Marco de análisis del ambiente natural

Anuncio
PRESENTACION FORO ESQUIPULAS1
MARCO DE ANALISIS DEL AMBIENTE NATURAL: desde un enfoque
extractivo a un enfoque de bien público para el desarrollo inclusivo y
sostenible
Juventino Gálvez
Director IARNA-URL
Agosto de 2014
En el tiempo previsto para mi intervención deseo establecer un marco de análisis sobre el
ambiente natural y las relaciones que se establecen entre éste y las dimensiones socio
económica e institucional en nuestro país. Para ello me apoyaré, sobretodo, en el enfoque de
sistemas, ya que éste nos permite pensar en contextos, relaciones causa-efecto, considera la
dimensión histórica así como las prospecciones y también permite pensar en intensidades y
eficiencia.
En ese sentido quisiera referirme a 6 aspectos vinculados entre sí, fundamentales para abordar
el análisis ambiental desde una perspectiva sistémica. El primero trata el concepto de
ambiente natural, el segundo se refiere a los problemas ambientales, el tercero se refiere a
los atributos básicos que permiten la funcionalidad de un sistema, el cuarto se refiere a la
relación entre esos atributos y la situación del ambiente natural; el quinto es una
aproximación a un marco estructural para el funcionamiento de nuestra sociedad. Un marco
aspiracional diría yo. Y el ultimo se refiere a la identificación de las tensiones que limitan el
tránsito hacia un modelo más inclusivo y sostenible.
En relación al PRIMER ASPECTO quisiera referirme al concepto de ambiente natural. Se
trata de una porción del ambiente total de los seres vivos y se refiere a un conjunto de
elementos tangibles llamados “bienes o recursos” y “condiciones”, menos tangibles, que
posibilitan la vida. Ambos aspectos lo definen.
Un bien o recurso es una cantidad de materia o energía que puede ser afectada por la actividad
de un ser vivo. Los recursos de los seres vivos son principalmente los materiales de los cuales
sus cuerpos son producidos; los elementos o energía que posibilitan su crecimiento, sus
actividades y existencia; y los lugares o los espacios donde toman lugar sus vidas. Son bienes
o recursos del ambiente la radiación solar, las moléculas inorgánicas (como el dióxido de
carbono), el agua, los nutrientes minerales, el sustrato edáfico (suelo), los organismos (en
Presentación realizada en el marco del Foro Esquipulas: “Hacia el Desarrollo Sostenible: por una
región integrada, equitativa, democrática y en paz”. Modulo “Crecimiento Verde, Incluyente y
Sostenible”. Agosto de 2014.
1
1
función de cadenas alimenticias; la flora, fauna y otros organismos nicelulares) y los
minerales en general (Finegan, 1994)2.
Una condición es un factor abiótico del ambiente (medio o entorno) cuya magnitud varía en
el espacio y en el tiempo, al cual los organismos presentan reacciones diferentes. La magnitud
de una condición puede ser modificada por la presencia de otros organismos, pero a
diferencia de los bienes o recursos, las condiciones no son utilizadas por los organismos. Son
condiciones del ambiente la temperatura, el potencial hidrogénico (pH), la humedad del suelo
y de la atmósfera. El agua y el aire representan a la vez, una condición y un bien o recurso
del ambiente (Finegan, 1994)3.
La unidad básica del ambiente natural es el ecosistema y la diversidad de estos, expresada en
diferencias en la composición, la estructura y la función, es el reflejo de las interacciones
recíprocas y continuas entre los organismos vivos y los factores físicos a lo largo de la
historia.
Normalmente nos aproximamos al ambiente natural y sus diferentes niveles de organización,
por un lado, para conocerlo y por otro, para administrarlo en función de ciertos propósitos
socialmente establecidos. Y entre estos dos ejes de aproximación existen las respectivas
retroalimentaciones.
En el primer caso, la investigación nos permite conocer aspectos patrimoniales inherentes al
territorio. Básicamente ¿Cuál es el estado cuantitativo y cualitativo de los componentes del
ambiente natural y como se explica ese estado? Y por supuesto nos permite responder a una
gama de interrogantes más. Como todos ustedes saben, nuestro país forma parte del grupo de
países mega-biodiversos y es un centro de origen de plantas cultivadas. No es momento para
revisar cifras sobre la diversidad y riqueza natural guatemalteca, pero señalo algunos
elementos que explican esta condición y su reconocimiento global: Los más importante son
(i) la historia geológica; (ii) la historia biogeográfica; (iii) las amplitudes altitudinales y
térmicas y la consecuente variedad climática; (iv) la variedad edáfica, por ejemplo.
En el segundo caso, los esquemas de administración buscan asegurar la permanencia de los
componentes del ambiente natural mientras se interviene con diferentes grados de intensidad.
Frecuentemente esos esquemas, como en nuestro caso, adquieren una connotación netamente
defensiva pues las presiones y las fuerzas impulsoras son tan grandes y variadas que pueden
llegar a rebasar ciertas capacidades de gestión y provocar agotamiento, degradación y
contaminación de los ecosistemas, las especies y los genes.
Aquí pasó al SEGUNDO ASPECTO, así que debemos recordar que las dinámicas
económico-sociales que tiene lugar en el país van acompañadas de la demanda de diferentes
componentes del ambiente natural. El flujo de tales componentes es inherente a las relaciones
2
Finegan, B. (1994). Bases ecológicas para la producción sostenible [curso de posgrado]. Costa
Rica: Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), Maestría en Manejo y
Gestión de la Biodiversidad
3
Idem
2
socio naturales y generan, inevitablemente, impactos negativos en el ambiente natural. La
meta de la gestión ambiental es orientar, vía política pública, las actividades socioeconómicas para minimizar sus impactos a niveles que mantengan la propia capacidad de
regulación de la naturaleza. Cuando estos niveles de impacto van más allá de la capacidad de
carga de los ecosistemas, surgen los problemas ambientales, los cuales se convierten en crisis
cuando salen del control institucional.
Los problemas ambientales se pueden definir como el conjunto de hechos y circunstancias
que se reflejan en agotamiento, degradación y contaminación del ambiente natural. Los
problemas ambientales repercuten directamente en la estabilidad de las actividades
económicas, en el bienestar social, potencian la vulnerabilidad del país, construyen riesgo a
desastres y, en definitiva, merman las posibilidades de transitar en la ruta del desarrollo
sostenible e inclusivo. Estos problemas, en nuestro caso, han alcanzado dimensiones de crisis
porque para la mayoría de ellos, al mantener invariable el esfuerzo actual de gestión, está en
duda la posibilidad de modificarlos y cesarlos (Gálvez, J. en: Observatorio Ambiental de
Guatemala, 2012)4.
Anteriormente indique que el ecosistema es la unidad básica del ambiente natural. En este
sentido me parece apropiado iniciar con una mirada de la situación prevaleciente en este
nivel.
Una aproximación al estado de los ecosistemas es posible recurriendo al análisis de la
dinámica entre diferentes usos de la tierra.
El mapa de cobertura y uso de la tierra, disponible para el país, data del año 2003 5. No
obstante su antigüedad, es útil hacer inferencias sobre el territorio. Así, hace diez años,
observando la dinámica de uso de la tierra a nivel de ecorregiones 6 , el país exhibía una
acelerada perdida de cobertura forestal para dar paso a usos agropecuarios y urbanos. En ese
año de referencia, la cobertura forestal era de 4.2 millones de hectáreas, equivalentes al
38.6% del territorio nacional. Dos categorías de uso de la tierra ocupaban casi el 60% del
territorio, siendo estas: la categoría de cultivos agrícolas (27.5%) y la categoría de pastos
naturales, herbazales, arbustos y matorrales (áreas regularmente dedicadas al descanso y/o
recuperación para su uso posterior en actividades agropecuarias), con 31% del territorio. La
distribución de los usos de la tierra en las distintas ecorregiones fue muy irregular para el año
de referencia, y resalta el hecho de que más del 30% de la superficie estaba destinada a
cultivos anuales y perennes en siete de las 14 ecorregiones (Figura 1).
4
Gálvez, J. (2012, Enero 27). Problemas ambientales. Plaza pública, versión electrónica. Recuperado
de: http://www.d6.plazapublica.com.gt/content/problemas-ambientales
5
Se prevé que para la mitad del año 2014 se publique un mapa de cobertura y uso actual de la tierra
del año 2012.
6
Se definen como unidades relativamente grandes de territorio que contienen diferentes arreglos de
comunidades naturales y especies, con límites que se aproximan a extensiones que originalmente
tenían las comunidades naturales previo a los cambios inducidos por las intervenciones humanas
(IARNA-URL, 2013).
3
Figura 1. Uso de la tierra en las ecorregiones de Guatemala (datos en porcentaje del año
2003)
Desde ese momento hasta la actualidad, los ritmos de deforestación han sido crecientes,
reduciéndose sistemáticamente los bosques naturales y ampliándose las áreas para cultivos
anuales o permanentes y para centros urbanos. Y es que en relación específica a la cobertura
forestal, la información disponible es de más largo alcance y actual. Así, la información
procesada en el proceso del SCAE permite observar la evolución de los activos forestales
desde 1950 hasta 2010.
La Figura 2 muestra la tendencia de la tierra cubierta por bosques para ese periodo. A nivel
nacional se contaba con casi siete millones de hectáreas de bosque en 1950 (64.5% del
territorio). La cobertura forestal se redujo a 3.7 millones de hectáreas en 2010 (34.2% del
territorio), lo que representa una disminución del 47% de la cobertura forestal de 1950 en 60
años.
Las tasas brutas de deforestación no sólo son alarmantes, sino también crecientes. En el
periodo 2001-2006 se registró una tasa bruta de deforestación de poco más de 100,000
hectáreas, mientras que para el periodo 2006-2010 la tasa bruta de deforestación alcanzó
valores de poco más de 132,000 hectáreas anuales, principalmente de bosques naturales,
afectando los ya escasos y cada vez más diezmados grandes bloques boscosos ubicados
especialmente en la Franja Transversal del Norte y Petén, y alcanzado ya las áreas legalmente
protegidas (por lo menos 37% de la deforestación bruta nacional ocurre dentro de éstas).
4
Figura 2. Evolución de la cobertura forestal en Guatemala (datos en hectáreas y porcentaje
del periodo 1950-2010)
Como sabemos, se deforesta ya sea por el espacio (la tierra) o por los recursos (la madera y
la leña) y las presiones directas son variadas incluyendo la narcoactividad (y la ocupación
derivada de procesos de migración interna de comunidades rurales, que ven en espacios
protegidos la única opción para solventar carencias de todo tipo). Así mismo, son fuentes de
deforestación, los incendios, la urbanización, las plagas y enfermedades, la siembra de
monocultivos en grandes extensiones –principalmente la palma africana–, la ganadería
extensiva, la tala ilegal y las respectivas combinaciones de estas causas.
Esos niveles sostenidos de pérdida tienen implicaciones directas en el estado de conservación
(o degradación) de las ecorregiones y, por supuesto, del país. Ya en el año 2003, la ecorregión
Bosques Secos de Centroamérica, por ejemplo, tenía tan sólo el 2.1% de cobertura forestal.
Además, únicamente cinco ecorregiones tenían, en ese año, una cobertura forestal superior a
la media nacional de 38.6%. Sobre esta base, es posible hacer inferencias con respecto la
integridad ecológica, es decir, un estado de los ecosistemas que le permite cumplir con sus
funciones ecológicas básicas a partir de los tamaños de los fragmentos forestales en cada
ecorregión y la densidad forestal en las mismas. Disminución de fragmentos y baja densidad
sugieren aislamiento y degradación de activos naturales. Bajo este marco de conceptos y
siempre con base en la situación de 2003, se puede concluir que nueve de un total de 14
ecorregiones no tenían, ya en ese momento, las condiciones biofísicas de conectividad y
tamaño de fragmento mínimas para garantizar un flujo continuo de bienes y servicios
naturales para diferentes necesidades vitales.
5
Otras señales de agotamiento, degradación y contaminación que ya son conocidas, pues han
sido reportadas en diferentes informes, incluyendo aquellos que nosotros hemos producido,
tienen que ver con7:






Un enfoque dominantemente extractivo del agua: 20,000 millones de metros cúbicos de
agua; no hay inversiones para almacenamiento y distribución, y menos para garantizar
recarga hídrica en las cuencas. Por lo menos la mitad se retornó como aguas negras.
La erosión sostenida de suelos debido a la carencia de programas nacionales de
conservación en actividades agrícolas. La intensidad con la cual se utilizan ha conducido
a la sobreutilización de al menos un 15% del territorio nacional con la consecuente
erosión de al menos 148 millones de toneladas anuales de suelo, hasta que el material
original queda expuesto.
Una disminución sistemática de las poblaciones silvestres de las zonas marino costeras
debido a la falta de observancia del principio de reposición y del principio precautorio.
Por ejemplo, menos del 20% de los territorios bajo la administración de la Oficina de
Control de Reservas Territoriales del Estado (OCRET), posee cobertura boscosa.
La extracción promedio de casi 40 millones de toneladas anuales de recursos del subsuelo
(hidrocarburos, minerales metálicos y no metálicos) bajo modalidades que se convierten
en incentivos perversos que favorecen la degradación ambiental, la conflictividad social
y el debilitamiento sistemático de los mecanismos de conservación natural y de las
instituciones encargadas de su implementación.
Unos niveles de generación de desechos sólidos que ya alcanzan un promedio anual de
116.5 millones de toneladas en la última década, y que son lanzados al suelo y al agua en
su mayoría (sólo 1.3% corresponde a los hogares).
La emisión promedio anual en la última década de 48.3 millones de toneladas
equivalentes de dióxido de carbono (casi el 60% de éstas son atribuibles a los hogares,
tanto por la combustión de leña, como por la intensidad de uso de combustibles fósiles
en el transporte; le siguen las actividades de generación, captación y distribución de
energía eléctrica), al tiempo que disminuye nuestra capacidad de fijación, lo que nos
convierte en un país emisor neto de gases con efecto invernadero.
El Sistema de Cuentas Ambientales y Económicas (SCAE) que recientemente presentó de
manera oficial el Instituto Nacional de Estadística (INE)8, ofrece una revisión detallada de la
participación de los diferentes sectores y actividades económicas, tanto en el uso de los
componentes del ambiente natural como en la generación de contaminantes de todo tipo. La
política pública tiene ahora un tremendo insumo para “negociar” con estos sectores y
actividades.
7
Basado en IARNA-URL (Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente de la Universidad
Rafael Landívar). (2012). Perfil Ambiental de Guatemala 2010-2012. Vulnerabilidad local y
creciente construcción de riesgo. Guatemala: Autor.
8
INE, Banguat y IARNA-URL (Instituto Nacional de Estadística, Banco de Guatemala e Instituto de
Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente de la Universidad Rafael Landívar). (2013). Sistema de
Contabilidad Ambiental y Económica de Guatemala 2001-2010: compendio estadístico. SCAE 20012010. Tomos I y II. Guatemala: Autor.
6
Pasando al TERCER ASPECTO, deseo referirme, y siempre atendiendo al enfoque de
sistemas, a los atributos de cualquier sistema. Aquellos que determinan, en gran medida, la
viabilidad de un sistema determinado. En nuestro caso podemos tener como referencia al
“sistema país” (Figura 3).
Estos atributos son: (i) la disponibilidad de recursos y aquí básicamente quisiera que
pensemos en los ecosistemas como unidad básica del ambiente natural; (ii) la capacidad de
respuesta y quisiera que pensemos en las instituciones. Este atributo incluye la flexibilidad
y la capacidad de adaptarse a entornos cambiantes, pero sin perder su identidad. También
incluye la capacidad de darse cuenta oportunamente de los cambios que sufren y las
amenazas que se ciernen sobre si. Los siguientes atributos son (iii) La homeostasis que evoca
la robustez y la capacidad de mantener las características constitutivas del sistema; (iv) el
empoderamiento que implica una decidida convicción de las personas individuales y en
sociedad acerca de los necesarios contrapesos frente a los poderes públicos o poderes
facticos. Finalmente, (v) la resiliencia que se refiere a esa capacidad, del sistema, de
sobreponerse a situaciones límite. Mientras más precaria sea la condición de estos atributos
más vulnerable es el sistema.
Figura 3. Los atributos de un sistema (Modificado de Gallopin, 20039).
Sobre esta base paso al CUARTO ASPECTO y quisiera organizar algunos de estos
atributos para poder establecer una relación de causa-efecto entre lo que sucede con los
componentes del ambiente natural y la dimensión netamente societal. Dicho de otra manera
lo que hoy sucede con el ambiente natural de nuestro país, no es más que una serie de
expresiones sintomáticas que se sustentan en una estructura y en unas formas de
funcionamiento nacional que pueden sistematizarse en torno de tres dimensiones: la
económica, la sociocultural y la institucional (Figura 4).
9
Gallopín, G. (2003). Sostenibilidad y desarrollo sostenible: un enfoque sistémico (Serie Medio
Ambiente y Desarrollo No. 64). Santiago: Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL), División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos.
7
Figura 4. Relaciones causa-efecto en el ambiente natural (Elaboración propia).
Al centro, por cuestiones meramente didácticas, ubicamos al ambiente natural. En el círculo
inmediato ubicamos las dimensiones económica, socio-cultural e institucional. En el caso de
la economía, todos sabemos que las pautas de producción y consumo determinan el tipo e
intensidad de impacto que se ejerce sobre el ambiente natural. En nuestro caso podemos
indicar que nuestros esquemas de crecimiento económico se caracterizan por la
concentración de beneficios lo cual está ligado a la concentración de activos productivos;
una matriz de sectores económicos que desprecian el potencial de los atributos naturales del
país, y por el predominio de actividades degradantes y contaminantes en las fases de
producción, distribución y consumo al evadir las prácticas de mitigación de sus impactos.
También se caracteriza por un bajo reconocimiento del esfuerzo humano.
En la dimensión socio-cultural la causa estructural que explica la crisis ambiental se
relaciona con la fragmentación social y la consecuente falta de un acuerdo social con respecto
al valor estratégico que tiene el ambiente natural en la permanente búsqueda del bienestar.
En consecuencia, los grupos fragmentados, atendiendo a sus intereses o pautas culturales
particulares, asignan diferente valor a los componentes del ambiente natural, constituyéndose
los territorios, en verdaderos escenarios de disputas por ejercer su control. Las disputas por
supuesto, favorecen a los sectores con mayor poder económico y político. Y mientras estos
intereses y pautas buscan imponerse, las trayectorias de agotamiento, degradación y
contaminación se mantienen invariables, crecientes y perfectamente correlacionadas con el
crecimiento poblacional desordenado y marginado.
En la dimensión institucional, la causa estructural que determina el estado y la evolución de
la crisis ambiental es el raquitismo que padece, entre otros por marginalidad financiera (la
8
inversión promedio anual en los últimos diez años no supera el 0.5% del PIB); cuestión que
se manifiesta en insuficiencia, ausencia o presencia perversa. Esta condición institucional
puede asumirse como consecuencia de su instrumentalización, concebida y materializada
desde la primera de las dimensiones señaladas –la económica- y cuyo círculo vicioso no
puede ser roto por la falta de contrapesos sociales, inviables o insuficientes como
consecuencia de la segunda dimensión –la socioculturalEn relación al QUINTO ASPECTO, quisiera arribar a un planteamiento, siempre sistémico,
inspirado en la idea del balance entre cuatro dimensiones que deben administrarse de manera
simultánea. Y se trata de las dimensiones ya analizadas anteriormente dispuestas en un
mismo nivel, como elementos centrales de un sistema socio-natural (Figura 5). Aquí la
disposición si posee una connotación filosófica que tiene que ver con la idea del desarrollo
sostenible. Es decir el desarrollo basado en la mejora continua de estas 4 dimensiones. La
mejora es sistémica no sectorial y bajo este esquema recae en las instituciones la tarea de
asegurar que esas mejoras puedan sostenerse en el tiempo para todos los ciudadanos.
Bajo un planteamiento como este bien podríamos aspirar a impulsar, PRIMERO, una
economía robusta, inclusiva y sostenible con una matriz económica mas consecuente con
nuestro rasgos naturales y socioculturales y con capacidad de internalizar los costos del uso
y el impacto ambiental; SEGUNDO, con una sociedad articulada, con igualdad en el acceso
a las oportunidades para el disfrute de una ciudadanía plena, empoderada en torno de una
visión de largo plazo; TECERO, el ambiente natural (y la biodiversidad) asumidos como bien
público con valor estratégico para la vida en todas sus formas; y CUARTO; instituciones
autónomas y consecuentes con el bien común. Bajo un planteamiento como este,
seguramente será posible construir sistemas más resilientes y menos vulnerables frente a las
amenazas inducidas, entre otras, por el cambio climático.
En este planteamiento no debe perderse de vista la necesidad de tener cierto conocimiento
del contexto global, es decir el entorno del sistema país. Rápidamente, y con base en el
documento “Las tendencias mundiales y el futuro de América Latina” publicado en enero de
este año por la CEPAL (Bitar, S, 201410), quiero indicar que los principales elementos de ese
entorno que no debemos perder de vista son: (i) la tecnología disruptiva, es decir, que cambia
bruscamente; (ii) escasez de bienes naturales: agua, energía, alimentos; (iii) transformaciones
demográficas; (iv) urbanización y expansión de ciudades; (v) cambio climático, con efectos
en todo el sistema y; (vi) empoderamiento ciudadano
10
Bitar, S. (2014). Las tendencias mundiales y el futuro de América Latina (Serie Gestión Pública
78). Santiago de Chile: Naciones Unidas e Inter-American Dialogue.
9
Figura 5. Enfoque de balances en la gestión del ambiente natural y contexto internacional
(Elaboración propia con base en conceptos de Gallopin, 2003).
En este momento uno se ve tentado a formular varias preguntas. Por ejemplo; ¿podremos
mejorar la gestión del ambiente natural vía la política pública? Y que mas necesitamos ver,
para incrementar el empoderamiento social frente al deterioro progresivo de la biodiversidad
y los elementos físicos que la sostienen?
Finalmente y estrictamente para provocar el debate, quisiera pasar al ULTIMO ASPECTO
e identificar algunos elementos que me parece que se constituyen en “tensiones
estructurales” que impiden, por un lado un tratamiento distinto del ambiente natural (como
bien público insustituible) y por otro, impiden el tránsito a un esquema de desarrollo más
inclusivo y sostenible. Esas tensiones han sido llamadas “nodos estructurales” por la
Universidad Rafael Landívar en el contexto de su agenda de investigación 11 , y han sido
definidos así: “Los nodos se refieren a fenómenos de orden estructural, imprescindibles para
caracterizar al país en el largo plazo y que condicionan en mayor o menor medida, a los
subsistemas institucional, económico, socio-cultural y ambiental. Los fenómenos
11
Universidad Rafael Landívar, Vicerrectoría de Investigación y Proyeccion. 2014. Agenda de
Proyeccion e Investigación. Documento Interno.
10
estructurales son complejos, multicausales, de larga duración y recurrencia en la
conformación del país”.
He tratado de aplicar este concepto al análisis del ambiente natural, manteniendo la idea de
fenómenos que condicionan la gestión éste. Las tensiones que yo he identificado en la gestión
del ambiente natural son de orden internacional y de orden nacional. En el primer caso las
relevantes son:

Las políticas globales de disminución de emisiones de GEI utilizando biocombustibles12
está impulsando cambios de uso de suelo desfavorables a la conservación de bosques
nacionales y de otros componentes del ecosistema.

El cambio climático y las consecuentes distorsiones climáticas de origen global
amenazan la permanencia de ecosistemas y especies endémicas e incrementan el riesgo
a desastres a nivel local13.

Las demandas crecientes del mercado internacional frente a las frágiles capacidades
institucionales locales inducen uso ilegal o atropello de derechos humanos locales.
En el segundo caso, algunos ejemplos de tensiones nacionales son los siguientes:

El desencuentro entre los marcos legales gubernamentales de manejo y administración
del ambiente natural, y la legitimidad de esquemas comunitarios ancestrales de tenencia,
conservación y manejo de componentes del ambiente natural.

La visión dominante sobre el carácter transable de los componentes del ambiente natural
y de beneficio individual, en detrimento de la visión del ambiente natural como bien
público proveedor de bienes y servicios estratégicos para la sociedad. Esa visión genera
fuertes tensiones entre diferente actores y sectores de la sociedad.

La necesidad de detener agotamiento, deterioro y contaminación en un contexto de
depresión socioeconómica de la población, igualmente creciente.

La confrontación entre los usos tradicionales de diferente escala y los usos industriales
de gran escala de los bienes naturales.
12
De alcanzarse los objetivos de las políticas de uso de biodiesel se requerirán 4M ha adicionales de
palma para satisfacer la demanda de la Unión Europea y un millón más, para satisfacer la demanda
de China para el año 2020 (Sheil, D., Casson, A., Meijaard, E., Van Noordwijk, M., Gaskell, J.,
Sunderland-Groves, J., . . . Kanninen, M. (2009). The impacts and opportunities of oil palm in
Southeast Asia: What do we know and what do we need to know? : Center for International Forestry
Research).
13
Proyecciones indican que los bosques húmedo, muy húmedo y pluvial se reducirán en 20% en año
2050, y 45% en 2080 (IARNA-URL, 2011: Cambio climático y biodiversidad. Elementos para
analizar sus interacciones en Guatemala con un enfoque ecosistémico (Vol. 37). Guatemala: Instituto
de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente).
11

La tensión entre conservación y uso
REFLEXIONES DE CIERRE

Lo primero que se debe precisar es que la relación entre la esfera socio-economica y el
ambiente natural ocurre en el marco del “modelo de desarrollo” vigente, es decir del
sistema de producción y consumo capitalista, actualmente bajo la doctrina del
neoliberalismo a escala global y en un contexto de desarrollo vertiginoso de la tecnología,
que implica un alto requerimiento energético. Este sistema, como sabemos, en su afán sin
límite de acumulación de capital, lo convierte todo en mercancía, bajo el dominio
exclusivo del mercado, sin importar el costo social o ambiental. Y Guatemala no es la
excepción. Por ello, hablar de la relación entre la economía y el ambiente natural en el
país conlleva ineludiblemente a una crítica socio-ambiental al modo de producción
dominante en Guatemala, y al rol que desempeñamos las instituciones y los grupos
sociales en dicho sistema.

Hasta ahora el horizonte de crítica y de propuesta se ha dado dentro del paradigma del
“Desarrollo Sostenible”, que hace referencia "al desarrollo que satisface las necesidades
del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender
sus propias necesidades". Sin embargo, como bien sabemos, el “desarrollo sostenible” no
es un paradigma de transformación, sino de corrección, eso sí, “con un enorme potencial
para generar balances o equilibrios” (Gálvez, J. en: Observatorio Ambiental de
Guatemala, 2012) 14 . Equilibrios o balances que tendrían lugar en la medida que la
voluntad política de los poderes formales y reales permitiera cambios profundos a nuestro
esquema vigente de relaciones socionaturales.

A pesar de los límites antes señalados (que sólo es correctivo, no transformativo), la
visión del desarrollo sostenible tiene el potencial de mostrar críticamente el modelo
actual. Pensamos que ésta (la crítica al actual modelo o sistema) es un paso importante
para encarar con realidad los desafíos que tiene la sociedad respecto a la necesidad de
proponer alternativas al sistema. Definitivamente no es ético ni sostenible seguirle
apostando a más de lo mismo, repitiendo la misma retórica a favor de un productivismo
que no sea salvaje y de un Estado regulador que simplemente no existe. El “cambio
climático” ha mostrado con claridad que no es viable seguir el mismo modelo de
desarrollo de los países llamados “industrializados”, y a pesar de todos los esfuerzos por
contabilizar la catástrofe social y ambiental, la deuda que dejamos a las generaciones
futuras es simplemente impagable, pues la dignidad y la calidad de vida no tienen costo.
14
Gálvez, J. (2012). Perfil Ambiental de Guatemala 2010-2012: vulnerabilidad local y creciente
construcción de riesgo. En: Observatorio Ambiental de Guatemala. (2012). Compilación de
investigaciones y análisis de coyuntura. Guatemala: Autor.
12

El deterioro del ambiente natural abona a la vulnerabilidad local. Y la vulnerabilidad
local de origen ambiental en constante sinergia con la vulnerabilidad de origen
económico, sociocultural e institucional, están configurando estados de indefensión
verdaderamente dramáticos en varios territorios del país, realidades que, al confrontarse
con múltiples amenazas, tales como el cambio y la variabilidad climática de origen
global, establecen altos niveles de riesgo a desastres que impactan directamente a las
personas, sus medios de vida y su entorno.

Esta realidad, exige un replanteo de las relaciones socio naturales, e implica en definitiva,
la búsqueda de un modelo de desarrollo que pondere en su dimensión apropiada la
necesidad de revitalizar los ecosistemas estratégicos del país y de la región
mesoamericana como mecanismo para asegurar su robustez y con ello la capacidad de
proveer sostenidamente los bienes y servicios que demandan cotidianamente las personas
en el marco de actividades productivas en todas sus escalas. Su revitalización también es
condición para asegurar la resiliencia del sistema país frente a presiones crecientes.
Indudablemente, el empoderamiento social se configura como una condición
fundamental del país, para concretar las aspiraciones de revitalizar el ambiente natural a
partir de una institucionalidad pública fortalecida y unas prácticas productivas más
apegadas a los límites naturales.

Considero que es un momento oportuno para revisar, no nuestra forma de interpretar los
cambios en la realidad física o natural (los ecosistemas), sino nuestra idea misma de
transformación social. ¿Desde dónde se opera la transformación social? ¿Desde dónde se
puede realmente crear un Estado robusto que defienda a la población y a la naturaleza de
los embates del productivismo irracional? ¿Qué tipo de información debe generarse y en
manos de quién debe ponerse? ¿Cuál es nuestro compromiso con las poblaciones
realmente afectadas, no sólo en el plano inmediato, sino a mediano y largo plazo? ¿Qué
tipo de trabajo debemos hacer con la población llana y sencilla que paga y sufre
finalmente los costos que el capital no asume?
13
Descargar