programa de atención jurídico social

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III JORNADAS S. I. A. D.
“1.989/2.001 DROGODELINCUENCIA / JUSTICIA ¿AVANCES?
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Aso
Asociación Servicio Interdisciplinar de Atención a las Drogodependencias
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JORNADAS
“1.989/2.001 DROGODELINCUENCIA-JUSTICIA
¿AVANCES?
Organización, Coordinación y Dirección: Alicia Gañan y Berta Gordon
Colaboradores : Ángeles Díaz Alonso, Esther Fernández Martínez, Víctor Gañan Duran,
Alejandro Gañan Duran, Consolación García García, Julia García Rubio, Beatriz Guillén
Fermosel, Aranzazu Gutiérrez Herrero, Marta Jiménez Rodríguez-Lafora, Lucio Lazuén
Bartolomé, Mª José Martínez Lorente, Pilar Rodríguez Rodríguez, Pilar Sousa Checa, y
Carmen Varela Merchante.
S.I.A.D.
Madrid, 24, 25 y 26 de Octubre 2.001
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INDICE
Pags.
•
Presentación .....................................................................................
2
•
Inauguración ....................................................................................
4
•
Conferencia Inaugural ....................................................................
11
•
Mesa Redonda I
“Las medidas penales en relación con la drogodelincuencia ................
35
• Mesa Redonda II
“La evolución del fenómeno de las drogodependencias” .......................
•
Mesa Redonda III
“Prisión/Tratamiento ¿dentro o fuera?.........................................
•
139
Mesa Redonda V
“Drogodependencia y justicia en los medios de comunicación”............
•
97
Mesa Redonda IV
“Patología dual y justicia” ........................................................................
•
63
179
Mesa Redonda VI
“¿Qué se está haciendo en las distintas CC:AA:?”.................................
197
•
Clausura
............................................................................................
249
•
Títulos de comunicaciones ....................................................................
25
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PRESENTACION
Doce años de fructífera colaboración coordinación y relación entre instituciones,
han permitido avanzar en la gestión de programas de asesoramiento a Jueces y
atención al detenido drogodependiente.
El excelente y dedicado trabajo del equipo del SIAD en los Juzgados y Tribunales
Penales de Madrid, nos permite hacer una retrospectiva rigurosa de los cambios
operados en el tratamiento y perfil del drogodelincuente.
El compromiso de mejora y la experiencia acumulada ofrece un horizonte de
mejora. La Justicia y las personas, que por una u otra razón se ven inmersos en su
administrración, agradecen y aplauden esta iniciativa.
¡¡Felicidades!!.
FERNANDO FERNÁNDEZ MARTÍN
Magistrado Juez Decano de Madrid.
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Al organizar estas III Jornadas S.I.A.D.,
periodo comprendido entre 1.989 y 2.001
pretendíamos hacer un análisis del
y los avances realizados
en el
tratamiento de las drogodependencias, la delincuencia y la justicia.
Creemos que los objetivos se han cumplido, como queda reflejado en el contenido
de este libro.
Agradezco la participación de autoridades, ponentes, asistentes, personal de
seguridad etc. Por todos y cada uno de ellos han resultado unas Jornadas
interesantes.
Quiero hacer una mención especial de agradecimiento a todos los profesionales que
componen el Servicio de Asesoramiento a Jueces y de Información y Atención al
Detenido Drogodependiente (S.A.J.I.A.D.), por su colaboración en la organización
de las jornadas y por estar día a día cumpliendo como el mejor equipo.
Gracias a todos.
Alicia Gañan Barroso
Presidenta S.I.A.D.
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INAUGURACIÓN
JOSE Mª ALVAREZ DEL MANZANO
Alcalde de Madrid.
CARLOS LESMES SERRANO
Director General de Relaciones con la Administración de Justicia.
JOSE MANUEL TORRECILLA JIMENEZ
Gerente de la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid.
FERNANDO FERNANDEZ MARTÍN
Decano de los Jueces de Madrid.
ALICIA GAÑAN BARROSO
Presidenta de S.I.A.D.
Fernando Fernández Martín
Decano de los Jueces de Madrid.
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Buenos días amigas y amigos es un honor dar la bienvenida a estas Jornadas de reflexión.
Hace 12 años, patrocinado por el aquí presente Antonio García Paredes, entonces decano y hoy
presidente de la Audiencia Provincial, echó a andar una ambiciosa propuesta de asesoramiento
técnico especializado a jueces, sobre el entorno del drogodependiente;
de los detenidos
drogodelincuentes, así como las alternativas de tratamiento y reinserción. Además en esta
andadura se realizan atención a las familias, y entrevistas con personas ingresadas en centros
penitenciarios. En el año 94 se amplió con el análisis de drogas en orina y, mucho más reciente
y desde este mismo lugar se aborda la dispensación de metadona e incluso, la colocación de
parches de detección de drogas para el seguimiento de medidas de seguridad y/o permisos.
Culmina así una tarea, sin la cual los jueces que desarrollan su función, no entenderíamos ya
esta administración de justicia penal.
Se empezó con 5 juzgados de Instrucción y en la actualidad se trabaja con los 46 juzgados de
instrucción , los 27 de lo penal y las 11 salas de la audiencia provincial.
Ya que los jueces necesitamos dicho asesoramiento para entender los cambios efectuados en el
perfil del drogodelincuente, tratamientos alternativos, y la influencia de la droga en la
imputabilidad, creo que es nuestra obligación seguir alentando iniciativas como ésta.
Por eso desde aquí, el mejor foro para estas 3º jornadas y contando con la presencia de las
máximas autoridades colaboradoras en este proyecto, animo al Alcalde de Madrid, al Ministerio
de Justicia, a la Conserjería de Sanidad de la CC.AA. de Madrid y al Consejo del Poder Judicial
a continuar en esta línea.
En cuanto al equipo, que en todo este tiempo viene desarrollando un tenaz y excelente trabajo,
en un lugar tan difícil como es el 1º escalón de la Justicia, les animo a seguir adelante.
Esta coordinación entre instituciones, del que este Servicio es un claro exponente, es uno de los
caminos de la mejora que sin duda la administración de Justicia ha tenido en estos últimos años.
Les agradezco que hallan escogido esta casa para realizar estas Jornadas y espero que los
trabajos que se desarrollen en estos días sean motivo de satisfacción para todos.
Muchas gracias.
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José Manuel Torrecilla Jiménez
Gerente de la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid.
Buenos días a todos. En primer lugar agradecer la invitación y transmitirles las disculpas del
Consejero de Sanidad por no poder acudir a esta inauguración. El Consejero está perfectamente
informado de este Servicio, el cual desde la Consejería se considera un Servicio de extremada
utilidad, y como dice el Decano un ejemplo de coordinación entre instituciones.
Permítanme que les diga que me encuentro como en casa, ya que he ejercido 15 años como
médico forense.
Sé que no todas las Comunidades Autónomas tienen la suerte de tener un Servicio que supone
una garantía y una ayuda inestimable para los jueces y para el personal auxiliar que trabaja en el
ámbito penal. Es un autentico avance y excepcionalmente útil, probablemente, como todo, es
perfeccionable y se ha ido perfeccionando sin duda en estos años que lleva de andadura. Las
instituciones estamos, y creo poder hablar por las demás partes en este sentido, estamos
dispuestas a seguir alentando éste convenio precisamente por los buenos resultados que ha dado.
No quiero tampoco extenderme más,
por tanto únicamente expresar esa voluntad de
continuidad y de mejora si ello es posible, y agradecer a los profesionales que trabajan de una
manera muy dedicada, de una manera a veces no con todos los medios que se desearían, pero
que suplen con su profesionalidad las carencias que puede haber dentro de cualquier
administración.
Por tanto muchas gracias a todos los profesionales que trabajan en el SAJIAD, ánimo,
adelante y muchas gracias.
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Carlos Lesmes Serrano
Director General de Relaciones con la Administración de Justicia.
Quiero saludar especialmente al Excmo. Sr. Alcalde que preside este acto de inauguración, así
como al Sr. Decano y a las personas conocidas y amigas desde hace muchos años.
Cuando hablamos de drogodependencia, nos viene a la cabeza, a los que hemos trabajado en los
juzgados durante muchos años, ya sea como jueces ó como fiscales, dos tipos de delincuencia
muy diferentes. Una primera delincuencia para la que se debe exigir la mayor severidad, que es
la del traficante de drogas, aquel que se beneficia del drogodependiente para enriquecerse, y del
que yo creo que no debe hacerse ningún tipo de observación benévola del mismo; y un segundo
tipo de delincuencia, que es aquella que comete el drogodependiente y como consecuencia
precisamente de su drogodependencia; hacia el cual yo creo que no debemos observarla desde
esa severidad que observamos al traficante, sino desde una mayor benevolencia.
Indudablemente en los últimos años, o al menos desde que yo comencé mi ejercicio profesional
en ésta casa allá por el año 84, pues las cosas han cambiado mucho y desde luego han cambiado
a mejor. En el año 84,85,86, el drogodependiente que acababa llegando a los calabozos de la
plaza de castilla, era observado por nosotros, por los que trabajamos en esta casa, jueces ó
fiscales, con gran severidad normalmente, y lo veíamos estrictamente como un delincuente,
como mucho acreedor o merecedor de la aplicación de la entonces llamada atenuante analógica
del anterior código penal.
Sin embargo a lo largo de estos años, a lo largo de estos 15 o 16 años, las cosas han cambiado a
mejor. Hemos empezado a observar al drogodependiente que cometía delitos como
consecuencia de su enfermedad ( porque yo creo que no puede calificarse de otra manera) lo
veíamos ya no sólo como acreedor o merecedor de una sanción penal, de la respuesta punitiva
del estado, de la respuesta de la sanción, sino también visto como una persona que necesitaba
una especial asistencia social. Había que considerarlo como un enfermo y por lo tanto debíamos
efectuar desde esta misma casa, es decir, desde la justicia, unos comportamientos, unas
respuestas que no fueran las estrictamente punitivas.
Y en este marco de evolución es cuando han surgido iniciativas como la que dan lugar a estas
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jornadas, que originan el convenio de 1989 en el que participa no sólo el Consejo General Del
Poder Judicial sino también el Ministerio de Justicia, la Comunidad de Madrid y el Ayto de
Madrid; con el que se crean en esta casa servicios que no sólo están encaminados a dar una
respuesta penal, una respuesta punitiva y la consiguiente penitenciaria, sino una respuesta de
asistencia social. Y así se crea este servicio de asistencia, de asesoramiento a los jueces y de
información y atención al drogodependiente.
Como responsable en este caso del ministerio de justicia, no cabe otra cosa sino felicitarse por
este tipo de actividades, por este tipo de iniciativas, como es la celebración de estas jornadas
para las que yo deseo mucho éxito.
Muchas gracias.
Jose Mª Alvarez Del Manzano
Alcalde de Madrid.
Excmo. Sr. Decano, Excmo. Sr Director General, Director Gerente de la Agencia Antidroga.
Presidenta de SIAD, Presidente de la Audiencia Provincial de Madrid...
Como alcalde es muy importante tener presencia en éstas jornadas en donde se van a poner en
estudio, el funcionamiento y los efectos conseguidos a lo largo ya de 12 años, de aquellos
convenios que en principio firmamos en el año1989, el Ayto de Madrid, el Consejo del Poder
Judicial y el Ministerio de Justicia, para intentar solventar los problemas, las incidencias, que
desde el punto de vista judicial pudieran surgir en los drogodependientes.
En el Ayto de Madrid, desde el principio, hemos creído que la drogodependencia es un
problema social importantísimo que tiene problemas individuales, sociales, familiares y que
tiene una serie de incidencias, entre ellas como no, la que corresponde justamente a esta casa:
todas las incidencias de carácter judicial. Entendimos que era muy importante el intentar
solventar las consecuencias de las personas que, detenidas como consecuencia de la
drogodependencia, tenían unos problemas que muchas veces no podían resolver. El intentar en
definitiva, ayudar al conjunto de las personas que afectados por la drogodependencia, se veían
con una serie de problemas muy importantes.
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En el Ayto de Madrid, la drogodependencia la hemos considerado como un problema social
importante e intentamos abordarlo desde 3 puntos de vista distintos:
-
Desde el punto de vista de la prevención. Nosotros quisiéramos que no hubiese más
drogodependientes y hacemos esfuerzos y tenemos , como no, una enorme colaboración con
las organizaciones no gubernamentales que se dedican especialmente a este tema, para
evitar que crezca el número de personas adictas a las drogas por cualquiera de sus
procedimientos, sin distinguir drogas duras o blandas, sino intentando que ese número de
personas que caen desgraciadamente en la drogodependencia, no se incremente.
-
En segundo lugar, intentando remediar los efectos de los que ya están sumergidos en ese
mundo y por tanto, hacer todo lo posible para remediar todos los efectos de carácter
secundario que afectan a la persona, que le producen unas consecuencias importantes en su
entorno social, familiar, el conjunto de problemas que tienen aquí en esta casa.
-
Y por último, intentar luchar contra los que desgraciadamente inciden en el delito de
extender las drogas y en definitiva cometer uno de los daños mas importantes que a la
propia sociedad afecta, por tanto es el último problema el de la represión.
Nosotros como ayuntamiento, siempre queremos estar en la primera de las fases, en esa fase de
prevención, de ayuda y después en la segunda e intentar dar una salida a las personas que han
incurrido en ese mundo.
Cuando firmamos y creamos una comisión, creo que puede ser la primera en España, la
Comisión Antidroga, en donde intervienen una serie de personas junto con nosotros, intentando
abordar con decisión lo que significa la drogodependencia, por tanto nunca hemos estado con un
carácter pasivo sino por el contrario, hemos intentado ahondar en las consecuencias sociales que
tiene este problema y remediarlo en la medida de lo posible.
Allá en el año 1989, la firma de este convenio, hizo posible el abordar temas que hasta entonces
eran desconocidos, o se presentaban aquí personas que luego no sabían exactamente que
solución adoptar con carácter judicial.
En el año 1994 se incorpora también la Comunidad de Madrid, con lo cual completamos ese
círculo del que aquí ha hablado el juez decano que es, la coordinación entre administraciones y
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ahora se trata en estas jornadas de saber si se han cumplido o no los fines que entonces con
aquel primer convenio se intentaba lograr y si a lo largo de estos años hemos ido mejorando, y
entonces queríamos estudiar bien la gestión y el programa de asesoramiento a jueces, la
atención a los detenidos con problemas de drogodependencia, la intervención con internos de
centros penitenciarios y las necesidades formativas de los profesionales de ámbito jurídicopenitenciario y asistencial.
Y de eso se trata, de que ustedes en estas jornadas ahonden en estos objetivos.
Cuando en algunas visitas carcelarias he hablado con los internos que se han sometido a esos
planes de regeneración dentro de las propias prisiones, veo con satisfacción como se incorporan
a estos planes, y he hablado con muchas familias que han tenido aquí problemas y que han
visto que como consecuencia de la buena actuación del SIAD, han sido admitidos, y desde
luego en muchas ocasiones he hablado con jueces que han visto con una gran tranquilidad el
asesoramiento que se les puede prestar en unas materias que muchas veces, no necesariamente
pueden en un momento determinado olvidar.
Por tanto yo creo que estas jornadas son una especie de reflexión, un alto en el camino.
¿Estamos donde debemos estar? ¿Estamos cumpliendo con los objetivos que un principio se
lograron? ¿Vamos a seguir adelante?. Y yo creo que seguro que el resultado es positivo. Se ha
realizado, una buena actuación, se ha recorrido un camino con eficacia, las administraciones
estamos todas muy atentas a las consecuencias que puede tener la drogodependencia. Todos
unidos vamos a mejorar nuestra actuación Y a mí me parece, me lo decía antes el gerente de la
agencia antidroga, estamos en breve para firmar un nuevo convenio, todavía mejor, que
podemos sin duda alguna hacer en relación ha lo que hemos hecho
Ayúdennos ustedes con sus conclusiones, en estas jornadas tienen ustedes la oportunidad de
decirnos a todos como podemos mejorar, si hemos recorrido bien el camino y si debemos
continuar en el mismo. Yo espero y deseo que sea un éxito estas jornadas de las que todos nos
podemos beneficiar.
Muchas gracias.
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CONFERENCIA INAUGURAL:
“El ser humano que hay detrás de la droga”
ANTONIO GARCIA DE PAREDES
Presidente de la Audiencia Provincial de Madrid.
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ANTONIO GARCIA DE PAREDES
Presidente de la Audiencia Provincial de Madrid
Buenos días, señoras y señores, amigos y colaboradores:
Composición de lugar
Es difícil para mí llevar a cabo la exposición de la conferencia inaugural de un evento tan
específico y tan especial como el que aquí y ahora va a tener lugar; específico por la materia que
va a servir de tema a todas las intervenciones que se van a producir., especial por llevar dentro
de sí una conmemoración tan significativa como la de los 12 años que lleva funcionando en
estos Juzgados de Madrid la institución del SIAD.
Ambas realidades, aunque estrechamente vinculadas, tienen para mí un distinto peso, porque de
la droga o de la drogodependencia se puede hablar en cualquier ocasión. Pero celebrar un evento
como el que ha servido de razón a estas jornadas, no siempre se tiene la oportunidad de hacerlo.
Me refiero al repaso a la labor, callada y a la vez impresionante, que un equipo multidisciplinar
como el SIAD, capitaneado por Alicia Gañán y Berta Gordon, ha llevado a cabo durante doce
años con la colaboración de otros anónimos profesionales, no por ello menos importantes.
Por ello quiero que la primera parte de mi intervención se centre en el elogio a estas personas y
a este equipo. La sociedad en que vivimos no suele ser pródiga en alabanzas a las personas que
todavía se mueven entre nosotros. Parece que es necesario morirse para que surjan los
reconocimientos a la labor realizada.
En vida, amigos, en vida es cuando las personas pueden y deben ser receptoras del
reconocimiento y de la gratitud, SIAD se ha hecho acreedor a ambas cosas.
Al reconocimiento, porque la encomiable labor que ha realizado durante estos años se ha
asentado en un esfuerzo que sólo quienes han estado cerca habrán podido realmente calibrar.
Recuerdo la pequeña semilla de esperanza que supuso la llegada a los Juzgados de la Plaza de
Castilla del llamado SAJIAD. Una semilla en cierto modo temblorosa, porque se trataba ni más
ni menos que de asesorar a los Jueces. Tradicionalmente en la justicia el asesoramiento en
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materia de salud de las personas se había llevado a cabo por un Cuerpo de profesionales tan
arraigado como el de los Médicos Forenses. No se trataba de rivalizar con ellos, pero había que
trabajar junto a ellos, experimentados en el modo de examinar y en el modo de relacionarse con
los Jueces y en la forma de hacerse entender por los Jueces.
Se trataba, por otro lado, de proponer a los jueces medidas alternativas a la prisión, o dentro de
la prisión, que apenas si estaban esbozadas todavía dentro del Código Penal o de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal. Se trataba de un novedoso intento de introducir, dentro de la
estructura judicial, un sistema de asesoramiento e información hasta entonces nunca visto, ni
jurídicamente reconocido, pero imbuido (¡eso sí¡) de una honda preocupación y un innegable
afecto por ese ser humano que está detrás de la droga. Preocupación y afecto que –si se daes porque también delante de la droga hay unos seres humanos capaces de dar generosamente
sus horas y sus momentos de trabajo al bien de los demás.
Y es que estamos hablando no sólo de buenos profesionales, sino de buenas personas. Hoy
día que predominantemente se resalta el éxito profesional a través de la valoración del trabajo,
yo quiero llevar mi elogio más allá de lo aparente y centrarme en el corazón y en el alma de las
personas que desarrollan su trabajo en el SAJIAD. Porque es bueno congratularse de que
nuestra sociedad, nuestra justicia, nuestros conciudadanos puedan gozar de la presencia sutil y
silenciosa, casi anónima, de estas personas entregadas y magnánimas. La dedicación a quienes
se ven enganchados a la droga tiene un fundamento que va más allá del mero prestigio
profesional o de la compensación económica como sistema de vida. Aunque ya no esté de moda
hablar de vocaciones, hay algo en estas personas que las distingue dentro de ese bosque de
intereses en que hoy día se mueve gran parte de las personas que integran el mundo laboral.
Pero a esas condiciones o facultades de generosidad y entrega creo que es ineludible añadir la
condición femenina de las impulsoras del SAJIAD. Sin querer caer en la adulación fácil ni en
la lisonja oportunista, me atrevo a asegurar que si el SAJIAD salió adelante fue porque hubo
dos mujeres, dos grandes mujeres, en su inicio que demostraron un gran coraje, un gran espíritu
de sacrificio, y una gran capacidad de adaptación a las circunstancias y un afán de superación de
las adversidades. Sin apenas espacio, con muebles insuficientes o inventados, con escasos
consumibles de oficina…Todo era poco. Pero esa pequeñez contrastaba con la grandeza de la
ilusión y del coraje de estas mujeres. Hoy todo parece fácil y encarrilado. Pero sólo Alicia y
Berta saben lo que ha costado llegar hasta la cima en que ahora se encuentran.
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Sólo por respeto a su pudor detengo aquí mi reconocimiento y mi gratitud hacia ellas, dejando
pública constancia de la labor que han realizado y de la que, sin duda, seguirán realizando,
porque todavía tienen juventud y corazón para mucho tiempo.
El hombre que está detrás de la droga
Salvo aquellas personas que de modo directo experimentan o sufren la presencia de un
drogodependiente, el resto se limitan a formarse una idea a partir de los elementos informativos
suministrados por los medios de comunicación o los estudios reflejados en los libros y artículos
de prensa científica o de divulgación. Elementos que van desde la descripción psicosomática del
drogodependiente a la estimulación de la alarma social, pasando por las discusiones éticoeconómicas sobre la legalización o represión del tráfico y consumo de drogas.
La droga se ha tornado de un tiempo a esta parte en un fenómeno universal y general de perfiles
muy similares en todo el orbe, sea cual sea la sociedad o la cultura en que se examine, sea cual
sea el país, rico o pobre, en el que tenga lugar, sea cual sea el continente -desarrollado o
subdesarrollado- en el que incida.
Las apreciaciones, las valoraciones, las perspectivas que se ofrecen sobre el mundo de las
drogas son muy similares en todos los sitios y de fácil aplicación a cualquier país o sociedad.
De hecho fue en seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) donde empezaron a
surgir, después de la Segunda Guerra Mundial, las convenciones relativas al tráfico y consumo
de estupefacientes, como la Convención Única de Estupefacientes de Nueva York de 1961, el
Convenio sobre sustancias psicotrópicas de Viena de 1971 y la Convención contra el tráfico
ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas de Viena de 1988. Se pretendía con estas
Convenciones “contribuir a proteger la salud pública mundial mediante la prohibición y el
control de algunas sustancias a las que se atribuye propiedades insalubres”.
No voy a entrar aquí en la valoración del acierto o desacierto de este enfoque inicial de la lucha
contra el fenómeno de los estupefacientes... Sólo dejar apuntado que su tratamiento, desde la
perspectiva jurídica se inició y estuvo condicionado por este enfoque mundial inicial, con
pretensiones de aplicación en todo el planeta.
Pero es muy diferente tratar un tema desde la generalidad de las ideas a enfocarlo desde la
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perspectiva del principal afectado: el consumidor. En este momento lo que me interesa resaltar
es el trasfondo personalista del fenómeno de la droga en su dimensión de drogodependencia.
Acercarme a la realidad de consumidor final y la incidencia que la droga tiene en su persona,
en sus facultades, en su proyección personal, en su destino vital. (Algún autor ha destacado el
hecho de que en alguna de las Convenciones citadas, tan preocupadas por la explicación de
términos botánicos, químicos y burocráticos, olvidasen la explicación del concepto de
drogodependencia).
Por otro lado, como ha escrito recientemente un penalista español, “las drogas han sido
definidas desde distintos puntos de vista, haciendo hincapié en el aspecto que más interesaba al
autor de la definición. Y los puntos de vista son variados, pues las drogas implican muchas
cuestiones diferentes” (Carlos Suárez-Mira).
Ciertamente el ser humano, tanto en su aspecto personal como en su proyección social y
política, es una realidad poliédrica difícil de abarcar de un solo golpe de vista o de encerrar en
una sola idea o definición. Las repercusiones políticas, sociológicas, económicas, éticas,
jurídicas, médicas, ambientales... etc. de las actuaciones sumadas de cada uno de los individuos
del Planeta no dejan de repercutir sobre la individualidad de cada uno de ellos, haciendo más
difícil y compleja la comprensión total del fenómeno de la droga en un incidencia concreta
sobre una persona.
Es preciso, por ello, sumergirse en lo más hondo del fenómeno de las drogas para dar con ese
ser único, aislado, enfrentado a su propio destino, que es la persona concreta subyugada por la
adicción a una sustancia física determinada.
La pregunta fundamental sería, en mi humilde opinión, la de por qué cae un individuo en
la droga. (De la misma forma que la pregunta correlativa sería por qué un individuo debe
dejar la droga; que para eso parece que estamos aquí).
Tratar de responder a ella sería una tarea tan prometeica como la de intentar escribir el guión o
argumento de la vida de cada uno de los drogodependientes, ya que, por mucho que tratásemos
de ver similitudes en muchos de ellos, al final serán los propios condicionamientos personales
los que harán surgir una especificidad en cada individuo que no permitirá extrapolar
valoraciones o soluciones aplicadas a otros individuos. Lo mismo que no existe la clonación
humana, tampoco se pueden clonar las valoraciones ni las soluciones si queremos realmente
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atender a la demanda de salvación que surge de cada drogodependiente.
Por ello lo que me he propuesto con esta reflexión es simplemente plantear si el Derecho va por
el buen camino en el modo en que está tratando en fenómeno de la droga, no tanto en su
vertiente de tráfico cuanto en la vertiente del tratamiento jurisdiccional a quienes, por su
relación con la droga, viven un calvario personal directo o contextual. Porque cuando se habla
del “imperio de la ley” debemos atender a algo más que a la defensa del principio democrático
de que es preciso respetar la ley porque en la ley va ínsito el propósito de respetar y defender los
derechos de todos. Pero en ese intento de defender los derechos de todos (que no deja de ser un
propósito abstracto y genérico) importa muy mucho el que en la aplicación de la ley siempre se
salve al individuo concreto, a la víctima concreta, al perjudicado concreto.
La individualidad del hombre o de la mujer que, afectado por una drogodependencia, se ve
sometido o sometida a la actividad jurisdiccional no deja de presentar una naturaleza jánica: por
un lado, la cara del autor de un delito, por otro lado, la cara de una persona esclavizada por la
dependencia de la droga. Actor y víctima, a la vez. Esta especial condición exige que mientras
se le juzga, no se le destruya. Y asimismo que, mientas se le cura, no se deje de hacer justicia a
sus posibles víctimas.
Puede que estas reflexiones induzcan a algunos a repetir ese viejo tópico de que “tienen más
derechos los delincuentes que las víctimas”. Sería una reducción de los problemas a lo
puramente epidérmico o superficial. Los derechos son los que están descritos en las leyes y es
muy difícil encontrar en ellas situaciones en que la protección de unos deje desprotegidos a
otros. Sólo el desarrollo de los derechos, o el desarrollo de los procesos en que se defienden
esos derechos pueden dar la impresión, por su lógica temporalidad y sometimiento a la
historicidad, de que en un momento determinado sólo se está protegiendo a los autores de un
delito más que las víctimas de ese mismo delito. El sistema penal debe ser valorado en su
totalidad, en su desarrollo íntegro, desde la denuncia al juicio pasando por el procesamiento y
desde la apertura de la pieza de responsabilidad civil hasta la satisfacción de la víctima, sin
olvidar el tiempo que va desde la condena hasta su ejecución penitenciaria.
Itinerario legislativo
Internacional
En el tratamiento o consideración de los drogodependientes, ha habido dentro del campo del
Derecho un escalonamiento que ha ido desde la criminalización extrema hasta el acercamiento a
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la realidad sanitaria y personal de aquél.
Si se examinan los textos jurídicos internacionales de mediados del siglo XX (del que hay
que recordar que además de ser el siglo de las grandes guerras, de los totalitarismos, del
descubrimiento del ADN.. etc. fue también entre otros el siglo del inicio de la lucha contra
la droga como fenómeno general), se puede comprobar que en una primera época no se
prestaba una especial atención a los destinatarios finales de ese tráfico que se pretendía
sofocar.
Ya en 1912, la Convención de La Haya de 23 de Enero de 1912, firmada y ratificada por
nuestra nación meses después, se proponía impulsar a los países signatarios a dictar “Leyes o
reglamentos para intervenir la producción y la distribución del opio en bruto”. En 1925 se
firmaría en Viena un Segundo Convenio “sobre restricción en el tráfico del opio, morfina y
cocaína”. Siguió luego otra Convención en Ginebra en 13 de julio de 1931 sobre “fabricación
y reglamentación de la distribución de estupefacientes”. A los que siguieron otros a lo largo de
la primera mitad del siglo.
En realidad esa proliferación de convenios internacionales generó la necesidad de unificar esa
dispersa normativa y ello dio lugar
a la CONVENCION UNICA DE 1961, SOBRE
ESTUPEFACIENTES, firmada en NUEVA YORK EL 30 DE MARZO. En la que, si bien la
mayor parte de sus exposiciones y acuerdos se centraban en la descripción y clasificación de las
drogas así como en las medidas a adoptar para su control, en el artículo 38 se acordaba
“REQUERIR A LAS PARTES PARA ESTABLECER EN SUS CIRCUNSCRIPCIONES LOS
TRATAMIENTOS Y TERAPIAS QUE ESTIMEN NECESARIOS PARA LA REHABILITACIÓN
DE TOXICOMANOS”.
Diez años más tarde, y bajo los auspicios de las Naciones Unidas, se aprobaría el CONVENIO
DE VIENA DE 1971 SOBRE SUSTANCIAS PSICOTROPICAS, en el que se seguían en
gran medida las pautas de la Convención Única. Al año siguiente, en el Protocolo de Ginebra
de Modificación de la Convención Única, a la vez que se reforzaban las medidas de lucha contra
el tráfico de drogas con una cooperación más eficaz de los organismos internacionales
involucrados en ella, se introducían para los infractores de delito de esta naturaleza que, a su
vez, eran drogodependientes tratamientos de rehabilitación a determinar por los Estados que
resolvieran sobre su culpabilidad.
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El 20 de diciembre de 1988 se firmó en Viena la CONVENCION DE LAS NACIONES
UNIDAS CONTRA EL TRAFICO ILICITO DE ESTUPEFACIENTES Y SUSTANCIAS
PSICOTRÓPICAS, del que se ha dicho que constituye la llave maestra que ha propiciado la
modernización de la Convención Única. En el punto que nos interesa, se contempla en la
Convención –en línea con lo ya iniciado por el Protocolo de modificación de la Convención
Única de 1961- una consideración al delincuente toxicómano, con la posibilidad de que la
declaración de culpabilidad pueda sustituirse por medidas de seguridad, en el orden
rehabilitador. Luego veremos la incidencia que ello tuvo en nuestro ordenamiento jurídico
penal. De hecho esta Convención propició el que muchos Código Penales, en especial los de
corte europeo, comenzarán a ser modificados de forma significativa en esta materia.
Al cabo de los diez años de la Convención Única, la Asamblea General de la ONU celebró una
sesión extraordinaria sobre drogas el 10 de junio de 1998. Se trataba de ver los resultados del
últimos decenio. Desafortunadamente no hubo un apartado especial dedicado a los resultados en
el tratamiento de los delincuentes toxicómanos, aunque sí se propició el descenso de la
demanda, a través de la educación, la información y otras medidas preventivas.
No dejaré de resaltar que tuvo que ser desde la Organización Mundial de la Salud desde
donde, en 1964, se ofreciese una definición de “toxicomanía”, en los términos siguientes:
“Aquel estado psíquico y a veces físico, resultante de la interacción de un organismo vivo y de
la droga, caracterizado por un conjunto de respuestas comportamentales, que incluyen la
compulsión a consumir la sustancia de forma continuada, con el fin de experimentar sus efectos
psíquicos o en ocasiones de evitar la sensación desagradable que su falta ocasiona”.
Salvo algunas pinceladas de humanismo concreto, la mayor parte del tapiz jurídico relativo a las
drogas está integrado por la preocupación por el cultivo, la elaboración, el transporte y la
distribución y comercio de las drogas. Es bastante tardía la preocupación por el toxicómano que
a la vez delinque por causa de su adicción. De manera que las normas penales apenas si
distingue entre los individuos que, a distinto nivel, se dedican al tráfico o caen en el tráfico de
droga. La preocupación por la “salud pública” es justificación suficiente para meter en el mismo
saco a todo delincuente relacionado con el tráfico de drogas. Además, el contorno de
inseguridad ciudadana que generaba ese tráfico y el sostenimiento de las consecuencias de ese
tráfico hacía olvidar o empalidecía en gran manera cuál era la realidad personal que subyacía a
todo ese fenómeno. Habría que llegar casi a la última década del siglo 20 para que empezara a
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emerger la preocupación por el “hombre” que está detrás de la droga.
Nacional
Como ha señalado Conde-Pumpido, en nuestro país “originariamente, los únicos problemas
penales que interesaban en relación con las drogas, se referían a los que planteaba la
interpretación del artículo 344 y siguientes del Código Penal. Desde el inicio de la década de
los 80, ante el desarrollo de la delincuencia funcional, empezó a plantearse el problema de la
responsabilidad penal del drogodependiente, no en cuanto tal, sino como autor de hechos
delictivos relacionados con la necesidad de conseguir los medios con que adquirir la droga”.
Y es que en España se pasó de una legislación restrictiva y de una jurisprudencia rigurosa a una
normativa (CP 95) más respetuosa con la condición del drogodependiente.
Los casos de actuación bajo los efectos de la droga podían enfocarse desde la perspectiva de la
embriaguez, y los del síndrome de abstinencia desde la perspectiva del trastorno mental
transitorio. Pero el grueso de los hechos delictivos funcionalmente relacionados con la droga,
no se cometen en tales estados (pese a lo que se refleja en muchas sentencias) sino cuando los
efectos se han terminado y antes de que el síndrome llegue, precisamente para evitarlo.
En una Sentencia de 16 de septiembre de 1982 el Tribunal Supremo afirmaba que “el
problema de la reprochabilidad de los toxicómanos que cometen un delito bajo el síndrome de
abstinencia, no hay que situarlo en el momento en que el sujeto, al ejecutar el hecho punible
carece de volición, sino que es preciso retrotraerlo al instante en que, gozando de plenitud de
raciocinio y de capacidad de decidir, resolvió continuar y proseguir la cadena de drogadicción
y de consecuente delincuencia”. No deja de sorprender la seguridad con que el TS distingue
formas y momentos en la conducta humana no solo en general sino respondiendo a situaciones
concretas del individuo enjuiciado. ¿Quién puede afirmar de una persona toxicómana en qué
momentos está en plenitud de raciocinio o en plena capacidad de decidir? ¿Puede un tribunal,
desde la mera lectura y análisis de las declaraciones de imputados, testigos e incluso peritos
llegar a conocer la verdadera situación psicofísica de un toxicómano en el momento de cometer
un delito?
Tal vez esa imposibilidad, tácitamente reconocida, hizo al Tribunal Supremo caminar hacia
otros criterios de distinción de las conductas, en relación sobre todo con el síndrome de
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abstinencia, apuntado hacia la figura penal de las “acciones libres en la causa”. Pero sin
ofrecer tampoco una respuesta satisfactoria a los interrogantes que la conducta humana normal
(¡cuánto más la de los drogodependientes ¡) suscita sin cesar.
Así en la STS de 10-7-1985 se decía en relación con el síndrome de abstinencia que“...el
drogadicto es consciente de que se le van a presentar una y otra vez los estados carenciales
y, a pesar de ello, lejos de acudir a buscar su desintoxicación o deshabituación, prefiere
ampararse en una inimputabilidad que él mismo ha provocado siguiendo la cadena de
drogadicción y consecutiva delincuencia”.
Se proponía con ello el Tribunal Supremo incluir el síndrome de abstinencia entre las acciones
de “liberae in causa”. Cosa que se le ha criticado desde algún sector de la doctrina
(R.Mourullo, del Rosal, Conde Mir), dándose origen a una discusión doctrinal en la que, para
afinar más en la solución del problema, llegó a distinguirse entres acciones libres en las causas
dolosas y acciones libres en la causa culposas.
Pero como ha señalado también la doctrina, está absolutamente claro que la situación del
drogodependiente no puede ser incardinada dentro de la categoría de las acciones libres en la
causa dolosa. Y respecto de una posible actuación culposa también afirma que “no está tan
claro que se pueda hablar de que los sujetos se hayan colocado, dolosa o imprudentemente, en
situación de inimputabilidad pudiendo prever la comisión de delitos. Las razones por las que un
individuo toma la primera dosis de droga y, luego, se hace adicto, son múltiples, complejas y,
en ocasiones, sumamente difíciles de comprender y determinar”.
Por otro lado la experiencia dice que una vez que el individuo se ha convertido en adicto, la
carencia de la droga le lleva a esa situación desesperada de búsqueda, por cualquier medio, del
estupefaciente.
Pero el Tribunal Supremo lo resolvía diciendo que “Son cuestiones que hay que ponderar con
suma cautela y con singulares tiento y tacto, toda vez que, por una parte, una solución
permisiva y exonerativa favorablemente enjuiciadora, conduciría irremisiblemente a la
concesión a los drogadictos de una patente de impunidad de nefastas consecuencias para la
sociedad”
.
Ese rigorismo de primeros de los 80 se fue atenuando de manera que tanto el Tribunal
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Supremo como las Audiencias Provinciales comienzan a aplicar en estos casos las tres
respuestas jurídicas que permitía el ordenamiento: la eximente, la eximente incompleta y la
atenuante analógica. Simultáneamente se inicia el reconocimiento de que la verdadera situación
del drogadicto no es posible conocerla si el Tribunal no dispone del informe pericial oportuno.
“Sería deseable... que el Tribunal dispusiera de un exhaustivo informe pericial, pues el carácter
de gravedad de los síntomas de abstinencia cuando se suspende el uso de la droga depende de
muchos factores, como la clase de droga en cuestión (opiáceos, alucinógenos, etc.), dosis diaria
total utilizada, la duración del uso, el intervalo entre dos dosis, la salud y la personalidad del
adicto, día del síndrome en que se encontrara, etc. Este informe pericial permitiría a los
Tribunales el conocer con exactitud posible los hechos, juzgar con conocimiento de causa, pues
determinar en qué medida es o no imputable el drogadicto, que bajo el síndrome de abstinencia
incide en delitos para proporcionarse directamente la droga, o dinero para obtenerla, es
pregunta de difícil contestación.
De momento se trata de una llamada a la colaboración de los peritos sólo para el momento del
juicio y en vistas a determinar el grado de imputabilidad del sujeto. Todavía no se está hablando
de tratamiento, ni de medida de reinserción, de ni rehabilitación. El grado de humanización de la
jurisdicción penal alcanza al individuo como sujeto de juicio, pero no en su contexto total
(persona inmersa en el mundo de la droga) del que precisamente surge la dinámica delictiva.
De manera que ya superada la década de los 80, el Tribunal Supremo (STS de 11 de junio de
1991) todavía mantenía que no era suficiente la mera adicción a las drogas, sin más
especificaciones, para apreciar automáticamente la limitación de responsabilidad. Por lo que era
conveniente consignar en todo caso en los hechos probados el grado de afectación de la
capacidad de inteligencia y control de la voluntad.
Ahora bien, a la par que se luchaba por un enjuiciamiento más humano del drogadicto teniendo
en cuenta todas las circunstancias psicofísicas que podían influir en la determinación libre y
consciente de su conducta, se planteaba también la necesidad de que las consecuencias de la
condena: la pena (y sobre todo el sistema penitenciario), aplicadas al drogadicto fuesen en
consonancia con aquellas condiciones peculiares, de manera que su vivencia bajo el paraguas
del Estado (en un centro penitenciario cerrado) no fuese no sólo a no resolver sino incluso a
agravar aquella adicción que había estado a la base de su actuación delictiva.
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Según se ha señalado por la doctrina, prácticamente hasta la Reforma operada por la L.O. de
24 de marzo de 1988, el Código penal no conocía ninguna disposición específica de evitación
del cumplimento de la pena por parte de los toxicómanos delincuentes. De ahí que, con
anterioridad a la dicha reforma, por parte de algunos Tribunales se utilizase como vía de escape
el artículo 9.1 del Código Penal reformado de 1983, que en los supuestos de eximente
incompleta permitía acordar la medida de internamiento.
Esta Reforma, que fue criticada por muchos al considerarla como corta o de difícil aplicación,
preveía en el artículo 93 bis la aplicación a los drogadictos delincuentes del beneficio de la
remisión condicional, cuando la condena a pena privativa de libertad no excediese de dos años,
siempre que se diesen –y aquí venía el objeto de la crítica- los siguientes requisitos o
circunstancias:
Que se declare probada en la Sentencia la situación de drogodependencia del sujeto, así como
que la conducta delictiva fue realizada por motivo de tal situación.
Que se certifique suficientemente, por centro o servicio debidamente acreditado u homologado,
que el reo se encuentra deshabituado o sometido a tratamiento para tal fin en el momento de
concederle el beneficio.
Que el sujeto no sea reincidente ni haya gozado con anterioridad del beneficio de la remisión
condicional.
A ello se añadía no sólo el control que el Tribunal vendría a ejercer sobre la evolución del
tratamiento, sino que prácticamente venia a exigirse el “éxito ineludible del tratamiento”,
porque en dicho precepto se seguía disponiendo que: “La suspensión de la ejecución de la pena
quedará condicionada a que el reo no delinca en el período que se señale, así como a que no
abandone el tratamiento .Cumplido lo anterior, una vez transcurrido el plazo de suspensión y
acreditada la deshabituación del reo, el Juez o Tribunal acordará la remisión de la pena. De lo
contrario, ordenará su cumplimiento”
.
No cabe duda de que, pese al avance que suponía esta Reforma de 1988, los términos en que se
pronunciaba reflejaban todavía un acentuado rigorismo, inspirado sin duda por el temor de que
ese beneficio legal, aplicado generalizadamente a los drogodependientes, pudiera convertirse en
un atajo para muchos delincuentes o en una vía indirecta de impunidad de los delitos cometidos
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en el ámbito de la droga.
Como puede verse –a pesar de los avances que sin duda se dieron en la jurisprudencia y la
legislación en los años 79 y 80- no resulta satisfactoria la traducción de aquel único artículo el
38, de la Convención Única de 1961, que, en medio de la gran preocupación por el tema de la
elaboración y comercio de la droga, se preocupaba por el individuo drogodependiente y requería
a los Estado para que estableciesen en sus circunscripciones los tratamientos y terapias que
estimasen necesarios para la rehabilitación de los toxicómanos. Está visto que es más fácil
luchar por la “humanidad en general” o por la “salud pública” en general, que atender al
individuo concreto que al final es juzgado y condenado como consecuencia de las ataduras que
lo han vinculado a aquel circo vertiginoso y obnubilante de la droga.
Durante décadas se legisló y legisló sobre la droga, pero a duras penas iban apareciendo
preceptos que apostasen por la atención al hombre que estaba y sufría detrás de la droga. Y en la
jurisprudencia, ese lugar donde el hombre es juzgado por el hombre, sólo a golpe de proceso y
de caso concreto se iba rasgando el telón de la incomprensión –en el sentido de falta de
comprensión total de cuanto el hombre y su conducta significan-. Hoy, a poco más de veinte
años de la eclosión de la droga en nuestra sociedad y en nuestro ordenamiento jurídico, vemos
con desazón y reproche algunas de las reacciones públicas ante el fenómeno de la droga. Y, aún
a pesar de los avances, presentimos la necesidad de ahondar aún más en el contenido humano
del Derecho.
En la actualidad, y fruto de todo ese movimiento de aceptación y comprensión de la dimensión
profunda del individuo humano que ha caído en la droga y que como consecuencia de ello cae
en el delito, parece que hemos subido un peldaño más en la humanización del Derecho Penal.
Son tres, pues, los ámbitos en los que la atención hacia el drogodependiente debe acendrarse y
perfeccionarse:
.el del enjuiciamiento
.el del tratamiento penitenciario
.el de la asistencia permanente
Actualmente en nuestro ordenamiento jurídico podemos detectar la siguiente situación:
En lo relativo al enjuiciamiento. El Código Penal de 1995, atendiendo a las directrices
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marcadas por la normativa internacional antes citada –dice F.Sequeros- ha incorporado de
manera expresa junto a la intoxicación derivada del consumo de debidas alcohólicas, las
toxicomanías como circunstancia que puede modificar la responsabilidad criminal, bien
eximiendo totalmente la misma, bien aminorando ésta. Así en el artículo 20, apartado 2º, se
dispone que están exentos de responsabilidad criminal “El que al tiempo de cometer la
infracción penal se halle en estado de intoxicación plena por el consumo de bebidas
alcohólicas, drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas u otras que produzcan
efectos análogos siempre que no haya sido buscada con el propósito de cometerla o no se
hubiere previsto o debido prever su comisión, o se halle bajo la influencia de un síndrome de
abstinencia, a causa de su dependencia de tales sustancias, que le impida comprender la
ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión”.
Como señala también F.Sequeros, a partir de la entrada en vigor del Código penal de 1995
“resulta innecesario decir que los Tribunales tendrán que dejar de hacer uso de los socorridos
paralelismos que hasta esa fecha se hacía necesarios con el trastorno mental transitorio, las
eximentes incompletas relacionadas con el mismo y las analógicas contempladas en el Código
penal antiguo. A partir de aquí, el grado de responsabilidad atribuible a cada individuo concreto
dependerá, entre otras coordenadas, de la distinta clase de toxicómano en que esté incardinado
(F.Sequeros habla de “toxicómanos accidentales”, “toxicómanos naturales”, “toxicómanos
criminales”, “toxicómanos compensados”) y de la diferente entidad de la toxicomanía (puede
tratarse de “toxifrenias”, de “intoxicaciones plenas”, o de “intoxicaciones menos plenas”).
Como puede verse el CP 95 ofrece un amplio campo para la valoración de la conducta personal
del acusado, pero no cabe duda de que la determinación y ponderación de la incidencia de la
droga en la conducta no podrá hacerse sólo desde el buen criterio del tribunal sino sobre el
apoyo de un buen informa pericial, quizá no sólo psicológico o psiquiátrico sino
multidisciplinar o conjunto.
En lo relativo a la penalidad aplicable. Los avances humanísticos en la contemplación y en la
consideración de la persona drogadicta a la hora de ser enjuiciada por una conducta delictiva
derivada de esa propia condición de toxicomanía, requería ser completada y continuada con una
especial consideración de las consecuencias que el Estado decidiese aplicar a la responsabilidad
por el hecho delictivo. El CP 95 abandona el sistema monista (según el cual al delito siempre
corresponde la pena, privativa de libertad o restrictiva de derecho) e implanta un sistema
dualista, en el que –según sea el origen de la responsabilidad- aplica una pena o una medida de
seguridad.
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Incluso la medida es concebida de modo diferente a como lo era con anterioridad. Antes la
aplicación de la medida se hacía en atención a la peligrosidad del sujeto (lo que dejaba un
amplio margen a la arbitrariedad y al control político previo de las personas). Ahora, bajo la
inspiración de la Constitución y de la doctrina constitucional, la peligrosidad no será entendida
en un sentido potencial y abstracto, sino en estrecha relación con la comisión previa de una
infracción delictiva. Lo que supone un gran avance en la valoración del sujeto drogadicto y una
exclusión de prejuicios arbitrarios. Así se desprende del artículo 6.1 CP que dispone que “las
medidas de seguridad se fundamentarán en la peligrosidad del sujeto al que se impongan,
exteriorizada en la comisión de un hecho previsto como delito”. El problema estará, luego, en
cómo determinar el límite o el ámbito de esa peligrosidad. Los autores la traducen en
“probabilidad de cometer nuevos delitos”. Ahora bien, no se puede dejar al buen sentido del
Juez (no siempre garantizado) la determinación de cuándo subsiste o desaparece esa
probabilidad. De nuevo surge aquí la necesidad de acudir a los técnicos, a los peritos. De ahí
que el propio Código Penal, en el artículo 97, imponga al Juez de Vigilancia Penitenciaria
“valorar los informes emitidos por los facultativos y profesionales que asistan al sometido a
medida de seguridad y, en su caso, el resultado de las demás actuaciones que a este fin
ordene”. Sobre el tipo de medidas contempladas en el Código Penal, sabido es que el artículo
96 distingue entre medidas privativas de libertad y medidas no privativas de libertad. Y el
artículo 105 explicita aún más las medidas de seguridad, tales como “la sumisión a tratamiento
externo en centros médicos o establecimientos de carácter socio-sanitario”, la “custodia
familiar”.
Todo lo cual permite que la especial consideración que respecto a la imputabilidad del
drogodependiente se realiza en la fase de enjuiciamiento, se alargue luego a la fase de condena o
de ejecución de la pena, mediante la sustitución por la medida de seguridad o el tratamiento
alternativo, teniendo en cuenta las especiales circunstancias que concurran en el individuo. Nos
acercamos así, en el campo del Derecho, a la persona que está detrás de la droga. No sólo se
enjuicia y se castiga una conducta. Se intenta que con el castigo, se propicie un remedio a la
situación primordial del delincuente drogadicto, procurando restaurar su situación al momento
anterior –si es posible- al que se inició en el consumo de las drogas. Lo cual no es nada fácil,
por cuanto que el proceso de normalización pasa por distintas fases que algunos autores –v.g.
Repetto- han reducido a las siguientes:
-Desintoxicación.
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-Deshabituación
-Recuperación psíquica
-Recuperación orgánica
-Reinserción a la sociedad
Algo de ello se contempla en el actual Código Penal, cuando en el artículo 102 dispone que:
“A los exentos de responsabilidad, conforme al nº 2 del artículo 20, se les aplicará, si fuere
necesaria, la medida de internamiento en centro de deshabituación público, o privado
debidamente acreditado u homologado, o cualquiera otra de las medidas previstas en el
apartado 3 del artículo 96. El internamiento no podrá exceder del tiempo que habría durado la
pena privativa de libertad, si el sujeto hubiese sido declarado responsable, y a tal efecto el Juez
o el Tribunal fijará ese límite máximo en la sentencia”.
Como puede verse se trata de una medida opcional, no impuesta, que –como siempre- deberá
ser decidida por el Tribunal previos los informes periciales oportunos.
En lo relativo al tratamiento penitenciario. No se pueden olvidar los casos en que, por no
haberse apreciado en el enjuiciamiento del drogodependiente la eximente completa o
incompleta o la atenuante, el cumplimiento de la pena impuesta deba seguir la misma pautas que
la de los condenados ordinarios.
A este respecto hay que reconocer que tanto la Ley Orgánica General Penitenciaria como el
Reglamento Penitenciario prevén la existencia de dispositivos de atención para los reclusos
drogodependientes. Así por ejemplo la LOGP contempla la existencia de “establecimientos
especiales”, además de los establecimientos de preventivos y de los establecimientos de
cumplimiento de penas. Y más en concreto el artº 11, dedicado a esos establecimientos
especiales, indica que:
“Los establecimientos especiales son aquellos en los que prevalece el carácter asistencial y
serán de los siguientes tipos:
.Centros hospitalarios
.Centros psiquiátricos
.Centros de rehabilitación social, para la ejecución de medidas penales, de
conformidad
con la legislación vigente en la materia.
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Y el artículo 37 b) de la LOGP impone la obligación de que todos los centros estén dotados de
“Una dependencia destinada a la observación psiquiátrica y a la atención de los toxicómanos.”
Y el artículo 116 del Reglamento Penitenciario prescribe en sus tres primeros apartados los
programas de actuación especializada dedicada a los toxicómanos.
A todo ello cabe añadir, la posibilidad de la suspensión del cumplimiento de la pena
privativa de libertad (prevista en el artículo 81 CP) cuando el delito haya sido cometido por
un drogodependiente. Así dispone el artículo 87 que:
“1. Aun cuando no concurran las condiciones 1ª y 2ª previstas en el artículo 81, el Juez o
Tribunal, con audiencia de las partes, podrá acordar la suspensión de la ejecución de las penas
privativas de libertad no superiores a tres años de los penados que hubiesen cometido el hecho
delictivo a causa de su dependencia de las sustancias señaladas en el número 2º del artículo
20.”
Aunque la valoración doctrinal de este precepto ha sido desigual. Manzanares Samaniego la
considera excesiva, teniendo en cuenta que ha habido un favorecimiento anterior con la
atenuante. Mientras que Mapelli Cafarena estima que su aplicación será restringida por la
acumulación de actividades delictivas que se suelen dar en estos procesos y las graves penas que
se aplican a este tipo de delitos.
Valoración provisional
Desde aquel requerimiento a la preocupación por el toxicómano que veíamos en el artº 38 de la
Convención Única de 1961 hasta ahora se puede decir que se ha recorrido un largo camino,
quizá excesivamente largo, hasta conseguir que el Derecho proclame y plasme en preceptos
concretos una preocupación adecuada y directa hacia esos hombres y mujeres que están detrás
de la droga y detrás de la mera estadísticas de delitos cometidos en relación con la droga.
Pero, como suele decirse, “el hambre no puede ser eliminada por decreto”. Las buenas
intenciones y las extraordinarias posibilidades que el ordenamiento jurídico ofrece han de ser
llevadas a la realidad y no precisamente, o exclusivamente, por los profesionales del Derecho
(jueces, fiscales y abogados, fundamentalmente) que se ocupan de la instrucción y del
enjuiciamiento de los delitos.
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A la humanización del Derecho tiene que seguir la humanización de los medios que hacen
posibles los postulados del Derecho.
Y entramos así en el terreno de los servicios periciales y asistenciales que, ineludiblemente,
habrán de apoyar la labor del Derecho si realmente la sociedad ha querido comprometerse en
esta materia a través de la Ley.
AMBITO ASISTENCIAL
El hecho de que al ámbito del Estado, a la justicia penal, llegue ya como un hecho consumado la
drogodependencia que ha hecho que tal o cual individuo haya delinquido, tiñe de unas
características especiales la atención que el Estado debe prestar a esta persona.
Toda la actuación de los poderes públicos –y más en el ámbito del derecho- tiene como
finalidad primordial y constitucional la defensa de la dignidad humana.
Como se dispone en el artículo 10 de la Constitución Española:
“La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo
de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden
político y de la paz social.”
Sobre estos presupuestos fundamentales se puede elevar la idea de que el sistema penal no habrá
obtenido sus objetivos si el drogodependiente que entra en el circuito judicial, es enjuiciado, es
condenado y es sometido a una pena o a una medida de seguridad, no sale de ese circuito en
mejores condiciones de las que entró.
De ahí la importancia del tratamiento asistencial una vez que la Justicia ha dicho su última
palabra a través de la sentencia firme, o incluso una vez que la Justicia ha comenzado a influir
sobre la vida del individuo con una medida cautelar como la prisión preventiva en tanto se llega
a la celebración del juicio.
La entrada en el campo médico-asistencial le ofrece al jurista una especial perspectiva, muy
atrayente, sobre todo cuando de entrada contempla lo difícil que suele resultar el tratamiento de
un drogodependiente, con la cantidad tan enorme de coordenadas en las que se mueven los
expertos, con la cantidad tan enorme de matices que ofrece la personalidad de los
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drogodependientes. Lo cual contrasta con la relativa facilidad con que a veces, en el ámbito del
enjuiciamiento, se valora sin más y se pondera la conducta del drogodependiente en el caso
concreto de la comisión de un delito.
Por eso creo que es de sumo interés que el jurista se adentra en el estudio o contemplación de
este campo asistencia, no sólo para comprobar que los postulados abstractos del sistema penal
se concretan en resultados positivos, sino porque la visión que los expertos tienen de la persona
y de la conducta del drogodependiente puede servir de apoyo fundamental a los jueces, fiscales
y abogados para aquilatar aún más el proceso de enjuiciamiento de estas personas que están
detrás de la droga. Me he referido anteriormente a los pronunciamientos del Tribunal Supremo
en los primeros años de la década de los 80, donde al drogodependiente se le exigía la
abstinencia y el sometimiento a tratamiento como única salida para evitar el enjuiciamiento y
la condena por el delito que pudiera cometer bajo la dependencia de la droga.
Desde el campo asistencial, sin embargo, no se ve tan fácil que el drogodependiente, a solas, y
enfrentado a sí mismo, pueda superar tanto la fase inicial de acercamiento a la droga como la
fase posterior de deshabituación. Y no parece lógico exigir dentro del ámbito de la justicia lo
que resulta tan difícil obtener en el campo de la vida diaria y con el apoyo de expertos
profesionales.
Intentaré extraer de entre los estudios realizados por estudiosos y profesionales de la atención a
los drogodependientes aquellas ideas que me parecen más interesantes y aprovechables para el
ámbito jurisdiccional y que, por ello mismo, suponen un avance en el tratamiento y atención a
estas personas que están detrás de la droga.
En este campo entran en juego ideas tan importantes como:
-La expectativa de autoeficacia
-La incorporación social
-La reducción del daño
Del examen de ellas se puede llegar a la conclusión de que, para quienes trabajan en el campo
asistencial, el punto de partida de su consideración es la persona que se oculta detrás del
drogadicto.
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El principio de autoeficacia
Ya desde 1977, con Bandura, se empezó a hablar de AUTOEFICACIA, cifrando su expectativa,
en la “convicción de que uno puede llevar a cabo exitosamente la conducta necesaria para
producir los resultados deseados”.
Quien más quien menos se podrá preguntar alguna vez por qué hay personas que caen en la
droga y otras no, o por qué hay personas que son capaces de salir de la droga y otras no. Se ha
dicho, desde la experiencia clínica, que algunos de los pacientes sometidos a tratamiento
“disponen de una baja autoeficacia, esto es, dudan de su capacidad para mantenerse en
abstinencia o resistir los deseos de consumir la sustancia adictiva; Dicen “tarde o temprano
acabaré consumiendo, soy incapaz de dejarlo; o bien “es realmente imposible para mí resistir
los deseos de consumo”.
Se observan, por tanto, grandes diferencias entre los individuos a la hora de enfrentarse al
problema de la droga. No en todos priman las mismas actitudes. No todos tienen el mismo
bagaje de intelección y de voluntad para superar esa situación. Variaciones que se manifiestan,
tanto a nivel volitivo, como a nivel afectivo y a nivel conductual. Autores como DiClemente,
Fairhust y Piotrowski (en 1995) llegaron a diferencia hasta cinco tipos de autoeficacia:
+Autoeficacia de afrontamiento (como capacidad de resistir, por ejemplo, la presión de los
amigos para tomar alcohol u otras drogas)
+Autoeficacia centrada en el tratamiento (como capacidad para llevar a cabo las estrategias
necesarias para el tratamiento, como la auto-observación y el control de estímulos)
+Autoeficacia de recuperación (como capacidad para recuperarse de un desliz o recaída)
+Autoeficacia de control (como capacidad para controlar el consumo de sustancia en una
situación de riesgo)
+Autoeficacia para la abstinencia (como capacidad o confianza para abstenerse de tomar drogas
en las situaciones que incitan a ello).
Lo que pone de relieve la cantidad de factores que influyen en la conducta de un individuo y que
son necesarios tener en cuenta y aplicar en momentos decisivos para que la conducta de ese
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individuo no se aleje de los cánones de normalidad y de legalidad que la sociedad impone. Pero,
con las lógicas limitaciones de todas estas estrategias, se trata de “avanzar en la descripción y
clasificación evolutiva y tipológica de los individuos, al mismo tiempo que se facilita la
planificación individualizada del tratamiento y el entrenamiento en prevención de recaídas”.
La incorporación social
Se entiende por tal “aquellas acciones que intentan romper las dificultades que ciertas
poblaciones tienen para integrarse laboralmente, socialmente, etc,. En este caso los
drogodependientes, recordando que la incorporación social nunca puede suponer la pérdida
de la propia identidad, ni la pertenencia básica a un grupo humano”.
Como ha señalado algún autor (Ana Belén Fernández, de la Universidad de Vigo) “partimos de
una idea, la realidad social que nos ha tocado vivir se muestra profundamente compleja, con un
alto nivel de paro, con cifras macroeconómicas que producen un discurso eufórico en el terreno
de la política a la vez que insolidario en el campo de lo social, y por lo tanto, poco favorecedor
para ayudar a los colectivos socialmente más débiles o vulnerables.”. Y de ahí que desde el
sector público (alguna Comunidad Autónoma) se haya tenido que reconocer públicamente que
“el campo de la reinserción es el que mayor complejidad presenta para conseguir la
rehabilitación de los usuarios de drogas, por las dificultades de una realidad social marcada
por el elevado índice de paro”.
A pesar de que se viene considerando como un tópico sin valor alguno aquello de que
muchas de las infracciones que se cometen por los drogodependientes son resultado de la
sociedad en que vivimos, es necesario recordar que el hombre –como ser social que esnecesita de la convivencia con los otros para desarrollarse adecuadamente y, de otro lado,
necesita igualmente de la sociedad para recuperar su dignidad y su proyección personal
cuando por causa de la droga la ha puesto en entredicho. Si tal vez el drogodependiente
cayó en la droga porque, en un momento determinado y por las circunstancias que fueran
(personales, familiares, laborales...), se vio abandonado a su suerte, a la hora de
recuperarle no se le puede volver a dejar a su suerte, Necesita de una red social, de una
serie de personas cercanas, incluso de confianza.
(Vuelvo a resaltar el contraste que se produce entre el enjuiciamiento que muchas veces se hace
del drogodependiente –fuera de su contexto personal y social- y la necesidad ineludible de que
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ese contexto exista para que aquél pueda recuperarse).
Se ha dicho que para que sea viable y eficaz una política de Inserción Social del
drogodependiente es indispensable –según Ana Belen Méndez- atender a estros tres factores:
.El sujeto
.El territorio
.La droga y la política de soluciones
Respecto del sujeto (ese ser humano que hay detrás de la droga y en el que tanto vengo
insistiendo), es preciso atender al individuo y su identidad, analizando en qué momento –dentro
de la trayectoria vital de cada uno- se produce la segregación o la dificultad de adaptación, y
explorando cuáles son los factores de identidad o simbólicos que socialmente obstaculizan la
incorporación.
Por otro lado, el territorio es necesario analizarlo, porque los cinturones industriales, los barrios
periféricos, el chabolismo, etc., son viveros de exclusión y generan una subclase de ciudadanos
que, sin duda, presentan obstáculos muchísimo mayores para su incorporación.
En cuanto a la política de soluciones, es necesario defender e implementar al máximo los
programas y las políticas pragmáticas que se en caminan a reducir el daño.
La reducción del daño.
Como una expresión más de la preocupación por la persona concreta del toxicómano, los
estudiosos y profesionales de la atención social a este grupo han propuesto, y siguen
defendiendo, la estrategia de la reducción del daño, como una forma más, pero no por ello
menos importante, de atender al drogodependiente, de mejorar su calidad de vida, aún a
sabiendas de que su deshabituación no va ser posible o va para muy largo. Este tipo de
estrategias implican programas tales como:
.La distribución de jeringuillas
.El Outreach o trabajo de calle
.El mantenimiento con metadona
.Las narcosalas o los espacios para una inyección más segura... etc.
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Las estrategias de reducción del daño –han escrito los dedicados al tema como Joan Trujols
Albert, de la Unidad de Conductas Adictivas del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de
Barcelona- surge de la respuesta a realidades tales como “la constatación generalizada tanto de
la limitada efectividad como de la insuficiente cobertura de la oferta terapéutica clásica basada
únicamente en programas de intervención orientados a la abstinencia”.
Pero no se trata sólo de meras estrategias, neutras, acogibles por cualquiera. En el fondo de
estos planteamientos hay toda una filosofía sobre la droga y sobre el drogodependiente que
pugna contra otras filosofías o enfoques que han perdurado durante décadas. Así lo demuestra el
hecho, puesto de manifiesto por los expertos de que “los partidarios de la reducción de daños
aceptarían que se tolerase una mayor frecuencia de consumo de drogas si las muertes y los
problemas de salud se van reduciendo significativamente, mientras que para los partidarios de
la abstinencia el aumento de la frecuencia del uso entraría en pugna con sus prioridades”.
(R.Newcombe)
Vuelvo a insistir que esta visión realista del problema del drogodependiente puesta de
manifiesto por los expertos que están en contacto con ellos revierte sobre la concepción que de
la persona del drogodependiente se tiene, o se ha tenido durante años, en el ámbito de la
jurisdicción penal. No resulta tan fácil, a la hora de comprender el comportamiento de una de
estas personas, el entender al hombre como “una simple aleación de inteligencia y voluntad.”
La experiencia, y particularmente el trato con los drogodependientes en vistas a recuperarlos,
demuestra que el ser humano que hay detrás de la droga es algo mucho más complejo. Lo que
impide que se juegue sólo entre binomios tales como inteligencia-voluntad, drogadicciónabstinencia, condena-absolución, cárcel-libertad, internamiento-abandono. En una sociedad
post-moderna, en la que ya no tienen la autoridad de antes los grandes sistemas de pensamiento
(porque el pensamiento se ha denotado “débil”) es preciso escudriñar entre la maraña de
sensibilidades, opciones, aportaciones para traducir a la realidad aquellas soluciones que son
realmente “viables”. Parafraseando la cita evangélica: no está hecho el drogodependiente para
la defensa de las ideas, sino que las ideas están para la defensa del drogodependiente.
Por otro lado, la estadística ha dado en cierto modo la razón a esas estrategias de la reducción
del daño, aunque sólo sean en algunos ámbitos (pero ámbitos ciertamente importantes). Y así, se
cita como ejemplo, lo sucedido dentro de un mismo país (el Reino Unido) donde, en Escocia –
en 1986- no se aceptaba ninguna política de reducción de riesgos y se calculó que el número de
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toxicómanos seropositivos era del 60 %, mientras que en la región de Liverpool que había
desarrollado ampliamente esta estrategia, menos del 1% de los toxicómanos eran seropositivos.
Y no menos importante puede resultar el elemento ideológico al que se podría enfrentar el
sistema de reducción del daño. Pues como sostenía Friedman (en 1998) “las políticas que
mantienen, o incluso incrementan, los daños relacionados con el consumo de drogas, posibilitan
la utilización de los usuarios de drogas como chivos expiatorios -distrayendo así la atención de
los problemas estructurales y de las políticas que agravan las dificultades a las que la gente se
enfrenta- hecho que permite dividir vecindarios y comunidades con el doble objetivo de
disminuir su oposición y resistencia a determinadas políticas socioeconómicas y, a la vez
reforzar ideologías punitivas e individualistas.
El nuevo enfoque del principio de legalidad
Para que mi intervención concluya en el ámbito estrictamente jurídico haré una breve referencia
a la modulación que el tema de la droga ha producido sobre el principio penal de legalidad y
que es de esperar tenga su repercusión en el ámbito de la elaboración de las normas penales.
Como se ha señalado por algún sector de la doctrina (v.gr. C. González Zorrilla) a la expresión
clásica del principio de legalidad “nullum crimen, nulla poena, sine lege” debe acompañar la
expresión “nullum crimen, nulla poena, sine iniuria” Lo que significa que “el legislador a la
hora de determinar las conductas merecedoras de reproche penal ha de respetar entre otros los
principios de ofensividad y de intervención mínima que se desprenden del de legalidad
proclamado constitucionalmente”.
Esto hace replantearse cuestiones tales como: en qué medida deben ser castigadas las
conductas ilícitas cometidas por los drogodependientes y qué tipo de consecuencias deben
serles aplicadas en vistas a su reinserción.
Desde la complejidad que se aprecia en la persona del drogodependiente habría que saber
calibrar adecuadamente cuáles de sus comportamientos son gravemente atentatorios contra los
derechos humanos hasta el punto de que deban ser incluidos en el Código Penal. Y por otro
lado, una vez tipificados en la norma penal, considerar hasta qué punto va a ser socialmente útil
la clase de pena que el Estado les va a aplicar en ejercicio del derecho a utilizar la violencia
institucional o el ius puniendi. Sin olvidar que, por virtud del principio de subsidiariedad, sólo
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se debería acudir a la pena “si se puede probar que no existen otros métodos de menor coste
social distintos del penal para responder a la situación de amenaza a los derechos humanos”.
En definitiva, a la clásica confesión de los penalistas de “trabajamos para hacer un derecho
penal mejor, mientras no podamos tener algo mejor que el Derecho Penal”, yo añadiría:
TRABAJEMOS
PARA
DROGODEPENDIENTES
ATENDER
DENTRO
LO
DEL
SISTEMA
PODAMOS SACARLOS DEL SISTEMA PENAL.
Muchas gracias por su paciencia y su atención.
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MEJOR
POSIBLE
PENAL,
A
MIENTRA
LOS
NO
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Mesa Redonda 1.
“Las medidas penales en relación con la drogodelincuencia 1.989/2001”
Ponentes:
ANDRES MARTINEZ ARRIETA
Magistrado de la Sala Penal del Tribunal Supremo
JOAQUIN SÁNCHEZ-COVISA
Fiscal del Tribunal Supremo
JULIAN RIOS MARTÍN
Abogado
ELENA PRESENCIO
Abogada de Proyecto Hombre
Coordinadora:
JULIA GARCIA RUBIO. SIAD
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Andrés Martínez Arrieta.
Magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo
Tratamiento del toxicómano
Un análisis de las normas penales relacionadas con las drogas tóxicas, psicotrópicas o
estupefacientes permite comprobar un progresivo endurecimiento de la reprensión. Baste
comprobar las sucesivas modificaciones del art. 368 (antes 344) del Código penal que tipifica
el delito contra la salud pública donde se destaca el progresivo endurecimiento de la respuesta
punitiva a este hecho delictivo en cada reforma legislativa. Tampoco ha variado sustancialmente
la consideración del drogodependiente en el Código penal y para algunos sectores, incluso,
empeoró al no recoger la evolución jurisprudencial, y de la practica forense, respecto al
drogadicto como enfermo que podía acogerse a las medidas de seguridad que la norma penal
recogía.
Para ordenar una exposición sobre el tema de la ponencia abordaré la cuestión distinguiendo
distintos momentos que estimo necesarios para comprender la normativa actual sobre el
tratamiento jurídico penal al drogodependiente que ha cometido un delito.
1.- El Código penal (Texto Refundido 1973).
El problema
de la drogadicción es de apreciación relativamente reciente en España.
Quintero, en 1967, nos señalaba que “en España el tráfico de drogas es prácticamente de
tránsito, por el escaso porcentaje de consumo interno, prácticamente reducido a soldados
o personas repatriados de Marruecos al ser la “griffa” la droga proletaria entre los
estupefacientes”. En el mismo sentido la Ley 17/67, de 8 de abril, promulgada para
introducir los mandatos del Convenio Único de 1961, expuso en su Exposición de Motivos
que la droga “no ha adquirido en España la extensión e intensidad que presenta en
algunas naciones extrajeras”. Esta situación ha variado sustancialmente y hoy se afirma,
por el contrario, que más de un 80% de la criminalidad en España se encuentra relacionada
con la droga.
Desde el análisis jurisprudencial del problema constatamos, igualmente, una importante
evolución, ciertamente, con pronunciamientos contradictorios.
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La primera impresión que se obtiene de ese análisis jurisprudencial sobre el tratamiento es de
profundo desconcierto ante la desigualdad con la que se han resuelto los supuestos que han sido
presentados ante el Tribunal de casación. Nos encontramos ante situaciones muy parecidas en
los que la jurisprudencia ha reaccionado de forma distinta dificultando la existencia de un
criterio uniforme y consolidado que otorgue la necesaria claridad. En descargo de esa
disparidad de criterios ha de señalarse, en primer lugar, la ausencia de una legislación positiva
que permita una adecuada solución al problema. De alguna manera podía decirse que el
legislador se ha visto sorprendido por al irrupción de la drogadicción y no ha reaccionado con
una norma adecuada a la gravedad del problema. Esa ausencia normativa ha propiciado que la
interpretación de la norma sea necesariamente dispar y siempre propiciada a impulsos de la
mayor o menor sensibilidad del ponente hacia el problema. Esta situación impide la necesaria
seguridad que se requiere por quienes actúan en el tratamiento rehabilitador de
drogodependientes.
Ha de tenerse en cuenta, además, que el recurso de casación, como recurso extraordinario,
plantea serias dificultades para la elaboración de una doctrina uniforme sobre el tema. La
jurisprudencia parte del respeto al hecho probado, salvo la acreditación de un error basado en un
documento que lo acredite, y de la consideración de la inmediación que en este aspecto se
presenta con una importancia esencial, pues es el tribunal de instancia quien ha percibido de
forma inmediata la realidad de la persona a la que se enjuicia.
La jurisprudencia hasta 1980 es apenas inexistente en materia de drogadicción. La escasa
incidencia de la drogadicción permite la aplicación de la eximente completa e incompleta de
enajenación sin otro problema que el de determinar la incidencia en la penalidad.
Es a partir de 1980 cuando se inicia el estudio por la jurisprudencia. Primero, negando eficacia
en la imputabilidad al drogadicto, “El ser adicto a las drogas o sea, inclinado o apegado a su
consumo, sin mas aditamentos no constituye la eximente incompleta de locura, imbecilidad, o
trastorno”. (STS 12.6.81). En la Sentencia de 21.12.82 se afirma la dificultad de establecer la
afectación en la imputabilidad de quien comete un delito bajo los efectos de un síndrome de
abstinencia y requiere a los tribunales de instancia “suma cautela y singulares tiento y tacto”
(STS 16.9.82) y “gran cautela y ponderación (STS 4.7.85), al tiempo que destaca el casuismo y
la relatividad con que debe ser examinada la afectación de la imputabilidad por la adicción a
sustancias tóxicas, evitando que pueda ser tenida como una patente de impunidad para el autor
de un hecho delictivo (STS. 21.12.82), o “la total impunidad con sacrificio de la seguridad
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ciudadana” (STS 22.12.83) de “nefastas consecuencias para la sociedad” (STS 16.9.82).
En estos pronunciamientos el drogadicto lejos de ser considerado un enfermo, es tenido por
“vicioso” (STS 17.1.83) y la droga como una “tara, afición malsana, hábito nefasto o apetencia
o actividad ilegítima e ilícita” (STS 16.9.82). Consecuencia de ello es la aplicación de la
doctrina de la “actio liberae in causa” al entenderse que el adicto que comete un delito para
procurarse satisfacer su adicción, en ese momento previo a la comisión pudo evitar el colocarse
en una situación de menor culpabilidad y “lejos de acudir a los medios adecuados de
desintoxicación o deshabituación prefiere escudarse en una imputabilidad que el mismo ha
procurado y que en realidad no existe puesto que, en tales casos el problema de la
reprochabilidad no hay que situarlo en el momento en el que el sujeto ejecuta el hecho punible
carece de volición, sino que es preciso retrotaerlo al momento en el que gozando de plenitud de
raciocinio y de capacidad para decidir, resolvió continuar y proseguir la cadena de
drogadicción y de consecutiva delincuencia “(STS 16.9.82).
Los argumentos de esta Sentencia fueron profusamente reproducidos por otras Sentencias en lo
referente a evitar patentes de impunidad, criterio que evidenciaba el eterno dilema entre
culpabilidad y responsabilidad, entre libertad y seguridad.
Esta línea jurisprudencial es abandonada a partir de 1985, cuando nuestra doctrina y la
jurisprudencia asume los postulados de la importante reforma del Código penal de 1983 con la
proclamación plena del principio de culpabilidad. Así en la STS 21.3.86, se afirma que “es
sumamente dudoso, con indefectible riesgo de inexactitud, la afirmación de libre albedrío en el
suministro de este tipo de sustancias tóxicas y el rechazo a una asistencia curativa o
rehabilitadora”. La duda sobre la voluntariedad en el consumo de sustancias tóxicas o
estupefacientes por parte del adicto da lugar a la consideración, poco a poco, del drogadicto
como un enfermo y de la precisión de unas circunstancias de atenuación acomodadas a la menor
culpabilidad. A partir de entonces se afirma la trilogía de efectos jurídicos de la afectación de
las drogas en la culpabilidad del sujeto: atenuante analógica para los toxicómanos con fuerte
dependencia de la droga pero que no actuaron bajo crisis carencial; eximente incompleta que se
aplicará en supuestos de síndrome de abstinencia avanzado; y eximente para los casos agudos
de exasperación del síndrome con deterioro grave de las facultades psíquicas (STS 12.7.89).
Entre estos efectos jurídicos la jurisprudencia admitió la posibilidad de apreciar como muy
calificada la atenuante de análoga significación (Vid STS 14.10.87, 22.6.89).
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Es también de esta etapa que analizamos la consideración del adicto a la heroína como un
enfermo que por el hecho de serlo merece una menor reprochabilidad en función de la menor
culpabilidad. Para la STS 5.12.85, la heroinomanía “no se trata de un trastorno mental
transitorio o temporal como produce por ejemplo la embriaguez, sino de un estado permanente
o crónico de intoxicación que supone la existencia de una verdadera enfermedad mental como
es la dipsomenía o el alcoholismo”. En parecidos términos, la STS 23.3.87 declara que “el
consumo de las sustancias estupefacientes heroína –desencadenante en breve plazo de
dependencia física y psíquica como consecuencia de la enorme fuerza alucinógena de su
principio activo- puede sin duda alguna provocar una auténtica toxifrenia en el consumidor,
cuando al cabo de un uso progresivo mantenido a lo largo de los años aparece en él claros
deterioros cerebrales y ciertas típicas depresiones intermitentes. En tanto el heroinómano no
alcanza ese lamentable estado no se le puede calificar, en rigor de enfermo mental, y su
categorización, desde el punto de vista de la imputabilidad, solo la definirá como un sujeto
cuyas fuerzas inhibitorias están en cierta medida debilitadas por su deseo de reencontrarse con
la droga a una primer fase de dependencia y su miedo a sufrir los efectos del síndrome de
abstinencia”. Esta situación, que debe ser cuidadosamente individualizada en cada caso impide
hacer de ella una genérica valoración jurídica, ha inspirado a la doctrina de la Sala una respuesta
razonablemente matizada desde la posibilidad de que la heroinodependencia no tenga influencia
alguna en la medición de la responsabilidad criminal… a la apreciabilidad de la eximente
incompleta de enajenación mental o de trastorno mental transitorio, cuando la intensidad de la
adicción y la presencia actual de una crisis de abstinencia coloque al adicto muy cerca de la
inexigibilidad de otra conducta que no sea la que le ponga en camino de obtener el producto
deseado. En la mayoría de los casos, no estando acreditado que el agente obró como lo hizo bajo
el impulso –acaso con demasiada frecuencia calificado de irresistible, por la marca con que
fácilmente se adjetiva en el lenguaje coloquial determinados sustantivos- del síndrome de
abstinencia, la jurisprudencia se ha inclinado por la atenuación no privilegiada.
Esta Sentencia resume, no sin algunas excepciones, la doctrina jurisprudencial y de ella
obtienen como conclusiones importantes:
a) La drogadicción es una enfermedad equiparada en los supuestos extremos a una enfermedad
mental.
b)
Se hace preciso un estudio forense y psicológico, en todo caso, un estudio individualizado
del sujeto para determinar el alcance de su culpabilidad.
c)
En los supuestos de adicción intensa aparece resentida la culpabilidad del sujeto por la no
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exigibilidad de otra conducta, lo que supone el abandono definitivo de la doctrina de la
“actio liberae in causa”.
d) Se reproduce los llamamientos a la cautela y prudencia de los tribunales que deberán
comprobar la exigibilidad de la conducta adecuada a la norma en relación con el sujeto.
En esta misma línea, SSTS 14.9.90, 29.9.91, 2.11.91, ya afirman que el heroinómano de larga
evolución ya merece una atenuación, normalmente enmarcada en la eximente incompleta, por
presentar “un padecimiento que ha sido considerado como enfermedad por la Organización
Mundial de la Salud y que produce en el que lo padece alteraciones psicológicas de grave
intensidad que pueden llegar a ser clasificadas como eximentes incompletas o atinentes”.
Consecuencia de esa consideración de enfermos, unido al criterio jurisprudencial que admitió a
partir de la STS de 13.6.90, que la atenuante de análoga significación puede conllevar la
aplicación de las medidas de seguridad previstas para la eximente incompleta, era que el adicto
pudiera encontrar desde la aplicación de la norma punitiva una solución alternativa al hecho
delictivo, la pena y el tratamiento bajo una medida de seguridad.
Estos importantes avances que desde la jurisprudencia del Tribunal Supremo se han
constatado no limitan los criterios hacia la normativa de nuestro ordenamiento dispensado al
delincuente toxicómano. El Poder Judicial ha interpretado la ley buscando solucionar los
defectos de una legislación carente de precisa sensibilidad hacia el toxicómano. Por otra parte,
la ausencia de una normativa precisa hace que cualquier alternativa plausible pivote en exceso
sobre la sensibilidad del aplicador del derecho y la existencia de una red dispuesta a su acogida.
Desde mi experiencia personal esa red ha sido dispensada en su gran mayoría por instituciones
de la Iglesia que ha posibilitado la búsqueda de alternativas frente a una carencia casi absoluta
de una actuación del Estado y sus administraciones.
La irrupción, podemos decir, violenta de la drogadicción en el sistema penal en la década de los
80 hizo que quienes operamos en el sistema penal y quienes trabajaban en la reinserción y
rehabilitación de drogadictos albergaran esperanzas ante la promulgación de un nuevo Código
penal que pudiera dar una respuesta segura y adecuada a la realidad del problema. Se partía ya
de una definición, comúnmente admitida de drogadicción, como adicción a las drogas, y de
drogadicto, como persona incapaz de abandonar el consumo de la sustancia estupefaciente por
la dependencia física y psíquica que produce. Igualmente, se parte de la consideración del
drogadicto como un enfermo desde el punto de vista jurídico penal y de la aplicación de
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circunstancias de atenuación, o de exención, de la responsabilidad criminal el delincuente
toxicómano. También de una idea generalmente admitida por la ciudadanía, aunque este
reivindique mayor dureza en el tratamiento de la delincuencia situación (Vid encuestas recientes
publicadas en medios de comunicación), según la cual la rehabilitación del toxicómano revierte
en la seguridad de la sociedad, pues su recuperación evita la comisión de hechos delictivos. Al
mismo tiempo se es consciente de que la privación de libertad, el internamiento no reinserta. La
respuesta al delito consistente en la privación de libertad no reinserta al toxicómano, sino que se
hace preciso adecuar la necesaria respuesta al hecho delictivo a las circunstancias especiales que
concurren en el delincuente toxicómano que delinque.
2.- El Código penal de 1995.
Pese a ello el nuevo Código penal de 1995 no ha hecho otra cosa sino reproducir los
preceptos
del anterior Código y los criterios mas generales de la jurisprudencia. Así
distingue un presupuesto biológico y otro psicológico para la aplicación de la eximente
completa e incompleta en parecidos términos en los que la jurisprudencia ya había señalado
al requerir que no basta la condición de drogadicto para la aplicación de una atenuación de
la responsabilidad criminal pues dicha aplicación requiere la afectación de las facultades
psíquicas del sujeto.
En el Código penal de 1995, la drogadicción aparece configurada como eximente completa,
art. 20.2, incompleta 21.1 y atenuante específica de drogadicción. En su interpretación
hemos declarado que (STS. 11/04/2000):
“El nuevo Código penal aborda la incidencia de las drogas tóxicas o estupefacientes desde
distintas situaciones a las que se corresponden distintas consecuencias”.
El examen de las causas de exención o de atenuación de la responsabilidad criminal permite
comprobar que son dos los presupuestos que deben ser comprobados. De una parte, la
existencia de un presupuesto biopatológico que debe concretarse en un estado de intoxicación,
en un síndrome de abstinencia resultante de la carencia, o en una grave adicción. En su
determinación las pruebas periciales son básicas para afirmar la existencia de su necesaria
concurrencia. De otra parte, el presupuesto psicológico, que se concreta en la imposibilidad de
comprender la ilicitud del acto, la de actuar conforme a esa comprensión, o la de actuar a
causa de la grave adicción, esto es, en este supuesto la adicción se relaciona con la actuación
delictiva. También en su acreditación, la prueba pericial es determinante. En el supuesto de la
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atenuante del número 2 del art. 21 “actuar el culpable a causa de su grave adicción”, lo
determinante es la constatación de la grave adicción, presupuesto biopatológico, y la relación
de causalidad que predica el tipo de la atenuación.
En la circunstancia de atenuación el legislador ha dado carta de naturaleza a la jurisprudencia
de esta Sala que señalaba que el adicto a sustancias estupefacientes que causan grave daño a
la salud de larga duración, por el hecho de padecerla, ya presenta unas graves alteraciones
psíquicas “en la medida en que esa adicción genera una actuación delictiva que se realiza
sobre una concreta dinámica comisiva”. El legislador contempla en este supuesto a la
denominada delincuencia funcional en el que la adicción prolongada y grave lleva a la
comisión de hechos delictivos, normalmente contra el patrimonio, con la finalidad de procurar
medios con los que satisfacer las necesidades de la adicción. De alguna manera el presupuesto
biológico y el psicológico convergen en la declaración de grave adicción. En este sentido,
hemos declarado que la grave adicción daña y deteriora las facultades psíquicas del sujeto que
la padece, se integra como una alteración psíquica de la personalidad con entidad suficiente
para la aplicación de la atenuación, pues esa grave adicción incorpora en su propia expresión
una alteración evidente de la personalidad merecedora de un menor reproche penal y de la
aplicación, si procede, de las medidas que el Código contempla para potenciar la
deshabituación, bien como sustitutivos penales, bien en ejecución de la penalidad impuesta.
Acorde a lo anteriormente expuesto, el Código contempla la incidencia de la drogadicción en
la responsabilidad penal bajo las siguientes alternativas: eximente, cuando el sujeto, por
intoxicación plena o bajo los efectos del síndrome de abstinencia, carezca de capacidad para
comprender la ilicitud
del hecho o actuar conforme a esa comprensión. De eximente
incompleta, bajo los mismos presupuestos de la eximente si no concurren los requisitos para la
exención, es decir, si el presupuesto psicológico determina una merma o reducción importante
de las capacidades para comprender la ilicitud o actuar conforme a esa comprensión. La
atenuante contempla los supuestos de grave adicción, afectante en los términos vistos de las
facultades psíquicas del sujeto que ve compelida su voluntad a la producción de determinados
hechos delictivos. (Cfr. SSts31.7.98, 23.11.98; 27.9.99; 20.1.00).
La novedad respecto a la anterior redacción radica, de una parte, en la objetivización de los
presupuestos de aplicación por la norma recoge los postulados señalados por la
jurisprudencia. De otra, la declaración como atenuante de la grave adicción relacionado con
la actuación delictiva (art. 21.2 Cp). Este último precepto fue objeto de criticas pues al
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alcanzar rango legal impidió el desarrollo jurisprudencial hasta entonces alcanzado en
interpretación de la atenuante de análoga significación. Además exigió un requisito, el de la
gravedad, que no responde a ninguna exigencia médica sobre la intensidad de la adicción.
Hubiera sido preferible que la norma hubiera referido la adicción como causa de atenuación o
señalar un espacio temporal de evolución sin referirlo a la gravedad respecto al que la prueba
pericial no puede manifestarse.
La auténtica novedad del Código penal de 1995 es la referida a la regulación de las medidas
de seguridad de forma mucho mas completa y acorde con las exigencias de un derecho penal
de doble vía como se postula desde la Exposición de Motivos y se ha ofrecido por los análisis
que de su regulación se ha realizado.
La admisibilidad de la aplicación de las medidas de seguridad en
los supuestos de
drogadicción subsumibles en la atenuante de drogadicción del art. 21.2 del Código penal era
dudosa y se hizo
necesaria su interpretación, habida cuenta del olvido del legislador que en
el art. 109 del Código penal no lo previó expresamente, consiguientemente sin acoger la
Jurisprudencia del Tribunal Supremo que, como hemos visto, bajo el anterior Código lo
había autorizado con una interpretación que fue generalmente alabada. Siempre quedará la
duda de si fue un olvido involuntario o, por el contrario, una deliberada omisión en una
doctrina que cuestionaba la vía punitiva querida por el legislador.
En la STS 628/2000, de 11 de abril, la Sala ha declarado: La posibilidad de aplicar medidas
de seguridad en la circunstancia atenuante de grave adicción.
Conviene señalar en este apartado que el legislador del Código penal de 1995, que contiene
una regulación importante del sistema vicarial en la regulación de las consecuencias jurídicas
correspondientes al hecho delictivo, ha olvidado contemplar una respuesta específica para el
autor de un hecho delictivo bajo la concurrencia de una grave adicción que se integra en la
atenuante del art. 21.2 del Código penal. En efecto, los arts. 101 a 104 del Código penal
prevén específicas medidas de seguridad para adecuar la consecuencia jurídica
correspondiente al delito con la culpabilidad del autor, estableciendo, con la amplitud
necesaria para la multiplicidad de situaciones que pueden concurrir, un abanico de medidas
tendentes a procurar la rehabilitación y reinserción del autor con su culpabilidad extinguida o
reducida. Sin embargo, el Código no lo prevé, específicamente, para la situación de
atenuación derivada de una adicción grave causal al delito cometido.
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La jurisprudencia de esta Sala, con anterioridad a la vigencia del Código de 1995, había
declarado que las medidas de seguridad previstas para las situaciones de exención o de
exención incompleta eran también aplicables a los supuestos de atenuante de análoga
significación del antiguo art. 9.10 en relación con el art. 9.1 y 8.1 del Código de 1973
(SSTS 13.6.90; 15.9.93), pues los mecanismos previstos por el legislador para atender
situaciones de exención o de menor culpabilidad por situaciones de intoxicación, crisis
carencial a sustancias tóxicas dirigidas a la rehabilitación y reinserción del toxicómano deben
poder ser aplicadas, también, a los supuestos de disminución de la culpabilidad por una
situación equiparable, aunque con una menor afectación de las facultades psíquicas.
La ausencia de una específica previsión normativa con relación a estimaciones en las que se
encuentran personas cuya culpabilidad aparece reducida por una grave adicción, respecto a las
que hemos declarado tienen sus facultades psíquicas deterioradas y a las que el tratamiento
rehabilitador adecuado se presenta, desde los estudios científicos realizados, como la única
alternativa posible para procurar su rehabilitación y reinserción social conforme postula el
art. 25 de la Constitución nos obliga a interpretar la norma penal desde las finalidades de la
pena y desde las disposiciones del legislador teniendo en cuenta que, como señalamos en la
STS 13.6.90 "sería absurdo renunciar a alcanzar las finalidades constitucionales de la pena
a la reinserción y resocialización que la Ley penal específicamente prevé para la situación de
menor culpabilidad a causa de la drogadicción". Este criterio, que los estudios realizados
siguen corroborando, debe rellenar la aparente laguna legislativa existente y declarar que la
atenuante de grave adicción del art. 21.2 del Código penal puede suponer el presupuesto de
aplicación de las medidas de seguridad en los términos del art. 104 del Código penal.
La posibilidad de aplicar las medidas de seguridad a la atenuante de grave adicción resulta de
una interpretación lógica de las disposiciones reguladoras de las medidas de seguridad a un
supuesto ontológicamente semejante y, también, del art. 60 del Código penal que al prever la
posibilidad de sustituir la pena por la asistencia médica y, en su caso, de declarar extinguida o
reducida la pena tras la curación, presenta como presupuestos la existencia en el condenado de
una situación duradera de transtorno mental que le impide conocer el sentido de la pena,
presupuestos que en el grave adicto concurren dados los daños psíquicos que produce la grave
adicción y ser el tratamiento de deshabituación la única actividad sociosanitaria eficaz para
alcanzar la recuperación del adicto.
Esta aplicación de las medidas de seguridad a situaciones de grave adicción, requiere unas
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previsiones de aplicación específicas, toda vez que la reducción de la culpabilidad no se presenta
con la intensidad de la aplicación de la eximente incompleta del art. 21.1 en relación con el 20.1
y 20.2 del Código penal. En este sentido, la resolución judicial debe valorar el cumplimiento de
las finalidades de la pena, retribución, prevención general y especial, y las posibilidades, y
garantías, de rehabilitación en cada caso concreto. “En orden a su aplicación será preciso su
adopción en un proceso contradictorio en el que se deberá partir de la voluntariedad en el
tratamiento”.
En este orden de cosas se hace preciso, en primer lugar, declarar la existencia de un hecho
delictivo y señalar la consecuencia jurídica al hecho delictivo. Constatada la existencia de un
padecimiento que merece la atenuación de la responsabilidad criminal, bien por eximente
incompleta, bien por atenuante de drogadicción, será preciso buscar para en el supuesto
concreto una alternativa eficaz a la pena privativa de libertad, es decir, la búsqueda de un
tratamiento rehabilitador referido a su recuperación.
Este tratamiento requiere, desde su origen, la voluntariedad del interno que asume su
necesidad para abandonar la dependencia que presenta y, además, debe asumir que el
tratamiento que acepta es un bien para si mismo y también una consecuencia a la realización
de un hecho delictivo. Se produce, pues, una doble consideración en el tratamiento pues es
voluntario, en cuanto constituye la premisa necesaria para su existencia, con acierto se ha
dicho que se puede obligar a una persona a la privación de un derecho pero no a su
reinserción. De otra parte, el tratamiento de deshabituación es tenido como consecuencia
jurídica a la realización de un hecho delictivo, como pena retributiva a la agresión a la
convivencia.
En interpretación de la ley, la Sala prevé la posibilidad de que el autor de un hecho delictivo
en el que concurre la atenuación de grave adicción puede satisfacer la expiación de su
conducta, bien a través de una pena privativa de libertad, bien a través de una medida de
seguridad cuyo contenido será el del tratamiento de deshabituación.
La práctica será que en ejecución de sentencia se pueda presentar (en aplicación del art. 105
del Código penal la posibilidad de aplicar la medida de seguridad pertinente. Ello supone
una llamada a las instituciones públicas y privadas para acoger a estos criterios y procurar un
tratamiento que sea alternativa a la pena privativa de libertad. Partiendo de su consentimiento
se ofrecerá al órgano encargado de la ejecutiva para que éste tras los controles necesarios, y
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oídas las partes, resuelve la posibilidad de alternatividad existente.
Lo anteriormente expuesto permite ofrecer las siguientes conclusiones a manera de respuesta al
enunciado de la intervención:
1. El Código penal de 1995 no soluciona las demandas que desde los sectores sociales y
jurídicos plantearon como posibles soluciones efectivas al drogadicto dependiente.
2. Desde el análisis jurisprudencial el drogadicto es un enfermo al que le pueden ser de
aplicación las circunstancias de exención y atenuación previstas en el Código penal
(art. 20 y 21 del Cp).
3. Los presupuestos de aplicación de las circunstancias modificativas de la
responsabilidad criminal, presupuesto biológico y psicológico, requieren que desde la
instrucción de la causa, y las partes personadas, se realicen e insten los estudios
personales y psicosociales que permiten la acreditación de la drogadicción y de la
influencia en la motivilidad en el actuar delictivo así como la relación causal entre el
delito y la drogadicción. Consecuentemente se hace necesaria la realización de los
informes médicos y psicosociales necesarios para acreditar el hecho, presupuestos de la
aplicación de las circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal.
4. La atenuante de grave adicción del art. 21.2 del Código penal no requiere para su
aplicación una afectación de las facultades psíquicas, presupuesto de la aplicación de la
eximente incompleta, sino la constatación de la adicción, su prolongación en el tiempo
y la existencia de una relación causal con el hecho delictivo, extremo a acreditar,
normalmente, a través del informe psicosocial.
5. La atenuante de drogadicción del art. 21.2 del Código penal sirve de presupuesto para
la aplicación de las medidas de seguridad previstas en el Código. (STS 628/2000 de
1.4.2000; 751/2000 de 3 de mayo; 1007/2000 de 5 de junio), en los términos que han
señalado estas Sentencias que reproduce la anterior jurisprudencia.
6. El tiempo requerido para la ejecución de la medida de seguridad se abonará para el
cumplimiento de la pena privativa de libertad (art. 99). Su incumplimiento determinará
la aplicación de la pena privativa de libertad (art. 100) en los términos que del mismo
resulta. Atendida la recuperación del drogadicto puede plantearse la extinción de la
pena habida cuenta la innecesariedad de la pena (art. 60).
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7. En este aspecto de la recuperación del drogadicto es básica la actuación de la sociedad
civil, a través de distintas organizaciones que puedan presentar al Juzgado o Tribunal
de la ejecutoria un tratamiento “a la carta” para la rehabilitación del adicto y que
determinará una especie de contrato entre el condenado drogadicto así declarado en la
sentencia condenatoria y el Juez para el cumplimiento de la medida de seguridad y en
el que la sociedad que interviene, vía asociación o grupo, ofrezca al interno la
posibilidad de una rehabilitación con un tratamiento individualizado y que él
asume para su rehabilitación. Se establece un compromiso cuya ruptura deberá
ser inmediatamente comunicada al Juez de la ejecutoria a fin de que actúe la
necesidad de cumplir la pena impuesta.
RELACIÓN DE SENTENCIAS QUE PERMITEN LA APLICACIÓN DE MEDIDAS DE SEGURIDAD EN LA ATENUANTE
DE GRAVE ADICCIÓN DEL ART. 21.2 CP
628/2000, 1697/2000, 293/2001, 1602/2000, 1612/2000, 1458/2000, 1498/2000, 232/2000, 750/200, 751/2000, 894/2000
Joaquín Sánchez-Covisa.
Fiscal del Tribunal Supremo
1. Cualquier teórico del Derecho Penal que realice un estudio del tratamiento jurídico que
recibía el toxicómano delincuente al final de la década de los ochenta comparándolo con
las previsiones establecidas por el vigente Código Penal de 1995, llamará la atención
sobre los grandes avances producidos.
Observará que frente a las escasísimas normas recogidas en el viejo texto punitivo que
autorizaban una sustitución de las penas privativas de libertad por el sometimiento a
determinadas medidas de seguridad1, el nuevo Código Penal realiza un tratado completo
y, hasta cierto punto minucioso, del régimen jurídico general de las medidas de seguridad y
de la peligrosidad criminal y, dentro de ellas, las aplicables a drogodependientes autores de
delitos cuando hayan sido declarados exentos de responsabilidad criminal al amparo de lo
prevenido en el artículo 20.1
CP, o se les haya reconocido la concurrencia de una
eximente incompleta del artículo 21.1 CP, e, incluso una atenuante del nº 2 del artículo 21
CP en aquellos supuestos que reconoce la jurisprudencia del Tribunal Supremo2.
No podrá por menos que reconocer que a nuestro sistema punitivo se han incorporado todos
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los principios reguladores de las medidas de seguridad postdelictuales reivindicados por la
mejor doctrina3; llamará la atención sobre la correcta regulación de los presupuestos legales
establecidos para formular el juicio de peligrosidad criminal (artículo 95.1 CP) y la
preceptiva, aunque no vinculante, participación de diferentes expertos en la formación del
criterio judicial sobre la aplicación o no de las medidas de seguridad, mostrará su
satisfacción por el completo catálogo de medidas de seguridad previstas por el legislador,
enteramente satisfactorias tanto desde el punto de vista criminológico como terapéutico4, y
alabará las reglas generales o principios elementales de su aplicación, concernientes a la
posibilidad de su revisión periódica5, los efectos derivados del incumplimiento de las
medidas adoptadas por el sometido a ellas6 y el mantenimiento del denominado sistema
vicarial7.
Aún cuando admita ciertas deficiencias en el tratamiento de los toxicómanos imputables8,
siempre valorará positivamente la suspensión de la condena regulada en el artículo 87
NCP, a todas luces más expansivo y flexible que el artículo 93 bis del texto penal anterior9.
Del mismo modo, si profundiza en la interpretación y aplicación del sistema por la
Jurisprudencia del Tribunal Supremo apreciará que los adelantos han sido
extraordinariamente positivos.
Hoy ya nadie pone en duda que el drogodependiente que ha alcanzado un determinado
grado de adicción es una personalidad verdaderamente enferma que, consecuentemente,
está necesitado de tratamiento terapéutico10.
Incluso, en la jurisprudencia del Tribunal Supremo ha ido perdiendo peso las
consideraciones de naturaleza criminológica que hacían prevalecer la pena privativa de
libertad sobre cualquier alternativa de someterlo a tratamiento rehabilitador11.
a. Esta visión, evidentemente no se corresponde con la realidad cotidiana. Es válida para
explicar el sistema desde una perspectiva exclusivamente científico-doctrinal, pero
choca frontalmente en su aplicación con demasiados obstáculos, de la más variada
naturaleza, cuya explicación seguro que va a ser suficientemente debatida en estas
jornadas por los diferentes sectores.
En este lugar yo sólo voy a referirme brevemente a uno de ellos, no solo por considerarle
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de especial relevancia, sino también por ser normalmente obviado por los que se preocupan
de la cuestión: no es posible una adecuada ejecución del sistema, si la toxicomanía no ha
sido suficientemente debatida en el acto de juicio oral, acreditándose todas las
circunstancias que la rodean y caracterizan; y no puede ser valorada consecuentemente en el
plenario si no ha sido objeto de una investigación durante la instrucción exhaustiva y
rigurosa.
Pues bien, la primera quiebra fundamental del sistema se produce precisamente porque son
muy excepcionales las instrucciones de las causas penales que se preocupan de elaborar ex
oficio un verdadero dossier de personalidad del reo recabando los datos necesarios que
prevén los artículos 377, 378, 380, párrafo segundo y 456 y siguientes de la LECrim12, a
través de los cuales el juzgador penal estará en condiciones de asistir a una plena
contradicción probatoria acerca de los factores que deben ser valorados no sólo para la
apreciación de una circunstancia modificativa de la responsabilidad criminal, sino también
la aplicación, en su caso y previa petición de la acusación, de la medida de seguridad que
proceda.
La habituación u ocasionalidad en el consumo de drogas, tiempo de pervivencia en la
drogadicción, índole o naturaleza de la droga consumida, circunstancias específicas de la
personalidad del toxicómano (alteraciones fugaces o pasajeras de su personalidad o
perturbaciones duraderas), los antecedentes de haberse sometido a tratamientos previos de
desintoxicación o deshabituación, sus relaciones familiares o grado de desarraigo, son
factores que no pueden ser improvisados en el acto del juicio oral.
En la práctica, ello supone que serán dictadas un gran número de sentencias penales en las
que no ha sido posible apreciar el verdadero grado de imputabilidad del autor (con las
consecuencias que ello conlleva, tanto en la aminoración de la pena como en la posibilidad
de la aplicación de medidas de seguridad), o, incluso, desplazar de manera inadecuada el
problema a la fase de ejecución, significadamente en cuanto a la decisión de suspender la
ejecución de la condena de conformidad con el artículo 87 CP.
El problema, , lamentablemente, no tiene visos de solución debido a las desviaciones del
sistema de enjuiciamiento criminal imperantes en la actualidad, en donde no solo la
instrucción tiene una naturaleza puramente inquisitiva sino también porque en el ámbito de
la justicia penal cada vez con mayor fuerza se valoran los niveles de eficacia judicial aún a
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riesgo de limitar los resultados acordes con la justicia, como lo acreditan la potenciación de
dos factores que simplemente voy a indicar, por si interesa que sean objeto de debate
posterior:
El primero, es la intolerable utilización de los mecanismos de conformidad entre el
Ministerio Fiscal y la defensa del acusado, muchas veces aleccionada por el juzgador, que
con el propósito de eludir la celebración del juicio o sortear las dificultades probatorias,
omiten profundizar sobre la imputabilidad del reo
El segundo, porque desde todas las instancias de poder político y judicial, se trata de
generalizar la implantación
de los juicios rápidos (incluso inmediatos), aplicándose a
toxicómanos autores de delitos menos graves, cuya propia característica les hacen
incompatibles con este tipo procedimental.
1 Esto es, Art. 8.1, párrafo 3º respecto de los enajenados que autorizaba la sustitución del internamiento por una serie de
medidas; Art. 9.1, párrafo 2º, que admitía la doble imposición de medidas de seguridad y pena privativa de libertad según
un sistema vicarial, para aquellos a quienes se les halla apreciado la concurrencia de una eximente incompleta o sufra
alteraciones de la percepción desde la infancia; y Art. 93 bis que preveía la suspensión de la condena y su sustitución por
tratamiento rehabilitador en el caso de los toxicómanos.
2 En este sentido, la STS 16.10.2000 afirma que “Estos datos ponen de manifiesto, según el criterio del Fiscal que comparte
esta Sala que estamos ante una persona que padece una grave adicción a productos estupefacientes de notable nocividad y
que, por su larga duración ha tenido necesariamente que socavar más o menos severamente las capacidades intelectivas,
pero, sobre todo, volitivas de aquéllas. Con estos presupuestos la doctrina jurisprudencial de este Tribunal Supremo es
constante al considerar la aplicación a tales supuestos de la circunstancia atenuante del art. 21.2 C.P. en tanto que la grave
adicción constatada y la merme que la misma produce en los frenos inhibitorios, según las enseñanzas de la ciencia, supone
una atenuación de la imputabilidad del así afectado con su necesario reflejo en la responsabilidad criminal. No obstante, la
estimación del reproche no tiene incidencia en la resultancia penológica de la acusada, ya que a está se la impuso la pena de
3 Años 6 meses y 1 día de prisión por el delito de robo con intimidación y uso de armas del Art. 242.1 y 2 C.P., es decir en la
extensión mínima legalmente posible (a pesar de habérsele apreciado la agravante de reincidencia), de suerte que en ningún
caso podría ser rebajada dicha pena aunque se aplique la atenuante del Art. 21 del C.P., a tenor de las reglas del Art. 66 C.P.
Lo que no impide para que , en sintonía con STS de 11 de Abril de 2.000 La apreciación de la mencionada atenuante pueda
suponer el presupuesto de aplicación de las medidas de seguridad en los términos establecidos en el art. 104 C.P. en
ejecución de sentencia. Pues, como allí se decía la jurisprudencia de esta Sala con anterioridad a la vigencia del Código de
1995, había declarado que las medidas de seguridad previstas para las situaciones de exención o exención incompleta eran
también aplicables a los supuestos de atenuante de análoga significación del antiguo atr. 9.10 en relación con el art. 9.1 y 8.1
del Código de 1973 (STS de 13 de septiembre de 1990 y 15 de septiembre de 1993) pues los mecanismos previstos por el
legislador para atender situaciones de exención o de menor culpabilidad por situaciones de intoxicación, crisis carencial a
sustancias tóxicas dirigidas a la rehabilitación y reinserción del toxicómano deben poder ser aplicadas, también, a los
supuestos de disminución de las culpabilidad por una situación equiparable, aunque por una menos afectación de las
facultades psíquicas. La posibilidad de aplicar las medidas de seguridad a la atenuante de grave adicción resulta de una
interpretación lógica de la disposiciones reguladoras de las
medidas de seguridad a un supuesto antológicamente
semejante y, también, del art. 60 de C.P. que al prever la posibilidad de sustituir la pena por la asistencia médica y, en su
caso, de declarar extinguida o reducida la pena tras la curación presenta como presupuestos la existencia en el condenado de
una situación duradera de trastorno mental que le impide conocer el sentido de la pena que en el grave adicto concurren
dados los daños psíquicos que produce la grave adicción y ser el tratamiento de deshabituación la única actividad
sociosanitaria eficaz para alcanzar la recuperación del adicto. Esta aplicación de la medidas de seguridad a situaciones de
grave adicción requiere unas previsiones de aplicación específicas, toda vez que la reducción de la culpabilidad no se
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presenta por la intensidad de la aplicación de la eximente incompleta de la art.21.1 en relación con el 20.1 y 20. 2 del C.P. En
este sentido, la resolución judicial debe valorar el cumplimiento de las finalidades de la pena, retribución, prevención
general y especial y las posibilidades y garantías de rehabilitación en cada caso concreto. En orden a su aplicación será
preciso su adopción en un proceso contradictorio en el que se deberá partir de la voluntariedad en el tratamiento”.
3 Establecimiento de un sistema monista que supone la supresión de la legislación especial; la limitación de las medidas de
seguridad a las de naturaleza pos- delictual, quedando relegadas de nuestro sistema la denominada peligrosidad social y por
tanto las medidas de seguridad predelictuales; monopolio de la jurisdicción penal única competente para imponerlas así
como la proclamación de los principios de legalidad y proporcionalidad(las medidas de seguridad no pueden ser más
gravosas ni de mayor duración que la pena abstractamente aplicable al hecho cometido y las medidas de seguridad no
pueden exceder el limite de lo necesario para prevenir la peligrosidad del autor). Debiéndose regir por el principio
acusatorio “en las primeras sentencias del TC dictadas durante la vigencia del anterior sistema dualista de penas y medidas
de seguridad-representado por la Ley 16/70 y derogado por la L.O. 10/95- ya se advertía que en la practica “solo
formalmente se distinguía la condena penal” de la medida y que esta podía consistir en privación de libertad, impuesta
anticipadamente a la pena que pudiera corresponder al delito, lo que daba lugar, si después recaía condena penal, a que un
solo hecho diera lugar a dos procedimientos y, en consecuencia, a dos sanciones lo que infringía el principio” non vis in
idem” y, en definitiva, el principio de legalidad consagrado en el art. 25 CE (STC 159/1985 de 27 de noviembre
F.J.2,23/1983, de 14 de febrero F.J. 2, y 21/1987, de 19 de febrero F.J.1). El sistema vicarial vigente ha superado aquellos
defectos pero las medias de seguridad, ahora muy acertadamente de forma alternativa con la pena pueden seguir
consistiendo en privación de libertad con internamiento en centro de deshabituación (art. 96.2 punto 2ª 99,102 y 104 del C.P.
como sucede en este caso); no son desde luego, pena en el sentido estricto ni principal (art. 33), ni accesoria (art. 54 a 57) ni
tampoco su consecuencia accesoria (art. 127, 125 y 129) y su fundamento no es un delito sino la peligrosidad criminal,
aunque ésta se exterioriza por la comisión de aquel. En consecuencia, sólo pueden imponerse en sentencia firme tras el
correspondiente proceso con todas las garantías (art. 24 CE y 3 del C.P.), tanto para la imposición de la pena como de la
medida que, aunque de fundamento distinto, están orientadas al mismo fin señalado en el art. 17 CE y afectan ambas al
valor superior de la libertad protegida por el ar.t 17 CE porque, en definitiva, ambas se acuerdan en una misma sentencia y
ésta es la que constituye, como dice la STC 78/98, el título legítimo de privación de ese derecho fundamental” (STS
27/10/2000).
4.El Código Penal en lo que concierne a los toxicómanos prevé especialmente como medida privativa de libertad el
internamiento en centro de deshabituación, que puden ser públicos o privados, aplicable a los exentos de responsabilidad
criminal por el nº 2 del artículo 20 del Código Penal, conjuntamente con la pena, a los que se les haya apreciado una
circunstancia eximente incompleta (art. 104 CP) y como medida de seguridad no privativa de libertad, sumisión a
tratamiento externo y prohibiciones de acudir a determinados lugares (artículos 98 y 105 CP).
5. Prevista en el art. 97 C.P donde se admite la posibilidad de mantenimiento, cese, sustitución y suspensión de la medida.
Desaparecida la peligrosidad criminal del sometido a medida ésta debe desaparecer. Atemperada la peligrosidad, la medida
debe ser sustituida. El órgano competente revisor será el Tribunal o Juez sentenciador previo informe del Juez de
Vigilancia Penitenciaria. La revisión necesariamente es periódica no pudiendo superar el año en el caso de tratarse de
medidas de internamiento. Acordado el cese de la medida la decisión deviene irreversible.
6. En el caso de inmputables sometidos a medidas de internamiento, no cometen quebrantamiento de condena debiéndose
reingresar en el centro donde se escaparon o en otro acorde con su personalidad (art. 100 del CP). En el caso de
semiinimputables (de los n, 1,2,3 del art. 20 CP) podrán incurrir en delito de quebrantamiento de condena. En el caso de que
el quebrantamiento de medidas de seguridad no privativas de libertad el juez puede sustituirlas por privativas de libertad si
el delito está castigado con penas de esta naturaleza.
7. Para el caso de imposición coetánea de medidas de seguridad y penas privativas de libertad (ar. 104 CP). Es aplicable a los
supuestos de eximentes incompletas. La imposición conjunta es facultativa. El tiempo de cumplimiento de la medida
(cualquiera que sea su naturaleza) se abona para el cumplimiento de la condena. Cumplida la medida se puede imponer el
cumplimiento del resto de la pena o declararla extinguida.
8. Esto es, quienes se encuentren favorecidos por la atenuante del nº 2 del art. 21 C.P.
9. Amplía considerablemente su virtualidad práctica al ampliarse a las penas de hasta 3 años de privación de libertad, se
suprime la exigencia de que el autor toxicómano no sea reincidente, no se hace mención al rquisito de que la situación de
drogodependencia se declare probada en la sentencia (de tal manera que podrá ser apreciada en la fase de ejecución).
10. En la valoración de la drogodependencia, hasta cierto punto asimilada a la alcoholemia, jugaba transcendentemente la
idea de que no tenía un origen fortuito e inevitable y, que, al menos durante algunos momentos de su evolución, los actos
que realizara el toxicómano eran perfectamente controlables por una voluntad normal.
11. En efecto, cualquiera que fuera la consideración que se tuviera del drogodependiente autor de delitos, era opinión
generalizada, al margen de estadísticas criminológicas fiables, que los toxicómanos constituían el grupo más importante
generador de los delitos que mayor inseguridad social causaban (significadamente, robos con intimidación y uso de armas),
circunstancia que no podía dejarse de tener en cuenta a la hora no sólo de determinar los efectos atenuatorios de la
drogodependencia, sino también la posibilidad de aplicar medidas alternativas. A este respecto son un exponente claro las
SSTS de 26/6/1985, 31-1-1987, 19/6/1987, 3/5/1988, y 23/9/1988, etc.
12. Incorporándose cuantos datos ofrezcan los Centros y Servicios de Integración Social, públicos o privados reconocidos,
dado que pueden contribuir a la delimitación de la personalidad del reo para el caso de que hubiera estado con anterioridad
sometido a tratamiento.
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JULIAN RIOS MARTIN.
Abogado
Siempre pensamos que nuestra forma de ver la realidad, de interpretarla, es la acertada. Y
cuando se trata de organizar y decidir sobre las vidas de los demás, sobre la forma de
organización social, este posicionamiento nos es siempre más fácil. Asomarse a la realidad de
los otros desde “nuestra ventana”, es un reducionismo y nos otorga una visión meditablemente
parcial del fenómeno social, porque la observación está condicionada por : nuestra historia vital,
nuestras seguridades e inseguridades, nuestra posición económica, nuestra posición social y
nuestra ideología.
Asomarse desde “nuestra ventana” de “gente honrada” a una realidad tan compleja como es
la de la delincuencia y la drogadicción, definida y etiquetada siempre negativamente, para
intentar aportar soluciones, implica llegar a conclusiones parciales. Es cierto que las personas
que delinquen y que tienen problemas de drogadicción son muy incómodos socialmente: hacen
daño y a veces muy grave, molestan y son muy incómodos; tanto que incluso los Centros de
Atención a Drogodependientes son rechazados. Incluso los vecinos a Pisos de Acogida; son
poco estéticos socialmente: a veces cuando “mejor lo tienen” y se les ofrece la oportunidad,
vuelven a recaer; cuando han salido de este mundo, ni dan las “gracias”, ; el trabajo de
recuperación exige un enfoque multidisciplinar que exige una respuesta seria del Estado en
inversión de personal, que en estos momentos, no está dispuesto a realizar. El estado social se
desmantela y los políticos prefieren invertir en seguridad y protección; la respuesta la
penitenciaria y la represiva. Siempre más cómoda y rentable políticamente.
Ante este panorama, la “opinión del hombre de la calle” y las respuestas institucionales piensan
que la solución más acertada pasa exclusivamente por la exclusión : “cuanta más cárcel mejor y
sólo la cárcel nos mantiene seguros”. En este sentido todos los operadores jurídicos fantasean
que la cárcel aporta soluciones al complejo problema de la drogadicción. El legislador plantea
soluciones para un drogodependiente “de laboratorio”, que no se corresponde con la realidad.
En este sentido establece algunas alternativas legales:
•
Suspensión de condena de penas de hasta 3 años (pero, la mayoría de los drogodependientes
cometen delitos que exceden de 3 años –robo con intimidación, trapicheo de drogas); ni
siquiera puede aplicarse en estos casos aunque concurra la atenuante de grave adicción. En
este sentido, ¿no se podría modificar el Código Penal para que la suspensión pudiera aplicarse
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a penas de hasta 5 años de prisión?. Pero además, la legislación actual exige no ser reo
habitual (que no se hayan cometido 3 o más delitos del mismo capítulo en 5 años). Y resulta
que el momento de dejar las drogas no está en función de los delitos cometidos atrás, sino son
otros factores de tipo personal, siempre coetáneos (recaídas, enfermedades, situación familiar,
años de consumo, posibilidad de centros de rehabilitación). ¿no se podría eliminar este
requisito y dejarlo en función de la valoración del Juez?.
•
Así mismo, el Código Penal establece que las medidas de seguridad solamente se admiten
cuando concurre una eximente incompleta y no cuando concurra atenuante. Es muy
lamentable que esto sea así, al menos que el Tribunal Supremo permita su aplicación cuando
concurre una atenuante de grave adicción.
Ante este escaso abanico de posibilidades de solución la única solución para muchas situaciones
es la vía excepcional del indulto que se convierte en ordinaria, colapsando la sección de indultos
del Ministerio de Justicia.
Por otro lado, la sensibilidad de los operadores jurídicos, en muchos casos, no siempre, deja
mucho que desear:
•
Abogados que no se preparan las defensas.
•
Una gran mayoría de Fiscales que tienen el NO por respuesta ante el planteamiento de
alternativas. Y muchas veces sin fundamento o con escaso fundamento o que no dan el
suficiente valor a las pruebas de drogadicción que se presentan en el juicio.
•
Jueces que son muy reacios a las medidas alternativas y cumplimientos en Centros de
Rehabilitación, pensando en que ahí no hay castigo.
Y desde mi subjetividad y la de otras gentes que andamos por estos espacios percibimos
claramente la gran distancia que existe entre lo que es y lo que debería ser; entre la legalidad y
la realidad, entre los problemas, las soluciones posiblemente eficaces y las que se aportan.
Desde hace trece años: juicios penales, defensa de personas presas, convivencia con personas
que salen de la cárcel y que presentan problemas de drogadicción, aprendí a mirar no “desde mi
ventana”, sino desde la de la compleja realidad, sin juzgar, intentando comprender para poder
intervenir con mayor eficacia y humanidad. De ahí he descubierto:
•
Que sí hacen daño, a veces mucho daño, se exige una respuesta desde la justicia penal. Pero
una respuesta eficaz, incluso para quienes entienden que debe existir castigo, exige un
planteamiento previo ¿para qué? ¿con qué medios?.
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•
Se fantasea que la cárcel sirve para rehabilitar drogodependientes, que aporta soluciones y
es justamente todo lo contrario; ahonda en todos los conflictos con las graves
consecuencias que la cárcel genera en la personalidad del recluso; y, obviamente, a más
tiempo en la cárcel, más desestructuración. Las cárceles están diseñadas de tal modo que
hacen imposible una intervención educativa. Están organizadas para que la persona presa
interiorice determinadas formas de conducta especialmente polarizadas en la sumisión a la
disciplina carcelaria. La mayoría de las personas presas tiene que adaptarse a la dinámica
desestructuradora de la prisión para poder sobrevivir cada día. En la práctica, de hecho, no
se barajan más indicadores objetivos de maduración personal que los disciplinarios, y no
existe, desde luego, ninguno que detecte los deterioros personales que inevitablemente
produce la progresiva prisionalización en las personas recluidas. Un análisis de trabajo de
psicología y sociología, unidos al conocimiento de la realidad penitenciaria, nos conduce a
afirmar que la dinámica penitenciaria imposibilita que la persona presa adquiera estos
niveles de responsabilidad individual y social. La prisión se organiza bajo un régimen que,
además de despersonalizar y disocializar origina, en las personas presas, graves problemas
de desestructuración personal.
Las personas recluidas pasan a ser una cifra, una unidad
que se mueve en torno a un sistema automático de vida a fin de conformar estrictos
esquemas de dominio y disciplina. La acción despersonalizadota de la cárcel tiene como
función la adaptación del preso al sistema penitenciario.
La disocialización comienza con una interrupción o, como ocurre con frecuencia, con una
pérdida de la relación de la persona presa con su medio familiar, social y laboral. Esta ruptura
con el mundo exterior va a provocar el comienzo de procesos de distanciamiento y desarraigo.
Además, implica el alejamiento de los valores, de las normas de comportamiento, y de las
leyes del mundo exterior. De esta forma se origina un sentimiento de desamparo, de vacío
normativo, y de rechazo social.
La persona presa empieza a sufrir una indeterminable experiencia de convivencia que le
conduce, a través de una adaptación anormalizadora, a un medio social caracterizado por la
violencia, omnipresencia de relaciones de dominación, disciplina, obediencia irracional,
estancia obligada, sumisión permanente, y tensión violenta en las relaciones. Mediante el
proceso adaptativo al medio carcelario se origina una quiebra del yo y una pérdida definitiva
de los roles y estatus sociales anteriores al ingreso.
La adquisición de una nueva identidad, como consecuencia de la alteración de la forma de ser
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anterior, viene impulsada por el aislamiento de su entorno social y la imposición de los nuevos
marcos de referencia psicológicos y relacionales de la prisión1.
La persona presa tiene que afrontar una situación desconocida de incierta duración, de relación
de dominación/sumisión, de permanente peligro, en la que es imposible controlar los
acontecimientos. Por otra parte, altera los ritmos vitales, y origina una dependencia absoluta,
falta de iniciativa y una ausencia de expectativas de futuro. Todo ello, unido a las
humillaciones, amenazas, monotonía, violación de la intimidad, origina nuevas pautas de
comportamiento. La actitud permanente de desconfianza ante todos los que le rodean, frente a
los compañeros, a los funcionarios e incluso con la propia familia, se hace manifiesta. Esta
actitud viene motivada por la necesidad de desarrollar mecanismos de defensa y de
autoconservación en un ambiente hostil y agresivo. Al ser la institución penitenciaria una
estructura poderosa frente a la cual el recluso de evivencia a sí mismo como débil, se ve
obligado a autoafirmarse frente a ese medio hostil para mantener unos niveles mínimos de
autoestima. En este contexto, el preso, con frecuencia, adopta una actitud violenta y agresiva.
Ello origina la intervención de los mecanismos penitenciarios de disciplina que motivan la
pérdida de posibilidades de obtener permisos, progresiones de grado, imposibilidad de acceder
a situaciones de contacto con el exterior, aislamiento, etc, estados o modos de vida que
conllevan un agravamiento en la anormalización y en la desestructuración personal.
Al salir de la prisión existen una serie de condiciones objetivas que influyen en el desarraigo
social. En este sentido, los graves trastornos psíquicos originados por la cárcel, la falta de
posibilidades de trabajo, la carencia de habilidades sociolaborales, la situación familiar y del
entorno social próximo y, en no pocas ocasiones, la necesidad de un tratamiento sociosanitario
ante graves problemas de salud creados frecuentemente por el consumo de drogas, hacen casi
imposible la inserción social y la no reincidencia en las conductas delictivas. La cárcel
sumerge a mucho sumergido. La sociedad y los medios de control social se encargan de
ratificarlo.
Por otro lado su coste económico es altísimo en comparación con otras posibilidades.
Ante este panorama podíamos pensar en algunas soluciones:
• Echamos de menos la necesidad de confeccionar una pieza de personalidad desde el primer
momento de la instrucción, en la que quede plasmado todas las circunstancias biopsíquico-
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sociales de la persona detenida a fin de que el juez en el momento de dictar sentencia lo haga
con arrelo a la ley (motivación de la sentencia), recogiendo las atenuantes o eximentes
incompletas que correspondan (no nos encontremos con causas en las que concurren
eximentes incompletas y otras no, siendo la misma persona) y que en último extremo además
de juzgar y a condenar por la comisión de un hecho delictivo, siempre, se recojan todas las
circunstancias personales concurrentes. Por otro lado, que en fase de ejecución el juez pueda
tener todos los datos para que pueda adoptar las medidas suspensivas o sustitutivas
pertinentes.
• Que los abogados que no lo hacen se preocupen por conocer a sus defendidos, en solicitar las
pruebas que se consideren pertinentes para la defensa en fase de instrucción a fin de que en el
juicio oral todas puedan realizarse ante el juez y en condiciones de someterse a contradicción.
Hablamos de pruebas que acrediten la toxicomanía (informe social, medico y psicológico).
• Que los fiscales en sus interpretaciones de los datos que consten no siempre sea restrictiva. El
NO por respuesta y con escasísima motivación es una realidad en el ámbito penitenciario y de
sustitutivos penales.
• Que los jueces favorezcan las posibilidades de evitar su ingreso en prisión cuando legalmente
sea posible.
• Que en la vida penitenciaria se potencie el régimen abierto.
• Que el legislador amplíe los sustitutivos penales en el sentido anteriormente comentado.
• Que se invierta en infraestructuras para hacer posibles la aplicación de medidas de seguridad.
Porque actualmente bien pocas existen.
• Que se informe objetivamente a la opinión pública de este problema, y no desde el concepto
estricto de seguridad ciudadana.
Para concluir, una pequeña reflexión. Todo depende del dolor con que se miren las cosas, dice
Benedetti. Es cierto; sólo esto podrá generar empatía en quienes tienen que decidir para hacerlo
con rigor, justicia y sobre todo humanidad..
1. Para un mayor conocimiento de este tema acudir al interesantísimo de VALVERDE MOLINA, La cárcel y sus
consecuencias, popular, Madrid, 1.991
Elena Presencio Serrano
Secretaria de la Asociación Proyecto Hombre
Comenzar esta exposición presentado la organización sobre la que versará mi intervención.
Proyecto Hombre considera a la persona como protagonista de su rehabilitación.
Proyecto Hombre es un programa dedicado a la prevención y tratamiento de
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drogodependencias.
Aborda la rehabilitación y reinserción a través de la maduración y el crecimiento de la persona.
Proyecto Hombre en cifras:
Nace en España en el año 1984
Número de Centros que en todo el territorio español dan atención de ámbito provincial o de
Comunidad autónoma: 25
Número de usuarios atendidos en el año 2.000: 10.000 y sus familias
Número de contratados en el año 2.000: 703
Número de voluntarios en el año 2.000: 2.327
Perfil del drogodependiente en Proyecto Hombre
En los 80 y a principio de los 90 .............................. En la actualidad:
Edad media: 26 años.
Sexo: varones
Edad de inicio en la adolescencia
Policonsumidor: con un uso preferente de la heroína
Deteriorado familiar, personal y socialmente
Bajo nivel de formación
Edad media: 29 años
Sexo: varones
Edad de inicio en la adolescencia (14 años)
Situación Académica: Bajo nivel de formación
34% sin graduado
Situación laboral: Pronta incorporación al mundo
laboral (97%). Al ingreso en paro
Policonsumidor
Muy deteriorado familiar, personal y
socialmente
La Toxicomanía en la década de los 90: del Código Penal del 73 al Código del 95
La reforma al CP del año 88 y el nuevo CP del 95 se encuentran en la necesidad de recoger
de una manera específica la toxicomanía, pues a nadie es ajeno que este ha sido uno de los
fenómenos caracterizadores de la realidad criminal española en estos últimos 20 años, con
especial significación en los delitos de contra la propiedad y contra la salud pública.
También ha originado un importante debate, sobre todo en lo que a la culpabilidad se
refiere y que ha reflejado en la práctica con un tratamiento judicial caracterizado por una
confusión generalizada de conceptos y soluciones, y les pongo un ejemplo:
Tenemos casos de un usuario que llegó al centro con siete causas pendiente al que se le
permitieron los cumplimientos en el Centro de rehabilitación y otro que con una suspensión
“de libro” ingresó en prisión aún cuando estaba ya en un proceso de rehabilitación por no
apreciarse en sentencia la relación entre la situación de drogadicción y la comisión del delito”.
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Las medidas penales
La suspensión especial de penas privativas de libertad prevista para drogodependientes
Antes de nada nombrar a José María Alonso, responsable del servicio de seguimiento
jurídico del Centro de Proyecto Hombre Madrid, que ha realizado un estudio sobre la
suspensión de ejecución del cual voy a extractar parte de este punto.
N úm ero d e us ua rio s d e P .H . a 3 1 d e d ic ie m b re
6000
5000
4000
3000
2000
1000
0
1990 1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
N úm ero d e usua rio s a lo s q ue se ha a p lica d o
la susp ens ió n es p ecial
500
450
400
350
300
250
200
150
100
50
0
1990 1991
1992 1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
Adelantar que mi exposición se va a centrar fundamentalmente en nuestra experiencia, y creo
que una de las mejores maneras de presentarla es empezar por las cifras que estos dos gráficos
recogen y reflejan la evolución que la suspensión de la ejecución de la pena para
drogodependientes ha tenido en esta última década en Proyecto Hombre.
Sobre los datos que aquí y en el resto de las gráficas se refleja, aclarar que se refiere a los
usuarios que estaban en los Centros a 31 de diciembre de cada año, si habláramos de la
población atendida durante el año duplicaríamos esta cifra.
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Los aspectos más destacables de este cuadro son:
El escaso número de concesiones en relación a la población con problemas penales (de
aproximadamente un 30%).
El aumento en el número de beneficiarios a partir de la entrada en vigor del nuevo Código y
la progresión en estos últimos años, con una población que se estabiliza.
Permítanme un breve análisis desde nuestra experiencia de las razones a las que atribuimos esta
situación, a través de algunos de los requisitos que la ley exige para la aplicación de la
suspensión.
La duración de las penas
El artículo 93 Bis permitía aplicar el beneficio de la remisión en penas de hasta dos años de
privación de libertad, mientras que el artículo 87 del NCP eleva hasta tres años esta posibilidad.
Pese a este gesto aperturista que contribuye a aumentar el número de beneficiarios, hay que
destacar sin embargo la elevación de las penas que para los delitos habituales en los
drogodependientes (Contra la propiedad y contra la salud) establece el Código, en especial el
delito contra la salud pública con unas penas que van de 3 a 9 años, dejando un margen más que
estrecho de aplicación a esta remisión.
Un ejemplo de un usuario que trapicheaba y subrayo lo de trapichear, con menos de un gramo
de heroína (unas 2.000 ptas. a precio ”de mercado” ) al que se condena a una pena de 3 años y
seis meses con la agravante de reincidencia (recordemos que la reincidencia es factor
prácticamente inseparable de este tipo de delincuentes) y la atenuante de toxicomanía se queda
fuera de la aplicación de la suspensión.
Nuestra valoración es que el legislador mantiene unos márgenes excesivamente prudenciales
que no se adecuan al perfil y la realidad del drogodependiente delincuente.
“La situación de drogodependencia”
En la regulación del nuevo Código Penal desaparece la referencia expresa del antiguo art. 93
bis, alusiva a que se declare probado en sentencia la situación de drogodependencia, así como
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que la conducta delictiva del sujeto fuera realizada con motivo de tal situación.
En este sentido aunque los primeros años de vigencia del Código Penal, la solicitud de
suspensión provocaba la habitual oposición del Ministerio Fiscal cuando no se había declarado
en sentencia la relación entre el delito y la dependencia, poco a poco la jurisprudencia menor de
los Juzgados penales y Audiencias, ha ido aceptando que basta con que en fase de ejecución se
acredite de alguna manera la situación de drogodependencia anterior (informes de Centros de
rehabilitación, Servicios Sociales...). Prueba de ello es la Consulta nº 4/1999 de 17 de
septiembre de la Fiscalía General del Estado donde se recoge de forma expresa tales extremos.
La flexibilización de este requisito por el actual Código ha sido un punto de inflexión
clara y ha supuesto un acercamiento a la especial idiosincrasia del delincuente
toxicómano.
La “habitualidad” de los reos.
Resulta evidente que las peculiares características de los toxicómanos delincuentes, habitando
constantemente en los márgenes de la legalidad, el plantear la primariedad delictiva para la
aplicación de la remisión como en el derogado artículo 93 bis prácticamente equivale a cerrarles
las puertas.
El nuevo Código que requiere únicamente que no sean reos habituales (los que hubieran
cometido tres o más delitos comprendidos en el mismo capítulo, en un plazo no superior a cinco
años, y hayan sido condenados por ello), aún así podríamos decir que esto supone prácticamente
la búsqueda de un “mirlo blanco”, pues el número medio de reincidencias puede estar entorno a
cinco llegando incluso a la veintena.
La conclusión, por lo tanto no puede ser otra que subrayar la desafortunada inclusión del
requisito de la habitualidad como impedimento automático para la suspensión. Siendo mucho
más acertada, en mi opinión, la supresión de este requisito, dejando al arbitrio del juez,
asesorado por los informes necesarios, la valoración individualizada de la probabilidad de
comisión de los hechos delictivos en el futuro y, en general, de las expectativas hacia el sujeto
en relación a los fines perseguidos en la suspensión.
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Que el condenado esté deshabituado
o sometido a un tratamiento de
deshabituación.
Este es un requisito que no ha cambiado en el nuevo Código Penal, y en la práctica basta para
conceder la suspensión con que se acredite que dispone de plaza en Centro homologado.
En este punto nos encontramos ante un problema eminentemente práctico, ya que cada vez es
mayor el número de drogodependientes que llegan a los Centros con problemas penales, sin
recursos y sin seguimiento familiar, lo que aumenta las listas de espera para las plazas en los
pisos.
Si a esto le sumamos las dificultades económicas de los Centros que con las subvenciones de la
Administración no cubren en muchos casos ni lo que podríamos denominar “mínimos”, las
subvenciones específicas recibidas para una previsión de 790 usuarios (incluidos otros todos los
posibles cumplimientos alternativos) en el año 2000 fueron 31 millones.
Por otra parte y para finalizar con la figura de la suspensión, apuntar otro factor que en mi
opinión explica la evolución de este gráfico durante la última década: la consolidación de la
imagen y el trabajo de Proyecto Hombre que ha facilitado, sin duda, el que los jueces opten o
permitan las suspensiones que solicitamos, porque en muchas ocasiones nos han puesto, si me
permiten la expresión “nos han puesto a prueba” mandándonos lo peor de cada casa.
En este caso decir que aparte de la profesionalidad en el tratamiento, existe una información y
seguimiento riguroso del usuario que se traslada al juez.
Otros Cumplimientos
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N ú m e ro d e u s u a rio s d e P .H . a 3 1 d e
d ic ie m b re
6000
5000
4000
3000
2000
1000
2000
1999
1998
1997
1996
1995
1994
1993
1992
1991
1990
0
N ú m e ro d e u s u a rio s a lo s q u e s e h a n a p lic a d o
o tro s c u m p lim ie n to s
600
500
400
300
200
100
0
1990 1991
1992 1993
1994 1995
1996
1997
1998
1999
2000
Lamentablemente la recogida de datos de la que disponemos a nivel nacional con relación a
otros cumplimientos no diferencian aquellos que tienen su origen en las medidas de seguridad.
Estos números reflejan no sólo las medidas de seguridad sino una amplia casuística de
resoluciones judiciales que en base a muy diferentes razonamientos disponen el cumplimiento
en un Centro de rehabilitación. Dichos razonamientos van desde la referencia expresa al artículo
25 de la Constitución (Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán
orientadas hacia la reeducación y reinserción social), pasando por una variada jurisprudencia,
hasta la sola alusión de que se cumpla en un Centro o incluso en Proyecto Hombre, aunque no
hayamos siquiera certificado que esta persona tiene plaza en nuestro Centro.
Llama la atención en este gráfico la línea descendente en el número de cumplimientos frente al
caso anterior de la suspensión. Una de las explicaciones vendría dada por la apertura que supone
el cambio de los requisitos exigidos para la aplicación de la suspensión del artículo 87 CP, que
63
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
provoca un cambio en la balanza. Pero no podemos obviar que el grueso mayor de los
cumplimientos que registramos no tiene su origen en una medida de seguridad. Por una cuestión
muy sencilla el drogodependiente no comete habitualmente el delito en las condiciones que
establecen los artículos 20.2 y 21.1 del CP y fundamentalmente que se mayoritariamente se
exige acreditación de medico forense lo cual supone que sólo podrá demostrarse en los casos
que arresten al sujeto en el momento de comisión del hecho.
A mi juicio, esta cuestión exige una reflexión y una critica en profundidad pero sólo voy a
destacar algunos aspectos como son:
La necesidad de reconocer, como ya se ha hecho desde la jurisprudencia, en las Sentencia
del tribunal Supremo de 18 de febrero, 3 y 4 de abril del 2000, y con criterio realista la
delincuencia funcional (“en las personas con un largo historial de consumo que por lo
general mantienen la capacidad de comprensión de la ilicitud de su conducta, pero que
manifiestan una grave merma en su capacidad volitiva o de contención cuando se ven
impelidos por la necesidad imperiosa de obtener la sustancia de la que dependen, lo que
sucede prácticamente a diario”).
En esta misma línea reivindicar la posibilidad de contemplar la aplicación de medidas de
seguridad en los casos en que concurra la atenuante de drogodependencia, que no incluye el
actual Código Penal.
Las diferencias que de un ámbito geográfico a otro se pueden apreciar en estos gráficos bajo
la imperio de una misma ley y con Centros muy similares en volumen y tipo de población
atendida. Tales diferencias sólo se pueden entender desde la clave de la práctica judicial.
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Nº de cumplimientos por Centro (1.999)
VALLADOLID
SEVILLA
RIOJA
NAVARRA
MALAGA
JEREZ
GUADALAJARA
GALICIA
CASTELLON
BURGOS
BALEARES
ALICANTE
0
5
10
15
20
25
30
35
Otros datos de interés
Tras la exposición de la aplicación de las medidas penales, hay otros datos que considero de
interés mostrar y aunque sólo sea apuntar como factores significativos:
N ú m e ro d e us ua rio s d e P .H . a 31 d e d ic ie m b re
6000
5000
4000
3000
2000
1000
0
1990 1991
1992 1993
1994 1995
1996 1997
1998 1999
2000
65
40
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
N ú m e r o d e u s u a r io s q u e in g r e s a r o n e n p r is ió n
120
100
80
60
40
20
0
1990 1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
Los ingresos en prisión de personas que en muchos casos no sólo ya han iniciado un programa
terapéutico, sino que pueden estar en fase de reinserción con un contrato laboral.
Como es el caso de un joven que en fase de reinserción y con contrato laboral, en una causa en
la que se condena a tres años por el derogado Código, reconocida en sentencia la atenuante de
drogadicción, a quien no concede ni una medida ni ningún otro cumplimiento alegando que
había delinquido en otras ocasiones y atendiendo a su peligrosidad se ordenó su ingreso en
prisión .
A la proclamada lentitud de la justicia, se unen aquí situaciones en que circunstancias jurídicas
como la “habitualidad” cierran la puerta a suspensiones o sustituciones. Tampoco el indulto se
convierte en una alternativa a estas situaciones, así ante los más de setecientos ingresos en
prisión el número de indultos concedidos no llega a los cien con un buen número de estos de
carácter sólo parcial.
El número de cumplimientos por la vía del tercer grado.
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N ú m e ro d e u s u a rio s d e P .H . a 3 1 d e d ic ie m b re
6 0 00
50 0 0
4 0 00
30 0 0
2 0 00
10 0 0
0
1 99 0 1 99 1
1 9 92 19 93
19 9 4
19 95
1 99 6
1 9 97
19 98
1 9 99
20 0 0
Número de derivaciones para cumplimiento en
tercer grado
400
350
300
250
200
150
100
50
0
1990 1991
1992 1993
1994 1995
1996 1997
1998 1999
2000
En estos casos deberíamos de hablar de una segunda oportunidad o quizás de la falta de una
primera.
A modo de conclusión destacar dos consideraciones:
La importancia de que el código recoja la realidad del drogodependiente delincuente.
El estudio de evaluación de eficacia del programa Proyecto Hombre, realizado por profesionales
externos e independientes de las Universidades de Oviedo, Santiago de Compostela y Baleares,
arroja un dato revelador, el 91,2 % de las altas terapéuticas (personas que completan el
programa de rehabilitación, también convivimos con los abandonos sobre todo al inicio)
abandonan las drogas, se incorporan al mundo laboral, recuperan la familia y mejoran su nivel
educativo. Es significativo que este resultado no ofrezca diferencias entre las personas con
problemas penales y los que no lo tiene; como también lo es nuestra experiencia para afirmar
que de la droga se sale.
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Mesa Redonda 2.
“La evolución del fenómeno de las drogodependencias”
Ponentes:
EMILIANO MARTÍN GONZALEZ
Subdirector General del Plan Nacional sobre Drogas.
NIEVES HERRERO YUSTE
Jefa del Departamento del Plan Municipal contra las Drogas. Ayto. Madrid.
JUAN JOSE LOPEZ ORTEGA
Magistrado de la Audiencia Nacional
REMEDIOS COMAS VERDU
Dirección técnica de ATICA Servicios de Salud
Coordinadora:
BERTA GORDON NUEVO. S.I.A.D.
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Emiliano Martín González
Subdirector General del Plan Nacional sobre Drogas
“LA EVOLUCIÓN DEL FENÓMENO DE LAS DROGAS EN ESPAÑA. 1990-2000”
Buenas tardes, en primer lugar, deseo agradecer a SIAD su amable invitación para estar con
ustedes esta tarde.
Quiero manifestar mi satisfacción por encontrarme hoy entre Uds. Ya que cuando se inició este
Servicio de Asesoramiento a Jueces y Atención al Detenido Drogodependiente, aquí en los
Juzgados de Madrid, impulsado en aquel momento por el Ayuntamiento de Madrid, era yo Jefe
del Departamento del Plan Municipal contra las Drogas. Este servicio era entonces pionero en
España.
Voy a aceptar el reto de revisar la evolución de las drogas durante una década; resumir 10 años
es difícil, ya que el fenómeno de las drogodependencias es muy complejo y siempre cambiante.
Como Uds. saben, en España disponemos desde el año 1987 de un indicador que recoge toda la
información de las personas que acuden a tratamiento a los Centros de la Red Asistencial y
describe sus características demográficas de consumo, situación laboral, formación académica,
etc. Nos apoyaremos en los datos que aporta este indicador para constatar diversos aspectos de
esta evolución.
La primera idea que tenemos que destacar es que durante estos últimos años ha habido una
evolución muy significativa sobre el tipo de Centros que hemos utilizado en nuestro país para
responder al fenómeno de las adicciones. Disponemos de una importante Red Asistencial de
carácter público y gestionada por los Planes Autonómicos sobre Drogas y en dos casos
concretos, Madrid y Barcelona, también por Planes Municipales.
En la primera gráfica se observa la evolución de los cuatro tipos de dispositivos (Centros de
Día, CAD, Unidades Hospitalarias, C.T…) principales de la Red Asistencial española. Desde el
año 1992 ha habido una evolución cuantitativa notable y muchos e interesantes cambios.
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Evolución del número de usuarios atendidos en centros de metadona, centros ambulatorios, unidades de
desintoxicación hospitalaria y comunidades terapéuticas. España, 1992-2000.
100000
90000
80000
70000
60000
50000
40000
30000
20000
10000
0
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
58231
64692
70841
80320
99714
87180
82361
79373
73467
U . H o sp.
5955
5569
5692
5411
5494
6287
6111
5735
4932
C C .T T .
4973
5562
6441
6445
6568
6061
6136
6252
6322
C . M e tado na
9470
15398
18027
28806
42230
55813
63030
72236
78806
C . Am bul .
C . A m b u l.
U . H o s p.
C C .T T .
C . M e tad o n a
En el año 2000, que es el último año del que disponemos de datos, los Centros Ambulatorios
han atendido a 73.467 personas, en Comunidades Terapéuticas 6.322, y en Unidades de
Desintoxicación Hospitalaria 4.932. Los Centros de Metadona, que empiezan a despuntar a
comienzos de los noventa, atienden en 1992 a 9.470 personas, en este año 2000 el último dato
oficial son 79.000.
En una primera apreciación, decir que los tratamientos orientados a la abstinencia (libres de
drogas), han ido sufriendo una evolución ascendente hasta aproximadamente la mitad de la
década, a partir de ese momento ha descendido, de tal manera que este año por primera vez se
admiten menos personas en estos programas que en los Programas de Metadona.
Evolución del número de internos en programas de drogodependencias. España, 1995-2000.
25000
20000
15000
10000
5000
0
P r e ve nti vo s
Am bul.
M o dul ar e s
M e tado na
1995
14208
3427
1247
2041
1996
15795
3525
1560
5828
1997
15344
4253
1658
10577
1998
15793
5223
2204
16283
1999
14144
4251
2205
18899
2000
17454
5316
2192
20214
1995
1996
1 9 9 7 70
1998
1999
2000
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
En la segunda gráfica observamos la evolución desde el año 1995 al 2000 en el tratamiento con
metadona en las prisiones. Actualmente en prisión hay 20.214 personas en programas de
tratamiento con metadona, 5.316 en tratamiento ambulatorio y 2.192 en modulares. El
tratamiento con metadona existe ya en todas las prisiones.
Otro de los aspectos a destacar es la droga principal por la que se demanda asistencia en la Red,
tanto de las personas que acuden a la Red Asistencial por primera vez como de las personas que
acuden después de haber tenido recaídas, abandonos, etc. Si observamos los usuarios de heroína
con tratamiento previo, coincide su incremento con la aparición de los Programas de
Tratamiento con Metadona. Sin tratamiento previo, en el año 2000 han solicitado ayuda sólo
8.151. Por lo tanto, la capacidad de absorción de la Red ha ido creciendo, pero este fenómeno se
explica básicamente por el incremento de los Programas de Metadona. Como pueden apreciar
las nuevas admisiones a tratamiento por heroína siguen una línea descendente desde 1992.
Evolución del número de personas admitidas a tratamiento por heroína en España, 1991-2000.
35000
30000
25000
20000
15000
10000
5000
0
1991
15277
Con tratamiento previo 13296
Sin tratamiento previo
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
20017
15956
18977
16703
18770
17526
17878
20369
16647
28382
12993
30173
11867
30756
10473
26031
8151
26412
Con la cocaína, desde 1992 se ve un incremento en la demanda de tratamiento, tanto en
usuarios con tratamiento previo como sin tratamiento previo.
71
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Evolución del número de personas admitidas a tratamiento por cocaína en España, 1991-2000.
7000
6000
5000
4000
3000
2000
1000
0
Sin tratamiento previo
Con tratamiento previo
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
681
262
932
367
1146
431
1265
491
1415
516
1892
932
3129
1402
4174
1838
6126
2576
5499
2773
Esta misma línea ascendente se ve con el cannabis desde el año 1996, mucho más nítida si nos
atenemos sólo a las nuevas admisiones.
Evolución del número de personas admitidas a tratamiento por consumo de cannabis en España,
1996-2000.
3500
3000
2500
2000
1500
1000
500
0
Sin tto. previo
Con tto. previo
1996
1997
1998
1999
2000
1300
230
1768
387
2412
407
2335
418
2487
408
En la siguiente gráfica se observa que, si sólo analizamos a las personas que han tenido
tratamientos previos, vemos que el 86% lo hacen por heroína, el 9% por cocaína, el 1,3% por
cannabis y el 0,1% por MDMA y derivados.
Con respecto a aquellos que formulan demandas de tratamiento por primera vez, vemos que en
72
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
caso de la heroína se coloca en menos del 50%, la cocaína en el 32,1% y el cannabis en el
14,5%. La demanda por el éxtasis y derivados sigue siendo baja (1,1%). Se observa claramente
el notable incremento de la demanda por cocaína y, en menor medida, por cannabis. Estos
datos, si se analizan por Comunidades Autónomas, veríamos que desde hace unos dos años la
demanda por cocaína supera a la de heroína en algunos casos.
Droga que motiva el tratamiento según la existencia o no de tratamiento previo (porcentajes). España, 2000.
MDMA y derivados
1,1
0,1
14,5
Cannabis
1,3
32,1
Cocaína
9
47,6
Heroína
85,9
0
20
40
Con Tto. Previo
60
80
100
Sin Tto. Previo
En la siguiente gráfica se hace referencia al perfil de las personas demandantes de tratamiento
que tienen como droga principal la heroína, cocaína, éxtasis, etc. Destacar que la media de edad
de los demandantes de atención por heroína es de 32 años y que sigue subiendo. En los casos de
cocaína como droga principal, la media desciende 3 años, en el caso del cannabis baja a los 24
(ocho menos) y éxtasis y derivados a los 22 años.
Características generales de los casos admitidos a tratamiento por consumo de sustancias
psicoactivas. España, 2000.
H e r o ín a
E d a d m e d ia
N iv e l E s tu d io s ( F P BUP)
S is t. L a b o r a l
O tra s d ro g a s
c o n s u m id a s
C o c a ín a
C a n n a b is
MDMA y
d e r iv a d o s
32
29
24
22
1 2 ,8
2 2 ,8
2 3 ,9
2 2 ,9
3 0 ,5
55
4 2 ,4
4 8 ,9
( h e r o ín a )
6 9 ,5
3 5 ,9
1 ,1
14
( c o c a ín a )
4 8 ,6
9
1 2 ,7
45
( c a n n a b is )
9 ,1
2 ,6
5 2 ,9
5 1 ,3
( M D M A y d .)
73
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En cuanto al nivel de estudios (nos hemos atenido a personas con estudios de F.P. y B.U.P.) el
12,8% son demandantes por heroína, el 22,8% por cocaína, el 23,9% por cannabis y el 22,9%
por éxtasis y derivados. Como puede apreciarse, existe una clara diferencia entre los usuarios de
heroína y las otras drogas en relación con la formación obtenida.
Algo similar ocurre con el nivel de ocupación: mientras en los usuarios de heroína alcanza tan
sólo al 30,5%, en cannabis sube al 42,4% y en cocaína al 55%.
En otro orden de cosas: ¿Qué consumen los demandantes por heroína como droga secundaria?
Casi el 70% cocaína, el 35,9% cannabis y el 1,1% MDMA. Sin embargo, en los que
demandan tratamiento por cocaína, tan sólo el 14% consumen heroína y el 48,6% cannabis.
Observemos también que este dato correlaciona con el elevado nivel de consumo de cocaína
entre los demandantes por cannabis (45%).
En cuanto a la vía de administración de los admitidos por heroína y cocaína en este momento
el 17,7% utiliza la vía inyectada, mientras que en el año 91 lo hacían el 50,3%. En el caso
concreto de Madrid, en el 91 estaba en el 51,8% y actualmente está en el 13,3%. Como pueden
comprobar, estos datos representan uno de los avances más importantes producidos en nuestro
país en los últimos diez años desde un punto de vista de salud pública.
Distribución de los admitidos por primera vez a tratamiento por heroína o cocaína según vía
de administración de dicha droga. España, 1991-2000.
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Inye ctada
Pulmonar
Esnifada
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
50,3
43,4
5,8
42,9
50
6,4
37,8
56,3
5,5
34,9
59,3
5,4
29,1
64,5
6
27,5
65,2
6
23,8
67,2
7
21,8
68,3
7,9
19,4
69,3
9,5
17,7
74,1
6,7
Sólo por citar otros indicadores, las urgencias motivadas por el consumo de cocaína superan a
las motivadas por heroína. Con respecto a la mortalidad atribuida al consumo de drogas,
desciende desde el año 91 de forma paulatina.
74
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Por último, quisiera comentar algunos datos de las dos grandes encuestas que se realizan a nivel
nacional: la primera de ellas realizada al conjunto de los ciudadanos de entre 15 y 65 años de
carácter domiciliario y la segunda dirigida a escolares entre 14 y 18 años. Los datos más
significativos de la última “Encuesta sobre drogas a la población escolar “ (año 2000) son los
siguientes:
En el caso del alcohol nos movemos en prevalencias muy altas, en torno al 83,7%, desde el año
94. Por primera vez, en el año 2000 esta tendencia sufre un descenso al 76% en el caso del
consumo esporádico y, en el caso del consumo habitual, pasa del 65,8% al 58%. Resaltar
además que los jóvenes que se declaran abstemios, han crecido del año 98 al 2000 en un 10%,
lo que significa que los programas de prevención están dando resultados positivos.
Evolución de los consumos de alcohol entre los estudiantes de secundaria.
España, 1994-2000.
90
80
70
78,5
83,7
83,6
84,2
76,0
65,8
65,7
60
58,0
50
40
30
20
10
0
1994
1996
1998
Últimos 30 días
2000
Alguna vez
En cuanto a los psicoestimulantes, a lo largo de estos años, y referido al consumo en el
último mes, la cocaína se ha mantenido en una línea ascendente. Se pasó del 1% de
consumo habitual, al 2,4% en el 98. En el año 2000 hay una cierta bajada en este
consumo, parece que hubiese un acoplamiento de proceso inverso entre el éxtasis y la
cocaína, lo que nos lleva a pensar en un comportamiento complementario de estas dos
sustancias que dependerá de factores como la propia oferta, modas coyunturales, etc.,
haciendo que estas dos sustancias desempeñen funciones semejantes. También
observamos que las anfetaminas y los alucinógenos se comportan de un modo similar a
la cocaína.
75
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Evolución de los consumos habituales (últimos 30 días”) de psicoestimulantes entre
estudiantes de secundaria. España, 1998-2000.
3
2,5
2,4
2
2,2
2,4
2,4
2,3
2,1
2,6
2,5
2,2
1,9
1,8
1,5
2,0
2,2
1,6
1,5
1
1,0
0,5
0
Cocaína
Anfetaminas
1994
Alucinógenos
1996
1998
Éxtasis
2000
En esta última gráfica, señalar que en el caso del cannabis se dan dos claras tendencias
ascendentes, tanto en los consumos experimentales como en los habituales. Así en el año 94 (en
consumo de los últimos 30 días) se pasó del 20,8% al 31,2%, lo que demuestra una progresión
constante y regular. En el caso de los consumos habituales, se pasó del 12,2% en el año 94 al
19,4% en el año 2000.
Evolución de los consumos experimentales y habituales (“últimos 30 días”) de cannabis
entre estudiantes de secundaria. España, 1998-2000.
35
30
31,2
28,5
25
26
20
20,8
17,2
15
15,7
10
12,2
5
0
Consumos experimentales
1994
Consumos habituales
1996
76
1998
2000
19,4
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Quisiera terminar mi intervención con una serie de conclusiones que resumen la mayoría de las
cuestiones aquí apuntadas:
1. Los noventa han constituido una década de grandes cambios para el fenómeno de las
drogas en España.
2. El ciclo expansivo de los consumos de drogas durante esta década parece haberse
estabilizado.
3. Existen evidencias sobre el descenso de los consumos de heroína y sus problemas
asociados.
4. Este período se ha caracterizado por la aparición de nuevas drogas y nuevos patrones
de consumo: el “uso recreativo de drogas”.
5. Ha aparecido una diversificación de las demandas asistenciales.
6. En coherencia, se ha producido una adecuación de las respuestas asistenciales:
Programas de Reducción de Daños, Programas de menores, alcohol, cocaína, patología
dual…
7. Se plantea la prioridad de las estrategias preventivas (Estrategia Nacional sobre
Drogas 2000-2008).
8. Se impulsan la investigación y el desarrollo de los sistemas de información
(Observatorio Español sobre Drogas).
Gracias.
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Nieves Herrero Yuste
Jefa del Departamento del Plan Municipal contra las Drogas. Ayto. Madrid.
" Los programas preventivos y asistenciales del Plan Municipal Contra las Drogas del
Ayuntamiento de Madrid como respuesta a la evolución del fenómeno de las
drogodependencias"
Desde su puesta en marcha, en 1988, el Plan Municipal Contra las Drogas ha venido
realizando un permanente esfuerzo de adecuación de sus programas y recursos a las siempre
cambiantes necesidades que el problema de las drogodependencias plantea en nuestra ciudad.
Madrid, al igual que otros territorios del Estado y, especialmente, al igual que otras grandes
ciudades, ha sido y continúa siendo escenario de los cambios y las "modas" que afectan a los
diferentes modos de consumo de drogas. Hemos necesitado, por lo tanto, realizar una continua
monitorización, no sólo de los datos referidos al consumo y de las tendencias en el uso y abuso
de las diferentes sustancias, sino también un análisis acerca de los modos de uso de las mismas,
de los riesgos asociados y de los valores ligados a los consumos, con objeto de tenerlos en
cuenta a la hora de elaborar mensajes y programas de prevención dirigidos a los más jóvenes.
ÁMBITO ASISTENCIAL
A lo largo de los últimos años las demandas de atención recibidas en los CAD's municipales han
experimentado cambios de importancia. La heroína, que hace un decenio estaba en la base de la
práctica totalidad de las demandas como droga principal de abuso, ha ido dejando paso a otras
necesidades planteadas por los consumos de otras drogas como la cocaína, el alcohol o las
drogas de síntesis.
Paralelamente, otras variables en el perfil de los consumidores que demandan atención han
planteado necesidades distintas que han propiciado una evolución en los programas asistenciales
ofertados. Así, se ha avanzado notablemente en el perfeccionamiento de los programas de
atención y en la mejora de la calidad de los mismos, para lo que se ha realizado un importante
esfuerzo en la formación continuada y reciclaje de los técnicos del Plan Municipal Contra las
Drogas. En esta misma línea se ha realizado una revisión de los sistemas de registro y
evaluación, de manera que permitan recoger una información más detallada, reflejo de la
necesaria flexibilidad que los diferentes programas asistenciales deben reunir para lograr una
atención personalizada.
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Por lo que respecta a los programas libres de drogas, se han ido introduciendo mejoras y
variantes en las técnicas empleadas (diseño de grupos, trabajo individualizado, utilización de
fármacos coadyuvantes, etc.) que han permitido crear líneas diferenciadas de trabajo con los
diferentes perfiles poblacionales en función, no solo de las drogas de abuso principales, sino de
otras características individuales, familiares, etc. de los adictos. La experiencia acumulada de
los técnicos de los Centros de Atención a las Drogodependencias permite hoy compartir
experiencias avanzadas y concretas en el tratamiento de cocainómanos, de población alcohólica,
de adolescentes con abuso de alcohol y otras sustancias durante los fines de semana, etc.
Por otra parte, los programas de sustitutivos opiáceos han experimentado un rápido
crecimiento en los últimos años, pasando de 280 casos tratados en estos programas en 1996
(programa de metadona gestionado a través de Cruz Roja Española en el centro de la calle
Fucar) a los 4.026 casos atendidos en los distintos centros de la Red Municipal en el año 2000.
Este importante incremento del programa de sustitutivos opiáceos ha hecho necesario realizar
una adecuación, no solo de las estrategias terapéuticas puestas en juego en los 7 CAD's y en los
Centros Específicos de P.S.O. (acomodación en el diseño de grupos terapéuticos, terapia
ocupacional, abordaje de las familias, etc.) sino que ha obligado también a realizar un cambio
en los recursos de apoyo al tratamiento (comunidades terapéuticas, pisos de acogida y
reinserción, talleres ocupacionales, recursos formativos, etc.) .
Las diferentes necesidades de un amplio colectivo de usuarios que estos programas han
conseguido captar: largas historias de consumo, importante deterioro psicosocial, mayor
presencia de HIV y de enfermedades infecto–contagiosas, mayor frecuencia de complicaciones
legales y judiciales, etc., han obligado a los recursos de toda la red municipal de atención a las
drogodependencias a flexibilizar al máximo sus criterios de funcionamiento a fin de adaptarse a
las nuevas situaciones que esta población y este tipo de programas imponía, sin por ello
renunciar a la calidad que esta tarea exige. La formación interna, el intercambio de experiencias
en los distintos foros que durante estos años se han venido promoviendo desde el Plan
Municipal Contra las Drogas y la adecuada coordinación entre los recursos, han facilitado esta
tarea mostrándose como un camino necesario a mantener y desarrollar en el futuro.
79
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PREVENCIÓN DE LAS DROGODEPENDENCIAS
La prevención de las drogodependencias ha constituido una prioridad entre las actuaciones del
Plan Municipal de los últimos años.
Se ha trabajado en la constitución de una estrategia integral que propicie la implicación de todos
los sectores de la población, fomentando la responsabilidad y participación de los ciudadanos:
familias, medios de comunicación, educadores, etc.
Los cambios en los hábitos de consumo, a los que aludíamos más arriba, han hecho necesaria la
puesta en marcha de estrategias preventivas en nuevos ámbitos de intervención, que han venido
a sumarse a los ya clásicos.
Así, en los últimos años se han llevado a cabo actuaciones como las siguientes:
•
Ambito escolar: Dentro de los programas tradicionales dirigidos a los centros educativos se
ha desarrollado desde los CAD's municipales una línea de intervención preventiva flexible,
capaz de adaptarse a las demandas y necesidades concretas planteadas por los centros
escolares. Estas actuaciones, programadas y realizadas por los equipos técnicos de los
CAD's, comprenden desde intervenciones puntuales (charlas, coloquios, seminarios
informativos, etc.) que suponen muchas veces el primer contacto que facilita posteriores
intervenciones, hasta actuaciones más amplias, organizadas y mantenidas en el tiempo, que
permiten un trabajo con objetivos más ambiciosos. Como complemento a estos programas
se han ofertado una serie de actividades extraescolares como el cine y educación en valores,
teatro interactivo, escuelas deportivas, etc. que, realizados en el marco del convenio de
colaboración con otras entidades, potencian y complementan los programas escolares.
•
Ámbito familiar: Ha sido uno de los más potenciados en los últimos años. La familia
continúa siendo en nuestra sociedad la instancia socializadora por excelencia,
constituyéndose por lo tanto como un espacio privilegiado desde el que promover factores
de protección así como para detectar precozmente los consumos de drogas y sus riesgos.
Como actuaciones importantes a destacar en este ámbito, mencionar la edición, en
colaboración con la Fundación de Ayuda Contra la Drogadicción de unos "Materiales de
apoyo a la prevención en el ámbito familiar", constituidos por un manual de prevención,
una guía de actividades, un vídeo y una guía para familias. El conjunto de estos materiales
está constituyendo una herramienta útil en el trabajo de todos los profesionales que
intervienen en este ámbito de prevención, así como una ayuda interesante para la actuación
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en el seno de las propias familias.
Destacar también la realización por 2º año consecutivo de un programa radiofónico de
prevención de drogodependencias, en colaboración así mismo con la FAD, que bajo el título
"Vivir en familia" ha conseguido acercar a las familias madrileñas, a través de la radio, una
serie de mensajes preventivos con el objeto de contribuir a facilitar las actuaciones de la
familia en prevención de drogodependencias y acercar los recursos preventivos a los padres.
Por último, y en este mismo ámbito, se ha puesto en marcha el pasado mes de abril un
"Servicio telefónico de orientación sobre alcohol y otras drogas", que cumple con el
objetivo fundamental de ofrecer a las familias madrileñas una atención rápida, confidencial
y personalizada, acerca de las cuestiones, dudas y necesidades suscitadas en las familias en
relación al consumo de drogas por parte de los hijos. Expertos en prevención de
drogodependencias y en terapia familiar atienden el teléfono (913 659 200) de forma
directa, escuchando a las familias y las cuestiones que plantean que giran en un importante
porcentaje de casos en torno a los consumos de fines de semana, al abuso de alcohol por
parte de los hijos adolescentes, a las estrategias que la familia puede poner en marcha para
prevenir y orientar el comportamiento de los hijos frente a las drogas, etc. En un número
importante estas demandas telefónicas son posteriormente atendidas con mayor
profundidad, de forma presencial en los CAD's municipales de modo que este servicio
telefónico está funcionando como un servicio puente entre este tipo de demandas y los
CAD's, posibilitando de este modo una intervención precoz y contribuyendo, al mismo
tiempo, a normalizar la imagen de los centros, de forma que puedan ser también
identificados como centros de prevención.
•
Ámbito del Ocio y Tiempo Libre: El hábito tan extendido entre la población juvenil de
pasar largas horas del fin de semana de copas y en parques y plazas públicas consumiendo
alcohol, ha llevado a las instituciones a plantearse el impulso de estrategias de ocio
alternativas al consumo de alcohol y otras drogas, aprovechando al mismo tiempo estos
contextos para fortalecer en los jóvenes su capacidad de resistencia frente a la oferta de
drogas.
En esta línea de intervención el Plan Municipal Contra las Drogas elaboró un "Programa
de Ocio Saludable en el fin de semana" que contó con la colaboración del Área de Cultura,
Educación, Juventud y Deportes, con la Asociación de Deportistas Deporte y Vida y con la
colaboración financiera de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.
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Así, en el año 2000 se realizó esta primera experiencia que, bajo el título "La Noche más
Joven" ofreció a los adolescentes y jóvenes madrileños de entre 16 y 24 años la posibilidad
de realizar un amplio abanico de actividades deportivas y culturales durante las noches de
los viernes y los sábados en horario de 22'30 a 2'30 de la madrugada, facilitando a través de
actividades la transmisión de valores y habilidades que les permitan afrontar con mayores
expectativas de éxito los riesgos que entrañan los consumos de drogas.
Los positivos resultados de la evaluación de esta primera experiencia han hecho plantarse
para el presente año una nueva edición que incluye una serie de ampliaciones y variantes
con respecto a la anterior. En 2001 se ha ampliado sustancialmente el número de meses que
permanecen abiertos y el margen de edad de los asistentes. Así, se han planteado 2 sectores
de edad y dos subprogramas, con horarios e instalaciones diferenciadas:
♦ La Noche más Joven, para jóvenes de 16 a 24 años y con el horario de 22'30 a 02'30 de la
madrugada.
♦ La Tarde más Joven, para adolescentes de 14 a 16 años y con un horario que cubre las
tardes de los sábados, de 17'30 a 21'30 horas. El número de Centros Culturales puestos a
disposición de "La Tarde más Joven" es de 19, distribuidos en 13 de los 21 distritos
madrileños, lo que permite una mayor proximidad a los domicilios de los más jóvenes.
Por otra parte y como complemento a esta actuación se ha puesto en marcha una nueva
iniciativa de intervención en este ámbito, dirigida específicamente a los adolescentes y jóvenes
madrileños que practican lo que se ha dado en llamar "la cultura del botellón". Se trata de un
"Programa de intervención en plazas y parques públicos", frecuentados por estos jóvenes,
que se plantea los siguientes objetivos básicos:
♦ Lograr una reducción de riesgos relacionados con el consumo de alcohol entre los jóvenes,
promoviendo la responsabilidad personal y el cuidado mutuo.
♦ Promover entre los mismos la utilización y el disfrute de la oferta cultural y lúdica que el
Ayuntamiento de Madrid y otras instituciones promueven.
♦ Minimizar los daños al entorno urbano y las molestias que ocasionan los grandes grupos de
jóvenes que practican esta cultura.
Para ello se cuenta, una vez más, con la colaboración de diversas Áreas Municipales: Servicios
Sociales desde el Plan Municipal Contra las Drogas, Cultura, Educación, Juventud y Deportes,
Seguridad y Policía Municipal, Salud y Consumo y Movilidad Urbana.
La coordinación entre todos ellos ha permitido poner en marcha una serie de acciones
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informativas y educativas, que incluyen la edición de dos folletos relacionados con la reducción
de riesgos en el consumo de alcohol y con la oferta cultural, deportiva y lúdica para los jóvenes,
y contemplan también la difusión de los mismos mediante la intervención directa de educadores
sociales que promuevan la participación de los jóvenes y su colaboración en el fomento de
conductas de menor riesgo entre sus iguales.
Esta serie de medidas llevadas a cabo en los diferentes ámbitos se unen a otras como el Servicio
de Apoyo a la Prevención, la formación de mediadores sociales o el apoyo al movimiento
asociativo, en la idea de avanzar desde diferentes frentes hacia el objetivo de lograr una
reducción en los consumos de alcohol y otras drogas entre los jóvenes y de los daños asociados
a dicho consumo, reto importante que en este momento las instituciones y la sociedad en su
conjunto, tenemos por delante.
Municipal
Plan Municipal
Contra las
las Drogas
Drogas
Contra
..
Ayuntamiento de
de Madrid
Madrid
Ayuntamiento
Evolución de las Demandas de Atención
según sustancias
Evolución de las Demandas de Atención
según sustancias
Alcohol
Heroína
100%
90%
14%
80%
12%
70%
10%
60%
50%
8%
79%
40%
73%
69%
69%
65%
14%
12%
6%
30%
20%
10%
11%
8%
4%
10%
2%
0%
1996
1997
1998
1999
2000
0%
1996
83
1997
1998
1999
2000
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
Evolución de las Demandas de Atención
según sustancias
Casos Atendidos en Programas de
Sustutivos Opiáceos
Cocaína
12%
4.000
3.500
10%
3.000
8%
2.500
12%
6%
10%
4%
12%
3.857
2.000
10%
2.990
1.500
7%
3.356
1.000
2%
905
500
0%
283
0
1996
1997
1998
1999
2000
1996
1997
1998
1999
2000
Actuaciones en el Ámbito Educativo
Área Preventiva del
Plan Municipal Contra las Drogas
Principales Ámbitos
de Actuación
Programa
Programa de
de Prevención
Prevención de
de Drogodependencias
Drogodependencias en
en Centros
Centros
Educativos
Educativos de
de la
la Comunidad
Comunidad de
de Madrid
Madrid (P.P.D.)
(P.P.D.)
ÁMBITO
ÁMBITO EDUCATIVO
EDUCATIVO
Programa
Programa Integral
Integral de
de Prevención
Prevención Escolar
Escolar
(P.I.P.E.S.)
(P.I.P.E.S.)
ÁMBITO
ÁMBITO FAMILIAR
FAMILIAR
Actuaciones
Actuaciones de
de los
los CAD’s
CAD’s en
en contextos
contextos educativos
educativos
Actividades Extraescolares:
ÁMBITO
ÁMBITO OCIO
OCIO Y
Y TIEMPO
TIEMPO LIBRE
LIBRE
Grupos Deportivos de CAD’s.
Escuelas Deportivas.
Cine y Educación en valores.
Teatro interactivo
El valor de un cuento
Aulas Deportivas
ÁMBITO
ÁMBITO COMUNITARIO
COMUNITARIO
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Actuaciones en el Ámbito Familiar
Program a de In terv en ción en Pl azas
Obj et iv os:
Materiales de Apoyo a los Programas de Prevención en
el ámbito Familiar (Edición y distribución):
Manual para profesionales
Guía de actividades
Vídeo y guía del vídeo
Guía para familias
Lograr una reducción de riesgos relacionados con el
consumo de alcohol entre los jóvenes, promoviendo
la responsabilidadpersonal y el cuidado mutuo.
Promover entre los mismos la utiliz ación y el disfrute
de la oferta cultural y lúdica que el Ayuntamiento de
Madridy otras instituciones promueven.
Programa
Programa Radiofónico
Radiofónico “Vivir
“Vivir en
en Familia”
Familia”
Minimiz ar los daños al entorno urbano y las
molestias que ocasionan los grandes grupos de
jóvenes que practican esta cultura.
Servicio
Servicio de
de Telefónico
Telefónico de
de Orientación
Orientación sobre
sobre el
el
Alcohol
Alcohol yy otras
otras Drogas
Drogas
Program a de In terv en ción en Pl azas
Actuaciones en el Ámbito del Ocio
y el Tiempo Libre
La Tarde
Tarde -- la
la Noche
Noche más
más Joven
Joven
Programa
Programa de
de Generación
Generación de
de alternativas
alternativas
de
de Ocio
Ocio Saludable
Saludable en
en el
el Fin
Fin de
de Semana
Semana
85
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Juan Jose Lopez Ortega
Magistrado de la Audiencia Nacional
“La consideración del toxicómano delincuente como un enfermo”
(Resumen)
Hoy es un lugar común afirmar que el toxicómano delincuente es un enfermo y,
consiguientemente, que existe un deber a cargo del Estado de procurar su deshabituación, es
decir, su rehabilitación.
Ninguna duda me ofrece que la política criminal de un Estado de Derecho orientada a la
prevención, no sólo general, sino también especial, debe contar con medios suficientes,
asistenciales y legales, para facilitar la rehabilitación del toxicómano responsable de un delito.
Por ello, es lógico que el sistema legal renuncie a la ejecución de las penas leves cuando el
responsable de un delito sea un drogodependiente y su adición a las sustancias estupefacientes
guarde relación con el hecho delictivo.
Cuestión distinta es que, para obtener este resultado, resulte necesario partir, como presupuesto
ideológico, de la idea de que el delincuente toxicómano, por el mero hecho de serlo, haya de ser
considerado como un enfermo. La idea de enfermedad no sólo es ajena al Derecho penal, sino
que, además, se contrapone al principal presupuesto de la aplicación de la pena, basado en las
nociones de “culpabilidad” y “responsabilidad”.
Al actuar de esta manera, se convierte al sujeto causante del daño en un sujeto irresponsable,
pero sólo aparentemente, pues el Estado, el sistema legal, no renuncia a afirmar su culpabilidad
por el hecho cometido. Y, aunque ciertamente es responsable del delito cometido, el
presupuesto ideológico del que se parte tiende a afirmar su irresponsabilidad, pues nadie debería
ser considerado responsable si, en realidad, es un enfermo.
Sin embargo, la irresponsabilidad es sólo aparente, pues el Estado no renuncia a la aplicación de
una pena basada en la idea de voluntariedad de la acción delictiva, por el simple hecho de que, a
pesar de la toxicomanía, el sujeto conserva una mínima voluntariedad para orientar su
comportamiento según la norma.
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Siendo esto así, hemos de preguntarnos que papel juega afirmar, como se hace comúnmente,
que el delincuente toxicómano es un enfermo. En mi opinión, ninguno. Al actuar de este modo
sólo se consigue convertir al toxicómano en “víctima” de su propia enfermedad, de su propio
hecho y se provoca una consecuencia de todo punto intolerable. Tan víctima es quien sufre el
daño causado por el delito, como el sujeto que causa el daño, víctima, a su vez, de su propia
enfermedad.
Desde el punto de vista del tratamiento rehabilitador las consecuencias de tal construcción
son evidentes: quien es víctima, quien no se siente responsable del daño causado, nada tiene que
hacer por repararlo, sólo espera, sólo reclama el tratamiento adecuado, que le permita estar sano.
Pero no creo que exista posibilidad alguna de rehabilitación, más que si el sujeto es capaz de
asumir las consecuencias del hecho realizado, del daño causado por el delito, y esto, a mi modo
de ver, no resulta posible si se parte de la idea de enfermedad.
Por ello, pienso que el paradigma de la enfermedad, como presupuesto ideológico en el
tratamiento de los toxicómanos delincuentes, debería ser sustituido por la idea de reparación. La
reparación del daño impone al sujeto la necesidad de interiorizar el daño, la obligación de
asumir las consecuencias de sus actos voluntarios, le trata como un sujeto responsable y le exige
afrontar un cambio de vida. En último término, el mismo objetivo que persigue el tratamiento
rehabilitador.
REMEDIOS COMAS VERDU
Dirección técnica de ATICA Servicios de Salud.
Alicia Acero Achirica, Carlos Carpallo Gayo, Angel Jiménez Fuensalida
“Tendencias del consumo actual: aportaciones desde la iniciativa privada”
I.- PRESENTACIÓN.
La evolución histórica del fenómeno de las drogodependencias ha supuesto desde sus inicios, la
puesta en marcha de acciones que pretendían fundamentalmente dar respuesta a aquellos
problemas asociados al consumo de drogas, cuyas consecuencias y repercusiones a nivel social
87
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o de salud exigían a las instituciones e instancias implicadas de la Administración Pública, una
respuesta que supusiera, si no atajar, al menos sí formulando modos de abordaje de las
diferentes “caras” que iba adoptando este fenómeno.
Hasta el año 1.985 en que se aprueba el PNsD no comienzan a aparecer este tipo de respuestas
desde los Sistemas Públicos, siendo hasta entonces asumido su abordaje por la iniciativa privada
que a través de Organizaciones No Gubernamentales, Asociaciones surgidas de forma natural
entre familiares de los propios afectados, buscando una ayuda mutua para afrontar su problema
y de profesionales dedicados a la práctica privada (psiquiatras, psicólogos, etc.) empiezan a
tratar los primeros casos de heroinómanos, dado que en estos momentos la heroína era “la
droga” que más estragos estaba ocasionando, tanto a nivel personal y familiar como al conjunto
de la sociedad, por los problemas de inseguridad ciudadana que este colectivo estaba
ocasionando..
A partir del punto de inflexión que supone la implicación de la Administración en generar
alternativas de solución a esta problemática, se ve claramente como se va tejiendo una red
pública con cada vez una mayor dotación de recursos que van cubriendo las necesidades que en
cada momento la evolución del propio fenómeno va planteando, ofreciéndose a la población
consumidora una alternativa de tratamiento cada vez más amplia y diversificada (Centros
Urbanos, Comunidades Terapéuticas, Pisos de Reinserción, Dispositivos Móviles de
Dispensación de Metadona, de Intercambio de Jeringuillas, etc.), desarrollando programas de
intervención con objetivos terapéuticos diferentes (Programas Libres de Drogas, Programas de
Reducción del Daño), llegando hasta la población de consumidores pertenecientes a las capas
más desarraigadas y desprotegidas socialmente.
Sin embargo, dado que precisamente en esta mesa comparto mi intervención con responsables
institucionales que pueden mejor que yo aportar datos que nos den una visión más amplia y más
completa de cómo ha sido esta evolución, voy a plantear la presente comunicación desde otra
perspectiva, compartiendo con ustedes las tendencias en la manifestación del fenómeno en estos
últimos años, que desde la iniciativa privada hemos tenido la oportunidad de seguir.
Para ello, hemos realizado un estudio retrospectivo con el objetivo de presentar cuál ha sido la
evolución del perfil y las características de consumo de los sujetos que han sido tratados en
nuestro centro en estos últimos cinco años, para comparar después en qué medida estas
tendencias se corresponden con aquellas que se reflejan en las encuestas y estudios realizados
por las instituciones para tal fin (Plan Nacional sobre Drogas,
88
Agencia Antidroga de la
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Comunidad de Madrid, Plan Municipal contra las Drogas).
De este modo, estaremos en disposición de compartir en este foro algunas cuestiones que nos
preocupan tales como: ¿Nos encontramos ante otro tipo de consumidor?, ¿En qué medida éste
se parece o se diferencia del que se atiende por la mayoría de los servicios públicos? y lo que es
una cuestión mucho más de fondo: ¿Estamos ante otra “cara” del fenómeno? y, si es así, ¿qué
nuevos retos nos esta planteando para su abordaje?.
II.- METODOLOGIA
Se trata de un estudio retrospectivo en el que se han analizado un total de 180 historias de
sujetos de los cuales 80 fueron atendidos en el año 1.996 y el resto en el 2.000, con el objetivo
de poder comparar la evolución del perfil psicosocial, así como las tendencias y características
de consumo en estos últimos cinco años..
El total de variables analizadas han sido 33, agrupadas de la siguiente manera:
2.1.- Perfil Psicosocial
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Edad.
Sexo.
Estado civil.
Nº de hermanos.
Cursos realizados.
Situación laboral actual.
Estabilidad en el empleo.
Ingreso familiar anual.
Hábitos saludables.
Relaciones con los padres.
Relación con pareja actual.
Amigos.
Hijos.
2.2.- Datos relacionados con el consumo de drogas.
•
•
•
•
Droga principal del consumo actual.
Vía de administración de la cocaína.
Edad en que se inician los problemas asociados al consumo de drogas.
Abuso de sustancias.
2.3.- Tratamiento.
•
•
•
•
•
Vía de acceso.
Tratamientos previos.
Iniciativa de tratamiento.
Razón principal para iniciar tratamiento.
Apoyo para el tratamiento.
89
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2.4.- Rasgos Psicopatológicos.
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Hipocondría
Depresión
Histeria de conversión .
Desviación psicopática.
Masculinidad – Feminidad.
Paranoia.
Psicastenia.
Esquizofrenia.
Hipomanía.
Introversión Social.
III.- RESULTADOS
3.1.- Perfil Psicosocial.En esta categoría se incluyen aquellas variables que
analizadas en su conjunto nos van a aportar los rasgos más característicos que definen la
evolución del perfil psicosocial de la población que atendemos. (ver Tabla 1)
Tabla 1: Evolución Perfil Psicosocial.
Año 1996
Año 2000
Edad (media)
Sexo
Estado civil
31,3 años
87% varones
52% solteros
Nº
de
hermanos
(media)
Cursos realizados
3 hermanos
31,6 años
82% varones
40’2%
solteros
38’8% casados
2’3 hermanos.
53%
estudios
superiores a EGB
57% en paro
84’3%
cambia
de
trabajos
63’3% no tiene hábitos
saludables
51% buena relación
con los dos
74’5% si tiene amigos
66,6% Buena relación
76% no tiene hijos
11’7% con incidencias
68%
estudios
superiores a EGB
79’6% trabaja
67’3%
cambia
de
trabajos
51’9% no tiene hábitos
saludables
59’2% buena relación
con los dos
79’6% sí tiene amigos
48’8% Buena relación
61’2% no tiene hijos
Sin incidencias
Situación laboral
Estabilidad
en
empleo
Hábitos saludables
el
Relación con padres
Amigos
Relación con Pareja
Hijos
Incidencias judiciales
policiales
De la tabla anterior se desprende que el perfil psicosocial de los sujetos que se atienden en el
centro se mantiene a lo largo del tiempo constante en prácticamente la totalidad de las variables
90
y
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
estudiadas, excepto en aquellas que se refieren a las esferas laboral y educativa, en las que se
encuentran diferencias significativas, accediendo en este último año a una población que en su
gran mayoría
trabaja, tiene una mayor estabilidad en el empleo y
posee unos estudios
superiores a los básicos de EGB.
En el resto de variables estudiadas apenas se observan diferencias, pudiéndose concluir que las
características que definen el perfil psicosocial de nuestra población son:
-
Varón.
-
31 años de edad.
-
Soltero o casado.
-
Pertenencia a familias de entre 2 y 3 hermanos.
-
Estudios superiores a EGB.
-
Trabaja.
-
Movilidad en el empleo.
-
No tiene hábitos saludables.
-
Buena relación con los padres.
-
Apoyo social.
-
Buena relación con pareja actual.
-
No tiene hijos.
-
Sin incidencias legales ni policiales.
Parece claro que estos datos, considerados en su conjunto, apuntan a una
tendencia clara de “normalización” de este tipo de demanda, en las esferas vitales
más básicas, personal, familiar, social, laboral, económica, educativa y de salud.
Por otra parte, y como un segundo nivel de análisis que nos parece importante
realizar para poder responder a las cuestiones planteadas inicialmente: ¿Estamos
ante otro tipo de población?, ¿se aprecian las mismas tendencias en la evolución de la
demanda que se atiende desde la Red Pública?, se ha tomado como referente de análisis
por su relevancia y ámbito de implantación territorial, los datos publicados por el Plan
Municipal contra las Drogas (PMcD) del Ayuntamiento de Madrid en las Memorias de
actuación correspondientes a los años 1.996 y 2.000, seleccionando únicamente aquellos
valores que hacen referencia a las variables estudiadas en nuestra población (ver tabla
2).
91
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
Tabla 2: Evolución Perfil Psicosocial Plan Municipal contra las Drogas Ayuntamiento
de Madrid
Edad (media)
Sexo
Estado civil
Cursos
realizados
Situación laboral
Hijos
Incidencias
judiciales
policiales
Año 1.996
30,5 años
81% varones
73% solteros
42% EGB
29% Primarios
48% en paro
28% ocupados
64% no tiene hijos
Año 2.000
34 años
81% varones
68% solteros
40% EGB
25% Primarios
40% en paro
36% ocupados
62% no tiene hijos
46% con incidencias
59% con incidencias
Como se puede observar, el perfil psicosocial de los sujetos que son atendidos en los
dispositivos de la Red Pública del PMcD, presenta una tendencia de mejora en cuanto a la
situación laboral, aumentando el porcentaje de sujetos que se encuentra en activo.
Por otra parte, llama también la atención el aumento en la tasa de incidencias judiciales y/o
policiales en este periodo, que pasa de un 46% a un 59% en el último año, manteniéndose igual
en el resto de variables, dando como resultado un perfil caracterizado por:
-
Varón.
-
34 años.
-
Soltero.
-
Estudios Primarios o de EGB.
-
En paro.
-
No tiene hijos.
-
Con incidencias legales.
Podríamos concluir que en ambas poblaciones aparecen características muy
similares en cuanto a la edad, sexo y nº de hijos, pudiéndose afirmar que a
ambos tipo de recursos accede una población mayor de entre 30 y 34 años,
varón y sin hijos, apreciándose claras diferencias en las variables referidas a la
situación de los sujetos a nivel educativo, laboral y judicial, haciéndose estas
más evidentes en este último año, lo que apunta a que podamos estar
accediendo a una población con unas condiciones de partida más normalizadas
92
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
e integradas socialmente, ya que esta tiene una formación académica superior,
se reduce el porcentaje de solteros a favor de personas que se encuentran
casadas, trabaja la gran mayoría y no tiene problemas judiciales y/o policiales.
3.2.- Datos relacionados con el consumo de drogas
En esta categoría se incluyen aquellas variables que se refieren a las características
y tendencias de consumo de sustancias psicoactivas en este tipo de consumidor en
estos últimos cinco años. (Ver Tabla 3).
Tabla 3: Características de consumo.
Año 1996
Año 2000
Droga principal
29’4% mezcla H+C
25’5% Heroína y
21’6% Cocaína
2% Cannabis
51% Cocaína
22’4% Alcohol y
12’2% Heroína
8% Cannabis
Vía
administración
Cocaína
Edad inicio problemas
(media)
62’2% Inhalada
83’3% Inhalada
19’1 años
22’5 años.
Como se aprecia en el cuadro comparativo anterior existen diferencias
significativas entre ambos periodos en cuanto a la droga principal consumida,
pasando de una utilización de la heroína y la cocaína mezcladas o bien consumidas
por separado en igual porcentaje, a una clara preferencia de la mayoría por el
consumo de cocaína, seguido del alcohol y a gran distancia de la heroína en la
población actual.
Asimismo, la cocaína esnifada es la vía utilizada por la mayoría de los sujetos que
consumen esta sustancia, aumentando significativamente el porcentaje de ellos que
muestra esta preferencia en el último año, pasando de un 62% a un 83%.
Se encuentran también diferencias significativas en cuanto a la edad media de
inicio de los problemas asociados al consumo de drogas, que pasa a situarse en una
edad superior, al pasar de los 19 a los 22 años.
93
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
Por otra parte, para poder conocer las tendencias de consumo de este tipo de
consumidor, en el siguiente gráfico se recoge el abuso de sustancias psicoactivas de
nuestra población en ambos periodos (ver gráfico 1).
Gráfico 1: Abuso de sustancias psicoactivas.
120
100
80
Antigüo
60
Actual
40
20
0
Marih
Tranq
Coca
Alcoh
taba
Opia
Estim
Aluci
Como se puede apreciar en el gráfico anterior no existen diferencias entre las
sustancias de las que se abusaba en el periodo anterior y actual, a excepción de los
opiáceos en los que se observa una reducción drástica en el porcentaje de sujetos
que manifiestan haber abusado de su consumo ( 59% frente a un 19%).
Considerando las sustancias que se sitúan por encima del 50%, se puede decir que
el tabaco, el alcohol y la cocaína son las sustancias de las que más se abusa en este
último año.
Por último, y como ya hiciéramos en el apartado anterior, a continuación se
recogen los datos
publicados por el PMcD,
para conocer las tendencias y
características de consumo que se están produciendo en la población que
se
atiende por la red pública y evidenciar de nuevo en qué medida estas se asemejan o
no a la que presenta nuestra población. (Ver Tabla 4).
Tabla 4: Características de consumo. Plan Municipal contra las Drogas.
Droga principal
Año 1996
79% Heroína
7% Cocaína
8% Alcohol
5% Cannabis
Vía
administración
Cocaína
94
Año 2.000
65% Heroína
12% Cocaína
14% Alcohol
7% Cannabis
78% Inhalada
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
Como se puede observar la heroína es la sustancia considerada como la droga
principal por un alto porcentaje de usuarios en ambos periodos, apreciándose una
clara tendencia a la disminución del porcentaje de consumo de esta sustancia, a la
vez que se aumentan paralelamente los referidos al consumo de cocaína, alcohol y
cannabis.
Cuando se comparan estos datos con los presentados anteriormente hallados en el
estudio de nuestra población se ve claramente como la distribución en esta variable
es diferente en ambos periodos, marcándose mucho más estas diferencias en el
último año, donde la cocaína se convierte en la droga principal consumida por la
mayoría.
Por otra parte, tan solo resaltar en este sentido que también en el caso del alcohol
se obtienen valores más altos en nuestra población en este último año (22% frente
al 11%), manteniéndose en el mimo porcentaje en ambas poblaciones (7% - 8%)
en el caso del cannabis.
Sin embargo, haciendo un análisis más detenido de estos datos, se puede afirmar
que se está produciendo un cambio de perfil de consumidor similar en las
poblaciones analizadas, con una apertura cada vez mayor a la atención de otro
tipo de demandas (fundamentalmente cocaína y alcohol) y que las diferencias
encontradas se refieren más que a estos aspectos al ritmo en que se están
produciendo estos cambios, debido probablemente a la
desigualdad en la
envergadura, capacidad de respuesta y cobertura de los recursos que estamos
analizando.
Por último, respecto a la vía de administración de la cocaína, en ambas poblaciones
se opta claramente por la preferencia en el momento actual de la utilización de la
vía inhalada para la administración de esta sustancia.
3.3.- Tratamiento.
En esta categoría se incluyen aquellas variables relacionadas con las vías de
derivación al centro, tipo de tratamientos recibidos y con aquellas condiciones de
partida que pueden condicionar la evolución del proceso terapéutico posterior,
como son la motivación y la existencia o no de apoyo para llevarse a cabo.
95
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
Tabla 4: Tratamiento
Año 1996
84% Iniciativa privada
Vía de derivación
Tratamientos previos
37% Clínicas Privadas
23% Red Pública
21’6%
No
tratamientos anteriores
Iniciativa
de
tratamiento
Razón principal para
iniciar tratamiento
46’9% Familia
25% Iniciativa propia
28’6%
Trastornos
psicológicos
17’9%
Problemas
pareja
Apoyo
para
tratamiento
80´4% Sí apoyo
el
Año 2000
48’5%
Iniciativa
privada
24’2% Empresa
34’7%
Clínicas
Privadas
32’7%
No
tratamientos anteriores
10’2% Red Pública
32’6% Familia
27’9% Pareja
27´5% Problemas de
pareja
20%
Problemas
económicos
20%
Problemas
familiares
17´5%
Problemas
laborales
10%
Trastornos
psicológicos
85´7% Sí apoyo
En la tabla anterior se constatan diferencias significativas en cuanto a la vía de
derivación de los sujetos en tratamiento, pasando de ser la iniciativa privada la
principal vía de entrada al centro, a reducirse drásticamente este porcentaje (84%
frente a 48’5%), convirtiéndose la empresa en la segunda vía importante de
derivación de casos en el momento actual.
La mayoría de los sujetos afirma que nunca ha estado en tratamiento
anteriormente o que lo ha estado en centros de iniciativa privada, siendo sólo unos
pocos los que han accedido a la red pública especialmente en el último año (10%).
Este dato contrasta con el alto porcentaje de sujetos (65%) que según la última
Memoria del PMcD señala que sí ha tenido tratamientos anteriores y que lo ha
hecho fundamentalmente en dos tipos de recursos: Centros Ambulatorios (43%) y
Comunidades Terapéuticas (31%).
La familia de origen es la principal responsable para que el sujeto decida iniciar
96
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
tratamiento, seguida de la pareja en el momento actual, frente a la iniciativa
propia que señalan los sujetos en el periodo anterior.
Por otra parte, los trastornos psicológicos, seguidos de los problemas de pareja,
son los motivos principales por los que los sujetos deciden iniciar tratamiento,
pasando en este año a invertirse el orden de importancia dado a los sujetos a
ambas razones, de este modo, como se observa en la tabla anterior los trastornos
psicológicos pasan a ocupar el último lugar y los problemas con la pareja el
primero, seguidos en porcentaje similar de los relacionados con problemas
económicos, familiares y laborales.
Por último, tan solo señalar que en ambos periodos la gran mayoría de sujetos
manifiesta que cuenta con apoyos externos para llevar a cabo el tratamiento.
3.4.- Datos Psicopatológicos.
En esta categoría se incluyen aquellas variables que se relacionan con los rasgos
psicopatológicos de los sujetos atendidos, utilizándose para la obtención de este
perfil el Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota (MMPI).
Se trata de una prueba psicométrica de amplio espectro, elaborada por S.R.
Hathaway y J.C. Mckinley, diseñada para evaluar un gran número de patrones de
personalidad y trastornos emocionales.
A continuación se recogen los perfiles resultantes obtenidos en ambos periodos, en
las diez escalas clínicas principales que se estudian en esta prueba:
Hipocondría (Hs); Depresión (D); Histeria de conversión (Hy); Desviación psicopática (Pd);
Masculinidad – Feminidad (Mf); Paranoia (Pa); Psicastenia (Pt);
Esquizofrenia (Sc);
Hipomanía (Ma) e Introversión Social (Si).
Para una mejor comprensión de los resultados tan solo se han reflejado en el gráfico siguiente el
porcentaje de sujetos que han obtenido una puntuación por encima de 70 en cada una de estas
escalas clínicas, ya que es a partir de este valor, cuando se puede afirmar la existencia de
psicopatología. (Ver Gráfico 2)
97
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
Gráfico 2: Perfil psicopatológico. MMPI
% Sujetos con rasgos
psicopatológicos
70
60
50
40
Antigüo
Actual
30
20
10
0
Hs
D
Hy
Pd
Mf
Pa
Pt
Sc
Ma
Si
Escalas principales
Como se puede apreciar en el gráfico anterior en general los resultados apuntan a
una tendencia generalizada en todas las escalas a situarse por debajo de los valores
obtenidos en el periodo precedente, lo que nos lleva a afirmar que actualmente nos
encontramos
con
una
población
más
normalizada,
con
menos
rasgos
psicopatológicos.
Sin embargo, en un análisis más pormenorizado de los datos, cabe señalar que los
descensos más marcados se encuentran en las escalas de depresión, desviación
psicopática y esquizofrenia, siendo en las dos primeras y de ellas especialmente en
desviación psicopática, entendida como sujetos con ausencia de consideración
acerca de la mayoría de las normas sociales y morales de conducta, en las que
todavía hoy se sitúan el mayor porcentaje de sujetos que presentan este tipo de
trastornos psicológicos.
IV.- CONCLUSIONES
Haciendo una valoración global de los datos presentados se pueden extraer algunas
conclusiones, que bien pueden ser consideradas más que como punto final, como
punto de arranque de algunas reflexiones que creo pueden ser interesantes de
plantear en este tipo de foros, donde se encuentran reunidos en un mismo espacio,
98
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
de forma tan excepcional, técnicos y profesionales con diferentes niveles de
decisión y de responsabilidad.
Los datos aportados en este estudio apuntan a que nos encontramos ante un perfil
de consumidor, cuya principal característica es la de su “normalización”,
pudiéndose afirmar que, el proceso de instauración de su drogodependencia no ha
invadido sus esferas vitales más básicas, coexistiendo, al menos en las etapas
iniciales, este tipo de consumo con una forma de vida adaptada.
Tal vez sea esta una de las razones por las que todavía hoy haya un número
importante de este tipo de consumidores que acceden a la iniciativa privada para
recibir tratamiento y sólo se mueven en este circuito.
Pensamos, que bien podríamos estar ante la punta de un iceberg y que sólo
estamos atendiendo a un mínimo porcentaje de estos sujetos, por lo que sería
necesario una mayor implicación de las instancias públicas para dar respuesta a
esta nueva “cara” del fenómeno de configuración diferenciada de los patrones de
consumo más frecuentes y conocidos hasta ahora.
En este sentido y como primera conclusión podríamos decir que, si bien hasta
ahora las estrategias que se han puesto en marcha desde las instancias públicas,
para responder a las exigencias de la evolución del fenómeno, han puesto su acento
en el acceso a las capas más desfavorecidas de la sociedad, hoy el reto está en
ampliar este campo de acción y llegar a estos sujetos que forman parte de una
población general y entre la que permanecen oculta.
Otro nivel de implicación importante de resaltar, resulta de la dificultad que
entraña el acceso a este tipo de población, ya que se encuentra todavía en el
momento presente desempeñando un papel activo en la sociedad, trabajando, y
cualquier acción que suponga la mínima percepción de riesgo de pérdida de esta
función, pueda ser vivida como amenazante, trayendo como consecuencia una
tendencia a la ocultación de su problema.
Nuestra experiencia en este sentido confirma esta realidad, que sólo se reconvierte
en aquellos casos que pertenecen a empresas, que tienen un Plan de Actuación
consensuado, para ayudar al trabajador que sufre este tipo de problemas y que no
99
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
vea en ello riesgo alguno de pérdida de su puesto de trabajo.
Hoy tenemos claro, que este es el ámbito por excelencia al que habría que acceder
con mucha más contundencia, pero también somos conscientes de lo complejo que
ello resulta, por lo que habrá que intentar como un nuevo reto, aprender de
aquellas experiencias que existen en nuestro país que han demostrado estar bien
diseñadas y planificadas (Ej. Renfe) y ver a partir de ellas, cómo
establecer
estrategias diversificadas y ajustadas a las realidades particulares de cada
empresa, que nos permitan acercarnos a esta población.
Pero, de nada serviría el esfuerzo de acceder a esta población, si no lo sumamos a
una oferta de tratamiento que sea más adecuada a las características de consumo
de este tipo de sujetos y seguimos ofertando una respuesta asistencia, que ya no se
ajusta a las necesidades del nuevo patrón de consumidor.
En este sentido las aportaciones que fruto de nuestro trabajo podemos apuntar se
refieren a la aplicación de un enfoque terapéutico basado en la idea básica de
ajuste del tratamiento al individuo, de acuerdo a una serie de principios
inspiradores de actuación, que hacen de esta una alternativa de intervención
diferenciada para el tratamiento de estos nuevos patrones de consumo.
Concretamente, se parte de un enfoque individualizado y se actúa sobre aspectosproblema, adoptándose una perspectiva de intervención por objetivos, que se
mueven en torno a parámetros comunes de interacción individuo-sustancia, así
como en torno a
aquellos que se refieren al fomento de su proceso de
individuación y crecimiento personal.
Para ello se recurre a la utilización de aproximaciones psicoterapéuticas
fundamentadas científicamente, tal y como se recoge en el estudio realizado por el
NIDA (1.999), huyendo de posiciones cerradas y excluyentes, dando como
resultado una duración desigual de los tratamientos, ya que este está más en
función de las necesidades del individuo, que del cumplimiento de un programa o
un proceso prefijado de intervención.
Es en este aspecto precisamente donde probablemente, las instancias públicas
puedan tener su mayor dificultad de adecuación y donde tengan, tal vez, que
100
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
recurrir al diseño de otro tipo de estrategias de intervención que permitan aunar
este tipo de exigencias con el gran volumen asistencial que soportan.
Por último quisiéramos hacer hincapié en la necesidad de actuar ante este tipo de
realidad lo antes posible si se quieren evitar males mayores, ya que, como se
muestra en los datos obtenidos en nuestro estudio, si bien todavía hoy encontramos
a una mayoría de sujetos con sus capacidades y recursos personales y sociales bien
conservados, también aparecen ya signos psicopatológicos que indican que estas
condiciones pueden cambiar, si no se empiezan a tomar algún tipo de medidas.
Por otra parte, es frecuente en este tipo de consumidor la manifestación de una
actitud permisiva ante la utilización de este tipo de sustancias psicoactivas (cocaína
y alcohol), minimizando la trascendencia de sus consecuencias, esto hace que
cuando pensamos que muchos de estos sujetos son hoy padres de familia, que
ejercen una función importante como modelos de referencia en la educación de
sus hijos, nos planteemos la necesidad de denunciar en este tipo de foros esta
realidad y pedir a los Sistemas Públicos de Protección la urgencia de intervenir
con este tipo de población.
Por todo ello, podríamos concluir diciendo que las repercusiones familiares y
sociales de esta nueva “cara” del fenómeno
pueden ser muy serias de no
intervenirse a tiempo, tanto a nivel preventivo como asistencial y que esto supone
la necesidad de llevar a cabo un análisis más profundo
por parte
de los
responsables institucionales, que ayuden a diseñar estrategias de acercamiento y de
respuesta a esta realidad.
En esta línea se han planteado en algunas de las actuaciones recogidas por el Plan
Nacional sobre Drogas en la “Estrategia Nacional sobre Drogas 2000 – 2008”,
aprobada en el Consejo de Ministros el 17 de diciembre de 1.999,
haciendo
explícito su objetivo de: “Incorporar estrategias para mejorar el abordaje
terapéutico de las personas que tienen problemas relacionados con el consumo de
alcohol y del tabaco, las nuevas drogas y los nuevos patrones de consumo”.
Ojalá que estas se pongan en marcha y se haga lo antes posible, para que así
pudiéramos en esta ocasión ir “por delante” del fenómeno, avanzando más deprisa,
condicionando y modulando así nosotros su propia evolución.
101
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
Mesa Redonda 3.
“Prisión/Tratamiento ¿Dentro o Fuera?”
Ponentes:
JOSE LUIS CASTRO ANTONIO
Juez de Vigilancia Penitenciaria nº 3. Madrid.
ARTURO BELTRAN NUÑEZ
Magistrado de la Sección 5ª Audiencia Provincial. Madrid.
GRACIELA SILVOSA RODRIGUEZ
Jefa del Servicio de Programas Penitenciarios del PNSD.
FEDERICO PEREZ AGUDO
Médico de Instituciones Penitenciarias.
ANA PINA CRESPO
Directora del Centro Penitenciario de Mujeres de Alcalá. Madrid
Coordinadora:
ANGELES DIAZ ALONSO. SIAD
Jose Luis Castro Antonio
Juez de Vigilancia Penitenciaria nº 3 Madrid
102
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
TRATAMIENTO PENITENCIARIO EN MATERIA DE DROGAS
La drogadicción es uno de los grandes problemas con los que se enfrentan o padecen un tanto
por ciento muy elevado de los reclusos que cumplen condenas en España.
No siempre la Justicia Española ni la propia Ley da una respuesta efectiva a esta situaciones.
Tres tipos de delincuentes se mueven alrededor del consumo de estas sustancias:
1- Los Grandes Narcotraficantes: Personas normalmente ajenas al consumo y que tienen
fácilmente
a evadirse de la acción judicial amparados en la impunidad que supone
excelentes asesoramientos jurídicos por parte de sus letrados y el hecho de que su actividad
delictiva sea asumida por aquellos que trabajan a su servicio.
2- Los llamados “Boleros”: Estas personas tienen normalmente un perfil económico y cultural
muy bajo y es la propia necesidad en muchas ocasiones la que le lleva a la comisión del
delito. Sobre esto la acción policial y Judicial suele ser exitosa y la respuesta jurídica en
cuanto a imposición de pena excesiva en relación al delito cometido.
3- Los Delincuentes Drogadictos: Aquellos que entran en el mundo de la venta de drogas o
que cometen delitos contra la propiedad para poder sufragar su autoconsumo. Para éstos,
específicamente, la respuesta Penal debe ser plena y estrictamente rehabilitadora, pues nos
encontramos ante la presencia de un DELICUENTE- ENFERMO.
Pues bien, la legislación penal actual actúa en dos momentos bien diferenciados.
I. DICTADA LA SENTENCIA Y EN APLICACIÓN EN EL ART. 87 C.P.
Dos cuestiones entiendo que deben ser planteadas:
A) Modificar el limite temporal en el art, 87.1 (tres años) a TRES AÑOS Y SEIS MESES.
Los delitos que las personas toxicómanas cometen suelen ser trafico de drogas y robos
con
intimidación. Los primeros están incluidos siempre que no concurra ninguna
circunstancia agravante o las circunstancias del articulo 369. En cambio para los delitos
103
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
de robo con intimidación con utilización de arma o instrumento peligroso ya no es
posible su aplicación ni aún en el supuesto que no concurra ninguna circunstancia
agravante, o a pesar que concurra la atenuante de drogodependencia, pues en esto dos
casos la pena mínima a imponer es de tres años y seis meses. Por ello, y teniendo en
cuenta que este precepto es excepcional y que fue introducido por motivos de política
criminal de facilitar la rehabilitación de los delincuentes drogodependientes, se hace
necesario ampliar seis meses más la condena y siempre supeditado a que el Juez ó el
Tribunal dicte resolución motivada para la concesión. De manera que no vemos que se
vulnere ningún principio básico del derecho penal: ni la prevención general ni, por tanto
la provocación de una situación de alarma social. Esta norma excepcional, necesita de
este trato legal excepcional.
B ) Retirar el requisito del párrafo segundo del articulo 87.2 del C.P. o en todo caso
añadirlo al apartado segundo “en el supuesto que el condenado sea reincidente – añadir
– “reo habitual” el Juez o Tribunal valorará por resolución motivada la oportunidad de
conceder o no el beneficio de la suspensión de la ejecución de la pena........”
El perfil de persona que se podría beneficiar de esta suspensión para conseguir su
rehabilitación, es de personas con varios delitos y que suelen entrar dentro del concepto
“reo habitual”. De manera que para las personas que va destina este precepto
excepcional apenas tiene aplicación.
No tiene lógica impedir la posibilidad de recuperación de las drogas, mas cuando este factor
criminógeno científicamente demostrado por conducta de pasado. Esta limitación legal supone
tanto como impedir para siempre la recuperación hacia el futuro por hechos inamovibles.
Este precepto despliega sus efectos hacia el futuro, por lo que estamos hablando de norma de
ámbito de la ejecución penal en la que el principio de prevención especial debe primar sobre el
de prevención general.
a- La obligatoriedad de que el Juez o Tribunal motive la resolución en caso que sea reo
habitual o reincidente es suficiente garantía para la salvaguarda de la prevención general y
un uso abusivo, arbitrario de esta suspensión para quien delinque.
104
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
b- Además, no se puede olvidar la necesidad de acreditar a través de informes periciales la
estancia y evolución del tratamiento, que son garantía de control jurisdiccional.
La permanencia en un centro de rehabilitación en régimen cerrado siempre es más eficaz, pero
también mas limitador que un Centro Penitenciario. La idea de ingresar en un centro de
rehabilitación es mas benigna que en la carcel, que es falsa. En control sobre actitudes,
sentimiento, movimientos físicos es mas desproporcionada que en un Centro Penitenciario en el
que solamente existe el control físico. La diferencia es que en el centro de rehabilitación se dan
seguridades, y por tanto, el régimen de vida y tratamiento personalizado.
SIAD.- Elaboró un estudio en 1999 por el que se llega a las siguientes conclusiones:
De las sentencias revisadas alega la drogodependencia como posible cusa de modificación de
responsabilidad penal, en el mayor número: MADRID (215 sentencias) seguidas en orden
decreciente por GALICIA (158), CATALUÑA (113) ASTURIAS (107), CASTILLA-LEON
(99).
Las sentencias analizadas reúnen las siguientes características:
. El 89% son hombres
. Media de edad 28/29 años.
. Antecedentes penales
. El delito cometido se sitúa en la categoría de robo con intimidación 52%.
Por tanto a estas personas debería aplicársele la suspensión
II. EN LA FASE DE LA EJECUCIÓN PENITENCIARIA:
Sería injusto indicar que por parte de la Administración Penitenciaria no se están haciendo
esfuerzos para llevar a cabo tratamientos
o pseudos tratamientos a aquellos internos
consumidores de tóxicos.
Pero los mismo ¿ son reales? ¿se llevan a cabo por personas o instituciones adecuadas?
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¿conducen a los resultados pretendidos?
Antes de responder a estas cuestiones debo exponer mi incredulidad sobre el llamado
“tratamiento”. Es más, el propio Reglamento Penitenciario de 1996 parece responder a una
crítica institucional sobre este concepto en tanto que pretende hacer hincapié en el componente
resocializador más que en el concepto clínico del mismo, dándole un concepto amplio en el que
caben un conjunto de actividades formativas, educativas, laborales, sociales, recreativas y
deportivas.
No creo en este tratamiento. No reconoce la rehabilitación ni reinserción de los presos desde la
propio prisión. Se rehabilita quien ya entra rehabilitado, en los demás casos debe procurarse que
el recurso no salga en peores condiciones en las que entró.
Sin embargo, el tratamiento si puede hacerse eficaz, fundamentalmente por las condiciones
médicas y psicológicas que inciden en su realización, en el ámbito del delincuente toxicómano.
En las prisiones españolas se reconoce la existencia de droga en la propia cárcel y creo que se
asume como un auténtico problema frente al que hay que luchar no desde el ámbito represivo,
sino desde la posibilidad del tratamiento concreto. Aún así, se dán numerosas dificultades
amparadas principalmente en la falta de medios personales para atender a estas necesidades.
Véase simplemente la escasez de privilegios, por ejemplo, en proporción al número de
población reclusa existente y como frecuentemente su trabajo responde más a elaborar informes
elaborados pro las distintas instancias que a lo que debiere ser su especifico cometido.
Este extremo y el hecho de que las actividades tratamentales no puedan obtener éxito en un
ámbito cerrado como las prisiones, es lo que h motivado al legislador del 96 a potenciar en
materia de tratamiento a tóxicos la presencia en las cárceles del movimiento asociativo.
Son estos los que en definitiva realizan el auténtico tratamiento pero inciden sin embargo, sobre
un grupo poblacional escaso, pues el consumo de metadona y de politoxicomanía subsidia
recientemente con “las terapias” mas frecuentes utilizadas.
En cuanto a esta primera sustancia es la falta de motivación hacia el cambio de aptitudes de
numerosos reclusos lo que lleva a su consumo, lo que no impide que se mejore la calidad del
mismo y por ende su propia salud pero denota un fracaso institucional en cuanto incide la plena
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recuperación de la persona cuando esta presenta un perfil recuperable.
Es la vía del Art. 182 R.P. , esto es: el cumplimiento en unidades extrapenitenciarias la
solución eficaz para la rehabilitación del drogadicto, aún reconociendo en la práctica el elevado
número de personas que no completan o finalizan con buenos resultados los programas o
simplemente que reinciden a posteriori en el consumo.
La actividad de las Asociaciones en este ámbito es muy positiva, pero no está exento de
dificultades y problemas que inciden en el desanimo y abandonan por parte de los receptores del
tratamiento:
1) Se exige en el precepto un consentimiento y un compromiso del interno para observar el
régimen de vida propio de la institución de acogida. En la mayoría de los casos los internos
desconocer este régimen y su incumplimiento en pequeñas cuestiones (no fumar, no
mantener contactos sexuales... ) hacen que se produzca el decaimiento y abandono del
programa con la consecuencia fatal de producir, nuevamente, el ingreso en prisión cuando no
de provocar el quebrantamiento.
2)
Falta evidente de motivación.- Resulta sorprendente el número de reclusos que piden la
aplicación del Art. 182 R.P. no como un medio de rehabilitación, sino como un autentico
beneficio penitenciario. Se ve como un mecanismo para eludir el régimen carcelario y
alcanzar supuestamente mayores cotas de libertad. La realidad demuestra lo contrario y ante
esa falta de motivación la posibilidad de fracaso es infinita.
3) Se exige al precepto citado un programa de seguimiento. Resultó constatable la
descoordinación existente entre las asociaciones que llevan a cabo estos tratamiento y los
Jueces de Vigilancia Penitenciaria, lo que produce, en ocasiones, consecuencias perjudiciales
para el interno que ve quebrada la evolución de su programa por el incumplimiento de
determinados controles que exceden la actividad terapéutica y de seguridad.
4) Tiene que darse siempre y como paso previo al régimen del art. 182 R.P. la ubicación del
recluso en el C.P. y sólo cuanto esté realmente preparado debe ejecutarse este precepto. No
se trata de cubrir plazas en las instituciones de acogida, sino de que en éstas, estén por
quienes necesariamente quieren llevar a cabo un programa rehabilitador.
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5) El ámbito tratamental debe primar sobre el regimental e incluso sobre la situación penal y
penitenciaria en que se encuentre el recluso. Factores como la larga duración de la condena
no pueden ser motivo para impedir la aplicación del art. 182 R.P., si bien de obtenerse un
buen resultado es necesario acudir al indulto o al adelantamiento de la libertad condicional
para evitar que quien ha delinquiendo por el ánimo de tóxicos y esté rehabilitado vuelva a
entrar en prisión para el mero cumplimiento de la pena.-
Arturo Beltran Nuñez
Magistrado-Juez de la Sección 5ª de la Audiencia Provincial de Madrid.
Hay algunas ideas cosas en las que uno se reafirma, por ejemplo; que probablemente tenemos
mejores prisiones que muchos países más ricos que el nuestro y, que han llegado a la
democracia antes que nosotros y que posiblemente, tenemos actualmente unos funcionarios de
prisiones francamente preparados y que a mi juicio están infrautilizados porque son
incomprendidos desde el punto vista social, están desaprovechados por la administración a
veces están desmotivados por la rutina y, no se si están concentrados
en los centros
penitenciarios por una política que podría cambiar y volcar el esfuerzo económico y profesional,
la capacidad de ilusión y la tenacidad de tratamiento y dejar de concentrar el enorme porcentaje
de estos esfuerzos en los grados 1º y 2º y volcarla en los periodos de régimen abierto, 3º
grado y en la libertad condicional; donde posiblemente una inversión del esfuerzo económico y
profesional mitigaría las posibilidades de reincidencia que, son en este momento tristemente
elevadas.
Estoy absolutamente de acuerdo en que en el tratamiento, la opción “dentro o fuera” no es una
opción, podrá ser específica o personal o para una determinada categoría de individuos, pero en
conjunto el tratamiento tiene que ser “dentro y fuera” al menos sí estamos hablando del
delincuente toxicómano.
Para la persona que ha delinquido, la Ley ofrece una serie de posibilidades; el Código Penal le
permite en caso ser toxicómano o haber cometido un delito por la influencia de las drogas, la
suspensión de la ejecución de la pena, incluso por uno o más delitos castigados con penas no
superiores a 3 años de prisión.
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¿Esto significa que quizás pudiera aumentarse esta cifra en virtud de ciertos estudios
criminológicos?.
Por ejemplo sí el robo con intimidación y uso de armas está penado con 3 años y 6 meses y es
un delito que se asocia a menudo a la adicción a la heroína, las posibilidades de suspender la
ejecución de la condena debería ser por el mismo tiempo.
Lo cierto es que existe la posibilidad de la suspensión de la pena, y que por lo tanto existe la
posibilidad de no ingresar en prisión bajo la condición no solamente de no delinquir, sino de
someterse a un tratamiento de deshabituación.
Sí se ingresa en prisión se podría realizar tratamiento dentro, esto dependerá del régimen
penitenciario a que este sometido el interno, ya que el Reglamento Penitenciario tiene previsto
en teoría, distintas programas de tratamiento en unidades extrapenitenciarias, pensadas
específicamente para toxicómanos bajo la condición de estar clasificado en 3º grado. Por tanto
“dentro y fuera “ son categorías interrelacionadas, en tanto en cuanto lo que importa es la
vocación, la opción y la seriedad en el tratamiento. Así que no podemos hablar de categorías
cerradas sino intercomunicadas.
El fracaso en el tratamiento puede significar el camino contrario, es decir; quien esta fuera ya
sea en una unidad de tratamiento extrapenitenciario o en régimen de suspensión de la ejecución
de la pena vea cercenada su libertad por el retorno a 2º grado en régimen cerrado en prisión.
Como creo que la realidad de las prisiones la conocen mucho mejor los funcionarios que los
jueces que estamos en 2º instancia, porque los jueces de vigilancia penitenciaria visitan las
prisiones, reciben información directa hablando con los presos, funcionarios teniendo así un
conocimiento de la realidad de la prisión.
Siempre es chocante desde fuera pensar: que con un sistema de situación administrativa
especial, con una capacidad de control tan grande ¿se puede hablar de drogodependencia no
superada después de 6, 7, 8 años en prisión?. Sí, por que es prácticamente imposible llegar a un
control exhaustivo, que respete al mismo tiempo la legalidad, la intimidad, la seguridad y, que
no convierta las cárceles en centros de tortura. Es triste que la droga circule en la prisión a
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precios impagables y es triste porque a veces te preguntas ¿cómo es posible un tratamiento
compatibilizado con la circulación de la droga?, pues probablemente, no lo es en términos
absolutamente eficaces.
De ahí vienen esas distonías que se producen de cómo estamos jugando con el tratamiento
¿cómo premio o como castigo?, ¿hasta que punto se puede dar una dosis a alguien de quien se
sospecha que está tomando otro tipo de drogas que se contrarrestan, se suman o tienen una
eficacia paralela, complementaria o potenciadora de por ejemplo la metadona, que no deja de
ser un opiáceo sintético?.
Creo que es importante pensar en este momento que los programas más frecuentes en la prisión,
son los programas de metadona; por razones utilitarias, por razones médicas o por un conjunto
de razones que se nos escapan. Sin embargo cuando con funcionarios de prisiones de los
internos que están intentando la deshabituación a través de programas libres de drogas, te dicen
¿porqué la metadona? Porqué es mucho más cómoda.
En 1.995 se aprueba un nuevo Código Penal en el que desaparece la redención de penas por el
trabajo (que se dice que era un turbio antecedente fascista), aunque lo fuera creaba cierta ilusión
en los presos; pasamos de penas nominales –de las que se cumplían la mitad-, a penas reales. A
veces en su extensión teórica y práctica más larga que en el anterior.
Esto significa 2 cosas:
1. El derecho penitenciario cobra relieve porque aunque la gente pueda estar mucho tiempo en
la cárcel, no hay redención de penas por el trabajo. Por lo tanto todo aquello que puede
suavizar la prisión; la lucha por el permiso, la progresión de grado, por la libertad condicional
(a ser posible anticipada), el régimen de visitas, las comunicaciones......todo lo que suaviza
una prisión empieza a cobrar un relieve mucho más grande en tanto en cuanto las penas se
han endurecido.
La población reclusa está menos ilusionada antes redimía y si además trabajaba redimía más.
Ahora no hay redención por el trabajo, eso crea una cierta desilusión y una cierta
conflictividad potencial.
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Me pregunto sí la simpatía con la que se está mirando desde el poder político los programas
de metadona y su generalización sistemática, tiene que ver con el control que significa tener
más tranquila a la población reclusa. En otras palabras; sí los programa de metadona y la
política de orden público no enlazan de alguna forma. Sobre todo, si ese programa de
metadona termina en el metabús y no en un programa más complejo.
2. El porcentaje de presos relacionados con la droga es alto:
• La droga como factor influyente en la ejecución del delito, o como factor de alegada
influencia.
• La droga como factor de inimputabilidad.
• La droga como objeto del delito de tráfico de drogas.
• El delito más encubierto que afecta a los más poderosos; el dinero que genera la droga.
los fenómenos de blanqueo de dinero, a través de Sociedades Anónimas, de empresas de
falsa producción y la corrupción política y social.
¿Se puede luchar contra eso? ¿cuánto cuesta fabricar una pastilla de éxtasis? ¿diez pesetas?
¿cuánto cuesta un gramo de heroína? ¿20, 50 pesetas......? quiero decir el precio en origen.
Con un gramo de heroína se hacen 50 papelinas de 0.02 gramos, eso si la riqueza del gramo
fuera del 100%. Como es del 30%, de 1 gr. se hacen en vez de 50 papelinas 150, que se pueden
vender a 500, 600, 1000 pesetas, según este la oferta y la demanda.
Para detener al que vende que es el más desgraciado, el último en la escala de marginación: el
subsahariano, el emigrante , el marroquí, el toxicómano, el gitano, es decir todos los que
pertenecen a grupos minoritarios marginados, que son los que hacen la venta directa al público,
hace falta: una vigilancia, una detención, un juicio que viene precedido de una instrucción, con
un juez, secretario, a veces un interprete, prisión provisional, análisis de la sustancia por peritos,
juicio plenario con tres magistrados , un fiscal, un secretario, un defensor o más, interpretes,
peritos que van otra vez, una condena mínima de 3 años de prisión........
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¿Cuánto cuesta un preso? Unos dicen que 3 millones al año , otros que 6. Total, que una
papelina que vale poco, le cuesta al estado 20 millones de pesetas.
Si se puede luchar así contra un fenómeno que mueve un presupuesto que no se sabe si es de
medio trillón de dólares, empiezo a pensar que así no se puede luchar contra la droga.
Me pregunto qué se hace de los tratamientos preventivos, es decir, qué se hace para evitar que la
gente entre en prisión, y qué se hace para evitar que se consuman drogas y sí todo este esfuerzo
volcado en la represión no podría -algo se está haciendo-, volcarse en programas de educación,
de prevención y quizá plantearse inteligentemente la legalización de la droga; esto lo digo con
cuidado, con miedo, pero con miedo a decirlo yo, no con miedo a poner el problema sobre el
tapete y discutirlo abiertamente.
Gracias.
Graciela Silvosa Rodriguez
Jefa del Servicio de Programas Penitenciarios del PNSD
INTRODUCCIÓN
¿ Prisión/tratamiento ¿dentro o fuera?
Esta pregunta siempre ha constituido un debate en el ámbito judicial, policial y social, porque el
problema de las drogas es un elemento a destacar en el sistema punitivo. Hoy en día las drogas
son vistas como uno de los principales problemas del sistema penitenciario en la Unión Europea
(U.E.), de acuerdo a las estimaciones de las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la
Salud y el Observatorio Europeo de las Toxicomanías, los usuarios de drogas están
proporcionalmente sobrerepresentados entre las 350.000 personas encarceladas en la U.E.
De hecho, la estrategia ante la droga para los años 200-2004, adoptada por la Unión Europea en
el encuentro en Helsinki en diciembre de 1999, recomienda reducir el crimen asociado a drogas,
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sobre todo delincuencia urbana y juvenil.
Pero ante todo, no hay que olvidar que el problema de las drogas es un problema sanitario con
aspectos sociales, ello quiere decir que la prevención y el tratamiento juegan un rol principal en
esta problemática.
Volviendo a la cuestión formulada en esta mesa, quiero resaltar que las preguntas dicotómicas
(blanco versus negro; bueno versus malo) no sirven para definir la realidad, ya que comprenden
parámetros muy restringidos. Las formas de aproximarse del conocimiento son múltiples porque
la realidad es múltiple y compleja, por ello las soluciones, si existen, tienen que ser prácticas,
históricas y sociales.
Dicho esto, analizaré desde estas variables la cuestión aquí debatida: la realidad social concreta
de la prisión-drogodependencia.
ANTECEDENTES
Desde una perspectiva histórica, desde su nacimiento, la pena privativa de libertad suscitó
fuertes controversias en cuanto a su finalidad. A lo largo del siglo XX se ha venido
cuestionando la existencia, utilidad y rentabilidad, económica y social, de la prisión. Así, se
afirma que la cárcel no sirve como respuesta frente al fenómeno delictivo, que la superpoblación
carcelaria es causa de una crisis de capacidad de la ejecución penal, y que la pena privativa de
libertad ocasiona la destrucción psíquica.
En el fondo late una cuestión que se viene debatiendo hace años, la eficacia del tratamiento
penitenciario, desde la teoría tradicional retribucionista que ve la reinserción como un
planteamiento demasiado benigno, y la criminología radical o teoría del conflicto que condena a
la prisión, y especialmente al tratamiento penitenciario cuestionando su legitimidad.
A nadie se le escapa que la privación de la libertad no es un éxito de la sociedad, ya en la
exposición de motivos de la Ley Orgánica General Penitenciaria de 1979, define la cárcel
como un “mal necesario”. Pero hoy en día es aceptado “el deber de tratar desde la prisión”,
quizás aún, no hemos llegado a lo que decía García Valdés sobre que “las prisiones modernas
han dejado de ser un problema de seguridad pública para convertirse en centros
cuasisanatoriales de preparación a la vida en comunidad libre”, pero algo hay de cierto en esta
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frase, cuando en los medios de comunicación ya no sale la prisión asociada a hechos como
torturas, fugas, y motines.
Es indudable que en los últimos años del siglo XX hemos asistido a una mejora del sistema
penitenciario, pero no sólo de éste sino de todo el sistema punitivo, y que al fin y al cabo, es un
reflejo de una mejora en nuestra sociedad. Así hay que destacar como mejoras en el sistema
penitenciario: la introducción y extensión del tratamiento; la permeabilización de los centros
penitenciarios; la inversión en personal y nuevas infraestructuras; la adaptación del trabajo a la
realidad exterior.
No obstante, la prisión es una mal necesario, una experiencia amarga y un fracaso social si se
quiere, pero no podemos prescindir de ella, de momento, existe una necesidad social del
internamiento, la cuestión es ¿cómo se desarrolla éste?
Y cuando se dice que el espacio penitenciario no es un lugar adecuado para los
drogodependientes ni para el tratamiento, no se está teniendo en cuenta que la
drogodependencia no es un concepto monolítico, que los drogodependientes no son un grupo
homogéneo, y que no hay una única respuesta ante la drogodependencia.
Por supuesto ciertos sistemas penitenciarios no son adecuados para reinsertar personas, como
normalmente las comunidades a las que pertenecen estos sistemas no son adecuadas para la
convivencia. Así, existen centros penitenciarios en América Latina en los que es norma que los
internos hayan de comprar su cama o espacio para dormir; que tengan que comprar la comida o
que lleguen a pagar la gasolina para acudir al juzgado.
En un Estado Social y de Derecho, como el nuestro, es obligado aspirar a la reinserción desde
las instancias del control formal. El objetivo primordial de la ejecución de las penas, hoy en
día, es la reinserción social de acuerdo al artículo 25.2 de la Constitución y a la Ley
penitenciaria. Debido a este mandato constitucional la prisión ha abierto sus puertas al ámbito
comunitario: tercer grado; permisos de salida; comunicaciones; salidas programadas; visitas,
etc. Otros criterios innovadores del sistema penológico, que busca la reinserción social fuera del
sistema penitenciario, parten de la inconveniencia del centro penitenciario para ciertos sujetos,
entre ellos los drogodependientes.
Asimismo, las políticas desarrolladas por los Estados contra las drogas han recorrido, desde los
años treinta de este siglo, un camino que, a la vista de los resultados, al cabo de más de sesenta
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años de lucha, algunos no dudan en calificar de insatisfactorio.
El consumo de drogas ilegales por una proporción relativamente importante de la población de
países occidentales es un fenómeno reciente que, especialmente en el caso de la heroína, se ha
asociado a importantes problemas de salud pública y marginación social, exacerbados con la
aparición de la infección VIH/SIDA.
La heroína entró en nuestro país por primera vez a finales de los años sesenta, y por lo tanto
nuestro sistema sanitario no tenía dispositivos específicos para afrontarla ni profesionales con
experiencia en el problema. La red de salud mental se estaba desmantelando y la red de
servicios sociales iniciaba su desarrollo.
Es en esta misma época, cuando se asocia la drogodependencia con la delincuencia, ya que la
heroína se vinculó en principio a la delincuencia y a la inseguridad ciudadana, y esto no
favoreció las respuestas sanitarias.
En España las especiales circunstancias sociales, políticas y económicas, de nuestro país en la
década de los 70 contribuyeron a la extensión del fenómeno del consumo de drogas, en un
momento en que, aunque todavía sin “dar la cara”, el VIH ya había hecho su aparición. La
diseminación de esta infección entre usuarios de drogas por vía parenteral (UDIs) alcanzó
dimensiones dramáticas. Y, los estudios realizados entre UDIs ponen de manifiesto que entre el
21%- 65% de éstos ha estado en prisión. Así, la infección por VIH se convirtió en un grave
problema de salud pública en las cárceles españolas.
No obstante, la situación actual difiere bastante de la existente en la década de los ochenta. La
importancia de la heroína ha decrecido a lo largo de estos años, y se observa un declinar de la
vía parenteral y un incremento de los que usan la vía respiratoria.
¿Cuál es el perfil de nuestra población penitenciaria?
En general, el perfil de la población tratada por consumo de drogas en los estados miembros de
la Unión Europea es el siguiente: fundamentalmente masculina, con una edad media
aproximada de 30 años, se asocia esta población con graves problemas de salud y con
problemas sociales, relacionados con el consumo múltiple de drogas, la comorbilidad
psiquiátrica, las enfermedades infecciosas, la actividad delictiva, el encarcelamiento y la
exclusión social.
Ciertamente, el uso de drogas problemático por definición abarca poblaciones criminales y de
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salud, por ello el sistema de justicia criminal se convierte en una fuente de información, y en
concreto, los delitos contra la propiedad en un indicador social para calcular la prevalencia del
consumo de drogas (Informe 1999. Observatorio Europeo de las Toxicomanía, 2000.).
La información objetiva y fiable sobre el uso de drogas es importante para la planificación y
evaluación de intervenciones. Pero la información disponible y susceptible de ser analizada
sobre la actividad judicial relacionada con la drogodependencia es muy escasa. Las razones son
múltiples, tales como, la escasa tradición en el análisis e investigación de los datos procedentes
de los tribunales, y la ausencia de modelos de recogida de información estandarizados, además
de ser un indicador poco explotado. Por otra parte, las encuestas escolares y domiciliarias son
ineficientes para identificar los usuarios problemáticos de drogas ya que obtienen pobres tasas
de respuesta en poblaciones deprivadas.
En este sentido, entre los objetivos del Observatorio Español sobre Drogas y del Observatorio
Europeo sobre Toxicomanías está el de mejorar y desarrollar la disponibilidad y la calidad de la
recogida de información en este ámbito.
Ello no quiere decir que exista una relación causal entre uso de drogas y conducta delictiva, la
relación es factorial, los resultados de la investigación sobre esta relación indican que el uso de
drogas intensifica y perpetúa la carrera criminal, de hecho los drogodependientes tienen
frecuentes períodos de encarcelamiento. Las actividades delictivas como el consumo de drogas
se insertan progresivamente en el repertorio de conductas desviadas.
No obstante, se sabe a través de distintas investigaciones que el uso de drogas afecta a la
actividad criminal a través de tres canales:
$
Efectos farmacológicos.
$
Efectos económicos.
$
Efecto sistémico del mercado ilegal de drogas.
Retomando el marco penitenciario, el estudio de Heino Stover sobre “Asistencia a usuarios de
drogas en las prisiones de la Unión Europea”, 2001, subvencionado por el Observatorio
Europeo de las Toxicomanías, estima que alrededor de 180.000-600.000 usuarios de drogas
pasan por los sistemas penitenciarios europeos anualmente. Las principales conclusiones de este
estudio son:
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Las sustancias psicoactivas están disponibles en la mayoría de los sistemas
penitenciarios estudiados. Aunque la frecuencia de uso respecto a la comunidad es
diferente.
Un alto porcentaje de reclusos reportan que las drogas son la principal moneda de
cambio en prisión.
La medicalización del uso de sustancias psicoactivas está extendida en el sistema
penitenciario.
Los jóvenes reclusos tienen una menor percepción del riesgo respecto al uso de drogas.
Además, diversos estudios reportan el uso de drogas inyectadas en prisión; que algunos sujetos
inician su consumo en prisión; y que algunos sujetos se inician en la vía inyectada durante su
estancia en prisión. (Annual report on the state of the drugs problem in the European
Union, 2000, EMCCDDA).
Estos datos demuestran que los drogodependientes en prisión han pasado de estar en una
situación casi de invisibilidad a ser un colectivo central e importante tanto para la sociedad civil
como para las Administraciones Públicas. Y es que las prisiones y la drogodependencia son una
realidad en nuestro país, la primera es real para 45.000 reclusos y el personal que trabaja en este
ámbito, y la segunda para aproximadamente cerca del 50% de aquellos que tienen problemas
con las sustancias psicoactivas y están encarcelados. Y mientras existan hemos de responder
eficazmente al reto del encarcelamiento de drogodependientes.
De hecho, en nuestro país, alrededor del 17% de los aproximadamente 45.000 internos están
infectados por el VIH, este porcentaje alcanza un 47-67% en los UDIs. Pero hay que pensar que
en 1990 la prevalencia de VIH entre esta población se acercaba al 30%.
Asimismo, distintas fuentes sobre diferentes itinerarios del sistema punitivo muestran como el
uso problemático de drogas está asociado a conductas delictivas:
Nivel: Detención.
El estudio “Drogas y delitos: perfil de la persona atendida en la Clínica Médico Forense de
Bilbao durante el año 1996" arroja el dato de que seis de cada diez personas detenidas
que pasan por esta clínica y que son objeto de un reconocimiento psiquiátrico son
consumidoras de drogas. Este colectivo ha consumido todo tipo de drogas, la más habitual
es la heroína, otras sustancias como la cocaína y los psicofármacos son objeto de consumo
diario. En el consumidor de heroína, que representa el 72% de los detenidos
drogodependientes, se incrementa la reincidencia, y la tipología delictiva más habitual son
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los delitos contra la propiedad; en el consumidor de cocaína, que representa el 8% de la
muestra de los detenidos drogodependientes, el delito más frecuente es el de tráfico de
drogas.
Asimismo, el estudio subvencionado por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional
sobre Drogas y realizado por la SIAD sobre “Los programas de atención en los
Juzgados/Comisarías en las Comunidades Autónomas” estima que durante 1999 fueron
atendidos 13.727 sujetos, el 75,93% de éstos tenía problemas con las drogas.
Nivel: Sentencia.
Nuria Castelló en su análisis de la jurisprudencia del Tribunal Supremo desde 1870 hasta
el 30 de septiembre de 1995, llega a la conclusión de que el delito cometido con más
frecuencia por los adictos a la droga, fundamentalmente a la heroína, es el robo. Le
sigue el delito de tráfico de drogas, que se incrementa a partir de 1994-1995. (“Tratamiento
jurídico penal del drogodependiente”. Memoria de investigación.).
Nivel: Prisión.
Como he expuesto anteriormente, en los años 80 en España y en otros países de nuestro
entorno, se produjo un importante aumento de la población reclusa a expensas de los adictos
a drogas por vía parenteral -UDI-, casi siempre heroinómanos. Este aumento implicó un
hacinamiento importante de personas jóvenes y heroinómanas.
Así, en 1986 ingresaron en los centros penitenciarios de nuestro país alrededor de 80.000
personas, se estima que aproximadamente el 70% de ellas eran consumidoras habituales de
drogas ilegales. Y únicamente habían recibido asistencia 660 sujetos. Se puede decir que la
realidad desbordó los recursos disponibles.
Actualmente, respecto a las drogas ilegales, se ha producido una estabilización a la baja del
fenómeno y un cambio importante en los hábitos de consumo en los heroinómanos. Estos
resultados pueden estar en relación con la incorporación de los TMM (tratamientos con
metadona). Sin embargo, aún hoy, la heroína sigue estando presente en un volumen
significativo de los ingresos en prisión.
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Desde el punto de vista sanitario, la tuberculosis, las enfermedades de transmisión
parenteral (principalmente VIH y VHC), las enfermedades psiquiátricas y el consumo
de drogas continúan siendo los problemas de salud más importantes en la mayoría de
los sistemas penitenciarios.
También, en los últimos años, se observa un aumento de los problemas relacionados con la
cocaína, que aparecen en gran medida asociados con los heroinómanos politoxicómanos.
Actualmente distintos estudios estiman alrededor del 50% la población penitenciaria que
declara consumo de drogas antes de su ingreso en prisión (tabla 1 y 2).
En este sentido el estudio “Investigación sobre el perfil sociosanitario de los pacientes
atendidos en los programas de atención a drogodependientes de Cruz Roja Española en
Instituciones Penitenciarias. Evaluación de Intervenciones” 2001, subvencionado por la
DGPNSD y realizado por la Fundación de Atención a las Toxicomanías de Cruz Roja, ha
estimado que el 7,1% de los que habían consumido heroína alguna vez en su vida (el 95%
de los usuarios) había iniciado el consumo en la cárcel; Y el 2,9% en el caso de los que
habían consumido cocaína (el 97,5% de los usuarios), pero hay que considerar que hubo
una tasa muy baja de respuesta (alrededor del 25%). Por ello si solamente considerásemos
las respuestas, los resultados de estas cuestiones serían un 28,2% y un 16,5%
respectivamente. La veracidad parece asegurada por el alto grado de silencio. Asimismo,
este estudio aporta el dato de que el 49% de los usuarios declaró haber compartido alguna
vez jeringuillas en prisión.
En Instituciones Penitenciarias no sólo se aprecia el nivel del uso de drogas sino
también, la otra cara de la moneda, el delito de tráfico de drogas. El 52,56% de la
población penitenciaria penada en el año 2000 estaba imputada por delitos contra el
patrimonio y el 30,2% por delitos contra la salud pública. Además, el 61,24% de los
penados eran reincidentes (tabla 3).
Por otra parte, en los datos indicados en las distintas fuentes manejadas, podemos
observar una relación entre reincidencia, consumo de drogas y delitos contra la
propiedad. De hecho, en los consumidores de drogas se aprecia una mayor
reincidencia, al igual que en los sujetos que cometen delitos contra el orden
socioeconómico. Existe una relación entre tipología delictiva y drogodependencia
avalada por distintos estudios.
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Distintas investigaciones demuestran que el uso activo de drogas acelera la tasa en el
crimen de los usuarios por un factor de 4 hasta 6 (Ball, Rosen Flueck, & Nurco, 1981;
Ball, Shaffer, & Lipoton, 1985.); que el número de veces que un sujeto ha estado
encarcelado está altamente correlacionado con la historia de abuso de sustancias
(Merrill et al., 1996); que la reincidencia decrece en aquellos sujetos que se someten a
tratamiento (Nielsen, Scarpiti y Iniciardi, 1996); y que la reincidencia decrece así como
incrementa el tiempo de tratamiento (Fabelo, 1994).
Asimismo, el alto grado de reincidencia en esta población hace que las penas sean más
altas, la prisión preventiva más constante y las alternativas más lejanas. Pero no hay
que dejar de vista, que la recaída en el delito es también el fracaso del Derecho Penal,
la reincidencia es un problema social y jurídico (Zugaldía Espinar).
En la tabla 3 también podemos observar como se estabiliza el número de internos por
delitos contra el patrimonio y como aumentan los ingresos en prisión por delitos contra la
salud pública. Distintos factores hipotéticos pueden estar influyendo, como una mayor
presión policial hacia los delitos contra la salud pública, y un descenso en el uso
problemático de drogas (todos los datos apuntan a una estabilización, o incluso, un descenso
en el consumo de heroína, así a pesar de que la heroína continúa siendo la sustancia que
provoca el mayor número de admisiones a tratamiento, según el Indicador Admisiones a
Tratamiento del Observatorio Español sobre Drogas, esta sustancia está perdiendo
progresivamente peso en relación con las demandas asistenciales por abuso o dependencia a
las drogas que se registran en España). Este hecho se podría poner en relación con
investigaciones americanas, éstas evidencian que los períodos de crecimiento del uso de
drogas están asociados con períodos de crecimientos de delitos de no drogas. Y que el uso
de drogas correlaciona positivamente con atracos y robos en viviendas.
De acuerdo con los datos presentados en la tabla 3 y 4, la estructura de la población reclusa
en estos últimos años ha tenido unos cambios significativos relacionados con las drogas: el
incremento del peso específico de la población femenina, en 1987 representaba el 5,37%
del total de la población, en el 2000 representó más del 9%, incremento estrechamente
relacionado con el creciente fenómeno del tráfico y consumo de drogas; y el peso específico
del tipo criminológico del delito contra la salud pública.
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Hay que destacar que el peso de los delitos contra la salud pública es relativamente
reciente. El estudio realizado por Canteras Murillo en los años 83 y 87, el autor
observa que en ambos períodos el tipo de delito más común entre las mujeres es el
relativo a la propiedad (más del 60%). Así, si tenemos en cuenta el género de la
población penitenciaria, se puede observar que la mujer es condenada más a menudo
por delitos contra la salud pública, y en concreto las reclusas de etnia gitana son
condenadas más a menudo (Informe Barañí).
La investigación moderna en torno a la mujer delincuente es relativamente reciente.
De acuerdo, a los datos aportados, se puede observar a la mujer delincuente actual
como una víctima de la femenización de la pobreza, ya que son mujeres con bajo nivel
cultural; sin cualificación laboral; crónicamente paradas; un alto porcentaje pertenece
a minorías étnicas; con cargas familiares; y sin sofisticación criminal. En este sentido,
el informe del Ministerio del Interior de Reino Unido “Mujeres y sistema de justicia
criminal” 2000, estima que el 55% de las mujeres encarceladas tienen hijos menores de
16 años, y un tercio de la población penitenciaria femenina tiene hijos menores de 5
años.
Además, en esta población es más probable que exista un historial de abuso de
sustancias, abuso sexual y psicológico (estudio de Miranda y otros, el 38,2% de las
mujeres declaró haber sido golpeada alguna vez en su vida y el 16,5% declaró haber
sufrido abusos sexuales) estos datos corroboran otras investigaciones realizadas a nivel
internacional (Dorothy y otros en EE.UU.).
Estas diferencias avalan la implantación de programas específicos en función del
género. Y es que el aumento del número de mujeres en los centros penitenciarios ha
supuesto durante los últimos años una constante que condiciona cualquier
aproximación al análisis de su situación dentro del sistema penitenciario. De hecho,
actualmente el estado español, con cerca de un 9% de mujeres encarceladas, respecto a
la población penitenciaria total, es uno de los países europeos con mayor tasa de
reclusión femenina.
¿Cómo se desarrolla el internamiento de esta población?.
Los mecanismos institucionales de atención con esta población, no pueden analizarse
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separadamente de la realidad expuesta, tampoco de la respuesta penal, ésta última no sólo
condiciona la realidad social de las drogas sino que también la define.
Actualmente, se tiende a un planteamiento comunitario tanto del problema de la
drogodependencia como de la delincuencia, se trata en primer lugar de prevenir la aparición de
la conducta delictiva y de la conducta toxicómana sin dejar de ofrecer una respuesta terapéutica
tanto al infractor como al drogodependiente. Y en estas tareas de prevención y tratamiento se
tiende cada vez más a implicar a la comunidad, así la labor del movimiento asociativo es muy
importante en el abordaje de estas problemáticas.
De hecho, los recursos específicos de atención para drogodependientes, públicos o privados con
financiación pública, recursos que son homologados por cada Comunidad Autónoma, son
dispositivos a los que puede acudir el sistema punitivo. Además, hay que tener en cuenta las
orientaciones del Informe de la Comisión Mixta Congreso-Senado sobre Drogas, en éste se
señala que los programas de atención han de orientarse especialmente a atraer a las redes
asistenciales normalizadas a los consumidores de drogas con más necesidades sociales y
sanitarias.
Por otra parte, el Reglamento Penitenciario y el Código Penal amplían los márgenes de
aplicación de tratamiento en recursos comunitarios, lo cual conlleva una línea de política
criminal basada en la asunción del principio de prioridad de cuidados frente al castigo.
En nuestro sistema de Justicia-Criminal existen las siguientes respuestas de atención
sociosanitaria:
Programas en Comisarías y Juzgados
Estos programas responden a la necesidad de tomar medidas en el campo de la política
criminal dirigidas a identificar en una etapa precoz los factores de riesgo para poder
intervenir sobre ellos y evitar el recividismo, ya que una edad joven y una corta historia de
delincuencia son predictores de mejores resultados.
Por ello, hay que considerarlos un recurso más de la red de atención a drogodependientes.
Estos servicios sirven, y en este sentido se deben fomentar, para impulsar los cumplimientos
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alternativos a la pena privativa de libertad, ya que pueden realizar una valoración de la
drogodependencia y del tipo de tratamiento, así como la emisión de los informes de
seguimiento.
Un total de 32 servicios existen en nuestro país según el estudio “Los Programas de
atención en los Juzgados/Comisarías en las Comunidades Autónomas” realizado por
entidad S.I.A.D. (Servicio Interdisciplinar de Atención a las Drogodependencias) y
subvencionado por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.
El estudio recoge la implementación de estos servicios en nuestro país, desde 1987 estos
dispositivos se han extendido por distintas Comunidades Autónomas, éstos se pueden
clasificar en servicios de atención al detenido en general y servicios específicos de atención
al detenido drogodependiente.
Esta investigación afirma que estos servicios que aparentemente son iguales realmente son
distintos, con objetivos similares en teoría, el cumplimiento de los mismos no tiene nada
que ver en la práctica, dado que ni la composición de los equipos es igual, ni los horarios de
atención, así como la ubicación de estos dispositivos.
Además, durante los últimos años se han implementado programas de intervención en
comisarías de diferentes Comunidades Autónomas. Estos dispositivos asientan sus bases en
el Proyecto de Intervención en Comisarías elaborado por la Delegación del Gobierno
para el Plan Nacional sobre Drogas en junio de 1998, en cuya financiación y desarrollo
contribuye igualmente esta Delegación.
Cumplimientos alternativos al ingreso en prisión en recursos de atención comunitarios
La entrada en vigor del Código Penal, ha implicado que la administración penitenciaria
haya adaptado su modelo organizativo para responder a las nuevas demandas derivadas de
las sanciones de este sistema punitivo. A este respecto, se reorganizaron los Servicios
Sociales Penitenciarios para acomodarlos en mayor a las necesidades derivadas del Código
Penal.
Un total de 441 cumplimientos alternativos fueron registrados por estos Servicios desde la
123
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aplicación del Código Penal hasta 1999, el 62,3% estaban relacionados con tratamiento en
drogodependencias. La distribución según la medida
alternativa aplicada ha sido la
siguiente:
$
Se aplicaron 163 medidas de seguridad privativas, de las cuales el 75%
estaban relacionadas con tratamiento en drogodependencias.
$
Medidas de seguridad no privativas se aplicaron 123, el 82% relacionadas
con drogodependientes.
$
155 suspensiones de condena, el 49% de éstas se aplicaron en
drogodependientes.
Estos datos suponen una subestimación del número de cumplimientos alternativos, ya
que estos servicios se acaban de reorganizar y por ello no todos los tribunales
sentenciadores han requerido su intermediación.
En estos datos no está incluida Cataluña, en esta comunidad se creó en 1995 una
Dirección General de Medidas Alternativas que lleva el control de estas medidas. Desde
la entrada en vigor del Código Penal, en mayo de 1996 hasta los primeros 6 meses de
1999, los jueces catalanes han dictado 1.337 sentencias que imponían penas alternativas
a la prisión a 479 sujetos. En el 44,9% de estas sentencias se aplicaron medidas de
tratamiento para drogodependientes.
Por otra parte, desde la ONG Proyecto Hombre, la ONG más representativa en el apoyo
a estas medidas, se observa un incremento de las medidas alternativas y una
disminución de los sujetos drogodependientes en tratamiento que ingresaron en prisión
(Figura 1).
Ofertas terapéuticas en prisión
Los esfuerzos para reducir el consumo dentro de las prisiones no están bien
documentados y escasamente evaluados. Esto contrasta con el incremento de riesgo
de consumo de drogas en los reclusos, por dos factores, uno la alta demanda de
medicamentos psicoactivos en prisión, y otro, la sobrerepresentación del uso de
drogas en poblaciones delincuentes.
124
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El citado estudio de Heino Stover, llega a la conclusión de que los 15 estados de la
Unión Europea estudiados ofrecen algún tipo de tratamiento en prisión. La mayor parte
de los países tienen un modelo mixto de intervención de atención a toxicómanos,
asistencia por personal penitenciaria y expertos externos a la institución, lo cual
incrementa el lazo entre la prisión y la comunidad ello implica asegurar la continuidad
del tratamiento tanto para los sujetos que ingresan en el sistema como para los que salen
del mismo.
Según el mismo estudio, la aproximación dominante en el sistema penitenciario europeo
son los programas basados en el principio de la abstinencia, así en Austria, Inglaterra y
Escocia han aumentado las áreas libres de droga incluyendo tests de orina.
Sobre los tratamientos de sustitución, los cuales se han desarrollado en este ámbito
durante la década de lo noventa, destaca que los países con mayor nivel de dispensación
son España y Austria. En Reino Unido, Italia, Alemania y Países Bajos tienen una
implementación mínima.
Y en cuanto a los programas de intercambio de jeringuillas expone que sólo están implantados
en Alemania, Suiza y España. La citada investigación destaca la extensión de estos tratamientos
en nuestro país.
Concluye, afirmando que el principio de tratamiento en vez de castigo es adoptado en la
mayoría de los países de la Unión Europea.
Volviendo a nuestra realidad penitenciaria, dos son las pautas de intervención penitenciaria en
drogodependencias establecidas desde la Administración Penitenciaria y el Plan Nacional, éstas
son:
1. Tratamiento intrapenitenciario.El tratamiento penitenciario, en los últimos años, tiene como objetivo la
incorporación
de
los
dispositivos
comunitarios
y
los
profesionales
extrapenitenciarios a la prisión. Las modalidades terapéuticas que se están llevando
a cabo son las siguientes (en la figura 2 se presenta la evolución de los usuarios por
modalidad terapéutica durante 1995-2000):
125
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$
Programas de prevención.
$
Desintoxicaciones pautadas.
$
Los programas de intercambio de jeringuillas. Actualmente existen programas
de intercambio de jeringuillas en 9 centros penitenciarios (Basauri, 1997;
Pamplona, 1998; Tenerife, 1999; 5 centros penitenciarios gallegos, 2000).
Aparte de experiencias muy puntuales en Alemania y Suiza, España está siendo
un país pionero en la implantación de estos programas.
$
Los programas de metadona. Prácticamente todos los centros penitenciarios
disponen de esta modalidad terapéutica. El número de usuarios se ha
incrementado significativamente en los últimos años, de hecho en algunas
Comunidades Autónomas los consumidores de opiáceos atendidos en el medio
penitenciario superan a los consumidores atendidos en la red comunitaria.
$
Programas de deshabituación en régimen ambulatorio. Los internos atendidos
conviven con el resto de la población penitenciaria y utilizan los recursos
generales del centro.
$
Programas de deshabituación en espacio terapéutico específico. Estas
actuaciones se desarrollan en un módulo específico del centro, pueden ser tipo
centro de día o tipo módulo terapéutico cuando pernoctan en el módulo. Sobre
estos últimos hay que destacar la experiencia piloto del proyecto global de
intervención en drogodependencias que se está realizando en el centro
penitenciario de Soto del Real, en la Comunidad de Madrid.
Un total de 27.722 internos drogodependientes han sido atendidos en programas de
deshabituación y en programas de reducción del daño (TMM) durante el 2000.
2. Tratamiento extrapenitenciario.El tratamiento extrapenitenciario intenta potenciar la derivación de los reclusos
drogodependientes a dispositivos comunitarios de tratamiento, tanto en régimen
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ambulatorio como de internado.
Estas respuestas no siempre conllevan unos dispositivos específicos para la atención
del drogodependiente delincuente, en la mayoría de las derivaciones desde prisión a
tratamiento en redes comunitarias y en los cumplimientos alternativos se acude a los
dispositivos generales de atención de los drogodependientes.
Durante el año 2000, 7.630 internos han sido derivados a dispositivos comunitarios
(Figura 3). Hay que destacar el incremento observado en los últimos años. Este
incremento está relacionado con el importante número de personas que salen de
prisión en tratamiento con metadona. En la figura 3 se presenta la evolución de los
usuarios por modalidad terapéutica durante 1995-2000.
Con estos datos queda manifiesto el esfuerzo realizado por la institución penitenciaria en
preparar la salida y continuación del tratamiento en la comunidad.
Por último, señalar que la financiación de estos programas específicos de atención al
drogodependiente delincuente proviene de distintas partidas presupuestarias: Del Organismo
Autónomo de Trabajos Penitenciarios, que ha comenzado a destinar una cantidad presupuestaria
para el cumplimiento de medidas de seguridad en centros de deshabituación; del Ministerio de
Asuntos Sociales, a través de la Orden de Ayudas del 0,52% se subvencionan programas
destinados a cumplimientos alternativos y a drogodependientes reclusos; y por último, desde el
Ministerio del Interior, a través de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre
Drogas se transfiere a las Comunidades Autónomas de los presupuestos generales una partida
presupuestaria destinada a poblaciones drogodependientes con problemas jurídico penales.
Hemos podido observar que el tratamiento penitenciario tiene un doble sentido comunitario de
dentro hacia fuera y de fuera hacia dentro. Así incorpora recursos comunitarios para desarrollar
el tratamiento intrapenitenciario y deriva reclusos a dispositivos de la comunidad para
desarrollar el tratamiento extrapenitenciario.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Como se ha podido apreciar, un alto porcentaje de los sujetos atendidos en el sistema de justicia
criminal tienen problemas de drogodependencia, son usuarios que representan a los
consumidores más antiguos y socialmente más marginados, y por ello más visibles y fáciles de
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captar que otras poblaciones criminales y de consumidores. Este perfil supone un deterioro
biopsicosocial de estos sujetos.
En concreto, en nuestro país, se estima que sobre la mitad de los reclusos hacen un uso ilegal de
drogas, y existe una asociación entre este uso y la transmisión de enfermedades infecciosas.
Ante esta realidad, la reducción de daños comienza a convertirse en una condición de la mayor
parte de los objetivos del sistema penal.
La respuesta penal se ha ido ajustando a este perfil de delincuente toxicómano, en muchos casos
primando la drogodependencia, de hecho cada vez es mayor el número de detenidos y reclusos
que están bajo tratamiento, un porcentaje notable en tratamiento con metadona. Así, existe una
extensión y diversificación de las ofertas terapéuticas en los tres niveles de este sistema: los
programas de información y motivación están presentes en todos los niveles del sistema
punitivo; los programas de intervención con el detenido drogodependiente existen en diversos
juzgados y comisarías; los programas de intercambio de jeringuillas, desde hace cuatro años, se
están implantando en nuestro sistema penitenciario; y por último, la aplicación del tratamiento
alternativo a la pena privativa está teniendo un impulso notable.
Se puede decir, que en general, se ha consolidado el apoyo social y médico a delincuentes
drogodependientes que entran en contacto con las autoridades judiciales.
No obstante, estas actuaciones hay que englobarlas en un marco más amplio de atención a la
marginación, en un enfoque global de los problemas sociales. En este sentido, la política
criminal debe estar encuadrada en políticas sociales que aseguren medidas políticas
de
prevención y de inserción.
En la intervención en drogodependencias como en la conducta desviada, no sólo hay que
individualizar el tratamiento sino también enfocarlo de forma interdisciplinar. Así no sólo hay
que considerar estas conductas desde la teoría de la desviación, sino también considerarlas
desde la teoría económica, es decir, como una reacción individual a unas ganancias e incentivos,
ya que existe una interacción entre precios de drogas, consumo de drogas y ganancias de las
drogas. Los individuos se ven envueltos en la actividad delictiva dependiendo de las
expectativas de los beneficios de ésta, de las recompensas del trabajo legal, de sus riquezas, de
sus inclinaciones, y de los costes de las actividades criminales, tales como los asociados con la
detención, condena y encarcelamiento.
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Desde este punto de vista, la intervención en los sistemas de control formal e informal adquiere
un papel relevante. Por ello, el tratamiento del drogodependiente en prisión es necesario,
técnicamente viable y jurídicamente un deber de la administración penitenciaria
Es necesario:
Las prisiones son un elemento clave en la cadena del tratamiento, van a seguir
soportando un alto porcentaje de usuarios de drogas.
El alto porcentaje de sujetos drogodependientes que ingresan en prisión no es
un grupo homogéneo.
En prisión también ingresan sujetos no drogodependientes pero que están en
una situación de riesgo, la propia institución es un factor de riesgo.
Es técnicamente viable:
De acuerdo, a los programas de intervención descritos en esta exposición,
existe toda una variedad de recursos a los que el Sistema de Justicia Criminal
puede acudir. La cuestión es saber si realmente son insuficientes y si existe una
desigualdad territorial en la implantación de estos recursos.
De hecho, ha habido un crecimiento y una progresiva apertura de las instituciones
penitenciarias para trabajar con ONGs y sociedad civil, tratando de emular el
tratamiento en la comunidad. Pero los programas aún son escasos e insuficientes,
aunque lo suficientemente asentados para incrementar la calidad de los mismos.
Algunas investigaciones, así en Estados, Unidos avalan la eficacia del
tratamiento penitenciario (Tim y Leukefeld “ El tratamiento del abuso de
drogas en cárceles y penitenciarias”, F.A.D., 1995).
Es jurídicamente un deber:
La administración penitenciaria tiene el deber de orientar la pena privativa de
libertad hacia la reinserción social. Para lograr esta finalidad ha de dirigir su
intervención, por un lado, a evitar o paliar los efectos nocivos de la institución
carcelaria; y por otro lado, debe facilitar al interno una actividad terapéutica.
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En este sentido, están establecidas en la propia normativa penitenciaria, una
serie de intervenciones con los internos que presentan alguna problemática con
la droga, tanto con actuaciones dentro de los centros (intervención
intrapenitenciaria)
como
fuera
de
los
mismos
(intervención
extrapenitenciaria). El sistema penitenciario puede proveer una oportunidad
de intervención, aunque para algunos no sea el sitio ideal, para otros es una
excelente oportunidad (Wexler).
Por muy conscientes que seamos de la enorme dificultad que representa preparar al recluso para
la reinserción en una sociedad libre y abierta, desde un medio inevitablemente cerrado y
coactivo, por muy problemática que resulte esta función para la administración penitenciaria, es
incuestionable que, por lo menos, lo que hay que intentar eliminar del ámbito penitenciario es
todo aquello que pueda agravar la marginación del recluso, y facilitar el tratamiento.
Para finalizar, decir que, respondiendo a la pregunta objeto de debate, hay que mejorar la
intervención penitenciaria y continuar aplicando sustitutivos a la prisión. Se puede decir que no
se trata de crear centros o programas ad hoc para esta población, sino de coordinar esfuerzos y
recursos. Esta tarea, resulta en mayor medida necesaria, con la promulgación de la Ley
Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores. En esta
Ley se regulan expresamente el tratamiento terapéutico y ambulatorio previsto para la los
menores que presenten una dependencia al alcohol o a las drogas, en el caso del ambulatorio
exige ser tratado en la misma comunidad.
En este sentido, se podrían hacer las siguientes recomendaciones:
Acentuar la intervención en este altísimo porcentaje detenidos que quedan en
libertad provisional y presentan problemas de adicción a sustancias psicoactivas.
Unificar y optimizar estos dispositivos. Así desde el punto de vista de las fuentes de
financiación se ha observado una dispersión, quizás sería conveniente coordinar en
mayor grado este apartado. Desde otro punto de vista, también existe una
dispersión de servicios, así por ejemplo en algunas comunidades autónomas existen
servicios de atención al detenido, unidades de valoración judicial del
drogodependiente con problemas penales, programas en comisarías, y servicios de
atención a la víctima; en otras comunidades, existen pisos tutelados, pisos de
cumplimiento de penas, comunidades terapéuticas, etc. La cuestión que se plantea
es conocer sí estos recursos están lo suficientemente coordinados y unificados.
Realizar un seguimiento de estos recursos, en el sentido de, que garanticen los
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derechos de los sujetos sometidos a medidas tratamentales y emitan los
correspondientes informes a los órganos judiciales. Y establecer unos criterios
mínimos de calidad o normas de estos programas o servicios e informatizar las
actuaciones.
Conocer la accesibilidad real de la red asistencial en drogodependencias a este tipo
de población.
Proporcionar mayor información y formación al sistema de Justicia Criminal
sobre la red asistencial. Plantearse estrategias para una mayor accesibilidad de
este sistema a la red, una de las estrategias posibles podría ser que este sistema se
dirigiera a una instancia concreta cuando aplicase una sanción que conllevase
tratamiento en drogodependencias y cuando surjan dificultades con el dispositivo
de atención. Esta vía permitiría valorar el ajuste entre oferta/ demanda de
recursos. En suma, existe una necesidad de una mayor coordinación entre el sistema
punitivo y el sistema sociosanitario.
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Tabla 1. - Consumo de drogas en población penitenciaria según diferentes estudios, 1994-1998.
FUENTE
MUESTRA
CONSUMO DROGAS
Evaluación terapéutica previa
del
drogodependiente
que
ingresa en prisión. Delegación
del Gobierno para el Plan
Nacional sobre Drogas y
Dirección
General
de
Instituciones
Penitenciarias,
1994.
Más del 25% de los centros y
más del 30% del total de
ingresos
en
el
período
considerado. Muestra final
1.541 internos.
Mil voces Presas. Ríos JC,
Cabrera
P.
Universidad
Pontificia de Comillas, 1998
1.011 reclusos procedentes de 62
centros penitenciarios.
Análisis de la eficacia y
adecuación de las políticas
penitenciarias a las necesidades
y demandas de las mujeres
presas. Miranda MJ, Barberet
R, Canteras A, Romero E. 1998.
Aplicación de un cuestionario a
356 mujeres seleccionadas al
azar en 18 centros.
Fuente: Delegación del Gobierno para el Plan sobre Drogas
132
El 54,2% de las personas
que ingresaron en prisión
consumían heroína y/o
cocaína.
El 46,3% consumía alguna
de estas sustancias en el
momento de ingresar en
prisión:
- El 30,7% heroína y
cocaína.
- El 12,2% heroína
- El 3,4% cocaína
El 39,1% había utilizado la
vía
parenteral
en
el
consumo de drogas en el
último mes.
El 56,5% se declara
consumidor de drogas.
El 39% había utilizado la
vía parenteral y el 27%
había
compartido
jeringuillas.
El
29%
estaban
en
tratamiento
antes
de
ingresar en prisión, el 38%
de éstos en tratamiento con
metadona.
El 70% declaró haber
consumido alguna vez en la
vida drogas.
El 52% declaró que el
consumo de drogas tenía
mucha relación con su
ingreso en prisión.
El 35% manifestó haber
consumido drogas varias
veces al día.
Un
39,4%
manifestó
necesitar
ayuda
para
controlar sus problemas
con las drogas.
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Tabla 3. - Características de la población penitenciaria española (%). España 1999-2000.
Género
H
91,5
91,9
M
Extranjeros
17,8
19,9
Penados
75,5
79,4
Clasificación Penitenciaria
2,65
2,6
1º
71,2
72,12
2º
13,6
12
3º
Edad (penados)
35,3
36,9
31-40
14,3
15,5
41-60
Tipología delictiva (penados)
Contra la Salud Pública
28,5
30,2
Contra el orden socioeconómico
52,4
52,56
Reincidencia (penados)
56,9
61,24
Población penitenciaria total
44.197
45.104
Tabla 4. - Población penitenciaria. Perfil del recluso por género. España 1999-2000 (%).
1999
2000
1999
2000
%
total
población
penitenciaria
91,6
91,9
8,4
8,1
Extranjeros
17,8
19,7
18,86
22
Penados
75,8
77,8
73,5
77,9
Clasificación penitenciaria
1º
2,47
2,69
4,67
1,6
2º
72
72,4
62,5
68,6
3º
12,98
12,76
20,86
18,5
Edad (penados)
31-40
35,5
37,1
32,9
34,6
41-60
14,2
15,5
15,5
15,4
Reincidencia (penados)
57,5
Tipología delictiva
Contra la salud pública 26,7
Contra
el
orden
socioeconómico
53,6
61,7
49,96
56,4
28,2
48,7
52,9
53,8
38,7
38,8
Fuente: Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas a partir de datos elaborados por la Dirección General
de Institucione sPenitenciarias. Población penitenciaria referida a 31.12 1999 y a 31.12.2000
133
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Tabla 2.- Consumo de drogas en la población penitenciaria femenina según diferentes estudios,1998-2000
FUENTE
MUESTRA
CONSUMO
DROGAS
ALGUNA VEZ EN LA
VIDA
La
mujer
drogodependiente
penada en los centros
penitenciarios.
SIAD.
2001
1.123 reclusas penadas
de 7 centros penitenciarios.
El 30,6% de las reclusas en
las
que
se
estima
drogodependencia es objeto
de este estudio.
Se estima que 575
internas
(51,20%)
son
drogodependientes. El 30,6%
de éstas es objeto de esta
investigación.
CONSUMO DROGAS EN
LOS ULTIMOS 30 DIAS
El 19,3% de las reclusas
drogodependientes
estudiadas
declara haber consumido algún
tipo de sustancia psicoactiva en
los últimos 30 días.
Tipo de sustancia consumida:
Hachís: 38,23
Heroína: 26,47
Heroína + cocaína: 8,82
Heroína + hachís: 8,82
Vía principal de consumo:
Fumada: 76,47
Oral: 5,88
Más de una vía: 20,58
Comportamientos
de
riesgo:
1
reclusa
declara
compartir jeringuillas
Proyecto
Barañí.
Mujeres
gitanas
y
sistema penal. La Kalle.
2000.
Análisis
de
la
eficacia y adecuación de
las
políticas
penitenciarias a las
necesidades y demandas
de las mujeres presas.
Miranda MJ, Barberet
R, Canteras A, Romero
E. 1998.
292 reclusas gitanas de
12 centros penitenciarios.
El 49% es o ha sido
consumidora de drogas
ilegales.
Aplicación
de
un
cuestionario a 356 mujeres
seleccionadas al azar en 18
centros.
El 70% declaró haber
consumido drogas alguna
vez:
Alcohol 42%; heroína 41%;
y cocaína 39%.
La frecuencia anterior
de consumo “varias veces al
día” declarada para estas
sustancias fue: alcohol 6,2%;
heroína 35,4%; y cocaína
27%
Fuente: Delegación del Gobierno para el Plan sobre Drogas
134
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
Figura 3. Evolución del número de internos en programas de drogodependencias. España, 1995-2000.
25.000
20.214
20.000
18.899
17.454
15.795
15.000
16.283
15.344 15.793
14.208
14.144
10.577
10.000
5.828
5.316
5.223
4.253
4.251
3.427 3.525
5.000
2.204 2.205 2.192
1.658
1.247 1.560
0
2.041
Preventivos
Ambulatorios
Modulares
Metadona
1995
14.208
3.427
1.247
2.041
1996
15.795
3.525
1.560
5.828
1997
15.344
4.253
1.658
10.577
1998
15.793
5.223
2.204
16.283
1999
14.144
4.251
2.205
18.899
2000
17.454
5.316
2.192
20.214
Fuente: DGPNSD. Datos facilitados por la Dirección General de II.PP. No está incluida la población penitenciaria de Cataluña; esta Comunidad tiene asumidas las competencias en esta
materia
Figura 4. Evolución del número de internos derivados a recursos comunitarios: centros de día, centros
ambulatorios, comunidades terapéuticas y PMM. España, 1994-2000.
5000
4.553
4500
4000
3500
3.236
3000
2500
2.038
2000
1.932
1.881
1.843
1500
1.123
1000
500
0
683
284 230
768
772
482
446
456
446
190 253
492
419 442
514 537
Otros recursos deshabituación
C. Ambulatorios
Com. Terapéuticas
1994
284
482
446
PMM
1995
230
768
1.123
1996
446
456
492
1997
190
2.038
419
3.236
1998
253
1.932
442
4.553
1999
683
1.843
514
4.681
2000
772
1.881
537
4.440
DGPNSD. Datos facilitados pr la Dirección General de II.PP. No está incluida la po9blación penitenciaria de Cataluña, esta Comunidad tiene asumidas las
competencias en esta materia
135
4.681
4.440
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Federico Pérez Agudo
Servicio Médico del Centro Penitenciario Madrid V
Introducción:
El planteamiento clásico considera la toxicomanía como una enfermedad crónica biopsicosocial
lo que implica un abordaje terapéutico multidisciplinar, abarcando la esfera médica, la
psicológica y la parte social de la persona; esto nos indica que estamos tratando un problema
complejo con resultados, que en muchos casos, no van a ser los esperados, tanto en el medio
intra como extra penitenciario.
A este planteamiento clásico y como novedad hay que añadir, en la actualidad, la implicación
del componente genético de cada individuo, el cual va a condicionar, de forma sustancial la
respuesta del paciente, tanto a la adicción a las drogas como a la tolerancia, al desarrollo de
abstinencia física o a las recaídas y al fracaso de los tratamientos en él realizados.
Los estudios1 realizados en animales de laboratorio, que incluyen modelos conductuales, han
localizado los lugares diana de las drogas en el cerebro y han detallado las adaptaciones
crónicas tras el consumo prolongado. En este sentido, investigaciones realizadas sobre grupos
de roedores genéticamente distintos, han mostrado diferencias importantes en las conductas
reforzadoras que producen las drogas, motivando de forma más frecuente las recaídas.
Desde el modelo estructural de doble hélice de la cadena de ADN descrito por Watson y Crick
en 1953 hasta ahora, se han determinado multitud de patologías cuyo componente genético está
claramente definido. El avance científico que ha supuesto en este año el Proyecto Genoma
Humano, el cual ha determinado la secuencia de los aproximadamente 40.000 genes (26.38339.114)2
1
Kreek MJ.
Drug addictions. Molecular and cellular endpoints.
Ann N Y Acad Sci. 2001 Jun;937:27-49.
Lichtermann D, Franke P, Maier W, Rao ML.
Pharmacogenomics and addiction to opiates.
Eur J Pharmacol. 2000 Dec 27;410(2-3):269-279.
LaForge KS, Yuferov V, Kreek MJ.
Opioid receptor and peptide gene polymorphisms: potential implications for addictions.
Eur J Pharmacol. 2000 Dec 27;410(2-3):249-268.
Bergeson SE, Helms ML, O'Toole LA, Jarvis MW, Hain HS, Mogil JS, Belknap JK.
Quantitative trait loci influencing morphine antinociception in four mapping populations.
Mamm Genome. 2001 Jul;12(7):546-53.
Enoch MA, Goldman D.
The genetics of alcoholism and alcohol abuse.
Curr Psychiatry Rep. 2001 Apr;3(2):144-51.
Buck KJ, Finn DA.
Genetic factors in addiction: QTL mapping and candidate gene studies implicate GABAergic genes in alcohol and barbiturate withdrawal in
mice.
Addiction. 2001 Jan;96(1):139-49. Review.
2
(Science, 2001;291;1304-1351) y (Nature,2001409,860-921)
136
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
de la raza humana, va a permitir en breve espacio de tiempo la localización del lugar físico, es
decir el gen y la zona cromosómica, de gran cantidad de patologías, entre las cuales se
encuentran las adicciones. La secuencia completa del genoma humano es accesible en Internet y
de forma interactiva en la dirección http://www.ncbi.nlm.nih.gov/genome/human
Los avances en terapia génica y proteómica van a abrir un nuevo campo en el tratamiento de las
toxicomanías, modificando los comportamientos de estos pacientes así como sus respuestas a
los tratamientos, al igual que en otras patologías como síndromes de inmunodeficiencia
congénita o alteraciones en la producción de ciertas enzimas que producían patologías
metabólicas y en este momento con terapia génica han podido ser resueltos.
Tratamiento de los pacientes toxicómanos en Centros Penitenciarios
Es cierto que la privación de libertad y lo que podemos denominar “estrés jurídico” que se
plantea en cualquier persona que ingresa en prisión, no genera el mejor momento para iniciar un
tratamiento o abordaje de su toxicomanía. Sin embargo hemos de coincidir, y así lo hemos
observado en los Servicios Médicos de los Centros Penitenciarios, que la situación creada con
ese ingreso en prisión, permite un acceso más fácil al paciente por parte de los servicios
asistenciales y médicos, implica un periodo de reflexión (obligada) del toxicómano y un cese en
el consumo compulsivo de drogas.
En IIPP existen dos tipos de centros que van a condicionar tanto la situación del toxicómanointerno como el abordaje terapéutico del mismo:
1. Centros de Preventivos:
•
Poco tiempo de estancia (por libertad o traslado a un Centro de penados)
•
Situación estresante jurídico-penal
•
Mala situación clínica y síndrome de abstinencia
2. Centros de Penados:
•
Permanencia en el tiempo
•
No existe estrés legal (asimilación)
•
Estabilidad clínica, inexistencia de síndromes de abstinencia
137
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
El abordaje tras el ingreso de un toxicómano en un centro penitenciario preventivo como es el
de Madrid V en Soto del Real es el siguiente:
•
Al ingreso, el interno (todos, toxicómanos o no) son vistos en las primeras 24 horas por
un médico, enfermero, asistente social, psicólogo y un educador.
•
Hay que destacar que nos encontramos habitualmente con pacientes con una mala
situación clínica y pluripatología:
•
•
infecciones por VIH,VHB,VHC
•
tuberculosis
•
enfermedades de transmisión sexual
•
poli toxicomanías
•
enfermedades mentales
En el caso del usuario de drogas lo primero es tratar el síndrome de abstinencia con:
•
sustitutivos opiáceos (codeína)
•
ansiolíticos e hipnóticos
•
fármacos neurolépticos
•
tratamiento sintomatológico
•
en casos de embarazadas* o pacientes con muy mala situación clínica se inicia el
tratamiento de forma directa con metadona
*son pacientes que ingresan desde una situación de libertad, sin que los medios
asistenciales hayan conseguido iniciarla en un tratamiento con metadona que reduciría el
alto riesgo de aborto y evitaría la transmisión vertical del VIH
•
En el mismo departamento de ingresos si el paciente lo desea se realiza la solicitud
de inclusión en:
•
Programa de mantenimiento con Metadona (PMM)
•
Programa con antagonistas opiáceos (Naltrexona)
•
Clasificación al módulo de motivación para ingreso en el Programa libre de
drogas (Proyecto Hombre)
•
En el momento actual en el cetro penitenciario Madrid V se encuentran incluidos
190 internos en PMM, 52 internos en el Proyecto Hombre y 3 en el programa de
naltrexona al ser este un programa de alto umbral
•
Protocolo de actuación en el PMM 3:
•
A los 15 días aproximadamente, tras realizar estudios clínicos y psicológicos y
138
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confirmar la permanencia en el centro se inicia la fase de inducción
3
Protocolo de inducción del tratamiento con metadona. Consenso de expertos. Subdirección General de Sanidad
Penitenciaria. Madrid. Octubre 2000
•
•
En esta fase se comienza con dosis individualizadas en base a los siguientes factores:
•
historia previa de drogodependencia (tiempo de consumo)
•
cantidad y tipo de consumo
•
tiempo transcurrido desde la última dosis
•
peso corporal
•
existencia de PMM anterior
Las dosis de inicio son bajas y suelen oscilar entre 15-20 mgr. de clorhidrato de metadona, con
revisiones clínicas diarias por personal especializado, evitando así los fallecimientos por
sobredosis que se producen en los acetiladores lentos y en aquellos que consumen de forma
simultanea otro tipo de sustancias (heroína, psicótropos o neurolépticos)
•
Las subidas de dosis son al principio semanales, no sobrepasando nunca los 5 mgr, hasta la
estabilización del paciente
•
En nuestro centro en el año 2000 han ingresado 410 internos en el PMM de los cuales 256 han
iniciado en el propio centro, 104 proceden de un centro comunitario y 50 por traslado desde otro
centro penitenciario
Conclusiones:
El tratamiento y abordaje de las toxicomanías es algo complejo, sobre todo teniendo en cuenta
la multitud de factores que influyen en la aparición y en su persistencia, incluyéndose como he
comentado anteriormente factores genéticos, y con unos resultados en muchos casos
desesperanzadores (esto lo sabemos bien los profesionales que desde hace muchos años
trabajamos con estos pacientes).
La manipulación genética y la proteómica conseguirán en un periodo de tiempo no muy lejano
resultados definitivos a los problemas de adicciones.
Tanto los resultados obtenidos como los protocolos de abordaje terapéutico son muy similares
entre los centros penitenciarios y las instituciones extrapenitenciarias.
En Instituciones Penitenciarias hemos realizado un gran esfuerzo institucional y humano para
adecuarnos a la realidad clínica y social del toxicómano y sabemos que tenemos mucho que
mejorar, principalmente en cuanto se refiere a la coordinación con los sistemas asistenciales
extrapenitenciarios, también tenemos algo que enseñar, en ello trabajamos y creo que estas
Jornadas son una buena prueba de ello.
139
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
PROTOCOLO DE INDUCCIÓN DEL TRATAMIENTO CON METADONA
Protocolo de inducción del tratamiento con metadona. Consenso de expertos. Subdirección
General de Sanidad Penitenciaria. Madrid. Octubre 2000
La primera semana de tratamiento con metadona, y especialmente los cinco primeros días,
entrañan un riesgo de muerte que es del orden de 100 veces superior al riesgo en cualquier otro
momento del tratamiento con dicho fármaco. En 1997 fallecían unas tres personas por cada
1.000 inducciones. Desde entonces el riesgo se ha ido reduciendo, probablemente gracias a la
disminución de las dosis de inicio, de modo que en 1999 se produjo un fallecimiento por cada
1.000 inducciones. El día de máximo riesgo es el tercero. A pesar de que el máximo nivel de
metadona en sangre se alcanza entre 2 y 4 horas después de la toma, el momento de máximo
riesgo es la noche, lo que puede ser debido a la sumación de efectos con otros fármacos
hipnóticos y/o con la depresión respiratoria provocada por el sueño.
El motivo por el que fallecen estas personas no se conoce, pero probablemente sea debido a
algún factor idiosincrático, relacionado con el metabolismo de la metadona o con las
características de sus receptores, por el que una pequeña proporción de la población es más
sensible que el resto a iguales dosis de metadona, de modo que pueden llegar a fallecer con
dosis que resultan inofensivas para la gran mayoría de las personas. Dado que en el momento
actual no es posible detectar de antemano a estas personas, para conseguir suprimir, o al menos
reducir en la mayor medida posible, el riesgo de fallecimiento, es necesario vigilar con atención
a todos los pacientes durante este periodo.
Se recomienda llevar a cabo el proceso de inducción con las siguientes precauciones:
1. El paciente debe ser visto por el médico, durante los cinco primeros días de tratamiento, a
las cuatro horas aproximadamente de cada toma de metadona. En esta consulta se debe
realizar anamnesis y exploración física en busca de síntomas o signos de toxicidad. En caso
de observarse dichos síntomas o signos mantener al paciente en observación y suspender la
siguiente dosis (administrar antagonistas si fuera preciso).
2. Iniciar el tratamiento en lunes siempre que sea posible, con objeto de facilitar esta vigilancia
durante los cinco primeros días.
140
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
3. Realizar la inducción en la enfermería si con ello se facilita la vigilancia del paciente.
4. Comenzar el tratamiento con dosis bajas.
-
Si se inicia cuando el paciente ingresa de libertad con síndrome de abstinencia a
opiáceos, la dosis dependerá de la situación clínica del paciente. Es conveniente dar una
dosis inicial baja, en torno a los 20 mg, y ajustar posteriormente en función de la
evolución, administrando dosis adicionales si fuera preciso. El objetivo durante la
primera semana debe ser evitar el síndrome de abstinencia, administrando las dosis
necesarias y suficientes para ello.
-
Si se inicia cuando el paciente lleva ya un tiempo en prisión es muy poco probable que
se presente un síndrome de abstinencia al inicio del tratamiento con metadona. En este
caso se debe comenzar el tratamiento a dosis de 10 a 15 mg/día (en función del peso
corporal). No obstante, si se observaran claros signos de abstinencia siempre se pueden
dar pequeñas dosis adicionales.
5. No incrementar la dosis durante la primera semana de tratamiento. Manteniendo la misma
dosis diaria, el nivel de metadona en sangre va aumentando progresivamente al menos
durante cinco días. Es más, cuando sea necesario administrar una dosis alta en el primer día
de tratamiento para controlar el síndrome de abstinencia, la dosis de los días siguientes debe
reducirse: una dosis de la mitad de la administrada en el primer día puede mantener el nivel
de metadona estable en los días sucesivos.
6. La dosis diaria puede administrarse en una sola toma o fraccionada en dos tomas. La ventaja
del fraccionamiento es que reduce tanto los picos como los valles de los niveles de
metadona, y el inconveniente que los niveles serán mayores durante el sueño nocturno. Si
se decide fraccionar la dosis, la segunda toma debe realizarse al principio de la tarde, con
objeto de que el paciente pueda ser visto por el médico a las cuatro horas de la toma y de
que los niveles durante la noche sean menos elevados. El fraccionamiento es especialmente
útil en situaciones que aumentan el aclaramiento de la metadona (como pueden ser el
embarazo o la toma simultánea de rifampicina) con objeto de mantener niveles suficientes
durante las 24 horas.
7. Demorar la inducción siempre que sea posible si el paciente sufre un proceso respiratorio
agudo. Extremar las precauciones en pacientes con procesos respiratorios crónicos.
141
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
8. No realizar durante la primera semana, de no ser imprescindible, prescripciones nuevas de
fármacos que puedan potenciar o tener efectos sumatorios con la metadona. Si el paciente
viene tomando otros fármacos, consultar y tener en cuenta sus posibles interacciones con la
metadona. Por ejemplo: si el paciente está tomando otros depresores del sistema nervioso
central será necesario reducir las dosis de éstos o de la metadona; si toma rifampicina se
requerirán mayores dosis de metadona, etc.
9. Explicar claramente al paciente:
-
El riesgo de depresión respiratoria y muerte con dosis excesivas de metadona. Explicar
que ese riesgo se produce sobretodo durante la primera semana de tratamiento.
-
El riesgo que entraña el consumo junto con la metadona de alcohol, heroína u otros
opiáceos, o medicación no prescrita (especialmente tranquilizantes e hipnóticos), en
cualquier momento a lo largo del tratamiento y sobre todo durante la primera semana.
-
Los efectos que puede esperar de la metadona. Explicar que son diferentes de los de la
heroína (p.e. ausencia de “flash”, efecto máximo a las 2-4 horas), con objeto de que no
se generen falsas expectativas que induzcan al paciente a pensar que la dosis es
insuficiente.
-
Que se pueden producir sudoración e insomnio como efectos secundarios de la
metadona y no debe atribuirlos a insuficiencia de dosis.
-
Que el efecto de la metadona irá aumentando a medida que pasan los días aunque no se
incremente la dosis.
Pasada la primera semana de tratamiento el riesgo se reduce drásticamente, aunque algunos
autores consideran como periodo de riesgo las dos primeras semanas. En cualquier caso, la
dosis de metadona no debe incrementarse más de 5 mg de una vez ni más de 10 mg por
semana, se modo que se tardará por lo general un mes y medio o dos meses en alcanzar la dosis
eficaz de mantenimiento.
142
I I I J O R N A D A S S . I . A . D . “ 1 . 9 8 9 - 2 . 0 0 1 D R O GO D E L I N C U E N C I A - J U S T IC I A ¿ A V A N C E S ?
Ana Pina Crespo
Directora del Centro Penitenciario Madrid-1 Mujeres.
La invitación para acudir a esta mesa redonda debo entenderla desde el puesto que ocupo de
Directora y como tal voy a intentar hacer la exposición.
Para ello considero necesario describir como entiendo que debe ser un Centro, quién vive allí y
que personas trabajan. En qué marco legal nos movemos, qué se podría hacer y qué se hace, así
como qué variables interfieren para que no se haga.
Lo expondré someramente, sin entrar en la dicotomía “dentro o fuera”. Las dicotomías llevan a
planteamientos excluyentes y tajantes, considerando más positivo “dentro y fuera”. Que las
drogodependencias deben ser abordadas desde una perspectiva multidisciplinar es algo asumido
plenamente. Que el abordaje de los drogadictos delincuentes o delincuentes drogadictos debe
tener intervención dentro y fuera también tiene que ser asumido. Máxime cuando la propia
Constitución señala que las propias penas privativas de libertad deben orientarse a la
reeducación y reinserción social. La cuestión entonces es cómo realizar una intervención con
drogodependientes que están privados de libertad.
Teóricamente no existe problema alguno, al menos dentro del marco legal. La LOGP y el
Reglamento Penitenciario dentro de su articulado poseen los recursos necesarios que posibilitan
la intervención dentro de la prisión, así como las vías progresivas de acercamiento al exterior,
permisos, salidas, régimen abierto, cumplimiento en unidades extrapenitenciarias, en centros de
rehabilitación, etc. Incluso se cuenta con la posibilidad de creación de programas específicos
para drogodependientes y comunidades terapéuticas.
El abanico de posibilidades que abarca la LOGP y el RP es tan amplio que las diferencias ente
un centro y otro llegan a ser extremas, a mi no me corresponde analizar ese punto al estar una
persona de la Dirección General, pero si indicaré el punto inicial desde el que se debería
partir en todos los centros.
“Buscar que en el CP, las actividades e intervenciones que en él se realicen vayan
encaminadas a que la interna adquiera las condiciones necesarias para poder beneficiarse de
un programa terapéutico en el exterior”.
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Dicho objetivo es ambicioso, aunque no lo parezca, no parte del dilema del “todo o nada”,
ni consigue resultados espectaculares aunque se logren, por lo que no es muy “vendible”.
Sin embargo insisto en que es muy ambicioso porque implica a toda la vida y regulación
de un centro penitenciario, no un pequeño grupo, no una burbuja terapéutica capaz de
soslayar la patología institucional creando espacios libres de drogas, que en la experiencia
de muchas prisiones acaban enquistándose y languideciendo lentamente.
Dicho objetivo era el asumido en el año 96 en el Programa General de Atención a
Drogodependientes del CP Carabanchel Mujeres, (no conseguido). Dicho Centro cerró en el año
1998 y la realidad del centro de Alcalá, ahora Madrid-1 Mujeres, es muy otra, a pesar de
haberse pretendido que fuera la continuidad de Carabanchel.
¿Cómo es Madrid-1?. ¿Qué población vive en Madrid-1?
Independientemente de los datos estadísticos, yo afirmaría que de 330 mujeres:
• Unas 100 son extranjeras que están en prisión por tráfico de drogas, detenidas en el
aeropuerto. La mayoría primarias, aunque se está incrementando la reincidencia, al igual que
el consumo entre ellas, antes inexistente. Sin rasgos marginales en su mayoría, participativas y
deseosas de trabajo productivo.
• Otras 100 de etnia gitana, también en prisión por tráfico de drogas, con cuantías de tráfico
más dispares que las extranjeras. Dentro de este Grupo el aumento de consumidoras entre la
población joven es alarmante.
• El resto son drogodependientes “declaradas” con delitos de tráfico de droga, (generalmente
de pequeña cuantía), Robos y Hurtos. En su mayoría con varios ingresos en prisión y varios
intentos de rehabilitación en su toxicomanía.
De estos grandes grupos se excluyen internas pertenecientes a Bandas Armadas, así como
algunas con delitos de sangre.
¿Qué personas trabajan en el Centro?
S deben diferenciar grandes grupos:
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I-
Funcionarios ≅ 275
-Personal sanitario ≅ 25
-Personal tratamiento ≅ 14
II-
Personal Laboral ≅ 33: (6 Cocineros; 8 Auxiliares de Enfermería; 4 Trabajadores
Sociales; 2 Fontaneros; 2 Electricistas; 2 Peones, 2 Demandaderos; 1 Puesto de servicio
de limpieza; 1 Maestro de Taller; 2 Monitores Ocupacionales; 2 Monitores Deportivos;
1 Psicóloga).
III
ONG y personal contratado puntualmente y/o a través de contratos y convenios ≅
50
Las cifras son alarmantes si se piensa que hay más personal de trabajo que internas. Si
vas desmenuzando uno a uno se entiende el por qué un centro penitenciario se ha
comparado con un gran hotel (curso de gestores de CP) y con un pueblo. Yo lo comparo
más con un pueblo cerrado que debe tener todos los servicios: sanitarios, educativos,
lúdicos, deportivos, mantenimiento, etc…donde la población está obligada a vivir allí, a
convivir ente ellas y donde la problemática de cada una interfiere en la otra e interactúa.
Clima del Centro:
Estoy describiendo al centro en general, y no la situación del drogodependiente en prisión, no
tan sólo porque el objetivo general de un programa de intervención en drogodependencias tenga
que ir dirigido al clima del centro, sino también porque realmente es difícil romper don el hecho
de que en un CP todo gira alrededor de la droga.
¿Si es un medio cerrado, se puede deducir que es fácil impedir el paso de la droga? ¿Por qué no
se realizan las medidas necesarias para impedirlo? Les aseguro que conseguir un medio sin
droga en la cárcel es prácticamente imposible.
Medidas “Represoras”:
Es un medio cerrado, sí, pero donde la población penitenciaria “afortunadamente”, sale al
exterior, acompañada a veces de policía, salidas judiciales, hospitalarias, etc., y otras veces
como paso previo para su reinserción o preparación para la vida en libertad (permisos de
salida).
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Las internas tienen comunicaciones todos los meses con sus familias, contactos con el exterior
que posibilitan el paso de droga.
No estoy criticando el contacto con el exterior, ni mucho menos, pero sí afirmando que esas dos
vías, salidas y comunicaciones, son las principales puertas de entrada de droga a la prisión.
Estoy totalmente convencida de que las repercusiones positivas de los permisos y las
comunicaciones superan su aspecto negativo como vía de entrada de droga, por lo que asumo la
existencia de droga en el centro, pero el asumir la existencia de droga en el centro, es totalmente
diferente a afirmar, como a veces se escucha y se lee, que los funcionarios de prisiones dejan
que haya droga, o que incluso ellos mismos trafican con ello. Cuando me llegan esos
comentarios realmente me rebelo.
En Madrid-1, ¿cuántos cacheos se realizan a lo largo del año?, miles y en el 99% lo que se
busca es droga. En este sentido nos diferenciamos de un centro de hombres, pues la
conflictividad es diferente, la existencia de pinchos y objetos punzantes es prácticamente nula.
Hay veces que se sabe que una mujer está vendiendo por como es reclamada por las demás, se
realiza un cacheo y, ¿qué encuentras?, una “china”, una papelina o unas pastillas y
generalmente, como en la calle, (“pero más, pues la vida dentro de la prisión es como en la
calle pero todo en un grado más, lo bueno y lo malo”) se lo encuentras a la más “tirada”, a la
que es utilizada para vender a cambio de una pequeña dosis.
Es cierto que las funcionarias de vigilancia, a veces se desmotivan, ¿cachear para qué, si lo
llevan “empetado” (en el interior del cuerpo, vagina y/o recto)?, se sigue cacheando pues no se
cuenta con otra medida.
El RP en su art.68.4 afirma:
“Si el resultado del cacheo con desnudo integral fuese infructuoso y persistiese
la sospecha, se podrá solicitar por el Director a la Autoridad Judicial
competente la autorización para la aplicación de otros medios de control
adecuados.”
Esta Dirección puntualmente (en los últimos 3 años, Madrid-1, unas 5 veces), ha solicitado al
Juzgado de guardia, autorización para realizar por personal sanitario del Hospital Príncipe de
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Asturias, prueba ecográfica o tacto vaginal y/o anal, al tener fundadas sospechas que
determinada interna iba a intentar introducir en la prisión escondido en su cuerpo sustancias
tóxicas o estupefacientes.
Realmente en este aspecto reclamo más credibilidad y apoyo por parte de las autoridades
judiciales. Las peripecias para la tramitación de estos casos parecen increíbles, desde la ausencia
de respuesta por cambio de guardia de un juzgado a otro en el instante del reingreso de un
permiso y pasarse las competencias de uno a otro, hasta la verbalización de dudas sobre la
profesionalidad de quien realiza el cacheo.
En definitiva te encuentras obligada a seguir con las medidas existentes, asumiendo la existencia
de droga, considerando que pese a ello se puede intervenir en el tratamiento de
drogodependientes a varios niveles
ESQUEMA GENERAL DE INTERVENCION EN LA VIDA DEL CENTRO
No es este el marco adecuado para exponer un programa de intervención en un C.P. , ni lo
pretendo, pero siguiendo la línea de mi exposición, explicando y continuando con el
objetivo general de” crear un marco donde se realicen actividades e intervenciones
encaminadas a que la interna adquiera las condiciones necesarias para poder beneficiarse
posteriormente de un programa terapéutico, “ señalaré varias premisas esenciales en los
diferentes niveles de intervención, marcadas en el programa general de atención a
drogodependientes del ya mencionado C.P. de Carabanchel.
NIVEL PRIMARIO
Dirigido a toda la población penitenciaria.
1. Intervenciones individuales, poniendo el acento en la atención, la inmediatez y
ausencia de requerimientos previos. Conlleva el estudio de la situación de la
persona con toda la información que de ella se posea, específica de las diferentes
áreas, jurídica, social, psicológica, sanitaria y donde esta información debe ser
“devuelta “ a su propietario, apoyándole y orientándole en sus inquietudes.
2.
Intervenciones grupales, programadas y estructuradas, donde se posibilita la
relación de grupo, cuyos contenidos pueden ser miles, pero donde habría que
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incluir:
-
Información general del centro, funcionamiento, normas, actividades,
con la
inclusión de los diferentes programas que posea el centro.
-
Programas de educación para la salud.
-
Programas informativos sobre aspectos sanitarios, jurídicos y sociales ligados
al consumo de drogas.
NIVEL SECUNDARIO
Dentro de este nivel más especializado, la diferenciación vendrá marcada por los objetivos
que se pretendan.
-
Mejora parcial del consumo. Cuando la demanda es ambigua y la motivación
poco clara sin llegar a ningún compromiso respecto a su consumo. Inclusión
dentro de las actividades generales del centro, exigiendo su cumplimiento
independientemente de la actividad que se trate, desintoxicaciones aisladas y
seguimiento periódico.
-
Programas de intervención cuyo objetivo es la sustitución de la droga con
agonistas opiáceos, donde se debe diferenciar entre programas de orientación
adaptativa o de bajo umbral de escasa exigencia y dosis altas y programas de
alto umbral y mayor exigencia, pero siempre asociados a otras intervenciones
complementarias para conseguir su eficacia.
-
Programas libres de drogas para personas con una motivación y compromiso
claros, que desean abandonar el consumo de drogas. Debe comprender el
conjunto de programas psicoterapéuticos y médicos que posibiliten la
derivación de las internas a otros recursos extrapenitenciarios donde puedan
completar su proceso de rehabilitación y reinserción social.
En esta fase de deshabituación se requiere la utilización de diversas técnicas
dependiendo del sujeto, tratamiento con antagonistas opiáceos, verificación y
control de la abstinencia, prevención de recaídas, escuela de salud, habilidades
sociales, intervención de la ansiedad, grupos de autoayuda, tutorías
individuales,etc...
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NIVEL TERCIARIO
Para aquellas internas que pretenden rehabilitarse y que han adquirido las condiciones
necesarias para realizar un programa en el exterior, correspondiendo a la Institución
Penitenciaria un tipo de seguimiento u otro en función de la derivación:
-
Régimen abierto art. 82, 83 del Reglamento Penitenciario.
-
Unidades dependientes art. 165 del Reglamento Penitenciario.
-
Unidades extrapenitenciarias art.182 del Reglamento Penitenciario.
¿QUÉ SE HACE EN MADRID I?
Si quitamos intentos, bandazos hacia un lado y otro, lo que existe es la dispensación de
Metadona, lo cual ya es un logro.
Esta asumido por los profesionales sanitarios la continuación en Metadona cuando
ingresan de libertad o son trasladados de otros centros y ya vienen incluidas en dicho
programa.
Existe disparidad de criterios en cuanto a las inclusiones y expulsiones.
Cuando se produce la libertad la mayoría al ser de la Comunidad Autónoma de Madrid,
son derivadas al Metabús, sin llegar a integrarla en ningún C.A.D. de zona.
Debo reconocer que es un logro de la Subdirección General de Sanidad Penitenciaria
haber extendido la dispensación de Metadona a todos los Centros Penitenciarios. Que los
profesionales de Sanidad estén directamente implicados en su dispensación es básico, más,
en mi criterio, se debe seguir insistiendo en la especialización necesaria para llegar a
realizar tratamientos con Metadona.
Actualmente siguiendo los criterios de la Subdirección General de Sanidad, los
facultativos tienen distribuida la población independientemente de los programas
sanitarios en los que esté incluida la interna. Siendo lógica esta distribución que busca una
atención integral del paciente, se observa que la mayor o menor implicación del médico en
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los programas de Metadona, su especialización en drogodependientes y no exclusivamente
en VIH, así como su actitud hacia este tipo de pacientes, lleva a una disparidad de criterios
significativos dentro de un mismo centro.
Sin ser especialista, muchos días me planteo la idoneidad de cantidad de cuestiones:
¿Son útiles terapéuticamente dosis inferiores a 50?
No es preceptivo la realización de un contrato terapéutico para la dispensación de
metadona?
¿ Es lógico quitar la metadona y volver a darla a los tres meses?
¿ Las analíticas no son medios para verificación y control de la abstinencia?.
Considero que estamos convirtiendo el tratamiento de Metadona , en la “toma de un
caramelo” que se da o se quita como si fuera un premio o un castigo. Un caramelo que se
da porque la interna lo pide, no porque reúna unas condiciones determinadas, viendo
casos en los que la propia interna no pide subida de dosis para seguir usando otras drogas
“sin que se la note mucho” y así no recibir el castigo de la expulsión.
Las analíticas son usadas para premiar o castigar, conceder o denegar un permiso por
parte de la Junta de Tratamiento, del Juez de Vigilancia o de la Audiencia, olvidándonos de
que son un medio terapéutico de control y verificación para aquellos casos en los que el
objetivo sea la abstinencia de determinadas drogas, olvidándonos de que puede haber una
evolución muy positiva a pesar de “dar positivo”.
En resumen, si siguiéramos el esquema general de intervención planteado en esta
exposición , concluiríamos que no se realiza ninguna intervención. Nos encontraríamos
con una integración de las internas drogodependientes en las actividades generales del
centro, y una dispensación de Metadona.
¿ Como es que no se hace?
El panorama que estoy intentando describir no es muy brillante, más bien todo lo
contrario, sin embargo es el C.P. en el que yo trabajo del cual yo soy la máxima
responsable, y si bien considero que la autocrítica es lo que mueve al cambio, también
debo reconocer que se han ido logrando avances.
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Madrid I Mujeres, lleva tres años existiendo como tal, anteriormente era un centro dividido
en dos partes, hombres y mujeres, muchos de ellos jóvenes con una problemática distinta a
la actual y por tanto con unas necesidades y dinámica diferentes. A lo largo de este tiempo
se ha ido asumiendo e interiorizando la existencia de esta diferente realidad.
Dividida en seis módulos, actualmente las internas acuden a sus actividades por las
diferentes zonas de la prisión sin necesidad de acompañamiento de funcionariado,
entendiendo que la movilidad interna es necesaria y que todos los que allí trabajamos
debemos reforzar y motivar la realización de cualquier actividad, productiva, formativa,
ocupacional, lúdica o terapéutica.
Se ha creado una oficina de Ocupación, en el interior de la prisión, que organiza y
coordina las diferentes actividades, sirviendo de referente a las internas y a las distintas
áreas de la prisión.
Se podría decir que la estructura para empezar a funcionar en el Nivel Primario existe, y
no se llega a realizar la fase de acogida tanto a nivel individual como grupal, funcionando
cada trabajador de forma aislada, sin coordinación entre ellos y sin fijar objetivos
concretos.
En este punto, debo hacer referencia obligada a los miembros de los Equipos Técnicos.
Siendo personal cualificado, su forma de trabajar, lo que cada uno haga o deje de hacer,
depende casi totalmente de la voluntariedad del trabajador, de su actitud y
profesionalidad, sin que por parte de nadie se le pueda exigir el cumplimiento o ejecución
de un programa u otro.
Por increíble
que parezca, las funciones de cada uno de los puestos de trabajo se
encuentran pendientes de revisión. El R.P. del año 96 en su disposición Transitoria
Tercera, mantiene vigente el R.P. del 81 en los artículos referentes a servicios, Unidades y
puestos de trabajo de los C.P.. En dicho articulado te encuentras incluso con figuras como
la de los Endocrinólogos, que pueden formar parte de los Equipos de Tratamiento.
Desconozco si existe algún endocrinólogo ejerciendo como tal en un C.P., pero fijándonos
en un puesto que existe en todos los centros y cuya implicación en el tratamiento de
drogodependientes tendría que ser total, el del Psicólogo, leyendo el art. 282, dicho
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psicólogo tendría que ser una maravilla, psicólogo clínico, industrial, especialista en
orientación pedagógica y profesional, realizando asesoramiento individual y grupal.
Francamente, creo que ello es imposible. Sin embargo entre las funciones del psicólogo no
se hace ninguna referencia al tratamiento con drogodependientes. En la realidad te
encuentras de todo, profesionales cuya motivación les ha hecho que ellos mismos se hayan
especializado a través de su trabajo diario y la realización de cursos ajenos a la
Institución, en el tratamiento de drogodependientes, y otros que abiertamente rechazan
trabaja por ejemplo a nivel grupal, pues dicen carecer de la formación necesaria. ¿Puedes
hacer algo ante esa respuesta ¿, no, puedes exigir que te den un informe escrito de lo que
sea , pero por más que te parezca impresentable, es su informe. Es funcionario de la
institución, le amparan cantidad de leyes y es más ágil intentar conseguir otra persona que
haga realmente su función.
Otros profesionales siguen con la utopía del todo o nada, considerando que la abstinencia
total es el único objetivo posible, que la analítica la única demostración de una evolución
positiva, y el castigo la única medida posible, cuando una interna en Metadona da un
positivo a otra sustancia tóxica.
Al principio de mi exposición, les decía que el objetivo de que la interna adquiera las
condiciones necesarias para poder beneficiarse de un programa terapéutico en el exterior,
es ambicioso, y lo es, porque implica a todo el personal que trabaja en el Centro, por que
parte de un nivel primario de acogida e información a toda la población penitenciaria por
parte de las diferentes áreas de trabajo, Tratamiento, Sanitaria; Vigilancia etc., con todos
los profesionales de dichas áreas engloban.
Falta especialización en drogodependencias de los funcionarios de I.P.. Antes he
reconocido, un logro de la Subdirección General de Sanidad haber implantado la
dispensación de metadona en todos los C.P., sin embargo se debe reconocer que han
implantado dispensación, más no un programa de intervención con metadona. Sin entrar
en las causas de ellos, no se puede hablar de un programa de intervención, o como Sanidad
lo llama, un grupo de atención al drogodependiente, G.A.D., si no se estipula que tienen
que formar parte de él los psicólogos del Centro, los educadores y los trabajadores
sociales, no se puede dejar en la voluntariedad del trabajador el formar parte de dicho
grupo de trabajo. Se ha conseguido que los G.A.D. existan en las prisiones, en cada una
con una composición y funcionamiento distinto y lo más grave, paralelamente a los
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Equipos de Tratamiento a los que indirectamente se les ha relevado de su función
principal, realizar programas de intervención y ejecutar técnicas de tratamiento. Se debe
asumir en el interior de las prisiones, que el abordaje de las drogodependencias es
multidisciplinar, que no se puede excluir o admitir la autoexclusión de los profesionales de
tratamiento; qué los propios médicos deberían exigir el trabajo y la intervención de éstos
profesionales para la valoración de inclusiones o expulsiones, subidas o bajadas de
metadona, a no ser que ellos mismos quieran ser unos Metabus más.
Con la situación planteada, la I.P., ha buscado refuerzos del exterior que ayuden a realizar
los programas de intervención con drogodependientes. En Madrid I en concreto, hay dos
profesionales del G.I.D., grupo interdisciplinar en drogodependencias, y seis meses al año
se contrata a una psicóloga para trabajar con drogodependientes. Ello puede ayudar, pero
según mi criterio, habría que insistir en varios aspectos:
1. Especialización de profesionales sanitarios y de tratamiento en intervenciones con
drogodependientes, siendo ellos mismos los ejecutores de dichos programas,
especificando sus funciones en el R.P
2. Realización de intervenciones para mentalizar a todo el personal que trabaja en el
interior de las prisiones. No se trataría de especializar en el tratamiento de
drogodependientes a todo el personal, pero sí de hacer ver las situaciones en las
que se puede encontrar un toxicómano, admitir que tiene derecho a no querer
rehabilitarse, que la decisión es suya, que si quiere ello supone un proceso muy
costoso, que tendrá recaídas, que pueden conseguirse objetivos parciales, que se
puede mejorar solo la vía de consumo o que ese consumo no le impida una
convivencia normalizada, que tomar Metadona no es algo negativo o que una dosis
de 150 no es altísima, que tienen derecho a la confidencialidad.
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Mesa Redonda 4
“Patología Dual y Justicia”
Ponentes :
LAURA RACCIATTI ISOLA
Subdirectora del C.A.D. 3 Ayuntamiento de Madrid
LUIS CORDERO DE CIRIA
Psicólogo del CAID Usera.CC.AA de Madrid. ATICA
GREGORIO MARTÍN CARMONA
Médico. Director del Centro Dr. Santero de Cruz Roja.
ANA VAZQUEZ RODRÍGUEZ
Médica Psiquiatra de Instituciones Penitenciarias.
SANTIAGO DELGADO BUENO
Médico Forense Psiquiatra.
Coordinadora:
MARTA JIMÉNEZ RODRÍGUEZ-LAFORA. S.I.A.D.
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Laura Racciatti Isola
Subdirectora del C.A.D. 3 Ayuntamiento de Madrid
Estudios epidemiológicos han demostrado que entre un 30 y un 60% de los adictos tienen una
enfermedad mental concurrente.
Es decir, estamos hablando de un elevado número de drogodependientes que presentan
Patología dual ( toxicomanía + otro trastorno psiquiátrico )
Pero, cuando hablamos de Patología Dual, no estamos hablando de una población homogénea.
Nos encontramos con patología diversa y diferentes niveles de gravedad en los cuadros.
Los trastornos mentales concurrentes más frecuentes son los trastornos de personalidad, y
dentro de éstos especialmente el trastorno antisocial y el trastorno límite. En el segundo lugar
encontramos los trastornos de ansiedad y luego la depresión. Con respecto a la esquizofrenia
aunque no es muy frecuente en el colectivo de adictos, sin embargo existe una elevada
proporción de esquizofrénicos que consume drogas sin ser adictos
Estos datos nos tienen que llevar a reflexionar tanto a la Administración de Justicia como a los
Centro de tratamiento de toxicómanos, pues aunque con objetivos en parte distintos, ambos
estamos trabajando para rehabilitar a un colectivo de toxicómanos marcado por la cronicidad y
por los múltiples problemas judiciales.
Actualmente en los CAD estamos asistiendo a una polarización de la demanda:
por un lado acuden jóvenes con consumos de distintas sustancias más o menos instaurados, por
otro lado continúa con nosotros una población politoxicómana que no ha logrado superar su
adicción, con edad cercana a 37 años y una larga historia de consumo . En este colectivo los
antecedentes penales no son raros y los casos con Patología Dual van en aumento.
Los programas de Metadona, constituyen un instrumento necesario para abordar el tratamiento
de estos politoxicómanos crónicos. Sin embargo, los casos con patología dual precisan de un
apoyo farmacológico paralelo.
Pero, a un Cad no sólo acuden adictos a heroína. Llegan también otros perfiles que, en
ocasiones, pueden presentar la asociación de Patología Dual y problemas judiciales: son los
alcohólicos crónicos y los adictos a la cocaína, que se pueden ver envueltos en casos de
agresiones, conducta temeraria, desfalcos.
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Una de las características más relevantes de estos pacientes es que tienen muchas dificultades
para adherirse a los tratamientos y su aparente baja motivación para el cambio a menudo
enmascara patologías psiquiátricas no tratadas
TIPOLOGÍA DE TRASTORNOS DUALES.
Además hay que tener en cuenta que en los pacientes con Patología Dual encontramos 3 tipos
diferenciados:
TIPO I: Aquellos en los que el trastorno psiquiátrico es primario y en los que el consumo de
drogas intentaría paliar las alteraciones psicológicas previas (teoría de la Automendicación de
Khanztian. En estos casos una vez que se trata eficazmente el trastorno psiquiátrico de base, el
trastorno por uso de sustancias suele desaparecer de forma espontánea.
TIPO II: Aquellos en los que el trastorno por uso de sustancias es primario y se presentan
síntomas psiquiátricos asociados. En las desintoxicaciones - desde siempre- los médicos de los
Cads han tenido que intervenir en estados de agitación, desorganización y en ocasiones, en
episodios claramente psicóticos. Pero estos cuadros remiten a los pocos días una vez conseguida
la abstinencia.
TIPO III. Coexistencia de ambos trastornos de origen independiente. Estos pacientes a
diferencia del grupo anterior, presentan un empeoramiento a medida que avanza la
desintoxicación. Con el transcurso de los días, el paciente
con un trastorno psiquiátrico
coexistente no diagnosticado se muestra más agitado, ansioso y quizás, psicótico.
Por tanto, el determinar si el trastorno psiquiátrico es primario, secundario o coexistente
permite establecer un diagnóstico diferencial adecuado. Esto es importante debido a que,
actualmente, se dispone de psicofármacos cada vez más específicos.
DIFICULTADES EN EL DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE PACIENTES CON
PATOLOGÍA DUAL
Pero, existen importantes dificultades tanto en el diagnóstico y como en el tratamiento de los
pacientes con Patología Dual.
A- EN CUANTO AL DIAGNÓSTICO, en primer lugar, tenemos que tener en cuenta que para
efectuar un correcto diagnóstico diferencial
pormenorizada,
hay que confeccionar una historia clínica
que nos permita establecer el tipo de relación existente entre el uso de
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sustancias y la sintomatología psiquiátrica asociada y en la que conste:
el inicio de dicha sintomatología
su evolución
Antecedentes familiares
Antecedentes de tratamiento
Observación del paciente en ausencia del consumo de sustancias (3 a 6 semanas)
Pero, dichos pacientes a menudo aportan datos poco fiables por distintos motivos. A veces
acuden bajo los efectos de sustancias. En otras ocasiones- por su propia patología- tienen muy
disminuida sus dotes de observación y/o son incapaces de establecer relaciones temporales
realistas. Finalmente pueden omitir y/o falsear datos para obtener un certificado favorable o un
ingreso hospitalario.
Además, aunque es aconsejable cotejar la información que suministran con la familia, a menudo
acuden solos a los centros.
En centros ambulatorios como el nuestro, un hecho a destacar, es la irregularidad que se observa
en estos usuarios en cuanto a asistencia y cumplimiento de pautas prescritas. No es extraño que
falten a citas por períodos prolongados y/ o que alteren la eficacia de la medicación que se le
prescribe con consumos de distintas drogas.
En la literatura científica se recomienda al medio hospitalario como el más idóneo para llevar a
cabo el diagnóstico diferencial en Patología Dual, pues garantiza la observación a medio plazo
del paciente abstinente. Pero esta
vía que sería óptima para los pacientes más graves,
prácticamente es imposible.
En los Cads contamos con un equipo interdisciplinar (médicos, psicólogos, trabajadores
sociales, terapeutas ocupacionales) que nos ha permitido ir ajustando los distintos diagnósticos
en
muchos casos de patología Dual. Además afortunadamente, la coordinación con los
psiquiatras de Salud Mental cada vez es más estrecha. No obstante,
se lleva a cabo
fundamentalmente mediante contacto telefónico e informes y a menudo resulta insuficiente esto
sobre todo en los casos difíciles, que tienden a hacerse más complejos con el tiempo porque
van aumentando su deterioro.
Pensemos por ejemplo en un alcohólico de 60 años, con episodios de agresividad incontrolable,
que haya roto sus vínculos familiares, que tenga problemas judiciales y que no tenga trabajo.
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Establecer un diagnóstico diferencial y diseñar un programa de tratamiento eficaz, es complejo,
y va más allá del ajuste de la medicación farmacológica.
B- CON RESPECTO AL TRATAMIENTO tenemos que tener en cuenta en cuenta que:
Este tipo de pacientes, en general
establece
una relación muy dependiente con los
profesionales que lo tratan, y a menudo suelen generar en éstos intensas reacciones de rechazo,
debido a sus recaídas precoces, abandonos del tratamiento y conductas de provocación.
Bajo esta dificultad que muestra el usuario para poder seguir adecuadamente un tratamiento
podemos encontrar un funcionamiento mental limitado por la utilización de mecanismos de
defensa muy primitivos:
Negación y /o Disociación de la realidad, percibida en expresiones como ”No estoy
segura”-
“No me acuerdo”.-“ No fui yo”.
Minimización de los conflictos, cuando dicen: “De todas formas ¡qué importa”.
Exteriorización de la responsabilidad, al expresar : “Él me obligó a hacerlo”.
Proyección de la culpa, cuando increpan “Me está culpando” “Ud. me odia”.
Por todo esto, hay que considerar, que a pesar de las intensas reacciones emocionales que se
generan en el tratamiento, una de las premisas fundamentales para que éste funcione es la
motivación del paciente. Con este tipo de drogodependientes, más que con cualquier otro, si no
se logra motivarlo el tratamiento no funcionará, pues cuando la percepción de la realidad está
tan limitada, sólo la empatía puede abrir una vía para el cambio. Por tanto, los profesionales que
trabajan en el caso deberán tener la suficiente tolerancia a la frustración como para acompañar
al adicto en cada nuevo intento y generar un clima de esperanza.
Ahora bien, la tipología y la gravedad del estado del paciente, determinará la frecuencia y la
intensidad del tratamiento. Así, algunos pacientes con abuso de sustancias o consumo
secundario a trastornos psiquiátricos pueden estar adecuadamente tratados por un único
profesional y por el contrario pacientes con trastorno por uso de sustancias primario y de larga
evolución, pueden requerir la asistencia de un equipo terapéutico completo, con un contacto
frecuente y una gran diversidad de tratamientos concurrentes.
Se recomienda, en el caso que intervengan en el tratamiento varios profesionales, que éstos
pertenezcan a un mismo programa. Así les será más fácil coordinarse y se minimizará la
pérdida de información, los dobles mensajes, la manipulación por parte del paciente. Si esto no
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es posible, debería existir una comunicación frecuente entre los distintos profesionales.
Otto Kernberg destaca un hecho curioso que es, que este tipo de pacientes que funcionan de
manera
tan regresiva, proyectan su patología sobre los conflictos encubiertos de las
instituciones que les tratan, activándolos, y a su vez este funcionamiento alterado de las
instituciones potencia la patología del paciente. Es decir que trabajar con este tipo de pacientes
puede generar “ síntomas institucionales”, que agravan
los cuadros y producen mucha
insatisfacción en los profesionales.
En ocasiones, es difícil crear el espacio de reflexión que requieren estos casos debido: a la
presión asistencial, a las distintas prioridades de los diferentes programas, a la falta de ajuste de
los recursos existentes, etc, pero crear estos espacios de reflexión que permitan comprender la
dinámica básica del sujeto, y el peso que tienen en ella la conducta delictiva y su adicción, es
fundamental para poder diseñar una adecuada intervención.
Para ilustrar lo antes dicho, traigo el caso de un paciente con Patología Dual, integrado en el
Programa de Metadona:
DATOS CLÍNICOS
Varón de 40 años
Politoxicómano desde hace 24 años
Perceptor de paga no contributiva por ser HVI positivo ( CD4 menor de 200)
Soltero
Sus padres fallecieron cuando era menor de edad : El padre( cáncer) cuando el usuario tenía 3
años y la madre( trombosis) cuando el paciente tenía 13 años. Hasta la mayoría de edad vivió
con la familia de un hermano toxicómano. En ese momento lo echaron de la casa
Era una derivación del albergue para su inclusión en un piso de reinserción: Cuando era joven
vivió en la calle hasta que fue a la mili y luego alternativamente en la calle, en pensiones y en el
albergue hasta que definitivamente se quedó en el albergue. En este recurso destacaba por su
nivel de participación e implicación
Tenía múltiples causas pendientes (32): Aunque el máximo período que pasó en la cárcel
fueron 6 meses
Estaba incluido en Programa de Metadona desde hacía 7 años, con una interrupción de 1 año,
cuando- debido a una obstrucción intestinal- se tuvo que someter a 6 operaciones.
En la entrevista de admisión de nuestro centro se constató que había desarrollado un delirio
interpretativo por el cual creía que le habían implantado un feto, durante las operaciones, y lo
estaba gestando.
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Se le derivó al Psiquiatra que lo medicó con neurolépticos.
El cuadro mejoró pero no se logró estabilizar por completo por falta de asistencia del usuario a
Salud Mental, por sus deseos de suspender la medicación y por consumos esporádicos de
drogas.
La coordinación con los distintos recursos se efectuó mediante informes, fax y conversaciones
telefónicas. El paciente no aportó toda la información, pues traía algunos informes y otros no.
La coordinación con el piso fue presencial en alguna ocasión y con el psiquiatra por medio de
informes en donde hacía constar que los consumos esporádicos estaban perjudicando su
evolución. Fue imposible una valoración conjunta de los distintos profesionales que
intervinieron en el caso.
Durante el tratamiento hubo que efectuarle varios ajustes de metadona, por los consumos
esporádicos y por la toma de tranquilizantes que le prescribían en Urgencias hospitalarias
cuando acudía a ellas con crisis de angustia por los consumos.
Cuando comenzó a trabajar en un garaje, faltándole poco tiempo para que se le termine la
estancia en el piso de reinserción, se quejaba de que con 95.000 pts. no se podía independizar
por lo que el piso de reinserción pidió una prórroga en su estancia. Se concedió la prórroga por
dos meses.
En esa situación nos avisaron que ingresó en prisión por un robo con intimidación y lesión
(degolló a un compañero de trabajo). No se logró coordinar telefónicamente con la cárcel, por lo
que se mandó por fax su dosis de metadona.
Vemos en este caso, que si bien el paciente recibió múltiples recursos para su tratamiento y
reinserción, la dificultad en la coordinación de los mismos, la falta información suficiente y la
gravedad del cuadro, fueron obstáculos insalvables en el proceso.
La relación entre la patología psiquiátrica/ consumo y sus consecuencias sobre la conducta
delictiva no ha sido comprendida suficientemente .
Además, la carencia de un recurso convivencial protegido que le permitiera al sujeto
permanecer en él por tiempo indefinido, influyó negativamente pues
le presionó para
independizarse prematuramente.
Aunque no todos los casos de Patología Dual son tan graves como el que he presentado, se
puede apreciar que estos casos plantean retos importantes en la coordinación intra e
interinstitucional.
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CONCLUSIONES
Para finalizar me gustaría destacar que:
Al hablar de patología dual no estamos hablando de una población homogénea. No
todos los pacientes con patología dual tienen igual nivel de gravedad ni igual
pronóstico.
Es importante establecer una diagnóstico diferencial
ajustado, que nos permita
comprender la dinámica personal del sujeto y la relación de ésta con su conducta
delictiva.
Dado que es esperable que aumenten los casos de Patología Dual grave entre los
drogodependientes crónicos con problemas judiciales, parecería necesario una
valoración conjunta
y un seguimiento estrecho de todos los profesionales que
intervienen en el caso.
Sería aconsejable, una vez que el drogodependiente se hayan estabilizado, pensar en un
recurso convivencial indefinido, alternativo a la cárcel, para los casos que presenten
más dificultad en su reinserción.
Bibliografía:
“Diagnóstico Dual” J. Solomon y otros
“Seminario sobre trastornos de conducta, de personalidad y psicóticos en adicciones”
“Ideología, conflicto y liderazgo en grupos y organizaciones” Otto Kernberg
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Luis Cordero de Ciria
Psicólogo del CAID Usera. CC.AA de Madrid. ATICA
ABORDAJE DE LA PATOLOGÍA DUAL DESDE EL CAID DE USERA
CONCEPTO DE PATOLOGÍA DUAL
En los últimos años, cada vez es más frecuente oír hablar de Patología Dual en relación con los
programas de intervención en drogodependencias.
En realidad ello es como no decir nada o decir mucho, según se mire y, sobretodo, según el
concepto que cada cual tenga de la Patología Dual.
Si miramos el Diccionario de la Real Academia, PATOLOGÍA es la parte de la medicina que
estudia las enfermedades y DUAL, quizá la palabra clave en esa combinación, no es más que
aquello "QUE REÚNE DOS CARACTERES O FENÓMENOS DISTINTOS". (Diccionario de la
Lengua Española; Vigésima primera edición, 1992). Por tanto, este término, tampoco nos sirve
para acotar mucho lo que queremos decir, incluso no identifica ningún proceso o fenómeno
propio y específico del campo de las adicciones y su tratamiento, en cualquier campo de la
medicina podemos encontrar procesos que puedan ser identificados o aludidos como "patología
dual".
En una revisión bibliográfica no exhaustiva que permitiera una mayor clarificación, se han
encontrado diversas interpretaciones. Así, se define la patología dual como un "proceso
comórbido entre cualquier trastorno psiquiátrico con un trastorno de abuso de sustancias" y se
especifica que éste es "secundario e inherente". En otras ocasiones se hace más hincapié en lo
paralelo de los dos fenómenos o en otras características. Julio Bobes, en una referencia
"histórica", dice que: "en sentido estricto se denominó ´patología dual` al subgrupo de
pacientes con abuso de sustancias que presentan además psicopatología, mientras que a los
enfermos mentales que presentaban además abuso de sustancias se les denominó ´enfermos
mentales con abuso de sustancias`"
El término "comórbido", que no aparece en el Diccionario de la Lengua, se encuentra definido
en un léxico sobre terminología referente a alcohol y drogas, elaborado por la OMS, y se refiere
a él como la "coocurrencia en el mismo individuo de un trastorno por uso de sustancias
psicoactivas y de otro cuadro psiquiátrico cualquiera", y señala que también puede referirse a
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la coocurrencia de dos trastornos psiquiátricos, o a la presencia de "dos trastornos por uso de
dos drogas diferentes", lo que afectaría a prácticamente el 100% de la población consumidora y
más si incluimos, como en el DSM-IV, la nicotina, la cafeína,...: "la dependencia de nicotina es
más frecuente en sujetos con otros trastornos mentales", llegando a alcanzar a entre un 55% y
un 90% frente al 30% de la población general.
Por otro lado, este término no dice nada en cuanto a la naturaleza de esa asociación ni al
carácter primario o secundario de uno u otro procesos.
Miguel Casas prefiere hablar de "Comorbilidad psiquiátrica" que define como la "presencia
simultánea de un trastorno mental y de problemas causados por el uso de alcohol y otras
drogas, denotando con ello la existencia de dos trastornos independientes, pero
invariablemente interactuantes".
Por otro lado, el uso agudo y crónico de sustancias también ocasiona síntomas que pueden ser
asociados casi con cualquier trastorno psiquiátrico así como favorecer el desarrollo de éste, su
reaparición o empeorar el cuadro. Además, la intoxicación y el síndrome de abstinencia de
determinadas drogas, pueden cursar con síntomas psicóticos.
La drogodependencia supone un riesgo para padecer enfermedades orgánicas, muchas de las
cuales son un factor estresante, pudiendo incluso llegar a desarrollar un trastorno mental
orgánico o agravar los trastornos psiquiátricos. También el estilo de vida que conlleva la
drogodependencia hace posible la aparición de otros trastornos psicopatológicos.
En la patología dual, cuando nos centramos en consumidores de drogas, el trastorno de
personalidad suele adquirir un papel relevante. Sin embargo, tampoco esto nos ayuda mucho a
aclarar las dudas planteadas ya que existe una elevada concurrencia entre los distintos (y muy
abundantes; pues se han llegado a contabilizar hasta 810) trastornos de la personalidad, de modo
que lo "Dual" deja de serlo estableciéndose tres, cuatro y más diagnósticos diferentes y
¿comórbidos?.
Por todo ello, no se ha podido establecer una "pareja estable" que configure el trastorno dual
sino que, por el contrario, existe una gran variedad en cuanto a los trastornos más frecuentes y
su asociación con las distintas sustancias de abuso.
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Mientras algunos encuentran que los trastornos bipolares aparecen más frecuentemente en
consumidores de cocaína y los trastornos de ansiedad entre los consumidores de
benzodiacepinas, para otros la elección de la droga depende más de factores culturales, de
variables sociodemográficas y de la disponibilidad de la propia sustancia.
Algunas de las distintas asociaciones comórbidas que se señalan son:
-
El trastorno bipolar es el que más se asocia a consumo de drogas, sobre todo cocaína
y estimulantes. Los opiáceos son menos frecuentes, presentándose más en la
depresión; el LSD se da más en episodios psicóticos y maníacos (Ana Recio)
-
Trastornos de la personalidad asociados a:
- Paciente alcohólico: histriónico, seguido del dependiente y del compulsivo
- Policonsumidor: límite, seguido de pasivo-compulsivo y antisocial
-
"Curiosamente, cuando se estudian todos los trastornos de la personalidad, parece que el
trastorno asociado "por excelencia" a la adicción: el antisocial, no es el más frecuente, o al
menos no está tan claro como se pensaba. Algunos autores encuentran como trastornos más
frecuentes el límite, el histriónico o el pasivo-compulsivo (que en el DSM-IV ha pasado al
Apéndice B de los que merecen más estudio). Se da una baja prevalencia del trastorno
esquizofrénico" (Julio Bobes)
-
Se da una "Elevada prevalencia de trastorno de la personalidad entre sujetos que presentan
trastorno adictivo, entre ellos destacan el antisocial y el límite como predominantes,
seguidos en menor grado por trastorno por dependencia y por evitación, así como los
trastornos histriónico, narcisista y esquizofrénico".(Miguel Casas)
Determinar qué es primario y qué secundario; cuál de los dos trastornos afecta más en el otro; si
alguno de ellos es central o si son totalmente independientes,... son preguntas que se quedan sin
respuesta en la mayoría de los casos.
En definitiva, no puede decirse que exista una simple relación de causa efecto entre
psicopatología y dependencia, o viceversa, así como tampoco que exista una verdadera
personalidad adictiva.
En cualquier caso, sí que es una realidad que:
-
La existencia de un trastorno psiquiátrico subyacente puede interferir en el proceso de
tratamiento, puesto que afecta a la capacidad y la motivación con la que el usuario participa
164
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en el mismo.
-
Los usuarios susceptibles de diagnóstico de patología dual suelen presentar: mayor rapidez
en el curso de su dependencia, más recaídas y un proceso terapéutico más lento y complejo.
-
En la patología dual, entendida como comorbilidad entre un proceso psiquiátrico y la
dependencia a sustancias adictivas, interfieren múltiples variables que precisan más estudio
y que hacen difícil el diagnóstico, el pronóstico y, en ocasiones, un abordaje adecuado.
-
Se produce mayor riesgo de auto y hetero agresión, más dificultades de integración familiar,
social y laboral.
-
Los trastornos afectivos, aceleran el curso de la drogodependencia pero, al mismo tiempo,
entran antes en contacto con los dispositivos asistenciales.
-
Los trastornos de ansiedad, aumentan el riesgo de recaídas.
-
Los trastornos psicóticos, dificultan la recuperación y tienen mayor riesgo para el desarrollo
de infección VIH-SIDA.
-
Los trastornos de personalidad, aumentan el uso de drogas durante el tratamiento.
EPIDEMIOLOGÍA
Antes de aproximarnos a otras consideraciones sobre este problema, debemos primero intentar
averiguar en qué porcentaje de casos se presentan un trastorno psiquiátrico y consumo de
sustancias de forma simultánea.
Existen grandes diferencias entre diferentes estudios, las múltiples variantes e interrogantes
señaladas, determinan la falta de uniformidad en el concepto y, consecuentemente, una gran
dispersión en la recogida epidemiológica. Un aspecto a tener en cuenta es que la mayoría de
estudios se han realizado entre pacientes que están recibiendo tratamiento en dispositivos de
salud mental o en dispositivos de drogodependencias (y este origen también afecta).
Parece que cerca de un tercio de las personas que tienen un problema psiquiátrico hacen uso de
alguna droga, duplicando la cifra de quienes lo hacen sin tener un trastorno mental.
Pero, según algunos de estos estudios, la prevalencia de enfermos psiquiátricos que presentan
trastorno relacionado con el consumo se podría elevar hasta situarse entre el 60 y el 85%.
En cuanto a la otra cara de la moneda, los usuarios de drogas que presentan algún trastorno
psiquiátrico, más de la mitad de las personas que abusan de alcohol y de otras sustancias, han
experimentado síntomas psiquiátricos lo suficientemente importantes como para cubrir los
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criterios diagnósticos de un trastorno mental.
En diversos estudios en centros de tratamiento, se ha encontrado que alrededor de un 80% de
los pacientes admitidos a tratamiento tenían un diagnóstico psiquiátrico asociado no relacionado
con el abuso de sustancias; la mayoría de ellos correspondería a trastornos de la personalidad,
un 16% a neurosis, el 4% a esquizofrenia y el 3% a trastornos afectivos. De este total, un 20%
requería un tratamiento psiquiátrico formal.
En algún estudio que utiliza el MSCI (Inventario Clínico de Millon), tienen algún trastorno de la
personalidad el 81´2% de los dependientes de sustancias en tratamiento, algunos usuarios serían
susceptibles de más de un diagnóstico distinto, llegando hasta cuatro y más diagnósticos en un
23% de ellos.
Para entender como válidos estos datos, debiera introducirse el concepto de "Perfil o estilo de
personalidad" como se presenta en la propia interpretación del Millon, o la severidad del
cuadro; esto es, que constituya o no un síndrome clínico. Además, sería preciso distinguir entre
cuadro agudo o crónico, puesto que no es lo mismo realizar el diagnóstico con el síndrome de
abstinencia, durante la fase de desintoxicación, recién desintoxicado, o cuatro meses después del
último consumo.
Por otro lado, como ya se ha dicho nos encontramos con un elevado número de usuarios que
presentan al menos dos diagnósticos por abuso de sustancias.
Pueden resultar clarificadores al respecto los siguientes datos, obtenidos en las Urgencias de un
Hospital psiquiátrico T. De Alvear (Dubrowsky V.) discriminando el diagnóstico al ingreso
según que el sujeto sea consumidor o no de sustancias tóxicas (preferentemente cocaína y
alcohol):
-
Pacientes consumidores:
Trastorno inducido por drogas 42%
Depresión Mayor 19%
Trastorno delirante 19%
Trastorno paranoide 9%
Trastorno esquizofreniforme 9'5%
Ninguno recibió el diagnóstico de esquizofrenia
- Pacientes no consumidores: Esquizofrenia 43%
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Esquizofreniforme 18%
Esquizoafectivo 6%
Delirante 6%
Depresión Mayor 25%
"En los consumidores con examen toxicológico positivo prevalece el factor exotóxico,
determinando a corto plazo una mejor y rápida evolución, pero a largo plazo una peor
evolución y pronóstico pues presentarían más reingresos, problemas legales, posibilidad de
HIV, trastornos de conducta y adaptación al medio que parecerían comenzar tempranamente
en la infancia con trastorno de conducta transformándose en rasgos de personalidad
antisocial."
TRATAMIENTO
Aunque cada vez es mayor el número de pacientes en los que coexisten una enfermedad mental
y el consumo (bien sea consumo esporádico o bien abuso/dependencia de sustancias tóxicas), no
se ha producido un progreso simultáneo en cuanto a las necesidades que plantea su manejo y
tratamiento.
Si para los consumidores de sustancias existe una red paralela establecida para el tratamiento de
su adicción y de los problemas (primarios o secundarios a la misma) que la misma conlleva, en
forma de unidades de tratamiento hospitalario y extrahospitalario; para los propiamente duales
existen, actualmente, pocos recursos de tratamiento específicos, surgiendo grandes dificultades
para llevar a cabo un tratamiento integral.
Para una correcta intervención en aquellos casos en que se presenta patología dual, resulta
necesario diferenciar ambos procesos y detectar las necesidades específicas en cada uno de ellos
y los abordajes terapéuticos más pertinentes. El conocer cuál de ambos diagnósticos es primero,
si son interactuantes, o independientes, etc. puede ayudar en este sentido a clarificar si es
necesario dar mayor peso a la intervención en adicción o la psiquiátrica.
Algunos factores que nos orientan hacia pensar en la independencia de ambos diagnósticos
serían:
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-
La existencia de antecedentes del trastorno previamente a los problemas de abuso o la
presencia de antecedentes familiares
-
Por su lado, cuando se trata de un trastorno psicótico, los síntomas psiquiátricos aparecen
por primera vez tras el consumo de sustancias, persistiendo tras una abstinencia de más de 4
semanas.
En este sentido, el término de "trastorno psicótico inducido por drogas", debe reservarse
para aquellos episodios que se prolongan en el tiempo y que se caracterizan por la existencia
de alucinaciones y delirios que el sujeto no tiene conciencia de que estén provocados por la
droga
En cuanto a los trastornos de la personalidad, para ser considerados como tal, además de afectar
a múltiples áreas, de ser respuestas inflexibles y mal adaptadas que se expresan en situaciones
variadas, deben corresponder a patrones estables en el tiempo.
Los pacientes que presentan una sintomatología "mezclada" suponen una dificultad para
la actuación terapéutica y su encaje en los programas de tratamiento. No existe una
unificación de criterios y algunas instituciones proporcionan tratamientos fragmentarios
donde no se considera esta situación desde una perspectiva integral.
Por cuestiones de tipo histórico y tradicional más que reales, los Servicios de Salud Mental
públicos, tienen integrados en su red y en sus esquemas mentales y de tratamiento a los
alcohólicos mientras que, cuando en los años ochenta surge con fuerza el problema de otras
drogas, y principalmente de la heroína, aparecen multitud de resistencias y se adopta el criterio
de una red nueva, y separada, basada en la abstinencia, dificultando de esta manera la
integración de los distintos procesos y su abordaje integral así como estableciendo barreras y
obstáculos para aquellos adictos que requerían de fármacos "legales". Hoy en día las tensiones
se han suavizado, pero aún no se ha producido un "encuentro total".
ALGUNAS INDICACIONES PARA EL ABORDAJE DE LA PATOLOGÍA
DUAL
Los pacientes con patología dual, se deben entender como sujetos que presentan trastornos
relacionados entre sí que necesitan ser abordados, de forma ideal, por el mismo equipo y, si esto
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no fuera posible, de manera paralela por dos equipos distintos.
La cuestión reside en entender la relación entre ambos diagnósticos, el psiquiátrico y el de abuso
de sustancias. Hay que establecer qué habrá que tratar primero y lo que se tendrá que trasladar a
un segundo estadio y programar un plan de actuación integral que vaya resolviendo los
diferentes problemas. En dicho plan hay que llegar a entender la relación entre ellos y el
impacto que cada uno puede tener sobre el empeoramiento o mejora de los otros.
El punto de partida debe girar en torno a integrar al dependiente en un consumo no problemático
y, si es posible, conseguir la abstinencia, con el fin de poder establecer un diagnóstico
diferencial lo más exacto posible.
A partir de ahí, tanto el usuario como el tratamiento podrá centrarse sobre los diferentes
problemas que aparecen en torno al consumo y trabajar en la modificación y mejora del
funcionamiento social anterior, afectado la mayoría de las veces, por la ilegalidad y la
marginalidad
Es importante estabilizar a los pacientes tanto en su drogodependencia como en su trastorno
psiquiátrico, puesto que si no se realiza esto es posible que no mejore adecuadamente en
ninguno de sus trastornos.
El diagnóstico de posibles trastornos de personalidad va a permitir una mayor eficacia en el
tratamiento pues facilita el establecimiento de la relación terapéutica y la intervención se
encaminará tanto a la dependencia como a la psicopatología concomitante.
El tratamiento ambulatorio debe ser más intenso y, al mismo tiempo, menos rígido que el
planteado para aquellos no afectados por patología dual, para evitar los abandonos, teniendo en
cuenta que las recaídas en este grupo pueden ser más frecuentes.
Los trastornos de personalidad antisocial, son predictores de mala respuesta a los diferentes
abordajes psicoterapéuticos en los consumidores de opiáceos.
Las dificultades de tratamiento y abordaje vienen derivadas de algunas de las características de
estos pacientes en los que se unen dos patologías de por sí graves. Algunas de estas dificultades
son:
Suele tratarse de pacientes conflictivos y manipulativos
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Tienen un menor cumplimiento terapéutico
Presentan una mayor tasa de recaídas y hospitalizaciones
Peor respuesta relativa al tratamiento neuroléptico
Existe un aumento de la agresividad (hacia sí o hacia otros)
Presentan una mayor incidencia de problemas legales y sociales (menor apoyo
sociofamiliar, desempleo, vagabundeo,...)
Se da un inicio más temprano de la Psicosis
Por último, adoptan con más facilidad roles sociales "marginales"
Por todo ello; el pronóstico es peor en general.
Pero también por la falta de recursos específicos y de formación de los profesionales de cada
una de las especialidades en las peculiaridades de la otra. La carencia de recursos asistenciales
específicos (y la opinión generalizada de que son pacientes "no tratables" y su mal pronóstico)
provoca que muchas veces sean rechazados tanto en centros de tratamiento de toxicomanías
como en centros de asistencia psiquiátrica, y que además sea bastante difícil proporcionarles una
continuidad de cuidados.
El modelo de tratamiento integral resulta el más eficaz ya que parece aumentar la adhesión al
tratamiento ambulatorio, disminuye las hospitalizaciones y también los problemas legales y
sociales de estos pacientes.
El tratamiento integral no sólo es integrar en un mismo programa los requisitos tanto del
tratamiento psiquiátrico como del correspondiente al abuso de sustancias. Además, es necesario
que dicho programa tenga una continuidad
en las distintas situaciones que se van presentando a lo largo del tratamiento: centros de
atención ambulatoria y estructuras intermedias como pueden ser los recursos de desintoxicación,
de internamiento de corta y media estancia, comunidad terapéutica, etc.
En cualquier caso, no se pueden limitar los objetivos al corto plazo; a que se resuelva la
situación aguda de consumo o la estabilización de la clínica psiquiátrica, si no que hay que
tender hacia un proceso de rehabilitación psicosocial planteando entonces los objetivos en el
medio-largo plazo.
Dado que los centros de atención a las drogodependencias y los servicios de salud mental
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funcionan como dos organismos independientes, habría que considerar la necesidad de:
-
Impulsar y facilitar un acercamiento más estrecho de colaboración
-
Implantar programas de formación en psicopatología y psiquiatría en los centros de atención
a drogodependientes, generándose criterios y protocolos de diagnóstico que detectaran los
casos rápidamente
-
Fomentar la creación de recursos específicos
Los pacientes consumidores de opiáceos con algún trastorno mental, suelen mejorar tras su
inclusión en un Programa de Mantenimiento con Metadona, siendo el objetivo en estos
pacientes, la retención en el programa que nos permita abordar su drogodependencia y su
patología mental.
ACTUACIÓN DESDE EL CAID
Bajo nuestro punto de vista, y sin ánimo de entrar en polémica, interesa centrarse en aquellos
que presentan algún trastorno que afecte a su tratamiento, bien por estar en fase aguda o bien
por su gravedad, espectacularidad, etc.
Está claro que existe un número importante de usuarios de nuestro Centro que requiere, o ha
requerido en un pasado, atención psiquiátrica por un problema distinto a su dependencia (uso,
consumo o abuso) de sustancias. Lo que es más difícil es determinar cuál es o ha sido el
proceso. Podemos establecer algunos perfiles:
-
Esquizofrénico consumidor en el que el orden de los diagnósticos no está bien establecido
pero ambos se retroalimentan en la actualidad. Son un número muy limitado
-
Consumidor con un trastorno de personalidad, o varios según se ha visto, que al margen de
su consumo podría llevar una vida absolutamente normal y pasar desapercibido salvo por
algunas "rarezas" o dificultades en su personalidad que posiblemente nunca le hubieran
llevado a atención psiquiátrica, y en los que es muy problemático establecer una causaefecto aunque pueda plantearse la hipótesis de que lo "antisocial" (en su sentido más
sociológico) de su comportamiento y de sus relaciones ha facilitado o reforzado su uso consumo de drogas
-
Consumidor marginal, de muchos años de evolución, fracasos reiterados en el tratamiento,
graves déficits en lo sociofamiliar y educativo, en situación de retroalimentación,
posiblemente con ingresos en prisión y poca o nula experiencia laboral, en el que los
171
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diagnósticos psiquiátricos no se sabe hasta qué punto están definidos, relacionados o
afectados por este grave deterioro ni qué ha sido antes si el deterioro por el consumo o por
el trastorno.
-
Consumidor de sustancias con episodios de alteración psiquiátrica y síntomas de trastorno
en episodios agudos que remiten en la abstinencia o con algunas modificaciones menores en
su situación: intentos autolíticos, depresiones asociadas a incidencias del consumo
(cantidad, abstinencia,..), episodios psicóticos asociados al consumo: paranoias,
experiencias extrasensoriales,... Este perfil es cada vez más frecuente por ser mayor la
demanda de consumidores de cocaína como sustancia principal y única (o por lo menos no
asociada a heroína aunque sí, posiblemente, a alcohol y cannabis)
Una vez aceptada la existencia del doble diagnóstico y la necesidad de intervenir de manera
integral en los usuarios que nos llegan, una vez que ha dejado de satanizarse el consumo y que
en los programas de tratamiento no se busca la abstinencia por la abstinencia y se trabaja sobre
el individuo en su realidad, en general, el manejo de estos usuarios no conlleva importantes
dificultades aunque sí existe un grupo con el que resulta problemático el diseño de la
intervención.
Unas veces porque presentan claros síntomas de trastorno mental y requieren de intervención
más psiquiátrica que sobre el consumo pues éste ya está establecido en su vida y no es posible
introducir cambios ni manejar esas situaciones; incluso, porque la familia tampoco está
dispuesta a colaborar
Otras veces la dificultad surge por el consumo abusivo de psicofármacos y las dificultades que
ello entraña en cuanto a su manejo o la posible reducción del mismo (casi siempre imposible)
Por último, existe una importante dificultad a la hora de establecer un diagnóstico y diseñar una
intervención integrada y paralela
La Agencia Antidroga, consciente de esta situación en cuanto a la Patología Dual, ha ido
creando, dentro de la estructura propia, una serie de servicios de apoyo para la red de Centros de
Atención, que constituyen en sí mismos una incipiente red para el tratamiento de la Patología
Dual. Así, existe el PROGRAMA DE ATENCIÓN PSIQUIÁTRICA para darnos la
cobertura en cuanto a diagnóstico, medicación y tratamiento, si es necesario, en aquellos casos
que, previamente, no están atendidos en la red normalizada.
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Además, mantenemos una coordinación permanente con dos de los Servicios de Salud Mental
con los que compartimos cobertura. Este conocimiento mutuo nos permite establecer una
relación fluida y un intercambio de información cuando así se precisa para el mejor
entendimiento y tratamiento de los casos comunes, la derivación de aquellos casos que así lo
requieren en ambos sentidos e, incluso, solicitar la valoración de un caso que plantee alguna
duda, haciendo más ágil todo el proceso pudiendo concertarse las citas de forma directa.
En los casos que requieren desintoxicación ésta se realiza en el Hospital Psiquiátrico de Madrid
y los que requieren de Comunidad Terapéutica para su tratamiento pueden ir a la Comunidad de
"El Batán".
Existen otros dispositivos con los que contamos para situaciones o problemas concretos como
son el Piso de Patología Dual "Estudio 22" para casos que requieran estancias a corto y medio
plazo y el Centro de Conductas Adictivas de Doctor Santero, con un Programa específico
consumidores con patología dual.
Las mayores dificultades se nos presentan en los casos de personas que están en Programa de
Mantenimiento con Metadona, puesto que cuanto más específico es el problema más difícil es
encontrarle solución y si es difícil encontrar recursos específicos para usuarios de este
Programa: piso, trabajo, Comunidad Terapéutica, etc. y es difícil encontrar recursos para
usuarios con diagnóstico dual, cuando ambas dificultades coinciden, los problemas se
multiplican.
En otro orden de cosas, también se nos presentan dificultades con este tipo de usuarios que
serían susceptibles de ser diagnosticados de patología dual.
-
Atendemos a mucha gente con antecedentes penales y, sobre todo, atendemos a mucha
gente recién salida de prisión en Programa de Metadona, no parece que exista una
correlación clara entre prisión y mayor presencia de trastornos pero sí podemos encontrar
esa relación en cuanto a más conflictividad en el centro y peor pronóstico. Quizá cabría
preguntarse si existe correlación entre: más años de adicción, más tratamientos fallidos, más
ingresos en prisión (o más años de condena), y más trastornos de la personalidad. Así
mismo, si se dieran estos trastornos de personalidad sería interesante saber si serían previos
o posteriores a la adicción o al ingreso en prisión
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-
En segundo lugar, tenemos algunos problemas cuando se nos presentan usuarios con
trastorno dual y entendemos que requieren un ingreso hospitalario para el desarrollo de
alguna intervención o simplemente para su control en una fase aguda, para el cual sería
necesaria una orden judicial, puesto que en la mayoría de los casos se muestran reticentes y
las familias tampoco suelen tener capacidad para su manejo.
Nuestra intervención trata de detectar los casos, lograr un diagnóstico cuando ello es posible y
realizar una intervención integral, con soporte en los Servicios de Salud Mental cuando se ve
necesario y autónomamente cuando así nos sentimos capaces. También damos soporte a Salud
Mental cuando nos lo solicitan en casos de trastorno psiquiátrico y consumo secundario de
sustancias.
Algunas de las actuaciones son:
Informar de la necesidad de acudir a las citas con el psiquiatra y seguimiento de que así
se cumpla.
Informar de la necesidad de tomar la medicación prescrita, lo que permitirá conseguir su
mejoría y que los demás estén más seguros con él. Cuando se considera necesario y
muchas veces en coordinación con los psiquiatras, realizamos supervisión y
administración de la medicación para asegurar su cumplimiento y buen uso, incluso se
realiza implantación de depot.
Tratamiento de contención desde lo psicológico, resolución de problemas en lo social y
apoyo familiar.
Hablar con los pacientes para evaluar su estado psicológico y si se detecta
empeoramiento, comunicarlo a su psiquiatra.
Insistir en la higiene corporal, su alimentación y un adecuado ritmo de sueño-vigilia.
En estos pacientes son útiles los programas de sexo seguro y consumo seguro, para intentar
prevenir que en fases depresivas tenga pensamientos o intentos de conductas autolíticas
mediante sobredosis o adquiriendo enfermedades transmisibles, así como prevenir que en fases
psicóticas y maníacas tenga conductas sexuales de riesgo.
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Se intenta establecer una relación de colaboración, haciendo cosas con el paciente, pero no para
el paciente. Hay que centrarse en el comportamiento del paciente y no tanto en explicar la causa
de su comportamiento. Es preferible que reflexione sobre sus actos, a darle consejos o realizar
juicios de valor. Es útil fijarle límites y si surge ansiedad o depresión, abordarlos, así como
proporcionarles apoyos sociales. Es bueno que intente colaborar con otros para aumentar su
autoestima.
CONCLUSIONES
El término Patología Dual corre el riesgo, quizá por un uso excesivo del mismo, de desvirtuarse
y englobar a sujetos toxicómanos sin patología psiquiátrica que lo justifique, no facilitando, por
tanto la mejora que se pretende en aquellos casos que sí presentan unas necesidades específicas.
Las dificultades de tratamiento del paciente dual vienen derivadas de:
Las características de los pacientes, que se presentan más complejos y conflictivos,
generalmente con escasa colaboración debido a la falta de conciencia de enfermedad y
en muchos casos a que se encuentran en el tratamiento de manera forzada.
La falta, en ocasiones, de recursos asistenciales específicos.
Problemas de formación de los profesionales que trabajamos en drogodependencias en
cuanto a aspectos de la intervención en salud mental.
La ausencia de un abordaje integral de su problemática y las dificultades que del mismo
se derivan.
No existe unanimidad sobre el recurso que debe tratar la patología dual y en qué forma
lo haga.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Brooner, R.K.; King, V.L.; Kidorf, M. et al.: Comorbilidad psiquiátrica y de uso de sustancias entre abusadores de opiáceos que inician tratamiento.
Arch. Gen. Psychiatry, 1997; 54: 71 - 80
Cabrera Forneiro, José, (Ed.): Patología Dual. Ed. Gráfica Delos - Agencia Antidroga. Comunidad de Madrid
IICuros sobre manejo de Trastornos Esquizofrénicos: "Esquizofrenia y Abuso de Drogas"; Complejo asistencial Benito Menni, 2000
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Dubrowsky, Víctor; Rodriguez Garín, E. et al.: Trastornos psiquiátricos y consumo de sustancias psicoactivas. Estudio clínico y toxicológico.
Alcmeon27, año IX - vol. 7, nº 3 - nov. 1998
Gil Monreal, F. Y Viqueira Lamadrid, Mª.: Estudio de trastorno de personalidad y otros trastornos psiquiátricos en pacientes adictos a opiáceos
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sustancias PEPS. Departamento de psiquiatría. Hospital Universitario de Ginebra.
Matellanos, Manuela (Coord.): Intervención en Drogodependencias: Áreas y Técnicas. Monografía, 1996. Delegación de Madrid. Colegio Oficial de
Psicólogos
Seva Díaz, Antonio: Patología psiquiátrica concomitante con el alcoholismo. ¿Trastorno dual o plural?, en: Comorbilidad entre trastorno psiquiátrico y
alcoholismo. IV Congreso nacional de psiquiatría. Oviedo, 1999. Editado en CD por Laboratorios Merck
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GREGORIO MARTÍN CARMONA
Médico. Director del Centro Dr. Santero de Cruz Roja.
ALICIA PICAZO, Psiquiatra. LUZ ARRIBAS, T. Social. MARISA ESTEBAN, T. Social
GRUPO DE FAMILIAS CON PARIENTES CON DIAGNÓSTICO DE PATOLOGÍA
DUAL
INTRODUCCION:
La comorbilidad de un trastorno psiquiátrico y el abuso de drogas es un hecho frecuente al que
hasta ahora no se le había prestado mucha atención en los programas asistenciales sanitarios. En
el único estudio a gran escala que se ha realizado y en el que se evaluó el abuso de sustancias y
otros trastornos psiquiátricos en una muestra de más de 20.000 individuos mediante una
entrevista estructurada (Regier et al,.1990) los resultados son llamativos. El 47% de los
pacientes esquizofrénicos, el 32% de los pacientes con trastornos afectivos y el 23,7% de las
personas con trastorno de ansiedad tenían historia de abusos de sustancias frente al 16,7% de la
población general. Es decir las posibilidades de un paciente esquizofrénico de tener un trastorno
por abuso o dependencia de sustancias era cuatro veces mayor que una persona que no tenía
esquizofrenia.
El trastorno psiquiátrico asociado a la drogodependencia más estudiado ha sido la esquizofrenia
y se ha realizado desde diferentes modelos explicativos:
1.- Modelo Etiológico, desde el cual puede considerarse:
-
El abuso de sustancias es un factor causal de la esquizofrenia. El trastorno psicótico
es causado o precipitado por el abuso de determinadas sustancias psicoactivas.
(McClellan et al, 1979)
-
El abuso de sustancias es otras manifestación de la esquizofrenia. (Pérez de los
Cobos & Casas).
2.- Modelo de Disfunción Biológica, desde el cual se plantea que un trastorno en el
funcionamiento del sistema dopaminérgico puede aumentar la vulnerabilidad tanto a la
esquizofrenia como al abuso de sustancia en determinados pacientes.
3.- Modelo de Socialización, que plantea el uso de drogas por pacientes diagnosticados pos
esquizofrenia como un fenómeno socializador, siendo el abuso de sustancias el que proporciona
un sentido de identidad y de pertenencia a un grupo.(Baigent et al. 1995).
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4.- Modelo de Automedicación, según el cual la esquizofrenia da lugar a un estado
desagradable derivado del propio trastorno psicótico o del tratamiento neuroléptico instaurado
que, al consumir la droga, se alivia. (Khantzian 1985; Pérez de los Cobos & Casas 1992).
5.- Modelo de Independencia, según el cual los determinantes del uso de drogas en la
esquizofrenia no difieren de la población general. (Castaneda et al. 1991).
En nuestro contexto social observamos como personas que padecen Patología Dual (trastorno
mental y drogodependencia) presentan serias dificultades de integración y, en muchos casos
sufren procesos de exclusión y expulsión de sistemas sociales, incluido el familiar y el
institucional.
Existen algunos factores que favorecen la vulnerabilidad de las personas que padecen Patología
Dual, como por ejemplo:
1.- La percepción social que existe actualmente en nuestra sociedad en lo referente a las drogodependencias
y a los trastornos mentales sigue siendo negativa y culpabilizante. Este aspecto ha podido influir en el
desarrollo de las respuestas asistenciales y las actitudes intolerantes.
2.- Al producirse de forma simultánea dos enfermedades graves, cuya clínica afecta de forma muy directa a
la conducta, los síntomas de una y otra, pueden no ser bien entendidos y conducir, tanto a familiares como a
profesionales a actitudes ambivalentes (rigidez, sobreprotección) olvidando un entendimiento integral del
paciente.
3.- Al haberse deteriorado el soporte familiar y de otras personas próximas al ámbito de convivencia, el
individuo se encuentra más solo y carece de los apoyos y soportes que antes le prestaba la familia y, busca
alternativas en las Instituciones del Estado.
4.- La situación de precariedad económica producida por la integración en el mercado laboral hace que
tengan que insertarse en modelos de protección económica no contributiva, que son generadores de
dependencia y de precariedad.
5.- Existe una gran dificultad para alcanzar espacios estables de convivencia y de alojamiento.
6.- El desarrollo de los modelos asistenciales actuales no permite actuaciones integrales y globales, sobre
aquellos sujetos que presentan una patología dual, creando dificultad de acceso a los mismos.
7.- Las propias expectativas del paciente y su familia son muchas veces el escollo de más difícil trabajo y
abordaje, dado que tenemos que hablar de patologías graves, crónicas, con recaídas y que necesitan
seguimiento. Esta cronicidad, su aceptación, sin estancarse en ella, es en muchos casos lo más costoso de
elaborar.
Se puede afirmar, de este modo, que presentar Patología Dual dificulta cualquier estrategia de
intervención ya que en muchos casos la respuesta asistencial no se encuentra preparada para
responder a las complejas demandas que plantean estas personas y sus familiares.
JUSTIFICACIÓN:
En la Unidad de Conductas Adictivas Multidependientes de Cruz Roja Madrid, uno de los
colectivos atendidos, son pacientes en Programa de mantenimiento con Metadona y patología
psiquiátrica. Se incluyen también en Programa de Atención Psiquiátrica aquellos pacientes que
aún no encontrándose en Programa de sustituvos opiáceos padecen un trastorno psiquiátrico
asociado.
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Los pacientes psiquiátricos que sufren un trastorno del espectro psicótico, constituyen un sector
de la población especialmente desprotegido y de mayor vulnerabilidad psíquica y es por ello,
que ya desde Salud Mental se ha trabajado con ellos a nivel individual, familiar y grupal.
Esta vulnerabilidad y desprotección se ve sustancialmente incrementada si además existe una
drogodependencia que multiplica la conflictividad y la disfunción familiar.
En nuestro Centro, el diagnóstico de mayor prevalencia en este grupo es el Esquizofrenia
(CIE-10 : F 20).
Un número elevado de estos pacientes conviven junto a sus familias de origen o con su familia
propia. Estos familiares son tratados por las distintas áreas profesionales del Centro de forma
individual.
Al incluir a la familia en el tratamiento del paciente se pueden abordar cuestiones orgánicas,
pautas de dispensación de medicación, a la vez que de funcionamiento familiar que permite
disminuir estados de aislamiento y angustia provocados por una difícil convivencia.
Algunos estudios indican que el tratamiento de varias familias a la vez es incluso más eficaz
para favorecer la identificación de mecanismos para enfrentarse a los problemas y encontrar
más fácilmente las estrategias de resolución de los problemas (Mc Farlane y cols,1995).
Los grupos de apoyo familiar pueden ser útiles para permitir:
Compartir experiencias.
Reducir la sensación de aislamiento (no son los “únicos”).
Reducir los sentimientos de culpabilidad y estigma.
Compartir la manera de enfrentarse a los problemas prácticos.
Compartir mecanismos de afrontamiento.
Crear un foro en el que los sentimientos puedan expresarse y asimilarse.
Intercambiar impresiones con sinceridad y claridad sin ser objeto de ofensas.
Ampliar la red social.
El desarrollo de la Psiquiatría Comunitaria, las limitaciones de los neurolépticos, los nuevos
conocimientos acerca de la esquizofrenia y el pragmatismo y los derechos de los familiares, son
las razones más importantes para entender el auge que en los últimos años está adquiriendo el
modelo psicoeducativo que partiendo de la hipótesis de que es extremadamente importante y
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valioso proporcionar información a los familiares de enfermos graves, se convierte en una
metodología de trabajo basada en la información actualizada (conocimientos sobre la
esquizofrenia), enseñanza de habilidades para la convivencia, obtener apoyos para el
mantenimiento de las mejorías, evitación de recaídas, mejora de la calidad de vida, etc.
Del mismo modo, los profesionales tenemos razones para solicitar la cooperación de la familia
en el tratamiento y en su preparación para ello:
1. porque sabemos que la esquizofrenia provoca un impacto en todos los miembros de la
familia.
2. Porque el consumo de drogas, aunque no exista una dependencia, produce un factor de
pronóstico negativo.
3. Porque esa situación, la de convivir con pacientes mentales severos que es estresante y
crónica para la familia, hace a sus miembros menos capaces de continuar ayudando al
paciente de forma efectiva.
Al darse la circunstancia de ser familiares de personas con problemas de abuso de drogas,
encontrándose éstas en un programa de tratamiento, aparece la necesidad de abordar esta
problemática, ya que durante periodos anteriores y en la actualidad ,las demandas de ayuda han
surgido por la drogodependencia y por las consecuencias asociadas al consumo de sustancias,
que no han permitido o han impedido afrontar las reacciones de un diagnóstico dual.
OBJETIVOS:
1. Dotar a las familias de recursos y conocimientos necesarios para manejar y controlar las
circunstancias y superar las crisis vivida después de la aparición de un trastorno psicótico y
el consumo de sustancias. El trabajo con la familia se debe desarrollar dentro de un marco
adaptado a las necesidades de la familia, teniendo en cuenta sus fuerzas, recursos y
experiencia.
2. Conseguir en la familia modelos de respuesta útiles, reduciendo las respuestas menos
útiles, ya que se ha comprobado que las experiencias negativas agravan los síntomas y
precipitan las recaídas (Kavanagh 1992).
3. Beneficiar indirectamente al paciente desde el trabajo con la familia, ya que ésta puede:
-
proporcionar información sobre el curso de la enfermedad.
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-
Apoyar al paciente.
-
Ayudarle en aspectos prácticos.
-
Vigilar la evolución del paciente en el hogar.
-
Ayudar a la prevención o el tratamiento de la morbilidad secundaria.
-
Detectar signos prodrómicos de recaídas.
-
Defender sus propios intereses y los del paciente.
DESTINATARIOS:
Familiares (padres, madres, cónyuges, hermanos, hijos) y demás familiares que mantengan
relación estrecha con pacientes del Centro de Conductas Adictivas de Cruz Roja que presenten
Patología Dual (con diagnóstico de Esquizofrenia u otro Trastorno Psicótico).
METODOLOGÍA:
El grupo de familias estuvo formado de 6 a 8 componentes, sabiendo que de un mismo paciente
podía acudir más de un miembro familiar. Se sugirió que al menos uno de los asistentes, tuviera
una relación más directa y habitual y mejor comunicación con el paciente y que la asistencia al
grupo de esta persona fuera lo más asidua posible para dar continuidad y contenido al grupo y
asegurarnos, de que, al menos algún miembro de la familia recibiera la información completa.
La convocatoria para asistir al grupo se realizó de forma individual desde alguna de las áreas
profesionales.
El trabajo se desarrolló a través de 6 sesiones quincenales de hora y media de duración cada una
de ellas- El día señalado para el trabajo en grupo fueron los miércoles.
Las sesiones se desarrollaron con una metodología expositiva en la primera parte de la sesión
por parte de los profesionales, dejando sobre todo espacio para el planteamiento de dudas,
situaciones cotidianas y expresión de emociones y sentimiento de los familiares, finalizando con
un breve resumen de la sesión, temas tratados y áreas a trabajar para la sesión siguiente.
CONTENIDO DE LAS SESIONES
1. Presentación de participantes y terapeutas. Encuadre. Normas del grupo. Cuestionario
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2. Concepto de patología dual. Concepto de esquizofrenia. Otros trastornos psicóticos.
Tratamientos farmacológicos.
3. Modelo de vulnerabilidad/stress. Factores de protección y factores de riesgo. Conceptos
generales sobre drogas.
4. Emoción expresada. Emociones positivas y negativas.
5. Tipos de Comunicación. Verbal y no verbal.
6. Solución de problemas. Caso práctico. Nuevo cuestionario. Conclusiones.
C0NCLUSIONES.
- La asistencia fue muy regular, acudiendo un familiar o más de cada paciente, exceptuando en
dos de los casos propuestos, en uno de ellos la familia no se mostró receptiva y en otro no se
asistió de forma continuada.
-
Los asistentes se mostraron satisfechos unánimemente, ya que siempre habían acudido a
grupos donde sólo se abordaba el aspecto de la drogodependencia.
-
Corroborando lo ya establecido en otros estudios sobre grupos de psicoeducación, se puede
decir que éstos son una buena fuente de enseñanza para pacientes y familiares, resultando
especialmente útiles para mejorar la comunicación y las estrategias para afrontar diversos
problemas de la convivencia diaria.
-
La percepción que tuvieron sobre el contenido de las sesiones fue de excesiva información,
demandando más sesiones donde pudieran exponer todas sus dudas y dificultades, ya que
todos los asistentes confirmaron su alto nivel de ansiedad, la necesidad de expresar ésta y
elaborar soluciones en conjunto, entre terapeutas y familiares.
-
Respecto a las respuestas del cuestionario, se ha podido observar que, al acabar las sesiones,
se habían operado cambios en las mismas, pasando a ser más valorado el papel de la familia
como canalizadora de tensiones y problemas, aunque seguían valorando al centro y la
medicación como los factores fundamentales en la evolución.
También queda patente el cambio en cuanto a la concepción de ciertas actitudes del paciente
como síntomas de su enfermedad de base, lo que por sí solo, había ayudado a la
disminución de conflictos familiares.
-
Por último, todos los participantes, terapeutas y familiares, coincidieron en que la
realización de estos grupos mejora la implicación de todos en el proceso de tratamiento ya
que aumenta el conocimiento mutuo, ayudando esto a comprender mejor al paciente.
181
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DESARROLLO DE SESIONES:
1ª Sesión:
-
Presentación.
-
Análisis de expectativas del grupo.
-
Normas.
-
Evaluación de creencias y conocimientos.
2ª Sesión:
-
Definición de la esquizofrenia.
-
Sintomatología.
3ª Sesión:
-
Tratamientos (Farmacológico y Psicosocial).
-
Utilización de drogas.
-
Automedicación.
4ª y 5ª Sesión:
-
Respuestas emocionales y conductuales ante los síntomas. Manejo familiar de la
enfermedad.
6ª Sesión:
-
Cuestionario sobre Variaciones/cambios producidos en el sistema familiar.
ANA VAZQUEZ RODRÍGUEZ
Médica Psiquiatra de Instituciones Penitenciarias.
¡Buenos días y gracias por invitarme a participar en estas jornadas tan interesantes!
Ya hemos visto que existe una “comorbilidad” entre diagnósticos de dependencia a drogas y
trastornos psquiátricos. Por un lado, los pacientes con trastornos mentales, tienen más riesgo de
abuso/dependencia de drogas.
Según algunos estudios epidemiológicos de EE.UU. los enfermos mentales en un 22% consume
alcohol y el 15% sustancias de forma abusiva o dependiente.
De los enfermos mentales ingresados en prisión, el porcentaje de consumo es mayor. Esto puede
tener varias explicaciones, ya sea por la influencia del efecto del alcohol o drogas en el delito,
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la mala evolución de la enfermedad mental con el consumo de alcohol o drogas,... en concreto,
por ejemplo el cannabis se ha visto que se relaciona con momentos de recaídas bien; por un
posible trastorno de personalidad, acompañante a la enfermedad mental y al consumo/abuso o
dependencia de drogas, ya que los trastornos de conducta aún, en enfermos mentales se han
relacionado más con un trastorno de personalidad o bien, porque la enfermedad mental sea la
determinante en la comisión del delito.
Por otro lado, el trastorno por consumo de sustancias, también se relaciona con más patologías
y, en el caso del alcohol, haciendo referencia a la misma estadística, el 19% de estos pacientes,
tienen trastornos de ansiedad, un 14% de personalidad antisocial, un 13% trastornos del estado
de ánimo y un 4% esquizofrenia.
Entre los pacientes por consumos de otras sustancias, un 28% presentan trastornos de ansiedad,
un 26% del estado del ánimo, un 18% de personalidad, y el 7% esquizofrenia.
En general, los trastornos de personalidad son más frecuentes entre los internos en prisión con
o sin consumo de drogas.
Dentro de esta “comorbilidad” psiquiátrica, existen trastornos claramente inducidos por el
consumo de sustancias, y existen otros trastornos que no se sabe exactamente si preceden y
provocan el consumo o, son secundarios, o independientes.
Se tiende a pensar que los trastornos inducidos por drogas no son crónicos, sino que la mayoría
tienen un plazo máximo de un mes después de abandonar el consumo. No así, por ejemplo, la
demencia asociada al consumo de alcohol o de inhalantes. Si ese consumo no remite, -como
pasa dentro de la prisión-, pues a veces es difícil saber la exacta relación entre ambos
trastornos, si es un trastorno inducido o es acompañante..
Dentro de los trastornos inducidos por el alcohol, tenemos la intoxicación, la abstinencia,
delirium, demencia, trastorno amnésico y otros tipo de trastornos que pueden aparecer
durante la intoxicación o durante la abstinencia.
Otros trastornos psiquiátricos que también pueden acompañar al abuso/dependencia de
sustancias, son los trastornos asociados al sida.
Comentar la patología psquiátrica familiar que existe en cualquier trastorno de consumo de
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sustancias, existe una dinámica familiar alterada y, esto, repercute aumentando la dificultad en
el tratamiento. Por ejemplo, la depresión en la que pueden caer las mujeres de alcohólicos,
cuando éste abandona el consumo, porque ya no se encuentran con una persona tan sumisa, sino
que se encuentran con una persona que quiere hacer su vida y, esto genera unos cambios; a la
mujer del alcohólico ya no le sirve de disculpa tener un marido alcohólico y tiene que
enfrentarse a su propia responsabilidad vital.
En los dependientes a otras drogas, tienen que dejar ser niño para sus madres con los cambios
que esto representa.
Con respecto a las implicaciones de la existencia de una patología doble en el tratamiento, el
problema del consumo de sustancias, siempre tienen que englobarse en el contexto . Nunca es
un problema independiente ni ajeno a la persona; no podemos potenciar la idea del paciente “de
que todos sus problemas están en la droga”. El tratamiento tiene que estar encaminado
fundamentalmente, hacia la forma de afrontar la vida, los problemas que han conducido a ese
problema de drogas, además de tratar cualquier otro trastorno que pudiera existir.
Gracias.
Santiago Delgado Bueno
Médico psiquiatra forense
Gracias a mis compañeras y amigas por invitarme a participar en estas Jornadas.
En primer lugar, aludiendo al título, desde 1989 hasta el día de hoy, en drogodependencias, en
este país se ha avanzado mucho, pero aún queda mucho por hacer.
Segunda puntualización, yo no se si aquí se está equivocando tratamiento penitenciario con
tratamiento médico, eso no lo se, pero lo cierto es que en drogodependencia los tratamientos
existen y muchos se curan.
Vaya por delante tratamiento médico, psicológico, social y, preferiblemente, todos ellos,
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porque éste es el abordaje y no hay otro. Bien, vaya por delante, ¡tratamiento si! y, además,
sirven y son útiles y dentro del sistema penitenciario también lo son.
Bien, dicho eso, déjenme que además, me introduzca en lo que mis compañeras y amigas me
han pedido. Ahora, en esta mesa, se trata de que relacionemos las drogas y la patología mental;
si no teníamos suficiente con las dos, además ahora hay que ponerlo en relación con la
legislación vigente.
Vamos a intentar definirlo en primer lugar, para ver dónde estamos y a qué estamos jugando y a
qué atenernos. Lo podemos llamar patología dual o lo podemos llamar como quieran, pero la
idea aquí, es la interrelación que existe entre el hecho de consumir drogas y la patología
psiquiátrica.
El concepto diagnóstico dual puede referirse a la coexistencia de un trastorno mental y otro por
abuso de substancias. ¿Tiene interés?, ¿ha triunfado el término?. Tiene interés porque es muy
frecuente. En España se investiga, en eso también estoy de acuerdo. Es verdad que, ni con la
calidad ni cantidad que en Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia, etc, etc,. pero se
investiga y se investiga bien. Desearíamos que fuera más pero, a lo mejor tampoco los fondos o
las administraciones han favorecido eso, pero se investiga y bien.
La
prevalencia de trastornos mentales en población de adictos, se estima en torno al 53% y
permítanme que les haga un matiz, es decir, unas 4,5 veces por encima de los no adictos.
Estos datos están en un estudio que se ha hecho con mucha gente en población general y en mi
opinión, también puede ser discutible, se ha exagerado el resultado porque se utilizó un método
de entrevista que quizá es muy proclive a diagnosticar trastornos mentales.
Por otra parte, se estima que un 30% de la población con trastornos mentales que, es en torno a
un veintipico por ciento, presentarían o presentan historias de abuso o dependencia de drogas.
En estos juzgados, aquí debajo, aproximadamente hay 60, 70, 80 detenidos al día; el 40% de
ellos tiene problemas con drogas y el 25% de ellos tienen psicopatología previa.
Definido esto, paso a comentarles datos de estudios realizados; que hay una comorbilidad del
trastorno mental y el consumo de drogas en un 53% de las dependencias de drogas en general.
Por diagnóstico dual se está entendiendo un concepto que aúna o pretende aúnar la patología
mental y el consumo abusivo de drogas, porque el consumo de drogas normal, no tiene porqué
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necesariamente conllevar un trastorno mental, es verdad que en
niveles de consumo
importantes puede llegarse a eso. Existen más que sobradas razones para poder afirmar que el
consumo abusivo de drogas genera trastornos mentales importantes, serios, variados ......
La esquizofrenia es el más representativo de los trastornos mentales de estas personas que no
sólo consumen drogas, sino que precipitan recaídas psicóticas de la esquizofrenia que padecen
etc...
Las drogas inducen a enfermedades físicas , la típica es la heroína y el sida. El alcohol
hepatopatía, encefalopatía hemática; ya tenemos el triple diagnóstico en lugar de dual.
Hay que hacer prevención, evidentemente, en todos los niveles. Si realmente se tomaran
medidas con las personas que padecen delirio paranóico ( alcohólicos) que se gesta en cuatro o
cinco años aproximadamente, se podría intervenir. Es difícil pero es verdad que habrá que estar
en ello.
El ejemplo más fácil de los trastornos mentales es el de la alimentación, que genera
enfermedades físicas que llevan al consumo de drogas, eso es lo que yo entiendo por patología
dual, triple diagnóstico etc ... y ahora hay que ver qué es inducido y qué es primario, para eso es
necesario un equipo de profesionales que tienen que dedicarse a esto.
Está mas que demostrado que todos los drogodependientes delincuentes o no que se ponen en
cualquier tipo de medida terapéutica o alternativa de tratamiento, disminuyen el nivel de
criminalidad, especialmente si el programa es de mantenimiento con metadona.
En este momento hay nueve mil personas en metadona y eso ha generado un beneficio
importante para ellos, para sus familias, para sus parejas , para sus trabajos, la sociedad en
general y también para la justicia. Eso es tratar, eso son beneficios.
El consumo abusivo de drogas genera mucha,y muy variada patología mental.
Hay que tener en cuenta que los trastornos mentales a veces producen una serie de síntomas
indiferenciables o dificilmente diferenciables de los que produce el consumo abusivo de drogas.
Los trastornos mentales típicamente encuadrados en el DSM IV tenemos orgánicos y
funcionales.
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Es conocido el delirio, la demencia incluso la demencia por pegamentos inhalantes que
empieza a rebrotar cuando pensábamos que estaba prácticamente desaparecida ; y los
funcionales como no, el famoso trastorno psicótico inducido por sustancias psicoactívas, la
cocaína, el consumo de alucinógenos, alucinaciones , trastornos afectivos, de humor, del
sueño, de la alimentación, etc....Todo eso es patología dual.
Ahora pasaremos a analizar como influye las enfermedades mentales en las adicciones a las
drogas; como influye la psicopatología en el hecho de consumir drogas.
Es un factor de riesgo ya que las poblaciones que presentan psicopatología previa en un
presentan problemas de abuso de drogas. Existe un porcentaje (33%) que no se detecta la
patología psiquiátrica ya que los síntomas se pueden modificar en el curso de un trastorno
adictivo. Algunos síntomas psiquiátricos surgen como consecuencia del uso de sustancias y
persisten en la remisión, otros aparecen en brote cuando se intenta conseguir una abstinencia a
drogas.
Signos y síntomas diferentes de los que ocurren en la drogodependencia, hacen pensar que el
trastorno mental sea lo primario;
por ejemplo los antecedentes familiares de patologías
mentales.
No cabe duda de que el consumo de drogas de forma abusiva, o la abstinencia a ella, conlleva
comportamientos antijurídicos o antinormativos. Ejemplo de lo primero es el alcohol, droga
esencialmente criminógena así como la cocaína. La heroína, la encuadraríamos en el segundo
tipo (abstinencia), que generarían delitos como hurtos y robos para conseguir dinero para su
consumo.
Sería importante que los distintos profesionales sanitarios (médicos, psicólogos....), en vez de
aprenderse el Código, hicieran lecturas intentando conseguir objetivos terapéuticos, que es de lo
que se trata en ese ámbito y, en nuestro trabajo, ya que el Código prevé medidas terapéuticas
(ambulatorias o no) para drogodependientes y, nuestro deber es imaginarlas, pensarlas,
indicarlas....
Es posible que el Código Penal sea represivo, pero deja un espacio abierto para el
asesoramiento de los técnicos de drogodependencias y salud mental.
Sin duda, es necesario diferenciar entre intoxicaciones agudas, que no tienen la misma
consideración penal, que los consumos reiterados, ya que según la jurisprudencia y la propia
legislación, los consumos abusivos no tienen porqué influir negativamente en la imputabilidad.
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Otra cosa es que haya una dependencia, con abstinencias en sentido estricto. También pueden
existir trastornos psíquicos distintos, que entrarían en otro articulado del Código Penal, cuya
consideración con respecto a la imputabilidad, también cambia.
Por último, quiero decir, que sea por parte de Instituciones Penitenciarias, del Sistema de
Justicia, de los Centros de Asistencia a Drogodependientes, lo más importante es la labor de
coordinación entre todos ellos, cuestión en la que se ha avanzado considerablemente de unos
años para acá.
En este sentido son imprescindibles las reuniones como ésta, en las que, propongo se traten
cuestiones como el establecimientos de Protocolos de Evaluación, con el objetivo de trabajar
todos de una forma coherente y organizada, dentro del ámbito de la Patología Dual, para que de
esa manera no tener siempre la sensación de que la falta de coordinación, nos hace avanzar a
pasos más lentos de lo debido.
Habría que hacer una anamnesis, unos antecedentes psicobiográficos, ya que hay pacientes que
tienen psicopatologías previas, y esto cambia (o debe cambiar) el tratamiento médico, el penal
y el penitenciario. También hay que hacer una exploración física, a través de pruebas
complementarias. Los análisis toxicológicos son esenciales, tanto en plasma como en orina,
para poder fijar alternativas terapéuticas farmacológicas de acuerdo a criterios científicos.
El Indice de Severidad de la Adicción, entrevista semiestructurada, es muy útil así como la
nueva forma, el PRISMS IV, basada en el texto revisado del DSM IV, aunque ésta tiene la
dificultad de ser bastante extensa para este ámbito en el que trabajamos.
Toda esta exploración debe de llevar el consentimiento expreso del paciente, en la mayor parte
de las ocasiones, es la propia medida impuesta (tercer grado), la que lleva implícita el acuerdo
de estas pruebas.
Para terminar, decir que en drogodependencias, se avanza, que los pacientes se curan, pero que
hay que concienciarse de que hablamos de enfermedades para saber a qué atenernos y concretar
distintas formas de trabajo.
Gracias
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Mesa Redonda 5.
“Drogodependencia y justicia en los medios de comunicación”
Ponentes:
BEGOÑA DEL PUEYO RUIZ
Periodista del programa Protagonistas de Onda Cero
ALFONSO OGEA MONTERO
Redactor Jefe de Sociedad de la Cadena Ser.
JULIO MARTINEZ LAZARO
Periodista del Diario El País
JUAN CARLOS DE LA CAL
Periodista del Diario El Mundo
Coordinadora:
PILAR SOUSA CHECA. S.I.A.D.
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Begoña del Pueyo Ruiz
Periodista del programa Protagonistas de Onda Cero
“Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio”. Eso es más o menos lo que nos vienen a decir a
los medios de comunicación. De entrada, no conozco ningún colectivo que esté contento con la
imagen que transmitimos de su problemática, pero por otra parte, son conscientes de que
actuamos de caja de resonancia de sus necesidades y que hoy en día lo que no sale en los
medios de comunicación es como si no existiese.
Se nos reprocha que ofrecemos información demasiado genérica, en la que priman las noticias
negativas sobre las positivas y de magnificar la realidad al ofrecer un fenómeno singular como
ejemplo. Y no están faltos de razón, pero como iremos comentando esas son características de
la que no podemos prescindir los profesionales de la información. Sobre lo que sí que podemos
actuar es sobre la calidad de la información que ofrecemos y para eso es imprescindible
que existan puentes de comunicación entre los periodistas y los profesionales que trabajan
en las drogodependencias.
Hace ahora casi diez años, en unas jornadas similares que se celebraron en el Colegio de
Abogados de Barcelona, después de enumerar los tópicos en los que incurríamos en esa época al
referirnos a los drogodependientes (el más común el identificarlos con delincuentes y
marginados sociales) se concluyó que lo mejor que podíamos hacer era olvidarnos de que
existían, que no les nombráramos ni para bien ni para mal en los medios de comunicación.
Afortunadamente, esa propuesta no fue tomada en cuenta y hoy podemos decir que se ha
transformado el concepto que tiene la sociedad sobre las drogodependencias, aunque todavía
quede mucho camino por recorrer.
En comunicación, la primera imagen es la que se fija con mayor intensidad. Eso explica por
qué resulta tan difícil desmarcarse de la imagen del yonki con la jeringuilla y del tirón.
En mi caso, recuerdo perfectamente esa época en la que las drogodepencias apenas salían en los
medios de comunicación si no era en la página de sucesos. Fue entonces, en el año 90, cuando
Luis del Olmo puso en marcha en Protagonistas el espacio “Todos contra las Drogas”.
Precisamente, nació de la demanda de los propios oyentes que después de escuchar en un
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monográfico de cinco horas testimonios plurales, entre ellos los de algunos drogodependientes
y sus familias, se dieron cuenta de que nos faltaba mucha información. Con ese mismo objetivo,
con el de solidarizarse con las familias que se encontraban con un drogodependiente en casa y
se avergonzaban de ello, surgió el “Partido de Fútbol Drogas No”, hoy institucionalizado, pero
que entonces necesitó del apoyo de líderes de opinión y personajes populares, para contrarrestar
el mensaje de “ellos se lo han buscado”
Otra de las razones por las que en España se comenzó a asociar drogas con delincuencia se debe
a que la mayoría de las informaciones que recibíamos los periodistas y por tanto que
transmitíamos provenían de fuentes policiales. Por otra parte, los pocos terapeutas que
trabajan seriamente temían que se malinterpretaran sus mensajes y no querían acceder a los
medios de comunicación y los que lo hacían en algunos casos procedían de centros más
próximos a sectas que a centros de rehabilitación y entonces éramos los periodistas los que
recelábamos de ellos. En ese ambiente de desencuentro los mensajes que primaban eran los de
cárcel y desestructuración social. En estos momentos, los periodistas que nos dedicamos más o
menos habitualmente a abordar esta problemática tenemos una multiplicidad de fuentes que nos
permiten contrastar las informaciones con terapeutas, psicólogos, sociólogos, trabajadores
sociales, antropólogos, psiquiatras, educadores, etc...
También hay que tener en cuenta dos factores que continúan pesando en el tipo de información
que transmitimos. Muy especialmente en la radio y la televisión, cuando precisamos de
testimonios de afectados, lo habitual es que sólo los toxicómanos que provienen de ambientes
marginales quieran colaborar. Es su manera de echarle en cara a la sociedad su falta de apoyo.
Mientras, quienes provienen de clase media prefieren guardar el anonimato, porque a menudo
la familia continúa culpabilizándose.
Gracias a las llamadas de atención que hemos recibido en todos estos años, pero también a la
colaboración de los profesionales y sus estudios documentados, poco a poco creo que estamos
consiguiendo adecuar los mensajes a lo que es la realidad de las drogodependencias. Aunque
precisamente en el campo que hoy nos ocupa, el de la Justicia, me parece que es donde
existen más asignaturas pendientes.
Por ejemplo, respecto a la información que nos proporcionan los cuerpos de seguridad
cuando hay incautaciones. Se nos dice que hablar del precio en mercado de los alijos es una
provocación. Sin embargo, son las propias notas de prensa que emite la policía las que hablan
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de dinero, nosotros sólo las recogemos. Por otra parte, en su afán de mostrar eficacia, utilizan
unidades de medida diferente: hablan de toneladas cuando lo que han atrapado es hachís, kilos
cuando se trata de cocaína y dosis cuando el alijo ha sido de heroína. A menudo se habla de
redes, mafias o cárteles desmantelados. Lejos de tranquilizar a los ciudadanos, esa información
induce a pensar que son muchos los grupos delictivos que operan en el mundo de las drogas y
que tienen una gran capacidad de regeneración.
Otro tanto sucede cuando tratamos temas judiciales. En los medios de comunicación es noticia
un hecho singular, la cotidianidad no tiene cabida. Por eso que un juez esté aplicando
sentencias sustitutivas de prisión en centros de rehabilitación no es noticia.
En cambio
denunciar que otro juez esté enviando a la cárcel a un hombre o una mujer en pleno tratamiento,
sí que es nuestra obligación denunciarlo. En este capítulo todavía se están produciendo casos
sangrantes.
Aunque los profesionales que trabajan en drogodependencias nos piden que intentemos
equilibrar las noticias negativas con las positivas, no creo que se nos pueda acusar de
fomentar el desencanto con respecto a la Justicia cuando nos hacernos eco de denuncias
como la que ha planteado el mismo Defensor del Pueblo, hace tan sólo unos días: En España un
camello que es detenido con 125 gramos de cocaína pueda ser condenado a seis años de prisión,
los mismos que se imponen a un narcotraficante con un alijo de miles de kilos en un barco. Esa
información, sobre todo si figura junto a otra en la que aborda la posibilidad de que Laureano
Oubiña pueda recuperar el Pazo Baion, cuando la Audiencia Nacional le ha exculpado de un
delito de alzamiento de bienes, es normal que cree cuando menos indignación . En estos casos,
los jueces que están aplicando estrictamente la ley, suelen guardar silencio y sólo las
asociaciones de lucha contra las drogas salen a la palestra para denunciar su indefensión. Los
medios de comunicación tenemos la obligación, por tanto, de atender sus demandas.
Cuando hay que reivindicar ya se sabe que para eso estamos los periodistas. Yo confieso
que a veces me encuentro entre la espada y la pared. ¿Qué hacer cuando se está denunciando la
degradación de un barrio concreto de la ciudad, donde se venden drogas a la vista de todos?. De
tanto señalar ese lugar, podemos contribuir a crear lo que se conoce como “barrio escenario”,
lugares donde acaban señalados todos sus vecinos. Los que viven del tráfico de drogas y
también injustamente los que sólo han cometido el delito de no tener medios económicos para
marcharse a otro barrio más próspero.
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El efecto perverso de la información puede provocar situaciones contradictorias, como
pasar de denunciar una injusticia a convertirla en acusación. Por ejemplo, en una visita al
barrio de Can Tunis, en Barcelona, me enseñaron un colectivo de unos 300 rusos que malvivían
en la ladera de la montaña, pinchándose, después de haber sido estafados en su país, donde les
prometían centros terapéuticos de lujo por los que pagaban entre 500.000 y dos millones de
pesetas. La denuncia de esa situación frente a la que nadie actuaba (ni su consulado, ni las
autoridades españolas), al final casi se vuelve en contra de estos rusos marginados, porque la
otra lectura de su abandono era la inseguridad ciudadana que provocaban todas esas personas
que para sobrevivir, en la calle sin papeles, sólo podían robar.
Por supuesto que también hay historias hermosas que se pueden contar de prisión. La de
los cientos de voluntarios y profesionales que los colaboran en la deshabituación de las drogas
en la cárcel. Pero de nuevo nos debatimos ante el dilema de abordar la parte positiva de las
experiencias o empañarlas con reivindicaciones, como las que nos hacen algunas de estas ONGs
que no entienden por qué Instituciones Penitenciarias no financian los tratamientos del
cumplimiento de pena alternativa con el dinero que se ahorran de la pensión si estuvieran
internos.
Nuestro deber es contrastar y ampliar las informaciones que nos ofrecen y no informar
aisladamente de los hechos, sino interpretados en el entorno y ligados con otros
acontecimientos. Eso es lo ideal. En realidad, es que muchas de las informaciones que nos
llegan a la redacción tienen que ser transmitidas en un tiempo límite de horas y a veces minutos,
que en muchas ocasiones tienen que hacer esa tarea periodistas sin experiencia en esa
problemática y que el tiempo del que se dispone para reseñar esa información puede llegar al
minuto escaso de antena. Eso nos obliga peligrosamente a generalizar. Por eso es tan
importante que los profesionales que trabajan en drogodependencias colaboren en nuestra
tarea: rectificándonos cuando hace falta, pero también sugiriendo nuevas formas de
plantear las situaciones.
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Alfonso Ogea Montero
Redactor Jefe de Sociedad de la Cadena Ser.
A MODO DE INTRODUCCIÓN.
En los Servicios Informativos de la Cadena Ser, las informaciones sobre el mundo de la droga
se ubican en la sección de Sociedad. Esta sección aplica un código deontológico en el
tratamiento de las noticias sobre drogodependencias que se basa en los métodos de trabajo
aplicados en el programa “Hablamos de drogas” que estuvo en la antena de la Ser durante toda
la temporada 94/95.Se realizaron un total de 48 ediciones con un modelo en el que la
información es lo básico, dejando de lado paternalismos y
pautas que puedan parecen
reaccionarias. Desde entonces hemos aplicado el modelo de información con responsabilidad,
sin tutelar ninguna opción, pero situándonos en la modernidad, lo que significa admitir todas las
ideas sobre las drogas.
En definitiva, la sección de Sociedad asume la función de informar y formar, mientras que otra
sección, la sección de Nacional afronta los grandes sumarios y juicios tanto en la Audiencia
Nacional como en otras instancias inferiores de nuestro ordenamiento judicial.
APROXIMACIÓN INFORMATIVA A LAS DROGAS Y SUS CONSECUENCIAS
JUDICIALES.
El fenómeno de la drogadicción ha mutado en los últimos años de esa mutación, de ese cambio,
han llegado cambios profundos en los métodos de trabajo de los periodistas y más
concretamente, de los profesionales del sector radiofónico.
Se podrían destacar varias diferencias en la ecuación drogas-noticias.
1. -Tipos de sustancias.
2. -Formas de trafico ilícito.
3. -Aparición de nuevos sujetos delictivos.
A continuación voy a poner un ejemplo grafico para entender estas diferencias que les acabo de
detallar.
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Nos situamos en el barrio valenciano de Nazaret, una zona depauperada, repleta de fracaso
escolar, de paro y de violencia. Hace unos meses, todos los medios de comunicación nos
hacíamos eco de una información tremenda: en uno de los edificios de esa barriada, la cola de
personas para comprar hachis media centenares de metros. Era absolutamente visible para
cualquiera. Estuvimos día y noche en conexión con varias unidades móviles de Radio Valencia
Una familia, con todos sus miembros implicados, se dedicaba a vender hachis y otras sustancias.
No se trataba de un único sujeto, sino de todos: padre, madre, hijos, abuela.
No solo se traficaba con hachis, sino que la “carta de especialidades” de esa vivienda tenia
varias paginas: mdma (éxtasis), heroína, cocaína,”speed”.
Un verdadero supermercado. Una nueva forma de trafico ilícito de estupefacientes que supera lo
conocido. De igual forma pasa en Madrid en zonas como “Las Barranquillas”.
Esto significa que la doctrina neoliberal también ha calado en el mundo de la droga que ampliar
mercado aumentando la superficie y los tipos de droga a la venta.
Pero sobre todo ha cambiando el perfil del sujeto que delinque: hay padres que pueden ser
acusados de un delito contra la salud publica, pero que también serán acusados de delitos contra
la infancia provocando la intervención de varios códigos judiciales e incluso la intervención de
equipos interdisciplinares: Jueces de instrucción, grupo de menores de la policía y fiscalía de
menores, trabajadores sociales, etc.
Esta faceta es completamente nueva y provoca que los periodistas tengan que romper sus ideas
preestablecidas sobre el fenómeno de las drogodependencias.
Se trata por tanto de actividades delictivas ya conocidas, pero nunca agrupadas en un mismo
lugar y afectando a grupos de personas socializados como es el caso de una familia.
UNA NUEVA REALIDAD QUE IMPLICA SUS RIESGOS.
Existen colectivos y personas unidas a la administración que no siempre han sido capaces de
analizar las nuevas formas de la drogadicción y sus consecuencias sociales. Funcionarios que
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han querido aplicar leyes trasnochadas a hechos nuevos y peligrosos. Nos situamos en el año 96
cuando el jefe superior de Policía de Madrid da la orden de que se cerquen los poblados
chabolistas del extrarradio capitalino para evitar que se siga vendiendo droga, sobre todo
heroína y cocaína.
Dicho y hecho, don Carlos Corrales, el mismo policía que negaba ante los medios de
comunicación que existieran en Madrid bandas organizadas de cabezas rapadas, sellan
literalmente zonas como La Celsa. Miles de “yonkis” comenzaban una peregrinación por esas
zonas sin poder comprar la “micra” que necesitaban. Desde el área de Vallecas hasta el barrio
de Fuencarral, pero nada de nada. Solo agentes antidisturbios que les impedían el paso.
Nosotros decidimos tomar partido por la denuncia social y enviamos varias unidades móviles a
esas áreas caliéntesele panorama era aterrador: no había heroína y las pastillas tranquilizantes
subían su precio como la inflación en Argentina durante la década de los 70.
A los micrófonos de la Ser se fueron acercando heroinómanos desesperados para denunciar con
sus mismas voces lo que estaba pasando. Se habían sellado los poblados, pero nadie había caído
en la cuenta que no existían ni por asomo plazas suficientes en los centros de metadona para
tratar a esa legión de enfermos.
Un ejemplo de cómo la administración puede provocar situaciones extremas por asumir un
modelo-el policial- como única forma de lucha contra la droga. Es mas un heroinómano de 52
años, con hija de 21 también enganchada, pudo conversar en directo con el delegado del
gobierno. Su pregunta fue clara”. Usted no quiere que se trafique. Bien, de acuerdo. Entonces
¿Cómo paso el mono?¿Quiere usted que ataque a alguien para que me hagan caso? El delegado
calló.
¿Quién estaba ese día al borde del delito?.
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Julio Martínez Lázaro
Periodista del Diario El País
JUSTICIA Y NARCOTRÁFICO DESDE LA PERSPECTIVA DEL INFORMADOR
JUDICIAL
En el presente año, El País lleva publicadas alrededor de un millar de informaciones sobre el
problema de las drogodependencias y el narcotráfico, lo que implica que se da cobertura a un
promedio de tres informaciones diarias.
Siguiendo el listado informático de los titulares de las informaciones, la primera impresión es
que cabría deducir que el papel de los medios de comunicación social se limita las más de las
veces a dar cuenta de las aprehensiones de alijos de droga. Sin embargo, cada vez ganan más
espacio las informaciones sobre programas de deshabituación, sobre experiencias de los países
de nuestro entorno en el tratamiento de las drogodependencias o sobre las directrices que llegan
de Europa para una mayor eficacia en la lucha contra el narcotráfico.
Desde la perspectiva del informador de tribunales, puedo constatar que hay un cierto cansancio
hacia la cobertura informativa de los procesos penales seguidos a los grandes narcotraficantes.
Pasó la época dorada de los jueces en helicóptero dirigiendo simultáneamente múltiples redadas,
las grandes operaciones con nombre de marisco y los juicios en salas especiales habilitadas al
efecto en los antiguos pabellones de la Casa de Campo.
Los juicios por narcotráfico son poco propicios para un seguimiento continuado en prensa. Los
procesos a las redes de narcos que se siguen en la Audiencia Nacional agrupan a un promedio
de siete acusados en el banquillo. El elevado número de abogados intervinientes provoca un
sustancial alargamiento de las las vistas orales, en las que los letrados prodigan recursos,
protestas e incomparecencias que frecuentemente dan lugar a la suspensión del juicio.
Al llegar a la fase de prueba los procesos se eternizan. La prueba suele ser delicada y compleja y
a menudo el tribunal da al traste con la validez de las intervenciones telefónicas, las entregas
vigiladas o los registros domiciliarios. Los jueces de instrucción y los fiscales antidroga se
quejan de la inseguridad en que se mueven ante la diversidad de interpretaciones sobre la
grabación de intervenciones telefónicas, que a menudo llevan a la absolución de los procesados.
La testifical pone en evidencia las declaraciones siempre interesadas de agentes encubiertos y
testigos protegidos y el interés se diluye irremediablemente cuando llega el momento de recurrir
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a traductores de idiomas extraños y difíciles.
Además, la sensación de frustración que generan las continuas entradas y salidas de prisión de
los capos de la droga acaba por devaular el interés por la información. Técnicamente se puede
llegar a comprender que un cambio de Código Penal y el juego de los beneficios penitenciarios
reduzcan sustancialmente una sentencia. Pero es muy difícil de digerir socialmente que grandes
narcotraficantes como Sito Miñanco, que se suponía iban a quedar definitivamente fuera de la
circulación al recibir una veintena de años de condena, estén en la calle a los seis años y pico
dirigiendo una nueva entrada de cinco mil de kilos de cocaína.
O que el clan de los Charlines continúe operando pese a estar casi todos sus integrantes en
prisión, desde el patriarca del clan, Manuel Charlín, hasta su hija Josefa, la última en la
dirección de la banda, capturada recientemente en Portugal.
O que Laureano Oubiña, en el candelero desde la Operación Nécora, haya recalado
nuevamente en prisión, ---no se sabe por cuanto tiempo--- después de su captura y entrega por
Grecia.
Más complicado aún resulta el seguimiento de juicios por blanqueo de capitales procedentes del
narcotráfico, una actividad que mueve en España cerca de 600 mil millones de pesetas al año y
que requiere especiales conocimientos de ingeniería financiera para esclarecer los movimientos
de lavado de dinero, de gran complejidad para los propios peritos. Con todo, el año pasado se
dictaron ocho sentencias sobre blanqueo, frente a las tres de los dos años anteriores, lo que
parece un notable incremento de este tipo de actividad judicial.
Si nos remontamos algunos años, recordaremos que tras la etapa de los grandes macroprocesos,
como los de la Nécora o el de la Ucifa, (la Unidad Antidroga de la Guardia Civil que acabó
provocando envíos de cocaína desde Sudamérica para anotarse el tanto de incautarlos), la
información aparentemente regresa a la rutina puntual de las aprehensiones de grandes alijos o
del cúmulo de años de cárcel impuestos en algunas sentencias.
Esta es la impresión de muchos operadores jurídicos, expresada más claramente por algunos
fiscales antidroga que se sienten olvidados o escasamente respaldados en su labor por los
medios informativos, frecuentemente más atentos a sus vecinos, los fiscales especializados en
terrorismo o en asuntos de corrupción.
Lejos de cubrir el objetivo de desmantelar de un solo golpe las redes del narcotráfico
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gallego, la emblemática Operación Nécora contra las redes del narcotráfico gallego
pudo ser un fiasco en cuanto al resultado, --los principales capos quedaron absueltos y
salieron en libertad--, pero echando la vista atrás tuvo la virtud de poner bajo los focos
lo que sólo se conocía en el entorno de las Rías Bajas. Por primera vez la atención se
centró en los capos con nombres y apellidos y en sus lugartenientes y los integrantes de
sus clanes.
Creo que es a partir de entonces cuando comienza a verse el narcotráfico desde una dimensión
distinta. El referente informativo del problema deja de ser el drogadicto que pega el tirón para
meterse una dosis, y pasa a serlo el narcotraficante a gran escala que hasta entonces ha gozado
de casi total impunidad. A partir de la labor de colectivos como Érguete, presentes en los
macrojuicios --a veces en actitud beligerante--, se empieza a tomar conciencia de que el
drogodependiente es también una víctima y no sólo un delincuente. O que en realidad, el
drogodependiente es la víctima y el narcotraficante el verdadero delincuente. En cualquier caso,
hoy el adicto no provoca el rechazo que provocaba hace una década. Puede que también la
Justicia actúe mucho mejor, puesto que no recibe la misma presión externa que antes.
En los últimos años, el papel de los medios de comunicación ha potenciado la función
de prevención de los jóvenes frente a la droga con extensas campañas divulgativas y en
mayor o menor medida se han respaldado los programas de deshabituación de
toxicómanos. Al suministro de metadona han seguido la instalación de narcosalas y
están a punto de entrar en funcionamiento los programas de dispensación médica de
heroína o morfina a los adictos que han fracasado con la metadona. Alguno, pendiente
de aprobación, incluso prevé el abono de una renta mínima de inserción durante el
período de dispensación médica de heroína y la continuación del suministro si fracasa
el tratamiento.
En la vertiente penal, a los informadores judiciales nos cumple procurar la mayor objetividad en
la cobertura de los criterios jurisprudenciales y en la divulgación de los avances legislativos. El
delito de tráfico de drogas es de los que mayor reacción social suscitan en nuestro país, --país
receptor de droga-- hasta el punto de que un amplio sector de la opinión se ha mostrado
favorable a darle un tratamiento similar al de terrorismo, endureciendo los tipos penales y
reclamando el cumplimiento íntegro de las penas por los traficantes. De ahí que lo más fácil sea
caer en tremendismos y de ahí que el informador deba procurar, ante todo, huir de tratamientos
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sensacionalistas.
A estas alturas para nadie es un secreto que el incremento de las penas por los delitos de tráfico
de drogas y la supresión de la redención de penas por el trabajo han multiplicado por dos el
limite mínimo real de cumplimiento. En algunos casos, como el de los llamados correos de la
droga, que introducen cantidades no muy elevadas en su propio organismo, la travesía que
eufemísticamente denominan Bogotá --Barajas -Soto del Real se salda con el mínimo de nueve
años de prisión para el subtipo agravado por la "notoria importancia".
Cuantos intentos han hecho hasta ahora las audiencias provinciales por atenuar ese mínimo de
nueve años de condena, han tropezado con el rigor interpretativo del Tribunal Supremo, que
ha revocado todos los pronunciamientos por debajo de ese límite.
Hasta que hace apenas unos días, la Sala de lo Penal del Supremo ha enmendado su
criterio aumentando sustancialmente la "cantidad de notoria
importancia" del
equivalente de 200 dosis de droga, a las 500 dosis. Según los distintos tipos de drogas,
la cantidad de droga de "notoria importancia" pasa, en el caso del hachís, de un kilo a
dos kilos y medio; la de heroína, de 60 a 300 gramos, y la de cocaína de 120 a 750
gramos.
La pena por tenencia de cantidades por debajo de estos límites quedaría reducida de la
franja actual, de 9 a 13 años y seis meses a la de 3 a 9 años. El acuerdo fue adoptado
por apenas un par de votos de diferencia y en medio de fuertes reparos expuestos por
algunos magistrados. Naturalmente, algunos medios no tardaron en alertar sobre la virtual des
penalización de un tipo que reduce de 9 años a tan sólo tres, la pena de cárcel para quien
introduce tres cuartos de kilo de cocaína, cuando en realidad el tribunal bien puede imponerle
los mismos nueve años que podían caerle antes.
En los trabajos preparatorios de la comisión de reforma del Código Penal, Justicia patrocina
una reducción a la franja de 6 a 9 años, la mitad superior del grado mínimo.
Para los casos de "extrema gravedad", la propuesta ha quedado abierta, aunque algunos ya han
apuntado la posibilidad de establecer la de cien veces la cantidad "de notoria importancia". En
este supuesto de extrema gravedad, que en España puede alcanzar los 19 años y tres meses de
prisión, la Unión Europea propone un mínimo de 5 años para los casos más graves.
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Juan Carlos de la Cal
Periodista del Diario el Mundo
EL CAZADOR CAZADO
En los 17 años que llevo como periodista, me ha tocado realizar numerosos reportajes sobre el
mundo de la droga. En los comienzos lo hice desde el semanario “EL CASO” (que muchos
recordaran), siempre desde el punto de vista policial y después, profundizando un poco más, me
interesó mucho más las razones causantes de ese suceso que el incidente en sí mismo. Por eso,
para no alargar la intervención, me gustaría contar dos casos que me tocó vivir personalmente, y
que sin ser contradictorios, ilustran los aspectos positivos y negativos que pueden tener la
intervención de los medios de comunicación en el abordaje de un tema tan delicado como es el
de las drogodependencias.
En el verano de 1.998 me acerqué al poblado marginal de La Rosilla, hoy desaparecido, para
hacer un reportaje más detallado sobre las interioridades de este infierno. Un año antes, más o
menos, los medios habían cambiado el informe informativo hacia este tipo de poblados
“gracias” al cerco policial al que la Delegación de Gobierno de Madrid sometió a estos lugares.
Se trataba de impedir a los adictos, por la fuerza, su entrada a lo que ya se conocía,
“supermercado de la droga”. Hasta entonces, la Rosilla, la Celsa, Jauja o Torregrosa sólo
aparecían en los productos periodísticos para relacionarlos directamente con la delincuencia.
Pero las patéticas imágenes de los “zombies” enganchados a la heroína, peregrinando
desesperadamente en el sur de Madrid en busca de sus dosis, atropellados por los coches
(alguno murió) gritando ante las cámaras que ¡por favor! necesitaban de sus dosis para no
molestar a nadie, conmovió de alguna manera a los reporteros que cubrían la noticia. Fue la
primera vez, que yo recuerde, que se empezó a ver al yonkie (de manera generalizada) más
como un enfermo que como un delincuente.
Luego, tras el fracaso reconocido por las autoridades, de este cerco absurdo, los responsables
sanitarios decidieron tomar las riendas de la situación a instancias de la propia policía.
En aquella visita a la Rosilla de la que hablaba antes, tuvimos la suerte o la desgracia, según se
mire, de encontrarnos con una cara famosa formando parte de los moradores del lugar. Se
trataba de Poli Díaz, “el Potro de Vallecas”, el boxeador que unos años antes había llegado a
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competir por un campeonato del mundo, personaje bien exprimido por la prensa y que había
contribuido a resucitar la afición por el boxeo en nuestro país. La foto de Poli intercambiando
jeringuillas, viviendo en su tienda de campaña, fue portada de EL MUNDO y dio la vuelta a
España. Afortunadamente en esta ocasión no se sensacionalizó la noticia y el reportaje, de tres
páginas, se centró sobre todo en las pésimas condiciones de vida de los adictos que vivían en el
poblado.
Televisiones, radios y revistas se lanzaron también a hacer artículos de todo tipo. Editorialista y
columnistas (incluido Umbral) escribieron mucho sobre el tema y todos se preguntaban cómo en
una sociedad como la nuestra se podían permitir la existencia de sitios semejantes, dónde la
esperanza de vida de sus semejantes eran comparables a la de los países africanos más
subdesarrollados (según un informe de la propia CC.AA de Madrid, las enfermedades infectocontagiosas estaban descontroladas), sin que nadie hiciese nada por dignificar su existencia.
Por lo menos (aunque para él fuese una puntilla), la imagen de Poli en la Rosilla sirvió para que
todo el mundo supiese de la existencia de infiernos semejantes y para que se pidiese una
solución sanitaria a un problema que hasta entonces había sido sólo policial. Digamos que en
este punto, fue en donde se empezó a gestar la idea de la famosa “narcosala”, algo impensable
hasta ese momento. Tras interminables debates mediáticos, con oposiciones de todo tipo
(vecinal, política, etc) en medio de varias elecciones generales y municipales, dos años después
el dispositivo de venopunción acabó viendo la luz gracias a la tenaz y valiente lucha de su
promotor (el dimitido director de la Agencia Antidroga de Madrid, el doctor Cabrera) y al apoyo
incondicional de los medios de comunicación.
Independientemente de sus resultados, hoy el dispositivo funciona con normalidad en otro
poblado. Las Barranquillas, y ya casi nadie cuestiona su presencia. Y todo gracias a los medios
de comunicación..........
Este aspecto de considerar al drogodependiente como un enfermo y no como un delincuente, es
uno de los pasos positivos que se han dado en el tratamiento informativo de este problema. Las
primeras polémicas periodísticas surgieron a principios de los 90 cuando se empezaron a
intercambiar jeringuillas a la población toxicómana con el objeto de evitar esas enfermedades
contagiosas. Después, a mediados de esa década, vino el debate, tras el aparente fracaso de las
terapias psicológicas en el tratamiento, sobre los sustitutivos opiáceos por los que las
autoridades sanitarias comenzaron a apostar fuerte. La metadona pasó a ser entonces el gran
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caballo de batalla, objeto de todas las tertulias informativas y poco a poco, gracias a los datos
técnicos recabados en otros países y ampliamente difundidos por los medios, se fue imponiendo
como un paliativo (que no una solución) para mejorar las condiciones de vida de los adictos.
Hoy esto ya es historia y en todas las Comunidades Autónomas se están desarrollando
Programas de Metadona con más o menos extensión entre la población afectada por culpa,
sobre todo, a las incompresibles listas de espera para entrar en los correspondientes programas.
El segundo caso me tocó sufrirlo “en mis carnes” el pasado año.
Muchas veces me he preguntado de qué manera afectan a la vida de las personas los errores que
cometemos los profesionales de la información en las noticias que difundimos a través de los
respectivos medios. Si un médico se deja una venda en el interior de un cuerpo antes de cerrar
los puntos de una operación, si un juez pone en la calle a un delincuente peligroso, si un policía
se sobrepasa en sus funciones o si un político miente descaradamente ahí estamos nosotros, “los
grandes notarios de la actualidad” para denunciar estos hechos y poner las cosas en su sitio.
Pero ¿quién fiscaliza estos “notarios”? el famoso “difama que algo queda” está hoy más
vigente que nunca. Evidentemente hablamos del primer poder (no el cuarto cómo todavía se
dice), formadores de opinión, líderes de la era de la información en la que nos hallamos,
verdaderos adalides de la libertad de expresión.....Hasta ahí todo bien pero, como todo en la
vida, pienso que ese poder caso omnipotente debe tener un límite.
¿Quién se lo pone?
Como decía, en Abril del año pasado fui a esperar al aeropuerto de Barajas a dos amigos que
llegaban de Brasil y viajaban con destino a Japón y tenían intención de quedarse unos días en
España de turismo, Uno de ellos, es un chamán de unos 50 años y era la primera vez que salía
de su Amazonía natal para ver con sus propios ojos el extraño mundo en que vivíamos. Mi
relación con ellos se remonta a unos quince años atrás cuando en sucesivos viajes tuve contacto
con las tribus amerindias de la cuenca amazónica y con las que, incluso, llegué a vivir
impregnándome de su cultura, de su forma de vida y, sobre todo, de su espiritualidad. En este
último apartado tuve la oportunidad de asistir, practicar y aprender el uso y manejo de una
“planta de poder” (como ellos la llaman) conocida como “ayahuasca” y que utilizan como
sacramento en sus rituales espirituales. En el mundo occidental son muchas las personas que
han experimentado alguna vez los efectos de una sesión con este tipo de plantas (peyote, los
hongos mejicanos, etc), que los científicos denominan enteógenos y cuyos efectos y estudios no
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voy a mencionar aquí puesto que éste no es el tema a tratar.
La ayahuasca no es una planta fiscalizada en
ningún tratado internacional de sustancias
psicotrópicas y la Oficina de Control de Estupefacientes de Naciones Unidas, con sede en
Viena, la tiene descatalogada de estas listas en las que nunca estuvo inscritas. Sin embargo uno
de los alcaloides de esta bebida, la DimetilTriptamina (DMT ), sí figura en la Lista I de
Sustancias Prohibidas por el Convenio de Viena y de ahí vino todo el problema..........
Cuando mis amigos salieron por la puerta de la sala de embarque, fuimos rodeados y detenidos
por un nutrido grupo de policías pertenecientes a la Brigada Central de Información de Madrid.
Resulta que mis compañeros traían 10 litros de ayahuasca con destino a Japón, prueba
suficiente según la policía española para considerarnos unos “narcotraficantes” de alto
standing. En las dependencias policiales nos enteramos de que hacía unos meses la Europol
(Policía Europea), había dictado órdenes en varios países europeos (Holanda, Alemania, Francia
y España) para intervenir contra las actividades de los grupos de usuarios de esta sustancia que
estaban proliferando en las respectivas sociedades. Ahí nos enteramos también que habían
intervenido nuestros teléfonos, seguido nuestros pasos e investigado nuestras vidas por orden de
un juzgado nada menos que de la Audiencia Nacional.
Al día siguiente la prensa se hizo eco con gran despliegue de medios, como suele ocurrir en
estos casos, de la noticia: “desmantelada una secta que utilizaba drogas en sus rituales” fue
más o menos el titular tipo con los que empezaban todas las crónicas. Llovía sobre mojado,
porque sólo unas semanas antes, las imágenes de un suicidio o asesinato colectivo de los
miembros de una secta destructiva de Uganda, habían horrorizado a la opinión pública mundial.
. Nuestros nombres (en iniciales, eso sí) e incluso, hasta la calle dónde vivo, fueron publicados
por algunos medios sin que nadie se molestase en comprobar la veracidad de los hechos.
Fui puesto en libertad a los tres días, pero la alarma social suscitada por el caso, inclinó al juez a
mantener la prisión para mis amigos brasileños, que estuvieron dos meses encarcelados en la
prisión de Soto del Real. Hasta ese momento yo era el responsable oficioso de temas de drogas
en el periódico. Y en la entrevista que mantuve con el director nada más volver a mi puesto de
trabajo en El Mundo, éste me dijo, con lógica “el responsable de drogas del periódico no podía
estar acusado de narcotráfico, y que, mientras se resolvía el caso preferían que me mantuviese
un tiempo alejado de la circulación”. Me mandaron al suplemento inmobiliario con la
recomendación expresa de “hacer el reportaje de mi vida, preparando mi defensa para que no
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saliera algo indeseable”.
Y así lo hice. Durante varios meses, investigué sobre el asunto, hablé con científicos,
etnobotánicos, antropólogos, juristas y todo tipo de personas para preparar un buen dossier que
avalara nuestra defensa. Asociaciones indígenas de Latinoamérica, destacados teólogos de la
Teoría de la Liberación, una docena de obispos brasileñas, los principales científicos sobre la
materia del mundo........... Todos enviaron cartas de apoyo, informes periciales y proclamas
denunciando la injusticia que se esta cometiendo con nosotros. Dos meses después, salieron los
análisis de la sustancia intervenida: el contenido de DMT de esa Ayahuasca, era de un 0,08%
(cantidad irrelevante según los catálogos de la ONU) y el informe del Instituto Nacional de
Toxicología aseveraba que con ese porcentaje no se preveía ningún peligro para la salud pública
en cuanto a su consumo. En Octubre de ese mismo año la Audiencia Nacional decidió archivar
el caso, ya que no había encontrado ningún “indicio de delito” en la utilización de ésta,
liberándonos de cualquier tipo de cargo. Todo bien. La pesadilla se acabó. Mis amigos
brasileños volvieron seis meses después a sus casas (el chamán sí que volvió “alucinado” por
todo lo que le había pasado) y en el periódico suspiraron de alivio devolviéndome a mis
funciones como periodista normalizado y, en cierta forma, me asignaron un puesto mejor que el
que tenía.
Atrás, sin embargo, quedaba la zozobra sufrida por mi mujer y mis 3 hijos durante todo el
tiempo que duró el proceso. Por último, la noticia del archivo del caso, apenas ocupó unas líneas
en los mismo medios que se encargaron de difundir ampliamente la nota de prensa hecha por la
policía. La historia de siempre.........
Lo sucedido obró en mí una extraña catarsis. Recordando el tiempo pasado en la celda me
preguntaba: ¿Qué habría pasado si en ves de ser un periodista con un reconocido currículo,
apoyado por una familia, por un medio de comunicación, por unos compañeros y amigos que
saben moverse por el mundo y con capacidad para entablar una batalla legal, hubiese sido un
infeliz sin
tener
dónde agarrarse,
un
inmigrante,
un
yonki,
un
paria
de
esta
sociedad?.....!Prefiero no pensarlo!.
Aparte de las heridas humanas, por lo menos lo ocurrido me abrió los ojos sobre el daño que
podemos hacer los periodistas cuando publicamos las noticias sin comprobar su veracidad. Una
nota policial no es suficiente “para castigar” al presunto culpable. Esta palabra “presunto” cada
vez se utiliza menos (salvo que el protagonista en cuestión sea una persona de renombre o con
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cobertura legal para poder interponer una demanda) y la rapidez con la que trabajamos los
periodistas, nos obliga muchas veces a precipitarnos en nuestras conclusiones. A mí, lo
sucedido me hizo reavivar internamente el viejo debate sobre si se deben publicar las
identidades de los detenidos y hasta dónde debe llegar la autocensura de un profesional de la
comunicación: ¿la que marca la lógica? ¿la que demande el derecho de intimidad de las
personas? ¿la que propone la ética frente a la casi imposible reparación del daño realizado
si la equivocación se confirma?.....
Yo, de momento, decidí -y así se lo comuniqué a mis jefes- eliminar los nombre (incluso las
iniciales) de las noticias que me han tocado editar posteriormente sobre estos temas, salvo que
tenga un conocimiento personal de ese caso, o, exista una sentencia firme condenatoria al
respecto. Desde entonces, siempre pienso que “ese presunto” delincuente puede tener mujer,
marido, hijos, madre, padre......Y que al fín de cuentas ellos van a ser los grandes perdedores de
esa historia.
Otro ejemplo lo encontramos con los gitanos. Las estadísticas dicen que sólo el 10% se dedica
al tráfico de drogas y que, en cambio, es difícil encontrar una familia de esta etnia que no tenga
un miembro muerto por sobredosis, sida o que esté encarcelado. Ellos sí que han perdido ésta
batalla. Y, todo hay que reconocerlo, los medios somos bastante culpables de esta
estigmatización social. Los propios policías que trabajan a diario en La Rosilla, reconocieron
públicamente que el problema de la droga no es un asunto del Ministerio del Interior (las
cárceles están llenas de infelices atrapados en la rueda de la exclusión social), ni del Ministerio
de Justicia y sí del de Sanidad.
Personalmente apuesto por esa línea: mano dura con los NARCOS DE VERDAD Y MÁS
COMPASIÓN CON SUS VÍCTIMAS.
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Mesa Redonda 6
“¿Qué se está haciendo en las distintas CC.AA.?
Ponentes:
JUAN CARLOS ESCUDERO MAYORAL
Secretario Técnico para el Plan Integral sobre Drogas de Extremadura.
FERMIN CASTIELLA LAFUENDE
Director Técnico del Plan Foral de Drogodependencias de Navarra.
JUAN DEL POZO IRRIBARRIA
Director Técnico del Plan de Drogodependencias de la Rioja.
MANUEL ARAUJO GALLEGO
Comisionado del Plan Autonómico de Drogodependencias de Galicia.
FELIX FERREIRO CURRAS
Jefe del Servicio de Coordinación del Plan de Drogas de Asturias
Coordinador
ALEJANDRO GAÑAN DURAN. S.I.A.D
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Juan Carlos Escudero Mayoral
Secretario Técnico para el Plan Integral sobre Drogas de Extremadura.
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN ENTRE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA Y LA
JUNTA DE EXTREMADURA A TRAVÉS DE LOS CENTROS DE TRATAMIENTO
DE
DROGODEPENDIENTES.
INTRODUCCIÓN.
Desde 1992 la Junta de Extremadura y el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura
han venido colaborando en la posibilidad de realizar un cumplimiento de condenas de
drogodependientes en un medio alternativo a los centros penitenciarios. Esta colaboración ha
permitido que un gran número de drogodependientes hayan podido cumplir sus condenas al
mismo tiempo que realizaban un programa de tratamiento.
La aprobación del nuevo Código Penal supuso un importante avance en la normativa en cuanto
al cumplimiento de condenas, recogiendo expresamente esta posibilidad de compatibilidad de
cumplimiento de condenas y tratamiento alternativo al medio penitenciario.
La sensibilidad manifestada de la Administración de Justicia en la Comunidad
Autónoma hacía la utilización de esta herramienta vigente en nuestro marco
legislativo, junto con la responsabilidad de la Junta de Extremadura en asumir estos
pacientes, han permitido que más de 300 pacientes se hayan visto beneficiados de
esta intervención conjunta y desde la aprobación del nuevo Código Penal más de
200 personas han realizado un programa de tratamiento en lugar de cumplir su
condena en los centros penitenciarios.
Además la implicación de la Administración de Justicia ha llegado más allá de la propia
aplicación de la norma, sino que han entendido la complejidad de los procesos de tratamiento
permitiendo (sobre todo con el nuevo Código Penal) que el cumplimiento de las medidas se
realizase en el medio ambulatorio de tratamiento (124 personas), con lo que no se producía el
desarraigo de su entorno más cercano y por tanto, las posibilidades de incorporación social y
laboral se incrementaban de forma importante.
El gran número de pacientes que pueden verse afectados por la aplicación del Código Penal, la
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existencia de una amplia red de atención a drogodependientes y la complejidad de la
información que deben intercambiar la Administración de Justicia y los diferentes centros de
tratamiento, hace que debamos establecer el marco de relación y, sobre todo, la protocolización
de la misma.
Igualmente debemos incrementar nuestro grado de responsabilidad definiendo los
programas de tratamiento que ofrecemos a los pacientes y, por extensión, a la
Administración de Justicia, identificando los centros que van a dar garantías a la
decisión adoptada en las sentencias y sobre todo no dando por válidas otras ofertas
terapéuticas existentes y que, pese a que haya casos a los que les sirva para
abandonar el consumo de drogas, no tienen un nivel de competencias técnicas
suficientes para respaldar las decisiones de la administración de justicia.
Por último, también ponemos a disposición de la Administración de Justicia la posibilidad de
que los profesionales de los centros compartan la responsabilidad de las decisiones aportando su
experiencia y profesionalidad en los procesos judiciales.
OBJETIVOS.
Ofrecer a la administración de justicia un procedimiento que garantice el seguimiento
y la información sobre los pacientes sujetos a medidas de sustitución y otras en
Centros de Tratamiento debidamente autorizados.
Establecer un sistema único de comunicación entre los Centros de Tratamiento
debidamente autorizados y los Juzgados.
Protocolizar el modelo por el que se debe certificar la condición de drogodependencia
en cumplimiento del Artículo 20.8 de la Ley 1/99 de 29 de marzo de Prevención,
Asistencia y Reinserción de Drogodependientes a efectos de ser aportado en los
procedimientos judiciales para los que sea solicitado por los interesados.
Unificar los modelos de informes que deban remitirse desde los Centros de
Tratamiento debidamente autorizados a los órganos judiciales correspondientes.
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Posibilitar que los profesionales de los Centros de atención a los drogodependientes
pertenecientes a la Consejería de Sanidad y Consumo puedan aportar sus
conocimientos y experiencia a la hora de la toma de decisiones judiciales de causas
relacionadas con el consumo de drogas.
Identificar los Centros de tratamiento de drogodependientes que cumplen con los
requisitos exigidos para realizar programas asistenciales con drogodependientes y que
están debidamente autorizados por la Administración Autónoma.
SITUACIONES JUDICIALES.
Las situaciones judiciales más habituales que podremos encontrarnos en el caso de
drogodependientes que hayan delinquido y que pueden afectar a su programa de
tratamiento, objeto principal del presente protocolo, serían: suspensión de
condena, sustitución de condena, medida de seguridad, libertad condicional e
indulto.
SUSPENSIÓN DE CONDENA.
Podemos encontrarnos con las siguientes situaciones:
En el caso de penas inferiores a los dos años y concurren las situaciones de haber
delinquido por primera vez o cuando se han satisfecho las responsabilidades
civiles o es insolvente:
Es ente caso no es necesario o al menos no es imprescindible que el reo esté en
tratamiento por su adicción a las drogas o deba comenzar un programa de tratamiento
para que se proceda a la sustitución de la condena.
En el caso de penas superiores a dos años e inferior a tres o bien que no sea la
primera vez que delinque el acusado aunque la condena sea inferior a dos años
se aplicaría suspensión o sustitución de la condena, debiendo tener en cuenta los
apartados siguientes:
Se certifique que el condenado ha superado un programa de tratamiento de
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forma satisfactoria, que está en tratamiento o va a iniciarlo (aunque no hubiera
iniciado este tratamiento durante la tramitación del procedimiento; o cuando recayó
sentencia si en ese espacio de tiempo ha iniciado un tratamiento o incluso acredita que
va a iniciarlo inmediatamente), según los diferentes modelos anexos al presente
protocolo.
SUSTITUCIÓN DE PENA.
Cuando la pena privativa de libertad es inferior a un año (teniendo en cuenta la peligrosidad del
reo, la naturaleza del delito y el esfuerzo en la reparación del daño), puede ser sustituida por
arresto de fin de semana o de multa.
LIBERTAD CONDICIONAL.
Para penas de menos de un año.
Para penas entre uno y dos años con ciertos requisitos: primera vez, que se
encuentre en tratamiento de deshabituación, o que esté ya deshabituado.
MEDIDA DE SEGURIDAD.
Aplicable para penas de más de tres años en los casos de que cuando se cometió el
delito estuviera afectado por alguna anomalía psíquica que le impidiera conocer la
ilicitud del hecho, estuviera bajo una intoxicación plena por el consumo de drogas o
se hallase en estado de síndrome de abstinencia por el consumo de drogas, siempre
que tal grado de intoxicación o abstinencia sean de tal intensidad que le impidan
conocer la trascendencia del delito.
Cuando no concurran las circunstancias que permitieran establecer una medida de
seguridad no privativa de libertad, se aplicaría una medida de seguridad en régimen
de internamiento ( centro psiquiátrico o de tratamiento de drogodependientes):
El periodo máximo de la medida de seguridad no podrá exceder de lo establecido en
la sentencia.
En los casos de internamiento, cuando por parte del centro de tratamiento se
informara en términos satisfactorios de cumplimiento del programa terapéutico, se
solicitará el cambio de aplicación de la medida de seguridad en régimen ambulatorio.
INDULTO.
Es una facultad discrecional del Consejo de Ministros, que puede ser solicitada tanto por el
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condenado como por un tercero a su favor. Se trata de una medida general que no afecta de
forma específica a los drogodependientes, debiendo este caso apoyarse la solicitud en un
informe lo más detallado posible donde debe figurar de forma inexcusable que:
En la fecha de cometerse el delito era consumidor habitual de drogas lo que
provocó la comisión de ese delito.
Actualmente se encuentra totalmente rehabilitado por lo que habría
desaparecido la causa que le movía a delinquir.
En determinados casos previstos en el Código Penal, la petición de indulto
podría conllevar la suspensión en la ejecución de la condena mientras se
tramita.
SUSPENSIÓN ESPECIAL POR ENFERMEDAD MUY GRAVE.
El Art. 80.4 del Código Penal otorga a los Tribunales Sentenciadores la posibilidad de
suspender cualquier pena, cuando el condenado esté afectado por “una enfermedad muy grave
con padecimientos incurables”, sin tener en cuenta ningún otro requisito salvo que cuando
cometió ese delito ya tuviera suspendida otra condena por esa misma causa.
El informe en que se base esta petición deberá reflejarse lo más detalladamente posible que:
Sin ningún genero de dudas, se trata de una enfermedad muy grave.
Conlleva padecimientos incurables.
No tuviera suspendida otra condena en el momento en que se cometió el
delito que origina esta pena.
CENTROS DE TRATAMIENTO DE LAS DROGODEPENDENCIAS AUTORIZADOS
PARA EL CUMPLIMIENTO DE MEDIDAS JUDICIALES.
Los Centros a los que nos referimos son aquellos donde se realiza una intervención
específica sobre los drogodependientes, con objeto de realizar un abordaje integral
sobre éstos que conduzca a un abandono del consumo de drogas, una mejor relación
con dicho consumo o una mejoría es un su estado de salud.
La Consejería de Sanidad y Consumo dispone de una amplia red de Centros
Ambulatorios, denominados CE.D.EX. que suelen ser la puerta de entrada a la red
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asistencial. Todos los Centros cuentan con un equipo profesional formado por
médicos,
psicólogos,
ATS/DUE
y trabajadores sociales,
desarrollando su
intervención como Equipo Terapéutico.
Desde los CE.D.EX. se determina el ingreso en los Centros de internamiento, así
como en las Unidades de Desintoxicación Hospitalaria. Igualmente son los Centros
los que determinan (además de las Comunidades Terapéuticas) la inclusión en
programas de incorporación laboral dependientes de la Administración Autonómica.
Todos los Centros trabajan con la metodología de Contrato Terapéutico suscrito entre
el centro, el paciente y la familia responsable del tratamiento. Está imponiéndose la
metodología de Contrato Terapéutico Individualizado con objetivos pactados y por
tanto asumibles, donde impera la realidad evidente de que no sirve la norma del
“todo o nada”. A través de la búsqueda o consecución de un gran número de
objetivos intermedios se puede llegar a la abstinencia, pero si esto no es posible,
habremos conseguido otros objetivos que, sin duda alguna, contribuirán a un mejor
estado de salud individual, familiar, social y de salud pública.
Igualmente, existen otros Centros de tratamiento que realizan su intervención en
régimen de internamiento, realizando programas que implican una mayor intensidad
en la intervención, siendo destinatarios principales de estos recursos los
drogodependientes que carecen de las habilidades o apoyos suficientes para poder
realizar un programa de tratamiento en régimen ambulatorio con unas garantías
mínimas de éxito.
En los Centros en régimen de internamiento se compatibilizan las intervenciones en
el ámbito terapéutico sobre la situación de dependencia, con otras que hacen posible
el inicio de un proceso de incorporación laboral.
Otros recursos intermedios entre las Comunidades Terapéuticos y los Centros
ambulatorios son los Programas de Día y los Centros de Emergencia Social o acogida
inmediata, donde las intervenciones específicas están limitadas en el tiempo y son el
inicio de una intervención integral sobre los drogodependientes.
Los Programas de Reducción de los Riesgos y los Daños, entendidos únicamente
como programaciones que tratan de evitar riesgos y daños asociados al consumo de
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drogas realizados por las Unidades Móviles, no deben ser considerados como
programas integrales de intervención al carecer de profesionales del ámbito
psicosocial y por tanto no deben ser considerados como programas donde deba
aplicarse el presente protocolo.
PROGRAMAS DE TRATAMIENTO.
PROGRAMA DE DESINTOXICACIÓN
Suele ser la primera intervención que se realiza con los drogodependientes que
acuden a los Centros de tratamiento. Aunque definido como Programa, realmente
sería la primera fase de intervención de otros programas que requieren la abstinencia
para completar las intervenciones.
El objetivo principal será restablecer el equilibrio de los sistemas neurales alterados
por el consumo crónico de la sustancia (desintoxicación física).
Para poder realizar un proceso de desintoxicación, se precisa una evaluación previa
que permita decidir sobre el tratamiento a seguir, pautas de intervención o el medio
en que se realizará la desintoxicación, pudiendo ser de forma ambulatoria (o
domiciliaria) u hospitalaria.
Los requisitos básicos para realizar desintoxicaciones ambulatorias son:
Intensa motivación para realizar un programa de forma ambulatoria.
Apoyo familiar importante, ya que se precisa de un familiar de apoyo para la
dispensación de los fármacos.
Sin sintomatología orgánica o psiquiátrica que requiera observación continuada y
tratamiento.
Cuando no se prevea un Síndrome de Abstinencia complicado.
Los instrumentos o tipos de desintoxicaciones de los que disponemos en los Centros
de tratamiento son:
Desintoxicación sintomática: consiste en la dispensación de fármacos que tratan
de aliviar la sintomatología que se origina al abandonar el consumo de cualquier
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droga. La duración de esta pauta puede ser de 6-8 días.
Desintoxicación con agonistas (metadona, LAAM, dextropropoxifeno):
fármacos que se utilizan para la desintoxicación de los consumidores de
derivados opiáceos (heroína fundamentalmente) y que, básicamente, consiste en
utilizar un fármaco de efectos similares a la droga que se consume, pero bajo
prescripción médica, con dosis terapéuticas y ausencia de efectos consecutivos a
la automedicación. La duración de esta pauta puede llegar a los 21 días.
Desintoxicación mixta: pauta de desintoxicación que utiliza fármacos agonistas
y antagonistas. Su principal ventaja radica en la rapidez de la desintoxicación,
con síntomas más escasos en el tiempo y de menor intensidad. La duración puede
ser de escasamente 36 horas (o inferior en régimen de internamiento).
PROGRAMA LIBRE DE DROGAS.
Conjunto de intervenciones flexibles y amplias para drogodependientes y sus familias
en su mismo entorno social y de residencia. Estos programas no utilizan sustancias o
fármacos sustitutivos en el marco de sus intervenciones. Los métodos que se utilizan
son la terapia individual, de grupo y de familia, asistencia psicosocial y de salud,
intervenciones en crisis y apoyo social y educativo.
Para lograr estos objetivos se llevan a cabo determinadas intervenciones y programas
específicos:
Desintoxicación ambulatoria u hospitalaria, como fase previa a su inclusión en el
programa.
Abordaje psicológico durante todo el proceso.
Programa de Mantenimiento con Naltrexona.
Programa de Inserción Sociolaboral.
Programa de Educación para la Salud.
Programa de Escuela de Padres.
Los requisitos o condicionantes que se recomiendan para la inclusión de pacientes en
este programa son:
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Intensa motivación para realizar un programa de tratamiento en régimen
ambulatorio.
Apoyo familiar importante, como parte importante del proceso terapéutico.
Las líneas generales de seguimiento son:
Citas periódicas intensas, al menos dos citas semanales, con controles de
abstinencia y seguimiento conjunto con la familia de apoyo.
Una vez que el paciente se encuentra estabilizado, las citas pueden ser más
distanciadas en el tiempo, sin bajar la intensidad de la intervención.
Todos los objetivos a cumplir quedan especificados a través del Contrato
Terapéutico Individualizado.
Podemos decir que se trata del programa de más altas exigencias de los que se
realizan en el medio ambulatorio.
PROGRAMAS CON APOYO FARMACOLÓGICO.
Programa de Mantenimiento con Metadona. P.M.M
Administración continuada de metadona en dosis relativamente estables y por vía oral, durante
un periodo de tiempo superior a los 21 días, y llevando a cabo de forma paralela un seguimiento
y un refuerzo socio-sanitario.
Programa de Tratamiento con Naltrexona. P.T.N.
Su objetivo principal es mantener la abstinencia a opiáceos, anulando sus efectos reforzantes.
Programa de tratamiento con LAAM.
Es un medicamento agonista opioide similar a la metadona, cuya característica más importante
con respecto a esta es que la duración de su efecto es mayor, por lo que no es necesaria tomarla
todos los días (cada tres días).
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Otros programas que pudieran ser incluidos con la aparición de nuevos fármacos.
Con los programas de tratamiento con apoyo farmacológico pretendemos apoyar las
intervenciones que se realizan desde la esfera psicosocial.
Para lograr los objetivos que se buscan con los pacientes pueden utilizar las mismas técnicas
especificadas en el apartado de programa libre de drogas.
Las líneas generales de seguimiento son:
Citas periódicas.
Controles de abstinencia.
Seguimiento conjunto con la familia de apoyo.
Todos los objetivos a cumplir quedan especificados a través del Contrato Terapéutico
Individualizado.
PROGRAMA DE REDUCCIÓN DE LOS DAÑOS Y LOS RIESGOS ASOCIADOS AL
CONSUMO DE DROGAS.
La dependencia de las drogas es un proceso recurrente. Como parte de la historia natural del
mismo, el paciente pasa por distintos estados evolutivos. Aunque el abandono del consumo es la
opción más deseable, no siempre es la más realista. Para aquellos pacientes que no pueden
todavía mantenerse abstinentes hay opciones que les ayudarán a reducir los daños y los riesgos
asociados al consumo, y a mejorar su calidad de vida.
Son intervenciones coordinadas dirigidas a minimizar los daños asociados al consumo de
drogas. Las intervenciones dirigidas a la reducción de daños no tienen como meta detener el
consumo de drogas y por tanto los controles de abstinencia no son obligatorios en los primeros
momentos de las intervenciones.
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PROGRAMAS EN RÉGIMEN DE INTERNAMIENTO.
Son programas de intervenciones intensas en el tiempo, concretas en la intervención e integrales
desde el punto de vista profesional.
La abstinencia es el objetivo último de los programas en régimen de internamiento.
Las intervenciones tienen una programación temporal, con un periodo máximo de estancia en
los Centros. Aún no existiendo uniformidad, podríamos afirmar que los objetivos que no se
hayan conseguido en un periodo máximo de 12-15 meses, difícilmente se conseguirán con una
estancia mayor en el centro. Por tanto, podríamos afirmar que el periodo máximo podría fijarse
en los 15 meses, con la lógica flexibilidad que vendrá determinada por los propios profesionales
de los Centros atendiendo a la evolución seguida por los drogodependientes durante su
permanencia en el mismo.
Algunos programas en régimen de internamiento complementan y compatibilizan su
intervención con programas con apoyo farmacológico, pudiendo compatibilizarlos cuando las
características estructurales del mismo así lo permitan.
MODELOS DE INFORMES.
Las dificultades de protocolizar las intervenciones se minimizan si todas las partes que
intervienen utilizan el mismo lenguaje, canalizan la información de forma uniforme y la
distribuyen de la misma manera. Con este apartado queremos crear herramientas que
disminuyan las dificultades inherentes a diferentes lenguajes y canales de distribución de la
información entre dos administraciones diferentes, que cuentan con objetivos similares y que no
son otros que prestar un mejor servicio a sus administrados.
INFORME DE CERTIFICACIÓN DE DROGODEPENDENCIA.
El informe de certificación de drogodependencia se elaborará siempre a petición del
paciente.
No obstante, se ofertará de oficio al interesado cuando se tenga conocimiento de que
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un paciente tiene pendiente una causa judicial al objeto de ser aportado y por los
beneficios que pudieran serle concedidos.
Dicho informe será detallado en el tiempo de consumo, debiendo incluir el tipo de
droga consumida, el grado de adicción y el nivel de gravedad según DSM IV, así
como otras patologías psiquiátricas o deficiencias que presente el paciente.
Se elaborará en los Centros de Tratamiento autorizados, por parte del Equipo
Terapéutico y firmado por el Coordinador o Director de los mismos.
INFORME DE TRATAMIENTO DE DROGODEPENDENCIA.
Podrá ser solicitado por el propio paciente o por las instancias judiciales
correspondientes.
El informe de tratamiento de drogodependencia será necesario para solicitar la
sustitución
suspensión de condena y previamente al ingreso en prisión.
El informe recogerá datos completos sobre antecedentes de consumo y
tratamientos, diagnóstico, así como tipo de tratamiento actual y régimen del
mismo.
Se elaborará en los Centros de Tratamiento autorizados, por parte del Equipo
Terapéutico y firmado por el responsable de dicho tratamiento, así como por parte
del Coordinador y Director de los mismos.
INFORMES DE CUMPLIMIENTO DE MEDIDA JUDICIAL EN CENTRO DE
TRATAMIENTO.
Una vez recibida resolución de sustitución o suspensión de condena en Centro Terapéutico, e
iniciado el cumplimiento de la misma, los informes que se emitirán desde los Centros de
Tratamiento autorizados, a la instancia judicial que corresponda serán los siguientes:
INFORME DE INICIO DE CUMPLIMIENTO DE MEDIDA.
Se remitirá al Juzgado que haya dictado la medida sustitutiva o la
suspensión.
Se elaborará y remitirá cuando haya dado comienzo dicho cumplimiento, al
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objeto de informar sobre dicha circunstancia, así como sobre el propio
tratamiento.
El informe recogerá datos completos sobre antecedentes de consumo y
tratamientos, diagnóstico, así como tipo de tratamiento actual y régimen del
mismo.
Se elaborará en los Centros de Tratamiento autorizados, por parte del Equipo
Terapéutico y será firmado por el responsable del tratamiento y el Coordinador
o Director del Centro.
INFORME DE SEGUIMIENTO.
Durante el tiempo que determine la medida judicial se remitirán los
correspondientes informes de seguimiento, siendo la periodicidad de dichos
informes la siguiente:
Medidas en régimen ambulatorio: Cada mes.
Medidas en régimen de internamiento: Cada tres meses.
Dichos informes darán conocimiento periódico sobre la situación del
paciente y la evolución en el tratamiento a la instancia judicial que dictó el
cumplimiento, asegurando así el seguimiento del mismo.
Los informes de evolución recogerán:
La evolución del paciente en todos los ámbitos de intervención.
Información sobre posibles consumos y medidas adoptadas desde el Centro, siempre en
consonancia con el tratamiento en que se encuentre y con los objetivos terapéuticos que
se hayan establecido.
Posibles cambios a introducir en el programa de tratamiento, o cambios en el tipo de
programa, en su caso.
Se elaborarán en los Centros de Tratamiento autorizados, por parte del
Equipo Terapéutico y serán firmados por el responsable del tratamiento y el
Coordinador o Director del Centro.
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INFORME DE INCIDENCIAS
Los informes sobre incidencias se remitirán al órgano judicial que corresponda en cada
caso, cuando se produzcan situaciones excepcionales.
Mediante los informes de incidencias se dará conocimiento de dichas situaciones a la
instancia judicial competente.
Las circunstancias excepcionales que deberán recogerse, en su caso, serán:
Cambio de centro de tratamiento.
Abandono del tratamiento:
En el caso de medidas de internamiento: cuando se produzca el abandono del centro.
En el caso de medidas en régimen ambulatorio: cuando el paciente falte a tres citas
consecutivas o no acuda al centro durante dos semanas.
Grave conflicto.
Se elaborará en los Centros de Tratamiento autorizados, por parte del
responsable del tratamiento y será firmado por éste así como por el
Coordinador o Director del Centro.
SOLICITUDES DE SALIDAS.
Las salidas del Centro de Tratamiento en régimen de internamiento serán solicitadas
siempre que así lo haya determinado la autoridad judicial, y en todo caso cuando se trate de
una medida de seguridad.
En dicha solicitud se recogerá la indicación para dicha salida del Centro, el lugar de
residencia durante dicha salida, día y hora de salida y regreso al Centro de Internamiento,
así como alguna pauta de continuación de tratamiento durante la misma, en su caso.
Se remitirá desde los Centros de Tratamiento y será firmado por el responsable del
tratamiento y el Coordinador o Director del mismo.
INFORME FINAL DE CUMPLIMIENTO DE MEDIDA.
Deberá remitirse al órgano judicial que dictó la medida, como último informe de
seguimiento.
El informe final de cumplimiento de medida judicial será remitido al término de la misma.
Dicho informe detallará la situación actual del paciente, así como las consideraciones
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oportunas sobre el proceso de cumplimiento de medida en el Centro de Tratamiento.
Se elaborará en los Centros de Tratamiento autorizados, por parte del Equipo Terapéutico y
será firmado por el responsable del tratamiento y el Coordinador o Director del Centro.
INFORME DE ALTA TERAPÉUTICA TRAS REALIZAR UN PROGRAMA DE
TRATAMIENTO.
El cumplimiento de una medida judicial sustitutiva o suspensión de medida en Centro de
Tratamiento de Drogodependencias y el alta terapéutica en Programa de Tratamiento de
Drogodependencias son dos situaciones distintas y que pueden no coincidir en el tiempo.
El informe final de terminación del tratamiento se remitirá cuando se hayan alcanzado los
objetivos terapéuticos establecidos y se considere que puede producirse el alta en el
programa, independientemente de que la medida haya sido cumplida en su totalidad.
Su remisión a la autoridad judicial tendrá por finalidad dar a conocer dicha circunstancia, al
objeto de que se determinen las instrucciones pertinentes.
El informe de alta terapéutica en programa de tratamiento detallará la situación actual del
paciente, los objetivos alcanzados, el pronóstico y las alternativas de continuación en otro
tratamiento o, en su caso, alta definitiva.
Se elaborará en los Centros de Tratamiento autorizados, por parte del Equipo Terapéutico y
será firmado por el responsable del tratamiento y el Coordinador o Director del Centro.
INFORME DE NORMALIZACIÓN Y REHABILITACIÓN.
No es infrecuente encontrarnos con situaciones de drogodependientes que han
conseguido una abstinencia al consumo de drogas, normalizar su situación social y
familiar y tener que cumplir una condena, por hechos acontecidos durante su época
de consumo, que podría significar una ruptura con la situación actual.
Ante estas situaciones, los Centros de tratamiento podrán elaborar un informe de
normalización y rehabilitación.
Será elaborado cuando se solicite por el interesado, por iniciativa del centro de
tratamiento o por las instancias judiciales correspondientes.
Su remisión tendrá por objeto informar sobre dicha situación a efectos de concesión
de la libertad condicional, solicitud de indulto, así como para los casos de suspensión
o sustitución de medida.
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Recogerá la situación de alta terapéutica en un programa que contemple entre sus
objetivos la abstinencia en el consumo de drogas y éstos se hayan cumplido
satisfactoriamente, debiendo recoger información sobre el tratamiento realizado,
situación actual médica y psicológica, así como situación de incorporación social y
laboral. En el caso de petición de indulto deberá reflejar lo recogido específicamente
en el apartado correspondiente a petición de indulto del presente protocolo.
Si el interesado no hubiera realizado el programa de tratamiento anteriormente
aludido en el Centro que emite el informe, deberá aportarse la documentación
necesaria y proveniente del /de los Centros de origen, debiendo en ese caso hacer
constancia expresa de este hecho.
En el caso de que no se hubiese realizado ningún programa de tratamiento y la
normalización se hubiera conseguido con los cambios personales, familiares y
sociales acontecidos con el tiempo, deberá ser expuesta esta situación de forma clara,
con un relato de los hechos, apoyados con la documentación que a tal efecto pueda
ser aportada.
Se elaborará en los Centros de Tratamiento autorizados, por parte del Equipo
Terapéutico y será firmado por el responsable del tratamiento, en su caso, y por el
Coordinador o Director del Centro.
INFORME DE ENFERMEDAD MUY GRAVE CON PADECIMIENTOS
INCURABLES.
El consumo de drogas cuenta con unos riesgos añadidos, básicamente relacionados
con el consumo parenteral de las mismas, como son la trasmisión del SIDA, la
Hepatitis B o C y otras enfermedades relacionadas. En la Comunidad Autónoma, más
del 70% de los casos diagnosticados de SIDA están vinculados con el consumo de
drogas, por tanto la frecuencia en que nos encontraremos situaciones de
drogodependientes VIH + o enfermos de SIDA será elevada.
Ante la previsible situación de drogodependientes que padezcan una enfermedad en
los términos en que se expresa el Código Penal, los Centros de tratamiento podrán
elaborar un informe de enfermedad muy grave que deberá ser acompañado por todo
tipo de informes de otros niveles de la asistencia sanitaria que pudieran ser aportados,
siendo por tanto este informe un documento más del expediente del paciente.
Será elaborado cuando se solicite por el interesado, por iniciativa del centro de
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tratamiento o por las instancias judiciales correspondientes.
Su remisión tendrá por objeto informar sobre dicha situación a efectos de concesión
de suspensión especial por enfermedad muy grave.
Recogerá toda la información posible sobre su situación médica relativa al/los
proceso/s diagnosticados en el paciente. Si ha lugar, se acompañará de los diferentes
informes de drogodependencia que tenga el paciente, fundamentalmente en lo
referido a la certificación de drogodependencia, de tratamiento o de rehabilitación.
Se elaborará en los Centros de Tratamiento autorizados, por parte del Equipo
Terapéutico y será firmado por el médico del centro y por el Coordinador o Director
del Centro.
Fermín Castiella Lafuente.
Director Técnico del Plan Foral de Drogodependencias de Navarra
Navarra es una Comunidad Autónoma uniprovincial. En ella vivimos algo más de medio millón
de habitantes. La densidad de población es de 30 habitantes por Km2.
Más del 50% de la población vive en Pamplona y su entorno. La red asistencial a la población,
cuenta con 52 Centros de Salud, 8 Centros de Salud Mental (5 en Pamplona y alrededores) 2
Hospitales de nivel terciario y otros 2 Comarcales para las zonas de Estella y Tudela.
No existe una red específica de atención a personas drogodependientes. La atención a ellas se
articula a través de la red de Salud Mental. Como complemento a la atención ambulatoria, el
Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea tiene concertadas 92 plazas en Comunidades
Terapéuticas, en tres Centros y un Centro de Día específico.
En el año 1.998 el equipo terapéutico del Centro de Día Zuria, se constituye en equipo de
apoyo a las personas ingresadas en la Prisión Provincial. Los motivos de no constituir un
equipo exclusivo para la prisión fueron, fundamentalmente, parte de complementar y apoyar al
magnífico equipo de profesionales existente, se pretendía que un centro externo fuera referente
cuando los internos abandonaran el Centro, ya que se había constatado esa pérdida de
continuidad terapéutica.
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En toda la red asistencial de Salud también están integrados los programas de mantenimiento
con sustitutivos opiáceos.
En Navarra dependiendo del Ministerio de Justicia existen los siguientes juzgados:
Partido judicial de Pamplona:
4 juzgados de instrucción
3 juzgados de lo penal
Audiencia Provincial con 3 secciones
1 juzgado de vigilancia y menores.
Partido judicial de Aoiz:
1 juzgado de instrucción
Partido judicial de Estella:
2 juzgados de instrucción
Partido judicial de Tafalla:
2 juzgados de instrucción
Partido judicial de Tudela:
3 juzgados de instrucción.
La prisión provincial, edificio con más de 100 años de historia, no reúne lo que podríamos
denominar las condiciones idóneas para garantizar un proceso de inserción ( sí aceptamos que
una cárcel puede ser un centro adecuado para favorecer la inserción de personas enfermas que
han cometido algún delito.) La capacidad de la misma es como para unos 200 hombres y la
sección de mujeres, recientemente acondicionada con capacidad para 15 personas. En ella
trabajan unos 100 profesionales.
Las relaciones profesionales entre quienes trabajan en el interior y la red comunitaria, permiten
que en la Prisión se desarrollen multitud de actividades y que la salida de interior a otros
programas sea también numerosa con los consabidos beneficios.
Cuando se elaboró el Plan Foral de Drogodependencias (años 19092-93), en el Programa de
Asistencia e Intervención se recoge como objetivo intermedio:
"Se garantizará la asistencia de aquellas personas que cumplen condena por motivos
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consecuentes a su drogodependencia siempre que exista una colaboración entre la
Administración de Justicia y la red asistencial".
Una de las actividades del mencionado objetivo se refiere a: "Crear un grupo de trabajo
jurídico-penal que elabore los criterios de actuación".
El Subprograma judicial del propio P.F.D. recoge también otros dos objetivos intermedios:
a) Favorecer la sustitución de las penas de aquellos consumidores que cometan delitos por la
integración en programas asistenciales, estableciendo las relaciones de colaboración
oportunas entre la Administración de Justicia y la red asistencial.
b) Garantizar el seguimiento por la Administración de Justicia de las personas que cumplen
condena en centros de rehabilitación.
Estos compromisos, en clave de objetivos, obligan a la Dirección Técnica del PFD a dar los
pasos necesarios para tratar de cumplirlos. Para ello, se creó un grupo de trabajo sobre aspectos
jurídico-penales compuesto por representantes de la Judicatura (3), Fiscalía (1), Forenses (1),
técnicos del Centro Penitenciario (2), Servicios Sociales Penitenciarios (2), Red asistencial (2),
Dirección Técnica del PFD (2) y Sección de Estupefacientes (1)
Este grupo se constituye en junio de 1995 y 18 meses después presenta un documento con las
conclusiones del proceso.
El producto resultante de este grupo de trabajo debería hacer referencia a todo un proceso que
fuera desde la fase de detención hasta la de la ejecución de sentencia, pasando por la instrucción
y juicio.
Las normas de funcionamiento marcadas por el propio grupo, determinan que se reunieran al
menos cada 2 meses y las propuestas que se revisaran serían aquellas que se envíen con 15 días
de antelación a cada sesión, con el fin de que todos los componentes del grupo pudieran
profundizar en ellas.
El grupo ha soportado sus reflexiones en el análisis de las Leyes Procesales (viejo y nuevo
Código Penal, nuevo Reglamento Penitenciario) y cuantos estudios y trabajos han aportado
sus miembros (merece especial mención los trabajos efectuados por la Fundación Bartolomé de
Carranza)
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El grupo fue analizando las siguientes fases del proceso:
Detención
-
Primera comparecencia ante el Juez
Instrucción y Juicio Oral.
Prueba documental
Prueba pericial
La Sentencia
-
Ejecución de Sentencia:
• Medidas de Seguridad
• Suspensión de la Ejecución de las penas privativas de libertad
• Cumplimiento de condena en Centro Penitenciario: Tratamiento de internos en
dispositivos penitenciarios. Tratamiento de internos en dispositivos
extrapenitenciarios.
• Libertad condicional
Cada una de estas fases fueron analizadas por todos los componentes del grupo, cada uno desde
su posición profesional, de manera que las actuaciones que se estaban desarrollando fueran
entendidas por todos y las propuestas planteadas, matizadas y ajustadas tanto a las necesidades
como a las posibilidades, para tratar de conseguir una atención adecuada por las personas
drogodependiente con problemas jurídico-penales.
Las directrices que se establecen propician la colaboración entre la Red Asistencial y la
Administración de Justicia y Penitenciaria, para facilitar el tratamiento de las personas
toxicómanas que delinquen en todas las fases del proceso penal, desde la detención hasta el
cumplimiento de las medidas penales.
Propuestas de colaboración en el ámbito del proceso judicial:
La aceptación de la toxicomanía como enfermedad y la del toxicómano como persona enferma
exige que los diferentes servicios sanitarios se coordinen y colaboren con Jueces y Magistrados,
ante quienes las personas detenidas o presas comparecen, de manera que sus decisiones puedan
basarse en aspectos técnicos sanitarios.
Por las características sociodemográficas de la Comunidad Foral de Navarra, estos servicios
tendrán que ser los comunitarios existentes y en ningún caso se crearán servicios sanitarios
específicos.
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Propuestas de colaboración el ámbito de ejecución de las penas
Facilitar apoyo técnico al equipo de tratamiento y médico de la Prisión, desde un equipo
interdisciplinar. También propone que se continúe con la coordinación entre sistema judicial y
el sanitario a través del Servicio Social Penitenciario.
Propuestas de colaboración en el ámbito profesional y social
Tratar de lograr el respeto y la complementariedad de las instancias jurídico-penales y las sociosanitarias para tratar de alcanzar el objetivo principal de su intervención: la rehabilitación de
drogodependientes.
Explicar a los medios de comunicación los contenidos del documento, de manera que el
conjunto de la sociedad pueda conocerlo y comprender los motivos en los que se inspira.
En junio de 1997 el Servicio Social Penitenciario de Navarra elabora un proyecto de
intervención para el seguimiento de penados a los que se aplique la suspensión de la ejecución
de las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad previstas en el Código Penal.
Con ello, se quiere establecer un sistema metodológico de intervención, seguimiento y control
de los penados beneficiarios desde el Servicio Social Penitenciario.
La drogodependencia es un fenómeno socio-sanitario vinculado a la delincuencia y la atención
social y terapéutica o específica de los delincuentes no puede obstaculizarse desde el sistema
penal y penitenciario (el sistema pretende conseguir la rehabilitación y la reinserción del
penado)
Código Penal (L.O. 10/1995, de 23 de noviembre)
Medidas que evitan el ingreso en Centros Penitenciarios:
•
Suspensión ejecución pena privativa libertad (Arts. 80-87).
•
Sustitución de penas de prisión hasta 2 años por arresto de fin de semana o multa (Arts. 8589).
•
Medidas de Seguridad privativas de libertad y no privativas para enfermos mentales,
drogodependientes y discapacitados (Arts. 95-108)
•
Medida que permiten la excarcelación anticipada
Libertad Condicional (Arts. 90-93)
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Teniendo en cuenta lo anterior y marcando el objetivo de "facilitar la incorporación social de
los penados a los que se les aplique la suspensión de la ejecución de las penas privativas de
libertad y las medidas de seguridad, estableciendo las actuaciones que permitan su acceso a los
servicios específicos para que inicien o continúen los programas de tratamiento, formativos o
educativos necesarios para conseguir dicha finalidad", se realiza y desarrolla el proyecto por el
equipo del Servicio Social Penitenciario.
Los resultados son los siguientes:
1997
1998
1999
2000
Suspensión de Condena
1
7
9
16
Libertad Condicional
54
41
56
57
Privativas de Libertad
26
39
49
28
No Privativas de Libertad
24
36
28
41
Arresto Fin de Semana
16
8
7
Trabajo Beneficio Comunidad
2
3
5
141
153
154
Medidas de Seguridad:
Totales……………
105
La característica que podemos resaltar de estas actuaciones es la gran flexibilidad que existe a la
hora de aplicar las medidas, adaptando estas al proceso terapéutico.
Agradecimientos: Quiero expresar mi agradecimiento a todas las personas que formaron
parte del grupo de trabajo y todas las aquellas que están haciendo posible que las
personas drogodependientes que cometen delitos por su dependencia, como enfermas
que son, puedan recibir el tratamiento que se merecen.
Bibliografía
- Plan Foral de Drogodependencias. Departamento de Salud. Gobierno de Navarra. 1.994
-El tratamiento de los sistemas judicial-penitenciario y socio-sanitario de las personas drogodependientes con problemas penales.
Dirección y coordinación: Gabriel Hualde.
Fundación Bartolomé de Carranza. Pamplona 1.995. Mimeografiado.
- Servicio social penitenciario de Navarra: Seguimiento de formas sustitutivas y de medidas de seguridad por el servicio social
penitenciario de Navarra: Datos cuantitativos referidos a los años 1.997, 1.998 y 1.999.
Primer congreso europeo de derecho penitenciario
X jornadas de derecho penitenciario de Andalucía. Jaén 2.000
- Grupo de trabajo jurídico-penal, Propuesta de conclusiones. Plan Foral de Drogodependencias.1996. Mimeografiado.
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Juan del Pozo Irribarria
Director Técnico de Drogodependencias del Gobierno de La Rioja.
Angel Fraile Astudillo.
Responsable de la Oficina de Atenciòn al Ciudadano para el Alcohol, el Tabaco y las
Drogas
PROGRAMA DE PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN EN EL DELITO.
En la Comunidad Autónoma de La Rioja se puso en funcionamiento en abril del 2000 la
Oficina de Atención al Ciudadano para el alcohol, el tabaco y las drogas, los cometidos de esta
oficina son el informar y asesorar a todas las personas, afectados o no, sobre el tema de las
adicciones incluyendo en éstas, según el Plan Riojano de Drogodependencias y Otras
Adicciones, el alcohol, el tabaco, el juego patológico y las drogas ilegales; para ello se pone a
disposición de los ciudadanos un número 900 gratuito.
Pero esta Oficina no sólo es para orientar e informar a las personas sobre las drogas, sino
también es para defender, informar y orientar a los toxicómanos o afectados por alguna adicción
sobre los derechos que tienen y las posibilidades que existen para iniciar un tratamiento de
deshabituación.Con este fin se puso en marcha el programa de prevención e intervención en el
delito con personas drogodependientes.
Se iniciaron los primeros contactos con el Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Justicia de La
Rioja, para intercambiar opiniones y nos mostró su interés por el tema, se presentaban a menudo
casos de personas que o bien desconocían las diferentes posibilidades que tenían por su
condición de toxicómanos y cuando lo decían era ya tarde para cambiar la condena propuesta al
Juez o por picardía iniciaban un tratamiento de desintoxicación quince días o un mes antes de la
celebración del juicio y presentaban el informe correspondiente sin llevar tiempo en el mismo,
alegando su toxicomanía.
A raíz de esta reunión pareció importante la intervención en el momento de la detención, no en
las inmediaciones del juicio, por lo que se puso en marcha un servicio de orientación e
información al detenido en comisarías.
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De esta forma el fiscal conoce anticipadamente la condición de toxicómano de cada persona,
que se incluye en las diligencias, y la motivación que tiene para iniciar y continuar con un
tratamiento de desintoxicación y deshabituación, ya que procuramos que en el momento en que
es detenido, inicie un programa de tratamiento; Cuando sale el juicio, a los 9 ó 10 meses, ya
tienen en la fiscalía suficiente información sobre su historia adictiva y su situación actual, para
poder tener un criterio más claro a la hora de proponer una u otra condena al Juez.
Con este programa pretendemos dos objetivos claros:
1. Acercar a la persona con un problema con las drogas la posibilidad de tratamiento y
evitar en lo posible la consideración de enfermo, en vez de delincuente.
2. Prevenir en lo posible los actos delictivos inducidos por el consumo de drogas
actuando del modo más precoz e inmediato posible a la comisión de los primeros
delitos.
Las bases teóricas que sustentan este programa se basan principalmente en los estudios de
Rousanville, 1982. Según este autor existen tres vías para llegar a las drogodependencias y por
tanto tres grupos de toxicómanos.
El grupo I: se trata de personas que padecen una Psicopatología previa que determinan su
toxicomanía, para ellos sería más aconsejable un tratamiento psiquiátrico anterior al tratamiento
adictivo, pueden ser algunos casos de patología dual.
El grupo II: Serán los que tienen una historia delictiva previa, personas que se relacionan en un
ambiente de delincuencia y desde pequeños se encuentran en una situación que llamamos “de
riesgo”, la toxicomanía de estas personas sería una continuación de esta conducta antisocial que
manifiestan. Para ellos sería necesario un apoyo social que influya sobre su conducta antisocial
y un tratamiento adictivo, con uno sólo no se conseguirían grandes resultados.
Grupo III: son las personas en las que la conjunción de una serie de factores (personales,
sociales, ambientales, exposición a las drogas, presión del grupo entorno...) explicarían la
adicción. Para ellos será más recomendable un tratamiento de desintoxicación y deshabituación
toxicológica.
También los delitos que cometen los diferentes grupos de toxicómanos parecen estar
íntimamente relacionados con el tipo de droga consumida y los factores asociados a la misma,
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se han interrelacionado las diferentes posibilidades delictivas previstas en la legislación vigente
con las diversas drogas tanto legales como ilegales, apareciendo tres tipos de delincuencia bien
diferenciados.
1. Delincuencia inducida por la droga:
Tiene su origen en la intoxicación por la droga (alcohol, cocaína, etc...), los efectos del
consumo produce en el sujeto euforia, excitación, alteración de la percepción, agresividad,
que le lleva a una delincuencia vinculada a este estado concreto, sería episódica y con
límites temporales, es decir: persona que se emborracha en una fiesta, que se intoxican con
LSD o con cocaína, etc...
Los delitos que cometen estas personas serán delitos violentos, contra las personas: lesiones,
homicidios, etc...; contra la libertad sexual: agresiones sexuales, violaciones, abusos;
Agresiones, desacatos a la autoridad; y delitos contra la seguridad del tráfico.
2. Delincuencia funcional:
Es la delincuencia realizada por un toxicómano con la finalidad de conseguir fondos para
financiar su consumo; Está determinada por la droga principalmente (por su grado e
intensidad de la adicción, por la capacidad económica del adicto o su familia, por el precio
de la droga, etc...)
Los delitos que se cometen son bajo los efectos del síndrome de abstinencia o por la
necesidad de conseguir la sustancia para evitar estos síntomas, se tratan principalmente de:
robo, robo con fuerza y/o intimidación, malversación de fondos (ludopatía), falsificación de
recetas y/o firmas; tenencia ilícita de armas; Prostitución y tráfico de drogas (con el fin de
obtener fondos para sus dosis).
Esta delincuencia está vinculada al tiempo que dure la dependencia del adicto.
3.
Delincuencia relacional o periférica:
Es la delincuencia que se produce en torno al consumo de drogas y facilita su consumo,
pero no está determinada por la droga, sino relacionada, ya que está vinculada a los
beneficios económicos producidos por las drogas.
os delitos que se cometen son el tráfico de drogas (cultivo, elaboración, tráfico...) con
importación de sustancias ilegales, evasión de dinero. Esta delincuencia está ligada a la
figura del traficante no consumidor habitual y a la delincuencia organizada.
Con todo esto se pretende demostrar la dificultad que engloba el tema de las adicciones y los
motivos que llevan a delinquir al ser humano, y para poder aplicar correctamente el código
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penal hay que tener en cuenta muchos factores, ya que todos ellos participan de una u otra
manera en el comportamiento de las personas.
Por tanto conociendo de antemano el motivo que le lleva a delinquir a una persona y el delito
que comete (delincuencia inducida por la droga, funcional o relacional) se pueden aplicar o no
unos u otros atenuantes y eximentes que figuran en el código penal y si a la vez conocemos el
tipo de drogodependiente que es cada persona, podremos indicarle uno u otro tratamiento
(psiquiátrico, apoyo social + terapéutico, o terapéutico) como alternativa al ingreso en prisión.
Se utilizarían adecuadamente todos los recursos y sería beneficioso tanto para le persona (se le
daría el tratamiento adecuado), para la sociedad (menos delincuencia y más seguridad) y para la
administración (más económico optimizando los recursos).
¿QUÉ SE HA HECHO EN LA RIOJA?
En la Comunidad autónoma de La Rioja se ha puesto en funcionamiento a través de la Oficina
de Atención al Ciudadano para el alcohol, el tabaco y las drogas un programa de
información y asesoramiento a detenidos en comisarías y dependencias de la Guardia Civil,
denominado “Programa de Prevención del Delito”, que consiste básicamente en informar,
orientar y asesorar a drogodependientes que son detenidos por las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado. Este programa lleva funcionando desde el 15 de Septiembre de 2000 y
continúa actualmente.
Pasos que se siguen desde la Oficina:
1. Puede haber dos vías de contacto con las personas que cometen algún delito o son
detenidas:
1.1.- Cada mañana se contacta telefónicamente con la comisaría del cuerpo nacional de
policía, para conocer si ha habido alguna detención o no.
1.2.- Si se produce la detención en algún municipio de La Rioja, son los miembros de la
Guardia
Civil, los que instan a la persona a rellenar el boletín de solicitud de
información y posteriormente nos lo remiten para que podamos entrevistarnos con esta
persona.
2. Si se ha producido una detención de una persona con problemas de toxicomanía o de
adicción, se
acude personalmente o se cita en la oficina para informar a la persona sobre
las posibilidades de tratamiento y conocer su motivación, además de recibir su autorización
para recoger su información sanitaria.
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3. Se pide información a los principales centros de desintoxicación y tratamiento de La Rioja o
de otra comunidad, para contrastar la información facilitada anteriormente.
4. Se concierta una cita con la persona, una vez quede en libertad, para que inicie un
tratamiento de desintoxicación lo antes posible.
5. Se informa a la Fiscalía sobre los datos recogidos y el inicio del tratamiento.
6. Se va recogiendo periódicamente información sobre el proceso que lleva la persona y se le
envía a la Fiscalía, para su conocimiento.
7. Cuando sale el juicio el fiscal solicita una sentencia de cumplimiento en centro de
desintoxicación o solicita prisión, dependiendo entre otros criterios de los informes
remitidos desde la Oficina de Atención al Ciudadano para el alcohol, el tabaco y las drogas.
8. El juez dicta sentencia, que puede ser cumplimiento en un centro de desintoxicación, con lo
que continuamos con el caso y seguimos informando al fiscal sobre la evolución de la
persona por si es necesario una revisión de la condena.
OBJETIVOS DEL PROGRAMA:
Con este programa pretendemos cumplir dos objetivos principalmente:
1er. Objetivo:
Acercar a la persona con un problema con las drogas la posibilidad de tratamiento y evitar en lo
posible la consideración de enfermo, en vez de delincuente.
2º Objetivo:
Prevenir en lo posible los actos delictivos inducidos por el consumo de drogas actuando del
modo más precoz e inmediato posible a la comisión de los primeros delitos.
Los objetivos específicos de nuestra intervención son:
1.1.- Informar a la fiscalía sobre la adicción del acusado desde el momento de la detención y el
diagnostico efectuado.
1.2.- Recabar toda la información sobre anteriores tratamientos en centros y/o dispositivos de
atención.
1.3.- Conocer e informar sobre la evolución de la adicción, del tratamiento y las causas de
posibles caídas y recaídas (desde la detención hasta el juicio).
1.4.- Continuar informando al fiscal sobre la evolución hasta la total desintoxicación o el
abandono del tratamiento, para revisar la sentencia.
1.5.- Proporcionar al detenido información sobre los recursos y dispositivos asistenciales para
su adicción.
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1.6.- Facilitar el inicio y el mantenimiento del tratamiento, al menos desde la detención hasta el
inicio del juicio.
1.7.- Efectuar un seguimiento personalizado con cada acusado, para el mantenimiento de su
motivación en el proceso.
1.8.- Disminuir la comisión de delitos tratando la adicción a la sustancia que puede inducirlos.
VENTAJAS PARA EL USUARIO QUE SE ACOGE AL PROGRAMA DE
PREVENCIÓN DEL DELITO
1. Se les informa sobre los tratamientos disponibles para tratar su adicción y se les pone en
contacto con ellos.
2. Se lleva un seguimiento personalizado con cada detenido de su caso hasta el momento
del juicio, e incluso después de éste.
3. Se motiva, por medio de entrevistas personales, a iniciar un tratamiento de
desintoxicación.
4. Se motiva, por medio de los informes cada dos meses al fiscal y entrevista con el
afectado, a continuar con el tratamiento ya iniciado.
5. El fiscal tiene informes periódicos de la persona que le pueden llevar a decidir sobre la
conveniencia de sustituir la condena de prisión por continuar con el tratamiento
iniciado.
Las principales ventajas serían, a modo de resumen, la motivación y el asesoramiento que es
continuada, se ofrece ayuda a personas que por sus características son inconstantes y con
baja motivación y autoestima.
Además de las posibles ventajas judiciales, que pueden comprobar a la hora de salir el juicio
por el tema que le acusan.
ANÁLISIS DE LOS DATOS DESDE EL 15 DE SEPTIEMBRE DE 2000
HASTA EL 31 DE JULIO DE 2001
Se han atendido a 91 personas que han sido detenidos, o bien por el Cuerpo Superior de Policía
o por la Guardia Civil, todas ellas con problemas de drogodependencias, de éstas 47 aceptan y
solicitan la información autorizándonos a utilizar sus datos personales, tanto policiales como
sanitarios, para poder elaborar el informe al fiscal y 44 rechazan la información y el
asesoramiento por parte de la Oficina.
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Por sexos, han sido atendidas 8 mujeres (9% del total) y 83 hombres (91% del total)
Petición de información
Sexo
9%
Mujer
Hombre
Solicitan
48%
52%
Rechazan
91%
Gráfica 1: Hombres y mujeres que son atendidos Gráfica 2: personas que rechazan o solicitan información
las personas que son atendidas y aceptan nuestro asesoramiento 3 son mujeres y 44 son
hombres, sin embargo de los que rechazan nuestra información 5 son mujeres y 39 son hombres.
Gráfica 3: personas que aceptan y que rechazan por sexos.
Petición de información - sexo
50
40
30
44
20
10
0
5
39
3
Mujer
Mujer
Hombre
Hombre
De las personas que solicitan nuestra información y asesoramiento (47), se distribuyen en las
siguientes edades, entre 16 y 19 años: 8 personas; Entre 20 y 24 años: 11 personas; Entre 25 y
29 años: 13 personas; entre 30 y 34 años: 11 personas; entre 35 y 39 años son 2 personas y más
de 40 años son 2 personas.
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Gráfica 4: Distribución por edades de los que solicitan la información y el asesoramiento.
Edad de los que solicitan información
15
10
5
11
8
13
11
2
2
0
16-19
20-24
25-29
30-34
35-39
+ 40
Por otra parte en el análisis de los datos que hemos realizado nos encontramos con la historia
penal-judicial y la historia sanitario-adictiva, pasamos a desglosar y analizar la primera.
HISTORIA PENAL-JUDICIAL:
La mayoría de las personas que han sido atendidas y han solicitado la información y el
asesoramiento de este servicio (recordemos 47), tienen antecedentes policiales y/o penales,
concretamente 40 personas que son el 85%, otras 5 personas no han tenido nunca antecedentes
ni han sufrido ninguna detención (11%) y dos personas han tenido algún contacto con la
policía, pero sólo se han quedado en denuncias y posteriormente han sido retiradas, con lo cual
lo enmarcamos en otros (4%).
El 91% de estas personas (43) después de estar en las dependencias policiales, van al juzgado,
pasando posteriormente a disposición judicial, sin embargo otras 4 personas de las que han
solicitado nuestra información, han ingresado en prisión (corresponde el 9%).
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Gráfica 5:Porcentajes con antecedentes penales-policiales Gráfica 6: Porcentaje que está a disposición judicial
Antecedentes penales-policiales
Situación judicial
9%
4%
11%
Otros
Otros
No
91%
85%
A disposición
Sí
Analizando los tipos de delito que se han cometido por personas que son drogodependientes nos
encontramos con los siguientes datos: Por delitos contra el patrimonio 23 (49%), por delitos
contra las personas 8 (17%), delitos contra la salud pública 6 (13%) y otros 10 (21%) que son
por no llevar papeles, por no presentarse al juzgado, etc...
En cuanto la situación laboral que describen estas personas nos encontramos con que la mayoría
está en paro 57% (27), algo que no es de extrañar, ya que algunos se encuentran en tratamiento
en comunidad terapéutica, que sería incompatible con el trabajo y otros llevan bastantes años de
adicción, con lo que se encuentran bastante afectados.
Trabajando hay 12 personas lo que supone un 26% y en otros, principalmente son pensionistas,
que han adquirido esta condición precisamente por su toxicomanía otras 8 personas que son un
17%.
Gráfica 7: Tipología del delito cometido.
Gráfica 8: Situación laboral de los detenidos.
Situación laboral
T ip o d e d elito
25
17% Otros
20
15
23
10
8
5
0
P atrim o n i o
Pers o n a s
6
S a lu d
10
O tro s
238
26%
Trabaja
57%
Parado
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HISTORIA SANITARIO-ADICTIVA:
Todas Las personas que han sido atendidas en la comisaría o dependencias de la Guardia Civil
de La Rioja, desde este programa de prevención del delito, son o han sido consumidores de
drogas, y se encuentran con dificultades o problemas penales judiciales por esta causa, tanto los
que rechazan nuestra información como los que la aceptan.
Por otra parte analizando los consumos de las personas que aceptan la información que se les
ofrece nos encontramos con que la principal sustancia de consumo es la heroína con 13 personas
que consumen, lo que supone un 28%.
Seguido de la cocaína que consumen 8 personas (un 17%), la mezcla de la heroína y cocaína la
consideramos como una categoría única, por la cantidad de casos que se dan con esta mezcla, en
nuestro caso nos hemos encontrado con 7 lo que supone un 15%, también por consumo de
alcohol hay 5 personas (el 11%), y por consumo de anfetaminas y cannabis 2 personas de cada
categoría, lo que supone un 4% respectivamente.
Algo llamativo es la categoría Otros que suponen un 21% con 10 personas, que nos
encontramos con 6 casos de policonsumo (pastillas, speed, cocaína, alcohol), 2 de consumo de
ácidos-LSD (trippis) y 2 más por inhalación de pegamentos y colas.
Gráfica 9: Principales drogas de consumo, heroína+cocaína tiene una categoría única por la cantidad de casos
aparecidos.
D roga de consum o
14
12
10
8
28%
6
21%
17%
4
15%
11%
2
0
4%
Heroína
Anfetam inas
H er.+ C oc.
C ocaína
4%
Alcohol
O tras
C annabis
La vía más utilizada para el consumo es la vía fumada con 19 casos que sería un 40%, a más
distancia se encuentran las otras vías como son oral con 8 personas (17%), la inyectada con 7
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personas (15%), esnifada con 5 personas (11%) y por último la inhalada con tan solo 2 casos
un 4%. En la categoría de Otros nos encontramos con 6 casos que coinciden con el
policonsumo y por tanto con más de una vía de consumo, oral, fumada e incluso en casos
esnifada (13%).
Vía de consumo
20
15
10
40%
17%
5
0
Fumada
Oral
15%
Inyectada
11%
13%
4%
Esnifada Inhalada
Otras
Gráfica 10: principal vía de consumo de las drogas, destaca la vía fumada sobre las demás.
Uno de los objetivos que pretendemos con este programa es que las personas entren en algún
centro de tratamiento para proceder a su desintoxicación, de todas las personas que han
solicitado nuestra ayuda (47) hay 18 que se encuentran actualmente en tratamiento de
desintoxicación (un 38%), de éstas personas 3 se encuentran en Asociación de ayuda, el 17%, 6
se encuentran en programas libres de drogas-comunidad terapéutica, el 33% y el resto 9 en
programa de sustitutivo de opiáceos (metadona) el 50% restante.
Tratamiento actual
38% SI
Tipos de program as dem andados
No
17%
50%
Asoc. Ayuda
m etadona
33%
Libre drogas
62%
Gráfica 11: porcentaje de tratamientos actualmente
Gráfica 12: Tipos de tratamiento mas utilizado
Dentro del programa ( 47 que solicitaron nuestra ayuda), hay 25 que han estado anteriormente
en algún tipo de tratamiento para su adicción y todas ellas lo abandonaron por uno u otro
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motivo, son el 53%; sin embargo el 47% restante no han estado nunca en tratamiento para su
adicción (22 personas).
Tipo de tr atam ie ntos ante r ior e s
Tratam iento anterior
Sí
47%
53%
No
V arios 16%
12%
As oc. Ayuda
32%
M e tadona
40%
Gráfica 13: porcentaje de tratamientos anteriores
Libr e dr ogas
Gráfica 14 Tratamientos má demandados
ALGUNAS CONCLUSIONES
Con un análisis combinado de los datos nos encontramos con unas conclusiones que son
llamativas, como son:
1. De las personas que no tienen antecedentes al ser detenidas ( 5 personas) ,ninguno ha
cometido delito contra el patrimonio, 3 contra la salud pública y 2 contra las personas; 4
de ellos trabajan y sólo 1 está en paro; Sólo hay un consumidor de heroína y ninguno
por vía inyectada.
Lo que nos daría un perfil del nuevo detenido como persona que trabaja, que es
detenido bien por tráfico o tenencia de drogas o por peleas motivadas por el consumo de
drogas, que no suele ser la heroína, más bien cocaína o anfetaminas, y que la principal
vía ya no es la vía inyectada.
2. De las personas que sí tienen antecedentes nos encontramos con que la mayoría son
parados 26 (65%), trabajan 8 (20%) y en otros casos estarían 6 (15%).
De éstos 12 consumen heroína, 7 cocaína, 7 cocaína y heroína juntas, 4 alcohol, 2
cannabis y 10 otras drogas, resaltaríamos que el consumo de heroína sola o mezclada
asciende a casi la mitad del consumo de otras drogas (45%).
Y de estos que sí tienen antecedentes policiales más de la mitad, 23, que sería el 55%
cometen delitos contra el patrimonio.
Con lo que el perfil de los que sí tienen antecedentes serían parados con problemas de
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drogas, principalmente consumen heroína y han cometido delitos contra el patrimonio.
Estos dos perfiles no están suficientemente contrastados, ya que se lleva poco tiempo y
pocas personas sin antecedentes, que puede llevar a no ser suficientemente significativo,
pero puede orientar hacia los nuevos patrones de consumo y patrones delictivos.
EVALUACIÓN DEL PROGRAMA.
Para la evaluación de este programa se han escogido 5 indicadores, que son:
1. Número de personas que aceptan entrar en el programa y número de personas que
rechazan. En estos momentos son:
Aceptan 47 (52%)
Rechazan 44 (48%).
Este dato es motivado por la falta de conocimiento del programa, es un programa nuevo
y todavía hay cierta desconfianza por parte de los detenidos a dar la autorización para
iniciar los trámites y las gestiones oportunas, como dato significativo indicar que en el
año 2000 rechazan 26 (60%) y aceptan 17 (un 40%) y en el año 2001 hay una tasa de
aceptación de un 62,5% y un 37,5% de rechazo. De esta forma parecen invertirse los
datos por el mejor conocimiento del programa, la evolución del año 2000 al 2001 ha
sido muy favorable.
2. Tasa de inicios de tratamiento:
Tenemos que inician tratamiento y que están en él actualmente 18 personas, que es el
38%, mientras que 29 no lo están, que sería el 62%.
3. Tasa de casos perdidos. Son los casos que contactan y después desaparecen por uno u
otro motivo.
Casos perdidos 4, que suponen el 8,5% del total de los que aceptan entrar en el
programa.
4. Porcentaje de información facilitada al Fiscal: que sería el 100% de los casos incluidos
en el programa.
5. Casos con sentencia favorable a que continúe en tratamiento de desintoxicación, En
estos momentos estamos esperando la celebración de los juicios.
RETOS Y PERSPECTIVAS FUTURAS.
Una vez puesto en marcha este programa y después de un año de andadura, se han visto algunas
deficiencias que es necesario resolver para la continuidad del programa y la consecución de los
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objetivos propuestos, podrìan ser las siguientes:
Los menores de edad que cometen delitos y que a la vez son consumidores de drogas.
Los consumidores de drogas y/o alcohol implicados en causas por faltas o delitos
menores donde también se encuentran implicados los familiares (pareja, padres,
hermanos, etc...)
Las personas con sanción administrativa por consumo o tenencia de estupefacientes.
Nos hemos dado cuenta que estos tres grupos necesitan una atención especializada igual o
parecida al programa que se está llevando a cabo en las comisarías y dependencias de Guardia
Civil, para que nuestra actuación sea realmente preventiva, ya que en todos estos casos están
apareciendo los problemas ocasionados por las sustancia y es un buen momento para actuar de
forma precoz y eficaz.
Para esto sería necesario poner en marcha los siguientes programas que completarían el
principal de prevención del delito, pasando a denominarse en conjunto “programa de prevención
e intervención en el delito”.
1. “Programa de información y asesoramiento a menores consumidores y a sus padres
implicados en algún delito”.
Objetivo principal: Informar tanto al equipo psicosocial de menores como al afectado de
las posibilidades de tratamiento para la desintoxicación del menor como método más
eficaz y educativo para su rehabilitación.
2. “Programa de información y asesoramiento a personas consumidoras con sanción
administrativa por tenencia o consumo de estupefacientes”
Objetivo principal: actuar precozmente ante personas que empiezan a tener problemas
por el consumo de sustancias estupefacientes.
Este programa sería el más claro exponente de prevención del delito, ya que se actuaría ante
de la comisión de algún delito relacionado por el consumo, en los primeros problemas
legales que se presentan a los consumidores, ofreciéndoles un tratamiento acorde a su
situación laboral, social y personal, además de ser acorde con la sustancia que consume.
3.
“Programa de Mediación y/o Reparación en casos de faltas y/o delitos provocados por
drogodependencias”.
El objetivo de éste es asesorar al agresor drogodependiente sobre las posibilidades de
tratamiento que existen y motivarle al cambio, mediando entre el denunciante y el
denunciado. De esta forma conseguiremos que los delitos o las faltas se vean reducidas
considerablemente.
243
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Con estos tres programas en marcha y continuando con el primero, nos encontramos que todas
las áreas y todos los momentos del proceso de drogadicción estarían atendidos suficientemente,
es decir, desde el momento de empezar a tener problemas legales esa persona se encontraría con
el ofrecimiento de un tratamiento que le ayude a superar este problema y que no continúe con la
escalada asociada al consumo de sustancias tóxicas y los problemas que conllevan, tanto legales
como sociales y personales.
BIBLIOGRAFÌA
- American Psychiatric. Manual Diagnostico y Estadístico de los
trastornos Mentales DSM-IV. Masson. Barcelona. 1995. - Arroyo Zapatero L. Drogas y delincuencia juvenil. Poder Judicial
Especial VIII: Seguridad Ciudadana 1989:81-91.- CIE 10. Décima Revisión de la clasificación Internacional de lasEnfermedades.
Capítulo V (F): Trastornos Mentales y del comportamiento.Descripciones Clínicas y Pautas para el Diagnóstico. Meditor y JJ López
Ibor (Eds). Madrid, 1992- Código Penal. Colección Universitaria. Textos Legales Básicos.- Delgado Bueno S., Torrecilla Jiménez
J.M. Medicina Legal en Drogodependencias. Editorial HARCOURT. Agencia Antidroga. Madrid 1999.- Gunn J, Taylor PJ.Forensic
Psychiatry. Clinical Legal & EthicalIssues. Butterworht/Heinemann. Oxford. 1995.- Inciardi JA, Russe BR, Professional thieves and
drugs. TheInternational Journal of Addictionsm 12: 1087-1095- Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal.
BoletínOficial del Estado. Separata. 1ª Edición. Noviembre. 1995- Otero López JM. Droga y Delincuencia. Concepto, medida y
estado actualdel conocimiento. Eudema. 1994.- Rounsaville BJ, Weissman MM, Wilber ChH, Kleber HD. Pathways to
opiateaddiction: An evaluation of differing antecedents. Brit J Psychiat.1982; 141: 437-446.- Plan Riojano de Drogodependencias y
otras adicciones. Consejería de Salud y Servicios Sociales. 1998.
Manuel Araujo Gallego
Comisionado del Plan Autonómico de Drogodependencias de Galicia.
244
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PROGRAMA
DE ATENCIÓN
JURÍDICO SOCIAL
Plan de Galicia sobre Drogas
III Jornadas SIAD
Madrid, 24-26 Octubre 2001
Manuel Araujo Gallego
Comisionado
PROGRAMA DE ATENCIÓN JURÍDICO-SOCIAL
Perfil usuario de la red asistencial
Tratamiento previo Si/No, Galicia 2000
JUSTIFICACION
porcentaje
T.Previo SI
T.Previo NO
30,7
29
Edad media
75
75,1
≤ Estud. Primarios
34,6
Sit.Lab=Trabajan
41,8
15,9
Demanda DTX
Demanda MTD
23,6
54,2
28,8
92,6
Droga Ppal HRN
71,9
4,3
Droga Ppal COC
15,4
11,2
7,8
Media Años Uso
Vía Admin. I.V.
39,6
16,1
56,6
Vía Fumada/Inhal.
Urgencias
14,8
VIH+/SIDA
5,2
66,2
25,2
15,8
61,5
Prob. legales
42,6
Fuente: SEA Galicia 2000
Elaboración: OGD. Consellería de Sanidade e Servicios Sociais
*Datos de UADs y PH(sin EPs). Población sin alc/tab.
41,3
Ingreso prisión
24,9
.
0
20
40
60
80
100
245
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PROGRAMA DE ATENCIÓN JURÍDICO-SOCIAL
ESTRUCTURA
Ocho servicios específicos del área de incorporación
social del Plan de Galicia sobre Drogas.
Sectorización según el mapa sanitario y el mapa de
demarcación judicial de Galicia.
Gestionados por siete asociaciones y un ayuntamiento.
Recursos humanos: 10 abogados, 1 psicóloga, 1
pedagogo, 4 educadores, 3 trabajadores sociales y 4
administrativos.
Presupuesto (2001): 42.757.435 Ptas (256.977,35 € )
PROGRAMA DE ATENCIÓN JURÍDICO-SOCIAL
RECURSOS 2001
A CORUÑA(1995)
CARBALLO(1991)
LUGO(1990)
SANTIAGO(1987)
RIBEIRA(1992)
PONTEVEDRA
(1996)
OURENSE(1992)
VIGO(1989)
246
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PROGRAMA DE ATENCIÓN JURÍDICO-SOCIAL
OBJETIVOS GENERALES
Facilitar la atención integral al drogodependiente con
problemática legal.
Optimizar la coordinación entre sistema judicial y terapéutico.
Orientar y asesorar a magistrados, jueces y fiscales sobre la
situación personal, familiar y social del drogodependiente.
PROGRAMA DE ATENCIÓN JURÍDICO-SOCIAL
DESTINATARIOS
Drogodependientes con problemas judiciales en proceso de
tratamiento y familiares.
Mediadores
Profesionales del sistema judicial.
Profesionales del Plan de Galicia sobre Drogas.
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PROGRAMA DE ATENCIÓN JURÍDICO-SOCIAL
RESUMEN DE ACTIVIDADES 1999-2000
1999
2000
Informes para juzgados
617
1.133
Asistencias en comisaria,
juzgado, prisiones
1.985
2.572
Asesoramiento a jueces,
abogados, fiscales
357
672
Asistencia a juicios
99
131
PROGRAMA DE ATENCIÓN JURÍDICO-SOCIAL
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PROGRAMA DE ATENCIÓN JURÍDICO-SOCIAL
PROGRAMA DE ATENCIÓN JURÍDICO-SOCIAL
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PROGRAMA DE ATENCIÓN JURÍDICO-SOCIAL
PROGRAMA DE ATENCIÓN JURÍDICO-SOCIAL
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Felix Ferreiro Curras
Jefe del Servicio de Coordinación del Plan de Drogas de Asturias
¿QUÉ
SE
HACE
EN
EL
PRINCIPADO
DE
ASTURIAS
SOBRE
LAS
DROGODEPENDENCIAS Y JUSTICIA?
En primer lugar, y antes de entrar en proyectos que el “PLAN DE DROGAS PARA
ASTURIAS 2001-2003” tiene avanzados y, que expondré a continuación, un repaso de lo que
se viene haciendo en nuestra autonomía, dependiendo de diferentes organismos oficiales y
ONGs.
Hasta ahora en el tema Jurídico-Penal, el Principado de Asturias tiene cuatro ámbitos de
actuación:
-
Unidad Terapéutica y Educativa de la Cárcel de Villabona.
-
Programa ADSIS-BELEÑO.
-
Convenio con el Ilustre Colegio de Abogados.
-
Subvenciones a ONGs para la atención judicial a familias y drogodependientes.
1. Unidad Terapéutica y Educativa.
En la cárcel de Villabona, que es el Centro Penitenciario de Asturias, inaugurada en febrero
de 1993, un grupo de profesionales empezó el trabajo con internos drogodependientes en una
orientación para la abstinencia. Este trabajo se desarrolla en un espacio libre de drogas que
constituye la “Unidad Terapéutica y Educativa”. Esta unidad se constituye por iniciativa de
profesionales de Instituciones Penitenciarias, entendiendo que la problemática de la
drogodependencia afecta a la mayoría de los internos de las cárceles españolas.
Es de resaltar que este proyecto fue, paso a paso, asimilando a las funciones de esta Unidad a
los distintos estamentos profesionales, incluidos los funcionarios de vigilancia, llegando a
componer así, el EQUIPO MULTIDISCIPLINAR de la UNIDAD TERAPÉUTICA y
EDUCATIVA del CENTRO PENITENCIARIO de VILLABONA.
Destaco aquí una definición que este equipo presenta a la hora de comunicar su trabajo: “un
espacio físico libre de drogas, liberado de subcultura carcelaria, conquistado y mantenido
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por los propios internos a través de una organización social, que se va creando a partir de
un proceso dinámico de cogestión entre el colectivo de profesionales y el de internos”.
Como dicen los profesionales de este MÓDULO 2, es una comunidad terapéutica que no
sustituye a las comunidades terapéuticas extrapenitenciarias. En realidad es un punto de
partida para la posterior excarcelación del interno en una comunidad exterior, en la que
continuará el tratamiento de recuperación contra su dependencia, al mismo tiempo que
cumple su condena.
Vuelvo a destacar el espacio educativo que ocupa este MÓDULO. Todo el trabajo que se
realiza está inmerso en la propuesta de la Educación Integral de Adultos, lo que ahora se
denomina Educación de Personas Adultas, dado el perfil del internado, en el que algo más de
la mitad de los internos, abandonaron los estudios hacia los 12-15 años, edad en la que
comenzaron el consumo de drogas, especialmente hachís y alcohol, para pasar,
posteriormente, a la heroína y cocaína en el intervalo de los 16-18 años. El abandono de los
estudios, les llevó a los trabajos temporales que les daban más posibilidades de adquisición
de las diferentes drogas.
Dentro del funcionamiento de esta Unidad Terapéutica está el aislamiento que se hace con
el resto del Centro Penitenciario. Los internos de esta Unidad no tienen contacto con el resto
de los internos. Solo es imposible este aislamiento cuando salen a los juzgados a efectuar
diligencias o cuando van al hospital para hacer consultas, actos que se realizan en compañía
de otros internos ajenos al Módulo 2.
Apuntar la composición del equipo multidisciplinar FORMADO POR COMPAÑEROS DE
VIGILANCIA,
TRABAJADORES
SOCIALES,
MAESTROS,
MONITORES
OCUPACIONALES, EDUCADORES Y PSICÓLOGOS.
Dejando aparte la metodología del Equipo Multidisciplinar, que es el resultado del
aprendizaje en un proceso que se inició en el año 1992 (en la antigua cárcel de Oviedo), a
medida que compañeros nuevos se iban incorporando se iban formando en compañía de los
que ya tenían experiencia. Para lograrlo se planteaban reglas sencillas: la más importante, la
continuidad, apoyada por la ilusión, el trabajo diario, la responsabilidad, la dedicación. Todo
ello basado en el conocimiento del medio y del interno.
252
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¿En qué medida toda la actividad de este módulo 2 de la cárcel de Villabona se relaciona con
otras instituciones?
En primer lugar, como decíamos al principio, esta Unidad no sustituye a las comunidades
terapéuticas extrapenitenciarias. Su trabajo es de inicio a un espacio libre de drogas que
prepara al interno/a para el ingreso en cualquiera de las comunidades terapéuticas del
Principado de Asturias, particularmente con las que tiene concierto el Gobierno del
Principado, que, hoy son Proyecto Hombre, Araís, Spiral y Aptas-El Valle. La relación
directa de estos centros con la Comunidad Terapéutica de Villabona a través del Servicio de
Coordinación del Plan de Drogas es fluida. Como es lógico las diferentes derivaciones que se
realizan de los internos a estos centros se hace en virtud de los artículos 182 ó 83 del
Reglamento Penitenciario. (El 182, clasificados en 3º grado y el 83 derivación a centros
ambulatorios o centros de día, debiendo retornar cada día al CIS, Centro de Inserción
Social, anexo al Centro Penitenciario).
2. Programa ADSIS-BELEÑO
Por otra parte, relacionado con los internos de este Módulo 2 está el trabajo de la Fundación
ADSIS con el programa Beleño:
-
Proyecto de acompañamiento a la Inserción Laboral.
-
Proyecto de Acompañamiento en Permisos Penitenciarios.
-
Proyecto Campo de Trabajo Morcín.
El Proyecto de Acompañamiento a la Inserción laboral realizado por la Fundación
ADSIS, con el programa Beleño, se ejecuta con la colaboración indispensable de la
Comunidad Terapéutica del Módulo 2 de Villabona, anteriormente citada. Es un proyecto
dirigido a 9 personas, en el presente año, que se encuentran cumpliendo penas privativas de
libertad y siguiendo el proceso terapéutico y educativo en la Unidad de Villabona. Todos los
destinatarios del proyecto tienen cercana su salida en libertad. Esto hace que el grupo
configura la acción como experiencia de semilibertad, preparatoria para la vida en libertad.
El objetivo general que se plantea la Fundación ADSIS-Beleño es:
Acompañar la inserción social y laboral de las personas privadas de libertad en proceso de
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rehabilitación terapéutica, con escasa cualificación y en situación de riesgo de exclusión
social, a través de la mejora de las condiciones personales que posibilitan la integración
social.
Objetivos específicos
Desde el programa
-
Motivar la búsqueda activa de empleo ayudando a cada persona a
estructurar un itinerario personal.
-
Posibilitar experiencias en libertad.
-
Estructurar un programa de actividades de tiempo libre como contexto
idóneo para establecer relaciones sociales normalizadas.
-
Acompañar el proceso de normalización social de los beneficiarios del
proyecto en un momento cercano a la salida en libertad.
Desde los participantes
-
Adquirir
una
cualificación
profesional
técnica
que
mejore
su
empleabilidad.
-
Desarrollar habilidades sociales y personales (habilidades de negociación,
resolución de conflictos...) que permitan unas relaciones constructivas y
positivas en el medio laboral.
-
Ampliar conocimientos sobre aspectos laborales básicos: contratación
laboral, interpretación de nóminas, derechos y deberes de los trabajadores,
etc.
En los contenidos se abordan diferentes etapas de trabajo, temporalizados a partir de un
diagnóstico inicial del perfil humano y profesional de cada beneficiario, como son:
-
Orientación laboral, con entrevistas personales, diagnóstico de capacidades
y carencias técnicas humanas, información y orientación hacia el empleo o
la formación, itinerarios personales de inserción.
-
Técnicas de búsqueda de empleo, con la implantación de la Agenda
personal de búsqueda de empleo, estudio y discusión de la Red Personal,
creación y utilización de listados de empresas, autocandidatura, anuncios,
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currículo, cartas de presentación, técnicas de entrevista, selección personal.
-
Habilidades sociales
-
Formación laboral.
TEMPORALIZACIÓN
Desde marzo hasta diciembre se distribuyen las actividades para cubrir los objetivos propuestos.
Presentamos el horario utilizado en las Salidas Terapéuticas de Acompañamiento en la Inserción
Laboral.
09:00 Salida de la prisión
10:00 Comienza el camino
11:00 Inicio del camino. Motivación de la Actividad
13:15 Dinámicas de consolidación del grupo
14:30 Comida
16:00 Diálogo sobre dificultades que van apareciendo en los cursos que realizan y que
tengan relación con aspectos socio laborales
17:00 Velada de tarde
17:30 Salida hacia prisión
18:30 Entrada en Villabona
Es de resaltar la subvención de la Dirección General de Salud Pública de la Consejería de Salud
y Servicios Sanitarios del Principado para la Realización de este proyecto.
-
Proyecto de acompañamiento en permisos penitenciarios.
Son destinatarios del programa de acompañamiento en permisos penitenciarios todos los
internos de la Unidad del Centro Penitenciario de Villabona que disfrutan de permisos
penitenciarios.
Con carácter general en cada actividad participarán entre 10 y 35 internos de la Unidad
Terapéutica.
METODOLOGÍA
El pilar metodológico del Proyecto de Acompañamiento en Permisos Penitenciarios son las
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actividades en sí mismas y las relaciones humanas. Pretendemos transmitir el valor de disfrutar
del tiempo libre de modo saludable, disfrutando de actividades diversas (excursiones, visitas a
museos que puedan suscitar interés, cine, etc.) y de las relaciones humanas que se generan en
torno a ellas. Por este motivo sigue siendo especialmente importante la participación del
voluntariado Adsis en este tipo de actividades
Campo de Trabajo Morcín
La iniciativa se desarrolló entre el 9 y el 20 de julio en el Albergue de Busloñe (Morcín) y en
ella participaron 15 de internos de la Unidad Terapéutica.
La experiencia se configuró como experiencia de semilibertad en tanto que durante los días 9 –
20 de julio los destinatarios participaron de lunes a viernes en las actividades programadas,
retornando cada día a dormir a la prisión.
Las mañanas se ocuparon en la realización de un trabajo en equipo y al servicio del entorno
rural, que constituyó básicamente en la señalización y limpieza de caminos reales. Se consiguió
de esta manera, alcanzar un doble objetivo: el trabajo en equipo, en grupo, y al servicio de un
entorno rural solidarizándose con las personas del pueblo en labores de cuidado del entorno y
determinadas actividades socioculturales, en el mismo.
Temporalización
El campo de trabajo se desarrollará los días 9 al 20 de Julio en el Albergue de Busloñe situado
en el cocejo de Morcín. El horario base previsto será el siguiente:
09:00 Salida del Centro Penitenciario
09:45 Reparto de los puntos de trabajo
13:30 Fin del trabajo. Aseo personal, limpieza
14:00 Comida
15:30 Tareas de la casa, tertulia...
16:30 Actividad de tarde
19:45 Cena
20:30 Salida para Centro Penitenciario
Para finalizar abordamos el tema jurídico-penal en lo que se refiere al funcionamiento en el
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último año.
El Programa de Asesoramiento Jurídico a drogodependientes lleva funcionando en Asturias
desde primeros de los años 90. Su finalidad es proporcionar a los drogodependientes
información sobre su situación jurídico-penal que en la mayor parte de las ocasiones es
desconocida para ellos. Se trata de conocer esta situación para dificulte lo menos posible su
proceso de proceso de recuperación.
A través de las Asociaciones de Familiares, tanto éstos como los propios drogodependientes
pueden acceder a este recurso, subvencionado por la Administración Autonómica. Este
programa es asumido por dos abogados en colaboración con voluntarios de las asociaciones
Después de varios años de funcionamiento del programa, se ha constatado que el
asesoramiento y orientación no es del todo suficiente para abordar esta
problemática en concreto.
Así, se ha visto necesario la creación de un recurso específico que desarrolle las siguientes
funciones:
-
Atención a los drogodependientes en el momento de la detención tanto en Comisarías como
en Juzgados
-
Orientar y asesorar a Jueces y Fiscales
-
Proporcionar a los drogodependientes apoyo jurídico en las causas judiciales
-
Documentar la historia individual de consumo de los drogodependientes
-
Realizar los informes necesarios (sociales, psicológicos, jurídicos, peritajes, etc.) para
propuestas de tratamiento/rehabilitación alternativas a la prisión
-
Realizar seguimiento de los casos una vez aplicada la medida
Dadas las funciones a desarrollar el equipo de trabajo debe ser interdisciplinar puesto que se
trata de atender la problemática de estas personas desde un punto de vista integral, no parcial y
sesgado, para que no dificulte más el proceso de recuperación e integración de este colectivo.
Entrando ahora en el ámbito de las previsiones de proyectos para el Plan de Drogas para
Asturias a presentar para su debate, en una primera parte, la sociedad a la que consultamos el
tema del Ámbito Jurídico-Penal adjuntamos la introducción del Grupo de Trabajo incluida en
las conclusiones.
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Introducción
Desde la realidad con la que nos encontramos los profesionales que componemos la
mesa
de
trabajo
ASPECTO
JURÍDICO-PENAL
comprobamos
que
la
Administración de Justicia individualiza y juzga el caso o resuelve el conflicto
puntual existente, dejando al margen en la mayoría de las ocasiones la situación
bio-psico-social del encartado. Por otro lado comprobamos la realidad de recursos
que pertenecientes a la red social, existen en nuestra comunidad, que por falta de
coordinación son desaprovechados por la Administración de Justicia para los fines
que le son propios, que no son otros que juzgar y hacer ejecutar lo juzgado.
Con el fin de aportar una mayor y mejor información que permita al juez tomar una decisión
más argumentada vemos la necesidad de crear un instrumento oficial que sirva de puente y que
facilite por un lado la decisión más justa del juzgador y por otro rentabilizar los recursos de la
red social.
Estos objetivos de acercar la realidad social y ponerlos al servicio del juzgador están ya
apuntados por el legislador del c. penal, texto en el que se articulan (Arts. 83.2, 98, 105) la
colaboración entre los servicios correspondientes de las diversas administraciones y los jueces o
tribunales, sobre todo en materias que afectan a la ejecución de sentencias, dando relevancia
legal al aspecto del proceso personal de los ensartados y condenados respecto a las condiciones
de la ejecución de la sentencia. Esta tendencia del Código Penal se ve reforzada en el texto de
la Ley de Responsabilidad Penal de los Menores 5/2000, que recoge un protagonismo
fundamental por parte de las Administraciones Públicas.
El
instrumento
que
se
propone
tendría
la
forma
de
un
EQUIPO
MULTIDISCIPLINAR que respecto a la Administración de Justicia aportaría
información psicológica, personal, social, familiar, etc. sobre la persona en
contacto con ella y respecto a la Administración Regional serviría para evitar la
dispersión de actuaciones con la consiguiente reducción de costes.
Tal iniciativa no es nueva, ya que actuaciones similares se están desarrollando en otras
Comunidades Autonómicas, sin embargo, nuestra propuesta es por así decirlo más ambiciosa,
toda vez que incluye dentro del Equipo la figura del Jurista. Y ello porque entendemos que
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sería este profesional el que aglutinaría toda la información penal, penitenciaria, administrativa
y procesal con el fin de aportar soluciones que en su caso, puedan ser adoptadas por el juez pero
que éstas sean realistas ya que de nada serviría que en un determinado asunto en concreto un
juez adoptara medidas terapéuticas inviables porque sobre esa misma persona pendan asuntos en
otros órganos jurisdiccionales que puedan hacer que esa primera decisión no tenga eficacia
alguna, dada la realidad del toxicómano que suele tener abiertas distintas causas en diferentes
órganos jurisdiccionales.
Nosotros pensamos que este instrumento puede resultar relevante para jueces, tribunales,
fiscales y administración penitenciaria en la medida que tendrían más y mejores informes en los
que fundamentar sus decisiones.
Actuaciones
1
Fase de Análisis de la situación psicosocial médica, jurídico penal del drogodependiente,
recabando información a través de los distintos servicios existentes que se iniciará tras la
detención.
2
Fase de Intervención. Elaboración de un informe psicosocial y jurídico penal que permita
un conocimiento integral del detenido y que oriente al organismo judicial sobre las medidas
a aplicar a esa persona objeto del informe.
3
Fase de Coordinación con el profesional (Turno de Oficio) que asista al drogodependiente
en los juzgados sobre la situación penal de esa persona.
4
Fase de Seguimiento de la persona drogodependiente a través de la coordinación y
comunicación con los distintos entes.
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CLAUSURA
BEATRIZ ELORRIAGA PISARIK
Concejala Delegada del Area de Servicios Sociales del Aytº de Madrid.
FERNANDO FERNÁNDEZ MARTIN
Juez Decano de los Juzgados de Madrid
BERTA GORDON NUEVO
S.I.A.D. Jefa del Servicio de Asesoramiento a Jueces y Atención al Detenido Drogodependiente
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Fernando Fernandez Martín
Juez Decano de los Juzgados de Madrid
Quiero dar las gracias otra vez por haber tenido la oportunidad de escuchar aquí, en directo, las
propuestas, que nos van a ayudar, a mejorar en el funcionamiento de éste y otros servicios
interdisciplinares..
Por el nivel de asistencia y por los tiempos que han durado cada una de las ponencias, me da la
impresión de que ha sido muy vivo el debate, las preguntas, la reflexión y supongo que nos van
a ser, por tanto, muy útiles las conclusiones, sabedor del trabajo que hay detrás.
Así que, aquí seguimos en este Decanato trabajando con el S.I.A.D, decíamos que
eran doce años, esperamos que no solo sean doce más, sino todos los que sean
precisos.
Y nada más, que hayan disfrutado del paso por esta casa, donde ya ven el nivel de
asistencia de gente que tenemos, que confirma la gran actividad de la justicia en
este país; donde sin ninguna duda se ha convertido en un bien de consumo. Antes,
la justicia era una cosa rara, hoy es un bien de consumo, este es un avance del
estado de derecho, la posibilidad de llegar a conseguir administración.
Así que, muchísimas gracias y espero otro año o, en otra ocasión, volver a estar con todos
ustedes.
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Beatriz Elorriaga Pisarik
Concejala Delegada del Area de Servicios Sociales del Aytº de Madrid.
Queridos amigos, queridas amigas, lo primero, mi agradecimiento por permitirme estar hoy aquí
y, además voy a tener el honor de clausurar estas importantes Jornadas, lo que es una alegría
para mí personalmente y como representante del Ayuntamiento de Madrid y en mi caso
además, porque soy la Concejala responsable de los Servicios Sociales. Por tanto, soy la
responsable de la Concejalía que aborda todos los temas que afectan a los planteamientos que
aquí se han hecho, o sea, a la drogodependencia.
El Plan Municipal Contra Las Drogas está enmarcado dentro de la Concejalía de los
Servicios Sociales y por tanto, vivo muy directamente la problemática que se nos
plantea a los programas y las iniciativas que allí surgen.
Es verdad que en una ciudad como Madrid una Concejalía como la de Servicios Sociales es
una Concejalía que tiene un contenido amplísimo, que abarca muchísimos temas, que vives un
poco el día a día corriendo, porque igual tienes que atender a problemáticas de mayores, que de
drogodependencias, que de infancia, pero desde luego, el tema que hoy nos ocupa es uno de los
temas a los que se le da una mayor prioridad y en el que estamos, yo creo, todos más
implicados.
Pude estar el día de la inauguración, también tuve la oportunidad de estar aquí en el inicio, en el
acto de inauguración, siempre los actos de inauguración, cuando asistes a ellos, a mí me gusta,
porque es un poco cuando se abre el camino y tienes todas las esperanzas puestas en lo se va a
trabajar, pero ya una vez que termina, en los momentos que estamos, yo creo que lo importante
es valorar lo que se ha hecho. Soy consciente de que han sido unas Jornadas muy intensas, que
se ha trabajado muy bien, con mucho nivel y el que me hayan podido informar de ello, la
verdad, también me alegra muchísimo.
Yo no he podido asistir todos estos días a cada una de las ponencias, pero sí he sido informada y
me alegro de que se hayan desarrollado como se han desarrollado.
Lo primero, antes de seguir adelante, creo que es de justicia, el felicitar a los organizadores de
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estas Jornadas que ahora finalizan, creo que con mucho éxito. Y uno de los temas que me
gustaría resaltar es precisamente la elección de los temas. Yo creo que los temas que han sido
objeto de trabajo en el marco de estas Jornadas, han sido perfectamente bien seleccionados.
Nos brindan unas posibilidades a los representantes de las administraciones y yo creo que a los
técnicos también, para debatir y profundizar en unos temas que son francamente relevantes. Se
ha analizado, lógicamente, cual es el panorama de las drogodependencias, se ha hablado de
temas que afectan, precisamente, a este Convenio, pero yo creo que hay temas, por ejemplo,
tenía yo apuntado, el tratamiento de los medios de comunicación. A mí, es uno de los temas que
me parece importantísimo precisamente porque vivo el día a día en un trabajo en el que
constantemente te están preguntando sobre tu labor, qué haces, qué opinas, y veo el tratamiento
que muchas veces se le da a temas sociales y creo que ahí tenemos que hacer un esfuerzo todos
¿no?, para conseguir que lo que se transmita en temas que son de interés general y afectan a
toda la sociedad, pues vaya cada vez por un camino de mayor objetividad y de mayor pureza,
diría yo, en la información.
Por otro lado, he visto que se ha hecho un interesante y revelador análisis evolutivo de los
últimos años con respecto a la evolución del fenómeno de las drogodependencias, las nuevas
formas de consumo, el esfuerzo de adaptación que a lo largo de este tiempo han ido realizando,
tanto los distintos recursos asistenciales con su variedad de modalidades de tratamiento, como
las instancias jurídicas, judiciales y penales a través de la puesta en marcha que se han ido
implantando en relación con la drogodelincuencia.
También estas Jornadas han abierto, a mi juicio, la posibilidad de poder poner en común los
criterios y actuaciones que en el momento presente y en este campo se están llevando a cabo en
las distintas comunidades autónomas. Yo veo que este análisis es también muy importante, el
ver qué se está haciendo, no centrarnos exclusivamente en lo que tenemos más cercano, sino ver
qué hacen los que tenemos alrededor, porque esto sin duda supone un enriquecimiento que nos
va a permitir seguir avanzando por lo menos con coherencia, que ya es importante.
Como Concejala, decía, del área de Servicios Sociales, sí quiero transmitir y decirles que, desde
luego, voy a tener muy en cuenta las conclusiones a las que se han llegado en estas Jornadas,
ya que van a permitir hacer aún más eficaz la coordinación entre magistrados y fiscales y los
servicios asistenciales de la red del Plan Municipal Contra Las Drogas que asesoren sobre las
circunstancias sociales y psicológicas relativas a las drogodependencias.
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Nuestra obligación en el Ayuntamiento como administración más cercana al ciudadano y, yo
creo que está no solo en los programas asistenciales, en los programas de prevención, sino
también en medir y evaluar qué es lo que ocurre a nuestro alrededor. Tenemos que ser
conscientes de lo que está ocurriendo, de los cambios que se producen en nuestra sociedad, de
los nuevos retos a los que nos tenemos que enfrentar y yo veo que en esta línea de trabajo el
poder compartir luego, insisto, no sólo con ustedes, con los profesionales, sino también con
experiencias de otros lugares, esto es absolutamente importante.
Por tanto, quiero felicitar de corazón a todos los participantes por el trabajo que han
desarrollado, desde luego de forma muy especial al S.I.A.D, no sólo por su excelente
organización, no es fácil organizar unas jornadas de estas características, sino también por el
trabajo que ha realizado este equipo a lo largo de doce años de trabajo duro en el que se ha
tenido que ir evolucionando y poniéndose a la altura de las posibilidades y yo creo que el que
estemos hoy aquí y que estas Jornadas hayan resultado lo exitosas que en sí han sido, yo creo
que nos tiene que alegrar a todos nosotros.
Permítanme también que haga extensivo este agradecimiento a todas las personas,
organizaciones e instituciones que con su presencia y con su colaboración han contribuido a que
estas terceras Jornadas hayan concluido como hoy concluyen.
Por tanto, con todo mi agradecimiento, deseándoles todo el éxito hacia el futuro, declaro
clausuradas estas Jornadas.
Muchas gracias.
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1.989- 2.001 DROGODELINCUENCIA –JUSTICIA
¿AVANCES?
TITULOS COMUNICACIONES PRESENTADAS
Madrid 24, 25 y 26 de Octubre de 2.001
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COMUNICACIONES
•
EL
•
“EVALUACIÓN DEL TRATAMIENTO A PERSONAS CON
CONDICIONAMIENTOS PENALES O PENITENCIARIOS EN LOS
PROGRAMAS PROYECTO HOMBRE DE GALICIA, LEÓN Y
ASTURIAS”
José Bermúdez Rey. Abogado,Ángel Rico García . Graduado Social.
Responsables de los servicios de seguimiento jurídico penal de Castilla y León
y Asturias.
•
“PROGRAMA ARIADNA: PROGRAMA DE INTERVENCIÓN SOBRE
LAS DROGODEPENDENCIA EN LOS CENTROS PENITENCIARIOS”
José A. Contreras Nieves. Psicólogo. Gema Gómez Pellico Psicóloga . Grupo
GID
•
“LA UAD DEL CENTRO PENITENCIARIO MADRID IV”
José Sánchez Isidoro. Psicólogo y Criminólogo.
•
“DROGODELINCUENTES CON 3 O MÁS DETENCIONES”
Mº Jose Martinez Lorente y Equipo de Servicio de Asesoramiento a Jueces e
Información y Atención al Detenido Drogodependiente. S.I.A.D.
“¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO?
CONSUMIDOR DE DROGAS ANTE LA LEY”
Eduardo Hidalgo Dowing. Psicólogo. Energy Control Bienestar y Desarrollo.
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