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Diario Civil y Obligaciones Nro 55 – 14.12.2015
La presunción legal del art. 1758 C.C.y C. y su factor de atribución
Por Martín Castro Gabaldo
El Código Civil contemplaba dos escenarios de la responsabilidad por: a) los daños causados con las
cosas y, b) los daños causados por el riesgo o vicio de la cosa (art. 1113 C.C.).
Por su parte, el nuevo C.C.yC., en una aparente mejor claridad de la regulación, desdobla en dos
artículos la responsabilidad derivada de la intervención de cosas (art. 1757 y 1758).
A prima facie la lectura de ambos artículos parece sindicar una dicotomía en dos clases de daños con
intervención de cosas:
1. Daño causado por el riesgo o vicio de las cosas.
2. Daño causado por las cosas.
Pero, ciertas cuestiones que advierten la necesidad de superar ciertos escoyos que entorpecen la claridad
en la que el legislador pretendió inscribir la norma.
El Título V, Capítulo 1, Sección 7º, comienza titulándose: “Responsabilidad derivada de la intervención de
cosas…”.
El art. 1.757 se titula “Hecho de las cosas…”, pero a continuación la titulación del art. 1758, puede
conducir a una confusión cuando expresa “Sujetos responsables”. Llevando a la errada creencia que los
legitimados pasivos de esa Sección 7º, son exclusivamente el dueño o guardián.
Lo cierto es que, la nueva norma contempla dos tipos distintos de daños (que pueden ocasionarse por el
“hecho de las cosas”), con factores de atribución y legitimados pasivos diferentes.
Actualmente los “Daños causado por el riesgo o vicio de las cosas”, encuentran una legitimación pasiva
mayor a la que contemplaba el derogado 1.113, “cualquier persona” (pudiendo comprender al mero tenedor de
una cosa riesgosa, sin ser dueño o guardián). Responsabilidad que es atribuida a título “objetivo” y cuyos
eximentes encuentra su regulación en otra Sección (art. 1729, 1730 y 1731).
En tanto que, por los “Daño causado por las cosas”, van a responder el dueño o guardián. Cuya
existencia del daño, hace nacer una presunción iuris tamtum, que puede destruirse probando que la cosa ha
sido usada contra la voluntad expresa o presunta.
¿El art. 1.757 se identifica o es distinto de la responsabilidad por el daño “causado con las cosas” que
regulaba el 1113, o por el contrario, esta última fue derogada? Adelantamos que no participamos de la posición
de Güiraldes, Ramiro, quien entiende que “a poco de leer el artículo que se comenta, puede observarse la
eliminación del supuesto de “daño causado con la cosa” en la terminología del actual artículo 1113. La
economía del nuevo proyecto en estudio, se reduce –en cuanto a regímenes aplicables cundo intervienen cosas
en la producción de un daño– a solo dos posibilidades. El daño causado por el hecho del hombre (utilizando o
no una cosa, ver arts. 1710, 1716 y 1749) y, por otro lado, el daño causado por el riesgo o vicio de la cosa,
contemplado en el artículo que se comenta número 1757” 1.
Respecto al daño “causado con las cosas”, se predicaba en la doctrina:
1) “Hecho del hombre”, cuando estamos en presencia del hecho del hombre y la cosa es utilizada como
herramienta o instrumento en la generación del daño. En este supuesto, estamos dentro de la responsabilidad
subjetiva del viejo y derogado 1.109.
2) “Hecho de la cosa”. En este caso, opera una intervención “activa de la cosa”, dando lugar a una
presunción de la culpa del dueño o guardián, operándose una especie de inversión de la carga de la prueba (“la
no culpa” del art. 1.113, 2do párr., primera parte).
1
Güiraldes, R. (2012). Responsabilidad derivada de la intervención de cosas y de ciertas actividades [en línea]. En Análisis del nuevo
Código Civil y Comercial 2012. Buenos Aires: El Derecho. Disponible en:
http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/contribuciones/responsabilidad-derivada-intervencion-actividades.pdf
En principio, el daño es causado por el hecho de la cosa cuando ha sido producido “por” su intervención activa. En
este supuesto nos encontramos ante un daño causado por una cosa que, en un momento determinado, sea por su propio
dinamismo o por la acción de fuerzas externas, escapa al control material del guardián y “deja de comportarse como un
instrumento pasivo y obediente entre sus manos” 2.
Por nuestra parte, entendemos que el artículo ha utilizado una terminología casi más feliz:
 “Daño causado con la cosa”, cuando se trata de un mero instrumento de la voluntad o la acción del hombre.
 “daño causado por la cosa”, aunque hubiera sido más técnico y preciso haber expresado “daño causado por la
intervención activa de la cosa”.
Por otra parte, subyace la necesidad de abocarse a encontrar el factor de atribución del art. 1758, a efectos de poder
o no afirmar la continuidad e identidad del régimen derogado.
La lectura de ambas normas, sindica una diferencia sustancial respecto a sus eximentes:
 C.C.: deberá demostrarse que no hubo culpa o la cosa fue usada en contra de su voluntad expresa o presunta.
 C.C.yC.: deberá probarse que la cosa fue usada en contra de su voluntad expresa o presunta.
Conforme a la vieja norma, era menester la presencia de ciertos requisitos: 1) Intervención activa de una cosa en la
producción del resultado. 2) Que el daño no proviniera del riesgo o vicio de la cosa o de la actividad desplegada. 3) Daño
sufrido. 4) Relación causal entre el menoscabo y el hecho de la cosa. 5) Culpa en la conducta del dueño o guardián. Pero
que, acreditados los cuatro primeros requisitos, la misma ley hacia nacer una presunción de la culpa.
En este sentido, creemos que ha operado un cambio en el “objeto” de presunción. Conforme la nueva norma, la
circunstancia que se presume es que “la cosa –agente del daño - fue usada con la voluntad expresa o presunta del dueño o
guardián”, con independencia de la “culpa de estos”.
A nuestro criterio, si bien existe una presunción legal, hoy ha fenecido la mentada inversión en la carga de la
prueba 3, toda vez que la ley ya no presume la “culpa del dueño o guardián”, como la derogada norma.
El beneficiario de la presunción legal sustancial no se encuentra exento de actividad probatoria, sino que su carga
reside justamente en probar el o los presupuestos fácticos que hagan nacer la presunción.
Para que se pueda atribuirse responsabilidad al dueño o guardián de la cosa, el damnificado necesariamente debe
probar (1.758):
 El perjuicio sufrido
 La participación de la cosa en el hecho dañoso
 La relación de causalidad entre tal participación y el daño
Ahora, el victimario (dueño o guardián), que pretende eximirse de esta responsabilidad que se le atribuye, no le
basta con demostrar su “no culpa”, sino que deberá darse a la tarea de probar:
 La acción de un tercero, es decir, el “uso de la cosa”.
 La propia voluntad de uso (expresa o presunta), que contrasta o choca con el uso concreto dado a la cosa.
Cuestión que puede llevar a concluir que en definitiva lo que debe buscarse y probarse es un hecho ajeno, en este
caso, una conducta de un tercero (uso de la cosa), contrapuesta a la voluntad del dueño o guardián. Eximente, que podría
conducirnos a soslayar que se ha operado un cambio en el factor de atribución, trocando el subjetivo por un “objetivo”.
Aunque, un análisis sistemático e integrativo in totum del nuevo sistema de responsabilidad, podría debilitar la
posición mentada (factor objetivo). En tal sentido, observemos que el art. 1.757, expresamente dispone que el factor de
atribución por el que se responde es el objetivo. Pero el art. 1.758, nada contempla al respecto.
Tal circunstancia, obligaría la remisión al art. 1.721 del C.C.yC.: “La atribución de un daño al responsable puede
basarse en factores objetivos o subjetivos. En ausencia de normativa el factor de atribución el la culpa”.
Pudiendo entonces afirmar, en sentido contrario, que el art. 1.758 responde al principio general de la
responsabilidad subjetiva.
2
Instituciones de Derecho Privado, Obligaciones. Ramón Daniel Pizarro - Carlos Gustavo Vallespinos. Editorial Hammurabi. Tomo 4.
Página 529
3
“La responsabilidad del dueño tiene su fundamento en una presunción de culpa iuris tamtum, que surge expresamente de la ley. El
legislador tiene en cuenta un factor subjetivo de atribución, pero al mismo tiempo, ha creído conveniente liberar a la víctima de la difícil
prueba de la culpabilidad del propietario. Ha invertido la carga de la prueba, de modo tal que, una vez acreditada la relación de
causalidad entre el hecho de la cosa y el daño, se presume la culpa de aquél, salvo que demuestre lo contrario”. Instituciones de
Derecho Privado, Obligaciones. Ramón Daniel Pizarro - Carlos Gustavo Vallespinos. Editorial Hammurabi. Tomo 4. Página 529
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