Número de registro: 19857 Novena Época Instancia: Segunda Sala

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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
Número de registro: 19857
Novena Época
Instancia: Segunda Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXIV, Diciembre de 2006
Página: 436
CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS. ENTRE LAS SUSTENTADAS POR EL
PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA DEL TERCER
CIRCUITO Y EL TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGÉSIMO QUINTO CIRCUITO.
MINISTRO PONENTE: SERGIO SALVADOR AGUIRRE ANGUIANO.
SECRETARIO: ALBERTO MIGUEL RUIZ MATÍAS.
CONSIDERANDO:
PRIMERO. Esta Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es competente
para conocer y resolver la presente denuncia de contradicción de tesis, de conformidad con lo
dispuesto en los artículos 107, fracción XIII, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos; 197-A de la Ley de Amparo y 21, fracción VIII, de la Ley Orgánica del
Poder Judicial de la Federación, en relación con el punto segundo del Acuerdo 5/2001,
dictado por el Pleno de este Alto Tribunal el veintiuno de junio del año dos mil uno, en virtud
de que se trata de la posible contradicción de tesis sustentada por Tribunales Colegiados de
Circuito en asuntos relativos a la materia administrativa, especialidad de esta Sala.
SEGUNDO. La denuncia de contradicción de tesis proviene de parte legítima, en términos de
lo dispuesto por el artículo 197-A de la Ley de Amparo, toda vez que la formuló el presidente
del Tribunal Colegiado del Vigésimo Quinto Circuito, órgano de amparo que, al parecer,
sustenta una de las tesis contradictorias.
TERCERO. El Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Tercer Circuito, el
veintiséis de noviembre de dos mil dos, al resolver la revisión principal 383/2002, entre otras
consideraciones, sostuvo las siguientes:
"TERCERO. Son inconsistentes los agravios, pues este tribunal advierte una causa de
improcedencia en términos del último párrafo del artículo 73 de la Ley de Amparo, que
implica el sobreseimiento del juicio de garantías. ... Por último, la quejosa aduce que
atendiendo al hecho de que la lista de sucesión de fecha quince de junio de mil novecientos
sesenta depositada ante el Registro Agrario Nacional, carece de eficacia legal, que en el
certificado de derechos agrarios 1085614, se hace constar que el finado Santos Jiménez Leal
no dejó sucesores registrados, y que en el certificado de derechos agrarios 178934, si bien se
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certificó que Jiménez Leal designó como sus sucesores a Sergio Jiménez Uribe, Adela Uribe
y Magdalena Jiménez Uribe -en ese orden-, tal lista no fue firmada, el tribunal debió resolver
el juicio como si se tratara de una sucesión legítima, de conformidad con lo dispuesto por el
artículo 18 de la Ley Agraria que dispone: ‘Artículo 18. Cuando el ejidatario no haya hecho
designación de sucesores, o cuando ninguno de los señalados en la lista de herederos pueda
heredar por imposibilidad material o legal, los derechos agrarios se transmitirán de acuerdo
con el siguiente orden de preferencia: I. Al cónyuge; II. A la concubina o concubinario; III. A
uno de los hijos del ejidatario; IV. A uno de sus ascendientes; y V. A cualquier otra persona
de las que dependan económicamente de él.’. Concluyendo que en atención al orden de
preferencia contemplado por dicho numeral, a ella le corresponde un mejor derecho sobre el
aquí tercero perjudicado para suceder los derechos agrarios que pertenecieron a su finado
esposo. Lo anterior resulta infundado. En efecto, primeramente debe decirse que cierto es,
como lo aduce la quejosa, que en el certificado de derechos agrarios 1085614, se hizo constar
que el citado Jiménez Leal no dejó lista de sucesores registrada ante el Registro Agrario
Nacional, asimismo, que en el certificado de derechos agrarios número 178934 aportado por
el demandado, se certificó que el extinto titular de los derechos agrarios que nos ocupan,
registró ante dicha dependencia a Sergio Jiménez Uribe, Adela Uribe y Magdalena Jiménez
Uribe como sus sucesores, sin que tal designación se hubiere firmado por el de cujus; sin
embargo, como ya se dijo en párrafos precedentes, el tribunal responsable para resolver como
lo hizo no se basó en los citados certificados, sino que para emitir su resolución se basó en la
lista de sucesores que el finado Santos Jiménez Leal depositó ante el Registro Agrario
Nacional, misma que mediante sentencia de amparo, se le ordenó recabar al tribunal
responsable, y si como ya se dijo también en párrafos precedentes tal documento está
revestido de plena validez, resulta correcto que el tribunal haya resuelto atendiendo a las
reglas de la sucesión testamentaria que regula el artículo 17 de la Ley Agraria, esto es,
atendiendo a la referida lista de sucesión formulada por el de cujus y depositada ante el
Registro Agrario Nacional. Por lo que, repítase, como se verá a continuación, el juicio de
amparo resulta improcedente al no demostrar el quejoso que se encuentre vigente la
expectativa de derecho para que se le reconozca como sucesor de los derechos agrarios del
extinto ejidatario. Esto es así, porque para acceder al juicio de garantías es requisito
indispensable acreditar el interés jurídico, que no es otra cosa que la demostración de la
existencia de un derecho jurídicamente tutelado que se ve afectado por el acto de imperio de
la autoridad que se tiene como responsable, y que faculta a su titular para acudir ante el
órgano de control constitucional a solicitar el cese de la violación, así se desprende de la tesis
de jurisprudencia número 854, publicada en la página quinientos ochenta y dos,
correspondiente a la Octava Época del Tomo VI, Materia Común, del Apéndice al Semanario
Judicial de la Federación 1917-1995, que dice: ‘INTERÉS JURÍDICO. EN QUÉ
CONSISTE. El interés jurídico a que alude el artículo 73, fracción V de la Ley de Amparo,
consiste en el derecho que le asiste a un particular para reclamar, en la vía de amparo, algún
acto violatorio de garantías individuales en su perjuicio, es decir, se refiere a un derecho
subjetivo protegido por alguna norma legal que se ve afectado por el acto de autoridad
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ocasionando un perjuicio a su titular, esto es, una ofensa, daño o perjuicio en los derechos o
intereses del particular. El juicio de amparo se ha instituido con el fin de asegurar el goce de
las garantías individuales establecidas en la Constitución General de la República, cuando la
violación atribuida a la autoridad responsable tenga efectos materiales que se traducen en un
perjuicio real al solicitante del amparo. En conclusión, el interés jurídico se refiere a la
titularidad de los derechos afectados con el acto reclamado de manera que el sujeto de tales
derechos pueda ocurrir al juicio de garantías y no otra persona.’. Ahora bien, este tribunal
estima que la comprobación de que el quejoso ahora recurrente Gustavo Jiménez Uribe, es
hijo del extinto ejidatario Santos Jiménez Leal, esa sola circunstancia resulta insuficiente para
tener por demostrado su interés jurídico, en virtud de que sólo constituyó una expectativa de
derecho que decayó por no haberse reclamado dentro de los dos años siguientes a la fecha en
que falleció el ejidatario, sirviendo de apoyo la tesis de jurisprudencia número 214, publicada
en la página doscientos veintiséis, correspondiente a la Novena Época del Tomo III, Materia
Administrativa, del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-2000, que dice:
‘SUCESIÓN DE DERECHOS AGRARIOS. CUANDO EL SUCESOR DESIGNADO POR
EL DE CUJUS NO SE ENCUENTRA EN POSESIÓN DE LA UNIDAD DE DOTACIÓN,
DEBE RECLAMAR SUS DERECHOS EN EL PLAZO DE DOS AÑOS, SIGUIENTES AL
FALLECIMIENTO DEL TITULAR (LEY FEDERAL DE REFORMA AGRARIA). La
interpretación relacionada de los artículos 81, 82, 83 y 85 de la Ley Federal de Reforma
Agraria, así como el espíritu en que se inspiró el establecimiento de la obligación de
explotación directa y permanente de la parcela para garantizar su función social, permiten
concluir que tal obligación, cuyo incumplimiento por dos años consecutivos da lugar a la
pérdida de los derechos sobre la unidad de dotación, de conformidad con el referido numeral
85, fracción I, no sólo atañe al ejidatario o comunero, sino a todo aquel que ejerza derechos
sobre la parcela, como lo es quien los haya adquirido por sucesión, aunque no se le hubieren
reconocido aún sus derechos sucesorios, pues el heredero adquiere la parcela con las mismas
obligaciones que el de cujus tenía sobre la misma y los efectos de la aceptación de la herencia
se retrotraen a la fecha del fallecimiento, de manera tal que la obligación de explotación de la
unidad parcelaria la tiene desde esta fecha y no hasta que, en su caso, se le reconozcan los
derechos sucesorios. Lo anterior permite concluir que, cuando el sucesor designado por el de
cujus no está en posesión de la unidad de dotación parcelaria, el trámite de reconocimiento de
sus derechos sucesorios agrarios y el traslado de dominio debe realizarlos en el plazo de dos
años, siguientes al fallecimiento del titular, para obtener la posesión de la parcela y así estar
en posibilidad de dar cumplimiento a la obligación de su explotación y no incurrir en la
causal de pérdida de sus derechos, pues la posesión de un tercero puede generar derechos a su
favor que daría lugar al reconocimiento de los mismos, mediante la adjudicación de la unidad
de dotación, en términos de lo dispuesto en el artículo 72, fracciones III y IV, de la misma
ley, al establecer categorías de campesinos con derechos de preferencia en virtud de la
posesión, es decir, la posesión genera la expectativa de derecho a ser reconocido como titular
de derechos agrarios y, por tanto, consecuencias de derecho protegidas por la ley.’. De las
pruebas desahogadas en la litis constitucional, se advierte que el de cujus falleció el veintiuno
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de agosto de mil novecientos noventa y siete, y el inconforme pretende el reconocimiento de
sus derechos sucesorios hasta el veinticuatro de abril del año dos mil dos, fecha en que dice
se enteró del conflicto de su madre Adela Uribe Soltero con su hermano Santos Jiménez
Uribe, en el citado juicio agrario número 8/16/98, es decir, cuando ya habían transcurrido
más de cuatro años de ocurrido el deceso del ejidatario titular del certificado de derechos
agrarios que pretende suceder, por lo que atendiendo al contenido de la tesis jurisprudencial
aludida, es inconcuso que en el caso, la expectativa de derecho de que gozó el aquí
inconforme, no llegó a materializarse en un bien jurídico tutelable a través de la acción
constitucional. Es cierto que conforme a la citada jurisprudencia número 214, bajo el rubro:
‘SUCESIÓN DE DERECHOS AGRARIOS. CUANDO EL SUCESOR DESIGNADO POR
EL DE CUJUS NO SE ENCUENTRA EN POSESIÓN DE LA UNIDAD DE DOTACIÓN,
DEBE RECLAMAR SUS DERECHOS EN EL PLAZO DE DOS AÑOS, SIGUIENTES AL
FALLECIMIENTO DEL TITULAR (LEY FEDERAL DE REFORMA AGRARIA).’, así
como de la lectura de la ejecutoria que le dio origen, se pone de manifiesto que el más Alto
Tribunal de justicia del país sostuvo, interpretando la derogada Ley Federal de Reforma
Agraria, que el sucesor del de cujus, cuando no se encuentra en posesión de la unidad de
dotación, debe reclamar sus derechos en el plazo de dos años siguientes al fallecimiento del
titular. Sin embargo, tomando en cuenta la finalidad que se persigue con la norma, su ratio
legis y la aplicación constante y uniforme hecha por los tribunales federales, este tribunal
estima que dicha jurisprudencia también es aplicable bajo los supuestos de la Ley Agraria,
pues la interpretación sistemática de los artículos 20, 23, fracción II y 57, fracción III, de la
citada Ley Agraria (‘Artículo 20. La calidad de ejidatario se pierde: I. Por la cesión legal de
sus derechos parcelarios y comunes; II. Por renuncia a sus derechos, en cuyo caso se
entenderán cedidos en favor del núcleo de población; III. Por prescripción negativa, en su
caso, cuando otra persona adquiera sus derechos en los términos del artículo 48 de esta ley.’,
‘Artículo 23. La asamblea se reunirá por lo menos una vez cada seis meses o con mayor
frecuencia cuando así lo determine su reglamento o su costumbre. Serán de la competencia
exclusiva de la asamblea los siguientes asuntos: I. Formulación y modificación del
reglamento interno del ejido; II. Aceptación y separación de ejidatarios, así como sus
aportaciones; III. Informes del comisariado ejidal y del consejo de vigilancia, así como la
elección y remoción de sus miembros; IV. Cuentas o balances, aplicación de los recursos
económicos del ejido y otorgamiento de poderes y mandatos; V. Aprobación de los contratos
y convenios que tengan por objeto el uso o disfrute por terceros de las tierras de uso común;
VI. Distribución de ganancias que arrojen las actividades del ejido; VII. Señalamiento y
delimitación de las áreas necesarias para el asentamiento humano, fundo legal y parcelas con
destino específico, así como la localización y relocalización del área de urbanización; VIII.
Reconocimiento del parcelamiento económico o de hecho y regularización de tenencia de
posesionarios; IX. Autorización a los ejidatarios para que adopten el dominio pleno sobre sus
parcelas y la aportación de las tierras de uso común a una sociedad, en los términos del
artículo 75 de esta ley; X. Delimitación, asignación y destino de las tierras de uso común así
como su régimen de explotación; XI. División del ejido o su fusión con otros ejidos; XII.
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Terminación del régimen ejidal cuando, previo dictamen de la Procuraduría Agraria
solicitado por el núcleo de población, se determine que ya no existen las condiciones para su
permanencia; XIII. Conversión del régimen ejidal al régimen comunal; XIV. Instauración,
modificación y cancelación del régimen de explotación colectiva; y XV. Los demás que
establezca la ley y el reglamento interno del ejido.’ y ‘Artículo 57. Para proceder a la
asignación de derechos sobre tierras a que se refiere la fracción III del artículo anterior, la
asamblea se apegará, salvo causa justificada y expresa, al siguiente origen de preferencia: I.
Posesionarios reconocidos por la asamblea; II. Ejidatarios y avecindados del núcleo de
población cuya dedicación y esmero sean notorios o que hayan mejorado con su trabajo e
inversión las tierras de que se trate; III. Hijos de ejidatarios y otros avecindados que hayan
trabajado las tierras por dos años o más; y IV. Otros individuos, a juicio de la asamblea.
Cuando así lo decida la asamblea, la asignación de tierras podrá hacerse por resolución de la
propia asamblea, a cambio de una contraprestación que se destine al beneficio del núcleo de
población ejidal.’), llevan al conocimiento de que lo que quiso evitar el legislador ordinario
con el establecimiento de las disposiciones en comento, fue que una misma cuestión concreta
pudiera ser objeto de controversia y decisión en dos o más sentencias de amparo, con el
peligro de que se produjera una cadena infinita de dichos juicios sobre la misma materia en
demérito de la seguridad que se requiere para lograr la armonía social, es decir, la nueva Ley
Agraria también conserva el principio relativo a la obligación de explotación directa y
permanente de la parcela para garantizar su función social, por lo que el incumplimiento de
tal obligación, por dos años consecutivos, da lugar a la pérdida de los derechos sobre la
unidad de dotación, de conformidad con el referido numeral 57, fracción III, que no sólo
atañe al ejidatario o comunero, sino a todo aquel que ejerza derechos sobre la parcela, como
lo es quien los haya adquirido por sucesión aunque no se le hubieren reconocido aún sus
derechos sucesorios, pues el heredero adquiere la parcela con las mismas obligaciones que el
de cujus tenía sobre la misma y los efectos de la aceptación de la herencia se retrotraen a la
fecha del fallecimiento, de manera tal que la obligación de explotación de la unidad
parcelaria la tiene desde esta fecha y no hasta que, en su caso, se le reconozcan los derechos
sucesorios. De ahí que, repítese, cuando el sucesor designado por el de cujus no está en
posesión de la unidad de dotación parcelaria, el trámite de reconocimiento de sus derechos
sucesorios agrarios y el traslado de dominio debe realizarlos en el plazo de dos años
siguientes al fallecimiento del titular, para obtener la posesión de la parcela y así estar en
posibilidad de dar cumplimiento a la obligación de su explotación y no incurrir en la causal
de pérdida de sus derechos, pues la posesión de un tercero puede generar derechos a su favor
que daría lugar al reconocimiento de los mismos mediante la adjudicación de la unidad de
dotación, en términos de lo dispuesto en el artículo 20, fracción III, de la misma ley, al
establecer la prescripción en virtud de la posesión, es decir, la posesión genera la expectativa
de derecho a ser reconocido como titular de derechos agrarios y, por tanto, consecuencias de
derecho protegidas por la ley. Debe decirse que lo anterior no contraría las bases esenciales
del sistema legal de sustentación de la institución de la sucesión en materia agraria, pues lo
que se pretende con la aplicación de la jurisprudencia aludida, dentro del procedimiento
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agrario actual, es que el bien se trabaje a partir del fallecimiento del titular de los derechos
agrarios. Algunos podrían considerar que no cabe la mencionada aplicación, porque el
legislador no señaló causas de privación de derechos agrarios, sin embargo, se estima
también que la actividad legislativa se realiza con el propósito de evitar situaciones
irregulares, sobre todo el fraude a la propia ley, y en el caso, lo pretendido por el quejoso es
que su expectativa de derecho sucesorio se le reconozca en el momento en el que él decidió
ejercerla sin ningún límite para su ejercicio. Por lo que el plazo previsto por las disposiciones
señaladas sí es aplicable, en virtud a las razones estimadas, de ahí que es válido adoptar la
solución dada al caso. Otra razón más para sostener lo anterior, es el hecho de que para el
solo efecto de acreditar el carácter de heredero y solicitar su inscripción como tal ante el
Registro Agrario Nacional, de la interpretación integral de los preceptos de la nueva
legislación agraria se infiere que aun en ausencia de conflicto entre herederos (lo cual
excluye la intervención forzosa de los tribunales agrarios, conforme a la fracción VII del
artículo 18 de la Ley Orgánica de los Tribunales Agrarios, interpretado a contrario sensu), el
interesado debe promover ante éstos, en vía de jurisdicción voluntaria, conforme al artículo
165 de la ley, con el objeto de demostrar que los supuestos previstos por la norma se han
actualizado al caso concreto, es decir, se debe acreditar el carácter de ejidatario o comunero
del de cujus, su defunción, así como el carácter de heredero del promovente para que la
resolución que se dicte, sea el documento que se inscriba en el Registro Agrario Nacional y,
en consecuencia, se expida el certificado o certificados correspondientes. Acorde a lo
expuesto, por más que fuera verdad que la lista de sucesión del extinto ejidatario fuera falsa,
lo cierto es que no es el hoy inconforme el autorizado para impugnar lo resuelto en el juicio
sucesorio a través del juicio constitucional por carecer de interés jurídico, requisito
indispensable para promover el juicio de amparo. Además, tal cuestión de si la lista de
sucesores es apócrifa, atañe a las cuestiones de fondo propuestas, y es de sobra conocido que
en los casos en los que se actualiza una causa de improcedencia que da lugar al
sobreseimiento del juicio, técnicamente resulta incorrecto ocuparse de los problemas de
fondo planteados. Para el caso se atiende al contenido de la tesis jurisprudencial 1028,
publicada en la página setecientos ocho del citado Tomo VI, Materia Común, del Apéndice
de 1917-1995, que dice: ‘SOBRESEIMIENTO, IMPIDE ENTRAR A ANALIZAR EL
ESTUDIO DE LAS CUESTIONES DE FONDO. Cuando se acredita en el juicio de garantías
cualquier causal de improcedencia y se decreta el sobreseimiento, no causa ningún agravio la
sentencia que deja de ocuparse de los argumentos tendientes a demostrar la violación de
garantías por los actos reclamados de las autoridades responsables, lo que constituye el
problema de fondo, porque aquella cuestión es de estudio preferente.’."
De las consideraciones precedentes, derivó la tesis cuyos texto y datos de localización son:
"SUCESIÓN DE DERECHOS AGRARIOS. CASO EN QUE ES APLICABLE LA TESIS
DE JURISPRUDENCIA NÚMERO 214, DE RUBRO: ‘SUCESIÓN DE DERECHOS
AGRARIOS. CUANDO EL SUCESOR DESIGNADO POR EL DE CUJUS NO SE
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ENCUENTRA EN POSESIÓN DE LA UNIDAD DE DOTACIÓN, DEBE RECLAMAR
SUS DERECHOS EN EL PLAZO DE DOS AÑOS, SIGUIENTES AL FALLECIMIENTO
DEL TITULAR (LEY FEDERAL DE REFORMA AGRARIA).’, A LA LEY AGRARIA
VIGENTE A PARTIR DEL 27 DE FEBRERO DE 1992). Conforme a la jurisprudencia 214,
del rubro de referencia, publicada en el Apéndice al Semanario Judicial de la Federación
1917-2000, Tomo III, Materia Administrativa, página 226, así como de la lectura de la
ejecutoria que le dio origen, publicada en las páginas 337 a 359 del Tomo II, diciembre de
1995, Pleno, Salas y Tribunales Colegiados de Circuito, Novena Época del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, se pone de manifiesto que el más Alto Tribunal de
Justicia del país sostuvo que en los términos de la derogada Ley Federal de Reforma Agraria,
el sucesor, cuando no se encuentra en posesión de la unidad de dotación, debe reclamar sus
derechos en el plazo de dos años siguientes al fallecimiento del titular, pues, en tal caso, la
expectativa de derechos que tenía el sucesor se cristalizaba. Supuesto que también es
aplicable a la nueva Ley Agraria vigente a partir del 27 de febrero de 1992, tomando en
cuenta la finalidad que se persigue con la norma, su ratio legis y la aplicación constante y
uniforme hecha por los tribunales federales, se estima que dicha jurisprudencia también es
aplicable, pues la interpretación sistemática de los artículos 20, 23, fracción II y 57, fracción
III, de la citada Ley Agraria, llevan al conocimiento de que lo que quiso evitar el legislador
ordinario con el establecimiento de las disposiciones en comento, fue que una misma
cuestión concreta pudiera ser objeto de controversia y decisión en dos o más sentencias de
amparo, con el peligro de que se produjera una cadena infinita de dichos juicios sobre la
misma materia, en demérito de la seguridad que se requiere para lograr la armonía social; es
decir, la nueva Ley Agraria también conserva el principio relativo a la obligación de
explotación directa y permanente de la parcela para garantizar su función social, por lo que el
incumplimiento de tal obligación, por dos años consecutivos, da lugar a la pérdida de los
derechos sobre la unidad de dotación, de conformidad con el referido numeral 57, fracción
III, que no sólo atañe al ejidatario o comunero, sino a todo aquel que ejerza derechos sobre la
parcela, como lo es quien los haya adquirido por sucesión, aunque no se le hubieren
reconocido aún sus derechos sucesorios, pues el heredero adquiere la parcela con las mismas
obligaciones que el de cujus tenía sobre la misma y los efectos de la aceptación de la herencia
se retrotraen a la fecha de fallecimiento, de manera tal que la obligación de explotación de la
unidad parcelaria la tiene desde esta fecha y no hasta que, en su caso, se le reconozcan los
derechos sucesorios. De ahí que cuando el sucesor designado por el de cujus no está en
posesión de la unidad de dotación parcelaria, el trámite de reconocimiento de sus derechos
sucesorios agrarios y el traslado de dominio debe realizarlos en el plazo de dos años
siguientes al fallecimiento del titular, para obtener la posesión de la parcela y así estar en
posibilidad de dar cumplimiento a la obligación de su explotación y no incurrir en la causal
de pérdida de sus derechos, pues la posesión de un tercero puede generar derechos a su favor
que darían lugar al reconocimiento de los mismos, mediante la adjudicación de la unidad de
dotación, en términos de lo dispuesto en el artículo 20, fracción III, de la misma ley, al
establecer la prescripción en virtud de la posesión, es decir, la posesión genera la expectativa
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de derecho a ser reconocido como titular de derechos agrarios y, por tanto, consecuencias de
derecho protegidas por la ley." (Novena Época. Primer Tribunal Colegiado en Materia
Administrativa del Tercer Circuito. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo
XVII, enero de 2003. Tesis III.1o.A.101 A. Página 1868).
CUARTO. El Tribunal Colegiado del Vigésimo Quinto Circuito, el treinta y uno de enero de
dos mil seis, al resolver el amparo directo administrativo 632/2005, entre otras
consideraciones, sostuvo las siguientes:
"SÉPTIMO. Con apoyo en los artículos 76 Bis, fracción III y 227 de la Ley de Amparo, se
suple la deficiencia de los conceptos de violación, al estar en presencia de un juicio de
garantías atinente a la materia agraria y la quejosa es aspirante a comunera. En la ejecutoria
pronunciada al resolver la contradicción de tesis 7/95, fuente de la jurisprudencia número
2a./J. 78/95, consultable en la página trescientos treinta y seis, Tomo II, diciembre de mil
novecientos noventa y cinco, del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena
Época, la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación vertió, entre otras, las
siguientes consideraciones ilustrativas para orientar el sentido de este fallo: (los transcribe).
Como se ve, la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación señaló que el
artículo 85, fracción I, de la Ley Federal de Reforma Agraria, determinaba la obligación
general de explotar la unidad de dotación al establecer la pérdida de los derechos sobre ella si
durante dos años consecutivos no se trabajaba. El órgano jurisdiccional en consulta señaló
que si bien al surtirse la hipótesis prevista en ese numeral se necesitaba la instauración del
procedimiento correspondiente previsto en los artículos 426 a 433 de la referida codificación,
ello no significaba la inexistencia de la pérdida de derechos agrarios, pues ese procedimiento
sólo tenía como finalidad verificar la configuración o no de la causa de pérdida de esos
derechos. En términos del citado artículo 85, fracción I, destacó el órgano jurisdiccional en
consulta, la obligación de explotar la tierra corresponde no sólo al ejidatario o comunero, sino
a todo aquel que ejerza derechos sobre ella, incluido a quien los haya adquirido por sucesión,
pues los efectos de la aceptación de la herencia se retrotraen a la fecha de muerte del autor de
la sucesión, en esa virtud la obligación de explotar la unidad de dotación la tiene desde el
fallecimiento de aquél, no a partir del reconocimiento de los derechos sucesorios. Por tanto, si
el sucesor designado tiene la obligación de explotar la tierra heredada, so pena de perder sus
derechos de no hacerlo en el término de dos años consecutivos, cuando no está en posesión
de la unidad de dotación dentro de dicho lapso debe realizar los trámites relativos para el
reconocimiento de sus derechos y el traslado de dominio para obtener su posesión, para estar
en posibilidad de cumplir dicha obligación y no incurrir en la causal de pérdida de sus
derechos. Lo anterior no acontece cuando el sucesor se encuentra en posesión de las tierras en
cuestión, pues al ejercer materialmente sus derechos sucesorios, no le puede prescribir la
acción para solicitar su reconocimiento, aun cuando formalmente no se le hayan reconocido.
Con base en ello, ese cuerpo colegiado determinó que si bien la Ley Federal de Reforma
Agraria no establecía expresamente término de prescripción de la acción para reclamar
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derechos sucesorios agrarios, debería estarse a las disposiciones del artículo 85, fracción I, de
esa codificación, por lo que cuando el sucesor designado no está en posesión de la parcela, el
trámite de reconocimiento de los derechos sucesorios agrarios debe realizarse en el plazo de
dos años siguientes al fallecimiento del titular. Además, señaló la Segunda Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, la posesión de un tercero puede generar derechos a
su favor, con el consecuente reconocimiento de su titularidad, en función de lo establecido en
el artículo 72, fracciones III y IV, de la citada ley. En conclusión, ante la inexistencia de un
precepto en la Ley Federal de Reforma Agraria que expresamente señalara un plazo para
ejercer la acción de reconocimiento de derechos sucesorios agrarios, la Segunda Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación realizó una interpretación integral de esa legislación
y determinó la necesidad de recurrir al artículo 85, fracción I, el cual determinaba la pérdida
de los derechos sobre la unidad de dotación, cuando no se trabajara la tierra por un lapso de
dos años consecutivos; de ahí la obligación del sucesor designado de ejercer la acción
correspondiente en el plazo de dos años siguientes al fallecimiento del titular, cuando no
tuviera la posesión de la unidad de dotación para no incurrir en la causa de pérdida de
derechos contemplado en ese numeral, además de los derechos que pudiera adquirir la
persona que detentara tal posesión. En ese orden, igual que en la Ley Federal de Reforma
Agraria, en la Ley Agraria en vigor a partir del veintisiete de febrero de mil novecientos
noventa y dos, no existe precepto que señale plazo para ejercer la acción de reconocimiento
de derechos sucesorios agrarios, empero, tampoco hay disposición semejante o correlativa al
artículo 82, fracción I, de la Ley Federal de Reforma Agraria, sustento de la determinación de
la Segunda Sala del Máximo Órgano jurisdiccional del país en la ejecutoria analizada, motivo
por el cual, en la actual legislación agraria no existe disposición de la cual se pueda
desprender que el plazo para ejercer la acción de reconocimiento de derechos sucesorios
agrarios sea de dos años. Ciertamente, en la Ley Agraria vigente los artículos 20, 23, fracción
II y 57, fracción III, señalan: ‘Artículo 20. La calidad de ejidatario se pierde: I. Por la cesión
legal de sus derechos parcelarios y comunes; II. Por renuncia a sus derechos, en cuyo caso se
entenderán cedidos en favor del núcleo de población; III. Por prescripción negativa, en su
caso, cuando otra persona adquiera sus derechos en los términos del artículo 48 de esta ley.’.
‘Artículo 23. La asamblea se reunirá por lo menos una vez cada seis meses o con mayor
frecuencia cuando así lo determine su reglamento o su costumbre. Serán de la competencia
exclusiva de la asamblea los siguientes asuntos: ... II. Aceptación y separación de ejidatarios,
así como sus aportaciones.’. ‘Artículo 57. Para proceder a la asignación de derechos sobre
tierras a que se refiere la fracción III del artículo anterior, la asamblea se apegará, salvo causa
justificada y expresa, al siguiente orden de preferencia: ... III. Hijos de ejidatarios y otros
avecindados que hayan trabajado las tierras por dos años o más.’. Como se advierte, ninguna
de las anteriores normas legales señala plazo para la pérdida de derechos ejidales a virtud de
no cumplir con la obligación de explotar la tierra durante dos años consecutivos. Cierto, el
transcrito artículo 20, fracción III, establece la pérdida de la calidad de ejidatario por
prescripción negativa, condicionado a que otra persona los adquiera por prescripción positiva,
pues al respecto remite al numeral 48 que regula lo relativo a esa figura jurídica. Entonces, en
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términos de esa norma legal, el simple transcurso del tiempo no origina la pérdida de la
calidad de ejidatario ni de sus derechos como tal, sino se requiere la intervención de diversa
persona que prescriba positivamente esos derechos, lo cual no era requisito en la Ley Federal
de Reforma Agraria, pues durante su vigencia la titularidad de esos derechos podría quedar
vacante en caso de que no se ejercieran derechos de posesión sobre la parcela por dos años
consecutivos. Por su parte, el artículo 57, fracción III, refiere a la asignación de tierras de uso
común por parte de la asamblea general y al orden de preferencia para ello, en el cual se
señalan a los hijos de ejidatario, así como a otros avecindados que hubieren trabajado las
tierras por dos o más años, empero, de ese precepto no se desprende que a virtud de no
trabajar ese tipo de tierras por parte de ejidatario o comunero, implique la pérdida de sus
derechos, pues esa norma sólo establece el derecho de hijos de ejidatario y avecindados a ser
preferidos cuando laboren esas tierras por el referido tiempo, lo cual, incluso, pudiera
presentarse aun cuando ningún integrante del núcleo de población hubiere dejado de trabajar
esas tierras. Bajo ese contexto, en la Ley Agraria en vigor no existe disposición correlativa al
artículo 85, fracción I, de la derogada Ley Federal de Reforma Agraria, la cual, al igual que
en esa legislación, sirviera de base para determinar la pérdida de los derechos sobre las tierras
ejidales o comunales por su no explotación durante dos años consecutivos, para de esa
manera establecer la obligación del sucesor designado de trabajar la tierra heredada en ese
lapso de tiempo, so pena de perder sus derechos, lo cual generara su obligación de ejercer la
acción de reconocimiento de sus derechos sucesorios en ese tiempo, para estar en posibilidad
de cumplir dicha obligación y no incurrir en la causal de pérdida de sus derechos. Por
consiguiente, la actual Ley Agraria no determina el plazo de dos años, ni algún otro, para
ejercer la acción de reconocimiento de derechos sucesorios agrarios, como incorrectamente lo
señaló el tribunal agrario responsable, por tal motivo, no cobra aplicabilidad la jurisprudencia
analizada de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y, por tanto, no se
comparte el criterio sustentado por el Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa
del Tercer Circuito, en la tesis de rubro: ‘SUCESIÓN DE DERECHOS AGRARIOS. CASO
EN QUE ES APLICABLE LA TESIS DE JURISPRUDENCIA NÚMERO 214, DE
RUBRO: «SUCESIÓN DE DERECHOS AGRARIOS. CUANDO EL SUCESOR
DESIGNADO POR EL DE CUJUS NO SE ENCUENTRA EN POSESIÓN DE LA
UNIDAD DE DOTACIÓN, DEBE RECLAMAR SUS DERECHOS EN EL PLAZO DE
DOS AÑOS, SIGUIENTES AL FALLECIMIENTO DEL TITULAR (LEY FEDERAL DE
REFORMA AGRARIA).», A LA LEY AGRARIA VIGENTE A PARTIR DEL 27 DE
FEBRERO DE 1992.’, en la cual el tribunal agrario responsable sustentó la aplicación de la
citada tesis de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Consecuentemente, la sentencia reclamada vulnera en perjuicio de Leonor Carrera Márquez
las garantías de legalidad y seguridad jurídica consagradas en los artículos 14 y 16 del Pacto
Federal, lo cual impone concederle la protección constitucional solicitada para efecto de que
la autoridad responsable deje insubsistente la sentencia reclamada y, en su lugar, pronuncie
otra en la cual parta de la base de que, en términos de la actual legislación agraria, no existe
plazo para ejercer la acción de reconocimiento de derechos sucesorios y, con libertad de
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
jurisdicción, resuelva la cuestión planteada para así restituir a la quejosa en el pleno goce de
las garantías individuales violadas, como el artículo 80 de la Ley de Amparo ordena."
QUINTO. Como cuestión previa debe establecerse si en el caso a estudio existe o no la
contradicción de tesis denunciada, motivo por el cual acto seguido se procede a sintetizar las
consideraciones de las ejecutorias participantes en la misma.
1. El Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Tercer Circuito, al resolver la
revisión principal 383/2002, sustentó, esencialmente, las consideraciones siguientes:
a) El quejoso Gustavo Jiménez Uribe carece de interés jurídico, pues si bien es verdad que
acreditó ser hijo del extinto ejidatario Santos Jiménez Leal, también es verdad que esa sola
circunstancia es insuficiente para acreditar dicho interés, pues sólo constituyó una expectativa
de derecho, la cual no llegó a materializarse en un bien jurídico tutelable a través de la acción
constitucional, dada la abstención del accionante del amparo de reclamar el reconocimiento
del derecho respectivo dentro de los dos años siguientes a la fecha en la cual falleció el
ejidatario citado. Este criterio se apoyó en la jurisprudencia 2a./J. 78/95, cuyo rubro es:
"SUCESIÓN DE DERECHOS AGRARIOS. CUANDO EL SUCESOR DESIGNADO POR
EL DE CUJUS NO SE ENCUENTRA EN POSESIÓN DE LA UNIDAD DE DOTACIÓN,
DEBE RECLAMAR SUS DERECHOS EN EL PLAZO DE DOS AÑOS, SIGUIENTES AL
FALLECIMIENTO DEL TITULAR (LEY FEDERAL DE REFORMA AGRARIA).",
sustentada por esta Segunda Sala.
El órgano colegiado citado, agregó de la lectura de la jurisprudencia indicada y de las
consideraciones de donde derivó se advierte que la Segunda Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación al interpretar la Ley Federal de Reforma Agraria derogada sostuvo el
criterio relativo a que el sucesor del de cujus, cuando no se encuentra en posesión de la
unidad de dotación debe reclamar sus derechos en el plazo de dos años siguientes al
fallecimiento del titular, pero en atención a la finalidad perseguida por la norma y su ratio
legis se considera que tal jurisprudencia es aplicable bajo los supuestos de la Ley Agraria en
vigor, pues la interpretación sistemática de sus artículos 20, 23, fracción II y 57, fracción III,
ponen de manifiesto la intención del legislador de evitar que una misma cuestión concreta
pudiera ser objeto de controversia y decisión en dos o más sentencias de amparo.
En otras palabras, la actual Ley Agraria también conserva el principio relativo a la obligación
de explotar en forma directa y permanente la parcela para garantizar su función social, por lo
cual el incumplimiento de esa obligación, por dos años consecutivos, da lugar a la pérdida de
los derechos sobre la unidad de dotación, de conformidad con lo dispuesto en el numeral 57,
fracción III, de dicha ley, porque tal obligación no sólo atañe al ejidatario o comunero, sino a
todo aquel que ejerza derechos sobre la parcela, incluso a quien los hubiere adquirido por
sucesión, aun cuando no se le hayan reconocido sus derechos sucesorios, en virtud de que los
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
efectos de la aceptación de la herencia se retrotraen a la fecha del fallecimiento del de cujus.
Por tanto, cuando el sucesor designado por el de cujus no está en posesión de la parcela, el
reconocimiento de sus derechos sucesorios agrarios y el traslado de dominio debe realizarlos
en el plazo de dos años siguientes al fallecimiento del titular, pues sólo así podrá obtener la
posesión de la parcela y explotarla, y de esa manera no incurrirá en la causal de la pérdida de
sus derechos, máxime que la posesión de un tercero puede generar derechos a su favor e
incluso para reconocer los mismos, mediante la adjudicación de la unidad de dotación en
términos de lo dispuesto en el artículo 20, fracción III, de la Ley Agraria; en virtud de que la
posesión en virtud de la prescripción genera la expectativa de derecho de ser reconocido
como titular de derechos agrarios protegidos por dicha ley.
b) Concluye el órgano colegiado con la afirmación relativa a que la aplicación de la
jurisprudencia citada en el inciso anterior no contraría las bases esenciales del sistema legal
de la institución de la sucesión en materia agraria, pues lo pretendido con esa aplicación,
dentro del procedimiento agrario actual, es que el bien se trabaje a partir del fallecimiento del
titular de los derechos agrarios.
2. El Tribunal Colegiado del Vigésimo Quinto Circuito, al resolver el amparo directo
administrativo 632/2005, en lo interesante sustentó las consideraciones siguientes:
a’) Que esta Segunda Sala al establecer la jurisprudencia 2a./J. 78/95 (citada al final del
primer párrafo del inciso a) del punto uno precedente), ante la inexistencia de un precepto en
la Ley Federal de Reforma Agraria derogada, en el cual expresamente se señalara un plazo
para ejercer la acción de reconocimiento de derechos sucesorios agrarios, realizó una
interpretación integral de esa legislación y determinó la necesidad de recurrir a su artículo 85,
fracción I, en el cual se determinaba la pérdida de los derechos sobre la unidad de dotación
cuando no se trabajara la tierra por un lapso de dos años consecutivos; de ahí derivó la
obligación del sucesor designado de ejercer la acción correspondiente en el plazo de dos años
siguientes al fallecimiento de su titular, cuando no tenía la posesión de la unidad de dotación
para no incurrir en la causa de pérdida de derechos contemplado en dicho precepto. Además
de los derechos que pudiera adquirir la persona que detentara tal posesión.
b’) En la Ley Federal de Reforma Agraria derogada y en la Ley Agraria en vigor no existe
precepto en el cual se señale el plazo para ejercer la acción de reconocimiento de derechos
sucesorios agrarios y en la ley citada en segundo lugar tampoco hay disposición semejante o
correlativa a la contenida en el artículo 85, fracción I, de la ley invocada en primer término;
luego, en la Ley Agraria no existe disposición de la cual se pueda desprender que el plazo
para ejercer la acción de reconocimiento de derechos sucesorios sea de dos años.
Lo anterior, porque de la lectura de los artículos 20, 23 y 57 de la Ley Agraria en vigor, se
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
advierte que en ninguno de ellos se señala plazo para declarar la pérdida de derechos ejidales
por no cumplir con la obligación de explotar la tierra durante dos años consecutivos.
En efecto, conforme a lo dispuesto en el artículo 20, fracción III, de la Ley Agraria, la
pérdida de la calidad de ejidatario por prescripción negativa está condicionada a que otro la
adquiera por prescripción positiva, pues al respecto remite al numeral 48 de la propia ley, que
regula esta institución jurídica; luego, de acuerdo a aquel precepto el simple transcurso del
tiempo no origina la pérdida de la calidad de ejidatario, porque para ello es necesaria la
intervención de diversa persona a cuyo favor prescriban positivamente aquellos derechos,
requisito no exigible en la Ley Federal de Reforma Agraria, porque durante su vigencia la
titularidad de esos derechos podrá quedar vacante en caso de no ejercicio de los derechos de
posesión sobre la parcela por dos años consecutivos.
Además, de la lectura del artículo 57, fracción III, de la Ley Agraria, no se desprende que la
abstención de no trabajar las tierras de uso común por parte del ejidatario o comunero origine
la pérdida de sus derechos, porque en esa norma únicamente se establecen los derechos de
hijos de comuneros y avencindados a ser preferidos cuando laboren este tipo de tierras, por el
lapso de dos años.
Con base en las consideraciones precedentes el Tribunal Colegiado citado estableció que en
la Ley Agraria en vigor no existe disposición correlativa al artículo 85, fracción I, de la Ley
Federal de Reforma Agraria derogada, la cual, al igual que en esa ley, sirviera de base para
determinar la pérdida de los derechos del sucesor sobre las tierras ejidales o comunales por su
no explotación durante dos años consecutivos, para establecer la obligación del sucesor
designado de trabajar la tierra heredada en ese plazo, so pena de perder sus derechos, y de
esta manera constreñirlo a ejercer la acción de reconocimiento de sus derechos sucesorios en
ese periodo de tiempo y no incurrir en la causal de la pérdida de los mismos.
Finalmente, el colegiado de referencia concluyó que la Ley Agraria en vigor no establece el
plazo de dos años, ni algún otro, para ejercer la acción de reconocimiento de derechos
sucesorios agrarios, motivo por el cual no es aplicable la jurisprudencia de la Segunda Sala
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación titulada: "SUCESIÓN DE DERECHOS
AGRARIOS. CUANDO EL SUCESOR DESIGNADO POR EL DE CUJUS NO SE
ENCUENTRA EN POSESIÓN DE LA UNIDAD DE DOTACIÓN, DEBE RECLAMAR
SUS DERECHOS EN EL PLAZO DE DOS AÑOS, SIGUIENTES AL FALLECIMIENTO
DEL TITULAR. (LEY FEDERAL DE REFORMA AGRARIA)."
Ahora bien, del análisis de las consideraciones preinsertas se obtiene la convicción de la
existencia de la contradicción de tesis denunciada, porque se advierte que los Tribunales
Colegiados precitados se pronunciaron sobre cuestiones jurídicas esencialmente iguales, a
saber, si la jurisprudencia sustentada por esta Sala titulada: "SUCESIÓN DE DERECHOS
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
AGRARIOS. CUANDO EL SUCESOR DESIGNADO POR EL DE CUJUS NO SE
ENCUENTRA EN POSESIÓN DE LA UNIDAD DE DOTACIÓN, DEBE RECLAMAR
SUS DERECHOS EN EL PLAZO DE DOS AÑOS, SIGUIENTES AL FALLECIMIENTO
DEL TITULAR. (LEY FEDERAL DE REFORMA AGRARIA).", es aplicable bajo los
supuestos de la Ley Agraria en vigor y, por ende, si en virtud de ella cuando el sucesor del de
cujus no está en posesión de la parcela el reconocimiento de sus derechos sucesorios agrarios
los debe reclamar o no dentro de los dos años siguientes a la fecha en la cual falleció el
ejidatario; sin embargo, arribaron a conclusiones distintas, pues el Primer Tribunal Colegiado
en Materia Administrativa del Tercer Circuito, consideró que tal jurisprudencia es aplicable
bajo los supuestos de la Ley Agraria en vigor, razón por la cual el sucesor del autor de la
sucesión en el supuesto indicado está obligado a reclamar en el plazo de dos años el
reconocimiento de sus derechos relativos, porque sólo así podrá obtener la posesión de la
parcela y explotarla, y de esa manera no incurrirá en la causal de la pérdida de sus derechos
(no explotar en forma directa por dos años la parcela).
Por su parte, el Tribunal Colegiado del Vigésimo Quinto Circuito, determinó que la
jurisprudencia de mérito no es aplicable al supuesto de referencia, porque de lo dispuesto en
los artículos 20, 23 y 57 de la Ley Agraria en vigor, se advierte que no se señaló plazo para
declarar la pérdida de derechos sucesorios ejidales por no ejercer la acción de reconocimiento
de ellos dentro del plazo de dos años a partir de la muerte del autor de la sucesión o por la no
explotación de la parcela en forma directa por el sucesor en ese lapso.
En esta tesitura, se pone de relieve que los Tribunales Colegiados precitados abordaron el
análisis de cuestiones jurídicas esencialmente iguales, la diferencia de criterios se presentó en
las consideraciones sustentadas en las ejecutorias transcritas con antelación y las tesis
discrepantes derivaron del análisis de los mismos elementos, razones por las cuales se reitera
la existencia de la contradicción de tesis denunciada, en virtud de que en el caso a estudio se
surten los requisitos exigidos para tal efecto en la jurisprudencia sustentada por el Pleno de
este Alto Tribunal, cuyos texto y datos de localización son:
"CONTRADICCIÓN DE TESIS DE TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO.
REQUISITOS PARA SU EXISTENCIA. De conformidad con lo que establecen los artículos
107, fracción XIII, primer párrafo, de la Constitución Federal y 197-A de la Ley de Amparo,
cuando los Tribunales Colegiados de Circuito sustenten tesis contradictorias en los juicios de
amparo de su competencia, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación o la Sala
que corresponda deben decidir cuál tesis ha de prevalecer. Ahora bien, se entiende que
existen tesis contradictorias cuando concurren los siguientes supuestos: a) que al resolver los
negocios jurídicos se examinen cuestiones jurídicas esencialmente iguales y se adopten
posiciones o criterios jurídicos discrepantes; b) que la diferencia de criterios se presente en
las consideraciones, razonamientos o interpretaciones jurídicas de las sentencias respectivas;
y, c) que los distintos criterios provengan del examen de los mismos elementos." (Novena
-14-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
Época. Pleno. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XIII, abril de 2001.
Tesis P./J. 26/2001. Página 76).
SEXTO. Conforme a lo razonado en el considerando anterior, el punto de contradicción de
tesis es el siguiente:
Determinar si al sistema normativo establecido en la Ley Agraria en vigor para regular la
sucesión legítima, cuando el sucesor no está en posesión de la parcela o dotación respectiva y
no demanda dentro de los dos años siguientes al fallecimiento del autor de la sucesión el
reconocimiento de sus derechos sucesorios resulta o no aplicable la jurisprudencia titulada:
"SUCESIÓN DE DERECHOS AGRARIOS. CUANDO EL SUCESOR DESIGNADO POR
EL DE CUJUS NO SE ENCUENTRA EN POSESIÓN DE LA UNIDAD DE DOTACIÓN,
DEBE RECLAMAR SUS DERECHOS EN EL PLAZO DE DOS AÑOS, SIGUIENTES AL
FALLECIMIENTO DEL TITULAR (LEY FEDERAL DE REFORMA AGRARIA)."
Para resolver el punto de contradicción de tesis precisado, es necesario acudir al proceso
legislativo de donde derivó la reforma al artículo 27 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, publicada el seis de enero de mil novecientos noventa y dos.
En la exposición de motivos de donde emanó la reforma de mérito, en lo interesante, se
razonó lo siguiente:
"c) Proteger y fortalecer la vida ejidal y comunal. La reforma se propone reafirmar las formas
de tenencia de la tierra derivadas de la gesta agraria de los mexicanos y adecuarlas a las
nuevas realidades del país. ... Su base productiva debe ser fuente de bienestar para el
campesino y de prosperidad para la nación. Por ello se elevan a nivel constitucional el
reconocimiento y la protección al ejido y la comunidad. Confirmamos sin ambigüedad al
ejido y la comunidad como formas de propiedad al amparo de nuestra Ley Suprema. Con
tierras de los ejidatarios y comuneros, a ellos corresponden las decisiones sobre su manejo. El
siglo XX ratificó al ejido y la comunidad como formas de vida comunitarias creadas a lo
largo de la historia. La reforma a la fracción VII, que promueve esta iniciativa, reconoce la
distinción entre la base territorial del asentamiento humano, sustento de una cultura de vida
comunitaria, y la tierra para las actividades productivas del núcleo ejidal y comunal en el
ámbito parcelario. Reconoce, también, la plena capacidad de los ejidatarios de decidir las
formas que deben adoptar y los vínculos que deseen establecer entre ellos para aprovechar su
territorio. También fija el reconocimiento de la ley a los derechos de los ejidatarios sobre sus
parcelas. Estos cambios atienden a la libertad y dignidad que exigen los campesinos y
responden al compromiso del Estado de apoyar y sumarse al esfuerzo que ellos realizan para
vivir mejor. La propiedad ejidal y comunal será protegida por la Constitución. Se propone la
protección a la integridad territorial de los pueblos indígenas. Igualmente, se protegen y
reconocen las áreas comunes de los ejidos y el sustento territorial de los asentamientos
-15-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
humanos. En todo caso, el solar en el casco urbano seguirá siendo de la exclusiva propiedad
de sus moradores. Las superficies parceladas de los ejidos podrán enajenarse entre los
miembros de un mismo ejido de la manera que lo disponga la ley, propiciando la
compactación parcelaria y sin permitir acumulación o la fragmentación excesivas. Los
poseedores de parcelas podrán constituirse en asociaciones, otorgar su uso a terceros, o
mantener las mismas condiciones presentes. La mayoría calificada del núcleo de población
que fije la ley podrá otorgar al ejidatario el dominio de su parcela, previa regularización y
definición de su posesión individual. Hay que expresarlo con claridad. Los ejidatarios que
quieran permanecer como tales recibirán el apoyo para su desarrollo. No habrá ventas
forzadas por la deuda o por la restricción. La ley prohibirá contratos que de manera
manifiesta abusen de la condición de pobreza o de ignorancia. Sostenemos el ejercicio de la
libertad, pero éste jamás puede confundirse con la carencia de opciones. Nadie quedará
obligado a optar por alguna de las nuevas opciones; dejarían de serlo. Se crearán las
condiciones para evitar que la oportunidad se confunda con la adversidad. Debemos
reconocer la madurez que ha promovido la reforma agraria y la política educativa, de salud y
de bienestar en general, ha realizado el Estado mexicano durante muchas décadas. La reforma
reconoce la plena capacidad legal del ejidatario y también sus responsabilidades. A ellos les
corresponde resolver la forma de aprovechamiento de sus predios dentro de los rangos de
libertad que ofrezca nuestra Carta Magna."
Por otra parte, en el dictamen de tres de diciembre de mil novecientos noventa y uno, emitido
por las Comisiones Unidas de Gobernación y Puntos Constitucionales y de Reforma Agraria
de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en lo interesante, se razonó lo
siguiente:
"Como lo expresa la iniciativa ‘la realidad nos muestra que cada vez es más frecuente
encontrar en el campo prácticas de usufructo parcelario y de renta, de asociaciones y
mediería, inclusive de venta de tierras ejidales que se llevan a cabo al margen de la ley.’. El
carácter ilegal de estas acciones ha obrado en demérito de los campesinos. La realidad y
presión económica rebasan frecuentemente el marco jurídico. ... Para lograr la modernización
y la capitalización del campo, es indispensable ampliar las facilidades para el uso racional de
la tierra. Conviene, por ello, hacer posible la participación de las sociedades por acciones en
la producción y en la propiedad rural. La reforma permite la constitución de sociedades
mercantiles y establece los límites generales para su funcionamiento. La ley protege al
campesino de la concentración indebida y de la especulación con la tierra. Al contemplar
estas modalidades de asociación, las reformas no pretenden anular la vida ejidal y comunal;
por el contrario, la confirman como uno de los aspectos irrenunciables de nuestro legado
histórico. Con esto se reconoce a los campesinos como titulares con capacidad plena para
decidir entre ellos las pautas que seguirán a fin de aprovechar las potencialidades de sus
parcelas y lograr mejores niveles de vida. Se protege así la integridad de los pueblos
indígenas, las áreas comunes de los ejidos y el territorio donde habitan sus moradores, con lo
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
cual lograremos abrir nuevas posibilidades de aprovechamiento de las áreas que todavía no
han sido parceladas, los grandes agostaderos ociosos y los bosques, en beneficio de
ejidatarios y comuneros. El área parcelada del ejido podrá enajenarse entre sus miembros y
sus poseedores podrán asociarse, ceder su uso a terceros y mantener la situación actual. Será
la mayoría calificada la que otorgue el dominio de las parcelas a sus titulares. Los ejidatarios
que deseen mantenerse como tales recibirán apoyo y el Estado mantiene su compromiso de
protegerlos. Serán ejidatarios y comuneros quienes determinen los medios para construirse un
nuevo modo de vida que les permita incrementar su bienestar. ... El objetivo de esta reforma
es la modernización del campo, sin soslayar el principio de la justicia. No hay modernidad sin
libertad y no hay justicia sin libertad. Por ello, cambiamos para ser modernos, para ser justos;
adecuamos los medios a los fines. Tenemos la certeza de que cada situación y cada
circunstancia histórica exigen nuevos instrumentos. Justicia y libertad son así, los principios
que animan esta reforma. No se trata de modernizar por modernizar, sino de adecuarnos a la
nueva realidad para ofrecer oportunidades a quienes hoy no las tienen. ... En las fracciones V
y VII se establecen condiciones para facilitar la reactivación de la producción y su
crecimiento. Se precisan asimismo, los cambios que atraigan y faciliten la inversión. Se
requieren seguridad y nuevas formas de asociación donde imperen equidad y certidumbre; se
mantienen los límites de la pequeña propiedad, pero se superan las restricciones productivas
del minifundio, para lograr mediante la asociación, las escalas de producción adecuadas. ...
Para lograr los cambios que promueve la capitalización del campo, consideramos que es
pertinente la reforma de las fracciones IV y VI del artículo 27. Con esta modificación se
permite la constitución de sociedades mercantiles en el agro y asimismo se establecen los
criterios generales a los que se sujetarán. Es necesario destacar que con el nuevo texto
propuesto por el Ejecutivo Federal, en las sociedades mercantiles las aportaciones de sus
socios no podrán exceder a los límites de la pequeña propiedad, para evitar prácticas de
acaparamiento, combatir la ociosidad de la tierra y estimular la capitalización del agro. ... La
comisión considera que la reforma a la fracción VII incluye las disposiciones que protegen y
fortalecen la vida comunitaria de los ejidos y comunidades; reconoce la plena capacidad de
los ejidatarios de decidir las formas que deben adoptar y vincular que deseen establecer entre
ellos para aprovechar su territorio. También se fija el reconocimiento de la ley a los derechos
de los ejidatarios sobre sus parcelas. Se protege, asimismo, la integridad territorial de las
comunidades indígenas. El texto de esta fracción funda la nueva etapa de la reforma agraria
mexicana."
Finalmente, en el dictamen de doce de diciembre de mil novecientos noventa y uno, suscrito
por las Comisiones Unidas Primera de Gobernación, de Puntos Constitucionales, de Fomento
Agropecuario, de Recursos Hidráulicos y Forestales y del Sector Social Agrario de la Cámara
de Senadores del Congreso de la Unión, respecto a la fracción VII del artículo 27
constitucional, en lo interesante, se razonó lo siguiente:
"A su vez, se precisó en el debate la propuesta de conferir al legislador ordinario el mandato
-17-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
de establecer normas para la protección de la integridad de las tierras de los grupos indígenas,
así como para la protección de la tierra para el asentamiento humano y para la regulación del
aprovechamiento de tierras, bosques y aguas de uso común y la adopción de acciones de
fomento para elevar el nivel de vida de comuneros y ejidatarios. En lo relativo al mandato
que se propone otorgar al legislador ordinario para expedir ordenamientos que normen el
ejercicio de los derechos de los comuneros sobre la tierra y de los ejidatarios sobre su parcela,
se reiteró el principio -propuesto en la iniciativa- de respetar su voluntad en cuanto a las
condiciones para el aprovechamiento de los recursos productivos. A su vez, se respaldo la
proposición de establecer procedimientos para la asociación entre sí de ejidatarios y
comuneros con terceros y para que otorguen el uso de sus tierras, ampliando, la posibilidad
de asociación con el Estado. En el caso de la propuesta para que los ejidatarios puedan
transmitir sus derechos parcelarios, se precisó que fuera a miembros del núcleo de población,
conforme a los requisitos y procedimientos que establezca la ley y en los cuales compete a la
asamblea ejidal otorgar al ejidatario el dominio sobre su parcela. En este sentido se incluye
una mención específica para señalar que en caso de enajenación de parcelas se respetará el
derecho de preferencia que prevea la ley."
Del proceso legislativo de mérito, derivó la fracción VII del artículo 27 constitucional, cuyo
cuarto párrafo es del tenor siguiente:
"Artículo 27. La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del
territorio nacional, corresponde originariamente a la nación, la cual ha tenido y tiene el
derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad
privada.
"...
"La ley, con respeto a la voluntad de los ejidatarios y comuneros para adoptar las condiciones
que más les convengan en el aprovechamiento de sus recursos productivos, regulará el
ejercicio de los derechos de los comuneros sobre la tierra y de cada ejidatario sobre su
parcela. Asimismo establecerá los procedimientos por los cuales ejidatarios y comuneros
podrán asociarse entre sí, con el Estado o con terceros y otorgar el uso de sus tierras; y,
tratándose de ejidatarios, transmitir sus derechos parcelarios entre los miembros del núcleo de
población; igualmente fijará los requisitos y procedimientos conforme a los cuales la
asamblea ejidal otorgará al ejidatario el dominio sobre su parcela. En caso de enajenación de
parcelas se respetará el derecho de preferencia que prevea la ley."
Ahora bien, del análisis del proceso legislativo de donde derivó el párrafo preinserto e incluso
de este mismo, se advierte que la intención del autor de esa disposición fue establecer los
criterios bajo los cuales la ley reglamentaria con respeto a la voluntad de los núcleos ejidales
y comunal, y el de cada ejidatario sobre su parcela, regulará el aprovechamiento de sus
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
tierras, el ejercicio de sus derechos para que puedan adoptar las condiciones más
convenientes para el óptimo aprovechamiento de sus recursos productivos. Además, señalará
los mecanismos para que los ejidatarios puedan otorgar el uso de sus tierras y la forma
jurídica de transmitir sus derechos parcelarios entre los propios miembros del núcleo de
población.
En otras palabras, por medio de la reforma en comento se otorgó a los ejidatarios autonomía
y libertad en el uso y disfrute de su parcela o parcelas y sus recursos, permitiendo su
aprovechamiento personal o por terceras personas, con el propósito de obtener la
capitalización del campo y bienestar del ejidatario; luego, es obvio que a éste se le concedió
plena libertad en el ejercicio de su derecho relacionado con la explotación de la parcela
asignada individualmente, de tal manera que ésta pueda ser trabajada o cultivada por otra
persona a través de cualquier contrato con la condición de que no esté prohibido por la ley.
En corolario de todo lo anterior, se considera que en el párrafo cuarto de la fracción VII del
artículo 27 constitucional se sentaron las bases para la asociación de ejidatarios y comuneros
entre sí, con el Estado o con terceros y para disponer libremente el uso de sus parcelas por sí
o por terceras personas.
El veintiséis de febrero de mil novecientos noventa y dos, se publicó la Ley Agraria, por
medio de la cual se reglamentó el artículo 27 constitucional y en la exposición de motivos de
esa ley se estableció, en lo interesante, lo siguiente:
"Esta iniciativa de ley consolida la obra legislativa de más de siete décadas que conformó el
sistema de tenencia. Ahora proponemos nuevas directrices en nuestras disposiciones agrarias
y la consolidación de elementos torales de nuestra tradición legislativa en materia agraria,
como son el sistema ejidal y comunal de tenencia de la tierra y el combate al latifundio. La
propuesta que hoy presento a su consideración procura sintetizar nuestra rica actividad
legislativa en un instrumento sencillo y claro, que mantenga lo esencial y actualice lo
accesorio; la iniciativa de ley, animada por los principios de justicia y libertad, propone
transformar lo que por años ha sido práctica común en derechos. ... El ejido no puede quedar
al margen de los procesos de transformación de la agricultura. Sería incorrecto forzar la
modernización con imposiciones, pero también sería un error frenar el cambio que desean los
propios campesinos con restricciones legales. La iniciativa abre oportunidades para
incrementar el potencial de los recursos al liberar la iniciativa de los productores. Asimismo
permite, dentro del marco de libertad que establece, que los ejidatarios adopten las formas de
organización que ellos consideren más adecuadas y les permite también celebrar cualquier
contrato que diversifique riesgos e incremente sus ingresos. No se establecen restricciones
específicas en materia de asociación, para respetar íntegramente la garantía constitucional en
la materia. Esto habrá de propiciar la atracción de capitales y de nueva tecnología hacia el
sector rural, para garantizar el crecimiento sostenido de sus actividades productivas. Para
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
ello, son indispensables las formas modernas de sumar esfuerzos y recursos. La asociación
libre y equitativa, en sus múltiples versiones, puede ser el gran instrumento del cambio. ...
Finalmente están las tierras parceladas cuyos derechos pertenecen a cada ejidatario. ... Por su
parte, la Procuraduría Agraria vigila y previene abusos, mientras los tribunales agrarios
garantizan la legalidad de lo actuado. La iniciativa restringe el plazo de contratación del uso o
usufructo de tierras ejidales por terceros extraños al ejido. Asimismo, abre la posibilidad para
que el ejidatario o el ejido puedan involucrar el usufructo de sus tierras, mas no los derechos
de propiedad, como garantía, para obtener crédito, previo el cumplimiento de formalidades
que respalden la seguridad de la garantía. Esto dará a los ejidatarios mayor acceso al crédito,
factor fundamental para el desarrollo y la producción."
En el dictamen de diecisiete de febrero de mil novecientos noventa y tres, emitido por las
Comisiones Unidas de Gobernación y Puntos Constitucionales y de Reforma Agraria, de la
Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en lo interesante, se estableció lo siguiente:
"La Ley Agraria permite, dentro del marco de libertad que establece, que los ejidatarios
adopten las formas de organización que consideren más adecuadas y que celebren cualquier
contrato con objeto de diversificar oportunidades e incrementar sus ingresos. Esto ha de
propiciar la atracción de capitales y de nueva tecnología hacia el sector rural, para revertir el
rezago y garantizar el crecimiento sostenido de sus actividades productivas. Para ello son
indispensables las formas modernas de sumar esfuerzos y recursos. La asociación en sus
múltiples versiones, puede ser el gran instrumento para lograrlo si éste puede concretarse sin
obstáculos. Hoy el campo demanda libertad y justicia para todos los ejidatarios, comuneros
pequeños propietarios y facilidades para el acceso al capital y la tecnología. El agro no dejará
de ser una actividad sujeta a altos riesgos por mera disposición legal, sino por la optimización
de sus recursos y la multiplicidad de relaciones que en libertad incidan para minimizarlos. No
entenderlo así nos llevaría a canalizar recursos y esfuerzos de una manera poco eficiente. El
campo reclama fórmulas de solución simples, acordes con la lógica del genuino hombre del
campo, que le permitan realizar sin obstáculos su actividad en la forma que él mejor que
nadie conoce. El cambio queda en manos de los ejidatarios; de ellos es la responsabilidad. El
Estado los apoyará, pero no suplantara su voluntad. ... En cuanto a las tierras parceladas la ley
prevé que los poseedores de éstas podrán aprovecharlas directamente o conceder a otros
ejidatarios o a terceros su uso. Los ejidatarios también podrán aportar libremente el usufructo
sobre su parcela a sociedades civiles o mercantiles y transmitir sus derechos parcelarios a
otros ejidatarios o a los avecindados del mismo núcleo de población. Asimismo, ofrece
libertad y autonomía a los ejidatarios para determinar su organización económica y social, así
como decidir la forma de aprovechamiento de sus tierras. Con el mismo espíritu permite que
los ejidatarios celebren cualquier contrato, entre ellos o con terceros."
Finalmente, las Comisiones Unidas del Sector Social Agrario y de Fomento Agropecuario,
Recursos Hidráulicos y Forestales, de la Cámara de Senadores del Congreso de la Unión, el
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
veintitrés de febrero de mil novecientos noventa y dos, emitieron el dictamen relativo y en lo
que interesa se consideró lo siguiente:
"Derechos del ejidatario sobre su parcela: Corresponde al ejidatario el libre disfrute de su
parcela y la posibilidad de enajenar sus derechos parcelarios a otros ejidatarios o avecindados
del mismo núcleo de población. Para ello, el ejidatario sólo requerirá la conformidad por
escrito ante dos testigos, el aviso previo al comisariado ejidal y respetar el derecho de
preferencia a favor de su cónyuge y sus hijos."
De las consideraciones precedentes, se advierte con nitidez que a través de ellas se consagró a
favor del núcleo de población ejidal y de los ejidatarios titulares de las parcelas respectivas,
la facultad de celebrar cualquier contrato, aun con particulares, que tenga por objeto el uso de
tierras o parcelas ejidales, si esto conviene para el aprovechamiento de sus recursos
productivos. Asimismo, se concedió a los ejidatarios la oportunidad de explotar sus derechos
parcelarios mediante asociaciones o inversiones de terceros, estas medidas son acordes con el
espíritu de la reforma al artículo 27 constitucional ocurrida en el año de mil novecientos
noventa y dos.
Las anteriores consideraciones están reflejadas en los artículos 45, 76 y 79 de la Ley Agraria,
que a la letra dicen:
"Artículo 45. Las tierras ejidales podrán ser objeto de cualquier contrato de asociación o
aprovechamiento celebrado por el núcleo de población ejidal, o por los ejidatarios titulares,
según se trate de tierras de uso común o parceladas, respectivamente. Los contratos que
impliquen el uso de tierras ejidales por terceros tendrán una duración acorde al proyecto
productivo correspondiente, no mayor a treinta años, prorrogables."
"Artículo 76. Corresponde a los ejidatarios el derecho de aprovechamiento, uso y usufructo
de sus parcelas."
"Artículo 79. El ejidatario puede aprovechar su parcela directamente o conceder a otros
ejidatarios o terceros su uso o usufructo, mediante aparcería, mediería, asociación,
arrendamiento o cualquier otro acto jurídico no prohibido por la ley, sin necesidad de
autorización de la asamblea o de cualquier autoridad. Asimismo podrá aportar sus derechos
de usufructo a la formación de sociedades tanto mercantiles como civiles."
De la interpretación lógica y armónica de los preceptos transcritos con vista a los
antecedentes legislativos precedentes, se obtiene la convicción de que eliminaron la
obligación del ejidatario de trabajar personalmente la parcela ejidal respectiva, pues no se
entiende de otra manera la facultad que se le otorgó para celebrar cualquier contrato de
aprovechamiento o asociación respecto a las tierras parceladas; contratos que si implican el
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
uso de éstas no podrán exceder de treinta años. Además de que a los ejidatarios se les facultó
y permitió aprovechar su parcela directamente o conceder a otros ejidatarios o terceros su uso
o aprovechamiento, mediante los actos jurídicos previstos, en el numeral 79 transcrito.
En otras palabras, en virtud de los artículos en comento se eliminó la obligación del ejidatario
de trabajar personalmente la parcela ejidal y, por ende, desapareció la causa de pérdida de
derechos ejidales apoyada en la omisión de trabajar personalmente o con la familia la unidad
de dotación por dos años consecutivos o más, prevista en el artículo 85, fracción I, de la Ley
Federal de Reforma Agraria abrogada, pues se insiste que con el nuevo régimen agrario el
ejidatario puede trabajar su parcela por sí o por conducto de terceras personas y recibir los
frutos industriales o civiles derivados de los contratos que se celebren con terceras personas
respecto a la parcela ejidal.
Ahora es conveniente precisar que esta Segunda Sala al resolver la contradicción de tesis
26/2000-SS, bajo la ponencia del Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia, sustentó las
consideraciones siguientes:
"SEXTO. En cuanto a otro de los aspectos de la contradicción, debe decirse que la causal de
privación de derechos agrarios prevista en el artículo 85, fracción I, de la Ley Federal de
Reforma Agraria no es equiparable a la pérdida de derechos parcelarios a que se refiere el
artículo 20, fracción II, de la Ley Federal de Reforma Agraria. Para así advertirlo debe
tenerse en consideración que la abrogada Ley Federal de Reforma Agraria, en sus artículos
del 81 al 86, establecía: ‘Artículo 81. El ejidatario tiene la facultad de designar a quien deba
sucederle en sus derechos sobre la unidad de dotación y en los demás inherentes a su calidad
de ejidatario, de entre su cónyuge e hijos, y en defecto de ellos, a la persona con la que haga
vida marital, siempre que dependan económicamente de él. A falta de las personas anteriores,
el ejidatario formulará una lista de sucesión, en la que consten los nombres de las personas y
el orden de preferencia conforme al cual deba hacerse la adjudicación de derechos a su
fallecimiento, siempre que también dependan económicamente de él.’. ‘Artículo 82. Cuando
el ejidatario no haya hecho designación de sucesores, o cuando ninguno de los señalados
pueda heredar por imposibilidad material o legal, los derechos agrarios se transmitirán de
acuerdo con el siguiente orden de preferencia: a) Al cónyuge que sobreviva; b) A la persona
con la que hubiera hecho vida marital y procreado hijos; c) A uno de los hijos del ejidatario;
d) A la persona con la que hubiera hecho vida marital durante los dos últimos años; y e) A
cualquiera otra persona de las que dependan económicamente de él. En los casos a que se
refieren los incisos b), c) y e), si al fallecimiento del ejidatario resultan dos o más personas
con derechos a heredar, la asamblea opinará quién de entre ellas debe ser el sucesor,
quedando a cargo de la Comisión Agraria Mixta, la resolución definitiva que deberá emitir en
el plazo de treinta días. Si dentro de los 30 días siguientes a la resolución de la comisión, el
heredero renuncia formalmente a sus derechos, se procederá a hacer una nueva adjudicación,
respetando siempre el orden de preferencias establecido en este artículo.’. ‘Artículo 83. En
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
ningún caso se adjudicarán los derechos a quienes ya disfruten de unidad de dotación. Ésta
corresponderá en su totalidad a un solo sucesor, pero en todos los casos en que se adjudiquen
derechos agrarios por sucesión, el heredero estará obligado a sostener, con los productos de la
unidad de dotación, a los hijos menores que dependían económicamente del ejidatario
fallecido, hasta que cumplan 16 años, salvo que estén totalmente incapacitados, física o
mentalmente, para trabajar, y a la mujer legítima hasta su muerte o cambio de estado civil.’.
‘Artículo 84. Cuando no sea posible adjudicar una unidad de dotación por herencia, la
asamblea general la considerará vacante y la adjudicará conforme a lo dispuesto en el artículo
72.’. ‘Artículo 85. El ejidatario o comunero perderá sus derechos sobre la unidad de dotación
y, en general, los que tenga como miembro de un núcleo de población ejidal o comunal, a
excepción de los adquiridos sobre el solar que le hubiere sido adjudicado en la zona de
urbanización, cuando: I. No trabaje la tierra personalmente o con su familia, durante dos años
consecutivos o más, o deje de realizar por igual lapso los trabajos que le correspondan,
cuando se haya determinado la explotación colectiva, salvo en los casos permitidos por la ley;
II. Hubiere adquirido los derechos ejidales por sucesión y no cumpla durante un año con las
obligaciones económicas a que quedó comprometido para el sostenimiento de la mujer e hijos
menores de 16 años o con incapacidad total permanente que dependían del ejidatario
fallecido. En estos casos, la nueva adjudicación se hará siguiendo el orden de sucesión del
anterior titular, autor de la herencia; III. Destine los bienes ejidales a fines ilícitos; IV.
Acapare la posesión o el beneficio de otras unidades de dotación, en los ejidos ya
constituidos; V. Enajene, realice, permita, tolere o autorice la venta total o parcial de su
unidad de dotación o de superficie de uso común o la dé en arrendamiento o en aparcería o
cualquier otra forma ilegal de ocupación a miembros del propio ejido o a terceros, excepto en
los casos previstos por el artículo 76; y VI. Sea condenado por sembrar o permitir que se
siembre en su parcela, mariguana, amapola o cualquier otro estupefaciente.’. ‘Artículo 86. Al
decretarse en contra de un ejidatario la pérdida de una unidad de dotación, ésta deberá
adjudicarse a quien legalmente aparezca como su heredero, quedando por tanto destinada
dicha unidad al sostenimiento del grupo familiar que económicamente dependía del
campesino sancionado; salvo lo dispuesto en la fracción II del artículo anterior.’. De la
transcripción anterior se aprecia que esos artículos delimitan el régimen sucesorio previsto en
la Ley Federal de Reforma Agraria y precisan algunos supuestos que originaban la pérdida de
derechos sobre la unidad de dotación y en general de los que se tuvieran como miembro de
un núcleo de población ejidal comunal y la forma en que en este caso se tendrían que
adjudicar. En cuanto a esto último, desde un punto de vista literal se aprecia que en el artículo
85 se señalaron distintos supuestos que originaban para el ejidatario o comunero la pérdida de
sus derechos sobre la unidad de dotación y, en general, de los que tuviera como miembro de
un núcleo de población ejidal o comunal, a excepción de los que hubiere adquirido sobre el
solar que se le hubiere adjudicado en la zona de urbanización. Y en el artículo 86, se indicaba
que al decretarse en contra de un ejidatario la pérdida de una unidad de dotación, ésta debería
adjudicarse a quien legalmente apareciera como su heredero, quedando, por tanto, destinada
al sostenimiento del grupo familiar que económicamente dependía del campesino sancionado.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
Igualmente se advierte de esa transcripción, que en la fracción I del artículo 85 de la Ley
Federal de Reforma Agraria, se señaló que uno de los supuestos para que el ejidatario o
comunero perdiera sus derechos sobre la unidad de dotación y, en general, los que tuviera
como miembro de un núcleo de población ejidal o comunal, a excepción de los que hubiere
adquirido sobre el solar que se le hubiere adjudicado en la zona de urbanización, es que no
trabajara la tierra personalmente o con su familia, durante dos años consecutivos o más, o
dejara de realizar por igual lapso los trabajos que le correspondían, cuando se hubiera
determinado la explotación colectiva, salvo los casos permitidos por la ley. Como este
supuesto implica dejar de trabajar la tierra en forma personal o con la familia, durante dos
años consecutivos o más, se concretó en la expresión ‘abandono de la unidad de dotación’.
Ahora bien, el análisis relacionado de esa fracción con la segunda que establece como causa
de pérdida de los derechos del ejidatario o comunero, el que no cumpla durante un año con
las obligaciones económicas a que quedó comprometido para el sostenimiento de la mujer e
hijos menores de dieciséis años o con incapacidad total permanente que dependían del
ejidatario fallecido, cuando hubiere adquirido los derechos ejidales por sucesión, y con lo
dispuesto en el artículo 86 de la misma ley, en el sentido de que al decretarse en contra de un
ejidatario la pérdida de la unidad de dotación, ésta deberá adjudicarse a quien legalmente
aparezca como su heredero, quedando, por tanto, destinada al sostenimiento del grupo
familiar que económicamente dependía del campesino sancionado; permite advertir que la
causa de privación de derechos agrarios consistente en el abandono de la unidad de dotación,
encuentra su origen en la obligación impuesta al ejidatario de trabajar en forma personal la
unidad de dotación o auxiliado por su familia, para cumplir con la función social que se le
asignó de servir al sostenimiento de un grupo familiar, pues fue concebida como la extensión
mínima para asegurar la subsistencia y el mejoramiento de la clase campesina. Pero también
que la finalidad de esta causal de pérdida de derechos agrarios consistía en la protección
económica del núcleo familiar. La función social que se asignó a la unidad de dotación se
reflejó también en que conforme al régimen establecido en la Ley Federal de Reforma
Agraria, los únicos medios para transmitirla eran la sucesión y el procedimiento de privación
de derechos agrarios y nueva adjudicación, según se aprecia de lo dispuesto en los artículos
del 81 al 86 de la Ley Federal de Reforma Agraria, en relación con el 75 del mismo
ordenamiento que establecía que los derechos del ejidatario sobre su unidad de dotación eran
inalienables e inexistentes los actos realizados en contrario. Con lo anterior, se pretende
destacar que la renuncia de derechos agrarios no se encontraba regulada en la Ley Federal de
Reforma Agraria como medio de transmisión de la unidad de dotación, lo que es acorde con
la pretensión que se perseguía de que se destinara al sostenimiento de un grupo familiar, lo
que no podría lograrse sin las medidas protectoras que antes se mencionaron. La renuncia de
derechos agrarios no debe ser confundida con la renuncia de derechos hereditarios, prevista
en el artículo 82, párrafo final, de la Ley Federal de Reforma Agraria, que establecía que si
dentro de los treinta días siguientes a la resolución de la comisión dictada para decidir quién
de entre dos o más personas que se encontraran en los supuestos previstos en los incisos b), c)
y e) debe ser el sucesor, si el heredero renuncia formalmente a sus derechos, se procederá a
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
hacer una nueva adjudicación, respetando siempre el orden de preferencia establecido en ese
artículo. ... Conforme al nuevo sistema y acorde con el reconocimiento de que los ejidatarios
cuentan con plena capacidad y libertad para decidir la forma de aprovechamiento de sus
tierras, éstas pueden ser objeto de cualquier contrato de asociación o aprovechamiento
celebrado por el núcleo de población ejidal o comunal o por los ejidatarios titulares, según se
trate de tierras de uso común o parceladas. O bien, el ejidatario puede aprovechar su parcela
directamente o conceder a otros ejidatarios o terceros su uso o usufructo, mediante aparcería,
mediería, asociación, arrendamiento o cualquier otro acto jurídico no prohibido por la ley, o
aportar sus derechos de usufructo a la formación de sociedades, tanto civiles como
mercantiles, como textualmente se indica en el artículo 45 de la Ley Agraria. Con esto
desapareció el requisito establecido en la legislación anterior de tener como ocupación
habitual la de trabajar la tierra personalmente para adquirir la calidad de ejidatario (artículo
15 de la Ley Agraria) y la causal de privación de derechos agrarios prevista en el artículo 85,
fracción I, de la Ley Federal de Reforma Agraria, consistente en no trabajar la tierra
personalmente o con la familia durante dos años consecutivos o más. Pero también se
abandonó el concepto de unidad de dotación para sustituirlo por el de derechos parcelarios, y
las ideas de extensión mínima de tierra para asegurar la subsistencia y mejoramiento de la
clase campesina y de su función social que se le asignó de servir para el sostenimiento de un
grupo familiar, porque se privilegió el propósito de atraer inversión al campo, capitalizarlo,
revertir el minifundio, permitir otras formas de asociación y aprovechamiento, y reconocer
que los ejidatarios tienen plena capacidad y libertad para adoptarlas. Al respecto, basta tener
en consideración que en la Ley Agraria se permite la acumulación de derechos parcelarios a
condición de que no se refieran a una superficie mayor al cinco por ciento de las tierras
ejidales, ni a la superficie equivalente a la pequeña propiedad (artículo 47 de la Ley Agraria).
Es decir, de acuerdo con la actual legislación, el parcelamiento de tierras ejidales no persigue
concretarse en una unidad de dotación, entendida como la extensión mínima de tierras para
asegurar la subsistencia y mejoramiento de la clase campesina, ni en la función que tenía
asignada de servir al sostenimiento de un grupo familiar. Se persigue elevar el nivel de vida
de ejidatarios y comuneros estimulando la inversión y capitalización del campo mediante
distintas formas de asociación y aprovechamiento. Acorde con esos propósitos, se ampliaron
las formas de transmisión de los derechos parcelarios y se estableció la posibilidad de
adquirir el dominio pleno de la parcela y enajenarla. En efecto, los derechos sobre la parcela
y los demás inherentes a la calidad de ejidatario pueden transmitirse por sucesión (artículos
17 y 18 de la Ley Agraria); por venta, cuando no existen sucesores (artículo 19); mediante
renuncia, caso en el que se entenderán cedidos al núcleo de población (artículo 20, fracción
II); por prescripción negativa (artículos 20, fracción II y 48); por aceptación y separación de
ejidatarios (artículo 22, fracción II); y por enajenación (artículo 80). Mientras que el dominio
pleno sobre las parcelas puede ser enajenado una vez que se haya adquirido (artículos 81, 82
y 83). Con todo lo anterior, se puede advertir que no es posible considerar que la causal de
privación de derechos sobre la unidad de dotación y en general los que tenga el ejidatario
como miembro de un núcleo de población ejidal o comunal previsto en la fracción I del
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
artículo 85 de la Ley Federal de Reforma Agraria, consistente en no trabajar personalmente o
con su familia durante más de dos años consecutivos o más, o dejar de realizar por igual
lapso los trabajos que le correspondan al ejidatario cuando se haya determinado la
explotación colectiva, equivale a la causal de pérdida de derechos parcelarios a que se refiere
la fracción II del artículo 20 de la Ley Agraria, porque en este ordenamiento no persistió la
obligación a cargo del ejidatario de trabajar personalmente la tierra, ni el concepto de unidad
de dotación a la que asignó la función social de servir al sostenimiento de un grupo familiar,
que son los aspectos en los que se apoya esa causal; de manera que aun cuando el quejoso se
ausente del poblado, por más que esto implique un perjuicio para el núcleo de población, no
se puede considerar que esto implica renuncia de sus derechos agrarios, pues como ya se dijo,
ésta debe ser expresa. No es obstáculo para concluirlo de esa forma, que la renuncia de
derechos a que se refiere la fracción II del artículo 20 de la Ley Agraria, implique la dejación,
dimisión o abandono que haga voluntariamente el ejidatario, respecto de los derechos que
deriven de tal carácter, y que la causal de privación de derechos agrarios prevista en el
artículo 85, fracción I, de la Ley Federal del Trabajo, se puede concretar en la expresión
abandono de la unidad de dotación, pues debe tenerse en consideración que la causal de
privación de derechos agrarios en este supuesto, no se configuraba con el solo abandono de la
unidad de dotación, sino porque esto se prolongaba durante dos años consecutivos o más, con
lo que se producía una especie de prescripción negativa. La renuncia de derechos agrarios en
cambio, no está sujeta al transcurso del tiempo. Una diferencia más que se observa entre la
renuncia de derechos agrarios y la causal de privación de derechos agrarios por dejar de
trabajar la unidad de dotación de manera personal o con su familia, es que ésta originaba un
procedimiento de privación que culminaba con una declaración en ese sentido y su nueva
adjudicación. En cambio, la renuncia de derechos no origina ningún procedimiento especial,
lo que es acorde con el propósito de la reforma del artículo 27 constitucional y de la Ley
Agraria, de dar plena autonomía y respeto a los ejidos y comunidades para decidir el destino
y delimitación de las tierras parceladas."
Del estudio de las consideraciones preinsertas, se advierte que esta Sala determinó lo
siguiente:
a) Que los artículos 81, 82, 83, 84, 85 y 86 de la Ley Federal de Reforma Agraria abrogada,
delimitaban el régimen sucesorio y precisaban algunos supuestos que originaban la pérdida
de derechos sobre la unidad de dotación.
b) Que el análisis de la fracción I del artículo 85 de la Ley Federal de Reforma Agraria
abrogada, relacionada con la fracción II del propio precepto y 86 de la misma ley, permite
establecer que la causa de privación de derechos agrarios consistente en el abandono de la
unidad de dotación, tiene su origen en la obligación impuesta al ejidatario de trabajar
personalmente la misma o auxiliado por su familia, para cumplir con la función social de
servicio al sostenimiento de ésta.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
c) Que la finalidad de la causa de mérito era la protección del núcleo familiar.
d) De acuerdo a lo establecido en los artículos 81 a 86 de la Ley Federal de Reforma Agraria
abrogada, en relación con el artículo 75 de ésta, los únicos medios para transmitir la unidad
de dotación eran la sucesión y el procedimiento de privación de derechos agrarios y nueva
adjudicación y que, por ello, la renuncia de derechos agrarios no estaba regulada en ese
ordenamiento como medio de transmisión de la parcela ejidal.
e) La renuncia de derechos agrarios no debe ser confundida con la renuncia de derechos
hereditarios.
f) Con el nuevo sistema agrario las tierras ejidales pueden ser objeto de cualquier contrato de
asociación o aprovechamiento celebrado por los ejidatarios titulares.
g) El ejidatario puede aprovechar su parcela directamente o conceder a otros ejidatarios o
terceros su uso o usufructo mediante cualquier acto jurídico no prohibido por la ley.
h) De acuerdo a lo precisado en los incisos f) y g), desapareció el requisito establecido en la
Ley Federal de Reforma Agraria abrogada, de tener como ocupación habitual la de trabajar la
tierra personalmente para adquirir la calidad de ejidatario y la causal de privación de
derechos agrarios prevista en el artículo 85, fracción I, de dicha ley, consistente en no trabajar
la tierra personalmente o con la familia durante dos años consecutivos o más.
i) Conforme a las disposiciones de la Ley Agraria en vigor, se abandonó la función social
asignada a la unidad de dotación, de servir para el sostenimiento de un grupo familiar, porque
se privilegió el propósito de atraer inversión al campo, capitalizarlo, revertir el minifundio,
permitir otras formas de asociación y aprovechamiento.
Esto es, de acuerdo a la Ley Agraria, el parcelamiento de las tierras ejidales no tiene la
función de servir al sostenimiento de un grupo familiar, sino elevar el nivel de vida de
ejidatarios y estimular la inversión y capitalización del campo.
Ahora es oportuno retomar el estudio del punto de contradicción de tesis consistente en
determinar si conforme al sistema normativo establecido en la Ley Agraria en vigor para
regular la sucesión legítima, cuando el sucesor no está en posesión de la parcela ejidal
respectiva y no demanda dentro de los dos años siguientes al fallecimiento del autor de la
sucesión el reconocimiento de sus derechos sucesorios resulta o no aplicable la jurisprudencia
2a./J. 78/95, cuyo texto es el siguiente:
"SUCESIÓN DE DERECHOS AGRARIOS. CUANDO EL SUCESOR DESIGNADO POR
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
EL DE CUJUS NO SE ENCUENTRA EN POSESIÓN DE LA UNIDAD DE DOTACIÓN,
DEBE RECLAMAR SUS DERECHOS EN EL PLAZO DE DOS AÑOS, SIGUIENTES AL
FALLECIMIENTO DEL TITULAR (LEY FEDERAL DE REFORMA AGRARIA). La
interpretación relacionada de los artículos 81, 82, 83 y 85 de la Ley Federal de Reforma
Agraria, así como el espíritu en que se inspiró el establecimiento de la obligación de
explotación directa y permanente de la parcela para garantizar su función social, permiten
concluir que tal obligación, cuyo incumplimiento por dos años consecutivos da lugar a la
pérdida de los derechos sobre la unidad de dotación, de conformidad con el referido numeral
85, fracción I, no sólo atañe al ejidatario o comunero, sino a todo aquel que ejerza derechos
sobre la parcela, como lo es quien los haya adquirido por sucesión, aunque no se le hubieren
reconocido aún sus derechos sucesorios, pues el heredero adquiere la parcela con las mismas
obligaciones que el de cujus tenía sobre la misma y los efectos de la aceptación de la herencia
se retrotraen a la fecha del fallecimiento, de manera tal que la obligación de explotación de la
unidad parcelaria la tiene desde esta fecha y no hasta que, en su caso, se le reconozcan los
derechos sucesorios. Lo anterior permite concluir que, cuando el sucesor designado por el de
cujus no está en posesión de la unidad de dotación parcelaria, el trámite de reconocimiento de
sus derechos sucesorios agrarios y el traslado de dominio debe realizarlos en el plazo de dos
años, siguientes al fallecimiento del titular, para obtener la posesión de la parcela y así estar
en posibilidad de dar cumplimiento a la obligación de su explotación y no incurrir en la
causal de pérdida de sus derechos, pues la posesión de un tercero puede generar derechos a su
favor que daría lugar al reconocimiento de los mismos, mediante la adjudicación de la unidad
de dotación, en términos de lo dispuesto en el artículo 72, fracciones III y IV, de la misma
ley, al establecer categorías de campesinos con derechos de preferencia en virtud de la
posesión, es decir, la posesión genera la expectativa de derecho a ser reconocido como titular
de derechos agrarios y, por tanto, consecuencias de derecho protegidas por la ley." (Novena
Época. Segunda Sala. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo II, diciembre
de 1995. Tesis 2a./J. 78/95. Página 336).
En principio, se considera útil reiterar que esta Sala al resolver la contradicción de tesis
26/2000-SS estableció que los artículos 81 a 86 de la Ley Federal de Reforma Agraria
abrogada, regulaban el régimen sucesorio y precisamente en el artículo 85 de ese
ordenamiento legal se establecían algunos supuestos que originaban la pérdida de derechos
sobre la unidad de dotación, tal como se advierte de la inserción siguiente:
"Artículo 85. El ejidatario o comunero perderá sus derechos sobre la unidad de dotación y, en
general, los que tenga como miembro de un núcleo de población ejidal o comunal, a
excepción de los adquiridos sobre el solar que le hubiere sido adjudicado en la zona de
urbanización, cuando: I. No trabaje la tierra personalmente o con su familia, durante dos años
consecutivos o más, o deje de realizar por igual lapso los trabajos que le correspondan,
cuando se haya determinado la explotación colectiva, salvo en los casos permitidos por la ley;
II. Hubiere adquirido los derechos ejidales por sucesión y no cumpla durante un año con las
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 30/2006-SS.
obligaciones económicas a que quedó comprometido para el sostenimiento de la mujer e hijos
menores de 16 años o con incapacidad total permanente que dependían del ejidatario
fallecido. En estos casos, la nueva adjudicación se hará siguiendo el orden de sucesión del
anterior titular, autor de la herencia; III. Destine los bienes ejidales a fines ilícitos; IV.
Acapare la posesión o el beneficio de otras unidades de dotación, o superficies de uso común,
en ejidos y comunidades ya constituidos; V. Enajene, realice, permita, tolere o autorice la
venta total o parcial de su unidad de dotación o de superficie de uso común o la dé en
arrendamiento o en aparcería o cualquier otra forma ilegal de ocupación a miembros del
propio ejido o a terceros, excepto en los casos previstos por el artículo 76; y VI. Sea
condenado por sembrar o permitir que se siembre en su parcela o bienes de uso común,
ejidales o comunales, mariguana, amapola o cualquier otro estupefaciente."
De la lectura de la fracción I del precepto transcrito, se advierte que la causa de pérdida de
derechos agrarios, consistente en el abandono de la unidad de dotación, deriva de la
obligación impuesta al ejidatario de trabajar personalmente esa unidad o auxiliado con su
familia.
Actualmente, en los artículos 17, 18 y 19 de la Ley Agraria en vigor, está regulada la
sucesión de los derechos de los ejidatarios, tal como se advierte de la inserción siguiente:
"Artículo 17. El ejidatario tiene la facultad de designar a quien deba sucederle en sus
derechos sobre la parcela y en los demás inherentes a su calidad de ejidatario, para lo cual
bastará que el ejidatario formule una lista de sucesión en la que consten los nombres de las
personas y el orden de preferencia conforme al cual deba hacerse la adjudicación de derechos
a su fallecimiento. Para ello podrá designar al cónyuge, a la concubina o concubinario en su
caso, a uno de los hijos, a uno de los ascendientes o a cualquier otra persona.
"La lista de sucesión deberá ser depositada en el Registro Agrario Nacional o formalizada
ante fedatario público. Con las mismas formalidades podrá ser modificada por el propio
ejidatario, en cuyo caso será válida la de fecha posterior."
"Artículo 18. Cuando el ejidatario no haya hecho designación de sucesores, o cuando
ninguno de los señalados en la lista de herederos pueda heredar por imposibilidad material o
legal, los derechos agrarios se transmitirán de acuerdo con el siguiente orden de preferencia:
"I. Al cónyuge;
"II. A la concubina o concubinario;
"III. A uno de los hijos del ejidatario;
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"IV. A uno de sus ascendientes; y
"V. A cualquier otra persona de las que dependan económicamente de él.
"En los casos a que se refieren las fracciones III, IV y V, si al fallecimiento del ejidatario
resultan dos o más personas con derecho a heredar, los herederos gozarán de tres meses a
partir de la muerte del ejidatario para decidir quién, de entre ellos, conservará los derechos
ejidales. En caso de que no se pusieran de acuerdo, el tribunal agrario proveerá la venta de
dichos derechos ejidales en subasta pública y repartirá el producto, por partes iguales, entre
las personas con derecho a heredar. En caso de igualdad de posturas en la subasta tendrá
preferencia cualquiera de los herederos."
"Artículo 19. Cuando no existan sucesores, el tribunal agrario proveerá lo necesario para que
se vendan los derechos correspondientes al mejor postor, de entre los ejidatarios y
avecindados del núcleo de población de que se trate. El importe de la venta corresponderá al
núcleo de población ejidal."
La lectura de los artículos antes transcritos, pone de manifiesto que en la Ley Agraria vigente
se instituyó el régimen sucesorio de derechos agrarios ejidales que preveía la Ley Federal de
Reforma Agraria en sus preceptos 81, 82, 83, 84, 85 y 86. Así, el artículo 17 de la Ley
Agraria, conserva la facultad testamentaria del ejidatario y la flexibiliza al extremo de
permitirle asignar los derechos sucesorios ejidales individuales a "cualquier otra persona", tal
como lo establece la parte final del primer párrafo del artículo 17, después de la enumeración
casuística de algunos parientes y demás.
La facultad de designación de que se trata, debe ejercerse formulando la lista de sucesión en
la que consten los nombres de las personas y el orden de preferencia, conforme a la cual debe
hacerse la adjudicación correspondiente. Esta lista debe ser depositada en el Registro Agrario
Nacional o formalizada ante fedatario público, puede ser modificada por el titular siguiendo
las mismas formalidades en cuyo caso será válida la de fecha posterior.
El artículo 18 de la Ley Agraria establece la intestamentaria ejidal, como modalidad de la
sucesión legítima. Así, cuando el ejidatario no haga designación de sucesores o ninguno de
los señalados en la lista posea capacidad o voluntad para suceder, los derechos agrarios se
transmitirán de acuerdo con el orden de preferencia que este precepto señala: al cónyuge;
concubina o concubinario; uno de los hijos del ejidatario; uno de sus ascendientes; y a
cualquier otra persona de las que dependen económicamente de él.
La parte final del artículo en comento, prevé la situación de que dos o más personas se
encuentren en la misma jerarquía del orden de preferencia, pudiendo dilucidarse entre los
interesados quién asume los derechos ejidales; cuando no se llega a un acuerdo, corresponde
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al Tribunal Unitario Agrario la venta en subasta de los bienes relacionados y la distribución
equitativa del producto entre las personas con derechos a heredar.
La herencia vacante se contempla en el artículo 19 de la Ley Agraria y estipula que cuando
no existen sucesores el Tribunal Unitario Agrario proveerá a la venta entre ejidatarios y
avecindados del núcleo, aplicándose el producto al núcleo de población ejidal.
En conclusión, en los preceptos en comento, ni en ningún otro, se contempló la obligación
del sucesor del autor de la sucesión de ejercer sus derechos hereditarios en el plazo de dos
años y menos se sancionó esa omisión con la pérdida de sus derechos.
El factor que influyó para el establecimiento de los criterios contradictorios, fue la
interpretación de los artículos 20, 23, fracción II y 57, fracción III, de la Ley Agraria en
vigor, pues con base en esa interpretación el Primer Tribunal Colegiado en Materia
Administrativa del Tercer Circuito, consideró que al supuesto relativo a que cuando el
sucesor del de cujus no está en posesión de la parcela ejidal y no reclama sus derechos
sucesorios y el traslado de dominio en el plazo de dos años siguientes al fallecimiento del
autor de la sucesión, sí es aplicable la jurisprudencia transcrita con antelación. En cambio, el
Tribunal Colegiado del Vigésimo Quinto Circuito, consideró lo contrario.
Los preceptos de mérito son del tenor siguiente:
"Artículo 20. La calidad de ejidatario se pierde:
"I. Por la cesión legal de sus derechos parcelarios y comunes;
"II. Por renuncia a sus derechos, en cuyo caso se entenderán cedidos en favor del núcleo de
población;
"III. Por prescripción negativa, en su caso, cuando otra persona adquiera sus derechos en los
términos del artículo 48 de esta ley."
"Artículo 23. La asamblea se reunirá por lo menos una vez cada seis meses o con mayor
frecuencia cuando así lo determine su reglamento o su costumbre. Serán de la competencia
exclusiva de la asamblea los siguientes asuntos:
"...
"II. Aceptación y separación de ejidatarios, así como sus aportaciones."
"Artículo 57. Para proceder a la asignación de derechos sobre tierras a que se refiere la
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fracción III del artículo anterior, la asamblea se apegará, salvo causa justificada y expresa, al
siguiente orden de preferencia:
"...
"III. Hijos de ejidatarios y otros avecindados que hayan trabajado las tierras por dos años o
más."
De la lectura de los preceptos transcritos, se advierte lo siguiente:
a’) Que la calidad de ejidatario se pierde por cesión de los derechos respectivos, por renuncia
de los mismos y por prescripción negativa, cuando otra persona adquiera los derechos por
prescripción positiva en los términos establecidos por la ley.
b’) Que la asamblea de ejidatarios es competente para conocer de diversos asuntos, entre
otros, de los relativos a la aceptación y separación de ejidatarios, así como de sus
aportaciones.
c’) Los hijos de ejidatarios y los vecinos que hayan trabajado las tierras de uso común por dos
años o más, están en el tercer lugar de preferencia cuando se trate de asignación de las
mismas.
Así, de acuerdo a lo anterior, la interpretación aislada de los preceptos en comento no aporta
ningún elemento eficiente y suficiente para producir la certeza de que en el régimen sucesorio
ejidal en vigor se contemple un plazo para la pérdida de los derechos sucesorios ejidales por
no cumplir con la obligación de explotar la parcela o tierra ejidal durante dos años
consecutivos, o por no reclamar el reconocimiento de esos derechos en dicho plazo. Además,
ni aun la interpretación lógica y armónica de tales preceptos es eficaz para sustentar la
postura contraria, pues no debe perderse de vista que de acuerdo al régimen agrario
establecido en las reformas al artículo 27 constitucional, publicadas el seis de enero de mil
novecientos noventa y dos, el ejidatario puede aprovechar su parcela en forma personal o por
terceras personas y se facultó al legislador federal para que a través de la ley reglamentaria de
ese precepto instituya los mecanismos para que los ejidatarios puedan otorgar el uso de sus
tierras a terceras personas. En cumplimiento de ese mandato, se expidió la Ley Agraria en
vigor, de cuyos artículos 45, 76 y 79 se advierte la eliminación de la obligación del ejidatario
de trabajar la parcela ejidal en forma personal, en virtud de que se le facultó para celebrar
cualquier contrato de aprovechamiento o asociación y para conceder su uso a terceras
personas mediante cualquier acto jurídico no prohibido por la ley.
En conclusión, en el régimen agrario derivado del artículo 27 constitucional y regulado
detalladamente en la Ley Agraria en vigor, no existe la figura de pérdida de derechos
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sucesorios por abandono de la parcela ejidal, pues en dichos ordenamientos no existe un
precepto que así lo determine, en virtud de que la intención de la reforma al artículo 27
citado, actualmente en vigor, y la expedición de la ley indicada, fue liberar al ejidatario de la
obligación de explotar personalmente y en forma permanente la parcela ejidal y también la de
abandonar la función social de ésta; luego, al haber desaparecido dicha obligación es
inconcuso que no hay razón alguna para considerar que el abandono de la parcela por dos
años produce la pérdida de los derechos sucesorios respectivos. Estas consideraciones ponen
de relieve que en el supuesto en estudio es inaplicable la jurisprudencia 2a./J. 78/95, porque
actualmente en el marco regulatorio de la sucesión agraria no se reiteró la obligación y
sanción derivada del artículo 85, fracción I, de la Ley Federal de Reforma Agraria abrogada.
No es óbice para arribar a la conclusión anterior, la disposición contenida en los artículos 20,
fracción III y 48 de la Ley Agraria en vigor, en el sentido de que la calidad de ejidatario se
pierde por prescripción negativa, pues si bien es cierto que la causa de privación de derechos
agrarios establecida en la fracción I del numeral 85 de la Ley Federal de Reforma Agraria
abrogada y la prescripción indicada tienen en común el abandono de los derechos agrarios
durante cierto lapso de tiempo, y requieren la sustanciación de un procedimiento
contradictorio en el cual se decida si se actualizaron o no las hipótesis respectivas en las
cuales operan esas figuras jurídicas, también lo es que difieren en su finalidad, pues conforme
a lo dispuesto en el artículo 85, fracción I, citado, el ejidatario sólo perdía los derechos de la
unidad de dotación que no la trabajara personalmente o con su familia, pero podía conservar
los de uso común y los adquiridos respecto al solar adjudicado en la zona urbana, es decir, el
ejidatario no perdía su carácter como tal sino sólo los derechos abandonados. En cambio,
como consecuencia de la prescripción negativa se pierde la calidad de ejidatario.
En las relacionadas consideraciones, debe prevalecer, con el carácter de jurisprudencia, el
criterio sustentado en esta ejecutoria, en los términos siguientes:
DERECHOS SUCESORIOS AGRARIOS. LA OMISIÓN DEL SUCESOR DE
RECLAMAR SU RECONOCIMIENTO EN EL PLAZO DE DOS AÑOS A PARTIR DEL
FALLECIMIENTO DEL AUTOR DE LA SUCESIÓN, O LA ABSTENCIÓN DE
TRABAJAR PERSONALMENTE LA PARCELA EJIDAL POR ESE LAPSO, NO
CAUSAN LA PÉRDIDA DE TALES DERECHOS.-La Segunda Sala de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, en la jurisprudencia 2a./J. 78/95, publicada en el Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo II, diciembre de 1995, página 336, con
base en la interpretación relacionada de los artículos 81, 82, 83 y 85 de la Ley Federal de
Reforma Agraria abrogada, sustentó el criterio de que el incumplimiento de la obligación de
explotar en forma directa y permanente la parcela ejidal por dos años consecutivos origina la
pérdida de los derechos sobre la unidad de dotación de conformidad con el artículo 85,
fracción I, citado, y que no sólo atañe al ejidatario o comunero, sino a todo aquel que ejerza
derechos sobre la parcela, como lo es quien los haya adquirido por sucesión. Ahora bien,
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conforme al régimen agrario en vigor, la jurisprudencia de mérito no es aplicable al supuesto
en el cual el sucesor no reclama el reconocimiento y declaración de sus derechos hereditarios
en el plazo de dos años a partir del fallecimiento del titular de los derechos agrarios
respectivos, ni trabaja personalmente durante ese lapso la parcela ejidal relativa, en virtud de
que la intención de la reforma al artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 6 de enero de 1992, fue
permitir a los ejidatarios el aprovechamiento de la parcela en forma personal o por medio de
terceras personas, con el propósito de obtener la capitalización del campo y bienestar del
ejidatario; intención que está reflejada en el cuarto párrafo de la fracción VII del citado
precepto constitucional, el cual fue reglamentado detalladamente en la Ley Agraria en vigor,
en cuyos artículos 45, 76 y 79 se eliminó la obligación del ejidatario de trabajar
personalmente la parcela ejidal respectiva, en virtud de que en ellos se le facultó para celebrar
respecto de ésta, cualquier contrato o acto jurídico que impliquen su uso o explotación por
terceras personas, con la condición de que su duración no exceda de treinta años, con lo que
desapareció la causa de la pérdida de derechos ejidales prevista en el referido artículo 85,
fracción I, derivada de no trabajar personalmente, el ejidatario o con su familia, la parcela
ejidal.
Por lo expuesto y con fundamento en los artículos 197-A de la Ley de Amparo y 21, fracción
VIII, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, se resuelve:
PRIMERO.-Sí existe la contradicción de tesis denunciada entre el Primer Tribunal Colegiado
en Materia Administrativa del Tercer Circuito y el Tribunal Colegiado del Vigésimo Quinto
Circuito.
SEGUNDO.-Debe prevalecer con carácter de jurisprudencia, el criterio sustentado por esta
Sala en el último considerando de esta ejecutoria.
Notifíquese; remítase de inmediato la tesis de jurisprudencia que se sustenta en la presente
resolución a la Dirección General de la Coordinación de Compilación y Sistematización de
Tesis, para su publicación en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, así como su
distribución a los Tribunales Colegiados de Circuito y Juzgados de Distrito, en acatamiento a
lo previsto en el artículo 195 de la Ley de Amparo.
Así lo resolvió la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por unanimidad
de cinco votos de los señores Ministros: Juan Díaz Romero, Genaro David Góngora
Pimentel, Sergio Salvador Aguirre Anguiano, Guillermo I. Ortiz Mayagoitia y presidenta
Margarita Beatriz Luna Ramos. Fue ponente el Ministro Sergio Salvador Aguirre Anguiano.
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