¿Quién cabalga el caballo de Troya? (2000)

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¿Quién cabalga el caballo de Troya?
Guillermo Schmidhuber de la Mora
¿QUIÉN CABALGA EL CABALLO DE TROYA?
Teatro político de las nuevas democracias
Cualquier aproximación de mi obra con la realidad
no es mera coincidencia, sino concordancia deseada.
El Autor
¿Quién cabalga el caballo de Troya? Entre el testimonio y la metáfora
Osvaldo Obregón, Francia
Esta última creación del dramaturgo mexicano Guillermo Schmidhuber se nutre
directamente - según el autor - del contexto político jalisciense de los últimos años,
durante los cuales le ha tocado participar como actor y testigo, pero su intención,
declara, no ha sido componer una crónica sino "una metáfora", válida también para
otros países latinoamericanos en que está en juego el sistema democrático. Esta obra
pertenecería "al llamado Teatro Testimonio", cuya significación no precisa.
El texto inédito de que disponemos para esta breve reseña se presenta
dividido en dos actos, cada cual estructurado en 12 y 5 escenas, respectivamente.
Estas "escenas" no lo son en el sentido tradicional, sino que corresponden más bien
a "cuadros", de longitud muy dispar.
El tema del poder es dominante en la obra. En el primer acto se desarrolla la
campaña electoral y mediática hasta la toma del poder por el candidato del PAN (
Partido de Acción Nacional, movimiento de centro-derecha), en detrimento del PRI
(Partido Revolucionario Institucional), hasta entonces única fuerza gobernante en el
Estado de Jalisco. En el segundo acto se trata del ejercicio del poder, con las luchas
internas inherentes al juego político "democrático".
En cuanto al tratamiento del tema del poder - de larga tradición en el teatro
occidental - las principales opciones dramatúrgicas del autor conciernen
principalmente a la naturaleza de los personajes y su reducido número; a la
ductilidad del espacio escénico; a la inclusión de fragmentos documentarios que
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integra a la ficción dramática, con el fin de reforzar la verosimilitud del
"testimonio"; y a elementos coreográficos, musicales y paródicos que contribuyen
también a modelar la comedia. Nos referiremos sucintamente a cada uno de estos
rasgos.
Los cuatro personajes principales son identificados con sus nombres y forman
dos parejas: Ana y Roberto (candidato a la gobernación y luego Gobernador del
Estado); Ángela y Octavio (su "mentor político"); y una tercera, la "pareja política,"
de fuerte gravitación en la trama, a causa de sus peculiares relaciones, la formada
por Octavio y Roberto, la cual vamos a profundizar después.
El hecho de concentrar lo esencial de la acción dramática en los cuatro
personajes nombrados obedece a la opción dramatúrgica de tratar el tema del poder
desde la intimidad de los dos matrimonios y no desde la arena política propiamente
tal. Este prisma intimista es matizado con situaciones puntuales en que el candidato
Roberto participa en acciones públicas (I, esc.7; esc.9; y esc.11), como mítines o
contactos con los medios de comunicación.
La perspectiva intimista condiciona el espacio escénico de la mayoría de las
"escenas", en que figuran como único decorado las alcobas contiguas de ambas
parejas, representadas éstas por dos camas matrimoniales y dos sillas simples,
respectivamente, con austero fondo de caja negra. Este decorado minimalista tiene,
sin embargo, una función metafórica determinante en la progresión dramática, como
se verá, excluyendo cualquier enfoque realista del texto en una eventual puesta en
escena.
Durante el primer acto, el espacio escénico está dividido en dos sectores
equivalentes, separados por un muro invisible: a la izquierda del espectador, la
alcoba de Octavio y Ángela; a la derecha, la de Roberto y Ana. Muchas acciones son
simultáneas, respetando el muro invisible, en que los diálogos se encabalgan, pero
en algunos momentos los personajes pasan de un sector al otro "a través" de la
frontera convencional. La iluminación contribuye a veces a hacer visible sólo uno de
los sectores o a fijar la luz sobre uno de los personajes.
La diferente posición de las camas y sillas - movidas según el caso por los
propios personajes - refuerza también la ductilidad del espacio escénico. Durante las
"escenas" que no transcurren en las alcobas, éste se transforma en estudio de
televisión, en sitio de "jogging" de Roberto u otro lugar de acción.
En el segundo acto, apenas Roberto es elegido gobernador, el sector escénico
de Octavio y Ángela queda reducido a un tercio del decorado. "La cama y el sillón
de Roberto y Ana son ostentosamente elegantes" En suma, todos los signos visuales
adquieren un valor jerárquico, a favor de Roberto, que se irá acentuando
progresivamente. La ruptura inevitable al final entre el Gobernador y su Secretario
General de gobierno se expresa espacialmente en violenta invasión por parte de
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Roberto de la alcoba izquierda y del desalojo de la cama de sus antiguos amigos
"como si el área derechista de la escena, destruyera al área de la izquierda" señala la
acotación pertinente. Queda claro, entonces, que ambos sectores expresan dos
tendencias distintas dentro de la evolución del PAN y que el Gobernador, al aceptar
el respaldo del ala más conservadora, debe romper con su Pigmalión o mentor
político.
Volvamos ahora a los personajes y a la red de relaciones entre ellos, con las
modificaciones que se manifiestan después del triunfo electoral. Los adeptos del
esquema actancial, versión Ubersfeld, podrían establecer un esquema muy distinto
para cada acto. Al principio de la obra se trata de una connivencia afectiva y política
entre los dos personajes masculinos, que entraña también una amistad franca entre
ambas parejas. No obstante, el mito de Pigmalión impone a la "pareja política" su
impronta particular. Octavio detecta el carisma de Roberto, que puede convertirlo en
un gran líder. Se propone entonces guiar su aprendizaje de la política en el plano de
la oratoria y de la relación con los medios de comunicación, hasta lograr que gane
primero la pre-candidatura y, luego, la gobernación del Estado.
El paso de la esfera privada a la esfera pública, así como la toma del poder,
deterioran las relaciones entre el mentor político y su "creación". La ebriedad del
poder, fomentada por la corte de aduladores; las intrigas palaciegas; las divisiones
partidistas (nada nuevo bajo el sol) terminan por provocar la ruptura entre Roberto y
Octavio. La amistad y la complicidad inicial entre las dos mujeres se resiente
igualmente, víctimas del torbellino político. Al final sólo queda en pie la pareja
Octavio-Ángela, que aún conserva su ligazón afectiva y su ideal democrático.
Otra opción importante ha sido la de integrar a la obra documentos preexistentes, como fragmentos de un discurso del candidato real del PAN, fechado en
1995 (I, esc.2); párrafos del Plan Estatal de Desarrollo 1995-12001 del Gobierno de
Jalisco, de igual fecha ((I, esc.9; II, esc.2); carta de renuncia del Raúl Octavio
Espinosa (24-II-1999). Este material documental - no tratado a la manera de Peter
Weiss en sus obras más ortodoxas - tendría como fin garantizar el carácter
testimonial de la obra, pero contradice en cierta forma el valor metáforico buscado
por el autor.
Otro aspecto interesante, que se manifiesta en ciertas escenas, es la forma
coreográfica que preside el desplazamiento escénico de los personajes, con marcada
estilización de la expresión corporal, acompañada a veces del efecto de
congelamiento de una o más figuras. Una variante de esta expresividad es la
introducción del baile en partes dialogadas (danzón de origen cubano en acto II,
esc.5, por ejemplo), revelador de actitudes asumidas por los personajes.
La música de carácter ambiental como el Son de la Negra en el momento del
triunfo o el Jarabe Tapatío como inicio de la escena 8 del primer acto, seguido de
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letras de bolero y de vals como parlamentos de Ana y Ángela, constituyen otras
formas de integrar a la acción elementos de la cultura popular. El fútbol, deporte de
masas, es utilizado también como metáfora del enfrentamiento entre el PRI y el
PAN (I, esc.11).
Hay mucha libertad en la manera de tratar los diálogos, como sucede en la
escena 10 del primer acto, entre Octavio y Roberto, que hablan con proverbios
conocidos. Estos procedimientos tienen en común un carácter lúdico, que puede ser
adecuadamente explotado en la puesta en escena. El tono satírico de algunas
secuencias da lugar al final a un tono más grave, cuando llega el momento de la
ruptura entre Roberto y Octavio, en que se precisa también la advertencia del autor
de una desviación hacia la derecha en el plano ideológico.
Las consecuencias de la ruptura en el plano personal son menos importantes
que las del plano estrictamente político en la propuesta del autor. Aleccionado por
su propia experiencia de Secretario de Cultura del sexenio panista en el Estado de
Jalisco y guiado por sus propias convicciones, Guillermo Schmidhuber denuncia la
desviación derechista del movimiento que se proponía como alternativa
"renovadora" frente al PRI, heredero de la revolución mexicana, víctima del
anquilosamiento y de la usura de un poder omnímodo.
La actualidad social y política particularmente agitada de Mexico no ha
dejado indiferentes a sus escritores y artistas, desde los años mismos de la
revolución hasta la rebelión de Chiapas. Muy por el contrario. El teatro, por su parte,
ha cumplido su cometido, con obras que con distintas estrategias formales han dado
su propia interpretación de los hechos. Sólo en el último decenio se pueden
mencionar algunos ejemplos que ilustran esta correlación estrecha entre teatro y
sociedad mexicana, con obras como El viaje de los cantores de Hugo Salcedo (sobre
el trágico destino de un grupo de emigrados hacia Estados Unidos); Enfermos de
esperanza de Enrique Mijares (sobre los acontecimientos de Chiapas) y la obra que
comentamos, con la irrupción del PAN sobre la escena política jalisciense, que ya ha
desbordado los límites de un sólo estado.
Schmidhuber se ha arriesgado a dar su propia versión teatral de los hechos
vividos como un "testigo presencial", en el marco de una comedia que trata el tema
del poder en un contexto mexicano muy actual, que puede tener analogías con otros
contextos nacionales. Procede con mucha libertad formal y aunque pretende
ajustarse a una concordancia estricta con los hechos, es la dimensión metafórica
(también reivindicada) la más valiosa y la más perdurable.
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GUILLERMO SCHMIDHUBER DE LA MORA
Nació en la ciudad de México en 1943. Tiene ascendencia alemana por parte
del padre, médico muerto prematuramente en 1945. Vivió en Guadalajara (19511967) donde se recibió de ingeniero químico y, después, en Monterrey, ciudad en
que ejerció su profesión y comenzó a escribir teatro. En 1978 fue designado director
del prestigioso Centro Cultural Alfa. En los años '80 regresó a Guadalajara, abrió
un largo paréntesis - acompañado de su esposa Olga Martha Peña Doria y de sus tres
hijos - para doctorarse en literatura en la Universidad de Cincinnati (1989), siendo
después profesor asociado en la Universidad de Louisville. A su regreso fue
contratado como investigador literario en la Universidad de Guadalajara y en el
período 1995-2001 ocupó el cargo de Secretario de Cultura del Estado de Jalisco.
Ha realizado toda su carrera de dramaturgo al margen de la capital mexicana,
lo que ha limitado, sin duda, la difusión escénica de sus obras. Ha sido siete veces
finalista del Premio Tirso de Molina (España), uno de los más codiciados del
ámbito hispánico, con las siguientes piezas: La parábola de la mala posada (1968);
La catedral humana (1975); La parábola..., en versión definitiva (1976); La mano
del hombre (1977); Nuestro Señor Quetzalcoatl (1979); Los héroes inútiles (1980);
Los herederos de Segismundo (1981, pieza que también obtuvo el Premio Nacional
de Literatura 1980, género teatro). Por las tierras de Colón mereció en 1981 el
Premio Letras de Oro de la Universidad de Miami, otorgada cada año a la mejor
obra escrita en español en Estados Unidos. Ha escrito ya una treintena de obras
teatrales, en que aparte de las nombradas se destacan: Cuarteto de mi gentedad
(1985); Lacandonia (1982) y Obituario (1992). Algunas de sus obras han sido
traducidas al inglés, francés y alemán.
Esta fecundidad dramatúrgica no le ha impedido desarrollar una valiosa
actividad como investigador del teatro mexicano, como lo atestiguan sus libros: El
teatro mexicano en cierne, 1922-1938 (1992); El ojo teatral (1998); y El
advenimiento del teatro mexicano (1999). Además, ha descubierto dos textos
perdidos de Sor Juana Inés de la Cruz: La segunda Celestina (publicado con prólogo
de Octavio Paz) y La promesa de la fe, convirtiéndose en un verdadero especialista
de la gran escritora mexicana. Su ensayo Sor Juana dramaturga (1996) obtuvo el
Premio Nacional de Ensayo Alfonso Reyes en 1995.
Guillermo Schmidhuber es un apasionado del teatro y un trabajador
infatigable. Por la calidad y variedad de su producción ha conseguido un lugar
destacado entre los miembros de su generación, en que figuran los dramaturgos
Sabina Berman, Víctor Hugo Rascón Banda, Oscar Liera, Felipe Santander, Jesús
González Dávila, Juan Tovar y Oscar Villegas, entre los principales.
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PERSONAJES
ROBERTO CARDOSA (ALBERTO CÁRDENAS), político
incipiente, galán de gran estatura y simpatía, 40 años. Nacido en un
rincón de la provincia mexicana. En el primer acto, es aspirante a la
gubernatura del Estado de Jalisco; en el segundo, es gobernador.
ANA (JOANNE), esposa de ROBERTO, mujer menuda, madre de
tres niños, 36 años.
OCTAVIO (RAÚL OCTAVIO ESPINOZA), amigo de ROBERTO
y su mentor político. A pesar de los pocos años con que aventaja a su
amigo, OCTAVIO posee una apariencia de mayor madurez.
ÁNGELA (ROCÍO), esposa de OCTAVIO, mujer originaria del
norte de México; con lucidez mental y voz claridosa. Arquitecta.
Tiempo. En el inicio, otoño y primavera de 1995. Al final, febrero de
1998.
Espacio. Alcobas de los dos matrimonios. En un estado/ provincia
del interior de cualquier país hispanoamericano que tenga
características similares a las de Jalisco, México.
ACTO PRIMERO
Escena 1
Dos camas matrimoniales están en el centro de la escena Sus respaldos contrapuestos
delimitan las alcobas. La mitad izquierda (del público) pertenece a ÁNGELA y OCTAVIO;
mientras que la mitad derecha, a ANA y ROBERTO. El estilo de las camas es vulgar. No
hay paredes, el resto es caja negra. En cada alcoba hay una silla, sin otra pretensión que la
utilitaria; en ellas están sentados de perfil los dos varones: OCTAVIO, a la izquierda y
ROBERTO a la derecha. Ambos miran al vacío lateral y permanecen inmóviles. Llevan
ropa de calle. Las dos mujeres duermen en su respectiva cama. ÁNGELA se mueve y musita
algo dormida; OCTAVIO la mira y sé incorpora. Todo está en calma. OCTAVIO queda de
pie, inmóvil, mirando a ÁNGELA. ROBERTO, desde su silla, intenta despertar a su esposa.
ROBERTO. Ana... Ana, ¿estás dormida?
ANA despierta y se despereza con un bostezo. Se sienta en la cama.
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ANA. ¿Qué té pasa?
ROBERTO. No puedo dormir.
ANA. ¿Quieres algo de comer?
ROBERTO. No tengo hambre.
ANA. Sentado no te vas a dormir. Recuéstate.
ROBERTO. (Se incorpora.) Tengo que pensar.
OCTAVIO se vuelve hacia ROBERTO y lo mira.
ANA. Las decisiones se toman de día. No pienses ahora, espera a que salga el sol.
La mirada de los hombres se encuentra. Parecen dos animales machos que otean antes de
la lucha. Sin dejarse de mirar, ROBERTO camina hasta el límite de su mitad escénica y
extiende sus palmas como lo hace un mimo para medir las fronteras imaginarias.
ROBERTO. Tengo que decidirlo ahora.
ANA se sienta en la cama con los pies en el piso, frente al público.
ANA. ¿Por qué ahora?
ROBERTO no responde. OCTAVIO se aproxima a la zona en donde está ROBERTO y abre
lentamente sus palmas sobre las de su amigo, sin que las manos lleguen a tocarse.
ROBERTO. Quisiera decir que no.
ROBERTO ha retirado sus palmas con rapidez, como si los dedos de OCTAVIO quemaran.
Ambos personajes quedan con los brazos abiertos, sin que sus palmas se toquen.
ANA. Como tú quieras.
ROBERTO. ¿Por qué yo?... ¿Qué tengo que pueda ofrecerles?
ANA. Algo tendrás para que hayan insistido tanto... pero si no quieres, aún puedes negarte.
ROBERTO. Tengo miedo a fracasar.
ROBERTO acerca sus manos a las palmas de OCTAVIO, quien continúa inmóvil.
ANA. Van tres veces que vienen...
ROBERTO. Yo no los aliento.
ANA. Pero dices un no sin convencimiento.
ROBERTO. ¡Un no es un no!
OCTAVIO acerca sus palmas a las de ROBERTO, quien nuevamente se retira como si las
manos vecinas irradiaran fuego. OCTAVIO se cruza de brazos.
ANA. Beto, ¿no querrá la Providencia que tú seas gobernador?
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ROBERTO. ¿Dios?
ANA. Si las cosas se facilitan, es por designo divino.
ROBERTO. Ellos saben que van a perder, sólo quieren hacerle la guerra al Partido oficial.
ANA. Así dijiste de la presidencia municipal y bien que la ganaste.
ROBERTO se adelanta hacia el proscenio y abre sus palmas ritualmente sobre la frontera
espacial que separa a los personajes del público.
ROBERTO. Hay momentos en que me siento tentado.
OCTAVIO se coloca frente al público, en una posición similar a la de ROBERTO, y abre
sus palmas en perfecta concordancia lateral, pero sin buscar contacto.
OCTAVIO. ¿No ves cómo la gente te sigue?
ROBERTO desliza sus manos hacia un punto más cercano a OCTAVIO y queda inmóvil.
ROBERTO. Aún tengo dudas.
OCTAVIO. (Cotidiano.) No sabes hablar en público, pero aprenderás.
OCTAVIO ha colocado sus manos como si fueran reflejo de las de ROBERTO.
ROBERTO. Es tanto el esfuerzo.
OCTAVIO. La gente te cree lo que dices. La credibilidad política es una de tus virtudes.
ROBERTO. ¡No quiero! (Mira a ANA.) ¡Ayúdame a decir que no!
ANA. La decisión debe ser sólo tuya.
ROBERTO. ¿Sólo mía?
La alcoba de ANA y ROBERTO se oscurece paulatinamente; mientras que el espacio
escénico de la recámara de ÁNGELA y OCTAVIO es iluminado. ROBERTO queda de pie,
inmóvil, mirando hacia la otra alcoba.
ÁNGELA. (Posee voz de mezzo.) ¡OCTAVIO, a la cama! Basta de desvelarte.
OCTAVIO. No tengo sueño.
ÁNGELA. Sueño no, pero sí sueños. Nunca pensé que te desvelara un hombre. (Ambos ríen.)
OCTAVIO. ¡Él puede llegar a ganar!
ROBERTO sufre un escalofrío.
ÁNGELA. Pero no quiere. Dedícate a tu trabajo de abogado y olvídate de hacer el papel de héroe.
Roberto no puede ganar porque... Te daría diez razones, pero me basta una sola: ¡Porque no quiere!
OCTAVIO. Si él se anima, ¡gana porque gana!
ÁNGELA. No es tan fácil. Primero tendría que ganar la candidatura en el Partido, y ahí tienes
oponentes poderosos.
OCTAVIO. Nadie podrá contra nosotros.
ÁNGELA. Eso, si Roberto aceptara...
OCTAVIO. (Repite pensativo.) Roberto aceptará.
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Las alcobas desaparecen en la penumbra, mientras ROBERTO va hasta la frontera
espacial frente al público, en medio de las alcobas, y abre sus palmas lateralmente.
OCTAVIO se aproxima y pone en coincidencia de espejo sus manos. Una luz cenital
singulariza a la pareja de políticos. Los brazos de los dos personajes comienzan a
separarse lateralmente hasta figurar un abrazo sin contacto. No sabríamos cuál impulsa
las manos del otro. Intempestivamente OCTAVIO y ROBERTO se abrazan con calidez,
rompiendo así la frontera espacial. Da inicio la escena siguiente.
Escena 2
El proscenio queda iluminado. El ritmo escénico se intensifica.
OCTAVIO. ¿Ya leíste el discurso?
ROBERTO. Sólo la mitad.
OCTAVIO. Lo mejor viene después. Tienes que practicarlo para que puedas leer sin atorones, y
cuida el contacto visual con los asistentes..
ROBERTO. ¿Y después de aquí a dónde vamos?
OCTAVIO. Te daré la lista de ciudades a visitar. Terminaremos primero el sur del Estado, aquí te
conocen. Luego el norte y, por último, la capital... Guadalajara. (Los amigos ríen con entusiasmo.)
ROBERTO. ¿Ya conseguiste todo el dinero de la campaña?
OCTAVIO. Comenzaremos con lo que hemos conseguido. Hipotequé mi casa y puse mis ahorros.
Al principio nadie nos va a dar nada, pero como los ricos no saben perder, cuando sospechen que
ganaremos, nos pagarán los gastos de la campaña.
ROBERTO. Lo dudo.
OCTAVIO. Ellos también, pero yo no.
ROBERTO. ¿Y si ganamos?
OCTAVIO. No hables así. Di cuando ganemos...
ROBERTO. Cuando ganemos, ¿qué vamos a hacer?
OCTAVIO. ¿Cómo que qué vas a hacer? Serás gobernador.
ROBERTO. ¿Y qué se supone que hace un gobernador?
OCTAVIO. Gobernar.
ROBERTO. (Bromista.) Eso ya lo sé, pero ¿cómo se mueven los hilitos?
OCTAVIO. ¡Ahí está el secreto! Hay que hilar primero sin que lo note nadie, envolver a todos
como lo hace una araña hilandera, luego jalar los hilitos sin que lo perciban, después anudar los
hilos sin que se rompan y... (Se detiene.)
ROBERTO. ¿Y luego?
OCTAVIO. Después me preguntas que sigue y te lo diré. Por ahora vamos a practicar oratoria.
ROBERTO. Ya te dije que no he terminado de leer el discurso.
OCTAVIO. Hablas mejor cuando improvisas. Te escucho.
El discurso de ROBERTO va a pasar del simple ensayo a convertirse en una presentación
ante un público de seguidores. El tono final será de gran entusiasmo. Sus palabras van
adquiriendo naturalidad, hasta que descubrimos al duende que ROBERTO lleva adentro.
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Su discurso podría ser calificado de desaliñado, pero nunca de que sus palabras sean poco
creíbles.
ROBERTO. Vamos a construir la democracia como única salida que nos queda y como único
sistema de vida que garantice la responsabilidad entre gobernantes y gobernados. Miles de
jaliscienses cuentan con su credencial para votar y podrán ejercer su derecho al voto para conseguir
una sociedad más humana, más libre y más justa. Hemos estado haciendo una campaña más intensa
que la de los otros candidatos. A nuestra ventaja está la gran división interna que sufre el PRI en
todo el Estado, debido al simulacro de democracia que han llevado a cabo por tantos años.
OCTAVIO corrige a ROBERTO varias veces. La realidad del discurso se hace notoria; el
público es iluminado.
La crisis que estamos sufriendo no tiene su origen en lo económico, ni en lo financiero, sino en el
manejo que se ha venido haciendo de la ley que se ha utilizado para beneficiar a unos cuantos. Esta
crisis tiene su origen en lo político. El PAN es un partido que plantea como primera línea de acción
el respeto a los derechos humanos en el marco de un estado de derecho. La segunda línea de acción
reconoce como urgente la necesidad de promover una reforma administrativa; mientras que la
tercera advierte la necesidad de promover un nuevo modelo de desarrollo económico que respete la
ecología. En pocas palabras, ¡un gobierno democrático!1
ROBERTO sale triunfante por entre el público. Parece un afamado deportista, acaso un
basquetbolista, por sus manierismos desenfadados y su fuerza muscular. Al término del
discurso, el público aplaude —o se escucha una grabación electrónica con vítores y
aplausos—.
ESCENA 3
Cambio de luces. Oscuro en la sala. OCTAVIO ha quedado en el escenario de pie. Una luz
delimita su silueta y la de su consorte que está dormida.
OCTAVIO. (Al público, desde una posición de un cuarto de apertura.) Así fue cómo comenzó esta
aventura política. Hacer de un hombre común y corriente, un futuro gobernador de un estado con
seis millones de habitantes. En una contienda desigual, en contra de un Partido que ha gobernado
por más de setenta años. Un Goliat acostumbrado al triunfo en contra de un David provinciano. El
poder institucionalizado contra la débil democracia. En tres meses recorrimos el estado: mítines en
plazas, reuniones en casas, entrevistas en los medios y alharacas en mercados. En todas partes la
presencia de Roberto quedaba grabada en la memoria y en el corazón de quienes lo veían.
ÁNGELA. (Se despierta y se sienta en la cama.) Octavio, ya casi amanece y tú sigues de pie una
noche más. ¿No te cansas de tanto jaleo?
1
Texto elaborado sobre un discurso pronunciado en Tlaquepaque, Jalisco, y publicado en el Diario El
Informador, el sábado 4 de febrero de 1995.
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OCTAVIO. Estoy bien.
ÁNGELA. Así no vas a poder continuar. Mañana será un día difícil. Necesitas descansar para que
estés fresco cuando perdamos las elecciones internas en el Partido... ¡y más fresco si llegáramos a
ganar! (En silencio OCTAVIO se quita la ropa y se mete a la cama en ropa interior.) Octavio, y si
ganamos, ¿qué vamos a hacer? (OCTAVIO besa a su esposa con infinito cariño.)
OCTAVIO. ¡Tú verás que ganaremos!... ¡Buenas días!
OCTAVIO se recuesta con la cabeza en la almohada; mientras que ÁNGELA queda
sentada pensativa. Oscuro paulatino.
Escena 4
En la oscuridad, se escucha una grabación de música pueblerina. Voces festivas y clamores
femeninos repiten el nombre de «¡Cardosa, Cardosa, Cardosa!». Algunas voces masculinas
gritan: «¡Democracia, democracia!» Risas entusiastas de jóvenes.
Escena 5
Cuando la luz regresa, las camas han sido movidas de lugar. La cama de ÁNGELA y
OCTAVIO está mirando al público en el tercer tercio de la escena, mientras que la cama de
ANA y ROBERTO ha quedado eclipsada, con la parte trasera del respaldo. OCTAVIO se
está vistiendo de frente al proscenio; al fondo de la escena, ROBERTO lleva a cabo el
mismo rito cotidiano, pero de espaldas al público. Por diferentes puntos escénicos, entran
ANA y ÁNGELA, en bata; llevan en las manos una tasa de café; sus consortes beben a
sorbos. Escenas simultáneas.
ÁNGELA. ¿Seguro que no quieres desayunar?
OCTAVIO. Sólo café.
ANA. Algo más sólido no te caería mal.
ROBERTO. No hay tiempo.
ANA. Pero tienes hambre.
ROBERTO. Tengo hambre pero no tengo tiempo.
ÁNGELA. Antes no te cortabas al rasurarte.
OCTAVIO. Ahora me tiembla la mano.
ROBERTO da un último sorbo al café. ANA intenta darle un beso a su esposo, éste le
corresponde con frialdad y rapidez.
ANA. Qué beso más desabrido.
ROBERTO. Te debo otro beso, pero en la noche.
OCTAVIO. Tú y yo necesitamos unas vacaciones.
ÁNGELA. Hace meses lo vengo pensando.
OCTAVIO. En cuando juntemos el dinero de la campaña, te prometo unas vacaciones en el mar.
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ÁNGELA. Mejor en la montaña.
ANA. ¿Con quién tienes cita tan temprano?
ROBERTO. Con unos banqueros que antes no querían ni vernos y ahora hasta nos
persiguen.
ÁNGELA. Ojalá perdamos la elección interna, así pronto estaremos en la playa.
OCTAVIO. O en la montaña.
ÁNGELA. ¡Donde no haya política!
Simultáneamente los dos maridos besan a sus mujeres con más costumbre que pasión y
salen de escena por donde ellas habían entrado. ÁNGELA y ANA se sientan en la cama;
sus rostros expresan un gesto intermedio entre el enfado y el cansancio. Rompiendo las
reglas de la realidad escénica, ANA y ÁNGELA se miran con ojos irónicos y se cruzan de
brazos simultáneamente. ANA se quita la bata —ya traía abajo su vestido de calle—, toma
la silla de su alcoba y se introduce en el área de ÁNGELA y OCTAVIO. Se sienta con
desenfado en la silla y ambas mujeres inician una charla afectuosa. ANA enciende un
cigarro y mira a su amiga. ÁNGELA, quien ha perdido la paciencia.
ÁNGELA. ¡Es un desastre!
ANA. Hasta ahora lo notas.
ÁNGELA. Pueblo por día, ciudad por noche. Come aquí y bebe allá. Cuando tenemos hambre, no
hay comida, y lo que es peor, cuando no tenemos apetito, nos sentimos obligadas a comer.
ANA. ¿De qué te quejas? Octavio está más que contento porque Roberto va ganando popularidad.
ÁNGELA. Eso es cierto, pero pasamos horas sin hablar con nuestros maridos a pesar de que los
tenemos enfrente. Tengo una mueca de sonrisa hasta cuando estoy enojada.
ANA. Y esto es apenas el principio.
ÁNGELA se incorpora de la silla. La escena cambia de ritmo y el diálogo de profundidad.
ÁNGELA. Hay algo que me da miedo... ¿Nos dejarán ganar?
ANA. ¿Quiénes? ¿El Partido de oposición?
ÁNGELA. No, ellos por el momento no me preocupan. ¿Nos dejarán ganar nuestros propios
compañeros de Partido?
ANA. El que gana, gana..
ÁNGELA. ¿Cómo te lo diría? Si llegamos a ganar, tendremos que legitimar nuestro triunfo en el
Partido porque ganaremos por los votos de la mayoría, pero no con la venia de los poderosos.
ANA. Tú hazle más liviana la carga a tu marido, cuida de tus hijos y perdona que la política te deje
viuda por tantas horas.
ÁNGELA. Yo no quiero dejar la arquitectura.
ANA. La verdad es que como arquitecta, tienes poco trabajo.
ÁNGELA. Te equivocas. Trabajo no me falta, pero a las mujeres nos pagan poco.
ANA. Lo que es lo mismo.
ÁNGELA. Tú serás la gobernadora.
ANA. Llegaremos juntas.
ÁNGELA. Entre más espacios gane el Partido, más perderemos nosotras. Menos marido, menos
paz y menos libertad. Recuerda el dicho: «Pobre mujer de politiquero, poco marido y mucho jaleo».
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(Las amigas ríen.)
ANA. Yo te prometo que, pase lo que pase, siempre veré por ti. (ÁNGELA y ANA se abrazan con
cariño.)
ÁNGELA. Tu amistad me ayuda a calmarme. Octavio desayuna, come y cena la candidatura de
Roberto. La política es el mayor mal que pudo habernos sucedido. Si Octavio tuviera una amante,
yo sabría cómo luchar, pero está enamorado de una... utopía. ¿Cómo luchar en contra de una pompa
de jabón inalcanzable?
ANA. (Con certidumbre.) Ángela, tenemos que luchar al lado de nuestros maridos a pesar de que
ellos sueñen imposibles. Tú y yo hemos tenido hijos y tenemos más sentido común. Los hombres
deberían aprender a parir para que pusieran los pies en la tierra. Vamos a perder la candidatura en el
partido. El otro candidato es demasiado oponente para nosotros, antiguo panista y perteneciente a la
clase alta. A su lado están los industriales y el ala derechista del partido, mientras que con nosotros
sólo está la población sencilla. Roberto es todo para mí, pero somos gente de pueblo, ¿qué sabe él
de gobernar? Fue buen presidente municipal, pero no dejo de comprender que el pueblo de
Zapotlán no es el estado de Jalisco.
ÁNGELA. ¿Por qué no eres tú la candidata? Yo votaría por ti.
ANA. ¿Yo, la gobernadora? ¿En un país de machos? Prefiero dedicarme a preparar la comida para
la campaña y a vitorear a mi marido.
ÁNGELA se levanta de la silla y camina hacia el público.
ÁNGELA. Ana, si toda esta locura fuera cierta y los hombres con quienes nos casamos fueran
políticos de éxito, ¿Qué será de nosotras?
ANA. Sería simplemente como un parto que durara seis años, doloroso y todo; pero el bebé nos
haría olvidar el supremo dolor de perder nuestra intimidad.
ÁNGELA. ¿No tienes miedo a perder a tu marido?
ANA. ¿Qué puedo hacer si tu marido me lo ha sonsacado? Cuando yo me casé con Beto, mi familia
no estuvo del todo de acuerdo. Era un estudiante becado y con eso me conformé. Hoy es candidato
a la gubernatura... casi. Y nadie me lo va a quitar.
ÁNGELA. Ana, mantén los ojos abiertos. Roberto motiva más las hormonas de las mujeres que el
cerebro de los hombres.
Las amigas ríen. Oscuro repentino e inicio del puente de luz que preludia la escena
siguiente.
Escena 7
Se escucha un sonido de percusión de tambores que cambia de fuerte a débil cuatro veces.
Estamos en la asamblea oficial del Partido de Acción Nacional para elegir el candidato
oficial a la gubernatura. El público —mucho o poco— constituye la membresía partidista.
Dos círculos de luz se señalan en el escenario. ROBERTO entra por entre el público y se
coloca en el círculo de la izquierda. El círculo de luz derecho aumenta de diámetro y
luminosidad; mientras el círculo de luz de ROBERTO se reduce y casi oscurece. Sonido de
aplausos que crecen y disminuyen en intensidad. El círculo de ROBERTO aumenta en
luminosidad más no en diámetro. Mayores aplausos y voces. El círculo de la izquierda se
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tiñe de rojo. Gritos de burla y chiflidos opacan el color. El círculo de ROBERTO se
colorea de verde y los aplausos se vuelven estridentes. Voces que corean «¡Beto, Beto!».
La luz del oponente se matiza de amarillo. Los chiflidos crecen. Cambio repentino, luz azul
sobre ROBERTO. Clamor de plaza. La luz amarilla parpadea y se oculta avergonzada.
Negro total. La pista sonora inicia un ritmo de voces repetitivo, acentuado por
instrumentos de percusión: «¡Beto, Beto, Beto!».)
Clamor triunfante. Luz azul atrás del público y sonidos de clamores. Silencio. Luz azul a la
derecha del público y clamor. Silencio. Luz azul a la izquierda y clamor. Silencio. Luz
blanquísima sobre ROBERTO, quien está encorvado sobre sí mismo en el piso del
escenario y, poco a poco, se yergue hasta tener los brazos abiertos en señal de triunfo.
Trompetas. Clamores de «¡México, México, México!» (o cualquier otro país, con los
cambios correspondientes. Voces femeninas corean «¡Beto, Beto, Beto!». ROBERTO
dirige sus brazos hacia el público y se abraza en señal de fraternidad. Como al final de una
fuga musical, el clamor aumenta y se suma de trompetas y de percusiones. Oscuro y
silencio.
VOZ EN OFF. (Un ágil conductor radiofónico hace una crónica del día: «Hoy, domingo 15 de
noviembre de 1994 Ha ganado Roberto Cardosa la candidatura oficial de Acción Nacional, Su
triunfo fue debido a la débil campaña que su oponente llevó a cabo en el interior del estado, ganando por un margen mínimo».
Oscuro y silencio. El Son de la Negra inicia su melodía ta-tatá-ta-tatatatatatatata. Una luz
cenital ilumina a ROBERTO con sombrero y chaleco de charro, atuendo que le sienta bien.
Con pasos certeros baila el son. Se interrumpe el sonido y la danza. ROBERTO se quita el
sombrero y grita como mariachi de feria.
ROBERTO. ¡Jalisco nunca pierde... y cuando pierde... arrebata... y cuando gana, no sabe qué hacer
con el triunfo! ¡Ay, ay, ay, ay, ay, ay, ay!
Oscuro paulatino sobre su figura estática. Silencio.
Escena 8
El Jarabe Tapatío inicia sus primeros compases: tararán-tararán-tararán, tararán-tararántararara, etc. La luz singulariza los dos aposentos. Sigue existiendo la frontera escénica de
los dos cuartos. Las dos parejas reposan tras hace el amor en sus camas. Música de trío
romántico mexicano. Los personajes pueden decir las letras o cantarlas dulzonamente.
ANA. ¿Cómo puedo ser tuya si tú ya no eres mío?
ÁNGELA. Me ves... pero no me miras.
ANA. Me posees... pero ya no eres mío.
ÁNGELA. Me ubicas... pero no me sientes.
ANA. Te pertenezco... pero te he perdido.
ÁNGELA y ANA. (Cada una y luego al unísono.) Amor, amor, amor, nació de ti, nació de mí, de
la esperanza... Amor, amor, amor...
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ÁNGELA. ¿Dónde estás, corazón? No oigo tu palpitar, es tan dulce el amor que quisiera
llorar...
ANA. Es inútil dejar de quererte...
ÁNGELA. Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor...
ANA. Salud, amor y amor.
ÁNGELA. Amor, amor con un poco de dinero.
ÁNGELA y ANA. (Se sientan en sus camas y dicen su parlamento al unísono.) ¡Pero eso sí, nada
de política!
ROBERTO. (Parafrasea paródicamente la letra de la canción.) Tres cosas hay en la vida: poder,
poder y poder.
OCTAVIO. (En parodia de ¡Por ellas aunque mal paguen!.) ¡Por el poder... aunque mal
pague!
Se escucha una corneta taurina: Túturú-tuturú-tuturú-tururú-turú-turú-turú. Un clamor de
plaza dice: ¡«Ole... ole... ole!...» Se inicia un paso doble con sabor a plaza de toros. Los
esposos se salen de la cama y se ponen de espaldas al público. Están en ropa interior.
OCTAVIO torea a ROBERTO con una sábana, mientras dicen:
ROBERTO. Azul.
OCTAVIO. (Contradice.) Blanco.
ROBERTO. Yo.
OCTAVIO. Tú.
ROBERTO. Blanco.
OCTAVIO. Azul.
ROBERTO. Hoy.
OCTAVIO. (Sugiere.) Mañana.
ROBERTO. Siento.
OCTAVIO. Presiento.
ROBERTO. Veo.
OCTAVIO. Pronostico.
ROBERTO. Comprendo.
OCTAVIO. Profetizo.
ROBERTO. Profuso, confuso y difuso.
OCTAVIO. (Impone.) Conciso, preciso y macizo.
ROBERTO. Actúo para gobernar.
OCTAVIO. (Menea la cabeza en desaprobación.) Piensa, luego gobierna.
La expresión de ROBERTO es de sorpresa. Figuras congeladas. Oscuro instantáneo.
Sonido de tic-tac.
Escena 9
Una entrevista de televisión. La luz singulariza dos sillas en el proscenio. Mientras se
inicia la entrevista ROBERTO se está vistiendo y responde las preguntas con precipitación.
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Al terminar estará sentado en una silla frente a público. Paralelamente pudiera
proyectarse en una pantalla la imagen de ROBERTO durante la entrevista. A pesar de la
elegancia de su traje, sus modales son provincianos. La voz de la entrevistadora es
magnificada por micrófono.
VOZ EN OFF. (Voz femenina.) ¿Qué se siente ganar?
ROBERTO. Mejor que perder.
VOZ EN OFF. ¿Y qué va a sentir en las elecciones finales?
ROBERTO. Lo mismo, pero más bonito.
VOZ EN OFF. ¿Cuál es su propuesta para conseguir el voto?
ROBERTO. Que vote tanto el hombre como la mujer.
VOZ EN OFF. Me refiera su propuesta política.
ROBERTO. Transformar un gobierno prepotente e impositivo, en uno auténticamente democrático,
representativo y popular. Pasar de un gobierno paternalista, cerrado y corporativista, a uno participativo, abierto y justo. Olvidarnos de funcionarios intransigentes e insensibles, para tener servidores
públicos humanistas y comprometidos con la sociedad.
VOZ EN OFF. ¿Cómo resumiría en una palabra su propuesta política?
ROBERTO. Decir no a la corrupción y sí a la honestidad.2
VOZ EN OFF. ¿Cree que puede tener el mismo éxito que cuando fue electo presidente municipal
de Zapotlán?
ROBERTO. No el mismo, sino mayor.
VOZ EN OFF. ¿Cuál es su formación profesional?
ROBERTO. Soy ingeniero industrial mecánico y tengo estudios graduados en España.
VOZ EN OFF. ¿Una última palabra para los lectores?
ROBERTO. Jalisco habrá de cambiar con el PRI, sin el PRI, o a pesar del PRI.
Oscuro y silencio, tanto en la pantalla como en la escena.
Escena 10
Las dos camas están en la parte posterior del escenario, de frente al público. ROBERTO
está atrás del respaldo de la cama izquierda; OCTAVIO permanece atrás del respaldo
derecho. Cuando tienen parlamento, empujan su cama por el escenario, como si fueran
carritos de automercado. Sus parlamentos suenan coloquiales. Al acabar su parlamento, el
personaje queda congelado. Se pudieran poner almohadillas en las patas de las camas
para poder deslizarlas sin ruido.
OCTAVIO. (Empuja la cama.) Más vale paso que dure, que trote que canse. (Se detiene.)
ROBERTO. (Mueve su cama.) No es posible, mire usté. (Congelado.)
OCTAVIO. (Moviliza su mueble.) Más vale mal reír que mal llorar. (Detiene, etc.)
2
Ensamble textual de la visión del Gobierno de Jalisco, Plan Estatal de Desarrollo 1995-2001,
documento público presentado a la sociedad, 1995.
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ROBERTO. Allá se lo halle.
OCTAVIO. Tanto en las duras, como en las maduras.
ROBERTO. Palo dado, ni Dios lo quita.
OCTAVIO. A pelo y a contrapelo.
ROBERTO. Más vale decir, aquí corrió que aquí murió.
OCTAVIO. Mataremos todos los pájaros de un tiro.
ROBERTO. ¡Ni modo!
OCTAVIO. A Dios rogando y con el mazo político dando.
ROBERTO. ¡Órale!
Las camas han quedado al centro de la escena con las pieseras una frente de la otra, como
si fueran automóviles que hubieran sufrido una colisión.
OCTAVIO. ¿Estás listo?
ROBERTO. ¿Pos cuando he tenido miedo?
OCTAVIO. Vamos bien. Sin prisa pero sin pausa.
ROBERTO. ¿Cómo hiciste para completar el dinero?
OCTAVIO. Como te lo dije un día. Los ricos tienen miedo de perder y le apuestan a todos los
caballos. Ahora sólo nos falta el último circuito de la carrera. Tenemos que apretar el paso de aquí
hasta la recta final. La campaña ha dado frutos. Ahora eres famoso en el Estado. (Bromista.) No hay
mujer que no te reconozca. ¿Sabes qué dará el triunfo? Tendrás una votación femenina mayoritaria,
cantidad de votos que sumados a los votos de castigo en contra del Partido de oposición, te dará el
triunfo.
ROBERTO. (Bromista.) Y si ganamos, ¿qué chingados vamos a hacer?
OCTAVIO. (Con certeza.) Simplemente gobernar.
Oscuro paulatino. Un puente musical con la Marcha de Zacatecas que servirá de eslabón
con la escena siguiente.
Escena 11
Cuando la penumbra regresa, los personajes y el mobiliario han desaparecido. La caja
negra del escenario se ha revestido de telones hasta transformarlo en una luminosa pecera,
mitad blanca y mitad azul, colores emblemáticos de su Partido. Se escucha un burbujeo
acuático. ROBERTO está iniciando su sesión de trotar (jogging). Lo vemos con su ropa
deportiva. Su pista es el escenario y sus pasos serán en cámara lenta. Cuando cruza el
azul, el burbujeo se transforma en una grabación de gritos y manoteos de alguien que
estuviera a punto de ahogarse. Al regresar al blanco, el sonido es sólo de plácido burbujeo.
Después de dos círculos, únicamente se escucha el jadeo del corredor aumentado
electrónicamente. Repentinamente se desploma el corredor y queda desmayado. Se escucha
la voz amplificada de un cronista deportivo. Es la voz de OCTAVIO narrando un partido
políticamente deportivo, teniendo como fondo los sonidos del estadio y los clamores de la
afición.
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VOZ EN OFF de un cronista deportivo. Si se gana este Partido, se estará dando un paso
importantísimo para el equipo blanquiazul del PAN. Jugada del PAN, centran el balón... Recupera
el equipo tricolor del PRI, sigue blanquiazul dos, le pegó arriba, como que reaccionaron los
blanquiazules. Aquí el disparo, el contrarremate, ahí está un tricolor. Buen disparo de un blanquiazul, mejora el PRI. Ya el PAN encontró la velocidad en el desdoble, y al encontrar la velocidad en
el desdoble encuentra más espacio, y además está bien acompañado el equipo, está la plana mayor
del blanquiazul. Ya el tricolor se fue para adelante porque en los primeros minutos jugó muy
retrasado... Ahora el equipo tricolor está generando más jugadas de peligro, y hasta el momento ha
podido resolver el portero blanquiazul. Centro del tricolor, se mueve el tricolor, el blanquiazul le
quita el balón. Sigue, sigue, buena del blanquiazul, pone el rebote, es detenido por el tricolor...
Buen trabajo defensivo del tricolor, para que venga otra vez el movimiento lateral, otra vez para el
blanquiazul, buena jugada, no logra el tiro de esquina... Saque de meta para el PAN, toque para el
PAN, bien, quién se le mueve, quién quiere el balón, se acerca el tricolor. Lo último que puede
perder un futbolista son las ganas, y el PAN intenta, va, corre, corretea a todos, véanlo... El PAN no
se va a mejorar futbolísticamente de un tiempo a otro, pero las ganas, eso se tiene que mostrar, El
buen fútbol lo está haciendo el Partido blanquiazul. PRI tocó bien la pelota, viene el blanquiazul, la
barrida limpia, toca ahí, ¡Le pegó el PAAAN!, la pelota está en el coto, le picó el balón al arquero
tricolor, ¡es goool! Le picó el balón justo antes. El primer gol del PAN contra el PRI. Lo importante
aquí es que se tiene fe y se sabe controlar la pelota.
Silencio instantáneo y oscuro paulatino sobre el cuerpo inerme de ROBERTO.
Escena 12
Pista sonora de cantos de aves. En escenas simultáneas, se iluminan las alcobas con sus
camas en la misma posición del inicio del acto: respaldo contra respaldo. ROBERTO está
recostado, mientras ANA, sentada, mira con ojos atónitos al público. En la alcoba
contigua, ÁNGELA está descansando horizontalmente y OCTAVIO de pie, inmóvil.
ANA. Ya pasó. Resultó tan vertiginoso. Me hubiera gustado estar en nuestra recámara mirando
todo en la televisión y que ni tú fueras tú, ni yo fuera yo. Nuestros hijos están pequeños y tú,
gobernador. Eso te alejará de nosotros. Beto... te dormiste... ¿Cómo puedes dormirte en una noche
como ésta y dejarme hablando?
La figura de OCTAVIO entra en movimiento. ÁNGELA se sienta en la cama.
OCTAVIO. ¡Fantástico! No te lo dije. Yo sabía que íbamos a ganar. Lo intuí desde el
principio. Cuando tienes un buen jinete y un buen caballo de carreras, sientes que vas a
ganar. Nunca nadie en este Estado había ganado con mayor margen.
ÁNGELA. También el candidato del PRI pensó que iba a ganar.
OCTAVIO. No era mal candidato. Con la mitad de sus cualidades, otros ganaron antes.
Pero Beto es diferente. ¿Oíste lo que dijo cuando vio que el triunfo era definitivo? «Ah,
chingado, a mí nadie me dijo que íbamos a ganar». (OCTAVIO ríe con amplia carcajada
que modifica su expresión adusta.)
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ÁNGELA. Eso fue lo que no me gustó. Tú se lo dijiste infinidad de veces, pero en ese
instante parecía que nadie se lo hubiera dicho.
OCTAVIO. ¿No estás contenta?
ÁNGELA. Sacrificamos tanto para que Beto sea gobernador. Ahora él es poderoso, y
nosotros somos nada.
OCTAVIO. ¿Cómo que nada? Yo lo formé, le di seguridad y lo guié hasta la gubernatura.
ÁNGELA. Antes dependía de ti en todo. Ahora ya no sé. Tú serás simplemente el amigo del
gobernador.
OCTAVIO. ¿Y el millón y pico de votos que conseguí para él?
ÁNGELA. Antes, Beto nada era sin ti. Ahora nada somos frente a él.
OCTAVIO. ¡No puedo creer que me digas eso precisamente en esta noche de triunfo!
ÁNGELA. Perdona si te amargo el triunfo... pero siento miedo.
OCTAVIO. ¿Miedo de qué?
ÁNGELA. Miedo de mí, de ti, de lo traicionera que puede ser la política.
OCTAVIO. ¿Qué pasó, mi arquitecta? Con miedo no se puede construir un mundo nuevo.
OCTAVIO abraza a ÁNGELA. La pareja queda congelada. En medio de un grito
ROBERTO despierta de una pesadilla.
ROBERTO. ¡Qué pasó! (O cualquier otra expresión de temor aceptada en la dramaturgia de los
sueños.)
ANA. ¡Nada, nada, mi vida! Tuviste un mal sueño.
ROBERTO. (Aún perplejo.) Soñé que estaba en un estadio, en un partido de fútbol PAN contra
PRI, y los equipos no jugaban con una pelota... sino con mi cabeza. Yo podía verlo todo. Veía mi
cuerpo que estaba tirado a la mitad del campo... decapitado.
ANA. Dios te castigó con ese sueño porque te dormiste y me dejaste hablando.
ROBERTO. Perdóname. Estoy tan cansado y aún nos esperan seis años de esfuerzo.
ANA. Pero contamos con buenos amigos.
ROBERTO. Y me temo que contaremos con mejores enemigos.
ANA. No hay que llorar antes de que te peguen. La Biblia dice que cada tiempo tiene su propio
afán.
OCTAVIO se adelanta al proscenio y abre sus palmas, como al inicio del acto.
OCTAVIO. Me pregunto cómo será Beto como gobernador.
ÁNGELA. Me imagino que igual de como fue como presidente municipal.
OCTAVIO. Sí, pero entonces no era nuestro amigo.
ROBERTO. Tengo tanto qué hacer. Formar un gabinete en pocas semanas, antes de la toma de
posesión, el primero de marzo. Se oye bonito, ¿no?
ROBERTO pone sus manos sobre las de OCTAVIO sin tocarse.
ANA. Suena a fecha fatídica.
ROBERTO. (No la oye.) Tengo que preparar mi discurso de toma de posesión. Quedará en la
historia.
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ANA. Octavio te ayudará.
ROBERTO retira sus manos y se separa de OCTAVIO.
ROBERTO. Lo haré yo mismo con las mejores frases de mi campaña. Vendrán miles de personas a
escucharme. Seré un gran gobernador y quiero que tú seas una primera dama igualmente grande.
OCTAVIO. ¿Qué estará pensando Roberto ahora? Estará dormido o seguirá embriagado
con el triunfo.
ÁNGELA. Te aseguro que está dormido. Sólo tú sigues de lechuza.
ÁNGELA acomoda su almohada y se recuesta resuelta.
OCTAVIO. ¡Viva Roberto Cardosa, gobernador electo del Estado de Jalisco! (Una grabación apenas audible clama: «¡Viva!». ROBERTO pone la mirada en OCTAVIO.) ¡Viva el
primer gobernador panista de Jalisco! Por la gracia de Dios y la decisión de más de un
millón de jaliscienses... y por mi visión.
ROBERTO, con pasos lentos, se aproxima hasta colocar sus palmas sobre las de
OCTAVIO. En ese instante los clamores políticos aumentan en intensidad sonora.
OCTAVIO. ¡Viva Roberto, nuestro Beto, el hombre, el amigo, el discípulo!
Ambas manos, sin tocarse, han ido levantándose hasta figurar la V de la victoria, con los
brazos en alto y con los dedos índice y del corazón. Inesperadamente las manos de
OCTAVIO toman a las de ROBERTO. Silencio. ROBERTO quiere retirar sus manos pero
no puede. Lucha. Los movimientos pasan a ser bruscos y mecánicos. Tres veces mueven los
brazos en medio de jadeos, como si fueran pugilistas, para luego quedar por un instante
congelados en medio de un movimiento. Los sonidos son los de un cuadrilátero de lucha
libre. Repentinamente OCTAVIO abre sus palmas como una locomotora que suelta un
vagón; sus dedos abiertos aún siguen en las alturas. ROBERTO se sorprende, se mira las
manos, inicia su caminar hacia atrás, con pasos tambaleantes, hasta que acelera y cae,
quedando caído de espaldas con la vista clavada en su mentor político.
OCTAVIO. ¡Que viva la democracia!... ¡Viva la democracia!
Repite OCTAVIO la frase varias veces; los labios de ROBERTO musitan las sílabas, luego
el volumen aumenta hasta gritar la frase. Paralelamente se ha ido incorporando, pone los
brazos en alto y exclama, finalmente, con convicción.
ROBERTO. ¡Viva la democracia!
Oscuro instantáneo. Fin del Acto Primero.
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ACTO SEGUNDO
Escena 1
Los dos respaldos de cama están situados en el primer tercio del escenario, uno junto al
otro en forma transversal a la escena. De tal forma que la alcoba de ÁNGELA y OCTAVIO
ha quedado reducida en tamaño. La cama y ahora el sillón de ANA y ROBERTO son
ostentosamente elegantes. ANA entra a escena, acaba de salir del baño; lleva una bata de
alta costura.
ANA. ¡Beto, Beto, se te hace tarde! Son las ocho.
ROBERTO. (Se sienta en la cama y bosteza. Está en calzoncillos.) ¿Tan tarde? (Se incorpora con
agilidad.)
ANA. No me dijiste que tenías algo de urgencia.
ROBERTO. Me hubieras despertado antes.
ANA. Te veías tan cansado... Abajo te espera el chofer para llevarte al helipuerto.
ROBERTO sale rumbo al baño. Mientras ANA, sentada ahora en un sillón monárquico, se
arregla cuidadosamente frente a un espejo invisible para el público. Se ilumina la alcoba
de ÁNGELA y OCTAVIO; parece vacía. Repentinamente aparece la cabeza OCTAVIO por
detrás de la cama: está haciendo su ejercicio matutino sobre el piso. Por instantes, no
podemos verlo; para luego aparecer su cabeza; oímos su conteo, pero las últimas abdominales son sólo de voz y no de movimiento porque se ha cansado. Se incorpora y aparenta
estar energético con unos pasos de pugilista, para luego recostarse en la cama con placer.
Entra ÁNGELA, va vestida con pulcritud.
ÁNGELA. ¿Hiciste tus ejercicios o sólo llevaste la cuenta?
OCTAVIO. Veinticinco lagartijas y veinticinco abdominales.
ÁNGELA. No estuvo mal. Son las ocho. Ya deberías estar en el palacio de gobierno.
OCTAVIO. No quisiera llegar. Roberto hace una gira regional y yo tengo junta con los diputados
para la reforma política. ¡Por fin he logrado la colaboración de los cuatro Partidos!
ÁNGELA. No me digas lo que quieres hacer. Mejor te digo lo que tienes que hacer. Primero, que
no se te olvide mandar pagar la escuela de los niños. Segundo, conseguir el nombre y el teléfono de
un veterinario para el caballo de tu hija.
OCTAVIO. En mal momento le regalaron esa yegua vieja.
ÁNGELA. Tu hija la monta con gran donaire.
OCTAVIO. En eso se parece a su madre. (ÁNGELA, bromista, le da un coscorrón en la cabeza.)
ÁNGELA. Y tercero, pedir un aumento a tu gobernador porque con tu sueldo de secretario general
de gobierno no nos alcanza. (ÁNGELA ironiza con humor.)
OCTAVIO. ¿Cómo le voy a pedir aumento, si el resto del gabinete son empresarios con plata?
Estarían dispuestos a pagar por el puesto. Sólo yo y el escritor que está en la secretaría de cultura,
somos pobres.
ÁNGELA. Tú ganabas más como abogado, y yo contribuía con algo con mis diseños
arquitectónicos. Ahora, más trabajo y menos dinero... y notoriamente menos satisfacciones.
OCTAVIO. Se llama política, nadie te invitó a una fiesta.
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ÁNGELA. Pero es una fiesta brava. Un torero contra siete toros, sin banderillas y con los cuernos
sin despuntar.
OCTAVIO. ¿Deduzco bien si digo que el "gober" es el torero? ¿O es el toro?
ÁNGELA. Tú eres el torero, tienes que capotearte siete toros bravos, incluyendo a tu querido
gobernador.
OCTAVIO. Entonces, yo diría que soy el toro y ellos los siete diestros toreros, incluyendo el ala
derechista del Partido.
ÁNGELA. Los carniceros.
OCTAVIO. Pero no van a poder filetearme. Iré corneando a los secretarios y a los diputados uno
por uno y, al final, indultaré al gobernador y los jueces de plaza indultarán al toro.
ÁNGELA. (Ya fuera del juego.) ¿No te da miedo tener ahora tantos enemigos?
OCTAVIO. Maquiavelo decía: «Quieres saber si eres poderoso, mira a tus enemigos, si son
poderosos, eres poderoso; sin son débiles, eres débil». Y mis enemigos son poderosos.
ÁNGELA. Tú puedes torearlos o cornearlos de uno por uno, pero no de tres en tres. Además, me
preocupa que haya un triángulo de fuerzas en tu contra.
OCTAVIO. Pero Beto está de mi lado.
ÁNGELA. ¿Y por qué nunca te cita a solas?
OCTAVIO. Porque sabe que soy su incondicional. Él necesita cuidarse de los otros.
ÁNGELA. (Mira el reloj.) Casi nunca estás en casa, y ahora que lo estás, me haces llegar tarde.
¡Adiós! (ÁNGELA besa a OCTAVIO, quien sale precipitadamente de escena.)
En la otra alcoba, ANA se levanta de la larga sesión de embellecimiento. Se quita la bata y,
de espaldas al público, se pone un precioso vestido. El verde le sienta bien. Roberto
regresa del baño a medio vestir y con el pelo mojado. OCTAVIO mira con la imaginación
la alcoba vecina. Los ojos de los dos hombres se encuentran y quedan detenidos por unos
instantes.
OCTAVIO. Roberto, ¿de verdad confías en mí?... (ROBERTO no contesta pero continúa con el
contacto visual.) Pase lo que pase, estaré siempre de tu lado... ¿Puedo igualmente confiar en ti?
Sus miradas quedan congeladas. Mutis de ANA como lo haría una modelo. Se hace la
penumbra lentamente sin que los hombres se muevan.
Escena 2
En la penumbra OCTAVIO traspasa hasta la alcoba del gobernador, toma el elegante
sillón y lo coloca frente al público. ROBERTO mira con sorpresa y desagrado el
movimiento, luego se coloca dando las espaldas a su secretario general de gobierno. El
receptor primario del siguiente diálogo de OCTAVIO no es ROBERTO, sino el público.
OCTAVIO. Roberto, hay tantas cosas que quisiera que comprendieras, pero mínimo es el tiempo
que me permites hablar contigo. ¡Juntos hemos adelantado la historia!..., pero quizás hemos
estirado demasiado sus hilos. Te explico que el nuestro es un gobierno de transición, pero tú no
alcanzas a comprenderme. Transición es el paso de una manera de ser a otra distinta. En una
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palabra, tenemos que ser luz, en vez de túnel; fruto, en vez de ser semilla; y no puerto, sino
simplemente bahía promisoria.
ROBERTO hace un ademán de desprecio y da varios pasos alejándose de su mentor
político. OCTAVIO continúa sus palabras sin mirar a su amigo.
Aunque las leyes de este país han sido demócratas por más de un siglo, es hasta ahora que podemos
construir conciencias democráticas. La democracia no es un producto instantáneo. ¿Tendrás la
capacidad de ser un gobernador de transición porque nunca sentirás el poder de un gobernador
completo. Al perder por primera vez el PRI la gubernatura, su poder quedó fraccionado; además,
los partidos de izquierda perdieron influencia como consecuencia de los acontecimientos
mundiales. Esta coyuntura histórica nos da la oportunidad de ser todos débiles y crecer juntos.
¡Necesito que comprendas tu papel ante la historia! ¿Roberto, tendrás la paciencia de ser un
gobernador de transición? Tienes que ser más primavera que cosecha... mas puente que palacio...
más trabajo que triunfo. (El secretario general de gobierno se pone de pie y por primera vez en esta
escena mira a su gobernador y se le acerca con pasos lentos. ROBERTO camina tres pasos hacia
otro rumbo, siempre alejándose de OCTAVIO.) ¿Cómo explicarte estos conceptos si eres tan tosco
de entendimiento? Ahora no debes correr, sino trotar y hasta por momentos desandar el camino.
Ahora no puedes protestar, sólo gesticular y a veces callar. La democracia no es un golpe de estado;
hay que esperar hasta que las almas cambien. Y eso lleva tiempo. (Con un ademán palaciego,
OCTAVIO invita a ROBERTO a sentarse en el sillón que permanece en el centro delantero de la
escena. Roberto, ¿tendrás la sabiduría y la paciencia de ser un gobernador de transición?
El gobernador se adelanta y se sienta majestuosamente en su sillón. OCTAVIO baja al
lunetario, saluda a algún personaje a la distancia y se incorpora con el público. El
gobernador lee el siguiente texto.
ROBERTO. La misión del poder ejecutivo es promover, dirigir y coordinar los esfuerzos de la
sociedad para lograr el bien común, mediante el compromiso entre el pueblo y un gobierno honesto,
eficiente y democrático. (Busca a OCTAVIO entre el público.) La secretaría general de gobierno
pugnará por consolidar un estado democrático y de derecho. Las secretarías de promoción
económica, desarrollo urbano, turismo y desarrollo rural propiciarán una economía más justa,
eficiente y humana. La contraloría del estado y las secretarías de administración y finanzas
asegurarán un mayor desarrollo administrativo. Las secretarías de educación, transporte, salud y
cultura velarán por una mejor calidad de vida.3
Silencio. El gobernador se pone de pie. Mueve el sillón de manera que el respaldo quede
frente al público. Se sube sobre el mueble, como si fuera un auriga en un carro romano. El
discurso es cambiado de lugar, ahora el gobernador está en una junta coloquial con sus
secretarios de gabinete. Desde el público, OCTAVIO ostentosamente va a desaprobar cada
palabra.
3
Texto de la misión del Gobierno de Jalisco, Plan Estatal de Desarrollo 1995-2001, 1995, documento
público.
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Cité a todos los miembros del gabinete para repasar "los focos rojos" que tenemos en nuestro
gobierno. Aquí tengo la lista que ustedes mismos elaboraron. (Muestra una lista.) El área más
peligrosa es la de seguridad. Ése es nuestro principal foco rojo, (interrumpe una supuesta
intervención de alguno de sus secretarios) ¡ya sé qué van decir!, pero hay que recordar que lo
índices de este período gubernamental son muy similares a los del gobierno anterior, pero a ellos no
les exigieron tanto. El segundo foco rojo es la pobreza, pero no soy responsable de las
circunstancias que hacen que tengamos tantos pobres. El tercer foco rojo es la educación deficiente.
Nuestro promedio de escolaridad es de siete años y aún hay alto analfabetismo. Otro foco rojo: los
niños en circunstancias difíciles. La familia es una institución que está muy devaluada. En conclusión, para terminar con los focos rojos del estado, creo que no hay otra solución que presentar ante
el congreso varias iniciativas de ley. Una para fundar una secretaría de seguridad. Otra para
proponer que los años obligatorios de escuela incluyan los estudios preparatorios, y una más para
presentar el proyecto de la secretaría de la familia. Una buena ley hace una buena democracia.
Un seguidor ilumina al gobernador como si fuera un cantante. ROBERTO carga su cuerpo
sobre el respaldo del sillón, de manera que el mueble cae sobre el escenario con gran
estrépito. ROBERTO camina sobre el sillón caído como si bajara de una escalerilla de
avión y, guiado por el luminoso seguidor, sale con paso triunfante de escena. Una
grabación de clamores populares lo acompaña. Penumbra escénica.
Escena 3
Luz cenital dirigida sobre ÁNGELA, quien disfruta de una ensoñación diurna —day
dreaming—. Está sobre su cama. Viste una bata. Dirige su monólogo al aire como si sus
palabras persiguieran el caprichoso humo de su cigarrillo. OCTAVIO se adelanta hacia el
escenario y queda en la frontera de la metateatralidad, del lado del público.
ÁNGELA. ¡Octavio, despierta! Tienes que darte cuenta de que los sueños se pagan caros porque
nos dejan un vacío, al no poderlos realizar. ¿Sabes por qué sueñas en vano? Porque tus
ensoñaciones no pueden llegar a ser... ¡Deja de llevar sobre tus espaldas toda la responsabilidad de
un pueblo! Aceleraste el tiempo de la historia, aún no era el momento de que la democracia nos
gobernara, ni que el gobernador fuera un hombre promedio, como Roberto.
Al ser nombrado, ROBERTO entra en su alcoba, se quita la corbata y se sienta en la cama.
ÁNGELA no percibe su presencia.
Cuando los dioses quieren castigarnos, simplemente nos ciegan; no nos permiten diferenciar entre
nuestros amigos y nuestros enemigos. ¡Ay de ti, mi querido Octavio!, has roto tantos códigos y
desunido tantas concertaciones, has vuelto amigos en contra de sus amigos y, lo que es peor, ¡has
acelerado las esperanzas de nuestro pueblo!
ÁNGELA alcanza ecos de pitonisa. Se incorpora y deambula lánguidamente por la alcoba.
Todo aquél que intenta hacer la historia por sí solo es condenado. Cristo no fue el único. Así como
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los alimentos necesitan de un tiempo para su cocimiento, así los pueblos requieren tiempo para
hacer sus cambios. El pueblo no clama por la Historia, sino simplemente pide pan (hace un ademán
de comer.), pero tú te adelantaste a todos y precipitaste el destino... Por algo similar, los dioses
griegos castigaron a Prometeo; no fue porque les robó el fuego para dárselo al Hombre, sino porque
el fuego llegó antes de que los dioses quisieran. Así el mayor robo de Prometeo no fue el del fuego,
sino el robo del Tiempo...
Se desploma en su cama de espaldas y queda como un cadáver flotante. ROBERTO se
incorpora, mira a ÁNGELA y luego al público; luego hace un gesto de elocuente estulticia.
La luz de las alcobas desaparece y un círculo luminoso singulariza el sillón de ROBERTO,
que permanece caído en el centro del escenario. El gobernador levanta ágilmente el
mueble y se sienta como en un trono. Busca a OCTAVIO por entre el público, lo localiza
con facilidad y le ordena con el dedo índice que suba al escenario. El secretario general de
gobierno sube al escenario, va por su silla y se sienta con sofocación. El diálogo ahora es
cotidiano.
OCTAVIO. Llego con retraso.
ROBERTO. Sí, lo noté.
OCTAVIO. Estaba en el congreso del estado, en una comparecencia para la reforma política con los
cuarenta diputados. Fue un gran triunfo de la transición, por primera vez diputados de cuatro
Partidos votaron por una causa...
ROBERTO. (Interrumpe iracundo.) ¡OCTAVIO, tengo que hacerte una pregunta y quiero que me
prometas decir la verdad!
OCTAVIO. (Natural.) ¿Cuándo te he mentido?
ROBERTO. Alguien te acusa de que recibiste dinero para mi campaña de gente relacionada con el
narcotráfico.
OCTAVIO. (Con ira contenida.) ¡Eso es una mentira! ¿Quién te lo dijo?
ROBERTO. Son varias voces.
OCTAVIO. Tú me ayudaste a conjuntar la mísera cantidad que fue el presupuesto de tu campaña.
Hasta yo puse mis ahorros. Tuviste en tus manos el listado de donantes y las cantidades. No me
puedes salir con eso al segundo año de gobierno.
ROBERTO. No es tan sencillo. La información puede fugarse, y los medios, ya sabes, están
buscando carroña.
OCTAVIO. El único dinero del que no conozco el origen, es el que consiguió tu hermano. ¿Por qué
no le preguntas a él?
ROBERTO. ¿Cómo te atreves?
OCTAVIO. (Cínico.) Analiza lo ilógico de esa calumnia. Tú afirmas que en tu campaña utilizamos
dinero proveniente del narcotráfico, pues qué poco donaron y qué poco han pedido. ¿O es que te
han demandado algún favor?
ROBERTO. ¿Cómo vamos a hacer frente a los medios?
OCTAVIO. Si es como dices, van a pedir tu cabeza, no la mía. Enfréntalos con la verdad: ¡No hubo
dinero sucio!
ROBERTO. ¡Van tres personas que me lo dicen!
OCTAVIO. ¿Quieres que te diga sus nombres? (Cambia a tono conciliador.) Nadie te está
exigiendo nada. Si los medios nos atacan, todavía queda la ley que nos protege. Podíamos pedir un
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informe a la Procuraduría General de la Nación, ellos tienen la facultad de certificar en contra de
esas patrañas.
ROBERTO. ¿Y tú que harás?
OCTAVIO. (Con sinceridad. ) Yo estaré a tu lado hasta el día en que tú decidas lo contrario.
La mirada perpleja de ROBERTO es cegada por un oscuro instantáneo. Mutis de
ROBERTO.
Escena 4
La alcoba de ÁNGELA y OCTAVIO se ilumina. ÁNGELA fuma nerviosamente. OCTAVIO
está sentado en la cama, de espaldas al público.
ÁNGELA. Esta situación es insostenible.
OCTAVIO. (Siempre calmado.) Todo tiene solución.
ÁNGELA. Me siento como si estuviéramos sobre un terreno que se parte en dos y quedáramos con
un pie en cada lado.
OCTAVIO. La política es arena movediza.
ÁNGELA. Cada día que pasa, creo que es el último.
OCTAVIO. Roberto aún me necesita.
ÁNGELA. En política nadie es indispensable; tú me lo has enseñado.
OCTAVIO. En este caso, soy indispensable. ¡Prometí mi apoyo a Roberto y se lo daré hasta el
final!
ÁNGELA. ¿Cuándo será ese final?... La prensa está agresiva, y una y otra vez te fustigan...
Hubieras dejado que fuera el gobernador quien informara y no tú, que este gobierno no paga dinero
por buenas noticias. (Él se encoge de hombros. Ella pierde la paciencia.) Octavio piensa en
nuestros hijos. Ellos son los que sufren. ¿Sabes qué me dijo tu hijo ayer? Que si estuviera en edad
de votar, lo haría por el PRI.
OCTAVIO. (Ríe.) Cuando tenga dieciocho años, que vote por el Partido que quiera.
Pausa breve. ÁNGELA respira hondo y se calma.
ÁNGELA. ¿Qué planes tendrá Roberto en su cabeza?
OCTAVIO. Te aseguro que ninguno. Él no tiene planes, sólo reacciones.
ÁNGELA. ¿En qué nos equivocamos?
OCTAVIO. Tú y yo, en nada.
ÁNGELA. Por algo será que el entusiasmo de nuestros partidarios se ha transformado en odio. Tú
les diste el triunfo. Si Roberto no hubiera sido el candidato panista, hubiera ganado el PRI. Esto el
Partido ya lo olvidó. Ahora todos quieren festinar el triunfo, ¡pero el autor del milagro fuiste tú!
OCTAVIO. No comprendo por qué Roberto escucha a nuestros enemigos.
ÁNGELA. Te lo voy a decir. porque lo hacen sentir gobernador. Lo alaban y nunca lo contradicen.
Tú inviertes demasiado tiempo diciéndole las verdades. Y así lo haces sentir débil.
OCTAVIO. Un político requiere que alguien le abra los ojos.
ÁNGELA. ¡Que se los abra otro! Ya se cansó de escucharte y de seguirte en todo. Ahora quiere lo
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mismo que nuestros hijos, ¡la libertad!
OCTAVIO. Cuando ya no me necesite, yo seré el primero en otorgarle su tan deseada libertad.
Hemos seguido el duro camino de la transición sin grandes escollos. Verás que todo se arreglará.
ÁNGELA. (Con una corazonada.) Octavio, ¿y si hablara con ANA de mujer a mujer? Siempre nos
hemos comunicado bien.
OCTAVIO. De nada serviría.
ÁNGELA. Pero al menos tendríamos una aliada que le abriera los ojos.
OCTAVIO. Si lograras una cita con ANA, ¿qué le dirías?
Una luz cenital ilumina a ANA, en su alcoba, acostada en la cama. Es notable su gozar de
la comodidad. ÁNGELA deambula, pero nunca traspasa la división con la alcoba vecina:
sus parlamentos serán dirigidos a ANA, como si su amiga realmente escuchara el diálogo.
ANA nunca dirige su mirada a ÁNGELA.
ÁNGELA. ¡ANA, hay tanto que quiero decirte!
ANA. (Jovial.) Hola, Ángela. Hacía tiempo que no me visitabas.
ÁNGELA. Nos vemos mucho, pero nunca a solas... y menos en la casa de gobierno.
ANA. Es linda, ¿verdad?
ÁNGELA. (Entrando a tema.) ¡Estoy desesperada!
ANA. ¿Desesperada tú?, ¿por qué? Siempre has sido una mujer muy animosa.
ÁNGELA. Pues ahora no... Hay tantas cosas que ignoras... Roberto y Octavio tienen problemas.
ANA. Roberto no me ha dicho nada.
ÁNGELA. (Miente.) Octavio, tampoco, pero lo intuyo. Nunca se ven a solas. Tu marido está
siempre rodeado de un séquito de aduladores que fingen una gran eficiencia, pero ellos no lo
llevaron al poder. Son como una muralla humana infranqueable.
ANA. Un gobernador necesita un amplio círculo de amigos.
ÁNGELA. Pocos amigos se consiguen en la política..., digo amigos como nosotros somos, y por
eso tenemos que cuidarnos mutuamente.
ANA. Roberto no guarda ningún rencor en contra de Octavio; pero si soy sincera, en nada nos
favorece la imagen pública de tu marido: mala prensa y críticas por todos lados.
ÁNGELA. Octavio dice que para eso está el secretario general de gobierno, para ser el escudo del
gobernador. Palo que le dan a mi marido, palo que no le dieron al tuyo. ¿No lo ves así? El
gobernador debe representar lo mejor de nuestra sociedad; el mío es el que tiene que lidiar con la
ropa sucia, la inseguridad y la podredumbre.
ANA. (Cínica.) Específicamente, ¿qué vienes a pedirme?
ÁNGELA. A pedirte, nada. Vine a que me ayudes a comprender qué es lo que nos pasa.
ANA. Te mandó Octavio, ¿no es cierto?
ÁNGELA. No, fue idea mía.
ANA. Pero él sabe que estás aquí.
ÁNGELA. Vine a pedirte que hables con Roberto para que le dé una cita privada, tienen que hablar
sus cosas como antes... Una oportunidad para que recuerden juntos todo lo que han compartido.
ANA. Yo no puedo involucrarme en las decisiones de un gobernador.
ÁNGELA. ¿Ni por una amiga?
ANA. Nada le ha hecho Roberto a tu marido. Así es la política, a veces se gana y a veces se pierde.
ÁNGELA. Pero le debe la gubernatura a Octavio.
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ANA. Se la debe al voto de más de un millón de personas.
ÁNGELA. Que hubieran votado por otro, si Octavio no hubiera organizado la candidatura de Beto.
ANA. El triunfo fue de Roberto... ni siquiera fue mío. Sin embargo, déjame pensarlo y veré qué
puedo hacer.
ÁNGELA. (Con lágrimas.) ¡Gracias, Ana!
Desaparece la luz que singularizaba a ANA y su alcoba queda en tinieblas. La
conversación regresa a la alcoba de ÁNGELA y OCTAVIO. El tono es ahora ecuánime.
ÁNGELA. (A OCTAVIO.) ¿Qué opinas?
OCTAVIO. Además de arquitecta, eres una buena actriz... Está bien, inténtalo.
ÁNGELA. ¿Quieres que le diga algo más?
OCTAVIO. No, con eso basta. Hoy Roberto está de gira política y no estará en la casa de gobierno.
ÁNGELA. ¡Voy a convencer a Ana!
OCTAVIO. Eso no es lo que me preocupa.
ÁNGELA. Entonces, ¿qué es lo que te inquieta?
OCTAVIO. La reacción del gobernador.
ÁNGELA. Tenemos que reencontrar al Beto que tanto quisimos.
OCTAVIO. (Profundo.) Roberto va tomando su papel de gobernador... pero va dejando de ser
nuestro amigo.
ÁNGELA. (Con dolor.) ¿No convendría simplemente que presentaras tu renuncia?
OCTAVIO. Desde hace meses he traído la carta de renuncia en mi portafolio. (ÁNGELA se
sorprende.) Yo ya no importo. Lo que me inquieta es que un proyecto político que rompió barreras,
pase a manos de quienes nada hicieron y que ahora se benefician del triunfo.
ÁNGELA. Me voy. Dame un beso de buena suerte.
OCTAVIO. Con gusto te doy el beso, pero no puedo augurarte buena suerte porque eso, en política,
no existe.
La alcoba se oscurece y se esfuma sobre la imagen de la pareja que se besa con cariño.
Escena 5
Aún en lo oscuro, se escucha un danzón.4 Después de unos compases, un par de cenitales
ilumina a dos parejas que bailan con una cadencia que parecería obra de relojería. Son
ANA y ROBERTO, ÁNGELA y OCTAVIO. La música es interrumpida a la mitad de un
compás y las parejas quedan congeladas en un paso de danza. Permanecen inmóviles las
siluetas románticas, mientras ANA dirige su parlamento al público.
ANA. No sé por qué las cosas han tomado tan difícil camino. Todos quieren algo de nosotros. Sólo
4
El danzón es un baile de salón de origen cubano que se baila de pareja. Es muy popular en México. En
esta escena se sugieren el danzón Nº 2 del maestro Arturo Márquez; Nereidas, el más tradicional de los
danzones; o aquél de título irónico: Juárez no debía de morir.
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saben pedir y criticar. Para muchos, Beto debería de ser algo como un mago. Vivimos rodeados de
puñaladas sonrientes. Si habla, porque habla demasiado, y si calla, porque es secretivo. (Deambula
alrededor de la estatua humana de ROBERTO.) Horas y más horas tengo a Beto frente de mí; pero
no puedo hablarle de esposa a marido sin que todo sea escuchado y comentado. Nunca estamos
solos. De noche regresa a casa un hombre cansado, pero al día siguiente encuentra —no sé de
dónde— energía y como títere sale al escenario político ¡a triunfar!
El danzón regresa con unos compases. ANA se ha integrado a su pareja. Bailan las dos
parejas. El sonido y el movimiento son detenidos de nuevo. Desde donde estaba bailando,
ÁNGELA habla con el público. Las siluetas de ANA y ROBERTO están inmóviles en la
penumbra.
ÁNGELA. A veces he pensado que Beto nos guarda rencor porque nosotros lo metimos en esta
aventura política. ¡Si Octavio no se hubiera fijado en él, qué feliz estaría hoy en su pueblo! Roberto
lo aceptó como amo hasta el día en que fue gobernador. Después comenzó el baile de la política, y
lo que fue nuestra fuerza, se convirtió en nuestra gran debilidad. Otros influyeron en el gobernador.
Aquellos que habían dudado de nuestro triunfo y hasta habían apoyado a otros candidatos; no sólo
de la oposición, ¡sino de nuestro Partido! (Pausa.) Todo esto lo sé por las actitudes de las esposas
de los que antes eran nuestros aliados y hoy resultan nuestros enemigos. Para Octavio y para mí,
todo ha sido calumnia y malversación, palinodia de la envidia. Para cada uno de nuestros triunfos
ha sido creado un contrabalance afincado en el mal. Cómo decía sor Juana: "
“Oh qué antiguo en el mundo es regular los méritos por culpas”.5 Hoy ya no confío en nadie, sólo
en mi OCTAVIO... ¡Maldita sea la política!
El danzón continúa unos compases más, las parejas bailan, y de nuevo es detenido.
OCTAVIO mira al público.
OCTAVIO. Los milagros se pagan caros. Aquellos de mi Partido que hubieran querido que otro
ganara la gubernatura, ahora han descargado contra mí su venganza: senadores desde la capital del
país, diputados desde el Congreso y hasta miembros del gabinete del señor gobernador. ¡En muchas
de sus frentes he visto el estigma de Caín!... Como ya nada pueden en contra del gobernador porque
el destino político está fijado, ahora apuntan sus armas en mi contra. ¡Y él no me ha defendido!
(Señala a la escultura humana de ROBERTO.) Para un segundo año del sexenio no estamos mal.
En lo político vamos viento en popa a toda vela... para un gobierno de transición. Hemos logrado
amarres políticos anteriormente inimaginables. Aunque la calumnia del narcotráfico nos sigue
ensombreciendo, aunque la procuraduría general de la república negó por escrito toda relación de
mi parte con el narcotráfico. ¡He sido defendido por aquellos que deberían ser mis enemigos
políticos, es decir, por los partidos de oposición, mientras que mis partidarios son los que me
embisten con calumnias! PAN contra PAN. Jaliscienses contra jaliscienses. (Continúa cínico.)
Todo esto aderezado con lo que yo llamo "las siete esencias de los tapatíos". ¿Quieren saber cómo
son los tapatíos? Son querendones de nuestro terruño y gozadores de la vida; espíritus
5
Texto con sabor biográfico de sor Juana Inés de la Cruz, en Villancicos de Santa Catarina. Obras
completas (México: Fondo de Cultura Económica) 2:172.
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¿Quién cabalga el caballo de Troya?
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independientes que gustan del soñar; seres tan cambiantes como la luna y que pueden envenenarse
fácilmente con la envidia y la traición.6
Regresa el cadencioso danzón por unos compases más. ÁNGELA y OCTAVIO bailan
juntos. ROBERTO dice su parlamento mientras baila lascivamente alrededor de ANA,
acompañado por la cadencia musical que toca ahora suavemente mientras él habla. El
movimiento de los otros tres personajes ha queda congelado.
ROBERTO. ¡Qué tendrá la política que acelera el sexo! Mujeres... mujeres de todos sabores, me
tocan y hasta me besan en público. Y se supone que no debo sentir. Nunca me había percibido tan
atractivo. Podría tocar lo prohibido, sería tan fácil, sólo necesitaría de un aliado discreto... porque
muchas estarían dispuestas a todo si se lo pidiera un gobernador. (Mira a ANA.) Tanto la quise y
tanto la quiero, pero ya nunca será lo mismo... No caigo en la tentación, pero me duele dejarla
pasar...
ROBERTO deja de bailar y la música se detiene. Prosigue el monólogo siguiente mientras
deambula entre las tres estatuas y mira al público.
Los Partidos de oposición minimizan mis aciertos con argucias y los medios de comunicación
convierten todos mis triunfos en sonoros fracasos. No se dan cuenta que México no puede esperar...
urge un país justo que no sea patrimonio de unos cuantos... ¡un país que alcance el bien común! ¡Ya
no quiero ser un gobernador de transición!, quiero ahora resolver los problemas en forma definitiva.
¡Traigo la urgencia del hambre y siento la pesadumbre del pobre! Estamos en tiempos de guerra,
pero en mi gabinete hay más conciliadores que guerreros. No es cierto que el recurso más limitado
sea lo económico, ¡Mentira!, es el tiempo. Por eso me convencen las razones de Peláez y su grupo.
Por si solo nuestro Estado tardaría demasiado tiempo en madurar, ¡por eso necesitamos de un grupo
que tenga golpe político y que sepa acelerar el cambio!
El danzón prosigue con su rito sensual con mayor sonoridad. Las cuatro figuras bailan por
separado hasta libar la última gota del danzón. Sorpresivamente ROBERTO se acerca a
OCTAVIO y lo apresa por detrás cubriéndole la cabeza con un velo de color blanco y azul
que estaba sobre la cama del gobernador. La siguiente escena será de extrema violencia.
ROBERTO. (Con un grito iracundo.) ¡Me has mentido!
OCTAVIO. (Con sofocación.) ¡No es cierto!
ROBERTO. ¡Claro que es cierto! No eran calumnias, como tú argüías, sino verdades. ¡Una a una!
OCTAVIO. Tú escuchas a mis enemigos sin comentarme nada, y cuando yo quiero lavar mi honra,
ya has olvidado quién te lo dijo, pero te has quedado con el veneno en el alma.
6
Tapatío es el natural de Guadalajara, capital del Estado de Jalisco. Jalisciense es el nacido en dicho
Estado. Jalisquillo es peyorativo de aquel jalisciense que no es magnánimo y cuya conducta está regida por
las siete esencias mencionadas en la obra de teatro. El director escénico decidirá cuál de estos epítetos será
el más efectivo para el público: tapatío, jalisciense o jalisquillo. La tipología del jalisquillo es creación del
autor.
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ROBERTO. Has llevado a cabo adquisiciones que favorecen a familiares de tu esposa.
OCTAVIO. ¡Es otra calumnia! Investígalo a fondo y lo verás. Yo no compro; lo hace la secretaría
de administración. Yo no pago; lo hace la secretaría de finanzas. ¿Dime, cómo podría robar?
(Jadeo.)
ROBERTO. (Sigue sujetándolo a pesar de los forcejeos de OCTAVIO.) Aceptaste un caballo de
carreras como regalo a tu hija. Te lo regaló un narcotraficante.
OCTAVIO. ¡Estás loco! Es una yegua vieja que me regaló un compadre. Tú sabes de caballos, ve a
verla y cerciórate.
ROBERTO. Mandaste a estudiar a tu hijo en el extranjero a un colegio carísimo pagado con dinero
de gobierno.
OCTAVIO. (Con ahogo.) Lo estoy pagando con mi salario. Que te muestren pruebas de mi
deshonestidad, y si las encuentran, mándame a la cárcel. ¡Tú no puedes ser mi gobernador y mi
verdugo!... ¡Déjame en libertad!
ROBERTO suelta repentinamente a OCTAVIO; éste se arranca el velo blanquiazul y
respira con grandes resoplidos al sentir que vuelve a la vida.
OCTAVIO. ¿Por qué escuchas a mis enemigos más que a mí?
ROBERTO. (Con frialdad.) Creo que ya cumpliste y que tu tiempo se ha acabado.
OCTAVIO. ¡No te daré mi carta de renuncia hasta que no me la pidas oficialmente!
ROBERTO. (Después de un instante.) ¡Por el bien del gobierno, pido tu dimisión!
OCTAVIO. ¿Cuándo?
ROBERTO. Ahora mismo.
OCTAVIO. ¿Y la reforma política?... ¿Y los proyectos de la secretaría general de gobierno?
ROBERTO. Lo hará otro secretario.
OCTAVIO. ¿Quién? ¿Peláez? El que te criticó malévolamente cuando era diputado, y el mismo
que ahora te sonríe y te comparte sus luminosas ideas.
ROBERTO. (Muy iracundo) ¡Mi gobierno ya no te pertenece!
Pausa..
OCTAVIO. (Sosegado.) Roberto, ¿dónde está nuestro proyecto?
ROBERTO. El proyecto sigue... pero tu tiempo se ha agotado.
OCTAVIO. No te reprocho que me entregues a mis enemigos, sino que permitas que una fracción
de derechas se quede con un gobierno que llegó al poder por el voto democrático. ¡El pueblo no
votó por una falange derechista!
ROBERTO. No veo otra forma de culminar mi gobierno con triunfo.
OCTAVIO. (Con serenidad e inteligencia en sus argumentos.) Éste es un pequeño golpe de estado.
Peláez llegará a ser tu segundo de a bordo, pero nunca será un buen secretario de gobierno.
Tramposamente ha hecho que apruebes un proyecto de seguridad. ¿Cómo pudiste aprobar un
proyecto de ley sin mi consejo?... Tuve que enterarme por la prensa (Pausa.) He sido tu escudo; es
a mí a quien golpean. Lo he hecho por inteligencia política y por amistad. Tus nuevos aliados se
esconderán detrás de ti y nadie te defenderá... Lo errores del gobierno serán únicamente tuyos.
ROBERTO. (Con inmensa ira.) ¡Eres un traidor!
OCTAVIO. (Siempre calmado.) ¡Yo no, tú eres el traidor! Vas a traicionar a aquellos que votaron
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por una democracia social... Los que me calumnian quieren otro tipo de gobierno, uno fundamentado, no en el pueblo, sino en el control del Estado. Por si aún no lo notas, ellos sueñan con una
dictadura de derecha (Pausa.) Nuestra amistad no puede ser traicionada; hablemos, en todo caso, de
deslealtad. Ellos son los que traicionan al país con un tipo de gobierno del que no quiero ser parte.
¡Tú mismo vas a meter en tu gobierno el caballo de Troya.!7
ROBERTO. ¡Como gobernador, te pido que me dejes en paz! ¡Lárgate!
OCTAVIO, sereno, se ha quedado inmóvil. Tambaleante ROBERTO retrocede unos pasos,
luego gira y camina hacia atrás. Cuando ROBERTO invade el área de la alcoba izquierda,
repara en la presencia de la cama de ÁNGELA y OCTAVIO, la saca fuera de escena con
violencia, como si el área derechista de la escena destruyera al área de la izquierda.
ÁNGELA comienza a llorar lágrimas tiernas y más adelante, desesperadas. Los tres
personajes restantes quedan petrificados en el proscenio.
ROBERTO. (Grita desde el fondo del escenario.) ¡ANA, no quiero que vuelvas a ver a Ángela!
ANA. (Como excusando un mal comportamiento.) Ángela me pidió una cita, pero me negué a
recibirla...
OCTAVIO se adelanta y frente al público hace una lectura pública de la carta de renuncia.
Su figura adquiere una gran dignidad.
OCTAVIO. Es mi deseo (Mira a ROBERTO momentáneamente) manifestar que me encuentro
sumamente agradecido y complacido con la oportunidad que Dios me brindó de poder servir a los
habitantes de nuestro Jalisco (ANA busca con la mirada ÁNGELA y se va acercado a ella hasta
que, al final del párrafo siguiente, toca la punta de los dedos de ANA), de dar y darme a ellos, en
efecto, con las limitaciones que como ser humano tengo, pero también con todo el amor y espíritu
de servicio que volqué en la diaria labor como secretario general de gobierno, responsabilidad
adquirida como resultado de una ardua tarea del Partido de Acción Nacional, en el que confió la
ciudadanía a través de su voto, el cual a usted (Mira de nuevo a ROBERTO, quien da un paso hacia
atrás y queda congelado a la mitad de su movimiento) y a mí nos colocó en la dirección de la
Administración Pública de Jalisco (Mira a ROBERTO; éste retrocede dos pasos más y queda
inmóvil). Es el momento de expresar mi complacencia de que usted (Mira de nuevo a ROBERTO;
éste retrocede tres pasos más y permanece como una escultura a la mitad de su movimiento) haya
aceptado mi invitación para que lo fuese.
ANA inicia su desplazamiento hacia atrás, lentamente, sin perder el contacto visual con
7
La historia de Jalisco incluye varias traiciones políticas además de la que es presentada en esta obra
dramática. La mayor traición que registra la historia mexicana sucedió en el primer intento de una verdadera
democracia en la historia mexicana. El jalisciense Victoriano Huerta traicionó al presidente Francisco I.
Madero, en cuyo gabinete colaboraba como ministro de guerra. El 19 de febrero de 1913 Huerta obligó a
Madero a firmar su renuncia; en la madrugada del 22 de febrero Madero fue sacado de palacio nacional y
asesinado. Estos acontecimientos marcan el inicio de la revolución mexicana. Coincidentemente la traición
presentada en esta obra de teatro coincide con las fechas de febrero, aunque ochenta y cinco años después.
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ÁNGELA, quien tiene que volver la cabeza para seguir los ojos de su amiga.
La vida se encuentra conformada por una secuencia de etapas, y estoy por concluir una de ellas,
para dar inicio a otra que me permitirá continuar con el proyecto tanto del Partido, como el
personal, consistente en llevar a cabo todas las acciones necesarias para aportar nuestros granos de
arena que en su conjunto conformen una gran edificación que redunde en el México mejor que
anhelamos.
ANA ha quedado al lado de ROBERTO. Se miran frente a frente e inician un movimiento
que los aleja uno del otro hacia los extremos laterales del escenario, caminan con pasos
hacia atrás y sin perder el contacto visual con su pareja. Al llegar a los extremos del escenario, regresan dando pasos hacia adelante, con los brazos extendidos, hasta casi tocarse,
para luego volver a separarse en sentido contrario. ÁNGELA los sigue con la mirada, una
vez a ROBERTO y otra a ÁNGELA. OCTAVIO continua la lectura con mayor énfasis.
Es cierto que iniciamos el paso, transitando juntos el camino que hasta hoy hemos recorrido, para
dar todo por Jalisco; sin embargo, la coyuntura actual me obliga a no seguir adelante por el sendero
trazado. Tengo la certeza de que usted (OCTAVIO mira a ROBERTO y le dirige este párrafo
conservando en todo momento el contacto visual. ROBERTO detiene su movimiento; ANA queda
inmóvil mirando a los dos personajes masculinos.) sabrá poner todo su empeño y dedicación, a la
loable pero ardua tarea que tiene encomendada de servir a Jalisco adecuadamente, y con esa
confianza, me aplicaré por completo a las nuevas labores de servicio que ofreceré a mis
compatriotas, dentro de los que se encuentra contemplado mi incondicional apoyo en caso de ser
requerido, para beneficio de nuestro Estado.
OCTAVIO deja de mirar a ROBERTO; éste se pone de espaldas al público, doblando su
cuerpo sobre sus piernas encogidas y colocando sus manos en la nuca en señal de inseguridad. ANA da dos pasos hacia ROBERTO, como queriéndolo ayudar. ANA y ROBERTO
quedan congelados.
Le solicito aceptar, para que surta efectos a partir del día de mañana, mi Renuncia al cargo que he
venido desempeñando, nos sin antes expresarle mi agradecimiento (La figura de ROBERTO cobra
movimiento y vuelve a la normalidad; mira a OCTAVIO.), tanto por el apoyo que me brindó dentro
de su gabinete, como en forma personal.
OCTAVIO se acerca a ROBERTO y éste lo abraza con indiferencia. La expresión de
ROBERTO es falsamente festiva; la de OCTAVIO, perpleja. Ambos personajes inician su
separación física como si fueran autómatas, con pasos grandes y simultáneos. Al final del
recorrido ROBERTO dice con naturalidad el diálogo siguiente.
ROBERTO. De veras, Octavio, gracias por todo.
Todos los personajes quedan congelados, excepto ÁNGELA, quien se va acercando muy
lentamente hasta tocar a OCTAVIO por el hombro. Éste se vuelve hacia su esposa y la besa
con infinito cariño; luego salen abrazados, por entre el público, como una pareja que
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paseara por un parque. ROBERTO y ANA siguen con la mirada a la pareja, él iracundo y
ella llorosa, hasta que aquellos que fueron sus amigos se pierden al final del lunetario. Al
quedar la pareja sola sobre la escena, ROBERTO coloca con violencia su gran cama en el
centro del escenario. Luego mira el resultado y goza el espacio que cree, ilusamente, será
todo para él. Se quita la camisa, se sienta en la cama y comienza a sacarse los zapatos.
ANA se ha quedado inmovilizada por el terror y ha seguido con la mirada cada uno de los
movimientos de su marido.
ROBERTO. (A ANA, coloquial.) Tengo la certeza que, a partir de hoy, todo será diferente... ¡Ana,
ven aquí! (ANA no responde al llamado. ROBERTO vuelve su cabeza y mira a su consorte con
perplejidad; luego ordena con la mirada para que se aproxime. ANA se dirige hacia la cama
lentamente, parece un espectro. Sus mejillas son lamidas por abundantes lágrimas.)
ROBERTO. Ana, ¿qué te pasa?... (A la mitad de su recorrido, ANA se desploma sobre sus rodillas
y llora con pucheros entrecortados. ROBERTO se pone de pie.)
ANA. ¿No nos habremos equivocado?
ROBERTO. Ya no llores, no vale la pena... No me gustaría hacerle el amor a una niña llorona...
(ROBERTO se aproxima a ANA, se inclina a besarla, luego pretende levantarla, pero ésta niega
con la cabeza y grita con ira dolorosa.)
ANA. ¡No!... (Goteando las palabras.) ¡Hueles a traición!
ROBERTO. ¡Ana, un gobernador no le debe gratitud a nadie!... ¡Nunca vuelvas a pronunciar esa
palabra! (El mismo danzón de la escena anterior se escucha suavemente. ROBERTO obliga a su
esposa a incorporarse y la arrastra hasta el borde de la cama. ANA se resiste inútilmente.
Repentinamente ROBERTO suelta a su esposa y ésta cae de rodillas. Su rostro expresa miedo y
derrota.)
ROBERTO. (Aún iracundo.) Es la última vez que acepto una negativa de ti. ¡Buenas noches!
Ambos personajes quedan congelados en el instante en que el gobernador se gira y da la
espalda al público. La música del danzón alcanza grandes sonoridades. Oscuro paulatino y
Final.
Nota del autor:
A continuación se incluye la carta original de renuncia de Raúl Octavio Espinosa que fue
entregada al Gobernador del Jalisco, el martes 24 de febrero de 1999:
Es mi deseo, antes de exponerle el motivo toral de la presente, manifestar que me encuentro
sumamente agradecido y complacido con la oportunidad que Dios nuestro Señor me brindó
de poder servir a los habitantes de nuestro Jalisco, de dar y darme a ellos, en efecto, con las
limitaciones que como ser humano tengo, pero también con todo el amor y espíritu de
servicio que volqué en la diaria labor como secretario general de gobierno, responsabilidad
adquirida como resultado de una ardua tarea del Partido de Acción Nacional, en el que
confió la ciudadanía a través de su voto, el cual a usted y a mí nos colocó en la dirección de
la Administración Pública Estatal, ciudadanía y Partido, al cuál también debo dar y daré las
más sinceras gracias por la confianza y apoyo aportados, ya que usted sabe todas las
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¿Quién cabalga el caballo de Troya?
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peripecias que se tuvieron que enfrentar para lograr primero su candidatura, y luego su
titularidad en el Poder Ejecutivo de la Entidad, y es el momento de expresar mi complacencia de que usted haya aceptado mi invitación para que lo fuese.
La vida se encuentra conformada por una secuencia de etapas, y estoy por concluir
una de ellas, para dar inicio a otra que me permitirá continuar con el proyecto tanto del
Partido, como el personal, consistente en llevar a cabo todas las acciones necesarias para
aportar nuestros granos de arena que en su conjunto conformen una gran edificación que
redunde en el México mejor que anhelamos.
Es cierto que iniciamos el paso, transitando juntos el camino que hasta hoy hemos
recorrido, para dar todo por Jalisco; sin embargo, la coyuntura actual me obliga a seguir
adelante por el sendero trazado, separándome por el momento de la Administración Pública
Estatal, porque ahora se presenta la oportunidad de trabajar para estar en posibilidad de
concretar los ideales a nivel nacional, para poder ofrecer a los habitantes de toda la
república, y por ende, a los de nuestro estado, opciones para mejorar su calidad de vida, para
el logro del bien común en el vasto territorio mexicano, prioritaria meta del proyecto de
nuestro Partido. Tengo la certeza de que usted sabrá poner todo su empeño y dedicación, a
la loable pero ardua tarea que tiene encomendada de servir a Jalisco adecuadamente, y con
esa confianza, me aplicaré por completo a las nuevas labores de servicio que ofreceré a mis
compatriotas, dentro de los que se encuentra contemplado mi incondicional apoyo en caso
de ser requerido, para beneficio de nuestro Estado.
Expuesto lo anterior, le solicito aceptar, para que surta efectos a partir del día de
mañana mi Renuncia al cargo que he venido desempeñando como secretario general de
gobierno, nos sin antes expresarle mi agradecimiento, tanto por el apoyo que me brindó
dentro de su gabinete, como en forma personal.
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