ENSAYOS I.ENSAYOS LA RESPONSABILIDAD INSTITUCIONAL EN LA APLICACION DE SANGRE Y HEMODERIVADOS* Oscar Arias Valverde INTRODUCCION: Se me ha pedido referirme a la cuestión de la responsabilidad institucional con mo tivo de la aplicación de sangre humana y de sus den vados a otros seres humanos. Genéricamente hablaremos de la responsabilidad que podría derivarse por el acto de aplicar sangre a un paciente, en un determinado tratamiento, frente a diferentes hipótesis , dentro de una institución pública administradora de servicios médicos, cual es el caso de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Se trata indudablemente de un tema de extraordinaria importancia y actualidad. La sangre ha sido históricamente ligada a la vida misma, En el orden de lo metafórico, dar la sangre por otro u otros seres humanos, ha sido visto por algunos como un elevadísimo acto de amor, si no es que se le juzga como el acto último del heroísmo. y por ende como un gesto profundamente humano, casi divino. Empero, con la apocalíptica aparición en los últimos tiempos de enfermedades cuyo medio eventual de transmisión es la sangre de un ser humano implantada a otro ser humano, o frente a la eventual muerte de un ser humano por haberse negado a aceptar una transfusión de sangre o la aplicación de sus derivados -sin dejar por fuera las posturas religiosas que rechazan la aplicación de sangre y de sus derivados- se coloca la cuestión en el borde de lo dramático. Como se ha dicho en un trabajo recientemente efectuado por la CCSS, con miras al establecimiento de un sistema nacional de administración de sangre para efectos sanitarios. "la transfusión sanguínea tiene implicaciones éticas , (religiosas), sanitarias y económicas de Revista Jurídica de Seguridad Social evidente importancia en el campo de la salud. Son estas implicaciones las que han llevado a distintos organismos internacionales de reconocida solvencia en la materia, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Consejo de Europa, la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y la Sociedad Internacional de Transfusión Sanguínea. a emitir una amplia lista de recomendaciones a los países miembros, encaminadas a fomentar la utilización más racional de la sangre y sus componentes, dirigida al desarrollo de la más alta calidad en la práctica transfusional”(1). Resulta a todas luces trágico que un ser humano, en busca de reivindicar su más alto nivel de bienestar en el orden físico, psíquico, espiritual y religioso, contraiga una enfermedad que lo coloque en un problema peor que el que quiso resolver, al igual que es a todas luces trágico el desenlace fatal atribuible a la no aplicación de sangre en un tratamiento concreto. El remedio que resulte peor que la enfermedad es y será un contrasentido y algo absurdo en cualquier parte y lugar. Hemos dividido el tema en los siguientes acápites: la transfusión de sangre en Costa Rica, un resumen muy simple del significado de la responsabilidad en el mundo del derecho, una referencia al derecho positivo costarricense en lo tocante a la responsabilidad de la administración (responsabilidad institucional). y lo que ha dicho la jurisprudencia nacional sobre esta cuestión de la responsabilidad institucional. Una última parte será dedicada al tratamiento práctico que al tema se le ha dado por parte de algunos estudiosos, y más en concreto, por parte de los p rofesionales de la Dirección Jurídica de 7 ENSAYOS la CCSS, de la que formo parte como abogado asesor. LA TRANSFUSION DE SANGRE EN COSTA RICA: Algunas cifras, nos ayudarán observ ar cual ha sido el desarrollo de práctica Transfusional en este país . Antes del año 1940, pareciera haberse dado la práctica de transfusión directa, sea de paciente a paciente, pero no hay datos numéricos sobre ese procedimiento, En 1940, año en que se registra la primera mención escrita sobre el tema. se realizaron en el Hospital San Juan de Dios 125 transfusiones, En e! año 1941, se dieron 130 yen 1942. 143, Como se ve de esos años, el incremento de la práctica indicaba una tendencia de incremento excepcional (2). En el año de 1992, se llevaron a cabo en el país 73.209 transfusiones de sangre, que consumieron 23.793.814 gramos del líquido para 43.434 pacientes, o sea un promedio de 547 gramos por paciente. En el año siguiente. 1993. los datos señalan que hubo 71. 706 transfusiones, por 23.577.131 gramos, aplicados a 37.936 pacientes, o sea a razón de 621 gramos promedio por paciente: y en el año 1994, que es el último que se tiene información, se llevaron a cabo en el país 61.728 transfusiones, por 22.686.273 gramos, aplicados a 34.786 pacientes, o sea a razón de 652 gramos promedio por paciente(3). Esa cantidad de operaciones transfusionales sugiere que el problema de la responsabilidad por efectos eventualmente adversos a la salud o a los valores, es de una importancia inestimable, independientemente del descenso en la práctica que se puede observar en los últimos tres atlas referidos. EL TEMA DE LA RESPONSABILIDAD La doctrina jurídica sostiene que todo hecho del hombre puede imp licar responsabilidad. El término "responsabilidad" procede etimológicamente del Latín "respondeo", verbo que significa responder. De ahí que simplificadamente se ha definido la responsabilidad como "la capacidad u obligación de 8 responder por los actos propios, y en algunos casos de los ajenos" (5). La Real Academia Española define "responsabilidad", en su primera acepción, como "deuda, obligación de reparar y satisfacer, por si o por otro, a consecuencia de delito, de una culpa o de otra causa legal" (5) En el mundo del derecho, se ha identificado la responsabilidad como "la obligación que incumbe a una persona de reparar el daño causado por los hechos propios, doloso o culpo so, o por los hechos de las personas bajo su dependencia, o por la cosas de que se sirve o que tiene a su cargo"(6). Surge la obligación de responder cuando un hecho (acción u omi sión delictiva o culposa) es la causa de un daño. Si no hay resultado dañoso atribuible a la conducta, activa u omisiva, la obligación de responder no nace a la vida jurídica. Esa obligación de responder por el resultado dañoso de una conducta procede de un principio que, para algunos, proviene del derecho natural y es la obligación de no causar daño a nadie ("neminem laedere" del derecho romano). Si alguien incumple esa obligación y causa con un acto o hecho daño a otro, se coloca en la hipótesis de "responder" por el daño causado. Debe destacarse que el acto puede ser tanto de signo positivo (acción) como negativo (omisión). Para los efectos de la responsabilidad da lo mismo uno u otro. Lo importante es que entre esa acción o esa omisión y un resultado dañoso se dé una relación de causa efecto. La "respuesta" jurídica puede ser vista desde dos puntos de vista: la primera. en el ámbito de lo puramente civil como la obligación de reparar los daños y perjuicios causados por el daño en e! orden puramente económico o moral o por la privación de ingreso derivada del daño mismo : y la segunda, en el ámbito de la venganza colectiva ("vindicta publica") que vino a sustituir la venganza individual o ley del talión, por virtud de! derecho penal como el castigo que debe imponerse a quien infirió un daño moral a la sociedad en la persona de uno o varios de sus miembros. N°6 • Febrero de 1996 ENSAYOS Se habla entonces de responsabilidad civil o de responsabilidad penal La diferencia entre una y otra es un producto cultural "En las primitivas comunidades todo daño causado a la persona o bienes de otro despertaba en la victima el instinto de la venganza. El hombre respondía a un instinto natural de devolver el mal por el mal que había sufrido. Era una reacción absolutamente espontánea. Así como el niño golpea la piedra contra la cual ha tropezado, el hombre primitivo bajo la impresión del dolor reaccionaba involuntariamente movido por un sentimiento de cólera contra la causa aún inocente de ese sufrimiento ( ... ) Por una parte, la pasión dominante hace perder de vista la culpabilidad. Por otra parte interesa más el castigo del ofensor para satisfacer el espíritu vengativo de la víctima, que perseguirlo para obtener la reparación del daño sufrido por ella ( ... ) Puede decirse que en esta época la cuestión de los daños y la necesidad de su resarcimiento se hallan al margen del derecho. El ataque a la persona y a los bienes no constituye en sí mismo el agravio sino que, a través del daño material, se quebranta el sentimiento de autoconservación y la propia estimación de la víctima comprometiéndose la solidaridad del grupo al que éste pertenece. Es el imperio de la fuerza. A la violencia se opone la violencia. El mal se paga con el mal. Por el daño recibido se causa un daño semejante. Es la Ley del Talión: "Ojo por ojo y diente por diente".(7) El tiempo se encargó de atemperar las reacciones y de reservarle al derecho penal las conductas en que juega un papel preponderante la intención de hacer daño (dolo). y al derecho civil los resultados dañosos no queridos. atribuibles a imprudencia, negligencia, impericia o irrespeto de reglamentos (culpa). Para los efectos de esta presentación, dejamos por fuera la cuestión de la responsabilidad penal, por dos razones: primera, porque es lógico entender que -por principio ningún profesional en las ciencias médicas actúa movido por el ánimo o la intención de causar un daño. Lo propio es que el resultado dañoso nunca sea querido, sino solo eventualmente atribuible a culpa (impericia, negligencia. imprudencia. irrespeto de normas e1ementales) Revista Juridica de Seguridad Social del profesional. Y segundo, porque tratándose de una institución, que es una persona jurídica mediante una ficción que hace la ley, no puede hablarse nunca de responsabilidad penal Entonces, restringiremos el análisis de la responsabilidad institucional a la cuestión de la responsabilidad civil sin que ello signifique desconocer la hipótesis de esa responsabilidad institucional frente a actuaciones dolosas de un profesional EL DERECHO POSlTIVO EN COSTA RICA REFERENTE A LA RESPONSABILIDAD DE LA ADMINISTRACION La cuestión de la sangre ha merecido tratamiento concreto en el derecho positivo costarricense. Tenemos así que la Ley General de Salud regula el funcionamiento de los bancos de sangre y contempla algunas restricciones para esa actividad, entre las cuales están la autorización del Colegio de Microbiólogos y Químicos Clínicos, y la inscripción en el Ministerio de Salud. El establecimiento de servicios de transfusión requieren una autorización especial del citado Ministerio. La sangre humana, el plasma o sus derivados. pueden utilizarse solamente para fines terapéuticos médico-quirúrgicos y bajo pres cripción médica. Y se prohíbe a los establecimientos privados la exportación de la sangre humana, plasma o sus derivados, salvo casos de emergencia calificados por el Ministerio de Salud(8). Más recientemente, con motivo de la aparición del SIDA, mediante Decreto Ejecutivo se dictó una serie de reglas tendientes a evitar contagios por aplicación de productos contaminados, y se establecieron sanciones para la infracción de esas reglas (9). Ahora bien, las previsiones normativas no impiden la producción de resultados dañosos por parte de los funcionarios públicos o de la administración como tal. Es aquí donde entra en juego la Ley General de la Administración Pública (10) que vino a constituir en este país una auténtica revolución en materia de responsabilidad de la administración pública. El Título Séptimo de esa ley, se dedica en su totalidad a la 9 ENSAYOS responsabilidad de la administración (capitulo lo primero) y (capitulo segundo) RESPONSABILIDAD DE LA ADMINISTRACION: En lo tocante a la responsabilidad de la Administración, se consagra el principio general de la responsabilidad de la Administración por todos los daños que cause su funcionamiento legítimo o ilegítimo, normal o anormal, salvo fuerza mayor, culpa de la víctima o hecho de un tercero. El espíritu tutelar a favor del adminis trado es indudable. Como se indica expresamente en la regla general enunciada, la Administración solamente deja de responder por los daños derivados de fuerza mayor (“acontecimiento ajeno a la conducta del deudor y producido al margen de la misma con fuerza incontrastable... "), culpa de la víctima o el hecho de un tercero. "El principio determinante del régimen de la responsabilidad que se propone es la concepción de la Administración como riesgo social cuyos resultados lesivos han de correr de cuenta de ella y no de aquél que, siendo más pobre y en todo caso extraño a la causa, debe estar garantizado contra todo daño proveniente de causas y de intereses extraños a su vida y a su acción (11)". De seguido desarrolla la ley lo referente a la responsabilidad de la administración por conducta ilícita, señalando en forma categórica que la administración debe responder (reparar) por "todo daño causado a derechos subjetivos ajenos por faltas de sus servidores, cometidas durante el desempeño de los deberes del cargo o con ocasión del mismo, utilizando las oportunidades o medios que ofrece, aun cuando sea para fines o actividades o actos extraños a dicha misión"(12). RESPONSABILIDAD PERSONAL DEL SERVIDOR Hay que suponer que ningún profesional al servicio de una institución asistencial pública, va a proponerse contaminar a nadie con sangre o sus derivados, a sabiendas de que ellos son portadores de alguna enfermedad transmisible por esa vía. Esa conducta seria evidentemente 10 criminal y por ende perseguible por la vía penal contra el autor. Sin embargo, frente a esa hipótesis también tendría que responder una institución dadora de servicios médicos, en aplicación del principio "in eligendo et in vigilando". La libertad de escoger al funcionario, libertad que no es tan clara en un régimen estatutario como el que rige respecto de todas las profesiones médicas, ligado a la facultad de vigilar la conducta del funcionario, presupone que la actuación incorrecta de ese funcionario acarrea responsabilidad de la institución para la que Sirve. Por ello, el artículo 199 de la Ley Ge neral crea la responsabilidad personal del servidor frente a terceros, cuando aquél ha actuado con dolo o culpa grave en el desempeño de sus deberes o con ocasión de los mismos, aunque solo haya utilizado los medios y oportunidades que le ofrece el cargo. No obstante, aunque se trata de una responsabilidad personal el artículo 201 de la Ley establece que "La Administración será solidariamente responsable con su servidor ante terceros, por los daños que éste cause en las condiciones señaladas por esta ley". En otra norma se consagra el principio de que lila Administración deberá recobrar plenariamente lo pagado por ella para reparar los daños causados a un tercero por dolo o culpa grave de su servidor, tomando en cuenta la participación de ella en la producción del daño, si la hubiere" (13 ). RESPONSABILIDAD POR CONDUCTA LÍCITA O FUNCIONAMIENTO NORMAL: Como tercer tópico atinente, trata la ley lo referente a la responsabilidad de la administración por conducta lícita y funcionamiento normal. Aquí se hay una evidente innovación en relación con las teorías clásicas de la responsabilidad civil. Aunque se tratare de una actuación permitida, e incluso debida frente a determinada hipótesis, la administración debe responder "por la pequeña proporción de afectados o por la intensidad excepcional de la lesión". N°6 • Febrero de 1996 ENSAYOS Esta de por medio, en el orden filosófico, la preocupación de que no se sacrifique, en aras del bien común o procurando el bien común, al individuo que ocupa un asiento en la sociedad. Es otra manera de decir que el poder estatal debe preocuparse por distribuir con la mayor equidad las cargas públicas . El redactor de la ley al respecto dijo: "Se reconoce, finalmente, la responsabilidad objetiva, sin culpa ni dolo, por acto legítimo o por funcionamiento normal de la administración, a condición de que el daño causado sea un instrumento de discriminación en perjuicio del administrado y de su patrimonio o intereses morales de otro tipo, porque lo coloque en situación de minusvalía o mayor sacrificio en relación al resto de los ciudadanos, caso de no repararse el daño causado. De este modo el vínculo entre el funcionamiento legítimo y normal de la Administración, y su obligación de indemnizar los daños que el mismo cause, es el carácter "especial" o "desigual" del daño inferido, por la intensidad de la lesión para algunos o por la pequeña proporción de damnificados, aunque el daño no sea intenso. Se trata de lo que la doctrina suele reconocer como la 'indemnización de derecho público sin responsabilidad de la Administración y que suele fundarse en el principio de igualdad ante la ley en la distribución de las cargas públicas así como en el principio subyacente en el instituto de la expropiación público con indemnización. Se parte del supuesto de que la actividad del Estado, inclusive la legislativa, lesiona seriamente a un ciudadano o su patrimonio por razones de interés público cuya satisfacción mejora directa o indirectamente la esfera jurídica del resto de los ciudadanos, se cometería grave discriminación si al mismo tiempo no se pusiera a estos últimos a contribuir en los costos de ese progreso común, que en virtud de la lesión sólo ha recaído sobre el damnificado, en forma totalmente especial o particular" (14) Esta hipótesis de responsabilidad objetiva en relación con la aplicación o no aplicación de sangre, no es fácilmente concebibles. Podría pensarse, por ejemplo, en la aplicación de sangre totalmente sana, que ha sido sometida a pruebas Revista Jurídica de Seguridad Soci al a las pruebas mas rigurosas, que ocasiona un estado de "shock" y que lleva a la muerte, a pesar de todas los cuidados. La previsión legal en realidad pretende hacer una aplicación concreta del principio de igualdad en las cargas públicas La regla contempla sus excepciones, cuando se establece que no habrá responsabilidad, aunque se causare un daño especial a la víctima, cuando el interés lesionado no sea legítimo o sea contrario al orden público, a la mora o a las buenas costumbres, aun si ese interés no estaba expresamente prohibido antes o en el momento del hecho dañoso. Uno podría pensar, por ejemplo, en el reclamo de la familia de una mujer que se sometió, por decisión propia, a un aborto, procedimiento dentro del cual se generó la situación de aplicarle sangre, en el supuesto que de ello pudiera haberse derivado la muerte. * Estas son las normas que prevé la Ley General de la Administración Pública, aplicables a los resultados dañosos que eventualmente pudieran derivarse de la aplicación o la no aplicación de sangre a un paciente. Cada caso tendrá que ser valorado frente a sus particulares circunstancias, para establecer frente a cuál hipótesis se está. Es el Juez quien en última instancia tendrá que decir si procede o no una indemnización por daño material o por daño moral. Ahora bien, dijimos que el acto productor de responsabilidad, ya se trate de responsabilidad por culpa (actuación dolos a o culposa de un funcionario) o de responsabilidad objetiva, puede ser positivo o negativo: activo u omiso. En materia de transfusiones, podríamos separar, para distinguir entre uno y otro. la aplicación misma de una transfusión autorizada por el paciente pero que obtiene resultados negativos, la aplicación de una transfusión no autorizada por el paciente, con resultados negativos o con resultados positivos, y la no realización de una operación, por no haberse autorizado la transfusión que se consideró necesaria, con resultados negativos. 11 ENSAYOS JURISPRUDENCIA NACIONAL: En mi investigación sobre e1 tema, solo se encontró el registro de dos casos concretos en el país, en los que se puso a prueba la actualización del derecho positivo, con motivo de la aplicación de sangre con consecuencias dañosas. PRIMER CASO: A una paciente, en el Hospital México de la CCSS, se le transfundió sangre contaminada con hepatitis tipo B. denominada "Hepatitis fulminante". El juez de primera instancia condenó al pago de una indemnización económica por daño moral, más intereses, teniendo por probados los siguientes hechos. “l. Que el día 23 de marzo de 1984, la señora E.S.M. fue intervenida quirúrgicamente en el Hospital México de la Caja Costarricense de Seguro Social, para resección de válvula mitral. Implantación de una válvula de duramadre de 27 mms de ST Jude. 2. Que en el momento de la cirugía la señora Salas recibió transfusión de sangre fresca de los siguientes donadores: S.M.H., número 3812: y CH.O.M., número 3791. 3. Que la muestra de sangre del señor M.A.A., número 3 806, fue reportada por el Centro Internacional de Investigación y Adiestramiento Médico, el día 26 de marzo de 1984, contaminada con Antígeno Australia Positivo. 4. Que las autoridades médicas del Hospital México no informaron a la paciente E.S.M. ni a sus familiares de la transfusión de sangre contami nada con el virus de hepatitis tipo B. ni le proporcionaron en aquel momento tratamiento. 5. Que el 4 de junio... la señora E.S.M. ingresó al Hospital México con un cuadro clínico y bioquímico de Hepatitis Viral, quedando internada. 6. Que elll de junio de ese mismo año, la señora ES.M. murió en el Hospital México. Como causa de la muerte, se señaló en la autopsia: insuficiencia hepática aguda, hepatitis aguda fulminante por virus B. 7. Que el médico especialista, nombrado como perito en autos, señaló: No hay evidencia clínica, de laboratorio o del estudio de la autopsia que haya demostrado o hecho sospechar otra etiología de la necrosis hepática 12 sufrida por doña ES.M., que el virus B de la hepatitis". La Caja quiso excepcionarse de su responsabilidad alegando que al juicio debió ser llamado también el servidor o los servidores responsables de la actuación causante del perjuicio. Empero, el juzgador de primera instancia, para desestimar la oposición dijo textualmente: "El artículo 201 de la Ley General de la Administración Pública, establece que: "La Administración será solidariamente responsable con su servidor ante terceros por los daños que éste cause en las condiciones señaladas por esta ley. Solidaridad implica responsabilidad total para cada sujeto frente al dañado. En consecuencia no se hace necesaria la demanda contra todos, pues cada sujeto es responsable en forma individual o colectiva". Y en cuanto al fondo, dijo el mismo juzgador: " ... Se utilizó sangre fresca que no 'había sido analizada en laboratorios de la institución. Unos días después de realizada la operación se recibió en el Hospital un informe del Centro Internacional de Investigación v Adiestramiento Médico, poniendo en conocimiento que una de las muestras de sangre utilizada en la transfusión a la señora E.S.M. aparecía contaminada con el virus de hepatitis tipo B. El comunicado no fue puesto en conocimiento de la paciente ni de sus familiares. El cuatro de junio del ese mismo año, la señora E.S.M., ingresó de nuevo al Hospital México con un cuadro de hepatitis. El once de ese mes v año, falleció a causa de esa enfermedad, be acuerdo al dictamen pericial rendido en autos por un médico especialista no hay evidencia clínica, de laboratorio o del estudio de la autopsia que haya demostrado o hecho sospechar otra etiología de la necrosis hepática sufrida por doña S. que el virus B de la hepatitis". Y la conclusión no era difícil de predecir, frente a tales hechos: "En consecuencia -dijo el Juez- no puede ser más coincidente la causa con el efecto. Si la paciente fue inoculada con el virus de hepatitis B y unos meses después muere por esa misma enfermedad, no puede negarse la relación causal que existe. Independientemente de la N°6 - Febrero de 1996 ENSAYOS culpabilidad de los funcionarios que intervinieron en el asunto, la institución accionada resulta obligada a responder por el daño causado (artículo 190 de la Ley General de la Administración Pública)". En el caso concreto, lo que se reclamó fue una indemnización por daño moral, y no se utilizó la vía penal sino la contencioso-administrativa. A tal respecto dijo el Juez: "El articulo 197 de la Ley General (de la Administración Pública) señala que: 'Cabrá res ponsabilidad por daño de bienes meramente morales, lo mismo que por el padecimiento moral y el dolor físico causados por la muerte o por la lesión inferida, respectivamente. El actor reclama en su carácter personal indemnización por el daño moral sufrido con motivo de la muerte de su esposa. Ha logrado demostrar los lazos amorosos que unían el hogar formado por ellos, y los desajustes y sufrimientos que han tenido que soportar. De tal manera que, conforme lo establece la norma supra transcrita, lo procedente es acoger la demanda en lo fundamental, concediéndole al señor CH.M., el derecho a una indemnización económica por el daño moral sufrido". SEGUNDO CASO: El otro caso se produjo en el Hospital de Liberia, en septiembre de 1985. Con motivo de una operación de histerectomía vaginal, a la paciente M.M.O. se le transfundieron 2.000 c.c. de sangre, entre los cuales se incluyó una bolsa de 500 c.c. de sangre tipo A Rh (+). La paciente tenia el tipo O Rh (+).10 cual provocó una reacción hemolítica. En el juicio penal, se tuvo como imputada a quien a la sazón estaba a cargo del Banco de Sangre del mismo hospital a favor de quien s e' aplicó el "in dubio pro reo", pues no pudo individualizarse en ella la responsabilidad, aparte de que no se acreditó que esa sola circunstancia hubiera servido de causa para el fatal desenlace. Empero, con un argumento que pudo haber sido muchísimo más rico en doctrina sobre el concepto de la responsabilidad objetiva o responsabilidad sin culpa, el Tribunal se inclinó por el principio de la responsabilidad con culpa, atribuyéndole al Hospital como Revista Jurídica de Seguridad Social institución una serie 'de fallas administrativas v técnicas. En lugar de aplicar la normativa prevista en la Ley General de la Administración Pública, se aplicó el artículo 1045 de la legislación civ il, que pre vé la responsabilidad aquiliana extracontractual. Esa norma. Vigente desde el siglo pasado y que reproduce un principio clásico del Code Napoleón, establece: "Todo aquel que por dolo, falta, negligencia o imprudencia, causa a otro un daño, está obligado a repararlo junto con los perjuicios" TERCER CASO QUE NO LLEGO A LA DISCUSION JUDICIAL: En sede administrativa también se pre sentó una reclamación por la aplicación a una paciente de sangre contaminada con el virus VIH positivo en el Hospital de San Ramón. Independientemente de las circunstancias que eventualmente podrían conducir a entender una coparticipación en la causación del efecto de la paciente misma, quien llevó a su propio donador -persona ligada a su familia - lo cierto es que la reclamación no prosperó en sede administrativa por haber prescrito la acción. En nuestro sistema la prescripción está establecida en tres años, término que se cuenta a partir del hecho que motiva la responsabilidad. (15) DOCTRINA NACIONAL: En marzo de 1988, se publicó en la Revista "Medicina Legal" un artículo de la Licenciada Martha Lorena Rodríguez Rodríguez, a la sazón Agente Primera Fiscal del Ministerio Público en San José, bajo el título "Las Transfusiones de Sangre y los Testigos de Jehová". Ahí se elabora la tesis, con fundamento en alguna doctrina extranjera, de que estando de por medio un valor tan preciado para el ordenamiento jurídico como el de la vida humana, base de cualquier otro derecho, no es dable aceptar la negativa de someterse a un tratamiento sin cuya realización se ponga en peligro esa vida. Y se elabora la idea de que, con fundamento en el artículo 114 del Código Penal, se estaría frente a una tentativa de suicidio. "Como bien supremo tutelado que es la vida, el derecho a negarse a un tratamiento no puede 13 ENSAYOS incluir la situación en que éste es indispensable para conservar la vida”(16). Consistente con esa posición, se llega ahí a la conclusió n de que el testigo de Jehová que " ... se rehuse a una transfusión de sangre indispensable para la conservación de su vida se expone a ser procesado por tentativa de suicidio y de homicidio según sea el caso". No obstante esa posición, la Dirección Jurídica de la Caja elaboró la tesis de que es lícita la negativa de los pacientes a aceptar transfusiones de sangre. Para ello se fundó en el artículo 28 de la Constituión, que consagra el príncipio de libertad (17), y en el artículo 75 del mismo cuerpo normativo fundamental en que se garantiza la libertad de cultos, siempre que ellos no se opongan a la moral univers al ni a las buenas costumbres (18). El desarrollo legislativo de esos dos principios constitucionales se encuentra en el artículo 28 del Código Civil, que dice: "Artículo 28. Toda persona pueda negarse a ser sometida a un examen o tratamiento médico o quirúrgico, con excepción de los casos de vacunación obligatoria o de otras medidas relativas a la salud pública, la seguridad laboral y de los casos previstos en el artículo 98 del Código de Familia ... " Ese pronunciamiento tuvo a la vista una postura doctrinaria del Profesor Mazeaud (Derecho Civil, Parte Primera. volumen 11, páginas 274 y siguientes) (19). La citada norma del Código Civil coincide plenamente con el espíritu29el artículo 22 de la Ley General de Salud (20). Posteriomente, en el año 70, se repitió la misma tesis, haciéndose un especial llamado de atención para que " ... en estos casos el médico tratante y la administración hospitalaria respectiva deben adoptar las providencias respectivas para salvar su responsabilidad en forma clara"(21). En agosto de 1991, una pareja de testigos de Jehová gestionó formalmente, por escrito, que la mujer, una señora de 37 años, fuera sometida a una operación de trasplante, sin sangre. En la gestión manifestaron conocer los riesgos que una operación así podría presentar, 14 Presentar, pero afirmaron estar dispuestos a " ... firmar cualesquiera documentos que cxc1uya de total responsabilidad tanto al cuerpo médico ejecutante como a la CCSS, en caso de que no se tenga el éxito des eado". La posición del equipo de Trasplante Cardíaco del Hospital México, fue contraria a la intervención, por el " ... riesgo inaceptable que constituye para el grupo, aceptar realizar este tratamiento sin poder tener la opción de utilizar derivados sanguíneos dadas las creencias religiosas de Doña N.N." La Dirección del Hospital sometió el asunto a la Dirección Jurídica, cuyo Consejo Asesor se pronunció así: "El Código Civil establece el derecho a someterse o no una persona a un tratamiento médico determinado y si ésta acepta, lo hace en su totalidad y conforme al desarrollo técnico alcanzado en un determinado momento en el país. En el caso concreto, si conforme al criterio médico, teniendo en cuenta el avance tecnológico, en Costa Rica se requiere utilizar la transfusión sanguínea para el tipo de intervención que interesa, así debe ofrecerse a los interesados, y de no aceptar la interesada en los términos disponibles, ninguna responsabilidad podría imputarse … tanto a la Institución como a sus funcionarios médicos (por la negativa a llevar a cabo la intervención" (22). La cuestión fue nuevamente objeto de análisis en la sesión del Consejo Asesor número 97-92, celebrada el 27 de febrero de 1992, oportunidad en la que se reiteró el anterior criterio (23). En el año 93, de nuevo se presentó la discusión, ahora en el Hospital San Juan de Dios. Motivo: la muerte de un paciente quemado de una anemia aguda en el Servicio de Recuperación, por la negativa de sus familia res a aceptar una transfusión sanguínea. El jefe interino de anestesia, a propósito de esa discusión, dijo: "Considero que hasta donde sea posible, nosotros debemos respetar sus creencias religiosas, pero no podemos trabajar condicionados a las interpretaciones bíblicas de una secta fundamentalista, manipuladora y dogmática ... Nuestra misión según el juramento hipocrático es conservar la vida y mantener la integridad de la profesión médica, decisiones que conllevan evitar el suicidio y proteger los N°6 - Febrero de 1996 ENSAYOS intereses de terceras partes". (24) De nuevo se consulto a la Dirección Jurídica, con el propósito de determinar si los anestesistas podrían negarse a anestesiar a un paciente en una cirugía electiva o de emergencia, cuando se adolencia de autorización para la aplicación de sangre en caso necesario. La Dirección Jurídica reiteró el criterio anterior según el cuaL la autorización para un determinando tratamiento incluye todos los as pectos técnicamente previstos como inseparables en el tratamiento en cuestión, pero agregando un criterio que ya había sido desarrollado por el autor en los siguientes términos: " ...frente a casos de cirugía electiva de cuya realización dependa la sobrevivencia del paciente, es nuestra opinión que ninguna responsabilidad se le podría imputar al profesional que se niegue a efectuar una intervención, respecto de la cual no se ha autorizado la transfusión, si él considera -según su leal saber y entender, conforme a sus convicciones éticas y técnicas - que de esa transfusión puede depender la sobrevivencia del paciente. Ello es así porque una autorización parcial o una autorización condicionada, no constituye propiamente la autorización requerida por el profesional para llevar a cabo el procedimiento quirúrgico en su integridad. La doctrina extranjera ha aceptado la negativa del paciente a someters e a un tratamiento, cual sería el caso de una transfusión, como eximente de responsabilidad para el médico (así YUNGA NO. Arturo Ricardo. Responsabilidad Profesional de los Médicos. Editorial Universidad. Buenos Aires. 1982. p. 173) Situación especial se da, a nuestro modo de ver, cuando se trata de una intervención de emergencia, de cuya práctica dependa real o virtualmente la sobrevivencia misma del paciente. Frente a la seguridad de que un paciente morirá sino se le practica una determinada intervención quirúrgica, y si alguna posibilidad de sobrevivencia puede hacerse depender de la práctica de la intervención sin la aplicación de sangre al paciente, debe aportarse a favor de esa posibilidad, aunque fuere remota. Ello es así porque el valor fundamental es la vida, y en pro de ella debe efectuar el profesional médico absolutamente todos los Revista Jurídica de Seguridad Social esfuerzos que estén a su alcance Lo importante es que si se diera, en esta última hipótesis o un desenlace fatal, ninguna posibilidad podría atribuirse al médico(25) . En esa misma oportunidad el autor de este trabajo dijo textualmente:"…no conozco jurisprudencia, ni nacional ni extranjera, respecto de la responsabilidad de un médico que haya aplicado sangre en un tratamiento quirúrgico en contra de la voluntad de su paciente, en la hipótesis de que el tratamiento le hubiere salvado la vida. Es en teoría poco probable que pudiera prosperar una acción indemnizatoria, pues faltaría un elemento fáctico sustantivo, cual es la producción de un daño determinable concretamente y cuantificable económicamente, exceptuando -como una posibilidad teórica- la reclamación de una indemnización por daño moral. Lo que sí podría caber, pero ello no sólo cuando se haya aplicado sangre sin consentimiento, sino también cuando se haya aplicado con el consentimiento expreso del paciente, es una reclamación, si la sangre transfundida sirve de elemento de transmisión de un problema de salud mayor que el que se quiso resolver." (26) CONCLUSION El tema de la responsabilidad institucional por aplicación de sangre contaminada o de sus derivados con igual gravamen, o por la no aplicación de sangre o de sus derivados, apenas se encuentra abierta en Costa Rica. En tesis de principio, pareciera que la ley abre esa posibilidad únicamente bajo la hipótesis de dolo o culpa grave, lo que amerita hacer la prueba sobre la relación causa-efecto entre el hecho y su consecuencia dañosa. Esa es la tendencia que pareciera estarse perfilando en materia de mala praxis en el país. La hipótesis de la responsabilidad objetiva, por "la pequeña proporción de afectados o por la intensidad excepcional de la lesión", no se ha puesto a prueba en el país. Tampoco se ha planteado aún la cuestión de la responsabilidad por daño moral, por causa de la aplicación de sangre cuando el resultado no es dañoso, aunque la ley deja abierta esa posibilidad. 15 ENSAYOS Las dos últimas hipótesis son poco probables en tanto la actuación profesional coincida con la posición mayoritaria de la doctrina, que se inclina por el respeto total a la voluntad del paciente. NOTAS 1/ CCSS Sistema institucional de transfusión Sanguínea. Mimeo. San José, abr.1992. 2/ Idem, p.3 3/ Fuente: Anuarios acxestadísticos: 1992, 1993, 1994. CCSS, Dirección Actuarial, Departamento de Estadísticas. 4/ AsÍ, Diccionario Océano de la Lengua Española. 1993 5/ Diccionario de la Real Academia Española, 1984. 6/ Diccionario Enciclopédico Quillet, 13a ed., Ed. Cumbre, México, 1985 7/ BUSTAMANTE ALSINA, Jorge: Teoría general de la responsabilidad civil. 7aed., Abelado-Perrot, Buenos Aires, 1992. pp. 21-22. 8/ Ley N°5395 de 30 de octubre de 1973 y sus reformas. arts. 91-94. 9/ DE N°18.450-S de 20 de setiembre de 1988, publicado en Alcance 30 a la Gaceta N° 183 del 27 de setiembre de 1988. 10/ Ley N° 6227 de 30 de mayo de 1978, publicada en el Alcance N° 90 a la Gaceta N° 102 de 30 de mayo de 1978. Entró en vigencia seis meses después de su publicación, sea el 30 de noviembre de ese mismo año. 11/ Exposición de Motivos de la Ley General de la Administración Pública. Publicación de la Contraloría General de la República, p.31. 17 Art28 Constitución Politlca "Las acciones privadas que no dañen la moral o el orden públicos, o que no perjudiquen a tercero, están fuera de la accion de la ley". 18/ Art75 Constitución Política" La Religión Católica, Apostólica, Romana, es la del Estado elcal contribuye a su mantenimiento, sin Impedir el libre ejercicio en la República de otros cultos que no se opongan a la moral universal ni a las buenas costumbres ”. 19/ DIAZ SALAZAR, Francisco: Dictamen sin de 30 de marzo de 1987: "Respuesta atención médica a pa cientes testigos de Jehová" 20/ Dice textualmente la norma: "Ninguna persona podrá ser sometida a tratamiento médico o quirúrgico que implique grave riesgo para su integridad física, su salud o su vida, sin su consentimiento previo el de la persona llamada a darlo legalmente si estuviere impedido de hacerla. Se exceptúan de este requisi to las intervenciones de urgencia". 21/ ROBLES ARIAS, Jorge Alfredo: Dctamen D.J.626-90 de 3 de agosto de 1990: "Consulta respecto a transfusiones sanguíneas de los miembros de la secta Testigos de Jehová". 22/ Consejo Asesor de la Dirección Jurídica. Art.11 de la sesión N°50, de 12 de septiembre de 1991. Trans cripción hecha por Rodrigo Cordero Fernández, ofi· cio D.J.1041-91, de 26 de septiembre de 1991. 23/ ARIAS JIMENEZ, Edwin E., oficio N°D.J.323-92, de 9 de marzo de 1992. 24/ SAN HILAIRE CASTELLANOS, Nelson. Jefe a.i., Clínica Servicio Anestesia, Hospital San Juan de Dios. Of icio del 8 de octubre de 1993. 25/ ARIAS VALVERDE, Oscar. Dictamen DJ-608·92 del 11 de mayo de 1992. 26/ Í dem anterior, pp.2-3. 12/ Art.191, Ley General de la Administración Pública. 13/ Art.203.1, Ley General de la Administración Pública. 14/ Id. Exposición de Motivos. pp.32-33. 15/ Art.198, Ley Gral. Adm. Púb. 16/ RODRIGUEZ RODRIGUEZ, Martha Lorena: Las transfusiones de sangre y los testigos de Jehová. En Revista de Medicina Legal, marzo, 1988, p 14. 16 -----------------------------------*) Disertación pronunciada por el autor, ante la ASOCIACION COSTARRICENSE DE DERECHO MEDICO, durante la I JORNADA DE DERECHO MEDICO, celebrada en SAN JOSE, el 27 DE SETIEMBRE DE 1995. N°6 - Febrero de 1996