américa latina: un objeto de estudio para la ciencia social

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Política y Poder
AMÉRICA LATINA: UN OBJETO DE ESTUDIO PARA LA CIENCIA SOCIAL
Latin America: A Study Object for the Social Science
Julio Gerardo Quiroz Gómez
Resumen
Julio Gerardo Quiroz Gómez
Estudiante de Doctorado en Ciencias Sociales
y Políticas quien actualmente se encuentra
como investigador invitado en el Center for
Inter American Studies (CIAS) de la
Universität
Bielefeld,
Alemania.
Ha
publicado
diversos
artículos
sobre
movilizaciones de protesta y de resistencia en
la Sierra Tarahumara como: “Dominación y
resistencia: Los caminos de la modernización
en la Sierra Tarahumara” (2013) y el libro
Modernización y Resistencia Indígena en la
Sierra Tarahumara (2012). También ha
participado y escrito sobre programas de
mediación de conflictos en entornos
escolares. Entre los textos publicados se
encuentra: “Violencia y conflictos escolares:
Definiciones
conceptuales
para
la
construcción de una nueva cultura de la
legalidad” (2012).
E-mail:[email protected]
E
l objetivo del presente texto es el mostrar de
manera general y descriptiva, la relación
estrecha que hay entre la conformación del
pensamiento latinoamericano, y la generación de una
ciencia social de la región que le pertenece desde su
impronta y la formulación de las políticas
internacionales (de manera particular las que se
orientan al desarrollo de las economías locales,
internacionales, mundiales y globales). Se trata de
resaltar que; si bien, los científicos sociales de América
Latina han logrado separarse, discutir y elaborar críticas
al pensamiento euro-centrista, han logrado redimensionar los problemas propios de la región, con
una serie de aparatos metodológicos e epistemológicos
propios, aunque no se hayan alejado completamente del
contexto internacional. Un contexto que conduce,
encausa y en no pocas ocasiones, condiciona el
desarrollo, la evolución, el crecimiento y el devenir
histórico a través de relaciones asimétricas,
hegemónicas y de dominación entre Estados,
gobiernos, sociedades, grupos, comunidades e
individuos.
Palabras clave: América Latina, Estados Unidos,
Ciencias Sociales, Política Internacional, Hegemonía.
Abstract:
In a general and descriptive way, the main goal of the present text is to show the close
relationship between the Latin-American thought and the generation of social science
in the region, a particular construct that belongs to Latin America from its imprint and
the influence on international politics (in particular, those which are oriented to the
development of regional economies). In the other hand, even if the social scientists of
Latin America have achieved to separate, discuss and develop critical thinking about
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the Eurocentric view, they manage to resize the problems of the region with a series of
methodological and epistemological, tools without moving away completely from the
international context that they criticize. An international context that establish
conditions for the development, the evolution, the growth and historical development
not only of the Latin-American region, but of the nations of the world, through
asymmetric, hegemonic relations and domination between States, governments,
societies, groups, communities and individuals.
Key words: Latin America, United States, Social Sciences, International policies,
Hegemony.
Introducción
Para poner en evidencia la importancia que tienen las políticas económicas
internacionales en la conformación de pensamiento y la ciencia social latinoamericana,
se desarrollarán algunas consideraciones fundamentales, relacionadas a las políticas que
los Estados Unidos han elaborado y formalizado desde la crisis del año de 1929 hasta la
actualidad, tomando como base periodos históricos que son esenciales en tanto han redireccionado el quehacer de la política, la economía y la sociedad, tales como 1) la
misma crisis económica del veintinueve; 2) la época de la post-guerra; 3) la crisis
inflacionaria de los setenta; 4) la emergencia del neo-liberalismo, y 5) la conformación
de un nuevo enemigo público como sustento de la intervención armamentista de los
Estados Unidos al interior de América Latina.1
Ahora bien, es necesario aclarar que aún cuando se observan estos periodos
como fundamentos de las transformaciones del pensamiento científico latinoamericano,
la relación entre estas cuestiones no se evidenciará “punto por punto”. El objetivo del
presente artículo será exhibir una radiografía general de estos cambios para observar la
influencia que ellos tienen tanto para la conformación de América Latina como un
objeto de estudio propio de las ciencias sociales, así como para comprender como es
que los estudiosos de América Latina, han logrado constituir sus propios marcos de
1
Es claro que a partir de la presentación –a manera de generalización– de los aspectos antes
mencionados, se corre el peligro de dejar de lado los procesos históricos que se dan en cada sub-región e
inclusive, en cada país. Por ello, debe mantenerse presente que la idea central del presente artículo es, –
más allá de la presentación de ciertos eventos históricos que se han dado al interior de cada región del
continente– responder a la pregunta sobre el por qué América Latina es un objeto de estudio importante
para las ciencias sociales.
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análisis para entender las distintas problemáticas que se desarrollan al interior de la
región.
¿Por qué América Latina es importante para las ciencias sociales?
América Latina puede ser comprendida y observada más que como una simple región
geográfica, como una expresión fenoménica de la realidad social en la que se
manifiestan ciertos esquemas de regularidad, que son consecuencia del desarrollo
histórico particular que se ha gestado en la zona, principalmente desde el contacto que
ella tuvo con el mundo ibérico desde el año de 1492, año del “Descubrimiento de
América”, que acarreó entre las principales consecuencias, el establecimiento de las
relaciones mercantiles, de hegemonía y subordinación que dieron origen y pináculo al
capitalismo, a través del fenómeno de la acumulación originaria. En un momento
posterior a este primer contacto, se reconoce también que las relaciones pre-capitalistas
establecidas gracias a la intervención principalmente de España en tierras americanas
que condujeron a la constitución de un aparato organizativo burocrático-estatal y a la
conformación de una estructura política orientada por la “razón”, entendida ésta como
eje fundamental de la ideología y del ejercicio del poder al interior de las Colonias
americanas.
Es a partir de este momento y bajo los esquemas ya delineados anteriormente
que Latinoamérica se erige como un problema teórico y de análisis propio de la
sociología, de la ciencia política, de la economía y de las ciencias sociales en general, en
tanto de ella emergen una serie de preguntas y cuestiones que no han logrado ser
resueltas y que están abiertas a la comprensión de su historicidad; en cierto sentido,
puede decirse que América Latina es así mismo un objeto histórico, estructurado por la
acumulación de conocimientos diversos que caracterizan y llenan de peculiaridad a la
región entendida como un cuerpo de análisis. Se debe mantener presente que al interior
de esta franja sub-continental se revelan una serie de manifestaciones históricoestructurales que se distinguen por su diversidad, pero aún al margen de esta diversidad
endógena se tiene que conservar siempre a la vista del observador que existen también
expresiones compartidas que diferencian a la región externamente frente a los procesos
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históricos (y su constitución como objetos de estudio para las ciencias sociales) y frente
a otras regiones como lo es, por ejemplo, Europa Central.
América Latina como objeto de estudio exige así, una comprensión sistemática
de sus regularidades y de sus eventuales contingencias, sus coyunturas y sus procesos
tanto del interior del ámbito político como dentro del campo de lo social y hacia dentro
del sistema económico para que, en un momento posterior logre, a través de sus
intelectuales y de la acción organizativa y orientadora del Estado, consolidar el reto de
formar una agenda que impulse el desarrollo de la región a partir de la detección y
posible solución de problemáticas comunes vinculadas al establecimiento de relaciones
históricas, hegemónicas y de dominación2. La comprensión de todos estos fenómenos se
encuadra por los correlatos que sostiene con el mundo exterior y con las políticas
emergentes, tanto a nivel internacional como a nivel mundial e inclusive global, siendo
estos mismos correlatos los que ayudan a formular una serie de procesos comprensivos
que facilitan, en buena medida, posicionar y situar a esta franja sub-continental en un
contexto de relaciones de poder que, no por depender de una posición crítica respecto a
los problemas que de este ejercicio de poder se desprenden, carecen de una mirada
objetiva en referencia a las asimetrías presentes entre unas y otras regiones del mundo.
La política norteamericana
El surgimiento de las ciencias sociales en América Latina y su posterior consolidación
como pensamiento independiente a las teorías euro-centristas no puede entenderse en su
totalidad, si no se observa primeramente la relación que la región mantiene con el
mundo exterior, particularmente con los Estados Unidos de América. Es a partir de esta
conexión que el pensamiento latinoamericano impulsa estrategias de desarrollo y
cambio útiles para enfrentar los embates que se le avecinan por los procesos de cambio
2
Se mantiene presente que si bien, de manera general, los países de América Latina atraviesan por
periodos históricos, problemáticas sociales, políticas y económicas similares, las condiciones particulares
en cada uno de los países pueden diferir ampliamente por lo que, la búsqueda de soluciones y las
soluciones mismas no son homogéneas. A manera de ejemplo basta con revisar los procesos económicos
en los que se han visto envueltos históricamente países como México, Perú, Brasil, Chile y Argentina, los
cuales tienen conformaciones de población diferentes, diferencias puntuales en cuanto sus etapas de
desarrollo, niveles de pobreza estructural distintos y diferentes historias de desigualdad aún cuando han
pasado por los esquemas de desarrollo económico: liberal, sustitución de importaciones, neo-liberal. (Ver:
O’ Donell: 1993).
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que acontecen gracias a los manejos y negociaciones en el área de la política exterior, la
política internacional y las diversas negociaciones particularmente dentro del sistema
económico en el ámbito global. En otras palabras, el nacimiento del pensamiento social
latinoamericano y su consecuente sistematización, obedece también al entendimiento de
las relaciones centro/periferia enmarcadas dentro de formas de ejercicio del poder
afirmadas a través de la hegemonía y la dominación ideológica.
La relación entre los países del centro con los de la periferia (norte/sur) implica
un ejercicio de comparación entre los países en vías de desarrollo y aquellas naciones
con economías de mayor desarrollo relativo3; entre estos están los Estados Unidos
quienes particularmente, se relacionan con América Latina a partir de la constitución de
políticas económicas que buscan la procuración de la hegemonía de este poderoso país,
a través del endurecimiento de su poder y la ampliación de la asimetría habida
históricamente entre los países latinoamericanos y “los vecinos del norte”.
La crisis de 1929 y los años 40
Respecto la relación descrita más arriba, puede decirse que comienza formalmente en
los años posteriores a la crisis del año 1929, durante la presidencia de Roosevelt (19331945) quien, en principio, presenta una visión endógena para intentar superar la crisis
mundial pero que también conviene en la necesidad de las relaciones con otros países,
particularmente con América Latina, con la finalidad de impulsar la economía nacional
a partir de la industrialización y la producción en masa y en serie. Desde este periodo, es
que Estados Unidos se conforma como un “hegemón” frente a la acelerada caída del
Reino Unido (Bloch, 2005).
América Latina se ve, en este momento, afectada por esta misma crisis sistémica
y es, por primera vez presa de la volatilidad del capitalismo; para dar solución a esta
fuerte problemática, la franja sub-continental, en alianza con los norteamericanos y con
3
La relación entre las economías de países en vías de desarrollo en comparación con las de mayor
desarrollo relativo no se encuentra, para éste caso, sujeta de manera exclusiva a la comprensión de las
políticas económicas lanzadas por los Estados Unidos hacia la región Latinoamericana sino a la
descripción y el entendimiento de las relaciones sociales, políticas, jurídicas, etc., que hacen posible que
los Estados Unidos mantengan su carácter de “hegemón” particularmente respecto Latinoamérica. Si se
estudiase sólo la relación entre estos países en el marco de sus relaciones económicas no se podrían
comprender ni justificar como es que algunos países asiáticos, por ejemplo; bajo el modelo de sustitución
de importaciones lograron re-direccionar su economía para mantenerse en la actualidad más como centro
que como periferia de la economía mundial.
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Inglaterra principalmente, formula una serie de políticas económicas basadas en la
industrialización y en la manufacturación de productos, la sustitución de importaciones
y la reorganización del papel del Estado en el sentido de que este debe garantizar el
desarrollo de lo público y la adquisición de derechos de ciudadanía. Todo lo anterior
con la meta de conformar una clase obrera impulsora del progreso de las naciones bajo
las vías y estrategias planteadas por el capitalismo de aquel entonces. Esta política se
vio bien madura hasta mediados de la década de los años cuarenta cuando, después de la
culminación de la Segunda Guerra Mundial, se hizo necesario un cambio en la política
internacional en general y particularmente en la política norteamericana ya que se tenía
que proteger la estabilidad económica y social4 (Sunkel y Paz, 1985).
La idea central de las políticas económicas impulsadas a través del modelo de
sustitución de importaciones tiene:
el significado fundamental de la industrialización de los países nuevos. No es ella un
fin en sí misma, sino el único medio de que disponen éstos para ir captando una parte
del fruto del progreso técnico y elevando progresivamente el nivel de vida de las
masas. Es pertinente, pues, presentar con claridad el caso de los países
latinoamericanos, a fin de que sus intereses, aspiraciones y posibilidades, salvadas
desde luego las diferencias y modalidades específicas, se integren adecuadamente en
fórmulas generales de cooperación económica internacional. (Prebisch, 1948: 5-7).
La era de la post-guerra
Así, de los años de 1945 y hasta 1960 aproximadamente se produce, incluso a nivel
internacional, un auge del nacionalismo y a la par, una propulsión a las economías y
mercados internos; se fortalece en América Latina la fórmula de sustitución de
importaciones y la industrialización, pero con tintes un tanto diferentes al modelo
aplicado en el continente asiático cuyo objetivo era la exportación de bienes terminados.
América Latina, por su parte, se ocupó de los mercados internos mientras intentaba
4
El modelo de sustitución de importaciones y las políticas estatales para re-organizar la economía de la
región, así como la adquisición de derechos de ciudadanía para sectores más amplios de la población no
tuvo los mismos resultados para todos los países que forman la franja sub-continental latinoamericana. A
manera de ejemplo, se puede observar que algunos de los países de América del Sur, particularmente
Argentina, al estar ligados más con las políticas impulsadas por Inglaterra que con las de Estados Unidos,
tuvieron un proceso más acelerado en cuanto el impulso económico respecta. Argentina era; para ese
entonces, la economía más importante de América Latina y la décima economía del mundo; contrario a
esto, México y Centroamérica se alinearon a las políticas norteamericanas y mantuvieron una relación de
competencia económica más que de alianza y sociedad con los Estados Unidos.
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cubrir las demandas generadas por la economía a nivel internacional, sobre todo en
bienes primarios. Al intentar proteger la incipiente industria local, en casi todas las
ramas de manufactura, contribuyó a generar estados proteccionistas que, en otras
latitudes (el centro/norte/occidente), alcanza a describirse bajo la nomenclatura de
Estado de Bienestar.
El Estado de Bienestar en América Latina durante el periodo que transcurre
desde poco después de concluida la Segunda Guerra Mundial y hasta finales de la
década de 1970 tiene expresiones diversas en las distintas sub-regiones que integran al
sub-contienente. Los resultados de este modelo político, son; por lo tanto, también
diferentes. Así, se puede observar que en países como Argentina, Chile o Costa Rica
emerge un modelo “universalista” con características muy similares a las que se
desarrollaron al interior de los regímenes conservadores de Europa. En otros países
como Brasil, México, Colombia y Venezuela, surge un Estado “dual”; mientras que en
la mayoría de los países centroamericanos (con excepción de Costa Rica) existe un
Estado de Bienestar del tipo “excluyente”. Los elementos centrales que describen tanto
a los Estados de bienestar duales así como a los excluyentes son la heterogeneidad
cultural y étnica, la existencia de sistemas de protección regresivos y el desarrollo de un
mercado laboral altamente informal. La distinción entre los Estados “duales” y los
“excluyentes” de manifiesta en el grado a a partir del cual se evidencian estas
diferencias en cuanto la puesta en marcha de las políticas de protección para la
ciudadanía, en muchos casos.5 (Valencia, 2010: 72).
A partir de mantener presentes estas distinciones, la política de Estados Unidos
hacia América Latina abanderada por John F. Kennedy durante los años 60 era una
política concentrada en mantener a uno de los dos bloques de poder en los que se ha
dividido el mundo después de la Segunda Guerra Mundial (capitalismo/socialismo);
particularmente dentro de la región latinoamericana vista no sólo como región
geográfica sino como terreno de dominación (Bloch, 2005). De esta manera, si bien
5
Otro aspecto importante a mantener presente es que, paradójicamente, las economías que más crecieron
durante este periodo, fueron aquellas que gozaban de menor protección por parte del Estado. En países
como Argentina, Uruguay y Chile, se observa durante este periodo un crecimiento económico menor en
comparación con México, por ejemplo; ello a pesar de que el Estado de Bienestar del tipo “universalista”
que marcó el desarrollo de las naciones sudamericanas, fue más eficiente (en cuanto protección de
derechos, consolidación de ciudadanía etc.) que los Estados “dualistas” o “excluyentes”.
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durante los años treinta Latinoamérica era pensada por los políticos de los Estados
Unidos como el “buen vecino”, ahora es considerada como “vecino sospechoso” en
tanto puede albergar movimientos subversivos al capitalismo como la Revolución
Cubana por ejemplo, que a lo largo de su proceso fue adquiriendo tintes marxistas hasta
ubicarse en el centro de la ideología socialista bajo el apoyo de la hoy extinta Unión de
Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS). Es en los años sesenta cuando más se
endurece la “Guerra Fría” que polarizó cada vez más las ideologías del capitalismo y el
socialismo y a su vez amplió los conflictos internacionales. El uso de la fuerza y del
poder militar desmedido al interior de los países de América Latina por parte de los
Estados Unidos, se hacen evidentes en las políticas propias de la Alianza por el
Progreso que tuvo como resultados invasiones a países como república Dominicana en
el año de 1965 y varios golpes de Estado principalmente en las regiones centro y sur de
Latinoamérica6 (Pérez, 1991).
La crisis económica inflacionaria
Para 1970, el capitalismo mundial entra nuevamente en crisis, esta se hace visible en el
estancamiento económico de los países desarrollados y en la posterior dolarización de la
economía que acentúa el problema de la inflación en América Latina. Esta inflación es
causada por la pérdida de dinamismo en la actividad económica, el crecimiento
acelerado de la población a nivel mundial, la caída del ingreso per-cápita y el declive
del Producto Interno Bruto (PIB) en varios países de la región hasta niveles tan bajos
como no se habían visto desde 1949. Estos factores aunados a los cambios en los
sistemas políticos, los conflictos civiles, el estancamiento de la economía regional, las
sequías, las inundaciones, los desastres naturales; así como las políticas económicas
fracasadas, el endeudamiento externo ocasionado por el financiamiento de la banca
internacional de las exportaciones (situación que generó el aumento dramático de la
6
Esto no quiere decir que los golpes de Estado manifiestos en varios países de América Latina durante
este periodo obedezcan o sean consecuencia exclusiva de la intervención armamentista norteamericana.
El caso Argentino demuestra que durante esta etapa funcionaban como “válvulas de escape” frente a las
crisis internas que se propiciaron debido a las reformas constitucionales que hacían posible el
establecimiento de un gobierno militar legítimo. La búsqueda por la transformación del Estado hacia un
modelo en el cual se restaurase la democracia era uno de los motores principales que conducía a las clases
medias y altas a adherirse a las movilizaciones golpistas. Ver: (Pérez, 1987: 785-807).
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deuda externa para cada uno de los países de la región); son algunos de los factores
internos que aunados a la crisis internacional, propiciaron la elevación inflacionaria
llevándola hasta niveles como los de Argentina (385%), Nicaragua (335%), Brasil
(228%), Perú (158%), Uruguay (83%) o México (64%) (Bianchi, 1986: 4-10).
Como posible escapatoria a esta crisis económica mundial se plantea una
articulación entre las políticas de orden nacional con las políticas internacionales a
través de acuerdos de cooperación internacional, tanto entre los países industrializados
así como entre ellos y los que pertenecen al bloque del Tercer Mundo o que están en
vías de desarrollo. En otras palabras, se pretende re-estructurar y generar un nuevo
sistema monetario internacional que funcione como eje cohesionador y ordenador de un
régimen económico internacional que influya las políticas económicas propiamente
nacionales o domésticas. Así, “un rasgo importante de un sistema renovado es,
precisamente, su posibilidad de acomodar a las naciones en situaciones profundamente
diferentes, y aún con preferencias básicas diferentes en cuanto a los objetivos de la
política económica. Un sistema debe ser elástico tanto respecto de las diferencias en la
situación como de los errores en la política”. (Comisión Trilateral, 1982: 323) Por lo
tanto, en principio, este nuevo sistema monetario internacional debe conducir a las
economías domésticas o nacionales por la senda del liberalismo económico bajo la
forma de adopción de políticas gubernamentales internas que mantengan la estabilidad
de su economía tanto hacia dentro de sus propios Estados como fuera de él.
Como bastión principal, columna vertebral y sostén de este conjunto de políticas
económicas liberales e internacionales se encontrarían a los Estados Unidos, quienes
equilibrarán el nuevo sistema monetario internacional a través de la fijación, en
conjunto con los demás países industrializados, de medidas monetarias y fiscales que
posibilitarán el equilibrio y generaran las guías necesarias para la adopción e
implementación de políticas en los demás países integrantes del bloque capitalista. Esas
medidas se encuentran dirigidas a flexibilizar, en caso necesario, las políticas fiscales
con el objetivo de marcar las pautas que construyan el camino hacia una política
monetaria común, un paso necesario para la construcción de una comunidad mundial.
La búsqueda de los países integrantes de América Latina por salir de esta crisis mundial
se resume en la adquisición de deuda a bajas tasas de interés pero fluctuante que en el
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largo plazo, tasas que al aumentar porcentualmente, hundieron con mayor profundidad
en el sub-desarrollo a la región, evidenciando ya en los años ochenta que estos países
vivían una “crisis de la deuda” que los condujo a vivir una “década perdida para el
desarrollo”.
El modelo de políticas neo-liberales que guió y difundió la expansión del
mercado financiero en América Latina fue el impulsado por Chile a partir del año del
75, modelo que fue consolidado por los “Chicago Boys” (estudiantes de la escuela de
Chicago que llevaron a la práctica los ideales de liberalización de la economía
aprendidos en esta Universidad) y que a corto plazo alcanza proyección a nivel mundial,
dado la batería de medidas aplicadas por Margaret Thatcher en Inglaterra y por Ronald
Reagan en los Estados Unidos. A largo plazo, las consecuencias de esta expansión del
capital mercantil trajeron consigo problemas a lo largo y ancho del mundo tales como
la inestabilidad económica y el bajo crecimiento económico tanto en los países del
centro como en los de la periferia, la pérdida de espacios públicos, la exclusión social, el
aumento de la violencia, y la ausencia casi total de un proceso de industrialización de la
economía (Sunkel, 2007).
El neo-liberalismo y la década perdida
Durante la década de 1980 se observa un fuerte estancamiento económico hacia el
interior de la región latinoamericana. Esta situación se generó gracias a la crisis
inflacionaria de los setenta, la cual sumergió a América Latina en un profundo bache
económico debido a que el endeudamiento público de casi todos los países integrantes
de la región ocasionó serias bajas en la inversión, la reducción de los salarios, el
aumento de las tasas de impuestos, el aumento también en lo relativo a los costos de
bienes y servicios públicos, recortes presupuestales y; por tanto, una reducción en el
gasto social. La combinación de todos estos factores generó desequilibrios macroeconómicos regionales que impidieron el crecimiento de la franja sub-continental
latinoamericana. Es así como “a mediados de los ochenta, se hizo evidente que la
simple estabilidad macroeconómica no era suficiente para recuperar las condiciones de
crecimiento de la región. Los objetivos de estabilidad comenzaron a ser
complementados con políticas de más largo alcance –las reformas estructurales de la
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economía– que intentaron restablecer las condiciones de crecimiento de largo plazo para
la región.” (Salvia, 2008: 2).
Al final de los años 80, se observa que los Estados Unidos impulsan una serie de
políticas homogéneas para países y situaciones heterogéneas y a partir de ellas se
conduce a los estados latinoamericanos no solamente por las sendas del capitalismo
neo-liberal sino que, a la par, se le condiciona una transición hacia modelos de ejercicio
del gobierno más democráticos. En lo referente al mercado y la economía se le arrastra
hacia un modelo de achicamiento del Estado donde su intervención se reduce a la
regulación de políticas económicas, se firma el Consenso de Washington y la crisis de
América Latina respecto al estancamiento o escaso desarrollo económico se pone en
evidencia hasta nuestros días. Es necesario mencionar que este proceso de liberación de
la economía capitalista sólo fue posible gracias al derrocamiento del socialismo visible
en la caída del Muro del Berlín en el año de 1989 (mismo año en el que se firma el
Consenso de Washington) como ideología, como fuerza política pero, principalmente
como contrapeso a la hegemonía contenida en las políticas internacionales promulgadas
en una importante medida por el gobierno permanente de los Estados Unidos.
El desencanto hacia el neo-liberalismo y la emergencia de un nuevo enemigo político
En la región latinoamericana se transita principalmente en la década del noventa por un
desencanto generalizado referido a los escasos logros que se dieron posterior al
establecimiento de regímenes democráticos que se acompañaron de la liberación de los
mercados de proyección internacional y que tuvieron como consecuencia la
profundización de la desigualdad frente a los pertenecientes al capitalismo central y al
interior mismo de sus fronteras. Si bien al inicio de los noventa se observó un
crecimiento regional aparentemente sostenido gracias a la incorporación de las políticas
económicas de corte neo-liberal, principalmente en los países del Cono Sur; a mediano
plazo –ya durante la segunda mitad de los noventa– se produce una paradoja en la cual,
el alto crecimiento económico a nivel macro-estructural se ve opacado por el aumento
en las tasas de desocupación y de desempleo. Entre los países más afectados por este
fenómeno en el que el crecimiento macro-económico se ve obstaculizado por el
desempleo y la desocupación se encuentra Chile y Argentina.
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Un factor que intervino en este proceso fue el cambio en las condiciones imperantes a
nivel internacional. Esto debido a la fuerte vulnerabilidad financiera del modelo de
crecimiento frente a los flujos internacionales de capital. De esta manera, casi ningún
país de la región experimentó sobresaltos durante la segunda parte de la década del
noventa. La crisis del Tequila (1994-1995), así como la posterior declinación
económica provocada por la crisis financiera de Asia y Rusia, la devaluación brasileña
de comienzos de 1999, la crisis de la convertibilidad en la Argentina, combinada con la
caída de los precios de los commodities, impactaron negativamente en el equilibrio
financiero y en el ritmo de crecimiento de América Latina. En un contexto de aumento
de las tasas de interés internacional, reflujo de los capitales externos, incremento de la
deuda externa, aumento del déficit fiscal en la cuenta corriente y de capital, la
inestabilidad económica, la recesión y la inflación emergieron nuevamente en la región
generando mayores aumentos en el desempleo (Salvia, 2008: 2-3).
La crisis económica mexicana manifiesta en diciembre de 1994, la crisis asiática de
1997, el aumento desmedido de la deuda externa, la flexibilización de las relaciones
laborales, la aparición de tratados internacionales de libre comercio como el TLC
firmado por el gobierno de México con los de los Estados Unidos y Canadá y la caída
generalizada del Producto Interno Bruto (PIB) en el mundo pero, primordialmente, en
Latinoamérica son parte del escenario que convulsiona el orden y la gobernabilidad,
propiciándose una atmósfera de tensiones y desequilibrios en la relación entre
gobernantes y gobernados evidenciados (entre otras acciones) por las movilizaciones
sociales que se alzan en contra de un Estado sustentado en el mantenimiento de un
orden generado por el libre mercado y la competencia económica internacional (Salinas:
2006, 104-105).
En esta misma década de los años noventa, con la inminente caída del
socialismo y la ineludible pérdida del enemigo político y económico que representaba el
socialismo real, Estados Unidos se convierte en la más fuerte potencia económica pero,
aparentemente, carece de un enemigo o sospechoso hacia quien dirigir sus políticas
armamentistas que son en sí mismas, bastión de la hegemonía norteamericana. Con la
intención de llenar el vacío que provocó la caída del modelo socialista es que los
Estados Unidos construyen ahora “nuevos enemigos” que son principalmente el
terrorismo y el narcotráfico, ello les permite expandir su poder militar particularmente a
las regiones del Medio Oriente (con la idea de abatir a los grupos terroristas de la zona)
y también hacia América Latina donde se asientan los más importantes grupos de
producción y distribución de estupefacientes. Esta serie de políticas preventivas si bien
se ponen en evidencia a partir de la década de los noventa, se desarrollan y se vuelven
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altamente efectivas desde la caída de las Torres Gemelas (WTC) de Nueva York el
martes 11 de septiembre de 2001.
En ese sentido, lo primero que hay que resaltar es que, a pesar de sus críticas a
las estrategias escasamente inteligentes y en lo fundamental sustentadas en los
instrumentos del llamado hard power desplegadas por el gobierno temporal
estadunidense, pero al igual que éste, desde su campaña electoral, Barack Obama se
planteó expresamente “la renovación del liderazgo, la credibilidad y la influencia” de su
país sobre el hemisferio occidental. Todas ellas deterioradas —según su sesgado
diagnóstico— porque la administración de George W. Bush que “se embarcó en una
guerra desquiciada con Irak” y que abandonó su promesa de “hacer de Latinoamérica un
compromiso fundamental de su presidencia”. Como consecuencia, su política habría
sido “de negligencia hacia nuestros amigos, inefectiva con nuestros adversarios,
desinteresada por los problemas que sufre la gente e incapaz de hacer avanzar nuestros
intereses en la región.” (Obama, 2008).
Las políticas a nivel internacional y global pero particularmente las políticas de
los Estados Unidos útiles para la conformación de relaciones diplomáticas, políticas y
económicas con América Latina pueden observarse más detalladamente y si bien son de
interés para comprender a la región latinoamericana como objeto de estudio propio de
las ciencias sociales, no son aquí objetivo central de análisis, no por ello, su
conocimiento deja de ser necesario para estudiar el desarrollo de las ciencias sociales en
la región. La relación entre estos dos elementos analíticos (las políticas internacionales
y las perspectivas de análisis al interior de la región) se hará evidente en el siguiente
apartado, donde la propuesta no es efectuar una comparación punto por punto sino el
mostrar parámetros relacionales generales que evidencien la influencia de las políticas
sobre los modelos de observación en investigación que se generan para mirar al subcontinente “desde afuera”.
Las perspectivas de análisis
Para poder situar y determinar la posición que tiene América Latina como región y
como objeto de estudio y análisis dentro de la orbe mundial y hacia adentro de los
procesos comprensivos de sus problemas tanto comunes en lo general (hacia fuera), así
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como diversos en lo particular (hacia adentro), se hace necesaria la conformación y
establecimiento de una diferenciación de tipo analítico así como un corte histórico que
posibiliten la observación de los esquemas de regularidad y los rasgos históricoestructurales que la identifican como un campo temático de la investigación y del
conocimiento. Para ello, se plantea como momento constitutivo de la estructuración de
Latinoamérica como una construcción teórica, la oposición de la región a la “política del
Norte” fuertemente evidenciada a finales de la década de los años cuarenta y principios
de la década de los cincuenta7 del siglo XX y afirmada, por ejemplo, en la serie de
políticas económicas lanzadas por la Comisión Económica Para América Latina8
(CEPAL) que se oponían al pensamiento euro-céntrico propio de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU).
Respecto los enfoques analíticos, si bien estos pueden variar en nomenclaturas y
objetivos, si tienen una guía general que se postula como objeto el develar las asimetrías
en las relaciones entre la región y el exterior ocasionadas, entre otras cosas, por la
desigual distribución del plus-producto extraído por la producción, comercialización y
consumo de mercancías, la división internacional del trabajo y la diferenciación en las
lógicas de los procesos civilizatorios vividas en diversas regiones del mundo. Para
registrar estas desigualdades, los teóricos quienes estudian a la región latinoamericana
“desde dentro” apuntan hacia la manufactura de modelos que posibiliten clarificación de
tales discordancias. Estos modelos se centran en dos conceptos principales que son:
centro/periferia y en el examen de las diferencias estructurales, sustantivas e históricas
que a través de ellos se descubren. América Latina se piensa desde miradas tales como
son: Norte/Sur, economías desarrolladas/economías sub-desarrolladas, economías
consolidadas/economías
en
transición,
capitalismo/socialismo,
occidente/oeste
obedeciendo siempre a los procesos históricos que orientan la visión del observador
pero sin dejar de denotar que América Latina mantiene constantemente la misma
posición en el paralelogramo de fuerza que se suscita por las asimetrías relacionales.
7
Este corte histórico no debe ser tomado como una referencia inamovible sino como una referencia que
permite contextualizar el momento de la composición de América Latina como un problema y objeto de
estudio para la sociología en sus diferentes expresiones teóricas.
8
CEPAL no es la única institución que se antepone a las políticas propuestas desde el pensamiento y las
teorías euro-centristas pero debe reconocerse que es una de las que se manifiesta con mayor fuerza a
partir de la elaboración y puesta en práctica de propuestas hechas “desde dentro”.
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Política y Poder
La puesta en práctica de estos modelos de análisis para observar las
problemáticas de América Latina “desde dentro” marca también, desde comienzos de la
década de los años cincuenta, el apogeo de una serie de trabajos de diversos cientistas
latinoamericanos que buscan no sólo el estudio de tales problemas, sino la
transformación de las estructuras políticas y económicas que rigen en su momento las
relaciones hegemónicas dentro del marco del capitalismo en sus diferentes etapas
evolutivas tanto al interior de la región como en la relación de esta con los países
pertenecientes al capitalismo central.
La CEPAL
Durante los primeros años (1948), la Comisión Económica Para América Latina
CEPAL (Estay, 1993), se concentró en propiciar avances significativos en la región
respecto a los procesos de industrialización que en aquel momento (década de los años
50) eran de alta relevancia para América Latina en tanto en esta franja sub-continental
se aglutinaban los países con mayor índice de adelanto económico dentro del contexto
de los países en vías de desarrollo. Bajo este enfoque keynesiano, en la Comisión, se
decide romper de manera definitiva con las teorías desarrollistas emanadas de la ONU.
En este contexto, las teorías propias de la CEPAL recogen y sistematizan los conceptos
y las formulaciones científicas que emergían al interior del ambiente intelectual
latinoamericano; esta recolección y sistematización del pensamiento sobre América
Latina pensada como problema teórico desde su interior es uno de los mayores aportes
que se generaron por la Comisión bajo la dirección de Raúl Prebisch en aquel momento
primigenio.
El desarrollo latinoamericano dentro del contexto del capitalismo es observado
por la CEPAL desde una arena donde la industrialización y la diferencia entre el flujo
de importaciones y exportaciones se explican como consecuencia de la noción
centro/periferia9 que si bien no es acuñada por Prebisch, es él quien le da fuerza
9
Los primeros antecedentes de utilización de la dualidad centro-periferia para el análisis en los procesos
económicos internacionales pueden encontrarse en los trabajos del rumano Mihail Manoilescu, el chilenoalemán Ernest Wagemann y el ingeniero en economía Viggo Axel Poulsen. Pero fueron los economistas
latinoamericanos de la CEPAL, entre los que se destacaron el argentino Raúl Prebisch y el brasileño
Celso Furtado los que, luego de la Segunda Guerra Mundial, desarrollaron sistemáticamente la noción de
una dualidad centro-periferia, para describir un orden económico mundial integrado por un centro
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analítica para comprender el trance del capitalismo latinoamericano en el ámbito
internacional. Se cuestiona también al mercado como mecanismo de solución de los
obstáculos internos y externos que justifican las diferencias sociales, económicas y
políticas entre los países pertenecientes a la centralidad del capitalismo y los países
ubicados en la periferia, aquí la CEPAL se concentra también en los mecanismos que
sustentan estas diferencias observándolos desde el concepto de la División Internacional
del Trabajo de donde se adquieren los elementos teóricos que permiten justificar que el
sub-desarrollo latinoamericano que se debe, en una medida importante a que sus países
se ven atados a la producción de materias primas y alimentos de los que se apropian a
bajo costo los países del centro, mientras que estos últimos arrojan a las periferias
productos altamente tecnificados y de alto valor de cambio provocándose así una
disparidad cada vez mayor en el desarrollo de los países aglutinados en cada uno de
estos eslabones de la cadena del capitalismo.
Es en esta década del 60 que los estudiosos y políticos latinoamericanos, frente
al desarrollo económico capitalista, formulan tácticas y modelos de desarrollo interno
que pretenden comprender los desafíos que enfrenta América Latina desde sus
particularidades históricas, políticas y sociales pero sin perder de vista el papel que la
región juega en el tablero de las relaciones internacionales; se postula que el desarrollo
debe ser promovido principalmente por una serie de acciones deliberadas dirigidas por
el Estado, entendido éste, como el elemento y mecanismo central del crecimiento
económico.
El Marxismo
Para la comprensión del desarrollo de las ciencias sociales en América Latina, Jaime
Osorio (2008), por ejemplo, denota dos momentos importantes en la historia mundial y
particularmente en la historia de la región que son: 1) la etapa del desarrollismo y 2) el
surgimiento de la Revolución Cubana. La relevancia de ambos momentos se manifiesta
dado que ambos permiten que el pensamiento latinoamericano se concentre a su vez, en
industrial y hegemónico que establece transacciones económicas desiguales con una periferia agrícola y
subordinada. La relación desigual centro-periferia es el obstáculo principal para el desarrollo. El fruto de
la humanidad de las economías ubicadas en la periferia y la industrialización de las mismas es el único
modo de convertirse en sociedades desarrolladas.
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dos enfoques para la elaboración de la América Latina como problema teórico; por un
lado el que se centra en mirar a la franja sub-continental propiamente desde los
presupuestos generales del desarrollismo (CEPAL) y aquellos quienes se adhirieron al
pensamiento marxista que nacía gracias a que la Revolución Cubana se vinculaba con
este movimiento de escala internacional y mundial.
Por su parte y de manera particular, la escuela marxista en América Latina se
sumergió en la corriente leninista que criticaba fuertemente a los modelos construidos
desde las teorías del desarrollo, con esto, sus intelectuales lograron estudiar al
capitalismo y su evolución histórica en el mundo a partir de comprender el proceso de
acumulación como el principal generador de las diferencias entre el centro y la periferia;
se forma la “teoría del imperialismo” donde la pregunta central que hace girar la
preocupación de los intelectuales latinoamericanos es ¿cuáles son los procesos de la
economía internacional que llevan al atraso de América Latina?
Desde esta vena marxista es el mismo Osorio (1995) quien se concentra en
desagregar el estudio de América Latina entendida, en principio como un todo regional
que comparte ciertos aspectos históricos que han marcado de manera peculiar su
desarrollo dentro entorno económico capitalista para, en un segundo momento,
concentrarse en la comprensión de las diferencias y la diversidad que implica el
desarrollo particular de cada uno de los estados nacionales al interior de la región.
Ambas orientaciones están guiadas por un análisis de la organización social capitalista
global entendida como una forma histórica de ordenamiento de la vida social pero
donde también se desenvuelven correlatos particulares como los de la región
Latinoamericana y sus países integrantes.
Jaime Osorio busca comprender el sub-desarrollo latinoamericano a partir de las
relaciones de dominación que se gestan al interior de cada país y en la correspondencia
de estos países con los que integran el centro de las relaciones sociales capitalistas. Para
ello se concentra, por ejemplo, en los procesos históricos que caracterizaron las
relaciones sociales de producción del capitalismo emergente durante los siglos XVII y
XVIII a través de la explotación y la dominación de los países europeos sobre los
latinoamericanos enmarcadas en el contexto de la metalurgia, la acumulación originaria
y la Revolución Industrial observando ahí algunos de los elementos centrales que
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Política y Poder
constituyeron a América Latina como una región integrante de los países emergentes o
propiamente –como lo menciona el autor- integrantes del capitalismo dependiente.
La Dependencia
Fernando Henrique Cardozo (1995) observa que el pensamiento científico
latinoamericano se desenvuelve principalmente dentro de tres fases que responden al
análisis histórico de problemáticas generales y particulares manifiestas en las diferentes
etapas del desarrollo latinoamericano. Si bien estas etapas se evidencian por el autor de
manera temporal, su propuesta responde mayormente a la observancia de procesos que
caracterizan a cada una de ellas. Bajo el entendido anterior, Henrique Cardozo delinea y
describe las tres fases principales del pensamiento latinoamericano de la manera
siguiente: 1) décadas de los años 50 y 60 entendidas estas como una etapa de afirmación
del pensamiento socio-económico latinoamericano, 2) décadas de los 70 y 80 donde se
vive una crisis y se erige una crítica hacia los planteamientos y posturas emergentes
durante el periodo anterior y finalmente, 3) la era de la renovación que se da a lo largo
de los años noventa. La etapa de la afirmación se delinea según el autor por la
solidificación de un enfoque de tipo comparativo que permite entender las
problemáticas de la región desde una postura metodológica dentro del orden de la
dialéctica del marxismo sustentada en la teoría de las formaciones sociales y desde
donde se generan y solidifican los argumentos que permiten entender las relaciones
sociales y de producción capitalista desde una orientación centrada en los conceptos de
centro y periferia de estas mismas relaciones. Además observa las ventajas y
desventajas del modelo de sustitución de importaciones como mecanismo y motor del
despegue y desarrollo económico, social e inclusive político de la América Latina.
La era de la crisis observa que el desarrollo principalmente dentro del sistema
económico de los países de América Latina ha tenido un alto costo al interior de
sociedad en su conjunto en tanto se han dejado de lado los ideales de justicia social y de
igualdad entre los individuos, dando paso al surgimiento de sistemas políticos ausentes
de relaciones de carácter democrático y si ancladas a modelos autoritarios del ejercicio
del poder, teniendo como consecuencia la formación de relaciones de producción
sostenidas por sistemas corporativistas que favorecen el desarrollo del poder autoritario.
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Política y Poder
En este sentido se genera no solamente una crítica al autoritarismo sino también se
busca explicar el por qué de su fuerza, su pertinencia y su permanencia dentro de los
sistemas políticos latinoamericanos. Para ello se efectúan estudios que buscan
desmenuzar la historia de la región y comprender lo que se podría llamar la Génesis del
Autoritarismo Latinoamericano.
Finalmente la etapa de afirmación se centra en cuestionar la existencia de un
desarrollo económico regional dentro de un contexto fluctuante en el que se observa a la
sociedad como un ente complejo y diverso. El peso de las ideologías se dirime a favor
de formar modelos de socialización más democráticos. Se observa como agotado al
modelo de sustitución de importaciones que con anterioridad fue observado como
agente impulsor del desarrollo económico de la región, se estudia a fondo el problema
de la deuda externa adquirida por los países de América Latina con la firme intención de
presentar soluciones alternativas que hagan posible que estos países salgan del enorme
bache económico en el que se encontraban en aquel momento y que casi todos han
acarreado hasta los días actuales, se observa también el fenómeno que corresponde al
achicamiento del Estado y la liberalización de la economía nacional, regional y mundial.
Las teorías de la modernización
Una más de las vertientes del pensamiento latinoamericano que se mantienen en el
centro del debate sobre el desarrollo y sus consecuentes transformaciones a nivel
estructural dentro de la franja sub-continental es aquella que se ancla a los parámetros
expuestos por las Teorías de la Modernización que se sostienen en los planteamientos
generales de Max Weber y Talcott Parsons El elemento teórico principal de las Teorías
de la Modernización desarrollan, es aquel que propone que la transformación de las
sociedades latinoamericanas debe sostenerse en una racionalidad de corte económico,
siendo ésta el centro del progreso y del perfeccionamiento de la sociedad moderna, de
esta manera, América Latina tiene que transformarse casi obligatoriamente hacia esa
dirección (Osorio, 2008).
La emergencia de esta propuesta se sujeta en una idea en la que se observa –
después del término de la Segunda Guerra Mundial– a los Estados Unidos como una
potencia económica que, que se diferencia de los europeos, desgastados por la guerra.
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Ya establecidos como potencia económica, los Estados Unidos implementaron el Plan
Marshall a través del cual, brindaron apoyo político y financiero no solamente a los
países devastados por la guerra sino, a las economías emergentes entre las que se
encontraban Taiwán, Corea del Sur, Japón y América Latina. Estas naciones,
consideradas desde ese momento como del Tercer Mundo –en complemento con los
bloques capitalista y socialista, también recién formados– buscan promover un modelo
de desarrollo que les procure sus respectivas economías así como su independencia
política.
Dentro de esta perspectiva, Walt Whitman Rostov describe las grandes etapas
del crecimiento económico moderno en medio de la década del sesenta. El objetivo de
Rostov es ofrecer una nueva lectura de la historia que reemplace las concepciones
marxistas que re-surgían con bastante fuerza en aquél entonces. A partir de esta
concepción se explicarán también los grandes conflictos económicos del siglo XX,
vinculados a las amplias desigualdades respecto del crecimiento. Es a partir de esta
nueva comprensión de los procesos históricos que los Estados Unidos desarrollan una
serie de políticas económicas que tienen la finalidad de mantener su hegemonía al
interior de la región latinoamericana a partir de resolver las condiciones de desarrollo
económico dentro de estos países. Bajo estos preceptos es que, los abanderados de las
Teorías de la Modernización en América Latina pretendieron realizar la modernización
de la región implementando un modelo de desarrollo económico sostenido en una
noción evolucionista y lineal de la sociedad donde esta última atraviesa una serie de
procesos transformativos que van de la formación de una sociedad tradicional hasta su
transformación en una sociedad de alto consumo masivo, diferenciada en cuanto su
estructura política, secularizada, con ética de igualdad y con una creciente
burocratización de las actividades políticas. (Rostov, 1963), (Weber, 2011: 191-215).
La teoría crítica Latinoamericana
De manera similar al pensamiento y las corrientes marxistas latinoamericanas, aún
cuando más apegado a los postulados de la primera generación de estudiosos de la
escuela de Frankfurt, Boaventura de Sousa Santos (2010), muestra como preocupación
central la comprensión del desarrollo histórico del capitalismo como modo de
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Política y Poder
producción, pero también busca entender las relaciones sociales que a partir de este se
establecen concentrándose en algunas de sus perversiones (tales como la desigualdad en
la distribución de los bienes y las diferentes formas de apropiación de la naturaleza tanto
en el centro del capitalismo como en las periferias) para, en un momento posterior ,
lanzar una serie de razonamientos que hacen comprensible su postura sobre la
relevancia de las “Epistemologías del Sur”; éstas últimas entendidas como una postura
política frente a las teorías característicamente euro-céntricas que miran el desarrollo del
capitalismo como una forma casi natural de establecer relaciones sociales y de
producción tanto a nivel nacional, así como internacional e inclusive global.
Las epistemologías del sur reclaman que se re-valore la producción de los
nuevos conocimientos que se dan fuera del centro del capitalismo; deben establecerse
también nuevas relaciones entre las clases y los grupos sociales históricamente
vulnerados, estableciendo que es necesario reprimir las relaciones históricas que se han
sustentado en la destrucción, la opresión y la discriminación causadas por el capitalismo
y el colonialismo (De Sousa Santos, 2010: 16).
¿Por qué es importante América Latina en el umbral del siglo XXI?
En el momento en que se pregunta acerca del por qué en un problema de investigación,
se asume, en primer lugar, que ese problema es relevante, en este caso, para las ciencias
sociales; en una etapa posterior, se entiende también que es necesario asumir cierta
responsabilidad (y obligatoriedad) para intentar responder a dicha cuestión o al menos,
plantear algunas hipótesis que logren orientar y sistematizar un pensamiento en
búsqueda de posibles respuestas; en estos sentidos es que se observa entonces que
América Latina en la actualidad resulta importante no sólo como problema de
investigación para las ciencias sociales, sino como región geográfica, como elemento
constitutivo de la política internacional y participe de la economía neo-liberal en su
etapa de globalización. También se resalta que este trabajo toma la responsabilidad de
aportar de forma general a delinear elementos que hagan posible el situar a la región
latinoamericana en una posición de relevancia en el análisis social, político y económico
de nuestros días.
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Pero ¿por qué puede resultar América Latina importante al día de hoy en un
contexto de globalización si, por ejemplo, su participación en la economía mundial
oscila entre el 2.6 y el 4% del total del capital producido a lo largo y ancho del
planeta?10, ¿por qué una potencia económica perteneciente al grupo de los ocho países
con mayor desarrollo relativo (G8) como lo es Canadá que tiene un PIB per cápita de
alrededor de 43,738 dólares anuales puede voltear hacia el sur y mirar hacia las regiones
más pobres de países con un PIB por lo menos, cuatro veces menor? o en el contexto
endógeno, ¿por qué América Latina sigue siendo la región más desigual del planeta en
cuanto la distribución de capital y los bienes económicos?
Tabla 1
Volumen total del comercio Internacional: Naciones desarrolladas, Latinoamérica
y el Caribe (millones de dólares USS y %)11
Año
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2000
2005
Países Latinoamericanos y del Naciones Desarrolladas1/
Caribe (millones de US$)
% del mundo
Países Latinoamericanos y
del Caribe (% del mundo)
Importaciones 2/ Exportaciones 3/
Importaciones
Exportaciones
Importaciones
Exportaciones
9 860
11 723
18 037
53 816
108 787
109 916
118 473
192 469
214 618
404 600
66
69
70
68
71
72
73
74
76
77
66
69
70
68
68
70
72
73
75
76
7
6
6
6
5
4
3
4
4
5
8
7
5
5
5
5
4
4
4
5
9 969
12 653
16 635
44 512
104 927
103 258
131 190
165 479
233 912
387 400
10
América Latina y el Caribe en su conjunto son objeto de un proceso de segregación más que de
integración en las nuevas condiciones de la globalización. Un ejemplo de esto último se tiene en la
participación en el comercio mundial. En 1960 América Latina y el Caribe contribuían con 8 por ciento
del comercio mundial, esa cantidad fue disminuyendo constantemente hasta alcanzar 4 por ciento en 1995
y 2000. Si se excluye México, país responsable casi de la mitad del total de 388,000 millones de dólares
que exporta la región, América Latina y el Caribe representa un 2.6 por ciento del comercio mundial.
(Reyes, 2006: 10)
11
Fuente: United Nations Organization. International Trade Statistics Yearbook. (New York: United
Nations Publishing Division, 1964, 1966, 1967, 1974, 1978, 1981, 1992, 1993, 1996, 1998 y 2003);
Estadísticas OECD, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, Indicadores del
Desarrollo del Banco Mundial y de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo
(UNCTAD); Informe Sobre Países Menos Avanzados (www.unctad.org).
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Se debe considerar en un primer momento y en referencia a la primera pregunta (¿por
qué puede resultar América Latina importante al día de hoy en un contexto de
globalización si, por ejemplo, su participación en la economía mundial no es más que
del 4% del total del capital producido a lo largo y ancho del planeta?) como hipótesis
plausible que: en un contexto de crisis económica profunda como el que se vive hoy día,
el enemigo público de la política internacional, en particular aquél que atenta contra la
seguridad nacional de los países más poderosos del mundo, puede ser en el fondo, el
mejor aliado en el terreno del crecimiento económico. Al respecto se puede observar
que, para el caso de los Estados Unidos, América Latina resulta un “aliado estratégico”
para el impulso de políticas regionales en contra del terrorismo y el narcotráfico quienes
son hoy por hoy, los principales enemigos de la nación norteamericana (situados ellos
en varios países latinoamericanos). Ejemplo de ello es la “lucha” en contra del
terrorismo y frente al crimen organizado que ha sido encabezada por el presidente
Barack Obama en la región de la ALBA, en países como Haití, República Dominicana,
México y particularmente en Colombia (Suárez, 2012). Los objetivos de estas
“Estrategias de defensa del hemisferio occidental” son, el renovar y prolongar el
liderazgo estadounidense en el hemisferio occidental, el establecer políticas económicas
y de seguridad militar en la región con la finalidad de enfrentar la amenaza que
representa China para el desarrollo económico del vecino del norte y exportar seguridad
concentrando a las fuerzas armadas norteamericanas y regionales para compartir los
costos y responsabilidades de la seguridad interamericana (Obama, 2008).
Se observa que detrás del telón de la cooperación internacional, existe un interés
primordial por acelerar el crecimiento económico de los Estados Unidos y
salvaguardarlo de un hundimiento más profundo en la crisis actual; en esa dirección es
que se plantean una serie de programas que buscan consolidar dicho objetivo con base
en la cooperación de las naciones que integran a América Latina como región que es a
su vez amiga y enemiga de la nación norteamericana.
Respecto el por qué países como Canadá voltean hacia las regiones más pobres
de naciones como México (la Sierra Tarahumara, Wirikuta) o el Perú (Cajamarca)
responde entre otras cosas, a un proceso económico en el que se busca superar la crisis
a través también de la cooperación (aunque no en términos de igualdad) pero, en este
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modelo, con base a la explotación y apropiación de minerales de alto valor comercial
como lo son la plata y el oro principalmente. Cabe mencionar que el Estado de
Chihuahua en México ha sido históricamente –desde la época de Porfirio Díaz– uno de
los principales productores de oro y plata del país; si bien, por muchos años, la minería
dejo de ser una actividad económica de relevancia en la región, actualmente se exploran
nuevos yacimientos en las regiones serranas e indígenas colocando nuevamente al
estado de Chihuahua como el segundo productor de oro y plata del país… “alrededor de
12 millones y medio de hectáreas, han sido concesionadas por el gobierno federal a
consorcios mineros privados, principalmente canadienses. Del año 2006 al 2010, el
valor de la producción minera en el estado ascendió a la cantidad de 84 mil millones de
pesos, de cuyo monto no se beneficiaron ni las comunidades ni las finanzas del estado
ni del país...” (Diario La jornada, 10 de febrero de 2012) sino a la economía canadiense,
particularmente a los inversionistas privados de aquella nación.
El caso del Perú es un tanto cuanto similar siendo la región del Cajamarca el
sexto productor de oro a nivel mundial, pero, al mismo tiempo, la región más pobre del
país. La justificación de este fenómeno se dan en los siguientes términos según algunos
expertos de la CEPAL: “se debe al cambio en el ciclo –y menor precio– de los recursos
naturales, la esperable reducción de los flujos de capital y de la liquidez mundial y el
posible aumento de las tasas de interés, pero anoto aspectos endógenos como las altas
tasas de informalidad laboral, el déficit de servicios públicos y las presiones al medio
ambiente.” (Fowks, Diario El país 6 de Mayo de 2014).
Es a partir de estos ejemplos que se denota que el crecimiento económico de los
grandes capitales internacionales y transnacionales trae consigo aparejado el
hundimiento en la crisis para países como los que integran al sub-continente
Latinoamericano, pero no solo ello, sino que constituye una serie de relaciones y
programas hegemónicos que ponen de manifiesto que el poder no se centra sólo en
aumentar las diferencias económicas entre países, sino en la generación de distinciones
en el campo ideológico.
Rescatando de manera acotada la responsabilidad vinculada a la pregunta del
¿por qué es importante América Latina en el umbral del siglo XXI?, e intentando dar
una orientación general al respecto con base en las problemáticas anteriormente
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delineadas, se puede decir que Latinoamérica es actualmente relevante como un objeto
de estudio para las ciencias sociales, como región geográfica, como elemento
constitutivo de la política internacional y participe de la economía neo-liberal en su
etapa de globalización en tanto es una región que pertenece, está inmersa y se involucra
cada día más en un sistema económico y civilizatorio en el que se manifiesta el poder y
la hegemonía desde aristas y jerarquías múltiples; es por ello necesario comprender el
papel y situar la ubicación de América Latina dentro de este entramado complejo de
jerarquías, ejercicios del poder y la hegemonía entendiendo que ese poder no se
manifiesta y no se agota sólo en el sistema económico, sino que conforma una serie
compleja de relaciones a través de la política, los problemas raciales, de género, las
manifestaciones artísticas, los problemas ecológicos, las diferenciaciones sociales a
partir de la distinción de preferencias sexuales, las prácticas consuetudinarias o
tradicionales, etc., o en palabras de Ramón Grosfoguel:
“Descolonizar el pensamiento latinoamericano no es otra cosa que cambiar la
geografía de la razón y mirar el mismo sistema-mundo desde otra geopolítica y
corpopolítica del conocimiento ya que vivimos atravesados por una multiplicidad y
entramado imbricado de jerarquías de poder global que no se agotan en la economía:
que son raciales, de género, epistémicas, pedagógicas, artísticas, estéticas, lingüísticas,
espaciales, ecológicas, medicales, y sexuales que forman parte de una civilización.”
(Diario Diagonal Saberes, 19 de marzo de 2013).
Conclusiones
Se observa, en términos generales que para estas corrientes de pensamiento y al interior
también de cada una de las respectivas fases ya descritas a lo largo de este texto, el
problema central es el reconocimiento del capitalismo como talón y principal sustento
de las relaciones tanto al interior de cada uno de los países, como de las que se dan entre
ellos y las que se manifiestan entre cada uno de estos países y aquellos que están fuera
del sub-continente. Este reconocimiento permite ubicar teóricamente a Latinoamérica
dentro de los procesos propios de las relaciones sociales y de producción capitalista
entendiendo sus particularidades y permitiéndose la crítica fundamentada hacia las
teorías del desarrollo de los años sesenta que pugnaban por la industrialización como el
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motor principal del desarrollo de las sociedades ubicadas en la periferia (o
subdesarrollo) de las relaciones capitalistas.
Para la década del 70 se impulsaron políticas que hicieron posible la superación
de las crisis inflacionarias, apuntadas hacia la fortificación de un pensamiento neoliberal manifiesto tanto en el ámbito del pensamiento intelectual como en el sector de
los hacedores de políticas públicas desde los gobiernos nacionales; en una dirección
opuesta hubo otros científicos sociales que se sumergieron en la crítica de este modelo
económico-político, el razonamiento común y las conclusiones a las que se volcaron
posteriormente (durante los 80 y 90) fue el de contemplar a América Latina, ya no como
una masa social uniforme sino más bien como un conglomerado complejo de grupos y
demandas sociales diversas emergidas gracias al desencanto ocasionado por el
capitalismo en su fase del neo-liberalismo, demandas que se plantean objetivos distintos
en cuanto el desarrollo, crecimiento y devenir de la sociedad. Todo lo anterior
enmarcado hasta el día de hoy bajo los discursos de la democratización y la
gobernabilidad democrática.
Si bien el pensamiento latinoamericano y por ende, la constitución de las
ciencias sociales en el sub-continente han ganado su independencia de manera paulatina
al separarse de manera general de los postulados que se dieron en principio dentro del
contexto internacional y que fueron abanderados por la ONU, (aquellos que se dieron
como consecuencia del fin de la Segunda Guerra Mundial y que procuraban el bienestar
de la población a través del crecimiento económico y los ajustes dentro del campo de la
política) es también innegable que la influencia de este contexto internacional, en
particular el que se gesta a partir de la formalización de las relaciones económicas y
políticas entre los Estados Unidos y América Latina, se evidencia, ya sea para discutir
desde una perspectiva crítica los lineamientos que de tales políticas se desprenden o, en
su caso, para dar a tales lineamientos orden y coherencia al interior de la realidad
política subcontinental. Ejemplo de ello es que tanto los intelectuales de la CEPAL
como aquellos quienes pertenecían a la corriente marxista lograron erigir gradualmente
una serie de críticas al pensamiento desarrollista que a su vez generaron reflexiones y
análisis sobre las particularidades del capitalismo periférico en el que se sumergía cada
vez más el continente en general. La consecuencia lógica de estas reflexiones fue que el
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pensamiento latinoamericano ganó a conciencia su autonomía frente a las premisas
fundamentales y estructurales de la ONU, pero sin dejar de lado la importancia de
contemplar las relaciones internacionales en las que se sumerge el continente según la
etapa histórica en la que se plante.
Desde el escenario del marxismo latinoamericano, una de las críticas centrales
que se construyen actualmente tiene como objetivo la posibilidad de señalar las
deficiencias que poseen las teorías de corte neo-liberal emergentes que ponderan que el
desarrollo de las sociedades capitalistas se da a partir del cumplimiento de una serie de
pasos sucesivos a seguir linealmente con el fin de alcanzar la cúspide o, en su defecto, el
centro de las relaciones existentes dentro del sistema. La crítica gira en torno al
pensamiento que asegura que el desarrollo se genera de forma interna y aislada del
contexto y del orden mundial del capitalismo, clausurando la historicidad y las
problemáticas propias del sistema económico, del sistema político y finalmente del
sistema social.
En una dirección totalmente distinta se observa que, en las etapas más recientes,
América Latina transita hacia una complejización de su pensamiento y se enfrenta a
problemas que van más allá del desarrollo económico y se concentran cada vez más en
aspectos tales como la democratización de los gobiernos y la sociedad en su conjunto, la
expansión de la ciudadanía y sus respectivos derechos sociales, políticos y económicos,
movimientos sociales como los indígenas y los que conciernen al respeto a la diversidad
sexual, entre otros, la desintegración de la sociedad entendida como un conjunto de
grupos relativamente homogéneos, etc.
Esta complejidad y diversidad presenta nuevos retos o desafíos a la ciencia
social, la economía y la política estatal, al respecto Fernando Henrique Cardoso (1995)
delimita estos desafíos en cuatro grandes rubros que son: la renovación, el desarrollo, la
inserción de América Latina en el mundo y el papel del Estado en los países de América
Latina; en este sentido los cientistas sociales latinoamericanos se dirigen hacia el
estudio y análisis de problemáticas tan amplias como lo son el repensar la posición de
América Latina en el contexto del capitalismo global, la ecología y la preservación del
medio ambiente, la justicia social, el surgimiento de minorías étnicas y el reclamo de
sus derechos frente al Estado, el desarrollo de la economía, la ciencia y la tecnología; se
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da prioridad al estudio de la política exterior, o sea que se da primacía a la relación de
América Latina con los demás países dentro de un contexto de mundialización, se
generan políticas para el combate al narcotráfico, se da preferencia a la educación como
elemento impulsor del desarrollo de la sociedad, se problematiza sobre los alcances de
la seguridad social y se cuestionan sobre la legitimidad del Estado bajo el entendido de
que, en buena medida, es este aparato burocrático el que ha provocado la pobreza de
amplios sectores de la población.
Pero para poder hacer sostenibles las transformaciones tanto al interior del
campo político como de las arenas económica y social, Boaventura de Sousa (2010)
denota que la ciencia y los Estados-nacionales deben concentrar sus intereses en cuatro
áreas fundamentales siendo estas: 1) observar la crisis de las teorías euro-céntricas y los
límites que ellas instauran para el establecimiento de un debate más abierto, más libre y
más justo. Estos límites son palpables en desarrollo-subdesarrollo de las instituciones a
nivel nacional y supra-nacional; 2) mirar también la contradicción que existe entre la
urgencia de los cambios estructurales, tanto internacionales como globales, frente a la
transformación civilizatoria que estos cambios estructurales requieren para ser eficientes
y hacerse entonces, efectivos; 3) considerar que el debate sobre el destino de la sociedad
mundial se halla constreñido por los términos y categorías impuestas por las teorías
euro-céntricas, por ejemplo; Democracia, Derechos Humanos, etc., estos conceptos en
sí mismos limitan el debate sobre el desarrollo de la sociedad mundial ya que presentan
un límite u horizonte civilizatorio unívoco, y 4) buscar una mayor conexión entre la
teoría y la práctica puesto que al día de hoy son los grupos invisibles al pensamiento
euro-centrista los que han generado y trastocado en ocasiones, la estructura de la
sociedad contemporánea (gays, lesbianas, indígenas, campesinos, desempleados, etc.)
Por ahora sólo queda pensar alrededor de la posibilidad de generar una sociedad
más justa y libre a través de la re-estructuración de las relaciones que el hombre
establece tanto entre los países que integran la América Latina así como las que este
sub-continente instaura con los Estados Unidos. Para ello en necesario explorar las
transformaciones que imponen el contexto internacional, particularmente las que
refieren a la re-construcción constante del capitalismo como modelo de producción
económica y de reproducción de las sociedades nacionales, internacionales y global
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visibles de manera particular, por ejemplo, en asuntos que al día de hoy son de
importancia vital tanto para los pensadores y cientistas sociales así como para los
políticos de los gobiernos del centro y de las periferias observables en el
aprovechamiento y apropiación de la naturaleza. Las dificultades están por explorarse.
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Artículo recibido el 23 de enero 2015
Artículo aceptado el 30 de noviembre 2015
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