San Salvador, a las quince horas y cinco minutos del día vei

Anuncio
25-S-95
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador, a las quince
horas y cinco minutos del día veinte de agosto de dos mil dos.
El presente juicio de amparo constitucional ha sido promovido por el Sistema de la
Integración Centroamericana (SICA), con sede en la ciudad de San Salvador; a través
de los abogados Eduardo Alfredo Cuéllar y José Belarmino Jaime, en su calidad de
apoderados generales judiciales; contra providencias de la Juez Cuarto de lo Civil de San
Salvador y el Registrador Auxiliar de la Propiedad Raíz e Hipotecas de la Primera
Sección del Centro; que estiman violatorias de los derechos al debido proceso, audiencia
y propiedad consagrados en los artículos 2, 11 y 15 de la Constitución.
Han intervenido en el proceso además de la parte actora, el Juez Cuarto de lo Civil
de San Salvador y el Registrador Jefe del Registro de la Propiedad Raíz e Hipotecas de la
Primera Sección del Centro, en sus calidades de autoridades demandadas; y el Fiscal de
la Corte, doctor René Mauricio Castillo Panameño.
Analizado el proceso; y, considerando:
I. La parte actora manifiesta en síntesis en su demanda que el día once de diciembre de
mil novecientos noventa y dos, en Reunión de Jefes de Estado y en aplicación de los
artículos 2 y 3 de la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), se
tomó la resolución número uno por medio de la cual se declaró a su poderdante sucesora
de dicha Organización en todos sus haberes, derechos, acciones y responsabilidades a
partir del día quince de enero de mil novecientos noventa y tres. Por otra parte, mediante
Escritura Pública otorgada en esta ciudad el día dieciocho de agosto de mil novecientos
sesenta y siete, ante los oficios del Notario Alfredo Ortíz Mancía la sociedad Escalón
Núñez Compañía donó por acto entre vivos y en forma gratuita un inmueble urbano
situado en los suburbios del Barrio El Calvario de esta ciudad, conocido como Block
número noventa y siete de la Colonia Escalón, habiéndose estipulado en dicha donación
que el inmueble sería destinado para la construcción de las oficinas de la mencionada
organización; dicha escritura se inscribió a favor de la ODECA bajo el número
CUARENTA Y TRES del Libro MIL TREINTA Y CINCO del Registro de la Propiedad
de este Departamento.
Asimismo, la parte actora manifestó que el doctor Juan Gregorio Guardado, en su
concepto de liquidador judicial de Escalón Núñez Compañía, el día veinticinco de julio
de mil novecientos ochenta y ocho inició contra la ODECA juicio civil ordinario de
rescisión de la donación relacionada en el Juzgado Cuarto de lo Civil de San Salvador,
alegando que la misma estaba sujeta a una modalidad que se había incumplido por parte
de la donataria. Al respecto, señaló que la ODECA fue demandada por medio de un
curador para la litis el cual, a pesar de representar los intereses de la ODECA, colaboró
totalmente con el liquidador, por lo que en dicho proceso se pronunció sentencia
definitiva declarando rescindida la donación por incumplimiento de la donataria y se
ordenó la cancelación de la respectiva inscripción en el Registro de la Propiedad.
Los apoderados del demandante agregaron que la ODECA, como persona jurídica de
derecho internacional, en cuanto a la posibilidad de ser demandada goza de privilegios e
inmunidades contenidas en la Convención Sobre Prerrogativas e Inmunidades de las
Naciones Unidas, suscrita en Londres el trece de febrero de mil novecientos cuarenta y
seis, a la que se adhirió El Salvador por Acuerdo Ejecutivo número cien del tres de marzo
de mil novecientos cuarenta y siete y ratificada por Decreto Legislativo número treinta y
nueve del día veintiséis de marzo de mil novecientos cuarenta y siete. Que el artículo
diecinueve del Estatuto de la Oficina Centroamericana de la ODECA establece que la
referida oficina y su personal gozan de los privilegios e inmunidades contenidas en la
mencionada Convención. Señalaron además que la Convención ya citada, en su artículo
II sección 2 preceptúa que las Naciones Unidas, sus bienes y haberes en cualquier parte y
en manos de cualquier persona, gozan de inmunidades contra todo procedimiento judicial
a excepción de los casos en que expresamente renuncie a esa inmunidad. Por lo anterior,
alegaron que, la Juez Cuarto de lo Civil carecía de competencia para conocer de una
demanda contra la ODECA, pues ésta no había renunciado a su inmunidad.
Expresaron que con las actuaciones de las autoridades demandadas se vulneró el derecho
de audiencia y propiedad, por cuanto la Juez demandada carecía de jurisdicción y
competencia para conocer del proceso incoado en contra de la ODECA. Finalmente,
pidieron se admitiera la demanda, y que, previos los trámites de ley, se pronunciara
sentencia definitiva amparando a su mandante.
Por resolución de las doce horas del día quince de enero de mil novecientos noventa y
siete, se admitió la demanda, se declaró sin lugar la suspensión del acto reclamado y se
pidió informe justificativo a las autoridades demandadas. La Juez Cuarto de lo Civil lo
rindió manifestando que el abogado Juan Gregorio Guardado demandó en juicio civil
ordinario de rescisión de donación a la ODECA, el día veinticinco de julio de mil
novecientos ochenta y ocho; que con fecha once de agosto del referido año se admitió la
demanda y se corrió traslado por seis días a la ODECA por medio del curador especial
nombrado, doctor Jesús Alemán Penado y con fecha trece de agosto se emplazó al
referido profesional. Señaló que el curador no se opuso a las pretensiones de la parte
actora por lo que se abrió el juicio a pruebas por el plazo de veinte días, durante el cual se
practicó inspección en el inmueble objeto de la donación. También indicó que habiendo
renunciado las partes a los traslados para alegar de bien probado, el tribunal pronunció la
sentencia, declarando rescindida la donación efectuada por la sociedad Escalón Núñez
Compañía dado el incumplimiento de la condición impuesta por la donante a la donataria
y se ordenó la cancelación respectiva. Por su parte, el señor Registrador de la Propiedad
señaló que no son ciertos los hechos expuestos por la parte actora en su demanda.
Por auto de las diez horas del día nueve de febrero de mil novecientos noventa y siete, se
mandó oír al Fiscal de la Corte en la siguiente audiencia, quien no hizo uso de la misma.
A fs. 50, se declaró sin lugar la suspensión del acto reclamado por haberse ya ejecutado.
Mediante resolución de las diez horas del día treinta y uno de mayo de mil novecientos
noventa y siete, se confirmó la no suspensión del acto reclamado y se pidió nuevo
informe justificativo a las autoridades demandadas.
Dicho informe fue rendido por la Juez Cuarto de lo Civil en los mismos términos que el
primero.
El Registrador Jefe rindió su informe expresando básicamente que el funcionario
registrador cumple con un mandato contenido en la sentencia definitiva por lo que su
actuación está enmarcada dentro de las obligaciones que le impone el ordinal primero del
Artículo 686 del Código Civil de inscribir dicha sentencia. También expresó que según
oficio librado por la señora Juez Cuarto de lo Civil con fecha diecinueve de diciembre de
mil novecientos ochenta y ocho, presentado al número dos mil seiscientos treinta y seis
del tomo seiscientos sesenta e inscrito al número sesenta y uno del Libro tres mil
cuatrocientos cuatro de Anotaciones Preventivas, se inscribió la rescisión de la escritura
de donación efectuada por los señores María Josefina del Carmen Escalón de Núñez y el
señor Francisco Núñez Arrué actuando ambos en nombre y representación y al mismo
tiempo como únicos socios de la Sociedad Colectiva Civil Escalón Núñez Compañía a
favor de la ODECA.
Se corrieron los traslados que manda el artículo 27 de la Ley de Procedimientos
Constitucionales al Fiscal de la Corte y a la parte actora. A folios 64, el Fiscal de la Corte
evacuó el traslado señalando que comparte los argumentos expuestos por la sociedad
demandante inspirada en la violación a la existencia de tratados internacionales de los
cuales El Salvador es signatario, con franca violación al artículo 11 de la Constitución y
agregó que independientemente de que la señora Juez Cuarto de lo Civil no tenga
jurisdicción para conocer del proceso principal contra la ODECA, debe entenderse que
ésta nunca fue emplazada por cuanto al curador que hipotéticamente la representaba no se
le otorgó en el acto de discernimiento la correspondiente facultad para ese específico acto
de representación.
Agregó que dicha situación conlleva a una abierta violación al artículo 11 de la
Constitución por cuanto la demandada en el proceso civil fue privada de los derechos
constitucionales a que se refieren los demandantes sin arreglo a las leyes, puesto que con
tal proceder se violaba la ley secundaria, y específicamente la norma contenida en el
artículo 493 del Código Civil. Finalmente expresó que la carga de la prueba del agravio
causado corresponde a la sociedad demandante.
La parte actora, al evacuar su traslado, indicó que la ODECA era propietaria de un
inmueble en la Colonia Escalón que le había donado la Sociedad Escalón Núñez
Compañía inscrito en el Registro de la Propiedad Raíz de San Salvador bajo el número
OCHENTA Y TRES del Libro MIL TREINTA Y CINCO y que el SICA, como sucesor
de la ODECA, fue privado de la propiedad del referido inmueble con violación a las
garantías constitucionales del debido proceso y de audiencia que regula el artículo 11 de
la Constitución.
Al respecto, indicó que la violación se produjo mediante la sentencia definitiva
pronunciada por la señora Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador en la cual declaró
rescindida la donación de mérito y ordenó la cancelación de la respectiva inscripción.
Agregó que se ha privado a su representada del dominio por medio de un proceso en el
cual la funcionaria demandada carecía de jurisdicción. Asimismo, expresó que las
autoridades demandadas en sus informes exponen argumentos que carecen de base legal
sin desvirtuar el agravio irrogado a su representada, limitándose a relacionar lo actuado
en el proceso. También manifestó que la ODECA fue demandada ante un tribunal de
jurisdicción común a pesar de tratarse de un organismo regional de carácter internacional
(sujeto de derecho internacional) por medio de un curador ad-litem, quien no la defendió
ni tenía facultades para representarla. Señaló además, que la ODECA gozaba de
privilegios e inmunidades contenidas en la Convención de las Naciones Unidas a los que
no renunció y por ello consideran, debe pronunciarse sentencia definitiva amparando a su
mandante.
Por resolución de las once horas y cinco minutos del día nueve de agosto de mil
novecientos noventa y siete, se abrió el juicio a pruebas por ocho días, plazo durante el
cual la parte actora presentó prueba documental, la que aparece legalmente agregada al
proceso.
Se corrieron los traslados que manda el artículo 30 de la Ley de Procedimientos
Constitucionales al Fiscal de la Corte, a la parte actora y a las autoridades demandadas.
El Fiscal de la Corte evacuó su traslado ratificando y confirmando los conceptos
expresados en su escrito de fs. 64, mientras que la parte actora esencialmente reiteró los
conceptos vertidos en su demanda.
La Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador no hizo uso del traslado conferido y el
Registrador Jefe del Registro de la Propiedad Raíz e Hipotecas de la Primera Sección del
Centro expresó los mismos conceptos manifestados en los informes anteriores.
Finalmente, quedó el proceso en estado de dictar sentencia.
II. Como presupuesto para adoptar una decisión de fondo esta Sala estima pertinente
retomar las razones que legitiman activamente a una persona jurídica para pedir amparo,
y más propiamente a un organismo de naturaleza internacional, pues si el SICA no
reconoce la jurisdicción nacional para ser juzgado, debe señalarse por qué sí puede
accionar en la jurisdicción constitucional.
En cuanto a la capacidad del SICA para intervenir como parte actora en el presente
proceso, es necesario hacer referencia al concepto de legitimación procesal,
específicamente dentro del proceso de amparo.
En efecto, la legitimación es la consideración que hace la ley dentro de cada proceso
respecto de las personas que se hallan en una determinada relación con el objeto del
mismo. Ahora bien, trayendo la anterior consideración al texto de la Ley de
Procedimientos Constitucionales, se advierte que el artículo 14 establece como requisito
formal esencial para admitir una demanda de amparo, que el actor se autoatribuya la
titularidad de una categoría jurídica subjetiva expresa y protegible constitucionalmente, la
cual se ha considerado violada u obstaculizada. Así, en un principio, no se exige como
requisito de admisibilidad de la demanda ni de procedencia de la pretensión, la
comprobación objetiva de dicha titularidad, sino sólo, como se mencionó, la
autoatribución subjetiva de la misma.
Ahora bien, de la Constitución y de la referida Ley de Procedimientos Constitucionales,
puede inferirse que toda persona tiene la posibilidad de acudir a la Sala de lo
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, cuando estime que se le ha violentado un
derecho o una categoría jurídica subjetiva protegible. Se exige que, para ello, haya habido
un acto de autoridad, y que además, para acudir en busca de tal tutela, se cumplan las
exigencias formales y sustanciales previstas en la mencionada ley.
Indisolublemente relacionado con los derechos fundamentales se encuentra la dignidad
humana como premisa básica que les es inherente. En tal sentido, el artículo 1 de la
Constitución al reconocer a la persona humana como el origen y el fin de la actividad del
Estado, se puede deducir que los fines estatales sólo pueden tener como último objetivo
la realización de la persona humana tanto en su dimensión individual como social.
Dentro de este marco, tomando como premisa que la dignidad es un elemento
perteneciente, por definición, a la persona humana y siendo ésta el sustento de la
estructura que conforma el cúmulo de derechos garantizados por el Estado, mal se haría
en estimar que puede un organismo internacional de carácter supranacional ser titular de
derechos fundamentales, como cualquier particular, pues en general, como se acotó antes,
éstos están destinados a la persona humana que nace, crece y se desenvuelve bajo el
andamiaje de la estructura jurídica de un Estado.
Sin embargo, cabe la posibilidad que en algunos supuestos tales organismos sean titulares
de algunos derechos constitucionalmente reconocidos, concretamente de aquéllos
derivados de la calidad de parte o interviniente que puedan tener en un proceso, supuesto
en el cual tales derechos son susceptibles de ser protegidos a través de los mecanismos
que para tal efecto existen, como es el caso del amparo.
Por otra parte, de conformidad con lo expresado por los demandantes, el SICA goza de
"inmunidad contra todo procedimiento judicial a excepción de los casos en que renuncie
expresamente a esa inmunidad".
Ahora bien, tal inmunidad debe entenderse para el caso en que tales organismos sean los
demandados, pues diferente es el caso del presente proceso de amparo en el que son ellos
los que, renunciando a dichos privilegios e inmunidades, han decidido voluntariamente
someterse a la jurisdicción de este Tribunal.
Visto así, se considera como válida la reclamación hecha por el SICA –como sucesor de
la ODECA– lo cual habilita a este Tribunal para conocer sobre la pretensión contenida en
la demanda.
III. Habilitada esta Sala para conocer en el presente proceso, es necesario –para mayor
claridad en la resolución a dictarse- ordenar los actos reclamados respecto de cada
autoridad demandada.
En primer lugar, debe dilucidarse lo relativo a la integración en la posición de parte
demandada del Registrador Jefe del Registro de la Propiedad Raíz e Hipotecas de la
Primera Sección del Centro, autoridad a quien se ordenó la cancelación de la inscripción
de la propiedad a favor de la ODECA.
Si bien se reconoce que anteriormente esta Sala había sostenido que cuando el agravio
hubiera sido causado por varias autoridades, debía demandarse a todas las que habían
intervenido en los actos que se impugnaban, dicho criterio ha sido modificado. Así pues,
la obligatoriedad de la integración del litisconsorcio pasivo, que exigía que debía
demandarse tanto a la autoridad que dictó la providencia constitutiva del acto reclamado,
como a la autoridad que ejecutó o pretendía ejecutar la resolución, y que implicaba que
de no hacerse así, la pretensión constitucional adolecería de un vicio tal que, descubierto
en el transcurso del proceso, producía la terminación anormal del mismo vía
sobreseimiento, ha sido modificada en atención a las siguientes circunstancias: (a) esta
Sala estima que en aplicación de los principios iura novit curia y de sustantividad de la
petición, no es indispensable que en la postulación de la demanda se afirme de modo
expreso que se demanda a todas las autoridades que han intervenido en el acto que se
impugna, bastando que el demandante relacione adecuadamente los hechos y haga
mención de las autoridades que han participado para que su queja produzca efectos
procesales positivos respecto de la procedencia de su pretensión; y (b) en todo caso es
razonable exigir la integración del litisconsorcio pasivo cuando intervienen varias
autoridades ejerciendo potestades decisorias, pero carece de sentido práctico entender
como parte pasiva a una autoridad que se ha limitado a ejecutar una decisión de otra
autoridad, pues la misma no ha realizado un acto lesivo a la normativa constitucional.
Desde la perspectiva anterior, es evidente que el Registrador Jefe del Registro de la
Propiedad Raíz e Hipotecas de la Primera Sección del Centro, únicamente pretendía
ejecutar una decisión emanada de la Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador, por lo que
no se puede considerar que haya actuado en el ejercicio de una potestad decisoria y, en
consecuencia, es procedente sobreseer a favor de dicha autoridad en el presente
proceso de amparo.
IV. Habiendo circunscrito los actos reclamados únicamente respecto de la Juez Cuarto de
lo Civil de San Salvador, esta Sala estima pertinente retomar lo alegado por la parte
actora, quien hace residir la pretensión de amparo en la violación de sus derechos de
debido proceso, audiencia y propiedad, que tuvieron lugar en el juicio civil ordinario que
en contra de la entonces Organización de los Estados Centroamericanos (ODECA) hoy
Sistema de Integración Centroamericana (SICA), promovió la sociedad "Escalón Núñez,
en liquidación" con el objeto de que se declarase la rescisión de la donación entre vivos
celebrada entre ambas partes. Por medio de dicho contrato la Sociedad mencionada hizo
donación de un inmueble a la Organización en referencia, para que se construyesen en
éste los edificios en que se alojarían las oficinas de la misma.
Se alegó en la demanda civil que la modalidad a la que estaba sujeta la donación no se
había cumplido por la donataria y que conforme a lo establecido en el Artículo 1297 del
Código Civil, la donante tenía el derecho de pedir la rescisión del contrato. La donataria
argumentó, por su parte, que el juez que conoció en dicho proceso se arrogó competencia
territorial, no obstante que tanto la Organización originalmente demandada (ODECA)
como su sucesora (SICA), eran personas jurídicas de derecho internacional y sometidas,
por ello, a un régimen diferente al de las personas jurídicas nacionales; que, en virtud de
sus propios estatutos y de la Convención sobre Prerrogativas e Inmunidades de las
Naciones Unidas, de fecha trece de febrero de mil novecientos cuarenta y seis,
reconocida por el Estado de El Salvador, gozaban de privilegios e inmunidades; y,
precisamente, de inmunidad de jurisdicción. Que en desconocimiento de dicha
circunstancia, la Juez ahora demandada, se atribuyó competencia y sustanció la causa
hasta pronunciar sentencia definitiva favorable a la pretensión de la demandante; es decir,
declaró rescindido el contrato por incumplimiento de la donataria y ordenó la cancelación
de la respectiva inscripción registral.
En consecuencia, los actos reclamados los circunscribe: 1- a la sentencia definitiva
pronunciada por la Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador y a la cancelación de la
respectiva inscripción a su favor por parte del Registrador Auxiliar de la Propiedad Raíz e
Hipotecas de la Primera Sección del Centro; y, 2- en defecto de dicho argumento, al de
haber seguido el proceso de instancia la Juez Cuarto de lo Civil en plena indefensión de
la Organización, pues ésta no fue representada legalmente en dicho juicio por dos
razones: (a) por falta de emplazamiento al representante de la Organización, que en ese
momento era el Administrador de la Secretaría General; y (b) por haber sido nombrado
para representar a la misma un curador especial, cuyo cargo no le fue discernido
conforme lo estipulado en el Artículo 493 inc. 2º del Código Civil.
El caso del que ahora se conoce conlleva una primera situación que acreditar relativa a si
los jueces salvadoreños se encuentran investidos de jurisdicción respecto de controversias
en que el "Sistema de Integración Centroamericano" (SICA), antes "Organización de
Estados Centroamericanos" (ODECA), constituya una de las partes del litigio; y si la
respuesta es positiva, determinar entonces los criterios y las normas conforme las cuales
habrá de resolver el órgano de justicia interno si, además, dicha organización regional
goza de inmunidad de jurisdicción, ya que ello permitirá a esta Sala hacer la valoración
correspondiente acerca de la violación al "debido proceso" atribuido a la Juez demandada
por haberse arrogado competencia en los términos que se ha indicado. Dicho análisis es
un condicionante para realizar el respectivo pronunciamiento sobre los actos impugnados.
1- Dentro del anterior contexto, no cabe ninguna duda que desde la óptica del derecho
público y del derecho internacional, la soberanía territorial de los Estados se ejerce sobre
todo su territorio y quedan sometidas a su jurisdicción todas las personas que se
encuentren en él. El ordenamiento jurídico salvadoreño acoge dicho planteamiento al
establecer en su Constitución -Artículo 174- la jurisdicción exclusiva de los jueces y
tribunales en todo el territorio del país dejando explícitamente la regulación de su estatuto
-incluido el régimen de competencias- a la ley. Al respecto, el Artículo 60 de la Ley
Orgánica Judicial que regula el estatuto de los Juzgados de Primera Instancia, señala
textualmente que "Estos tribunales conocerán en primera instancia según su respectiva
competencia de todos los asuntos judiciales que se promuevan dentro del territorio
correspondiente a su jurisdicción y en segunda instancia en los casos y conceptos
determinados por las leyes. También tendrán competencia para conocer en asuntos no
contenciosos en los que una ley expresa requiera intervención judicial".
Partiendo de dicho contexto legal y tomando en cuenta la práctica judicial, es de
reconocer que paralelamente a las controversias suscitadas entre simples particulares,
cada vez es más frecuente la intervención del propio Estado y de corporaciones
internacionales como partes en un proceso común, actuando uno u otras bajo la normativa
del Derecho privado en una relación jurídica con particulares, en la que, por la sustancia
de la relación, ambos sujetos se ubican, sin mayor discusión, en un plano de igualdad por
un lado; y, por otro, sometidos al derecho interno, en el que figuran los tratados
internacionales aceptados jurídicamente por el Estado de El Salvador. Sin embargo, la
variedad de situaciones jurídicas que se someten al conocimiento de los tribunales
comunes presentan rasgos particulares que imponen el problema de la ley aplicable y de
la competencia material o territorial; y, en referencia a esta última, el problema de la
extraterritorialidad como una excepción a la potestad de juzgar por parte de los jueces
nacionales.
En efecto, con relación a la competencia territorial, debe señalarse que, además de las
excepciones típicamente internas que se le pueden oponer, se encuentra ésta limitada por
la denominada inmunidad de jurisdicción de que gozan por antonomasia los Estados
extranjeros. A éstos se les considera, respecto del Estado nacional, y como consecuencia
derivada de su soberanía, jurídicamente iguales e independientes, y por ello ningún
Estado puede -en principio- asumir jurisdicción. Asimismo, los representantes de los
Estados como sus agentes diplomáticos y consulares, también son protegidos por la
inmunidad en virtud de considerar que la misión diplomática constituye parte del
territorio del Estado acreditante enclavado en el territorio del Estado receptor. La misma
idea subyace para las inmunidades jurisdiccionales de los Estados con relación a los
bienes que fuesen necesarios para el funcionamiento de los servicios públicos (bienes de
las representaciones diplomáticas, de las oficinas consulares, buques de guerra, buques de
Estado destinados a actividades no comerciales, aeronaves de Estado utilizadas en
servicios militares, etc.); y, en general, respecto de los bienes propiedad de un Estado
extranjero dedicados a la realización de actos de iure imperii.
La doctrina más reciente, realza el carácter funcional de la institución de la inmunidad, en
el sentido de que los privilegios y las inmunidades se deben comprender no en forma
absoluta sino relativa, esto es, se trata de prerrogativas cuyo objeto es garantizar el
desempeño eficaz de las funciones de las misiones diplomáticas. Esta concepción
contemporánea de la institución en estudio, se expresa claramente en el Preámbulo del
Convenio de Viena sobre relaciones diplomáticas -del que el Estado de El Salvador es
suscriptor- de fecha once de abril de mil novecientos sesenta y uno que dice: "teniendo
presente que desde antiguos tiempos los pueblos de todas las naciones han reconocido el
estatuto de los funcionarios diplomáticos", declara que "tales inmunidades y privilegios
se conceden, no en beneficio de las personas, sino con el fin de garantizar el desempeño
eficaz de las funciones de las misiones diplomáticas en calidad de representantes de los
Estados". Al respecto, el artículo 31 de la Convención hace patente las excepciones a la
oposición de la inmunidad cuando se trate de situaciones en las que los agentes
diplomáticos realizan actos no vinculados a la misión propiamente dicha, y en tal sentido
establece que dicho agente, goza de inmunidad de jurisdicción penal, civil y
administrativa, con excepciones como la acción real sobre bienes inmuebles particulares,
acción sucesoria, acción relativa a cualquier actividad profesional o comercial. De modo
análogo, la Convención de Viena sobre relaciones consulares de fecha veinticuatro de
abril de mil novecientos sesenta y tres, de la que son parte, entre más de cien Estados, el
Estado de El Salvador, asigna, en su Preámbulo, a los privilegios e inmunidades
consulares, de igual forma, un fundamento funcional. Por citar otro ejemplo de dicha
corriente contemporánea, el Preámbulo del Convenio de Viena sobre relaciones,
privilegios e inmunidades consulares, de fecha veinticuatro de abril de mil novecientos
sesenta y tres, afirma que "la finalidad de dichos privilegios e inmunidades no es
beneficiar a particulares, sino garantizar a las oficinas consulares el eficaz desempeño de
sus funciones en nombre de sus Estados respectivos".
No sobra señalar que respecto de la actividad que realizan los Estados, la práctica
occidental distingue, para efectos de inmunidad, entre iure imperii e iure gestionii,
inclinándose a no conceder la inmunidad de jurisdicción más que respecto de las
primeras. Esto no es más que una restricción a los alcances de la inmunidad de los
Estados como excepción a la plenitud y exclusividad de la jurisdicción del Estado
territorial. Dicha doctrina ha sido acogida en la Convención europea sobre inmunidad de
los Estados, y fue suscrita también por el Comité Jurídico Interamericano al aprobar, en
el año de mil novecientos ochenta y tres, el precepto 3 que se incluiría en la Convención
Interamericana sobre la inmunidad jurisdiccional de los Estados, el cual reza: "Un Estado
goza de la inmunidad de jurisdicción por actos realizados en virtud de poderes
gubernamentales".
Tomando en cuenta el fundamento de dicha normativa, la jurisprudencia foránea y la
doctrina más reciente del Derecho Internacional Público y Privado, se puede inferir sin
dificultad que se acepta, cada vez más, la tesis restrictiva en cuanto al alcance de la
inmunidad de jurisdicción tanto de los Estados, de sus representantes en el Estado
extranjero como de las Organizaciones Internacionales, que cede en favor de la
jurisdicción del Estado de foro o territorial, tratándose de simples actos de gestión relación privada- en los que actúan aquéllos como particulares y de acuerdo a las normas
de Derecho Privado.
La misma doctrina sostiene que las Organizaciones Internacionales de carácter universal
o regional no son una excepción respecto del carácter funcional que rodea a los
privilegios e inmunidades que les son reconocidas jurídicamente.
En términos generales, las Organizaciones internacionales y sus agentes gozan de esta
serie de prerrogativas destinadas a garantizar la independencia necesaria para el ejercicio
de sus funciones; es decir, para la consecución de los objetivos enunciados o deducidos
implícitamente de sus reglas. En el caso de la Secretaría de Integración Centroamericana,
tales privilegios e inmunidades se encuentran establecidos en su Carta constitutiva, a la
cual le es aplicable la Convención general sobre los privilegios e inmunidades de las
Naciones Unidas, aprobado por la Asamblea General el día trece de febrero de mil
novecientos cuarenta y seis.
A tenor de las disposiciones recogidas en dichas normativas, entre los privilegios
concedidos a esta Organización cabe mencionar el de la inviolabilidad de sus locales, de
sus archivos y otros de carácter fiscal. Las Organizaciones de este tipo, disfrutan
igualmente de inmunidad de jurisdicción que les permite, salvo renuncia expresa, no
comparecer ante los tribunales nacionales (sección 2 de la Convención general de 1946
de la O.N.U.) , a cuyos postulados pueden acogerse tanto la Organización en cuanto tal,
como sus agentes internacionales pero respecto de todos los actos que realicen en el
ejercicio de sus funciones, esto es, con carácter oficial. Así lo señala la Sección 11 de la
Convención general de 1946 de la O.N.U., y, a manera de ejemplo, el artículo 12 del
Protocolo de 1965 de las Comunidades Europeas.
El carácter funcional de la institución de inmunidad jurisdiccional también cabe apuntarla
respecto de estas Organizaciones y por tanto, cabe la relatividad sobre su aceptación
como excepción de incompetencia territorial.
El derecho comparado nos indica que la inmunidad se hace valer como una excepción de
"falta de jurisdicción", entendida como de competencia, a la que el beneficiario puede
renunciar implícitamente por el hecho de comparecer como actor en el proceso, o sin
oponer tal excepción si es el demandado, planteando una demanda como reconvención o
simplemente renunciando expresamente a la misma.
2- El tema de las inmunidades y privilegios que la norma internacional confiere a
Organizaciones que comparten la naturaleza del Sistema de Integración Centroamericana
(SICA), proyectado al ordenamiento interno, sirve asimismo para destacar que la
normativa internacional, una vez reconocida por el Estado de El Salvador, pasa a formar
parte de dicha unidad cuyo marco de operatividad lo determina la propia Constitución.
Efectivamente, la Constitución es la base fundamental sobre la que se articula cada
institución jurídica, tanto las diseñadas para el tráfico interno, como para el internacional,
y por ello, dicha norma suprema es el marco que permite la inserción de cada institución
en el esquema global del ordenamiento y representa el punto de referencia clave para la
interpretación y aplicación del sistema. En este sentido, no cabe obviar que las técnicas
para la solución de los problemas del derecho internacional por el juez nacional, se ven
notablemente influidas por los postulados constitucionales.
En virtud de lo anterior, es esta perspectiva desde la que debe analizarse la institución de
la competencia de los tribunales ordinarios en relación con la institución de la inmunidad
de jurisdicción de que goza el Sistema de Integración Centroamericana cuando éste
realiza actos jurídicos derivados de su capacidad de obrar que le facultan sus estatutos, a
efecto de determinar si el conocimiento de oficio que hiciera la Juez demandada es
inconstitucional por vulnerar el derecho al "debido proceso" y el de propiedad alegados.
A. Como bien se señala en la demanda, la Organización de Estados Centroamericanos u
ODECA se fundó con el propósito de conseguir en el futuro una unidad política
centroamericana a través de un proceso de integración al que quedó supeditada cualquier
otro tipo de aspiración como la integración económica (artículo transitorio del Tratado
General de Integración Económica Centroamericana). Con posterioridad y expresada la
necesidad de reestructurar, fortalecer y reactivar el proceso de integración, adecuando o
rediseñando el marco jurídico e institucional de la ODECA, los presidentes de la región,
incluida Panamá por vez primera, decidieron construir el Sistema de Integración
Centroamericana (SICA) al suscribir, el 13 de diciembre de 1991, el Protocolo de
Tegucigalpa a la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos -en vigor desde
el 23 de julio de 1992-, el cual entró en funcionamiento el 1 de febrero de 1993.
Según los estatutos de la renovada organización regional, ésta se presenta como una
institución política cuyo objetivo fundamental es "la realización de la integración
Centroamericana, para constituirla como región de paz, libertad, democracia y desarrollo"
(Artículo 3), objetivo en función del cual se le asignan propósitos diversos y
heterogéneos.
En la actualidad, el ordenamiento jurídico del SICA, en lo que se refiere a materia
jurisdiccional, únicamente lo conforma el Convenio sobre el Estatuto de la Corte
Centroamericana de Justicia, suscrito en Panamá el 13 de diciembre de 1992, en vigencia
a partir del 2 de febrero de 1994; y, respecto de la ODECA, -a la fecha de la iniciación
del juicio civil objeto de este proceso- ésta reconocía la jurisdicción de la Corte de
Justicia Centroamericana, la cual debía estar integrada por los presidentes de los poderes
judiciales de los Estados miembros (Artículo 14), siendo sus atribuciones conocer de los
conflictos jurídicos que dichos Estados le sometiesen y dictaminar sobre proyectos de
unificación de la legislación centroamericana cuando se lo solicitare la Conferencia o el
Consejo Ejecutivo (Artículo15).
La que fuera entonces Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), hoy
Sistema de Integración Centroamericana (SICA) como toda Organización Internacional,
están presididas en cuanto a su regulación por un agudo particularismo, pues cada una
posee su propio tratado constitutivo y acuerdos de sede con el Estado en cuyo territorio
está físicamente situado. En esencia, el problema radica en que estos particulares sujetos
internacionales, se distinguen, entre otros muchos datos, por carecer de un territorio
propio, por lo que deben asentarse en el territorio de un Estado soberano. Por ello, deben
determinarse las proyecciones de la inmunidad de jurisdicción de ese organismo y la de
sus bienes, locales y funcionarios en relación a los Tribunales del Estado en cuestión,
normalmente competente para aplicar las leyes territoriales; pues dicha Organización no
sólo suscribe actos jurídicos para realizar las funciones que le son propias, sino que se
encuentra legalmente habilitada, además, para otorgar y concretar actos sujetos al
derecho común del Estado en donde tiene su sede.
B- En términos generales, Organizaciones de esta índole poseen la capacidad jurídica
necesaria para el ejercicio de sus funciones y la realización de sus propósitos y gozan, a
tales efectos, de los privilegios e inmunidades correspondientes. Esta personalidad que le
fue reconocida primeramente a la Organización de las Naciones Unidas por su Carta
fundacional y confirmada por el Tribunal Internacional de Justicia a raíz de una
reclamación internacional -de daños y perjuicios- en el conocido Dictamen del 11 de abril
de 1949, puede trasponerse, según la doctrina, a la generalidad de las Organizaciones
Internacionales, tanto universales como regionales, dado que es indispensable para
realizar sus funciones -inmunidad relativa o funcional-. De dicha inmunidad se exceptúa,
generalmente, todo acto realizado por aquéllos sometidos al Derecho Privado común del
Estado del foro, cuyas obligaciones deben cumplirse en su territorio, al igual que,
consecuente con esta misma línea, las oficinas, agencias o establecimientos utilizados
para el ejercicio privado de actividades diferentes de las oficiales; y aún más, toda
relación que aun no siendo considerada como jurídico-privada, se haya remitido de buena
fe al Derecho interno.
No obstante que de una primera lectura de la Carta constitutiva de SICA, aparece que
goza éste de inmunidad de jurisdicción respecto de cualquier Estado, sin que se vislumbre
excepción alguna; y que cabría inferir, por ello, que se trata de una inmunidad absoluta,
esta conclusión, sin embargo, no resulta en manera alguna admisible porque, como ya se
mencionó, la tendencia coincidente en el actual Derecho comparado es la de la inmunidad
relativa de jurisdicción, de cuya tesis participa este Tribunal, en aras de potenciar la
efectiva protección jurisdiccional o no jurisdiccional de las relaciones intersubjetivas, que
nuestro ordenamiento reconoce y declara como derecho fundamental establecido por el
Artículo 2 de la Constitución.
En tal sentido pues, se está ante una limitación del alcance de la inmunidad, que permite a
los tribunales internos conocer de las controversias que se susciten, siempre y cuando
concurran los elementos que se señalan en los apartados siguientes.
Como se ha mencionado, de las diferentes excepciones para la operatividad de la
inmunidad de jurisdicción como excepción de competencia territorial ha de considerarse,
por una parte, el carácter privado del acto sujeto de controversia, que provocaría una
verdadera contradictio in termini al encomendar a un tribunal interno el conocimiento de
un conflicto con características de acto público internacional sujeto estrictamente a las
reglas del derecho internacional; y por otra, la suscripción del acto jurídico bajo la
normativa del derecho interno, aceptado implícitamente desde la perfección del acto de
que se trate. Evidentemente rigen en estos casos, 1- el carácter del acto; y 2- que el
mismo se constituya bajo normas del derecho interno.
Efectivamente, para establecer si el caso planteado corresponde al ámbito del Derecho
Internacional o al del Derecho interno, ha de identificarse, en primer orden, el elemento
extranjero de la relación jurídica. La doctrina -asumida prácticamente en su integridadsobre este aspecto, entiende por "elemento extranjero" cualquier dato presente en la
relación que no aparezca conectado con la esfera nacional. Si se comprueba la presencia
de tal elemento en la relación jurídica privada, el conflicto planteado puede ser resuelto
bajo las normas de derecho internacional -público o privado- y no por el Derecho interno,
ya que suele presentar una diferencia de carácter sustancial que requiere de una
reglamentación especial distinta a las previstas para las situaciones completamente
internas; y en esto estriba la especialidad que les caracteriza. Por otra parte, si el acto que
se ha constituido se ha realizado bajo la normativa del derecho privado interno, éste se
encuentra sujeto implícitamente al régimen también interno de solución de controversias.
Tomando en cuenta dichas premisas, podemos hacer una primera inferencia: En virtud de
la doctrina dominante del Derecho Internacional Público y Privado y del régimen de
competencia por razón del territorio y de la materia (de derecho privado), no es posible
acceder a una petición de inmunidad por aquel sujeto de derecho internacional, si el
objeto de la controversia está fundado en el derecho interno y el acto jurídico es de
carácter privado.
Es de señalar que, ostensiblemente, tanto en el orden interno como en el internacional, un
conflicto estrictamente privado estaría sujeto a idénticos resultados por cuanto, se trataría
de un acto no oficial, carente de potestades de imperio y desvinculado de la naturaleza de
sus funciones; o sea, sin trascendencia internacional. El sometimiento de una controversia
de estas características al ámbito de la jurisdicción internacional sólo acarrearía una
posible transgresión al derecho de igualdad procesal del particular -en su calidad de parte
en el proceso, en este caso la Sociedad demandante en el juicio de instancia-, y de
defensa del mismo, porque supone dificultar sin motivos de trascendencia internacional la
participación activa de dicha parte en el proceso. Por ello, en la actualidad, el Derecho
Internacional Público no impone una inmunidad absoluta de jurisdicción, sino que
permite que los Tribunales nacionales se atribuyan la competencia territorial en casos
como el ahora planteado. En consecuencia, una interpretación que acoja la inmunidad
absoluta transgrede evidentemente la Constitución. Al respecto, cabe citar la Sentencia
del Tribunal Constitucional Español No. 107/1992, que sostuvo en su fundamento
jurídico 4, relativo a la inmunidad de jurisdicción de un Estado que "Desde la tradicional
regla absoluta de inmunidad de jurisdicción, fundada en la igual soberanía de los Estados
que expresaba el adagio par in parem imperium non habet, el ordenamiento internacional
ha evolucionado a lo largo de este siglo hacia la cristalización de una regla relativa de
inmunidad que habilita a los Tribunales nacionales a ejercer jurisdicción respecto de
aquellos actos del Estado extranjero que no hayan sido realizados en virtud de imperio,
sino con sujeción a las reglas ordinarias del tráfico privado".
La clásica inmunidad absoluta de jurisdicción relativizada por situaciones como la
planteada, que ha encontrado sustento en la evolucionada doctrina del Derecho
Internacional, acogida en la sentencia que se ha relacionado y compartida por este
Tribunal, también debe sufrir un giro interpretativo desde la normativa constitucional y
procesal, por cuanto, debe corresponderle al juez, de oficio o a instancia de parte,
calificar la procedencia de dicho límite a su competencia territorial, en aras de
salvaguardar la igual oportunidad procesal para las partes y una debida defensa en juicio
de las mismas.
C- En el caso que nos ocupa, la especialidad de la relación jurídica la determina una
donación entre vivos otorgada por una persona jurídica de derecho público internacional ODECA- y una persona jurídica de derecho privado -Sociedad Escalón Núñez
Compañía- bajo las normas del Derecho Civil salvadoreño, cuya sujeción se realizó bajo
la autonomía de la voluntad de las contratantes y en absoluta y legalmente asumida buena
fe de su cumplimiento. Por tal motivo y tomando en cuenta la naturaleza relativa de la
inmunidad de jurisdicción que beneficiaba a la Organización de Estados Americanos,
sucedida por el Sistema de Integración Centroamericana, la cual se predica respecto de
actos eminentemente de derecho internacional público o privado, este Tribunal estima
que la atribución de competencia por parte del Juez Cuarto de lo Civil no vulnera el
derecho de dicha Organización a ser juzgado legalmente por un tribunal competente y en
respeto de la normativa aplicable que forma parte del concepto de "debido proceso".
Se ha sostenido, además, en abundante jurisprudencia de este Tribunal, que los derechos
fundamentales, y precisamente los procesales son predicables respecto de toda persona
natural o jurídica, y añadimos, de derecho público o de derecho privado, nacional o
internacional. En este sentido, toda persona -en sentido lato- tiene asegurado un núcleo
inalienable de derechos fundamentales y el goce de su protección, tal como establece el
Artículo 2 de nuestra Carta Primaria, destinado a proteger su ámbito vital; y, bajo el
pórtico de los principios de igualdad ante la ley y de igualdad procesal, toda persona goza
de garantías sobre su situación jurídica, sin distinciones que impliquen discriminación.
En el ámbito procesal, la igualdad de oportunidades para ejercer el derecho de
defensa (Artículo 12 Cn.) es uno de los requerimientos constitucionales para la validez de
las actuaciones del mismo proceso y de su sentencia definitiva; pues de lo contrario, sin
la observancia del principio de contradicción con el cual se pretende el equilibrio de las
posiciones de las partes, la indefensión se manifiesta con evidencia, situación proscrita
por nuestra Constitución.
A tenor de nuestro derecho interno, cuando un extranjero o una entidad internacional de
derecho público o de derecho privado, en virtud de la suscripción de un contrato como el
que se ha mencionado, basado en el derecho común interno y dada la carencia del
elemento externo necesario para determinar la relación jurídica como de índole
internacional, se verá investido automáticamente del status jurídico que nuestro
ordenamiento atribuye a las personas -de derecho público o privado internacionales o
bien simplemente extranjeros- que entran en contacto con él y, en consecuencia quedará
amparado por el principio de igualdad ante la ley en el ámbito de todas y cada una de las
instituciones en las que se dirima la cuestión jurídica que protagonicen, en los términos
que hemos anteriormente acotado.
En tal sentido, el hecho de acceder a la justicia salvadoreña como demandante o
demandado o como solicitante, le convierte en destinatario inmediato del mínimo de los
derechos que el ordenamiento consagra. En definitiva, no se trata pues, de sacrificar el
derecho internacional para aplicar la ley nacional antojadizamente, sino de desechar el
iter rígido que acompaña el funcionamiento de la institución de la "inmunidad de
jurisdicción" desde las concepciones más clásicas, que son en las que se fundamenta la
Organización demandante para requerir la protección constitucional a través de este
amparo y la sustentada escuetamente en la Opinión Ilustrativa del Consejo Judicial
Centroamericano actuando como Corte Centroamericana de Justicia, que se encuentra
debidamente agregada a fs. 111 del presente proceso.
En resumen, las razones expuestas son suficientes para que este Tribunal estime que no
es procedente el amparo solicitado respecto del acto de atribución de competencia por
parte de la Juez Cuarto de lo Civil del distrito de San Salvador, por cuanto no vulnera con
el mismo el derecho que la Constitución le otorga al Sistema de Integración
Centroamericana a ser juzgado por autoridad competente y bajo la ley aplicable,
comprendido básicamente en el artículo 11 y, por tanto, del derecho de propiedad
contemplado en el artículo 2, ambos de la misma Carta Fundamental.
V. Por otra parte, como se señaló desde el inicio del fundamento jurídico de esta
sentencia, el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), sucesora de la
Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), también ha reclamado la
actuación de la Juez Cuarto de lo Civil como vulneradora de su derecho de audiencia y
propiedad por cuanto ésta no siguió el proceso señalado por la ley para que dicha
Organización pudiese ejercer válidamente su derecho de defensa. Al respecto fundamenta
dicha violación en dos hechos: 1- la falta de emplazamiento al representante de la
Organización que en ese momento era el Administrador de la Secretaría General; y 2- el
no habérsele discernido el cargo a aquel a quien se nombró como curador ad litem de la
demandada, conforme las previsiones del artículo 493 inciso 2º del Código Civil.
1- En lo que respecta al primer acto impugnado, esto es, la falta de emplazamiento
al representante de la Organización que en ese momento era el Administrador de la
Secretaría General, se estima pertinente hacer una reseña sobre lo que
jurisprudencialmente se ha sostenido acerca del derecho de audiencia.
El artículo 11 de la Constitución establece en su inciso primero que "Ninguna persona
puede ser privada del derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad y posesión, ni de
cualquier otro de sus derechos sin ser previamente oída y vencida en juicio con arreglo a
las leyes;...". Esta disposición constitucional establece lo que se conoce como derecho de
audiencia, el cual, es un concepto abstracto en cuya virtud se exige que, antes de
procederse a limitar la esfera jurídica de una persona o a privársele por completo de un
derecho, debe ser oída y vencida en juicio con arreglo a las leyes.
Abundante jurisprudencia de esta Sala ha establecido que el mencionado derecho
se caracteriza por ser un derecho de contenido procesal, que se encuentra
indiscutiblemente relacionado con las restantes categorías jurídicas protegibles
constitucionalmente, en el sentido que, para que una privación de derechos tenga validez
jurídica, necesariamente debe ser precedida de un proceso seguido conforme a la ley, en
el cual se posibilite la intervención efectiva de la parte a fin de que conozca los hechos
que lo motivaron y tenga la posibilidad de desvirtuarlos.
Como ha quedado señalado, el derecho de audiencia por su connotación jurídicoprocesal, requiere al menos la existencia de un proceso o procedimiento previo a la
privación, o, la observancia de las formalidades de trascendencia constitucional
necesarias que el mismo conlleva para potenciar el derecho de defensa del afectado.
En este orden de ideas, es conveniente efectuar algunas consideraciones sobre el
emplazamiento como concreta manifestación del derecho de audiencia y sus límites
subjetivos.
Sobre tal punto, corresponde aclarar que tales actos, inclusive el emplazamiento, no son,
desde una perspectiva constitucional, categorías jurídicas con sustantividad propia, sino
que las mismas constituyen manifestaciones del derecho de audiencia; en cuanto que tales
actos posibilitan la intervención de las partes en los procesos jurisdiccionales y el
ejercicio de sus derechos constitucionalmente reconocidos.
Precisamente por el objeto que persiguen estos actos procesales -eficaz comunicación
entre el juzgador y las partes- es que su adecuada realización reviste especial importancia.
En virtud de ello, es que el incumplimiento de una formalidad esencial, cuya observancia
puede incidir negativa y gravemente en las oportunidades de ejercer el derecho de
audiencia y otros derechos por parte del sujeto afectado, adquiere connotación
constitucional; en el sentido que, la realización de un acto procesal de comunicación en
coexistencia con condiciones que carecen de razonabilidad o proporcionalidad respecto
de los fines que lícitamente puede perseguir el legislador, deviene en violatoria de la
normativa constitucional.
Es necesario aclarar, que si bien los actos procesales de comunicación deben ajustarse a
las regulaciones que el legislador establece, -en cuanto a su definición, determinación de
condiciones, modo de ejecución y consecuencias, así como los límites o particularidades
de algunos de ellos- éstas deben estar encaminadas a preservar los derechos
constitucionales.
Por otra parte, conviene también aclarar, que los actos procesales de comunicación se
rigen por el principio finalista de las formas procesales, según el cual los requisitos y
modos de realización de dichos actos, deben ser apreciados desde una perspectiva
finalista, cual es garantizar el derecho de audiencia así como otros derechos. Lo anterior
quiere decir, que siempre que el acto procesal de comunicación cumpla con su objetivo,
cualquier infracción procesal o procedimental en la realización del mismo, no supone o
implica per se violación constitucional. Por el contrario, si el acto procesal de
comunicación no cumple con esa finalidad de garantizar el derecho de audiencia y el
ejercicio de otros derechos del interesado dentro del proceso, supone violación
constitucional aun cuando el acto se haya realizado conforme a las regulaciones del
legislador secundario.
Respecto de lo antes expresado, esta Sala ha considerado en jurisprudencia anterior que el
juzgador está obligado a hacer saber eficazmente a las partes todas las actuaciones
judiciales o administrativas que se susciten dentro del proceso o procedimiento, siempre
que éstas hayan señalado lugar para oír notificaciones, máxime si dichas providencias
conceden una oportunidad de defensa o implican una carga procesal para alguna de ellas,
pues en caso de no realizarse eficazmente el acto de comunicación, la parte difícilmente
podría ejercer su respectiva carga y sus derechos, volviéndose nugatoria la concesión de
oportunidades de defensa.
De entre los actos procesales de comunicación merece advertir la importancia del
emplazamiento. Sobre éste, reiterada jurisprudencia constitucional ha señalado que
consiste en un acto complejo de comunicación, de plazo, bajo apercibimiento, que coloca
al emplazado en la situación de comparecer o no comparecer, es decir, "que cumpla una
actividad o manifieste su voluntad ante el órgano jurisdiccional".
Y es que, los procesos jurisdiccionales se encuentran diseñados de tal manera que
posibiliten la intervención del sujeto pasivo de la pretensión, siendo el emplazamiento, el
acto procesal que posibilita el conocimiento de la incoación de una pretensión y el
contenido de la misma, fijando un plazo inicial para que el emplazado cumpla una
actividad o declare su voluntad respecto a ésta.
También ha insistido la mencionada jurisprudencia constitucional que el emplazamiento
se relaciona con otro derecho consagrado en la normativa constitucional, el derecho de
defensa, "de tal modo que debe dárseles a las partes del juicio la oportunidad de ser
oídos, ya que nadie puede ser condenado sin haber tenido la oportunidad procesal de
alegar sus pretensiones".
Se ha dicho, pues, que el emplazamiento constituye un acto procesal esencial, en tanto
permite la interacción entre el juez, el demandado y otros sujetos que intervienen en el
proceso; y que de tal modo permite situar en un plano de igualdad jurídica a las partes,
para que éstas puedan ser oídas en sus respectivas pretensiones, defensa y excepciones.
En segundo lugar, es necesario establecer una comprensión constitucional del inciso
segundo del artículo 141 del Código de Procedimientos Civiles, es decir una
interpretación conforme a la Constitución.
Tal regla jurídica, a la letra, reza: "Si la demanda hubiere de intentarse contra una persona
jurídica que por cualquier motivo carezca de representante legal o voluntario, factor o
gerente en la República, se preparará el juicio, nombrándosele a instancia de la parte
actora un curador especial que la represente, probando sumariamente las circunstancias
antedichas".
Dicha disposición -cuyo supuesto hipotético es la falta de representante de una persona
jurídica en la República por cualquier motivo- consagra una especial forma de
configuración de la representación de la parte demandada en un proceso y, supone -como
imperativa derivación-, una también especial forma de comunicación de la demanda o
emplazamiento, pues éste ya no se realiza a la parte demandada en persona, sino a través
del curador especial.
Es indispensable aclarar que, tal y como se reseñó en párrafos previos, los actos
procesales de comunicación se deben realizar de conformidad con las reglas
contempladas en la respectiva ley procesal; y, limitándonos al tema en estudio, resulta
plenamente legítimo que el legislador secundario haya consagrado una especial forma de
integración de la representación de la parte demandada y de emplazamiento a través de
curador especial, cuando se trata de personas jurídicas que carecen de representante en el
país. No corresponde en esta sentencia examinar el nivel de perfeccionamiento de dicha
forma de representación y de comunicación de la demanda, pero se admite, en principio,
la legitimidad del legislador secundario para consagrar modos especiales de realización
de actos procesales de comunicación, cuando circunstancias fácticas -en este caso, la falta
de representante en el país- lo ameritan. Desde esta perspectiva, no se advierte en tal
disposición -Artículo 141 inciso segundo del Código de Procedimientos Civilestransgresión alguna al derecho de audiencia.
Sin embargo, el supuesto contemplado en la referida disposición legal, dada su
formulación lingüística, puede originar interpretaciones y aplicaciones que resulten
contrarias a la normativa constitucional, en específico, vulneradoras del derecho de
audiencia. En efecto, entendida de modo mecánico, automático, y sin tomar el carácter
especial -o mejor dicho, ulterior- de la regla del inciso segundo del mencionado artículo
puede originar verdaderas negaciones del derecho de audiencia.
Si el inciso segundo del artículo 141 del mencionado cuerpo de leyes se aplica sin agotar
previamente posibilidades de medios más garantistas que logren la finalidad de poner en
conocimiento de la parte demandada el proceso incoado en su contra, o se aplica pese a
existir otros medios que hagan saber al demandado la existencia del proceso, la
concreción del mismo puede devenir contraria a Constitución.
No es tarea de este Tribunal formular una teorización sobre el sistema de los actos
procesales de comunicación y las particularidades que pueden presentar los mismos, ni
tampoco teorizar sobre la mejor manera de garantizar el derecho de audiencia de una
persona jurídica que carece de representante en el país, pero sí le corresponde examinar
que los actos aplicativos de las disposiciones que rigen tanto en uno como en otros se
realice conforme a la normativa constitucional.
Y es que la mencionada disposición legal no puede entenderse aplicativa de modo
automático, en cualquier supuesto que la persona jurídica carezca de representante en el
país; pues entenderlo así, supondría una reducción innecesaria del derecho de audiencia.
Lo anterior de ninguna manera significa que no pueda aplicarse la regla contemplada en
el inciso segundo del artículo 141 del Código de Procedimientos Civiles., pero la misma
sólo resulta procedente cuando se han agotado otros medios para efectivizar el derecho de
audiencia, esto es, cuando se aplica tomando en cuenta su carácter ulterior y su
especialidad como medida extrema.
Desde la perspectiva señalada en los acápites precedentes, pasa a enjuiciarse la
constitucionalidad de la actuación de la Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador, en lo
relativo al derecho de audiencia.
El Sistema de Integración Centroamericana SICA, como sucesor de la
Organización de Estados Centroamericanos ODECA, alega que ésta no fue emplazada ni
notificada en el proceso civil de rescisión de donación ya referido, por lo cual se violó su
derecho de propiedad sin haber sido oída y vencida en juicio. Por su parte, la autoridad
demandada expone que tal emplazamiento se realizó mediante el curador especial
nombrado en las diligencias de ausencia que oportunamente se siguieran, debido a que la
ODECA carecía de representante legal en el país.
De la documentación agregada al expediente judicial, consta: (a) Que en virtud del Acta
número cincuenta y seis, de la cuadragésimo-tercera sesión ordinaria del Consejo
Ejecutivo de la ODECA, celebrada en la ciudad de San Salvador a las diez horas y treinta
minutos del día dieciocho de julio de mil novecientos setenta y tres -agregada de folios
108 a 110 de este expediente judicial-, que el Consejo Ejecutivo acordó designar como
Administrador de la Secretaría General de la Organización al señor Ricardo Juárez
Márquez, encargándole asimismo, la Secretaría del Consejo Ejecutivo, a partir del día
uno de agosto de ese mismo año; (b) que según certificación remitida a este Tribunal por
la Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador, doctora Gloria Palacios Alfaro, aparece una
constancia -folio 132- de fecha ocho de diciembre de mil novecientos ochenta y siete,
firmada por el Ministro de Relaciones Exteriores de esa época, doctor Ricardo Acevedo
Peralta, en la que literalmente hace constar: "que actualmente la Organización de Estados
Centroamericanos (ODECA), Organismo Regional creado por el Convenio Constitutivo
de la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos suscrito el 12 de diciembre
de 1962, no cuenta con Representación Legal; ya que no existe en la actualidad el
"Consejo Ejecutivo", que de conformidad al artículo 7 de la Carta Constitutiva de dicho
Organismo, será el que tendrá la Representación Legal del Organismo. No obstante lo
anterior, y el abandono en que se encuentra el Organismo, este tiene plena existencia
jurídica, ya que ninguno de los cinco suscriptores ha denunciado su Carta Constitutiva.
Que hasta el momento el único funcionario que se encuentra laborando dentro de ese
Organismo es el Señor Ricardo Juárez Márquez, de nacionalidad guatemalteca y que
funge como Administrador de la Secretaría General de la ODECA."
En virtud de lo anterior, se advierte que en la época en que se realizó el Proceso Civil
Ordinario de Rescisión de Donación, promovido por la Sociedad Escalón Núñez
Compañía contra la Organización de Estados Centroamericanos, dicha Organización
efectivamente se encontraba en una situación de acefalía por lo que carecía de
representante legal en el país, ya que es claro que el artículo 26 del Protocolo de
Tegucigalpa a la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA),
establece que el Secretario General es el más alto funcionario administrativo y tiene la
representación legal de dicha Organización.
Por ello, tal como lo menciona la juez demandada en sus respectivos informes, en el
juicio civil ordinario que promovió la sociedad Escalón Núñez Compañía contra la
ODECA se emplazó al curador especial, pues según la constancia relacionada de folios
132, tal Organismo se encontraba acéfalo, al no existir representante legal, y la única
persona que se encontraba laborando dentro del mismo, fungía como Administrador de la
Secretaría General.
De lo anterior se colige, que en definitiva, la funcionaria demandada no contaba con otros
medios más razonables que posibilitaran el conocimiento de la demandada respecto del
proceso iniciado en su contra, pues tampoco podía adjudicársele la representación legal al
Administrador de la Secretaría General; en virtud de ello, esta Sala considera que, la
interpretación y aplicación que efectuó la juez demandada del artículo 141 inciso 2° del
Código de Procedimientos Civiles, era la única forma constitucionalmente procedente
para realizar el emplazamiento.
En conclusión, es evidente que la aplicación de la figura consagrada en la disposición
legal tantas veces aludida, en el caso que se examina, es congruente con la normativa
constitucional, por cuanto la funcionaria demandada, por medio del Ministerio de
Relaciones Exteriores, verificó que la Organización de Estados Centroamericanos, hoy
Sistema de Integración Centroamericana carecía de representante legal a la fecha en que
se promovió el proceso civil aludido; lo que implica que dicha circunstancia encajaba
perfectamente en el supuesto contemplado en dicho artículo. Consecuentemente, no es
procedente conceder el amparo solicitado por violación al derecho de audiencia.
Habiéndose determinado que no existe violación al derecho de audiencia, es consecuente
afirmar que no existe violación al derecho de propiedad, por cuanto la privación de tal
derecho al haberse declarado rescindida la donación a que se ha hecho referencia, es
válida desde una perspectiva constitucional.
2- En lo atinente al segundo acto atribuido a la funcionaria judicial demandada, es
decir, la falta de discernimiento del cargo a aquel que se nombró curador ad litem de la
ODECA, de acuerdo a lo previsto en el artículo 493 inciso 2° del Código Civil, esta Sala
considera indispensable hacer una reseña sobre la legitimación de las partes en los
procesos, específicamente dentro del proceso constitucional de amparo, para luego
analizar el tipo de pronunciamiento que puede motivar la falta de legitimación, ya sea de
la parte actora o de la autoridad demandada.
Con relación al primer punto, este Tribunal considera conveniente aclarar que para poder
figurar como parte en un proceso, es preciso que el ordenamiento jurídico reconozca al
sujeto la necesaria aptitud que permite disfrutar de tal condición. Esta aptitud, es la que
doctrinariamente se conoce con el nombre de capacidad para ser parte, que debe
entenderse como la aptitud jurídica para ser titular de los derechos o de las obligaciones
de carácter procesal a que las partes se refieren; por ello, en principio, toda persona es
capaz para ser parte. Sin embargo, para poder figurar y actuar eficazmente como parte en
un proceso determinado, no basta con disponer de esta aptitud general, es decir, no es
suficiente que el sujeto posea capacidad para ser parte, sino que es necesaria una
condición más precisa, referida singularmente a la pretensión de que se trate.
Tal condición, que afecta al proceso, no en su dimensión común, sino en lo que tiene de
individual y determinado, es la que recibe el nombre de legitimación procesal, que
consiste en la consideración especial que tiene la ley, dentro de cada proceso, para con
las personas que se hallan en una determinada relación con el objeto del mismo, y, en
virtud de la cual, exige, para que la pretensión procesal pueda ser examinada en cuanto
al fondo, que sean dichas personas las que figuren como partes en tal proceso.
En virtud de lo anterior, tanto el sujeto activo de la pretensión como la persona o
autoridad frente a quien ésta se dirige, deben estar legitimados para actuar dentro del
proceso correspondiente.
Por ello, en todo proceso –y el de amparo no es la excepción–, debe tenerse la
certeza a quien demandar, pues de lo contrario la pretensión podría rechazarse in limine,
es decir, desde el momento de la presentación de la demanda. Lo anterior significa que
para que todo proceso y específicamente al de amparo pueda dársele el trámite
correspondiente, entre otros aspectos, hay que tener presente, que la autoridad a quien se
demande sea aquélla que realice actos unilaterales, investidos de potestad capaces de
vulnerar inconstitucionalmente la esfera jurídica de los gobernados.
En virtud de lo anterior, e interpretando los artículos 14 número 2) y 31 ordinal 3º de la
Ley de Procedimientos Constitucionales, esta Sala puede exteriorizar, que en un proceso
de amparo, si la autoridad demandada no es precisamente aquélla que realizó en forma
directa el acto reclamado que constituye el sustrato fáctico de la pretensión
constitucional de amparo, dicho proceso no puede prosperar y finalizar con una
sentencia, pues tal autoridad no podría ser considerada legítima contradictora y, por lo
tanto, carecería de legitimación pasiva para intervenir en el proceso.
Ahora bien, dependiendo de la etapa procesal en que tal vicio se advierta, el
pronunciamiento de esta Sala será distinto, no obstante tener siempre como telón de
fondo el rechazo de la pretensión implícita en la demanda. En efecto, si dicho vicio es
manifiesto al momento de la presentación de la demanda, se tendrá que declarar
improcedente la pretensión, de conformidad con el artículo 14 número 2) de la ley citada;
pero si dicho vicio no pudo ser apreciado in limine, al ser manifiesto en la prosecución
del mismo, a través de cualquier medio probatorio o análisis posterior, habrá que terminar
el proceso constitucional de amparo anormalmente mediante la figura del sobreseimiento,
de conformidad al artículo 31 ordinal 3º de la Ley de Procedimientos Constitucionales.
Concretando las anteriores consideraciones al caso en estudio, se tiene que el SICA alega
que la Juez Cuarto de lo Civil de esta ciudad vulneró los derechos de audiencia y
propiedad, dado que, a tenor literal: "ODECA nunca fue emplazada porque al Curador
que supuestamente la estaba representando, no se le otorgó en el acto del discernimiento
(...)".
Sin embargo, de la documentación que corre agregada al proceso, específicamente
a folios 138-140, se advierte que las Diligencias de Nombramiento de Curador Ad-Litem
a favor de la ODECA fueron instruidas en el Juzgado Tercero de lo Civil de este Distrito
Judicial, por consiguiente, es imposible que a la Juez demandada se le atribuya como acto
reclamado la falta de discernimiento del cargo a que se refiere el inciso 2° del artículo
493 del Código Civil.
Y es que, al momento de promover el Juicio Civil Ordinario de Rescisión de Donación,
ya se había nombrado el curador ad litem, razón por la cual no podía exigírsele a la
mencionada funcionaria judicial que subsanara una omisión que había sido tramitada en
otro Tribunal.
En virtud de lo anterior, y partiendo del análisis de la prueba documental agregada al expediente judicial, esta
concluye que, en el caso que nos ocupa, es evidente que en todo caso, quien habría incumplido el requisito ex
por el artículo 493 inciso 2° del Código Civil fue el Juez Tercero de lo Civil y no la Juez Cuarto de lo Civil, a
de este Distrito Judicial. En consecuencia, respecto de ese acto, es procedente sobreseer este proceso.
POR TANTO: Con base en los artículos 2, 11 y 15 de la Constitución y 32, 33, 34 y 35 de la Ley de
Procedimientos Constitucionales, esta Sala FALLA: (a) Sobreséese el presente proceso promovido en contra
Registrador Auxiliar de la Propiedad Raíz e Hipotecas de la Primera Sección del Centro, por tratarse de una
autoridad meramente ejecutora; (b) declárase que no ha lugar el amparo solicitado por el Sistema de Integr
Centroamericana (SICA) contra providencias de la Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador por no habers
comprobado la violación constitucional de los derechos al debido proceso, audiencia y propiedad alegada;
sobreséese este proceso por falta de legítimo contradictor respecto de la Juez Cuarto de lo Civil de San Salva
lo que respecta al acto de falta de discernimiento del cargo del curador ad litem; (d) óigase en la siguiente
audiencia a la Juez Cuarto de lo Civil de este Distrito Judicial, para los efectos de los artículos 84 y 85 de la L
Procedimientos Constitucionales, por no haber evacuado el traslado que ordena el artículo 30 de la citada ley
notifíquese.- ---A. G. CALDERON---R. HERNANDEZ VALIENTE ---MARIO SOLANO---PRONUNCIAD
POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---J. R. VIDES---RUBRICADAS.
VOTO EN CONTRA DEL DOCTOR JULIO ENRIQUE ACOSTA BAIRES:
Señores Magistrados firmantes, con el debido respeto me permito razonar mi voto en contra ya que, con exce
al sobreseimiento a favor del señor Registrador de la Propiedad Raíz e
Hipotecas, con el cual estoy de acuerdo por ser un simple ejecutor de una sentencia, difiero totalmente con el
contenido de este fallo al declarar que NO HA LUGAR al Amparo solicitado; por las razones que paso a exp
ANTECEDENTES:
Donación de un inmueble efectuada por "escalón Núñez y Co." A favor de la ODECA; condicionada a la
construcción de las oficinas de la Organización en dicho inmueble; contrato que posteriormente fue rescindid
sentencia pronunciada en Juicio Ordinario en el Juzgado 4° de lo Civil de San Salvador; promovido por el Dr
Gregorio Guardado, como liquidador de la Sociedad, contra la ODECA basado en el incumplimiento de la
condición antes mencionada. La demanda se interpuso contra un Curador ad litem nombrado en el JUZGADO
DE LO CIVIL de esta ciudad. Se pronunció la referida sentencia definitiva declarando rescindida la donación
ordenó la cancelación de la respectiva inscripción en el Registro correspondiente.
BASES DEL AMPARO.
1) Que la ODECA, como persona jurídica de derecho internacional, goza de privilegios e inmunidades conten
en el Protocolo de Londres (Convención sobre Prerrogativas e Inmunidades de las Naciones Unidas, de 13 de
febrero de 1946, a la que se adhirió El Salvador el 3 de marzo de 1947).
2) Que el Art. 19 del Estatuto de la Oficina Centroamericana de la ODECA, establece que la Organización y
personal gozan de los privilegios e inmunidades contenidos en la referida Convención de Londres, en la que,
artículo II sección 2, establece que las Naciones Unidas, sus bienes y haberes en cualquier parte y en manos d
cualquier persona, gozan de inmunidades contra todo procedimiento judicial a excepción de los casos en que
expresamente renuncie a esa inmunidad.
Se alegó así mismo, la violación al principio de "JUEZ NATURAL", aduciendo que la Juez 4° de lo Civil, ca
de competencia para conocer de esa demanda contra la ODECA. Se alegó además, que fueron vulnerados los
derechos de AUDIENCIA y PROPIEDAD, por las razones expuestas, es decir, la falta de jurisdicción y
competencia de la Jueza. Se introdujo por otra parte, el argumento de que el Curador nombrado carecía del
necesario discernimiento del cargo.
RESUMEN DEL CONTENIDO DE LA SENTENCIA DE AMPARO.
Se consideró válida la reclamación hecha por el SICA ante esta Sala, como sucesor de la ODECA y ello habi
este Tribunal para conocer sobre la pretensión contenida en la demanda de amparo. Se consideró el sobreseim
a favor del Registrador de la Propiedad Raíz e Hipotecas, por ser un simple ejecutor de la sentencia. Se dice e
texto de la sentencia, que los actos reclamados se circunscriben: (pag. 7) 1- a la sentencia definitiva, pronunc
por la Juez 4° de lo Civil y a la cancelación de la respectiva inscripción a su favor en el Registro…. Y 2- en d
de dicho argumento, al de haber seguido el proceso de instancia la Juez en plena indefensión de la ODECA, p
ésta no fue representada legalmente en dicho juicio, por dos razones: a) por falta de emplazamiento al
representante legal de la Organización que en ese momento era el Administrador de la Secretaría General; y b
haber sido nombrado para representarla, un Curador Especial cuyo cargo no fue discernido de acuerdo al Art
inc. 2° del Código Civil". Se sobresee a favor del Registrador, lo cual no admite discusión alguna; y finalmen
declara que NO HA LUGAR al amparo POR NO HABERSE COMPROBADO LA VIOLACION
CONSTITUCIONAL DE LOS DERECHOS AL DEBIDO PROCESO, AUDIENCIA Y PROPIEDAD, alega
BASES PARA LA DECLARACION DE NO HA LUGAR:
Que la llamada inmunidad de la jurisdicción de que gozan "Los Estados Extranjeros, (nótese que se habla de
Estados extranjeros, no de Organizaciones Internacionales), y los privilegios de éstos SON RELATIVOS, de
acuerdo a la doctrina más reciente, ya que se trata de prerrogativas cuyo objeto es garantizar el desempeño ef
de las funciones de las Misiones Diplomáticas. Se basa esta afirmación en el Convenio de Viena sobre relacio
diplomáticas entre Estados. Se sostiene, que los privilegios e inmunidades tienen como finalidad garantizar a
oficinas consulares el eficaz desempeño de sus funciones en nombre de los Estados respectivos, pero no es pa
beneficiar a particulares. Por lo tanto, continúa la sentencia, se debe inferir que cada vez más se acepta la tesi
restrictiva o relativa de esas inmunidades o privilegios. (pag. 10).
Se cita el Protocolo de Londres (final pag. 10 y pag. 11) aceptando que las Organizaciones Internacionales y
agentes gozan de esas prerrogativa; y que en el caso de el SICA (antes ODECA), aquellos se encuentran en s
carta constitutiva (vigente aún) a la cual le es aplicable el citado Protocolo de Londres. Sin embargo, no obsta
aceptar lo antes relacionado, se afirma, en la sentencia, que ""el carácter funcional de la institución de inmuni
jurisdiccional también cabe apuntarla respecto a las Organizaciones y por lo tanto cabe la relatividad sobre su
aceptación como excepción de incompetencia territorial"". (pag. 11).
En resumen, en este aspecto, la sentencia descarta la violación al principio del Juez Natural, basada en que la
tendencia es la inmunidad relativa de la jurisdicción, afirmando que es la tesis que apoya esta Sala, y por lo ta
se permite a los Tribunales internos conocer de las controversias que se susciten (como la planteada), ya que
cumplen dos condiciones: a) Que el carácter del acto se funda en el Derecho interno cuya normativa fue la
aplicada; y b) que tal acto es de naturaleza privada. Por consiguiente, se sostiene, además, que como en el cas
planteado se dan esas condiciones, se trata de un conflicto estrictamente privado, no de un acto oficial sin
trascendencia internacional (pag. 14). Se dice finalmente, que una interpretación que acoja la inmunidad abso
violenta la Constitución. (Se cita una sentencia del Tribunal Constitucional Español). Por lo tanto, se concluy
las razones expuestas son suficientes para que la Sala estime que no es procedente el amparo respecto del act
atribución de competencia por parte de la Juez 4° de lo Civil, por cuanto no se vulnera el derecho del SICA d
Juzgado por autoridad competente y bajo la ley aplicable (Art. 11 Cn).
Sobre el derecho de audiencia, se sostiene en la sentencia que éste no se viola, ya que el emplazamiento se hi
Curador nombrado en defecto del representante legal de la ODECA; y en cuanto al discernimiento del Curad
afirma, que era obligación del Juez 3° de lo Civil que lo nombró y no de la Juez 4° que conoció del Juicio de
rescisión. (pag. 24); y se sobresee por este acto.
MI POSICIÓN:
En el Juicio Ordinario de rescisión del contrato de donación, se demandó a una Organización Internacional; p
tanto, los instrumentos en que basó su defensa son de carácter internacional, como ocurre también en el Amp
ante esta Sala: "Carta de la Organización de Estados Centroamericanos de 1962"; el "Estatuto de la Oficina
Centroamerica" que se remite a la Convención Sobre Prerrogativas e Inmunidades de las Naciones Unidas",
conocido como "Protocolo de Londres", de 1946. Es decir, la ODECA se basó en Convenciones Especiales p
Organizaciones Internacionales; y no puede aplicarse a este caso la Convención de Viena, ya que ésta regula
prerrogativas, inmunidades y privilegios entre Estados Partes; y relaciones Diplomáticas y Consulares entre
Estados, pero no entre Organizaciones Internacionales. En consecuencia, a mi juicio, debió aplicarse el Proto
de Londres. Además, se debe aplicar en forma absoluta y descartar la tesis de la aplicación de inmunidades
relativas, ya que la tendencia actual es que las Organizaciones Internacionales renuncien a sus prerrogativas p
que se pueda aplicar el derecho interno de los estados, como el caso de el SICA en este Amparo, pero no que
desprovistas de ellas.
De acuerdo a lo anterior, a mi juicio, sí hay violación al principio del Juez Natural y al derecho de propiedad,
que la ODECA no debió ser demandada ante un Juez Nacional, por gozar de inmunidad de acuerdo al Protoc
Londres y en ningún momento renunció a esas prerrogativas.
Por otra parte, además de violarse la prerrogativa de inmunidad, se demandó mal, ya que aunque no existía el
formal de Secretario General de la Organización, ésta siguió funcionando, con sede en esa ciudad y los Minis
que integraban su Consejo ejecutivo, al finalizar el período de su último Secretario General, decidieron que e
Secretario Administrativo asumiera las funciones de aquel. De lo contrario no pudo haber seguido recibiendo
tratados y registrándolos, como en efecto lo hizo; de igual manera, la firma del Protocolo de reformas a la Ca
la ODECA no se hubiera podido llevar a cabo sin la presencia y función de representante legal designado; tam
hubiera sido posible integrar la comisión sucesora de la ODECA al SICA; para mencionar algunos casos. Cua
estos hechos ocurrieron, el SICA contrató a empleados que aún laboraban en la ODECA, ya que ésta nunca d
existir, hasta la suscripción del Protocolo de Tegucigalpa (1981), que crea el SICA sustituyendo a la ODECA
además (El Protocolo de Tegucigalpa) dispuso que quedaban vigentes entre los Estados, todos los Convenios
Acuerdos o Tratados siempre que no se opusieran a él; y aquí cabe la aplicación del Protocolo de Londres sob
inmunidades y privilegios.
Lo anterior, abona lo que sostengo en cuanto al emplazamiento por medio de un Curador Especial, que debió
hacerse a la persona que la representaba en ese momento, ya que la Organización aún subsistía.
En cuanto al discernimiento del Curador nombrado, se dice en la sentencia que era imposible para la Juez 4°
Civil que lo realizara, subsanando así una omisión que había sido tramitada en otro Tribunal, ya que las dilige
del nombramiento fueron iniciadas en el Juzgado 3° de lo Civil. A este efecto traigo a cuento algunas
disposiciones, tanto del Código Civil, vigentes en aquel momento, como de Procedimientos Civiles, que se re
a esta figura; las cuales, a mi juicio, demuestran que el discernimiento del Curador Especial, cualquiera que h
sido el Juez que lo tramitó, era necesario para que éste legitimara su personería; y el cual debió ser realizado,
conformidad al Art. 493 C.; es decir, por el Juez que conoció de la causa y quien no tiene otras facultades que
comprendidas en el mismo discernimiento. En el presente caso, se supone que el discernimiento se lo dio el J
de lo Civil y no la Juez 4° que conoció de la demanda, pero aunque así se haya realizado, este último Juez, el
lo Civil, de acuerdo al Art. 842 Pr. C. debió cerciorarse del discernimiento, ya que la certificación del decreto
mismo, es la que sirve para legitimar la personería del Curador. Si este presupuesto no se cumplió no hubo
emplazamiento y por lo tanto se violó el derecho de audiencia por falta de legítimo contradictor. La curaduría
debió ser discernida ya que el discernimiento es el decreto judicial que autoriza, en este caso al Curador, para
ejercer su cargo.
De acuerdo a lo antes expuesto, soy de opinión que esta Sala debió declarar que había lugar al Amparo por
VIOLACIÓN AL PRINCIPIO DEL JUEZ NATURAL (Art. 15 Cn.) y por consiguiente no entrar a conocer d
demás puntos alegados en la demanda: derecho al debido proceso, de audiencia y de propiedad, como la falta
legítimo contradictor, aunque son hechos también violentados.
San Salvador, veintidós de Agosto de dos mil dos.
Adhiero al anterior voto disidente.
San Salvador, veintidós de agosto de dos mil dos.---J. ENRIQUE ACOSTA---J. E. TENORIO---PRONUNC
POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---J. R. VIDES--- RUBRICADAS.-
Descargar