Durante el reinado del emperador Antonino Pío (138

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Orígen
Escrito por B. Savir
Ambiente social
Durante el reinado del emperador Antonino Pío (138-161) los cristianos gozaron de paz, por
ser un Emperador humano, prudente, equitativo y lleno de bondad. Por algunos autores
cristianos y en especial por Melitón, que escribió entre los años 169-177, sabemos de esa
benignidad. Le sucedió Marco Aurelio, del que se conserva los Soliloquios, que es un elevado
tratado de ética, que en muchos puntos parece ser obra de un cristiano, aunque adolece de
grandes influencias paganas; pero, precisamente en esa época es cuando la historia del
cristianismo nos presenta un cúmulo de mártires, pese a los escritos de heroísmo de las
víctimas.
La calumnia, impedía una defensa eficaz y los profesores de la juventud eran fanáticos
anti-cristianos. Orígenes nos dice, cómo estaban divulgadas y creídas las nefandas
acusaciones de infanticidio, banquetes e incesto atribuidos a los cristianos, que el pueblo
sentía repugnancia de ellos y no querían dirigir la palabra a un solo cristiano. Los filósofos
Luciano, Frontón y Celso consideraban a los cristianos como los más bajos, antipatriotas y
ensoberbecidos de la sociedad, y Marco Aurelio atribuía el heroísmo de los mártires a su
fanatismo sectario, como podemos ver: ¿Cuál es aquella alma que se hallará pronta a desprenderse del cuerpo, si al momento le
fuera necesario, o bien sea para extinguirse o bien para disiparse o bien para subsistir
después? Pero esta prontitud debe ser tal que provenga de la cordura del propio juicio, no de
una mera obstinación, como se ve en los cristianos . [1]
Celso, escribió un libro sobre Discurso de la verdad, que produjo un gran mal a los cristianos
de aquella época y que no fue refutado de forma seria hasta que en el año 248 lo hizo
Orígenes. Del tal
Discurso no nos ha
llegado documento alguno; pero tenemos un amplio conocimiento de su contenido por la obra
de Orígenes:
C
ontra Celso
, desarrollado en ocho libros, del que posteriormente se pondrá un par de citas sobre la
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Eucaristía.
Orígenes
Orígenes era el hijo mayor de una familia cristiana numerosa. Parece ser que nació en
Alejandría sobre el año 185, y gracias a su padre Leónidas, recibió una esmerada educación
en las ciencias profanas y en las Escrituras. Durante la persecución de Severo en el año 202,
su padre murió mártir, y su madre apaciguó los ímpetus de su hijo para que su vehemencia no
le hiciera correr la misma suerte. El Estado confiscó todos los bienes familiares y Orígenes tuvo
que dedicarse a la enseñanza para lograr el sustento familiar. La famosa escuela de
catecúmenos de su ciudad natal quedó disuelta ante la huida de su director Clemente, de quien
Orígenes fue discípulo, siendo reconocido como gran teólogo, donde pasó gran parte de su
vida. En el año 253, Orígenes recibió del obispo Demetrio el encargo de preparar a los
catecúmenos, dando un gran realce a la escuela de Alejandría, donde se relacionó con el
filósofo Ammonio Saccas (maestro de Plotino).
Las escuelas filosóficas de Antioquia y Alejandría eran las más importantes de aquella época,
siendo ésta la que logró su mayor apogeo bajo la dirección de Orígenes, como digno sucesor
de Clemente. Orígenes fue un gran erudito y eminente sabio de la Iglesia antigua, de conducta
intachable y extraordinaria sapiencia. Reorganizó la enseñanza en el Didaskalèion, dándole
una gran importancia al estudio de la filosofía griega, que él juzgaba imprescindible para hacer
un buen estudio e interpretación de la Biblia y de las doctrinas tradicionales del cristianismo.
Atrajo a un gran número de discípulos por su afamada enseñanza y "
tal como hablaba, vivía; y tal como vivía, hablaba. A esto se debió principalmente el que, con la
ayuda del poder divino, moviera a innumerables discípulos a emular su ejemplo
", nos dice Eusebio. Por ciertas disensiones con el obispo Demetrio, fue expulsado de la
comunidad de Alejandría y se trasladó a Cesárea de Palestina, donde dio un gran impulso a
una escuela, y su influencia teológica predominó durante todo el siglo III y gran parte del IV.
Gracias a Eusebio conocemos a Orígenes, pues le dedica gran parte del libro sexto de su
Historia eclesiástica
, atribuyéndole más de un millar de obras, que la mayoría no han llegado a nosotros. En griego
se han conservado sus comentarios a los Evangelios de s. Juan y s. Mateo, unas veinte
homilías,
Contra Celsum
, la
Exhortación
al martirio
y
Sobre la oración.
En latín, en la versión de Rufino, su principal obra es
De principiis
que es un gran tratado de síntesis teológica. Orígenes fue un biblista preocupado por realizar
una revisión crítica del texto sagrado, y atento a captar por encima del sentido literal, el sentido
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espiritual y místico.
Su carrera de profesor se puede dividir en dos partes. La primera desde el año 203 al 231 en
Alejandría, donde en la primera época impartía dialéctica, física, matemáticas, geometría,
astronomía, filosofía griega y teología especulativa, pasando después a enseñar a los
alumnos más avanzados en estas dos últimas materias y profundizando en Sagrada Escritura.
Hacia el año 212 viajó a Roma para conocer la antiquísima Iglesia de los romanos, donde
conoció a Hipólito. Varios años después estuvo en Arabia por requerimiento del gobernador
romano que deseaba ser instruido por él. Visitó Antioquia invitado por la madre del emperador
Alejandro Severo, que deseaba oírle. Hacía el año 216, Orígenes marchó a Palestina y el
obispo de Jerusalén le pidió que predicara sermones y explicara las Escrituras, pese a no ser
sacerdote, por lo que el obispo Demetrio de Alejandría protestó y censuró el proceder de la
jerarquía palestinense. Orígenes obedeció a su obispo y regresó a Alejandría y para evitar
conflictos posteriores, el obispo Alejandro de Jerusalén y Teoctisto de Cesarea le ordenaron
sacerdote cuando pasó por allí. Esto, empeoró la situación con el obispo Demetrio convocando
un sínodo que excomulgó a Orígenes en la Iglesia de Alejandría. En el año 231, otro sínodo le
depuso del sacerdocio. A la muerte de Demetrio en el año 232, Orígenes regresó a Alejandría;
pero su sucesor, el obispo Hereclas, renovó la excomunión.
La segunda parte de su vida se inició en Cesarea de Palestina, donde el obispo hizo caso
omiso de la censura e invitó a Orígenes a fundar una escuela de teología, que dirigió durante
más de veinte años con el mismo sistema de enseñanza que utilizara en Alejandría. Orígenes
exigía que sus alumnos leyeran las obras de los antiguos filósofos, a excepción de los que
negaran la existencia de Dios y la providencia divina.
Hacia el año 244 -nos dice Eusebio- en Arabia logró curar de su monarquianismo al obispo
Berilo de Bostra.
Durante la persecución de Decio, debió sufrir graves tormentos, según nos dice Eusebio:
"Las numerosas cartas que dejó escritas este hombre describen con verdad y exactitud
los sufrimientos que padeció por la palabra de Cristo: cadenas y torturas, tormentos en el
cuerpo, tormentos por el hierro, tormentos en las lobregueces del calabozo; cómo tuvo
durante cuatro días, sus pies metidos en el cepo hasta el cuarto agujero; cómo soportó con
firmeza de corazón las amenazas de fuego y todo lo demás que le afligieron sus enemigos;
cómo acabó todo aquello, no queriendo el juez de ninguna manera sentenciarle a muerte; y
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qué sentencias dejó, llenas de utilidad, para los que necesitan consuelo (o.c. 6,39,5)
uot;
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Murió en Tiro el año 253 a los sesenta y nueve años de edad, con la salud quebrantada por
tantos sufrimientos. Después de su muerte, lo mismo que en vida, Orígenes siguió siendo un
signo de contradicción, con muchos amigos y enemigos.
Sus escritos
Como ya se ha dicho anteriormente, poco nos ha llegado de sus innumerables escritos, y los
que se han conservado son traducciones al latín. También se ha perdido la lista completa de
sus obras. Según san Jerónimo, la lista de los tratados llegaba a dos mil. Epifanio, calcula en
unos seis mil escritos. Únicamente conocemos el título de ochocientos por una lista que da san
Jerónimo en su carta a Paula
[2] .
Orígenes es el primer exegeta científico de la Iglesia católica. Escribió sobre todos los libros
del Antiguo y Nuevo Testamento, en forma de explicaciones sobre pasajes difíciles, homilías y
comentarios. Escribió ocho libros de sus Comentarios al Evangelio de san Juan, también Com
entarios a la Epístola a los Romanos
en quince libros. De los numerosos estudios sobre el Antiguo Testamento, sólo se ha
conservado una parte de su
Comentario al cantar de los Cantares
.
Nos ha llegado la obra más importante de los escritos apologéticos, que es el tratado Contra
Celso
en ocho libros. Éste es una refutación del
Discurso verídico
del filósofo pagano Celso que dirigió contra los cristianos hacia el año 178, y aunque no nos ha
llegado el
Discurso
, sí podemos deducir su contenido por lo que refuta Orígenes y gracias a él no hizo mella entre
los cristianos las acusaciones de Celso.
Entre los papiros hallados en Toura, cerca de El cairo, en 1941, hay un códice del siglo VI que
contiene el texto de la disputa entre Orígenes y Heráclides. Por el vocabulario, estilo y doctrina
da la seguridad de ser un escrito de Orígenes, donde trata sobre la Trinidad que él con su
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autoridad de doctor desarrolló en una iglesia de Arabia.
Entre sus escritos tenemos Sobre la oración, Exhortación al martirio, que merece ser leído.
En los tratados teológicos se ocupa de la Trinidad, Cristología, Mariología, Eclesiología, el
bautismo y el pecado original, la penitencia y el perdón de los pecados, Eucaristía, Escatología,
preexistencia de las almas, de los sentidos de la Escritura...
Sobre temas místicos, se ocupa de la noción de la perfección, el conocimiento de sí mismo, la
lucha contra el pecado, los ejercicios ascéticos, los comienzos de la ascensión mística, y la
unión mística con el Logos.
Textos eucarísticos
A continuación se insertan algunos textos de sus escritos que habla directamente de Eucaristí
a
o Acci
ón de gracias
.
"Por lo demás, según leyes de Dios, a ningún demon le ha cabido en suerte la
administración de las cosas de la tierra; si bien es probable que, por su propia iniquidad, se
hayan distribuido entre sí aquellas regiones en que no se da cono­cimiento de Dios ni vida
conforme a su voluntad, o donde hay muchos ajenos a Dios. Posible es también que, como
se­ñores dignos de los malvados y verdugos de ellos, el Logos, que todo lo rige y gobierna, los
haya puesto al frente de quienes se han sometido a la maldad y no a Dios. Por se­mejantes
razones, allá Celso, que desconoce a Dios, pague sus acciones de gracias a los démones;
nosotros, empero, sólo damos gracias al Hacedor del universo, y comemos los panes ofrecidos
con hacimiento de gracias y oración sobre los dones, panes que, en virtud de la, oración, se
convierten en cierto cuerpo santo que santifica también a los que lo toman con pura intención
"
[3]
.
"Orígenes llama aquí al pan eucarístico "un cuerpo santo"; en otros pasajes
habla claramente de la Eucaristía como Cuerpo del Señor" (Quasten).
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"Evitamos, en cambio, ser ingratos para con Dios, "de cuyos beneficios estamos
colmados, pues somos criatu­ras suyas, objeto de su providencia, sea cual fuere su juicio sobre
nuestra condición, y, después de nuestra vida, esperamos que Él nos ha prometido. Y tenemos
además como símbolo de nuestra gratitud para con Dios el pan que se llama eucaristía (acción
de gracias)
[4] " [5] .
"Vosotros que asistís habitualmente a los divinos mis­terios, cuando recibís el cuerpo
del Señor, ¡con qué pre­caución y reverencia lo guardáis, no sea que una partícula del mismo
caiga al suelo y se pierda una parte del te­soro consagrado! (consecrati muneris). Porque os
creéis culpables, y con razón, si se pierde una partícula por vuestra negligencia
"
[6]
Está persuadido del carácter sacrificial y expiatorio de la Eucaristía. Menciona la presencia de
un verdadero altar: «Veis cómo no se rocían ya los altares con sangre de bueyes, sino que se
consagran con la sangre preciosa de Cristo
» [7] .
Hay otros pasajes en los escritos de Orígenes en los que se da una interpretación alegórica al
«cuerpo y a la sangre» del Señor en la Eucaristía: representan la enseñanza de Cristo con que
se alimentan nuestras almas:
"Ese pan que el Verbo Dios (Deus Verbum) dice ser su cuerpo, es la Palabra que
alimenta las almas, el Verbo que procede del Verbo Dios (Verbum de Deo verbo procedens);
es pan celestial, que está colocado encima de la mesa, del cual está escrito: Tú pones ante mí
una mesa, enfrente de mis enemigos (Ps. 22,5). Y esa bebida que el Verbo Dios dice ser su
sangre, es la Palabra que sacia e inebria los corazones de los que la beben; de la bebida de
este cáliz está escrito: ¡Qué bueno es tu embriagador cáliz! (Ps. 22)... El Verbo Dios no llamó
cuerpo suyo a aquel pan visible que tenía en sus manos, sino a la Pa­labra, en cuyo misterio
debía romperse el pan. No llamó su sangre a aquella bebida visible, sino a la Palabra, en cuyo
misterio se serviría esta bebida. Porque ¿qué otra cosa puede ser el cuerpo o la sangre del
Verbo Dios sino la palabra que alimenta y alegra los corazones?
" [8]
Sin embargo, estos pasajes no excluyen la interpretación literal que da en otras ocasiones.
Afirma claramente que la san­gre de Cristo se puede beber de dos maneras,
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«sacramental­mente» (sacramentorum ritu) y «cuando recibimos sus pala­bras vivificantes» (In
Num. hom.
16,9). Por otra parte, da a entender que la interpretación literal de la santa comunión es la
interpretación comúnmente admitida en la Iglesia, pero dice que es la manera de concebir de
las almas simples
(In Matth.
11,14), mientras que la interpretación sim­bólica, es más digna de Dios y la que profesan los
doctos
(In Ioh. 32,24; In
11;
Matth.
86).
Lástima que con la amplia literatura escrita por Orígenes, sean tan escasos los tratados que
nos han llegado, pues con las muestras presentadas, nos da la seguridad de que habrán sido
muchos los textos eucarísticos que nos hubieran enriquecido sobre lo que este gran eruditos
de la primitiva Iglesia difundiera sobre los cristianos de su época y la defensa contra los
paganos.
[1] Soliloquios 11, 3.
[2] Epíst. 33.
[3] Preciosa alusión eucarística de Orígenes, que lo es tanto en cuanto es más causal. Sobre
la doctrina eucarística de Orígenes, remitimos, con Chadwick, a H. de Lubac,
Histoire et
Esprit
(París
1950) p.355ss. BAC nº 271, Madrid 1967, pág. 547. Orígenes "Contra Celso, 8,33".
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[4] Contra Celso, 8, 57.
[5] Cf. Justin., I Apol. 66, I.
[6] In Ex. hom. 13,3: EP 490.
[7] In lesu Nave 2,1.
[8] In Matth. comm. ser. 85.
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