El periodismo en Cuba: La Revolución (Cap. 48) Los humoristas

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El periodismo en Cuba: La Revolución (Cap. 48)
Fidel disfruta de las caricaturas.
La mejor crónica del V Congreso
Juan Marrero
Los humoristas gráficos hicieron la mejor crónica del V Congreso de la Upec, efectuado en
1986. Esta contenida en un folleto de cien páginas, editado e impreso de inmediato en el
Palacio de Convenciones. Contiene caricaturas y textos breves que hicieron reír a los delegados
e invitados al exponerse previamente en el vestíbulo del escenario del encuentro de los
periodistas cubanos.
Bajo el título “Risas del V Congreso de la Upec”, el folleto consigna en su primera página: “La
risa es saludable y combate el infarto. Con este lema los caricaturistas participantes en el V
Congreso de la Upec dejaron una amplia constancia gráfica de las fundamentales incidencias
gráficas de este evento”.
¿Quiénes fueron los caricaturistas? En total, 20. Manuel, Blanquito, José Luis, Padrón, Pedro
Méndez, Nuez, Val, ÑIco, Douglas Nelson, Bencomo, Cecilio, Juan, Omy, Rosen, Juanita,
Castillo, Alba, Rogelio, Miriam y Gianni.
Y desde esa primera página hacen gala de su humor cuando tras exponer que el folleto fue
Impreso en el Palacio de las Convenciones y hecho por la Editorial Pablo de la Torriente,
escribieron: “Tiempo de edición: 2 horas y 15 minutos. Tiempo de impresión: 12 horas. Y
seguidamente lo siguiente: ¡Si quieres editar rápido utilice esta vía!”
Fidel y Nuez recorren la exposición.
¿Qué temas debatidos en el Congreso inspiraron a nuestros humoristas a utilizar, al momento,
su cartulina y lapicera? He aquí algunos de ellos:
*El retraso de las portadas de Bohemia por la industria poligráfica que provocaba, a la vez, el
retraso de la publicación que entonces era semanal.
*Los voceros de los ministerios y otras instituciones. El informe central presentado al Congreso
señaló que “continuamos adoleciendo de la falta de una sistemática política de divulgación de
los principales asuntos y acuerdos en la gestión legislativa y ejecutiva del estado que deben ser
informados al pueblo, lo que aconseja se designen voceros en la Asamblea Nacional del Poder
Popular, el comité ejecutivo del Consejo de Ministros, el grupo central y en cada organismo de
la administración central del Estado. Los voceros tendrían la responsabilidad de informar a la
prensa nacional sobre cualquier asunto que requiera pronunciamiento público. A ellos compete,
de igual modo, asegurar el flujo de información a los corresponsales extranjeros acreditados o
en tránsito por nuestro país de modo regular”. Este asunto se debatió ampliamente en la
Comisión 1, en presencia de Fidel Castro, cuyas observaciones y apreciaciones contribuyeron
decisivamente al esclarecimiento y orientación de los numerosos asuntos abordados, entre ellos
los del vocero. En definitiva, el Congreso tomó el acuerdo sobre el tema de los voceros que “se
continuará estudiando esta medida a fin de determinar en qué instituciones resulta adecuado su
establecimiento y obtener experiencias al respecto en determinados organismos antes de
proceder a su generalización”.
*El síndrome del silencio, llamado también el síndrome del misterio o “mentalidad de mordaza”
fue un tema del cual se habló mucho en el V Congreso, y ello fue explotado ampliamente por
nuestros caricaturistas. Ese fenómeno, que ha estado muy relacionado con las agresiones, las
amenazas y el bloqueo imperialistas contra Cuba, y la necesidad de defender la Revolución o no
dar armas al enemigo para su propaganda anticubana, lo que a veces se ha hecho
desmesuradamente guardando silencio sobre asuntos que no han puesto en peligro la
seguridad de la nación o de la revolución, quedó bien identificado. El Congreso consideró que
eran preferibles los errores de una comunicación amplia a los sinsabores del silencio.
*El ejercicio de la crítica en los medios constituyó otro de los platos fuertes del V Congreso, el
cual acordó que debe hacerse y fluir de modo natural en la información periodística. Fidel lo
expresó así: “Ningún enemigo nos va a criticar mejor que lo que nos criticamos nosotros.
Porque nosotros sabemos mejor que nuestros enemigos dónde están nuestros problemas. Ellos
ni lo saben. Incluso al enemigo le quitamos las armas, los dejamos sin armas. La Revolución no
se ha debilitado en estos días con motivo de las fortísimas críticas que se han emitido, no se ha
debilitado, al contrario, creo que la revolución se fortalece en procesos de índole en que
rectifica errores”.
*Otro tema debatido: la resistencia de ministros y funcionarios a ofrecer información a la
prensa y comparecer en los medios. El Congreso se pronunció por la participación más
frecuente de dirigentes de organismos e instituciones, tanto de proyección nacional como en
provincias, en espacios radiales y televisados donde se confronten con paneles de periodistas
sobre temas específicos sobre su gestión. Estos espacios deben caracterizarse por su franqueza,
su real interés, su carácter analítico y por la seriedad de su preparación y ejecución.
*La elevación del nivel de información y especialización de los periodistas también fueron
asuntos de análisis en ese histórico Congreso. De ese análisis salieron decisiones como los
encuentros mensuales de los primeros secretarios del Partido en las provincias con directores
de órganos y periodistas; la necesidad de que los asuntos de interés nacional discutidos en las
reuniones del Comité Central del Partido, del Buró Político, el Consejo de Ministros y otras
instancias nacionales fuesen informados a través de los medios; y la organización de
actividades de superación y especialización de los periodistas con participación de los
departamentos del aparato auxiliar del Partido.
Acompañamos esta nota con algunas de las caricaturas sobre los mencionados temas, y otros,
que los ojos de nuestros caricaturistas y sus plumas y talentos no dejaron escapar durante las
sesiones de las comisiones y plenaria del V Congreso de la Upec, en 1986. A partir de ese
momento, se regularizó esa práctica de los caricaturistas en los sucesivos congresos y plenos
ampliados de la organización. Y siempre, en los momentos de receso, Fidel Castro, como buen
amante de la caricatura, disfrutó la exhibición de esas obras.
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