Mensaje del Lcdo. Héctor Luis Acevedo Día del Corazón Púrpura

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Mensaje del Lcdo. Héctor Luis Acevedo
Día del Corazón Púrpura
Yauco, Puerto Rico
7 de agosto de 2011
El Deber del Recuerdo y el Recuerdo del Deber
En la sala de mis abuelos Vicente y Crucita en Puerto Nuevo había una
pared llena de retratos. Eran sus los retratos de sus hijos varones vistiendo el
uniforme del ARMY.
El mayor de ellos, mi padre, Héctor Noris, había servido en África, Italia,
Francia y Alemania en la Segunda Guerra Mundial de donde regresó herido y no se
sabía si iba a perder una pierna y el de mi tío Omar, que fue herido en Korea. Eran
los retratos de su orgullo y su esperanza.
Cuando llegué al Fuerte Knox junto a mis soldados capturó mi imaginación
que en el mapa del mismo se identificaba un monumento como “The Ultimate
Weapon”. Inmediatamente hicimos los arreglos para ver este monumento que nos
enseñaría la más reciente y poderosa de las armas. Llegamos por la parte posterior
del monumento, era grande imponente, solitario.. Cuando me puse al frente de él
decía “The Ultimate Weapon: The Infantry Man” y la estatua era de un soldado
con su rifle..
Entendí entonces la gran verdad, de que siempre a la hora de la verdad, el
valor, el sacrificio y las victorias dependen de un ser humano, solo con su espíritu,
con sus valores, sus alegrías, miedos y tristezas que enfrenta su vida propia en
defensa de su pueblo, de sus ideales de la gente y el modo de vida que ama.
El Historiador Oficial de Puerto Rico y General de División Retirado, Luis
González Vales nos aporta la siguiente información:
“Los soldados puertorriqueños han participado en todas las guerras en que
han intervenido los Estados Unidos el siglo pasado y este siglo.
“Sobre 6,000 Guardias Nacionales y Reservistas han participado en la
Guerra Contra el Terrorismo en Iraq, Afganistán y otros lugares. Las bajas
puertorriqueñas son cerca de 80, aproximadamente.
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“En la 2ª Guerra Mundial sirvieron un total de 53,000 puertorriqueños. El
65 participó en el Teatro Europeo, en Alemania y Europa Central; 23 soldados del
65 murieron en combate.
“En la Guerra de Korea sirvieron unos 61,000. El 65 de Infantería tuvo una
participación destacada. Murieron en combate unos 756 puertorriqueños sirviendo
en todas las ramas de las Fuerzas Armadas. Más de la mitad fueron soldados del
65 de Infantería. Fernando Luis García, 5/sept/1952, 1er. puertorriqueño en recibir
la Medalla de Honor del Congreso. Sus restos nunca han sido recobrados, aunque
hay una lápida en el Cementerio Nacional en Bayamón con su nombre.
“Cuatro puertorriqueños recibieron póstumamente la Medalla de Honor del
Congreso en Vietnam: Carlos J. Losada, 20/nov/1967; Eurípides Rubio
8/nov/1966; Héctor Colón Santiago, 28/jun/1968; Capitán Hubert Roque Versace
de padres puertorriqueño e italiano, nació en Honolulu, Hawaii, 26/sep/1965, este
último la recibió por su comportamiento como prisionero de guerra del Viet-Cong.
“Los soldados del 65 recibieron 10 Cruces de Servicio Distinguido, 256
Estrellas de Plata y 606 Estrellas de Bronce por valor en combate.
Hoy venimos aquí a recordarles, a honrarles, porque esta sociedad, tan
propensa a las lealtades del presente y con capacidad infinita para el olvido, tiene
el deber del recuerdo para quienes la hicieron posible, para quienes la defendieron
y sembraron con su vida para que otros cosecharan la siembra que muchos de ellos
ya no podrán ver ni cultivar con sus manos propias.
En este día en que recordamos a nuestros heridos y a nuestros caídos en
combate, nuestros corazones púrpuras, yacen vidas y sueños interrumpidos por el
dolor que dieron su viaje a veces a temprana edad en la flor de la vida para
defender nuestras vidas, nuestra escuelas, los sueños de nuestros niños, nuestras
libertades de expresión, de rezar a nuestro Dios como dicte nuestra conciencia, de
que los votos y no las balas decidan nuestra controversias, de que puedas mudarte
sin tener que pedir permiso, que no te persigan por lo que pienses, de que el
gobierno respete las diversas opiniones y no mande a cerrar periódicos ni canales
de televisión y que los que son mayorías o minorías hoy, sepan que su poder es
temporero y que es en el ciudadano donde reside el poder soberano en una
democracia.
La Medalla del Corazón Púrpura tiene una historia muy particular, pues
cuando el General Jorge Washington la creó el 7 de agosto de 1782 en Europa solo
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recibían condecoraciones los oficiales y esta nueva condecoración la iban a recibir
todos los soldados heridos. Un gesto nuevo y de justicia en la igualdad de la
democracia propio de los principios que inspiraban su quehacer.
Siempre he pensado que el soldado en una democracia tiene una misión
distinta a lo ordinario. Desde tiempo inmemorial los ejércitos reflejaban el
dominio del más fuerte sobre el más débil. Eso es lo normal en el mundo
natural. Sin embargo en la democracia es lo contrario. Los ejércitos son para
proteger al más débil de los atropellos del más fuerte.
En la democracia cada ser humano vale igual que el otro y en la urna los
ciudadanos más débiles votan igual que los más fuertes y poderosos Esa es la
igualdad que desafía la inercia del grande y los poderosos. Y es la defensa de ese
principio el que venimos llamados a defender. Son los ejércitos los que vienen
llamados a proteger las minorías de los atropellos de las mayorías que las deseen
eliminar y son los ejércitos los que vienen llamados a defender a las mayorías
cuando una minoría quiere imponer su voluntad por la fuerza de las armas
desafiando la igualdad del voto.
La defensa de la igualdad del voto de los más débiles frente a los poderosos
es una encomienda única de los ejércitos de las democracias.
Es propio recordar que parte de nuestra historia está ligada a conflictos
militares. Para bien y para mal esa es la historia. Como nos señala Don Arturo
Morales Carrióni, la Carta Autonómica de 1897 estuvo ligada al conflicto de Cuba
que desencadenó meses después en la Guerra Hispanoamericana; la Ley Jones que
trajo el Senado Electivo y la ciudadanía americana estuvo influenciada por la
cercanía de la entrada de Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial, como
atestigua la carta del Secretario de la Guerra Baker al Senador Shafroth del 16 de
febrero de 1917. Luego de esa carta el Senado aprobó el proyecto cuatro días
después.
Así también el nombramiento del primer puertorriqueño como Gobernador,
Don Jesús T. Piñero, se tramitó durante los meses siguientes al fin de la Segunda
Guerra Mundial; la integración de razas en el ejército, La Ley del Gobernador
Electivo de 1947 y el proceso Constitucional que siguió de 1950 a 1952 se dieron
no como fruto directo de una guerra, pero si habían semillas de sacrificio y
solidaridad que abonaron el terreno junto a la conciencia de libertad de los
gobernantes del momento.
Aprendí en mis años del Army muchas cosas, entre ellas a atesorar el valor
de la vida, pasión e intensidad de vivir a plenitud cada momento pues uno no
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controla su partida; a preguntar cada mañana como nos hacía repetir mi primer
instructor en ROTC, (creo era el Sgto. Figueroa) quien sin mucha escuela, pero con
mucha vida nos peguntaba siempre: cuál era la misión y tratar de no olvidarla
frente al asalto de las pequeñeces y otras prioridades, a poner todo mi entusiasmo
en un solo objetivo, concentra tu fuego en un solo punto, nos decía, a trabajar en
grupo pues nadie se salva solo; a entender que cada cual tiene una especialidad
diferente y que cada una de ellas es indispensable para el triunfo, o sea que hay
depender de nuestras diferencias y destacarse en lo que eres bueno, a saber que hay
que preparar quien te sustituya pues nadie es indispensable, a saber esperar, a tratar
de ver más allá de lo inmediato y a reconocer tus potencialidades y tus
limitaciones. Y sobre todo a no darte por vencido aunque el cansancio te agote
pues hay una misión que cumplirii.
Recuerdo la guerra de Vietnam y como trataron a nuestros soldados a su
regreso. Cuando surgió la primera guerra del Golfo Pérsico juré que mientras
pudiera nuestros soldados serían despedidos y recibidos con dignidad y aprecio.
Organizamos y asistimos a todas sus actividades y pusimos en vigor oficinas de
apoyo a sus familias y de envío de cartas y regalos que se nunca olvidarán.
A esos hombres y mujeres que al igual que nuestros padres están en frente
de la batalla hoy vaya nuestro testimonio de aprecio. A sus familias que sirven
junto a ellos en el frente del hogar y del silencio vaya nuestro abrazo fraternal.
Cada día de soledad parece un mundo. Solo el consuelo del deber y del cariño de lo
que vale su servicio alienta cada atardecer.
Un febrero de 1951, frente a las muertes de nuestros soldados en Corea
advino un momento especial cuando se otorgó a una viuda la Estrella de Plataiii.
Para aquellos a los que mis palabras no puedan brindar consuelo deseo compartir el
sentido sentir de quien supo darle vuelo al pensamiento, dijo así Doña Inés
Mendoza de Muñoz Marín
“Sobre su luto lleva usted la Estrella de Plata…
“La muerte es fuerte; pero el amor es más fuerte que la muerte. Me parece
oír que clama su corazón y clamarán mañana otros corazones rotos que recuerdan
su amor diciendo “ Oh quien me diera el saber donde poder hallarle!” Como el
alma vive más en quien ama que en sí mismo, no hay más que una manera de
encontrar lo que hemos perdido en el amor muerto: es reencarnando en cada ser, en
cada niño, en cada mujer que nos rodea el afecto que perdió su cuerpo amado para
que no muera el amoroso sentirse y entenderse de los hombres que lleva el gozo
de la paz y mantiene colmados los manantiales de nuestro heroísmo. Este vivo
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sentir será el mejor monumento que podremos levantarle a los héroes del 65,
Señora.” iv
(A Doña Consuelo Rosario de Cruz, viuda de Juan Cruz Alicea, febrero
1951.)
Cuando iniciamos el camino hacia el Cementerio Nacional de Hato
Tejas junto al cuerpo de mi Padre, con el indecible dolor de su hijo, ante
la lluvia que nos acompañaba, pude ver la imagen de un ser, en medio de
la carretera, mojándose y saludando en atención a quien ya estaba en el
infinito, y hoy, aquí en Yauco, ese hijo agradecido, saluda a todos los
seres que merecieron un corazón púrpura sobre el lado izquierdo de su
uniforme para defender la libertad y que nos legaron sus cuerpos y sus
vidas para nosotros poder vivir las nuestras.
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Ver Arturo Morales Carrión, Puerto Rico and the United States, The Quest for a New Encounter, Editorial
Académica, San Juan, (1970) página 53, nota 10.
“Fire according to the plan”. Cuando llegué a la Compañía 429 de la Reserva en enero de 1977 nunca olvidaré al
Capitán Rafael Nazario en su bienvenida haciendo alusión a que no importaba quien fuese el Teniente Acevedo,
aquí es un oficial y un soldado y eso es lo único que se va a tomar en cuenta. Y así fue. Por 23 largos años.
En el tercer “drill” me dieron la misión de ir a dirigir el campo de tiro en Salinas con los “straglers” (los
que se habían colgado o faltado el día que los tocaba el ejercicio de tiro) de todas la unidades. Les indiqué que yo
era un oficial cuya especialidad era AG (Adjuntant General es mi “branch”) o sea órdenes, testamentos, seguros,
identificaciones, “rest and recreation” etc.. Me dijeron, aquí todo el mundo pasa por lo mismo, así que arrégleselas
para que no hayan accidentes que usted está a cargo. Y además “vaya donde al Sargento Mayor Juan Monserrate y
siga lo que él le diga y no va tener problemas. Con el corazón a punto de explotar fui a ver al famoso “Monse”. Ya
pasaban por mi mente los tiros fuera de sitio y los posibles accidentes. Que corta iba a ser mi carrera militar. El
Sargento Mayor me explicó que existía un Manual y que si uno se mantenía con él no fallaba y su experiencia de 35
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años así lo atestiguaba. Me dijo que lo primero que tenía que hacer era dar un regaño fuerte al empezar el día
incluyéndolo a él. Yo protesté, pero ese día él no se movía y me enviaba soldados diciéndome que hacía falta lo que
hablamos. Bueno, me dije, que injusticia regañar al que lo hacía bien. Pero él sabrá lo que hace. Y tremendo regaño
di. Monse, se reía de contento; tenía razón, el “range” corrió como un reloj. Siempre recordaré sus palabras
“Teniente, aquí no se viene a improvisar “fire according to the plan”. Todavía, a cada rato me paso diciendo “ready
on the left ?, ready on the right? the fire line is ready….”. Que tremenda lección.
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El Lcdo. William Feliciano, uno de los líderes de la Legión Americana en Puerto Rico, en carta de 25 de mayo de
2009, nos aporta estos significativos datos sobre la participación de nuestros soldados en los principales conflictos:
Primera Guerra Mundial:
Sirvieron: 18,000
Heridos:5
Fallecieron: 1
Segunda Guerra Mundial:
Sirvieron: 65,034
Heridos:165
Fallecieron: 33
Conflicto de Corea:
Sirvieron: 61,000
Heridos: 3,049
Fallecieron: 756
Conflicto de Vietnam:
Sirvieron: 48,000
Heridos:3,000
Fallecieron:332
Conflicto del Golfo Pérsico:
Sirvieron:4,300
Heridos:
Fallecieron: 1
Total: ( No incluye Afganistán ni Iraq)
Sirvieron: 197, 034
Heridos:6,219
Fallecieron: 1,124
iv
El original se encuentra disponible en la Fundación Luis Muñoz Marín.
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