Tentación de Jesús El relato de la tentación de Jesús se encuentra

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Tentación de Jesús
El relato de la tentación de Jesús se encuentra en los tres primeros evangelios (Mateo 4:1-11;
Marcos 1:12-13 y Lucas 4:1-13), pero el que más me llama la atención es el que se encuentra en
Lucas:
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del
Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto.
Allí estuvo cuarenta días y fue tentado por el
diablo. No comió nada durante esos días,
pasados los cuales tuvo hambre.
-Si eres el Hijo de Dios -le propuso el diablo,
dile a esta piedra que se convierta en pan.
Jesús le respondió: -Escrito está: 'No sólo de
pan vive el hombre.'
Entonces el diablo lo llevó a un lugar alto y le
mostró en un instante todos los reinos del
mundo.
-Sobre estos reinos y todo su esplendor -le dijo-, te daré la autoridad, porque a mí me ha sido
entregada, y puedo dársela a quien yo quiera. Así que, si me adoras, todo será tuyo.
Jesús le contestó:
-Escrito está: Adorarás al Señor tu Dios, y a él sólo servirás.'
El diablo lo llevó luego a Jerusalén e hizo que se pusiera de pie en la parte más alta del
templo, y le dijo: -Si eres el Hijo de Dios, ¡tírate de aquí! Pues escrito está: 'Ordenará a sus
ángeles que te guarden con cuidado; te sostendrán en sus manos, para que no tropiece tu pie
con piedra alguna.'
-También está escrito: 'No pongas a prueba al Señor tu Dios.' -le replicó Jesús.
Así que el diablo, habiendo agotado todo recurso de tentación, lo dejó hasta otra
oportunidad.”
Me llama la atención que estos hechos estén descritos en la Biblia. Por lo visto es de mucha
importancia para Dios que sepamos que Jesús también fue tentado, al igual que nosotros, pero
sin pecar.
Imaginemos la escena: Cristo luego de 40 días orando y ayunando se presenta Satanás.
¿Por qué no se presentó antes?
El relato bíblico es claro y nos indica que Jesús tuvo hambre, Cristo tuvo una necesidad, un
problema ya que no había nada que comer en el desierto… el Enemigo sabe cuándo hacerse
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presente en nuestras vidas y sabe dónde golpear, justo ahí donde más nos duele, cuando estamos
débiles, necesitados y con problemas.
La apelación de Satanás parece ser inocente. Se presenta ante Cristo, ve su condición y le da
un “buen consejo”… la solución es simple, dile a estas piedras que se conviertan en pan. Pero las
palabras de Satanás encubrían un propósito más profundo.
El Enemigo intentaba quebrantar la confianza que tenía Jesús en Dios… sólo días antes la
palabra del Señor se había hecho eco entre la multitud: "Éste es mi Hijo amado; estoy muy
complacido con él" (Mateo 3:17) Jesús sabía que era el Hijo de Dios y que había venido para
cumplir una misión trascendente para la raza humana, pero Satanás inserta la duda: Si eres hijo
de Dios… en otras palabras le estaba diciendo “Muéstrame una señal para que crea que eres el
Hijo de Dios”. Cristo no debía ejercer el poder divino en beneficio propio, había venido para
soportar la prueba como debemos soportarla nosotros.
Nuestro Enemigo siempre intentará, primero que todo, quebrar nuestra confianza en Dios. Si
logra que nuestra fe no se aferre a las promesas divinas, nuestra caída será inevitable. Jesús,
como nuestro ejemplo, nos da la clave para el éxito: Escrito está: 'No sólo de pan vive el
hombre'. Cristo se aferra a la escritura y es precisamente lo que debemos hacer nosotros,
aferrarnos a la Palabra de Dios, confiar con toda certeza en el amor de nuestro Padre celestial y
responder a Satanás siempre con un “Así dice Jehová”.
El relato bíblico nos muestra, además, que Satanás tienta a Jesús a la presunción cuando le
solicitó “Tírate de aquí. Pues escrito está: Ordenará a sus ángeles que te guarden con cuidado; te
sostendrán en sus manos, para que no tropiece tu pie con piedra alguna”. En otras palabras le
pedía que Cristo pusiera a prueba a Dios si cumpliría su promesa de auxiliarlo o no.
La respuesta de Cristo fue clara: No debemos tentar a Dios.
Nunca debemos presentar nuestras peticiones a Dios para probar si cumplirá su promesa o no.
La fe nunca va unida a la presunción (la presunción es la
falsificación de Satanás de la fe). Debemos orar
pidiendo al Señor “porque” Él lo cumplirá, no para
probar que nos ama, sino porque Él nos ama.
Por otra parte, recordemos que el propósito de
Satanás siempre fue dar muerte al Hijo de Dios…
sabiendo que no podía arrojarlo él, ya que el Enemigo
sólo puede instarnos, pero nunca obligarnos a pecar, le
pide a Cristo que lo haga por sí mismo.
Satanás nunca podrá dominar nuestra mente a menos
que se lo permitamos… nuestra voluntad debe consentir
con la tentación y la fe abandonar la confianza en Dios,
antes que Satanás pueda ejercer poder sobre nosotros.
También Satanás lleva a Cristo a un lugar muy alto y
le muestra todos los reinos del mundo con su gloria y
esplendor y le dice “Si me adoras, todo será tuyo”.
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Recordemos que la misión de Jesús era rescatar a la humanidad, pero ¿a qué costo?... La
misión de Cristo podía cumplirse únicamente por medio de padecimientos. Le esperaba una vida
de tristeza, penurias y conflicto, y una muerte ignominiosa. Debía llevar los pecados del mundo
entero. Debía soportar la separación del amor de su Padre. El tentador le ofrecía la entrega del
poder que había usurpado. Cristo podía librarse del espantoso porvenir reconociendo la
supremacía de Satanás.
Mas Cristo le dice: “Escrito está: Adorarás al Señor tu Dios, y a él sólo servirás”
Jesús sabía que sólo había un camino para la salvación de la humanidad y estaba dispuesto a
recorrerlo a pesar de lo que significaría para Él. Prefirió ser fiel a Dios y confiar en sus promesas
que ir por el camino “sencillo” que ofrece Satanás.
Así podemos nosotros resistir la tentación y obligar a Satanás a alejarse. Jesús venció por la
sumisión a Dios y la fe en él, y mediante el apóstol nos dice: "Someteos pues a Dios; resistid al
diablo, y de vosotros huirá. Allegaos a Dios, y él se allegará a vosotros." (Santiago 4:7,8) No
podemos salvarnos a nosotros mismos del poder del tentador; él venció a la humanidad, y cuando
nosotros tratamos de resistirle con nuestra propia fuerza caemos víctimas de sus designios; pero
"torre fuerte es el nombre de Jehová: a él correrá el justo, y será levantado." (Proverbios 18:10)
Satanás tiembla y huye delante del alma más débil que busca refugio en el poderoso nombre
de Jesús.
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