TEMA 40 - Instituciones Penitenciarias

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Derecho Procesal Penal
Cuerpo Superior de Técnicos de Instituciones Penitenciarias
TEMA 40
ACUMULACIÓN DE CONDENAS. EL REQUISITO DE CONEXIDAD,
PROBLEMÁTICA Y RECURSOS. EFECTOS JURÍDICOPENITENCIARIOS DEL QUEBRANTAMIENTO DE CONDENA.
1. ACUMULACIÓN DE CONDENAS.No siempre existe coincidencia en el empleo de la terminología por parte de los Órganos
Judiciales y los Servicios de Instituciones Penitenciarías. Un ejemplo de esta falta de coincidencia lo
encontramos en las expresiones utilizadas en uno y otro ámbito para designar dos modalidades de
actuación que afectan al cumplimiento de las penas privativas de libertad.
Nos referimos, por un lado, al precepto contenido en el artículo 193.2 del Reglamento
Penitenciario en el que se establece que "cuando el penado sufra dos o más condenas privativas de
libertad, la suma de las mismas será considerada como una sola condena a efectos de aplicación de la
libertad condicional".
De otro lado, tenemos el precepto contenido en el art. 76 del Código Penal de 1995 en el que
se contempla una excepción al cumplimiento sucesivo (por orden de gravedad) de las distintas penas
impuestas en una o varias sentencias conforme a cada delito por separado (concurso real). La
excepción establecida en el artículo 76 es del tenor siguiente:
No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, el máximo de cumplimiento efectivo de la
condena del culpable no podrá exceder del triple del tiempo por el que se le imponga la más grave de
las penas en que haya incurrido, declarando extinguidas las que procedan desde que las ya impuestas
cubran dicho máximo, que no podrá exceder de 20 años. Excepcionalmente, este límite máximo será:
a) De 25 años, cuando el sujeto haya sido condenado por dos o más delitos y alguno de ellos
esté castigado por la ley con pena de prisión de hasta 20 años.
b) De 30 años, cuando el sujeto haya sido condenado por dos o más delitos y alguno de ellos
esté castigado por la ley con pena de prisión superior a 20 años.
c) De 40 años, cuando el sujeto haya sido condenado por dos o más delitos y, al menos, dos de
ellos estén castigados por la ley con pena de prisión superior a 20 años.
d) De 40 años, cuando el sujeto haya sido condenado por dos o más delitos referentes a
organizaciones y grupos terroristas y delitos de terrorismo del Capítulo VII del Título XXII del Libro II
de este Código y alguno de ellos esté castigado por la ley con pena de prisión superior a 20 años.
e) Cuando el sujeto haya sido condenado por dos o más delitos y, al menos, uno de ellos esté
castigado por la ley con pena de prisión permanente revisable, se estará a lo dispuesto en los artículos
92 y 78 bis.
La limitación se aplicará aunque las penas se hayan impuesto en distintos procesos cuando lo
hayan sido por hechos cometidos antes de la fecha en que fueron enjuiciados los que, siendo objeto
de acumulación, lo hubieran sido en primer lugar.
De forma poco precisa se hacen referencias a estas dos modalidades que afectan al
cumplimiento de las penas privativas de libertad con las expresiones refundición de condenas y
acumulación de penas.
Así encontramos que en los "Criterios expuestos en la reunión de los Jueces de Vigilancia",
celebrado en abril de 1.982, se utiliza el término "refundición" tanto para referirse al artículo 76 (Regla
segunda del artículo 70 del Código de 1973) como para la conversión de las distintas penas privativas
de libertad en una sola resultante de la suma, a efectos de determinar la cuarta parte durante la cual
el penado pueda estar en libertad condicional.
En las "Conclusiones y Criterios comunes de actuación" aprobados en la III reunión de Octubre
de 1985 se dice: "se deben acumular todas las condenas privativas de libertad"...
En la reunión de octubre de 1.990, en el capítulo de las "competencias de los Juzgados de
Vigilancia Penitenciaria" bajo el epígrafe "Refundición de condenas" se dice: "Los Jueces de Vigilancia
entienden que pueden asumir la función de acumulación de condenas prevista en el artículo 70-2 del
Código Penal" (de 1973),... Y más adelante: "Se deben refundir, a efectos de libertad condicional,
todas las condenas privativas de libertad cuando reúnan más de un año...Procede incluir también en la
"acumulación" los arrestos sustitutorios por impago de multa".
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Vemos, pues, cómo "refundición" y "acumulación" se emplean indistintamente para expresar
procesos distintos.
La doctrina, en cambio, utiliza de forma casi unánime el término "acumulación" para referirse al
procedimiento de fijación del máximo de cumplimiento de condena cuando se dan los requisitos
contemplados en el artículo 76: "acumulación judicial", para distinguirla de la "acumulación aritmética"
aplicable cuando las penas impuestas a las diversas infracciones puedan ser cumplidas
simultáneamente (dada la naturaleza y efectos de las mismas), o deban ser cumplidas sucesivamente
por orden de gravedad cuando no pueda simultanearse el cumplimiento (artículo 75 del Código Penal)
Tal vez el empleo por la doctrina del término "acumulación" para designar la aplicación de la
limitación del artículo 76 haya sido determinante de la generalización en el campo penitenciario de la
utilización del término "refundición" para referirse al proceso de "suma de las penas privativas de
libertad" a efectos de considerarlas como una sola sobre la que se hará el cómputo de las tres cuartas
parte. Y, consiguientemente, en la práctica penitenciaria se viene reservando el término "acumulación"
para el procedimiento de limitación de cumplimiento de penas privativas de libertad al amparo del
citado artículo 76 del Código Penal.
Después de unos años de utilización inadecuada de los términos refundición y acumulación, en
los "Criterios Refundidos de Actuación de los Jueces de Vigilancia", aprobados en la VIII reunión en
1994, ya se utilizan los términos en el sentido expresado. Así, en el Epígrafe II "Competencias de los
Juzgados de Vigilancia Penitenciaria", bajo el título "Acumulación de condenas" se recoge: 7. "Los
Jueces de Vigilancia entienden que pueden asumir la función de acumulación de condenas prevista en
el Código Penal, por el alcance omnicomprensivo del artículo 76.2 a) de la Ley Orgánica General
Penitenciaria".
Bajo el título "Libertad condicional", el n° 58 (de los Criterios) recoge: "Se deben refundir, a
efectos de libertad condicional, todas las condenas de privación de libertad”.
Siguiendo esta atribución de significados, vamos a referirnos a cada uno de los procesos.
REFUNDICIÓN DE CONDENAS
Cuando en un testimonio de sentencia aparece que se imponen a un mismo condenado diversas
penas privativas de libertad (y no sea aplicable la limitación del artículo 76), el propio Tribunal en la
liquidación de condena establece el tiempo de cumplimiento correspondiente a la suma de las penas
impuestas computando el mismo desde la fecha del inicio hasta la del cumplimiento definitivo (después de
deducir, si procede, el tiempo de prisión provisional). El cálculo, en este supuesto, del tiempo de libertad
condicional no plantea ningún problema ni exige procedimiento alguno.
Cuando, por el contrario, un mismo penado aparezca condenado en distintas sentencias de uno o
varios jueces o tribunales, es preciso, para dar cumplimiento a lo que establece el artículo 193.2 del
Reglamento Penitenciario, proceder a "refundir las condenas".
Competencia para aprobar la "refundición" de condenas
El artículo 76.1 de la Ley Orgánica General Penitenciaria atribuye a los Jueces de Vigilancia las
competencias para "hacer cumplir la pena impuesta", lo que se completa en el artículo 76.2 a) en
donde se atribuye a los mismos la competencia para "adoptar todas las decisiones necesarias para que
los pronunciamientos de las resoluciones en orden a las penas privativas de libertad se lleven a cabo,
asumiendo las funciones que corresponderían a los Jueces y Tribunales sentenciadores".
Por su parte la Ley Orgánica del Poder Judicial en el artículo 94.1 establece que los Jueces de
Vigilancia Penitenciaria tendrán las funciones jurisdiccionales previstas en la Ley General Penitenciaria
en materia de ejecución de penas privativas de libertad.
Sabido es que el Libro VII de la Ley de Enjuiciamiento Criminal bajo el epígrafe "De la ejecución
de las sentencias" contiene en el artículo 985 la atribución de competencia para la ejecución de las
sentencias en causa por delito al Tribunal que haya dictado la que sea firme, salvo que se trate de
sentencia dictada a continuación de la de casación por la Sala 2ª del Tribunal Supremo que será
ejecutada por el Tribunal que hubiere dictado la sentencia casada.
Estas competencias en materia de ejecución son las que asumen a partir de la Ley Orgánica
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General Penitenciaria los Jueces de Vigilancia y así está reconocido por la jurisprudencia.
No parece que pueda ofrecer dudas que la refundición de condenas, a efectos del cómputo de
las tres cuartas parte de la condena, o, en su caso, de las dos terceras, sobre la suma de las distintas
penas, es materia que se inscribe en el ámbito de la ejecución de las penas, y, por tanto, que su
aprobación es competencia de los Jueces de Vigilancia. Tal refundición no altera el quantum de cada
una de las penas impuestas por los distintos delitos sino en la forma de cumplimiento a través de los
regímenes correspondientes a los diversos grados en que pueda estar clasificado el penado incluido el
cuarto grado, la libertad condicional.
En las diversas reuniones celebradas por los Jueces de Vigilancia se han recogido los criterios
referentes a la competencia de los mismos en materia de acumulación de condenas en aplicación de la
Regla segunda del artículo 70 (artículo 76 del Código de 1995) pero, en ningún caso, se ha planteado
el tema, que se da por supuesto, de la competencia para acordar las "refundiciones" de condena.
Procedimiento
Corresponde al Establecimiento Penitenciario en el que esté cumpliendo condena el penado
formular la propuesta de refundición de condenas. El momento de elaborar la propuesta será aquel en
que, con los datos que constan en el expediente personal, pueda estimarse que se han pronunciado
todas las sentencias condenatorias. Hacerlo antes implica que es necesario formular nueva propuesta
de refundición, dejando sin efecto la anterior, cuando se reciban nuevos fallos condenatorios.
En la propuesta de refundición deberán relacionarse por orden de gravedad las penas
impuestas en los diversos procedimientos con indicación del número de causa, Juzgado, la cuantía de
la pena impuesta y las deducciones por abono de prisión provisional.
Parece oportuno, aunque no es preceptivo, que enlacen las fechas de inicio y terminación de
cada pena lo que facilitará la atribución a una de ellas la posible prohibición de redención en caso de
que se produzca un quebrantamiento de condena. Para ello, en los Establecimientos se sigue la
práctica de solicitar previamente a cada uno de los Juzgados o Tribunales que dictaron las sentencias,
liquidaciones de condena "enlazadas", para, cuando se completen estas liquidaciones, formular la
propuesta de refundición al Juez de Vigilancia.
Aprobada la refundición por el Juez de Vigilancia, deberá comunicarse a cada uno de los
órganos sentenciadores con el fin de que conste en la pieza de ejecutoria que el licenciamiento
definitivo no tendrá lugar hasta que no cumpla la suma de las penas impuestas en las diversas
sentencias.
ACUMULACIÓN DE CONDENAS
Cuando en Derecho Penal se estudia el concurso de delitos, se afirma que hay concurso real
cuando concurren varias acciones o hechos cada uno de los cuales constituye un delito autónomo.
Cada acción, por separado, constituye un delito y, en principio, el tratamiento penal debe ser el
principio de la acumulación "aritmética". Ahora bien, este principio de acumulación aritmética, si no se
limita de algún modo, puede conducir a la imposición de una suma de penas que, aunque responda a
las exigencias del principio de culpabilidad, no puede satisfacer los postulados de la prevención
especial que deben presidir la sanción penal. Es, por ello, lógico que se arbitren criterios en los que,
combinando los diversos principios, se llegue a penas proporcionadas.
Nuestra legislación penal parte del denominado concurso real para la extinción de todas las
penas impuestas por cada uno de los delitos cometidos, bajo el principio del cumplimiento simultáneo
de todas ellas si fuera posible, y cuando ello no lo fuere, opta por el principio del cumplimiento
sucesivo, con ciertas correcciones. Naturalmente, como no es posible el cumplimiento simultáneo de
varias penas de prisión a la vez, como es el caso, hemos de interpretar las reglas que acuñan nuestros
Códigos penales para disciplinar dicho cumplimiento sucesivo, faceta que abordaremos tanto para
determinar el orden de cumplimiento que proceda, como para discernir las limitaciones que, en su
caso, correspondan.
Para ello hay que partir de la base de que nuestro derecho penal vigente instaura, como ya
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hemos anunciado, un sistema de determinación de la pena bajo el concurso real de delitos que se
fundamenta en tres ideas: 1) la acumulación aritmética de las penas de la misma especie (art. 73 C.P.
1995); 2) la ejecución sucesiva de las mismas por el orden de su gravedad (art. 75 C.P. 1995); 3) la
limitación del tiempo de ejecución (art. 76 C.P. 1995).
Puesto que nuestra legislación no cuenta en su catálogo de penas con la de reclusión perpetua,
el legislador diseña un sistema de limitaciones temporales para el cumplimiento de las diversas penas
que hayan sido impuestas al mismo culpable, cuando todas ellas no puedan ser cumplidas
simultáneamente. Tales limitaciones no son fruto de los más recientes Códigos, sino que fueron ya
proclamadas por el Código penal de 1870.
Estas limitaciones son de dos tipos: una, impuesta por discutibles razones de política criminal,
limita el cumplimiento total de la condena del culpable, al triplo del tiempo por el que se le impusiere
la más grave de las penas en que haya incurrido, dejando de extinguir las que procedan desde que las
ya impuestas (esto es, cumplidas sucesivamente), cubrieren el máximum de tiempo predicho; otra
limitación, esta vez fundada en razones humanitarias y de proscripción de tratos o penas inhumanas o
degradantes (art. 15 CE), previene una duración máxima de 20 años de prisión, mediante el
cumplimiento de las sucesivas penas impuestas en un mismo proceso, o tras la verificación de una
operación de acumulación jurídica, o de 25, 30 ó 40 años de prisión.
Establece el artículo 76 del Código Penal que no obstante lo dispuesto en el artículo anterior, el
máximo de cumplimiento de la condena del culpable no podrá exceder del triple del tiempo por el que
se le imponga la más grave de las penas en que haya incurrido, declarando extinguidas las que
procedan desde que las ya impuestas cubran dicho máximo que no podrá exceder de veinte años (o
veinticinco, treinta o cuarenta años).
La limitación se aplicará aunque las penas se hayan impuesto en distintos procesos si los
hechos, por su conexión o el momento de su comisión, pudieran haberse enjuiciado en uno sólo.
Distingue, así, la Ley tres supuestos perfectamente diferenciables:
- Delitos conexos que se enjuician en un solo sumario según establece el artículo 300 de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal, en relación con el artículo 17 de la misma Ley. Se dicta una sola sentencia
y se aplica, si procede, la limitación del artículo 76 del Código Penal.
- Delitos enjuiciados en distintos procesos que pudieran ser objeto de uno solo, bien por su
conexión (artículo 17 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal), bien por el momento de su comisión. Se
aplica también la limitación, pero debe hacerse valiéndose del procedimiento que más adelante
estudiaremos (artículo 988 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal).
- Delitos no conexos enjuiciados en distintos procesos. No se aplica la limitación que venimos
estudiando.
ARTICULO 76 DEL CÓDIGO PENAL
De los tres supuestos que acabamos de exponer, es el segundo el que plantea algún problema
tanto en la determinación del órgano competente para establecer la limitación, como en cuanto a la
valoración de la conexidad de los hechos exigible para aplicar la limitación.
Competencia
Es uno de los temas respecto del cual existe una cierta confusión y criterios controvertidos.
Por un lado, los Jueces de Vigilancia, en repetidas reuniones, (no en todas) han formulado el
criterio de que deben "asumir la función de acumulación de condenas prevista en el artículo 76 del
Código Penal". Basan este "criterio" en el alcance omnicomprensivo del artículo 76.2 a) de la Ley Orgánica
General Penitenciaria, en la repercusión beneficiosa que para los interesados podría tener la rápida
tramitación del expediente dada la inmediación del Juez de Vigilancia, y en que la acumulación
"constituye ejecución, cumplimiento y no declaración o determinación de la pena".
Frente a este criterio que se ha traducido en que, en la práctica, algunos Jueces de Vigilancia
hayan asumido tal competencia y hayan acordado la aplicación de tan citada regla, la jurisprudencia se
inclina por considerar vigente lo dispuesto en el artículo 988 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que
atribuye esta competencia al Juez o Tribunal que haya dictado la última sentencia.
En confirmación de lo anterior podemos citar la Sentencia 11/1987, de 30 de enero, del
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Tribunal Constitucional en la que se resuelve demanda de amparo por no aplicación de la limitación de la regla
2ª del artículo 70 (Código de 1973) y en la que, aunque sin entrar a resolver directamente sobre la
competencia, se refiere reiteradamente al contenido del artículo 988 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal
en el que se atribuye al Juez o Tribunal que dicte la última sentencia la competencia para aplicarla.
Confirma también esta interpretación el auto del Tribunal Supremo de 14 de octubre de 1989 en el
que se razona que "el juicio de conexidad de los hechos que han servido de base a las distintas condenas
penales, en los términos del artículo 17 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, las circunstancias
subjetivas y objetivas concurrentes "es una actividad declarativa o de enjuiciamiento, no de ejecución". En
definitiva, añade el referido Auto, en el supuesto de pluralidad de condenas, corresponde al Tribunal que
hubiera pronunciado la recaída en último lugar la competencia para la aplicación de la regla 2ª del artículo
70 (del Código de 1973).
REQUISITOS DE CONEXIDAD
Establece el artículo 76 del Código Penal que "la limitación se aplicará aunque las penas se
hubieran impuesto en distintos procesos si los hechos, por su conexión o el momento de su comisión
pudieran haberse enjuiciado en uno solo".
Por su parte, el artículo 988 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal dispone que cuando el
culpable de varias infracciones penales haya sido condenado en distintos procesos por hechos que
pudieron ser objeto de uno solo, conforme a lo previsto en el artículo 17 de esta Ley, el Juez o Tribunal
que hubiera dictado la última sentencia, de oficio, a instancia del Ministerio Fiscal o del condenado,
procederá a fijar el límite del cumplimiento de las penas impuestas conforme a lo dispuesto en el
artículo 76 del Código Penal.
Por lo tanto, para aplicar tales limitaciones en el cumplimiento sucesivo de las penas, y que
dará lugar a la condena total resultante (que es un concepto diferente de la suma de las penas
impuestas y que se han de cumplir sucesivamente de la manera ya expresada), se ha de operar con
un criterio de conexidad.
Esa conexión puede ser de diversas clases: la llamada conexión procesal, que obliga a
interpretar la misma de conformidad con la regla 5ª del art. 17 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
es decir, fundada en la analogía o relación entre los diversos delitos que se imputen a una persona que
no hubieren sido hasta entonces sentenciados; la denominada conexión material, que responde a
exclusivos criterios de acumulación de delitos, a modo de concurso real, sin fijarse en la índole o
entidad de tales infracciones; y finalmente, la conexidad temporal, que considera la agrupación por
épocas delictivas.
A este respecto, hace tiempo que la jurisprudencia (SSTS 15.4.1994 y 27.4.1994) viene
decantándose por un sentido hermenéutico de la llamada “acumulación de condenas”, que responda a
las reglas del concurso real, y es por ello, por lo que la jurisprudencia ha interpretado con mucha
amplitud y flexibilidad el mencionado requisito de la conexidad, de modo que todos los delitos que
sean imputados a una persona, pueden ser (o podrían haber sido), objeto de enjuiciamiento conjunto
(en su solo proceso), abriendo la vía de la acumulación jurídica, con el efecto de la aplicación de tales
limitaciones. Únicamente se excluyen aquellos hechos delictivos que pretendan acumularse a otros que
ya hayan sido objeto de enjuiciamiento, existiendo, por consiguiente, una previa sentencia firme.
Este criterio cronológico es, por el contrario, firme y rigurosamente exigido por la
jurisprudencia, de modo que los hechos posteriores cometidos tras una sentencia condenatoria no
pueden ser, de modo alguno, objeto de acumulación a otros ya enjuiciados. Se fundamenta tan
estricto criterio en razones legales (pues procesalmente nunca podrían haber sido juzgados en un
proceso anterior, cerrado por la previa constitución de una relación litigiosa, que ha devenido en el
dictado de una sentencia), y en razones de política criminal, pues en otro caso se crearía una
verdadera patente de impunidad.
Dicho criterio cronológico ha sido incorporado al texto de la ley, y así, el art. 76.2 del vigente
Código penal, tras la modificación operada por LO 7/2003, condiciona la acumulación de las diversas
infracciones del penado al momento de su comisión, en clara referencia al expresado criterio
cronológico.
El Tribuna Supremo ha acordado en el Pleno no Jurisdiccional, de 29 de noviembre de 2005,
que la fecha a tener en cuenta para cerrar ese ciclo cronológico no es la fecha de la sentencia firme,
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sino la fecha de la sentencia condenatoria definitiva.
De conformidad con ello los únicos supuestos excluidos de la acumulación serían:
a) Los hechos ya sentenciados cuando se inicia el periodo de acumulación contemplado, pues la
sentencia anterior acredita por sí mismo, la imposibilidad de un enjuiciamiento conjunto.
b) Desde otro punto de vista, tampoco serían acumulables los hechos cometidos con
posterioridad a la última sentencia que determina la acumulación.
Por lo tanto, sólo cabe acumular entre sí aquellas condenas penales relativas a hechos de una
misma época, entendiendo épocas diferentes aquellas que se encuentran separadas por la existencia
de alguna sentencia condenatoria.
En la reciente reforma de 2015 se abandona definitivamente la exigencia de conexión entre los
hechos delictivos para la aplicación de los límites previstos en el art 76 (nuevo párrafo segundo del art
76 reformado por la LO 1/2015, de 30 de marzo).
El nuevo texto establece que "La limitación se aplicará aunque las penas se hayan impuesto en
distintos procesos cuando lo hayan sido por hechos cometidos antes de la fecha en que fueron
enjuiciados los que, siendo objeto de acumulación, lo hubieran sido en primer lugar".
Conforme al Acuerdo del Pleno No Jurisdiccional de la Sala Segunda del Tribunal Supremo de 3
de febrero de 2016, la acumulación de penas deberá realizarse partiendo de la sentencia más antigua,
pues al contenerse en ella los hechos enjuiciados en primer lugar, servirá de referencia respecto de los
demás hechos enjuiciados en las otras sentencias. A esa condena se acumularán todas las posteriores
relativas a hechos cometidos antes de esa primera sentencia.
Las condenas cuya acumulación proceda respecto de esta sentencia más antigua, ya no podrán
ser objeto de posteriores operaciones de acumulación en relación con las demás sentencias restantes.
Sin embargo, si la acumulación no es viable, nada impediría su reconsideración respecto de cualquiera
de las sentencias posteriores, acordando su acumulación si entre sí son susceptibles de ello.
A efectos del artículo 76.2 CP hay que estar a la fecha de la sentencia en la instancia y no la de
juicio.
Consideración de resoluciones condenatorias dictadas en otros Estados miembros de
la Unión Europea
En este apartado tenemos que hacer referencia a la Ley Orgánica 7/2014, de 12 de noviembre,
sobre intercambio de información de antecedentes penales y consideración de resoluciones judiciales
penales en la Unión Europea.
La regulación del título II de esta Ley supone la consagración del principio de equivalencia de
las sentencias dictadas en la Unión Europea mediante su toma en consideración en procesos
posteriores derivados de la comisión de nuevos delitos. Ello significa que, al igual que ocurre con las
condenas anteriores pronunciadas en España, las que se dicten en otros Estados miembros deberán
ser tenidas en cuenta tanto durante el proceso, como en la fase previa al mismo y en la de ejecución
de la condena.
Se dispone en su artículo 14.1 que las condenas anteriores firmes dictadas en otros Estados
miembros contra la misma persona por distintos hechos surtirán, con motivo de un nuevo proceso
penal, los mismos efectos jurídicos que hubieran correspondido a tal condena si hubiera sido dictada
en España, siempre que se cumplan las siguientes condiciones:
a) Que se hubieran impuesto por hechos que fueran punibles de conformidad con la ley
española vigente a la fecha de su comisión.
b) Que se haya obtenido información suficiente sobre dichas condenas a través de los
instrumentos de asistencia judicial aplicables o mediante el intercambio de información extraída de los
registros de antecedentes penales.
Junto a este principio general, con el propósito de reforzar la seguridad jurídica, la Ley
enumera, los supuestos en los que tales condenas no pueden ser tomadas en consideración.
Así, en su artículo 14.2 se establece que No obstante lo dispuesto en el apartado anterior, las
condenas firmes dictadas en otros Estados miembros no tendrán ningún efecto, ni tampoco podrán
provocar su revocación o revisión:
a) Sobre las sentencias firmes dictadas con anterioridad a aquéllas por los Jueces o Tribunales
españoles, ni sobre las resoluciones adoptadas para la ejecución de las mismas.
b) Sobre las sentencias de condena que se impongan en procesos posteriores seguidos en
España por delitos cometidos antes de que se hubiera dictado sentencia de condena por los Tribunales
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del otro Estado miembro.
c) Sobre los autos dictados o que deban dictarse, conforme a lo dispuesto en el párrafo tercero
del artículo 988 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que fijen los límites de cumplimiento de penas
entre las que se incluya alguna de las condenas a que se refiere la letra b).
PROCEDIMIENTO
El procedimiento para aplicar la acumulación es siguiente: si es una sola sentencia en el fallo
condenatorio ya se aplica por el Juez o Tribunal; si por el contrario son varias sentencias el
procedimiento lo regula el artículo 988 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Establece este precepto que cuando el culpable de varias infracciones penales haya sido
condenado en distintos procesos por hechos que pudieron ser objeto de uno solo, conforme a lo
previsto en el art. 17 de esta Ley, el Juez o Tribunal que hubiera dictado la última sentencia, de oficio,
a instancia del Ministerio Fiscal o del condenado, procederá a fijar el límite del cumplimiento de las
penas impuestas conforme a lo dispuesto en el art. 76 del Código Penal.
Para ello, el Secretario judicial reclamará la hoja histórico-penal del Registro central de penados
y rebeldes y testimonio de las sentencias condenatorias y previo dictamen del Ministerio Fiscal, cuando
no sea el solicitante, el Juez o Tribunal dictará auto en el que se relacionarán todas las penas
impuestas al reo, determinando el máximo de cumplimiento de las mismas.
Conforme a la jurisprudencia del Tribunal Supremo, el condenado debe ser oído antes de
dictarse la resolución de acumulación de condenas formulando sus alegaciones con asistencia letrada,
por afectar al acortamiento de la pena.
La Instrucción 1/2005 de la entonces Dirección General de Instituciones Penitenciarias
establece a este respecto que se dejará constancia en las hojas de vicisitudes penales del expediente
del interno de la aplicación por el tribunal correspondiente de la acumulación de condenas. A estos
efectos, se anotará el tribunal sentenciador que decreta el auto de acumulación de condenas, fecha de
efectos, condenas acumuladas y nueva condena fruto de la acumulación.
Añade la Instrucción que, si del estudio de las vicisitudes penales del interno resultan
susceptibles de acumulación determinadas condenas, se pondrá en conocimiento del Jurista del
Establecimiento Penitenciario a fin de que el mismo, previa comprobación de la situación penal y la
posibilidad de acumulación de condenas, informe al interno sobre el procedimiento a seguir.
RECURSOS
El artículo 988 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal establece que el auto que pone término a ese
expediente rectificador de la ejecución de sentencias, es susceptible de recurso de casación por el Ministerio
Fiscal y el condenado. En este caso, procede el recurso de casación por infracción de Ley, y concretamente
por infracción del precepto penal sustantivo del artículo 76 del Código Penal.
En este mismo sentido, la disposición adicional quinta, número 7, de la Ley Orgánica 6/1985,
de 1 de julio, del Poder Judicial, establece que contra el auto por el que se determine el máximo de
cumplimiento o se deniegue su fijación, cabrá recurso de casación por infracción de ley ante la Sala de
lo Penal del Tribunal Supremo, que se sustanciará conforme a lo prevenido en la Ley de Enjuiciamiento
Criminal.
ACUMULACIÓN DE CONDENAS Y REDENCIÓN DE PENAS
El Tribunal Supremo, en sentencia de fecha 28 de Febrero de 2006, lleva a cabo una nueva
interpretación de la acumulación jurídica del artículo 70.2 del anterior Código Penal en relación a la
aplicación de la redención de penas por el trabajo en estos supuestos.
Argumenta el Tribunal que una interpretación conjunta de las reglas primera y segunda del
mencionado art. 70 del Código penal, texto refundido de 1973, nos lleva a considerar que el límite de
treinta años no se convierte en una nueva pena, distinta de las sucesivamente impuestas al reo, ni por
consiguiente, en otra resultante de todas las anteriores, sino que tal límite representa el máximo de
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cumplimiento del penado en un centro penitenciario.
Las razones que llevan a esta interpretación son las siguientes:
a) una primera aproximación gramatical nos conduce a tener presente que, en modo alguno, el
Código penal considera la limitación de treinta años como una nueva pena, y que sobre ella se aplican
las redenciones de que pueda beneficiarse el reo, sencillamente porque no dice eso;
b) todo lo contrario: pena y condena resultante son dos módulos diferentes; la terminología del
Código penal se refiere a la limitación resultante con el término de “condena”, de modo que construye
los diversos máximos de cumplimiento de tal condena con respecto a las respectivas “penas”
impuestas, tratándose de dos módulos distintos de computación, que se traducen, conforme a la regla
primera, en el cumplimiento sucesivo de las diversas penas por el orden de su gravedad, hasta llegar a
los dos tipos de máximos que diseña el sistema (el triplo del tiempo de la más grave de las penas que
se le impusieren o, en todo caso, el aludido de treinta años);
c) esta interpretación resulta también de la forma con que el Código se expresa, pues tras el
referido cumplimiento sucesivo de penas, el penado dejará “de extinguir (es decir, de cumplir) las que
procedan (esto es, las siguientes en el orden citado) desde que la ya impuestas (cumplidas) cubrieren
el máximum de tiempo predicho, que no podrá exceder de treinta años”;
d) que los referidos treinta años no se convierten en una nueva pena distinta de las anteriores
impuestas al reo, se demuestra también porque la condena total resultante se encuentra englobada
bajo los parámetros de un concurso real, resultado de la aplicación del art. 69 del Código penal
estudiado (al culpable de dos o más delitos se le imponen todas las penas correspondientes a las
diversas infracciones para su cumplimiento simultáneo, si fuera posible, o sucesivo, por las reglas del
art. 70); sin embargo en nuestro sistema jurídico solamente resulta una nueva pena distinta de las
diversas infracciones cometidas, como consecuencia de la aplicación de un delito continuado (ex art.
69 bis, hoy 74), o de un concurso ideal (medial o pluri-ofensivo, ex art. 71, hoy 77), cuya construcción
dogmática en la moderna doctrina permite afirmar que resulta una nueva pena distinta y diversa de
las correspondientes a las infracciones cometidas;
e) teleológicamente, porque carecería de cualquier sentido que por el expresado camino de la
acumulación se convirtiera en una nueva pena única de treinta años un amplio historial delictivo,
igualando injustificadamente al autor de un solo delito con el condenado a una multitud de ellos, como
es el presente caso. En efecto, carecería de cualquier lógica que por tal regla significase punitivamente
lo mismo, cometer un asesinato que doscientos;
f) si se solicitase la gracia de indulto, no podría ser sobre la condena total resultante, sino de
una, varias o todas las penas impuestas, en cuyo caso informaría, como órgano sentenciador, el que la
hubiere impuesto, y no el órgano judicial llamado a aplicar la limitación (el último de ellos), lo que
evidencia que las penas son diferentes, y por si fuera poco, la regla primera del art. 70 del Código
penal de 1973, determina cómo ser verifica en ese caso el cumplimiento sucesivo “por haber obtenido
indulto de las primeramente impuestas”;
g) y, para terminar con el razonamiento, procesalmente es lo que determina con toda claridad
el art. 988 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, pues con esta operación lo que se hace es fijar el
límite del cumplimiento de las penas impuestas (dicho así en plural por la ley), “determinando el
máximo de cumplimiento de las mismas” (expresado de igual forma así de claro).
Es, por ello, que el término a veces empleado, llamando a esta operación una “refundición de
condenas”, sea enormemente equívoco e inapropiado. Aquí nada se refunde para compendiar todo en
uno, sino para limitar el cumplimiento de varias penas hasta un máximo resultante de tal operación
jurídica. Consiguientemente, las varias penas se irán cumpliendo por el reo con los avatares que le
correspondan, y con todos los beneficios a los que tenga derecho. Por tanto, en la extinción de las
penas que sucesivamente cumpla aquél, se podrán aplicar los beneficios de la redención de penas por
el trabajo conforme al art. 100 del Código penal (T.R. 1973).
De tal modo, que la forma de cumplimiento de la condena total, será de la manera siguiente:
se principiará por el orden de la respectiva gravedad de las penas impuestas, aplicándose los
beneficios y redenciones que procedan con respecto a cada una de las penas que se encuentre
cumpliendo. Una vez extinguida la primera, se dará comienzo al cumplimiento de la siguiente, y así
sucesivamente, hasta que se alcanzan las limitaciones dispuestas en la regla segunda del art. 70 del
Código penal de 1973. Llegados a este estadio, se producirá la extinción de todas las penas
comprendidas en la condena total resultante.
Por ejemplo, consideremos a un condenado a 3 penas, 1 de 30 años, otra de 15 años y otra de
10 años. La regla 2ª del art. 70 del Código penal de 1973, que sería el aplicable en el ejemplo,
determina que el tope de cumplimiento efectivo es el límite que represente o bien el triplo de la más
grave, o el máximum de treinta años. En el ejemplo, sería el máximo de 30 años de cumplimiento
efectivo. El cumplimiento sucesivo de las penas (de la condena total) comienza con la primera, que es
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la pena más grave (la de 30 años de prisión). Si hubiera redimido (por los conceptos que sean), 10
años, tendría cumplida la pena a los 20 años de estancia en prisión, declarándosele extinguida; a
continuación, pasaría a cumplir la siguiente pena por el orden de su respectiva gravedad (estoe es, la
de 15 años), si de ésta redime 5 años, la tendría cumplida en 10 años. 20+10=30. Ya no podría
cumplir más penas, dejando de extinguir las que procedan, como literalmente dice el Código penal
aplicado, desde que las ya impuestas cubrieren el máximum de tiempo predicho que no podrá exceder
de treinta años.
Posteriormente, la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dictado sentencia
de 21 de Octubre de 2013 (caso Del Río Prada c. España ) fallando que ha habido vulneración del art
7 (no hay pena sin ley) del artículo 5 § 1 (derecho a la libertad y a la seguridad), de manera que
corresponde al Estado demandado garantizar la puesta en libertad de la demandante en el plazo
más breve posible.
En el caso concreto, se aplaza la libertad definitiva de una persona condenada por terrorismo
por aplicación de una nueva jurisprudencia por parte del TS (“doctrina Parot”) y que se adopta tras su
condena. Estima el TEDH que no podía prever la demandante que el TS modificaría su jurisprudencia
en febrero del 2006 ni que tal modificación le sería aplicada y supondría aplazar en casi 9 años la
libertad definitiva; así pues, la demandante ha cumplido una pena de prisión superior a la que tendría
que haber cumplido según el sistema jurídico español en vigor en el momento de su
condena. Por consiguiente, corresponde a las autoridades españolas garantizar su puesta en libertad
en el plazo más breve posible.
Tras la STEDH de 21 de octubre de 2013, y en relación con las condenas que se estén
ejecutando con arreglo al CP derogado de 1973, se acuerda por parte de la Sala 2º del Tribunal Supremo que
en los casos de sentencias condenatorias en ejecución, dictadas con anterioridad al día 28 de febrero de
2006, en las que se aplique el CP derogado de 1973, por no resultar más favorable el CP de 1995, las
redenciones ordinarias y extraordinarias que procedan se harán efectivas sobre el límite máximo de
cumplimiento establecido conforme al artículo 70 del referido Código de 1973, en la forma en que se
venía haciendo con anterioridad a la sentencia de esta Sala nº 197/2006, de 28 de febrero.
Las resoluciones relativas a las acumulaciones y liquidaciones de condena que resulten procedentes
con arreglo al párrafo anterior, se acordarán en cada caso por el Tribunal sentenciador, oyendo a las
partes, siendo susceptibles de recurso de casación ante la Sala 2º del TS.
2. EFECTOS JURÍDICOS PENITENCIARIOS DEL QUEBRANTAMIENTO DE
CONDENA.Aunque el epígrafe del programa se refiere exclusivamente a los efectos jurídicos penitenciarios,
parece necesario exponer, en primer término, los efectos que el quebrantamiento de condena tienen en el
orden penal, porque estos efectos van a repercutir en aspectos tan importantes como puedan ser la
pérdida de beneficios penitenciarios.
CONSECUENCIAS PENALES
Bajo el epígrafe "Del quebrantamiento de condena", en el Capítulo VIII del Título XX ("Delitos
contra la Administración de Justicia") se comprenden cuatro artículos (468-471) en los que se recogen el tipo
básico del quebrantamiento de condena (artículo 468), un tipo cualificado (artículo 469) y, por último,
dos tipos distintos en los que se eleva a la categoría de delito autónomo una forma de participación en
el tipo básico que la doctrina denomina "favorecimiento de la evasión" (artículo 470) y un tipo agravado de
este favorecimiento cuando el sujeto activo sea funcionario público encargado de la conducción o custodia
(artículo 471).
Las consecuencias penales del quebrantamiento de condena son las penas prisión de seis meses a un
año si estuvieran privados de libertad (también para los supuestos del art. 468.2), y la pena de multa de doce
a veinticuatro meses en los demás casos, para el supuesto del tipo básico, y de seis meses a cuatro años para
el tipo cualificado (haciendo uso de violencia o intimidación en las personas o fuerza en las cosas o tomando
parte en motín).
Vemos, pues, que el quebrantamiento de condena tiene en el orden penal la misma consecuencia
punitiva cualquiera que sea el título por el que el interno se encuentre en prisión (auto de prisiónTema 40
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sentencia penal condenatoria). Las dudas de la doctrina acerca de la inclusión o no del quebrantamiento de
la detención entre las conductas comprendidas en el quebrantamiento de condena, que la
jurisprudencia había resuelto siguiendo el principio de "prohibición de interpretación extensiva de las
normas sancionadoras" ha quedado resuelto en el Código de 1995 que sanciona el quebrantamiento de
condena, medida de seguridad, prisión, medida cautelar, conducción o custodia.
CONSECUENCIAS PENITENCIARIAS
La legislación penitenciaria contiene una serie de normas y reacciones jurídicas frente a la
evasión. Estas reacciones pueden implicar sanciones disciplinarias y modificaciones en las condiciones
regimentales y de cumplimiento de las penas.
Sanciones disciplinarias:
La legislación penitenciaria, concretamente el Reglamento Penitenciario de 1981, recoge entre las
conductas que tipifica como faltas muy graves: "intentar, facilitar o consumar la evasión".
Las sanciones correspondientes para las faltas muy graves, de acuerdo con lo dispuesto en el
233.1 del vigente Reglamento Penitenciario, son:
a) Sanción de aislamiento en celda de seis a catorce días de duración, siempre que se haya
manifestado una evidente agresividad o violencia por parte del interno o cuando éste reiterada y
gravemente altere la normal convivencia del Centro.
b) Sanción de aislamiento de hasta siete fines de semana.
Modificaciones en las condiciones regimentales y de cumplimiento:
Medios coercitivos:
La Ley Orgánica General Penitenciaria en el artículo 45.1 establece que "con autorización del
Director podrán utilizarse aquellos métodos coercitivos que se establezcan reglamentariamente en los
casos siguientes: a) para impedir actos de evasión...
En el desarrollo reglamentario (artículo 72 del Reglamento) se establece que "son medios
coercitivos: el aislamiento provisional, la fuerza física personal, las defensas de goma, los aerosoles de
acción adecuada y las esposas".
Régimen cerrado:
En relación con el traslado de penados a departamentos de régimen cerrado, el artículo 95.3 del
Reglamento Penitenciario establece que mediando motín, agresión física con arma u objeto peligroso,
toma de rehenes o intento violento de evasión, el traslado del penado a un Establecimiento de régimen
cerrado podrá acordarse por el Centro Directivo, aunque no se haya producido resolución clasificatoria
en primer grado, que, en todo caso, deberá efectuarse dentro de los catorce días siguientes, dando
cuenta inmediatamente del traslado al Juez de Vigilancia.
Para los preventivos, el artículo 97.3 establece que en los supuestos previstos en el artículo 95.3
se procederá al traslado por el Centro Directivo como se indica en dicho precepto, poniéndolo en
conocimiento tanto de la Autoridad Judicial de que dependa el interno, como del Juez de Vigilancia.
Regresión provisional a segundo grado:
Establece el artículo 108 RP que si un interno clasificado en tercer grado no regresase al Centro
penitenciario después de haber disfrutado de un permiso de salida o de cualquier otra salida autorizada,
sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 157.2 (quedar sin efecto el permiso concedido) se le clasificará
provisionalmente en segundo grado, en espera de efectuar la reclasificación correspondiente cuando
vuelva a reingresar en un Centro penitenciario.
Valoración negativa:
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Si el interno aprovechase el disfrute de cualquier clase de permiso para fugarse o cometiese un
nuevo delito durante el mismo, quedará sin efecto el permiso concedido, sin perjuicio de las
consecuencias que se puedan derivar de su conducta en el orden penal y penitenciario y de que dichas
circunstancias deban valorarse negativamente por el Equipo Técnico para la concesión de futuros
permisos ordinarios (art. 157.2 RP).
El quebrantamiento de condena y la redención de penas por el trabajo
El Código Penal de 1995 en su disposición derogatoria declara derogado el Texto Refundido del
Código Penal publicado por el Decreto 3096/1973, de 14 de septiembre, y no incluye en su articulado la
redención de penas por el trabajo que el Código derogado contemplaba en el artículo 100. Deroga
también los artículos 65 a 73 del Reglamento de los Servicios de Prisiones, aprobado por el Decreto de 2
de Febrero de 1956.
No obstante, en sus disposiciones transitorias, en aplicación del principio de retroactividad de las
normas sancionadoras favorables, establece la posibilidad de que sigan cumpliendo la condena impuesta
en aplicación del Código derogado aquellos condenados para quien, con el beneficio de redención de
penas, pudiera resultar más favorable la condena impuesta que la que le correspondería en aplicación del
nuevo Código Penal.
El artículo 100 del Código Penal de 1973 y el 65 del Reglamento de los Servicios de Prisiones de
1956 vienen a establecer que el derecho a redimir pena por el trabajo corresponde a los penados, con tal
de que no quebranten la condena o intenten quebrantarla.
Por otra parte, el beneficio de redención de penas por el trabajo se pierde (art. 73 del
Reglamento de 1956) por quebrantamiento de condena o tentativa de quebrantamiento, aunque no se
pierdan los días redimidos. El penado evadido quedará inhabilitado para redimir en lo sucesivo en la
misma causa que se encuentre cumpliendo, aunque no en las posteriores.
Por su parte, la Disposición Transitoria Primera del Reglamento de 1996 establece que
continuarán aplicándose después de la fecha de entrada en vigor del Reglamento Penitenciario que se
aprueba por este Real Decreto los arts. 65 a 73 del Reglamento de los Servicios de Prisiones, aprobado
por Decreto de 2 de febrero de 1956, y las disposiciones complementarias dictadas hasta dicha fecha
por la Administración penitenciaria correspondiente en materia de redención de penas por el trabajo, a
los únicos efectos siguientes:
a) Para determinar la ley penal más favorable para el reo, conforme a lo establecido en las
disposiciones transitorias primera, segunda, tercera y cuarta de la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de
noviembre, del Código Penal.
b) Para el cumplimiento de las penas impuestas y que se ejecuten conforme al Código Penal
que se deroga por la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, en aplicación de lo
previsto en las citadas disposiciones transitorias de dicha Ley Orgánica.
Por ello interesa, aún, conocer los efectos del quebrantamiento de condena para los penados
que sigan disfrutando de la redención de penas.
Teniendo en cuenta que la pérdida del derecho a redimir por quebrantamiento exige la
declaración de este nuevo delito en sentencia firme, no siendo admisible la sola existencia de una
sanción firme por falta muy grave del art. 108 apartado e) RP, tres son los supuestos que podemos
contemplar:
a) Penados que cumplen una sola pena:
Cuando el órgano sentenciador, a la vista de la liquidación provisional de la pena en ejecución
remitida por el Centro Penitenciario, en la que consten los días redimidos y la previsión de los que pueda
redimir, y, en su caso, oído el condenado, no haya revisado la sentencia, si se produce, con
posterioridad al acuerdo de "no revisión", el quebrantamiento de condena que inhabilite para seguir
redimiendo, procederá comunicarlo al órgano sentenciador, con indicación de la redención abonada
hasta el día del quebrantamiento, para que, si procede, se acuerde la revisión de la pena de
conformidad con la que establece el nuevo Código Penal.
b) Penados que cumplen diversas penas:
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En el caso de penados que cumplen diversas penas impuestas en una misma sentencia o en
sentencias diferentes, en las que no juega la limitación de la regla segunda del artículo 70 (Código de
1973), la procedencia o no de la revisión habrá de ser considerada referida a cada pena en particular.
Y como la prohibición de redención consiguiente a un quebrantamiento de condena no afecta más que a
la pena que estuviera cumpliendo en el momento de la evasión, a esta pena individualizada habrá
de aplicarse lo que se dice en el párrafo anterior respecto de los penados que cumplan una única pena.
c) Penados que cumplen condenas acumuladas con la limitación del artículo 70.2 del Código
Penal de 1973:
La Fiscalía General del Estado, en circular 1/1996, partiendo del reconocimiento de la
complejidad del tema, se inclina por admitir que el estudio de revisión en estos supuestos debe hacerse a
partir de la liquidación conjunta, computando el tiempo real de cumplimiento de las penas acumuladas
y limitadas según el artículo 70.2. No obstante, el Tribunal Supremo (Auto 8-10-97) ha establecido que
en los supuestos de penas acumuladas la preceptiva revisión que procede en virtud de lo que establecen
las disposiciones transitorias del Código Penal de 1995 debe llevarse a cabo por los órganos
sentenciadores de cada una de penas integradas en la acumulación y a partir del resultado de las
revisiones, el Juez o Tribunal que tramitó el expediente de acumulación deberá acordar si procede una
nueva acumulación con el establecimiento de la limitación que proceda.
En el supuesto de que el penado siga cumpliendo una condena acumulada y limitada con arreglo
al Código Penal de 1973 y quebrantara la condena, se entendía que debería estarse a lo expuesto en el
apartado a), como si se tratara de una pena única, toda vez que la Jurisprudencia y la propia Fiscalía
General del Estado venían reconociendo que cuando se produce la aplicación del artículo 70.2, o 76
del Código actual, no se produce solamente un cambio cuantitativo, sino una modificación cualitativa,
una novación de las penas singulares asignadas por la ley a cada uno de los delitos enjuiciados por
una pena global de distinta duración a la suma de las anteriores.
No obstante, conforme a la nueva doctrina sentada por el Tribunal Supremo en su sentencia
de fecha 28 de febrero de 2006, en la que se lleva a cabo una nueva interpretación de la acumulación
jurídica del artículo 70.2 del anterior Código Penal en relación a la aplicación de la redención de
penas por el trabajo en estos supuestos, la pérdida del beneficio de redención no afectaría a la
totalidad de las penas acumuladas, sino únicamente a la pena que en esos momentos cumplía el
interno.
Argumenta el Tribunal que una interpretación conjunta de las reglas primera y segunda del
mencionado art. 70 del Código penal, texto refundido de 1973, nos lleva a considerar que el límite de
treinta años no se convierte en una nueva pena, distinta de las sucesivamente impuestas al reo, ni por
consiguiente, en otra resultante de todas las anteriores, sino que tal límite representa el máximo de
cumplimiento del penado en un centro penitenciario.
Consiguientemente, las varias penas se irán cumpliendo por el reo con los avatares que le
correspondan, y con todos los beneficios a los que tenga derecho. Por tanto, en la extinción de las
penas que sucesivamente cumpla aquél, se podrán aplicar los beneficios de la redención de penas por
el trabajo conforme al art. 100 del Código penal (T.R. 1973).
De tal modo, que la forma de cumplimiento de la condena total, será de la manera siguiente:
se principiará por el orden de la respectiva gravedad de las penas impuestas, aplicándose los
beneficios y redenciones que procedan con respecto a cada una de las penas que se encuentre
cumpliendo. Una vez extinguida la primera, se dará comienzo al cumplimiento de la siguiente, y así
sucesivamente, hasta que se alcanzan las limitaciones dispuestas en la regla segunda del art. 70 del
Código penal de 1973.
Por lo tanto, la pérdida del beneficio de redención por quebrantamiento afectaría únicamente a
la pena que en esos momentos se encontrara cumpliendo el interno, no afectando a las demás.
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