Poder Judicial de la Nación

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2010 – Año del Bicentenario
En Buenos Aires, el 28 de junio de dos mil diez, se reúnen
los señores jueces de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Comercial para pronunciarse en la causa “Molina Zamudio, Juan Carlos c/
Banco de Galicia S.A. s/ ordinario” (Expediente N° 77.255/2002), donde
fue concedido un recurso de inaplicabilidad de la ley, con el objeto de
resolver la siguiente cuestión:
“¿Corresponde pagar en su moneda de origen los saldos
deudores de tarjetas de crédito, derivados de consumos realizados fuera
del país con anterioridad a la fecha de promulgación de la ley 25.561 y
USO OFICIAL
con vencimiento posterior a esa fecha?”
I. Los Señores Jueces María L. Gómez Alonso de Díaz
Cordero, Juan Roberto Garibotto, Juan José Dieuzeide, Isabel Míguez,
Alfredo A. Kölliker Frers, María Elsa Uzal, Matilde E. Ballerini, Ana I.
Piaggi , José Luis Monti, Pablo D. Heredia, Gerardo G. Vassallo, Miguel F.
Bargalló, Bindo B. Caviglione Fraga, Alejandra N. Tevez, Rafael F.
Barreiro y Juan Manuel Ojea Quintana expresan en forma unánime lo
siguiente:
1°)
Motiva
la
presente
convocatoria
la
discordancia
existente entre algunas de las Salas del Tribunal con respecto a la
pertinencia de pagar en su moneda de origen los saldos deudores de tarjetas
de crédito, derivados de consumos realizados fuera del país con anterioridad
a la fecha de promulgación de la ley 25.561 y con vencimiento posterior a
esa fecha.
A fin de delimitar adecuadamente el marco normativo que
habrá de dar solución a la cuestión planteada a este Acuerdo Plenario, se
torna necesario efectuar algunas precisiones respecto de la esencia de la
relación comercial que aquí nos ocupa.
2°) En primer lugar, corresponde recordar que el contrato de
tarjeta de crédito es una moderna combinación de financiamiento y
modalidad de pago en las operaciones de adquisición de bienes y servicios.
En fecto, convergen en dicha relación los contratos bancarios de concesión
de crédito con el servicio de caja y, naturalmente, el de compraventa o
prestación de servicios, con diferimiento de pago del precio. Asimismo, se
establecen relaciones especiales entre el vendedor o prestador y quien debe
pagar su precio. En este tipo de contratos, una empresa especializada
denominada “entidad emisora” se obliga a otorgar a favor de una persona
física o jurídica denominada “tomador”, “cliente”, “titular” o “usuario”,
un crédito periódico que éste podrá utilizar, mediante la mera presentación
de un instrumento de legitimación específico denominado “tarjeta de
crédito”, para la adquisición de bienes o servicios de terceros, obligándose,
a su vez, a cancelar dicho crédito al vencimiento de cada período pactado,
pagándolo a dicha entidad emisora, en la forma y modos convenidos
contractualmente (CNCom., Sala B, 23.8.2001, “Schpak de Siculer, Dora y
otro c/ Diners Club Argentina S.A.C. y de T. s/ sumario” y “Diners Club
Argentina S.A.C. y de T. c/ Schpak de Siculer, Dora s/ ordinario”).
Así, dentro de la plurilateralidad negocial que caracteriza a
la utilización de las tarjetas de crédito (entidad emisora - proveedor de
bienes - usuario) y, en particular, respecto del contrato que vincula al
emisor con el
usuario, hay un elemento primordial que es el denominado
"resumen" o "liquidación" mensual, al cual la Ley de Tarjeta de Crédito le
dedica varias normas (arts. 22 y ss., ley 25.065).
De acuerdo al régimen legal que regula la materia, el emisor
tiene la obligación de “confeccionar y enviar mensualmente un resumen
detallado de las operaciones realizadas por el titular o sus autorizados”
(art. 22, ley citada), en cuyo contenido, entre otros datos, debe incluir la
“fecha de cierre contable del resumen actual y del cierre posterior” y la
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“fecha de vencimiento del pago actual, anterior y posterior” (art. 23, incs.
c y h). Además, el resumen debe ser recibido por el titular con una
anticipación mínima de cinco días al vencimiento de su obligación de pago,
independientemente de lo pactado en el respectivo contrato (art. 25).
En tal esquema, resultan fundamentales, pues, los lapsos
acordados por las partes previamente, esto es, las fechas pactadas a
computarse mes a mes, mientras transcurre la relación comercial. Así, ha y
que distinguir claramente las dos fechas referidas por la letra de la ley, o
sea, la fecha de "cierre contable" y la fecha de "vencimiento".
Lo anterior hace, precisamente, a la función de la tarjeta de
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crédito como instrumento crediticio, porque el usuario obtiene un plazo para
el pago de todas las prestaciones de las que ha hecho uso, logrando
concentrar en una determinada fecha el cumplimiento de las obligaciones
emergentes de sus consumos. Es que la operativa señalada implica diferir el
pago de los consumos en un mes, oportunidad en la cual –al recibir el
resumen o liquidación- el usuario debe saldarlo mediante los mecanismos
que permite el sistema al cual está adherido (conf. Fernández, R. y Gómez
Leo, O., Tratado teórico-práctico de derecho comercial, Lexis Nexis –
Depalma, Buenos Aires, 2004, t. IV, ps. 475/476).
En este marco, atendiendo a que la finalidad de la tarjeta de
crédito es otorgarle al usuario una financiación por los gastos efectuados
hasta la fecha del cierre del ejercicio, cuyo pago se torna exigible a partir
de la fecha de vencimiento -todo lo cual es perfectamente conocido de
antemano por el titular de la tarjeta de crédito-, lo adeudado por el usuario a
la empresa prestadora del servicio crediticio es un saldo deudor que se
configura al cierre del estado de cuenta, lo que ocurre mensualmente.
Sentado lo expuesto, a los efectos de establecer la normativa
aplicable para determinar la moneda de pago en la cual debe abonar el
usuario a la empresa emisora los consumos realizados, no puede sino estarse
a la fecha de vencimiento de la obligación, resultando indiferente la fecha
en la que hubieran sido realizados tales consumos, pues, precisamente, el
instrumento de crédito fue suscripto con miras a la financiación de los
gastos efectuados por el usuario y con el compromiso de la entidad emisora
de respetar la fecha de cierre del ejercicio y el vencimiento del resumen,
siempre informadas con anterioridad por el otorgante (art. 23, incisos c y h
de la ley 25.065).
3°) Formuladas estas breves aclaraciones, el temario que
suscita esta reunión del Tribunal en pleno, por los propios términos de su
formulación y a poco que se examine la normativa aplicable a los saldos
deudores de tarjetas de crédito, derivados de consumos realizados fuera del
país, con vencimiento posterior a la fecha de promulgación de la ley 25.561,
no parece admitir sino una respuesta afirmativa.
En efecto, se concluye con claridad de la normativa
aplicable a la cuestión que nos ocupa que la intención del legislador fue
excluir del régimen de pesificación todas aquellas compras con tarjeta de
crédito realizadas fuera del país y en moneda extranjera que no hubieran
conformado un saldo deudor al tiempo de la sanción de la ley 25.561.
Es que el art. 7º, párr. 2º, de la ley 25.561 establece que
“los saldos deudores de titulares de tarjetas de crédito y los débitos
correspondientes a consumos realizados en el país, serán consignados en
pesos y pagaderos en pesos. Sólo podrán consignarse en dólares u otras
divisas, los consumos realizados fuera del país. Los saldos deudores
pendientes de pago a la fecha de promulgación de la presente ley, serán
cancelados en pesos a la relación de cambio un PESO ($ 1) = un DÓLAR
ESTADOUNIDENSE (U$S 1)”.
Como puede advertirse, el segundo párrafo del art. 7° de la
ley 25.561 contempló como únicos supuestos pagaderos en pesos a los
consumos de tarjetas de crédito realizados en el país (primera oración) y a
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los saldos en dólares existentes a la fecha de promulgación de la ley, es
decir, al 6.1.02 (tercera oración), quedando exceptuados de la pesificación
los “consumos realizados fuera del país” (segunda oración). En este marco,
resulta lógico inferir, de la sola lectura del texto legal, que también se
encuentran excluidos de la pesificación los saldos no existentes a la fecha
de corte.
Acótase, a mayor abundamiento, que si bien la ley incluye
entre los supuestos pagaderos en pesos a los “saldos deudores pendientes de
pago” (tercera oración) y no a los “saldos con vencimiento” a la fecha de
corte, resulta inexorable interpretar que se refiere a este último supuesto,
USO OFICIAL
pues con anterioridad no se había configurado saldo alguno que pudiera ser
saldado.
4°)
Resta
sólo
referir
a
las
normas
que,
por
vía
reglamentaria, no hicieron más que complementar y/o reiterar las pautas
contenidas en el mencionado art. 7° , segundo párrafo de la ley 25.561.
En efecto, el decreto 71/02, dictado por el Poder Ejecutivo
en ejercicio de la delegación legislativa que le hiciera el art. 1° de la le y
25.561,
encomendó
al
Banco
Central
de
la
República
Argentina la
reglamentación de la reestructuración de las deudas de personas físicas y
jurídicas con el sector financiero (art. 4º).
Y
en el marco de tal reglamentación, dicha entidad
bancaria, dictó la Comunicación A 3429 en cuyo punto 2, párrafo segundo,
se estableció que solamente podrían cancelarse a la relación de un peso
igual a un dólar ($1= U$S 1), siendo pagaderos en moneda nacional los
saldos de tarjeta de crédito pendientes de pago en dólares estadounidenses
correspondientes a liquidaciones vencidas con anterioridad al 6.1.2002; tal
previsión se adecuó a los parámetros ya fijados por la ley 25.561 en tanto
estos saldos implicaban obligaciones alcanzadas por lo expresamente
establecido en la tercera oración de su art. 7°, segundo párrafo.
Por otro lado, en concordancia con lo establecido en la
segunda oración del segundo párrafo del mencionado artículo de la ley
25.561, la Circular A 3429 estableció en su punto 2, párrafo tercero, con
relación a las liquidaciones no vencidas al 6.1.2002, que “…Los consumos
realizados en el exterior, sin importar su fecha de origen, serán incluidos
en la liquidación de la cuenta del titular en la moneda pactada. En el caso
de tratarse de moneda extranjera, se cancelarán, a opción del cliente, en la
moneda extranjera que corresponda o en pesos al tipo de cambio que se
pacte libremente en la fecha de pago”.
Esta
última
hipótesis
legal
fue
además
expresamente
ratificada por el decreto 410/02 al aclarar, en el art. 1°, inc. b), que la
pesificación ordenada por el decreto 214/02 no se proyectaba a “Los saldos
de tarjetas de crédito correspondientes a consumos realizados fuera del
país”.
5°) Pues bien, en el marco de lo expuesto y, conforme el
detalle normativo precedente, no podría de ningún modo pretenderse sobre
la base de considerar aisladamente cada uno de los consumos, tomándolos
como saldos deudores a partir de la fecha en que fueron hechos, l a
procedencia del pago de acuerdo a las disposiciones vigentes a la fecha de
los gastos. Es la fecha del vencimiento del resumen la que determina cuáles
son las normas aplicables.
Resulta claro, entonces, que en el marco de la legislación de
emergencia sancionada a partir del dictado de la ley 25.561, que es la que
resulta de aplicación al caso, como antes se dijo, sólo procedería la
conversión a moneda nacional, en los términos imperantes durante la
convertibilidad (paridad $1 = U$S 1), de los consumos realizados mediante
tarjeta de crédito en moneda extranjera y fuera del territorio nacional,
cuando éstos conformaran ya un saldo deudor a la fecha de entrada en
vigencia de la ley 25.561.
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6°)
Finalmente,
no
puede
dejar
de
señalarse
que
la
conclusión expuesta no variaría aun cuando la legislación de emergencia no
hubiese establecido la solución desarrollada en los apartados anteriores.
Ello es así, en primer lugar, porque las reglas de juego eran
precisas para el usuario de la tarjeta de crédito con independencia de las
salvedades introducidas por dicha normativa. Véase que ya el art. 31 de la
ley 25.065 preveía
que “cuando las
operaciones
del
titular
o sus
autorizados se operen en moneda extranjera, el titular podrá cancelar sus
saldos en la moneda extranjera o en la de curso legal en el territorio de la
República al valor al tiempo del efectivo pago del resumen…”.
USO OFICIAL
Y resulta razonable que los gastos que se hicieron frente a
acreedores extranjeros en dólares estadounidenses –que fueron adelantados
por vía de la operación de crédito que permitió la tarjeta- sean ulteriormente
cancelados en esa moneda, asumiendo el usuario el riesgo que importa la
variación del tipo de cambio de la moneda de la obligación, sin que ese
riesgo propio de la naturaleza internacional de la operación pueda ser
trasladado a la entidad emisora de la tarjeta de crédito.
Y, en segundo lugar, porque, de no existir tales reglas, al
producirse la exigibilidad de la obligación de abonar el consumo efectuado
en dólares recién con el cierre del estado de cuenta y el vencimiento del
resumen, que ex-hypothesis acaecería en el caso luego del dictado de la
legislación de emergencia que dispuso la “pesificación” de las obligaciones
constituidas en moneda extranjera, esa sola circunstancia las sustraería del
ámbito de aplicación de esa normativa desde que esta última solo es
aplicable a las obligaciones de esa índole existentes a esa fecha (arg. art. 11,
ley 25.561),
condición que
no
cabe
predicar
respecto
del
supuesto
contemplado en esta convocatoria por lo dicho anteriormente.
7°)
En
atención
a
los
argumentos
expuestos,
respuesta afirmativa a la cuestión propuesta en esta convocatoria.
damos
II. Por los fundamentos del Acuerdo precedente, se fija
como doctrina legal que:
“Corresponde pagar en su moneda de origen los saldos
deudores de tarjetas de crédito, derivados de consumos realizados fuera
del país con anterioridad a la fecha de promulgación de la ley 25.561 y
con vencimiento posterior a esa fecha”.
Dado que la resolución dictada en fs. 393/399 se adecua a la
doctrina establecida en este fallo plenario, se la confirma.
El doctor Ángel O. Sala no interviene por encontrarse en uso
de licencia (art. 109 Reglamento para la Justicia Nacional).
Notifíquese y vuelva la causa a la Sala de origen.
Firmado por: María L. Gómez Alonso de Díaz Cordero
(Presidente), Juan Roberto Garibotto, Juan José Dieuzeide, Isabel Míguez,
Alfredo A. Kölliker Frers, María Elsa Uzal, Matilde Ballerini, Ana I. Piaggi,
José Luis Monti, Pablo D. Heredia, Gerardo G. Vassallo, Miguel F.
Bargalló, Bindo B. Caviglione Fraga, Alejandra N. Tevez, Rafael F.
Barreiro y Juan Manuel Ojea Quintana; por ante mí: Claudia Rodríguez
(Secretaria General).
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