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GRUPO ESPAÑOL DE LA AIPPI
TUAL
AÑOL
ESTUDIOS SOBRE
PROPIEDAD
INDUSTRIAL E
INTELECTUAL
BARCELONA, ¿MARCA COLECTIVA?
…y, así, me pasé de claro a Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los
estranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los
ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y en belleza,
única; y aunque los sucesos que en ella me han sucedido no son de mucho
gusto, sino de mucha pesadumbre, los llevo sin ella, solo por haberla visto.
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Segunda Parte,
Capítulo LXXII (De cómo don Quijote y Sancho llegaron a su aldea).
Abro el periódico y leo: «una marca es un montón de post-its1 (sic) que
llevamos en la cabeza». Lo dice el director estratégico creativo de una conocida
agencia de publicidad2. Me quedo pensando. Me parecía que eso de la marca era
otra cosa, pero sigo leyendo el artículo y veo que habla de la «marca Barcelona».
Recuerdo también que hace unos meses hubo una reunión en el Círculo Ecuestre
de mi ciudad (Barcelona, precisamente) para hablar de la «marca España». Sí,
tenemos un Alto Comisionado para la Marca España, que se creó por Real
Decreto3. No sé si ahí también ven la marca como «un montón de post-its», pero
no entraré en ese delicado jardín y me centraré en la «marca Barcelona», y más
concretamente en la que el Ayuntamiento de Barcelona está intentando registrar.
Una cosa es hablar de la «marca ciudad» o la «marca país» como la imagen
que quiere darse de dicho territorio, como símbolo de su personalidad, para
promocionarlo, pero otra muy distinta es pretender su registro bajo la modalidad
jurídica de marca colectiva con el fin de detentar de forma absoluta el derecho
exclusivo de administrar su uso.
1
2
3
«Post-It » es una marca registrada de 3M COMPANY.
El Punt Avui, 15.02.14, cita de Gem Romero, director estratégico creativo de Ogilvy.
Real Decreto 998/2012.
MIREIA CURELL AGUILÀ
El concepto de «marca ciudad» se ha puesto de moda y pertenece al ámbito
del branding.4 Se trata del proceso de comunicar la imagen de una ciudad
mediante su posicionamiento único y diferencial. La dificultad estriba en que
la mayoría de las ciudades no se identifica con un único valor, sino con varios, y
algunos de ellos son compartidos por diversas ciudades5.
Según un estudio realizado por PriceWaterhouseCoopers, del cual Barcelona
es una de las ciudades protagonistas, en el año 2006 se quería asociar Barcelona
con el conocimiento. Indica el estudio: «Barcelona, ciudad del conocimiento. La
visión de futuro de Barcelona de cara al 2015 parte de lo siguiente: una economía
basada en el desarrollo de una cultura innovadora, que aporte valor añadido y
que cuente con el crecimiento de nuevos sectores, como el audiovisual y el del
diseño. Asimismo, se potencian nuevos usos de transporte basados en la mejora
de la movilidad. Por último, se apuesta por un sistema educativo que garantice
una adecuada formación, tras reducir sensiblemente el índice de abandono
escolar mediante la mejora de la posición social del profesorado y una mayor
presencia en la administración escolar» 6. El objetivo parecía viable, ya que los
valores a los que se deseaba asociar la ciudad de Barcelona eran concretos.
No sé si la ambición creció, pero aquellos buenos propósitos casan mal
con la pretensión de registrar esa «marca», el simple nombre de la ciudad, en
relación con todos los productos y servicios posibles para disponer quién podría
usarla y cómo.
En efecto, el nombre «BARCELONA» se solicitó para su registro como
marca colectiva, en su forma denominativa, ante la Oficina Española de
Patentes y Marcas (OEPM) el día 30 de diciembre de 2011 (expediente nº
3012390), a nombre del Ayuntamiento de Barcelona, para distinguir las 45
clases internacionales. La solicitud fue acompañada, como es preceptivo, de un
Reglamento de Uso, que, en su segundo párrafo, reza:
Indudablemente, de entre los signos distintivos de la ciudad de Barcelona
idóneos para condensar y atesorar estos determinados valores inmateriales
4
Destination Branding: Creating the Unique Destination Proposition, Ed. Nigel Morgan,
Annette Pritchard y Roger Pride, Oxford, UK, Butterworth Heinemann 2002.
5
City branding; a state-of-the-art review of the research domain, Andrea Lucarelli y PerOlof Berg, Journal of Place Management and Development, Vol. 4, págs. 9 - 27, 2011.
6
Ciudades del futuro. Competencia global, liderazgo local, pág. 20, © PwC 2006.
BARCELONA, ¿MARCA COLECTIVA?
laboriosamente forjados por la colectividad municipal, se encuentra el signo
denominativo ‘Barcelona’. Por un lado, ‘Barcelona’ es la denominación oficial
del Municipio de Barcelona y un signo representativo de su colectividad
municipal, tal y como viene acreditado en la Resolución del Departamento
de Gobernación y Administraciones Públicas de la Generalitat de Catalunya
(GAP/583/2007), de 2 de marzo, por la cual se da publicidad al nombre oficial
de los municipios, de sus respectivas capitales y de la entidades descentralizadas
de Cataluña. Por otro lado, el signo denominativo ‘Barcelona’ es idóneo para
representar y comunicar los rasgos característicos y señas de identidad de la
ciudad de Barcelona, esto es, para representar o evocar los aspectos identitarios
y característicos de esta ciudad y de su gente y, más en particular, el prestigio
y buena reputación asociados a la ciudad.
No ha de sorprender, por consiguiente, que, debido a esta singular aptitud
semiótica, el denominativo ‘Barcelona’ sea recurrentemente utilizado en el
tráfico económico para distinguir los productos y los servicios de aquellas
personas físicas y jurídicas domiciliadas en el Municipio de Barcelona, de
manera que el aura de esta ciudad se comunique a estos productos o servicios.
De momento me paro aquí. ¿Por qué motivo debería el Ayuntamiento de
Barcelona tener derechos de exclusiva sobre el nombre de la ciudad –que es
también el nombre de la provincia- y administrarlos según su criterio? Hasta
donde hemos leído nada legitima al Ayuntamiento a solicitar el registro de
«BARCELONA» como marca colectiva a su nombre. Sigamos:
No obstante, la difusión pública y recurrente de determinados signos
distintivos o elementos característicos de la ciudad de Barcelona y, en
particular, la utilización comercial del signo denominativo ‘Barcelona’ para
asociar en el tráfico económico bienes y servicios a esta ciudad no siempre
proporciona información fiel, ni beneficia la imagen y el prestigio de la
ciudad, ni potencia sus señas de identidad y rasgos característicos. Antes bien,
el uso generalizado de estos signos distintivos sin expedientes mínimos que
garanticen la consistencia de su valor simbólico, prestigio y buena reputación
facilita, ciertamente, su dilución; o a la asociación de la ciudad de Barcelona a
productos y servicios que no merecen esta asociación o a valores y sentimientos
que no le son propios.
Vaya, con la Iglesia hemos topado (por citar otro pasaje de Don Quijote
de la Mancha). Si lo he entendido bien, si decido abrir en la ciudad de
Barcelona una salchichería en la que se sirve comida claramente antagónica a
MIREIA CURELL AGUILÀ
la dieta mediterránea y se me ocurre ponerle por nombre SALCHICHERÍA
BARCELONA, estaré acaso «diluyendo» la marca ‘Barcelona’ (o «saturándola»,
no sé). Cada día entiendo menos de marcas. En fin, el Reglamento de Uso
propuesto es largo y no voy a reproducirlo entero, pero no me queda más remedio
que comentar algunos pasajes más. Transcribiré la parte inicial del apartado II:
En este contexto, el registro de la marca colectiva ‘Barcelona’ como marca
nacional a favor del Ayuntamiento de Barcelona se erige en un expediente
normativo coherente, razonable e idóneo para preservar las funciones propias
que ha adquirido ‘Barcelona’ como signo distintivo de productos y servicios
relacionados con esta ciudad y su entorno y, en general, para evitar que el uso
de este signo en el tráfico económico lesione indebidamente intereses jurídicos
merecedores de especial protección.
El contexto, como lo llama el Reglamento, no es otro que el que puede
encontrar el nombre de cualquier otra ciudad, creo yo. Sigo por tanto sin ver el
motivo del registro en cuestión con tan amplia cobertura. Tampoco sé muy bien
qué quiere decir eso de «un expediente normativo coherente».
En cualquier caso, por coherencia, creo conveniente repasar qué es una
marca colectiva, según la vigente Ley española de Marcas7 (en lo sucesivo
denominada «LM»). Su artículo 62 dice:
1. Se entiende por marca colectiva todo signo susceptible de representación
gráfica, de los comprendidos en el apartado 2 del artículo 4, que sirva
para distinguir en el mercado los productos o servicios de los miembros
de una asociación titular de la marca de los productos o servicios de otras
empresas.
2. Sólo podrán solicitar marcas colectivas las asociaciones de productores,
fabricantes, comerciantes o prestadores de servicios que tengan capacidad
jurídica, así como las personas jurídicas de Derecho público.
3. No obstante lo dispuesto en el artículo 5.1.c), podrán registrarse como
marcas colectivas los signos o indicaciones que puedan servir en el comercio
para señalar la procedencia geográfica de los productos o de los servicios. El
derecho conferido por la marca colectiva no permitirá a su titular prohibir
a un tercero el uso en el comercio de tales signos o indicaciones, siempre
7
Ley 17/2001, de 7 de diciembre, de Marcas.
BARCELONA, ¿MARCA COLECTIVA?
que dicho uso se realice con arreglo a prácticas leales en materia industrial
o comercial; en particular dicha marca no podrá oponerse a un tercero
autorizado a utilizar una denominación geográfica.
4. La marca colectiva no podrá ser cedida a terceras personas ni autorizarse
su uso a aquéllas que no estén oficialmente reconocidas por la asociación.
Hasta aquí parece que las condiciones podrían cumplirse: el nombre
Barcelona es susceptible de representación gráfica, el Ayuntamiento de la ciudad
es una persona jurídica de Derecho público y la denominación interesada señala
una procedencia geográfica, de modo que puede ser objeto de registro aunque
con ciertas limitaciones en cuanto a su alcance.
La definición de marca colectiva es análoga a la existente para una marca
individual, con la diferencia que la marca colectiva debe identificar los productos
o servicios de los miembros de una asociación.
En este sentido, el artículo 63.2 de la LM indica:
2. Si la marca colectiva consistiera en una indicación de procedencia geográfica,
el reglamento de uso deberá prever que cualquier persona cuyos productos o
servicios provengan de esa zona geográfica y cumplan las condiciones prescritas
por el mismo, podrá hacerse miembro de la asociación.
Resulta difícil asimilar el concepto de «miembro de la asociación» en el
contexto de la marca solicitada. Entiendo que son muchos los que deberían poder
usar la denominación «BARCELONA» si quieren designar con ella el origen de
sus productos o servicios. No veo cómo encaja en todo esto la autorización que
deba dar el Ayuntamiento de la ciudad, ni cómo podría gestionarlo.
En cualquier caso, reconforta lo dispuesto en el apartado 3 del artículo 62
cuando dice que «el derecho conferido por la marca colectiva no permitirá a su
titular prohibir a un tercero el uso en el comercio de tales signos o indicaciones,
siempre que dicho uso se realice con arreglo a prácticas leales en materia
industrial o comercial; en particular dicha marca no podrá oponerse a un tercero
autorizado a utilizar una denominación geográfica». Pero entonces, ¿para qué
quieren en el Ayuntamiento el registro de marca colectiva?
Veamos ahora quién podrá usar la marca «BARCELONA» según el
Reglamento de Uso presentado junto con la solicitud de registro:
MIREIA CURELL AGUILÀ
Artículo 5. Personas legitimadas para el uso de la marca
Sólo podrán hacer uso de la marca colectiva ‘Barcelona’, en el tráfico económico
y para productos y servicios, aquellas personas físicas y jurídicas que, estando
legitimadas para solicitar una autorización según lo dispuesto en el artículo
6 del presente Reglamento, hayan sido debidamente autorizadas por el
Ayuntamiento de Barcelona y hayan expresado el compromiso de preservar el
prestigio y buena reputación de la marca ‘Barcelona’ por medio de la adhesión
a las condiciones de uso de la marca contenidas en el presente Reglamento.
Y más adelante resulta que, según el artículo 6 del Reglamento, si eres autónomo y/o no resides en Barcelona o en su área metropolitana, lo tienes mal.
Además debes proponerte utilizar la marca colectiva «BARCELONA» para distinguir productos o servicios vinculados con la ciudad de Barcelona o con las
señas de identidad que distinguen la ciudad de Barcelona... y ¿cuáles son los
«productos o servicios vinculados con la ciudad de Barcelona o con las señas
de identidad que distinguen la ciudad de Barcelona»? Aparentemente, la salchichería que tenía previsto abrir seguro que no, por lo que mi suculento pero
poco saludable ejemplo anterior podría seguir siendo válido para ilustrar lo que
el Ayuntamiento de Barcelona probablemente no aceptaría.
Pero las restricciones no han terminado porque resulta que según el artículo
7 del Reglamento:
La marca sólo podrá ser utilizada como signo secundario o accesorio en la presentación o publicidad de productos o servicios principalmente distinguidos
por medio de una marca registrada de modo que la impresión comercial ocasionada en el consumidor o destinatario por el signo distintivo con el que se
presentan u ofrecen los productos y servicios resulte determinada en lo esencial por dicha marca registrada, y no por la marca ‘Barcelona’. En este sentido,
se considerarán contrarios al presente Reglamento aquellos usos de la marca
en los que se genere la impresión de que el signo que sirve para distinguir en
el mercado el producto o servicio es el signo ‘Barcelona’.
Es sabido que las marcas colectivas, como las de garantía, se utilizan por las
empresas previa autorización del titular como ‘segunda marca’, es decir junto a la
marca de la empresa de que se trate. Pero resulta chocante enfrentarse a tanto «expediente normativo coherente», tantas «acreditaciones y autorizaciones» para que, al
final, sólo te dejen poner el nombre de tu ciudad bajo tu propia marca registrada, sin
que ello sea distintivo de nada, salvo constituir una mera indicación de localización.
BARCELONA, ¿MARCA COLECTIVA?
Por otra parte, ¿qué pasa con las marcas ya registradas que incluyen dicho
topónimo y no siempre como elemento secundario o accesorio? Hay un montón
de registros de este tipo concedidos por la OEPM y también por la OAMI.
Llegados a este punto, es mejor que dejemos el Reglamento de Uso de lado
y nos fijemos en cuáles son los motivos de denegación de una marca colectiva,
según el artículo 64 de la LM:
1. La solicitud de registro de una marca colectiva será denegada en la forma
y por los mismos motivos que una marca individual y, además, cuando no
cumpla lo dispuesto en los artículos 62 y 63, o cuando el reglamento de uso
sea contrario a la ley, al orden público o a las buenas costumbres.
2. La solicitud de marca colectiva será también denegada cuando pueda
inducir al público a error sobre el carácter o la significación de la marca, en
particular cuando pueda dar la impresión de ser algo distinto de una marca
colectiva.
3. No se denegará la solicitud si el solicitante, mediante una modificación del
reglamento de uso, cumpliere los requisitos enunciados en los apartados
1 y 2.
De entrada, yo hubiera denegado la marca en aplicación del apartado 2
del artículo 64. A mi juicio, aparte de otras consideraciones que incluyen si el
signo es o no distintivo para todos los productos y servicios de todas las clases
internacionales, la marca solicitada da la impresión de ser algo distinto de una
marca colectiva.
Vamos a centrarnos en el expediente administrativo y analizar qué ha
pasado hasta hoy.
La solicitud de registro de marca española nº 3012390 recibió oposición
del Consell Regulador de la Denominació d’Origen Catalunya, que luego fue
retirada y la marca se concedió según resolución de 11 de julio de 2012. Pero se
presentaron dos recursos de alzada contra dicha resolución de concesión. Los
recurrentes fueron Peritos Judiciales Barcelona S.L. y la Sra. Trinidad Asensio
Fernández Castanys. Pese a que el primero es titular de una marca homónima,
ambos son un tanto misteriosos, francamente, pero lo importante es que
recurrieron la decisión de concesión y se salieron con la suya: la marca se denegó
por recurso, según resoluciones de 5 de marzo de 2013, en base a al artículo 5.1
apartados b), d) y g) de la LM y los artículos 63.2 y 64.2 de la LM.
MIREIA CURELL AGUILÀ
El recurso de Peritos Judiciales Barcelona S.L. se basa en los apartados b),
c) d), e) y f) del artículo 5.1. de la LM y el de la Sra. Asensio Fernández Castanys,
en el apartado g) del referido artículo 5.1. de la LM, en el artículo 63 de la misma
LM y en el artículo 38 de su Reglamento8.
Comentaremos ambas resoluciones de forma indistinta al tener pasajes
coincidentes y concluir de idéntico modo.
En primer lugar, se desestima el motivo basado en el apartado c) del artículo
5.1. de la LM dado que el artículo 62 LM relativo a las marcas colectivas contiene
una excepción respecto a ellas cuando indica que: «no obstante lo dispuesto
en el artículo 5.1.c), podrán registrarse como marcas colectivas los signos
o indicaciones que puedan servir en el comercio para señalar la procedencia
geográfica de los productos o de los servicios».
Sí se estima, en cambio, el motivo basado en el apartado b) del artículo
5.1. de la LM por cuanto la marca solicitada, por muy colectiva que sea, es
denominativa y se refiere a todo tipo de productos y servicios y su eventual
carácter distintivo respecto de alguno de ellos no puede establecerse. Indica la
resolución:
El término geográfico Barcelona en que consiste la marca 3012390, desprovisto,
como ya se ha expresado antes, de cualquier otro elemento denominativo que
lo caracterice, por si solo difícilmente será percibido por los consumidores
como un signo que distinga los productos o servicios de aquellos autorizados
por el Ayuntamiento de Barcelona de los demás productores de productos
o prestadores de servicios. Cabe destacar la existencia de casi 4000 marcas
anteriores, nacionales y comunitarias, en todas las clases del Nomenclátor,
que incluyen la denominación Barcelona junto a otros elementos fonéticos
o gráficos que las caracterizan. Cabe entender, como hace el recurrente, que
el signo sólo va a ser percibido por el consumidor como una mera indicación
localizadora de la empresa, semejante a una indicación postal, pero no como
una marca colectiva dada su falta clara de carácter distintivo.
Y es en relación con el apartado b) del artículo 5.1. que estima el motivo del
apartado d) del mismo artículo:
8
Real Decreto 687/2002 de 12 de julio.
BARCELONA, ¿MARCA COLECTIVA?
El signo Barcelona carece de carácter distintivo pues es habitual para todo
tipo de productos o servicios al existir numerosas marcas registradas que
incluyen el término Barcelona. Es un término habitual en el mercado y por
tanto carente de carácter distintivo. De nuevo solo va a ser entendido por el
consumidor como un término geográfico.
Este razonamiento no me parece impecable, porque un signo o indicación
que haya devenido usual para designar ciertos productos o servicios en el sentido
del apartado d) del artículo 5.1 de la LM no tiene nada que ver con el carácter
habitual del término Barcelona, cuyo uso no ha devenido habitual en relación
con ningún producto o servicio en particular, sino que es habitual simplemente
cuando se habla de una determinada área geográfica.
Respecto a los apartados e) y f) del artículo 5.1 la resolución entiende que
en puridad no existe infracción de los mismos pero considera que, en realidad, el
recurrente se refería al apartado g) del artículo 5.1. que excluye del registro: «los
[signos] que puedan inducir al público a error, por ejemplo, sobre la naturaleza,
la calidad o la procedencia geográfica del producto o servicio». Se estima por
tanto el motivo de rechazo basado en el apartado g) del artículo 5.1. que se
enlaza con lo dispuesto en los artículos 63.2 y 64.2 de la LM, entendiéndose que
el Reglamento de Uso se queda corto al autorizar el uso de la marca colectiva
sólo a aquellas personas que estén vinculadas a la ciudad de Barcelona o su
área metropolitana, cuando Barcelona es, como ya se ha indicado anteriormente,
también el nombre de la provincia. Además, la resolución aprecia, acertadamente,
que la marca puede inducir al público a error pues da la impresión, en efecto, de
«algo distinto de una marca colectiva». De hecho, se percibirá como una mera
indicación de localización «semejante a una dirección o indicación postal». Y
todo ello agravado por el dato de que la marca se ha solicitado para todos tipo
de productos y servicios posibles, las 45 clases internacionales, de modo que no
responde a la caracterización o naturaleza jurídica de las marcas colectivas, ni
a su función. Dicho de otro modo, no funciona como un signo que sirva para
identificar productos o servicios de los miembros de la asociación solicitante. La
decisión es lúcida al señalar:
Este signo, que intenta protegerse para todo tipo de productos y servicios,
no identifica un producto característico de una zona geográfica determinada,
por el contrario pretende asimilarse a una denominación de origen universal,
pero sin las limitaciones propias de este instituto jurídico que, para empezar,
no existe para muchos tipos de productos o servicios. Sería un derecho
MIREIA CURELL AGUILÀ
patrimonial erga omnes sobre un signo geográfico en relación con cualquier
clase de producto o servicio lo que parece va claramente en contra del espíritu
y la letra de la normativa de marcas.
Hace también mención la resolución al artículo 11.1. h) de la Ley de
Marcas 32/889 que decía: «No podrán registrarse como marcas, además de los
signos o medios que no puedan constituir marca conforme al artículo 1 de la
presente Ley, los siguientes: los que reproduzcan o imiten la denominación (...)
de sus municipios, provincias y otras entidades locales, a menos que medie la
debida autorización. En todo caso, solamente podrán constituir un elemento
accesorio del distintivo principal». En este punto, la resolución comenta que la
Ley 32/88 confería a los Ayuntamientos un poder sobre las solicitudes de marca
posteriores pero que este precepto se derogó siguiendo la Directiva 89/104/CEE,
apostillando: «Un ayuntamiento no puede tener un control patrimonial total
sobre la denominación geográfica del mismo, esto es un resultado claramente no
querido por el legislador comunitario y español».
Y ya para concluir, comentar el último párrafo de la resolución, a mi juicio,
esencial:
El Reglamento de uso de la marca colectiva Barcelona pretende establecer
un control sobre los usos marcarios de dicho término, sin promocionar un
tipo de productos o servicios para su venta en el mercado, estableciendo una
barrera de entrada y un control que solo puede corresponder a la OEPM. Esto
se manifiesta claramente en el sistema de autorización de los usos de la marca
basados en el prestigio y reputación, pero no en unos requisitos objetivos de
los productos o servicios de que se trata. Sorprende además que el Reglamento
de uso sea tan breve cuando se pretenden cubrir las 45 clases de productos
y servicios. El Ayuntamiento pretende atribuirse funciones que solo pueden
corresponder a este Organismo, al establecer restricciones al uso del término
Barcelona. En definitiva se considera que esta marca colectiva Barcelona
si se concediera en los términos solicitados, supondría un instrumento que
limitaría la libre competencia.
El subrayado es mío. En efecto, la concesión de esta marca colectiva
limitaría, entre otras cosas, la libre competencia.
9
Esta Ley quedó derogada por la LM vigente actualmente.
BARCELONA, ¿MARCA COLECTIVA?
Pero todavía no podemos dormir tranquilos, porque tan bien motivada
resolución ha sido recurrida en vía contenciosa10 y ahora está en manos del
Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que se mantenga o se revoque.
Confiemos en que prevalga el sentido común.
Epílogo
El Ayuntamiento de Barcelona había solicitado con anterioridad, el 19
de abril de 2000, el registro de «BARCELONA» como marca comunitaria
(expediente nº 001619709). Esta marca, puramente denominativa y no colectiva,
no recibió oposiciones y quedó registrada el 27.08.2001 para servicios de las
clases 35, 38 y 42, concretamente:
35 Publicidad; gestión de negocios comerciales, administración comercial;
trabajos de oficina.
38 Telecomunicaciones.
42 Restauración (alimentación); hospedaje temporal; cuidados médicos,
de higiene y de belleza; servicios veterinarios y de agricultura; servicios
jurídicos; investigación científica e industrial; programación para
ordenadores.
Supongo que envalentonada por el éxito cosechado en su recurso contra
la concesión de la marca colectiva española, la sociedad Peritos Judiciales
Barcelona S.L. instó ante la OAMI, el 16 de octubre de 2013, la nulidad de la
marca comunitaria, apoyándose en un variopinto abanico de motivos absolutos
y también relativos. La solicitud de nulidad fue desestimada por la OAMI según
resolución de 31 de julio de 2014.
El paralelismo entre ambos asuntos es más aparente que real y el punto de
inflexión se sitúa, claro está, en el alcance jurídico del derecho inherente a cada
modalidad contestada: la marca colectiva, más allá del mínimo de distintividad
exigible a toda marca, acarrea e impone por definición unas condiciones de uso
reglamentadas a una pluralidad de usuarios potenciales, a una colectividad. Esto
implica una base jurídica más compleja y, en mi opinión, un listón más alto para
obtener y mantener su registro.
10
144/2013)
Figura en Sitadex anotación de 20 de mayo de 2013 de envío a Tribunales (R.C.A. nº
MIREIA CURELL AGUILÀ
Por un lado, la obligación de distinguir los productos y servicios de una
determinada asociación confiere a toda marca colectiva un marcado carácter
público. Los requisitos para acceder a la colectividad de usuarios deben ser
objetivos, y debe haber ecuanimidad y rigor en el control administrativo del
Reglamento de Uso. No parece fácil que tales circunstancias puedan darse en el
caso de la marca comentada.
Por otro lado, en las marcas colectivas geográficas, como lo es evidentemente
«BARCELONA», el derecho de exclusiva derivado del registro no alcanza a
impedir todo uso de la denominación geográfica, de acuerdo con el apartado
3 del art. 62 de la LM. Consiguientemente, la marca colectiva solicitada por el
Ayuntamiento de Barcelona ¿no estaría en esencia vacía de contenido?
Por añadidura, los motivos tipificados de caducidad de una marca colectiva
pondrían en constante peligro la validez de «BARCELONA» como tal, caso de
ser concedida, ya que el artículo 67.a) de la LM señala que la marca colectiva
caducará si el titular ha negado arbitrariamente el ingreso en la asociación a una
persona capacitada para ello. Esta situación de inadmisión, dada la desmesurada
amplitud de los productos y servicios que se pretenden distinguir y la brumosa
indefinición de los requisitos explicitados en el Reglamento de Uso, puede
producirse constantemente en el caso de la marca colectiva ‘BARCELONA’.
Las normas sustantivas referidas a las marcas colectivas concluyen
en el apartado 4 del art. 62 de la LM, y así lo hará también este comentario,
imponiendo a sus registros una insólita obligación: no pueden cederse a terceros.
Si «BARCELONA» no puede comprarse ni venderse parece preferible, como el
cariño verdadero, llevarla en el corazón.
Este artículo ha sido escrito para su publicación en ocasión
del 50 aniversario del Grupo Español de la AIPPI (GE) y en
memoria de mi padre, Marcelino Curell Suñol, co-fundador del
GE en 1963, y de mi hermano, Marcel·lí Curell Aguilà, que fue
Presidente del GE de noviembre de 2004 a febrero de 2009,
dos senyors de Barcelona que dedicaron su vida profesional a la
Propiedad Industrial.
Barcelona, a 21 de diciembre de 2014
BARCELONA, ¿MARCA COLECTIVA?
Marcelino Curell Suñol, con su esposa, Pilar, en Hong Kong, de vuelta del
Congreso de la AIPPI, que se celebró en Tokio en abril de 1966.
Marcel·lí Curell Aguilà, en Nueva York, de vuelta del AIPPI Boston
Congress, en septiembre de 2008.
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