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COMMISSION OF THE EUROPEAN COMMUNITIES
Brussels, 21.4.2009
COM(2009) 175 final
GREEN PAPER
ON THE REVIEW OF COUNCIL REGULATION (EC) No 44/2001 ON
JURISDICTION AND THE RECOGNITION AND ENFORCEMENT OF
JUDGMENTS IN CIVIL AND COMMERCIAL MATTERS
Contribuciones de:
EN
-
P. Jiménez Blanco, Profesora Titular de Derecho internacional privado (lecturer in
law). Universidad de Oviedo.
-
A. Espiniella Menéndez, Profesor Titular de Derecho internacional privado (lecturer
in law). Universidad de Oviedo.
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GREEN PAPER
ON THE REVIEW OF COUNCIL REGULATION (EC) No 44/2001 ON
JURISDICTION AND THE RECOGNITION AND ENFORCEMENT OF
JUDGMENTS IN CIVIL AND COMMERCIAL MATTERS
Question 1:
Do you consider that in the internal market all judgments in civil and commercial
matters should circulate freely, without any intermediate proceedings (abolition of
exequatur)?
If so, do you consider that some safeguards should be maintained in order to allow for
such an abolition of exequatur? And if so, which ones?
La transición hacia un título europeo para otras materias de la esfera económica, que
afectan a las distintas libertades, e incluso para otros efectos distintos al ejecutivo,
parece necesaria aunque ha de hacerse de una forma pausada. Es cierto que en las reglas
europeas de reconocimiento cada vez son menos los controles en destino, ya que no
existe con carácter general un control de competencia judicial (art. 35 Reg. 44/2001), ni
de ley aplicable en el Estado requerido (a lo que se une, además, la unificación europea
sobre ley aplicable a las obligaciones, con la excepción no muy justificada de los
derechos reales, con lo que afectan cuestiones como el conflicto móvil a la libre
circulación de mercancías). Es más, algunos de los controles que persisten en el Estado
de destino pueden ser sustituidos por otras técnicas propias del título europeo, a saber:
la revisión por el propio juez de origen de la correcta aplicación de las reglas de
competencia en supuestos de especial importancia; o la posible articulación en el Estado
de destino de motivos de oposición a la ejecución (como la inconciliabilidad de
decisiones) y de ciertos controles de la constitucionalidad de la decisión.
Entre otras, las salvaguardas necesarias en ese proceso serían:
1º. La garantía de los derechos de defensa del demandado conforme a un estándar
material que acredite su derecho defensa ante el proceso extranjero, en primera instancia
y en recursos ulteriores. Especialmente relevante para esa lenta transición resulta el
avance hacia una armonización europea de las garantías procesales. En esa difícil tarea
ya se ha dado un salto cualitativo, desde el momento en el que el título europeo se
concede en supuestos de rebeldía (sucede en todos los títulos europeos en materia
económica) e, incluso, para supuestos en los que existe oposición del demandado (en los
proce sos de escasa cuantía).
2º. El establecimiento, en todo caso, de un mecanismo para garantizar que la
ejecutividad en el Estado requerido está totalmente vinculada a ese carácter en el Estado
de origen (a los efectos, de caducidad de la acción ejecutiva, de la revocación en el
Estado de origen objeto de una ejecución provisional en el Estado requerido, etc.). El
modelo a seguir podría ser el previsto en el art. 6.2 del Reglamento (CE) nº 805/2004.
Con ello se trata de evitar que una decisión certificada como título europeo pudiera
tener en el Estado de destino más efectos que los previstos en el Estado de origen.
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3º. Una eventual transición gradual del reconocimiento al título europeo todavía
encontraría obstáculos que deberían tenerse en cuenta y originar una mayor reflexión.
Así, se necesitaría armonizar aquellos aspectos sustantivos de las legislaciones de los
Estados miembros que todavía pudieran ocasionar fricciones entre los órdenes públicos
de los Estados miembros -si bien es verdad que es poco frecuente que decisiones en
estas materias sean “manifiestamente” contrarias al orden público sustantivo del resto
Estados miembros-.
Vid. A. Espiniella Menéndez, “La europeización de decisiones de Derecho privado”,
Revista Española de Derecho Internacional, 2008-1.
Question 2:
Do you think that the special jurisdiction rules of the Regulation could be applied to
third State defendants? What additional grounds of jurisdiction against such defendants
do you consider necessary?
How should the Regulation take into account exclusive jurisdiction of third States'
courts and proceedings brought before the courts of third States?
Under which conditions should third State judgments be recognised and enforced in the
Community, particularly in situations where mandatory Community law is involved or
exclusive jurisdiction lays with the courts of the Member States?
1. El resultado del ámbito de aplicación vigente de Bruselas no es del todo
satisfactorio: el art. 4 del Reglamento ampara los foros exorbitantes de las legislaciones
nacionales para abrir procesos ante tribunales de Estados miembros y permite la libre
circulación y certificación como títulos ejecutivos europeos de decisiones basadas en
tales foros estatales. La solución basada en un criterio de aplicabilidad universal (esto
es, al margen del lugar del domicilio del demandado) acabaría con la mayor parte de
estos problemas, aunque plantearía el problema de su acomodo al título competencial
del artículo 65 TCE.
No debería entenderse como un obstáculo insuperable para la extensión en la
aplicación de foros de competencia a demandados domiciliados en terceros Estados el
problema de la efectividad de las decisiones basadas en tales foros, en la medida en que
necesitaran reconocerse/ejecutarse en terceros Estados. Tal inconveniente podría
minimizarse si se establecen fueros de competencia que presenten una vinculación
razonable con el territorio comunitario y presentaría la ventaja de limitar el sistema
actual del art. 4; con ello se mejoraría tanto del acceso del demandante a los tribunales
como de la protección de los derechos de defensa del demandado.
En todo caso, en aras a salvar tanto el problema del límite competencial del art.
65 TCE y como la conexión razonable con el mercado comunitario, resultaría
especialmente justificado el establecimiento de criterios de competencia coordinados
con los aquellos sectores en los que existen normas de Derecho comunitario uniforme
que permitan garantizar la efectividad práctica de la aplicación de tales disposiciones
(véase, por ejemplo, el caso del contrato de agencia).
vid. P. Jiménez Blanco, “Alcance de las cláusulas de sumisión expresa en los contratos
de agencia”, Anuario Español de Derecho internacional privado, Tomo II, 2002, pp.
129-150.
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2. En cuanto a la regulación comunitaria del reconocimiento de decisiones de
terceros Estados, puede ser prematuro afrontar esta cuestión, sobre todo en tanto que no
se resuelva en sus justos términos la cuestión competencial del artículo 65 del TCE.
Ahora bien, existe una “inercia” comunitaria tan clara como peligrosa: si la Comunidad
ha asumido competencia exclusiva para los convenios de reconocimiento de decisiones
de terceros Estados, por las mismas razones podría sustituir las regulaciones estatales de
reconocimiento de decisiones de terceros Estados. Sin embargo, las propias
instituciones comunitarias se han mostrado cautas, en otras materias, a la hora de extraer
todas las consecuencias derivadas de esa competencia exclusiva comunitaria, como
muestra la propuesta de Reglamento del Consejo por el que se establece un
procedimiento para la negociación y celebración de acuerdos bilaterales entre Estados
miembros y terceros países relativos a asuntos sectoriales y que incluyan disposiciones
sobre la competencia, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales en
materia matrimonial, de responsabilidad parental y de obligación de alimentos, así como
sobre la ley aplicable en materia de obligación de alimentos [COM(2008)0894].
Por tanto, la cautela debería presidir cualquier proceso sobre la regulación
comunitaria de decisiones de terceros Estados, particularmente cuando no exista una
incidencia en el mercado interior sino únicamente estén en juego las relaciones entre un
concreto Estado comunitario y un tercer Estado. Ello desaconsejaría establecer un
sistema comunitario uniforme, completo y general, de reconocimiento de decisiones de
terceros Estados. La actuación comunitaria en la materia podría estar justificada cuando
“indirectamente” el mercado interior podría verse afectado:
- Si la decisión del tercer Estado puede ser obstáculo a las decisiones de los Estados
miembros.
- Si se emite el reconocimiento de la decisión de un tercer Estado que viole una norma
imperativa: sea de competencia judicial, como las competencias exclusivas de cualquier
tribunal comunitario; sea de orden material, como el sistema de protección de
consumidores o de defensa de la competencia. Esto obligaría a establecer un control
mínimo en cualquier sistema bilateral de reconocimiento de decisiones.
A mucho más largo plazo, cabría plantear un “título europeo sobre exequátur”,
es decir, la “entrada” de la decisión de un tercer Estado en el sistema europeo por un
único Estado miembro, a partir del cual el título gozaría de libre circulación sin hacer
valer principio de territorialidad alguno. Para ello son necesarios dos presupuestos: a) el
antes apuntado, una regulación comunitaria del reconocimiento de decisiones de
terceros Estados; b) que todas las condiciones fueran de referencia al ordenamiento
comunitario, cosa que no ocurre a día de hoy, donde el referente estatal es importante
(p.e., al orden público estatal).
vid. A. Espiniella Menéndez, “La europeización de decisiones de Derecho privado”,
Revista Española de Derecho Internacional, 2008-1
Question 3:
Which of the above suggested solutions, or any other possible solutions, do you
consider most appropriate in order to enhance the effectiveness of choice of court
agreements in the Community?
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Para reforzar el alcance de los acuerdos de sumisión puede procederse por diferentes
vías:
1º. Establecer un sistema coherente de control de oficio de la competencia
judicial internacional que evite, como ocurre con el sistema actual, que un tribunal
comunitario pueda conocer, sin estar obligado a declararse incompetente de oficio,
infringiendo un acuerdo atributivo de competencia a los tribunales de un Estado
comunitario (véase el caso de domicilio del demandante en Francia y domicilio del
demandado en EEUU, sumisión a los tribunales de Berlín, demanda presentada ante los
tribunales de París y el demandado no comparece). La corrección del sistema pasaría
por extender el régimen de control art. 25 Bruselas también a la sumisión a tribunales de
Estados comunitarios, eso sí garantizando en el procedimiento la posibilidad, en todo
caso, de sumisión tácita por el demandado.
2º. Con la finalidad de establecer un sistema que permita el mismo
enjuiciamiento sobre la validez de los acuerdos atributivos de competencia, sería
necesario avanzar en la fijación de un régimen conflictual único sobre la validez y
eficacia de dichos acuerdos, para evitar decisiones inconciliables sobre este punto entre
los diferentes tribunales comunitarios. Ese sistema único podría derivarse a partir de una
interpretación de los respectivos ámbitos de aplicación tanto del art. 23 del Rto.
Bruselas como del Rto. Roma I, superando la exclusión del art. 1.2.e), para los aspectos
puramente contractuales de la cláusula. Pero aún siempre subsistirá un margen de
inseguridad jurídica incompatible con la adecuada eficacia que un acuerdo de
competencia debe tener. Todo ello reconociendo, en todo caso, que la solución
conflictual completa y única para las cláusulas de sumisión es imposible en el estadio
actual del Derecho comunitario, al quedar cuestiones todavía dependientes de los
Derechos nacionales (como la capacidad de las partes) que podrían incidir en un
diferente enjuiciamiento sobre la validez de la sumisión.
Vid. P. Jiménez Blanco, “Alcance de las cláusulas de sumisión expresa en los contratos
de agencia”, Anuario Español de Derecho internacional privado, Tomo II, 2002, pp.
129-150
P. Jiménez Blanco, El contrato internacional a favor de tercero, Santiago de
Compostela, Serv. de Publicaciones Univ. de Santiago (Colección De conflictu legum:
Estudios de Derecho internacional privado; 4), 2002
3º. También puede merecer especial atención derivar una responsabilidad civil
por incumplimiento de la cláusula de sumisión considerando su vertiente de pacto
contractual (así, lo ha admitido ya la jurisprudencia española del Tribunal Supremo). El
problema, desde la perspectiva del Rto. Bruselas, es determinar el tribunal competente
para conocer de una demanda de este tipo, ya que si la cláusula de sumisión fue válida,
cualquier otro tribunal comunitario distinto al elegido por las partes (que no tuviera
competencias exclusivas) debería haberse declarado incompetente y, por tanto, el
incumplimiento del acuerdo de competencia no debería haberse consumido. Por el
contrario, si la cláusula de sumisión fue declarada nula por el tribunal que conoció sobre
el fondo (diferente al tribunal designado), difícilmente podría prosperar una demanda
por incumplimiento de la misma ante los tribunales designados por el acuerdo, al quedar
éstos vinculados por la decisión sobre la nulidad de la cláusula, conforme a la STJCE C159/02.
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Question 4:
What are the shortcomings in the current system of patent litigation you would consider
to be the most important to be addressed in the context of Regulation 44/2001 and
which of the above solutions do you consider appropriate in order to enhance the
enforcement of industrial property rights for rightholders in enforcing and defending
rights as well as the position of claimants who seek to challenge those rights in the
context of the Regulation?
Las dificultades sobre la articulación de la competencia judicial internacional en
materia de propiedad industrial derivan de un tratamiento territorialmente limitado de
estos derechos que es llevado hasta sus últimas consecuencias, incluso cuando se parte
de derechos que han sido concedidos bajo un sistema uniforme (como el Convenio
sobre la Patente Europea de Munich). Por su parte, la jurisprudencia TJCE ha apurado
aún más las consecuencias de esta territorialidad creando nuevos inconvenientes que
pueden limitar la protección de los derechos por sus titulares y originar inseguridad
jurídica para los competidores.
En particular, deberían ser objeto de revisión dos aspectos:
1º. La extensión de la competencia exclusiva del art. 22.4 a los litigios sobre la
validez del derecho cuando se alegue como defensa por el demandado (no como
reconvención), además de crear un importante desajuste con el control de la
competencia del art. 25, limita, cuando no imposibilita, la protección del derecho por su
titular. En efecto, con ello se potencian los perniciosos efectos de las acciones “torpedo”
de los presuntos infractores que, simplemente, con alegar la nulidad del derecho
impiden la continuación del proceso sobre la infracción. Por ello, debería poder
mantenerse un sistema en el que la competencia exclusiva sólo afecte a las
reconvenciones sobre la nulidad del derecho, y no cuando se planteen como
excepciones con efecto de cosa juzgada limitada al concreto proceso en el que se
susciten, particularmente cuando tales derechos, aunque territoriales, se hayan
concedido al amparo de un sistema uniforme. La posibilidad de que con ello se
produzcan decisiones contradictorias sobre la validez del derecho debería ser mínima en
la medida en que el Derecho material está basado en normas uniformes.
2º. En relación con las demandas sobre la infracción de los derechos de
propiedad industrial, sería conveniente arbitrar un sistema que permita la competencia
de unos únicos tribunales para defender varios derechos concedidos para varios Estados
si existen varios demandados vinculados a través de un grupo de sociedades. La
“conexión” entre las demandas podría establecer, aún reconociendo el carácter
territorialmente limitado de cada derecho en cada Estado, si se parte del sistema
uniforme de concesión de los derechos. Así, considerando siempre el caso concreto,
podría defenderse esta “conexión” en demandas de infracción de patentes en las que
resulte determinante la delimitación del alcance del objeto de la patente, teniendo en
cuenta que las reivindicaciones de estos derechos “nacionales” son únicas para todos los
Estados designados en el proceso de concesión del Convenio sobre la Patente Europea.
En todo caso, la determinación del concreto tribunal competente debería partir de un
análisis de la existencia de un verdadero grupo de sociedades.
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Question 5:
How do you think that the coordination of parallel proceedings (lis pendens) before the
courts of different Member States may be improved?
Do you think that a consolidation of proceedings by and/or against several parties
should be provided for at Community level on the basis of uniform rules?
1. En relación con la litispendencia, no resulta conveniente excluir su
operatividad cuando la primera demanda sea para pedir una resolución negativa de
naturaleza declarativa, aún reconociendo su posible utilización abusiva. El
reconocimiento de tal acción forma parte del sistema de tutela judicial que cada Estado
puede configurar y, al margen de abusos concretos, es un instrumento que garantiza la
seguridad jurídica de determinados operadores en el mercado que hayan realizado
importantes inversiones en un sector de actividad y sospechen que pudieran estar
realizando actividades que podrían ser potencialmente ilícitas por vulnerar algún
derecho de tercero. Una resolución judicial que declare que la actividad es lícita seria
claramente inconciliable con una decisión dictada por otro tribunal que estime la
responsabilidad del demandado por infracción del derecho del tercero.
Por ello, una vía más adecuada de articulación de la litispendencia pasaría por
mejorar el sistema de cooperación y comunicación entre los órganos jurisdiccionales.
Incluso cabría pensar en el establecimiento de un plazo procesal preclusivo en el Estado
donde se presentó la primera demanda para pronunciarse sobre su competencia, para
evitar que ese proceso pueda impedir la efectividad del proceso ante los tribunales
realmente competentes para conocer. Evidentemente, la articulación de esta solución
genera un importante problema de articulación en los Derechos procesales nacionales
que habría que superar.
2. La acumulación de procesos conexos debe revisarse, por lo menos, en relación
con los grupos multinacionales de sociedades, en los que aparecen causas con pluralidad
de demandados en las que es oportuno tramitarlas conjuntamente con el fin de evitar
resoluciones inconciliables. Esta situación ha sido enfocada por el Tribunal de Justicia
de forma un tanto imprecisa (Asunto Roche Netherlands), al exigir una misma situación
de hecho y de Derecho. Dicho test raramente se da en los grupos, resulta un tanto
circular y no ofrece soluciones concluyentes. Existe cierta paradoja en aplicar esa regla
de misma situación de hecho y de Derecho a los grupos porque el problema que trata de
resolver, la pluralidad de demandados, se convierte en el argumento que obstaculiza la
solución, la presentación de la demanda conjunta. Ello podría dar lugar a que unos
mismos hechos fueran dados por probados en un proceso y negados en otro, de lo que se
derivaría una auténtica incoherencia en el espacio europeo.
Vid. A. Espiniella Menéndez, “Nota a la Sentencia del TJCE, Asunto Roche”, Revista
Española de Derecho Internacional, 2006-2.
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Question 6:
Do you think that the free circulation of provisional measures may be improved in the
ways suggested in the Report and in this Green Paper? Do you see other possibilities to
improve such a circulation?
1. Resultaría especialmente interesante la posibilidad de que se reconozcan las
medidas provisiones ex parte si el demandado puede impugnarlas posteriormente. Con
ello se garantiza la efectividad de muchas medidas que, de tener que ser previamente
notificadas, podrían frustrarse en su finalidad.
2. No debería plantear dificultades la admisión, al amparo del art. 31, no sólo de
las medidas provisionales destinadas a garantizar la efectividad de la pretensión de
fondo, sino también de aquellas otras medidas preparatorias del proceso (como las
saisies contrefaçon y las saisies description del Derecho francés), que cumplen con los
requisitos de provisionalidad sin prejuzgar el fondo del proceso. En todo caso, deben
quedar excluidas otras medidas del tipo el kort geding del Derecho holandés al no reunir
los requisitos indicados.
3. La posible eliminación de la exigencia de conexión real con la competencia
territorial debe examinarse con cautela, ya que establecería un criterio de competencia
judicial tan abierto que podría atentar contra los criterios de previsibilidad y seguridad
jurídica sobre los foros competentes, enunciados por la jurisprudencia comunitaria
como criterios interpretativos del sistema Bruselas.
Vid. P. Jiménez Blanco, “Cooperación internacional en la práctica de pruebas y
adopción de medidas cautelares en los derechos de propiedad intelectual”, Anuario
Español de Derecho internacional privado, Tomo 0, 2000, pp. 285-297.
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Question 7:
Which action do you consider appropriate at Community level:
• To strengthen the effectiveness of arbitration agreements;
• To ensure a good coordination between judicial and arbitration
proceedings;
• To enhance the effectiveness of arbitration awards?
Una de las posibles soluciones para mejorar las relaciones de Bruselas con el arbitraje
podría pasar por admitir la eficacia de los acuerdos de arbitraje con “sede” en un Estado
comunitario, buscando algún sistema que permita equiparar su eficacia procesal
(negativa) a los acuerdos de sumisión a tribunales comunitarios. De este modo, se
trataría de reconocer al convenio arbitral válido un efecto derogatorio de la competencia
cuando se invocara a instancia de parte.
Question 8:
Do you believe that the operation of the Regulation could be improved in the ways
suggested above?
-Artículo 6.1 y foros de trabajadores
Debe permitirse que el trabajador presente demandas conexas contra una
pluralidad de demandados, especialmente útil cuando un trabajador demanda como
responsable solidario o subsidiario a la sociedad matriz de la que depende la filial en la
que ha desempeñado su trabajo.
Vid. A. Espiniella Menéndez, “Nota a la Sentencia del TSJ de 21 de septiembre de
2004”, Revista Española de Derecho Internacional Privado, 2004-2
-Artículo 22.1
En primer lugar, que dos empresas que se arriendan un local comercial para un uso
temporal no pueden hacer uso de los tribunales de su domicilio común resulta
desproporcionado y condiciona la planificación de su actividad empresarial. En segundo
lugar, si se trata de tener en cuenta el uso particular del arrendatario, un usuario, por
tanto, de bienes inmuebles, cabe plantearse por qué no podrían presentar la demanda
ante los tribunales del Estado en el que arrendatario tenga su domicilio y el empresario
arrendador tenga una sucursal, a través de la cual se ha efectuado el arrendamiento
(mutatis mutandi al igual que ocurre en el art. 15.3 del Reglamento “Bruselas I”). En
tercer lugar y quizá el aspecto más importante, tiene que ver con la incoherencia de no
admitir un juego limitado de la sumisión, de modo que en el contrato de arrendamiento
se pueda elegir entre los tribunales del Estado donde esté el bien y los del domicilio
común. Si el demandante puede elegir donde presentar la demanda, por qué no admitir
que se elija ya de antemano en el contrato y de forma pactada con el futuro demandado,
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sobre todo, cuando en el momento de celebración no se sabe quién ostentará esa
posición, de modo que el derecho posterior de elección por parte del demandante no
hace más que introducir un elemento de incertidumbre. De hecho, si el demandante
puede elegir, en el fondo el legislador está reconociendo que no existe un interés
preferente de ninguno de ambos Estados con competencias exclusivas.
-Artículo 22.2
No creemos necesario ampliar el catálogo de materias objeto de una competencia
exclusiva. Sí resulta oportuno relacionar el artículo 22.2 con la jurisprudencia sobre la
libertad de establecimiento. Así, respecto de las decisiones de nulidad y disolución de
personas jurídicas, deberá optarse entre atribuir competencia exclusiva a los tribunales
del Estado de constitución o permitir que también los tribunales de la sede real
continúen conociendo de estos procesos siempre y cuando apliquen la ley del Estado de
constitución. Quizá el sentir de los Estados miembros, incluido el Reino Unido
[Jurisdiction and Judgements Order (número 3929, de 11 de diciembre de 2001], sea
más acorde con esta última solución; máxime si se tiene en cuenta que ciertas materias
afectadas por la competencia exclusiva, como pueden ser los litigios sobre liquidación
del patrimonio social y la validez de los acuerdos sociales, muestran una estrecha
relación con los tribunales de la sede real, si allí se encuentran los activos de la sociedad
y se reúnen sus órganos societarios. Para esta última solución, bastaría con mantener la
remisión del artículo 22.2 a las normas de conflicto de cada Estado miembro por lo que
respecta al concepto de “domicilio” o también sería positivo extender a esta materia la
definición del artículo 60. En todo caso, los tribunales del Estado de la sede real tienen
que tener clara la necesaria aplicación de la ley del Estado de constitución, siendo,
oportuna, quizá, una mención en el Preámbulo.
Vid. A. Espiniella Menéndez, “Perspectiva judicial de la libertad de establecimiento”,
Congreso: Seminario sobre la internacionalización del Derecho de sociedades. Lugar de
celebración: Barcelona. Fecha: 26 de septiembre de 2008
- Cláusulas de sumisión en conocimientos de embarque
El problema de la oponibilidad de las cláusulas de sumisión expresa incorporadas a
un conocimiento de embarque frente al tenedor legítimo del mismo, ya es un clásico en
la jurisprudencia comunitaria (y en la nacional de los Estados miembros) que se inició
con la Sent. en el Asunto Tilly Russ y prosiguió con la Sent. en el Asunto Transporti
Castelletti. En este punto, la Sentencia Coreck reitera básicamente el planteamiento ya
conocido: la oponibilidad de la cláusula de sumisión frente al tercero cuando, conforme
al Derecho nacional que resulte aplicable, el tenedor del conocimiento se subroga en los
derechos y obligaciones del cargador. Sin embargo, introduce un aspecto parcialmente
novedoso: si, conforme al Derecho nacional, no se produce esa subrogación, el pacto de
sumisión será oponible si queda acreditado su consentimiento conforme a las reglas
establecidas en el art. 23 del Rto. Bruselas. Esta conclusión es obvia desde la
perspectiva de la que siempre ha partido el TJCE en relación con la eficacia subjetiva de
las cláusulas de sumisión, a partir de la aplicación del principio de relatividad
contractual: los convenios atributivos de competencia sólo pueden vincular a quienes
hayan sido partes o a sus causahabientes, de modo que no reuniendo esta última
condición deberá acreditarse aquélla a través del correspondiente consentimiento.
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La aplicación de este criterio a la cuestión de la eficacia del pacto de sumisión
incluido en un conocimiento de embarque frente al tenedor legítimo del mismo, puede
considerarse respetuosa con la delimitación de los ámbitos de aplicación que
corresponden al Rto. Bruselas (y su necesaria interpretación autónoma) y los Derechos
nacionales. En efecto, la interpretación autónoma de las normas convencionales requiere
únicamente un pronunciamiento sobre la posibilidad de transmisibilidad de la cláusula o
su extensión posterior a terceros que se incorporen al contrato, pero en ningún caso
determinar si el destinatario de una mercancía sucede en su posición jurídica al
cargador, porque ello depende del régimen jurídico de los conocimientos de embarque y
del transporte marítimo en general. En este sentido, no entra dentro del ámbito de
Bruselas los diferentes modos de transmisión de la cláusula, ni tener en cuenta los
diferentes tipos de conocimientos que existen y que pueden influir en su oponibilidad a
terceros, según sean al portador o nominativos, ni dar una respuesta uniforme sobre la
posición del destinatario cuando es un problema en el que no existe una práctica común
entre los Derechos nacionales. Ahora bien, lo que sí compete al ámbito de Bruselas es
determinar qué sucede con el acuerdo de sumisión, cuando (conforme al Derecho
nacional) se produce o no la subrogación del destinatario: en el primer caso, eliminar
parcialmente la independencia o autonomía de la cláusula de sumisión, vinculando su
transmisibilidad a la del propio contrato; en el segundo, exigiendo el cumplimiento del
requisito del consentimiento conforme a las exigencias formales prescritas en el art. 23
del Rto. Bruselas. Sobre este último punto, todavía queremos hacer una matización, ya
que la verificación de esos requisitos de forma sólo tienen sentido en cuanto constatan y
prueban la existencia del consentimiento; ahora bien, por su propia formulación y
evolución, no son reglas rígidas, sino que se han ido adaptando a las exigencias del
comercio internacional. El problema es determinar cuáles son las relaciones habituales
entre las partes o buscar la existencia de un uso (que hasta ahora no parece
generalmente asumido en este sector del comercio) del que pudiera derivarse, por
ejemplo, que la mera aceptación de la mercancía por el destinatario equivaliese a una
aceptación de la cláusula de sumisión.
Vid. P. Jiménez Blanco, “Competencia judicial internacional. Comentario a la Sent.
TJCE (Sala 5ª) de 9 de noviembre de 2000”, Revista Española de Derecho
Internacional, vol. LIII, 2001, núms. 1 y 2, pp. 468-472.
P. Jiménez Blanco, El contrato internacional a favor de tercero, Santiago de
Compostela, Serv. de Publicaciones Univ. de Santiago (Colección De conflictu legum:
Estudios de Derecho internacional privado; 4), 2002
- Acciones colectivas
No resulta imprescindible, a priori, el establecimiento de unos criterios de competencia
específicos para el ejercicio de las acciones colectivas, en la medida en que los criterios
de competencia vigentes se aplican al margen de que sea un demandante individual o
colectivo. Los problemas que se suscitan en este ámbito tienen que ver más con los
siguientes aspectos:
- El contenido de las demandas que pueden formular (acción de cesación o demandas
preventivas), que obliga a adaptar la interpretación de los criterios de competencia
especiales, particularmente los foros en materia contractual, extracontractual y de
consumidores.
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- La cuestión del reconocimiento de la legitimación procesal de asociaciones
extranjeras, que permita que éstas puedan plantear la demanda colectiva ante tribunales
de otros Estados, que va solventándose con la normativa comunitaria sobre su
reconocimiento mutuo.
Vid. P. Jiménez Blanco, “El tratamiento de las acciones colectivas en materia de
consumidores en el Convenio de Bruselas”, La Ley: Unión Europea, año XXIV, núm.
5709, 31 de enero de 2003, pp. 1-6.
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