RELACIONES LABORALES Libertad sindical y uso del correo electrónico JOSÉ LUIS GIL La sentencia del Tribunal Constitucional 281/2005, de 7 de noviembre, ha reconocido al sindicato CC.OO. el derecho a utilizar el correo electrónico de la empresa BBVA con fines sindicales, si no perjudica la actividad productiva. Para la sentencia, que anula la que dictó el Tribunal Supremo el 26 de noviembre de 2001, el derecho a transmitir información sindical forma parte del contenido esencial del derecho fundamental que reconoce el artículo 28.1 de la Constitución. El empresario no debe obstaculizar injustificada o arbitrariamente el ejercicio de ese derecho. La sentencia acoge, pues, con matices, la postura que defendía el sindicato. A fin de valorar el pronunciamiento, conviene resumir los hechos juzgados y la doctrina que había sentado el Tribunal Supremo. DOCTRINA DEL TRIBUNAL SUPREMO La STS de 26 de noviembre de 2001 juzgó los siguientes hechos. Desde el 2 de febrero de 1999, el sindicato CC.OO. empleaba el correo electrónico de la empresa BBVA. El banco no se había opuesto al uso, porque no producía trastornos en el funcionamiento de las comunicaciones. Los días 13 y 17 de febrero de 2000 el sindicato emitió mensajes de forma masiva y tamaño desmesurado, y colapsó el servidor interno de la empresa. Ante tal circunstancia, el BBVA decidió filtrar la entrada desde aquella dirección, y rechazar los mensajes del sindicato CC.OO. Prohibió entonces el uso del correo electrónico para fines no laborales. Como respuesta a esa decisión, CC.OO. interpuso una Capital Humano 132 Y GIL. Profesor Titular de Derecho del Trabajo de la Universidad de Alcalá y miembro del Consejo Asesor de Sagardoy Abogados demanda de conflicto colectivo ante la Audiencia Nacional. Comenzaba así un litigio que ha durado cinco años. A juicio del Tribunal Supremo, el correo electrónico instalado por el banco, con un servidor propio, es una herramienta de trabajo puesta a disposición de los trabajadores para el desarrollo de su función al servicio de la empresa. Ninguna norma jurídica concede al sindicato el derecho a utilizar los medios informáticos del banco para realizar la comunicación con sus afiliados y con las secciones sindicales. La utilización del sistema puede ser objeto de negociación colectiva o de un acuerdo entre las partes; pero, mientras no se logre, debe consentirla expresamente la empresa. Aunque la Ley Orgánica de Libertad Sindical (LOLS) reconoce el derecho de los afiliados a recibir la información que les remita el sindicato, no establece que la empresa deba facilitar los medios materiales para llevarla a cabo. CRITERIO DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Al resolver el recurso de amparo interpuesto por CC.OO., la STC 281/2005, de 7 de noviembre, ha llegado a la solución contraria. Considera el Tribunal Constitucional que, aunque el derecho a recibir información forma parte del contenido esencial de la libertad sindical, no pesa sobre el empresario la obligación legal de facilitar la transmisión de información sindical a los trabajadores por medio de un sistema de correo electrónico. En suma, el empresario no está obligado a dotarse de una infraestructura informática para uso sindical. Ahora bien, el Tribunal Constitucional entiende que, una vez creado el sistema y en funcionamiento, cualquiera que sea su finalidad, el empresario no puede negarse a que los sindicatos hagan uso del mismo para sus fines. De este modo, la sentencia hace recaer sobre el empresario el deber de mantener al sindicato en el goce pacífico de los instrumentos aptos para su acción sindical, siempre que tales medios existan, su utilización no perjudique la finalidad para la cual los creó el empresario y se respeten ciertos límites y reglas de uso, cuyo cumplimiento habrá de examinarse en cada caso. La sentencia menciona las condiciones o restricciones a que debe someterse el uso del correo electrónico. Ante todo, el derecho se justifica sólo para transmitir información de naturaleza sindical y laboral. La comunicación no podrá perturbar la actividad normal de la empresa. Además, no podrá perjudicarse el uso específico empresarial preordenado para el mismo, ni pretenderse que deba prevalecer el uso sindical. Y, por último, no fundándose el derecho en una carga empresarial prescrita de forma expresa en el ordenamiento jurídico, la utilización del instrumento empresarial no podrá ocasionar gravámenes adicionales para el empresario, significativamente la asunción de mayores costes. Un voto particular, muy crítico, tacha a la sentencia de incurrir en “un voluntarismo carente de base normativa” y en “un constructivismo ordenancista”, impropio de la función jurisdiccional que incumbe al Tribunal Nº 196 • Febrero • 2006 Constitucional. El voto particular tilda de artificiosa la distinción que establece la sentencia entre la inexistencia de una obligación empresarial de dotarse de una infraestructura informática para uso sindical, que parece obvia, y el “potencial derecho de un sindicato a utilizar el sistema preexistente en la empresa”. Apoyándose en esa distinción, la sentencia declara que la primera obligación forma parte del contenido adicional del derecho fundamental, y el segundo derecho integra el contenido esencial de la libertad sindical, ya que la actuación empresarial impeditiva del uso sindical del sistema informativo de su propiedad debe calificarse como “actos meramente negativos tendentes a obstaculizar el contenido esencial (aquí informativo) de la libertad sindical”. De forma más razonable, el voto particular señala que el uso sindical de una determinada herramienta tecnológica de comunicación propiedad de la empresa no puede insertarse en el contenido esencial de la libertad sindical, sino tan sólo en el contenido adicional del derecho, que configuran la ley o la negociación colectiva. Y es que la sentencia da por sentado que la preexistencia del sistema informático supone, de por sí, el derecho a su uso por el sindicato, cuando esa afirmación debería justificarse. De forma contundente, el voto particular aclara que sólo sobre la base de la existencia previa de ese derecho puede limitarse el derecho de propiedad de la empresa en su facultad de disposición (art. 348 del Código Civil) sobre el uso del mecanismo tecnológico por ella establecido, y sólo sobre esa base sería aceptable la calificación como actos negativos impeditivos del derecho sindical de lo que es puramente un acto de disposición de la empresa sobre los medios de su propiedad. Una cosa es el derecho sindical de información, y otra el uso para ello de un determinado medio tecnológico ajeno a El uso sindical del correo electrónico de la empresa es un derecho de configuración legal, que debe ejercitarse en el marco de las normas que lo regulan su propiedad. El voto particular concluye que la negativa de la empresa a que el sindicato utilice un instrumento tecnológico de propiedad de aquélla sólo puede afectar a la libertad sindical si previamente se ha justificado, sobre un fundamento normativo inequívoco, el derecho del sindicato al uso de ese instrumento tecnológico; y tal justificación, ineludible y básica, falta por completo en la sentencia del Tribunal Constitucional. Siguiendo el parecer del Ministerio Fiscal, el Tribunal Constitucional debería haber denegado el amparo que solicitaba el sindicato CC.OO. En el caso enjuiciado, no se trata de resolver si el sindicato, en el ejercicio de su derecho a informar a sus afiliados y a los trabajadores en general, puede utilizar medios no escritos, como los electrónicos o informáticos, sino de enjuiciar si el derecho a la libertad sindical comprende la imposición de una carga u obligación no prevista por la ley, como es la de poner a disposición del sindicato un instrumento concebido específicamente para un uso profesional, cual es el correo electrónico, mediante el acceso a un servidor interno propiedad del banco y a unas direcciones de correo creadas como instrumento de trabajo. La respuesta a esa cuestión debe ser negativa. La determinación de cargas y obligaciones del empresario para facilitar el ejercicio de la actividad sindical es un contenido adicional del derecho fundamental, de configuración legal, y ha estarse a lo establecido en la ley o en la negociación colectiva. Es evidente que las actuales previsiones normativas pueden obedecer a un momento en que el desarrollo de otros medios de difusión de la información, como el correo electrónico, no había alcanzado la extensión y notoriedad de que gozan actualmente. Pero también es cierto que corresponde al legislador o a la negociación colectiva valorar, en su caso, tal transformación y modificar el precepto legal que configura el alcance de las obligaciones empresariales en materia de información sindical. La distribución de información por parte de los sindicatos, a tenor del artículo 8.1 b) LOLS, está sujeta a unas limitaciones que no respetaría la pretendida utilización del correo electrónico interno de la empresa. Al contrario, y como había alegado el BBVA, su empleo puede perturbar la actividad normal de la empresa, al introducir en un instrumento de uso profesional un flujo de información que se superpone de forma imperativa, y a la que es necesario acceder en todo caso. En suma, el uso sindical del correo electrónico de la empresa es un derecho de configuración legal, que debe ejercitarse en el marco de las normas que lo regulan. Por eso, no puede entenderse que la decisión judicial impugnada hubiese vulnerado el derecho a la libertad sindical, o no hubiese realizado una ponderación adecuada de los bines y valores constitucionales en el caso concreto. Al no haberlo entendido así, el Tribunal Constitucional se ha extralimitado y ha ejercido una competencia que corresponde al legislador o a los representantes de los trabajadores y de los empresarios.\ Información elaborada por Nº 196 • Febrero • 2006 133 Capital Humano