Cuadernillo 15 B

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Moral y transparencia
Fundamento e
implicaciones morales de
la transparencia
•
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1na1 e@
Cuadernos de
transparencia
Moral y transparencia
Fundamentos e implicaciones
morales de la transparencia
JUAN CRISTÓBAL CRUZ REVUELTAS
Moral ., t111nsp11nndl.
Fundamento e
lmpllcm-mo111les
de I• tnn1119rencl•
Ximena Puente de la Mora
Comisionada Presidente
Francisco Javier Acuña Ua mas
Comisionado
Areli cano Guadiana
Comisionada
Osear Mauñcio Guerra Forrl
El autor
4
Presentación
s
Introducción
6
Por qué es necesaria la dimensión moral
6
Ln-ansparencia, política y valores. Un poco de historia
10
1.1 El desafio de Giges o los peligros de la invisibilidad
10
II. Contra el moralismo, el derecho a la privacidad
14
III. Subordinación de la moral a la política y arcana imperii
Comisionado
María Patricia Kurayn Villa lobos
v
N. El Principio de Publicidad o la reconciliación de la moral y lo político
20
V. El principio de publicidad, una vieja historia
2S
VI. Esfera privada e intimidad
27
VIL Espacio público y privado como formas complementarias de la autonomía
30
VIII. Lo privado y lo público, precisiones y consideraciones
respecto al debate contemporáneo
34
8.1 Lo público y formas de relación moral
34
IX. Democracia y ambivalencia moral del secreto
36
X. Revaluarla esfera privada
41
XI. n-ansparencia, confianza y capital social
43
11.1 ¿Es mala la desconfianza?
46
XII. Conclusiones
48
Prontuario de conceptos clave
s1
Notas
SS
Breve bibliografía complementaria
63
Comisionada
Rosendoevgueni Monterrey Chepov
Comisionado
Joel Salas Suárez
Comisionado
José de Jesús Ramírez Sá nchez
Coordinador Ejecutivo
Adñán Alcalá Méndez
Coordinador de Acceso a la Información
Luis Gustavo Parra Noriega
Coordinador de Protección de Datos
Yuñ Zuckermann Pérez
Coordinador Técnico del Pleno
Federico Guzmán Ta mayo
Coordinador del Secretariado Ejecutivo del
Sistema Nacional de Transparencia
Comité Editorial
Areli Cano Guadiana
Osear Mauricio Guerra Ford
Joel Salas Suárez
Jesús Rodríguez Zepeda
José Roldán Xopa
Javier Solórza no Zinser
Gerardo Villadelángel Viñas
Cristóbal Robles López
Secretario Técnico del Comité Editorial
Licenciado en derecho por el Instituto Tucnológico Autónomo de México
(ITAM), con maestría y doctorado en
:filosofía política por la Universidad
de París, La Sorbona. Tumbién realizó
estudio de maestría en sociología en la
Escuela de Altos Estudios en Ciencias
Sociales, de Francia, en donde siguió,
entre otros, los cursos de Cornelius
Castoriados y tuvo la oporturúdad de
participar y orgarúzar el seminario restringido de Jacques Derrida.
Ha sido investigador invitado al
grupo de estudios de sociología (GEMAS, Francia); asesor del candidato a
la Presidencia del Partido Democracia
Social en la campaña de 2000. Actualmente es profesor-investigador del departamento de filosofía de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos,
coordinador del posgrado de filosofía
contemporánea y miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde
EL AUTOR
JUAN
CRISTÓBAL
CRUZ
REVUELTAS
1996.
Además de numerosos artículos
en revistas universitarias mexicanas y
extranjeras, ha sido columnista del periódico El Universal y ha publicado en
la sección Enfoques del periódico Reforma. Entre sus últimas obras se pueden mencionar La incertidumbre de la
Modernidad. Robert Musil: la interrelación entre la razón y el sentimiento
(México, 2002).
4
PRESENTACIÓN
Es de fundamental importancia
señalar cómo Cruz Revueltas, basado
en aportes teóricos de gran peso en la
filosofía occidental, los analiza y enriquece y, además, plantea sugerencias
sólidas y concretas que permiten reconciliar y complementar lo aparentemente
divorciado y excluyente: la moral y la
política, lo público y lo privado.
lA MEZCLA DE lA POlÍTICA CON lA MORAL HA
SIDO NEFASTA EN lA EXPERIENCIA HISTÓRICA
DE LOS ESTADOS. Pronto el poder público
utiliza las creencias y principios como
instrumentos ideológicos de control de
las opiniones políticas y, así, abre las
posibílidades de interferencia en la
vida privada de las personas.
Estos excesos de la manipulación
de la moral llevaron a un descrédito: a
la creencia de que hablar de valores en
política es encubrir intenciones siniestras para dominar todos los ámbitos de
los ciudadanos. Este riesgo, a su vez,
condujo a una reacción de la sociedad
y sus defensores: el ámbito privado no
puede ser tocado por el Estado en ningún tipo de circunstancia.
El ensayo de Juan Cristóbal Cruz
Revueltas aborda estos dos temas y,
para tal efecto, reflexiona sobre la dimensión moral y sus relaciones con
la transparencia, para posteriormente
realizar un recorrido histórico sobre
los efectos nefastos de lo que llama: "la
invisibilidad".
Instituto Federal de Acceso
a la Información Pública (IFAI) •
•En virtud de la reforma al artículo sexto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, publicada
en el Diario Ofldal de la Iederadón el 7 de febrero de
2014, y de la publicación de la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública, el IFAI cambió
su denominación por el de Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos
Personales {INAI).
5
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MonilJtnm........
Fundli1Mnto•
IMpllaidOMI -.191
INTRODUCCIÓN
ante una de las más ricas vetas de estudio a desarrollar por parte del pensamiento político de nuestros días.
CON EL PROPÓSITO DE MOSTRAR Y ACLARAR EL
FUNDAMENTO Y LAS IMPLICACIONES MORALES
DEL DERECHO DE ACCESO A LA INFORMACIÓN PÚBLICA y de las políticas de transparencia,
en el presente texto hemos adoptado
una doble vía; cada una de ellas conforma una parte de nuestro trabajo. En
la primera vía el lector encontrará una
breve reconstrucción histórica de los
motivos conceptuales y de las transformaciones que llevaron a postular el
principio filosófico y político de publicidad. Veremos cómo este principio es
la respuesta moderna al problema de la
articulación entre lo público y lo privado
-o, si se prefiere, entre lo político y la
moral- y cuáles son las características que distinguen este principio de su
antigua versión griega. Para completar la discusión, en la segunda parte
hemos creído conveniente ofrecer al
lector algunas de las muestras más
significativas de la manera como estos
conceptos se encuentran en el centro
del debate actual sobre la democracia
contemporánea y sus instituciones. En
fin, esperamos demostrar que estamos
¿POR QUÉ ES NECESARIA LA DIMENSIÓN MORAL?
Ahora bien, por principio debemos justificar la perspectiva que nos proponemos adoptar aquí. ¿Por qué abordar
el derecho de acceso a la información pública desde el enfoque moral?
¿Por qué moral y transparencia? La
idea puede sorprender puesto que, al
tratarse tanto de un derecho como de
una política pública, su estudio se antoja, al menos a primera vista, mejor
ubicado en ámbitos como la ciencia
jurídica o la ciencia política. Más aún,
algunos de los más célebres pensadores del derecho - como Hans Kelsen - han hecho particular hincapié
en la necesidad de separar y distinguir
con claridad el derecho y la moral. 1 Sin
embargo, existen otras tradiciones jurídicas y filosóficas, y no las menos
influyentes, que conceden sin mayor
6
dificultad que derecho y moral no están totalmente divorciados. En lo que
respecta a nosotros, y como hilo conductor del presente texto, sostendremos que el principio de publicidad, que
funda el derecho de acceso a la información pública y las políticas de transparencia, es la vía que permite resolver
en el mundo moderno un muy viejo
problema del pensamiento occidental: precisamente, el de la relación de
la política y el derecho con el punto
de vista moral.
Pero, antes de ir más allá, comencemos por observar que el derecho al acceso a la información pública
ha sido reconocido como un derecho
fundamental por el artículo 6º constitucional, a partir de la reforma del
20 de julio de 200Z Este hecho confirma, precisamente, su relevancia
moral. Por ejemplo, se puede observar
en este mismo artículo ya reformado, en
la tercera fracción del nuevo párrafo,
cómo reconoce que el derecho al acceso a la información pública es un
derecho propio de "toda persona", y
quien quiera ejercerlo no requiere exhibir justificación alguna. Que su alcance sea universal es acorde con la
idea de que los derechos fundamentales no son privativos únicamente
de los ciudadanos, sino que deben ser
garantizados a todos de manera irrestricta ¿Por qué? Para responder con
Ernesto Garzón Valdés, podemos de-
cir que los derechos fundamentales
son, precisamente, instrumentos de
protección de los bienes básicos de
la persona. Dicho de otra forma, son
derechos que protegen aquellos bienes considerados como necesarios
a la constitución del individuo, para
que pueda actuar y responsabilizarse
como agente moral. Se podría replicar ahora, preguntándonos por qué
la persona constituye un valor. La
respuesta es simple y se antoja evidente: todos, en tanto personas, poseemos dignidad; es decir, un valor
moral intrínseco.2
Si concedemos que la distinción
entre moral y derecho es necesaria,
pero no así su disociación absoluta;
si admitimos que a fin de cuentas el
Estado constitucional y la democracia se fundan en valores morales fundamentales, se debe aceptar de igual
forma que las instituciones políticas deben procurar obtener resultados
moralmente aceptables. Por ejemplo,
las políticas públicas no deben tener
como resultado mermar las libertades básicas. Lo mismo se puede decir
de los procesos y del ejercicio político cotidiano, pues éstos deben estar
sujetos a la discusión y al escrutinio
moral, y éstas, a su vez, son condiciones imposibles de satisfacer sin el
derecho al acceso a la información pública y las políticas de transparencia.
Todo indica, como ya hemos adelan-
7
tado y como veremos en el presente
trabajo, que es justamente a través
del derecho al acceso a la información pública y la transparencia que
derecho, política y moral pueden converger en la figura de Estado democrático. Visto así, no extraña que Victoria
Camps pueda afirmar que "más que
autogobierno, que es una forma obsoleta e irreal de definir la democracia,
ésta debería definirse como la 'transparencia de lo público'". 3
Por otra parte, la relevancia de un
enfoque moral del derecho al acceso
a la información y de la transparencia, ha sido señalada desde el primer
texto de Cuadernos de Transparencia
y en la exposición de motivos de la
propia ley. 4 En efecto, se ha observado
que una de las justificaciones centrales del derecho al acceso a la información y de las políticas de transparencia, se encuentra en factores y
valores que van más allá de lo estrictamente jurídico y político, y tienen
impacto sobre fenómenos morales
como lo son la corrupción y la confianza. Según lo indica Federico Reyes
Heroles, autor de dicho cuaderno, no
se trata de problemas o temas menores, porque la corrupción mina las
seguridades básicas y la confianza de
los ciudadanos en sus instituciones
públicas, al grado que, antes de ser un
simple efecto indeseable de una sociedad poco desarrollada, una anomalía
destinada a desaparecer con el tiempo en la medida que se moderniza
una sociedad, la corrupción es ante
todo un factor que inhibe su transformación y desarrollo. Pero, una vez
más, antes de ir más lejos (volveremas más adelante a este punto), hagamos un poco de historia.
8
9
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Funmmenlloe
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lmpllgdoMI moral•
CAPÍTULO
1
TRANSPARENCIA, POLÍTICA YVALORES.
UN POCO DE HISTORIA
der, fuera del espacio público visible, se
presta fácilmente a la ruptura de los
vínculos sociales de confianza y, por lo
mismo, a la corrupción y a la arbitrariedad. Que la invisibilidad se preste
a la corrupción prueba, ante todo, de
acuerdo con Glaucón, que nadie es justo de manera voluntaria o por el solo
valor intrínseco de la ley. Se entiende
que para rematar su argumento, Glaucón defienda que incluso un hombre
virtuoso y justo que pudiera hacer uso
de la invisibilidad del anillo de Giges,
terminará necesariamente por corromperse de igual forma. Sólo se "es justo" y
se acepta la obligación, en virtud de una
causa externa al individuo: el miedo a
ser sancionado por la autoridad. Con
la historia de Giges, se inicia una larga
discusión en el pensamiento occidental sobre el respeto a la ley; la invisibilidad del poder y la confianza mutua
entre los ciudadanos, como problemas
que deben ser resueltos para asegurar
el vínculo social.
En efecto, que el mero respeto de
la ley sea suficiente o no, es un deba-
1.1 EL DESAFÍO DE GIGES O LOS PELIGROS DE LA
INVISIBILIDAD
Cuenta el filósofo griego Platón {427347 a. C.) -es de notar que lo hace en
voz de su hermano Glaucón- que un
buen día, tras un terremoto, se abrió
una enorme grieta en el campo en el
que un pastor de nombre Giges solía
llevar su ganado. Al ver la abertura,
Giges, intrigado, se adentró en ella y,
para su asombro, en su interior encontró, entre otras maravillas, un anillo de
oro. Pronto descubrió que al ponerse la
sortija y con tan sólo girar su engaste
al interior, el portador adquiría la virtud mágica de hacerse invisible y de
nuevo visible al girarlo hacia el exterior. Una vez seguro del velo protector
que le ofrecía el anillo, quien hasta entonces no había sido sino un tranquilo
pastor ocupado de su rebaño, pronto se
las ingenió para acceder al palacio del
rey, corromper a la reina y apoderarse del trono. Este relato hace patente
que ya, desde la Grecia clásica, es bien
conocido que el ejercicio oculto del po-
10
te que ocupa explícitamente al pensamiento político de la época. Ya en el siglo III a. C. Llcofrón, un filósofo alumno
del célebre sofista Gorgias de Leoncio
sostiene una visión contractualista de
la sociedad política o Polis. De acuerdo
con Llcofrón, la Polis no es otra cosa
sino el producto de un pacto de paz
convencional, cuya finalidad es evitar
la injusticia y procurar una coexistencia pacífica y el intercambio de bienes
(el mercado). "La ley -anota a este respecto otro gran filósofo griego, Aristóteles {384-322 a. c.)- ent.onces serla una
mera convención, así que no sería, como
sostiene el sofista Licofrón, «Otra cosa que
una garantía de los derechos individuales, sin poder alguno sobre la moralidad y la justicia personales de los ciudadanos»". 5 Aristóteles no desaprueba
necesariamente la concepción de Llcofrón, pero sin duda la juzga insuficiente. Al momento que hace esa anotación
el estagirita, otrora alumno de Platón
en la Academia durante 20 años, con
seguridad tiene en mente la fábula de
Giges.
Si bien para Aristóteles decir política
es equivalente a decir comunicación, y
no admite que lo justo se pueda limitar
a la simple protección de los derechos
individuales, su defensa de la justicia
no pasa necesariamente por una crítica explicita del secreto. ¿Por qué? Debido a que su concepción identifica al
buen gobierno, no con algo semejante
al desempeño del complicado aparato
administrativo de nuestra época, sino
con el ejercicio personal de la prudencia en su aplicación, caso por caso, a
lo ambiguo, aleatorio o probable que
es propio de los asuntos humanos (por
lo demás, sea dicho de paso, para Aristóteles no es necesario debatir si dos
más dos son cuatro, las verdades necesarias o demostrativas no requieren
discusión). Lo ausente para Aristóteles
entre los ciudadanos de la sociedad
contractual defendida por Licofrón, es
más bien una cierta forma de amistad.
En efecto, sabemos que los amigos son
quienes comparten ciertas cosas entre
sí. Pero en el caso de Aristóteles no se
trata de una amistad de fusión fraternal como la imaginada por su maestro
Platón. Recuérdese que al iniciar una
larga tradición intelectual que defiende el uso del secreto y la mentira por
parte de los gobernantes, Platón sugiere difundir mentiras "útiles" con el fin
de que los ciudadanos se sientan obligados los unos con los otros. En particular, para que aquellos destinados a
proteger la ciudad, los llamados guardianes o guerreros, crean que son hermanos y que, por lo mismo, se sientan
plenamente identificados con las Polis,
al grado de estar dispuestos a actuar
como los perros, que son mansos con
su amo y agresivos con los extraños, y
se encuentren convencidos, igualmente, de compartirlo todo, en un sentido
11
EN NUESTROS DÍAS
PODEMOS
APROVECHAR ESTAS
LECCIONES DEL
PENSAMIENTO
ANTIGUO:
CONOCIMIENTOS
COMPARTIDOS,
DELIBERACIÓN
PÚBLICA,
TRANSPARENCIA Y
CONFIANZA SON
BIENES MORALES
NECESARIOS A lA
DEMOCRACIA.
confiar de este tipo de concepciones
que exigen del individuo algo más que
el simple apego a la ley. Sin embargo,
la posición de Aristóteles sigue siendo defendida en nuestros días. Algunos
pensadores contemporáneos subrayan
la existencia de valores compartidos
como imprescindible para la democracia: "Una democracia ciudadana [... ]
no sólo requiere que los ciudadanos se
comprometan con el proyecto común,
sino también que se sientan especialmente vinculados con las demás personas que participan en dicho proyecton. 7
Incluso un autor como John Rawls,
defiende la necesidad de una amistad
cívica para una sociedad bien ordenada, y parece interpretar la legenda de
Giges cuando afirma que "una persona
justa no está dispuesta a hacer determinadas cosas y, si cede demasiado fácilmente a la tentación, es porque en
realidad ya estaba dispuesta".ª
Valga insistir que la verdadera
amistad, de acuerdo con Aristóteles, no
consiste en compartir un puro (e irracional) sentimiento, sino es aquella de
quienes comparten acciones y pensamientos. Así, la amistad tiene una significación política, ya que es el ejercicio
de las virtudes que constituye el vivir
juntos, mismas que implican: la acción, la palabra y la comunicación.9 A
pesar de las precauciones que se deben
tomar (ya hemos señalado algunas), se
puede prolongar a nuestros tiempos el
amplio que incluye bienes y familia, de
manera indistinta.
Aristóteles considera que este tipo de
ideas de Platón son confusas y excesivas.
Por lo mismo, el estagirita prefiere defender un tipo particular y más sereno de
sentimiento que el fraternal: la amistad
política. La amistad a la que se refiere el
fundador del Liceo es la de un sentimiento compartido que conlleva la elección
permanente de vivir juntos: "... son amigos los que coinciden en la estimación de
lo bueno y lo malo, los que tienen los mismos amigos y enemigos ...n. 6 Se puede suponer así, que Aristóteles esperaría que si
Giges es "amigo" de sus conciudadanos,
no los defraudará aun cuando pueda actuar bajo el manto de invisibilidad que le
confiere su anillo mágico. Valga subrayar
que si para Aristóteles la noción de amigo se define por oposición a la de enemigo, no se trata entonces de la amistad íntima con algunas personas que nos son
afines, como nos es familiar en nuestros
días, sino de un concepto efectivamente
político y cuya extensión, la de las personas que involucra, es mucho más amplio
que nuestro actual concepto de amistad.
Tuda lo aleja entonces de Licofrón, ya que
la Constitución no puede ser entendida
entonces como un simple conjunto de reglas. Antes bien, ella es una forma de vida
compartida.
Por su parte, en el pensamiento
moderno que sigue la herencia de Llcofrón, la tradición liberal tiende a des-
12
pensamiento de Aristóteles y afirmar
que la deliberación pública y transparente son lo propio de la política y de
la democracia y, simultáneamente, es
el método que permite resolver mejor los desacuerdos morales. Más aún,
al igual que la amistad defendida por
el autor latino Cicerón (seguramente
bajo la influencia de Aristóteles), la democracia requiere también un mínimo
de confianza mutua. En nuestros días
podemos aprovechar estas lecciones
del pensamiento antiguo: conocimientos compartidos, deliberación pública,
transparencia y confianza son bienes
morales necesarios a la democracia.
Pero este reconocimiento no nos exime
de considerar cómo esas mismas nociones han sufrido transformaciones
en sus significados. Veremos a continuación lo que separa esos conceptos
antiguos de los modernos.
13
Monll JtrH.,.,.nclL
Funmmenlloe
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lmpllgdoMI moral•
CAPÍTULO
CONTRA EL MORALISMO, EL
DERECHO A LA PRIVACIDAD
11
de Aristóteles, que reconoce la existencia de una esfera privada, al distinguir el
ámbito de la familia del ámbito político;
o de una Antigona que defiende sus valores contra lo dispuesto por el rey Creonte y las normas de la Polis; Platón funde
toda la vida social en una sola esfera orgánica de gobierno. Esta visión tendrá una
gran persistencia histórica; todavía en la
época de Louis XN, un teólogo como Bossuet sostiene que el monarca debe velar
por la salud espiritual de su pueblo.
Un primer argumento en contra del
"paternalismoN de Estado que se desprende de la concepción de Platón y en contra
del perfeccionismo moral y el deseo de
encaminar a los hombres por el sendero
de la virtud, es de orden metodológico:
la necesidad "cientificaN de partir de una
visión realista del ser humano. Turnar al
hombre tal y como es y no como supuestamente debería ser. Éste es el caso del
iniciador del pensamiento político moderno, Nicolás Maquiavelo (1469-1527),
quien lejos de la obsesión griega por la
virtud, no duda en afirmar y aceptar
abiertamente que:
A PESAR DE LA MESURA DEL PENSAMIENTO DE
ARISlÓTELES, en el mundo moderno se
buscará evitar el desatino de subordinar la política a la moral, error cometido por Platón y también por las
formas teocráticas de la Edad Media
que supeditan la ciudad terrestre a la
ciudad de Dios, el poder político al poder espiritual. En el caso de Platón, su
equivocación consiste en pensar la comunidad política como una especie de
gran familia, sobre la cual el rey-filósofo
pretende conocer todo lo que es bueno
para todos. En particular, el filósofo deterrrúna (de manera autoritaria) los
contenidos de la educación y las artes
admitidas o excluidas de la república.
Por lo mismo, de manera análoga a las
medicinas (pharmakon), cuyo empleo
está reservado a los médicos y prohibido
a los profanos, el rey filósofo reivindica
el derecho para sí de aplicar terapias
políticas para asegurar la salud social
(eufemismo incluido) y propagar, como
ya mencionamos más arriba, mentiras
Mpiadosas" entre los ciudadanos si así
lo considera conveniente. A diferencia
14
Los hombres son ingratos, volubles, dados al fingimiento, aficionados a esquivar peligros y codiciosos de ganancias.
jeto, en tanto que hombre, se identifique moralmente con las leyes políticas
para mantener al Estado...".1º En adelante, se buscará que la política funcione
sin que el buen ciudadano sea necesariamente "un hombre bueno". Incluso,
como dirá más tarde Kant, el problema
del Estado debe tener solución para un
pueblo conformado por los mismos demonios siempre y cuando éstos sean
razonables. De hecho, la enunciación
que hace Kant de este problema, invita a enfrentar el desafío de la fábula de
Giges, ya que los demonios -que no son
sino los individuos que actúan como
Giges- saben que, por una parte, su
conservación exige leyes universales y,
por la otra, como lo anota el filósofo,
cada uno se inclinará secretamente a
excluirse de ellas.11 Más adelante nos
ocuparemos de la respuesta que Kant
da a este problema y en el rrúsmo escrito sobre la Paz perpetua. Por ahora,
limitémonos a observar que esta divergencia que se hace manifiesta con
Hobbes, entre el Estado y la conciencia
moral de los ciudadanos, tendrá importantes implicaciones. En particular
algo que nos interesa aquí: la liberación de la conciencia crítica del individuo frente al Estado y la invención de
la esfera privada moderna por oposición a la esfera pública.
Para no detenemos demasiado en
este punto, basta señalar que, en nuestros días, es claro que el moralismo y su
Es de notar que la observación de Maquiavelo se aplica a los hombres en general, sin distinción alguna entre gobernantes y gobernados. En el primer
número de Cuadernos de 'Itansparenda
Reyes Heroles saca la conclusión correcta del realismo defendido por Maquiavelo: las instituciones públicas no se deben
construir bajo la suposición, a todas luces errónea, de que los seres humanos
somos o deberíamos ser ángeles. En realidad, los seres humanos no somos tan
buenos como lo pretende Platón ni tan
malos como lo cree Maquiavelo. Recuérdese la célebre advertencia que hace
el pensador francés Blaise Pascal: el
hombre no es ni ángel ni bestia y quien
quiere hacer el ángel termina por hacer la bestia.
No es extraño que, más tarde, para
el otro gran fundador del pensamiento político moderno, Thomas Hobbes
(1588-1679), ya no se exija ningún tipo
de virtud al gobernado. El acto exterior del individuo, acción o palabra, es
lo único que puede y debe incumbir al
gobernante (Leviatán, Cap. 27). De esta
forma, el pensamiento moderno rompe con Platón y con el pensamiento
religioso. A partir de Maquiavelo y de
Hobbes, "ya no es necesario que el su-
15
Monil J tnn1,.renc1..
Fundllmento e
lmpllcmdon• morales
de 11 t111111parendl
CAPÍTULO
SUBORDINACIÓN DE LA MORAL A LA
POLÍTICA YARCANA IMPERll
111
PERO SI SUBORDINAR lA POLÍTICA AUN PROYEC· ejercer un poder de manera indirecta,
y multiplicado a través de su imagen o
representación. Como salta a la vista,
litarismo del siglo XX y su voluntad de este juego de duplicidades, que parece
"crear al hombre nuevo" lo demostró convidar ante todo a un juego de apahasta lo abominable- también lo es riencias y a una estrategia estética de
convertir la moral en mero instrumen- la política, se funda en el secreto y en
to ideológico de la política. Tal es una el engaño.
de las tendencias del Estado moderno.
"hay que saber disfrazarse bien
Recordemos que Maquiavelo afirma que
y ser hábil en fingir y en disimuel gobernante debe poseer la capacilar. Los hombres son tan simples
dad de fingir el bien mientras disimuy de tal manera obedecen a las
la el mal. Bajo esta óptica, el príncipe
necesidades del momento, que
o gobernante debe tener; a semejanza
aquel
que engaña encontrará
de la naturaleza binaria del centausiempre
quien se deje engañar".13
ro Quirón, la capacidad de la duplicidad; poseer varios rostros según las
circunstancias; aparentar ser hombre Como lo muestra su obra de teatro La
mientras se actúa como bestia. A su Mandrágora -recuérdese que el autor
vez, la bestialidad sugerida por Ma- de El Príncipe también es dramaturgo
quiavelo también es doble: al mismo y probablemente uno de los iniciadotiempo se debe poder ser león o zorro; res del género de la Commedia dell 'arsegún la necesidad del momento, ejer- te-, Maquiavelo es un pensador fascicer la fuerza del primero o la astucia nado por la capacidad del hombre de
del segundo. Vale la pena subrayar que engañar y ser engañado. La necesidad
es la astucia la vía que permite al prín- de ilusión hace posible que los signos
cipe ir más allá de la fuerza física y y las imágenes puedan ejercer un po-
pretensión de hacer de la totalidad de la
vida social un objeto transparente al ojo
del Estado, atentan contra un valor fundamental del mundo moderno: el derecho
a la privacidad. Por lo mismo, menoscaba la autonomía de los individuos y la
dignidad de la personas. Así lo observa
Amy Gutmann. Moralistas son, de acuerdo con Gutmann, 12 las concepciones que
bajo el propósito de formar el carácter o
la virtud, restringen opciones y, a fin de
cuentas, rechazan la libertad de elección
EN NUESTROS DÍAS,
que poseen los individuos, es decir, el deES CLARO QUE EL
recho que posee todo individuo a actuar
MORALISMO Y SU
por sí mismo y adoptar por sí mismo sus
PRETENSIÓN DE HACER propios fines. Desde el punto de vista
que ha sido particularmente enfatizado
DE LA TOTALIDAD DE
por la tradición del pensamiento liberal,
LA VIDA SOCIAL UN
el
moralismo empieza donde acaba la
OBJETO TRANSPARENTE
neutralidad moral que debe tener el EsAL OJO DEL ESTADO,
tado en una sociedad democrática.
TO MORAL QUE BUSCA INCIDIR EN TODOS LOS
ASPECTOS DE LA VIDA ES UN PELIGRO -el tota-
ATENTAN CONTRA UN
VALOR FUNDAMENTAL
DEL MUNDO
MODERNO: EL
DERECHO A
LA PRIVACIDAD.
16
17
cia. Esto, que no es otra cosa sino la
reducción de la política a una pura técnica de conquista y conservación del
poder; tendrá grandes implicaciones en
el desarrollo posterior del Estado absolutista. Es cierto, su obra más conocida
está dirigida a la figura personal del
príncipe. Ella se inscribe (si se quiere,
para mejor destruirlo) dentro del viejo género retórico de consejos llamado
"espejos para príncipes". Todo indica
que Maquiavelo no elabora su obra con
relación a la idea de una entidad abstracta como la de Estado. Sin embargo,
es a partir de la influencia de Maquiavelo
que se elabora la teoría de la Razón de
Estado.
Siguiendo a Michel Senellart15 , la
Razón de Estado se puede definir como
el imperativo de transgredir el derecho
en nombre del interés público. Entendida así, la razón de Estado posee tres
características distintivas. Por principio, se funda en la idea de una necesidad política mayor; obviamente esta
cualidad confiere al gobernante una
gran autonomía y lo dota de justificación en cualquier circunstancia. Su
segunda característica es aquella de
la justificación de los medios en vistas
a un fin superior. Finalmente, está la
exigencia de secreto. El arte de gobernar requiere, entonces, de los arcana
imperii. Los secretos del poder, noción
que ya había sido introducida desde la
época del imperio romano por Tácito,
der no necesariamente físico sobre los
hombres y seguramente mayor al simple poder directo, al grado de obligarlos a ir contra sus inclinaciones más
naturales. 14 Es de notar también que,
a pesar de concebirse como un pensamiento antiplatónico, Maquiavelo concuerda con Platón aquí: el gobernante
tiene derecho a mentir. Pero, ¿qué explica esta coincidencia? La respuesta a esta
pregunta se encuentra en el hecho de
que ambos autores dan una prioridad
epistemológica al gobernante, sea en el
caso de Platón, por la naturaleza misma del rey filósofo que, por nacimiento,
puede acceder a la esfera trascendente
de las ideas verdaderas; sea en lo que
se refiere a Maquiavelo, por la situación específica (con relación al poder)
del gobernante frente a los gobernados.
Ahora bien, el príncipe, al menos como
lo piensa Maquiavelo, sabe que nada
fundamental lo distingue de sus gobernados, salvo una sucesión de contingencias y, a fin de cuentas, una forma de
usurpación del poder. Ése es su secreto
y es el secreto que debe preservar.
La radicalidad de Maquiavelo, que
pone fin al vínculo entre la exigencia
de virtud (al menos en su sentido tradicional) y el ejercicio del poder, impele
al príncipe a practicar el arte de usar la
opinión de sus gobernados. La política
se convierte así en algo semejante a un
juego de velos y máscaras y de constante travestismo entre ser y aparien-
18
se vuelve ahora central. A tal grado
que, como lo observa un especialista
de este periodo histórico, Jean-Pierre
Chrétien-Goni, para el absolutismo "ser
soberano es organizar el secreto"16• Así,
con ]ean Bodin y luego con Hobbes, en
nombre del interés superior del Estado, el soberano no puede ser limitado,
pues él es garante del interés común.
La noción de Razón de Estado implica,
como lo indica la célebre máxima "t:he
King can do no wrong', que el soberano se encuentra a priori "inmunizado"
contra el error.
Pero, ¿qué significa la noción de
'razón' evocada en la expresión Razón
de Estado? La respuesta es cuando menos paradójica. En efecto, ella no se refiere a lo que puede comprenderse por
medio de la razón común, como lo sostiene Sócrates (en el diálogo llamado
El Menón) al demostrar que incluso el
esclavo, al igual que cualquier hombre,
puede hacer uso de ella. Todo lo contrario, la Razón de Estado pretende una
racionalidad distinta a la del hombre
común, pues "trasciende" la comprensión ordinaria. Esta idea de una razón
que escapa al sentido común, es reforzada por la noción de secreto, a manera
de una estrategia encaminada a eximirla de cualquier forma de rendición de
cuentas. Yves Charles Zarka tiene razón al señalar que la idea de secretos
de Estado, de arcana imperii, se refiere
ante todo a una concepción del ejerci-
cio del poder muy distinta de aquella
que se funda en el libre consentimiento:
"La doctrina política que acuerda
una parte importante al secreto
en el arte de gobernar, envuelve
casi necesariamente los principios de una comprensión de lo
político en términos de dominación"v.
No necesitamos insistir en que bajo esta
visión del Estado el ejercicio del poder es
equiparado, como apunta Kelsen, 18 a una
estrategia de "encubrimiento" de los actos del gobernante, gracias a la cual la
moral se encuentra subordinada ahora
a la política: los individuos tienen un
valor marginal, menos aún su perfeccionamiento moral, lo que importa
ahora es el bienestar del Estado. Esto
obligará a las generaciones siguientes
a intentar reconstruir y restablecer, al
menos en un principio de forma mínima, la base moral del Estado, con el
fin de evitar que la política moderna quede totalmente sujeta a la arbitrariedad del
monarca y completamente desvinculada
de las exigencias morales.
19
Morll ytnin.,...nclL
Fun•-··
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de .. 1n1111,.1'111cll
CAPÍTULO
IV
EL PRINCIPIO DE PUBLICIDAD O
LA RECONCILIACIÓN DE
LA MORAL Y LO POLÍTICO
gencia de previsibilidad de las acciones
del Estado Qo que hoy en día el derecho
constitucional alemán denomina protección de la confianza respecto a la ley).
En adelante, una de las características
del Estado moderno será la tendencia
progresiva a reducir la incertidumbre
de los gobernados (primero respecto a
la vida, luego respecto a la propiedad y
así sucesivamente). Si bien en estos aspectos Hobbes es innegablemente revolucionario, fuera de ello, Hobbes es el
pensador del Leviatán. En la misma frase
citada se puede observar que la certeza jurídica se consigue, para Hobbes, sólo al
costo de que el problema de lo justo y de
lo injusto, lo bueno y lo malo, e incluso
de lo verdadero y de lo falso, se disuelva ante el poder supremo y la majestad
del Estado. El Estado tiene respecto a
todo ello la última palabra. De esta manera, el Estado se vuelve el monopolio
del poder fáctico y simbólico, tanto del
uso de la violencia como de la interpretación legitima. Pero vale insistir en que
Hobbes considera necesaria esta prominencia absoluta del Est ado, ya que para
UN PRIMER PASO PARA EVITAR EL MORALISMO
ANTIGUO SIN CAER EN EL INMORALISMO O, SI SE
PREFIERE, EN EL AMORALISMO DE MAOUIAVELO,
lo da el otro gran fundador del Estado
moderno, Th.omas Hobbes.19 El pensador inglés reintroduce la noción de justicia, pero ésta no debe requerir otra cosa
sino el respeto de la promesa dada, y es
el Estado el que debe garantizar su cumplimiento (Leviatán, XVI). Pero también
se puede apreciar que el mismo Hobbes
introduce el principio de publicidad de
las leyes:
"Pertenece al mismo poder supremo el poder dictar algunas reglas
comunes para todos los hombres
y declararlas públicamente, mediante las cuales cada uno pueda
saber qué puede ser llamado [...]
justo, qué injusto [...], qué bueno,
qué malo; es decll; brevemente, qué
debe ser evitado en nuestro curso
normal de vida".20
Hobbes da así un primer paso hacia la
noción de "seguridad jurídica" y la exi-
20
el pensador inglés, dejar libre juego a la
razón pública es introducir el pluralismo
de las opiniones y volver al problema
inicial, que buscaba resolver por medio
del Leviatán todopoderoso: el de la guerra
provocada por el derecho de todos a todo
y por la lucha irrefrenada de las subjetividades y de las opiniones. Visto bajo
este último aspecto, la obra de Hobbes
no puede sino favorecer el absolutismo.
Justamente como reacción al absolutismo, la necesidad de limitar el poder será
cada vez más acentuada conforme progresa el pensamiento político moderno. En
efecto, si Maquiavelo sostiene que el príncipe tiene hbertad irrestricta y derecho al secreto, en virtud de sus responsabilidades y
de la técnica que requiere el ejercicio del
poder; son justamente las mismas raz.ones
-a saber, la importancia y las particularidades de sus funciones- que harán que el
pensamiento posterior exija transparencia y control sobre sus acciones. Así, para
Montesquieu, el secreto del gobernante
es sospechoso porque sólo es necesario si
la autoridad "...tiene tantos defectos, que
debe temer exponer a pleno día su estupidez natural. Está escondido y se ignora el
estado en el que se encuentra~. 21 Se sigue,
efectivamente, que por su importancia el
poder deba ser controlado y pro~do de
sí mismo por medio de la división de poderes, pero también por parte de la opinión
de los ciudadanos.
Que la opinión aparezca ahora
como una nueva instancia de legitimi-
dad -que el príncipe deba ser temido
pero se cuide sobre todo de no ser odiado por su pueblo- es consecuencia de
la misma visión del poder que ofrece
Maquiavelo en El Príndpe. El imperativo de disimular y manipular la opinión sólo se puede entender porque, en
realidad y en última instancia, se depende de ella. Si la opinión gobierna el
mundo, es necesario gobernar la opinión
(como se cuenta que dijo Voltaire en un
momento de maquiavelismo intelectual). Por lo tanto, de forma paradójica,
la afirmación maquiavélica del secreto
como instrumento del poder, lo degrada. ¿Por qué? Porque ahora sólo se trata
de una técnica a disposición de cualquier hombre que pretenda gobernar.
A partir de la radical transformación
conceptual que hace Maquiavelo, el gobernante ya no ocupa el lugar excepcional que le confería el pensamiento
premoderno y que le permitía ejercer
el secreto sin tener que rendir cuentas
a sus súbditos, fuera en virtud de una
relación privilegiada y trascendente a
la verdad, como es el caso de Platón, o
a la divinidad, como había sido durante
la Edad Media. De manera consecuente, en el contractualismo de Hobbes el
gobernante no es sino un representante que actúa en lugar del gobernado.
En su ópera "La Flauta Mágica", Mozart
hará popular esa igualdad fundamental entre el gobernante y el gobernado,
cuando al encontrarse por primera vez
21
el príncipe Tamino con Papageno, el por la radicalidad con la que describen
los cimientos del poder, Maquiavelo y
primero le pregunta al segundo:
Hobbes dan pie al absolutismo. Pero,
Príncipe Tamino: Dime, alegre amigo, paradójicamente, esa misma radicalidad hace posible la negación del ab¿quién eres tú?
Papageno: ¿Que quién soy yo? ¡Vaya solutismo al hacer del pueblo el único
pregunta! Pues un hombre, al igual que fundamento de la legitimidad política
en el mundo moderno.
tú.
Bajo la perspectiva de este nuevo
Como lo hace patente la reacción de fundamento de la legitimidad política,
Papageno, que se pretenda exigir, como el secreto como política sistemática de
lo hace Hobbes, que una vez realizado Estado se vuelve insostenible. Como
el contrato que funda la sociedad polí- bien subraya Bernard Williams: "existica, los contratantes se opaquen como ten vínculos privilegiados entre el gosujetos libres y cedan para siempre la bierno y el pueblo, y es una violación
mayor parte de sus derechos al Estado, de esta concepción permitir que el seserá algo que no podrá ser aceptado creto o la disimulación se inmiscuyan
por las generaciones posteriores. Me- entre el pueblo y aquél a quien éste
jor dicho, una vez popularizada la idea le encargó el poder" .22 No sorprende
de que el pueblo es el fundamento de que, unos setenta años más tarde, a la
la soberanía, se entenderá como una muerte de Locke, este reproche en conparadoja o como una franca e incon- tra de las prácticas secretas del Estado
gruente contradicción la concepción surja entre algunas de las grandes perde Hobbes: la de realizar un convenio sonalidades de la Revolución francesa.
con el fin de defenderse de los zorros Así, por su relación al secreto y a la puOos demás individuos) y terminar, así, blicidad, Camille Desmoulins contrascolocándose definitivamente bajo las ga- ta la república y la monarquía:
rras del león (a saber, el Leviatán-Estado). Se entiende que, pocos años después
"La monarquía hace todo en el
de Hobbes, Locke no tarda en defender
gabinete, en comités y a través
que la relación entre representados y
del solo secreto; la república, todo
en la tribuna, en presencia del
representantes, entre ciudadanos y gobernantes, deba ser una relación de conpueblo y a través de la publicifianza (trus~. Es decir, ella consiste en
dad, por lo que Marat llamaba
un mandato revocable en cualquier
hacer un gran escándalo. En las
momento. Esta evolución muestra que,
monarquías, el fundamento del
22
gobierno es la mentira, engañar
es todo el secreto del Estado; lapolítica de las repúblicas, es la verdad". 23
litaria), 24 de quien pretende saber qué
es bueno para todos. Al mismo tiempo,
es la respuesta que permite resolver el
problema del Estado conformado por un
pueblo de demonios, individuos como
Giges, que quieren al mismo tiempo leyes universales y, en cada caso y llegado el momento, estar exentos de esas
mismas leyes. Contra estos males y
con el fin de restablecer el equilibrio
entre la moral y la política, Kant postula el principio de publicidad:
Naturalmente, Desmoulins asocia la publicidad al escándalo: si el pueblo puede conocer; entonces se puede indignar.
Pero es de notar, en este mismo texto,
que si la monarquía, asociada inevitablemente con el ejercicio del secreto,
no produce escándalos (en plural), no
es tanto porque los esconde; sino ante
todo, porque ella misma es un escándalo en tanto régimen político. Ya sea
con la república o la monarquía nos
encontramos en una situación, en el
siglo XVIII, en la que es inevitable que
entre en juego la conciencia moral del
público o del pueblo. Después de Maquiavelo y Hobbes, y como reacción al
absolutismo, la publicidad se presenta
como el medio -necesario y solicitado
en un mundo en que la opinión pública
juega un papel de importancia creciente- a través del cual se pueden conciliar de nuevo la moral y la política. Es el
filósofo alemán Emmanuel Kant quien
elabora la mejor expresión teórica al
respecto. Se trata de oponerse a la opacidad en el ejercicio del poder por parte
del príncipe tal y como lo describe Maquiavelo; también, sea dicho de paso,
se asienta en contra de su paternalismo (si aceptamos que la obra mayor
de Maquiavelo refleja una moral uti-
"Todas las acciones relativas al
derecho de otros hombres cuya
máxima sea incompatible con la
publicidad, son injustas". 25
La publicidad es un bien, en tanto que
es defensa y garantía contra el secreto y la arbitrariedad de la autoridad,
puesto que incluso en los casos más
virtuosos, el gobernante estará tentado a actuar, al igual que Giges, de forma
secreta y conforme a sus intereses personales. Pero sobre todo, vale la pena insistir en ello, el principio de publicidad
es, a un mismo tiempo, un principio
jurídico y ético que permite conciliar
el ejercicio del poder con el tribunal de
la opinión pública. Puesto que el fundamento último del poder es la opinión
de los gobernados, la obligación de
justificar las políticas públicas ante
aquellos que son afectados por ellas,
será el pedestal de la legitimidad en la
23
Monil J tnn1,.renc1..
Fundllmento e
lmpllcmdon• morales
de 11 t111M1>9Nlldl
CAPÍTULO
V
teoría política. Sólo bajo la publicidad y
la rendición pública de cuentas, de las
leyes y de los actos del gobierno se puede dar sustento al consentimiento de
los ciudadanos. Renunciar a la publicidad, como dirá en algún momento el
gran pensador liberal Benjamín Constant, es renunciar a "nuestro" poder.
Ahora bien, debemos confesar que
el principio de publicidad puede ser
concebido como útil a la democracia sin
que sea necesario vincularlo a la moral.
Al menos así lo entiende el padre de una
de las grandes corrientes intelectuales
del mundo moderno, Jeremy Bentham.
Desde el punto de vista de la moral
utilitaria, la publicidad no tiene un valor moral en sí. Como lo anotan Amy
Gutmann y Dennis Thompson, para
Bentham "la publicidad es sólo un mecanismo para hacer que el interés personal de los funcionarios coincida con
el interés general".26 Como ya se ha mencionado, existe una cierta familiaridad entre la filosofía utilitaria y Maquiavelo, de
aquí que, en aras del bien mayor, cierto
tipo de mentiras puedan ser aceptables
para Bentham, lo que es una regresión
con respecto al punto de vista de Kant.
Ahora bien, para entender la importancia de la reflexión de Kant y su relación
con la esfera privada, es necesario volver de nuevo al mundo antiguo.
24
EL PRINCIPIO DE PUBLICIDAD,
UNA VIEJA HISTORIA
libera explícitamente en torno a sus
leyes y el cambio de estas leyes"28 (las
cursivas son nuestras).
En el terreno de las ideas, un buen
ejemplo es el del sofista y demócrata
Protágoras (485-411 a.c.). En confrontación con el aristocratismo de Platón
y su defensa del derecho del rey :filósofo a mentir a sus súbditos, Protágoras
defiende, tal y como el mismo Platón lo
narra, que la política es cosa que atañe a todos, que todos deben conocer
y todos pueden aprender. No se trata
aquí de una concepción extravagante
dentro de su época. Al contrario, su
pensamiento refleja bien las instituciones democráticas de la Grecia clásica.
Un reconocido especialista de la Grecia
antigua, Jean-Pierre Vernant, observa
que la democratización de la sociedad
griega va de par con la aparición de un
sector o espacio social de interés común, sujeto por lo tanto al escrutinio
público, por oposición a los asuntos
privados y a los procedimientos secretos.29 No es extraño entonces que el
máximo estadista del llamado siglo de
EN REALIDAD, AL MOMENTO EN QUE KANT ENUNCIA EL PRINCIPIO DE PUBLICIDAD, éste cuenta
ya con una larga historia avant la lettre. Como ya hemos visto, un siglo y
medio antes, el mismo Hobbes había
subrayado la necesidad de que las leyes sean conocidas, razón por la que
Ernesto Garzón Valdés no se equivoca cuando sitúa a Hobbes dentro de
la tradición que defiende el principio
de la publicidad. Pero aún podemos ir
mucho más lejos. Cornelius Castoriadis observa que la democracia griega va
de par con el nacimiento de la filosofía.
Se puede presumir, entonces, que existe un nexo lógico e histórico que las une
(es de observar además que, efectivamente, Salón y el considerado primer
filósofo de la historia, Tales de Mileto,
son contemporáneos). En efecto, es con
el amor al conocimiento, con el derecho a pensar sin restricciones - ''.Atenas, punto de la Hélade donde hay más
libertad de hablar". 27 según se afirma
con toda claridad en la misma obra de
Platón- y con la Atenas democrática,
que por primera vez "una sociedad de-
25
oro ateniense, Pericles, celebre el hecho como buen representante del pensade que Atenas sea una ciudad abierta miento democrático de la época, insispara todos, incluyendo a los extranjeros te con toda claridad que el conocimiento
que tienen derecho a circular libremen- de lo que es público es necesario y puete, sin espacio de exclusión. Más intere- de ser enseñado: "¿No crees que hay
sante para nosotros es el hecho de que una cosa, a la que todos los ciudadael estadista se jacte de que en Atenas nos están obligados igualmente, y sin
lo público es materia de conocimiento la que no se conciben ni la sociedad
ni la ciudad?". 30 Incluso el mismo Plapara todos los ciudadanos:
tón, en una posición que contrasta con
... nos preocupamos a la vez de su crítica de la escritura, pues la opone
los asuntos privados y de los pú- a la palabra hablada, y a su concepción
blicos, y gentes de diferentes ofi- del rey filósofo, llega en un momento
cios conocen suficientemente la dado a defender el gobierno de las leyes.
cosa pública; pues somos los únicos Bobbio no se equivoca: la visibilidad, la
que ronsideramos no hombre paci- cognoscibilidad y la accesibilidad de los
fico, sino inútil, al que nada par- actos de los gobernantes son caracteticipa en ella, y además, o nos rísticas de la democracia griega que reaformamos un juicio propio o al parecen en la democracia modema. 31
menos estudiamos con exactitud
los negocios públicos ...
Esto explica la importancia que en la Grecia clásica se da a la palabra y a la escritura, pues se trata de escuchar y conversar sobre temas que pueden ser
compartidos y que importan a todos
los ciudadanos. Aristóteles cuenta que
Solón, uno de los llamados siete sabios
de la Grecia Antigua (y ancestro de Platón), grabó sobre madera y cerca del
Partenón la Constitución de Atenas, lo
que le confería legibilidad e intangibilidad. Así, a diferencia de lo que sucede en su gran rival, Esparta, en Atenas
la Constitución es escrita. Protágoras,
26
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ESFERA PRIVADA EINTIMIDAD
CAPÍTULO
VI
"por naturaleza". Es el lugar en el que el
jefe de familia, el varón adulto, ejerce
su dominio sobre "su" mujer, "sus" hijos
y "sus" esclavos.
Una transformación análoga se
observa en lo que se refiere a la concepción del espacio público. En efecto,
para los antiguos griegos el espacio público es el ámbito en el que se ejerce
la libertad entre seres libres e iguales,
pero esta libertad e igualdad impele
a cada uno a distinguirse frente a los
demás. El espacio público de la Grecia
clásica es, así y ante todo, un lugar vinculado con lo que se puede denominar
"una estética de la figuración": el motivo fundamental que lleva a los individuos a participar en el debate público
es el deseo de sobresalir y conseguir la
gloria. La fama es un valor primordial.
Entre una vida breve pero con gloria y
una larga vida sin ella, Aquiles no duda
en preferir la primera. La bella muerte,
la del joven guerrero en el combate, es
el máximo valor moral para los griegos. Así, desde Aquiles hasta Sócrates,
no sólo la vida privada, sino la vida
QUE EL PRINCIPIO DE PUBLICIDAD CUENTE YA CON
UNAAÑEJA HISTORIA, no impide que las no-
ciones correlativas de espacio público
y de espacio privado hayan sufrido una
transformación mayor a lo largo del
tiempo y, en particular, en el transcurso
del mundo moderno. Para comprender
la naturaleza de esta transformación
es necesario comparar su antiguo significado con su acepción contemporánea. Comencemos por recordar que en el
mundo antiguo lo público se constituye
por oposición o, mejor dicho, por una
franca ruptura con la esfera privada,
conformada ésta por lo que no concierne sino a cada uno (de los ciudadanos libres). A diferencia de lo que
sucede hoy en día, para los antiguos
griegos lo privado se identifica con lo
doméstico y, por extensión, con lo económico. Es decir, es todo aquello que se
sitúa bajo la categoría de trabajo y bajo
el modo de una actividad técnica o instrumental, por oposición a la acción
libre. Se refiere, entonces, a formas de
relación subordinadas y de dominación sobre aquellos que son inferiores
27
es el único rasgo que nos distingue del
mundo antiguo. Otro cambio mayor favorece que, en el mundo moderno, la esfera
individual se convierta en una instancia
particularmente valiosa que deba ser
protegida; se trata del surgimiento de
la intimidad.
En efecto, una pregunta que cabe
hacer es si en el mundo antiguo, en
particular en el pueblo que más desarrolló la figura del individuo -los griegos-, existe una noción equivalente a
la nuestra de intimidad. A saber; la idea
"de un ser real, original, un individuo
singular cuya naturaleza auténtica reside enteramente en el secreto de su vida
interior". 34 Si consideramos, por ejemplo, el testamento de Aristóteles, es de
observar que no contiene nada de íntimo. Jean-Pierre Vernant, quien se hace
esta pregunta sobre la intimidad, concluye que no. Entre los antiguos griegos:
misma debe poder ser sacrificada en
aras de la vida y de la imagen pública,
pues lo público es el ámbito en el que
se juega la identidad personal.
Para entender ahora las particularidades de la concepción contemporánea, tanto de espacio público como
de espacio privado, también es conveniente preguntarse, junto con Louis
Dumont, 32 sobre las condiciones históricas y culturales bajo las cuales se
puede dar la figura del individuo como
ser independiente y singular. No se trata de un fenómeno social privativo de la
Modernidad; para el antropólogo francés no hay duda de que en las sociedades tradicionales también se puede dar
la figura del individuo. Sin embargo,
constata una diferencia significativa:
para ser individuo en las sociedades
tradicionales, se debe pagar el costo
de romper los vínculos sociales y "salir del mundo". Así lo demuestran los
casos del asceta hindú, el sabio griego
OTRO CAMBIO MAYOR
o el monje medieval. Si bien la afirmaFAVORECE QUE, EN EL
ción puede ser discutida33 es claro que,
MUNDO MODERNO,
a diferencia de las sociedades tradicioLA ESFERA INDIVIDUAL nales, la sociedad moderna favorece el
individualismo "al interior del mundo".
SE CONVIERTA EN
la individualidad y el espacio
Ahora
UNA INSTANCIA
privado
ya no son una opción limitada
PARTICULARMENTE
a una clase de individuos específicos
VALIOSA QUE DEBA SER
(el asceta, el sabio o el monje), sino un
PROTEGIDA;SETRATA
valor social compartido y difundido,
DEL SURGIMIENTO DE
propio de todas las personas y reivinLA INTIMIDAD.
dicado por todos. Ahora bien, éste no
"no hay introspección. El sujeto
no constituye un mundo interior
cerrado, en el cual deba penetrar
para reencontrarse o mejor descubrirse".35
La intimidad no parece ser un fenómeno antropológico sino más bien cultural, que surge lentamente en la historia de Occidente. Su desarrollo fue
favorecido por elementos dispares
como son la valoración de la conciencia de sí en el cristianismo en general,
28
la reivindicación de la conciencia interior y de la vida ordinaria con el protestantismo, y la popularización del
psicoanálisis de Freud en el siglo XX.
Así lo muestran las tradiciones literaria y filosófica: de las Confesiones de San
Agustín {354- 430 d. c.) a su triunfo en la
Interpretación de los Sueños de Freud,
pasando por las introspección de Montaigne en sus Ensayos, las Confesiones
de Jean-Jacques Rousseau {1712-1778)
y las llamadas "novelas de formación"
(Bildungsroman) del siglo XIX alemán.
Con el desarrollo de la intimidad también se acentúa el valor de la privacidad, como se refleja en el diseño de los
espacios físicos de las viviendas. Por
ejemplo, a mediados del siglo XVII surgen en Francia actividades y espacios
que son claramente propios del mundo
privado. La lectura, el aseo, el reposo,
entre otras actividades privilegiadas,
tienen lugar de ahora en adelante en
espacios claramente diferenciados y
privados.36 Esta gran transformación de
las mentalidades que tiene lugar en el
mundo moderno se refleja en el derecho
y lleva así, a la idea de un espacio de
libertad negativa o de independencia
frente a las intervenciones del Estado:
"el derecho del individuo a ser dejado
solo", como dijera en 1890 Louis Brandeis en su artículo pionero sobre el derecho a la privacidad.37
29
Mon11t......,...nc11.
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CAPfTULO
VI 1
ESPACIO PÚBLICO Y PRIVADO
COMO FORMAS COMPLEMENTARIAS
DE LA AUTONOMÍA
cho más amplias de lo que jamás ofreció la vida pública.
Ahora bien, cabe preguntarse por
qué históricamente, quien da su mejor expresión al principio de publicidad, a saber Kant, es al mismo tiempo
el pensador que defiende con mayor
convicción la autonomía de los individuos. En efecto, lo que hace valiosa
la concepción de Kant es el hecho de
que el espacio público y el principio
de publicidad sólo tienen sentido,
para decirlo en los términos del pensador de Kéinisberg, para un pueblo
que ha salido del estado de minoría
de edad y se atreve a pensar por sí
mismo. Combinando el individualismo moderno y el pensamiento antiguo, Kant insiste que el atreverse a
pensar por sí mismo requiere, no del
uso privado sino del uso público de la
luz de la razón. A su vez, este uso público de la razón constituye el medio de
ilustración en general del conjunto
de la sociedad. Pero para que el uso de
la razón tenga un objeto y un contenido, se requiere la publicidad sobre
QUE lA ESFERA PRIVADA E ÍNTIMA SEA UN VALOR
IRREDUCTIBLE DE LIBERTAD PARA LOS MODERNOS, implica otra diferencia mayor en-
tre nosotros y el mundo democrático
de la Antigua Grecia que no debe ser soslayada. A diferencia de lo que sucede
con este último caso, en el mundo moderno la diferenciación entre la esfera
pública y la esfera privada no corresponde más a la oposición entre libertad
y dominación. Generalmente se interpreta esta oposición entre antiguos y
modernos bajo la idea de una inversión
de valores, la señalada por Benjamin
Constant: para los antiguos, el ámbito de realización plena de la vida ética
y de la excelencia es el espacio público;
en tanto que para los modernos es la
esfera privada la que ofrece un mayor
ámbito de libertad. No sólo porque,
como lo alega Constant, la vida pública
moderna ya no puede ofrecer las satisfacciones que proporcionaba en la ciudad
antigua, sino porque las experiencias y
las formas de expresión que ofrece la
vida privada, en muchos aspectos inimaginable para los antiguos, son mu-
30
Oponer lo público a lo privado tiene implicaciones significativas. Lleva
no sólo a pensar que la libertad debe
ser complementada por una esfera de
la obediencia; también hace pensar
que entre más amplia es la esfera privada, más limitada será la esfera pública y, en sentido contrario, entre más
amplio es lo público, más limitado será
lo privado. Algunos de los pensadores
del siglo XIX se atreverán a dar el paso
que Kant vislumbra ampliamente pero
no da, y sostener que nada obliga a que
estemos aquí, en la relación entre lo
público y lo privado, ante una relación
inversamente proporcional. En su libro
sobre Benjamín Constant, Stephen Holmes sugiere que diferentes indicios
hablan a favor de la defensa de una complementariedad, antes que de una oposición entre en lo que en realidad son
dos formas de libertad. Es de notar, por
ejemplo, que los derechos individuales
y la soberanía pública aparecen simultáneamente al principio de la época
moderna y que, por lo mismo, es factible pensar en que hay un vínculo o juego positivo entre los dos. Dicho de otra
forma, la expansión de una esfera puede implicar también, como lo sugiere
efectivamente la historia moderna, la
expansión de la otra. Valga notar que
Holmes extrae esta interpretación de
su lectura de Constant, por lo que se aleja
de la visión usual que se tiene de Constant. En efecto, se puede defender que en
aquello que interesa a todos. En particular, sobre los actos y asuntos del
Estado. 38
El filósofo parece defender, así, la
idea de un órculo virtuoso. Por un lado, la
autonomía individual no puede sino ganar en madurez y contenidos al exponerse en el ejercicio de la razón pública,
ejercicio imposible sin la publicidad de
los asuntos que interesan a todos. De
manera complementaria, el uso de la
razón pública ilumina y hace visible
lo que interesa a todos, y elimina las
tinieblas y lo invisible (idea, esta última estructurante, del periodo de la
Ilustración).39 La opinión adquiere así
un discernimiento moral y de forma.
Y una vez que un pueblo ha adquirido
discernimiento propio, es mejor para
los propios fines del gobierno tratar
a los hombres a partir de su aspecto
moral (para que el régimen mismo no
sea un escándalo). Es decir, tomando
en cuenta su dignidad. Como ya se ha
mencionado más arriba, Kant articula de nuevo, luego del divorcio sufrido
a principios de la época moderna, la
conciencia crítica y moral con la política y el derecho. Sin embargo, lo hace de
una forma problemática, pues insiste en
pensar la esfera pública por oposición a
la privada. Es decir, por oposición a un
ámbito en el que el uso de la razón se
puede limitar, ya que es ante todo concebida como una instancia en la que se
debe obedecer.
31
realidad Constant no es un liberal en
Dentro de esta óptica, la publicidad
el sentido en que comúnmente se le se revela como el medio que permite arpretende dar a esta corriente política, ticular la libertad privada y la pública, la
pues para el pensador francés, según moral y la política, a través del control
anota Holmes:
sobre la autoridad pública y la rendición
de cuentas. Pero también a través del
"la verdadera libertad es una intercambio de ideas, el debate, la con'combinación óptima' de lo pú- troversia y, a fin de cuentas, a través de
blico y de lo privado, de la parti- la responsabilización de los mismos ciucipación y de la no participación, dadanos. Para los pensadores de la pride la responsabilidad cívica y de mera mitad del siglo XIX francés, como
la independencia, del activismo Franc;ois Guizot, esto es una evidencia,
y del apolitismo, de la coopera- como lo apunta el politólogo francés Pieción y de la singularidad". 4º
rre Rosanvallon:
Visto así, estamos ante una relación
complementaria. Por una parte, lo público se nutre de la libertad privada y
de los recursos intelectuales y de discusión que ella genera, más allá de los estrechos marcos de la vida profesional y
administrativa. Por el otro lado, se puede
suponer que las convicciones morales se
debilitan o se ven convertidas en sueños
estériles si no se arriesgan, dentro del
juego democrático, a la confrontación y,
en su caso, a la contradicción en la esfera
pública. Esta imbricación entre lo público y lo privado parece acentuarse cada
vez más en nuestros días, pues muchos
de los debates públicos actuales tocan
y confrontan las convicciones morales
más personales (como lo demuestran
numerosas polémicas de actualidad: la
pena de muerte, la eutanasia, la maternidad asistida...).
Los doctrinarios se deslindan
de la concepción liberal para
la cual la libertad de prensa no
es más que una muralla, un instrumento para distanciar el poder y la sociedad. Guizot fustiga
a aquellos que no la consideran
sino 'como una arma ofensiva,
buena solamente para el ataque
y contra el poder', así como a
aquellos que no ven en ella más
que el ejercicio de un derecho privado.
Guizot, opera un trabajo de revelación recíproca del poder y del público41.
La publicidad no sólo es, entonces,
una forma de control del ejercicio estatal,
sino constituye el medio y el instrumento que favorece un tipo democrático de
sociedad. En efecto, a través de la publicidad y el debate público, la relación
gobierno-sociedad se vuelve menos vertical y más cooperativa, más dinámica y creadora de nuevas alternativas
puesto que se funda en una mayor circulación y calidad de la información y
de la comunicación, y en formas argumentadas y transparentes de acuerdo
público. 1bdo esto permite, en última
instancia, la posibilidad de un consentimiento, no ingenuo sino informado,
en tomo a las políticas públicas gubernamentales. En su citado estudio sobre
Constant, Stephen Holmes insiste en
este hecho:
el ámbito público y el ámbito privado no son dos términos hostiles
de una alternativa. Se estimulan,
se desprenden y se refuerzan el
uno al otro.42
La intuición fundamental de los doctrinarios es al contrario de la publicidad, de la cual la libertad de prensa
y el gobierno representativo son los
dos polos; es el medio determinante
para instaurar una comunicación política de tipo nuevo. La publicidad, anota
32
33
.....
.............
....,... ..•
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CAPÍTULO
VI 11
LO PRIVADO Y LO PÚBLICO, PRECISIONES
Y CONSIDERACIONES RESPEOO AL
DEBATE CONTEMPORÁNEO
de nosotros. En realidad, a nuestro parecer; los dos conceptos son complementarios: no puede haber mundo común
si hay espacios secretos e invisibles
que escapan a la comunicación y a las
pruebas, y argumentos que se puedan
compartir.
Ahora bien, en lo que se refiere a
nuestra discusión en específico y a la
segunda acepción mencionada del término 10 público", se puede observar
que en el espacio público existen diferentes tipos de relación moral. Visto
desde esta perspectiva moral, el espacio público se sitúa fuera del ámbito de
la ética de vida o de los valores últimos
que cada uno impone a su propia vida
(en su caso, son las escuelas antiguas
de filosofía, estoicos o epicureistas, y
las religiones las que pretenden ofrecer respuestas a este ámbito de tipo
'existencial'). Pero el espacio público
también se distingue, desde la óptica
que adoptamos aquí, del ámbito de los
intereses estrictamente individuales;
este último es estudiado preferentemente por la economía y las teorías
8.1 LO PÚBLICO YFORMAS DE RELACIÓN MORAL
Luego del panorama histórico, ahora nos
interesaremos por los aspectos más relevantes y problemáticos en el debate
contemporáneo. Por principio, podemos preguntarnos qué es lo público,
concepto al que nos hemos referido
desde un inicio. Lueg:> de los trabajos de
Bobbio, la literatura especializada ha tenido a bien insistir que lo público se define por dos tipos distintos de oposición.
En primer lugar, lo público por oposición a lo que es secreto. La democracia es en este sentido, como lo señala
Bobbio, "el gobierno del poder público en
público".43 La publicidad de lo público se
acompaña naturalmente de la voluntad de eliminar todo poder invisible u
oculto. Pero en un segundo lugar, lo público es lo que nos es común, aquello
que nos afecta o nos concierne a todos.
Lo que constituye nuestro espacio compartido o mundo común, por ejemplo,
como mexicanos. Esto, por oposición a
lo que es privado o íntimo y que nos
concierne en cada caso sólo a cada uno
34
de la elección racional, donde lo que
interesa al individuo es maximizar su
beneficio. Bajo este marco conceptual,
dos tipos de relación moral destacan
para nuestro propósito. El primero es
el que se funda en el principio de reciprocidad y que conforma buena parte
de las relaciones que vivimos día a día
con nuestros conciudadanos. Es decir, se
limita a aquellos con quienes compartimos derechos y deberes de nuestra
particular sociedad política. El segundo es el de las relaciones que solicitan
valores de tipo universalista. Por ejemplo, las normas enumeradas por los
instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, que hacen
que a cualquier persona sobre el territorio mexicano -la noción de persona es universal, de modo que incluye,
llegado el caso, a los miembros de un
grupo terrorista que no respeta ningún
tipo de derecho- se les deba garantizar
un mínimo de derechos.
Puesto que generalmente no somos
autistas morales, sicópatas ni santos,
una autora como Arny Gutmann sostiene que es el ámbito de la reciprocidad en
el que nos desenvolvemos usualmente.
Este tipo de relación moral exige una
relación argumentada con los demás
y justamente éste, el ámbito de las
relaciones reciprocas, es el más pertinente cuando se trata de deliberación
democrática44 y, por ende, del derecho
al acceso a la información pública, a la
transparencia y a la rendición de cuentas. Ahora bien, Gutmann se interesa
principalmente por el aspecto político
de los desacuerdos morales; por ello insiste en las relaciones recíprocas. Pero,
como debemos recordar, al menos en
nuestro país el derecho al acceso a la
información pública se reconoce de
forma universal. De aquí que podemos
coincidir con Ernesto Garzón Valdés,
cuando afirma que lo público se caracteriza por la publicidad:
"Lo público está caracterizado por
la libre accesibilidad de los comportamientos y decisiones de las
personas en sociedad, más aún;
cuando ellas desempeñan algún
cargo dotado de autoridad político-jurídica, la publicidad de sus
actos se convierte en un elemento esencial de todo Estado de derecho". 45
Por lo mismo, supone un público universal ilimitado y una opinión crítica
que va más allá de los miembros del
país o Estado-nación de que se trate.
35
Monll JtrH.,.,.nclL
Funmmenlloe
......,....,.......
lmpllgdoMI moral•
CAPÍTULO
IX
DEMOCRACIA YAMBIVALENCIA
MORAL DEL SECRETO
lejanía respecto de los iniciados en el
secreto.
Desde este enfoque sociológico,
Simmel observa que en las sociedades dominadas por el secreto, la personalidad de los individuos tiende a ser
suplantada por su rol social. Un miembro de la sociedad secreta no puede ser
un llamativo James Bond, antes bien
debe buscar ser lo más gris y discreto
que le sea posible. Es notorio que en las
sociedades autoritarias, en donde por
su naturaleza predomina el secreto,
los individuos ven minada la confianza en sí mismos y en sus prójimos, y
sufren un constante temor. Incluso en
las relaciones más banales y familiares
se carece de transparencia y confianza. Por lo mismo, se fortalece mucho la
tendencia a imitar la imagen del jefe (el
bigote, la forma de vestir; las expresiones...). Madame de Stael, la compañera sentimental de Benjamín Constant,
nos da un ejemplo palpable de esta
imbricación de sentimientos morales y
régimen político, en un relato sobre la
Rusia de su época:
PASEMOS AHORAA lA PRIMERAACEPCIÓN MENOO·
NADA DE LD PÜBUCO, pero para ocuparnos
de la noción que la define por oposición,
a saber, la de secreto. Más allá de lo
que ya hemos afirmado antes, el principio moral de igualdad que funda el
mundo democrático es, por principio
-aunque, como veremos, no lo puede
ser absolutamente- contrario al secreto. ¿Por qué? En su estudio sobre el
tema, el sociólogo Georg Simmel nos
da la respuesta cuando observa que el
uso del secreto, aun cuando se trate de
algo banal o incluso falso, fragmenta la
comunicación al dividir el mundo social entre los que saben y los que no
están al tanto del secreto. Por otra parte, sobre todo en el caso de las sociedades secretas pero no sólo en ellas, el
uso del secreto favorece las tendencias
centrípetas del poder a favor de una
sola autoridad (la que posee el secreto) respecto a la cual se jerarquizan los
miembros restantes. Se crea así una
línea de subordinación efectivamente contraria al principio democrático
de igualdad, según la proximidad o la
36
ªtoda la compañía en Rusia tiene maneras perfectas, pero no
hay suficiente instrucción para
los nobles ni suficiente confianza
entre las personas que viven sin
cesar bajo la influencia de una
corte y de un gobierno despótico,
para que se puedan conocer los
encantos de la intimidad".46
creta entra en conflicto con dos orientaciones morales de la sociedad democrática. En primer lugar, la forma del
discurso de tipo democrático, que exige justificación explícita y argumentada de aquello que se afirma y debe
prestarse a circular libremente por el
conjunto de la sociedad. El discurso de
tipo democrático se opone entonces
a las "teorías de la conspiración" (una
expresión sugerida por el filósofo vienés Karl Popper), mismas que alegan
un conocimiento secreto, inaccesible
directamente a la opinión ordinaria, o
sólo accesible para los iniciados. Que
las condiciones y la calidad de la argumentación que favorece cada sociedad
tiene implicaciones morales, se antoja
indiscutible. No es necesario insistir
demasiado en el hecho de que los discursos que fundan su legitimidad en
una verdad secreta o de tipo "extrasocial" (como la que ofrece un supuesto
dios que únicamente habla al oído de
sus elegidos), tiende a favorecer sociedades autoritarias, por el simple hecho de que son contrarios al principio
de publicidad - que implica, hay que
subrayarlo, el derecho a la igualdad en
el acceso a la información- e impiden el
libre examen. A este respecto, ChaYm Perelman tiene razón en insistir:
Tuda lo contrario sucede en las sociedades democráticas, que dan un alto
margen de confianza a los individuos
y éstos no corren ningún riesgo en la
expresión de sus preferencias y gustos
personales. Es natural, entonces, que
en las democracias las personas tiendan acentuadamente a diferenciarse unas
de otras. "No extraña, pues, que se llegara
a hablar de "una justificación estética
de la democracia", como es el régimen
o la cultura que permite y favorece la
diversidad y la pluralidad de expresiones y formas artísticas. Dicho de otra
manera, el secreto es un instrumento
que crea y propicia la exclusión y favorece a las sociedades jerárquicas de
tipo aristocrático; en tanto que el principio de publicidad de las sociedades
democráticas es notoriamente inclusivo y favorable a la pluralidad de las
expresiones.
La sociedad democrática es, por
definición o idealmente, una sociedad
abierta, de conocimiento exotérico y
de libre examen. A este respecto, el se-
Es evidente que la conciencia de
cada uno también ha sido formada, que ella debe ser ilustra-
37
convierten en delitos que ameritan castigo. La ausencia de un espacio o ámbito
de conciencia estrictamente personal,
favorece que lo público se homogeneice a favor de una perspectiva o visión
única ~a del poder en turno) al negar la
pluralidad y diversidad de las perspectivas individuales. La gran literatura
centroeuropea del siglo XX nos ha dejado amplios testimonios de la miseria
moral que representa esta extinción de
la esfera privada cuando, por ejemplo,
la broma privada se convierte en crimen público (Kundera) o el individuo
no tiene derecho al silencio (Sándor
Márai).48 Pero, en el otro extremo, el individuo que se encierra absolutamente
en su secreto personal, en una actitud
solipsista, no podrá participar de la
vida pública; peor, quizás ni siquiera
pueda desarrollar efectivamente su
propia personalidad (como lo subraya el sociólogo George H. Mead, el ser
humano sólo puede hacerse individuo
a través de la socialización). En tanto
poeta que defiende la palabra viva, W.
C. Williams tiene razón cuando, en su
poema el Asfódelo, juzga con cruel ironía que el silencio es profundo pero no
se va muy lejos con él.
Los casos hiperbólicos que acabamos de mencionar hacen pensar que
un cierto grado relativo de secreto es
necesario, y su ausencia sería insoportable; para la esfera pública, por ejemplo,
la necesidad de garantizar la seguridad
da y puede ser guiada, pero es a
cada persona que le corresponde,
a última instancia, la responsabilidad de decidir y de actuar. Y no
es sino una moral consecuente
con el libre examen que se revela apta para salvaguardar nuestra autonomía, nuestra libertad y
nuestra responsabilidad.47
En cuanto a la segunda orientación,
nos referimos al hecho de que el modelo de las sociedades democráticas
es el de una sociedad de "crédito", en
un sentido que va más allá de su aspecto económico, es decir, en una sociedad de libre comunicación y de libre
intercambio, fincada en la confianza.
La mentira y el secreto merman los cimientos de este tipo de sociedades al
limitar el conocimiento, al fragilizar la
comunicación y. a fin de cuentas, al socavar la confianza. Pero más adelante
volveremos a este punto.
A pesar de esta crítica del secreto,
tanto la defensa como la condena del
secreto privado y público no pueden
ser absolutas. Con la desaparición total del secreto privado estaríamos en
el totalitarismo que extingue la esfera
privada: todo es público, todo es político; si todo es político, el poder político
se adueña de todo. En este tipo de sociedades no sólo el derecho al secreto sino
también el derecho privado a la ironía,
a la incoherencia o la contradicción, se
38
nacional lo hace inevitable; así como
para la vida privada, por ejemplo, es
necesario para el pudor y, por lo tanto, para la dignidad. Con su usual lenguaje agudo y revelador, Nietzsche lo
dice con toda claridad:
positivo para la constitución de la esfera privada de la subjetividad. Que la
conciencia pueda refugiarse ocasional
o constantemente en el secreto, le da
libertad y le ofrece alternativas. A diferencia de la relación automática del tipo
estímulo-respuesta, que es propia de las
máquinas, la conciencia humana implica un intervalo creativo entre el pensamiento, la expresión y la acción. Simmel
observaba a este respecto que una vida
sin secretos, sin ambigüedades y misterios, pierde todo interés y atractivo; a
esto podríamos agregar que una vida sin
secretos es una vida sin dilemas y, a fin
de cuentas, sin libertad. La necesidad del
secreto es entonces de orden antropológico; el mismo Simmel defiende que el
secreto es una forma social existente en
todas las sociedades; pero el sociólogo
constata también que, a su vez, la sustancia del secreto varía con el tiempo.
En efecto, la historia social ha radicado
en muchos aspectos en una constante
transformación y vaivén entre lo que
antes fue público y luego secreto, para
luego cambiar una vez más conforme
cambian los valores sociales. Tampoco
se debe ignorar otro efecto positivo del
secreto, que es reconocido como un
derecho con efectos públicos; nos referimos al hecho de que el acto del voto
en la casilla sea secreto, es un ejemplo
palpable del valor público que tiene el
derecho privado al secreto.
Finalmente, es necesario distin-
"Hoy consideramos como un asunto de decencia el no querer verlo todo desnudo, no querer estar
presente en todas partes, no querer entenderlo ni 'saberlo todo'.
"¿Es verdad que el amado Dios
está presente en todas partes?",
preguntó una pequeña niña a su
madre, 'pero eso lo encuentro indecente'n.49
Basta cambiar en esta frase Dios por
Estado o sociedad, para entender lo justo de su denuncia. Sobre todo cuando
sabemos que la idea de "un ojo que lo
ve todon y de una sociedad totalmente
transparente no son sólo creencias religiosas; también han conformado uno de
los proyectos utópicos más recurrentes
de la modernidad, tanto en la literatura
(Rousseau) y en nuestra actual sociedad
del espectáculo (denunciada por Guy
Debord), como en el pensamiento político (Bentham), y en el mismo funcionamiento del Estado (totalitario). Aunque
el caso de Giges sugiere que lo inmoral
suele buscar el velo protector del secreto,
en realidad el secreto no es siempre negativo. De hecho, es extremadamente
39
Monil J tnn1,.renc1..
Fundllmento e
lmpllcmdon• morales
de 11 t111111parendl
REVALUAR LA ESFERA PRIVADA
CAPÍTULO
X
guir el secreto de la mentira. Un secreto
puede estar justificado, mientras una
mentira no. 50 Para pensar en un ejemple conocido, se puede sostener que el
ex presidente de los Estados Unidos,
W. Clinton, tenía derecho a defender
su vida privada, pero no el derecho a
mentir al Congreso. En efecto, un funcionario o incluso el gobierno puede tener derecho a ciertos secretos, pero no
a mentir a los ciudadanos. B. Williams
tiene razón cuando apunta que el público tiene derecho a la verdad, tiene
derecho a que los gobernantes no le
mientan, pero este derecho tampoco
implica que el público tenga el derecho
a saberlo todo absolutamente. Ahora
bien, que la información pública pueda ser reservada, en ciertos casos y por
excepción, al principio de publicidad,
no la debe eximir de regulación. Debe
estar limitado en el tiempo y debe sujetarse a una máxima o regla pública.
Dicho de otra forma, el secreto gubernamental puede ser moralmente válido si está sujeto a reglas, a principios
que son públicos y, frecuentemente,
también a la supervisión por parte de
algún otro órgano o poder del propio
Estado51 (como lo observan Gutmann y
Thompson, es asombroso saber que en
los Estados Unidos, aún recientemente,
las reglas y los criterios para desclasificar y clasificar información secreta
eran ellos mismos secretos). 52
40
vancia pública que el estado de salud
del presidente de la República. Por mofiado Royer-Collard, un teórico liberal tivos justificados, el velo que debe prodel siglo XIX- ha perdido su antigua teger en este último caso la esfera privasolidez. Hoy en día, el consenso teórico da será mucho más frágil, al grado que,
se inclina por considerar que la priva- en un caso de esta naturaleza, puede llecidad es una noción necesariamen- gar casi a ser indistinta la frontera entre
te flexible. Pensemos, por ejemplo, en lo privado y lo público. Como ya hemos
las relaciones dentro de un matrimo- indicado más arriba, estamos ante una
nio, normalmente consideradas como inversión extrema: si para Maquiavelo
ejemplo por excelencia de la vida pri- el gobernante podía ejercer la disimuvada. Pero, ¿qué pasa si la mujer es la lación y el secreto en virtud de su funcandidata por un partido a la presiden- ción como gobernante, hoy justamente
cia de su país y el marido es el presidente es esa función que exige transparencia
del mismo partido? No se trata de una casi total en su ejercicio.
Estos ejemplos nos muestran que,
situación hipotética, esto sucedió en
Francia con el matrimonio Frarn;ois en ciertos casos, la frontera se antoja
Hollande-Ségolene Royal durante las problemática e indeterminada. Debido
elecciones de 2007. ¿Hasta qué punto a la movilidad de esta frontera, Garzón
los problemas personales de la pareja Valdés parece que prefiere distinguir
son en este caso del orden público o entre la noción flexible de lo privado,
del privado? Todo indica que la fronte- sujeta a evaluación en cada caso, y el
ra entre lo público y lo privado es más concepto rígido y restringido de lo íntenue, entre mayor es la relevancia pú- timo. 53 Por su parte, para dar cuenta
blica de la persona. Es evidente que el de esta diferencia de criterios, la teoestado de salud de un funcionario de bajo ría moral sugiere que los deberes puerango no tiene el mismo grado de rele- den variar según el rol social. Pero se
ACTUALMENTE, ES NOTORIO QUE EL ªMURO DE LA
VIDA PRIVADA" -como la calificara con-
41
Monil J tnn1,.renc1..
Fundllmento e
lmpllcmdon• morales
de 11 t111M1>9Nlldl
CAPÍTULO
XI
EN LAS ÚLTIMAS
DÉCADAS, CIERTOS
MOVIMIENTOS
FEMINISTAS Y
ALGUNOS
INSTRUMENTOS
INTERNACIONALES
CONTRA DE LA
VIOLENCIA HACIA LA
MUJER, PROPUGNARON POR IDENTIFICAR
LO PERSONAL CON
LO POLÍTICO.
antoja difícil o poco aceptable la idea
de que la noción pueda ser tan flexible
como para abolir totalmente la esfera
de la privacidad, ni siquiera en el caso de
la persona que ejerza la función de presidente de la República.
En las últimas décadas, ciertos
movimientos feministas y algunos instrumentos internacionales contra de
la violencia hacia la mujer, propugnaron por identificar lo personal con lo
político ("the personal is politicar).
Se trataba de abrir el ámbito de la familia a lo público y convertir la esfera
privada en un campo más del debate
público y la defensa de ciertos derechos fundamentales. Pero esta tesis
fue puesta a prueba por el caso Mónica
Lewinsky y el hecho de que las probables mentiras del presidente de los Estados Unidos, William J. Clinton, sobre
su vida sexual, lo pusieran en riesgo
de ser destituido. El punto significativo
reside en que el hecho que el caso Clinton/Lewinsky mostraba que sacrificar
lo privado Oa vida íntima de Clinton)
en aras de lo público, puede conllevar
el sacrificio del sentido de lo público.
La confusión de los dos ámbitos termina, entonces, en la disolución caótica
de ambos y se termina perdiendo por
los dos lados. Como lo sugiere el filósofo del derecho, Ronald Dworkin, al
contrario de lo que pretendían quienes
pregonaban "sermones hipócritas" (la
expresión es de Dworkin), en realidad,
la personalidad moral de Clinton era
irrelevante para una figura tan grave y
con tan enormes consecuencias, como
es el caso constitucional de destitución.54 Algunas feministas no tardaron
en admitir que el caso Clinton obliga
a revaluar la importancia de la esfera
privada55 y a apuntalar la necesidad
de evitar distractores que deforman la
agenda del debate público, al extraer
de ella los temas públicos realmente
relevantes.
42
TRANSPARENCIA, CONFIANZA
Y CAPITAL SOCIAL
embargo, con el tiempo, se volvió claro
que era necesario salir de esta visión
en los últimos años entre transparencia demasiado instrumental o economicisy confianza. A partir de las propuestas ta de la sociedad, restringida hasta eny estudios de diferentes organizaciones tonces al estudio del horno oecononicus,
(Banco mundial, OCDE, BID...) y en Mé- y ampliar el campo de estudios sobre el
xico, al menos desde la primera publi- desarrollo a fenómenos de tipo cultural,
cación de Cuadernos de Transparencia, sociológico e incluso moral, como lo es la
se ha defendido que la publicidad y la confianza.58
El enfoque quizás más interesantransparencia son valores esenciales
para la administración pública, puesto te para nuestro propósito es el Robert
que permiten generar una mayor con- Putman. Para Putman, el capital social
fianza en las instituciones públicas. 56 estriba en "las características de la orPero ¿cuál es la importancia de este vín- ganización social, tal y como lo son las
culo entre transparencia y confianza? redes, las normas y la confianza, que
¿Por qué importa la confianza? Como facilitan la coordinación y la coopelo ha observado el polémico intelec- ración para un beneficio mutuon. 59 Si la
tual Francis Fukuyama, 57 uno de los ele- confianza tiene efectos positivos, si promentos que favorecen el capital social duce un beneficio mutuo, su ausencia
es la confianza. Para entender; a su vez, produce consecuencias negativas, por
la razón por la cual la noción de ca- ejemplo, cuando los individuos de una
pital social supone un nuevo enfoque, determinada sociedad son incapaces
es necesario recordar que, por mucho de establecer relaciones de confianza
tiempo, en las ciencias sociales se pri- más allá del círculo restringido de la
vilegiaron las explicaciones de tipo familia. En efecto, diferentes estudios
económico y tecnológico para enten- han constatado que la ausencia de vínder el desarrollo de las sociedades. Sin culos de confianza en los ghetos ameALGO QUE NO PODEMOS IGNORAR EN EL PRESENTE TRABAJO, es la relación muy comentada
43
LA PUBLICIDAD Y LA
TRANSPARENCIA SON
VALORES ESENCIALES
PARA LA
ADMINISTRACIÓN
PÚBLICA, PUESTO QUE
PERMITEN GENERAR
UNA MAYOR
CONFIANZA EN LAS
INSTITUCIONES
PÚBLICAS.
de confianza. Se trata, justamente, de
no concebir la representación política como el resultado de un contrato o
como un mero nexo de fidelidad a una
promesa. La confianza es, así, el principio de legitimación política sujeto a
constante evaluación y sancionable
con la revocación. De acuerdo con Locke, puesto que los gobernantes deben
su puesto a la confianza que los gobernados han depositado en ellos y, por lo
mismo, dependen de que esa confianza
siga vigente, es de su interés honrarla
e, incluso, está en sus manos incrementarla.
En la literatura contemporánea,
generar confianza se ha convertido en
uno de los objetivos principales de la
democracia y se espera que, gracias a
ella, su acción sea más eficaz. La literatura especializada concuerda en que,
si bien en la sociedad tradicional se interactúa con un número relativamente
limitado de personas, y se conoce a todas
las personas, es en la sociedades modernas, sociedades de masas y complejas,
donde es más necesaria la confianza
impersonal y generalizable a un gran
número de personas (a los desconocidos con quienes nos topamos en la
vida diaria, en el ascensor, en el metro,
a quienes compramos e intercambiamos servicios... ).61 Visto así, la necesidad de una confianza compartida hace
que quizás no sea un accidente que, el
lema que ostenta el dólar, sugiera una
ricanos o en las sociedades del sur de
Italia, ayuda a explicar su permanente
retraso y pobreza. Además, este tipo de
estudios también permiten entender mejor los sustratos de la práctica política
y de la democracia. Putnam, como politólogo, se apoya también en los trabajos
de Edward Banfield, quien defiende que
existen valores compartidos que llevan
a todos los individuos pertenecientes
a una misma cultura, a manifestar, ante
una situación dada, las mismas reacciones y los mismos comportamientos.
Por ejemplo, cuando sucede algo que
se considera atentatorio de valores
fundamentales, "escandaloso", todos
"saben" que todos saldrán a la calle a
protestar, sin que haya necesidad de
coordinar explícitamente las acciones
de protesta. Visto así, la confianza no
se refiere a una disposición psicológica compartida entre varios individuos,
sino a un valor ético que constituye un
bien social.
¿No es esto en todo, semejante a la
amistad política de Aristóteles, a la que
nos referimos al inicio? 60 Es de notar
que el tema tampoco es inédito en la
época moderna, donde aparece de nuevo como una crítica a la teoría política
del contrato social y su concepto derivado de representación política. Así,
no mucho tiempo después que Hobbes
elaborara su teoría del contrato, Locke
sostiene que la relación entre el pueblo
y el gobierno implica un cierto grado
44
explica la confianza como un hecho
social que trasciende a los individuos,
bajo el supuesto de que ella tiene su
origen en la tradición histórica y en
valores interiorizados. A pesar de su
atractivo, este tipo de explicación es
sumamente problemática. En primer
lugar, porque los estudios empíricos e
históricos suelen demostrar que no existe una relación tan directa ni tan estrecha como se pretende, entre un tipo
de "cultura" (entendida como un todo
monolítico, si acaso existe) y la forma
específica de una sociedad dada. Las
sociedades, sobre todo en la época moderna, suelen ser mucho más complejas e híbridas de lo que se pretende en
este tipo de estudios.
Otro defecto del enfoque "culturista" es su tendencia al determinismo. Las sociedades y las culturas son
entendidas como patrones impuestos
de conducta, que los individuos no pueden
sino reproducir generación tras generación. De ninguna forma está escrito en
las estrellas que, una tradición autoritaria del poder, deba ser el destino insuperable de una nación. En realidad,
a diferencia de las inclinaciones antropológicas, lo propio de los valores
culturales es su naturaleza histórica. A
pesar de lo que generalmente se suele
defender -a saber, la existencia de valores culturales inmemoriales y eternos, o de una suerte de gen cultural
que se trasmite de generación en gene-
sociedad vinculada por una forma de
confianza mutua(« In God we trust»).
También es de recordar que ya la teoría del contrato de Hobbes, pretende
crear un marco de confianza al reducir
la incertidumbre, ya que su justificación última es la de obligar al Estado
a asegurarnos que no moriremos por
muerte violenta. Se puede afirmar que,
lo que caracteriza el Estado de derecho
a este respecto, es su capacidad para
institucionalizar cada vez mayores grados de confianza social. Ahora bien,
¿qué es la confianza y cómo se genera?
¿Refiere a valores idiosincráticos que
difícilmente se pueden transplantar
a otras sociedades, o se pueden construir en sociedades con un bajo nivel
de confianza compartida? Philip Petit
subraya de la importancia dar una respuesta a estas preguntas:
Es importante tener en claro las
razones, en particular las buenas
razones, por las cuales las personas invierten confianza las unas
respecto de las otras... Si no tenemos claridad respecto a las buenas razones, corremos el riesgo de
concebir instituciones que reducen la confianza o, peor aún, que
la eliminan.62
A este respecto, es de observar que los
estudios sobre el tema tienden a caer
en un enfoque de tipo "culturista", que
45
ración- , los valores de una sociedad
se transforman. Como lo muestra una
ya larga experiencia internacional, es
posible crear una cultura de la legalidad democrática, incluso si se tiene,
como punto de partida, una sociedad
tradicional y autoritaria.
Si entendemos ahora la confianza, ya no como un sentimiento o valor cultural dado, sino como una forma de relación, la confianza se revela
como una relación compleja: se puede
confiar en X respecto en unos temas y
en otros no. Además, la confianza es un
asunto de grados: se puede confiar en B,
pero tener más confianza en A que en
B. Dicho de otra forma, la confianza es
una categoría moral, pero también cognitiva. Como señala R. Hardin, 63 confiar
significa que uno conoce o cree conocer
cosas relevantes acerca de la persona
en quien se confía. Pero no se trata
de un conocimiento total (por lo demás imposible), pues ya no se requeríría la confianza. Un Estado totalitario
lA CONFIANZA ES UNA orweliano, que sabe todo de los ciudaRElACIÓN SITUADA
danos, no necesita otorgarles ninguna
ENTRE DOS EXTREMOS, confianza, ya que sabe perfectamente
cómo van actuar los individuos. A su vez,
A SABER: ENTRE lA
la ignorancia total no justifica la confianIGNORANCIA TOTAL Y
za. Como se puede constatar, la confianza
lA TRANSPARENCIA
es una relación situada entre dos extreTOTAL. SÓLO BAJO
mos, a saber: entre la ignorancia total y
CIERTO GRADO DE
la transparencia total. Sólo bajo cierto
INCERTIDUMBRE
grado de incertidumbre tiene sentido.
TIENE SENTIDO.
Otorgar plena e irrestricta confianza, es
ignorar su naturaleza evaluativa. Puesto que se sitúa entre el conocimiento
total y el desconocimiento, siempre se
oscila entre diferentes grados de ignorancia y de confianza.
11.1 ¿ES MAlAlADESCONFIANZA?
La literatura en la materia se ha centrado, fundamentalmente, en torno a
la confianza, por lo que podría pensarse que la desconfianza es una actitud
negativa. En realidad, el pensamiento
político liberal, que constituye una de
las matrices del pensamiento político
moderno, surgió en buena medida como
una tradición intelectual que desconfía
del gobierno y del Poder. Recordemos
que la tradición liberal es una reacción
en contra del absolutismo de Estado
y de la noción de Razón de Estado que,
en nombre de la comunidad política, se
había erigido, en realidad, como una esfera de intereses independiente y distinta a la de los individuos que componen
ese mismo Estado. Como efecto de este
trasfondo histórico, la tradición del pensamiento liberal se ha nutrido de la idea
de que, por inclinaciones de origen antropológico, cualquier ser humano que
detente poder va a tender, al igual que
Giges, a abusar de él. Por su naturaleza,
el poder corrompe. No es extraño que algunos autores (Hume, Madison...) defiendan como deseable un cierto grado de
desconfianza ante el poder político. Las
46
nades no pueden consistir en valores
compartidos, como lo es la confianza,
entonces es necesario crear instrumentos de control, de obligación y, por lo
tanto, sanciones que hagan que los gobernantes tengan interés en hacer de las
instituciones públicas entidades fiables
y dignas de confiar.
A nuestro parecer, esto sólo quiere
decir que la confianza no es un dato social preexistente, sino que ella debe ser
generada a través del filtro de la desconfianza. Es decir, si ella se crea a través de
un proceso, bajo un contexto de pesos y
contrapesos, bajo la vigilancia no sólo
por parte de los ciudadanos sino también entre los diferentes poderes, por
medio de la transparencia y la rendición
de cuentas, se trata solamente de admitir
que ella no es un dato natural, sino una
construcción social. Si bien será siempre
el resultado de una acción evaluativa,
de un proceso dinámico y condicional,
cuando se logre conseguir se tratará entonces de una confianza justificada. Si
el derecho de acceso a la información
pública y las políticas de transparencia
produjeron en un primer momento mayor confianza en los gobiernos y, luego,
una menor confianza, como sucedió en
Canadá y en los Estados Unidos, 64 no se
trata de un efecto necesariamente negativo, simplemente del efecto de un criterio más exigente de confianza.
democracias son en buena medida sociedades de desconfianza. No olvidemos,
por ejemplo, que el mismo constitucionalismo contemporáneo es, en buena medida, una reacción de desconfianza que
busca limitar el poder del Estado luego
de sus excesos dramáticos, sobre todo
(aunque no solamente) durante la primera parte del siglo XX.
Bajo esta óptica y siguiendo los
trabajos de Hardin, se pueden distinguir
dos tipos de confianza pero, también, de
desconfianza respecto a una persona o
institución. Por un lado, confianza en los
demás ciudadanos, en parte como efecto de las instituciones gubernamentales.
Por otro, confianza en el propio gobierno o administración. El mismo Hardin
insiste en el hecho de que, al pensar en el
término confianza lo concebimos, en general, como si se refiriera siempre a personas. En realidad, no es lo mismo confiar
en una persona a confiar en una institución, como pueden ser un gobierno o
la administración pública. En lo que se
refiere a este último caso, que es el que
nos interesa aquí -sin olvidar que la
confianza en una institución se difunde
paulatinamente a otras instituciones y,
luego, a la sociedad en su conjunto; es
decir, la confianza o la desconfianza en
el gobierno termina por tener, a medio y
a largo plazo, efectos benéficos o corrosivos, según el caso, en otros sectores de
la sociedad-, si Hardin tiene razón y las
relaciones entre gobernantes y gober-
47
Mo111l 1 tr.n1,.renc1..
Fundlmento 1
lmpllaclon• _ . ,..
de 11 t1111t1p.1renda
CONCLUSIONES
DE LO ANTERIOR, podemos llegar a dos
favorecida por el derecho de acceso a
la información pública y por las políticas de transparencia, tienen importancia en el ámbito político, sólo es
posible si se acepta que lo público y lo
privado, antes que oponerse o negarse
mutuamente, se complementan. Dicho
en otra forma, el principio de publicidad
es la manera como el mundo moderno pretende conciliar la política con la
moral sin caer en el moralismo.
conclusiones generales. En primer lugar
podemos constatar que, las relativamente recientes políticas de transparencia y
el derecho de acceso a la información
pública, ponen de nuevo bajo la luz la
relación (tensa y compleja) entre la
política y la moral. Relación que, debído al enfoque positivista que por mucho
tiempo influyó en las ciencias sociales,
ha permanecido constante e injustamente ignorada. En segundo lugar;
podemos concluir que no se debe, de
ninguna manera, caer en el moralismo
que consiste en la invasión ilegítima,
por parte del Estado, de la esfera privada y, mucho menos, en la transgresión
de la esfera íntima de los individuos.
Al contrario, el desafio que debemos
afrontar es el de vincular la esfera pública y la privada -sin confundirlas y
mucho menos abolir la frontera que
las divide-. Que fenómenos morales,
como la amistad considerada por el
pensamiento clásico, o su versión moderna, la confianza, en la que insiste el
pensamiento contemporáneo y que es
48
49
Mor.1 J t111nsp11rencbl.
Funcl•mento e
lmplaci- mo111...
de I• tnin1119rt1ncl•
Amistad política. Se funda en la convicción de que la sociedad política requiere algo más que el simple
respeto de la ley. Es decir, necesita valores y sentimientos compartidos, de manera que los ciudadanos
se comprometan con un proyecto común y que se sientan especialmente vinculados con las demás
personas que participan en dicho proyecto.
Arcana imperü. Secretos del poder fundados en el ejercicio de la Razón de Estado.
Capital aocial. Según Putnam, estriba en "las características de la organización social, tal y como lo son
las redes, las normas y la con.fianza, que facilitan la coordinación y la cooperación para un beneficio
mutuo"."
ConJi.anza. Relación moral y cognitiva entre individuos e instituciones, que supone valores y orientaciones implícita o explícitamente compartidos. Entre mayor es la confianza, más fácil es la cooperación
social y mayor el capital social de una determinada sociedad.
Corrupción. Violación disimulada de las normas de una institución, con el fin de beneficiar a un individuo o grupo.
Democracia. Victoria Camps afuma que, "más que autogobiemo, que es una forma obsoleta e irreal de
definir la democracia, ésta debería definirse como la 'transparencia de lo público'".'"
Derechos fundamentales. Instrumentos de protección de los bienes básicos de la persona, que protegen aquellos bienes considerados como necesarios a la constitución del individuo, para que pueda
actuar y responsabilizarse como agente moral.
Lo público. Por una parte, lo público se define por oposición a lo que es secreto. La democracia es, en
este sentido, como lo señala Bobbio, "el gobierno del poder público en público"."La publicidad de lo público se acompaña, naturalmente, de la voluntad de eliminar todo poder invisible u oculto. Pero en un
segundo lugar, lo público es lo que nos es común, aquello que nos afecta o nos concierne a todos. Esto,
por oposición a lo que es privado o íntimo y que nos concierne en cada caso sólo a cada uno de nosotros.
Moralista&. De acuerdo con Gutmann, 68 las concepciones que bajo el propósito de formar el carácter o
la virtud, restringen opciones y. a fin de cuentas, rechazan la libertad de elección que poseen los individuos. Es decir, el derecho que posee todo individuo para actuar por sí mismo y adoptar, por sí mismo,
sus propios :fines. Desde el punto de vista de la tradición liberal. El moralismo empieza en donde acaba
la neutralidad moral que debe tener el Estado en una sociedad democrática.
50
51
Principio de publicidad. Principio que pretende dar una solución al divorcio entre moral y política, y
ofrecer una articulación de los dos ámbitos de libertad. El filósofo alemán Emmanuel Kant lo enuncia
de la siguiente manera: "Todas las acciones relativas al derecho de otros hombres, cuya máxima sea
incompatible con la publicidad, son injustas•...
Razón de Estado. Imperativo de transgredir el derecho, en nombre del interés público. La razón de
Estado posee tres características distintivas: En principio, se funda en la idea de una necesidad política
mayor. Su segunda caracterlstica es aquella de la justificación de los medios en vistas a un fin superior.
Finalmente, la exigencia de secreto.
52
53
Mo111l 1tnn11'91WKIL
Fund1m11nto 11
lmpllClldDftlll lllOFllllll
dtl 11 t111nsp11nnda
1 Recuérdese, sea dicho de paso, que si bien desde Hegel se suele hacer una distinción técnica entre
ética y moral, la segunda no es otra cosa sino la traducción latina de la primera, que nos viene
del griego.
2 Ver exposición de motivos, Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gu·
bernamental, Presidencia de la República. Respecto al vínculo entre derechos y moral, también
podemos afumar, esta vez con el filósofo alemán Jürgen Habermas, que estos dos ámbitos son dos
formas complementarias de la autononúa; dos expresiones necesarias de la misma capacidad
que tenemos nosotros como individuos para otorgamos nuestras propias normas y actuar como
sujetos morales.
3 Camps, Victoria, El malestar en la vida pública. Hojas Nuevas, Grijalbo, Barcelona, p. 180
4 Reyes Heroles, Federico, Corrupción: de los ángeles a los índices. cuadernos de transparencia 01,
IFAJ, México, 2007.
5 Aristóteles, La Política. Austral, México, Libro III, Cap. V. p. 90.
6 Aristóteles, El arte de la retórica. Eudeba, Argentina, 2005, p.167
7 Tu.yloz; Charles, "Por qué la democracia necesita patriotismo" en Nussbaum, Martha, Los límites
del patriotismo. Paidós, España, 1999, p. 146.
8 Rawls, John,
~ria
de la Justicia. FCE, México, 2002, p. 513.
9 Colas, Dominique, Le Glaive et le Fléau, Généalogie du fanatisme et de la société dvile. Grasset,
París, 1992, p. 35.
10 ICoselleck, Reinhart, Le regne de la critique. Seuil, París, 1979, p. 30.
11 Kant, Vera la paix perpétuelle. GF· Flammarion, París, 1991, p. 105.
12 Gutrnann, Amy. La educación democrática: una teoría política de la educación. Paidós, Barcelona,
2001,p.77.
13 Maquiavelo, El Príncipe. Capítulo XVIII, De qué modo los príncipes deben cumplir sus promesas.
54
55
14 Georg Simmel observa que lo contrario a la comunidad étnica, cuyos miembros poseen rasgos
exteriores de pertenencia a su grupo claramenl!! vislllles, es la sociedad secreta. A diferencia de
la primera, esta última se crea artiñcialmenl!! justo en tomo a un secreto (que quizás es falso o
inexistente), es decir en torno a una pura abstracción. Sirnmel, Georg. The Sociology of 5ecrecy
and ofSecret Sodedes. El texto se puede consultar en la siguiente página electrónica: http://www.
brocku.ca/MeadProject/Simmel/Simmel_1906.html
15 Senellart, Michel, Machiavélisme et raison d'Etat. Paris, PUF, Paris, 1989.
16 }ean-Pierre Chrétien-Goni, "lnstitutio arcanae -Théorie de l'institution du secret et fondement de
la politique· en Christian Lazzeri l!r Dominique Reynié (sous la dir:), Le pouvcir de la raison d'ttat
Presses Universitaires de France, 1992, p. 152.
24 se puede intentar ser benevolente con Maquiavelo y aceptar que su doctrina no es otra cosa sino
una versión del utilitarismo. Es decil; de la posición de alguien dispuesto a aceptar ciertos "pequeños" arreglos o males, en aras de las supuestas grandes bondades de las consecuencias finales de
la acción del gobernante.
25 Kant, La paz perpetua. Calpe, Madrid, 1795, pp. 77-78.
26 Gutmann y Thompson, Gutmann, Amy y Thompson, Dennis, Demoeracy and Disagreement, Why
moral conflict cannot be avoided in politics, and what should be done about it. The Belknap Press
of Harvard University Press, Londres, Inglaterra, 1996, p. 98.
27 Platón, "Gorgias o de la Retórica" en Diálogos, p. 31.
17 Zarlca, Yves Charles, "Raison d 'ttat" en Raynaud, Philippe y Rials, Stéphane (editores), Dicdonnaire
de philosophie politique. Presses Universitaires de France, París, 1996, p. 532.
28 Castoriadis, Comelius, "La "polis" grecque et la création de la démocratie" en Cast.oriadis, Domaines de l'homme. Senil, Parls, 1977, p. 353.
18 Kelsen, Hans, "Formas de Estado y visión del mundo" en Correas, Osear (compilador), El otro Kelsen. Ediciones Coyoacán, México, 2003, p. 253.
29 Vemant, ]ean-Pierre, Les origines de la pensée grecque. PU1; Paris, 1962.
30 Discurso de Protágoras en "Protágoras o de la sofistica·, en Platón,
19 Por las características de su obra, Hobbea puede ser considerado, tanto el pensador del absolutis-
mo (e incluso, quizás, si se piensa en su influencia sobre Carl Schmitt, del totalitarismo) como el
precursor del hlleralismo moderno. Respecto a este último punto, ver Strauss, Leo, La philosophie
politique de Hobbes. Belin, Parls, 1991.
20 Hobbes citado por Gara6n Valdés, Ernesto, ~cerca de Jos conceptos de publicidad, opinión pública,
opinión de la mayoría y sus relaciones reciprocas•, Doxa-14, Biblioteca virtual Miguel de Cervantes,
1993, p.7Z http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/mcp/01360629872570728587891/
index.htm
Diálogos. "sepan cuantos ... ••
N.13, México, 1998, pp. 115-116.
31 El punto es seiialado por Corina Yturbe. VerYturbe, Corina, Pensar la democracia: Norberto Bobbio. UNAM-lnstituto de Investigaciones Filosóficas, México, 2002, p. 128.
32 Dumont, Louis, Essais sur I'individualisme. seuil, París, 1983.
33 Por ejemplo, como lo defiende Vemant, en lo que concierne a la Antigua Grecia, aunque es claro
que el pensamiento filosófico griego no Je otorga un valor primordial a la esfera privada. Ver Vernant, ]ean-Pierre, L'individu, la mort, I'amou.z; Gallimard. Paris,1989.
21 Montesquieu, De l'esprít des lois. t.1, V.14, Flamarion, París, 1979, p. 184.
34 Vernant, Jean-Pierre, L'individu... Op. Cit . p. 215.
22 Williarns, Bemard, Op. Cit. p . 249.
35 Vemant, }ean-Pierre, Ibfd., p. 225.
23 Catnille Desmoulins, Le Vieux Cordeliet; N. Z Citado por Warusfel, Bertrand, Les secll!ts protégés
par la lai, litnites la transparence, Revuegénénle nucléaire. N. 1, enero-febrero, 2003, p. 63.
a
56
36 Ver Arres, Philippe y Duby. Georgea. Histoire de la vie privée. De Ja Révolution ~ Ja Grande Guerre, Seuil. Parls, 1999. Otra prueba de esta evolución la ofrece la historia de la pintura, como
57
lo describe bien Tzvetan 1brov cuando nos narra una visita al Louvre: " ... de pronto, en lugar de
las grandes pinturas que representan personajes históricos, mitológicos o religiosos, aparecen
imágenes de madres despulgando un niño, de sastres inclinados en su tarea, de jóvenes mujeres
que leen cartas o que tocan el clavecín. No puede haber duda: estamos en las salas de la pintura
holandesa del siglo XVII, una pintura de la vida cotidiana, también llamada 'pintura de género'".
Tdorov, Tzvetan, tloge du quotidien, Essai sur la peinture hollandaise du XVII siecle. Seuil, París,
1997, p. 9. A este respecto, también se puede consultar el amplio trabajo de Charles Ta.ylor sobre el
tema: Fuentes del yo. Paid6s, Buenos Aires, 1996.
37 Louis Brandeis & Samuel Warren "1'he Right to Privacy,• 4 Harvard Law Review. 193-220 (1890-91),
se puede consultar en el siguiente sitio electrónico: http://www.lawrence.edu/fast/boardmaw/
Privacy_brancLwarr2.html
48 Márai se refiere a la Unión Soviética. Ver Márai, Sándor, Mémoires d'Hongríe. Albin Michel, París,
2006, p. 256.
49 Nietzsche, E, La gaya ciencia. Editores Unidos Mexicanos, México, 1994, p. 20.
50 Williams, Bernard, lbíd., p. 252.
51 En algunos casos se procuran medios de supervisión y de control, por ejemplo, que haya alguien,
aparte del gobierno, que pueda estar al tanto del secreto, por ejemplo, una comisión de diputados.
Williams, Bemard, Vérité et véracité, Essaí de généalogie. Gallimard, París, 2006, p. 246.
52 Gutmann, Amy, l'hompson, Dennos, Op. Cit., 96.
38 El punto es señalado por Corina Yturbe en Yturbe, Corina, Op. Cit. p. 130.
53 Ver Garzón, Valdés, E., Lo íntimo, lo privado y lo público, Op. Cit.
39 Yturbe, Corina, lbfd. p. 129.
54 Dworkin, Ronald, "Philosophy and Monica Lewinsky", The New l'órk Review ofBooks, Vol. 47, n. 4,
Estados Unidos, marzo 2000.
40 Holmes, Stephen, , Benjamín Constant et la genese du libéralisme moderne. PUF, París, 1994, p. 64.
41 Rosanvallon, Pierre, Le moment Guízot. Gallimard, París, 1985, p. 6Z
42 Holmes, Stephen, Op. Cit., p. 333.
43 Bobbio, N., El futuro de la democracia. FCE, 1986, p. 65. Respecto a esta discusión sobre publicidad
y secreto en Bobbio, ver también Yturbe, Corina, Op. Cit.
44 Gutmann, Amy, l'hompson, Dennis, Op. Cit.
45 Garzón, valdés, E., Lo íntimo, lo privado y lo público, Cuadernos de transparencia 06, IFAI, México,
junio de 200Z Tuxto public:ado previamente en la Revista Claves de Razón Práctica, número 137,
Madrid, España, noviembre 2003.
46 De Stael (Madame), Díx années d'exíl. UGE, París, 1966, p. 213.
47 Perelman, Cha.lm, Ethique et Droit. Editions de l'université de Bruxelles, Bélgica, 1992, p. 392.
58
55 Williams, Juliet, "l'he Personal is Political, l'hinking trought the Clinton/Lewinsky/Starr Affair",
Political SCience and Polítics, Vol. 34, No. 1, Washington, Estados Unidos, 2001.
56 "Aumentar la Confianza del Público, Medidas de ~tica en los países de la OCDE", Nota de Políticas públicas, N. 7, OCDE, septiembre 2000. Thmbién ver el caso del Reino Unido: Robert, Alasdair,
"Govemmental adaptation to transparency rules" en Hood, Christopher Hood y Helad, David,
'Il'ansparenc~ the key to better governance. Oxford University Press, Gran Bretaña, 2006. La idea
de que la transparencia facilita la cooperación, es defendida también desde el punto de vista
del pensamiento político contemporáneo, como lo hacen Gutmann y 'Ihompson. Ver, Gutmann y
l'hompson, Op. Cit., p. 100.
57 Fukuyama La gran ruptura. Punto de Lectura, Madrid, 2001.
58 En efecto, actualizando un tema que ya había sido tratado por uno de los padres de la sociología,
Georg Simmel, y posteriormente por autores de la talla de Niklas Luhmann, diferentes acepciones
del término de capital social fueron introducidas en los Estados Unidos y en Francia entre los
años 70 y 80 por James Colman, Robert Putman y Pierre Bourdieu. Més recientemente por Francis
Fukuyama también.
59
59 Putnam, Robert, "Bowling alone: America's declining social capital", foumal of democracy, Vol. 6,
n.1, 1995, p. 6Z
60 Evidentemente, la exigencia de valores se dirige, más que a los simples ciudadanos, a los funcionarios. Esta idea no se limita a una discusión entre los teóricos de la política, sino también se puede
observar en los lineamientos propuestos por instituciones como la OCDE. Por ejemplo, en las
políticas de transparencia, de acuerdo con lo sugerido por la OCDE, suponen que los funcionarios
no se deben limitar a actuar conforme a la letra de la ley; también se invita a que adopten valores
públicos como desinterés, imparcialidad e integridad. Ver OCDE, Recommendation ofthe Council
on Guidelines for Managing Conflict ofinterest in the Public Service, junio de 2003.
http://www.oecd.orr)dataoecd/13/22/2957360.pdf
61 Como lo han observado algunos de los sociólogos de mayor importancia, desde Georg Simmel a
Anthony Giddens.
62 Petit, P. "The cunning of trusth•en Philosophy and Public Affaires, N. 24, Blackwell, Princeton, 1995,
pp. 202-225.
63 Hardin, R., Do we trust in govennen t, p. 24.
64 Robert, Alasdair, "Governmental adaptation to transparency rules• en Hood, Christopher Hood y
Helad, David, Ttansparency, the ley to better govemance. Oxford University Press. Gran Bretaña,
2006, p. 119.
65 Putnam, Robert, "Bowling alone: America's declining social capital", J-Ournal of democracy, Vol. 6,
N.1, 1995, p. 6Z
66 Camps, Victoria, El malestar en la vida pública. Hojas Nuevas, Grijalbo, Barcelona, p.180
67 Bobbio, N., El futuro de Ja democracia. FCE, 1986, p. 65. Respecto a esta discusión sobre Publicidad
y Secreto en Bobbio, ver también Yturbe, Corina, Op. Cit.
68 Gutmann, Amy, La educación democrática: una teoiia politica de la educación. Paidós, Barcelona,
2001,p. 7Z
69 Kant, La paz pezpetua. Calpe, Madrid, V95, pp. 77-78.
60
61
Mo19l J tnm,.rencl•.
Funum1nto1
lmpllcadonn manills
d1 bl tnin1pu1ncbi
• Garzón Valdés, Ernesto,"Algo más acerca del 'coto vedado'", Doxa 6, Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes, Alicante, 2001.
• Giddens, Anthony, Consecuencias de la Modernidad. Sección llI y rv; Alianza Universidad, Madrid,
1994.
• Platón, La República. Libro III. Diálogos, Biblioteca Clásica, Gredas, Madrid, 1986.
• Sinunel, Georg, "El secreto y la sociedad secreta" en Georg Simmel, Sociología. Estudios sobre las
fonnas de socialización. Vol. 1,. 1-424, Madrid, Biblioteca de la Revista de Occidente, 1977, 357-424.
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63
Moral y transparencia,
se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2015 en los talleres gráficos de
Impresora y Encuadernadora Progreso, S.A. de C.V.
Tiraje: 6,200 ejemplares
Edición a cargo de:
Dirección General de Promoción y Vinculación con la Sociedad.
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