2A EXPRESO gENERAL Lunes 3 de Octubre de 2011 Un hit a las Grandes Ligas [email protected] Fausto Domínguez, un ex beisbolista profesional al que Fernando Valenzuela llama “Pelo Chino”, decidió que armaría su propia empresa de guantes de beisbol y que pegaría un hit al venderlos a los equipos de las Grandes Ligas. Era 1999, luego de haber pasado nueve años jugando con cinco equipos distintos en la Liga Mexicana, cuando tomó esa decisión. Le pidió a Jorge, su hermano menor, que lo acompañara en esa nueva faceta. Nunca habían hecho un guante, pero tenían una pequeña idea porque en Aguascalientes los dos recibieron asesoría de unos expertos. Un guante es para el beisbolista lo mismo que el casco para el jugador de futbol americano o la espada para el torero: una parte fundamental. Fausto Domínguez lo supo porque en sus mejores años beisboleros él era cátcher, una posición a la que solo acceden las personas con carácter y liderazgo, y usó guantes de distintas marcas, unos más cómodos que otros, unos de gran calidad. “En los noventas había cátcheres muy buenos en la Liga Mexicana del Pacífico. Estaba Raúl Martínez, Manuel Samaniego, Jesse Báez, Fernando Cruz y Omar Rojas, y empezábamos Noé Muñoz, Javier Valdez, Eliseo Garzón, Héctor Hurtado. Fue una temporada difícil para el cátcher”, dijo Fausto Domínguez en su pequeña fábrica del sur de Hermosillo, donde trabajan otras cuatro personas y se fabrican a diario alrededor de 20 guantes. Jorge Domínguez ayuda a su hermano en esta empresa donde a diario fabrican 20 guantes de beisbol. Su propia fábrica Antes de que fi nalizara la década, este ex beisbolista, padre de cuatro hijos, notó que no había suficientes ofertas para expandir su profesión deportiva. Algunas veces estaba con un equipo y después iba a otro, jugando solo cinco meses al año. Necesitaba algo más porque para entonces ya se había casado y tenía su primer hijo. Le urgía formar un patrimonio para su familia. Así nació la idea. Un día, al jugar para los Rieleros de Aguascalientes, invitado por Juan Francisco “Chico” Rodríguez, conoció un negocio de manufacturación de guantes e instaló su propia fábrica en Hermosillo. Al principio lo que pasaba era que hacía un guante y tenía que deshacerlo para ver cuál había sido el error. Evidentemente no eran los mejores, pero se convenció de que la práctica hace al maestro. Fue a petición del sinaloense José Luis “Borrego” Sandoval que llevó un primer lote de guantes para vender. “Me dijo que fuera al estadio para mostrarle los guantes. Los quería ver, pero yo no quería enseñarlos. Finalmente fui y me comenzó a comprar”, según explicó Fausto Domínguez, cuya empresa “Guantes Domin” es una marca propia. Maquila para marcas La expansión hacia las Grandes Ligas llegaría más tarde. Por recomendación de Walter Ibarra, llegó hasta Luis Sojo, actual mánager de la selección venezolana, y le comenzó a maquilar los guantes con la marca Sojo. La calidad de su producto la apreciaron también en Estados Unidos y Puerto Rico. Las marcas Vinci, exclusiva de Joakim Soria, y la deportiva TPX son en realidad el resultado obtenido en la fábrica de Fausto Domínguez, con piel de vaca, hilo de nailon, y fieltro para el relleno. Su objetivo de pegar un hit se ha mantenido porque hasta ahora es la única empresa que fabrica guantes de beisbol en el Pacífi co mexicano, desde Guadalajara hasta Tijuana. Ahora, de vez en cuando, Fausto Domínguez juega beisbol en torneos locales, aunque ya no es Pepe Ávila / EXPRESO 19 Por Javier Quintero Pepe Ávila / EXPRESO HISTORIA De su fábrica salen los guantes que usarán los mejores beisbolistas de América Fausto Domínguez logró ‘atrapar’ el negocio que le da el sustento y lo mantiene relacionado con el deporte que le apasiona, el beisbol. “ Me casé, tuve mis hijos y tomé la decisión de hacer una empresa para formar mi patrimonio” Fausto Domínguez Ex beisbolista profesional lo mismo que hace12 años. También de vez en cuando le habla a Fernando “el Toro” Valenzuela y ya lo invitó a cortar el listón de las nuevas instalaciones de su empresa. Jóvenes empresarios innovan con carreta donde ofrecen el popular plato de origen italiano elaborado de manera artesanal Ricas pizzas ¡en 2 minutos! Por Perla J. Noriega Eleazar Escobar / EXPRESO [email protected] Frente al cliente, el experto elaborador de pizza, amolda la masa en cuestión de segundos. En dos minutos queda listo el esfuerzo que desde principios de año empezó. La leña ardiendo dentro del horno cuidadosamente pensado para esta labor, permanece en constante calor para dar el punto preciso a una rápida elaboración de pizzas. El concepto de comida rápida dio un giro con los 600 grados centígrados dentro del horno móvil de Foggatis. Cuando el lado de la masa más cercano al fuego empieza a expulsar humo, significa que es el momento preciso para voltearla con la larga paleta de madera y por unos segundos sostenerla sobre la lumbre, para darle un efecto dorado también por encima, y terminar la pizza que los hermanos Medina reinventaron en cuanto a tiempo de cocción. En una gran remolque rojo, que funciona como carreta, se concentra el equipo necesario para hacer las pizzas en dos minutos: un horno de 2x2 metros aproximadamente y las sillas y mesas que permitirán a los clientes consumir el producto, luego de una espera no muy larga. El proceso Todo empieza cuando tres jóvenes, ágiles elaboradores de pizza, preguntan al cliente qué ingredientes, de todos los que tienen disponibles, desean colocar en su pizza. No hay un nombre en específico. ‘Pueden escoger todos los ingredientes, será el mismo precio”, y armar los sabores que se desean, afirma Víctor, quien se dedica a la preparación. Con la habilidad adquirida en anteriores empleos similares, Víctor extiende la masa sobre la mesa metálica y la deja lista para recibir la salsa, quesos, carnes y vegetales deseados. Segundos después, se encuentra en el horno, a 120 segundos de estar lista para ingerirse. Delgada, caliente y con el sabor que los ingredientes que el cliente eligió, el producto de Foggatis, la carreta móvil de pizzas, es servido, listo y con una rápidez inusual. Idearon concepto Un diseño de hermanos que unieron sus necesidades e ideas, Juan y Santos Medina, se tradujo en un espacio mercantil que vieron desocupado: hay carretas de casi todo, menos de pizza. “Es momento de crear uno”, sugirieron los hermanos. En un inicio, se había pensado en un negocio tradicional de pizzas, pero los recursos no eran suficientes, así que se se vio qué se podía hacer con lo que había, refirió Juan, uno de los iniciadores. Luego de presentarse en varios eventos populares de la ciudad y en puntos turísticos del estado, comprobaron el éxito de su concepto y ahora al día pueden hacer hasta 60 pizzas en tan solo una de sus tres ubicaciones en Hermosillo. Además, se contempla la posibilidad de tener una sucursal fuera del estado, ya que existen interesados en esta reinvención de las pizzas. Planes de expansión “Un solo precio, un solo tamaño, como usted quiera”, explicó Juan Medina que es el concepto que manejan, ahora, ya integrados a la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y Alimentos Condimentados (Canirac), los empresarios piensan en expandir sus servicios, agregar más sucursales, abrir en otros puntos de la República, entregas a domicilio, todo con lo que se le pueda seguir ofreciendo el concepto de “todos los ingredientes que se tienen listos en dos minutos”. Actualmente Foggatis tiene tres ubicaciones en Hermosillo: Bulevar Navarrete y Paseo Valle Grande; en Juárez, en un espacio dedicado al bateo y rapel, sobre el bulevar Kino y contemplan instalar otra carreta en Villa Bonita. Montoneros ¿Cómo le hace para matarle los piojos a sus hijos ? Muy fácil, primero les echo alcohol en la cabeza y después les echo arena. ¿Y cómo es que eso funciona? Fácil. Con el alcohol se ponen agresivos y “busca pleitos” y como lo único que tienen a mano es la arena, se agarran a pedradas y se matan entre ellos. Después coloca los ingredientes que eligió el cliente. Ya preparada, la pizza se lleva al horno. En el gran horno se cuece durante dos minutos a temperatura de 600ºC. Así queda la pizza, deliciosa y lista para saborearse.