva sí presentó un nivel bajo de confrontación (entre 1 y 5 eventos). Entre 1999 y 2000, el nivel de confrontación se mantuvo en un nivel bajo. En el año 2001 sí se registró una pequeña variación pues el nivel de confrontación aumentó un poco en la zona cercana a Neiva, donde se registraron entre 6 y 10 eventos. El 24 de septiembre de 2001 se constituyó legalmente el resguardo nasa-misak “La Reforma” del municipio de La Plata, departamento del Huila. En ese mismo año, la Novena Brigada del ejército nacional, a través del Batallón de Infantería No. 26 “Cacique Pigoanza” instaló una base militar en los predios del resguardo sin llevar a cabo el proceso de consulta previa con las comunidades afectadas. Los conflictos por esta nueva presencia se agudizaron en la zona pues hubo un incremento de los señalamientos, ataques y maltratos por parte de la fuerza pública, controles a la movilidad, entre otros. Como mostraremos más adelante, la instalación de esta base militar en el resguardo La Reforma desató un proceso de lucha que aparece en los recuerdos de las personas de la comunidad. También en el año 2001, en el mes de diciembre, hubo un ataque de las FARC en el casco urbano del municipio de Inzá. El ataque estaba dirigido en contra de la estación de policía que se encuentra en el centro del casco urbano. El año 2002 sí presentó una variación en la dinámica de las confrontaciones armadas con respecto a los años anteriores: el nivel bajo de intensidad de las confrontaciones se mantuvo en la zona occidente del Huila y en la zona Tierradentro. En el mes de octubre de 2002, en Belalcázar, municipio de Páez, durante 20 minutos guerrilleros de la columna Jacobo Arenas y el Frente 8 de las FARC hostigaron el puesto de policía, lo cual impidió el paso de aproximadamente 300 indígenas que se desplazaban desde el resguardo de Cohetando a Tálaga para asistir a una asamblea de cabildos y juntas comunales del municipio. En esta acción, el joven Gabriel Embús fue asesinado. En ese año, también hubo un pequeño incremento en la intensidad en el municipio de La Plata, que registró entre 6 y 10 eventos. Sin embargo, el alto nivel de intensidad de las confrontaciones que se registró para ese año en los departamentos de Meta y Caquetá, luego del fracaso del proceso de negociación con las FARC y de la llegada a la presidencia de Álvaro Uribe Vélez, tuvo un impacto visible en el desarrollo de las confrontaciones que presentaron un alto nivel de intensidad al oriente del Huila, en cercanías de los municipios de Algeciras, Gigante y Garzón. Pero también hubo otro foco de agudización de las confrontaciones armadas hacia el norte del departamento, en respuesta a la propagación de las confrontaciones que se presentaron de manera aguda en el sur del Tolima, principalmente en los municipios de Planadas, Ataco y Rioblanco, extendiéndose hacia los municipios de Santa María, Palermo y Neiva. En este último municipio, capital del departamento, el nivel de intensidad de las confrontaciones aumentó, llegando a registrar entre 6 y 10 eventos. 158 Como muestra el Mapa 1, el año 2003 fue el momento en el que se consolidó el corredor de confrontación armada que unió al norte del Huila, sur del Tolima y norte del Cauca. Este corredor afectó la parte occidental del municipio de Paéz, en los límites con el municipio de Jambaló, en el norte del Cauca. En relación con el departamento del Huila, es necesario mencionar que en el municipio de Neiva se registró un nivel alto de confrontación que osciló entre 6 y 10 eventos. En los municipios del occidente del departamento el nivel de confrontación se mantuvo bajo, a excepción de un pequeño aumento en la intensidad registrado en el municipio de La Plata. La dinámica, en realidad, fue muy similar al año anterior. Mapa 1. Confrontaciones armadas en Tierradentro y departamento del Huila, 2003 Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2004 Al año siguiente, en 2004, al ritmo del aumento del nivel de confrontación en el sur del Tolima, el corredor hacia el municipio de Neiva se amplió aunque el nivel de confrontación se mantuvo en mediana intensidad, a excepción del municipio de Neiva donde hubo un nivel alto de intensidad en la confrontación armada. También la intensidad en el nivel de confrontación se mantuvo en los municipios del oriente del Huila, principalmente Algeciras. El año 2005 presentó una variación en la dinámica de las confrontaciones en Tierradentro y Huila. El corredor de confrontaciones armadas que se había consolidado en el año 2003 y que unió al norte del departamento del Huila, con el sur del Tolima y el norte del Cauca sufrió pequeñas variaciones en 2004 pues se extendió hacia el sur del Tolima, abarcando casi en su totalidad los municipios de Planadas y Rioblanco. Sin embargo, en 2005, el corredor de confrontaciones armadas ya no abarcó tanto territorio del sur del Tolima y por el contrario, se extendió hacia los municipios de Páez y Belalcázar, cruzando la frontera con el Huila en los municipios de Íquira, Santa María, Palermo y Neiva. En ese año, según denunciaron las autoridades indígenas de la zona Tierradentro, se desarrolló una fuerte intervención militar con sobrevuelos e incursiones por tierra. Dicha operación incluyó el traslado de más de tres mil hombres y el establecimiento de bases militares entre los municipios de Silvia y Páez y en el páramo de Moras, sector de Laguna Seca, en jurisdicción del resguardo nasa de Mosoco. 159 Mapa 2. Confrontaciones armadas en Tierradentro y departamento del Huila, 2005 Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2006 Durante el año 2006, la dinámica de las confrontaciones no varió mucho en relación con el año anterior. A mediados de enero, en los resguardos nasa de Mosoco, Tálaga, Tóez y Vitoncó se presentaron combates entre los soldados del ejército y el Sexto Frente de las FARC así como la columna móvil Jacobo Arenas. En el sur del Tolima las confrontaciones armadas se intensificaron, ya no abarcaron tantos municipios del Huila aunque se mantuvo el foco de confrontación en un nivel alto en cercanías del Huila y un foco mucho más pequeño y de menor intensidad en el municipio de La Plata. Siguiendo la dinámica de intensidad alta y muy alta que se venía propagando desde los departamentos de Meta y Caquetá, el municipio de Algeciras, en el departamento del Huila, resultó altamente afectado por las confrontaciones armadas. El año 2007 presentó una variación en las confrontaciones nuevamente. El corredor que unía al norte del Cauca, sur del Tolima y norte del Huila se amplió también hacia el occidente del Cauca y sur del Valle. Este año registró un nivel alto de confrontaciones en el municipio de Paéz y también en Neiva. En 2008, las confrontaciones se concentraron en la frontera entre el municipio de Planadas, en el sur del Tolima y los municipios de Santa María, Palermo y Neiva, en el Huila. Se registró un pequeño foco de confrontación de nivel medianamente alto (entre 6 y 10 confrontaciones) en el municipio de Paéz, en cercanías de Cohetando y Belalcázar, lo cual resultó bastante atípico teniendo en cuenta que el nivel de confrontación en la zona norte del Cauca disminuyó notablemente durante ese año. Al año siguiente, aun cuando las confrontaciones aumentaron en el norte del Cauca, no se registraron ni en Páez ni en Inzá pero sí se mantuvieron en cercanías del municipio de Neiva aunque en menor intensidad. Durante el año 2010, las confrontaciones aumentaron en el norte del Cauca y esto tuvo un impacto importante también en el municipio de Páez, cerca de la frontera con el municipio de Toribío, donde la intensidad de las confrontaciones fue bastante alta. Nuevamente el corredor entre el norte del Cauca, sur del Tolima y el municipio de Neiva, en el Huila, se concretó. En 2011 la dinámica de las confrontaciones armadas 160 varió notablemente. Éstas se concentraron únicamente en el municipio de Neiva donde mantuvieron un nivel alto de intensidad. En Páez y Belalcázar, departamento del Cauca, y también en Teruel, Iquira, Nátaga (en cercanías de las comunidades nasa de Llano Buco y Riochiquito) y La Plata, en el Huila, registraron un bajo nivel de intensidad en las confrontaciones, que oscilaron entre 1 y 5 eventos. Durante el período 2010-2011, el municipio de Nátaga superó el promedio nacional de la tasa de homicidios (36.6). También en este período, en el municipio de La Plata, en cercanías de Vicente, donde se encuentra uno de los resguardos Nasa-Misak, se registró una tasa de homicidio que superó el promedio nacional. En el año 2012, la Asociación de cabildos NASA ÇXHÃÇXHA, municipio de Páez, denunció que “desde el día viernes 2 de noviembre una avioneta sobrevoló la zona del Páramo de Moras sobre las comunidades del Resguardo de San José y la Vereda de Escalereta en el Resguardo de Mosoco. El día 3 de noviembre de 2012 aproximadamente a las 5:00 a.m. hasta las 6:30 a.m. comenzó el bombardeo en el área de la vereda de Escalereta, en el Resguardo de Mosoco cerca de una vivienda. Este sobrevuelo duró hasta las 8:00 a.m. Cerca de esta vivienda tiraron una (1) bomba y las otras cuatro (4) que se escucharon hicieron daños en la vegetación y cultivos. Posteriormente, el ejército nacional bajó y al ver que no había evidencias de grupos armados ni ningún motivo que justificara esta acción, se llevó al comunero que estaba durmiendo en la vivienda. El comunero censado en el Resguardo de Mosoco que fue detenido es Wilfredo Mulcue Tenorio identificado con cedula de ciudadanía No. 10.721.259 de Silvia, el cual en ese momento se encontraba sin documentación. (…) Como Pueblo Nasa, reclamamos poner un límite a las agresiones, a los bombardeos indiscriminados en zonas donde habitan nuestros comuneros indígenas, a las detenciones arbitrarias sin un debido proceso y a las acciones militares” (Asociación Nasa ÇXHÃÇXHA, 2012). Según el Programa Presidencial para la Acción Integral contra las Minas Antipersonal (PAICMA), en el período entre 1995 y 2013, se presentaron 204 eventos por MAP/MUSE en el departamento del Huila. Estos eventos incluyen: accidentes por MAP/MUSE, desminado militar en operaciones, incautaciones y sospechas de campos minados. Históricamente, los municipios más afectados por este tipo de eventos han sido Isnos, La Argentina, Neiva, Algeciras, Gigante y Colombia. En 1995 se presentaron 4 eventos por MAP/MUSE. Siete años después, en 2002, volvieron a aparecer registros de dichos eventos, cuya cifra ascendió a 10. Esta cifra se mantuvo más o menos estable durante 2003 y 2004, donde se registró un leve aumento en relación con el año anterior. Sin embargo, es necesario decir que durante los años 2005, 2006, 2008, 2010 y 2012, el número de eventos por MAP/MUSE osciló entre 20 y 29 eventos. Sin duda, el año 2008 presentó la cifra más alta: 29 eventos. Sin embargo, contamos con poca información en relación con la población nasa afectada por este fenómeno. En el mes de enero de 2006, dos indígenas nasa habitantes del resguardo Huila resultaron heridos de gravedad al pisar una mina instalada por las FARC en un camino. En marzo de 2008, según lo registró el Diario del Sur, en un resguardo indígena del municipio de Páez, un líder indígena identificado como José Reinel Remigio Occa murió tras pisar un campo minado, mientras dos personas más resultaron heridas. La ocurrencia de accidentes por MAP/MUSE en cercanías del municipio de Algeciras indicó la forma en la que se constituyó una especie de barrera protectora frente a la avanzada del ejército en límites con el departamento de Caquetá. Como señala el Mapa 161 3, en el período entre 2010-2011, también se registraron accidentes por MAP/MUSE en Santa Leticia, en cercanías de dos resguardos nasa, así como en La Argentina, Neiva e Isnos (ver el símbolo de las estrellas moradas). En contraste, en la zona Tierradentro, el municipio de Páez fue el único afectado por los eventos de MAP/MUSE: 14 en total, que tuvieron lugar en el año 2006 y 2008 (PAICMA, 2013). Mapa 3. Accidentes por MAP/MUSE en la zona Tierradentro y departamento del Huila, 2010-2011 Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2012 Una base militar en el Resguardo Nasa-Misak “La Reforma” Como lo señala la Corte Constitucional en el Auto 004 de 2009, la instalación de bases militares en territorios indígenas sin consulta previa es una de las manifestaciones de las “confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus miembros, pero afectándolos directamente”. En el caso del departamento del Huila, hay un caso particular que apareció de manera recurrente en la mayoría de las asambleas de los cabildos nasa realizadas en este departamento en el marco del proceso de construcción del Plan de Salvaguarda nasa: la instalación de una base militar sin consulta previa en un resguardo donde conviven indígenas nasa y misak en el municipio de La Plata. Estos pobladores y pobladoras llegaron a la zona después de la avalancha del río Páez en 1994. En 2001, tras varios años de lucha, lograron la constitución del resguardo “La Reforma” en el municipio de La Plata. Ese mismo año, sin embargo, la Novena Brigada del ejército nacional, a través del Batallón de Infantería No. 26 “Cacique Pigoanza”, empezó a ocupar los predios del resguardo y en 2003 construyó una base militar sin llevar a cabo el proceso de consulta previa con las comunidades afectadas. Dos años después, tras vivir los impactos de esta nueva presencia, el 29 de mayo de 2003, la comunidad del resguardo “La Reforma” envió al Comandante de la Base Militar y al Ministerio de Defensa una solicitud de solución del conflicto por la ubicación de la base militar en el resguardo, solicitando por primera vez su reubicación. Sin embargo, esta solicitud no fue atendida. Siete años después, el 25 de agosto de 2010, en territorios del resguardo, se 162 llevó a cabo la II Caravana Internacional de Juristas organizada por el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, abogados sin Fronteras de Canadá y la Corporación de Abogados Surcolombianos (CAPS). Ese día, las autoridades del resguardo, un delegado del Consejo Regional Indígena del Huila ―CRIHU― y el comandante del Batallón de Infantería, Teniente Coronel Luis Erazo Arteaga, firmaron un acta en la que se acordó la reubicación de la base militar Belén, estableciendo un plazo de un año para ello. En julio de 2011 se cumplía la fecha de plazo para la reubicación de la base militar. Sin embargo, las autoridades militares incumplieron el acuerdo y solicitaron una prórroga de seis meses para iniciar la reubicación. Esta petición fue acogida por la comunidad y se acordó el 27 de enero de 2012 como última fecha para iniciar la reubicación. En un acto de abuso de la buena voluntad de las autoridades indígenas, pocos días antes de que se venciera la fecha de la prórroga, nuevamente las autoridades castrenses solicitaron un nuevo plazo para la reubicación. En esa oportunidad, las autoridades indígenas rechazaron la solicitud y se ratificaron en el retiro de la base militar de los territorios ancestrales. El acta de entrega fue firmada por el Sargento Arley Sierra Pérez, en representación del Teniente Coronel Fernando López Colmenares, comandante Batallón No. 26 Cacique Pigoanza quien entregó el predio de 200 metros cuadrados perteneciente al resguardo indígena la Reforma, al gobernador Floriberto Andela Cuene. Los observadores del proceso fueron Constanza Arias, Defensora del Pueblo del Huila y Alfonso de Colsa, Responsable Territorial del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Humano, Huila –PNUD-. Según reza el acta, se garantiza que “el terreno se encuentra limpio de material explosivo que atente contra la integridad del personal o habitantes de la población” y que en un plazo de 8 días a partir de la firma del documento se “den por terminadas todas las obras correspondientes al desalojo de la base militar incluyendo la destrucción de las trincheras y el retiro de todo el material que se necesite para la instalación de la nueva base, por lo cual se dará por terminado el proceso de entrega del predio al Resguardo indígena” (CAJAR-CRIHU, 2012; CRIHU, 2012). Según señala el CRIHU, después de un ritual de armonización, la comunidad nasa misak volvió a ocupar nuevamente su territorio después de once años de lucha por la autonomía y el ejercicio de control territorial. 163 - Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y comunidades indígenas y a sus miembros individuales en el conflicto armado. En el período comprendido entre 1995 y 2012, los nasa de Tierradentro, en el departamento del Cauca, y los nasa del departamento del Huila, han vivido un nivel relativamente bajo de conflicto armado. Esta afirmación, sin embargo, es necesario situarla en una perspectiva histórica para entender cuáles han sido los momentos en los que dicha violencia se ha agudizado y los posibles motivos de estas variaciones a lo largo del tiempo. Además, es necesario entenderla también en relación con la densidad poblacional, que efectivamente es mucho más baja que en otras zonas donde la violencia ha golpeado con fuerza. Por este motivo, los años en los que la violencia aumentó en Tierradentro y Huila, hay que valorarlos en estos términos. Lo primero que observamos sobre la dimensión del problema es la cifra de violaciones e infracciones individuales a los derechos humanos y el DIH que durante el período en cuestión ascendió a 68 eventos, lo cual significó un saldo de 104 víctimas en total. 54 de las violaciones, es decir, el 79.41%, ocurrieron en la zona Tierradentro (municipios de Páez e Inzá), mientras que el 20.59% restante tuvo lugar en el departamento del Huila. En términos de la cifra de víctimas, la zona Tierradentro registró 66 en total, mientras que el departamento del Huila registró 38 víctimas. Como lo muestra la Gráfica 2, en el período entre 1995 y 2012, el tipo de violación que más víctimas dejó entre los nasa en la zona Tierradentro, además de las acciones bélicas, sobre las que nos detuvimos con anterioridad, fueron los asesinatos políticos, que sumaron un total de 16 víctimas, mientras que en el Huila se registraron 6. En contraste, para el caso del Huila, el tipo de violación que más afectó a la población nasa de este departamento fueron las amenazas individuales que sumaron 28 víctimas en total, mientras que en la zona Tierradentro se registraron 4. En Tierradentro el número de heridos ascendió a 13, mientras que en el Huila se registraron 2. Para el caso del Cauca, lo que es realmente evidente es el nivel de subregistro en las cifras sobre amenazas, cuyas víctimas sumaron 4 en total para el caso de amenazas individuales. En cuanto a las víctimas de violencia sexual/tortura, únicamente aparecieron registradas 2 personas. Nuevamente, el nivel de subregistro en este tipo de violación es preocupante y se convierte en un llamado de alerta para adelantar diagnósticos que permitan definir en profundidad las diversas maneras en las que el conflicto armado afecta de manera diferencial a los hombres y a las mujeres. 164 Gráfica 2. Total de víctimas y tipo de violación por departamento Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 La Tabla 3 muestra de manera detallada las violaciones y el número de víctimas por departamento. Para el periodo definido (1995-2012), los registros sobre la ocurrencia de dichas violaciones iniciaron en 1999, lo cual indica el vacío en la información entre 1995 y 1998. 165 Tabla 3. Total de víctimas por año y departamento, 1999-2012 Etiquetas de fila CAUCA INZA Acciones Bélicas Amenaza Colectiva Amenaza Individual Asesinatos Políticos Heridos Violencia Sexual/Tortura PAEZ (Belalcazar) Acciones Bélicas Amenaza Colectiva Amenaza Individual Asesinatos Políticos Heridos HUILA LA PLATA Acciones Bélicas Amenaza Individual Asesinatos Políticos Detención arbitraria/Retención Heridos NEIVA Amenaza Colectiva Amenaza Individual Heridos Total general 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 Total general 1 1 1 9 3 1 4 7 11 16 7 2 1 2 66 2 1 3 1 5 2 1 2 17 1 2 3 0 0 3 3 1 1 2 2 1 7 1 1 2 1 1 2 1 1 1 9 1 4 4 11 15 2 49 4 4 2 7 8 2 27 1 0 1 1 1 1 1 1 4 2 9 2 4 5 11 1 26 3 2 5 1 38 1 14 1 2 5 23 1 1 13 1 14 1 1 4 6 1 1 1 1 12 2 1 15 0 0 12 2 14 1 1 1 1 2 9 3 27 7 9 11 21 8 2 1 2 104 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 La Gráfica 3 muestra que los años 2002, 2007 y 2008 presentaron los niveles más altos de violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario en el departamento del Cauca. Entre los años 2002 y 2003, hubo un leve aumento en el impacto de la violencia política contra los nasa en Tierradentro. En los años siguientes esta dinámica se mantuvo en un nivel relativamente bajo para nuevamente incrementarse entre 2007 y 2008 cuando llegó a su máximo pico. En el año 2002 se registraron 9 víctimas en total y en el 2007 hubo 11 víctimas. El año 2008 reportó el número más alto de víctimas: 16 en total. En contraste, en el departamento del Huila, el año donde se presentó el mayor número de violaciones fue 2004. La mayoría de estas violaciones corresponden a amenazas individuales. En el mes de julio de 2012 las autoridades de la Asociación de cabildos NASA ÇXHÃÇXHA realizaron una denuncia pública a través de un comunicado en el que se registró una 166 periodización sobre las situaciones de conflicto armado y violencia que afectaron a las comunidades nasa durante ese año. Según documentaron, “el día 19 de Abril de 2012, el grupo denominado como Águilas Negras y Los Rastrojos reparte clandestinamente y debajo de las puertas de las viviendas de algunos resguardos de la zona, un comunicado a la opinión publica en donde mencionan su pertenencia a las AUC y amenazan de muerte a los líderes indígenas acusándolos de colaboradores de la guerrilla y del narcotráfico, advirtiendo su presencia en la zona y su labor de “limpieza”. En días posteriores en el Resguardo de Mosoco, por vía electrónica llegaron amenazas a los dirigentes acusándolos de tener nexos con la guerrilla, mencionando el riesgo que corren cada una de sus familias. El día 16 de Julio de 2012 a las 4:30 a.m. en la vereda Quiguanás en la vía que conduce de Páez a Inzá es interceptado el vehículo de la Alcaldía Municipal por cuatro (4) hombres armados con fusiles, vestidos con prendas y calzado militar y cubriendo sus cabezas con capuchas, preguntaron por el Alcalde municipal y por algunos líderes de las organizaciones indígenas con nombre propio. Dentro del vehículo solo se encontraba el conductor y comunero indígena, quien fue bajado a la fuerza del carro, tirado al piso, arrastrado y sometido en el suelo; los sujetos dijeron que la próxima vez no se escapaban las personas que buscaban y luego de esta advertencia quemaron el carro”. Las autoridades de los diecisiete cabildos del municipio de Páez, asociadas en la Asociación de Cabildos Indígenas Nasa Çxhãçxha, denunciaron estos hechos poniendo de manifiesto que “el territorio ancestral de la nación nasa está siendo solicitado por diferentes empresas interesadas en la explotación de recursos minerales e hidrocarburos, resaltando además que el territorio históricamente es lugar de paso de grupos armados y que en los últimos años existe en la zona interés por parte de redes del narcotráfico y de otras rutas comerciales de captar nuestras comunidades y tierras” (Asociación de Cabildos Indígenas Nasa Çxhãçxha, julio 18 de 2012). Gráfica 3. Total violaciones por año y departamento, 1999-2012 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 167 Del total de las violaciones contra los nasa en la zona Tierradentro y en el departamento del Huila, que ascendió a 68 eventos, 34 de ellos (50%) fueron responsabilidad de los agentes estatales, 17 de ellos (25%) correspondieron a los grupos insurgentes, 11 eventos (16.2%) fueron responsabilidad de “otros grupos armados” y los 6 eventos restantes (8.8%) estuvieron en cabeza de los paramilitares. Como lo muestra la gráfica 4, en cuanto al saldo de víctimas, es necesario decir que 56 de ellas fueron responsabilidad de los actores estatales, 17 de ellas de los grupos insurgentes, otras 13 correspondieron a “otros grupos violentos” y las 18 restantes fueron autoría de los paramilitares. Gráfica 4. Total de víctimas por actores Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 Los cabildos y/o resguardos más afectados por las violaciones a los derechos humanos y a los DIH en el período entre 1995 y 2012 fueron La Gaitana, Huila, San Andrés de Pisimbalá, Avirama, Cohetando, Mosoco y Vitoncó, entre otros, como muestra la Gráfica 5. 168 Gráfica 5. Total de violaciones y víctimas por resguardo o cabildo Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 Casos de desplazamiento Las comunidades nasa del departamento del Huila fueron enfáticas al referirse a dos tipos de desplazamiento que viven: el primero de ellos, que representa la mayoría de los casos, fue por escasez o “estrechez de tierras” como definieron esta situación en varias oportunidades. El segundo, que se presenta en menor proporción, es el desplazamiento forzado ocasionado por el conflicto armado. A continuación, nos referiremos brevemente a ambas situaciones expresadas por las comunidades nasa. El tipo de desplazamiento al que más se refirió la población nasa del departamento del Huila fue al desplazamiento por motivos económicos, por “estrechez de tierras”. La mayoría de las asambleas señalaron que la falta de tierras obliga a las familias a buscar trabajo en otras partes. En este sentido, una de las reivindicaciones y exigencias más importantes es la aceleración del proceso de titulación, saneamiento y ampliación de resguardos. Esta exigencia, además, es definida por los nasa como una de las formas para blindar el territorio frente a la entrada de las empresas multinacionales. En relación con el segundo tipo de desplazamiento, es necesario decir que el departamento del Huila ha sufrido los impactos del aumento de las confrontaciones en 169 los departamentos vecinos de Meta, Caquetá, Putumayo, Cauca y Tolima. Las dinámicas que han tenido lugar en dichos departamentos han convertido al Huila en un departamento más receptor que expulsor de población desplazada. En relación con esto, es significativo mencionar las intensas operaciones militares desarrolladas durante la Operación JM, puesta en marcha por la Fuerza de Tarea Conjunta Omega en el marco del Plan Patriota en 2004, así como la Operación Libertad desarrollada en el sur del departamento del Tolima. Con base en el cálculo aproximado a partir de la información recopilada, podemos decir que en el período comprendido entre 1995 y 2012, se han presentado 5 eventos de desplazamiento forzado en la zona Tierradentro y en el departamento del Huila que dejaron un saldo total de víctimas de 6.309 personas. Como muestra la Gráfica 7, en el año 2002 se registró el primer desplazamiento en el resguardo de Avirama, municipio de Páez. Este evento dejó un saldo total de 60 víctimas. Cuatro años después, en 2006, se presentaron 2 eventos de desplazamiento forzado: uno en el municipio de La Plata, en el resguardo La Gaitana en el que se registraron 3.000 víctimas; otro en el municipio de Páez, resguardo de Vitoncó en el que se reportó una cifra de 1.433 personas desplazadas forzosamente por los enfrentamientos entre las FARC y la fuerza pública. Dos años después, en 2008, se presentaron dos eventos de desplazamiento: uno de ellos en el municipio de Páez, en el resguardo de Huila, en el que se registraron un total de 1.116 víctimas en situación de desplazamiento; el otro tuvo lugar en el municipio de Inzá, resguardo de Turminá, que dejó un saldo de 700 víctimas. Gráfica 7. Total de víctimas de desplazamiento forzado por municipio y resguardo Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 Los municipios más afectados por el fenómeno del desplazamiento fueron Páez, Inzá, La Plata e Íquira. En estas zonas hubo un claro predominio de desplazamientos de tipo masivo. Es preciso mencionar que continúa habiendo un déficit preocupante en la información sobre los desplazamientos individuales o familiares. Tanto en la zona de Tierradentro como en los municipios del departamento del Huila donde se registraron 170 desplazamientos de población nasa, los años en los que estos fenómenos se presentaron fueron 2002, 2006 y 2008, coincidiendo con momentos en los que se agudizó el conflicto armado en todo el país, afectando notablemente a los pueblos indígenas, en general, y al pueblo nasa, en particular. La responsabilidad sobre el número de víctimas que generaron estos eventos, en su mayoría, recayó sobre los actores estatales, que dejaron un total de 3.309 víctimas a raíz de los 4 eventos de desplazamientos que produjeron. Esto significa que el ejército y la policía fueron responsables del 80% de los eventos de desplazamiento en la zona. El evento de desplazamiento forzado restante, que ocurrió en el resguardo La Gaitana, municipio de La Plata, departamento del Huila, correspondió a los grupos insurgentes (Ver Gráfica 8). Gráfica 8. Total de víctimas de desplazamiento forzado por actores Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales La Corte Constitucional en el Auto 004 de 2009 alertó sobre los procesos de despojo territorial por parte de actores que tienen intereses económicos sobre los territorios indígenas, señalando cómo dicho despojo se agudiza en la medida en que hay precariedad en los procesos de titulación de tierras, como es el caso de la mayoría de pueblos indígenas, incluido el nasa. Sin embargo, la Corte también reconoció que la mera titulación y la constitución de resguardos no garantizan en la práctica la posesión material por parte de las comunidades indígenas. El caso de la zona Tierradentro y de las comunidades nasa que viven en el departamento del Huila es un ejemplo claro del dilema al que se refiere la Corte. El municipio de Inzá tiene 8 resguardos constituidos que suman un total de 85.675 hectáreas. En solicitud de ampliación hay 20.500 hectáreas y en proceso de saneamiento 171 hay un total de 15.420 hectáreas (Ver Tabla 4). Tabla 4. Situación territorial Inzá Nombre resguardo y/o Municipio Resguardo constituido cabildo (No. De hectáreas) RESG SAN ADRES INZA 4360 HECTAREAS RESG YAQUIVA INZA 16827 HECTAREAS RESG GAITANA (INZA) INZA 25000 HECTAREAS RESG TURMINA INZA 6568 HECTAREAS RESG TUMBICHUC INZA 6600 HECTA SAN ANTONIO PEDREGAL INZA 24000 HEC RESG CALDERAS INZA RESG SANTA ROSA INZA 2320 HEC 1600 RESERVA Ampliaciones (No. De hectáreas y solicitud Ampliación de Trámites de de ampliación con fecha y radicada ante resguardos reconocimient 750 FAM, AMPL, 2000 HEC AÑO 1994 ,SANEA 260 HEC 6000 381 FAM, AMPL /5670 HEC AÑO 2007, SANEA,900,HE 5670 400 FAM,AMPL,5000 HEC,AÑO 1994 SANEA 260 HEC 5000 PROCE CLARIFICACI 2OO FAM,A MPL, 1600,HEC AÑO,2012 SANEA, 2OOO HEC 1600 PROCE CLARIFICACI 270,FAM, AMPL, 950 HEC AÑO 2004 INCODER 2160 460 FAM,A MPL, 3680,HEC AÑO 2012 SANEA 12000 3680 PROCE CLARIFICA 200 FAM,AMP1600 1600 200 FAM,AMP1600, 253 SANEA 1600 Fuente: Equipo regional Plan de Salvaguarda Nasa, zona Tierradentro, 2013 El municipio de Páez cuenta actualmente con 15 resguardos constituidos y dos cabildos. El área total de tierras de las que disponen es de 321.296, de las cuales 91.130 corresponden al área de Parques Nacionales Naturales, 7.402 hectáreas son área de amortización, 30.706 hectáreas están en área de páramo y 42.004 corresponden al área de restricción para la protección de cauces. Eso significa que el total de tierra productiva de los resguardos del municipio de Páez es de 171.242 hectáreas. Tabla 5. Situación territorial nasa en el municipio de Páez INDICADORES TERRITORIALES MUNICIPIO DE PÁEZ POBLACION 2010 INDICADOR TERRITORIALES 1 AVIRAMA 1.514 1.444 2.958 3.198 18,7 0 AREA AMOR TIZACI ON PNN (Has) 0 2 BELALCAZAR 1.412 1.269 2.681 41.263 44,4 13.459 1.497 206 4.942 16.781 36.885 4.378 3 CHINAS 303 282 585 1.117 0,0 0 0 0 171 561 732 385 34 4 COHETANDO 1.960 1.915 3.875 10.092 61,7 0 0 0 2.548 3.765 6.313 3.779 37 5 HUI LA 875 870 1.745 41.661 30,3 27.214 1.493 10 3.410 7.197 39.324 2.337 6 6 LAME 402 354 756 3.123 3,3 0 0 600 346 727 1.673 1.450 46 7 MOSOCO PI CWE THA FXI W RICAURTE 791 827 1.618 13.489 40,5 0 0 9.512 1.029 916 11.457 2.032 15 190 169 359 555 0,7 0 0 0 162 127 289 266 48 1.044 980 2.024 7.654 8,7 0 0 0 2.338 2.854 5.192 2.462 32 No. 8 9 RESGUARDO HOMB RE MUJER TOTAL AREA (Has) VIAS (kmS) AREA PNN AREA DE PARAMO Cota mayor a los 3,200 msnm 0 AREA DE AREA AREA RESTRICCI CON TOTAL POTENCI ON POR PENDIEN AREA CON AL DE PROTECCI TE RESTRICCI USO ON DE MAYOR ON LEGAL AGRICOL CAUCES A 50% A 571 1.589 2.160 1.038 PORC ENTA JE DE AREA UTIL (%) 32 11 10 SAN JOSE 284 285 569 11.966 2,4 4.120 493 4.470 1.133 1.003 11.219 747 6 11 SUIN 113 111 224 803 0,0 0 0 0 117 392 509 294 37 12 TALAGA 1.029 1.094 2.123 8.630 29,6 0 0 0 1.468 4.664 6.132 2.498 29 13 TOEZ 138 117 255 5.737 8,0 62 22 0 972 2.825 3.881 1.856 32 14 TOGOI MA 1.541 1.578 3.119 3.231 14,1 0 0 0 457 1.058 1.515 1.716 53 15 VITONCO 39 TOTALES 1.624 1.686 3.310 7.771 20,7 710 196 555 1.338 1.950 4.749 3.022 13.220 12.981 26.201 160.290 283,1 45.565 3.701 15.353 21.002 46.409 132.030 28.260 91130 7402 30706 42004 92818 CABILDOS 16 17 KWE' KI WE CXHAB WALA LUUCX 273 443 321296 Fuente: Equipo regional Plan de Salvaguarda nasa, zona Tierradentro, 2012 172 Como lo documenta Houghton (2008), “en los pueblos indígenas del Huila, Valle, Tolima, Boyacá, Cesar, Cauca, Arauca, Caldas, Córdoba y Putumayo, entre el 20 y el 77% de las tierras reclamadas como propias se encuentra sin protección legal alguna. El departamento más crítico en torno del cumplimiento de solicitudes es el Huila, especialmente por las demandas del pueblo nasa y misak. Se trata de un proceso creado luego de las migraciones originadas por el terremoto del Páez ocurrido el 6 de junio de 1994, que produjo el desplazamiento de cerca de 1.100 familias indígenas de comunidades nasa (unas 8 mil personas) ubicadas en los municipios de Páez e Inzá (Cauca), y la posterior reubicación de 15 comunidades en La Plata y La Argentina (Huila)” (Houghton, 2008:105). Según muestra el autor, hasta finales de 2007, un 77% de las demandas de tierra no habían sido satisfechas. Esa situación no ha cambiado mucho hasta el momento. A tal punto que en todas las asambleas nasa en este departamento una de las posturas más visibles y recurrentes fue la urgencia en la necesidad de constitución, ampliación y saneamiento del territorio. A esto se suma el hecho de la ausencia de estudios socioeconómicos (responsabilidad del INCODER) que también refirió la gente. En la actualidad, de los 37 municipios que existen en el departamento del Huila, nueve de ellos cuentan con la presencia de la nación nasa. La población, que actualmente suma 7.887 personas, está organizada en 11 resguardos constituidos, 7 cabildos reconocidos y 5 comunidades que aún no cuentan con ningún tipo de reconocimiento. La cantidad total de hectáreas de tierra con la que cuentan en la actualidad es de 6.972,04. Sin embargo, en un cálculo aproximado de asignación de 18 hectáreas de tierra por familia, hay una proyección territorial de 33.210 hectáreas. Una de las características principales es que dos de los resguardos, La Gaitana y La Reforma, son de conformación poblacional nasa-misak. Otro dato importante para destacar es la convivencia de la comunidad indígena del Pueblo Nasa con el sector campesino en la comunidad de Lame Páez Órganos del Palmar, municipio de Neiva (Ver Tabla 5). Tabla 5. Situación territorial nasa en el departamento del Huila RESGUARDOS, CABILDOS Y COMUNIDADES NASA REUBICADAS EN EL DEPARTAMENTO DEL HUILA No. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 Nombres de Resguardo y/o Cabildo y comunidades Huila Rio Negro Fiw Paez Juan Tama la Estacion Talaga La Reforma La Gaitana Los Angeles Paniquita Bache Pickwe Ikh San Miguel Nueva Esperanza Potrerito Llano Buco la Gabriela Lame Paez La Perdiz Tello Villa Lozada Babaria Puerto Valencia JAC.la linea. SEK FXIW Municipio Famili Poblaci as on IQUIRA LA PLATA LA PLATA LA PLATA LA PLATA LA PLATA LA PLATA RIVERA PALERMO LA ARGENTINA LA PLATA LA PLATA LA PLATA NATAGA NEIVA NEIVA SAN AGUSTIN TELLO LA PLATA LA PLATA LA PLATA LA PLATA NEIVA 485 44 190 94 32 186 35 120 21 83 23 45 106 90 30 47 37 20 5 84 4 25 39 2050 136 776 417 130 786 135 720 73 364 99 225 456 407 263 207 150 50 19 150 15 109 150 Tierra Actual 2.477 41,6869 952 407 150 250 117 958 373 392 68,36 0 277 429 40 0 0 0 0 40 Propuesta de Mesa Tenencia Necesid Situación Territorio Tipo de Tierra en ad prioriza 18 Ha por flia. LEGALIZACION -AMPLIACION 8.730 6.253 RESGUARDO CONSTITUCION 792 750 Fxiw Paez CABILDO AMPLIACION 3.420 2.468 Juan Tama RESGUARDO LEGALIZACION -AMPLIACION 1.692 1.285 RESGUARDO AMPLIACION 576 426 RESGUARDO SANEAMIENTO 3.348 3.098 RESGUARDO CONSTITUCION 630 513 Angeles CABILDO CLARIFICACION 2.160 1.202 RESGUARDO AMPLIACION 378 5 RESGUARDO LEGALIZACION -AMPLIACION 1.494 1.102 RESGUARDO CONSTITUCION 414 346 CABILDO ADQUISICION 810 810 Nueva EsperanzaCABILDO URBANO LEGALIZACION -AMPLIACION 1.908 1.631 RESGUARDO AMPLIACION 1.620 1.191 RESGUARDO AMPLIACION 540 540 RESGUARDO CLARIFICACION 846 846 Lame Paez CABILDO CONSTITUCION 666 626 CABILDO PARTIGEROS 360 360 COMUNIDAD PARTIGEROS 90 90 COMUNIDAD PARTIGEROS 1.512 1.512 COMUNIDAD PARTIGEROS 72 72 COMUNIDAD DESCONOCE 450 410 J.A.C. 702 702 CABILDO URBANO 33.210 26.238 Fuente: Equipo Regional Plan de Salvaguarda Nasa, departamento del Huila, 2013 173 El incumplimiento del estado en relación con el derecho al territorio se convierte en un factor que amenaza la pervivencia de la nación nasa. La precaria situación territorial en la que se encuentran los nasa del departamento del Huila se convierte en una amenaza más contundente cuando sobre dichos territorios se posaron los ojos de las multinacionales mineras que, además, necesitan para su desarrollo potentes fuentes de agua y energía que les permita su funcionamiento. A continuación, nos detendremos a explorar los procesos de despojo territorial al que se ven enfrentadas diariamente las comunidades nasa que habitan en la zona Tierradentro y en el departamento del Huila. La Declaración de autonomía territorial, defensa de la vida y de la madre naturaleza (CRIC, 2010), emitida por las autoridades tradicionales del departamento del Cauca, hace referencia a las situaciones y amenazas territoriales que afectan el páramo de Pisno, en jurisdicción de los resguardos nasa de Mosoco, Pitayó, San José y Jambaló. Según señala la Declaración, “la piel de nuestra Mama Kiwe está siendo afectada por una fuerte intervención militar a través de sobre vuelos de aviones, helicópteros, fumigaciones, bombardeos e incursiones armadas por tierra, que afectan las regiones del Macizo colombiano, Parque Nacional Puracé, Nevado del Huila y Tierradentro, parque nacional de Munchique y sus alrededores, el Pacífico y el norte del Cauca, en cuyas operaciones participan más de 10 mil militares que han establecido o buscan establecer bases militares y Batallones de alta montaña en Páramos como el Valle de Las Papas, perteneciente al pueblo Yanacona, municipio de San Sebastián, o de Moras y Pisno, municipios de Paéz Inzá, Silvia y Jambaló en jurisdicción de los Resguardos indígenas dla nación Nasa de Mosoco, San José, Pitayó y Jambaló”. Tal como argumenta la declaración, las operaciones militares en estos territorios son justificadas bajo el argumento de la presencia histórica de las guerrillas. Pero éstas en realidad hacen presencia de manera esporádica y transitoria. Lo que realmente sí busca esta militarización tan intensa, cuyo fin último es siempre velado por el gobierno colombiano, es “asegurar el territorio para la ejecución de proyectos de privatización de la naturaleza promovidos como zonas de defensa de la “biodiversidad”, parques nacionales, proyectos forestales o de preservación de páramos y cuencas, especialmente para garantizar el desarrollo de la gran minería, como la aurífera o el control del mercado del agua” (CRIC, 2010). En contraste con algunos de los departamentos vecinos, los cultivos de uso ilícito no son una amenaza en el departamento de Huila pues no hay registro de pequeñas ni grandes áreas cultivadas, según los reportes del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos, SIMCI (2012). En la zona Tierradentro, las comunidades nasa refieren la presencia de pequeñas áreas cultivadas de coca en los resguardos de Cohetando, Avirama, Togoima y Ricaurte. Sin embargo, lo que las comunidades nasa tanto de Tierradentro como del departamento del Huila identificaron como graves y preocupantes amenazas contra sus territorios fueron: la hidroeléctrica El Quimbo, la multinacional minera Anglo Gold Ashanti con su filial en Colombia La Kedhada, la pavimentación de la vía Silvia-Mosoco-Belalcázar, las empresas de telefonía celular Claro y Movistar, Smurfit Cartón de Colombia, la construcción de la ruta Transversal El Libertador, Monsanto, la posible construcción de la hidroeléctrica en Aranzazu, el traslape territorial con Parques Nacionales Naturales, el conflicto actual con el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) que tiene en la actualidad el control y el manejo del Parque Arqueológico San Andrés de Pisimbalá, así como la presencia de la Organización de Pueblos Indígenas de Colombia (OPIC), una organización paralela identificada por las 174 comunidades nasa como una estrategia del gobierno para dividir a las comunidades que cada vez amenaza con más contundencia el principio de Unidad que ha caracterizado históricamente al movimiento indígena del suroccidente colombiano. Así lo señaló el equipo regional del departamento del Huila en el Informe Técnico Final del Plan de Salvaguarda (2013): El reflejo de lo expresado por las comunidades sobre la afectación de entidades del estado en contribuir a la desunión de nuestras comunidades, trajo a colación el tema de la OPIC. Estos procesos adversos al movimiento indígena han traído consecuencias y han afectado la armonía de nuestro pueblo. Sobre la presencia de esta organización paralela se refirieron la mayoría de asambleas que tuvieron lugar en la zona Tierradentro y en los cabildos del departamento del Huila. También en el territorio de Sat Tama Kiwe fue un punto neurálgico de la discusión. En una comunicación enviada al hoy extinto Diario El Liberal de Popayán, la Consejería Mayor del CRIC (2010) se refirió a las situaciones que ha generado la creación de la OPIC: El 19 de marzo de 2008, en una actividad de carácter religioso a la que asistió el ministro del Interior y de Justicia, Fabio Valencia Cossio, se publicitó la creación de una organización en apoyo a las políticas del presidente Álvaro Uribe y contraria al Consejo Regional Indígena del Cauca. Este acto, que pudo haber pasado inadvertido, hizo parte de la estrategia mediática del gobierno anterior cuyo fin único fue desinformar a la opinión pública y afectar el buen nombre del CRIC y del proceso de movilización de la Minga de Resistencia Social y Comunitaria que reclamaba cambios en la política social, económica, cultural y ambiental, así como el cumplimiento de los compromisos que mantiene el Estado Nacional con los procesos de movilización desarrollados en el país en un periodo superior a 25 años. Coincidencia o no, lo cierto es que cuatro días después, en Washington, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) durante una audiencia pública solicitada por la ONIC para denunciar la difícil situación de derechos humanos vivida por los pueblos indígenas en Colombia, Viviana Manrique, entonces Viceministra del Interior y de Justicia, expresó, sin que nadie lo pidiera, "Quisiera saludar a la OPIC, que se conformó en un evento con más de 3000 indígenas (...) una organización que no comparte con el accionar del CRIC (...), apoyaron al presidente Uribe y a su política de seguridad democrática (...) y le dieron respaldo a las fuerzas militares y la policía". Luego dicha organización apareció registrada en Cámara de Comercio como ONG, incluyendo entre sus fundadores a superiores de la fuerza pública nacional y a un reinsertado de las autodefensas de Ortega quién meses después fue sindicado y detenido por su participación en la masacre del Naya, sucedida en abril del 2001. Meses después, el gobierno nacional constató que la personería de ONG que tenía la OPIC no servía a sus fines de intervenir los territorios indígenas, por lo cual obliga otro procedimiento ilícito, mediante el cual, a través del engaño a dos autoridades tradicionales del pueblo Embera del litoral del San Juan, departamento del Chocó, la oficina de asuntos étnicos dio personería de 175 consejeros a integrantes de la OPIC, figura que sólo ha sido concedida en Colombia por Autoridades Tradicionales de los pueblos indígenas del Cauca al CRIC (Consejería Mayor del CRIC, 2010) Durante una de las reuniones del Equipo Nacional Plan de Salvaguarda, llevada a cabo en la ciudad de Popayán a mediados de febrero de 2013, el equipo regional del departamento del Huila hizo referencia a una situación que enfrentaron durante el proceso de construcción del Plan de Salvaguarda en las asambleas locales: En caso de Potrerito quisimos reunirnos con los de OPIC. Pero no nos dejaron. No pudimos hacer la asamblea en Coral. Van a crear un cabildo especial para pueblo OPIC. Estuvimos reunidos con la alcaldesa y dijo que habían solicitado un oficio para que posesionaran a la autoridad del cabildo de OPIC. Le dijimos a la alcaldesa que no podía posesionar a otra autoridad. Ella quedó de consultar con el Ministerio del Interior porque ella no quería tener choques. Una de las reivindicaciones que apareció con más fuerza en todas las asambleas locales fue la exigencia al gobierno colombiano del desmonte de las organizaciones paralelas (como la OPIC) que causan desarmonía y desequilibrio en el territorio, amenazando la unidad de la nación nasa. Aun cuando no podemos referirnos en profundidad a todas las amenazas que señalaron las comunidades nasa de la zona Tierradentro y del departamento del Huila, nos detendremos sobre algunas de las que aparecieron con más frecuencia durante las asambleas en la medida en que representan los riesgos más graves. Otro de los problemas que más preocupa a las comunidades nasa del departamento del Huila es la minería. Según apareció de manera reiterada en las asambleas del Plan de Salvaguarda nasa, los territorios están siendo saqueados por las multinacionales mineras. Y sus ojos están puestos en mayores extensiones de tierra a las que tienen en la actualidad. De acuerdo con la Agencia Nacional de Minería del Ministerio de Minas y Energía, a mayo del 2012 se encontraban vigentes 194 títulos mineros que correspondían a 63.889 hectáreas. Para el mismo año, el registro de solicitudes de títulos mineros ascendió a 238, equivalentes a 292.543 hectáreas. La explotación de material de construcción aparece en el primer renglón con 86 títulos mineros, después la mayor demanda la registró el mármol (38 títulos), y el oro (29 títulos). De los 194 títulos mineros otorgados, 118 se concedieron mediante contrato de concesión, 39 a través de licencia de explotación, 19 mediante autorización temporal y 11 en licencia de exploración. Sin embargo, la Corporación Autónoma del Alto Magdalena (CAM) manifestó que la preocupación principal frente a esta situación de la avanzada minera en el departamento del Huila es que la mayoría de dichos títulos se encuentran en áreas protegidas por la autoridad ambiental. Así, es necesario decir, como lo indica la CAM, que 6.845 hectáreas de las zonas declaradas de importancia ambiental por dicha corporación hacen parte del área otorgada por la Agencia Nacional de Minería a través de 43 títulos mineros. Por ejemplo, de particular importancia es el complejo paramuno Guanacas-Puracé-Coconucos, ubicado en los departamentos de Cauca y Huila que, al año 2010, contaba con 6 títulos mineros que sumaban un área total de 11.642 hectáreas. Lo mismo ocurre con el complejo paramuno Nevado del Huila-Moras, en los departamentos de Cauca, Huila y Tolima, que para el mismo año contaba con un total de 9 títulos 176 mineros que sumaban 5.619 hectáreas (Defensoría del Pueblo, 2010). En 2008, varios municipios del departamento del Huila fueron declarados distrito minero. Dicho distrito, denominado Teruel-Aipe, afectó, y lo sigue haciendo, algunos de los resguardos nasa. Entre ellos, se incluyen el resguardo nasa de Bache, municipio de Palermo, Llano Buco, municipio de Nátaga, Tama-Páez-La Gabriela, en Neiva. La producción de materiales es sobre todo de mármol, dolomita, caliza, roca fosfórica y oro (Observatorio Indígena de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos CECOIN, 2008). Según un informe de la Defensoría del Pueblo (2010), el distrito minero TeruelAipe está conformado por los municipios de Neiva, Aipe, Nátaga, Paicol, Palermo, Santamaría, Tesalia y Teruel. Como señala el informe, “el potencial del distrito minero está en la roca fosfórica, utilizada en la fabricación de fertilizantes así como en la arcilla y los mármoles. Del primero de estos recursos mineros hay yacimientos en los municipios de Tesalia y Aipe. La producción de roca fosfórica del departamento corresponde al 47% de la nacional y por su contenido de fosfatos y su alta reactividad agronómica es la de mejor calidad en el país” (Defensoría del Pueblo, 2010:204). El mapa 4 muestra las Unidades de Explotación Minera del departamento en el año 2008. También algunas zonas, particularmente en el municipio de Páez, Cauca, fueron declaradas Zonas Mineras indígenas. Una de ellas es la Zona Minera de Tierradentro, conformada por los resguardos de Togoima, Vitoncó y Tóez. La otra es la que se encuentra ubicada en el páramo de Pisno, que comprende los resguardos de Mosoco y San José. Mapa 4. Unidades de Explotación Minera en el departamento del Huila, 2008 Fuente: Gobernación del Huila, 2008 177 Como muestra la Tabla 6, al año 2010, el número de solicitudes de títulos mineros ascendió a 77, lo que significa una cifra total de 157.088,91 hectáreas solicitadas para exploración y explotación minera en la zona Tierradentro y los municipios del departamento del Huila donde hay presencia nasa. Tabla 6. Contratos y solicitudes mineras en la zona Tierradentro y municipios del departamento del Huila donde hay presencia de comunidades nasa, 2010 Municipios Contratos y concesiones Hectáreas Has. Solicitude solicitadas s 6 4.034,38 8 5 11 1 1 2 24 3 2 2 4 5 2 1 8.369,66 9.957,51 4.358,16 1.321,92 9.925,99 2.335,75 42.963,42 21.483,85 10.196,92 8.342,02 13.658,80 7.155,02 11.385,51 1.600,00 77 Total 10.708,17 Fuente: Ingeominas, Catastro Minero, 2010 (Adaptada de Houghton, 2011) 157.088,9 1 Inzá Inzá-Páez La Plata-Inzá La Plata-Páez La Plata-Paicol-Páez-Nátaga La Plata-Paico-Páez-Tesalia La Plata-Puracé Páez Páez-Íquira Páez-Íquira-Nátaga Páez-Íquira-Tesalia-Nátaga Páez-Nátaga Páez-Silvia Páez-Tesalia-Nátaga Páez-Toribío-Planadas Paicol-Páez 1 1 2 1 55,56 25,17 129,69 250,14 2 540,24 1 8.784,61 1 750,97 1 171,79 Dos años después, el 24 de febrero de 2012, el Ministerio de Minas y Energía promulgó la Resolución 18 0241 “Por la cual se declaran y delimitan unas Áreas Estratégicas Mineras y se adoptan otras determinaciones”. Como muestra la Tabla 7, del total de 2,9 millones de hectáreas repartidas en 313 bloques de exploración y explotación, aproximadamente 23.884.384 hectáreas corresponden a bloques mineros en la zona que comprende Tierradentro y algunos de los municipios donde hay presencia nasa en el departamento del Huila. Los municipios incluidos en la nueva delimitación de las áreas estratégicas mineras fueron: Nátaga, Páez, Campoalegre, Yaguara, Íquira, Palermo, Inzá, La Plata, Paicol, Tesalia, Neiva, entre otros. 178 Tabla 7. Bloques de las aéreas estratégicas mineras en los municipios de la zona Tierradentro y departamento del Huila donde hay presencia nasa, 2012 Departamento Cauca, Huila Huila Huila Huila Huila Huila, Cauca Huila, Tolima Municipios Nátaga, Páez Campoalegre, Yaguara Íquira Íquira Palermo Inzá, Íquira, La Plata, Nátaga, Páez, Paicol, Puracé, Tesalia Aipe, Ataco, Chaparral, Coyaima, Íquira, Natagaima, Neiva, Palermo, Planadas, Rioblanco, Santa María, Teruel, Tesalia, Yaguará Total Fuente: Adaptada de Ministerio de Minas y Energía, 2012 Hectáreas 351.0687 366.3487 251.0162 169.8064 1.211.6733 125.920,7120 259.330,5950 23.884.384 Una de las empresas mineras que más presencia tiene en la zona y a la cual se refieren las comunidades nasa cuando reflexionan sobre las amenazas en sus territorios es la multinacional Anglo Gold Ashanti, y su filial en Colombia, La Kedhada. Según el Observatorio de Seguimiento a Políticas Públicas y Derechos Étnicos de CECOIN (2008), “las autoridades indígenas del resguardo nasa de Mosoco, ubicado en el páramo de Moras en la región de Tierradentro, Cauca, señalaron que la Anglo Gold Ashanti Mines Kedahda S.A. estaba directamente relacionada con la fuerte intervención militar en el segundo semestre de 2007 en la región de Tierradentro, consistente en la presencia de más de tres mil hombres y el establecimiento de bases militares en los sitios de Silvia y el páramo de Moras sector de Laguna Seca, en los municipios de Silvia y Páez. Detrás del operativo militar se constata una intervención directa a favor de la empresa en la zona minera indígena de Pisno (18.110 hectáreas), que ha solicitado 7.030 hectáreas para la exploración y explotación aurífera en la zona” (2008:357). Los vínculos entre la presencia de las multinacionales y la agudización de la violencia política en dichas zonas han sido ampliamente documentados. En esta vía, Jorge Eliécer Molano señala: “al comparar las zonas en la cuales han sido ejecutados crímenes de lesa humanidad por parte de grupos paramilitares con los departamentos donde existe un interés de Anglo Gold Ashanti, casi la totalidad de los mismos son coincidentes. Las áreas donde se hacen las solicitudes de contratos de concesión por parte de la Kedahda S.A. corresponden a lugares en los cuales desde el año 1995 estructuras paramilitares y miembros de la Fuerza Pública, actuando conjuntamente, han ejecutado de manera sistemática crímenes de lesa humanidad (Molano, 2008:389). Durante el conversatorio de líderes y lideresas nasa que tuvo lugar en el resguardo de El Peñón, municipio de Sotará, el 13 y 14 de noviembre de 2012, un líder joven de la Asociación de Cabildos Juan Tama, municipio de Inzá, se refirió a las amenazas territoriales, a la relación entre la presencia de empresas transnacionales y la violencia política y a las estrategias necesarias para proteger el territorio. Al respecto señaló: 179 En el Plan de Salvaguarda lo importante es la defensa de los territorios, no particularicemos más, el territorio es la parte integral en la educación, en la salud, es en el territorio donde está el conocimiento, la protección, la prevención. Y el enfoque de la salud tiene que irse a la protección del territorio, cómo potenciar y proteger las casa de los espíritus que hay en los territorios. ¿Cómo comenzamos a encauzar otra vez el nasayuwe desde el conocimiento ancestral? El territorio es vital, en el territorio está todo. Como Plan de Salvaguarda es la protección, el fortalecimiento territorial. A ratos es difícil entender el español porque es una lengua prestada, el nasayuwe debe estar de primer nivel. La empresa nueva que va a entrar en el Huila, la EMGESA y esa hidroeléctrica ya llegó a socializar en los resguardos para ver por dónde iban a entrar los cables de tensión. Tremendo daño que le están haciendo a la Uma Kiwe. Entonces entra la transversal del Libertador dañando los sitios sagrados, contaminando. Detrás de eso vienen los actores armados, todas esas cosas negativas vienen (Conversatorio de líderes y lideresas nasa, Resguardo El Peñón, noviembre 13 y 14 de 2012). En la narración, el territorio es valorado como el lugar donde está el conocimiento, donde está la protección y la prevención. En su relato, el joven líder pregunta: ¿cómo potenciar y proteger la casa de los espíritus o ksxaw yat (en nasayuwe)? La pregunta por la protección sólo tiene lugar en la medida en que el joven líder enuncia las amenazas que se extienden sobre el territorio nasa: la entrada de la empresa EMGESA, constructora del proyecto hidroeléctrico El Quimbo, por un lado; y la pavimentación de la vía Transversal del Libertador que atraviesa el resguardo La Gaitana, pasa por el resguardo de San Andrés de Pisimbalá y el de Santa Rosa. En relación con la amenaza referida por el joven líder, la empresa EMGESA S.A ESP, generadora y comercializadora de energía constituida en 1997, nació como resultado del proceso de capitalización de la Empresa de Energía de Bogotá, según lo reporta la empresa en su historia institucional. En 2008, bajo la política gubernamental de “confianza inversionista”, la empresa radicó ante el Ministerio del Medio Ambiente una solicitud de licencia ambiental para adelantar el megaproyecto hidroeléctrico El Quimbo, en el departamento del Huila. La licencia fue otorgada, a pesar de los reclamos y luchas de la población campesina e indígena que resultaría afectada por la desviación del río Magdalena y la inundación de un área aproximada de 8.250 hectáreas de tierras fértiles. Fue así como nació el movimiento social y popular conocido como ASOQUIMBO (Asociación de Afectados por el proyecto hidroeléctrico El Quimbo), que durante casi 5 años ha liderado el proceso de lucha en contra de la hidroeléctrica y en defensa del territorio. Después de dos años de haber iniciado el proceso de movilización, en el año 2010, se inició la nefasta construcción. En reiteradas ocasiones, las poblaciones indígenas y campesinas que protestan en contra de la construcción de la hidroeléctrica han sido objeto de señalamientos, represión de las protestas, entre otros. Dos años después, durante la primera semana de agosto de 2012, 2.500 campesinos e indígenas, reunidos en el Movimiento por la Liberación de la Madre Tierra en el Huila, se declararon en Asamblea Permanente durante nueve días. El 24 de agosto de 2012, la Contraloría abrió una investigación contra el Ministerio de Ambiente por presunto 180 detrimento patrimonial e irregularidades en el trámite de la licencia ambiental, tal cual lo había venido denunciando ASOQUIMBO. La Contralora tomó esa decisión después de revisar la información entregada por ASOQUIMBO en la que se documentaba que en 1997 el proyecto había sido declarado inviable por parte del Ministerio de Medio Ambiente en la medida en que se argumentaba que la zona de influencia del proyecto hacía parte de una reserva forestal de la Amazonía y que podía ocasionar graves problemas en la seguridad alimentaria del departamento porque las tierras más fértiles eran las que se iban a inundar (Revista Semana, 2012). A esto se suma lo que refirieron las comunidades nasa cuando mencionaron los impactos que generaba sobre su vida y sus territorios el desarrollo de este proyecto hidroeléctrico. Por ejemplo, la asamblea del resguardo de Lame, municipio de Páez, señaló que para el montaje de las torres eléctricas y el extendido de las redes eléctricas, EMGESA pretende tomar en arrendamiento los lotes del resguardo para poner la Infraestructura (torres eléctricas). El temor de la gente radica en dos elementos: dicho montaje puede llevar a la ocupación de sitios sagrados, así como a la afectación del medio ambiente; pero además, esta estrategia viene acompañada de la militarización del territorio para la protección de la infraestructura contra los ataques de los grupos insurgentes que, según los comuneros y comuneras nasa, es lo que ya se está empezando a ver en la zona de manera cada vez más intensa. Al respecto se refirió un mayor nasa durante la asamblea que tuvo lugar en el resguardo de Calderas en el mes de noviembre de 2012: La fuerza pública no garantiza nuestra seguridad, lo que realiza el ejército es una protección a las multinacionales que tienen intereses sobre nuestros territorios. Sabemos que en nuestro resguardo hay muchos minerales, como esmeraldas y piedras preciosas, como también se dice que hay una gran reserva de petróleo del que están interesados las multinacionales y eso es lo que protege el ejército del gobierno nacional, que además viene utilizando nuestros mecanismos propios de protección como los The Wala y el nasayuwe. El mayor alertó sobre dos situaciones que cada vez preocupan más a las comunidades nasa de la zona. En su relato, aparece de manera explícita la relación entre la fuerza pública y la presencia de empresas multinacionales que se sirven de su protección y de la de otros grupos armados como los paramilitares para defender sus intereses económicos y asegurar el control sobre el territorio. El mayor también indica uno de los mecanismos que el ejército colombiano ha adoptado en la lógica de la guerra: el uso del nasayuwe en las emisoras del ejército, por ejemplo, una práctica con la que busca involucrar a la población civil en el conflicto armado, violando, en primer lugar, el veto que tienen a la participación política como lo establece el artículo 219 de la Constitución Política de 1991. También el joven líder que intervino durante el conversatorio de líderes y lideresas nasa en el resguardo El Peñón se refirió a las afectaciones que está generando la Transversal El Libertador, un corredor vial que comunica los municipios de La Plata-Valencia-InzáTotoró–Popayán. El proyecto, entendido por el gobierno nacional como un corredor complementario para la competitividad que garantizará la conexión vial en el sur del país y la salida al pacífico, fue otorgado a un consorcio colombo-brasilero. La comunidad nasa de los resguardos La Gaitana, San Andrés de Pisimbalá, San Antonio Pedregal y 181 Santa Rosa, los más afectados por la construcción de la carretera, manifestaron durante las asambleas del Plan de Salvaguarda nasa que dicho corredor vial ha destruido el medio ambiente, ha afectado los predios de las familias que viven a lado y lado de la vía, ha destruido los sitios sagrados pues pasa por la zona de páramo que hay en el territorio ancestral nasa, ha afectado los cultivos de las comuneras y comuneros de la zona y además ha aumentado el nivel de militarización de la región, lo cual ha generado un notable incremento de la violencia. No es casualidad que los nasa de esta zona señalen que los resguardos por donde va el trazado de la carretera corresponden con los que presentan los niveles más elevados de violencia política. Así, la titulación formal de tierras y la constitución de resguardos en la práctica no garantizan la posesión material por las comunidades; los territorios, sean o no parte de resguardos, son apropiados por grupos armados ilegales, delincuentes/narcotraficantes, colonos, y agentes movidos por intereses económicos, como lo señaló la corte Constitucional en el Auto 004 de 2009. 182 2.5. Meta a) La nación nasa en medio del conflicto armado. Derechos civiles y políticos y DIH. - Confrontaciones que se desenvuelven en territorios indígenas entre los actores armados, sin involucrar activamente a las comunidades indígenas o a sus miembros, pero afectándolos directamente. En el departamento del Meta se entretejen varios de los nudos que complejizan las dinámicas del conflicto armado en la zona. Históricamente, las FARC han encontrado allí su asiento. En estas tierras el grupo insurgente ha llevado a cabo varias de las Conferencias Guerrilleras. La alta concentración de la tierra, la ganadería extensiva, el auge del narcotráfico en la década del ochenta y la consolidación del paramilitarismo en la década del noventa, la avanzada de las multinacionales petroleras, entre otras, le dan a la región varios de los matices que han marcado su historia y su dinámica conflictiva. La región tradicionalmente con el nivel más alto de conflicto ha sido la del Ariari, zona en la que se consolidó una mayoría de población de filiación política liberal durante la época de la Violencia, donde llegarían las guerrillas liberales del llano, en cabeza de Dúmar Aljure, “El Tuerto” Giraldo y Plinio Murillo, alias “Veneno”. Los frentes de las FARC que hacen presencia en la región que comprende el corredor del río Ariari y el río Guayabero son el 7, 26, 27, 40, 43 y el frente Yarí. Aun cuando las estructuras de seguridad privada se consolidaron en la región a partir de la década de los ochenta, fue a mediados de la década del noventa, hacia 1996, cuando las AUC llegaron a la zona a disputarle el poder a las FARC y manifestaron su dominio y desplegaron su terror en una de las peores masacres de la historia colombiana: la masacre de Mapiripán, en 1997. Un año más tarde, los paramilitares perpetrarían la masacre de Puerto Alvira (Ávila, 2010). En 1998, la mayoría del departamento del Meta se mantuvo en un nivel bajo de confrontaciones armadas, entre 1 y 5 eventos según la tipología definida por el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República (1999). Dichas confrontaciones y acciones bélicas incluyen: el uso de escudos humanos, los ametrallamientos, bombardeos y ataques indiscriminados; los asaltos, hostigamientos y tomas de cascos urbanos; el ataque tanto a las misiones médicas como a los bienes indispensables para la supervivencia; los bloqueos de las vías, la presencia de campos minados; la destrucción y hurto de bienes civiles; las emboscadas, el uso de armas prohibidas, así como el uso y ocupación temporal de bienes civiles, la instalación de bases militares sin consulta previa, entre otros. Durante ese año, hubo dos pequeños focos de concentración de las confrontaciones: uno de ellos, al norte del departamento, en cercanías del municipio de Villavicencio, capital del departamento; el otro se desarrolló en el suroccidente del departamento en los límites con el departamento del Caquetá y en el límite entre los municipios de La Uribe y La Macarena. En esa zona, el nivel de intensidad de las confrontaciones osciló entre los 6 y 10 eventos. Al año siguiente, la dinámica de las confrontaciones en el departamento varió en relación con el año anterior (desarrolladas en la dirección oriente-occidente) 183 pues se desarrollaron en dirección norte-sur, abarcando desde los municipios de Restrepo y Puerto López, pasando por Granada, San Martín y Fuentedeoro, hasta llegar a los municipios de Puerto Rico y Puerto Concordia, en los límites con el departamento del Guaviare. Durante este año, este corredor de confrontaciones que unió a los municipios mencionados, se mantuvo en un nivel bajo, entre 1 y 5 eventos. Sin embargo, hubo dos focos de confrontación con un nivel más alto (entre 6 y 10 eventos) en cercanías de los municipios de Villavicencio, el primero de ellos, y de Granada, Fuentedeoro y San Juan de Arama, el otro. En el año 2000 la dinámica de las confrontaciones no reportó mayores variaciones en relación con el año anterior. Como muestra el Mapa 1, en 2001, las confrontaciones armadas en Villavicencio se incrementaron, oscilando entre 11 y 20 eventos y se extendieron, en un nivel menor de intensidad, por todo el corredor en la vía que comunica Villavicencio con Granada y Fuentedeoro. Otro foco de confrontaciones se presentó en el municipio de Puerto Rico, en cercanías de la cabecera municipal. Mapa 1. Confrontaciones armadas en el departamento del Meta, 2001 Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2002 Al año siguiente, en 2002, la dinámica de las confrontaciones cambió radicalmente en el departamento del Meta. El incremento de las confrontaciones golpeó con fuerza a la mayoría de municipios. Aunque para este periodo todo el departamento presentó confrontaciones, hubo algunas zonas donde éstas tuvieron una agudización bastante notable. El foco de confrontación en el municipio de Villavicencio se mantuvo en un nivel que osciló entre 21 y 50 eventos. Los municipios más afectados por las confrontaciones y que presentaron los niveles más elevados fueron Vistahermosa, Mesetas, La Uribe y La Macarena. Estas confrontaciones se extendieron hacia los municipios de San Vicente del Caguán, Puerto Rico y Florencia, en el departamento de Caquetá. Este corredor corresponde con los municipios de la “zona de distención”. Éstos vivieron su época de violencia más fuerte después del fracaso de los procesos de paz a 184 principios de ese año y de la puesta en marcha de la política de seguridad democrática del primer período presidencial de Uribe Vélez. Las confrontaciones se extendieron a un nivel, también alto, hacia los otros municipios del departamento: Granada, Fuentedeoro, El Castillo, Puerto López, Puerto Gaitán, entre otros. Su proyección alcanzó a conformar un corredor de confrontaciones que llegaron hasta el medio y bajo Putumayo, en el sur, hacia el occidente, en el departamento del Huila, en cercanías del municipio de Algeciras y hacia el oriente en el municipio del Guaviare, hasta alcanzar en su expansión los municipios de Mapiripán y Puerto Gaitán (Ver Mapa 2). Después del fin de la zona de distensión, el gobierno de Álvaro Uribe puso en marcha las operaciones “Libertad” y “JM”, lo cual obligó a las FARC a replantear su estrategia de dominio territorial, replegándose hacia La Macarena, Vistahermosa y La Uribe. Paralelamente, en la disputa por el dominio territorial y aprovechando los lugares que las FARC había dejado “libres”, el bloque Centauros de las autodefensas, comprado por Arroyave a los hermanos Castaño en 2001, inició su arremetida hacia los cascos urbanos de San Juan de Arama y Vistahermosa. En esa época, las tensiones entre los diferentes grupos de autodefensas que se habían asentado y consolidado en la zona, principalmente entre Miguel Arroyave y Martín Llanos, se hicieron más fuertes (Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2002). Mapa 2. Confrontaciones armadas en el departamento del Meta, 2002 Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2003 Como muestra el Mapa 3, en el año 2003, el corredor de la zona de distensión, que para el período anterior presentó su nivel más alto de confrontación, se expandió en este período hacia otros municipios manteniendo el nivel más alto de intensidad. En ese año, las autodefensas se consolidaron en los municipios de San Martín, Granada, San Juan de Arama y Fuentedeoro. 185 Mapa 3. Confrontaciones armadas en el departamento del Meta, 2003 Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2004 Durante el año 2004, las confrontaciones se mantuvieron en todo el departamento. Aun cuando el corredor que había presentado el más alto nivel de confrontaciones se mantuvo, el nivel bajó un poco. Hubo un foco en el que se concentraron las confrontaciones en el más alto nivel en cercanías del casco urbano de Mesetas así como en el de Vistahermosa. El nivel de confrontaciones en Villavicencio tuvo su nivel más bajo durante este año, pues el número de eventos osciló entre 1 y 5. La zona entre Puerto Rico y Puerto Concordia también presentó un alto nivel de confrontaciones armadas. En septiembre de ese año, Martín Arroyave fue asesinado por varios miembros del bloque Centauros, del que él era su principal comandante. Este grupo paramilitar se dividió en tres facciones y dos de ellas quedaron al mando de alias “Pirata” (uno de los asesinos de Arroyave) y alias “Cuchillo”. Durante el año 2005, los municipios de Vistahermosa, Puerto Rico y una parte de Puerto Lleras, presentaron los más altos niveles de confrontaciones armadas: entre 21 y 50 eventos. Sin embargo, este foco se expandió hacia casi todo el departamento registrando un nivel alto de confrontación en la mayoría de municipios, exceptuando al norte del departamento que presentó el nivel de confrontaciones más bajas. En ese año, el gobierno de Uribe puse en marcha la operación “Emperador” por parte de unidades adscritas a la Cuarta División del ejército nacional. Su objetivo era golpear las finanzas de los frentes 27 y 43 de las FARC mediante la aspersión de cultivos ilícitos, la destrucción de laboratorios, entre otras (Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2008). El año 2005 también fue el año de la desmovilización del Bloque Central Bolívar de las Autodefensas al mando de alias “Macaco”, que también tuvo una fuerte presencia en la región. Al año siguiente se desmovilizaría el grupo comandado por alias “Cuchillo” (Ávila, 2008). Según el Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República (2008), la ofensiva más significativa por parte del ejército fue en 2006, cuando se registraron 265 combates con las FARC. Así, puede decirse que la dinámica de las confrontaciones armadas en el año 2006 registró algunas variaciones en relación con el año anterior (Ver Mapa 4). El nivel de confrontaciones aumentó en los municipios de 186 Vistahermosa, San Juan de Arama y Puerto Lleras que reportaron los niveles más altos (entre 51 y más eventos). Sin embargo, las confrontaciones se proyectaron en un nivel de intensidad más bajo (entre 21 y 50 eventos) hacia los municipios de Mesetas, La Uribe, La Macarena, Puerto Rico y Puerto Concordia, alcanzando a sobrepasar las fronteras con el departamento del Guaviare, en cercanías del municipio de San José del Guaviare y hacia el municipio de San Vicente del Caguán, El Doncello y el Paujil, en el departamento del Caquetá. Fue precisamente en este año cuando se registró la mayor cifra de eventos (accidentes e incidentes) por MAP/MUSE en el departamento, que ascendió a 85. Los municipios más afectados fueron La Macarena, Puerto Lleras, Vistahermosa, Puerto Rico y La Uribe (PAICMA, 2013). En este último municipio hay presencia de población nasa. Mapa 4. Confrontaciones armadas en el departamento del Meta, 2006 Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2007 Fue precisamente en enero de 2006 cuando el entonces presidente Uribe puso en marcha la “Operación Colombia Verde”, una estrategia de erradicación manual y forzada sin precedentes que concentró a aproximadamente 930 campesinos de diferentes regiones del país en la región de La Macarena. Sin embargo, “durante los primeros días las FARC atacaron a los policías, usando francotiradores. Dos semanas después de iniciada la operación murieron ocho policías y otros tantos quedaron heridos, por un ataque con morteros. Luego, las Farc convirtieron a los erradicadores civiles en su blanco. Disminuyeron los ataques directos a la fuerza pública y optaron por poner minas en los sembrados de coca. Los primeros erradicadores que murieron generaron una diáspora en el grupo de campesinos. Poco después de iniciada la operación, apenas quedaban 300 erradicadores. Y la policía tuvo que incrementar en mil hombres más su presencia en la zona” (Revista Semana, agosto de 2006). Después de la desmovilización paramilitar, varios grupos de las mal llamadas bandas emergentes o bandas criminales, ocuparon los lugares en los que los paramilitares se habían asentado. “Los Cuchillos” o ERPAC, al mando de alias “Cuchillo”, se radicaron en Puerto concordia, Puerto Rico y Vistahermosa, lo cual agudizó las confrontaciones y las disputas por el control político y militar de los corredores geoestratégicos de la región. 187 El año 2007 reportó una dinámica similar al año anterior en las confrontaciones armadas. El radio de acción de dichas confrontaciones disminuyó notablemente en 2008, aunque el nivel más agudo se mantuvo en cercanías de los municipios de La Uribe, Mesetas, Vistahermosa y La Macarena. En 2009, por el contrario, la dinámica de las confrontaciones se desplazó hacia el sur del departamento, en jurisdicción del municipio de La Uribe, donde se concentró el mayor nivel de confrontaciones y acciones bélicas que ascendieron a un rango entre 21 y 50 eventos. Durante el período comprendido entre 2010 y 2011, los resguardos nasa del departamento del Meta, ubicados en jurisdicción de los municipios de Mesetas y La Uribe, estuvieron en medio de la dinámica de las confrontaciones armadas. Como lo representa el símbolo de la estrella morada, en sus territorios se presentaron accidentes por MAP/MUSE en lo que sería la proyección de una barrera de protección que se extendió desde el límite con los departamentos de Caquetá y Huila, en cercanías de los municipios de Algeciras, Colombia y San Vicente del Caguán, como muestra el Mapa 5. El casco urbano del municipio de La Uribe presentó uno de los niveles más altos de confrontación armada. Mapa 5. Confrontaciones armadas y accidentes por MAP/MUSE en el departamento del Meta, 2010-2011 Fuente: Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, 2012 En la actualidad, la presencia de los actores armados se mantiene. Los nasa que viven en la zona se refirieron a ella durante las asambleas de construcción del Plan de Salvaguarda. Al respecto un mayor señaló: 188 A veces nos damos cuenta que el ejército está en el resguardo es porque ya van de salida o el helicóptero llega a dejarles alimentación, por comentarios de la gente o algunas veces se encuentran los campamentos. Cuando el ejército está en la parte alta de la montaña, duran varios días, de lo contrario su salida es rápida. Los grupos armados que generalmente hacen presencia en el resguardo son el ejército y la guerrilla de las Farc. Generalmente los grupos armados se ubican en la montaña, algunas veces lo hacen cerca de las viviendas o en ellas donde se les ha pedido que se retiren para evitar una confrontación armada y nosotros como población civil no quedar involucrados (Asamblea Candilejas, La Uribe, diciembre 15 y 16 de 2012). Durante la asamblea en el resguardo Ondas del Cafre, la comunidad reunida manifestó que el conflicto últimamente ha sido bastante intenso porque se han presentado bombardeos dentro del resguardo en la parte de la cordillera. De igual manera expresó que el ejército entra al resguardo sin manifestar su presencia, se exceden en sus acciones militares y extrajudiciales, hacen señalamientos y acusaciones, restringen la movilidad de los comuneros, limitan el transporte de alimentos (Asamblea Ondas del Cafre, Mesetas, noviembre 29 y 30 de 2012). - Procesos bélicos que involucran activamente a los pueblos y comunidades indígenas y a sus miembros individuales en el conflicto armado. En el período comprendido entre 1995 y 2012, los nasa del departamento del Meta tuvieron un nivel relativamente bajo de victimización. La cifra de violaciones a los derechos humanos y al DIH ascendió a 24, lo que dejó un saldo total de 50 víctimas. Del total de violaciones e infracciones, 15 de ellas (62.5%) tuvieron lugar en el municipio de Mesetas, dejando un saldo de 37 víctimas, mientras que en el municipio de La Uribe ocurrieron 9 (37.5%) violaciones e infracciones que dejaron un saldo de 13 víctimas. Como lo muestra la Gráfica 1, el tipo de violación que registró la mayor cantidad de eventos fueron los asesinatos políticos, cuya cifra ascendió a los 11. Sin embargo, el número de víctimas que produjo no fue el más alto: 13 en total. Durante la asamblea de Ondas del Cafre, la comunidad habló al respecto. Según comentaron, en 2004, el señor Jorge Iván Medina Güetio, de treinta años de edad y un humilde comunero, fue acusado por los paramilitares de ser colaborador de la guerrilla, El señor Medina Güetio fue retenido a tan solo doscientos (200) metros de un retén militar y a solo un (1) kilómetro del casco urbano del municipio de Mesetas, lo que hace suponer una complicidad por parte del ejército. La comunidad hizo la respectiva denuncia ante la Fiscalía pero hasta el momento no ha entregado resultados concretos frente a estos hechos que continúan en la impunidad. Este hecho dejó como consecuencia una viuda y una huérfana de aproximadamente dos años de edad, quedando a la deriva y una comunidad en zozobra y hasta el momento la familia no ha recibido ninguna indemnización ni ayuda (Asamblea Ondas del Cafre, Mesetas, noviembre 29 y 30 de 2012). También en el año 2004 el señor Moisés Corpus de 50 años de edad fue ultimado por los paramilitares cuando se desplazaba del municipio de Mesetas hacia Villavicencio. Se hizo la respectiva denuncia ante la Fiscalía pero hasta el momento no se han entregado resultados a la familia, no hay condenas. Otro hecho ocurrió en 2004. El joven Rodrigo 189 Corpus, de aproximadamente 16 años de edad, fue asesinado por las FARC. En el año 2006, el señor Jamilton Rivera Corpus, de 29 años de edad, fue asesinado por el ejército y presentado como guerrillero en uno de los denominados “falsos positivos”, hecho repudiable puesto que nunca hizo parte de este grupo armado. Se hizo la denuncia ante la Fiscalía pero a la fecha de hoy no hay resultados concretos. También en ese año, el señor Jaime Velásquez Vásquez de 45 años de edad fue asesinado por el ejército. La comunidad nasa de Los Planes manifestó durante la asamblea del Plan de Salvaguarda los hechos de asesinatos políticos que han vivido. Se refirieron en primer lugar al caso del señor Gerardo Becoche Chandillo, asesinado en 1998. Señalaron que había sido un gran líder de la comunidad como gobernador y posteriormente como concejal. Sobre los hechos comentaron que cuando se desplazaba desde el casco urbano hacia el resguardo fue asesinado presuntamente por la guerrilla de las FARC con varios impactos de arma de fuego. Antes de que lo asesinaran, ya se habían escuchado algunos rumores. La familia le manifestó que era mejor que se fuera de la región pero él respondió que nada malo había hecho, que sólo eran comentarios malintencionados y continuó trabajando por su comunidad puesto que su anhelo era fortalecer los procesos de desarrollo consolidando un resguardo donde los niños, jóvenes, adultos y mayores pudieran tener un solo proyecto étnico y cultural. También el 16 de octubre del año 2011, dentro del resguardo, cuando se desplazaba de la finca del suegro hacia la finca de su propiedad, fue asesinado el joven Asael Güetio Osnas a manos del ejército. En ese momento, el ejército argumentó que había sido una equivocación. La viuda se encuentra en otro municipio en el mismo departamento, a donde fue forzada a desplazarse por las circunstancias. El padre del joven entabló las acciones pertinentes para la reparación, instauró las respectivas denuncias ante los organismos de derechos humanos pero hasta el momento se desconoce cómo avanzan los procesos puesto que los padres viven en el Cauca (Asamblea Los Planes, La Uribe, diciembre 10 y 11 de 2012). Los reclutamientos forzados y las amenazas reportaron el mismo número de eventos: 4 en total. Sin embargo, el número de víctimas que produjo las amenazas fue de 24, generando el registro más alto de víctimas. Frente a las amenazas, durante la asamblea de construcción del Plan de Salvaguarda que tuvo lugar en la parcialidad de Candilejas, municipio de La Uribe, la mayoría de personas de la comunidad manifestaron que éstas generalmente han sido ocasionadas por el ejército. La gente identificó el año 1991 como uno de los más críticos en relación con las amenazas. Según cuentan, algunos años después de que se rompieron los acuerdos de La Uribe entre el gobierno del entonces presidente Belisario Betancur y la guerrilla de las FARC, el ejército empezó a amenazar a la gente, a restringir la entrada y salida de alimentos, a hacer retenes en el camino hacia el resguardo, también a hacer “empadronamiento” con el registro de cédulas, a realizar requisas en las casas y a señalar a la población de ser colaboradores de la guerrilla. La descripción de lo que ocurrió en esa época guarda muchas similitudes con lo que vendría algunos años después, luego de que se rompieran los acuerdos entre el gobierno de Andrés Pastrana y las FARC, en una zona aledaña (Asamblea Candilejas, La Uribe, diciembre 15 y 16 de 2012). La comunidad del resguardo Ondas del Cafre habló sobre las amenazas y señalamientos de las que han sido objeto. Resaltó la amenaza por parte del ejército al señor Alejandro Baicue hacia el año 2008, acusándolo de colaborador de la guerrilla. La comunidad también recordó las amenazas que le hicieron los paramilitares a los señores Tiberio Musicué, Germán Ul y Dídimo Iter Campo en 2004. Ellos y sus familias, que en total 190 sumaban aproximadamente 15 personas, fueron señalados de tener vínculos con la guerrilla por el simple hecho de vivir en el resguardo. A raíz de estas amenazas y señalamientos, dichas familias actualmente se encuentran en el departamento del Cauca (Asamblea Ondas del Cafre, Mesetas, noviembre 29 y 30 de 2012). Los reclutamientos, por su parte, produjeron 8 víctimas. La gente señaló en relación con esto el riesgo que corren, sobre todo los jóvenes, cuando son involucrados en las redes de informantes mediante engaños. En respuesta, luego llega la guerrilla y los acusa de ser “sapos” y procede a asesinarlos. En el caso de las detenciones arbitrarias es necesario decir que sumaron 2 víctimas en total. Y la violencia sexual/tortura sólo registró un evento y una víctima. Como en los otros departamentos, el nivel de subregistro en estos casos de violencia sexual es muy alto. Gráfica 1. Total de violaciones a los derechos humanos y al DIH y número de víctimas Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 La Gráfica 3 muestra la dinámica sobre las violaciones e infracciones a los derechos humanos y al DIH en el departamento del Meta. Los primero registros aparecieron en el año 1997, lo cual seguramente no significa que no hayan ocurrido dichas infracciones en años anteriores, pero efectivamente tenemos un vacío en la información. Entre 1997 y 2004, la cifra de víctimas se mantuvo entre 2 y 3 personas. En el año 2006 la cifra de víctimas aumentó a 5 personas, para presentar una leve disminución en el año siguiente: 3 personas. Sin lugar a dudas, el año más nefasto en relación con el nivel de victimización en el departamento fue 2008, momento en el que se registraron 22 víctimas. De esas 22 víctimas, 19 de ellas se registraron en el cabildo de Ondas del Cafre, municipio de Mesetas. Al año siguiente, en 2009, el número de víctimas disminuyó notablemente pues se registraron 2 personas, mientras que en el 2011 se presentaron 4 víctimas. El cabildo nasa más afectado fue el de Ondas del Cafre. 191 Gráfica 3. Total de víctimas por cabildos, 1995 - 2012 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 La Gráfica 4 muestra que del total de las violaciones contra los nasa en el departamento del Meta, que ascendió a 24, 13 (54.2%) de ellas fueron cometidas por la fuerza pública y la policía, mientras que los grupos insurgentes fueron responsables de 7 (29.2%) violaciones a los derechos humanos y al DIH, los paramilitares tuvieron responsabilidad sobre 3 (12.5%) violaciones y a otros grupos violentos les correspondió una violación (4.1%). En relación con el número de víctimas, la mayoría de ellas fueron responsabilidad del ejército y la policía que registraron un total de 35 víctimas, mientras que a los grupos insurgentes les correspondió una cifra de 11 víctimas, a los paramilitares 3 víctimas y a otros grupos violentos 1 víctima. Gráfica 5. Total de violaciones y víctimas por autores Fuente: Base de Datos Ensayos 192 Casos de desplazamiento La mayoría de asambleas que llevamos a cabo en el departamento del Meta coincidieron en señalar dos tipos de desplazamiento a los que se han visto enfrentados: el primero de ellos es en busca de tierras. Cuando describen este tipo de desplazamiento hacen referencia a la población nasa que llegó a esta comunidad “en busca de un lugar para trabajar, para alimentarse y ver crecer a sus familias”, como indicó un mayor nasa. La mayoría de familias “son venidas del Cauca pues allá no tienen dónde trabajar”. El otro tipo de desplazamiento está directamente relacionado con el conflicto armado. Como señalaron varias personas durante las asambleas, “se han presentado desplazamientos de varias familias hacia otros municipios y departamentos debido a los señalamientos y amenazas ejercidas por el ejército y los paramilitares y algunas veces por la guerrilla”. Durante la asamblea para la construcción del Plan de Salvaguarda nasa que tuvo lugar en la parcialidad nasa de Candilejas, municipio de La Uribe, departamento del Meta, la comunidad manifestó que durante la denominada “zona de despeje” se presentaron muchas dificultades con la guerrilla puesto que era el único grupo armado que quedaba en todo el municipio al igual que en los municipios aledaños. Muchas personas y familias debieron abandonar el territorio porque no estaban de acuerdo con la nueva ley que se estaba implementando y sobre la que no tenían opción de escoger. Frente a esto, decidieron salir hacia otros lugares para preservar sus vidas y la de sus familias. Otras familias debieron desplazarse hacia otros lugares en busca de nuevas formas de vida, para brindarles educación a sus hijos y realizar nuevas prácticas agropecuarias porque no los dejaban ampliar las áreas de trabajo en las fincas. Cuando se acabó la zona de distención se recrudeció el conflicto “puesto que el ejército, la policía y los paramilitares nos señalaban diciendo que todos pertenecíamos o éramos colaboradores de la guerrilla, ocasionando que muchas personas abandonaran sus tierras y hasta sus familias por temor a ser asesinados” (Asamblea Candilejas, La Uribe, diciembre 15 y 16 de 2012). Partiendo del cálculo aproximado a partir de la información recopilada, podemos decir que en el período comprendido entre 1995 y 2012 se han presentado 6 eventos de desplazamiento forzado en el departamento del Meta, los cuales representaron un saldo de 96 víctimas nasa. 4 de ellos ocurrieron en el municipio de Mesetas. Los dos eventos restantes de desplazamiento forzado ocurrieron en el municipio de La Uribe, en los cabildos de Candilejas y Los Planes (Gráfica 6). Gráfica 6. Total de eventos de desplazamiento forzado y de víctimas por cabildos Fuente: Base de Datos Ensayos 193 Los primeros registros sobre eventos de desplazamiento se remontan al año 1998, cuando 50 personas se vieron forzadas a desplazarse del cabildo Ondas del Cafre, municipio de Mesetas. Este desplazamiento se convirtió en el que mayor número de víctimas reportó durante el período bajo estudio. Los años 2004 y 2005 también reportaron un alto número de víctimas. En el año 2004, un grupo de 15 personas se desplazó desde el cabildo Ondas del Cafre. En 2005, nuevamente el cabildo de Ondas del Cafre sufrió un evento de desplazamiento en el que 15 personas resultaron víctimas. Ese año, otras 5 personas se vieron forzadas a desplazarse desde el cabildo Los Planes en el municipio de La Uribe, Meta. En el año 2006 el cabildo de Candilejas reportó 10 víctimas de desplazamiento forzado. Dos años después, en 2008, se reportó una víctima de desplazamiento forzado del cabildo Ondas del Cafre. Gráfica 7. Total de víctimas de desplazamiento forzado por cabildos, 1995-2012 Fuente: Base de Datos Ensayos, 2013 En relación con la autoría de los eventos de desplazamiento forzado, podemos decir que la mayoría de ellas recayó en cabeza de la fuerza pública y la policía, quienes fueron responsables de 4 eventos de desplazamiento forzado que dejaron un saldo de 76 víctimas. Los grupos insurgentes fueron responsables de un (1) evento de desplazamiento forzado que dejó un saldo de 15 víctimas. La responsabilidad sobre el evento de desplazamiento restante correspondió a otros actores violentos y dejó un saldo de 5 víctimas. 194 Gráfica 8. Total de eventos de desplazamiento forzado y víctimas por autores Fuente: Base de Datos Ensayos b) La nación nasa ante los riesgos y desafíos territoriales. Derechos Territoriales Las comunidades nasa del departamento del Meta identificaron varias amenazas que se ciernen sobre sus territorios. Entre ellas, las más importantes son: la presencia de empresas para la exploración y explotación petrolera, la Transversal La Macarena que busca comunicar el departamento del Meta con el del Huila, la instalación de bases militares y la construcción de un acueducto desde Riachón hasta La Julia. Los nasa de todas las comunidades del Meta no referenciaron los cultivos de uso ilícito como amenazas en sus territorios, pues no tienen cultivos extensivos de éstos. Las únicas matas de coca que existen en algunas comunidades son de uso medicinal. Frente a lo último, la asamblea de Ondas del Cafre manifestó: Las personas que tienen coca, tienen en promedio 30 o 40 matas las cuales son utilizadas para remedios o rituales indígenas, además son pocas las personas que tienen estas matas. No implementamos esta práctica económica porque crea conflictos entre las familias de la comunidad, acaba el medio ambiente, esteriliza el suelo por la aplicación de tantos químicos, causa erosión, puede presentarse consumo de estos estupefacientes y nuestros jóvenes terminarían ahí. También eso atrae más el ingreso de grupos armados (Asamblea Ondas del Cafre, Mesetas, noviembre 29 y 30 de 2012). En la asamblea que tuvo lugar en la parcialidad de Candilejas, la mayoría de personas coincidió en que una de las grandes problemáticas por la que está atravesando la comunidad es la llegada de las empresas petroleras que, mediante engaños y mentiras, “aprovechándose de la humildad de los líderes”, como señaló un mayor, “han logrado entrarse en nuestro territorio y han conseguido hacer exploraciones sísmicas para determinar con seguridad si en nuestro territorio encuentran el preciado líquido 195 denominado petróleo”. Según contaron, “las empresas han hecho muchas promesas para ayudar a nuestra comunidad pero hasta el momento no se han visto los resultados”. Al reflexionar sobre las consecuencias de la presencia de empresas petroleras en el territorio, la comunidad nasa de Candilejas señaló: Las consecuencias que ocasiona la llegada de las multinacionales petroleras es que acaba con el medio ambiente, la fauna, la flora, la esterilización de los terrenos, la contaminación de las aguas, la erosión, la llegada de grupos armados en busca de aportes económicos para su sostenimiento, la aparición de nuevas culturas asociadas a la modernización hace que las nuevas generaciones de la comunidad tiendan a identificarse con ellas perdiendo así nuestras verdaderas raíces, se avecina la descomposición social que si se deja avanzar, terminará acabando con la cultura y la diversidad nasa. Según indicaron durante la asamblea de Candilejas, en la actualidad, la sísmica ya ha alcanzado unos 60 puntos dentro del territorio del resguardo, proponiéndose continuar con este proceso en las veredas aledañas. Las exploraciones sísmicas ya están creando un proceso descomposición social pues, según comentó la gente en la asamblea, “están alterando el orden y la costumbre de la comunidad debido a las “cantinas” que trajeron aparejadas, el alto consumo de alcohol que producen y el derroche del dinero. A esto se suma el hecho de que la empresa usa las vías de acceso comunitarias, las deteriora y luego las abandona, haciendo cada vez más difícil la entrada y salida del resguardo” (Asamblea Candilejas, La Uribe, diciembre 15 y 16 de 2012). Durante la asamblea del resguardo Ondas del Cafre, en el municipio de Mesetas, la comunidad manifestó que actualmente no existe ningún megaproyecto que afecte directamente el resguardo. Sin embargo, sí señaló que aun cuando la proyección de la Transversal La Macarena no pasa por sus territorios, sí trae graves consecuencias a las comunidades. Según comentaron, con la apertura de esta vía se amplía la exploración y/o explotación de zonas de conservación ambiental ocasionando deterioro en la flora y la fauna de la región. A futuro, la carretera también podría traer plantaciones de grandes monocultivos, exploraciones y explotaciones mineras, que traerán como consecuencia la invasión de los territorios indígenas, afectando la pervivencia social y cultural de la nación nasa. La Transversal La Macarena, que busca conectar San Juan de Arama-Uribe-ColombiaBaraya, hace parte de la estrategia de integración para la competitividad. La construcción de este corredor vial que une el oriente colombiano con el pacífico fue concebida en el marco del Plan de Consolidación Territorial en su “dinámica de la recuperación de la seguridad territorial para neutralizar la amenaza contra la institucionalidad democrática” (CCAI, 2012:9). La construcción de los 160 kilómetros de vía, que cuenta con un presupuesto aproximado de $160.000 millones para ser ejecutado entre 2009 y 2013, hace parte de un convenio suscrito entre el Fondo Financiero de Proyectos de Desarrollo (Fonade), el Instituto Nacional de Vías (Invías) y el ejército nacional. Así, la obra está siendo construida en su totalidad por dos batallones de ingenieros: el Batallón No. 15 de San Juan de Arama y el No. 53 ubicado en cercanías del municipio de Baraya. 196 La gente, sin embargo, se refirió a las consecuencias nefastas que han traído las acciones cívico-militares promovidas por el gobierno colombiano a través del Plan de Consolidación Territorial. Durante la asamblea que tuvo lugar en el cabildo Los Planes, municipio de La Uribe, la comunidad también identificó la petrolera como una de las principales amenazas. Manifestó que cerca de este resguardo es donde se ejecutará el proyecto de exploración y explotación petrolera. Plantearon que las comunidades indígenas debían unir sus criterios para no permitir que estas empresas continúen fomentando el debilitamiento de las comunidades indígenas. En esta vía de identificar las amenazas territoriales, también se refirieron a la asidua presencia del ejército nacional en sus territorios y las consecuencias que ésta genera. Al respecto señalaron: En el momento la principal amenaza que tenemos junto con las empresas petroleras es la instalación de batallones militares dentro del territorio indígena aduciendo que es para la protección de nuestra comunidad, algo que es totalmente falso. En el año 2007 se presentaron varios atropellos por parte del ejército en contra de la comunidad indígena directamente en el resguardo. El joven Fredy Casamachín fue detenido por parte del ejército acusado de guerrillero, a él le taparon la cara, lo mantuvieron por varias horas. Vinculando el conflicto armado, la amenaza que representa la presencia de empresas petroleras y la precariedad territorial en la que se encuentran los nasa del departamento del Meta, un mayor señaló con contundencia durante la asamblea de Candilejas: Siempre hemos sufrido por culpa del conflicto armado, porque no sabemos cómo actuar frente a estos casos o grupos armados, la comunidad y los líderes necesitamos capacitación sobre derechos humanos, legislación indígena, manejo y control del territorio, educación basada en nuestra cultura nasa. Aunque nuestro territorio está determinado como parcialidad, nuestros líderes buscan afanosamente que este territorio sea designado como resguardo, pues así podremos conservar nuestras costumbres, usos, autonomía indígena, identidad cultural, rituales, proteger los lugares sagrados que ya han sido marcados. Todas estas debilidades y otras más que van surgiendo en desarrollo de convertirnos en resguardo las queremos convertir en ejes de trabajo para el fortalecimiento de nuestra comunidad. Nuestro mayor anhelo es que nos proclamamos como resguardo aunque aún no lo seamos, porque nos sentimos orgullosos de ser nasas. La búsqueda de la constitución del resguardo ha sido la tarea que afanosamente han sostenido los líderes durante mucho tiempo, como recordó el mayor. La posibilidad de asegurar ese derecho territorial abre el camino para fortalecer la identidad cultural y para ejercer la tan anhelada autonomía indígena en un contexto signado por la guerra. La comunidad nasa de Candilejas fue reconocida como parcialidad indígena mediante la Resolución 0021 de 2010 de la Dirección de Asuntos Indígenas, Minorías y Rom del Ministerio del Interior. Sin embargo, el sueño del mayor y la lucha que han sostenido los 197 líderes por lograr que les sea constituido el resguardo, cada vez parecen más lejanos. Por lo menos así lo dejan ver las expectativas que hay por parte de las empresas petroleras sobre estos territorios y a las que se refirieron de manera recurrente las comunidades nasa del Meta. A esta incertidumbre, basada en algunos posibles rumores y temores, se sumó lo que es ya una realidad. A principios del año 2012, la Dirección de Consulta Previa del Ministerio del Interior recibió la solicitud del señor Abdenago Caridad, gerente de Operaciones de la empresa Petronova Colombia, quien buscaba obtener certificación sobre la presencia o no de grupos étnicos en el área de influencia del proyecto “Área de interés exploratorio Tinigua Módulo 1”, localizado en jurisdicción del municipio de Uribe, en el departamento del Meta. Según señala la Certificación 972 del 30 de mayo de 2012, “una vez revisadas las bases de datos de la Dirección de Asuntos Indígenas, Minorías y Rom y de la Dirección de comunidades negras, afrodescendientes, raizales y palenqueras del Ministerio del Interior, así como la información cartográfica del IGAC, la Dirección de Consulta Previa requirió información más precisa sobre la zona. Para ello, ordenó una visita de campo que fue realizada por el antropólogo Luis Benicio Torres, contratista del Ministerio del Interior. La visita contó con la participación de un funcionario de la empresa Petronova, el gobernador de la comunidad nasa de Candilejas, el gobernador de la comunidad nasa Los Planes y la gobernadora de la comunidad embera El Paraíso. Según la georeferenciación establecida, la comunidad de Candilejas está ubicada a 1.2 kilómetros del área de influencia del proyecto, al igual que la comunidad Los Planes. El 13 de marzo de 2012, el antropólogo encargado de la diligencia emitió su concepto: “No hay registro de resguardos constituidos, comunidades por fuera de resguardo, consejos comunitarios ni se identifica presencia de otros grupos étnicos”. En su concepto también añade algo que es necesario mencionar, dada la ironía, que raya en la estupidez, del asunto que expresa: “aunque fue imposible por circunstancias de seguridad entrar a los sitios sagrados, se conversó con el cabildo gobernador de la comunidad nasa de Candilejas, Saúl Huetio (sic) quien expresó la existencia de sitios sagrados. Sin embargo, teniendo en cuenta el estudio etnológico realizado por el profesional Gustavo Martínez Escobar realizado en agosto de 2009, no se arrojan resultados de existencia de sitios sagrados” (Ministerio del Interior, 2012). En la actualidad, las comunidades nasa del departamento del Meta suman en total 7, están ubicadas en los municipios de Mesetas, Uribe y La Macarena. Tres de ellas tienen el resguardo constituido, para un total de 8.433 hectáreas. Otra de las comunidades, Candilejas, está legalizada ante el Ministerio del Interior como una parcialidad y cuenta con 2.300 hectáreas. A la fecha, tiene un proceso de constitución pendiente que, como señalamos antes, seguramente seguirá dilatándose en favor de la entrada de la empresa petrolera que puso sus ojos sobre dicho territorio. Las otras tres comunidades se constituyeron en cabildos y tienen una oferta de tierras que asciende a las 1.700 hectáreas. A continuación relacionamos la situación de tierras en la que se encuentra actualmente la población nasa del departamento del Meta: 198 Tabla 1. Situación de tierras de los nasa en el departamento del Meta Nombre Municipio resguardo y/o cabildo Ondas del Cafre Villa Lucia Sek Dyiii Planes Candilejas Nasa Cxacxa Kuecxs kiwe Mesetas Mesetas Mesetas Uribe Uribe Macarena Macarena Resguardo constituido (No. De hectáreas) Resguardo constituido (No. De hectáreas) 4 075 Resguardo constituido Cabildo oferta de Resguardo constituido Parcialidad cabildo oferta de Cabildo oferta de Ampliaciones (No. De Trámites de hectáreas y solicitud de reconocimiento ampliación con fecha y saneamiento y/o solicitudes radicada ante quién y si de constitución salió resolución) 5 000 5 000 5 000 5 000 15 000 mil hect 100 mil hect 5 000 150 hectareas 200 hectareas 250 hectareas Candilejas Fuente: Equipo Regional Plan de Salvaguarda Nasa, departamento del Meta, 2013 199 2.6. Cabildo Nasa Santiago de Cali Granados (2010), siguiendo los estudios de Fredrik Barth y otros teóricos y teóricas de la identidad, plantea que la definición tradicional de la identidad indígena anclada a un determinado territorio, manteniendo y reproduciendo determinados “usos y costumbres”, entra en tensión con la migración de los y las indígenas hacia la ciudad; más aún cuando éstos permanecen en ella y las siguientes generaciones nacen y viven en la misma. Las tensiones y disputas por la definición de la identidad étnica aparecen potenciadas cuando las dinámicas migratorias indígenas, motivadas por diversas circunstancias, le plantean un gran desafío al movimiento indígena y a la sociedad en general: la presencia indígena en la ciudad. Autoridades tradicionales, jóvenes y mayores, hombres y mujeres, las familias migrantes, hijos e hijas indígenas que nacen en la ciudad (Granados, 2010), hacen parte de este coro polifónico. Como señala Granados (2010), “a los migrantes se les cuestiona el hecho de no vivir en el territorio, de haber salido de él, de nacer en otro lugar: la ciudad. Esto se hace más conflictivo si se tiene en cuenta que varias de las organizaciones políticas indígenas que surgieron en los años setenta asumieron como reivindicación principal la lucha por la tierra y la tenencia colectiva de la misma, exigencia que no es tan fácil de mantener en el contexto urbano”. Como señala la autora, es cierto que los vínculos entre los migrantes y sus comunidades de origen no se rompen, pero sí se transforman, generando conflictos y desafíos para la comprensión de lo que significa ser indígena en la ciudad (Granados, 2010). El conflicto armado, la escasez de tierras productivas y la búsqueda de posibilidades de acceso a la educación y de oportunidades laborales son algunos de los motivos que explican los desplazamientos indígenas a la ciudad. Por lo general, sólo los desplazamientos relacionados con el conflicto armado y la violencia política tienden a ser clasificados como forzados. Sin embargo, quienes han tenido que desplazarse porque no hay tierras para asegurar su subsistencia y porque tampoco tienen condiciones de acceso a la educación, a la salud y al trabajo, desafían esta idea para indicar que su desplazamiento también fue forzado en la medida en que obedeció a situaciones de violencia estructural, de discriminación y despojo histórico. Frente a estas situaciones, en diferentes períodos, las poblaciones indígenas, campesinas y afrodescendientes han tejido y recorrido circuitos migratorios en donde las afiliaciones y pertenencias étnicas también han jugado un papel fundamental pero disímil dependiendo del momento histórico. Años atrás, estas mujeres y hombres migrantes buscaron que sus pasos por la ciudad pasaran desapercibidos, camuflándolos con el silencio de su idioma propio, con la supresión de su memoria histórica, con el olvido impuesto de su propio ser. La mirada colonizadora únicamente registró su existencia para capturarles y colonizarles, convirtiéndoles en fieles servidores y servidoras. Percibidas y percibidos por la ciudad como inferiores en razón de su etnicidad y su pobreza y como terroristas en función de su lugar de procedencia, estos hombres y mujeres migrantes fueron integradas a la ciudad y al mercado de trabajo en una relación de subordinación: sus identidades étnicas fueron asociadas a la naturaleza de los roles en la estructura colonial del control del trabajo (Quijano, 2000). 200 Al calor de la lucha por la tierra en la década del setenta, la presencia indígena se hizo sentir y se hizo temer ante la élite terrateniente que se sintió amenazada por las justas reivindicaciones de quienes volvieron a reclamar lo que por décadas les habían quitado. El legítimo reclamo cobró muchas vidas. Años más tarde, los pueblos indígenas de América Latina iniciaron un proceso de fuerte movilización y lucha por la reivindicación de sus derechos y el reconocimiento de su ciudadanía étnica, que se tradujo en cambios profundos en la legislación que hasta el momento regulaba su relación con los estados nacionales. El derecho al territorio y el ejercicio de la autonomía se convirtieron en la bandera de la reivindicación política de los pueblos indígenas en el nuevo escenario pluriétnico y multicultural. En este contexto, las mujeres y hombres migrantes volvieron a recorrer sus pasos, su historia, su memoria; siguieron tejiendo los hilos de las redes que habían permanecido escondidas y silenciosas y que ahora salían a la luz para posarse ante las mismas miradas que años antes les habían obligado a callar para no importunar con su presencia. Como señala Granados (2010), muchos de los indígenas, afrodescendientes y campesinos migrantes, construyeron barrios nuevos en condiciones de precariedad social y económica como alternativa a sus problemas de acceso a la vivienda. Amparados bajo la conquista política y jurídica que habían alcanzado con la promulgación de la Constitución de 1991, fue allí donde iniciaron procesos organizativos que tenían como primer referente los que había en sus “lugares de origen”. En estos casos, por ejemplo, la posición inicial del CRIC como organización indígena de carácter regional fue promover el retorno de los y las indígenas que llegaban a la ciudad (Guevara 2004). Sin embargo, frente al aumento de la población indígena en los cascos urbanos y las demandas que éstos realizaban, a principios de la década del noventa, se crearon dos cabildos urbanos que luego fueron adscritos al mismo CRIC, como le sugirió Palechor a Granados (2010) durante una conversación personal que sostuvieron en 2009. Según la autora, este fue el caso del cabildo urbano del pueblo Kokonuko y el cabildo urbano del pueblo Yanacona. Así mismo, entrando el siglo XXI, surgió el Cabildo indígena de la Educación Superior (CIDES), con el objetivo de integrar a los estudiantes indígenas que habitan en la ciudad de Popayán y que según sus mandatos propende por la articulación con las organizaciones de base como el CRIC (CIDES, 2008, en Granados, 2010). También a finales de la década del noventa empezó a adelantarse el proceso de conformación del cabildo nasa Santiago de Cali, como quedó documentado durante el proceso de construcción del Plan de Salvaguarda nasa. Sobre este proceso se refirió una de las mujeres nasa que lidera el proceso del cabildo y miembro del equipo del Plan de Salvaguarda: El cabildo nasa Santiago de Cali se constituyó bajo dos fundamentos principales: organizarnos para fortalecer nuestra identidad cultural y exigir nuestros derechos. En esa construcción que se inició en 1999, se estableció una discusión permanente durante dos meses con la institucionalidad sobre qué parámetros nos íbamos a regir. En ese orden, lo primero que el alcalde planteó era que no podía constituir el cabildo porque se le salía de las manos jurídicamente y porque era un problema que se le iba a crear a la ciudad. Una de las poblaciones más grandes indígenas en Cali es la nación nasa. Pero hay 5 pueblos más. La preocupación era que si cada uno de los 6 pueblos constituía un cabildo se iba a convertir en un problema. Lo que se acordó es que se constituyera solamente un (1) cabildo por etnia. En 2003 201 para lograr la constitución recibió el aval porque lo solicitamos de la Asociación de Cabildos Nasa Cxacxa (Tierradentro) y solicitamos también el aval de la ACIN. Luego, en 2008 se registró en el marco del CRIC porque lo que hemos discutido es que cuando haya una dificultad, cuáles serían los mecanismos de control. Esta dinámica ha fortalecido el tema de educación, salud. En educación el CRIC ha hecho el apoyo y acompañamiento a este proceso. En este momento se está firmando un proceso con la UAIIN. Este aval o esta institucionalidad que permite la vigilancia y el fortalecimiento político y jurídico es el que trasciende a nivel nacional en el tema de ciudades. Cali jalonó en 2009 una reunión con los cabildos urbanos. Hemos tenido dos encuentros para discutir sobre el tema de cabildos urbanos. En Medellín la decisión política fue que no se llamaran cabildos urbanos sino que deben retomar el nombre territorial del municipio. Bogotá nos convocó para mostrar el avance en la política pública en ese municipio, el aporte no fue mucho pero quedamos de hacer un encuentro en Popayán o en Cali. Tenemos una política pública indígena, una escuela integral indígena, un sistema de salud propio, estamos pensando en territorio (Seminario-Taller Equipo Nacional Plan de Salvaguarda Nasa, Bodega Alta, Caloto, Marzo 25-29 de 2013). Organizarse y fortalecer la identidad aparecen como los dos preceptos que le dieron vida al cabildo nasa en la ciudad de Cali. La experiencia de la migración y los desafíos de un nuevo contexto juntaron a los nasa alrededor de una figura que conocían, que hacía parte de su historia: el cabildo. Iniciaron desde ahí la lucha por el reconocimiento ante el estado, encontrando a su paso lo que el alcalde definió como un problema: su presencia en la ciudad, que podía desbordarse y profundizarse en la medida en que más indígenas de otros pueblos también decidieran organizarse como cabildo. Llegaron a un acuerdo: sólo podía existir un cabildo por cada uno de los pueblos. Hasta el momento, existen 6 cabildos en total. Como sugiere el relato de quien algunos años antes fue gobernadora del cabildo nasa Santiago de Cali, para organizarse contaron con el aval de una de las asociaciones indígenas de Tierradentro, lugar de donde provienen muchas de las personas que actualmente se encuentran en Cali, así como de la Asociación de Cabildos indígenas del Norte del Cauca (ACIN) y, posteriormente, del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Esto, según señala, les ha permitido desarrollar una escuela indígena integral, un sistema de salud propio, un sistema de justicia propia, entre otros. En el año 2006, la Universidad del Valle adelantó un estudio etnológico de las comunidades indígenas ubicadas en el municipio de Cali en el marco de un convenio suscrito entre la alcaldía de la ciudad y el Ministerio del Interior. Ambas instituciones buscaban dar respuesta a las reivindicaciones de la población indígena asentada en las ciudades. Nancy Motta (2010) profundiza en los resultados de este proceso de investigación. La autora señala que “la causa principal de la inmigración de la población indígena de los seis cabildos urbanos estudiados, es en primer orden la búsqueda de oportunidades de trabajo que no se encuentran en los territorios de origen. Los porcentajes oscilan entre el 20 y el 70% de los hogares. Una segunda causa son las razones familiares. Los primeros inmigrantes que llegaron a Cali desde los años sesenta hasta los más recientes, en la década de los noventa, están mostrando un proceso migratorio que tiene su propia dinámica a través de las redes familiares, y que se mueve 202 entre porcentajes que van del 10 al 30%. También se debe resaltar que en la historia más reciente del país la violencia y el desplazamiento forzado es otra causa de movilidad espacial para todos los cabildos, exceptuando el Quichua. Ello se evidencia en los hogares de los cabildos Kofán, Misak, Nasa e Inga con valores respectivos del 42.1%, 20.0%, 17.8% y 10,4%. Una cuarta causa de migración hacia la ciudad de Cali tiene que ver con las oportunidades educativas que brinda la ciudad al contar con los centros educativos de nivel superior de alta calidad en la región, lo que ha sido muy importante especialmente para los comuneros de los cabildos Guambiano o Misak y Kofán” (Motta, 2010:6) (Ver Tabla 1 para el caso nasa). Tabla 1. Muestreo de Causas de la migración Porcentaje Porcentaje Frecuencia Porcentaje válido acumulado Válidos Perdidos Pobreza en los territorios / Trabajo 187 55,8 61,7 61,7 Escasez de espacios de Estudios superiores 15 4,5 5,0 66,7 Violencia o desplazamiento forzoso 54 16,1 17,8 84,5 Razones familiares 35 10,4 11,6 96,0 Motivos de salud 5 1,5 1,7 97,7 Ninguna de las anteriores 6 1,8 2,0 99,7 No sabe/No responde 1 ,3 ,3 100,0 Total 303 90,4 100,0 No aplica 32 9,6 335 100,0 Total Fuente: Motta y Posso, 2007 Según Motta y Posso (2007), el censo realizado para el estudio etnológico señala que el motivo de llegada a la ciudad, visto en porcentajes, es: el trabajo (61,7%), la violencia o desplazamiento forzado (17,8%), las razones familiares (11,6%), el estudio (5%), ninguna de las anteriores (2%), los motivos de salud (1,7%) y no sabe/no responde (0,3%). Otro dato importante muestra que el 9,6% de los hogares Nasa (32 hogares) ha residido siempre en la ciudad de Cali, además de que las nuevas generaciones han nacido en Cali y participaron activamente en las encuestas. El estudio también indica que los lugares de nacimiento de los miembros del cabildo Nasa corresponden a un 48,3% en el Valle del Cauca, el 43,6% en el departamento del Cauca y el 8,1% en otros departamentos. Además, el estudio muestra que el 43,5% de las personas de este cabildo (643 personas) nació en Cali, lo cual indica la presencia de segundas y terceras generaciones de esta migración en la ciudad y por lo tanto se trata de una población establecida y no de paso (Mota y Posso, 2007). El estudio también identificó los distintos momentos en los que los nasa intentaron 203 reencontrarse y tejer un proceso organizativo en la ciudad: a principios de la década del noventa hubo un primer momento, aunque quienes lo lideraron en aquella época no se encuentran en la ciudad y no hay muchos recuerdos al respecto por parte de quienes en la actualidad lideran el proceso. Otro momento fue en 1994, año en el que ocurrió la avalancha del río Páez, en Tierradentro, y miles de nasa se vieron forzados a migrar por el desastre natural. Sus redes familiares y de compadrazgo los llevaron hacia la ciudad de Cali. Sin embargo, en ese momento no se consolidó el proceso organizativo como se le conoce en la actualidad. Pocos años después, en 1998, un grupo de académicas y académicos de diferentes áreas, entre los que se encontraban Herinaldy Gómez y quien sería la gobernadora del cabildo en dos oportunidades, Catalina Achipiz, se reunieron con la intención de recopilar alguna información sobre la presencia nasa en las ciudades. Pero fue en 2003 cuando la comunidad nasa de Cali logró el reconocimiento como cabildo ante el municipio. La recuperación de saberes propios, el encuentro con otros nasa provenientes de diferentes lugares, así como la reivindicación y el ejercicio de la autonomía territorial y jurídica en el marco de la lucha ancestral por el territorio, han caracterizado la dinámica de este proceso organizativo (Motta y Posso, 2007; Motta, 2010). Como señala el estudio etnológico (Motta y Posso, 2007), “el pueblo Nasa, al igual que los otros pueblos, también ha definido unos criterios para que las personas indígenas de la ciudad puedan integrarse al cabildo; este proceso ha sido mucho más engorroso que en los otros pueblos por el extenso número de nasas que se encuentran en Cali y que están ubicados en sectores diversos, y por el hecho de que muchas personas de la población Nasa han nacido en Cali, no conocen el cabildo, no han logrado unirse a él o bien no se encuentran informados. En el trabajo de campo para la obtención de los datos etnográficos y en el operativo censal de esta investigación, se conoció un gran número de familias que se reconocen como nasas pero que no integran el cabildo, otras que debido a sus escasos recursos han querido acercarse pero no han podido, y otras que no sabían de la presencia de este en la ciudad” (Motta y Posso, 2007:53). Más adelante, el estudio señala que “en este proceso de recuperación y fortalecimiento el cabildo tiene algunas proyecciones a futuro que se articulan alrededor de: 1) el eje de vivienda y trabajo, articulados al proyecto de política indígena de la ciudad; 2) fortalecimiento de la visibilización de los cabildos en la ciudad; 3) la reivindicación de derechos y el reconocimiento por parte de las instituciones departamentales y municipales de la presencia indígena urbana a nivel político. Estos frentes son de carácter colectivo y político pues se plasman a nivel de todos los cabildos, pero gestionados desde los Nasa. También en su momento, la entonces gobernadora Adriana Menza opinó sobre los proyectos del Cabildo, refiriéndose en particular a sus desafíos y expectativas territoriales: […]La reubicación que queremos no es que nos reubiquen en un espacio así pequeñito sino que nosotros estamos pensando es en una reserva indígena, ese es el querer de nosotros porque lo que queremos es que si estamos aquí en la ciudad no perdamos nuestra identidad cultural sino que por el contrario fortalecerla, reivindicarla, ahí es cuando se plantea que en vivienda un proyecto sería una reserva natural indígena que lleve consigo la parte ambiental, la reivindicación de muchos derechos […] 204 Durante la asamblea de construcción del Plan de Salvaguarda, la gente habló sobre los motivos que los llevaron a desplazarse. Entre ellos, y en primer lugar, apareció la “estrechez territorial”, la violencia, la pobreza, la falta de oportunidades, la falta de resultados relacionados con los recursos de transferencia, la dificultad que tienen los jóvenes para acceder a la educación, la vulneración de los derechos que se ve agudizada en el caso de las mujeres, la persecución que sufren los jóvenes por parte de los diferentes grupos armados que insisten en reclutarlos forzosamente, la persecución y las estrategias de enamoramiento de la que son víctimas las jóvenes nasa por parte de diferentes miembros de los grupos armados, el acceso carnal violento del que son objeto las mujeres por parte de los actores armados, entre otros. Uno de los sueños, que teje los pensamientos y las luchas de quienes viven actualmente en la ciudad de Cali es el derecho al territorio. Al pensar sobre el lugar en el que quieren vivir, varias personas durante las asambleas opinaron que no querían que el territorio fuera dentro de la ciudad porque hay bandas criminales, pandillas, barreras invisibles en las comunas, narcotráfico, grupos armados, sicariato, prostitución, entre otros. La mayoría de personas, provenientes de los departamentos de Cauca, Tolima y Nariño, llegaron a la ciudad en busca de una mejor oportunidad de vida, de la posibilidad de trabajar, de garantizar a los hijos e hijas una mejor calidad en la educación y de una vida libre de la violencia del conflicto armado. Sin embargo, la mayoría de las personas manifestó que sus sueños no se han cumplido porque con dificultad sus hijos logran estudiar, porque no tienen dónde trabajar, porque la precariedad económica de la mayoría de la población desplazada en la ciudad de Cali, que son mujeres, es altísima, entre otros. Durante una de las reuniones del Equipo del Plan de Salvaguarda nasa, un hombre, miembro del cabildo de Santiago de Cali, manifestó: Hace 10 años existe el cabildo de Santiago de Cali. ¿A dónde retornar si no hay tierras? Estamos en un proceso de fortalecimiento cultural: en nasayuwe, en danzas, en cosmovisión nasa. Estamos en la Escuela integral indígena en Cali. Yo no he dejado de ser indígena porque estoy en Cali. Y salí hace 11 años pero soy nasa y siempre busco a los mayores para aprender. ¿De qué estamos hablando culturalmente? Los que quieran regresar, se regresan, ¿pero a dónde se van a regresar si no hay tierras? Y los que se quieran quedar, pues se quedan porque hay mucha gente que ya tiene su vida en la ciudad (Reunión Equipo Nacional, Bodegalta, Caloto, Marzo 25-29 de 2013). Este planteamiento no es menor en la medida en que traza el desafío central al que se ven enfrentadas las mujeres y hombres nasa que se desplazaron hacia la ciudad de Cali en diferentes períodos históricos y que hace parte del referente bajo la cual es asumida su reivindicación en la ciudad por parte de los cabildos de los lugares de procedencia: “Yo no he dejado de ser indígena porque estoy en Cali. Y salí hace once años pero soy nasa”. La presencia de indígenas en la ciudad y de la consolidación de sus organizaciones ha generado nuevas representaciones sobre la definición de la identidad étnica, marcada por fuertes cuestionamientos y negociaciones en torno a la migración y la posibilidad ser indígenas por fuera de sus “territorios de origen”. Esta situación se vuelve problemática y plantea importantes desafíos en la medida en que la lucha central sobre la cual se erigió el movimiento indígena del suroccidente colombiano fue la tierra. En el caso de la ciudad, esta reivindicación no es tan clara o es 205 más difícil de materializar y además se enfrenta a que los derechos estipulados en la constitución política y leyes específicas para los pueblos indígenas, dependen en gran medida del reconocimiento a la tenencia y propiedad colectiva de la tierra (Granados, 2010). Como señala Granados (2010), esta situación de presencia indígena en la ciudad suscita distintas discusiones y opiniones en las organizaciones, autoridades tradicionales y miembros de las comunidades indígenas, así como en las instituciones presentes en las grandes urbes, donde los y las indígenas empiezan a interactuar en diferentes niveles y condiciones. Por ejemplo, para algunos líderes significa una posibilidad de “expansión territorial” en términos de volver a la ciudad que antes de la colonización era indígena, es la posibilidad de volver a ocupar el territorio ancestral (como de manera recurrente señalan los miembros del cabildo de Santiago de Cali cuando se refieren al significado del vocablo indígena Calli, que traduce “tejido sin agujas”), mientras que para otros es una forma de dejar de ser indígenas, dados los procesos de pérdida de tradiciones y prácticas culturales que se aceleran en la ciudad. Para las instituciones se tornan en sujetos de intervención de la política pública; en otros casos son “indeseables” que debían retornar a sus comunidades porque no se ajustan a las dinámicas de la vida urbana. Todas estas afirmaciones problematizan la presencia de indígenas en la ciudad en el marco de un estado que reconoce el carácter pluricultural de su población y que en términos legales reconoce una serie de derechos a los grupos étnicos en un contexto de economía neoliberal y desigualdad económica y social que contradice sus propias políticas frente a la diferencia cultural (Fraser 1997; Briones 2005). En esta vía, fueron enfáticas y enfáticos al afirmar que el Plan de Salvaguarda es para garantizar que haya esas tierras para que vuelvan los que quieren volver. Señalaron que debe haber un restablecimiento de los derechos tanto en el caso de retorno como en el de reubicación. Y agregaron que el Plan también debe asegurar la garantía de los derechos a las personas que quieren quedarse en la ciudad en el marco del proceso organizativo que vienen desarrollando en el cabildo. Durante una de las asambleas de construcción del Plan de Salvaguarda que se realizó en el Centro Cultural Santiago de Cali (noviembre 18 de 2012), una mujer nasa señaló de manera muy enfática: “Somos muchos los que estamos por fuera (…) además he aprendido que la Sentencia y el Auto hablan del desplazamiento y nosotros somos desplazados”. En esta vía, una de las exigencias que hicieron quienes asistieron a las asambleas fue la urgencia de un proceso de visibilización de la problemática que enfrentan los nasa que están en la ciudad, pues señalan que están sufriendo una doble discriminación: por una lado, por parte de la mayoría de quienes viven en los “territorios de origen” quienes expresan que por haberse ido de ahí perdieron sus derechos; y por otro, por la ciudad en la que viven por el mismo hecho de ser indígenas, donde por lo general “nos niegan también nuestros derechos”. En esa oportunidad, la comunidad preguntó al unísono: “entonces ¿qué hacemos? Si salimos del territorio fue por necesidad, no por gusto o porque quisiéramos” (Asamblea Cabildo Nasa Santiago de Cali, Centro Cultural Santiago de Cali, noviembre 18 de 2012). A esta doble discriminación se suma la que tiene que vivir la mayoría de población nasa que vive en las ciudades: las mujeres. Tal como lo muestra el estudio etnológico (2007) al que hemos hecho referencia, “el Cabildo Nasa tiene una alta población de mujeres que trabajan como empleadas del servicio en condiciones laborales y de vida bastante 206 desfavorables, muchas de ellas, jóvenes en su mayoría, se internan en una casa de familia, permanecen encerradas en habitaciones mínimas y confinadas a sus espacios laborales la mayor parte de su estancia en la ciudad, recibiendo un salario inferior al mínimo y, en la mayoría de casos, sin estar afiliadas a la seguridad social. Los bajos niveles educativos y la discriminación de la que son objeto en la ciudad no permiten acceder a otro tipo de ofertas laborales” (Motta y Posso, 2007). En relación con esto, no debe perderse de vista cuando el tipo de desplazamiento es forzado por el conflicto armado, lo cual aumenta los factores de discriminación y las asociaciones recurrentes de la que son objeto mujeres y hombres cuando son representados como potenciales amenazas por provenir de un lugar de intenso conflicto armado. Como plantea Donny Meertens (2004), “en Colombia, la violencia y el desplazamiento forzado tienen efectos diferenciados sobre hombres, mujeres, niños y grupos étnicos. Desde el momento de la destrucción de vidas y bienes hasta las estrategias de supervivencia y la paulatina reconstrucción de sus proyectos de vida, es decir, a lo largo de las sucesivas etapas del desplazamiento, estos diferentes grupos poblacionales tienen en común la violación de sus derechos generales, pero se diferencian en cuanto a la especificidad de sus vulnerabilidades, necesidades de protección y atención, y potencialidades para la reconstrucción de sus proyectos de vida”. Al señalar varios de los nudos alrededor de los cuales se articulan los juegos de diferencias, desigualdades y nuevas oportunidades, la autora muestra que “entre la población desplazada la proporción de mujeres (adultas) es un poco más alta que la de los hombres. Sin embargo, el dato más relevante aquí es el aumento de mujeres “jefas de hogar”, a causa de la violencia (pérdida del marido o compañero por asesinato) como es el caso de las viudas; o a causa de las rupturas familiares provocadas por el desarraigo, las tensiones del anonimato, la clandestinidad o las nuevas dinámicas de la gran ciudad” (Meertens, 2004). El desplazamiento forzado “trastocó” los campos de acción en los que la mayoría de mujeres nasa se desenvolvían, asociados más a los vínculos familiares y a los espacios privados. El hecho de que muchas mujeres hayan tenido que presenciar el asesinato de su compañero sentimental, o ser testigos de las amenazas y señalamientos que obligaron a la familia a tomar rumbos diferentes, ubica a las mujeres en un nuevo contexto en el que son obligadas a transformar su cotidianidad, transitando por esferas públicas y políticas antes desconocidas para asegurar su supervivencia y la de sus familias (Amador Ospina, 2008). Meertens (2004) apunta que “al iniciarse el proceso de reconstrucción de la vida cotidiana en el sitio de desplazamiento, el balance muestra tendencias a la inversa: el desempleo afecta más duro a los hombres que a las mujeres, ellos pierden su status de proveedores y sienten la pérdida de dignidad más fuerte que las mujeres ante las irregulares e informales actividades del rebusque. Las mujeres desplazadas generalmente tienen la primera responsabilidad de la supervivencia sobre sus hombros. En ella muestran más flexibilidad que los hombres al asumir labores de rebusque, son más recursivas y pueden apoyarse en su larga experiencia de trabajo doméstico, ahora un recurso vendible” (Meertens, 2004). (Ver Anexo “Estudio Etnológico Cabildo Nasa Santiago de Cali”). 207 PARTE 3: El Plan de Salvaguarda 3.1. Fundamentos La Corte Constitucional ha insistido en varias de sus sentencias, y especialmente en la 025 de 2004 y sus autos, en la necesidad de que las medidas gubernamentales incorporen un enfoque diferencial étnico. En el Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa los elementos diferenciadores que deben ser incorporados se formulan a partir de la identificación que las propias comunidades han hecho sobre la especificidad de la Nación Nasa, de su lugar en el conflicto, de su historia de conformación como pueblo y de su cosmología. Los fundamentos del Plan de Salvaguarda conjugan el enfoque diferencial étnico de las estrategias del plan y los principios de interpretación de las medidas de salvaguarda que se adoptan; en consecuencia son la base para dirimir posibles contradicciones entre las medidas del Plan y la acción estatal ordinaria. a) El enfoque diferencial de la salvaguarda y la reparación “¿Qué es lo distinto de los nasa, para que la reparación sea distinta?” Así preguntaba uno de los mayores de la comunidad cuando se construían los fundamentos del Plan de Salvaguarda. La pregunta se devolvió a varias comunidades, para que la palabra “enfoque diferencial” no fuera una de esas palabras que sirven para todo, y que al final no dicen nada. El trabajo de reflexión llegó a varias conclusiones generales. La primera, es que en la protección y en la reparación lo “diferencial” está relacionado con las formas particulares como se ha vivido y sufrido (se vive y se sufre) la violencia política, eso significa tanto la forma específica como los armados la han utilizado (basados en una supuesta superioridad civilizatoria o cultural de occidente sobre los pueblos indígenas), así como la forma específica como los nasa entienden situaciones (y palabras) como daño, dolor, agresión, humillación, miedo, dignidad, resistencia. Para los nasa se trata de una violencia ejercida contra comunidades que tienen una concepción y una práctica colectivas intensamente orgánicas; lo que implica una diseminación del daño y el dolor de forma más veloz e intensa, y una implicación más profunda de la victimización individual sobre el cuerpo de las comunidades. Se trata de una violencia ejercida contra un proceso de construcción de autonomía política y territorial muy fuertemente arraigado; ha sido una violencia ejercida como respuesta a lo que los actores armados consideran desafíos a sus poderes de facto; es una violencia territorial y que daña los procesos organizativos. Por otra parte se trata de una violencia contra los sistemas culturales, es decir, contra el conjunto de las representaciones, símbolos, referentes mítico-históricos que constituyen la especificidad cultural y étnica de la Nación Nasa. Han sido profundamente agredidos: a) la conexión ritual y mítica entre el mundo espiritual y material, alterada por la 208 muerte de los kiwe the', quienes cumplen la función de enlace (los que llevan el mensaje del mundo físico al mundo espiritual, los thu'tenas o comunicadores) y cumplen un rol fundamental en los procesos de armonización social y cultural en el mundo nasa, a través de acciones para el restablecimiento del equilibrio; b) el orden territorial (que los nasa consideran natural-espiritual) y su vinculación con los espacios propiamente espirituales, en particular por la ocupación militar de los sitios de páramo, nacederos de agua y lagunas; b) los símbolos de autoridad (chontas21 y varas22) o de encargo (bastones23), utilizados por los actores armados como método de camuflaje, lo cual altera el sentido profundo de conexión con los mandatos de la ancestralidad o Ley de Origen24; d) la memoria de resistencia, con la captura simbólica (uso de nombres e imágenes) de figuras como Quintín Lame para nombrar acciones o grupos armados. La segunda conclusión general es que los nasa (y en general los indígenas) tienen unos dispositivos particulares para interpretar, enfrentar y superar dicha violencia política. Lo más relevante en este campo es que existe continuidad entre las vivencias del mitomemoria y las vivencias históricas de la nación nasa. El mito-memoria originario nasa esencialmente explica la existencia como un proceso de crisis causada por la envidia (tener todo para uno solo) y superación de la crisis lograda con el equilibrio (cada ser tiene lo que le corresponde), entendiendo cada ser como nasa con plenos derechos de existencia, incluyendo a los seres no-humanos (animales, plantas, minerales, agua). Dice Sisco (2001)25 en su compilación que esta situación se presenta desde que “éramos taafxi, espíritu (viento), energía y movimiento, nos chocábamos los unos con los otros, nos hacíamos daño, fue todo un caos”. Luego, ya con cuerpos materiales, “de contentos se volvieron insoportables... se agruparon los grandes, los chicos, los medianos, los más pequeños y menudos; todos pretendían su espacio pero los grandes le agredían a los pequeños, había egoísmo. En una palabra el desorden continuó”. Y cuando ya los nasa poblaban la tierra, de nuevo, “las personas que entraron a vivir en la casa grande empezaron a caminar y caminar por todas partes y esto trajo consigo otras consecuencias porque algunos seres inconscientemente ocupaban los espacios de los demás y se cruzaban sin permiso incomodando a los propios, y eso es un problema. En 21 Que utilizan los kiwe the' o médicos tradicionales. 22 En nasayuwe kha'bu nwesx, que utilizan las autoridades políticas o cabildantes. 23 Que utilizan los kiwe thegna o pu'yakh'sa', conocidos como guardias indígenas, encargados de la tarea ancestral de cuidar el territorio. 24 Según Viluche: “El uka fizenxi, o 'armonización del bastón del cabildo', es otro de los rituales del año para volver a ser parte de la organización espiritual de los Nej: Uma y Tay; es la razón de la utilización de las varas con sentido de autoridad como nejwe`sx. Cuando las personas portan las varas del cabildo no solo representan la autoridad de una comunidad, sino que son parte de la autoridad espiritual fundada desde el origen del pueblo nasa. El refrescamiento de las varas de mando de los nejwe´sx (personas seguidoras de los Nej) en los diferentes sitios sagrados (laguna Juan Tama de la Estrella Calambás), significa volverse a enraizar en las leyes ancestrales de la naturaleza... Este ritual significa limpiar el sucio de los problemas y enfermedades de la comunidad que se acumulan durante el año, porque si no se hace, los conflictos sociales se van al extremo, llega gente extraña que causa guerra, división, manipulación y dominación del territorio”. (Destacados fuera de texto). Viluche, s.f. “El camino de la investigación como política para recrear y revitalizar el conocimiento ancestral”, Ponencia presentada en Seminario Otros Saberes LASA, sin publicar. 25 SISCO T., Manuel Augusto, Abelardo Ramos y Dilio Pillimué (2001). Despertar y uso de la palabra tradicional. Cosmogonía y cosmovisión de la cultura nasa. PEB – CRIC 209 muchos sitios y en muchas ocasiones se enfrentaron; no oían los llamados de atención de los hermanos afectados. Unos, sin tener en cuenta el consejo de la madre se fueron a pelear en la montaña (cabeza de la tierra)”. La solución reiterada a la situación de crisis producida por el egoísmo y la envidia, recurrentemente tiene solución en la cosmovisión distribuyendo el espacio y las funciones. Prosigue Sisco: “Cada quien con su yuwe (boca, lengua, decir), üus (corazón, sentimiento) y habilidad especial para vivir, cada uno de los hijos tomó un espacio conveniente de acuerdo a sus condiciones de vida, cada especie guardó su relación con los demás y con su madre”. De allí que el conflicto armado y en general los conflictos sociales se insertan en esta trama de significado. Es el irrespeto al derecho del otro, entendido como espacio de cada quién, lo que produce el conflicto, que debe resolverse devolviendo a cada uno su lugar. El restablecimiento del derecho o de los derechos de cada uno (a decir, a sentir, a hacer) es intrínseco de la cultura nasa, y ha reaparecido en los diversos momentos políticos de la lucha de esta Nación. Conceptos como “recuperación de los resguardos y los cabildos”, “liberación de la Madre Tierra”, “revitalización del nasayuwe”, etc., promovidos con el sentido político que estas expresiones tienen para occidente, en realidad expresan una expectativa de reencuentro cultural entre diferentes temporalidades, que en el pensamiento nasa acontecen más bien en términos espaciales: un lugar de los espíritus-energías-sueños, más que un tiempo pasado perdido. En el fondo está la idea de la energía cambiante, originadora de los nasa. Se expresa en el carácter primordial del viento, el trueno y el rayo (la luz y el fuego). “Cuentan los que saben y dicen que en la tierra cósmica (espacio) existen dos corrientes de viento, mas antes, estos vientos corrían y corrían con tal fuerza pero sin rumbo por el espació, en una de esas correrías de pronto los dos se rozaron, los dos vientos eran personas; una era de sexo femenino y otro de sexo masculino. La impresión que se llevaron ambos fue impactante, como queriendo saber del uno al otro. Las dos corrientes de viento se arremolinaron formando un gran circulo como entre una danza, cuando se cansaron de arremolinarse e hicieron un pare. La mujer viento tenía anaco26, su cinto asegurada con chumbe (faja) adornado de múltiples figuras además de su cinto resaltaba una vara que en la punta tenía asegurada un manojo de lana del cual ella hilaba y hilaba, era su vara de mando. El hombre viento con ruana negra y pantalón que le daba hasta los tobillos, con sombrero de pindo (hoja de caña brava), con los pies descalzos, en la mano izquierda portaba una vara de mando de oro. Los dos se pararon de extremo a extremo, se dieron una media mirada y sus rostros inmediatamente clavaron sus ojos hacia abajo”. (Sisco, 2001)27. 26 Anaco, falda hecha con hilo de lana de ovejo. 27 SISCO T., Manuel Augusto, Abelardo Ramos y Dilio Pillimué (2001). Despertar y uso de la palabra tradicional. Cosmogonía y cosmovisión de la cultura nasa. PEB – CRIC 210 Yule Yatacué (2012) presenta la versión del the'wala José María Quitumbo recogida por Carmen Vitonás. En ella sxlapun (trueno) produce la luz/la candela a instancias de ksxa'w (sueño, espíritu); se trata de un evento de auto-producción; en efecto, en otras versiones, sxlapun es reconocido explícitamente como un ser hermafrodita. La vinculación entre el trueno y la energía de que habla el relato de Sisco, es una clara referencia a la energía que se autogenera y es el origen de todos los seres (nasa). En la vida cotidiana de los nasa, el procedimiento para reconducir la vida a las formas originarias es la armonización o reconciliación con el trueno, a la cual se accede mediante el rayo o fuete y el refrescamiento; ambos procedimientos son realizados por el the'wala, que actúa como comunicador del mundo físico con el mundo espiritual. Para efectos de la reparación, las personas y colectivos que han sufrido desequilibrios o tienen ptansh (sucios), para el caso del conflicto armado las víctimas y los victimarios, deben pasar por rituales de armonización, en dirección a restablecer el wet wet fi'zenhxi, la vida plena o la vida sabrosa. Las concepciones de reparación y justicia están fuertemente ligadas a esta concepción, que algunos indígenas asocian a la idea de bienestar usualmente utilizada en occidente. En especial la idea de justicia en el pensamiento nasa tiene como horizonte la búsqueda de la armonía comunitaria, por lo que es dable encontrar ejercicios de justicia ligados con la compensación, la retribución, el equilibrio, etc., dependiendo de la circunstancia misma que se pretende armonizar, lo cual no es contradictorio con un ejercicio de justicia colectivo y comunitario, donde la norma que se aplica se actualiza con el análisis del caso. Cuando no es posible tal armonización porque el conflicto, el sucio o la desarmonización se mantienen, las experiencias de la muerte y la violencia se trenzan con representaciones más ligadas con la historia reciente de la cultura nasa (especialmente los últimos 500 años), donde la trascendencia espiritual ha debido articularse con la resistencia a la conquista y colonización. La persistencia de la violencia de la conquista y la esclavitud es el marco o gramática de interpretación de la violencia política reciente por parte de los nasa, que la conciben y viven como continuidad de la expropiación, el despojo colonial y la discriminación. De donde se desprende que superar la violencia presente implica superar la violencia histórica, los rezagos coloniales y las estructuras que reproducen la discriminación, el racismo y la discriminación racial y étnica (lo que será desarrollado más adelante). La respuesta a la violencia política y en general a la violencia (la muerte, el dolor, la humillación, la tortura) corresponden a dispositivos específicos y tramas culturales asociadas a esa guerra, donde concepciones sobre la dignidad y el carácter guerrero que se autoadjudican los nasas,resultan relevantes. Para un pueblo que se reconoce “en resistencia” ante la que considera una guerra perpetua contra su existencia misma, la construcción de una representación reforzada de la dignidad es básica en el trato político: el respeto y el reconocimiento como sujetos no subordinados son las principales exigencias nasa de toda interlocución. Por otra parte, la desconfianza acendrada ante los incumplimientos por parte de agentes estatales (más de 26 acuerdos de diferentes gobiernos han sido incumplidos total o parcialmente) produjeron la valoración de que los tiempos del diálogo con el Estado y otros actores no estatales se parecen más a armisticios que a formas normales de las relaciones socio-políticas; los nasa por ello se reconocen como “guerreros en paz”, queriendo decir con ello su total disposición a relaciones armoniosas con el Estado, al tiempo que reclaman el derecho a la desconfianza. 211 La tercera conclusión pertinente para el enfoque diferencial es de orden más político que étnico, vinculado a la forma como se entiende el conflicto armado contemporáneo. Para la Nación Nasa el Estado en muchas ocasiones ha sido el victimario directo e indirecto. De tal modo, para las comunidades nasa la protección incluye protegerse de la acción ilegal de funcionarios públicos y prevenir nuevas victimizaciones estatales. De allí que las medidas de salvaguarda deben consistir fundamentalmente en acciones propias realizadas por las comunidades. Esto es más fuerte en términos de atención y reparación, donde las comunidades reclaman que las acciones típicamente humanitarias deberán realizarse por medio de las autoridades indígenas o los órganos creados por las comunidades para el efecto. Por lo mismo, la prevención, reparación y atención integral a las víctimas (comunidades, familias, individuos y Madre Tierra) deberán realizarse de forma exclusiva mediante mecanismos civiles; es totalmente contrario al espíritu nasa y del Plan de Salvaguarda cualquier acción que se pretenda realizar por medio de organismos armados del Estado o privados. La cuarta conclusión sobre el enfoque diferencial en la atención y reparación, y sobre todo de la justicia, es la aplicación del principio rector de la garantía de no-repetición de los hechos que han vulnerado los derechos colectivos e individuales de la Nación Nasa, hechos que en el mito-historia reaparecen como ciclos de un mismo proceso. Sin dicha garantía, cualquier atención o reparación tendrá más bien un carácter legitimador de la violencia estructural o funcional que se haya establecido como si fuese el régimen político. El hecho de que la continuidad entre mito e historia permita un acceso y salida múltiple al tiempo (al lugar del tiempo), abre así mismo una dimensión adicional: la experiencia trans-temporal de la violencia, de la humillación, de la dignidad atropellada o negada. Las voces en los talleres fueron insistentes en “actualizar” las agresiones del pasado, presentarlas como hechos presentes que pueden verse y experimentarse por todos los asistentes al momento del recuerdo; de este modo, el olvido decretado por historiadores o normas que supuestamente resuelven viejas contradicciones, no puede instalarse. De ahí que los rituales de curación y la aplicación de justicia a antiguos casos de violencia política sean fundamentales. En varios talleres realizados con mayores de las comunidades nasa del Cauca para recordar los momentos de violencia y los ejercicios de resistencia (Caballero, 2011), fue reiterada la actualización vívida de las muertes, desapariciones, encierros, que ocurrieron en los años 70s, al principio de las recuperaciones de tierra. La prescripción de estos delitos por la justicia ordinaria e incluso por la narrativa política de la organización indígena, no lograron sanar estos hechos, que se evocaban en el marco de la caracterización del conflicto armado actual, valga decirlo, 40 años después. La quinta conclusión es que el restablecimiento/protección de los derechos constitucionales debe partir de la concepción nasa del derecho y de la concepción propia sobre el sujeto del derecho a la protección y la salvaguarda. Para los nasa el derecho es entendido como equidad en el vivir de todos los nasa (todos los seres), que a su vez propende por la armonía como resultado del equilibrio entre los seres y de la exigencia a los extraños para que respeten ese equilibrio. La concepción del sujeto que debe ser salvaguardado, como ya se ha insinuado arriba, incluye dimensiones culturales, 212 territoriales, étnicas, materiales, espirituales, políticas, vitales; en realidad estas dimensiones son la forma como la sociedad occidental nombra una continuidad espiritual-natural integral. Esta continuidad espiritual-natural (que a su vez implica un articulación orgánica muy imbricada de esas dimensiones) hace muy sensibles a la cultura y las comunidades las afectaciones de la guerra como las posibles medidas de protección, atención, reparación, restitución o indemnización que se adopten. El principio reconocido a nivel internacional de la acción sin daño es clave para impedir que posibles medidas de atención en realidad se conviertan en nuevas victimizaciones sobre otras dimensiones del mismo sujeto. Todas estas conclusiones son convergentes con diferentes aproximaciones realizadas por académicos y funcionarios del Estado respecto al enfoque diferencial. Por ejemplo, César Rodríguez Garavito y Yukyan Lam (2010a, 2010b)28 proponen como los elementos que deben ser tenidos en cuenta para una reparación étnica integral los siguientes: 1) Las reparaciones deben incluir tanto componentes procedimentales como sustantivos, 2) deben tener una dimensión colectiva, 3) deben ser adecuadas y efectivas, por tanto la determinación de las medidas de reparación debe partir de lo específico y debe ser enfocada hacia la satisfacción de las necesidades del grupo étnico, 4) deben respetar la identidad cultural particular del grupo étnico, 5) deben ser consultadas con el grupo étnico y éste debe retener cierto nivel de control sobre su implementación, 6) las medidas complementarias de compensación deben formar parte de las reparaciones, 7) deben tomar en consideración los agravios históricos y su impacto superviviente, 8) El significado de la violación debe ser visto a través del lente del grupo étnico, 9) La búsqueda de la verdad y de la justicia, como parte integral de la reparación, es particularmente significativa para muchos grupos étnicos, 10) En la determinación de las medidas de reparación debe considerarse el significado especial de la tierra para los grupos étnicos, y en casos de despojo, la restitución es el modo más idóneo de reparación. Del mismo modo, son elementos ya reconocidos formalmente por el Estado colombiano. El Decreto Ley 4633 de 2011, señala en su art.1: Las medidas de atención integral, protección, reparación integral y restitución de derechos territoriales para pueblos y comunidades indígenas como sujetos colectivos y para sus integrantes individualmente considerados, serán acordes con los valores culturales de cada pueblo y garantizarán el derecho a la identidad cultural, a la autonomía, a las instituciones propias, a sus territorios, a sus sistemas jurídicos propios, a la igualdad material y a la pervivencia física y cultural, de conformidad con la dignidad humana, el principio constitucional del pluralismo étnico y cultural y el respeto de la diferencia. En el art. 5 y el art. 6, señalan así mismo que la reparación, entendida como “restablecimiento del equilibrio”: 28 Rodríguez Garavito, César y Yukyan Lam, Etnorreparaciones: la justicia étnica colectiva y la reparación, 2010. y Rodríguez Garavito, César y Yukyan Lam, “Respuesta al Oficio OPT-A461/2010, dentro del Expediente T 2406014 AC. Acción de tutela instaurada por Sain Aguilar Chogo y otros contra Acción Social”, 2010. 213 “se entenderá como un proceso que incorpora un conjunto de medidas y acciones transformadoras, justas y adecuadas dirigidas a fortalecer la autodeterminación y las instituciones propias, garantizar el goce efectivo de los derechos territoriales y el restablecimiento de los mismos, en caso de que hayan sido vulnerados, e implementar medidas de indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición. Los derechos a la justicia y a la verdad hacen parte de la reparación integral de las víctimas. “Artículo 6. GARANTÍA DE PERVIVENCIA FÍSICA Y CULTURAL. Las medidas establecidas en el presente decreto contribuirán a garantizar efectivamente la pervivencia física y cultural de los pueblos indígenas. Para ello, propenderán por eliminar las condiciones y situaciones de vulnerabilidad y riesgos, en especial las descritas por la jurisprudencia nacional e internacional. Las medidas y acciones de reparación integral deben contribuir a garantizar la permanencia cultural y la pervivencia de los indígenas como pueblos, conforme a su Plan de Vida oral o escrito, su ordenamiento ancestral, su cosmovisión y/o Ley de Origen, Ley Natural, Derecho Mayor o Derecho Propio. Asimismo, estas medidas deberán ajustarse a los estándares nacionales e internacionales de reparación integral a los pueblos indígenas, de manera que garanticen las condiciones para que éstos puedan tener un buen vivir con garantías de seguridad, autonomía y libertad”. La Unidad de Víctimas plantea al respecto que en el caso de pueblos indígenas y afrodescendientes, 1) la víctima es la comunidad o pueblo como sujeto colectivo, 2) además del desplazamiento, las masacres, las desapariciones forzadas y otros comúnmente reconocidos, se debe incluir como hechos victimizantes la violación a los derechos colectivos y factores subyacentes y vinculados al conflicto armado (que no es otra cosa que lo dicho por la Corte Constitucional), 3) la atención humanitaria deberá brindarse con un enfoque diferencial étnico, 4) en retornos y reubicaciones, deben concertarse con la comunidad o grupo las rutas de retorno o reubicación, 5) la autoridad representa a la comunidad y se debe garantizar la participación de las víctimas individuales y las comunidades receptoras, 6) en los Planes Integrales de Reparación Colectiva, la caracterización de los daños y afectaciones se hace con metodologías participativas definidas con las autoridades comunitarias y la formulación del plan se realiza a través de un proceso de consulta previa, 7) las indemnizaciones serán preferiblemente colectivas, para lo cual se constituirán fondos comunitarios administrados por las autoridades de la comunidad (Unidad de Víctimas). Ahora bien: el ejercicio de conceptualización para el Plan de Salvaguarda desarrolló en extenso varios de estos elementos. En seguida presentamos los componentes filosóficos, jurídicos y políticos que guiarán la aplicación del Plan: b) La Nación Nasa es el sujeto colectivo de los derechos del Plan de Salvaguarda 214 El pueblo Nasa -conformado por decisión autónoma como Nación Nasa desde las raíces culturales y de los planteamientos de los caciques ancestrales29- es uno solo y corresponde a su fuero interno determinar la forma de organización de su sistema político-territorial, según lo previsto en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos de los pueblos indígenas. La Nación Nasa está organizada en comunidades políticas locales que se reconocen como fuente primordial de autoridad y poder, en armonía con la Ley de Origen nasa. Estas comunidades tienen como forma de gobierno los cabildos, los sat ne'hwe'sx (caciques) y los ne'hwe'sx (colectivos de autoridades ancestrales), articulados en asociaciones de autoridades nasa zonales o asociaciones regionales multiétnicas (en la actualidad, departamentales). Para todos los efectos legales, el concepto de pueblo se asimila al de Nación, que los nasa han construido en su historia de siglos. El Auto 004, en tanto título jurídico exigible, tiene como beneficiario único a la Nación Nasa como sujeto colectivo. En consecuencia, los derechos colectivos de la Nación Nasa no podrán ser exigidos por nadie diferente a sus autoridades y asociaciones de autoridades reconocidas por las comunidades de acuerdo a lo aquí señalado. El Estado colombiano se abstendrá de dar personería o reconocimiento jurídico a cualquier grupo de comuneros/as nasa que pretenda actuar como representante de la Nación Nasa o alguna de sus comunidades por fuera de esta estructura de gobierno. Adicionalmente, a futuro harán parte del sistema político-territorial nasa las comunidades que se conformen de acuerdo con los principios político-culturales nasa y que sean reconocidas por las comunidades de origen de las familias reasentadas o reubicadas. Las poblaciones nasa desplazadas forzosamente por causa de la violencia política o por procesos migratorios socio-económicos hacia ciudades y centros urbanos que no hacen parte de la territorialidad ancestral nasa, son consideradas por el sistema políticoterritorial de la Nación Nasa como comunidades políticas con derecho a constituir un cabildo o forma de autoridad tradicional. Su conformación se hace con la autorización de las comunidades de origen de las familias desplazadas y deben estar articuladas permanentemente a las asociaciones de autoridades regionales representativas y acatar las definiciones de sus Congresos y Juntas Directivas, o las figuras que hagan sus veces. Para los asuntos relacionados con intereses locales, las autoridades nasa urbanas constituidas con el anterior procedimiento tienen las mismas competencias que los cabildos locales territoriales, salvo las relacionadas con la aplicación de justicia, que se aplica por parte de las autoridades políticas y espirituales de las comunidades de origen de las diferentes familias30. En tanto sujeto colectivo afectado como un todo, el Plan de Salvaguarda deberá preservar y proteger a toda la Nación Nasa, independiente de los niveles de victimización producidos por el conflicto armado y demás fenómenos asociados en las 29 Los Nasa fueron reconocidos como Nación por la propia Corona española, con quienes interlocutó atendiendo su unidad política, los derechos territoriales y las formas de gobierno equiparables a las de la época. Cfr. Rappaport, Joan. 30 La aplicación de justicia requiere un proceso de reencuentro con el ksxaw, a través del rayo y el agua, simbolizados en el fuete o el refrescamiento (inmersión en lagunas sagradas), que solo puede darse en el territorio nasa. 215 diferentes regiones del país. La diferente intensidad de los factores de riesgo y victimización solo serán tenidos en cuenta para la priorización de medidas de atención de emergencia, pero no podrán ser utilizados para excluir a comunidades nasa de las acciones, programas, políticas y presupuestos de reparación, prevención y protección. Como sujeto colectivo de derechos, según la jurisprudencia de la Corte Constitucional colombiana, a la Nación Nasa corresponden fundamentalmente los derechos colectivos a la pervivencia étnica y cultural (que corresponde al derecho a la vida), libre determinación o autonomía política (que corresponde al derecho a la libertad), territorio y bienestar (wet wet fizenxi). A los miembros individuales de la Nación Nasa, corresponden los derechos de las personas que la Corte Constitucional ha determinado: derechos a la vida digna, integridad personal, igualdad, petición, trabajo, salud, seguridad social, educación, mínimo vital y protección a las personas de la tercera edad, a la mujer cabeza de familia y a los niños. A este propósito es bueno recordar que la afirmación de los pueblos indígenas como sujetos de derecho en el ordenamiento colombiano, deriva del principio de diversidad étnica y cultural consagrado en los artículos 7 y 70 de la Constitución Política. La Corte Constitucional ha afirmado que: “la comunidad indígena ha dejado de ser solamente una realidad fáctica y legal para pasar a ser sujeto de derechos fundamentales. En su caso, los intereses dignos de tutela constitucional y amparables bajo la forma de derechos fundamentales, no se reducen a los predicables de sus miembros individualmente considerados, sino que también logran radicarse en la comunidad misma que como tal aparece dotada de singularidad propia (…)”.31 Sostiene la Corte que no se puede garantizar la protección de diversidad étnica si antes no se reconoce la personería jurídica a los pueblos indígenas. Solo si existe un sujeto de derecho definido se pueden poner en marcha los mecanismos para que éste pueda gozar de sus derechos fundamentales y exigir la protección de estos cada vez que son violados32. La Corte además precisa que: “Los derechos fundamentales de las comunidades indígenas no deben confundirse con los derechos colectivos de otros grupos humanos. La comunidad indígena es un sujeto colectivo y no una simple sumatoria de sujetos individuales que comparten los mismos derechos o intereses difusos o colectivos.33” En la Sentencia T-514 de 2009, la Corte recordó el reconocimiento de la personaría jurídica de los pueblos indígenas comporta que (i) las comunidades indígenas son titulares de derechos fundamentales; (ii) estos derechos son diferentes a los derechos de cada miembro de la comunidad y también a la sumatoria de aquellos; y (iii), no son derechos asimilables a los derechos colectivos de otros grupos sociales; y agregó que ese reconocimiento tiene consecuencias políticas y jurídicas de gran alcance, entre las que 31 Sentencia T-380 de 1993. Reiterada en las sentencias SU-039 de 1997, T-652 de 1998 y SU-383 de 2003 y T-769 de 2009, entre otras. 32 Ibídem. En el mismo sentido, véase sentido la sentencia T-154 de 2009. 33 Ibídem. 216 cabe destacar (iv) el rango de norma constitucional de esos derechos; (v) la procedencia de la acción de tutela para su protección; y (vi) la necesidad de que los conflictos entre estos derechos y los derechos fundamentales de cada uno de los miembros de una comunidad indígena se resuelvan mediante ponderación o reiteración de las subreglas sentadas por la Corte, y no mediante el principio de jerarquía normativa (ley superior deroga ley inferior). La jurisprudencia constitucional ha resaltado además que los pueblos indígenas, al igual que los integrantes de sus comunidades, son sujetos de protección constitucional reforzada, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 13 de la Constitución34, que ordenan a todas las autoridades prodigar un trato especial (favorable) a grupos y personas que se encuentran en condición de vulnerabilidad o en situación de debilidad manifiesta. Lo anterior caracteriza a los pueblos indígenas como sujetos jurídicos de especial protección constitucional debido la existencia de “patrones históricos de discriminación aún no superados frente a los pueblos y las personas indígenas; la presencia de una cultura mayoritaria que amenaza con la desaparición de sus costumbres, su percepción sobre el desarrollo y la economía y, en términos amplios, su modo de vida buena (lo que suele denominarse cosmovisión); y la especial afectación que el conflicto armado del país ha significado para las comunidades indígenas, principalmente por el interés de las partes en conflicto de apoderarse o utilizar estratégicamente sus territorios, situación que adquiere particular gravedad, en virtud de la reconocida relación entre territorio y cultura, propia de las comunidades aborígenes”35. Hasta el momento, cuando surgían problemas relacionados con el reconocimiento y respeto de los derechos reconocido al pueblo nasa como sujeto colectivo de derechos, esto ha sido siempre abordado en relación al daño causado a la comunidad o a las comunidades directamente involucradas en el asunto específico. Pero corrientemente el gobierno no ha considerado que el daño causado por la violación de los derechos fundamentales de una determinada comunidad sea en realidad un daño causado a toda la Nación Nasa. El planteamiento de la Corte plantea, en cambio, que por ejemplo el despojo de un determinado territorio es una acción que compromete la sobrevivencia física, cultural, espiritual de la totalidad de la Nación Nasa en su conjunto, y no solo las comunidades directamente afectadas. Por esa razón, el presente Plan de Salvaguarda hace referencia a la persona jurídica de la Nación Nasa, en cuanto la titularidad de los derechos es de toda la nación, que los ejerce y los protege según su formas de autogobierno, como máxima expresión de los derechos a la libre determinación y la autonomía. c) El fundamento central del Plan es el fortalecimiento de la libre determinación 34 CP, Art. 13 “ (…)El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados. //El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan.” 35 Corte Constitucional, Sentencia T – 253/11. 217 y la autonomía de la Nación Nasa En materia de autonomía, el Plan de Salvaguarda se acoge al principio de que la Nación Nasa es un sujeto de libre determinación; en consecuencia, no podrá ejecutarse ninguna medida de salvaguarda que restrinja o limite el derecho a la autonomía de la Nación Nasa. Unos de los elementos claves del presente Plan de Salvaguarda es el fortalecimiento de la autonomía y del autogobierno de la Nación Nasa, como expresiones máximas del ejercicio del derecho a la libre determinación y como elementos fundamentales para garantizar la supervivencia como pueblo en el marco del conflicto. Los derechos a la libre determinación, autonomía y autogobierno están consagrados explícitamente en la Declaración de la Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de 2007 (DDPI). Es importante remarcar que, si bien la DDPI no hace parte del bloque de constitucionalidad, de acuerdo con lo establecido por la Corte Constitucional de Colombia36 se considera la misma como marco legal necesario para la correcta interpretación y aplicación de los derecho de los pueblos indígenas en Colombia. Además, este instrumento no es la única fuente jurídica que nos permite identificar el contenido de estos derechos fundamentales para la pervivencia de los pueblos indígenas en Colombia. Con respecto a la libre determinación, el art. 3 DDPI afirma que “Los pueblos indígenas tienen derecho a la libre determinación. En virtud de ese derecho determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural”. En otras palabras, esta norma establece que la Nación Nasa tiene el derecho de reconocerse como tal en cuanto ha desarrollado una identidad propia y formas de organización internas, de carácter ancestral, que lo diferencian del resto de los habitantes de Colombia. En su ámbito externo, según la Corte, los derechos a la libre determinación y a la autonomía comprenden al menos tres ámbitos de interés de los pueblos indígenas: • • • reconocimiento del derecho a participar en las decisiones que los afectan; participación política de estas comunidades, en la esfera de representación nacional en el Congreso; protección de las formas de autogobierno y de autodeterminación de las reglas jurídicas al interior de los pueblos indígenas. Esto presupone el derecho de las comunidades, (i) a decidir su forma de gobierno (CP art. 330); (ii) el derecho a ejercer funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial (C.P. art. 246) y (iii) el pleno ejercicio del derecho de propiedad de sus resguardos y territorios, con los límites que señale la Constitución y la ley37. Con base en lo expuesto anteriormente, el presente Plan de Salvaguarda presta particular atención al fortalecimiento de la autonomía y del autogobierno de la Nación Nasa, como sujeto de libre determinación. Estos principios constituyen la base sobre la 36 Corte Constitucional, T-704 de 2006, T-514 de 2009 y T-617 de 2010. 37 Corte Constitucional, T-973 de 2009. 218 que debe darse pleno cumplimiento a todos los demás derechos de la Nación Nasa. Sin autodeterminación y sin la posibilidad de adoptar las formas de Gobierno Propio de forma completa, en un contexto de paz y de respeto por parte de las autoridades nacionales y de los demás grupos étnicos, nunca se podrá hablar de derecho al territorio, a la identidad cultural, a la justicia propia y de todas las demás garantías contenida en las normas internacionales de derechos humanos y la Constitución Política. La DDPI es el primer instrumento de derecho internacional que reconoce expresamente el derecho fundamental a la libre determinación de los pueblos indígenas. Con anterioridad, este principio estaba contenido en Artículo 1 de la Carta de las Naciones Unidas, el artículo 1 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el artículo 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Resolución 1514 de la Asamblea General de la ONU dirigida a la Descolonización, así como en otros instrumentos internacionales de derechos humanos38. La DDPI cumple una importante ampliación interpretativa de este principio en cuanto reconoce que los pueblos indígenas tienen el mismo derecho a la libre determinación que el que disfrutan otros grupos que se identifican como pueblos y, por esta razón, rompe el vínculo que este principio tenía con los conceptos de estatalidad y soberanía. Esta “nueva” interpretación del concepto de libre determinación es mayormente conforme a la concepción que históricamente ha tenido el movimiento indígena internacional y nacional. En efecto, los pueblos indígenas han considerado el derecho a la libre determinación como el terreno donde radicar su autonomía, el autogobierno, el reconocimiento al territorio y donde postular una nueva dinámica con la entidad de gobierno nacional. En otras palabras, el derecho a libre determinación no plantea una fragmentación del orden estatal, sino una reescritura de las relaciones entre pueblos que conviven en un mismo Estado y con fundamento en el principio de reconocimiento y respeto recíproco. El principio de libre determinación de los pueblos indígenas es a todos los efectos un derecho humano. Históricamente este derecho ha encontrado su mayor desarrollo en la disciplina internacional específica de los derechos humanos39. En efecto, todos los más importantes instrumentos internacionales que han tratado este argumento, han identificado en el derecho a la libre determinación un derecho reconocido colectivamente a los pueblos que se identificaban como tales. En este sentido, con respeto los pueblos indígenas, James Anaya destaca que “[a]l pertenecer a los “pueblos”, el derecho de libre determinación, y otros derechos afirmados en la Declaración, son derechos colectivos pero, en cualquier caso, son en el fondo derechos humanos o, al menos, se derivan de ellos o son instrumentales para los mismos.”40 38 Sobre todo con base en estas fuentes, antes de la adopción de la DDPI, el derecho a la libre determinación había sido históricamente relacionado con la práctica de los estados de formar estados nacionales y, sucesivamente, con su aplicación en el contexto de la descolonización que dominó el escenario mundial de la segunda mitad de siglo XX. 39 KUPPE , Renè, Autonomía de los pueblos indígenas– la perspectiva desde la Declaración sobre los derechos de los pueblos indígena, contenido en La Autonomía en debate. Autonomía indígena y estado plurinacional en América Latina, Quito, Ecuador, FLACSO, 2010, p.103 40 ANAYA, S .James, El derecho delos pueblos indígenas a la libre determinación tras la adopción de la Declaración, en El desafío de la Declaración: Historia y futuro de la 219 Por lo tanto, el derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación, en cuanto derecho humano, es universal y su aplicación debe ser flexible y dinámica para que logre de forma plena su función de protección de todos los demás derechos al que están vinculados41. Con respecto al derecho a la autonomía y al autogobierno, el artículo 4 de la DDPI afirma que: Los pueblos indígenas, en ejercicio de su derecho de libre determinación, tienen derecho a la autonomía o al autogobierno en las cuestiones relacionadas con sus asuntos internos y locales, así como a disponer de los medios para financiar sus funciones autónomas. Además, en el art.5 se afirma que: Los pueblos indígenas tienen derecho a conservar y reforzar sus propias instituciones políticas, jurídicas, económicas, sociales y culturales, manteniendo a la vez su derecho a participar plenamente, si lo desean, en la vida política, económica, social y cultural del Estado. Desde una lectura conjunta de estos dos artículos se pueden derivar algún aspecto del contenido de los dos derechos de que estamos hablando. Primero, se vincula de manera muy fuerte la autonomía y el autogobierno con el derecho a la libre determinación. En este sentido, siendo esta un aspecto fundamental de los derechos indígenas, la autonomía y el autogobierno son estándares mínimos que deben ser reconocidos por los Estados a los pueblos42. En otras palabras, el derecho a la libre determinación en sí mismo no tiene un contenido concreto definido, y asume un significado pleno solo si se entiende como expresión máxima de autonomía y autogobierno. Por otro lado, el artículo 4, pone en la mesa la importante cuestión de los recursos económicos con que los pueblos indígenas tienen que contar para el ejercicio de su autonomía. En este sentido, es obligación del Estado respetar la autonomía financiera de los pueblos indígenas y asegurar que éstos puedan contar con la institucionalidad que favorezca la disponibilidad de medios financieros que permiten el autogobierno y la conservación de sus instituciones propias. Como se ha destacado anteriormente, la DDPI tiene particular importancia porque hace expresa mención de los derechos a la autonomía y autogobierno. Sin embargo, es importante subrayar que el Convenio 169 de la OIT, que hace parte del bloque de constitucionalidad, aunque no hace directa referencia a estos derechos, tiene “un enfoque de respeto por la diferencia y promoción de la autonomía de los pueblos aborígenes, y por el reconocimiento de algunos derechos como la consulta previa y el territorio colectivo, entre otros.43” Declaración ONU sobre pueblos indígenas, Copenhague, Dinamarca, IGWA,2009, p.197; 41 KUPPE ,R., ob. Cit, p.108; 42 KUPPE ,R., ob. Cit., p.99; 43 Corte Constitucional, T-952 de 2010. En este sentido, de particular valor son el art.5 sobre el respeto de los valores y prácticas sociales, culturales, religiosos y espirituales, el art.6.sobre el pleno desarrollo de las instituciones e iniciativas de los pueblos indígenas, art.7 sobre el derecho a decidir propias prioridades de desarrollo y el art. 27 (3) sobre instituciones propias y medios de educación. 220 El presente Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa tiene como consideración de base que la afirmación plena y efectiva de los derechos a la libre determinación, a la autonomía y al autogobierno es la condición mínima y necesaria para garantizar el ejercicio de todo los demás derechos que son reconocidos a la Nación Nasa. En este sentido, el Estado colombiano tiene la obligación de reconocer, proteger y reforzar la autonomía y el autogobierno de la Nación Nasa, y su real ejercicio, como primera expresión de su derecho a la libre determinación. El reconocimiento del carácter pluriétnico y multicultural delineado con base en los art.144, 745, 846 y 7047 de la Constitución Política de 1991 implica que las comunidades indígenas tienen un estatus especial que se manifiesta en el ejercicio de facultades normativas y jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial de acuerdo con sus valores culturales y su formas de autonomía y autogobierno48. En este sentido, el presente Plan de Salvaguarda interpreta los principios de pluralismo y multietnicidad sobre todo a la luz de lo afirmado en los artículos 3 y 4 de la DDPI en materia de libre determinación. Solo si se reconoce el carácter de Nación del pueblo Nasa se puede instaurar aquella relación interinstitucional que permite el real ejercicio de la autonomía y autogobierno indígena, como formas de libre determinación. La Corte Constitucional ha definido el contenido de los derechos a la libre determinación y a la autonomía de los pueblos indígenas tomando como fundamento jurídico los artículos 1, 7, 70, 171, 176, 246, 286, 329 y 330, entre otros, de la CP, el Convenio 169 de la OIT y otros instrumentos del derecho internacional de los derechos humanos, como la DDPI49. En este caso, es importante remarcar que la Corte asume expresamente lo dispuesto por los artículos 3 y 4 de la DDPI como marco de referencia para el derecho interno. Como ha indicado la jurisprudencia constitucional, la libre determinación comprende el derecho de las comunidades étnicas a “(…) determinar sus propias instituciones y autoridades de gobierno; a darse o conservar sus normas, costumbres, visión del mundo y opción de desarrollo o proyecto de vida; y de adoptar las decisiones internas o locales que estime más adecuadas para la conservación o protección de esos fines”. 44 Art 1 CP: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.”(Subraya fuera del texto original). 45 Art .7 CP: “El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana.” (Subraya fuera del texto original) 46 Art.8 CP:” Es obligación del Estado y de las personas proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación.” 47 Art. 70 CP: “El Estado tiene el deber de promover y fomentar el acceso a la cultura de todos los colombianos en igualdad de oportunidades, por medio de la educación permanente y la enseñanza científica, técnica, artística y profesional en todas las etapas del proceso de creación de la identidad nacional. La cultura en sus diversas manifestaciones es fundamento de la nacionalidad. El Estado reconoce la igualdad y dignidad de todas las que conviven en el país. El Estado promoverá la investigación, la ciencia, el desarrollo y la difusión de los valores culturales de la Nación. (Subraya fuera del texto original) 48 Corte Constitucional, SU 510-98 49 Corte Constitucional, T-514 de 2009. Véase la sentencia T-973 de 2009. 221 A propósito del derecho a la libre determinación y del carácter pluriétnico y multicultural de Colombia, la Corte en la sentencia T-601/11 afirma que: “[l]a Constitución señaló como un deber estatal el reconocimiento y protección de la diversidad étnica y cultural de la Nación Colombiana, correspondiéndole garantizar la igualdad y dignidad de todas las culturas que conviven en el país, lo cual se complementa con la obligación de proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación, el respeto a la autodeterminación de los pueblos en el manejo de las relaciones exteriores y el reconocimiento de que las lenguas y dialectos de los grupos étnicos son oficiales en sus territorios.”50 (Resaltado fuera del texto original). La afirmación plena y sin restricciones de la autonomía de la Nación Nasa, además de su valor en cuanto derecho humano, asume una mayor relevancia si se considera que estos son elementos claves para garantizar la supervivencia de la Nación Nasa como pueblo y sujeto colectivo en el marco del conflicto. Como la Corte Constitucional recuerda en el Anexo J del Auto 004 del 2009, la Nación Nasa ha sido particularmente afectada a causa del conflicto armado y como resultado de la presencia de la Fuerza Pública, grupos paramilitares y grupos guerrilleros en sus territorios. Este contexto no solo afecta las personas individualmente, sino que impide a éstas desarrollar su proyecto de vida como colectividad ancestral. El conflicto ha sido una de las principales causa del debilitamiento de la Nación Nasa en el ejercicio de su derecho a la autonomía y al autogobierno. Como consecuencia de esto, muy graves han sido las afectaciones sociales, culturales, espirituales, territoriales y en término de vidas humanas. En este sentido, solo a través de la garantía de poder gozar del derecho a libre determinación, a la autonomía y al autogobierno, de forma plena y sin alguna limitación, es posible elaborar medidas de protección y reparación efectivas para que la Nación Nasa pueda salir de la situación de marginalización social y de indefensión en que aún se encuentra. d) La relación con el Estado colombiano será de gobierno a gobierno. La definición de Colombia como una nación pluriétnica y multicultural implica que es una Nación conformada por etnias diversas, llámense pueblos o Naciones, y reconoce a cada una de ellas, en particular a las indígenas, su condición de comunidad política, es decir, como comunidades que tienen el derecho de gobernarse según sus propios procedimientos, filosofía, organizaciones y mecanismos de legitimación. Siendo éste un principio de la Constitución Política de la República, es consustancial a la existencia misma de Colombia que todas los pueblos que conforman la Nación colombiana pervivan equitativamente en su particularidad, so pena de poner en cuestión la misma existencia de la Nación; de tal modo, la Nación Nasa es colombiana en la medida que la Nación colombiana pluriétnica la reconoce como tal comunidad política diferente. La Corte Constitucional ha señalado el carácter fundante “de comunidades étnicas (en el) pluralismo de la sociedad” (Sentencia T-009 de 2013). 50 Corte Constitucional, T-601/11. 222 Se trata del reconocimiento de entidades políticas equivalentes, reconocidas por la Constitución Política. En consecuencia, los sistemas jurisdiccional, de salud, educativo, ambiental, de la Nación Nasa constituyen también sistemas equivalentes a sus similares de la Nación colombiana. La relación de los sistemas nacionales ordinarios y los sistemas propios nasa, es equivalente en sus fundamentos a la que existe entre la jurisdicción especial indígena y la jurisdicción ordinaria; en consecuencia se aplicarán los mismos fundamentos que la Corte Constitucional ha establecido en sus jurisprudencias sobre la materia. Tales criterios son la equivalencia y consecuente homologabilidad entre las decisiones (normativas, políticas, administrativas) que tomen cada uno de los sistemas; la complementariedad y cooperación entre los sistemas indígena y ordinario; y la coordinación de las autoridades respectivas para el logro de los objetivos constitucionales. Las relaciones entre la Nación Nasa y el Estado se darán entre los respectivos gobiernos (nacional y nasa), entendiendo que el sistema de gobierno nasa es un tejido de autoridades locales y sus asociaciones, y que éstas son -por el reconocimiento constitucional- instancias representativas de los territorios indígenas y tienen competencias territoriales en lo concerniente a los diferentes sistemas de gobierno. Para efectos del Plan de Salvaguarda, la Nación Nasa estará representada por una Unidad Técnica, que responderá por los asuntos técnicos y operativos (programático, administrativo y jurídico). La Unidad Técnica podrá cumplir funciones de representación política expresamente determinadas por las autoridades y sus asociaciones. La Unidad Técnica será conformado por decisión autónoma de los cabildos y ne'hwe'sx. e) El concepto de territorio ancestral y su reconocimiento legal nacional e internacional La importancia especial que el territorio reviste para los pueblos indígenas ha sido reconocida y tutelada por parte de instituciones internacionales y nacionales de diferente orden; la legislación y jurisprudencia colombiana ya han reconocido en diferentes instrumentos el concepto de territorio como fundamento de los derechos de los pueblos indígenas. En la medida que el derecho al territorio es uno de los DESC --que los Estados deben garantizar de forma por lo menos progresiva (aunque en el caso del territorio, ligado a la existencia misma de los pueblos, es de cumplimiento inmediato)--, las normas ya expedidas y reconocidas por el Estado colombiano no pueden sufrir regresiones de ningún tipo. Por tanto, los decretos y leyes ya expedidas, así como las interpretaciones de la Corte Constitucional, se consideran obligatorios e inderogables para efectos de la relación del Estado con la Nación Nasa y específicamente para la aplicación del Plan de Salvaguarda. El punto de referencia sobre el carácter fundamental del derecho al territorio (reiteramos: es fundamental porque está ligado a la existencia misma de la Nación Nasa) es lo señalado por la Corte Constitucional en la Sentencia T-009 de 2013: 223 “... para las comunidades indígenas el territorio tradicionalmente ocupado y sus recursos naturales no persiguen fines mercantiles; la tierra para los pueblos indígenas no es –por regla general- un factor de producción, ni un objeto sobre el que se ejerce dominio y se ejerce una mera explotación económica; para los pueblos indígenas el territorio tiene un significado más profundo, es el espacio donde ejercen sus actividades vitales y con el que interactúan, y por ello está íntimamente ligado a su existencia y supervivencia como grupos culturalmente diferenciados, desde el punto de vista religioso, político, social y económico. Por esta razón, el reconocimiento del derecho a la propiedad, posesión y uso de las tierras y territorios ocupados ancestralmente de forma colectiva es fundamental para su permanencia y supervivencia”. En la misma sentencia la Corte establece que “la dilación injustificada que había impedido adoptar una decisión de fondo en el trámite administrativo de titulación colectiva del territorio ancestral (...) aparejó el desconocimiento de su derecho constitucional fundamental al reconocimiento y protección de la diversidad étnica y cultural e implicó la vulneración de los derechos constitucionales fundamentales a la vida, a la dignidad y a la igualdad de sus integrantes”. Previamente, en la sentencia SU-383 de 2003 había planteado: “(…) que la concepción territorial de los pueblos indígenas y tribales no concuerda con la visión de ordenamiento espacial que maneja el resto de la nación colombiana, ‘porque para el indígena, la territorialidad no se limita únicamente a una ocupación y apropiación del bosque y sus recursos, pues la trama de las relaciones sociales trasciende el nivel empírico y lleva a que las técnicas y estrategias de manejo del medio ambiente no se puedan entender sin los aspectos simbólicos a los que están asociadas y que se articulan con otras dimensiones que la ciencia occidental no reconoce”. Y en la Sentencia T-009 de 2013: “De ahí, la importancia de ampliar el concepto de territorio de las comunidades étnicas a nivel jurídico, para que comprenda no sólo las áreas tituladas, habitadas y explotadas por una comunidad –por ejemplo bajo la figura del resguardo-, sino también aquellas que constituyen el ámbito tradicional de sus actividades culturales y económicas, de manera que se facilite el fortalecimiento de la relación espiritual y material de estos pueblos con la tierra y se contribuya a la preservación de las costumbres pasadas y su transmisión a las generaciones futuras.”... “Con base en las precisiones anteriores, es posible concluir que las tierras donde se asientan las poblaciones indígenas y tribales (son) un verdadero espacio del ejercicio de sus tradiciones, ritos, costumbres antiguas y del ejercicio de su autodeterminación diferenciada con las demás poblaciones. Asimismo, 224 asegura la producción de los recursos naturales acorde con sus prácticas tradicionales de producción y autoabastecimiento”. “(…) la estrecha relación que los indígenas mantienen con la tierra debe de ser reconocida y comprendida como la base fundamental de sus culturas, su vida espiritual, su integridad y su supervivencia económica. Para las comunidades indígenas la relación con la tierra no es meramente una cuestión de posesión y producción sino un elemento material y espiritual del que deben gozar plenamente […] para preservar su legado cultural y transmitirlo a las generaciones futuras.” También afirma la Corte IDH: “en esencia, conforme al artículo 21 de la Convención, los Estados deben respetar la especial relación que los miembros de los pueblos indígenas y tribales tienen con su territorio a modo de garantizar su supervivencia social, cultural y económica. Dicha protección de la propiedad (…) le asigna a los Estados la obligación positiva de adoptar medidas especiales para garantizar a los integrantes de los pueblos indígenas y tribales el ejercicio pleno e igualitario del derecho a los territorios que han usado y ocupado tradicionalmente”. También con respecto a la identificación del derecho al territorio ancestral, en un primer momento, la Corte, con base en el Convenio 169 aclara que el derecho a la propiedad colectiva de las comunidades étnicas es un derecho fundamental aunque no esté catalogado en el capítulo 1° del Título II de la Constitución51. En este sentido en la sentencia SU-510 de 1998 la Corte afirmó: “[l]a propiedad colectiva que las comunidades indígenas ejercen sobre sus resguardos y territorios tiene el carácter de derecho fundamental, no sólo porque tales territorios constituyen su principal medio de subsistencia sino, también, porque forman parte de su cosmovisión y religiosidad52”. Con base en ello, la Corte ha aclarado que la propiedad colectiva sobre los territorios indígenas exige una protección preferente y que “reviste la mayor importancia dentro del esquema constitucional”53 debido a que es un elemento esencial para la preservación de las culturas y valores espirituales de estos pueblos, así como para garantizar su subsistencia física y su reconocimiento como grupo culturalmente diferenciado. En síntesis, tanto en el orden nacional como internacional, el derecho al territorio es un derecho fundamental sin el cual no es posible garantizar la pervivencia de los pueblos indígenas. Ese criterio guía el presente Plan de Salvaguarda. *** El Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes adoptado por la Organización Internacional del Trabajo en 1989 (Convenio 169) contiene un 51 CP, Sentencia T-188 de 1993. 52 CC, Sentencia SU-510 de 1998. 53 CC, Sentencia T-525 de 1998. 225 capítulo dedicado a la cuestión de la tierra, término que incluye al concepto de territorio, entendido como la totalidad del espacio geográfico donde los pueblos indígenas desarrollan su vida, individual y colectivamente, en conformidad con sus usos y costumbres. En este sentido es particularmente claro el art. 13 que establece: “1. Al aplicar las disposiciones de esta parte del Convenio, los gobiernos deberán respetar la importancia especial que para las culturas y valores espirituales de los pueblos interesados reviste su relación con las tierras o territorios, o con ambos, según los casos, que ocupan o utilizan de alguna otra manera, y en particular los aspectos colectivos de esa relación. 2. La utilización del término tierras en los artículos 15 y 16 deberá incluir el concepto de territorios, lo que cubre la totalidad del hábitat de las regiones que los pueblos interesados ocupan o utilizan de alguna otra manera.”54 (Resaltado fuera del texto) Este concepto de territorio como conjunto de todas las tierras que son ocupadas independientemente de las modalidades de usos, es reforzado en el artículo 14 en cuanto, con respeto al alcance del derecho de la propiedad y de posesión, afirma que estos abarcan la totalidad de las tierras tradicionalmente ocupadas55 y también de aquellas que “no estén exclusivamente ocupadas por ellos, pero a las que hayan tenido tradicionalmente acceso para sus actividades tradicionales y de subsistencia”56. A este propósito, el Convenio 169 se rige por un concepto amplio de territorio debido a que se consideran como tal, aquellas áreas de una comunidad que comprenden, no sólo las tituladas o habitadas, sino también aquellas que constituyen el ámbito tradicional de sus actividades tradicionales, sagradas o espirituales.57 Además, según el Convenio 169, cuando un pueblo indígena ha perdido la posesión de sus territorios como consecuencia de un traslado o reubicación, éste mantiene su derecho de propiedad y es obligación del Estado garantizar el retorno, en cuanto cesen las causas que motivaron la reubicación58. En relación al derecho a los recursos naturales existentes en los territorios indígenas, el art. 15 establece que: “1. (…) deberán protegerse especialmente. Estos derechos comprenden el derecho de esos pueblos a participar en la utilización, administración y conservación de dichos recursos. 2. En caso de que pertenezca al Estado la propiedad de los minerales o de los recursos del subsuelo, o tenga derechos sobre otros recursos existentes en las tierras, los gobiernos deberán establecer o mantener procedimientos con miras a consultar a los pueblos interesados, a fin de determinar si los intereses de esos pueblos serían perjudicados, y en qué medida, antes de emprender o autorizar cualquier programa de 54 55 56 57 58 Convenio 169 OIT, art. 13 Convenio 169 OIT, art. 14 (1). Ibídem. Ibídem Convenio 169 OIT, art. 16 (2). En el apartado (3) del mismo artículo se precisa que si el retorno no es posible, los pueblos indígenas tiene derecho a la asignación de tierra de la misma calidad y estatus jurídicos de la que tradicionalmente ocupaban o, en alternativa y con base en la preferencia del pueblo interesado, una indemnización monetaria. 226 prospección o explotación de los recursos existentes en sus tierras. Los pueblos interesados deberán participar siempre que sea posible en los beneficios que reporten tales actividades, y percibir una indemnización equitativa por cualquier daño que puedan sufrir como resultado de esas actividades.”59 Si por un lado, este artículo reconoce el derecho a los recursos naturales presentes en los territorios indígenas, por otro lado, reconoce la posibilidad de que el Estado puede mantener la propiedad de los recursos presentes en los territorios indígenas. Sin embargo, es importante destacar que al respecto el Manual de aplicación del Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales60 señala que el concepto de tierra “suele abarcar todo el territorio que utilizan, comprendidos bosques, ríos, montañas y mares, y tanto su superficie como el subsuelo. La tierra tiene importancia fundamental para la cultura y la vida de muchos de estos pueblos. Es la base de su subsistencia económica, de su bienestar espiritual y de su identidad cultural. Por tales motivos, la pérdida de tierras ancestrales amenaza su supervivencia misma en cuanto comunidad y como pueblo”. A esta interpretación hace referencia el presente Plan de Salvaguarda cuando se refiere al derecho de la Nación Nasa a ordenar las relaciones con los seres de la naturaleza (que la cosmovisión occidental en general las reconoce como recursos naturales) que existen en los territorios indígenas. *** La Corte Constitucional, siguiendo una tradición jurisprudencial y acogiendo las sentencias de la Corte IDH, reconoce la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas como fuente cierta de derechos, resalta en particular la libre auto determinación de los pueblos indígenas y los derechos a la autonomía y al autogobierno en los asuntos relacionados con su condición política, social y económica. La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblo Indígenas de 2007 (DDPI), en relación al contenido del concepto de territorio, añade algunos importantes elementos a lo ya establecido en el Convenio 69 de la OIT. En el apartado 2 del artículo 26, después de afirmar el derecho de los pueblos indígenas a las tierras, territorios y recursos que tradicionalmente han poseído, ocupado o utilizado o adquirido61 precisa que: “2. Los pueblos indígenas tienen derecho a poseer, utilizar, desarrollar y controlar las tierras, territorios y recursos que poseen en razón de la propiedad tradicional u otro tipo tradicional de ocupación o utilización, así como aquellos que hayan adquirido de otra forma.”62 59 Convenio 169 OIT, Art. 15 60 OIT, Manual de aplicación del Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales 2003. Disponible en: http://www.ucm.es/info/IUDC/img/biblioteca/Manual_c169.pdf 61 DDPI, art. 26 1. 62 DDPI, art. 26 2. 227 Esta norma es particularmente relevante porque al concepto de territorio como “tierras ancestralmente ocupadas” añade todas aquellas que en el curso de la historia han sido adquiridas, independientemente del título que está a la base de este hecho. En este sentido, se tutelan no solo las tierras de ocupación tradicional, sino también aquellas de reciente adquisición y hacia las cuales se ha creado un vínculo cultural que las equipara a los territorios ancestrales. Además, la DDPI reconoce a los pueblos indígenas una serie de derechos que están estrictamente vinculados con el derecho al territorio y que evidencian la importancia que éste tiene para la supervivencia, la identificación cultural y espiritual, el ejercicio de la autonomía y autogobierno y el derecho a vivir en paz. Estos son: Protección de sitios o lugares sagrados (Artículo 12); Derecho a atribuir nombres a sus comunidades y lugares (Artículo 13); Derecho a mantener y fortalecer relación espiritual con la tierra (Artículo 25) Derecho a poseer, utilizar, desarrollar y controlas sus tierras y territorios y al reconocimiento y protección jurídica de dichas tierras y territorios (Artículo 26 y Artículo 27) Derecho a no ser desplazados de sus tierras y a la reparación por la pérdida de tierras y territorios (Artículo 8(2)b), (Artículo 10), (Artículo 28) Derecho a que no se utilicen tierras y territorios en actividades militares (Artículo 30) Derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su patrimonio cultural (Artículo 31) Derecho a disfrutar de sus medios de subsistencia (Artículo 20) Derecho a determinar prioridades de desarrollo en relación a tierras y territorios (Artículo 32) En relación al derecho de propiedad sobre los territorios ancestrales y de los cuales se ha perdido la posesión, la DDPI habla de derecho a la reparación (que incluye la restitución) de los territorios indígenas en caso que estos hayan sido confiscados, tomados, ocupados, utilizados o dañados sin su consentimiento libre, previo e informado63. Entonces, también en este caso se asiste a una ampliación del derecho al retorno, como el delineado por el Convenio 169 de la OIT, en cuanto el derecho a la restitución es reconocido explícitamente como recuperación de territorios que se han perdido como consecuencia de la violación del derecho de propiedad colectiva. *** La Corte Constitucional acoge lo señalado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos al interpretar el artículo 21 de la Convención Americana en los siguientes términos: “Cabe primero aclarar que la jurisprudencia de esta Corporación ha resaltado la integración de los Convenios 107 y 169 y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos al bloque de constitucionalidad – artículo 93 de la Constitución Política- y la correlativa sujeción, por parte del Estado, a las obligaciones pactadas en el mismo. Por lo anterior, las 63 DDPI, art. 28. 228 disposiciones internacionales previamente mencionadas hacen parte del ordenamiento constitucional”. “Los planteamientos desarrollados por la Corte Interamericana en torno a la protección del derecho a la propiedad comunitaria e identidad cultural de los pueblos indígenas, son de gran relevancia para el ordenamiento interno, toda vez que de allí se desprenden obligaciones internacionales concretas para las autoridades estatales, en el sentido en que el Estado tiene el deber de adoptar todas las medidas para hacer efectiva la posesión y el derecho a la propiedad sobre los territorios tradicionales de las comunidades indígenas, conforme a sus creencias y prácticas ancestrales”. De tal manera, las interpretaciones de la Corte IDH no solo son obligaciones del Estado, sino que priman sobre el ordenamiento interno, al ser parte del bloque de constitucionalidad. Con base en ese criterio, el Plan de Salvaguarda se aplicará atendiendo diversas interpretaciones hechas por la Corte IDH. La Corte IDH ha elaborado unas líneas en el ámbito del derecho al territorio, que ha contribuido de manera valiosa para la afirmación de este derecho. A través de una interpretación evolutiva del art. 21 de la de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Corte IDH le reconoce el derecho al territorio y define su alcance y contenido. De los aspectos substanciales se hablará más en adelante. Con referencia a la identificación del espacio geográfico que los pueblos indígenas pueden reclamar en su derecho a la propiedad colectiva, la Corte IDH presta particular atención a la importancia fundamental que la tierra y el territorio tienen en las cosmovisiones indígenas. En este sentido, en la famosa sentencia sobre el caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni, la Corte IDH consideró lo siguiente: “El concepto comunal de la tierra - inclusive como lugar espiritual - y sus recursos naturales forman parte de su derecho consuetudinario; su vinculación con el territorio, aunque no esté escrita, integra su vida cotidiana, y el propio derecho a la propiedad comunal posee una dimensión cultural. En suma, el hábitat forma parte integrante de su cultura, transmitida de generación en generación. (…) Consideramos necesario ampliar este elemento conceptual con un énfasis en la dimensión intertemporal de lo que nos parece caracterizar la relación de los indígenas de la Comunidad con sus tierras. Sin el uso y goce efectivos de estas últimas, ellos estarían privados de practicar, conservar y revitalizar sus costumbres culturales, que dan sentido a su propia existencia, tanto individual como comunitaria. El sentimiento que se desprende es en el sentido de que, así como la tierra que ocupan les pertenece, a su vez ellos pertenecen a su tierra. Tienen, pues, el derecho de preservar sus manifestaciones culturales pasadas y presentes, y el de poder desarrollarlas en el futuro.”64 (Remarcado fuera del texto) En otras palabras, la Corte IDH destaca que el vínculo de los pueblos indígenas con la tierra va muchos más allá de cómo este se considera en una perspectiva occidental. El 64 Corte IDH, Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni. Sentencia de 31 de agosto de 2001. Serie C No. 79. 229 territorio es el elemento que permite la supervivencia de los pueblos indígenas, en cuanto ellos mismos pertenecen a la tierra. Con base en lo anterior, la Corte IDH reconoce que los pueblos y las comunidades tienen derecho de la propiedad colectivamente65 sobre sus tierras y recursos independientemente que tengan un título de propiedad. El uso y ocupación del territorio crea sistemas consuetudinarios de propiedad que deben ser respectados y garantizados por los Estados66. Los territorios son propiedades colectivas que tienen que ser identificadas y demarcadas. En este sentido, los Estados deben adoptar en su ordenamiento jurídico interno mecanismos efectivos de delimitación, demarcación, titulación de la propiedad, acordes con el derecho consuetudinario o propio, las costumbres, los usos y los valores de la comunidad67. En la sentencia relativa al caso del pueblo Xakmok Kasek vs. Paraguay, la Corte brinda unos criterios para la determinación de la existencia de este particular vinculo de los pueblos indígenas con un determinado territorio sobre el cual se reclama el derecho de propiedad colectiva. Esta relación: “ i)…puede expresarse de maneras distintas según el pueblo indígena del que se trate y las circunstancias concretas en que se encuentre. ii) Esta relación con la tierra tiene que ser posible. Algunas formas de expresión de esta relación podrían incluir el uso o la presencia tradicional, a través de los lazos espirituales o ceremoniales; asentamientos de cultivos esporádicos, caza, pesca, o recolección estacional o nómada; uso de recursos naturales ligadas a sus costumbres, y cualquier otro elemento característico de su cultura.” 68 En la sentencia sobre el caso del pueblo Sawhoyamaxa vs Paraguay del 2006, la Corte IDH amplía ulteriormente el contenido de estas consideraciones y reconoce el derecho a la restitución de los territorios que se han perdido, afirmando que: “1) la posesión tradicional de los indígenas sobre sus tierras tiene efectos equivalentes al título de pleno dominio que otorga el Estado; 2) la posesión tradicional otorga a los indígenas el derecho a exigir el reconocimiento oficial de propiedad y su registro; 3) los miembros de los pueblos indígenas que por causas ajenas a su voluntad han salido o perdido la posesión de sus tierras tradicionales mantienen el derecho de propiedad sobre las mismas, aún a falta de título legal, salvo cuando las tierras hayan sido legítimamente trasladas a terceros de buena fe; y 4) los miembros de los pueblos indígenas que involuntariamente han perdido la posesión de sus tierras, y éstas han sido trasladas legítimamente a terceros inocentes, tienen el derecho de recuperarlas o a obtener otras tierras de igual extensión y calidad. Consecuentemente, la posesión no es un 65 66 67 68 Ibídem, párr. 188. Ibídem, párr. 140. Ibídem, parr.138. CORTE IDH, Caso Comunidad Indígena Xákmok Kásek. Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de agosto de 2010 Serie C No. 214.113. Véase también, CORTE IDH, Caso Comunidad Indígena Yakye Axa Vs. Paraguay, supra nota 5, párr. 154, y Caso de la Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay, supra nota 20, párrs. 131 a 132. 230 requisito que condicione la existencia del derecho a la recuperación de las tierras”69. Con base en lo que se ha analizado hasta el momento, se puede ver cómo la Corte IDH, en el tema de identificación de lo que hay que considerar como territorio, ha ido mucho más allá respecto al Convenio 169 de la OIT que, junto con la Convención Americana, constituye el principal marco de referencia de este Tribunal para la definición de los derechos de los pueblos indígenas. Resumiendo lo que la Corte ha afirmado: el concepto de territorio de los pueblos indígenas abarca todas aquellas tierras (y recursos naturales, o seres de la naturaleza como los entienden los nasa) donde se ha creado un vínculo cultural, espiritual y ancestral que, independientemente de las formas de manifestación de esta relación, representa la esencia del ser indígena como individuo y como colectividad. Este vínculo tiene que ser posible. De esta afirmación se puede derivar que si esta condición de posibilidad no se realiza, porque el acceso a los territorio es obstaculizado o imposible, este vínculo no se rompe. La Corte, además, clarifica que la sola posesión ancestral y tradicional es condición suficiente para el reconocimiento del derecho al territorio. En este sentido, los Estados no pueden alegar la falta de título o registro para restringir el goce pleno del territorio ancestral. Al contrario, cuando se da esta situación de inseguridad jurídica administrativa, es obligación de los Estados delimitar, demarcar y titular las propiedades de los pueblos indígenas. Finalmente, cuando la comunidad abandona o pierde de forma involuntaria la tierra que ancestralmente posee, mantiene su derecho de propiedad y lo mantiene no obstante haya perdido la posesión. En esta situación, cuando la posesión ha sido adquirida por un tercero de buena fe, el miembro de la comunidad mantiene su derecho a recuperar su tierra o, si esto no es posible, a la indemnización por medio de otras tierras con las mismas característica de la que ha perdido. En cualquier caso, la entrega de los territorios ancestrales a los pueblos indígenas debe ser gratuita70. La Corte Constitucional, incorporando las sentencias de la Corte IDH, establece el siguiente resumen de “obligaciones estatales de respeto, protección y garantía” territorial, todas las cuales deberán ser implementadas en el presente Plan de Salvaguarda: a) respetar la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas y (a) contribuir con la conservación del valor espiritual que para todos los grupos étnicos comporta su relación con la tierra y su territorio, entendido este como “lo que cubre la totalidad del hábitat de las regiones que los pueblos interesados ocupan o utilizan de alguna u otra manera”; b) asegurar que a las comunidades indígenas se les reconozca el derecho a la propiedad comunal en las tierras asentadas tradicionalmente, una vez se tenga posesión de un territorio; c) garantizar la demarcación, titulación y entrega del territorio, consensuada con la comunidad y dentro de un plazo razonable, y en esa medida hacer un reconocimiento formal del territorio indígena donde podrán desarrollar su subsistencia y vida espiritual –resguardo-; 69 Corte IDH, Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de marzo de 2006. Serie C No. 146, parr. 128; 70 Corte IDH, Caso Comunidad Indígena Yakye Axa. Sentencia 17 de junio de 2005. Serie C No. 125, 231 d) asegurar el uso y goce efectivo por los pueblos indígenas de los recursos naturales que se encuentran dentro de su territorio, de acuerdo con su cosmovisión; e) tomar las medidas necesarias para proteger el territorio de injerencias arbitrarias por parte de particulares, y sólo en aquellos casos en los que existan motivos que imposibiliten el uso y goce del derecho comunitario, deberá el Estado garantizar la participación de la comunidad, a través de figuras especiales como la consulta previa, y en dado caso, entregar tierras alternativas de igual extensión y calidad a los miembros de las comunidades indígenas respetando sus mecanismos autónomos de organización y toma de decisiones”. La Corte Constitucional resalta que la normatividad existente en Colombia se dirige en varios puntos a responder a dichas obligaciones internacionales; por ejemplo, reconoce que el concepto de territorio y reserva indígena no sólo incluye las áreas ocupadas regularmente sino también aquellas que se utilizan tradicionalmente en sus actividades, y reconoce la autonomía y autodeterminación de los resguardos con relación a su territorio. Pero insiste en que el gobierno debe avanzar más en dirección a garantizar: a) El derecho a la protección de las áreas sagradas o de especial importancia ritual y cultural, incluso si están ubicadas fuera de los resguardos; b) El derecho a disponer y administrar sus territorios; c) El derecho a participar en la utilización, explotación y conservación de los recursos naturales renovables existentes en el territorio, d) El derecho a la protección de las áreas de importancia ecológica. El marco internacional que se ha analizado hasta ahora en relación a la identificación geográfica del concepto de territorio y al derecho a la propiedad es vinculante71 o sirve como criterio interpretativo72 para la aplicación de los derechos de los pueblos indígenas en Colombia. *** La Constitución Política de 1991, en el artículo 63, reconoce el derecho inalienable, imprescriptible e inembargable de las comunidades indígenas al territorio73. Además, el artículo 329 introduce la institución de las entidades territoriales indígenas y afirma la propiedad colectiva de los resguardos, en los siguientes términos: “la conformación de las entidades territoriales indígenas se hará con sujeción a lo dispuesto en la ley orgánica de ordenamiento territorial, y su delimitación se hará (…) con participación de los representantes de las 71 Es el caso del Convenio OIT y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos que hacen parte del bloque de constitucionalidad del art. 93 de la CP. 1991. 72 Es el caso de la Declaración ONU que, de acuerdo con la Corte Constitucional, representa el marco interpretativo de los derechos de los pueblos indígenas en Colombia. Véase las sentencias T-704 de 2006, T-514 de 2009 y T-617 de 2010. 73 CP, art 63: “Los bienes de uso público, los parques naturales, las tierras comunales de grupos étnicos, las tierras de resguardo, el patrimonio arqueológico de la Nación y los demás bienes que determine la ley, son inalienables, imprescriptibles e inembargables”. (remarcado fuera del texto) 232 comunidades indígenas, previo concepto de la comisión de ordenamiento territorial. Los resguardos son de propiedad colectiva y no enajenable”. (Remarcado fuera del texto) Los territorios indígenas están gobernados por consejos conformados y reglamentados según los usos y costumbres de sus comunidades de conformidad con la Constitución y la ley74. En el ordenamiento jurídico colombiano ya han aparecido varias regulaciones sobre los territorios indígenas. En el artículo 2 del Decreto 2164 de 1995 se definen los territorios indígenas como “las áreas poseídas en forma regular y permanente por una comunidad, parcialidad o grupo indígenas y aquellas que, aunque no se encuentren poseídas en esa forma, constituyen el ámbito tradicional de sus actividades sociales, económicas y culturales.” Además, el mismo artículo define la figura de la reserva indígena como “un globo de terreno baldío ocupado por una o varias comunidades indígenas que fue delimitado y legalmente asignado por el Incora a aquéllas para que ejerzan en él los derechos de uso y usufructo con exclusión de terceros”. Por medio de estas normas, el Estado acepta que forman parte de los territorios indígenas no sólo las áreas ocupadas con base de un título o registro, sino también aquellas que se utilizan tradicionalmente en sus actividades. Frente a este artículo es bueno aclarar que el término “terreno baldío” en referencia a la figura de reserva indígena resulta inapropiado y superado por jurisprudencias posteriores, pues supone la negación de la propiedad ancestral, y considera que una área no explotada es un área improductiva, sin tener en cuenta que este mismo terreno puede tener un particular significado bajo la cosmovisión y los usos y costumbres de los pueblos indígenas. Por otra parte, vale destacar que la reserva indígena fue asimilada a “tierras comunales de los grupos étnicos” (Constitución Política), esto es, que son igualmente imprescriptibles, inembargables e inenajenables, pues constituyen territorio ancestral ya reconocido. Por su parte la Corte Constitucional, se ha ocupado en muchas ocasiones de la definición del contenido, la titularidad y el alcance del derecho a la propiedad colectiva de los pueblos indígenas sobre sus territorios. En tiempos recientes, la Corte ha venido afirmando una línea jurisprudencial que identifica la ancestralidad como título de propiedad75. A este propósito, en la sentencia T-617 del 201076, en que se define el ámbito territorial de una comunidad indígena como el espacio donde esta ejerce su autonomía, se clarifica que “la titularidad de ese territorio, de acuerdo con jurisprudencia de la Corporación y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, deriva de la posesión ancestral por parte de las comunidades y no de un reconocimiento estatal”. Con base en lo anterior, se deprende que la ancestralidad como título de propiedad y las características de inembargables, inalienables e imprescriptibles, contenidas en artículo 329 Superior, son las caracteres distintivos del derecho fundamental al territorio ancestral colectivo. 74 CP, art. 330: 75 CC, Sentencia T-235 de 2011, y reiterada en la Sentencia T-282 de 2011. 76 CC, Sentencia T-617 de 2010. 233 Sin embargo, La Corte ha recalcado en numerosas ocasiones que la condición de la propiedad colectiva al territorio conlleva el derecho a tener una situación de seguridad jurídica para la tenencia del mismo. En este sentido, la sentencia T-188 de 1993 establece que “el derecho fundamental a la propiedad colectiva de los grupos étnicos lleva implícito, dada la protección constitucional del principio de diversidad étnica y cultural, un derecho a la constitución de resguardos en cabeza de las comunidades indígenas.” Este derecho, como ya se ha visto, que encuentra sus fuentes en el Convenio 169, en la jurisprudencia de la Corte IDH y en la Constitución de 1991, es de particular relevancia en cuanto “[l]a titulación de la tierra, como derecho de las comunidades indígenas, es esencial para la protección de su derecho constitucional fundamental al reconocimiento de la diversidad étnica y cultural. No se concibe a la comunidad indígena sin su tierra”77. Siempre con base en la relación especial que vincula el derecho al territorio ancestral con el derecho a la identidad étnica cultural, la Corte ha también subrayado la importancia que tienen los lugares sagrados como elementos a tener en cuenta para la identificación y titulación de las propiedades indígenas78. Del análisis de la jurisprudencia de la Corte a que se ha hecho referencia, se destaca que el elemento fundamental de la definición del concepto y alcance del territorio es el papel especial que este reviste para un pueblo indígena para la afirmación de identidad cultural y para su supervivencia. Con base en esto y en los instrumentos de derecho internacional que se han tomado en consideración anteriormente, se puede entender el territorio indígena a partir de las modalidades de vivirlo que cada pueblo adopta en conformidad con su cosmovisión. Como ha subrayado la Corte Constitucional, la titulación de los territorios es un derecho reconocido a los pueblos indígenas que no tiene valor constitutivo, sino el de otorgar una seguridad jurídica a la propiedad colectiva. El territorio indígena existe independientemente de la presencia de un documento que compruebe su existencia. En otras palabras, son los pueblos indígenas los que tienen que identificar en concreto cuál es este espacio y el Estado debe titularlo y registrarlo. Solo de esta forma se puede lograr el cumplimiento del derecho a la libre determinación y autonomía. Además de las consideraciones que se han hecho alrededor de la definición stricto sensu del concepto de territorio, es importante hacer referencia al contexto de conflicto en que los pueblos indígenas se han visto enormemente vulnerados en el ejercicio y goce del derecho a su territorio. En el Auto 004, la Corte reconoce las afectaciones territoriales como consecuencia del conflicto armado en los siguientes términos: “Los pueblos indígenas están especialmente expuestos, en indefensión, al conflicto armado y al desplazamiento, principalmente por su situación ante la tierra. La titulación formal de tierras y la constitución de 77 CC,Sentencia T- 433 de 2011. 78 CC, Sentencia SU- 383 de 2003. 234 resguardos en la práctica no garantizan la posesión material por las comunidades; de hecho sus territorios, sean o no parte de resguardos, son apropiados por grupos armados ilegales, delincuentes/narcotraficantes, colonos, y agentes movidos por interese económicos. O bien, el conflicto armado ha exacerbado conflictos territoriales preexistentes, en los cuales las partes no indígenas se han aprovechado de, o aliado con, las actividades de los grupos armados ilegales, en detrimento de los grupos étnicos. (…) El conflicto armado genera la imposibilidad de movilizarse por el territorio, afectando el trabajo colectivo y las estructuras culturales que dependen de él. Afecta la educación por ocupación de escuelas y asesinato o intimidación de maestros. Los bloqueos, confinamiento, amenazas y señalamientos impiden el acceso para prestación del servicio de salud, y también impiden la realización de prácticas medicinales propias. La situación causa la pérdida de confianza entre miembros de la comunidad, afectando la integración comunitaria y las prácticas socioculturales propias.” (Resaltado fuera del texto) Con base en esta consideración, se resalta cómo para la Nación Nasa ha sido imposible el goce efectivo del derecho al territorio, tal como es identificado por el derecho internacional y nacional. El desplazamiento forzado de los pueblos indígenas ha tenido y sigue teniendo gravísimos efectos sobre el territorio que son objeto de abandono. Además las afectaciones territoriales por el conflicto no involucran solo los territorios despojados sino también aquellos donde la Nación Nasa sigue viviendo. En este sentido, por el presente Plan de Salvaguarda, la restitución de la totalidad de las tierras en un contexto de paz es considerada piso mínimo para el restablecimiento del estado de cosas constitucional y para el desarrollo de la vida en armonía y equilibrio según la Ley de origen. Puesto que el Auto 004 ordena que el Plan de Salvaguarda proteja el derecho a la existencia de la Nación Nasa como sujeto colectivo de derecho, la restitución de los territorios expropiados es un componente fundamental del Plan, y es el basamento de toda la estrategia de protección. Relacionado con lo anterior, es bueno precisar, que en el presente documento la idea de restitución de los territorios perdidos como consecuencia del conflicto va más allá de las limitaciones en términos temporales que están contenidas en la Ley 1448 de 2011 (Ley de víctimas y restitución de tierras) y en el Decreto 4633 de 2011 por medio del cual se reglamenta la misma materia de la ley en relación con los pueblos indígenas. En efecto, se considera que frente a la gravedad e historicidad de las violaciones y de las afectaciones por el conflicto armado resulta del todo inapropiado que se pueda reclamar el derecho a la restitución sobre “las tierras de los resguardos de origen colonial y las tierras de ocupación ancestral e histórica que los pueblos y comunidades indígenas ocupaban el 31 de diciembre de 1990”79.Y aún más si el objetivo macro es de restablecer un estado de cosas constitucional. f) El territorio nasa es uno solo 79 Decreto 4633 de 2011, art, 141 (3). 235 En el presente Plan de Salvaguarda la expresión “territorio ancestral” se refiere a la totalidad de las tierras y de los bienes naturales que, históricamente y en la actualidad, han constituido y constituyen el espacio espiritual, cultural y físico donde la Nación Nasa ha desarrollado su vida, y que se rigen por el Neh jxkahnxi, la Ley de origen de la Nación Nasa, verificable a través de las prácticas ancestrales y milenarias que perviven. Según el pensamiento nasa, los conceptos de tierra y territorio elaborados por la ciencias sociales occidentales aparecen limitados y no abarcan el verdadero significado que la palabra Kiwe, Tierra, tiene según la ley de origen nasa. Con base en ella, “El Ju'gthê'wesx kiwe o ju’gtewe’sx --territorio de los ancestros- no implica un límite geográfico fronterizo; implica el territorio del sentir que descansa en los cerros donde nos sentamos a conversar con nuestros ksxaws y que también descansa en nuestra casa, donde al nacer han sembrado al pie del fogón, nuestro cxabwexs -cordón umbilical- por esto el fogón también es un mojón, lugar de conversa con nuestros espíritus, nuestros mayores y la familia”80 Recordemos que el pueblo Nasa tiene su origen en la Madre Tierra, espacio cósmico y cosmogónico, de manera que: “En los primeros tiempos no había tierra, ni gente, sólo existía Ks’a’w Wala (gran espíritu). Este espíritu era a la vez masculino y femenino, así se reproducía a sí mismo y, de ahí otros espíritus como Ekthê’ (sabio del espacio), el trueno; T’iwe yase (nombrador de la tierra); Weet’ ahn (el que deja las enfermedades en el tiempo); el Kl’um (duende que controla el ambiente); el Daat’i (espíritu de control social); Weh’a (viento dueño de la atmósfera). Estos son los hijos mayores de Ks’a’w Wala (gran espíritu). Los hijos mayores se reprodujeron y originaron las plantas, los animales, los minerales y crearon a un hijo especial llamado Nasa (el hombre, gente). Todos estos espíritus mayores y menores vivían unidos, tenían un solo idioma, el Nasa Yuwe, y sabían muchas cosas: cantores, artesanos, músicos, agricultores, shamanes, consejeros. Antes el Ks’a’w Wala vivía con los demás espíritus mayores en una casa grande, los hijos mayores deambulaban por todas partes. Cuando Ks’a’w Wala les dijo que tenían que construir su propio hogar, se transformaron en personas e hicieron sus casas en diferentes lugares. En un comienzo vivieron en conflicto, Los rayos de Tay (sol) los quemaban, el agua lo inundaba todo. Al ver esto Ks’a’w Wala los orientó para que se unieran y formaran un solo hogar. Así lo hicieron y formaron la tierra. Continuaron reproduciéndose en animales, hombres, vegetales, minerales machos y hembras, y generando más vida. Como la tierra era débil, gelatinosa, las piedras hembras y machos se juntaron y se reprodujeron para que la tierra fuera más firme. En este sentido el pueblo nasa ha identificado espacios y caminos de vida que conllevan a la armonía y equilibrio para el bien – estar. 80 TULPA DE MUJERES ACIN. Reflexiones sobre territorio. Bodega Alta, Mayo 2012. 236 De esta manera se formaron cuatro casas y cuatro caminos: la casa principal de Ks’a’w Wala, la casa de los hijos mayores y la casa de los hijos menores, en donde, vivían los Nasa, los animales, los vegetales, y la casa de los Yu’khipmenas (los tapanos), hombres sin rabo, los que viven bajo la tierra. El camino para llegar a las cuatro casas lo conocen el K’dul (cóndor); el Meweh’ (rey de los gallinazos); S’uita (armadillo); y el Thê (médico), porque entienden el idioma para comunicarse con los seres que viven allí”81 Desde lo espiritual-físico, se desprenden dos diferentes conceptos relacionados al territorio. Por un lado, territorio es yat wala, “Tierra grande”. “La Tierra es yat, “casa”, por ser espacios de vida de todos los seres; es la habitación donde estamos contenidos todos los seres: hombres y mujeres, animales plantas minerales, astros, aire. Con base en el concepto anterior denominamos y tomamos posesión del territorio. En yat, “casa”, la Tierra, cada uno de los seres estamos ubicados en un rincón especifico, de esto depende la vida, por eso la vida se concibe como fxi’zenxi, “la vida es un rincón de la casa”. La convivencia de los seres depende de la relación espiritual basada en la ley de origen con los mandatos o normas tradicionales. Entonces la denominación del territorio se basa en la ubicación del rincón de los seres y el referente es yat, “casa”. Podemos decir que todo ser tiene su casa como espacio de habitación, hábitat. Veamos algunos ejemplos. Kxthus Kiwe yat, “casa tierra del arcoiris” se refiere a los lugares pantanosos. Allí vive el arcoiris, personaje espiritual que pronostica la muerte de los animales, derramamiento de sangre de personas, o cuando aparece hace enojar para que se ocasionen danos. No se puede construir casas al lado de estos lugares y hay que armonizarlos permanentemente. Si este ser aparece en visiones, si se armoniza el cuerpo, da poder para curar enfermedades, de lo contrario las ocasiona.”82 Por otro lado, territorio es fxiw, “semilla”. “Quiere decir que la Tierra es como semilla porque de la semilla nace, germina, y se reproduce la vida. Es la vida de los seres de la Tierra, del Universo, como yat wala. Dela Tierra nace todo y de lo que contiene la Tierra nos beneficiamos. Al concebir a la Tierra como semilla, por eso les decimos Madre Tierra, porque es similar al útero donde se depositan los ovarios de una mujer a manera de 81 Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca – ACIN, Plan Territorial Cultural ACIN: Para revitalizar elproceso y los planes de vid Cxhab Wala Kiwe. 2011, p. 42 82 YULE, Marcos, ESCUE’, Alcibiades, Valores Nasa: cultura, cosmovisión, ley de origen, contenido en ETXEBERRIA Xabier et al., Pueblos indígenas, Estados y Derechos Humanos, Universidad Iberoamericana/universidad de Deusto, 2012, México, D.F., p.121. 237 semilla. Por eso la Tierra se organiza como semilla”83 Núcleo de la cosmovisión del pueblo Nasa es el concepto de armonía y equilibrio. “La armonía es manejar y estabilizar en un mismo nivel o puntos las energías (fuerzas) de la naturaleza que interactúan e inciden en la vida84”. Esto incluye también las relaciones entre el hombre y la naturaleza. Por otro lado, el equilibrio es lograr que las fuerzas de la naturales sean balanceadas y las negativas y positivas estén en el mismo nivel. Las autoridades espirituales y políticas son las que controlan y median para que estas fuerzas se igualen y se mantengan la armonía y el equilibrio de la comunidad, y evitar de esta forma se produzcan tragedias naturales y sociales. “Existe un orden natural, el cual se entiende como la ley y la norma, que concebimos como el camino, sendero trazado por los primeros abuelos, los mayores, los creadores de la vida de los seres y del mundo. Por este camino debemos caminar, ellos van en adelante, nosotros vamos detrás. Es decir, debemos tener en cuenta la ley y las normas existentes en el nasa txiwe, “territorio de los seres”, que ya está marcado. Es lo que llamamos ley de origen”85. Lo anterior describe cómo el concepto de territorio abarca una dimensión que trasciende lo físico para abarcar una dimensión espiritual, que constituye la verdadera esencia del ser nasa. No se puede separar la dimensión espacial con la dimensión espiritual en cuanto el territorio de los ancestros implica la recreación y vivencia del territorio de nuestros espíritus, el territorio de la vida de los seres, el territorio marcado por los Kwesx kiwe jxuka --mojones espirituales--: montañas, piedras, minerales (donde está nuestro origen), ríos, nubes; donde todo es raíz y permanencia --fxi'zenxi--; donde están los espíritus del Eki kiwe -aire --, de los espíritus del Kiwe tyiju --subsuelo-- y Kiwe --tierra--.”86 La ley de origen está organizada con base en principios cósmicos y autoridades terrestres, y de hecho constituye el marco legal que rige la vida del pueblo Nasa. Las autoridades tradicionales “se representan en el rombo que ubica el lugar de cada una en el espacio cósmico y en las leyes de origen de la cultura nasa. En cada uno de los vértices del rombo se ubica una autoridad espíritu que se encarga de hacer justicia y mantener la armonía en la interrelación hombre-naturaleza, de ahí que signifique equidad. También cada vértice da el sentido de orientación: norte, sur, este, oeste. En el norte se ubica el Ekawesx, “espíritu del espacio o cosmos”, en el oeste se ubica el Kpisx, “trueno”, y al este queda el I’sutwesx que representa el fuete, la honda y produce los rayos, ambos son espíritus de la naturaleza, y por último, en el sur está el Nejwesx, “espíritu guía”, 83 84 85 86 238 Ibídem, p. 122. Ibídem, p.123. Ibídem, p.124. TULPA DE MUJERES ACIN. Reflexiones sobre territorio. Bodega Alta, Mayo 2012. profundidad”87. Esta organización del espacio cósmico, contiene la clave de lectura principal para entender el concepto de territorio según la ley de origen del pueblo Nasa. Al reflexionar sobre lo que significa el territorio para el pueblo Nasa y cómo explicarían a alguien no indígena su concepto, un grupo de hombres nasa, jóvenes y mayores, y algunos kiwe the, señalaron: "En la cosmovisión nasa son 3 espacios. El espacio de arriba (eekha the wesx), el espacio del medio (i kwpox kiwe) y el espacio de abajo( tasxu kiwe wesx). Los tres espacios, el territorio integral comprendido desde los tres espacios, lo llamamos Ksxa'w wesx yat. Si hay oro en el subsuelo, ahí se enoja el espíritu mayor de arriba y dice que no lo va a sacar. El kiwe dii wesx pinta un rayo. El abuelo regaña y entonces no está el oro. Encuentra la olla vacía, pero el viu no está. Los nasa estamos en el mundo del medio, si usted contamina en el mundo del medio, contamina el mundo de arriba y el mundo de abajo. El rayo regaña porque estamos desobedeciendo la ley de origen. Los espíritus son los dueños de todo. Hay que pedir permiso, hay que hacer ritual para que no haya enfermedad. Tenemos que cumplir unas reglas. Si daña la vida terrenal, daña la de arriba y el ksxaw dice "cuídese" para no enfermar. La primera enfermedad es tosedera, la segunda enfermedad es diarrea y la tercera enfermedad es secadera. Si no obedecemos, se produce el exterminio físico y cultural.”88. En un taller sobre territorio liderado por el equipo de tierras de la Cxhab Wala Kiwe ACIN, un mayor de la vereda El Manzano reflexionó al respecto: “Los espíritus son los dueños de todo lo que hay dentro de la naturaleza: animales, aves, plantas y todo lo que hay dentro de la casa grande. Ellos lo administran, lo protegen por eso cada cosa que uno vaya hacer en la naturaleza, como coger una planta, cortar una árbol, casar un animal o entrar a la montaña se debe de pedir permiso a los dueños; cuando no lo hacemos estamos rompiendo las reglas y eso trae consecuencias porque no se cumple con la ley de origen. Las consecuencia son la sequias, la inundaciones, los derrumbes, esto hace parte de un desequilibrio de la naturaleza, el no cumplimiento de la ley de origen”89 En la concepción nasa del territorio es constitutiva la conexión entre los mundos o dimensiones: espiritual y material; entre los tiempos: ancestros y nasas presentes; y entre los nasas y los otros seres. Existen una cohesión única y un ordenamiento estructurado de la vida que se mantienen en los principios básicos de vida, armonía y equilibrio y de los que forman parte la Nación Nasa, el territorio, la espiritualidad y las normas derivadas por la Ley de origen. Con base en esta relación, permanece una 87 YULE, M., ESCUE’, A., ob.cit., p. 130. 88 Es bueno precisar que los términos que se refieren a estos tres espacios pueden incluir algunas diferencias según las fuente utilizadas. En este caso se hace referencia al diálogo, en torno de la tulpa, entre los integrantes del equipo coordinador de la preparación del Plan de Salvaguarda. En la conversación se abordó el concepto de territorio desde la ley de origen del pueblo Nasa. Cabildo Cofradía, 11 de mayo de 2013. 89 Taller de memoria Mayores. Vereda el Manzano Toribío. Grupo 1. 17 de agosto de 2012. 239 práctica cotidiana y una tradición de ocupación territorial permanente, así como control social, cultural, político, espiritual, productivo, formativo, relaciones que conducen a apropiación de valores como medio de recreación cultural90. En el territorio y en la naturaleza residen las formas propias de relación, organización y resistencia de la Nación Nasa. Con base en lo anterior, cuando se habla de territorio ancestral se hace referencia al territorio de la Nación Nasa. Esto implica que existe un único territorio y un único pueblo y conlleva la superación de los actuales modelos de reconocimiento y gestión del ejercicio del derecho al territorio, y que generan una fragmentación conceptual y factual, tanto interna cuanto externa, que de hecho obstaculiza la afirmación de la Nación Nasa como un único sujeto de libre determinación. Una es la Nación Nasa y uno tiene que ser su territorio. En otras palabras, del reconocimiento de la unidad de la Nación Nasa se desprende el reconocimiento de la unidad del territorio nasa en todo el país. En el presente Plan de Salvaguarda el ámbito territorial de la Nación Nasa es definido de la siguiente forma: • • • • • • • El conjunto de las tierras que constituyen el ámbito vital de existencia de la Madre Tierra, de los seres espirituales naturales y de la Nación Nasa según la Ley de Origen; Los sitios y ámbitos de importancia cultural y espiritual para la Nación Nasa; El territorio actualmente ocupado por las comunidades de la Nación Nasa, tanto las que corresponden a una ocupación establecida históricamente y de forma ininterrumpida en la región suroccidente de Colombia, como los de reciente ocupación pacífica con acuerdo de otros pueblos indígenas, afros o campesinos; El conjunto de los territorios ancestrales reclamados para su restitución, incluyendo los territorios donde está iniciado el respectivo trámite administrativo de constitución, ampliación y saneamiento de resguardo, y aquellos sobre los cuales se han hecho otras manifestaciones de reivindicación y resistencia (memoriales, investigaciones etnohistóricas) Los territorios que se han perdido por el despojo y consecuente desplazamiento que la Nación Nasa ha sufrido como resultado de la conquista, por la Colonia y la colonización republicana y por las oleadas de violencia política que cubrieron la segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas del siglo XXI. Los territorios que han sido recibidos como indemnización o a título de reparación por el Estado en razón de violaciones de derechos humanos, y los que a futuro el Estado deba entregar por el mismo motivo o como resultado de no poder cumplir los procesos de restitución. Los territorios donde se han reasentado los Nasa por causa de desastres naturales. Esta territorialidad corresponde al proceso histórico mediante el cual la nación nasa se configuró desde el siglo XVI: a partir de una confederación entre cacicazgos Nasa con parentescos lingüísticos muy cercanos y con otros pueblos con los cuales los Nasa habían establecido alianzas político-militares prehispánicas, los cuales habitaban los complejos ambientales que hoy corresponden a los nudos y macizos de la parte sur de la Cordillera 90 Rappaport, J. 240 Central, y los valles y laderas orientales del alto valle del Cauca y los valles y laderas occidentales del valle alto del Magdalena. Hay reportes etnohistóricos y míticos (de pueblos indígenas de selva) que referencian la presencia de los Nasa en diversas regiones de la Amazonia colombiana (ver la Nación Nasa, en este mismo documento). Señalan los mayores de la Nación Nasa: “Nosotros primero fuimos desplazados por la Conquista; luego vino la Colonia y la República, y fue lo mismo, nos desplazaron y nos sacaron de la tierra de los mayores; después de que murió Bolívar, la cosa siguió lo mismo; a principios del siglo XX a Manuel Quintín le tocó peliar por la misma vaina, por la tierra; en la época de la Violencia la gente salió volando para la selva y para el llano, de la matazón que había; y en estos años (del siglo XXI) nada ha cambiado. Nuestro territorio se fue armando con esa violencia. Cuando echaron pa' la montaña a nuestros antepasados, y nos tocó encuevarnos en Tierradentro y en las montañas del Cauca, eso le sirvió a Juan Tama para fortalecer la unidad, y para que se fuera uniendo más la cultura y el nasayuwe, y de ahí fue que salimos más fuertes pa'l norte del Cauca y el Valle. Ahora sigue lo mismo, pero pa'l Putumayo” (Pito, 2013, Asamblea de Autoridades Nasa del Putumayo). Desde estas zonas de repliegue se ha venido dando la recuperación territorial de la Nación Nasa. Salvo el poblamiento nasa que se presenta en territorios alejados de la Amazonia y Orinoquia (en el Meta y en Caquetá), el cual corresponde a poblamiento derivados del desplazamiento forzado de las dos épocas de la Violencia, todos los nuevos asentamientos en el piedemonte amazónico corresponden a recuperaciones de los territorios ancestrales nasa. Los resguardos de origen colonial, basados en cédulas reales españolas que reconocen plenamente los territorios ancestrales nasa, así como los resguardos titulados posteriormente por el Estado colombiano, solo reconocen una parte de la totalidad del territorio ancestral. Adicionalmente la figura misma del “resguardo” es una figura restrictiva frente a los derechos políticos que la Nación Nasa reclama sobre sus territorios. La Nación Nasa reclama hoy desde sus diversas formas organizativas (consejos regionales, asociaciones de autoridades, cabildos locales, neh'wesx) la unidad territorial. En el curso de la consulta para la formulación del Plan de Salvaguarda esta perspectiva fue ratificada. En acuerdo con la Declaración de las NU sobre los derechos de los pueblos indígenas, la territorialidad de la Nación Nasa incluye la jurisdicción sobre el suelo, el subsuelo, el espacio aéreo y el espectro electromagnético. Como resultado de esta concepción compartida y ratificada, el Plan de Salvaguarda se desarrollará en todos sus componentes atendiendo el hecho de que se trata de líneas de acción, programas o acciones de cobertura nacional (nasa) que deberán aplicarse a la totalidad de la Nación Nasa. g) La lucha por el territorio ancestral es un eje de la identidad de la Nación Nasa. 241 La identidad nasa es una identidad fuertemente ligada a lo territorial. De hecho, las representaciones territoriales de la Nación Nasa se han generado asociadas al relatomemoria del carácter ancestral de su ocupación en el territorio y sobre todo al ejercicio de soberanía y autonomía materializado en la larga lucha de defensa y recuperación de tierras que han librado desde la llegada de los españoles. En relación con la ocupación ancestral del territorio, la Nación Nasa desarrolló diversos mecanismos para marcarlo, recorrerlo, memorizarlo y significarlo como tal. Sin embargo, este mismo territorio ha sido a su vez objeto y producto de sistemáticos procesos de desposesión, transformación y recuperación; la Nación Nasa ha construido durante su historia de lucha, referentes, acciones y símbolos que le han permitido recomponer los sentidos que la comunidad tiene y ha tenido con la tierra perdida y poseída, y revitalizar los flujos e intercambios entre la naturaleza y la cultura; la figura como se representa esta lucha es “contra la invasión”. Como territorio en disputa, el territorio Nasa siempre ha sido un campo de lucha marcado por el desplazamiento y la expoliación y este carácter ha construido valores, símbolos y sentidos culturales asociados a la identidad indígena, que vinculan precisamente esta sostenida lucha por la defensa y recuperación del territorio con el ser nasa. El himno nasa, por ejemplo, recoge esta lucha como definitoria: “Vivimos porque peleamos contra el poder invasor; Y seguiremos peleando mientras no se apague el sol” En la constitución de las identidades territoriales del pueblo nasa la tradición oral y la palabra han sido cruciales para simbolizar el territorio y construir puentes entre el pasado -el territorio ancestralmente ocupado- y el presente -es decir el territorio poseído y anhelado. Esta memoria de la ocupación transmitida por los mayores es la primera fuente de la identidad nasa; la memoria coproduce el territorio actual, en el sentido en que lo mantiene vivo, es decir que lo re-significa en el tiempo otorgándole nuevas representaciones y manteniendo los antiguos referentes ancestrales. Precisamente, en la memoria territorial transmitida, los relatos y las historias fundantes de la Nación Nasa están íntimamente relacionados con la aparición de figuras que luchan por el territorio; este rasgo puede interpretarse como una de las maneras en como la comunidad ha confrontado políticamente las memorias de la usurpación y ha refundado la cultura en la gesta indígena de la recuperación por la tierra. Luchadores como Juan Tama y Manuel Quilo y Sicos (que unifican los territorios nasa), Manuel Quintín Lame (que los recupera) y La Gaitana (que los defiende), por ejemplo, siempre emergen como símbolos que dan sentido al territorio del ayer pero que inspiran los procesos actuales de reafirmación, restitución y lucha por el territorio indígena en distintas arenas. Los valores asociados a estos grandes luchadores, como la palabra, la fortaleza, la valentía, la dignidad, son también activadores de las memorias territoriales y de la identidad, que luego aparecen con un discurso de obligación moral y política: todxs lxs nasas lucharon, luchan y lucharán por su derecho legítimo a ocupar y gobernar los territorios que han sido suyos ancestralmente y que son también suyos porque han sido luchados por otros nasa de antaño. 242 En los 70s la recuperación de la tierra y el papel de los “recuperadores” -una figura política de profunda significación- cobró gran importancia en los procesos de reafirmación cultural y organización política para la Nación Nasa. Los “recuperadores” que además eran líderes cumplieron un papel fundamental en la construcción de un “imaginario” territorial; su propia historia personal era un recorrido por los territorios ancestrales, a los cuales acudían como educadores y promotores de las acciones de reivindicación de la tierra. Ya que la tierra y posteriormente el territorio se constituyó como prioritario en el proyecto étnico político de la Nación Nasa y los recuperadores simbolizaron precisamente la avanzada geopolítica de los desposeídos, pero a su vez de los verdaderos propietarios, agenciaron un ejercicio de copamiento y soberanía hecho a través de la cultura. Los “recuperadores” en buena medida se han ido constituyendo como personajes míticos que además de recuperar materialmente la tierra, recuperaron los significados asociados a ella, las historia usurpadas y silenciadas, “los caminos ya hace años no transitados”; los “recuperadores” son “el nasa que debemos ser”; los recuperadores interconectaron el territorio en flujo vital y natural de la cultura que ha garantizado que la Nación Nasa esté viva hoy. En la última etapa de la historia nasa, se hace referencia a dos “nuevas” concepciones: la liberación de la Madre Tierra y el reconocimiento de los Territorios Ancestrales Autónomos. Ellas son el eje del proyecto identitario nasa, que las entiende como requisito para su pervivencia, y que acude nuevamente a las figuras de Manuel Quintín y de los “recuperadores” como forma de que la lucha por la tierra y las memorias asociadas a estas contiendas históricas vengan del pasado y se instalen en el presente, en forma de “territorio anhelado”. h) La Madre Tierra tiene derechos a la protección, reparación y a las garantías de no repetición. En la compilación de Sisco et al (2001)91, aparece reflejada la clara vinculación de la Madre Tierra como miembro de la comunidad nasa: Los Neh'wesx hablaron y la tierra se movió, todos los vivientes se despertaron pensando cada quien con su palabra, y dijo: Ustedes siendo mis hijos (nietos) se comportan muy indecentes con mi palabra. Si siguen así su madre kiwe un día se cansará de ustedes, les dará la vuelta la cara para no verlos y ustedes se quedaran a su espalda, nadie los mirará, nadie les dará de su seno. No recibirán cariño ni consejos y por su mal comportamiento se quedarán solos y hasta morirán, ¿pues quien se hace daño? Y replicó Kiwe: Yo soy kiwe la hija de Uma y Tay, ellos me formaron para que yo me encargara de ustedes, yo sufro cuando ustedes sufren, también miro la casa con mucho cariño cuando ustedes me miran con cariño. Yo soy la que le sopla la cara para que mis hijos se refresquen. Soy la que suda para que no les falte agua para la sed. Soy la que mira con los ojos de mi parejo el Sek Taki y por él guardo su calor para ustedes. Todo lo que hay en mi cuerpo es de ustedes, sin embargo, no deben dejar que nadie me lastime ni nadie me 91 SISCO T., Manuel Augusto, Abelardo Ramos y Dilio Pillimué (2001). Despertar y uso de la palabra tradicional. Cosmogonía y cosmovisión de la cultura nasa. PEB – CRIC 243 acabe, porque solo entre todos somos fuertes y los trabajos resultan mejor. Y prosiguió diciendo: Cuando vayan a tomar de mi seno miren la luna que también es mi hermana. Muchas veces me siento enferma, de mis senos en lugar de leche brotará sangre, entonces ustedes ya no tendrán más comida, no podrán vivir conmigo. Todo esto puede pasar cuando ustedes se alejen de mi memoria. A veces yo regaño, pero ese es mi consejo, yo los acojo a todos por igual. Son muchos hijos, cada uno de ustedes se comportan distintos fríos o calientes, otros dulces, picantes, blandos, ácidos, blancos, rojos, colorados, largos, tiernos, pequeños, lentos, ágiles, fuertes, risueños, negros, pensantes, todos hablan y actúan libremente, así debe permanecer siempre. Cuando necesiten de mi ayuda deben mirar por mi Thâ'busx92, llevar la coquita, los remedios y la chicha, para hacer sus pagamentos a nuestros Neh'wesx. Más después nacerán los Thê'wala que serán nietos de Neh'wesx, por eso ellos tiene su espacio en el pie derecho de Nehwe, ellos son los únicos que pueden hacer el Peweçxa'jnxi93 que es la ejecución del rito, pueden comunicarse con nuestras deidades. Cuando hagan el rito pongan atención que Pa'ksxa'w94 les enseñará a través del sueño. Así nos dejó advirtiendo kiwe. Según el pensamiento nasa, el territorio no solo es un espacio físico; también obedece la ubicación de los seres espirituales naturales que viven en el territorio. Hablar de principios y garantía de vida, desde la ley de origen de la Nación Nasa, no es otra cosa que hablar de unos mandatos o leyes espirituales naturales, que hacen diferentes la práctica de vida de la Nación Nasa con relación a otras culturas no indígenas. Desde el enfoque nasa, todo lo que existe tiene vida: minerales, astros, aire, agua, plantas, entre otras. Y por tanto son seres (nasa) que deben tener el goce pleno del derecho de procrearse, de cuidarse y además de cuidar la Madre Tierra95. La Madre Tierra es ser vivo, es Uma Kiwe, es miembro de la comunidad, y en cuanto tal tiene derechos. De ella provienen los nasa y de ella forman parte desde antes de nacer y después de la muerte. En ella se refleja el pensamiento, los ancestros, y se registra la sabiduría, el conocimiento y los sueños. Es más, ella es la forma de la comunidad: “Inmediatamente todos los seres se abrazaron hasta formar una sola masa, como un solo puño y así se formó kiwe, la “tierra”, la casa de todos. Kiwe, la mujer” (Sisco, 2001). Al mismo tiempo, en la madre tierra y en la relación con ella, está la esencia de la identidad, cultura, organización social y política, economía, espiritualidad y ley de origen del pueblo y de la Nación Nasa96. El uso de los bienes naturales debe entenderse como una acción sobre/contra un ser vivo y sobre/contra los seres de la naturaleza que en ella conviven. Siendo seres vivos, siendo nasa, y requiere del mismo cuidado que el resto de las personas. Como ya se ha señalado, la visión de territorio según la Ley de Origen de la Nación Nasa 92 93 94 95 Thâ'busx, zona superior de la cabeza. Pewecxajnxi, ritual de reconciliación. Pa'ksxa'w, visita de un sueño Consejo Territorial de Autoridades Tradicionales Indígenas, Norte del Cauca – Acin, Reconocimiento al pensamiento colectivo de los territorios ancestrales de los pueblos indígenas, 2013. En prensa. 96 Ibidem. 244 tiene fundamentos distintos y contenido más amplio del concepto que se le atribuye en el mundo occidental. Por esta razón, en este Plan de Salvaguarda el concepto de territorio, las líneas de acciones y los programas relacionados son construidos teniendo como marco de referencia principal la Ley de origen y el respeto y la protección de la Madre Tierra, como ser vivo y miembro de la comunidad. Debido a ello, el territorio comprende el suelo, el subsuelo, el espacio aéreo y espacio electromagnético, que pueden corresponder (por supuesto, con una perspectiva muy diferente) a los espacios cosmológicos nasa: “¿Qué es territorio para nosotros? ¿De cuántos territorios hablamos? Hablamos de 3 territorios y vamos a ver si el gobierno tiene la capacidad de reconocer eso: e kiwe (arriba), tasxu kiwe (lo que hay debajo de la tierra) y kiwe (la tierra). En la norma dice el espacio aéreo que tiene que ver con el aire, pero esa es la tierra de los espíritus. Y el gobierno habla del aire, de la tierra y del subsuelo” (Asamblea de autoridades nasa, Segovia, marzo 2013). La Madre Tierra ha sido víctima de violencia política; se han roto sus relaciones de armonía con la presencia y acción militar de cientos de años, ha sido atacada con bombardeos y abusos de sus bienes, le han regado sangre sin hacer los rituales mayores; también cuando se extraen y utilizan los seres de la naturaleza de forma arbitraria y abusiva, violando sus normas o despertando las fuerzas que deben permanecer dormidas, se alteran profundamente los ciclos de la naturaleza. Todas estas acciones de ataque siguen ocurriendo mientras dura el conflicto armado interno y la explotación desaforada de la naturaleza. Por eso la Madre Tierra tiene derechos a la protección, reparación y a las garantías de no repetición. Las acciones de prevención, protección, atención y reparación de los miembros de las comunidades nasa y de la Madre Tierra, implican el diálogo (espiritual) con la Madre Naturaleza y la adopción de un particular enfoque diferencial, basado en la curación, descanso y restablecimiento del orden y armonía naturales. De ahí se desprende que las acciones del Plan de Salvaguarda debe atender los tiempos y ciclos de la naturaleza, el orden de los espacios cosmológicos y naturales, y su integridad de ser vivo. i) La Nación Nasa interpreta y vive el conflicto armado como la continuación de la guerra de la Conquista y el colonialismo El conflicto armado interno tiene específicas causas históricas, que se resumen en la imposición y persistencia en Colombia de un régimen político excluyente que ha acudido de forma reiterada a los crímenes de sistema contra el movimiento popular, y en la consolidación de una estructura súper concentrada de propiedad de la tierra, constituida a partir del despojo sistemático de indígenas, afrodescendientes y campesinos, que favorecieron la aparición y crecimiento de organizaciones políticas armadas de oposición. Sin embargo, la forma como la Nación Nasa ha vivido las dinámicas e impactos de este conflicto, se articuló y re-significó en y con las estructuras socio-políticas de colonialismo interno que se superpusieron en los territorios indígenas. Como episodio de esta guerra de varios siglos, la Nación Nasa identifica la continuidad de los siguientes elementos en el actual conflicto armado interno: 1) la negación de su 245 carácter de Nación, 2) la conculcación del derecho a decidir y el ataque a las formas de gobierno propias, 3) el despojo territorial y el desconocimiento de sus títulos de propiedad, 4) la ocupación militar de sus comunidades, 5) el debilitamiento creciente de la economía comunitaria, 5) la manipulación de la historia y del relato oficial sobre los pueblos indígenas, la destrucción de la lengua nasa (nasayuwe). Todos estos elementos de continuidad han sido causados por las guerras de conquista, las guerras republicanas en que se vieron involucrados los indígenas nasa por parte de los generales-presidentes, la época de la Violencia y el actual conflicto armado. En consecuencia,la guerra interna actual se experimenta por la Nación Nasa como la imposición de un modo de vida ajeno y destructivo de la Madre Tierra y de las comunidades nasa, que se vive como una enfermedad espiritual; en palabras de los mayores de la comunidad, “la guerra ha matado el cuerpo, el espíritu y la sabiduría”. Estos elementos se incorporan como elementos determinantes del impacto del conflicto armado sobre las comunidades de la Nación Nasa. Por todo lo anterior, la reparación tiene que incorporar los agravios históricos que se han cometido contra la Nación Nasa, para que tengan un verdadero efecto reparador y restaurador. . j) Respeto a los derechos de la población no indígena del territorio, a otros pueblos vecinos o con quienes compartimos territorialidad ancestral En varias regiones del país el territorio indígena nasa se convirtió de hecho en territorio interétnico, como resultado de los procesos migratorios recientes y por relaciones de vecindad de larga duración, algunas ancestrales; no olvidar que el propio pueblo nasa se conformó como proceso de alianzas políticas entre cacicazgos (no todos nasa). En la actualidad, en zonas de frontera cultural, se presentan casos de territorios (incluso resguardos) que han sido titulados o reconocidos a varios pueblos (nasa y misak, nasa y yanacona, nasa y pijao, nasa y uitoto), lo que ha originado formas prácticas e incluso jurídicas para convivir. También se presentan casos de migraciones de familias extensas no-nasas (indígenas o no indígena) al interior de territorio nasa claramente delimitado y apropiado, donde los nuevos miembros han aceptado normas nasa y las autoridades y comunidades los han acogido voluntariamente; similar situación se ha presentado con familias campesinas que luego de los procesos de recuperación y liberación de la tierra han preferido quedarse como comuneros/as de los resguardos y territorios indígenas. Y tienen lugar situaciones donde no hay una clara frontera geográfica natural o jurídica entre territorios nasa y afro o campesino, y donde se presenta alguna conflictividad por las competencias y derechos territoriales. Cada una de estas situaciones ha tenido una solución política y jurídica, que en el Plan de Salvaguarda se mantendrán, dependiendo de las regiones. En el territorio ancestral compartido, la Nación Nasa y los otros pueblos han logrado acuerdos políticos e institucionales para compartir territorialidad y gobierno, todos los cuales se respetarán en el Plan de Salvaguarda; esto incluirá respeto a los procesos etno-culturales que hayan acordado, tales como bilingüismo, familias multiculturales, etc. En los casos de familias o grupos comunitarios de otras etnias (indígenas o campesinas) que viven en territorio nasa, estas comunidades serán sujetos y beneficiarios de todas las medidas del Plan de Salvaguarda, en tanto hacen parte de la comunidad política y comparten 246 representaciones culturales y espirituales; los asuntos culturales específicos (lengua, espiritualidad, sistemas pedagógicos) serán adecuados para respetar los derechos culturales. En los casos de reciente vecindad, donde todavía se construyen los acuerdos interétnicos, el Plan de Salvaguarda se implementará acudiendo al principio de la consulta intercultural, cooperación, complementariedad y coordinación, especialmente si se trata de otros pueblos indígenas que han formulado sus propios planes de salvaguarda ordenados por la Corte Constitucional. En los casos de fronteras no precisadas, en la aplicación de medidas del Plan se acudirá al principio de consulta y diálogo intercultural para preservar la convivencia y respetar los derechos territoriales y culturales de todas las comunidades. Las medidas de protección diferentes a las territoriales se aplicarán de forma extensiva a las poblaciones vecinas siempre que sean más adecuadas, con el debido consentimiento de los representantes de dichas comunidades. k) El Plan de Salvaguarda debe priorizar la prevención, atención y reparación de las mujeres víctimas del conflicto. Las formas específicas de victimización de las mujeres exigen medidas especiales de reparación y atención. En el presente Plan de Salvaguarda se prioriza la situación de las mujeres en el marco del conflicto armado. En este sentido, como ya ha sido subrayado por numerosas instituciones nacionales e internacionales de diferentes órdenes, los derechos de la mujer indígena resultan particularmente vulnerados y se configuran factores que duplican la condición de victimización, primero por el hecho de ser mujer y después por su identidad étnica y cultural. Por esa razón, se resalta la necesidad que el Estado adopte programas de prevención, atención y reparación preferenciales que tenga en cuenta las formas específicas de victimización de las mujeres. En relación al enfoque de género, el primer elemento que se resalta es la consideración que la Madre Tierra, además de ser miembro del pueblo Nasa, es ser femenino. La madre tierra es sujeto de derecho y, en cuanto tal, tiene derecho a la reparación de forma especial y diferencial, en cuanto vulnerada en calidad de miembro de la comunidad y en cuanto ser femenino97. *** El segundo elemento importante es que cuando el Plan de Salvaguarda hace referencia al enfoque de género lo hace según la cosmovisión del pueblo Nasa. En la Tulpa de la mujer, la familia y el territorio que se realizó en el 2010, se reflexionó de forma muy profunda sobre este argumento. En esa ocasión, se destacó que para los Nasa la concepción del género “parte en primera instancia de la interiorización del Ser Colectivo el cual es estar en continua interacción con el otro (los seres humanos, plantas, animales y seres espirituales)”.Por esta razón, la identidad como Mujer o Hombre se desarrolla en relación a su dimensión dual y como parte de una pareja. Como se ha visto anteriormente, en la ley de origen del pueblo Nasa, la dualidad de todos los elementos que componen el mundo es fundamental para que se mantenga la armonía y el 97 En este mismo documento, véase Fundamentos h) “La Madre Tierra tiene derechos a la protección, reparación y a las garantías de no repetición” y fundamento” f) “El territorio nasa es uno solo” 247 equilibrio. Esta idea de dualidad también se contempla al conocer que tanto las niñas como los niños al nacer, ya cuentan con un ser espiritual que los acompaña; cada ser son dos personas: un ser físico y otro espiritual (kwe’sx – nosotros/nosotras), donde las mujeres son acompañadas por un ser espiritual masculino y los hombres por un ser espiritual femenino, lo que sugiere estar conectados entre dos personas (mujer-hombre). En este sentido “ni el hombre es superior que la mujer, o la mujer es superior al hombre, ambos son importantes, ambos tienen un sentido integral en lo femenino y lo masculino que cada uno tiene. En ese sentido, el hombre tiene una partecita de lo femenino, no solamente es masculino, sino que también tiene parte de lo femenino; para la mujer es lo mismo, ella tiene también parte de lo masculino”98”. Según la ley de origen, no es posible separar lo femenino y lo masculino, en cuanto Uma es la generadora, de la vida y la sabiduría, mientras que Tay es quien la procrea. Cuando la vida está amenazada son las mujeres quienes asumen el papel fundamental de defenderla; por ser ellas las dadoras de vida no solo piensan en que hay que proteger la vida de todas y todos, sino también a la comunidad y el territorio. “La Gran Casa – Yat Wala” -lugar en el que conviven diversos seres nombrado-, involucra también lo masculino y lo femenino, que incluye primeramente a Uma y A'te en lo espiritual y en segundo lugar a Kiwe (Tierra) y Yu’ (Agua). En un tercer momento encontramos a los seres que están dotados de órganos para ser fecundados, es decir a aquellas que poseen útero, un órgano que se simboliza con la Yaja o Jigra, la “mochila para guardar semilla”. La comunidad debe preservar la vida y cuidar la relación que se da entre las mujeres y los hombres y desde aquí nace el término Nwe'sx (familia), que parte de la unión de la pareja (mujer – hombre); lo que da paso a la comunidad que surge de la familia. Esto implica relaciones perdurables en armonía y complementariedad, teniendo en cuenta que tantos las mujeres como los hombres desempeñan roles o funciones diferentes igualmente valiosas. Esta dualidad también se refleja en el uso de la lengua Nasa Yuwe, donde hay una forma diferente para referirse o hablarle a una mujer que al hombre, y no hacerlo de esta manera es considerado una falta de respecto. Es importar destacar cómo la conquista y la colonización española causaron la desarticularon las diversas formas de organización de los pueblos originarios, la perdida de sus territorios y afectaron voluntariamente las culturas de las personas que los habitaban, “integrándolos así, por la fuerza a nuevas formas de vida social, por medio de la violencia, la evangelización y la imposición del terraje, propiciando desconocimiento, sometimiento y abuso de mujeres y hombres a quienes les quitaron y aún siguen quitando los territorios en los que hay diversidad de minerales, animales, sitios sagrados; además de sistemas políticos y administrativos.” 98 Trochez Florilva (2009) Resistencia y Utopía de La Mujer Nasa. Libro Victimas invisibles conflicto armado y resistencia civil en Colombia. 248 La llegada de los conquistadores y colonizadores han causado una ruptura en la relación de la mujer y la madre tierra, se consolidaron pensamientos y actitudes donde se considera a la mujer como un ser inferior frente al hombre, excluyéndola así de los escenarios de decisión política. De esta forma, afectó la prestigio y poder de las mujeres, “pues ellas contaban con conocimientos medicinales, servían como intermediarias entre los seres espirituales y los seres humanos, muchas de las tribus tenían una organización social matriarcal, donde la mujer y lo femenino tenía un gran valor. Esta ruptura de la organización y la expropiación de sus territorios, redujo la seguridad de la que gozaban.” *** El tercer punto fundamental es la consideración que la violencia contra la mujer en el marco del conflicto armado constituye una violación grave de la Constitución Política, el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario. En la Recomendación General No. 19 del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (“La violencia contra la mujer”) se establece que“ [l]a violencia contra la mujer, que menoscaba o anula el goce de sus derechos humanos y sus libertades fundamentales en virtud del derecho internacional o de los diversos convenios de derechos humanos, constituye discriminación, como la define el artículo 1 de la Convención. Esos derechos y libertades comprenden: a) El derecho a la vida; b) El derecho a no ser sometido a torturas o a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes; c) El derecho a protección en condiciones de igualdad con arreglo a normas humanitarias en tiempo de conflicto armado internacional o interno; d) El derecho a la libertad y a la seguridad personales; e) El derecho a igualdad ante la ley; f) El derecho a igualdad en la familia; g) El derecho al más alto nivel posible de salud física y mental; h) El derecho a condiciones de empleo justas y favorables.”99 También la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha analizado la situación de las mujeres en contexto de conflicto y ha evidenciado la necesidad de adoptar políticas con perspectiva de género. En la Resolución 1325 de 2000, el Consejo de Seguridad de la ONU manifiesta su 99 Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, Recomendación General No. 19. En este mismo sentido véase los artículos 4 y 5 de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer. Art. 4:“Toda mujer tiene derecho al reconocimiento, goce, ejercicio y protección de todos los derechos humanos y a las libertades consagradas por los instrumentos regionales e internacionales sobre derechos humanos. Estos derechos comprenden, entre otros: a) el derecho a que se respete su vida; b) el derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral; c) el derecho a la libertad y a la seguridad personales; d) el derecho a no ser sometida a torturas; e) el derecho a que se respete la dignidad inherente a su persona y que se proteja a su familia; f) el derecho a igualdad de protección ante la ley y de la ley; g) el derecho a un recurso sencillo y rápido ante los tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos; h) el derecho a libertad de asociación”. Art.5: “Toda mujer podrá ejercer libre y plenamente sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales y contará con la total protección de esos derechos consagrados en los instrumentos regionales e internacionales sobre derechos humanos. Los Estados Partes reconocen que la violencia contra la mujer impide y anula el ejercicio de esos derechos”. 249 “preocupación por el hecho de que los civiles, y particularmente las mujeres y los niños, constituyen la inmensa mayoría de los que se ven perjudicados por los conflictos armados, incluso en calidad de refugiados y personas desplazadas internamente, y cada vez más sufren los ataques de los combatientes y otros elementos armados.” Por esta razón, se exhortan todas las partes de un conflicto armado “a que respeten plenamente el derecho internacional aplicable a los derechos y a la protección de las mujeres y niñas, especialmente en tanto que civiles, en particular las obligaciones correspondientes en virtud de los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos Adicionales de 1977, la Convención sobre los Refugiados de 1951 y su Protocolo de 1967, la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer de 1979 y su Protocolo Facultativo de 1999 y la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño de 1989 y sus dos Protocolos Facultativos de 25 de mayo de 2000, y a que tengan presentes las disposiciones pertinentes del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional” y ““a que adopten medidas especiales para proteger a las mujeres y las niñas de la violencia por razón de género, particularmente la violación y otras formas de abusos sexuales, y todas las demás formas de violencia en situaciones de conflicto armado100”. Además la Resolución 1325, evidencia la responsabilidad de los Estados en poner fin a la impunidad y sancionar a los responsables de todos los crímenes hacia las mujeres y que pueden ser constitutivos de un crimen de guerra, de crímenes de lesa humanidad o de genocidio, señalando la necesidad de excluirlos de la amnistías y otras políticas de perdono y olvido. Posteriormente, en la Resolución 1820 de 2008 se reiteran estos asuntos y se toman como marco legal de referencia las disposiciones en materia contenidas en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y en los estatutos de los demás tribunales penales internacionales especiales. En ámbito americano, en la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer se establece que “toda mujer tiene derecho a una vida libre de violencia, tanto en el ámbito público como en el privado”101 y afirma que es el Estado quien tiene que adoptar políticas y programas específicos para que se garantice este derecho y todos los demás a este relacionados102. En el marco de estas normas específicas sobre la protección de las mujeres, se ha dedicado particular atención a algunas categorías de delitos en específico, como, entre ellos, la violencia sexual, la explotación sexual o el abuso sexual en el marco del conflicto armado103. Estos tipos de crímenes constituyen formas particularmente 100 CONSEJO DE SEGURIDAD DE LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS (ONU), Resolucion 1325, (S/RES/1325), Aprobada por el Consejo de Seguridad en su sesión 4213ª, del 31 de octubre de 2000. 101 Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, art. 3. 102 Ibídem. Véase Art. 7 y art. 8. 103 Ibídem , Art. 1 La Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, define la violencia contra la mujer en su artículo 1 como “cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”, y precisa esta definición en el artículo 2 aclarando que la violencia contra la mujer “incluye la violencia física, sexual y psicológica (…) que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por 250 graves de vulneración de la dignidad humana y del derecho a la integridad personal, y según lo ha reconocido la jurisprudencia internacional, puede llegar a configurar el crimen de tortura si están dados los demás elementos requeridos, o bien una forma de trato cruel, inhumano o degradante104. Al mismo tiempo en el marco del Derecho Internacional Humanitario, numerosas son las normas que pueden ser utilizadas como marco legal para la protección, la atención y la reparación de las mujeres en el marco del conflicto. En el artículo 3 común de los Convenios de Ginebra de 1949 se establece que: “En caso de conflicto armado que no sea de índole internacional y que surja en el territorio de una de las Altas Partes Contratantes cada una de las Partes en conflicto tendrá la obligación de aplicar, como mínimo, las siguientes disposiciones: 1) Las personas que no participen directamente en las hostilidades, (…), serán, en todas las circunstancias, tratadas con humanidad, sin distinción alguna de índole desfavorable basada en la raza, el color, la religión o la creencia, el sexo, el nacimiento o la fortuna o cualquier otro criterio análogo. A este respecto, se prohíben, en cualquier tiempo y lugar, por lo que atañe a las personas arriba mencionadas: c) los atentados contra la dignidad personal, especialmente los tratos humillantes y degradantes; (…)”105 Esta norma, de por si fundamental, toma particular valor sobre todo si leída en conjunto con el principio de distinción, norma de ius congens, en base a la cual se establece que “No serán objeto de ataque la población civil como tal ni las personas civiles”106 Hay que resaltar la importancia de la introducción del enfoque de género107 en el Estatuto de Roma y la atribución de la competencia de la Corte Penal Internacional a conocer determinados crímenes en contra de las mujeres en situaciones de conflicto. En específico, en el art.7 en que se define el concepto de crímenes de lesa humanidad se incluyen algunos delitos contra las mujeres, en los siguientes términos: “1. A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por “crimen de lesa humanidad” cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte cualquier persona y que comprende, entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual”, así como aquella violencia sexual “que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, dondequiera que ocurra”. 104 Asamblea General de las Naciones Unidas, Resolución 3318 (XXIX) del 14 de diciembre de 1974. En el mismo sentido véase Corte Constitucional, Auto 092 de 2008. 105 En este sentido se señala el artículo 4-2-e del Protocolo Adicional II de 1977 a los Convenios de Ginebra de 1949 que establece la prohibición de “los atentados contra la dignidad personal, en especial los tratos humillantes y degradantes, la violación, la prostitución forzada y cualquier forma de atentado al pudor”. 106 Protocolo adicional I de 1977 - art. 51 N° 2. Protocolo adicional II de 1977 - art. 13 N° 2. 107 A este propósito es bien precisar que en el art. 7.3 Estatuto ceromiel término “género” se refiere a los dos sexos, masculino y femenino, en el contexto de la sociedad. Sin embargo, en el presente Plan de Salvaguarda nos referimos solamente al sexo femenino. 251 de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque: (…) g) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado108, esterilización forzada o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad comparable; (…)” (resaltado fuera del texto)” Estos mismos tipos de delitos están incluidos en el artículo 8 del Estatuto donde se define la categoría de crímenes de guerra y sin importar si se trata de conflicto internacional o conflicto que no sean de índole internacional. *** En relación a la situación de las mujeres en el marco del conflicto armado en Colombia, la CIDH ha resaltado en diferentes ocasiones cómo el conflicto armado en Colombia afecta de forma distinta a las mujeres que a los hombres, constituyen un factor que agrava la discriminación y la violencia histórica que las mujeres colombianas han vivido109. En el informe Las mujeres frente a la violencia y la discriminación derivadas del conflicto armado en Colombia de 2006, la CIDH, después de haber analizado los factores de discriminación histórica de las mujeres110, las distintas formas de violencia a la que están sometidas y las consecuencias de estas en términos de violaciones de los derechos humanos de las mujeres111, concluyó relevando la “una ausencia de una política estatal integral y de servicios y programas coordinados y multidisciplinarios para abordar el impacto específico del conflicto armado en las mujeres; detectó fallas en el diagnóstico y prevención de las consecuencias del conflicto armado en las mujeres; una perspectiva homogénea de las mujeres como grupo objeto y beneficiario de protección y servicios estatales; vacíos en la atención humanitaria y los servicios de apoyo a mujeres víctimas del desplazamiento forzado; obstáculos en el acceso a la justicia de las mujeres víctimas de violencia y discriminación por el conflicto armado; la necesidad de proteger y legitimar el trabajo de las defensoras de derechos humanos de las mujeres; y deficiencias en los procesos de justicia y paz para proteger los derechos de las mujeres en el contexto del conflicto armado”112. En relación a la condición especial de las mujeres indígenas, la ONIC en el 2012 entregò a la Representante Especial del Secretario General para Violencia Sexual en el marco de los conflictos armados el informe “Mujeres indígenas, victimas invisibles del conflicto armado en Colombia. La violencia sexual, una estrategia de guerra” en el cual se expresa lo siguiente: “[l]as mujeres somos cerca del 50% de la población indígena, también sufrimos las consecuencias y el impacto del conflicto armado interno que vive 108 A este propósito,n el apartado 2del mismo artículo se precisa que “[p]or “embarazo forzado” se entenderá el confinamiento ilícito de una mujer a la que se ha dejado embarazada por la fuerza, con la intención de modificar la composición étnica de una población o de cometer otras violaciones graves del derecho internacional. En modo alguno se entenderá que esta definición afecta a las normas de derecho interno relativas al embarazo”; 109 CIDH, Las mujeres frente a la violencia y la discriminación derivadas del conflicto armado en Colombia, OEA/Ser.L/V/II. Doc. 67, 2006, párr. 45. 110 Ibidem, parr. 46. 111 Ibídem,parr. 58-60. 112 CIDH, Capítulo V, Informe Anual 2009, Informe de Seguimiento Las Mujeres Frente la Violencia y la Discriminación Derivadas del Conflicto Armado en Colombia, párr. 9. 252 el país y que de manera particular ha hecho de los pueblos indígenas las principales víctimas de la guerra y la disputa por territorios de gran riqueza por su biodiversidad, recursos bioenergéticos y mineros. Esta confrontación ha traído consigo la militarización casi total de nuestros territorios. Las mujeres sufrimos estos impactos por ser mujeres y por ser indígenas, somos objeto de múltiples discriminaciones que se entrecruzan y nos hacen altamente vulnerables.” 113 A nivel internacional y nacional se ha reconocido la importancia de la sentencia de la Corte Constitucional T-025 y, sobretodo, del Auto 092 de 2008 con que se da seguimiento a la sentencia con el propósito de ordenar al estado un enfoque diferencial en las medidas de políticas públicas sobre prevención, protección y atención en relación a la situación de las mujeres afectadas por el conflicto armado. En el Auto 092 se ha resaltado la gravedad de la afectación de los derechos de las mujeres en el marco del conflicto armado y como consecuencia de situaciones de desplazamiento. En razón de lo anterior, las mujeres sufren un impacto diferencial de estos dos contextos y tienen que lidiar con cargas materiales y psicológicas respeto a los hombres que son víctimas del conflicto y del desplazamiento. Además, esta situación de mayor perjuicio sufridos por las mujeres ha sido favorecida por la invisibilidad del problema. En este sentido, la Corte denuncia la inercia de las instituciones estadales en relevar el problema y elaborar políticas publica para responder y hacer cesar esta situación. La Corte, la Corte identifica dos órdenes de factores de riesgos que agudizan la situación de victimización de las mujeres y que explican muy claramente que a raíz del impacto desproporcionado del conflicto armado sobre este sector de la población se necesitan acciones de prevención específicas. En específico, la Corte afirma que esta mayor vulnerabilidad se genera: “(…) a) por causa de su condición de género, las mujeres están expuestas a riesgos particulares y vulnerabilidades específicas dentro del conflicto armado, que a su vez son causas de desplazamiento, y por lo mismo explican en su conjunto el impacto desproporcionado del desplazamiento forzado sobre las mujeres114. 113 ONIC, “Mujeres indígenas, victimas invisibles del conflicto armado en Colombia. La violencia sexual, una estrategia de guerra”, 2012, disponible en http://cms.onic.org.co/wpcontent/uploads/downloads/2012/05/informe-violencia-sexual-mujeres-ind%C3%ADgenas-Colombia.pdf. 114 A este propósito la Corte identifica 10 factores de riesgos específicos: (i) el riesgo de violencia sexual, explotación sexual o abuso sexual en el marco del conflicto armado; (ii) el riesgo de explotación o esclavización para ejercer labores domésticas y roles considerados femeninos en una sociedad con rasgos patriarcales, por parte de los actores armados ilegales; (iii) el riesgo de reclutamiento forzado de sus hijos e hijas por los actores armados al margen de la ley, o de otro tipo de amenazas contra ellos, que se hace más grave cuando la mujer es cabeza de familia; (iv) los riesgos derivados del contacto o de las relaciones familiares o personales -voluntarias, accidentales o presuntas- con los integrantes de alguno de los grupos armados ilegales que operan en el país o con miembros de la Fuerza Pública, principalmente por señalamientos o retaliaciones efectuados a posteriori por los bandos ilegales enemigos; (v) los riesgos derivados de su pertenencia a organizaciones sociales, comunitarias o políticas de mujeres, o de sus labores de liderazgo y promoción de los derechos humanos en zonas afectadas por el conflicto armado; (vi) el riesgo de persecución y asesinato por las estrategias de control coercitivo del comportamiento público y privado de las personas que implementan los grupos armados ilegales en extensas áreas del territorio nacional; (vii) el riesgo 253 (…) (b) (C)omo víctimas sobrevivientes de actos violentos que se ven forzadas a asumir roles familiares, económicos y sociales distintos a los acostumbrados, las mujeres deben sobrellevar cargas materiales y psicológicas de naturaleza extrema y abrupta, que no afectan de igual manera a los hombres.”115 A propósito de estos factores de riesgo, la Corte ha evidenciado el Estado no ha respondido no ha respondido de manera específica a los graves riesgos de género, en sí mismos y como causas de desplazamiento forzado de la población. Como consecuencia del impacto diferencial y agudizado del conflicto armado, la Corte denuncia que el desplazamiento forzado ha afectado particularmente las mujeres y las ha afectadas de manera manifiestamente desproporcionada, en términos cuantitativos y cualitativos, en el marco contexto de por si grave que ha llevado la misma Corporación a hablar de estado de cosas inconstitucional general116. A este propósito la Corte ha identificado 18 (dieciocho) facetas de género que explican esta mayor afectación que las mujeres sufren y que pueden agrupar en dos categorías principales: “(1) los patrones de violencia y discriminación de género que de por sí preexisten en la sociedad colombiana y que se ven intensificados exponencialmente tanto por (a) las condiciones de vida de las mujeres desplazadas, como por (b) el impacto diferencial y agravado de las fallas del sistema oficial de atención a la población desplazada sobre las mujeres117, y (2) los problemas y necesidades específicos de las mujeres desplazadas como tales, que no son experimentados ni por las mujeres no desplazadas, ni por los por el asesinato o desaparición de su proveedor económico o por la desintegración de sus grupos familiares y de sus redes de apoyo material y social; (viii) el riesgo de ser despojadas de sus tierras y su patrimonio con mayor facilidad por los actores armados ilegales dada su posición histórica ante la propiedad, especialmente las propiedades inmuebles rurales; (ix) los riesgos derivados de la condición de discriminación y vulnerabilidad acentuada de las mujeres indígenas y afro descendientes; y (x) el riesgo por la pérdida o ausencia de su compañero o proveedor económico durante el proceso de desplazamiento. 115 Corte Constitucional, Auto 092 de 2008. 116 Corte, Sentencia T-025 de 2004. 117 De la primera categoría de facetas de genero hacen parte: (i) la violencia y el abuso sexuales, incluida la prostitución forzada, la esclavitud sexual o la trata de personas con fines de explotación sexual; (ii) la violencia intrafamiliar y la violencia comunitaria por motivos de género; (iii) el desconocimiento y vulneración de su derecho a la salud y especialmente de sus derechos sexuales y reproductivos a todo nivel, con particular gravedad en el caso de las niñas y adolescentes pero también de las mujeres gestantes y lactantes; (iv) la asunción del rol de jefatura de hogar femenina sin las condiciones de subsistencia material mínimas requeridas por el principio de dignidad humana, con especiales complicaciones en casos de mujeres con niños pequeños, mujeres con problemas de salud, mujeres con discapacidad o adultas mayores; (v) obstáculos agravados en el acceso al sistema educativo; (vi) obstáculos agravados en la inserción al sistema económico y en el acceso a oportunidades laborales y productivas; (vii) la explotación doméstica y laboral, incluida la trata de personas con fines de explotación económica; (viii) obstáculos agravados en el acceso a la propiedad de la tierra y en la protección de su patrimonio hacia el futuro, especialmente en los planes de retorno y reubicación; (ix) los cuadros de discriminación social aguda de las mujeres indígenas y afrodescendientes desplazadas; (x) la violencia contra las mujeres líderes o que adquieren visibilidad pública por sus labores de promoción social, cívica o de los derechos humanos; (xi) la discriminación en su inserción a espacios públicos y políticos, con impacto especial sobre su derecho a la participación; y (xii) el desconocimiento frontal de sus derechos como víctimas del conflicto armado a la justicia, la verdad, la reparación y la garantía de no repetición.” CORTE CONSTITUCIONAL, Auto 092 de 2008. 254 hombres desplazados118.”119 Como ya resaltado anteriormente, la Corte reclama al Estado colombiano su inacción y resalta que ello tiene la obligación constitucional de reconocer y responder, de forma ágil, decidida, acelerada y efectiva, la situación de mayor afectación de los derechos fundamentales de las mujeres frente al desplazamiento forzado en el marco del conflicto armado. Con base en lo anterior la Corte ha ordenado que se adopten las dos siguientes presunciones constitucionales120. Por otro, la Corte ordena que se elaboren trece programas específicos de género121 en el marco de la política pública para la atención al desplazamiento forzado que se había debido haber puesto en marcha. Además, la Corte indica para cada programa 15 quince elementos mínimos de racionalidad para especificar la situación fáctica y los parámetros jurídicos constitucionales a los cuales cada programa debe responder en su diseño e implementación. 118 De la segunda categoría de facetas de genero hacen parte : “(xiii) los especiales requerimientos de atención y acompañamiento psicosocial de las mujeres desplazadas, que se han visto gravemente insatisfechos; (xiv) problemas específicos de las mujeres ante el sistema oficial de registro de la población desplazada, así como ante el proceso de caracterización; (xv) problemas de accesibilidad de las mujeres al sistema de atención a la población desplazada; (xvi) una alta frecuencia de funcionarios no capacitados para atender a las mujeres desplazadas, o abiertamente hostiles e insensibles a su situación; (xvii) el enfoque a menudo “familista” del sistema de atención a la población desplazada, que descuida la atención de un altísimo número de mujeres desplazadas que no son cabezas de familia; y (xviii) la reticencia estructural del sistema de atención a otorgar la prórroga de la Atención Humanitaria de Emergencia a las mujeres que llenan las condiciones para recibirla.” CORTE CONSTITUCIONAL, ibídem. CORTE CONSTITUCIONAL, ibídem. 119 120 Esta dos presunciones son:” a. La presunción constitucional de vulnerabilidad acentuada de las mujeres desplazadas, para efectos de su acceso a los distintos componentes del SNAIPD y de la valoración integral de su situación por parte de los funcionarios competentes para atenderlas; y b. La presunción constitucional de prórroga automática de la ayuda humanitaria de emergencia a favor de las mujeres desplazadas, hasta que se compruebe la autosuficiencia integral y en condiciones de dignidad de cada mujer en particular”. Ibídem. 121 a. El Programa de Prevención del Impacto de Género Desproporcionado del Desplazamiento, mediante la Prevención de los Riesgos Extraordinarios de Género en el marco del Conflicto Armado. b. El Programa de Prevención de la Violencia Sexual contra la Mujer Desplazada y de Atención Integral a sus Víctimas. c. El Programa de Prevención de la Violencia Intrafamiliar y Comunitaria contra la Mujer Desplazada y de Atención Integral a sus Víctimas. d. El Programa de Promoción de la Salud de las Mujeres Desplazadas. e. El Programa de Apoyo a las Mujeres Desplazadas que son Jefes de Hogar, de Facilitación del Acceso a Oportunidades Laborales y Productivas y de Prevención de la Explotación Doméstica y Laboral de la Mujer Desplazada. f. El Programa de Apoyo Educativo para las Mujeres Desplazadas Mayores de 15 Años. g. El Programa de Facilitación del Acceso a la Propiedad de la Tierra por las Mujeres Desplazadas. h. El Programa de Protección de los Derechos de las Mujeres Indígenas Desplazadas i. El Programa de Protección de los Derechos de las Mujeres Afrodescendientes Desplazadas. j. El Programa de Promoción de la Participación de la Mujer Desplazada y de Prevención de la Violencia contra las Mujeres Líderes o que adquieren Visibilidad Pública por sus Labores de Promoción Social, Cívica o de los Derechos Humanos. k. El Programa de Garantía de los Derechos de las Mujeres Desplazadas como Víctimas del Conflicto Armado a la Justicia, la Verdad, la Reparación y la No Repetición. l. El Programa de Acompañamiento Psicosocial para Mujeres Desplazadas. m. El Programa de Eliminación de las Barreras de Acceso al Sistema de Protección por las Mujeres Desplazadas. 255 Además de definir el marco general de afectaciones y las acciones que el Estado debe adoptar para que se realice el enfoque diferencial basado en el género en la política pública de atención a la población desplazada, la Corte evidencia que, en el marco de la situación que toma en análisis, hay grupos de mujeres que sufren una mayor afectación y son mayormente vulnerables frente los factores de riesgo. En este sentido, La Corte resalta la gravedad de la situación de las mujeres indígenas en el marco del conflicto y con posterioridad al desplazamiento, y explica que: “IV.B.1.9.1. Las mujeres indígenas y afrodescendientes desplazadas enfrentan un factor de discriminación adicional derivado de su pertenencia étnica, que en la práctica agrava las discriminaciones, riesgos e inequidades que soportan por sus condiciones de género y desplazamiento. En otras palabras, tanto los riesgos de género presentes en el conflicto armado como las facetas de género del desplazamiento interno se acentúan, exacerban y profundizan en el caso de las mujeres que pertenecen a estos grupos étnicos. Ello se deriva tanto de la exclusión y marginación que viven los grupos étnicos del país, como de las estructuras socioeconómicas discriminatorias y racistas prevalecientes, y de la desintegración de sus redes sociales, comunitarias y culturales de apoyo con motivo del desplazamiento; todo ello redunda en que las mujeres indígenas y afrocolombianas desplazadas sufren un triple proceso de discriminación por ser mujeres, por haber sido desplazadas, y por pertenecer a grupos étnicos. IV.B.1.9.2. Parte importante del problema es la invisibilidad de esta condición de discriminación reforzada. No existen medidas oficiales para visibilizar estos cuadros agudos de vulnerabilidad, ni para comprender el rol femenino específico que cumplen las mujeres indígenas o afrodescendientes en su respectiva comunidad, y los impactos que surte el desplazamiento forzado sobre el ejercicio del mismo. IV.B.1.9.3. Las mujeres indígenas corresponden al 3.7% de las mujeres desplazadas inscritas en el RUPD, de acuerdo con los datos presentados por la Comisión de Seguimiento a la Política Pública sobre el Desplazamiento Forzado en su informe de febrero de 2008, basado en la Encuesta Nacional de Verificación. Una alta proporción de las mujeres indígenas son analfabetas, o no saben hablar en español; según se informa a la Corte, “la mayoría de las mujeres adultas son analfabetas en castellano, bien sea porque no hablan ese idioma o porque no tienen oportunidades educativas en programas de etnoeducación para adultas”. Su condición étnica constituye un factor que agrava los impactos de por sí perniciosos del desplazamiento forzado;(…)”. Esta situación de discriminación reforzada que sufren las mujeres indígenas en el marco del conflicto y del consecuente desplazamiento constituye una violación de los derechos fundamentales contemplados en la Constitución Política. En este sentido, la Corte subraya la obligación del Estado de promover las condiciones para 256 que la igualdad sea real y efectiva122 y de reconocer y proteger la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana123. Es en este sentido que la Corte ordena el diseño y actuación de un Programa de Protección de los Derechos de las Mujeres Indígenas Desplazadas124. El Auto 092 de 2008 representa hoy día el instrumento nacional más importante en que se visibilizan las violaciones de los derechos de las mujeres por el conflicto y se dispone el diseño y la actuación de medidas específica para la prevención y atención a las víctimas de dichos delitos. Sin embargo, no obstante no exista una evaluación general del estado de actuación del Auto 092, diferentes fuentes registran el no cumplimiento por parte del Estado de las ordenes en ello impartidas por la Corte. Siempre en el 2008, la Corte se pronuncia por medio del Auto 237 sobre el incumplimiento de las órdenes impartidas en el Auto 092 de 2008. En esta ocasión la Corta destaca que las medidas que había individuado en su precedente dictamen no habían sido iniciadas, sobretodo en relación con los 13 programas específicos de protección y atención de las mujeres en situación de desplazamiento. Por esta razón, la Corte reitera su posición y ordena adoptar formalmente los “Lineamientos para un Plan Integral de prevención y protección del impacto desproporcionado y diferencial del desplazamiento forzado sobre las mujeres colombianas”, en su integridad, y con la totalidad de las propuestas allí incluidasǁ que habían sido entregados por diferentes organizaciones de la sociedad civil a la Corte Constitucional. En el informe “Balance de la implementación del programa de promoción de la participación de la mujer desplazada y de prevención de la violencia sociopolítica contra las mujeres líderes de población desplazada; en el marco de las órdenes proferidas por la honorable corte constitucional en el auto 092 de 2008 y siguientes”125 122 123 CP, Art.13 Superior. CP, Art. 7. 124 Este Programa debe ser fundamentados sobre los siguientes quince elementos mínimos de racionalidad expresamente fijados por el Auto 092: 1. Especificidad individual del Programa. 2. Definición de metas puntuales a corto, mediano y largo plazo, basadas en el goce efectivo de los derechos fundamentales a garantizar. 3. Cronograma acelerado de implementación. 4. Presupuesto suficiente y oportunamente disponible. 5. Cobertura material suficiente. 6. Garantías de continuidad hacia el futuro. 7. Adopción e implementación de indicadores de resultado, basados en el criterio del goce efectivo de los derechos fundamentales de las mujeres indígenas desplazadas por el conflicto armado. 8. Diseño e implementación de mecanismos e instrumentos específicos de coordinación interinstitucional. 9. Desarrollo e implementación de mecanismos de evaluación y seguimiento. 10. Diseño e implementación de instrumentos de corrección oportuna frente a estancamientos o retrocesos en el cumplimiento de las metas del Programa. 11. Diseño e implementación de mecanismos internos de respuesta ágil y oportuna a las quejas o solicitudes puntuales de atención presentadas por la población desplazada. 12. Diseño e implementación de mecanismos de divulgación periódica de información para la población desplazada, y específicamente para las mujeres indígenas desplazadas, sobre los procedimientos, las responsabilidades institucionales, y las metas institucionales en el marco de este programa. 13. Armonización con los demás elementos de la política pública e integración formal a la misma, a cargo de Acción Social, mediante los procedimientos administrativos a los que haya lugar. 14. Apropiación nacional y autonomía. 15. Armonización con otros procesos y programas que se adelantan por el Gobierno Nacional o por otras autoridades, tales como el proceso de la Ley de Justicia y Paz, u otros que sean relevantes, pero siempre manteniendo su autonomía propia. 125 MESA NACIONAL DE SEGUIMIENTO AL AUTO 092, “Balance de la implementación del programa de promoción de la participación de la mujer desplazada y de prevención de la violencia 257 del 2011 elaborado por la Mesa Nacional de seguimiento al Auto 092, se evidencian las amenazas y peligros que enfrentan actualmente las mujeres líderes víctimas de desplazamiento y la preocupación profunda de las organizaciones que hacen parte de la Mesa con respecto al incremento de ataques a las mujeres y organizaciones de población desplazada, así como a organizaciones acompañantes en razón a su participación activa en los procesos de exigibilidad de sus derechos. En relación con el anterior se destaca que: “La Mesa considera que no se identifica ningún avance significativo en el diseño y la implementación del programa y sus dos componentes, por el contrario las situaciones fácticas que dieron origen a la orden de creación de este programa por parte de la Corte Constitucional permanecen y se recrudecen. Esto en razón a tres puntos específicos: 1. El programa no cumple con los mínimos de racionalidad en su conjunto; 2. Los avances que se han dado son parciales pero no cumplen con los criterios señalados por la Corte Constitucional en el Auto; 3. Dado que el proceso ha sido lento no ha logrado impactar a las Entidades Territoriales lo que profundiza las dificultades de las mujeres para interlocutar en términos de garantía y respecto de sus derechos como víctimas del conflicto armado. La Mesa observa que pese a la normatividad vigente y a los múltiples llamados que han hecho las organizaciones sociales y la comunidad internacional, para garantizar a las mujeres espacios seguros para ejercer su derecho a la participación; el Estado colombiano aún está en mora de establecer parámetros, lineamientos y acciones puntuales, que en su calidad de garante de derechos está obligado a brindar, en general a todas las personas habitantes de Colombia, y en particular a las víctimas del conflicto armado cuya mayoría son mujeres víctimas del delito de desplazamiento forzado.”126 (Resaltado fuera del texto) Estas preocupaciones están contenidas también en los informes127 de seguimiento al Auto 092 publicados anualmente siempre por la Mesa Nacional de seguimiento al Auto 092. En estos documentos se resalta: “la ausencia de una política integral y coordinada que tenga como sociopolítica contra las mujeres líderes de población desplazada; en el marco de las órdenes proferidas por la honorable corte constitucional en el auto 092 de 2008 y siguientes”, Marzo de 2011, disponible en http://memoriaydignidad.org/memoriaydignidad/images/mujeres/documentos-relacionados-mujeres/34Balance-implementacion-programa-promocion-participacion-mujer-desplazada.pdf 126 Ibidem, p. 42 127 MESA NACIONAL DE SEGUIMIENTO AL AUTO 092, “Primer informe de seguimiento al cumplimiento de la orden del auto 092 referida al anexo reservado de 183 reportes de violencia sexual”, enero 2009, disponible en http://www.viva.org.co/cajavirtual/svc0144/articulo0029.pdf; MESA NACIONAL DE SEGUIMIENTO AL AUTO 092, “Tercer informe de seguimiento al auto 092 de 2008”, Junio 2010, disponible en http://www.dejusticia.org/index.php?modo=interna&tema=justicia_transicional&publicacion=816 ; MESA NACIONAL DE SEGUIMIENTO AL AUTO 092, “Cuarto informe de seguimiento al auto 092 de 2008. Acceso a la justicia para mujeres víctimas de violencia sexual”, Mayo 2011, disponible en http://www.dejusticia.org/index.php?modo=interna&tema=justicia_transicional&publicacion=985. 258 finalidad enfrentar la impunidad, y garantizar el acceso a la justicia y la debida diligencia en la prevención, investigación, juzgamiento, sanción y reparación de las violaciones a los derechos humanos, y en particular de la violencia sexual ocurrida en el contexto del conflicto, constituye el incumplimiento de las obligaciones del Estado derivadas del derecho a la justicia, y propicia su continuidad. (…) El Estado ha incumplido su obligación de prevenir los riesgos que pueden derivarse de la participación procesal de las víctimas. Los programas de protección y las medidas implementadas por estos no han sido eficaces, persisten los obstáculos para su acceso y deficiencias en la implementación de las medidas de protección; adicionalmente, el trámite para la vinculación de las mujeres a los programas ha sido discriminatorio y revictimizante. Todo ello da cuenta del incumplimiento del Estado de su obligación de garantizar la seguridad de las mujeres, ante las situaciones de riesgo y amenaza que enfrentan. ”128 De estos estudios de seguimiento del Auto 092 se desprende que, hasta la fecha, el Estado colombiano no se ha activado de forma eficaz para dar cumplimiento a las órdenes de las Corte y, de forma más general, no se ha restaurado todavía el estado de cosas constitucional que es el objetivo último de la sentencia T-025 de 2004 y todos los Autos de seguimiento a esta. Además, tampoco la Ley 1448 sobre reparación de las víctimas y restitución de tierras y el decreto 4633 que reglamenta esta materia en relación con los pueblos indígenas. Por un lado, en estos instrumentos se introduce un enfoque de género transversal a todas las temáticas y se prevén medidas específicas para la reparación y la restitución de tierra a las mujeres víctimas del conflicto. Sin embargo, en estos textos legislativos la reparación a las mujeres se trata sobre todo a través de medidas de tipo administrativos o a través de la priorización de estas en los diferentes programas y acciones que se predisponen para toda la población víctima. En este sentido parece que, en la Ley 1448 y en el decreto 4633, la simple mención de los derechos de las mujeres y la simple priorización en algunos programas sean garantías y medidas suficientes para responder para garantizar la reparación, la atención y el acceso a la justicia ya otros derechos/servicios por parte de las mujeres. Sin embargo, esto no es suficiente en cuanto “los mecanismos de reparación no pueden reducirse simplemente en “devolver a las víctimas a la situación en la que se encontraban con anterioridad a la violación de sus derechos”, sin superar las causas de exclusión e inequidad, “ya que pretendería devolver a las víctimas a una situación de vulnerabilidad y carencias, y dejaría intactos los factores que permitieron su victimización. En esa medida, las reparaciones deben ser comprendidas como una oportunidad no sólo para enfrentar los daños ocasionados por los crímenes atroces, sino también para superar las condiciones de exclusión de las víctimas, ya que si esas condiciones no son modificadas, difícilmente podrían prevenirse crímenes similares en el futuro.”129 Teniendo en cuenta de todo lo expuesto en esta sección, en el presente Plan de Salvaguarda se considera absolutamente necesario introducir líneas de acción y 128 129 259 MESA NACIONAL DE SEGUIMIENTO AL AUTO 092, Tercer informe, p. 30. CORTE CONSTITUCIONAL, Auto 237 de 2008 programas que tenga en cuenta de la situación de mayor vulneración sufrida por las mujeres indígenas en el marco del conflicto, con el fin de direccionar las políticas estadales hacia el cumplimento delas ordenes de la sentencia T-025 y del Auto 092 y garantizar la efectiva participación del pueblo Nasa en el diseño de estas. l) El mínimo legal del Plan es lo que ha dicho la Corte Constitucional y la Corte Interamericana de Derechos Humanos La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha ratificado el plantemiento de los pueblos indígenas, en el sentido de que los territorios de los indígenas son los que hoy tienen en su poder, pero también son los que les han quitado. La Corte dijo: si los indígenas tienen un título, eso está bien; pero si se les perdió el título o si nunca lo tuvieron, no importa; porque si los pueblos indígenas no tienen título, el solo hecho de que estén y hayan estado ahí es suficiente prueba. La posesión ancestral es prueba suficiente. Lo segundo que dijo la Corte fue mas interesante: restituir es devolver. La Corte Interamericana dijo: incluso si las tierras de un indígena están en manos de alguien que tiene una escritura pública legal, el estado tiene que hacer las acciones para devolverle la tierra a los indígenas. Cuando decimos que esos derechos están ya reconocidos significa que vamos a utilizar esos derechos en el Plan de Salvaguarda. La Corte Interamericana dijo que tenía que ser con un procedimiento expedito. El segundo punto jurídico que vamos a utilizar es el de Consentimiento previo, libre e informado. Tienen que ser consultadas y autorizadas; porque, ¿qué pasa cuando llega una explotación petrolera? lo primero que llega son los que cobran impuestos y después llegan los otros. Las obras de infraestructura generan violencia política. El Plan es para que la violencia política no nos afecte. El primer criterio en el Plan es que nada se hace sin que autoricemos. Nada se puede hacer en territorio nasa si el pueblo nasa no autoriza. Nos basamos no sólo en las definiciones de los nasa sino en sentencias de la Corte Interamericana y de la Corte Constitucional. El Consentimiento previo, libre e informado se aplica en los siguientes casos: Planes de Desarrollo que tengan mayor impacto, inversiones a gran escala que tengan gran impacto; en caso de traslado o reubicación; en caso de revertimiento de desechos tóxicos; cuando hay impacto ambiental. En estos casos el consentimiento es obligatorio. El principio acordado por los Nasa en el proceso de consulta fue: “Toda la nación nasa debe pararse como nación para decir que una empresa no puede entrar, porque el territorio es uno solo, el territorio es nuestro; el que se metió con los nasa del Putumayo, se metió con toda la Nación nasa”. m) Responsabilidad estatal y excepción de inconstitucionalidad La autonomía de la Nación Nasa no anula de responsabilidad del Estado, tanto como responsable de la victimización. Como se ha señalado a lo largo del presente Plan de Salvaguarda, uno de los principios fundamentales de la Constitución Política es que el Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación. Por un lado, esto comporta que el reconocimiento de un estatus especial de protección de las 260 comunidades étnicas para que estas puedan actuar según sus propios usos y costumbres, como manifestación de una de las diferentes facetas que constituyen las identidades culturales de Colombia. Por otro lado, esto implica que el Estado debe actuar concretamente para hacer que este reconocimiento sea efectivo y tiene que garantizar que existan las condiciones para que las diferentes expresiones culturales puedan desarrollarse de conformidad con el mandato constitucional. De acuerdo lo anterior, la Corte Constitucional se ha pronunciado en diferentes ocasiones alrededor de este principio individuando una serie de derechos que se desprenden del principio de protección de la diversidad étnica y cultural130. Al respeto se ha reiterado en diferentes ocasiones que dichos derechos no hay que interpretarlos como un simple listado de atribuciones formales reconocidas a favor de los pueblos indígenas, sino como la configuración de un marco de observancia obligatoria, que cualquier autoridad estatal tiene la responsabilidad de respetar e implementar. Al respecto en la sentencia T-704 de 2006, la Corte se expresa en los siguientes términos: “Justamente en este sentido se habla de la dimensión objetiva de los derechos constitucionales fundamentales. Que los derechos constitucionales fundamentales se consignen en documentos jurídicos significa un gran paso en orden a obtener su cumplimiento, pero no es suficiente. Es preciso el despliegue de todo un conjunto de medidas, tareas y actuaciones por parte del Estado – tanto en el nivel nacional como en el territorial - orientadas a garantizar la plena efectividad de estos derechos en la práctica. La Carta Democrática redactada en el marco de la Organización de los Estados Americanos, por ejemplo, se ha 130 En la Sentencia T-704 de 2006, la Corte hace una recapitulación de las sentencias que hasta entonces habían sido emitidas y en que definen el alcances de los derechos conectados con el principio de la protección étnica y cultural, en los siguientes términos” “El abundante desarrollo doctrinal que ha realizado la Corte Constitucional por medio de su jurisprudencia, tanto en sede de revisión de tutelas, como en sede de constitucionalidad, ha extendido a las comunidades indígenas, en tanto sujetos de derechos colectivos, la titularidad de una amplia gama de derechos fundamentales. Dentro de estos derechos se encuentran, por ejemplo: (i) el derecho a la integridad étnica y cultural. Al respecto ver, entre otras, las sentencias T-428 de 1992;T-528 de 1992; C-169 de 2001; C-620 de 2003; SU-383 de 2003; C-401 de 2005; (ii) el derecho a la supervivencia cultural y el derecho a la preservación del hábitat natural de los pueblos indígenas. Sobre este tema ver entre otras las sentencias T-405 de 1993; SU-039 de 1997; C-169 de 2001; T-1117 de 2002; C-620 de 2003; SU-383 de 2003; C-401 de 2005.; (iv) el derecho a la propiedad colectiva de las comunidades indígenas. Al respecto se puede consultar entre otras las sentencias T-188 de 1993; T-652 de 1998; Sentencia C-180 de 2005; (v) el derecho a la propiedad colectiva sobre la tierra habitada por la comunidad indígena Al respecto se puede consultar entre otras las sentencias T-188 de 1993; T-652 de 1998; Sentencia C-180 de 2005; (vi) el derecho de los pueblos indígenas a configurar sus propias instituciones jurídicas Ver por ejemplo la sentencia T-1127 de 2001; el derecho de los pueblos indígenas a administrar justicia en su territorio y a regirse por sus propias normas y procedimientos Ver entre otras sentencias T-254 de 1994; T-349 de 1996; T-523 de 1997; T1121 de 2001; T-782 de 2002; T-811 de 2004; (vii) el derecho de las comunidades indígenas a determinarse por su cosmovisión religiosa y a hacerla valer ante terceros. Se pueden consultar entre otras las sentencias T-257 de 1993; T-324 de 1994; SU-510 de 1998; (viii) el derecho a participar en la toma de decisiones que puedan afectarlos Ver entre otras sentencias SU-039 de 1997; C-418 de 2001; C-891 de 2002; C-620 de 2003 y SU-383 de 2003; el derecho a acudir a la justicia como comunidad, ver sentencias T-380 de 1993; C-058 de 1994; T-349 de 1996; T-496 de 1996; SU-039 de 1997; SU- 510 de 1998; T-652 de 1998.” 261 pronunciado también en esa dirección y ha resaltado la necesidad de procurar las condiciones y de ambientar las circunstancias para lograr la efectividad de la democracia en la realidad. (…) No es suficiente, por tanto, que la Constitución, los Pactos Internacionales aprobados y ratificados por Colombia establezcan un conjunto de derechos por medio de los cuales se afirme el reconocimiento y protección del derecho a la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas. Es preciso que se garanticen también las vías para hacer factible este derecho en la práctica. De lo contrario, el derecho constitucional fundamental al reconocimiento y debida protección de la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas correría el riesgo de verse convertido en letra muerta. De ahí la estrecha conexión entre los derechos políticos y civiles, los derechos sociales económicos y culturales y los derechos colectivos. La realización efectiva de los derechos sociales es conditio sine qua non para garantizar el goce del derecho constitucional fundamental al reconocimiento y debida protección de la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas. Para ponerlo en otros términos: sin la garantía de cumplimiento de los derechos sociales, el derecho constitucional fundamental al reconocimiento y debida protección de la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas se vería por entero vaciado de contenido.” (Resaltado fuera del texto) Interpretando de esta forma los principios de diversidad étnica y cultural, se comprende que el Estado tiene el deber de velar la efectiva realización de los derechos reconocidos a los pueblos indígenas como sujetos colectivos de derecho131. Esto significa que se deben poner en acto todas las medidas necesarias para la protección de los pueblos indígenas, garantizar los recursos económicos para el cumplimento de sus derechos y al mismo tiempo remover los obstáculos que impiden el pleno goce de los mismos. La base para garantizar la persistencia de la identidad cultural y espiritual de la Nación Nasa es el efectivo cumplimiento de los derechos de libre determinación, autonomía y autogobierno, que a nivel nacional e internacional están reconocidos y protegidos. El concepto de diversidad étnica y cultural está estrictamente relacionado con el respeto y la protección de las representaciones de vida, las concepciones del mundo y las formas organizativas propias que la mayoría de las veces resultan enormemente distantes del implante ideológico, social, político, económico, jurídico e institucional de la sociedad dominante.132 En este sentido, por lo que se ha visto anteriormente, el Estado tiene la obligación de garantizar que cada pueblo indígena se organice y se gobierne de acuerdo a su cultura y cosmovisión. 131 Sentencia T-380 de 1993. 132 En este sentido se expresa la Corte Constitucional en la Sentencia T-129 de 2001, afirmando que la diversidad cultural “está relacionada con las representaciones de vida y concepciones del mundo que la mayoría de las veces no son sincrónicas con las costumbres dominantes o el arquetipo mayoritario en la organización política, social, económica, productiva o incluso de religión, raza, lengua, etc. Lo cual refuerza la necesidad de protección del Estado sobre la base de la protección a la multiculturalidad y a las minorías.” 262 Sin embargo vale precisar que los derechos a la autonomía y autogobierno no pueden ser invocados, bajo ninguna circunstancia, por parte del Estado como limitaciones para el cumplimiento de su obligación de ser garante de los derechos fundamentales, colectivos e individuales, de los pueblos indígenas. Respetar la autonomía de los pueblos indígenas no significa el Estado deja de ser responsable de la actuación de los derechos fundamentales. A este propósito, se hace especial referencia al cumplimento de los derechos económicos y sociales. El Estado no puede alegar que estos son de competencia de los órganos de autogobierno y por eso toca a ellos garantizar su protección y realización, sino debe garantizar el cumplimento de los mismos asegurando el respeto de la dimensión cultural de estos y el utilizo de las instituciones y políticas propia. Esto significa que el Estado tiene que garantizar los recursos económicos necesarios para que los órganos de gobierno propio puedan adoptar medidas y actuar programas que garanticen el goce de los derechos civiles, políticos, económicos y sociales de los integrantes de sus comunidades. En este sentido la Corte Constitucional se ha expresado de forma muy clara, en los siguientes términos “… es deber del Estado garantizar la disponibilidad de recursos, emitir un grupo de medidas y realizar un conjunto de tareas y actuaciones dirigidas a asegurar que se cumplan las condiciones para hacer efectivos los derechos constitucionales fundamentales. Las omisiones del Estado en relación con este propósito puede acarrear el grave desconocimiento de estos derechos. No cosa distinta se desprende de lo establecido en el Convenio 169 de 1989 de la OIT133, en la Declaración Universal de los Pueblos Indígenas y en la jurisprudencia reiterada de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Como tuvo oportunidad de indicarlo la Sala en párrafos precedentes, el Convenio, la Declaración y la jurisprudencia del Tribunal asentado en San José de Costa Rica exigen que el Estado proporcione a las comunidades indígenas los recursos suficientes, que tanto en el ámbito nacional como en el territorial se adopten las medidas pertinentes y se desplieguen actuaciones conducentes a asegurar una efectiva participación de las comunidades indígenas en los asuntos que puedan afectar sus intereses y puedan hacerlo de manera autónoma, sin imposiciones, del modo que mejor concuerde con sus propias tradiciones e instituciones. (…) De acuerdo con lo expuesto en párrafos anteriores, a la Sala le interesa destacar que una comunidad indígena que no tenga a su disposición los recursos básicos para realizar sus derechos constitucionales fundamentales a la salud, a la vivienda digna, a la educación, a disponer de agua potable, no está recibiendo un trato digno y se está desconociendo el derecho constitucional fundamental de la colectividad. Es más, corre el riesgo de sufrir una discriminación injustificada por pertenencia a una cultura determinada cuando las posibilidades de hacer efectivos sus derechos 133 A este propósito el Convenio 169 de la OIT hace expresa referencia a la obligación del Estado a garantizar los recursos para que a los pueblos indígenas puedan tener garantizados los derechos a la salud (art. 25)y educación(art. 26 y 27), en conformidad con sus culturas, tradiciones, usos y costumbres. Esto en cumplimento de los derechos a la igualdad, no discriminación y a la identidad cultural. (nota fuera del texto) 263 constitucionales fundamentales se contrastan con las que tienen otros sectores de la población. Aquí es preciso recordar que la situación de abandono y de pobreza en que se encuentran por lo general los pueblos indígenas – durante siglos objeto de la imposición o de la indiferencia estatal – y la falta de realización en la práctica de sus derechos constitucionales fundamentales puede llegar a diezmar de manera considerable el derecho que tienen las comunidades indígenas a participar de manera activa y consciente en el manejo de los asuntos que los afectan y termina por desconocer de facto el derecho constitucional fundamental al reconocimiento y debida protección de la diversidad étnica y cultural de los pueblos indígenas. Puede, incluso, conducir a la extinción misma de los pueblos indígenas. (…) Ahora bien, para nadie es una novedad que el ejercicio de los derechos que les confiere la Constitución, los Tratados Internacionales y la jurisprudencia nacional e internacional a las comunidades indígenas pueden originar tensiones y conflictos en distintos ámbitos. Estas tensiones son inevitables y se presentan una y otra vez en el acontecer nacional. Lo anterior, empero, no puede servir de excusa para que el Estado – sea en el nivel nacional o en el nivel territorial – descuide el compromiso que la Constitución consigna a favor de la necesidad de garantizar los derechos constitucionales fundamentales de los pueblos indígenas y de asegurarles su activa participación en las políticas – tanto de índole legislativo como administrativo – que puedan afectar sus intereses. Este compromiso en cabeza de las entidades estatales no sólo envuelve la obligación de abstenerse de desconocer los derechos constitucionales fundamentales de los pueblos indígenas (deberes de orden negativo). Exige también, bajo el enfoque de garantizar el libre ejercicio – pleno y efectivo - de tales derechos, que el Estado adopte todas las medidas apropiadas para que los derechos se hagan realidad en la práctica (deberes de orden positivo).”134 (Resaltado fuera del texto) Es importante subrayar, como en estos pocos párrafos la Corte evidencia muy claramente cuáles son las obligaciones del Estado en relación a su papel de garante de los derechos fundamentales. En este sentido debe: i) reconocer y proteger los derechos de los pueblos indígenas, ii) garantizar su efectivo cumplimiento, de acuerdo con las normas internacionales que ha aceptado en su ordenamiento interno; iii) garantizar los recursos necesarios para la realización de las medidas necesarias para que estos derechos sean realmente alcanzados; iv) garantizar el respeto los derechos a la identidad cultural, a la autonomía y a la autogobierno y hacer en modo que sean directamente los pueblos indígenas quien tenga el manejo de los recursos para asegurar que las acciones puestas en marcha para la realización de sus derechos sean efectivamente concordes a sus propias tradiciones e instituciones. Hasta ahora la respuesta del Estado colombiano frente la necesidad de poner en marcha esta efectiva realización de los derechos de los pueblos indígenas ha sido insatisfactoria. De hecho, en los últimas décadas se ha registrado un importante incremento de los instrumentos legislativos y administrativos que regulan varios aspectos del 134 264 SentenciaT-704 de 2006 reconocimiento y protección de los pueblos indígenas. Desafortunadamente, esto no ha coincidido con la real puesta en marcha de medidas eficaces en este sentido. Sobre este punto, en el 2004, el anterior Relator destacó que“la precaria situación de los derechos humanos de los pueblos indígenas en Colombia refleja el desfase entre una legislación nacional avanzada y la poca efectividad real de las instituciones encargadas de su protección, en el marco de un conflicto armado interno en el cual participan numerosos contendientes cuya acción incide en las posibilidades den supervivencia de las comunidades autóctonas135” (Subrayado fuera del texto. En ese mismo sentido, la Corte Constitucional el Auto004 de 2009 ha puesto un énfasis en el hecho que “[l]a respuesta de las autoridades estatales a la crítica situación […] se ha dado principalmente a través de la expedición de normas, políticas y documentos formales, los cuales, a pesar de su valor, han tenido repercusiones prácticas precarias”136. Un ejemplo muy representativo de esta realidad se puede encontrar en el Sistema de Alertas Tempranas (SAT) de la Defensoría del Pueblo, mecanismo que ha sido puesto en marcha para la identificación y prevención de violaciones de los derechos humanos e infracciones al derecho internacional humanitario contra los pueblos indígenas. Sin embargo, Este programa no está teniendo el impacto esperado y las recomendaciones, que vienen presentadas para evitar futuras violaciones de los derechos humanos, no siempre han recibido la adecuada consideración y respuesta de los órganos encargados de poner en marcha medidas de protección137. La responsabilidad del Estado de ser garante de los derechos de los pueblos indígenas no es solamente relacionada a una dimensión general de protección. En otras palabras, el Estado colombiano no debe solamente garantizar la realización del marco legal y normativo existente en materia como expresión del pluralismo étnico y del multiculturalismo consagrados en la Constitución Política, sino debe tener cuenta también del contexto histórico y social en que este tiene que ser alcanzado. Como la misma Corte ha evidenciado, no se puede trascender de la situación de discriminación, marginalización e indiferencia institucional en que los pueblos indígenas han vivido históricamente en Colombia. Y esta situación es aún más exacerbada e intensificada por causa del conflicto armado interno que aflige al país. A este propósito, en el Auto 004 de 2009, la Corte Constitucional afirma que los pueblos indígenas sufren alarmantes patrones de desplazamiento forzado, homicidio, falta de alimentación y otros problemas graves a causa del conflicto armado en el país y distintos factores subyacentes138. La situación de violencia a la que están particularmente expuestos los pueblos indígenas ha sido caracterizada por el silencio de las instituciones, que debido a la invisibilidad de la misma, ha generado una sensación de abandono por parte de las comunidades afectadas que de hecho ha exasperado su situación139. Al mismo tiempo, desde diferentes instituciones organizaciones se ha denunciado que las 135 Informe del Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos y las libertades fundamentales de los pueblos indígenas, Sr. Rodolfo Stavenhagen, Adición: Misión a Colombia (E/CN.4/2005/88/Add.2), 10 de noviembre de 2004, parr.81 136 SentenciaT-704 de 2006 137 Informe del Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos y las libertades fundamentales de los pueblos indígenas, Sr. James Anaya, La situación de los pueblos indígenas en Colombia. Seguimiento a las recomendaciones hechas por el relator especial anterior, (34), 8 de enero de 2009, parr. 9-11. 138 Corte Constitucional, Auto 004 de 2008.. 139 Ibidem. 265 mismas Fuerzas Armadas han sido autores de graves crímenes contra los integrantes de los pueblos indígenas. En 2008, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos identificó que pueblos y comunidades indígenas en departamentos como Antioquia, Cauca y Chocó fueron víctimas de tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes atribuidos a miembros de la Fuerza Pública140. Además, se ha destacado la alta tasa de impunidad de los responsables de dichos crímenes.141 También en el auto 004 de 2008, la Corte Constitucional enfatizo estas circunstancias y en relación con la situación el pueblo Nasa, reportó que: “De acuerdo con los documentos recopilados, las violaciones de los derechos humanos y del DIH han sido producidas por los grupos guerrilleros y los paramilitares, y también por la Fuerza Pública. Por ejemplo, en los últimos años Toribío ha sido objeto de 17 tomas guerrilleras “que han convertido al municipio en un campo de batalla y convirtiendo a la población civil en escudos humanos”. Se registra en este sentido un alto nivel de daño a construcciones civiles por cilindros de gas lanzados por la guerrilla, especialmente las que quedan cerca de instalaciones militares. Igualmente, en la región de Tierradentro -24 cabildos- se ha presentado la muerte de varios indígenas por fuego cruzado entre la guerrilla y las Fuerzas Armadas, y heridos por minas antipersonal. Se denuncia también un gravísimo patrón de violación de derechos humanos por el Ejército y la Policía, entre otras por: ocupación de edificios y construcciones civiles, instalación de trincheras, barricadas y carpas en hogares, escuela, alcaldía, centros de la comunidad, y agresiones directas contra miembros de la comunidad que participan en manifestaciones colectivas y públicas. “Las comunidades señalaron que entienden la necesidad de la presencia del Estado, pero que no es aceptable que las trincheras y bases policiales se encuentren ubicadas en las escuelas, casas y parques públicos”. El temor prevaleciente impide que los casos de violaciones de derechos humanos y del DIH sean denunciados y registrados; hay un alto subregistro de eventos”142 Estos hechos permiten llegar a la conclusión que el Estado no solo no está cumpliendo con su papel de garante y protector de los derechos humanos, sino al mismo tiempo es directamente responsable de hechos que los vulneran. A este propósito es bien recordar que la un comportamiento ilícito y violatorio de los derechos humanos es imputable al Estado si puesto en ser por parte de cualquier individuo que, en conformidad al derecho interno, pertenezca a un órgano del Estado, independientemente de la función que se ejerza, de su posición o de la natura central o local de su oficio143. Esto es aplicable también en caso el órgano exceda en su competencia144. 140 Informe anual de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia (A/HRC/10/032), 19 de febrero de 2009. 141 Ibídem. 142 Corte Constitucional, Auto 004 de 2009, anexo J. 143 Comisión de Derecho Internacional (CDI), Proyecto de Artículos sobre responsabilidad del Estado por hechos internacionalmente ilícitos, adoptado por la CDI en su 53º período de sesiones (A/56/10) y anexado por la Asamblea General de Naciones Unidas en su Resolución 56/83, de 12 de diciembre de 2001, art. 4; 144 Ibidem, art. 7. 266 En ámbito interamericano, aunque no exista un cuerpo normativo que trate el tema de la responsabilidad del Estado para las violaciones de los derechos humanos, la CorteIDH ha efectuado numerosas apreciaciones en materia, basándose en diferentes disposiciones de la Convención Interamericana de derechos humanos (en adelante, la Convención). En particular, la CorteIDH, interpretando el art.1.1145 de la Convención, atribuye Estado la obligación de respetar y garantizar los derechos humanos reconocidos en la Convención de manera plena, inclusiva y sin alguna discriminación146. “Es decir, cualquiera que sea el origen o la forma que asuma, todo tratamiento que puede ser considerado discriminatorio respecto del ejercicio de cualquiera de los derechos garantizados en la Convención es per sé incompatible con la misma”147, y por tanto, ilícita. En realidad, la CorteIDH ha individuado en el artículo 1.1 de la Convención una doble obligación a cargo de los Estados que han adherido a la misma. De un lado, hay la obligación de respetar los derechos contenidos en el documento, por otro lado, hay el deber de garantizar el libre y pleno ejercicio de los mimos148. A respecto de la primera obligación, la Corte establece que “el ejercicio de la función pública tiene unos límites que derivan de que los derechos humanos son atributos inherentes a la dignidad humana y, en consecuencia, superior al poder del Estado”149. En práctica, la obligación de respectar dichos derechos se manifiesta en una obligación de no hacer, ósea en un deber del Estado de no tomar posiciones o cumplir acciones que puedan causar prejuicio a los deberes fundamentales del ser humano150. A respecto de la segunda obligación, la Corte establece que los Estados “deben prevenir, investigar y sancionar toda violación de los derechos reconocidos por la Convención y procurar, además, el restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, la reparación de los daños producidos por la violación de los derechos humanos”151. Se trata entonces de una obligación de hacer que impone a los Estado el 145 ORGANIZACIÓN DE ETADOS AMERICANOS, Convención Interamericana de derechos humanos Art. 1.1: “Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.” 146 CORTE INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, Propuesta de modificaciones a la Constitución Política de Costa Rica relacionada con la naturalización, opinión consultiva OC4/84, del 19 de enero de 1984, serie A, núm. 4 p.30. 147 Ibídem. A esta misma conclusión, la Corte llega en los siguientes pronunciamientos: CORTE INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, Caso Baena Ricardo y otros (270 trabajadores vs Panamá), sentencia del 2 de febrero del2001, serie C, núm. 772, párr. 178; CORTE INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, Caso Caballero Delgado y Santana, sentencia del 8 de diciembre de 1995, serie C núm., 22 párr. .56; CORTE INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, caso Godínez Cruz, sentencia de 20 de enero de 1989, serie C, num.5, párr. 173-179; CORTE INTERMARICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, caso Velásquez Rodríguez, sentencia del 29 de julio de 1988, serie C, núm. 4., párr. 169 y 170. 148 CORTE INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, caso “Velásquez Rodríguez”, cit., párr. 174-175; 149 Ibídem, párr. 164. 150 AGUIAR, ob. Cit., p. 201. 151 CORTE INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, Caso Velásquez Rodríguez, cit., párr. 267 deber de “de organizar todo el aparato gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos”152. La Corte es muy precisa en el identificar el alcance de los deberes de prevenir, investigar y sancionar las violaciones de los derechos reconocido en la Carta. El deber de prevenir incluye cualquier medida “de carácter jurídico, político, administrativo y cultural que promuevan la salvaguarda de los derechos humanos y que aseguren que las eventuales violaciones a los mismos sean efectivamente consideradas y tratadas como un hecho153”. El deber de investigar consiste en la obligación de indagar toda situación en la que se hayan violado los derechos humanos protegidos por la Convención. Esto es motivado por el hecho que “la obligación de garantizar los derechos humanos consagrados en la Convención no se agota con la existencia de un orden normativo dirigido a hacer posible el cumplimiento de esta obligación, sino que comporta la necesidad de una conducta gubernamental que asegure la existencia, en la realidad, de una eficaz garantía del libre y pleno ejercicio de los derechos humanos154”. Visto lo anterior, la Corte afirma que si el Estado deja impune violaciones o tolere que los autores de estas actúen impunemente, la victima puede reclamar dichas violaciones155. La investigación debe ser asumida por el Estado como un deber jurídico propio y no como una simple gestión de intereses particulares y conducidos con seriedad y no como una simple formalidad. Sin embargo, La Corte precisa que “la de investigar es, como la de prevenir, una obligación de medio o comportamiento que no es incumplida por el solo hecho de que la investigación no produzca un resultado satisfactorio”156 El deber de sancionar, además de referirse a la imputación de la pena al autor de la violación, incluye el deber de reparar el prejuicio causado a la víctima. Dicho deber no se manifiesta en una obligación de medio, como en los dos caos precedentes, sino en una obligación de resultado: solo la efectiva realización de la medida reparatoria permite el cumplimento pleno de la misma obligación157. Debido a la persistencia de la grave situación de los derechos humanos de los pueblos indígenas, individuales como colectivos, se puede concluir que el Estado colombiano no está cumpliendo con su obligación de prevenir, investigar y sancionar dichas violaciones. Por esta razón, el presente Plan de Salvaguardia, en conformidad con lo dispuesto en el Auto 004 de 2009, incluye una serie de líneas de acción programas que apuntan a la creación de un nuevo orden en que los derechos del pueblo Nasa sean realmente 166. 152 Ibídem. 153 Ibídem, párr. 175; 154 CORTE INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS, Caso Masacre de Pueblo Bello Vs. Colombia, sentencia sobre fondo, reparaciones y costas de 31 de enero de 2006, Serie C, núm. 140, párr. 142. 155 CORTE INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS Caso Velásquez Rodríguez, cit., párr. 176. 156 Ibídem, párr. 177. 157 AGUIAR, ob. cit., p. 204. 268 respetados y garantizados. En este sentido, por un lado, se quiere lograr la efectiva reparación de las víctimas del conflicto armado, y esto se quiere hacerlo teniendo en cuenta un concepto de reparación que sea conforme a nuestra Ley de origen, cultura y espiritualidad. Por otro lado, se apunta a que el Estado fortaleza la autonomía de la Nación Nasa, para que se potencien las medidas propias de autoprotección y se proceda con la desmilitarización de los territorios ancestrales, en cuanto se ha visto la presencia de las fuerzas armadas no ha sido garantía de protección, sino al contrario ha sido uno de los factores de nuestra victimización. Finalmente, como ya analizado en precedencia, es obligación del Estado garantizar los recursos necesarios para que se alcance la efectividad de sus derechos. A este propósito, se hace hincapié sobre el hecho que el Estado no puede alegar problemas relacionados con la falta de los recurso necesarios para el cumplimento del presente Plan de Salvaguarda. También, en este sentido, la Corte en el Auto 004 de 2009, ha sido firme en dictar que “la inexistencia de apropiaciones presupuestales o la no disponibilidad inmediata de presupuesto no será admitida bajo ninguna circunstancia por la Corte Constitucional como justificación válida para el incumplimiento de esta orden. La presente providencia genera en cabeza de los destinatarios de las órdenes aquí impartidas la obligación de asegurar que el Plan de Salvaguarda cuente con presupuesto suficiente y oportunamente disponible, para lo cual tienen el deber de aplicar la excepción de inconstitucionalidad frente a las disposiciones normativas que puedan constituir un obstáculo para ello.”158 3.3. Objetivos del Plan El Auto 004 de 2009 estableció como propósitos globales de los Planes de Salvaguarda los siguientes: a. Evitar el exterminio cultural o físico de la Nación Nasa por causa del conflicto armado y otros fenómenos asociados. b. Garantizar a la Nación Nasa y a las personas nasa desplazadas y en riesgo de desplazamiento sus DH fundamentales: i. Derechos colectivos: Pervivencia étnica y cultural, libre determinación (autonomía política), territorio y bienestar (wet wet fizenxi). ii. Derechos de las personas: vida digna, integridad personal, igualdad, petición, trabajo, salud, seguridad social, educación, mínimo vital y protección a las personas de la tercera edad, a la mujer cabeza de familia y a los niños c. Prevenir el desplazamiento forzado de la Nación Nasa d. Evitar el confinamiento e. Atender adecuadamente a los indígenas nasa en situación de 158 Corte Constitucional, Auto 004 de 2009. Reiterado, entre otros, en : Auto 173/12, Auto 092 de 2008, 237de 2208. 269 desplazamiento, f. Actuar frente a las conductas delictivas que producen o propician el desplazamiento. Para lograr esos resultados generales el Plan de Salvaguarda apunta a: a) Fortalecer las capacidades organizativas, jurídicas y políticas propias de la Nación Nasa para rechazar y responder adecuadamente la intervención directa de actores externos armados y no-armados en el territorio, cuya presencia propicia o presiona la violación de los derechos humanos, la infracción del derecho internacional humanitario y el incumplimiento de los derechos colectivos y los derechos humanos individuales. b) Fortalecer las condiciones estructurales –en el orden territorial, político y de los derechos socio-económicos-- de las comunidades de la Nación Nasa para que puedan resistir y responder con autonomía y eficacia a los desafíos impuestos por el conflicto armado interno, la violencia política y la presencia de actores armados y no-armados en su territorio. 3.4. Líneas de acción (estrategias) a) Esquema-Síntesis de interpretación del conflicto y del riesgo en el territorio de la Nación Nasa 270 Gráfico elaborado a partir de un ejercicio interpretativo del Equipo Nacional del Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa. Marzo de 2013. Las estrategias aquí definidas para cumplir con los objetivos del Plan de Salvaguarda están relacionadas con la interpretación general que hacen las autoridades indígenas del conflicto en los territorios y comunidades de la Nación Nasa. 271 Como se señaló previamente, las comunidades nasa encuentran continuidad entre la guerra de Conquista con el actual conflicto armado interno. De hecho, el colonialismo interno persiste en las relaciones entre el Estado colombiano y los pueblos indígenas, a pesar de la adopción de la Constitución del 91 y de reiteradas jurisprudencias que les reconocen derechos plenos de “sujetos colectivos”. Esta continuidad es el basamento sobre el cual se experimenta la violencia política del conflicto armado. La presencia de actores armados ha sido una constante de la historia de la nación nasa, que se empata con la violencia de los años 50s y posteriormente con la guerra actual, pasando por la época de fundación republicana, donde el suroccidente (lo que en su momento fue llamado el Estado soberano del Cauca, y que corresponde en su totalidad con el territorio ancestral nasa) fue cuna de ejército de indios y negros reclutados para los ejércitos de los hacendados que imponían su política en el país. No hay que olvidar tampoco que las FARC nacieron en territorio nasa (Marquetalia es un corregimiento a 15 kilómetros del resguardo Nasa Wesx (vereda Gaitania) en Planadas (Tolima) y el primer acto militar de esa organización tuvo lugar en Inzá en 1964; por las condiciones geográficas y ambientales (selva del piedemonte amazónico, laderas y páramos), el territorio nasa ha sido lugar privilegiado de todos los grupos armados insurgentes del reciente conflicto armado: M19, ELN, FARC, Jega, MAQL, con el consiguiente plan de copamiento militar del Estado. En suma, desde hace 5 siglos el pueblo nasa no conoce un día sin presencia militar o acciones bélicas de cualquier tipo en sus territorios, que ha producido un síndrome político militarista en la región. Durante estos cinco siglos, el avance del latifundio y su correlato –la concentración de la propiedad de la tierra en manos de sectores armados legal o ilegalmente- ha implicado un permanente estado de militarización de la sociedad. La Nación Nasa en varias ocasiones debió acudir a la respuesta militar frente a esta agresión. Todo ello ha reforzado un sentimiento identitario de “guerreros milenarios” al que se han visto obligados los propios nasa para responder a lo que consideran un “estado de cosas” de la sociedad occidental, su forma de relacionamiento con los indígenas: la invasión armada permanente. La decisión de algunos sectores subalternos no indígenas, de desarrollar una lucha armada de resistencia (al principio) y como estrategia política para la toma del poder (en la actualidad) vino a crear una situación de guerra permanente en todo el país. Pero en ninguna región del país como el suroccidente indígena se produjo un orden políticomilitar de hecho que reemplazó los órdenes civiles que se han intentado (cuando ocurrió); lo cual se expresa en la imposición militar de decisiones políticas sobre autoridades y comunidades indígenas. Esta situación se vino a articular en la continuidad del control político de los gamonales, que se sumó al imperio de los actores armados. En ese contexto, las acciones militares se realizan sin ningún control por parte de quienes velan por los derechos humanos, combinándose con acciones criminales de unidades militares, o la promoción de la estrategia paramilitar, o la utilización de grupos sicariales. Las acciones insurgentes se sumaron de tiempo atrás a un cuadro de degradación del conflicto armado, que junto con la impunidad, se han traducido en una crisis humanitaria permanente en el territorio nasa, especialmente en el Cauca, Valle y Putumayo, y una situación de guerra instalada en la totalidad del mismo. En 500 años de guerra ninguna de las estrategias militares ha significado un mejoramiento de las condiciones de seguridad o protección de las comunidades nasa. 272 Eso se debe a que todas las campañas militares presuponen que las comunidades indígenas nasa se acogerán a las normas del vencedor militar. Pero la historia de resistencia a la invasión que tiene la Nación Nasa dice otra cosa: solo los gobiernos indígenas, nacidos de las comunidades, han logrado representar legítimamente a la comunidad en las diferentes etapas de su historia. El choque con actores armados que tienen proyectos territoriales excluyentes del proyecto indígena, produce una mayor conflictividad, que ninguno de los actores armados ha logrado resolver. O mejor, que han querido resolver con mayor presencia y actuación bélica. El resultado es siempre una mayor militarización, sin que eso implique obediencia comunitaria al esquema de guerra. Y por consiguiente una mayor victimización de líderes y voceros comunitarios que no aceptan la imposición de los proyectos militaristas. Antes bien, los esquemas de resistencia a la guerra relativamente eficaces han sido los que las propias comunidades han implementado. Los kiwe thegsa o puyaksa (cuidadores del territorio, conocidos como guardia indígena), los esquemas colectivos en eventos de desplazamiento para mitigar impactos, el traslado de todo el sistema de gobierno en situaciones de crisis humanitaria a las zonas de refugio, los sistemas de alertas tempranas, el refuerzo espiritual-simbólico por parte de los thé'wala (médicos tradicionales), la movilización para neutralizar acciones de guerra, el diálogo directo con los actores armados, han permitido que el pueblo nasa no sucumba en un contexto de guerra de elevada intensidad. Por supuesto, la negativa de los actores armados a reconocer que el gobierno indígena es el único legítimo, y del derecho de las comunidades a una estrategia propia de protección y prevención, impide que estas estrategias de resistencia tengan todo el impacto deseable. A lo cual se suma la caracterización primaria que hacen los contendientes del ejercicio de autonomía indígena, a la que interpretan como colaboración con o pertenencia al otro actor armado, que mantienen a pesar de que ellos mismos promueven el involucramiento de miembros de la comunidad -voluntario e involuntario- en sus propias filas. Por otro lado, a pesar de la Constitución del 91, tanto en la mentalidad de las élites como en las propias instituciones públicas de todas estas regiones se mantuvo la negación del carácter de comunidad política de la Nación Nasa y por tanto de su derecho a decidir, y condujo al irrespeto, debilitamiento y desconocimiento de las autoridades locales indígenas y de los sistemas propios de su gobierno (salud, educación, ambiente, judicial, administrativo); a través de programas socio-económicos ligadas al modelo de intervención estatal hacia comunidades rurales (subsidio a la demanda, enfoque hacia los más pobres entre los pobres, etc.), se ha creado una situación en la que el gobierno indígena se ve deslegitimado o superado por programas de corte paternalista, individualizantes, que fracturan la estructura política interna de las comunidades. Este irrespeto, afianzado por el imperio de los actores armados, ha permitido y promovido la intervención inconsulta y arbitraria de diversos actores económicos y empresariales, especialmente vinculados a industrias extractivas, grandes plantaciones y narcotráfico. A lo cual se suma la intervención también arbitraria de agentes estatales de todos los niveles que no han superado una visión colonialista sobre los pueblos indígenas, e intervienen con una pretensión adoctrinante o civilizadora. El resultado ha sido la amenaza (muchas veces cumplida) de despojo territorial, tanto en su dimensión física como espiritual-simbólica. Este despojo se ha concretado en la oposición a devolver los territorios ancestrales indígenas, la ocupación directa, la expropiación jurídica, la fragmentación, la imposición toponímica, etc. Obviamente se 273 presenta una grave destrucción ambiental, que a su vez debilita la base económicoproductiva de la Nación Nasa. Se configura entonces un cuadro crítico de vulnerabilidad. La crisis humanitaria permanente encuentra un caldo abonado en el debilitamiento del gobierno indígena y de la base productiva-territorial de las comunidades; de tal modo, el desplazamiento forzado se ve propiciado, y las estrategias propias de resistencia a la guerra disminuyen su eficacia. El despojo continuado desde la época de la Colonia, junto al despojo territorial y el debilitamiento económico-productivo, configuran un cuadro en el cual las estrategias de bienestar indígena o vida plena (wet wet fxi'zenxi) no pueden satisfacer las demandas de derechos de las comunidades. El sistema político indígena ya no puede cumplir con su obligación, se debilita aún más. Pero, esencialmente, se presenta un grave incumplimiento de los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales DESCA, en suma, un debilitamiento del modo de vida nasa, de la cultura nasa. Esta problemática se viene a sumar a una situación de pobreza generalizada en el territorio nasa, causada por la política de expropiación histórica, que hoy muestra a los municipios donde hay población nasa como de los más débiles en materia de satisfacción de necesidades básicas en todo el país. Como lo planteó la Corte Constitucional en el Auto 004, el conflicto armado interno y las políticas de desconocimiento de la Nación Nasa por parte del Estado, ha producido un “estado de cosas inconstitucional” que debe ser resuelto favorablemente, a riesgo de que la Nación Nasa continúe en un proceso de destrucción cultural, victimización continua, y descomposición socio-económica. b) Justificación de las estrategias Las estrategias adoptadas en el Plan de Salvaguarda obedecen a esta dinámica combinada de conflicto armado interno y destrucción cultural por causas estructurales. Teniendo en cuenta que a) uno de los propósitos centrales del Plan de Salvaguarda es proteger justamente la existencia como pueblo de la Nación Nasa (es decir, como sujeto colectivo de derechos); y que b) uno de los fundamentos es precisamente la libre determinación reconocida por la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas; y en tanto c) las estrategias de protección y prevención más adecuadas culturalmente, además de efectivas, eficaces y eficientes frente a los impactos directos e indirectos del conflicto armado sobre la Nación Nasa, son las que autónomamente se han desarrollado por sus comunidades y autoridades, la estrategia central del Plan de Salvaguarda de la Nación Nasa es el Fortalecimiento y respeto de métodos, estrategias y mecanismos de cuidado, protección y atención propios. En un sentido similar, a) las autoridades indígenas han ejercido durante décadas el derecho a interlocutar con actores armados con el propósito de demandar el respeto a la autonomía comunitaria, preservar la vida de comuneros/as y líderes/as, exigir el cumplimiento del DIH en particular el no-uso de armas de efecto indiscriminado, y proteger a los jóvenes y niños/as del reclutamiento forzado o mediante engaños; b) así mismo, la valoración que hacen las autoridades indígenas es que estos diálogos han sido eficaces en un número elevado de casos; c) es evidente que el Plan de Salvaguarda debe 274 buscar distensionar el clima de la confrontación armada, por su impacto inmediato sobre la reducción de la violencia contra las comunidades; d) el diálogo de las autoridades indígenas con actores armados tiene un efecto positivo en la politización de las relaciones, lo que permite influir desde la sociedad civil para la ambientación de la terminación del conflicto armado; y e) uno de los problemas centrales que propician la victimización es la relación entre conflictos comunitarios e intervención de las fuerzas armadas de todos los sectores, que obliga a diálogos intra e inter comunitarios, muchos de ellos interétnicos. Por eso, la segunda estrategia del Plan de Salvaguarda es el Respeto a las acciones propias de diálogo, convivencia y paz desarrolladas por las autoridades indígenas con todos los actores sociales y políticos de la región. El Estado colombiano está obligado a garantizar el derecho a la vida de las personas, comunidades y pueblos indígenas, en tanto detenta el monopolio de la fuerza armada. Eso le significa obligaciones especiales frente al comportamiento de su fuerza pública. Como resultado de la estrategia militar estatal, a) se ha presentado en todo el territorio nasa una creciente presencia militar, que las comunidades caracterizan como militarización; b) el número de casos de victimización bajo responsabilidad de las fuerzas militares y de policía es casi la cuarta parte del total, y destaca entre ellas las sindicaciones y señalamientos propagandísticos y sin pruebas, que siempre son antesala de amenazas colectivas o individuales de actores para-estatales; c) las continuas quejas y denuncias, así como las acusaciones con pruebas físicas y testimoniales allegadas por las comunidades para su investigación por parte de la justicia ordinaria, han sido archivadas o desestimadas sin ninguna argumentación; d) las autoridades civiles que deben controlar a la fuerza pública no tienen la autonomía e independencia que se requiere para llegar a conclusiones confiables; e) la tendencia normativa en Colombia es contraria a la del mundo, y avanza hacia la ampliación del fuero penal militar, lo que impide controlar adecuadamente un ejército que ha dado pruebas de actuaciones arbitrarias. De lo anterior, se concluye la absoluta necesidad de implementar una estrategia de Control y seguimiento independiente a la fuerza pública en todo el territorio nasa. Sin embargo, más allá del comportamiento de la fuerza pública, es claro en el territorio nasa que persisten conductas de los funcionarios públicos que son conniventes con los actores armados victimarios. Como resultado de ello, a) la enorme mayoría de los crímenes individuales y colectivos contra la Nación Nasa siguen en la impunidad, no son investigados o se investigan de forma anti técnica y negligente; b) lo anterior estimula a los victimarios a continuar con sus acciones de violencia política contra la Nación nasa; c) se va creando una versión hegemónica sobre los hechos de violencia política, que tiende a responsabilizar a las propias comunidades y autoridades indígenas de los crímenes, o que vincula a las comunidades con actores armados, o que presenta los hechos de violencia paramilitar o sicarial como simple resultado de ajustes de cuentas por el narcotráfico, o casos aislados que no hacen parte de un patrón sistemático de ataque político; d) se trata de una versión histórica y política que re-victimiza a la Nación Nasa; e) todo lo cual propicia la repetición de los hechos de violencia política. Esta situación debe ser enfrentada con una estrategia de Garantías de no repetición de las violaciones a los Derechos Humanos e infracciones al DIH, que combina acciones contra la impunidad, acciones contra el olvido y por la revitalización de la memoria y acciones sistemáticas contra el paramilitarismo y las bandas criminales. Las anteriores cuatro estrategias directas de tratamiento, protección y prevención 275 frente a actores armados deberán reducir la intensidad del conflicto, reducir los casos de violencia contra miembros y comunidades de la Nación Nasa, neutralizar actores identificados como victimarios. Tales estrategias se acompañarán de otras estrategias de fortalecimiento interno, dirigidas a reducir el impacto negativo que las causas estructurales socio-económicas producen sobre la capacidad de respuesta, resistencia y adaptación-adecuación de las comunidades y autoridades ante los impactos del conflicto armado. Como quedó en evidencia con el diagnóstico y en la síntesis de la problemática que inicia este apartado, es claro que uno de los factores determinantes de la vulnerabilidad de la nación nasa ante el conflicto armado interno es el debilitamiento del gobierno indígena (causa y efecto de la victimización), que viene en un proceso de recuperación política afianzado por la Constitución del 91 pero que no logra su consolidación por el conflicto mismo. Es evidente que a) uno de los elementos centrales para la supervivencia étnica de la Nación Nasa como comunidad política, es su sistema de gobierno, sin el cual no es posible predicar la libre determinación; b) precisamente el propósito de los actores armados es limitar o aniquilar el gobierno indígena para poder imponer sus órdenes político-territoriales; ahora bien, c) el sujeto fundamental para la protección, prevención y atención de las comunidades nasa ante el conflicto armado es el gobierno indígena (en sus formas locales y de asociaciones zonales y regionales); así mismo, d) el gobierno indígena es clave para evitar la intervención arbitraria de actores armados y corporativos en el territorio nasa; por otra parte, e) la única forma de garantizar adecuadamente los derechos económicos, sociales y culturales es mediante el respeto, fortalecimiento y financiación de los sistemas propios de gobierno (salud, educación, justicia, ambiente, control social, tributario-financiero), que a su vez son el camino para identificar y responder adecuadamente a los satisfactores de dichos derechos; y f) la protección territorial implica por necesidad que el gobierno indígena esté en capacidad de hacerlo. De ahí que sea fundamental para el fortalecimiento interno adoptar una estrategia de Fortalecimiento y respeto del gobierno propio y los sistemas de gobierno. La especial relación entre la pervivencia étnica y el territorio de los pueblos indígenas, ya reconocida por el ordenamiento interno y por distintas disposiciones y jurisprudencias internacionales, impone una atención específica a la problemática. Es claro que: a) el riesgo central de la destrucción cultural y de la comunidad política étnica nasa pasa por el desconocimiento o despojo directo del territorio ancestral, acontecido en los cinco siglos de la colonización y cuya recuperación ha sido imposibilitada por la persistencia del conflicto armado; b) esto es así por la propia concepción indígena sobre la territorialidad, que se expresa en la frase “indio sin tierra no es indio”, y que incluso plantea problemas políticos y simbólicos muy fuertes con las poblaciones desplazadas en cascos urbanos; por ello, c) las normas internacionales han reconocido igualmente el derecho de los pueblos indígenas a la restitución de sus territorios ancestrales. Pero, d) el despojo territorial no se configura solamente cuando se niega (legal o materialmente) el acceso a la propiedad de la tierra, sino cuando mediante diversos dispositivos económicos, jurídicos y militares se accede abusiva y arbitrariamente a los bienes de la naturaleza existentes en el territorio del pueblo nasa (los seres de la naturaleza, según la cosmovisión nasa), sin que las comunidades hayan dado su autorización a dichas intervenciones; e) uno de los fenómenos más impactantes en este campo, es la implantación de las economías ilegales (principalmente vinculadas a la coca, amapola y marihuana, así como a la minería), que involucran a sectores empobrecidos de las 276 comunidades, lo cual rompe de forma notoria la solidez de las instituciones propias, debilita las estrategias de autonomía alimentaria e incrementa la dependencia económica; además, f) ha hecho carrera la estrategia de superponer normativas sobre las competencias de la autoridad indígena, de forma que se van desagregando los derechos comunitarios y trasladándolos de forma oculta a competencia de instituciones no indígenas. Con todo lo anterior, g) se configura una violencia sistemática contra la dimensión espiritual-simbólica de la naturaleza, entendida en la cultura nasa como Uma Kiwe -Madre Tierra-, en tanto los invasores u ocupantes ilegales o de hecho no desarrollan una estrategia adaptativa conforme con las dimensiones fundamentales de la cultura nasa. Por eso, como centro de la acción de salvaguarda, el Plan incluye una estrategia de Restitución, protección y respeto del territorio ancestral, en la cual se deben incluir acciones para la restitución de territorio ancestral autónomo nasa, acciones para superar la economía del narcotráfico, acciones para garantizar el consentimiento previo, libre e informado, y acciones para la garantía de los derechos de la Madre Tierra. El resultado del despojo territorial se suma a la pobreza estructural que las comunidades nasa han heredado del colonialismo interno, configurando una situación de alta vulnerabilidad económica. Esta situación a) se expresa obviamente en que la gran mayoría de la población nasa que deriva su sustento de la agricultura indígena no tiene acceso a la tierra como medio de trabajo; debiendo b) reconvertirse a otras modalidades productivas inexistentes o que tienen escaso desarrollo en el entorno comunitario, viéndose obligados a la migración hacia cascos urbanos o al desplazamiento económico hacia actividades no agrarias, todo lo cual podemos caracterizar como un déficit productivo-laboral; también se expresa c) en un creciente deterioro de la soberanía y autonomía alimentaria agravada por el incremento de los cultivos ilegales; d) una reducción sistemática de la oferta ambiental -producida también por el impacto del cambio climático en la mayoría del territorio nasa- que impacta de manera severa en comunidades cuya base alimentaria está directamente vinculada con los bienes naturales; todo lo cual e) se vino a agudizar por el impacto que la firma de los tratados de libre comercio con países productores de alimentos altamente subsidiados (Estados Unidos, Canadá, Unión Europea) trajo sobre la producción agrícola colombiana, de la cual hace parte la producción indígena, que no ha tenido f) ningún apoyo del Estado, pues programas como Agro Ingreso Seguro no tuvieron nunca como beneficiarios a la economía campesina o indígena. Frente a la problemática descrita y por su impacto directo como co-determinante del desplazamiento forzado, el Plan incluye una estrategia de Fortalecimiento de la base económica-ambiental y productiva de las comunidades (entendida también como Estrategia de cumplimiento de los derechos económicos y ambientales de la Nación Nasa). Directamente ligado con lo anterior, se configura en el territorio nasa un déficit en el cumplimiento de los derechos humanos sociales. La situación tiene como particularidad, a) la imposición de una forma occidentalista de “satisfacer” los derechos, esto es, el Estado colombiano no ha acogido la metodología de las 4A, basada en hacer seguimiento -y cumplimiento- de la asequibilidad, accesibilidad, adaptabilidad y aceptabilidad de los derechos, con lo cual rechaza los avances interpretativos y las recomendaciones del Comité del Pacto DESC y de varios relatores de las Naciones Unidas para definir y avanzar en los indicadores de satisfacción de los derechos; b) por otro lado, persiste el esquema normativo estatal para dejar la institucionalidad responsable del cumplimiento de los derechos en manos de las burocracias gamonales de los departamentos donde 277 habita el pueblo nasa; lo cual se suma c) al hecho de que los municipios donde vive la mayoría de la población nasa están categorizados como los de más bajo cumplimiento de las llamadas necesidades básicas (el indicador del gobierno central), lo que equivale a que los derechos socio-económicos son de bajísimo cumplimiento; resulta natural que d) tales condiciones de vulnerabilidad propicien el desplazamiento forzado de las comunidades locales y, sobre todo, restringen las opciones de retorno de la población en situación de desplazamiento. Por lo anterior, se hace imprescindible una estrategia para el Cumplimiento de los Derechos Sociales de la Nación Nasa, basada en el refuerzo y reconocimiento de los sistemas propios indígenas. El propósito central del Plan de Salvaguarda, ordenado por la Corte Constitucional, es la pervivencia de la Nación Nasa. Lograrlo implica por necesidad la preservación de su cultura y sus sistemas simbólicos, altamente afectados por el conflicto armado. La dinámica de imposición y destrucción cultural, incorpora como elementos centrales, a) la imposición de sistemas de valores de guerra entre la comunidad, especialmente entre la población infantil y juvenil, aunque debido a la larga duración del conflicto estas representaciones han contaminado al conjunto de la sociedad nasa; en el mismo sentido, b) se han afianzado por medios militares o criminales valores y representaciones mercantiles individualistas descompuestas -sobre todo ligadas con el narcotráfico- que afectan el conjunto de la socialidad indígena nasa, afectan los sistemas de complementariedad y reciprocidad que están a la base de la cohesión social indígena, y subvierten el orden espiritual; ahora bien, c) teniendo en cuenta que la autonomía política está directamente ligada a la fortaleza de los sistemas simbólicos y representaciones culturales propias, así como a la cohesión socio-política, la debilidad de éstas últimas afecta la capacidad de resistencia, respuesta y recuperación ante las agresiones de actores armados o corporativos que se han instalado en el territorio; por ello d) la recuperación sociolingüística del nasayuwe es imperativa, ante el hecho de que la mayoría de los nasa habla una lengua impuesta. De lo anterior se desprende la necesidad de una estrategia permanente de Fortalecimiento y respeto de los sistemas de reproducción cultural (entendida también como estrategia de Cumplimiento de los derechos culturales de la Nación Nasa). El Plan de Salvaguarda tiene un componente esencial, determinado también por la Corte Constitucional, a saber, las estrategias de cuidado -atención y reparación- a los indígenas desplazados/as y a las comunidades en riesgo. Por ello, se incluyen las estrategias de Atención integral –culturalmente adecuada-- a los indígenas Nasa desplazados o en riesgo inminente de desplazamiento y de Reparación integral –culturalmente adecuada-- a los indígenas Nasa victimizados. c) Criterios operativos para la ejecución de las estrategias • Definición por las autoridades indígenas locales Los Programas y Sub-Programas tienen alcance nacional. Para su puesta en marcha requieren en todos los casos de la aprobación por las autoridades locales sobre la oportunidad y pertinencia específicas de las acciones, atendiendo a criterios de gravedad y urgencia de las problemáticas que deben resolverse. 278 Frente a casos y situaciones sobrevinientes, las autoridades locales podrán incluir en los cronogramas de los Programas y Sub-Programas acciones que deban ser ejecutadas, aunque no hayan sido priorizadas en los ejercicios anuales de planeación. • Áreas prioritarias Las problemáticas que se buscan atender o resolver corresponden a situaciones que afectan a la Nación Nasa como sujeto colectivo. Sin embargo, la intensidad del conflicto y la gravedad de los riesgos y vulnerabilidades puede hacer necesaria la priorización (temporal y espacial) las acciones específicas que deban realizarse en el territorio nasa. Este ejercicio se realizará por parte de la Unidad Técnica del Plan de Salvaguarda Nasa que se constituirá para el efecto. Solo cuando se explicite, las acciones tendrán dichas particularidades regionales o locales. Éstas tendrán lugar cuando la tipología de la violencia política o de los riesgos y vulnerabilidades de cada localidad o región ameriten acciones o énfasis específicos. • Órganos responsables El gobierno colombiano constituirá la Dirección Administrativa Especial de Salvaguarda, Atención y Reparación de la Nación Nasa, adscrita al Ministerio del Interior, que será la entidad encargada de implementar acciones que correspondan al Estado dentro del Plan (según lo establecido en cada uno de los programas y subprogramas), la cual tendrá sede principal en la ciudad de Popayán, con sedes alternas en las demás ciudades capitales de los departamentos donde hay población de la Nación Nasa. Esta unidad será la encargada de la interlocución, el cumplimiento y el trámite al interior del Estado de todas las obligaciones establecidas en el Plan. Para su funcionamiento no podrá delegar en ningún caso funciones o subcontratarlas con personas (naturales o jurídicas) en la modalidad de oferentes u operadores, y no podrá adelantar contratos o convenios con departamentos o municipios sin la autorización previa y expresa de la Unidad Técnica Nasa. Para el funcionamiento armonioso con el resto de instituciones del Estado, la Dirección Administrativa Especial de Salvaguarda, Atención y Reparación de la Nación Nasa invitará a sus sesiones de trabajo, y particularmente a las de diálogo y seguimiento con la Unidad Técnica del Plan de Salvaguarda Nasa, a delegados/as de las dependencias que atienden obligaciones referidas a la protección, prevención, atención, reparación y restitución en las instancias ordinarias. El gobierno nacional no podrá argumentar en ningún caso la ausencia de tales delegados de dependencias para inaplicar el Plan. Por parte de la Nación Nasa se constituirá la Unidad Técnica del Plan de Salvaguarda Nasa como la instancia encargada de la ejecución de las acción propias de protección, prevención, atención, reparación y restitución previstas en el Plan, y del seguimiento de las obligaciones del Plan que correspondan al gobierno nacional. El Congreso de la Nación Nasa definirá el estatus jurídico de esta Unidad. La Unidad Técnica será conformada de la siguiente manera: 279 - La Asamblea de Autoridades de la Nación Nasa (en la actualidad 185 cabildos) designarán 1) un Consejo de Mayores de 8 miembros (1 por actual departamento) que será responsable de la Unidad Técnica, y 2) un órgano indígena de control y seguimiento. - El Consejo de Mayores constituirá 3 tejidos o yajas para la ejecución del Plan: Programático, Administrativo y Jurídico. - La Unidad tendrá presencia mayoritaria de mujeres nasa y el acompañamiento de the'wala. - La instancia de control realizará auditorías anuales a todos los programas, y tendrá garantes internacionales y nacionales. - El gobierno dotará de los recursos suficientes a la Unidad, para que pueda funcionar regularmente, tener cobertura nacional, y/o articular con las instancias regionales o comunitarias existentes. - La Unidad tendrá un mecanismo de coordinación con delegados de otros pueblos, para los casos de territorios compartidos. - La Unidad adoptará de forma perentoria un Protocolo de relaciones con otros pueblos que comparten el territorio nasa. - La Unidad expedirá informes regulares - La Unidad tendrá mecanismos de articulación con los Consejos regionales, zonales y cabildos (programas, equipos, tejidos) (Ver figura). Las funciones de la Unidad Técnica serán las siguientes: - Coordinar, ejecutar y hacer seguimiento de todas las acciones propias y en cabeza del Estado, que hagan parte de los Programas y Sub-Programas del Plan de Salvaguarda. - Ejecutar el manejo técnico-profesional y presupuestal del Plan de Salvaguarda. - Representar (ser voceros) de la Asamblea de Autoridades en la interlocución con el Estado. 280 4. Referencias Asambleas, encuentros y reuniones 185 Asambleas locales para la construcción del Plan de Salvaguarda Nasa en los cabildos de los departamentos de Putumayo, Caquetá, Nariño, Cauca, Valle del Cauca, Huila, Tolima y Meta. Realizadas entre el mes de noviembre de 2012 y el mes de febrero de 2013. Conversatorio de líderes y lideresas nasa, Resguardo El Peñón, Sotará, noviembre 13 y 14 de 2012. Equipo Nacional Plan de Salvaguarda Nasa. Seminario-Taller Marzo 25 a 29 de 2013, Bodega Alta, Caloto. 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