¿Asilarse o refugiarse? Quizá, salvar la vida

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¿Asilarse o refugiarse? Quizá, salvar la vida
Raúl C. Cancio Fernández
Académico Correspondiente Real Academia de Jurisprudencia y Legislación
Doctor en Derecho. Letrado del Tribunal Supremo
“No había ningún dispositivo
sanitario, habían instalado unas bombas de
agua a cincuenta metros del mar, en la
arena, salitre puro, y todo eso produjo una
hecatombe con una epidemia de disentería.
La gente se moría como chinches. (...) Te
tropezabas con profesores de universidad,
te tropezabas con el profesor Puigvert, que
era un famoso urólogo de Barcelona, o te
tropezabas con un golfo que habías
conocido en el barrio chino; en fin, allí
estábamos todos mezclados”
José Ramón Mena, refugiado
español, describiendo el campo de Argelés
en febrero de 1939
Me consta, cómo podría eludirlo, que en el drama de los expatriados que vagan estos
días por nuestra Europa, las cuestiones terminológicas o semánticas son, con mucho,
lo menos relevante de la tragedia a la que han sido arrastrados esa gente. No obstante,
el lenguaje, como toda herramienta, anuda el error en su uso, es más, al ser un
instrumento dotado de una notable imprecisión y ambigüedad, no es desdeñable que
surja el inevitable factor de distorsión sobre la realidad que creemos percibir.
En este sentido, es habitual leer y oír en estos días el empleo indiscriminado de los
términos asilado y refugiado para referirse a los que llaman a nuestras puertas en
amparo. Y no es lo mismo, jurídicamente hablando una cosa y la otra. Y,
consecuentemente, el manejo inadecuado de un término u otro, puede deformar esa
realidad a la que nos referíamos antes.
Al hablar en primer lugar del derecho de asilo, se impone acudir a los textos legales
que contemplan la institución, y en este sentido, la Declaración Universal de los
Derechos Humanos (DUDH, Resolución 217 A (III), el 10 de diciembre de 1948), señala
en su artículo 14 que «En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar
asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país. Este derecho no podrá ser invocado contra
una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos opuestos a los
propósitos y principios de las Naciones Unidas.» Esta previsión se complementa y
desarrolla con el contenido de la Declaración sobre el Asilo Territorial (Resolución 2312
(XXII), de 14 de diciembre de 1967), que en sus cuatro preceptos despliega la eficacia
del citado artículo 14 de la DUDH
Por el contrario, para desentrañar el significado del término refugiado, ha de acudirse
a otra disposición normativa, a saber, la Convención sobre el Estatuto del Refugiado
(Ginebra, 1951 y Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados, Nueva York 1967), que
define al refugiado como aquel «debido a fundados temores de ser perseguida por
motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u
opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a
causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país; o que,
careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos,
fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos
temores, no quiera regresar a él.» Este concepto fue ampliado, en primer lugar, en el
marco de la Organización para la Unidad Africana (OUA), al aprobarse la Convención
sobre Refugiados de 1969; y posteriormente, en el marco de la Declaración de
Cartagena sobre Refugiados de 1984, debido a los desplazamientos masivos
ocasionados por las guerras civiles de Nicaragua, El Salvador y Guatemala, que fue
promovida por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
(ACNUR). La OUA también adoptó el concepto de «refugiado» debido a causas
relacionadas con la agresión exterior, la ocupación o dominación extranjera, y a los
acontecimientos que perturbaren gravemente el orden público. El concepto ampliado,
y que vino a superar el concepto adoptado originalmente por la convención de 1951,
fue de igual manera sobrepasado y ampliado por la Declaración de Cartagena, en la
que se adoptó que «refugiado» era toda persona que hubiere huido por sentirse
amenazada en su vida, su seguridad y libertad, o por causa de la violencia
generalizada, o debido a una agresión externa, conflictos internos, violación masiva de
los derechos humanos u otra circunstancia capaz de perturbar gravemente el orden
público.
En nuestro ordenamiento jurídico, el tratamiento de derecho de asilo y de la condición
de refugiado es simbiótico, pues como establece el artículo 2 de Ley 12/2009, de 30 de
octubre, reguladora del derecho de asilo y la protección subsidiaria, califica el derecho
de asilo como la protección dispensada a los nacionales no comunitarios o a los
apátridas a quienes se reconozca la condición de refugiado en los términos definidos
en el artículo 3 de esta Ley y en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados,
hecha en Ginebra el 28 de julio de 1951, y su Protocolo, suscrito en Nueva York el 31
de enero de 1967. Condición de refugiado que el artículo 3 contempla para toda
persona que, debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza,
religión, nacionalidad, opiniones políticas, pertenencia a determinado grupo social, de
género u orientación sexual, se encuentra fuera del país de su nacionalidad y no puede
o, a causa de dichos temores, no quiere acogerse a la protección de tal país, o al
apátrida que, careciendo de nacionalidad y hallándose fuera del país donde antes
tuviera su residencia habitual, por los mismos motivos no puede o, a causa de dichos
temores, no quiere regresar a él, y no esté incurso en alguna de las causas de exclusión
del artículo 8 o de las causas de denegación o revocación del artículo 9.
Adviértase por tanto las diferencias que, a la luz de las disposiciones legales que
definen una y otra figura, concurren entre ambas. Así, el asilo es individual y el refugio
es colectivo; cabe activarse la figura del asilo diplomático dentro del territorio del
asilado, al contario del refugiado, que siempre se verifica fuera de la jurisdicción del
estado de origen; asimismo, puede afirmarse cabalmente que los presupuestos para el
reconocimiento de la condición de asilado son más exigentes que los que se requieren
para adquirir la naturaleza de refugiado. Y ello porque su reconocimiento demanda de
la concurrencia de unos motivos tasados, particular que no concurre con la figura del
refugiado. Para empezar, sobre el demandante de asilo no pueden existir motivos
fundados para considerar que ha cometido un delito contra la paz, un delito de guerra
o un delito contra la humanidad ni tampoco una acción judicial por la comisión de
delitos comunes, sospechas o encartamientos que no interferirían en el
reconocimiento de la condición de refugiado para un sujeto presuntamente
responsable de aquellos delitos; asimismo, la garantía de franqueo fronterizo y de no
expulsión o devolución obligatoria del solicitante de asilo, resulta excepcionable por
razones fundamentales de seguridad nacional o para salvaguardar a la población,
como en el caso de un afluencia en masa de personas, lo que cual no está previsto
para los que imploran refugio.
Y aun podría identificarse un tertiun genus en estas categorías, que sería el
representado por la protección subsidiaria a que es acreedora toda persona de otros
países y a los apátridas que, sin reunir los requisitos para obtener el asilo o ser
reconocidas como refugiadas, pero respecto de las cuales se den motivos fundados
para creer que si regresasen a su país de origen en el caso de los nacionales o, al de su
anterior residencia habitual en el caso de los apátridas, se enfrentarían a un riesgo real
de sufrir alguno de los daños graves previstos en el artículo 10 de esta Ley, y que no
pueden o, a causa de dicho riesgo, no quieren, acogerse a la protección del país de que
se trate, siempre que no concurra alguno de los supuestos excepcionados legalmente.
Asilados, refugiados, subsidiariamente protegibles…víctimas en suma. Que las ramas
no nos impidan ver el bosque de esta calamidad que creíamos ya objeto únicamente
de los libros de historia.
16 de Octubre de 2015
Observatorio Paz, Seguridad y Defensa.
http://catedrapsyd.unizar.es/observatorio-psyd/el-observatorio-opina.html
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