EDITA: Editorial REUS, S.A. C/ Preciados, 23 – 28013 Madrid, 2008 Tfno.: 91 521 36 19 – 91 522 30 54 Fax: 91 531 24 08 Email: [email protected] http://www.editorialreus.es DISEÑO DE PORTADA: María R. del Hoyo PRODUCCIÓN GRÁFICA: COMETA, S.A. Ctra. Castellón, Km. 3,400 – 50013 Zaragoza Editorial Reus, S.A., a los efectos previstos en el artículo 32.1, párrafo segundo, del vigente TRLPI, se opone expresamente a que cualquiera de las páginas de «Revista General de Legislación y Jurisprudencia», o partes de ellas, sean utilizadas para la realización de resúmenes de prensa. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción 2014-10-02 prevista13:24:[email protected] por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. REVISTA GENERAL DE LEGISLACIÓN Y JURISPRUDENCIA TERCERA ÉPOCA - AÑO CLIV – Julio-Septiembre 2008 – Número 3 Dep. Legal: M. 76-1958 – I.S.S.N. 0210-8518 Fundada en 1853 por el Excmo. Sr. D. JOSÉ REUS GARCÍA Dirigida por: CARLOS ROGEL VIDE C/ Preciados, 23-2º 28013 Madrid ESPAÑA Tlf.: 91 521 36 19 – 91 522 30 54 Fax: 91 531 24 08 Email: [email protected] http://www.editorialreus.es 2014-10-02 13:24:[email protected] Director: Carlos Rogel Vide Catedrático de Derecho Civil – Universidad Complutense de Madrid. Secretario de Redacción: Miguel L. Lacruz Mantecón Profesor Titular de Derecho Civil – Universidad de Zaragoza. Consejo de Redacción: Administrativo – Rafael Gómez-Ferrer Morant Agrario – Carlos Vattier Fuenzalida Arbitraje – Evelio Verdera y Tuells Civil – Joaquín Rams Albesa Comunitario – José Luis Piñar Mañas Concursal – José Manuel Otero Lastres Consumo – Santiago Cavanillas Múgica Constitucional – Jorge Rodríguez-Zapata Pérez Daños – Mariano Yzquierdo Tolsada Financiero – Juan Martín Queralt Hipotecario – José Poveda Díaz Laboral – Aurelio Desdentado Bonete Medio Ambiente – Enrique Alonso García Mercantil – Ángel Rojo Fernández-Río Notarial – Juan José Rivas Martínez Penal – Agustín Jorge Barreiro Procesal – Valentín Cortés Domínguez Propiedad Industrial – José Antonio Gómez Segade Propiedad Intelectual – Antonio Castán Pérez-Gómez Urbanístico – Manuel Medina de Lemus Crónica de Legislación – Jorge Ortega Doménech Crónica de Jurisprudencia – Eduardo Serrano Gómez Crónica de Actualidad Jurídica – Luis Antonio Anguita Villanueva Crónica de Iberoamérica – Leonardo B. Pérez Gallardo (coordinador) Crónica de la Unión Europea – José Luis Piñar Mañas y María Bellido Barrionuevo Crónica de Libros – Cristina de Amunátegui Rodríguez Anteriores Directores: José Reus García (Fundador) Ignacio Miquel y Rubert Pedro Gómez de la Serna Emilio Reus Bahamonde José M.ª Manresa Navarro Eduardo Dato e Iradier Ángel Ossorio y Gallardo José Castán Tobeñas Francisco Bonet13:24:[email protected] Ramón 2014-10-02 Joaquín Rams Albesa ÍNDICE José Luis de los Mozos –semblanza de un Maestro– 383 Carlos Rogel Vide El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil y la Constitución. Su especial configuración por la Ley de Suelo de 2007 399 Pablo Amat Llombart El contrato de skipass europeo 451 Ignacio Arroyo Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje 465 Ana Montesinos García En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) 495 Leonardo B. Pérez Gallardo Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana 533 Julio Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira Crónica de Jurisprudencia 579 Eduardo Serrano Gómez Crónica de Iberoamérica 595 Leonardo B. Pérez Gallardo (coordinador) Crónica de Libros —primer semestre de 2008— Cristina de Amunátegui Rodríguez 2014-10-02 13:24:[email protected] 627 JOSÉ LUIS DE LOS MOZOS –SEMBLANZA DE UN MAESTRO*– CARLOS ROGEL VIDE Catedrático de Derecho civil De la Academia de Pavía A José Luis de los Mozos le gustó, siempre y mucho, pasear. Placenteramente, sin prisas y charlando, a poder ser, con amigos acompañantes, enseñando y aprendiendo de ellos, deteniéndose, de vez en cuando, para escuchar mejor o poner énfasis en una idea. Poco a poco, sin prisas y con pausas, hacía mucho camino. Esa misma, podría decirse, es la esencia de su vida y de su obra. Muchas cosas hechas poco a poco, pacientemente, en compañía de los suyos. «Más que un homo faber —dice, sobre él y en el sentido apuntado, Joaquín Arce—, ha sido siempre un homo sapiens; no aparecía entregado afanosamente, avaramente, a la producción científica —por mucho que fuese cuantiosa la suya, a la postre—, investigando encerrado en sí mismo, viviendo solo su mundo, aislado de las relaciones humanas; antes al contrario, ha tenido una vida de entrega solidaria, ha encarnado la verdadera sabiduría…, ha podido compatibilizar esfuerzo y vida, ha podido disfrutar con las personas y las cosas de su entorno, nos ha hecho partícipes a los demás de su ingente caudal vital, todo con espontaneidad, con naturalidad, siempre amable, generoso…, amigo leal y complaciente, al que se le puede aplicar el calificativo de buena persona, integrando, en este concepto, cualidades tales como las de vir bonus, hombre honesto, varón justo, leal consejero, amigo fiel». Siendo muchas y ciertas, no son —las dichas por Arce— las únicas cualidades del Maestro de los Mozos y tendré ocasión de acreditarlo. Antes y con todo, parece justo hablar de sus orígenes, del inicio y desarrollo de su andadura vital. * Publicada en los Estudios en honor del profesor Giusseppe Gandolfi con la ayuda, inestimable, de Joaquín Arce, José María Castán, José María de la Cuesta, Gabriel García Cantero, Joaquín Madruga, Carlos Vattier y el propio Giuseppe Gandolfi. 2014-10-02 13:24:[email protected] 383 Carlos Rogel Vide José Luis de los Mozos era castellano viejo por los cuatro costados y, quizás por ello, hombre universal, amante de España y de toda su geografía. Castellano de pura cepa —dice José Maria Castán—, buen conocedor de la historia de su tierra, sobre cuya bandera discutió alguna vez con autoridad, y de todos los territorios que la componían. Nació el 2 de septiembre de 1924, en plena dictadura de Primo de Rivera y reinado de Alfonso XIII, en Valladolid —en el número 34 de la Calle de las Angustias, donde habían de nacer, después, casi todos sus hijos—. Pasó los veranos de su infancia en la casa que sus abuelos tenían en Revilla, cerca de Castrojeriz, y estudió en el vallisoletano Colegio de San José de la Compañía de Jesús, a la que permaneció vinculado, de un modo u otro, toda la vida, siendo, desde la infancia, arraigada —que no intransigente— su fe cristiana, fe que constituye, sin duda, un componente esencial de la personalidad de José Luis de los Mozos, «tan buen conservador como inquebrantable conservador», dice Arce, en frase que habría que matizar diciendo que el Maestro tendía a conservar las muchas cosas que le parecían dignas de serlo, no apartándose, por ello, de la modernidad —le encantaban Internet, los ordenadores y los correos electrónicos, en los que ponía la ilusión del principiante— y siendo muy comprensivo con las contrarias ideas ajenas de toda índole, sobre todo con las sustentadas por gentes de ley, por personas justas con derecho a sentarse a la diestra de su Buen Dios en el Reino de los Cielos. Por ello acogió con cariño, respeto y generosidad a un chileno que tuvo que salir de su país en circunstancias difíciles, a finales de 1973, y por ello defendió con fuerza la libertad de cátedra de quien, explicando Derecho de la persona a mediados de los años 80, hizo referencia a la inseminación artificial y a la fecundación «in vitro» en sus clases, escandalizando a unos cuantos fariseos provincianos. El chileno era Carlos Vattier; el catedrático, yo mismo. Los dos, incondicionales suyos. José Luis de los Mozos, ciertamente, era hombre de fe, creyente, desde el principio hasta el final de su vida, enfatiza Castán, que lo conoce desde que, teniendo veinte años ambos, coincidieron en un Curso de Verano para universitarios de Acción Católica, allá por 1945. Le encantaban, a mayor abundamiento, las Iglesias y yo he visitado, con él, muchas durante la Semana Santa de Valladolid y muchas, también, en Roma, a la vez que cumplíamos grata misión de divulgación de la Academia de Pavía en la Ciudad Eterna, aprendiendo, en tales visitas y con él, historia y arquitectura y llegando a estar en las estancias personales, contiguas a una de ellas, 2014-10-02 13:24:[email protected] 384 José Luis de los Mozos —Semblanza de un Maestro— de Ignacio de Loyola, una de las personas que más admiraba, que más veneraba. En la propia Pavía encontramos momentos, al final de las sesiones académicas, para ir, guiados por Letizia y Giuseppe Gandolfi, a la bellísima iglesia de San Miguel, en la que oró más de una vez el Emperador Federico Barbarroja. De los Mozos fue estudiante de Derecho en la Facultad de Valladolid, recibiendo, allí, enseñanzas de Vicente Guilarte y de Ignacio Serrano, padres ambos, habiendo de dirigir, este último y andando el tiempo, su tesis doctoral. Fue, también, a lo largo de algunos años de la década de los Cuarenta del Siglo Pasado, oficial de infantería —de infantería de montaña, para más señas, con largas marchas incluidas, algunas penalidades, olvidadas con los años, y afición a los caballos—, forjándose en la milicia —casi obligada, entonces, para los universitarios—, de la que, creo, le vino el estar dispuesto a servir a los demás, el sentido del deber y la disciplina, cualidades de las que tanta gala haría más tarde. Terminados los estudios en la Facultad y el servicio de las armas, el Maestro siguió estudiando —siempre fue estudiante, que es participio presente, aun siendo afamado estudioso— y preparándose para ser doctor. París, Roma —que conocía como la palma de la mano, gustando de oír misa en San Pedro—, Hamburgo y Friburgo de Brisgovia lo recibieron y le enseñaron lenguas y modos de pensar distintos, a él, que ya iba con el latín sabido. Trabajó con Betti, alguno de cuyos libros, relativos a las obligaciones y a la interpretación de la ley y de los actos jurídicos, tradujo, entabló estrecha relación con el romanista Max Kaser, conoció y admiró a Federico de Castro, amén de conocer y apreciar, también y desde antiguo, a Wieacker y a Bianca, cuando menos. La tesis, finalmente, versó sobre la conversión del negocio jurídico, obteniendo la máxima calificación y siendo publicada, en Barcelona, al filo del año 1959. Laus Deo. Si no estoy mal informado, De los Mozos defendió su tesis en 1956, habiendo contraído matrimonio unos años antes, en 1952. Marido de Rosario Touya —Charito, en la intimidad del hogar y entre los amigos—, la quiso y vivió con ella hasta el día de San Fernando de 1981, extrañándola siempre un poco desde entonces y hasta el mismo día del 2008, en que, en paz consigo mismo, fue a reunirse con ella. Fue padre de familia numerosa, al darle su mujer cinco hijos, buenas personas y juristas como él: Ana, que es notario —o notaria, como se dice ahora—, Isabel, profesora de Derecho Administrativo, que siempre vivió con él y siempre lo cuidó con cariño, Javier, catedrático de Derecho romano, Antón, del Cuerpo Jurí2014-10-02 13:24:[email protected] 385 Carlos Rogel Vide dico de la Defensa y profesor de Universidad asimismo, y Juan, en fin, Registrador de la Propiedad. Sus hijos le han dado hijos, de los que está orgulloso, alguno de los cuales fue alumno mío, sobresaliente, y es, ya, flamante abogado de bufete prestigioso. Los tiempos de los Cincuenta del Siglo XX eran duros en España y el Maestro, como muchas otras gentes, se acogió al pluriempleo, compatibilizando el estudio con el ejercicio de la profesión de abogado durante años —profesión que le produjo satisfacciones y le posibilitó la visión práctica de los asuntos jurídicos—, siendo, también y por entonces, funcionario del Instituto Nacional de la Vivienda, de donde —haciendo, como siempre, de la necesidad, virtud— le viene la especialización en el urbanismo y la querencia por el derecho de superficie, siendo, también y años más tarde, asesor del Ministerio de Agricultura, sabida su otra querencia por el Derecho agrario. José Luis de los Mozos, con todo, no abandonó nunca el Alma Mater, compatibilizando el Foro y la Administración del Estado con la enseñanza, múltiple, por demás y dado que, a su condición de profesor de Derecho civil, de clases prácticas y de teóricas también, sumó la de profesor encargado de las asignaturas de Derecho romano y de Filosofía de Derecho durante años, lo cual —siendo, en principio, una carga, pesada incluso— redundó, a la postre, en la mayor riqueza y versatilidad de sus conocimientos, riqueza y versatilidad, frutos del espíritu de servicio y de la necesidad hecha virtud, que tan bien habrían de venirle, en el futuro. Finalmente y Dios mediante, José Luis de los Mozos ganó la plaza de profesor adjunto de Derecho civil en 1963, pudiéndose dedicar con mas ahínco a la disciplina preferida por él. Fueron, los Sesenta, años de estudio y trabajo, de monografías clásicas, como El principio de la buena fe, La tutela interdictal de la posesión o La colación, que, poco a poco, lo condujeron a la cátedra, en un camino, lento y dificultoso, que recorrió en compañía, muchas veces, de Gabriel García Cantero, llegando al final los dos juntos, por mucho que las plazas conseguidas fueran diversas. En efecto y mientras que García Cantero se iba a Compostela —donde yo, por cierto, estudiaba cuando llegó—, José Luis de los Mozos fue nombrado catedrático de Derecho civil de la Universidad de Oviedo por Orden Ministerial de 22 de noviembre de 1967. Tenía 43 años entonces —los mismos que Bartolo de Sassoferrato cuando murió— y mucha vida por delante. El Maestro enseñó en Oviedo —ciudad que paseó por los cuatro costados, teniendo localizados, según cuenta Castán, los lugares de la misma descri2014-10-02 13:24:[email protected] 386 José Luis de los Mozos —Semblanza de un Maestro— tos en La Regenta— hasta 1970, en Salamanca hasta 1978, en Valladolid, en fin —donde me recibió, por cierto y en 1984, cuando tomé posesión de mi cátedra, primera, allí—, desde dicho año y hasta su jubilación, con los paréntesis propios de los importantes cargos que ocupó después y de los que daré cuenta. Llevado por su espíritu de servicio y además de la docencia y el magisterio, desempeñó, en las universidades españolas dichas, cargos académicos muy diversos, siendo director de departamento y de la Escuela de Práctica Jurídica, vicedecano, decano, secretario general y vicerrector a lo largo de su prolongada andadura académica, que culmina como profesor emérito de la Universidad de Valladolid, la suya. También fuera de España, fueron muchas las universidades e institutos en los que De los Mozos dejó su impronta como conferenciante. Impartió, en efecto, lecciones en Estrasburgo, siendo profesor visitante de la Universidad Católica de Ponce, de la de San Juan y de la Interamericana, en Puerto Rico, y habiendo disertado o realizado estancias de estudio en otras muchas universidades de Europa y América —Coimbra, París, Poitiers, Toulouse, Montpellier, Bruselas, Roma, Pisa, Sassari, Camerino, Pescara, Upsala, Viena, Rio de Janeiro, Lima, Santiago de Chile, Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y Mendoza, cuando menos—. Fue miembro activo —por otra parte y cual nos recuerda Carlos Vattier— de instituciones dedicadas al Derecho latinoamericano sitas en Viena, Sassari y Roma, del Instituto Lombardo Academia de las Ciencias y de las Letras de Milán, del Instituto de Derecho agrario de Florencia, del de Derecho rural de París y de la Unión Mundial de Agraristas Universitarios de Pisa, siendo miembro fundador de la Academia de Iusprivatistas Europeos de Pavía y Presidente de la misma, cual veremos, detenidamente, más tarde. En España, fue Vocal permanente de la Comisión General de Codificación y Académico de Número de la Real Academia de Legislación y Jurisprudencia de Valladolid, dirigiendo los Cursos de Formación de Historiadores de la Fundación Sánchez-Albornoz. Entre las distinciones con que cuenta, figura su condición de doctor honoris causa por las Universidades de San Pedro, de Trujillo, en el Perú, y René Descartes —París V—, así como las medallas de las Universidades de Pisa y Andrés Bello, de Chile, amén de la Cruz de Caballero de la Orden de Cisneros, de la Medalla de la Orden del Mérito Constitucional de España y de la Gran Cruz de Isabel la Católica. La cátedra y los honores, como se ve, colmados. Hubiese sido ésta, hasta aquí ya, una biografía extraordinaria y, sin embargo, faltan aun capí2014-10-02 13:24:[email protected] 387 Carlos Rogel Vide tulos cruciales de la historia personal de José Luis de los Mozos, empezando por los relativos a su participación en la Cosa Pública. No siendo un político, en el sentido tradicional del término, un hombre de partido, que dedica a éste muchas o pocas horas al día, José Luis de los Mozos tenía convicciones políticas profundas, coincidentes con las representadas, en la España de aquel momento, por el profesor Manuel Fraga y la Alianza Popular que lideraba, Alianza por la cual presentó su candidatura en 1986, obteniendo acta de senador y jurando la Constitución, en tal condición, el 15 de julio del dicho año. Durante su paso por el Senado, en la III Legislatura de éste, y sabido su espíritu de servicio, formó parte de la Diputación Permanente de la dicha Cámara, fue portavoz adjunto del Grupo Parlamentario de Coalición Popular en la misma y participó activamente en sus Comisiones de Incompatibilidades, Economía y Hacienda, Justicia y Constitución, lo cual no le impidió tener presente su condición de civilista, propiciando, con motivo del Centenario del Código civil de Alonso Martínez —a quien tanto admiraba y cuya biografía, coordinada por Carlos Vattier y un servidor, prologó—, la publicación, en dos volúmenes fechados en 1989, de los Debates Parlamentarios que condujeron al mismo. De los Mozos no agotó su mandato, renunciando al acta de senador el 16 de febrero de 1989, por la sencilla razón de que, pocos días más tarde, habría de tomar posesión del cargo, que se le había ofrecido, de magistrado del Tribunal Constitucional, cargo que aceptó, tomando posesión del mismo el 27 de febrero de 1989. De los Mozos fue adscrito a la Sala Segunda del Alto Tribunal, integrada por muy prestigiosos juristas, dos de los cuales —Gabaldón y Rubio Llorente— fueron, andando el tiempo, vicepresidentes del Instituto, siendo presidentes otros dos, los profesores Rodríguez Bereijo y Rodríguez Piñero. Durante su estancia de poco más de tres años en el Tribunal Constitucional, José Luis de los Mozos entendió, entre otras muchos asuntos, de temas relativos a la tutela judicial efectiva, la presunción de inocencia, la nulidad del matrimonio, el amparo electoral, la disciplina urbanística, los derechos de la personalidad, la igualdad y tantas y tantas cuestiones más. En julio de 1992, sin agotar su mandato, renunció al cargo —un tanto agobiado por los muchos papeles— y volvió a su cátedra y a sus libros, poco antes de cumplir los setenta. Dejó, allí, fama de ser un caballero, teniéndola ya, bien acreditada y probada, de jurista mayor. De los Mozos, jurista siempre y en toda circunstancia, fue escritor impenitente, constante y, a la postre, prolijo, tocando temas relativos a su 2014-10-02 13:24:[email protected] 388 José Luis de los Mozos —Semblanza de un Maestro— disciplina y a otras más o menos cercanas, temas que yo —partiendo de los datos inestimables facilitados, al respecto, por Carlos Vattier— intentaré agrupar por órdenes de cuestiones, sin afán de exhaustividad ni preocupación por posibles repeticiones, interesándome más dejar constancia de los asuntos tratados por él que la cita bibliográfica prolija de los mismos y señalando en cursivas los libros y en redondas los artículos. Ello sabido, los órdenes de cuestiones dichos son los siguientes: — Codificación, Derecho común, Derecho civil y Constitución: Estudios sobre derecho de contratos, integración europea y codificación. Los precedentes de la codificación: la unificación del Derecho en los propósitos de la Ilustración española. El Derecho privado vasco-navarro y la codificación. Codificaciones latinoamericanas, tradición jurídica y principios generales del Derecho. Codificación y recodificación: Reflexiones con motivo de la reforma del Código civil peruano. Un intento de unificación del Derecho privado: El Proyecto de Código civil de la Republica Argentina de 1998, unificado con el Código de comercio. Algunos aspectos de la influencia hispánica en el Código civil de Andrés Bello. El nuevo Código civil holandés: El derecho patrimonial. Integración Europea: Derecho comunitario y Derecho Común. El Derecho común y el nacimiento de Europa. La Constitución y el Derecho civil. La cultura jurídica del Código civil: una aproximación a su estudio. — Introducción al Derecho civil y Derecho de la persona: Derecho civil (Método, sistemas y categorías jurídicas). Introducción al Derecho civil. La formación del concepto de «ius civile» en el Derecho romano. El Derecho natural en la formación del Derecho civil. El Derecho común en la formación del Derecho civil. El principio de la buena fe. El principio de la buena fe. Sus aplicaciones prácticas en el derecho civil español. Del aforismo «mala fides superveniens nocet» a la «bona fides» canónica. La buena fe en el título preliminar del Código civil. La exigencia de la buena fe en el tráfico internacional moderno. Del dolo civil al dolo procesal. La equidad en el Derecho civil español. El concebido y su tutela jurídica. Personalidad y derechos de la personalidad. El status personal. El derecho a la identidad personal. Persona y comunidad familiar en el Derecho español. La evolución del concepto de persona jurídica en el Derecho español. Derecho de asociación: legislación española sobre asociaciones. El derecho de fundación (artículo 34 de la Constitución). Sistemas de reconocimiento de la fundación en sus límites naturales. Aproximación a una teoría general del patrimonio. Régimen patrimonial y autonomía de la voluntad. La nulidad de los actos jurídicos. 2014-10-02 13:24:[email protected] 389 Carlos Rogel Vide — Negocio jurídico: El negocio jurídico. Estudios de Derecho civil. La teoría general del negocio jurídico: su oportunidad e importancia. La inexistencia del negocio jurídico. El objeto del negocio jurídico. La causa del negocio jurídico. Causa y tipo en la teoría general del negocio jurídico. La forma del negocio jurídico. El modo como elemento accesorio del negocio jurídico. Negocio fiduciario. Negocio abstracto y reconocimiento de deuda. La conversión del negocio jurídico. De nuevo sobre la conversión del negocio jurídico. — Obligaciones y contratos: Reflexiones preliminares sobre el derecho de obligaciones (concepto, ámbito y sistema). Concepto de obligación. La obligación real: aproximación a su concepto. Principios generales del derecho e iniquidad en las obligaciones. La autonomía privada: notas para una relectura del título de los contratos del Código civil. En torno a la eficacia jurídica de la promesa. Responsabilidad en los tratos preparatorios del contrato. La nueva noción europea de contrato (inédito). La regulación del contrato y el problema de la causa. La revisión contractual por alteración de las circunstancias en la doctrina y en la jurisprudencia españolas a la luz de los principios generales del Derecho contractual. Pago o cobro de lo indebido. — El Anteproyecto de Código europeo de contratos de la Academia de Pavía: Hacia un Código europeo de contratos. El anteproyecto de Código europeo de contratos de la Academia de Pavía. Conceptos generales en el anteproyecto de Código europeo de contratos de la Academia de Pavía. Metodología de trabajo en el anteproyecto de Código europeo de contratos de la Academia de Pavía. La propuesta de un Código europeo de contratos del «convegno di Pavía» visto desde España. Los tratos preparatorios del contrato en el Proyecto de Pavía. La transmisión de la propiedad en el Anteproyecto de Código europeo de contratos. Las reglas de interpretación de los contratos en un intento de codificación europea. Anomalías del contrato y sus remedios: Inexistencia, nulidad y anulabilidad en el Anteproyecto de Código Europeo de los contratos de la Academia de Pavía. — Donaciones: La donación en el Código civil y en la jurisprudencia. La donación en el Código civil y el problema de su naturaleza jurídica. ¿Es posible la donación obligatoria o promisoria en el derecho español? Revocación de las donaciones por incumplimiento de cargas. La revocación de donaciones por ingratitud del donatario. — Derechos reales: Estudios sobre derecho de bienes. El Derecho de los bienes en el Código civil. Notas para una reconstrucción del concepto de «animus» posesorio en el Derecho moderno. Tutela interdictal de la 2014-10-02 13:24:[email protected] 390 José Luis de los Mozos —Semblanza de un Maestro— posesión. De nuevo sobre la acción publiciana en el Derecho español. Precedentes históricos y aspectos civiles del derecho de caza. Retracto de comuneros. Servidumbre personal de pastos. Comunidad incidental con un tercero en monte comunal. — Propiedad: El derecho de propiedad. Crisis y retorno a la tradición jurídica. La formación del concepto de propiedad que acoge el Código civil. Acceso diferido a la propiedad de la vivienda. Crisis del principio de abstracción y presupuestos romanistas de la adquisición del dominio en Derecho español. Retorno a la «galaxia» de la función social de la propiedad. Notas para una revisión de la llamada función social de la propiedad. El derecho de propiedad y la Constitución de 1978. — Derecho agrario: Estudios de Derecho agrario. Origen e historia del Derecho agrario en España como legislación y como ciencia. El Derecho agrario: estado actual de la cuestión. El momento científico del Derecho agrario en España. La propiedad agrícola es la propiedad. Las tierras en exceso en el conjunto del ordenamiento de la colonización. La defensa de las titularidades dominicales, registrales y extrarregistrales y el procedimiento de concentración parcelaria. La aparcería, una forma olvidada de la agrupación agrícola. La aparcería múltiple como forma jurídica perfecta de la agricultura de grupo. Tipicidad legal, contenido forzoso y conversión legal en los contratos agrarios en el Derecho español. La conversión legal como técnica del Derecho de reforma de la agricultura. La conversión legal de los contratos agrarios en el Derecho español. El capital y el trabajo en la transmisión «mortis causa» de la empresa agrícola. La ordenación rural en la nueva ley española de 27 de julio de 1968. La legislación agraria y la garantía constitucional de la propiedad. Presupuestos para una reforma de los arrendamientos rústicos en el Derecho español. La nueva Ley de Arrendamientos Rústicos: Comparación y crítica con la legislación anterior. Hacia un concepto de explotación agrícola (marginales a la Ley 19/1995, de 4 de julio, de Modernización de las Explotaciones Agrarias). Reflexiones sobre el régimen jurídico de las unidades mínimas de cultivo. El régimen de unidades mínimas de cultivo: estado actual de la cuestión y referencia al Decreto de la Junta de Castilla y León. Panorama sucinto del crédito agrario en el Derecho español. Hacia un derecho sucesorio agrario. Agricultura y medio rural. Agricultura y medio ambiente en el Derecho español. La sucesión de las explotaciones agrarias. La sucesión «mortis causa» en la explotación agrícola familiar. La propiedad agraria en el Derecho indiano. Sociología y Derecho agrario. 2014-10-02 13:24:[email protected] 391 Carlos Rogel Vide — Urbanismo: Urbanismo y Derecho. El urbanismo desde la perspectiva del Derecho privado. Algunos supuestos de aplicación del concepto de solar. El concepto de solar en las expropiaciones por razón urbanística. Modificaciones del Derecho de propiedad por razón de las actuaciones urbanísticas. Propiedad y urbanismo. Sistemas de actuación urbanística. El derecho de superficie en general y en relación con la planificación urbanística. La tecnificación del derecho de superficie y sus posibilidades urbanísticas. Especulación del suelo y derecho real de superficie. — Derecho de familia: Del régimen económico matrimonial (comentarios de los artículos 1313 a 1444 del Código civil español). La renuncia a la sociedad de gananciales. Las adquisiciones de inmuebles por la esposa después de la ley de 2 de mayo de 1975. La nueva sociedad de gananciales. La igualdad de los cónyuges y la organización y ejercicio de las potestades domésticas. El matrimonio de los homosexuales, una tergiversación de los derechos fundamentales. La protección jurídica de la familia (dos cuestiones fundamentales). Familia y derecho: de nuevo sobre las parejas no casadas. Despenalización del adulterio y nuevo significado de la fidelidad conyugal. Las relaciones personales en el ámbito de la familia: el status del menor. Revisión de la adopción y protección asistencial del menor. La reforma del Derecho de familia en España. — Sucesiones: La colación. Adopción y pacto sucesorio. Renuncia de los derechos hereditarios de los abuelos. La legítima en el Derecho civil de Cataluña y en los derechos forales de Vizcaya y Álava, después de las últimas reformas. Del orden de suceder según la diversidad de líneas (Comentario a los artículos 930 a 958 del Código civil). La sucesión abintestato a favor del Estado. La adquisición de la posesión en los legados. La partición de la herencia por el propio testador. — Metodología y Filosofía del Derecho: Metodología y Ciencia en el Derecho privado moderno. Norma, principio y sistema en la integración del ordenamiento jurídico. El Derecho como realidad y como sistema: el problema de los principios generales del Derecho. Derecho de reforma y justicia material en el campo del Derecho civil. Humanismo y «mos gallicus» en la escuela de Salamanca. El sistema del «Common Law» desde la perspectiva jurídica española. Reflexiones sobre derecho, justicia y libertad en el segundo centenario de la muerte de Kant. Ideología y derecho. Perspectivas y métodos para la comparación jurídica en relación con el Derecho privado iberoamericano. Notas para una metodología de los derechos forales. Otra vez el Derecho natural. Iusnaturalismo y pandectismo 2014-10-02 13:24:[email protected] 392 José Luis de los Mozos —Semblanza de un Maestro— en las grandes codificaciones modernas. «Naturalis et civilis ratio» en el Derecho privado moderno. Metodología o epistemología jurídicas: reflexiones en la encrucijada. — Vida, obra y pensamiento de juristas y estadistas: La unidad legislativa en el pensamiento del Conde-Duque de Olivares (inédito). La doctrina de F. C. von Savigny en torno a la transmisión del dominio. Los derechos reales en la sistemática de Vélez Sarsfield. Manuel Alonso Martínez y su tiempo. El hipotecarista Francisco de Cárdenas. Trabajos y empeños de su vida y de su obra. Jerónimo González, divulgador y crítico de la jurisprudencia de intereses. Algunas reflexiones a propósito de la teoría de la interpretación en la obra de François Geny. La renovación dogmática del concepto de causa del negocio en Emilio Betti y su recepción en la doctrina española. Aproximación metodológica al sistema de A. Teixeira de Freitas (a través de la distinción entre obligaciones y derechos reales y a propósito de la posesión). Aproximación metodológica a la obra de Federico de Castro. Alrededor de ciento cincuenta obras de José Luis de los Mozos quedan dichas, ingente producción dotada de características singulares, en el fondo y en la forma también. «Nada le era ajeno —dice Joaquín Madruga— y en todo profundizó con su buen hacer, con esa sencillez de la que sólo son capaces los que acometen empresas difíciles con una modestia cargada de sentido común». De los Mozos escribía con un buen castellano, claro, inteligible, elegante, y un cierto aire de Castán, cuyo Derecho civil actualizó sobre diversas materias en más de una ocasión. Veía, en efecto, los asuntos que estudiaba desde muy distintas perspectivas y sirviéndose del método o métodos que más convenían a cada uno de ellos, por mucho que su preferencia por la Historia y el Derecho comparado quedase en evidencia —cual evidente era su fe en la posibilidad y bondad de un Código civil europeo—. Todas las opiniones ajenas relevantes eran traídas a colación por él, aportando también la propia, siempre discretamente, sin estridencias, como sin darle importancia, aunque la tuviera. De los Mozos escribía con una cierta ironía, en ocasiones y un cierto escepticismo en otras, recurriendo, no pocas veces, a imágenes o pasajes del Antiguo o del Nuevo Testamento, tan queridos por él. Para muestra, algunos botones de su puño y letra, contenidos en el artículo que publicó en el nº 5692 de LA LEY, el año 2002, sobre «El Anteproyecto de Código europeo de contratos de la Academia de Pavía». 2014-10-02 13:24:[email protected] 393 Carlos Rogel Vide Lo mismo que a aquello —a la enorme diversidad legislativa y de jurisdicciones propia del final del «Ancien Régime»— se le puso remedio por medio del constitucionalismo y de la codificación, ahora hay que intentar algo parecido, para salvaguardar y armonizar la tradición, representada por un acervo jurídico común, con la racionalidad que haga posible intentar un cambio, que permita alcanzar, con ello, la continuidad de la tradición misma. No podemos aceptar, irreflexivamente, un sistema de principios que rija todo el derecho de obligaciones y contratos, pues ello sería como ir cantando a coro, hacia el suicidio de nuestro sistema jurídico, tal y como entraban Daniel y sus compañeros en el horno ardiente de Babilonia, para aceptar sin más, pues los milagros no se presumen, un sistema jurídico inferior al nuestro desde muy distintos puntos de vista. El Derecho comparado, sin una referencia histórica, sin un volver al Corpus iuris de Justiniano o al usus modernus Pandectarum carece de sentido. Tradicionalmente parece creerse que se hace Derecho comparado, hablando, cada uno, de su propio Derecho, como se hace en los famosos congresos internacionales al respecto, de manera que la comparación, va de soi, queda en el ambiente. Sea por esto, sea por lo que fuere, o por aquello de que «en todas partes cuecen habas», he observado, con estupor, que algunos comparatistas no conocen bien los institutos que comparan. Lo importante es que cada uno siga su camino, siendo fiel al propósito que le anima; luego vendrá, si ha lugar, el tiempo de arrepentirse, que tampoco suele ser mal ejercicio en la misteriosa condición humana. José Luis de los Mozos siguió siempre su camino y fue, en todo momento, coherente con sus ideas y con su fe, que le llevo a trascender el Derecho positivo. De los Mozos, en efecto y como dice García Cantero, fue fiel defensor, en todo momento, de un fundamento iusnaturalista de la ley positiva, siguiendo las pautas de Federico de Castro para llegar a Santo Tomas, en una línea coherente entre la fe que profesaba y la ciencia que cultivaba. Creía firmemente —nos recuerda García Cantero— que el orden jurídico pretende realizar la justicia en la sociedad, resultando, para ello, imprescindible que el Derecho positivo se halle de acuerdo con el Derecho natural, ya que, en caso contrario, no sería más que un conjunto de normas y de mandatos coactivos basados en la arbitrariedad y en la fuerza. 2014-10-02 13:24:[email protected] 394 José Luis de los Mozos —Semblanza de un Maestro— Con el convencimiento y el bagaje dichos, cuando apenas le faltaban pocos años para la jubilación, José Luis de los Mozos fue llamado por Giuseppe Gandolfi para emprender, en compañía de algunos grandes maestros más —Trabucchi, Brancaccio, Bianca, McGregor, Stein, Tunc, Wieacker, entre otros—, una tarea apasionante e ingente a la que se dedicaría en cuerpo y alma, rejuvenecido por ella, hasta el final de sus días: la elaboración de un anteproyecto de Código europeo de contratos, como miembro fundador, primero, y presidente, después, de la Academia de Iusprivatistas Europeos de Pavía. La primera reunión se celebró, en la dicha ciudad, el año 1990, siguiendo muchas otras, en ese y otros lugares y en cualquiera de las estaciones del año, lo cual no es óbice para que las jornadas de noviembre, todos alojados en el Hotel Moderno, se lleven la palma. El primer presidente de la Academia fue Antonio Trabucchi. Lo sucedió André Tunc. Después vino José Luis de los Mozos, que, desde 1999, lo fue durante una década prácticamente. Larga vida a Peter Stein, su sucesor. Durante su presidencia, José Luis de los Mozos se desvivió, se dejo la piel en el intento de hacer progresar el Código de Pavía —muy avanzado, cerca ya de la responsabilidad civil extracontractual, en este año del Señor de 2008— y de promocionarlo como instrumento jurídico idóneo para Europa. Aquí, su labor fue colosal, en el Viejo Continente y en el Nuevo Mundo también: Habló del mismo, en efecto y cuando menos, en un Congreso internacional celebrado en Zaragoza en 1993, publicando, ese mismo año, un artículo al respecto en la Revista de Derecho Privado —a la que estuvo vinculado durante muchos años-; habló del tema en un congreso organizado por los registradores españoles en 1994, participando, ese mismo año, en la organización de unas jornadas al respecto en la universidad de Extremadura y en un Seminario Internacional organizado el mismo año en la misma universidad. Entre los años 1994 y 1995 pronunció conferencias, al respecto, en las universidades de Oviedo, León, Burgos, Cáceres, Castellón, Córdoba, Valladolid y Zaragoza. Habló de nuevo, sobre el asunto, en los Cursos de Verano de la Universidad Complutense en El Escorial en 1995 y en la Universidad de Verano Casado del Alisal en Palencia en 1998. En 1998 lo hizo, también, en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander. En 2001, una vez más, en el Seminario de Derecho comparado del la Universidad de Zaragoza. En 2007 volvió a hacerlo en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid y seguro que habló de «su» 2014-10-02 13:24:[email protected] 395 Carlos Rogel Vide Código —que él, justo, decía de Gandolfi— en muchos otros lugares y fechas del Reino de España que yo no sé. Habló del Código, por otra parte, en Roma, en Viena, en Bruselas, en París y en muchos otros rincones de Europa. Habló del Código, también, en numerosas universidades de América, cuando menos las siguientes: Buenos Aires y la Córdoba argentina, en 1996; Ponce, de Puerto Rico, en ese mismo año; Lima, en 1997; Rosario, en 1998; Valparaíso y Río de Janeiro, en 1999. En compañía de Giuseppe Gandolfi presentó, en fin, el anteproyecto, con ocasión de haber terminado el libro primero del mismo, ante la Comisión de Asuntos Jurídicos y del Mercado Interior del Parlamento Europeo —presidida, entonces, por la española Ana Isabel del Palacio, amiga suya, cual la hermana de ésta, Loyola— el 16 de octubre de 2000, en Bruselas, compareciendo de nuevo, ante la dicha Comisión, el 21 de noviembre del mismo año. Esfuerzos titánicos, como se ve, que llevan, en sí mismos, el premio. Ansia, no satisfecha, por ver el Código terminado y hasta implantado. Convencimiento de que el propio proyecto de Pavía tiene un enorme valor, pudiendo inspirar, habiendo inspirado ya, como el de García Goyena de 1852, reformas legislativas concretas. Entusiasmo que los años no lograron marchitar. Sentimiento de responsabilidad como primus inter pares. Reconocimiento de todos los demás, un poco huérfanos en estas horas. Gandolfi, en carta dirigida a los Miembros de la Academia de Pavía el 7 de julio de 2008, decía, respecto de la presidencia de la misma por José Luis de los Mozos e interpretando el sentir de todos sus miembros, lo siguiente: Il est de mon devoir de rendre hommage à l´activité très intense qu´il a déployée depuis 1999 en qualité de Président de l´Académie, coopérant avec des écrits et des propositions particulièrement importants à la rédaction de notre «projet», participant activement à nos colloques et en présidant souvent, avec efficacité, les séances, exerçant toujours une très précieuse action inspiratrice et stimulante. Presidente de la Academia de Pavía, pues, de respeto y respetado. A lo largo de toda su vida, con todo y por encima de cualquier otra cosa, José Luis de los Mozos, ha sido, siempre, un maestro. Ha enseñado, en efecto, a quienes se iniciaban en las armas del Derecho civil, los ha atendido, entendido, comprendido, los ha conducido hacia el doctorado y, en la medida en que ha podido y le han dejado, hacia la cátedra. 2014-10-02 13:24:[email protected] 396 José Luis de los Mozos —Semblanza de un Maestro— De los Mozos dirigió, cuando menos, las tesis doctorales de Eduardo Serrano, Carmen Gómez Laplaza y María José Herrero, que ganaron, andando el tiempo, cátedras de Derecho civil en Oviedo, León y Salamanca. Dirigió también, las de Antonio Román, Carlos Vatttier y José María de la Cuesta —su más antiguo discípulo, pues jugaba, de pequeño y como él mismo me ha dicho, en casa del maestro, con Javier, uno de sus hijos, casando, años más tarde, con Ana, una de sus hijas—. También estos tres últimos ganaron sus cátedras en Extremadura y en Burgos, por partida doble. Dirigió, en fin, las tesis de muchos otros profesores —Margarita Fernández Arroyo, José María Caballero González, José María Caballero Lozano, Fernando Crespo, Felix Calvo, Germán de Castro, Jesús Miguel Lobato—, titulares de Universidad en su mayoría, hoy. Muchas otras gentes —García Cantero, Martínez Vázquez de Castro, Martínez de Aguirre, Poveda Bernal, Carrancho Herrero, de Pablo Contreras, Rams Albesa, Viguri Perea, González Porras, Arce Flórez-Valdés, Morales Moreno, Vicente Domingo, Yzquierdo Tolsada, un servidor— se honraron con su amistad y magisterio y participaron, junto con los antes dichos, en las Comentarios al Código Europeo de Contratos que, dirigidos por Vattier, de la Cuesta y Caballero, la Universidad de Burgos publicó en su honor. Alejandro de la Vallina, que fue profesor en Oviedo, y Joaquín Madruga, que lo ha venido siendo en Salamanca, aprendieron de él y fueron dos personas muy queridas por José Luis de los Mozos. Castán, Luna, Sanz Jarque, Chico, Paricio, Clavería, Moisset de Espanés, Alterini, López Cabana, Cárdenas, Ordoquí, de Cores y tantos otros, en España y en América, le apreciaron y aprendieron de él. Seguro que me dejo a muchos otros en el tintero. Espero que sepan perdonarme. Maestro, pues, José Luis de los Mozos y, lo que es más importante, bellísima persona, con gustos y aficiones que quiero referir, para terminar, pues lo describen y lo humanizan, si ello fuera menester, si hubiera necesidad. Era de natural alegre y muy amante de la música, de cualquier tipo que fuese. Sabiéndolo, quienes lo querían lo honraron con una salve en latín el 1 de junio de 2008 en la iglesia de los Filipinos de Valladolid, abarrotada. Al propio de los Mozos, dice José María Castán, le gustaba cantar con los amigos en su juventud, gustando, siempre, de cenar con ellos y de pasear después, con ellos también, hablando y oyéndolos, en una escucha activa, con gestos de asentimiento, de complicidad, de asombro, al modo romano. 2014-10-02 13:24:[email protected] 397 Carlos Rogel Vide Se había hecho la ilusión de jugar al billar, aunque no lo hiciera. Le encantaba la buena mesa, los buenos caldos, los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches también. Era un amante del cine, a donde iba acompañado —en no pocos casos por el mismísimo Miguel Delibes— o solo, cuando no lo veía en la televisión. Le gustaban los libros, de cualquier tipo que fuesen; le gustaba viajar, ir de un lugar a otro. Le gustaba el mar; le gustaba Galicia, el Camino de Santiago —que hizo con algunos de sus hijos—, las cigalas y el mar; Asturias, La Santina —tantas veces venerada, en compañía de Isabel—, Ribadesella y el mar; Comillas, el bonito y el mar; el País Vasco, San Sebastián, La Concha y el mar; la Bretaña, últimamente, en compañía de Juan y de los suyos, y el mar. Modesto y sobrio en el vestir y en el estar, nada pagado de si mismo, restándose siempre importancia y dándosela a los demás. A José Luis de los Mozos le gustó, mucho y siempre, pasear. Por los Campos Elíseos andará, con su mujer de la mano, caminando, más que descansando, en paz. Conforme, vale, bien está… Un día cualquiera de estos, nos vendrá a visitar. 2014-10-02 13:24:[email protected] 398 EL ESTATUTO JURÍDICO DE LA PROPIEDAD PRIVADA INMOBILIARIA EN EL CÓDIGO CIVIL Y LA CONSTITUCIÓN. SU ESPECIAL CONFIGURACIÓN POR LA LEY DE SUELO DE 2007 PABLO AMAT LLOMBART Profesor Titular de Escuela Universitaria de Derecho civil Resumen: El punto de partida se sitúa en el estudio de la institución del derecho de propiedad privada inmobiliaria a partir de sus características tradicionales según el Código civil. A continuación, se procede al análisis de su evolución en el marco de la Constitución de 1978 y de la interpretación del artículo 33 por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. Finalmente, se aborda el examen del estatuto jurídico común del suelo así como de los estatutos específicos de la propiedad del suelo rural y urbanizado en el ámbito de la Ley estatal de suelo 8/2007. Abstract: This article begins studying the institution of private property right of real state, approaching the traditional characteristics contained on the Spanish Civil Code. Following, it is analyzed the evolution of private property in the framework of the Constitution passed on 1978 and the interpretation of article 33 by the jurisprudence of the Constitutional Court. Finally, we deal with the examine of the common juridical statute of land, as well as the specific statutes of rural land and built-up areas property in the national Law of land 8/2007. Sumario: I. El derecho de propiedad (inmobiliaria) en el Código civil. Su caracterización tradicional. II. Configuración del derecho de propiedad a la luz de la Constitución de 1978. 1. Alcance del reconocimiento del derecho a la propiedad privada del artículo 33: su contenido esencial. Interpretación jurisprudencial del Tribunal Constitucional. 2. Alcance de la reserva de ley en la configuración del derecho de propiedad. 3. La función social como parámetro de delimitación del contenido del derecho de propiedad. III. La diversificación de estatutos en el ámbito de la propiedad inmobiliaria. Su justificación. IV. El estatuto jurídico de la propiedad del suelo a nivel estatal: régimen de la Ley 8/2007. 1. La regulación estatal en materia de suelo: distribución competencial entre el Estado y las Comunidades Autónomas. 2. La configuración jurídica del suelo: los «estatutos» del suelo rural y del suelo urbanizado. 3. Estatuto jurídico común del derecho de propiedad sobre todo tipo de suelo. A. Facultades comprendidas en el derecho de propiedad del suelo. a) Introducción. b) Facultad de edificación. c) Facultad de realización de instalaciones o construcciones que no tengan el carácter legal de edificación. d) Facultad de urbanización. B. Deberes impuestos al propietario del suelo. 4. Estatuto jurídico específico de la propiedad del suelo rural. A. Introducción. B. Facultades. C. Deberes. 5. Estatuto jurídico del derecho de propiedad sobre suelo urbanizado. 2014-10-02 13:24:[email protected] 399 Pablo Amat Llombart I. El derecho de propiedad (inmobiliaria) en el Código civil. Su caracterización tradicional Resulta conveniente efectuar un repaso —si bien de forma somera en atención a los objetivos de este estudio— a la estructura clásica del derecho de propiedad en el Código civil para apreciar con mayor nitidez la evolución de la propiedad inmobiliaria hasta nuestros días, y su actual configuración particular a través de una legislación especial como la que afecta al estatuto jurídico del suelo. Sin alejarnos en exceso en el tiempo, ante todo, debemos situar históricamente el momento de la codificación española a finales del siglo XIX, así como las principales influencias y corrientes socio-políticas que marcaron profundamente el espíritu del Código civil español. El movimiento revolucionario de corte liberal-burgués, cuya mayor manifestación se sitúa en la Francia revolucionaria de fines del XVIII, supuso la ruptura con el antiguo régimen feudal o señorial que, anclado en la Edad media, privilegiaba a las clases y estamentos socialmente poderosos, vinculando la propiedad de la tierra —principal objeto patrimonial de riqueza de una sociedad esencialmente agraria— a la nobleza, a la Iglesia y a los incipientes municipios, así como sometiéndola a un inacabable conjunto de gravámenes, cargas y censos. El progresivo ascenso de la burguesía liberal, ubicada en las ciudades y dedicada a una floreciente actividad comercial, trajo consigo el empuje necesario para derribar los pilares del antiguo régimen. Desde la perspectiva jurídica, se acoge una concepción de la propiedad que veía con absoluta antipatía cualquier tipo de limitación, vinculación o carga. Tales restricciones se consideraban odiosas y de todo punto inaceptables, salvo como excepción y temporalmente. La ideología liberal, tan fuertemente influenciada por las teorías del Derecho natural racionalista, veía en la propiedad una suerte de proyección de la personalidad, frente a la cual no caben inmisiones del Estado ni de los terceros: es un ámbito de inmunidad del individuo, una prerrogativa suya frente a todo tercero, público o privado1. Tal concepción de la propiedad ilustró profundamente el Código civil de Napoleón, el cual, a su vez y como es bien sabido, constituyó una de las principales fuentes de inspiración de nuestro Código patrio, así como de otros Códigos latinos e iberoamericanos. De esa forma, el artículo 544 del Code Napoleon definía a la propiedad como «el derecho de gozar y disponer de las cosas de la manera más 2014-10-02 13:24:[email protected] 400 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... absoluta, con tal que no se haga de ella un uso prohibido por las leyes o los reglamentos». Nos hallamos ante la consagración de una propiedad de corte liberal e individualista, reflejo del principio de libertad de actuación del ciudadano, y que se configura como un poder cuasi-absoluto de un propietario que no tiene que rendir cuentas a nadie, que es libre para ejercitar un derecho (el de propiedad) que reclama para sí la mayor amplitud de contenidos y facultades que pueda existir sobre los bienes, y en especial, sobre los inmuebles, que constituyen la base territorial sustancial de la riqueza y del patrimonio de la época. La propiedad, enlazando con la imagen que se le atribuye en el Derecho romano, aparece aquí como un derecho absoluto, unitario, libre de los viejos gravámenes, teóricamente accesible a todos y del que cualquiera puede autoprivarse mediante la enajenación. Por lo demás, la real innovación introducida por el Código civil francés no fue tanto la de consentir el acceso a la propiedad de la clase burguesa, que ya era propietaria, cuanto la de insertar plenamente los bienes en el fenómeno de la producción y del cambio2. El Código civil español manifiesta claramente las citadas influencias liberales y revolucionarias en su artículo 348, donde se define a la propiedad como el derecho de gozar y disponer de una cosa, sin más limitaciones que las establecidas en las leyes. El propietario tiene acción contra el tenedor y el poseedor de la cosa para reivindicarla. Se ha dicho que el rostro de la propiedad, tal y como aparece en los Códigos, se encuentra ligado a una estructura todavía rural, en buena medida, de la sociedad, lo que determina que aquellos se la representen sobre todo, y casi de manera exclusiva, bajo la veste de la propiedad inmueble, rústica o urbana3. Profundizando en tal apreciación, se advierte que hay en nuestro Código un «agrarismo fundamental». La propiedad es propiedad de la tierra y propiedad destinada a la explotación agrícola de la tierra. Frente a la propiedad rústica, la urbana e industrial tiene siempre un matiz de cosa extraña o especial4. Así pues, podemos concluir que los rasgos propios y esenciales del derecho de propiedad contenido en nuestro Código civil, resultan de la caracterización de la propiedad inmobiliaria de finales del siglo XIX. Siguiendo la clasificación tradicional de sus caracteres, se suele coincidir en la idea de que el de propiedad es un derecho absoluto, exclusivo y perpetuo. 2014-10-02 13:24:[email protected] 401 Pablo Amat Llombart Es absoluto por cuanto se concede a su titular, el propietario, un poder vocacionalmente ilimitado sobre el inmueble (cosa corporal). Si bien este carácter parece matizarse un tanto desde el momento en que el precepto español no recoge la expresión del Código francés «de la manera más absoluta», al describir el derecho de goce y disposición que se ostenta sobre las cosas. Por su parte, el artículo 350 del Código civil confirma el amplísimo contenido y alcance del derecho de propiedad sobre un terreno: el propietario del mismo es dueño de su superficie y de lo que está debajo de ella, y puede hacer en él las obras, plantaciones y excavaciones que le convengan… Es además un derecho exclusivo, pues se habilita al legítimo titular a impedir el uso, goce o disfrute del inmueble por parte de cualquier tercera persona. De ahí lo establecido por el artículo 388 del Código civil, al permitir a todo propietario cerrar o cercar sus fincas rústicas por medio de cualquier elemento (paredes, setos, zanjas, etc.), que en definitiva tratará de evitar la intromisión de los demás en el goce pacífico de la propiedad inmobiliaria. Finalmente, se trata de un derecho perpetuo, que no está limitado temporalmente, y cuya duración depende de la existencia física del inmueble sobre el que recae. Ni siquiera se extingue por el fallecimiento del actual titular, pues el mismo se transmitirá al sucesor correspondiente. Esta característica se encuentra plenamente presente en el ámbito de la propiedad inmobiliaria, rústica o urbana, tierras o solares, caracterizada por su esencial inconsumibilidad. A los anteriores caracteres clásicos de la propiedad, se vienen a unir actualmente dos más: la abstracción y la elasticidad. Como se afirma5, es abstracto el dominio porque tiene existencia distinta e independiente de sus facultades. Es elástico, porque esas facultades pueden ser objeto de ampliaciones o reducciones, en cantidad o en intensidad, sin que por ello pierda el dominio su naturaleza esencial. Por otra parte, se ha señalado asimismo, que la propiedad es unitaria o unívoca. Hay un solo tipo de dominio, que se corresponde con una sola categoría de personas. Ello no quiere decir que la propiedad no sea susceptible de diversos contenidos, en función de la variedad de las «desmembraciones» o derechos reales limitados que puede soportar la propiedad. Pero son variantes en concreto, que no niegan el tipo único, no son variantes institucionales. Lo cierto es que la propiedad se ha de concebir como un «señorío abstracto y unitario sobre la cosa» y no como una suma 2014-10-02 13:24:[email protected] 402 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... de facultades, lo que permite diferenciar el dominio de los demás derechos reales, que se delimitan fijando positivamente las facultades que corresponden a su titular6. Sin embargo y en sentido contrario, se ha puesto de manifiesto que una de las notas que sobresalen dentro de la tónica actual del derecho de propiedad, es la diversificación de regímenes jurídicos de la propiedad, impuesta por la existencia de múltiples y particulares clases de propiedad que se dibujan en la vida jurídica moderna, cada vez con rasgos más peculiares y ostensibles. Ello hace muy difícil el establecer principios uniformes y el construir una teoría unitaria7. Esta formulación de diversos estatutos de la propiedad, alejados del concepto unitario y abstracto que resplandece en los Códigos civiles, y entre ellos en el nuestro, y cuyo paradigma es el art. 348, es especialmente importante por razones de régimen positivo y por razones de configuración teórica, en el caso de la propiedad inmobiliaria, es decir, aquella que versa sobre el suelo urbano y el suelo rústico8. En efecto, el paso del tiempo desde la promulgación del Código civil, las transformaciones y convulsiones de tinte político, económico y social que jalonaron el pasado siglo XX —sobre todo hasta su primera mitad—, unido todo ello a la aparición y consolidación de legislaciones especiales que aspiraban a dar nuevas respuestas a necesidades de la sociedad moderna, tanto en el ámbito urbano (reorganización y racionalización de las zonas urbanas, promoción de la vivienda), como en el medio rural (problema de la reforma agraria, puesta en valor del trabajo de la tierra y de la mejora del suelo rústico), hizo que la institución clásica de la propiedad inmobiliaria fuera poco a poco modelándose, hasta el punto que se suele convenir en la idea de que ya no es posible continuar hablando de propiedad, sino más bien de propiedades9, en atención a la progresiva configuración de estatutos jurídicos diferenciados aplicables a determinadas categorías de bienes que presentan una gran relevancia económica y social (como la propiedad urbana o la rústica), estatutos que se justifican no sólo en la naturaleza del bien en cuestión (el suelo, las fincas, los solares, la tierra), sino en los peculiares destinos y finalidades que aquellos bienes vendrán a desempeñar en el seno de la comunidad. Tal es el caso del derecho de propiedad del suelo (rural o urbanizado), cuya específica configuración estatutaria abordaremos más adelante en el marco de la Ley 8/2007, de 28 de mayo, de suelo. 2014-10-02 13:24:[email protected] 403 Pablo Amat Llombart II. Configuración del derecho de propiedad a la luz de la Constitución de 1978 1. Alcance del reconocimiento del derecho a la propiedad privada del artículo 33: su contenido esencial. Interpretación jurisprudencial del Tribunal Constitucional El artículo 33, párrafo primero, de la Constitución Española (CE) dice así: Se reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia. En su párrafo segundo se dispone que la función social de estos derechos delimitará su contenido, de acuerdo con las leyes. La propiedad, hoy, no puede ser definida sólo desde el art. 348 del Código civil; hay que definirla también con el art. 33 de la Constitución Española, y así resulta ser el derecho de gozar y disponer de una cosa, con las limitaciones y deberes que las leyes impongan para el logro de su función social, atendida la trascendencia para la colectividad del objeto sobre el que recae. En todo caso, del propio mandato constitucional se sigue deduciendo que la propiedad sigue siendo un ámbito de prerrogativa del individuo, y por ello sigue siendo un derecho subjetivo, anclado en la tradición histórica que dio a luz el concepto. La novedad, de acuerdo con la realidad social de hoy, estriba en que el derecho del propietario debe cumplir finalidades sociales, servir también a las necesidades de la colectividad, en cuanto paradigma de la configuración constitucional de los derechos subjetivos tal y como los contempla el Estado social y democrático de Derecho10. En la Constitución, en efecto, existe un concepto de propiedad, aunque no expresado directamente, sino presupuesto. Es el derecho al que, con pretensión de atemporalidad, se refiere el artículo 348 Cc., contemplado en cada caso a la luz de la función social que le impone con su superior rango el art. 33.2 de la Constitución, y delimitado entonces por las leyes en aquello que no constituye su contenido esencial. Las leyes modalizan hoy, por tanto, la figura de la propiedad. Pero ellas no trazan a su arbitrio la figura, sino que influyen en ella en cada caso en orden a conciliar la exclusiva del dueño con la función social del objeto, siempre a partir de un concepto nuclear de la titularidad plena y exclusiva que la identifica y constituye el «contenido esencial» del derecho garantizado por la Constitución, contenido al que no puede atentar el legislador en ulteriores normas11. La propiedad privada a la que se refiere la protección y garantía constitucional sería una institución marcada por el principio de solida2014-10-02 13:24:[email protected] 404 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... ridad, carente de conexión directa con la personalidad, que constituye un derecho contingente, de contenido variable según exija la «función social», que queda al arbitrio de la ley en cuanto a las facultades que contenga, pero dotada de un contenido esencial que siempre ha de ser respetado12. Tal es la expresión que se recoge en el artículo 53.1 de la Constitución, cuando afirma que sólo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido esencial, podrá regularse el ejercicio de los derechos y libertados reconocidos en el Capítulo 2º del Título I. Pese a su reconocimiento constitucional, no se puede defender con rotundidad que el derecho de propiedad privada constituya, en sentido estricto, un «derecho fundamental» dentro de nuestro ordenamiento jurídico, debido a que el artículo 33 no se encuentra incluido dentro de la Sección 1ª («De los derechos fundamentales y de las libertades públicas»), del Capítulo Segundo, Título I de la Constitución. En efecto, se ubica en la Sección 2ª de dicho Capítulo, titulada «De los derechos y deberes de los ciudadanos». En ese sentido, la Sentencia del Tribunal Constitucional (TC) 111/1983, de 2 de diciembre (Fundamento Jurídico 8º) afirma que «el derecho de propiedad, incluido en la sección 2ª del capítulo II del título I aparece regulado en el artículo 33, donde se contiene una doble garantía de tal derecho, ya que se reconoce desde la vertiente institucional y desde la vertiente individual; esto es, como un derecho subjetivo, debilitado, sin embargo, por cuanto cede para convertirse en un equivalente económico, cuando el bien de la comunidad, concretado en el artículo 33.3 por la referencia a los conceptos de utilidad pública o interés social, legitima la expropiación». Esta doctrina se reitera en las Sentencias del TC 37/1987, de 26 de marzo y 6/1991, de 15 de enero. Las principales consecuencias que se desprenden de su ubicación normativa en el sistema constitucional, se traducen, de un lado, en que el desarrollo del derecho de propiedad no se sujeta a las exigencias y garantías propias de la Ley orgánica (art. 81 CE), reservada para los derechos fundamentales, y de otro, que su tutela no podrá encauzarse ni a través del procedimiento especial basado en los principios de preferencia y sumariedad, ni del recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, previsto tan sólo para los derechos del art. 14 y de la citada Sección 1ª del Capítulo Segundo (art. 53.2 CE). Pero entonces, constituyendo la propiedad un derecho subjetivo no fundamental sino ordinario, ¿en qué consiste el «contenido esencial» de la 2014-10-02 13:24:[email protected] 405 Pablo Amat Llombart propiedad a que se refieren los artículos 33.2 y 53.1 de la Constitución? ¿Cuál es su verdadero alcance? Los citados preceptos no profundizan en la delimitación de tal contenido básico, mínimo o sustantivo del derecho de propiedad13. Procede, por tanto, aproximarse a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, interpretativa de los mencionados artículos, para tratar de averiguar cuál sea aquel contenido esencial o, al menos, esclarecer los cauces a través de los cuales podrá llegar a dilucidarse. En ese afán, merece ser destacada la Sentencia del TC 11/1981, de 8 de abril, que trató de señalar dos maneras de aproximarse, con carácter general, a la idea de «contenido esencial» de los derechos subjetivos, dos caminos entendidos como complementarios, nunca incompatibles. Uno de ellos es el que se sustenta en la naturaleza jurídica de cada derecho en particular. El otro se fundamenta en los intereses jurídicamente protegidos por el derecho en cuestión14. Esta Sentencia sostiene que «constituyen el contenido esencial de un derecho subjetivo aquellas facultades o posibilidades de actuación necesarias para que el derecho sea recognoscible como pertinente al tipo descrito y sin las cuales deja de pertenecer a ese tipo y tiene que pasar a quedar comprendido en otro, desnaturalizándose por decirlo así. Todo ello referido al momento histórico de que en cada caso se trate y a las condiciones inherentes en las sociedades democráticas, cuando se trate de derechos constitucionales». Asimismo considera que se puede hablar de una «esencialidad del contenido del derecho para hacer referencia a aquella parte del contenido del derecho que es absolutamente necesaria para que los intereses jurídicamente protegibles, que dan vida al derecho, resulten real, concreta y efectivamente protegidos. De este modo, se rebasa o se desconoce el contenido esencial cuando el derecho queda sometido a limitaciones que lo hacen impracticable, lo dificultan más allá de lo razonable o lo despojan de la necesaria protección»15. En relación con el derecho de propiedad privada, la trascendental Sentencia del TC 37/1987, de 26 de marzo, ha tratado de ofrecer algo más de luz sobre el contenido esencial del mismo. Así, en su Fundamento Jurídico 2º podemos leer: «La referencia a la «función social» como elemento estructural de la definición misma del derecho a la propiedad privada o como factor determinante de la delimitación legal de su contenido pone de manifiesto que la Constitución no ha recogido una concepción abstracta de este derecho como ámbito subjetivo de libre disposición o seño2014-10-02 13:24:[email protected] 406 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... río sobre el bien objeto del dominio reservado a su titular, sometido únicamente en su ejercicio a las limitaciones generales que las Leyes impongan para salvaguardar los legítimos derechos o intereses de terceros o del interés general. Por el contrario, la Constitución reconoce un derecho a la propiedad privada que se configura y protege, ciertamente, como un haz de facultades individuales sobre las cosas, pero también, y al mismo tiempo, como un conjunto de deberes y obligaciones establecidos, de acuerdo con las Leyes, en atención a valores o intereses de la colectividad, es decir, a la finalidad o utilidad social que cada categoría de bienes objeto de dominio esté llamada a cumplir. Por ello, la fijación del «contenido esencial» de la propiedad privada no puede hacerse desde la exclusiva consideración subjetiva del derecho o de los intereses individuales que a éste subyacen, sino que debe incluir igualmente la necesaria referencia a la función social, entendida no como mero límite externo a su definición o a su ejercicio, sino como parte integrante del derecho mismo. Utilidad individual y función social definen, por tanto, inescindiblemente el contenido del derecho de propiedad sobre cada categoría o tipo de bienes»16. Por otra parte, «esa dimensión social de la propiedad privada, en cuanto institución llamada a satisfacer necesidades colectivas, es en todo conforme con la imagen que de aquel derecho se ha formado la sociedad contemporánea y, por ende, debe ser rechazada la idea de que la previsión legal de restricciones a las otrora tendencialmente ilimitadas facultades de uso, disfrute, consumo y disposición o la imposición de deberes positivos al propietario hagan irreconocible el derecho de propiedad como perteneciente al tipo constitucionalmente descrito». La Sentencia del TC 170/1989, de 19 de octubre (FJ. 8º), hace alusión a una técnica habitual en el ordenamiento para fijar el límite entre la simple configuración del derecho y la estricta privación: el uso tradicional y consolidado. Dicha técnica tiende precisamente a permitir la identificación del contenido esencial de los derechos. Se afirma, pues, que «la previsión legal de que sólo son indemnizables aquellas vinculaciones o limitaciones de derechos que sobrepasen la barrera del uso tradicional y consolidado del bien, no supone una invasión del contenido esencial de los derechos, sino una delimitación de ese contenido, en el que se incluye, tanto respecto de la propiedad como de otros derechos patrimoniales, la función social que deben cumplir». Por su parte, la Sentencia del TC 61/1997, de 20 de marzo (FJ. 7º), reiterando la doctrina existente desde la Sentencia 11/1981, de 8 de abril, 2014-10-02 13:24:[email protected] 407 Pablo Amat Llombart a propósito de la función y finalidad de la determinación del contenido esencial de los derechos, indica que ésta «consiste en garantizar el derecho frente a los eventuales abusos o extralimitaciones de los poderes públicos, en particular y en primer término, del legislador, cualquiera que éste sea, en su tarea reguladora. El contenido esencial constituye, pues, una garantía constitucional en favor del individuo, algo a respetar por el legislador en cada caso competente, no para regular; no es, en definitiva, una técnica que permita determinar lo que al Estado o a las Comunidades Autónomas les corresponde. En términos positivos, pues, tanto el legislador estatal de las condiciones básicas, como el autonómico deben respetar el contenido esencial del derecho de propiedad (art. 53.1 CE)». Según se ha afirmado, la verdad es que la STC 37/87 no ha indicado de manera positiva cuál es el «contenido esencial» o «contenidos esenciales» del derecho de propiedad o de sus diversos tipos, suministrando sólo aproximaciones, y dejando en la incógnita cuál es el tipo abstracto (o los tipos) de derechos dominicales con los cuales confrontar el régimen legal en cada caso, al objeto de apreciar si han pasado el infranqueable límite que supone la garantía del «contenido esencial». Por ello se plantea que un punto válido de partida a la hora de determinar cuál es el tipo abstracto del derecho de propiedad, útil para ulteriores concreciones sobre el «contenido esencial», sea la definición del Código Civil. Indica la posible existencia del derecho sobre las cosas que se concibe como el más amplio posible, sin que por ello sea absolutamente ilimitado17. En esa misma línea se sostiene que el contenido esencial de toda propiedad es la relación de dominación material y jurídica (goce y disposición), la más plena posible sobre el objeto, con arreglo a la naturaleza de éste y su trascendencia social. La ley puede imponer cualesquiera limitaciones, obligaciones y transformaciones en atención a estos criterios, pero siempre de modo general (la privación singular tiene su cauce en la expropiación), y mediando causa proporcionada18. Asimismo se entiende que hay un determinado tipo de goce y de disposición que identifican al propietario frente a los demás titulares de derechos sobre cosas. Ahí radicaría la «esencia» del dominio. Por debajo de ese nivel de goce y disposición no habría ya propiedad, sino otro tipo de derecho. El contenido esencial sería el núcleo fundamental del derecho que contendría facultades de goce y poderes de disposición, según la noción común con la que la institución es conocida en la realidad social. Tal núcleo fundamental, si bien ordenado para la realización de la función social y diversamente regu2014-10-02 13:24:[email protected] 408 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... lado en los múltiples estatutos que la propiedad presenta en relación con los diversos tipos de bienes o de régimen de los bienes, no podría ser totalmente eliminado o convertido en ilusorio por la ley ordinaria, salvo la hipótesis de la expropiación19. 2. Alcance de la reserva de ley en la configuración del derecho de propiedad El punto de partida nos sitúa nuevamente ante el artículo 53.1 de la Constitución: Los derechos y libertades reconocidos en el Capítulo segundo del presente Título —se refiere al Título I— vinculan a todos los poderes públicos. Sólo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido esencial, podrá regularse el ejercicio de tales derechos y libertades… Pues bien en dicho Capítulo segundo se regula la propiedad, y recordemos que el propio artículo 33.2 contempla la delimitación del contenido del derecho de propiedad de acuerdo con las leyes. Nos hallamos, por tanto, frente a una remisión efectuada por la Constitución a la ley, al objeto de regular el contenido y límites de la propiedad privada. Entra en juego el mecanismo jurídico conocido como «reserva de ley». La cuestión que se plantea a partir de ahora es doble: averiguar, por un lado, qué tipo o rango de ley es la que se habilita para el desarrollo y configuración de la propiedad que garantiza la Constitución, y por otro lado, determinar el ámbito o extensión de dicha «reserva de ley», o lo que es lo mismo, dilucidar si se autoriza o se proscribe la eventual intervención de la normativa reglamentaria de naturaleza administrativa en la regulación del régimen jurídico del derecho de propiedad. Para resolver la primera cuestión, resulta necesario acudir a la naturaleza constitucional del derecho de propiedad. Tal y como hemos dejado sentado previamente, de la ubicación sistemática de la propiedad en el texto constitucional se desprende que no constituye un derecho fundamental, sino más bien un derecho subjetivo ordinario. Por ello, la reserva de ley en materia de propiedad no es orgánica, en el sentido que afirma el artículo 81.1 de la CE: son leyes orgánicas las relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y su aprobación requiere la mayoría absoluta del Congreso. Así pues, cabe concluir que desde el punto de vista formal, el desarrollo del derecho de propiedad está sujeto a una reserva de ley ordinaria, 2014-10-02 13:24:[email protected] 409 Pablo Amat Llombart esto es, aquella que no exige la mayoría absoluta para su aprobación, modificación o derogación, bastando la mayoría simple de votos en el Congreso. Por la misma razón, cabe dar entrada al artículo 82 CE, que permite la delegación legislativa en el Gobierno, siempre que se trate de materias no reservadas a la ley orgánica, como es el caso que nos ocupa. Finalmente, se autoriza la utilización del Decreto-ley del artículo 86 CE —siguiendo la interpretación del TC en su Sentencia 111/1983, de 2 de diciembre—, siempre que no regule el régimen general de los derechos, deberes y libertades del Título I, ni dé pie para que por medio de aquel se vaya en contra del contenido o elementos esenciales de tales derechos, entre los que se incluye el de propiedad. La segunda cuestión pendiente atiende al ámbito o extensión de la reserva de ley. La clave nos la vuelve a proporcional el propio Tribunal Constitucional. Así, en la Sentencia 37/1987, de 26 de marzo (Fundamento Jurídico 3º) podemos leer: «Resulta, sin embargo, evidente que el art. 33.2 de la propia Constitución flexibiliza la reserva de Ley en lo que concierne a la delimitación del contenido de la propiedad privada en virtud de su función social, que debe ciertamente regularse por la Ley, pero también por la Administración «de acuerdo con las Leyes» cuando éstas recaben la colaboración reglamentaria de aquélla. Prohíbe esta concreta reserva de Ley toda operación de deslegalización de la materia o todo intento de regulación del contenido del derecho de propiedad privada por reglamentos independientes o extra legem, pero no la remisión del legislador a la colaboración del poder normativo de la Administración para completar la regulación legal y lograr así la plena efectividad de sus mandatos, remisión inexcusable, por lo demás, cuando, como es el caso arquetípico de la propiedad inmobiliaria, las características naturales del bien objeto de dominio y su propia localización lo hacen susceptible de diferentes utilidades sociales, que pueden y deben traducirse en restricciones y deberes diferenciados para los propietarios que, como regla general, sólo por vía reglamentaria pueden establecerse». Se configura, en definitiva, una reserva que se ha denominado como «relativa», en tanto en cuanto las normas secundarias pueden reglamentar y desarrollar la materia objeto de la reserva, con acomodo a directrices generales prevenidas por la ley20. Por consiguiente, el poder ejecutivo, ya central o en su caso autonómico, en cuanto titular y en ejercicio de la potestad reglamentaria, podrá aprobar disposiciones administrativas que, ajustándose en todo caso al 2014-10-02 13:24:[email protected] 410 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... marco general previsto por una ley ordinaria habilitante, desarrollen o concreten aspectos, facultades o limitaciones configuradoras del estatuto jurídico de la propiedad inmobiliaria. 3. La función social como parámetro de delimitación del contenido del derecho de propiedad Del artículo 33.2 de la CE se desprende que la función social del derecho de propiedad privada delimitará su contenido, de acuerdo con las leyes. La constitucionalización de la función social de la propiedad supone un paso decisivo en el tránsito desde un concepto de propiedad liberalindividualista hacia una nueva concepción de la propiedad basada en la idea de tutela de intereses generales y colectivos que trascienden al mero beneficio privado, pero que en todo caso deberá coexistir con el principio del aprovechamiento exclusivo de los bienes por parte del titular del dominio21. La obligada consideración de las necesidades sociales, y no sólo las del individuo aislado, en el ejercicio de los derechos, repercute necesariamente en el concepto de propiedad: ya no puede ser el reino de la voluntad del propietario, sino que ha de sustentar, en una primera y decisiva transformación, un interés del propietario merecedor de tutela por la sociedad; en una segunda transformación lleva a formular la teoría del abuso del derecho; y finalmente, desemboca en el concepto de función social, según el cual la propiedad no sólo comporta facultades como derecho subjetivo, sino que a éste se le añaden, aun sin desvirtuar el núcleo de utilidad individual, deberes sociales: se tiene un poder propio del interés del titular, pero al mismo tiempo, el ejercicio del derecho ha de ser encaminado a la satisfacción de intereses de la colectividad. Esta incorporación de la perspectiva del deber al derecho plasmará en la expresión «la propiedad obliga», utilizada por la Constitución alemana de Weimar. La necesidad de actuar esos deberes forzará cada vez más a una intervención legislativa que los delinee, intervención casi siempre realizada con leyes especiales, extramuros de los Códigos22. La Constitución española no define dicha «función social», pero sin embargo hallamos en nuestro ordenamiento jurídico referencias al contenido de la misma —como en el art. 2 de la Ley de reforma y desarrollo agrario de 12 de enero de 1973, de ámbito estatal— e incluso, si bien a nivel autonómico, disponemos de una definición general de aquella en la Ley 8/1984, de 6 de julio, de reforma agraria de Andalucía. En su Expo2014-10-02 13:24:[email protected] 411 Pablo Amat Llombart sición de Motivos se puede leer: «Es sabido que la función social de la propiedad es un tópico jurídico de muy diversas interpretaciones, y, ello no obstante, con carta de naturaleza en casi todos los ordenamientos de nuestra área jurídico-cultural, recogido en la suprema instancia normativa que representa la Constitución de 1978. A pesar de esa posible variedad de interpretaciones, se puede decir, con práctica aceptación general, que la función social de la propiedad supone la incorporación de la perspectiva del deber al derecho subjetivo, deber que modaliza su ejercicio; ejercicio que se aboca a la búsqueda de un logro social, que al mismo tiempo preserve el ámbito de poder del titular». En esa misma línea, el Tribunal Constitucional contempla la función social como parte integrante del mismo derecho de propiedad, por la cual se incorporan las exigencias sociales al contenido del derecho de propiedad privada. En efecto, la función social de la propiedad, determinada de acuerdo con las leyes, presupone la identificación de los fines de interés general que, sin perjuicio de la utilidad individual de su titular, están llamados a satisfacer los bienes objeto de dominio privado. Ello implica la previsión legal de intervenciones públicas en la esfera de las facultades y responsabilidades del propietario, sin llegar a anular la utilidad meramente individual del derecho. De todas formas, la utilidad individual o las facultades del propietario no pueden ser absolutas e ilimitadas, precisamente en razón de las exigencias de la función social de la propiedad (Sentencia 37/1987, de 26 de marzo). Respecto a la naturaleza jurídica de la «función social de la propiedad», la doctrina plantea diferentes posibilidades. Entre los más críticos se sostiene que la expresión, propiamente hablando y en sí misma considerada, carece de valor técnico concreto y constituye simplemente un concepto jurídico indeterminado (o un concepto válvula, como la califica la STC de 26 de marzo de 1986) que pretende adecuar la titularidad dominical a las exigencias sociales. La evanescencia del concepto hace que, realmente, la función social de la propiedad no pueda ser definida ni perfilada en un sentido positivo y concreto, pues no todas las categorías de bienes tienen la misma significación social e importancia económica, por lo que no cabe predicar la existencia de una función social de la propiedad de carácter unitario, aplicable al régimen respectivo de todos los bienes que son susceptibles de apropiación privada23. Sin estar plenamente de acuerdo con esta postura, por cuanto entendemos que sí existen elementos y datos legislativos y jurisprudenciales sufi2014-10-02 13:24:[email protected] 412 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... cientes como para pergeñar los confines de la función social de la propiedad, tal y como hemos apuntado más arriba, sin embargo, en cuanto a lo último que se afirma cabe darle la razón, ya que en el fondo se trata de la misma argumentación que traslada la Sentencia del TC de 26 de marzo de 2007. En su Fundamento Jurídico 9º se dispone que «la definición de la función social de la propiedad no es algo que derive sustancialmente de una regulación unitaria del derecho de propiedad», y «precisamente la incorporación de una vertiente institucional al derecho de propiedad privada hace que la función social que este derecho debe satisfacer no es ni puede ser igual en relación con todo tipo de bienes. Carece por lo mismo de sentido la exigencia de una regulación, necesariamente abstracta, de la función social —las funciones sociales, mejor— del dominio, realizada con carácter general y uniforme, pues sin duda resultaría altamente artificiosa». Por lo tanto, nos parece más útil y fructífero, en presencia de una categoría determinada de bienes (como la de los bienes inmuebles, y en concreto la propiedad sobre el suelo rural o urbanizado, cuyo estudio iniciamos más adelante), proceder a averiguar y analizar el alcance preciso de la función social que se halla presente en dicha categoría, tal y como la legislación especial la configura, así como los efectos que de la misma se deriven en la configuración del estatuto jurídico de la propiedad, y de las consecuencias para el ejercicio efectivo de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes por parte de los propietarios titulares del bien. Esta es una de las cuestiones que trataremos de dilucidar en el apartado siguiente en relación con la propiedad del suelo. Para otros autores, la función social de la propiedad constituye una regla legal, pues emana de la Constitución, y una regla de principio, pues no contempla ningún específico supuesto de hecho y ha de ser conformada y explicada para cualquier aplicación práctica. Es decir: la regla no proporciona la solución expresa de ningún problema, sino que suministra una directriz genérica que habrán de tener en cuenta, en el momento de decidir, el legislador mismo, o el Juez, o el dueño24. Profundizando en esa misma línea, que me parece la más acertada, se afirma que la Constitución ha elevado a la categoría de principio general del Derecho la regla que se expresa en la fórmula «función social» de la propiedad, presentándola como una regla dotada de carácter básico, como soporte primario estructural del sistema, y con carácter general, en el sentido de que trasciende a un precepto y organiza y da carácter a muchos y es, además, una fórmula técnica del mundo jurídico. Se trata de lo que se 2014-10-02 13:24:[email protected] 413 Pablo Amat Llombart ha llamado un «principio político», un principio organizador de la comunidad social25. Podemos concluir que respecto a la configuración y delimitación del derecho de propiedad privada por medio del principio de la función social, la operatividad de esta última, puesta en juego por el legislador, se podría manifestar de maneras diversas: En primer lugar, podría implicar una disminución con carácter general del contenido del derecho subjetivo de propiedad en relación con determinada clase de bienes, como por ejemplo sucedería con el suelo. Ello supondría la pérdida por el titular de algunas de las facultades o posibilidades concretas de actuación respecto del bien en cuestión26. En segundo término, podría suponer el establecimiento de diversos requisitos y exigencias cuyo cumplimiento permitiría al titular de la propiedad ejercer las facultades inherentes a su derecho27. Finalmente, podría traducirse en la imposición al propietario de ciertos deberes y cargas que comportaran la necesaria ejecución por aquel de determinadas facultades, y cuyo descuido o negligencia pudiera conllevar la intervención administrativa para suplir el debido ejercicio de aquellas, o incluso la extinción del derecho por expropiación —sancionadora— ante la inacción del propietario obligado. En definitiva, la función social plantea siempre al legislador o al intérprete un difícil problema de equilibrio entre el carácter tendencialmente absoluto y total de las facultades del dueño en el plano estructural del derecho, y los imperativos sociales que por mandato de la Constitución la conforman y moldean en el plano funcional: estos últimos, apreciados con arreglo a la circunstancia concreta, casuísticamente, por el legislador, o el juzgador, o el intérprete; y así sin valor de universalidad y a partir de apreciaciones y estimaciones personales de aquellos28. III. La diversificación de estatutos en el ámbito de la propiedad inmobiliaria. Su justificación Una de las notas tradicionales identificativas de la institución de la propiedad en general, y de la propiedad inmobiliaria en particular, tal y como quedó configurada en el régimen civil codificado, es la de su carácter esencialmente unitario y unívoco. Y así fue plasmado en el artículo 348 de nuestro Código civil. Sin embargo, la doctrina ha puesto de manifiesto que uno de los hitos fundamentales en la evolución del derecho de propiedad en la época 2014-10-02 13:24:[email protected] 414 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... moderna se traduce en la crisis del sistema codificado, crisis que supone una disgregación del concepto unitario de propiedad, disgregación que da a la luz diversos estatutos de aquella29. Ante el alcance variable y distinto que tiene el poder del dominus según la naturaleza del bien sobre el que recae, y la correspondiente pluralidad de regímenes que presenta la realidad normativa, se ha propuesto hablar de las propiedades en lugar de la propiedad, de una pluralidad de derechos plenos sobre la cosa, según la clase de ésta: propiedad urbana, rústica, minera, forestal, intelectual, industrial, de objetos pertenecientes al Patrimonio histórico-artístico, etc.; exigiendo en cada caso un régimen distinto, adecuado a la específica naturaleza del objeto. No tiene sentido hablar de una propiedad en abstracto, como expresión del poder del individuo sobre la realidad física. Existen, en cambio, varios tipos de propiedad: tantas modalidades del actuar como propietario cuanto son diversos entre sí los bienes jurídicos30. Las razones que se pueden esgrimir para justificar la aparición de una variedad de «propiedades» y la consolidación de regímenes jurídicos diferenciados de la propiedad inmobiliaria, son diversas. Por un lado, se justificaría en base a la especial naturaleza propia de una determinada categoría de bienes inmuebles (como sucede con el suelo rural o el suelo urbanizado, ambas categorías previstas y reguladas en la Ley 8/2007). Por otro lado, se atendería a la relevancia o trascendencia económica de los bienes en cuestión. En ese sentido, hay quien distingue entre una función económica de servicio a la producción (bien de producción, en cuanto que no satisface directamente ninguna necesidad, sino que sirve a la elaboración de otros bienes), o de destino al consumo (bien de consumo, que no ha de ser precisamente un bien consumible, satisface directamente una necesidad humana)31. Finalmente, la disgregación de estatutos aparecería fundada en razones de índole social32. Así pues, la toma en consideración por el legislador de una determinada categoría de bienes inmuebles, y la configuración para la misma de un sistema normativo autónomo y especial, se justificaría en atención a la ya estudiada «función social» que dicha clase de bienes estuviera llamada a desempeñar, en beneficio de intereses colectivos que trascienden el mero aprovechamiento individual del propietario. Con parecidos argumentos, la Sentencia del TC de 26 de marzo de 1987 (Fundamento Jurídico 2º), parece corroborar la tendencia a la con2014-10-02 13:24:[email protected] 415 Pablo Amat Llombart sideración plural de la institución de la propiedad: «La propiedad privada, en su doble dimensión como institución y como derecho individual, ha experimentado en nuestro siglo una transformación tan profunda que impide concebirla hoy como una figura jurídica reconducible exclusivamente al tipo abstracto descrito en el art. 348 del Código Civil... Por el contrario, la progresiva incorporación de finalidades sociales relacionadas con el uso o aprovechamiento de los distintos tipos de bienes sobre los que el derecho de propiedad puede recaer ha producido una diversificación de la institución dominical en una pluralidad de figuras o situaciones jurídicas reguladas con un significado y alcance diversos. De ahí que se venga reconociendo en general aceptación doctrinal y jurisprudencial la flexibilidad o plasticidad actual del dominio que se manifiesta en la existencia de diferentes tipos de propiedades dotadas de estatutos jurídicos diversos, de acuerdo con la naturaleza de los bienes sobre los que cada derecho de propiedad recae». Pese a todo, no dejan de oírse voces que abogan por el mantenimiento de la concepción unitaria del derecho de propiedad. La configuración de una pluralidad de regímenes no es en absoluto incompatible con la definición única del instituto de la propiedad. Se sostiene que ni la evolución moderna del contenido y límites de la propiedad, ni su diversificación según el objeto ni la reducción extrema de los poderes del dueño sobre los bienes de mayor relevancia social, modifican el concepto del art. 348 del Código civil33. La propiedad privada se ofrece como un concepto unitario, aunque dentro del mismo puedan caber innumerables matices y, por tanto, numerosas modalidades, dependientes de sus elementos subjetivos y objetivos, o del propio contenido del derecho. Es preferible abandonar la distinción entre propiedad en general y propiedades especiales y plantear simplemente la existencia de diferentes formas de propiedad. La propiedad continúa siendo una pero se manifiesta bajo formas distintas y de la diversidad de formas derivan las diferencias entre los respectivos estatutos jurídicos34. Frente a ello, se sostiene que el sistema codificado entrará en crisis cuando los Códigos Civiles se muestren impotentes para dar respuesta a necesidades sociales de muy diversa índole, conectadas con la idea de que los bienes duraderos de inversión, especialmente los fundos rústicos y los inmuebles urbanos, han de soportar la satisfacción de intereses que están conectados con una nueva estructuración de la sociedad, donde la ciudad, el urbanismo y la vivienda han cambiado radicalmente de contextura, como 2014-10-02 13:24:[email protected] 416 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... consecuencia del crecimiento poblacional que acompaña a la Revolución Industrial, y donde el suelo cultivable debe hacer frente a una más racional organización de la producción, y a la provisión del sustento de los que cultivan directamente la tierra. A todas estas solicitaciones no dan respuesta los Códigos Civiles, sino un conjunto, en principio desestructurado e inorgánico, de leyes especiales, que van a ir abriendo poco a poco la puerta a la apuntada idea de una diversidad de estatutos de la propiedad, en función del destino de la cosa que es su objeto, destino que se tiene en cuenta, no sólo y no tanto por el interés del propietario, cuanto de un superior interés público, y de la importancia de la utilización económica de dicha cosa frente a los restantes ciudadanos. Estas leyes especiales dibujan un derecho de propiedad que no se define ya negativamente, sino con un contenido determinado. Como conclusión respecto al eje básico del sistema normativo actual, se afirma que el Código civil sigue representando el paradigma o arquetipo de toda propiedad; en cambio, su disciplina concreta está absolutamente devaluada, y desprovista de efectiva sustancia reglamentadora, pues son las leyes especiales las que la tienen35. En definitiva, nos parece oportuno insistir en aquello que se deriva tanto de la realidad fáctica, como del tráfico jurídico-económico, así como de los datos normativos disponibles. Resulta, por un lado, un hecho incuestionable la diversificación de estatutos jurídicos de la propiedad inmobiliaria al amparo de una legislación específica, moderna y actualizada sobre determinados bienes, surgida al margen del Código civil. En la configuración de dichos regímenes jurídicos, por otro lado, se pone de manifiesto la operatividad de la función social de la propiedad (ya en beneficio de intereses medioambientales, de promoción de la vivienda de protección oficial, o de la transformación del suelo para la urbanización y creación de núcleos poblacionales estables), que se traduce en la constricción y condicionamiento del libre juego de las facultades dominicales que se otorgan al propietario y en el establecimiento de específicos deberes generales de conducta, así como de obligaciones específicas de actuación, en el marco del ejercicio del derecho de propiedad. Ello se justifica no sólo en el interés público y social de determinadas categorías de bienes (como el suelo rural o el urbanizado), sino en el especial destino y trascendencia económica que aquellos están llamados a cumplir (como la obtención de productos animales o vegetales, la producción de alimentos, la conservación medioambiental, etc.; o como la edificación de viviendas, la construcción de edificios de todo tipo, urbanizaciones, dotaciones, equipamien2014-10-02 13:24:[email protected] 417 Pablo Amat Llombart tos, la protección medioambiental, etc.). Todos estos aspectos son los que se analizarán al abordar en particular el estatuto jurídico del suelo configurado por la Ley 8/2007, de 28 de mayo. IV. El estatuto jurídico de la propiedad del suelo a nivel estatal: régimen de la Ley 8/2007 1. La regulación estatal en materia de suelo: distribución competencial entre el Estado y las Comunidades Autónomas Desde la perspectiva histórica del Derecho urbanístico español contemporáneo, su conformación a partir de la segunda mitad del siglo XIX se produce en un contexto socio-económico de industrialización y urbanización, sobre todo en torno a dos grandes tipos de operaciones urbanísticas. Por un lado, el ensanche y la reforma interior, que se traduce en la creación de la nueva ciudad, y por otro lado, el saneamiento y la reforma de la ciudad ya existente. Dicha historia cristalizó a mediados del siglo XX con la primera ley completa en la materia36, de la que sigue siendo tributaria nuestra tradición posterior. En efecto, las grandes instituciones urbanísticas actuales conservan una fuerte inercia respecto de las concebidas entonces. Actualmente, rige en esta materia la Ley 8/2007, de 28 de mayo, de suelo, cuya entrada en vigor se produjo el 1 de julio de 200737, ley aprobada por el Estado en ejercicio de determinadas competencias de carácter básico. En efecto, la Ley 8/2007 fue dictada con base en el ejercicio de diversas competencias que el Estado asume en exclusividad por mandato constitucional, y que aparecen recogidas en diversos apartados del artículo 149.1 de la CE38: regulación de las condiciones básicas de la igualdad en el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de los correspondientes deberes constitucionales (1ª); bases del régimen jurídico de las Administraciones Públicas, legislación sobre expropiación forzosa y sistema de responsabilidad de las Administraciones Públicas (18ª); defensa (4ª); legislación civil (8ª); bases y coordinación de la planificación general de la actividad económica (13ª); así como, la legislación básica sobre protección del medio ambiente (23ª). Además, la Disposición Adicional octava de la Ley del suelo de 2007 contempla la participación del Estado en la ordenación territorial y urbanística. En efecto, la Administración General del Estado podrá participar 2014-10-02 13:24:[email protected] 418 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... en los procedimientos de ordenación territorial y urbanística en la forma que determine la legislación en la materia. Y en particular, cuando así lo prevea esta legislación, podrán participar representantes de la Administración General del Estado, designados por ella, en los órganos colegiados de carácter supramunicipal que tengan atribuidas competencias de aprobación de instrumentos de ordenación territorial y urbanística. Sin embargo, hay que tener muy en cuenta que la norma estatal se define a sí misma como una ley concebida a partir del deslinde competencial establecido en estas materias por el bloque de la constitucionalidad, y que podrá y deberá aplicarse respetando las competencias exclusivas atribuidas a las Comunidades Autónomas en materia de ordenación del territorio, urbanismo y vivienda. En ese sentido, el artículo 148.1.3ª de la propia Constitución, declara que las Comunidades Autónomas podrán asumir competencias en las siguientes materias: «Ordenación del territorio, urbanismo y vivienda»39. Por consiguiente, del nuevo orden competencial instaurado por el bloque de la constitucionalidad, según ha sido interpretado por la doctrina del Tribunal Constitucional, resulta que corresponde a las Comunidades Autónomas diseñar y desarrollar sus propias políticas en materia urbanística40. Al Estado le corresponde, a su vez, ejercer ciertas competencias que inciden más o menos directamente sobre la materia, como hemos visto, pero debiendo evitar condicionarla en lo posible. En todo caso, las diversas competencias concurrentes en este ámbito deben contribuir de manera leal a la política de utilización racional de los recursos naturales y culturales, y en particular, del territorio, del suelo y del patrimonio urbano y arquitectónico, que son el soporte, objeto y escenario necesario de aquéllas al servicio de la calidad de vida. 2. La configuración jurídica del suelo: los «estatutos» del suelo rural y del suelo urbanizado Como sabemos, la especial consideración a los destinos apropiados que cada tipo de terreno o de suelo está llamado a desempeñar, ha generado una nueva legislación especial que constituye, hasta cierto punto, una superación o adaptación del marco tradicional del derecho de propiedad establecido en el Código civil: se trata de la legislación sobre el suelo y de la normativa sobre ordenación del territorio y el urbanismo. Resulta muy expresivo, en ese sentido, el artículo 3.1 de la vigente Ley del suelo de 2007: La ordenación territorial y la urbanística son fun2014-10-02 13:24:[email protected] 419 Pablo Amat Llombart ciones públicas no susceptibles de transacción que organizan y definen el uso del territorio y del suelo de acuerdo con el interés general, determinando las facultades y deberes del derecho de propiedad del suelo conforme al destino de éste. Ese denominado «interés general», que conforma el estatuto jurídico del propietario del suelo (sus facultades y deberes), constituye una expresa manifestación de la función social de la propiedad que se hace presente en esta sede. Entre los instrumentos tradicionales más destacables y conocidos de la regulación del urbanismo, cabe reseñar el que afecta a la clasificación del suelo, en cuanto técnica por excelencia de la que se valen tanto la ordenación como la ejecución urbanísticas. Tradicionalmente, dentro de ese ámbito, la clasificación relativa al suelo urbanizable ha sido la verdadera protagonista, mientras que la del suelo rústico o no urbanizable no ha merecido apenas atención por jugar un papel exclusivamente negativo o residual. Pues bien, uno de los principales objetivos de la nueva Ley de suelo de 2007 —según expresa su propia Exposición de Motivos— apuesta por una profunda renovación plenamente inspirada en los valores y principios constitucionales, sobre los que se sienten unas bases comunes en las que la autonomía pueda coexistir con la igualdad. Para ello, se prescinde por primera vez de regular técnicas específicamente urbanísticas, tales como los tipos de planes o las clases de suelo, y se evita el uso de los tecnicismos propios de ellas para no prefigurar, siquiera sea indirectamente, un concreto modelo urbanístico y para facilitar a los ciudadanos la comprensión de este marco común. De ese modo, el artículo 12 de la Ley 8/2007, en vez de establecer las distintas «clases de suelo»41, alude en cambio a lo que califica como «situaciones básicas del suelo». Y así, todo el suelo se encuentra en una situación básica de suelo rural o bien de suelo urbanizado. Concretamente, se halla en situación de suelo rural: a) En todo caso, el suelo preservado por la ordenación territorial y urbanística de su transformación mediante la urbanización. En este suelo se deberá incluir, como mínimo, los terrenos excluidos de dicha transformación por la legislación de protección o policía del dominio público, de protección de la naturaleza o del patrimonio cultural, los que deban quedar sujetos a tal protección conforme a la ordenación terri2014-10-02 13:24:[email protected] 420 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... torial y urbanística por los valores en ellos concurrentes, incluso los ecológicos, agrícolas, ganaderos, forestales y paisajísticos, así como aquéllos con riesgos naturales o tecnológicos, incluidos los de inundación o de otros accidentes graves, y cuantos otros prevea la legislación de ordenación territorial o urbanística. b) El suelo para el que los instrumentos de ordenación territorial y urbanística prevean o permitan su paso a la situación de suelo urbanizado, hasta que termine la correspondiente actuación de urbanización. c) Cualquier otro que no reúna los requisitos propios del suelo urbanizado. En definitiva, el suelo rural será aquel que no está funcionalmente integrado en la trama urbana, aquel que no constituye núcleos de población; en definitiva, que no se encuentra urbanizado, sin perjuicio de la presencia de determinadas edificaciones o construcciones que no desnaturalizan su condición de suelo rural, como veremos más adelante. Respecto a la caracterización del suelo en el contexto actual, además de consistir en un recurso económico, es también un recurso natural, escaso y no renovable. Desde esta perspectiva, todo el suelo rural tiene un valor ambiental digno de ser ponderado. Cabe apuntar que, si bien la Ley estatal de suelo de 2007 ha incluido algunas disposiciones que afectan con carácter general al régimen estatutario del denominado «suelo rural», sin embargo ha sido la normativa autonómica territorial la que con mayor profundidad se ha encargado de ir configurando el régimen jurídico de la propiedad de los terrenos rústicos ubicados en el medio rural. Por otra parte, se encuentra en situación de suelo urbanizado, aquel integrado de forma legal y efectiva en la red de dotaciones y servicios propios de los núcleos de población. Se entenderá que así ocurre cuando las parcelas, estén o no edificadas, cuenten con las dotaciones y los servicios requeridos por la legislación urbanística o puedan llegar a contar con ellos sin otras obras que las de conexión de las parcelas a las instalaciones ya en funcionamiento. Para entender que el suelo ha pasado a la situación de urbanizado, será necesario verificar la terminación de las actuaciones de urbanización, la cual se producirá cuando concluyan las obras urbanizadoras de conformidad con los instrumentos que las legitiman, una vez se hayan cumplido los deberes y levantado las cargas correspondientes. La terminación se presumirá a la recepción de las obras por la Administración o, en su defecto, 2014-10-02 13:24:[email protected] 421 Pablo Amat Llombart al término del plazo en que debiera haberse producido la recepción desde su solicitud acompañada de certificación expedida por la dirección técnica de las obras (art. 14.2). La del urbanismo español contemporáneo es una historia desarrollista —sostiene la Exposición de Motivos— volcada sobre todo en la creación de nueva ciudad. Sin duda, el crecimiento urbano sigue siendo necesario, pero hoy parece asimismo claro que el urbanismo debe responder a los requerimientos de un desarrollo sostenible, minimizando el impacto de aquel crecimiento y apostando por la regeneración de la ciudad existente. Y ya dentro del ámbito de la ciudad urbanizada, no hay que olvidar que cuando la Constitución de 1978 establece un nuevo marco de referencia en materia de suelo, tanto en lo dogmático como en lo organizativo, lo hace al ocuparse de la regulación de los usos del suelo en su artículo 47, es decir, a propósito de la efectividad del derecho a la vivienda: Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. En otro orden de cosas, por cuanto se refiere al régimen urbanístico del suelo, la Ley 8/2007 opta por diferenciar entre situación y actividad. En atención a dicha distinción, se delimitan los dos estados básicos en que puede encontrarse el suelo, según sea su situación actual, rural o urbana, tal y como hemos señalado más arriba. Tales estados agotan el objeto de la ordenación del uso actual del suelo y son por ello determinantes para la fijación del contenido del derecho de propiedad, otorgando así carácter estatutario al régimen jurídico que configura el aludido derecho. De esa forma se comprende el tenor literal del artículo 7.1 de la Ley 8/2007, en cuya virtud el régimen urbanístico de la propiedad del suelo es estatutario y resulta de su vinculación a concretos destinos, en los términos dispuestos por la legislación sobre ordenación territorial y urbanística. Ese destino propio y particular tanto del suelo rural como del suelo urbanizado es el que determina y configura la utilización del mismo, y por ende, condiciona los usos y actividades permitidos al propietario42. En definitiva, a la vista de la estructura y del contenido de la Ley 8/2007, advertimos la presencia de tres estatutos jurídicos del suelo. El primero, un estatuto común a toda clase de suelo, que configura derechos 2014-10-02 13:24:[email protected] 422 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... y obligaciones generales; el segundo, aquel que recoge las particularidades del suelo rural; y el tercero, relativo a las especificidades del suelo urbanizado. 3. Estatuto jurídico común del derecho de propiedad sobre todo tipo de suelo A. Facultades comprendidas en el derecho de propiedad del suelo a) Introducción El artículo 8 de la Ley 8/2007 se encarga, si bien de un modo general, de configurar las facultades del propietario del suelo, las cuales son completadas o desarrolladas más adelante por la propia Ley estatal, en atención a las distintas situaciones jurídicas (estatutarias) en que el suelo puede hallarse —rural o urbanizable—, sin perjuicio, por supuesto, de las determinaciones que la legislación autonómica tenga a bien disponer al respecto, a las cuales me remito. En efecto, el derecho de propiedad del suelo comprende las facultades de uso, disfrute, explotación y disposición (art. 8.1)43. El ejercicio de dichas facultades está condicionado por diversos factores, tales como el estado del suelo, su clasificación, sus características objetivas y el destino que tenga en cada momento, de acuerdo con la legislación aplicable por razón de las características y situación del bien. Esto último nos demuestra —una vez más— el carácter especialmente reglado de la propiedad inmobiliaria urbana o rural, que se aleja del concepto cuasi absoluto de la propiedad presente en el Código civil. Con todo, la principal circunstancia que determinará la aplicación de uno u otro estatuto jurídico, la constituye la calificación y el destino del suelo, ya habilitado para su urbanización y edificación (desarrollo de pueblos y ciudades, creación de la trama urbana), ya orientado a cubrir las necesidades agrarias (base territorial para el ejercicio de la agricultura) o bien las exigencias de cuidado del campo y la naturaleza (base territorial medioambiental y paisajística). La facultad de uso del suelo es la que aparece más desarrollada en el precepto analizado y la que mayor atención acapara en la legislación objeto de estudio. En presencia del artículo 8.1, podemos distinguir, a su vez, tres manifestaciones concretas de la facultad de uso del suelo: a) Facultad de edificación; b) Facultad de ejecución de instalaciones o construcciones que no constituyan edificación; c) Facultad de urbanización. 2014-10-02 13:24:[email protected] 423 Pablo Amat Llombart b) Facultad de edificación El llamado ius aedificandi, del que es titular el propietario44, constituye una de las facultades más relevantes del estatuto de la propiedad del suelo, debido no sólo a la aptitud que posee para transformar el territorio y el entorno físico donde se ubiquen las construcciones, o a los impactos que de la misma se derivan, sino también por la relevancia económica que la atribución de edificabilidad comporta para los titulares del suelo. Por ende, esta facultad es una de las que más se sujetan a límites y condicionantes jurídicos por la legislación especial. Aunque se ha dicho que la facultad de edificación se encuentra más circunscrita vocacionalmente sobre todo a la clase de suelo calificado como «urbanizado»45, no hay inconveniente en que la facultad de edificar se desarrolle también en suelo «rural», aunque como veremos, sometida todavía a mayores restricciones que las que puedan aplicarse en suelo urbano. Respecto al momento de adquisición de la facultad de edificación por parte del titular del suelo o propietario, el artículo 7.2 de la Ley 8/2007 efectúa una declaración de principio de gran alcance y con importantes consecuencias: La previsión de edificabilidad por la ordenación territorial y urbanística, por sí misma, no la integra en el contenido del derecho de propiedad del suelo. La patrimonialización de la edificabilidad se produce únicamente con su realización efectiva y está condicionada en todo caso al cumplimiento de los deberes y el levantamiento de las cargas propias del régimen que corresponda, en los términos dispuestos por la legislación sobre ordenación territorial y urbanística. Con ello, lo que el legislador del Estado fija es el principio de que las previsiones que en los Planes (de urbanización, apunto) constan en relación con la edificabilidad, son propias del derecho objetivo, de suerte tal que la misma no se incardina per se en el derecho de la propiedad. Para que la edificación forme parte de este derecho exige la Ley que la misma se haya plasmado efectivamente llevando a cabo las oportunas prestaciones, y no que sea una mera posibilidad46. Por otra parte, el segundo apartado del artículo 7 no sólo quiere precisar que las meras expectativas de rentabilidad adicional generadas por el Plan, no forman parte del contenido del derecho, sino que, además, alude implícitamente a la concepción dogmática de la adquisición gradual de las facultades urbanísticas, de tal manera que el acto de coronación del proceso, que implica la consolidación en el patrimonio de su titular del máximo —de aquella «edificabilidad»— a que puede aspirar, una vez «realizado» de manera «efectiva», 2014-10-02 13:24:[email protected] 424 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... bien se puede definir como de adquisición del «derecho a la edificación». De ello, en sentido negativo, se sigue, que a una edificación realizada sin sujeción a esos requisitos en uno y otro precepto apuntados —arts. 7.2 y 6.c) de la Ley 8/2007—, no se tiene «derecho», en sentido estricto: el promotor puede ser despojado de la misma sin contraprestación alguna y debiendo asumir el coste de las medidas de restablecimiento de la legalidad urbanística. La obra así realizada no añade contenido económico alguno a la valoración del suelo del propietario47. Las consecuencias de tal disposición —sobre todo en el momento de efectuar la valoración económica de determinado suelo— resultan significativas, dado que la introducción y consideración de las posibilidades de edificabilidad en el contenido de la propiedad conllevan un elevado incremento del precio o valor del suelo, pero en caso de no estar incluidas, por el contrario, una considerable disminución del mismo. Por razones obvias, no vale lo mismo un «solar edificable» que otro que no lo sea, o tenga muy limitada su edificabilidad (por situarse en zona verde o de protección ambiental, por ejemplo, etc.). En definitiva, el ejercicio del ius aedificandi del propietario del suelo no queda al libre arbitrio y decisión del titular, sino que debe llevarse a cabo de acuerdo con la regulación específica (el desarrollo normativo corresponde al legislador autonómico). Es lo que se quiere subrayar en el art. 6.c) de la Ley 8/2007 cuando se advierte que la legislación sobre ordenación territorial y urbanística regulará: … c) El derecho del propietario a realizar en sus terrenos, por sí o a través de terceros, la instalación, construcción o edificación permitidas, siempre que los terrenos integren una unidad apta para ello por reunir las condiciones físicas y jurídicas requeridas legalmente y aquéllas se lleven a cabo en el tiempo y las condiciones previstas por la ordenación territorial y urbanística y de conformidad con la legislación aplicable. En esa misma línea se sitúa el art. 8.1.b), que exige para el ejercicio de la facultad de edificar la previa atribución de edificabilidad para uso o usos determinados por parte de la normativa sobre ordenación territorial y urbanística, siempre que se cumplan los demás requisitos y condiciones establecidos para edificar. Entre tales requisitos destaca el relativo a la formación de fincas y parcelas. El art. 17.1 de la Ley define la «finca» como aquella unidad de suelo o de edificación atribuida exclusiva y excluyentemente a un propietario o varios en proindiviso, que puede situarse en la rasante, en el vuelo 2014-10-02 13:24:[email protected] 425 Pablo Amat Llombart o en el subsuelo. Cuando, conforme a la legislación hipotecaria, pueda abrir folio en el Registro de la Propiedad, tiene la consideración de finca registral. Y por «parcela» entiende la unidad de suelo, tanto en la rasante como en el vuelo o el subsuelo, que tenga atribuida edificabilidad y uso o sólo uso urbanístico independiente. De tales conceptos se desprende la necesidad de que el suelo, conformado como finca o parcela, ya sea rústica o urbana, disponga de la condición jurídica de edificabilidad, que le será atribuida por la legislación de ordenación del territorio y urbanística autonómica, o lo que es lo mismo, en aplicación de aquella, por el planeamiento urbanístico correspondiente. La finca y la parcela son, pues, unidades aptas para la edificación tanto desde el punto de vista físico como jurídico, siempre que se ajusten a la legalidad de la ordenación territorial y urbanística. Así pues, una vez ejecutadas las actividades materiales que dan lugar a la edificación (las obras), de acuerdo con los requisitos y licencias legalmente establecidos y exigidos, la última etapa del proceso de «patrimonialización de la facultad de edificación» a favor del propietario del suelo, concluye con la declaración notarial de obra nueva (en construcción o terminada, según el art. 19). A tal fin, los Notarios deberán verificar la conformidad, aprobación o autorización administrativa que requiera la obra según la legislación de ordenación territorial y urbanística, así como el cumplimiento de todos los requisitos impuestos por la legislación reguladora de la edificación para la entrega de ésta a sus usuarios y el otorgamiento, expreso o por silencio administrativo, de las autorizaciones administrativas que prevea la legislación de ordenación territorial y urbanística. c) Facultad de realización de instalaciones o construcciones que no tengan el carácter legal de edificación Contemplada en el art. 8.1.b) de la Ley 8/2007, tres condiciones generales se establecen para que el propietario pueda llevar a cabo legalmente este tipo de obras e instalaciones en su finca o solar. En primer lugar, la instalación o construcción no deberá poder definirse legalmente como «edificación». El concepto legal de «edificación» se contempla en la Ley 38/1999, de 5 de noviembre, de ordenación de la edificación (art. 2)48. En segundo lugar, sólo se permiten aquellas que sean necesarias para el uso y disfrute del suelo, conforme a su naturaleza. Finalmente, deberán estar expresamente permitidas. 2014-10-02 13:24:[email protected] 426 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... d) Facultad de urbanización La propia Exposición de Motivos de la Ley del suelo de 2007 manifiesta el deseo de abandonar el sesgo con el que, hasta ahora, el legislador estatal venía abordando el estatuto de los derechos subjetivos afectados por el urbanismo. Critica en particular una de las peculiaridades históricas del urbanismo español, consistente en el reduccionismo que suponía reservar a la propiedad del suelo el derecho exclusivo de iniciativa privada en la actividad de urbanización. La liberalización del suelo —afirma— debería fundarse en la apertura a la libre competencia de la iniciativa privada para su urbanización. El régimen de la iniciativa privada para la actividad urbanística es una actividad económica de interés general que afecta tanto al derecho de la propiedad como a la libertad de empresa. Por ello se define la urbanización como un servicio público, cuya gestión puede reservarse la Administración o encomendarse a privados, y que suele afectar a una pluralidad de fincas, por lo que excede tanto lógica como físicamente de los límites propios de la propiedad. Luego, allí donde se confíe su ejecución a la iniciativa privada, ha de poder ser abierta a la competencia de terceros, lo que está llamado además a redundar en la agilidad y eficiencia de la actuación. Podemos obtener en este punto la siguiente conclusión orientativa. Dentro del conjunto de facultades y deberes que definen el estatuto de la propiedad del suelo ya no se encuentra la facultad de urbanizar, en cuanto poder inherente y connatural al derecho de propiedad, ahora convertido en una mera facultad de participación en la actuación urbanizadora —lo que la Ley llama «iniciativa privada en la urbanización»—, y configurada como un poder concedido por la Administración pública a los propietarios y dirigido por ella en su ejecución y desarrollo. A esto precisamente se refería el artículo 3.1 de la Ley 8/2007 al afirmar que la ordenación territorial y la urbanística son funciones públicas no susceptibles de transacción que organizan y definen el uso del territorio y del suelo de acuerdo con el interés general, determinando las facultades y deberes del derecho de propiedad del suelo conforme al destino de éste; así como el artículo 3.1: La legislación sobre la ordenación territorial y urbanística garantizará: a) La dirección y el control por las Administraciones Públicas competentes del proceso urbanístico en sus fases de ocupación, urbanización, construcción o edificación y utilización del suelo por cualesquiera sujetos, públicos y privados. 2014-10-02 13:24:[email protected] 427 Pablo Amat Llombart Y sin embargo, pese al radical cambio de planteamiento que inicialmente presenta la nueva Ley, de inmediato ofrece una salida al legislador autonómico para permitir que las cosas sigan como hasta ahora. Así pues, se afirma que el legislador urbanístico podrá optar por seguir reservando a la propiedad la iniciativa de la urbanización en determinados casos de acuerdo con la Ley, que persigue el progreso pero no la ruptura. Ya dentro del texto articulado de la Ley 8/2007, la facultad de urbanización se regula en particular en el art. 8.1.c) en relación con el art. 6.a). La doctrina aprecia en estas disposiciones el giro radical que supone la Ley respecto de las facultades atribuidas a la propiedad del suelo, pues del derecho-deber de urbanizar se pasa a considerar como una facultad de participación que ha de ser ejercitada en un plazo concreto que habrá de fijar el legislador autonómico49. Se sostiene que, en efecto, en la nueva concepción dogmática subyacente, las operaciones que trascienden necesariamente el perímetro físico de los propios terrenos, para dar lugar a dotaciones que materialicen una urbanización y una creación de ulteriores espacios acotados para la edificación, son de responsabilidad pública, forman parte de la actividad de ejecución del planeamiento y son un «servicio público» correspondiente a la Administración competente; ésta debe dirigir esa actividad, como mínimo, aunque la gestione indirectamente; mucho más, si la asume directamente; pero, en cualquier caso, conceptualmente no hay un derecho connatural a urbanizar porque —o en la medida en que— no hay un deber individual del propietario de urbanizar. De aquí el que la actividad de urbanizar o de transformar un suelo rural en urbanizado sea competencia y responsabilidad pública, y se pueda gestionar por alguno de los modos propios de ella, directos o indirectos; de donde se deriva que ni los propietarios ni tampoco ningún otro de los «sujetos» o agentes privados tienen facultades connaturales para acometer por sí tal tarea, sino sólo en la medida en que la respectiva Administración, por los procedimientos contemplados en la legislación urbanística, se la adjudique50. Por eso el art. 6.a) dispone que la legislación sobre ordenación territorial y urbanística regulará el derecho de iniciativa de los particulares, sean o no propietarios de los terrenos, en ejercicio de la libre empresa, para la actividad de ejecución de la urbanización cuando ésta no deba o no vaya a realizarse por la propia Administración competente. Y por su parte el art. 8.1.c) incluye, entre las facultades que integran el contenido del derecho de propiedad del suelo, la de participar en la eje2014-10-02 13:24:[email protected] 428 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... cución de las actuaciones de urbanización, si bien únicamente en las previstas por el art. 14.1.a). La remisión al art. 14.1.a) significa que el propietario sólo podrá participar en la ejecución de actuaciones de nueva urbanización dirigidas a la creación de parcelas aptas para la edificación o uso independiente —lo que conlleva el paso de suelo rural a urbanizado—, así como en aquellas que tengan por objeto reformar o renovar la urbanización de un ámbito de suelo urbanizado. Quedan, por tanto, excluidas a la iniciativa privada las actuaciones de dotación pública (art. 14.1.b). El régimen jurídico aplicable a la facultad de urbanización se sujeta a las siguientes reglas de juego. Ante todo, el fundamento del derecho a urbanizar, se sostiene sobre la imprescindible habilitación administrativa a los particulares (propietarios o no) para el desarrollo de la actividad urbanística, la cual deberá atribuirse mediante un procedimiento dotado de publicidad y concurrencia. La excepción habrá que buscarla en la legislación autonómica, que podría conceder directamente el derecho a urbanizar a los propietarios de los terrenos implicados. Los criterios de adjudicación deberán salvaguardar la adecuada participación de la comunidad en las plusvalías derivadas de las actuaciones urbanísticas, en las condiciones dispuestas por la legislación aplicable. Se aplicará un régimen de equitativa distribución de beneficios y cargas entre todos los propietarios afectados, en proporción a su aportación. Para ejercer esta facultad —o para ratificarse en ella, si se hubiera ejercido antes— el propietario dispondrá de un plazo que no podrá ser inferior a un mes ni contarse desde un momento anterior a aquel en que pueda conocer el alcance de las cargas de la actuación (que podrán ir más allá de las cargas legales) y los criterios de su distribución entre los afectados. Dicho plazo será fijado por la legislación sobre ordenación territorial y urbanística autonómica. Esta previsión favorece la incorporación de las debidas garantías para que la participación del propietario en los procesos de urbanización se base en un «consentimiento informado», con conocimiento de causa. Las actuaciones de urbanización se entienden iniciadas en el momento en que empiece la ejecución material de las obras de urbanización. La iniciación se presumirá cuando exista acta administrativa o notarial que dé fe del comienzo de las obras. Aquellas actuaciones terminarán a la conclusión de las obras urbanizadoras (art. 14.2). 2014-10-02 13:24:[email protected] 429 Pablo Amat Llombart Junto a la facultad de uso del suelo, que acabamos de analizar en detalle, desarrollada en sus tres manifestaciones de edificación, de ejecución de obras que no supongan edificación y de urbanización, por otra parte, en el artículo 8.1 se incluye la facultad de disposición dentro del contenido del derecho de propiedad del suelo. El ejercicio de dicha facultad no deberá infringir el régimen de formación de fincas y parcelas, ni la relación entre ellas previsto en el artículo 17 de la Ley de suelo. Dicho precepto, en su apartado segundo, dispone que la división o segregación de una finca para dar lugar a dos o más diferentes sólo es posible si cada una de las resultantes reúne las características exigidas por la legislación aplicable y la ordenación territorial y urbanística. Esta regla es también aplicable a la enajenación, sin división ni segregación, de participaciones indivisas a las que se atribuya el derecho de utilización exclusiva de porción o porciones concretas de la finca, así como a la constitución de asociaciones o sociedades en las que la cualidad de socio incorpore dicho derecho de utilización exclusiva. Finalmente, el artículo 8.2 lleva a cabo una precisión general acerca de la extensión del objeto sobre el que recae el derecho de propiedad que venimos analizando, así como del alcance material de las facultades del propietario. En ese sentido, el contenido y facultades que integran el derecho de propiedad del suelo no sólo alcanzará a la superficie del mismo (rasante), sino también al vuelo y al subsuelo. Ahora bien, dicho alcance se ajustará a lo que determinen los instrumentos de ordenación urbanística y a las limitaciones y servidumbres que requiera la protección del dominio público. B. Deberes impuestos al propietario del suelo Los deberes que la legislación impone al titular del derecho de propiedad del suelo, se regulan básicamente en el artículo 9 de la Ley 8/2007, aunque tan solo los previstos en el párrafo primero del apartado 1 constituyen deberes comunes y generales para el titular de cualquier tipo de suelo, lo cual se desprende del tenor literal que preside el comienzo de dicho precepto: El derecho de propiedad del suelo comprende, cualquiera que sea la situación en que éste se encuentre y sin perjuicio del régimen al que esté sometido por razón de su clasificación, los deberes de… Se configuran, por tanto, como obligaciones de naturaleza legal y poseen un carácter imperativo. 2014-10-02 13:24:[email protected] 430 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... En primer lugar, se establece el deber de dedicación del suelo a aquellos usos que no sean incompatibles con la ordenación territorial y urbanística. El concreto significado de la noción de «usos incompatibles» no se alcanza a vislumbrar en la legislación estatal del suelo, por lo que, hallándonos ante un concepto jurídico indeterminado, deberá ser la legislación autonómica especial en la materia la que especifique tales usos que se entiendan incompatibles, lo cual a mi entender, se verificará por medio de disposiciones prohibitivas que veden ciertos usos o utilizaciones del suelo por considerarse incompatibles con los principios generales y los intereses públicos que presiden la normativa. En todo caso, conviene poner en conexión este deber del propietario con uno de los principios generales que informan la Ley 8/2007: el principio de desarrollo territorial y urbano sostenible (art. 2). Este principio, al proyectarse sobre la legislación relativa al uso del suelo, exige la utilización de este recurso conforme al interés general, propiciando el uso racional de los recursos naturales y la protección del medio ambiente, contribuyendo a la prevención y reducción de la contaminación, entre otras. Nos parece que entronca con bastante acomodo la concepción de los «usos sostenibles del suelo» con la doctrina general de la función social de la propiedad, función que, en concreto, el suelo está llamado a desempeñar en beneficio del «interés general» de la colectividad. En segundo lugar, se fija un deber general de conservación del suelo. El deber legal de conservación se concreta en el cumplimiento por el propietario de determinadas condiciones legales que permitan al suelo servir de soporte para los usos que tenga asignados. Se pone en práctica, por tanto, una formulación del deber jurídico desde el punto de vista funcional, pues el hecho de conservar el suelo en determinadas condiciones legalmente previstas, tiene la finalidad y función de consentir los usos —no incompatibles, recordemos— a que vaya destinado aquel y que la legislación determine. Entre las condiciones legales, que deberán ser respetadas, el precepto hace referencia expresa a las siguientes: condiciones de seguridad, salubridad, accesibilidad y ornato legalmente exigibles. Una vez más, la remisión normativa efectuada obliga al intérprete a acudir a la regulación específica que contenga el régimen específico de cada una de tales condiciones. Finalmente, el propietario deberá realizar los trabajos de mejora y rehabilitación hasta donde alcance el deber legal de conservación. 2014-10-02 13:24:[email protected] 431 Pablo Amat Llombart El límite normal del deber legal de conservación está constituido en el Derecho urbanístico español por la concurrencia de cualesquiera de los supuestos determinantes de la declaración de ruina51. Además del artículo 9.1, podemos encontrar deberes generales que se integran en el estatuto común de la propiedad del suelo en el artículo 18, a propósito de la disposición o transmisión de las fincas. Encontramos dos principios generales y tres obligaciones formales de constancia en los títulos transmisivos de la propiedad. El primer principio consagra la invariabilidad de la situación jurídica obligacional de los deberes urbanísticos del propietario, o como lo ha denominado la doctrina, el principio de inmodificabilidad de la situación urbanística de los terrenos52. En ese sentido, la transmisión de fincas no modifica la situación del titular respecto de los deberes del propietario conforme a esta Ley y los establecidos por la legislación de la ordenación territorial y urbanística aplicable o exigibles por los actos de ejecución de la misma. El segundo principio consiste en la subrogación real en la enajenación de las fincas. En su virtud, el nuevo titular queda subrogado en los derechos y deberes del anterior propietario, así como en las obligaciones por éste asumidas frente a la Administración competente y que hayan sido objeto de inscripción registral, siempre que tales obligaciones se refieran a un posible efecto de mutación jurídico-real. Este principio congela el régimen urbanístico de la propiedad inmobiliaria, con independencia de quien sea su titular propietario, evitando, de esta forma, que el simple cambio en la titularidad dominical de una finca pueda alterar las limitaciones y deberes señalados legalmente así como los que sean consecuencia de los actos de ejecución de las mismas. Tal y como ha venido señalando de forma unánime la jurisprudencia, la buena fe del adquirente en ningún caso puede impedir la aplicación del principio de subrogación real, y ello en cuanto que las normas urbanísticas son derecho necesario, que no puede ser desconocido por los particulares adquirentes de fincas sobre las que pesan determinadas limitaciones o deberes53. Respecto de las obligaciones formales de constancia, consisten en especificar en el título de transmisión determinadas informaciones relativas a la naturaleza jurídica de los bienes enajenados, a ciertos usos de que sean susceptibles aquellos, así como a los deberes urbanísticos que lleven aparejados. 2014-10-02 13:24:[email protected] 432 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... Habida cuenta de que la Ley no especifica la naturaleza de la transmisión afectada, ni por tanto, efectúa ninguna limitación en ese sentido, los deberes se aplicarán tanto en enajenaciones onerosas como en las gratuitas. Y por la misma razón, en ausencia de exigencia legal respecto de la tipología del título transmisivo de la propiedad donde deba verificarse la constancia informativa, tales deberes se aplicarán a los títulos privados (contrato privado) y a los de carácter público (escritura notarial). Será el propio transmitente de las fincas —en tanto que mejor conocedor de la actual situación jurídica y urbanística del terreno o finca que enajena— el encargado de dar cumplimiento a los deberes informativos de carácter urbanístico. Las dos primeras obligaciones se aplican a toda enajenación de terrenos. En su virtud, deberá hacerse constar en el correspondiente título: a) La situación urbanística de los terrenos, cuando no sean susceptibles de uso privado o edificación, cuenten con edificaciones fuera de ordenación o estén destinados a la construcción de viviendas sujetas a algún régimen de protección pública que permita tasar su precio máximo de venta, alquiler u otras formas de acceso a la vivienda. b) Los deberes legales y las obligaciones pendientes de cumplir, cuando los terrenos estén sujetos a una de las actuaciones a que se refiere el apartado 1 del artículo 14. Esto es, las actuaciones de transformación urbanística, ya sean de urbanización o de dotación. La infracción de cualquiera de las dos obligaciones anteriores, faculta al adquirente para rescindir el contrato en el plazo de cuatro años y exigir la indemnización que proceda conforme a la legislación civil. La tercera obligación informativa tan sólo afecta a los títulos por los que se transmitan terrenos a la Administración pública. En ellos deberá especificarse, a efectos de su inscripción en el Registro de la Propiedad, el carácter demanial o patrimonial de los bienes y, en su caso, su incorporación al patrimonio público de suelo. 4. Estatuto jurídico específico de la propiedad del suelo rural A. Introducción Al derecho de propiedad sobre suelo calificado como «rural» (según la definición que figura en el art. 12.2 de la Ley 8/2007), le resulta de aplicación, en primer lugar y como es lógico, el estatuto jurídico común o troncal a todo tipo de suelos, que en el ámbito de las facultades com2014-10-02 13:24:[email protected] 433 Pablo Amat Llombart prende el uso, el disfrute, la explotación y la disposición, y en el ámbito de los deberes se incluye el de destinar el suelo a usos compatibles con la normativa específica, así como los genéricos de conservación, mejora y rehabilitación. Pero además, la Ley 8/2007 se ocupa de establecer algunas determinaciones específicas aplicables en exclusiva al propietario del suelo rural, las cuales conforman, a modo de núcleo concéntrico más restringido, un estatuto propio de esta tipología de suelo: el estatuto jurídico de la propiedad del suelo rural. B. Facultades Veamos en primer lugar el lado activo del estatuto jurídico, es decir, el círculo de facultades del titular del suelo rural. El precepto esencial en esta sede es el artículo 13 de la Ley 8/2007. 1. Comenzando por el párrafo primero de dicho precepto, en él se contiene una regla de especialización de las facultades de uso, disfrute y explotación del suelo, mencionadas con carácter general en el art. 8.1. Así se dispone: Los terrenos que se encuentren en el suelo rural se utilizarán de conformidad con su naturaleza… La Ley comienza por reconocer el especial destino que el suelo rural está llamado a desempeñar, con base en la directa atención que presta a la necesidad de utilización de las fincas o terrenos de acuerdo con su «naturaleza» propia y distintiva, característica de un tipo de suelo, el rural o rústico. La especial naturaleza de este tipo de suelo se pone de manifiesto, se confirma y concreta de inmediato, cuando se dispone que el suelo rural deberá dedicarse, dentro de los límites que dispongan las Leyes y la ordenación territorial y urbanística, al uso agrícola, ganadero, forestal, cinegético o cualquier otro vinculado a la utilización racional de los recursos naturales. Las cuatro primeras modalidades de usos del suelo rural —agrícola, ganadero, forestal y cinegético— se corresponden con lo que el artículo 10 de la Ley 8/2007, que contiene los criterios básicos de utilización del suelo, denomina «usos productivos», a los cuales las Administraciones públicas competentes deberán destinar suelo adecuado y suficiente. En efecto, el disfrute y la explotación de la tierra ha estado vinculado tradicionalmente al ejercicio de determinadas actividades tradicionales como la agricultura o la ganadería, cuya normativa especial ha venido con2014-10-02 13:24:[email protected] 434 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... figurando también el estatuto jurídico del propietario de fincas rústicas (entre otras, la Ley de reforma y desarrollo agrario, aprobada por Decreto 118/1973, de 12 de enero; la Ley de modernización de explotaciones agrarias, Ley 19/1995, de 4 de julio; o la Ley de arrendamientos rústicos, Ley 46/2003, de 26 de noviembre). Asimismo, el aprovechamiento económico de los recursos forestales y cinegéticos ha desarrollado también su normativa específica que habrá que tener en cuenta para completar el elenco de facultades y deberes que comprende la propiedad de los terrenos dedicados a tales actividades (me remito en esta sede a la Ley de montes 43/2003, de 21 de noviembre, o a la legislación autonómica en materia de caza). Como se comprende fácilmente, el estudio y análisis de dicha normativa sectorial excede del objeto de este trabajo, sin perjuicio de la gran relevancia que entraña en su conjunto respecto a la configuración del estatuto de la propiedad rústica. La última de las modalidades de uso del suelo rural, entre las previstas por el artículo 13.1 de la Ley de suelo de 2007, atiende a cualquier otro uso vinculado a la utilización racional de los recursos naturales. Aunque se trata de un concepto jurídico con un acusado grado de indeterminación, a pesar de encontrarse consagrado constitucionalmente en el artículo 45.2 de la Carta Fundamental (se dispone que los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales...), entiendo que la referencia alude a la estrecha vinculación existente entre la ubicación natural y habitual de las fincas rústicas, situadas en el campo, en el marco de lo que se denomina «medio rural» o «medio natural», y su directa o indirecta implicación en el uso (y a veces abuso) de los recursos naturales, como la tierra, el agua, el aire… En este ámbito, el instrumento de la planificación ambiental de naturaleza administrativa se manifiesta como un mecanismo de gran alcance e incidencia sobre el desarrollo de actividades privadas en suelo rural (véase la reciente Ley 42/2007, de 14 de diciembre, del patrimonio natural y de la biodiversidad). La mención a «cualquier otro uso» es lo suficientemente amplia como para circunscribir tales usos a una diversidad de actividades que, desarrolladas en el medio rural, estén dirigidas a la conservación del medio ambiente y a la tutela de sus recursos naturales. Entre ellas, las actividades tradicionales productivas, como la agricultura, en cuyo ejercicio o desarrollo cabe aplicar sistemas de ahorro de energía o de consumo de recursos escasos (como el agua, un bien natural tan valioso y controvertido en nuestro país), e incluso las llamadas «activida2014-10-02 13:24:[email protected] 435 Pablo Amat Llombart des agroambientales», no directamente productivas, pero llevadas a cabo por los agricultores —previo concierto con la Administración competente y a cambio de una compensación económica— para la consecución de determinados objetivos ambientales, de conservación del paisaje o de la naturaleza. También cabría mencionar, dentro del marco de progresiva implantación de energías limpias o renovables, el desarrollo en suelo rural de las coloquialmente llamadas «huertas solares», destinadas a la producción de energía solar por medio de la instalación de paneles fotovoltaicos capaces de generar electricidad o calor aprovechables para el consumo ordinario. O también la construcción de «parques eólicos», cada vez más presentes a lo largo y ancho de nuestra geografía, que aprovechan la fuerza del viento para crear, asimismo, energía eléctrica. Unas y otros coadyuvan directamente a la conservación de los recursos naturales y por ende del medio ambiente en general, mediante la reducción de la contaminación que genera el empleo de otras energías menos ecológicas y no renovables. 2. Siguiendo con el párrafo segundo del artículo 13 de la Ley de suelo de 2007, se podrán legitimar en suelo rural determinados actos y usos específicos que sean de interés público o social. El régimen a que se sujetan este tipo de actos y usos es el siguiente: Ante todo poseen un carácter excepcional. A diferencia de los usos productivos o aquellos relacionados con los recursos naturales, según hemos analizado más arriba, y que podemos calificar como apropiados o connaturales a la esencia misma del suelo rural, este otro tipo de usos o actos no atenderían tanto a la naturaleza propia del suelo rústico, sino a otras necesidades, intereses o utilidades que se tomen en consideración: concretamente, a un interés público o social. La existencia del interés social o público se habrá de justificar por la presencia de alguna de estas dos finalidades: a) La contribución a la ordenación y el desarrollo rural. Podría conllevar la necesidad de implantación de ciertas actividades industriales (como la agro-industria, la artesanía tradicional, etc.), productivas y terciarias o de servicios (actividades turísticas en el medio rural), capaces de generar rentas complementarias a las obtenidas por las actividades productivas tradicionales. b) La necesidad del emplazamiento en el medio rural. Como por ejemplo, la instalación de una cooperativa agrícola, que precise ubicarse en la proximidad a los terrenos cultivados por los socios coo2014-10-02 13:24:[email protected] 436 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... perativistas; o el desarrollo de un centro de turismo rural o un establecimiento de alojamiento en régimen de agroturismo; también pueden ser considerados de interés público los emplazamientos para la explotación de canteras, extracción de áridos y de tierras o recursos geológicos, mineros o hidrológicos. En definitiva, esta previsión legal es un marco dentro del cual cada legislación autonómica podrá pormenorizar esos amplísimos conceptos del interés público o social…, mediante la enumeración de concretos supuestos que supongan en la respectiva Comunidad manifestación de la concurrencia de tales intereses. En definitiva, la tesis luego hecha propia por el TC en su Sentencia 164/2001 (FJ 32)54. La legitimación de los usos deberá producirse por medio del procedimiento y según las condiciones previstas en la legislación de ordenación territorial y urbanística. Se trata de una nueva manifestación de la conformación legal de las facultades adscritas al propietario del suelo rural, que no son inherentes al derecho de propiedad en sí, sino que dependen de su «concesión» por la autoridad pública competente, que nuevamente vuelve a ser la Administración autonómica. 3. El párrafo cuarto del artículo 13 —dejamos para el final el segundo y tercero— contempla una facultad exclusiva del titular de aquel suelo rural que se encuentre bajo un régimen de protección según determinada legislación especial: la utilización de los terrenos con valores ambientales, culturales, históricos, arqueológicos, científicos y paisajísticos que sean objeto de protección por la legislación aplicable, quedará siempre sometida a la preservación de dichos valores. Por citar dos leyes paradigmáticas, sería el caso de los terrenos especialmente protegidos por la Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico español o por la ya citada Ley 42/2007, de 14 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad. Respecto al contenido de la facultad de utilización del suelo, únicamente se permitirán los actos de alteración del estado natural de los terrenos que aquella legislación expresamente autorice. Y en particular, sólo podrá alterarse la delimitación de los espacios naturales protegidos o de los espacios incluidos en la Red Natura 2000, reduciendo su superficie total o excluyendo terrenos de los mismos, cuando así lo justifiquen los cambios provocados en ellos por su evolución natural, científicamente demostrada. 2014-10-02 13:24:[email protected] 437 Pablo Amat Llombart En suma, la entrada en juego de la legislación especial de protección, en cada caso concreto, obliga a una remisión en bloque a dicha normativa a la hora de configurar el —todavía más— específico estatuto jurídico del propietario de suelo rural que hubiera sido declarado administrativamente como «protegido», y sujeto, por tanto, a las prevenciones y cautelas propias de dicha regulación protectora. 4. Llegamos al análisis de los párrafos tercero y cuarto del artículo 13, donde se regula la posibilidad de llevar a cabo parcelaciones urbanísticas en el suelo rural. Por «parcelación urbanística» se entiende aquellas operaciones de división de fincas que pueden dar lugar a la constitución de un núcleo de población o de una trama urbana. Como regla principal en esta materia se aplica una prohibición general, de todo punto lógica, pues de la misma definición del suelo rural se desprende que se preservará de su transformación mediante la urbanización55. La única excepción a dicha regla se produce en el supuesto de que el suelo rural haya sido incluido en el ámbito de una actuación de urbanización, en la forma que determine la legislación de ordenación territorial y urbanística. De igual forma que ocurría antes con el «suelo rural protegido», ahora se configura una situación especial en que podría hallarse cierto suelo rural, predestinado a convertirse en suelo urbano por obra de la legislación autonómica y del planeamiento urbanístico territorial y municipal. En la anterior y ya derogada legislación estatal del suelo, esta tipología se calificaba como «suelo urbanizable», un tertium genus entre el suelo urbano y el suelo no urbanizable56. La nueva Ley de 2007 lo incorpora a la categoría de «suelo rural», a la que pertenecerá transitoriamente hasta su paso definitivo a la situación de «suelo urbanizado», precisamente por razón de la actuación urbanística en él operada y ya terminada, y que conlleva necesariamente una recalificación urbanística del suelo. De ese modo se comprende mejor el tenor del art. 10.a), cuando conmina a las Administraciones públicas a atribuir un destino que comporte o posibilite el paso de la situación de suelo rural a la de suelo urbanizado, mediante la urbanización, al suelo preciso para satisfacer las necesidades que lo justifiquen, impedir la especulación con él y preservar de la urbanización al resto del suelo rural; y también el propio art. 12.2.b), 2014-10-02 13:24:[email protected] 438 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... que califica como situación de suelo rural, también aquel susceptible de pasar a la situación de suelo urbanizado, lo que implica que seguirá siendo rural hasta que se desarrolle y finalice la actuación de urbanización. El alcance preciso de los usos y obras que la Ley autoriza a llevar a cabo en este suelo en trance de ser urbanizado, se traduce en: a) Usos y obras de carácter provisional. Tendrán un carácter excepcional. Deberán cesar y, en todo caso, ser demolidas, sin derecho a indemnización alguna, cuando así lo acuerde la Administración urbanística. b) Obras de urbanización, de construcción o edificación que ésta permita realizar simultáneamente a la urbanización. 5. Nada regula expresamente la normativa estatal del suelo, la Ley 8/2007, respecto de la facultad específica de ejecutar obras y edificaciones en el suelo rural sin necesidad de que dicho suelo se encuentre incluido en el ámbito de una actuación de urbanización, esto es, sin tener que pasar a considerarse «suelo urbanizado» tras verificarse en él las obras o la edificación. La única referencia indirecta a esta cuestión se contiene en el art. 9.2, si bien a propósito de los deberes que recaen sobre el propietario que ejerza las facultades previstas en las letras a) y b) del apartado primero del artículo 8 (instalaciones, construcciones y edificaciones), en terrenos que se encuentren en el suelo rural y no estén sometidos al régimen de una actuación de urbanización. Tanto el art. 8.1.b) como el art. 6.c) —ambos incluidos en el estatuto común del suelo— invocan una remisión a la ordenación territorial y urbanística como la única con potestad suficiente para atribuir edificabilidad al suelo (ya rural o urbano) y permitir la construcción de edificios en el mismo. Será, pues, la legislación autonómica competente la encargada de regular estas construcciones y edificaciones en el suelo rural, o rústico o no urbanizable, como también se denomina en este ámbito. En aquella se aprecian, por ejemplo, las posibilidades de edificar viviendas familiares aisladas, vinculadas o no a la actividad agraria, si bien continúa siendo este uno de los ámbitos donde con mayor firmeza se manifiesta la naturaleza controladora y de limitación que caracteriza la legislación del suelo, a la vista de los rigurosos requisitos y condiciones que se imponen para su autorización legal57. 6. Finalmente, cabe destacar una norma específica que trata de proteger de la transformación y la urbanización a los suelos forestales incen2014-10-02 13:24:[email protected] 439 Pablo Amat Llombart diados. Éstos se mantendrán en la situación de suelo rural y estarán destinados al uso forestal, al menos durante el plazo previsto en el artículo 50 de la Ley de Montes58, con las excepciones en ella previstas (Disposición Adicional sexta de la Ley 8/2007). C. Deberes Llegamos al lado pasivo del estatuto jurídico de la propiedad del suelo rural, tal y como figura en la Ley del suelo 8/2007, esto es, el elenco de deberes y cargas que también forman parte del contenido del derecho de propiedad. El precepto fundamental en esta sede es el artículo 9. 1. El párrafo tercero del artículo 9.1 se encarga de desarrollar el deber de conservación del suelo rural, deber que se destina al cumplimiento de tres finalidades determinadas: Por un lado, supone mantener los terrenos y su masa vegetal en condiciones de evitar riesgos de erosión, incendio, inundación, para la seguridad o salud públicas, daño o perjuicio a terceros o al interés general, incluido el ambiental. Un buen indicativo del alcance de este deber, al menos desde la perspectiva de la actividad agropecuaria, podría constituirlo el Anexo I del Real Decreto 708/2002, de 19 de julio, que contiene las llamadas «buenas prácticas agrarias habituales», en tanto que técnicas normales de explotación que responsablemente aplicaría un agricultor en la zona donde ejerza su actividad. En él se incluyen medidas para la conservación del suelo y la lucha contra la erosión, la utilización eficiente del agua, conservación de la biodiversidad, lucha contra los incendios. Recoge, asimismo, unas normas mínimas medioambientales. Aunque su finalidad se dirija primordialmente a permitir a los agricultores que cumplan tales «buenas prácticas» percibir determinadas ayudas de desarrollo rural, no sería descabellado pensar que pudieran servir de paradigma o modelo para la concreción del deber de conservación del suelo rural o rústico, en definitiva, de las fincas agrarias. Por otro lado, implica prevenir la contaminación del suelo, el agua o el aire y las inmisiones contaminantes indebidas en otros bienes y, en su caso, recuperarlos de ellas. En el arriba citado elenco de «buenas prácticas agrarias» se incluyen también algunas iniciativas dirigidas a la reducción de la contaminación de origen agrario. Asimismo, cabe citar por su relevancia, las obligaciones previstas en el Real Decreto 261/1996, de 16 de febrero, sobre pro2014-10-02 13:24:[email protected] 440 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... tección de las aguas contra la contaminación derivada de los nitratos procedentes de fuentes agrarias, que en suma se traducen en el acatamiento de ciertos «códigos de buenas prácticas agrarias», desarrollados a nivel de la legislación autonómica. Finalmente, el deber de conservación conlleva mantener el establecimiento y funcionamiento de los servicios derivados de los usos y las actividades que se desarrollen en el suelo. Parece intuirse de la idea de «servicios» una cierta finalidad de interés público en el adecuado mantenimiento y prestación de los que se desarrollen en el suelo rural, sobre todo de aquellos que hubieran precisado de licencia o autorización administrativa previa a su puesta en marcha, en las que se indicaran las condiciones que el titular de la licencia (y propietario del suelo) se viera obligado a cumplimentar. 2. El apartado segundo del artículo 9 establece tres cargas de tipo económico que recaen sobre el propietario, derivadas del ejercicio de las facultades de realización de instalaciones, construcciones o edificaciones en terrenos situados en suelo rural y no sometidos al régimen de una actuación de urbanización. Se trata de las siguientes: a) Costear y ejecutar las obras y los trabajos necesarios para conservar el suelo y su masa vegetal en el estado legalmente exigible o para restaurar dicho estado, en los términos previstos en la normativa que sea de aplicación. Constituye una exigencia emanada del deber de conservación o restauración del suelo, que se ve afectado por la ejecución —sobre su rasante, vuelo o subsuelo— de las obras autorizadas. b) Satisfacer las prestaciones patrimoniales que se establezcan, en su caso, para legitimar usos privados del suelo no vinculados a su explotación primaria. Se refiere, por ejemplo, al importe correspondiente a la licencia municipal o a la concesión administrativa que autoricen la actividad en cuestión, así como a las tasas, exacciones o impuestos que pudieran generar dichos usos. c) Costear y, en su caso, ejecutar las infraestructuras de conexión de la instalación, la construcción o la edificación con las redes generales de servicios y entregarlas a la Administración competente para su incorporación al dominio público cuando deban formar parte del mismo. Es similar a la carga que con la misma fórmula se establece para el ejercicio de la facultad de urbanización del suelo rural en el caso de que 2014-10-02 13:24:[email protected] 441 Pablo Amat Llombart se encuentre incluido por el planeamiento de ordenación en el ámbito de una actuación urbanística, dirigida por la Administración, donde la participación del propietario en la actividad urbanizadora le acarrea, entre otras, la carga que se contempla en este apartado, y que se regular en el artículo 16.1.c). En este caso es el mismo deber, pero respecto de un suelo rural que se mantiene en dicha categoría pese a las mencionadas obras e infraestructuras. 3. El apartado tercero del artículo 9 señala dos deberes específicos vinculados al ejercicio de la facultad de participación del propietario en la ejecución de actuaciones de urbanización. El suelo rural en cuestión —ahora sí— se encuentra incluido dentro del ámbito de una actuación de urbanización (prevista en el planeamiento urbanístico), y de ese modo queda afectado por el régimen específico de la misma. En primer lugar, deberá asumir, como carga real, la participación en los deberes legales de la promoción de la actuación, en régimen de equitativa distribución de beneficios y cargas. Tales deberes legales, que la ley califica como «deberes de la promoción de las actuaciones de transformación urbanística», se encuentran enumerados en el artículo 1659. Recordemos que pueden recaer sobre el propietario al que la Administración habilita para ejecutar la urbanización o sobre otro particular no propietario de los terrenos objeto de transformación. Los terrenos incluidos en el ámbito de las actuaciones y los adscritos a ellas están afectados, con carácter de garantía real, al cumplimiento de los deberes de promoción de las actuaciones de transformación urbanística. En segundo término, deberá permitir ocupar los bienes necesarios para la realización de las obras al responsable de ejecutar la actuación. Sería el caso en que el promotor de la urbanización no fuera propietario de los terrenos a transformar, por lo que, para llevar a buen fin su actividad urbanizadora (de orden público, como sabemos), precisa la posesión de los bienes y terrenos indispensables. 5. Estatuto jurídico del derecho de propiedad sobre suelo urbanizado En el ámbito de las facultades que competen al propietario de este tipo de suelo, la Ley no formula especialidad alguna, por lo que se aplicará directamente el estatuto jurídico común que, como hemos visto, integra 2014-10-02 13:24:[email protected] 442 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... las facultades de uso (que incluye la de edificación), disfrute, explotación y disposición del suelo urbanizado, sin perjuicio de las disposiciones autonómicas que la legislación urbanística territorial decrete, ya como complemento y en el marco del estatuto jurídico de ámbito estatal o bien en ejercicio de sus propias competencias exclusivas. En cuanto a los deberes específicos del titular de la propiedad del suelo urbanizado, tan sólo cabe mencionar el que figura en el párrafo segundo del artículo 9.1: En el suelo urbanizado a los efectos de esta Ley que tenga atribuida edificabilidad, el deber de uso supone el de edificar en los plazos establecidos en la normativa aplicable. Así pues, la edificación se constituye como una categoría de derechodeber para el titular de la propiedad del suelo urbanizado, por virtud de la interconexión entre los artículos 6.c) (derecho a realizar las edificaciones permitidas) y 9.1 (deber de edificar en tiempo y forma legales) ambos de la Ley 8/2007. Este deber tiene especial sentido en el contexto de un sistema legal que se preconiza al servicio de la lucha contra la especulación; es más, que hace de este objetivo una de sus banderas más reconocibles y orgullosamente enarboladas. De ahí el que se complemente inexorablemente con: a) todo un régimen coercitivo (arts. 31-32) diseñado para poder exigir el cumplimiento del mismo e incluso el desplazamiento del propietario —en atención a la función social de la propiedad incumplida por éste con su inactividad—; b) la previsión legal en cuya virtud, simultáneamente a aquel, se puede activar la sanción adicional de una pérdida parcial —hasta el 50 por 100— del valor de su bien en esa tesitura (art. 31.3 en relación con el 23.1)60. En efecto, el artículo 31.1 establece que el incumplimiento de los deberes de edificación o rehabilitación previstos en esta Ley habilitará para la expropiación por incumplimiento de la función social de la propiedad o la aplicación del régimen de venta o sustitución forzosas61. El régimen se fundamenta en una resolución administrativa por la que se declarará el incumplimiento de deberes del régimen de la propiedad del suelo, acordándose la aplicación del régimen de venta o sustitución forzosas. La venta o sustitución forzosas se adjudicará mediante un procedimiento caracterizado por su publicidad y concurrencia. La Administración actuante expedirá una certificación de la adjudicación, que constituye un título inscribible en el Registro de la Propiedad. 2014-10-02 13:24:[email protected] 443 Pablo Amat Llombart En este último caso se harán constar las condiciones y los plazos de edificación a que quede obligado el adquiriente en calidad de resolutorias de la adquisición. Notas 1 Así lo afirma LÓPEZ Y LÓPEZ, A.M.: «El derecho de propiedad», en LÓPEZ, MONTES Y ROCA (Dirs.), Derecho civil. Derechos reales y derecho inmobiliario registral, Tirant lo Blanch, Valencia, 2001, p. 167. 2 LACRUZ BERDEJO, J.L.: Elementos de Derecho civil, T. III (Derechos reales), Vol. 1 (Posesión y propiedad), Dykinson, Madrid, 2003, p. 255. 3 En ese sentido, LÓPEZ Y LÓPEZ, A.M.: «El derecho de propiedad», en LÓPEZ, MONTÉS Y ROCA (Dirs.), Derecho civil. Derechos reales y derecho inmobiliario registral, op. cit, p. 168. 4 DÍEZ-PICAZO, L. y GULLÓN, A.: Sistema de Derecho civil, Vol. III (Derecho de cosas y Derecho inmobiliario registral), Tecnos, Madrid, 2001, p. 141. 5 CASTÁN TOBEÑAS, J.: Derecho civil español, común y foral, T. II (Derecho de cosas), Vol. 1 (Los derechos reales en general. El dominio. La posesión), Reus, Madrid, 1992, p. 165. 6 Así MONTÉS PENADÉS, V.L.: La propiedad privada en el sistema del derecho civil contemporáneo, Civitas, Madrid, 1980, pp. 68 y 78. 7 CASTÁN TOBEÑAS, J.: Derecho civil español, común y foral, T. II, Vol. 1, op. cit., p. 146. 8 LÓPEZ Y LÓPEZ, A.M.: «El derecho de propiedad», en LÓPEZ, MONTES Y ROCA (Dirs.), Derecho civil. Derechos reales y derecho inmobiliario registral, op. cit, p. 199. 9 La visión de la propiedad como una institución plural fue posible únicamente cuando la doctrina comenzó a dudar de «la plasticidad del módulo propuesto por el legislador del siglo pasado»; es decir, cuando, desde una perspectiva realista, se ha reconocido la imposibilidad de reconducir al concepto codificado la variedad de tipos o manifestaciones que la idea de propiedad, referida tanto al goce como a la disposición, presenta en nuestros días. Desaparecidas las circunstancias socio-ideológicas que habían originado la concepción clásica de la propiedad o teoría de la propiedad soberana, resulta necesario considerar la misma modificación estructural del derecho de propiedad como consecuencia del enérgico y amplio intervencionismo estatal, de un lado, y de otro, la multiplicidad de objetos sobre los que el derecho puede recaer. Así pues, la regulación normativa del contenido de la propiedad (tarea, pues, del legislador) se asienta realmente en la valoración del significado y naturaleza de los distintos grupos de bienes que, en cada momento histórico puedan identificarse, y no en una predeterminación de las facultades del propietario conforme a la definición liberal del dominio. LASARTE ÁLVAREZ, C.: Principios de Derecho civil, T. IV (Propiedad y derechos reales de goce), Marcial Pons, Madrid, 2006, pp. 51, 53 y 54. 10 LÓPEZ Y LÓPEZ, A.M.: «El derecho de propiedad», en LÓPEZ, MONTÉS Y ROCA (Dirs.), Derecho civil. Derechos reales y derecho inmobiliario registral, op. cit, p. 169. 11 LACRUZ BERDEJO, J.L.: Elementos de Derecho civil, T. III, Vol. 1, op. cit., p. 249. 12 MONTÉS PENADÉS, V.L.: La propiedad privada en el sistema del derecho civil contemporáneo, op. cit., pp. 172 y 173. 13 Las dificultades para hallar la definición del contenido esencial del derecho de propiedad han sido puestas de manifiesto por la doctrina. Así se dice que, entre nosotros, el criterio del contenido esencial, aplicado a la propiedad y a la empresa, es novedad. No lo contenía ninguna de las Constituciones anteriores, y era ajeno incluso al Código Civil. La Constitución no da luz alguna sobre tal contenido, y no encontramos una sola referencia fuera de ella, en el sistema normativo (MONTÉS PENADÉS, V.L.: La propiedad privada en el sistema del derecho civil contemporáneo, op. cit., p. 215). 2014-10-02 13:24:[email protected] 444 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... 14 El Fundamento Jurídico 8º de dicha Sentencia señala: «Para tratar de aproximarse de algún modo a la idea de «contenido esencial», que en el artículo 53 de la Constitución se refiere a la totalidad de los derechos fundamentales y que puede referirse a cualesquiera derechos subjetivos sean o no constitucionales, cabe seguir dos caminos. El primero es tratar de acudir a lo que se suele llamar la naturaleza jurídica o el modo de concebir o de configurar cada derecho. Según esta idea, hay que tratar de establecer una relación entre el lenguaje que utilizan las disposiciones normativas y lo que algunos autores han llamado el metalenguaje o ideas generalizadas y convicciones generalmente admitidas entre los juristas, los jueces y en general los especialistas en Derecho. Muchas veces el «nomen» y el alcance de un derecho subjetivo son previos al momento en que tal derecho resulta recogido y regulado por un legislador concreto. El tipo abstracto del derecho preexiste conceptualmente al momento legislativo y en este sentido se puede hablar de una recognoscibilidad de ese tipo abstracto en la regulación concreta. Los especialistas en Derecho pueden responder si lo que el legislador ha regulado se ajusta o no a lo que generalmente se entiende por un derecho de tal tipo. El segundo posible camino para definir el contenido esencial de un derecho consiste en tratar de buscar lo que una importante tradición ha llamado los intereses jurídicamente protegidos como núcleo y médula de los derechos subjetivos. Los dos caminos propuestos para tratar de definir lo que puede entenderse por «contenido esencial» de un derecho subjetivo no son alternativos ni menos todavía antitéticos, sino que, por el contrario, se pueden considerar como complementarios, de modo que, al enfrentarse con la determinación del contenido esencial de cada concreto derecho, pueden ser conjuntamente utilizados, para contrastar los resultados a los que por una u otra vía pueda llegarse». 15 La relevante doctrina que sobre el contenido esencial de los derechos fija esta Sentencia, ha sido reiterada posteriormente por el TC en sus Sentencias 37/1987, de 26 de marzo (FJ. 2º) y 204/2004, de 18 de noviembre (FJ. 5º). 16 Esta doctrina ha sido reproducida en las Sentencias del TC 170/1989, de 19 de octubre (FJ. 8º), 89/1994, de 17 de marzo (FJ. 4º) y 204/2004, de 18 de noviembre (FJ. 5º). 17 LÓPEZ Y LÓPEZ, A.M.: «El derecho de propiedad», en LÓPEZ, MONTÉS Y ROCA (Dirs.), Derecho civil. Derechos reales y derecho inmobiliario registral, op. cit., p. 176. 18 LACRUZ BERDEJO, J.L.: Elementos de Derecho civil, T. III, Vol. 1, cit., p. 250. 19 MONTÉS PENADÉS, V.L.: La propiedad privada en el sistema del derecho civil contemporáneo, op. cit., pp. 217 y 218. 20 LÓPEZ Y LÓPEZ, A.M.: «El derecho de propiedad», en LÓPEZ, MONTÉS Y ROCA (Dirs.), Derecho civil. Derechos reales y derecho inmobiliario registral, cit., p. 172. 21 En ese sentido se dice que la «función social» y, en definitiva, el interés público han configurado el derecho de propiedad de una manera específica, le han dado un determinado contenido, que, puesto en relación con la idea liberal del dominio, la que refleja el Código Civil, resulta haber modificado o alterado la concepción que del dominio habían perfilado los redactores del Código y la doctrina decimonónica. En definitiva, la propiedad no tiene un contenido apriorístico, sino que es un derecho diversificado cuyo contenido depende del interés público, de lo que exija en cada caso el principio de solidaridad, de las exigencias de la comunidad, todo lo cual se expresa con la fórmula «función social de la propiedad», indicativa de una subordinación o dependencia de la colectividad (MONTÉS PENADÉS, V.L.: La propiedad privada en el sistema del derecho civil contemporáneo, op. cit., p. 196). 22 LÓPEZ Y LÓPEZ, A.M.: «El derecho de propiedad», en LÓPEZ, MONTÉS Y ROCA (Dirs.), Derecho civil. Derechos reales y derecho inmobiliario registral, op. cit., pp. 167 y 168. 23 LASARTE ÁLVAREZ, C.: Principios de Derecho civil, T. IV (Propiedad y derechos reales de goce), Marcial Pons, Madrid, 2006, p. 89. 24 Así LACRUZ BERDEJO, J.L.: Elementos de Derecho civil, T. III, Vol. 1, cit., p. 251. 25 MONTÉS PENADÉS, V.L.: La propiedad privada en el sistema del derecho civil contemporáneo, op. cit., p. 198. 2014-10-02 13:24:[email protected] 445 Pablo Amat Llombart 26 Sostiene LÓPEZ Y LÓPEZ que el modo de manifestarse la función social a través de las normas es el establecimiento de límites a la propiedad: la función social no es otra cosas que una expresión elíptica de los límites. Límites en el sentido de los confines que encierran el contenido normal del derecho de propiedad, o sea, el régimen ordinario, variable según las diversas categorías de bienes, de restricciones a que está sometido el poder del propietario (en «El derecho de propiedad», cit., p. 178). Por su parte, el Tribunal Constitucional, en su Sentencia 89/1994, de 17 de marzo, defiende que «la fijación del contenido esencial del derecho a la propiedad privada no puede hacerse desde la exclusiva consideración subjetiva del derecho o de los intereses individuales subyacentes, sino que debe incluir igualmente la necesaria referencia a la función social, entendida como parte integrante del derecho mismo. Y por ello, es constitucionalmente legítimo que el Legislador limite o restrinja las facultades dominicales, comprimiendo el derecho de propiedad para garantizar otros principios, bienes y derechos constitucionalmente protegidos dentro de los fines de la política social y económica que tiene encomendados». 27 En ese sentido se afirma que la función social inserta entre el titular del derecho y la cosa un factor de instrumentalidad, de condicionalidad, en virtud del cual la garantía y la protección constitucionales no se confieren de por sí, sino en cuanto el poder de autonomía que se ejerce en la relación jurídica de propiedad, se desarrolla según ciertas formas más o menos típicas, objetivamente determinables, que se entienden necesarias para la consecución de una mayor utilidad colectiva, y que pueden no coincidir con el interés personal (MONTÉS PENADÉS, V.L.: La propiedad privada en el sistema del derecho civil contemporáneo, op. cit., p. 192). 28 LACRUZ BERDEJO, J.L.: Elementos de Derecho civil, T. III, Vol. 1, cit., p. 252. 29 Entre otros, LÓPEZ Y LÓPEZ, A.M.: «El derecho de propiedad», en LÓPEZ, MONTÉS Y ROCA (Dirs.), Derecho civil. Derechos reales y derecho inmobiliario registral, op. cit., p. 198. También MONTÉS PENADÉS, V.L.: La propiedad privada en el sistema del derecho civil contemporáneo, op. cit., p. 100 y ss. 30 Así, entre otros, véase a PUGLIATTI: «La proprietà e le proprietà», en La proprietà nel nuovo diritto, Milán, 1954, p. 146 y ss. 31 LACRUZ BERDEJO, J.L.: Elementos de Derecho civil, T. III, Vol. 1, cit., p. 237. 32 Como por su trascendencia social las distintas clases de cosas (tierra, obras de arte, dinero, frutos, edificios, máquinas, etc.) difieren mucho entre sí, la configuración de la esfera de acción del dueño por la norma, una vez que el Derecho aprecia esa trascendencia social como un valor, y por cierto preferente, deviene asimismo, en cada caso, muy distinta (LACRUZ BERDEJO, J.L.: Elementos de Derecho civil, T. III, Vol. 1, cit., p. 237). 33 Así LACRUZ, cit., pp. 238 y 239. 34 PÉREZ PÉREZ, E.: La propiedad inmobiliaria, sus formas y su inscripción registral, Bosch, Barcelona, 2001, pp. 63 y 68. 35 LÓPEZ Y LÓPEZ, «El derecho de propiedad», cit., p. 200. 36 La Ley de 12 de mayo de 1956, de régimen del suelo y ordenación urbana. 37 Por virtud de su Disposición final cuarta. Y mediante la Disposición derogatoria única queda expresamente derogada la Ley 6/1998, de 13 de abril, de régimen del suelo y valoraciones. 38 La Disposición final primera contiene el régimen competencial en que el Estado fundamenta la aprobación de la Ley, el cual descansa en la concreta delimitación competencial del alcance de los títulos previstos en el artículo 149.1 de la CE tal y como ha dejado sentado la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. En efecto, dicha delimitación puede apreciarse en la Sentencia del TC 61/1997, de 20 de marzo, concretamente en sus Fundamentos Jurídicos 6º y sobre todo en el 7º (relativo a la delimitación positiva y negativa de la competencia del art. 149.1.1º CE). A su vez, la propia Sentencia 61/1997 (FJ 9º) se remite a la doctrina sintetizada en la STC 156/1995, de 26 de octubre, según 2014-10-02 13:24:[email protected] 446 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... la cual, «en relación precisamente con el derecho a la propiedad que reconoce el art. 33 CE, hemos señalado que el título del art. 149.1.1º CE no habilita para establecer una regulación uniforme de la propiedad privada y su función social, ni esa pretendida uniformidad puede servir de pretexto para anular las competencias legislativas que las Comunidades Autónomas tienen sobre todas aquellas materias en las que entre en juego la propiedad (STC 37/1987, fundamento jurídico 9). Al Estado le corresponde ciertamente establecer la regulación del contenido básico y primario del derecho de propiedad, en la medida en que afecte a las condiciones básicas de su ejercicio, pero el referido título competencial no habilita por sí mismo para que el Estado pueda regular cualquier circunstancia que, de forma más o menos directa, pueda incidir sobre la igualdad en el ejercicio del derecho. El propio tenor literal del precepto deja claro que la igualdad que se persigue no es la identidad de las situaciones jurídicas de todos los ciudadanos en cualquier zona del territorio nacional (lo que por otra parte sería incompatible con la opción por un Estado organizado en la forma establecida en el Título VIII de la Constitución), sino la que queda garantizada con el establecimiento de las condiciones básicas, que, por tanto, establecen un mínimo común denominador y cuya regulación, ésta sí, es competencia del Estado» (FJ 5º). Por otra parte, en relación con la propiedad urbana y el urbanismo, la propia Sentencia 61/1997, de 20 de marzo, afirma que «cabe admitir que la adquisición del contenido urbanístico susceptible de apropiación privada, su valoración, o los presupuestos previos —o delimitación negativa— para que pueda nacer el derecho de propiedad urbana, por ejemplo, son elementos que, en principio, pueden considerarse amparados por la competencia estatal que se localiza en el art. 149.1.1º CE […] A resultas de esas condiciones básicas, por tanto, el Estado puede plasmar una determinada concepción del derecho de propiedad urbana, en sus líneas más fundamentales» (FJ 10º). Doctrina reiterada en la Sentencia del TC 164/2001, de 11 de julio (FJ 5º). 39 En relación con la distribución competencial entre el Estado y las Comunidades Autónomas, la Sentencia del TC 61/1997, de 20 de marzo, puso de manifiesto que «la competencia autonómica en materia de urbanismo ha de coexistir con aquellas que el Estado ostenta en virtud del art. 149.1 CE, cuyo ejercicio puede condicionar, lícitamente, la competencia de las Comunidades Autónomas sobre el mencionado sector material» (FJ 5º). Asimismo, añade que «la competencia autonómica exclusiva sobre urbanismo ha de integrarse sistemáticamente con aquellas otras estatales que, si bien en modo alguno podrían legitimar una regulación general del entero régimen jurídico del suelo, pueden propiciar, sin embargo, que se afecte puntualmente a la materia urbanística (establecimiento de las condiciones básicas que garanticen la igualdad en el ejercicio del derecho de propiedad urbana, determinados aspectos de la expropiación forzosa o de la responsabilidad administrativa) (FJ 6º). Y en fin, «la legislación estatal dictada al amparo del art. 149.1.1º CE en relación con aquellas manifestaciones del dominio sobre las que las Comunidades Autónomas sí ostentan competencias no puede utilizarse para regular la política autonómica sectorial correspondiente, puesto que tal resultado supondría vaciar de todo contenido la competencia autonómica […] A través de esas condiciones básicas, por tanto, no se puede configurar el modelo de urbanismo que la Comunidad Autónoma y la Administración local, en el ejercicio de sus respectivas competencias, pretendan diseñar, ni definir o predeterminar las técnicas o instrumentos urbanísticos al servicio de esas estrategias territoriales, aunque puedan condicionar indirectamente ambos extremos» (FJ 9º). Doctrina que ha sido recogida y reiterada en las Sentencias del TC 164/2001, de 11 de julio (FJ 4º) y 14/2007, de 18 de enero (FJ 3º), entre otras. 40 Según la Sentencia del TC 61/1997, de 20 de marzo, «las Comunidades Autónomas, desde la competencia urbanística que les reconocen la Constitución y los Estatutos de Autonomía, podrán dictar normas atinentes al derecho de propiedad urbana, con respeto, claro está, de esas condiciones básicas y de las demás competencias estatales que, en cada caso, sean de aplicación» (FJ 10º). Dicho reconocimiento también figura en su FJ 5º. Partiendo de dicha premisa, por su parte, la Sentencia del TC 164/2001, de 11 de julio, recuerda que «las Comunidades Autónomas son titulares, en exclusiva, de las competencias sobre urbanismo. 2014-10-02 13:24:[email protected] 447 Pablo Amat Llombart La competencia legislativa sobre urbanismo permite a las Comunidades Autónomas fijar sus propias políticas de ordenación de la ciudad, y servirse para ello de las técnicas jurídicas que consideren más adecuadas. Una de esas técnicas jurídicas puede ser, entre otras, la definición o conformación de las facultades urbanísticas de la propiedad urbana» (FJ 4º). 41 A diferencia de la derogada Ley 6/1998, de 13 de abril, de régimen del suelo y valoraciones, que sí contenía un Capítulo dedicado a la clasificación del suelo, distinguiendo entre suelo urbano, no urbanizable y urbanizable (arts. 7 a 11), y configurando, por tanto, tres estatutos jurídicos básicos de la propiedad inmobiliaria del suelo. 42 Por eso ya la Sentencia 37/1987, de 26 de marzo, señalaba que «en lo que concierne a la restricción o modalización de las facultades dominicales e imposición de deberes positivos al titular, la transformación antes dicha (la que impide concebir la propiedad privada hoy como una figura jurídica reconducible exclusivamente al tipo abstracto descrito en el art. 348 del Código Civil) ha afectado de una manera más intensa a la propiedad inmobiliaria, tanto a la que recae sobre suelos susceptibles de aprovechamiento urbanístico como a la propiedad de tierras agrícolas o forestales, lo que es fácilmente explicable, entre otras razones, por el carácter no renovable o naturalmente limitado en su extensión de este tipo de bienes y por la trascendencia económica que ofrece como soporte físico de las actividades productivas» (FJ 2º). 43 El artículo 8 viene a mantener las dos facultades troncales de la propiedad fundiaria, comunes —y tradicionales en nuestro Derecho Urbanístico— en cualesquiera «situaciones», la del uso y la de la disposición (SÁNCHEZ GOYANES, E.: «La propiedad inmobiliaria en la nueva Ley estatal de suelo», RCDI, n. 701, 2007, p. 1250). 44 Según la Exposición de Motivos, «la edificación tiene lugar sobre una finca y accede a su propiedad —de acuerdo con nuestra concepción histórica de este instituto—, por lo que puede asimismo ser considerada como una facultad del correspondiente derecho». 45 SÁNCHEZ GOYANES, E.: «La propiedad inmobiliaria en la nueva Ley estatal de suelo», RCDI, n. 701, 2007, p. 1251. 46 AVEZUELA CÁRCEL, J. y VIDAL MONFERRER, R.M. (Coords.): Comentarios a la ley de suelo, Tirant lo Blanch, Valencia, 2007, p. 68. 47 SÁNCHEZ GOYANES, E.: «La propiedad inmobiliaria en la nueva Ley estatal de suelo», cit., pp. 1247 y 1248. 48 En virtud de los apartados 2 y 3 de dicho artículo 2, tendrán la consideración de «edificación» las siguientes obras: a) Obras de edificación de nueva construcción, excepto aquellas construcciones de escasa entidad constructiva y sencillez técnica que no tengan, de forma eventual o permanente, carácter residencial ni público y se desarrollen en una sola planta. b) Obras de ampliación, modificación, reforma o rehabilitación que alteren la configuración arquitectónica de los edificios, entendiendo por tales las que tengan carácter de intervención total o las parciales que produzcan una variación esencial de la composición general exterior, la volumetría, o el conjunto del sistema estructural, o tengan por objeto cambiar los usos característicos del edificio. c) Obras que tengan el carácter de intervención total en edificaciones catalogadas o que dispongan de algún tipo de protección de carácter ambiental o histórico-artístico, regulada a través de norma legal o documento urbanístico y aquellas otras de carácter parcial que afecten a los elementos o partes objeto de protección. Con carácter general, se consideran comprendidas en la edificación sus instalaciones fijas y el equipamiento propio, así como los elementos de urbanización que permanezcan adscritos al edificio. 49 AVEZUELA CÁRCEL, J. y VIDAL MONFERRER, R.M. (Coords.): Comentarios a la ley de suelo, Tirant lo Blanch, Valencia, 2007, p. 73. 2014-10-02 13:24:[email protected] 448 El estatuto jurídico de la propiedad privada inmobiliaria en el Código civil... 50 SÁNCHEZ GOYANES, E.: «La propiedad inmobiliaria en la nueva Ley estatal de suelo», cit., p. 1233. 51 Criterio que sirve sobre todo para el ámbito de la propiedad inmueble urbana. SÁNCHEZ GOYANES, E.: «La propiedad inmobiliaria en la nueva Ley estatal de suelo», cit., p. 1254, al respecto, alude a lo que históricamente se conoce como ruina técnica —caracterizada por una agotamiento generalizado de los elementos estructurales o fundamentales del inmueble—, ruina urbanística —derivada de la necesidad de realizar obras cuya envergadura no las hace autorizables por las circunstancias urbanísticas del inmueble— y ruina económica —resultante de la necesidad de realizar obras cuyo importe es superior al 50 por 100 del valor actual del inmueble—, aunque reconoce que el Derecho autonómico ha ido modulando tales criterios. 52 AVEZUELA CÁRCEL, J. y VIDAL MONFERRER, R.M., Comentarios a la ley de suelo, op. cit., p. 217. 53 AVEZUELA CÁRCEL, J. y VIDAL MONFERRER, R.M., Comentarios a la ley de suelo, op. cit., p. 218. Resulta especialmente clarificadora la Sentencia 1753/2002, de 5 de diciembre, del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, que recoge la doctrina jurisprudencial respecto del principio de subrogación real. 54 SÁNCHEZ GOYANES, E.: «La propiedad inmobiliaria en la nueva Ley estatal de suelo», cit., p. 1256. 55 La preservación de la urbanización del suelo rural derivada de operaciones de segregación combinadas con la autorización legal para usos excepcionales en este tipo de suelo, es necesaria para evitar la desnaturalización del suelo rural y su práctica conversión en suelo urbano (AVEZUELA CÁRCEL, J. y VIDAL MONFERRER, R.M., Comentarios a la ley de suelo, op. cit., pp. 151 y 152). 56 Artículo 7 y ss de la Ley 6/1998, de 6 de abril, sobre régimen del suelo y valoraciones. 57 Como sucede en la legislación valenciana. Vid. la Ley 10/2004, de 9 de diciembre, del suelo no urbanizable. 58 El citado artículo 50 de la Ley 43/2003, de Montes, aborda el mantenimiento y la restauración del carácter forestal de los terrenos incendiados: 1. Las Comunidades Autónomas deberán garantizar las condiciones para la restauración de la vegetación de los terrenos forestales incendiados, y queda prohibido: a) El cambio de uso forestal al menos durante 30 años. b) Toda actividad incompatible con la regeneración de la cubierta vegetal, durante el período que determine la legislación autonómica. Con carácter singular, las Comunidades Autónomas podrán acordar excepciones a estas prohibiciones siempre que, con anterioridad al incendio forestal, el cambio de uso estuviera previsto en: 1º Un instrumento de planeamiento previamente aprobado. 2º Un instrumento de planeamiento pendiente de aprobación, si ya hubiera sido objeto de evaluación ambiental favorable o, de no ser ésta exigible, si ya hubiera sido sometido al trámite de información pública. 3º Una directriz de política agroforestal que contemple el uso agrario o ganadero extensivo de montes no arbolados con especies autóctonas incultos o en estado de abandono. 2. El órgano competente de la Comunidad Autónoma fijará las medidas encaminadas a la retirada de la madera quemada y a la restauración de la cubierta vegetal afectada por los incendios que, en todo caso, incluirán el acotamiento temporal de aquellos aprovechamientos o actividades incompatibles con su regeneración y, en particular, el pastoreo, por un plazo que deberá ser superior a un año, salvo levantamiento del acotado por autorización expresa de dicho órgano. 59 Resumidamente, se trata de los siguientes: a) Entregar a la Administración competente el suelo reservado para viales, espacios libres, zonas verdes y restantes dotaciones públicas incluidas en la propia actuación o adscritas a ella para su obtención. 2014-10-02 13:24:[email protected] 449 Pablo Amat Llombart b) Entregar a la Administración competente, y con destino a patrimonio público de suelo, el suelo libre de cargas de urbanización correspondiente al porcentaje de la edificabilidad media ponderada de la actuación, o del ámbito superior de referencia en que ésta se incluya, que fije la legislación reguladora de la ordenación territorial y urbanística. Con carácter general, el porcentaje no podrá ser inferior al cinco por ciento ni superior al quince por ciento. c) Costear y, en su caso, ejecutar todas las obras de urbanización previstas en la actuación correspondiente, así como las infraestructuras de conexión con las redes generales de servicios y las de ampliación y reforzamiento de las existentes fuera de la actuación que ésta demande por su dimensión y características específicas, sin perjuicio del derecho a reintegrarse de los gastos de instalación de las redes de servicios con cargo a sus empresas prestadoras, en los términos establecidos en la legislación aplicable. d) Entregar a la Administración competente, junto con el suelo correspondiente, las obras e infraestructuras a que se refiere la letra anterior que deban formar parte del dominio público como soporte inmueble de las instalaciones propias de cualesquiera redes de dotaciones y servicios, así como también dichas instalaciones cuando estén destinadas a la prestación de servicios de titularidad pública. e) Garantizar el realojamiento de los ocupantes legales que se precise desalojar de inmuebles situados dentro del área de la actuación y que constituyan su residencia habitual, así com el retorno cuando tengan derecho a él, en los términos establecidos en la legislación vigente. f) Indemnizar a los titulares de derechos sobre las construcciones y edificaciones que deban ser demolidas y las obras, instalaciones, plantaciones y sembrados que no puedan conservarse. 60 SÁNCHEZ GOYANES, E.: "La propiedad inmobiliaria en la nueva Ley estatal de suelo", cit., p. 1262. 61 La sustitución forzosa tiene por objeto la facultad de edificación, para imponer su ejercicio en régimen de propiedad horizontal con el propietario actual del suelo (art. 31.2). 2014-10-02 13:24:[email protected] 450 EL CONTRATO DE SKIPASS EUROPEO1 IGNACIO ARROYO Abogado Catedrático de Derecho Mercantil Universidad Autónoma de Barcelona Abstract: There is no a skipass contract of the European type, even if it is convenient, since there are no technical reasons preventing adoption of a uniform contract in all European countries. In any case, it can be demonstrated that the contractual clauses are often homogeneous notwithstanding the diversity of the plants, municipality, regions and countries where these are applied. In other terms, the autonomy of will has produced a contractual «corpus» sufficiently uniform, notwithstanding the theoretical normative diversity. The ski pass, or skiing all-in pass, is a contract drawn up between the managers of the skiing plants, which is obliged to supply all the necessary services so that the other party, the skier, practices the skiing sport safely and for the duration or the agreed term, against payment of a corresponding amount (the price). The ski pass contract is a mixed contract; it can be qualified as a contract of supply of services with some of the typical notes of the transport contract. Keywords: Commercial Law, Law of contracts, Snow Law, Contract of services. Sumario: I. Introducción. 1. Planteamiento. II. Concepto y características. 2. La dualidad institucional. Contrato y título. 3. Definición.— 4. Características.— 5. Partes. III. Régimen jurídico. 6. Naturaleza jurídica.— 7. Contenido.— 8. Sigue. Especial referencia al seguro. 9. La tarjeta como título valor impropio. IV. Conclusiones. I. Introducción Felicidades y gracias. En primer lugar, felicidades por la continuidad del esfuerzo. Las buenas ideas son importantes, porque sin ellas no progresaría el mundo, pero sin su aplicación de poco o nada servirían. Los organizadores de este III Forum Giuridico Europeo della Neve han demostrado no sólo que tienen ideas brillantes sino que las ejecutan eficazmente. Enhorabuena pues a las gentes de Bormio Valtellina por todo lo conseguido y de modo particular al Dr. Gianfranco Avella, Fiscal jefe de la provincia de Sondrio y al Presidente, el Magistrado Carlo Brucoleri, responsables últimos del comité científico. Y tras la felicitación el agradecimiento 2014-10-02 13:24:[email protected] 451 Ignacio Arroyo no sólo por haberme invitado a intervenir como ponente sino por darme, otra vez, la oportunidad de seguir aprendiendo, y trabajando en favor de la unificación del Derecho europeo de la nieve. 1. Planteamiento Siguiendo mi propia sugerencia, los organizadores han aceptado que trate el tema del Contrato de skipass europeo. Existen tres razones para ello. a) La primera razón porque hoy día, la práctica del esquí no se concibe sin un contrato celebrado entre el esquiador y la estación de esquí. Es un hecho evidente que actualmente, el esquí fuera de pista es minoritario, e incluso esa modalidad necesita casi siempre el empleo de medios mecánicos que pertenecen a una estación. En definitiva, se puede afirmar sin exageración que prácticamente todos los esquiadores y desde luego todas las estaciones de esquí celebran contratos de esta naturaleza. Sin embargo, los demás temas abordados en este Forum, muchos e importantes, tratan cuestiones puntuales, cuya frecuencia es infinitamente menor. Comparativamente hablando, por ejemplo, las avalanchas, los accidentes, el patrocinio, la homologación de titulaciones, la competición deportiva, la utilización de medios mecánicos en las pistas, el arbitraje e incluso los problemas de legislación aplicable y jurisdicción competente, son cuestiones aisladas y esporádicas que no están siempre presentes. En cambio, todo esquiador que esquía en las pistas celebra un contrato con la estación. Por consiguiente, estamos hablando de un contrato que celebran millones de esquiadores anualmente en Europa. b) En segundo lugar, contrasta con esa importancia, la poca o nula atención que se ha prestado al estudio de la figura, tanto desde el punto legal, pues carece de regulación específica y completa2, y desde luego doctrinal. Hasta donde llega mi conocimiento, no existe —en España— un estudio completo que analice la rica problemática del contrato de forfait de esquí3. c) En tercer lugar, la razón más importante, y ya adelanto la conclusión de mi ponencia. No existe un contrato tipo europeo, aunque sería conveniente porque no hay razones técnicas que impidan la adopción de un contrato uniforme en todos los países europeos. Avanzaríamos más en favor de la seguridad jurídica y del progreso económico4. En todo caso, es un dato demostrable que las cláusulas contractuales suelen ser homogéneas a pesar de la diversidad de estaciones, municipios, regiones y países en los 2014-10-02 13:24:[email protected] 452 El contrato de skipass europeo que se aplican. Es decir, que la autonomía de la voluntad ha producido un «corpus» contractual bastante uniforme, a pesar de la teórica diversidad normativa. Por otra parte, afirmada la falta de uniformidad, el estudio de esta cuestión debería ser con ayuda del método comparado (analizar las analogías y diferencias, por ejemplo, en las obligaciones de la estación o en los derechos del esquiador, entre Italia, Austria, Suiza, etc. y España), pero lamentablemente con 15 minutos de exposición deviene una tarea imposible. Por consiguiente, el objetivo de mi ponencia no es otro que ofrecer las líneas maestras del contrato y fijar los caminos o argumentos que pueden abordarse en Congresos posteriores. II. Concepto y características 2. La dualidad institucional. Contrato y título Desde el punto de vista jurídico el forfait presenta una estructura bifronte: es un contrato y un título valor. Como contrato vincula a dos partes que se reconocen derechos y obligaciones recíprocas. Como título valor, es un documento que incorpora una serie de derechos, pero sus características singulares exigen calificarlo como título valor impropio o documento de legitimación. Por consiguiente, carece de la naturaleza del título valor en sentido propio; esto es, documento esencialmente transmisible, literal y autónomo. 3. Definición El skipass o forfait de esquí es un contrato celebrado entre la estación de esquí, que se obliga a prestar todos los servicios necesarios para que la otra parte, el esquiador, practique el deporte de esquí con seguridad y durante el tiempo o plazo convenido, a cambio de una remuneración o precio. Una primera cuestión que plantea la definición es de orden terminológico, comprensible por lo demás dada la diversidad lingüística europea. En todo caso se puede afirmar que no existe coincidencia ni analogía en los fonemas lingüísticos pues una veces ponen el acento en el precio; por ejemplo, la expresión francesa de «forfait», o la española de «abono o forfé», o la italiana «abonnamento»; y otras, en cambio, ponen de relieve el aspecto documental, tal es el caso de la denominación inglesa «skypass»5. 2014-10-02 13:24:[email protected] 453 Ignacio Arroyo 4. Características Es un contrato consensual, bilateral, oneroso, de tracto sucesivo y uniforme. a) Consensual porque se perfecciona por el consentimiento. Por consiguiente, sometido a la doctrina de los vicios de la voluntad. El consentimiento debe ser manifestado libremente y por persona capaz. Los menores, aunque beneficiarios del contrato, deben ser acompañados por persona que sobre ellos ejerza la patria potestad o dotada de poder de representación (monitor o acompañante)6 El forfait o documento, la tarjeta, no es condición esencial para la perfección del contrato porque, como se ha dicho, no es un contrato formal ni tampoco real, que se perfeccione con la emisión de un determinado documento, o exija la entrega de algo (la tarjeta) para vincular a las partes a su cumplimiento7. b) Bilateral porque vincula a dos partes, la estación y el esquiador. La bilateralidad no se altera por la circunstancia de ser «la parte esquiadora» un grupo o colectivo (los miembros del club de montaña del Pirineo catalán, por ejemplo), y «la estación» un grupo o colectivo de estaciones de esquí, independientes, pero integradas o vinculadas a los solos efectos de ofrecer un espacio esquiable mayor, según las condiciones geográficas del contrato, fenómeno por lo demás cada vez más frecuente por razones de competitividad8. c) Oneroso y sinalagmático, en oposición a gratuito, porque existen obligaciones recíprocas para ambos contratantes: el pago del precio o forfait para el esquiador, y para la estación la puesta a disposición y funcionamiento de los remontes y demás servicios adicionales necesarios para la práctica del esquí. Naturalmente, el incumplimiento da lugar, bien a exigir su cumplimiento o bien a la resolución del contrato, más la obligación de indemnizar los daños y perjuicios9. El requisito de la onerosidad plantea el problema de la posible responsabilidad de la estación cuando el esquiador se accidenta y se encuentra en una de estas dos situaciones. La primera cuando el esquiador ha incumplido el contrato porque sorteando los controles de acceso, en el momento del accidente se encontraba, de hecho, en claro incumplimiento respecto del pago del servicio. En algún caso, la jurisprudencia ha negado al esquiador el derecho a la indemnización10. La segunda situación se produce cuando la estación concede una liberalidad al esquiador y el accidente sobreviene sin que pueda decirse que el esquiador ha incumplido la obligación de pago. Se trataría en este caso de un servicio gratuito sin 2014-10-02 13:24:[email protected] 454 El contrato de skipass europeo que la estación pueda alegar exoneración de responsabilidad por incumplimiento del perjudicado. d) De tracto sucesivo porque la prestación principal de la estación no se agota con un traslado sino que se prolonga durante todo el tiempo contratado (día o días, semana o semanas, mes o meses o toda la temporada). Además, la estación está obligada a tener la estación abierta y en condiciones de poder practicar el esquí de forma segura (es decir, funcionamiento permanente de los remontes, mantenimiento de la nieve y demás aparatos, máquinas, balizas, señales y personal en activo exigidos por razones de seguridad). Desde el punto de vista temporal se dan las notas de duración y periodicidad11. e) Uniforme porque el contrato no se discute individualmente sino que contiene condiciones generales, redactadas, impresas e impuestas por la estación. Es más, la tarjeta (forfait o skipass) incluye sólo las condiciones esenciales, debiéndose completar con los estatutos u otras condiciones generales depositadas en la sede social de la estación, merced a la cláusula de remisión o incorporación. Se trata de una exigencia de la contratación en serie o en masa, exigida por la práctica del esquí de forma masiva y a gran escala. Esta nota es de singular importancia porque permite aplicar, por una parte, la Ley sobre condiciones generales de la contratación12 y, por otra, la Ley sobre protección y defensa de los consumidores y usuarios13. La importancia de esta afirmación debe ser destacada convenientemente pues permite, «inter alia», atacar la validez de determinadas cláusulas de exoneración de responsabilidad de la estación, cuando incluyan supuestos que van más allá de lo razonable14. 5. Partes Son dos, la estación y el esquiador. a) El esquiador es la persona individual titular de los derechos reconocidos en el contrato. Como sucede en el contrato de seguro, no hay que confundirla necesariamente con el tomador o persona que contrata el forfait. Normalmente es la misma persona, pero en ocasiones, el contratante puede ser persona distinta del esquiador, que es el cesionario o beneficiario de los derechos. Esta situación sucede cuando se contrata en nombre y por cuenta de otro o a favor del tercero. Por ejemplo, en los contratos de grupo; esto es, contratos celebrados con clubs o asociaciones, o incluso con agencias de viaje, que ofrecen al cliente esquiador un «paquete» de vaca2014-10-02 13:24:[email protected] 455 Ignacio Arroyo ciones invernales, incluyendo en el contrato de servicio turístico —además del viaje, el alojamiento, la manutención, los traslados a las pistas, el equipo y material técnico, los cursillos, el seguro de accidentes, y hasta determinados espectáculos de diversión, etc.— el acceso a las pistas de esquí. Obligación que se documenta en la entrega del forfait (skipass). Respecto del esquiador importa destacar que las circunstancias personales son relevantes desde el punto de vista de la eficacia del contrato. Basta pensar que el esquí lo practican gran cantidad de menores, de personas de la tercera edad, e incluso incapacitados, física e incluso mentalmente. Asimismo no todos los esquiadores tienen el mismo nivel, los hay principiantes, expertos y profesionales. Circunstancias personales que despliegan sus efectos jurídicos, por ejemplo, en materia de responsabilidad15. b) La estación. Ya vimos que puede ser una, supuesto habitual, o una serie de estaciones, vinculadas por un pacto16. Se ha discutido la naturaleza de esa relación. A saber, si el esquiador ha celebrado el contrato con una sola, la principal o determinada por el lugar de expedición, y las demás son o no son partes del contrato, con su reflejo en sede de responsabilidad: solidaria o mancomunada. En ese caso, entendemos que todas las estaciones incluidas en el forfait son partes del contrato y, por tanto, responden solidariamente, salvo que expresamente se diga lo contrario17. 6. Naturaleza jurídica. Transporte vs. suministro Existen dos tesis distintas. Los que entienden que se trata de un contrato de transporte y los que defienden el contrato de suministro de servicios. a) Como contrato de transporte de personas, también llamado contrato de pasaje, la estación (el transportista) se obliga a trasladar de un lugar a otro (a los diversos puntos de llegada de los arrastres) al esquiador, a cambio de un precio convenido (el forfait). Efectivamente, la estación mediante los medios mecánicos asume la obligación del traslado del esquiador, desde un punto de origen a otro de destino, normalmente desde el valle a la cima de la montaña. Así, la estación, en su condición de transportista o porteador, asume una obligación de resultado: la llegada al punto (o puntos) de destino. La obligación del porteador no es de medios (desplegar los medios con la diligencia debida) sino de resultado: trasladarlo al punto convenido. Y como sucede en el contrato de transporte, la estación asume tres obligaciones: el traslado, la custodia y la puntualidad. Lo que representa tres capítulos de responsabilidad. 2014-10-02 13:24:[email protected] 456 El contrato de skipass europeo La estación, como el porteador, responde por18: • no llevar al pasajero al lugar o lugares de destino; • los daños causados a la persona del pasajero (muerte o lesiones personales) durante la prestación del transporte; • el retraso, no hacerlo en el tiempo convenido. Sin embargo, no faltan argumentos en contra a esa posición doctrinal favorable al transporte, por dos motivos principales: junto al transporte hay otras prestaciones esenciales en el contrato de skipass. En efecto, además de la obligación de transporte (lo que implica la existencia y el correcto funcionamiento de las instalaciones), la estación se obliga a que las pistas estén en condiciones de: • practicar el esquí (nieve suficiente, sistema de nieve artificial, acondicionamiento de las pistas, balizamiento, señalización, etc.)19; • esquiar con seguridad (además del acondicionamiento de las pistas y la señalización, la dotación de medios personales y materiales para asistir a los heridos y darles los primeros auxilios); • ofrecer diversión o esparcimiento (instalaciones y servicios de hostelería y áreas de descanso en las pistas), pues el esquí no es únicamente una actividad deportiva (agónica) sino lúdica o de esparcimiento; y • permitir la llegada y acceso cómodo a la estación (parking, áreas de descanso, etc.). No se nos oculta que semejante concepción amplia del contrato puede plantear no pocos problemas para la economía del contrato. Se trata de saber, en efecto, qué costes cubre el precio o forfait. Una contabilidad analítica de costes puede explicar hasta qué punto el contrato se limita al simple desplazamiento, o también incluye la preparación y seguridad de las pistas, el suministro de áreas de esparcimiento y, en fin, la logística del transporte, es decir, áreas de aparcamiento. Sin embargo, al margen de la lógica económica, parece desde todo punto de vista conveniente una precisión, bien por vía contractual o por vía legal, del contenido mínimo del contrato. Razón, esta última, que justifica con mayor razón la necesidad de una regulación europea y uniforme. b) Todo lo anterior ha llevado a concebir el contrato de skipass como un contrato de prestación de servicios, y más concretamente de suministro20. La nota del tracto sucesivo (duración y periodicidad), donde la prestación de la estación no se agota en un momento, o con un acto aislado, 2014-10-02 13:24:[email protected] 457 Ignacio Arroyo sino que exige una serie de prestaciones continuas y que se prolongan en el tiempo —día, días, semana, semanas, mes o meses, o toda la temporada invernal—, es característica típica del suministro. Duración y periodicidad, son las notas esenciales del contrato de suministro21. Por otra parte, a ello hay que añadir, la consideración ya realizada, según la cual los servicios no se limitan a la práctica del esquí en sentido estricto o deportivo, sino que incluye —como se ha dicho— los demás servicios propios de una actividad lúdica o de esparcimiento (las típicas del servicio hotelero y de descanso, bar, cafetería, restaurante, servicios sanitarios, e incluso zonas de aparcamiento, etc.). Se ha discutido la naturaleza de este contrato, si se trata de una compraventa o de un arrendamiento de servicios, y a su vez, en este último caso, si puede ser considerado un arrendamiento de obra por empresa. Discusión importante por la falta de regulación positiva pues las lagunas deberán suplirse acudiendo a la figura contractual más acorde con su naturaleza jurídica22. La doctrina se inclina mayoritariamente a favor del arrendamiento de servicios, abandonando la tesis de la compraventa. En definitiva, el contrato de skipass responde a una naturaleza mixta de transporte y suministro de servicios, donde las obligaciones de la estación deben integrar elementos esenciales de ambos tipos contractuales. En consecuencia, las disposiciones legales sobre transporte y suministro son aplicables, en defecto de las cláusulas contractuales23. 7. Contenido El contenido del contrato se refiere a los derechos y obligaciones de las partes. Por tratarse de un contrato bilateral, oneroso y sinalagmático, los derechos y obligaciones de cada parte son recíprocos. Así, los derechos del esquiador se corresponden con las obligaciones de la estación. Correlativamente: el derecho esencial de la estación a percibir el precio se corresponde con la obligación principal del esquiador de abonar la cantidad estipulada en el contrato. El esquiador, en contrapartida al pago del forfait, tiene derecho a utilizar las pistas en el tiempo y demás condiciones estipuladas en el contrato. Concretamente ese derecho se desdobla en cuatro prestaciones específicas: • el derecho a ser transportado o a utilizar los mecanismos de remonte24; 2014-10-02 13:24:[email protected] 458 El contrato de skipass europeo • el derecho a descender por pistas esquiables (presencia de nieve, preparación de la nieve, instalación de sistemas de producción de nieve artificial, trazado, etc.); • el derecho a esquiar con seguridad (balizamiento, señalización, información sobre el estado de las pistas, disponibilidad de medios materiales y humanos en caso de peligro para prestar asistencia sanitaria y auxilio inmediato, etc.); y • el derecho de acceso a establecimientos de esparcimiento situados en las propias pistas. Como se acaba de indicar, la economía del contrato puede poner en tela de juicio que el precio satisfecho por el esquiador no cubre la totalidad de las prestaciones anteriores. A falta de pacto contractual y de regulación positiva, el juez deberá determinar en cada caso cuales son las prestaciones esenciales y características del contrato. En todo caso, y a nuestro entender, quedan fuera de discusión las tres primeras (transporte, preparación de pistas y seguridad), y serían discutibles las referidas a la presencia y mantenimiento de áreas de esparcimiento así como las zonas de accesibilidad y aparcamiento. Especial atención merecen las condiciones de tiempo y lugar. El tiempo es el previsto en el contrato, que lo fija unilateralmente la estación, aunque ofrece diversas opciones y lo acepta el esquiador. Me refiero tanto al horario como al calendario, es decir, los días de apertura. Las modalidades son varias, dependen de la estación aunque las disposiciones administrativas pueden exigir el cumplimiento de unos horarios mínimos. Con relación al espacio geográfico, también se especifica en el contrato. Normalmente la tarjeta describe el área o zonas esquiables, y también se anuncia públicamente en carteles situados en lugares visibles, tanto a la entrada como en puntos estratégicos repartidos por la propia estación. Modernamente, cada vez es más frecuente la ampliación de los espacios en virtud de acuerdos de colaboración entre varias estaciones cercanas, mejorando notablemente la oferta y la calidad del servicio. La zona esquiable es objeto de descripción en el propio contrato25. El esquiador debe prever los horarios de cierre para no verse sorprendido con alejamientos excesivos que puedan poner en peligro su regreso al punto de partida. Naturalmente, las estaciones vinculadas no están, en principio, obligadas a poner medios de transporte externos a la propia área esquiable para facilitar el retorno del esquiador a su lugar de residencia. 2014-10-02 13:24:[email protected] 459 Ignacio Arroyo 8. Sigue. Especial referencia al seguro En relación al seguro hay que distinguir el referido al esquiador y el de la estación. El primero es voluntario y el segundo suele ser obligatorio. El contrato de forfait no puede imponer, ni impone, al esquiador la obligación de asegurarse contra daños, propios o ajenos, derivados de la práctica de esquí. Por tanto, para el esquiador no existe un seguro obligatorio, aunque pensamos que sería deseable. Al no estar obligado legalmente, la imposición en virtud del propio contrato sería nula en base al derecho a la libre competencia (doctrina de los contratos vinculados). Sin embargo, las estaciones de esquí tienen la obligación de contratar un seguro de responsabilidad civil frente a esquiadores y terceros. Se trata de una obligación legal, impuesta por la administración pública26. 9. La tarjeta como título valor impropio Hemos dicho que la tarjeta que recibe el esquiador en el momento de celebrar el contrato presenta un doble aspecto: es documento probatorio del contrato y es además un título valor. Como documento despliega la eficacia probatoria del contrato, aunque sólo contiene las prestaciones principales: por un lado, el precio, y por otro, el área esquiable y el tiempo de duración. Mayor interés tiene la consideración de la tarjeta como título de crédito. Es decir, se trata de saber si es, en efecto, un documento que participa de las características de los títulos valores: literalidad, autonomía, legitimación y circulación. Lo que plantea el problema de la relación entre el contrato o relación sustantiva o fundamental (rapporto sottostante) y la relación cartácea o documental (rapporto cartaceo). a) Literalidad significa que la extensión de los derechos y obligaciones de las partes son las descritas en el documento. La respuesta es afirmativa, añadiendo que es un documento incompleto porque no los contiene en su totalidad27. Habrá que recurrir a las condiciones generales de la estación, remisión que se produce en virtud de la cláusula de incorporación inserta o implícita en la propia tarjeta. b) Autonomía significa que los derechos y obligaciones son los contenidos en el propio documento; es decir, las acciones y excepciones para proteger los derechos y obligaciones de las partes son independientes del contrato y tienen vida propia en virtud de la emisión del documento. Se trata 2014-10-02 13:24:[email protected] 460 El contrato de skipass europeo de una característica discutible pues, al margen de la progresiva desaparición de la tesis de la abstracción a favor de la causalidad, tanto la estación como el esquiador puede alegar en su defensa todas las acciones o excepciones derivadas del contrato, aunque no estén recogidas en el documento. c) Legitimación quiere decir la titularidad se demuestra con la simple posesión del documento, si es un título al portador. La respuesta no es unívoca y depende de la modalidad contratada. Si es diaria sí. En los demás casos no, pues la tarjeta es nominativa, aunque la identificación es mediante la fotografía del contratante y no suele figurar su nombre, ni dirección, ni número de identificación. Además, es práctica común incluir la cláusula de «personal e intransmisible». d) Circulación. Se trata de la nota esencial del título valor: nace y se justifica por y para ser esencialmente transmisible. La mayor transmisibilidad la ofrecen los títulos al portador; pues circulan y transmiten con la simple entrega de la posesión. Sin embargo, normalmente como se dijo las tarjetas incluyen expresamente la mención de no transmisible, ni endosable, ni objeto de cesión. Es más, el incumplimiento lleva aparejada la resolución del contrato por incumplimiento grave, por lo que se trata de una condición esencial. La cuestión puede ser discutible si, por ejemplo, sucede que una tarjeta anual se cede a un tercero a principio de temporada, o en caso extremo, el primer día de la temporada. Que ese incumplimiento signifique la pérdida del derecho a usar las pistas durante toda la temporada parece excesivo y los tribunales declararían el derecho de la estación a una simple indemnización de daños y perjuicios (pago del precio de un día de utilización). En definitiva, no parece que pueda defender la naturaleza de título valor, sino el de la categoría de los llamados títulos impropios o documentos de legitimación28. IV. Conclusiones Primera.— Es la figura jurídica más importante del derecho del esquí pues todo esquiador, si quiere tener acceso a una estación de esquí, debe celebrar un contrato de esta naturaleza. Por consiguiente, son varios millones los contratos que se celebran anualmente. Segunda.— Paradójicamente, su importancia contrasta con la escasa, por no decir, nula atención que le ha prestado tanto el legislador como la doctrina. Carece de regulación positiva y no existe ninguna monografía sobre el tema. 2014-10-02 13:24:[email protected] 461 Ignacio Arroyo Tercera.— El contrato de skipass al carecer de regulación positiva está sometido al principio de la autonomía de la voluntad. Excepcionalmente, se aplican las normas imperativas de la legislación sobre condiciones generales de la contratación, por ser un contrato tipo y celebrado en masa. Cuarta.— La naturaleza jurídica es de contrato mixto, preferentemente contrato de suministro de servicios, con algunos elementos del contrato de transporte. Pero no puede ser calificado de transporte, ni de compraventa, ni de arrendamiento de obra por empresa (appalto). Quinta.— La tarjeta es un título valor impropio o documento de legitimación. Sexta.— No hay razones técnicas que impidan una regulación europea uniforme. Notas 1 Versión española de la ponencia «Il contratto di skipass europeo», presentada en el III Forum Giuridico della Neve. Bormio – Valtellina (Italia), 23 al 25 de noviembre de 2007. Dai Diritti della neve al diritto della neve. Auditorium Ski College G.B. Leibniz www.bormioforumneve.eu. 2 En España no está regulado, y en Italia la ley 363/2003, de 24 de diciembre, no define ni disciplina el contrato. Sin embargo, contiene algunas referencias puntuales en los arts. 2º (definición de áreas esquiables), 3º (obligación de los gestores de la estación) y 4º (responsabilidad de la estación). 3 Cfr. En Italia DI SABATO, Daniela: Il contratto di skipass, in I contratti di somministrazione di servizi, al cuidado de Roberto Bocchini, prólogo de Pietro Resigno, G. Giappichelli Editore – Torino, 2006, pp. 812 a 827, 4 Es un principio elemental, aceptado pacíficamente, que la diversidad normativa y jurisdiccional son un escollo tanto para la seguridad jurídica como para el desarrollo del comercio internacional, que es una de los elementos del progreso económico. La UE es un buen ejemplo de esta afirmación. 5 La primera tarea consiste en unificar la denominación y que, a mi juicio, respetando la práctica más extendida, debería resolverse a favor de la expresión skipas, unificando incluso la ortografía de la palabra en el sentido indicado. El español debería aceptar la supresión de la «e» inicial, el inglés la doble «s» final. 6 El tema tiene su importancia porque la especialidad de la práctica del esquí permite, precisamente, que los menores sean habituales usuarios del servicio, e incluso personas con discapacidades físicas importantes, algunas con problemas que afectan a la prestación del libre consentimiento. Es evidente que el menor no acompañado, salvo el emancipado, no puede emitir un consentimiento válido y eficaz, y en caso de hacerlo el contrato produce los efectos conocidos de la voluntad declarada por persona incapaz. 7 A este respecto conviene recordar que las modalidades contractuales son varias y normalmente el contrato se celebra a pie de pistas, en la taquilla donde se expide el forfait (como en el cine), pero no hay inconveniente, y cada vez es más frecuente, celebrarlo fuera del establecimiento, bien en las oficinas de la sede social, bien por fax o internet, lo que sucede en la contratación de colectivos o grupos, o bien por la agencia de viajes que organiza un plan más completo de vacaciones. Lo mismo sucede cuando el contrato es por temporada o por un tiempo superior al día o a la semana de esquí. 2014-10-02 13:24:[email protected] 462 El contrato de skipass europeo 8 La creciente competitividad entre los empresarios del mundo de la nieve explica el fenómeno reciente de ampliación de las áreas esquiables, gracias a la unión o acuerdos de colaboración entre varias zonas esquiables e independientes. El fenómeno abarca no solo estaciones situadas en el mismo municipio, sino que puede afectar a municipios, provincias, regiones e incluso países diversos, agravando los problemas derivados de la falta de uniformidad legal. 9 Condición resolutoria tácita ex art. 1.124 del Código civil español 10 Vid. en ARROYO, Ignacio: La responsabilidad por accidentes de esquí, en «Revista General de Legislación y Jurisprudencia» (Editorial Reus), 2006, n. 4, octubre-diciembre, pp. 527 a 559. Entre otras sentencias SAP Granada 16/02/1999, SAP Cantabria 19/01/2000; SAP Lérida 26/03/, SAP Granada 10/05/2003 y SAP Salamanca 25/04/2005. 11 Un problema no infrecuente es la responsabilidad o derechos del esquiador cuando la estación no pone en funcionamiento la totalidad de los remontes, bien por falta de nieve o porque el número reducido de esquiadores no satisface la rentabilidad económica. Naturalmente las consecuencias jurídicas deben ser distintas pues en un caso la causa no es imputable a la culpa de la estación y en la segunda sí. Por tanto, al margen de un esquema de responsabilidad objetiva, o impuesta legalmente (derivada de la obligación de mantener las pistas abiertas y en «buen estado») que no es el caso, la reducción voluntaria de las áreas esquiables por culpa y en provecho de la estación supone, a nuestro juicio, un incumplimiento del contrato, y debe dar derecho al esquiador a una indemnización de daños. La intensidad del cierre —según factores de espacio y tiempo— modula el grado de incumplimientos. Correlativamente, El derecho del esquiador en esos supuestos será bien una reducción proporcional del precio o bien la resolución con devolución íntegra del precio y eventualmente indemnización de daños y perjuicios (gastos de desplazamiento, pérdida de vacaciones, etc.). 12 cfr. Ley 7/1998, 13 de abril, sobre Condiciones Generales de la Contratación (BOE nº 89, de 14 de abril), que incorpora la Directiva 93/13/CEE , del Consejo, de 5 de abril de 1993, sobre cláusulas abusivas en los contratos celebrados con consumidores. 13 Ley 26/1984, de 19 de julio, General para la Defensa de los Consumidores y usuarios, modificada por la Disp. Ad. 1ª.– de la Ley de Condiciones Generales de la Contratación, supra cit. nota 5. 14 Por ejemplo, la exoneración total o por actos imputables a la culpa o negligencia de la estación o por el incumplimiento de deberes implícitos al contrato. 15 No han faltado voces que, considerando la diversidad de niveles o competencia entre los esquiadores y la circunstancia de ser común el espacio para cualquier nivel de esquí, proponen una prueba de capacidad, acompañada del carnet correspondiente. Se trataría, en otras palabras, de acotar más las pistas en función de la capacidad del esquiador (inferior, medio y alto), de forma obligatoria. La posesión del carnet correspondiente permitiría el acceso únicamente al nivel correspondiente. Actualmente la señalización ya especifica el grado o nivel de dificultad de la pista (verde, roja y negra) pero el acceso es libre y la decisión queda en manos del propio esquiador. 16 cfr. En doctrina la descripción del fenómeno en PRADI, M.: Sci alpino, voz del Dig. Disc. Priv. (sezione civile), volumen XVIII, Torino, 1998, pp. 163 y ss. En Italia reciben la denominación de comprensorio sciistico. 17 La cuestión no es baladí pues en ocasiones las estaciones vinculadas (comprensorio) pertenecen a municipios, regiones y hasta países diversos, con los problemas de posible diversidad normativa y jurisdiccional. Lo que subraya la conveniencia de la uniformidad normativa. 18 Sobre el importante tema de la responsabilidad ya nos hemos ocupado en otro lugar. Cfr. ARROYO, Ignacio: Spagna: Legislazione, giurisprudenza e bibliografia sul diritto della neve, en «I Forum Giuridico Europeo della Neve», Bormio-Valtellina (Italia), 2-4 diciembre, 2005; ID.: L’assicurazione contro gli incidenti di sci, «II Forum Giuridico della neve», Bormio, 2006; ID.: La responsabilidad por accidentes de esquí, en «Revista General de Legislación y Jurisprudencia» 2014-10-02 13:24:[email protected] 463 Ignacio Arroyo (Editorial Reus), 2006, n. 4, octubre-diciembre, pp. 527 a 559: Entre otras sentencias SAP Granada 16/02/1999, SAP Cantabria 19/01/2000; SAP Lérida 26/03/, SAP Granada 10/05/2003 y SAP Salamanca 25/04/2005; ID.: El seguro contra los accidentes de la práctica de esquí, II Forum Giuridico Europeo della Neve», Bormio-Valtellina (Italia), diciembre, 2006. 19 ) La definición de esquiar debe ser interpretada en sentido amplio porque la técnica comprende además de esquí alpino, snow board, big foot, easy carving, saltos, etc., que exigen una adaptación especial de las pistas y del servicio. 20 ALONSO SOTO, Ricardo: El contrato de suministro, en Uría y Menéndez (Coordinadores): Curso de Derecho Mercantil, vol. II, 2001, pp. 214 y ss. 21 Se define como el contrato en que una parte (suministrador) se obliga a realizar a favor de otra (suministrado) entregas, o prestaciones, sucesivas y periódicas de una determinada cosa, o servicio, a cambio de un precio. Cfr. SSTS 30 noviembre 1985, 24 febrero 1992 y 2 diciembre 1996, entre otras. El flujo de prestaciones es la nota que justifica su utilidad para ambos contratantes, para uno porque puede planificar y para otro porque tiene la garantía o continuidad del servicio. 22 El Código civil italiano regula el contrato de appalto. 23 cfr. En derecho español carece de regulación, salvo una referencia en la Ley de contratos del Estado. Se trata de un contrato de naturaleza mercantil, porque una de las partes el suministrador es un empresario (art. 326.1 Código de comercio, lo califica de mercantil). Sin embargo, existe abundante doctrina jurisprudencial, vid, SSTS en ALONSO SOTO, op. loco cit.; art. 1570 Codice civile italiano permite aplicar las disposiciones referidas a las prestaciones específicas de los servicios suministrados. 24 Se ha discutido si la colaboración del esquiador en la prestación del transporte altera el significado propio del transporte, perdiendo incluso esa condición. El esquiador no es un sujeto pasivo cuya inactividad es necesaria para que el transportista pueda cumplir su obligación. Al contrario, sin la colaboración activa del esquiador resulta imposible el cumplimiento del traslado, comportamiento que se prolonga durante todo el trayecto. Aunque esa circunstancia también se produce, aunque en menor escala, en el transporte de personas (por ejemplo, en barco donde el pasajero se mueve libremente dentro de la nave, con el consiguiente mayor riesgo), es lo cierto que en nuestro contrato de esquí el traslado es un elemento accesorio o suplementario de la verdadera finalidad (causa económico social del contrato) pues la verdadera voluntad contractual del esquiador es esquiar (desplazarse por las pistas) y no tanto utilizar los remontes mecánicos. Es más, si pudiera prescindiría de ellos. 25 Este tipo de acuerdo son cada más numerosos, por razones competitivas. Son muchos los ejemplos que pueden citarse en esta dirección: En España el mismo pase (forfait) sirve esquiar en las estaciones de la Molina y la Masella (Pirineo catalán). En Italia: Plan Corones Kronplatz gestionado por el consorcio Skirama; Cortina d’Ampezzo gestionado por el Consorcio Esercenti Impianti a Fune Cortina, San Vito di Cadore, Auronzo, Misurina y Dolomiti Super Ski. Dejamos de lado el problema de la naturaleza jurídica de este tipo de acuerdos, que deben ser analizado a la luz del derecho de la libre competencia. ¿Son pactos restrictivos y, por tanto, prohibidos por el derecho europeo de la competencia, ex art. 85 Tratado UE?). 26 Cfr. Art. 4º Ley italiana n. 363/2003. 27 También la acción es un título valor incompleto porque hay que recurrir a los estatutos sociales para conocer el verdadero y completo alcance de todos los derechos del accionista. 28 Cfr. ARROYO, Ignacio: Reflexiones en torno a los denominados títulos de crédito impropios y documentos de legitimación, en «Revista de Derecho Mercantil», 1993, pp. 1189 y ss. 2014-10-02 13:24:[email protected] 464 SUPUESTOS EN LOS QUE SE PUEDE ACUDIR AL ARBITRAJE1 ANA MONTESINOS GARCÍA Doctora en Derecho Procesal, Universidad de Valencia. Investigadora Juan de la Cierva, Universidad Jaume I de Castellón Abstract: Cases where arbitration is possible: the research of those subjects that can be a matter of arbitration and other subjetcs that, on the contrary, cannot be a matter of this kind of Alternative Dispute Resolution, has become one of the most difficult and controversial issues to specify due to the high complexity to set them in practice. The new law of arbitration 60/2003, among its many contributions to the Arbitration process, has regulated the subjetcs that can be a matter of arbitration in just one article: section 2, which states that arbitration should be only applied to matters of that are lawfully of the partie’s free disposal. The current study is aimed to give an answer to this complex issue. Sumario: 1. Breves notas introductorias. 2. Regulación en la actual Ley Arbitral. A) Supresión de un listado de materias no arbitrables. B) La libre disposición de las partes. 3. Materias expresamente excluidas en la Ley Arbitral de 1988. 4. Arbitrajes sectoriales. A) Diferentes arbitrajes especializados. B) Especial referencia a las materias arbitrables en sede administrativa. 5. La anulación del laudo por inarbitrabilidad de la controversia. 6. Regla específica para el arbitraje internacional. 1. Breves notas introductorias La determinación de aquellas materias o cuestiones que pueden ser objeto de arbitraje y aquellas otras que, por el contrario, no pueden someterse a dicho medio de resolución de conflictos alternativo a la Justicia, se ha convertido en uno de los temas más espinosos y difíciles de concretar por la enorme complejidad que su determinación conlleva en la práctica y, por tanto, una de las cuestiones que mayor atención doctrinal y jurisprudencial ha suscitado2. Es innegable además, que se trata de una cuestión sumamente importante que puede acarrear consecuencias muy notorias en el proceso arbitral, pues el laudo que se ha pronunciado sobre una materia no arbitrable tendrá que procederse a su anulación, tal y como veremos más detenidamente en líneas posteriores. 2014-10-02 13:24:[email protected] 465 Ana Montesinos García La determinación de las materias que pueden someterse a arbitraje ha ido sufriendo una clara evolución en las diferentes leyes arbitrales que hemos conocido en nuestro país. La ley primera de ellas, la Ley de Arbitraje Privado de 22 de diciembre de 1953, concretamente su artículo 14, predicaba que exclusivamente podían ser susceptibles de arbitraje las materias de Derecho privado sobre las que las partes pudieran disponer libremente3. Más tarde, la Ley de Arbitraje 36/1988, de 5 de diciembre, dando un paso adelante y dejando de lado la concepción privatista de su precedente, dispuso en su artículo primero, que son arbitrables las materias de libre disposición de las partes conforme a Derecho4, describiendo a continuación su artículo segundo, una relación de aquellas cuestiones que debían excluirse del arbitraje y que a continuación estudiaremos detenidamente. En la actualidad, la Ley Arbitral 60/2003, de 23 de diciembre, dedica un único artículo a la arbitrabilidad, el artículo 2 LA, en donde se afirma que el arbitraje debe recaer únicamente sobre materias de libre disposición de las partes conforme a Derecho, estableciendo el principio de presunción relativa de disponibilidad arbitral; este precepto coincide sustancialmente con el artículo 1 de la ley arbitral de 1988, pero la nueva ley ha evitado la enunciación negativa de aquellas materias que no pueden ser objeto de arbitraje, huyendo de la técnica legislativa adoptada por su predecesora. Se circunscribe así la nueva ley en la tendencia internacional de ensanchar al máximo las materias arbitrables5. Recordamos aquí, que la nueva ley arbitral española se encuentra fuertemente inspirada en la Ley Modelo sobre Arbitraje Comercial Internacional de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional de 21 de junio de 1985 (en adelante, Ley Modelo), cuya tendencia y vocación universal persiste en la amplitud de la institución arbitral. En dicha sintonía, proclaman CHILLÓN MEDINA y MERINO MERCHÁN, que se ha producido un ensanchamiento de la arbitrabilidad de las controversias al ampliarse las materias que pueden ser objeto de arbitraje en línea con la Ley Modelo, los tratados internacionales y las legislaciones internas del Reino Unido, Holanda, y Estados Unidos; la nueva ley se afilia a la tendencia de máxima amplitud o liberalidad en cuanto a la disponibilidad objetiva de las materias susceptibles de arbitraje6. 2. Regulación en la actual Ley Arbitral Como hemos mencionado previamente, es el artículo segundo de la nueva ley arbitral quien determina las materias que pueden ser arbitrables, 2014-10-02 13:24:[email protected] 466 Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje ligando o asociando estas últimas a aquellas que son de libre disposición por las partes conforme a Derecho7. A) Supresión de un listado de materias no arbitrables Debemos mencionar en este momento, que durante el debate parlamentario de la ley arbitral se rechazaron las enmiendas formuladas por diferentes grupos parlamentarios que, en aras a respetar el principio de seguridad jurídica, pretendían reiterar el texto de los artículos 1 y 2 de la ley arbitral de 1988, de tal modo que la actual ley arbitral comportara una enumeración de las materias no susceptibles de arbitraje; fueron tales dichas enmiendas que podemos incluso afirmar que este precepto, es decir, el artículo 2 LA ha sido uno de los que más propuestas de enmienda ha suscitado, entre otras cabe destacar las siguientes: la enmienda num. 1 del Grupo EAJ-PNV, num. 16 del Grupo Federal de izquierda Unida, num. 29 del Grupo Parlamentario Senadores Nacionalistas Vascos, num. 43 del Grupo Mixto, num. 64 del Grupo Catalán, num. 56 del Grupo Parlamentario Socialista, etc. Por reputarlo innecesario, se ha eliminado pues el elenco de cuestiones que podían quedar excluidas de arbitraje, y que se encontraba expresamente previsto en la ley arbitral de 1988 (art. 2); por lo que hoy en día la ley arbitral se limita a establecer que la arbitrabilidad de las controversia deben coincidir con la disponibilidad de su objeto por las partes del conflicto. La cuestión, por tanto, deberá centrarse en determinar qué pretensiones pueden considerarse de libre disposición por las partes conforme a Derecho, y por ende, planteables en sede arbitral y cuales no. Al respecto, MANTILLA SERRANO, afirma que la ausencia de este listado de materias arbitrables responde a una voluntad de favorecer la sumisión a arbitraje del máximo posible de asuntos y no debe tomarse como una invitación a imaginar o crear cortapisas o restricciones en ausencia de texto legal que expresamente proscriba al arbitraje para ciertas cuestiones o ciertos derechos normalmente disponibles8. Consideramos que resulta plausible la parquedad de este precepto regulador de las materias arbitrables; sobre todo si tenemos en cuenta el número de dudas e interrogantes que se plantearon bajo la vigencia de la ley arbitral de 1988 en la materia que nos ocupa. En esta línea, la Exposición de Motivos de la actual Ley Arbitral señala las razones de tal comportamiento de nuestro legislador: «El artículo 2 regula las materias objeto de arbitraje sobre la base del criterio de la libre disposición, como hacía la Ley 36/1988. Sin embargo, 2014-10-02 13:24:[email protected] 467 Ana Montesinos García se reputa innecesario que esta Ley contenga ningún elenco, siquiera ejemplificativo, de materias que no son de libre disposición. Basta con establecer que la arbitrabilidad de una controversia coincide con la disponibilidad de su objeto para las partes. En principio, son cuestiones arbitrables las cuestiones disponibles. Es concebible que por razones de política jurídica haya o pueda haber cuestiones que sean disponibles para las partes y respecto de las que se quiera excluir o limitar su carácter arbitrable. Pero ello excede del ámbito de una regulación general del arbitraje y puede ser objeto, en su caso, de disposiciones específicas en otros textos legales». B) La libre disposición de las partes Serán, por tanto, objeto de arbitraje todas aquellas materias sobre las cuales las partes posean libre disposición conforme a Derecho. El problema radica en que no existe una norma general sobre la disponibilidad de las controversias y, el intérprete no puede confeccionar una lista de todas aquellas materias que deben ser excluidas y aquellas que, por el contrario, puedan incluirse, porque ello le obligaría, tal y como ha señalado MONTERO AROCA, a repasar todo el Derecho privado examinando una a una la totalidad de materias imaginables, lo cual evidentemente es imposible9. Prevalece así, el criterio de la generalidad de la norma; criterio que remite en consecuencia, a la práctica arbitral y a la jurisprudencia, la determinación casuística de las cuestiones que son o no arbitrables10. Es innegable que resultaría muy extensa y ardua la tarea de predicar con exactitud las materias que pueden o no someterse a arbitraje; además, no consideramos que sea correcto emitir afirmaciones tajantes, sino que somos partidarios de estar al caso concreto y estudiar la materia o relación jurídica núcleo de la controversia en cuestión11. Podemos, sin embargo, plantear algunas líneas generales; para ello, hacemos nuestras, con ciertas matizaciones, las conclusiones a las que ha llegado MONTERO AROCA: El objeto del arbitraje es siempre una pretensión por medio de la cual se pide un bien o consecuencia jurídica. La arbitrabilidad debe atender a si esa consecuencia jurídica puede ser lograda por los particulares sin necesidad de acudir a un órgano jurisdiccional y a un proceso, es decir, a través de acuerdos, pactos con la parte contraria, etc. o si por el contrario, la consecuencia queda excluida de la voluntad de las partes, quienes únicamente podrán alcanzarla por medio de una actuación judicial en la que se dicte una sentencia. En definitiva, «cuando la consecuencia sólo puede hacerse efectiva por medio de sentencia estaremos ante materia de no libre disposición»12. 2014-10-02 13:24:[email protected] 468 Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje Con base en estas precisiones, no podemos admitir un arbitraje en los supuestos en los que la consecuencia jurídica sólo se puede obtener por medio de una sentencia judicial, a sensu contrario, cuando las partes puedan conseguir dicha consecuencia directamente por ellos mismos, nada les impedirá que traten de resolver el litigio por medio de arbitraje; por tanto, podemos someter a arbitraje aquellas cuestiones que no requieran necesariamente de un pronunciamiento judicial. En esta línea, MONTERO AROCA afirma que el artículo 2.1 LA podría haber dicho —y ello hubiera ahorrado numerosas dudas e interrogantes que se han ido planteado en la materia objeto del presente estudio— lo siguiente: «No son susceptibles de arbitraje las consecuencias jurídicas previstas en las leyes que pueden ser aplicadas en los casos concretos únicamente por medio de sentencia», o en sentido afirmativo, «pueden ser objeto de arbitraje las consecuencias jurídicas previstas en las leyes que pueden ser aplicadas por los titulares de las relaciones jurídicas»13. Consideramos conveniente plasmar aquí la Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona de 16 de marzo de 2005, quien expresamente declara lo que a continuación se expone: «La concurrencia de normas imperativas en la controversia, lejos que excluir el arbitraje lo que impide es que la controversia sea resuelta por los jueces o, en su caso, por los árbitros al margen de dichas normas o contrariándolas. Y así, mientras quepa el desistimiento, la renuncia o la transacción dentro del proceso —cuyo límite viene marcado no sólo por el art. 1814 CC sino también por el interés u orden público y el perjuicio para tercero (art. 6.2 CC)—, cabe imaginar una disposición anticipada para que esta controversia se dirima por medio de arbitraje»14. Si seguimos estas premisas y acudimos a las leyes de nuestro ordenamiento, éstas podrán otorgarnos ciertas pautas al respecto, pues directa o indirectamente, señalan cuándo es ineludible acudir a un proceso judicial15. Con base en ello, en primer lugar debemos tener claro que todo el ius puniendi del Estado está excluido de la disponibilidad de los particulares. En este sentido, el artículo 3 de nuestro Código Penal prevé expresamente: «No podrá ejecutarse pena ni medida de seguridad sino en virtud de sentencia firme dictada por el Juez o tribunal competente, de acuerdo con las leyes procesales». Lo que conlleva que quede fuera de toda duda que las materias penales no son de libre disposición, por lo que nunca podrá someterse a arbitraje una infracción penal. Pues, aunque nuestra norma procesal penal admita bajo limitadas circunstancias la institución de la con2014-10-02 13:24:[email protected] 469 Ana Montesinos García formidad, ello se realiza, en todo caso, dentro del ámbito judicial penal y en modo alguno dentro del particular o privado que es el que, a la postre, corresponde a los árbitros. Sin embargo, no existe razón alguna para oponerse o impedir que la denominada acción civil derivada del delito sea arbitrable; en este sentido el artículo 1.813 de nuestro Código Civil permite la transacción sobre la misma, pues dicha acción civil se rige por principios distintos a los de la acción penal a la que se acumula, pudiendo reservarse o incluso renunciarse16. Expresamente este artículo proclama lo siguiente: «Se puede transigir sobre la acción civil proveniente de un delito; pero no por eso se extinguirá la acción pública para la imposición de la pena legal»17. En segundo lugar y en lo que a materias civiles y mercantiles se refiere, éstas en principio, sí son arbitrables excepto las relativas al estado civil de las personas, tales como la capacidad, filiación18, matrimonio —excepto en lo que se refiere al régimen económico matrimonial19— y menores, que vienen reguladas en los artículos 748 y siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Civil. Deben, por tanto, excluirse del arbitraje todas aquellas cuestiones respecto de las cuales las partes carecen de facultades dispositivas por afectar plenamente a su estatuto personal, «algo tan importante como el status de una persona, afectante al interés social y orden público, no está entregado por ello a ningún interés particular o partidista» (STS de 3 de diciembre de 1988)20. Con base en ello, el artículo 1814 del Código Civil determina que no se puede transigir sobre el estado civil de las personas, ni sobre cuestiones matrimoniales, ni sobre alimentos futuros. En este mismo sentido, el artículo 751 de la Ley de Enjuiciamiento Civil determina la indisponibilidad del objeto del proceso, al indicar que no surtirá efecto la renuncia, allanamiento ni la transacción, en relación con aquellos procesos referidos en el Título Primero del Libro IV LEC, es decir, tal y como acabamos remencionar: la capacidad, filiación, matrimonio y menores, exceptuando aquellas pretensiones accesorias que se formulen en tales procesos cuyo objeto sean materias sobre las que las partes puedan disponer libremente con base a la legislación civil aplicable. Además, también debemos tener en cuenta el artículo 19 de este mismo cuerpo legal, es decir de la Ley de Enjuiciamiento Civil, quien proclama expresamente y con carácter general la posibilidad de la que gozan ambos litigantes de someter a decisión arbitral el objeto de la controversia «excepto cuando una Ley lo prohíba o establezca limitaciones por razo2014-10-02 13:24:[email protected] 470 Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje nes de interés general o en beneficio de tercero». Establece, por tanto, una excepción a la regla general de la disponibilidad fundada en el interés general o en beneficio de tercero21. En todo caso, queda fuera de duda que son civilmente indisponibles las materias no susceptibles de ser objeto de contrato conforme al artículo 1271 del nuestro Código Civil, es decir, aquellas que estén fuera del comercio de los hombres y los servicios contrarios a las leyes o a las buenas costumbres22. Sirva de ejemplo clarificador la lista no exhaustiva realizada por CHILLÓN MEDINA y MERINO MERCHÁN, en donde se señala que no serán susceptibles de arbitraje las siguientes cuestiones: situación jurídica de la persona, nacionalidad, adopción, incapacidad e interdicción, domicilio y vecindad civil, cuestiones relativas a la representación y defensa del ausente, patria potestad, paternidad, filiación y alimentos, cuestiones que rigen el matrimonio, tutela, emancipación y cuestiones relativas a derechos políticos, honoríficos, exenciones y privilegios23. A pesar de ello, debemos ser cautos y no tenemos que considerar tales exclusiones en términos absolutos, ya que al fundamentarse su indispoinibilidad en la naturaleza extrapatrimonial de estas materias no existe inconveniente alguno a la hora de aceptar el arbitraje en aquellos supuestos en los que la controversia verse sobre aspectos puramente patrimoniales, como puede ser el caso de numerosas cuestiones matrimoniales pero no lo será de manera tan evidente cuando la patrimonialidad afecte directamente a obligaciones inherentes al vínculo matrimonial24. No debemos olvidar la indisponibilidad tanto civil como procesal de los derechos de la personalidad. Así lo declara expresamente el artículo 1.3 de la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, sobre protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y a la propia imagen25. En esta línea, la disposición transitoria de la Ley 62/1978, de 26 de diciembre, sobre Protección Jurisdiccional de los Derechos Fundamentales de la persona, proclama que es a la jurisdicción ordinaria a quien corresponde el conocimiento de los procedimientos sobre los Derechos Fundamentales, debiendo inhibirse inmediatamente a favor de tal jurisdicción cualquier autoridad que esté conociendo de un procedimiento que verse sobre tal materia. En sentido similar se pronuncia nuestra Ley de Enjuiciamiento Civil en su artículo 249 LEC. El criterio de la disponibilidad como equivalente a la arbitrabilidad no sólo se emplea en nuestro país sino que es, asimismo, utilizado en varios 2014-10-02 13:24:[email protected] 471 Ana Montesinos García países de nuestro entorno como sucede en Francia (artículo 2059 Code Civil). A diferencia del criterio patrimonial, en cuya virtud son arbitrables únicamente las materias de naturaleza patrimonial y que se contempla en otros ordenamientos jurídicos tales como Suiza (artículo 177 Ley Suiza de Derecho Internacional Privado) y Alemania (parágrafo 1030 ZPO)26. 3. Materias expresamente excluidas en la Ley Arbitral de 1988 No vamos a entrar en un análisis pormenorizado de todas aquellas materias que resultan arbitrables y cuáles no —ya hemos mencionado que dicho esfuerzo carecería de sentido—, sin embargo, en aras a proceder a su estudio, sí podemos hacer referencia a aquellas cuestiones que fueron expresamente excluidas en la ley arbitral precedente y con base en ello, lo trasladaremos a la legislación actual y sacaremos nuestras propias conclusiones. Concretamente, el artículo 2 de la ley de arbitraje de 1988, proclamaba: «1. No podrán ser objeto de arbitraje: a) Las cuestiones sobre las que haya recaído resolución judicial firme y definitiva, salvo los aspectos derivados de su ejecución. b) Las materias inseparablemente unidas a otras sobre las que las partes no tengan poder de disposición. c) Las cuestiones en que, con arreglo a las Leyes, deba intervenir el Ministerio Fiscal en representación y defensa de quienes, por carecer de capacidad de obrar o de representación legal, no pueden actuar por sí mismos. 2. Quedan excluidos del ámbito de aplicación de la presente Ley los arbitrajes laborales». Vamos a comentar brevemente y en diferentes apartados cada una de las exclusiones previstas en la ley arbitral de 1988, informando al lector de antemano que hoy en día tampoco podrán tales materias ser objeto de arbitraje, aunque con ciertas matizaciones que iremos destacando, a pesar de que en la actualidad nada se diga expresamente en la ley arbitral. a) Las cuestiones sobre las que haya recaído resolución judicial firme y definitiva, salvo los aspectos derivados de su ejecución. El precedente inmediato de tal disposición lo hallamos en la Ley de Arbitraje Privado de 1953 en cuyo artículo 15.2 se declaraba que si la controversia no existía, bien por no haber nacido, bien por haber quedado extinguida mediante sentencia judicial u otro acto jurídico, el compromiso de arbitraje sería nulo. 2014-10-02 13:24:[email protected] 472 Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje Al respecto, podemos observar como la disponibilidad que se exige en el arbitraje debe ser tanto de orden sustantivo como adjetivo, es decir, debe tratarse de materias tanto con disponibilidad civil como con disponibilidad jurisdiccional27. Por tanto, no podrán someterse a arbitraje, obviamente, aquellas controversias que hayan sido resueltas previamente por el orden jurisdiccional mediante sentencias firmes. Evidente resulta este supuesto, pero no porque la materia no sea arbitrable, sino por razón del efecto excluyente de la cosa juzgada predicable de las resoluciones judiciales que descarta la posibilidad de una segunda decisión, ya sea ésta jurisdiccional o arbitral28. Tal evidencia, consideramos, hace innecesaria su plasmación en la ley, pues independientemente de su arbitrabilidad o no, el árbitro nunca podrá entrar a juzgar una decisión que previamente haya sido decidida por un juez mediante sentencia firme. Nos resulta difícil no mencionar en este momento la falta de diligencia de nuestro legislador a la hora de redactar el presente precepto, cometiendo el error de hablar de sentencia judicial firme y definitiva. Es sabido por todos, que en el orden procesal civil y en base a los artículos 207 LEC y 245.3 LOPJ (redactado este último tras la reforma de la LO 19/2003 de 23 de diciembre), se entiende por resolución definitiva la que pone fin a la primera instancia y contra la que se pueden interponer los recursos pertinentes, mientras que la resolución firme es aquella contra la que ya no cabe recurso alguno. Con lo cual, hubiera bastado con decir sentencia «firme», resultando la palabra «definitiva» innecesaria29. En todo caso, tal y como dispone expresamente el precepto que venimos comentando, aquellos aspectos derivados de su ejecución que sean disponibles por las partes, sí podrán ser objeto de arbitraje, siempre y cuando no exista ninguna norma que prohíba tal acción. Al respecto, debemos indicar que si bien todos sabemos que la ejecución de laudos en modo alguno corresponde a los árbitros, pues la facultad de ejecución cuya naturaleza es coercitiva corresponde únicamente a los órganos jurisdiccionales del Estado dotados de poder y fuerza coactiva; diferente es el supuesto en que algunos aspectos concretos de la ejecución de la sentencia puedan ser arbitrables, cuando éstos se refieran a cuestiones declarativas que puedan o deban intercalarse en la ejecución30. En este sentido, MONTERO AROCA ha afirmado que todo lo que en la ejecución suponga declaración es materia de posible sujeción al arbitraje; los casos más simples son los de liquidación de resarcimiento de daños y perjuicios31. 2014-10-02 13:24:[email protected] 473 Ana Montesinos García b) Las materias inseparablemente unidas a otras sobre las que las partes no tengan poder de disposición. Debemos recordar que ya la Ley de Arbitraje de Derecho Privado de 1953, concretamente en su artículo 14. 2, proclamaba en sentido similar: «en el caso de que una materia disponible aparezca indisolublemente unida a otra que no lo sea, no podrá comprometerse sobre ninguna de las dos». Sin embargo, la actual ley arbitral de 2003, a diferencia de sus dos predecesoras, nada dice al respecto32. Nos hallamos ante el posible supuesto en el que un sujeto insta ante el tribunal arbitral un asunto litigioso que en principio sí es arbitrable, sin embargo, los árbitros a la hora de dirimir la controversia deberán resolver previamente otra cuestión, materia, relación jurídica o derechos, íntimamente relacionados con el objeto principal del litigio; cuestión esta última que única y obligatoriamente podrá ser decidida por un órgano judicial, por no ser ésta arbitrable al carecer las partes litigantes del debido poder de disposición33. En estos casos en los que una materia es disponible pero se encuentra conexa a otra que no lo es, el todo deberá ser tratado judicialmente, no pudiendo someterse a arbitraje34. La inseparabilidad se fundamenta, tal y como ha señalado NIEVA FENOLL, en la íntima conexión existente entre las dos materias en litigio, de forma que entrar a resolver una supone, al menos parcialmente, fallar también sobre la otra35. Cuando nos encontremos ante tal situación podremos afirmar que se trata de «materias inseparablemente unidas». En todo caso, debemos ser conscientes de que se trata de una indisponibilidad de la materia por conexión que si bien en la actual ley de arbitraje, a diferencia de su predecesora, se omite cualquier referencia al respecto, en la actualidad continuará siendo plenamente aplicable tal premisa36. En esta línea se han pronunciado numerosas sentencias de nuestros tribunales, entre ellas, la Sentencia de la Audiencia Provincial de Navarra de 6 de mayo de 2004, en donde se desestimó el recurso de nulidad al someter a arbitraje materias inseparablemente unidas a otras sobre las que las partes no tenían poder de disposición37. c) Las cuestiones en que, con arreglo a las leyes, deba intervenir el Ministerio Fiscal en representación y defensa de quienes, por carecer de capacidad de obrar o de representación legal, no pueden actuar por sí mismos. Existen supuestos en nuestro ordenamiento jurídico en los que la ley legitima activamente al Ministerio Fiscal para ejercitar la pretensión corres2014-10-02 13:24:[email protected] 474 Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje pondiente; éstos vienen regulados en el artículo 749 .1 de la Ley de Enjuiciamiento Civil y son los siguientes: — Los procesos sobre incapacitación, — Los de nulidad matrimonial — Los de determinación e impugnación de la filiación Cuando ante alguno de estos supuestos nos encontremos, no podrá acudirse al arbitraje como medio de resolución de la controversia. En este mismo sentido, el artículo 3 de la Ley 50/1981, de 30 de diciembre, por la que se regula el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal, proclama que corresponde al Ministerio Fiscal: «Tomar parte, en defensa de la legalidad y del interés público o social, en los procesos relativos al estado civil y en los demás que establezca la ley» (núm. 69) e «Intervenir en los procesos civiles que determine la ley cuando esté comprometido el interés social o cuando puedan afectar a personas menores, incapaces o desvalidas en tanto se provee de los mecanismos ordinarios de representación» (núm. 7). En esta línea se pronuncia, entre otras, la sentencia de nuestro Tribunal Supremo de 9 de julio de 199238. Así pues, el Ministerio Fiscal intervendrá en el proceso cuando un incapaz o menor carezca de representación legal, pero cuando los interesados se hayan provisto de los mecanismos ordinarios de representación y consecuentemente, la intervención del Ministerio Fiscal no resulte necesaria, nada impide que el representante legal platee el arbitraje si la materia lo permite y se siga el cauce previsto al efecto, como sería, por ejemplo, la autorización judicial del artículo 271. 3 del código civil39. En definitiva, reconocemos que la gran mayoría de las cuestiones en las que interviene el Ministerio Fiscal quedan fuera del ámbito de la arbitrabilidad, pues en los procesos civiles su intervención suele llevar aparejada la indisponibilidad de los derechos de la parte interesada; pero debemos tener claro que la razón de ello se basa en que se trata de materias indisponibles, y no por la mera intervención del Ministerio Público40. Con base en ello, la intervención del fiscal no conlleva necesariamente que la materia sea indisponible, sino que en determinados supuestos así lo es, por ejemplo, en las cuestiones relativas al estado civil, o bien cuando el sujeto en cuestión no puede disponer de la materia por determinadas circunstancias personales tales como por ejemplo, encontrarse en un situación de incapacidad, minoría de edad, etc. En este sentido, LORCA NAVARRETE considera que fue desafortunado postular en el artículo 2.c) de la ley arbitral de 1988 la inarbitrabilidad de 2014-10-02 13:24:[email protected] 475 Ana Montesinos García las controversias en las que con arreglo a la ley debía intervenir el Ministerio Fiscal. Además, y a título de ejemplo, la indisponibilidad como causa justificada en la intervención del fiscal, quiebra en determinados momentos, como puede suceder en los procesos matrimoniales que se tramitan de mutuo acuerdo y en los que los cónyuges no tienen hijos; en estos supuestos no cabe duda que podrá incluirse en el convenio arbitral las controversias estrictamente patrimoniales41. Exponente de cuanto decimos lo hallamos en la Sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla de 29 de marzo de 2001, en la que se demuestra que nada impide que la liquidación de la sociedad de gananciales entre los cónyuges se realice por medio de arbitraje42. d) Quedan excluidos del ámbito de aplicación de la presente Ley los arbitrajes laborales. Por último, no debemos olvidar la exclusión realizada en el párrafo segundo del mismo precepto, es decir, del artículo 2 LA 1988, que igualmente viene previsto actualmente en la ley arbitral de 2003, en su artículo 1.4 LA, en donde se excluye expresamente de su ámbito de aplicación los arbitrajes laborales. Tal exclusión vacía de contenido el mandato previsto en el artículo 9.1V del Estatuto de los Trabajadores, que acepta expresamente la posibilidad de acudir al arbitraje en las controversias de carácter individual, cuando las partes expresamente se sometan a ellos43. Los arbitrajes laborales, sin embargo, serán regulados por el Real Decreto Ley 5/1979 de 26 de enero, sobre creación del Instituto de Mediación, Arbitraje y Conciliación44. Este Real Decreto regula los tribunales arbitrales laborales cuya sede debe establecerse en las capitales de provincia y localidades donde haya Magistratura de Trabajo; estarán integrados por un presidente y dos vocales, debiendo actuar todos ellos conjuntamente. El presidente será un funcionario público, licenciado en derecho, y los vocales serán designados, uno, por los sindicatos de trabajadores, y otro, por las asociaciones de empresarios. Interesa resaltar el artículo 4.3 de este RD, que dice así: «Los empresarios y trabajadores podrán someter a los tribunales arbitrales laborales todas las controversias, tanto individuales como colectivas de trabajo, que surjan entre ellos, sin otras limitaciones que las que se establezcan reglamentariamente». No entraremos más en el estudio de estos tribunales por exceder del objeto del presente artículo45. 2014-10-02 13:24:[email protected] 476 Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje 4. Arbitrajes sectoriales Una vez vistas las tres materias que excluía expresamente la ley arbitral de 1988 y, siguiendo con el estudio de las materias arbitrables o no arbitrables, debemos tener en cuenta que cuando nos encontremos ante un arbitraje sectorial, tendremos que acudir, además, a sus normas reguladoras y observar si en ellas se contiene algún tipo de exclusión adicional. Antes de entrar en materia, debemos recordar al lector que junto al sistema general de arbitraje, es decir, junto a la ley arbitral de 2003, el ordenamiento jurídico español contempla otros sistemas arbitrales especializados46. Al respecto, la ley arbitral española señala en su artículo 1.3 LA que será de aplicación supletoria esta ley a los arbitrajes previstos en otras leyes47; estos arbitrajes, que ya no están contemplados en la ley pero que existen y se regulan mediante leyes sectoriales son, entre otros: el de la propiedad intelectual regulado en el RD 479/1989 de 5 de mayo regulador de la composición y procedimiento de actuación ante la comisión mediadora y arbitral de la propiedad intelectual, el arbitraje de ordenación de los transportes terrestres (arts. 37 y 38 de la Ley 16/1987, de 30 de julio), el arbitraje de seguros (art. 34.2 de la Ley 33/1984, de 2 de agosto), etc. Tales arbitrajes se rigen por su normativa especial y, subsidiariamente, por la ley común de arbitraje, sin embargo tarde o temprano deberán reformularse o replantearse determinadas cuestiones para adaptarse a las distintas modificaciones introducidas tras la aprobación de la nueva ley arbitral48. A) Diferentes arbitrajes especializados Vamos a mencionar algunos exponentes de cuanto decimos, sin detenernos en exceso por extralimitar el objeto del presente estudio, limitándonos a presentar unas breves pinceladas al respecto. a) Existen, por tanto, arbitrajes sectoriales tales como el regulado en la Ley 20/2003, de 7 de julio de Protección Jurídica del Diseño Industrial (BOE núm. 162, de 8 de julio), cuyo artículo 42 prevé un arbitraje limitado a determinadas cuestiones previstas en dicha ley. Dicho artículo proclama: «Los interesados podrán someter a arbitraje las cuestiones litigiosas surgidas con ocasión del procedimiento de oposición, de conformidad con lo establecido en este artículo. El arbitraje sólo podrá referirse a los motivos mencionados en los párrafos b, c o d del apartado 2 del artículo 2014-10-02 13:24:[email protected] 477 Ana Montesinos García 33 de esta Ley. En ningún caso el arbitraje podrá suponer modificaciones del diseño que contravengan las limitaciones establecidas en el apartado 2 del artículo 35 de esta Ley». Por lo tanto, queda claro que este arbitraje se limitará a resolver las controversias surgidas de alguno de los motivos específicamente previstos en la Ley 20/2003, concretamente en su artículo 33.2 en sus párrafos b), c) y d) respectivamente. Estos motivos son los siguientes: — Que el diseño registrado es incompatible con un diseño protegido en España en virtud de una solicitud o de un registro con fecha de presentación o de prioridad anterior, pero que sólo ha sido hecho accesible al público después de la fecha de presentación o de prioridad del diseño posterior, — Que el diseño registrado incorpora una marca u otro signo distintivo anteriormente protegido en España cuyo titular tenga derecho, en virtud de dicha protección, a prohibir el uso del signo en el diseño registrado y, — Que el diseño registrado supone un uso no autorizado de una obra protegida en España por la propiedad intelectual. b) Sin embargo, el ejemplo más popular de cuanto decimos lo encontramos en el arbitraje de consumo cuyo RD 636/1993 regulador del sistema arbitral de consumo, limita las cuestiones arbitrables a las quejas o reclamaciones que los consumidores y usuarios interpongan ante la correspondiente Junta Arbitral de Consumo y en cuyo artículo 2.1, se dispone que no podrán ser objeto de arbitraje de consumo las siguientes cuatro cuestiones: — Las cuestiones sobre las que haya recaído resolución judicial firme y definitiva, salvo los aspectos derivados de su ejecución. — Las materias inseparablemente unidas a otras sobre las que las partes no tengan poder de disposición. — Las cuestiones en que, con arreglo a las leyes, deba intervenir el Ministerio Fiscal en representación y defensa de quienes, por carecer de capacidad de obrar o de representación legal, no pueden actuar por sí mismos. — Aquellas en las que concurran intoxicación, lesión, muerte o existan indicios racionales de delito49. En el caso de que se solicite un arbitraje de consumo sobre alguna de estas materias expresamente excluidas de su ámbito, la junta arbitral deberá rechazar la pretensión. De lo contrario, deberá procederse a la anulación del laudo. 2014-10-02 13:24:[email protected] 478 Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje c) Otros arbitrajes sectoriales que podemos hallar y encuentran limitadas las materias que a él pueden someterse son los siguientes: El arbitraje en materia de marcas, regulado en la Ley de Marcas 17/2001, de 7 de diciembre (BOE núm. 294, de 8 de diciembre); ley que introdujo referencias expresas al arbitraje en este sector, favoreciendo a este respecto la posibilidad de someter a arbitraje los conflictos que puedan surgir en el mismo procedimiento de registro de una marca o incluso frente a quienes lesionen su derecho de marcas. En su artículo 28.2 se proclama que el arbitraje sólo podrá versar sobre las prohibiciones relativas previstas en los artículos 6.1.b), 7.1.b), 8 y 9 de la presente Ley y, en ningún caso podrá someterse a arbitraje cuestiones referidas a la concurrencia o no de defectos formales o prohibiciones absolutas de registro50. d) Asimismo, podemos hablar del arbitraje en materia de propiedad horizontal, en donde la Ley 49/1960, de 21 de julio sobre Propiedad Horizontal, modificada por la Ley 8 /1999 de 6 de abril de 1999, admite en su artículo 10.3 el arbitraje, disponiendo lo siguiente: «En caso de discrepancia sobre la naturaleza de las obras a realizar resolverá lo procedente la Junta de propietarios. También podrán los interesados solicitar arbitraje o dictamen técnico en los términos establecidos en la ley». e) La Ley 10/1990, de 15 de octubre, del deporte, (modificada por la Ley 50/1998, art. 109) expresa en su artículo 87 que las cuestiones litigiosas de naturaleza jurídico deportiva, planteadas o que puedan plantearse entre los deportistas, técnicos, jueces o árbitros, Clubes deportivos, asociados, Federaciones deportivas españolas, Ligas profesionales y demás partes interesadas, podrán ser resueltas mediante la aplicación de fórmulas específicas de conciliación o arbitraje, en los términos y bajo las condiciones de la legislación del Estado sobre la materia. Delimita esta misma ley, en su artículo 88, el ámbito objetivo de tales controversias susceptibles de arbitraje, al indicar que tales fórmulas están destinadas a resolver cualquier diferencia o cuestión litigiosa producida entre los interesados, con ocasión de la aplicación de reglas deportivas no incluidas expresamente en la presente Ley y en sus disposiciones de desarrollo directo. Además, el RD 1835/1991, de 20 de diciembre, sobre Federaciones Deportivas Españolas y Registro de Asociaciones Deportivas, excluye del arbitraje —a parte de las materias ya excluidas propiamente por la ley arbitral— las siguientes cuestiones: 2014-10-02 13:24:[email protected] 479 Ana Montesinos García — Las que se susciten en las relaciones con el Consejo Superior de Deportes, relativas a las funciones que a este organismo le estén encomendadas. — Aquellas que se relacionen con el control de las sustancias y métodos prohibidos en el deporte y seguridad en la práctica deportiva. — Las relativas a las subvenciones que otorgue el Consejo Superior de Deportes y, en general, las relacionadas con fondos públicos. f) El Texto Refundido de la Ley de Propiedad Intelectual, es decir, el RD Legislativo 1/1996, de 12 de abril, regula un arbitraje especial de carácter gratuito, desarrollado en el capítulo III del RD 478/1989, de 5 de mayo, que regula la composición y el procedimiento de actuación de la Comisión Arbitral de la Propiedad Intelectual. Este arbitraje, limitado tanto subjetiva como objetivamente, se limita a resolver las controversias suscitadas entre las entidades de gestión y las asociaciones de usuarios de su repertorio o entre aquéllas y las entidades de radiodifusión51. Son otros muchos los arbitrajes sectoriales existentes, pero no queremos extendernos y nos limitamos a plasmar las líneas anteriormente mencionadas. B) Especial referencia a las materias arbitrables en sede administrativa Hasta el momento no hemos hecho referencia alguna en lo que a materias administrativas respecta, así que a ello vamos a dedicar las líneas posteriores. Primero de todo, debemos aclarar que el mero hecho de que una de las partes sea una Administración no provoca ni conlleva necesariamente que la controversia sea inarbitrable (STS de 6 de marzo de 198752), pues podemos afirmar con rotundidad que son diversas las posibilidades de acudir al arbitraje en el ámbito administrativo, ya que en principio, la sumisión de las Administraciones Públicas a arbitraje será posible respecto aquellas materias sobre las que éstas tengan capacidad de disposición53. Fundamentalmente, como ha señalado HUERGO LORA, en el tráfico jurídico de las Administraciones públicas el campo del arbitraje se centra hoy en las cuestiones de Derecho Privado, sin perjuicio de que el legislador pueda admitir y regular el arbitraje sobre cuestiones administrativas, aunque tendrá que limitarlo a cuestiones disponibles, lo que adoptado al ámbito de las Administraciones Públicas significa cuestiones en las que única2014-10-02 13:24:[email protected] 480 Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje mente estén en juego intereses de las partes (fundamentalmente de tipo patrimonial), pero no intereses públicos o de terceros. En todo caso, debe tenerse en cuenta la Ley 33/2003, de 3 de noviembre del Patrimonio de las Administraciones Pública, cuyo artículo 31 dispone que no se podrá transigir judicial ni extrajudicialmente sobre los bienes y derechos del patrimonio del Estado, ni someter a arbitraje las contiendas que se susciten sobre los mismos, a no ser que se realice mediante real decreto acordado en Consejo de Ministros, a propuesta del de Hacienda, previo dictamen del Consejo de Estado en pleno. Por tanto, será requisito imprescindible a la hora de acudir al arbitraje, la autorización otorgada por el Consejo de ministros mediante Real Decreto. Ejemplo práctico de lo anteriormente dicho, lo hallamos con ocasión de la firma entre el Estado español y la Fundación Thyssen Bornemiza, del contrato de cesión de la famosa colección de pintura. Al respecto y en cumplimiento de lo dicho en las líneas precedentes, se aprobó el Real Decreto 1525/1988, de 16 de diciembre (BOE de 21 de diciembre), por el que se decretó la cesión, estableciendo el artículo 2 del citado Real Decreto lo siguiente: «Toda controversia o cuestión que surja como consecuencia de dicho contrato podrá someterse al arbitraje internacional de acuerdo con lo estipulado en el mismo»54. Además, la Ley 30/2007, de 30 de octubre, de Contratos del Sector Público, reconoce en su artículo 39 el derecho a acudir al arbitraje a los entes, organismos y entidades del sector público que no tengan el carácter de Administraciones Públicas, para la solución de las diferencias que puedan surgir sobre los efectos, cumplimiento y extinción de los contratos que celebren. Mientras que su Disposición Adicional I. 3, señala expresamente: «En los contratos con empresas extranjeras se procurará, cuando las circunstancias lo aconsejen, la incorporación de cláusulas tendentes a resolver las discrepancias que puedan surgir mediante fórmulas sencillas de arbitraje. Igualmente se procurará incluir cláusulas de sumisión a los Tribunales españoles. En estos contratos se podrá transigir previa autorización del Consejo de Ministros o del órgano competente de las Comunidades Autónomas y entidades locales»55. Asimismo, la Ley 7/2007, de 12 de abril, del Estatuto Básico del Empleado Público establece la posibilidad de acudir a medios extrajudiciales de solución de los conflictos colectivos que puedan surgir en la interpretación y aplicación de los Pactos y Acuerdos, ya sea la mediación, obligatoria a instancia de una de las partes, o el arbitraje voluntario56. 2014-10-02 13:24:[email protected] 481 Ana Montesinos García Pueden darse otros supuestos en los que no negándose la posibilidad del arbitraje, sin embargo es la propia norma la que limita el juego de la institución arbitral en las materias cubiertas por ellas, tal como sucede con la Ley 47/2003, de 26 de noviembre, General Presupuestaria, en la que su artículo 7 limita las posibilidades de someter a arbitraje las contiendas relativas a los bienes o derechos de la Hacienda Pública estatal, y en su artículo 98 se admite la posibilidad de referir al arbitraje en relación con las operaciones relativas a la deuda, amén de su artículo 116, que lo hace respecto de los avales otorgados por la Administración General del Estado. Desde luego, lo que no debemos hacer es confundir la posible actuación de la Administración en el arbitraje, y lo que se denomina arbitraje administrativo que viene regulado en el artículo 107.2 de la Ley 30 /1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, que plantea la posibilidad de que los recursos administrativos sean sustituidos por otros medios de resolución de conflictos, como puede ser el arbitraje57. 5. La anulación del laudo por inarbitrabilidad de la controversia No existen recursos contra el laudo, pero sí medios impugnatorios de la cosa juzgada que el laudo firme produce. La impugnación del laudo se encuentra regulada en el título VII de la ley de arbitraje, concretamente en sus artículos 40 a 43 LA, donde se establece un doble sistema de medios impugnatorios contra el laudo: la anulación y el proceso de revisión del laudo, fijando la ley el procedimiento a seguir en el caso de la revisión expresamente y en la anulación por remisión a los establecido en nuestra LEC. Ambas instituciones son medios rescisorios, es decir, nuevos procesos en los que se ejercita una pretensión de rescisión de la cosa juzgada58. Vamos a centrar este apartado en la acción de anulación del laudo con motivo de la inarbitrabilidad de la controversia, que al fin y al cabo, es el tema en que debemos centrar este estudio. Como ha ido repitiendo tanto la doctrina como numerosas sentencias de nuestros tribunales, la finalidad de la anulación consiste en garantizar que el nacimiento, desarrollo y conclusión del procedimiento arbitral se ajusten a lo establecido en la ley, por lo que el control judicial sobre el laudo no comprende la decisión arbitral en si misma, sino los presupuestos materiales y las condiciones de forma que han dado origen a ese laudo59. El artículo 41 de nuestra actual ley arbitral proclama que el laudo sólo podrá ser anulado cuando la parte que solicite la anulación alegue y pruebe 2014-10-02 13:24:[email protected] 482 Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje seis motivos que se encuentran expresamente tasados en la ley. Estos motivos son los siguientes: a. «Que el convenio arbitral no existe o no es válido. b. Que no ha sido debidamente notificada de la designación de un árbitro o de las actuaciones arbitrales o no ha podido, por cualquier otra razón, hacer valer sus derechos. c. Que los árbitros han resuelto sobre cuestiones no sometidas a su decisión. d. Que la designación de los árbitros o el procedimiento arbitral no se han ajustado al acuerdo entre las partes, salvo que dicho acuerdo fuera contrario a una norma imperativa de esta Ley, o, a falta de dicho acuerdo, que no se han ajustado a esta Ley. e. Que los árbitros han resuelto sobre cuestiones no susceptibles de arbitraje f. Que el laudo es contrario al orden público». Nosotros, concretamente, vamos a centrarnos en el motivo descrito en la letra e), del citado precepto (art. 41 LA), en donde se reconoce como causa de anulación del laudo que los árbitros hayan resuelto sobre cuestiones no susceptibles de arbitraje. Este motivo de anulación del laudo no ha sido ninguna aportación de la nueva ley arbitral, sino que ya venía recogida esta causa en la ley de arbitraje precedente, concretamente, en el segundo inciso del artículo 45.4 LA 198860. Aunque así fuera recogido por las partes en conflicto en el correspondiente convenio arbitral, los árbitros nunca podrán resolver cuestiones que no sean arbitrables. Es este uno de los pocos supuestos en los que las partes no tiene poder de disposición alguno sobre el proceso, pues es conocido por todos, que la institución arbitral otorga primacía a la libertad de las partes a la hora de conformar las reglas del procedimiento, y suele ser una constante que las propias normas contenidas en la misma ley arbitral se encuentren supeditadas a lo que convienen las partes, resultando fundamental la autonomía de la voluntad de éstas. Pero en modo alguno las partes podrán decidir sobre la arbitrabilidad de una controversia. En todo caso, la anulación deberá predicarse únicamente de aquellas decisiones que resuelvan materias inarbitrables siempre que no afecten a la cuestión principal y puedan separarse de aquella, pudiéndose por tanto anular parcialmente la sentencia arbitral, tal y como indica el artículo 41.3 LA cuando señala: «En los casos previstos en los párrafos c y e del apartado 1, la anulación afectará sólo a los pronunciamientos del laudo sobre 2014-10-02 13:24:[email protected] 483 Ana Montesinos García cuestiones no sometidas a decisión de los árbitros o no susceptibles de arbitraje, siempre que puedan separarse de las demás». Este motivo de anulación del laudo se engloba dentro de las causas que pueden ser, además de denunciables a instancia de parte —que son todo ellos—, apreciados de oficio por el tribunal o a instancia del Ministerio Fiscal en relación con los intereses cuya defensa le está legalmente atribuida. Nos encontramos, por tanto, ante un grupo de motivos de anulación del laudo, concretamente los recogidos en el apartado primero del artículo 41 LA en los párrafos b), es decir, que no haya sido debidamente notificada de la designación de un árbitro o de las actuaciones arbitrales o no haya podido, por cualquier otra razón, hacer valer sus derechos, e) correspondiente a la materia que nos ocupa, es decir, que los árbitros hayan resuelto sobre cuestiones no susceptibles de arbitraje— y por último, el motivo f) cuando el laudo sea contrario al orden público; que se refieren a situaciones que han producido indefensión a las partes y que nuestro legislador ha pretendido ofrecer un tratamiento procesal diferente por afectar a determinados principios fundamentales de justicia procesal o incluso directamente al proceso arbitral en si mismo61. El órgano competente para conocer de esta acción de anulación será la Audiencia Provincial del lugar donde se hubiere dictado el laudo (art. 8.5 LA), al igual que disponía la ley de arbitraje de 1988 (art. 46.1) quien rompió con la legislación anterior y traspasó la competencia de la Sala 1ª del Tribunal Supremo a las Audiencia Provinciales. El plazo para ejercer tal acción en la nueva ley arbitral, tal y como señala el artículo 41.4 LA, es de dos meses desde la notificación del laudo, o en el supuesto de haberse solicitado su aclaración, corrección o complemento, éste se computará desde la notificación de la resolución de dicha solicitud o desde la expiración del plazo para adoptarla. Este plazo, siguiendo la línea de la Ley Modelo UNCITRAL (art. 34.3) quien establece un plazo de tres meses, se ha ampliado respecto a la ley de 1988 (art. 46.2) que establecía un plazo de diez días. Al respecto, la Exposición de Motivos de la ley señala que se amplía el plazo, «lo que no ha de perjudicar a la parte que haya obtenido pronunciamientos de condena a su favor, porque el laudo, aun impugnado, tiene fuerza ejecutiva». En todo caso, el plazo es material, preclusivo, de caducidad, no susceptible de suspensión y, como ha entendido la jurisprudencia (SAP Palma de Mallorca de 13 de noviembre de 1995), una vez pasado convalida cualquier even2014-10-02 13:24:[email protected] 484 Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje tual causa de nulidad. Si las partes no ejercitan esta acción, precluye su posibilidad por lo que el laudo no podrá ser anulado y devendrá firme62. El artículo 42 de la ley arbitral regula imperativamente el procedimiento a seguir para interponer la acción de anulación. Nos hallamos ante un procedimiento específico en el sentido de que si bien la ley se remite a los trámites del juicio verbal, regulado en los artículos 437 a 447 LEC, que son los trámites más sencillos de los procedimientos declarativos ordinarios de la Ley de Enjuiciamiento Civil, impone ciertas peculiaridades y remite a las normas reguladoras del juicio ordinario en cuanto a la forma y contenido de la demanda63 e introduce un trámite de contestación escrita, pero sin llegar a crear un proceso específico únicamente originado para dicha acción de anulación del laudo. La Exposición de Motivos de la propia ley indica que con ello trata de conjugar «las exigencias de rapidez y de mejor defensa de las partes», para lo cual ha establecido un procedimiento a caballo entre el juicio declarativo ordinario y el verbal64. Contra la decisión que adopte la Audiencia Provincial correspondiente no cabe, en modo alguno, ulterior recurso, convirtiéndose así la sentencia en ejecutiva; en este mismo sentido se pronunció ya en su día la ley arbitral de 1988 en su artículo 49.2. Todo ello no impide la posible revisión de la sentencia (art. 509 LEC) ni la procedencia, en su caso, del recurso de amparo constitucional. 6. Regla específica para el arbitraje internacional. No queremos finalizar el presente estudio sin mencionar, aunque sean unas mínimas pinceladas, el párrafo segundo del artículo 2 de la actual ley arbitral que venimos comentando en este estudio y que se refiere exclusivamente al arbitraje internacional65. Desde luego, debemos reconocer que llama la atención el emplazamiento de tal disposición en un precepto cuya rúbrica es: «materias objeto de arbitraje», cuando poco tiene que ver al respecto, pues se refiere en mayor medida a la excepción de inmunidad de un Estado. Por ello, reconocemos que no hubiera estado de más que los párrafos primero y segundo del artículo 2 de la ley arbitral se encontraran en artículos diferentes en el texto arbitral, pudiendo haberse incardinado el segundo párrafo dentro del artículo siguiente, es decir, del artículo 3 LA referente al arbitraje internacional. Concretamente la regla material contenida en el párrafo segundo del artículo 2 de la ley arbitral dice lo siguiente: 2014-10-02 13:24:[email protected] 485 Ana Montesinos García «Cuando el arbitraje sea internacional y una de las partes sea un Estado o una sociedad, organización o empresa controlada por un Estado, esa parte no podrá invocar las prerrogativas de su propio derecho para sustraerse a las obligaciones dimanantes del convenio arbitral». Una vez reconocido en nuestro Derecho la capacidad del Estado y demás entidades públicas controladas por éste para convenir un acuerdo arbitral, podemos afirmar que, respecto al arbitraje internacional, mientras la anterior ley de arbitraje no realizaba referencia alguna expresa a la capacidad del Estado para comprometerse al arbitraje66, se introduce en la nueva ley la regla consistente en que los Estados y entes dependientes de ellos no pueden hacer valer las prerrogativas de su ordenamiento jurídico para excepcionar su capacidad (art. 2.2 LA)67. La Exposición de Motivos de la ley arbitral en esta misma línea indica: «Respecto de las materias objeto de arbitraje se introduce también la regla, para el arbitraje internacional, de que los Estados y entes dependientes de ellos no puedan hacer valer las prerrogativas de su ordenamiento jurídico», añadiendo a tal afirmación que, «Se pretende con ello que, a estos efectos, el Estado sea tratado exactamente igual que un particular». Con base en dicha reflexión, queda fuera de dudas que la contraparte al Estado, o a alguna de las entidades mencionadas en el precepto, deberá ser un particular, por cuanto se trata de un arbitraje privado. En lo que al Estado y a los «entes dependientes» del mismo se refiere, compartimos con ESPLUGUES MOTA, que el legislador ha resultado poco sofisticado desde el punto de vista jurídico al incorporar un listado (concretamente se refiere a: una sociedad, organización o empresa controlada por un Estado) que necesariamente debe entenderse ejemplificativo y, consecuentemente, abierto. La referencia a estas tres categorías en el precepto, señala este mismo autor, podría llegar a plantear problemas en el futuro en relación con el entendimiento abierto o cerrado del listado, algo que no hubiera ocurrido de haberse optado por fórmulas más genéricas68. Por tanto, la clave del precepto debe ubicarse en el término «control», pues se trata de entidades jurídicamente independientes pero que sin embargo, se encuentran controladas directa o indirectamente por el Estado. La regla prevista en el párrafo segundo del artículo 2 de la ley arbitral se basa en el principio de que bien el Estado o bien la sociedad controlada por el Estado que presta libremente su consentimiento al convenio arbitral, no puede después ir en contra de sus propios actos y tratar de 2014-10-02 13:24:[email protected] 486 Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje acogerse a las prerrogativas que goza por su condición, como son entre otras, la inmunidad de jurisdicción y la de ejecución69, para así evitar el cumplimiento de lo convenido, sustrayéndose de las obligaciones dimanantes del convenio arbitral como compromiso de sometimiento a arbitraje70. No podrá, por tanto, convenir el acuerdo arbitral, es decir, aceptar voluntariamente someter a arbitraje un conflicto para posteriormente alegar la nulidad de su consentimiento, cuando por ejemplo, el laudo le resulte desfavorable. Además y en todo caso, serán parte en igualdad de condiciones, sin prerrogativas. Ello se debe a que los convenios de arbitraje comercial internacional suscritos por un Estado expresan una relación contractual de arreglo de controversias en donde el Estado participa a título particular y en donde no cabe alegar, en modo alguno, ninguna de las inmunidades previamente mencionadas. En este sentido, la doctrina entiende que el sometimiento de un Estado a la institución arbitral en relación con una controversia entre el propio Estado —o una entidad gubernamental— y un particular, ocasionado en el marco de su corriente actividad comercial internacional, le vincula en forma bastante y suficiente, debiendo actuar en condiciones de igualdad con el restos de actores en juego, sin resultar necesaria una renuncia expresa a la posible invocación del principio de inmunidad de jurisdicción71. En definitiva, se otorga preferencia al convenio arbitral sobre las disposiciones nacionales aplicables a la parte Estatal. A la inversa, también se puede decir que dicho precepto debe asimismo aplicarse en el supuesto en que la parte contraria ponga en duda la validez del convenio arbitral previamente suscrito con un Estado o entidad controlada por éste. Notas 1 El presente trabajo se enmarca en el Proyecto de Investigación: «Hacia una cultura de las ADRs: de la mediación al arbitraje» (SEJ2007-64594), financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia. 2 Interesante resulta la lectura de: «Final Report on Intellectual Property Disputes and Arbitration», The ICC Internacional Court of Arbitration Bulletin, vol. 9, nº 1, 1998, págs. 37-95. En dicho informe se realiza un estudio comparado sobre la arbitrabilidad de las controversias en los diferentes países de nuestro entorno. 3 Como su propio nombre indica, esta ley limita el arbitraje a la solución de conflictos jurídico-privados. Ya señalaron BARONA VILAR y ESPLUGUES MOTA, que el paso de los años demostró que fue un error concebir el arbitraje referido únicamente a un sector tan restringido del ordenamiento jurídico, por cuanto motivaba un escaso recurso a los árbitros para resolver las disputas 2014-10-02 13:24:[email protected] 487 Ana Montesinos García generadas en el ámbito de las relaciones jurídico privadas, siendo como es —precisamente— esta institución un espléndido medio de solventar los conflictos jurídicos que se suscitaban entre los operadores económicos y que, sin embargo, quedaban excluidos de la aplicabilidad de la Ley de 1953. BARONA VILAR, S. y ESPULGUES MOTA, C., Arbitraje (legislación básica), Tirant lo Blanch, Valencia, 2004, pág. 9. 4 El artículo 1 de la Ley Arbitral de 1988 proclamaba: «Mediante el arbitraje, las personas naturales o jurídicas pueden someter, previo convenio, a la decisión de uno o varios árbitros las cuestiones litigiosas, surgidas o que puedan surgir, en materias de su libre disposición conforme a derecho». 5 Vid. la Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona de 16 de marzo de 2005, (EDJ 125545), quien señala expresamente: «Según el art. 2.1 LAP/2003 (RCL 2003, 3010), sólo son susceptibles de arbitraje las controversias de libre disposición conforme a Derecho. Con ello se va allá de las restricciones que originariamente se contenían en los arts. 1820 y 1821 CC (LEG 1889, 27) —derogados con la Ley de Arbitraje de 1988 (RCL 1988, 2430 y RCL 1989, 1783)—, que ceñían la materia indisponible a aquella que no podía ser objeto de transacción según el art. 1814 CC —estado civil de las personas, cuestiones matrimoniales y alimentos futuros—. Existen, al margen de estas últimas materias, otras que no pueden ser objeto de transacción, por aplicación del art. 6.2 CC, que niega validez a la exclusión voluntaria de la Ley aplicable y a la renuncia de los derechos en ella reconocidos cuando sean contrarias al interés o el orden público o perjudiquen a terceros. Lo cual permite situar el límite de lo que puede ser objeto de arbitraje en el orden público». 6 CHILLÓN MEDINA, J. M y MERINO MERCHÁN, J. F., «Valoración crítica de la nueva ley de arbitraje», La Ley, nº 5945, febrero 2004, pág. 3. 7 Una pequeña aclaración nos gustaría hacer al respecto antes de adentrarnos en el núcleo del presente estudio. Desde la ley de 1988 ya no se habla ni de contrato de compromiso (cuando de controversias existentes se trataba) ni de contrato preliminar de arbitraje o cláusula compromisoria (cuando se sometían a arbitraje controversias futuras), expresiones empleadas en la ley de arbitraje de 1953, sino que ambos conceptos se han refundido genéricamente en el de «convenio arbitral». La nueva ley arbitral de 2003 conserva el tratamiento unitario que ya en su día otorgó la ley arbitral de 1988 y que engloba todas las declaraciones de voluntad de someter a arbitraje cuestiones litigiosas, suprimiendo el carácter diferenciador que de estos dos conceptos se desprendía. Por tanto, como ya hemos mencionado, el litigio objeto de arbitraje puede ser tanto una controversia que ya existe entre las partes como una futura que las partes prevén que pueda surgir en el desarrollo de las relaciones que entre ellos existan. 8 MANTILLA SERRANO, F., Ley de arbitraje. Una perspectiva internacional, Iustel, Madrid, 2005, pág. 46. 9 MONTERO AROCA, J., Comentario breve a la Ley de Arbitraje, Civitas, Madrid, 1990, pág. 25. Continúa señalando este mismo autor que debe quedar claro que, «Si el arbitraje mismo se basa en la autonomía de la voluntad, en cuanto conformadora de las relaciones jurídicas, y que aquélla es predominante cuando esas relaciones afectan a intereses económicos, la regla general debe ser favorable a la posibilidad de arbitraje cuando estemos ante materias patrimoniales; y que por las mismas razones la regla general debe ser la contraria en materia de personas». 10 OLIVENCIA RUIZ, M., Comentarios a la nueva ley de arbitraje 60/2003, de 23 de diciembre, AAVV, (coord. GONZÁLEZ SORIA, J.), Thomson Aranzadi, Madrid, 2004, pág. 46. 11 El criterio de la indisponibilidad es un criterio jurídicamente inseguro, a menos que el legislador realice un listado exhaustivo de dichas materias, lo que no es del todo conveniente en orden al ajuste del ordenamiento jurídico a las circunstancias sociales. En este sentido, NIEVA FENOLL, afirma que la disponibilidad o no de las materias depende de las épocas, de la moral colectiva que el legislador pretende reflejar en cada momento histórico en el derecho positivo. NIEVA FENOLL, 2014-10-02 13:24:[email protected] 488 Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje J., «Las materias inseparablemente unidas a aquellas sobre las que las partes no tienen poder de disposición», Anuario de Justicia Alternativa, nº 3, 2002, pág. 23. 12 MONTERO AROCA, J., Comentarios a la ley de arbitraje (ley 60/2003, de 23 de diciembre), AAVV, (coord. BARONA VILAR, S.), Thomson Civitas, Madrid, 2004, pág. 122. 13 MONTERO AROCA, J., Comentarios a la Ley de arbitraje…, (coord. BARONA VILAR, S.), cit., pág. 122. Debemos tener en cuenta que el carácter imperativo de las normas que regulan un derecho no convierte por si mismo a las controversias que surjan en torno a éste en inarbitrables, lo único que impedirán esas normas será que los árbitros en sus laudos las infrinjan. En sentido similar se pronuncia LORCA NAVARRETE, al indicar que la imperatividad y la conceptuación de derecho necesario de concretas normas no se opone a la disponibilidad de los derechos subjetivos ni de las relaciones jurídicas regidas por esas normas. Comentarios a la nueva ley de arbitraje 60/2003 de 23 de diciembre, Instituto Vasco de Derecho Procesal, San Sebastián, 2004, pág. 30. 14 EDJ 125545. 15 NIEVA FENOLL, J., «Las materias inseparablemente unidas a aquellas sobre las que las partes no tienen poder de disposición», cit., pág. 24. 16 Vid. a título de ejemplo, la SAP Santa Cruz de Tenerife de 8 de septiembre 2003 (JUR 2004/25230). 17 Este artículo puede completarse con los artículos 106, 107 y 117 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, quienes en conexión con los preceptos del Código Penal (arts. 130, 201 y 267) configuran la posibilidad de renuncia de la acción civil derivada de la penal y con ello, transigible. 18 Vid. la Resolución de la DGRN de 19 de diciembre de 1990, (RJ 1990/ 10490), STS de 28 de noviembre de 1992, (RJ 1992/9449) y STS de 21 de abril de 1988, (RJ 1998/3268), en donde se demuestra que afecta al orden público y, por tanto, quedan excluidas del arbitraje, las cuestiones relativas a la filiación. 19 La jurisprudencia ha admitido que los cónyuges puedan disponer libremente de aquellas cuestiones de carácter patrimonial que puedan derivarse de las relaciones patrimoniales, como puede ocurrir con la liquidación del régimen económico matrimonial de la sociedad de gananciales. Vid. STS de 4 de diciembre de 1985, (RJ 1985/6202) y STS de 13 de octubre de 1986, (RJ 1986/5785). 20 RJ 1988/9295. No podemos negar que las normas que más se acercan a una delimitación del concepto de disponibilidad del cauce procedimental para la resolución de un conflicto son las contenidas en el Código Civil en sede de transacciones y por ello, autores como HERNÁNDEZ-GIL y ÁLVAREZ CIENFUEGOS, las utilizan como guía, al menos, de los principios o cuestiones que definen el régimen de disponibilidad. HERNÁNDEZ-GIL y ÁLVAREZ CIENFUEGOS, Comentarios a la ley de arbitraje 60/2003, AAVV, (coords. DE MARTÍN MUÑOZ, A., y HIERRO ANIBARRO, S.), Marcial Pons, Madrid, 2006, págs. 132 y ss. 21 Otro precepto legal de semejante nivel de generalidad, aunque de carácter sustantivo y no relativo a la disponibilidad del cauce procedimental para la resolución de controversias, es el artículo 6. 2 del Código Civil que señala expresamente: «La exclusión voluntaria de la ley aplicable y la renuncia a los derechos en ella reconocidos sólo serán válidas cuando no contraríen el interés o el orden público ni perjudiquen a terceros». Al respecto, HERNÁNDEZ-GIL y ÁLVAREZ CIENFUEGOS, señalan que estamos ante una norma en sede de renuncia de derechos que, para proyectarse como criterio delimitativo de la libre disponibilidad en el arbitraje, tiene que ser objeto de un proceso de ponderación funcional y no trasladarse de forma mecánica o acrítica: sería difícil establecer la regla de que todos aquellos derechos cuya renuncia puede contrariar el interés público o perjudicial a tercero (el caso del interés público es diferente) no son susceptibles de someterse a arbitraje. HERNÁNDEZ-GIL y ÁLVAREZ CIENFUEGOS, Comentarios a la ley de arbitraje 60/2003, cit., pág. 126. 2014-10-02 13:24:[email protected] 489 Ana Montesinos García 22 Además, indica OLIVENCIA RUIZ, que deben excluirse aquellas materias cuya disposición por una parte pueda perjudicar a un tercero. De igual manera que la renuncia no es válida si perjudica a un tercero, continua diciendo este autor, la sumisión a arbitraje tampoco lo es si la decisión que recaiga no afecta exclusivamente a las partes en el convenio arbitral, celebrado en el ámbito de la autonomía de la voluntad negocial, sino a terceros o al interés o al orden público. OLIVENCIA RUIZ, M., Comentarios a la nueva ley de arbitraje 60/2003…, cit., pág. 47. 23 CHILLÓN MEDINA, J. M y MERINO MERCHÁN, J. F., Tratado de arbitraje privado interno e internacional, Civitas, Madrid, 1991, págs. 138-139. 24 REQUEJO PAGES, J. L., «La nueva configuración del arbitraje (consideraciones en torno al título I de la Ley 36/1988, de 5 de diciembre)», Revista de la Corte Española de Arbitraje, 19881989, pág. 57. 25 Artículo 1.3 LO 1/1982: «El derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen es irrenunciable, inalienable e imprescriptible. La renuncia a la protección prevista en esta ley será nula, sin perjuicio de los supuestos de autorización o consentimiento a que se refiere el artículo 2 de esta ley». 26 Desde luego, este último criterio resulta en mayor medida más fácilmente detectable. 27 SANCIÑENA ASURMENDI, C., Comentarios prácticos a la ley de arbitraje, AAVV, (coord. MATEO SANZ, J.), Lex Nova, Valladolid, 2004, pág. 66. 28 Desde luego, si sobre una controversia se está llevando a cabo un proceso y las partes en litigio acuerdan bien terminar con el mismo, bien paralizarlo y someter la cuestión a arbitraje, nada podrá alegrase en contrario dado que todavía no existe cosa juzgada. SERRA DOMINGUEZ, M., El proceso arbitral, Estudios de derecho procesal, Barcelona, 1969, pág. 588. 29 Semejante error lo hallamos en la actual ley arbitral, cuando nuestro legislador se refiere al laudo definitivo (art. 40) y al laudo firme (art. 43), mientras que contra el laudo no cabe recurso alguno —lo que no significa que no quepan las acciones de anulación y revisión, pero que no son recursos— por lo que el laudo arbitral es firme, y no debiera haber empleado la ley, el término laudo definitivo. 30 Interesante resulta al respecto la Sentencia de nuestro Tribunal Supremo de 4 de marzo de 1996 (RJ 1994). 31 MONTERO AROCA, J., Comentarios a la ley de arbitraje (ley 60/2003, de 23 de diciembre), cit., pág. 125. Aunque bajo la vigencia de la Ley Arbitral de 1988, así como de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881, este mismo autor señaló unos cuantos ejemplos de aquellos aspectos de la ejecución que pueden ser disponibles por las partes, proclamando lo siguiente: «La liquidación del importe de los daños y perjuicios (art. 928), la de los frutos, rentas, utilidades o productos de cualquier clase (art. 932), la rendición de cuentas de una administración y entrega del saldo (art. 946) y la de frutos en especie (art. 947) dan lugar, como decíamos, a incidentes de naturaleza declarativa y nada impide que las partes opten entre que esa declaración se haga judicialmente o bien que acudan a un arbitraje. Si logran llegar a un convenio se acudirá al arbitraje, si no lo logran el ejecutante instará la ejecución de la sentencia y dentro de ella habrá de realizarse el incidente declarativo. Se trata pues de dos caminos para un fin: establecer el importe exacto de una condena; una vez obtenido puede iniciarse realmente la ejecución, que siempre será judicial». MONTERO AROCA, J., Comentario breve a la Ley de Arbitraje, cit., pág. 28. 32 Al respecto, señala YÁÑEZ VELASCO, R., que si bien no existe en la ley actual una manifestación semejante a la establecida en nuestros precedentes legislativos, se infiere un contenido parecido en sede de acción de anulación, a la vista del artículo 41.3 LA que señala la posibilidad de separar unos elementos de otros para únicamente anular los incongruentes o los inarbitrables. De ahí que sea sencillo observar que cabe emitir un laudo que resuelva controversia arbitrable y no arbitrable, pero mientras la separabilidad de la materia permitiría dicha anulación (parcial), no 2014-10-02 13:24:[email protected] 490 Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje ocurriría lo mismo si resultasen inseparables, pues entonces la inarbitrabilidad se extendería hasta una anulación total según la letra e) del artículo 41 LA. Comentarios sistemáticos a la ley 60/2003, de 233 de diciembre, de arbitraje, Tirant lo Blanch, Valencia, 2004, pág. 191. 33 Vid. el Convenio de Nueva York de 1958 sobre reconocimiento y ejecución de sentencias arbitrales extranjeras, cuyo artículo V. 1, en sentido similar declara: «Sólo se podrá denegar el reconocimiento y la ejecución de la sentencia, a instancia de la parte contra la cual es invocada, si esta parte prueba ante la autoridad competente del país en que se pide el reconocimiento y la ejecución: ….c) Que la sentencia se refiere a una diferencia no prevista en el compromiso o no comprendida en las disposiciones de la cláusula compromisoria, o contiene decisiones que exceden de los términos del compromiso o de la cláusula compromisoria; no obstante, si las disposiciones de la sentencia que se refieren a las cuestiones sometidas al arbitraje pueden separarse de las que no han sido sometidas al arbitraje, se podrá dar reconocimiento y ejecución a las primeras…». 34 GUASP DELGADO, J., El arbitraje en el Derecho español, Bosch, Barcelona, 1956, pág. 122. 35 Mientras que si el sujeto en cuestión solicitare exactamente lo mismo, pero esta vez por diferentes razones que vinculan la materia con cuestiones arbitrables, nada impedirá que el arbitraje sí pueda celebrarse. Este mismo autor aclara que para que se produzca la inseparabilidad, tiene que existir identidad y no mera similitud o relación indirecta. De lo contrario, el dato en cuestión que resulta similar o indirectamente relacionado podría ser tratado por el árbitro, a los solos efectos prejudiciales internos del propio arbitraje. Vid. respecto a tales materias, aunque referido a la ley arbitral de 1988: NIEVA FENOLL, J., «Las materias inseparablemente unidas a aquellas sobre…», cit., págs. 11-44. 36 En este sentido, CHILLÓN MEDINA y MERINO MERCHÁN, señalan que el silencio del legislador ha de interpretarse positivamente, esto es, en el sentido de que las materias inseparablemente unidas a otras sobre las que no tengan las partes poder de disposición, regirá el principio de separabilidad, cuando no el principio de absorción a favor de la arbitrabilidad. CHILLÓN MEDINA y MERINO MERCHÁN., «Valoración crítica de la nueva ley de arbitraje»…, cit., pág. 3. 37 JUR 2004/184311 38 JUR 1992/6273. 39 YÁÑEZ VELASCO R., Comentarios a la nueva ley de arbitraje, Tirant lo Blanch, Valencia, 2004, pág.198. 40 GARCÍA RUBIO, M. P., «El convenio arbitral en la ley de arbitraje de 5 de diciembre de 1988», Revista de la Corte Española de Arbitraje, 1988-1989, pág. 89. 41 LORCA NAVARRETE, A. M, Comentarios a la ley de arbitraje, Madrid, Dykinson, 1991, pág. 40. 42 JUR 2001/233535. 43 BARONA VILAR., S., Solución extrajudicial de conflictos (ADR), Tirant lo Blanch, Valencia, 1999, págs 261 y ss. 44 A primera vista, observamos que mientras en los tres apartados anteriores de este mismo precepto (art. 2 LA 1988) la ley arbitral se ha referido a aquellas materias que no pueden ser objeto de arbitraje, en este supuesto relativo a los arbitrajes laborales, el legislador ha elegido una expresión distinta y los ha excluido del ámbito de aplicación de la ley. Respecto a tal dualidad de expresiones, PUIG FERRIOR, ha realizado la siguiente reflexión: en los casos del artículo 2.1, el arbitraje es nulo por falta o ilicitud de la materia objeto de arbitraje; al paso de que en el supuesto del artículo 2.2, la solución no podría ser la misma. Pues se trataría, en todo caso, de una materia susceptible de arbitraje, por bien que de un arbitraje especial, como es el que contemplan las normas laborales, que se atribuye exclusivamente a instancias arbitrales del orden laboral, por lo que no puede hablarse en rigor de que sea nulo el convenio por el cual se atribuye a unos árbitros decidir una controversia susceptible de un arbitraje laboral, sino que el convenio puede ser válido, pero 2014-10-02 13:24:[email protected] 491 Ana Montesinos García los árbitros carecen de poder de decisión para resolver la controversia. Y, si no obstante ello la deciden, podrá interesarse la anulación de laudo. PUIG FERRIOR, L., «Artículo 2», Comentarios a la ley de arbitraje, AAVV, (coord. BERCOVITZ RODRÍGUEZ-CANO), Tecnos, Madrid, 1991, pág.47. 45 Vid. Respecto del arbitraje laboral, MUÑOZ CAMPOS, «El arbitraje laboral», Relaciones laborales, 1988, I, págs. 81-96. 46 Tan solo uno de ellos ha sido ratificado por la misma ley de arbitraje en su disposición adicional única; se trata del sistema arbitral de consumo regulado en el RD 636/1993, que desarrolla el artículo 31 de la Ley 26/1984, de 19 de julio, General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios. 47 Tiene, por tanto, la actual ley arbitral vocación de servir de Derecho Común al resto de arbitrajes regulados en otras leyes, aplicándose supletoriamente a éstos últimos (art. 1.3 LA). 48 Ejemplo claro de ello, lo encontramos en el RD 636/1993 por el que se regula el sistema arbitral de consumo en cuyo articulado encontramos diferentes aspectos que no encajan con la nueva ley, como por ejemplo, la equidad de los laudos si previamente no se ha pactado que éstos se resuelvan conforme a Derecho (art. 11.3 LA). La solución más razonable será, hasta que no se produzca una reforma legislativa, atender a la literalidad del RD pese a que contravenga la ley arbitral; tampoco dice nada la nueva LA sobre la gratuidad del arbitraje de consumo. Al respecto, vid. PALAO MORENO, G., Comentarios a la Ley de arbitraje (Ley 60/2003, de 23 de diciembre), AAVV, (coord. BARONA VILAR, S.,), Civitas, Madrid, 2004, pp. 1621-1640. 49 Vid. respecto del arbitraje de consumo, las siguientes sentencias: SAP Barcelona de 3 de noviembre de 2003 (AC 2003/1763) y SAP Almería de 15 abril de 2004 (JUR 2004\152466), en las que se anula el laudo por extralimitación objetiva al conocer de materias ajenas al sistema arbitral de consumo. 50 Vid. en lo que al arbitraje en materia de marcas se refiere: OTERO IGLESIAS, A., «El arbitraje en la nueva Ley de Marcas», Diario La Ley, núm. 5717, 12 de febrero de 2003 y MERINO MERCHÁN, J. F., «El arbitraje en la nueva ley de marcas», Diario La Ley, núm. 5518, 8 de abril de 2002. 51 Vid. respecto a este tipo de arbitraje, MARTÍNEZ GARCÍA, E., El arbitraje como solución de conflictos en propiedad intelectual, Tirant lo Blanch, Valencia, 2002, y en donde concretamente se estudia la arbitrabilidad de la controversia en estos arbitrajes en las págs. 72-82. 52 RJ 1987/1419. 53 GÓMEZ JENE, M., Comentarios a la Ley de Arbitraje de 2003, AAVV, (coord. ARIAS LOZANO, D.), Thomson, Navarra, 2005, pág. 34. Al respecto, HUERGO LORA, A., ha manifestado que la utilización en los conflictos de la Administración se enfrenta a graves objeciones de principio que cercenan en gran medida las posibilidades de recurrir a él. Continúa este autor señalando, que los argumentos favorables al arbitraje han llevado en los últimos años a intentos frustrados de resolver la contradicción, que con frecuencia dan lugar a falsos arbitrajes, carentes de las características esenciales de la institución. Mientras que el arbitraje en los conflictos jurídico —privados de la Administración no plantea problemas especiales, aunque de hecho se practica muy poco. «El arbitraje en el Derecho Administrativo», Arbitraje y Justicia en el Siglo XXI, AAVV (coord. BARONA VILAR, S.), Thomson Civitas, Navarra, 2007, pág. 270. 54 GASPAR LERA, S., El ámbito de aplicación del arbitraje, Aranzadi, Pamplona, 1998, pág. 263. 55 En sentido similar se pronunciaba el recientemente derogado Real Decreto Legislativo 2/2000, de 16 de junio, por el que se aprobaba el texto refundido de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas, en cuyo artículo 117 se proclamaba: «Contratos celebrados en el extranjero: ... 2. En los contratos con empresas españolas se incluirán cláusulas de sumisión a los Tribunales españoles. 3. En los contratos con empresas extranjeras se procurará, cuando las circunstancias lo aconsejen, la incorporación de cláusulas tendentes a resolver las discrepancias que 2014-10-02 13:24:[email protected] 492 Supuestos en los que se puede acudir al arbitraje puedan surgir mediante fórmulas sencillas de arbitraje. En estos contratos se podrá transigir previa autorización del Consejo de Ministros...». 56 El artículo 45 Ley 7/2007 dice así: «1. Con independencia de las atribuciones fijadas por las partes a las comisiones paritarias previstas en el artículo 38.5 para el conocimiento y resolución de los conflictos derivados de la aplicación e interpretación de los Pactos y Acuerdos, las Administraciones Públicas y las Organizaciones Sindicales a que se refiere el presente Capítulo podrán acordar la creación, configuración y desarrollo de sistemas de solución extrajudicial de conflictos colectivos. 2. Los conflictos a que se refiere el apartado anterior podrán ser los derivados de la negociación, aplicación e interpretación de los Pactos y Acuerdos sobre las materias señaladas en el artículo 37, excepto para aquellas en que exista reserva de Ley…». 57 Vid. CANAL MUÑOZ, P., e IBÁÑEZ-BUIL, J., «El arbitraje en el Derecho Administrativo», Actualidad Administrativa, nº 13, 27 de marzo a 2 de abril de 2000, págs. 478 y ss.; TORNOS MAS, «El arbitraje en el Derecho Administrativo: posibilidad de esta figura jurídica», Tribunal Arbitral de Barcelona, Butlletí núm. 6, págs. 25 y ss. y MARESCA TABOT, «El arbitraje en la Ley de régimen jurídico de las administraciones públicas y del procedimiento administrativo común», Tribunal Arbitral de Barcelona, Butlletí núm. 6, págs. 25 y ss. Artículo 107. 2 Ley 30/92 : «Las leyes podrán sustituir el recurso de alzada, en supuestos o ámbitos sectoriales determinados, y cuando la especificidad de la materia así lo justifique, por otros procedimientos de impugnación, reclamación, conciliación, mediación y arbitraje, ante órganos colegiados o comisiones específicas no sometidas a instrucciones jerárquicas, con respeto a los principios, garantías y plazos que la presente Ley reconoce a los ciudadanos y a los interesados en todo procedimiento administrativo». 58 BARONA VILAR, S., Comentarios a la ley de arbitraje (ley 60/2003, de 23 de diciembre), AAVV, (coord. BARONA VILAR, S.), Thomson Civitas, Madrid, 2004, pág. 1327. 59 No nos hallamos ante un recurso, principalmente, por la razón de que la acción de nulidad no provoca de nuevo el conocimiento de la materia objeto de arbitraje, pues el recurso de anulación no permite al órgano jurisdiccional ordinario entrar a conocer el fondo de la decisión arbitral; así lo ha venido declarando de forma constante y reiterada el Tribunal Supremo al interpretar ya en su día la ley de arbitraje de 22 de abril de 1953, en sus sentencias de 14 de julio de 1971 (RJ 1971/ 3241) y 13 de octubre de 1986 (RJ 1986/5785), definiendo esta última el recurso de nulidad, como un juicio externo por cuanto el tribunal jurisdiccional es sólo juez de la forma del juicio o de sus garantías procesales, sin que en ningún caso pueda pronunciarse sobre el fondo de la controversia que ha quedado sustraída al conocimiento de los tribunales precisamente por el efecto propio del compromiso, jurisprudencia plenamente aplicable tanto a la ley arbitral de 1988 como a la legislación actual del arbitraje. 60 Vid. la Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid de 29 de noviembre de 2004 (JUR 2005/46130), sentencia que resulta interesante pues analiza uno por uno los motivos de anulación del laudo impuestos en la actual ley de arbitraje. 61 Un segundo grupo de motivos que únicamente podrán declararse a instancia de parte interesada, lo constituye el resto de motivos de anulación del artículo 41 LA, es decir, las letras a), c) d), que sin provocar indefensión a las partes, también pueden invocarse como motivos de anulación del laudo como consecuencia del incumplimiento de ciertas normas. 62 AC 1995/2204. 63 El artículo 42 LA dispone que la demanda deberá presentarse conforme a lo dispuesto en el artículo 399 LEC para el juicio ordinario a la que se acompañarán los documentos justificativos del convenio y del laudo. 64 SEGOVIANO ASTABURUAGA, M. A., Comentarios a la nueva ley de arbitraje, AAVV, (coord. HINOJOSA SEGOVIA, R.), Difusión jurídica y Temas de Actualidad, Barcelona, 2004, pág 671. 2014-10-02 13:24:[email protected] 493 Ana Montesinos García 65 Recordamos en este momento, el artículo 3 LA que declara expresamente cuando nos encontramos ante un arbitraje internacional. Al respecto, el citado recepto proclama lo siguiente: «1. El arbitraje tendrá carácter internacional cuando en él concurra alguna de las siguientes circunstancias: a. Que, en el momento de celebración del convenio arbitral, las partes tengan sus domicilios en Estados diferentes. b. Que el lugar del arbitraje, determinado en el convenio arbitral o con arreglo a éste, el lugar de cumplimiento de una parte sustancial de las obligaciones de la relación jurídica de la que dimane la controversia o el lugar con el que ésta tenga una relación más estrecha, esté situado fuera del Estado en que las partes tengan sus domicilios. c. Que la relación jurídica de la que dimane la controversia afecte a intereses del comercio internacional». 66 La ley arbitral de 1988 no realizaba referencia alguna a la capacidad del Estado para comprometerse a arbitraje, lo que fue aclamado por la doctrina para facilitar la institución arbitral e impedir que los Estados pudieran valerse de su propia ley y excepcionar su capacidad. En este sentido, GONZÁLEZ ÁLVAREZ, S., «Artículo 60», Comentarios a la ley de arbitraje, AAVV (coord. BERCOVITZ RODRÍGUEZ-CANO), Tecnos, Madrid, 1991, pág. 892. 67 Para un estudio profundo sobre el tema, vid. ESPLUGUES MOTA, C., Comentarios a Ley de arbitraje…, cit., págs. 133 y ss. En sentido muy similar se pronuncian las leyes de países de nuestro entorno, como a título de ejemplo predica el artículo 177 de la Ley Federal de Derecho Internacional Privado de 18 de diciembre de 1987. 68 ESPULGUES MOTA, C., Comentarios a la ley de arbitraje (ley 60/2003, de 23 de diciembre), cit., pág. 145. 69 La inmunidad de jurisdicción, como todos sabemos, es una de las prerrogativas del poder público de los Estados, expresión del principio de soberanía estatal. Mientras que la inmunidad de ejecución puede presentarse como una suerte de complemento de la inmunidad de jurisdicción. Más detenidamente, podemos afirmar que si bien los Estados no pueden ser llevados ante los Tribunales de cualquier otro Estado (inmunidad de jurisdicción), también puede predicarse que las sentencias o resoluciones que dichos Tribunales adopten no deberán producir efectos ni realizar, por tanto, los actos de ejecución correspondientes, respecto de los bienes del Estado extranjero que se halle en el territorio de otro país. 70 En idéntico sentido se pronuncia HERNÁNDEZ BURRIEL, J., Comentarios a la nueva ley de arbitraje, AAVV (coord. HINOJOSA SEGOVIA, R), Difusión jurídica y Temas de Actualidad, Barcelona, 2004, pág. 38. El Informe del Consejo General del Poder Judicial sobre el Anteproyecto de LA señalaba en su apartado IV que esta norma: «pretende evitar la paralización o el simple retraso en la tramitación del procedimiento que se podría conseguir utilizando determinados mecanismos procesales o prerrogativas». 71 De hecho, la práctica demuestra lo inhabitual que resulta el que un Estado llegue a alegar dicho principio ante un tribunal arbitral. ESPLUGUES MOTA, C., Comentarios a la ley de arbitraje (ley 60/2003, de 23 de diciembre), cit., pág. 411. 2014-10-02 13:24:[email protected] 494 EN POS DE NECESARIAS REFORMAS AL DERECHO SUCESORIO EN LATINOAMÉRICA (II) DR. LEONARDO B. PÉREZ GALLARDO Profesor Titular de Derecho Civil Facultad de Derecho Universidad de La Habana Abstract: A comparative analysis of the south-american legal systems on law of succession. The article considers legal requirements in different South american countries for the existence of portions of the estate secured by law, and the forced heirs. These legal portions can also be a protection for the disabled persons. Also makes some suggestions about the improvement in the position of the widow or widower, the same sex partners and its rights on inheritance, the procedures for the declaration of heirs done by a public notary and proposes the creation of Registries of acts of last will. The work raises the necessary reforms to make these objectives possible. Keywords: Comparative Law, Civil Law, International Law, Law of inheritance, Title to succeed. Sumario: II.5. Las legítimas: minoración de su cuantía y de la cualidad de sus destinatarios. II.5.1. La utilidad de las legítimas como vía de protección de los discapacitados. II.6. Nuevas causales de indignidad sucesoria. II.7. La expansión del ius repraesentationis. II.8. Proscripción de todo rezago discriminatorio en razón del origen de la filiación en sede sucesoria. II.9. Necesaria atribución igualitaria de la herencia entre hermanos y demás colaterales, sin distinción del vínculo doble o sencillo. II.10. Mejora en la posición del cónyuge supérstite. II.10.1. Las uniones de hecho del mismo sexo y su incidencia en la delación ab intestato. II.11. La tramitación del título sucesorio ab intestato ante notario público. II.12. Constitución de Registros de actos de última voluntad y de declaración de herederos ab intestato. III. El Derecho de Sucesiones al que aspiramos llegar. II.5. Las legítimas: minoración de su cuantía y de la cualidad de sus destinatarios No menos significativo resulta la regulación de las legítimas en nuestros ordenamientos jurídicos. La absoluta libertad de testar, sin más cortapisas que la propia voluntad humana no ha sido la tendencia acogida por los códigos civiles. Amén de franquearse cierto margen de disponibilidad 2014-10-02 13:24:[email protected] 495 Leonardo B. Pérez Gallardo patrimonial, ésta ha estado limitada entre otros por el sistema de legítimas, visto como una restricción a la facultad de disponer1. Hoy día los legisladores en la mayor parte, se resisten a suprimir los sistemas legitimarios que en sus disímiles variantes rigen en los más diversos códigos civiles. Así, en Iberoamérica se diseñan sistemas legitimarios con legítimas que ascienden a cuatro quintos del as hereditario (Bolivia y Argentina), u otros que la restringen a los dos tercios (Perú y Uruguay) o la dividen en legítima estricta, mejora y libre disposición (España y Puerto Rico) o la reducen a la mitad (Brasil y Chile —cuando existen descendientes, Cuba, cuando existen herederos especialmente protegidos—, El Salvador, Perú —sólo ascendientes— y Venezuela), aquellos que la varían de acuerdo con el número de hijos o la clase de pariente-sucesor (República Dominicana) y aquellos que distinguen la porción conyugal, la cuarta de mejora y las legítimas (Chile, Colombia y Ecuador). Recordemos que la cuarta de mejora por un lado limita la libertad testamentaria pero por otro le permite al testador beneficiar a ciertos herederos, (Chile, descendientes y cónyuge —este último a partir de 1989—) con amplitud de criterio y decisión. Otros países —los menos—, no regulan las legítimas (Costa Rica, Guatemala, Honduras, México y Nicaragua). Así, el testador puede disponer de la totalidad de su patrimonio. No obstante, aún en estos países no se desprotege al núcleo familiar ya que por un lado existen los alimentos obligatorios (Honduras y México) y por otro, cuando el testador distribuye la totalidad de sus bienes en legados, se reserva para el declarado heredero un diez por ciento (Costa Rica). Esta es la figura de la cuarta falcidia del Derecho romano pero en menor proporción. Perú también mantiene esta institución. Este gran abanico que ofrece el estudio de los sistemas legitimarios en el Derecho comparado nos conduce a la conclusión de que en el sistema de Derecho continental las legítimas se imponen como freno a la libertad de testar y aún los Códigos de segunda generación como los de Bolivia, Perú, Paraguay y Brasil no se han atrevido a desmembrar del sistema sucesorio la tutela que dispensa a los parientes más allegados el sistema de legítimas. Empero, lo que resulta hoy de urgente reforma en nuestro contexto jurídico es la necesidad de reducir el monto o cuantía de esas legítimas en países como Argentina o Bolivia en los que su existencia, cuando hay descendientes, obnubila toda posibilidad de testar, en tanto la cuantía de libre disposición resulta tan insignificante que no 2014-10-02 13:24:[email protected] 496 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) merece acudir al testamento como acto dispositivo patrimonial por causa de muerte, por excelencia. En este sentido se pronuncia un sector importante de la doctrina científica quien aboga porque el Derecho de Sucesiones mantenga un equilibrio entre las reglas imperativas y las reglas de la autonomía, de modo que no puede existir una absoluta voluntad de testar (expresión de la soberanía del derecho de propiedad), ni tampoco un sistema de legítimas total (en nombre de la solidaridad familiar y de la igualdad), equilibrio que se pudiera lograr mediante una disminución de las legítimas y un fortalecimiento de institutos que permitan una mayor solidaridad familiar con el más débil, como el fideicomiso testamentario, la mejora, el derecho real de habitación del cónyuge supérstite2. En tal sentido las XV Jornadas Nacionales de Derecho Civil de la Argentina, celebradas en la ciudad de Mar del Plata en 1995, se pronunció en la primera de las conclusiones en la Comisión Nº 6, sobre la necesidad de una reforma de los artículos relativos a la legítima, reduciéndose tanto las legítimas de los descendientes (a dos tercios) y la de los ascendientes y del cónyuge (a la mitad). Otros autores, desde la reciente doctrina chilena abogan por cambios más moderados en este orden, «Se trataría más bien de buscar un equilibrio que permita una mayor libertad del testador, pero en ciertos márgenes, definidos de la forma más objetiva y pacífica posible»3. En este sentido, no en balde se alude a la pérdida de la prístina ratio de las legítimas, pues el aumento de la expectativa de vida hace que se reduzca «las hipótesis en que los hijos quedan tempranamente sin padres cuando a su vez ya han formado su propia familia»4. Se trata, por tanto de una libertad controlada del testador, que evite en todo caso, los actos en fraude de las legítimas a los que suelen acudir los testadores ante la existencia de normas imperativas, restrictivas del derecho de disponer por causa de muerte. Sería conveniente «examinar en la práctica el grado de respeto que tienen las instituciones que fuerzan la voluntad del testador y precisar en qué medida la simulación deja sin efecto las buenas intenciones legales»5. Similares criterios se esgrimen también desde la doctrina española. El profesor DELGADO ECHEVERRÍA en ponencia presentada en las XII Jornadas de la Asociación de Profesores de Derecho Civil, que tuvieron lugar del 9 al 11 de febrero de 2006, en Santander, Jornadas dedicadas a las reformas del Derecho Sucesorio en España6 apuntaba sobre las alternativas en torno a las legítimas, a saber: o bien su supresión, posición que considero de extrema, o una limitación tanto en el orden objetivo (cuan2014-10-02 13:24:[email protected] 497 Leonardo B. Pérez Gallardo tía), como subjetivo (personas destinatarias de ella). De tomarse el primer punto de vista, sostiene el profesor que dicha opción de política legislativa en lo que constituye el núcleo del Derecho de Sucesiones español, si su fundamento y finalidad ya no es la originaria, y es ahora más un deber moral o social, la sanción debe de proceder de la moral o la sociedad, pero no del mundo jurídico. Las legítimas suprimidas podrían ceder su lugar a atribuciones patrimoniales con finalidad asistencial en favor de las personas necesitadas y dependientes del causante a las cuales su muerte deja desasistidas. De todas maneras sería tomar la posición que hace dos décadas siguió el Derecho cubano, pero en el fondo no sería más que regular una legítima moderada y limitada, esto es, una legítima, criterio que considero más atinado. Ello, a pesar de que el Código Civil cubano no le atribuye el nombre con el que en Derecho han sido conocidas, si bien la propia doctrina y jurisprudencia patrias la han sustentado7. Se trataría, no obstante, de propiciar la libertad del testador, en especial a la hora de realizar atribuciones de los cónyuges entre sí, razón que frecuentemente motiva la utilización del testamento como cauce de ordenación de la sucesión por causa de muerte. Una adaptación a la realidad social de este tiempo. Si se asumiera la segunda posición, sigue expresando DELGADO ECHEVARRÍA, la supresión no sería el objetivo, sino todo lo más, reducir las legítimas al revelarse excesivas en el momento actual. La reducción no sólo sería cuantitativa sino también reducción en el número de grados de parentesco de los llamados como legitimarios (supresión de la legítima de los ascendientes o limitación sólo al primer grado). Flexibilizar también las legítimas, concibiéndolas como créditos contra la herencia y no como parte alícuota de ella8. II.5.1. La utilidad de las legítimas como vía de protección de los discapacitados En la misma medida que la reducción de las cuotas de las legítimas es una aspiración de un sector de la doctrina científica, este mismo sector propone, no sin razón, la necesidad de que éstas puedan ser empleadas como una fórmula de tutela o protección de los discapacitados. En ese orden vienen las proposiciones del profesor DELGADO ECHEVARRÍA, a su juicio es plausible «…una reforma en profundidad del sistema legitimario del Código civil. Cabe sugerir la supresión de la legítima de los ascendientes, salvo atribuciones asistenciales (…)»9. En tanto los profesores 2014-10-02 13:24:[email protected] 498 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) argentinos Graciela MEDINA y Horario MADERNA ETCHEGARAY abogan por el fideicomiso testamentario como una vía alternativa de protección de los discapacitados y judicialmente incapacitados, alternativa que sería mucho más eficaz en la misma proporción en que los ordenamientos jurídicos den paso a una libertad de testar cuantitativa y cualitativamente superior, de modo que haya más cobertura para la autonomía de la voluntad del disponente por causa de muerte. Posibilidad que a su juicio logra el Proyecto de Código Civil argentino de 1998, en el que: «La antinomia libertad y solidaridad también se vislumbra en el ámbito del Derecho de Sucesiones, donde el juego es tripartito porque en aras de la libertad se amplía la cuota de libre disposición de bienes para después de la muerte, en pro de la solidaridad familiar se mantiene el sistema de legítimas pero teniendo en cuenta la tuición de los más débiles se permite la constitución de fideicomiso testamentario aún en vulneración de la legítima, cuando éste es constituido a favor de menores e incapaces»10. El fideicomiso testamentario en un régimen de legítimas fuertes como el actualmente vigente en Argentina «… es de escasa utilidad por cuanto sólo se puede constituir en la limitadísima cuota de libre disposición, esto priva de eficacia al instituto como manera de protección de los incapaces. «El sistema actual deja sin solución a los padres de hijos incapaces, quienes tienen una preocupación constante, en determinar quién se va a ocupar de ellos después de la muerte de los progenitores, y fundamentalmente quién se va a ocupar de cubrir sus necesidades y administrar sus bienes, funciones que abnegadamente durante la vida desempeñan los padres. La ausencia de posibilidad efectiva de mejorar la situación del hijo que más lo necesita cuando existen otros herederos forzosos, lleva las más de las veces a realizar actos en fraude a la ley o en otros casos produce la imposibilidad de dar soluciones solidarias a los incapaces. Para estos supuestos es útil el instituto del fideicomiso testamentario ya que sirve como herramienta eficaz para la tuición de los más débiles. Pero si sólo se puede constituir un fideicomiso testamentario en la cuota de libre disposición (y ésta es muy baja) tal herramienta se torna ineficaz, por ello la legislación proyectada propone que en el caso de existir incapaces sean válidos los fideicomisos testamentarios a su favor aunque violenten la legítima de otros herederos forzosos hasta que cese la incapacidad»11. Otros ordenamientos jurídicos como el cubano han reconocido una legítima cualificada en el orden sustantivo, a partir de la exigencia en los «here2014-10-02 13:24:[email protected] 499 Leonardo B. Pérez Gallardo deros» especialmente protegidos de tres requerimientos: vínculo parental en el orden de los descendientes o de los ascendientes o vínculo conyugal, dependencia económica respecto del causante e inaptitud para trabajar. Requisitos que han sido esculpidos a través del sentido jurisprudencial a ellos atribuidos, y en el que a pesar de cierto emparentamiento con los discapacitados, a muy lamentar nuestro, las dimensiones que el legislador cubano le da a los «herederos» especialmente protegidos no coincide en todos sus ángulos con el de las personas discapacitadas, como ha pretendido ver LEÑA FERNÁNDEZ, quien a mi juicio se ha dejado confundir por las luces que irradia esta figura jurídica, queriendo traspolar una realidad meramente virtual, porque ni el fin de la institución es directamente proteger a los discapacitados en razón de su discapacidad, ni el legislador cubano dio entrada — como menciona el autor «al cumplimiento mortis causa de la obligación de dar alimentos a favor de los hijos menores o discapacitados»12. De modo que no todo discapacitado podrá ser reconocido como especialmente protegido y ser atributario de la mitad del caudal patrimonial del causante13. II.6. Nuevas causales de indignidad sucesoria Llama la atención la inercia de los códigos civiles más modernos al no incluir nuevas causales de indignidad sucesoria. Ni los códigos de Bolivia (artículo 1009), Perú (artículo 667), Paraguay (artículo 2491), ni Brasil (artículo 1814), ni el borrador del Código Civil de Puerto Rico, incluyen en su articulado nuevas causales. Ello a pesar de que en la actualidad existen circunstancias que deberían tener este tratamiento u otro análogo, tal y como ha hecho el legislador español. No obstante, la fuerza de la costumbre y el mimetismo doctrinario en el Derecho Sucesorio han imposibilitado dar nuevos cauces a la indignidad sucesoria. Y no es que se trate de abrir el diapasón normativo a instituciones restrictivas del derecho a suceder por causa de muerte, sino de aplicar con justeza el Derecho y vetar a la sucesión, por así venir dispuesto legalmente a aquellos que han incurrido en conductas reprochables en el orden ético. En este orden llama la atención los supuestos de desatención a menores, incapacitados judicialmente, discapacitados y personas de la tercera edad, y que van más allá de la negativa de alimentos como se reconoce en algunos códigos civiles como causal de indignidad (v.gr. artículo 810.3º del Código Civil de Venezuela), o de desheredación (artículo 744.2 y 745 del Código Civil de Perú), si bien algunos códigos como el ecuatoriano en su artículo 1032.3º reco2014-10-02 13:24:[email protected] 500 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) noce que será indigno de suceder al difunto: «El consanguíneo dentro del cuarto grado inclusive, que, en el estado de demencia o desvalimiento de la persona de cuya sucesión se trata, no la socorrió pudiéndolo», el costarricense en su artículo 523.4 que considera indignos para suceder a «Los parientes comprendidos entre los herederos legítimos, que, hallándose el causante loco o abandonado, no cuidaren de recogerlo o hacerlo recoger en un establecimiento público», similar sentido al que tiene el artículo 842.4 del Código Civil uruguayo, atisbos del sentido de solidaridad familiar que hoy se predica de los componentes de la familia, no sólo nuclear. Se trata de imponer un sentido de solidaridad y afecto hacia los parientes necesitados no sólo de alimentos, sino incluso de atención. Vale reseñar en ese sentido la introducción en el Código Civil español de una nueva causal de indignidad motivada por las reformas que al centenario texto legal hiciera la Ley Nº 41/2003 de 18 de noviembre de protección patrimonial de las personas con discapacidad, reconocida en el artículo 657.7º, causal de indignidad, de aplicación restringida a aquellas personas que han desatendido a discapacitados, a cuyo tenor «Tratándose de la sucesión de una persona con discapacidad, las personas con derecho a la herencia que no le hubieren prestado las atenciones debidas, entendiendo por tales las reguladas en los artículos 142 y 146 del Código Civil»14. Por su parte el Código Civil cubano de 1987 reconoce como causal de incapacidad para suceder en el artículo 469.1 c) el haber negado no sólo alimentos, sino también atención al causante de la herencia. Este segundo término empleado o sea, atención, en la manera en que aparece formulado en el precepto resulta extremadamente lato, y en él puede ser incluida toda conducta que, razonablemente, pueda ser exigida al llamado a la sucesión respecto del causante, sea pariente o no, resultando suficiente su designación por el testador en sede de sucesión testamentaria. La atención supone algo que va más allá del concepto de alimento, si es que se quiere salvar el precepto de una tautología palpable. De ahí que uno y otro vocablo vengan separados por la conjunción disyuntiva o, que implica alternancia o disyunción. Por ello en el concepto de atención debe ser incluido todo grado de afecto, raport, vigilancia, protección, amor, cariño, comprensión, entendimiento, que representan mucho más de lo que patrimonialmente se le pueda proporcionar al causante. Es todo lo que puede hacer medianamente un ser humano para que ese otro pueda sentirse cuidado, acogido, asistido. Sin duda nos encontramos frente a uno de esos conceptos válvula que merecen especial detenimiento de cualquier juzga2014-10-02 13:24:[email protected] 501 Leonardo B. Pérez Gallardo dor y que bien vale la pena sea incluido en los supuestos de indignidad sucesoria. También cabe tomar en consideración la fórmula legal consagrada en el artículo 111 del vigente Código Civil español que excluye de la sucesión de los hijos al progenitor que «haya sido condenado a causa de las relaciones a que obedezca la generación, según sentencia penal firme» y «Cuando la filiación haya sido judicialmente determinada contra su oposición». Obsérvese que el legislador no le da el tratamiento de indignidad sucesoria, razón por la cual no se requeriría de probanza judicial, sino sería suficiente estar incurso en tales circunstancias para que automáticamente se le excluya de la sucesión, a menos que, tal veto legal se alce por «determinación del representante legal del hijo aprobada judicialmente, o por voluntad del propio hijo una vez alcanzada la plena capacidad». Para QUICIOS MOLINA, quien ha intervenido en los últimos comentarios al Código Civil español, bajo la dirección del profesor BERCOVITZ RODRÍGUEZ-CANO, en su condición de ponente del citado artículo, los delitos que permiten este pronunciamiento son los de agresiones sexuales, abusos sexuales, entre otros. También procede cuando la filiación haya sido derivada de sentencia civil firme, habiéndose opuesto a dicha determinación el progenitor, o incluso manteniendo una actitud negativa durante la tramitación del procedimiento. Se trata de una sanción que opera automáticamente, no siendo necesaria la petición de parte, ni el pronunciamiento judicial15. Cabría meditar en este sentido, si merece la incorporación de esta figura, con tratamiento disímil al que tradicionalmente se le ha venido ofreciendo a las causales de indignidad sucesoria en nuestros ordenamientos jurídicos, si se toma, además, en cuenta el número cada vez más creciente de procesos judiciales en los que se ejercitan acciones reclamatorias de filiación contra progenitores que a toda costa niegan la paternidad, absteniéndose incluso de concurrir a la práctica de las pruebas hematológicas a los fines de determinar el ADN ¿Sería justo que quien incurra en tal conducta, por un azar de la vida suceda luego al menor hijo, cuya filiación fue impuesta en contra de su propia voluntad? De todas formas, la posición normativa que se adopte, en todo caso, debiera dar cabida a excepciones, ya sea por la propia voluntad del hijo al arribar a la edad permisiva para testar, o incluso antes, a través de su representante legal, previa aprobación judicial. Lo importante es que el referente en el Derecho Comparado ya existe. 2014-10-02 13:24:[email protected] 502 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) II.7. La expansión del ius repraesentationis En los últimos años la figura de la representación sucesoria ha volcado la atención de los legisladores en el entendido de la necesidad de expandir su esfera de actuación. De esa manera se aboga por la posibilidad de inclusión de la figura en las reglas de la sucesión testamentaria16 (vid. artículo 685 del Código Civil del Perú y artículo 2378, tercer párrafo, del Proyecto de Código Civil de la Argentina de 1998 para el supuesto en que el testador en su testamento se hubiera limitado a confirmar la distribución de la herencia, resultante de aplicarse la ley y también en el borrador del Libro VI del Proyecto de Código Civil de Puerto Rico), y en situaciones que van más allá de la indignidad, la desheredación y la premuerte, permitiéndose en supuestos de renuncia a la herencia (vid. artículo 687 del Código Civil de Chile, artículo 575 del Código Civil de Costa Rica, artículo 512 del Código Civil de Cuba, artículo 681 del Código Civil del Perú, artículo 68 d) del borrador del Libro VI del Proyecto de Código Civil de Puerto Rico). Es reseñable también que en países como Francia, la Ley de 3 de diciembre de 2001 abre la posibilidad, por vez primera, que los hijos del indigno para suceder puedan acudir a la sucesión del causante por derecho de representación (vid. artículos 729.1 y 755). De esta manera se acentúa el carácter personal que tiene las causales de indignidad, razón por la cual no es dable que estas se comuniquen a los descendientes del indigno. De modo que, aunque tardíamente, se permite que los hijos del indigno puedan heredar a través de esta forma de suceder. También en situaciones de conmoriencia se plantea la posibilidad de aplicar la representación sucesoria. Si bien, la conmoriencia impide la posibilidad de transmitir derechos de una sucesión a otra, aniquila un posible ius transmissionis, entre los conmorientes, no hay transmitente, ni transmisario, de la misma manera que no hay causante, ni herederos, dada la imposibilidad de determinar, quién murió primero, y quién después. Empero, la consecuencia, que explícita o implícitamente, conlleva la aplicación de la presunción iuris tantum de conmoriencia, no puede dañar la posibilidad de ius repraesentationis, como forma de suceder. Ello, con los tiempos ha ganado adeptos. Por supuesto en el derecho de representación, los representantes nada adquieren del representado, son llamados, en defecto del representado, recibiendo en conjunto la cuota viril de éste, si hubiera podido o querido heredar, de modo que en el supuesto de conmoriencia, como el representado no ha podido heredar, su lugar lo ocupan 2014-10-02 13:24:[email protected] 503 Leonardo B. Pérez Gallardo sus descendientes (ya sean todos, o sus hijos, en el caso de los colaterales privilegiados —sobrinos estos del causante—). Se trata pues de una delación inmediata a su favor, salvo el supuesto de renuncia del representado, en que la delación será sucesiva17. En la doctrina argentina el tema ha sido tratado doctrinal y jurisprudencialmente. Autores como LLERENA y ZANNONI han defendido la posibilidad de operancia del derecho de representación en supuestos de conmoriencia. LLERENA comentando el artículo 109 del Código Civil argentino, dice: «Lo natural es que, en la suposición de que murieron a un mismo tiempo, no haya entre ellos transmisión alguna de derechos, como dice nuestro artículo. Vendrá, en tal caso, el derecho de representación»18, mientras ZANNONI, respecto del criterio que en caso de conmoriencia niega el derecho de representación, sostiene que tal solución peca de inconveniente e injusta en diversos aspectos y por ello ha sido criticada, admitiéndose no obstante, el derecho de representación por el juego interpretativo de los artículos 3550, en cuanto al fundamento del llamado derecho de representación que enuncia el artículo 3554 (vid. también artículos 3552, 3301 y 3749)19. Por su parte, MEDINA en sus comentarios al artículo 3554 del Código Civil argentino, regulador del derecho de representación, equipara el tratamiento que el legislador dio a la premoriencia, a supuestos de conmoriencia, dado que dicho precepto presupone para que tenga lugar el ius repraesentationis, que el representado esté muerto, sin especificar si esa muerte es anterior o concomitante con la del causante20. A su juicio, «para que funcione el derecho de representación la ley solamente requiere que el representado no viva al momento de la apertura de la sucesión, y este requisito se cumple en el caso de conmoriencia»21. Entre los españoles también se defiende este criterio. Para RIVAS MARTÍNEZ, «Si se trata de conmoriencia de padre e hijo, los nietos no sucederán como transmisarios del padre, sino por derecho de representación; y ello, porque el derecho de transmisión implica sobrevivencia del heredero al causante, mientras que el derecho de representación presupone premoriencia del heredero al causante»22. PEREÑA VICENTE entiende que «aunque se exige como presupuesto para que tenga lugar el derecho de representación la premoriencia del representado, en el supuesto en que sea aplicable la presunción de conmoriencia, también se verificará la representación cuando se cumplan todos los requisitos que para ello exigen los artículos 924 y siguientes del Código Civil, pues lo que se exige es que 2014-10-02 13:24:[email protected] 504 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) el representado no haya podido adquirir la herencia del causante por causas ajenas a su voluntad, que no haya sobrevivido al causante, lo que ocurre en este supuesto, aunque no le haya premuerto en sentido técnico, basta que no exista al momento del fallecimiento del causante»23. Mientras que, entre nosotros, CHIKOC BARREDA, quien sigue el criterio del GUILARTE ZAPATERO, insiste en que la falta de transmisión de derechos de uno a otro de los conmorientes no es obstáculo para la existencia del derecho de representación, sino que más bien funciona como causa del mismo, en tanto el representante no adquiere derecho alguno del representado, sino directamente del causante, por lo que aplaude la idea de acudir a la analogía para integrar la laguna que la ausencia de una norma jurídica regulatoria de la conmoriencia como supuesto que genera derecho de representación, provoca, para lo cual el supuesto de premoriencia y el de conmoriencia deben tener el mismo régimen24. Entre los Códigos civiles que regulan expresamente este supuesto cabe mencionar el de Québec en su artículo 660, a cuyo tenor: «La représentation est une faveur accordée par la loi, en vertu de laquelle un parent est appelé à recueillir une succession qu’aurait recueillie son ascendant, parent moins éloigné du défunt, qui, étant indigne, prédécédé ou décédé au même instant que lui, ne peut la recueillir lui-même», el de Bélgica en su artículo 744, tercer párrafo (según redacción dada por la Ley de 19 de septiembre de 1977 en su artículo 3), conforme con el cual: «La représentation a lieu en cas de décès simultané comme en cas de prédécés» y también el Code Napoleón, tras la redacción dada a su artículo 725-1 por la Ley de 3 de diciembre del 2001, a cuyo tenor se lee: «Toutefois, si l’un des codécédés laisse des descendants, ceux-ci peuvent représenter leur auteur dans la succession de l’autre lorsque la représentation est admise» , lo cual ha sido calificado de avance legislativo25. II.8. Proscripción de todo rezago discriminatorio en razón del origen de la filiación en sede sucesoria Por fortuna el Derecho Sucesorio positivizado que llega al siglo XXI en Latinoamérica tiene como sello de identidad la protección de los derechos de los hijos, sin juzgar la fuente de su nacimiento, al menos la gran mayoría de los códigos civiles asumieron esta posición. Durante las últimas décadas del siglo pasado los ordenamientos jurídicos han ido proscribiendo toda forma de discriminación en razón del origen de la filiación, con incidencia en sede sucesoria. Hoy día, la mayoría de los ordenamien2014-10-02 13:24:[email protected] 505 Leonardo B. Pérez Gallardo tos jurídicos latinoamericanos reconocen el derecho a suceder de los hijos en el primer llamado sucesorio, sin rezago discriminatorio en este orden de ningún tipo (vid. artículo 818 del Código Civil del Perú). Empero, ello ha sido resultado de un lento pero continuo proceso de incorporación al Derecho interno de principios consagrados en tratados y convenciones internacionales. Así, en la República Dominicana todos los herederos encuentran protegidos sus derechos de igual manera, a los fines sucesorios, lo cual se puso de manifiesto a partir de la Ley Nº 14-94, que aprobó el Código para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la República Dominicana, cuya entrada en vigencia se operó el 1 de enero de 1995 y a cuyo tenor todos los hijos e hijas, ya sean nacidos de una relación consensual, de un matrimonio o adoptados, gozarán de iguales derechos y calidad, incluyendo los relativos al orden sucesoral. En Chile, la Ley 19585 de 1998 reformó el estatuto filiatorio y con ello el sucesoral. La nombrada Ley igualó los hijos matrimoniales y los extramatrimoniales a los fines sucesorios. No obstante, desde la propia doctrina chilena se expresa que de esta manera «… desaparecen al menos teóricamente los órdenes de la sucesión irregular. Pero subsisten ciertos órdenes de sucesión «irregular» o «anómalo» respecto del causante que tuvo la calidad de hijo ilegítimo o no matrimonial, pues a su respecto es imposible que concurran en los órdenes de sucesión los ascendientes o colaterales de los que técnicamente carece según su condición jurídica»26. Si bien en la actualidad al menos el hijo no matrimonial se incorpora a la familia del padre en relación con la cual se estableció la filiación y puede suceder al menos por representación a sus abuelos (vid. artículo 986 del Codigo Civil). Algunos ordenamientos, no obstante, mantienen una distinción, con sentido peyorativo en detrimento de los hijos, nietos, padres, abuelos y hermanos naturales. El Código Civil de Honduras da fe de ello. Más, a pesar del sentido literal del artículo 950 y de los artículos 965 a 972 de dicho código, la promulgación de la Constitución de 1982 que en su artículo 114 abolió toda calificación sobre la naturaleza de la filiación, prohibiendo que se consignare en cualquier registro o documento el estado civil de los padres y la promulgación del Código de Familia en ese propio año que también hizo suyo dicho mandato constitucional, se han entendido derogadas tácitamente tales reglas legales de la sucesión ab intestato y en virtud de ello los jueces no hacen distingo al tramitar la sucesión. No obstante, aun hoy se plantean problemas de hermenéutica jurídica con motivo de la distribución del caudal hereditario. Todo ello porque las nor2014-10-02 13:24:[email protected] 506 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) mas sustantivas civiles no han sido reformuladas a tono con las normas constitucionales27. Exactamente la misma situación acontece con el Código Civil de Nicaragua en sus artículos 1001 y del 1008 al 1014. Y con similar formulación el Código Civil de Costa Rica, que distingue en su artículo 572, regulador de los órdenes sucesorios, los abuelos y demás ascendientes, hermanos y sobrinos, los naturales, de los legítimos, si bien todos concurren a la sucesión en el llamado que les correspondiere. El Código Civil de Uruguay por su parte, aun cuando le da el mismo tratamiento sucesorio a los hijos legítimos o naturales, sí que mantiene esa distinción semántica cuando regula su concurrencia a los órdenes sucesorios (vid. artículos 1025 al 1028) y a la legítima (vid. artículos 885 y 887), a pesar de que concurran a partes iguales. En fin, aún hoy en pleno siglo XXI todavía los códigos civiles vienen marcados por los lastres decimonónicos en torno a la distinción de los hijos por razón de su fuente filiatoria, con marcada influencia sucesoria. Urge una reformulación de los códigos que aún le mantienen para estar a tono con los cambios operados en el Derecho de Familia y el respeto a la libre decisión de la pareja de establecer formas familiares a través de figuras distintas al matrimonio, sin desdén claro está de los derechos que le competen a la prole, fruto de dichas uniones. II.9. Necesaria atribución igualitaria de la herencia entre hermanos y demás colaterales, sin distinción del vínculo doble o sencillo Merece también una reformulación el tratamiento que todavía se observa en algunas normas de los códigos civiles del continente, que hacen distingo entre hermanos de vínculo sencillo y de doble vínculo, en aras de la protección patrimonial de los segundos, sobre los primeros. No hay motivo para mantener incólume tal tratamiento normativo, en todo caso discriminatorio y mezquino. Las razones por la que pudieron haberse incluido, hoy día han desaparecido. En ausencia de descendientes y de ascendientes, es suficiente la condición de hermano, pues si el afecto es la verdadera razón de suceder, la doble o simple conjunción no es motivo suficiente para favorecer a unos en detrimento de otros. Es lamentable que así lo hayan mantenido códigos modernos como el del Perú en su artículo 829, el de Bolivia (artículo 1110.II) o incluso el Código Civil brasilero de 2002 para los hermanos (artículos 1841 y 1842) y sobrinos (artículo 1843 § 2o). Ni qué hablar de otros decimonónicos como el chileno en su artículo 990 y el español en sus artículos 949 y 950. 2014-10-02 13:24:[email protected] 507 Leonardo B. Pérez Gallardo Algunos códigos de inicios del siglo XX afortunadamente no se hicieron eco de esta posición. Valga resaltar el de Honduras en su artículo 972.3. Otro de mediados de siglo, como el venezolano, tampoco la admitió en su artículo 831. Y por fortuna, el borrador del Libro VI del Código Civil de Puerto Rico igualmente prescinde de tal trato discriminatorio. II.10. Mejora en la posición del cónyuge supérstite Merece también atención el tratamiento que se la dado por las normas sucesorias en Latinoamérica al cónyuge supérstite. No caben dudas que en los últimos años el influjo de los cambios operados en el Derecho de Familia se ha revertido en el Sucesorio. La concepción de las sociedades actuales cuya base es la familia nuclear y no la extensa, provoca que los ordenamientos presten mayor atención a los derechos del cónyuge viudo cuando se establece el orden sucesorio ab intestato. Dichos cambios se han suscitado en distintas direcciones: — Se ha priorizado la concurrencia del cónyuge con los descendientes y padres del causante, llegando incluso a anteponerse su orden de llamamiento al de los ascendientes ordinarios (abuelos y demás ascendientes) y en una buena parte de los ordenamientos jurídicos al de los colaterales privilegiados (hermanos y sobrinos). En Colombia es el único de los herederos concurrentes que regula el Derecho positivo. De esa manera puede concurrir con los descendientes, y en defecto de estos, con los ascendientes. Tiene además derecho a la porción conyugal, de manera que puede optar por la herencia o por dicha porción. No obstante, solo desplaza en sede sucesoria, a los colaterales y al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. En el Perú concurre conjuntamente con los descendientes y ascendientes y en la totalidad, a falta de aquellos (vid. artículos 822 al 825). En Cuba participa como heredero y, con ello, en caso de pluralidad de herederos como comunero, cualquiera sea su sexo y edad; es un heredero concurrente con los hijos y demás descendientes del causante y con los padres de éste, a la sazón sus suegros, con quienes comparte la cotitularidad sucesoria y recibe una cuota per cápita (vid. artículos 514.2., 515.2 y 517), sin necesidad de demostrar otro extremo que su condición de consorte supérstite y no sólo relega a los colaterales privilegiados sino también a los ascendientes ordinarios (vid. artículos 518, 520 y 521)28. En el Código Civil paraguayo en sus artículos 2586 a 2590, reguladores de la posición del cónyuge supérstite, se dis2014-10-02 13:24:[email protected] 508 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) pone la concurrencia de éste con los descendientes y ascendientes y en la totalidad, en ausencia de éstos y con preferencia de los colaterales. Con idéntica fórmula, el Código Civil guatemalteco en sus artículos 1078 y 1079 y el Código Civil boliviano, en sus artículos 1102 al 1108. En el Código Civil brasilero, sucede en concurrencia con los descendientes y los ascendientes y relega a los colaterales (artículo 1829). — Se le ha reconocido el derecho a heredar en plena propiedad, y no en mero usufructo. En este sentido avanza el proyecto de Código Civil de Puerto Rico en el que se llama a heredar al cónyuge supérstite en plena propiedad como un verdadero legitimario, en oposición al carácter de usufructuario que tiene en el Derecho vigente y cuando concurra a la legítima con descendientes o con ascendientes, se suma al número de legitimarios, dividiéndose la herencia en partes iguales. En tanto en España se aboga por tal criterio, dado que aún se mantiene el derecho de usufructo legal del supérstite. — Se le ha concedido determinadas preferencias en orden a la adjudicación de la vivienda familiar y otros bienes. Así, en Argentina, el artículo 3573 bis del Código Civil, introducido por la Ley de Reformas 20798 se establece la posibilidad de que si quedare un solo inmueble habitable en el caudal hereditario, que hubiera constituido hogar conyugal, o sea, aquel hubiera constituido el último domicilio común, tendrá a su favor el supérstite, con preferencia de otros herederos o legatarios, un derecho real de habitación establecido ex lege, siempre que no contraiga nuevas nupcias y se trate, además, de una vivienda cuyo valor no sobrepase el valor económico establecido a las viviendas para ser declaradas bien de familia. Derecho real que no se computa en el activo de la sucesión, en tanto no es derecho hereditario del titular. En Brasil, el nuevo Código Civil del 2002 reconoce igual derecho a favor del supérstite, sin perjuicio del derecho que le corresponda en la herencia, pero solo respecto del inmueble destinado a residencia familiar, siempre que sea el único de esa naturaleza a inventariar (vid. artículo 1831). En Chile, la Ley 19585 de 1998 estableció la adjudicación preferencial de la vivienda principal de la familia al cónyuge supérstite, incluido el mobiliario sito en ella, siempre que hubiere residido en él. Si el valor de estos bienes llegara a superar el monto de los derechos que en la herencia le corresponde al supérstite, pudiera interesar su adjudicación, no en propiedad, pero sí en el concepto de habitación sobre el inmueble y de su uso 2014-10-02 13:24:[email protected] 509 Leonardo B. Pérez Gallardo sobre el mobiliario, ello de manera gratuita. En este sentido como expresa el profesor TAPIA RODRÍGUEZ esta atribución preferencial «pretende impedir que la muerte de un cónyuge desestabilice aun más las condiciones de vida del sobreviviente, privándolo incluso del hogar común»29. En Bolivia, el Código Civil confiere al supérstite un derecho preferente ante la distribución de ciertos bienes que componen el acervo hereditario, de modo que el supérstite puede interesar del juez al amparo del artículo 1238 el pequeño negocio comercial propio del premuerto, el equipo profesional y sus instalaciones donde ambos cónyuges trabajaban al morir el de cuius, y el inmueble, y su mobiliario, usados exclusivamente como vivienda por los esposos al morir el causante. Tales bienes comprenderían la porción hereditaria del supérstite, si bien le competería compensar la diferencia a su favor, si resultare, al resto de los herederos. Todo ello es loable que así sea. Por ello tiene razón la profesora MEDINA cuando expresa: «Otro de los imperativos del derecho sucesorio actual es otorgar una mayor protección al cónyuge sobreviviente, que es en definitiva el que en la generalidad de los casos más lo necesita, ya que el mayor promedio de vida alcanzado en este momento hace que la expectativa de sobrevivencia sea muy alta, pero también es cierto que la vejez es muy cara y por ello resulta conveniente que el cónyuge además de tener derecho a la mitad del patrimonio ganancial, en caso de comunidad tenga derecho a heredar el patrimonio que contribuyó a formar y que le va a permitir afrontar los gastos que apareja la ancianidad con mayor dignidad»30. Y no olvidemos que avanzamos hacia un siglo XXI que se ha denominado «siglo del envejecimiento demográfico», situación que se hace más aguda en países como Argentina, Uruguay y Cuba. No obstante, a pesar de lo explicado, todavía hay legislaciones como el Código Civil de República Dominicana que permite heredar al supérstite sólo cuando el difunto no dejare parientes comprendidos dentro del duodécimo grado de parentesco y únicamente el Estado es relegado por el cónyuge en sede sucesoria (vid. artículos 767 y 755). Como sostiene la doctrina de ese país: «La situación del cónyuge supérstite es injusta no solamente en cuanto a que la Ley lo coloca en un grado prácticamente inalcanzable a los fines de suceder, sino que, además, está sometido al rigor de que debe solicitar a un tribunal la toma de posesión de los bienes y la prestación de una fianza para asegurar la restitución de los bienes para el caso en que se presenten herederos del difunto en un intervalo de tres años, fianza que posteriormente se cancelará cuando transcurra ese plazo»31. 2014-10-02 13:24:[email protected] 510 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) En sentido general, sería deseable que nuestros ordenamientos jurídicos homogenizaran la protección del cónyuge supérstite, de modo que se les permita concurrir como un heredero más en plena titularidad, conjuntamente con los descendientes y a partes iguales con los progenitores del causante, o incluso relegando a éstos. Idéntica protección ha de tener en sede de legítimas. Tuición que habría de extenderse a favor de la adquisición de la vivienda familiar, y de los bienes que constituye el ajuar doméstico, y el propio pequeño negocio familiar, pero no como derecho real de habitación, sino en plena titularidad, aun cuando se deba compensar al resto de los herederos con delación hereditaria. A fin de cuentas ha sido en el seno del matrimonio y con la ayuda del supérstite que en la mayoría de las oportunidades se constituye el patrimonio transmisible por herencia. II.10.1. Las uniones de hecho del mismo sexo y su incidencia en la delación ab intestato El XII Congreso Internacional de Derecho de Familia, celebrado en La Habana en septiembre del año 2002, propuso la necesidad «de definir, analizar y estudiar con especial tino la familia, no como resultado de un acto formal (el matrimonio) sino a partir del cumplimiento de unas funciones de protección, solidaridad, socialización, trasmisión de valores y de la educación y formación de los hijos (si los hubiere), siendo inevitable reconocer que lo que nos convierte en familia es precisamente la afectividad y no las disposiciones jurídicas pertinentes, razón que motiva el análisis de las relaciones entre convivientes que no tengan una cobertura legal en los ordenamientos jurídicos de los Estados. El Derecho de Familia debe, por tanto, representar el proyecto de sociedad al cual se aspira y, en ese sentido, sería cónsone a una sociedad que responda a valores de solidaridad, respeto a la diferencia, a la tolerancia por ideas y estilos de vida diferentes y, sobre todo, de respeto a la dignidad humana. Sólo así, se ajustaría a las exigencias que imponen los retos del nuevo milenio»32. El reconocimiento paulatino que han venido teniendo las uniones de hecho en el Derecho Comparado ha conducido a la necesidad de que se incluya al miembro supérstite de la pareja entre los llamados a suceder. Primero en supuestos de uniones heterosexuales, luego en uniones de personas del mismo sexo. Así, en Guatemala, el Código Civil en su artículo 1084, regula que las personas que tienen legalizada su unión de hecho tienen los mismos derechos sucesorios que el cónyuge de matrimonio for2014-10-02 13:24:[email protected] 511 Leonardo B. Pérez Gallardo malizado, mientras que en Costa Rica, la Ley Nº 7142 de 8 de marzo de 1990, reformó el artículo 572.1 ch) del Código Civil, en el sentido de permitir que el conviviente en unión de hecho (heterosexual) con aptitud legal para contraer matrimonio, siempre que esta se haya mantenido como una relación pública, singular y estable durante tres años, al menos, sea considerado heredero ab intestato en el primer orden sucesorio, pero sólo respecto de los bienes adquiridos durante dicha unión. En tanto, el Código Civil de Bolivia en su artículo 1108 reconoce similares efectos sucesorios entre los convivientes de las uniones conyugales libres o de hecho reconocidas por la Constitución Política del Estado y el Código de Familia. En las conclusiones del X Congreso Internacional de Derecho de Familia, celebrado en septiembre de 1998, en Mendoza, Argentina, la Comisión Nº 4, en el punto III, referente a las uniones de hecho, abogó porque se incluyera en las legislaciones civiles un nuevo orden sucesorio a favor del conviviente de hecho. No es el objeto de este trabajo hacer una reflexión sobre los derroteros de la familia en el siglo XXI, pero sin dudas el establecimiento de nuevos modelos de familia genera cambios en la concepción del Derecho de Sucesiones y en primer lugar de los llamamientos sucesorios. En los últimos años un cierto sector de la comunidad jurídica aboga por la protección, al menos sucesoria, de las uniones de hecho entre personas del mismo sexo. Para ello se arguye, no sin razón que si «Hoy la familia no se encuentra basada en un vínculo jurídico, sino en un vínculo afectivo, este vínculo afectivo puede tener lugar entre un hombre y una mujer o entre dos personas del mismo sexo. La repercusión de esta concepción en el derecho sucesorio lleva al otorgamiento de derechos hereditarios a concubinos o convivientes homosexuales»33. Ese sector doctrinario muestra su preocupación porque nuestras normas no están a tono con la realidad de los tiempos. Resulta injusto que el conviviente de hecho, con el cual se ha compartido una vida y que ha contribuido a la formación del patrimonio se vea relegado por colaterales o por el Estado en materia sucesoria, y no pueda concurrir con descendientes y ascendientes en los primeros órdenes de la sucesión ab intestato. No es que se regule el matrimonio entre personas del mismo sexo, sino que se extienda la delación sucesoria, en razón del afecto, verdadero motivo de la sucesión ab intestato, al conviviente de hecho, cualquiera sea la orientación sexual del causante. Es cierto que aún quedan vías alternativas de disponer del caudal hereditario, como el testamento, el fideicomiso testamentario, en aquellos orde2014-10-02 13:24:[email protected] 512 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) namientos jurídicos que le regulan, o de disposiciones inter vivos como las donaciones, pero ello está en estrecha relación con el sistema de ordenación de las sucesiones hereditarias en cada Estado. En aquellos ordenamientos como el argentino o el boliviano con una legítima tan amplia, ascendente a cuatro quintos del caudal hereditario, la libre disposición del testador o del donante está muy cercenada, pues al acecho se encuentran las acciones tuitivas de la intangibilidad cuantitativa y cualitativa de las legítimas (reducción de legados, de donaciones inoficiosas, nulidad de la institución de herederos, entre otras). Por ello para algunos «resultaría adecuado que en una reforma legislativa se le acordara al miembro de la unión de hecho homosexual derechos sucesorios ab intestato (…). «En definitiva si aceptamos que la sucesión ab intestato del cónyuge se funda en la presunción del vínculo afectivo que se deduce de la vida en común, el afecto, la solidaridad y la asistencia mutua no hay razón que justifique no reconocer similares derechos al conviviente homosexual, ya que la comunidad de vida es similar en ambos casos. «Indiscutiblemente en el caso de una reforma legislativa, se deberá determinar el orden sucesorio que ha de ocupar el supérstite y además se le deberán imponer las mismas causales de pérdida de derechos hereditarios que al cónyuge supérstite; así cuando la unión haya finalizado no tendrá derecho hereditario alguno»34. El tema no ha estado exento de polémicas, según expresa la profesora brasilera María Berenice DÍAZ al interponerse demandas en los tribunales «Se recusa sistemáticamente atribuir la condición de heredero al otro miembro, lo que lleva a excluirlo de la orden de vocación hereditaria y a apartarlo de los derechos sucesorios. Tales soluciones causan por general una impropia e injusta beneficiación (sic) de los familiares lejanos que, normalmente, rechazaban, repudiaban y ridiculizaban la orientación sexual del de cuius. Por otra parte, en ausencia de parientes, acaba produciéndose el recaudo de la herencia por parte del Estado por la declaración de vacante, en perjuicio de quien debería ser reconocido como titular de los derechos hereditarios»35. La tutela sucesoria apenas se vislumbra. En Argentina, la Ley Nº 1004 de Uniones Civiles de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sancionada por la Legislatura de Ciudad Autónoma de Buenos Aires el día 12 de diciembre de 2003, reglamentada por Decreto 556/2003 ha tenido por finalidad tutelar las uniones de hecho hetero y homosexuales, posibilitando su inscripción ante un Registro Público de Uniones Civiles que la misma crea, 2014-10-02 13:24:[email protected] 513 Leonardo B. Pérez Gallardo pero no modifica en nada los órdenes sucesorios, de modo que no ofrece protección en este orden a los convivientes. A efectos de la publicidad de la unión, se exige su inscripción ante el Registro de Uniones Civiles (que funciona en el ámbito del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas), momento desde el cual la pareja goza de un tratamiento similar al de los cónyuges, pero solamente respecto a los derechos, beneficios y obligaciones que surgen de la normativa dictada por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires36. Sin embargo, llama la atención el Decreto-Ley de Sociedad de Convivencia para el Distrito Federal de México de 9 de noviembre del 2006 en el que en su artículo 2 se define dicha Sociedad como «un acto jurídico bilateral que se constituye, cuando dos personas físicas de diferente o del mismo sexo, mayores de edad y con capacidad jurídica plena, establecen un hogar común, con voluntad de permanencia y de ayuda mutua», en tanto en el 14 se establece que: «Entre los convivientes se generarán derechos sucesorios, los cuales estarán vigentes a partir del registro de la Sociedad de Convivencia, aplicándose al efecto lo relativo a la sucesión legítima entre concubinos». Norma que se convierte en la primera de Latinoamérica que habilita a las uniones de parejas del mismo sexo a heredar conforme con las reglas previstas en el Código Civil para el Distrito Federal. Creo que bien amerita reflexionarse sobre la posibilidad de tutela sucesoria a los convivientes. La posición de inadmisibilidad y absoluta restricción de delación hereditaria ex lege a su favor, resulta insostenible si deseamos mantener una sociedad tolerante. El Derecho no puede vivir de espaldas a la realidad, todo lo contrario ha de ser reflejo de la vida social. Y si queremos que el Derecho Sucesorio se atempere a estos tiempos, necesariamente tendrá que poner su mirada en la uniones de hecho, pues la comunidad que se crea durante una vida, no puede verse esfumada por la imprevisibilidad normativa de no contemplar a los convivientes, herederos por ley, y ni tan siquiera legitimarios, en aquellos ordenamientos jurídicos en que están reconocidos. La orientación sexual no es una razón con valor axiológico per se para dejar desprotegido al supérstite. II.11. La tramitación del título sucesorio ab intestato ante notario público Confieso que no soy nada bueno para ofrecer recetas de cómo los ordenamientos jurídicos deben recepcionar los cambios normativos que ya han experimentado otros ordenamientos legales. Ahora sí, de lo que estoy con2014-10-02 13:24:[email protected] 514 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) vencido es que hoy día el notariado de tipo latino está apto, técnicamente hablando, para asumir el reto que el conocimiento de los actos de jurisdicción voluntaria supone. Y dentro de ellos la declaración de herederos ab intestato. El reconocimiento que la sociedad civil le ha ido atribuyendo al notariado es el mejor signo de estos tiempos. Cada día el notario no solo es consejero, sino árbitro, mediador, conciliador. En cada momento se siente la necesidad insoslayable de desjudicializar actos que, dada su prístina naturaleza, encuentran su cauce fisiológico en el actuar del notario: ese sastre del Derecho que sabe perfectamente hilvanar las pretensiones de los clientes a través de los medios jurídicos lícitos habilitados a tal fin. El conocimiento por la vía notarial de la tramitación y autorización del acta de declaratoria de herederos ha sido un genuino reconocimiento de la labor del notario, y de la confianza que la sociedad y el Estado tienen en él, quien es mucho más que un mero documentador, siendo por excelencia conocedor de las normas jurídicas que, con sabiduría, rectitud y experiencia, enseña e instruye a los particulares el modo de garantizar sus derechos; protector de sus intereses; consejeros de los partes; custodio de sus secretos, verdadero y fundamental eje en derredor del cual ha de girar la vida entera de la sociedad en el normal desenvolvimiento de sus relaciones de todo orden, aunque principalmente el civil. En efecto, la desjudicialización de la declaración de heredero se ha tornado un tema de prioridad en las agendas de una buena parte de las jornadas y congresos internacionales. En algunos ordenamientos jurídicos se les ha atribuido a los notarios la competencia material para autorizar el título sucesorio demostrativo de la condición de llamado a la sucesión ab intestato. Ello, sin contratiempo alguno. En España a inicios de la década de los años ‘90 se traspasa a conocimiento notarial, sólo parcialmente, la tramitación de la declaración de herederos ab intestato. Se cumplieron así dos predicciones doctrinales: una de BELLVER CANO, quien había expresado en 1942 que «El hecho de que las actas de notoriedad tengan eficacia plena declaratoria influiría evidentemente en la disminución de asuntos judiciales —pues ya no serían todos para todos los casos—: pero se beneficiará el ciudadano, aliviándolo de requisitos y gestiones (y apartándolo de los Tribunales, cuya severidad se pone en trance de perturbación con los devengos arancelarios de la justicia retribuida), dejando, además, a la jurisdicción judicial libre de esos expedientes de mero trámite, que la entretienen, en todo caso, de la alta y sublime misión de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado»37. Años después, 2014-10-02 13:24:[email protected] 515 Leonardo B. Pérez Gallardo en la Exposición de Motivos de la Ley 10/1992 que atribuyó funciones en sede de jurisdicción voluntaria al notariado, se consideró plenamente adecuado el conocimiento por el notario de las actas de notoriedad en función de declaratoria de herederos, lo cual en nada mermaría las garantías al particular, en tanto que a la vez se dotaría a la actuación en este orden de rapidez y bajo costo, en beneficio del tráfico jurídico. Y la de CÁMARA ÁLVAREZ, reticente a la incorporación al conocimiento notarial de las actas de notoriedad y, muy en especial, de éstas en función de declaratoria de herederos, quien sentenció «(...) que si bien los trámites extraordinariamente simples de la declaración judicial, cuando los herederos son descendientes o ascendientes, podrían cumplirse sin esfuerzo dentro de la reglamentación prevista de las actas de notoriedad, la asimilación es imposible cuando los que pretenden tener derecho a la herencia son colaterales, ya que en tal caso, el Juez puede (...) y (si así lo) estima fundadamente que pueden existir parientes de mejor derecho, iniciar una fase procesal de marcado carácter provocatorio, que puede culminar en contención, zanjándose ésta dentro del mismo procedimiento (...)»38, lo que efectivamente sucedió, en tanto, en criterio, si bien no compartido, y que la realidad cubana lo ha demostrado, se negó la legitimación a los colaterales para la tramitación de la declaración de herederos a su favor por vía notarial, quedando reservada la judicial. Posición a mi juicio ambivalente del legislador, pues la vida que es siempre mucho más rica que la dicción de una norma jurídica, al menos en nuestro entorno, se ha encargado de desmentir esta previsión de que el notario no ha de ser competente para autorizar declaraciones de herederos a favor de personas situadas en la línea colateral. Respecto al valor de estas actas, comenta LORA-TAMAYO que es interesante la Resolución de la Dirección General de los Registros y del Notariado de España 11 de marzo de 2003 que considera que la Ley de Enjuiciamiento Civil atribuye como competencia exclusiva al notario la función de declarar respecto de determinados parientes el título sucesorio ab intestato, que antes de esa norma era atribución judicial. Se trata, pues, de un documento notarial singular que, por mandato legal participa de la misma naturaleza de jurisdicción voluntaria que gozaba el pronunciamiento judicial sustituido y, en consecuencia, los efectos de ese documento notarial son los mismos que en su momento tuvieron los documentos judiciales en relación con el título sucesorio ab intestato. Por ello, debe participar, también, congruentemente, del mismo orden de revisión en el juicio de noto2014-10-02 13:24:[email protected] 516 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) riedad declarado. Es decir, no tratándose de un documento judicial, por identidad de razón y aplicación directa del artículo 979 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, la calificación registral abarcará la congruencia del acta con el grupo de parientes declarados herederos, sus formalidades extrínsecas, conforme con la legislación notarial y los obstáculos que surjan del Registro —ex artículo 100 del Reglamento Hipotecario—, mas no el fondo del juicio de notoriedad únicamente sujeto a control judicial39. En Cuba, la promulgación de la Ley Nº 50/1984 de 28 de diciembre significó un hito importante para nuestro Derecho, pues atribuyó al notario el conocimiento de determinados expedientes de jurisdicción voluntaria y el de declaratoria de herederos ab intestato. Esta vez sí de forma diáfana y precisa40, sin motivo de hesitación alguna. El atisbar el exceso de trabajo que pesaba sobre los tribunales del país, de modo que los jueces centraran su labor en asuntos propiamente contenciosos, mientras se concibe a los notarios, legionarios de la verdad, con plenas facultades para intervenir en la comprobación de hechos con relevancia jurídica y la emisión de juicios de notoriedad. La Ley y el Reglamento vigente en aquel momento, abrieron derroteros importantes en el reconocimiento de la labor del notario en Cuba al atribuírsele el pleno conocimiento de determinados actos de jurisdicción voluntaria, a lo que se unió el acta de declaración de herederos ab intestato, para todos los cuales había que formar un expediente notarial y en vista de las pruebas practicadas, autorizar el acta correspondiente. Para los que estuvieron escépticos con esta posición, la realidad se encargó de refutar todos los argumentos que se esgrimieron en contra. Las estadísticas demostraron cómo desde el año 1985 hasta la fecha el número de declaratorias de herederos autorizadas por notario ha ido ocupando un por ciento muy considerable del total de las tramitadas en el país anualmente, siendo hoy rara avis, que un juez tramite alguna de ella. En mi experiencia profesional no he conocido personalmente de ninguna, si bien aún, uno que otro tribunal muy esporádicamente tramita alguna. El balance de estos más de veinte años de conocimiento por el notario de las actas de declaratoria de herederos ha influido en sentido muy positivo en tanto: — enervó la lentitud que todo procedimiento judicial supone; — descongestionó los tribunales del conocimiento de un acto de jurisdicción voluntaria y que hasta esa fecha significaba un número considerable de los asuntos radicados; 2014-10-02 13:24:[email protected] 517 Leonardo B. Pérez Gallardo — disminuyó los costes por concepto de trámites y demoras en la obtención del título sucesorio. Salvo en los casos en que las certificaciones tengan errores sustanciales o no puedan ser aportados todos los elementos probatorios, aún hoy en que se exige preceptivamente por el artículo 106, segundo párrafo, del Reglamento de la Ley de las Notarías Estatales, con carácter imperativo, la representación letrada, la duración de los trámites para la obtención del título sucesorio no tiene por qué sobrepasar los siete días, pudiendo incluso solventarse en un lapso inferior. No obstante, no puede perderse de vista que el término establecido al notario para autorizar actas de esta naturaleza, contado desde el momento en que se radica la promoción del asunto en el Libro Único, es el de hasta 20 días (cfr. Apartado PRIMERO de la Resolución 19/2002 de 22 de febrero del Ministro de Justicia)41. En la Argentina el tema ha sido sumamente peliagudo, con criterios de toda índole, aun cuando cada vez gana más adeptos los argumentos favorables. Según defiende la profesora MEDINA, para los sucesores «… en una ecuación costo-beneficio-tiempo el procedimiento extrajudicial notarial resulta más económico (…) quienes habrán de tener en cuenta que los procesos voluntarios estarán exentos de tasa de justicia»42. Ello sin negar los beneficios que reporta la celeridad y seguridad en la tramitación de dicho título sucesorio, despojado de la lentitud judicial y del viso de contienda que por naturaleza carece. La XX Jornadas Nacionales de Derecho Civil celebradas en el 2005 en la Universidad de Buenos Aires confirmó el interés por el tema y la aguda polémica entre detractores y defensores, con victoria pírrica para los primeros. En este sentido se ha dicho, con mucha razón que: «El proceso voluntario sucesorio extrajudicial constituye una opción eficaz que al mismo tiempo que resguarda la seguridad jurídica, procura celeridad y economía»43, «El acta notarial de notoriedad es la herramienta notarial adecuada para formalizar extrajudicialmente la determinación de los herederos del autor de la sucesión. Por tal motivo se propicia que una futura regulación normativa contemple esta modalidad por contener una serie de conveniencias que hacen de esta herramienta, la más viable, personal, económica y con una notable celeridad procesal»44, «La declaración de herederos puede ser dictada por un notario competente en el último domicilio del causante, que compruebe su fallecimiento y los vínculos parental y conyugal de los requirentes»45. En otros ordenamientos jurídicos como el ecuatoriano también se prevé el conocimiento ante notario de la posesión efectiva de la herencia46. 2014-10-02 13:24:[email protected] 518 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) Es necesario que todos comprendamos que nuestras sociedades requieren cada vez más de artífices del Derecho preventivo, capaces de atender al Derecho en un estadio de normalidad, más que es una situación de patología. Por ello hago mías las conclusiones a las que se arribaran en la XXVI Jornada Notarial argentina, celebrada en Córdoba, en octubre del 2002, cuando los notarios allí reunidos clamaban el conocimiento de las sucesiones vía extrajudicial, desde la declaración de herederos ab intestato por acta de notoriedad, hasta la partición del caudal hereditario por escritura pública, cuando todos los interesados actúan de consuno47. El nivel de progreso en el orden jurídico de cualquier sociedad no se verá tanto por el número de litigios temporáneamente solventados bajo el manto de la equidad y de la justicia, cuanto por el número, a veces imposible de determinar, de litigios que pudieron evitarse. II.12. Constitución de Registros de Actos de Última Voluntad y de declaración de herederos ab intestato En correspondencia con el principio de publicidad de los hechos y actos jurídicos, nuestros ordenamientos jurídicos han de garantizar una idónea publicidad de los títulos sucesorios a los efectos de viabilizar los trámites sucesorios ulteriores, necesarios para una adjudicación hereditaria. Durante la VI Jornada Notarial Iberoamericana, celebrada en Salamanca en octubre de 1996, los notariados allí reunidos se pronunciaron, al estudiar los regímenes sucesorios iberoamericanos, por la creación de Registros de Testamentos como medio idóneo para publicitar la existencia de los actos de última voluntad, sin que por ello se vulnerase su esencia secreta. Tales Registros deberían tener alcance nacional y su dirección depender de los notariados de nuestros países de Iberoamérica. La publicidad que brindaren debería ser recaudo obligatorio para el inicio de cualquier proceso sucesorio. En el orden internacional, el reclamo de los notariados iberoamericanos congregados en la célebre ciudad universitaria hispana, se dirigió a la concreción de un régimen similar al previsto en el Convenio de Basilea de 1972, relativo al establecimiento de un sistema de inscripción de testamentos que permitiese a los Estados miembros del Consejo de Europa y a los Estados no miembros intercambiar información tendiente a facilitar, luego de la muerte del testador, el descubrimiento de su testamento inscripto en cualquiera de los organismos correspondientes de los Estados contratantes. La inscripción debería realizarse no sólo en el Estado en el 2014-10-02 13:24:[email protected] 519 Leonardo B. Pérez Gallardo que el testamento se hubiera otorgado o depositado sino también en los demás países adherentes. Años después el reclamo aún está vigente. La mayoría de los países de Iberoamérica e, incluso, de Europa, carecen de un verdadero Registro de actos de última voluntad y sobre todo, de declaratorias de herederos. Su internacionalización en el área iberoamericana sigue siendo un caro anhelo de sus notariados. La experiencia de algunos países como España y Cuba puede servir de modelo para aquellos países que aún abogan por la implementación de Registros similares48, lo que redundará, en garantizar la tutela de los derechos hereditarios y con ello, los derechos de los ciudadanos. No obstante, cabe reseñar los ingentes esfuerzos que nuestros países han hecho en este sentido, sin embargo el carácter provincial de algunos registros como en la Argentina donde la publicidad sucesoria está garantizada a través de un sistema de registros provinciales de actos de última voluntad no logra la seguridad que de la publicidad de los actos de última voluntad se reclama, pues una sociedad tan dinámica como la actual donde las personas trabajan en una provincia y tienen su residencia en otra, y otros centros de negocios en terceros sitios, resulta muy difícil asegurar que la certificación negativa de testamento que pueda expedir el registro sito en la provincia donde tenía el último domicilio el causante, es prueba fehaciente de que no haya otorgado testamento alguno. Indudablemente la existencia de un Registro con carácter nacional que permita interconectar la información registrada entre las distintas jurisdicciones, donde se viertan los asientos locales y se centralice y evacue toda la información, se impone49. Similar sucede en Chile, donde existe un Registro índice general de disposiciones de última voluntad que está a cargo y bajo la responsabilidad del archivero judicial de Santiago de Chile. Este Registro tiene dos índices, uno para los testamentos abiertos y otro para los testamentos cerrados. Se distingue estos por ser reservados, sin que puedan ser exhibidos o se informe respecto de ellos, salvo por orden judicial o ante una petición de un particular que acompañe el certificado de defunción que corresponda al otorgante del testamento. En Costa Rica, si bien no está previsto el registrar los testamentos, ello se logra al menos parcialmente y en forma indirecta, porque en cuanto a los testamentos otorgados ante fedatario público, se lleva un índice de testamentos auténticos y de razones notariales relativas a testamentos cerrados, a partir de los índices o informes quincenales que los notarios deben 2014-10-02 13:24:[email protected] 520 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) hacer ante el Archivo Nacional. Gracias a dicho índice es posible al menos conocer quiénes han otorgado testamento y ubicarlos en el protocolo del notario que para entonces se encuentre también depositado en el Archivo Nacional y obtener copia de él por cualquier persona, en tanto que el Archivo Nacional es una dependencia pública. Referente a los testamentos cerrados, lo único que podrá conocerse es el contenido de la razón notarial a la que ya se aludió, pero se ignorará quién conserva el testamento y cuál es su contenido (publicidad relativa). En los demás casos de testamentos no auténticos, no existe registración de ningún tipo. En Ecuador tampoco existe un Registro ad hoc. El deber de registrar e inscribir los testamentos se regula en el Código de Procedimiento Civil. En cada cantón el Registrador de la Propiedad lleva un libro especial en el que inscribe los testamentos. En una situación muy similar está Guatemala al no existir tampoco un Registro ad hoc. El notario autorizante de un testamento común abierto debe dar aviso de tal acto al Registro General de la Propiedad y enviar copia fiel de dicho instrumento a la Dirección del Archivo General de Protocolos, en plica cerrada. La inscripción como tal no se practica hasta tanto no acaezca la muerte del causante, una vez acontecida ésta se inscribe el testamento en el Registro General de la Propiedad. En México se prevé en el artículo 80 de la Ley del Notariado para el Distrito Federal que siempre que se otorgue un testamento público abierto, cerrado o simplificado, el notario ante quien se otorgó presentará aviso al Archivo General de Notarías dentro de los cinco días hábiles siguientes, en el que se expresará el número y fecha de la escritura; nombre y apellidos, fecha y lugar de nacimiento, estado civil, nacionalidad, ocupación y domicilio del testador, y recabará la constancia correspondiente. Si el testamento fuere cerrado indicará, además, la persona en cuyo poder se depositó o el lugar en que se haya hecho el depósito. En caso que el testador manifieste en su testamento, los nombres de sus padres, se incluirán éstos en el aviso. El Archivo General de Notarías llevará un Registro especialmente destinado a asentar las inscripciones relativas a los testamentos con los datos mencionados. Los jueces y notarios ante quienes se tramite una sucesión, recabarán informes del Archivo General de Notarías y del Archivo Judicial del Distrito Federal acerca de si éstos tienen registrado el testamento otorgado por la persona de cuya sucesión se trate y, en su caso, su fecha. Al expedir los informes indicados, los citados Archivos mencionarán en ellos a qué personas han proporcionado los mismos infor2014-10-02 13:24:[email protected] 521 Leonardo B. Pérez Gallardo mes con anterioridad. Si el testamento es ológrafo, para que produzca efectos se requiere que esté depositado en el Archivo General de Notarías. Si el testamento es agrario, su depósito se efectúa en el Registro Agrario Nacional, en los términos del artículo 17 de la Ley Agraria, o se otorga como simple lista de sucesión ante notario público, quien no tiene obligación de informar de dicho acto al Registro Agrario Nacional, y por analogía, en los términos del artículo 80 de la Ley del Notariado del Distrito Federal, el aviso sobre su otorgamiento debe de realizarse ante el Archivo General de Notarías. En el caso de los testamentos especiales: privado, militar y marítimo, para que surtan efectos se requiere que un juez de lo familiar declare que son formales, y si se otorgó en país extranjero ante los secretarios de legación, cónsules o vicecónsules mexicanos en calidad de notarios, éstos por conducto de la Secretaría de Relaciones Exteriores deben de dar el aviso correspondiente al Archivo General de Notarías. Como se constata el registro y control de los testamentos se limita a las autoridades locales, no existiendo un Registro Federal de Disposiciones de Última Voluntad con las ventajas que ello lleva consigo. Ahora bien, en cumplimiento al principio registral de tracto sucesivo, abierta una sucesión ante notario o ante juez, aceptada la herencia y legados y protocolizado el inventario y sus avalúos, y en su caso rendidas las cuentas de la administración, para que proceda la inscripción en el Registro Público de la Propiedad, y en su caso en el de Comercio, de los bienes deferidos por el autor de la sucesión, se requiere se inscriba la declaratoria de herederos correspondiente y el nombramiento de albacea, y hecho lo anterior, existiendo continuidad registral, procede la inscripción de la adjudicación o la venta de los bienes por el albacea, con la conformidad de los herederos y en su caso del juez. En Perú existe el Libro de Testamentos del Registro Público de personas naturales. En él se inscriben los testamentos por escritura pública, mediante parte (oficio) remitido por el notario, indicando la fecha del acto, las fojas donde corre extendido en el Registro, el nombre de los testigos y nombre, nacionalidad, estado civil y ocupación del testador con la constancia de su suscripción. Al producirse el fallecimiento, a solicitud de persona interesada y previa presentación de la respectiva partida de defunción, el notario remite copia del texto íntegro del testamento para ampliar el contenido de la partida registral, inscribiéndose recién todas las disposiciones testamentarias. El testamento cerrado se inscribe igualmente en el citado Registro mediante parte (oficio) remitido por el notario con los 2014-10-02 13:24:[email protected] 522 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) mismos datos que se exigen para el testamento abierto a lo que se adiciona la copia de la cubierta del sobre. En caso de revocatoria de esta clase de testamento, el notario transcribe al Registro Público el acta de restitución del testamento, con la indicación de la foja donde corre en su registro notarial. El testamento ológrafo no tiene ningún tipo de registro ni intervención notarial hasta después del fallecimiento del testador, en que se efectúa la comprobación judicial y luego, por orden del juez, el expediente es protocolizado. Los testamentos ológrafos, militares y marítimos, después de ser protocolizados notarialmente, se inscriben en el Libro de Testamentos del Registro Público de personas naturales. Las inscripciones se hacen en la oficina registral del último domicilio del testador y en la del lugar de ubicación de los inmuebles. Está prohibido a los registradores otorgar certificados referentes a las inscripciones de testamentos, mientras no se produzca el fallecimiento del testador, salvo que éste lo solicite por escrito con firma legalizada. Los notarios, por su parte, tienen prohibidos informar o manifestar el contenido o existencia de los testamentos mientras viva el testador. El informe o manifestación deberá hacerse por el notario con la sola presentación del certificado de defunción del testador. En Puerto Rico existe un Registro de Testamentos, creado por Ley Nº 52 de 27 de mayo de 1937, a la cual le siguieron la Ley Nº 99 de 27 de junio de 1956 y la Nº 19 del 30 de marzo 1976. Posteriormente se aprobó la Nº 75 de 2 de julio de 1987, que es la Ley Notarial aún vigente, cuyos artículos del 71 al 75 le regulan. Según la última de las citadas leyes los testamentos deben ser notificados al Registro dentro de las 24 horas a partir de su otorgamiento o de su protocolización, según sea el caso. El referido Registro es una dependencia adscripta al Tribunal Supremo donde se archivan las certificaciones o notificaciones con el propósito de mantener constancia de los testamentos que una persona haya podido otorgar de manera que pueda saberse cuál, si alguno, es el testamento vigente a la fecha de la muerte del testador. No se sigue la dinámica propia del Registro de la Propiedad en términos de calificación, protección a terceros o posiblemente, la observancia del requisito del tracto. La omisión de cumplir con el requisito de notificación no acarrea la nulidad o anulabilidad del testamento, amén de la responsabilidad disciplinaria de la que pudiera ser objeto el notario. En Uruguay la registración testamentaria ofrece peculiaridades. Se regula por la acordada número 3149 de la Suprema Corte de Justicia que establece que los escribanos públicos deberán remitirle a la Suprema Corte 2014-10-02 13:24:[email protected] 523 Leonardo B. Pérez Gallardo una relación jurada de los testamentos solemnes abiertos y de las cubiertas de los testamentos cerrados que autoricen (artículo 1). Relación que contendrá como datos: naturaleza del acto, nombres y apellidos del otorgante, nacionalidad, estado civil, domicilio, profesión y, si es posible, el lugar y fecha de otorgamiento; nombres y apellidos del escribano autorizante y de los testigos. Asimismo los jueces comunicarán a la Suprema Corte de Justicia las sentencias que dicten y afecten la validez de testamentos que, por su fecha, han debido ser anotados en el Registro, y las incorporaciones efectuadas al Registro de Protocolizaciones del Juzgado de los testamentos menos solemnes y de los otorgados en el extranjero (artículo 2). El Registro tiene carácter reservado, pero cualquier persona puede solicitar que se le informe si existe o no inscripción en la cual aparezca como otorgante. El Registro dejará de tener carácter reservado cuando se acredite el fallecimiento o la declaración de ausencia de la persona en relación con la cual se solicita el informe o certificados a los jueces en asuntos sometidos a su conocimiento (artículo 3). De este panorama descrito, cabe inferir la necesidad de abogar en nuestro entorno latinoamericano de un registro: — de carácter único a nivel nacional, centralizado; — que tenga por objeto la toma de razón de cuantos testamentos abiertos o cerrados, revocaciones, retractaciones de éstos, donaciones mortis-causa, en general de todo acto relativo a la expresión o modificación de la última voluntad en que intervenga notario; de las adveraciones por vía judicial de los testamentos ológrafos en los países en que se regula esta forma testamentaria, de las ejecuciones (sentencias) que afecten la validez de los testamentos, de las declaratorias de herederos que dicten los tribunales o autoricen los notarios públicos, según proceda, así como de las modificaciones que resultaren de éstas y de las nulidades dictadas por los tribunales; — el establecimiento de un riguroso y a la vez breve plazo de tiempo, a fin de que los notarios y jueces que intervengan de alguna manera en actos de última voluntad o en declaraciones de herederos ab intestato remitan, de oficio, comunicación al Registro de la existencia del referidos títulos sucesorios demostrativos; — la precisa determinación de en qué casos y a quiénes se les expedirían las certificaciones en función de la publicidad, a solicitud de los tribunales o notarios o demás autoridades para asuntos de servi2014-10-02 13:24:[email protected] 524 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) cios; cuando la solicitaran los mismos otorgantes acreditando su personalidad y cuando se solicitara por los interesados, acompañando certificación de defunción de la persona de quien se tratara; — la regulación de un sistema de certificaciones a los efectos de brindar la publicidad de los títulos sucesorios requerida; y — la manera de proceder cuando en casos excepcionales se suscite una duplicidad en la inscripción de un título sucesorio ab intestato. En igual sentido se impone la creación de un Registro internacional en el que pueda volcarse la información contenida en los registros nacionales, con lo cual se podría certificar si una persona ha otorgado testamento no solo en su país, sino también en terceros países. No olvidemos que vivimos una época de globalización donde las fronteras entre naciones se han convertido en meros paradores turísticos, en los que se suele descansar para luego retomar el trayecto previsto. III. El Derecho de Sucesiones al que aspiramos llegar El Derecho de Sucesiones en nuestro entorno necesita tomar oxígeno, los galopantes tiempos en que vivimos, urgen de nuestros legisladores tomar nota, ser precavidos, observadores, pero no por ello, dejar de poner a tono las normas sucesorias con nuestra realidad social. Requerimos un Derecho de Sucesiones que abra nuevos cauces, que flexibilice formalidades, lo cual no es sinónimo de barrer con ellas. Los actos mortis causa deben ser solemnes por excelencia, pero tal solemnidad debe equilibrar el rigorismo legal con la protección de los discapacitados y el secreto del acto dispositivo. La manera en que ha venido diseñándose los órdenes sucesorios ab intestato, tiene que compatibilizarse con la forma en que se concibe hoy las familias nucleares, con alto peso al miembro supérsite de la pareja, sea este, cónyuge o no, y la relación, heterosexual u homosexual. Cerrar paso en este sentido, implicaría dejar desamparado a un sector nada desdeñable de la población de nuestros países, que ha escogido formas familiares distintas a la clásica o tradicional a través del matrimonio. Cónsone con los dictados del Derecho de Familia, el Sucesorio debe abandonar cualquier discrimen en razón del nacimiento de los hijos, y distribuciones particionales insostenibles por motivo de la doble o simple conjunción parental. Admitirlo, sería mantener rezagos de una sucesión medieval, por suerte ya abandonada en el transcurso de la historia. 2014-10-02 13:24:[email protected] 525 Leonardo B. Pérez Gallardo El Derecho de Sucesiones del siglo XXI debe ser menos autoritario y más flexible, no solo con las solemnidades y formalidades testamentarias, de modo que a este importante acto accedan también los dicapacitados físicos y sensoriales, sino también que permita el empleo de los medios informáticos, garantizándose, eso sí, una plena seguridad y confidencialidad del contenido del acto. Debe a su vez dar cauce a la autonomía de la voluntad en dos sentidos, uno, abandonar el criterio tradicional del testamento como acto prácticamente exclusivo, dispositivo por causa de muerte, de ahí que se avance hacia un abanico de posibilidades de actuación o formulación plurinegocial de la sucesión voluntaria, con igual eficacia que el testamento, y dos, al reducir la cuantía de la legítima en los ordenamientos que la reconocen, permitiendo al unísono el incremento de la cuota de libre disposición, a través de la cual, los sujetos de derecho pueden encauzar adecuadamente su sucesión. Se debe avanzar hacia un sistema legitimario verdaderamente protector de los discapacitados y de las personas con especial protección patrimonial en razón de su avanzada edad. Un sistema legitimario que verdaderamente justifique la cercenación de la libertad de disponer por causa de muerte. Y por último en el orden instrumental, debe avanzarse hacia una desjudicialización de las sucesiones. Los pasos en este orden ya se sienten. Hay una tendencia a atribuir cada vez más la tramitación de los títulos sucesorios a sedes extrajudiciales, y concretamente a la vía notarial, y no solo estos, sino también los títulos acreditativos de la adjudicación hereditaria. Se gana con ello, celeridad y seguridad y como dijera COUTURE se reintegra «… al escribano lo que es suyo y por derecho histórico le pertenece. Para documentar, para ordenar, para pacificar, debe estar el escribano. Ante él, verdadero documentador y ordenador armonioso de los problemas morales y económicos de la familia, la sociedad debe inclinarse...». Particular que ha de ir de la mano con una coherente publicidad en materia sucesoria, que garantice la verdadera tuición de los derechos sucesorios que hoy invoca y reclama nuestra sociedad, no solo en predio doméstico, sino también a escala internacional. No se olvide que el hombre de hoy vive en una aldea global. Notas 1 Cfr. VALLET DE GOYTISOLO, Juan B., Limitaciones de Derecho Sucesorio a la facultad de disponer, tomo I – Las Legítimas, volumen I, 1ª edición, Instituto Nacional de Estudios Jurídicos, Madrid, 1974, pp. 4 y ss. 2014-10-02 13:24:[email protected] 526 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) 2 Según el parecer de la profesora Graciela MEDINA en su valioso artículo «Los principios de la codificación contemporánea: su reflejo en el derecho sucesorio», p. 6, en www.GracielaMedina.com, consultado el 25 de noviembre del 2005. En él expresa la importante académica cómo la reducción de las legítimas ha sido una preocupación constante por los autores de reformas al Código Civil de VÉLEZ SÁRSFIELD. En el anteproyecto de Bibiloni y en el anteproyecto de 1936 la legítima se reducía a 2/3 del haber hereditario, cuando existían descendientes legítimos. Mientras que en el anteproyecto de LLAMBÍAS, se seguía el modelo francés y se establecía legitimas móviles de acuerdo con la cantidad de hijos del causante. La legítima era de la mitad si existía un sólo descendiente, de dos tercios si se dejaba dos o tres descendientes y de un cuarto en el caso de un mayor número de ellos. De igual manera «… los congresos y jornadas realizados en la Argentina, con diferencias de matices se inclinaron por un otorgamiento de una mayor libertad de testar. «En una posición extrema, se propició la absoluta libertad de testar en el Primer Congreso Notarial Argentino celebrado en Buenos Aires en 1917. En él se formularon reflexiones sobre la frecuencia con que los notarios han observado los casos de personas que protestan contra la ley, porque no les permite disponer más libremente sus bienes y sobre la verdadera solución que estaría, no en reducir las legítimas, sino en declarar la amplia facultad de testar. «En posiciones intermedias se pronunciaron las III Jornadas Nacionales de Derecho Civil celebradas en Tucumán en 1967 y las IX Jornadas Nacionales de Derecho Civil de Mar del Plata de 1983. En la primera de ellas se propició un prudente aumento de la porción disponible y una correlativa disminución de la porción legítima. Mientras que en las Jornadas celebradas en Mar del Plata, además se recomendó que el causante sea facultado para aplicar un porcentaje de la porción legítima a favor de los descendientes para mejorar a alguno o algunos de ellos». 3 Vid. TAPIA RODRÍGUEZ, Mauricio, Código Civil. 1855-2005. Evolución y perspectivas, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 2005, p. 200. 4 Idem. 5 Ibídem. 6 Vid. «¿Reforma del Derecho de sucesiones del Código civil?», en www.derechocivil.net/ ponencias, consultado el 28 de mayo de 2007, p. 1. 7 Sobre el tema en el Derecho cubano vid. PÉREZ GALLARDO, Leonardo B., «Los herederos especialmente protegidos. La legítima. Defensa a su intangibilidad cuantitativa y cualitativa», en Derecho de Sucesiones, tomo II, bajo su coordinación, Félix Varela, La Habana, 2004, y para un estudio jurisprudencial del tema «Algunos criterios jurisprudenciales, en sede sucesoria, de la Sala de lo Civil y de lo Administrativo del Tribunal Supremo. Derroteros del último lustro (2000-2004)», en Boletín de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos, Nº 21, octubre-diciembre del 2005, pp. 30-54 y en la segunda parte de ese artículo publicado en la misma revista, Nº 22, enero-marzo del 2006, pp. 2-26. La jurisprudencia más reciente llega a denominar a los herederos especialmente protegidos como legitimarios, según la Sentencia Nº 317 de 18 de mayo del 2005, de la Sala de lo Civil y de lo Administrativo del Tribunal Supremo en su Primer Considerando., de la cual fue ponente González García, ello con motivo de un supuesto de preterición. De ese modo se dispuso: «(...) en el caso concurre la modalidad de omisión de legitimario que en la doctrina jurídica se conoce como real o material, en la que el testador, pese a que hace mención en el testamento de la persona en quien concurre la especial protección, si bien no le atribuye expresamente esa condición; luego la excluye al asignar el destino que tendrán los bienes y derechos que conforman su herencia, no reservándole la mitad de la misma que nuestra legislación sustantiva civil le destina forzosamente como legítima; pues acto seguido a esa simple mención nombra como único y universal heredero a un tercero, lo que ocasiona indefectiblemente la nulidad de la institución de heredero como terminantemente establece el artículo cuatrocientos noventa y cinco, inciso primero, del Código Civil; a diferencia de la llamada omisión formal, donde a contrario sensu el testador, a pesar de no reconocer expresamente la condición de su legitimario, sin embargo le reserva 2014-10-02 13:24:[email protected] 527 Leonardo B. Pérez Gallardo la porción de legítima que le corresponde; de todo lo cual deriva la inconsistencia del aludido motivo, pues no puede sostenerse con éxito la tesis de que por la sola mención de la existencia de un hijo que depende económicamente del testador ya le viene reservada la mitad de legítima y el heredero universal sólo lo es de la mitad restante, interpretación extensiva improcedente, pues el heredero especialmente protegido no sólo requiere de su reconocimiento como tal por el testador, sino además de asignación patrimonial concreta que satisfaga su legítima» y a la cuota que les corresponde a ellos, legítima. Así, Sentencia Nº 314 de 12 de mayo del 2005, de la Sala de lo Civil y de lo Administrativo del Tribunal Supremo en su Primer Considerando., de la cual fue ponente el mismo juez, a cuyo tenor se dice: «… aunque el legatario adquiere la condición de propietario del bien legado desde la muerte del causante, los legados han de reducirse en lo necesario para satisfacer la integridad de la legítima que la ley reserva a los herederos especialmente protegidos, de haberlos, o las deudas a satisfacer por el caudal relicto frente a otros posibles acreedores hereditarios con prelación en su crédito (…)»· 8 Vid. «¿Reforma del Derecho de…? cit. 9 DELGADO ECHEVARRÍA, Jesús, «Propuesta de conclusiones», principal, Sucesiones: Política del Derecho, document.php?id=159, consultado el 28 de mayo de 2007, p. 1. 10 En efecto, el Proyecto de Reforma del Código Civil de 1998 reglamenta expresamente el Fideicomiso, en los artículos 1452 a 1485 del Libro Cuarto «De los Derechos Personales», título III, de los «Contratos en particular», Capítulo XXII «Fideicomiso» y dedica su sección octava al «fideicomiso testamentario», además alude expresamente al fideicomiso testamentario al referirse a la legítima sucesoria en el Libro Sexto, «De la transmisión de derechos por causa de muerte», Título IX, «De la porción legítima». Vid. MEDINA, Graciela y Horario MADERNA ETCHEGARAY, «El fideicomiso testamentario en el Proyecto de Código Civil 1999 y en las XVII Jornadas Nacionales. Su relación con la legítima y la protección de incapaces y de los concebidos dentro y fuera del seno materno», pp. 1-2. Las XVII Jornadas Nacionales de Derecho Civil, celebradas en el año 1999 en la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fé, la Comisión Nº 6 destinada al Derecho de Sucesiones trató el tema del fideicomiso testamentario, recomendando su carácter de excepción frente al régimen legitimario y el principio de orden público de la inviolabilidad de las legítimas, en el supuesto de que dicho fideicomiso tuviera por finalidad la protección de los legitimarios incapaces y menores. 11 Ibídem, p. 8. 12 Así lo ha expresado LEÑA HERNÁNDEZ, Rafael, «El tráfico jurídico negocial y el discapacitado» en La Protección Jurídica de Discapaces, Incapaces y personas en Situaciones Especiales, 1a edición, Civitas Ediciones S.L., Madrid, 2000, p. 161. 13 No se puede perder de vista que en el ordenamiento jurídico sucesorio cubano los nombrados «herederos» especialmente protegidos deben ser atributarios del testador, en concepto de legítima, de una parte del acervo patrimonial, y no de una cuota en concepto de alimentos, Dicha parte, por demás, como sucede con algunas legítimas, reconocidas por determinados ordenamientos jurídicos, asciende a la mitad de la herencia (aunque ha de ser entendida como mitad del patrimonio del causante) (vid. artículo 492 del Código Civil) y se satisface con los bienes y derechos que conforman su propio patrimonio, convertido, con las mutaciones pertinentes, en herencia (vid. artículo 492 en relación con el artículo 525.1, ambos del Código Civil), o incluso por concepto o título diferente al de herencia (vid. artículo 494 del Código Civil), o sea, es una pars bonorum, que no una pars hereditatis, tipo de legítima que asume nuestro legislador. 14 Artículo 142. «Se entiende por alimentos todo lo que es indispensable para el sustento, habitación, vestido y asistencia médica. Los alimentos comprenden también la educación e instrucción del alimentista mientras sea menor de edad y aún después, cuando no haya terminado su formación por causa que no le sea imputable. 2014-10-02 13:24:[email protected] 528 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) Entre los alimentos se incluirán los gastos de embarazo y parto, en cuanto no estén cubiertos de otro modo». Artículo 146. «La cuantía de los alimentos será proporcionada al caudal o medios de quien los da y a las necesidades de quien los recibe». 15 Vid. QUICIOS MOLINA, Susana, «Comentarios al artículo 111», en Comentarios al Código Civil, Rodrigo Bercovitz Rodríguez Cano (Coordinador), Thomson-Aranzadi, 2ª edición, 2006, pp. 248-250. 16 Así, DELGADO ECHEVARRÍA, J., en la 16ª conclusión de su ponencia «Una propuesta de política del Derecho en materia de sucesiones por causa de muerte», principal, Sucesiones: Política del Derecho document.php?id=159. 17 Sobre el tema vid. en el contexto cubano lo dicho por mí, en Derecho de Sucesiones, tomo I, bajo mi coordinación, Félix Varela, La Habana, 2004, pp. 117-120. 18 Vid. LLERENA, Baldomero, Concordancia y comentarios del Código Civil Argentino, tomo I, 2ª edición, La Facultad, Buenos Aires, 1899, p. 224 19 Vid. ZANNONI, Eduardo A., Derecho de las sucesiones, volumen I, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1974, p. 101, en nota (24). 20 MEDINA, Graciela, «Comentarios al artículo 3554 del Código Civil», en http://www.gracie lamedina.com/archivos/codigos/pdf/000002_3554.pdf, p. 2, consultado el 13 de abril del 2007. 21 Ibídem, pp. 2-3. 22 RIVAS MARTÍNEZ, Juan José, Derecho de Sucesiones, Común y Foral, tomo I, 3ª edición, Dykinson, Madrid, 2005, p. 902. 23 PEREÑA VICENTE, M., «La reforma del Derecho...», cit., pp. 2861-2862. VATIER FUENZALIDA Carlos, «El derecho de representación. Propuesta de regulación con texto articulado», en http:// derechocivil.net/ponencias/document.php?id=126, consultado el 31 de marzo del 2006, p. 3, también se inclina porque el régimen de la conmoriencia, sea asimilable al de la premoriencia, en sede de representación sucesoria. 24 CHIKOC BARREDA, Naiví, «Formas de suceder», en Derecho de Sucesiones, tomo I, bajo la dirección de Leonardo B. Pérez Gallardo, Félix Varela, La Habana, 2004, pp. 86-87. 25 PEREÑA VICENTE, M., «La reforma del Derecho...», cit., p. 2861. 26 DOMÍNGUEZ, A. Ramón, cit, pos TAPIA RODRÍGUEZ, M., Código Civil…, cit., p. 197. 27 Sobre el tema vid. SUAZO DE ROSA, Irma Violeta, ponente nacional de Honduras, en Regímenes Sucesorios en Iberoamérica y España, VII Jornada Notarial Iberoamericana, Salamanca, España, 1996, Consejo General del Notariado español, Madrid, 1996, pp. 626-628. 28 En Cuba además las prebendas del supérstite se extienden a que: 1º tiene derecho no solo a participar en los bienes propios del causante sino también en la mitad de los comunitarios que pertenecen al causante, como un heredero más, amén de la otra mitad que como comunero le compete, tras la liquidación de la comunidad matrimonial de bienes (vid. artículo 38, primer párrafo, del Código de Familia); 2º tiene posibilidad, en caso de que existan hijos menores, de continuar con el uso y disfrute de los bienes comunes hasta tanto se apruebe judicialmente las operaciones de liquidación de la comunidad matrimonial de bienes por fallecimiento del otro cónyuge (vid. artículo 42 del Código de Familia); 3º a los fines de hacer frente a los gastos corrientes suyos y los de los hijos comunes, el tribunal que conozca del proceso sucesorio, puede autorizarle, en la medida que ello resulte necesario, percibir el pago de cantidades correspondientes al fallecido o a la comunidad matrimonial de bienes, para que con cargo a ella o al efectivo que forme los bienes dejados pueda sufragar los gastos citados (vid. artículo 42 del Código de Familia); 4º es preferido, aun cuando su unión matrimonial con el causante no hubiere estado formalizada y, por consiguiente, no tenga todavía la condición de cónyuge, con prelación incluso de los 2014-10-02 13:24:[email protected] 529 Leonardo B. Pérez Gallardo herederos, de cualquier llamado, para ser designado gestor-depositario del caudal hereditario del finado ex artículo 530.1 de la Ley de trámites civiles; 7º puede solicitar la continuación de la intervención judicial, en los casos en que se hubiere tramitado diligencias preventivas del proceso sucesorio ex artículo 540.1 de la citada Ley de trámites; 5º está legitimado para promover el proceso sucesorio de testamentaría según dispone la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo, Laboral y Económico en su artículo 568.2. 29 Vid. TAPIA RODRÍGUEZ, M., Código Civil…, cit., p. 193. 30 MEDINA, Graciela, «Reforma al Código Civil en materia sucesoria», p. 17, en www. GracielaMedina.com, consultado el 5 de noviembre del 2005. 31 SUBERO ISA, Jorge A., ponente nacional de República Dominicana, en Regímenes Sucesorios…, cit, pp. 484-485. 32 Vid. conclusión VII de la Comisión Nº 2 del «Informe de Relatoría. XII Congreso Internacional de Derecho de Familia», en Revista Cubana de Derecho, Nº 20, julio-diciembre 2002, p. 40. 33 Vid. MEDINA, Graciela, «La unión de hecho homosexual frente al Derecho argentino», p. 37, en www.GracielaMedina.com, consultado el 25 de noviembre del 2007. 34 Idem, p. 44. 35 DÍAZ, María Berenice, «Uniones homoafectivas», en CD XIII Congreso Internacional de Derecho de Familia (conferencias, ponencias e informes presentados) Sevilla y Huelva, España, octubre del 2004, pp. 5-6. La propia autora hace referencia a una decisión, calificada por ella como pionera que logró distinguir en tales vínculos una verdadera entidad familiar, proferida por la Justicia de Rio Grande do Sul en fecha de 14 de Marzo de 2001. Ante la omisión legal, analógicamente fue aplicada la legislación que regula las uniones extramatrimoniales. Buscando subsidios en la legislación que regula la unión estable, que presume la mutua colaboración, fue determinada la división igualitaria del acervo patrimonial acumulado durante el período de convivencia. Según expresa: «La justicia, reconociendo el derecho del otro miembro a la mediación, se quitó la venda de los ojos y contempló esas relaciones como vínculos afectivos, lo que contribuirá a atenuar la aversión de la sociedad». 36 Muy similar sucedió en la provincia de Río Negro en la que en diciembre de 2002, su legislatura hace lo propio y aprueba la Ley de Uniones Civiles. Ley que tutela únicamente las uniones de personas del mismo sexo. En tal sentido, éstas quedan habilitadas para acceder a planes de vivienda y a créditos estatales, gozan de beneficios recíprocos en la obra social estatal y de licencias por enfermedad o duelo (si son empleados estatales), permitiéndoles el ingreso a las áreas restringidas hospitalarias cuando un miembro de la pareja está internado, pero en modo alguno existe una protección en el orden sucesorio. Sobre el tema vid. DE LORENZI, Maniana Andrea y Lorena Soledad CAPELLA, «Uniones de hecho homosexuales en el Derecho argentino. Visión prospectiva», pp. 8-9, en CD XIII Congreso Internacional…, cit. 37 BELLVER CANO, Antonio, «El acta de notoriedad en función declaratoria de herencia» en Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, año XVIII, n° 173, octubre de 1942, p. 640. 38 CÁMARA ÁLVAREZ, Manuel de la, «Valor jurídico y aplicaciones de las actas de notoriedad en el derecho español» en II Congreso Internacional del Notariado Latino, Madrid, octubre de 1950, p. 44. 39 LORA-TAMAYO Y RODRÍGUEZ, Isidoro, «El acta de notoriedad sobre declaración de herederos ab intestato». Notas inéditas. 40 A diferencia de lo previsto en la Ley de 17 de diciembre de 1937 por la que se dispone la adición al artículo 1 del Código Notarial de 1929 de un párrafo preceptivo por el cual se le atribuyen facultades en todos los actos de jurisdicción voluntaria que eran del conocimiento de jueces y tribunales y de otra índole que en dicha Ley se determinaban, precisando en el artículo IV que en vista de lo anteriormente expuesto, se asignaban a los notarios el conocimiento y resolu2014-10-02 13:24:[email protected] 530 En pos de necesarias reformas al Derecho Sucesorio en Latinoamérica (II) ción de asuntos, entre otros, la prevención del ab intestato y la declaratoria de herederos ab intestato. Adpero, la atribución al notariado de la tramitación de dicho título sucesorio, no le era exclusiva, pues si los interesados, así lo hubieren deseado, podían continuar su tramitación por conducto judicial. La Ley, aún así todas las críticas de las que fue objeto, fue elogiada por algunos notarios de la época. En tal sentido se llegó a expresar (CARBONELL BARBERÁN, Ramiro, Legislación notarial, Cultural, La Habana, 1939, pp. 11-12) que: «(...) La Ley Notarial abre un anchuroso campo al profesional del notariado; sin restarle seriedad ni garantía, ganarán los procedimientos esa prontitud que informa las actividades todas de la vida moderna; contribuirá, en gran modo seguramente, a descongestionar los Juzgados, disminuyendo las labores que pesan sobre ellos, para beneficio de los Juzgados mismos y de los que allí acuden. Amén de las ventajas y comodidades que comporta para las partes el poder tramitar y resolver en derecho, en el ambiente íntimo, aunque no despojado de austeridad, de una Notaría, los asuntos que obligaban a recurrir a los templos de Themis, no por sagrados menos ingratos para los no habituados a su comercio con la diosa». No obstante, su vida fue muy efímera, en razón de la hermenéutica de su articulado a la luz de lo previsto en el tercer párrafo del artículo 170 y en el artículo 197 de la Constitución de 1940. Sobre tal particular vid. PÉREZ GALLARDO, Leonardo B., «El acta notarial de declaración de herederos ab intestato como título sucesorio: un enfoque desde el Derecho cubano y el español» (I) y (II), en Boletín de Información del Ministerio de Justicia (España), año LX, Nos. 2004-2005 y 2006 de 15 de enero de 2006 y 1 de febrero de 2006, pp. 7-20 y 407-440, respectivamente. 41 Término este último que en todo caso sería sensiblemente inferior al que se demoraría la tramitación de la declaración judicial de herederos ab intestato. 42 MEDINA, G., «Proceso sucesorio voluntario notarial», p. 3, en www.GracielaMedina.com, consultada el 5 de noviembre del 2005. 43 PELOSI, Luis, «Seguridad jurídica, celeridad y economía a través del proceso sucesorio voluntario extrajudicial», en XX Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Facultad de Derecho, UBA, Buenos Aires, 22 al 24 de septiembre del 2005, Conclusiones de las ponencias, p. 199. 44 ZAVALA, Gastón Augusto, «El acta notarial de notoriedad y la declaratoria de herederos», en XX Jornadas Nacionales…, cit., p. 201. 45 HERNÁNDEZ, Lidia Beatriz, y Luis Alejandro UGARTE, «Sucesión extrajudicial», en XX Jornadas Nacionales…, cit., p. 203. 46 En efecto, el artículo 18 de la Ley Notarial ecuatoriana dispone: «Son atribuciones de los notarios, además de las constantes en otras leyes: 12. Receptar la declaración juramentada de quienes se creyeren con derecho a la sucesión de una persona difunta, presentando la partida de defunción del de cujus y las de nacimiento u otros documentos para quienes acrediten ser sus herederos, así como la de matrimonio o sentencia de reconocimiento de la unión de hecho del cónyuge sobreviviente si lo hubiera. Tal declaración con los referidos instrumentos, serán suficientes documentos habilitantes para que el Notario conceda la posesión efectiva de los bienes pro indiviso del causante a favor de los peticionarios. Dicha declaración constará en acta notarial y su copia será inscrita en el Registro de la Propiedad correspondiente». 47 En http://www.uinl.org/archivos/atenas_esp.doc. Consultada el 17 de mayo del 2004. 48 Sobre el tema vid. en la doctrina española, DÍEZ-PICAZO, Luis y Antonio GULLÓN, Sistema de Derecho Civil, volumen IV – Derecho de Familia. Derecho de Sucesiones, 3ª edición, Tecnos, Madrid, 1983, p. 480; PUIG BRUTAU José, Fundamentos del Derecho Civil, tomo V, volumen II, s. ed., Bosch, Barcelona, 1977, pp. 223-226; ESPÍN CÁNOVAS, Diego, Manual de Derecho Civil español, volumen V – Sucesiones, s. ed, Revista de Derecho Privado, Madrid, 1957, pp. 251-252; VALLET DE GOYTISOLO, Juan B., Panorama del Derecho de Sucesiones, II – Perspectiva dinámica, s. ed., Cívitas, Madrid, 1984, pp. 181-184; VALVERDE VALVERDE, Calixto, Tratado de Derecho Civil español, tomo V – Derecho de sucesión mortis causa, Talleres tipográficos Cuesta, Valladolid, 1916, 2014-10-02 13:24:[email protected] 531 Leonardo B. Pérez Gallardo pp.137-141, ROYO MARTÍNEZ, Miguel, Derecho Sucesorio Mortis Causa, Primera Parte, ENPES, La Habana, 1991, pp. 190-193 y SANTOS GAONA, David, «El Registro General de Actos de Ultima Voluntad» (I) y (II) en Revista del Ministerio de Justicia, año XLVII, Nº 1684 y Nº 1685, 1993 pp. 4509 y ss. En tanto en la doctrina cubana vid. PÉREZ GALLARDO, Leonardo B., «Del Registro de Actos de Última Voluntad y de Declaratoria de Herederos: cien años de publicidad en materia sucesoria», en Revista del Colegio de Abogados de Puerto Rico, volumen 63, número 1, eneromarzo 2002, pp. 83-137, publicado también en La Revista del Foro de Cuyo —Mendoza-Argentina—, tomo 49, 2001, pp. 17-73. 49 Sobre la necesidad de implementar un Registro Nacional de testamentos se pronunció la Comisión Nº 6 de las XV Jornadas Nacionales de Derecho Civil de la Argentina, celebradas en 1995 en la ciudad de Mar del Plata, que estudió el tema de la actualización y flexibilización de la sucesión testamentaria (conclusión VIII). 2014-10-02 13:24:[email protected] 532 ASPECTOS DE LA EFICACIA DE LA ACCION REVOCATORIA ORDINARIA O PAULIANA JUAN IGNACIO PINAGLIA-VILLALÓN Y GAVIRA Doctor en Derecho Profesor de Derecho civil A mi hijo muy amado, Juan Ignacio Resumen: El presente texto, que, como indica su título, se centra en el tema concreto de los efectos de la acción revocatoria, tiene su origen en la tesis doctoral que defendimos en la Universidad de Sevilla en junio de 1999. Tesis que fue posteriormente publicada como libro por la misma Universidad en el año 2001 bajo el título Perfiles de la acción de rescisión por fraude de acreedores en el Código civil español. Precisamente porque este trabajo parte de una obra anterior, el propósito principal de las páginas que siguen es clarificar y desarrollar conceptos que sólo quedaron esbozados en el trabajo precedente y añadir nuevos contenidos. Como no se trata de reeditar parte de una obra anterior, lo que sería absurdo, sino de ahondar en aspectos concretos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria, las citas doctrinales se reducen a las estrictamente necesarias. Por último, este trabajo lo iniciamos durante la realización en el verano de 2007 de una estancia de investigación en la Università degli Studi di Trento. En la tarea investigadora contamos con la inestimable colaboración de la Dtt.ssa Maria Barbone (Responsabile Biblioteca Polo Centrale). Es por ello que le expreso mi gratitud. Palabras clave: fraude, ineficacia del contrato, rescisión del contrato, revocación del contrato, obligaciones, deudor y acreedor Abstract: This work develops some ideas the author had previously expressed in his doctoral thesis about the rescissory action for annulment in case of detriment of creditors. It inquiries on the nature of the action by which a creditor seeks the reduction of any deal in fraud of his rights, made by his debtor. It points out on the moment of the production of the effects of this revocatory action, respect to the creditor, the debtor and the third-party defendant. All these effects aim on the reparation of the fraudulent damage, and have also some procedural effects. Keywords: Law of contracts, revocatory action, creditors fraud, fraudulent damage. Sumario: I. La acción revocatoria como poder de impugnación judicial. 1. La acción revocatoria como remedio de tutela de carácter constitutivo. 2. Las formas de ejercicio del poder de impugnación revocatorio. 3. El momento de la producción de los efectos de 2014-10-02 13:24:[email protected] 533 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira la acción revocatoria. 4. La cuestión de los frutos. II. Análisis de los efectos que produce la acción revocatoria. 1. Efectos respecto del acreedor actor y de las partes del acto impugnado. 2. La indemnización de los daños y perjuicios. 3. Efectos de la acción revocatoria en la relación deudor-tercero adquirente. III. Los terceros adquirentes. IV. La reparación del perjuicio fraudulento. V. Proyección procesal de los efectos de la acción revocatoria. I. La acción revocatoria como poder de impugnación judicial 1. La acción revocatoria como remedio de tutela de carácter constitutivo [Sobre el problemático tema de la tutela constitutiva nosotros hemos consultado las siguientes obras: Ferri, Corrado, Profili dell’accertamento costitutivo, Pubblicazioni della Università di Pavia, Studi nelle Scienze Giuridiche e Sociali, Volume 5, CEDAM, Padova, 1970; Costitutiva (azione), en «Enc. Giur.», X, Roma, 1988; Di Majo, Adolfo, La tutela civile dei diritti, «Problemi e metodo del diritto civile», Vol. III, terza edizione riveduta e aggiornata, Dott. A. Giuffrè Editore, Milano, 2001, págs. 341 y ss.; Montesano, Luigi, La tutela giurisdizionale dei diritti, «Trattato di Diritto Civile Italiano», fondato da Filippo Vassalli, Volume XIV, Tomo 4, UTET, Torino, 1985, págs. 123 y ss.; Proto Pisani, A., Appunti sulla tutela c.d. costitutiva (e sulle tecniche di produzione degli effetti sostanziali), en Riv. dir. proc., 1991, págs. 60 y ss.; Chiovenda, José, Principios de Derecho Procesal Civil, traducción española de la tercera edición italiana y prólogo del Profesor José Casais y Santaló, notas de Alfredo Salvador, Tomo I, Editoria Reus, Madrid, reimpresión de la 1.ª ed., 2000, págs. 231 y ss.; Fernández-Ballesteros, M.A., Comentarios a la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil, Tomo I (Artículo 1 al 280), Coordinadores: Miguel Ángel Fernández-Ballesteros et al., iurgium editores, Barcelona, 1.ª ed.: diciembre 2000, 1.ª reimpresión: febrero 2001, sub art. 5, págs. 114-115; Ortells Ramos, Manuel, Derecho Procesal Civil, 7ª edición (revisada y puesta al día), Editorial Aranzadi, SA, Cizur Menor (Navarra), septiembre 2007, págs. 52 a 54]. Como ya tuvimos ocasión de poner de relieve en una obra anterior (Perfiles de la acción de rescisión por fraude de acreedores en el Código civil español, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, Sevilla, 2001, págs. 112 y ss.), la acción revocatoria se configura como el poder del acreedor de provocar la declaración de ineficacia del acto de disposición fraudulento respecto de él. 2014-10-02 13:24:[email protected] 534 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana A través de la acción revocatoria el acreedor actor pide al juez que dicte una sentencia capaz de provocar una determinada modificación jurídica en la esfera de otros sujetos. Se dice por ello que la acción revocatoria tiene carácter constitutivo. Y el efecto constitutivo de la sentencia revocatoria tiene siempre una extensión limitada, ya que la ineficacia del acto de disposición impugnado sólo se produce con respecto al acreedor accionante. Y cuando se trata de precisar en qué consiste la eficacia constitutiva de la sentencia estimatoria de la acción pauliana, hay que decir que la sentencia produce un nuevo estado jurídico o una nueva situación jurídica, ya que la declaración de ineficacia se concreta en el otorgamiento de legitimación al acreedor victorioso para promover la acción ejecutiva contra el tercero adquirente del bien objeto del acto impugnado, cuando dicho acto consiste en una enajenación, que determina la transmisión de un derecho. De modo que hay que distinguir dos tipos de poderes: el poder del acreedor de provocar la declaración de ineficacia del acto de disposición impugnado y el poder del acreedor de promover la ejecución contra el tercero adquirente. El ejercicio victorioso de ambos poderes está condicionado a la existencia de unos determinados requisitos, diferentes en uno y otro caso. Una cosa es la acción revocatoria y otra la acción ejecutiva. El hecho de que el pronunciamiento de ineficacia revocatoria permita la ejecución forzosa por expropiación del bien adquirido por el tercero no significa que para obtener dicho pronunciamiento deban darse los requisitos de la ejecución forzosa, como pretendía la hoy superada concepción ejecutiva del procedimiento revocatorio. En consecuencia, no es necesario que el crédito del acreedor accionante sea vencido, líquido y exigible, sino que puede ser un crédito sometido a condición suspensiva o a término. Partiendo de la base, por tanto, de que lo que hace posible la ejecución es precisamente la declaración de ineficacia del acto de disposición respecto del acreedor impugnante, hay que decir a continuación que la acción revocatoria no presupone la existencia de un derecho real o de crédito del acreedor sobre el patrimonio del deudor (para los que estiman lo contrario, el fundamento de la acción pauliana reside en un ilícito cometido por el deudor, consistente en la violación del derecho que ostenta el acreedor). Lo que sí afirman no pocos autores es que el poder revocatorio tiene naturaleza de derecho potestativo; luego también mantienen que preexiste un derecho a la sentencia revocatoria: el derecho potestativo de producir el estado jurídico de la revocación (crítico se muestra con esta posición Di Majo, el cual entiende que la fórmula «derecho potestativo» 2014-10-02 13:24:[email protected] 535 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira sólo responde a la exigencia de querer definir en términos sustantivos un remedio de tutela que tiene naturaleza y fundamento judiciales y que se enlaza a precisos intereses materiales, insatisfechos y/o violados. Di Majo, La tutela civile dei diritti, cit., pág. 343). Centrándonos en las acciones de impugnación de los actos negociales, el fondo del debate sobre la tutela constitutiva es el siguiente: si el efecto sustantivo invocado (por ejemplo, resolución o rescisión del contrato impugnado) tiene que producirse necesariamente a través de la sentencia judicial. Nosotros, en nuestro anterior libro sobre esta materia (Perfiles..., cit., pág. 115), establecimos una diferencia clara entre resolución y rescisión por fraude: a) Respecto de la resolución, se admite (seguimos en este punto la exposición de Clemente Meoro, Mario E., La facultad de resolver los contratos por incumplimiento, tirant lo blanch, Valencia, 1998, págs. 121 y ss.) que en nuestro Derecho se ha debilitado el carácter judicial de la resolución por incumplimiento, desde el momento en que el Código civil español, a diferencia de otros Códigos extranjeros, como el francés y el italiano, regula dicha resolución como una facultad concedida al acreedor para el caso de incumplimiento del deudor, que puede ejercitarse extrajudicialmente. De modo que la resolución se puede conseguir fuera del proceso, a través de declaraciones de voluntad extrajudiciales de las partes: para una corriente, la resolución sólo puede ser extrajudicial cuando hay acuerdo al respecto entre ambos contratantes, pues si falta dicho acuerdo hará falta sentencia que decrete la resolución (en este caso la sentencia tiene carácter constitutivo); para otra corriente, la resolución se produce desde que el acreedor opta por ella, de modo que la intervención judicial, caso de producirse por impugnación del deudor, se limita a apreciar si la resolución ya operada se ajusta a Derecho (en este caso la sentencia tiene carácter declarativo). b) Respecto de la acción revocatoria, nosotros ya hemos mantenido en este punto que el objetivo de dicha acción consiste en remover una determinada situación antijurídica creada por el acto dispositivo impugnado, consistente en la lesión de un específico interés material o sustantivo del acreedor actor: el interés a la conservación de la garantía patrimonial; lesión que se produce cuando a través del acto de disposición impugnado tiene lugar una disminución de la garantía que el patrimonio del deudor representa para su acreedor. Para nosotros, de la reseñada situación antijurídica no nace un poder de los privados para producir, con sus propias declaraciones y comportamientos, una modificación jurídica sustantiva, sino directamente una 2014-10-02 13:24:[email protected] 536 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana acción dirigida a provocar la intervención del juez para originar, a través de su sentencia, dicha modificación, previa verificación de las condiciones exigidas en el orden sustantivo. No atisbamos aquí la presencia de un poder sustantivo realizable fuera del proceso, sino la lesión de un interés sustantivo perteneciente a la esfera jurídica del acreedor, que legitima a éste para actuar en juicio y obtener del juez el efecto sustantivo consistente en la revocación del acto dispositivo. Por otra parte, el hecho de que quede al arbitrio del acreedor perjudicado la decisión final en torno a si ejercita o no la acción de impugnación negocial, no debe llevarnos a calificar la demanda como acto de ejercicio de un poder sustantivo, pues que dependa del sujeto la puesta en funcionamiento del remedio de tutela no es más que expresión del principio dispositivo del proceso. Es cierto que nuestro legislador atribuye al acreedor un poder de impugnación del acto de disposición fraudulento, cuyo ejercicio mediante demanda constituye el presupuesto necesario para alcanzar la producción del efecto sustantivo revocatorio en sede judicial. En este sentido, es indudable que la voluntad del titular de la acción revocatoria es decisiva para producir el efecto revocatorio, puesto que es el sujeto el que provoca la actuación del juez, instaurando el juicio, pero lo dicho no autoriza a concluir que el efecto constitutivo sea imputable al acto de la parte. Es la sentencia, y sólo la sentencia que acoge la acción revocatoria, la fuente del efecto constitutivo invocado por el actor en su demanda. Por tal motivo, la ineficacia del acto impugnado es producida directamente por la sentencia. De modo que no compartimos la tesis según la cual la sentencia se limita a declarar una ineficacia que ya se ha producido con anterioridad al pronunciamiento judicial, porque según la misma el acto jurídico nace afectado por un vicio que lo hace ineficaz ab origine respecto del acreedor. En nuestra opinión, el acto fraudulento no es ineficaz ipso iure, siendo necesaria la intervención judicial para producir la ineficacia del acto impugnado y crear el título que permita al acreedor sujetar el bien, si todavía se encuentra en el patrimonio del tercero adquirente, a su acción ejecutiva. Mientras el acto jurídico no sea impugnado con la acción pauliana, continúa desplegando todos sus efectos, porque, como la ineficacia no va ligada a ningún vicio originario del acto, la valoración acerca de si el acto es o no es revocable no puede hacerse coincidir con su misma realización. Con la simple realización del acto no se puede tener la certeza de su eventual ineficacia, porque, prescindiendo del elemento subjetivo, la certeza de la ineficacia del acto puede no existir respecto del elemento objetivo del 2014-10-02 13:24:[email protected] 537 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira daño. El presupuesto objetivo del daño es incertus an et quando sin contar con que la acción, por un motivo cualquiera (por ej., por suficiencia sobrevenida del activo, etc.), podría no ser ejercitada. Si la función de la acción pauliana consiste en eliminar el daño revocatorio, reintegrando la garantía patrimonial del deudor perjudicada por el acto de disposición impugnado, cuando el tercero otorga al acreedor idónea garantía para la satisfacción de su crédito queda eliminado de raíz el presupuesto fundamental de la tutela constitutiva: la lesión del interés del acreedor a la conservación de la garantía patrimonial. Para los que ven en la base de la acción revocatoria la existencia de un poder privado que puede actuar a través de una manifestación de voluntad meramente sustantiva, es evidente que el efecto sustantivo de la revocación puede producirse sin necesidad de la sentencia (constitutiva) del juez, por la vía del negocio jurídico o de la autonomía privada, cuando media la voluntaria cooperación del tercero adquirente (véase en este sentido Proto Pisani, A., Appunti..., cit., págs. 89 y ss. Así, refiriéndose a la acción revocatoria ex art. 2901 c.c. it., afirma —ob. cit., pág. 90, nota 45— que, cuando el acto de disposición fraudulento consiste en la enajenación de un bien, el efecto sustantivo de la revocación puede conseguirse mediante la concesión —por parte del adquirente en favor del acreedor del enajenante— de prenda o hipoteca sobre el bien enajenado). 2. Las formas de ejercicio del poder de impugnación revocatorio Nadie pone en duda que el poder de impugnación revocatorio puede ejercitarse mediante acción o mediante reconvención, pero se discute si procede su ejercicio en forma de simple excepción. El supuesto de hecho es el siguiente: surge una controversia entre A, que ejercita una acción real o personal basándose en un acto celebrado entre él (tercero) y B (deudor), y C, acreedor de B, demandado en juicio por A. C excepciona que el acto del que hace derivar su derecho el tercero actor fue realizado en fraude de sus razones y pide por ello el rechazo de la demanda. En principio, proceder por vía de excepción no es más que un diverso modo de ejercitar el mismo poder de impugnación que el sujeto podría hacer valer por vía de acción y es admisible mientras no exista una disposición legal que establezca lo contrario (Liebman, Enrico Tullio, L’eccezione revocatoria e il suo significato processuale, en Foro it., 1926, I, pág. 67, comentario a Cass. Regno 2 luglio 1925). 2014-10-02 13:24:[email protected] 538 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana Precisamente porque la excepción revocatoria hace referencia no a un medio autónomo de tutela que la ley reconoce al acreedor, sino solamente a un modo diverso de ejercitar el mismo poder de impugnación (Liebman, ob. cit., pág. 67), se comprende que el fin, la naturaleza y los requisitos necesarios para que la excepción revocatoria pueda ser acogida, son idénticos a los de la acción revocatoria. Ahora bien, desde el punto de vista estrictamente procesal, la excepción no introduce un nuevo objeto procesal en el procedimiento iniciado por el tercero adquirente, puesto que el acreedor demandado se limita a la alegación de hechos excluyentes de la eficacia de la pretensión procesal con el único fin de verse absuelto de la demanda, sin solicitar petición alguna que signifique un plus sobre su mera absolución, es decir, sin solicitar declaración expresa de la revocación del acto fraudulento, porque eso significaría rebasar los límites de la acción ejercitada por el actor en su demanda (ver sobre las excepciones materiales, Tapia Fernández, Isabel, El objeto del proceso. Alegaciones. Sentencia. Cosa juzgada, La Ley – Actualidad, S.A., Madrid, 1.ª edición: Marzo 2000, págs. 33 y ss.; Ortells Ramos, ob. cit., págs. 320 y ss.). Al alegar el acreedor demandado un hecho dirigido a excluir la eficacia del derecho del actor, el acreedor está reconociendo la existencia misma de la acción y su eficacia. El acreedor demandado no niega que el derecho hecho valer por el actor se haya constituido de modo válido y eficaz, es decir, no niega el hecho constitutivo de la pretensión procesal interpuesta por el actor, ni introduce un hecho extintivo, sino que contrapone al hecho constitutivo afirmado por el actor otro hecho (que la acción ejercitada por el tercero actor se funda sobre un acto que fue realizado en fraude de sus razones) que impide que a dicho hecho constitutivo sea reconocida su normal eficacia (Liebman, ob. cit., pág. 68). Se introduce de esta manera en el proceso un hecho que tiene un efecto modificativo limitado, pues no priva de toda relevancia jurídica al acto impugnado con la excepción revocatoria, sino que lo priva sólo de eficacia respecto del acreedor demandado. La excepción revocatoria no pretende más que la declaración de ineficacia del derecho del actor respecto del acreedor demandado. En conclusión, el demandado puede alegar en juicio la revocación del negocio jurídico en que se basa la demanda mediante reconvención o simplemente mediante excepción, sin que ésta, a diferencia de lo que ocurre con la alegación de la nulidad absoluta del negocio (art. 408.2 LEC.), reciba tratamiento de verdadera reconvención. 2014-10-02 13:24:[email protected] 539 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira Pero una cosa es la excepción, mediante la cual el demandado no hace otra cosa que defenderse, y otra la reconvención, mediante la cual el demandado ejercita nueva acción contra el actor, introduciendo un nuevo objeto litigioso (ver Tapia Fernández, ob. cit., pág. 54). Ejemplo frecuente (que tomamos de Fernández López, M.A., Derecho Procesal Civil, III, 4.ª ed., Editorial Centro de Estudios Ramón Areces, S.A., Madrid, octubre 1995, pág. 95): el acreedor embarga una finca que el deudor vendió poco antes a un amigo. El nuevo propietario interpone tercería de dominio alegando que la finca es suya por compraventa, y el acreedor ejecutante reconviene solicitando la revocación de la venta por fraude. Más difícil se presenta la cuestión de si el cambio jurídico que se produce a consecuencia de la estimación por el juez de la excepción constitutiva tiene una eficacia general, o bien si, tratándose de la estimación de una excepción dirigida al rechazo de la demanda del actor, se origina una eficacia exclusivamente vinculante dentro del juicio. Para Liebman (ob. cit., págs. 70 a 72), es evidente que el demandado obtiene la satisfacción del modo más amplio pidiendo mediante demanda reconvencional la revocación del acto. En ese caso, si el juez estima la demanda reconvencional, habrá cosa juzgada sobre la cuestión del fraude, que impedirá al tercero actor un segundo proceso en el que ejercite, entre los mismos sujetos, la misma pretensión basándose en el mismo acto fraudulento. Pero otra cosa ocurre, añade, cuando el demandado se limita a excepcionar que el acto en que apoya su demanda el tercero actor fue realizado en fraude de sus razones y exige por ello el rechazo de la demanda. Si la excepción es estimada y la demanda rechazada, eso quiere decir que el juez declara que en el caso concreto se dan las condiciones necesarias para la revocación del acto y le niega su eficacia. Y dicha declaración produce un cambio jurídico, que consiste en el no reconocimiento del derecho que para el tercero deriva de un acto válido como es el acto fraudulento; cambio que no puede lograrse sino por medio de la vía judicial: será pues una declaración constitutiva. Lo que ocurre, afirma Liebman, es que habiéndose planteado y decidido la cuestión del fraude no al objeto de que se dicte una sentencia que pronuncie la revocación, sino exclusivamente al objeto de que sea rechazada la demanda, y por tanto sin efecto de cosa juzgada, cabe hablar en tal caso de una declaración constitutiva incidenter tantum. Sin embargo, se ha sostenido en nuestra doctrina (Tapia Fernández, ob. cit., pág. 38) que la alegación por el demandado de verdaderas y pro2014-10-02 13:24:[email protected] 540 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana pias excepciones (las fundadas en un contraderecho de impugnación de la acción), como van dirigidas a ampliar el objeto del proceso fijado por el actor (entendida dicha ampliación en el sentido de introducción de nuevos elementos añadidos al objeto del proceso fijado por el actor en su demanda), siguen en todo las vicisitudes del objeto del proceso a lo largo del mismo: han de ser alegadas temporáneamente; el órgano jurisdiccional ha de pronunciarse sobre ellas; y quedan cubiertas por la cosa juzgada (afirma Tapia Fernández, ob. cit., pág. 170, que si la excepción se alegó, se discutió y el Tribunal se pronunció sobre ella, siendo competente y por el procedimiento adecuado, no hay motivo para no entender extensible a aquella cuestión los efectos de la cosa juzgada. Sigue de este modo dicha autora la opinión expresada tiempo antes por el Profesor De La Oliva, el cual, respecto a las defensas y excepciones de fondo o materiales, entiende que la resolución sobre las mismas debe considerarse comprendida en la cosa juzgada, ya que las excepciones se valoran y enjuician como cuestiones que atañen al objeto esencial del proceso; si el actor tiene, o no, derecho a la tutela jurisdiccional concreta que pide. Respecto a dichas excepciones, el Tribunal ha de pronunciarse de la misma manera que sobre los puntos en que descansa o se apoya la pretensión del demandante. De La Oliva Santos, Andrés, Sobre la cosa juzgada, Editorial Centro de Estudios Ramón Areces, S.A., Madrid, 1991, n. 46, pág. 64, y n. 54, pág. 74). De producirse la cosa juzgada, es evidente que impedirá un proceso posterior en el que el tercero, basándose en el mismo acto declarado fraudulento, formule la misma pretensión procesal entre las mismas partes del primer proceso. Pero como reconoce Tapia Fernández (ob. cit., pág. 171), el debate sobre si «lo juzgado» abarca la alegación de las excepciones opuestas por el demandado sigue abierto en nuestro Derecho, porque la Ley de Enjuiciamiento Civil no se pronuncia al respecto. Es más, reconoce la autora, de su regulación literal —y a sensu contrario— se podría desprender lo opuesto de lo aquí sugerido. Pues lo que sí prevé la Ley en el art. 222.2, es que la cosa juzgada alcanzará a las pretensiones de la demanda, de la reconvención «así como a los puntos a que se refieren los apartados primero y segundo del artículo 408 de esta Ley». Y, no se olvide, termina diciendo, aquellos puntos propiamente hacen referencia a un tipo especial de excepciones, las reconvencionales, que por sus especiales características conviene que sean expresamente resueltas en la sentencia y con expresos efectos de cosa juzgada. 2014-10-02 13:24:[email protected] 541 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira 3. El momento de la producción de los efectos de la acción revocatoria Objeto de esta pregunta es la eficacia de la sentencia revocatoria en el tiempo, prestando especial atención al problema de si dicha sentencia produce sus efectos desde el momento en que pasa en autoridad de cosa juzgada o los mismos se remontan a un momento anterior. Existe una opinión general en el sentido de que las sentencias constitutivas producen sus efectos ex nunc, esto es, desde el momento en que devienen firmes (Fernández-Ballesteros, ob. cit., sub art. 5, pág. 115, nota 14; Liebman, Enrico Tullio, Manual de Derecho Procesal Civil, traducción de Santiago Sentís Melendo, Ediciones Jurídicas Europa-América, Buenos Aires, 1980, pág. 141; Ferri, Profili dell’accertamento costitutivo, cit., pág. 171). La orientación doctrinal que admite la eficacia retroactiva de la sentencia constitutiva, anticipándola al momento de la proposición de la demanda, parte del principio formulado por Chiovenda según el cual la sentencia que acoge la demanda debe actuar la ley como si hubiese sido emitida en el momento de la proposición de la demanda. O de aquel otro del mismo autor según el cual el intervalo de tiempo que media entre la proposición de la demanda y su estimación por parte del juez no debe correr en detrimento de la parte victoriosa. Sin embargo, falta en el Derecho procesal la base positiva para llevar el efecto sustantivo, objeto del pronunciamiento judicial, a un momento anterior a aquel en que deviene firme la sentencia constitutiva. Más bien se puede concluir que la eventual retroactividad de la eficacia de la sentencia constitutiva encuentra su fuente exclusivamente en las normas sustantivas aplicables en cada caso, sin ninguna conexión con la naturaleza constitutiva de la sentencia (Ferri, Profili..., cit., págs. 191 y ss.). Por lo que se refiere a nuestro tema, hay que decir que la eficacia personal que produce la acción revocatoria, consistente en primer lugar en la obligación de restituir el bien objeto del acto de disposición revocado, entendida dicha obligación en el sentido de poner el bien a disposición del acreedor para que con su ejecución pueda lograr la satisfacción de su crédito, nace con la sentencia estimatoria de la acción revocatoria y no de ningún acto precedente e independiente del ejercicio de la acción revocatoria. Por tanto, contemplado el fenómeno de la eficacia desde la propia sentencia constitutiva, cabe afirmar que dicha eficacia es ex nunc o no retroactiva. Si se entendiese la acción revocatoria como un mecanismo de sanción de un hecho ilícito, entonces se podría establecer una unión genética entre restitución y hecho ilícito, pues la situación subjetiva que haría 2014-10-02 13:24:[email protected] 542 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana valer el acreedor defraudado integraría un derecho de crédito existente con anterioridad al ejercicio de la acción, con la consiguiente atribución a la acción revocatoria de una función meramente acreditativa del ilícito mismo y declarativa de la correlativa obligación restitutoria (precisamente ex illicito). Pero como nosotros hemos configurado la acción revocatoria como una acción constitutiva, porque va dirigida a privar de eficacia un acto válido (y no ilícito) entre las partes, al objeto de reconstituir la garantía patrimonial, llegamos a la diversa conclusión de que únicamente a través del victorioso ejercicio de la acción nace, para el tercero adquirente demandado, la obligación personal de restitución y, para el acreedor impugnante, el correspondiente derecho de crédito. En consecuencia, la situación jurídica que hace valer el acreedor accionante no integra un derecho de crédito existente antes del ejercicio de la acción, sino un verdadero y propio poder de impugnación, dirigido a provocar la declaración de ineficacia del acto impugnado. Ahora bien, la afirmación de que el acto traslativo impugnado no adolece de ningún vicio originario que determine su invalidez o su ineficacia, no excluye que se diga que el acto, aunque válido y eficaz entre las partes, lesiona un interés del acreedor jurídicamente relevante, actuando la acción para reparar el daño revocatorio. Qué duda cabe que para los autores que sitúan el fundamento de la acción revocatoria en la existencia de un vicio originario del acto (ya a través del argumento de la ilicitud de la causa o ya a través del argumento de una limitación del poder de disponer del deudor), los efectos de la revocación son retroactivos, porque con relación al acreedor el acto es ineficaz desde su nacimiento. Y dicho fundamento induce a afirmar la naturaleza declarativa del procedimiento judicial, porque éste se limita a declarar una ineficacia que ya existe independientemente del ejercicio de la acción (ver, por ej., sobre esta posición que comentamos, De Martini, Angelo, Azione revocatoria (Diritto privato), en «Noviss. Dig. it.», II, 3.ª edizione, Torino, 1958, n. 26, págs. 160-161). Sin embargo, como se ha señalado con acierto (Terranova, Giuseppe, Effetti del fallimento sugli atti pregiudizievoli ai creditori, Tomo I –Parte generale, Art. 64-71, in Commentario Scialoja-Branca Legge fallimentare, a cura di F. Bricola e F. Galgano, Zanichelli-Foro Italiano, Bologna-Roma, 1993, pág. 190), el fundamento de la acción tiene su peso a la hora de establecer el momento a partir del cual se producen los efectos de la revocación, pero dicho fundamento no determina la naturaleza del procedimiento que la acoge, puesto que dicha naturaleza depende exclusivamente de la voluntad del legislador. Consiguientemente, la tesis 2014-10-02 13:24:[email protected] 543 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira del vicio originario del acto traslativo que vuelve inestable la adquisición del tercero desde su origen, no excluye que la remoción del efecto perjudicial del acto impugnado pueda ser confiada a un juicio. Aunque efectivamente la sentencia estimatoria de la acción revocatoria declara ineficaz el acto impugnado, no debemos olvidar que la declaración también es necesaria para emitir una sentencia de naturaleza constitutiva; pero hay que poner el acento no en el perfil declarativo de la sentencia, sino en la demanda del acreedor, que viene considerada como la expresión de un poder de impugnación (Terranova, ob. cit., pág. 191. En la sentencia constitutiva hay, ante todo, una declaración de certeza, propiamente la declaración de la existencia de las condiciones queridas por la ley para que pueda producirse el cambio jurídico; y a ello se agrega el pronunciamiento del cambio mismo. Liebman, Manual de Derecho Procesal Civil, cit., pág. 140) Desde un punto de vista estrictamente lógico, las premisas de las que parten las diversas opiniones doctrinales expuestas deberían conducir a las siguientes consecuencias: la tesis de la existencia de un vicio originario del acto llevaría a mantener la retroactividad de los efectos de la acción revocatoria, de modo que dichos efectos se producirían desde el mismo momento de la realización del acto; en consecuencia, el tercero adquirente debería restituir el bien y los frutos desde tal momento. Por el contrario, la tesis mantenida por nosotros conduciría a la irretroactividad, de modo que el tercero adquirente debería restituir los frutos a partir del momento en que recae sobre él el deber principal de restituir el bien. Sin embargo, las consecuencias descritas no se infieren necesariamente de las premisas en que se apoyan las diferentes opiniones doctrinales expuestas. En efecto, con relación a la orientación doctrinal que afirma la existencia de un vicio originario del acto, basta para desmentir la consecuencia señalada con remitirse a De Martini (ob. cit., n. 28, pág. 161) cuando aborda el tema de los frutos, en el que tiene en cuenta la posición subjetiva del tercero. Y con respecto a nuestra posición, pensamos que si bien es cierto que la sentencia revocatoria fija el momento del nacimiento de la obligación restitutoria, sin embargo, serán las normas sustantivas aplicables en cada caso las que establezcan las fechas a través de las cuales se determine el contenido de dicha obligación, de modo que la eventual retroactividad de los efectos de la sentencia constitutiva encuentra su fuente exclusivamente en dichas normas sustantivas. En consecuencia, la retroactividad se concibe aquí como técnica de determinación del contenido de la obligación restitutoria. 2014-10-02 13:24:[email protected] 544 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana No quedaría completa nuestra exposición sobre el problema de la retroactividad de los efectos de la acción revocatoria si no añadimos una consideración final de especial importancia: que la retroactividad encuentra un límite en el daño revocatorio. En efecto, si la acción pauliana persigue la reconstitución de la garantía patrimonial en la medida en que ha sido disminuida en perjuicio del acreedor, no tiene sentido aplicar la retroactividad más allá de lo estrictamente necesario para conseguir dicha reconstitución. Por último, hay que decir que la eficacia constitutiva, que deviene inmutable desde el momento en que la sentencia pasa en autoridad de cosa juzgada, opera dentro de los límites subjetivos o personales de la cosa juzgada. De donde deriva la imposibilidad de extender los efectos de la sentencia constitutiva a sujetos extraños al proceso (Ferri, ob. cit., págs. 242243); la razón principal es evitar que una resolución judicial favorezca o perjudique a quien no ha tenido oportunidad de participar (ser parte y actuar como tal) en el proceso correspondiente, lo que es, sin duda, una manifestación del principio de audiencia o de contradicción (De La Oliva, Sobre la cosa juzgada, cit., pág. 45). 4. La cuestión de los frutos Sabemos ya que cuando el acto revocado consiste en un acto traslativo, en virtud del cual tiene lugar una atribución patrimonial, el tercero adquirente tiene el deber de restituir al acreedor la cosa recibida. En ese caso, la declaración de ineficacia del acto impugnado se traduce en un efecto restitutorio. Y dicho efecto lo produce exclusivamente la sentencia, la cual modifica una relación jurídica válida y eficaz. Por tanto, antes de la sentencia el acreedor actor no tiene ningún título para obtener la restitución. Y si el derecho a la restitución encuentra su título necesario en la sentencia, no es concebible una constitución en mora del deudor antes de que se emita la sentencia. Pero el contenido de la obligación restitutoria abarca no sólo la res recibida, sino también los frutos, cuando se trata de un bien fructífero, discutiéndose doctrinalmente cuál es el régimen jurídico que deben seguir los frutos. El problema planteado exige responder a dos tipos de cuestiones: la primera, determinar si existe norma o principio jurídico en virtud del cual sean debidos los frutos; la segunda, que sólo se suscita cuando se da una respuesta afirmativa a la primera cuestión, determinar el momento a partir del cual los frutos son debidos. 2014-10-02 13:24:[email protected] 545 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira Sobre este tema existen diferentes tesis: a) para una tesis, que es la que nosotros mantuvimos en nuestro anterior libro (Perfiles..., cit., pág. 278), ante la referencia genérica a la devolución de los frutos en materia de rescisión, parece natural que la especificación del alcance de dicha devolución se efectúe de acuerdo con los preceptos de la posesión (arts. 451 y 455 C.c. español) (ver Delgado Echeverría, Jesús, Adquisición y restitución de frutos por el poseedor, en «Anuario de Derecho Civil», Tomo XXVIII, Fascículo III, Julio-septiembre 1975, pág. 566-567; y Martín Pérez, José Antonio, La rescisión del contrato (En torno a la lesión contractual y el fraude de acreedores), José María Bosch, editor, S.A., Barcelona, 1995, págs. 428 y ss.). Y es que, aunque el conflicto que disciplinan las normas sobre liquidación posesoria es el del poseedor vencido en una reivindicatoria, tales normas tienen tendencia expansiva, tienen carácter de régimen general (los artículos 451 y 455 del Código civil no son, como en otros Derechos, una peculiaridad del ejercicio de la acción reivindicatoria, sino que configuran el estatuto de todo poseedor, independientemente de cómo comenzó a poseer y cómo se ve desposeído, como afirman Delgado Echeverría (Jesús) y Parra Lucán (M.ª Ángeles), Las nulidades de los contratos, Editorial Dykinson, S.L., Madrid, 2005, pág. 258). De acuerdo con la orientación señalada, el alcance de la restitución de los frutos depende de la buena o mala fe que haya presidido la posesión del tercero adquirente: el tercero adquirente de buena fe, que sólo puede serlo el adquirente a título gratuito, hace suyos los frutos desde el inicio de la posesión mientras ésta no haya sido interrumpida legalmente, lo que tiene lugar con la interposición de la demanda revocatoria, siempre que el acreedor actor vea estimada posteriormente su demanda (afirma Delgado Echeverría, Adquisición…, cit., pág. 603, que la interrupción legal se produce realmente por obra de la sentencia —como demuestra el hecho de que no haya interrupción si ésta es absolutoria—, si bien desde el momento anterior (la interposición de la demanda) a que se retrotraen sus efectos). Por lo tanto, el tercero adquirente de buena fe vencido en juicio no hace suyos, y deberá entregar, los percibidos desde la interposición de la demanda revocatoria: así se deduce del art. 451 a contrario, que le atribuye derecho a ellos únicamente mientras no sea interrumpida legalmente la posesión (Delgado Echeverría, Adquisición…, cit., pág. 606). En cuanto a los frutos pendientes en el momento de la interposición de la demanda, procede la aplicación analógica del art. 452, dictada para el caso de cesación de la buena fe: si este trato se da al poseedor que 2014-10-02 13:24:[email protected] 546 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana pasa a serlo de mala fe reconocida, con mayor razón al de buena fe que, por haber sido interrumpida legalmente su posesión, no hace suyos los frutos (Delgado Echeverría, Adquisición…, cit., pág. 606). Por el contrario, el tercero adquirente de mala fe, que puede serlo tanto el adquirente a título gratuito como el adquirente a título oneroso, abonará los frutos percibidos y los que el poseedor legítimo hubiera podido percibir desde el inicio de su posesión de mala fe, y tendrá derecho a ser reintegrado de los gastos necesarios hechos para la conservación de la cosa (art. 455) y de los gastos hechos para la producción de los frutos, como sostiene la doctrina (ver Delgado Echeverría, Adquisición…, cit., págs. 627 y ss.); b) para otra tesis, no procede aplicar en esta materia los preceptos de la posesión, ya que presuponen una acción de reivindicación y, por tanto, la retransmisión del bien al originario propietario. Por el contrario, en la acción pauliana el tercero adquirente es, a todos los efectos, propietario del bien, habiendo adquirido los frutos iure domini. Por eso estima esta corriente doctrinal que los frutos sólo son debidos a partir de la ejecución (ver Nicolò, Rosario, Dei mezzi di conservazione della garanzia patrimoniale, «Comm. c.c. Scialoja-Branca», Libro Sesto, Tutela dei diritti, art. 2900-2969, Zanichelli-Società Editrice «Il Foro Italiano», Bologna-Roma, 1957, sub art. 2902, págs. 265-266; Natoli, Ugo, Revocatoria ordinaria, en «Enc. Dir.», IV, Milano, 1959, n. 16, pág. 900; Terranova, ob. cit., pág. 199). II. Análisis de los efectos que produce la acción revocatoria 1. Efectos respecto del acreedor actor y de las partes del acto impugnado Tenemos que partir de la base de que el efecto principal de la sentencia revocatoria consiste, cuando se trata de un acto negocial con efecto traslativo, en el hecho de que judicialmente se establece el deber del tercero de poner el bien a disposición del acreedor actor para que con su ejecución pueda conseguir la satisfacción de su crédito (cfr. Ragusa Maggiore, Giuseppe, Effetti del fallimento sugli atti pregiudizievoli ai creditori, en Le procedure concorsuali. Il Fallimento, Trattato diretto da Ragusa Maggiore e Costa, II, UTET, Torino, 1997, pág. 211). Por tanto, el medio a través del cual se realiza la declaración de ineficacia es el deber, para el tercero adquirente, de restituir cuanto ha recibido. Y ese deber de poner la cosa a disposición del acreedor actor surge únicamente de la sentencia estimatoria de la acción 2014-10-02 13:24:[email protected] 547 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira Queda explicado de este modo en qué consiste el carácter restitutorio de la sentencia revocatoria. El pronunciamiento judicial no tiene por objeto el bien en sí adquirido por el tercero, ni la reconstrucción del patrimonio del deudor en su consistencia originaria, sino simplemente la restitución del bien a la garantía patrimonial del acreedor actor, poniéndolo a su disposición para que pueda ejercitar contra dicho bien, si se encuentra en el patrimonio del tercero, la acción ejecutiva, como si el bien formase parte todavía del patrimonio del deudor. Antes de la sentencia revocatoria el acreedor carece de título para obtener la restitución del bien. El deber de restitución encuentra su título necesario en la sentencia revocatoria. De modo que la sentencia revocatoria constituye el medio que permite al acreedor el ejercicio ulterior de la acción ejecutiva. Por eso la sentencia revocatoria tiene la virtualidad de constituir un nuevo estado o situación jurídica. En consecuencia, la sentencia revocatoria reviste dos perfiles: constitutivo y condenatorio, ya que el pronunciamiento constitutivo de revocación del acto de disposición impugnado origina la obligación restitutoria. Y lo dicho pone de relieve dos aspectos señalados a lo largo del trabajo pero que conviene subrayar en este momento para que no pasen desapercibidos: que la revocatoria no se funda en un ilícito y que el deber de restitución depende de la naturaleza del acto de disposición impugnado, pues sólo se produce dicho efecto personal cuando el acto impugnado consiste en un acto traslativo. Es, por tanto, un efecto eventual. La sentencia revocatoria no incide en la validez erga omnes del acto ni en su eficacia inter partes. De ello deriva, como obvio e intuitivo corolario, que el deudor no recupera la propiedad del bien, sino que el tercero conserva siempre su propiedad. La sentencia revocatoria no produce el efecto de volver a transmitir nuevamente la propiedad del bien al deudor, sino el más limitado efecto de permitir al acreedor impugnante satisfacer, ejecutivamente, su crédito con el bien objeto del acto revocado. Si ese es el efecto principal de la sentencia, de ello también deriva, como lógico corolario, que la ejecución recae exclusivamente sobre el bien salido del patrimonio del deudor, si se encuentra todavía en el patrimonio del tercero adquirente. El deber del tercero adquirente de poner a disposición del acreedor el bien surge antes y fuera de la eventual ejecución forzosa y determina que la responsabilidad del tercero adquirente aparezca conectada a la existencia de un deber suyo, de modo que nos parece inaceptable la tesis según la cual en el ámbito de la acción revocatoria la ejecución contra el tercero 2014-10-02 13:24:[email protected] 548 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana supone la manifestación de la responsabilidad por un débito ajeno (es decir, del enajenante) (mantiene esta tesis, por ej., Micheli, Gian Antonio, Dell’esecuzione forzata, «Comm. c.c. Scialoja-Branca», Libro Sesto, Tutela dei diritti, art. 2900-2969, Zanichelli-Società Editrice «Il Foro Italiano», Bologna-Roma, 1957, sub art. 2910, pág. 372). El binomio débito-responsabilidad se restablece en virtud de la sentencia revocatoria (Ragusa Maggiore, Effetti..., cit., pág. 211, nota 23). La ineficacia que produce la acción revocatoria se califica de doblemente relativa: relativa porque el ejercicio victorioso de la acción revocatoria sólo beneficia o aprovecha al acreedor que la ha ejercitado y no al resto de acreedores; relativa, de nuevo, porque la acción no afecta para nada a los efectos principales del acto, sino exclusivamente a aquellos efectos que impiden al acreedor proceder en vía ejecutiva contra un bien ahora extraño a la esfera patrimonial del deudor. Por tanto, la acción revocatoria no paraliza la idoneidad del acto para producir los efectos que le son propios, sino que se limita a restablecer o reconstituir la garantía patrimonial en el status quo ante. Solamente los acreedores del deudor enajenante que hayan intervenido en el juicio revocatorio promovido por otro acreedor pueden aprovecharse de la revocación obtenida por el acreedor actor, además de los que en juicio independiente hayan promovido el remedio revocatorio y obtenido la misma declaración de ineficacia con respecto al mismo acto. De donde se deduce que la determinación subjetiva del juicio revocatorio pone o señala el límite cuantitativo de los acreedores concurrentes. Y como ya tuvimos ocasión de poner de relieve en nuestro anterior libro sobre la materia (Perfiles..., cit., pág. 270, nota 1236), el hecho de que el ejercicio victorioso de la acción pauliana beneficie exclusivamente al acreedor que ha obtenido el pronunciamiento revocatorio no significa que se le esté concediendo un privilegio, ya que no existe ninguna situación previa de concurso entre acreedores. La condición del acreedor actor no experimenta ninguna modificación. Si dicho acreedor logra realizar su crédito no es porque se le dote de una causa legítima de preferencia que conduzca a dicho resultado, sino porque ha utilizado el remedio revocatorio, cuyo resultado útil aprovecha exclusivamente al acreedor accionante. De modo que queda cerrada a los acreedores que no hayan tomado parte en el juicio revocatorio iniciado por otro o que no hayan ejercitado la acción revocatoria en juicio independiente tanto la posibilidad de ejercitar la eventual acción ejecutiva contra el bien objeto del acto revocado, como la posibilidad de intervenir en 2014-10-02 13:24:[email protected] 549 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira el proceso de ejecución iniciado contra el tercero adquirente (Nicolò, ob. cit., sub art. 2902, pág. 257; Bigliazzi Geri, Lina, Dei mezzi di conservazione della garanzia patrimoniale, «Comm. del Codice Civile», Libro VI, Della tutela dei diritti (artt. 2900-2969), T. IV (Titolo III, capo 5.º; Titoli IV-V), 2.ª ed., UTET, Torino, 1980, sub art. 2902, pág. 172; Natoli, ob. cit., n. 15, pág. 899). Y puesto que el bien objeto del acto revocado, también después de la declaración de ineficacia del acto de disposición, permanece en el patrimonio del tercero adquirente, es necesario resolver el conflicto de intereses que puede surgir entre el acreedor actor y los acreedores personales del tercero adquirente. Desde el momento en que el bien forma parte del patrimonio del tercero, dicho bien no puede no desempeñar una función de garantía (genérica) en favor de los acreedores personales del tercero. Y dicha función, a consecuencia de la ineficacia del acto, continúa realizándola respecto del acreedor del deudor disponente. Es evidente, por lo dicho, que no compartimos la tesis según la cual la declaración de ineficacia no desemboca en el conflicto de intereses señalado porque dicha ineficacia sustrae el bien adquirido de la garantía patrimonial de los acreedores personales del tercero adquirente. En consecuencia, rectificamos el punto de vista que expusimos en nuestro anterior libro sobre la materia (Perfiles..., cit., pág. 274), donde seguimos la tesis de Federico de Castro, que excluye el concurso, sin ofrecer ninguna explicación al respecto. Estamos de acuerdo con Cicu (Cicu, Antonio, L’obbligazione nel patrimonio del debitore, Dott. A. Giuffrè – Editore, Milano, 1948, págs. 5758) cuando afirma que la resolución de la cuestión planteada depende del efecto que se atribuya a la acción revocatoria: si es un efecto personal, consistente en un derecho de crédito a la restitución, o si es un efecto real, consistente en un retorno de la titularidad del bien al deudor. Como él mismo dice, sólo la eficacia real señalada produciría la exclusión del concurso. Pues bien, es cierto que la resolución del problema de la existencia o no de concurso entre el acreedor impugnante y los acreedores personales del tercero adquirente depende de la previa determinación del efecto que produce la acción revocatoria. Si, siguiendo la interpretación que nos ofrece José Manuel García García (Derecho Inmobiliario Registral o Hipotecario, Tomo II, Editorial Civitas, S.A., Madrid, 1993, págs. 501-502), para De Castro la acción pauliana produce un efecto restituto2014-10-02 13:24:[email protected] 550 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana rio real (en contraposición al efecto restitutorio obligacional), al estilo de las acciones resolutorias de efecto real y de las de revocación de donaciones de efecto real, entonces tiene sentido su afirmación de que los acreedores del tercero no pueden concursar con el acreedor impugnante respecto al bien objeto del acto de disposición revocado. Nosotros, sin embargo, tanto en nuestro anterior libro como en este trabajo, seguimos la opinión doctrinal (ver Scalisi, Vincenzo, Inefficacia (dir. priv.), en «Enc. Dir.», XXI, Milano, 1971, págs. 353 y ss.) según la cual la acción revocatoria constituye una aplicación de la figura de la ineficacia relativa, ya que la ineficacia no incide en el efecto traslativo típico (transmisión de la propiedad), como demuestra el hecho de que la sucesiva y eventual acción ejecutiva se dirige también contra el tercero adquirente, sino en el denominado efecto reflejo (que no es el efecto típico, sino la consecuencia natural e inevitable de la realización de tal efecto), que consiste en la sustracción del bien a la acción ejecutiva del acreedor. Problema ulterior será determinar el medio técnico a través del cual se realiza la ineficacia relativa: para nosotros, el medio técnico es la obligación; para otros, el sujeto beneficiado por la ineficacia relativa del acto de disposición puede ejecutar directamente el bien enajenado sin necesidad de ninguna actividad mediadora por parte del tercero adquirente. La doctrina que nosotros seguimos en este punto mantiene que viene a crearse en favor del acreedor accionante, que haya obtenido la declaración de ineficacia del acto, una verdadera y propia causa de preferencia respecto a los acreedores del tercero adquirente (Bigliazzi Geri, Dei mezzi..., cit., sub art. 2902, pág. 173; Nicolò, ob. cit., sub art. 2902, pág. 261). A consecuencia del pronunciamiento revocatorio, el bien objeto del acto revocado, únicamente él y no cualquier otro existente en el patrimonio del tercero adquirente, aparece especialmente vinculado a la satisfacción del crédito del acreedor actor, ya que éste persigue el bien en el patrimonio del tercero como lo habría perseguido si se hubiese encontrado todavía en el patrimonio del deudor disponente, por tanto, como si los derechos de los acreedores del tercero adquirente no existiesen al menos frente a él (Natoli, ob. cit., n. 15, pág. 899). Solución justa la señalada porque de lo contrario se pondría en peligro la realización del crédito de quien ha ejercitado con éxito la acción revocatoria para eliminar el daño revocatorio (sin embargo, entiende algún autor —Picaro, Pio, Revocatoria ordinaria e fallimentare, Tip. Fratelli RUGGIERI, Taranto, 1946, n. 65, pág. 150— que se produce la exclusión del concurso de los acreedo2014-10-02 13:24:[email protected] 551 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira res personales del adquirente con los acreedores del fraudator, al estimar que los acreedores del tercero, en cuanto están por ley sujetos a reconocer los efectos de cualquier sentencia que repercuta en el patrimonio del propio deudor, deberán someterse a los efectos del pronunciamiento judicial que, declarando el carácter fraudulento de un acto de disposición, restablece, sobre el bien objeto del acto revocado, la garantía precedentemente perteneciente al acreedor del disponente, constituyendo la responsabilidad ejecutiva del adquirente. Añade, además, que no es necesario invocar para llegar a la conclusión anterior que el pronunciamiento revocatorio atribuye a la acción ejecutiva del acreedor defraudado carácter privilegiado, ya que, en su opinión, el acreedor del deudor disponente no se convierte en acreedor personal y directo del tercero adquirente. Tesis que no compartimos, ya que, como hemos mantenido, el pronunciamiento revocatorio determina con carácter principal el nacimiento en favor del acreedor actor de un derecho de crédito a la reintegración de la garantía patrimonial contra el tercero adquirente). Diversa es, en cambio, la posición jurídica de los acreedores del adquirente a los que haya sido concedida garantía real (por ej., hipoteca) sobre el bien, aún reconocible en el patrimonio del tercero adquirente, objeto del acto fraudulento. Ellos son subadquirentes (Cicu, L’obbligazione..., cit., pág. 57; Cosattini, Luigi, La revoca degli atti fraudolenti, Pubblicazioni della Facoltà di Giurisprudenza della R. Università di Padova, I, CEDAM, Padova, 1939-XVII, pág. 240, nota 60; y Picaro, ob. cit., n. 65, pág. 151), de modo que sólo deben sufrir los efectos de la revocación cuando se dan las condiciones o requisitos exigidos para el ejercicio de la acción revocatoria, que varían según la naturaleza onerosa o gratuita del acto impugnado. Por tanto, salvo que se trate de una adquisición gratuita u onerosa de mala fe, supuestos en los que el acto de constitución del gravamen deviene atacable con la acción, el acreedor impugnante deberá soportar la garantía creada por el tercero adquirente, siempre que la garantía real haya accedido al Registro de la Propiedad con anterioridad a la fecha de la anotación preventiva de demanda. Hemos dicho antes que el medio técnico a través del cual se realiza la ineficacia relativa consiste en la obligación del tercero adquirente de poner el bien a disposición del acreedor para que éste lo ejecute. Y, como es evidente, dicho efecto restitutorio sólo tiene sentido cuando el acto de disposición perjudicial consiste en un acto negocial con efecto traslativo (señala Bregoli, Alberto, Effetti e natura della revocatoria, Quaderni di 2014-10-02 13:24:[email protected] 552 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana Giurisprudenza Commerciale, 221, Dott. A. Giuffrè Editore, Milano, 2001, pág. 49, nota 34, que el efecto de tipo restitutorio no debería ser diverso en los supuestos de remisión o condonación del débito o de cesión del crédito. También en ellos la declaración de ineficacia se traduce en el deber del beneficiario de restituir el bien (crédito) al acreedor impugnante a los fines ejecutivos). Pero cuando el acto de disposición perjudicial es un acto de asunción de una obligación, la utilidad de la acción revocatoria no consiste, como en el caso del acto traslativo, en posibilitar la ejecución del bien transferido, sino simplemente en postergar en la satisfacción de los créditos al tercero en cuyo beneficio la obligación fue asumida respecto al acreedor accionante; en otros términos, en este caso el patrimonio del deudor existente al tiempo de la asunción de la obligación debe satisfacer al acreedor que ha ejercitado con éxito la acción revocatoria con prioridad respecto al tercero. Y cuando el acto de disposición patrimonial impugnado con la acción revocatoria es un acto constitutivo de una garantía real (prenda, hipoteca), el acreedor victorioso podrá proceder ejecutivamente contra el bien con garantía real que permanece en la esfera jurídica del deudor como si dicha garantía no existiese. Por tanto, la ineficacia del acto asume expresiones diversas según la naturaleza y los efectos del acto revocado, pudiendo consistir dichos efectos en: a) sustraer un bien a la acción ejecutiva (actos traslativos); b) crear una razón de preferencia respecto del acreedor actor (constitución de garantías reales); c) volver posible el concurso de la acción ejecutiva de un tercero sobre los bienes del deudor (asunción de obligaciones) (Nicolò, Dei mezzi..., cit., sub art. 2901-2904, pág. 191). En los actos traslativos el perjuicio se concreta en una verdadera reducción o disminución del activo patrimonial, ya que por medio de los cuales una persona transmite valores económicos a otra, mientras que en los actos constitutivos de garantías reales o de asunción de obligaciones el perjuicio no se concreta en una disminución del activo patrimonial, sino en un arbitrario aumento del pasivo o bien de los derechos de prelación sobre determinados bienes del activo. No obstante, en todos los casos señalados por efecto de la revocatoria se restablece la situación anterior a la lesión. Si se trata de un acto traslativo, la ineficacia del acto permite al acreedor que ha ejercitado la revocatoria perseguir el bien transmitido en sede ejecutiva, siempre que concurran los presupuestos de la ejecución; en tal supuesto, el tercero adquirente sufrirá la pérdida total o parcial del derecho adquirido, no por efecto de la 2014-10-02 13:24:[email protected] 553 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira acción revocatoria, sino por efecto de la ejecución forzosa. Si se trata de un acto de constitución de una obligación o de una garantía real, casos en los que el bien no ha salido de la esfera patrimonial del deudor, la ineficacia del acto permite al acreedor que ha ejercitado la revocatoria la satisfacción de su crédito con preferencia respecto al tercero titular del nuevo crédito o de la garantía real; en tales supuestos, el tercero se ve expuesto a perder en todo o en parte la posibilidad de satisfacer el propio derecho de crédito, puesto que hasta que no sea íntegramente satisfecho el acreedor que ha ejercitado la revocatoria no puede hacer valer su derecho sobre los bienes del deudor existentes al tiempo de realización del acto revocado. El tercero adquirente está legitimado pasivamente en la acción ejecutiva del acreedor una vez obtenida la declaración de ineficacia, sin que sea necesaria la preventiva excusión del deudor (Nicolò, ob. cit., sub art. 2902, pág. 259). Demandado el tercero en juicio, él podrá sustraerse a la acción ejecutiva del acreedor demostrando la inexistencia de los presupuestos de la acción ejecutiva, empleando, en su propio interés, todas las excepciones que habría podido utilizar el deudor (Nicolò, ob. cit., sub art. 2902, pág. 259). La doctrina (Bigliazzi Geri, Dei mezzi..., cit., sub art. 2902, págs. 176177; Nicolò, ob. cit., sub art. 2902, pág. 259) ha precisado al respecto lo siguiente: a) una vez que la sentencia revocatoria adquiere autoridad de cosa juzgada precluye la posibilidad del tercero de probar la inexistencia del derecho esgrimido por el acreedor, salvo que pruebe que el crédito se ha extinguido sucesivamente a la adquisición por la sentencia de la cualidad de cosa juzgada; b) el tercero puede todavía evitar la ejecución demostrando que ha sobrevenido una situación de solvencia del deudor, cesando el perjuicio (eventus damni) que había provocado la declaración de ineficacia del acto. Por tanto, la existencia del perjuicio aparece como necesario presupuesto no sólo de la declaración de ineficacia, sino también de la acción ejecutiva contra el tercero. Sería absurdo consentir al acreedor proceder contra el tercero una vez que le fuese posible dirigirse contra el propio deudor. Por otra parte, satisfecho el acreedor a través de la ejecución forzosa por expropiación, lo que reste corresponde al tercero en cuanto propietario del bien expropiado, pudiendo dirigirse contra su propio dante causa en otra sede. El tercero no puede concurrir con el acreedor impugnante 2014-10-02 13:24:[email protected] 554 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana sobre la cantidad obtenida por la venta forzosa del bien objeto del acto revocado. La razón es evidente: como el bien permanece en el patrimonio del tercero, sería absurdo que éste hiciese valer sobre la cosa propia el crédito que ostenta contra el deudor. A dicho tercero no le corresponde más que lo que reste de la venta del bien (ver Nicolò, ob. cit., sub art. 2901-2904, pág. 190, sub art. 2902, págs. 257-258, y sub art. 2902, pág. 266; Natoli, ob. cit., n. 15, pág. 899; Bigliazzi Geri, Dei mezzi..., cit., sub art. 2902, págs. 173-174). En consecuencia, la satisfacción del crédito del tercero no puede tener lugar más que sobre los bienes que actualmente pertenecen al deudor, o sobre los que éste sucesivamente adquiera (Picaro, ob. cit., n. 73, pág. 163). Sólo en el supuesto de que la acción revocatoria determinase la recuperación de la propiedad del bien por parte del deudor enajenante y la consiguiente privación del derecho de propiedad por parte del tercero con el otorgamiento a éste de un derecho de crédito contra el deudor, podría pensarse en la posibilidad de un concurso sobre el bien objeto del acto impugnado, ahora del deudor, entre el tercero adquirente y el acreedor impugnante. Sin embargo, las cosas ocurren de otro modo, pues la pérdida del bien por el tercero adquirente sólo se produce a consecuencia de la ejecución forzosa por expropiación instada por el acreedor que ha ejercitado con éxito la acción revocatoria. En tal caso el tercero adquirente únicamente podrá hacer valer su eventual derecho de regreso sobre el restante patrimonio del deudor, pudiendo concurrir con el derecho del acreedor perjudicado, ya que puede suceder que el valor del bien objeto del acto revocado sea inferior al importe del crédito del acreedor que ha ejercitado la acción revocatoria. Aunque algún autor (caso de Maffei Alberti, Alberto, Il danno nella revocatoria, Università di Bologna, Facoltà di Economia e Commercio, Pubblicazioni dell’Istituto di Diritto, 36, CEDAM, Padova, 1970, pág. 178, nota 79), en la hipótesis de concurso señalada, ha sostenido, lo que constituye una opinión aislada, que el acreedor accionante goza de preferencia para el cobro sobre el restante patrimonio del deudor, apoyándose en el principio según el cual el crédito que ostenta el tercero no puede perjudicar el éxito de la revocatoria e impedir la completa eliminación del perjuicio provocado por el acto revocado. Y, como se ha dicho (Nicolò, ob. cit., sub art. 2902, pág. 266), el remanente debe tomarse en consideración a los efectos de reducir la pretensión resarcitoria que el tercero ejercite, en separada sede, contra el deudor. Según esta interpretación, el tercero adquirente no puede renunciar al eventual rema2014-10-02 13:24:[email protected] 555 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira nente para dirigirse posteriormente contra el deudor demandando un resarcimiento superior al daño sufrido a consecuencia de la ejecución forzosa. 2. La indemnización de los daños y perjuicios El art. 1.298 de nuestro Código civil hace responsable al adquirente de mala fe de los daños y perjuicios cuando por cualquier causa fuese imposible devolver la cosa adquirida. La indemnización de los daños y perjuicios, de acuerdo con la regulación legal, es también un efecto de la acción revocatoria, que aparece subordinado, no obstante, a la previa y principal obligación de devolver la cosa transmitida. En nuestra opinión (ver nuestra obra Perfiles..., cit., págs. 280-281), la frase «siempre que por cualquier causa... fuese imposible devolver las cosas...» que emplea la ley comprende no sólo la conducta del tercero adquirente, que sustrae el bien a la satisfacción coactiva de las razones del acreedor o enajenándolo a título oneroso a un tercero de buena fe, supuesto en el que ya no cabe perseguir el bien, o destruyéndolo, o disminuyendo el valor originario hasta el punto de volverlo no apto para satisfacer el derecho del acreedor, etc., sino también el caso fortuito. En consecuencia, en el ámbito de la acción revocatoria el adquirente de mala fe responde igualmente por hecho propio que por caso fortuito. Y opinamos también que la responsabilidad del tercero adquirente de mala fe tiene su fundamento en la situación ilícita en que se encuentra, desde el mismo momento de su adquisición, respecto de la cosa cuando sobreviene la causa de la imposibilidad de devolución del bien adquirido. Por eso, el ámbito temporal de la responsabilidad del adquirente de mala fe cubre la totalidad de la situación desde su inicio. Por supuesto que es necesario para que se produzca la responsabilidad del tercero adquirente que a la inicial situación de ilicitud siga el acaecimiento de un hecho, imputable o no imputable al tercero, que impida al acreedor actor lograr la satisfacción, ejecutivamente, de su crédito con el bien objeto del acto de disposición revocado. Situado el origen de la responsabilidad del tercero adquirente de mala fe en la situación ilícita en que se encuentra al tiempo de adquirir, es indiferente que el hecho que impide la devolución del bien se produzca antes o después de dictarse la sentencia revocatoria que crea el deber del tercero de poner el bien adquirido a disposición del acreedor. Se trata de una norma específica de responsabilidad en materia de acción revocatoria. Siendo en nuestro Derecho la indemnización de los daños y perjuicios un efecto de la acción, se comprende entonces que la solicitud dirigida a 2014-10-02 13:24:[email protected] 556 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana que la devolución de la cosa se convierta en la indemnización de los daños y perjuicios no trasciende los límites de la demanda originaria, es decir, no constituye una demanda nueva, sino simplemente un aspecto de la misma demanda. En consecuencia, corresponde al juez, caso de estimar la acción entablada, pronunciar la condena a la devolución del bien enajenado, o bien, cuando esto último no sea posible, la condena al pago de los daños y perjuicios. La rescisión opera en primer lugar a través de la obligación de devolver. Y cuando la obligación de entrega que recibe el nombre de obligación restitutoria, que implica la extinción de una situación posesoria con título del tercero adquirente, es de imposible cumplimiento, entonces la rescisión opera a través de la indemnización de los daños y perjuicios, y ello por dos motivos: porque el perjuicio que deriva del acto jurídico impugnado, que trata de remediar la acción revocatoria, subsiste así como la existencia de los causantes del mismo. No olvidemos que el elemento decisivo para lograr la rescisión es el perjuicio ocasionado por el acto de disposición impugnado, independientemente de los avatares que puedan afectar al bien que fue objeto del acto. Consecuencia de lo dicho es que la procedencia de la indemnización va ligada a la procedencia de la rescisión y a la previa declaración de la imposibilidad de realizar la devolución de la cosa objeto del acto impugnado. Por tanto, cuando se dan ambas circunstancias, procedencia de la rescisión e imposibilidad de devolver el bien, nace una nueva obligación a cargo del tercero adquirente, la obligación de indemnizar los daños y perjuicios, que persigue eliminar todas las consecuencias o efectos negativos que se prueben causados por el acto de disposición fraudulento en la esfera del acreedor perjudicado. Como afirma Fernández Campos (Fernández Campos, Juan Antonio, El fraude de acreedores: la acción pauliana, «Studia Albornotiana», dir. por Evelio Verdera y Tuells, LXVII, Publicaciones del Real Colegio de España, Bolonia, 1998, pág. 255), «Parece, pues, que en el Código Civil se le hace responder por el total de los perjuicios producidos, que además no limita al importe del crédito, sino a todos los daños derivados de la enajenación.». Como la obligación indemnizatoria persigue eliminar todas las consecuencias patrimoniales, de orden negativo, producidas por el acto jurídico fraudulento en la esfera del perjudicado por dicho acto, tales consecuencias, como es conocido, pueden tener la forma del daño emergente y/o del lucro cesante. En consecuencia, la cuantía de la indemnización se calcula con los criterios que suministran los artículos 1.106 y 1.107 del Código 2014-10-02 13:24:[email protected] 557 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira civil. El deber de resarcir hay que entenderlo como deber de compensar al acreedor perjudicado del daño emergente y/o del lucro cesante. El remedio resarcitorio tiende a la satisfacción del interés del acreedor a ser compensado por la pérdida patrimonial sufrida. Y la prestación resarcitoria comprende, entre otras partidas, el valor del bien objeto del acto de disposición fraudulento y, para el caso de que sea un bien fructífero, el valor de los frutos percibidos y el de los debidos percibir, deducidos los gastos ya señalados con anterioridad. También hay que incluir en la indemnización los gastos necesarios que el acreedor realiza para la tutela y la actuación de su derecho: así, por ejemplo, los gastos derivados del juicio revocatorio, o los gastos de una previa ejecución infructuosa contra el deudor. Tanto la tutela restitutoria como la tutela resarcitoria, desde el punto de vista procesal, se apoyan en la llamada tutela de condena, o sea en aquella forma de tutela procesal que se sustancia en una sentencia que condena al cumplimiento de la obligación de restituir el bien transmitido o bien al resarcimiento de los daños y perjuicios causados por el acto de disposición fraudulento. Y dicha tutela de condena produce determinados efectos procesales. Entre ellos, la idoneidad del pronunciamiento de condena para ser título ejecutivo que autoriza a emplear aquella técnica coercitiva (de tutela) denominada ejecución forzosa. Y ese título ejecutivo, presupuesto para poner en ejecución la declaración de ineficacia revocatoria, es diferente del también necesario título ejecutivo del crédito protegido con la acción revocatoria. En eso, como dice Bregoli (ob. cit., nota 51, pág. 62), se divisa una diferencia respecto a la ejecución promovida contra el tercero propietario del bien gravado por prenda o hipoteca, ya que en este caso se procede en virtud del solo título ejecutivo obtenido contra el deudor. Para dicho autor, la ejecutividad de la condena del deudor condiciona la eficacia de la ejecutividad de la condena del tercero. La ejecución contra el tercero se producirá en un proceso ejecutivo del que será parte necesaria también el deudor, con respecto al cual el acreedor que procede ha debido proveerse previamente de un título ejecutivo por su crédito originario. La expropiación que el tercero sufre va a extinguir dicho crédito originario, en el ámbito de un único procedimiento ejecutivo orientado a hacer conseguir al acreedor cuanto le es debido por el deudor. Ahora bien, puede también ocurrir que la sentencia revocatoria se obtenga en el ámbito de un proceso de ejecución ya en curso contra el deudor, como por ejemplo cuando el acreedor ejecutante ejercita la acción 2014-10-02 13:24:[email protected] 558 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana revocatoria como reconvención en la tercería de dominio interpuesta por el adquirente del bien que pretende sustraer de la actividad ejecutiva dicho bien que había sido afectado a la misma (arts. 601 y 604 LECiv). El ejercicio por parte del acreedor de la impugnación pauliana en el seno de la tercería de dominio persigue como objetivo defender el embargo ya realizado sobre el bien y, en consecuencia, la continuación del proceso de ejecución iniciado contra el deudor. Con la tutela restitutoria se trata de restablecer la situación originaria de vinculación del bien a la realización del crédito. El acreedor defraudado puede contar nuevamente con el bien transmitido a los efectos de una futura y eventual ejecución forzosa en caso de incumplimiento del deudor (por eso hemos señalado que la ejecutividad de la condena del deudor condiciona la ejecutividad de la sentencia revocatoria, la cual normalmente se obtiene fuera del ámbito de un proceso de ejecución seguido contra el deudor. Pero recordemos nuevamente que en no pocas ocasiones el acreedor ejercita la acción cuando ya se ha iniciado el proceso de ejecución contra el deudor, como estudia detenidamente Fernández Campos, ob. cit., págs. 235 y ss.). No se olvide que el daño revocatorio consiste en la lesión del interés del acreedor a la conservación de la garantía patrimonial. Por eso, el primer efecto de la revocatoria mira al restablecimiento de la situación anterior a la lesión. Con la tutela resarcitoria, en cambio, ya no se persigue restaurar la situación previa al acto dañoso, porque el restablecimiento de la situación quo ante es imposible, sino asegurar al acreedor perjudicado una forma de compensación pecuniaria que neutralice en sentido económico el daño producido. En cualquier caso, la acción revocatoria, que despliega ambas formas de tutela, tiene carácter personal, ya que protege al titular de un derecho de crédito frente a los autores del acto jurídico que lesiona el interés del acreedor a la conservación de la garantía patrimonial. Conviene hacer una última consideración. Hemos dicho que el primer efecto de la sentencia revocatoria va referido al concreto bien que ha sido objeto del acto de disposición revocado, porque condena al tercero adquirente a devolver el bien adquirido. De modo que se deduce sin mucho esfuerzo que la realización de dicho primer efecto depende de que el bien que ha sido objeto del acto de disposición sea identificable en el patrimonio del tercero. Pero cuando el bien no se puede identificar en el patrimonio del tercero adquirente, impidiendo a éste cumplir su obligación de devolver, la 2014-10-02 13:24:[email protected] 559 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira sentencia revocatoria produce también el efecto de condenar al tercero adquirente a la indemnización de los daños y perjuicios producidos al acreedor por el acto de disposición impugnado. En este último caso surge una nueva obligación a cargo del tercero de la que responde con todo su patrimonio. De modo que, aunque las obligaciones señaladas son distintas, el resultado al que conduce la acción revocatoria responde siempre al mismo esquema: nacimiento a cargo del tercero adquirente de una obligación y correlativo nacimiento de un derecho de crédito en favor del acreedor impugnante. Por otra parte, si el tercero adquirente no cumple voluntariamente su obligación de indemnizar los daños y perjuicios, el acreedor podrá ejecutar los bienes del tercero adquirente, pero en este caso, a diferencia de lo que ocurre cuando se produce el primer efecto, no goza de preferencia a la hora de satisfacer su crédito con respecto al resto de acreedores personales del tercero. En el Derecho italiano, donde no existe una previsión normativa como la contenida en nuestro art. 1.298 C.c., tanto la doctrina como la jurisprudencia estiman que cuando la conducta (enajenación inimpugnable, destrucción del bien o disminución de su valor) del tercero frustra el ejercicio de la acción revocatoria, dicho tercero incurre en responsabilidad extracontractual, quedando comprendido su comportamiento dentro de la amplia previsión del art. 2043 C.c. italiano. De modo que en los casos señalados el acreedor insatisfecho puede proponer directamente la acción aquiliana contra el tercero adquirente, para obtener el resarcimiento del daño ex art. 2.043 C.c. it. (sobre la cuestión de la relación entre la acción revocatoria y la acción extracontractual para el resarcimiento del daño por hecho ilícito en el seno del Derecho italiano nos remitimos a Costantini, Cristina, I rimedi a tutela del credito, Casa Editrice La Tribuna, Piacenza, 2003, págs. 132 y ss.) 3. Efectos de la acción revocatoria en la relación deudor-tercero adquirente Es común opinión que el tercero que haya satisfecho, ejecutivamente, el crédito originario del acreedor tutelado con la acción revocatoria puede dirigirse posteriormente contra su dante causa. La doctrina identifica el fundamento de este derecho de regreso, para obtener el resarcimiento del daño que seguiría a la ejecución sufrida por el tercero, en la figura de la evicción establecida por la ley para la hipótesis de compraventa (ver Nicolò, Dei mezzi..., cit., sub art. 2901-2904, pág. 191; sub art. 2902, pág. 258; Ragusa Maggiore, Giuseppe, Contri2014-10-02 13:24:[email protected] 560 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana buto alla teoria unitaria della revocatoria fallimentare, Dott. A. GiuffrèEditore, Milano, 1960, pág. 190; Natoli, Revocatoria ordinaria, cit., n. 15, pág. 899. Para la doctrina anterior al actual Código civil italiano, cfr. Cosattini, ob. cit., págs. 248-249). La evicción se nos manifiesta en primer término como un supuesto de privación del derecho vendido, que viene a frustrar para quien la sufre (comprador) la finalidad esencial del contrato (Rodríguez Morata, Federico, Venta de cosa ajena y evicción, José María Bosch Editor, S.A., Barcelona, 1990, pág. 180). El que adquirió en virtud de un negocio oneroso y cumplió su prestación, al verse privado del derecho adquirido se encuentra en una situación de desventaja frente a su transmitente, ya que, en virtud de causas que no le son imputables, ha sufrido una pérdida en su patrimonio. Es entonces cuando surge la necesidad de tutelar estas situaciones, imponiendo al transmitente la obligación de resarcir el daño sufrido por el causahabiente que soportó la evicción (Roca Guillamón, Juan, Garantía contra la evicción en las adquisiciones gratuitas, en Homenaje al Profesor Juan Roca Juan, Murcia, 1989, pág. 763). Si al comprador se le priva de la cosa transferida, es evidente que se arruina el fin y la esencia del acto traslativo de que se trate, ya que no se logra transferir efectivamente la propiedad (como dice Rubino, función fundamental de la venta es hacer adquirir definitivamente al comprador el derecho vendido. Rubino, Domenico, La compravendita, en Tratt. dir. civ. e comm. Cicu-Massineo, Vol. XXIII, Dott. A. Giuffrè-Editore, Milano, 1952, pág. 501). Y entre los supuestos de hecho de evicción admisibles en nuestro Derecho, algún autor admite la evicción derivada del ejercicio de la acción pauliana (Rodríguez Morata, Venta..., cit., págs. 203 y ss.; Compraventa. Acción rescisoria por fraude: sociedad de gananciales. Saneamiento por evicción: llamada en garantía o citación de evicción, «Comentario a la Sentencia del Tribunal Supremo de 11 de octubre de 1993», en «Cuadernos Civitas de Jurisprudencia Civil», Núm. 33, Septiembre-Diciembre 1993, págs. 1057 y ss.). En efecto, como ya hemos expuesto con anterioridad, la sentencia que condena al tercero adquirente a restituir el bien adquirido podrá ser título para poner en ejecución la declaración de ineficacia revocatoria. En tal caso, la ejecución forzosa por expropiación del bien transmitido dará lugar a la evicción, porque se priva al tercero adquirente de la cosa comprada; el comprador sufre un despojo jurídico. Por otra parte, el hecho de que no venga contestado el derecho de propiedad del tercero adquirente sobre el bien no 2014-10-02 13:24:[email protected] 561 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira significa que no estemos ante una verdadera evicción para el comprador, pues si la evicción comporta ante todo una desposesión jurídica, es indudable que mediante la ejecución forzosa por expropiación el acreedor ejecutante sustrae al tercero adquirente comprador el derecho adquirido removiendo el efecto traslativo ya realizado, por lo que el vicio del derecho del vendedor no tiene por qué identificarse con la ajenidad de la cosa (supuesto típico de la evicción reivindicatoria), sino que puede desenvolverse por causas distintas (por ej., fraude de acreedores) (Rodríguez Morata, Venta..., cit., pág. 205). Si lo decisivo en la figura de la evicción radica en la perturbación de derecho que sufre el comprador, carece de importancia el requisito de la anterioridad al contrato de la causa que genera la perturbación de derecho (ver Rodríguez Morata, Venta..., cit., págs. 185 y ss.; Rubio Garrido, Tomás, Contrato de compraventa y transmisión de la propiedad, «Studia Albornotiana», dir. por Evelio Verdera y Tuells, LVIII, Publicaciones del Real Colegio de España, Bolonia, 1993, pág. 581; Bianca, C. Massimo, La vendita e la permuta, en Tratt. dir. civ. it. Vassalli, Vol. Settimo, Tomo primo, 2.ª ed., UTET, Torino, 1993, n. 382, págs. 838 y ss.). En el campo de la acción revocatoria, si bien es cierto que el interés del acreedor impugnante, sujeto extraño al acto impugnado, actúa, a través de la mediación de un pronunciamiento judicial, en un momento posterior a la producción de los efectos del contrato, por lo que la ineficacia es sucesiva, sin embargo, dicha ineficacia, que permite la ejecución forzosa, va ligada a una irregularidad funcional (porque no se refiere a la estructura —perfección— sino a la función —eficacia—) del programa negocial por la incidencia externa del interés jurídico incompatible del acreedor impugnante. Interés a la conservación de la garantía patrimonial, para cuya tutela el ordenamiento crea el remedio de la acción revocatoria, que se ve perjudicado cuando el acto de disposición patrimonial produce una disminución de la garantía que el patrimonio del deudor representa para su acreedor, imposibilitando la satisfacción de su crédito. De modo que la irregularidad funcional existe en el momento de la formación del negocio, porque éste, junto al efecto traslativo típico, produce el efecto reflejo de sustraer el bien a la acción ejecutiva del acreedor, comprometiendo la posibilidad de realización coactiva del derecho de crédito. En este sentido, la causa de ineficacia es contemporánea del negocio, porque el interés externo de rango superior del acreedor, incompatible con el interés interno negocial, coincide con la constitución del negocio. Otra cosa distinta es que el interés del acreedor interfiera en la eficacia del negocio 2014-10-02 13:24:[email protected] 562 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana en un tiempo sucesivo a su formación a través del ejercicio de la acción revocatoria. Pero el pronunciamiento revocatorio no priva al adquirente del deudor vendedor de la propiedad del bien recibido a causa del acto revocado, ya que el efecto de la revocatoria se limita al restablecimiento de la garantía patrimonial anterior al acto impugnado, de modo que la evicción sólo se produce mediante la expropiación del bien transmitido. Todas estas consideraciones se pueden aplicar a la donación, porque también a través de la donación el donante dispone de un derecho suyo en favor del donatario. Si, como hemos visto, la garantía por evicción se produce en nuestro ámbito cuando se priva al adquirente del deudor enajenante del derecho adquirido por causa de una irregularidad funcional del programa negocial por la incidencia externa del interés del acreedor a la conservación de la garantía patrimonial, es evidente entonces que la garantía por evicción va ligada exclusivamente a la existencia de una irregularidad de la atribución patrimonial, sin exigir el carácter sinalagmático de las prestaciones (ver Torrente, Andrea, La donazione, en Tratt. dir. civ. e comm. Cicu-Massineo-Mengoni, v. 22, 2.ª ed. agg. a cura di CarnevaliMora, Dott. A. Giuffrè-Editore, Milano, 2006, pág. 618). En consecuencia, tanto en el caso de la compraventa (negocio que realiza un cambio entre dos prestaciones) como en el caso de la donación (negocio que no realiza el cambio entre dos prestaciones) nos encontramos ante negocios atributivos, caracterizados por la producción de un determinado efecto: enriquecimiento de la esfera patrimonial del tercero adquirente del derecho transmitido por el deudor enajenante (sobre el concepto de atribución patrimonial, ver Nicolò, Rosario, Attribuzione patrimoniale, en «Enc. Dir.», IV, Milano, 1959, págs. 283-284). La única diferencia entre ambos negocios radica en que en la donación, acto a título gratuito, tiene lugar la atribución de una prestación por parte del donante sin adosar al beneficiario de la misma ninguna contraprestación (ver Albaladejo García, Manuel, «Comentarios al Código civil y compilaciones forales», dir. por M. Albaladejo, Tomo VIII, Vol. 2.º (Arts. 618 a 656 del Código civil), EDERSA, Madrid, 1986, sub art. 618, págs. 3 y ss.). Pero aunque la garantía por evicción no es inconciliable con la naturaleza propia de la donación, sin embargo, se aprecia en la donación aquella tendencia legislativa dirigida a atenuar la responsabilidad del donante, partiéndose del principio general de la irresponsabilidad del donante por la evicción sufrida por el donatario, pues se estima injusto que quien ha enajenado a título gratuito deba soportar ulteriores sacrificios (ver Albaladejo, ob. cit., 2014-10-02 13:24:[email protected] 563 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira sub art. 638, pág. 240; Tringali, Fabio, La donazione, G. Giappichelli Editore, Torino, 2004, págs. 386-387). Por excepción, sí hay deber de sanear si se acordó así o si la donación es onerosa, o en caso de mala fe, dolo o de hecho propio del donante (ver Albaladejo, ob. cit., sub art. 638, pág. 241). Partiendo de esta base, se puede sostener que, cuando existe una conexión entre la pérdida del derecho por parte del donatario y la existencia de un hecho doloso del donante, el donatario podrá ejercitar la acción de garantía por evicción contra el donante. Por dolo debe entenderse la representación, por parte del donante, de la existencia de una posible causa de evicción, y el conocimiento y la aceptación del daño que pueda derivar de la evicción, sin necesidad de que concurra una voluntad específica en el donante de causar daño al donatario (ver Ambrosoli, Matteo, La garanzia per l’evizione, en La donazione, Trattato diretto da Giovanni Bonilini, UTET, Torino, 2001, págs. 976-977). En los casos señalados en que hay deber de sanear, el mayor problema consiste en determinar la reparación que se puede reclamar (ver Díez Picazo, Luis, La dación o promesa de capital para el marido y la evicción en caso de fraude, en «Revista Crítica de Derecho Inmobiliario», Marzo-Abril 1974, Núm. 501, págs. 253 a 255; Roca Juan, Juan, La mala fe del donante en las donaciones propter nuptias (sobre el nuevo artículo 1.340 del Código Civil), en Homenaje a J. B. Vallet de Goytisolo, Vol. IV, Madrid, 1988, págs. 832 y ss.; respecto del Derecho italiano, ver Ambrosoli, La garanzia per l’evizione, cit., págs. 979 y ss.). En la compraventa, por el contrario, se parte del principio de la responsabilidad del vendedor por la evicción a falta de pactos entre los contratantes que modifiquen o excluyan la garantía (art. 1.475-3.º C.c. español). Precisamente por todo lo dicho, en la acción revocatoria las relaciones internas entre el deudor y el tercero adquirente se regulan: en primer lugar, por la lex contractus; en segundo lugar, a falta de pacto, por la disciplina legal que rige la atribución patrimonial impugnada. Por tanto, a falta de pacto entre los contratantes, en la compraventa el fundamento del crédito del tercero adquirente expropiado contra el deudor dante causa lo hallamos en la evicción, mientras que en la donación, en que no cabe reclamar, salvo las excepciones señaladas, el saneamiento por evicción, el crédito del tercero encuentra su fundamento en el principio del enriquecimiento injustificado, a su vez basado en el principio de la causalidad de las atribuciones. La validez del acto inter partes, que no se ve afectada por la ineficacia revocatoria, comporta que la pérdida de la atribución patrimonial, respecto de la que el tercero continúa teniendo dere2014-10-02 13:24:[email protected] 564 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana cho, deba en definitiva ser soportada por quien aquella pérdida ha causado, y que, injustificadamente, se enriquecería, aprovechándose de la correspondiente liberación del débito (Bregoli, ob. cit., pág. 57. Con la precisión obligada de que para dicho autor, ob. cit., págs. 55-56, el principio del enriquecimiento injustificado constituye el único fundamento del derecho de crédito del tercero, ya que ve dificultades para la admisión de la tesis del «regreso» por evicción). La indemnización que corresponde al tercero adquirente no puede exceder del enriquecimiento del deudor, de modo que cuando el enriquecimiento consiste en la extinción de un débito pecuniario que recae exclusivamente sobre el deudor, el derecho del tercero empobrecido se limita a la suma empleada, que corresponde a la efectiva ventaja de la contraparte. En conclusión, como dice Maffei (ob. cit., pág. 208), de la acción pauliana nacen dos órdenes de consecuencias: el primero, que nace del pronunciamiento revocatorio, opera en el ámbito de las relaciones externas (entre acreedores y tercero y entre acreedores y deudor) y permite a los acreedores satisfacerse con el bien salido del patrimonio del deudor a causa del acto revocado; el segundo, que nace de la ejecución que hace posible el pronunciamiento revocatorio, opera en el ámbito de las relaciones internas (entre tercero y deudor). En el conflicto entre tercero revocado-acreedor impugnante, la ley sanciona con la ineficacia la prestación efectuada por el deudor al tercero, posibilitando la satisfacción del acreedor a través de la ejecución forzosa, quedando a salvo la prestación efectuada por el tercero, caso de existir; en la relación tercero-deudor, como ya hemos indicado, viene reconocido al primero únicamente un derecho de crédito contra el segundo, dada la validez y la eficacia del acto inter partes. III. Los terceros adquirentes En el ámbito de la acción revocatoria el concepto de tercero se puede contemplar desde diferentes perspectivas. Si tomamos como referencia el acto de disposición patrimonial objeto de la impugnación, tercero es la persona que no es parte en el acto de disposición fraudulento, sino perjudicado por dicho acto: el acreedor impugnante. Pero contemplado el mismo fenómeno desde el plano de la relación jurídica obligatoria que vincula al acreedor actor y al deudor enajenante, tercero es toda persona distinta a los interesados que son el deudor y el acreedor; es tercero, por tanto, el que es ajeno a la relación crediticia señalada, o, dicho de otro modo, es 2014-10-02 13:24:[email protected] 565 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira tercero el que adquiere del deudor el bien objeto del acto de disposición fraudulento. A este tercero que adquiere directamente del deudor se le llama tercero inmediato. Al tercero que sucede al tercero inmediato por cualquier título se le llama tercero mediato o subadquirente. Aunque en la doctrina española se ha discutido el concepto de «tercer adquirente», en el sentido de si dicho concepto implica o no la idea de segunda enajenación (baste citar a este respecto la exposición del autor español Roca Sastre, Ramón M.ª, Derecho Hipotecario, T.II, sexta edición, Bosch, Casa Editorial, Barcelona, 1968, págs. 702 a 705, 710, 714, 717 y 718, para el cual tercero adquirente es el tercero subadquirente de buena fe y a título oneroso, o sea tercero adquirente alude a la persona que adquirió de quién a su vez adquirió en virtud de un acto rescindible por causa de fraude de acreedores, lo que implica la idea de segunda enajenación, ya que el primer adquirente o adquirente inmediato del deudor enajenante, cuando adquiere en virtud de un acto fraudulento, no es tercero, sino parte en el acto fraudulento que da origen a la rescisión. Ahora bien, añade dicho autor, si bien es cierto que todo subadquirente partícipe del fraude deja de ser tercero para pasar a ser parte en la actividad fraudulenta del deudor, cabe que el tercero subadquirente verdadero pueda ser de mala fe por adquirir a sabiendas de que el título del transferente es ineficaz. Para este autor el consilium fraudis (designio de defraudar) es cosa exclusiva del deudor, el conscius fraudis (complicidad en el acto fraudulento) es cosa propia del adquirente primero y la scientia fraudis (conocimiento o no ignorancia de que el transferente adquirió en un acto fraudulento revocable) es cosa que afectará al subadquirente a título oneroso, quien por conocer el fraude deja de ser protegido por la ley Hipotecaria), fundamentalmente tenemos que tener en cuenta lo siguiente: que para que quepa el ejercicio de la acción revocatoria es necesario que el tercero adquirente del bien sea una persona ajena a la relación crediticia y que se trate de un acto de disposición susceptible de impugnarse con la acción pauliana. Como se ha señalado con acierto por nuestra doctrina, la expresión contenida en el art. 1.298 C.c. español («El que hubiese adquirido de mala fe las cosas enajenadas en fraude de acreedores»), que es el artículo, junto con el art. 1.297 del mismo Código, que se refiere expresamente a la rescisión por fraude de acreedores, abarca tanto al adquirente que lo sea directamente del deudor como a los adquirentes sucesivos, siempre que concurran en todos ellos las mismas circunstancias: mala fe-onerosidad o gratuidad (Moreno Quesada, Bernardo, «Comentarios al Código civil espa2014-10-02 13:24:[email protected] 566 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana ñol y compilaciones forales», dir. por M. Albaladejo, Tomo XVII, Vol. 2.º (Artículos 1.281 a 1.314 del Código Civil), EDERSA, Madrid, 1981, sub art. 1.298, págs. 207 a 209); Cristóbal Montes, Ángel, La vía pauliana, Editorial Tecnos, S.A., Madrid, 1997, págs. 199 y ss.). Puesto que la acción pauliana es una acción personal, sólo es operativa mientras concurran los factores señalados en el primero y en los sucesivos adquirentes (como ya había señalado, mucho tiempo antes, Giorgi, Jorge, Teoría de las obligaciones en el Derecho moderno, traducida de la séptima edición italiana y anotada con arreglo a las legislaciones española y americanas por la Redacción de la Revista General de Legislación y Jurisprudencia y precedida de una introducción del Excmo. Sr. D. Eduardo Dato Iradier, Volumen II, Imprenta de la Revista de Legislación, Madrid, 1909, n. 309, págs. 360 y ss.). De modo que la acción revocatoria sólo se detiene ante la presencia de un adquirente (directo o inmediato o indirecto o mediato) de buena fe y a título oneroso. En consecuencia, si en el primer adquirente no se da ninguna de las circunstancias señaladas (onerosidad-mala fe o gratuidad), el adquirente posterior quedará inmune en todo caso. Es de intuitiva evidencia que la ineficacia del segundo título de adquisición postula necesariamente que sea antes decretada la ineficacia del precedente acto traslativo que, en la serie de las transmisiones del bien, se pone como antecedente lógico jurídico de la transmisión sucesiva. Y cuando el tercero adquirente inscribe en el Registro de la Propiedad el título de su adquisición, el art. 37-4.º de la Ley Hipotecaria establece claramente que la ineficacia pauliana alcanza al tercero que haya inscrito su adquisición cuando en él se dan las mismas condiciones que el Código civil exige respecto del tercero adquirente no inscrito: cuando hubiese adquirido por título gratuito o cuando habiendo adquirido por título oneroso hubiese sido cómplice en el fraude. En consecuencia, también aquí, en sede registral, la protección del Registro exige que el tercero adquirente inscrito haya procedido con buena fe y a título oneroso en su adquisición. A diferencia de lo que opina Roca Sastre (ob. cit., págs. 715 a 717), que considera inútil el art. 37-4.º LH porque repite la previsión del Código civil en esta materia y porque con el art. 34 LH hay bastante, nosotros pensamos que dicho art. 34 LH no cabe aplicarlo aquí, pues dicho artículo, como es conocido por todos, regula un supuesto de los llamados de «adquisición a non domino», ya que el tercero adquiere de quien no es dueño o lo es con título claudicante, pero al que se le mantiene en su adquisición cuando reúne las condiciones o requisitos especiales del citado art. 34 LH. 2014-10-02 13:24:[email protected] 567 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira Entre los requisitos de protección del tercero del art. 34 LH se encuentra la buena fe, la cual se entiende como estado de desconocimiento o ignorancia sobre la inexactitud registral consistente en vicios o defectos de nulidad o resolución de la titularidad del transmitente (ver José Manuel García García, «Comentarios al Código civil español y compilaciones forales», dir. por Manuel Albaladejo y Silvia Díaz Alabart, Tomo VII, Vol. 4.º (Artículos 18 a 41 de la Ley Hipotecaria), EDERSA, Madrid, 1999, sub art. 34, págs. 479 y ss.). Por el contrario, en la acción revocatoria el tercero adquirente es un adquirente a domino, porque su título es válido y eficaz para transmitir el dominio (en el ámbito de la nulidad, el tercero adquirente ha adquirido la cosa de quien no es propietario por ser su título inválido, y el propietario que dispuso inválidamente podrá recuperarla de manos de los terceros, salvo que éstos cumplan los requisitos previstos en nuestro Ordenamiento para que adquieran a non domino de manera irreivindicable. Así Delgado Echeverría y Parra Lucán, Las nulidades de los contratos, cit., pág. 270). Y la buena fe que se exige al tercero adquirente para ser protegido por la ley cuando adquiere a título oneroso se entiende como ausencia de fraude (que la buena del art. 34 LH es independiente de la idea de fraude lo señala José Manuel García, «Comentarios…», cit., sub art. 34, págs. 486-487). Consecuencia de todo lo dicho es que en el ámbito de la acción revocatoria la protección del tercero adquirente sólo se produce cuando se dan las condiciones sustantivas establecidas en el Código civil y en el artículo 37-4.ª de la Ley Hipotecaria: adquisición de buena fe a título oneroso. Y esa acción rescisoria de carácter personal nada tiene que ver con las acciones de nulidad, anulabilidad y resolución del art. 34 LH. José Manuel García («Comentarios…», cit., sub art. 37, págs. 719-720) entiende que los artículos del Código civil sobre la materia y el art. 37-4.ª LH se refieren exclusivamente al adquirente del deudor, tercero respecto a la acción pauliana. Pero por lo que se refiere a los subadquirentes, que son también terceros por partida doble: lo son respecto a la acción pauliana y lo son también como subadquirentes no afectados por las causas de rescisión de su transmitente, entiende que a dichos terceros sólo se refiere el art. 34 LH. En consecuencia, afirma que el subadquirente gozará de protección si cumple los requisitos del artículo 34 LH (entre los cuales se encuentra la buena fe, entendida no como ausencia de fraude, sino como desconocimiento de la rescindibilidad o de la rescisión del título adquisitivo del enajenante). Como se encarga de explicar dicho autor («Comenta2014-10-02 13:24:[email protected] 568 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana rios…», sub art. 37, págs. 720, 721 y 729), la razón de todo esto es que si el negocio en que intervino el adquirente del deudor se declara rescindido, por aplicación del principio resoluto iure concedentis, resolvitur ius concessum («resuelto el derecho del concedente, se resuelve el derecho concedido»), propio del Derecho romano y que sigue el Código civil, los sucesivos negocios a favor de los subadquirentes quedarían resueltos por aplicación de dicha doctrina. Por tanto, si se declara rescindido el derecho del primer adquirente, se desmoronarían, por aplicación de dicho principio, los sucesivos negocios jurídicos que traen causa de él (como él mismo dice («Comentarios…», cit., sub art. 34, pág. 447), tiene sentido, desde esta perspectiva, el emparejamiento de la nulidad con esa clase de resolución del negocio, pues en virtud de la resolución de efectos reales y retroactivos, el efecto que se produce, desde el punto de vista civil, es que el negocio jurídico queda sin efecto y deja de existir desde el principio de modo retroactivo, como si no hubiera existido nunca, con efecto similar a la inexistencia. Y, consiguientemente, por aplicación del Derecho civil puro, los negocios posteriores al que es objeto de resolución retroactiva quedarían igualmente sin efecto). Para neutralizar, continúa diciendo, ese efecto civil del arrastre en cadena de los efectos de la resolución, que son aplicables igualmente a cualquier supuesto de ineficacia, sea rescisión, resolución o revocación, el único precepto existente en el ámbito inmobiliario es el artículo 34 de la Ley Hipotecaria. De tal manera que si el adquirente del deudor no queda afectado por la acción pauliana, por ser adquirente a título oneroso de buena fe (requisitos de protección establecidos en el C.c. y en el art. 37-4.º LH), es evidente que el subadquirente queda ya protegido por estarlo el causante del que trae causa, pero si el adquirente queda afectado por la acción pauliana por ser adquirente a título gratuito o por ser cómplice o conocedor del fraude, entonces el subadquirente gozará de protección si cumple los requisitos del art. 34 LH. Para dicho autor (véase más claramente su posición en su obra Derecho Inmobiliario Registral o Hipotecario, Tomo II, cit., págs. 499 y ss.), la acción pauliana produce un efecto restitutorio real y retroactivo. En consecuencia, si el adquirente del deudor pierde, con efecto retroactivo, la cualidad de propietario del bien adquirido, entonces el subadquirente habrá adquirido de una persona, el adquirente del deudor, que, en virtud de la eficacia retroactiva real de la revocación, resultó no ser propietario del bien. Desde esta posición, es evidente que la revocación del acto dispositivo celebrado entre deudor enajenante y tercero adquirente perjudica al 2014-10-02 13:24:[email protected] 569 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira tercero subadquirente, pues éste, desde el punto de vista civil, no puede derivar su derecho del que adquirió del deudor, puesto que dicho adquirente no lo tenía, salvo que el subadquirente reúna los requisitos del art. 34 LH., porque si la adquisición no existe desde el punto de vista civil, sólo a través de la inscripción cabe considerar como existente el negocio de adquisición. La inscripción equivale a la adquisición del derecho. Por el contrario, nosotros mantenemos lo siguiente: 1.º que la acción pauliana es una acción personal, que sólo actúa cuando se dan en los terceros adquirentes unas concretas circunstancias: mala fe-onerosidad o gratuidad, que expresan sobre todo un juicio de valor, orientado en el sentido de que la posición del adquirente (primero o sucesivo) del bien en quien se dé alguna de las circunstancias señaladas debe ser sacrificada a la preeminente exigencia de tutela del acreedor; 2.º que la ineficacia del primer acto entre deudor enajenante y tercero adquirente no opera frente al subadquirente «de derecho» o de manera automática, ya que para que el segundo acto de enajenación sea ineficaz tiene que ser también impugnado por el acreedor; por tanto, la revocación del acto realizado por el subadquirente exige comprobar que se dan también en él las condiciones exigidas por la ley para quedar sujeto a la acción revocatoria, sin que exista, así lo creemos, fundamento para afirmar que revocado el primer acto los efectos de la revocatoria se extienden a los subadquirentes, sean a título oneroso o gratuito y de buena o mala fe, en aplicación de la máxima resoluto iure dantis resolvitur et ius accipientis. De seguirse este punto de vista, es obvio que el estado psicológico del tercero, cuando se trata de un acto oneroso, ya no viene considerado como un presupuesto de la acción, sino más bien, junto con los demás requisitos que exige el art. 34 LH, como un obstáculo a la natural expansión de los efectos de la acción revocatoria; 3.º que desde el punto de vista civil, en la acción pauliana el subadquirente recibe la cosa de un verdadero propietario; su título de adquisición es válido y eficaz para transmitir la propiedad; por el contrario, el art. 34 LH se aplica a las adquisiciones a non domino; 4.º que la ineficacia que produce la acción pauliana sólo se proyecta con relación al acreedor impugnante, pero no toca ni la validez del acto, ni su eficacia inter partes; 5.º que cuando el acto impugnado produce el tránsito de un valor económico del patrimonio del deudor al patrimonio del tercero adquirente, la sentencia estimatoria de la acción pauliana crea únicamente el deber del ter2014-10-02 13:24:[email protected] 570 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana cero adquirente de restablecer o reintegrar la garantía patrimonial del acreedor impugnante. De modo que, en los términos explicados, la acción pauliana es una acción personal con eficacia también personal, en el sentido de crear la obligación de reconstitución de la garantía patrimonial, lesionada con el acto de disposición revocado, y no del patrimonio del deudor. Por eso el deudor no readquire nunca la propiedad del bien transmitido; 6.º que la retroactividad, como ya hemos analizado con anterioridad, tiene un especial significado en el ámbito de la acción revocatoria. Los derechos adquiridos por los terceros adquirentes de buena fe y a título oneroso son inmunes a la ineficacia revocatoria, salvo los efectos de la anotación preventiva de la demanda de rescisión por fraude de acreedores, admitida dicha anotación preventiva por la Dirección General de los Registros y del Notariado en su Resolución de 13 de febrero de 1929 (Anuario de la D.G.R.N. de 1929, Ministerio de Justicia y Culto, Madrid, 1930, págs. 161 y ss.). La anotación preventiva de demanda constituye una advertencia dirigida a los terceros adquirentes, de que podrán verse afectados por los efectos de la sentencia que pueda recaer en el proceso, pues su adquisición no podrá perjudicar el derecho de la persona a cuyo favor se haya extendido tal anotación (Martín Pastor, José, La anotación preventiva como medida cautelar y el registro: conforme a la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento civil, Centro de Estudios Registrales, Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de España, Madrid, 2001, pág. 206). Por tanto, dicha anotación servirá, en tanto se sustancia el pleito y mientras la misma subsista, para asegurar la plena efectividad de la eventual sentencia estimatoria que pueda recaer en aquél. La anotación preventiva de demanda tiene la virtualidad de retrotraer a su fecha la sentencia que en su día se dicte, anticipando la tutela de quien la propone al día de la anotación misma (Martín Pastor, ob. cit., pág. 209). De tal manera que el tercero que adquiere del demandado sucesivamente a la anotación preventiva de la demanda de rescisión resulte perjudicado por la sentencia estimatoria que pueda recaer en el juicio. Lo que no quiere decir que la anotación preventiva de la demanda modifique la naturaleza de la acción, la cual sigue siendo de naturaleza personal y no real. De todo lo dicho se deduce que el acreedor que ejercita la acción revocatoria, si quiere que la sentencia sea oponible también al sucesor a título particular del demandado, deberá anotar la demanda. Se trata de un caso de eficacia directa de la sentencia firme respecto del sucesor a título particular del demandado, ya que el causahabiente del 2014-10-02 13:24:[email protected] 571 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira demandado que tiene conocimiento efectivo del pleito que se sigue contra su causante, y la anotación preventiva de demanda, a causa de la publicidad registral, hace pública la existencia del pleito y aporta una presunción irrebatible de que el adquirente del derecho litigioso posterior a la misma conoce efectivamente el proceso en curso seguido contra su causante, tiene la carga de comparecer, utilizando el mecanismo de la sucesión procesal (Martín Pastor, ob. cit., págs. 238-239). De modo que el que adquiere la cosa litigiosa conoce el pleito y no ejercita la defensa, la delega en su transmitente (Pardo Núñez, Celestino-Ricardo, «Comentarios al Código civil español y compilaciones forales», dir. por Manuel Albaladejo y Silvia Díaz Alabart, Tomo VII, Vol. 5.º (Artículos 42 a 103 de la Ley Hipotecaria), EDERSA, Madrid, 2000, sub art. 42.1.º, pág. 28), de tal modo que es perjudicado directamente por la sentencia que se vuelve ejecutoria contra él (Pardo Nuñez, ob. cit., sub art. 42.1.º, pág. 30; Martín Pastor, ob. cit., págs. 241 y 243). La sentencia será ejecutable contra el adquirente del derecho litigioso, siempre que haya devenido titular con posterioridad a la fecha de la anotación preventiva (Ramos Méndez, Francisco, La sucesión procesal. Estudios de los cambios de parte en el proceso, Editorial Hispano Europea, Barcelona, 1974, pág. 353). Lo que significa que cuando el victorioso ejercicio de la acción revocatoria determine, además del pronunciamiento constitutivo de rescisión, el nacimiento del deber de restitución a cargo del tercero adquirente demandado, la sentencia de condena constituirá título ejecutivo también contra el causahabiente del demandado, sin necesidad de nuevo proceso. En conclusión, la anotación, desde el instante en que se extiende, hace al causahabiente responsable de la defensa que desde entonces realice su causante. La defensa queda definitivamente agotada y la pretensión estimada se vuelve también ejecutoria contra el tercero (Pardo Núñez, ob. cit., sub art. 42.1.º, págs. 30-31). Se comprueba, por tanto, que la anotación de demanda no es una medida de eficacia registral, sino procesal: expresión de la subordinación del registro a los fines del proceso (Pardo Nuñez, ob. cit., sub art. 42.1.º, pág. 42). Como ya se habrá observado, en el supuesto concreto de la anotación preventiva de la demanda revocatoria nos encontramos con un nuevo punto de vista sobre el concepto de tercero. En efecto, en la acción pauliana está legitimado pasivamente, junto con el deudor enajenante, quien ha adquirido del deudor; por eso, cuando hablamos de tercero que ha adquirido derechos mediante un acto inscrito con anterioridad a la anotación de la demanda, nos estamos refiriendo a una persona extraña al juicio. Por tanto, 2014-10-02 13:24:[email protected] 572 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana ese tercero no puede ser el adquirente inmediato del deudor enajenante, pues si bien, como ya hemos visto, es tercero respecto a la relación obligatoria que vincula al acreedor impugnante y al deudor enajenante, no es tal respecto al juicio revocatorio, en el cual es litisconsorte necesario del deudor. Tercero aquí es el adquirente del demandado, es decir, en sustancia, el subadquirente. Y para que quede a salvo la adquisición del subadquirente son necesarias tres condiciones: a) que haya adquirido a título oneroso; b) que fuese de buena fe; c) que haya inscrito su adquisición con anterioridad a la anotación preventiva de la demanda revocatoria. Lo que significa, a contrario, que no salva su adquisición el adquirente de buena fe, pero a título gratuito, que haya inscrito el título de su adquisición antes de practicarse la anotación preventiva de la demanda. En suma, con respecto al adquirente a título gratuito el Ordenamiento prefiere la tutela del acreedor qui certat de damno vitando. Ni el adquirente a título gratuito ni el adquirente a título oneroso de mala fe pueden valerse de la anterioridad de la inscripción para salvar su adquisición. Por otro lado, cualquier adquirente (también el adquirente a título oneroso de buena fe) resulta directamente perjudicado por la sentencia estimatoria de la acción revocatoria, si adquiere e inscribe su título de adquisición con posterioridad a la anotación preventiva de la demanda revocatoria (respecto del que adquiere en virtud de título anterior a la anotación de demanda, pero inscribe su título adquisitivo con posterioridad a la misma, ver Martín Pastor, ob. cit., págs. 268 y ss.). Ahora bien, si bien desde el punto de vista procesal la anotación subroga en la posición procesal del demandado al tercero que adquiere después de practicada la anotación (Pardo Núñez, ob. cit., sub art. 42.1.º, pág. 39), considerado como causahabiente material y procesal del demandado vencido, ello no significa que el subadquirente sea de mala fe, ya que los efectos de la anotación preventiva se producen con independencia de la mala fe del subadquirente. Por otra parte, pensamos que el conocimiento de la demanda judicial no se identifica con el fraude pauliano, ya que cabe perfectamente que el subadquirente conozca la demanda revocatoria y sea de buena fe (ausencia de fraude), del mismo modo que el simple conocimiento de haberse aplazado el pago del precio no implicará, por sí solo, complicidad en el fraude (art. 37-4.º LH). Puesto que lo que pretende la anotación de la demanda es asegurar las resultas de un juicio a fin de que sea posible la ejecución de la sentencia en él recaída y favorable a quien instó la práctica de 2014-10-02 13:24:[email protected] 573 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira la anotación, queda claro que la anotación no convierte al subadquirente en adquirente de mala fe, sino que simplemente impide que pueda operar en favor del tercero que adquiere de quien ha adquirido del deudor la tutela sustantiva. Ni la mala fe es eliminada por la prioridad de la inscripción de la adquisición. El hecho de que la inscripción de la adquisición deba preceder a la anotación de la demanda no responde a la lógica descrita, porque la buena fe y la anotación operan sobre planos distintos. Hemos visto que la anotación produce efectos respecto del subadquirente que adquiere a título oneroso e inscribe su adquisición con posterioridad a la anotación de la demanda. Ello significa que con respecto al subadquirente que adquiere e inscribe con anterioridad a la anotación preventiva de demanda (causahabiente material del causante, pero no procesal), la sentencia estimatoria no le perjudicará. En este caso para que la fuerza de la sentencia se extienda a dicho tercero tendría que ser también demandado y haberse probado su mala fe. IV. La reparación del perjuicio fraudulento Señalamos en nuestra anterior obra sobre la materia (Perfiles..., cit., pág. 273, nota 1248), recogiendo el parecer de la doctrina patria, la posibilidad de evitar la ineficacia del acto impugnado mediante el pago directo al acreedor perjudicado. Sin embargo, estimamos ahora que lo dicho no constituye una visión exacta de la cuestión, una vez que partimos de la base de que la acción revocatoria persigue como objetivo restaurar la garantía patrimonial del crédito perjudicada por el acto de disposición patrimonial, permitiendo al acreedor, caso de que se trate de un acto traslativo de un bien, perseguir dicho bien en poder del tercero adquirente como si formase parte todavía del patrimonio del deudor o como si nunca hubiese salido de dicho patrimonio. Por tanto, hay que diferenciar claramente dos planos: por un lado, la actuación de la acción revocatoria; por otro lado, la actuación de la acción ejecutiva. Ambas acciones son distintas y se apoyan en diversos presupuestos. La acción revocatoria, a través de la declaración de ineficacia del acto jurídico, permite el ejercicio ulterior de la acción ejecutiva. La acción revocatoria se limita únicamente a volver posible una acción ejecutiva sobre el bien adquirido por el tercero. La acción ejecutiva encuentra su título en el pronunciamiento revocatorio. La acción pauliana no persigue directamente el pago del crédito ni el resarcimiento del daño que sigue al incumplimiento, sino simplemente reconstituir la garantía patrimonial, tal 2014-10-02 13:24:[email protected] 574 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana cual era ella al tiempo de realización del acto de disposición. Para lograr tal objetivo, el primer e inmediato efecto de la declaración de ineficacia consiste en el nacimiento de la obligación a cargo de los demandados de poner el bien a disposición del acreedor para que con su ejecución pueda lograr la satisfacción de su crédito y su correlativa extinción. Por tanto, los demandados quedan obligados a realizar una prestación diversa de la debida originariamente por el deudor al acreedor actor. Y si de lo que se trata es de reparar el daño provocado por el acto de disposición, daño consistente en la lesión del interés del acreedor a la conservación de la garantía patrimonial de su deudor, parece obvio reconocer a los demandados la posibilidad de paralizar la eficacia de la acción revocatoria poniendo a disposición del acreedor una suma de dinero u otros bienes en cantidad suficiente para satisfacer el interés del acreedor tutelado con la acción revocatoria. Por tanto, el tercero adquirente puede liberarse del estado de sujeción en que se encuentra respecto del acreedor impugnante, no necesariamente pagando el crédito, sino simplemente realizando una prestación capaz de reconstituir la garantía patrimonial anterior al acto perjudicial, porque la finalidad de la acción pauliana consiste simplemente en conservar la integridad de la garantía patrimonial. Precisamente porque el interés del acreedor tutelado con la acción revocatoria es un interés diverso del interés al cumplimiento por parte del deudor, cuando el daño revocatorio consiste en una disminución del activo patrimonial del deudor, lo que tiene lugar en los casos de realización de actos que producen un efecto traslativo de bienes, la medida del daño revocatorio no viene determinada por el valor del crédito, sino por el valor del bien enajenado, salvo que el importe del crédito fuese inferior al valor del bien. Y por eso también entendemos que no cabe utilizar la acción revocatoria para conseguir la ejecución forzosa en forma específica del deber de entregar la cosa debida transmitida al tercero adquirente, puesto que dicha acción no tutela el interés del acreedor al bien debido, sino el interés a la conservación del bien transmitido en cuanto valor económico realizable para asegurar la satisfacción del crédito (nos remitimos a nuestro libro Perfiles..., cit., pág. 94 y nota 404 y pág. 132). De lo anterior se deduce claramente la distinción entre acción revocatoria (conservación de la garantía patrimonial) y ejecución forzosa (realización del crédito), sin perjuicio de reconocer la existencia de una estrecha conexión funcional entre ambas. El hecho de que la acción revocatoria pueda conducir a la satisfacción del crédito a través de la ejecución for2014-10-02 13:24:[email protected] 575 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira zosa por expropiación del bien transmitido al tercero adquirente, con la consiguiente extinción del crédito, no debe hacernos olvidar que dicho resultado final es un resultado ulterior y mediato respecto al efecto principal de la acción revocatoria, que consiste en la reconstitución de la garantía patrimonial del deudor (así también Bregoli, ob. cit., págs. 36-37). Porque no se deben confundir ambos planos, si el tercero paga el crédito se producirá su extinción, mientras que si el tercero adquirente, en lugar de pagar, presta garantía suficiente al acreedor, en tal caso el crédito no se extingue, pero a través de la prestación de garantía suficiente o idónea para reconstituir la garantía patrimonial, tal como era ella antes del acto perjudicial, desaparece o cesa el daño revocatorio. Es cierto que el crédito es presupuesto necesario de la acción, porque sólo puede ejercitarla el titular de una razón de crédito, pero la finalidad de la acción pauliana, como repetimos, no es el pago del crédito sino la reconstitución de la garantía patrimonial del crédito. Y la reconstitución de la garantía patrimonial puede producirse en cualquier momento posterior a la celebración del acto de disposición perjudicial, porque, aparte de que el tercero preste idónea garantía al acreedor, se puede producir un cambio sobrevenido en la situación patrimonial del deudor. En ese caso, el tercero adquirente puede invocar dicho cambio sobrevenido en la situación patrimonial del deudor para paralizar la eficacia de la sentencia firme que acoge la acción revocatoria ejercitada. Por tanto, puede evitar la ejecución forzosa demostrando que el patrimonio del deudor ha devenido nuevamente suficiente, cesando el eventus damni, el cual provocó el pronunciamiento revocatorio. Como dice Maffei (ob. cit., pág. 38), el daño, una vez que surge, vive, puede modificarse o extinguirse. Por tanto, puede atenuarse o desaparecer con el paso del tiempo, en cuyo caso debe prevalecer el interés a la estabilidad de la adquisición. V. Proyección procesal de los efectos de la acción revocatoria Dado el carácter personal de la acción revocatoria, la competencia territorial viene determinada con arreglo a los criterios fijados por los arts. 5053 LEC. Por lo que se refiere a la legitimación pasiva, la acción revocatoria habrá de ser interpuesta contra las partes del primer acto de disposición; en consecuencia, legitimado pasivo es tanto el deudor como el tercero adquirente. Se trata de una hipótesis de litisconsorcio pasivo necesario, porque uno y otro tienen interés en que sea afirmada la plena eficacia del 2014-10-02 13:24:[email protected] 576 Aspectos de la eficacia de la acción revocatoria ordinaria o pauliana acto de disposición patrimonial impugnado. Conclusión que viene reforzada por la consideración de que el presupuesto subjetivo de la acción — por lo menos cuando se trate de un acto a título oneroso— debe concurrir en los dos sujetos señalados, y que ambos resultan afectados por los efectos del pronunciamiento revocatorio. Si el tercero adquirente se ve expuesto a sufrir la acción directa del acreedor, él puede a su vez dirigirse posteriormente contra el deudor. Por todas estas razones, se estima que la tesis según la cual la acción puede ejercitarse sólo contra el tercero adquirente debe ser rechazada (Cosattini, ob. cit., n.81, págs. 190-191; Picaro, ob. cit., n.47, págs. 114-115; Nicolò, ob. cit., sub art. 2901, pág. 253). Y si al primer acto de disposición sigue otro sobre el mismo bien, se estima que también está legitimado pasivamente, además de los sujetos ya indicados, quien haya sucedido al tercero en la titularidad del derecho, siendo facultad del acreedor elegir entre demandar a todos los legitimados en el mismo juicio, o bien proceder contra el subadquirente en otra sede. De modo que la participación de este tercero en el juicio promovido contra el deudor enajenante y el primer adquirente, constituiría, exactamente, una mera eventualidad, ya que el acreedor, una vez obtenida la declaración de ineficacia del acto fraudulento contra el deudor enajenante y el primer adquirente, podría instaurar un autónomo juicio contra el subadquirente (Natoli, ob. cit., n.14, pág. 898; Nicolò, ob. cit., sub art. 2901, pág. 254). Ésta nos parece la mejor opinión, pero algún autor (Betti, Emilio, Teoría general de las obligaciones, Tomo II, traducción y notas de Derecho español por José Luis de los Mozos, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1970, págs. 427 y ss.) mantiene que también frente al subadquirente se produciría una aplicación del principio del litisconsorcio pasivo necesario, ya que, en su opinión, la acción revocatoria se dirige a provocar un pronunciamiento constitutivo, una declaración de rescisión, que debe poder operar frente a todos aquellos que han sacado provecho del acto de disposición; sea frente al adquirente, sea frente al subadquirente. Si se demanda también al subadquirente, es evidente que se estará ejercitando la misma clase de acción contra los diversos sujetos (deudor-tercero adquirente y tercero subadquirente), pero hay que tener en cuenta a este respecto lo siguiente: a) que en realidad el acreedor actor lo que hace a través de una única demanda es ejercitar en realidad varias pretensiones procesales. En efecto, el acreedor actor está pidiendo la revocación de dos actos de disposición distintos, celebrados entre personas también distintas. Precisamente por ello cabe que cada acción de impugnación ejerci2014-10-02 13:24:[email protected] 577 Juan Ignacio Pinaglia-Villalón y Gavira tada sea resuelta de un modo diferente por el órgano judicial, con la precisión obligada de que la desestimación de la acción de impugnación intentada contra el primer acto de disposición conduce necesariamente a la desestimación de la acción de impugnación intentada contra el segundo acto de disposición, porque si la adquisición nace invulnerable respecto del adquirente inmediato, sigue siendo invulnerable respecto del subadquirente; b) que no obstante lo anterior, está justificado que el acreedor actor pueda acumular en una única demanda las diversas acciones de impugnación, porque, junto a una razón de economía procesal, existe una conexión evidente entre las acciones acumuladas, pues persiguen la misma finalidad y se fundamentan en una misma causa legal de rescisión: el fraude de acreedores. Pero aparte de esa conexidad jurídica que justifica la acumulación de las diversas acciones revocatorias, existe entre ellas tal grado de dependencia que sólo el ejercicio de todas ellas permite lograr la finalidad principal perseguida con la revocación. Efectivamente, si la finalidad principal de la acción revocatoria (objeto mediato de la pretensión procesal) consiste en lograr la reconstitución de la garantía patrimonial del acreedor actor a través del mecanismo de la obligación restitutoria a cargo del tercero adquirente que tenga en su poder el bien salido originariamente del patrimonio del deudor, dicho resultado no se podrá conseguir si no se demanda a todos los terceros adquirentes. Por tanto, si el acreedor actor se limita a demandar exclusivamente a los que fueron partes en el primer acto de disposición impugnado, sólo podrá obtener la indemnización de los daños y perjuicios, dado que el bien se encuentra en poder de un tercero subadquirente que no ha sido demandado, salvo los efectos de la anotación preventiva de la demanda de rescisión por fraude de acreedores. Para que la declaración de ineficacia del pronunciamiento revocatorio alcance al título adquisitivo del subadquirente es necesario que sea demandado y que se pruebe dentro del juicio que también se dan en él las condiciones de ejercicio de la acción revocatoria: mala fe-onerosidad o gratuidad. Por otra parte, como ya hemos señalado anteriormente, la revocación del segundo y último acto de disposición exige como condición ineludible la impugnación victoriosa del primer acto de disposición. Es un principio pacífico en la doctrina española, salvo alguna opinión aislada en contra, que la acción revocatoria ve interrumpida su actuación cuando aparece un tercero adquirente inmune, por serlo a título oneroso y de buena fe. 2014-10-02 13:24:[email protected] 578 CRÓNICA DE JURISPRUDENCIA EDUARDO SERRANO GÓMEZ Profesor Titular de Derecho Civil Universidad Complutense de Madrid Sumario: 1. Responsabilidad por productos defectuosos. Requisitos y carga de la prueba. STS (Sala 1ª) de 30 de abril de 2008. 2. Responsabilidad patrimonial de la Administración. Clínicas concertadas. STS (Sala 3ª), de 23 de abril de 2008. 3. Despido. Consignación o pago directo al trabajador de la indemnización. Salarios de tramitación. STS (Sala 4ª), de 6 de marzo de 2008. 4. Integración en la masa ganancial de indemnización por despido. STS (Sala 1ª) de 28 de mayo de 2008. 5. Responsabilidad civil subsidiaria de la Administración derivada de delito. STS (Sala 2ª) de 3 de junio de 2008. 6. Agresión sexual. Aplicación del principio in dubio pro reo. STS (Sala 2ª) de 17 de junio de 2008. 7. Distinción entre doble venta y venta de cosa ajena. STS (Sala 1ª) de 5 de mayo de 2008. 8. Retribuciones de administrador único de sociedad. STS (Sala 1ª) de 20 de mayo de 2008. 9. Reserva lineal. STS (Sala 1ª) de 13 de marzo de 2008. 10. Secreto de las comunicaciones. Datos de usuarios de redes P2P. STS (Sala 2ª) de 9 de mayo de 2008. 1. Responsabilidad por productos defectuosos. Requisitos y carga de la prueba. STS (Sala 1ª) de 30 de abril de 2008. La recurrente, fabricante de automóviles, se alza en casación contra la sentencia de la Audiencia, confirmatoria de la de primera instancia, en virtud de la cual se le condenaba a pagar a una compañía aseguradora la cantidad de 18.000.494 pesetas, importe que reclamó la actora por la vía subrogatoria del artículo 43 de la Ley 50/1980 de 8 de octubre del contrato de seguro, tras indemnizar en la misma cantidad a su asegurada. La condena se fundó en la Ley 22/1994 de 6 de julio, de responsabilidad civil por daños causados por productos defectuosos —hoy Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre—, tras apreciarse que el incendio del automóvil que afectó al comercio asegurado se debió a un defecto localizado en el motor, del que era responsable legal el fabricante. La recurrente alega como principal motivo de su recurso de casación que no se ha probado el concreto defecto de que adolecía el producto, determinante de la responsabilidad del fabricante y, en consecuencia, la 2014-10-02 13:24:[email protected] 579 Eduardo Serrano Gómez falta de acreditación del nexo causal entre dicho defecto y el resultado dañoso. La Ley 22/94, de responsabilidad civil por productos defectuosos establece un sistema de responsabilidad objetiva que, sin embargo, no es absoluto. En su artículo 5 dispone que el perjudicado que pretenda obtener la reparación de los daños causados tendrá que probar el defecto, el daño y la relación de causalidad entre ambos. Para la Sala sólo tras una interpretación integradora de los artículos 3 y 5 puede conocerse el esfuerzo probatorio que el legislador ha hecho recaer en el actor que reclama amparo. Así, se debe concluir que «la determinación de si el producto es o no defectuoso en atención a los parámetros establecidos en el propio artículo 3 (todas las circunstancias, especialmente, su presentación, el uso razonablemente previsible del mismo y el momento de su puesta en circulación) no es estrictamente una cuestión de hecho sino una quaestio iuris, fruto de la valoración jurídica del órgano judicial, y que esa valoración ha de partir del factum cuya prueba sí incumbe a la parte actora, dependiente el éxito de su pretensión únicamente de que demuestre que con motivo del uso de un producto fabricado por la entidad demandada se produjo un accidente inesperado, soportando tan sólo la carga de probar la realidad del accidente, la existencia del daño, y la del nexo causal entre éste y aquél y entre el accidente y el funcionamiento del producto en cuestión, pues como ha señalado esta Sala en relación con el esfuerzo que debe exigirse al actor no es necesaria la prueba del concreto defecto que haya producido el daño, siendo suficiente acreditar su existencia, aunque no se pueda determinar la clase del mismo, bastando que la parte demandante haya logrado convencer al Juzgador de que el producto era inseguro». Sobre estos parámetros, no cabe duda de cual ha de ser la solución casacional: «[…] la Audiencia, lejos de utilizar el mecanismo de la inversión de la carga de la prueba como sostiene la parte recurrente, hace recaer en la aseguradora demandante (y no en Opel) la de acreditar no sólo los daños ocasionados a su aseguradora y el pago de los perjuicios para poder accionar como subrogada, sino también la causa determinante del incendio». Los hechos probados por la actora así como el informe formulado por los servicios especializados de la Comisaría General de Policía, concluyen que el siniestro fue producido por el incendio del vehículo que se encontraba estacionado sin que el coche hubiera sufrido manipulación alguna. La actividad probatoria desplegada por la entidad actora «jus2014-10-02 13:24:[email protected] 580 Crónica de Jurisprudencia tifican la estimación de la demanda, habida cuenta que, como se ha dicho, el esfuerzo probatorio de la demandante no alcanzaba a la acreditación del concreto defecto que afectaba al motor, y que era suficiente para el éxito de su pretensión convencer al órgano judicial de que con motivo del uso de un producto fabricado por la entidad demandada se produjo un accidente inesperado, consideración que sin duda merece el siniestro acaecido desde el momento que el incendio, ubicado el origen del mismo en el motor, y sin influencia de causas externas, es un resultado que racionalmente no cabía esperar en consideración a las circunstancias, en especial, porque se trataba de un vehículo prácticamente nuevo, y porque a mayor abundamiento, se encontraba aparcado, sin ni siquiera poder imputar el origen de la deflagración a una eventual mala utilización del automóvil por parte de su propietario. Es decir, el hecho del incendio así acreditado, implica la existencia del defecto». En consecuencia se desestima el recurso de casación. 2. Responsabilidad patrimonial de la Administración. Clínicas concertadas. STS (Sala 3ª) de 23 de abril de 2008 La sentencia objeto de recurso concluye que el paciente fue sometido a una práctica anestésica que le produjo una depresión del sistema respiratorio de la que no pudo recuperarse, ocasionándole por ello una hipoxia aguda y una parada cardíaca, habiendo transcurrido durante las maniobras de reanimación 40 minutos aproximadamente sin que por ésta se evitara un daño neurológico irreversible. No cabe duda para la Audiencia de que la actuación sanitaria fue deficiente, lo que unido a la tenue iluminación del quirófano impidió la correcta oxigenación del paciente, condenando en definitiva a la Administración al abono de una indemnización a la familia del afectado. Como primer motivo de casación el Abogado del Estado aduce que el orden competente para conocer la reclamación era el civil. El argumento es rechazado «por cuanto la existencia de un concierto entre la Clínica privada y el órgano competente de la Administración sanitaria pública permite conocer a esta jurisdicción de una reclamación dirigida a obtener la compensación por los daños y perjuicios por parte de la Administración pues, como se deduce de nuestra sentencia de 24 de mayo de 2007, en la deficiente prestación sanitaria realizada por una entidad que mantenía un concierto de asistencia sanitaria con la Administración 2014-10-02 13:24:[email protected] 581 Eduardo Serrano Gómez sanitaria pública, al tratarse de una asistencia sanitaria prestada con base en el mismo, no excluye en modo alguno la existencia de una posible responsabilidad de la Administración, sin que quepa apreciar la alegada falta de jurisdicción puesto que se trataba de impugnar un acto desestimatorio presunto de una reclamación derivada de responsabilidad de la Administración». Se añade que, cuando la clínica privada actúa en virtud de dicho concierto ha de entenderse que los actos de la entidad privada «vinculan a la Administración del Estado y, con ello, la reclamación dirigida frente a dichas entidades, en buena lógica y en base a principios de buena fe y de la interdicción de criterios obstativos al ejercicio de la acción, fundamentalmente cuando de la interpretación contraria se derivaría una prescripción, obligan a concluir que el criterio más acorde con la exigencia de justicia y con aquellos principios es entender que la reclamación dirigida al ente concertado, en su condición de representante o mandatario de la sanidad pública en el ejercicio de sus funciones, ha de tener los mismos efectos que la efectuada a la Administración pública y, en consecuencia, los requerimientos efectuados a dicha entidad, a quien la Administración encomienda la asistencia sanitaria, tienen efectos interruptivos de la prescripción». Si en alguna ocasión se ha considerado excluida la responsabilidad de la Administración pese a la existencia de un concierto ha sido precisamente en base a que el concreto servicio prestado era un servicio ajeno al concierto. Por otra parte, en lo referente a la cuantía de la indemnización, considera la Sala que se motiva suficientemente la cantidad señalada «teniendo en cuenta la situación y daños del paciente y su posterior fallecimiento al cabo de seis años, así como el dolor sufrido por su mujer e hijos y, especialmente, el desajuste emocional padecido por esta última que, como la sentencia recurrida afirma, no precisa de específicas explicaciones». Se declara, en consecuencia, no haber lugar al recurso. 3. Despido. Consignación o pago directo al trabajador de la indemnización. Salarios de tramitación. STS (Sala 4ª) de 6 de marzo de 2008 La sentencia de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Aragón de 7 de noviembre de 2006 entendió que la empresa empleadora había procedido a satisfacer al trabajador, en el momento de notifi2014-10-02 13:24:[email protected] 582 Crónica de Jurisprudencia car la carta de despido, el importe correspondiente en concepto de indemnización por despido mediante cheque bancario, pero no le había satisfecho cantidad alguna en concepto de indemnización por salarios de tramitación. Ello supone que, al no haber sido empleado el único medio legalmente determinado para producir la inexistencia de derecho del trabajador a percibir tal concepto indemnizatorio —consignación judicial—, tal derecho continúa vigente en el patrimonio jurídico del trabajador, y como tal derecho es irrenunciable. Contra dicha sentencia interpone la demandada recurso de casación para la unificación de doctrina. La contradicción efectivamente existe ya que tanto en la sentencia recurrida como en la de contraste nos encontramos con que en el momento de la entrega de la carta de despido la empresa reconoce su improcedencia y se le entrega además un cheque bancario por el importe de la indemnización, habiendo llegado las sentencias comparadas a resultados contradictorios, pues mientras la recurrida entiende que con esa forma de pago no se paralizan los salarios de tramitación, la de contraste entiende que dicha forma de pago cumple la finalidad prevista por el artículo 56.2 del Estatuto de los Trabajadores y, en consecuencia no se devengan los citados salarios. Para la Sala 3ª la doctrina correcta es la de la sentencia de contraste. El artículo 56.2 establece como único método de poner la indemnización a disposición del trabajador su depósito judicial. Así, otros medios, como la transferencia bancaria «carece de previsión normativa, ni siquiera indirecta o tácita, como método alternativo de poner aquélla a disposición del trabajador, en lugar de proceder a su depósito judicial, sino que debe entenderse que el legislador ha querido garantizar de esta única forma el cumplimiento de la requerida actuación de la empresa, con certeza de su fecha y con la concesión al trabajador de las opciones de contestar a través del Juzgado o por otro medio su aceptación o rechazo […], pero dicha doctrina no es aplicable a supuestos de hecho como el contemplado en la recurrida en donde el pago de la indemnización se hizo directamente, mediante cheque bancario entregado en mano al trabajador, una vez que el empresario reconoció la improcedencia del mismo, se entrega directamente al trabajador dicha indemnización, mediante cheque bancario, lo que hace innecesario el depósito judicial ya que se cumple la finalidad de la norma». Es un supuesto distinto al de las transferencias bancarias, que no cumplen la finalidad del artículo 56.2 del Estatuto de los Trabajadores ya que no garantizan el cumplimiento de la actuación de la empresa 2014-10-02 13:24:[email protected] 583 Eduardo Serrano Gómez con la certeza de su fecha y con la concesión al trabajador de las opciones de aceptar o rechazar la oferta y mantener o no la indemnización. De conformidad con lo razonado se casa y anula la sentencia recurrida, debiendo desestimarse la demanda origen del proceso absolviendo a la demandada de las pretensiones en su contra formuladas. 4. Integración en la masa ganancial de indemnización por despido. STS (Sala 1ª) de 28 de mayo de 2008 La sentencia del Juzgado de 1ª Instancia señalaba que la indemnización cobrada por el marido como consecuencia de su despido, si bien deriva directamente de la capacidad laboral del esposo, no se confunde con la misma y, por tanto, no tiene carácter personalísimo sino eminentemente patrimonial y pasaría a formar parte de la sociedad legal de gananciales en el supuesto de que ésta se encontrara vigente en el momento de su percepción. En apelación se estima parcialmente el recurso, señalándose que esta indemnización posee un claro componente de resarcimiento moral y que las consecuencias de la pérdida del trabajo de uno de los esposos sólo al mismo pueden afectar. En consecuencia, poseía, a juicio de la Audiencia, una naturaleza privativa. Ya en casación, se sustenta por la Sala que los criterios para determinar la naturaleza privativa o ganancial de la indemnización por despido causada antes de la disolución del régimen económico matrimonial son la fecha de su percepción y la naturaleza de la indemnización. A ello se añade que «debe distinguirse entre lo que se debe considerar el derecho al trabajo, que permite obtener un empleo en el mercado laboral y que constituye el título en cuya virtud el cónyuge trabajador accede al mercado de trabajo y desarrolla allí sus capacidades laborales, del beneficio que se va a obtener con el ejercicio del derecho al trabajo. El primero es un bien privativo por tratarse de un derecho inherente a la persona incluido en el artículo 1346.5 CC, mientras que el segundo va a ser un bien ganancial, incluido en el art. 1347.1 CC. Si ello no resulta dudoso en lo que a los salarios se refiere, plantea mayores dificultades cuando se trata de ganancias obtenidas en virtud de un contrato de trabajo que se acaba y cuya extinción genera una indemnización debido a las causas establecidas en la legislación laboral. Es entonces cuando algunas veces se ha considerado que la indemnización va a sustituir la pérdida de un derecho privativo, por ser inherente a la persona, como es el derecho al trabajo 2014-10-02 13:24:[email protected] 584 Crónica de Jurisprudencia y por ello dicha indemnización no debe tener la condición de ganancial, sino que es un bien privativo, por aplicación del principio de la subrogación. Pero este argumento no resulta convincente, puesto que el derecho al trabajo permanece incólume ya que el trabajador despedido sigue en el mercado de trabajo y puede contratar su fuerza laboral inmediatamente después del despido; en realidad lo que ocurre es que la indemnización por despido constituye una compensación por el incumplimiento del contrato y por ello mismo va a tener la misma consideración que todas las demás ganancias derivadas del contrato, siempre que se hayan producido vigente la sociedad de gananciales. El derecho que permite el ejercicio de la fuerza de trabajo no se ha lesionado en absoluto; lo único que ha quedado vulnerado de alguna manera es la efectiva obtención de las ganancias originadas por la inversión de este capital humano, que es lo que según el art. 1347.1 CC resulta ganancial». Consecuencia de todo ello es que en este caso la indemnización obtenida por el esposo debe ser considerada como ganancial porque tiene su causa en un contrato de trabajo que se ha venido desarrollando a lo largo de la vida del matrimonio. Deberá tenerse en cuenta, en todo caso, en el cálculo de la concreta cantidad que tiene naturaleza ganancial, el porcentaje de la indemnización que corresponde a los años trabajados durante el matrimonio. Es decir, no deberían tener naturaleza ganancial las cantidades correspondientes a los años en que no existía la sociedad de gananciales. Por lo expuesto, se declara haber lugar al recurso de casación. 5. Responsabilidad civil subsidiaria de la Administración derivada de delito. STS (Sala 2ª) de 3 de junio de 2008 Se discute en este asunto acerca de la responsabilidad civil subsidiaria del Departamento de Justicia de la Generalitat de Cataluña, derivada de la condena a un recluso por un delito de agresión sexual cometido contra uno de sus compañeros de celda. La responsabilidad civil subsidiaria, en base al art. 120.3 del Código Penal, se justifica por dos notas, una positiva y otra negativa: a) el escenario donde se comete el hecho delictivo, un centro penitenciario gestionado por el Estado o, en este caso, por la Generalitat en virtud de la transferencia operada en su día, y b) como nota negativa, la ausencia de cualquier vínculo laboral administrativo entre el agente del hecho delictivo y el ente público. 2014-10-02 13:24:[email protected] 585 Eduardo Serrano Gómez Por su parte, y con arreglo al art. 121 el Código Penal, la responsabilidad civil subsidiaria del Estado y demás organismos públicos tiene como núcleo esencial la dependencia funcional del autor del delito con los entes públicos, con independencia del lugar o escenario en el que se cometa el delito. Por ello, las condiciones para su declaración exigen la concurrencia de: a) vínculo personal del autor del hecho delictivo con la Administración concernida, es decir, tiene que ser un funcionario; b) que el hecho se haya cometido en el ejercicio de sus funciones, y c) que la lesión o daño se haya producido como consecuencia directa del funcionamiento de los servicios públicos confiados al autor. En el caso de autos, al tratarse de un delito cometido contra un interno por otro interno, el anclaje normativo para derivar una responsabilidad civil subsidiaria se encuentra en el artículo 120.3 del Código Penal. El recurrente centra toda su argumentación en la existencia de concretas vulneraciones de previsiones contenidas en la Ley y el Reglamento Penitenciario. En concreto, se apunta como primera infracción el que la celda estaba ocupada por dos presos preventivos y un penado en segundo grado, habiendo ocurrido la agresión sexual en el interior de la celda. Como segunda vulneración se dice que en la celda se encontraron entre dos y tres litros de una bebida alcohólica prohibida. Y finalmente, como tercera vulneración, se señala que se encontró también una maquina artesanal de hacer tatuajes. Hechos y circunstancias todos ellos sobre los que no existen dudas acerca de su existencia. La legislación penitenciaria establece claramente que los detenidos y preventivos estarán separados de los condenados y en ambos casos separados los primeros de los reincidentes. Respecto del alojamiento, el art. 19 de la LOGP señala con carácter general que todos los internos estarán alojados en celdas individuales, no siendo éste un mandato absoluto ya que se podrá recurrir a dependencias colectivas en circunstancias excepcionales, pero siempre que los internos sean seleccionados adecuadamente. Es lo que se llama el principio celular, que dos excepciones: a) se podrá compartir celda a petición del interno, siempre que no existan razones que lo desaconsejen y b) temporalmente cuando se supere el número de plazas individuales disponibles. Esta circunstancia —compartir celda varios presos—, a juicio de la Sala, «fue casualmente relevante para la agresión sexual producida, pues ya de entrada, hay que convenir una mayor facilidad para consumar la agresión por el sólo hecho de ser dos los agresores y uno la víctima […]». 2014-10-02 13:24:[email protected] 586 Crónica de Jurisprudencia Está claro que corresponde a la Administración acreditar el acabado cumplimiento de las previsiones legales en materia penitenciaria si pretende su total exoneración en vía de responsabilidad civil subsidiaria. «En el presente caso, esto no se ha acreditado, y no lo ha sido de manera irrelevante en relación con la agresión sexual sufrida por la víctima. Al contrario, estimamos que el incumplimiento del régimen celular individual sin la adecuada justificación en cuanto al propio hecho de compartir la celda y sin adecuada justificación del régimen de selección en virtud del cual se acordó que esos tres internos compartieran la misma celda, fue una causa relevante en la agresión sexual producida al recurrente. Existió un funcionamiento de la Administración penitenciaria contrario a las previsiones legales con causalidad relevante en el delito cometido. En la masificación de los centros se encuentra el origen de la violencia carcelaria. En definitiva, procede la estimación del motivo y declarar a la Generalitat de Catalunya responsable civil subsidiaria del pago de la indemnización impuesta al autor del delito». 6. Agresión sexual. Aplicación del principio in dubio pro reo. STS (Sala 2ª) de 17 de junio de 2008. Se plantea en este caso los efectos de la ausencia de una prueba indiscutible así como de la falta de certeza sobre los hechos ocurridos en el interior de un coche entre una pareja cuyo resultado fue la existencia de diferentes lesiones físicas en la mujer. El Tribunal Provincial tuvo en cuenta y analizó con minuciosidad las pruebas de cargo, en especial el testimonio de la presunta víctima y sus contradicciones, no sólo con sus primeras declaraciones sumariales sino con la prueba pericial y con la testifical de la policía. La imputación delictiva y su acreditación se veía obstaculizada por la escasa credibilidad de la ofendida, hasta tal punto que el tribunal atribuye las lesiones al forcejeo con ocasión de la apertura de una botella de vino, a la obtención de un sacacorchos o a unas relaciones sexuales fogosas o exacerbadas en unas condiciones especialmente dificultosas. Para la Sala, «entra dentro del terreno de lo razonable concluir que iniciada una relación sexual de forma recíprocamente consentida, en su desarrollo tomara un cariz inesperado y sorprendente, situación que la mujer no quiso o no supo evitar o reconducir. Incluso podría aceptarse que en la voluntaria práctica de las relaciones sexuales la mujer se opu2014-10-02 13:24:[email protected] 587 Eduardo Serrano Gómez siera a las brusquedades y violencias desplegadas durante su desarrollo por el sujeto, pero no se ha probado que las mismas se utilizaran teleológicamente para conseguir un yacimiento por la fuerza. En conclusión, se puede afirmar que, aunque la versión de las partes acusadoras tuviera —si se nos permite expresarnos en términos estadísticos— el 80 ó 90% de posibilidades de ser cierta, el resto del porcentaje de incerteza o inseguridad, es suficiente para justificar la sentencia absolutoria que se recurre, que en sus valoraciones probatorias no es arbitraria ni absurda, sino plenamente razonable y consecuente con la aplicación del principio in dubio pro reo, principio procesal al servicio del derecho a la presunción de inocencia. La convicción judicial ha sido, pues, suficientemente explicada y motivada». El rechazo del motivo principal lleva a la desestimación del recurso de casación. 7. Distinción entre doble venta y venta de cosa ajena. STS (Sala 1ª) de 5 de mayo de 2008. En este recurso de casación, la Sala fija, con ocasión de la venta de un inmueble, la doctrina sobre las diferencias entre ambos supuestos: «La venta de cosa ajena es válida, en ningún caso se puede tildar de inexistente por falta de objeto; el objeto existe, es el piso; distinto es la falta de poder de disposición (cuestión no atinente al derecho subjetivo, derecho de propiedad en este caso, sino al sujeto disponente) sobre el objeto, que da lugar a la ineficacia y puede dar lugar a la adquisición (entre otros medios, como la usucapión) a non domino en virtud del artículo 464 del Código civil en los bienes muebles y del artículo 34 de la Ley Hipotecaria en los inmuebles. Precisando más, la venta de cosa ajena será ineficaz frente al verdadero propietario que podrá ejercitar acción reclamando la declaración de su ineficacia o acción declarativa de dominio o reivindicatoria sobre el objeto de aquélla. Pero entre las partes, vendedora y compradora, será eficaz. Y la doble venta se da en el supuesto de que la misma cosa sea vendida por su dueño a distintos compradores, pero ninguno de ellos ha llegado a adquirir la propiedad; si uno de ellos la adquiere, se planteará el caso de la venta de cosa ajena. Así el artículo 1473 del Código civil soluciona quien deberá ser el adquirente, si se ha vendido la cosa a varias personas y todavía ninguna de ellas la ha adquirido». 2014-10-02 13:24:[email protected] 588 Crónica de Jurisprudencia En relación a la aplicación del artículo 34 del Reglamento Hipotecario, «la doctrina de la Sala es que si se produce una venta, que no se inscribe en el Registro de la Propiedad y más tarde, por el titular registral que ya no es propietario, una segunda transmisión (por venta o embargo) que sí se inscribe —venta de cosa ajena— se da lugar a una adquisición a non domino por este segundo comprador y una pérdida de la propiedad por el primero. Puede parecer una injusticia, pero se mantiene en el Derecho en aras a la seguridad jurídica y a la confianza que debe tenerse en el Registro de la Propiedad por la presunción de exactitud registral, que en este caso es el principio de fe pública registral que proclama el artículo 34 de la Ley Hipotecaria» En el asunto de autos se ha producido una venta de cosa ajena por parte de la Tesorería de la Seguridad Social en procedimiento administrativo de apremio, por el Director Provincial de la misma, del piso de titularidad registral del embargado. «Y se produce una adquisición a non domino por el tercero hipotecario, en aras al principio de fe pública que proclama el artículo 34 de la Ley Hipotecaria y representa la llamada eficacia ofensiva de la inscripción, en beneficio del tercero, que es llamado tercero hipotecario, al que protege decisivamente al adquirir un derecho real confiado en el contenido del Registro de la Propiedad e ignorante de lo no inscrito. De una absoluta seguridad al que realiza la adquisición inmobiliaria y elimina la contingencia de que pueda resultar ineficaz por no existir el derecho del disponente, entre otros casos. Si transmite el titular registral, queda protegido plenamente el adquirente que confió en tal titularidad. Puede darse un conflicto de intereses entre el verdadero propietario, no titular registral porque no inscribió y el adquirente del titular registral que sí inscribió: el Derecho protege a éste en aras de la seguridad jurídica dando primacía a su interés jurídico, sobre aquel que, pudiendo, no inscribió. Todo lo expuesto respecto al tercero hipotecario, adquirente del titular registral, requiere la concurrencia de los presupuestos que enumera el artículo 34 de la Ley Hipotecaria: haber adquirido el derecho de quien en el Registro de la Propiedad aparecía con facultades para transmitirlo; tener buena fe, que se presume; adquisición a título oneroso; haber inscrito su derecho. Todos ellos se dan en el presente caso» Todo lo anterior es ignorado por la sentencia recurrida, por lo que se declara haber lugar al recurso de casación. 2014-10-02 13:24:[email protected] 589 Eduardo Serrano Gómez 8. Retribuciones de administrador único de sociedad. STS (Sala 1ª) de 29 de mayo de 2008 En este proceso se debate sobre si el demandado, administrador único de una sociedad de responsabilidad limitada, tiene o no derecho a las cantidades que de ella había recibido, durante varios años, en concepto de retribución con causa en un contrato de personal de alta dirección. La controversia fue motivada por lo dispuesto en el artículo 66.1 de la Ley 2/1995, de 23 de marzo, de sociedades de responsabilidad limitada, a cuyo tenor es gratuito el cargo de administrador a menos que los estatutos establezcan lo contrario determinando el sistema de retribución. En concreto, son fundamentalmente dos asuntos los que se analizan en la casación: por un lado, la compatibilidad de la retribución percibida, como personal de alta dirección, por el administrador único, con el carácter gratuito de este cargo social a la vista de los estatutos y del artículo 66 antes aludido; y por otro, la significación jurídica que corresponde atribuir al comportamiento del demandante, que toleró durante años que el administrador demandado percibiera la remuneración sin protesta conocida. Sobre la primera cuestión, «la jurisprudencia ha ido perfilando en los últimos tiempos una doctrina contraria a la posibilidad de que la retribución del administrador de las sociedades de capital se sustraiga a la transparencia exigida en los artículos 130 del Real Decreto Legislativo 1564/1989 y 66 de la Ley 2/1995, por el expediente de crear un título contractual de servicios de alta dirección con causa onerosa, en tanto no sea posible deslindar esa prestación de la debida a la sociedad por el administrador en el funcionamiento de la relación societaria». Para admitir la dualidad de regímenes retributivos, uno contractual y otro estatutario, sería necesaria la concurrencia de un elemento objetivo de distinción entre las actividades debidas por una y otra causa. Ahora bien, en respuesta a la segunda cuestión, se trae a colación la doctrina de los actos propios, puesto que el administrador había percibido la retribución como gerente casi desde el comienzo de las operaciones sociales y el actor, con pleno conocimiento, había votado a favor de la aprobación de las cuentas anuales correspondientes a los ejercicios de cinco años, antes de reclamarle la devolución de lo que, en tal concepto, había recibido. «Con tales antecedentes, la mencionada conducta merece ser calificada como apta para generar fundadamente en el otro socio la confianza en una coherencia futura sobre tal cuestión y, por ello, en que podía 2014-10-02 13:24:[email protected] 590 Crónica de Jurisprudencia seguir percibiendo la remuneración por haber sido admitida por quien era titular de la otra mitad de las participaciones sociales. Es decir que, además de que la sociedad estaba de acuerdo al estarlo todos los integrantes de la junta general, el otro socio no le iba a reclamar devoluciones». Por lo expuesto, se falla a favor del administrador, declarando haber lugar al recurso. 9. Reserva lineal. STS (Sala 1ª) de 13 de marzo de 2008 El recurso de casación interpuesto se formula para mantener que la finalidad de la reserva lineal prevista en el artículo 811 del Código civil quede cumplida y, por tanto, no haya lugar a reclamación alguna de un reservatario frente a otro cuando «el ascendiente que hereda de su descendiente» a que dicha norma se refiere ha dispuesto de los bienes sin salir de la línea de procedencia de los mismos y dentro del tercer grado a contar desde el descendiente causante anterior, como dicha norma requiere. Analizando el artículo 811 la Sala establece que «se trata de una norma que plantea numerosos problemas de interpretación dado que, habiendo cumplido el legislador la finalidad de sintetizar al máximo y expresar de modo correcto lo que constituye un supuesto de hecho de cierta complejidad, se han dejado sin concreta regulación determinados aspectos fundamentales para su aplicación de los cuales nacen las expresadas diferencias de interpretación. […] La reserva lineal integra una institución creada ex novo por el Código Civil con carácter muy extraordinario y para una finalidad muy concreta por lo que, según la mejor doctrina, tiene con relación a ella mayor importancia y utilidad la razón finalista que las consideraciones que pudieran derivarse de su construcción dogmática. La institución, contraria al sistema tradicional de Castilla y con similitudes respecto de los sistemas sucesorios que acogen el principio de troncalidad, viene inspirada en su incorporación al Código Civil por Alonso Martínez en atención a un ejemplo de amplia mención doctrinal que ponía de manifiesto cómo, en caso de no existir tal reserva, el juego de las muertes prematuras e imprevistas podría dar lugar a que bienes que tradicionalmente pertenecían a una línea familiar pasaran a otra contrariando así las reglas de la lógica más elemental». Dicho esto, la cuestión básica en este recurso «es la de determinar si la obligación de reservar constituye una mera limitación en cuanto a la disposición de sus bienes por el ascendiente que heredare de su descen2014-10-02 13:24:[email protected] 591 Eduardo Serrano Gómez diente, la cual queda cumplida por el hecho de su atribución a quien ostenta la condición de reservista o, por el contrario, da lugar a la imposición de una especia de sucesión forzosa e igualitaria para los reservatarios similar a la sucesión intestada, en cuya virtud aquéllos volverían a suceder en cierto modo al primero de los ascendientes a que la norma se refiere en cuanto a determinados bienes. La interpretación que ha de ser considerada más acorde con la realidad social actual contraria a limitar al causante sus facultades de disposición sucesoria (artículo 3 del Código Civil) y con la jurisprudencia de esta Sala, que sostiene la necesidad de que la institución sea objeto de una consideración restrictiva, es la primera, según la cual basta que no se pasen los bienes a línea distinta de la originaria para que la institución de la reserva haya cumplida su finalidad. […] De este modo, después de fallecido el reservista, quedará satisfecha la reserva si los bienes objeto de la misma pasan a los parientes del descendiente del que heredó que estén dentro del tercer grado. Esta es la solución que cabe estimar como más acorde con el principio de libertad de disposición testamentaria y que, en el presente caso, determina la carencia del derecho que pretende ostentar la demandante, dado que quien finalmente hereda […], tiene la condición de reservataria siendo hija de la titular originaria de los bienes y hermana de doble vínculo del descendiente a que se refiere el artículo 811 del Código Civil». Se declara haber lugar al recurso de casación. 10. Secreto de las comunicaciones. Datos de usuarios de redes P2P. STS (Sala 2ª) de 9 de mayo de 2008 La sentencia recurrida declara la nulidad de la prueba que constituía el sustento de la imputación acusatoria y considera probado que el Grupo de Delitos Telemáticos de la Policía Judicial de la Guardia Civil, realizó búsquedas en Internet rastreando las redes de intercambio de archivos (peer to peer o P2P) para averiguar aquellos usuarios que descargasen o compartiesen archivos conteniendo fotografías o vídeos con contenido de pornografía infantil. En base a dichos rastreos, realizados sin autorización judicial, se obtuvo un listado de IPS (Internet Protocols), esto es, claves de acceso que los proveedores de servicios de Internet asignan a cada ordenador en el momento en el que se conecta Internet, las cuales permiten identificar de forma indubitada a través de dichos proveedores el número telefónico desde el que se produce la conexión. 2014-10-02 13:24:[email protected] 592 Crónica de Jurisprudencia La cuestión clave, por tanto, radica en determinar el alcance del contenido del derecho al secreto de las comunicaciones previsto en el artículo 18.3 CE. Así, la Sala señala que «desde la sentencia del Tribunal Constitucional nº 123 de 20 de mayo de 2002, se establece, haciéndose eco del caso Malone resuelto por el Tribunal de Estrasburgo de Derechos Humanos, que la obtención del listado de llamadas hechas por los usuarios mediante el mecanismo técnico utilizado por las compañías telefónicas constituye una injerencia en el derecho fundamental al secreto de las comunicaciones reconocido en el art. 8 del Convenio Europeo, equivalente al 18.3 CE. En cuanto al concepto de secreto de la comunicación no sólo cubre su contenido, sino otros aspectos de la comunicación, como la identidad subjetiva de los interlocutores. Consecuentemente podemos afirmar que el secreto a las comunicaciones telefónicas garantiza también la confidencialidad de los comunicantes, esto es, alcanzaría no sólo al secreto de la existencia de la comunicación misma y el contenido de lo comunicado, sino a la confidencialidad de las circunstancias o datos externos de la conexión telefónica. […] Queda en pie la duda, de si para solicitar el número telefónico o identidad de una terminal telefónica (cabría extenderlo a una dirección o identificación de Internet: Internet protocols), es necesario acudir a la autorización judicial, si no han sido positivas las actuaciones policiales legítimas integradas por injerencias leves y proporcionadas, que puede respaldar la Ley Orgánica de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado o la Ley de Seguridad Ciudadana, en la misión de los agentes de descubrir delitos y perseguir a los delincuentes». Considera la Sala que «los datos identificativos de un titular o de una terminal deberían ser encuadrados, no dentro del derecho al secreto de las comunicaciones (art. 18.3 CE) sino en el marco del derecho a la intimidad personal (art. 18.1 CE)». Con todo ello, se concluye que los rastreos realizados tienen por objeto desenmascarar la identidad críptica de los IPS. El acceso a dicha información puede efectuarla cualquier usuario y, en consecuencia, no se precisa de autorización judicial para conseguir lo que es público y el propio usuario de la red es quien lo ha introducido en la misma. Por tanto, «quien utiliza un programa P2P, en nuestro caso EMULE, asume que muchos de los datos se convierten en públicos para los usuarios de Internet, circunstancia que conocen o deben conocer los internautas, y tales datos conocidos por la policía, datos públicos en Internet, no se hallaban protegidos por el artículo 18.1 ni por el 18.3 CE. Por todo ello debe quedar patente que 2014-10-02 13:24:[email protected] 593 Eduardo Serrano Gómez al verificar los rastreos la policía judicial estaba cumpliendo con su función de perseguir delitos y detener a los delincuentes que los cometen, siendo legítimos y regulares los rastreos efectuados, lo que trae como consecuencia la validez de los mismos y la de las diligencias policiales practicadas en ejecución del auto autorizando la identificación de los usuarios de IPS y el posterior de entrada y registro». Por consiguiente «la nulidad de la sentencia obligará al mismo Tribunal a dictar otra en la que se considere dentro del acervo probatorio todas las actuaciones, diligencias y pruebas practicadas en la causa que se han declarado nulas en la combatida y las que de ellas traen causa, para que en valoración conjunta con las demás practicadas dicten nueva sentencia, condenando o absolviendo, según proceda en derecho» Ha lugar, en definitiva, al recurso. 2014-10-02 13:24:[email protected] 594 CRÓNICA DE LEGISLACIÓN Y JURISPRUDENCIA IBEROAMÉRICAS LEONARDO B. PÉREZ GALLARDO (Coordinador) LEGISLACIÓN ARGENTINA Luis F. P. Leiva Fernández Catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina) Ley Nº 26.343. Sustitución del artículo 47 a la Ley Nº 25.326 de Habeas Data. Ley de protección de los datos personales contenidos en bases de datos de información crediticia. Eliminación y omisión de datos de deudores de entidades financieras que hayan incurrido en mora en los años 2000 a 2003 inclusive, si han saldado su obligación o si dentro de los seis meses de la vigencia de esta ley saldan la deuda o acuerdan un plan de pagos. Sanción 12/12/2007. Promulgación: 08/01/2008 (tácita artículo 80 Constitución Nacional); Boletín Oficial 09/01/2008. Ley Nº Nº 26.354. Remoción de artefactos navales náufragos y objetos peligrosos en las aguas jurisdiccionales argentinas. Procedimiento para su remoción, extracción, traslado, demolición, o desguace. Procedimiento en caso de buques o artefactos navales o aéreos de bandera extranjera o no individualizada. Modificación de la Ley Nº 20.094 de la Navegación. Sanción 28/02/2008; Promulgación: 18/03/2008; Boletín Oficial 25/03/2008. Ley Nº 26.356. Sistemas Turísticos de Tiempo Compartido. Requisitos de constitución. Inscripción del inmueble a afectar. Contrato de tiempo compartido. Contenido. Cláusulas abusivas. Requisitos de los precontratos. Deberes y derechos de la partes. Designación de administrador. Autoridad administrativa de aplicación. Creación del Registro de Prestadores y Establecimientos Vacacionales afectados. Comercialización. Deber de información. Publicidad. Inclusión de tribunal arbitral. Sanción 28/02/2008; Promulgación: 18/03/2008; Boletín Oficial 25/03/2008. Ley Nº 26.361. Modificación de la Ley Nº 24.240 de Defensa del Consumidor y sus complementarias, leyes, 25.085 y 22.802. Objeto Provee2014-10-02 13:24:[email protected] 595 Toribio Martínez Zenteno dor. Oferta. Trato digno. Requisitos del contrato. Redacción y número de ejemplares. Modos de rescisión en los contratos telefónicos y electrónicos. Información a incluir en las facturas de servicios públicos domiciliarios. Registro de Reclamos. Revocación de la aceptación en la venta a domicilio. Daño directo. Daño punitivo. Acciones de incidencia colectiva. Sanción 12/03/2008; Promulgación: 03/04/2008; Boletín Oficial 07/04/2008. Ley Nº 26.363. Modificación de la ley Tránsito Nº 24.449. Creación del Registro Nacional de Licencias de Conductor y del Registro Nacional de Estadísticas en Seguridad Vial [Cabe destacar que la Argentina es un país federal]. Creación del Observatorio de Seguridad Vial. Sanción 09/04/2008; Promulgación: 29/04/2008 (tácita artículo 80 Constitución Nacional); Boletín Oficial 30/04/2008. Ley Nº 26.368. Modificatoria de las leyes Nº 24.573 y Nº 26.094 de Mediación y Conciliación. Prórroga del plazo establecido en el artículo 30 de la Ley Nº 24.573 por el que se autoriza al Poder Ejecutivo Nacional a establecer los honorarios de mediadores y conciliadores. Sanción 16/04/2008; Promulgación 28/04/2008 (tácita artículo 80 Constitución Nacional); Boletín Oficial 28/04/2008. BOLIVIA Toribio Martínez Zenteno Abogado en ejercicio libre de la profesión, Cochabamba. Decreto Supremo Nº 29424/2008 de 17 de enero (publicado en Gaceta Oficial Nº 3059). Complementa el Decreto Supremo Nº 29400/2007 de 29 de diciembre (Reglamento de la Ley Nº 3791/2007 de 28 de noviembre), de la Renta Universal de Vejez (Renta Dignidad) y los Gastos Funerales. Decreto Supremo Nº 29423/2008 de 18 de enero (publicado en Gaceta Oficial Nº 3059). Reduce la edad de la jubilación de 65 a 60 años tanto para los hombres como las mujeres. Decreto Supremo Nº 24671/2008 de 21 de junio (publicado en Gaceta Oficial Nº 3109). Regula que la práctica de las donaciones, ablaciones y trasplante de órganos, células y tejidos que tengan la finalidad de prolongar la vida y rehabilitar a personas afectadas por enfermedades irreversibles, se hará en los establecimientos de salud públicos, de la seguridad social y privados en todo el ámbito nacional. 2014-10-02 13:24:[email protected] 596 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas Decreto Supremo Nº 29681/2008 de 20 de agosto (publicado en Gaceta Oficial Nº 3113). Establece la obligatoriedad de personas naturales o jurídicas, públicas, privadas o mixtas, nacionales o extranjeras, a declarar la internación y salida física de divisas del territorio nacional, también norma el registro y control de dichas operaciones. CHILE Mauricio Tapia Rodríguez Profesor de Derecho Civil de la Universidad de Chile Ley N° 20.217, Modifica el Código de Procedimiento Civil y la Ley N° 19.799 sobre documento electrónico, firma electrónica y los servicios de certificación de dichas firmas. El propósito de esta ley es doble: por una parte, facilitar la presentación de documentos electrónicos en el proceso judicial; y, por otra parte, regular, con fines de seguridad jurídica, de una mejor forma la fecha del documento electrónico. Sobre el primer aspecto, la ley establece expresamente que los documentos electrónicos pueden ser considerados instrumentos públicos en juicio, si en su otorgamiento se cumplen las disposiciones legales que le dan este carácter (nuevo artículo 342 N°6 del Código de Procedimiento Civil). Asimismo, se norma la manera en que son puestos en conocimiento del tribunal y de las partes, regulándose una audiencia de «percepción documental», en la que puede ser objetado por la otra parte y dar lugar, a decisión del juez, a una prueba «complementaria de autenticidad» (nuevo art. 348 bis del Código de Procedimiento Civil). En cuanto al segundo aspecto, la ley introduce (en el art. 2 letra i, de la Ley N°19.799) una técnica, y un tanto confusa, definición de fecha electrónica: «conjunto de datos en forma electrónica utilizados como medio para constatar el momento en que se ha efectuado una actuación sobre otros datos electrónicos a los que están asociados». Tratándose de documentos privados electrónicos, la ley establece que no harán fe respecto de su fecha, a menos que contenga un «fechado electrónico» otorgado por un prestador de servicios acreditado. En este sentido, la ley chilena recoge en parte la modificación efectuada en la legislación española al régimen jurídico aplicable a las firmas electrónicas, por medio de la Ley 59/2003, de 19 de diciembre.Promulgada: 05/10/2007. Diario Oficial: 12/11/2007. Ley N°20.234, Establece un procedimiento de saneamiento y regularización de loteos. Esta ley intenta remediar la situación de «loteos bru2014-10-02 13:24:[email protected] 597 Mauricio Tapia Rodríguez jos», esto es, subdivisiones de terrenos en los que se construyen viviendas, sin contar con las urbanizaciones mínimas exigidas por la ley (redes de alcantarillado suficientes, pavimentación de calles, etc.). Se trata de una procedimiento extraordinario (que incluso exime del cumplimiento de ciertas reglas urbanísticas), que tiene una vigencia de dos años, y que se encuentra destinado a normalizar la situación de viviendas de un valor no superior a US $ 40.000. Esta ley se inspira en finalidades asistenciales, tendientes a regularizar la situación de viviendas sociales e incorporarlas así al mercado inmobiliario. Promulgada: 17/12/2007. Diario Oficial: 05/01/2008. Ley N°20.243, Establece normas sobre los derechos morales y patrimoniales de los intérpretes de las ejecuciones artísticas fijadas en formato audiovisual. Esta ley tiene por inspiración la política de fomento de la creación artística, reforzando la protección de los derechos de los artistas audiovisuales, que hasta el presente eran objeto de algunas situaciones abusivas que tenían por causa ambigüedades en el texto de la ley de propiedad intelectual. De esta forma, la ley reitera nítidamente el derecho moral y perpetuo de los artistas, intérpretes y ejecutores de obras audiovisuales, y a oponerse a cualquier deformación o mutilación de la obra que lesione su reputación. En el aspecto patrimonial, se especifican cuáles actos dan derecho a una remuneración en favor del artista: comunicación pública, puesta a disposición por medios digitales interactivos, arrendamiento al público o cualquier otro uso con fines de lucro. Promulgado: 16/01/2008. Diario Oficial: 05/02/2008. Ley N°20.260, Modifica el Libro V del Código del Trabajo y la Ley N°20.087, que establece un nuevo procedimiento laboral. Esta ley persigue mejorar el procedimiento laboral regulado por la ley Nº 20.087, que sustituyó el Libro V del Código del Trabajo, perfeccionando aspectos criticados por operadores del sistema. Así, esta ley, efectúa las siguientes modificaciones: profundiza los principios de celeridad y concentración; refuerza el principio de inmediación; evita potenciales dificultades e incertidumbres que algunas de las normas podrían producir en la tramitación de los procedimientos; e, introduce reformas a los procedimientos monitorio y de reclamación de multas, con el fin de simplificarlos y darles un carácter más breve y expedito. Promulgado: 28/03/2008. Diario Oficial: 29/03/2008. 2014-10-02 13:24:[email protected] 598 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas COLOMBIA Ana Catalina Echeverri Mesa Abogada de la Universidad de Medellín y especialista en Derecho de Familia de la Universidad de Antioquia Decreto Nº 4840 del 17 de diciembre de 2007 (publicado en el Diario Oficial Nº 46846 del 18 de diciembre de 2007), mediante el cual se reglamentaron los artículos 52, 77, 79, 82, 83, 84, 86, 87, 96, 98, 99, 100, 105, 111 y 205 del Código de la Infancia y la Adolescencia (Ley 1098de 2006), según los cuales era necesario definir todo lo atinente a las Comisarías y Defensorías de Familia en el territorio nacional. Ley Nº 1182 de 8 de enero 2008 (publicada en el Diario Oficial Nº 46865 del 8 de enero de 2008), estableció un procedimiento especial para la titulación de la propiedad inmueble. Ley Nº 1183 de 14 de enero del 2008 (publicada en el Diario Oficial Nº 46871 de 14 de enero de 2008), le asignó funciones a los notarios para declarar la prescripción adquisitiva. Decreto Nº 639 de 4 de marzo del 2008 (publicado en el Diario Oficial Nº 46921 de 4 de marzo de 20089, reglamentó la Ley Nº 1152 de 2007 en lo relativo a la extinción del derecho de dominio sobre inmuebles rurales por incumplimiento de la función social de la propiedad. Ley Nº 1194 de 9 de marzo del 2008 (publicada en el Diario Oficial Nº 46984 del 9 de mayo de 2008), revivió el desistimiento tácito en los procesos civiles y de familia al modificar el texto del artículo 346 del Código de Procedimiento Civil. Decreto Nº 1878 de 29 de mayo de 2008 (publicado en el Diario Oficial Nº 47004 de 29 de mayo de 2008), adicionó los artículos 22 y 125 del Decreto Nº 2649 de 1993, con el fin de establecer la contabilidad simplificada para microempresas. Ley Nº 1231 de 17 de julio 2008 (publicada en el Diario Oficial Nº 47053 del 17 de julio de 2008), unificó las facturas como título valor con el fin de facilitarle a las micro, pequeñas y medianas empresas la obtención de liquidez inmediata y mejorar su flujo de caja, promover la formalidad en el comercio y reducir la evasión fiscal. Una vez la Ley entre en vigencia, todas las facturas podrán negociarse como título valor, siempre que reúnan todos los requisitos legales y el tenedor legítimo de la factura puede transferirla mediante el endoso del original. 2014-10-02 13:24:[email protected] 599 Leonardo B. Pérez Gallardo CUBA Leonardo B. Pérez Gallardo Profesor Titular de Derecho Civil de la Universidad de La Habana Resolución Nº 219/2007, de 8 de junio, del Ministro de Salud Pública, reguladora de «Normas éticas sobre la regulación de la protección de la información genética de ciudadanos cubanos que participan en investigaciones o se les realizan diagnósticos asistenciales en las que se accede a datos relativos al individuo y a sus familiares, así como a material biológico a partir del cual puede obtenerse ADN» (publicada en la Gaceta Oficial de la República de Cuba, Extraordinaria, Nº 29, de 18 de junio del 2007). La presente norma se ha dictado con el propósito de velar por la validez científica y la justificación ética y social de los proyectos científico-técnicos que se realicen en el país, ya sea dentro de la red de centros de genética médica o en otras instituciones, para garantizar la protección de los derechos, seguridad y bienestar de los individuos, ecosistemas y grupos sociales sometidos a investigaciones científicas y velar por la observancia y cumplimiento de las normas éticas previstas para las investigaciones en humanos. Dichas normas contemplan las regulaciones éticas para el uso de la información genética; los requerimientos técnicos y principios éticos del manejo de bancos de muestras biológicas y datos genéticos conservados en el Centro Nacional de Genética Médica; así como las regulaciones éticas para la creación, manejo y acceso a muestras de material genético en bancos de ADN para estudios genéticos. Especial referencia merece la regulación del consentimiento informado para recolectar datos genéticos humanos, sea o no invasivo el procedimiento utilizado, y para su ulterior tratamiento, utilización y conservación, el cual se solicitará de la persona en concreto, o en su defecto, de su representante legal, cuando ella no esté en condiciones de otorgarlo, velando siempre por su interés superior. Respecto del asesoramiento genético se dispone, que debe ser no directivo, estar adaptado a las características culturales de la población y atender al interés superior de la persona interesada. Queda regulado también el acceso a la información, confidencialidad y privacidad. De esta manera, se protegerá la privacidad de toda persona que participe en un estudio en que se utilicen datos genéticos humanos, y esos datos tendrán carácter confidencial. Los datos genéticos humanos se conservarán de manera tal que no sea posible identificar a la persona a quien correspondan, por el período de tiempo autorizado y para 2014-10-02 13:24:[email protected] 600 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas ser utilizados únicamente con los fines con los que fueron recolectados o ulteriormente tratados. Los datos genéticos humanos no serán utilizados con una finalidad distinta que sea incompatible con el consentimiento original, a menos que se obtenga de nuevo el consentimiento previo, libre, informado y expreso de la persona interesada o su representante legal. Se establecen además, los Bancos de ADN y de otras muestras biológicas que se utilizan en el diagnóstico de enfermedades genéticas en general, en el presente e incluso en futuras investigaciones. Asimismo se dispone que el acceso a muestras de material genético almacenadas en bancos de ADN para diagnósticos genéticos, queda condicionado a la observación de los principios éticos y su cumplimiento estricto, los cuales se enuncian en la propia resolución. Resolución Nº 114/2007, de 22 de junio, de la Ministra de Justicia, reguladora de «Las normas y procedimientos para la organización y funcionamiento del Registro de la Propiedad» (publicada en la Gaceta Oficial de la República de Cuba, Extraordinaria Nº 39 de 6 de agosto del 2007). Modificativa de la Resolución Nº 149/2005 de 7 de octubre con igual nombre. Reguladora del objeto del Registro de la Propiedad, títulos inscribibles, términos para ello, actos, contratos y derechos reales objeto de inscripción, así como el procedimiento registral, a saber: legitimados para solicitar la inscripción, documentación a aportar, requisitos a cumplimentar por dicha documentación, radicación de la solicitud, calificación registral, posibilidades y supuestos en que el registrador puede ajustar las medidas y linderos de los inmuebles a inscribir, el asiento de inscripción provisional, supuestos en que procede y efectos que provoca, causas de denegación de la inscripción, posibilidad de actualización en el Registro de la Propiedad del tracto registral, supuestos de inmatriculación, procedimiento de reparcelación. Asimismo se regula lo relativo a los medios de impugnación contra las decisiones de los registradores: recurso de queja, recurso de alzada y procedimiento de oficio de la Ministra de Justicia. En lo relativo a la publicidad registral, queda regulado todo lo concerniente a la expedición de certificaciones y notas simples por el registrador, así como sus modalidades. Por último, también queda comprendido en el ámbito de regulación de la norma, todo lo relativo a la organización, división interna y recuperación de libros y folios deteriorados en el Registro de la Propiedad. Instrucción Nº 187/07, de 20 de diciembre, del Consejo de Gobierno del Tribunal Supremo Popular, la cual establece que en materia de pro2014-10-02 13:24:[email protected] 601 Luis F. P. Leiva Fernández cedimiento civil, de naturaleza familiar, cuando así lo permitan las circunstancias, sean escuchados los menores en aquellos litigios en los que se discuta lo relativo a su guarda y cuidado (publicada en la Gaceta Oficial de la República de Cuba, Extraordinaria Nº 6 de 15 de enero del 2008). Se trata de una disposición del Tribunal Supremo que pretende incorporar a modo de experiencia territorial (en los tribunales municipales de Guanabacoa y Placetas), la aplicación directa de principios consagrados en la Convención de los Derechos del Niño, de la cual Cuba es signataria. Ello, sin modificar la vigente legislación en materia procesal. De este modo, al amparo del artículo 42 de la actual Ley de Procedimiento Civil, Administrativo, Laboral y Económico, se indica que en aquellas cuestiones relacionadas con menores, los tribunales convocarán a los interesados a una comparecencia, siempre que ello sea racionalmente aconsejable. Para ello deberá escucharse, vía exploración, al menor con más de siete años de edad. Incluso cuando resulte racionalmente aconsejable, cabe solicitar también la intervención, en calidad de terceros, de los abuelos del menor y del fiscal. Asimismo se admite la posibilidad de interesar como pruebas para mejor proveer la intervención en calidad de testigos de los representantes de las organizaciones de masas del territorio, de maestros vinculados con la educación del menor, y de oficiales de menores. Se permite además que el tribunal para la resolución de estos procesos, pueda recabar información del equipo técnico asesor multidisciplinario del territorio, quien emitirá dictamen a tal fin. Resolución Nº 84/2008 de 8 de abril del Ministro de la Informática y de las Comunicaciones que establece las condiciones generales de la contratación de los servicios móviles celulares por personas naturales (publicada en la Gaceta Oficial de la República de Cuba, Extraordinaria, Nº 14, de 9 de abril del 2008). Regula las condiciones generales de uso y contratación de los servicios móviles celulares por personas naturales, así como las características de los contratos prepagos. La norma es aplicable a todas las personas naturales que se encuentren en territorio nacional. Se trata de un servicio que puede ser contratado por persona natural, mayor de edad, de carácter personal en su suscripción, esto es, sin intervención de terceros, servicio únicamente transferido previa formalización con la empresa. Los ciudadanos cubanos y los extranjeros con residencia permanente en el exterior solo podrán concertar el contrato con carácter temporal, con una vigencia máxima de 45 días naturales. El resto podrá concertar el contrato con carácter permanente. 2014-10-02 13:24:[email protected] 602 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas Resolución Nº 11/2008 de 28 de enero del Ministro de Comercio Interior que establece las «Indicaciones generales para los Servicios de Garantías y Post-venta de los Equipos Electrodomésticos, Electrónicos, Enseres Menores y otros» (publicada en la Gaceta Oficial de la República de Cuba, Ordinaria, Nº 22, de 22 de abril del 2008). Deroga la Resolución Nº 247/2003 de 7 de julio, contentiva de las propias indicaciones. Se define el certificado de garantía, los servicios de garantía y los servicios de post venta, así como las obligaciones de las empresas comercializadoras mayoristas y los principios para la prestación de los servicios de garantía y post-venta en la red mayorista y en la red minorista. Entre las obligaciones de los establecimientos minoristas destacan: manipular el equipo en presencia del comprador a fin de que éste se cerciore de su buen funcionamiento, poner en conocimiento del comprador, antes de ejecutarse el contrato, el uso adecuado del bien adquirido, facilitar la compra de accesorios del equipo, otorgar o no garantía a los equipos comprados con defectos, concertar un contrato de comodato de otro de los equipos que tenga la entidad vendedora, similares al vendido, cuando éste tenga que ser reparado y dicha reparación exceda de treinta días, permitir la sustitución del equipo vendido cuando no haya podido ser reparado dentro del período de garantía comercial. Igualmente se regula pormenorizadamente las obligaciones del establecimiento de postventa, entre las que se significan: otorgar garantía mínima de treinta días naturales por el servicio prestado, cuidar el objeto entregado y responsabilizarse por su pérdida o deterioro, y de los daños que sufra mientras se encuentre en su poder, devolver las piezas defectuosas que hayan sido sustituidas, y abonar su valor cuando el cliente conviene en vendérselas y cumplir las opciones de reposición planteadas en la garantía comercial en caso de pérdida del equipo por responsabilidad del taller, entre otras. Se anexa además el tiempo de garantía por la venta de cada equipo electrodoméstico, electrónico y enseres menores que se describen. Resolución Nº 126/2008 de 4 de junio, del Ministro de Salud Pública, que crea tanto la Comisión Nacional de atención integral a personas transexuales, dirigida por el Centro Nacional de Educación Sexual, como el Centro de atención a la salud integral de dichas personas. La presente norma se encauza a la protección de las personas transexuales y a tal fin se ha considerado a bien crear la Comisión Nacional de atención integral a personas transexuales, dirigida por el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) y el Centro de atención a la salud integral de 2014-10-02 13:24:[email protected] 603 Nery Roberto Muñoz dichas personas, como la única institución del Sistema Nacional de Salud, autorizada para realizar tratamientos médicos totales o parciales de reasignación sexual, el cual quedaría integrado a la estructura y funcionamiento, establecidos en el Reglamento General de Hospitales. Respecto de la Comisión le son atribuidas, entre cuyas funciones, las de aprobar, de acuerdo con los criterios de elegibilidad y disponibilidad contenidos en los protocolos de tratamiento, la pertinencia o no de la cirugía de reasignación sexual y promover investigaciones que coadyuven al desarrollo del conocimiento científico multidisciplinario sobre la transexualidad. En tanto que al Centro le son atribuidas, entre otras funciones, la de brindar los servicios de salud integral, que incluyen el estudio, diagnóstico, tratamiento, investigación asistencial y seguimiento a las personas transexuales y realizar, según los protocolos médicos de actuación, el tratamiento que requiera cada persona transexual. Llama la atención que la mencionada disposición normativa faculta a la Directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), para designar, mediante Resolución, a los profesionales autorizados a emitir la certificación sobre identidad de género a personas transexuales, cuyo documento es el único reconocido oficialmente por el Ministerio de Salud Pública y que se autoriza su presentación en cualquier trámite o proceso legal. También se incluye, vía anexo, un glosario de términos vinculados con la transexualidad. GUATEMALA Nery Roberto Muñoz Notario. Abogado. Profesor titular de Derecho Notarial en la Universidad de San Carlos de Guatemala. (Guatemala) Decreto No. 51-2007. Ley de Garantías Mobiliarias. Se creó con esta ley el marco jurídico que fomentará el uso de garantías mobiliarias de diversa índole para garantizar adecuadamente las obligaciones crediticias de personas individuales o jurídicas, principalmente los sectores micro, pequeños y medianos empresarios, que tradicionalmente no eran sujetos de crédito. Fue emitida el 24 de octubre de 2007, publicada en el Diario de Centro América (Diario Oficial) el 16 de noviembre de 2007. La ley entró en vigencia el 1 de enero de 2008. Decreto No. 77-2007. Ley de Adopciones. Con el objeto de dar primacía al interés superior del niño frente a cualquier otro, se creó un pro2014-10-02 13:24:[email protected] 604 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas cedimiento ágil y eficiente, que fuera acorde con el convenio relativo a la protección del niño y a la cooperación en materia de adopción internacional, en dicha norma se establece una autoridad central denominada Consejo Nacional de Adopciones, que es la responsable de todo lo relativo al tema de adopciones. A partir de la vigencia de esta ley, los notarios no pueden tramitar en sede notarial adopciones de menores de edad. Fue emitida el 11 de diciembre de 2007, publicada en el Diario de Centro América (Diario Oficial) el 21 de diciembre de 2007. La ley entró en vigencia el 31 de diciembre de 2007. NICARAGUA Neylia L. Abboud Castillo Catedrática de Derecho Civil de la Universidad Centroamericana (UCA), Managua, Nicaragua. Ley Nº 601, «Ley de Promoción de la Competencia», publicada en La Gaceta, Diario Oficial, Nº 206, de 24 de octubre del 2006, y su Reglamento, Decreto Ejecutivo Nº 79 – 2006, publicado en La Gaceta, Diario Oficial, Nº 10, de 15 de enero del 2007. Esta ley es la primera en su materia en el contexto nicaragüense. De forma difusa quedaban reguladas en leyes especiales prácticas anticompetitivas, como es el caso de la vigente Ley de Marcas y Otros Signos Distintivos, pero como cuerpo orgánico y sistematizado, la Ley Nº 601, es la primera en nuestro ordenamiento jurídico, en la disciplina del Derecho de la Competencia. La ley de referencia consta de dos grandes partes estructurales; la primera, que regula la libre competencia y; la segunda parte, regula el régimen de competencia desleal. En un tercer orden, integra todo un proceso administrativo de contravenciones al régimen de la libre y leal competencia. Ha sido reglamentada, y actualmente se está en proceso de conformación del Instituto de PROCOMPETENCIA como ente descentralizado del Estado. Ley Nº 620, «Ley General de Aguas Nacionales», publicada en La Gaceta, Diario Oficial, Nº 169, de 4 de septiembre del 2007, y su Reglamento, Decreto Ejecutivo Nº 106 – 2007, publicado en La Gaceta, Diario Oficial, Nº 214, de 7 de noviembre del 2007. Es la primera Ley de Aguas en la historia legislativa nicaragüense. Es una ley pensada en la visión del agua como recurso natural, y su necesaria e ineludible protección. Regula los distintos usos del agua, desde el uso agropecuario, hasta 2014-10-02 13:24:[email protected] 605 Neylia L. Abboud Castillo el consumo humano, pasando por los usos con fines de energía eléctrica, entre otros. Crea la Autoridad Nacional del Agua (ANA), como el máximo ente administrativo en la materia aguas, además como ente descentralizado con autonomía financiera y técnica. A la par creó un Consejo Nacional de Recursos Hídricos, integrado por las distintas instituciones del Estado que tienen que ver con el tema aguas, y cuya misión es la de ser órgano consultivo y trazar las políticas generales del sector. La ANA debe quedar conformada y comenzar a funcionar, en el mes de septiembre del año en curso 2008, conforme con los términos de ley. Ley Nº 623, «Ley de Responsabilidad Paterna y Materna», aprobada el 17 de mayo del 2007, y publicada en La Gaceta Diario Oficial, Nº 120, de 26 de junio del 2007. Esta ley fue reglamentada por el Decreto Ejecutivo Nº 102 – 2007, publicado en La Gaceta, Diario Oficial Nº 223, de 20 de noviembre del 2007. Esta ley y su Reglamento tratan dos temas troncales: El primero, el derecho de los niños, niñas y adolescentes a su identidad y a ser inscritos con el apellido de su presunto padre biológico, por declaración unilateral de la madre, superando, con ello, la antaña inscripción con los dos apellidos de la madre, cuando el padre no reconocía a los hijos; y segundo, regula todo un proceso conciliatorio administrativo que se lleva a cabo en las delegaciones del Ministerio de la Familia, Adolescencia y Niñez, cuando existen contiendas en materia de relaciones entre padre, madre e hijos. Es una ley que abarca aspectos de Derecho sustantivo, en lo que concierne al derecho a la identidad de los niños, niñas y adolescentes, y al derecho de conocer a sus padres. También tiene una fuerte dosis regulatoria de temas registrales por cuanto estatuye todo un procedimiento administrativo que se lleva a cabo a lo interno del Registro del Estado Civil de las Personas, en el cual el registrador conduce y dirige el proceso que se desata, cuando la madre declara unilateralmente la inscripción del hijo con el apellido del presunto padre; y por último, es una ley que concede al Ministerio de la Familia, Adolescencia y Niñez, un papel muy proactivo, por vía de sus delegaciones territoriales, en la solución de conflictos de alimentos, y guarda y cuidado, estableciendo por primera vez en la historia legislativa en esta materia, la fuerza de título ejecutivo que tendrán las actas que se levanten como parte del proceso conciliatorio en estas delegaciones territoriales. Es una ley que introduce la novedad, en el Derecho interno, del examen de ADN como prueba indubitada que acredita filiación. El hijo menor, nacido en estas circunstancias, se inscribe en un Libro Provisional, y luego se desatará un proceso 2014-10-02 13:24:[email protected] 606 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas administrativo, que conduce el registrador, en el que mandará al presunto padre a practicarse un examen de ADN, en el caso de que no esté conforme con la paternidad; entretanto el niño queda asentado en un Libro Provisional. Culminado el proceso administrativo, se practicará la inscripción definitiva, en el Libro de Nacimientos. La ley introduce el término de las personas declaradas en extrema pobreza, para aquellos que carezcan de recursos para realizarse el examen de ADN, en cuyo caso lo asume el Estado de Nicaragua, por vía del Ministerio de la Familia. En esencia, es una ley que se propone proteger la identidad de los niños, cuyos padres no le reconocen al nacer, así como apoyar a las madres soleteras en la voluntad de dar a sus hijos el apellido del padre biológico, y buscar vías administrativas de solución a los conflictos familiares suscitados en las relaciones entre padre, madre, e hijos. Es necesario destacar que es una ley a la cual se le han formulado agudas críticas, pues sin menoscabo de su buena intención, se ha sostenido que es una ley que se pensó a la manera de «isla» sin la necesaria armonización y sistemática que corresponde con las restantes disposiciones normativas que ya existían en la materia registral y familiar. Punto agudo ha sido la desproporción entre las demandas de exámenes de ADN, y las posibilidad económicas reales del Estado en asumir esa responsabilidad que el legislador colocó al Ejecutivo. No obstante, esta realidad, las distintas instituciones del Estado se han coordinado buscando soluciones a estas limitantes, y puede decirse que se observan avances positivos, sobre todo en lo que a trámites conciliatorios se refiere. Las contradicciones en materia registral se esperan superar con la esperada aprobación de una iniciativa de ley para el Registro del Estado Civil, proyecto que pende en la Asamblea Nacional, desde hace algún tiempo. Circular adoptada por el Consejo Nacional de Administración y Carrera Judicial, de 8 de octubre del 2007. La circular instruye sobre aspectos a respetar por los Notarios Públicos, en los actos que autoriza, para que un documento otorgado en Nicaragua surta efectos en país extranjero, en este sentido resume un grupo de temas que dice han de ser tenidos en cuenta para lograr la eficacia jurídica de estos documentos. Los temas concretos que puntualiza son: Autenticación de firmas; declaraciones juradas; contratos de trabajo de nicaragüenses para prestar servicios o ejecutar obras en el extranjero; relación madre, padre e hijos; traducción de documentos; e instrucciones para notarios de más de 10 años que pueden autorizar matrimonios. 2014-10-02 13:24:[email protected] 607 Juan Espinoza Espinoza PERÚ Juan Espinoza Espinoza Profesor de Derecho Civil en las Facultades de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Pontificia Universidad Católica del Perú y de la Universidad de Lima, con la colaboración de Gaceta Jurídica. D. Leg. Nº 1071 (28/06/2008), £251, Nueva Ley de Arbitraje. El presente Decreto Legislativo deroga la Ley Nº 26572, Ley General de Arbitraje. A diferencia de la ley anterior ya no hay una división en dos secciones: Arbitraje Nacional y Arbitraje Internacional. Por otro lado, se establece claramente las circunstancias que determinan la internacionalidad de un arbitraje y se precisa que las instituciones arbitrales que realicen arbitraje institucional deberán ser personas jurídicas con o sin fines de lucro, entre otros aspectos. En relación con el laudo arbitral, el dispositivo legal regula de manera específica los supuestos de rectificación, interpretación, integración y exclusión del laudo, estableciéndose plazos para cada supuesto. D. Leg. Nº 1033, (25/06/2008), £187, Ley de organizaciones y funciones del INDECOPI. Mediante esta norma se ha aprobado la Ley de Organizaciones y Funciones del Indecopi. Como se recordará, mediante el Decreto Ley Nº 25868, se aprobó la Ley de Organización y Funciones del Instituto Nacional de defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual – Indecopi; institución que juega un rol fundamental en la implementación del acuerdo mencionado. En ese sentido, y dentro del marco señalado ha sido necesario modificar esta norma a efectos de consolidar el fortalecimiento institucional, así como la modernización de esta institución como entidad pública. D. Leg. Nº 1034 (25/06/2008), £188, Ley de represión de conductas anticompetitivas Con la presente norma se ha aprobado la Ley de Control de Conductas Anticompetitivas acorde con el TLC que busca solucionar algunos vacíos y defectos de la normativa anterior. De esta manera, la norma en comentario parece cumplir tales objetivos clarificando su ámbito de aplicación, estableciendo criterios de análisis que generan mayor predictibilidad en su aplicación (tiene parámetros objetivos) al redefinir y mejorar sustancialmente el procedimiento administrativo correspondiente. Queda claro que lo que se busca es incentivar la eficiencia económica en los mercados, promoviendo así la competitividad en el país. 2014-10-02 13:24:[email protected] 608 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas Respecto al ámbito de aplicación de la norma, esta será aplicable a las personas naturales o jurídicas, sociedades irregulares, patrimonios autónomos u otras entidades de Derecho público o privado, que en el mercado oferten o demanden bienes o servicios. Damos cuenta que a diferencia del régimen anterior se incluyen a los patrimonios autónomos, las sociedades irregulares y demás entidades. D. Leg. Nº 1044 (26/06/2008), £209, Ley de represión de la competencia desleal. El día 26 de junio ha sido publicado en el Diario Oficial El Peruano, el Decreto Legislativo Nº 1044 que aprueba la Ley de Represión de la Competencia Desleal, derogándose el Decreto Ley Nº 26122. La presente ley tiene importantes innovaciones. Entre las novedades es de resaltar el establecimiento de un nuevo ámbito de aplicación territorial, por lo que las prohibiciones de esta ley abarcan a cualquier acto de competencia desleal que produzca o pueda producir efectos en todo o en parte del territorio nacional, aun cuando dicho acto se haya originado en el extranjero. D. Leg. Nº 1045 (26/06/2008), £210, modificativo de la Ley de protección al consumidor, contentivo además de normas complementarias. A través del presente Decreto Legislativo se ha modificado la Ley de Protección al Consumidor y se han dictado además normas complementarias. Entre los aspectos más saltantes debemos mencionar la ampliación del concepto de consumidor o usuario, ya que ahora son considerados como tales para efectos de la LPC las micro y pequeñas empresas que se encuentran en la misma posición de desventaja informativa que cualquier otro consumidor final, toda vez que en muchos casos evidencian una situación de asimetría informativa frente a los proveedores. D. Leg. Nº 1050 (27/06/2008), £222, modificativo de diversos artículos de la Ley general del sistema concursal. A través de la presente norma se ha incorporado modificaciones sustanciales en la Ley General del Sistema Concursal (en adelante, LGS). Estas modificaciones, buscan fundamentalmente actualizar y mejorar el marco normativo concursal a través de una redefinición de los objetivos del sistema concursal, así como de la implementación de mecanismos que garanticen a los acreedores la recuperación de sus créditos. Una de las modificaciones importantes que ha incorporado la norma materia de comentario está referida a la declaración de vinculación entre el deudor y sus acreedores (artículo 12 de la LGS), pues se ha establecido que dicha declaración procederá cuando existan o hayan existido relaciones de 2014-10-02 13:24:[email protected] 609 Juan Espinoza Espinoza propiedad, parentesco, control o gestión, así como cualquier otra circunstancia que implique una proximidad relevante de intereses entre ambos. La existencia de estas relaciones deberá ser declarada por el acreedor y por el deudor en la primera oportunidad que se apersonen ante la Comisión. D. Leg. Nº 1076 (28/06/2008), £256, modificativo de Ley sobre el Derecho de Autor. Mediante este dispositivo legal, el Poder Ejecutivo ha modificado algunos artículos de la Ley sobre el Derecho de Autor, aprobado mediante Decreto Legislativo Nº 822 (24/04/1996), y a la vez ha incorporado nuevos artículos, a fin de cumplir con las obligaciones asumidas por nuestro país en el Acuerdo de Promoción Comercial PerúEE.UU. e incorporar en nuestro régimen legal sobre derechos de autor y derechos conexos las implicancias de los avances de la tecnología. Entra las modificaciones debemos señalar la referida a la incorporación de los conceptos de información sobre gestión de derechos y medida tecnológica efectiva. Asimismo, se ha modificado el literal c) del artículo 136 de la ley a efectos de establecer que los productores de fonogramas tengan el derecho exclusivo de realizar, autorizar o prohibir la puesta a disposición del público de los fonogramas, de manera tal que los miembros del público puedan acceder a ellos desde el lugar y en el momento que cada uno de ellos elija. Ley Nº 29245 (24/06/2008), £172, Ley que regula los servicios de tercerización. Mediante esta ley se han regulado los casos en que procede la tercerización, así como los requisitos, derechos, obligaciones y, en su caso, sanciones aplicables a las empresas que desnaturalizan este mecanismo de contratación empresarial. Cabe señalar que, los elementos de una relación de tercerización como la autonomía empresarial, la subordinación directa de los trabajadores de la empresa de tercerización y la prohibición de que la tercerización se manifieste en una simple provisión de personal se mantienen con la nueva ley, y asimismo, los requisitos contemplados por el Decreto Supremo N° 020-2007-TR, vale decir, suscribir un contrato por escrito entre la empresa usuaria y la de tercerización y contar con recursos económicos suficientes para garantizar el pago de las obligaciones laborales y de seguridad social de los trabajadores desplazados. D. Leg Nº 1057 (28/06/2008), £237, regulador del régimen especial de contratación administrativa de servicios (antes conocida como servicios no personales). Mediante la presente norma se regula el régimen especial de contratación administrativa de servicios, antes conocida como 2014-10-02 13:24:[email protected] 610 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas Servicios No Personales, la cual tiene por objeto garantizar los principios de méritos y capacidad, igualdad de oportunidades y profesionalismo de la administración pública. Dicho régimen es aplicable a todas las entidades públicas sujetas al Decreto Legislativo Nº 276, Ley de Bases de la Carrera Administrativa y de Remuneraciones del Sector Público, y a otras normas que regulan carreras administrativas especiales. Asimismo, a las entidades públicas sujetos al régimen laboral de la actividad privada, con excepción de las empresas del Estado. Es importante señalar que la norma bajo comentario no es de aplicación a los contratos de prestación de servicios de consultoría o de asesoría, siempre que se desarrollen de forma autónoma, fuera de los locales o centro de trabajo de la entidad. PORTUGAL Alberto de Sá e Mello Profesor en la Universidad Lusófona de Humanidades y Tecnologías y en el Instituto Superior de Gestión. Decreto-Lei Nº 116/2008 – Desformalização e simplificação na área dos registos e notariado. O presente decreto-lei aprova medidas de simplificação, desmaterialização e desformalização de actos e processos na área do registo predial e de actos notariais conexos, assim concretizando uma medida do programa SIMPLEX. As medidas que agora se aprovam não constituem um exercício isolado de simplificação no sector da justiça. Fazem antes parte de um vasto conjunto de medidas já em vigor, que incluem a criação de serviços de «balcão único», a eliminação de formalidades e simplificação de procedimentos e a disponibilização de novos serviços através da Internet. Assim, estão já em funcionamento os balcões de atendimento único «Empresa na hora», «Casa pronta», «Marca na hora», «Associação na hora», «Divórcio com partilha» e «Herança» e o balcão do «Documento único automóvel». No domínio da eliminação das formalidades desnecessárias, foram adoptadas medidas nos sectores do registo comercial, registo automóvel e registo civil. Na área do registo comercial e actos conexos foi promovida a eliminação da obrigatoriedade de celebração de escrituras públicas para 2014-10-02 13:24:[email protected] 611 Alberto de Sá e Mello actos da vida societária, a eliminação da obrigatoriedade de existência de livros de escrituração mercantil, a simplificação dos regimes da fusão, da cisão, da transformação, da redução do capital, da dissolução e da liquidação de sociedades. São, por sua vez, exemplos de medidas de simplificação na área do registo automóvel a substituição do livrete e do título de propriedade por um documento único automóvel – o «Certificado de matricula» e a eliminação da competência territorial das respectivas conservatórias. Quanto ao registo civil e actos conexos, regista-se, por sua vez, a simplificação dos processos de casamento e divórcio, a eliminação da competência territorial e a dispensa de apresentação de certidões em papel, sempre que a informação já exista nas conservatórias. Também já são numerosos os serviços disponibilizados no sector da justiça através da Internet, cabendo referir os serviços online de registo comercial e automóvel e de propriedade industrial, de que são exemplo a «empresa online»,a promoção pela Internet de actos de registo comercial, a «certidão permanente» (todos em www.empresaonline.pt), as publicações online dos actos da vida societária (www.publicacoes.mj.pt), a informação empresarial simplificadas (www.ies.gov.pt), o «automóvel online» (www.automóvelonline.mj.pt), a «marca online» e a «patente online» (www.inpi.pt). [...] Institui-se um sistema mais amplo de comunicações entre os diversos serviços da Administração. Contribui-se, deste modo, para o alargamento das situações de oficiosidade na promoção e instrução dos registos. A título de exemplo, o registo das acções judiciais passa a ser oficiosamente promovido pelos próprios tribunais, evitando assim que essas obrigações impendam sobre os cidadãs e as empresas. O regime da caducidade do registo das acções também é modificado, por forma a evitar que os cidadãos e as empresas se vejam confrontados com a necessidade de ter de efectuar vários e sucessivos pedidos de renovação enquanto aquelas se mantiverem pendentes. Prevê-se, por outro lado, a permanência do registo do arresto, da penhora e de outras providências cautelares para além dos 10 anos, garantindo, assim, a prioridade de uma acção que venha a prolongar-se para além daquele prazo. Finalmente, prevê-se a anotação à descrição dos prédios da existência de autorização de utilização e da ficha técnica de habitação, possibilitando que os cidadãos encontrem, num único local, toda a informação conside2014-10-02 13:24:[email protected] 612 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas rada necessária para a aquisição e celebração de outros negócios jurídicos sobre imóveis, tornando a informação mais rápida, mais segura e com menores custos. Em terceiro lugar, reformulam-se procedimentos e criam-se condições para a plena utilização e aplicação de sistemas informáticos, tudo com respeito da legalidade e com garantia da segurança do comércio jurídico. Assim, criam-se as condições legais para promoção de actos de registo predial pela Internet, cria-se uma certidão permanente de registo predial disponível em sítio na Internet, que configura um desenvolvimento da certidão online já disponível no âmbito do procedimento «Casa pronta», regulado no decreto-lei nº 263-A/2007, de 23 de Julho, e prevê-se a possibilidade de os documentos que serviram de base ao registo serem digitalizados, conferindo-lhes a mesma força probatória dos respectivos originais. Em quarto lugar, adopta-se um sistema de registo predial obrigatório, potenciando a coincidência entre a realidade física, a substantiva e a registral e contribuindo, por esta via, para aumentar a segurança no comércio jurídico de bens imóveis. Estabelece-se, todavia, um sistema de gratuitidade dos registos dos actos praticados antes da publicação do presente decreto-lei e que se destina a vigorar até ao dia 2 de Dezembro de 2011. Finalmente, os preços dos actos de registo passam a ser únicos e, por isso, mais transparentes. Assim, em geral, os preços deixam de resultar da soma de várias parcelas avulsas, o que tornava extraordinariamente difícil, para os interessados, conhecer o custo real dos registos dos actos que pretendiam realizar. Com as alterações agora introduzidas, os preços passam a ter uma lógica de processo e a incluir, designadamente, as inscrições, descrições, averbamentos, certidões e emolumentos pessoais necessários a satisfação do pedido apresentado pelo interessado. Com todos estes propósitos de eliminação e simplificação de actos e procedimentos registrais, agora na área do registo predial, o presente decreto-lei visa a continuação da prossecução de objectivos de âmbito e interesse nacional, no intuito de propiciar, cada vez mais, um clima mais favorável ao investimento em Portugal, sempre com garantia da legalidade das medidas adoptadas e, consequentemente, da segurança jurídica e salvaguarda dos direitos e interesses legítimos dos cidadãos. 2014-10-02 13:24:[email protected] 613 Gerardo J. Bosques Hernández PUERTO RICO Gerardo J. Bosques Hernández Universidad de Tulane y Raúl Rojas de Moya Ley Nº 91 de 30 de julio de 2007. Derecho de las Personas con Impedimentos, prohibir exclusión. Fue aprobada para enmendar los artículos 3, 8 y 12 de la Ley Nº 44 de 1985. Esta proscribe que cualquier persona natural o jurídica, por sí o a través de otra, impida, estorbe, limite o excluya a otra persona con impedimentos, por el mero hecho de tales impedimentos, de participar, formar parte o disfrutar en o de cualesquiera programas o actividades organizadas, patrocinadas, operadas, implantadas, administradas o de cualquier otra forma dirigidas o llevadas a cabo por cualesquiera instituciones públicas y privadas, de todos los niveles de enseñanza e independientemente si reciben o no recursos económicos del Estado; y para otros fines. Ley Nº 175 de 4 de diciembre de 2007. Derecho de las Personas con impedimentos. Límites de responsabilidad civil por alteraciones en equipo de asistencia tecnológica, también titulada: «Ley del Buen Samaritano en Asistencia Tecnológica». En esta, se reconoce que las personas con impedimentos tienen derecho a una vida digna, llena de respeto, igualdad, seguridad y la libertad necesaria para forjar un individuo de provecho para la sociedad que hoy se levanta. Esta disposición establece un mecanismo en el que se limite la responsabilidad civil en ciertas circunstancias a los profesionales que modifiquen o alteren equipos de asistencia tecnológica dirigidos a mantener, aumentar o mejorar las capacidades de las personas con impedimento. Será un requisito esencial para la invocación de la protección brindada por medio de esta Ley, establecer que ambas partes actúan de buena fe y que el único propósito de su relación es proveer y recibir un equipo de asistencia tecnológica libre de costo. 2014-10-02 13:24:[email protected] 614 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas URUGUAY Carlos de Cores Helguera Profesor Titular de Derecho Civil en la Universidad Católica del Uruguay, con la colaboración de Carlos de Cores Damiani, Licenciado en Derecho por la Universidad de la República, maestrando en Derecho Contractual por la Universidad Católica del Uruguay. Ley Nº 18.091 de 27 de diciembre de 2006. Prescripción de créditos laborales. El plazo de prescripción para las acciones originadas en relaciones de trabajo se establece en un año a partir del día siguiente a aquél en que haya cesado la relación laboral en que se fundan. Sin perjuicio de ello, los créditos o prestaciones laborales prescriben a los cinco años contados desde la fecha de exigibilidad; la ley ha ampliado en este caso el plazo de dos años previsto en la legislación anterior. Leyes Nº 18.099 de 10 de enero de 2007 y 18.251 de 27 de diciembre de 2007. Subcontratación laboral. La primera ley prevé que todo patrono o empresario que utilice subcontratistas, intermediarios o suministradores de mano de obra, será responsable frente a los trabajadores contratados por las obligaciones laborales correspondientes, así como del pago frente a la entidad provisional pertinente por las contribuciones a la seguridad social, por la prima de accidente de trabajo y enfermedad profesional y por las sanciones y recuperos que se adeuden al Banco de Seguros del Estado en relación con esos trabajadores. Dicho patrono o empresario tiene el derecho de reclamar al subcontratista, intermediario o suministrador de mano de obra, toda la información correspondiente, referida a los trabajadores proporcionados por éstos. En cuanto a los límites temporales de la responsabilidad, se circunscribe, por el personal comprendido, a las obligaciones devengadas durante el período de tercerización. Cuando se trate de obligaciones que se determinen en función de períodos mayores al de la subcontratación, intermediación o suministro, la cuantía máxima por la que responderá el empresario principal o la empresa usuaria no podrá exceder el equivalente de lo que se hubiera devengado si los operarios hubieren trabajado en forma directa para aquél. La segunda precisa el alcance de determinados términos de la ley anterior, así como de la responsabilidad de la empresa principal, la que será subsidiaria si ésta hace efectivo el derecho a la información referido más arriba sobre el monto y estado de cumplimiento de obligaciones laborales y previsionales, y solidaria en caso contrario. 2014-10-02 13:24:[email protected] 615 Carlos de Cores Helguera Ley Nº 18.092 de 27 de diciembre de 2006. Ley Nº 18.172 de 22 de agosto de 2007. Titularidad del derecho de propiedad sobre inmuebles rurales y explotaciones agropecuarias. El propósito de la ley 18.092 ha sido el de contribuir a la identificación de los titulares de la propiedad de inmuebles rurales. A tales efectos, declara de interés general que los titulares del derecho de propiedad sobre los inmuebles rurales y las explotaciones agropecuarias sean personas físicas, sociedades comerciales personales, sociedades agrarias y asociaciones agrarias, cooperativas agrarias, sociedades de fomento rural, personas públicas estatales y personas públicas no estatales. Las sociedades anónimas y en comandita por acciones pueden ser titulares, siempre que la totalidad de su capital accionario esté representado por acciones nominativas pertenecientes a personas físicas. Cuando se advirtió que las sociedades mencionadas en el primer párrafo podían tener entre sus socios a sociedades comerciales con capital representado en acciones al portador, por Ley Nº 18.172 de 22 de agosto de 2007 se agregó la misma exigencia que para las sociedades del segundo párrafo: dichas sociedades deben tener la totalidad de su capital representado en acciones o cuotas sociales nominativas propiedad de personas físicas. La sanción para las sociedades que no se adapten a la normativa en el plazo de dos años, es la disolución de pleno derecho de las mismas. Ley Nº 18.159 de 10 de julio de 2007. Promoción y defensa de la competencia. Se brinda mediante esta norma una regulación sistemática del tema, antes regido por unos pocos artículos enmarcados en una ley de urgente consideración. Como principio general, se establece que los mercados se rigen por los principios y reglas de la libre competencia, prohibiéndose el abuso de posición dominante, así como todas las prácticas, conductas o recomendaciones, individuales o concertadas, que tengan por efecto u objeto, restringir, limitar, obstaculizar, distorsionar o impedir la competencia actual o futura en el mercado relevante, el cual deberá determinarse en cada caso concreto. Asimismo, se dispone que los actos de concentración económica deben ser notificados a la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia (nuevo órgano competente en la materia, creado por la ley) cuando como consecuencia de la operación se alcance una participación igual o superior a la mitad del mercado relevante, o cuando la facturación bruta anual en Uruguay alcance aproximadamente a U$S 70.000.000. 2014-10-02 13:24:[email protected] 616 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas Si las actuaciones administrativas determinan la existencia de prácticas anticompetitivas, las sanciones van desde el simple apercibimiento hasta multas de variable cuantía. Por último, conviene señalar que las acciones originadas en la realización de prácticas anticompetitivas, prescriben a los cinco años de verificadas, tanto en lo que respecta a la investigación y sanción a los responsables, como al derecho de los perjudicados directamente por las mismas a obtener el resarcimiento de los daños padecidos. Ley N° 18.191 de 30 de octubre de 2007. Tránsito y seguridad vial. Sin perjuicio de la minuciosa regulación del tránsito, las normas generales de circulación, y las infracciones y sanciones por contravención a estas, se impone que todo vehículo automotor y acoplados remolcados por el mismo que circulen por las vías de tránsito, deberán ser objeto de un contrato de seguro de responsabilidad civil por daños a terceros con la cobertura que determine la ley. Ley Nº 18.212 de 20 de noviembre de 2007. Usura. A través de esta ley se pretendió uniformizar el régimen legal en torno a la usura, que se encontraba disperso en diversas normas generando discusiones sobre el ámbito de aplicación de cada una, lo que en definitiva dificultaba su aplicación práctica. En este sentido, se incluyen en el nuevo sistema todas las operaciones de crédito o asimiladas, realizadas por cualquier persona física o jurídica. Se prevé que sólo podrán estipularse intereses compensatorios o de mora, no pudiendo aplicarse simultáneamente las tasas de ambos intereses sobre el mismo importe. En términos generales, para determinar la existencia de intereses usurarios en las operaciones de crédito se debe calcular la tasa de interés implícita (TEI), que surge de igualar el valor actualizado de los desembolsos del crédito, con el valor actualizado del flujo de pagos de capital, intereses, compensaciones, comisiones, gastos, seguros u otros cargos por cualquier concepto, incluidas las cláusulas penales, de acuerdo con un complejo mecanismo que figura como «anexo metodológico» adjunto a la ley, en la línea del concepto económico de Tasa Interna de Retorno (TIR). Se excluyen del cómputo ciertos cargos fijos e impuestos. Los topes máximos admisibles de interés son diversos según el monto del crédito, en el entendido que no es la naturaleza del crédito per se la que justifica el control de tasas, sino las características de los demandantes de crédito, siendo los deudores más pequeños los que necesitan más 2014-10-02 13:24:[email protected] 617 Carlos de Cores Helguera protección ante posibles abusos. En los créditos de mayor envergadura (superiores a aproximadamente U$S 200.000), se considera que hay intereses usurarios cuando la TEI supere en un 90% (respecto de los intereses compensatorios) u 120% (respecto de los intereses moratorios) las tasas medias de interés publicadas por el Banco Central correspondientes al trimestre móvil anterior a la fecha de constitución de la obligación. En las operaciones que no superen la citada cifra, en protección de los deudores presuntamente más débiles, se reduce el margen ya que para constituir interés usurario, basta que se supere el límite del 60% y 80%, respectivamente. También hay una previsión especial para pequeños créditos (inferiores a aproximadamente U$S 2.000): la generación de intereses moratorios, pactados en deudas originadas en este tipo de operaciones, sea cual fuere la moneda pactada, caducará de pleno derecho, sin necesidad de acción alguna a cargo del deudor, a los veinticuatro meses contados a partir de la fecha en que cada obligación devenga exigible, salvo que el acreedor hubiese promovido acción judicial en dicho término. A partir de dicha caducidad, se aplicarán únicamente los ajustes e intereses legales corrientes, con el aditamento de que dicha disposición se aplica a las obligaciones no extinguidas a la fecha de vigencia de la ley. La consecuencia de la existencia de intereses usurarios es la caducidad del derecho a exigir todo tipo de intereses y cargos, salvo las costas y costos por el crédito subsistente. Además, deben descontarse de la ejecución del remanente, los cargos ya abonados por el deudor. Ley Nº 18.246 de 18 de diciembre de 2007. Unión concubinaria. Se trata de una ley que pretende contemplar la realidad de las uniones de hecho, tanto de parejas heterosexuales como homosexuales. Con tal finalidad, se establece que la convivencia ininterrumpida de al menos cinco años en unión concubinaria (entendiéndose por tal a la situación de hecho derivada de la comunidad de vida de dos personas, que mantienen una relación afectiva exclusiva, estable y singular, sin estar unidas en matrimonio) genera determinados derechos y obligaciones a cargo de los concubinos. A estos efectos se prevé un procedimiento judicial declarativo de la existencia de la unión, con lo que se logran efectos equivalentes al matrimonio en lo que respecta a la configuración de una sociedad de bienes entre concubinos, así como en los derechos sucesorios y de seguridad social. Constituida la sociedad de bienes (lo que puede evitarse de común acuerdo estableciéndose previamente otras formas de administración), 2014-10-02 13:24:[email protected] 618 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas queda disuelta la sociedad conyugal anterior que estuviere vigente entre alguno de los concubinos y otra persona. Asimismo, se modifican algunas disposiciones del Código Civil y de la legislación especial en materia de arrendamientos. En especial, se establece que el deber de fidelidad mutua entre los cónyuges cesa cuando éstos no viven de consuno. Ley N° 18.308 de 22 de mayo de 2008. Ordenamiento territorial y desarrollo sostenible. Se establece el marco regulador general sobre este tema, estableciendo derechos y deberes territoriales para las personas, definiendo las competencias de las autoridades públicas en los distintos ámbitos (nacional, regional y departamental) y orientando el proceso de ordenamiento del territorio hacia la consecución de objetivos de interés general. La planificación y ejecución en la materia se ejerce a través de los denominados «instrumentos de ordenamiento territorial y desarrollo sostenible», muy diversos y de distinto tenor, cuyo proceso de elaboración se encuentra regulado por esta ley. En lo que resulta de interés para el derecho civil, hay diversos artículos que regulan el derecho de propiedad. Se regula la posibilidad de concesión del derecho de superficie, la que debe hacerse por un tiempo determinado, en forma gratuita u onerosa, mediante escritura pública registrada y subsiguiente tradición. Se trata de un derecho real limitado sobre un inmueble ajeno que comprende el derecho a utilizar el bien según las disposiciones generales de la legislación aplicable y dentro del marco de los instrumentos de ordenamiento territorial. Pero es posible encontrar además en esta norma algunas restricciones a la propiedad inmueble. En primer lugar, debe tenerse presente que las limitaciones al derecho de propiedad incluidas en las determinaciones de los instrumentos de ordenamiento territorial se deben considerar comprendidas en el concepto de interés general declarado en los primeros artículos de la ley y, por remisión a ésta, a la concreción de los mismos que resulte de los instrumentos de ordenamiento territorial. En segundo lugar, se hace una declaración genérica de utilidad pública para la expropiación por parte de la Administración de los inmuebles en estado de abandono que teniendo potencialidades productivas o de utilidad social, no hayan sido explotados por más de diez años, limitándose luego la indemnización correspondiente, al agregarse que a los efectos de establecer su monto, no se incorporarán los beneficios que se deriven de la ejecución del instrumento respectivo. 2014-10-02 13:24:[email protected] 619 Alberto Baumeister Toledo En tercer lugar, se prevé una disminución del plazo de prescripción adquisitiva en determinadas condiciones especiales. Debe tratarse de personas cuyo núcleo familiar no supere el nivel de pobreza en sus ingresos y que, no siendo propietarias de inmuebles, sean poseedoras de un predio, no público ni fiscal, con aptitud de ser urbanizado, destinado a su vivienda y la de su núcleo familiar. El período de prescripción adquisitiva vigente (20 o 30 años, según el poseedor tenga o no justo título y buena fe), se reduce a cinco años. VENEZUELA Alberto Baumeister Toledo Profesor de pre y postgrado en las Universidades Central de Venezuela, UCAB, y de post grado en las Universidades Fermín Toro, Universidad de Margarita y Católica del Táchira. Decreto Nº 5829 con rango, valor y fuerza de ley de reforma parcial de la Ley de Contrataciones Públicas (publicado en Gaceta Oficial, Nº 38895, de 25 de marzo del 2008, se dispone así su republicación por fallas en originales de la publicada en la Gaceta Oficial Nº 5877, Extraordinaria, de 14 de marzo del 2008). Sustituye y adecua a nuevas realidades la anterior Ley de Licitaciones (Ley de reforma parcial de la Ley de Licitaciones -Decreto Nº 1555 del 13 de noviembre del 2001-, en Gaceta Oficial, Nº 5556, Extraordinaria, de la misma fecha), dando mayor agilidad a los procesos de contratación preservando los principios de economía, planificación, transparencia, honestidad, eficiencia, igualdad, participación y publicidad, procura solventar los casos de emergencias, todo con miras a la preservación del patrimonio público. Se regula oficialmente la contratación directa, como modalidad excepcional, adecua los modelos y mecanismos a las nuevas realidades de cooperativas y demás formas asociativas comunitarias, mecanismos para el desarrollo regional y control de responsabilidad por parte de los Consejos comunales. 2014-10-02 13:24:[email protected] 620 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas JURISPRUDENCIA COLOMBIA Ana Catalina Echeverri Mesa Abogada de la Universidad de Medellín y especialista en Derecho de Familia de la Universidad de Antioquia. Sentencia C-061 del 30 de enero de 2008, Magistrado Ponente Nilson Pinilla Pinilla, se declaró la inexequibilidad parcial del artículo 48 del Código de la Infancia y la Adolescencia (Ley 1098 de 2006), toda vez que, a juicio de la Corte Constitucional, la publicación a que hacía alusión la norma no era una medida idónea para la protección de la niñez, razón por la cual vulneraba el artículo 44 de la Constitución Política. Por el contrario, en concepto de la misma Corte, la creación de estos espacios podía tornarse en un mecanismo desproporcionado e innecesario frente a la búsqueda de los objetivos propuestos. Sentencia C-122 del 13 de febrero de 2008, Magistrado Ponente Manuel José Cepeda, la Corte Constitucional declaró exequible la expresión «mediante prueba científica» contenida en el artículo 2º de la Ley Nº 1060 de 2006. Explica la Corte que la norma acusada no exige que el juez se atenga exclusivamente a la prueba científica, ya que el numeral 1º admite cualquier medio probatorio. Además, teniendo en cuenta que la prueba de ADN no genera certeza absoluta, cuando dicha prueba obra en el proceso de impugnación de paternidad se constituye en un elemento fundamental que debe ser apreciado por el juez, junto con las otras pruebas a fin de proferir un fallo ajustado a la normativa y al expediente. Sentencia del 15 de febrero de 2008, Magistrada Ponente Rut Marina Díaz Rueda, la Sala de Casación Civil y Agraria de la Corte Suprema de Justicia estableció que la perturbación mental del testador, ante la falta de dictamen pericial, se puede demostrar mediante testigos técnicos que emitan sus declaraciones a partir de sus conocimientos científicos, máxime cuando se trata del testimonio del médico siquiatra que ha tratado personalmente al testador. Lo anterior obedece a que en el ordenamiento jurídico colombiano no opera el sistema de tarifa probatoria. Sentencia C-335 del 17 de abril de 2008, Magistrada Ponente Clara Inés Vargas, la Corte Constitucional declaró exequibles los artículos 47 y 74 de la Ley Nº 100 de 1993 y estableció que las parejas permanentes del mismo sexo también pueden ser beneficiarias de la pensión de sobreviviente, siempre que acrediten su condición de la misma manera en que 2014-10-02 13:24:[email protected] 621 Ana Catalina Echeverri Mesa deben acreditarla las parejas permanentes heterosexuales, esto es, mediante declaración ante notario en la que conste que la pareja convive efectivamente y que dicha convivencia tiene vocación de permanencia, independientemente del tiempo de duración. La Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil y Agraria, en Auto 205 del 18 de junio de 2008, Magistrado Ponente Jaime Alberto Arrubla, rectificó su jurisprudencia al afirmar que la unión marital de hecho origina el estado civil de compañero o compañera permanente, así como el matrimonio genera el estado civil de casado. Sentencia del 19 de diciembre de 2007, Magistrado Ponente Pedro Octavio Munar Cadena, la Sala de Casación Civil y Agraria de la Corte Suprema de Justicia reiteró que no es necesaria una sentencia ejecutiva previa a la acción de enriquecimiento (actio in rem verso), que de cuenta de la extinción de la acción cambiaria en razón de la prescripción. Precisó, además, la Sala que el punto de partida para contabilizar la prescripción de la acción de enriquecimiento cambiario es el señalado por el artículo 882 del Código de Comercio, esto es, el vencimiento previsto por la normatividad respectiva para que sobrevenga la prescripción, sin que en ningún momento se requiera otro tipo de pronunciamiento. Sentencia C-699 del 6 de septiembre de 2007, Magistrado Ponente Rodrigo Escobar Gil, se declaró constitucional el régimen de insolvencia consagrado en la Ley 1116 de 2006, orientado únicamente a las empresas y a las personas jurídicas estatutarias, dejando por fuera a las personas jurídicas individuales. Sentencia C-062 del 30 de enero de 2008, Magistrado Ponente Marco Gerardo Monroy Cabra, se declaró exequible la expresión «sin admitir prueba en contrario» consagrada en el artículo 5º del artículo 70 del Código de Comercio, teniendo en cuenta que dicha prohibición se aplica a la no presentación culposa de la contabilidad, es decir, a la ocultación de la misma o a la renuencia inmotivada de ofrecerla en juicio, lo que conlleva que el comerciante incumplido no pueda probar por medios distintos los hechos que constan en los libros de comercio de la otra parte, sin que esto constituya un modelo de responsabilidad objetiva, pues el juez debe aplicar los criterios de experiencia, sentido común, lógica y, en general, la sana crítica para valorar todas las pruebas obrantes en el proceso, a la hora de decidir. Aclara la Corte que esta medida no va dirigida al comerciante que por causa externa, ajena a su voluntad, no pudo presentar oportunamente la contabilidad, caso en el cual podrá excusarse váli2014-10-02 13:24:[email protected] 622 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas damente de acuerdo con lo prescrito en el artículo 288 del Código de Procedimiento Civil, sin que tal excusa lo exima de presentar la contabilidad, simplemente le concede la posibilidad de presentarla en una nueva oportunidad. Sentencia del 14 de abril de 2008, Magistrado Ponente Jaime Alberto Arrubla Paucar, la Sala de Casación Civil y Agraria de la Corte Suprema de Justicia estableció que la responsabilidad del arrendador establecida en el artículo 522 del Código de Comercio, no es objetiva. Al respecto, la Corte ha manifestado que la norma no impone la obligación de responder en aquellos casos en que medie causa extraña; el propietario puede exonerarse probando diligencia y cuidado (ausencia de culpa), o el rompimiento del nexo causal entre el hecho que se le imputa y el daño causado, según las circunstancias específicas de cada caso. Sentencia T-1082 del 13 de diciembre de 2007, Magistrado Ponente Humberto Antonio Sierra Porto, la Corte Constitucional precisó que en aquellos casos en los que existen dudas frente a la existencia del contrato de arrendamiento, no se le puede exigir al demandado para ser oído en el proceso de restitución de inmueble arrendado, la prueba del pago o la consignación de los cánones supuestamente adeudados, toda vez que el presupuesto básico para la aplicación de tal exigencia, esto es, la existencia del contrato de arrendamiento, no se encuentra plenamente demostrado. Sentencia T-1031 del 3 de diciembre de 2007, Magistrado Ponente Nilson Pinilla Pinilla, la Corte Constitucional manifestó que en aquellos casos en los que, en virtud del recurso extraordinario de anulación, resulte anulado el laudo arbitral, no pueden los mismos árbitros reanudar el proceso por cuanto su competencia ha quedado extinguida desde el momento en que una de las partes solicitó a la justicia ordinaria la anulación de la decisión arbitral. En tal caso, para lograr la resolución definitiva del litigio pendiente, se deberá proceder teniendo en cuenta lo siguiente: Si la anulación del laudo sobrevino como consecuencia de la declaratoria de nulidad absoluta del pacto arbitral, procede acudir a los jueces ordinarios iniciando las acciones pertinentes según la naturaleza del caso. Si el pacto arbitral subsiste, cualquiera de las partes podrá solicitar que se convoque un nuevo tribunal de arbitramento que decida sobre las diferencias aún pendientes de resolución, quedando la contraparte legalmente obligada a comparecer. En ese caso, si quien solicita la conformación del nuevo tribunal de arbitramento es la misma parte que lo promovió anteriormente, de conformidad con los artículos 90 y 91 del Código 2014-10-02 13:24:[email protected] 623 Gerardo J. Bosques Hernández de Procedimiento Civil, deberá considerarse interrumpida, válidamente, la prescripción de las acciones desde que se convocó la primera vez. Sentencia del 5 de diciembre de 2007, Magistrado Ponente Ramiro Saavedra Becerra, el Consejo de Estado determinó que el error jurisdiccional constituye responsabilidad estatal cuando está enmarcado «dentro de una actuación subjetiva, caprichosa, arbitraria y flagrantemente violatoria del debido proceso, que demuestre sin ningún asomo de duda, que se ha desconocido el principio de que al juez le corresponde pronunciarse judicialmente de acuerdo con la naturaleza misma del proceso y las pruebas aportadas –según los criterios que establezca la ley-, y no de conformidad con su propio arbitrio». (Resalta la Sala) Para el Consejo de Estado resulta claro que la simple equivocación no es fuente de responsabilidad, se requiere que el error sea inexcusable y que a partir de ese error se haya causado perjuicio a una de las partes, advirtiendo que no existe error inexcusable cuando se sostiene punto de vista defensable respecto a una materia controvertida de derecho, porque la incertidumbre en su interpretación lo excusaría. PUERTO RICO Gerardo J. Bosques Hernández Universidad de Tulane y Raúl Rojas de Moya Meléndez Guzmán v. Berríos López, 2008 T.S.P.R. 3, 16 de enero de 2008. En ella el Tribunal Supremo de Puerto Rico analiza si el corredor de bienes raíces es un agente para efectos del término prescriptivo de tres años provisto en el Artículo 1867 del Código Civil (Artículo 1967 del Cc español) o si por el contrario le aplica el término de las acciones personales de quince años provisto en el Artículo 1864 (Artículo 1964 del Cc español) para las acciones que no tienen señalado un término especial de prescripción. El Tribunal Supremo establece que el corredor de bienes raíces es un «agente» a tenor con el Artículo 1867, y como consecuencia, el término trienal que dispone la referida disposición legal es de aplicación a las acciones dirigidas a reclamar el pago de la comisión o resarcimiento por los servicios prestados por un corredor de bienes raíces en virtud de un contrato de corretaje válido. Herederos de Collazo Félix v. Registrador de la Propiedad, 2007 T.S.P.R. 223, 13 de diciembre de 2007. En el caso la causante había otor2014-10-02 13:24:[email protected] 624 Crónica de Legislación y Jurisprudencia Iberoaméricas gado testamento abierto en el cual instituyó a sus hermanos como sus herederos y en caso de premoriencia, a los hijos de éstos como herederos sustitutos, una sustitución ordinaria o vulgar. Los tres hermanos de la causante le premurieron y sus sobrinos promueven el procedimiento para la inscripción del derecho hereditario en el Registro de la Propiedad. El Registrador de la Propiedad deniega la inscripción aduciendo que la institución de herederos no era clara por no mencionar, conforme con el Código Civil, los nombres de los herederos; por lo tanto debían acudir al tribunal para la correspondiente declaratoria de herederos y el procedimiento de administración de la herencia conforme con la Ley de Enjuiciamiento Civil. El Tribunal Supremo de Puerto Rico resuelve que, si bien es cierto que el artículo 701 (artículo 772 del Código Civil español) del Código Civil indica que el heredero debe ser designado por su nombre y apellidos, el propio artículo dispone, en su segundo párrafo, que aun cuando «el testador haya omitido el nombre del heredero, si lo designare de modo que no pueda dudarse quién sea el instituido, valdrá la institución.» Lo importante en este supuesto es que el instituido sea inequívocamente determinable. Por lo tanto, en el caso de autos nos dice el Tribunal no es necesario entonces acudir al proceso judicial de declaratoria de herederos. BPPR v. Registrador de la Propiedad, 2007 T.S.P.R. 190, 30 de octubre de 2007. Se otorga un contrato de donación simulada en la República Dominicana sobre un inmueble sito en Puerto Rico. El Tribunal precisa las solemnidades requeridas para la validez del contrato en la República Dominicana y en Puerto Rico con el fin de determinar si un documento otorgado en aquel país puede ser inscrito en el Registro de la Propiedad al amparo del artículo 46 de la Ley Hipotecaria de 1979, 30 L.P.R.A. sec. 2209. El tercer requisito del artículo 46 requiere para la inscripción: «Que en el otorgamiento se haya observado las formas y solemnidades del territorio o país donde se han verificado los actos o contratos, o las de Puerto Rico.» El Tribunal Supremo determina que, para la validez del contrato de donación sobre un inmueble, tanto en Puerto Rico como en la Republica Dominicana, es necesario cumplir con las formalidades ad solemnitatem. Ambos ordenamientos exigen que el negocio jurídico se realice mediante notario en escritura pública, formalidad con la que no se cumplió en este caso, por lo tanto se le denegó el acceso al Registro. Concluye el Tribunal observando que según el tercer requisito del artículo 46, un documento otorgado fuera de Puerto Rico tendrá acceso al Registro de la Propiedad 2014-10-02 13:24:[email protected] 625 Luis F. P. Leiva Fernández si cumple con las formas y solemnidades del país donde fue otorgado o las de nuestra jurisdicción. Guadalupe Solís v. González, 2007 T.S.P.R. 215, 10 de diciembre de 2007, luego de seleccionar el régimen de separación total en un contrato de capitulaciones matrimoniales, se añadió una cláusula en la que se establece el carácter ganancial de los bienes, muebles o inmuebles, que adquieran posterior a la celebración del matrimonio. Los Tribunales de Primera Instancia y de Circuito de Apelaciones determinaron que la última cláusula tenía el efecto de seleccionar el régimen de sociedad de bienes de gananciales para todo el patrimonio conyugal. El Tribunal Supremo revoca las determinaciones de los foros inferiores, al determinar que las capitulaciones suscritas establecen un régimen mixto, entiéndase los bienes adquiridos previos a la celebración del matrimonio son de carácter privativo, junto con sus frutos, y los bienes adquiridos con posterioridad al matrimonio son de carácter ganancial. 2014-10-02 13:24:[email protected] 626 CRÓNICA DE LIBROS —primer semestre de 2008— CRISTINA AMUNÁTEGUI Profesora Titular de Derecho civil Universidad Complutense. Madrid Derecho civil No existe un punto de interés que centralice la atención de la doctrina, pudiendo destacarse trabajos que afectan a las distintas materias propias del Derecho, así en materia de fundaciones Olavarría Iglesia y otros, Comentarios a la Ley de Fundaciones, Valencia, 2008. Los temas de capacidad de las personas son abordados por Moreno Navarrete, El trastorno mental transitorio en las relaciones de Derecho Privado, Madrid, 2008; por Amunátegui Rodríguez, Incapacitación y mandato, Madrid, 2008; Ordás Alonso, La institución tutelar como mecanismo de protección jurídica de menores e incapacitados, Madrid, 2008; o en el trabajo colectivo, Defensa jurídica de las personas vulnerables, Madrid, 2008. Dentro del Derecho de Familia puede destacarse el polémico tema de la custodia abordado por Ivars Ruiz, Guarda y custodia compartida, Valencia, 2008; o por Lathrop Gómez, Custodia compartida de los hijos, Madrid, 2008; o los temas de reclamaciones entre los cónyuges, Romero Coloma, Indemnizaciones en las relaciones familiares, conyugales, extraconyugales y parejas de hecho, 2008. En materia de consumidores han publicado Sirvent García, La oferta en los contratos con consumidores, 2008; y Beluche Rincón, El derecho de desistimiento del consumidor, Valencia, 2008. Dentro de los derechos reales podemos mencionar el extenso trabajo de Gómez Gálligo, La calificación registral, en tres tomos, Madrid, 2008; o la obra de Almagro Nosete y Gullón Ballesteros, Prescripción, usucapión y capacidad, Madrid, 2008. La materia de propiedad intelectual continúa centrando varios estudios colectivos como La Ley del cine y el Derecho de autor, Madrid, 2008, o El Registro de la Propiedad Intelectual, Madrid, 2008, fruto de distintas Jornadas celebradas sobre el particular. Rogel Vide y Serrano Gómez han publicado Manual de Derecho de autor, Madrid, 2008. 2014-10-02 13:24:[email protected] 627 Cristina de Amunátegui Rodríguez En sucesiones, López Beltrán de Heredia, Computación, imputación y colación de donaciones en la sucesión mortis causa, Valencia, 2008. Se ha publicado una nueva edición (la sexta) de los tomos I y II de los Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial de Díez-Picazo, Madrid, 2008. Creo que es de gran interés la traducción del Código Civil Alemán, dirigida por Lamarca Marqués, Madrid, 2008. En el campo de los Estudios y Homenajes podríamos mencionar los dos volúmenes de Estudios de Derecho Civil, sobre persona y familia y obligaciones y contratos, de Rogel Vide, Madrid, 2008; y el Homenaje al Profesor Manuel Cuadrado Iglesias, en dos tomos, Madrid, 2008. Dentro de la tendencia de reeditar y reimprimir obras clásicas habría que señalar los Estudios de Derecho Civil, V. (Derecho de Familia) y VI. Derecho de Sucesiones de Sánchez Roman, Madrid, 2008, con un total de cinco volúmenes. Derecho mercantil Podemos mencionar dentro del tema de sociedades, Rojo y otros, La responsabilidad de los administradores, Valencia, 2008; o Sierra Herrero, Administradores de sociedades mercantiles y altos directivos laborales, Navarra, 2008. También Gimeno Bayón y otros, Órganos de la sociedad de capital (2 tomos), Valencia, 2008. El novedoso tema de los problemas de transmisión de la empresa familiar se aborda por Fernández del Pozo, El protocolo familiar, Madrid, 2008. Continúa la atención sobre el Derecho de la Competencia, así Massaguer Fuentes y otros, Comentarios a la Ley de Defensa de la Competencia, Navarra, 2008; o Parejo Alfonso, Derecho de la Competencia. Estudios sobre la Ley 15/2007, Madrid, 2008. Son numerosos los trabajos aparecidos en el ámbito del Derecho Concursal, desde diversos puntos de vista, no solo mercantil, entre los que podemos destacar, Carrasco Perera, Los derechos de garantía en la Ley Concursal, Navarra, 2008; Vargas Benjumea, La acción de reintegración concursal, Valencia, 2008; Sánchez Graells, Los acreedores involuntarios, Madrid, 2008; Hualde López, La fase de liquidación en el proceso concursal, con prólogo de Cordón Moreno, Navarra, 2008; Fernández Carrión, El tratamiento de la insolvencia de las personas físicas, Navarra, 2008; Gutierrez Gilsanz, Tutela de los acreedores frente al convenio concursal, Madrid, 2008; Navarro Castro, Los créditos contra la masa en el concurso de acreedores, Madrid, 2008; y Cuena Casas, El concurso de acreedores 2014-10-02 13:24:[email protected] 628 Crónica de libros de persona casada en régimen económico matrimonial de comunidad, Navarra, 2008. Derecho laboral Las distintas reformas operadas en materia de seguridad social continúan focalizando la atención de la doctrina, por ejemplo, Monereo Pérez, La reforma de la Seguridad Social, Madrid, 2008; Blasco Lahoz y otros, La última reforma de la Seguridad Social, Valencia, 2008; Pérez Alonso, Nueva pensión de viudedad y orfandad en el RGSS, Valencia, 2008; o Rodríguez Cardo, Las zonas de frontera del campo de aplicación de la Seguridad Social, 2008. La problemática del acoso se aborda por Lafont Nicuesa, Delito de acoso moral en el trabajo, Valencia, 2008; también sobre la materia Carbonell Vaya y otros, El acoso laboral antes llamado mobbing, 2008; o Jurado Segovia, Acoso moral en el trabajo: un análisis jurídico-laboral, Madrid, 2008. Sobre distintos tipos de relaciones laborales recaen los trabajos de Vicedo Cañada, El trabajo a tiempo parcial: régimen sustantivo, Madrid, 2008; Maldonado Montoya, El contrato de trabajo del profesor de universidad, Madrid, 2008; y Cristóbal Roncero, El estatuto jurídico del personal investigador en formación, Civitas, 2008. Derecho procesal Aunque abracando más cuestiones que las atinentes a Derecho procesal podemos mencionar la atención que recibe la Ley Orgánica del Poder Judicial en Martín Martín y otros, Comentarios a la LOPJ, (vol. I y II), Navarra, 2008. En materia de prueba Hernández Martínez-Campello, La prueba pericial médica, Madrid, 2008; y Magro Servet, La prueba pericial médica en la Ley de Enjuiciamiento Civil, Madrid. En cuanto a distintos aspectos del proceso han publicado González Cano, Proceso monitorio europeo, Valencia, 2008; y Doig Díaz, La terminación del proceso por satisfacción extraprocesal, Madrid, 2008. Derecho penal La legislación sobre seguridad vial es objeto de especial atención, así Vidales Rodríguez y otros, Seguridad vial, Valencia, 2008, o Mir Puig y otros, Seguridad vial y Derecho penal, Valencia, 2008. 2014-10-02 13:24:[email protected] 629 Cristina de Amunátegui Rodríguez La norma sobre responsabilidad de menores se trabaja por Díaz Maroto Villarejo y otros, Comentarios a la Ley reguladora de la Responsabilidad Penal de los Menores, Navarra, 2008. La compleja materia de violencia doméstica se aborda por Ramón Ribas, Violencia de género y violencia doméstica, Valencia, 2008; Orga Larrés, Violencia de género. Mi experiencia como juez, Navarra, 2008; o De la Prosa Cortina, Tutela cautelar de la Víctima. Órdenes de alejamiento y órdenes de protección, 2008. En cuanto a la reimpresión de obras clásicas se ha publicado la Teoría general del delito, de Francesco Carnelutti, Madrid, 2008. Derecho constitucional El problemático tema de la reforma del Constitucional se estudia por Pérez Tremps y otros, La reforma del Tribunal Constitucional, Valencia, 2008. Puede destacarse también el estudio de Gude Fernández, El habeas corpus en España, Valencia, 2008. Se han publicado las Obras Completas de Enrique Tierno Galván, en dos tomos, a cargo de Antonio Rovira, Madrid, 2008 Derecho administrativo La Ley de contratos del Sector Público del 2007 continúa siendo objeto de especial atención en los numerosos comentarios aparecidos sobre la misma, entre los que podemos mencionar los publicados por Olmeda Palomar y otros, Navarra, 2008; Vicente Iglesias, Madrid, 2008; Moreno Molina y otros, Madrid, 2008; y Cepeda Morrás y otros, Valencia, 2008. Dentro de esa nueva especialidad que parece el Derecho deportivo destaca de Palomar Olmeda y otros, Comentarios a la Ley contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, Navarra, 2008; y Rodríguez Ten, Deporte y derecho administrativo sancionador, Madrid, 2008. Nueva edición (cuarta) de la obra de Tomás-Ramón Fernández, De la arbitrariedad de la Administración, Madrid, 2008. Dentro de la importancia que está adquiriendo la llamada legislación blanda o dúctil destaca el trabajo de Ramírez-Escudero, El soft law administrativo. Un estudio de los efectos jurídicos de las normas no vinculantes de la Administración, Madrid, 2008. 2014-10-02 13:24:[email protected] 630 Crónica de libros Hay que mencionar dentro del Derecho Urbanístico los volúmenes dedicados al Homenaje al Profesor Martín Bassols Coma, con el título El Derecho Urbanístico del siglo XXI: Urbanismo y Vivienda, Madrid, 2008; El Derecho Urbanístico del siglo XXI: Ordenación del territorio y Urbanismo, Madrid, 2008; y El Derecho Urbanístico del siglo XXI: Urbanismo y Estado de las Autonomías, Madrid, 2008. Derecho financiero y tributario Dentro de los comentarios de legislación destaca de Herrero de Egaña, con prólogo de Cazorla Prieto, Comentarios a la Ley General Tributaria, vol. I y II, Navarra, 2008. También actualizado con el Reglamento de Gestión e Inspección Tributaria de 2007, Bertrán Girón, Los Procedimientos de aplicación de los tributos por los órganos de gestión, Navarra, 2008. Evidenciando la trascendencia que van teniendo las uniones de pareja en distintos ámbitos del ordenamiento, Molinos Rubio, Régimen fiscal de la extinción de la pareja de hecho, Madrid, 2008. Derecho internacional y comunitario Los temas aparecidos sobre derecho internacional abarcan diferentes puntos de interés, todos ellos de enorme actualidad, pudiendo destacarse los problemas que plantea la inmigración, así: Pérez Alonso y otros, Tráfico de personas e inmigración clandestina, Valencia, 2008; Quirós Fons, La familia del extranjero, Valencia, 2008; o Pérez Cebadera, La nueva extradición europea: la orden de detención y entrega Las relaciones económicas entre cónyuges se estudian por Gómez Campelo, Los regímenes matrimoniales en Europa y su armonización, Madrid, 2008. En materia de la sucesión podemos mencionar Azcárraga Monzonis, Sucesiones internacionales. Determinación de la norma aplicable, 2008. Y dentro del importante campo del arbitraje, Lapiedra Alcamí, Medidas cautelares en el arbitraje comercial internacional, 2008. 2014-10-02 13:24:[email protected] 631