Descargar reflexión completa de Javier Harguindeguy

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Desde la otra acera
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Un espacio incierto:
Me gustaría comenzar reflexionando acerca del lugar que nos toca o el lugar que
elegimos.
Empecemos por el marco. Tenemos la necesidad de encasillar, de poner un titular,
de clasificar el tipo de teatro que estamos viendo o a donde vamos a ver ese tipo
de teatro, eso nos aporta una aparente idea de seguridad.
Después nos encontramos con algunas de las formas de denominarlo; teatro
experimental, teatro de investigación, teatro underground, teatro off, alternativo,
independiente o simplemente teatro moderno. Está claro que, es difícil poder ver
espectáculos representativos.
Esta forma de teatro se opone al teatro tradicional, comercial y burgués que busca
la rentabilidad económica que se basa en formulas seguras, montajes de autores
de renombre y repertorio clásico asegurándose la repercusión después en la
taquilla.
Estos espacios, quizás más que un género o movimiento, son una forma de hacer,
una actitud política y filosófica de los artistas frente a la tradición, a las
instituciones o la explotación comercial.
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Hacia una nueva forma:
Quizás no es importante, o sea injusto hablar de cuándo o en qué momento nace
esta nueva forma de pensar y hacer teatro, pero justamente nace por no coincidir
quizás con las formulas o técnicas existentes y propuestas de producción
preestablecidas. Sin embargo se puede considerar que la creación del Théàtre libre
de ANTOINE (1887) y l´Ceuvre de Lugné-Poe, fueron el punto de partida. Este
momento coincide con la idea de director de escena. Es en estos tiempos que
aparecen grandes nombres como Stanislavski, Antoine, los vanguardistas de los
años 20 ( Vajtangov, Meyerhold, Tairov) en Rusia, los pioneros de la luz y
volúmenes escénicos (Appia, Craig), innovadores franceses ( Artaud, Copeau, Baty
jouvet), realistas críticos ( Piscator, Brecht, Jessner).
La era de los innovadores que, como plantea Copeau, nunca se afianzarían, solo
llegarían a medias desviando su trabajo a la parte técnica. Investigaciones con
técnicas pero sin objetivos…
De hecho, la noción de este tipo de teatro no solo debería evocar a realizar teatro
en un espacio diferente por su arquitectura, escenografía o acústica diferente,
debe centrarse en el actor y en la relación con el espectador, en la concepción de la
puesta en escena, reformulando, haciendo una relectura de los textos y
planteando una renovada mirada del hecho escénico.
Trabajar en una refundación del espacio escénico aprovechando propuestas de
iluminación y buscando materiales que puedan adaptarse. Pero es muy
importante, además, que el público comprenda la función dramatúrgica y que no
solo queden como un efecto más o menos virtuoso al ojo del espectador, sino que
el público sea activo en esta elaboración de la puesta en escena. Espacios donde se
trabaje sin la presión del estreno para lograr un resultado óptimo. Se plantea el
trabajo y el derecho al error como artista para que anime al creador a correr
riesgos a propósito de la recepción de su propuesta. Trabajar para lograr en el
espectador un alto nivel de profundidad que le someta a una sensación de no
rutina frente al hecho artístico.
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Marginalidad:
Este tipo de teatro se sitúa al margen del “gran teatro”, ese que atrae al público,
que acapara las ayudas y subvenciones y tranquiliza a las instituciones.
El teatro alternativo ocupa un lugar cada vez más destacado (a veces por su
excentricidad) pero en la marginalidad por su presupuesto y su audiencia. Es, a
veces, la mala conciencia del teatro oficial.
En los sesenta ya Peter Brook auspiciado por la Royal Shakespeare, Grotowsky y
kantor tomaron el timón de un teatro demasiado oficializado y constrictivo. Estas
experiencias que fueron muy exitosas dieron lugar al gran público y esta demanda
dio a la imitación banal de un trabajo que se oficializó perdiendo sustancia y
originalidad. Lo que hizo quizás, fue aniquilar la necesidad y el deseo que motivo su
creación.
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¿Hacia la reconquista o conquista del espacio escénico?
Este teatro no tiene una única forma arquitectónica, los espacios circulares,
espacios múltiples han dejado de ser sinónimo de modernidad. Se plantea como
una subversión de la caja italiana y también la conquista de espacios no
establecidos para tal hecho como fábricas, almacenes, autobuses, salones de
departamentos, mercados, la calle misma, quizás desorientan al público. ¿Hemos
llegado al punto culmine? ¿Todo es teatro y nada lo es?
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La relación con el público
Quizás el teatro ya no se conforma con los opuestos beocianos entre la diversión y
el didactismo. Busca actuar de forma activa sobre una mirada un poco sometida,
proponer una actividad de interrogación, provocar desconcierto frente a los textos
de los hechos escénicos. Cambio de situación de escucha frente a esa persona que
deja caer su cuerpo sobre un objeto más o menos cómodo para simplemente
contemplar, en oposición a una propuesta más activa que lo hace reflexionar y
varía su punto de vista frente a la obra de arte. Que sea el espectador quien se
adapte a la obra y no al revés.
La fura.
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Desde el actor
Desde Grotowsky volvemos a saber que el teatro es algo que sucede entre el actor
y el espectador.
En nuestro caso trabajamos para estar preparados técnicamente y
metodológicamente y para que el espectador pueda ampliar el espectro de
frecuencia y pueda percibir lo inédito o irrepresentable. Trabajamos para ser
legibles en nuestra expresividad y en una visión para llevar adelante la acción, e
ilegibles para no desenmascarar a las intenciones.
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Texto y obra
La obra es un sistema cerrado y material. El texto, es un concepto semiótico en el
que el lector/espectador es invitado a completar y clausurar.
El texto debe ser manipulado, no debe estar ligado al discurso narrativo, tiene que
ser tratado como material de trabajo y fragmentado como resistencia a la
significación definitiva y universal.
Luchamos por un teatro que no pretende vaciar cerebros ni vender productos de
consumo corriente. Pretendemos ser poetas en el espacio, o no ser nada…
Javier Harguindeguy.
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