Carbono Azul. Evaluación de una respuesta rápida

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Este informe es el resultado de la colaboración interinstitucional entre el PNUMA, la FAO y la COI de la UNESCO,
con la contribución especial por invitación del Dr. Carlos M. Duarte del Instituto Mediterráneo de Estudios
Avanzados de España.
Nellemann, C., Corcoran, E., Duarte, C. M., Valdés, L., De Young, C., Fonseca, L., Grimsditch, G. (Eds). 2009.
Carbono Azul. Evaluación de una respuesta rápida. Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente,
GRID-Arendal, www.grida.no
ISBN: 978-82-7701-060-1
Impreso por Birkeland Trykkeri AS, Noruega
Descargo de responsabilidad
El contenido de este informe no representa necesariamente la opinión del PNUMA ni de las organizaciones
contribuyentes. Las designaciones empleadas y la presentación del material en esta publicación no implican la
expresión de una opinión por parte del PNUMA en relación con la condición jurídica de cualquier país, territorio,
ciudad o zona, o de sus autoridades, o en relación con la demarcación de sus fronteras o límites.
El PNUMA promueve las prácticas ambientalmente racionales en todo el mundo y en sus propias
actividades. Este informe está impreso íntegramente en papel reciclado, utilizando tintas vegetales y
otras técnicas no perjudiciales para el medio ambiente. Nuestra política de distribución apunta a reducir
la contribución del PNUMA a las emisiones de carbono en el medio ambiente.
CARBONO AZUL
EL PAPEL DE LOS OCÉANOS SALUDABLES EN LA FIJACIÓN DE
CARBONO
EVALUACIÓN DE UNA RESPUESTA RÁPIDA
Christian Nellemann (Redactor Jefe)
Emily Corcoran
Carlos M. Duarte
Luis Valdés
Cassandra De Young
Luciano Fonseca
Gabriel Grimsditch
PREFACIO
Los ecosistemas costeros más esenciales que contribuyen a la lucha contra el cambio
climático están desapareciendo más rápidamente que los terrestres y podrían perderse
en pocos decenios.
Para que el mundo pueda abordar enérgicamente el cambio climático, deberían
evaluarse y señalarse a la atención de la comunidad internacional todas las
fuentes de emisiones y todas las opciones de reducirlas.
La quema de combustibles fósiles está generando niveles atmosféricos de lo que podría denominarse carbono “marrón” o
“negro” que, si no se detiene, podría llevar a un aumento de la temperatura que supere el límite de 2˚C. Es posible lograr
reducciones importantes acelerando las medidas de eficiencia energética e impulsando la generación de energía no
contaminante y las energías renovables, como la solar, la eólica o la geotérmica. En años recientes la ciencia ha
determinado otras fuentes de emisiones y otras oportunidades de acción. Por ejemplo, actualmente la deforestación
representa prácticamente el 20% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero.
Dentro de pocas semanas los gobiernos se reunirán en Copenhague con la idea de llegar urgentemente a un nuevo acuerdo
para el futuro (Seal the Deal). Ese conjunto de medidas debe incluir el carbono “verde”, es decir el carbono almacenado en
los bosques del mundo y sus suelos, especialmente en las zonas tropicales. Financiar una asociación para la reducción de
las emisiones debidas a la deforestación y la degradación forestal (REDD) puede desempeñar un papel importante para
mantener el carbono verde en el lugar adecuado y contribuir a los objetivos de desarrollo y empleo de los países en
desarrollo al dar valor económico a estos servicios fundamentales de los ecosistemas.
La ciencia también nos indica que debemos abordar urgentemente la cuestión del carbono “azul”. Se estima que
aproximadamente el 50% del carbono de la atmósfera que fijan o secuestran los sistemas naturales se procesa en los mares y
océanos, lo cual constituye otro ejemplo de la inventiva de la naturaleza respecto de la “captura y almacenamiento de carbono”.
No obstante, como ya sucedió con los bosques, estamos convirtiendo rápidamente el carbono azul en carbono marrón, vaciando
y dañando precisamente los ecosistemas marinos que absorben y almacenan los gases de efecto invernadero.
A su vez, esto acelerará el cambio climático, poniendo en situación de riesgo a las comunidades, en particular las costeras,
y otros bienes de importancia económica, como los arrecifes de coral, los sistemas de agua dulce y la diversidad biológica
marina, además de la infraestructura creada por el hombre, desde puertos hasta centrales eléctricas. Las inversiones
dirigidas a la gestión sostenible de los ecosistemas costeros y marinos, es decir la infraestructura natural, en combinación
con la rehabilitación y el restablecimiento de los ecosistemas dañados o degradados, podrían ser un muy buen negocio con
beneficios fuera extraordinarios.
En este informe, elaborado por algunos de los principales científicos del mundo y en colaboración con la Organización de
las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Comisión Oceanográfica Intergubernamental (COI)
de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), se señala que los
principales ecosistemas costeros que contribuyen a luchar contra el cambio climático representan menos que el 0,5% del
fondo del mar, aunque están desapareciendo más rápidamente que los terrestres y en un par de decenios podrían sufrir
pérdidas considerables. Estas zonas, que incluyen los manglares, las marismas y las zosteras marinas, causan la captura y
el almacenamiento de prácticamente el 70% del carbono almacenado permanentemente en el ámbito marino.
Si hemos de abordar el cambio climático y pasar a una economía verde y eficiente en función de los recursos, debemos
reconocer el papel y la contribución del carbono en sus distintos colores. El carbono azul, almacenado en los mares y
océanos, está surgiendo como otra opción prometedora de oportunidades y medidas, que puede ayudar a que tengamos un
futuro marrón brillante y no marrón oscuro y, en última instancia, negro.
Achim Steiner
Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas y Director Ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente
RESUMEN EJECUTIVO
El objetivo de este informe es poner de relieve el papel decisivo de los océanos y
los ecosistemas oceánicos para mantener nuestro clima y ayudar a los
encargados de la formulación de políticas a incorporar un programa sobre los
océanos en las iniciativas nacionales e internacionales de lucha contra el cambio
climático. Aunque actualmente las reducciones de las emisiones son el eje del
debate sobre el cambio climático, se ha pasado por alto el papel decisivo de los
océanos y los ecosistemas oceánicos.
En el mundo, más del 55% del carbono biológico (carbono verde) es capturado por organismos marinos, no en
tierra, y por lo tanto se denomina carbono azul. El aumento permanente de las emisiones de dióxido de carbono
(CO2) y otros gases de efecto invernadero contribuyen al cambio climático. Muchos países, incluidos los que están
viviendo un período de crecimiento rápido, están aumentando sus emisiones de carbono marrón y negro (por
ejemplo CO2 y hollín) como resultado del rápido desarrollo económico. Además del aumento de las emisiones, se
están degradando los ecosistemas naturales, reduciendo así su capacidad de absorber CO2. Esta pérdida de capacidad
representa de una a dos veces las emisiones anuales del sector mundial del transporte.
El aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero está produciendo efectos y cambios cada vez mayores
en las condiciones meteorológicas, la producción de alimentos, las vidas humanas y los medios de subsistencia. En
los próximos decenios, se verán comprometidos cada vez más el desarrollo social, económico y humano y la
seguridad alimentaria.
El mantenimiento o la mejora de la capacidad de los bosques y los océanos de absorber y almacenar CO2 son
aspectos fundamentales de la mitigación del cambio climático. La contribución de los bosques al secuestro del
carbono es bien conocida y recibe apoyo de los mecanismos financieros pertinentes. En cambio, se ha pasado por
alto el papel decisivo de los océanos. El objetivo de este informe es poner de relieve la contribución vital de los
océanos a reducir los niveles de CO2 en la atmósfera por medio del secuestro y también la reducción del ritmo de
degradación de los ecosistemas marinos y costeros. Además, el informe analiza las opciones para elaborar una
estructura financiera destinada a gestionar la contribución de los océanos a la reducción de los niveles de CO2,
incluida la eficacia de un plan de reducción del CO2 basado en los océanos.
Los océanos desempeñan un papel importante en el ciclo mundial de carbono. No solo representan el mayor
sumidero de carbono a largo plazo, sino que también almacenan y redistribuyen el CO2. Aproximadamente el 93%
del CO2 del planeta (40 Tt) se almacena y procesa en los océanos.
Los hábitats oceánicos con cubierta vegetal, en particular los manglares, las marismas y las zosteras marinas, cubren
menos del 0,5% del fondo del mar. Constituyen los sumideros de carbono azul de la Tierra y almacenan más del
50%, quizá hasta el 71%, del total del carbono que hay en los sedimentos oceánicos. Constituyen solo el 0,05% de la
biomasa vegetal terrestre, pero almacenan una cantidad comparable de carbono por año, por lo cual figuran entre los
sumideros de carbono más intensos del planeta. Los sumideros de carbono azul y los estuarios capturan y almacenan
entre 235 y 450 Tg de C por año, el equivalente de casi la mitad de las emisiones de todo el sector mundial del
–1
transporte, que se estiman en 1.000 Tg C año . Si evitamos que se sigan perdiendo y degradando estos ecosistemas
y actuamos como catalizadores de su recuperación, podemos contribuir a compensar del 3% al 7% de las emisiones
–1
actuales de combustibles fósiles (7.200 Tg C año en total) en dos decenios, más de la mitad de lo proyectado
mediante la reducción de la deforestación de bosques pluviales. El efecto sería equivalente por lo menos al 10% de
las reducciones necesarias para mantener la concentración del CO2 en la atmósfera por debajo de 450 ppm. Por
consiguiente, los sumideros de carbono azul, si se gestionan correctamente, potencialmente pueden desempeñar un
papel importante en la mitigación del cambio climático.
El ritmo de la pérdida de estos ecosistemas marinos es mucho mayor que el de cualquier otro ecosistema del planeta,
en algunos casos es hasta cuatro veces superior al de los bosques pluviales. Actualmente, en promedio, se pierde
entre el 2% y el 7% de nuestros sumideros de carbono azul por año, un aumento de siete veces respecto de 50 años
antes. Si no se adoptan nuevas medidas para sostener estos ecosistemas vitales, la mayoría se perderá en los
próximos 20 años. Detener la degradación de los sumideros de carbono marinos de los océanos y restablecerlos, y
frenar la deforestación de los bosques tropicales en la tierra puede traer aparejada una mitigación de las emisiones de
hasta el 25%.
El sostenimiento de los sumideros de carbono azul será decisivo para las estrategias de adaptación basadas en los
ecosistemas que reduzcan la vulnerabilidad de las comunidades humanas costeras al cambio climático. Detener el
deterioro de los ecosistemas oceánicos y costeros también generaría ingresos económicos y mejoraría la seguridad
alimentaria y los medios de subsistencia en las zonas costeras. También suministraría importantes oportunidades
económicas y de desarrollo a comunidades costeras de todo el mundo, en particular los extremadamente vulnerables
pequeños Estados insulares en desarrollo.
Las aguas costeras constituyen solo el 7% de la superficie total del océano. No obstante, la productividad de los
ecosistemas, como los arrecifes de coral, y estos sumideros de carbono azul hace que esta pequeña superficie sea la
base de los principales bancos de pesca del mundo, que proveen aproximadamente el 50% de la pesca del mundo.
Brinda nutrición vital a cerca de 3.000 millones de personas, así como el 50% de la proteína animal y minerales a
400 millones de personas de los países menos adelantados del mundo.
Las zonas costeras, cuyos sumideros de carbono azul son fundamentales para la productividad, brindan una amplia
gama de beneficios a la sociedad humana, entre otros filtrado de agua, reducción de los efectos de la contaminación
costera, carga de nutrientes, sedimentación, protección de la costa contra la erosión y amortiguación de los efectos
de los fenómenos meteorológicos extremos. Se ha estimado el valor de los servicios de los ecosistemas costeros en
más de 25 billones de dólares de los EE.UU. anuales, lo que los coloca entre los ecosistemas económicamente más
valiosos. Gran parte de la degradación de estos ecosistemas se debe no solo a prácticas no sostenibles de uso de los
recursos naturales, sino también a deficiencias en la ordenación de las cuencas hidrográficas, las prácticas de
desarrollo costero y la gestión de los desechos. La protección y el restablecimiento de zonas costeras por medio de
una gestión integrada y coordinada también lograrían muchos e importantes beneficios para la salud, la
productividad laboral y la seguridad alimentaria de las comunidades de estas zonas.
Por consiguiente, la pérdida de estos sumideros de carbono, así como su papel decisivo en la gestión del clima, la
salud, la seguridad alimentaria y el desarrollo económico, es una amenaza inminente. Se trata de una de las
principales brechas de las iniciativas actuales de mitigación del cambio climático. Las opciones de gestión y
adaptación basadas en los ecosistemas que al mismo tiempo reduzcan y mitiguen el cambio climático, aumenten la
seguridad alimentaria, favorezcan la salud y la consiguiente productividad, y generen empleos y negocios son de
suma importancia. Esto es lo opuesto de la percepción generalizada de que la mitigación y la reducción de emisiones
son un costo y no una inversión. La mejora de la gestión integrada de los medios costeros y marinos, incluidos la
protección y el restablecimiento de los sumideros de carbono azul de nuestros océanos, es una de las mejores
iniciativas de mitigación actuales en la que todos se benefician, pues pueden brindar valor agregado muy superior a
sus costos, aunque aún no se la ha reconocida en los protocolos mundiales y los sistemas de comercio de emisiones
de carbono.
OPCIONES CLAVE:
Para ejecutar un proceso y administrar la financiación necesaria para la
protección, la gestión y el restablecimiento de estos importantes sumideros de
carbono del océano, se sugieren las opciones siguientes:
1. Establecer un fondo mundial para el carbono azul destinado a la protección y gestión de los
ecosistemas costeros y marinos y el secuestro de carbono en el océano.
a. Crear, como parte de los instrumentos normativos internacionales en materia de cambio climático, mecanismos
que permitan el uso futuro de créditos de carbono por la captura y el almacenamiento eficaz de carbono de
ecosistemas marinos y costeros a medida que se disponga de sistemas de medición adecuados. El carbono azul
podría comercializarse y tratarse de manera semejante al carbono verde, en particular el de los bosques pluviales, e
incluirse en los protocolos de emisiones y mitigación del cambio climático junto con otros ecosistemas que fijan
carbono;
b. Establecer parámetros de referencia y sistemas de medición para la captura y el secuestro ambientalmente
racionales del carbono en los océanos;
c. Considerar la posibilidad de establecer mecanismos de coordinación y financiación mejorados;
d. Ampliar y priorizar la planificación y gestión sostenible, integrada y basada en los ecosistemas de las zonas
costeras, especialmente en las zonas críticas cercanas a los sumideros de carbono azul para aumentar la resistencia
de estos sistemas naturales y mantener la seguridad alimentaria y de los medios de vida que brindan los océanos.
2. Proteger inmediata y urgentemente por lo menos el 80% de las zosteras marinas, las marismas
y los manglares mediante una gestión eficaz.
La futura financiación del secuestro de carbono puede contribuir a mantener la gestión y la aplicación de las normas.
3. Poner en marcha prácticas de gestión que reduzcan y eliminen las amenazas y que respalden el
firme potencial de recuperación propio de las comunidades de sumideros de carbono azul.
4. Mantener la seguridad alimentaria y de los medios de subsistencia relacionados con los
océanos por medio de la aplicación de enfoques amplios e integrados basados en los
ecosistemas destinados a aumentar la resistencia al cambio de los sistemas humanos y
naturales.
5. Aplicar estrategias de mitigación que beneficien a todos en los sectores basados en el océano,
entre otras cosas para:
a. Mejorar la eficiencia energética de los sectores del transporte marino, la pesca y la acuicultura, así como el
turismo marítimo;
b. Alentar la producción de energía sostenible y ambientalmente racional basada en los océanos, incluidas las algas;
c. Reducir las actividades que afectan negativamente la capacidad de los océanos de absorber carbono;
d. Velar por que se dé prioridad a las inversiones para restablecer y proteger la capacidad de los sumideros de
carbono azul de los océanos de fijar carbono y suministrar alimentos e ingresos de forma que también se fomenten
las oportunidades de negocios, la creación de empleo y el desarrollo de las zonas costeras;
e. Catalizar la capacidad natural de regeneración de los sumideros de carbono azul por medio de la gestión de los
ecosistemas costeros a fin de establecer las condiciones propicias para el crecimiento rápido y la expansión de los
manglares, las marismas y las zosteras marinas.
ÍNDICE
#
PREFACIO
#
RESUMEN EJECUTIVO
#
INTRODUCCIÓN
#
EMISIONES Y SECUESTRO: LA FIJACIÓN DEL CARBONO
#
PLANETA AZUL: LOS OCÉANOS Y EL CLIMA
#
CARBONO AZUL: EL PAPEL DE LOS OCÉANOS COMO SUMIDEROS DE CARBONO
#
LA RÁPIDA DEGRADACIÓN DE LOS SUMIDEROS DE CARBONO OCEÁNICOS
#
LOS SUMIDEROS DE CARBONO AZUL DE LOS OCÉANOS Y EL BIENESTAR HUMANO
#
ADAPTACIÓN Y MITIGACIÓN BASADAS EN LOS ECOSISTEMAS
#
OPCIONES NORMATIVAS
#
GLOSARIO
SIGLAS #
CONTRIBUYENTES #
REFERENCIAS
INTRODUCCIÓN
De todo el carbono verde capturado anualmente en el mundo, es decir el carbono
capturado por fotosíntesis, más de la mitad (el 55%) es capturado por
organismos marinos vivos (Falkowski y otros, 2004; Arrigo, 2005; González y
otros, 2008; Bowler, 2009; Simon y otros, 2009). Este ciclo oceánico del carbono
está dominado por el micro, el nano y el picoplancton, incluidas las bacterias y
arqueobacterias (Burkill, 2002). Aunque la biomasa vegetal de los océanos es
apenas una parte ínfima de la terrestre, solo el 0,05%, procesa la misma cantidad
de carbono por año (Bouillon y otros, 2008; Houghton, 2007); por consiguiente,
en conjunto constituyen sumideros de carbono sumamente eficientes. No
obstante, aunque se están redoblando los esfuerzos por frenar la degradación en
la tierra, por ejemplo mediante la protección de los bosques pluviales como
forma de mitigar el cambio climático, hasta la fecha se ha pasado por alto el
papel de los ecosistemas marinos.
El conocimiento del papel de los ecosistemas naturales en la captura de CO2 es un componente cada vez más
importante de la elaboración de estrategias para mitigar el cambio climático. Las pérdidas y la degradación de los
ecosistemas naturales representan al menos del 20% al 30% de nuestras emisiones totales (PNUMA, 2008a; 2009).
Aunque es necesario reducir significativamente las emisiones totales provenientes de la quema de combustibles
fósiles, la mitigación del cambio climático también puede lograrse mediante la protección y el restablecimiento de
los ecosistemas naturales (Trumper y otros, 2009). Aun desde la perspectiva limitada de únicamente reducir las
emisiones, estos ecosistemas pueden desempeñar un papel importante. En razón de que una gran disminución de las
emisiones de combustibles fósiles podría comprometer el potencial de desarrollo de algunos países, es indispensable
que se determinen las opciones que pueden contribuir a mitigar el cambio climático con efectos neutros o incluso
positivos para el desarrollo. Por lo tanto, es absolutamente decisivo determinar qué ecosistemas naturales
contribuyen en mayor medida a fijar nuestras crecientes emisiones de carbono o CO2 e intensificar su capacidad
natural (Trumper y otros, 2009). Algunos de esos ecosistemas están en los océanos.
Aproximadamente el 93% del dióxido de carbono del mundo, 40Tt CO2, está almacenado en los océanos. Además,
–1
los océanos procesan unas 90 Gt CO2 año (González y otros, 2008), y remueven más del 30% del carbono liberado
en la atmósfera.
Los ecosistemas acuáticos resistentes no solo desempeñan un papel decisivo en la fijación del carbono, también son
importantes para el desarrollo económico, la seguridad alimentaria y el bienestar social, y amortiguan la
contaminación y los fenómenos meteorológicos extremos. Las zonas costeras son particularmente importantes,
especial y obviamente en relación con la pesca, la acuicultura, los medios de subsistencia y los asentamientos (Kay y
Alder, 2005), pues más del 60% de la población del mundo vive en zonas costeras (PNUMA, 2006, 2008b). Para
muchos países costeros en desarrollo, estas zonas no solo son esenciales para el bienestar de su población, sino que
también, como se documenta en este informe, pueden suministrar un recurso mundial sumamente valioso para la
mitigación del cambio climático, si se les presta el apoyo suficiente.
Este informe examina el potencial para la mitigación de los efectos del cambio climático de una mejor gestión y
protección de los ecosistemas marinos, en particular el hábitat costero con cubierta vegetal, es decir, los sumideros
de carbono azul.
Definición: Medición del carbono
Unidades de carbono utilizadas. En este informe se utilizan Tg C, pero también se indican valores de C y CO2 en
otros formatos. La información siguiente puede ser de utilidad al consultar otra bibliografía.
Nombre
Mil
Millón
Miles de millones
Billones
2
1km = 100 hectáreas
1 t = 2.240l libras
Factor
103
106
109
1012
1015
Símbolo
k (Kilo)
M (Mega)
G (Giga)
T (Tera)
P (Peta)
6
1 tonelada métrica = 1.000 kg o 1x10 g
Los sumideros de carbono azul capturan el CO2 del aire y el agua mediante fotosíntesis y los almacenan como
carbono.
La tasa de conversión de C a CO2 es 44/12; es decir, 1 t de C equivale a 3,67 t CO2
Gráfico 1: Ciclo del carbono. Los océanos son decisivos para el ciclo global del carbono. En ellos comenzó a
evolucionar la vida; son la fuente de nuestra riqueza y desarrollo. Los océanos vivos capturan más de la mitad de
todo el carbono verde, es decir el carbono capturado por organismos vivos mediante fotosíntesis.
Comment [1]:
Definition.
(Tab indented. Keep intact!)
Comment [2]:
Figure 1.
EMISIONES Y SECUESTRO: LA
FIJACIÓN DEL CARBONO
El cambio climático antropógeno está causado por el aumento del contenido de
gases de efecto invernadero y partículas en la atmósfera. Primero, por la quena
de combustibles fósiles, que liberan gases como el CO2, (“carbono marrón”) y
partículas de polvo (que son parte del “carbono negro”); segundo, por las
emisiones provenientes de la corta de vegetación natural, los incendios
forestales y las emisiones agrícolas, incluido el ganado; y tercero, por la
capacidad reducida de los ecosistemas naturales de fijar carbono mediante
fotosíntesis y almacenarlo, el llamado carbono verde (Trumper y otros, 2009). La
absorción de CO2 y su depósito durante períodos prolongados (varios decenios
o siglos), tanto natural como artificial, se denomina secuestro de carbono
(Trumper y otros, 2009).
Recuadro de datos 1. Los colores del carbono: marrón, negro, azul y verde
El cambio climático ha llevado a la aceptación generalizada de que el CO2 es el principal gas de efecto invernadero
y que las emisiones antropógenas de CO2 por el uso de energía y la industria afectan la temperatura y el clima; estas
emisiones se conocen como “carbono marrón” en el caso de los gases de efecto invernadero y “carbono negro” en el
caso de las partículas resultantes de la combustión incompleta, como hollín y polvo. El régimen de comercio de
derechos de emisión de la Unión Europea (RCDE UE) es un sistema de “carbono marrón y negro”, pues no incluye
créditos por forestación. El mecanismo para un desarrollo limpio (MDL) del Protocolo de Kyoto en principio
excluye los créditos por forestación, pero la demanda (debido a la falta de una directiva que los vincule y los pedidos
del RCDE UE) y los precios siempre han sido demasiado bajos para tener éxito, por lo cual el MDL, a todos los
efectos prácticos, se ha convertido en otro mecanismo de “carbono negro”.
El carbono terrestre almacenado en la biomasa vegetal y los suelos de bosques, plantaciones, tierras agrícolas y
pastizales suele denominarse “carbono verde”. La importancia del “carbono verde” se reconoce en el acuerdo
previsto de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
de Copenhague en diciembre de 2009, que incluye el carbono de los bosques por conducto del Programa ONUREDD y la forestación, REDD-Plus y otros (por ejemplo “Carbono Forestal para la Mitigación”). Se estima que los
océanos del mundo fijan el 55% de todo el carbono en organismos vivos. Los sumideros de carbono azul de los
océanos, en particular los manglares, las marismas y las zosteras marinas, capturan y almacenan la mayoría del
carbono en los sedimentos marinos. Este carbono se denomina “carbono azul”. No obstante, estos ecosistemas se
están degradando y están desapareciendo a un ritmo de 5 a 10 mayor que el de los bosques pluviales. En conjunto,
deteniendo la degradación de los ecosistemas que fijan el carbono “azul” y el “verde”, se alcanzaría el equivalente a
una reducción de una a dos veces la producida por el sector del transporte mundial, por lo menos el 25% de la
reducción total de carbono necesaria, y también se obtendrían otros beneficios para la diversidad biológica, la
seguridad alimentaria y los medios de subsistencia. Es cada vez más evidente que debemos controlar todo el
“espectro” de carbono, no solo el de un “color”.
Ante la falta de “carbono verde”, podrían incentivarse los cultivos destinados a biocombustibles, lo cual, si no se
hace correctamente, podría generar emisiones de carbono. La conversión de bosques, turberas, sabanas y pastizales
para producir biocombustibles basados en cultivos alimentarios en el Brasil, los Estados Unidos y Asia sudoriental
genera un déficit de carbono por biocombustibles pues emite de 14 a 420 veces más CO2 que la reducciones anuales
de gases de efecto invernadero generadas por el remplazo de combustibles fósiles. En cambio, los biocombustibles
producidos de desechos de biomasa y cultivos de tierras agrícolas degradas no contribuyen a ese déficit de carbono.
Comment [3]:
Fact Box 1.
CARBONO MARRÓN, NEGRO,
VERDE Y AZUL
Las emisiones de carbono marrón y negro provenientes de combustibles fósiles, biocombustibles y la quema de
madera son los principales contribuyentes al calentamiento del planeta. Las emisiones de carbono negro tienen un
gran efecto en la transmisión de radiación en la tropósfera, tanto directa como indirectamente por medio de las
nubes, y también reducen el albedo de la nieve y el hielo.
Se cree que el carbono negro es el segundo contribuyente principal al calentamiento del planeta, junto con el
carbono marrón (los gases). Por consiguiente, la reducción de las emisiones de carbono negro constituye una de las
formas más eficientes de mitigar el calentamiento del planeta conocidas hasta hoy.
El carbono negro ingresa en los océanos por medio de los aerosoles y la deposición fluvial. Puede constituir hasta el
30% del carbono orgánico sedimentario en algunas zonas de alta mar (Masiello y Druffel, 1998) y puede ser la causa
del 25% del calentamiento del planeta observado en los últimos 100 años. El carbono negro tiende a permanecer en
la atmósfera durante días o semanas (Hansen y Nazarento, 2004), mientras que el CO2 permanece en la atmósfera
aproximadamente un siglo (IGSD, 2009).
Gráfico 2: Crecimiento proyectado de la demanda de energía en los próximos decenios
–1
Comment [4]:
Figure 2.
–1
Las emisiones totales de CO2 se estiman entre 7.200 Tg C año y 10.000 Tg C año (Trumper y otros, 2009), y la
–1
cantidad de carbono en la atmósfera está aumentando en unas 2.000 Tg C año (Houghton, 2007).
CARBONO VERDE
El carbono verde es el carbono capturado por la fotosíntesis y almacenado en las plantas y suelos de ecosistemas
naturales y es una parte vital del ciclo global del carbono. No obstante, hasta ahora en el debate sobre el clima se lo
ha considerado principalmente en relación con los ecosistemas terrestres, aunque la cuestión del secuestro del
carbón marino se conoce desde hace por lo menos 30 años.
Un sumidero es todo proceso, actividad o mecanismo que remueve un gas de efecto invernadero, un aerosol o un
precursor de un gas de efecto invernadero de la atmósfera. Por ejemplo, los bosques, los suelos y los océanos son
sumideros naturales de CO2.
A diferencia de muchas plantas y la mayoría de los cultivos, que tienen vidas breves o liberan una gran parte de su
carbono al final de cada estación, la biomasa forestal acumula carbono durante decenios y siglos. Además, los
bosques pueden acumular grandes cantidades de CO2 en períodos relativamente breves, en general varios decenios.
La forestación y la reforestación son medidas que pueden adoptarse para ampliar el secuestro biológico de carbono.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) calculó que un programa mundial que
incluyera una menor deforestación, una ampliación de la regeneración natural de bosques tropicales y la
reforestación a escala mundial podría secuestrar de 60 a 87 Gt de carbono atmosférico en 2050, lo que equivale del
12% al 15% de las emisiones proyectadas de CO2 provenientes de la quema de combustibles fósiles hasta esa fecha
(Trumper y otros, 2009). Se está comprendiendo mejor que hay umbrales críticos de cambio climático antropógeno
que sería peligroso sobrepasar (IPCC, 2007a). Por ejemplo, para mantener el aumento promedio de temperatura en
menos de 2°C, las emisiones mundiales deberán reducirse en un 85% resepcto del nivel de 2000 antes de 2050 y
llegar a un máximo antes de 2015, según el IPCC (Trumper y otros, 2009).
Aunque la pérdida de los ecosistemas de carbono verde ha atraído mucho interés, por ejemplo combatiendo la
pérdida de los bosques pluviales subtropicales, en general se ha hecho caso omiso del hecho de que prácticamente el
55% de todo el carbono verde es capturado por organismos vivos en los océanos, y no en tierra, lo cual tal vez sea
nuestro mayor deficiencia en la mitigación del cambio climático. En este informe llamamos “carbono azul” al
carbono capturado por organismos marinos.
Gráfico 3: Emisiones de gases de efecto invernadero por sector. El sector del transporte representa
aproximadamente el 13,5% de las emisiones totales, en tanto que la deforestación causa algo más del 18%. No
obstante, anteriormente no se incluían las estimaciones de la pérdida de los ecosistemas marinos que fijan carbono.
Gráfico 4: Fuentes de combustión de carbono negro
Comment [5]:
Figure 3.
(Fuente: Dennis Clare, State of the World 2009, www. worldwatch.org.)
Comment [6]:
Figure 4.
CARBONO AZUL
El carbono azul es el carbono capturado por los océanos del mundo y constituye más del 55% del carbono verde. El
carbono capturado por organismos vivos de los océanos se almacena en los sedimentos de los manglares, las
marismas y las zosteras marinas. No queda almacenado durante decenios o siglos (como por ejemplo, en los bosques
pluviales), sino por milenios. En este informe se examinan las perspectivas y oportunidades de fijar el carbono en
los océanos.
Gráfico 5: El 45% del carbono verde se almacena en ecosistemas terrestres naturales y el restante 55% es
capturado por organismos vivos en los océanos, por el plancton y los sumideros de carbono azul.
Comment [7]:
Figure 5.
Vuelve a mirar ese punto.
Es aquí. Es nuestro hogar. Somos nosotros.
Allí se encuentran todos los que amas, todos los que conoces, todos de quienes has oído hablar, todos los seres
humanos que existieron, vivieron su vida. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones,
ideologías y doctrinas económicas, todos los cazadores y recolectores, todos los héroes y cobardes, todos los
creadores y destructores de civilizaciones, todos los reyes y todos los campesinos, todas las jóvenes parejas
enamoradas, todos los padres y las madres, todos los niños con esperanza, los inventores y los exploradores, todos
los maestros de moral, todos los políticos corruptos, todas las “superestrellas”, todos los “líderes supremos”, todos
los santos y los pecadores de la historia de nuestra especie vivieron allí – en una mota de polvo suspendida en un
rayo de sol.
Carl Sagan 1997. Imagen del sistema solar tomada por la nave espacial Voyager 1 (NASA/JPL).
PLANETA AZUL: OCÉANOS Y CLIMA
La existencia de un vasto océano es la característica principal de nuestro
planeta, el único planeta azul en el sistema solar. Aunque la presencia de agua es
bastante común en el universo, probablemente la de océanos no lo sea. En otros
planetas del sistema solar se encontraron pruebas de que había hielo, antiguas
cuencas y valles hídricos e incluso agua líquida bajo la superficie, pero el planeta
Tierra es el único que tiene agua líquida en la superficie; probablemente debido a
su ubicación privilegiada respecto del sol: no tan cerca para que se evapore y
escape ni tan lejos para que se congele. El agua también está relacionada con el
origen de la vida, pues en él las primeras moléculas orgánicas estaban
protegidas de las variaciones de temperatura y de la destructiva radiación
ultravioleta del sol, y podían moverse libremente para combinarse y evolucionar.
Esta mezcla exitosa de agua y vida cambió la composición de la atmósfera,
liberando oxígeno y más vapor de agua, formando nuestro paisaje mediante la
erosión, la exposición a la intemperie y la sedimentación, en un proceso de
permanente intercambio de agua entre el océano, la tierra y la atmósfera.
Cuán inadecuado es llamar al planeta Tierra, cuando en realidad es Océano.
Arthur C. Clarke
Comment [8]:
Quote.
El agua sigue un ciclo continuo que comienza y termina en el océano. Este ciclo hidrológico es impulsado por la
radiación solar, que brinda la energía para la evaporación. Luego, las precipitaciones, la transpiración de las plantas,
la escorrentía hacia arroyos y la filtración a depósitos de agua subterránea completan el ciclo, que comienza
nuevamente cuando la mayoría del agua evaporada inicialmente llega al océano. Aunque durante el ciclo el agua
puede estar en distintos estados, como hielo, líquido o vapor, el contenido total de agua del océano se ha mantenido
constante desde su formación, con un tiempo de residencia promedio de aproximadamente 3.000 años. Actualmente,
el 97,25% del agua del planeta está como agua líquida salada en los océanos y solo el 2,05% como hielo en las capas
y los glaciares, el 0,68% como agua subterránea, el 0,01% en ríos y lagos, y el 0,001% como gas en la atmósfera
(Campy y MaCaire, 2003).
Los océanos han influido en el clima y la ecología del planeta desde el inicio mismo de la vida en la Tierra. A lo
largo del tiempo, tanto los océanos como los organismos vivos han contribuido a procesar el carbono. El plancton de
los ecosistemas marinos produce más material orgánico que el necesario para mantener la cadena alimentaria. El
exceso de carbono se acumula lentamente en los fondos marinos a lo largo del tiempo geológico (bomba biológica)
(Longhurst, 1991; Siegenthaler y Sarmiento, 1993; Raven y Falkowski, 1999). Mediante este proceso, los
sedimentos y el carbonato fosilizado del plancton han modificado la forma de nuestras costas.
Gráfico 6: Procesamiento del carbono en los océanos del mundo. La corriente de dióxido de carbono a
través de la interfaz atmósfera-océano es una función de la solubilidad del CO2 en el agua salada (bomba de
solubilidad). La cantidad de CO2 disuelta en agua de mar depende de las condiciones fisicoquímicas (temperatura,
salinidad y alcalinidad total del agua de mar) y los procesos biológicos, por ejemplo, la producción primaria. La
bomba de solubilidad y la bomba biológica amplían la captura de CO2 por la superficie oceánica, afectando los
valores de CO2 disuelto y transfiriendo el carbono a las aguas profundas. Todos estos mecanismos están conectados
estrechamente y equilibrados sutilmente, e influyen sobre la capacidad del océano de secuestrar carbono. El efecto
neto de la bomba biológica es mantener la concentración de CO2 en la atmósfera cerca del 30% de la que habría si
no existiese (Siegenthaler y Sarmiento, 1993).
Comment [9]:
Figure 6.
Los océanos absorben calor y carbono de la atmósfera, mitigando así los efectos del calentamiento del planeta en el
medio ambiente. Los océanos, que cubren más de las dos terceras partes de la superficie de la Tierra, almacenan la
energía del sol que llega a la superficie del mundo como calor, la redistribuyen de la costa a alta mar, de las aguas
poco profundas a las profundas, de las zonas polares a los trópicos, y luego la liberan lentamente en la atmósfera.
Estos procesos de almacenamiento y circulación previenen cambios bruscos de temperatura, haciendo que el clima
costero sea templado y algunas zonas de latitud elevada habitables. No obstante, esta enorme capacidad de
almacenamiento de calor puede tener consecuencias indeseadas debido al cambio climático. El calentamiento del
planeta se traduce en una mayor absorción del exceso de calor presente en la atmósfera (casi el 90%), lo cual causa
o
un aumento medible de la temperatura del agua en la superficie (aproximadamente 0,64 C en promedio en los
últimos 50 años) (Levitus y otros, 2000; IPCC, 2007b). A medida que el agua se calienta, se expande y se eleva la
superficie del océano (PNUMA, 2008b). Con el transcurso del tiempo, este calor descenderá a mayores
profundidades, aumentando la expansión y causando nuevos cambios de la superficie.
Gráfico 7: Transferencias de carbono en los océanos. (Fuente: adaptado de Takahashi y otros, 2009).
Gráfico 8: La circulación termohalina es una corriente tridimensional de aguas oceánicas superficiales y
profundas impulsada por diferencias en la temperatura del agua y la salinidad. (Imagen de NOAA/NCDC). El
deshielo del Mar Ártico, los glaciares terrestres y las capas de hielo continental de Groenlandia y la Antártida está
cambiando la salinidad del agua de mar y en algunos casos contribuyendo al aumento del nivel del mar (PNUMA,
2008b). Así pues, el deshielo y el calentamiento tendrán otras consecuencias en la circulación del océano, pues las
corrientes marinas están impulsadas por las interacciones entre las masas de agua mediante el equilibrio entre
temperatura y salinidad, que controla la densidad. Los cambios de las corrientes marítimas podrían exponer a los
climas locales a modificaciones bruscas de temperatura. Las mayores temperaturas del agua también llevan a una
mayor evaporación, poniendo más energía a disposición de la atmósfera. Esto tiene consecuencias directas en los
fenómenos meteorológicos extremos, pues las mayores temperaturas del mar aumentan la energía destructiva de los
huracanes y los tifones, entre otros. La temperatura de la superficie de los mares tropicales ha aumentado solo en
medio grado centígrado, sin embargo se ha observado un aumento del 40% de la energía de los huracanes (Saunders
y Lea, 2008).
Las aguas cálidas superficiales de baja salinidad, junto con el calentamiento anual estacional, están extendiendo y
fortaleciendo las capas estacionales de la columna de agua (estratificación), limitando el movimiento vertical de las
masas de agua. Este fenómeno, en combinación con los cambios en los regímenes de los vientos, tiene repercusiones
en algunas de las partes más productivas de los océanos del mundo (Le Quéré y otros, 2007), en que la corriente
ascendente de las aguas profundas y los nutrientes mejoran la producción primaria, respaldando los abundantes
ecosistemas superficiales. Cualquier reducción de las corrientes ascendentes, por pequeña que sea, afectará
negativamente los ecosistemas marinos, la pesca y las comunidades. Cabe destacar que la ampliación de la
estratificación ya es un hecho en los mares templados de latitudes medias, en que está disminuyendo la producción
primaria anual total como resultado de la reducción del abastecimiento de nutrientes en las capas superficiales
(Cushing, 1989; Valdés y Moral, 1998; Valdés y otros, 2007). El aumento de las temperaturas también está
cambiando la distribución geográfica de las especies marinas. Se observan cambios en la distribución respecto de las
profundidades, pues las especies descienden en la columna de agua para escapar del calentamiento de las aguas
superficiales. Además, hay pruebas de que la distribución del zooplancton, los peces y otra fauna marina se ha
corrido cientos de kilómetros hacia latitudes más elevadas, especialmente en el Atlántico norte, el Mar Ártico y el
Pacífico sudoriental (Cheung y otros, 2009)
Otro papel importante que desempeña el océano es el almacenamiento e intercambio de CO2 con la atmósfera y su
difusión hacia capas más profundas (bomba de solubilidad) (recuadro de datos 2) (Siegenthaler y Sarmiento, 1993).
El océano ha absorbido aproximadamente una tercera parte de las emisiones antropógenas de CO2 desde el
comienzo de la era industrial (Sabine y Feely, 2007). Al hacerlo, actuó como amortiguador del clima de la Tierra,
pues esa absorción de CO2 mitigaba los efectos del calentamiento del planeta por medio de la reducción de su
concentración en la atmósfera. No obstante, esta captura permanente de CO2 y calor está cambiando el océano de
formas que tienen consecuencias potencialmente peligrosas para la ecología marina y la diversidad biológica. El
CO2 disuelto en el agua de mar reduce el pH de los océanos, causando acidificación y cambiando el equilibrio
biogeoquímico de carbonatos (Gattuso y Buddemeier, 2000; Pörtner y otros, 2004). En los últimos 25 años los
niveles de pH han disminuido a un ritmo sin precedentes en las aguas marinas superficiales y seguirán disminuyendo
significativamente hasta el fin de este siglo debido al permanente aumento de las fuentes antropógenas de CO2
(Feely y otros, 2004).
Comment [10]:
Figure 7.
Comment [11]:
Figure 8.
Recuadro de datos 2. El océano: una bomba de carbono gigante
La bomba de solubilidad: El CO2 es soluble en agua. Por medio de un proceso de intercambio de gases, el CO2
se transfiere del aire al océano, en donde forma carbono inorgánico disuelto. Se trata de un proceso continuo, ya que
el agua de mar no está saturada de CO2 en relación con la atmósfera. Posteriormente, el CO2 se distribuye por media
de la mezcla y las corrientes marinas. El proceso es más eficiente en latitudes elevadas, pues la captura de CO2 como
carbono inorgánico disuelto aumenta a temperaturas más bajas en razón de que la solubilidad del CO2 es mayor en
agua fría. Mediante este proceso, grandes cantidades de CO2 se eliminan de la atmósfera y se almacenan de manera
tal que no contribuyen inmediatamente al efecto invernadero.
La bomba biológica: El fitoplancton utiliza CO2 para crecer. El exceso de producción primaria pasa de la
superficie del océano al mar profundo. A muy largo plazo, parte de este carbono se almacena en los sedimentos y
rocas y queda almacenado por períodos que van de decenios a siglos. Con el objeto de predecir las concentraciones
futuras de CO2 en la atmósfera, es necesario comprender la forma en que la bomba biológica varía tanto geográfica
como temporalmente. Las variaciones de temperatura, acidificación, disponibilidad de nutrientes, circulación y
mezcla posiblemente puedan cambiar la productividad del plancton y se prevé que reducirán la tendencia del CO2 de
pasar al fondo del mar.
A medida que el océano absorbe más calor y CO2, disminuye su capacidad de amortiguar cambios en la atmósfera,
de modo que los ecosistemas atmosféricos y terrestres deberán hacer frente a las consecuencias plenas del cambio
climático. A latitudes elevadas, el agua densa se hunde y transfiere carbono al fondo marino. El calentamiento de la
superficie del océano inhibe este proceso de circulación hacia el fondo marino y, por lo tanto, reduce la eficiencia
del transporte y almacenamiento de CO2. Además, a medida que el agua se calienta, disminuye la solubilidad del
CO2, por lo cual puede almacenarse menos gas en el agua de mar. La acidificación, el calentamiento, la menor
circulación y la mezcla han llevado a un cambio importante de la productividad del plancton en el océano,
reduciendo la porción del balance de carbono que llega al fondo oceánico profundo y se almacena en los sedimentos.
Así pues, las actividades antropógenas que causan el cambio climático y la acidificación del océano están
amenazando al sistema oceánico. El calentamiento de las aguas y los cambios de la composición química del océano
perturban el frágil equilibrio que sostiene la diversidad biológica marina dando lugar a graves consecuencias en la
ecología marina y el clima de la Tierra. Ya hay algunas pruebas claras de que la tendencia del calentamiento del
planeta y las emisiones crecientes de CO2 y otros gases de efecto invernadero están afectando las condiciones
ambientales y la biota de los océanos a nivel mundial. No obstante, no reconocemos ni entendemos cabalmente la
importancia de estos efectos en el corto y largo plazo. Además, no comprendemos los mecanismos y procesos que
vinculan las respuestas de los individuos de una especie determinada con los cambios en el funcionamiento de los
ecosistemas marinos (Valdés y otros, 2009). Los científicos marinos necesitan abordar urgentemente las cuestiones
del cambio climático, en particular para ayudarnos a comprender los efectos del cambio climático en la estructura, la
función y la diversidad biológica de los ecosistemas y la forma en que los sistemas humanos y naturales se adaptan
estos cambios.
Recuadro de datos 3. El papel de los virus y las bacterias oceánicos en el ciclo del carbono
Los microorganismos marinos vivos libres (plancton, bacterias y virus) son apenas visibles para el ojo humanos, pero
constituyen el 90% de la biomasa viva del mar (Sogin y otros, 2006; Suttle, 2007). Estas fábricas microscópicas son
responsables de más del 95% de la producción primaria de los océanos, produciendo y respirando la mayor parte
del carbono o la materia orgánica reducidos (Pomeroy y otros 2007).
Plancton
Las algas planctónicas capturan más de 36,5 Gt de CO2 año-1 por medio de la fotosíntesis en los océanos (González y
otros, 2008). La dinámica del zooplancton es uno de los factores principales que controlan la sedimentación de
–1
partículas de carbono en el mar abierto (Bishop y Wood, 2009). Del CO2 capturado, se estima que 0,5Gt C año se
almacenan en los fondos marinos (Seiter y otros, 2005).
Virus y bacterias marinas y su importancias para el balance de carbono
Los virus marinos necesitan que haya otra vida orgánica, pero por sí mismos tienen una biomasa equivalente a 75
30
millones de ballenas azules (11,25Gt). Se estima que los 1x10 virus del océano, puestos en fila, de punta a punta
llegarían más allá de las 60 galaxias más cercanas (Suttle, 2007). Aunque recién estamos comenzando a comprender
Comment [12]:
Fact Box 2.
los virus marinos, es cada vez más evidente que debemos incorporar los virus y los procesos mediados por virus en
nuestra comprensión de la biología y la biogeoquímica de los océanos (Suttle, 2007).
Las interacciones entre los virus y sus anfitriones repercuten en varios procesos biológicos importantes de los
océanos del mundo, incluidos los ciclos biogeoquímicos. Pueden controlar el procesamiento de carbono debido a la
lisis celular y la diversidad microbiana (por medio de la selección de distintos anfitriones) (Wiggington, 2008). En el
23
océano se producen aproximadamente 1x10 infecciones virales por segundo que afectan del 20% al 40% de los
procariotes de las aguas superficiales por día, lo que causa la liberación de 108 a 109 toneladas de carbono por día
de la reserva biológica en los océanos (Suttle, 2007). Se cree que hasta el 24% de todo el carbono vivo de los
océanos se produce mediante las actividades de los virus (Hoyle y Robinson, 2003).
Aún no ha sido respondida la pregunta decisiva de si los virus obstaculizan o estimulan la producción biológica
(Gobler y otros, 1997). Sigue debatiéndose si los virus 1) originan un cortocircuito de la bomba biológica liberando
elementos nuevamente en la fase disuelta (Poorvin y otros, 2004), 2) estimulan la bomba biológica acelerando la
salida de los anfitriones de la zona eufótica (Lawrence y Suttle, 2004), o 3) llevan el agregado de partículas y la
transferencia de carbono a las aguas profundas por medio de la liberación de componentes celulares coloidales
viscosos durante la lisis viral (Mari y otros, 2005).
Bacterias
Las bacterias oceánicas pueden absorber CO2 con ayuda de la luz solar y un pigmento especial de captura de luz, la
proteorodopsina, que se descubrió en 2000 (Beja y otros., 2001). Esta se encuentra en casi la mitad de las bacteria
marinas. Los conocimientos sobre las bacterias marinas podrían ser muy importantes para nuestra comprensión
acerca de la forma en que los efectos climáticos del aumento de las emisiones de CO2 repercuten en los océanos.
La vida debajo del fondo marino
Se ha demostrado que hay vida en la biosfera profunda, aun a 800m debajo del fondo marino. Se calcula que 90 Gt
de organismos microbianos (en función de la masa de carbono) viven en los sedimentos y las rocas del fondo del
mar, en que las bacterias predominan en los 10cm superiores, aunque más del 87% está compuesto de un grupo de
microorganismos unicelulares conocidos como arqueobacterias. Aún no está claro cuáles son sus funciones
ecológicas ni aun cómo sobreviven en un entorno de corrientes lentas, alimentándose de restos fósiles digeridos
previamente (Lipp y otros, 2008).
Comment [M13]:
Fact Box 3.
SIETE FORMAS PERJUDICIALES EN
QUE EL CAMBIO CLIMÁTICO
AFECTARÁ A LOS PROPIOS OCÉANOS
La ecología del planeta está estrechamente vinculada a los distintos procesos
oceánicos, la mayoría de los cuales se ven afectados directamente por el cambio
climático.
Gráfico 10. Anomalías del nivel de mar (véase el texto). Gráfico 11. Tendencias del número de
desastres informados (véase el texto). Gráfico 12. Proyección de la población inundada en zonas
costeras en 2080 (véase el texto).
1. DESHIELO DEL MAR ÁRTICO
La reducción del hielo del Mar Ártico tiene efectos importantes en el clima, la vida silvestre y las comunidades. La
apertura de las aguas abiertas del Mar Ártico tendrá consecuencias desconocidas en cuanto a los cambios en la
circulación del agua y la redistribución de especies de los océanos Atlántico y Pacífico. A medida que se reduce la
cobertura de hielo, disminuye el albedo y el agua de mar absorbe más radiación, en un proceso de retroalimentación
que aumenta el calentamiento y el deshielo marino.
Comment [M14]:
Figure 10.
Comment [M15]:
Figure 11.
Comment [M16]:
Figure 12.
2. CIRCULACIÓN Y EXPANSIÓN TÉRMICA DE LOS OCÉANOS
El deshielo y el calentamiento repercutirán en la circulación del océano, pues las interacciones entre las masas de
agua impulsan las corrientes por medio del equilibrio de la temperatura y la salinidad, es decir, la densidad. Además,
el deshielo de los glaciares terrestres y las capas de hielo continental de Groenlandia y la Antártida, y la expansión
térmica de las aguas oceánicas están causando un aumento del nivel del mar.
3. AUMENTO DE LA FRECUENCIA E INTENSIDAD DE LAS TORMENTAS
Las mayores temperaturas del agua llevan a una mayor evaporación, con lo cual la atmósfera dispone de más
energía, lo cual aumenta la fuerza destructiva de los fenómenos meteorológicos como huracanes y tifones.
4. ESTRATIFICACIÓN DE LA COLUMNA DE AGUA Y PÉRDIDA DE LAS BOMBAS COSTERAS
El calentamiento y el deshielo aumentan la estratificación estacional de la columna de agua en el océano a escala
mundial, especialmente en los mares templados. El cambio climático también podría debilitar algunos mecanismos
de “purga” costeros, la llamada agua densa de plataforma en forma de cascada, traduciéndose en una “limpieza” más
lenta de las aguas costeras contaminadas, el florecimiento de las algas y el aumento de zonas muertas, y la falta de
transporte de partículas de alimentos a los organismos que viven en alta mar y el fondo marino. La consiguiente
reducción de la corriente de nutrientes causará una disminución de la producción primaria y, posiblemente, de la
productividad del océano.
5. CAMBIOS EN LA DISTRIBUCIÓN DE LAS ESPECIES Y LAS RUTAS MIGRATORIAS
La distribución de plancton, peces y otra fauna marina se ha trasladado cientos de kilómetros hacia latitudes más
elevadas, especialmente en el Atlántico norte, el Mar Ártico y el Pacífico sudoccidental. Además, el calentamiento
del océano tiene efectos visibles en las rutas migratorias de numerosas especies.
Gráfico 13. Cambio en la migración del plancton Gráfico 14. A medida que aumentan las
concentraciones de carbono en la atmósfera, también aumentan las concentraciones en el
océano, con la consiguiente acidificación como proceso químico natural.
6. ACIDIFICACIÓN DEL OCÉANO
El océano está absorbiendo el exceso de CO2 de la atmósfera, lo cual está causando cambios en el equilibrio
biogeoquímico del carbonato del océano y, en consecuencia, una importante acidificación de las aguas oceánicas.
Comment [M17]:
Figure 13.
Comment [M18]:
Figure 14.
Así pues, el océano está mitigando parcialmente los efectos del calentamiento mundial en lo biosfera. Debido al
cambio climático y la acidificación del océano se prevé una importante reducción de la capacidad del océano de
absorber CO2 atmosférico. La reducción del pH y los niveles de saturación de carbonato de calcio en los océanos
afectará a miles de especies de organismos marinos que necesitan carbonato para su desarrollo y para la generación
de caparazones y esqueletos. Se prevé que la estructura de los ecosistemas marinos se verá gravemente afectada por
la acidificación, incluidas la posible extinción de especies y la reducción en gran escala de la diversidad biológica y
de los servicios de los ecosistemas, principalmente debido a la rapidez en que están sucediendo estos cambios
químicos.
Gráfico 15. Acidificación del océano. A medida que aumenta la concentración de carbono en la
atmósfera, también lo hace la concentración en los océanos, con la consiguiente acidificación.
7. PÉRDIDA DE LOS ARRECIFES DE CORAL Y LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA MARINA CONEXA
La decoloración de los corales es un fenómeno causado principalmente por las temperaturas del agua superiores al
promedio y la elevada radiación solar, que estresa a las microalgas (“zooxanthelas”) que viven simbióticamente en
los corales y originan sus espectaculares colores. Cuando estas microalgas se estresan, el coral las expulsa de modo
que su esqueleto calcáreo se torna visible a través del tejido transparente, lo que explica el término “decoloración”.
Si el estrés es elevado o se mantiene por mucho tiempo, los corales decolorados se vuelven muy débiles y propensos
a las enfermedades, al crecimiento excesivo de algas y a la mortalidad. En 1998, un fenómeno de decoloración
mundial en gran escala causó la mortalidad de aproximadamente el 16% de los arrecifes de coral del mundo y
lamentablemente se prevé que debido al aumento de la temperatura del mar estos fenómenos de decoloración se
producirán en gran escala y con mayor frecuencia e intensidad. La pérdida de los arrecifes de coral también implica
la pérdida de ingresos y alimentos de las comunidades costeras que dependen de ellos.
Comment [M19]:
Figure 15.
CARBONO AZUL: EL PAPEL DE LOS
OCÉANOS COMO SUMIDEROS DE
CARBONO
Los hábitats costeros con cubierta vegetal –manglares, marismas y zosteras
marinas – tienen mucho en común con los bosques pluviales: son zonas críticas
para la diversidad biológica, suministran funciones de ecosistemas importantes y
valiosas, incluida una gran capacidad de absorción de carbono, y están sufriendo
grandes pérdidas a nivel global (Duarte y otros, 2008, Duarte, 2009). Lo cierto es
que el mundo está perdiendo sus hábitats costeros cuatro veces más
rápidamente que sus bosques pluviales (Duarte y otros, 2008, Duarte, 2009) y el
ritmo de pérdida se está acelerando (Waycott y otros, 2009). No obstante, aunque
la sociedad está bien informada acerca de los beneficios y las amenazas en
relación con los bosques pluviales, está relativamente poco sensibilizada acerca
del estado y los beneficios de los hábitats costeros con cubierta vegetal. Tal vez
esto se deba a la falta de “carisma” de estos hábitats que, sumergidos y fuera de
la vista, no atraen tanto al público como sus contrapartes terrestres (Duarte y
otros, 2008). Sin embargo, en vista de sus funciones y amenazas semejantes,
estos hábitats costeros constituyen verdaderos sumideros de carbono azul.
SUMIDEROS DE CARBONO AZUL
Una función decisiva de los hábitats costeros con cubierta vegetal es su papel de sumideros de carbono.
Aprovechando las excelentes condiciones que tienen para el crecimiento de plantas, estos hábitats figuran entre los
más productivos del mundo, pues son comparables a la mayoría de los cultivos agrícolas de mayor producción
(cuadro 1, Duarte y Chiscano, 1999). Una gran parte de su producción se usa para respaldar las funciones de los
ecosistemas (Duarte y Cebrián, 1996). No obstante, los sumideros de carbono azul son fuertemente autotróficos, lo
que significa que estos ecosistemas fijan más CO2 como materia orgánica por fotosíntesis que el CO2 que respira la
biota (Duarte y Cebrián, 1996; Gattuso y otros, 1998; Duarte y otros, 2005a), removiendo así CO2 de la atmósfera.
Parte de este exceso de carbono se exporta y subsidia ecosistemas circundantes, incluidos ecosistemas de mar
abierto y de playa (Duarte y Cebrián, 1996; Heck y otros, 2008; Bouillon y otros, 2008). El resto del excedente de la
producción de los manglares, las marismas y las zosteras marinas se almacena en los sedimentos, donde puede
permanecer durante períodos medidos en milenios (Mateo y otros, 1997), constituyéndose así en un importante
sumidero natural de carbono. Esto es especialmente evidente en el caso de las zosteras marinas, que acumulan
material suficiente para elevar el nivel del fondo marino, formando matas de más de tres metros de profundidad.
Gráfico 16a–c: Distribución de los sumideros de carbono azul – comunidades de zosteras
marinas, manglares y marismas (Fuente: WCMC del PNUMA).
Además de almacenar una parte de su propia producción, los sumideros de carbono azul reducen la corriente, alteran
la turbulencia y atenúan la acción de las olas (Koch y otros, 2006), promoviendo así la sedimentación y reduciendo
la resuspensión de los sedimentos (por ejemplo, Gacia y Duarte, 2001). Algunas investigaciones recientes han
mostrado que las cubiertas de copas de las zosteras marinas atrapan partículas arrastradas por la corriente, que
pierden impulso al chocar contra las hojas, promoviendo así la sedimentación del material en suspensión en el fondo
marino (Hendriks y otros, 2007). Los análisis isotópicos del carbono orgánico acumulado en sedimentos de hábitats
costeros con cubierta vegetal han mostrado que una parte importante proviene del plancton (Gacia y otros, 2002). En
Comment [M20]:
Figure 16a-c.
la plataforma continental y los estuarios también son significativas las fuentes terrestres de carbono (Bouillon y
otros, 2008), incrementando la capacidad de fijar carbono de estos sumideros de carbono azul.
Una consecuencia de la capacidad de los hábitats costeros con cubierta vegetal de acumular materiales en el fondo
marino es que pueden actuar como sumideros de carbono eficientes, que a nivel mundial fijan de 120 a 329 Tg C
–1
año , lo cual representa al menos la mitad de la estimación más baja de la captura mundial de carbono en
sedimentos marinos (cuadro 1). Por lo tanto, los sumideros de carbono azul desempeñan un papel fundamental en el
ciclo del carbono en el océano (Duarte y otros, 2005a). La capacidad de almacenamiento de carbono de los hábitats
marinos con cubierta vegetal es enorme, 180 veces mayor que la que hay en alta mar. El almacenamiento de carbono
en el océano representa apenas algo más del 10% de la capacidad oceánica de captar carbono (hasta el 25% si se
utilizan las estimaciones máximas, cuadro 1, véase más abajo) que, basada en observaciones y modelos inversos, se
–1
–1
estima en 2.000 Tg C año (Sarmiento y Gruber, 2002). No obstante, estas 2.000 Tg C año constituyen el carbono
que se transfiere anualmente de la atmósfera a los océanos, en los que se almacena mayormente como carbono
inorgánico disuelto. La residencia de largo plazo del CO2 antropógeno en los océanos es incierta, ya que este
carbono no penetra a una profundidad suficiente para permanecer en el océano durante períodos largos. Lo cierto es
que la mitad del carbono antropógeno almacenado en las aguas marinas está contenido en los 400 metros superiores,
de donde puede pasar nuevamente a la atmósfera en pocos decenios, y la cantidad que hay en aguas más profundas,
en donde puede permanecer por períodos mucho más prolongados, es inferior a los umbrales de detección (Sabine y
otros, 2004). Solo una cantidad ínfima del carbono absorbido por los océanos se mantiene en los sedimentos de alta
–1
mar, en que se almacena eficazmente durante períodos prolongados, unas 6 Tg C año , con una tasa de carbono por
unidad de superficie del fondo marino 180 veces menor que la de los sedimentos de los sumideros de carbono azul
(cuadro 1). Además, es preocupante el hecho de que la capacidad de la columna de agua de los océanos de servir de
sumidero para el carbono atmosférico se debilite con el correr del tiempo y hay pruebas de que este proceso ya ha
comenzado (Doney y otros, 2009). Por consiguiente, solo el carbón secuestrado en los sedimentos marinos, como en
el caso de los sumideros de carbono azul, puede considerarse con seguridad almacenamiento marino de carbono a
largo plazo. Los sumideros de carbono azul, que cubren menos del 0,2% del fondo marino, contribuyen
aproximadamente el 50% (el 71% si su utilizan las estimaciones máximas, véase el cuadro 1) del carbono orgánico
total almacenado en los sedimentos oceánicos, y por lo tanto figuran entre los sumideros de carbono de las biosfera
más intensos (Duarte y otros, 2005a). Sin embargo, no se han incluido los hábitats costeros con cubierta vegetal en
las descripciones del ciclo global del carbono ni en las existencias mundiales de sumideros naturales de carbono.
Los sumideros de carbono azul son creados por plantas y árboles (conocidos como angiospermas, como los
manglares, las marismas y las zosteras marinas) pero el océano costero también contiene grandes superficies
cubiertas de lechos de algas. La mayoría de estos últimos (incluidos los bosques de algas) no entierran carbono, pues
crecen en sustratos rocosos en los que el almacenamiento es imposible.
INCERTIDUMBRE Y ESTIMACIONES SUPERIORES DEL ALMACENAMIENTO DE CARBONO POR
LOS SUMIDEROS DE CARBONO AZUL
Hay incertidumbre sobre estas estimaciones mundiales debido la falta de conocimientos precisos acerca de la
extensión de su superficie, así como de la variabilidad de las tasas de almacenamiento de los distintos ecosistemas,
aunque estimaciones independientes de algunos ecosistemas, como los bosques de manglares, coinciden bastante
entre sí (Bouillon y otros, 2008). Por ejemplo, las estimaciones de la superficie cubierta por manglares,
probablemente el más restringido de los hábitats costeros con cubierta vegetal, varían entre 110.000 km2 y 240.000
km2 (Bouillon y otros, 2008). Las estimaciones de la superficie cubierta por zosteras marinas, las de menos
restricciones, varían de una superficie estimada de 120.000 km2 (Green y Short, 2003) a la estimación superior de
600.000 km2 (Duarte y Chiscano, 1999), pues es probable que los archipiélagos de Asia sudoriental, como
Indonesia, contengan extensas zosteras marinas sin explorar (Duarte y otros, 2009). Así pues, la zona costera con
irradiación suficiente para permitir zosteras marinas se ha estimado en 5,2 millones km2 (Gattuso y otros, 2006). Por
consiguiente, un inventario pormenorizado de los sumideros de carbono azul podría dar por resultado una superficie
que duplica la media mundial conservadora aceptada actualmente (cuadro 1). También varía mucho la capacidad de
almacenar carbono de los distintos ecosistemas de sumideros de carbono azul, en que la máxima tasa informada es
–1
–1
17,2 t C ha año en las marismas (cuadro 1). La tasa máxima de almacenamiento de carbono de estos tipos de de
hábitat es de 3 a 10 veces mayor que la media mundial estimada para estos ecosistemas (cuadro 1), demostrando así
la enorme capacidad de almacenamiento de carbono de determinados hábitats costeros con cubierta vegetal. Lo
cierto es que la máxima capacidad de almacenamiento de carbono informada de ecosistemas de marismas,
manglares y zosteras marinas (cuadro 1) supera en más de 10, 6 y 2 veces, respectivamente, la de los bosques
-1
amazónicos en estado natural, estimadas en 1,02 t C ha (Grace y otros, 1993). Por ejemplo, se ha estimado que el
almacenamiento de carbono en las marismas, que cubren solo una superficie pequeña de los Estados Unidos de
América continentales, representa el 21% del carbono total almacenado por todos los ecosistemas de ese país
(Bridgham y otros, 2006). En consecuencia, puede calcularse una estimación superior de la capacidad de captura de
carbono de los sumideros de carbono azul combinando las estimaciones máximas de la superficie mundial cubierta
con las estimaciones superiores del carbono almacenado por unidad de superficie (cuadro 1). Según estos cálculos,
–1
la estimación superior de la capacidad de captura de carbono de los sumideros de carbono azul es 329 Tg C año , lo
cual representa el 71% del almacenamiento de carbono orgánico en el océano (cuadro 1).
Cuadro 1. Estimaciones medias y máximas (entre paréntesis) de la superficie cubierta por
sumideros de carbono azul y de las tasas anuales de captura de carbono orgánico. Las tasas de
captura de carbono se indican por hectárea (media, rango y límite superior de confianza de la media de las
estimaciones de los distintos ecosistemas entre paréntesis) y total mundial (como rangos informados de las tasas
medias de captura mundial de carbono calculada utilizando la superficie máxima y el límite superior de confianza de
la tasa media de captura). Los datos son de zonas costeras con cubierta vegetal y su contribución en porcentaje a la
captura de carbono en el océano costero y el mundial (la tasa de captura y el porcentaje de contribución de los
hábitats con cubierta vegetal calculados con las estimaciones superiores figuran entre paréntesis). Las tasas totales
de captura de carbono orgánico en sedimentos de estuarios y plataformas continentales y en alta mar se suministran
con fines de comparación. Los datos surgen de estudios de Cebrián y Duarte (1996), Duarte y otros (2005a) y
Bouillon y otros (2008).
Componente
Superficie
Millones km2
Captura de carbono orgánico
Ton C ha-1 año-1
Tg C año-1
Hábitats con cubierta vegetal
Manglares
0,17 (0,3)
Marismas
0,4 (0,8)
Zosteras marinas
0,33 (0,6)
Total hábitats con
cubierta vegetal
0,9 (1,7)
Zonas de deposición
Estuarios
1,8
Plataforma
26,6
Total zonas de deposición
Total captura costera
% de hábitats con cubierta vegetal
Captura en alta mar
330,0
Total captura oceánica
% de hábitats con cubierta vegetal
1,39; 0,20 – 6,54 (1,89)
1,51; 0,18 – 17,3 (2,37)
0,83; 0,56 – 1,82 (1,37)
17 – 23,6 (57)
60,4 – 70 (190)
27,4 – 44 (82)
1,23; 0,18 – 17,3 (1,93)
114 – 131 (329)
0,5
0,2
0,00018
81,0
45,2
126,2
237,6 (454)
46,89 (0,72)
6,0
243,62 (460)
45,73 (0,71)
Recuadro de datos 4. Carbono oceánico en el ciclo global
Algunos estudios sugieren que los océanos han capturado entre 2.000 y 2.200 Tg C año–1 en los últimos 20 años
(Gurney y otros, 2002, Plattner y otros, 2002; Sabine y otros, 2004; Bender y otros, 2005; Miller y otros, 2005;
Manning y Keeling, 2006). Esto representa un aumento de las 1.800 Tg registradas en la década de 1980 a 2.200 Tg
C año–1 en la década de 1990 y los primeros cinco años del siglo XXI (McNeil y otros, 2003; Canadell y otros,
2007). No obstante, solo una pequeña fracción de este carbono se almacena permanentemente en los océanos, en
razón de que gran parte se recicla y libera nuevamente en pocos decenios. Actualmente, los ecosistemas costeros
están almacenando una cantidad de carbono equivalente aproximadamente al 25% del aumento anual estimado de
2.000 Tg C año-1 en la atmósfera.
Actualmente las emisiones de combustibles fósiles se estiman en 7.200 Tg C año–1, lo que representa un aumento
aproximado de 2.000 Tg C año-1 en la atmósfera. Las pérdidas de las comunidades de zosteras marinas, manglares y
Comment [M21]:
Table 1.
(Tab indented. Keep intact!)
marismas han aumentado desde aproximadamente el 0,9% por año en las tres primeras cuartas partes del siglo pasado
hasta el 7% por año en los decenios más recientes. Según las hipótesis actuales, la mayoría de los sumideros de carbono
azul desaparecerá en los próximos 20 años, lo que causará una pérdida de capacidad anual de fijación de carbono del
4% al 8% de las aportaciones antropógenas totales. Por consiguiente, las emisiones totales deberían disminuir del 4% al
8% adicional antes de 2030 para mantener la situación actual, o un 10% antes de 2050. En comparación, los beneficios
totales estimados del Programa ONU-REDD, de aplicarse en su totalidad (incluidos los programas de desaceleración de
la deforestación y de forestación amplia), según el IPCC, equivaldrían aproximadamente del 12% al 15% de las
reducciones de emisiones necesarias en 2050. Prevenir la pérdida de los sumideros de carbono azul de los océanos
significaría una importante contribución a la reducción del cambio climático, incluso en comparación con la
disminución de la deforestación de los bosques pluviales tropicales Los programas de forestación de manglares
representarían una contribución aun mayor. La estimación superior del almacenamiento en los océanos es
aproximadamente 450 Tg C año–1, equivalente a prácticamente el 10% de las reducciones necesarias de las emisiones.
Así pues, la combinación de carbono azul y verde podría fijar el menos el 25% de la proyección de reducción de
emisiones necesaria.
Comment [M22]:
Fact Box 4.
Cuadro 2. Balance global de carbono (en Tg C año–1): todos los años los océanos capturan unas 2.200 Tg C, pero
solo una parte de estas se almacena, principalmente en los sedimentos de los sumideros de carbono azul de los
océanos, como comunidades de manglares, marismas y zosteras marinas (Canadell y otros, 2007; Houghton, 2007).
Emisiones de combustibles
fósiles
Aumento atmosférico
Captura oceánica
Corriente terrestre neta
Cambios en el uso de la tierra
Corriente terrestre residual
Década de 1980
(Tg C año–1)
Década de 1990
(Tg C año–1)
2000–2005
(Tg C año–1)
5200 ± 300
–2900 ± 100
–1900 ± 600
–400 ± 700
1500 ± 800
–1900 ± 1100
6400 ± 300
–3200 ± 200
–2200 ± 700
–100 ± 800
1600 ± 800
–2600 ± 1100
7200 ± 300
–4200 ± 100
–2200 ± 400
–800 ± 800
1500 ± 800
–2300 ± 1100
Gráfico 17: Sumideros de carbono azul
Recuadro de datos 5. Propuestas de ingeniería geológica para mitigar el CO2 Está creciendo el interés
en el uso de la ingeniería geológica para suministrar soluciones de mitigación viables técnica y comercialmente para
luchar contra el aumento de las concentraciones de CO2 atmosférico (para un panorama general véase IPCC, 2005).
Algunas de estas propuestas tienen por objeto ampliar la función del océano como sumidero de carbono o almacenar
CO2 en formaciones geológicas del fondo marino. Algunas pueden parecer sorprendentes o exageradas, pero si los
conceptos son racionales desde una perspectiva científica y viables técnicamente, no se las debe pasar por alto. No
obstante, evaluar estas innovaciones no suele ser sencillo, pues plantean importantes desafíos ecológicos,
económicos, políticos y éticos (Nature News, 2009) que son motivo de preocupación. Habida cuenta de las
numerosas variables desconocidas y de las limitaciones actuales de los modelos, la evaluación de los riesgos y las
consecuencias de estas propuestas constituirán un desafío.
Existen dos enfoques principales. El primero es reducir la energía que ingresa en el sistema de la Tierra bloqueando
la radiación antes de que se absorba (por ejemplo, aerosoles para aumentar la cubierta de nubes, el uso de pantallas
solares para aumentar la capacidad reflectante de las zonas urbanas); el segundo es reducir la concentración de CO2
en la atmósfera transfiriéndolo a repositorios de largo plazo, facilitando así el escape de energía del planeta (Lenton
y Vaughn, 2009; IEA, 2004). Estos enfoques se encuentran en distintas etapas de desarrollo; algunos ya han sido
probados in situ y otros aún son teóricos. Las investigaciones en curso muestran que la mayoría de los conceptos de
ingeniería geológica tienen un alto riesgo de efectos secundarios (por ejemplo, aumento de la acidificación del
océano), son de aplicación limitada y poseen efectos inciertos y posiblemente irreversibles en el medio ambiente
marino. Todo esto pone de relieve la necesidad de utilizar un enfoque precautorio al investigar las intervenciones de
ingeniería geológica en los océanos.
Cuadro 3. Panorama general de las principales propuestas de ingeniería geológica relacionadas con el ciclo del
carbono, el concepto subyacente y el estado actual de las investigaciones.
Comment [M23]:
Table 2.
(Tab indented. Keep intact!)
Comment [M24]:
Figure 17.
Comment [M25]:
Fact Box 5.
Propuesta
Fertilización del océano
Concepto
En algunas zonas del océano la producción primaria está limitada por los macro y micronutrientes (como hierro,
silicio, fósforo o nitrógeno). Al aumentar la disponibilidad de estos nutrientes, podría aumentar la productividad
primaria y se aceleraría el ritmo de captura natural de CO2 de los océanos de 2 Gt C año–1 (Huesemann, 2008) y
aumentaría el almacenamiento de CO2 en alta mar. Todo el CO2 almacenado de este modo se removería del ciclo
global del carbono durante períodos de hasta 1.000 años.
Promovido por grupos comerciales y empresas (por ejemplo, Climos); tiene potencial para el comercio de créditos
en el mercado voluntario de carbono.
Estado de las investigaciones
Se han realizado aproximadamente 13 experimentos in situ desde 1993, que no han sido concluyentes respecto
de la eficacia de la fertilización del océano para el secuestro de CO2;
Para que la fertilización del océano sea una contribución viable a la reducción de las concentraciones de CO2
atmosférico, debería realizarse en superficies extensas y tal vez fuera necesario mantenerla en una escala
temporal medida en milenios (Lenton y Vaughan, 2009);
Se ha expresado preocupación a nivel internacional, entre otras cosas, acerca de los riesgos ecológicos. Algunos
órganos y expertos internacionales han formulado un llamamiento a la adopción de restricciones y a la cautela
(por ejemplo, Organización Marítima Internacional (OMI), 2007; Convenio sobre la Diversidad Biológica,
2008; Gilbert y otros, 2008; Seibel y Walsh, 2001);
Las partes en el Convenio de Londres convinieron en que, habida cuenta de los conocimientos actuales, no
debían permitirse las actividades de fertilización del océano, más allá de la investigación científica legítima. Se
está elaborando un marco de evaluación para las futuras investigaciones científicas y la experimentación in situ
(OMI, 2008).
Propuesta
Alteración de la mezcla del océano
Concepto
Utilización de tuberías de 200m de largo para mejorar la mezcla y la corriente ascendente de aguas ricas en
nutrientes (por ejemplo, Lovelock y Rapley, 2007);
Mejorar la corriente sumergente utilizando bombas flotantes para enfriar las aguas y formar y espesar el hielo
marino (Zhou y Flynn, 2005)
Estado de las investigaciones
Nunca se probó sobre el terreno;
Los cálculos indican que la corriente de secuestro que se lograría sería insignificante en una escala temporal; se
trata de un proceso costoso (Lenton y Vaughan, 2009).
Propuesta
Aumento de la alcalinidad del océano
Concepto
Aumento de la alcalinidad del océano por medio de:
Agregado de carbonato, aumentando de este modo la capacidad del agua de absorber CO2 (Kheshgi, 1995).
Harvey (2008) sugirió el uso de carbonato cálcico molido finamente, otras propuestas prevén el uso de cal
descompuesta térmicamente (Cquestrate, 2009);
Mejora de la solubilidad del CO2 en los océanos por medio de un proceso equivalente a la reacción del silicato
natural expuesto a la intemperie. Se remueve electroquímicamente el HCl del océano y se lo neutraliza por
medio de la reacción con rocas silicatadas. El aumento de la alcalinidad oceánica resultante de la eliminación
del HCl hace que el CO2 atmosférico se disuelva en el océano, en que se almacenará principalmente como
3HCO (House y otros, 2007);
Se trata de las únicas propuestas de ingeniería geológica que removerían CO2 de la atmósfera sin causar un
aumento de la acidificación del océano.
Estado de las investigaciones
Se trata de una propuesta aún teórica, aunque está siendo investigada activamente, por ejemplo, por Cquestrate,
un proyecto de fuentes abiertas para analizar la idea, que alienta el debate y la investigación basados en pruebas
empíricas (Cquestrate, 2009);
Es posible que las emisiones de CO2 generadas durante la preparación del material de carbonatos sean
equivalentes al CO2 secuestrado (Lenton y Vaughan, 2009).
Propuesta
Almacenamiento geológico de carbono
Concepto
Inyección de CO2 en formaciones geológicas a gran profundidad, como acuíferos salinos o depósitos agotados de
petróleo y gas debajo del fondo marino.
Estado de las investigaciones
En funcionamiento desde 1996. Algunos órganos internacionales han adoptado medidas y orientación (por
ejemplo, para reducir el riesgo de pérdidas) (OMI/Convenio de Londres, Comisión OSPAR para la protección
del medio marino del Atlántico nordeste). Se han realizado estudios para investigar las consecuencias a largo
plazo y la seguridad de este tipo de almacenamiento, y elaborar modelos al respecto (por ejemplo Gilfillan y
otros, 2009, Proyecto Statoil Sleipner)
Propuesta
Inyección y disolución de CO2 en la columna de agua
Inyección de CO2 en el fondo marino
Concepto
El CO2 se transporta por barco o tubería lejos de la costa y luego se inyecta en la columna de agua a gran
profundidad (1.000 m o más) en la que el CO2 se disuelve y permanece aislado de la atmósfera durante siglos (COI
de la UNESCO/Comité Científico de Investigaciones Oceánicas (CCIO), 2007);
El CO2 se coloca directamente en el fondo marino a profundidades superiores a los 3.000 m, en que formaría “lagos”
duraderos con bajas tasas de disolución.
Estado de las investigaciones
Ambos conceptos han sido objeto de investigación teórica y elaboración de modelos durante años y de algunos
ensayos sobre el terreno en pequeña escala, pero aún no se los ha desplegado y ensayado plenamente (COI de la
UNESCO/CCIO, 2007). Las investigaciones indican que habría una liberación gradual del CO2 inyectado en la
atmósfera durante cientos o miles de años (en función de la profundidad y las condiciones locales del sitio);
No se conoce ningún mecanismo para prevenir la liberación aguda catastrófica del CO2 inyectado (COI de la
UNESCO/CCIO, 2007), hay riesgos ambientales y repercusiones importantes en relación con estos métodos de
almacenamiento (IPCC, 2005; Sedlacek y otros, 2009). La inyección de CO2 en la columna de agua o el fondo
marino afecta a los organismos marinos cercanos y la química oceánica (por ejemplo, aumentando la acidez).
En vista del los posibles efectos graves en el medio ambiente, en 2007, en virtud de la enmienda del Protocolo
del Convenio de Londres y una decisión jurídicamente vinculante en el marco de la OSPAR, se ha prohibido la
colocación de corrientes de dióxido de carbono en la columna de agua o el fondo marino (OSPAR, 2007).
Comment [M26]:
Table 3.
LA RÁPIDA DEGRADACIÓN DE LOS
SUMIDEROS DE CARBONO
OCEÁNICOS
Los hábitats marinos costeros con cubierta vegetal, es decir los sumideros de
carbono azul, figuran entre los ecosistemas marinos más amenazados (Duarte y
otros, 2008; Duarte, 2009). La eutrofización, la regeneración de tierras, la
ingeniería y la urbanización costeras se han traducido en la pérdida de una
porción importante de los sumideros de carbono azul del planeta desde la
década de 1940 (Duarte y otros, 2008; Duarte 2009)
Una evaluación reciente indica que ya se ha perdido aproximadamente una tercera parte de las zosteras marinas del
–1
–1
mundo y que estas pérdidas se están acelerando, de menos del 0,9% año en la década de 1970 a más del 7% año
desde 2000 (Waycott y otros, 2009). A nivel mundial se ha perdido cerca del 25% de la superficie cubierta
–1
inicialmente por marismas (Bridgham y otros, 2006) y las pérdidas actuales varían del 1% al 2% año (Duarte y
otros, 2008). Valiela y otros (2001) estiman que desde la década de 1940 se ha perdido a nivel mundial alrededor del
–1
35% de la superficie cubierta por manglares en el pasado, y las pérdidas actuales son del 1% al 3% año . En
consecuencia, ya se ha perdido aproximadamente una tercera parte de la superficie cubierta de sumideros de carbono
azul y el resto está seriamente amenazado. Los hábitats marinos con cubierta vegetal, es decir los sumideros de
carbono azul, figuran entre los hábitats más amenazados de la biosfera, pues su tasa de pérdida a nivel mundial es de
–1
2 a 15 veces más rápida que la de los bosques tropicales, 0,5% año (Achard y otros, 2002). Además de sus efectos
conexos en la diversidad biológica y la protección costera, la degradación de los sumideros de carbono azul
representa la pérdida de un sumidero de carbono natural y socava la capacidad de la biosfera de eliminar las
emisiones antropógenas de CO2.
Gráfico 18: Disminución de la capacidad del Océano Glacial Antártico de absorber CO2.
Comment [M27]:
Figure 18.
Recuadro de datos 6. ¿Está disminuyendo también la capacidad de fijar carbono del Océano
Glacial Antártico?
En general se reconoce que el Océano Glacial Antártico es un importante sumidero de carbono que absorbe cerca
del 15% del CO2 antropógeno (CSIRO, 2007). Los modelos predicen que a medida que aumenta la concentración de
CO2 en la atmósfera, aumentaría la capacidad de absorción del océano. Esto parece ocurrir en casi todas las zonas,
con excepción del Océano Glacial Antártico (CSIRO, 2007; Le Quéré y otros, 2007; Lenton y Metzl, 2009). Si bien
los científicos coinciden respecto de los datos, se debate acerca de las razones de ello; posiblemente se deba a una
disminución del ozono junto con un incremento de gases de efecto invernadero, que se traduce en vientos más
fuertes y, por lo tanto, en una mayor mezcla. Independientemente de la causa, esta tendencia podría tener
consecuencias posiblemente graves para las concentraciones de CO2 en la atmósfera en los próximos años.
Gráfico19a–b: Capacidad de los sumideros de carbono azul del océano
Comment [M28]:
Figure 19.
LOS SUMIDEROS DE CARBONO AZUL
DE LOS OCÉANOS Y EL BIENESTAR
HUMANO
Los ecosistemas acuáticos suministran servicios que contribuyen al bienestar
humano, tanto directa como indirectamente. Estos servicios se caracterizan por
sus beneficios directos, como fuentes de empleo, ingresos y seguridad
alimentaria, turismo, investigación científica y extracción de minerales; por sus
beneficios indirectos, como la regulación del clima y el transporte; y por su valor
intrínseco, como el mantenimiento de la diversidad biológica y las identidades
sociales y su conservación en favor de las generaciones futuras (Kay y Alder,
2005).
Se estima que el valor promedio de los servicios de los ecosistemas costeros del mundo supera los 25 billones de
dólares por año (Martínez y otros, 2007). Por consiguiente, las zonas costeras tienen actualmente tanta importancia
económica como la han tenido durante toda la historia de la humanidad.
Se proyecta que el cambio climático afectará a todos los ecosistemas, sociedades y economías, aumentando la
presión sobre los medios de subsistencia y la provisión de alimentos, entre otros en los sectores de la pesca y la
acuicultura. El mantenimiento de la calidad de los alimentos tendrá un papel central a medida que los recursos sean
objeto de mayores presiones y, por ejemplo, la disponibilidad de peces y el acceso a estos sean cada vez más una
cuestión decisiva del desarrollo (Cochrane y otros, 2009; FAO, 2008).
EFECTOS EN LA SEGURIDAD ALIMENTARIA DEBIDOS A CAMBIOS EN LOS OCÉANOS Y LAS
COSTAS
Las alteraciones debidas al cambio climático que sufrirán los océanos, entre otras, temperaturas más altas,
acidificación y cambios en las corrientes, afectarán en última instancia a la pesca y la acuicultura. Se prevé que
cambiarán las distribuciones de peces y ya se están detectando cambios en las distribuciones de especies en el Mar
del Norte, en que desde 1970 prácticamente las dos terceras partes de las especies comercialmente importantes han
estado trasladándose a latitudes más elevadas en promedio o a mayores profundidades, o ambas cosas (Perry y otros,
2005; Dulvey y otros, 2008). Algunas proyecciones recientes de cambios en las áreas de distribución de más de
1.000 especies de peces comercialmente importantes, basadas en distintas hipótesis de cambio climático hasta 2050,
predicen la extinción de numerosas especies en regiones subpolares, los trópicos y los mares semicerrados (Cheung
y otros, 2009). El cambio climático también afectará los niveles de organismos marinos invasores, que con
frecuencia perjudican a las poblaciones de peces comerciales. Los estudios predicen que la invasión de especies será
importante en el Océano Ártico y el Océano Glacial Antártico (Cheung y otros, 2009). Lo cierto es que en su
conjunto estos cambios podrían traducirse en una rotación de especies superior al 60% de la diversidad biológica
actual. Esto tiene el potencial de perturbar la gama de servicios de los ecosistemas marinos, incluido el suministro de
alimentos.
Gráfico 20: Los bancos pesqueros más productivos se limitan a puntos críticos que cubren un
7,5% de la superficie del océano, en la que se realiza más de la mitad de los pesca.
Comment [M29]:
Figure 20.
Gráfico 21: Aunque los ecosistemas costeros ya están entre los más valiosos del planeta, las
estimaciones actuales del valor económico de algunos de los sumideros de carbono azul son
sorprendentemente bajas. ¿Cómo debería modificarse la percepción humana del cambio de estos
importantes ecosistemas a medida que comprendemos los enormes beneficios de mantener
sanos las costas y los océanos?
Comment [M30]:
Figure 21.
El cambio climático tendrá efectos en las cuatro dimensiones de la seguridad alimentaria, a saber, disponibilidad,
estabilidad, acceso y utilización.
La disponibilidad de productos acuáticos variará debido a cambios en los ecosistemas, la producción, la distribución
de especies y los hábitats. Los cambios tendrán lugar a nivel regional y local en sistemas de agua dulce y marina
debido a cambios en los ecosistemas y las opciones de acuicultura, que dependen de la disponibilidad de los insumos
básicos. La producción de recursos acuáticos, tanto de la pesca o de la acuicultura, podría verse afectada por la
capacidad de adaptación de las medidas de gestión que controlan el acceso temporal y espacial.
La estabilidad del abastecimiento se verá afectada por cambios en la estacionalidad, una mayor variación de la
productividad de los ecosistemas, un aumento del riesgo de abastecimiento y una menor previsibilidad de la oferta;
cuestiones que también podrían tener consecuencias importantes en los costos de la cadena de abastecimiento y su
flexibilidad para responder a las variaciones.
El acceso a los peces para la alimentación se verá afectado por cambios en la distribución de las especies y los
medios de subsistencia, además de las repercusiones provenientes de otros sectores (aumento de los precios de
productos alimentarios alternativos), la competencia por la oferta y las asimetrías en materia de información. Las
políticas y medidas adoptadas para combatir el cambio climático podrían obstaculizar indirectamente el acceso de
las personas a los alimentos, limitando la realización de su derecho a la alimentación.
Gráfico 22: a) Distribuciones actuales del verrugato de Manchuria Larimichthys polyactis (Sciaenidae) (principio
del siglo XXI) y b) cambios en esas distribuciones causados por el clima. Estas distribuciones fueron predichas por
un modelo de envolvente bioclimática dinámico descrito por Cheung y otros (2008), sobre la base de la hipótesis de
un aumento global de la temperatura del océano de 2,5°C en promedio. Las líneas de guiones marcan los límites de
las zonas económicas exclusivas.
Gráfico 23. Rotación de especies
La utilización de nutrientes (es decir, el valor nutricional) de los productos de la pesca se verá afectada debido a
cambios en la calidad del abastecimiento y perturbaciones de la cadena de abastecimiento. En algunos casos, se
necesitará un período de ajuste para consumir especies distintas de las tradicionales. Estas cuestiones son
fundamentales en países que tienen un elevado consumo per cápita de proteínas acuáticas.
Se prevé que con el cambio climático variarán la frecuencia, la distribución y el momento de las floraciones de algas
nocivas, que afectan la pesca y que en algunos casos tornan los mariscos y los peces tóxicos para los seres humanos.
Estas floraciones están compuestas principalmente por dinoflagelados (algas/fitoplancton) que ascienden y
descienden por la columna de agua. Se predice que si las aguas oceánicas se vuelven más estratificadas, estas algas
sobrevivirán mejor que otro fitoplancton y, en consecuencia, podría aumentar la frecuencia de las floraciones de
algas nocivas (Moore y otros, 2008). Se ampliará su distribución a latitudes más elevadas a medida que aumentan
las temperaturas en razón del cambio climático. Ya se ha observado una mayor frecuencia de este tipo de floraciones
en Europa septentrional (Tester, 1994). También se predice que cambiarán el momento y la duración de las
floraciones de algas nocivas a medida que las temperaturas del mar lleguen antes a sus valores máximos y se
mantengan por más tiempo, con lo cual las condiciones óptimas de crecimiento también serían más prolongadas
(Moore y otros, 2008). La combinación de estos cambios expondrá a más personas durante más tiempo y en zonas
geográficas más extensas a las toxinas relacionadas con las floraciones de algas nocivas ya sea como aerosoles o
acumuladas en mariscos y peces (Moore y otros, 2008).
¿QUIÉNES SON LOS MÁS VULNERABLES A LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN LOS
OCÉANOS?
Como ya se mencionó en los capítulos anteriores, los efectos del creciente cambio climático en los océanos
probablemente incluyan el aumento del nivel del mar, una mayor acidez, el incremento de la frecuencia y la
intensidad de fenómenos meteorológicos extremos y la disminución de la pesca. Las consecuencias de estos cambios
físicos y biológicos en la pesca y las comunidades de acuicultura serán tan variadas como los cambios mismos
(FAO, 2008; Cochrane y otros, 2009). Los efectos, tanto negativos como positivos, podrían preverse combinando
los efectos potenciales (sensibilidad y exposición) y la capacidad de adaptación, y su intensidad dependerá de la
vulnerabilidad de cada comunidad. Las repercusiones se manifestarán en cambios en los costos de captura,
producción y comercialización, cambios en los precios de venta y posibles aumentos del riesgo de daño o pérdida de
infraestructura, herramientas de pesca y acuicultura, y vivienda. Las comunidades que dependen de la pesca también
podrían hacer frente a una mayor vulnerabilidad en lo que respecta a medios de subsistencia menos estables,
Comment [M31]:
Figure 22.
Comment [M32]:
Figure 23.
disminución de la disponibilidad y/o calidad de los peces para alimentación, y riesgos de seguridad, por ejemplo, la
pesca en condiciones meteorológicas más duras y más alejadas de los instalaciones de descarga.
Las repercusiones en la acuicultura también podrían ser positivas o negativas, causadas por los efectos directos o
indirectos en los recursos naturales que necesitan, principalmente el agua, la tierra, el material de repoblación, la
alimentación y la energía. Dado que la pesca suministra insumos y material de alimentación y repoblación
importantes, los efectos del cambio climático sobre estos afectarán a su vez la productividad y rentabilidad de los
sistemas de acuicultura, afectando así la seguridad alimentaria (Cochrane y otros, 2009). La vulnerabilidad de las
comunidades basadas en la acuicultura será una función de su dependencia de los recursos, así como de su
exposición a fenómenos meteorológicos extremos. Los cambios en el clima podrían incrementar el estrés fisiológico
de las poblaciones sembradas, lo cual podría no solo afectar la productividad sino también aumentar la
vulnerabilidad a las enfermedades, lo que a su vez aumentaría los riesgos y reduciría los retornos de los
piscicultores. Las interacciones entre los subsectores de la pesca y la acuicultura podrían tener otras consecuencias,
por ejemplo los fenómenos meteorológicos extremos podrían causar escapes de poblaciones sembradas y contribuir
a posibles reducciones de la diversidad genética de las poblaciones silvestres y afectar la diversidad biológica y los
ecosistemas más ampliamente.
Estos efectos se combinarán con otros aspectos que repercuten sobre la capacidad de adaptación, como la mayor
presión que ejercerá la creciente población costera sobre los recursos, toda rigidez política, institucional o de gestión
que repercuta negativamente en las estrategias de adaptación comunitarias, las deficiencias en la vigilancia y los
sistemas de alerta temprana o en la planificación de las emergencias y los riesgos, así como otros factores no
climáticos, como la pobreza, la desigualdad, la inseguridad alimentaria, los conflictos y las enfermedades.
La degradación de estos ecosistemas marinos por el cambio climáticos, la gestión deficiente de los desechos costeros
y las prácticas no sostenibles de extracción de recursos naturales, incluida la pesca de arrastre (PNUMA, 2008b),
afectarán a una amplia gama de aspectos de la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia. La adaptación y la
mitigación para garantizar una mejor gestión integrada de los recursos costeros y acuáticos es, por lo tanto, esencial
tanto para restablecer la capacidad de capturar carbono como para la salud, los medios de subsistencia, los ingresos
y la seguridad alimentaria.
Gráfico 24: Vulnerabilidad comparada de las economías nacionales a los efectos del clima en la pesca. La
vulnerabilidad de las economías nacionales a las posibles consecuencias del cambio climático en la pesca (que
integra la exposición, la sensibilidad y la capacidad de adaptación) en la hipótesis B2 del IPCC (desarrollo local,
menores emisiones).
Comment [M33]:
Figure 24.
Reconociendo que los ecosistemas costeros saludables y productivos, cada vez más estresados
por las fuentes terrestres de contaminación, el desarrollo costero y la destrucción de hábitats,
desempeñan un papel creciente en la mitigación de los efectos del cambio climático en las
comunidades y economías costeras en el corto plazo…
Subrayamos la necesidad de una gestión sostenible de los ecosistemas costeros y marinos,
incluidos los manglares, los humedales, las zosteras marinas y los arrecifes de coral, como
zonas de amortiguación protectoras y productivas que suministran valiosos bienes y servicios de
ecosistemas con un potencial importante para abordar los efectos adversos del cambio
climático.
Declaración de Manado sobre los Océanos (Conferencia Mundial sobre los Océanos, 2009).
ADAPTACIÓN Y MITIGACIÓN BASADAS
EN LOS ECOSISTEMAS
Hay cada vez mayor conciencia y más pruebas del potencial del restablecimiento
de los ecosistemas naturales, no solo como medio para mitigar el cambio
climático sino también para asegurar el suministro continuado de los servicios
de los ecosistemas (MA, 2005; Trumper y otros, 2009). Estos servicios, incluidos,
entre otros, los efectos del amortiguamiento de fenómenos meteorológicos
extremos y tsunamis, la mejora del abastecimiento de alimentos, la mitigación de
la contaminación y las cuestiones de salud, se concentran principalmente en las
zonas costeras de los océanos (PNUMA, 2006; 2008b). Lo cierto es que los
sumideros de carbono azul de los océanos, junto como los arrecifes de coral y
las comunidades de algas, cumplen funciones muy importantes en las zonas
costeras, al tiempo que generan oportunidades de empleo y prosperidad costera.
Lamentablemente, los sumideros de carbono azul están desapareciendo a un ritmo alarmante. Las actividades humanas,
como la deforestación, la contaminación por nutrientes y productos químicos de la escorrentía agrícola e industrial, el
desarrollo costero no sostenible, la sobreexplotación pesquera, las infestaciones de especias invasoras, los derrames de
petróleo, el dragado, relleno o drenaje que causan concentración de sedimentos, la minería y la pérdida de diversidad
biológica, están repercutiendo en los ecosistemas costeros de todo el mundo, excediendo ampliamente la capacidad natural
de amortiguación de estos ecosistemas (PNUMA, 2006; 2008b).
GESTIÓN DE LOS SUMIDEROS DE CARBONO AZUL Y SU RESTABLECIMIENTO
Los sumideros de carbono azul son zonas críticas para el almacenamiento de carbono en el océano, en el que
desempeñan un papel importante a nivel mundial que debe incorporarse en los inventarios actuales de sumideros
naturales de carbono. Desde la década de 1940 ya podría haberse perdido aproximadamente la mitad de su
capacidad de almacenamiento, mayormente debido a la pérdida de estos hábitats costeros con cubierta vegetal. Las
iniciativas para recuperar la capacidad de los sumideros de carbono azul deben incorporarse en las estrategias en
curso para mitigar el cambio climático, impulsando así los esfuerzos de restablecimiento. La recuperación de los
sumideros de carbono azul ayudará a los países a mitigar sus emisiones de carbono, al tiempo que rehabilitan
valiosos servicios de ecosistemas y recursos naturales esenciales. La gestión integrada de las costas será un elemento
central de este proceso para asegurar tanto la capacidad de fijar carbono como los bienes y servicios destinados a la
seguridad alimentaria, los medios de subsistencia costeros y el desarrollo costero sostenible.
Hay pruebas suficientes de que revertir la degradación mundial de los hábitats costeros con cubierta vegetal y
recuperar las superficies perdidas de sumideros de carbono azul mejoraría sustancialmente las condiciones
ecológicas del medio ambiente costero mundial. Esto se traduciría en la recuperación de servicios importantes, como
su capacidad de oxigenar las aguas costeras, servir de viveros, contribuir a restablecer las poblaciones de peces o
proteger la costa de las tormentas y los fenómenos meteorológicos extremos (Hemminga y Duarte 2000; Danielsen y
otros, 2005). Al mismo tiempo, al detener la pérdida y la degradación, reconstruiríamos un importante sumidero de
carbono natural, contribuyendo así a mitigar las emisiones de CO2 y, por lo tanto, el cambio climático.
Habida cuenta de que los sumideros de carbono azul se encuentran en las costas de todos los continentes, con
excepción de la Antártida, los Estados de regiones que tienen zonas costeras poco profundas (por ejemplo, la India,
Asia sudoriental, el Mar Negro, África occidental, el Caribe, el Mediterráneo, el este de los Estados Unidos, Rusia)
podrían estudiar la posibilidad de mitigar las emisiones de CO2 y mejorar sus recursos costeros mediante la
protección y el restablecimiento de sus sumideros de carbono azul. Ampliar estos sumideros es, por lo tanto, una
estrategia en que todos se benefician (semejante a las estrategias utilizadas para proteger y reconstruir la capacidad
de almacenamiento de carbono de los bosques pluviales) que contribuye a abordar los compromisos asumidos por
los Estados en virtud del Convenio sobre la Diversidad Biológica y la Convención Marco de las Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático. Por ejemplo, se ha estimado que mediante el plan de acción nacional de conservación de
–1
los humedales de China en curso será posible aumentar el secuestro de carbono en 6,57 Gg C año (Xiaonana y
2
otros, 2008). Andrews y otros (2008) calcularon que el efecto neto de devolver unos 26 km de tierras recuperadas
en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte a zonas entre mareas podría llevar al secuestro de unas 800 t
−1
C año .
El primer paso es la protección de estos importantes hábitats de almacenamiento de carbono azul, lo que ya se está
haciendo en muchos países (entre otros, los miembros de la Unión Europea y los Estados Unidos). Ello incluye la
reglamentación de las actividades que causan su degradación a nivel mundial, incluidos la tierra ganada al mar, la
deforestación de los manglares, el uso excesivo de fertilizantes en los cultivos terrestres, las prácticas de pesca no
sostenibles y el ingreso de desechos orgánicos urbanos, la sedimentación ocasionada por la deforestación terrestre y
la fijación de las costas mediante el desarrollo urbano (Duarte, 2002; 2009). Se dispone de mejores prácticas para la
gestión de los sumideros de carbono azul a fin de ayudar a mantener la salud de estos ecosistemas, al tiempo que se
conservan sus funciones (por ejemplo, Borum y otros, 2004; Hamilton y Snedaker 1984; Melana y otros, 2000).
El segundo paso debería ser el restablecimiento en gran escala de la superficie perdida, que probablemente sea de la
misma magnitud (si no mayor) que la superficie que aún está cubierta por estos hábitats acuáticos (Duarte 2009;
Waycott y otros, 2009). Por ejemplo, algunos países de Asia sudoriental han perdido casi el 90% de sus manglares
desde la década de 1940 (Valiela y otros, 2001). Se han ejecutado proyectos de rehabilitación de manglares en gran
escala. La mayor iniciativa probablemente sea la forestación del bosque del Delta del Mekong en Viet Nam,
destruido completamente por la utilización del agente naranja en la década de 1970 y replantado por el pueblo
vietnamita (Arnaud-Haond y otros, en imprenta). También es posible restablecer las marismas, lo que se ha hecho
mayormente en Europa y los Estados Unidos (por ejemplo, Boorman y Hazelden 1995). El restablecimiento de las
zosteras marinas es más complejo, pues la labor necesaria para insertar trasplantes bajo el agua aumenta los costos.
Por consiguiente, la rehabilitación de zosteras marinas ha sido relativamente escasa en superficie (unas pocas
hectáreas) y en número de proyectos. No obstante, es una opción viable siempre que los beneficios del
restablecimiento de las zosteras se utilicen estratégicamente, por ejemplo para catalizar su gran potencial de
recuperación natural. Por tratarse de un proceso lento si no se lo estimula (Duarte y otros, 2005b), debe respaldárselo
con medidas simultáneas destinadas a reducir las tensiones que causan la pérdida en primer lugar. Estas iniciativas
suministrarían las primeras fuentes de crecimiento que posteriormente se beneficiarían de la capacidad exponencial
de expansión de las zosteras por medio del crecimiento de los rizomas en el fondo marino. En tanto que los bosques
verdes solo pueden crecer hacia arriba, las zosteras marinas pueden crecer horizontalmente a un ritmo exponencial.
La capacidad de secuestro de los distintos ecosistemas marinos varía sustancialmente (cuadro 1). No todos los
sumideros de carbono azul son igualmente eficaces; las marismas tienen la mayor tasa de almacenamiento de
carbono por unidad de superficie, seguidas de los manglares y las zosteras marinas. Según los conocimientos de que
se dispone actualmente, entre los factores que impulsan la capacidad de los ecosistemas de fijar carbono azul figuran
la biomasa y la producción elevadas, en que las plantas producen un gran excedente de carbono orgánico (Duarte y
Cebrián, 1996), y su ubicación en zonas en que pueden interceptar el material de fuentes terrestres, que se agregaría
al excedente propio traduciéndose en tasas de almacenamiento mayores (Bouillon y otros, 2008). Las iniciativas de
restablecimiento deben centrarse en la recuperación de los sumideros de carbono que tienen una gran capacidad de
secuestro, teniendo en cuenta estos factores de impulso y catalizando la capacidad de estos ecosistemas de actuar
como sumideros de carbono eficientes. Nuevas investigaciones sobre las condiciones que estimulan una elevada
capacidad de almacenamiento de los hábitats costeros con cubierta vegetal pueden contribuir a orientar proyectos de
rehabilitación satisfactorios.
La mayoría de las iniciativas destinadas a restablecer los sumideros de carbono azul han sido impulsadas por la
necesidad de proteger los hábitats con cubierta vegetal y su valor como hábitats para especies fundamentales
(Boorman y Hazelden, 1995; Fonseca y otros, 2000; Danielsen y otros, 2005). Ha llegado el momento de tener en
cuenta también su papel beneficioso como sumideros de carbón e incluirlos en las evaluaciones económicas de las
ventajas de rehabilitar los sumideros de carbono azul.
ENFOQUES INTEGRADOS BASADOS EN LOS ECOSISTEMAS
La mejora de la resistencia de las comunidades costeras y oceánicas, tanto humanas como acuáticas, a los efectos del
cambio climático será esencial para sostener el papel de los océanos como proveedores de seguridad alimentaria y
medios de subsistencia. Los enfoques amplios e integrados basados en los ecosistemas de la gestión de las costas,
los océanos y los usos de los recursos acuáticos deberían constituir la base de las estrategias de adaptación al cambio
climático y de mitigación de sus efectos al abordar los aspectos sociales, económicos, ecológicos y de gobernanza en
que se basa la vulnerabilidad al cambio climático. Estos enfoques integrados contribuirían a relacionar los
numerosos sectores que dependen de los recursos costeros y oceánicos con las organizaciones que se ocupan del
cambio climático y la gestión del riesgo de desastre, ayudando de este modo a que las estrategias de desarrollo
sectorial incorporen medidas de defensa contra el cambio climático y se tengan en cuenta los sectores acuáticos en
las estrategias relativas al cambio climático.
Gestión de los sumideros de carbono costeros – informe de próxima publicación de la UICN,
Natural England y el PNUMA
La cuestión del secuestro de carbono marino está siendo objeto de la atención mundial y un nuevo informe titulado
“Gestión de los sumideros de carbono costeros” elaborado conjuntamente por la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (IUCN) y Natural England examina la cuestión en más detalle. Este informe
documenta la información más reciente de científicos destacados del mundo sobre el potencial para la gestión del
carbono de varios ecosistemas costeros: marismas de marea, manglares, zosteras marinas, bosques de algas y
arrecifes de coral. Analiza los datos científicos más recientes de cada uno de estos ecosistemas y su papel en el ciclo
del carbono, y describe opciones de gestión que mantendrían y mejorarían la capacidad de secuestro de cada uno de
estos. La publicación del informe está prevista para fines de 2009.
Al igual que en los casos de sectores terrestres, las medidas de mitigación y los objetivos generales de desarrollo en
relación con los recursos costeros y oceánicos tienen muchas sinergias y beneficios que se refuerzan mutuamente.
Entre estos beneficios se encuentran, entre otros, la mejora de los sistemas de producción de pesca y acuicultura, la
conservación de la diversidad biológica mediante el aumento de las poblaciones en los manglares y la mejora de la
eficiencia energética en el sector del transporte marítimo. Las iniciativas deberían incluir esferas de beneficio mutuo
para la seguridad alimentaria y de los medios de subsistencia y las responsabilidades de estos sectores de reducir y
evitar las emisiones e intensificar la remoción natural de gases de efecto invernadero.
A fin de evitar las compensaciones negativas entre la adaptación y la mitigación en y entre los sectores, un enfoque
basado en los ecosistemas y la evaluación y planificación de las estrategias de mitigación y adaptación de todo el
sistema deberán incluir los efectos en otros sectores. De este informe surge claramente que la capacidad de
almacenamiento de carbono de estos valiosos ecosistemas costeros debería impulsar en gran escala la gestión,
protección y rehabilitación integrada de las zonas costeras.
Comment [M34]:
Box.
OPCIONES NORMATIVAS
En las discusiones sobre el cambio climático no se ha prestado suficiente
atención a los ecosistemas marinos teniendo en cuenta su importancia tanto
para la mitigación como para la adaptación. La complejidad de los ecosistemas
marinos, su condición jurídica de recurso internacional y de propiedad común, y
la falta de sistemas de medición de la mitigación fiables han sido factores que
contribuyeron a ello.
Aunque numerosas cuestiones técnicas carecen aún de consenso científico y político, los instrumentos
internacionales en materia de cambio climático deben mantenerse abiertos a la elaboración de medidas y
mecanismos que respalden la coherencia y resistencia de los ecosistemas marinos y se valgan de las fuertes sinergias
entre la mitigación y la adaptación.
Hasta hace muy poco en los debates sobre la mitigación del cambio climático y la adaptación a este se había hecho
caso omiso de los ecosistemas marinos. Las economías actuales se basan principalmente en la quema de
combustibles fósiles. Muchos países harán frente a problemas importantes para desarrollar la industria y ampliar el
transporte y, al mismo tiempo, reducir las emisiones. Es decididamente fundamental que al reducir las emisiones de
carbono marrón y negro, mantengamos y ampliemos la capacidad de la biosfera, en particular los océanos, de seguir
capturando y fijando el carbono que emitimos. Se necesitan con urgencia nuevas formas de reducir las
consecuencias de las emisiones continuas, no solo por medio de la adaptación, sino también asegurando que el
sistema natural capture y almacene la mayor cantidad de carbono posible. Los océanos han actuado como uno de los
mayores sumideros de carbono a lo largo de la historia y debe ampliarse su capacidad de seguir cumpliendo esta
función. Sin embargo, cabe la siguiente advertencia: no hay una sola solución para todos los problemas. Las
soluciones innovadoras a corto plazo, incluidas las opciones de ingeniería geológica, como la fertilización de los
océanos y el bombeo de CO2 en alta mar, plantean graves desafíos ecológicos, económicos, políticos y éticos, pues
tienen muchas variables y alto riesgo de efectos secundarios (véase el recuadro de datos 5). Estas propuestas no
deberían desecharse, pero se necesitan más investigaciones y evaluaciones cuidadosas y completas antes de ponerlas
en práctica en gran escala o con fines comerciales.
Las opciones que pueden reducir y mitigar el cambio climático, aumentar la seguridad alimentaria, beneficiar la
salud y la consiguiente productividad y generar empleos y negocios son sumamente importantes. Este concepto es
contrario a la precepción de que la mitigación o la reducción de las emisiones son un costo y no una inversión. La
mejora de la gestión integrada de los medios costeros y marinos, incluida la protección y rehabilitación de los
sumideros de carbono azul de los océanos, ofrece una de las iniciativas de mitigación más fuertes conocidas
actualmente en que todos se benefician. Podría suministrar beneficios de valor agregado muy superiores a sus
costos, pero aún no se la ha reconocido en los protocolos mundiales y los sistemas de comercialización de carbono.
Los sumideros de carbono azul cubren solo una fracción de los océanos del mundo; no obstante, son decisivos y se
encuentran entre los sumideros de carbono más eficaces conocidos. Suministran valiosos servicios de ecosistemas
para la pesca, el turismo y las economías costeras. Sin embargo, están desapareciendo a un ritmo mayor que el de
otros ecosistemas terrestres. Quedan menos de 20 años para protegerlos y rehabilitarlos, lo cual brindará efectos
inmediatos para la fijación de carbono y beneficios inmediatos para la pesca, además de otras ventajas adicionales
originadas por la mejora de la protección costera y los servicios de los ecosistemas.
Recuadro de datos 8. Por medio del carbono verde y azul podría obtenerse una reducción de las emisiones del
25%
Las estimaciones más recientes indican que las actividades humanas son responsables de emisiones mundiales de
–1
carbono de unas 7.000 a 10.000 Tg C año , de las cuales aproximadamente 1.500 Tg C, es decir del 15% al 20%,
son el resultado del cambio del uso de la tierra. Las restantes emisiones provienen del uso de combustibles fósiles y
la producción de cemento (Canadell y otros, 2007). Esto ha causado un aumento anual de las concentraciones de
CO2 en la atmósfera de 1 a 2 ppm, o hasta 2.000 Tg C año para el período 1995–2005, en comparación con 1,25 ppm
en el período 1960–1995 (IPCC, 2007b; Houghton, 2007).
Carbono verde: La reducción en un 50% de la tasa de deforestación antes de 2050 y el mantenimiento posterior
en ese valor hasta 2100 evitarían la liberación directa de hasta 50 Gt C durante este siglo, es decir aproximadamente
–1
555 Tg C año , lo cual equivale del 12% al 15% de las reducciones de emisiones necesarias para mantener las
concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera por debajo de 450 ppm (Trumper y otros, 2009).
Carbono azul: Según este informe, la protección, la mejor gestión y el restablecimiento de los sumideros de
–1
carbono verde del océano evitaría la pérdida de hasta 450 Tg C año , lo que equivale al 10% de las reducciones
necesarias.
En combinación con el carbono verde (reducción de las emisiones debidas a la deforestación y la degradación
forestal en países en desarrollo), el efecto sería equivalente a una reducción de las emisiones necesarias del 20% al
25%, brindando beneficios enormes para la seguridad alimentaria, los recursos acuáticos y la diversidad biológica y
la generación de empleos e ingresos. Pero para ello se necesitaría para los océanos un programa semejante al
Programa REDD establecido para los bosques pluviales, es decir un fondo de carbono azul.
Comment [M35]:
Fact Box 8.
OPCIONES CLAVE:
Para ejecutar un proceso y administrar la financiación necesaria para la
protección, gestión y el restablecimiento de estos importantes sumideros de
carbono del océano, se sugieren las opciones siguientes:
1. Establecer un fondo mundial para el carbono azul destinado a la protección y gestión de los
ecosistemas costeros y marinos y el secuestro de carbono oceánico.
a. Crear, como parte de los instrumentos normativos internacionales en materia de cambio climático, mecanismos
que permitan el uso futuro de créditos de carbono por la captura y el almacenamiento eficaz de carbono de
ecosistemas marinos y costeros a medida que se disponga de sistemas de medición adecuados. El carbono azul
podría comercializarse y tratarse de manera semejante al carbono verde, como los bosques pluviales, e incluirse en
los protocolos de emisiones y mitigación del cambio climático junto con otros ecosistemas que fijan carbono;
b. Establecer parámetros de referencia y sistemas de medición para la captura y el secuestro ambientalmente
racionales de carbono oceánico;
c. Considerar la posibilidad de establecer mecanismos de coordinación y financiación mejorados;
d. Ampliar y priorizar la planificación y gestión sostenible, integrada y basada en los ecosistemas de las zonas
costeras, especialmente en las zonas críticas cercanas a los sumideros de carbono azul para aumentar la resiliencia
de estos sistemas naturales y mantener la seguridad alimentaria y de los medios de vida que brindan los océanos.
2. Proteger inmediata y urgentemente por lo menos el 80% de las zosteras marinas, las marismas
y los manglares mediante una gestión eficaz.
La futura financiación del secuestro de carbono puede contribuir a mantener la gestión y la aplicación de las normas.
3. Poner en marcha prácticas de gestión que reduzcan y eliminen las amenazas y que respalden el
firme potencial de recuperación propio de las comunidades de sumideros de carbono azul.
4. Mantener la seguridad alimentaria y de los medios de subsistencia relacionados con los
océanos por medio de la aplicación de enfoques amplios e integrados basados en los
ecosistemas destinados a aumentar la resistencia al cambio de los sistemas humanos y
naturales.
5. Aplicar estrategias de mitigación que beneficien a todos en los sectores basados en el océano,
entre otras cosas para:
a. Mejorar la eficiencia energética de los sectores del transporte marino, la pesca y la acuicultura, así como el
turismo marítimo;
b. Alentar la producción de energía basada en los océanos sostenible y ambientalmente racional, incluidas las algas;
c. Reducir las actividades que afectan negativamente la capacidad de los océanos de absorber carbono;
d. Velar por que se dé prioridad a las inversiones para restablecer y proteger la capacidad de los sumideros de
carbono azul de los océanos de fijar carbono y suministrar alimentos e ingresos de forma que también fomenten las
oportunidades de negocios, la creación de empleos y el desarrollo de las zonas costeras;
e. Catalizar la capacidad natural de regeneración de los sumideros de carbono azul por medio de la gestión de los
ecosistemas costeros a fin de establecer las condiciones propicias para el crecimiento rápido y la expansión de los
manglares, las marismas y las zosteras marinas.
GLOSARIO
Acidificación
Véase acidificación del océano.
Acidificación del océano
Disminución del pH del agua de mar debido a la incorporación de dióxido de carbono antropógeno (IPCC, 2007c).
Arqueobacterias
Organismos singulares unicelulares genética y metabólicamente distintos de las bacterias.
Autotrófico
Relativo a un autótrofo, organismo capaz de hacer moléculas orgánicas nutritivas a partir de fuentes inorgánicas por
medio de fotosíntesis (con energía de la luz) o quimiosíntesis (con energía química).
Biocombustible
Todo combustible líquido, gaseoso o sólido producido a partir de material orgánico vegetal o animal, por ejemplo,
aceite de soja, alcohol de azúcar fermentada, licor negro del proceso de fabricación de papel o madera como
combustible. La segunda generación de biocombustibles consta de productos como el etanol y el biodiesel derivados
de la biomasa lignocelulósica por medio de procesos químicos o biológicos (IPCC 2007a).
Captura y almacenamiento de carbono
Procesos que consisten en la separación del CO2 de fuentes relacionadas con la industria y la energía, el transporte a
un sitio de almacenamiento y su aislamiento de la atmósfera a largo plazo (IPCC, 2007a).
Ciclo del carbono
La expresión se usa para describir la corriente de carbono (en sus distintas formas, por ejemplo, como dióxido de
carbono) a través de la atmósfera, el océano, la biosfera terrestre y la litosfera (IPCC 2007c).
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC)
Es el primer tratado internacional en materia de clima. Entró en vigor en 1994 y desde entonces ha sido ratificada
por 189 países, incluidos los Estados Unidos. Más recientemente, algunos países han aprobado una adición a la
Convención, que dispone medidas más enérgicas (y jurídicamente vinculantes), el Protocolo de Kyoto (Kirby,
2008).
Forestación
En el Protocolo de Kyoto se define la forestación como la conversión por actividad antropógena directa de tierras
carentes de bosques durante un período de 50 años por lo menos en tierras forestales (Angelsen 2008).
Fuente
Todo proceso, actividad o mecanismo que libera un gas de efecto invernadero, un aerosol o un precursor de un gas
de efecto invernadero en la atmósfera (IPCC, 2007c).
Fuente de carbono
Véase Fuente.
Fuga
En el contexto del cambio climático, la fuga de carbono es el resultado de las intervenciones para reducir las
emisiones en una zona geográfica (subnacional o nacional) que llevan al aumento de las emisiones en otra zona. Por
ejemplo, se considera “fuga” cuando poner freno a la invasión de los bosques por la agricultura en una región se
traduce en la conversión de los bosques en tierras agrícolas en otra. En el contexto del Programa REDD, también se
la llama “desplazamiento de emisiones” (Angelsen 2008).
Gases de efecto invernadero
Los gases de efecto invernadero son los constituyentes gaseosos en la atmósfera, tanto naturales como antropógenos,
que absorben y emiten radiaciones de longitudes de onda dentro del espectro de radiación infrarroja emitida por la
superficie de la Tierra, la atmósfera y las nubes. Esta propiedad causa el efecto invernadero. El vapor de agua (H2O),
el dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O), el metano (CH4) y el ozono (O3) son los principales gases de
efecto invernadero en la atmósfera de la Tierra (IPCC 2007a).
Mar abierto
Parte del mar en que la profundidad supera los 200m fuera de los límites de las principales masas terrestres
continentales. Esta definición excluye los mares marginales cerrados y semicerrados, pero incluye las regiones del
océano que limitan con sistemas insulares, independientemente de la profundidad del agua (PNUMA y COI de la
UNESCO, 2009).
Mecanismo para un Desarrollo Limpio (MDL)
Mecanismo en el marco del Protocolo de Kyoto concebido para ayudar a los países desarrollados (anexo I) a cumplir
sus metas de reducción de emisiones. El Mecanismo reduce las emisiones por medio de la puesta en marcha de
proyectos en países en desarrollo (anexo II) que se acreditan a los países del anexo I que financian y ponen en
marcha esos proyectos. El MDL tiene por objeto no solo reducir las emisiones o aumentar los sumideros, sino
también contribuir al desarrollo sostenible del país anfitrión (Peskett y otros, 2008).
Mitigación
Intervención humana destinada a reducir las fuentes o ampliar los sumideros de gases de efecto invernadero
(Department of Climate Change, 2008).
Océano costero
La zona que se extiende desde las playas hasta la plataforma, el talud y la emersión continentales (Brink, 1993).
Permanencia
La duración e irreversibilidad de la reducción de gases de efecto invernadero (Angelsen, 2008). Se trata de una
cuestión del sector del uso de la tierra, habida cuenta de que el carbono almacenado y secuestrado en un ecosistema
teóricamente siempre es susceptible a la liberación en algún momento futuro.
Protocolo de Kyoto
Acuerdo concertado en virtud de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Los
países que ratifican este Protocolo se comprometen a reducir sus emisiones de dióxido de carbono y otros cinco
gases de efecto invernadero o a comercializar las emisiones si mantienen o aumentan las emisiones de estos gases.
Actualmente el Protocolo de Kyoto incluye a más de 170 países de todo el mundo, aunque solo el 60% de los países
en función de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Desde diciembre de 2007, los Estados Unidos y
Kazajstán son los únicos países signatarios que no lo han ratificado. El primer período de compromiso del Protocolo
finaliza en 2012 y en mayo de 2007 comenzaron las conversaciones internacionales sobre el siguiente período de
compromiso (Peskett y otros, 2008).
Reforestación
Es la “conversión por actividad antropógena directa de tierras no boscosas en forestales mediante plantación o
siembra de terrenos donde antiguamente hubo bosques, pero que están actualmente deforestados”. En el primer
período de compromiso del Protocolo de Kyoto, las actividades de reforestación se limitarán a la reforestación de
terrenos carentes de bosques al 31 de diciembre de 1989, pero que tenían cubierta forestal en algún momento de los
últimos 50 años (Angelsen, 2008).
Respiración
Proceso mediante el cual los organismos vivos convierten materia orgánica en dióxido de carbono, liberando energía
y consumiendo oxígeno molecular (IPCC, 2007c).
Secuestro
La remoción del dióxido de carbono, tanto por procesos biológicos (por ejemplo, fotosíntesis en plantas y árboles),
como por procesos geológicos (por ejemplo, almacenamiento de dióxido de carbono en repositorios subterráneos)
(Department of Climate Change, 2008).
Secuestro de carbono
El proceso mediante el cual aumenta el contenido de carbono de un repositorio distinto de la atmósfera (Chopra y
otros, 2005).
Sostenibilidad
Característica o estado por el cual pueden satisfacerse las necesidades de la población local actual sin poner en
riesgo la capacidad de generaciones futuras o poblaciones en otros sitios de satisfacer su necesidades (Chopra y
otros, 2005).
Sumidero
Todo proceso, actividad o mecanismo que remueve un gas de efecto invernadero, un aerosol o un precursor de un
gas de efecto invernadero de la atmósfera (IPCC, 2007c).
Sumidero de carbono
Véase Sumidero.
Uso de la tierra, cambio de uso de la tierra y silvicultura (UTS)
Sector de inventario de gases de efecto invernadero que abarca la emisión y remoción de gases de efecto
invernadero originada por el uso de la tierra, el cambio del usos de la tierra y la silvicultura antropógenos
(UNFCCC, 2009).
UNFCCC
Véase Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
SIGLAS
°C
Grados centígrados
año–1
por año
C
Carbono
CO2
Dióxido de carbono
COI de la UNESCO Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO
FAO
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación
FMAM
Fondo para el Medio Ambiente Mundial
GRID
Base de Datos sobre Recursos Mundiales
HCl
Ácido clorhídrico
HCO3–
Ión de bicarbonato
IMEDEA
Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados
IPCC
Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
MDL
Mecanismo para un Desarrollo Limpio
OMI
Organización Marítima Internacional
PNUMA
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
ppm
partes por millón
RCDE UE
Régimen de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea
REDD
Programa de las Naciones Unidas para la reducción de las emisiones debidas a la deforestación y la
degradación forestal en países en desarrollo
REDD-Plus Reducción de las emisiones debidas a la deforestación y la degradación forestal, y la conservación y
ampliación de las existencias actuales de carbono
T C yr–1
Toneladas de carbono por año
Tg C yr–1
Teragramos de carbono por año
UNESCO
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
WCMC del PNUMA
Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación del PMUMA
Comment [M36]:
Acronyms.
(Tab indented. Keep intact!)
FOTOGRAFÍAS
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CONTRIBUYENTES Y ESPECIALISTAS
CONSULTADOS
EDITORES
Christian Nellemann, Emily Corcoran, Carlos M. Duarte, Luis Valdés, Cassandra De Young, Luciano Fonseca,
Gabriel Grimsditch
CONTRIBUYENTES
Tarub Bahri
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Viale delle Terme di Caracalla, 00153
Roma, Italia
Carlos M. Duarte
Departamento de Investigación del Cambio Global. IMEDEA (CSIC-UIB) Instituto Mediterráneo de Estudios
Avanzados, Miquel Marqués 21, Esporles, España
Cassandra De Young, Doris Soto
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Viale delle Terme di Caracalla, 00153
Roma, Italia
Christian Nellemann, Emily Corcoran, Riccardo Pravettoni, Petter Sevaldsen
PNUMA/GRID-Arendal, Teaterplassen 3, 4836 Arendal, Noruega, www.grida.no
Jacqueline Alder, Ole Vestergaard, Gabriel Grimsditch
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, División de Aplicación de Políticas Ambientales, United
Nations Avenue, Gigiri, PO Box 30552, 00100 Nairobi, Kenya
Luis Valdés, Luciano Fonseca
Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO, 1 rue Miollis, 75732 Paris Cedex 15, Francia
Nicole Glineur
Fondo para el Medio Ambiente Mundial, Diversidad Biológica y Sector Privado, Secretaría del FMAM, 1818 H
Street, NW, MSN G6-602, Washington, DC 20433, Estados Unidos
Pavan Sukhdev
Iniciativa para una Economía Verde (PNUMA), 219 Huntingdon Road, Cambridge, CB3 0DL, Reino Unido
Stefan Hain, Corinna Ravilious, Terri Young
WCMC del PNUMA, 219 Huntingdon Road, Cambridge, CB3 0DL, Reino Unido
William Cheung
Facultad de Ciencias Ambientales, Universidad de East Anglia Norwich, NR4 7TJ, Reino Unido
Carl-Gustaf Lundin
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN)
Programa marino mundial, Rue Mauverney 28, CH-1196 Gland, Suiza
CARTOGRAFÍA
Riccardo Pravettoni
Giulio Frigieri (Gráficos 6 y 24)
ESPECIALISTAS INVITADOS
Elaine Baker, Jean-Nicolas Poussart, Morten Sørensen
PNUMA/ GRID-Arendal, Teaterplassen 3, 4836 Arendal, Noruega, www.grida.no
Rob Kay
Coastal Zone Management (Australia) Pty Ltd, PO Box 436, Claremont, Perth, Australia, 6010
Chris Tompkins
Consultor independiente
Richard Kenchington
RAC Marine Pty Ltd, P.O. Box 588, Jamison, ACT 2614, Australia
Kieran Kelleher
Banco Mundial, Washington D.C. 20433, Estados Unidos
Francine Kershaw
WCMC del PNUMA, 219 Huntingdon Road, Cambridge, CB3 0DL, Reino Unido
James Spurgeon,
Environmental Resources Management, Eaton House, Wallbrook Court, North Hinksey Lane, Oxford, OX2 0QS,
Reino Unido
David Osbourne
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, División de Aplicación de Políticas Ambientales, United
Nations Avenue, Gigiri, PO Box 30552, 00100 Nairobi, Kenya
Gail M. Chmura
Universidad McGill, Departamento de Geografía, 805 Sherbrooke St W, Montreal, QC H3A 2K6 Canadá
Ingunn Vistnes
Norut Alta – Áltá, Postboks 1463, N-9506 Alta, Noruega
EDITORES DEL MANUSCRITO
Ania Niedzwiadek, Carmen Elrickn
Coastal Zone Management, Pty Ltd, PO Box 436, Claremont, Perth, Australia, 6910
Harry Forster
Interrelate, 2, rue Saint Laurent, 38000 Grenoble, Francia
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