Lea la sentencia

Anuncio
NOTIFICADO 31/07/12
AUD.PROVINCIAL SECCION N. 6
CEUTA
SENTENCIA: 00101/2012
AUDIENCIA PROVINCIAL DE CEUTA
Sección nº 006
Rollo: 0000012 /2012
Órgano Procedencia: JUZGADO DE INSTRUCCIÓN Nº 5 DE CEUTA
Proc. Origen: DPA 1648/2005
SENTENCIA Nº 101
==========================================================
ILMOS SRES.
PRESIDENTE D. JESUS CARLOS BASTARDES RODILES - SAN MIGUEL
Magistrados
D. EMILIO JOSE MARTIN SALINAS
Dña. NURIA GIRÓN ROMÁN
==========================================================
En CEUTA, a 31 de Julio de dos mil doce.
En nombre de S.M. El Rey, vista por la Sección Sexta de esta Audiencia la causa al
margen expresada, seguida por un presunto delito de lesiones, seguido contra JAVIER
SANCHEZ VALLEJO, EDUARDO VALLEJO DELICADO, NICOLAS CUADRA VEGA,
JAVIER GONZALEZ MIAJA representados por el Procurador de los Tribunales don Angel
Ruiz Reina y defendidos por el Letrado don Jorge Martín Amaya y don Nestor García León
respectivamente. Ha sido parte el MINISTERIO FISCAL, que ejercitó la acusación pública,
y MALIKA MIZZIAN AMAR representada por el Procurador don Juan Carlos Teruel
López, defendida por don Lorenzo Linares Diaz.
Es Magistrado Ponente el Iltmo. Sr. D. JESUS. C. BASTARDÉS RODILES-SAN
MIGUEL, quien, previa deliberación, expresa el parecer de la Sala.
I.-ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- La presente causa tiene su origen en el Juzgado de Instrucción número 5
de Ceuta, dimanante de las Diligencias Previas 1648/05. El Juicio Oral tuvo lugar el día
05/06/2012, practicándose las pruebas que se recogen en el soporte audiovisual en que fueron
grabadas las sesiones del juicio.
SEGUNDO.- El Ministerio Fiscal inicialmente calificó los hechos como constitutivos
de un delito de lesiones del artículo 148.1ª en relación con el 147.1 del CP, concurriendo la
agravante derl art. 22.2ª del mismo Texto legal, y solicitó para cada acusado la pena de
prisión de 4 años, inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo
durante el tiempo de la condena, así como suspensión de empleo o cargo público durante 5
años (art. 56.2 y 3) y costas.
En el trámite de conclusiones modificó su calificación provisional en el sentido de
considerar los hechos constitutivos de un delito de lesiones del art. 147.1 del CP con la
cocurrencia de la agravante antes mencionada y solicitó la pena para los acusados de tres años
de prisión y la accesria de suspensión de ejercicio de cargo público y del derecho se sufragio
pasivo durante el tiempo de la condena.
Por su parte la acusación particular se adhirió a la calificación definitiva del Ministerio
Fiscal salvo en la pena solicitada que concretó en un año y diez meses de prisión para Nicolás
Cuadra Vega y Javier Gonzalez Miaja, inhabilitación especial para el ejercicio de su profesión
de policía local edurante el tiempode la condena, e inhabilitación por igual período para el
ejercicio del derecho de sufragio pasivo; y de un año y nueve meses de prisión, inhabilitación
especial para elejercicio de su profesión de policía local durante el tiempo de la condena y
para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante el mismo paralos acusados Javier
Sanchez Vallejo y Eduardo Vallejo Delicado.
En cuanto a RESPONSABILIDAD CIVIL, ambas acusaciones solicitan que los
acusados sean condenados indemnizar a los herederos de Abdeselam Mohamed Mohamed en
la suma de 18.283 euros, incrementada con los intereses correspondientes conforme al art.
576 de la Ley de Enjuiciamiento civil.
TERCERO.-
La defensa de EDUARDO VALLEJO DELICADO y de ANTONIO
JAVIER SANCHEZ VALLEJO niega que sus representados hayan causado lesiones a
ABSELAM MOHAMED MOHAMED al no haberle propinado golpe alguno con las porras
que portaban ni puñetazos ni patadas, narran que ABSELAM MOHAMED MOHAMED fue
detenido el 16 de noviembre de 2005 por un presunto delito contra la seguridad del tráfico y
de atentado contra agente de la autoridad, al darse a la fuga ante la presencia de un control
plicicial tuvieron que seguirlo con la utilización de los medios acústicos y luminosos haciendo
aquél caso omiso a las indicaciones policiales, internándose a gran velocidad por la Calle
Argentina dirección Frontera del Tarajal, no respetando la señal de Stop y a la altura de la
galolinera BP los indicativos policiales S-012, O- 017 y O-020, recibieron una embestida por
parte del conductor de aquel vehículo fugado ABSELAM MOHAMED MOHAMED, tras lo
cual continuó en dirección prohibida por varias calles de la Ciudad hasta que es detenido tras
embestir frontalmente al uno de los vehículos policiales que intervinieron en su persecución,
no sin antes intentar darse a la fuga para finalmente emplear la fuerza indispensable para su
reducción y consiguiente detención. Fue conducido a Centro Médico para ser tratado de las
lesiones que padecía fruto de la colisión.
2. La defensa de NICOLÁS CUADRA VEGA Y JAVIER GONZALEZ MIAJA muestra
su disconformidad con la correlativa del Ministerio Fiscal. Niega que agrediera a ABSELAM
MOHAMED MOHAMED y narra los siguientes hechos:
“Los hechos se iniciaron por una fuga del Señor ABSELAM MOHAMED MOHAMED
al encontrarse un control policial, lo que obligó a la Policia a realizar una persecución
empleando medios acústicos y luminosos, y coordinándose con el resto de dotaciones
policiales que patrullaban esa noche. En la fuga, el Señor ABSELAM MOHAMED
MOHAMED hizo caso omiso a las múltiples indicaciones de que se detuviera perpretando
varias infracciones de tráfico (circular en dirección contraria, saltarse varios Stop y ceda el
paso) implicando con ello un supuesto delito contra la seguridad del tráfico, y embistiendo
provocando una fuerte colisión contra un vehículo policial que se encontraba atravesando de
forma estratégica para conseguir darle el alto; huyendo posteriormente a pie, corriendo hasta
que los agentes de Policia pudieron reducirlo, empleando la fuerza mínima indispensable y
necesaria ante su fuerte resistencia, siendo detenido por los supuesto delitos contra la
seguridad del tráfico y atentados contra Agentes de la Autoridad”.
II.-HECHOS PROBADOS
PRIMERO.- En la Ciudad de Ceuta, sobre las 1:15 horas del día 16 de noviembre de
2005, los agentes de la Policia Local de servicio Nicolás Cuadra Vega y Javier González
Miaja, que ocupaban el vehículo policial furgón correspondiente a la Unidad de Intervención
Rápida (U.I.R.) que habían situado un control en Avda. De Lisboa, entrada al poblado de
Sanidad, observaron al automóvil M 2598 WF que conducía ABSELAM MOHAMED
MOHAMED, de 57 años de edad, a quien conocían, y, sabedores de que aquél carecía de
permiso de conducir, decidieron detenerlo y como quiera que no atendió su orden de pararse,
iniciaron su seguimiento, que se transformó en persecución por las calles de la ciudad con
intervención de otros agentes de la policía local y concretamente de los policías locales Javier
Sánchez Vallejo y Eduardo Vallejo Delicado pertenecientes a la denominada Seguridad
Ciudadana que ocupaban el vehículo policial CE 8442-G y se incorporaron a su persecución.
Cuando el vehículo conducido por Abdeselam Mohamed Mohamed seguido del
furgón de la Unidad de Intervención Rápida (U.I.R) de la Policía Local antes mencionado,
giró en la denominada rotonda de “EL Morro” tomó, en sentido contrario al permitido, la
Avda. de Regulares y se encontró con que en dirección correcta descendía por la misma el
vehículo policial CE.8442-G ocupado por los Agentes JAVIER SANCHEZ VALLEJO y
EDUARDO VALLEJO DELICADO, y en ese mismo momento el furgón de la U.I.R., que
había tomado también la Avenida de Regulares en sentido prohibido, le adelantó por su
derecha y para cerrarle el paso se cruzó en su trayectoria y con tal maniobra el furgón policial
impactó contra la parte delantera izquierda del vehículo matrícula CE 8442-G que ocupaban
los policías locales antes citados, cuya intervención había sido solicitada por los primeros.
Seguidamente, los agentes NICOLÁS CUADRA VEGA y JAVIER GONZALEZ MIAJA
descendieron de su vehículo y se dirigieron al que conducía Abselam Mohamed Mohamed a
quien, una vez fuera de su automóvil, sujetaron violentamente, y hallándole solo, conscientes
de la desproporción de fuerza existente entre ambos y Abselam Mohamed Mohamed, de
común acuerdo golpearon,
conjuntamente
derribaron y una vez caído, le colocaron los grilletes y
continuaron dándole golpes, desoyendo sus lamentos de dolor. Como
consecuencia de tal acción, innecesaria
para su detención e identificación, ABSELAM
MOHAMED MOHAMED resultó con contusión – hematoma en región occipital, contusión
con hematoma en monóculo izquierdo; traumatismo ocular cerrado (hifema grado III con
hipertensión ocular, facodonesis e iridodiálisis traumáticas, hemovítreo con retina aplicada),
contusión y erosiones en pirámide nasal; contusión en costado izquierdo, contusión en codo
derecho y fractura con arrancamiento de apófisis coronoides. Como consecuencia precisó
además de una primera asistencia médica tratamiento médico con ingesta de antinflamatorios
no esteroideos, hipotensores oculares, e intervención oftalmológica consistente en
paracentesis evacuadora de la cámara anterior del ojo izquierdo; ulteriormente precisó de
inmovilización ortopédica del miembro superior derecho, rehabilitación asistida del mismo,
revisiones por medico especialista oftalmólogo y control evolutivo del ojo izquierdo. Para
cuya curación precisó 188 días; ha estado impedido para su trabajo o vida habitual durante 60
días, de los cuales 4 días de hospitalización. Como secuelas le quedó limitación del codo
derecho en los últimos diez grados tanto en flexión como en extensión y glaucoma
postraumático a controlar con tratamiento médico y facodonesis e iridodialisis postraumáticas
en su ojo izquierdo.
Entre el 28 de noviembre de 2005, día en que ABSELAM MOHAMED MOHAMED,
denunció lo acontecido y la remisión de las actuaciones a éste Tribunal para su enjuiciamiento
ha transcurrido seis años, dos meses y diecisiete días.
III.-FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- El art. 741 de la L.E.Cr. otorga al Tribunal la facultad de valorar en
conciencia las pruebas practicadas. El ejercicio de esa facultad, que no se justifica en sí
misma, exige, para no caer en arbitrariedad, un proceso intelectual razonable y razonado, y, en
su caso, un juicio de inferencia, que llevará a una conclusión válida si existe una engarce
claro, preciso, unívoco y cierto entre aquello que ha sido analizado (pruebas e indicios ) y la
conclusión obtenida.
Así pues, consideramos que habrán de ser rechazadas en el iter valorativo formal las
meras sensaciones e impresiones, que carezcan de apoyo en corroboraciones objetivas; y
aquellas conclusiones que se obtengan a partir de indicios de los que pudieren deducirse,
razonablemente diferentes soluciones o alternativas, unas perjudiciales para los acusados y
otras, por el contrario, favorables, supuesto ése en que se abriría el camino a una conjetura
errónea. En tales casos, bien debieran ser apartadas del proceso valorativo por obligado
tributo al art. 24.2 de la CE. bien valoradas en la forma más favorable al derecho fundamental
proclamado en el precepto citado, y, de existir duda razonable, se impondrá la aplicación del
principio general del derecho in dubio pro reo y la inherente conclusión absolutoria, no tanto
porque el Tribunal haya considerado, o esté convencido de la inocencia de los acusados sino
porque las pruebas presentadas por quien acusa no han sido suficientes para evitar la
existencia de esa duda en el ánimo del Juzgador. Ello es garantía fundamental de justicia, para
quien se enfrenta a una acusación, derivada del principio favor rei que inspira nuestro
ordenamiento jurídico penal.
SEGUNDO.- Las diligencias practicadas en la fase sumarial –instrucción- no
constituyen en sí mismas pruebas de cargo. En ese sentido son de recordar las SS.TC.
101/1.985; 137/1.988; 161/1990 y también las SS. TS. 2ª de 31 de enero, 2 de marzo, y 15 de
junio de 1.992, o, por todas la de 29 de abril de 2.005. Cual ha venido declarando el Tribunal
Constitucional – SS. 284/1994 y 328/1.994 – y sostenido reiteradamente el Tribunal supremo
– SS. de 14 de julio y 1 de octubre de 1.986 entre muchas otras – únicamente pueden
considerarse auténticas pruebas que vinculan a los tribunales en el momento de dictar
sentencia las practicadas en el acto del juicio oral “fase estelar y fundamental del proceso
penal ” donde culminan las garantías de oralidad, publicidad, contradicción, concentración,
inmediación, igualdad y dualidad de partes (acusación y defensa) de forma que la convicción
a la que hemos de llegar al dictar sentencia se habrá logrado en contacto directo (inmediación)
con los medios probatorios aportados a tal fin por las partes.
Ciertamente el conjunto de diligencias practicadas en la fase de instrucción, que está
encaminada a la preparación del juicio oral o plenario, bajo la más absoluta objetividad que
impone el art. 2 L.E.Cr., pues todas las autoridades y funcionarios que intervengan en el
procedimiento penal cuidarán, dentro de los límites de su respectiva competencia, de
consignar y apreciar las circunstancias tanto adversas como favorables al presunto reo, y
practicadas con todas las formalidades que nuestra Constitución y el ordenamiento procesal
establecen, pueden llegar a adquirir valor probatorio si han sido reproducidas en el juicio oral
en condiciones que permitan a la defensa someterlas a contradicción y ello hasta tal punto que
las pruebas practicadas en la fase de instrucción , siempre que sean tales, pueden llegar a tener
prevalencia sobre las practicadas en el plenario, si fueren discordantes, siempre y cuando se
hayan
colmado
los
requisitos
y
garantías
antes
mencionadas(videSS.TC.80/1.996;82/1.989;217/1.989;80/1.991; y SS.TS.2ª de 23 de junio 6
de noviembre de 1.992 ).
TERCERO.- Expuesto cuanto antecede, son hechos incontrovertibles e incontrovertidos
las lesiones, plenamente objetivadas, sufridas el día 16 de noviembre de 2005 por Abselam
Mohamed Mohamed. De los partes de asistencia, informes médicos de situación y alta, y de
las explicaciones dadas en el plenario por el Médico Forense no cabe otra conclusión. El lugar
y el momento en el que recibió los golpes que se las causaron, como expondremos después,
también han quedado acreditados, aunque su fallecimiento posterior, por causas ajenas a los
hechos declarados probados, le haya impedido en el plenario expresar de viva voz ciertos
pormenores de los hechos.
Hemos de mencionar, en primer lugar, que, dado su fallecimiento, su falta de
declaración en el plenario ha sido aprovechada al máximo por los acusados quienes, por una
parte,
han atribuido las lesiones que presentaba a su forma imprudente y temeraria de
conducir, afirmando que finalmente impactó con el automóvil policial, ocupado por los
policías locales Javier Sanchez Vallejo y Eduardo Vallejo Delicado que se habían incorporado
a su persecución. No obstante, aunque parezca obvio decirlo, la cuestión sometida a nuestro
enjuiciamiento, no es
ni la conducción posiblemente temeraria del lesionado, ni haber
conducido carente de la autorización preceptiva para ello. Por el contrario los únicos hechos
con trascendencia criminal y objeto del mismo son los que el Ministerio Fiscal y la acusación
particular imputan a los acusados, esto es, en síntesis, si aquéllos cuando le detuvieron le
golpearon brutalmente con intención de lesionarle y le causaron las lesiones,
sin duda
constitutivas de delito, cual dimana de la documentación médica y del informe del Médico
Forense, descritas en la declaración de hechos probados de esta resolución. Ciertamente la
estrategia de la defensa ha consistido en repetir machaconamente la conducción temeraria de
Abdeselam Mohamed Mohamed por las calles de la Ciudad interrogando sobre los
pormenores del recorrido a quienes le perseguían, precisamente los acusados de haberle
causado las lesiones que padecía, y solo con el fin expuesto en repetidas ocasiones por su
defensor de que con tal interrogatorio pretendía contradecir la declaración sumarial de
Abselam Mohamed Mohamed con el pobre y erróneo argumento de que si no había dicho en
aquella declaración verdad sobre las circunstancias de la huída y su conducción, calificada por
la defensa de temeraria, también faltaba a la verdad cuando afirmó entonces que los policías
locales le sacaron de su vehículo, le derribaron y le golpearon.
En resumen ambas defensas mantienen que las lesiones se las produjo Abselam
Mohamed Mohamed bien porque impactó frontalmente contra el vehículo policial CE-8442-G
o bien como consecuencia de su resistencia a ser detenido al haber tenido los agentes que
aplicar la fuerza mínima indispensable para lograrlo dado su estado de excitación y
agresividad.
Ciertamente si estuviese acreditado tal impacto y que todas las lesiones fuesen
compatibles con las que se producen en un accidente de tráfico esa tesis podría llegar a
engendrar una duda razonable. Al respecto hemos de señalar que la existencia de un fuerte
choque entre el automóvil conducido por Abselam Mohamed y el que ocupaban los dos
policías locales descendiendo por la Avda. de Regulares solo es una manifestación de los
acusados cuya credibilidad al respecto está, por una parte, mermada, precisamente, por su
condición procesal y la obviedad de que, en consecuencia, se defienden de una acusación que
hunde sus raíces en la existencia de unas lesiones causadas por ellos, objetivamente
constitutivas del tipo del art. 147 del Código Penal y, que por otra parte, se halla ausente de
una prueba exógena a su propia declaración.
Sin embargo en el análisis de la prueba, dejando al margen, la primera declaración de
Abselam Mohamed Mohamed, cuya lectura como diligencia documentada ha sido posible,
dado su fallecimiento, “ex” art. 730 LECrim, que, ya desde ahora lo subrayamos, no es
considerada a estos efectos prueba de cargo (en tal declaración se afirma que los policías
locales le golpearon), pues se produjo igualmente en su condición de imputado y es una
declaración personal sin inmediación de este Tribunal, precisamente a instancia de sus
herederos, cual solicitaron al inicio del juicio, que sostienen también la acción penal, luego ha
de acudirse a otras pruebas o indicios probatorios, es lo cierto que aparecen evidencias, no
dimanantes de aquella declaración por tanto, que indican: A) Que la declaración de los
acusados Javier Sánchez Vallejo y Eduardo Vallejo Delicado no puede ser aceptada puesto
que no recibieron ese impacto frontal del vehículo que conducía Abselam Mohamed
Mohamed y ello es así, no solo porque aquéllos manifestaron que fue la esquina delantera
izquierda del uno contra la del mismo lado del otro (lo que no es cierto en relación con el
automóvil que conducía Abdeselam) , sino porque del visionado de la grabación de lo
ocurrido (grabación video ), efectuada por un vecino, aportada por la acusación, se observa
con claridad que cuando se retira, dando marcha atrás, el automóvil que antes conducía
Abselam Mohamed Mohamed, la parte frontal del policial, no presenta señal de haber estado
en contacto con el mismo; pero, es más, se aprecia claramente que el vehículo que se halla en
contacto con la “esquina” de la parte delantera izquierda del matrícula CE-8442-G, y a la
altura de su rueda, es el furgón perteneciente a la denominada U.I.R. de la Policía Local, y se
observa perfectamente que al separase tal furgón, dando marcha atrás, del vehículo de sus
compañeros se produjo el desprendimiento del paragolpes de aquél y la existencia de
aparatosos daños en el preciso lugar en que entraron en contacto, es decir colisionaron, ambos
vehículos policiales. Al respecto hemos de mencionar que las fotografías del automóvil
policial CE-8442-G, adjuntas al informe pericial de daños (fls. 47 y 48) , puestas en
comparación con la grabación visionada demuestran que su aleta delantera izquierda, dañada
por el furgón policial, ha sido ya sustituida por una nueva, que la parte fracturada del
paragolpes delantero es la que pasa debajo de su aleta delantera izquierda, sin golpe frontal
alguno, lo que refuerza nuestra conclusión de que ese daño fue causado por el furgón policial
de la U.I.R. antes mencionado. B) También del visionado de la grabación ya citada se
contempla la presencia de una serie de policías locales en tal número que no concuerda con
los solo cuatro que mantienen los acusados que allí hubo y desde luego que faltan a la verdad
cuando dicen que hubo una escapada a la carrera del lesionado pues aquél se halla
precisamente caído junto a su vehículo. C) En la misma grabación se perciben los lamentos
del herido, así como que aquél se halla en el suelo de la calzada, próximo al automóvil que
conducía, y que es levantado y conducido por dos policías locales que no se dirigen hacia el
automóvil policial que ocupaban los agentes de la policía local antes mencionados.
Con lo expuesto se satisfacen los criterios excluyentes de sospechas a que nos hemos
referido al principio de la motivación sobre la valoración de la prueba pues el documento de
video y audio visionado en el plenario es una prueba directa de los hechos que mencionamos.
Merece este nuevo párrafo ser especialmente subrayado pues en el visionado de la
grabación a que nos venimos refiriendo, por cierto no solo no impugnada por los acusados
sino asumida e invocada precisamente por el Letrado defensor de Eduardo Vallejo Delicado
y Javier Sanchez Vallejo diciendo, en su informe final, que se ven en ella situaciones que no
podemos compartir porque no son verdad. Hemos observado el uso de una defensa policial
por parte de uno de los dos agentes que se hallan junto a Abdeselam Mohamed Mohamed
cuando este se encuentra todavía caído en el suelo. Ello nos ha llamado poderosamente la
atención cuando las propias acusaciones han manifestado no haber quedado probado que
hubiese “porras”, pues bien, porras en sentido estricto (palo corto con extremo abultado que
se usa para golpear) , no hubo, pero, al menos, un objeto de tipo cilíndrico y largo, hoy
denominado “defensa policial” sí ha sido observado por este Tribunal en mano de uno de los
policías junto al detenido, y tal era uno de los acusados, pues ambos han afirmado ser los
únicos que intervinieron en su detención, luego aquéllos, miembros de la U.I.R., faltan a la
verdad cuando afirman en el plenario que dejaron sus defensas en el furgón para a detener a
Abselam Mohamed Mohamed.
Por otra parte, el médico Forense explicó con claridad que la lesión en el ojo izquierdo
de Abselam Mohamed Mohamed no era compatible con un impacto contra el volante de su
automóvil, y que necesariamente, dada la protección que al ojo confiere el arco orbital, la
nariz, y el pómulo, tiene que haberse causado por un objeto romo que ha impactado
directamente en el globo ocular, salvando su protección, así lo lograría la puntera de un zapato
o bota, o un puño cerrado. De ello podemos también pensar que el codo de un hipotético
agresor sería “objeto adecuado” y desde luego cualquiera de punta roma categoría en la que
puede situarse una “defensa” policial reglamentaria empleada con un golpe seco bien con su
punta, bien con su empuñadura, forma de uso que no deja señal “en rail”.
De lo expuesto y de las declaraciones coincidentes de los cuatro acusados llegamos a la
convicción de que los únicos que participaron directa e inmediatamente en la detención de
Abselam Mohamed Mohamed fueron Nicolás Cuadra Vega y Javier González Miaja,
miembros de la Unidad de Intervención Rápida de la Policía Local, y no los mencionados
Javier Sánchez Vallejo y Eduardo Vallejo Delicado.
Luego no ha sido probada la
participación de los dos últimos en el delito de lesiones que les imputa, en conclusiones
definitivas, la acusación particular y en consecuencia procederá su absolución del mismo.
También está demostrado, pues Nicolás Cuadra Vega y Javier González Miaja así lo han
reconocido ante este Tribunal, que emplearon fuerza, “mucha fuerza”,han sido palabras de
uno de los agentes, para reducir y detener al ciudadano que persiguieron por las calles de la
Ciudad. No obstante, en su propia declaración y defensa
afirman que fue la mínima
indispensable, así pues ha de ser examinado, tras rechazar que las lesiones se las causó el
propio Abdeselam con un impacto de su automóvil contra el CE-8442-G porque no está
demostrado, si lo fueron como consecuencia de la fuerza empleada por los dos policías locales
que le detuvieron y si existió una causa de justificación que enervaría la responsabilidad
criminal de sus autores en tanto en cuanto las lesiones Abdeselam se habrían producido en la
ejecución de un deber (art. 20.7º CP) por parte de los policías locales.
Pues bien, si los elementos integrantes del tipo criminal de que se trate han de ser
demostrados por quien acusa, los elementos constitutivos de una causa de justificación han de
ser demostrados por quien la alega. Así pues la carga de la prueba de que Abselam Mohamed
Mohamed opuso una resistencia tal a su detención que justificó la violencia y fuerza física
(“mucha”) efectuadas contra el mismo ha de ser demostrado por los agentes que le detuvieron.
Ningún testigo han presentado de ello; en ningún informe médico se ha mencionado que al ser
asistido presentase un estado de excitación, agresividad o carácter violento, ni consecuencias
de una ingesta de alcohol o de cualquier otro tóxico; ni su dependencia a drogas.
CUARTO.-
Del visionado de la grabación se observa que Abselam Mohamed
Mohamed se halla en el suelo junto a su automóvil y los agentes de la Policía Local Nicolás
Cuadra Vega y Javier González Miaja, que le detuvieron, son los que se hallan junto a él y
sus quejidos y lamentos son perfectamente audibles. Queda así demostrada la falta de verdad
de lo afirmado por ambos acusados tanto respecto de que Abselam huyese corriendo por la
Avda. de Regulares “hacia abajo”, pues en tal caso no habría estado caído junto a la parte
delantera de su vehículo, como que arroyase al policía local que primero se aproximó. Luego
no hubo ninguna necesidad probada de derribarlo sobre el pavimento. El que a continuación
fuese trasladado a un Centro de Salud para atenderle de sus lesiones, no nos cabe duda de que
las que han sido objetivadas se han producido por la actuación exagerada con la que los
mencionados policías locales, pertenecientes a la Unidad de Intervención Rápida actuaron y
aprovechándose de su superioridad física, aplicaron fuerza contra un ciudadano, que han
afirmado era mayor (más de sesenta años), y en número, dos contra uno, le golpearon
indiscriminadamente y con contundencia a todas luces innecesaria, y excediéndose, así pues,
voluntariamente en su actuación le causaron claro perjuicio en su integridad física y con los
menoscabos narrados en el “factum” de la presente resolución.
QUINTO.- Los hechos declarados probados son en primer lugar constitutivos de un
delito de lesiones tipificado por el artículo 147 del Código Penal, en tanto en cuanto hubo una
acción de acometimiento voluntaria sobre Abdeselam Mohamed Mohamed que, además de en
otras partes de su cuerpo, impactó fuerte y con contundencia en su rostro, y con un objeto
idóneo para alcanzarlo, concretamente en su globo ocular izquierdo y que le causó las
lesiones descritas en los hechos probados para cuya curación ha requerido tratamiento médico
con
más de una primera asistencia, y una intervención consistente en “paracentesis
evacuadora de la cámara anterior el ojo izquierdo” cuestión éstas sobre las cuales no ha
existido controversia alguna y acreditado por el informe de sanidad del médico forense (folios
135 y 136)
Que las lesiones mencionadas en los hechos probados
le fueron causadas en su
detención ha quedado demostrado por todo lo ya expuesto. Sus autores han sido los dos
policías locales que le detuvieron y son responsables conforme al artículo 27 y 28 del Código
Penal por la ejecución directa de los hechos. Es obvio que su acción fue de común acuerdo y
que ambos golpearon a Abdeselam. Ello es conclusión y convicción que dimana directamente
de haber sido tales los únicos que de forma inmediata, empleando su propia fuerza, se
ayudaron mutuamente, en la detención de Abdeselam Mohamed Mohamed. Si bien, aunque
pudiese deducirse, un dolo directo en la causación de las lesiones, como respuesta a la
conducta previa de Abdeselam Mohamed Mohamed que provocó su persecución por las calles
de la Ciudad dado el modo de acontecer los hechos y la soledad en que se hallaba Abdeselam,
sí hallamos, al menos, un dolo eventual en su acción en tanto en cuanto, precisamente por su
condición profesional y preparación, fueron conscientes de su superioridad física y de
número, y se representaron ambos, sin duda alguna, que propinando tales golpes a una
persona ponían en riesgo su integridad física y podían ocasionarle serios daños, como así fue,
y sin embargo, aceptando tal eventual resultado, se excedieron en sus actos de violencia para
posteriormente justificarlos como “violencia imprescindible para lograr su detención”.
Pero lo cierto es que tal fácil excusa habría exigido que hubiesen demostrado la realidad
de esa necesidad, es decir una actuación por parte de Abdeselam Mohamed Mohamed no solo
renuente a ser detenido, lo cual puede ser lógico, o su voluntad de huir (autoeximición
impune) sin agresión alguna a los agentes sino, por el contrario, la existencia de violencia real
contra los agentes o una resistencia grave. Ello es carga probatoria de los acusados que no
puede quedar satisfecha con el tópico de que aplicaron la “violencia imprescindible para
lograr su detención” pues precisamente su condición de agentes de policía, local en este caso,
les impone el mayor celo y respeto, que no excluye la firmeza, en sus actuaciones, cuando
ello sea menester, respecto de los ciudadanos a los que en definitiva sirven. De las lesiones
causadas por los golpes, el impacto que Abdeselam recibió en el ojo izquierdo, por su
contundencia y precisión queda fuera de una actuación accidental, pues claramente expresó el
Médico Forense que exigió bien un puño cerrado, bien un objeto romo, compatible con la
puntera del calzado, y, consideramos que la parte roma de una defensa policial podría haber
conseguido similar efecto; en relación con la fractura de las apófisis coronoides tanto su caída
al suelo, al ser derribado, como una contundente patada en el codo pueden haber sido su
causa, o cualquier otro procedimiento violento sobre la articulación de que se trata. De la
grabación presentada por la acusación hemos podido comprobar que Abdeselam Mohamed
Mohamed se hallaba en el suelo junto a los policías acusados y que de tal situación fue
incorporado por los mismos, quienes lo hicieron y le condujeron, contrariamente a lo
manifestado en el plenario, no al vehículo policial contra el que los agentes de la U.I.R.
acusados colisionaron sino que sobrepasaron claramente tal vehículo.
Finalmente, cual se deduce de los hechos declarados probados no puede apreciarse la
coautoría, por cooperación necesaria, que la acusación particular sostiene contra Javier
Sánchez Vallejo y Eduardo Vallejo delicado, pues no ha quedado demostrada la mencionada
por la acusación en la ejecución del hecho. Su actuación como cooperadores necesarios no
puede derivarse de hallarse en el automóvil CE-8442-G que quedó situado frente al que, ya en
sentido prohibido por la Avda. de Regulares, conducía Abdeselam Mohamed Mohamed, y
recibieron un fuerte impacto por parte del furgón de la U.I.R, del cual descendieron los otros
dos acusados que acometieron los hechos declarados probados y cuya actuación no pudieron
impedir los ocupantes del llamado “Z” CE-8442-G.
No cabe duda que la actuación de los agentes, cuya absolución por el delito de lesiones
pronunciamos, no formulando la correspondiente denuncia contra los autores de las lesiones,
incluso deteniéndoles, podría haber constituido otro delito pero de naturaleza distinta, no
homogéneo, por el que no se formuló acusación, y este Tribunal, respetuoso con el principio
acusatorio que informa el Derecho Penal, no ha considerado. Consecuencia de todo ello es
nuestro pronunciamiento absolutorio de los acusados Javier Sánchez Vallejo y Eduardo
Vallejo Delicado.
SEXTO.- Existen efectivamente y son de apreciar circunstancias que modifican la
responsabilidad criminal de los autores. Por una parte, concurre la agravante del art. 22. 2ª
Código Penal en cuanto no cabe la menor duda de que ambos se han prevalecido de una
situación de superioridad derivada tanto de su número, fuerza física y preparación de los
acusados y medios a su disposición como de la soledad en la que se hallaba su víctima, hora
de la madrugada, ausencia aparente de testigos, y de la asistencia de numerosos agentes de la
Policía Local, como hemos podido observar en el documento video- audio gráfico visionado
en el plenario.
Por otra parte no cabe duda de que los autores han cometido el delito precisamente en
ejercicio de su función.
También es de apreciar la circunstancia atenuante de dilación extraordinaria e indebida
en la tramitación del procedimiento, como simple, que se contiene en el art. 21. 6º del Código
Penal. Las diligencias previas se iniciaron el día 18 de noviembre de 2005, por un presunto
delito de atentado (auto obrante al folio 17) a ellas se acumularon las diligencias previas núm.
2.003 del año 2005, inicialmente tramitadas por el Juzgado de Instrucción núm. Uno de esta
Ciudad por denuncia de la victima el día 28 de noviembre de 2005, auto de 10-02-06, y en
mayo de 2006 se produjo la sanidad del herido. Como consecuencia del recurso contra el
sobreseimiento de la causa el día 28 de abril de 2008 dictamos auto que declaró la nulidad
solicitada del recurrido; y declarado recibido el testimonio correspondiente el día 8 de mayo
2008 se produjo una paralización del procedimiento superior al año por causas no imputables
a los acusados. Siendo también de detectar períodos excesivamente dilatados entre actos
procesales, llegándose a la realidad de que unos hechos acaecidos en el año 2005 han sido
enjuiciados en el año 2012.
SEPTIMO.- En cuanto a la pena a imponer el artículo 147. 1 CP, ante la imposible
aplicación al hecho de su número 2, dada la gravedad del resultado producido, establece la de
prisión de seis meses a tres años. El artículo 66. 6ª del Código Penal dispone que cuando no
concurran circunstancias agravantes ni atenuantes, pues en este caso se compensan las
concurrentes, ha de individualizarse la aplicación de la pena en la extensión que el tribunal
considere adecuada en función de las circunstancias del delincuente y de la mayor o menor
gravedad del hecho.
Pues bien, las circunstancias, eminentemente subjetivas, de los autores del delito, en
cuanto son agentes de la Policía Local, y han cometido el delito excediéndose, al menos, en
el ejercicio de su función, por la noche, dada la hora y lugar, convencidos de la inexistencia
de testigos, no cabe considerar que tales
circunstancias en su actuación impongan
precisamente la aplicación de la pena en su grado mínimo sino todo lo contrario, pues el
reproche ha de ser mayor al de un supuesto en el que no concurran, luego tales deben
determinar una progresión en la misma. Por otra parte el hecho es sustancialmente grave en sí
mismo por su resultado y el medio empleado para la lesión ocular y fractura causada, y si bien
por principio acusatorio, no puede residenciarse el hecho en un tipo más grave, dada la
modificación de las conclusiones efectuada por el Ministerio Fiscal, y la calificación de la
acusación particular, si ha de imponerse en la extensión de dos años de prisión que es inferior
a la solicitada por el Ministerio Fiscal(tres años de prisión) pero ligeramente superior (en
sesenta días) a la pedida por la acusación particular (un año y diez meses de prisión).
Igualmente, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 56.3 con el carácter de pena
accesoria (Art. 54 CP) ha de imponérseles la inhabilitación especial para el empleo de Policía
Local durante el tiempo de la condena (art. 45 CP) que se solicita por la acusación particular
dada la vinculación existente entre la comisión del delito y el ejercicio de la función de policía
local de cada uno de los condenados y además la accesoria de privación del ejercicio del
derecho sufragio pasivo durante el tiempo de la condena impuesta.
Ciertamente este tribunal entre la solicitada por el Ministerio Fiscal, suspensión para el
ejercicio de cargo público, y la acusación particular, inhabilitación para el ejercicio del cargo
de policía local, considera que ha de ser aplicada la segunda dada la gravedad del hecho y la
violencia absolutamente injustificada ejercida contra un ciudadano de edad avanzada y solo,
por quienes precisamente por su condición de policías deben de tratar con el máximo respeto
y jamás ampararse en el tópico de haber aplicado la fuerza mínima indispensable para llevar a
cabo su detención. Las circunstancias de hora y lugar y la concurrencia de varios agentes de
policía local han dejado claro la falta de necesidad de tal actuación, que hunde sus raíz más en
retribuir la actuación previa de Abdeselam Mohamed Mohamed, desobedeciendo a los
Agentes que le ordenaron parar el vehículo que conducía,
que en otra cosa. Esas
circunstancias denotan claramente la carencia de las condiciones mínimas de serenidad y
control de los propios impulsos que debe que poseer quien cuenta con la facilidad del empleo
de la fuerza contra sus semejantes. Tal carencia justifica también su inhabilitación para el
ejercicio de cualquier cargo público durante el tiempo de la condena.
OCTAVO.- En cuanto a la de responsabilidad “ex delicto”, cual menciona el art. 109 del
Código Penal, es obvio que los autores habrán de reparar el daño e indemnizar los perjuicios
causados. En relación con esta cuestión cuando ha de ser indemnizada una persona por las
lesiones que le hayan sido causadas lo primero que ha de tenerse en cuenta es que el valor de
la integridad de la persona, o de su vida, es en verdad inapreciable, tanto por razones
subjetivas como objetivas. No obstante nuestro ordenamiento jurídico partiendo del principio,
también aceptable como cierto, que el precio del dolor por daños personales, daño moral, ha
de ser el mismo para todas las personas en situaciones similares, para conseguir cierta
unanimidad al respecto, ha sido elevado a norma de derecho necesario en relación
determinados riesgos engendradores de peligro en abstracto y de concretas lesiones como
consecuencia de su realización el denominado “baremo” para indemnizar a las victimas de
determinados accidentes. Es cierto que tal no se impone cuando se trate de la indemnización
“ex” delito; pero también lo es que constituye una apreciable ayuda para los tribunales en una
tarea de dificultad evidente. No obstante, es sin duda de claridad meridiana que el sufrimiento
moral no puede ser el mismo para aquél que ha sido objeto de unas lesiones causadas
dolosamente que para quien haya podido sufrirlas de forma accidental.
En el presente supuesto tanto el Ministerio Fiscal como la Acusación particular han
coincidido en reclamar por tal concepto la suma de 18.283 euros, que este tribunal dadas las
lesiones sufridas por Abdeselam Mohamed Mohamed, considera, dado lo reclamado, que
impone no dar más de lo pedido, adecuada y razonable para indemnizar el daño causado y
que dado el fallecimiento de la víctima del delito sus autores habrán de satisfacer a sus
herederos.
NOVENO.- La suma mencionada devengará a favor de los herederos de Abselam
Mohamed Mohamed los intereses por mora procesal señalados en el art. 576 de la Ley de
Enjuiciamiento civil.
DÉCIMO.- Las costas procesales han de ser impuestas de conformidad con lo dispuesto
en el artículo 123 a los responsables de todo delito o falta. Sin lugar a duda han de ser
incluidas por la cuantía que después decimos, en las costas procesales a cuyo pago se condena
a los autores del delito, las causadas a la acusación particular, pues ha quedado demostrado
que en su actuación procesal en ejercicio de la acción penal mediante los recursos pertinentes
y con relevante actuación ha obtenido la satisfacción que demandaba a los Tribunales de
Justicia en relación con dos de los acusados. En consecuencia habrán de incluirse tales
causadas a la acusación por su mitad.
En el presente caso se impone a cada uno de los condenados el pago de una cuarta parte
de las costas declarándose de oficio la mitad restante.
III.- FALLO
Debemos condenar y condenamos a JAVIER GONZALEZ MIAJA y a NICOLAS
CUADRA VEGA como autores de UN DELITO DE LESIONES del artículo 174.1 del
Código Penal, con la agravante el art. 20.2ª del CP, por el que ha sido acusados por el
Ministerio Fiscal y la Acusación particular e imponemos a cada uno de ellos la pena de DOS
AÑOS DE PRISIÓN; la accesoria de inhabilitación especial para el ejercicio de la función de
policía del Ayuntamiento de la Ciudad Autónoma de Ceuta durante el plazo de dos años por
la vinculación con el delito que expresamente declaramos en esta sentencia y el pago, por
mitad, de la mitad del importe las costas procesales incluidas las devengadas por la acusación
particular..
Les condenamos en forma solidaria a que por responsabilidad civil paguen a los
herederos de ABSELAM MOHAMED MOHAMED la cantidad de dieciocho mil doscientos
ochenta y tres euros, que devengará el interés moratorio dispuesto en el art. 576 Ley de
Enjuiciamiento Civil.
Debemos absolver y absolvemos a JAVIER SANCHEZ VALLEJO y a
EDUARDO VALLEJO DELICADO del delito de lesiones del que venían siendo acusados.
Declaramos de oficio la mitad de las costas causadas.
Contra la presente sentencia cabe recurso de casación, que habrá de prepararse en el
término de cinco días desde su última notificación.
Descargar