Modelos de partidos – Angelo Panebianco Dilema I: modelo racional versus modelo del sistema natural Para el modelo racional las organizaciones son instrumentos para la realización de fines específicos. Los miembros de la organización participan en la realización de aquellos fines y únicamente este aspecto de su comportamiento tiene relevancia para el funcionamiento de la organización. Objeciones: a) Los fines reales de una organización no pueden ser nunca determinados a priori. b) En el seno de una organización existe siempre una pluralidad de fines, a veces tantos como actores integran la organización. (fines particulares) c) A menudo el verdadero objetivo de los dirigentes de las organizaciones es el mantenimiento de la organización misma, la supervivencia organizativa. El modelo de la organización como sistema natural: una estructura que responde y se adapta a una multiplicidad de demandas por parte de los distintos jugadores y que trata de mantener el equilibrio conciliando aquellas demandas. Aquí, el management organizativo adquiere una especie de papel mediador, es decir de equilibrio, de ponderación entre las diversas demandas. Los fines son tratados como una variable dependiente, un efecto de los complejos que se desarrollan en el sistema, y por tanto, no pueden plantearse como el punto de partida o la causa de la acción organizada. El problema de los fines organizativos implica tres consecuencias: 1. Los fines organizativos oficiales son una fachada detrás de la cual se esconden los fines efectivos de la organización 2. Los fines efectivos solo pueden ser concebidos como el resultado de los equilibrios sucesivos logrados dentro de la organización. 3. EL único fin que comparten los distintos participantes es su mínimo común; es la supervivencia de la organización. Que constituye justamente la condición gracias a la cual los diversos actores pueden continuar persiguiendo, cada uno, sus propios objetivos particulares. Siguiendo la estela de Michels, los dos modelos se presentan como consecutivos: las organizaciones nacen efectivamente para la realización de ciertos fines compartidos por los participantes y en torno a los cuales se forja la fisonomía de la organización. Con el paso del tiempo las organizaciones desarrollan en su interior tendencias, por un lado a la auto-conservación y por otro a la diversificación de los fines de los distintos actores organizativos. La teoría de la sustitución de los fines ilustra el paso de la organización desde su etapa de instrumento para la realización de ciertos objetivos a la de sistema natural. Dilema II: incentivos colectivos versus incentivos selectivos En la teoría de las asociaciones voluntarias la participación a una oferta, mas o menos manifiesta o mas o menos oculta los incentivos. Los incentivos colectivos son beneficios o promesas de beneficios que la organización debe distribuir a todos los participantes en la misma medida. Los selectivos son beneficios que la organización distribuye solamente a algunos participes de modo desigual. La teoría de los incentivos colectivos distinguen entre: - incentivos de identidad (se participa porque existe una identificación con la organización) - de solidaridad (se participa por razones de solidaridad con los demás participantes) - e ideológicos (se participa porque existe una identificación con la “causa” de la organización) Entre los selectivos se encuentran los de poder, status, y los incentivos materiales. Modelos de partidos – Angelo Panebianco La teoría de los incentivos selectivos explica bastante bien el comportamiento de las elites que compiten entre si dentro del partido por el control de los cargos, así como, de los clientes que intercambian votos contra beneficios materiales, y de ciertos sectores de la militancia que pretenden ascender en su carrera. Pero, no es capaz de explicar el comportamiento de todos los miembros de una organización. Como máximo, los incentivos selectivos pueden reforzar pero no crear la identificación, que es más bien el resultado de los incentivos colectivos. La necesidad que tiene el partido de distribuir incentivos de ambos tipos provoca un dilema. La organización debe encontrar el equilibrio. Mientras los intereses que se nutren de los incentivos selectivos empujan a la organización en la dirección del “sistema natural” las lealtades que se satisfacen con los incentivos colectivos la empujan por el contrario en la dirección del modelo racional. Dilema III: adaptación al ambiente versos predominio Toda organización esta implicada en una multiplicidad de relaciones con su entorno. Tendencia de las organizaciones a “adaptarse” más o menos pasivamente al ambiente en que están insertas y aquellas otras que acentúan por el contrario su tendencia a “dominar” el propio ambiente, a adaptarlo, por así decir, a si mismas, transformándolo. La alternativa adaptación/predominio esta mal planteada. En primer lugar, el que la organización tienda a adaptarse o a dominar su entorno depende, obviamente de las características ambientales. Ciertos ambientes se prestaran más a una estrategia de dominio. En segundo lugar, lo que llamamos “ambiente” es en realidad una metáfora para indicar una pluralidad de ambiente, de escenarios en los que opera, en la mayoría de los casos de modo simultáneo, toda organización. Esta alternativa adaptación/predominio define pues el tercer dilema organizativo que cualquier partido debe afrontar de un modo u otro. Por un lado, para cualquier organización es vital desarrollar una estrategia de dominio sobre el medio que la rodea. Por otro lado, una estrategia de dominio suscita a menudo reacciones violentas por parte de otras organizaciones que se sienten por su parte amenazadas por aquella estrategia. Toda organización se ve sometida a dos presiones simultáneas y de sentido contrario: sentirá la tentación de colonizar su entorno a través de una estrategia de dominio, pero también de llegar a pactos con aquel mediante una estrategia de adaptación. El partido es una organización que busca la propia supervivencia, equilibrando en su interior las demandas de una pluralidad de actores y que trata de garantizar, por tanto, los intereses, generados y alimentados por los incentivos selectivos, de la continuidad de la organización. Por ende, a los líderes del partido no les interesa arriesgar la estabilidad organizativa con estrategias ofensivas, de conquista, susceptibles de provocar reacciones igualmente ofensivas por parte de otras organizaciones y grupos que puedan sentirse amenazados. Pero por otro lado, como el partido es también un instrumento para la realización de sus fines oficiales no puede adaptarse pasivamente al propio ambiente sino que debe inevitablemente desarrollar actividades que le empujan a dominarlo a plegarlo en la dirección marcada por sus fines oficiales. Al delimitar un territorio, la ideología impulsa a la organización a desarrollar actividades de control/dominio sobre aquel, frente a las organizaciones concurrentes. Los intereses, alimentados por los incentivos selectivos, empujan a la organización a adaptarse al ambiente, allí donde las lealtades, ligadas a los incentivos colectivos y en definitiva a la ideología organizativa, la impulsan a dominarlo. Cuando mayor se a la importancia de los incentivos colectivos, mas posibilidades habrá de que la organización desarrolle estrategias de predominio. Modelos de partidos – Angelo Panebianco Dilema IV: libertad de acción versus constricciones organizativas La divisoria pasa en este caso entre aquellas escuelas que acentúan el papel autónomo de los líderes en la dirección de la organización y las que subrayan los límites impuestos a la voluntad de aquellos por las exigencias organizativas. Para unos la libertad de acción de los líderes es muy amplia. Para otros la libertad de acción es más aparente que real. Sostener que aquellos que toman las decisiones poseen libertad de elección significa poco o nada si se considera que solo rara vez se trata de individuos singulares. En la mayor parte de los casos se trata de coaliciones de individuos y/o de grupos. Toda decisión particular debe ser considerada como el resultado de una pluralidad de presiones en el interior de la coalición. Los líderes, en los distintos niveles organizativos, disponen de una cierta capacidad de maniobra: la existencia de muchos jugadores hace posibles numerosos juegos con apuestas diversificadas y, para cada uno de ellos, coaliciones decisionales diversas, al menos en potencia. También hay una limitación externa: debe tener en cuenta las exigencias propias de la organización en su funcionamiento cotidiano y debe anticiparse a la reacciones de sus adversarios. Cierto grado de ductibilidad táctica y estratégica es absolutamente necesario para asegurar la supervivencia de la organización. Las precisiones contrapuestas exigen un cierto margen de maniobra. Si aquel es demasiado estrecho esta carecerá de alternativas y su estrategia vendrá impuesta por los equilibrios organizativos internos, incluso cuando las características del entorno exigirían una estrategia distinta. Si la libertad de maniobra es amplia, la coalición mayoritaria podrá alternar mas fácilmente estrategias de dominio o de adaptación, en función de las características y de las presiones ambientales, defendiendo de este modo mucho mejor la estabilidad organizativa. Articulación de los fines Los fines oficiales se adaptan a las exigencias organizativas: la regla parece ser que los objetivos se mantienen en cierta medida, pero pierden algo una vez convertidos en exigencias de la organización. Pero se tratara de una persecución en la medida en que esa actividad no ponga en riesgo a la organización. Los líderes reafirmaran constantemente la coherencia entre los comportamientos del partido y sus fines oficiales, pero entre los muchos caminos practicables en la búsqueda de estos, se seleccionaran solo aquellos compatibles con la estabilidad de la organización. Un modelo de evolución organizativa Es posible identificar algunas tendencias que parecen operar en numerosos partidos y que, combinadas, delinean un modelo de evolución organizativa. Según Michel todo partido esta destinado a pasar de una fase originaria en la que la organización esta enteramente dedicada a la realización de la “causa” a otra sucesiva en la que: a) el crecimiento de las dimensiones del partido b) la burocratización c) la apatía de los afiliados tras el entusiasmo participativo inicial d) la voluntad de los jefes de conservar el poder, trasformar el partido en una organización en la cual el fin real es la conservación de si mismo, la supervivencia organizativa. La segunda teoría ha sido elaborada por Alessandro Pizzorno para describir el desarrollo de la participación política. La teoría se basa en la distinción sociológica entre “sistemas de solidaridad” y “sistema de intereses”. Lo característico de un sistema de solidaridad es su condición de “comunidad” de iguales en la que los fines de los participantes coinciden. Un sistema de intereses es una “sociedad” en la que los fines de los participantes son divergentes. En el momento de su Modelos de partidos – Angelo Panebianco constitución, un partido es una asociación entre iguales organizada para la realización del fin común. Con el paso del tiempo, sin embargo, el partido tiende a transformarse y deja de ser un sistema de solidaridad para convertirse en un sistema de intereses: con la burocratización y la implicación progresiva en la rutina cotidiana, la organización se diversifica y crea, sobre las cenizas de la igualdad inicial, nuevas desigualdades. La curva de la participación tiende a declinar. Se produce el proceso de institucionalización de la organización. En cuanto al sistema de solidaridad orientado a la realización de sus fines oficiales, se corresponde con el modelo racional, a otra sucesiva en la que, se trasforma en un sistema de intereses, desarrolla tendencias oligárquicas y se desplaza en la dirección del modelo del sistema natural. De una fase en la que prevalecen los incentivos colectivos relacionados con la formación de la identidad organizativa a otra en la que predominan los incentivos selectivos relacionados con el desarrollo de una burocracia De una fase en la que la ideología organizativa es manifiesta (objetivos explícitos y coherentes) a otra en que aquella se trasforma en latente (objetivos vagos) De una fase en que la libertad de elección de los lideres es muy amplia porque es a ellos a quienes corresponde la definición de las metas ideológicas del partido, la selección de su base social y, en definitiva el modelar la organización en base a aquellas y sobre esta base social, a otra en la que la libertad de elección de los lideres se reduce, condicionada por las exigencias organizativas propias de un partido ya consolidado De una fase en la que prevalece una estrategia agresiva orientada a dominar/trasformar el medio en que se desenvuelve, característica de una organización en formación que debe abrirse camino en medio de las otras organizaciones concurrentes y conquistar una cuota en medio de las otras organizaciones concurrentes y conquistar una cuota estables del mercado, a otra en la que se predomina una estrategia de adaptación propia de una organización que, ya consolidada como sistema de intereses, tiene demasiado que perder con una política agresiva y aventurera. Factores que pueden generar una separación de este ideal: 1. Los rasgos organizativos propios dela fase I continúan estando presentes y operan, aunque habitualmente diluidos, en la fase III 2. Las modalidades de la institucionalización varían según la forma organizativa originaria 3. El desarrollo organizativo se halla estrictamente condicionado por las relaciones que el partido establece en su fase originaria con otras organizaciones e instituciones sociales. 4. El desarrollo organizativo de los partidos se halla constantemente condicionado por los continuos cambios ambientales que siempre pueden alterar la relación entre las distintas exigencias organizativas en forma diferente a la prevista por el modelo