cambios en la estructura ocupacional y en el mercado de trabajo

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CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA OCUPACIONAL Y EN EL MERCADO DE
TRABAJO DURANTE FASES DE DISTINTAS REGLAS
MACROECONÓMICAS (1992-2010)*
AGUSTÍN SALVIA** Y JULIETA VERA***
Resumen
Este artículo aborda como objeto de estudio algunas de las transformaciones ocurridas
en términos de la estructura ocupacional antes y después de la crisis de 2001-2002 en la
Argentina. En este marco, se evalúan los cambios ocurridos en la estructura sectorial del
empleo, la segmentación del mercado laboral y la disparidad de ingresos laborales bajo
distintas condiciones macroeconómicas y políticas laborales y sociales. Una serie de
interrogantes de fondo orientan los análisis abordados en este trabajo: ¿cuáles fueron las
transformaciones experimentadas por la estructura sectorial del empleo y el mercado de
trabajo durante la década de políticas neoliberales de los años noventa? ¿Puede hablarse
de la configuración de un nuevo patrón de crecimiento en la economía y la estructura
ocupacional durante el período 2003-2010?
La hipótesis que guía este trabajo plantea que si bien las políticas desarrolladas en la
actual fase de crecimiento que experimenta el país han sido favorables para una mayor
generación de empleo –más industrialista y orientada tanto al mercado interno como
externo–, la estructura ocupacional no evidencia –al menos todavía– un proceso efectivo
de “convergencia” a nivel socio-ocupacional, manteniéndose vigente una fuerte
heterogeneidad y segmentación laboral y una significativa desigualdad de ingresos al
interior de los mercados de trabajo.
Para abordar esta hipótesis se analiza evidencia empírica sobre los cambios ocurridos en
la distribución sectorial de los empleos, la segmentación del mercado de trabajo y la
evolución de los ingresos laborales reales durante distintos períodos políticoeconómicos: 1992-2001, 2001-2003 y 2003-2010. Ante la ausencia de información que
permita abordar los mencionados indicadores a lo largo de estos momentos históricos, el
análisis toma como ventana de estudio el mercado de trabajo de la región del Gran
Buenos Aires. Para este efecto se procesaron las bases de datos de la Encuesta
Permanente de Hogares (EPH) del INDEC para una serie de años seleccionados entre
1992 y 2010.
*
Este artículo corresponde a una versión revisada de la ponencia “Cambios en la estructura económicoocupacional durante fases de distintas reglas macroeconómicas”, presentada en el 10° Congreso Nacional
de Estudios del Trabajo “Pensar un mejor trabajo. Acuerdos, Controversias y Propuestas” organizado por
la Asociación Argentina de Especialistas en Estudios del Trabajo (ASET), 3 al 5 de agosto de 2011,
Buenos Aires.
**
Investigador del CONICET. Director académico del Programa del Observatorio de la Deuda Social
Argentina (UCA) y Director del Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social (Instituto de
Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA). [email protected].
***
Becaria doctoral del CONICET. [email protected].
1
Abstract
This article examines some of the transformations in the occupational structure that took
place before and after the 2001-2002 crisis in Argentina. Within this framework, we
evaluate the changes that occurred in the employment sectoral structure, the
segmentation of the labor market and the income inequality under different
macroeconomic conditions and labor and social policies. A series of questions serve as
guidelines for the analysis carried out in this article: What transformations did the
sectoral structure of employment and the labor market undergo during the neoliberal
policies of the 1990s? Can we speak of the emergence of a new pattern of growth in the
economy and the occupational structure between 2003 and 2010?
The hypothesis that guides this article states that even though the policies implemented
in the current stage of growth have been conducive towards greater job creation –more
industrial and oriented towards both the internal and the external market–, the
occupational structure shows no signs –at least not yet– of an effective “convergence” at
the socio-occupational level, as heterogeneity and segmentation in the labor market
persist, and so does income inequality.
To work with this hypothesis, we use empirical evidence referred to the changes in the
sectoral distribution of jobs, the segmentation of the labor market and the evolution of
real wages in different political and economic periods: 1992-2001, 2001-2003 and
2003-2010. Due to the absence of information on the previously mentioned indicators,
we analyse the labor market of the Greater Buenos Aires. To this effect, we processed
databases of the Encuesta Permanente de Hogares (EPH), from INDEC, for some
selected years between 1992 and 2010.
Palabras Clave:
Heterogeneidad estructural
Segmentación del mercado laboral
Productividad
Brechas de ingresos
Key Words:
Structural Heterogeneity
Labor Market Segmentation
Productivity
Income gap
2
Presentación
Este artículo sitúa sus preocupaciones en las transformaciones ocurridas en términos de
mercado de trabajo, estructura productiva y desigualdad económica antes y después de
la crisis de 2001-2002 en la Argentina. En este marco, se examinan y comparan algunos
cambios ocurridos en la estructura ocupacional en dos etapas muy diferentes en materia
de funcionamiento macroeconómico y de orientación en las políticas públicas: por una
parte, el período de convertibilidad monetaria, reformas estructurales y políticas
neoliberales (1992-2001); y, por otra, el período de post-devaluación, mercados
regulados y políticas heterodoxas (2003-2010).
Este tema se aborda en este trabajo a partir de abrazar la perspectiva estructuralista
latinoamericana desde los aportes realizados por la sociología económica y los estudios
sobre la estructura social del trabajo, en relación con los problemas de desigualdad
estructural y segmentación laboral que caracterizan a las sociedades de América Latina.1
Desde este enfoque se busca exponer evidencias novedosas que permitan evaluar desde
una mirada más amplia las continuidades y discontinuidades ocurridas en la estructura
ocupacional de los empleos antes y después de la crisis del modelo neoliberal de
liberalización económica y convertibilidad monetaria.
Al respecto, cabe señalar que, si bien son muchos los estudios y pocas las discrepancias
que desde los enfoques heterodoxos suscita la caracterización de las transformaciones
ocurridas en materia de estructura productiva, mercados de trabajo y distribución del
ingreso durante las últimas dos décadas en la Argentina, son escasos los estudios que
hayan hecho este balance tomando en cuenta los diferenciales sectoriales, calidad de los
1
En el presente artículo, el análisis de la estructura ocupacional se aborda en los términos de la inserción
laboral en la estructura sectorial del empleo medida por productividad, pudiéndose distinguir entre un
sector público, un sector privado formal y un sector privado informal según la definición de PREALCOIT (1978). Para un estudio de cómo dicha estructura sectorial y de organización productiva se
manifiesta en la distribución de ingresos laborales entre los hogares, véase Salvia y Vera, 2011.
3
empleos y remuneraciones siguiendo el enfoque estructuralista de PREALC-OIT
(1978). Si bien esta perspectiva ha sido criticada debido al modo en que se clasifican los
empleos según diferenciales de productividad no observados, tiene a nuestro juicio
elevada utilidad –sobre todo ante la ausencia de mejores alternativas– para estudiar las
renovadas formas de estratificación introducidas en los mercados de trabajo regionales
en el contexto de una mayor concentración y globalización capitalista mundial.
Por otra parte, no son pocos los especialistas que concuerdan en el impacto ocupacional
positivo que ha tenido el cambio de rumbo en materia de políticas económicas, laborales
y sociales durante el período de post devaluación (Beccaria, Esquivel y Maurizio, 2005;
Novick, 2006; Palomino y Trajtemberg, 2007; Palomino, 2007; Neffa, 2008; CENDA,
2010; Panigo y Chena, 2011; Pérez, 2011, entre otros). Sin embargo, cabe preguntarse
si dichos efectos forman parte de un patrón “más inclusivo” de desarrollo, es decir, si
estamos en efecto en presencia de un modelo tendiente a la “convergencia” entre
sectores dinámicos y rezagados al interior de la estructura socio-ocupacional.
Sobre este punto en particular cabe introducir la sospecha de que las mejoras de
bienestar observadas durante la última década han sido el resultado de la aplicación de
un conjunto más o menos acertado de políticas públicas bajo un contexto
macroeconómico favorable, antes que de una transformación cualitativa en la matriz de
“heterogeneidad estructural” al interior del mercado laboral argentino. En este sentido,
este trabajo procura aportar evidencias en sentido contrario a los argumentos optimistas
que defienden el carácter “igualador” de los procesos económico-ocupacionales
generados por las políticas heterodoxas aplicadas durante la última década.2
2
Entre los supuestos que apoyan esta sospecha se encuentra la idea de que la desigualdad estructural del
sistema económico argentino se explica por la reproducción de un modelo con necesidad de expandir la
capacidad de consumo interno pero altamente concentrado y dependiente del financiamiento externo, sea
a través del endeudamiento o de un balance positivo en la balanza comercial. En cualquier caso, esta
matriz depende estructuralmente para su reproducción en el mediano y largo plazo del financiamiento que
4
Siguiendo esas orientaciones se espera desde este trabajo aportar al debate teóricopolítico sobre la manera más acertada de caracterizar e interpretar los cambios ocurridos
–tanto durante el período de aplicación de políticas y reformas neoliberales como
durante el actual período de políticas y medidas heterodoxas– en la estructura
ocupacional y el mercado laboral. Para ello, se aborda el estudio comparado de los
cambios ocurridos en la distribución sectorial de los empleos, la calidad de los mismos
y los ingresos laborales durante los períodos 1992-2001, 2001-2003 y 2003-2010,
aunque con referencia exclusiva al mercado de trabajo del Gran Buenos Aires (el único
para el cual se contó con información relativamente comparable).3
En este marco de análisis, cabe hacerse preguntas específicas tales como: ¿qué efectos
tuvo sobre la estructura sectorial del empleo la dinámica de acumulación más
concentrada y abierta al mercado mundial característica del período de convertibilidad,
liberalización económica y reformas neoliberales durante la década del noventa? Y,
también, ¿en qué medida el nuevo rumbo heterodoxo en la política económica post
crisis y devaluación incidió en una reconfiguración de la estructura ocupacional medida
en términos de diferenciales productivos y calidad de los empleos?
Según nuestra perspectiva, cabe esperar que el patrón de acumulación consolidado en el
marco de las políticas neoliberales de los años noventa se haya comportado
intensificando la heterogeneidad estructural del mercado laboral y, por lo tanto,
brinda el sector externo, lo cual sólo puede ser garantizado por niveles crecientes de concentración
económica en materia de capitales, progreso técnico, recursos naturales y humanos especializados, a favor
de grupos económicos privilegiados (Lo Vuolo, 2009; Savia, 2012).
3
El área del Gran Buenos Aires fue la única región urbana en donde se dispuso de información consistida
para el análisis comparativo requerido. Por otra parte, dado que la región concentra casi el 30% de la
población urbana del país, consume el 40% de la energía eléctrica demandada a nivel nacional y produce
más del 45% del PBG total, es razonable considerar que los eventos ocurridos en ella impactarán
significativamente a nivel agregado. Por otra parte, cabe mencionar que las investigaciones desarrolladas
para el total de aglomerados urbanos siguiendo esta misma línea de análisis reflejan que las tendencias
durante la post-convertibilidad son similares a las que se presentan para la región del Gran Buenos Aires
(Salvia, Fraguglia y Metlika, 2006; Salvia et al., 2008; Salvia y Gutiérrez Ageitos, 2011).
5
reduciendo su capacidad de absorber los excedentes de fuerza de trabajo a través de
empleos productivos y de calidad. Junto a un aumento del consumo interno financiado
por el endeudamiento externo, la mayor concentración de recursos económicos –físicos,
humanos y tecnológicos– alrededor de los sectores dinámicos más globalizados –sea
que estuviesen orientados al mercado local o al mercado externo– habría tenido como
corolario un incremento de la heterogeneidad productiva, la segmentación laboral y la
marginalidad económica. En este escenario, las políticas de debilitamiento de las
instituciones laborales y flexibilización laboral sirvieron para potenciar dicho resultado.
Pero después de la crisis del modelo económico fundado en la convertibilidad, en un
contexto internacional favorable a los países exportadores de commodities, una serie de
políticas económicas, laborales y sociales heterodoxas sirvieron para motorizar el
crecimiento económico entre los años 2003 y 2010. Sin embargo, en la medida que el
sistema económico continúa requiriendo de sectores especializados, a la vez que
altamente concentrados, capaces de proveer divisas externas para financiar al mercado
interno y al propio sector público, este aumento en la demanda de empleo no habría
alterado cualitativamente la heterogeneidad de la estructura ocupacional. Esto incluso a
pesar de los esfuerzos gubernamentales puestos en mejorar la calidad de los empleos
por vía de fortalecer las instituciones laborales y promover la actividad gremial en el
sector moderno formal de la economía.
De esa manera, sea bajo un proceso de intensificación de la heterogeneidad laboral –
durante la década del noventa– o de persistencia de la misma –durante la postconvertibilidad–, cabe esperar que esta situación se refleje en: (a) una fuerte
imposibilidad del sector moderno dinámico de la economía (público o privado) de
absorber la fuerza de trabajo inserta en el sector informal, así como también de generar
la economía un aumento significativo en la productividad del trabajo de este sector; (b)
6
un mejoramiento de la calidad del empleo y de las remuneraciones en el sector
dinámico, a la vez que tiene lugar un deterioro de la calidad de los empleos en las
unidades económicas informales o modernas rezagadas por efecto de una mayor
competencia interna y sobreexplotación laboral a las que están obligadas tales unidades;
y (c) una caída al menos de las remuneraciones en los segmentos secundarios y
marginales del sector informal del empleo, sin que esto conlleve –sea por favores de
mercado o regulatorios– a una baja en las remuneraciones en el segmento primario del
empleo en el sector moderno (privado formal o público).
El examen empírico de estas hipótesis se realiza en este trabajo tomando una serie de
indicadores (distribución sectorial de los empleos, distribución de la calidad de los
mismos e ingresos laborales horarios) elaborados a partir de los micro-datos de la
Encuesta Permanente de Hogares (EPH) correspondientes al Gran Buenos Aires. El
análisis se realiza comparando los cambios ocurridos entre los años 1992, 1994, 1998,
2001, 2003, 2004, 2006 y 2010, los cuales son asumidos como momentos testigo de los
períodos históricos estudiados. Al respecto, resulta necesario alertar al lector que la
reformulación de la EPH en el segundo semestre de 2003 –en la cual la antigua EPH
“puntual” fue reemplazada por la actual EPH “continua”–, exige ser cuidadoso al
momento de las comparaciones interanuales. En función de reducir este problema se
aplica en este trabajo un empalme retrospectivo sobre los tabulados correspondientes a
la EPH “puntual”.4 Aún así, la mayor parte de los análisis pone énfasis en las
comparaciones interanuales ocurridas al interior de cada etapa político-económica
(1992-2001, 2001-2003 y 2003-2010), para luego extraer conclusiones entre períodos.
4
El ejercicio de empalme se basó en el plan de solapamiento realizado por el INDEC entre la EPH
“puntual” y la EPH “continua” durante el primer semestre de 2003. En este trabajo se retoma y amplía el
método aplicado en Salvia et al., 2008. De manera particular, cabe señalar que si bien las conclusiones
que pueden extraerse de comparar los dos resultados correspondientes al año 2003 (EPH mayo “puntual”
empalmada y EPH 2° semestre “continua”) pueden ser interpretadas como válidas, cabe ser cauteloso en
la consideración de tales resultados. De ahí que la principal utilidad de que exista dicha información
reside en evaluar “cómo se llega” a 2003 y “cómo se parte” de allí en más.
7
Heterogeneidad estructural: cambios en la distribución sectorial del empleo en el
mercado laboral del Gran Buenos Aires
En un mercado laboral afectado por la heterogeneidad estructural y la presencia de
excedentes de fuerza de trabajo, los agentes demandantes de empleos enfrentan
diferentes alternativas: a) se mantienen en la desocupación hasta que acceden a un
empleo bajo relación de dependencia conveniente; b) procuran auto-emplearse en
actividades por cuenta propia o a través de microempresas; y c) si estas opciones no son
posibles o sostenibles, los agentes pueden optar por la migración individual o familiar.
También constituye una alternativa posible combinar estas opciones de manera variable
e intermitente a través de diferentes formas de subempleo. La estrategia que adopten
finalmente los agentes habrá de determinar el comportamiento de las tasas de empleo,
desempleo y empleo a tiempo parcial del mercado de trabajo de un país (Salvia, 2012).
Ahora bien, ¿cuál ha sido la efectiva capacidad de las unidades económicas de los
sectores modernos más dinámicos para absorber empleo improductivo en un contexto
de crecimiento económico con fuerte orientación hacia el mercado externo? Para
examinar este interrogante se aborda el estudio de la evolución de la estructura sectorial
del empleo durante las últimas dos décadas para la región del Gran Buenos Aires.
La clasificación de la estructura sectorial del empleo tiene significado teórico en los
postulados analíticos del concepto de heterogeneidad estructural5. Ante la falta de un
mejor indicador, se ha adoptado la clasificación ocupacional desarrollada por PREALCOIT (1978), la cual se define como una medida “proxy” de la productividad de los
empleos según características de las unidades económicas. Para su construcción se
consideraron las siguientes variables: categoría ocupacional, tamaño del establecimiento
5
Prebisch (1949, 1970), Singer (1950) y Pinto (1976) destacaron la heterogeneidad del modelo de
crecimiento regional, subrayando la existencia de un sector de alta productividad vinculado al mercado
exterior, separado de otras actividades de mediana y muy baja productividad, vinculadas al mercado
interno. El concepto de “heterogeneidad estructural” refiere a esta coexistencia no integrada de sectores.
8
y calificación profesional de la tarea. Los criterios empleados para definir cada uno de
los sectores y sus categorías ocupacionales se presentan en el Anexo A.
Con base en las definiciones expuestas, los Cuadros 1a y 1b proporcionan información
sobre la estructura y evolución de los empleos según sector y categoría de inserción de
la fuerza de trabajo ocupada a lo largo de los tres períodos considerados en el estudio
(1992-2001, 2001-2003 y 2003-2010). Al respecto, la información de los cuadros hace
evidente que la estructura sectorial del empleo habría sido afectada por la crisis 20012003, pero más allá de su recomposición posterior, dicha estructura no parece haber
experimentado cambios sustantivos. En ningún caso las variaciones representan un giro
en el sentido esperado por las teorías –sean dualistas o desarrollistas– fundadas en el
supuesto “derrame” que generaría el aumento de la acumulación capitalista en los
sectores más dinámicos de la economía.
Cuadro 1a. Participación de los sectores y categorías económico-ocupacionales en el total
del empleo. Gran Buenos Aires: 1992/2010. En porcentajes con respecto al total de ocupados.
Período
neoliberal
Sector Formal
Asalariados
No asalariados
Patrones formales
Cuenta propia profes.
Sector Público (exc. Prog. Soc.)
Programas sociales de empleo
Sector Informal
Asalariados
No asalariados
Patrones informales
Cuenta propia informales
Servicio doméstico
Total de empleos
Tasa de Ocupación sobre PEA
1992
44,5
41,9
2,7
1,4
1,3
11,2
0,1
44,2
20,2
24,0
2,0
14,9
7,1
100
93,2
1994
43,2
40,6
2,6
1,3
1,3
9,2
0,1
47,5
21,0
26,5
2,5
16,8
7,2
100
89,1
1998
43,2
39,9
3,4
1,4
1,9
10,9
0,8
45,1
20,6
24,5
2,0
15,1
7,4
100
80,2
Ciclo de crisis y
recuperación
2001
42,3
39,4
2,9
1,4
1,5
10,0
0,8
46,9
20,9
26,0
1,9
16,2
7,9
100
76,8
2003
35,3
32,0
3,4
1,6
1,8
10,7
6,3
47,4
19,5
27,8
1,8
19,5
6,5
100
77,4
Período post-devaluación
2003
(3°T)
37,1
33,0
4,1
1,6
2,5
12,0
5,4
45,5
18,3
27,2
1,9
18,0
7,2
100
80,4
2004
37,9
34,4
3,6
1,6
1,9
11,1
3,9
47,1
20,6
26,5
2,4
17,4
6,8
100
82,2
2006
41,3
38,0
3,4
1,5
1,9
11,9
2,3
44,5
17,9
26,6
2,3
17,0
7,3
1000
86,5
2010
44,2
40,5
3,7
1,9
1,9
12,4
0,3
43,1
17,0
26,1
2,4
16,5
7,2
100
89,7
Aclaración: El primer dato del año 2003 corresponde a los datos del 1er. semestre de 2003 obtenidos a través de la
“base especial de empalme” entre la EPH “puntual” y la EPH “continua”. Estos datos se han utilizado para el
empalme propio realizado hacia atrás (1992, 1994, 1998 y 2001). El segundo dato de 2003 corresponde a los datos
del 3er. trimestre de 2003. Es la primera base disponible del conjunto de bases de datos republicadas por el INDEC a
fines del año 2009. Para los años subsiguientes (2004, 2006 y 2010) se expone la información referida a los 2dos.
trimestres.
Fuente: Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social, IIGG-FCS-UBA, con base en datos de la EPH, INDEC
(GBA; mayo 1992, 1994, 1998, 2001: 1er. semestre de 2003 –base de datos de empalme–; 3er. trimestre de 2003;
2do. trimestres de 2004, 2006 y 2010).
9
Cuadro 1b. Evolución del empleo por sector y categorías económico-ocupacionales y del
desempleo. Gran Buenos Aires: 1992/2010. En base 100=1992.
Período neoliberal
Sector Formal
Asalariados
No asalariados
Patrones formales
Cuenta propia profes.
Sector Público (exc. Prog. Soc.)
Programas sociales de empleo
Sector Informal
Asalariados
No asalariados
Patrones informales
Cuenta propia informales
Servicio doméstico
Total de empleos
Tasa de PEA
Total de desocupados
1992
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
1994 1998
96
104
96
102
96
135
91
111
102 161
81
104
62
707
106 109
102 108
109 109
123 109
112 108
100 112
99
107
103 124
166 363
Ciclo de crisis y
Recuperación
2001
99
99
113
104
122
94
671
111
108
113
99
114
116
105
127
435
Período post-devaluación
2003
2003 (3° T) 2004 2006 2010
85
94
99
117 130
82
89
95
114 127
135
173
155
159 184
122
135
138
134 178
149
215
173
186 191
102
121
116
134 145
5417 4828 3594 2315 281
115
116
124
127 128
103
102
118
111 110
124
127
129
140 143
95
109
139
144 161
141
136
136
144 145
98
115
111
130 134
107
112
116
126 131
129
130
132
135 136
429
376
345
270 207
Fuente: Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social, IIGG-FCS-UBA, con base en datos de la EPH, INDEC
(GBA; mayo 1992, 1994, 1998, 2001; 1er. semestre de 2003 –base de datos de empalme–; 3er. trimestre de 2003;
2do. trimestres de 2004, 2006 y 2010).
Fase expansiva y comienzo de la recesión de la convertibilidad (1992-2001)
Después de la inicial destrucción de empleos improductivos (1992-1994) que
experimentaron tanto el sector formal privado como el sector público, en el contexto del
choque que implicó la apertura económica y las reformas estructurales, las ocupaciones
en ambos sectores se recuperaron en términos absolutos durante la segunda etapa de la
fase expansiva del período (1994-1998). A pesar de ello, la participación relativa del
sector moderno privado quedó rezagada (cayó del 44,5% a 43,2%), mientras que debido
a una nueva ola de contrataciones laborales, el sector público incrementó su
participación entre 1994 y 1998. Sin embargo, en el sector privado formal, el
incremento neto observado en el período post-“Tequila” se debió principalmente a lo
ocurrido en las ocupaciones profesionales independientes más que al empleo asalariado.
Por el contrario, el nivel de empleo en el sector informal creció durante la primera etapa
en todas las categorías –salvo servicio doméstico–, para luego caer en las categorías de
10
patrones y cuenta propias. De este modo, se evidencia que tanto la principal alza del
primer momento como la principal caída del segundo tuvieron como protagonistas a los
patrones de microempresas y cuenta propias. Sin embargo, estos movimientos exhibidos
durante los ciclos de corto crecimiento evidenciados entre 1992-1994 y 1994-1998 no
ocasionaron cambios significativos en la participación de las categorías informales en el
empleo total.
Al finalizar la fase más activa en materia de reformas estructurales, liberalización y
expansión económica, junto a un incremento de sólo 7% de ocupados (véase Cuadro
1b), la estructura sectorial de empleo presentaba el siguiente estado: a) 4% más de
empleo en el sector formal (35% más en la categoría de patrones y profesionales, sobre
todo en este último caso); b) 9% más de ocupados en el sector informal (con 8% de
incremento entre los asalariados de microempresas de baja productividad); c) un 4%
más de asalariados en el sector público.
Entre 1998 y 2001, durante la fase de recesión del régimen de convertibilidad, más allá
de aspectos vinculados al panorama internacional –los cuales exceden los objetivos del
presente trabajo–, el nivel de empleo en los sectores privado formal y público
(excluyendo los programas sociales) se retrajo en términos tanto absolutos como
relativos. Al mismo tiempo, durante dichos años, el comportamiento del empleo en el
sector informal creció en casi todas las categorías –salvo patrones de micro
emprendimientos–, al igual que los programas sociales del sector público. En síntesis,
casi todas las categorías del sector moderno –privado o público– perdieron levemente
participación durante esta etapa, a favor de los empleos en el sector informal.
11
Fase de agotamiento del régimen de convertibilidad y post-crisis (2001-2003)
La crisis económico-financiera de 2001-2002 tuvo un fuerte impacto sobre el nivel de
empleo en general y la estructura ocupacional en particular. Si bien ya en 2003 había
comenzado un proceso de reactivación, la situación en ese momento todavía muestra el
fuerte deterioro que experimentó el sector formal. En efecto, las inserciones
ocupacionales que tuvieron entre 2001 y 2003 una mejora tanto relativa como neta en el
nivel de empleo fueron las correspondientes al trabajo cuenta propia informal, el sector
público, los programas sociales de empleo e, incluso, la actividad no asalariada del
sector formal. Los puestos más afectados fueron sin duda los del empleo asalariado del
sector privado formal, el cual quedó muy rezagado con respecto a su propio nivel al
inicio de la serie, en el año 1992 (-15% aproximadamente).
Si se evalúan los cambios en términos de composición del empleo durante el ciclo de
crisis y recuperación económica (2001-2003) se verifica que mientras el sector informal
incrementó su peso relativo (alcanzando una participación del 47,4%) –debido
fundamentalmente a un crecimiento de las actividades por cuenta propia– el sector
formal redujo su participación –dada la evolución del trabajo asalariado–. Es decir,
siguiendo un comportamiento contra cíclico esperado, los empleos independientes en el
sector menos estructurado de la economía fueron los únicos que exhibieron un
crecimiento absoluto y relativo significativo durante este período.
Fase de reactivación y nuevas reglas macroeconómicas (2003-2010)
Durante el período de crecimiento económico post-convertibilidad, en el marco de la
aplicación de políticas heterodoxas orientadas al mercado interno pero fuertemente
dependientes del sector externo, tuvo lugar un aumento significativo en el nivel de
empleo en la región del Gran Buenos Aires. De todos modos, cabe observar que este
12
incremento no fue constante, siendo más intenso en la fase inicial de salida de la crisis
(2003 y 2006), y mucho más atenuado durante la parte final del período (2006 y 2010).
En términos de composición sectorial, este crecimiento general del empleo encuentra
explicación en un contexto de reactivación del cual participaron todos los sectores
(privado formal, público y privado informal). Pero si bien el conjunto de los sectores
presentan en términos generales una tendencia de crecimiento ocupacional, la intensidad
del mismo fue diferente entre las categorías, lo cual generó un ligero cambio en la
participación sectorial a favor de los sectores público y privado más dinámicos.
En efecto, entre 2003 y 2010 tuvo lugar un aumento significativo de los empleos
asalariados tanto en el sector privado formal como en el sector público; a la vez que el
crecimiento de los empleos asalariados en el sector informal fue menos acelerado. En
este marco, a pesar del también fuerte incremento que experimentaron los empleos no
asalariados informales, la participación de este sector en su conjunto se redujo a los
mínimos históricos. Por este mismo proceso, la participación del empleo en el sector
público (excluyendo los programas sociales) alcanzó su nivel máximo y el peso del
sector privado formal logró superar la fase de crisis y recuperar los valores de la década
de los noventas. En contrapartida, la cantidad de ocupados en programas sociales de
empleo descendió considerablemente a lo largo del período, alcanzando también esta
categoría niveles similares a los de la década anterior.6
Pero más allá de la evidente reactivación post-crisis y la fenomenal reducción que tuvo
el desempleo, es evidente que el mayor dinamismo experimentado durante este período
por los sectores modernos de la economía –sobre todo debido al empleo asalariado tanto
6
En este sentido, cabe destacar la nueva concepción de políticas sociales que tiene lugar a partir de 2003,
en la cual pierden relevancia los programas de empleo y ganan preponderancia las políticas de
transferencia de ingresos más ligadas al sistema de seguridad social y al incremento y extensión de
pensiones contributivas y no contributivas (Danani y Beccaria, 2011; Andrenacci, 2007).
13
privado como público– no se tradujo en un cambio cualitativo en su participación. Esto
debido fundamentalmente a que el empleo en el sector informal –sobre todo las
actividades cuenta propia y los empleos marginales– siguió aumentando acompañando
la tasa media de crecimiento general del empleo.
Balance sectorial entre dos décadas de marcadas diferencias macroeconómicas
Como resultado de las tendencias descritas en cada una de las fases arriba analizadas,
hacia el año 2010 se evidencia para la región del Gran Buenos Aires 36,2% más de
población económicamente activa y 31% más de empleos que en 1992. En este marco,
si bien el sector privado formal y el sector público presentan tasas de crecimiento neto
del 30% y del 45%, respectivamente, el sector informal registra una tasa no menos
importante del 28%.
En este sentido, un balance de la evolución sectorial del empleo entre el período 19922001 y el período 2003-2010 permite inferir la vigencia de un comportamiento pro
cíclico persistente por parte del sector informal en materia de empleo durante ambos
períodos. Esto habría ocasionado que el crecimiento económico –cualquiera haya sido
su modalidad– no se tradujera en una “modernización” significativa de la estructura
ocupacional en términos sectoriales. Por lo mismo, si bien durante el período de
políticas heterodoxas post-convertibilidad la dinámica económica habría sido más
favorable para la creación de empleo en las unidades económicas más dinámicas, el
fuerte crecimiento de los empleos no asalariados informales confirma la persistencia de
barreras estructurales en la dinámica de acumulación que impiden un cambio más
sustantivo en la distribución sectorial del empleo.
Pero el hecho de que se confirme que se haya mantenido casi sin cambios la estructura
sectorial del empleo, como resultado de la rigidez de un sector informal que sobrevive y
14
crece acompañando al sector moderno, no permite inferir nada acerca de los cambios
ocurridos en la calidad de los empleos y en los niveles de ingresos de los ocupados en
uno u otro sector. Sin duda, un escenario de “convergencia” sería aquel en donde la
calidad de los empleos y el ingreso laboral en las unidades del sector informal resulten
en niveles crecientemente similares a los que presentan los sectores más modernos,
público o o privado, ambos competitivos de la fuerza de trabajo disponible en el
mercado laboral.
La inserción sectorial de las ocupaciones y su vínculo con la calidad de los empleos
durante las últimas dos décadas político-económicas
Con el objetivo de evaluar los cambios en la calidad de los empleos según la
clasificación de sectores y categorías ocupacionales analizadas en el apartado anterior,
se retoman aquí una serie de perspectivas teóricas referidas a la “segmentación de los
mercados de trabajo” que han sido aplicadas en otros contextos, pero que son
complementarias a la tesis de la “heterogeneidad estructural” (Kerr, 1954; Doeringer y
Piore, 1979).
El análisis en términos de segmentación del mercado laboral se aplica en este caso
distinguiendo distintos tipos de empleo, cada uno de los cuales correspondería a
mercados laborales regulados por diferentes reglas asociativas o normas de intercambio:
a) empleos estables y regulados y b) empleos precarios o extralegales. Cada uno de
estos tipos de empleo exhibe características particulares, las cuales son genéricamente
expuestas a continuación7:
a) Empleos regulados y estables (segmento primario): se trata de empleos asalariados
que participan de las regulaciones laborales (seguridad social) o empleos independientes
7
Para mayor especificación acerca de las variables consideradas en esta clasificación en las distintas
ondas de la EPH, véase Anexo B.
15
no asalariados con capital propio con relativa estabilidad laboral y satisfacción
ocupacional.
b) Empleos extralegales o precarios (segmento secundario): se trata de empleos
asalariados no comprendidos por la seguridad social o empleos independientes no
asalariados sin capital o herramientas propias o sin estabilidad laboral o satisfacción
ocupacional.
Si bien es probable que la estratificación del empleo esté asociada con la manera en que
los sectores productivos segmentan las ocupaciones –dada su participación en diferentes
tipos de mercados tanto laborales como mercantiles–, este vínculo no tiene por qué ser
determinado a priori. Justamente, el nivel de articulación entre la estructura sectorial de
las ocupaciones y la calidad de los empleos –sean ofrecidos o autogenerados–,
constituyen un indicador del grado de segmentación que presenta un mercado de
trabajo. Será estrecha esta articulación en la medida que la heterogeneidad ocupacional
tienda a segmentar las relaciones sociales, tanto de producción como de intercambio, así
como a crear formas particulares de regulación para cada campo de relaciones de
producción.
En este sentido, la tesis de una “heterogeneidad estructural” creciente o persistente
tenderá a fortalecerse si los empleos extralegales alcanzan un piso histórico
concentrándose en las actividades informales. Por el contrario, saldrá fortalecida la tesis
de la “creciente convergencia” si los mismos tienden a descender y nivelarse entre los
diferentes sectores. Por lo tanto, cabe evaluar en qué medida se verifica una
correspondencia entre los sectores económico-ocupacionales y los segmentos del
mercado de trabajo; y, en tal caso, cabe también preguntarse acerca de la forma en que
evolucionó esta relación a partir de los cambios macroeconómicos y las variaciones de
los ciclos económicos.
16
Una primera respuesta a estos interrogantes se alcanza a partir de los datos que presenta
el Cuadro 2, el cual pone en correspondencia la inserción sectorial de la fuerza de
trabajo con el segmento del mercado de trabajo del que participa la misma. En este
sentido, el análisis de la información arroja evidencia relevante sobre los cambios que
experimentó la segmentación del mercado laboral en la región del Gran Buenos Aires
durante los períodos comprendidos en este estudio, según su vinculación con la
estratificación sectorial del empleo.
Cuadro 2. Participación del empleo por segmento del mercado de trabajo según sectores y
categorías económico-ocupacionales. Gran Buenos Aires: 1992/2010. En % del total de
ocupados de cada sector o categoría económico-ocupacional.
Período de reformas
Sector Formal Regulado
Extralegal
Asalariados
Regulado
Extralegal
No Asalariados Regulado
Extralegal
Sect. Público(1) Regulado
Extralegal
Sect. Informal Regulado
Extralegal
Asalariados
Regulado
Extralegal
No Asalariados Regulado
Extralegal
Total de
Regulado
Ocupados
Extralegal
Ciclo de crisis
y recuperación
1992
1994
1998
2001
2003
72,3
27,7
72,7
27,3
65,3
34,7
77,4
22,6
35,8
64,2
22,6
77,4
46,9
53,1
56,7
43,3
73,2
26,8
74,0
26,0
60,1
39,9
75,4
24,6
32,5
67,5
24,2
75,8
39,1
60,9
54,0
46,0
66,6
33,4
67,8
32,2
51,8
48,2
67,0
33,0
22,4
77,6
16,5
83,5
27,4
72,6
46,1
53,9
67,5
32,5
67,9
32,1
61,9
38,1
72,9
27,1
21,5
78,5
18,7
81,3
23,8
76,2
46,0
54,0
45,8
54,2
47,2
52,8
32,5
67,5
62,7
37,3
13,0
87,0
13,4
86,6
12,7
87,3
29,1
70,9
Período post-devaluación
2003
(3° T)
55,8
44,2
56,4
43,6
51,4
48,6
70,4
29,6
17,1
82,9
18,2
81,8
16,4
83,6
36,9
63,1
2004
2006
2010
63,5
36,5
64,4
35,6
55,0
45,0
78,8
21,2
19,8
80,2
18,5
81,5
20,8
79,2
42,2
57,9
68,2
31,8
67,6
32,4
74,4
25,6
80,7
19,3
24,2
75,8
21,6
78,4
25,9
74,1
48,6
51,4
69,7
30,3
69,8
30,2
68,2
31,8
80,7
19,3
24,5
75,5
23,6
76,4
25,1
74,9
51,4
48,6
(1)
No incluye el empleo público de asistencia o de programas sociales de empleo. Esto debido a su naturaleza laboral
“atípica” bajo formas extralegales.
Fuente: Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social, IIGG-FCS-UBA, con base en datos de la EPH, INDEC
(GBA; mayo 1992, 1994, 1998, 2001; 1er. semestre de 2003 –base de datos de empalme–; 3er. trimestre de 2003;
2do. trimestres de 2004, 2006 y 2010).
La información muestra en términos generales una caída significativa del empleo
regulado durante el período de convertibilidad y políticas de flexibilización laboral
(1992-2001), un agravamiento de esta situación con la crisis (2001-2003), y, finalmente,
una recuperación de los empleos de calidad en un contexto de políticas heterodoxas
activas en materia de protección y regulación laboral (2003-2010). Pero esta tendencia
17
no sólo no fue homogénea al interior de la estructura ocupacional, sino que mantuvo
siempre una estrecha relación con determinados sectores y perfiles económicoocupacionales. La mayor posibilidad de acceder a empleos regulados tendió a
concentrarse, cualquiera fuera el escenario político-económico, en los sectores más
modernos de la economía. Esto ocurrió sobre todo en las categorías de asalariados –
tanto en el sector privado formal como en el sector público–, y, en menor medida, entre
los profesionales y empresarios formales.
En sentido inverso, a lo largo de las dos décadas de análisis, fue el sector informal el
que presentó mayor propensión a generar empleos extralegales. Esta relación tendió a
estrecharse durante el período de políticas neoliberales y se hizo más marcada durante el
período de crisis; y, si bien tendió a debilitarse durante la etapa de políticas heterodoxas,
no es fácil concluir que haya tenido lugar un cambio sustantivo en materia de
segmentación laboral.
Durante el período 1992-2001, la proporción de empleos regulados en el sector formal
pasó de 72% a 67% como resultado de una caída de los empleos regulados tanto entre
los asalariados como los no asalariados. Durante la crisis, se agravó aún, cayendo la
participación a 46%. A partir de 2003, en el contexto de crecimiento económico y
políticas laborales activas, esta tendencia se revierte, llegando a 68% en 1996 y a casi
70% en 2010. Igual tendencia, aunque con valores más altos, se registra entre los
asalariados del sector público (excluyendo los empleos generados por los programas
sociales). En este caso, la participación de los empleos regulados parte en 1992 de un
77%, para caer a 67% en 2001 y a 63% después de la crisis, y, finalmente, superar
ligeramente el 80% tanto en 2006 como en 2010.
La situación de los empleos extralegales en el sector informal –siempre mayoritarios en
este sector– sigue igual tendencia. Durante el período neoliberal estos empleos pasan de
18
una participación de 64% a 78% al interior del sector, estando principalmente
motorizado este deterioro por los empleos no asalariados, hasta ese momento
relativamente mucho menos afectados por la extralegalidad laboral en comparación con
los asalariados informales (53% contra 74% en 1992). Igual proceso se registra durante
la crisis, donde la participación de los empleos no regulados llega a un 87%, siendo
similares los valores tanto entre los asalariados como entre los no asalariados. Por
último, durante la etapa de crecimiento de la demanda agregada de empleo, ésta tiende a
mejorar, aunque a un mucho menor ritmo que lo sucedido en los sectores público y
privado formal. En 2010, los empleos extralegales representan el 76% de los empleos
asalariados y el 75% de los empleos no asalariados al interior del sector informal.
Es importante destacar que las políticas laborales durante la etapa de convertibilidad y
de reformas neoliberales (1993-2001) se caracterizaron por un debilitamiento deliberado
de las instituciones encargadas de la protección y regulación de las relaciones laborales.
Esto comprendió tanto medidas de flexibilización laboral como de debilitamiento de las
organizaciones gremiales y abandono de las negociaciones colectivas, en un contexto de
caída en la demanda agregada de empleo (Beccaria y Galín, 2002; Neffa, 2008). Por el
contrario, durante el período de post-convertibilidad y recuperación económica (20032010), el aumento de la demanda de empleo estuvo acompañado de una política laboral
activa a favor de regularizar las relaciones laborales clandestinas, elevar el salario
mínimo, promover la negociación colectiva, entre otras medidas (Novick, 2006;
Palomino, 2007; Palomino y Trajtemberg, 2007; Neffa, 2008).
Es decir, si bien a lo largo de las dos décadas la proporción de empleos regulados
experimentó a nivel agregado variaciones significativas, la situación fue siempre
relativamente más favorable –y sobre todo durante el último período– al interior de las
unidades económicas de los sectores modernos. En sentido contrario, la mayor
19
proporción de empleos extralegales fue siempre un rasgo dominante del sector informal,
aumentando incluso su brecha con respecto a los sectores formales durante el último
período.
De esta manera, la tesis de la “creciente convergencia” no parece haberse cumplido en
ningún momento. En el primer período (1992-2001) la precariedad laboral tendió a
nivelarse intersectorialmente pero en un contexto de aumento de la extralegalidad.
Durante el último período (2003-2010), si bien la extralegalidad laboral cayó en ambos
sectores, la disparidad aumentó de manera significativa. Es decir, la tesis de una
“heterogeneidad estructural” persistente –en un contexto de segmentación de los
mercados laborales– parece dominar en el marco de este escenario de análisis.
Disparidades sectoriales, ocupacionales y laborales en materia de remuneraciones
al trabajo
Hasta aquí se han reunido evidencias que avalan la idea de que la estructura ocupacional
del Gran Buenos Aires, si bien presentó cambios regresivos durante el período de
reformas neoliberales y una recuperación sustantiva durante el período de políticas
heterodoxas, no experimentó entre las últimas dos décadas cambios cualitativos
significativos, medidos en términos de heterogeneidad estructural y segmentación
laboral. En el marco de este trabajo, cabe no perder de vista que la heterogeneidad
estructural hace referencia a una desigual concentración de capitales, recursos humanos
y progreso técnico entre unidades económicas. Siendo éste un factor explicativo central
en la sistemática divergencia sectorial que experimentan las remuneraciones laborales
horarias, la cual se ve agravada por el grado de segmentación que experimentan los
mercados laborales.
Diversos estudios distinguen las “reestructuraciones ofensivas” y “las estrategias
defensivas” que llevaron a cabo las firmas en un contexto de apertura comercial e
20
implementación de reformas estructurales (Kosacoff, 1998; Beltrán, 2007; Kulfas y
Schorr, 2000; Schorr, 2001). Mientras que un grupo dinámico de firmas –sector formal–
realizó fuertes inversiones y llevó a cabo profundos cambios organizacionales que le
permitieron obtener significativas mejoras de productividad, el grupo de firmas menos
dinámicas –sector informal– llevaron a cabo procesos selectivos de inversión, con
predominio de cambios organizacionales que redundaron en expulsión de mano de obra
y escasa o nula inversión en equipos, recursos humanos y nuevas tecnologías (Bernat,
2006). Un comportamiento también diferente habría ocurrido, aunque con contenidos
distintos, en el contexto de post-convertibilidad, crecimiento y políticas heterodoxas. En
este caso, las firmas más dinámicas –sector formal– habrían expandido las inversiones
pero manteniendo o mejorando incluso su composición orgánica original. Mientras que
las empresas menos dinámicas –sector informal– habrían crecido y ampliado sus
mercados pero utilizando más mano de obra intensiva; sin que en estos casos haya
ocurrido un proceso de mayor inversión en equipos, recursos humanos y nuevas
tecnologías (Acosta, 2010; Chena, 2011; Zevallos, 2008; Schorr y Ortiz, 2007; Peralta
Ramos, 2007).8
En el primer caso, cabe recordar que el período 1992-2001 estuvo dominado por una
tendencia generalizada para flexibilizar las prácticas mercantiles y laborales, por medio
de cambios en la legislación o en términos de una flexibilización de hecho. Esto, y la
paulatina pérdida de poder sindical en el interior del sector moderno (público y
8
Cabe destacar que este comportamiento empresarial divergente –cualquiera fuese el contexto
económico– no es aleatorio ni está sometido a la decisión “schumpeteriana” de sus agentes, sino que
depende entre otros factores de la composición inicial de los capitales, su acceso al mercado de capitales,
el grado de control sobre los mercados y de la capacidad de las empresas para articular sus estrategias
comerciales con las políticas públicas (Chena, 2011; Zevallos, 2008). A su vez, tal como señalan Schorr y
Ortiz (2007), es pertinente recordar que si bien se han instrumentado algunas medidas destinadas al
segmento de las PyMEs (bonificación de tasas de interés, aplicación de restricciones a las importaciones
en algunas actividades, fomento a la industria del software), el grueso de los recursos públicos destinados
a subsidiar al sector privado ha sido canalizado hacia las grandes empresas y holdings económicos.
Respecto de esto último, véase Peralta Ramos (2007).
21
privado), no sólo habrían ampliado el mercado de trabajo “extralegal” (no regulado) de
ambos sectores, sino que todo ello habría tenido efectos directos regresivos sobre los
salarios reales. Por otra parte, la creciente presión de los excedentes de fuerza de trabajo
sobre los diferentes segmentos de empleo habría operado también al interior de este
sector inhibiendo aumentos en las remuneraciones (sobre todo en los mercados no
regulados del sector moderno o en situaciones de recesión prolongada, tal como fue la
fase 1998-2001).
De este modo, durante el período de políticas neoliberales, en el caso de los sectores
rezagados (incluyendo empresas cuasi-informales intensivas en fuerza de trabajo,
microempresas familiares y cuenta propia informales), la dificultad para reducir costos
laborales, el rezago productivo-tecnológico y la mayor presión impuesta por la
apreciación cambiaria, la apertura comercial y la desregulación de los mercados,
habrían motorizado una fuerte caída de las remuneraciones en el sector informal.
La devaluación y recesión de 2001-2002 y su efecto inflacionario posterior –menor a la
variación del tipo de cambio– significó una alteración en el sistema de precios. Este
proceso afectó sobre todo de manera particular a las remuneraciones, reduciendo de
manera generalizada el costo laboral de las empresas tanto formales como informales,
así como para el sector público. El efecto inmediato del incremento del tipo de cambio
fue una fuerte transferencia de ingresos en detrimento de los trabajadores. Sin embargo,
también aquí, dadas las diferentes regulaciones presentes en el mercado de trabajo, el
comportamiento de las remuneraciones en el sector asalariado formal o público
regulado habría sido incluso menos regresivo que el sufrido por el sector informal.
La devaluación sentó las bases para un nuevo patrón de acumulación y crecimiento con
pautas y características altamente divergentes a las existentes en la década de los
noventa. El salto en el tipo de cambio provocó un incremento en la competitividad
22
externa de los sectores productores orientados al mercado interno, debido al aumento de
los precios relativos de los bienes importados. Esto incentivó la recuperación económica
y una mayor demanda de empleo, siendo los sectores productores de bienes
(especialmente la industria) los que habrían liderado este proceso entre los años 2003 y
2007.9
Al mismo tiempo, tal como se analizó en el apartado anterior, esta reactivación
económica, acompañada de una política laboral activa a favor de regularizar las
relaciones laborales clandestinas, elevar el salario mínimo y promover la negociación
colectiva, tuvo como resultado un aumento de los empleos de calidad en el segmento
primario del mercado laboral. Por lo mismo, los principales beneficiarios fueron los
trabajadores del sector formal privado y del sector público. Dado el carácter segmentado
del mercado laboral, el impacto de este mejoramiento sobre los empleos del sector
informal fue parcial e indirecto. En este caso, habrían influido mucho más las políticas
sociales y la propia reactivación económica que las políticas laborales; de ahí que el
avance de las regulaciones laborales durante este período sobre los empleos del sector
informal haya tenido un alcance limitado.
A partir del año 2007, incluso casi dos años antes de la crisis internacional, el
crecimiento del empleo agregado empezó a desacelerarse en un contexto de reactivación
inflacionaria. Esta situación fue generando una apreciación real del peso, encareciendo
9
Diversos autores sostienen que a partir de 2005 se puso en marcha un nuevo modelo de desarrollo
productivo con equidad social impulsado, entre otros factores, por la recomposición de haberes de los
trabajadores formales (Panigo y Chena, 2011; Pérez, 2011). A su vez, en esta línea interpretativa,
Palomino (2007) sostiene que la tendencia de crecimiento del empleo registrado que tiene lugar a partir
del año 2004 se vincula con la instalación de un nuevo régimen de empleo con protección social (de
determinación “colectiva” de los salarios a través de la mediación sindical) diferenciado del previo
régimen de precarización laboral y de “individualización” de la relación salarial. El incremento que estas
medidas tuvieron sobre el costo laboral para las empresas del sector privado formal durante estos años,
sobre todo a partir de 2005, habría sido tolerado porque la tasa de ganancia había crecido fuertemente los
años previos (CENDA, 2010).
23
el costo laboral en términos internacionales.10 En este marco, la expansión de la
producción industrial se desaceleró y el sector productor de bienes dejó de ser el de
mayor dinamismo relativo en materia de generación de empleo. Bajo este contexto, si
bien gracias a la intervención de las instituciones laborales habría continuado la
recuperación de los salarios reales en el segmento primario del mercado de trabajo, es
de esperar que las remuneraciones en el segmento extralegal del mercado de trabajo se
hayan estancado o caído.
Esta sucesión de hechos macro y micro económicos durante las últimas dos décadas
debería expresarse –según la tesis planteada– en una heterogeneidad estructural
creciente o persistente al interior del mercado de trabajo. Si esto fue así, este proceso
debería traducirse en un aumento de las brechas de productividad sectorial y, por lo
tanto, en las brechas de ingresos horarios según sectores ocupacionales y segmentos
laborales. Por ello, a los fines del presente trabajo los niveles de ingreso horario nos
servirán como indicadores proxy del nivel de productividad.
De esta manera, la evolución de las brechas de ingresos entre los empleos de los
diferentes sectores-categorías ocupacionales y segmentos laborales mostraría el modo
en que los diferenciales de productividad convergen o divergen.11 En el marco de este
análisis, de acuerdo con lo argumentado, cabría esperar que los ingresos laborales
generados en los empleos regulados de los sectores público o formal tiendan a
distanciarse de manera creciente o persistente de aquellos percibidos por trabajos
extralegales o de subsistencia en el sector informal.
10
El fuerte incremento del precio de las commodities, simultáneo a una expansión significativa de la
demanda interna, el desacople entre la capacidad de expansión de la oferta y la demanda creciente, entre
otros aspectos, comenzaron a presionar el nivel de precios internos dando origen a una aceleración de la
inflación (CENDA, 2010).
11
En la misma perspectiva de análisis y abordaje metodológico se encuentran el trabajo de Salvia et al
(2008).
24
Para examinar estas tesis, los Cuadros 3a, 3b y 3c reúnen información sobre la
evolución de los ingresos reales horarios por sector económico, categoría ocupacional y
segmento del mercado de trabajo para los diferentes períodos considerados en este
estudio. A continuación, se hace un análisis detallado de esta evolución según los datos
que presentan dichos cuadros.
Cuadro 3a. Evolución de la remuneración horaria real por segmento del mercado de
trabajo según sectores y categorías económico-ocupacionales. Gran Buenos Aires:
1992/2010. Promedio en pesos del 2do trimestre de 2010.
Período de reformas
1992
14,6
Sector Formal
Regulado
16,5
No regulado
11,7
Sector Formal – Asalariados
13,2
Regulado
15,2
No regulado
9,9
Sector Formal – No Asalariados 32,1
Regulado
37,6
No regulado
29,4
16,9
Sector Público (1)
Regulado
19,1
No regulado
13,3
Sector Público de asistencia
9,2
13,9
Sector Informal
Regulado
15,9
No regulado
12,7
Sector Informal – Asalariados
10,6
Regulado
12,1
No regulado
10,5
Sector Informal – No Asal.
16,1
Regulado
17,4
No regulado
15,1
1994
18,7
20,9
15,2
17,4
20,2
12,6
37,2
42,8
37,5
22,9
27,0
16,7
15,1
15,8
19,2
13,9
12,9
14,1
12,9
17,9
21,3
15,1
1998
18,1
22,1
13,3
15,7
19,7
10,5
42,1
51,5
35,3
25,4
28,8
21,0
8,9
14,0
17,7
12,9
10,0
13,0
9,6
16,9
19,7
15,9
Ciclo de crisis y
recuperación
2001
17,5
21,3
12,9
15,8
19,5
11,0
38,6
45,3
35,4
25,5
29,1
20,2
8,5
12,9
16,2
12,0
10,4
12,3
10,3
14,7
18,2
13,5
2003
13,6
17,8
10,3
12,1
16,5
8,6
27,2
32,8
24,4
18,6
21,3
14,6
6,6
9,4
13,5
8,8
7,0
10,6
6,6
11,1
15,4
10,5
Período post-devaluación
2003
(3°T) 2004 2006 2010
13,6 14,0 16,1 17,3
17,2 15,6 18,3 19,6
9,0
11,1 11,5 12,1
11,8 12,5 14,5 16,0
15,6 14,8 16,6 18,5
7,1
8,3
10,0 10,2
28,3 28,4 34,0 31,7
31,1 24,5 34,7 31,5
25,1 33,3 32,0 32,2
15,4 16,2 19,1 21,0
17,8 17,1 20,5 23,2
9,8
12,8 13,4 12,4
6,2
6,2
5,4
10,0
9,5
9,2
9,8
11,7
13,3 13,5 14,4 16,3
8,7
8,2
8,4
10,1
7,7
7,1
8,3
10,2
10,8 10,7 12,0 13,3
7,0
6,3
7,2
9,3
10,7 10,8 10,8 12,6
15,2 15,4 15,7 18,2
9,8
9,6
9,1
10,7
(1)
No incluye beneficiarios de programas sociales de empleo.
Nota: Con el objetivo de no sesgar el análisis de la evolución de las remuneraciones horarias, se tomaron –para los
distintos años– los ingresos en valores constantes del 2do. trimestre de 2010. Dada la intervención al INDEC y la
manipulación ampliamente conocida en el Índice de Precios al Consumidor, se toma –para realizar la deflación a
partir del 2007– información proveniente de consultoras privadas.
Fuente: Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social, IIGG-FCS-UBA, con base en datos de la EPH, INDEC
(GBA; mayo 1992, 1994, 1998, 2001; 1er. semestre de 2003 –base de datos de empalme–; 3er. trimestre de 2003;
2do. trimestres de 2004, 2006 y 2010).
25
Cuadro 3b. Evolución de la remuneración horaria real por segmento del mercado de
trabajo según sectores y categorías económico-ocupacionales. Gran Buenos Aires:
1992/2010. En base 100=1992.
Período de reformas
Sector Formal
Regulado
Extralegal
Sector Formal – Asalariados
Regulado
Extralegal
Sector Formal – No Asalariados
Regulado
Extralegal
Sector Público (1)
Regulado
Extralegal
Sector Público de asistencia
Sector Informal
Regulado
Extralegal
Sector Informal – Asalariados
Regulado
Extralegal
Sector Informal – No Asalariados
Regulado
Extralegal
1992
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
1994
128
127
129
131
133
127
116
114
128
135
141
125
163
114
121
110
122
117
123
111
123
100
1998
124
134
114
119
130
105
131
137
120
150
150
158
96
101
111
102
94
108
91
105
113
105
Ciclo de crisis y
recuperación
2001
120
129
110
119
128
111
120
120
120
151
152
152
92
93
102
94
98
102
98
91
105
89
2003
93
108
88
91
109
86
85
87
83
110
111
110
71
68
85
70
66
88
62
69
88
69
Período post-devaluación
2003
(3°T) 2004 2006 2010
93
96
110
119
104
95
111
119
77
95
98
103
89
94
109
121
103
98
109
122
71
84
101
103
88
88
106
99
83
65
92
84
85
113 109
110
91
96
113
124
93
90
107
121
74
96
101
93
67
67
58
108
68
66
71
84
84
85
90
105
68
64
66
80
72
67
78
96
90
89
99
111
67
60
69
88
66
67
67
78
87
89
90
104
65
64
61
70
(1)
No incluye beneficiarios de programas sociales de empleo.
Fuente: Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social, IIGG-FCS-UBA, con base en datos de la EPH, INDEC
(GBA; mayo 1992, 1994, 1998, 2001; 1er. semestre de 2003 –base de datos de empalme–; 3er. trimestre de 2003;
2do. trimestres de 2004, 2006 y 2010).
(i) En primer lugar, la información de los Cuadros 3a y 3b describen la desigual
evolución que experimentaron las remuneraciones horarias reales tanto a nivel general
como entre sectores, categorías y segmentos de empleo a lo largo del período de
análisis. A continuación se examinan con algún detalle esta evolución para cada una de
los períodos político-económicos abordados en este estudio.
- Durante el ciclo expansivo de la convertibilidad (1992-1998), las remuneraciones
reales en el sector moderno (privado formal y público) aumentaron tanto en las
categorías asalariadas como no asalariadas. Este proceso estuvo motivado
26
fundamentalmente por el incremento que experimentaron las remuneraciones en los
mercados regulados de ambas categorías y sectores. A la vez que en el sector informal,
la tendencia no fue positiva, principalmente en el segmento extralegal del sector menos
estructurado, en el cual las remuneraciones se mantuvieron constantes o incluso
descendieron (por ejemplo, en el sector informal asalariado no regulado). A partir del
comienzo del ciclo recesivo (1998), algunos sectores y segmentos comenzaron a
experimentar caídas en la remuneración horaria real, siendo esto de mayor intensidad
entre los empleos independientes tanto del sector formal como del informal.
- En el período de derrumbe del régimen de convertibilidad y durante la inmediata postcrisis, la evolución general de las remuneraciones fue fuertemente regresiva a nivel
general, aunque aún más lo fue para los puestos asalariados y no asalariados informales
y los extralegales de los sectores público y formal. Una vez pasada la crisis, en la etapa
de reactivación post-convertibilidad, se hace evidente un crecimiento generalizado y
sostenido de todas las remuneraciones horarias. Sin embargo, en los primeros años de la
recuperación (2004-2006) no se obtienen mejoras importantes en los ingresos de los
empleos del segmento extralegal y de los sectores no asalariados informales. En cambio,
los empleos en los sectores modernos –sean empleos regulados o no regulados–
mejoraron sus remuneraciones reales durante esta fase, aunque muy lejos todavía de los
niveles previos a la crisis. Una mayor recuperación de estas remuneraciones tuvo lugar a
partir de 2006 pero de manera selectiva. Sólo los asalariados del sector privado formal
del segmento regulado del mercado de trabajo lograron recuperar los niveles de
remuneraciones de 2001.
- En lo que respecta a las remuneraciones del sector informal, si bien durante la fase de
mayor dinamismo de 2003-2006 no se evidencian en general incrementos significativos,
es a partir de 2006 que tiene lugar una recuperación importante a nivel agregado. Esta
27
mejora ocurre –tal como se mencionó– en un contexto de aumento del consumo interno
y creciente inflación. Una vez que comienzan a hacerse más evidentes las limitaciones
del patrón de crecimiento –incluso antes del estallido de la crisis internacional–, gana
preponderancia la demanda de empleo en el comercio y los servicios, logrando
incrementar el dinamismo de los sectores informales. Ahora bien, cabe destacar que el
incremento general observado en las remuneraciones en el sector informal está
principalmente impulsado por aumentos en los asalariados y no asalariados de mercados
regulados; mientras que la mejora en los empleos informales extralegales –sobre todo
entre los no asalariados– es relativamente menos importante.
Cuadro 3c. Evolución de la brecha de la remuneración real horaria por sectorescategorías ocupacionales y segmentos del mercado de trabajo respecto al total del empleo.
Gran Buenos Aires: 1992/2010. Ingreso medio horario= 1.
Período de reformas
Sector Formal
Regulado
Extralegal
Sector Formal – Asalariados
Regulado
Extralegal
Sector Formal – No Asalariados
Regulado
Extralegal
Sector Público (1)
Regulado
Extralegal
Sector Público de asistencia
Sector Informal
Regulado
Extralegal
Sector Informal – Asalariados
Regulado
Extralegal
Sector Informal – No Asalariados
Regulado
Extralegal
1992
1,01
1,14
0,81
0,92
1,05
0,69
2,22
2,61
2,04
1,17
1,33
0,92
0,64
0,96
1,10
0,88
0,74
0,84
0,73
1,12
1,21
1,05
1994
1,06
1,19
0,86
0,99
1,14
0,72
2,11
2,43
2,13
1,30
1,53
0,94
0,85
0,90
1,09
0,79
0,73
0,80
0,73
1,01
1,21
0,86
1998
1,07
1,30
0,79
0,93
1,16
0,62
2,48
3,04
2,08
1,50
1,70
1,24
0,52
0,83
1,05
0,76
0,59
0,77
0,56
1,00
1,16
0,94
Ciclo de crisis y
recuperación
2001
1,09
1,32
0,80
0,98
1,21
0,68
2,39
2,81
2,19
1,58
1,80
1,25
0,53
0,80
1,00
0,74
0,65
0,76
0,64
0,91
1,13
0,84
2003
1,17
1,53
0,89
1,04
1,42
0,74
2,35
2,83
2,10
1,61
1,84
1,26
0,57
0,81
1,16
0,76
0,61
0,91
0,57
0,96
1,33
0,90
Período post-devaluación
2003
(3°T) 2004 2006 2010
1,18 1,20 1,20 1,13
1,50 1,34 1,37 1,28
0,78 0,95 0,86 0,79
1,03 1,07 1,08 1,05
1,36 1,27 1,24 1,21
0,61 0,71 0,75 0,67
2,46 2,43 2,54 2,07
2,70 2,09 2,59 2,06
2,18 2,85 2,39 2,10
1,34 1,39 1,43 1,37
1,55 1,47 1,53 1,52
0,85 1,09 1,00 0,81
0,54 0,53 0,40 0,65
0,82 0,79 0,73 0,76
1,16 1,16 1,07 1,08
0,76 0,70 0,62 0,64
0,67 0,61 0,62 0,67
0,94 0,92 0,89 0,90
0,61 0,54 0,54 0,61
0,93 0,93 0,81 0,82
1,32 1,32 1,17 1,19
0,85 0,82 0,68 0,69
(1)
No incluye beneficiarios de programas sociales de empleo.
Fuente: Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social, IIGG-FCS-UBA, con base en datos de la EPH, INDEC
(GBA; mayo 1992, 1994, 1998, 2001; 1er. semestre de 2003 –base de datos de empalme–; 3er. trimestre de 2003;
2do. trimestres de 2004, 2006 y 2010).
28
(ii) La evolución diferenciada según sector de inserción económica-ocupacional se
refleja también al evaluar las brechas de ingresos entre los mismos (tomando como
comparación el ingreso medio horario) –véase Cuadro 3c–. La información muestra una
creciente divergencia entre los ingresos del sector moderno –formal y público– en
comparación a aquellos percibidos en el sector informal durante la década de los
noventa y que no se resuelve en la fase de post-convertibilidad. Sin embargo, esta
tendencia no fue similar en todas las fases económicas ni fue homogénea en el interior
de cada sector, sea por el tipo de categoría laboral o segmento de empleo.
- Durante el período de expansión y posterior recesión a partir del año 1998 del régimen
de convertibilidad (1992-2001) los datos revelan que se fue perdiendo la relativa
equidad funcional existente al comienzo de la década. En el año 1992, las
remuneraciones horarias de los sectores modernos (privado y público) y las
correspondientes al sector menos estructurado de la economía no diferían
significativamente del ingreso horario promedio del mercado laboral. Sin embargo,
luego de los ciclos de corto crecimiento ocurridos durante la convertibilidad, en el año
1998 –así como también en el año de agotamiento del régimen (2001)– las brechas de
ingreso entre sectores son superiores en comparación al año de inicio. Mientras que los
sectores modernos privado y público se distanciaron positivamente de la media general
de ingresos, el sector informal se alejó negativamente de la media de ingresos,
evidenciando así su posición cada vez más desfavorable en términos de retribución
monetaria en comparación al conjunto del mercado laboral.
- Si evaluamos con mayor detalle al interior de cada sector económico, uno de los
aspectos que es pertinente destacar es que la mejora de la brecha del sector privado
formal durante este período proviene, principalmente, de lo ocurrido entre los no
29
asalariados (y específicamente, no asalariados en el segmento primario del mercado de
trabajo). Por el contrario, si se evalúa al interior del sector informal, se evidencia que
tantos los asalariados como no asalariados habrían provocado que el sector menos
estructurado obtuviese remuneraciones cada vez más desfavorables en comparación a la
media general. Y adicionalmente, cabe señalar que tanto los empleos regulados como no
regulados al interior de la informalidad compartieron esta tendencia.
- En el período de crisis de la convertibilidad y comienzo de reactivación (2001-2003)
persisten e incluso se intensifican algunas tendencias del período anterior. Los sectores
modernos continúan mejorando en términos relativos sus retribuciones por sobre la
media general, siendo el sector público (específicamente, del segmento regulado del
mercado de trabajo) el que presenta un mayor distanciamiento positivo con el promedio
de remuneraciones del mercado de trabajo. Por su parte, el aumento de la brecha del
sector formal con el ingreso medio horario proviene fundamentalmente –a diferencia del
período anterior– de la categoría asalariada de los empleos regulados. En este marco, la
brecha correspondiente al sector informal –en el contexto de un aumento de estos
empleos– no evidenció cambios significativos entre 2001 y 2003. Las retribuciones del
sector informal continuaron estando por debajo de la media general, especialmente
cuando se trata de empleos extralegales.
- Durante el período de reactivación y crecimiento heterodoxo post-devaluación (20042010), algunas tendencias anteriores tendieron a revertirse. Sin embargo, cabe volver
diferenciar para este análisis los cambios ocurridos entre 2004 y 2006 de aquellos
experimentados entre 2006 y 2010. En la primera fase de crecimiento económico postconvertibilidad, se evidencia una persistencia e incluso intensificación de la
heterogeneidad estructural. Si bien la brecha del ingreso del sector privado formal no se
modifica entre 2004 y 2006, se incrementa positivamente la correspondiente al sector
30
público regulado y negativamente la del sector informal (fundamentalmente entre los no
asalariados). A partir de 2006 y hasta 2010, en el marco del mencionado cambio
ocurrido en las reglas macroeconómicas y en las políticas laborales, se evidencian
algunas alteraciones en estos comportamientos. Entre estos años, bajo un contexto
inflacionario, se observa cierta invariación o disminución en la brecha de ingresos en los
sectores y categorías laborales de los sectores modernos, aunque esto tiene lugar sobre
todo entre los no asalariados y los empleos extralegales (tanto del sector privado formal
y del público como del sector informal). En lo que respecta al sector informal, se
observa la permanencia o leve disminución de la brecha de ingresos con respecto a las
remuneraciones promedio, esto último sobre todo entre los empleos asalariados tanto
del segmento regulado como extralegal. Pero, a pesar de esta evolución menos
“heterogénea”, durante el último ciclo (2006-2010), lejos se está de poder afirmar la
existencia de un cambio de tendencia hacia un proceso de “creciente convergencia”
entre las diferentes productividades –expresadas en ingresos horarios– que se registran
al interior de la estructura ocupacional del mercado laboral del Gran Buenos Aires.
Comentarios finales
El conjunto de aspectos que han sido abordados en este trabajo contradice la idea de que
la dinámica político-económica, sea bajo reformas neoliberales o políticas heterodoxas,
haya favorecido un proceso de convergencia entre sectores de diferente productividad
funcional y formas de participación en el mercado laboral. Lejos de ese resultado, tanto
en las fases más activas de crecimiento y creación de empleos –con o sin estabilidad
monetaria– como en contextos de recesión –con más o menos rápida recuperación
económica–, se han sumado pruebas acerca de un proceso –más o menos agravado
según el contexto macro político-económico– de creciente o persistente heterogeneidad
31
estructural a nivel del sistema ocupacional. Esto, al menos, durante las últimas dos
décadas y para el mercado de trabajo de la región del Gran Buenos Aires.
Si bien durante la etapa de políticas heterodoxas, sobre todo durante el último ciclo
económico (2006-2010), no es tan clara la posibilidad de sostener la idea de una
intensificación de las “divergencias” en la distribución sectorial de los puestos de
trabajo, la calidad de los mismos y las brechas de remuneraciones entre sectores y
segmentos del mercado laboral, tampoco es posible exhibir un debilitamiento cualitativo
de tales desigualdades. Las brechas continúan siendo estructuralmente elevadas a nivel
agregado, a la vez que especialmente graves cuanto más informal y extralegal son los
empleos, los cuales mantienen niveles destacados de participación en el mercado
laboral.
A partir de la evidencia presentada, resulta al menos posible afirmar que el cambio
heterodoxo ocurrido en materia de política económica y laboral, introducido durante la
fase de post-convertibilidad (en comparación con las políticas neoliberales y el régimen
de flexibilización y precarización existente en la década de los noventa) no ha logrado
todavía –a pesar de importantes mejoras sociales y laborales– asegurar condiciones
sustentables de “convergencia productiva” y “equidad distributiva” entre los diferentes
sectores ocupacionales y segmentos del mercado de trabajo.
Si bien se considera que la ampliación de las regulaciones laborales tiene un alto
impacto positivo en lo correspondiente al funcionamiento más equitativo del mercado
de trabajo y la calidad de los empleos, es factible argumentar que la misma no parece
tener los resultados esperados cuando se interviene sobre estructuras productivas
heterogéneas y mercados de trabajo segmentados. Al respecto, la evidencia presentada
da cuenta de que a pesar de la mayor demanda de empleos en sectores dinámicos y la
fuerte presencia político-gremial en materia de protección, salarios y seguridad social, el
32
modelo de desarrollo económico vigente no logró durante la última década “absorber”
ni tampoco “modernizar” a amplios sectores económico-ocupacionales y segmentos
laborales de la fuerza de trabajo. Esto tiende a mantener cuando no a profundizar –a
pesar incluso de una mayor masificación de las políticas sociales– condiciones
arraigadas y persistentes de marginalidad socio-económica, tal como pronostica la tesis
teórica de la “heterogeneidad estructural”.
Por lo mismo, se sostiene que aún cuando se hayan exhibido mejoras en la creación de
empleos, en la calidad de los mismos y en la distribución de los ingresos durante el
período de políticas heterodoxas, las mismas no estarían respaldadas por una
transformación cualitativa en la estructura sectorial del empleo, en dirección a un
sistema económico-ocupacional más integrador de los distintos segmentos de la fuerza
de trabajo. En este marco, nos parece legítimo –hasta saludable– abrir dudas sobre las
bondades de largo plazo del régimen de crecimiento implementado a partir de la crisis
de 2001-2002, al mismo tiempo que nos confrontamos con la necesidad de una política
de planificación del desarrollo que implique la consolidación de sectores productivos
modernos y dinámicos, integrados a cadenas de valor regionales e intersectoriales,
todavía extrañamente ausentes de la agenda pública.
33
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36
ANEXO A
Tabla A.1. Desglose de los sectores y categorías económico-ocupacionales de la
ocupación principal y de los ingresos provenientes de la misma
SECTOR, CATEGORÍA E INGRESOS DE LA OCUPACIÓN PRINCIPAL
La EPH define como ocupación principal aquella a la que el individuo le dedica habitualmente más
horas de trabajo. Los ingresos de la ocupación principal comprenden aquellos generados como
empleados o directivos del sector público, como perceptores de programas sociales y como
asalariados o no asalariados del sector formal e informal.
SECTORES
SECTOR PRIVADO FORMAL
Actividades laborales de elevada
productividad y altamente integradas
económicamente a los procesos de
modernización.
Se
las
define
habitualmente como aquellas que
conforman
el
mercado
más
concentrado o estructurado. En
términos operativos, son ocupaciones
en establecimientos medianos o
grandes o actividades profesionales.
CATEGORÍA / SECTOR
OPERACIONALIZACIÓN Y
TIPO DE INGRESO DE
CADA
CATEGORÍA/SECTOR
Asalariados
Salarios como obrero o empleado
que trabaja en establecimiento
privado con más de cinco ocupados.
No Asalariados
Utilidades como cuenta propia
profesional.
Ganancias
como
patrones
profesionales o de establecimientos
con más de cinco ocupados.
Salarios como obrero o empleado no
profesional
que
trabaja
en
Asalariados
SECTOR PRIVADO INFORMAL
establecimiento privado con hasta
Actividades laborales dominadas por
cinco ocupados.
la baja productividad, alta rotación de
Utilidades como cuenta propia o
trabajadores, inestabilidad y su no
ayuda familiar sin calificación
funcionalidad al mercado formal o
profesional.
más estructurado. En términos
Ganancias
como
patrón
de
operativos, son ocupaciones en
establecimiento con hasta cinco
establecimientos
pequeños,
No Asalariados
empleados con calificación no
actividades de servicio doméstico o
profesional
actividades
independientes
no
Ingresos como trabajador que presta
profesionales.
servicios domésticos en hogares
particulares.
Salarios de obrero y empleado
SECTOR PÚBLICO
Actividades laborales vinculadas al
ocupado en el sector público.
desarrollo de la función estatal en sus
Salarios
de
beneficiarios
de
Asalariados
distintos niveles de gestión. Es decir,
programas sociales que realizan
ocupaciones en el sector público
contraprestación laboral para el
nacional, provincial o municipal.
sector público.
Fuente: Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social, Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG)-FSCUBA, con base en datos de la EPH-INDEC.
37
ANEXO B
Tabla B.1. Desglose de los segmentos del mercado de trabajo. Clasificación operativa de
la calidad del empleo
EMPLEO INESTABLE / NO REGULADO
EPH puntual
REGULADO
EMPLEO ESTABLE/
SEGMENTO PRIMARIO DEL MERCADO DE TRABAJO
EPH continua
Incluye a los asalariados con trabajo permanente e Incluye a los asalariados con trabajo permanente e
integrados a la Seguridad Social (con descuento integrados a la Seguridad Social (con descuento
jubilatorio), a los patrones o empleadores con ocupación jubilatorio), a los patrones o empleadores que trabajan en
permanente que trabajan más de 34h o trabajan menos y esa ocupación hace más de tres meses, y a los cuenta
no desean trabajar más horas y a los cuenta propia con propia con más de tres meses de antigüedad en la
ocupación permanente que trabajan más de 34h y no ocupación que trabajaron más de 35h y no buscaron
desean trabajar más.
trabajar más horas.
SEGMENTO SECUNDARIO DEL MERCADO DE TRABAJO: Empleos extralegales (incluye
empleos de indigencia)
EPH puntual
EPH continua
Incluye a los asalariados sin jubilación o sin trabajo Incluye a los asalariados sin jubilación o sin trabajo
permanente, a los trabajadores independientes (patrones o permanente, a los trabajadores independientes (patrones o
cuenta propia) que no tienen un empleo permanente (es cuenta propia) que están hace menos de tres meses en ese
decir, son changas, empleos inestables o trabajos empleo o a los cuenta propia que estando hace más de tres
temporarios) o a aquellos trabajadores independientes con meses trabajaron menos de 35 h o trabajaron más de 35h
empleo permanente pero que trabajan menos de 35h y y buscaron trabajar más horas. Se incluyen también a los
quieren trabajar más. Se incluyen también a los trabajadores familiares sin salario.
trabajadores familiares sin salario.
Adicionalmente, incluye a todos aquellos empleos (de
Adicionalmente, incluye a todos aquellos empleos (de cualquier categoría ocupacional, exceptuando a los
cualquier categoría ocupacional, exceptuando a los trabajadores familiares sin salario) cuyo ingreso horario
trabajadores familiares sin salario) cuyo ingreso horario percibido no alcanza el nivel del ingreso horario necesario
percibido no alcanza el nivel del ingreso horario necesario para cubrir los gastos alimentarios de una familia tipo*.
para cubrir los gastos alimentarios de una familia tipo*.
* La canasta básica se definió como los ingresos necesarios para cubrir las necesidades alimenticias y otras de subsistencia de
una familia tipo en cada uno de los años considerados en el estudio. Al respecto, cabe aclarar que hasta el año 2007 se
emplearon los datos de la Canasta Básica Alimentaria según la estimación oficial del INDEC. Sin embargo, dada la conocida
intervención al INDEC y manipulación de la información posterior a 2007, se utilizó una estimación alternativa de Canasta
Básica Alimentaria obtenida a través de información de consultoras privadas. Para la estimación del límite de ingreso horario
de indigencia se divide el ingreso mensual de la Canasta Básica Alimentaria para una familia tipo por 160 horas mensuales
trabajadas.
Nota: En las bases de datos de los años 1992 y 1994 no se disponían de las variables empleadas para la evaluación de la
calidad o estabilidad del empleo. En estos casos, la evaluación de la estabilidad laboral se aproxima, para los trabajadores no
asalariados, a través de indicadores de subocupación, el deseo de trabajar más horas semanales y la búsqueda de otro empleo.
A través de ejercicios de comparación en las bases de los años 1998 y 2001 con ambos métodos de evaluación de la calidad
del empleo, se obtuvo un coeficiente para el ajuste de los datos correspondientes a 1992 y 1994.
Fuente: Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social, IIGG-FCS-UBA, con base en datos de la EPH-INDEC.
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