consideraciones sobre la aplicación de la legislación prevencionista

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CONSIDERACIONES SOBRE LA APLICACIÓN DE LA
LEGISLACIÓN PREVENCIONISTA A LOS
TRABAJADORES AUTÓNOMOS
Jaime LLUIS Y NAVAS
Dr. en Derecho y en F. y Letras
Graduado Social
Académico correspondiente de la Academia Nacional
Argentina de Derecho y C.Sociales
I.- SISTEMA JURÍDICO GENERAL
1.- Construcción legislativa
La extensión de la legislación de prevención de accidentes de trabajo es fruto de un
proceso expansivo de esta rama legislativa. El proceso expansivo ha tenido dos
manifestaciones: en cuanto al contenido (cada vez más extenso y concreto) y en cuanto a
los sujetos en él incluidos. Por lo que se refiere a éste último aspecto, podemos destacar
1as siguientes fases fundamentales:
a) La legislación prevencionista se inicia mediante algunas medidas específicas
dirigidas a los obreros, como la antigua legislación minera.
b) Bajo el franquismo se inicia su construcción sistemática (Reglamento de
Seguridad de 1940) limitada a los trabajadores dependientes.
c) La Ordenanza de Seguridad de 1971 apunta su extensión a algún supuesto
que no era, estrictamente laboral. La normativa al respecto era vaga y
planteaba problemas superados por la legislación posterior.
d) La Ley de Riesgos 31/95 (art .3) amplió el Derecho prevencionista al ámbito
administrativo, y planteaba ya el problema de su aplicación a los autónomos
(art. 24 de dicha Ley).
e) La legislación posterior (Estatuto del trabajo autónomo de 2007 y Ley de
subcontratación en la construcción 32/06) ha extendido en todo caso la
normativa de seguridad e higiene laborales a los trabajadores autónomos.
Tendremos ocasión de estudiarlo a continuación.
2.- Concepto de trabajador autónomo
A) Concepciones legales.- Curiosamente nuestra legislación ofrece dos definiciones,
cercanas en el tiempo y que no son plenamente coincidentes.
a) Según la Ley 32/06 de subcontratación en la construcción (art. 3) se entiende
por trabajador autónomo la persona física distinta del contratista y del
subcontratista que realiza de forma personal y directa una actividad
profesional, sin sujeción a un contrato de trabajo y que asume
contractualmente ante el promotor, el contratista o el subcontratista el
compromiso de realizar determinadas partes o instalaciones de la obra.
Añade el texto legal que si el autónomo utiliza trabajadores por cuenta ajena
tendrá la consideración de contratista o subcontratista. Nada dice de su
situación legal en caso de asociarse con otro autónomo formalmente
independiente.
b) A su vez la Ley 20/07 que establece el estatuto del trabajo autónomo (art. 1)
considera trabajadores autónomos a las personas físicas que realicen de
forma habitual, personal, directa, por cuenta propia y fuera del ámbito de
dirección y organización de otra persona, una actividad económica o
profesional a título lucrativo, den o no ocupación a trabajadores por cuenta
ajena. Seguidamente el texto legal establece unas inclusiones específicas:
los familiares del autónomo que no tengan la consideración de trabajadores
por cuenta ajena, los socios industriales de regulares colectivas y
comunitarias, los gerentes (con ciertas condiciones), así como los autónomos
dependientes. En cambio excluye los meros consejeros y los sometidos a
contratos especiales por el art. 2 del E.T.
c) Comparando ambas definiciones, advertimos que tienen en común los
siguientes elementos: 1º la indicación de que se trata de personas físicas; 2º
la realización de una actividad profesional; 3° la ejecución de su actividad
de forma personal y directa. Estos elementos concuerdan con la doble idea
expresada mediante su denominación: las condiciones de trabajador y de
autónomo.
En cambio, estas definiciones implican las siguientes variantes: 1ª en un
caso se indica específicamente que se trata de un sujeto que obra por cuenta
propia; en el otro se indica de modo específico que es empresario distinto
del contratista y del subcontratista; 2ª en un supuesto se señala que el
autónomo no está sujeto a contrato de trabajo; mientras el Estatuto advierte
que el autónomo trabaja fuera del ámbito de dirección y organización de otra
persona; 3ª la Ley de la construcción requiere el compromiso de realizar
partes de una obra; en cambio, la ley de autónomos con carácter más general
hace referencia al desarrollo de una actividad económica o profesional a
título lucrativo; 4ª finalmente el Estatuto de autónomos recoge la
independencia de que emplee o no trabajadores y la Ley de la construcción
excluye ese supuesto.
B) Concepción académica.- Con carácter general, el Diccionario de la R. Academia
entiende por autonomía (personal) la condición del individuo que de nadie
depende en ciertos conceptos. En nuestro caso sería el que de nadie depende en su
trabajo.
C) Concepción propuesta.- A la vista de lo indicado, podemos entender por
trabajador autónomo a efectos legales, la persona física que desarrolla una
actividad profesional de forma personal y directa, independientemente de
todo otro sujeto. Hemos de señalar al respecto:
a) Ante todo y con carácter general la idea de trabajador autónomo encierra la
de trabajador, o sea, la del sujeto que realiza un trabajo. Por trabajo en
sentido general hemos de entender una actividad aplicada a un fin determinado; y más en concreto una actividad aplicada a una finalidad
productiva. La referencia a una actividad profesional encierra la de actividad
productiva en sentido lato.
b) La definición se circunscribe a las personas físicas. Por lo tanto, excluye las
jurídicas. Históricamente nuestra legislación, apartándose de la mayoría de
las legislaciones extranjeras, ha admitido la figura del trabajador constituido
en persona jurídica. Así resultaba tanto en la Ley de Contrato de Trabajo de
la República como en la franquista. En la norma republicana la figura del
trabajador colectivo obedecía al propósito de facilitar contratos en que la
parte trabajadora la constituyeran cooperativas de trabajo asociado. En el
franquismo fue probablemente una herencia del texto republicano que no se
rectificó por error. En todo caso, resultó letra muerta y la legislación del
actual sistema político no recoge la figura del trabajador colectivo ni tan
siquiera para los autónomos.
c) Recogemos la referencia a la actividad profesional que encierra la de
actividad económica, puesto que la finalidad económica es uno de los fines a
que puede aplicarse la actuación profesional; por la misma razón abarca la
idea de actividad productiva. Por ello incluye también la eventual dedicación
a participar en actividades de construcción.
d) La realización del trabajo de forma personal y directa la pide la idea de
trabajo (actividad) por cuenta propia, que no es idéntica a la de autonomía,
pero subyace en el ánimo del legislador cuando se refiere a los autónomos; y
contribuye a diferenciar el trabajador autónomo del comerciante que no se
ha constituido en sociedad. En todo caso, especifica que se entiende por
trabajador autónomo el que desempeña personalmente una actividad
directamente y por cuenta propia.
e) Finalmente la independencia de todo otro sujeto constituye el elemento
diferencial respecto del trabajador clásico o dependiente en virtud de un
contrato de trabajo. La referencia a la independencia hace innecesarias las
especificaciones relativas a la actuación al margen de la organización de
tercero.
En una fijación del concepto creemos preferible no incluir la referencia a la
exclusión de subcontratas, a la parcialidad de la participación en la obra, o a
la independencia de dar trabajo a tercero, pues no son propiamente
elementos determinantes del concepto, sino requisitos de aplicabilidad de
leyes determinadas.
f) Tratándose de la figura de la autonomía, hay que señalar que la
independencia tiene valor y carácter relativo. Propiamente la independencia
es la eliminación de toda dependencia, y en ese sentido equivale a la
soberanía objetiva. En este caso autonomía, de acuerdo con su etimología,
tiene el significado de facultad (relativa) de fijar las propias normas de
conducta, pero dentro de un entorno social al que se esta subordinado,
trátese del Estado (autonomía política) o de las facultades de otro empresario
(autonomía laboral).
3.- Características y fundamento
En los trabajadores llamados autónomos concurre una doble característica: 1º trabajan
jurídicamente por cuenta propia, como cualquier empresario individual, es decir, con
autonomía jurídica de su voluntad; 2º Desarrollan actividades predominántemente
manuales, como un importante sector de trabajadores dependientes. En otras palabras,
funcionalmente son obreros, pero jurídicamente empresarios. Ello da lugar a problemas
sociales muy particulares, y estos problemas se agudizan en algunas profesiones,
particularmente en la construcción, debido a una característica de las actividades de
edificación: en la mayoría de las empresas industriales, las diversas especialidades operan
simultáneamente en las correspondientes secciones de la respectiva fábrica. En cambio, en
la construcción operan sucesívamente: mientras se están construyendo los cimientos de
un edificio nada tienen que hacer los pintores y electricistas; en cambio, en fase de
ultimación de la obra son los especialistas en excavacione y cimientos los que nada han de
hacer. Por eso las empresas pequeñas que no se dedican a más de una obra
simultáneamente, no pueden atender directamente a más de una especialidad
(ordinariamente la de albañilería) subcontratando las restantes actividades. Si la obra es
pequeña, muchas subcontratas se formulan con empresas asimismo pequeñas, es decir, se
encomiendan a trabajadores autónomos.
A la situación descrita, en que de suyo las operaciones de subcontrata no encierran malicia,
se adiciona frecuentemente prácticas no tan justificadas moralmente, con el propósito de
someter al derecho mercantil (más liberal que el social), actividades que bordean la
dependencia laboral. De ahí que se planteen al legislador dos cuestiones: 1º evitar desvíos
de la normativa social; para ello se dictan normas especiales para los trabajadores
autónomos, normas inspiradas en el Derecho de Trabajo; 2º en cuanto que el autónomo es
un trabajador directo, está sometido a los mismos riesgos que el dependiente; ello lleva a
extender al ámbito autónomo la legislación prevencionista.
Históricamente, el desarrollo de estos propósitos se inicia bajo el franquismo y continua
bajo lo que pudiéramos llamar Segunda Restauración. Bajo el franquismo se crea el sistema
especial de Seguridad Social, para autónomos y la jurisprudencia y la doctrina se abren a la
aplicación a los autónomos de la normativa sobre prevención. Ya bajo la Segunda
Restauración la Ley de Riesgos 31/95 (art. 24) establece la obligación de coordinar y
extender las medidas de seguridad; finalmente se promulga el Estatuto del Trabajo
autónomo que considera la relación de trabajo autónomo, o sea, de servicios jurídicamente
independientes, y promulga la normativa específica sobre construcción (ley 32/06 y normas
de desarrollo).
4.- La aplicación de la normativa prevencionista
La aplicación a los trabajadores autónomos de la legislación sobre prevención de
accidentes recoge un doble fenómeno: la tendencia expansiva de la normativa
prevencionista y las razones de política social que llevan a regular ciertas relaciones como
de servicios cuasi dependientes.
A) La autonomía progresiva del Derecho prevencionista.- Hemos señalado que el
Derecho prevencionista nace como rama del Laboral y posteriormente se produce
una tendencia a la adquisición de autonomía, es decir, a constituir un
ordenamiento sistemático con ámbito de aplicación subjetivo y objetivo propio.
En efecto, tras un largo período de disposiciones dispersas (como la Orden de
Carlos III sobre andamios) o de ámbito específico (como el Reglamento de Felipe
II sobre trabajo en las minas del Nuevo Mundo), bajo el Franquismo inicial se
promulga en 1940 el primer Reglamento español de Seguridad en el Trabajo. El
Reglamento de 1940 era estrictamente laboral. La Ordenanza de 1971 planteó el
problema, por causa de sus disposiciones finales, de su aplicación a relaciones
extralaborales. La Ley de Riesgos 31/95 ha consagrado el nuevo campo de
aplicación del Derecho prevencionista, al comprender por igual el campo laboral
y el administrativo, así como a las situaciones penitenciarias y a las cooperativas.
B) Las razones de política social.- Los trabajadores autónomos corresponden a muy
diversas formas económicas y sociales, y sus situaciones son en extremo variadas.
En muchas ocasiones estamos ante verdaderos empresarios por cuenta propia
(médicos, graduados sociales u otros profesionales liberales con despacho propio,
propietarios de tiendas y pequeños comercios, etc.). En otros casos su situación y
sus problemas se acercan a los del trabajador ordinario (pintores y yeseros sin
empleados, etc.). Finalmente, en unos casos carecen de empleados, y su actuación
como autónomos corresponde a la de trabajadores encubiertos, mientras en otros
tienen empleados propios y el contratista principal opera en una situación propia
de patrono de patronos. De ahí la necesidad política de establecer diversos
distingos legales.
C) Condicionamiento comunitario.- A las razones acabadas de señalar, se adiciona
la postura de la Unión Europea que ha sentido como común el problema de los
trabajadores autónomos y particularmente de su seguridad en el ámbito de la
construcción y en la Recomendación 2003/134 insta: 1º que se fomente la
prevención de los trabajadores autónomos; 2º que se atienda especialmente a los
sectores en que el prevencionismo de los autónomos plantea problemas
específicos; 3º que entre las medidas que se adopten figuren las legislativas y las
informativas; 4º que el suministro de información y formación a los autónomos no
origine para los mismos una carga económica excesivamente costosa; 5º que en
cada Estado miembro se utilice la experiencia adquirida por otros Estados
comunitarios; 6º que tras un período de cuatro años se revisen las medidas
adoptadas y se informe a la Comisión.
D) Situación ambivalente.- El trabajador autónomo subcontratado se halla en un
situación ambivalente, de cuasi empleado, en relación con el empresario
principal y de patrono respecto de sus empleados. De ahí que tenga deberes
prevencionistas propios de patronos y de trabajadores. Excepcionalmente en la
construcción, disponer de empleados le equipara a empresario por cuenta propia
5.- Clasificación
Nuestro sistema legislativo contempla las siguientes situaciones:
A) En razón a los vínculos entre empresas.- El art. 24 de la Ley de Riesgos 31/95
fija la siguiente distinción: 1º empresas meramente concurrentes en un local
determinado, y 2º empresas con vínculos de contratación (contratas y
subcontratas). En el primer supuesto el legislador enfoca la normativa en función
de la idea de coordinación entre iguales y en el segundo atribuye una función de
dirección al contratista principal.
B) Por causa de la dependencia económica.- La distinción entre lo que pudiéramos
llamar trabajadores plenamente autónomos y económicamente dependientes la
recoge el art. 11 del Estatuto del Trabajo Autónomo (Ley 20/07). Se entiende por
trabajador autónomo el que trabaja por cuenta propia y “fuera del ámbito de
dirección y organización de otra persona” (art. 1 del Estatuto del Trabajo
Autónomo), y por económicamente dependiente aquel autónomo cuyos ingresos
por actividades profesionales procedan al menos en un 75% de un mismo cliente
(art. 11 del indicado Estatuto). Por lo tanto, podemos concluir que del conjunto
legislativo resulta: 1º es trabajador dependiente el sometido a la organización de
un empresario (art. 1 del Estatuto de los Trabajadores); 2° el trabajador autónomo
(art. 1 de la Ley 20/07) es el que opera por cuenta propia, en principio con plena
autonomía; 3° el trabajador autónomo económicamente dependiente (art. 11 de la
Ley 20/07) tiene en principio independencia organizativa, pero dependencia
económica. Inútil decir que éste último es el que plantea más problemas de
fijación de su condición, por hallarse en una situación intermedia de difícil
definición. El criterio legal (75% del origen de sus rentas de trabajo) es de suyo
discutible, pero además impreciso, ya que queda por determinar a qué período se
refieren estas rentas, que sucede en las situaciones variables en el tiempo (si en
ocasiones trabaja para un solo cliente y en otras para varios) e incluso ofrece
problemas la relación de sus rentas de trabajo con el conjunto de sus ingresos. En
todo caso, el legislador lo está conciviendo como autónomo con cliente casi
único.
C) Según la condición patronal.- Hemos de diferenciar entre autónomos con
trabajadores a sus órdenenes, sin trabajadores a sus órdenes y con
colaboradores excluidos de la condición de trabajadores (hijos y otros familiares;
eventuales colaboradores amistosos).
D) Por su encuadramiento en relación con los trabajados realizados.- Puede
tratarse de autónomos directos (si se relacionan directamente con el cliente que
encomienda el servicio o indirectos (subcontratistas, en sentido lato).
Se puede advertir que estas clasificaciones son consecuencia de la situación
sociológicamente intermedia, entre el trabajador ordinario o independiente y el
pequeño empresario en que se hallan los autónomos. Estas diferencias plantean
problemas sociales muy particulares y consiguientemente llevan a matizar las
soluciones jurídicas.
E) En atención a la actividad profesional.- Hemos de diferenciar entre autónomos
de régimen común y autónomos de la construcción, como consecuencia de la
normativa especial relativa a esta profesión que en la materia que nos ocupa
plantea problemas muy particulares tanto de naturaleza prevencionista como
laboral general.
II.- SISTEMA OBLIGACIONAL
1.- Reglas generales de aplicación
El Estatuto del Trabajo Autónomo (art. 8) establece unas reglas, evidentemente
condicionadas por una Recomendación comunitaria, que en esencia son las siguientes:
A) Actuación del Estado.- La Ley de Autónomos anuncia las siguientes actuaciones
públicas:
a) Asunción de un "papel activo" en relación con la prevención de los
trabajadores autónomos.
b) Como medios de la asunción de dicha función, el texto legal señala:
indeterminadas actividades de promoción, asesoramiento, vigilancia y
control del cumplimiento. Es decir, señala las funciones de velar por el
prevencionismo atribuidas a la Inspección de Trabajo.
c) Asimismo dispone que las Administraciones Públicas “promoverán una
formación en prevención específica y adaptada a las peculiaridades que los
trabajadores autónomos”.
Puesto que estas funciones se atribuyen a las Administraciones Públices en
general, comprenden las de ámbito y competencias nacionales y las
regionales y incluso en principio las municipales. Prácticamente se tratará
por tanto de las funciones que el poder público ejerce a través de la
Inspección de Trabajo y de Instituto de Seguridad e Higiene, así como de los
Centros sobre esta materia transferidos a las regiones autónomas.
B) Extensión de la legislación prevencionista.- De la Ley de Riesgos 31/95 (art. 24)
resultan aplicables sus normas a los autónomos bajo la autoridad coordinadora del
empresario principal. Lo viene a confirmar el Estatuto del trabajo autónomo (arts.
8,3 a 8,7) y los propios autónomos están obligados a velar por la aplicación de la
legislación prevencionista a sus empleados, si los tienen (art.8,8). Con todo, el
legislador podía haber sido más claro al formular esta regla, plenamente
justificada en la práctica ya que, al ser los mismos los riesgos para autónonos y
dependientes, las Imismas han de ser asimismo las prevenciones.
C) Obligaciones de las empresas concurrentes.- El art. 8,3 del Estatuto de
autónomos declara de aplicación las reglas de cooperación entre empresas
concurrentes fijadas en la Ley de Riesgos 31/95 tanto en el supuesto de que “en
un mismo centro de trabajo desarrollen actividades trabajadores autónomos y
trabajadores de otra u otras empresas”, como en el caso de que “los
trabajadores autónomos ejecuten su actividad profesional en los locales o centros
de trabajo de las empresas para las que presten servicios”. En realidad esta regla
extensiva resultaba ya del texto del art. 24 de la Ley de Riesgos y también la pide
una interpretación racional de la normativa sobre concurrencia de empresas. Por
lo tanto, la disposición del Estatuto de los autónomos tiene el efecto de disipar
dudas, si las había.
D) Obligación de la empresa contratista.- El Estatuto de autónomos impone al
contratista la obligación de “vigilar el cumplimiento de la normativa de
prevención de riesgos laborales” por parte de los trabajadores autónomos, cuando
concurran estas condiciones:
a) que las actividades laborales se desarrollen “en sus propios centros de
trabajo”, es decir, en los centros de la empresa principal, supuesto ordinario
en materia de construcción, pero no exclusivo de esta actividad.
b) que se trate de “obras y servicios correspondientes a la propia actividad de
aquellas”, es decir, de la empresa principal. No trata este texto de aclarar el
concepto de propia actividad que es polémico. La doctrina y la
jurisprudencia concuerdan en admitir que la propia actividad no supone
necesariamente la coincidencia total en la identidad del grupo sectorial de la
actividad de ambas empresas. El antiguo Tribunal Central entendió que
debían coincidir las funciones que constituyen la sustancia industrial de
ambas empresas y que este requisito no se daba entre una Industria Química
y otra de vigilancia (sent. de 30 de noviembre de 1977). En cambio, la Sala
de lo Social del llamado T.S.J. de Madrid (sent. de 30 de enero le 1992) ha
entendido que la empresa subcontratada ha de ejecutar obras y servicios
necesarios para cumplir los objetivos de la principal y que esta coincidencia
se da entre una empresa de construcción y otra de fontanería. No obstante,
tratándose de vigilancia prevencionista, el amplio alcance del art. 24 de la
Ley de Riesgos 31/95 hará que difícilmente la empresa principal esté liberada de la obligación de atender al cumplimiento de las normas de seguridad
por toda empresa meramente concurrente, incluyendo a los trabajadores
autónomos.
c) El empresario principal asume las obligaciones del suministrador de
materiales de trabajo cuando concurren las siguientes circunstancias: 1º
utilización por parte del trabajador autónomo de materiales (maquinaria,
equipos, productos, materias o útiles) suministrados por el empresario
principal; 2º realización de los trabajos, por parte del autónomo fuera del
ámbito del empresario principal. Las obligaciones asumidas por el
empresario principal en las indicadas circunstancias son en síntesis las
siguientes: 1ª asegurar que los elementos suministrados no constituyen una
fuente de peligro para el usuario “siempre que sean instalados y utilizados
en las condiciones, forma y para los fines recomendalos"; 2ª los productos
químicos deberán envasarse y etiquetarse de forma que permita proceder,
sin riesgos, a su conservación, manipulación, almacenamiento y utilización;
3ª los suministradores deberán informar sobre la forma correcta de
utilización, las medidas de prevención adicionales que deban tomarse y los
riesgos de utilización y la utilización adecuada; 4ª respecto del suministro de
elementos de seguridad han de asegurar la efectividad de los mismos (en
caso de correcta instalación y utilización), indicando el riesgo que tratan de
evitar, el grado de protección y la forma correcta de uso y mantenimiento; 5ª
finalmente establece una obligación de mutua información (de fabricante a
empresario, de este a los trabajadores) sobre la manipulación sin riesgos de
dichos elementos. Estas obligaciones resultan del art. 8,5 de la Ley 20/07 en
relación con el art. 41,1 de la Ley 31/95 (o sea respectivamente del Estatuto
del Trabajo Autónomo y de la Ley de Riesgos).
Por lo tanto, la Ley le Riesgos parte del lógico principio según el cual el
suministrador (fabricante, importador, vendedor) debe asegurar la corrección
prevencionista de los elementos que suministra.Y a su vez, extiende al
empresario principal estas obligaciones cuando dicho empresario actúa
como suministrador directo de los elementos de trabajo. La misma razón de
ser de las normas de prevención pide esta solución.
E) Responsabilidades.- El art.8,6 del Estatuto de Autónomos dispone que el
empresario que incumpla las obligaciones acabadas de recoger “asumirá las
obligaciones indemnizatorias por los daños y perjuicios ocasionados, siempre y
cuando haya relación causal directa” entre los incumplimientos y los daños y
perjuicios generados. En realidad esta regla resulta igualmente del Código Civil
(responsabilidades contractual y extracontractual).
Añade el Estatuto de autónomos las siguientes reglas complementarias: 1ª las
responsabilidades acabadas de enumerar recaerán directamente “sobre el
empresario infractor”; y 2ª esta responsabilidad operará con independencia de que
el autónomo se haya acogido o no a las prestaciones (hay que entender que de la
Seguridad Social) por contingencias profesionales.
El legislador no ha resultado todo lo claro que sería de desear en la fijación del
sistema de responsabilidades. No obstante, de la normativa acabada de exponer
podemos deducir lo siguiente: 1º Son aplicables en materia de seguridad de los
autónomos las reglas del Código Civil sobre responsabilidad contractual y
extracontractual; 2º Esta responsabilidad recae sobre el empresario infractor,
cualquiera sea su posición en la cadena de subcontratas; 3º En caso de concurrir
más de un empresario en la cadena de responsabilidades, en todos ellos se dará la
condición de responsables infractores. Este supuesto se producirá fácilmente
habida cuenta de las obligaciones de todos ellos a la vista del art. 24 de la Ley de
Riesgos y de lo dispuesto en la Ley 32/06, específica para la construcción. En tal
caso, los diversos empresarios responsables lo serán con carácter solidario; 4º En
materia penal, entendemos que no son de aplicación las normas de delito social,
pues técnicamente los autónomos no son obreros dependientes y la normativa
penal es objeto de interpretación restrictiva; en cambio, sí sería en su caso de
aplicación la figura de la creación de riesgos; 5° Las sanciones administrativas
(R.D. Legislativo 5/2000), a la vista de las modificaciones introducidas por la ley
de subcontratación en la Construcción, serán aplicables en la medida que alcanza
a las relaciones entre contratistas y subcontratistas autónomos. Fuera de estos
casos operará una vez más el principio de restricción de la aplicación de las
normas positivas y de resolución de las dudas a favor del reo. Conste que la
operatividad de estos principios desde el punto de vista positivo no ofrece dudas.
No obstante, como hemos señalado en otras ocasiones, desde el ángulo del
Derecho deseable creemos sería preferible sustituir las reglas “in dubio pro reo”
así como “in dubio pro operario” por el principio “in dubio pro iustitia” favorezca
a quien favorezca la solución más justa del respectivo caso concreto.
F) Suspensión de actividades.- E1 Estatuto de autónomos les autoriza a la
suspensión unilateral de su trabajo por las mismas causas prevencionistas que
permiten esta decisión unilateral a los trabajadores dependientes. La razón es la
misma: imperativo de evitar los riesgos inminentes. No obstante, surge el
problema de los efectos, ya que el trabajador ordinario, si el riesgo es real,
conserva el derecho a un salario reglamentado legalmente; y si el riesgo es
fantasioso puede ser sancionado e incluso despedido por desobediencia. Pero
tratándose del autónomo, la fijación de los efectos de la suspensión unilateral es
más difícil ya que su remuneración no está fijada ordinariamente en convenios y
que no goza de la misma estabilidad de empleo. El Estatuto no resnelve estos
problemas que deberán ser resueltos por la jurisprudencia suponemos que en base
a la analogía, ante la carencia de norma directa.
G) Funciones patronales de los autónomos.- El art. 8,8 del Estatuto de autónomos
advierte que la normativa acabada de recoger opera “sin perjuicio de las
obligaciones legales establecidas para los trabajadores autónomos con
asalariados a su cargo en su condición de empresarios”. Esta disposición es
consecuencia de la particular situación, jurídica y social, de los autónomos, es
decir de su condición intermedia entre la de los empresarios clásicos y los obreros
asimismo ordinarios. Entendemos que al combinar sus obligaciones y derechos
empresariales con los de subcontratado, deberán ejercer sus facultades (por
ejemplo la suspensión de actividades por causa de riesgo) no sólo en interés
personal sino también en el de sus empleados, lo que a su vez incrementa sus
eventuales responsabilidades.
2.- Regulación específica en materia de construcción
El art. 12 del R.D. 1627/97 sobre medidas de seguridad en la Construcción establece las
siguientes obligaciones del trabajador autónomo:
a) Aplicar los principios prevencionistas recogidos en el art. 15 de la Ley de
Riesgos y su desarrollo establecido en el art. 10 del R.D. de Seguridad en la
Construcción.
Los principios recogidos en el art. 15 de la Ley de Riesgos son de carácter
muy general y precisan de normas de desarrollo que concreten su modo de
aplicación. El propio art. 15 dispone que las medidas concretas que se
adopten deberán fijarse “con arreglo" a dichos principios. En todo caso, el
art. 15 contempla su aplicación como una obligación patronal, lo que
corresponde a la especial situación de los autónomos a veces tratados por el
legislador como trabajadores y otras como empresarios.
El art. 10 del R.D. 1627/97 fija unos principios, ligeramente más concretos
que los sancionados en la Ley de Riesgos. Por lo tanto, también pide normas
de desarrollo y aplicación, aún cuando alguna de sus reglas es directamente
aplicable. Están en este último caso la obligación de mantener la obra en
buen estado de orden y limpieza, y la recogida de materiales peligrosos. Pero
la mayoría de ellos corresponde aplicarlos al director de la obra (elección de
emplazamiento de operaciones de control, delimitación de zonas, regulación
de la cooperación, etc.) por lo que no se entiende bien su exigencia legal a
los autónomos que habrán de estar a lo que disponga la dirección de obra.
b) Cumplir durante la ejecución de obra las disposiciones contenidas en el R.D.
de Seguridad en la Construcción sobre prevención en las obras. En último
témino consagra la regla, que ya resulta de la Ley de Riesgos, a tenor de la
cual los autónomos han de estar sometidos a las mismas medidas de
seguridad que los trabajadores dependientes. Por otra parte así lo pide la
lógica del sistema, pues los riesgos a que se somete un trabajador tienen
causas objetivas con independencia de la naturaleza del contrato que le
vincule a la obra.
c) Cumplir las obligaciones que la legislación impone a los trabajadores;
esencialmente las del art. 29 de la Ley de Riesgos; con todo, entendemos
que incluso le alcanzan las restantes obligaciones, por aplicación subsidiaria
de los principios generales del Derecho y de la analogía.
d) Aplicar las reglas de coordinación (y en concreto cumplir las instrucciones
del coordinador) es decir, las establecidas en el art. 24 de la Ley de Riesgos,
así como las desarrolladas en el art. 9 del propio R.D. 1627/97 y en lo
menester en el Estatuto del trabajo autónomo y en la Ley de subcontratación
en la construcción. De lo dispuesto en las normas posteriores (el Estatuto del
año 2007 y la Ley de subcontratación en la construcción) resulta que estas
disposiciones piden asimismo su vinculación al sistema de coordinación.
e) Utilizar los equipos de trabajo con arreglo a las normas prevencionistas y de
protección individual, y en concreto a lo dispuesto en los RR.DD. 1215/97
y 773/97.
f) Cumplir lo establecido en el Plan de Seguridad, lo que implica que la
dirección de obra ha de suministrarlo y el autónomo estudiarlo.
Este conjunto de normas se sintetiza en la obligación de cumplir la
legislación prevencionista general. En todo caso, la legislación
prevencionista laboral nació, como hemos señalado en atención a los riesgos
a que estaban expuestos los trabajadores. Ha sufrido un proceso extensivo no
sólo en su contenido, sino también en su ámbito subjetivo, que alcanza a la
Administración (art. 3 de la Ley de Riesgos) y, como vemos, a los
trabajadores autónomos. Lo acabado de sintetizar es consecuencia, o si se
prefiere, manifestación de ese fenómeno.
III.- LA COORDINACIÓN
1.- Indicaciones previas
La coordinación de actividades prevencionistas es a la vez una medida de seguridad en
sí misma, y una decisión organizativa. Constituye una medida de seguridad por cuanto la
descoordinación origina desorden y, consiguientemente, riesgos de accidentes, por
defecto de prevención frente a los mismos. Es de suyo una medida organizativa, pues
afecta a la estructuración y relación orgánica entre las empresas coordinadas. Pero tiene
la característica de ser una organización externa a la empresa, aún cuando interna a
la obra en que las empresas concurren. En todo caso, la obligación de coordinar alcanza
a muy diversos escalafones del sistema constructor.
2.- Coordinación entre empresas
La coordinación entre empresas, y por tanto entre empresarios, viene requerida por la
Ley de Riesgos 31/95 que establece un deber de cooperación entre empresas por mera
concurrencia local (art. 24,1) y de vigilancia en caso de contratación y subcontratación
(art. 24,3). La empresa principal desde el momento en que tiene la obligación de “vigilar
el cumplimiento” de la normativa prevencionista por parte de contratistas y
subcontratistas, tiene evidentemente una autoridad prevencionista sobre los indicados
subcontratistas; pues el principio de racionalidad en la interpretación de las leyes (art. 3
del Código Civil) así lo pide, ya que no se concibe en esta materia una vigilancia que no
esté dirigida a asegurar la debida aplicación de la legislación de seguridad. Esta
interpretación viene confirmada por el art. 1.258 del Código Civil, según el cual los
contratos obligan a lo establecido en sus cláusulas y a sus consecuencias naturales y
legales. De ahí resultan, a los efectos que aquí interesan, dos especies de empresarios en
cuanto a su situación prevencionista:
1° el empresario principal obligado a vigilar y por tanto a atender a la aplicación de la
prevención.
2° los empresarios subcontratistas, obligados, por cláusula contractual implícita a
seguir las indicaciones del principal y a hacerlas seguir a sus propios empleados.
En materia de construcción, esta obligación resulta especificada por la Ley 32/06 sobre
subcontratación en la construcción y por el art. 11 del R.D. 1627/97 de seguridad en la
construcción. De estas normas resulta que tanto contratistas como subcontratistas están
obligados e informar a los autónomos de las medidas de seguridad que hayan de adoptar
y a seguir las instrucciones del coordinador.
3.- El autónomo asociado
Un trabajador autónomo se caracteriza por cuanto trabaja por cuenta propia. Puede
utilizar empleados que le auxilien (salvo en construcción en que la utilización de
empleados le convierte en subcontratista) y también puede asociarse con otro autónomo
para efectuar trabajos determinados. Esta figura no la contempla el legislador. Pero de
suyo es lícita por cuanto no está prohibida (salvo cláusula contractual) ni siquiera en la
construcción. Y en algunas actividades, por ejemplo en los llamados “remiendos”
(reparación en edificaciones ya habitadas) el recurso a asociados es una práctica
frecuente.
Un asociado no es un dependiente (de serlo la relación cambiaría de naturaleza, y pasaría
a ser laboral). Por lo tanto un autónomo, salvo pacto, no tiene autoridad prevencionista
directa sobre el asociado. No obstante, si opera el deber de coordinación y por tanto los
de mutua advertencia a información. Entendemos que incluso se puede condicionar la
vigencia del contrato de asociacióon al respecto de las normativas de seguridad por el
asociado, lo que ocasiona un derecho de vigilancia mutua.
4.- Secuelas de la obligación de coordinación
La obligación de coordinar implica las de vigilar e informar (e incluso la de estudiar la
situación), pues mal se puede coordinar actuaciones y situaciones de seguridad de varias
organizaciones sin desarrollar el estudio de la situación, informar a los interesados y
supervisar el correcto cumplimiento de los comportamientos. Aún cuando estas secuelas
no se han construido en nuestra legislación, con toda la precisión deseable, resultan del
art. 3 del Código Civil (imperativo de interpretación racional de las leyes) y del art. 11
del R.D. 1627/97 (obligación de cumplir las indicaciones e instrucciones del
coordinador). Este R.D. se refiere tan sólo a la construcción, pero por su fundamento
racional encierra un principio que alcanza a toda relación entre empresas y a los
autónomos.
5.- Deber de vigilancia
A) Caracteres generales.- El art. 7 de la Ley de subcontratación en la
construcción sanciona el deber de vigilancia. Este deber alcanza a todas las
obligaciones recogidas en dicha ley. Pero “en particular” abarca a las
obligaciones impuestas en el art. 4,2 y por tanto a las prevencionistas.
Aparentemente estamos ante una novedad de dicha Ley. Pero creemos que
estamos ante una obligación antigua, por cuanto: 1° el Código Civil (art. 1258)
dispone que los contratos obligan a lo directamente pactado y a sus
consecuencias naturales, conforme a las reglas de la buena fe y entre éstas
figura evidentemente asegurar la prevención de accidentes; 2º la Ley de
Riesgos 31/95 (art. 22) ya recogía el deber de vigilancia, completado (art. 24)
con el de coordinación prevencionista entre las empresas concurrentes en un
mismo centro de trabajo.
B) Sujetos obligados.- El legislador ha adoptado un criterio extensivo al fijar la
relación de obligados a vigilar. A la vista del art. 7,1 de la Ley 32/06 dispone
que las empresas contratistas y subcontratistas (sin limitar el grado en que se
hallan en situación de subcontratación) deberán vigilar el cumplimiento de
dicha ley “por las empresas subcontratistas y trabajadores autónomos con que
contraten”.
Por su parte, los subcontratistas y los autónomos tienen una obligación de
cooperar (art. 7,1) por cuanto están obligados a comunicar a “sus respectivas
empresas comitentes” (es decir, a la del grado anterior en la cadena de
subcontratación) toda la “información o documentación” que afecte a las
obligaciones establecidas “en este capitulo”, de hecho a las obligaciones
derivadas de la Ley de subcontratación en la Construcción.
Ya hemos señalado que esta obligación también opera entre autónomos
asociados.
C) Vinculación a la coordinación.- También por las razones arriba expuestas, el
deber de vigilancia resulta directamente vinculado al de coordinación. Pero
operaría incluso al margen de esta obligación en razón del deber de aplicar las
medidas de seguridad. Por otra parte, y también por las razones expuestas al
referirnos a los autónomos asociados, aún cuando la aplicación de1 deber de
vigilancia ha sido desarrollado en la normativa específica sobre construcción,
las reglas de interpretación racional de las leyes y los principios jurídicos hacen
que el deber de vigilancia opere en todo tipo de trabajo.
IV.- SISTEMA PUNITIVO
A fin de asegurar coactivamente la eficacia de la nueva normativa, ésta se ha visto
reforzada con la ampliación de las figuras punitivas recogidas en el R.D. Legislativo 5/2000
de infracciones laborales. A tal efecto, el art. 11 de la Ley 32/06 sobre subcontratación en la
construcción dispuso con carácter general que las infracciones de dicha ley serían
sancionables con arreglo a lo dispuesto en el R.D. Legislativo 5/2000. Pero además
adicionó las figuras específicas que seguidamente señalamos, las cuales interesan al
prevencionismo de los autónomos, em ocasiones de modo directo y em otras
indirectamente.
1.- Infracciones leves
La Ley reguladora de la subcontratación en la construcción (Disposición Adicional
Primera) adicionó al art. 8 del R.D. Leg. 5/2000 dos nuevas figuras de infracciones leves:
a) Consideró infracción leve “no disponer el contratista en la obra de
construcción del Libro de Subcontratación exigido por el art. 8 de la Ley
Reguladora de la Subcontratación en el Sector de la Construcción y en su
Reglamento de aplicación”.
A la vista de este precepto podemos concluir: 1º El sujeto eventualmente
infractor (y por tanto el sujeto obligado a disponer del Libro) es
específicamente el contratista tal como está definido en el art. 3 de la Ley
32/06 de subcontratación; 2º el objeto de la infracción es el Libro de
Subcontratación; es decir, esta figura sancionadora se dirige a lograr la
efectividad de la obligación referida a dicho Libro; 3º por lo tanto es una
infracción que sólo puede cometerse en el Sector de la Construcción, ya que
este Libro sólo se exige en esta profesión tal como está definida en el art. 2
de la Ley 32/06; 4º el texto sancionador contempla una doble omisión:
carencia del Libro de Subcontratación y omisión de su ubicación en la obra.
b) Declara asimismo que constituye infracción “no disponer el contratista o
subcontratista de la documentación o título que acredite la posesión de la
maquinaria que utiliza, y de cuanta documentación sea exigida por las
disposiciones legales vigentes”. Esta norma nos permite advertir: 1º En esta
figura los sujetos eventualmente infractores pueden serlo tanto el contratista
como los subcontratistas. Evidentemente los titulares del uso de 1as
máquinas son responsables directos de la corrección de la documentación
correspondiente a las mismas. Subsiste el problema de si el contratista
responde concurrentemente con el subcontratista por las faltas de este
último: entedemos que la respuesta en este caso es afirmativa por causa del
deber de vigilancia prevencionista del primero; la misma conclusión lleva la
definición de contratista contenida en el art. 3 de la Ley 32/06 ya que bajo
esta definición incluye los subcontratistas; 2º El ámbito objetivo de esta
figura es impreciso. Al referirse a la maquinaria “que utiliza” parece
contemplar la utilizada en la obra, aún cuando interpretada literalmente
abarcaría toda máquina que disponga, sea en la obra, sea fuera de ella; 3º Lo
que sí es evidente es que esta figura punitiva está referida a dos tipos de
documentos: en primer lugar la acreditativa del derecho de disposición sobre
la maquinaria utilizada (título de compra, de alquiler, etc.). En segundo
lugar, incluye toda la documentación exigida por la legislación vigente,
principalmente se tratará del certificado de homologación objeto del art. 4
del Reglamento de Seguridad en las máquinas de 1986. Este documento
tiene un carácter directamente prevencionista.
La calificación como leves de estas dos infracciones concuerda con la
tendencia general del R.D. Legislativo de Infracciones Laborales que
conceptúa como leve la mera carencia de documentación (califica de grave
llevarla incorrectamente).
2.- Infracciones graves
La Ley 32/06 ha introducido tres nuevas figuras en la relación de faltas graves
prevencionistas. Estas figuras a su vez comprenden varios supuestos.
A) Infracciones del subcontratista.- Se han construido en la Ley 32/06 los
siguientes supuestos:
a) Con carácter general sanciona la omisión del deber de acreditar, pero a su
vez es una figura con varios supuestos dada la relación de acreditaciones
susceptibles de ser incumplidas que contempla el texto legal: 1º que el
subcontratistta dispone de recursos humanos “tanto en su nivel directivo
como productivo”; 2º que sus elementos humanos cuentan con “la
formación necesaria” en prevención de riesgos laborales; 3º que dispone de
organización preventiva adecuada”; 4º que ha procedido a su inscripción “en
el registro correspondiente” es decir, en el Registro de empresas acreditadas
objeto del art. 6 de la Ley de Subcontratación; 5º el cumplimiento del deber
de verificar la acreditación y registro por parte de los subcontratistas con los
que contrate.
Esta relación de figuras punibles pide las siguientes precisiones: 1º en caso
de concurrir circunstancias por las que la infracción sea calificable como
muy grave, se aplicará la calificación más elevada; 2º el legislador ha incurrido en manifiestas vaguedades como cuando se refiere a la formación
“necesaria” o a la organización “adecuada” sin especificar que entiende por
necesario o adecuado, lo que lleva a una operación interpretativa no sólo de
todo el texto legal, sino incluso de las exigencias del buen arte profesional;
3º aún cuando el texto legal se circunscribe al deber de “acreditar”
entendemos que opera asimismo la obligación de buena fe en los
comportamientos jurídicos (art. 7,1 del Código Civil) y consiguientemente
que lo acreditado debe ser veraz, y por tanto, que se incurriría en esta
infracción en caso de comprobar la Inspección que una pretendida
acreditación no correponde a la realidad; 4º El texto legal se refiere a los
otros subcontratistas “con los que contrate”. No especifica si contempla al
sub-sub contratador o al sub-sub contratado. Lógicamente hay que entender
que el legislador se refiere a ambos.
b) No comunicar al subcontratista los datos que permitan llevar el Libro de
Subcontratación en orden y al día. Esta figura ha de ser relacionada con la
señalada más abajo sobre la responsabilidad del contratista, lo que implica
una doble responsabilidad y por tanto una doble obligación: de exigir datos
y de suministrarlos.
c) Esta figura encierra dos subfiguras que tienen en común la concurrencia
ilícita de subcontratas, pues comprende: 1º subcontratar (a otros subcontratistas o a trabajadores autónomos) superando los límites permitidos de subsubcontratas, salvo expresa aprobación facultativa; 2º permitir que otros subsubcontratistas en el ámbito de ejecución de su subcontrato, superen los
límites de subcontratación permitidos, con las salvedades de que le comuniquen datos falsos (circunstancia prevista en el art. 13,15,c) o que proceda la
calificación de la infracción como muy grave. Como veremos seguidamente,
en materia de sub-subcontratación ilícita, el legislador establece una cadena
de responsabilidades, dentro de la cual está la figura acabada de sintetizar.
B) Infracciones del contratista.- La Ley de subcontratación en la Construcción
introduce las siguientes figuras:
a) No llevar “en orden y al día” el Libro de Subcontratación, o no llevarlo “en
los términos establecidos reglamentariamente”.
b) Permitir que intervengan en el ámbito de ejecución del contrato (del
contratista, valga la redundancia) subcontratistas o trabajadores autónomos
superando los niveles de subcontratación permitidos. Esta sanción es objeto
de las siguientes circunstancias modificativas de la responsabilidad: 1º
eximentes consistentes en que concurra “expresa aprobación de la dirección
facultativa” de niveles especiales de subcontratación y ello sin falseamiento
de datos: 2º agravante, calificando como infracción muy grave falsear datos
que den lugar a la alteración de la proporción de subcontratados.
c) Reitera el deber de acreditar en la misma forma que hemos visto al referirnos
al subcontratista, por lo que nos remitimos a lo arriba indicado.
d) Vulnerar los derechos de los representantes de los trabajadores en las
siguientes materias: 1º información sobre las contrataciones y
subcontrataciones que se realicen en las obras; 2º acceso al Libro de
Subcontratación. Estos derechos deberán atenderse “en los términos
establecidos en la Ley Reguladora de la subcontratación en el sector de la
construcción”. Se trata, por tanto, del atentado a las facultades de
información, sea directa (primera figura) sea indirecta (segunda figura).
C) Infracciones del promotor.- La Ley 32/06 adiciona la siguiente figura: permitir, a
través de la actuación de la dirección facultativa, la aprobación de la ampliación
excepcional de la cadena de subcontratación cuando manifiestamente no
concurran las causas motivadoras de la misma previstas en la Ley Reguladora de
la Subcontratación en la Construcción (salvo si procede calificar de infracción
como muy grave). La regulación de esta figura punitiva adolece de imprecisiones
notorias: 1º no precisa que se entienda por falta de concurrencia “manifiesta”, lo
que significa que caben al menos dos supuestos: inconcurrencia ordinaria y
manifiesta; 2º que es una ampliación para considerarla excepcional y si no existe
infracción en caso de que la ampliación sea ordinaria. Por otra parte, la referencia
a la infracción a través de la actuación de la dirección facultativa parece implicar
un deber de vigilancia pero no especifica claramente si estamos o no ante una
responsabilidad solidaria de director y promotor. De no ser así subsistiría la
obligación del director respecto del promotor, de indemnizar por aplicación de los
arts. 1902 y siguientes del Código Civil.
3.- Infracciones muy graves
La Ley de Subcontratación en la construcción adiciona como muy graves tres figuras
directamente referidas al prevencionismo y que contemplan respectivamente a promotores,
contratistas y subcontrstistas; y otra figura de carácter general que alcanza a la política de
seguridad, en función del número de empleados.
A) Infracción relativa al número de empleados.- Fijando esta figura, la Ley 32/06
ha dispuesto que constituye infracción laboral muy grave el incumplimiento de la
normativa sobre limitación de la proporción mínima de trabajadores contratados
con carácter indefinido (tal como exigen la Ley y el Reglamento de
Subcontratación en la Construcción). Esta figura la incluye en el art. 8 del R.D.
Legislativo de Infracciones sociales. Por lo tanto le atribuye naturaleza laboral. No
obstante, indirectamente alcanza al prevencionismo por cuanto la proporción de
fijos afecta a su experiencia e incluso a su formación y al hábito de trabajo con
unos compañeros determinados. Esto aparte plantea el problema del trato que
merecen los fijos de obra, figura precisamente desarrollada en la construcción por
causa de las características del trabajo en esta rama profesional.
B) Infracciones de los subcontrstistas.- La Ley de Subcontratación incluye como
figuras administrativamente punibles los siguientes comportamientos:
a) Considera muy grave el incumplimiento del deber de acreditar (al que nos
hemos referido al tratar de las infracciones graves) “cuando se trate de
trabajos con riesgos especiales conforme a la regulación reglamentaria de
los mismos para las obras de construcción”. La definición de esta figura
reproduce literalmente la del deber de acreditar a que nos hemos referido al
tratar de las faltas graves, pero añade la coletilla ahora trascrita y que se
refiere a los riesgos “especiales”. El problema básico en este caso lo
consituye la fijación de cuando un riesgo es especial. La Ley de Riesgos (art.
4) contiene algunas normas en extremo vagas para definir la gravedad (no la
especialidad) y por otra parte es muy difícil formular una definición objetiva
de la gravedad de los peligros.
b) La figura de subcontratación superando los niveles permitidos es asimismo
reiterada al tratar de las infracciones graves, con la especificación “cuando
se trate de trabajos con riesgos especiales”. Es decir, aplica la misma
técnica legislativa que en el caso de la omisión del deber de acreditar.
c) Asimismo califica de falta grave “el falseamiento en los datos comunicados
(por el subcontratista) al contratista o su subcontratista comitente, que de
lugar al ejercicio de actividades de construcción incumpliendo el régimen
de la subcontratación o los requisitos legalmente establecidos”. Interpretada
literalmente esta figura tiene los siguientes elementos: 1º un elemento
objetivo (falseamiento de datos); 2º otro funcional (que los datos hayan sido
comunicados); 3º un elemento subjetivo (que los destinatarios de la
comunicación sean el contratista o el subcontratista comitente); 4º asimismo
han de satisfacer un requisito finalista: dar lugar a actividades incumpliendo
la normativa sobre subcontratación. Por lo tanto, interpretada literalmente es
una infracción de resultados.
C) Infracciones del contratista.- La Ley de Subcontratación en la Construcción
adiciona al R.D. Legislativo de infracciones sociales las siguientes figuras:
a) Reitera la figura (que hemos visto al tratar de las infracciones graves)
consistente en permitir la intervención de subcontratistas y trabajadores
autónomos que superen lo límites legales, con la especificación “cuando se
trate de trabajos con riesgos especiales conforme a la regulación
reglamentaria de Ilos mismos para las obras de construcción”. Por lo tanto,
en la fijación de esta figura se sigue el mismo criterio ya expuesto al tratar
de las infracciones muy graves de los subcontratistas.
b) Asimismo reitera la figura de incumplimiento del deber de acreditar, con la
especificación de que se considerará falta muy grave cuando se trabaje con
riesgos especiales. En otras palabras utiliza una vez más la misma técnica
legislativa.
D) Infracción del promotor.- Respecto del promotor, la Ley 32/06 introduce la
figura consistente en “permitir, a través de la actuación de la dirección
facultativa, la aprobación de la ampliación excepcional de la cadena de
subcontratación cuando manifiestamente no concurran las causas motivadoras de
la misma previstas en dicha Ley, cuando se trate de trabajos con riesgos
especiales conforme a la regulación reglamentaria de los mismos para las obras
de construcción”.
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