EL COMBUSTIBLE EN LA RESPIRACIÓN CELULAR DE LA COMBUSTIÓN ORGÁNICA En el número anterior analizamos el comportamiento de la combustión orgánica que se realiza en el cuerpo humano, conociendo la forma en que se realiza el aporte del comburente con el oxígeno que introducimos a nuestro organismo con el aire que respiramos y como transporta con la sangre a cada tejido del organismo y como llega y actúa en la respiración celular. Para completar el maravilloso proceso que nos proporciona la energía para desarrollar todas las funciones del organismo, ahora analizamos el suministro del combustible que ingerimos con los alimentos. El combustible para la combustión orgánica en la respiración celular los suministran todos los tipos y formas de alimentos. 1.- La digestión y el inicio del proceso de transformación La digestión en el ser humano es el proceso mediante el cual los alimentos y bebidas se descomponen en sus partes más pequeñas asimilables por el cuerpo como fuente de energía, para formar los tejidos y mantener sus funciones orgánicas. Se inicia con la masticación, el proceso mediante el cual se tritura la comida previamente ingerida al comienzo de la digestión. El producto de la masticación es el bolo alimenticio. En este proceso se produce la amilasa, que sirve para facilitar la digestión de los almidones. Las glándulas del sistema digestivo son de importancia fundamental en el proceso de la digestión, porque producen tanto los jugos gástricos que descomponen los alimentos como las hormonas que controlan el proceso. Las primeras glándulas en actuar son las glándulas salivales de la boca. La saliva que producen contiene dos enzimas: la amilasa salivar o ptialina, que comienza a digerir el almidón de los alimentos y lo transforma en moléculas más pequeñas, y la limozima, que actúa eliminando gran cantidad de bacterias. El siguiente grupo de glándulas digestivas se encuentra en la membrana que tapiza el estómago. Producen el jugo gástrico, que contiene agua, ácido clorhídrico que cambia el pH del medio y activa las enzimas, además de esterilizar el bolo y dos enzimas: la pepsina, que en presencia de ácido fragmenta las proteínas y la pilasa gástrica, que disgrega las grasas en ácidos grasos y glicerol.. Después de que el estómago vierte los alimentos y su jugo en el intestino delgado, los jugos de otros dos órganos se mezclan con ellos para continuar el proceso. Uno de esos órganos es el páncreas, que segrega jugo pancreático, rico en enzimas que descomponen los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas de los alimentos. Otras enzimas que participan en el proceso provienen de glándulas de la pared intestinal. El hígado produce la bilis, otro jugo digestivo, que almacenado en la vesícula biliar, se vierte por las vías biliares al intestino y se mezcla con las grasas de los alimentos. Los ácidos biliares disuelven las grasas en el contenido acuoso del intestino grueso. La absorción intestinal a nivel del intestino delgado se hace a través de vellosidades intestinales delgadas, las cuales absorben el quimo (mezcla alimenticia líquida que ya ha pasado por los procesos del estómago). En el intestino delgado se absorben proteínas, lípidos y otros principios esenciales. En el intestino grueso, se terminan de absorber todos los nutrientes que no fueron absorbidos en el intestino delgado, tales como agua y electrolitos. Los materiales absorbidos atraviesan la mucosa y pasan a la sangre y son distribuidos a otras partes del cuerpo para almacenarlos o para que pasen por otras modificaciones químicas. Esta parte del proceso varía dependiendo de los diferentes tipos de nutrientes. Cuadro 1: Fuente Principales enzimas digestivas Alimento atacado Enzima Producto Saliva Almidón Ptialina Maltosa Jugo gástrico Proteína Pepsina Polipéptid o Jugo Lípido, Polipéptido, P Amilasa, Lipasa, Tripsina, Quimotripsi pancreát éptido, proteína, na,Peptidasa ico almidones Glicerina, ácidos grasos, péptidos, aminoácid os Azúcar refinado, Jugo maltosa, azúcar de intestina leche, lípidos, l péptidos Monosacár ido, glicerina y ácidos grasos, aminoácid os Maltasa, Lactasa, Lipasa, Erepsina, sucrasa Glúcidos o hidratos de carbono. Un adulto promedio consume cerca de 250gramos de hidratos de carbono al día. Generalmente, los alimentos portadores de glúcidos contienen al mismo tiempo almidón digerible, y fibra. Los hidratos de carbono digeribles se descomponen en moléculas más sencillas por la acción de las enzimas de la saliva, del jugo pancreático y de la mucosa intestinal. El almidón se digiere en dos etapas: primero, una enzima de la saliva y del jugo pancreático lo descompone en moléculas de maltosa; luego, la maltasa, una enzima de la mucosa del intestino delgado, divide la maltosa en moléculas de glucosa que pueden absorberse en la sangre. La glucosa es transportada por el torrente sanguíneo hasta el hígado, en donde se almacena. El azúcar común, constituido en su mayor parte por sacarosa, es digerido por una enzima de la mucosa del intestino delgado llamada sacarasa, que lo convierte en glucosa y fructuosa, cada una de las cuales puede absorberse en el intestino y pasar a la sangre. La leche contiene lactosa, otro tipo de azúcar que se transforma en moléculas fáciles de absorber (glucosa y galactosa) mediante la acción de una enzima llamada lactasa, que se encuentra en la mucosa intestinal. Proteínas. Las proteínas son moléculas grandes que deben ser descompuestas por enzimas antes de que se puedan utilizar para fabricar y reparar los tejidos del cuerpo. Una enzima del jugo gástrico comienza la digestión de las proteínas ingeridas. El proceso termina en el intestino delgado. Allí, varias enzimas del jugo pancreático y de la mucosa intestinal descomponen las enormes moléculas en unas mucho más pequeñas, llamadas aminoácidos. Estos pueden absorberse en el intestino delgado y pasar a la sangre, que los lleva a todas partes del cuerpo para fabricar las paredes celulares y otros componentes de las células. Grasas. Las moléculas de grasas son una importante fuente de energía para el cuerpo. El primer paso en la digestión de una grasa es disolverla en el contenido acuoso del intestino. Los ácidos biliares producidos por el hígado actúan como detergentes naturales que disuelven las grasas en agua y permiten que las enzimas descompongan sus grandes moléculas en moléculas más pequeñas, algunas de las cuales son los ácidos grasos y el colesterol. Los ácidos biliares se unen a los ácidos grasos y al colesterol para ayudarlos a pasar al interior de las células de la mucosa. En ellas, las moléculas pequeñas vuelven a formar moléculas grandes, la mayoría de las cuales pasan a los vasos linfáticos cercanos al intestino. Estos vasos llevan las grasas modificadas a las venas del tórax y la sangre las transporta hacia los lugares de depósito en distintas partes del cuerpo. Vitaminas. Otros integrantes fundamentales de nuestra comida absorbidos en el intestino delgado son las vitaminas. Estas sustancias químicas se agrupan en dos clases, según el líquido en el que se disuelven: hidrosolubles (todas las vitaminas del complejo B y la vitamina C) y liposolubles (las vitaminas A, D y K). Agua y sal. La mayoría del material que se absorbe del intestino grueso es agua, en la que hay sal disuelta. El agua y la sal vienen de los alimentos y líquidos que consumimos, y de los jugos que las glándulas digestivas secretan. En el intestino de un adulto sano se absorbe más de 4 litros de agua con más de 30 g de sal cada 24 horas. El intestino delgado, es donde el proceso de la digestión tiene lugar durante más tiempo, en concordancia con su mayor longitud. Tiene dos funciones principales: mezclar e impulsar. Las contracciones anulares múltiples ( 1-2 cm ) denominadas de segmentación, aparecen frecuentemente en el intestino delgado y producen movimiento del quimo. Como en otros lugares del intestino, las contracciones musculares del intestino delgado son estimuladas por factores intrínsecos y extrínsecos. Por ejemplo la CCK, la ACETIL COLINA son sustancias estimulantes. Los antagonistas alfa adrenérgicos, el óxido nítrico y el glucagon son inhibidores. Las contracciones propulsivas del intestino delgado son menos frecuentes que las de segmentación. Después de la ingestión del alimento y la entrada de quimo gástrico al intestino se presenta un aumento de las contracciones peristálticas. El estímulo para estas contracciones es la distensión del intestino delgado. Durante el periodo de ayuno o periodos inter digestivos, se presenta un patrón propulsivo muy bien definido. Este patrón se caracteriza por una actividad motora cíclica del estómago al ileón. Cada ciclo está compuesto de 3 fases que son: FASE I. Fase de reposo. FASE II. Fase irregular de potenciales en espiga y contracciones. FASE III. Fase regular de potencias en espiga y contracciones. Finalmente, todos los nutrientes digeridos se absorben a través de las paredes intestinales. Los productos de desecho de este proceso comprenden partes no digeridas de los alimentos, conocidas como fibra, y células viejas que se han desprendido de la mucosa. Estos materiales son impulsados hacia el colon, en el cual permanecen generalmente durante uno o dos días, hasta cuando se expulsa la materia fecal durante la deposición. El colon de un adulto recibe entre 0,5 y 2,5 litros de quimo por día. Este consiste en residuos no digeridos de la comida, además de agua y electrolitos. El colon debe reducir este volumen a unos 100-200 gramos de materia fecal. COMBUSTIÓN ORGÁNICA POR CATÁLISIS ENZIMÁTICA Los enzimas son los mejores y más eficientes catalizadores del mundo que tienen los seres vivos dentro de cada una de sus células para llevar a cabo, de una forma energéticamente eficaz, las reacciones biológicas. Pongamos un ejemplo: si dejamos unos terrones de azúcar en un bol en la cocina, éstos no se van a convertir de pronto en CO2, agua y energía. Sin embargo, en nuestras células, esta reacción (llamada respiración celular) sucede miles de veces por segundo, gracias a los enzimas que catalizan el proceso. Generalmente los enzimas son proteínas, unas macromoléculas (moléculas de varios miles de átomos) que disminuyen la energía de activación de un montón de procesos químicos que tienen lugar en los organismos vivos. El mecanismo de funcionamiento es complejo, pero puede simplificarse con el modelo llave - cerradura que planteó Fischer en el siglo XIX. Citocromo C oxidasa, uno de los enzimas implicados en la respiración celular Los enzimas tienen un sitio activo donde el sustrato, el producto químico que va a reaccionar, establece una serie de enlaces con la proteína, del mismo modo que los dientes de una llave encajan perfectamente en los huecos de una cerradura. Estos enlaces estabilizan tanto al sustrato como a la proteína y permiten que la reacción química se produzca de una manera eficaz. Además, sirven para que el enzima “reconozca” el sustrato adecuado. Si éste no “encaja” en el centro activo, la reacción no se produce o se produce de forma mucho menos eficaz. Una vez que la reacción se ha producido, la puerta se abre y se liberan los productos. La analogía es muy útil para comprender por qué muchos enzimas son tan específicos. Un enzima que sintetiza almidón funcionará sólo si la “llave” es glucosa, y no si la llave es cualquier otro azúcar. Modelo “llave-cerradura” de Fischer Por otro lado conocer cómo funcionan los enzimas es interesante para aprender de ellos e intentar sacar partido de ese conocimiento: Si conocemos cómo funcionan, podemos intentar averiguar cómo bloquearlas (cómo meter silicona a la cerradura), y así paralizar la maquinaria de organismos patógenos, tales como virus o bacterias, o la de células cancerígenas. Conociendo qué hay exactamente en su centro activo y qué átomos son los más frecuentes en las catálisis, podemos intentar diseñar catalizadores químicos que las imiten y que, por lo tanto, sean mucho más eficientes, tomando en cuenta que los enzimas son maravillosos pero no perfectos. Al tratarse de proteínas, tienden a ser delicados y se inactivan fácilmente cuando la temperatura, el pH o el disolvente se salen del estrecho margen que toleran la mayor parte de estas macromoléculas. Además, no existen enzimas para catalizar cualquier tipo de reacción. Al tratarse de moléculas de origen biológico, y por tanto sujetas a las leyes de la evolución, los enzimas se han seleccionado a lo largo del tiempo para catalizar efectivamente las reacciones que tienen lugar en el interior de las células vivas. Pero hay otras muchas reacciones de interés industrial que, hoy por hoy, quedan fuera del alcance de los enzimas, así que la estrategia más inteligente es utilizar el mejor catalizador disponible para cada caso. Centro activo de una lipasa con una molécula de ácido oléico unida. Las lipasas son enzimas empleados industrialmente. En la misma forma que la sangre se nutre de oxígeno en los mitocondrios, se absorben estos nutrientes en forma de glucos que se transporta a cada una de las células de los tejidos y órganos, donde se produce una combustión sin ignición, a través de este maravilloso proceso de catálisis enzimática.