12. LA CUENCA DE ALBORÁN, UN VIAJE AL FONDO DEL MAR D

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D. Víctor Díaz del Río Español.
Dr. En Ciencias Geológicas.
Investigador Científico del Instituto
Español de Oceanografía.
Es Doctor en Ciencias Geológicas por la Universidad Complutense de Madrid,
e Investigador Titular del Instituto Español de Oceanografía (Ministerio de
Ciencia e Innovación).
En el año 1978 inicia su actividad investigadora, cooperando en los proyectos
bilaterales hispano-norteamericanos que se desarrollan en la plataforma
continental de Galicia y en el Levante español. Participa en el estudio del
Estrecho de Gibraltar, relacionado con el análisis de la viabilidad de un enlace
permanente entre Europa y África. Realiza, para el Ministerio de Fomento, el
primer estudio del litoral desarrollado en España, orientado a la prospección de
áridos para la realimentación de playas. Coopera con el Ministerio de Defensa en
algunos estudios de zonas estratégicas.
A partir del año 1991 centra su actividad en el estudio del Golfo de Cádiz,
donde investiga sobre los factores geoambientales que determinan la expulsión
de metano. En los últimos años ha participado en el estudio de los ecosistemas
vulnerables que se localizan en los depósitos profundos de Hatton Drift (HattonRockall Plateau, Cuenca de Islandia).
En relación con la gestión científica, ha sido Director del Centro Oceanográfico
de Murcia (IEO). Es miembro de la Comisión Nacional de Geología (Ministerio
de la Presidencia) y del Grupo de Trabajo ad hoc para el Estudio de la Extensión
de la Plataforma Continental (UNCLOS). Ha formado parte de la Comisión de
Expertos Científicos para la valoración del desastre del Prestige.
En el ámbito de la actividad académica, ha sido Profesor en la Universidad
Internacional Menéndez y Pelayo, y en la actualidad es Profesor en el MASTER
de Ingeniería de Puertos y Costas que se imparte en el Centro de Estudios y
Experiencias de Obras Públicas (CEDEX) en colaboración con la Universidad
Politécnica de Madrid. Ha tutelado 12 becas de estudiantes universitarios y
codirigido 6 Tesis de Licenciatura y 4 Tesis Doctorales. Ha participado en 8
proyectos internacionales y 25 nacionales. En la actualidad coordina el Proyecto
LIFE centrado en el estudio de los habitats relacionados con las zonas de expulsión
de metano en el Golfo de Cádiz.
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de estudios del mar
12. LA CUENCA DE ALBORÁN, UN VIAJE
AL FONDO DEL MAR
D. Víctor Díaz del Río Español
Dr. En Ciencias Geológicas.
Investigador Científico del Instituto Español de Oceanografía
1. Introducción
La observación del globo terrestre, y más concretamente de la
zona atlántica del Hemisferio Norte, nos permite contemplar la
curiosa distribución que tienen las tierras y los mares. Un conjunto
intrincado de islas (Británicas, Islandia, Svalvard, Faeroe, Shetland,
…etc), dispersas y de muy diversos tamaños, jalonando la masa
continental y enclaustrando, de esta manera, una parte de las aguas
oceánicas. Si concentramos nuestra mirada en los mares europeos
y en el propio continente euroasiático, podremos concluir que el
mar Mediterráneo, siendo importante en térmicos climáticos y
oceanográficos, no representa más que una curiosidad geográfica
más del rosario de mares que caracterizan esta parte del mundo.
Desde esta perspectiva, el Océano Atlántico se presenta como el área
marina dominante que todo lo controla, y junto a él aparece un
cadena de mares menores, Mar de Barents, Mar de Noruega, Mar
Báltico, Mar del Norte, Mar Céltico, Mar Cantábrico, …etc., y el
propio Mar Mediterráneo que junto al Mar Negro rematan el brazo
marino que se adentra en el continente, colándose entre las elevadas
cadenas montañosas alpinas constituidas por el Atlas y la Bética.
Desde esa perspectiva atlántica, nos encontramos con que las aguas
marinas mediterráneas, en sentido amplio, no son más que un ramal
del propio océano que se adentra en un espacio constreñido por los
continentes europeo y africano. Esto es lo que los geógrafos denominan
un mar epicontinental. Pero esta masa de agua marina encierra
grandes sorpresas, escondiendo muchos misterios que aún quedan
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por descubrir, no solamente en el seno de sus aguas si no también, y
con fenómenos más intrigantes, en el fondo de su cuenca.
Con este término, cuenca, queremos señalar la cavidad geológica
que contiene las aguas marinas. Pues bien, la cuenca mediterránea se
configura como un verdadero puzzle de piezas muy variadas que se
han ido formando, y encajando unas con otras, a medida que la zona
ha ido evolucionando con el paso del tiempo geológico. De la misma
manera que dentro del Mar Mediterráneo reconocemos unidades
marinas de carácter menor, atendiendo a criterios regionales, como
son el Mar Jónico y el Mar Egeo, también podemos reconocer
unidades de dimensiones menores en la propia cuenca profunda. Así
diferenciamos dos grandes subunidades: Cuenca Oriental y Cuenca
Occidental, ambas separadas por el Estrecho de Sicilia. Dentro de ellas,
también se pueden diferenciar otras subunidades menores: Cuenca
de Alborán, la Cuenca Algero Balear, …etc, que se diferencian unas
de otras por ciertos rasgos geomorfológicos y estructurales.
Pues bien, ahora centramos nuestro interés en el análisis de los
principales rasgos de la Cuenca de Alborán, recurriendo a la
abstracción mental de substraerla del conjunto mediterráneo y así
someterla a un minucioso escrutinio que nos permita conocerla mejor.
Son muchos los aspectos que los científicos todavía no conocemos en
detalle, aunque sí podemos decir que existe un conocimiento general,
suficientemente documentado como para permitirnos ir estudiando
con mayor detalle cada uno de los aspectos de mayor interés.
La discusión transcurrirá observando las formas del relieve submarino
y analizando su origen y su evolución. Esto nos permitirá imaginar
como fue la historia pasada de una cuenca tan compleja como esta
y, a la vez, nos facilitará la comprensión de su posible evolución
futura. Aquí defenderemos la idea de que la actual configuración
de la cuenca, y su naturaleza geológica, así como la morfología de
sus relieves, son la consecuencia de la convergencia y combinación
de muy diversos factores, entre los que destacan: (1) la estructura
y la sismicidad de la zona; (2) las oscilaciones del nivel marino
acontecidas durante el Cuaternario.
2. Rasgos geográficos
El Mar de Alborán ocupa el extremo occidental del Mar Mediterráneo.
Tres de sus límites geográficos son fácilmente reconocibles por
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de estudios del mar
representar auténticas fronteras fisiográficas: al Norte se encuentra
el borde septentrional de la Península Ibérica representada por la
encrespada Cordillera Bética, al Sur se dispone la Cordillera del Atlas
de no menor envergadura que la anterior, y al Oeste se encuentra el
Estrecho de Gibraltar, auténtico portal mediterráneo que ejerce un
papel determinante en la dinámica de las aguas marinas de Alborán.
Pero es, precisamente, al Este donde sus límites son más difusos, al no
existir una frontera física tangible, razón por la cual tenemos que buscar
su frontera en algún fenómeno oceanográfico que permita establecer
un deslinde geográfico que cierre por levante esta unidad marina.
Afortunadamente, y gracias al fortísimo dinamismo que imprime el
chorro de agua atlántica entrante, podemos encontrar esta frontera
en el denominado Frente Almería/Orán, que nos permitiría trazar
una línea imaginaria que une ambas ciudades, constituyendo así el
límite geográfico que tanto buscamos. Esta línea imaginaria tiene
su correspondiente en un límite oceanográfico ocasionado por el
choque de dos frentes marinos constituidos por masas de agua con
características diferentes y cuya colisión determina la formación de
una franja, fácilmente visible, que parece transcurrir en la dirección
precitada.
Más sencillo es establecer los límites de la Cuenca de Alborán, o sea,
los límites geográficos que ocupan los fondos marinos. Tengamos en
cuenta que hemos de imaginar esta zona mediterránea desprovista de
agua marina. Entonces contemplaríamos únicamente los substratos
geológicos que sostiene la ingente masa de agua que compone el Mar
de Alborán. Pues bien, en términos de cuenca nos encontramos con
que, al Norte y al Sur tenemos las mismas fronteras continentales que
posee el propio mar, pero con la salvedad de que ahora utilizamos los
litorales para definir mejor sus bordes geológicos y, de esa manera,
poder comprender la naturaleza de los depósitos que encontramos
en los fondos someros y profundos.
Al Oeste limita con los altos estructurales que dominan los fondos
del Estrecho de Gibraltar: Crestas de Hispalis, Umbral de Camarinal,
…etc. En este punto cardinal hemos de ser un poco laxos a la hora
de establecer un límite concreto, pues la práctica geográfica establece
una unidad independiente constituida por el propio Estrecho de
Gibraltar. Por el Este sus límites son más concretos, puesto que
que podríamos trazar una borde neto que deslinda la Cuenca de
Alborán de la Cuenca, más profunda, Algero Balear. Los relieves que
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se observan en el fondo marino, y que han sido cartografiados con
extraordinario detalle gracias a las modernas técnicas de prospección
(multihaz y topas) instaladas a bordo de los buques prospectores,
permiten trazar una línea sinuosa de Sur a Norte, que uniría el
extremo oriental del Escarpe de Habibas y de Yusuf, con el Alto de
Al-Mansour, para finalizar al pié del talud continental ibérico en los
bancos de Almería. Traspasando esa línea, se accede a unos fondos
marinos más profundos, constituidos por sedimentos superficiales
muy finos y homogéneos y sin apenas relieves notables.
su más amplia complejidad geomorfológica. En los mapas en los que se ha
sustituido el tono azul de las aguas marinas por la representación de los relieves
oceánicos, podemos apreciar las diferencias sustanciales que existen entre los
fondos profundos de unos mares y otros. Observamos, por ejemplo, como el
Mar Céltico y el Mar del Norte cubren una extensa plataforma continental,
muy aplacerada, que no alcanza el centenar de metros de profundidad.
Son mares muy someros. Sin embargo, el Mar de Alborán, teniendo unas
dimensiones bastante más reducidas que cualquiera de aquellos dos, llega
a alcanzar los 1.200 metros de profundidad y encierra una diversidad de
relieves propia de un océano. Es un mar profundo.
Figura 2. Esquema de los relieves que circundan la Cuenca de Alborán y de
las principales unidades que destacan en el interior de la cuenca. En un color
azul oscuro se señala la Cuenca Algero Balear que marca un límite neto, a
levante, de la unidad geológica que estamos analizando.
3. Oceanografía
Figura 1. Distribución de los relieves insulares y continentales en Europa
Occidental. Una de las sorpresas que encierra el fondo del mar, es la enorme
diversidad de relieves que posee y que la masa marina nos impide ver en
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La influencia del Océano Atlántico, que se hace notar a través
del Estrecho de Gibraltar, es el principal factor que caracteriza la
dinámica marina de la región y que se manifiesta por las fuertes
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corrientes de agua entrante superficiales y salientes en profundidad
que lo atraviesan. Este fenómeno se denomina, el intercambio. Dicho
fenómeno es fundamental para comprender el patrón de circulación
que actualmente posee el Mar de Alborán (Parrilla et al., 1986).
Observado con una perspectiva amplia, se puede decir que, en el
conjunto del Mar Mediterráneo, el Mar de Alborán no actúa más
que como una zona de transición e intercambio de aguas que es
determinante para el equilibrio ecológico y la biodiversidad de este
mar regional.
El intercambio de masas de agua, está impulsado por dos fenómenos
singulares. Por una parte, el aporte hídrico de origen fluvial (un
10% de lo que pierde por evaporación) y las escasas precipitaciones
que recibe el Mediterráneo, con un volumen de agua próximo a los
3.7x106 km3, no son suficientes para compensar la pérdida de agua
por evaporación, que ronda los 4.000 km3 de agua al año. Así se
genera una diferencia de densidad entre las aguas intercambiadas
que, en última instancia, actúa como motor de dicho intercambio.
Por otra parte, el desnivel del mar entre ambos lados del Estrecho,
de unos 10 cm aproximadamente, crea un gradiente que favorece
la entrada de agua atlántica hacia el Mediterráneo. Teniendo esto
presente, se puede decir que el Mar Mediterráneo se comporta como
una inmensa fábrica de agua de alta densidad.
La estratificación de las aguas en el interior del Mar de Alborán,
permite diferenciar tres capas superpuestas en función de su densidad
y temperatura que se apilan, de abajo a arriba, en tres unidades: (1)
Agua mediterránea profunda occidental. Circula a profundidades
superiores de 1000 metros, presentando valores de salinidad de
38.4‰, temperatura de 12.7º C y una oxigenación de 4.2 ml/l.
(2) Agua mediterránea intermedia. Fluye hacia el O, entre los 200
y 700 metros de profundidad, con salinidades decrecientes de E
a O superiores a los 38‰ (38.45‰ – 38.50‰) y temperaturas
que oscilan en torno a los 13.15º C. La oxigenación es de 4.2 ml/l.
(3) Agua superficial atlántica. Circula hacia el E en una rango de
profundidad de 0 a 150-200 metros, con valores de temperatura
entre 9º C y 16º C y salinidades de 36.2‰ a 36.6‰. La estructura
que adopta esta capa de agua es casi permanente, si bien adquiere
diferentes dimensiones y posiciones en función de la meteorología
de cada momento y de las características del intercambio. El flujo
entrante sigue una geometría circular, formando el denominado
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de estudios del mar
giro anticiclónico, adaptándose a la morfología de la costa ibérica
y, en parte, al del talud continental superior. Su influencia con
el enriquecimiento de nutrientes que genera, permite al Mar de
Alborán transformarse, en cierta medida, como una extensión del
Océano Atlántico permitiendo que, incluso, se asienten numerosas
especies atlánticas, fito y zoobentónicas.
4. Historia geológica
El origen de la Cuenca de Alborán hay que interpretarlo a la luz
de la evolución geodinámica que ha experimentado la Cuenca
Mediterránea Occidental. En ese mismo contexto, se vincula
íntimamente a la generación y levantamiento de la cordillera Bética
y Rifeña durante la Orogenia Alpina. Al mismo tiempo, debe
vincularse a las diversas etapas de fracturación y colapsos que se
sucedieron durante la apertura del Estrecho de Gibraltar (Comas et
al., 1992; Vázquez, 2001).
Entre los 70 y los 18 millones de años, durante el tiempo transcurrido
desde el final del Cretácico y el final del Mioceno inferior, se produjo
una fase de compresión tectónica entre las placas de Iberia y África.
El movimiento resultante fue un desplazamiento hacia el Oeste de la
zona que ahora ocupa la Cuenca de Alborán, arrastrando con ella la
ingente cantidad de material que se había acumulado en la zona. Por
aquel entonces, estaba sucediendo un proceso colateral que era la
apertura del Océano Atlántico Central, y este esfuerzo tectónico de
extraordinarias consecuencias, tenía una influencia considerable en
el acomodo del espacio que ocupaba el Mediterráneo Occidental.
En las fases finales de este convulso periodo tectónico, se produjo la
más abrupta fase de compresión de la Orogenia Alpina. Las tremendas
presiones que estaban sufriendo los terrenos alboraneses, determinan
su colisión con la placa Ibérica y Africana. Las presiones que tuvieron
que soportar las unidades sedimentarias apiladas, favorecieron la
imbricación de unas con otras, determinando la formación de las
grandes unidades tectónicas que componen actualmente la cordillera
Bética y Rif, y generando, de esa manera, el engrosamiento de la
corteza continental que llega a alcanzar espesores hasta 38 a 40 km.
En el tránsito al periodo Mioceno Medio, hace unos 16,5 millones de
años hasta unos 11 millones de años, se produce un adelgazamiento
de la corteza con el consiguiente desarrollo de un conjunto de
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despegues extensionales que facilitan el hundimiento de la cuenca.
La rápida subsidencia así generada, dio paso a la entrada del mar y a
la formación de los primeros depósitos marinos sobre un substrato
metamórfico. Posteriormente, y durante unos 3 millones de años
aproximadamente, se produjo una etapa extensional que facilitó el
encaje de un sistema de cuencas menores conectadas entre sí que,
con el tiempo, se fueron rellenando de sedimentos y que, en la
actualidad, forman las subcuencas menores que hemos mencionado
en los epígrafes anteriores.
depósitos evaporíticos. Finalizado el periodo Messiniense se produce
la apertura del Mediterráneo por efecto del colapso de los relieves
que configuraban el alto de Gibraltar.
Desde el periodo Plioceno Inferior (hace unos 5 millones de años),
hasta el Cuaternario reciente (Holoceno) tiene lugar una fase
extensional de menor intensidad. Las últimas deformaciones pliocuaternarias se deben a los mecanismos de compresión experimentada
por la zona por efecto del empuje del continente africano. Durante el
Cuaternario reciente (hace unos 18.000 años aproximadamente), el
cuadro estructural está fuertemente retocado por los bruscos cambios
ambientales experimentados durante este periodo geológico y las
consiguientes variaciones relativas del nivel marino.
5. Rasgos geomorfológicos
En términos de cuenca, resulta una unidad de carácter menor
que no alcanza las grandes profundidades del Mar Jónico ni las
profundidades elevadas del Mar Ligur-Provenzal. Sus fondos tienen
una estructura poco complicada en comparación con el Mediterráneo
Oriental. A grandes rasgos destacan sus tres subcuencas, una dorsal
y varios montes submarinos distribuidos al pie de ambos márgenes
de la cuenca.
Figura 3. Distribución de las temperaturas del flujo superficial de agua
entrante, formando el giro anticiclónico que ocupa todo el sector occidental
del Mar de Alborán. La banda de colores indica las temperaturas más cálidas
(en rojo) a las más frías (azules) que delatan la formación del fenómeno
de surgencia de aguas profundas, denominado upwelling. La superficie que
ocupa este giro es muy variable, al igual que su geometría que varía entre
formas circulares y cuasi elípticas.
A finales del Mioceno (Messiniense, hace unos 5.5 millones de
años) tuvo lugar el cierre parcial del Mediterráneo, provocado por
la compresión entre Iberia y África, y el fuerte descenso del nivel
marino acaecido durante dicho periodo y que fue provocado por la
implantación de un clima más seco y frío. Debido a este aislamiento
de la cuenca, se produjo la pérdida de agua por evaporación cuyo
resultado final fue la denominada “crisis de salinidad Messiniense”.
Los vestigios de aquella crisis salina se observan hoy en día en el
fondo de la cuenca, y está representada por la presencia de potentes
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de estudios del mar
Desde la perspectiva fisiográfica (Mauffret et al., 1992), se puede
subdividir en tres grandes unidades: tres subcuencas dispuestas
respectivamente al este, oeste y sudeste del área, separadas por un
umbral, de dirección SW-NE, sobre el que se sitúa la Isla de Alborán.
Dichas subcuencas están limitas por los márgenes continentales
ibérico y magrebí, cuyas fachadas emergidas están constituidas
por sendas cordilleras que les imprimen un carácter agreste. Estos
sistemas montañosos ribereños son los principales suministradores
de sedimentos a la cuenca marina. Sin embargo, la influencia de
la dinámica de las masas de agua atlántica y mediterránea, tanto
en términos de hidrodinamismo como de productividad biológica
(pelágica y bentónica), se hace notar de manera espectacular,
redistribuyendo sedimentos y recubriendo las unidades recientes
con abundantes materiales bioclásticos. No es menor la influencia
de los depósitos eólicos procedentes de los desiertos africanos, que
son capturados en parte por las aguas marinas y posteriormente
decantados a lo largo de la columna de agua y depositados sobre los
fondos profundos (Vázquez, 2005).
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5.1. Subcuenca Occidental
Algunos autores separan una nueva subcuenca en la zona de
Málaga/Motril para diferenciarla de la más profunda que quedaría
encerrada entre los márgenes ibérico y magrebí. Posee una llanura
abisal cuyo fondo máximo alcanza los 1.400 metros. Al Oeste y
en relación directa con el Estrecho de Gibraltar se encuentra el
canal de Gibraltar que enlaza la cuenca con la salida natural de
Mediterráneo.
En su borde ibérico sobresalen, al pie del talud continental, los
montes submarinos que componen el conjunto del Banco Djibuti
-que integra los montes Avempace, Djibouti y El Idrisi-. Estos
montes están siendo objeto de un minucioso estudio (www.ma.ieo.
es/deeper/), con el fin de estudiar los posibles asentamientos de
ecosistemas vulnerables vinculados a las corrientes profundas
de aguas frías. Resulta singular la aglomeración de montes en las
inmediaciones de la Dorsal de Alborán, al pie del talud continental
suribérico. La explicación geológica es sencilla, pues todos estos
montes, de origen volcánico, son el resultado de la expulsión de
material ígneo en una zona donde se ha producido un abombamiento
del substrato. Este rasgo se puede apreciar en un mapa batimétrico
en el que se observa como el monte Avempace queda separado del
resto de montes, por un suave surco formado a la profundidad de
900 metros y que discurre en dirección E-O.
El monte Avempace es el que se localiza más cerca de la costa, a
unos 45 km de distancia de la ciudad de Málaga. Su morfología es
semejante a la de un flan, y se levanta sobre el fondo marino desde
profundidades de 900 metros hasta alcanzar una altura de unos
600 metros. Su cumbre, que se localiza a una profundidad de 260
metros, está ligeramente aplacerada con algunas crestas alargadas
que se corresponden con afloramientos de rocas volcánicas que han
podido ser asentamientos de arrecifes coralígenos.
Por su parte, el monte Djibouti, se sitúa a unos 60 km de la costa,
frente a la localidad de La Herradura, provincia de Granada. Su
relieve es similar al de Avempace, si bien adopta en planta una
forma semicircular. Se eleva sobre el fondo marino unos 500 m, de
manera que su cumbre, ligeramente ondulada, queda situada a una
profundidad de 275 m. Ocupa una superficie total de 165 Km2.
Sobre su cumbre afloran algunos relieves volcánicos, compuestos
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en su mayoría por gneises y leucogneises, sobre cuyas crestas se
han observado extensos asentamientos de corales de aguas frías
sin presencia de especimenes vivos. Hacia el NE aflora un espolón
volcánico, fuertemente fracturado y de morfología muy abrupta,
sobre el que se encaja una falla que produce un surco alargado en la
misma dirección. Está relleno de sedimentos muy finos que engloban
gran cantidad de conchas. El extremo septentrional de este espolón
se remata con un pequeño monte, de naturaleza rocosa y con menos
depósitos sedimentarios que los que tapizan los montes mayores.
Uno de los fenómenos más destacados en el monte Djibouti, es la
existencia de varias cicatrices de despegue que parecen indicar un
cierto proceso de desmantelamiento de sus vertientes, a juzgar por
las fuertes avalanchas de sedimento que se desprenden de su cumbre
y de sus propias laderas. Este fenómeno, está siendo investigado
con el fin de poder evaluar la pérdida de biodiversidad que, por
efecto del enterramiento, pueda acarrear este accidente natural tan
frecuente en los fondos marinos profundos de la cuenca.
Figura 4. (Izquierda) Localización de la DA05 sobre un perfil sísmico
realizado en el monte Djibouti, en el que se puede apreciar el elevado espesor
sedimentario que recubre el sector central del monte (aproximadamente unos
150 metros en su parte central), así como los afloramientos del substrato
volcánico a la izquierda del perfil, que están coronados por asentamientos
de corales extinguidos; (Derecha) Fotografía de la muestra en bruto de la
que se destaca el aspecto masivo del depósito fango arenoso, propio del
deslizamiento en el que se ha obtenido la muestra. Una vez tamizada in situ
se han identificado algunos fragmentos de escoria de carbón y de roca caliza,
acompañados de poliquetos, corales, bivalvos, gasterópodos, ..etc) (Gil et
al., 2008).
Por último, el monte El Idrisi es el de menor extensión de los tres montes
principales y refleja con mayor notoriedad su naturaleza volcánica que
se deduce de las numerosas crestas que se observan en su superficie.
Tiene un relieve bastante irregular en el que destacan los surcos y crestas
serpenteantes, más o menos paralelos, que se forman en dirección N/S.
Tiene una suave depresión central recubierta de sedimento muy fino y
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fangoso, muy similar al que se ha encontrado en los otros dos montes.
Destaca el hecho de haber encontrado muestras de coral vivo (Gil et al.,
2009) que hacen sospechar en la existencia de unas condiciones más
sostenidas en este monte que las que existan en los demás.
rellena de sedimentos muy finos empastando una gran cantidad de conchas.
Su borde oriental, observado en la dirección del perfil, asciende en suave
pendiente donde se sitúa una pequeña cresta de forma tabular. Continúa
con una ligera rasa elevada sobre el conjunto que se remata con una pared
rocosa, casi vertical, donde se alcanza el punto más elevado de sus cumbres
(210 metros). Posteriormente desciende en un relieve en cuesta de fuerte
pendiente, lo que genera un surco prominente, y finaliza con una nueva
cresta en la falda del monte que limita hacia la cuenca con otros dos fuertes
escarpes consecutivos.
Si consideramos una envolvente que circunde el monte submarino
a una profundidad de unos 400 metros, podremos estimar la
superficie total del monte en unos 73 km2. Considerablemente más
reducido en extensión que los otros dos montes principales, resulta,
sin embargo, mucho más intrigante en su morfología y estructura.
Sus abruptos relieves lo hacen difícilmente accesible para algunos
sistemas de prospección. De ello nos da idea el perfil batimétrico
que se muestra en la Figura 6.
Figura 5. Imagen digital obtenida con la sonda multihaz sobre el monte
submarino El Idrisi. Se aprecian las crestas y surcos que coronan su cumbre,
todos ellos con direcciones subparalelas que dejan una suave depresión
central colmatada de sedimentos muy finos. En la fotografía (Gil et al.,
2009) de la derecha se pueden observar dos de los ejemplares de coral vivo
que hemos encontrado en la cumbre del monte (DA09): Dendrophyllia
cornigera y Caryophyllia sp.
Figura 6. Perfil batimétrico levantado en el monte submarino El Idrisi en el
que se observa la sucesión de crestas y surcos que se aprecian en la cumbre
del monte. Analizado de Poniente a Levante se reconoce una cresta de forma
cónica que sirve de borde a una ligera depresión central (360 metros),
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de estudios del mar
Figura 7. Toponímia de un sector de la Cuenca de Alborán representada
sobre una síntesis batimétrica levantada con multihaz. Merece la pena
destacar las irregularidades batimétricas de la vertiente septentrional
del Canal de Alborán, representadas por la Dorsal de Adra y los relieves
rocosos acompañantes al Banco de Djibouti. Contrastan con la suavidad de
la vertiente meridional, mucho más tendida y sin resaltes significativos, lo
que apunta a una naturaleza netamente sedimentaria. De la misma manera,
destaca la fachada meridional de la Dorsal de Alborán, de faceta netamente
rectilínea y dominada por los desplomes de sedimento que provocan esa
morfología lobulada y muy recortada que se aprecia en la figura (modificado
de Martínez-García et al., 2009).
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Esta agrupación de montes limita hacia el Sur con el Canal de
Alborán que separa el margen suribérico de la propia Dorsal. El
alto estructural en el que se encajan los montes, linda con el canal
por medio de un pequeño acantilado que se remata hacia el Norte
con la Dorsal de Adra, configurada como una sucesión de pequeños
montículos, muy fracturados y desplazados unos con respecto a
los otros, por fallas de dirección NNO/SSE que son aprovechadas
por los agentes erosivos para excavar algunos surcos o cárcavas
por los que se escurren los sedimentos en dirección al canal. Estos
materiales que pasan a la zona más profunda son, posteriormente,
transportados hacia las inmediaciones del Estrecho formando el
cuerpo contornítico de Ceuta, que se constituye como el depósito
de deriva más importante de la cuenca de Alborán.
Hacia Levante, enmarcados en la dirección bética SO/NE,
encontramos en las inmediaciones del Golfo de Almería, los bancos
de Sabinar y Pollux, que se situan sobre un alto estructural que
sirve de borde meridional al Cañón submarino de Almería. Algo
más aislado y más cerca de la plataforma continental se encuentra el
Macizo de Chella, que está también constituido por rocas volcánicas
y coronado por un conjunto de crestas escarpadas que destacan sobre
la morfología predominantemente aplacerada de su cumbre.
El cañón submarino de Algeciras, encajado en la bahía del mismo
nombre y desaguando en el Estrecho de Gibraltar, La Línea y
Guadiaro, son rasgos muy notables en el extremo occidental de
la cuenca. Más hacia el Este destacan los cañones de las Bóvedas,
Motril y de Andarax (que forma parte de los tributarios del Cañón de
Almería) que tienen sus abanicos profundos en la cuenca Oriental.
En su borde magrebí destaca el Cañón de Ceuta que aporta una
considerable cantidad de sedimentos tras atravesar el depósito
contornítico de Ceuta.
Una característica común de los cañones submarinos del Mar de
Alborán, es su reducida dimensión, a excepción del Cañón de
Almería que llega a alcanzar los 55 km de longitud. Su gradiente
axial disminuye aguas afuera relacionándose este fenómeno con
las características morfoestructurales de los márgenes en los que
se encajan. Sus depósitos muestran facies caóticas con abundantes
cárcavas e irregularidades en el relieve. Los canales que surcan
los sistemas turbidíticos que se forman en la base del cañón son,
generalmente, de reducidas dimensiones, por lo que comparados
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de estudios del mar
con los grandes sistemas atlánticos o los existentes en el margen
continental del Levante español, resultan formas menores (Ercilla et
al., 1992; Alonso et al., 2000).
Se remata esta parte de la cuenca con unos relieves dispersos, aunque
no menos importantes y significativos, como son el Banco de IbnBatouta que alteran la morfología suavemente aplacerada que poseen
los fondos más profundos.
5.2. Subcuenca Oriental
Se extiende hacia el Este conectando con la Cuenca Algero-Balear a
profundidades de 1800 metros. Destacan sobre la extensa plataforma
pelágica los relieves de los bancos de Provençaux y Cabliers que
en cierta medida son los causantes del aplaceramiento del margen
magrebí en dicho sector. La cuenca de Yusuf se presenta como la
depresión más próxima al margen continental que tiene un límite
escarpado hacia el NE representado por la Dorsal de Yusuf, de
dirección ONO/ESE, a cuyo norte aparece el Alto de Al Manssur con
una longitud próxima a los 25 km y su cresta orientada en dirección
NE-SO. Hacia el continente, se observa una relativo aplaceramiento
que se corona con dos dorsales, Catifas y Cabliers, que enclaustran
la Cuenca de Pytheas (Martínez-García et al., 2009).
Las profundidades de sus fondos oscilan entre 1.800 y 2.400 metros,
cuyos límites septentrional y meridional son, respectivamente, el
margen Nororiental de Alborán y el Sistema de Yusuf-Habibas. Se
extiende en continuidad con la Cuenca Central de Alborán hasta la
zona de transición con la Cuenca Surbalear, donde se localiza una
flexura de la superficie del fondo que sigue una dirección general
NNO-SSE (Figura 6).
5.3. Subcuenca Meridional (Almohades)
De dimensiones un poco más reducidas que la anterior, presenta una
morfología fuertemente alongada en dirección SW-NE, encajada
entre la Dorsal de Alborán y la plataforma pelágica de Nador. Su
limite oriental lo marca el escarpe de Habibas/Yusuf, instalada sobre
una fractura que discurre en la misma dirección, que a su vez sirve
de línea divisoria con la Cuenca Oriental. A pesar de sus menores
dimensiones, en comparación con sus dos vecinas, presenta unos
rasgos muy singulares que no se asemejan en nada a los descritas
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para las otras cuencas. La mayor diversidad de relieves se lo
proporciona la vertiente meridional de la Dorsal de Alborán que
vuelca gran cantidad de sedimentos finos a través de los numerosos
deslizamientos, colapsos y avalanchas que se encajan a lo largo de
toda esta imponente pared.
Presenta anchuras entre comprendidas entre 14 y 25 km, una
morfología de fondo plano y una longitud de, aproximadamente,
120 km. Al sur de esta cuenca se encuentra la Cuenca de Alhucemas,
que consiste en una estrecha depresión (entre 3 y 10 km de anchura)
con orientación paralela a la dorsal y longitud aproximada de 70
km, con una ligera inclinación hacia el NE y abierta hacia la Cuenca
Meridional.
Martínez-García et al. (2009), han realizado una detallada
descripción de los rasgos estructurales de esta parte de la cuenca en
la que se pone de manifiesto una mayor dominancia de los factores
tectónicos sobre los climáticos. La influencia de las fracturas activas
que se traslucen a través de los numerosos sismos que se generan en
la zona, permiten entrever la mayor complejidad de los relieves y su
diferencia morfológica de los que hemos reconocido en la Cuenca
Occidental.
5.4. Dorsal de Alborán
Es un conjunto rocoso prominente, homogéneo y continuo que
parte del margen magrebí en dirección NE-SO, atravesando el Mar
de Alborán hasta finalizar de manera abrupta al NE de la isla del
mismo nombre (Bárcenas et al., 2000; Vázquez, 2001). Constituido
tanto por un alto de basamento como por un antiguo eje volcánico
que localmente aflora en la propia Isla de Alborán (Maestro-González
et al., 2007). Se encuentra compartimentada por fallas de dirección
ENE-OSO a E-O en dos segmentos escalonados: los bancos de
Tofiño y de Xauén, al sur, y el Banco de la Isla de Alborán al norte.
Se extiende a lo largo de más de 180 km entre el escarpe de Yusuf al
nordeste y el banco de Xauén al sudoeste, en el margen norafricano,
y separa la Cuenca Occidental y el Canal Central de Alborán, al
norte, de la Cuenca Meridional de Alborán al sur.
El Banco de Tofiño, situado más al noreste, presenta una geometría
en planta casi rectangular y una dirección de su eje principal NESO, siendo su perfil asimétrico y mostrando diferentes valores de
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de estudios del mar
pendientes en sus dos flancos, norte y sur: 14º y 7º. Su morfología
superficial es tabular e irregular, sobre la que se ubica un monte
central de geometría cónica, consistente en un afloramiento
volcánico cuya cima alcanza los 100 metros de profundidad. Se
observan dos bifurcaciones en la zona meridional, la primera de ellas
tiene una dirección NE-SO, y la segunda se extiende a lo largo del
margen meridional de la Cuenca Occidental de Alborán. El Banco
de Xauén es la elevación situada en la zona más meridional de la
Dorsal de Alborán. Posee una orientación ONO-ESE y se asemeja a
una plataforma aislada. Posee, en planta, una morfología elíptica y la
superficie de su techo es rectangular, lo cual se parece corresponderse
con una superficie de abrasión (Vázquez, 2001).
El tramo más somero de la Dorsal se encuentra en el entorno a la Isla
de Alborán, que se beneficia del fuerte dinamismo del chorro atlántico
que genera una exuberante biocenosis fito y zoobentónica que son
fuente de abundantes sedimentos bioclásticos. Es precisamente en
este tramo, y en su vertiente noroccidental más particularmente,
donde las pendientes de la Dorsal son más suaves permitiendo el
acumulo de sedimentación que es predominantemente arenosa fina,
mientras que en su vertiente suroriental la sedimentación en mucho
más fina, de carácter fangoso, forzada por la pérdida de energía
en profundidad del chorro atlántico y alimentada por la elevada
producción biológica de la zona (muy iluminada, muy ventilada y
con fuertes aportes de nutrientes).
6. Rasgos geoambientales
De toda la descripción de la Cuenca de Alborán que hemos efectuado,
se desprenden un hecho indiscutible, cual es el de su espectacular
diversidad de relieves, de la proximidad que tienen unos relieves de
otros manteniendo sus diferencias, y sobre todo, la dispersión de
todos ellos a lo largo de una cubeta que no tiene simetría alguna, ni
tan siquiera entre ambos márgenes. Este hecho pone de manifiesto la
juventud de la cuenca, que no ha tenido tiempo de evolucionar y que
guarda rasgos morfológicos desde el momento de su formación.
Con ello destacamos uno de los rasgos que ahora vamos a analizar: la
influencia de la estructura geológica sobre la geodiversidad de formas
que posee. No olvidemos que la zona tiene una moderada a elevada
sismicidad, fruto de la juventud de sus fallas y de la complejidad
que muestra el modelo de colisión entre placas (europea y africana).
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Es una colisión activa que produce unos rangos de compresión
con desplazamiento de la corteza que ronda los 4 mm/año, lo
que representa una elevada tasa de desplazamiento. Analizando
su esquema tectónico es fácil comprender la razón por la que,
por ejemplo, los montes submarinos de la Cuenca Occidental
se orientan todos ellos en una misma dirección y se encuentran
dispersos en una franja de muy netos límites. La impronta que
dejan las fracturas que afectan al terreno se refleja en todos los
componentes del relieve, desde los propios montes hasta los surcos
que los jalonan. La dirección bética, NE/SO, está permanentemente
presente en todo la cuenca. Fuerza determinados procesos y retoca
otros de carácter gravitacional.
son fruto del transporte que se produce desde el continente siguiendo
rutas impuestas por las directrices de la tectónica reciente. La falla sigue
la mencionada traza bética y es claramente visible en todos los mapas
batimétricos. Enlaza en tierra con la Rambla de Morales que se adapta,
igualmente, a la directriz impuesta por la falla.
Otros cañones no permiten establecer una relación tan evidente
entre la geometría de su canal principal y las líneas estructurales,
pero en todos ellos existe una raíz tectónica. Otro ejemplo lo encontramos en los deslizamientos que hemos
mencionado en las laderas de los montes submarinos, particularmente
en el Banco de Djibouti (Figura 9). La génesis de los deslizamientos
identificados está relacionada con los procesos tectónicos y de
desmantelamiento gravitacional generalizados en la cuenca. La
presencia de fallas normales de dirección NE-SO que afectan a la
mitad meridional de este monte, en la proximidad a la cabecera
de los deslizamientos, y la alta actividad sísmica de la región son
factores que han podido controlar su generación. La presencia de
varias cicatrices, su posición relativa y sus dimensiones, permite
deducir que su proceso de formación, se ha llevado a cabo en varias
etapas (Palomino et al., 2009).
Otra cuestión relacionada con los cañones, principalmente -pues
tiene su importancia en la explicación que pueda darse a los acumulos
de sedimentos en las cumbres de los montes submarinos-, es la razón
por la cual se encajan en los lugares donde lo hacen. ¿Qué proceso
geológico ha podido generar los cañones submarinos y por qué
razón se ubican en lugares en los que, aparentemente, no existe un
drenaje continental caudaloso que permita entender su existencia?
La justificación la tenemos que buscar en las oscilaciones climáticas
habidas durante el Cuaternario y las consiguientes variaciones
relativas del nivel marino ocurridas en aquel periodo geológico
(Zazo et al., 1996). Las glaciaciones y deglaciaciones han provocado
ascensos y descensos consecutivos del nivel del mar, con lo que se
indujo un mecanismo de acercamiento y alejamiento consecutivo
de la línea de costa. En los periodos fríos, la línea de costa se alejaba
del continente, con la consiguiente bajada relativa del nivel del
mar. En los periodos cálidos se producía el proceso inverso. En los
periodos de estabilización se producía la acumulación de depósitos
sedimentarios que se iban apilando en las desembocaduras de los
ríos que por la época drenaban en la costa. Así se fue configurando la
geometría actual de los márgenes de la cuenca. Las épocas de fuerte
pluviometría que acompañaban a las deglaciaciones, generaban
un transporte con gran cantidad de carga sedimentaria que tenía
una gran capacidad erosiva. La posición de bajo nivel del mar y el
progresivo ascenso del nivel de base hacía el resto.
Quizás, entre todos los rasgos que podemos analizar en la cuenca destaque
por su extensión y vistosidad, el encajamiento del Cañón de Almería que
tiene su origen en la falla de La Serrata (Ballesteros et al., 2008; Muñoz
et al., 2008). Esta falla tiene una amplia expresión en continente y
continua su trayectoria bajo las aguas marinas ejerciendo su influencia
en el propio encajamiento del cañón. Los numerosos tributarios que
tiene el cañón proceden de su vertiente septentrional y en gran medida
Este complejo cuadro geoambiental estaría dominado pues por la
influencia de los factores climáticos y por la sismicidad vinculada
a la estructura geológica del substrato. ¿Qué papel desempeña
entonces la sismicidad? Pues la respuesta es simple: desestabilizar
con los temblores de tierra toda la arquitectura deposicional, al igual
que hace con los edificios en las ciudades, y provocar su derrumbe y
desplazamiento pendiente abajo.
Un buen ejemplo lo encontramos en la vertiente meridional de la
Dorsal de Alborán (Figura 8), donde todo el frente de esa fachada
está dominada por fenómenos de colapso gravitacional generados a
partir de una cicatriz de despegue que tiene un origen estructural,
cual es la existencia de una fractura que determina la geometría
rectilínea de esa vertiente. A partir de ella se inician los despegues
de cada uno de los desplazamientos de material hacia la cuenca
profunda.
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Figura 8. Simulación 3D de un fragmento de la vertiente meridional de la
Dorsal de Alborán, en el que se puede observar el Cañón Al Borani (a la
izquierda), con una estructura en anfiteatro, con una cicatriz de despegue en
arco ligeramente lobulado y un cono de deyección abrupto que ha desplazado
un gran volumen de sedimentos hacia el fondo profundo, generando un
sistema abanico submarino con y un canal turbidítico que lo atraviesa. Es
un sistema complejo en el que se aprecia la influencia del drenaje turbidítico
sobre impuesto a la masa desplazada. A la derecha de este cañón se puede ver
un colapso de ladera, que hemos denominado Deslizamiento de El Faro, que
tiene una estructura completamente diferente a la anterior. Se corresponde
con un depósito de avalancha, con montículos compresionales en el frente del
depósito, y con canalizaciones de posibles flujos turbidíticos que surcan todo el
cuerpo colapsado. En su borde oriental se aprecia un cono de depósito formado
por sedimentos acumulados por el efecto del drenaje canalizado a lo largo de la
pendiente (Bárcenas et al., 2000).
Pero, ¿es que la sismicidad es tan notable como para poder
desencadenar tales fenómenos catastróficos? Pues sí, siendo una
zona de moderada sismicidad, sí que tiene la suficiente frecuencia
y magnitud como para desencadenar los fenómenos de colapso de
los depósitos sedimentarios, particularmente los que se encuentren
en menor equilibrio como son todos aquellos que jalonan la cumbre
de la Dorsal de Alborán, o bien los que se encuentran sometidos a
fuertes pendientes en los montes submarinos. No son de importancia
menor otros deslizamientos, sometidos a estudio en la actualidad,
situados en el talud superior o bien en el infralitoral. Su numerosa
presencia hace pensar en la mayor relevancia de este factor como
desencadenante de tales colapsos.
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de estudios del mar
Figura 9. Deslizamiento localizado en la vertiente meridional del Banco
de Djibouti. La cicatriz de despegue adquiere una morfología ligeramente
arqueada de dirección NNE-SSO. La altura del salto medido sobre el plano
de la cicatriz varía entre los 35 m y los 95 m, con una pendiente media de
20º. La masa deslizada adquiere una forma lenticular, ligeramente abombada
y suavemente lobulada en el limite distal, en dirección sureste, sin grandes
irregularidades en superficie. Su pendiente media es de 5º. El volumen del
sedimento desalojado es de unos 0.5 km3 (Palomino et al., 2009).
Figura 10. Registro de los sismos registrados por el Instituto Geográfico
Nacional, de magnitud igual o superior a 1.5.
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Sirva como ejemplo el esquema que se presenta en la Figura 10 en el
que se puede apreciar la distribución de los focos sísmicos sucedidos
en los diez días anteriores a la redacción de este artículo. No es muy
aventurado decir que la Cuenca de Alborán y el Golfo de Cádiz son los
que sufren un mayor número de sismos, si no que, además, son los de
magnitud más elevada, como corresponde al hecho de encontrarnos
en una zona de colisión entre placas, donde las fuertes presiones que
experimentan ambos bordes y las fricciones existentes entre ambas,
son fenómenos que justifican esa alta actividad sísmica.
7. Conclusiones
Los rasgos fisiográficos que en la actualidad se pueden reconocer en
los fondos del Mar de Alborán, son la consecuencia de la influencia
que sobre ellos han ejercido, fundamentalmente, dos factores: los
cambios glacioeustáticos durante el Cuaternario y la estructura y
sismicidad de la zona. Por una parte los valles, cárcavas y cañones
submarinos están íntimamente relacionados con las oscilaciones del
nivel marino acontecidas en los últimos 18.000 años de la historia
de la cuenca. Por otra parte, los abundantes deslizamientos, colapsos
y avalanchas de sedimentos de muy diversas dimensiones que se
distribuyen por toda la cuenca, y más principalmente en la Dorsal,
parecen ser provocados por la actividad sísmica que se genera como
consecuencia de la colisión entre Europa y África.
La evolución que han de tener estos rasgos dominantes podría
transformar la fisonomía de la cuenca de una manera considerable. La
naturaleza fangosa de los depósitos profundos y la de los que jalonan la
fachada meridional de la Dorsal, podrían ocasionar un mayor número
de deslizamientos e ir desmontando la cumbre de este relieve, dejando
a los substratos rocosos desprovistos de cobertera sedimentaria. Los
depósitos generados al pie del talud de esta cadena submarina se
dispersan con relativa facilidad lo que produciría una desnutrición de
los fondos adyacentes a los relieves más prominentes y que alimentarían
las corrientes profundas con nuevo material sedimentario.
En relación con los riesgos geoambientales, no resulta de
importancia menor señalar la potencialidad que tienen estos
deslizamientos para generar tsunamis, no solamente por causa
del mecanismo desencadenante, que son los propios sismos, si
no que a la peligrosidad intrínseca del sismo habría que añadir
la que podría generar el desplazamiento en masa de una ingente
332 · XXV II S e m a n a
de estudios del mar
cantidad de sedimento. Los experimentos que se están realizando
en la actualidad con modelos matemáticos, señalan la generación de
ondas de traslación de considerables dimensiones cuando la masa
desplazada es de proporciones elevadas, como es el caso de alguno de
los deslizamientos analizados en la vertiente de la Dorsal.
8. Agradecimientos
Las figuras 3D han sido elaboradas con gran acierto, por Desirée
Palomino. Las fotografías de las campañas son fruto del esfuerzo
del Grupo DEEPER liderado por Juan Gil, en el que se encuadra
nuestra sedimentóloga Nieves López que me ha cedido parte de
los resultados de su estudio. Los datos de la Dorsal de Alborán son
fruto de las investigaciones de Patricia Bárcenas y de Juan Tomás
Vázquez. La información de las zonas someras es tarea de Luís M.
Fernández-Salas. Gracias a todos ellos por facilitarme la redacción
de este trabajo de divulgación científica.
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