Análisis de la resistencia al cambio en los trastornos de la conducta alimentaria: la teoría del control de la acción de Khul. FUENTE: PSICOLOGIA.COM. 2004; 8(1) Olmos Jiménez, Carmen María; Hospital Moreno, Ana; Herrero García, José Angel; Calvo Sagardoy, Rosa. Sección de Psicología Clínica. Servicio de Psiquiatría. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid Dirección: Carmen María Olmos Jiménez Servicio de Psiquiatría (sec. Psicología Clínica) Hospital “La Paz” Paseo Castellana 261 Madrid 28046 E-mail: [email protected] PALABRAS CLAVE: Trastornos de la Conducta Alimentaria, Control de la acción, Procesos de cambio, Cronicidad, Cuasiexperimento. KEYWORDS: Eating Disorders, Action control, Processes of change, Chronicity. [artículo original] [3/3/2004] Resumen En el tratamiento y evolución de los TCA aparecen factores cognitivos que interfieren en el cambio terapéutico. El presente trabajo pretende el estudio de tales factores, aplicando para ello el modelo de Control de la Acción planteado por Khul (1994), y cuyo principal constructo es “Orientación a la acción vs. Orientación al estado”. Así, observamos que las pacientes más resistentes al cambio se caracterizan por una orientación al estado. En consecuencia, uno de los objetivos en el tratamiento de estos pacientes irá encaminado al logro de una orientación centrada en la acción; es decir, a la posibilidad de realizar procesos de interiorización emocional y al comportamiento guiado internamente. Abstract Treatment and development of Eating Disorders are affected by cognitive factors, that interferece with psychotherapy change. This paper trys to study these factors using Khul´s Action Control Theory (1994), whose main construct is “Action vs. State Orientacion”. In this way, patients who have more resistance to change are characterized by State Orientation. As a result of this, a treatment´s goal with these patients will be to get an Action Orientation; it means, to get a choice to achieve emotional internalization processes and internal guided behavioral processes. Introducción Uno de los aspectos más relevantes de cara al tratamiento de los TCA es la gran resistencia al cambio que se produce en muchos de estos pacientes. En este sentido, las investigaciones sobre el tema han mostrado que juegan un importante papel una gran variedad de factores: cognitivos, biológicos, familiares, sociales, etc. Con el presente trabajo, se pretende analizar alguno de los factores cognitivos que influyen en que este tipo de pacientes se queden fijados en un proceso de estancamiento y cronicidad en su enfermedad o por el contrario inicien un proceso de cambio que facilite la recuperación. Para desarrollar dicho análisis, hemos tomado como modelos de referencia la teoría del control de acción de Khul. Khul (1994), desde una perspectiva motivacional general, plantea una teoría que estudia la existencia de factores que median entre la elección de la conducta y la ejecución de ésta, dentro del estudio de los procesos de cambio. Su investigación sobre la orientación motivacional parece prometedora para clarificar los procesos que median el paso del reconocimiento del problema a la toma de decisiones y de ésta a la acción transformadora. Se define el Control de la Acción como el conjunto de procesos que mediatizan el mantenimiento y puesta en práctica de las intenciones. Así, define dos estilos personales de control: Orientación a la acción vs. Orientación al estado. La Orientación al Estado se define como un estilo cognitivo caracterizado por la tendencia a experimentar rumiaciones intrusivas acerca de fallos pasados y por la falta de habilidad para desengancharse de metas poco realistas. Es decir, la atención se orienta a la reevaluación continuada del fracaso conductual del sujeto; a entender sus causas, sus consecuencias, etc. de forma reiterada. Este estilo de pensamiento dificulta tanto la toma de decisiones como el inicio del comportamiento intencionado. Por el contrario, la Orientación a la Acción es un estilo cognitivo que facilita al sujeto decidir y emprender comportamientos dirigidos a metas. Los sujetos que utilizan primordialmente este estilo de pensamiento se caracterizan porque son capaces de dirigir la atención hacia los medios y procedimientos necesarios para llevar a cabo una acción y no solamente hacia las consecuencias negativas que pueden derivarse de éstas. Se definiría como una destreza que facilita al sujeto el conseguir lo que pretende. La Orientación al Estado vs. Orientación a la Acción modula de forma importante la influencia de factores motivacionales sobre la activación de intenciones. Un individuo orientado al estado tiene un modo de control caracterizado por la preocupación sobre simulaciones mentales de acciones alternativas o sobre el análisis y la evaluación de sucesos pasados en los cuales no hay posibilidad de cambio o elección de un curso diferente de acción. En contraste, la Orientación a la Acción se caracteriza por procesos que reemparejan percepción y acción en orden a realizar las intenciones elegidas y sus esquemas de acción son concordantes con una intención determinada. Método Sujetos La muestra la componen 82 sujetos de sexo femenino. Toda ellas han cumplido o cumplen criterios completos de anorexia o bulimia nerviosa según DSM-IV y han estado o están en tratamiento en la Unidad de Psicología Clínica, dentro del Servicio de Psiquiatría de el Hospital Universitario “La Paz”, entre los años 1995 y 2000. Diseño Se ha llevado a cabo un estudio descriptivo correlacional intergrupo, en el cual se dividió a la muestra en función de dos variables con dos niveles cada una: 1. Inicio de cambio terapéutico: Se clasificó a las pacientes teniendo en cuenta si habían iniciado o no la recuperación. Se consideró que las pacientes que habían introducido cambios eran aquellas que ya no cumplían criterios de anorexia o bulimia nerviosa. Se obtuvo un índice de acuerdo interjueces K=0,87 2. Cronicidad del trastorno. En función de los años de evolución del trastorno, se establecieron dos grupos: pacientes de larga evolución (7 años o más) y pacientes de media/corta evolución (menos de 7 años) Instrumentos Se han utilizado las siguientes medidas de autoinforme: 1. Entrevista semiestructurada para recogida de datos demográficos y de conducta alimentaria. En ella se recogían los criterios diagnósticos de dichos trastornos. 2. Escala ACS-90 adaptada al castellano (Kuhl, 1994). Es una escala de 12 ítems desarrollada para analizar las diferencias individuales que afectan a la habilidad para mantener y poner en práctica las intenciones. Proporciona medidas del estado de orientación motivacional del sujeto (Acción vs. Estado ) a través de 3 índices diferentes: OF (orientación a fallos), OD (orientación a la decisión) y OM (orientación al mantenimiento). 3. Cuestionario sobre trastornos alimentarios (EDI-2) (Garner, 1998). Evalúa 11 escalas todas ellas relacionadas con los trastornos de la conducta alimentaria y principalmente Anorexia Nerviosa y Bulimia Nerviosa. Procedimiento Para todas las pacientes se siguió el mismo protocolo de administración (entrevista semiestructurada, ACS 90 y EDI II). No se proporcionaba información especifica referente a cada prueba, tan sólo se planteaba la batería como una serie de pruebas de evaluación relacionadas con su problema de alimentación a la que podían responder si deseaban colaborar con un estudio destinado a buscar nuevas formas de ayuda para personas en situaciones similares. El análisis de los datos obtenidos se ha realizado utilizando el sistema de análisis estadístico SPSS y llevando a cabo distintas pruebas de diferencia de medias (prueba T, U de Mann-Whitney). Resultados Los datos más relevantes en la descripción de la muestra se recogen en la figura 1. El rango de BMI oscila entre 12,9 y 31,2. y la media de edad de inicio del trastorno es de 17,2 años. En cuanto al diagnóstico, el más frecuente es el de anorexia nerviosa (51,2%). Figura 1 En relación a las variables utilizadas para el estudio de la muestra, se observa que el 67,07% de las pacientes habían iniciado la recuperación total o parcial de la patología alimentaria y el 48,78% eran pacientes de larga evolución. El índice de masa corporal es mayor en aquellas pacientes que han iniciado cambios en relación a la percepción de su imagen corporal, tipo de alimentación etc., independientemente de que su diagnóstico fuera de anorexia o de bulimia nerviosa (ver Figuras 2, 3, 4). Sin embargo, las diferencias en cuanto al índice de masa corporal sólo son estadísticamente significativas en las pacientes con bulimia nerviosa o bien cuando el grupo de pacientes es considerado en su conjunto. Si se considera la duración del trastorno, se observa que las pacientes definidas como crónicas tienen un índice de masa corporal inferior a aquellas que llevan menos de siete años con los desórdenes alimentarios, pero, al igual que ocurría con la variable anterior, estas diferencias no son estadísticamente significativas si se considera a las pacientes con anorexia nerviosa de forma aislada. Figura 2 Figura 3 Figura 4 Al estudiar los resultados obtenidos con la escala ACS, se observan resultados relevantes. Tal y como ilustra la Figura 5, aparece una mayor orientación a fallos en aquellas pacientes que no han iniciado cambios en su modelo de pensamiento, siendo dicha diferencia significativa, mientras en la escala orientación a la decisión, variable implicada en la Orientación a la Acción, no se observan diferencias en ambos grupos. Figura 5 Los resultados obtenidos considerando la variable duración del trastorno muestran que tanto la orientación a fallos como la orientación a decisiones es mayor en aquellas pacientes en las que el trastorno se ha cronificado (Figuras 5 y 6). Figura 6 Al estudiar la interacción entre nuestras dos variables clasificadoras (Figura 7), se objetiva una mayor orientación a fallos en aquellas pacientes que no han iniciado cambios y llevan más tiempo con un trastorno de la conducta alimentaria. Figura 7 Discusión Nuestro objetivo principal ha sido el estudio de las características que interfieren con el cambio terapéutico en las pacientes con un trastorno de la conducta alimentaria. Khul, en su Teoría de Control de Acción, postula que aquellos pacientes Orientados al Estado, es decir, con un estilo cognitivo basado en la rumiación de fallos pasados, tendrán más dificultades para iniciar cambios destinados a la recuperación de su trastorno. Los resultados obtenidos indican que aquellas pacientes que no han iniciado el proceso de cambio terapéutico, tienen un estilo de pensamiento perseverante con una mayor focalización en sus errores. Parece que, tal y como postula Kuhl, en este tipo de pacientes su modelo de pensamiento es una barrera a la flexibilización de su conducta. Esta dificultad para llevar a cabo sus intenciones y pasar a la acción, sería consecuencia de la intensidad en la que están actuando dos procesos que “degeneran” la intención: la preocupación que surge tras las experiencias de fracaso y que agota el potencial cognitivo para ocuparse de otros temas, y la indecisión (demora en la toma de decisiones), la cual difícilmente termina en acción. Por otro lado, esta dificultad para iniciar comportamientos intencionados parece aumentar según aumenta el número de años que la paciente lleva con el trastorno. Una vez iniciado el proceso de cambio la tendencia a mantenerlo es mayor en aquellas pacientes con pocos años de evolución frente a las más cronificadas. Es decir, cuando una paciente crónica inicia el cambio es más probable que abandone el nuevo modelo de funcionamiento. Consideramos que una de las principales limitaciones de nuestro estudio ha sido el establecimiento de sólo dos niveles dentro de la variable cambio, puesto que esto ha dificultado entender con una mayor precisión la influencia del estilo cognitivo en la recuperación terapéutica de los Trastornos de la Conducta Alimentaria, en especial en el estudio de las variaciones diacrónicas del cambio. Para futuras investigaciones, sería necesario ampliar los estilos cognitivos estudiados de cara a potenciar las intervenciones terapéuticas destinadas a elicitar dichos estilos, así como una mejor definición de los diferentes estadios existentes dentro de la recuperación en los Trastornos de la Conducta Alimentaria. La principal conclusión que, como clínicos, podemos obtener tras estos resultados, es que debemos ayudar a nuestras pacientes a pasar de la orientación al estado a la orientación a la acción. Es decir, debemos fomentar en ellas, no la preocupación sobre los fracasos ni la indecisión, tampoco el temor a las consecuencias externas, sino la autoconcienciación, la búsqueda de nuevas alternativas autogeneradas, el reconocimiento y la actuación según señales internas, etc. Es decir, debemos ayudarlas a pasar de un estado en el que sus intenciones dependen de factores externos y ellas son pasivas conductualmente hasta otro estado en el que sean capaces de realizar procesos de interiorización y experimentación emocional, facilitando así la puesta en práctica de los procesos de cambio efectivos. Bibliografía Calvo, R. (1993). Modelos de tratamiento psicológico de la Anorexia Nerviosa. En A. Chinchilla (dir.); Anorexia y Bulimia Nerviosas. Madrid: Ergón. 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