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abr.-jun. 2013
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ENFOQUE
Sociedad de la información
Sociedad de la información: un simposio / 4
Armando Malheiro da Silva, Miguel Á. Rendón Rojas,
Emir Suaiden, Pedro Urra, Raúl Garcés
Diversidad, sociedad de la información
y política audiovisual: la experiencia europea / 13
Francisco Sierra
La glasnost: paradoja en la era de la web 3.0 / 21
Rosa Miriam Elizalde
Aspectos morales y éticos de las TIC / 30
Lazaro J. Blanco Encinosa
Políticas digitales, Barack Obama
y la campaña de 2012 / 38
Roberto Suro
Ciberespacio y síntoma comunitario:
una lectura a partir del 15M / 44
Ángeles Diez Rodríguez
Mis amigos en Facebook.
Apuntes con intención ciberetnográfica / 54
Milena Recio Silva
Internet y las TIC en Cuba:
notas para un debate sobre políticas públicas / 62
Elaine Díaz Rodríguez y Firuzeh Sokooh Valle
68 / Cultura digital participativa
y el software libre en Cuba
Hamlet López García
75 / Sociedad del conocimiento y la información.
Educación superior en Cuba
Dayron Roque Lazo
82 / La regulación de la prensa en Cuba:
referentes morales y deontológicos
Julio García Luis
CONTROVERSIA
92 / El ALBA: perpectivas de desarrollo
para América Latina y el Caribe
Raúl Garcés, Tania García, Ismael González,
Rafael Hernández
ENTRETEMAS
105 / Participación y parlamentos obreros en Cuba.
Apuntes para Ecuador
Gabriela Quezada Calderón
114 / Tres ismos en la historia de Cuba:
fascismo, nazismo y falangismo.
Katia Figueredo Cabrera
LECTURA SUCESIVA
123 / El teatro de Virgilio Piñera:
intertextual e innovador
María Montes
130 / Cincuenta años de la economía cubana
Ernesto Molina Molina
CONSEJO EDITORIAL
Director
Rafael Hernández
Subdirector
Raúl Garcés
Asesor artístico
Frémez ()
Temas es una publicación trimestral, dedicada a la teoría y
el análisis de los problemas de la cultura, la ideología y la
sociedad contemporáneas. Está abierta a la colaboración
de autores cubanos, caribeños, latinoamericanos y de otros
países. Los artículos expresan la opinión de sus autores.
No se devuelven originales no solicitados. Prohibida la
reproducción sin autorización de los artículos publicados
en Temas por primera vez.
Este número de Temas fue posible gracias a la contribución
del Fondo para el Desarrollo de la Cultura y la Educación
(FONCE).
Fotomecánica e impresión: Ediciones Caribe.
ISSN 0864-134X.
Precio por ejemplar en Cuba: $10.00 (MN).
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Edición
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Universidad de Harvard.
Yolanda Wood,
Casa de las Américas.
Mirta Yáñez.
Sociedad de la información
La extensión global de las nuevas tecnologías
de la información ha generado formas radicalmente
distintas de concebir y practicar la comunicación social.
Los cambios que caracterizan la llamada sociedad red
son tan acelerados que apenas permiten analizar
críticamente su alcance y acumular certezas.
Está claro, sin embargo, que la irrupción de Internet
en todos los ámbitos de la vida no significa
un fenómeno más, sino todo un cambio de época,
que abarca desde la reproducción de la vida cotidiana
hasta el control político de los medios de comunicación.
¿Qué es la sociedad de la información?
¿Qué consecuencias tendría para las naciones rezagarse
o quedar al margen del desarrollo informacional actual?
¿Hasta dónde pesan las limitaciones de infraestructura
tecnológica, y hasta dónde los prejuicios en la ausencia
o la debilidad de las políticas públicas para lidiar con los
nuevos escenarios? ¿Cuáles son sus implicaciones
para la cultura y el debate de ideas?
En un entorno donde se extiende la televisión digital,
se multiplican los accesos a Internet,
y se intenta dotar de nuevos medios comunicacionales
a las más diversas prácticas profesionales, estructuras
y normativas jurídicas, este número de Temas
intenta contribuir a una reflexión informada y crítica
sobre una problemática fundamental.
Sociedad
de la información:
un simposio
Armando Malheiro da Silva
Profesor asociado de la Facultad de Letras,
Universidad de Porto, Portugal.
Miguel Ángel Rendón Rojas
Investigador. Instituto de Investigaciones
Bibliotecológicas y de la Información, UNAM, México.
Emir Suaiden
Director del Instituto de Ciencias
de la Información y Tecnología, Brasil.
Pedro Urra
Profesor universitario, Cuba.
con Raúl Garcés
Temas.
A
lgunos la asumen como oportunidad, otros
como desafío y una buena parte como psicosis
de la que resulta imposible librarse. Lo cierto
es que, entrado el siglo xxi, vivir de espaldas a
la sociedad de la información representaría una herida
de muerte para cualquier modelo de desarrollo. A
diferencia de etapas precedentes, donde la información
ocupaba un espacio específico como fuente de interacción
y articulación entre las personas, se trata ahora de una
necesidad que atraviesa totalmente el modo en que
se gestan y configuran las relaciones sociales a escala
planetaria.
El cambio trasciende en mucho lo tecnológico y, como
todo lo nuevo, está plagado de desconocimientos y
prejuicios. Por eso Temas lo somete a debate entre cuatro
expertos cuya luz contribuirá a alumbrar caminos —y
a trazar políticas— tanto fuera como dentro de nuestro
contexto.
¿Sociedad de la información, sociedad informacional,
sociedad en red o sociedad del conocimiento? ¿Son
conceptos diferentes?¿Cuál es el más funcional para
definir el estadio actual de desarrollo de nuestras
sociedades? ¿Por qué?
Emir Suaiden: La historia demuestra que en las
designaciones de la sociedad siempre se utilizan
términos que describen la producción de la riqueza.
Por ejemplo, la llamada sociedad agrícola asociaba su
riqueza a la posesión de la tierra y su explotación para
producir alimentos y otros bienes. Lo mismo pasó con
la sociedad industrial, en la que la riqueza la generaban
los productos y servicios que elaboraba la industria.
4
74:Silva,
4-12,A.abril-junio
de 2013
A. Malheiron.da
Rendón Rojas,
E. Suaiden, P. Urra, R. Garcés
Hoy la denominación más utilizada es la de sociedad de
la información, porque se cree, cada vez más, que quien
esté informado, tiene poder. La búsqueda, el análisis y
la verificación de la información son componentes muy
fuertes, generalmente vinculados a la comunicación. Ese
es también un factor que evidencia los desequilibrios
entre las diversas naciones. Muchas de ellas aún no
están en la sociedad de la información porque ni
siquiera aprovecharon los beneficios de la revolución
de Gutenberg; carecen de un público lector y no tienen
industria de contenidos; son aquellos países que se
mantienen dependientes, los que no disfrutaron de la
sociedad industrial misma. Existen, no obstante, otros
más adelantados que están abandonando ya la sociedad
de la información para ingresar en la del conocimiento.
Los indicadores son: produción científica, visibilidad
internacional, equilibrio social, patentes e inclusión
digital y social. La denominación de sociedad de la
información solo se hizo posible gracias al proceso
de globalización y de la revolución tecnológica. Es
por ello que algunos también la llaman sociedad en
red. Por ende, lo más funcional es la denominación
de sociedad de la información, aunque abarque los
excluidos digitalmente, los analfabetos, los desnutridos
y todo el proceso conocido como brecha digital.
Armando Malheiro da Silva: Existen muchas
denominaciones, surgidas en países y momentos
distintos, para caracterizar la realidad social, económica,
política, cultural y tecnológica en la que vivimos desde
mediados del siglo xx. Esta variedad se encamina en
un sentido opuesto a lo que se está volviendo cada vez
más evidente: estamos viviendo un cambio estructural,
no coyuntural. Experimentamos —y los historiadores
podrán confirmarlo mucho mejor que los sociólogos
dentro de algún tiempo— un cambio de era o de época;
por eso me parece acertado el título general que Manuel
Castells le puso a su trilogía insondable, utilizando la
expresión Era de la información; otros, en cambio,
hablan de Era digital. ¿Será que la Era de la información
corresponde con lo que los filósofos y los sociólogos
han teorizado sobre la Posmodernidad?
El término sociedad tiene una connotación más
coyuntural que estructural y puede tomarse en un
sentido reductor que deja fuera lo que está ocurriendo:
una visible alteración en todos los sectores de actividad
socioeconómica, así como en la vida personal y
en la cotidianidad de niños, jóvenes y viejos, que
desembocará no solo en otra sociedad, sino en un
mundo globalizado y distinto del que emergiera en
Occidente en el siglo viii de la era cristiana. Hablar de
información y de conocimiento —explícito, o sea, ideas
e impresiones modeladas por un código lingüístico u
otro— es la misma cosa, pero algo muy diferente es usar
el concepto cognición, que remite al funcionamiento
psicosomático del cerebro.
Miguel Ángel Rendón Rojas: En los últimos años hemos
escuchado en distintos foros —políticos, económicos,
académicos, periodísticos, bibliotecológicos o de
Ciencias de la información— que nos encontramos en
una nueva etapa de desarrollo de la sociedad, aunque
no existe consenso sobre su denominación y menos
aún sobre su contenido conceptual.
Antes de indicar las diferencias de los términos arriba
mencionados quisiera realizar un análisis y descripción
de la sociedad contemporánea para identificar sus
características distintivas y así establecer qué término
refleja mejor la realidad social. Es posible reconocer
la sociedad actual de acuerdo con la forma en que la
información se produce, se consume y se trasmite; la
dinámica de su flujo, el modo en que aparece, influye
y se reflexiona sobre ella. Por información se entiende
un ente ideal objetivado, creado por un sujeto al
estructurar una serie de símbolos o datos; en el que
se encuentran los significados, sentidos, valores de
verdad, formas lógicas, etcétera.
El ser humano, por su naturaleza, necesita de
información para existir y existiendo la crea. Resulta
erróneo afirmar que antes el hombre no necesitaba
información. Por consecuencia, no se puede llamar a
la sociedad contemporánea como de la información o
informacional sin más, donde esta resulta indispensable.
El mundo informacional históricamente aparece en
condiciones concretas; estas, en ocasiones, lo hacen
implícito e incluso inadvertido; y en otras, como en
el presente, con «personalidad propia» exigiendo ser
tomado en cuenta.
Es posible distinguir históricamente diferentes tipos
de sociedades:
Sociedad de tradición oral: En ella la información
fluye de manera oral. Los cambios que sufre son muy
pocos a través del tiempo; se trasmite de una generación
a otra sin grandes variaciones, es anónima, dominio
del «pueblo» y circula en una sociedad local. Como
siempre, es indispensable; pero por su poca innovación,
una vez obtenida, servirá para toda la vida. Los mayores
enseñan a los más jóvenes la cosmovisión, religión,
leyendas, tradiciones, valores y costumbres, la forma
de realizar las actividades cotidianas, pues «así siempre
se ha hecho esto o aquello».
Sociedad de élites privilegiadas con acceso a
documentos manuscritos: Con la escritura aparece la
posibilidad de registrar la información en documentos,
aunque hay una serie de restricciones para poseerlos
y tener acceso a ellos. Así, por ejemplo, existe una
limitación para elaborarlos, debido a la producción
manual de los soportes (papiro, pergamino, papel), así
como por el proceso de copiar los nuevos ejemplares
Sociedad de la información: un simposio
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en forma manuscrita. De igual modo, se presenta
una restricción física en el acceso a la información
registrada; en primer lugar, porque hay un número
limitado de documentos, pero al mismo tiempo
porque hay una restricción cultural —son muy pocos
los que saben leer—, y una de poder —solo unos
elegidos, además de saber leer, pueden tener acceso
al documento. Es decir, solo las élites privilegiadas,
los altos mandos, los sacerdotes, los sabios, tienen el
derecho de acceder a la información y la obligación de
trasmitir al pueblo «lo que deben saber».
Sociedad del documento impreso (lectora): El acceso
a la información se generaliza y su circulación se hace
más rápida, gracias a la imprenta y a la consecuente
revolución cultural que esta originó. El escrito impreso se
reconoce ahora como fuente de información principal;
es el medio por excelencia empleado para guardar y
trasmitir información, aunque paulatinamente van
apareciendo otros instrumentos para cumplir con esa
función. La existencia de la sociedad del documento
impreso no implica que todos sus miembros sepan
leer, pero ahora los analfabetos son las islas en medio
del océano. El impreso, concretamente el libro, está
dentro del imaginario colectivo como modelo no solo
de información sino de conocimiento, aunque no esté
al alcance de todos.
Sociedad actual: Se caracteriza por las siguientes
condiciones, todas ellas interconectadas:
a)Relaciones muy cambiantes y dinámicas en la
estructura y funcionamiento de la sociedad. El ritmo
de la movilidad y el cambio de todas las actividades
y esferas de la vida social se intensifica, lo cual
exige a los individuos estar actualizados en lo que
acontece y evoluciona para poder actuar, tomando
decisiones adecuadas en condiciones que pueden
ser novedosas.
b)La globalización. Se presenta una nueva configuración
en la economía y la sociedad, con una serie de
procesos y problemas cuya solución depende
de acciones coordinadas por parte de todos los
países; se intensifican los niveles de interacción
e interdependencia entre los Estados, por lo que
acontecimientos, decisiones y actividades de alguna
región del mundo tienen repercusiones en los lugares
más alejados del globo. Todo está conectado, por lo
que la información fluye y actúa sin importar las
barreras geográficas.
c) La tecnología. La transformación y asimilación
de la realidad se realiza con ayuda de una nueva
herramienta cognitiva fruto de la unión de dos
tipos de conocimiento: el técnico y el científico.
El cómo hacer tiene a su servicio la racionalidad
instrumental que crea objetos artificiales para
controlar la realidad. Este factor —principalmente
la conjunción del desarrollo computacional con el
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A. Malheiro da Silva, A. Rendón Rojas, E. Suaiden, P. Urra, R. Garcés
de las telecomunicaciones y, en los últimos años,
la genética— permite la rapidez del cambio, la
globalización, la aceleración de la producción, flujo,
transmisión y consumo de la información. Incluso
la forma de relacionarse (laboral, científica, política,
educativa, financiera, recreativa, etc.) descansa en ese
instrumento tecnológico. De este modo podemos
constatar que gracias a la tecnología, se rompen el
espacio y el tiempo.
d) El mercado. La liberación, la privatización, la
desregulación y la competencia como principios de
la economía liberal o neoliberal han provocado que
las esferas productiva, de comercio, financiera, de
servicios tengan alcances mundiales, sean versátiles
y dinámicas y se conviertan en un juego económico
que necesita tener información a la mano lo más
confiable, precisa y a tiempo posible, para que las
jugadas que se realizan en él sean menos riesgosas
y brinden la oportunidad de ganar. Por ello se crea
una nueva esfera económica: el sector dedicado a la
información. Esta se vuelve un recurso estratégico,
llega a ser un bien que posee un alto valor de uso,
por lo que también adquiere un significativo valor
de cambio, y se convierte consecuentemente en
mercancía especial porque permite sobrevivir en
el mercado.
e) El elevado nivel socioeconómico. En esta etapa la
preocupación inmediata de los individuos no es la
subsistencia que ya está asegurada, sino que al tener
un nivel de vida elevado, las necesidades aumentan y
se hacen más complejas, por lo que se demanda un
mayor progreso socioeconómico; ello se refleja en
las exigencias al mercado y a la tecnología, los cuales
responden motivando el flujo de la información,
empezando el ciclo una vez más.
Las cinco condiciones anteriores motivan que la
información aparezca como algo central e importante
en la vida de la sociedad. Los individuos para actuar
deben estar, como siempre, informados, pero ahora de
manera actualizada y constante; sus instrumentos de
trabajo, educación, recreación, vida cotidiana, relación
interpersonal están permeados por la información
«tecnologizada»; esta se torna el elemento unificador
de la sociedad contemporánea. La realidad social
descrita condiciona una cultura informacional que
es, por un lado, la representación de ese mundo
informatizado tecnológica y mercantilmente y, por
otro, una interacción con este de acuerdo con esa
representación. Ellas, a su vez, influyen de manera
inversa en las condicionantes arriba mencionadas,
al crear un movimiento en espiral, porque tal tipo de
sociedad existe gracias a esas cinco condiciones, pero
al mismo tiempo, estimula y orienta su desarrollo; lo
que motiva que estas últimas, una vez modificadas,
actúen en otro nivel sobre la sociedad, la cual las vuelve
a estimular, etcétera.
Así pues, la sociedad actual es el conjunto
de relaciones sociales en un espacio social
(institucionalidad) altamente dinámico, abierto,
globalizado y tecnologizado, que se apoyan y realizan
a través de la información; la cual es igualmente
dinámica, abierta, globalizada, tecnologizada, además
de mercantilizada.
Es así que los individuos para existir deben ser
receptores, transmisores, consumidores, y una élite,
creadores de ese tipo de información. Dicho espacio
social aparece en una etapa del desarrollo de la sociedad
debido al aumento de la complejidad en sus estructuras,
funcionamiento y reproducción de estas.
La locución «sociedad red», propuesta por Manuel
Castells, nos parece la más acertada porque identifica
un tipo de organización dominante, las redes, aunada
a lo que él llama informacionalismo, como soporte
tecnológico para la formación de redes. Sin embargo,
implica simultáneamente la individualización,
la posibilidad de desinformación por el deseo de
la novedad y velocidad de estar informado; y la
desigualdad entre, por un lado, sectores elitistas que
monopolizan la creación de contenidos, el desarrollo
tecnológico y, por otro, los rezagados y usuarios de
esas novedades.
El nombre de «sociedad del conocimiento» denota
otra realidad; parece más una metáfora, como «los
edificios inteligentes», «los programas amigables», «las
bombas inteligentes», «las infecciones en las máquinas»,
etc. Resulta más coherente hablar de «sociedad basada
en el conocimiento», donde este es objetivado en
objetos tecnológicos. De ahí que podamos distinguir,
también a modo de metáfora, una división del trabajo
entre el Homo sapiens (élite que crea el conocimiento
para objetivizarlo), Homo faber (que utiliza el
conocimiento para la economía-producción), Homo
emptor consumista (al que se le exige tener ciertos
conocimientos para vivir en este mundo de objetos
artificiales) y el gran ganador, Homo economicus.
En resumen, no es necesario discutir sobre términos
que, finalmente, son convenciones lingüísticas, sino
sobre conceptos. Cualquier término que se emplee
debe fijarse con su referente conceptual, limpiarse de
contaminaciones ideológicas, mercantilistas, intereses
de poder, simplificaciones.
Pedro Urra: Cada vez más se vive una sensación de
vértigo al asomarse a los medios de comunicación y a
los espacios de información, que crecen y se multiplican
en Internet y en los que hay un constante bombardeo
de palabras, frases y conceptos desconectados de su
génesis, su historia y contextos, y que se presentan a
ritmo de reguetón o en el mejor de los casos disfrazados
elegantemente en tiempo de hip hop.
Esa aceleración de la difusión de los mensajes
está mediada por las relaciones de poder y por el
predominio de discursos hegemónicos generados
en contextos y realidades, que han consolidado
su capacidad para imponer sus puntos de vista de
manera casi imperceptible y por una baja capacidad
de resistencia o sentido crítico de una gran parte de
los receptores de esos mensajes.
La combinación de contenido y forma es cada
vez más imperceptible y la mezcla digital resultante
tan ecléctica, que solo el cinismo o el pragmatismo
más feroz sería la fórmula humana para lidiar con tal
agresión a las capacidades analógicas de procesamiento.
Así, los conceptos son diseminados y reutilizados
a conveniencia y al ser ellos mismos herramientas
para la fijación de sentido terminan convirtiéndose
en herramientas de manipulación y desviación de las
metas auténticas y priorizadas de las diversas realidades
en que sigue transcurriendo la existencia cotidiana
de la gran mayoría de la población del mundo.
En tal contexto inscribo la llegada, apropiación
y uso de los términos sociedad de la información,
sociedad informacional, sociedad red o sociedad
del conocimiento; y es necesario desarrollar nuestra
capacidad para lidiar críticamente con ellos y subrayar
la importancia de relacionar los conceptos con la visión
del mundo, el sistema de valores, los fundamentos
teóricos y las metas y objetivos de quienes generan
y diseminan dichos conceptos. ¿Es que acaso puede
hablarse de sociedad del conocimiento desligada
de la capacidad crítica de sus miembros? ¿Puede
concebirse una sociedad en red, cuando las mayorías
no participan de las decisiones esenciales? ¿O puede
aceptarse una sociedad de la información en la que los
medios de comunicación son manipulados y responden
a los intereses de unos grupos de poder? Es decir, los
conceptos son productos sociales y culturales y como
tales deben ser entendidos.
Es interesante que nombres «sociedad de la dignidad»
o «de la solidaridad» o «de la justicia», a pesar de su
potencial ordenador, no hayan alcanzado la misma
fuerza en estos tiempos convulsos. Una «sociedad de
la dignidad» implicaría luchar permanentemente por
producir y asegurar, junto a la vivienda digna, la salud
y la educación, un acceso abierto a la información,
al conocimiento y a la cultura, y fomentar redes de
personas e instituciones que, en libertad, luchen por
la dignificación de los seres humanos y alineen sus
recursos y fuerzas para el mejoramiento en condiciones
de equidad de la existencia digna de todos sus
integrantes.
Una visión de esta índole generaría la capacidad
para apropiarse y redimensionar conceptos como
Sociedad de la información: un simposio
7
los mencionados y muchos otros; y someterlos a
sus prioridades y darles contenidos concretos, que
se traduzcan en indicadores capaces de medir la
efectividad de nuestras acciones y de rendir cuenta
por ellas. Supondría, también, un compromiso para
lograr que otras sociedades funcionen de esa forma
para no quedarse en el marco restringido de lo cercano,
de lo visible y conectar con el compromiso como
especie humana. Esta visión del papel ordenador de
los conceptos no puede ignorar que al ser productos
históricos estrechamente ligados a las prácticas
humanas, su mayor o menor fuerza tiene mucho
que ver con las relaciones de poder derivadas de las
económicas, políticas y culturales predominantes y
con el papel que los sujetos sociales asumen en esos
contextos.
Es importante destacar que la ofensiva del discurso
de la sociedad de la información y sus diversas
variantes, ha generado un importante debate político
a nivel internacional y nacional, ya sea en congresos,
reuniones, cumbres, informes o documentos que
han presionado a los gobiernos a asumir posiciones
proactivas sobre el tema y a traducirlas en políticas.
Los conceptos que son objeto de análisis no solo
representan una perspectiva hacia adelante, sino que
también su génesis ha estado vinculada a intentos de
caracterización de la sociedad capitalista desarrollada en
cuanto al peso creciente de las actividades «terciarias»
y en particular, las relacionadas con la información, el
conocimiento y las redes en dichas economías.
Hablar de ellos tiene sentido si esta discusión
la ubicamos en relación con los desafíos que tiene
la sociedad cubana para resolver sus principales
problemas, de lo contrario puede terminar siendo
un ejercicio escolástico. La discusión es bienvenida
si se trata, por ejemplo, de posicionar los temas de
acceso a la información y el papel fundamental del
conocimiento en una sociedad que pretende movilizar
las capacidades y potencialidades de sus ciudadanos
para mejorar sus condiciones de existencia material y
espiritual. Tiene sentido, si se trata de llamar la atención
sobre el limitado acceso de los cubanos al universo de
recursos de información que hoy están disponibles
en Internet e incluso a los recursos nacionales y las
infinitas potencialidades que tiene nuestro pueblo de
resolver problemas con un uso crítico e innovador de
estos; así como si nos referimos a las insuficiencias de la
política informativa, la subutilización del conocimiento
acumulado por tantos años de revolución educacional,
las dificultades para generar una infraestructura
sostenible, y otros temas de actualidad extremamente
relevantes para el perfeccionamiento de la sociedad
cubana. Todo esto en medio de transformaciones
esenciales de la sociedad capitalista tendientes a
perpetuar y reproducir el sistema de relaciones de
8
A. Malheiro da Silva, A. Rendón Rojas, E. Suaiden, P. Urra, R. Garcés
poder mundial construidas y a dinamizar su capacidad
para perpetuarse y legitimarse con un uso intencionado,
consciente e instrumental de las potencialidades
que brindan las tecnologías de la información y las
comunicaciones y el creciente papel de la información
y el conocimiento en esta lucha.
Por otra parte, me gustaría llamar la atención
sobre el denominado fenómeno de «falsa conciencia»,
en el que se puede usar conceptos sin conocer con
precisión sus definiciones, y sobre todo sin comprender
claramente sus implicaciones y consecuencias. De ahí la
necesidad de la vigilancia epistemológica, cuando estos
conceptos pueden ser la punta de un iceberg que refleja
tendencias e intereses de gran escala y sobre los cuales
es fundamental poder tener una mirada crítica. Los
conceptos de sociedad de la información, o sociedad
del conocimiento o sociedad en red, tienen historias
muy particulares que dependen de los referentes
históricos que se tomen como casos de estudio.
Algunas veces han sido utilizados como fundamento
de programas de liberalización de los mercados de
comunicaciones; otras, han sido la punta de lanza de
la ofensiva de las empresas del sector informático y
de las comunicaciones para extender sus ventas de
equipamiento y sistemas.
Las diferencias entre los significados que se le han
dado a estos conceptos en realidades distintas a la
cubana, sirven básicamente como referentes y alertan
sobre la vigilancia epistemológica ya citada. Para ilustrar
con un ejemplo desde otra perspectiva, la variabilidad
y relatividad de las definiciones en diferentes entornos,
vale el caso de Finlandia, donde el concepto de sociedad
de la información ha sido sustituido explícitamente por
el de sociedad del conocimiento en los documentos de
sus estrategias de gobierno en idioma finlandés. Sin
embargo, el término sustituido continúa usándose en
las traducciones al inglés de los mismos documentos;
su traducción a otra lengua no se ha considerado
relevante.
En otros casos, los conceptos en análisis han
formado parte de una poderosa retórica que vincula
el tema con la competitividad económica y con el
llamado a la acción inmediata como camino para la
reinserción ventajosa en la nueva división internacional
del trabajo. Es decir, los países que quieran reinsertarse
favorablemente en la economía mundial deberán
aprovechar las oportunidades que ofrece la sociedad
de la información, o del conocimiento o las redes.
Para poner a prueba las promesas de la sociedad de
la información y la eficacia de las políticas asociadas
hay que deconstruir el discurso de la sociedad de
la información —y otros similares. Existe un rango
amplio de teorías que lo sustentan, cada una con su
propia historia de conexión con el concepto. Cada
una es una respuesta a problemas socioeconómicos
específicos con diferentes objetivos de política.
Por tanto, la utilidad de los conceptos de sociedad
de la información, sociedad informacional, sociedad
red o sociedad del conocimiento para definir el estadio
de desarrollo de nuestras sociedades, dependerá de
lo que pretendamos hacer y la forma en que seamos
capaces de insertarlos y relacionarlos creativamente
con conceptos más integrales, como el de desarrollo
humano, sostenibilidad, equidad, justicia social,
solidaridad, democracia y dignidad. Si nos atenemos al
principio de que nuestros conceptos se estabilizan por las
prácticas estandarizadas a las que sirven dentro de una
comunidad, el significado que adquieran estos conceptos
en nuestra realidad estará condicionado por la forma
concreta en que seamos capaces de traducirlos en las
políticas y programas de trasformación que generemos
para mejorar la capacidad de las personas, para lograr sus
objetivos de bienestar material y espiritual en sociedad.
Es decir, que la apropiación de estos conceptos o su
traducción efectiva exigen una alta cuota de iniciativa
política, filosófica y epistemológica de los sujetos sociales
para ponerlos al servicio de sus intereses.
Probablemente hoy se generen volúmenes de información
más cuantiosos y asequibles que nunca antes en la
historia de la humanidad. Para algunos, sin embargo, esa
oportunidad no siempre representa un salto cualitativo
en veracidad, confiabilidad y calidad informativa. ¿Qué
explica esa contradicción?
Emir Suaiden: En realidad, la llamada hiperinformación
hoy alcanza cifras jamás imaginadas. Existen más de
seiscientas mil revistas de ciencia y tecnología. La
revolución tecnológica causó una oleada muy fuerte
de información y contenidos. Algunos especialistas
afirman que tanto la falta de información como
el exceso de ella conducen a la desorientación y
a la manipulación de la información. Eso ocurre
porque también en esta esfera existen analfabetos
informacionales, que carecen de capital informacional
para valorar la información. La cuestión de las
copias, de la falta de respeto a los derechos de autor,
demuestran que una parte considerable de los
contenidos informacionales no son originales. Además,
puede hablarse del proceso de plagio, muy común
incluso en trabajos de maestrías y tesis doctorales. Para
corregir esa distorsión es imprescindible que se estudie
alfabetización y competencia informacional desde la
enseñanza básica hasta la superior.
Armando Malheiro da Silva: Ya en los años 30 del
siglo xx, el filósofo español José Ortega y Gasset,
dirigiéndose a bibliotecarios y documentalistas (el
discurso inaugural del Congreso Internacional de
Bibliotecarios, el 20 de mayo de 1935), abordó, bajo el
título Misión del bibliotecario, el problema de la excesiva
edición de libros, buenos y malos, poniendo énfasis
en la necesidad de seleccionar para que las nuevas
generaciones no se quedasen confundidas y perdidas
en medio de inconexas y nocivas lecturas. Y le imponía
al bibliotecario la urgente (y quisquillosa) misión de
orientar la lectura de los jóvenes, eliminando según su
juicio los malos libros. Hoy en día, el problema adquirió
proporciones insospechadas, y resulta imposible
abordarlo con la ingenuidad moralista de los pasados
años 30: separar las buenas de las malas hierbas. No
hay ni soluciones mágicas ni nuevas, pero la expresión
literacia informacional (que en portugués no significa
lo mismo que alfabetización informacional, puesto
que consiste sobre todo en la adquisición, por parte de
los estudiantes de los distintos grados de enseñanza,
de competencias críticas de búsqueda y de selección
de la información hallada), tal vez abra cierta rendija
en la espesa carencia de luces sobre ese enredo. De
hecho, parece que no hay otro camino que no sea crear
programas verdaderamente interdisciplinarios en los
que al papel tradicional (renovado) de las Ciencias
de la Educación se añadan otras disciplinas y otros
saberes, tales como las Ciencias de la información y
la comunicación, los sistemas de información y las
Ciencias de la computación en el sentido de desdibujar
las diferencias y crear una base que armonice la
inclusión digital y la literacia informacional. Para
especificar, diré que hay que estimular a los niños,
los adolescentes y los adultos a que concilien el alto
nivel de habilidades tecnológicas que tienden a poseer
por haber nacido en la Era de la información, en la
que ya estamos, con las competencias de valoración
crítica y cualitativa de la información que, en dosis
inconmensurables, están presentes en el ciberespacio o
en la infoesfera. En un plano más científico, académico
y susceptible de ser aplicado, se vuelve urgente el
trabajo con modelos de valoración cualitativa de
la información, que tienen que articular diversas
variables, en particular las necesidades individuales,
los contextos, las oportunidades y su rentabilización,
etcétera.
Miguel Ángel Rendón Rojas: El dinamismo de la
sociedad exige tener la información casi al mismo
tiempo que se produce, por lo cual, los canales de
validación, comprobación y verificación en ocasiones
se pasan por alto. Este fenómeno es muy visible en notas
periodísticas, aunque incluso en la esfera académica
también la impaciencia por tener a la mano los últimos
escritos ha hecho que aparezcan, por ejemplo, los preprint. Asimismo, el individualismo y atomismo de esa
sociedad red permite que se publiquen blogs, sitios web
Sociedad de la información: un simposio
9
que reflejan la opinión de sus autores en solitario, pero
sin el aval de una institución, colegio o editorial.
Pedro Urra: Ciertamente, los volúmenes son cuantiosos,
pero no afirmaría al unísono que esas informaciones
son más asequibles, teniendo en cuenta que este
término significa en español «que puede conseguirse o
alcanzarse». Una gran parte de la información valiosa
que se genera en forma de patentes, por ejemplo, no
está tan fácilmente asequible hoy día, aunque se haya
incrementado su cuantía y posibilidad de acceso, lo
que también es relativo al depender de las condiciones
de infraestructura y recursos para usarla. Esta línea de
pensamiento también debería ser sometida a análisis
y exigiría una mirada crítica que evite la nebulosa
de que más información es sinónimo de progreso o
avance. De hecho, el propio concepto de información
está sometido a análisis, pues si lo entendemos como
datos contextualizados —desde determinada visión
del mundo y determinado sistema de conceptos
y objetivos—, hablar de información en abstracto
puede ocultar su verdadera esencia. Por muchos
datos e información a los que se tengan acceso, si
estos no son relevantes para un contexto y unas
necesidades específicas y si las personas no cuentan
con las capacidades para entenderlos y convertirlos
en insumos para su accionar, estará rota la cadena de
datos-información-conocimiento, de la cual tanto se
habla.
A su vez, un incremento cuantitativo de la
información producida puede reducir su calidad
y afectar su «veracidad», también un concepto
controversial, en dependencia de la posición que
adopte. O el de confiabilidad, que depende de en qué y
en quién se confía y el de calidad informativa, relativo
del dominio de análisis. Estas definiciones desligadas de
los marcos de referencia mencionados pueden terminar
siendo desorientadoras.
Para no generar equívocos, los volúmenes de
información producida y diseminada son exponenciales,
y las posibilidades de acceso, con el apoyo de las
tecnologías de la información y las comunicaciones,
son revolucionarias. Las potencialidades de acceso
amplio y masivo a esa información son casi infinitas,
pero ello no significa que la calidad de esta sea mayor.
El uso no responsable de los datos y la información y el
carácter global de las redes le dan al tema connotaciones
éticas muy complejas. Tal explosión de la información
y del acceso parece haber convertido este espacio en un
campo de batalla altamente contaminado.
La creación de espacios de información abiertos
a la crítica y la discusión y con delimitación de
responsabilidades debe ocupar un lugar cada vez más
prominente en la construcción de sociedades de la
dignidad. Hay numerosas iniciativas y ejemplos de
edificación social de entornos de colaboración que
10
A. Malheiro da Silva, A. Rendón Rojas, E. Suaiden, P. Urra, R. Garcés
incluyen mecanismos de voz, rendición de cuentas
y trazabilidad, que funcionan como referentes de las
potencialidades en positivo de los avances de las redes
y de Internet.
Una sociedad de la dignidad tendría que resolver
los desafíos que le impone la realidad de un mundo
cada vez más mediado por tecnologías y generador de
cantidades exponenciales de datos e información y de
altos niveles de interconexión. De ahí que la dimensión
del conocimiento —como fenómeno social que expresa
capacidad para actuar y resolver problemas en contexto
sobre la base de valores, saberes, objetivos y visión
del mundo— sea decisiva, y que al mismo tiempo
solo sea posible alcanzarla mediante la creación de la
mencionada sociedad de la dignidad. Ambos procesos
tendrán que ocurrir al unísono y como construcción
social colectiva. Ella no será el resultado automático del
curso de la Historia. Para saldar estas contradicciones,
es imprescindible la recuperación de fuerzas éticas
capaces de dirigir la utilización de los descubrimientos
científicos y técnicos y subordinarlos a los fines de
una verdadera comunidad humana y de ponerle freno
a los excesos del individualismo economicista. Se
necesitan normas éticas válidas capaces de imponerse al
individualismo tecnocrático racionalista y empirista.
¿Qué elementos distinguirían la excepcionalidad
informacional de esta época? ¿Qué cambios económicos,
políticos, culturales implican esos rasgos respecto a los
períodos históricos que le antecedieron?
Emir Suaiden: Vivimos hoy en una era en la que la
información es sinónimo de riqueza, donde el mayor
valor es el capital intelectual; al contrario de los períodos
anteriores en los que la agricultura era la que generaba
la riqueza y más recientemente, cuando la industria y
el capital eran totalmente imprescindibles. Los países
dotados de infraestructura informacional —bibliotecas
infantiles, escolares, públicas y universitarias— se
destacan en el escenario universal por producir riqueza
a través de la industria de contenidos. Cada vez más,
la hegemonía económica depende de la inteligencia
competitiva. El usuario del sistema informacional que
antes era por completo dependiente de la información
es hoy crítico, produce informaciones y está seguro de
que la biblioteca no es el único lugar para la búsqueda
y validación de datos. Vivimos en un período de
hipercompetitividad en el que solo las instituciones
dotadas de visibilidad en su comunidad sobrevivirán.
Hoy el lector entra en la biblioteca de su localidad, pero
pretende consultar el Museo del Louvre, y por lo tanto
aquella tiene que estar en red para propiciar una atención
adecuada. El año pasado, por ejemplo, se vendieron más
libros electrónicos que impresos. Es la llamada fase de
transición de lo impreso a lo digital. Hoy la industria
cultural es una de las que más recaudan en el mundo
y todo ello tiene grandes implicaciones en el escenario
cultural, político y económico.
Armando Malheiro da Silva: Parecería que esta
pregunta va al encuentro de lo que respondí en relación
con la primera. Estamos en una época diferente en
la que empieza a volverse común decir que el capital
cambió de naturaleza y hoy es informacional. La
infomación se vuelve una sustancia omnipresente que
parece regir el mundo, y este parece girar en torno
a ella. Tal hiperbolización del concepto no disfraza
por completo la realidad actual, en la medida en que
las ideas expresadas en palabras, números, figuras
geométricas, dibujos, notaciones musicales, etc., no
son un patrimonio específico de las élites alfabetizadas
y educadas, sino un bien, en principio, accesible a
todos. Desde la Revolución francesa el acceso de los
ciudadanos a los documentos se convirtió en un lema
utópico, pero actualmente, sin que haya abandonado
aún por completo los terrenos diáfanos de la utopía, ya
resulta una fortísima posibilidad y un ansia irrecusable.
La marca diferenciadora de la época emergente en
que nos encontramos se asienta en medios materiales
de acceso a la información en todos los sectores
de actividad, en la esfera pública y en la privada e
íntima; asimismo existe un volumen casi ilimitado de
información disponible encerrado en una especie de
laberinto. Es por eso que el informático y académico
uruguayo Juan Grompone publicó recientemente un
libro con el sugerente título El paradigma del laberinto.
Vivimos en un laberinto informacional y a la vez en
una fascinante paradoja: poseemos medios únicos para
buscar y hallar información, ¡pero, jamás se corrió
un riesgo tan grande de perderla o de no conseguir
capturar la información que interesa...! Disponemos
—como jamás hubo antes— de sistemas para detectar
la salida del laberinto informacional y, al mismo
tiempo, nos sentimos demasiado impotentes frente
a la avalancha de información que parece venírsenos
encima por todo el planeta.
Miguel Ángel Rendón Rojas: Anteriormente hice
alusión a las características distintivas de la información
y la sociedad en la actualidad: dinamismo y cambio
acelerado, globalización, basados en la tecnología, y
mercantilismo. Las consecuencias de ello son variadas.
Una de ellas es que las actividades, procesos, fenómenos
que tradicionalmente tienen lugar en la sociedad no
cambian en esencia, pero se realizan de una manera
más acelerada y sus alcances son mayores.
En política, la forma de organizarse e informarse
también es más rápida y masiva, lo que, por un
lado, hace más difícil la censura y, por otro, permite
respuestas concretas de la población. Dos casos
paradigmáticos del papel que puede tener el flujo de
información masivo y rápido son los resultados de
las elecciones del presidente del gobierno español, en
marzo de 2004. Como es sabido, el 11 de marzo de
ese año se realizaron unos atentados terroristas en la
estación de trenes de Atocha en Madrid; al intentar
manipular la información para desviar la atención de su
política totalmente proamericana, el entonces primer
mandatario José María Aznar acusó a ETA de esos
sucesos. Los ciudadanos no le perdonaron el hecho,
intercambiaron información rápidamente y decidieron
otorgar su voto a la oposición. De unas elecciones
muy reñidas que pronosticaban los sondeos previos,
se produjo un triunfo contundente del candidato
opositor. El otro ejemplo es la llamada «Primavera
árabe» donde las redes sociales desempeñaron un papel
preponderante para las revoluciones que derrocaron
sistemas establecidos de gobierno.
Culturalmente se observa una tendencia a
sobrevalorar «lo que está en Internet» sin una
apreciación previa; una preferencia por la multimedia
contra la lectura escrita; un relajamiento en el análisis
frente al «cortar», «copiar» y «pegar» de lo que
Wikipedia, Google o Yahoo proporcionan.
Incluso fenómenos que siempre sucedían, pero
tenían un carácter limitado, como el acoso que sufrían
algunos niños en la escuela, hoy en día, debido al uso
de esos canales informacionales tecnologizados, se
vuelven problemas más visibles.
Pedro Urra: Si fuera a identificar algún elemento,
destacaría la tendencia a la omnipresencia de las
denominadas tecnologías de la información y
la comunicación en la sociedad y la progresiva
irreversibilidad de este proceso. En teoría, la difusión
de la tecnología puede ser reversible, pero no sucede
así en la práctica. Es decir, una vez que la tecnología
se ha propagado, los costos para ajustar el curso de las
corrientes relacionadas con este despliegue tienden
a ser muy altos y por consiguiente no se emprenden
acciones en esa dirección.
En un informe publicado por la Corporación RAND
sobre aplicaciones que pudieran estar disponibles para
el año 2020 como resultado de la creciente integración
y desarrollo tecnológico, incluido el de las TIC, se
identificaron aplicaciones como las siguientes:
• Sensores y equipos computacionales embebidos en
bienes comerciales.
• Cámaras omnipresentes no detectables y redes de
sensores sofisticadas.
• Grandes bases de datos con buscadores provistos de
información personal detallada y datos médicos.
• Seguimientos por identificación por radiofrecuencia
(RFD) de productos comerciales y de individuos.
Sociedad de la información: un simposio
11
• Difusión de tecnologías de información y
las comunicaciones incorporadas incluida la
conectividad inalámbrica.
• Sistemas de criptografía basadas en Quantum para
la trasmisión segura de la información.
El despliegue potencial de estas aplicaciones
supone un conjunto significativo de impactos sobre
la vida y la sociedad que abarcan problemas en todos
los niveles y suponen retos magníficos para la forma
en que se organizan las sociedades. Lo interesante es
que estudios de evaluación de tecnologías realizados
en los últimos años han señalado que algunas de sus
intenciones de aplicación tienen el poder de inducir
desarrollos socioeconómicos irreversibles.
Tal omnipresencia se refleja particularmente
en la tendencia a una creciente interconexión
del mundo físico y el virtual en tiempo real cuya
manifestación más evidente puede ser hoy en día la
red de redes, Internet. Cada día, volúmenes crecientes
de información se sincronizan con procesos físicos
mediante sensores y sistemas de captura de datos
del más variado tipo, que a la vez impactan sobre la
vida mediante autómatas o personas que basan sus
acciones en la disponibilidad de esos datos.
La computación omnipresente (o pervasive
computing) supone cambios fundamentales en
relación con la organización de la producción, la
distribución, el cambio y el consumo; y, además,
cambios en las relaciones entre las autoridades, las
personas y las instituciones, lo que da lugar a un
nuevo tipo de infraestructura de alcance crítico y
transfronterizo que inevitablemente condiciona el
modo de organización social e interactúa con él de
una manera que es imposible ignorar.
Al tratarse de sistemas complejos que no pueden
reducirse a la sumatoria mecánica de sus componentes,
este despliegue de tecnologías y su inserción y
reconfiguración dialéctica al tejido social tiene
propiedades emergentes que no necesariamente se han
previsto o no han sido intencionales y por lo tanto no
pueden controlarse fácilmente. En este escenario es que
pueden insertarse muchas de las dinámicas generadas
con el uso de Internet por los movimientos sociales
pero también por grupos terroristas y los Estados
con muy diversas intenciones e intereses. Tal realidad
le plantea el reto a las sociedades contemporáneas
del manejo de sistemas distribuidos complejos y
dinámicos con propiedades emergentes que influyen y
se retroalimentan con la dinámica social, económica,
política y cultural y que exigen cuotas crecientes de
responsabilidad e intencionalidad para poder lidiar
con ellas. Una nueva visión del mundo es necesaria
para enfrentar esta nueva realidad que no se puede
quedar en el reduccionismo moderno, el escapismo
12
A. Malheiro da Silva, A. Rendón Rojas, E. Suaiden, P. Urra, R. Garcés
romántico o la paralización trágica. Más que nunca
es necesario un pensamiento dialéctico y un accionar
colectivo de los sujetos sociales para poder luchar
con las oportunidades y desafíos magníficos actuales;
así como una perspectiva práctica y propositiva,
basada en un sistema de valores de un proyecto de
sociedad de la dignidad que forzosamente tendrá que
fundamentarse en la información, el conocimiento
y las redes, y lidiar con la complejidad de la nueva
realidad del mundo real-virtual.
, 2013
Diversidad,
sociedad de la información
y política audiovisual:
la experiencia europea
Francisco Sierra
Catedrático. Instituto de Estudios sobre América Latina.
Universidad de Sevilla.
L
a transformación revolucionaria de los medios
y dispositivos de ampliación del espacio
público experimentada con la Sociedad
global de la información y del conocimiento
define, en nuestro tiempo, un nuevo marco político
de cooperación y formación de la ciudadanía, que
se basa en la centralidad de las industrias culturales
y, en general, en la determinación de los procesos de
desarrollo social por el capital simbólico y el llamado
trabajo inmaterial. El desarrollo exponencial de los
sistemas de información y conocimiento plantea
nuevas problemáticas para la disciplina Políticas de
comunicación, sobre todo si pensamos el cambio
social asociado con las nuevas tecnologías desde
el espacio geopolítico de América Latina, cuyo
desarrollo en materia de comunicación y cultura ha
sido tradicionalmente dependiente. Asociadas a las
TIC se ha producido en las dos últimas décadas una
intensificación de los intercambios comerciales y
financieros y un incremento de las relaciones culturales,
científicas y académicas sin parangón en la historia,
desde el punto de vista de las cotas y dimensiones
económicas y materiales; de ahí la pertinencia del
análisis y estudio de la Economía Política de la
Información, la Comunicación y la Cultura (EPC).
El abordaje del sector de las industrias culturales,
y en específico el audiovisual, requiere analizar y
comprender las lógicas sociales a partir de enfoques
integrados a la par que flexibles que den cuenta de
las nuevas políticas de comunicación, mediante la
articulación de estrategias metodológicas adecuadas al
reto de integración multidimensional de las llamadas
industrias creativas. Los modelos tradicionales de
n. 74: 13-20,
abril-junio
de 2013
Diversidad, sociedad de la información y política audiovisual:
la experiencia
europea
13
producción y distribución audiovisual en Internet
han dado lugar a procesos de migración digital y de
multiplicación de los canales de consumo, acceso y
visibilidad que, a su vez, originan otros de integración
y de capitalización distintos en la cadena de valor, lo
que hace factible las posibilidades de proyección de las
llamadas cinematografías periféricas apenas exploradas
en el nuevo entorno de la Web.
El objetivo general del presente trabajo es delimitar
la materia que da consistencia a este objeto formal
como campo autónomo de reflexión y análisis sobre
políticas de comunicación y cultura en la Unión
Europea (UE), desde el punto de vista de la diversidad
audiovisual. Para ello es necesario definir un espacio
interdisciplinar de problemáticas y realidades materiales
que contribuya a la consecución de parámetros, marcos
conceptuales y saberes empíricos contrastables sobre el
nuevo modelo de articulación social y desarrollo en el
ámbito de las industrias culturales y su impacto en la
economía audiovisual del Mercado Común Europeo,
atendiendo al principio de diversidad y pluralismo
lingüístico que han de proteger las cinematografías
minoritarias en la UE.
Marco lógico y ámbito científico
Según Vincent Mosco, la EPC es la disciplinacampo matriz de estudio de las relaciones sociales,
en particular las de poder que determinan las formas
de producción, distribución y consumo de recursos
de información y comunicación. Es decir, se centra
en la doble contradicción fundamental capital/
trabajo, economía/cultura, que atraviesa las dinámicas
materiales y simbólicas de toda mediación social,
y cuestiona las formas asimétricas constituidas en
el capitalismo relativas al desarrollo de la industria
de la comunicación y la cultura. Así, por un lado,
la ciencia política contribuye al análisis del poder
en los procesos de producción simbólica en torno
a los sistemas informativos, para lo cual analiza la
comunicación como un proceso de construcción de
sentido y el consumo, de acuerdo con Pierre Bourdieu,
como una dinámica de reproducción ideológica y
estructuración de las jerarquías y niveles de acceso
al capital simbólico y económico. Al tiempo que, por
otra parte, la Economía Política proyecta conocimiento
sobre las bases materiales que determinan el desarrollo
de las fuerzas productivas y el proceso de innovación
tecnológica en la producción industrializada de la
comunicación y la cultura modernas. De ahí que las
industrias culturales sean el principal objeto de estudio
de la EPC como ciencia aplicada al conocimiento de
la producción cultural mediatizada y los dispositivos
de control social que dan lugar a la estandarización,
14
Francisco Sierra
homogeneización y alienación típicas de la producción
industrial capitalista. Por ejemplo, podemos observar
ciertas concomitancias entre géneros televisivos y
formatos audiovisuales o en la oferta editorial entre
tendencias estéticas y éxitos de venta, en virtud de
estrategias de cálculo y previsibilidad de la realización
de la mercancía cultural como consumo y retorno de
capital, naturalmente con desigual incidencia y distintas
formas de realización en función de la variabilidad
de la naturaleza intangible del objeto mercantil que
es la comunicación y la cultura. En cualquier caso,
prima el fetichismo de la mercancía, incluso en la
producción del conocimiento socialmente necesario
relativo a este ámbito, hablemos o no de sociedad de
la información o del conocimiento como sucede con el
nominalismo reinante en el discurso público al hablar
de la revolución digital.
En este escenario adquiere sentido el empeño de
las políticas públicas por garantizar la socialización
de las nuevas tecnologías electrónicas y en general de
la llamada economía creativa o nueva economía. Un
análisis crítico de estas mediaciones y representación
política, pero también del escamoteo terminológico
de las políticas públicas, requiere por ello cuestionar
las “lógicas sociales” de ampliación del modo de
producción capitalista. Para ello hay que examinar
las formas de implantación transnacionales de los
nuevos sistemas de representación y la micropolítica
de la comunicación y las culturas locales, así como los
agenciamientos y lucha de clases presentes en los espacios
de articulación y convergencia del sector de los medios
de comunicación y las nuevas tecnologías en el campo
general de la cultura, porque, en efecto, el comienzo de
todo es la producción. Comprender la abstracción real
del modo de producción capitalista y su conformación
en cada contexto histórico a la hora de entender la
centralidad de la comunicación y sus políticas públicas
como parte de los procesos de valorización económica
de las llamadas industrias creativas, sea en el espacio
audiovisual de la UE o en Latinoamérica, pasa por una
estrategia de deconstrucción tanto del discurso como
de los modos de creación de valor, o como diría Boris
Groys, de exploración de la mediación mercantil u
operación comercial del campo de lo simbólico.
Las tendencias imperantes en la industria de la cultura
requieren, en este sentido, trabajos de investigación que
observen, dentro y fuera de las fronteras nacionales,
la vinculación entre Estado, mercado, corporaciones
multimedia, procesos de concentración industrial,
políticas públicas y desarrollo económico. Lo anterior
tiene como fin generar un conocimiento sobre los
escenarios globales que permita arrojar luz sobre las
nuevas formas, dispositivos e interplanos del poder
político-ideológico, y la incidencia en el diseño de
alternativas socialmente viables de control democrático
de la información y del conocimiento mediante:
1. El análisis de la estructura de propiedad de los
medios de información y las empresas productoras
de tecnología y contenidos culturales.
2. El estudio de los procesos de producción y
distribución cultural y de reproducción ideológica.
3. El análisis de las lógicas económico-financieras y su
influencia en la conformación y dinámica mercantil
de la comunicación y la educación.
4. El reconocimiento del impacto y estructura del
consumo cultural en relación con las formas de
desigualdad material y simbólica.
Como marco teórico fundamental, el conocimiento
que ofrece la EPC puede clarificar no solo la lógica
y evolución de la industria telemática en el contexto
de la construcción de la sociedad global de la
información, sino además el propio objeto de estudio,
la problemática y las posibles respuestas que tienen que
ser alentadas, interdisciplinariamente, en las Ciencias
de la comunicación, la Economía, la Política y la
Sociología de la cultura, vinculado con los procesos
de convergencia del sector de la comunicación y las
llamadas industrias creativas:
La principal ventaja de un enfoque abierto y dinámico,
como el de la Economía Política, es que proporciona un
marco teórico integrado, en el cual es posible engarzar,
al mismo tiempo, tanto los diferentes niveles del proceso
de comunicación de masas, como las dimensiones
centrales de la estructura social. Una economía política
concebida de esta manera permite, a su vez, dar cuenta
de las mutaciones del sistema de producción simbólica de
la sociedad, pero de forma articulada con las diferentes
transformaciones que se producen en otros sistemas,
como el tecnológico, el económico, y el político, así
como de la estructura de dominio que se establece en
el sistema de los intercambios internacionales, en la que
también están presentes los medios de comunicación
y los productos que difunden, y donde, por otra
parte, constituyen un mecanismo fundamental para el
mantenimiento de las desigualdades estructurales.1
De Lisboa a la agenda digital: economía
creativa y diversidad
La centralidad de la Economía creativa da cuenta
de un proceso por el cual lo simbólico e inmaterial se
convierte en el elemento central de la reestructuración
productiva actual. El plusvalor, en otras palabras,
se produce por la extracción de la energía mental
de los trabajadores, mucho más que de su energía
física. Un proceso generalizado de intelectualización
de la producción y del consumo que incide sobre
las capacidades cognitivas, formando un extendido
“intelecto general” que caracteriza, según Carlos Marx,
una situación en la que la dominación capitalista se
muestra anacrónica. Ello sucede cuando existe la
posibilidad concreta de su superación, en función
de dos lógicas intrínsecas al capitalismo tardío: la
virtualización de los espacios sociales y los mundos
de vida, y la extensión de la lógica biopolítica a partir
del binomio ciencia-tecnología, lo que directa o
indirectamente convierte al dominio del conocimiento
o, en un sentido amplio, a los sistemas de producción
y conformación de sentido en dispositivos estratégicos
de control y cambio social.
Visto el carácter depredador del mercado y los
desequilibrios que provocan las políticas comunicativas
de corte liberal, no es de recibo seguir dejando
abandonado el sector al gobierno de los intereses
privados cada vez más agresivos, pues está en
juego el pluralismo político y social, incompatible
con los oligopolios informativos existentes que
pervierten la naturaleza del servicio público esencial
a la comunicación y la posibilidad de desarrollo y
pervivencia de las narrativas y obras audiovisuales
minoritarias. Por tanto, el Estado, y en este caso la UE,
debe utilizar cuantas competencias le son legalmente
atribuidas para planificar políticas nacionales y
supranacionales coherentes e integrales desde el
punto de vista de la protección de la diversidad, y de
protección del audiovisual minoritario de regiones
geopolíticamente periféricas por razones lingüísticas
y/o debilidad industrial por tamaño o ausencia de
Estado.
Conceptualmente, parece lógico que, en el mundo
que está conformándose con la globalización de la
sociedad-red, la investigación crítica en comunicación
y cultura, materias nuevas como Políticas de
comunicación e Industrias creativas reformulen
sus visiones y estrategias tradicionales para asumir
una visión federalista y supranacional, o mejor aún,
posnacional, que vaya más allá de la mirada bilateral
dominante en nuestro ámbito de actuación. Lo anterior
tiene como objetivo trascender, en la era del modo
de organización imperial, los limitados márgenes de
maniobra de las políticas culturales resultantes de la
perspectiva del Estado-nación, cuando más necesario
es aprender a pensar sin Estado, o, más exactamente,
cuando se requiere redefinir estrategias y las relaciones
de dominación en la comunicación y la cultura global,
allende las fronteras y las delimitaciones artificiales de
control político-militar de reorganización de los flujos
de mercancías y capitales que han marcado desde el
siglo xix la historia político-cultural de Iberoamérica.
Este es el principal reto de la globalización para la
defensa de un nuevo espacio multivalente, complejo
y productivo de cooperación y promoción de la
diversidad cultural. Pero la asunción de esta perspectiva
presupone tratar de pensar y forzar los límites y quitar
las máscaras; significa construir en común una “cultura
Diversidad, sociedad de la información y política audiovisual: la experiencia europea
15
de frontera”, de frentes culturales, y de confrontación
productiva de formas de sentir e imaginar comunes y
distintas, que realimenten el patrimonio territorial y
geopolítico común.
En la era digital, la globalización desdibuja las
fronteras nacionales por el incesante intercambio
comercial y la libre circulación de capitales. Como
resultado, la planeación de las políticas culturales
está cada vez más condicionada por los procesos de
deslocalización y globalización económica, por la
apertura y mutaciones tecnológicas a escala planetaria,
que traspasan el marco tradicional de los Estados
nacionales. En este proceso, la recomposición de los
servicios públicos ha redefinido el papel intervencionista
del Estado moderno al rearticular las relaciones entre
comunicación, cultura y gobierno en virtud de una
filosofía de la libre competencia que reduce el aparato del
Estado a una función básicamente evaluadora, mientras
se acentúan las contradicciones entre medios globales,
cultura nacional y prácticas sociales marcadas por el
paulatino proceso de subsunción de la sociedad entera
por el capital so pretexto de la neutralidad tecnológica.
Ahora bien, como advierte Manuel Castells,
además de máquinas telemáticas las tecnologías de la
información son medios de organización e ingeniería
social. La estructuración de redes distribuidas de
comunicación garantiza no solo la constitución
democrática de espacios de autonomía, además —en
la medida que corresponde a las nuevas formas de
producción económica y social— facilita estrategias
de movilidad, así como capacidad de oposición y
flexibilidad organizativa en los procesos de cambio que
deben acometer los poderes públicos y las comunidades
en el nuevo entorno competitivo de la globalización.
Esto hace necesario y posible un nuevo lenguaje y otros
modos de pensar y organizar la acción del Estado.
Diversidad cultural y análisis regional
de políticas audiovisuales
Al hablar de nuevo sistema o ecosistema de
información y de los cambios en la estructura de
las industrias culturales, se parte de la idea de una
mudanza sustancial en la lógica de ampliación y
reproducción económica. La nueva economía social
hoy se fundamenta, parafraseando a Gabriel Tarde,
en la imitación del modo de producción cultural,
inspirada en la lógica del don (potlach) y, desde luego,
en la autonomía creativa, en virtud de la ampliación
y socialización del principio marxiano de “general
intellect”. En este nuevo marco ocho tendencias parecen
marcar el sistema informativo:
• La movilidad creciente (móviles, tablets, netbooks…).
• La prevalencia de las redes sociales.
16
Francisco Sierra
• La comercialización y rentabilidad de los intercambios
de iniciativa como Google+ ForBusiness.
• La geolocalización (powerfriending).
• La integración vertical y horizontal de redes
multimedia.
• La concentración.
• La multimedialidad y transmedialidad.
• La gamificación o producción lúdica de los usos
creativos de la oferta de contenidos (paradigma
industria de videojuegos).
Estas condiciones afectan sobremanera la diversidad
y el modo de reproducción simbólica. Si se acepta
que toda cultura es un proceso y la diversidad una
condición constituyente de toda realidad de vida hay
que reconocer, de acuerdo con _______ Postman, que
los procesos de innovación tecnológica de la nueva
economía creativa están determinados por cinco
principios:
• La cultura siempre paga el precio de la tecnología.
• En todo proceso de transformación o mudanza
tecnológica, siempre hay ganadores y perdedores.
• Toda tecnología es portadora de una filosofía.
• El cambio tecnológico no es aditivo, sino
ecológico.
• Los medios de comunicación tienden a convertirse
en míticos.
Toda innovación tecnológica, en definitiva, es una
mediación contradictoria de avances y retrocesos
en la comunicación social, de mudanzas y pérdidas
resultantes de la dialéctica de las relaciones de los
hombres entre sí y con la naturaleza. Esto es, toda
mediación tiene una dimensión cognitiva, presupone
un proceso inteligente de cultura y vida material. De
ahí la preocupación que las políticas públicas han de
tener sobre el decurso o deriva de la llamada economía
creativa.
La pérdida de diversidad cultural y la Convención
de la UNESCO sobre la protección de la riqueza del
patrimonio inmaterial nos sitúan ante el talón de
Aquiles de las actuales políticas de comunicación
y promoción de las industrias creativas. Un primer
problema evidente es el principio de exterioridad y la
complejidad de la regulación en un ecosistema altamente
dinámico. En un entorno marcado por la abundancia, la
galaxia Internet, se dice, hace imposible e innecesaria la
regulación y control centralizado común a toda política
pública. La diversidad de productores, contenidos,
redes de distribución, formas de consumo y estructuras
empresariales (concentraciones verticales, horizontales
y transversales) además de la incertidumbre y compleja
evolución de la mediamorfosis, harían difícil, si no
imposible, la estructuración de políticas de igualdad
e intervención en un mercado tan dinámico como el
de la cultura digital. A ello se añade la indefinición del
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concepto de interés público en un entorno comercial
crecientemente privatizado. Entre otras realidades
emergentes, la cultura digital plantea, por ejemplo,
nuevos derechos sociales de la comunicación y la
cultura, y exige del análisis crítico desplazamientos
sustantivos en la conceptualización del principio de
defensa de la democracia comunicacional:
•
•
•
•
Del derecho de antena al de autogestión cultural.
Del derecho de réplica y respuesta al de preguntar.
Del derecho de recepción al de copiar y pegar.
Del derecho individual a la comunicación a aquellos
comunes sobre los bienes simbólicos y el patrimonio
inmaterial.
En consecuencia, la investigación crítica en
comunicación tiene ante sí el reto de repensar nuevos
núcleos o ejes de investigación y análisis de las políticas
públicas de comunicación. A saber:
• Las transformaciones culturales del modo de consumo
y producción de la era digital apuntan la pertinencia
de cambios sustantivos en las instituciones públicas
para una gobernanza atenta a la diversidad. Las
formas, métodos y criterios de evaluación de las
políticas culturales no pueden ser, por consiguiente,
las mismas que las de centralización de códigos en
la era de la comunicación masiva. Las estructuras
deben mudar para responder al reto de la política de
la diferencia y ello exige teorías normativas atentas
a esta nueva cultura emergente.
• La diversidad sugiere como prioritaria la definición
de un nuevo concepto de ciudadanía cultural, que
defina competencias, accesos y formas de gobierno
de los diversos actores en torno al sistema mediático,
a partir de la autonomía (estética, cognitiva y
político-cultural de los grupos y comunidades de
sentido).
• Por otra parte, la diversidad cultural plantea, desde
nuevos parámetros, el reto de una necesaria ruptura
epistemológica con el patrimonialismo, común
en las políticas públicas de nuestro entorno, y la
colonialidad del saber, la que apunta la emergencia de
otros parámetros, visiones y culturas poscoloniales
en la definición del sistema mediático y las ecologías
culturales.
El reto representa un giro radical, incluso para la
teoría crítica. Así, en una reflexión sobre la diversidad
cultural y el futuro del pensamiento para el cambio
social, Homi Bhabha planteaba recientemente una
cuestión estratégica que, en el fondo, constituye el eje
de discusiones del pensamiento posestructuralista
comprometido con el cambio social: ¿es el lenguaje
de la teoría solo otra estratagema de poder de la élite
culturalmente privilegiada y dominante de Occidente
para producir un discurso eficaz de dominación
del Otro a través de una perversa lógica del podersaber? ¿O, como pensamos, la teoría crítica puede
y debe replantear sus condiciones de producción
del discurso científico a fin de estructurar un nuevo
proyecto de articulación histórica consciente de su
poder constituyente y de los efectos de la dialéctica
de la ilustración? El artículo concluía apuntando en
este sentido respuestas posibles a una interrogante
que no en vano ocupa las principales reflexiones de
la teoría social sin que, por el momento, tengamos
la certidumbre deseada por la razón.2 Se trata, no
obstante de una duda cuando menos pertinente en
un tiempo como el nuestro marcado, como advierte
Georges Balandier, por la confusión, el desplazamiento
de fronteras, la desmultiplicación de diferencias, la
movilidad y el nomadismo. La sociedad compleja
en que vivimos está expuesta a la incertidumbre de
la alteración permanente, necesita asumir la cultura
de la frontera, y debe pensar el riesgo y discutir las
responsabilidades colectivas en el proceso mismo de
elección. Entre otras razones, porque
la facticidad del mundo natural y social es puesta
constantemente en cuestión por nuestro conocimientoacción, y se modifica profundamente también la
relación con lo que heredamos del pasado. La tradición
pasa a través de la mediación cultural de los medios
de comunicación; es continuamente interpretada con
criterios selectivos y filtrada por los individuos y los
grupos.3
Esta lógica de la movilidad y el cambio acelerado
nos hace, sin embargo, percibir una falsa sensación de
transparencia social, cuando mayor es la necesidad
de reducir la opacidad de las relaciones sociales de
acuerdo con las formas reflexivas y autopoiéticas de la
sociabilidad que trasciendan los límites convencionales
del sentido común teórico proliferante en los
intersticios del cambio imaginado por la sociedad del
conocimiento.
El problema de la imaginación sociológica
atemperada por los estudios de comunicación en
lecturas culturalistas, sobre todo en el área cultural
angloamericana, es que terminan por convertir la
comunicación en un lugar para mirar y deconstruir
todo y no ven ni comprenden nada. Ciertamente, no
Diversidad, sociedad de la información y política audiovisual: la experiencia europea
17
es posible pensar la realidad sin la mediación, pero
ello presupone que la teoría debe ser pensada como un
ejercicio de traducción, de radical antagonismo, en el
sentido señalado por Bhabha. Se trata de negar, como
hace cierta teoría comunicológica, la identificación
simple entre objeto y objetivo político y representación,
y constatar la heterogeneidad social por medio de un
activo compromiso de traducción de discursos en el
plano de la teoría crítica, muy importante para minorías
y culturas subalternas periféricas. La rearticulación o
traducción de elementos en la contestación de los
sistemas plurales de dominio es un reto prioritario
del pensamiento abierto al cambio, si queremos dar
respuesta no solo a los signos de la fragmentación
estructural de la clase trabajadora, sino, además, a la
creciente diversificación de las formas de experiencia
y conciencia posible en el sistema de organización de
las divisiones sociales tardomodernas.
La alteridad es un problema de producción social
de la diferencia, de separación y oposición, a nivel
de las representaciones sociales, de las identidades, a
través de la mediación simbólica de la industria de la
información que por supuesto afecta el modo de pensar
las mediaciones en general y teorizar la globalización
informativa. Cuestión crucial de la EPC, ineludible
para el intelectual como dispositivo de reflexividad de
las actuales lógicas de clasificación y distinción social.
Tal centralidad plantea un problema epistemológico
fundamental para el campo académico: el de la utilidad
social de la teoría al servicio de la comunicación como
cooperación, siguiendo el razonamiento inicial de
este texto. Si la economía política del conocimiento es
la base de regulación social del capitalismo imperial
globalizado, es inexcusable el compromiso intelectual
con la reapropiación igualitaria de la producción
simbólica en función de las minorías marginadas.
Articular espacios de diálogo y encuentro intercultural
para redefinir la agenda política de la comunicación
en el mundo desde una concepción más plural de
las libertades públicas constituye la condición más
importante para modificar las lógicas del dominio
etnocéntrico en la comunicación intercultural
contemporánea.
En particular, como es consenso común, en las
ciencias sociales, analizar todo fenómeno o problema
de la realidad implica todo un ejercicio de comprensión
integral de la dialéctica del cambio social, de análisis
de las transformaciones tecnológicas, culturales y
económico-políticas que
afectan a las formas de representar, de construirse la
verdad y la memoria, el deseo y sus pregnancias, las
proyecciones y expectativas que el ser humano sitúa en
el espectro de las prácticas simbólicas y culturales en
relación con la autocomprensión que le es dado alcanzar
de su propia existencia, como individuo pero también en
cuanto a su pertenencia e inclusión en las comunidades
con que se identifica, en las que se reconoce.4
18
Francisco Sierra
Este es un ejercicio de suma importancia para el
avance del conocimiento que nos obliga a pensar sobre
las posiciones del investigador, que apunta a explicitar el
marco de los lugares o topoi de observación, pensando
las connotaciones del mirar y comprender humanos.
Este, y no otro, es el sentido del sujeto reflexivo de
investigación y la voluntad de interpelación del
pensamiento crítico, que niega y trasciende los marcos
interpretativos del sentido común para desplegar la
potencia del ser.
Toda teoría crítica de la sociedad no es más que
la dimensión intelectual del proceso histórico de
emancipación. Dicho de otra manera, la teoría crítica
de la sociedad solo encontrará justificación si es capaz
de sacar a la luz, y poner en cuestión, los presupuestos
teóricos e ideológicos genéricos del sistema de relaciones
dominante y, con ello, iluminar los pasos necesarios para
la emancipación de aquellos que sufren los efectos más
perversos y explotadores de dicho sistema.5
En otras palabras, pensar los puntos de observación
es apostar por un análisis sintomático que debe
hacer emerger lo real proyectando nuevas prácticas
instituyentes, un nuevo pensamiento y praxis social
para pasar de la cultura de la resistencia a la razón
emancipadora en movimiento a partir de tres
compromisos intelectuales:
• Socialización de los sistemas de información y
conocimiento hoy asimétricos en las lógicas de
distribución del mercado.
• Visibilización de lo procomún oculto o mixtificado.
• Antagonismo político cultural de las formas cosificantes
y hegemónicas de “inversión cultural”.
Si una cualidad es distintiva de la denominada
sociedad de la información es la “popularización de
las funciones informativas”. Las redes de intercambio
e interacción social, impugnan hoy el monopolio
del poder de la palabra, socializando la función
mediadora y creativa de la comunicación pública
contemporánea conforme a las nuevas formas de
organización y desarrollo del sistema informativo. De
acuerdo con Pierre Lévy, el ecosistema mediático ha
experimentado tres líneas básicas de transformación: la
desterritorialización del carácter difuso de los medios
con la emergencia del ciberespacio, la integración o
convergencia digital, y la autonomía y proliferación
de medios y canales alternativos.6 La revolución de los
sistemas de mediación cultural ha alterado los patrones
de comportamiento y los modelos de organización que
distinguen al paradigma representacional, cuestionando
la política y subjetividad características de la era
moderna.
A esta nueva forma de gobernanza la he denominado
capitalismo cognitivo, a fin de designar, tal como he
venido argumentando, un sistema cuya lógica del
valor basada en la difusión del saber y la producción
del conocimiento disciplina y coloniza también
sectores como la enseñanza, la producción cultural, la
Investigación y Desarrollo, la innovación tecnológica
o, en general, la industria del entretenimiento y
la llamada economía de la atención; todo esto en
virtud de las necesidades expansivas del capitalismo
posfordista y un modelo de integración mundial regido
por interacciones y flujos de información constantes
y acelerados entre países y el control y subsunción
total de toda actividad social por el capital. Resultado
de este cercamiento es la fragilidad del conocimiento
como mercancía y el empobrecimiento de la función
pública intelectual y de la comunicación y la cultura
en general; y, en consecuencia, la creciente dificultad
de fundamentación de la crítica teórica y el diseño de
alternativas democráticas al modelo dominante de
estructura real de la información.
Asumido radicalmente en la praxis el reto de
la diversidad cultural, una relectura política de la
Agenda 21 de la cultura y de iniciativas como la Carta
de São Paulo, desde una visión crítica de la economía
de la comunicación y la cultura, debe comenzar por
una política pública orientada a tratar de impulsar
las fuerzas creativas activando plataformas de
comunicación que permitan consolidar la industria
cultural autóctona a partir del capital social dispuesto y
acumulado históricamente por el universo e imaginario
simbólico de las culturas populares. Ello exige, según
Néstor García Canclini, tres desplazamientos y cambios
de postura fundamentales:
• De la visión cultural a la lectura económico-política
de la comunicación y la cultura al servicio del
desarrollo.
• De la racionalidad mercantil a la defensa del
principio de diversidad cultural.
• Del Estado-nación al Estado móvil posnacional.
En definitiva, el campo de la EPC, las políticas
en comunicación y cultura, está hoy situado en un
tiempo-encrucijada en el que urge mirar desde nuevas
posiciones y estilos de pensamiento el desafío de la
transformación de las ecologías de vida cultural en
el sistema-mundo, lo que define, prioritariamente,
una agenda informativa ciudadana con capacidad de
reconceptualizar los tópicos públicos y mover — como
en parte hizo la campaña CRIS— los ejes del problema
de las políticas públicas en materia de comunicación y
la diversidad cultural, teniendo como punto inicial un
diálogo y un trabajo de coordinación productiva.
Conclusiones
Cada vez más se vuelve impostergable y pertinente,
dada la naturaleza del capitalismo cognitivo, la tarea
de actualizar los diagnósticos sobre la propiedad
de los medios. No resulta arriesgado señalar que
la concentración y la trasnacionalización supera
con creces los pronósticos más pesimistas de los
años 60. Pero ello no es posible sin sistematizar el
análisis teórico del funcionamiento de las industrias
culturales con nuevos parámetros e hipótesis de
trabajo. Para comprender su lógica, no solo es preciso
realizar el estudio macroeconómico de los medios, su
participación en el proceso de acumulación del capital y
la intervención del Estado, sino contemplar además las
formas particulares de producción, las características
concretas de las mercancías culturales y la valorización
de capitales en cada sector considerando el papel
creativo del proceso de consumo. La Economía Política
de la Comunicación debe plantearse, en consecuencia,
un programa de intervención que vincule nuevamente
la academia con las prácticas y las organizaciones
sociales en virtud del concepto de desarrollo por
ser un aporte transversal más que útil para religar lo
particular concreto de las prácticas de apropiación de
los prosumidores con la totalidad social.
Desde finales de la década de los 70, la noción de
desarrollo cultural ha permitido relacionar el campo de
la comunicación con el problema complejo y recurrente
de las necesidades sociales en ámbitos tan dispares
como la economía, la política, la educación y la cultura,
integrando la creatividad y las identidades plurales
en un nuevo paradigma constituyente del modelo de
reproducción modernizadora fundamentalmente bajo
el auspicio de las Naciones Unidas. Ahora, si bien esta
organización validó en la agenda pública internacional
un enfoque inclusivo de la comunicación como
marco de configuración del desarrollo, las políticas
de promoción de la cultura quedaron desplazadas
a un segundo plano ante el empuje privatizador
de las industrias culturales. Las formas marginales
de participación pública, la creatividad social de la
población y el intercambio y la cooperación multilateral
entre países, lejos de garantizar la diversidad ecológica
del sistema mediático, resultaron, en muchos casos,
coartadas para legitimar un proceso, calificado por
otra parte como imparable, en función del modelo
capitalista de desarrollo económico liberal, hoy
hegemónico en la UE con la Agenda de Lisboa.
La amplia e intensiva mercantilización de la
cultura ha llegado al extremo incluso de cuestionar
la función pública de las políticas de comunicación a
nivel nacional, para invalidar los derechos públicos de
patrimonio, el acceso público a los medios y hasta la
libertad de consumo cultural. La creciente conciencia
social y la constatación pública de esta crítica situación
de partida ha alentado como consecuencia los debates
entre creadores, representantes públicos y agentes
culturales en citas como Interacció 04 (www.diba.es/
interaccio) o el discutido por polémico origen del Foro
de las Culturas (www.barcelona2004.org), donde se ha
Diversidad, sociedad de la información y política audiovisual: la experiencia europea
19
intentado definir una nueva agenda internacional en
materia de políticas culturales frente a los desequilibrios
que horadan las brechas de desigualdad y refuerzan las
lógicas oligopolistas al amenazar las formas locales y
diferenciadas de expresión y cultura popular.
Es en este contexto y ofensiva liberal donde cabe
comprender los límites y alcance del debate sobre el
principio de “excepción cultural”, propuesta de reforma
de la actual inercia comercial marcada por las grandes
corporaciones multimedia que cada día parece más
desdibujada al no afrontar el problema de fondo de
la diversidad y promoción de las culturas locales. La
idea misma, no obstante, ha tenido la virtud de abrir
paso a una discusión internacional sobre comunicación
que, a medio plazo, puede hacer efectivo el pluralismo
cultural, el respeto a los derechos colectivos de la
información y la comunicación y la promoción de
la creatividad cultural autóctona. En este sentido, las
conclusiones y polémicas debates que se han definido
con motivo de la Convención sobre Diversidad Cultural
de la UNESCO (París, 2005) pueden contribuir a
marcar un punto de inflexión en la construcción de
un nuevo modelo de Economía de la Cultura.
Para lo anterior, el reclamo de la diversidad debería
traducirse en políticas activas de promoción de
plataformas intersectoriales e interinstitucionales de
aquellos territorios y sectores de la comunicación y la
cultura amenazados por una liberalización autoritaria
que concentra los recursos, despilfarra las fuentes de
creatividad social y anula, por lo general, los derechos
ciudadanos sobre los bienes y servicios culturales. Y, en
este proceso, es vital el papel del Tercer sector, que debe
pasar de la lógica de la negación a la estrategia de la
programación politizada del campo de la comunicación
y la cultura a nivel estatal, regional y supranacional.
En tal escenario, la definición de propuestas como
las incluidas en la Carta de São Paulo debe tratar de
enlazar su programa de reformas con el espíritu y
la filosofía que animó el proyecto del Nuevo Orden
Mundial de la Información y la Comunicación en el
seno de la UNESCO. La reivindicación del derecho a
la cultura en virtud de una noción de bien público de
los contenidos y servicios culturales, la exclusión de
los bienes y servicios de la cultura de la liberalización
comercial y las directrices de la Organización Mundial
de Comercio, así como el reconocimiento de la
diversidad y la protección de los conocimientos locales
de las culturas tradicionales van acompañados de un
movimiento internacional de compromiso y voluntad
política transformadora, como en su momento, por
primera vez en la historia, se consiguió en el marco de
la Comisión McBride.
De lo contrario, propuestas como la definición de
la Agenda 21 de la cultura como guía de actuación
estratégica de los gobiernos locales solo contribuirán,
20
Francisco Sierra
en el mejor de los casos, a abrir frentes estratégicos de
desarrollo como el reconocimiento de la necesidad de
políticas culturales por los poderes públicos de cada
municipio o ciudad y la visualización de la cultura
como un problema neurálgico de construcción de la
ciudadanía, es decir, como apenas la defensa de un
tímido compromiso de participación de las culturas
marginadas de la mediación en la gobernabilidad local.
Ello no hace más que reforzar las lógicas neoliberales
de planificación estratégica de los territorios, al facilitar
la eficaz definición del “impacto cultural” que afecta la
modernización tecnológica y proyectos de ordenación
del territorio y gestión urbanística de la industria del
turismo.
La pretensión de la Agenda 21 de definir políticas
culturales que encuentren el equilibrio entre el interés
público y la lógica de valorización capitalista condena al
fracaso la idea misma de desarrollo integral, y socavan
el valor de la comunicación como bien público para la
convivencia en beneficio del interés mercantil de las
industrias de la conciencia.
Por ello, hoy más que nunca, deberíamos plantearnos
algunas de las ideas aquí expuestas. Y, desde luego, el
camino por el que transitar juntos, si compartimos
la idea de un programa común. De la digitalización
audiovisual al modelo de desarrollo de las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación
y su inserción socioeducativa, pasando por la
administración electrónica y las políticas culturales,
pensar hoy las políticas de comunicación en relación
con las industrias creativas, exige algo más que un
análisis económico-político, pues apunta, en un sentido
prospectivo, la necesidad de repensar las nuevas
formas de institucionalidad y socialización en red.
Otra economía política del conocimiento, en fin, con
capacidad de transformar, urbi et orbi, las formas de
reproducción de los códigos culturales.
Notas
1. Marcial Murciano, Estructura y dinámica de la comunicación
internacional, Editorial Bosch, Barcelona, 1995, p. 20.
2. Homi Bhabha, --------completar-----------3. Alberto Melucci, Vivencia y convivencia, Editorial Trotta, Madrid,
2001, p. 34.
4. José Luis Brea, Cultura RAM, Gedisa, Barcelona, 2007, p. 151.
5. Joaquín Herrera, Los derechos humanos como productos culturales.
Crítica del humanismo abstracto, Libros de la Catarata, Madrid,
2005, p. 177.
6. Pierre Lévy, Ciberdemocracia. Ensayo sobre filosofía política,
Editorial UOC, Barcelona, 2002, p. 38.
, 2013
La glasnost:
paradoja en la era
de la web 3.0
Rosa Miriam Elizalde
Periodista. Cubadebate.
A la memoria del Dr. Julio García Luis
E
l gobierno de los Estados Unidos ha aceptado
tácitamente que la ejecución de algunas de las
principales medidas económicas y sociales
contempladas en los Lineamientos del VI
Congreso del Partido Comunista de Cuba responden
a una voluntad de cambio de la dirección de la
Revolución que cuenta con un alto consenso social.
Sin embargo, ha evaluado la comunicación como una
zona de debilidad en la sociedad cubana sin la cual
no se pueden ejecutar exitosamente esos cambios, e
interpreta que la débil articulación entre los medios
de comunicación masiva (MCM) y los nuevos medios
sociales (NMS) existentes en el ciberespacio crean
un escenario propicio para las ideas que llevarían
al «cambio de régimen» en la Isla. Con un bloqueo
invariable y en un ambiente sociocultural signado por
una revolución tecnológica de alcance global que ha
roto el monopolio de los MCM, la posibilidad de que se
reproduzca una glasnost al estilo soviético sigue siendo
una esperanza para cierto sector de la cubanología1 que
apuesta por la caída del socialismo en Cuba, y anima en
lo interno el fantasma de un peligro que resiente como
nunca antes las funciones del sistema comunicacional
del país.
Los Estados Unidos:
una red a la carta para Cuba
En el contexto de una endeble infraestructura
de redes en Cuba ante una población entrenada y
La glasnost:n.
paradoja
enabril-junio
la era de lade
web
3.0
74: 21-29,
2013
21
preparada para el uso de las tecnologías, analistas y
voceros gubernamentales estadounidenses apuestan
desde hace una década por la creación de una red
alternativa a la del gobierno cubano que asegure
acceso a la infraestructura física y lógica de Internet
(líneas y plataformas), contenidos y capacitación,
con un servicio «a la carta» para quienes desde la
Isla acompañen la política norteamericana. Hay una
amplia y documentada evidencia del financiamiento
y puesta en práctica de esta estrategia,2 que no se
detiene ante violaciones flagrantes de la legalidad
cubana e internacional, como prueba el caso del agente
estadounidense Alan Gross.3
La estrategia de exclusión de Cuba de los beneficios
de Internet que proyectó la Ley Torricelli de 1992
tuvo un cambio táctico fundamental a partir de
2003, cuando los tanques pensantes de Washington
percibieron un giro en la estrategia cubana frente al
acceso a este medio.4
A finales del siglo pasado y principios del actual,
resultaron determinantes para desatar alarmas en
Washington las ideas de Fidel Castro a favor de la
conectividad social y una práctica propicia al acceso
pleno al conocimiento y el uso de las redes informáticas,
lo que se expresó en la creación de Infomed, 5 la
reanimación de los Joven Club de Computación,6 el
impulso de la conectividad en varios sectores de la
sociedad y la fundación en 2002 de la Universidad de
Ciencias Informáticas (UCI) de La Habana.
Cuba fue el asunto principal de una audiencia del
Comité selecto del Senado sobre Inteligencia, que trató
el tema de «la amenaza mundial» en febrero de 2001.
El director de la Agencia de Inteligencia de la Defensa
(DIA), almirante Thomas R. Wilson, identificó al
gobierno cubano como un posible «ciberatacante», el
primer país de la historia que ha sido acusado como
tal.7 En mayo de ese año, Geoff Demarest, de la Oficina
de Estudios de Ejércitos Extranjeros (Foreign Military
Studies Office), adscrita al Departamento de Defensa,
publicó un análisis sobre la «transición en Cuba»
donde admitía que «la alfabetización informática
está generalizada en la Isla», los «cubanos podían
sacar ventaja» de Internet y «si el pensamiento [del
gobierno estadounidense] era acelerar la transición
de Cuba a la libertad [gracias al acceso concedido con
la Ley Torricelli], esto no funcionó».8 Los halcones del
Pentágono habían llegado a la conclusión de que si
Cuba seguía la estrategia del acceso a la red, a partir de
la apropiación de la nueva tecnología, estaría a corto
plazo en condiciones de dar un salto en su desarrollo
tecnológico, científico y económico, y en la expresión
política.
Esta actitud defensiva comenzó a reajustarse a partir
de 2003, con la escalada de las tensiones entre Cuba y
22
Rosa Miriam Elizalde
los Estados Unidos en el contexto de la guerra en Irak
y las provocaciones y amenazas del gobierno de George
W. Bush contra la Isla, lo que obligó a la dirección
de la Revolución a concentrarse en este escenario.
Sopesaron, además, las limitadas inversiones en la
extensión de la red, la divulgación de regulaciones
ministeriales que acotan el acceso, la escasa o nula
conexión fuera de las instituciones, los altos precios
del servicio de conectividad en centros turísticos y
cierta sobredimensión de la percepción de riesgo de
Internet.
A finales de ese año irrumpió la matriz mediática
que presenta al país en la lista de los «enemigos de
Internet», de cara a la primera fase de la Cumbre
de la Sociedad de la Información. La decisión de crear
una red ilegal para la Isla impulsada desde territorio
estadounidense trascendió por primera vez en el
Informe de la Comisión para la asistencia a una Cuba
Libre, de la Administración Bush, que el 6 mayo de
2004 contemplaba «alentar a gobiernos de terceros
países para que brinden a los cubanos acceso público
a Internet desde sus misiones diplomáticas en la isla».
La actualización de este Plan, anunciado por George
W. Bush el 10 julio de 2006, avanzó aún más en este
camino al centrar su estrategia en la decisión de
«romper el bloqueo informativo», para la cual otorgó
veinte millones de dólares anuales al Departamento de
Estado, dedicados fundamentalmente a proporcionar
«información no censurada a través de emisiones
convencionales y vía satélite e Internet».9
El 14 de febrero de 2006, la secretaria de Estado,
Condoleezza Rice, creó oficialmente el Grupo de
Trabajo para la Libertad de la Internet Global (GIFT),
que tiene entre sus objetivos principales monitorear
a Irán, China y Cuba las veinticuatro horas del día
y elaborar para ellos estrategias específicas en la
Red de redes, con la facultad de convocar equipos
multidisciplinarios capaces de hacer viables las
decisiones del gobierno estadounidense y de crear, entre
otros recursos, herramientas altamente especializadas
contra «la censura».10 Hillary Clinton, quien remplazó a
Condoleezza en el cargo, aseguró en un discurso sobre
la libertad de Internet, que el Departamento de Estado
estaba trabajando «en más de cuarenta países para
ayudar a personas silenciadas por gobiernos opresivos».
Añadió que había dado la orden de revitalizar el GIFT
«como foro para abordar las amenazas a la libertad
de Internet en todo el mundo, e instó a las empresas
y medios de los Estados Unidos a asumir un papel
proactivo para desafiar a los gobiernos extranjeros
que practican la censura y la vigilancia».11 El GIFT
estuvo activamente vinculado a la llamada «Revolución
verde iraní», una campaña a través de Twitter contra
las elecciones en Irán en la que se demostró que de
los diez mil usuarios de esa plataforma que enviaron
El paralelo entre el sistema de comunicación social cubano y la glasnost
soviética solo es pertinente para demostrar que la catástrofe de aquel país
fue el resultado de una situación específica en los primeros momentos de la
Sociedad informacional.
algún mensaje durante la «rebelión», solo cien estaban
ubicados en el país islámico.12 Este Grupo de Tareas
recibió en 2010 el nombre de NetFreedom13 y sigue
siendo clave para adjudicar fondos, «construir» líderes
locales y generar proyectos contra el gobierno cubano
en el espacio digital.
Desde 2008, y de manera sostenida, el gobierno de
los Estados Unidos ha dirigido hacia el ciberespacio
cubano la mayoría del presupuesto público destinado
a la política de «cambio de régimen» en la Isla. Las
nuevas regulaciones emitidas en septiembre de 2009
por la Oficina de Industria y Seguridad crearon una
excepción a la licencia de exportación a Cuba para
«dispositivos de comunicación donados» —teléfonos
celulares, tarjetas SIM, PDA, computadoras portátiles
y de escritorio, memorias flash, equipos Bluetooth,
y dispositivos de conexión inalámbrica a Internet.14
La Heritage Foundation recomendó al gobierno
demócrata en marzo de 2012 crear servicios y
tecnologías informáticas específicas para Cuba que
permitieran cumplir estos objetivos, en particular
el empleo de antenas super-WiFi desde territorio
estadounidense que faciliten la conexión a Internet,15
controlada mediante claves de acceso y sin correr el
riesgo de enviar a agentes que puedan terminar en la
cárcel, como Alan Gross.
A pesar del éxito del bloqueo desde Cuba de
las señales de Radio y Tele Martí, que ha generado
polémicas dentro del territorio estadounidense,
recortes en el presupuesto a estas emisiones e incluso
llamados a cerrarlas, existe consenso de que es posible
con el desarrollo de las tecnologías de la información
y la comunicación (TIC) proveer instrumentos para
intervenir los sistemas de comunicación cubanos,
crear tensiones políticas internas y articular la
opinión pública contra la Revolución, los cuales están
favorecidos por una red nacional ya muy permeada por
las influencias de las redes internacionales, que logran
imponer sus agendas informativas a contracorriente de
lo que en la Isla se divulga o no en los medios.
Tecnócratas y analistas de temas cubanos que
movilizan influencias en los pasillos de la Casa Blanca,
el Congreso y el Departamento de Estado,16 concuerdan
en las altas potencialidades de las redes para impactar en
el escenario de la comunicación en Cuba, sobre todo
el de la información, donde estiman que prevalecen
formas estructurales y concepciones que aún identifican
la práctica política del país, al menos parcialmente, con
el fracasado modelo soviético.
Glasnost: oportunidad o riesgo
El fantasma de la glasnost17 se agita como una
esperanza o como una pesadilla, según el lado del
Estrecho de la Florida desde el que se mire. Para
Brandon Yoder, asistente del Programa para América
Latina y el Caribe, de la National Endowment for
Democracy (NED), la «transparencia» al estilo
gorbachoviano sigue siendo, en el caso de Cuba, una
opción «increíblemente importante», y añade: «Creo
que nos está forzando la analogía a ir más lejos».18
La expectativa del funcionario se concentra en los
nuevos medios digitales, que pudieran replicarse en
periódicos «hiperlocales» al estilo de los samizdat
—publicaciones clandestinas de factura artesanal— de
la era soviética.
Bajo la influencia del prisma tecnocentrista en boga
en el sector académico y gubernamental, el ala de la
«cubanología» que se ha ocupado de estos temas tiene
una concepción instrumental del escenario digital
cubano; lo entiende como relaciones entre aparatos
y no como espacios de constitución e interrelación
de sujetos sociales, aunque parecen interpretar
correctamente que el núcleo de la falla del sistema de
comunicación del país es la incapacidad para ajustar
los dos paradigmas comunicacionales que coexisten en la
vida cotidiana: el de los MCM o mass media y el de
los NMS; estos últimos beneficiados por las recientes
medidas económicas, con el mercado formal e informal
como ente regulador de los contenidos y los accesos al
ciberespacio. Hacia este ámbito gravitan los llamados
«nativos digitales»,19 nacidos a partir de los años 80
del siglo pasado —década que marca el boom de las
tecnologías digitales— y que, según datos de la Oficina
Nacional de Estadísticas e Información, integraban
cerca de cinco millones de cubanos en 2011, casi la
mitad de la población.20 Las habilidades para el uso de
las TIC de esta macrogeneración han sido reconocidas
por la Organización de Naciones Unidas, que otorgó a
Cuba en 2010 el cuarto lugar a nivel mundial entre los
países con mayores destrezas en el uso de la tecnología
informática, según el informe anual de la Unión
Internacional de Telecomunicaciones (ITU).21
La glasnost: paradoja en la era de la web 3.0
23
En su tesis de doctorado, Julio García Luis, quien
fuera decano de la Facultad de Comunicación de la
Universidad de La Habana, registra la correspondencia
«entre las presiones y amenazas exteriores que sufre el
país y el predominio de métodos de regulación externa
sobre la autorregulación en el funcionamiento de la
prensa», lo que ha lesionado la autoridad del sistema
de comunicación cubano. Admite, además, que «el
fenómeno de la glasnost hizo mucho daño. Se levantó
el temor de que aquí la prensa también se prestara a
desmantelar ideológicamente la sociedad».22 Por su
parte, Roger Ricardo Luis y Eloísa Gil consideran que
este proceso trajo como consecuencia el «accionar
sigiloso de dirigentes y cuadros de las instancias
partidistas y gubernamentales del país, y de las
directivas de los medios y demás organizaciones e
instituciones relacionadas con la prensa».23
La glasnost como oportunidad o como alto riesgo
comparte la premisa común de la sobrevaloración del
papel de los medios en los procesos sociales y la tesis
extemporánea de la «satelización» cubana con respecto
a la URSS. Considero que el paralelo entre el sistema de
comunicación social cubano y la glasnost soviética solo
es pertinente para demostrar que la catástrofe de aquel
país fue el resultado de una situación específica en los
primeros momentos de la Sociedad informacional;24 si
se extrapola como generalidad a otros escenarios, se
corre el riesgo de equivocar los pronósticos. A finales
de los 80,
una población muy educada se encontró atrapada en
un sistema tecnológico cada vez más distante de las
sociedades industriales comparables. La aplicación de
ordenadores al sistema burocrático y a una economía
planificada aumentó la rigidez de los controles,
verificando la hipótesis según la cual la racionalización
tecnológica de la irracionalidad social acrecienta el
desorden.25
Pero aun así, la sociedad soviética estaba en la
«orilla histórica de la sociedad de la información»26
y las innovaciones tecnológicas apenas llegaron a los
MCM. En aquel momento no podían percibirse las
potencialidades comunicacionales que ha incorporado
a la vida cotidiana la cultura de la «virtualidad real»:27
la integración de la comunicación electrónica, el fin
de la audiencia de masas y el desarrollo de las redes
interactivas.28
Coincido con otros análisis en que la intervención de
los medios tradicionales fue central en la glasnost, pero
no fue esta la que provocó la disolución de la URSS.
Este proceso solo posibilitó la manifestación pública de
una crisis estructural, cuyos múltiples factores causales
yacían ocultos y ya habían erosionado profundamente
la legitimidad del sistema, con la ayuda entusiasta de
Occidente que, al decir de Alexandr Zinoviev, «podrá
sentirse orgulloso del papel crucial que tuvieron sus
24
Rosa Miriam Elizalde
estrategas de la política y sus servicios secretos en la
organización y el desarrollo de los hechos».29
Salta a la vista que el punto de partida es distinto.
La «lógica particular» de este «objeto particular» no se
puede extrapolar a Cuba desde el supuesto de que los
escenarios son inerciales. Las nuevas tecnologías han
pasado de la excepción a la norma, y se ha modificado
sustancialmente la base del sistema de producción
contemporáneo. Las redes informales, que en la era
soviética se concentraban en el ámbito de la economía
informal, hoy son el corazón de los nuevos movimientos
y de los medios sociales, a través de los cuales se
asegura la distribución de recursos comunicativos,
la seguridad colectiva en contra de las amenazas del
sistema formal, y los recursos políticos y la solidaridad
durante emergencias. Como en la economía informal,
mientras más amplia y coordinada es la red, más segura
y mayores posibilidades de crecimiento posee.
Los nuevos medios sociales y Cuba
La nueva dimensión incorporada por la revolución
tecnológica en curso, que alcanza a la sociedad
cubana, se caracteriza por su inmensidad en el espacio
(virtual), por su naturaleza múltiple y diversa, y su
modo descentralizado. El ciberespacio que la contiene
es una especie de atmósfera añadida al mundo físico
que conecta la energía social a través de las nuevas
tecnologías.30
En la Sociedad informacional el sujeto siempre está
expuesto a numerosos discursos, opiniones, versiones
e instrumentos en los que estos se presentan; ignorar
su demanda comunicacional o acudir a él con un
punto de vista absoluto es renunciar a priori a toda
posibilidad de influencia y resquebrajar su confianza,
que demora considerablemente en ser construida, pero
puede perderse rápidamente aunque no haya una base
objetiva: basta que se degrade como símbolo.
Los MCM han perdido la hegemonía que ostentaron
en la Sociedad industrial como mediadores colectivos,
frente al empuje de los NMS que en menos de una
década han ido ocupando cada vez mayores espacios
en la práctica comunicativa.
En Cuba no se ha producido la regularidad del
paso gradual de la extensión de la red tecnológica al
acceso en profundidad;31 sin embargo, en ningún otro
país la entrada a la Sociedad informacional comenzó
por la alfabetización digital universal. Por tanto,
aquí la influencia de la revolución sociotecnológica
actual es atípica: la apropiación cultural para el uso
de estas tecnologías se adelantó a la infraestructura de
Internet32 y ha generado una adaptación evolutiva al
escenario virtual, donde predomina la articulación en
red a partir del uso de plataformas digitales accesorias
(dispositivos USB, CD, DVD, videojuegos, tecnología
móvil, etc.), particularmente visibles entre los jóvenes
nacidos a partir de la década de los 90 del siglo pasado,
que acceden a laboratorios de computación desde la
enseñanza primaria.
Como ocurre en sociedades de mayor conectividad,
para los nativos digitales cubanos no existe la
convergencia; el futuro, tal como se lo representan
los «inmigrantes digitales», es el presente para las
generaciones más jóvenes, y el nuevo escenario donde
coexisten MDM y NMS es un conjunto en sí mismo, no
una articulación de conjuntos. Si el medio tradicional
no es asequible, no despierta su curiosidad o no
admite intercambio, los nativos digitales tienen una
gran oferta entre los nuevos medios sociales, donde se
sienten más cómodos y se entrecruzan sus principales
relaciones de confianza, sobre la base de la igualdad y
la reciprocidad.
Para ellos es más relevante la confianza que la
interacción con la información, aunque este sea
el producto central que se intercambie. Debido
al conocimiento de las TIC y la débil o ausente
infraestructura de Internet, la relación de confianza
en la franja de los nativos digitales cubanos se ha
fortalecido con tecnologías simples, y como ocurre
en las lógicas de los movimientos sociales y han
descrito los investigadores canadienses Mark Surman
y Katherine Reilly, la mayor innovación ha sido social
y no técnica. Perciben que la memoria flash, el CD, las
listas de correo electrónico y recientemente el móvil,
entre otro artefactos, son más íntimos, directos y
dirigidos que la web.33
La confianza tiene una connotación positiva
puesto que es un mecanismo de integración, pero si se
producen discrepancias entre los fines y las estructuras
de las organizaciones formales, y las especificaciones
históricas y culturales de los sistemas sociales donde
estas organizaciones se encuentran ancladas, la
principal consecuencia es la rigidez y la corrupción
del sistema.
La incapacidad del sistema formal de satisfacer
las necesidades comunicativas, da lugar a soluciones
informales fortalecidas con las tecnologías que facilitan
la comunicación en red —sobre todo si los MCM
no están entrenados para acompañar la dinámica
transformadora—, refieren un aumento de la rigidez del
sistema comunicacional y no favorecen un movimiento
participativo de las fuerzas que pueden llevar el proceso
hacia el perfeccionamiento del sistema social.
Los nativos digitales están especialmente predispuestos
a la noción de independencia frente a sus propósitos
porque, debido al conocimiento que poseen de los
instrumentos y de las lógicas de la ecología digital,
para ellos no existen fronteras entre sus juicios y la
posibilidad de someterlos a la práctica comunicativa
social, donde las relaciones de confianza se construyen,
en lo fundamental, dentro del entorno de los nuevos
medios sociales. En los inmigrantes digitales sucede lo
contrario: la acción colectiva depende mayoritariamente
de las instituciones formales, de modo que allí se anclan
sus relaciones de confianza.
La confianza no es algo inmóvil: se construye o se
destruye, sobre todo en el ámbito de la comunicación
donde la información es importante, pero lo es más
aún la interactividad y la participación. Internet,
infraestructura central de la Sociedad informacional,
no define, pero facilita el ajuste de los fines y valores
de la sociedad con la práctica comunicativa. No puede
desarrollarse al margen de la intervención del Estado, de
sus estrategias políticas y de sostenibilidad social, de sus
resultados económicos y de sus normas. Es en este eje
donde existen las mayores posibilidades para articular en
la sociedad cubana la nueva infraestructura tecnológica
resultante de la actual revolución sociotecnológica,
con una nueva noción de los actores sociales, de las
demandas y ofertas de la comunicación, de las pautas
de los procesos comunicacionales y del modelo de
gestión correspondiente.
Reconocer el cambio
A diferencia de la Isla, bajo influencia de la industria
cultural de los Estados Unidos y con un notable número
de emigrados cubanos residentes en ese país, la URSS
se había cerrado a cal y canto a la influencia occidental,
mientras excluía de sus instituciones políticas todo
instrumento teórico que resaltara la importancia de
la subjetividad.34 La información del mundo exterior
accesible a la representación imaginaria de los
ciudadanos soviéticos, que sublimaban los productos
y servicios del capitalismo por falta de información y
de visiones del mundo alternativas, objetivamente
hicieron más destructivo el proceso político interno. El
uso de líneas telefónicas de salida internacional, el télex
y hasta las fotocopiadoras se controlaban mediante
procedimientos especiales dentro de cada organización,
y la sola idea de tener computadora era subversiva para
la burocracia soviética, incluida la científica.
En opinión de Julio García Luis, la comunicación
social en su conjunto fue «el punto neurálgico más débil
por donde se abrió paso la estrategia de desmontaje
político y moral de la sociedad soviética que alentaban
las fuerzas internas de la burocracia procapitalista,
con el activo y gozoso concurso de las agencias de
subversión internacionales».35 La razón, a su juicio,
era que los más de setenta años de prensa soviética
«no fueron capaces de formar una opinión pública
alerta, informada y crítica, sino que indujeron, por el
contrario, el aislacionismo, la pérdida de confianza y
la deslegitimación del liderazgo». Y añade:
La glasnost: paradoja en la era de la web 3.0
25
El poder soviético, sin duda, soportó siempre una aguda
guerra ideológica y psicológica de sus adversarios.
Nunca le faltaron razones para sentirse asediado y
amenazado. Es posible que haya creído, de buena fe,
que la solución a esto era hermetizar la prensa a las
corrientes de pensamiento internas y externas, cerrarse
al debate y convertir a la prensa en un instrumento
ciento por ciento coherente al aparato del partido, cuyo
dictum debía limitarse a reproducir. Es posible incluso
que en determinadas etapas esa concepción diera
muestras de vitalidad y eficacia. Mucho más probable
todavía es que no percibiera, cuando aún se estaba a
tiempo, que ese estilo de comunicación pública estaba
ya agotado y que había comenzado a acumular un
saldo negativo y peligroso de déficit de información,
frustraciones y divorcio de la realidad. Cualesquiera
fueran los problemas materiales de la sociedad soviética,
y tenía muchos, parece indiscutible que ella fracasó en
el terreno de la subjetividad.36
Según Manuel Castells, el aislamiento fue aún
más lesivo cuando el gobierno soviético «impidió
la difusión de las TIC en el sistema social, y sin esa
difusión, las tecnologías de la información no pudieron
desarrollarse más allá de las asignaciones funcionales
específicas recibidas del Estado, con lo que resultó
imposible el proceso de innovación espontánea por
el uso y la interacción de las redes que caracteriza al
paradigma de la tecnología de la información».37
Por su parte, el dominico Frei Betto considera que
la URSS
cometió el error de, al socializar los bienes materiales,
privatizar los simbólicos, por eso confundió la crítica
constructiva con contrarrevolución, cercenó la autonomía
de la sociedad civil al enganchar al partido los sindicatos y
los movimientos sociales, cohibió la creatividad artística
por el realismo socialista; permitió que la esfera de poder
se transformase en una casta de privilegiados distantes de
los anhelos populares, y cedió a la paradoja de obtener
grandes avances en la carrera espacial sin ser capaz de
suprimir debidamente el mercado minorista de géneros
de primera necesidad. [Ejecutó una política] ayuna,
pragmática y carente de contenido moral.38
Para José Luis Rodríguez esta situación endureció
e hizo aún más inflexible el sistema, enfrentado a un
cambio «casi de un día para otro y sin conducción
política, del modelo de prensa triunfalista al
revisionismo histórico y la crítica feroz contra todas
las instituciones de la sociedad soviética, empezando
por el Partido».39
En resumen, estos autores coinciden en que no
existió previamente un feedback que favoreciera el
distanciamiento crítico del discurso mediático de signo
apocalíptico que dominó el imaginario de los soviéticos,
y en particular, que amortiguara la seducción del
arsenal simbólico capitalista. Los símbolos occidentales
ayudaron a fijar la extremada personalización del
liderazgo —primero de Mijaíl Gorbachov y luego de
Boris Yeltsin—, la simplificación de los mensajes en
términos dicotómicos: bueno y malo, la preminencia de
26
Rosa Miriam Elizalde
los juicios moralizantes para movilizar la conciencia y
decidir la política, la volatilidad de la conducta pública,
la subestimación de las investigaciones sociales, la
dificultad de encajar nuevas expresiones políticas en
las categorías tradicionales —Castells y Larissa Adler
concuerdan en la expresión de una «política informal»
paralela a la «economía informal», estrechamente
interconectadas—, 40 y, en última instancia, una
dependencia de la capacidad financiera de las fuerzas
precapitalistas para apoyar la política mediática, con
lo que se creó un círculo de retroalimentación (o un
círculo vicioso) entre el poder, los medios y el dinero.
Ni siquiera tuvieron tiempo para articular un
consenso que les permitiera instrumentar una política
capaz de fijar los márgenes institucionales de la reforma
comunicacional. La Ley de Prensa en la URSS fue
aprobada a finales de 1990, a las puertas del golpe de
Estado que puso fin a la era Gorbachov y casi cinco
años después de que se realizara el primer congreso
partidista (XXVII) en tiempos de la perestroika. Llegó
demasiado tarde, cuando había una política tácita en
acción (la violación rampante de lo establecido en la
política vigente) y ya era insalvable el dilema entre
la conciencia de una urgencia de cambio, el freno de la
incertidumbre y la parálisis política, que se intentó
revertir «bajo la bandera de una glasnost convocada
y desatada desde arriba, por la propia burocracia
engreída que aspiraba a conducirla, sin estar entrenada
para ello».41 La Ley de Prensa ni siquiera llegó a entrar
en vigor y según el sociólogo y escritor español Manuel
Vázquez Montalbán, murió antes de nacer porque «la
URSS estaba dominada por una nueva clase de yuppies
de la nomenklatura con deseos irrefrenables de practicar
cuanto antes la transubstanciación capitalista», en
una pelea grotesca con «unos cuantos comunistas
malparados e irresponsables, de esos comunistas de
película de Hollywood anticomunista».42
A partir de 1988 los medios intelectuales y
periodísticos desbordaron los proyectos iniciales
de la perestroika, tomaron la iniciativa y acabaron
influyendo en los acontecimientos de un modo
decisivo. En realidad, el Estado soviético no instituyó
la liberalización de los medios, sino que estos
interpretaron el derecho a la información y la opinión
como les pareció, en condiciones de amateurismo
profesional y considerables incoherencias, al punto de
que mientras se difundían los principios contrarios a
la esencia misma del sistema en nombre de la «libertad
de expresión», se ocultaba información altamente
sensible para la vida de los soviéticos y sus vecinos
euroasiáticos.43
Hacer este recorrido permite identificar el lugar de
la glasnost en el derrumbe soviético, y el papel
determinante en estos acontecimientos del modelo
de comunicación existente antes de la perestroika,
en la plenitud del paradigma de los mass media. No
obstante, la comunicación en cada época crea sus
paradigmas, sus modos de hacer, su estado del arte.
Se adapta, desarrolla y hace suyos los distintos medios,
soportes y tecnologías que le sirven en su circunstancia
sociocultural. Por tanto, es posible concluir que los
nuevos problemas son insolubles desde el anterior
paradigma, e ignorar esta certeza puede empujar a
una masa creciente, sobre todo de jóvenes que no se
reconocen en él, a desconectarse de las instituciones
del espacio físico, que siguen siendo las principales
articuladoras de la consistencia social, pero cuya
legitimidad depende como nunca antes de los poderosos
recursos simbólicos que enmarcan la información. «Si
el poder se basa cada vez más en el control privilegiado
de información es potencialmente un poder frágil, pues
la simple adquisición de información sitúa a los actores
antagonistas en el mismo plano».44
A pesar de lo ocurrido en la URSS con la glasnost,
proceso en el que los medios institucionales dejaron
inermes al Estado soviético y a su partido comunista
frente a los adversarios, no es imprescindible ocupar los
medios de comunicación tradicionales para intervenir
en la agenda mediática de un país y catalizar procesos
que puedan conducir a la ingobernabilidad. Los
analistas estadounidenses creen que pueden ocupar
los NMS, no solo para fijar la agenda del gobierno de
ese país en la cubana, sino para profundizar la crisis de
confianza en los medios tradicionales de la Isla, esencial
para desmovilizar simultáneamente la existente en
las instituciones que estos representan. No están
interesados en apoderarse de los MCM. Calculan que
mientras peor cumplan estos sus funciones, mejor, pues
prestarían de modo implícito un servicio a la política
de penetración ideológica y crearían en la práctica un
sustrato de comunicación interna orientado hacia este
objetivo. Por eso han redirigido hacia el ciberespacio, de
manera agresiva y acelerada, la mayoría de los fondos
destinados al «cambio de régimen» en Cuba.
La realidad es que el paradigma de los mass media ha
entrado en paradoja, pero de manera diferente a como
ocurrió en la URSS, cuyo socialismo se derrumbó por
sus propios pies. El sistema comunicativo institucional
de Cuba puede fortalecer la gobernabilidad si se abre a
los nuevos procesos que intervienen hoy en la opinión
pública, donde se proyecta una tercera generación de
la web, sostenida por una red ubicua con múltiples
plataformas que propician una mayor convergencia
entre lo virtual y lo físico. Ese cibermundo ya está
habitado por los nativos digitales cubanos, y no solo por
aquellos que viven en perímetros urbanos. Gracias a la
intervención del Estado, que vislumbró tempranamente
la trascendencia de la informatización de la sociedad
para el desarrollo científico y económico del país, el
acceso a la cultura informacional llegó a todas partes,
incluidas las zonas geográficas más aisladas, donde se
construyeron escuelas —hasta para un solo niño— que
contaron con un maestro, un televisor, un reproductor
de DVD y una computadora.
El error de considerar la glasnost como oportunidad
o como amenaza radica en no reconocer la necesidad
del cambio e inferir que el tiempo histórico de la
Revolución cubana está detenido en 1989. Esto se
traduce también en la irracionalidad de presuponer
que para el socialismo representa una amenaza mortal
cualquier cambio que produzca, y no aceptar que «el
socialismo es la sociedad cambiante por excelencia,
y el perfeccionamiento, la búsqueda constante y
la renovación permanente constituyen su esencia
misma».45
Notas
1. En este trabajo se asume la «cubanología» como «la corriente
preponderante de los estudios sobre Cuba en el exterior integrada
por el grupo de académicos que a partir de los años 70 pasa de
una forma coherente y organizada a desarrollar una vertiente de la
ideología burguesa, que se caracteriza por su visión esencialmente
negativa de la evolución política, económica y social de la Revolución
cubana». José Luis Rodríguez, Crítica de nuestros críticos, Editorial
de Ciencias Sociales, La Habana, 1988, p. 8.
2. A partir de documentos desclasificados de la administración
estadounidense, el periodista norteamericano Tracey Eaton
desde hace varios años registra en su blog Cuba Money Project el
destino de una parte de los fondos del gobierno de ese país para la
subversión en Cuba. Según uno de los documentos aquí publicados
el Departamento de Estado destinó 200 826 000 dólares en
programas de subversión contra la Isla desde 1997 hasta 2011. Véase
Tracey Eaton, «USAID Audit Cost Taxpayers Nearly $150,000 per
Page?», Cuba Money Project, 25 de diciembre de 2011, disponible en
http://cubamoneyproject.org/?p=3783 (consultado 16/02/2013).
3. Alan Gross fue arrestado en diciembre de 2009 en La Habana,
tras instalar una red fuera del control de las autoridades
cubanas. La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (USAID), al amparo de la legislación que
promueve el cambio de régimen en la Isla, pagaría por este
servicio 590 608 dólares [véase Development Alternatives, Inc.,
«Meeting Notes from USAID (Confidential)», Washington, DC,
26 de agosto de 2008, disponible en https://docs.google.com/
file/d/0B6Mo1c2bIFLWc2NRTlo1dDdKUmM/edit (consultado
21/02/2013)]. Fue juzgado y sentenciado a quince años de prisión
y cumple sanción en Cuba.
4. Hasta mayo de 1994 los Estados Unidos bloquearon para Cuba
el acceso a sitios norteamericanos de Internet, bajo una política de
«filtración de ruta» de la National Science Foundation (NCF). En
octubre de 1996 se hace efectivo el permiso para enlazar a Cuba
a la red internacional de la Ley de la Democracia Cubana (Ley
Torricelli) de 1992, cuyo objetivo era «democratizar la sociedad
cubana». Esta legislación impuso límites y sanciones para las
personas naturales o jurídicas de la nación estadounidense que
favorecieran el comercio electrónico, el turismo o cualquier otra
área que generara beneficios económicos para la Isla, incluyendo
la provisión de tecnologías. Asimismo prohibió explícitamente
inversiones en «las redes de comunicaciones domésticas dentro
de Cuba», en particular «la contribución (incluida la donación)
La glasnost: paradoja en la era de la web 3.0
27
de fondos o de cualquier cosa de valor [...] y el otorgamiento de
préstamos para ese fin». Véase Departamento del Tesoro, «Cuban
Democracy Act of 1992», 1992, disponible en disponible en www.
treasury.gov/resource-center/sanctions/Documents/cda.pdf
(consultado 18/02/2013).
5. «Se ha dado prioridad a las instituciones de la salud en las 14
capitales provinciales de la Isla y en 30 de los 169 municipios. Hay,
al menos, tres mil cuentas de correo electrónico en instituciones
médicas. Los recursos de Infomed suministran información
actualizada sobre la salud en Cuba y el mundo. Cuba proporciona
el texto completo de 37 publicaciones médicas de forma gratuita, 14
textos virtuales (con categoría de libros) y cuatro boletines diarios».
Nelson P. Valdés, «Cuba y la tecnología de la información», Temas,
n. 31, octubre-diciembre de 2002, p. 65. Disponible también en
www.temas.cult.cu/revistas/31/057-071nelson.pdf.
6. Patrik Hunt, un experimentado investigador de los telecentros
en América Latina, afirmó que ninguna otra red en la región tenía
entonces la «profundidad de experiencia», el «alcance como red» y
la «investigación en curso» de los Joven Club cubanos (citado por
Nelson P. Valdés, ob. cit., p. 64).
7. Johan Eriksson y Giampiero Giacomello, International Relations
and Security in the Digital Age, Routledge, Nueva York, 2007, p. 67.
8. Geoff Demarest, «Cuba’s Transition», Military Review, Kansas,
mayo-junio de 2001, pp. 55-63.
9. George W. Bush, «Fact Sheet: Report of the Commission
for Assistance to a Free Cuba», The White House, Washington,
DC, 6 de mayo de 2004, disponible en http://georgewbushwhitehouse.archives.gov/news/releases/2004/05/20040506-7.
html (consultado 18/02/2013); «President’s Statement on
Second Report of the Commission for Assistance to a Free
Cuba», The White House, Washington, DC, 10 de julio de 2006,
disponible en http://georgewbush-whitehouse.archives.gov/news/
releases/2006/07/20060710.html (consultado 18/02/2013).
16. En este tema son particularmente activos el Cuba Study Group,
Heritage Foundation, International Republican Institute (IRI),
Institute for Cuban and Cuban-American Studies de la Universidad
de Miami, The Brookings Institution y Freedom House, entre
otros.
17. El historiador Ariel Dacal define la glasnost como «el conjunto
de políticas atenientes a la comunicación y a las transformaciones
políticas y estructurales del sistema» soviético desde 1985 hasta
1991, bajo el liderazgo de Mijaíl Gorbachov. Citado en Mabel
Machado y Carlos Díaz, «Glasnost ni libre ni pactada. Un estudio
de Sputnik y Novedades de Moscú entre 1986 y 1989», Tesis de
Diploma, Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana,
2009 [inédito].
18. «Encourage Citizen Reporting in Cuba», The Capitol Hill,
Washington, DC, 10 de junio de 2012, disponible en www.
capitolhillcubans.com/2012_06_10_archive.html (consultado
19/02/2013).
19. La idea de que la cultura digital abre una brecha generacional
importante está en la base de la distinción que Mark Prensky acuñó
entre «nativos digitales» e «inmigrantes digitales», para intentar
entender las diferentes maneras de relación con el conocimiento
que se producen entre quienes se han criado en la cultura de los
artefactos digitales de todo tipo y los que se aproximan a estos
entornos manteniendo otras lógicas culturales. Véase M. Prensky,
«Digital Natives, Digital Immigrants», On the Horizon, v. 9, n. 5,
octubre de 2001.
20. Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI),
«Indicadores físicos de las TIC / ICT Physical Indicators», Anuario
Estadístico de Cuba. 2011, ONEI, La Habana, 2012, disponible en
www.one.cu/aec2011/esp/20080618_tabla_cuadro.htm (consultado
15/12/2012).
10. Este Grupo especial del Departamento de Estado no suele
tener mucha presencia pública. Detalles de cómo se conformó y
sus objetivos pueden encontrarse en el memorando emitido por la
entonces secretaria de Comercio Josette S. Shiner, «Statement on
the Second Meeting of the Global Internet Freedom Task Force»,
The White House, Washington, DC, 6 de abril de 2006, disponible
en http://2001-2009.state.gov/e/rm/2006/64075.htm (consultado
18/02/2013).
21. Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU), Measuring
the Information Society 2010, ITU, marzo de 2010, disponible en
www.mtic.gov.md/img/news/2010/03/MIS_2010.pdf (consultado
13/12/2012).
11. Hillary Clinton, «Internet Freedom: The Prepared Text of U.S.
of Secretary of State Hillary Rodham Clinton’s Speech, Delivered
at the Newseum in Washington, D.C.», Foreign Policy, 21 de enero
de 2010, disponible en www.foreignpolicy.com/articles/2010/01/21/
internet_freedom (consultado 18/02/2013).
23. Roger Ricardo Luis y Eloísa Gil, «La verdad útil», Tesis de opción
al grado de Máster en Ciencias de la Comunicación, Facultad de
Comunicación, Universidad de La Habana, 2000, p. 5. [Inédito].
12. Joel Schectman, «Iran’s Twitter Revolution? Maybe Not Yet»,
Business Week, 17 de junio de 2009, disponible en www.businessweek.
com/technology/content/jun2009/tc2”0090617_803990.htm
(consultado 18/02/2013).
13. Departamento de Estado, «NetFreedom Task Force Meeting»,
4 de marzo de 2010, disponible en www.state.gov/r/pa/prs/
ps/2010/03/137790.htm (consultado 18/02/2013)
14. Departamento de Comercio, «Cuba: Revisions to Gift Parcel and
Baggage Restrictions, Creation of License Exception for Donated
Consumer Communications Devices and Expansion of Licensing
Policy Regarding Telecommunications», 8 de septiembre de 2009,
disponible en www.gpo.gov/fdsys/pkg/FR-2009-09-08/html/E921402.htm.
28
15. Ray Walter y Marc Wachtenheim, Leveraging Technology to
Support Free Access to Information in Cuba, Heritage Foundation,
2012.
Rosa Miriam Elizalde
22. Julio García Luis, «La regulación de la prensa en Cuba: referentes
morales y deontológicos», Tesis de Doctorado, Universidad de La
Habana, 2004, p. 84. [Inédito]. Un fragmento de esta tesis se publica
en este numero de Temas.
24. Sistema donde las tecnologías del conocimiento, el procesamiento
y control de la información se convierten en las primeras fuentes
de producción, y establecen una nueva forma de relación entre
economía, Estado y sociedad. En este sistema el incremento en
el uso de la información es la materia prima fundamental para
producir riqueza. Véase Manuel Castells, La era de la información.
Economía, sociedad y cultura. Fin de milenio, t. III, Alianza Editorial,
Madrid, 2006.
25. Ibídem, p. 62.
26. Ídem.
27. «[S]istema en el que la misma realidad (esto es, la existencia
material/simbólica de la gente) es capturada por completo,
sumergida de lleno en un escenario de imágenes virtuales, en el
mundo de hacer creer, en el que las apariencias no están solo en
la pantalla a través de la cual se comunica la experiencia, sino
28. Ídem.
43. En abril de 1989, cuando se produjo la avería en la central
nuclear de Chernobil, Pravda mantuvo en su primera página
acontecimientos tan lejanos a esa catástrofe como la visita del
ministro de Asuntos Exteriores chipriota. Eduard Shevardnadze,
entonces canciller, cuenta en sus memorias que quince embajadores
extranjeros le habían pedido audiencia para tratar los efectos de
Chernobil antes de que él mismo recibiera información alguna
sobre esa catástrofe ecológica sin precedentes. Véase Eduard
Shevardnadze, El futuro pertenece a la libertad, Ediciones B,
Barcelona, 1991, p. 211.
29. Alexandr Zinoviev, La caída del imperio del mal, Edicions
Bellaterra, Barcelona, 1999, p. 106.
44. Alberto Melucci, Acción colectiva, vida cotidiana y democracia,
El Colegio de México, México, DF, 1999, p. 69.
30. Jesús Galindo Cáceres, «Cibercultura, ciberciudad, cibersociedad:
hacia la construcción de mundos posibles en nuevas metáforas
conceptuales», Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, v. IV,
n. 7, Colima, junio de 1998.
45. Julio García Luis, «Revolución, socialismo…», ob. cit., p. 199.
que se convierten en la experiencia. Todos los mensajes de toda
clase quedan encerrados en el medio, porque este se ha vuelto
tan abarcador, tan diversificado, tan maleable, que absorbe en el
mismo texto multimedia el conjunto de la experiencia humana,
pasada, presente y futura, como en ese único punto del universo
que Jorge Luis Borges llamó el “Aleph”» (Manuel Castells, La era
de la información. Economía, sociedad y cultura. La sociedad red,
t. I, Alianza Editorial, Madrid, 2002, p. 144).
31. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL) sostiene que la brecha digital tiene dos dimensiones:
extensión (acceso) y profundidad (calidad de acceso). Véase
CEPAL, Las TIC para el crecimiento y la igualdad: renovando las
estrategias de la sociedad de la información, Tercera Conferencia
Ministerial sobre la Sociedad de la Información de América Latina
y el Caribe, Lima, noviembre de 2010, p. 358.
, 2013
32. El número de usuarios de las redes de telecomunicaciones en
Cuba en 2011 era de 23,2 por cada cien habitantes, cifra en la que
se integran aquellos que acceden a los servicios de intranet y de
Internet, tanto en el área residencial como social (ONEI, ob. cit.).
A nivel internacional, 32,5 personas en el mundo de cada cien
accedían a Internet desde sus hogares en 2011 [ITU, Measuring the
Information Society 2012, ITU, 2012, disponible en www.itu.int/
ITU-D/ict/publications/idi/material/2012/MIS2012-ExecSum-S.
pdf (consultado 14/12/2012)].
33. Véase Mark Surman y Katherine Reilly, «Appropiating the
Internet for Global Activism» (Informe para el Social Science
Research Council), noviembre de 2003, disponible en http://
files.uniteddiversity.com/Effective_Organizing/Appropiating_
the_Internet_for_Social_Change.pdf (consultado 1/5/2013). En
español puede obtenerse en http://omec.uab.cat/Documentos/
TIC_desenvolupament/0064.pdf.
34. José Luis Rodríguez, entrevista realizada por la autora, 18 de
diciembre de 2012.
35. Julio García Luis, «Revolución, socialismo, periodismo.
La prensa y los periodistas cubanos ante el siglo xxi», 2011.
[Inédito].
36. Ibídem, pp. 55-6.
37. Manuel Castells, La era de la información… Fin de milenio,
ob. cit., p. 90.
38. Frei Betto, «El nombre político del amor», Caminos, n. 48, La
Habana, abril-junio de 2008.
39. José Luis Rodríguez, entrevista citada.
40. Véase Larissa Adler Lomnitz, «Confianza, redes sociales y
economía informal: un análisis comparado», Anuario de Estudios
en Antropología Social, n. 1, Buenos Aires, 2004; Manuel Castells,
La era de la información… Fin de milenio, ob. cit.
41. Julio García Luis, «Revolución, socialismo…», ob. cit., p. 56.
42. Manuel Vázquez Montalbán, Moscú de la Revolución, Debolsillo,
México, DF, 2005, p. 5.
La glasnost: paradoja en la era de la web 3.0
29
Aspectos morales y éticos
de las TIC
Lázaro J. Blanco Encinosa
Informático y profesor. Centro de Estudios
de Técnicas de Dirección. Universidad de La Habana.
É
tica es la parte de la filosofía que estudia las reglas
de la moral, y de la conducta humana, aquello
que está bien o mal. Proviene de la palabra
griega ethos, que significa comportamiento. El
mundo la ha aceptado como una ciencia normativa,
indicativa del proceder adecuado en una época, cultura
y lugar determinados. El hecho de vivir en comunidad
exige la existencia de principios sobre lo que es correcto
e incorrecto. Tales principios deben ser respetados
para garantizar la convivencia pacífica entre los seres
humanos.1 «El respeto al derecho ajeno es la paz», dijo
el prócer mexicano Benito Juárez,2 excelente resumen
de lo que debe ser la ética en cualquier sociedad.
Hay evidencias de que el estudio de la ética tiene
más de cuatro mil años. Confucio en China; Pitágoras,
Sócrates y Aristóteles en Grecia y Jesús en Palestina;
fueron algunos de los pensadores que ayudaron a
definir el pensamiento ético de la humanidad. José
Martí fue digno heredero de esos filósofos.
En la actualidad, cuando las tecnologías de la
información y el conocimiento (TIC) se introducen
cada vez más en las sociedades, incluso sin algunos
advertirlo, la ética enfrenta nuevos retos y dimensiones
en las que debe adentrarse, otros enfoques y definiciones
que deben esbozarse. Los sistemas de información y
las tecnologías están impactando muy rápido nuestras
vidas, sin dar tiempo a que se medite lo suficiente
en sus implicaciones. Cada vez más utilizamos las
computadoras, los teléfonos móviles, las redes sociales
y sin darnos cuenta nuestra existencia toma una
dependencia casi absoluta de esas tecnologías. Las
informaciones sobre nosotros viajan por el ciberespacio
y se almacenan en lugares que no conocemos, lo
30
n. 74: 30-37,
abril-junio de 2013
Lázaro J. Blanco
Encinosa
cual posibilita su empleo en acciones que no hemos
aprobado. Empresas, gobiernos y hasta individuos
pueden acceder a nuestros datos y usarlos para su
beneficio sin que nos enteremos.
¿En qué medida esas situaciones son conocidas
por los diseñadores e implementadores de los sistemas
y tecnologías de la información? ¿Los analistas y
programadores se detienen a pensar que algunas de sus
acciones pueden ser perjudiciales para sus congéneres
e incluso para ellos mismos? ¿En los países existe la
legislación necesaria para proteger a los ciudadanos
de la interferencia de los agresores a sus derechos
mediante las tecnologías de la información? ¿Hay
alguna garantía de que los sistemas de información
no sean empleados con objetivos diferentes a los que
motivaron su creación, en beneficio de otros? ¿Estamos
conscientes de ello? ¿Los sistemas de información
se hallan lo suficientemente protegidos para evitar
fraudes o errores que perjudiquen a organizaciones
y ciudadanos? Son algunas de las preguntas básicas
para tratar una problemática que todavía no ha sido
analizada en su totalidad en el mundo. No pretendo
ofrecer respuestas, ni siquiera opiniones definitivas, sino
exponer preocupaciones y abrir puertas a la reflexión
colectiva. Tampoco intento analizar la problemática
de un país en particular; este trabajo constituye un
primer paso hacia estudios más profundos, específicos
y, tal vez, locales.
Elementos éticos en la sociedad
de la información
Las ideas éticas surgen condicionadas por el sistema
económico vigente, la historia, las relaciones sociales
de producción y propiedad y la idiosincrasia de los
pueblos, entre otros factores. Quiero destacar aquí
las relaciones más importantes entre algunos de estos
elementos, en ese proceso complejo llamado sociedad
de la información.
El individuo, los grupos sociales y la sociedad
interactúan entre sí. A su vez las relaciones sociales de
producción, sobre todo las de propiedad, y el sistema
económico en su conjunto se relacionan con aspectos
superestructurales, como la cultura, la religión (una
manifestación de la cultura), el sistema legal, el político,
las costumbres, entre otros elementos, para condicionar
las ideas morales vigentes. Entre esas ideas siempre
tuvieron un lugar importante, aunque en constante
evolución, los criterios dominantes sobre los derechos
del ser humano, entre los que destacan el derecho a
la vida, a la propiedad, a la privacidad, a la libertad
de pensamiento y de expresión, a estar informados,
etc. Igualmente forman parte de las ideas éticas las
relaciones interpersonales e intergrupales, los datos
individuales, familiares, entre otros.
La tecnología de la información y las comunicaciones
impacta sobre dichas ideas y sobre esos derechos. En
esencia no los cambia, pero abre nuevas facetas de estos,
se redefinen y a la vez crean nuevas condiciones, tanto
para reafirmarlos como para violarlos.
Tales facetas o dimensiones morales se intentan
resumir a continuación:
• Vida del ser humano: Incluye los valores que
preservar y desarrollar en una sociedad basada en
la información y el conocimiento, las instituciones
formales e informales (familia, organizaciones, etc.),
las prácticas culturales que emergen, se modifican
y desaparecen por la influencia de los sistemas y
tecnologías de la información.
• Sistema social: Abarca las informaciones que deben
existir para proteger los derechos individuales, de
las organizaciones y de la sociedad en su conjunto,
así como exigir el cumplimiento de las obligaciones
de esos actores.
• Dirección y responsabilidad individual y colectiva:
Comprende la definición de las organizaciones y
las personas que tienen, pueden y deben asumir
y enfrentar la responsabilidad legal y moral por
el perjuicio a los individuos y organizaciones, a
sus derechos de propiedad y de utilización de la
información individual y colectiva.
• Derechos y obligaciones de posesión y propiedad
de la información: Incluye la política de protección
y cesión de los derechos de propiedad intelectual en
la sociedad de la información —patentes y licencias
en la época digital.
• Deberes, derechos y atribuciones de información:
Atañen a los individuos y las organizaciones, en
relación con la información sobre sí mismos. Incluye
el balance entre la privacidad y la necesidad de
información para la sociedad. Se relaciona con la
legalidad como reflejo y soporte de la ética.
La acentuación de algunas situaciones tecnológicas
en el mundo hace que las dimensiones morales
mencionadas se tornen especialmente sensibles. Por
ejemplo, cada vez es mayor la dependencia de los seres
humanos de la informática, tanto individual como
social. Nuestros ahorros, depositados en los bancos,
dependen de la fiabilidad con que los sistemas de
información de estas instituciones trabajen; nuestras
pólizas de seguro están informatizadas, al igual que
nuestras cuentas de electricidad, gas, teléfono; se
conocen nuestras llamadas telefónicas, nuestros
mensajes de correo electrónico, etc. En consecuencia,
las informaciones sobre nosotros están en múltiples
lugares, como los registros de población y vivienda,
bancos, hospitales, escuelas, agencias para el cobro de
Aspectos morales y éticos de las TIC
31
impuestos, etc. Cada vez apareceremos en más bases
de datos. Esas informaciones pueden ser utilizadas
por innumerables instituciones y personas, privadas y
gubernamentales. Por ejemplo, las empresas comerciales
pueden emplearlas para operaciones de marketing y
ventas incluso no solicitadas por nosotros. Asimismo,
diversas agencias estatales y gubernamentales pueden
acceder a ellas sin que lo sepamos. ¿Quién protege al
ciudadano en esos casos? ¿Quién asegura el adecuado
balance entre privacidad y necesidad social? La mayoría
de las personas ni siquiera ha pensado en eso.
Definiciones éticas básicas
La ética, y consecuentemente su comportamiento,
es un componente básico para la conservación de la
especie humana. Otrora se establecieron reglas éticas
para la convivencia. Recordemos, entre otros, los
mandamientos o leyes que Moisés recibió de Dios en
el Monte Sinaí, acorde a la Biblia; o el conjunto
de recomendaciones éticas contenidas en el cuerpo de
patakines de Ifá, en la religión o regla de Ocha.3
Algunas de esas reglas u orientaciones morales,
aceptadas por la mayoría, son:
• No hacer a los demás lo que no quisiera que le
hicieran a usted.
• Si algo no es adecuado para todos, tampoco lo es
para nadie.
• Si un acto no se puede repetir, entonces nunca debe
realizarse.
• Debe tomarse la acción que alcance los valores
mejores.
• Debe tomarse la acción que menos daño produzca.
• Todos los objetos son propiedad (virtual o real) de
alguien, a menos que se indique lo contrario. En otras
palabras, nada es gratuito.
Todas esas reglas o principios están englobadas
o comprendidas en la primera, y esta es equivalente
al mandamiento cristiano que dice «amaos los unos
a los otros». Debe advertirse que son un sistema de
principios. No se puede cumplir uno e incumplir los
demás.
Pero si durante milenios el ser humano tuvo
tiempo de consolidar poco a poco las ideas morales y
la concepción ética del mundo, con posterioridad a la
difusión de la informática y las redes de comunicación
globales no ha sido así. La tecnología ha ido tan rápido,
que no nos ha permitido discernir entre lo correcto y
lo que no lo es.
El comportamiento ético presupone la existencia
de libertad para que el individuo y las organizaciones
diseñen su accionar y elijan el camino que consideran
correcto. Para ello deben aceptar las consecuencias de
32
Lázaro J. Blanco Encinosa
sus actos, por lo que asumen varios principios básicos
adicionales:
La responsabilidad. El individuo responde por
sus actos, sus costos sociales, económicos, físicos
y humanos; así como los deberes y obligaciones
que entrañan. Las instituciones también deberán
también asumir tal principio ético. Ambos actores
deberán rendir cuenta de sus actos, definir quién es el
responsable de los mismos, y aceptar tanto premios
como castigos, en dependencia de si las acciones
repercuten positiva o negativamente en los demás.
El soporte legal. En un estado de derecho, el cuerpo
legal apoya la moralidad vigente, la ética reinante.
Evidentemente, la tecnología y los sistemas de la
información están en manos de las personas, las
cuales harán un buen o mal uso de ellos, en la medida
de sus intereses y sus ideas. El soporte legal debe
asegurar, tanto el castigo a los malos utilizadores,
como el resarcimiento de los daños y perjuicios
morales y materiales a los afectados.
Derechos del ciudadano y las instituciones
La privacidad es el primer derecho del ciudadano en
la era de la sociedad de la información. Significa poder
comportarse y actuar sin ser vigilado o interferido
por otros individuos u organizaciones. Incluye, por
supuesto, el accionar durante todo el día en el hogar,
el trabajo, la escuela, entre otros lugares. Las TIC
amenazan esa privacidad al hacer muy sencilla y barata
su violación.
Muchos países han emitido leyes para proteger ese
derecho, como la Directiva sobre la protección de datos,
de la Comisión Europea, del 25 de octubre de 1988;4
y la Ley sobre la privacidad de las comunicaciones
electrónicas, de los Estados Unidos, de 1986.5
Sin embargo, la práctica demuestra que algunas
de esas leyes en ocasiones son violadas, incluso por
los propios gobiernos que las emiten. No obstante,
su violación eventual o sistemática no implica que
sean leyes inútiles. Son apoyos muy necesarios para
establecer y consolidar los valores morales y los
derechos de las personas.
En función de este derecho, los ciudadanos deben
esperar (incuso los que no conocen mucho sobre las
TIC) que las instituciones que elaboran y utilizan
sistemas informáticos apliquen prácticas honestas
de información. Esta debe usarse solo para lo que
fue solicitada, con el consentimiento expreso de los
que la produjeron. Los individuos u organizaciones
deben contar con la facultad de revisar y refutar, en
caso de ser necesario, la certeza e integridad de las
informaciones. Los responsables de solicitar los datos
Las TIC han complicado la protección de las creaciones intelectuales, debido
a la facilidad para copiarlas y distribuirlas en las redes. Se ha creado la falsa
idea (deliberada o espontáneamente) de que lo que está allí puede ser utilizado
de manera indiscriminada, sin permiso y sin reconocer su fuente.
deben tomar todas las providencias para protegerlos y
para garantizar que sean ciertos, mediante un cuerpo
legal de leyes, resoluciones y normativas que avale
ese derecho de los ciudadanos y las obligaciones de
las instituciones. Ese cuerpo legal es necesario, pero
lamentablemente no es suficiente.
Debe recordarse que estos derechos están más
amenazados que nunca, con elementos como las
cookies, los web bugs, los programas espías (spyware)6
y los restantes programas malignos.7 Si bien las cookies
son microprogramas utilizados en determinados
sitios web para optimizar el acceso de los usuarios a
estos, también su labor puede desvirtuarse, cuando
los datos que manejan son mal empleados. Los web
bugs son pequeños programas insertados en mensajes
de correo y páginas web para conocer quién los está
leyendo y trasmitirlos a otra computadora. Los spyware
pueden determinar, por ejemplo, lo que se escribe
en un teclado y transportarlo a otras computadoras
de la red sin que el usuario se entere. Asimismo, los
virus y otros programas malignos pueden utilizar
indebidamente la información de las computadoras
en que se introducen.
Estos elementos amenazantes pueden ser utilizados
por empresas para realizar prácticas deshonestas de
mercadeo, por gobiernos para vigilar a sus ciudadanos
o por personas inescrupulosas y de comportamiento
malévolo, como hackers y crackers.
Algunas instituciones se han unido para lograr
sistemas más seguros que protejan los derechos de sus
clientes y consumidores. Están promoviendo el empleo
de «sellos en línea», para certificar los sitios web que
han adoptado los principios de privacidad. Un ejemplo
de ello es el sello TRUSTe que se coloca en las páginas
web de aquellos sitios que han implementado medidas
de seguridad, privacidad de divulgación, elección y
acceso.8
Algunas herramientas se han elaborado y difundido
para aplicar medidas de seguridad, como la encriptación
de correos electrónicos y la apariencia de anonimato
en la navegación en la Web. Por ejemplo, la Plataforma
para las Preferencias de Privacidad (P3P) asegura la
comunicación de políticas de privacidad entre los sitios
de comercio electrónico y sus clientes y visitantes.
El segundo derecho de los ciudadanos e instituciones
es el de expresarse con total libertad, sin que nadie lo
coarte, lo amenace o castigue por haberlo hecho. Ese
derecho debe equilibrarse con la responsabilidad
de no difundir informaciones falsas, denigrantes,
estimulantes de la violencia o que afecte la dignidad y
derechos de otras personas e instituciones.
Otro es el derecho a la información correcta sobre
sí mismos. Debe garantizarse que las informaciones
que los ciudadanos y las organizaciones colocan en
las bases de datos de instituciones privadas y públicas
sean las correctas y que estén protegidas, por diferentes
medios, de las diversas alteraciones que pueden
ocasionar daños y perjuicios. Los cambios en los
nombres, en las direcciones, o en otras informaciones,
traen, en el mejor de los casos, serios inconvenientes
y molestias a los ciudadanos y las instituciones, y en el
peor, profundos daños en su hacienda, en su imagen o
en la propia persona o institución. Los diseñadores de
software tienen la obligación moral (no solo técnica)
de introducir en él los controles de validación necesarios
para garantizar que se disminuyan al mínimo los errores
y cambios dolosos. Los capturadores manuales de datos
tienen similar obligación durante la realización de su
trabajo. Más adelante se volverá a tratar este aspecto,
en el acápite sobre calidad de la información.
Un derecho priorizado es el que tienen las
personas e instituciones a que la información que se
coloca en los medios de la Red sea la adecuada, sin
contenido ofensivo, amenazante, perjudicial o falso.
La pornografía (con cierta frecuencia infantil, que
atenta contra lo más valioso de la sociedad: la niñez), la
incitación al odio y la violencia, la difusión de técnicas
y métodos para la construcción de armas (incluso
de exterminio masivo) y de ideologías excluyentes y
agresivas, la discriminación racial, política, de género,
de preferencias sexuales o simplemente ideológica,
son algunos ejemplos de informaciones de este tipo.
Existe mucha irresponsabilidad (en el mejor de los
casos) y maldad (en el peor) en personas e instituciones
que tienen la autoridad y los medios para colocar
información en Internet. Este derecho a la información
sin contenido ofensivo o perjudicial, debe ser defendido
por todos los medios posibles: legales, técnicos y, por
supuesto, morales. Sin embargo, no siempre es fácil:
lo que un individuo o un grupo piensa que es bueno
y adecuado, otro no necesariamente lo comparte.
Las opiniones contrapuestas y contradictorias acerca
de la vida, la religión y la sexualidad, entre otros
aspectos, dificultan notablemente la defensa de este
derecho. No obstante, debemos luchar por que las
personas e instituciones aprendan a respetarse y a
Aspectos morales y éticos de las TIC
33
convivir entre sí, pese a opiniones y criterios diversos:
es algo profundamente ético y conveniente para la
conservación de la especie humana.
Resulta importante utilizar las redes de información
adecuadamente sin que personas, organizaciones y
gobiernos lo impidan. Desde que sus desarrolladores
las pusieron a disposición del mundo, los ciudadanos
e instituciones recibieron tácitamente el derecho de
acceder a ellas, siempre y cuando respeten los otros
derechos aquí mencionados.
Otro derecho de las instituciones y de los que
conviven en este planeta, es el de conocer las mejores
ideas y prácticas para la defensa del medioambiente.
Por supuesto, ello implica la denuncia y condena
de prácticas y criterios perjudiciales al entorno
y la diversidad animal. Internet es una poderosa
herramienta que puede contribuir mucho a salvar
nuestro hábitat. Los que utilizamos las TIC tenemos
que adoptar una actitud más activa en defensa de
la Tierra y sus habitantes. No puede admitirse la
difusión de ideas contrarias a la conservación del
medioambiente y las especies.
Un derecho de las instituciones que se viola con
frecuencia es el empleo de los medios técnicos de la
información (computadoras, redes, etc.) para los fines
a los que se destinaron originalmente, ya sea por los
empleados o por sus jefes (abunda el uso de correos
electrónicos de carácter personal, utilización privada de
las computadoras de la institución, almacenamiento
de informaciones ajenas al trabajo de la organización,
realización en el tiempo de trabajo de tareas privadas,
etc.). Al usar estos medios para fines particulares (igual
que los autos de la institución u otros activos), no se
piensa que ese proceder indebido es prácticamente
un robo. Es usual que las personas que utilizan una
computadora para su trabajo en alguna empresa u
organización estatal, tenga el disco duro lleno de su
música o películas preferidas. ¿Es esto perjudicial
realmente o es una exageración del autor? La inversión
en medios técnicos de computación ha sido notable para
todos los países en las últimas décadas, pero no siempre
se ha basado en criterios racionales desde el punto de
vista técnico y económico. Se han adquirido millones
de máquinas con una velocidad y una capacidad de
almacenamiento superior a las necesidades reales
de las empresas y organizaciones. Ello ha representado
una erogación mucho mayor que la debida.
Un derecho que debe respetarse es el relativo a
recibir solo la información deseada. Recibimos correo
spam o basura, con publicidad comercial o política;
nos llegan programas malignos enmascarados en
documentos aparentemente inofensivos; nos envían
cartas cadenas, pidiendo dinero o sugiriendo que las
renviemos si queremos recibir determinados bienes
morales o materiales; nos amenazan u hostigan con
34
Lázaro J. Blanco Encinosa
mensajes de odio; nos mandan informaciones obscenas
que pueden llegar a afectar a nuestros hijos. A veces
participamos de ese irracional intercambio cuando
nos enrolamos en la difusión de un absurdo mensaje
de cadena, porque nos parece simpático o agradable,
sin pensar en los derechos de los demás y en el hecho
ineludible de que contribuimos a la congestión
innecesaria de las líneas de comunicación. Es difícil
solucionar esa situación, en la que participamos todos
de una forma u otra, pero debemos meditar al respecto,
a los efectos de recuperar o desarrollar parte de una
ética perdida o que no se construyó.
Se le ha concedido poca atención al derecho que
tenemos todos a que se conserve la memoria histórica
de la sociedad.9 Nunca antes se había producido tanta
información y tanto conocimiento, ni ha sido tan fácil
su difusión y conservación. Y nunca, como ahora, se
ha perdido esa información y ese conocimiento, por
factores como el cambio acelerado de tecnologías
(soportes de información, procesadores, métodos de
almacenamiento, etc.), la volatilidad de las mismas, la
obsolescencia moral y real, espontánea y programada,10
la posibilidad de ataque a centros de servidores
por tiranos y dictadores, las agresiones bélicas, el
terrorismo, los desastres naturales, etcétera.
La propiedad intelectual
Las TIC han complicado la protección de las
creaciones intelectuales, debido a la facilidad para
copiarlas y distribuirlas en las redes. Se ha creado la
falsa idea (deliberada o espontáneamente) de que lo que
está allí puede ser utilizado de manera indiscriminada,
sin permiso y sin reconocer su fuente. La propiedad
intelectual debe ser respetada y protegida mediante
prácticas legales e informáticas, a los efectos de
garantizar el secreto comercial, los derechos de autor
y las patentes.
El primero se relaciona con informaciones vinculadas
a un producto del trabajo intelectual creativo: una
fórmula, un dispositivo, un determinado patrón de
comportamiento o el conjunto informativo de ciertas
investigaciones observadas destinado a su explotación
productiva o comercial. Existen leyes que protegen
el secreto comercial, incluidos tanto el objeto como
las ideas que lo sustentan. Un ejemplo de ello es el
software con elementos novedosos o exclusivos, y en
el cual la idea puede ser más valiosa que la solución
en sí. El secreto comercial debe protegerse por
contratos de no divulgación.
Los derechos de autor, también llamados reservados
o copyright, abarcan obras de diverso tipo: canciones,
poemas, novelas, libros científicos, artículos, etc. Por
lo general, la legislación protege al autor en vida y
durante cierta cantidad de años después de su muerte
para beneficiar a sus herederos. El software se protege
mediante esa fórmula, sea o no novedoso —siempre
que esté registrado—, así como el original y las copias
vendidas o cedidas, y se definen los derechos tanto
del creador como de los compradores. Las ideas que
sustentan una creación de este tipo no siempre pueden
protegerse. Por ejemplo, un compositor puede copiar
el sentido de la letra de una canción y modificar la
melodía hasta hacerla suficientemente distinta de
la original, para distinguirla de esta. Un comprador
de un programa de software puede analizar cómo
funciona y hacer otro diferente, incorporando solo las
ideas interesantes.
Las patentes constituyen protecciones legales
que se establecen sobre máquinas, procedimientos,
dispositivos o similares, y se destinan a premiar la
novedad, la originalidad y el esfuerzo de invención
y desarrollo de un autor (persona o institución),
mediante la concesión de un monopolio de propiedad
que puede representar beneficios económicos y de
imagen a su dueño. En las últimas décadas se ha
llegado (en los Estados Unidos) a conceder patentes a
softwares muy específicos. Esto, sin embargo, puede ser
extremadamente difícil por las propias características
de ese tipo de creación.
En los momentos actuales, la protección de
cualquiera de estos tres casos de propiedad intelectual
es complicada, pues resulta sencillo y barato copiar,
alterar, modificar y distribuir esos productos o ideas.
Con frecuencia el software que utilizamos es pirata,11
al igual que la música o las películas que disfrutamos.
Por ejemplo, la posibilidad abierta en Cuba, desde
2011, para que las personas copien y vendan CD y
DVD con solo pagar una licencia —que no incluye
el pago de patentes, secreto comercial o derechos de
autor—, está perjudicando sobremanera a las propias
empresas cubanas (por ejemplo, las disqueras), que no
pueden luchar contra esa competencia desventajosa en
extremo, pues los cuentapropistas colocan productos
—copiados ilegalmente a esas empresas— a precios
mínimos en el mercado, sin necesidad de pagar
derechos a los autores.
Algunos casos han recibido mucha difusión en la
prensa, como la lucha exitosa, pero tardía, de Metallica
y otros grupos musicales contra Napster y su servicio
de distribución gratuita de música.
Otros creadores (y algunos que no lo son tanto) están
promoviendo la total libertad en el campo de la creación
intelectual. Proponen el uso libre de obras musicales,
literarias, de software, etc. Han acuñado incluso el
término copyleft (sin ningún sentido semántico, solo
por oposición al copyright). Las primeras versiones de
Linux son un ejemplo de ello (las versiones posteriores
no han sido así: al parecer se impone la tendencia del
copyright). Esa nueva orientación ética no ha sido
aceptada por la mayoría de los creadores por una
razón simple: necesitan comer, alojarse, vivir, lo cual es
posible por la venta de sus obras. Aunque no he hecho
una investigación seria que me permita sustentar mi
opinión, es probable que los que defienden el copyleft
sean financiados por alguien. Dicho en un lenguaje más
coloquial y más cubano, alguien los mantiene. Lo más
generalizado (y al parecer hasta ahora lo más acertado)
es defender la propiedad intelectual y los ingresos que
esta proporciona a sus autores.
Se están haciendo esfuerzos en el mundo para
mejorar esta situación, pero nada indica que se
podrá solucionar, al menos en un corto plazo.
Lamentablemente, en algunos países no se le ha
prestado a ello la atención debida. O se le ha dado
una solución ambigua y poco ética: se protegen
determinados productos porque se consideran valiosos
comercialmente, y otros se dejan desprotegidos.
No debe olvidarse que también existen derechos
morales sobre la propiedad intelectual: el derecho
de publicación, a partir del cual el autor puede elegir
cuándo divulgar su trabajo al público; el de atribución
o asociación, que postula que el autor debe asociarse
a su trabajo y ser reconocido como tal, y el de
integridad, mediante el cual el autor puede oponerse a
cualquier modificación a su trabajo. Esta problemática
puede resultar compleja y no es privativa de un país
determinado. Su análisis excede las posibilidades y
objetivos de este trabajo.
Calidad de la información y los sistemas
informáticos
La elevada calidad en los sistemas de información
y las redes de comunicación es cualidad indispensable
para que derechos como los mencionados anteriormente
puedan manifestarse.
Los diseñadores y elaboradores de software
—ingenieros y licenciados en informática y ciencias de
la computación, analistas de sistemas, administradores
de redes y sistemas de bases de datos, programadores
en general, directivos de la actividad, etc.— tienen la
obligación de crear los sistemas de información con la
calidad requerida y con las protecciones necesarias para
conservar adecuadamente lo que almacenan y utilizan,
introducir los controles necesarios para evitar errores
y fraudes; impedir, por los medios a su alcance, que
esas informaciones se empleen para fines diferentes a
los que fueron concebidos.
Hay una realidad incuestionable: es casi imposible
lograr 100% de calidad en una pieza de software de
algunos millones de líneas de código (cada una de las
diferentes versiones de Windows, por ejemplo, pasa
Aspectos morales y éticos de las TIC
35
fácilmente de los cuatro millones de instrucciones). Esto
añade otra faceta moral a la problemática ética de los
sistemas de información: ¿hasta dónde deben realizarse
pruebas al software para garantizar su calidad? ¿En qué
momento ética, económica y técnicamente factible
debe darse por terminado el trabajo?
Ello debe conocerse y aceptarse: el software
siempre tendrá algún defecto. Desde mis inicios como
programador de computadoras, hace más de cuarenta
años, aprendí una máxima que no ha dejado de regir
la elaboración de software: nunca puede asegurarse
que un programa está perfecto. Lo único que se puede
afirmar es que hasta el momento en que se analiza ha
funcionado de determinada manera (correcta o no).
Tampoco nadie es capaz de impedir, sobre todo
en países con normas legales imprecisas en estos
aspectos, que una agencia gubernamental, por
ejemplo, invocando alguna ley o el «interés nacional»,
exija los datos sobre ciudadanos o instituciones y los
emplee para determinada forma de represión. Menos
aún puede impedirse el empleo de spyware u otro
medio para acceder directamente a esos datos, sin
solicitarlos.
Otros aspectos relacionados con la ética afloran
constantemente y exigen reflexionar sobre ellos.
Uno de los más peligrosos, y a la vez desconocidos,
es el de los cyborgs. Ese término surgió del género
de la ciencia-ficción, donde aparecen seres en parte
humanos y en parte robots. Una vez más se cumple
el aforismo de Julio Verne: «Lo que un hombre puede
imaginar, otro puede crearlo». Ya los cyborgs están
aquí. Primero fueron los propios científicos: algunos se
insertaron chips para cumplir funciones de monitoreo
o de expansión de sus capacidades físicas y mentales.
Pero ya esas opciones pasan al mundo empresarial
y se difunden como un producto o servicio más
del mercado. Y aquí viene la pregunta ética: ¿están
evaluadas todas las consecuencias de esa inserción, de
esa combinación? En muchos casos, las enfermedades
e insuficiencias congénitas —personas sordomudas,
ciegas, parapléjicas, que han perdido sus miembros,
etc.— pueden justificar esos implantes. Pero, ¿y en
el caso de personas que solo intentan mejorar sus
capacidades físicas y mentales? ¿Habrá consecuencias
negativas, a causa de las insuficientes pruebas
realizadas? ¿Se producirá un nuevo conjunto de seres
superhumanos, debido a sus posibilidades económicas
o a sus posiciones de poder político (que les permiten
pagar el precio elevado de esos implantes), y con ello
una causa más de desigualdad y discriminación? ¿Y si
esos hiperdotados resultan éticamente subhumanos
o peor, antihumanos? ¿Nos esclavizarán los cyborgs?
¿Y si por error resultan supertontos y devienen una
nueva carga para la humanidad? ¿Y si se convierten en
36
Lázaro J. Blanco Encinosa
la pesadilla que nos mostraron películas como Blade
Runner? No hay respuestas a esas preguntas, pero la
realidad es que la tecnología avanza mucho más rápido
que la moral y nadie puede prever las consecuencias
de esas combinaciones.
En materia de calidad de los sistemas informáticos,
nadie está más informado que los especialistas en
esta materia. Tienen los saberes y las habilidades
necesarias para poder entender las consecuencias de
sus actos. El gran público confía en ellos. Asume que
harán siempre lo correcto, no solo en el plano técnico,
sino en el moral. Pero, ¿y si no todos actúan así? ¿Si
existieran debilidades éticas conviviendo al lado de
grandes capacidades científicas y técnicas? ¿Si algunos
técnicos y especialistas se alineasen del lado oscuro?
Y sin llegar a esos extremos, ¿si la indiferencia moral
se adueña de algunas mentes? Meditemos todos, en
particular los especialistas.
Una conclusión inconclusa
La paradoja que se ha escogido para encabezar esta
sección describe la situación exacta de la problemática
analizada: la ética y los aspectos morales en las
tecnologías de la información y las comunicaciones
están en proceso de cambio, de modificación, por el
impacto tan grande y sostenido de las transformaciones
tecnológicas. No es este, pues, un trabajo terminado.
No puede serlo. Es solo un llamado de alerta.
El ser humano ha materializado en gran medida
sus aspiraciones. Nunca como ahora se ha aplicado
a ultranza la siguiente máxima: «El fin justifica los
medios». Eso es preocupante y puede crear una jungla
digital donde no se respeten los derechos de nadie
y solo rija la ley del más fuerte, o sea, del más hábil
digitalmente, con el agravante de que una acción
indebida puede multiplicarse ad infinitum por las redes
informáticas.
Si la ética y la moral no son rescatadas, si la
concepción del bien y el mal no se aplica a situaciones
como las descritas, toda nuestra libertad, dignidad e
integridad —hasta la vida— pueden ser peligrosamente
menoscabadas, dañadas o incluso eliminadas. Cada
uno de nosotros y la humanidad toda, puede encontrar
dentro de sí, la solución. Busquémosla.
Notas
1. Las bases ideológicas de este trabajo son las ideas de los grandes
humanistas de la historia, como Jesús y Gandhi. El documento
fundamental que lo inspiró es la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, cuyo aniversario 63 se celebra el 10 de
diciembre, y que fue promovida por Cuba, concretamente por el
diplomático cubano Guy Pérez-Cisneros, en la III Asamblea de las
Naciones Unidas (París, 1948).
2. Citado por José C. Melo, Empresa. Una mirada inusual a su
organización empresarial, Editorial Academia, La Habana, 2012.
3. Este artículo no es sobre religión. El autor asumirá como
ciertos, con todo respeto, tanto los planteamientos bíblicos como
los patakines que legaron nuestros ancestros, primero oralmente
y después en forma escrita, como puede comprobarse en las
libretas de Ocha de cualquier ilé ocha en Cuba. En definitiva, lo
importante es que en ambos casos se hallan reglas éticas similares
para garantizar la paz y la convivencia entre los seres humanos.
4. Citada por Kenneth C. Laudon y J. P. Laudon, Sistemas de
información gerencial. Administración de la empresa digital, Pearson
y Prentice Hall, México, DF, 2008, p. 141.
5. Ibídem, p. 139.
6. Véase Amaury E. del Valle, «Software espía», GIGA, n. 3, La
Habana, 2012.
7. Existe una copiosa literatura sobre programas malignos. Cada
nueva edición de los programas antivirus tiene «enciclopedias»
en línea sobre los virus, las cuales quedan obsoletas en pocos días.
Sin embargo, algunos investigadores logran cierta generalización
que puede ser útil para cualquier lector. Por ejemplo, véanse Edgar
Guadis, «Infección y descontaminación de aplicaciones Windows
de 32 bits», GIGA, n. 1, La Habana, 2012; y Lázaro J. Blanco
Encinosa, Auditoría y sistemas informáticos, Editorial Félix Varela,
La Habana, 2012.
8. Los buscadores más utilizados están capacitados para comprobar
si ese sello existe y alertar al usuario antes de abrir un sitio WEB
que no lo tenga. El que utilizo al momento de escribir este trabajo
(Microsoft Explorer 2010) realiza esa función.
9. Véase Lázaro J. Blanco Encinosa, «Papeles son papeles», GIGA,
n. 3, La Habana, 2012.
10. Véase «Obsolescencia programada», GIGA, n. 1, La Habana,
2012.
11. Incluyendo el que he utilizado para escribir este texto.
, 2013
Aspectos morales y éticos de las TIC
37
Políticas digitales:
Barack Obama
y la campaña de 2012
Roberto Suro
Profesor de Periodismo y Política Pública.
Universidad del Sur de California.
T
eddy Goff tenía solo 25 años y pecas en el
rostro cuando se convirtió en «director digital»
de la campaña de 2012 para la reelección del
presidente Barack Obama. A la larga creó un
equipo integrado por doscientas cincuenta personas
entre las cuales había programadores que desarrollaron
un software único para rastrear a sus partidarios y sus
actividades en línea. Se estima que gracias al esfuerzo
digital se registró de más de un millón de nuevos
votantes mediante la extensión en línea y la recaudación
de seiscientos noventa millones de dólares en pequeñas
contribuciones. A la altura del día del sufragio, el
equipo digital estaba coordinando a ciento cincuenta
mil voluntarios por todo el país.1
Se atribuye ampliamente a ese esfuerzo la
movilización de los jóvenes votantes de entre 18 y 29
años que le brindaron a Obama su margen de victoria.
A nivel nacional, el Presidente acaparó las dos terceras
partes del voto juvenil y su ejercicio del sufragio se
mantuvo fuerte, al tiempo que el número de votantes
de otros grupos de edades declinaba en comparación
con 2008. Según un análisis, ganó el voto juvenil por
un margen levemente superior a 60% en los cuatro
estados que le permitieron retener la Casa Blanca: Ohio,
la Florida, Virginia y Pennsylvania. Si el candidato
republicano Mitt Romney hubiese conseguido apenas
aproximarse a un reparto 50-50 de la gente joven en
esos estados, habría ganado las elecciones, debido a la
ventaja masiva con que cuentan los republicanos entre
los votantes de mediana edad y mayores.2
Por supuesto, muchísimos factores más ayudaron a
dar forma al resultado de las elecciones, pero las redes
digitales de Obama fueron el elemento novedoso. La
38
n. 74: 38-43, abril-junio de 2013
Roberto Suro
interacción en línea entre la campaña y sus jóvenes
partidarios cambiaron para siempre las formas en
que se practicará la política en las democracias. Y ese
cambio brinda poderosos atisbos para forjarse una idea
del funcionamiento de la sociedad de la información.
Al examinar lo que de hecho consiguieron Goff y su
equipo, nos vemos obligados a mirar más allá de los
mensajes y del modo en que eran enviados y valorar,
en lugar de ello, una transformación fundamental del
papel de la información en la vida moderna.
Desde la victoria de Obama, Goff ha sostenido en
entrevistas y discursos que la estrategia digital se basó
en la creencia de que los votantes seguían deseando
lo mismo que siempre han deseado de sus líderes
políticos. «Creímos que ellos [los votantes] siguen
siendo impulsados por lo mismo que siempre los ha
impulsado, que los inspiren, que los escuchen y que los
respeten», dijo en enero.3 Arguye que la transacción
esencial entre los candidatos y los votantes en 2012 no
se diferenció de lo que siempre ha sido. Lo que varió
fue la relación entre los propios votantes.
La campaña de Obama generó un flujo estable de
contenido digital sumamente atractivo que alcanzó
al público en una variedad de plataformas en línea.
Estas incluyeron los mensajes de correo electrónico,
colocaciones en Facebook, mensajes en Twitter y videos
en YouTube. Según las mediciones estándares de la
comunicación, la campaña rompió récords con las
meras proporciones de su público en línea. Los videos
de campaña de Obama colocados en la Red fueron
vistos alrededor de ciento treinta y tres millones de
veces. Aunque un público aun mayor hubiera podido
ver esos mismos videos en la televisión aérea, no
habrían tenido el mismo efecto.
Lo que mostró la campaña de Obama fue que, en
la sociedad de la información, la calidad del contenido
que se produce es importante, pero no decisiva.
Además, luego de cierto punto, no importa cuántas
personas lo ven. El verdadero poder de los medios
digitales de difusión radica en lo que la gente hace con
el contenido, cómo lo utiliza y si lo comparte.
El logro político revolucionario de esta campaña fue
la utilización de los medios de difusión digitales como
vía de movilización, no meramente de información.
La campaña triunfó porque los encuentros digitales
se convirtieron en el punto de partida para la acción
política. Lo que separa a la era digital de la de la radio
y teledifusión, es que el contenido en línea no se recibe
de modo pasivo; el consumidor de la información es en
esta oportunidad, además, un creador. Los mecanismos
que hoy llegan a los públicos masivos también permiten
que sus miembros conversen entre sí, y —más que
conversar— esos mecanismos les permiten formular
comentarios sobre el contenido, manipularlo, hacerlo
suyo y luego pasárselo a otros. En la era de la radio y
la televisión, un líder podía enviar mensajes a millones
de personas en un instante, pero ahí concluía la
comunicación. Ahora es apenas un primer paso en
una cadena de comunicaciones en la que el mensaje
es trasladado de una persona a otra.
El presidente Obama concluyó la campaña con
treinta y cuatro millones de amigos en Facebook. Eso
parece mucho, pero téngase en mente que celebridades
de primera línea como Lady Gaga, Shakira o Rihanna
alcanzan la cifra de cincuenta millones. Sin embargo,
lo que importó, según Goff, no fueron simplemente las
cifras en bruto, sino lo que esos amigos presidenciales
en Facebook podían lograr. Estos, a su vez, tenían
amigos, y esas conexiones permitieron llegar a 85%
del total del voto juvenil. Con listas de direcciones
de correo electrónico y seguidores en Twitter, fue
capaz de hacerse sentir en la casi totalidad de dicho
segmento del electorado. El hecho de entender a ese
público dio lugar a una estrategia de lo que Goff llamó
«el compartir apuntado». El contenido en línea fue
diseñado específicamente para hacer que los receptores
se sintieran tentados a compartirlo con sus amigos.
Por ejemplo, se utilizó el humor en modos en que
no lo habría hecho la televisión transmitida por aire.
De manera más señalada, el contenido de esta última
fue estridentemente negativo porque apuntaba en su
mayoría a desbaratar la credibilidad de Romney y a
presentarlo como un millonario elitista sin contacto
con el público. Al mismo tiempo, en línea, la campaña
de Obama era inspiradora en su tono, alentadora e
inexorablemente positiva porque se estimó que un
material así tenía muchas más probabilidades de ser
compartido.
Sin embargo, ese no fue solo un esfuerzo para llegar
a un público. Se creyó que lo comunicado a través de los
medios sociales tenía un impacto particular. «La gente
realmente confía en sus amigos, no en los anuncios
políticos», dijo Goff en una entrevista a Rolling
Stone. «Fue por eso que dedicamos tanto esfuerzo a
asegurarnos de que nuestros partidarios podían ser
embajadores efectivos para la campaña».4
El hecho de contar con un círculo interior de
partidarios conocidos que son usados, a su vez, para
cultivar y garantizar a los adicionales no es algo
tremendamente novedoso. En ese sentido, la campaña
de Obama representó un regreso a las formas clásicas
de organización política que precedieron a la era de
los medios de difusión masiva. Después de todo, los
partidos políticos arrancaron hace doscientos años
como redes estructuradas de los fieles que se lanzaban
entonces a convertir a sus amigos y conocidos. Fue solo
cuando las campañas políticas comenzaron a depender
cada vez más de los medios de difusión para llegar a los
votantes que la estructura organizativa fue abandonada
en gran medida para adoptar en su lugar un enfoque
publicitario.
Políticas digitales: Barack Obama y la campaña de 2012
39
No obstante, las herramientas utilizadas en esta
campaña, las de la era de la información, generaron un
nuevo tipo de realidad política. Tres características de
la comunicación digital ayudan a aclarar esa realidad:
la puesta en capas, el trabajo en red y la remezcla.
El proceso juntó en capas diversos tipos de
información, tal como se ha vuelto típico en esa
sociedad. La misma información existe en muchos
medios distintos de difusión a la vez. Una versión
no remplaza o desplaza a otra, los mensajes son más
bien aditivos e iterativos. Por ejemplo, en la campaña
el mismo contenido era diseminado en mensajes
múltiples a todo lo ancho de plataformas de medios
de difusión, como anuncios televisivos, redes sociales,
reportajes noticiosos y eventos físicos.
Una de las muestras más interesantes de esa práctica
fue el uso de los medios sociales para formar grupos
virtuales con intereses y características comunes,
localizados en las mismas ciudades. Estos se conocieron
en línea, desarrollaron vínculos en un espacio digital y
luego sostuvieron reuniones cara a cara, en el mundo
real. En las semanas finales de la campaña, la oficina
digital de Obama organizó cerca de trescientas mil
reuniones físicas entre los voluntarios. La puesta en
capas de las interacciones virtuales y físicas, unida a
los mensajes que llegaban a partir de una variedad de
medios de difusión dio lugar a una organización política
que dispuso tanto de amplitud como de profundidad.
Los individuos que se conocieron y fueron organizados
en línea conformaron luego el espinazo de un esfuerzo
de movilización de votantes de puerta en puerta en
el cual contactaron a vecinos y amigos que creyeron
podían ser potenciales votantes de Obama.
La cuestión de crear contextos en espacios digitales
(networking) es la característica más familiar de los
medios sociales. Cualquier persona puede ahora
contar con un canal de comunicaciones con cientos e
incluso miles de individuos, basado en muchos factores
comunes. Compañeros de escuela, de profesión,
fanáticos de las mismas estrellas de cine, dueños de
los mismos tipos de gatos, personas que comparten
puntos de vista políticos, pueden ahora, todos ellos,
encontrarse e identificarse unos con otros. Estas
interconexiones son tildadas de vínculos débiles por el
hecho de que no existen una afinidad o relación fuerte
resultantes de la labor en red en los medios sociales.
La campaña de Obama demostró, no obstante, dos
nuevas características del trabajo en línea con poderosas
implicaciones para la esfera política. Evidenció que las
redes pueden ser construidas intencionalmente (en
oposición a la interacción casual de individuos que
piensan igual), así como el modo en que puede ser
manipulada la naturaleza de las conexiones entre
miembros de la red.
40
Roberto Suro
Dashboard («tablero de instrumentos») fue el
nombre de la herramienta de computación creada para
administrar los esfuerzos digitales de la campaña. Juntó
en capas información sobre recaudación de fondos, las
listas de direcciones de correo electrónico y los medios
sociales, los esfuerzos de solicitud de votos realizados
por los voluntarios, las encuestas de opinión pública y
las fuentes comerciales como las compañías de tarjetas
de crédito. Esa masiva base de datos era suministrada a
través de algoritmos diseñados para predecir el grado
de apoyo de los votantes individuales a la reelección
del presidente en un rango del uno al cien. Según
comentarios formulados por Jim Messina, el director de
la campaña, Dashboard produjo cálculos individuales
para cada votante en los estados donde la lucha fue
determinante. Además, el sistema de computación
clasificó a la gente en ocho categorías distintas, de modo
que el mensaje pudiera ser fabricado a la medida de
características específicas.
La información era inservible a no ser que pudiera
desplegarse. Los trabajadores de la campaña accedieron
a Dashboard desde los barrios hasta la sede central
nacional. Ello permitió el monitoreo y la medición
de la labor que se realizaba. La información estuvo
disponible de inmediato en teléfonos inteligentes y
tablas a través de aplicaciones para móviles, Facebook e
Internet. Además, posibilitó la elaboración de mensajes
dirigidos a destinatarios bien caracterizados por parte
de los voluntarios que visitaban a los votantes indecisos
con información de fondo y un guión persuasivo en la
mano. «Comprendimos que los amigos y la familia eran
la mejor vía para llegar a los indecisos», dijo Messina,
y Dashboard permitió a la campaña poner a aquellos
individuos en la puerta de la casa de estos votantes. Se
requirió más de un año para construir Dashboard. «Fue
la cosa más difícil que hicimos», comentó Messina al
respecto.5
Es cierto que muchas redes digitales se basan en
vínculos flojos y resultan del hecho accidental de
juntarse individuos que de otro modo carecerían de
alguna otra cosa en común y de la capacidad para
influirse recíprocamente en sus acciones. La campaña
de Obama demostró que, una vez establecidos, los
vínculos entre los individuos pueden evolucionar. En
este caso la afinidad casual se transformó en la acción
conjunta entre individuos que comenzaron como
seguidores y luego se volvieron voluntarios. Personas
que eran presentadas las unas a las otras en línea, más
tarde formaron cientos de miles de microrganizaciones
políticas dirigidas a individuos indecisos específicos
en sitios específicos donde el resultado de la elección
estaba en duda.
La tercera característica de la era digital manifiesta
en la campaña de Obama fue la remezcla. El contenido
Una red política del tipo de la creada por la campaña de Obama fue muy
distinta de una organización política de la era industrial y no se le puede
juzgar por los mismos estándares. No fue diseñada para ser un ejército que
responda a órdenes o que pueda repetir al unísono un mensaje. Quizás una
red digital solo sirva para la movilización con vista a lograr un objetivo
muy definido, como ganar unas elecciones.
ya no solo se llevaba del creador al público. En su lugar,
este último tenía las herramientas para modificarlo. En
verdad el simple acto de compartir conlleva un grado
de remezcla en la medida en que un individuo toma el
contenido de otro e incorpora sus propios puntos de vista
positivos al decidir pasarlo a otros miembros de su red
social. Marcar algo con un «Me gusta» en Facebook es un
acto de remezcla. Y, por supuesto, hay maneras mucho
más complejas y creativas en las que los miembros de
un auditorio digital pueden combinar el contenido de
muchas fuentes para crear uno suyo y nuevo.
El control sobre el mensaje y el contenido es el
imperativo típico en un contexto político. Un candidato
u organización pueden dedicar buena parte de su
esfuerzo al desarrollo de posiciones con precisión y
matices y luego más empeño para decidir exactamente
cómo comunicarlas. Depender de los medios de difusión
digitales como soporte de comunicación implica una
entrega deliberada del control del mensaje por parte
de una organización política. La campaña de Obama
pudo usar todo el análisis de datos de que disponía para
dirigir los mensajes a votantes individuales, pero tenía
que depositar su confianza en la incertidumbre de la
remezcla cuando dependió de compartir los medios
de difusión sociales como canal de comunicaciones
de gran envergadura. Y la incertidumbre resultaba aun
mayor cuando los voluntarios contactaban en persona
a los votantes indecisos. Ninguna computadora ni
ningún operativo de campaña podían estar presentes
en esa etapa final y crucial de comunicación entre
los voluntarios y los individuos que iban a decidir las
elecciones.
Las tropas de terreno en las organizaciones políticas
tradicionales predigitales —los voluntarios o los
miembros del partido— eran adoctrinadas mediante
un riguroso contacto personal con los cuadros
partidistas. Existía una educación formal con respecto a
la ideología y a las posiciones y se convocaba a repetidas
reuniones para reforzar esa educación. Además, las
células organizativas se estructuraban de modo que
promovieran el desarrollo de vínculos personales entre
los miembros que o bien compartían un sitio de trabajo
o un barrio de residencia. Y por último, la membresía
en organizaciones partidistas en los Estados Unidos
ofrecía beneficios materiales específicos en forma
de acceso a puestos de trabajo en el sector público.
En organizaciones municipales grandes y poderosas,
como la maquinaria Daley en Chicago —un reinado
político que se extendió a todo lo largo de la segunda
mitad del siglo xx cuando primero el padre, Richard
J. Daley, y después su hijo, Richard M., gobernaron la
alcaldía—, los puestos de trabajo brindaron el tejido de
conexión para una organización política jerárquica que
ejerció control absoluto pero estaba casi desprovista
de ideología.
La campaña de 2012 de Obama nos brinda el
primer atisbo de una nueva modalidad de organización
política. Carece de una jerarquía tradicional porque
está diseñada para producir un flujo eficiente de
información y no para el ejercicio del poder. La relación
entre los nodos de una red de comunicaciones se define
más por los canales de doble vía que los conectan que
por el flujo de autoridad de arriba-abajo. De hecho,
una red de ese tipo es ancha y horizontal, mientras
que una jerarquía de poder es vertical y piramidal. La
información en una red efectiva de comunicaciones no
viaja de la periferia al centro siguiendo canales lineales.
En lugar de ello, tiene que estar constantemente
fluyendo en cada dirección al mismo tiempo, en
un proceso de colocación de capas, trabajo en red y
compartimiento, a través del cual la información está
siempre creciendo y evolucionando. La red permite
un poder centralizado solo hasta el punto en que está
diseñada para brindarle al centro la capacidad de
percibir lo que está ocurriendo en muchos rincones
de ella; por supuesto, tiene que haber sido creada con los
medios para permitir que el centro le inyecte contenido
en múltiples puntos al flujo de información.
Una arquitectura muy efectiva del tipo de Dashboard
estimula los flujos independientes de información en
muchas direcciones a la vez, pero colecta de manera
rigurosa metadatos —información sobre cuáles
mensajes fueron más frecuentemente compartidos,
qué tipos de miembros eran los más activos. Son los
metadatos colectados a partir del monitoreo y no la
información compartida de forma consciente por los
individuos los que fluyen hacia el centro. Y son los de
la propia red —y no la información proveniente de
los individuos— los que pasan a ser la base para las
decisiones centralizadas sobre la asignación de recursos y
la evolución de los mensajes. Por lo tanto, el papel de un
individuo en cualquier punto de la red es simplemente
Políticas digitales: Barack Obama y la campaña de 2012
41
recibir y trasmitir información en lugar de dar órdenes
o imponer disciplina.
Las relaciones dentro de esta organización política
tienden a ser anónimas porque las comunicaciones
tienden a ser canjes simultáneos entre muchas personas,
las cuales conocen relativamente poco unas de otras,
salvo el hecho de que comparten cierta simpatía
política. Gran cantidad de conocimiento permanece
en la base de datos, así como los algoritmos que
determinan que esos individuos deban ser agrupados,
pero ese conocimiento no constituye entonces la base
para la interacción del grupo. Una vez juntados, sobre
todo después de que abandonan el espacio virtual y se
reúnen en el mundo real, los miembros de estos grupos
están en gran medida inventando sus relaciones sobre
una base enteramente ad hoc. En muchos millares de
casos, la campaña de Obama usó herramientas digitales
para unir brigadas de voluntarios para una tarea
específica en la estrategia de movilización de votantes,
y esos individuos pueden no haberse vuelto a encontrar
unos con otros después del día de las elecciones.
Finalmente, el tipo de organización política
facilitada por la tecnología de la era de la información
no aporta ningún beneficio material diáfano a sus
participantes. Los que compartieron cien colocaciones
en Facebook o «retuitearon» la fotografía de la victoria
del presidente no se encuentran ahora haciendo cola
para un puesto en el gobierno. No hay recompensa
para quien se pasó tres sábados de octubre tocando a
las puertas, acudiendo a las listas de votantes indecisos
que le había preparado Dashboard. No quiere esto
decir que Internet haya acabado con el clientelismo, la
corrupción o la compra de influencias. En lo absoluto.
El dinero sigue contando y los empleos siguen siendo
la moneda de cambio de la lealtad. Pero se evidencia
que las organizaciones políticas creadas en los medios
sociales de difusión existen en un espacio paralelo a
aquellas en las que los beneficios se intercambian tal
como siempre ha sido.
Por lo tanto, ¿cuál es, entonces, el producto final de
esta nueva forma de activismo político? ¿Cuánto está
cambiando la sociedad de la información los modos en
que se practica la política? ¿Acaso todo esto es apenas
un poco más de la sobrexpectación que asociamos con
el último aparato o software?
Cualquier respuesta tiene que ser medida por un
reconocimiento de que este fenómeno resulta todavía
demasiado nuevo para valorarlo con plenitud. Las
elecciones presidenciales norteamericanas de 2012
fueron la primera batalla política de gran escala
que se acometió en la era de los medios sociales
de comunicación. Tenemos la Primavera árabe, la
Revolución verde y otros ejemplos en los que las
comunicaciones digitales han sido un componente
42
Roberto Suro
importante de acontecimientos políticos, pero nada
se compara ni remotamente con la escala de unas
elecciones norteamericanas en las que decenas de
millones de personas estuvieron involucradas a lo
largo de muchos meses produciendo muy clara métrica
de éxito y fracaso. Los funcionarios de campaña de
Obama están incluso ahora todavía completando el
cuadro de cómo evolucionó su operación digital. Así
que cualquier conclusión es ofrecida con una fuerte
dosis de humildad e incertidumbre.
Sabemos suficientemente bien que la identidad
puede ser inherente a la estructura de una organización
política; que las líneas de causalidad pueden ir en
ambas direcciones entre la identidad y la estructura
—cualquiera de ellas dos puede influir a la otra y a
veces ambas están profundamente casadas entre sí. La
pregunta inevitable es si cualquier identidad específica
resulta inherente al tipo de estructura política digital
creada por la campaña de Obama. Llegado a este punto,
uno se siente tentado a decir que sí, que la participación
en las redes sociales ideadas por ella se convirtió en
una forma de expresión política y que esta conllevó
importantes elementos de identidad política: una
cruzada por los niños, una insurgencia (aunque era a
favor de alguien en el poder), humanista, antielitista,
antioligárquica, reformista.
La organización política digital de Obama era
propiamente algo novedoso e imprimió en los
participantes la sensación de involucrarse en algo
nuevo y diferente, de hacer algo por vez primera, de
estar a la vanguardia. Y así, aunque estaban sirviendo
a los intereses de alguien en el poder y de un partido
político profundamente enredado con la élite de
negocios y de los medios de difusión de la nación, los
soldados digitales de a pie podían sentirse como si
fuesen rebeldes, gente de afuera.
Uno de los grandes desafíos de la comunicación
que enfrentó Obama al encaminarse hacia la campaña
para su reelección fue cómo mantener la imagen de
una persona de afuera, de alguien distinto a todos los
demás candidatos presidenciales. Después de cuatro
años, el suyo se había convertido en un rostro familiar.
Una de las maneras en que ese reto fue vencido pareció
ser mediante la creación de una organización política
digital en la que la forma de activismo estuviese
impregnada de novedad, aunque el candidato y su
mensaje fueran bien conocidos.
Ahora bien, en la medida en que la elección en sí
misma se va relegando en la memoria, surge la siguiente
y más importante pregunta: ¿es esta una manera de
organización política que soportará el aburrido proceso
de gobernanza?
Es conocida la capacidad de los medios sociales de
difusión para excitar a millones de individuos durante
cortos períodos de tiempo. Los videos se vuelven muy
populares en YouTube, son vistos medio millón de
veces en un par de días y jamás vuelven a verse. En el
peor caso, la política en la sociedad de la información
es un espectáculo de fuegos artificiales. Sin ánimo de
expresar algo demasiado vulgar al respecto, la red digital
de Obama consiguió literalmente un extraordinario
clímax simultáneo el día de las elecciones. Pero, ¿qué
viene después de fumarse el proverbial cigarro, de la
breve siesta y la ducha?
Los cien primeros días cruciales del nuevo período
de Obama llegaron y pasaron sin ninguna señal de que
el ejército digital iba a brindar algún poder de fuego
en las difíciles batallas legislativas sobre los impuestos
y los gastos gubernamentales. Los electores ya no
parecen estar agitados. Los canales de la red están
callados. Como un bombillo que se hubiera apagado,
el instrumento sigue allí, pero ya no irradia calor ni
iluminación.
Sin embargo, sabemos que las comunicaciones
tienen una vida futura. Un intercambio de información
permanece en la mente y en el corazón humanos
mucho después de que este se ha completado. Una
transacción comercial puede repetirse cien veces y
ser consumida por completo en cada instancia. Un
grupo de personas que en cien ocasiones intercambian
información conservarán un lazo incluso cuando
se apaga el canal. Por ejemplo, sabemos que en la
primavera de 2013 algunos de los temas que eran
moneda de cambio muy popular en la red digital
de Obama han mostrado un poder inesperado en
los debates políticos. Entre ellos los principales son
la legitimidad constitucional del matrimonio entre
personas del mismo sexo y la creación de una ruta
en dirección a la ciudadanía para los migrantes no
autorizados.
Una red política del tipo de la creada por la campaña
de Obama fue muy distinta de una organización
política de la era industrial y no se le puede juzgar
por los mismos estándares. No podemos esperar
que el Presidente les ordene a sus treinta millones
de seguidores en Facebook que se alcen con una voz
y apoyen su propuesta referida a nuevos impuestos
para los que más ganen. No fue diseñada para ser un
ejército que responda a órdenes o que pueda repetir al
unísono un mensaje. Quizás una red digital solo sirva
para la movilización con vista a lograr un objetivo
muy definido, como ganar unas elecciones. Tal vez una
red semejante redefinirá el significado de la ideología.
Lo que sí sabemos con certeza es que en la era de la
información hemos aprendido a esperar lo inesperado
y a hacerlo pacientemente mientras que un capítulo
tras otro se va desplegando.
Notas
1. Véase Nick Judd, «Obama’s Targeted GOTV on Facebook
Reached 5 Million Voters, Goff Says”, TechPresident.com, 30 de
noviembre de 2012, disponible en http://techpresident.com/
news/23202/obamas-targeted-gotv-facebook-reached-5-millionvoters-goff-says; Pamela Rutledge, «How Obama Won the Social
Media Battle in the 2012 Presidential Campaign», The National
Psychologist, enero de 2013, disponible en http://mprcenter.org/
blog/2013/01/25/how-obama-won-the-social-media-battle-in-the2012-presidential-campaign/.
2. «Al menos 80 votos electorales dependieron de la juventud»,
Centro para la Información e Investigación sobre el Compromiso
Cívico y de Aprendizaje, Universidad de Tufts, 7 de noviembre
de 2012.
3. Teddy Goff, «Lessons from the Obama Campaign», disponible
en http://vimeo.com/58747074.
4. Tim Dickinson, «The Obama Campaign’s Real Heroes», Rolling
Stone, 7 de diciembre de 2012, disponible en www.rollingstone.com/
politics/news/the-obama-campaigns-real-heroes-20121126.
5. «Jim Messina at Politico’s Playbook Breakfast», Politico.com, 20 de
noviembre de 2012, disponible en www.politico.com/multimedia/
video/2012/11/jim-messina-at-politicos-playbook-breakfast-event.
html.
, 2013
Traducción: David González.
Políticas digitales: Barack Obama y la campaña de 2012
43
Ciberespacio
y síntoma comunitario:
una lectura a partir del 15M
Ángeles Diez Rodríguez
Politóloga y profesora.
Universidad Complutense de Madrid.
El éxito de una revolución no debe medirse por
el sublime tenor de sus momentos eufóricos, sino
por los cambios que deja el gran Acontecimiento
a nivel de lo cotidiano, el día después de la
insurrección.
Slavoj Žižek, El sublime objeto de la ideología.
E
n la sociedad de la información, el ciberespacio,
término que compendia múltiples actividades
y relaciones del capitalismo contemporáneo,
está a su vez inundado de denominaciones
como comunidades virtuales, redes sociales, espacios
colaborativos… Estos términos son habituales entre
los grupos de activistas sociales. Los movimientos
sociales actuales, no solo en los países desarrollados,
han encontrado en el ciberespacio un instrumento por
el que difundir sus actividades, convocar movilizaciones
y llegar a otros colectivos, pero también parecen
demandar de las nuevas tecnologías el restablecimiento
de vínculos ético-políticos que fueron rotos y enterrados
por la racionalidad instrumental del mercado.
En la ocupación de la plaza Tahrir, en la acampada
de la Puerta del Sol de Madrid o en la de Wall Street
podemos encontrar, junto con la denuncia del expolio
de las mayorías o el cuestionamiento del sistema político
que lo consiente, una propuesta de restablecimiento de
los vínculos comunitarios.1 Ocupación del espacio
físico y ocupación de espacios virtuales confluyen.
Todas estas movilizaciones surgen en un mundo
hipertecnologizado y la tecnología se presenta como
instrumento de múltiples potencialidades, pero también
como campo de batalla al entrar en conflicto con las
aspiraciones de identidad, comunidad y proximidad
44
n. 74:
44-53, abril-junio de 2013
Ángeles Diez
Rodríguez
de las masas movilizadas. ¿Se puede participar a través
de la red? ¿De qué tipo de participación se trata?
Las llamadas nuevas tecnologías de la información
y la comunicación (TIC) forman parte del estadio
tecnológico en que se encuentra el capitalismo, surgen
por y para favorecer el proceso de acumulación de
capital; sin embargo, como pasó con otras formas
tecnológicas anteriores, las resistencias a la explotación
encuentran en ellas fisuras y plantean un «uso»
diferente al servicio de otros fines.
El objetivo de esta reflexión es proponer un abordaje
del 15M en España a modo de síntoma comunitario
en un contexto de hegemonía de las comunicaciones
mediadas por la computadora. También analizar
las contradicciones que surgen entre las formas
comunitarias tradicionales y las comunidades virtuales,
el espacio ético-político de las relaciones cara a cara y
del ciberespacio, la participación y movilización clásica
de ocupación de las calles y plazas, y las conectividades
y ciberacciones… En definitiva, los límites y las
potencialidades transformadoras del ciberespacio en
la perspectiva de los objetivos, necesidades y deseos
comunitarios de las movilizaciones contemporáneas.
Movilizaciones contemporáneas
y comunidades virtuales
Casi al mismo tiempo que se generaliza el uso de
las nuevas TIC, que pasan a ser un bien de consumo
relativamente asequible a amplios sectores de la población
en los países desarrollados o semidesarrollados, se
constata su utilización como medio de intercambio de
mensajes personales hacia el exterior de los ámbitos
más próximos, la generación de foros y redes de
usuarios conectados por una afición, el interés por
algún tema o problemática social y la puesta en marcha
de distintos tipos de activismo o ciberacciones. Al
mismo tiempo, los movimientos tradicionales van
incorporando estas nuevas herramientas bien para
difundir sus actividades e ideas, para conectar con
otros grupos, para captar nuevos miembros o como
parte del repertorio de movilizaciones disponibles para
aprovechar las oportunidades políticas.2
Junto al uso del ciberespacio y sus herramientas por
parte de estos movimientos tradicionales encontramos
la emergencia de movilizaciones contemporáneas en
las cuales los lazos de unión entre los participantes son
débiles pero tienen en común el contexto de la crisis
de largo alcance que estalla en 2008 y el uso también
masivo de instrumentos tecnológicos. La tecnología
digital se presenta en un primer momento como la
panacea capaz de extender la movilización así como
la herramienta más adecuada para la consolidación
de los lazos entre las masas convocadas, pero este
camino es simultáneo a la ocupación de las calles
y plazas. El fenómeno es particularmente evidente
en las movilizaciones en el territorio español que se
conocen como 15M; las asambleas, encuentros físicos,
junto con la difusión de la información y el intento
de establecer lazos comunicativos a través de Internet
son los dos carriles por los que transitan las múltiples
manifestaciones.
En toda movilización hay latente una concepción de
la comunicación y de las relaciones entre los sujetos que
entran en contacto y actúan. Se trata de una relación
conflictiva pues por un lado se pretende que sea
personal y directa y por otro se hace descansar en las
redes sociales (mediación tecnológica) la comunicación
y la expansión del movimiento. En el contexto en el
que surgen las movilizaciones que nos ocupan, el uso
de las tecnologías digitales no se cuestiona pero crea
tensiones y desafectos entre la pluralidad de sujetos
que las integran. Como apunta Dominique Wolton, lo
esencial en un sistema de comunicación no es la técnica
sino descubrir cual es la concepción de la comunicación
que está implícita. En este sentido, Internet y la
reflexión sobre su uso por las movilizaciones sociales,
las oportunidades o problemas que surgen, deben
llevarnos a «comprender si existe alguna relación entre
este sistema técnico y un cambio de modelo cultural y
social de la comunicación»3 que proponen estos sujetos.
Considero de suma importancia comprender si el uso
de Internet por los movimientos contemporáneos
se inserta en la lógica racionalizadora que tiende
a tecnificar la comunicación para hacerla más eficaz o,
por el contrario, responde a un intento de humanizarla
en la misma línea en que las movilizaciones cuestionan
el modelo político y social al abogar por relaciones más
humanas (comunitarias).
El 15M es un movimiento extraño, visto desde
los paradigmas clásicos de movimientos sociales.
Aparentemente está conectado con las movilizaciones
en el mundo árabe y sirve de espoleta a otras como
Ocupar Wall Street y Somos el 99%, en los Estados
Unidos, o Soy132, en México. No comparto la hipótesis
que conecta todas estas movilizaciones en un sentido
sustantivo y va más allá de cierto contagio propio de
un mundo globalizado que generaliza las exclusiones y
los conflictos. Sin embargo, salvando las especificidades
de contexto, encuentro en todos ellos una relación con
las herramientas tecnológicas parecida (convocatorias
generalizadas, creación de redes y búsqueda de trabajo
colaborativo a través de Internet) y una necesidad
de inclusividad y contacto físico también similares
(asambleas, acampadas, marchas). En ambos puntos en
común creo descubrir lo que Žižek llama síntoma:
es el modo en que nosotros —los sujetos—
«evitamos la locura», el modo en que «escogemos
algo (la formación del síntoma) en vez de nada
Ciberespacio y síntoma comunitario: una lectura a partir del 15M
45
(autismo psicótico radical, la destrucción del
universo simbólico)» por medio de vincular nuestro
goce a una determinada formación significante,
simbólica, que asegura un mínimo de congruencia
a nuestro ser-en-el-mundo.4
Esta caracterización del síntoma derivada del
psicoanálisis nos resulta útil para perfilar un marco
analítico que, desde mi punto de vista, se adecua mejor
a los rasgos que presentan esas movilizaciones, no solo
en relación con la disparidad de sujetos que las integran,
y los débiles lazos de sus relaciones, sino con su
masividad, lo difuso de sus demandas, la combinación
contradictoria entre radicalidad y pragmatismo y, sobre
todo, con las esperanzas y expectativas que han creado
en términos de utopía revolucionaria.
El concepto de síntoma que Žižek nos propone
puede ser precisado con la interesante aportación de
José Miguel Marinas acerca del síntoma comunitario,
que define específicamente como un fenómeno moral
y político característico de la modernidad que ha
impuesto un sistema de consumo y exclusión que
abarca y media la totalidad de las formas de vínculo)
en las que, ante el vacío y problematicidad, ante la
falta de fundamento claro del orden político y de
los valores morales que lo acompañan, se propone
una vuelta o, mejor, se produce un supuesto
regreso a formas que se entienden como más
verdaderas, enteras, satisfactorias y mejores que
las que la modernización de una forma u otra ha
establecido.5
De la caracterización que hace Marinas nos
interesa resaltar el señalamiento del vínculo ético
y político de lo comunitario que se presenta como
opuesto al liberalismo individual. Con respecto al
15M es difícil hablar de comunitarismo grupal ya
que se trata de un fenómeno masivo pero sin duda
los sujetos movilizados, participantes o no de grupos
ya consolidados, comparten un vínculo solidario que
se asienta en afinidades electivas y no pertenencias
«naturales». La identificación y la búsqueda de vínculo
tienen componentes territoriales pero su carácter
inclusivo rompe con los límites generacionales, de
género y, en cierto sentido, de clase —dentro de la
limitada pluralidad de clases que se puede dar en los
territorios. Además, las afinidades se generan en
relación con una concepción utópica inconsciente
que, por un lado, rescata el pasado libertario y
autogestionario de la península (previo y durante la
guerra civil) y por otro se proyecta hacia un futuro aún
por definir (o consensuar).
Aunque en las asambleas y movilizaciones del 15M,
en origen, hay un rechazo explícito de lo político,
los sujetos que participan, esporádica o de forma
permanente, han ido redefiniendo ese concepto en un
sentido originario en tanto actividad que se ocupa de
la vida en común. En este sentido es que lo comunitario
46
Ángeles Diez Rodríguez
surge imbricado de lo político y va más allá de la
recuperación del vínculo ético en las relaciones entre los
sujetos. Pero no se trataría de situar estas movilizaciones
en lo que autores como John Rawls o Alasdair MacIntyre
califican de comunitarismo político que se expresa
en múltiples formas de asociación voluntarista,6
entre otras cosas porque hablo de un fenómeno de
masas que, como decía, vincula e incluye a sujetos
totalmente diversos, plurales e incluso antagónicos
(pequeños empresarios, parados, funcionarios, jóvenes
universitarios y descalificados, jubilados, asalariados...).
Aunque no de forma explícita, ante el vaciamiento de la
política, las movilizaciones a las que me refiero tienen
raíces políticas. Lo anterior se hace particularmente
evidente cuando observamos que la manifestación
catalizadora, el 15 de mayo de 2011, se planteó bajo el
lema «Democracia real ya» y la prevalencia posterior
de consignas políticas como «Lo llaman democracia y
no lo es», «No nos representan», etc. En un contexto de
fuerte crisis económica el eje articulador de las decenas
de expresiones multitudinarias promovidas por el 15M
es de carácter político.
En el síntoma comunitario Marinas, al igual que Žižek,
no ve necesariamente un proceso regresivo y retrógrado
sino que, en tanto reacción a un malestar globalizado,
su tendencia es a ir de lo particular y limitado a los
valores universales.7 En oposición al encorsetamiento
de la comunidad apegada al territorio, el 15M y los
movimientos que ha contribuido a gestar o nutrir se
despliegan más allá del enclave de las comunidades
administrativas y del propio Estado al cruzar a otros
países, aunque en el momento de escribir este artículo las
conexiones supraestatales parecen haberse diluido. Esa
expansión a la vez que dispersión del movimiento está
íntimamente conectada con el componente tecnológico
que, junto con las asambleas, constituye uno de los rasgos
que caracterizan las movilizaciones. Debido al elemento
intergeneracional y a la hegemonía de la tecnología
digital, Internet y en especial las redes sociales se ofrecen
como instrumentos facilitadores de la difusión de las
convocatorias, de la comunicación entre las comisiones
y grupos que se van articulando bajo el paraguas 15M.
El llamamiento originario tiene lugar por esta vía y la
divulgación de los acontecimientos represivos que lo
suceden también. Sin embargo, al mismo tiempo que
la potencialidad de la tecnología digital conecta con
las aspiraciones y deseos de miles de ciudadanos —en
un primer momento en Madrid—, los jóvenes hackers
comienzan a desarrollar herramientas basadas en el
software libre y plantean la articulación del movimiento
en el ciberespacio como una macrocomunidad virtual.8
La crítica a la apropiación y mercantilización del
ciberespacio está latente en el ofrecimiento solidario y
participativo de jóvenes que ofrecen sus conocimientos
tecnológicos desde un planteamiento colaborativo y
comunitario.
Me interesa plantear la emergencia de lo comunitario
en las movilizaciones actuales en oposición a la concepción
de la sociología clásica de tendencia evolucionista de
Ferdinand Tönnies y Émile Durkheim ,y señalar que sus
vínculos no se disuelven con la modernidad individualista
sino que permanecen subyacentes. Podríamos decir,
utilizando una terminología psicoanalítica, que lo
comunitario deviene neurosis y, en momentos críticos
(de carácter económico y político) emerge en forma de
síntoma. Estas movilizaciones cuestionan el vínculo
instrumental funcional de la economía y se asientan
sobre la solidaridad reivindicando así la política como
fundamento del orden social y vínculo ético. Consignas
recurrentes como «Sí se puede» enarboladas lo mismo
ante los desahucios, la política sobre la minería o la
negativa a pagar la deuda, apuntan a este origen político
que trasciende lo inmediato comunitario. Para Marinas,
«la comunidad como espacio político se plantea como un
espacio de deliberación y decisión moralmente orientada.
Es un espacio no de pertenencia sino de fundación, no
de fatalismo sino de reconstrucción. No de masa sino
de alianza y, por tanto, de comunicación».9 Aquí es
donde encontramos la relevancia del uso tecnológico
que, por un lado, simula y, por otro, replica la realidad
de las movilizaciones en el plano del deseo, es decir, de
construcción de unas nuevas formas de relaciones y de
comunicación opuestas a la lógica mercantil. Aunque la
tecnología digital ofrece resistencias que ni siquiera las
propuestas del software libre o el ciberactivismo están
consiguiendo fisurar ya que, lo digital, implica unos
códigos y formas de comunicación que imprimen en
los sujetos matrices comunicativas específicas de las
que, en general, resultan comunidades escuálidas o
demasiado lábiles.
El ágora física (asambleas), las plazas, las calles
y los locales ocupados (no legalizados) convierten
la comunidad en polis tanto como los espacios
colaborativos, las redes virtuales (N-1), las listas de
correos, los blogs y las asambleas virtuales. Sin embargo
tienen distinta potencialidad como salida comunitaria
a la crisis racionalizadora del capitalismo. La brecha
digital al interior de los sujetos movilizados y su perfil
mayoritario de migrantes digitales10 bajo el 15M se
convierte en un handicap difícil de resolver.
El trauma de la racionalidad instrumental
deshumanización tecnológica
y la
Si como plantea Žižek los síntomas son huellas que
no tienen sentido pero se puede descubrir su significado
excavando en el pasado,11 es en el pasado del modo de
producción capitalista donde encontramos la verdad
del «retorno de lo reprimido», según nuestra hipótesis,
de la comunidad. El pasado se lee simbólicamente
desde el presente del síntoma y el análisis de este nos
descubre el trauma olvidado, o el deseo sometido
y anulado. El deseo reprimido sería el goce de la
comunidad, es decir, del vínculo comunitario que a
modo de retorno al seno materno produce seguridad
y, tal vez placer en cuanto que retorno de lo político
(participación, soberanía, autonomía).
El liberalismo, sistema ideológico que fundamenta
las relaciones sociales capitalistas, lleva años, casi
desde su gestación, tratando de compatibilizar
la libertad y la vida en comunidad. El individuo
autónomo, libre, independiente, egoísta, competitivo,
no deviene comunidad. A finales del siglo xvii,
tras el derrumbe de la legitimidad teológica que
explicaba el orden social y justificaba las relaciones
de poder, el modo de producción capitalista se
convierte en hegemónico y necesita una formulación
ideológica que garantice el orden, quien dice orden
dice poder. Andrés Bilbao se refiere al liberalismo
como una nueva teología articulada sobre dogmas: el
ser humano como individuo, la eficacia, la felicidad y
el progreso dependientes de la producción de bienes
materiales, la economía generadora de la ordenada
sociabilidad, el dinero como único vínculo entre los
hombres, etc.;12 y Jorge Luis Acanda plantea que la
sociedad premoderna había resuelto el problema de
la comunidad al formularla en forma de principios
transcendentes, pero la modernidad elevó a primer
plano el mercado como articulador de las relaciones
sociales basadas en la atomización y el antagonismo.13
Es decir, la modernidad capitalista se asienta sobre una
paradoja irresoluble desde la racionalidad económica:
el individuo y la sociabilidad (la vida en comunidad).
Los intentos de solucionar la contradicción entre un
individuo libre para el que los demás son obstáculos
o meros instrumentos, pero que debe aceptar el
sometimiento a las leyes económicas, solo se logran
ocultando el poder bajo el manto objetivo de la
técnica, a saber, mediante un proceso de objetivación
(cosificación) en el que el mundo se nos presenta
fetichizado, como diría Carlos Marx. La relación entre
los hombres es una relación entre cosas. Para Bilbao,
la política aparece como administración técnica
de las cosas. La lógica que rige el intercambio
es el contenido de la política. En este ámbito de
las relaciones sociales desaparecen las formas
personales de ejercicio del poder. El poder es
sustituido por la técnica y esta delimita el campo en
el que se hace posible la libertad individual.14
La economía desaparece como economía política
y se nos presenta como saber científico ajeno a las
relaciones de dominio. De esta forma, el individuo se
transforma en un factor de producción y las relaciones
Ciberespacio y síntoma comunitario: una lectura a partir del 15M
47
Internet se ha convertido en la imagen de la democracia, de la pluralidad y
diversidad social donde las tensiones y el conflicto se resuelven virtualmente
habilitando nuevos espacios virtuales de comunicación, pero nada parece
haber cambiado en lo sustancial.
entre los hombres resultan relaciones de intercambio
mediadas por el dinero. La tecnología también se
percibe como un instrumento ajeno a las relaciones
de poder y se despliega como uno de los principales
factores de interacción social.
El pensamiento crítico de la escuela de Frankfurt
arremetió contra la racionalidad capitalista y la ideología
liberal que surgieron de la ilustración. Las promesas de
liberación de esa racionalidad instrumental habían
resultado en un mayor control y sojuzgamiento del
hombre convertido a través de las relaciones cosificadas
(mercantilizadas) en mero objeto. A mediados de los
años 40 del siglo xx, la crítica de Theodor Adorno
y Max Horkheimer a la sociedad de masas se centra
precisamente en esa racionalidad que se despliega
en las múltiples formas de cuantificar, homogeneizar
y administrar lo social, para ellos, la racionalidad
técnica es la racionalidad del dominio mismo.15 Pero
fue Herbert Marcuse quien profundizó en la estrecha
relación entre la tecnología y la deshumanizacióncosificación del capitalismo.16
Para el liberalismo, la tecnología es el producto
neutro de la Ciencia y esta del conocimiento verdadero
(universal y único). Técnica y tecnología se confunden
en una construcción discursiva que subordina las
relaciones interpersonales a las exigencias del progreso
y del desarrollo, ambos a su vez identificados con una
concepción más universalista: evolución. Premisas
de las que emana el desarrollo técnico occidental
incluso por los sectores sociales y doctrinas de
izquierdas críticas del liberalismo. Cortando el cordón
umbilical que une el desarrollo científico-técnico
con los artefactos que produce (teléfonos móviles,
computadoras, Ipod, e-books…) se consigue percibir la
tecnología como un proceso neutro y objetivo. Pero esta
no es neutral y tampoco lo son las herramientas que
genera; como afirma Wolton, «todas las herramientas
poseen un contenido simbólico muy poderoso, que
son modelos sugestivos de pensamiento y acción que
ejercen un efecto sobre quienes las usan».17 Asimismo
se modifica la forma de percibir las experiencias que
acaban por acoplarse a las formas de pensamiento
hegemónicas. Lo que vemos, oímos y leemos en el
ciberespacio se entremezcla con las experiencias vitales
y de su interacción surgen transformaciones recíprocas.
La tecnología, nos dice Wolton, «no es neutral porque
aporta su propia racionalidad y el método para su
uso».18 La racionalidad de la tecnología digital no es
48
Ángeles Diez Rodríguez
ajena, añado, a la que complementa y reproduce el
modo de producción capitalista. Las redes sociales
y las comunidades virtuales emergen en esta lógica
como simulacros de relaciones humanas pero sin duda
expresan el deseo de superar el aislamiento y la soledad
de un mundo cosificado.
Los movimientos sociales tradicionales, tanto
como los contemporáneos que solo se plantean un
«mejor uso de la tecnología» o su puesta al servicio
de «objetivos revolucionarios», han interiorizado
el metarrelato liberal. Lo cual no es óbice para que
encontremos en sus propuestas de reapropiación un
intento de humanización que genera, en ocasiones,
confrontaciones con el modelo liberal. Si bien es cierto
que cada sociedad ha generado su propia tecnología en
función de las metas de desarrollo que se ha planteado
y que estas metas han sido predefinidas políticamente
a partir de las relaciones de poder y el conflicto social,
no es menos cierto que se trata de un proceso dialéctico
en el que la emergencia de la lucha de clases permite
imaginar un futuro no determinado.
La tecnología digital está al servicio del crecimiento
exponencial de los vínculos funcionales entre los
individuos ya que sus características fundacionales
—rapidez, capacidad de almacenaje y expansión— se
acoplan a una lógica mercantil. Pero, de la misma
forma que las movilizaciones actuales reivindicando la
comunidad y los vínculos ético-políticos se convierten
en anomalías (desde una perspectiva de la sociología
clásica, desde Durkheim a Weber) también lo son las
comunidades virtuales, los foros ético-políticos, las
redes solidarias, incluso el software libre ya que son
hechos y vínculos que se resisten a ser tratados como
cosas y se presentan como hechos normativos.
Por otro lado, el síntoma comunitario que emerge
como anomalía para el capitalismo adopta rasgos
propios de los vínculos societales modernos, por
ejemplo, el desprendimiento del espacio, o la falta
de homogeneidad de los sujetos que lo integran. El
síntoma comunitario se presentaría como un modelo
de relación, de vínculo moral, que no está atado ni al
espacio ni al tiempo.19 De ahí que el ciberespacio en
su inclusividad sea el no espacio por antonomasia, el
no lugar donde las movilizaciones contemporáneas
encuentran la vía para desarrollar nuevos vínculos.
En general, ni la formulación ni el diseño ni la
implementación del sistema tecnológico moderno han
estado al alcance de los movimientos sociales, sino más
bien se les han impuesto en el devenir más o menos
sutil de los procesos de globalización. Sin embargo, a
pesar de que el regreso a lo comunal, al vínculo ético
y a los valores que se califican como comunitarios,
pertenecería a estadios pre o protoindustriales 20
muy alejados de los contenidos y oportunidades de
las NTIC, las expectativas sobre el ciberespacio por
parte de las movilizaciones están llenas de referencias
a la defensa de agrupaciones frente a lo estatal, de
vínculos por afinidades frente a las instituciones
ordenadoras, de defensa de la solidaridad interpersonal
frente al individualismo, de crítica a la pasividad
y a los mercados. Existe, pues, una determinación
tecnológica en el sentido de los límites intrínsecos
de la tecnología que surge de y para un modo de
producción determinado, pero también en ella se da el
conflicto. El software libre, las redes sociales alternativas
y las comunidades virtuales pueden leerse también
como síntomas que apuntan a reparar el trauma de la
deshumanización tecnológica.
Trauma y deseo comunitario en el 15M
El síntoma está relacionado con la repetición,
con el intento continuado de trascender el presente
y de lograr la reparación del trauma. Si mi hipótesis
tiene alguna validez teórica estaría enlazada con la
concepción de Walter Benjamín sobre la potencialidad
revolucionaria de las ruinas de la historia y también con
la de Rosa Luxemburgo sobre la construcción del sujeto
revolucionario sobre la experiencia de los intentos
prematuros y fallidos de hacer la revolución.
La memoria es uno de los componentes sustantivos
del síntoma, el hilo que suministra las claves analíticas
que nos permiten interpretarlo. Suponemos así que el
15M es un momento histórico en el que eclosiona,
de nuevo, la potencia revolucionaria de una parte de
un pueblo español que se resiste a la modernización
capitalista. Los ítems dirigidos hacia el pasado lo mismo
que hacia el futuro liberador son la autoorganización,
la inclusión y la autonomía, todas ellas presentes en
las formas que adoptan las movilizaciones. Esta triada
macla las distintas expresiones del movimiento al
tiempo que emerge como referente tanto la historia
revolucionaria del Frente Popular, con su componente
mayoritario anarquista, como la lucha contra el
franquismo y su aparato de poder neutralizada con
la Transición. Por supuesto, no se trata de referentes
explícitos del movimiento. Decía Neruda que el pueblo
siempre vuelve a cobrar su deuda con paciencia y
esperanza, hasta que, cansado de esperar, despierta cada
cien años. El trauma que descubrimos ahondando en
los discursos y manifestaciones del 15M pudiera ser el
de la guerra civil tanto como el de la reparación fallida
de la Transición.
En este sentido, el síntoma que llamamos 15M
niega la normalidad política de la democracia española
tanto como la modernización del modelo económico.
La «modélica Transición» que las élites progresistas
trataron de exportar fue un pacto de exclusión
salpimentado con intentonas golpistas21 para mantener
a raya la sociedad civil que, en los últimos años del
franquismo, se había organizado sobre reivindicaciones
políticas y civiles, pero también sociales. Este, como el
resto de los fascismos europeos, no era antiliberal sino
todo lo contrario,22 tras la posguerra y la autarquía el
modelo liberal va tomando forma e implantándose
aun con la aparente contradicción del sistema político
dictatorial. La crisis de los años 70 puso en serios apuros
la continuidad del control de las élites económicas,
no solo la del aparato franquista, pero los pactos
de la Moncloa (1977), incluso antes de aprobarse la
Constitución española (1978), sellaban con los agentes
sindicales, empresariales y políticos, la paz social
sobre la base del miedo (al fascismo) y la oferta de
libertades normalizadas con el entorno europeo. Sin
embargo, la Guerra civil española en la que estaban
en juego no solo la derrota del fascismo sino la de
la clase trabajadora supuso un trauma cuyas huellas
fue incapaz de disipar la Transición —probablemente
porque no hubo una derrota del fascismo. En este
sentido, las movilizaciones del 15M apelan al ámbito
de lo político poniendo en primer plano el problema
de la representación, pero también, o sobre todo, de la
soberanía y de otro modelo de desarrollo. Ciertamente
nada de esto es explícito, en especial en los jóvenes del
movimiento, pero si hacemos un barrido somero de
lemas y consignas encontramos ese referente lejano.
Consignas como «El pueblo unido jamás será vencido»,
el título de la red social N-1: «Redes sociales del pueblo
y para el pueblo», el diseño de las marchas del 19 de
junio de 2011 hacia la Puerta del Sol que reproducen
las columnas republicanas, etc.23
El boom económico de finales de los 80 y los 90
en España se correspondió —con diez años de retraso
respecto a Europa— con una nueva fase liberalizadora
donde se fueron liquidando los restos estatalistas de la
economía proteccionista. La acumulación capitalista se
asentó sobre la desindustrialización, la especulación
financiera (principalmente la inmobiliaria), la
privatización de las empresas públicas (energéticas,
telefonía, transportes) y la sobrexplotación de la fuerza
de trabajo. En el momento en que se produce la quiebra
del sistema financiero internacional en 2008 la débil
economía española vuelve a hacer aguas y de nuevo
emerge de las bases populares, de los desposeídos o en
vías de serlo, el grito «Lo llaman democracia y no lo es».
Se demanda del sistema político que tome decisiones a
Ciberespacio y síntoma comunitario: una lectura a partir del 15M
49
favor de la ciudadanía y por ende en contra de la lógica
económica.24
Puedo considerar que el desfase en la implementación
del modelo liberal en relación con el proceso europeo
supone oportunidad para el retorno del deseo
reprimido por los acontecimientos históricos de la
Guerra civil y la dictadura, y para la emergencia del
síntoma comunitario latente en la mayor parte de
los procesos revolucionarios. Así, podría decir que
el 15M surge de una transición democrática fallida,
de un proceso de secularización abortado, de la
construcción de un estado de bienestar incompleto,
de las luchas contenidas por la liberación de la mujer,
del desmantelamiento del sistema de educación y de
salud públicos, de la pérdida constante y sistemática
de derechos laborales, de la deshumanización que nos
convierte en puras mercancías. 25 A pesar de que
desde los primeros momentos se intentó catalogar
las movilizaciones españolas siguiendo el patrón
importado de la «indignación», las manifestaciones
públicas, las declaraciones, las consignas, las acciones…
se resistieron a dicho etiquetaje imponiendo la
particularidad histórica de una fecha fundadora. El
movimiento se autoproclama no de los indignados
sino de los desposeídos. La indignación es un estado
emocional, la desposesión es el resultado del expolio:
económico, social y político.
El 15M en tanto que síntoma no es un mero
regreso sino la emergencia de una promesa liberadora
en la que una parte de la sociedad civil reclama
las plazas, las calles y la palabra. En cierto sentido
profetiza la emergencia recurrente de un sujeto que
actúa construyéndose y construyendo un nuevo tipo
de relaciones políticas en las que el vínculo ético es
la piedra de toque que recorta la distancia entre lo
público y lo privado. Siguiendo a Marinas, en vez de
regreso fantasmagórico, el síntoma comunitario es
asistir a cómo se vacía lo político y se convierte en
espacio tecnológico, cómo de ese vaciamiento sale una
nostalgia del origen, o un consumo compensatorio. El
sujeto político se convierte en estratega, el sujeto ético
es aplicador de reglas. O se muda en consumidor de
simulacros de lo político y de lo moral.26
Para Sigmund Freud los síntomas eran formaciones
de compromiso entre los procesos psíquicos inhibidos
y los no inhibidos. Algo así como una salida hacia
la conciencia que permitiría, en última instancia,
encontrar el hilo hacia el trauma. En este sentido es
en el que Marinas nos plantea que no se trata de un
fenómeno lineal y que, al igual que el sueño, puede
ser un cumplimiento de deseos que nos lleva a
preguntarnos por «el deseo que lo funda».27 El síntoma
comunitario nos llevaría a plantearnos esta forma de
sociabilidad como una forma ética de vínculo político,
50
Ángeles Diez Rodríguez
por eso es significativo que el 15M utilice siempre el
término «personas». En esta versión moderna de lo
comunitario que enlaza con un pasado revolucionario
surgen temas que son abordados desde una perspectiva
normativa (ética) y que sugieren una revisión de la
historia lo mismo que una apuesta de futuro.
La sociabilidad virtual como salida o como
determinación
Como planteaba en el apartado segundo, hay
múltiples formas de abordar el liberalismo: como
ideología, como teoría política, como doctrina
económica, etc., pero en cualquiera de estos abordajes
nos encontramos con una formulación acerca de
la naturaleza del individuo y el problema de la
sociabilidad. El papel asignado a la tecnología en su
relación con el entorno social se encuadra dentro del
dogma económico de la sociabilidad ordenada y no
conflictiva. La cibersociedad produce y reproduce
un entorno (virtual) que da salida al conflicto social,
lo disuelve y canaliza al ofrecer a los sujetos un no
espacio donde la psique del sujeto despliega sus deseos
aparentemente sin restricciones, incluido el de vínculos
sociales, la añoranza de la comunidad. Al tiempo
que las tecnologías digitales transforman el modelo
comunicacional ofrecen un modelo de interacción.
Las primeras controversias alrededor de Internet se
dirigen precisamente a su responsabilidad en los cambios
de modelo comunicacional interpersonal, la familia,
el círculo de amigos cercano, etc. Aparentemente la
intensidad de su uso sestá relacionada con la disminución
de la comunicación con los sujetos próximos, incluso
con un aumento o desarrollo de patologías como el
aislamiento, la soledad o la depresión. Se está ante un
cambio de modelo de sociabilidad que para muchos
autores no es precisamente negativo ya que corresponde
al estadio o nivel tecnológico en que se encuentra una
sociedad. Las relaciones sociales se restructuran,
se reorganizan en función del nuevo instrumento
tecnológico. Ciertamente no se trataría de que Internet
fuera la responsable de un modelo de «individualismo
en red» sino que esta forma de sociabilidad encuentra
en Internet el medio idóneo.28
Sin embargo, para Zygmunt Bauman la sociabilidad
flota a la deriva en las sociedades modernas, y los
sujetos, especialmente los jóvenes que ven en Internet
y en concreto en el tipo de interacción que establecen
a través de chats, listas de correos, foros de discusión,
etc., expresan esa búsqueda de un terreno sólido donde
arraigar sus deseos de comunicación e interacción
social.29 Hasta hace poco, estos espacios en la Red
se inscribían más en el terreno del habla que en el
de la acción social, en general, no suponían vías de
canalización estables sino momentos fragmentados,
intermitentes, momentos de expresión aislados que no
requerían asumir las responsabilidades que conlleva la
interacción no mediada. Los acontecimientos sociales
relacionados con la globalización han generado y han
hecho resurgir la reivindicación y la protesta social que
colocaron a Internet en el terreno de la acción y no solo
del habla (convocatorias, propuestas de acciones, etc.).
Estos espacios están, pues, siendo resignificados por
la práctica social que apunta hacia la construcción de
formas más estables y menos difusas de participación.
Tal vez, de la misma forma que lo social —a pesar
de sus determinaciones— encuentra vías de escape
subvirtiendo la lógica individualista del capitalismo,
también en el ciberespacio puedan encontrarse estos
caminos.
La relación entre las movilizaciones contemporáneas
y el ciberespacio es contradictoria. En las relaciones
mercantiles existe una tensión entre la lógica
uniformizadora y la diversidad de lo social que
también se da en el espacio virtual. Esa tensión se
traduce en los principios del 15M en la inclusividad y la
atomización; también se refleja en el espacio virtual con
la proliferación de cientos de grupos virtuales, trabajos
colaborativos, etc. Uno de los problemas del futuro
que ya es presente, no será el tránsito de información
sino poder romper con la comunicación mediada
y retornar al contacto humano, como dirá Wolton,
ensayar una comunicación directa, humana, social. La
fascinación por la explosión de conexiones que facilita
el ciberespacio está presente en las movilizaciones a
las que me he referido, pero, a diferencia de lo que
ocurría hace un par de décadas, estos movimientos
no restan importancia a los contactos directos y los
procesos comunicativos no mediados, quizá porque
surgen desde la ocupación de espacios físicos. Es difícil
comprobar si la conectividad es capaz de romper con
la individualidad, o si esa red de flujos y nodos que
es Internet está más próxima a la construcción de
colectividades o solo a su conexión. El contacto humano
directo es peligroso para un sistema que se sustenta
sobre la base de la ocultación (de las intenciones, de
los objetivos, de los efectos...). La relación física genera
comunidad y humanidad, estrategias de supervivencia
en las que «los otros físicos» constituyen un elemento
determinante gracias a la solidaridad. Todas ellas son
pulsiones peligrosas para un modelo de desarrollo
que genera desigualdades e injusticias para muchos
intolerables. Desde mi punto de vista este eje conflictivo
entre la realidad real y la virtual pudiera tener una
salida revolucionaria.
Dice Jorge Luis Acanda que Marx caracterizó el
capitalismo como
un sistema de relaciones sociales, un modo
específico de vinculación de lo económico con el
resto de la realidad social; el tipo de organización
social en la que el mercado ocupa el lugar central y
determinante en la estructuración de las relaciones
sociales erigiéndose en el elemento mediador en
toda relación intersubjetiva (es decir, de las personas
entre sí) y objetual (de las personas con los objetos
de su actividad, sean materiales o espirituales.30
También paradójicamente el 15M reivindica el
individuo frente a la colectividad homogeneizada
y estandarizada sin percatarse de que individuo e
individualismo suponen la máxima estandarización
que se adecua al sistema. Pero no es ajeno al debate
ya que cuando se plantea la utilización del término
«persona» se supone un recurso lingüístico para
utilizar el femenino pero al mismo tiempo que se está
desplazando el significante liberal (individuo).
El sistema tecnológico moderno implica una ruptura
vital, se adapta al problema casi como un guante, admite
pocas innovaciones en su adaptabilidad. Es decir, la
relación medios-fines es más estrecha. Si tenemos en
cuenta que la evolución de la técnica es el resultado
de la hegemonía de la «acción racional con respecto
a fines» y que responde a su vez al propio desarrollo
del capitalismo, parece difícil pensar en adaptar la
técnica o en sustituirla por otra «cualitativamente
distinta» si no es cambiando la»organización de la
naturaleza humana», algo así como cambiar los a
priori de la tecnología o incorporar de nuevo la ética
a la razón práctica; es decir, recuperando el sentido de
la política como filosofía práctica capaz de orientar el
desarrollo. Es así que no planteo un universo cerrado
por la determinación tecnológica sino simplemente
la construcción en paralelo de un sujeto y nuevas
formas de interacción humanizadas. El problema
es, como pensaba Marcuse, que la técnica moderna
acaba constituyendo una «totalidad histórica», esto
es, en palabras de Jürgen Habermas, «un mundo
de la vida»;31 que el hombre ha pasado a un lugar
secundario (no el individuo, sino el hombre). La técnica
cumple, pues, una doble función en el capitalismo:
a) función ideológica (legitimación del dominio); b)
acumulación de capital. Frente a las tecnologías de
otras sociedades, el hecho diferencial de la tecnología
occidental arranca de estos orígenes utilitaristas y/o
instrumentales del pensamiento moderno. Tiene que
ver con este descentramiento del ser humano que, al
tiempo que convierte la economía en el núcleo duro
de la sociedad, transmuta las relaciones sociales en
relaciones económicas o de intercambio, relaciones
mediadas, en el ámbito específico de la economía por
«el dinero», como lo describió Georg Simmel, en el
ámbito de la comunicación por la técnica.
De ahí que movimientos como el 15M al colocar al
ser humano en primer lugar abren la vía para desmontar
la ideología que lleva implícita la tecnología digital,
pero avanzan muy lentamente en la transformación del
Ciberespacio y síntoma comunitario: una lectura a partir del 15M
51
modelo comunicativo impuesto por ella. Además, no
existe ninguna garantía de que los límites intrínsecos de
dicha tecnología no sean más fuertes que su voluntad
y su potencia transformadora.
De la misma manera en que el análisis epistemológico
señala los límites de la tecnología como potenciadora
de nuevas formas de sociabilidad, también permite
encontrar las fisuras económicas, políticas y sociales,
que señalan las potencialidades del ser humano para
transformarla en función de sus deseos y aspiraciones
comunitarias. Determinar implica «fijar límites»,
es decir, limitar y contextualizar. Encontrar las
potencialidades del 15M implica también hallar qué
es lo que lo determina (sus límites) y para ello se
necesita ponerlo en historia, en contexto. En un sentido
aristotélico, dichas potencialidades pueden no llegar
a concretarse pero el devenir histórico nos muestra
que pueden darse, y se están dando, experiencias
que apuntan en direcciones no prestablecidas ni por
la lógica de esta tecnología ni por la del modelo de
socialización moderno.
En este punto puedo plantearme nuevamente la
pregunta con la que abrí esta reflexión: ¿puede el
espacio virtual constituirse en una nueva ágora social
que resuelva las aspiraciones comunitarias de una
sociedad? Si, como señalaba Bauman, las antiguas
fueron apropiadas por emprendedores entusiastas y
recicladas en parques temáticos, mientras la apatía
política sigue negándonos el derecho a construir
otras nuevas, podemos reflexionar sobre la doble
vía que abrirían movilizaciones como el 15M, si al
recolocar al ser humano en el centro de las relaciones
consiguieran subordinar el ciberespacio a los principios
y fines del movimiento (inclusividad, participación,
autoorganización, etc.).
Epílogo: síntoma y revolución, ¿conexión
conversación?
o
La técnica, con sus instrumentos tecnológicos,
corresponde a una determinada sociedad y resulta de
las decisiones políticas de aquellos que tienen en sus
manos la capacidad científica y los recursos para su
aplicación. Un uso diferente, según los intereses de los
actores que intervienen no tiene por qué significar una
variación sustancial en el ejercicio del poder. Puede ser
una reapropiación de un medio tecnológico de gran
alcance. Es importante, como lo fue la apropiación
de armas por parte de los movimientos guerrilleros
latinoamericanos para hacer la guerra, pero usar las
mismas armas para enfrentarse al enemigo, no solo
no implicaba la victoria, tampoco la posibilidad de
construcción de relaciones de poder diferentes. Hubo
52
Ángeles Diez Rodríguez
que desarrollar estrategias de lucha que evitaran
el enfrentamiento directo para compensar los
desequilibrios cuantitativos y de capacidad destructiva,
pero lo más difícil vino después.
Si Internet es un campo de batalla, los distintos
actores enfrentados no están en igualdad de condiciones
para apropiarse de ese espacio. La «maquinaria bélica»
de algunos de los contendientes es incomparablemente
mayor. Por eso se desarrollan estrategias de guerrillas
que son más eficaces, a medio y largo plazo. Pero,
suponiendo que se conquisten partes de ese vasto
campo en disputa, estos recursos conquistados,
pueden simplemente significar la reproducción de las
relaciones de subordinación y dominación, solo que
en manos de otros sujetos; que llevarán a cabo, tal vez,
otra gestión diferente de los conflictos, más eficaz, más
democrática… pero que pueden quedar atrapados
en nuevas relaciones de subordinación y dominio
perfectamente compatibles con el poder económico
dominante.
Internet se ha convertido en la imagen de la
democracia, de la pluralidad y diversidad social donde
las tensiones y el conflicto se resuelven virtualmente
habilitando nuevos espacios virtuales de comunicación,
pero nada parece haber cambiado en lo sustancial.
Para Shelley Turkle, los dispositivos tecnológicos que
llevamos encima no solo cambian la forma en que
hacemos las cosas sino que cambian lo que somos.35
Marcuse se planteaba una relación diferente
respecto a la naturaleza, frente a un proceso
de objetivación y cosificación, un proceso de
subjetivación. Independientemente del tipo de
instrumentos tecnológicos que utilicemos, deberíamos
plantearnos una nueva relación con ellos y de qué
forma nos insertamos en el sistema tecnológico, y
sobre todo, ser capaces de reconstruir los a prioris
políticos que se nos imponen y dirigir las luchas, en
todos los ámbitos, hacia la transformación de dichos
a prioris tanto como a la apropiación de la tecnología.
Sin embargo, en la misma medida en que hemos de
buscar entender lo social en lo que tiene de novedad
o potencialidad revolucionaria, también necesitamos
aprender a leer los acontecimientos sociales insertos
en su historicidad.
Notas
1. Resulta interesante el texto de Noam Chomsky, Ocupar Wall
Street. Indignados en el epicentro del capitalismo mundial (Ediciones
Urano, Barcelona, 2012), donde plantea lo novedoso del contexto
en el que surge este movimiento al tiempo que sus antecedentes
históricos.
2. Véanse Sydney Tarrow, El poder en movimiento. Los movimientos
sociales, la acción colectiva y la política, Alianza Universidad,
Madrid, 1997; y Charles Tilly, «Modelos y realidades de la acción
colectiva popular», Zona Abierta, n. 54-55, 1990.
3. Dominique Wolton, Internet, ¿y después?, Gedisa, Barcelona,
2000, p. 19.
4. Slavoj Žižek, El sublime objeto de la ideología, Siglo XXI, México,
DF, 2007, pp. 110-1.
5. José Miguel Marinas, El síntoma comunitario: entre polis y
mercado, Antonio Machado Libros, 2006, Madrid, p. 18.
6. Véanse John Rawls, Teoría de la justicia, FCE, México, DF, 2000;
y Alasdair MacIntyre, Tras la virtud, Crítica, Barcelona, 2009.
7. José Miguel Marinas, op. cit. p. 66.
8. El primer blog que se pone a disposición de las distintas asambleas
y grupos es http://madrid.tomalaplaza.net/. Los usos iniciales
fueron para informar de las convocatorias y actividades que iban
teniendo lugar en la acampada de la Puerta del Sol y en las plazas
colindantes, se añadieron después las actas de las comisiones y
grupos que trataban de dar transparencia e informar de todo lo
hablado y acordado en las asambleas, se incorporaron artículos,
programas de radio y televisión que a través de Internet se crearon
para otorgar voz al movimiento. El blog sirve también para localizar
cada una de las asambleas de barrios y pueblos —ya no solo de
Madrid, sino de todo el Estado—, y difunde sus páginas web. Junto
con la radio y la televisión se pone en marcha una plataforma propia
llamada N-1 que funciona como red social (https://n-1.cc/) en cuya
portada reza: «Redes sociales del pueblo y para el pueblo».
cueste lo que cueste», www.rebelion.org/noticia.php?id=133009;
«Democracia en construcción. Perdonen las molestias», www.
rebelion.org/noticia.php?id=130708; «El movimiento 15-M ya no
está en la puerta del Sol» www.rebelion.org/noticia.php?id=129989;
«Medios, todólogos, augures y profetas del 15-M» www.rebelion.
org/noticia.php?id=129598; «Microsociología de la Puerta del Sol»
www.rebelion.org/noticia.php?id=129017; «España: «Lo llaman
democracia y no lo es. ¿Qué parte del discurso no se entiende?»,
www.rebelion.org/noticia.php?id=128835; «Apuntes de Sol y lluvia
en Madrid», www.rebelion.org/noticia.php?id=128703)
24. El lema «Lo llaman democracia y no lo es» surgió en las
multitudinarias movilizaciones de febrero de 2003 ante la
contradicción de un parlamento que tomaba la decisión de
participar en la guerra de Irak, en contra de la voluntad explícita
de la ciudadanía.
25. «No somos mercancías en manos de políticos y banqueros»
constituye otro de los lemas fundamentales que articulan las
movilizaciones del 15M.
26. José Miguel Marinas, ob. cit., p. 128.
27. Ibídem, p. 28.
28. Véanse Manuel Castells, «Internet y la sociedad red», disponible
en www.uoc.edu/web/cat/articles/castells/castellsmain7.html
(consultado el 3/2/2013).
29. Véase Zygmunt Bauman, En busca de la política, FCE, México,
DF, 2001.
9. José Miguel Marinas, ob. cit., p. 144.
30. Jorge Luis Acanda, ob. cit., p. 70.
10. Se llaman así los que no se incorporaron a las tecnologías
digitales a lo largo del ciclo educativo formalizado, sino que
«migraron» de la tecnología analógica a la digital.
31. Shelley Turkle, «¿Conectados pero solos?» (conferencia en
línea), disponible en www.ted.com/talks/sherry_turkle_alone_
together.html.
11. Slavoj Žižek, ob. cit., p. 88.
12. Andrés Bilbao, Las raíces teológicas de la lógica económica.
Elementos para una crítica al liberalismo, UNAM, México, DF,
1999.
, 2013
13. Véase Jorge Luis Acanda, Sociedad civil y hegemonía, Centro
Juan Marinello, La Habana, 2002, p. 137.
14. Andrés Bilbao, ob. cit., p. 10.
15. Véase Theodor W. Adorno y Max Horkheimer, La dialéctica de
la ilustración, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1987.
16. Véase Herbert Marcuse, El hombre unidimensional, Plaza y
Janés, Barcelona, 1985.
17. Dominique Wolton, ob. cit., p. 26.
18. Ídem.
19. José Miguel Marinas, ob. cit., p. 105.
20. Ibídem, p. 19.
21. La Operación Galaxia, de 1978; el golpe de Estado del 23 de
febrero de 1981, y las conspiraciones golpistas del 27 octubre de
1982 y del 2 de junio de 1985.
22. Reinhard Kühnl, Liberalismo y fascismo. Dos formas de dominio
burgués, Fontanella, Barcelona, 1978.
23. Recomiendo mis crónicas del movimiento, publicadas en
Rebelion.com, en las que se puede constatar tanto la importancia
de lo comunitario como las referencias a la memoria histórica. («La
policía tomó Sol y perdió las calles», www.rebelion.org/noticia.
php?id=133451; «De Norte a Sur de Este a Oeste la lucha sigue
Ciberespacio y síntoma comunitario: una lectura a partir del 15M
53
Mis amigos en Facebook.
Apuntes con intención
ciberetnográfica
Milena Recio Silva
Periodista y profesora.
Instituto Internacional de Periodismo José Martí.
¿
Cuántos somos en Facebook? Hasta donde
llegamos a saber, ni la gigante red social que
agrupa hoy cerca de mil millones de usuarios ni
web scrapers1 reconocidos ofrecen datos sobre el
número de cuentas abiertas desde Cuba. Al parecer, los
cubanos en la Isla no formamos parte de esa enorme
comunidad de usuarios-target que Facebook (FB)
facilita para el mercado de la publicidad, hoy guiado
por las lógicas del «comercio relacional»2 y que está en
la base de esta aplicación web 2.0.
Nuestros perfiles como usuarios de Facebook no
son relevantes en la mercadotecnia digital, como
consecuencia del bloqueo económico de los Estados
Unidos contra Cuba. Nuestra data no interesa, por
ahora, como incentivo a posibles anunciantes en ese
«territorio» virtual que es, siguiendo una metáfora
deficiente en términos explicativos, pero bastante
ilustrativa, el tercer país del mundo por el tamaño de
su «población».
Un país-bazar en cuya economía el principal y más
escaso activo es la atención; babeliano, por la diversidad
lingüística y cultural que allí se expresa; descentrado,
puesto que no parece haber más autoridad exterior a
los individuos como no sea la que impone de facto y
de manera ubicua el software que lo soporta; utópico o
distópico, según como se lea. En todo caso, una marca
de la cultura y la socialidad contemporáneas; uno de
los principales surtidores del estilo de comunicación y
de relaciones en este comienzo del siglo xxi.
Aunque no dispongamos de números y perfiles que
retraten el status quo de los cubanos (de Cuba) que
mantienen cuentas en Facebook es posible afirmar, si
uno también es feisbukero y ha observado el devenir de
54
n. 74:
54-61, abril-junio de 2013
Milena Recio
Silva
este proceso, que la comunidad ha venido in crescendo
de forma sostenida, tanto numéricamente como en
cuanto a la calidad de su «trabajo» en la red.
La política de «acceso social» que guía la distribución
de la conectividad en Cuba, genera una cierta
composición en el acceso a la que podríamos llegar
por sucesivas aproximaciones. Por ejemplo, entre los
sectores más favorecidos con accesos full Internet están
periodistas, algunos grupos de intelectuales y artistas,
científicos en los centros de mayor relevancia, ciertos
funcionarios políticos y directivos empresariales de
alto rango, y las universidades.
Poco sabemos sobre sus edades, pero podemos
deducir que las franjas que van desde los 13 hasta los
18 años no deben estar muy favorecidas con el acceso.
Según cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas
(ONE), en 2009 existían en el país 10 481 centros de
enseñanza no universitaria y el total de computadoras
personales (PC) con conexión a Internet en esos niveles
educacionales era de 14 515; es decir, 1,38 por escuela.
Reportes periodísticos informaban que en 2012 solo
3% de las instituciones docentes —descontando las
universidades— estaban conectadas a Internet.3
Sin embargo, miles o quizás decenas de miles
de usuarios que no son «dueños» de conexiones,
o que ni siquiera pueden contar con tan apreciada
herramienta en sus lugares de estudio o trabajo,
también han encontrado formas alternativas4 para
conquistar un login y un password en el «mundo feliz»
de Zuckerberg,5 empinándose sobre amistades y otros
contactos. Lo cierto es que han acumulado las destrezas
imprescindibles para inaugurar sus perfiles y mantener
vivos sus universos reticulares en Facebook, aunque sea
de forma esporádica.6
Muchos cubanos saben o presumen que «estar
en Facebook» es una forma de «existir» que no debe
desperdiciarse. Menos aún si se tiene en cuenta
«una presencia de compatriotas asentados en el
exterior que supera los 1,7 millones de cubanos y
sus descendientes»7, y una población residente en la
Isla de poco más de once millones.8 A esto habría
que sumar decenas de miles que se encuentran fuera
de Cuba en misiones de trabajo y que, aunque no se
pueden considerar emigrados, «faltan» a sus familias
y amigos, y son también «alcanzables» mediante esta
red social. Aproximadamente, por cada seis cubanos
en el archipiélago existe uno fuera de sus fronteras. Sin
embargo, en FB estamos todos juntos, comunicados.9
Dadas estas circunstancias, por su relevancia
antropológica y comunicológica, es pertinente proponerse
una mirada, aunque preliminar, al «comportamiento»
y los rasgos de uso de una herramienta-espacio como
Facebook en la población «conectada» en Cuba. Intento
enfocar, sin pretender agotar su abordaje, ciertas
hipótesis sobre la importancia comunicacional de
este laboratorio de la web interactiva. Me concentro
para ello en tres aspectos que, creo, precondicionan
las formas «nuestras» de usar Facebook: los marcos
que impone la calidad de la conectividad en Cuba, la
existencia de una diáspora cubana que convive en este
espacio virtual, y la tendencia a la politización de los
discursos.
El objeto y la mirada
La adopción de la primera persona gramatical en
este texto no es una confusión en el estilo de redacción
que presume la norma académica, sino la realización de
un pensamiento que incluye a quien expone, que hace
una introspección, una explicación recursiva tal como
proponen los paradigmas de la complejidad.
El conjunto de las experiencias vertidas aquí
parten de una inmersión personal en el espacio
virtual de Facebook, por una persona de menos de 40
años, mujer, cubana, residente en la Isla, de profesión
periodista y profesora. De esa «navegación» cotidiana,
de la intervención en muchas «conversaciones» y de la
observación más o menos advertida del comportamiento
de otros en ese espacio, emerge un determinado
punto de vista, que puede conformarse a partir de los
márgenes que ofrecen las ciberetnografías.
La selección del método ciberetnográfico para este
acercamiento obedece al hecho de que debo dilucidar
comportamientos que, aunque se objetivizan en
discursos, se hacen en los contactos y las interacciones
entre sujetos cuya identidad virtual se desenvuelve
y recrea durante el proceso. Facebook —como otras
redes sociales— constituye, sobre todo, un ámbito
de relacionamiento, cuyo estudio es absolutamente
pertinente y necesario desde las ciencias sociales.10
En Cuba los estudios sociales sobre Internet y
lo digital, todavía escasos y poco diversos, suelen
centrarse en la indagación acerca de los emisores (sus
orígenes y estrategias como agentes constructores de
agenda) y en el análisis de contenidos/discursos (sus
rasgos formales y, muy eventualmente, su semiótica),
pero casi nada en el plano de los usuarios y sus prácticas
en Internet o específicamente en las redes sociales.
Conocemos muy poco los perfiles del usuario
de Internet en Cuba. Ni siquiera en términos
estadísticos contamos con un retrato de su composición
sociodemográfica. Menos aún sobre su comportamiento
frente a las pantallas digitales.
Uno de los mayores cuidados que demanda el estudio
de estas realidades virtuales desde las ciberetnografías
es delimitar correctamente los aspectos éticos que
se ponen en juego. En particular en Facebook, las
redes de relaciones, o lo que serían las «comunidades
observables», se estructuran alrededor de una «solicitud
Mis amigos en Facebook. Apuntes con intención ciberetnográfica
55
de amistad» correspondida, bajo pactos implícitos de
reserva de los contenidos compartidos.
Sin embargo, aunque al inscribirse un usuario en
FB no ofrece un consentimiento explícito para ser
observado como parte de una investigación, retomo la
propuesta de Dag Elgesem para ubicar el requerimiento
ético, según el cual «la violación de la privacidad [solo]
se produce cuando las expectativas razonables de un
individuo son frustradas en lo que toca a las limitaciones
del uso de información personal».11 En lo que podría
quedar dentro de las expectativas razonables en
Facebook está la característica de invitar a los «amigos»
propios a «ver» (tener acceso a) contenidos ajenos, de
otros «amigos», mediante el uso de herramientas como
«Me gusta», «Compartir», «Comentar». También se
encuentra, derivada de la anterior, la posibilidad de que
sujetos no «comprometidos» en una red tengan acceso
a contenidos provenientes de ella y dispongan su uso,
incluso, fuera de los contextos originales.
En términos generales, en este como en otros casos
en Internet, los instrumentos fundamentales para
preservar la privacidad de los sujetos observados,
y al mismo tiempo defender la integridad de la
investigación, son el anonimato y el consentimiento
informado. Utilizando ambos recursos se tejen los
apuntes que siguen.
My profile
Comencé a edificar mi identidad en noviembre
de 2007. Como garantía de mí misma, tengo 492
«amigos» en Facebook hasta el día 26 de marzo de 2013,
1:51a.m. Ellos son mi «capital» de relacionamiento.
Me «ven», y eventualmente «hablan» para y sobre mí,
me construyen. Con cada acto en «nuestra» red, ellos
contribuyen a «conformar» mi identidad allí donde
antes ego no existía. Soy también su retrato.
Nunca sospeché que pudiera ser tan amplia mi red
de relaciones. ¿Cuántas personas «reales» conozco?
¿Cuántos de ellos desearían conversar conmigo? Con
muchos de mis amigos en FB ni siquiera he coincidido
físicamente y lo más probable es que muera antes de
haberles podido mirar a los ojos.
Soy, a mi vez, una «profe» acompañada por sus
alumnos pasados, presentes y hasta por los potenciales.
Los «muchachos» de la Facultad de Comunicación de
la Universidad de La Habana pululan en FB, y muchos
periodistas cubanos con cuentas de solo ochenta
horas mensuales en Internet también aparecen en
esta interminable urbe. Estos dos son los grupos más
nutridos en mi red de amistad feisbukera.
Pero también están mis compañeros de estudios
universitarios que fueron contemporáneos, amigos
cercanos o lejanos, o solamente conocidos. Muchos
56
Milena Recio Silva
viven fuera de Cuba, de modo que no los veo «hace
siglos». Algunos militan en latitudes políticas distintas
de las mías; todos lo sabemos, pero no importa.
Facebook nos conecta en lo que de común tenemos:
una biografía y ciertas nostalgias.
Más diferidos aún son los afectos que crecieron
cuando éramos niños o muy jóvenes y no sabíamos
que en el futuro para muchos la opción sería irse
del país. En julio de 2009 un amigo emigrado en
Argentina me contó a través de un correo electrónico:
«Cuando regresé de Cuba en noviembre me hice [sic]
Facebook, y me cambió la vida, literalmente. Recuperé
mi pasado».
Aquel mismo día escribí en mi blog:
Ahora que más de la mitad de nuestros amigos y un
número importante de nuestros conocidos ya no viven
en La Habana; ahora que cuesta más mantener nuestras
redes íntimas de afectos, tejidas con la vida; ahora que no
se sabe nunca quién será el próximo en «desprenderse»
del espacio físico cubano, Facebook hace mejor su
papel.12
Ellos son mi red. La que puedo estudiar, a la que
tengo acceso y sobre la que escribo estas observaciones.
Esta red que se ordena a partir de mí, contiene sobre
todo periodistas o aspirantes a serlo; cubanos en Cuba
o fuera de ella; hispanohablantes de origen, aunque
muchos de ellos «hablan» y «comparten» en otros
idiomas; muchos jóvenes menores de 40 años, y muy
pocas personas de más de 60.
De mis amigos en Facebook, lo más sobresaliente,
compilado por el APP13 Facebook Friends & Profile
Statistics, a partir de las propias declaraciones de los
usuarios en sus perfiles, son los siguientes datos con
los que se puede realizar un acercamiento, al menos de
las tendencias identitarias de esta red:
• Películas favoritas: Harry Potter (24 likes),14 Vampiros
en La Habana (22 likes), Shrek (21 likes)
• Programas de TV favoritos: South Park (37 likes),
Friends (serie de TV) (34 likes), CNN en Español
(27 likes)
• Música favorita: Silvio Rodríguez (125 likes), Joaquín
Sabina (115 likes), The Beatles (68 likes)
• Libros favoritos: Cien años de soledad (54 likes), El
perfume (23 likes), El amor en los tiempos del cólera
(20 likes)
• Nombres más comunes entre mis amigos: Ernesto
(5), Alain (4), Juan (3)
• La edad de mis amigos: a partir de 276 que declararon
su fecha de nacimiento, el promedio es de 38,3 años.
Pero más allá de datos como estos, cedidos
espontáneamente por los usuarios, existen otros que
cotidianamente son «expropiados» por Facebook, y
conforman lo que se ha llamado la «huella digital»
de cada uno de nosotros: residen fundamentalmente
en nuestros procedimientos. Adentrarse en una red
significa explorar el ámbito de esas interacciones.
Facebook a 56 Kbps
Una de las primeras condicionantes que deben
tenerse en cuenta para evaluar el comportamiento
desde Cuba en Facebook es la calidad de la conexión.
A 56 Kbps, o menos, parece un anacronismo, un
imposible, pero es el diario de muchos internautas
cubanos. Conexiones lentísimas, por módem, se
vuelven demasiado angostas para poder tener una
experiencia plena en esa red social. Mi amigo JM
escribió en su «biografía» en FB: «Hoy Facebook
amaneció más lento que de costumbre, y se me bloquea.
Será porque tantos amigos quieren entrar a la vez».
Muchos usuarios utilizan conexiones por proxys en
espacios públicos, con mucha concurrencia; o se valen
de cuentas de acceso telefónico remoto «alquiladas» o
«compartidas» en las que las inmersiones deben ser
expeditas.
Las precarias y singulares condiciones de
conectividad en Cuba15 obligan a que usualmente
el acceso a Facebook desde la Isla sea «guerrillero»:
intermitente y utilitario. Es casi imposible la navegación
distendida, las fotos de gran tamaño son un problema,
la descarga o siquiera la visualización de videos es
imposible para la mayoría de los usuarios. La activación
de un servicio tan básico como el chat en Facebook
puede resultar engorrosa. Así le sucede a mi amigo SV:
«Cuando chateo en Facebook, tengo que tener todo lo
demás cerrado. No puedo abrir otros sitios». Sin dudas
estas condiciones acotan la conducta en la red. Si una
parte considerable de los usuarios de Facebook en el
mundo lo hacen a través de dispositivos móviles,
en Cuba casi siempre ocurre desde ordenadores
estacionarios.
La navegación transcurre muchas veces desde
centros de trabajo o estudio. En algunos de ellos, aunque
no llegue a estar prohibido, puede no aceptarse el uso
de esta herramienta durante el horario laboral. A veces,
aunque no es lo que predomina entre los periodistas,
las incursiones deben ser rápidas y disimuladas.
Por todo ello, en el fragmento de red que alcanzo a
ver, como tendencia, la participación en FB pretende
ser más sustantiva que lúdica. Cuando comencé a
tener amigos en Facebook, muchos de ellos, mientras
exploraban las potencialidades de esta herramienta,
compartían galleticas de la suerte, jugaban a adivinanzas,
o difundían memes16 de manera asidua. En la evolución
de los usos de esta red social mis amigos no juegan. En
toda mi red solo quince personas utilizan algún juego
de simulación o de mesa, y seguramente de forma
muy esporádica, sobre todo entre los que se conectan
desde la Isla. En general, parecen demostrar ante todo
una necesidad ingente de comunicar algo, muchos de
ellos desean diseminar, «multiplicar», dar a conocer
asuntos, «conversar».
Afirma mi amigo CD:
Yo crezco, por decirlo de un modo, hacia el aburrimiento.
Y de momento llega Facebook y me hace trizas la teoría.
Estoy en Facebook para conversar, desde luego, que es
todo un arte y una primerísima necesidad mía. Creo
que la conversación —con cualquiera y sobre lo que
sea— me seduce mucho. Pero no me resisto. Cada vez
leo menos y converso más. Cada vez oigo menos música
y converso más.
Los más jóvenes juguetean con los blogs de sus
amigos y conocidos, votan por ellos, los citan, los
comentan, los comparten. Son las voces emergentes que
no están representadas en los medios de comunicación
tradicionales; que en los espacios blogueros han
encontrado su hábitat y en Facebook su «socorro».
Muchos parecen haber entendido que mientras
más difusión consigue una intervención pública de
cualquier tipo en Internet, más protección adquiere.
Un potencial ejercicio de censura podría ser igualmente
magnificado, al estilo del «efecto Streisand».17
Los menos jóvenes, que no mantienen blogs
tan frecuentemente, están enrolados de maneras
más orgánicas en las dinámicas de los medios de
comunicación donde trabajan, y suelen compartir
enlaces ya sea de los medios propios o de otros
admirados. Cubadebate y Russia Today, por ejemplo, son
algunos de los más beneficiados con esta práctica.
Mi amiga MO se conecta todos los días con casi
impecable rigor, siempre en la noche, e inunda en
pocos minutos todo mi muro18 con ráfagas —el tiempo
de conexión debe aprovecharse al máximo— de
contenidos llevados y traídos, compartidos desde sitios
remotos: titulares de la prensa cubana, tópicos políticos,
memes divertidos, asuntos de la comunidad LGBT
(cada vez más esos temas). Es muy ocurrente y casi todo
viene con una nota de humor. Hace unas pocas semanas
publicó en su muro que le aburría Facebook, que quería
cambiar su «estrategia de comunicación» y que estaba
lista para recibir sugerencias. Por ser tan atípica y
autorreflexiva su manifestación, decidí recurrir a ella
como informante clave en este análisis:
Nunca he tenido una verdadera estrategia para FB y, al
parecer, para ello tendré que hacerme de otro perfil que
me permita enrutar mi o mis intereses y escoger mis
amigos. ¿Por qué NUNCA la he tenido? Fácil. En primer
lugar, como muchos colegas, llegué a él cacharreando y
con la idea de explorar algo que para mí era sorprendente
e incógnito, teniendo en cuenta que hasta ese momento
no había navegado por Internet. Así que la interpretación
fue la que todavía subsiste en la mayoría: esto es para
darme a conocer, entretenerme y hacerme pasar por
genial. Luego vendrían otras realidades y las preguntas de
cuántos amigos tienes y claro, la interpretación de que si
tenías pocos y no usabas consignas, no estabas utilizando
Mis amigos en Facebook. Apuntes con intención ciberetnográfica
57
las redes para lo que se te otorgó la conexión. Esta no
cumplía el rol, de manera que ese Internetburrismo era
de arriba para abajo y de abajo para nosotros mismos...
También interpreté y lamentablemente lo seguimos
haciendo, que mientras más cosas revolucionarias
pusiera, más defendía a la Revolución. Muchos de
nosotros ya hace rato que estamos claros de que hay
muchas maneras de defender a Cuba, sin consignas
que a otros no dicen nada; sin ocultamientos inútiles,
provocando foros —a los cuales todavía les tememos—
y utilizando diversas herramientas, incluso las del
entretenimiento.
A veces me aburro en FB porque no encuentro lo que
estoy necesitando en ese momento. Y yo creo que eso
tiene que ver con la baja versatilidad de las personas
con quienes interactúo e imagino que viceversa. No hay
sorpresas. No hay temas. No hay foros. No, no y no. Ese
día me harto y me voy, pq para aburrirme, ya se lo dije,
NO. De manera que todo esto me trae a lo mismo: No
hay estrategias, la gente copia y pega, no se mueve, no
provoca, no remueve las neuronas... me aburro. A veces
alguien que logra cosas agradables o didácticas cae
en lo mismo y entonces se pone me gusta, sin apenas
haber visto nada. Otros problemas tienen que ver con la
conectividad, el no poder abrir vídeos, las miles de veces
en que no se abre o sube una foto, en fin... se pierden
horas inútilmente.
Nunca te irás del todo
Es un hecho típico la convivencia en Facebook con
una diáspora cubana que está presente en estos espacios
virtuales de forma fluida, sistemática, visibilizándose,
promoviendo sus agendas públicas, reconquistando
«territorios» simbólicos —muchas veces mediante la
exaltación nostálgica y multimedial del pasado—, y,
sobre todo, interactuando sin intermediarios con los
restos de sus redes familiares, grupales, de amistad, que
han quedado en la Isla: en resumen, evidenciando una
sociedad transnacional.19
Si la escritura literaria fue en las décadas pasadas la
vía privilegiada para condensar los rasgos específicos
de una identidad diaspórica en la emigración
cubana, Facebook permite hoy su «consagración», su
popularización, en la medida en que multiplica estas
expresiones identitarias y las acerca más, como nunca
antes, a la fuente original de esta transformación
cultural: el país y su vida cotidiana.
Para los habitantes de la Isla esta diáspora constituye
el Alter, la otredad que devuelve la imagen propia;
pero al mismo tiempo no es una instancia externa,
es constituyente principal de las interacciones, pues
desde ella y con ella se crean las redes de relaciones
más importantes, que son el ADN de estas formas de
comunicación en Internet.
Al hacer una búsqueda en Google, a través de la
combinación de los términos Cuba y Facebook, se
obtiene una diversidad de páginas en las que los temas
58
Milena Recio Silva
de la identidad nacional son predominantes y donde
se insiste en la idea (más o menos explícita) de que
Cuba nos une. No es posible conocer, salvo para los
administradores de esos sitios que sí tienen acceso a las
estadísticas de Facebook, cuántos de los usuarios que
se vuelven «amigos» de tales espacios, provienen de la
Isla, pero es muy probable que se trate de una cifra no
despreciable.
El ideal de la «unidad» cubana, en estas páginas,
cuyo objetivo de posicionamiento se basa en
amplificar sus redes tanto como sea posible, transcurre
generalmente por cauces apolíticos («de eso no se
habla») y se fundamenta, la mayor parte de las veces,
en la evocación, la restauración o la ratificación de
estereotipos identitarios de la nacionalidad cubana
que incluyen los tópicos de la gastronomía casera,
la música de todos los tiempos, los dichos o chistes,
objetos de la vida cotidiana de décadas pasadas (sobre
todo antiguallas socialistas) o paisajes hermosos,
pintorescos, desconflictuados, de nuestras ciudades
o sitios naturales. Es de suponer que la mayoría de
estas páginas han sido creadas por usuarios que viven
fuera de Cuba, aunque seguramente se sostienen por
la «alimentación» que reciben desde la Isla.
Bellum omnium contra omnes
La potencial politización de cualquier tipo de
interacción sostenida entre usuarios cubanos —desde
la Isla o fuera de ella— en Facebook es otra de las
características habituales, sobre todo cuando se «habla»
del presente. Es como una energía inmanente que a ratos
suele ser reprimida o rebasada, pero siempre está lista
para aparecer con fuerza telúrica. No constituye novedad
en la sociedad cubana: es el resultado de décadas de
confrontación ideológica. Mi amiga RM opina:
Generalmente los debates en FB han sido políticos y de
ahí no se saca nada, pq el tema está en que las personas
que lo han promovido, de un lado u otro, y las que tienen
capacidad para ello, no pueden realizarlo a cierto nivel,
pq aparecen los que no tienen nada que decir y el foro se
convierte en una ciberchusmería, sin pies ni cabeza. Yo sí
creo que podemos promover el debate desde Facebook,
valiente y racionalmente. […] Muchos de nuestros colegas,
se callan, no participan, no exponen lo que piensan. Está
desde el «no me interesa el tema», al «mejor no pongo
nada para evitarme problemas» o el «déjame quedarme
en la línea». Está la falta de intereses, la del talento y el
conocimiento. No se puede ir a un foro de verdad a hablar
cáscaras, digo yo. Pero sí creo que si se piensa bien, en
vez de estar replicando en FB y Twitter todo lo que se
nos manda, le haríamos más beneficio a nuestro país
defendiendo desde nuestras realidades, con honestidad
y transparencia. Hay que aprender a desatar esos nudos
para que lo del «secretismo se acabó», se concrete y para
que dejemos atrás la ingenuidad de que en este mundo
globalizado es posible estar en una bola de cristal.
En Facebook muchas intervenciones se vuelven
trascendentalistas, acusatorias, confrontantes. Muchas
se erigen en calidad de increpación o de defensa.
Abundan los «debates» que se sostienen desde
la sospecha, el malentendido apriorístico —casi
consustancial. También es característico el doble
sentido y el uso de frases sugestivas que juegan a
decir más de lo que dicen entre comunidades de
intelección. Guiños con segundas intenciones que
no se esclarecen para poder pasar de largo, ilesos,
frente a la censura. Una censura que no se aclara, pero
se puede prever: se «vive» cierta vigilancia20 que ejerce
el «otro» en el mundo virtual y que puede influir en el
comportamiento de los sujetos en el mundo no virtual.
Según mi amigo JL:
Los periodistas «cargamos con la cruz» de que la
conexión nuestra es estatal. O sea, el medio en que
laboramos nos ofrece ese servicio para hacer nuestro
trabajo o para el «combate ideológico». A los que
la tienen desde casa se les dan ciertas «tareas». No
obstante, hay quienes asumen una postura valiente y
colocan contenidos más o menos irreverentes, más o
menos «independientes» de un perfil editorial o unas
líneas de discreción determinadas o relacionadas con
un medio. La mayoría se abstiene de hacerlo, por simple
autocensura o para que no tomen represalias con la
conexión a Internet, e incluso por ¿agradecimiento?
Pa´ no meterse en líos, etc. […] Un colega le preguntó
a cierta reportera: «Cuando discutes con tu familia,
¿lo haces en la puerta de tu casa o dentro?». De ahí
viene lo de «la ropa sucia se lava en casa» o de que no
le hagamos el juego al enemigo y demás. En resumen,
creo que mis amigos y mis colegas tienen una postura
moderada respecto a expresarse liberadamente.
Sin embargo, las dinámicas de relación en Facebook
y los discursos que la soportan tienden también a poner
a prueba y cuestionar los límites para la reflexión y la
expresión en cualquier ámbito, y el resultado suele ser
la expansión de estos.
En un despacho de la agencia británica de prensa
Reuters, en 2009, se argumentaba:
Facebook está borrando los límites de lo políticamente
correcto en Cuba, donde décadas atrás muchos
interrumpieron la comunicación con sus familiares
en Miami para evitar meterse en problemas. Hoy en
la página de un periodista del diario oficial Granma
aparecen los amigos que se marcharon a los Estados
Unidos y un cantante comprometido tiene entre sus
contactos a un columnista del diario El Nuevo Herald,
crítico del gobierno cubano.21
A la sazón de las reformas en Cuba y frente al desgaste
del discurso público de ciertos actores como la prensa
oficial, los polos de la politización se van diversificando.
Emergen discursos que introducen también, desde
posturas autoidentificadas como de izquierda o
revolucionarias, expresiones críticas dirigidas a presionar
o forzar cambios mediante una opinión pública de
organicidad viral (como las que suelen preñarse en
Facebook) sobre aspectos de la política doméstica o de
fuentes exteriores a ella que la influyen.
En meses pasados destacó, por ejemplo, el
cuestionamiento sin ambages al gobierno de Rafael
Correa por la decisión de imponer nuevos y especiales
requisitos a los cubanos para su entrada en Ecuador, una
vez que se pusieron en vigor las nuevas disposiciones
migratorias en la Isla. ED escribió en su biografía:
«Como ciudadana cubana, cuyo salario no alcanza para
visitar Ecuador sin visa o Europa con visa, me siento
profundamente ofendida por este drástico cambio a
solo unos días de la reforma migratoria cubana».
En la red que estoy analizando se percibe la presencia
de una especie de observatorio ad hoc de la prensa
cubana, por la confluencia de comentarios y análisis de
personas que conviven con el sistema de comunicación
en Cuba, que son parte de él y tienen especial sensibilidad
para captar los entramados políticos y periodísticos que
explicarían su carácter. Muchos demuestran estar muy
atentos a omisiones, errores, «rarezas» profesionales de
los «órganos de prensa».
Otro tema muy recurrente, vinculado a aquel, es el
de la conectividad en la Isla. Constituye un permanente
motivo de insatisfacción y causa de debate entre
personas que padecen, en su quehacer diario, esta
carencia, y han alimentado expectativas reiteradamente
diferidas sobre la mejoría de las conexiones a Internet.
«Parece un buen momento para que mi Ministerio
de Informática y Comunicaciones diga por fin algo
al respecto», escribió DS para «compartir» un post
de Renesys, 22 una empresa norteamericana que
activó en enero de 2013 numerosas alarmas sobre
el archiconocido cable submarino de fibra óptica
Alba-1.
Como DS, decenas de usuarios de mi red en Facebook
divulgaron el texto de Renesys donde se informaba
que «la pasada semana, nuestro sistema de monitoreo
global registró indicadores de que finalmente el cable ha
sido activado». Preguntas y comentarios se sucedieron
en cadena. Si bien nadie puede asegurar el impacto que
pudo haber tenido ese «estado de opinión» suscitado
en FB, es posible imaginar que algún efecto generó,
coordinado con otras presiones, pues se publicó una
nota informativa de ETECSA23 cuatro días después
de la primera comunicación de Renesys. También la
respuesta oficial fue debatida.
DS volvió a tratar el tema e invitó a sus amigos en
Facebook:
Para irnos montando en el debate sobre cómo extender
Internet en Cuba, podríamos empezar por ir teniendo
claro cuál es la situación de la infraestructura nacional
de comunicaciones, qué nodos enlaza la fibra óptica
nacional, cuál es la saturación de las centrales telefónicas
y los pares de cobre, qué tipos de soluciones tecnológicas
estarían disponibles y sus costos, y no estaría de más saber
un poquito de las cuentas de etecsa».
Mis amigos en Facebook. Apuntes con intención ciberetnográfica
59
Ciertas respuestas fueron intensas; unas optimistas,
otras no tanto. Frente a la nota de ETECSA y la
invitación de DS, algunos iban de fiesta y otros a un
entierro. Dando golpes a ciegas, sin poder canalizar
de manera efectiva estas ideas en el ámbito social real,
al menos compartíamos nuestros credos. Yo misma
participé con este análisis:
Quisiera empezar por saber si existe algún documento
rector de la informatización en Cuba, y qué política
está proyectada sobre la conectividad. Según la nota de
ETECSA, se derivan dos posturas de política: 1) habrá
que sacar divisas de algunos servicios para repartir
gratuidad en otros. Dice: «aumentar los recursos en
divisas, destinados a pagar el tráfico de Internet».
Es decir, se mantiene el esquema gratuidad; 2) se
multiplicarán las posibilidades de acceso, aunque no
«automáticamente», pero se multiplicarán. Es decir,
no solo mejorarán las actuales. Ahora bien, preguntas
posibles ¿conectividad social implica necesariamente
gratuidad?, ¿qué parte de la infraestructura interna
de telecomunicaciones se priorizará en función de qué
objetivos? Ahora necesitamos otra nota de ETECSA, o
quizás todo un informe del MIC...
ED dijo:
Hasta que este país no defina claramente una política de
extensión de acceso a Internet para la ciudadanía, hasta
que no se actualicen los criterios pre-web 2.0 y pre-cable
de fibra óptica sobre este tema que no han variado mucho
desde la Cumbre de la Sociedad de la Información y que
se repitió, lamentablemente, en la WCIT, no se podrá
pensar en cómo van a manejarse las inversiones para
este sector...
YH agregó:
Que la puesta en marcha del cable no significará que
automáticamente se multipliquen las posibilidades de
acceso es real. Pero también es real que los actuales
accesos podrían ser beneficiados de manera rápida con
mejoras en el ancho de banda. Ahora que es necesario
realizar inversiones de infraestructura también es
real pero para llegar a esa conclusión no hacía falta
tener instalado el cable, eso se sabía de antes. Ahora la
pregunta es por qué esa inversión de infraestructura,
que más bien es una necesidad imperiosa para el
desarrollo del país, no fue concebida y realizada en
paralelo con el proyecto.
Cerrar sesión
He descrito algunos rasgos gruesos de la discursividad
que adoptamos o que construimos y de las interacciones
que vivimos en Facebook. Estas formas no deberán
variar mientras no se modifiquen al menos tres
circunstancias que las modelan: hasta que se amplíe
sustancialmente la conectividad en el país y se
multipliquen sus beneficiarios, se naturalice y expanda
la relación entre Cuba y su emigración, y la polarización
política ceda espacio frente a nuevos consensos.
60
Milena Recio Silva
Nuestras participaciones en Facebook, cada vez
más extendidas aunque todavía discretas, están
contribuyendo al ensanchamiento de las prácticas
democráticas en la Isla, toda vez que estimulan, desde
ese afuera virtual que se va enraizando en el conjunto
de la sociedad: 1) la vigilancia colectiva sobre la prensa
y los dominios políticos; 2) el desarrollo de habilidades
para identificar y maniobrar con subtextos contenidos
dentro de los discursos; 3) el cuestionamiento de los
silencios, de las omisiones, de los vacíos en la esfera
pública; 4) la restauración de los diálogos entre
cubanos; 5) la promoción de la tolerancia hacia y con
la diversidad.
Estudiar nuestros comportamientos en Facebook,
una especie de patria chica, interregno local-global,
es pertinente porque nos habla de muchas maneras
acerca del país que somos y la ciudadanía que podemos
construir.
Notas
1. Web scraping es una técnica de software utilizada para extraer
información de sitios web. Se usa a menudo para comparar precios
en tiendas, monitorizar datos relacionados con el clima, detectar
cambios e integrar datos en sitios web, etc. Véase http://es.wikipedia.
org/wiki/Web_scraping.
2. Véase Ippolita, En el acuario de Facebook. El irresistible ascenso
del anarco-capitalismo, Enclave de Libros, Madrid, 2012.
3. ONE. «TICs. Uso y acceso en Cuba», 2009, disponible en www.
one.cu/publicaciones/06turismoycomercio/TIC/anual/4.%20
Uso%20social.pdf. «Es triste que solo 356 centros (de los más de
10 600 existentes) estén conectados, precisó el director nacional de
Informática Educativa del Ministerio de Educación de Cuba, Iván
Barreto», refiere Roberto Hernández («Ante escasa conectividad
escolar, Cuba busca versión portable web», Prensa Latina, 25
de enero de 2012, disponible en www.prensa-latina.cu/index.
php?option=com_content&task=view&id=471610&Itemid=1).
4. «Los “usuarios indirectos” no son más que aquellas personas que
sin tener acceso a Internet, o tan siquiera a un correo electrónico,
construyen redes sociales valiéndose de amistades con acceso a la
web en sus centros laborales, o con algún correo nacional, que en
casos muy puntuales tienen permitido unas pocas personas en su
casa, por unas pocas horas mensuales, y así, de manera indirecta
comunicarse con familiares, amigos o informarse de algún tema
en específico». Alfredo Fernández, «Usuarios indirectos en
Cuba», Havana Times, 5 de octubre de 2011, disponible en www.
havanatimes.org/sp/?p=50599.
5. Mark Zuckerberg (1984), creador y dueño de Facebook y una de
las personas más ricas del mundo.
6. «Hace unos días, uno de los regalos de cumpleaños de mi hija
menor, que me comentó con brillo en los ojos y radiante sonrisa, fue
entrar por primera vez a Facebook. A ver, mi hija cumplió dieciséis,
lo que significa que hasta ahora solo conoció de oídas ese universo
concreto, y tampoco parece que esta, su primera visita, se vaya a
repetir con asiduidad». Eduardo del Llano, «Como los peces»,
Eduardo del Llano, 26 de marzo de 2013, disponible en http://
eduardodelllano.wordpress.com/2013/03/26/como-los-peces/.
7. Antonio Aja Díaz, «Posibles tendencias de la emigración desde
Cuba entre 2008-2009», Fondos del CEMI, disponible en www.
uh.cu/centros/cemi/wp-content/uploads/2011/11/6-AntonioAja-POSIBLES-TENDENCIAS-DE-LA-EMIGRACION-DESDECUBA.pdf.
8. En diciembre de 2011 se registraron 11 247 925 habitantes.
Véase «Panorama económico y social. Cuba 2011», Oficina
Nacional de Estadística e Información (ONEI), disponible en
www.one.cu/publicaciones/08informacion/panorama2011/11%20
Indicadores%20Demogr%C3%A1ficos.pdf.
9. Una emigración con motivaciones fundamentalmente
económicas, tiende a mantener lazos fuertes con sus familias y
grupos de origen en la Isla, a pesar de que la mayor parte se asienta en
los Estados Unidos y se desenvuelve en el contexto de las conflictivas
relaciones bilaterales entre los dos países. Varias estimaciones
totalizan en unos mil millones de dólares las remesas que llegan a
Cuba al año. «En el caso de Cuba, la coyuntura histórica incidió en la
implementación de determinadas políticas migratorias que hicieron
más traumática la separación familiar que provoca toda emigración,
por la carga ideológica del momento concreto, desde 1959. Sin
embargo, los vínculos familiares suelen emerger y se restablecen
cuando surge la posibilidad del rencuentro o el contacto por medios
como el teléfono o Internet». Ivet González, «Familia cubana,
más diversa por la emigración» (entrevista a Consuelo Martín),
IPS Cuba, 26 de febrero de 2013, disponible en www.ipscuba.net/
index.php?option=com_k2&view=item&id=6663:familia-cubanam%C3%A1s-diversa-por-la-emigraci%C3%B3n&Itemid=5.
10. «La etnografía se ocupó profusamente del Otro Distante antes
de que una revolución tecnológica y la urbanidad contemporánea
le empujaran a ocuparse también del Otro Próximo. La “revolución”
digital, Internet y las CMO [comunicaciones mediadas por
ordenador] nos traen un regalo —quizá envenenado— en la
forma del Tele-Otro o del Ciber-Otro. De nuevo, una revolución
tecnológica —que tiene también mucho de urbano— produce el
suficiente movimiento socio-cultural como para que podamos
parasitarlo/etnografiarlo sin ningún sonrojo […] El estudio de las
formas y manifestaciones de la telepresencia es un área de trabajo
pertinente para los etnógrafos de lo cibersocial, puesto que en
estas formas y manifestaciones se va a descubrir la materia prima
de las relaciones sociales trenzadas a través de las comunicaciones
mediadas por odenador». Joan Mayans i Planells, «Nuevas
tecnologías, viejas etnografías. Objeto y método de la etnografía
del ciberespacio», Quaderns de l’ICA, n. 17-18, 2002, pp. 79-97,
disponible en www.cibersociedad.net/mayans/mayans_3.php.
11. Dag Elgesem, «What is Special About the Ethical Issues in Online
Research?», Ethics and Information Technology, v. 4, n. 3, p. 198.
12. Véase http://enlaces.wordpress.com/2009/07/18/Facebook/.
13. Abreviación de la palabra applications; pequeños programas
desarrollados para resolver problemas muy puntuales, que
expanden las prestaciones de equipos y plataformas.
14. «Botón Me gusta: Esta función aparece en la parte inferior de
cada publicación hecha por el usuario o sus contactos. Permite
valorar si el contenido es del agrado del usuario actual en la red
social, del mismo modo se notifica a la persona que expuso ese
tema originalmente si es del agrado de alguien más (alguno de sus
contactos)». Véase http://es.wikipedia.org/wiki/Facebook.
16. Memes: mensajes contenidos generalmente en dibujos o
fotografías de alto impacto, que contienen conceptos, ideas o
expresiones entretenidas, sorprendentes o útiles. Véase Argenmar,
«Vídeo sobre el concepto de Meme», YouTube, 12 de abril de 2013,
disponible en www.youtube.com/watch?v=aDP4nODb9CE&feat
ure=player_embedded. Wikipedia define que «un meme (o mem)
es, en las teorías sobre la difusión cultural, la unidad teórica de
información cultural transmisible de un individuo a otro, o de una
mente a otra, o de una generación a la siguiente. Es un neologismo
acuñado por Richard Dawkins en El gen egoísta (The Selfish Gene),
por la semejanza fonética con “gene” —gen en idioma inglés— y
para señalar la similitud con “memoria” y “mimesis”». Véase http://
es.wikipedia.org/wiki/Meme.
17. «El efecto Streisand es un fenómeno de Internet en el que un
intento de censura u ocultamiento de cierta información fracasa
o es incluso contraproducente para el censor, ya que esta acaba
siendo ampliamente divulgada». Véase http://es.wikipedia.org/
wiki/Efecto_Streisand.
18. «Muro: es un espacio en cada perfil de usuario que permite que
los amigos escriban mensajes para que el usuario los vea. Solo es
visible para usuarios registrados». Véase http://es.wikipedia.org/
wiki/Facebook.
19. «Los cubanos se asoman al siglo xxi desde la tremenda
potencialidad de una sociedad transnacional incipiente. Cerca
de 10% de la población nacional reside fuera de la Isla de manera
permanente, y una cantidad muy superior al millón de personas
sale y entra periódicamente. La inmensa mayoría realiza su
transnacionalidad en el sur de la Florida, pero no únicamente, lo que
arroja un balance altamente positivo para el futuro de la nación en
términos de ingresos, de experiencias vitales y de entrenamientos».
Haroldo Dilla, «La incitación del debate», Cubaencuentro, 25 de
marzo de 2013, disponible en www.cubaencuentro.com/cuba/
articulos/la-incitacion-del-debate-283608.
20. El panoptismo en el sentido foucaultiano: un estado consciente
y permanente de visibilidad.
21. «Cubanos salen al mundo a través de Facebook» (Reuters), El
Mercurio OnLine, 16 de octubre de 2009, disponible en www.emol.
com/noticias/tecnologia/2009/10/16/380489/cubanos-salen-almundo-a-traves-de-Facebook.html.
22. Doug Madory, «Mystery Cable Activated in Cuba», Renesys Blog,
20 de enero de 2013, disponible en www.renesys.com/blog/2013/01/
cuban-mystery-cable-activated.shtml.
23. ETECSA, «Cable submarino Alba-1 está operativo y se
comienzan pruebas para tráfico de Internet», Cubadebate,
24 de enero de 2013, disponible en www.cubadebate.cu/
noticias/2013/01/24/cable-submarino-alba-1-esta-operativo-y-secomienzan-pruebas-para-trafico-de-Internet/.
, 2013
15. La Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), e Internet World
Stats informan 23% de penetración de Internet en Cuba. Véase ONE,
Anuario Estadístico de Cuba 2011, La Habana, 2012, disponible en
www.one.cu/aec2011/esp/17_tabla_cuadro.htm; «Internet Usage,
Facebook Subscribers and Population Statistics for all the Americas
World Region Countries», Internet World Stats, junio de 2012,
disponible en www.internetworldstats.com/stats2.htm.
Mis amigos en Facebook. Apuntes con intención ciberetnográfica
61
Internet y las TIC en Cuba:
notas para un debate
sobre políticas públicas
Elaine Díaz Rodríguez
Profesora. Universidad de La Habana.
Firuzeh Sokooh Valle
Doctorante en Sociología. Northeastern University.
Todo cambio social para producirse tuvo que
ser imaginado y soñado en momentos en que
lograrlo parecía imposible.
Ana María Larrea
E
l carácter «operativo» del cable de fibra óptica
que enlaza a Cuba con Venezuela y Jamaica,
desde agosto de 2012, y el comienzo de la
realización de pruebas para la trasmisión de
datos, desde enero de 2013, exigen reflexionar sobre
las rutas posibles para la evaluación de las políticas
públicas relacionadas con el acceso a Internet y las
tecnologías de la información y las comunicaciones
(TIC) en la Isla.1
La revisión del marco regulatorio existente,
valorado críticamente en espacios de debate ciudadano
donde se ha solicitado, incluso, la reformulación de
«las disposiciones [...] que limitan la conectividad
y el acceso a la web de la instituciones del país, en
aras de una mayor presencia de los cubanos en el
ciberespacio»,2 deberá tener en cuenta que «la sociedad
cubana no podrá dar ninguno de los saltos que pretende
[...] si no lo hace promoviendo sujetos activos en el uso
de las tecnologías digitales y sus contenidos».3
A la par, la relevancia que la extensión del acceso
a Internet tiene para el desarrollo económico y social
asumido por las agendas políticas concertadas en
América Latina,4 sugiere, además, la oportunidad de
articular este replanteo en un contexto de integración
regional donde se consolidan alianzas a través
de mecanismos como la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), promotora
62
74: 62-67, abril-junio de 2013
Elaine Díazn.Rodríguez
de la justicia social y de una distribución más equitativa
de la riqueza.
Sin embargo, el desarrollo de marcos legales que
regulen problemáticas derivadas de la informatización
de las sociedades, como la responsabilidad de los
intermediarios y de los proveedores de servicios (ISP);
la protección, retención y tratamiento de los datos
personales; el filtrado de contenido; la difamación; la
protección del derecho de autor y la neutralidad de
la red, etc., se encuentra en un estadio incipiente en la
región.
A ello se suma la presencia de una «visión de
tintes deterministas en la construcción de políticas
públicas vinculadas a la tecnología».5 Los esfuerzos
latinoamericanos por fundar una sociedad de la
información y el conocimiento —con más énfasis en
el nuevo milenio— se han circunscrito, en ocasiones,
a la «retórica alimentada por y sincronizada con
las declaraciones cíclicas de diversos organismos
internacionales» 6 que continúan entendiendo la
tecnología mediante una mirada instrumental, sin
comprender cómo la ciudadanía experimenta y
reinterpreta los dispositivos y las interfaces en la
construcción individual-social de nuevas realidades y
experiencias de vida.
En el contexto actual, marcado por la búsqueda de
nuevos asideros para la reconstrucción del socialismo
a partir del establecimiento de «una línea de ruptura
y continuidad dialéctica con las etapas precedentes de
la Revolución»,7 Cuba no puede seguir postergando la
actualización de sus políticas públicas con respecto a
Internet y las TIC. Es necesario analizar críticamente
las limitaciones de las regulaciones actuales para la
participación ciudadana y los desafíos para integrar
de manera sustantiva los cambios sociopolíticos y
económicos —con énfasis en las modificaciones en las
formas de propiedad— que tienen lugar en el país.
Participar en red
Si bien en los años 60 se potenció la implicación
política mediante la ratificación masiva en grandes
congregaciones populares y en la década siguiente
se desplegó una institucionalización paulatina,8 la
profundidad de los cambios socioeconómicos actuales,
la ampliación del acceso a Internet y el incremento de
espacios de comunicación ciudadanos como alternativa
a las necesidades de expresión e información, han
favorecido la formación de zonas no institucionalizadas
de opinión e intercambio entre actores sociales que
promueven nuevas prácticas de participación e
inclusión sociopolíticas más implicativas y directas.9
Desde 1927, el desplazamiento de la ciudadanía
hacia esferas más desestructuradas había sido descrito
por el filósofo John Dewey, para quien el sistema
político de una nación debía desbordar los mecanismos
de participación formales como el voto y la militancia
partidista, para trasladarse a la vida pública, donde
los ciudadanos pudieran participar activamente10 en
procesos de deliberación favorables a diálogos cívicos,
incluso de manera previa a la adopción o mejora de
políticas públicas.11
Tales elementos y las referencias de Jesús Martín
Barbero a la doble des-ubicación del espacio de lo
nacional, debido a la disminución del peso de los
territorios y los acontecimientos que lo «telurizaban
y esencializaban» y a la revaloración de lo local,12
resultan imprescindibles para comprender la esfera
de discusión sobre Cuba en la Red. La trascendencia de
los límites geográficos ha dado paso a la articulación
de discursos —a ratos caóticos y polarizados— que
reflejan demandas, deseos y necesidades ciudadanas
desde cualquier momento.
La asunción del símbolo de «lo virtual» inicia el
camino hacia la fundación de un espacio «posible» de
diálogo horizontal, donde se difuminen las jerarquías
sociales, profesionales, culturales, etc. en la búsqueda
de consensos para la construcción del país deseado;
aunque no se puede desconocer la reproducción en
Internet de estructuras jerárquicas y de exclusión, ni
las complejas relaciones de poder respecto a raza/etnia,
clase, género y sexualidad, entre otros.
Para el investigador español Manuel Castells, Internet
es mucho más que un instrumento técnico; representa
una nueva forma de cultura política, interacción social,
movilización y un espacio de toma de decisiones que
se sustantiva en la (auto)transformación ciudadana
continua. Escasos, pero interesantes referentes
cubanos dan cuenta de la aparición de un sujeto social,
«portador de una suerte de civismo informacional, y
comprometido con la creación, la puesta en común y la
crítica de la información como base del conocimiento,
comprendido este último como el más valioso y
poderoso articulador de la vida social».13
Políticas públicas para y desde Internet
Aunque el discurso sobre Cuba trasciende
las fronteras territoriales de la Isla, las prácticas
comunicativas en Internet de la ciudadanía residente
en esta nación están atravesadas por condicionantes
internas y externas de naturaleza multifactorial: la
carencia de competencias digitales emancipadas
debido a la visión instrumentalista de la formación
docente, las limitaciones económicas y tecnológicas
que obligan a una redistribución de los recursos
existentes y la comprensión de la comunicación como
«vehículo para la acción reactiva y concientizadora en
Internet y las TIC en Cuba: notas para un debate sobre políticas públicas
63
términos ideopolíticos»,14 entre otras. A ello se suman
los intereses de desestabilización interna diseñados
desde Washington15 así como los esfuerzos en pro de
la permanencia del control y hegemonía políticos
del Estado cubano, en ambos casos con vocación de
incidencia en los espacios públicos dentro y fuera
de la Web.
Cualquier intento por lograr la superación definitiva
del subdesarrollo y la deformación estructural de
la economía cubana «que produzca como resultado
integral una sociedad próspera, ambientalmente
sostenible, inclusiva, justa, crecientemente participativa,
y que se inserte de forma competitiva y ventajosa en
la economía internacional»16 debe trascender la visión
de Internet como repositorio documental o servicio de
comunicación y asumir su potencial para generar
procesos de transformación, aprendizaje social,
vigilancia ciudadana y desburocratización del diálogo
entre los individuos y su gobierno e instituciones. Estas
posibilidades deberán reflejarse en la reformulación
de las políticas existentes, de manera que estimulen el
uso emancipatorio, anticapitalista y consciente de las
TIC en el país.
Desde una perspectiva regional, un estudio
realizado en Colombia en el año 2003 sobre gobierno
electrónico evidenció que aunque pocas personas
conocían todo lo que implica el pleno ejercicio de la
ciudadanía, los encuestados coincidían en tres aspectos
fundamentales: la necesidad de una participación más
activa en el desarrollo de las políticas y proyectos del
gobierno; la importancia de opinar o decidir sobre las
políticas de este, y así borrar la línea entre los elegidos
y sus electores; y el autorreconocimiento de los actores
sociales como agentes de ayuda al desarrollo de
las actividades gubernamentales.17
Un artículo publicado en el periódico Granma, en
febrero de 2013, retoma la necesidad de la implicación
ciudadana en la vida pública como motor del desarrollo
social.18 En el caso cubano, esto implica la superación
de «las habladurías de aceras», la unanimidad y el
sentido de autopreservación asumido por los sujetos;
en un contexto donde el disenso —aun argumentado e
informado— podría ser interpretado como expresión
de un comportamiento «políticamente incorrecto» y
traducido en la pérdida de determinado estatus laboral,
social, profesional.
Tal imaginario, construido en paralelo a la
importancia de la unidad y el silenciamiento de los
problemas como respuesta a una estrategia de
hostigamiento socioeconómico y político por parte
de los Estados Unidos, ha desencadenado una suerte
de esquizofrenia social, definida por el investigador
cubano Ovidio D´Angelo como la «disonancia
significativa entre los discursos institucionales oficiales
y la interpretación de la vida social tal y como es
64
Elaine Díaz Rodríguez
experimentada por los sujetos sociales en su realidad
concreta».19
El traslado a la Web de esta fragmentación del
individuo, agravada por el condicionamiento del uso
de la Red según el objeto social de la institución
proveedora —establecido en el Artículo 13 del
Reglamento de Seguridad para las TIC del Ministerio
de Informática y las Comunicaciones aprobado en
2007—, limita el carácter ciudadano de la esfera pública
virtual, reduce a los sujetos a la condición mínima de
empleados, disminuye sus canales para participar en
el diseño político de la sociedad, la planificación y la
toma de decisiones debido a la exclusión de dicha esfera
como espacio válido para la discusión y confrontación
ciudadanas.
En Cuba, ante las restricciones de acceso a Internet
y las limitaciones de los mecanismos reguladores de su
uso, reemergen en la Web dos actitudes fundamentales,
aunque no exclusivas. La primera, denominada
«apologética y/o acomodaticia»,20 parte de considerar
insuperable el orden existente, o puede derivarse
de la rutina y el escepticismo; «en ambos casos sus
practicantes continúan insertados en la lógica funcional
del sistema, participando periódicamente de los rituales
y códigos que lo legitiman».21 En consecuencia, la
promoción de estas actitudes podría conducir a la
deformación de la Web en tanto espacio participativo y
en su conversión en un escenario inactivo de discusión
formal.
La segunda línea de conducta, mucho más
alentadora, surge de la reapropiación consciente y
crítica de Internet y las TIC para desencadenar usos
no previstos o estimulados por las políticas públicas,
pero que refuerzan la emergencia de un escenario
flexible y cambiante desde donde se articulan procesos
políticos no convencionales mediante la producción
y circulación de formas simbólicas a través de las
plataformas comunicativas en red.22
Por ejemplo, el 28 de noviembre de 2010 el periodista
y bloguero Francisco Rodríguez publicó en su bitácora
Paquito el de Cuba una carta abierta al canciller cubano
Bruno Rodríguez donde expresaba su desacuerdo
«con el voto de la delegación de Cuba ante la Tercera
Comisión de la Asamblea General de la ONU, a favor
de una enmienda que elimina la mención explícita a
la orientación sexual de la resolución periódica que
condena a las ejecuciones extrajudiciales, arbitrarias
o sumarísimas».23
De esta manera, se iniciaba un proceso de debate
que tuvo como antecedente una declaración emitida
por la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el
Estudio de la Sexualidad (SOCUMES) y el Centro
Nacional de Educación Sexual (CENESEX), y que
culminó con la difusión de la argumentación del voto
de la delegación cubana, acto voluntario que realizan
los diplomáticos «cuando consideran imprescindible
enfatizar en principios clave para sus pueblos» y el envío
a la ONU de un comunicado adicional en relación con
este tema.24
Prácticas comunicativas como la anterior requieren
de políticas públicas que trasciendan la ampliación de
las capacidades tecnológicas y reconozcan la necesidad
de legitimación del proyecto socialista cubano en un
escenario que posibilita el diálogo y la socialización,
desafíos que adquieren especial relevancia en un
contexto donde resulta imprescindible ensanchar el
poder político de la ciudadanía.
Redimensiones impostergables
En la región, Cuba cuenta con experiencias pioneras
en la democratización del acceso a las TIC. En la década
de los 80, la creación de los Joven Club, proyecto que
se extendió a todos los institutos educacionales del país
en 2001, sentó las pautas de una política «orientada
al uso social e intensivo de los recursos tecnológicos,
buscando extender sus beneficios a la mayor parte
posible de la población y las instituciones».25
A finales de los años 90, en América Latina se crearon
los telecentros comunitarios como alternativas a los
cibercafés. En estos se enfatizó el uso y la apropiación
de las herramientas tecnológicas en función de un
proyecto de transformación social para mejorar las
condiciones de vida de las personas, sin atender a
los intereses mercantiles que hasta ese momento
habían condicionado el surgimiento de espacios de
acceso público a la Red. Tal medida se consideraba
estratégica para «achicar la brecha social, tecnológica
y económica que apuntalan la situación de pobreza y
marginalidad en que viven los sectores más vulnerables
de la sociedad».26
A inicios de 2013, Cuba necesita otro proceso de
alfabetización, como diagnosticara la investigadora
y profesora cubana Milena Recio: «Ir en campaña
hacia un modelo de sociedad sustentada en el valor
del conocimiento nos daría ciertas garantías para un
futuro en el que toda vocación no se reduzca al mero
estómago» y permitiría, asimismo, «insertarse más
plenamente en el nuevo ciclo tecnocultural abierto por
la infocomunicación digital».27
Este cambio cognitivo implica una transformación
profunda donde no se deben obviar —a riesgo de
terminar elaborando reformas parciales— elementos
fundamentales en el contexto cubano actual, como
la desintermediación de la información pública y la
incorporación de la vigilancia ciudadana a la gestión
gubernamental.
Durante el último decenio, hemos asistido a la
aprobación y reformulación de políticas públicas de
comunicación en América Latina, a través de leyes
de prensa o de transparencia; estas últimas consideradas
más sustantivas pues intentan dotar de un estatus legal el
derecho fundamental de la ciudadanía a la información
y promover la transparencia gubernamental y de las
empresas privadas; sin circunscribirse exclusivamente al
sistema de medios de comunicación masiva. Al mismo
tiempo, las TIC han ampliado las posibilidades de los
sujetos de acceder de manera directa a la información;
interpelar a actores gubernamentales, institucionales o
privados; expresar y compartir necesidades y coordinar
acciones colectivas para el cambio social.
En ese contexto, el valor de la información ha
crecido notablemente. La brecha entre «inforricos»
e «infopobres» desborda el acceso, la calidad de
Internet y el dominio de herramientas digitales; e
incluye la necesidad de desarrollar competencias
tecnocomunicativas emancipadoras con el fin de
transformar grandes volúmenes de datos en decisiones
informadas y argumentadas que promuevan la calidad
de la participación ciudadana en la vida pública de la
nación. Aquellos que carecen de dichas competencias,
aun con acceso a la Red, sufren una nueva suerte de
exclusión social de tipo cognitivo porque les resulta
imposible decodificar, reinterpretar y aprovechar
esos datos para (auto)incluirse en los procesos
políticos, dominados en lo fundamental por actores
institucionales y gubernamentales.
Aunque el primer referente de las leyes de
transparencia data del año 1776, en Suecia, Internet
ha simplificado el modo de acceder a la información
pública y visibilizado la vigilancia individual de la gestión
gubernamental. Ciudadanos, instituciones y medios de
comunicación adquieren —legislativamente— iguales
oportunidades y derechos en un contexto donde la
información deja de ser un bien de uso exclusivo de
la prensa y de una élite. Los mecanismos de difusión
de la información pública se amplían y algunos marcos
legales regionales, como la Ley de Transparencia y
Acceso a la Información Pública, de Perú, y la Federal
de Transparencia y Acceso a la Información Pública
Gubernamental mexicana, ambas aprobadas en
2002, explicitan la necesidad de difundir, a través de
portales en Internet, «cualquier tipo de documentación
financiada por el presupuesto público que sirva de base
a una decisión de naturaleza administrativa, así como
las actas de reuniones oficiales».28
Aunque el uso sustantivo de la información pública
por parte de la ciudadanía en América Latina resulta
aún insuficiente, las políticas públicas diseñadas para
la sociedad de la información y el conocimiento
deben superar las estrategias sobre infraestructura y
Internet y las TIC en Cuba: notas para un debate sobre políticas públicas
65
acceso y concebir «la complejidad de los procesos de
inclusión que ya están en marcha, muchos de ellos
surgidos al margen de cualquier propuesta societal o
institucional».29
La noción de inclusión, que ubica en el centro
de la sociedad a aquellos individuos marginalizados de
la vida política, constituye la base social del proyecto
político cubano iniciado en 1959; idea que se intenta
trasladar a los documentos que regulan el acceso a
los bienes y servicios provistos por el Estado, el uso
de estos —la educación, la salud o las TIC e Internet.
Asimismo, los medios de comunicación masiva,
incluida la prensa, han sido asumidos como «propiedad
estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso,
de propiedad privada, lo que asegura su uso al servicio
exclusivo del pueblo trabajador».30 Sus funciones
esenciales son «educar, informar, orientar, organizar y
movilizar al pueblo; como medio para la construcción
del socialismo y para enfrentar en el terreno políticoideológico y cultural al capitalismo».31
Sin embargo, la legitimación del sistema comunicativo
estatal como ente mediador fundamental entre la
información pública y la ciudadanía ha motivado
la reproducción de un esquema diseñado para que
el sujeto dependa de un agente externo —periódico,
noticiero, reunión del CDR, rendición de cuentas del
delegado, entre otros— para acceder a tal información.
El uso de las TIC en Cuba y la asunción de Internet
como repositorio de información, herramienta para el
comercio electrónico y/o para la gestación de campañas
políticas —siempre desde una visión difusionista—,
dista mucho de la necesaria comprensión de este
escenario como espacio de interlocución y diálogo
directo entre los representantes y el pueblo.
Ello ocurre en un contexto regional donde la
rapidez y alcance de las TIC suponen cada vez más
la ampliación y descentralización de la comunicación
entre ciudadanos y actores institucionales y políticos. En
septiembre de 2011, Ysmel Serrano, coordinador de la
cuenta en Twitter del líder de la revolución bolivariana,
Hugo Chávez, consideraba esta herramienta un enlace
fundamental para saber «qué siente la gente». El propio
Chávez, en varias ocasiones, enfatizó sobre la autoría
de los mensajes: «Hay gente que no se lo cree y dicen
que ese no soy yo, que me lo están escribiendo. Pero
no, yo escribo mi mensajito».32
Más allá de la elección de aplicaciones o servicios
específicos de Internet, esa apropiación de las redes,
seguida por mandatarios latinoamericanos como
Cristina Fernández de Kirchner y Rafael Correa, entre
otros, reivindica las posibilidades del sujeto como
interlocutor del poder político y amplía la esfera pública
para la discusión de temas sociales hacia los espacios
reticulares digitales.
66
Elaine Díaz Rodríguez
El debate sobre la estimulación de la participación
ciudadana en las políticas públicas relacionadas con
el acceso a Internet y las TIC y su uso en Cuba no
queda agotado con estas consideraciones, deudoras de
una mayor profundidad. Resta indagar, además, en el
análisis del derecho de autor y la propiedad intelectual,
así como en el comercio electrónico y la privacidad de
la Red, entre otros tópicos de vital relevancia en nuestro
contexto regional, que apuntan hacia nuevos desafíos
para la elaboración de marcos reguladores.
Estas reflexiones se suman a otras previas que
abordan los retos para la construcción de un sistema
político justo, democrático, participativo, en un
contexto regional mediado por el uso intensivo
de Internet y las TIC. Nos anima la necesidad de
contribuir a la transformación de la realidad nacional
mediante planteamientos teóricos y acciones concretas
asociados a nuestro ámbito de incidencia social desde
posturas críticas y propositivas alejadas de cualquier
conformismo.
Notas
1. Estas políticas son las líneas de acción y el conjunto de programas,
proyectos y actividades de las instituciones públicas que conllevan
ciertos resultados y productos, como regulaciones, servicios o
bienes. Hay políticas por acción y por omisión de acciones. Véase
Sandra M. Concha, «Políticas públicas e Internet», en Mauro
Cerbino y Alicia Richero, eds., Gobernanza, políticas públicas y
aplicaciones de Internet, IDRC-CRDI, FLACSO-Ecuador, Quito,
2006.
2. «Declaración final del Encuentro Nacional de Blogueros en
Revolución», Blogazo por Cuba, 28 de abril de 2012, disponible en
http://blogazoxcuba.wordpress.com/2012/04/28/declaracin-finaldel-encuentro-de-blogueros-cubanos-en-revolucin/.
3. Milena Recio, «La hora de los desconectados», La Jiribilla, n. 512,
26 de febrero de 2011, disponible en www.lajiribilla.co.cu/2011/
n512_02/512_07.html.
4. Proyectos de acción como el Plan de Acción Regional sobre la
Sociedad de la Información en América Latina y el Caribe (eLAC)
pretenden construir sociedades digitales inclusivas e innovadoras
en América Latina y el Caribe mediante la promoción de tareas a
mediano y largo plazo —hasta el año 2015— donde se incluyen la
elaboración e implementación de iniciativas nacionales a través de
un intercambio intrarregional, el fortalecimiento de iniciativas y
proyectos concretos a nivel del área y la búsqueda de mecanismos
financieros para apoyar el logro de sinergias entre las actividades
planteadas en esta plataforma, entre otros aspectos. Véase
«eLAC2010: la segunda etapa del Plan de Acción Regional (20082010)», eLAC, disponible en http://www.cepal.org/cgi-bin/getprod.
asp?xml=/elac/noticias/paginas/9/44099/P44099.xml&xsl=/elac/
tpl/p18f.xsl&base=/elac/tpl/top-bottom.xsl.
5. Véase María Belén Albornoz, «Privacidad, Internet social
y políticas públicas en América Latina y el Caribe», FLACSO
Andes, diciembre de 2008, disponible en www.flacsoandes.org/
comunicacion/aaa/imagenes/publicaciones/pub_206.pdf, p. 2.
6. Scott S. Robinson, «Reflexiones sobre la inclusión digital»,
Nueva Sociedad, n. 195, Buenos Aires, enero-febrero de 2005,
pp. 127-40.
de noviembre de 2010, disponible en http://paquitoeldecuba.
wordpress.com/2010/11/28/carta-abierta-al-canciller-cubano-o%e2%80%9cno-nos-equivoquemos-otra-vez%e2%80%9d/.
7. Miguel Limia, «Problemas centrales de la transición socialista
en Cuba», Temas (sección web Catalejo), 22 de febrero de 2013,
disponible en www.temas.cult.cu/catalejo/panelFIL/Limia.pdf.
24. Ídem.
8. Véase Armando Chaguaceda, «Nada cubano me es ajeno: sobre
notas sobre la condición ciudadana», Temas, n. 50-51, La Habana,
abril-septiembre de 2007, pp. 118-25.
9. Véase José Manuel Robles y D. Marco, citados por Anidelis
Rodríguez, «Artesanías de sentidos. Acercamiento a las
concepciones sobre las prácticas emergentes de ciudadanía
en plataformas de comunicación en red», tesis de Maestría
en Ciencias de la Comunicación, Universidad de La Habana,
L a Habana, 2012, disponible en w w w.facebook.com/
Hipercomunicación?ref=stream.
10. Véase Daniel Halpern y Jennifer Gibbs, «Running Ahead: Social
Media as a Catalyst for Online Deliberation», Computers in Human
Behavior, v. 29, n. 3, Amsterdam, mayo de 2013, pp. 1159-68.
11. Véase John S. Dryzek, «Theory, Evidence, and the Tasks
of Deliberation», en Shawn Rosenberg, ed., «Deliberation,
Participation and Democracy. Can the People Govern?», Palgrave
Macmillan, Nueva York, 2007, pp. 237-50.
12. Véase Jesús Martín Barbero, De los medios a las mediaciones,
Gustavo Gili, México, DF, 1987.
13. Milena Recio, «Infoutopía: poner en cubano el periodismo
digital en Cuba», Periódico Cubarte, 28 de noviembre de 2012,
disponible en www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/infoutopiaponer-en-cubano-el-periodismo-digital-en-cuba*/23793.html.
25. Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), «Tecnología de la
información y las comunicaciones», Anuario Estadístico de Cuba
2009, ONE, 2010.
26. Jacques P. Ramírez, «Migración y uso de TIC en Ecuador: el
caso de los telecentros de la red de la pastoral social», en Mauro
Cerbino y Alicia Richero, eds., ob. cit., pp. 73-84.
27. Milena Recio, «La hora de…», ob. cit.
28. «Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública» (No
27806), Lima, 2 de agosto de 2002, disponible en www.ocpla.uni.
edu.pe/oym/file/Ley_Transparencia.pdf.
29. María Belén Albornoz, ob. cit., p. 14.
30. Constitución de la República de Cuba, Editora Política, La
Habana, 1992.
31. Elaine Díaz, «Blogs y periodismo en Cuba: entre el deber y el
ser», tesis de grado en Periodismo, Universidad de La Habana, La
Habana, 2008.
32. Véase Isabel Caro, «Políticos twitteros: nueva herramienta, viejos
mensajes», Radio Netherlands Worldwide, 13 de septiembre de
2011, disponible en www.rnw.nl/espanol/article/pol%C3%ADticostwitteros-nueva-herramienta-viejos-mensajes.
, 2013
14. Ídem.
15. Un cable fechado en diciembre de 2009 en la Sección de Intereses
de los Estados Unidos en La Habana y divulgado por Wikileaks
en agosto de 2011, da cuenta de la importancia que le concede el
gobierno de Washington a los blogueros, en tanto actores de la
sociedad civil, por su capacidad para crear “un foro público para
las discusiones y críticas al gobierno, a pesar de las limitaciones
de uso de Internet en la Isla”. Véase “Cuba: Civil Society Fully in
Favor of Improving”, Wikileaks, disponible en http://wikileaks.org/
cable/2009/12/09HAVANA723.html.
16. Miguel Limia, ob. cit.
17. Véase Sandra M. Concha, ob. cit.
18. Yaíma Puig Meneses, «Excusas para callar», Granma, a. 17,
n. 57, La Habana, 26 de febrero de 2013, disponible en www.granma.
cubaweb.cu/2013/02/26/nacional/artic04.html.
19. Ovidio D´Ángelo, Autonomía integradora y transformación
social: el desafío ético emancipatorio de la complejidad, Publicaciones
Acuario, La Habana, 2005.
20. En su propuesta, pensada para los espacios participativos fuera
de Internet, Armando Chaguaceda establece diferencias entre las
posturas apologéticas y las acomodaticias. Teniendo en cuenta que
ambas se manifiestan de forma similar en la Web consideramos su
unión. Véase Armando Chaguaceda, ob. cit.
21. Ibídem.
22. Véase Anidelys Rodríguez, ob. cit.
23. Francisco Rodríguez, «Carta abierta al canciller cubano
o “no nos equivoquemos otra vez”», Paquito el de Cuba, 28
Internet y las TIC en Cuba: notas para un debate sobre políticas públicas
67
Cultura digital
participativa
y el software libre
en Cuba
Hamlet López García
Psicólogo e investigador.
Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello.
E
n el conjunto de las dinámicas sociales en
las que hoy participamos, englobadas por el
nombre de sociedad de la información, uno de
los rasgos más notables es la democratización
en la producción y la diseminación de conocimientos.1
Si bien existen enormes desigualdades en el acceso
al conocimiento y a las tecnologías, nunca como
ahora tantas personas fuera de la academia y los
laboratorios empresariales colaboran con el acervo
común tecnológico, científico y cultural. El movimiento
mundial de software libre y abierto es muestra de esa
cooperación: universidades, empresas, gobiernos y
programadores independientes trabajan juntos en
la creación de un repositorio diverso y poderoso de
herramientas informáticas libremente disponibles.
Hasta Cuba ha llegado este impulso por la cultura
digital participativa, expresado en el movimiento
cubano de software libre.2
Asumo la noción de cultura digital participativa
de Mirko Tobías Shafer para designar un tipo de
interacción entre usuarios en la que son creados
de manera colectiva y a gran escala productos
culturales digitales, como aplicaciones informáticas,
enciclopedias en línea y sitios de referencia —por
ejemplo, Wikipedia— o repositorios digitales de
conocimientos.3 Dicho concepto está muy próximo al
de participación cultural4 y se puede entender como un
modo de producción caracterizado por:
• Un fuerte estímulo para crear y compartir con otros
la creación propia.
• Pocas barreras para interactuar.
• Los participantes creen en el valor de su contribución.
68
n. 74:García
68-74, abril-junio de 2013
Hamlet López
• Disponibilidad de tutorías informales donde el
conocimiento de los más experimentados pasa a
los novicios.
• Sentimiento por parte del usuario de tener algún
grado de conexión social con el resto de los
participantes (no necesariamente una identidad
compartida); o, al menos, le importa conocer lo que
otros piensan acerca de su creación.
En las últimas décadas, la posibilidad de que las
personas se inserten en la cultura digital se ha incrementado
de manera notable por el desarrollo alcanzado en la
capacidad de procesamiento de las computadoras, su
abaratamiento y mayores facilidades en el acceso a la
información, las herramientas y los componentes. La
colaboración colectiva en la producción de bienes y
servicios culturales se facilita cuando disminuyen los
costos de difusión, por ejemplo: si se dispone de una red
de comunicaciones eficiente, y cuando los participantes
no perciben como potenciales competidores a aquellos
que pudieran aprovecharse de su creación.
La perspectiva de tal cultura es en particular
interesante porque enfatiza las prácticas de los actores,
las relaciones que estos establecen entre sí y con su
medio, y conforma un modelo no lineal de generación
y de circulación de conocimiento y cultura, en el cual
el desarrollo de procesos de aprendizaje formales y no
formales es estimulado por la heterogeneidad de los
involucrados, sus saberes y prácticas; por los problemas
que enfrentan los artefactos usados (listas de correos,
foros, chats, etc.); las facilidades del entorno y las ideas
que se discuten dentro de las comunidades virtuales.
A continuación pretendo mostrar cómo un grupo
de personas, fuera de las instituciones académicas y
empresariales cubanas, y ayudado por la creciente
presencia de las TIC en la sociedad, se esfuerza por
adaptar y diseminar la cultura digital participativa en
las condiciones propias de un país poco desarrollado.
Además, identifico algunas de las ventajas y
dificultades de esa apropiación informal que pudiera
ser considerada estratégica en el desarrollo de una
nación —por ejemplo, para la sostenibilidad en la
migración hacia el software libre. Por último, señalo
problemas concretos que enfrenta Cuba en la difusión
mediante las comunidades virtuales, desde escasez de
financiamiento para la infraestructura de las TIC, hasta
la predominante cultura institucional de control de los
flujos de información (expresada en normativas legales
y jurídicas), que pone barreras a la comunicación de
las experiencias y pequeñas innovaciones tecnológicas
generadas por los usuarios.
Software libre y abierto
Durante las últimas dos décadas, la cooperación y
la circulación de conocimientos entre programadores
y usuarios se han expandido de modo considerable por
gran parte del mundo, conjuntamente con Internet.5
El volumen y la diversidad de las contribuciones al
software libre aumentaron y surgieron importantes
proyectos de software abierto como Linux, un sistema
operativo completo, en gran medida debido al
incremento en el uso de las computadoras personales
y la conexión a la red de redes. Lo anterior favoreció la
cooperación asincrónica entre desarrolladores distantes
geográficamente, intensificó los flujos de conocimientos
y permitió la formación de comunidades de usuarios
que participan de manera activa en el perfeccionamiento
constante de diversos proyectos de software libre y
abierto (SWLA),6 convertidas en exitosos instrumentos
de creación y diseminación de saberes relacionados con
la producción y/o apropiación de software libre a nivel
mundial.7 Mediante Internet, individuos distantes entre
sí contribuyen con códigos a proyectos de software,
solicitan nuevas funcionalidades, encuentran errores
y prueban sistemáticamente versiones incompletas,
ayudan a nuevos usuarios a adoptar las soluciones
informáticas, ofrecen soporte técnico y, en general, dan
cuerpo a un entorno de aprendizaje virtual dinámico
y global.
Es decir, el signo distintivo del SWLA —también
llamado FLOSS en lengua inglesa— es que, por medio
de sus licencias —como la GPL8—, otorga al usuario
la posibilidad de acceder, modificar y redistribuir
el conjunto de instrucciones —código fuente— que
conforman un programa informático; a diferencia
del software propietario, donde lo característico es la
no disponibilidad de ese código (lo que se distribuye
es el binario, en lenguaje de máquina, y por tanto
resulta prácticamente ilegible para un ser humano)
y el uso de licencias que prohíben la modificación y
la redistribución del programa. Esas características
han sido identificadas por algunos autores como
«innovación abierta».9
Eric Raymond, un conocido informático y promotor
de la liberación del código fuente, fue uno de los
pioneros en llamar la atención sobre la importancia
del intercambio de conocimientos, asociándolo a las
ventajas de usar licencias que permiten el acceso y
modificación pública del código fuente.10 Otro de los
autores que hace énfasis en la construcción colectiva
de saberes, pero desde un ángulo más político, es
Richard Stallman. Heredero de una vieja cultura de
programadores en la que compartir el código no
solo era rutinario sino también una necesidad para
potenciar el aprendizaje grupal, denunció el cierre
de aquel y sus mecanismos legales asociados (por
ejemplo, la propiedad intelectual) como una amenaza
directa a los lazos sociales que mantienen unida a la
comunidad de programadores. Además, señaló el
Cultura digital participativa y el software libre en Cuba
69
La preminencia de las conexiones a la red (Intranet o Internet) desde
instituciones y empresas estatales, la poca presencia en los domicilios y, aún
más, la escasa penetración de Internet en la sociedad, limita la capacidad de
las comunidades virtuales cubanas de diseminar el conocimiento de software
libre y abierto.
riesgo de empobrecimiento cultural para las sociedades
que acepten pasivamente la práctica de negar el acceso
al código fuente.11
El SWLA es considerado una opción para los
países en vías de desarrollo, que les posibilita satisfacer
sus necesidades tecnológicas de procesamiento de
información. Sus ventajas estratégicas son:12
• Posibilita desarrollar industrias o capacidades locales
de software.
• Reduce las importaciones de software.
• Fortalece la seguridad nacional.
• Aminora la violación de la propiedad intelectual.
• Posibilita la adaptación y localización del software.
• Permite mayor independencia a los vendedores de
software (soberanía tecnológica).
• Disminuye los costos totales de propiedad sobre el
software.
• Incrementa el acceso a la información.
Sin embargo, en estos países la adopción de dicho
software enfrenta dificultades. Como expresa Nah
Soe Hoe, la debilidad en la infraestructura de las TIC
se convierte en un desafío que debe ser enfrentado
mediante el diseño de aplicaciones que reduzcan o
eliminen la necesidad de infraestructura avanzada.
Dificultan tal empeño la adopción de aplicaciones
y paquetes informáticos de SWLA desarrollados,
en su mayoría fuera del Sur (o sistemas operativos
completos como GNU-Linux), y con redes muy
activas de desarrolladores y usuarios que innovan
constantemente. La cultura del software libre, apunta
Hoe, se sustenta en el apoyo y la colaboración de una
comunidad.13
Rodrigo Arocena y Judith Sutz, entre otros
autores latinoamericanos, señalan que si se trata
de innovar, la adquisición de una nueva tecnología
necesita de su apropiación y reinterpretación, a
partir de las capacidades y los requerimientos
locales y de un intenso intercambio, modificación y
diseminación de conocimientos entre los diversos
actores interesados en adoptarla.14 Por tanto, para
las naciones en vías de desarrollo la asimilación
exitosa de las TIC depende mucho de la política
gubernamental en cuanto a informatizar la sociedad
como un todo, sin descuidar la conformación
de redes de conocimiento locales que apoyen la
absorción de las nuevas tecnologías.15
70
Hamlet López García
El contexto cubano
En el año 2000, junto con el cambio de denominación
del Ministerio de Comunicaciones por la de Ministerio
de la Informática y las Comunicaciones, comienza en
Cuba la implementación y ejecución del Programa
Rector para la Informatización de la Sociedad (PRIS),
una política estatal para acceder a los beneficios
productivos y sociales que brindan las tecnologías
de la información y las comunicaciones, y que daba
continuidad a empeños anteriores. La estrategia cubana
reconoce la transversalidad de las TIC en la vida social
y económica y su carácter estratégico para cualquier
proyecto de desarrollo. Sin embargo, se diferencia del
paradigma de la sociedad de la información cuando
propone un modelo enfocado hacia el uso social,
ordenado e intensivo de las TIC, que privilegia la
conexión a Internet de las instituciones y empresas con
un alto impacto en la sociedad.16 Esta lógica responde
a las carencias económicas y materiales que limitan la
disponibilidad de equipos e infraestructura en el país,
y a una concepción particular del desarrollo apoyada
en fuertes políticas sociales.17
El programa cubano parte del presupuesto de que
dicha informatización ocurre en un contexto de
relaciones desiguales en el acceso a las tecnologías y
los contenidos, donde los países en vías de desarrollo
tienen menores posibilidades de participar. Asimismo,
considera que el bloqueo norteamericano a los bienes
y servicios tecnológicos constituye un obstáculo al
desarrollo de las TIC en la Isla. Por ello propone,
además del uso social, los estándares abiertos y la
seguridad informática.18
Por otra parte, la Intranet nacional se aborda desde
el proyecto Red Cuba, y ha sido concebida como
la integración ordenada de las redes informáticas
cubanas, sobre protocolos de Internet, con acceso a
información y servicios públicos, para fomentar el uso
seguro y masivo de los servicios de infocomunicación.
Tal red se organiza sobre los siguientes principios:19
• Defensa de la seguridad, soberanía e independencia
tecnológica.
• La integración y la interoperabilidad de los
estándares.
• Compartir donde sea posible la infraestructura
existente.
• Garantizar la visibilidad de los contenidos.
• El diseño y aplicación de un ordenamiento regulatorio
a la informatización.
• Los organismos de la Administración central del
Estado son responsables de proveer contenidos y
servicios.
El PRIS tiene lugar en un contexto de fuertes
restricciones financieras, lo que dificulta realizar
inversiones en TIC. Esas tecnologías también poseen
un bajo nivel de penetración en el país: según la Oficina
Nacional de Estadísticas (ONE), Cuba contaba, en
2011, con 38 computadoras y 111 usuarios de Internet
por cada mil habitantes.20 En ello no se diferencia de
otras naciones del área con dimensiones económicas
similares, salvo que la mayoría de las cifras cubanas se
refieren a equipos y a usuarios en entidades estatales.
Tabla 1: Frecuencia de uso de la computadora en los
adultos cubanos
Sexo
Habitualmente
A veces
Nunca
Masculino
12,6
12,5
74,9
Femenino
15,0
14,2
70,8
Fuente: Cecilia Linares, Yisel Rivero y Pedro Emilio Moras, ob. cit.
El Programa exhibe logros importantes, como la
presencia de las TIC en todas las escuelas primarias
y secundarias, el desarrollo de softwares educativos
para todos los niveles de enseñanza, los cursos de
informática y el tiempo de máquina gratuitos en los
Joven Club de Computación y Electrónica (JCCE)21
y la informatización bastante avanzada del sistema
de salud, entre otros. No obstante, la preminencia
de las conexiones a la red (Intranet o Internet) desde
instituciones y empresas estatales, la poca presencia
en los domicilios y, aún más, la escasa penetración
de Internet en la sociedad, limita la capacidad de
las comunidades virtuales cubanas de diseminar el
conocimiento de SWLA.22
El Grupo de Usuarios de Tecnologías Libres
(GUTL)
El Grupo está integrado por cubanos interesados
en el SWLA. Surgió, con una organización muy laxa,
de una reunión realizada el 13 de junio de 2009, a
partir del ya existente Grupo de Usuarios de GNU/
Linux Habana. Organiza diversas actividades para la
promoción de este tipo de software, como festivales
de instalación, conferencias; y a partir del sitio web
(http://gutl.jovenclub.cu/) —con información acerca
de la historia y las actividades del grupo—, administra
y coordina una comunidad virtual basada en un foro
en línea, una lista de correos y una wiki. También
participa activamente en la planificación cubana del
Festival Latinoamericano de Instalación de Software
Libre (FLISOL).23 Sin embargo, la actividad más estable
es su presencia en la red.
En la capital cubana, desde los años 90, ya había
personas que se reunían —a veces en el Palacio Central
de Computación y otras en un Joven Club— para discutir
e intercambiar conocimientos sobre software libre.
Surgido de manera espontánea, el grupo, nombrado
Linux Habana, en un inicio no tenía vínculos con el
Estado. También en algunas provincias existían pequeños
colectivos con iguales intereses sin estar necesariamente
relacionados unos con otros. En 2007, uno de los
miembros de la comunidad de SWLA de La Habana
—administrador de una de las redes informáticas más
desarrolladas del país (Infomed)— crea la lista de correos
Linux-l, con lo cual comienza un incipiente proceso de
coordinación entre las diferentes comunidades. En 2008
y 2009 ese cierto nivel de interrelación permitió organizar
un FLISOL y, además, le otorgó cierta visibilidad a la
comunidad de desarrolladores y usuarios cubanos, por
lo que invitan a uno de los coordinadores de GUTL a
las reuniones del Grupo Técnico Nacional, una de las
comisiones creadas para estudiar y sugerir propuestas
acerca de la migración hacia el SWLA en el país.24
Diseminación no formal de tecnologías
libres y marco institucional
Según el británico Marcus Leaning, el modo
en que determinada tecnología es utilizada (su
apropiación local) está mucho más relacionado con la
organización de la sociedad en la que es introducida
que con cualquier otra cualidad tecnológica. Esto
es válido como advertencia para quienes practican
el «tecnodeterminismo» y establecen una relación
automática entre la introducción de las tecnologías
y la transformación social. Las TIC pueden provocar
cambios e introducir nuevas maneras de hacer, pero de
acuerdo con el contexto político, económico, cultural,
su impacto será diferente. Como medios para procesar
y trasmitir información existen diferentes maneras de
usarlos y de apropiarse de ellos.25
Dentro del PRIS, el proyecto Red Cuba identifica las
entidades estatales como las máximas responsables en
la generación de contenidos y provisión de servicios,
y reproduce —al nivel de la informatización de la
sociedad— modelos verticalistas y excesivamente
centralizados vigentes en la organización general de
la institucionalidad cubana y las relaciones de poder
establecidas.26 La Resolución 73 del Ministerio de
Cultura, emitida el 16 de septiembre de 2009, que
establece el Reglamento del Registro Nacional de
Sitios Web (RNSW),27 exige a dichos sitios declarar un
Cultura digital participativa y el software libre en Cuba
71
perfil temático, objetivos, destinatarios y periodicidad
de la actualización, así como el aval del Organismo de
la Administración Central del Estado que da su
conformidad con la existencia del sitio. Los que deseen
acoger páginas personales y bitácoras deben entregar
también un directorio detallado. Esta regulación
prohíbe de facto la publicación de contenidos y servicios
web a personas naturales sin la debida autorización de
una entidad estatal que se haga responsable por ello, y
favorece solo a personas jurídicas.
Así se crea una red, en lo fundamental para consultar
información, con funciones claramente delimitadas,
en la práctica, entre quienes consumen contenidos y
servicios y aquellos que los generan. Además, se limita la
creación y gestión de comunidades virtuales, que deben
buscar entidades estatales que las auspicien y alojen en
sus servidores, como ocurre con la comunidad GUTL.
Esto, como es obvio, tiene un impacto en la gestión
cotidiana de dicha comunidad.
La lista de correos que ofrece servicio a GUTL,
aunque es administrada a nombre de ese grupo de
usuarios, legalmente pertenece a la institución estatal
que la aloja. Por ello, cuando las discusiones en la lista
exceden lo estrictamente técnico, dicha institución
puede decidir cerrarla, y en consecuencia se perdería
el conocimiento recopilado. De este modo lo ilustra
uno de los coordinadores:
Creo que Shannon 28 estaba en ETECSA y era
administrado por la comunidad. Tenía una lista, un
portal, una wiki y un jabber. Hubo un incidente por el
cual se decidió cerrarlo. Nunca pudimos tener acceso
a la información que tenía y no pudimos salvarlo. A
partir de ese momento tratamos de organizarnos, de
tener un portal.
A raíz del FLISOL de 2009, que a juicio de muchos
participantes fue uno de los mejores realizados, los
miembros de la comunidad se propusieron adquirir
personalidad jurídica y constituirse en una asociación,
para poder publicar y gestionar contenidos y servicios
web, y controlar sus propios servidores. Sin embargo,
aún hoy no han podido lograrlo, solo consiguieron
una nueva institución que los apadrinara, además de la
experiencia de cómo debían manejar la lista de correo,
el foro virtual y cualquier otro servicio que quisieran
implementar. Según uno de los coordinadores de la
lista de aquella época:
A partir del FLISOL de 2010 ya no permitimos esas
cosas. Entonces comenzaron a decir que yo estaba
censurando las cosas. Que era oficialista. Esto es censura.
Esto es censura. Pero esto no puede ser una lista política,
¿entiendes? Esto es un problema de informática.29
En ese año, con el amparo de los Joven Club,30
GUTL reinicia las actividades de la comunidad virtual
que cuenta ahora con la infraestructura mínima
para realizarlas. Entre otros servicios, los Joven Club
72
Hamlet López García
facilitan sus instalaciones para efectuar los FLISOL
y los encuentros mensuales (off line), y a su vez el
Grupo colabora con ellos en el soporte técnico a la
migración.
En consecuencia, se ha impuesto la necesidad de
hacer público su reglamento,
no con el fin de controlar o censurar de manera arbitraria,
sino con la idea de normar algunos aspectos de su
utilización, precisamente como una medida que permita
continuar ofreciendo, en lo posible, un servicio continuo
y respetando los derechos de los usuarios.31
A pesar de las dificultades y limitaciones, debido
a que el marco institucional no favorece la gestión
de los servicios se observan mejorías. Uno de los
administradores refiere:
No tenemos decisiones técnicas sobre los servidores
que nos están hospedando, sino una lista dentro de un
sistema de cientos de listas que poseen los Joven Club
y debemos acogernos a las configuraciones globales
de ese servicio. Sí tenemos libertad para moderar
dentro de la lista lo que creamos que es favorable o no
para la comunidad, y también en los demás servicios.
A excepción de la descarga, porque no hay manera
de hacerlo virtualmente. Hay que ir con un disco
duro hasta el nodo para poder colgar la información.
Ahí solo hay que velar porque la documentación
no viole los derechos de autor y lo establecido por
seguridad informática y por el Código de ética de la
institución.32
La comunidad virtual GUTL es activa y participa
de manera visible y pública en la diseminación de los
conocimientos sobre SWLA en la sociedad cubana.
Sus miembros comparten entre sí experiencias, trucos
y formas de adaptar a las particularidades de Cuba las
prestaciones del software que usan. Funciona como una
comunidad de innovación abierta: un entramado entre
los conocimientos que se generan fuera de la Isla y los
locales. En eso se asemeja a cualquier otra comunidad
virtual de SWLA en el mundo.
Las dificultades para descargar software y otros
contenidos de Internet en Cuba ralentizan la velocidad
de difusión de nuevas aplicaciones de SWLA o
tutoriales, ya que depende en gran medida de las redes
personales para intercambiar los ficheros a través
de discos duros externos, memorias flash u otros
dispositivos físicos. Esto se manifiesta en la actividad de
la comunidad virtual, que extiende las funcionalidades
usuales (por ejemplo, compartir conocimiento), con
la búsqueda de personas que posean archivos recién
descargados de Internet.33
A modo de conclusión
De acuerdo con lo afirmado por Arocena y Sutz,
si la sociedad en su conjunto no es protagonista en la
adopción de las TIC, difícilmente pueda asegurarse
la sostenibilidad de las políticas públicas para la
sociedad de la información. Y aquella es protagonista
cuando produce contenidos significativos y participa
en la creación de bienes y servicios culturales digitales
contextualizados.34
Para los países en vías de desarrollo resulta aún
más relevante la dimensión cultural de las TIC.
Por su carácter transversal, ellas resultan esenciales
para cualquier proyecto de desarrollo nacional.
Sin embargo, los saberes, imaginarios e ideologías
asociados a ellas tienen el sesgo y se expresan en el
idioma de sus países de origen, los cuales pocas veces
coinciden con las naciones en vías de desarrollo. Para
la apropiación de las TIC es importante tener las
capacidades culturales necesarias (nivel educativo,
una infraestructura educativa fuerte, producción
cultural y científica). El caso de Cuba muestra que no
basta con poseer una sociedad con buenos indicadores
en educación o con políticas que aseguren el uso
social de las tecnologías, sino también es esencial un
marco legal e institucional que permita la apropiación
creativa de las TIC por actores no estatales y sus
usos en formas no contempladas en un inicio por las
políticas oficiales. La importancia del fomento de las
comunidades de usuarios resulta más evidente cuando
se habla de las propagadoras del software libre, ya
que la difusión, adaptación, soporte y tutorías son
asumidas espontáneamente por sus miembros.
7. Andreas Meiszner, Rudiger Glott y Sowe Sulayman K., «Preparing
the Ne(x)t Generation: Lessons learnt from Free / Libre Open
Source Software», Proceedings of the 4th International Barcelona
Conference on Higher Education, v. 2, Barcelona, 2008, disponible en
Global University Network for Innovation, www.guni-rmies.net.
Notas
12. Kenneth Wong, Free/Open Source Software: Government Policy,
UND-APDIP, Chennai, India, 2004.
1. Otras denominaciones son sociedad del conocimiento, sociedad
red, e incluso sociedad de los saberes. Cada una de ellas, aunque
convergentes, atiende a relaciones, componentes y actores diferentes
en las dinámicas socioproductivas contemporáneas. Sin embargo, el
término sociedad de la información ha ganado mayor legitimidad
en la esfera de las políticas públicas, avalado, además, por dos
cumbres mundiales (Ginebra 2003 y Túnez 2005) que lo usaron
como nombre.
2. El presente artículo utiliza datos y referencias teóricas recopiladas
en 2012 mientras disfrutaba de una beca CLACSO-ASDI convocada
para abordar el tema «Bienes comunes: espacio, conocimiento y
propiedad intelectual».
3. Véase Mirko Tobias Schäfer, «Bastard Culture! User Participation
and the Extension of Cultural Industries, Utrecht, 2008, disponible
en http://mtschaefer.net/media/uploads/docs/Schaefer_BastardCulture_2011.pdf (consultado 10/05/2013).
4. Véase Cecilia Linares, Yisel Rivero y Pedro Emilio Moras,
Participación y consumo cultural en Cuba, ICIC Juan Marinello,
La Habana, 2008.
5. Véase Graciella Marzi, «Some Policy Issues on Open Source
and Proprietary Software», Working Paper, Departamento de
Economía Política, Universidad de Estudios de Milán, Bicocca,
2007, disponible en http://dipeco.economia.unimib.it (consultado
26/12/2011).
6. Para los efectos de la presente investigación, reúno en un solo
cuerpo tanto al movimiento del software libre como a aquellos
desarrollos y comunidades que se adscriben al software abierto.
Sin embargo, reconozco que entre estos dos movimientos hay
importantes divergencias éticas y políticas: mientras el primero
postula la libre distribución del código y usa como principal
instrumento en sus licencias la cláusula Copyleft (que obliga que los
softwares se redistribuyan con la misma licencia del que se modificó
o del que se obtuvo parte), el segundo usa licencias (por ejemplo,
la BSD) que dejan en libertad al licenciatario para escoger cómo
redistribuir las modificaciones. Para las empresas de software esta
última modalidad hace más atractiva la participación en el SWLA.
Además, todas las entrevistas y testimonios del presente trabajo se
hicieron con la condición de anonimato de mis informantes.
8. La General Public License es la más conocida, pero no la
única, de una familia de licencias que conceden al usuario las
cuatro libertades básicas que definen el software libre y abierto: la
libertad de usarlo, aprender de él y modificarlo, distribuir copias y
mejorarlo, así como la de diseminar las mejoras.
9. Eric von Hippel y Georg von Krogh, «Open Source Software and
the “Private-Collective” Innovation Model: Issues for Organization
Science», Organization Science, v. 14, n. 2, abril de 2003.
10. Eric Raymond, «La catedral y el bazar», 1997, disponible
en www.smaldone.com.ar/documentos/docs/catedralbazar.pdf
(consultado 23/09/2005).
11. Véase Richard Stallman, Software libre para una sociedad libre,
Traficantes de Sueños, Madrid, 2004.
13. Nah Soe Hoe, Breaking Barriers. The Potential of Free and Open
Source Software for Sustainable Human Development, UNDPAPDIP, India, 2006.
14. Rodrigo Arocena y Judith Sutz, «Sistemas de innovación y países
en desarrollo», Organización de Estados Iberoamericanos, Madrid,
2002, disponible en www.campus-oei.org/salactsi/arocenasutz.htm
(consultado 10/05/2013).
15. Para una panorámica de las dificultades de la informatización
de las sociedades en Latinoamérica y su vinculación con las
condiciones socioeconómicas y políticas, véase Wilson Peres y
Martin Hilbert, La sociedad de la información en América Latina y el
Caribe. Desarrollo de las tecnologías y tecnologías para el desarrollo,
CEPAL, Santiago de Chile, 2009.
16. Véase «Internet es vital para el desarrollo de Cuba» (entrevista a
Boris Moreno Cordovés, viceministro del MIC), Juventud Rebelde,
La Habana, 6 de febrero de 2009, disponible en http://www.
juventudrebelde.cu/cuba/2009-02-06/internet-es-vital-para-eldesarrollo-de-cuba/ (consultado 10/05/2013).
17. Mayra Espina Prieto, Políticas de atención a la pobreza y la
desigualdad, CLACSO, Buenos Aires, 2008.
18. MINREX «La informatización en Cuba», 2005, disponible
en www.cubaminrex.cu/sociedad_informacion/cuba_si/
Informatizacion.htm (consultado 17/10/2011).
19. Carlos del Porto Blanco, «Estado de la informatización en Cuba.
Oficina para la Informatización», conferencia ofrecida en el Taller
Cultura digital participativa y el software libre en Cuba
73
Los desafíos culturales en la era digital, MIC-ICIC Juan Marinello,
28 de noviembre de 2008. [Inédito]
20. Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), Panorama económico
y social. Cuba 2010, 2011, disponible en www.one.cu (consultado
6/4/11).
21. Red de instituciones comunitarias donde se imparten clases de
informática gratuitas y se ofrece servicio de navegación por la red
nacional, aunque de manera limitada. Existen más de seiscientos
JCCE repartidos por todo el país. Inicialmente pertenecían a la
Unión de Jóvenes Comunistas, y en la actualidad al Ministerio para
la Informática y las Comunicaciones (MIC).
22. Hasta el año 2011, Cuba disponía de un ancho de banda de
323 megabits por segundo (mbps) para conectarse a Internet,
mediante una conexión satelital, como consecuencia de la política
norteamericana tradicionalmente hostil hacia la Isla, que no le
permitía conectarse a ninguno de los numerosos cables submarinos
que rodean las costas cubanas. En la actualidad, el enlace con
Venezuela a través de un cable submarino de fibra óptica, mejora
las capacidades de conexión, aunque no tendrá un impacto social
inmediato en el acceso a Internet, pues este depende de inversiones
en infraestructura y en capacidad financiera para el pago de los
servicios de conexión.
23. Es el mayor evento de difusión de software libre que desde el año
2005 se realiza en diferentes países de manera simultánea; ofrece
además charlas, ponencias y talleres sobre este tipo de software y
el movimiento vinculado con él.
24. A partir de una decisión del gobierno cubano hecha pública
en octubre de 2002, se comenzó a implementar una política de
migración hacia el software libre, con un marcado énfasis en la
soberanía tecnológica, la seguridad informática y la adaptabilidad
del software a las condiciones y desarrollo de capacidades locales en
TIC. En abril de 2004, el Consejo de Ministros adoptó el Acuerdo
084/2004 que orientaba al MIC ordenar la migración al software
libre. En 2005 se crean el Grupo Nacional de Migración y otros
grupos técnicos nacionales que atenderían los temas legales, de
capacitación, de soporte tecnológico, etc. Véase «Guía cubana
para la migración», disponible en www.di.sld.cu/documentos/
guia-cubana-0.32.pdf.
25. Marcus Leaning, «The Modal Nature of ICT: Challenging
the Historical Interpretation of the Social Understanding and
Appropriation of ICT», The Journal of Community Informatics, v.
2, n. 1, Cambridge, 2005, disponible en www.ci-journal.net/index.
php/ciej/article/view/278 (consultado el 10/05/13).
26. Julio César Guanche, «Estado, participación y representación
políticas en Cuba. Diseño institucional y práctica política tras la
reforma constitucional de 1992», Premio del concurso «Estado y
formas de participación y representación en América Latina y el
Caribe contemporáneos» (2009), del Programa de Becas CLACSOASDI. [Inédito].
27. Disponible en www.seriadas.cult.cu/index.php?accion=res73.
28. Shannon es uno de los servidores que prestaron servicios a la
comunidad virtual.
29. Entrevista concedida al autor. Véase Hamlet López García,
«Las comunidades virtuales de software libre en Cuba. Difusión
del conocimiento libre en un entorno de baja penetración de las
TIC», Informe final de investigación, CLACSO, Buenos Aires,
2012. [Inédito]
30. En la página oficial de GUTL (http://gutl.jovenclub.cu/quienessomos/) se puede leer: «A partir del año 2010 y por indicación
del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones, los Joven
74
Hamlet López García
Club de Computación y Electrónica (JCCE) asesoran, apoyan y
coordinan desde sus instalaciones el trabajo de las comunidades
de software libre del país. Vale destacar que la red más extendida
en Cuba es la de los JCCE».
31. Véase «Reglamento de la lista de discusión GUTL-L», disponible
en http://gutl.jovenclub.cu/wiki/gutl/gutl_normas_lista.
32. Entrevista concedida al autor. Véase Hamlet López García,
ob. cit.
33. Existen repositorios nacionales de SWLA en los servidores
de algunas grandes instituciones estatales (principalmente con
las distribuciones de GNU-Linux más importantes) que se
actualizan regularmente y alivian en alguna medida la necesidad
de acudir a Internet. Pero estos no escapan a las dificultades de
la infraestructura cubana de telecomunicaciones, que tiene una
capacidad limitada para almacenar información o aumentar la
velocidad de descarga.
34. Rodrigo Arocena y Judith Sutz, ob. cit.
, 2013
Sociedad del conocimiento
y la información.
Educación superior en Cuba
Dayron Roque Lazo
Profesor.
Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona.
E
n pleno auge de la globalización,1 la metáfora
de la aldea global no pasa de ser eso: una
parábola con sentido solo para quienes viajan
por las autopistas de la información, hablan
por teléfonos satelitales, hacen zapping, chatean
con conocidos que jamás han visto, navegan en las
turbulentas aguas de la desinformación digital mundial,
controlan sus acciones en la bolsa a través de Internet,
hacen sus compras en E-bay, creen tener amigos en
Facebook, o viven paranoides en la idea de que alguien
lee sus e-mails.
En la medida en que las tecnologías de la información
y la comunicación (TIC) van digitalizando los procesos
vitales de la sociedad, sirven de base para el surgimiento
de un entorno completamente nuevo y diferente. Tal
entorno está caracterizado por un capitalismo global
basado en el conocimiento y en la transformación de las
sociedades en sistemas vitalmente dependientes de los
flujos de información y, en lo fundamental, signado por
una profundización del desigual desarrollo de países
y regiones.
Resulta necesario preguntarse qué papel desempeña
la educación superior y cuántas y cuán rápidas pueden
ser sus aportaciones a estos procesos. Asimismo, hay que
indagar cómo han reaccionado y deberían reaccionar sus
profesionales en las actuales circunstancias de Cuba.
Responder tales interrogantes implica reconocer las
contradicciones que se establecen entre:
• El carácter social del conocimiento y el carácter privado
de su apropiación en el mundo contemporáneo.
• La brecha y subdesarrollo cognitivo-tecnológico de
la inmensa mayoría de los habitantes del mundo y
Sociedad del conocimiento y la información.
superiorde
en2013
Cuba
n. 74:Educación
75-81, abril-junio
75
•
•
•
•
los increíbles avances de la revolución científicotecnológica.2
Las condiciones históricas del subdesarrollo en Cuba
y los logros y perspectivas de su modelo socialista.
El estado actual y la necesidad de coherencia de la
articulación ciencia-actividad científica-economía.
El papel de la educación superior en la economía y
mayor dinamismo en sus mecanismos.
El estado actual de inserción de las TIC y la
emergencia de la web 2.0 en la educación superior.
Las anteriores contradicciones permiten identificar
la contradicción esencial entre la situación actual de la
educación superior para la inserción en una economía
del conocimiento y sus potencialidades para asumir
las demandas de la sociedad del conocimiento, y los
desafíos del sistema-mundo y la sociedad cubana, en
dicho contexto.
Cuba y la sociedad del conocimiento
El término sociedad del conocimiento fue utilizado
por primera vez por Peter F. Drucker en 1969 y luego
de veinte años fue desarrollado por otros investigadores
como Robin Masell y Nico Stehr.3 Se ha confundido
o utilizado como sinónimo de «sociedad de la
información». La información se compone de hechos
y sucesos, mientras que el conocimiento se define
como la interpretación de dichos hechos dentro de un
contexto, con alguna finalidad. Ello implica reconocer
que la sociedad de la información es la base de la sociedad
del conocimiento, en tanto esta última se refiere a la
apropiación crítica y selectiva de la información para
producir conocimiento. Probablemente la insistencia
en caracterizar como «sociedad del conocimiento»
a la sociedad posindustrial es lo que ha provocado
dicha confusión. Como esboza Manuel Castell,
devenido autoridad en la materia, lo que distingue
sustancialmente esta nueva sociedad es que la creación,
distribución y manipulación de la información
forman parte estructural de las actividades culturales
y económicas.4
Como un elemento central en la sociedad del
conocimiento es la capacidad para identificar, producir,
tratar, transformar, difundir y utilizar la información
con vistas a crear y aplicar los conocimientos necesarios
para el desarrollo humano, estas sociedades se basan en
una visión de esta que propicia la autonomía y engloba
las nociones de pluralidad, integración, solidaridad y
participación.
Castell se refiere a que las actuales condiciones
de generación del conocimiento y procesamiento de
la información han sido sustancialmente alteradas
por la formidable revolución científico-tecnológica y
apunta que
76
Dayron Roque Lazo
Al hablar de sociedad del conocimiento nos estamos
refiriendo a un nuevo paradigma tecnológico que tiene
dos expresiones fundamentales: una es Internet y la otra
la capacidad de recodificar los códigos de la materia
viva.5
En el momento en que un ámbito de la ciencia o la
tecnología se convierte en información, este se acelera
y crece exponencialmente. En esta nueva realidad, las
inversiones más importantes de las organizaciones son
aquellas que se relacionan con su capital humano y con
los medios para acceder, procesar y generar información
y conocimiento. Su conclusión es enfática al señalar que
la sociedad del conocimiento se caracteriza también
por una «creatividad desbordante e innovadora».
Las economías más avanzadas se basan en la mayor
disponibilidad de conocimiento e información. No es
que en el binomio materias primas-conocimiento, el
factor limitante sea el último, sino que la relación entre
ellos ha cambiado sustancialmente. La evidencia más
tangible la constituye el surgimiento del sector de la
economía llamado de «Alta Tecnología» (Informática,
Electrónica, Biotecnología, Telecomunicaciones, entre
otros), donde el papel del conocimiento, como factor
limitante del desarrollo, es cada vez más determinante.
Esta tendencia permea el resto de los sectores
económicos e induce el fenómeno de la competencia
por diferenciación: no se trata de producir mucho y
barato, sino de crear productos nuevos y mejores; lo
cual también es resultado de una estructura de costo
atípica: es solo la primera unidad del bien fabricado la
que cuesta mucho producir.
Entre otras características, el conocimiento
contemporáneo presenta un crecimiento acelerado,
mayor complejidad, reducción del tiempo de
investigación-innovación-difusión y tendencia a la
rápida obsolescencia.
Sin embargo, la emergencia de la sociedad de la
información y el conocimiento ha generado una nueva
«brecha digital», que divide a la humanidad entre los
que tienen acceso a las TIC y los que no. Hoy, uno de
los principales desafíos es cómo ponerlas al servicio del
saber y de las competencias de los países en desarrollo
y de los excluidos y pobres del mundo. La mencionada
brecha es una de las formas en que se presenta en el
mundo la «brecha cognitiva». En los casos en que se
logra superar esta última, la digital —aunque depende
de factores materiales como conexión y equipamiento—
resulta más factible de reducir.
Dos de los grandes desafíos contemporáneos
y perspectivos que enfrenta la educación superior
en el mundo y en Cuba son la globalización (con
sus implicaciones económicas, sociales, políticas e
ideoculturales) y la emergencia de la sociedad de
la información y el conocimiento. El Instituto de
Información Científica y Tecnológica en La Habana
tiene una comprensión del problema en los términos
siguientes:
La tecnología sola no funciona, si no se hace gestión de
la información […] además hay dos columnas que la
sustentan que son la creación de nuevos conocimientos
(ciencia, innovación y cultura) y la educación […] hay
una tendencia a plantear que lo más importante es
la tecnología, otras tendencias establecen que lo más
importante es la educación, a mi manera de ver todo
funciona junto, la educación y la tecnología deben ir de
la mano.6
El papel de la ciencia, el capital humano
y el socialismo
La creación de conocimiento y su utilización
en los sistemas de la economía cada vez se acercan
más. El científico investiga pensando directamente
en la aplicación del conocimiento que crea, en la
producción o los servicios. La economía demanda
la creación de este y genera fenómenos del tipo:
«competencia por diferenciación», el desplazamiento
del «factor limitante» y la determinación del costo
de un producto o servicio por la cantidad de
conocimiento que contiene, entre otros.
El conocimiento económicamente relevante no es
solo el estructurable (el sistematizado y establecido
como tal, conocido como «científico» o «académico»),
sino también el conocimiento tácito, la capacidad
de innovación y la motivación (más propio de las
culturas populares, de los saberes ancestrales), y por
eso es dependiente de la cultura en un sentido mucho
más general.
El socialismo debe crear un contexto de relaciones de
producción más capaz que el del capitalismo neoliberal
para responder a las necesidades del desarrollo del
capital humano, de circulación del conocimiento y
de participación e integración social que presupone
el tránsito hacia el nuevo paradigma económico. Para
que suceda así, es necesario el establecimiento de un
orden coherente de relaciones económicas en toda
su extensión con esta filosofía. Como afirma Agustín
Lage, «ello presupone la capacidad de utilización del
método científico por cada vez más personas. El método
científico se vuelve un componente de la formación de
cualquier profesional».7
La base de la fecundidad científica de un país radica
en la masa crítica demográfica de la cual disponga
(es decir, de la cantidad de sujetos en capacidad
para crear información económicamente relevante).
Conservar, elevar y hacer cada vez más competitiva
esa masa crítica implica formar usuarios para crear
conocimientos socialmente significativos y de los
profesionales que actúan como líderes al insertarse en
dicha comunidad. Estudios recientes evidencian que
a pesar de la baja penetración en Internet, la sociedad
cubana es una de las mejores preparadas para insertarse
en el mundo de la información y el conocimiento,
por su nivel educacional (según la ONU, Cuba tiene
una media de 10,2 años de escolarización y 16,2 años
de expectativa de escolarización; datos elevadísimos,
comparables con los países más desarrollados).8
Cuba es la expresión más cabal de esta afirmación:
el impresionante avance en las diferentes disciplinas
científicas no solo ha contribuido al desarrollo
económico nacional, sino también a situarla en
un lugar cimero en las investigaciones científicas
internacionales.
Economía socialista y ciencia en la educación
superior cubana
Tras las anteriores acotaciones resulta interesante
preguntarse qué retos tiene la economía socialista
en relación con la ciencia. Algunas aproximaciones
pudieran ser:
Alcanzar una adecuada articulación entre ciencia y
economía en el proyecto social cubano. Se trata de
convertir a la ciencia en una fuerza productiva directa,
lo cual es posible, sobre todo, en las condiciones
de la economía del conocimiento. Sin embargo, las
líneas y los nodos de esta articulación constituyen
en sí mismos desafíos para las ciencias sociales
en Cuba. Se aspira a que el flujo del conocimiento
transformador, «potencia espiritual de la producción»,
atraviese con celeridad de la realidad (necesidades
económicas y sociales), al pensamiento científico (la
actividad científica) y regrese a la actividad práctica
transformadora (como fuerza productiva directa).
Por ello el país llama a
continuar fomentando el desarrollo de investigaciones
sociales y humanísticas sobre los asuntos prioritarios
de la vida de la sociedad, así como perfeccionando los
métodos de introducción de sus resultados en la toma
de decisiones.9
El desarrollo sustentable a escala local. Uno de los retos
más importantes, no solo de la ciencia y la actividad
científica, sino también de todo el sistema socialista
cubano está en alcanzar la descentralización en la
producción como un requisito del incremento del poder
de gestión de las autoridades locales. Es en ese nivel
donde se pueden solucionar importantes problemas
de la práctica socialista cubana, pero ello no se logra
con orientaciones administrativas ni centralización
excesiva. Cuando se produzcan ciclos completos de
investigación-producción-comercialización en el nivel
territorial, se podrá entender el papel de la ciencia como
fuerza productiva directa y dinamizadora.10
Sociedad del conocimiento y la información. Educación superior en Cuba
77
El papel de la educación superior en la producción
científica. Aunque se ha estimado en algún momento
que la educación es la retaguardia del desarrollo
científico del país, en tanto permite el proceso necesario
de reproducción de la inteligencia de la sociedad;
a estas alturas del análisis pudiera considerarse también
punta de lanza del desarrollo científico. Si se asume
que la función educativa de la sociedad es desarrollar
todas las inteligencias, se entenderá que la educación
superior es un factor fundamental en ese propósito.
Constituye el factor de avance social más humano y
moral, y tiene su fin en la actividad científica como
instrumento de transformación. Elevar la calidad de la
educación es una contribución al desarrollo científico.
Constituye una inversión a largo plazo, pero la propia
ciencia tiene que acortarlos.
En correspondencia con ello la política científica y la
educacional tienen imbricaciones muy estrechas cuyo
establecimiento no debe ser dejado a la espontaneidad,
si se tiene en cuenta que los procesos sociales y
económicos en el socialismo, a diferencia de otras
sociedades, son conscientes. El socialismo —como
formación económica social nueva y cualitativamente
diferente al capitalismo— no surge, «se construye».
Retos de la educación superior en Cuba
La educación superior se distingue de la primaria y
secundaria no solo por la edad y nivel de los estudiantes,
sino también por la producción y valorización de
nuevos conocimientos en el ámbito cultural, social y
económico. La UNESCO recuerda que la pertinencia
de la educación superior significa tener en cuenta:
las políticas, el mundo laboral, los demás niveles del
sistema educativo, las culturas, la inclusión de todos
los grupos posibles, la educación a lo largo de la vida y
el renovado papel de los profesores y los estudiantes.11
Para ello la propia institución recomienda: «Las
instituciones de enseñanza superior tendrán que
mostrarse más flexibles para adaptarse a las necesidades
de la sociedad y preverlas.12
En un contexto donde el conocimiento presenta
ritmos rápidos de crecimiento y obsolescencia —para
2020 se duplicará cada 73 días, según predijo hace
veinte años el profesor James Appleberry, presidente
de la Asociación Estadounidense de Colleges y
Universidades estatales de los Estados Unidos—, queda
claro que la educación superior no puede mantener el
monopolio en la producción, reproducción, difusión e
intercambio del conocimiento. A ello debe sumársele
la doble función de servir a la sociedad y ser, a su vez,
sede del pensamiento crítico propio de las instituciones
universitarias.
78
Dayron Roque Lazo
Tan dramático cambio en el paradigma de producción,
socialización y reproducción de conocimientos pasa
por la ruta crítica del acceso y dominio de las TIC.
Al respecto, Cristiane Edna Camboim, pedagoga
universitaria brasileña apunta que:
Es preciso que se (re)piense el papel de la educación
superior frente a los avances tecnológicos de nuestra
sociedad. Formar para la «Universidad del Futuro»
requiere mucho más que el uso de tecnologías o el acceso
más democrático a la Universidad.13
Queda claro que la actitud de la educación superior
no puede ser la de contemplar pasivamente cómo se
produce el imparable desarrollo tecnológico, ni ofrecer
viejas respuestas para nuevas interrogantes: es necesario
redimensionar su papel. Algunas ideas esenciales sobre
cómo hacerlo son las siguientes:
Del modelo presencial al e-learnig. Ello no significa que
lo presencial desparezca, sino que cambia su relación
con lo virtual. Para Cuba constituye una forma de
ampliar el acceso sin realizar grandes inversiones
en infraestructura. Esta tendencia está relacionada
con el siempre latente desafío de la relación calidadmasividad: se puede atender más estudiantes siempre
y cuando no sea con los métodos tradicionales; se trata
de asumir una pedagogía que tome en cuenta este
desafío y le dé una respuesta adecuada, que no es la
pretendida panacea de las «universidades virtuales».
También tiene implicaciones para los profesores que
deberán incorporarse a un modelo de desarrollo donde
la interdisciplinariedad y la multiprofesionalización
constituirán el modo de asumir la creciente producción
de conocimientos.
Redimensionamiento del papel de las universidades
como productoras de conocimiento. Las universidades
en el siglo xxi no solo «trasmiten» conocimientos
establecidos como parte de la cultura acumulada, sino
se dedican a producirlos. También será imprescindible
analizar la índole de las distintas formas del saber y
distinguir los conocimientos descriptivos (hechos e
informaciones); los de procedimiento (que se refieren al
«cómo»); los explicativos (que responden a la pregunta
«¿por qué?») y los relativos al comportamiento.
Desplazamiento y cuestionamiento en el patrón de
enseñanza-aprendizaje de conocimientos. Esto significa
un sustancial cambio en la Didáctica como ciencia del
enseñar y el aprender. Surgen disímiles interrogantes,
desde la pedagogía crítica, que cuestionan el papel
de cada componente del proceso pedagógico y el
que desempeñan los profesores y los estudiantes. Es
preciso tener presente que la llamada «revolución
copernicana» en la pedagogía, consiste en desplazar
el acento de los procesos de enseñanza a los de
aprendizaje. El modelo de la enseñanza magistral está
superado. La memorización rígida de un conocimiento
La emergencia de la sociedad de la información y el conocimiento ha generado
una nueva «brecha digital», que divide a la humanidad entre los que tienen
acceso a las TIC y los que no. Hoy, uno de los principales desafíos es cómo
ponerlas al servicio del saber y de las competencias de los países en desarrollo
y de los excluidos y pobres del mundo.
previamente definido ya no es el elemento fundamental
del aprendizaje. De esa manera se genera un renovado
interés por las teorías o paradigmas pedagógicos de
la educación superior. No es concentrarse ahora en
los procesos de «trasmisión» del conocimiento en los
aprendizajes, es decir, en el educando, ni significa
desconocer o suprimir la importancia de la enseñanza
y, mucho menos, el papel del profesor —en realidad lo
que ocurre es que este deja de ser el centro principal
del proceso. Se trata también de crear las situaciones
de aprendizajes que permitan «re-crearlo» y dialogar
con la realidad. Hoy no se puede «trasmitir» todo el
conocimiento. No pocos investigadores consideran
que lo importante es sustituir el concepto de aprender
por el de «aprender a aprender», pues la mayor parte
de la información está en la Red y lo que realmente
se necesita es la habilidad para decidir qué queremos
buscar, cómo obtenerlo, procesarlo y utilizarlo.
Asunción del método científico como componente de
la cultura general de los egresados universitarios. El
método científico es una disciplina de pensamiento,
independientemente del objeto de estudio (sea de
las ciencias naturales o sociales). Como explica
acertadamente Agustín Lage, es una manera de pensar
porque usted identifica un problema, tiene la actitud
de buscar la información precedente (para eso están las
redes de computadoras y el acceso a una cada vez mayor
cantidad de información), formula una hipótesis de
cómo resolverlo, lleva adelante la idea y recolecta datos
empíricos para comprobar el grado de veracidad de la
hipótesis y recomienza el ciclo. Esa manera de pensar
se puede aplicar a cualquier rama de la vida económica
y social: para producir alimentos o medicamentos, para
organizar la prestación de servicios, para determinar
la pertinencia de un método de enseñanza, entre
otros.14
Ello implica también reconocer y asimilar las
herramientas de las TIC para la investigación científica,
por los enormes beneficios que aporta, los tiempos que
acorta, las facilidades de intercambio y socialización
que ofrece, entre otros; así como su integración a la
cadena de valor de la producción material.
Comprensión real del papel que puede desempeñar la
educación superior en la economía. Constituye una
demanda de la sociedad y las políticas en curso tal y
como se entienden cuando orientan
perfeccionar las condiciones organizativas, jurídicas
e institucionales que garanticen la combinación de
investigación científica e innovación tecnológica […]
que se revierta en un aporte a la sociedad y en estimular
la reproducción del ciclo. Extender estos conceptos a la
actividad científica de las universidades.15
Llevar adelante este mandato significa comprender
que en el proyecto social cubano la educación no
es una consecuencia distal del desarrollo, sino una
condicionante de la que resulta imposible prescindir;
pero que tiene que convertirse en un sector productivo
sin mercantilizar sus servicios. Implica que la educación
superior (y sus procesos sustantivos: formaciónsuperación, investigación y extensión) con toda su
red de producción de conocimientos transite de ser
un «ciencia impulsada» a ser «ciencia impulsora».
También se relaciona con el papel que pueden y deben
desempeñar los centros de ese nivel de enseñanza en
la creación de circuitos y ciclos cerrados o completos
de investigación-producción-comercialización. Esta
comprensión no significa reducir la finalidad de la
educación a la ciencia, pues el fenómeno educativo,
en su más amplia acepción, es espacio de crecimiento
espiritual y mejoramiento humano.
Modelo tecnológico basado en los postulados de la
web 2.0. En breve plazo, la educación superior en
Cuba enfrentará nuevos retos relacionados con las
características de los estudiantes que arriban a ella.
La llamada Generación Z (los «nativos digitales»)
está a punto de ingresar en ese nivel. Esta generación
no solo creció haciendo uso de las tecnologías y
sus lenguajes, 16 sino que también está ávida por
desempeñar un papel activo, creando y diseñando
recursos virtuales, y encontrándose en la web con sus
pares del mundo entero. En el caso de un país como
Cuba, esa generación —aún en medio del relativo
atraso tecnológico y la poca penetración en la red— se
irá acostumbrando a los aspectos esenciales de la web 2.0:
su carácter abierto y la interactividad, el aprendizaje
colaborativo, la multidireccionalidad y la libertad de
edición y difusión, así como la posibilidad de acceso
libre a conocimientos y comunidades virtuales, wikis y
blogs. Estas características la tornan como un espacio
que propicia una educación creadora. En la web 1.0
(modelo actual en las universidades cubanas), los
estudiantes pueden tener acceso al contenido creado
por otros. Sin embargo, en la 2.0, pueden diseñar su
Sociedad del conocimiento y la información. Educación superior en Cuba
79
propio contenido e interactuar con los demás. Como
reconoce Francisco López Segrera, los usuarios
(estudiantes, profesores, receptores de egresados,
entre otros) deberían poder diseñar sus ritmos de
aprendizaje, las competencias necesarias, esto es, las
maneras en que solucionarán las demandas sociales,
en un carácter abierto e interactivo donde predominan
las redes telemáticas, las comunidades virtuales, los
podcast, los wikis y los blogs.17 Nada de eso quiere decir
que vaya por sí sola a obrar milagros, como reconocen
David Lewis y otros:
Las aparentes fortalezas de la web 2.0 (por ejemplo:
facilidad en el uso; creación social de contenidos;
multiplicidad de formas de expresión) requiere
desarrollar un curso de acción que ponga énfasis en el
desarrollo y la colaboración de los estudiantes.18
Asimismo, implica una inversión en materia
tecnológica que eleve la penetración del país a
Internet, fortalezca la red interna y sus posibilidades
de navegación, entre otros.19 No obstante, no debe
esperarse a tener creadas las condiciones materiales
para ello: de tres indicadores que miden el desarrollo
tecnológico de un país (acceso, uso y habilidades),
los dos primeros tienen un condicionamiento
material, mientras el último lo tiene educacional y es
determinante una vez que aparecen los dos anteriores;
por lo que disponer de una masa académica-científica
(profesional) en condiciones de utilizar estas ventajas
es ir con un paso favorable hacia ese futuro.
En Cuba, las potencialidades en este campo son
enormes. Se han desarrollado casos de colaboración
entre especialistas (disgregados por todo el país, donde
hay más de un millón de graduados universitarios y otro
tanto de técnicos) —que no es exactamente descentrada
entre usuarios productores de conocimientos— como
el de la Enciclopedia Colaborativa Cubana (EcuRed),
en la filosofía de desplegar la creatividad y el talento
presente y el desarrollo de respuestas propias a
problemáticas nacionales.
Multiprofesionalización e interdisciplinaridad como
forma de asumir la creciente producción de conocimientos.
Una de las tendencias más probables del futuro en
materia de empleo será la necesidad de cambiar de
puesto laboral varias veces en la vida económica activa.
Como no es posible hacerlo cursando cada vez cada
uno de los nuevos oficios, se imponen procesos de
formación de capacidades y multiprofesionalización
para asumir tal reto. La apertura que Cuba ha hecho en
materia laboral al sector privado y cooperativo —aun
con sus incongruencias e imperfecciones en cuanto a
actividades autorizadas y/o formas de gestión— implica
una relectura de estos términos. La puesta en práctica
de la llamada generación de Planes de Estudio «D»,
con la flexibilidad que propone en la estructuración
80
Dayron Roque Lazo
y diseño de las carreras, debe contribuir a solucionar
esta demanda.20
Independencia y soberanía tecnológicas. Determinadas
por un escenario económico posible donde el bloqueo
norteamericano a Cuba e incluso una reanudación
de las relaciones económicas con los Estados Unidos,
y su incremento efectivo con los otros centros del
poder tecnológico impliquen realmente no depender
de sistemas operativos y aplicaciones informáticas
esenciales de producción foránea. Las amenazas
externas y las debilidades internas resaltan el papel
que pueden desempeñar proyectos de desarrollo
tecnológicos en crear capacidades propias.
Formación de personal calificado que en contacto
con el mundo y conviviendo con él no sea víctima
de la política de «robo de cerebros». Es un empeño
esencial, no solo para Cuba, sino para todos los países
subdesarrollados e incluso para algunos del Primer
mundo. Si bien la reacción del capitalismo al papel
creciente del conocimiento en la economía es el
intento de «privatización» principalmente a través de la
propiedad intelectual, las barreras regulatorias y el robo
de cerebros (brain drain), la posición del socialismo
no debe ser la de impedir el intercambio profesional.
Y no solo ese riesgo, la formación de profesionales en
Cuba debe continuar respondiendo al reto de la cultura
de la solidaridad que ha acompañado históricamente a
la nación cubana. La formación de «redes de docentes»
entre universidades del área latinoamericana —espacio
de inserción natural de Cuba— es una perspectiva que
además de evitar la política de brain drain contribuye
al mantenimiento y promoción de la diversidad
cultural. Ello supone elevados desafíos éticos, pues los
conocimientos revelan cómo se transforma el mundo,
pero el comportamiento ético manifiesta para qué se
transforma.21
Conservación de la cultura e identidad nacionales y
cultura de la resistencia. La educación superior no puede
renunciar a la preservación de lo mejor de la cultura e
identidad nacionales, pues constituyen la mejor defensa
ante la avalancha de las tendencias extranjerizantes que
las tecnologías propagan con tanta facilidad. La cultura
es un componente esencial de la economía: lo que nos
hace autóctonos en nuestras relaciones con el mundo
nos posibilita interactuar mejor con él.
A modo de conclusiones
El posible destino de las sociedades de esta centuria,
profundamente transformadas por el auge de las
tecnologías de la información y la comunicación, será el
de convertirse en sociedades del conocimiento porque
este podrá ser compartido.
Tal noción ofrece nuevas posibilidades al desarrollo
humano y sostenible ya que sintetiza —aunque
diferenciándolos al mismo tiempo— enfoques
tan variados como los que ofrecen las nociones de
«sociedad de la información», «economía basada en el
conocimiento», «sociedad del aprendizaje», «sociedad
del riesgo» o «educación para todos a lo largo de toda
la vida».
La educación superior tiene la misión no solo
de reproducir la cultura acumulada en forma de
conocimientos, sino de producirlos. No basta con
reducir la «brecha digital». Es necesario también reducir
la «brecha cognitiva», que es una verdadera «brecha de
los conocimientos», susceptible de ahondarse de forma
exponencial. La formación futura exige un alto nivel
de educación, donde la universidad desempeña un
papel esencial.
En tal contexto la educación superior, en especial la
cubana, tiene ingentes desafíos a los cuales debe darles
respuesta. Asumirlos desde la perspectiva del cambio
necesario ha de redundar en la posibilidad de insertar
exitosamente a Cuba en la sociedad del conocimiento
y la reinvención de su modelo socialista.
sobre Infoética en el Ciberespacio: Dimensiones éticas en las sociedades
de la información, Santo Domingo, 2006, p. 149, disponible en www.
redciberetica.org/documentos?func=startdown&id=%201.
7. Agustín Lage Dávila, «La economía del conocimiento y el
socialismo», Cuba Socialista, n. 30, La Habana, 2004. (Énfasis
mío. D.R.L.)
8. ONU, Human Development Index and Its Components, 2013,
disponible en data.un.org/DocumentData.aspx?id=324 (consultado
2/3/2013).
9. Lineamientos de la Política económica y social del Partido y la
Revolución, PCC-Editora Política, La Habana, 2011, p. 8. (El énfasis
es mío. D.R.L.)
10. Esta idea es aplicable lo mismo a las producciones de una
empresa agropecuaria, que a la de una biotecnológica, y a la de
conocimientos en una universidad. Varían —como es lógico— los
contextos, pero los principios se mantienen.
11. UNESCO, Hacia las sociedades del conocimiento, Ediciones
Unesco, París, 2005.
12. Ídem.
13. Cristiane Edna Camboin, «Analises contemporáneas da ead no
Brasil e perspectivas futuras», CD Memorias del VII Congreso de
Educación Superior Universidad 2010, MES, La Habana, 2010.
14. Agustín Lage, ob. cit.
15. Lineamientos…, ob. cit., p. 12. (Énfasis mío. D.R.L.)
Notas
1. La globalización, como proceso de interconexión de las naciones
y sus economías, tuvo un punto de partida importante en el año
1492 con la invasión europea a América encabezada por España.
El surgimiento y desarrollo del mercado mundial, el triunfo de
revoluciones burguesas en los centros del poder mundial en el siglo
xviii y el desarrollo del imperialismo a finales del siglo xix, dieron
auge al proceso globalizador. La globalización, en los marcos del
mundo bipolar —extinguido en 1989—, tomó un auge inimaginable
condicionado por el increíble avance científico-tecnológico que creó
la metáfora de la «aldea global» y el llamado triunfo del capitalismo
sobre el socialismo y el «fin de la historia».
2. En las actuales condiciones de desarrollo, brecha económica no
es sinónimo, necesariamente, de brecha digital. Hoy, por ejemplo,
el abaratamiento de dispositivos móviles e informáticos hace que
cada vez más personas tengan acceso a estos, aun cuando viven
en condiciones de pobreza material. Ello constituye otra de las
paradojas del mundo contemporáneo. De hecho más que «brecha
digital» se habla hoy de «brecha cognitiva», la verdadera forma que
toma la desigual distribución del acceso a la cultura.
3. Peter F. Drucker, The Age of Discontinuity: Guidelines to Our
Changing Society, Editorial Harper & Row, Nueva York, 1969; Nico
Stehr, Knowledge and Politics: The Sociology of Knowledge Dispute,
Routledge, Londres, 1990; Robin Masell, «Telecommunication
Network-Based Services: Policy Implications», ICCP-OCDE,
n. 18, París, 1989.
4. Manuel Castell, «Informations, réseaux, identitées», Les clés du
XXIe siécle, Fayard, París, 2002, pp. 50-62.
16. Esta relación de las tecnologías con el lenguaje cotidiano es
muy interesante. Por ejemplo, nuestros padres y también nosotros
aprendimos primero las palabras «célula» y «celular» como lo
relacionado con esa unidad viva y luego como referencia al teléfono
móvil. Las nuevas generaciones lo hacen a la inversa.
17. Francisco López Segrera, «Educación superior y sociedad del
conocimiento. Tendencias actuales», Temas, n. 57, La Habana,
enero-marzo de 2009, pp. 4-15.
18. David Lewis y Prudence Barker, «Using Wikis, Podcasts, and
Video Files to Enhance the Learning Experience», CD Memorias
del VII Congreso..., ob. cit.
19. En enero de 2013 se divulgó que ya estaba operativo el
cable de fibra óptica que enlaza Cuba y Venezuela, y aunque
«automáticamente no implica la multiplicación de las posibilidades
de acceso en todo el país», sí debe abrir el camino para el
mejoramiento de la red interna y la penetración en la red de
redes.
20. Pedro Hourrutiner Silva, La universidad cubana: el modelo de
formación, Editorial Félix Varela, La Habana, 2006.
21. La nueva ley migratoria cubana, en vigor desde enero de 2013,
abre un nuevo panorama: la posibilidad de que los profesionales
cubanos puedan viajar al extranjero y regresar debe ser asumida
en el sentido de crear condiciones para que lo hagan y aporten al
desarrollo nacional.
, 2013
5. Ídem.
6. Eduardo Orozco Silva y José Antonio Martín, «Principios de la
construcción de la sociedad del conocimiento en Cuba», Memorias
de la Primera Conferencia Regional Latinoamericana y del Caribe
Sociedad del conocimiento y la información. Educación superior en Cuba
81
La regulación
de la prensa en Cuba:
referentes morales
y deontológicos
Julio García Luis
Periodista (1942-2012).
L
os medios de comunicación pública existentes
hoy en Cuba son, en lo más cercano, resultado
del proceso histórico de la Revolución cubana,
de su creación y sus luchas a partir de enero de
1959, y en lo perspectivo, continuidad de la tradición
política y cultural de avanzada del país desde finales
del siglo xviii.
Antes de la Revolución, la sociedad neocolonial
profundamente dominada por los Estados Unidos y
sus patrones ideológicos y culturales había alcanzado
un nivel relativamente alto —para el entorno
latinoamericano de la época y las proporciones del
país— en cuanto al desarrollo de los medios de
comunicación masiva (MCM). Ello se expresaba
cuantitativamente, en los años 50, en unos 15 diarios
nacionales y otros entre 10 y 12 provinciales o locales,
6 emisoras de radio que reclamaban un alcance
nacional y otras 146 locales, 5 canales de televisión en La
Habana y uno local en Camagüey. Existían 3 noticiarios
de cine. Se editaban más de 400 publicaciones, algunas
de singular relieve, como la revista semanal Bohemia,
que circulaba incluso fuera de la Isla.1
Salvo excepciones, matizadas por espacios,
momentos y personalidades, el conjunto de la prensa
respondía a un modelo oligárquico que había asimilado
con rapidez el carácter mercantil de los MCM
Este texto forma parte de la tesis de doctorado del profesor
Julio García Luis, defendida en el año 2004 en la Facultad de
Comunicación de la Universidad de La Habana. Fallecido
recientemente, García Luis no solo dejó una obra periodística
notable, sino ensayos esenciales sobre nuestro modelo de prensa,
aún inéditos, como este que Temas rescata para sus lectores.
82
n. 74:
Julio García
Luis82-90, abril-junio de 2013
estadounidenses. De ello resultaba una estructura
aparentemente grande para la población cubana de
la época —unos seis millones de personas—, pero
concentrada en La Habana y otras plazas urbanas en
las que residían capas sociales con poder adquisitivo,
y casi nulo alcance en vastas áreas rurales, pueblos y
bateyes donde vivían familias de bajos ingresos, con
altos índices de analfabetismo y desempleo, marginadas
del consumo.2
La prensa cubana de los 50 reflejaba con variados
tonos el desempeño de los partidos políticos al uso, y
el debate que los animaba, al tiempo que era funcional
en su conjunto al sistema de dominio imperialista
prevaleciente. Solo se excluían de esta regla escasos
medios populares y de izquierda, que aparecieron
en condiciones precarias en las etapas en que la
institucionalidad del país lo permitió. La corrupción
y la devaluación moral de la profesión se habían
extendido de modo alarmante.
Con la excepción de algunos periodistas, secciones
y publicaciones, la prensa en la Isla fue también servil
a regímenes tiránicos como el de Fulgencio Batista
(1952-1958), quien se aseguró el control de los MCM
mediante la triple combinación de represión, censura
oficial y soborno.
Contrastaba este denominador común con la
presencia, a lo largo de la historia, de una tradición
de notables figuras del pensamiento y del periodismo,
polemistas y críticos brillantes que marcaron pautas
intelectuales y éticas.
En la etapa insurreccional, la Revolución tuvo que
desarrollar sus propios medios de comunicación, por las
vías de la prensa y la radio clandestinas y guerrilleras. A
partir de enero de 1959, tras la huida de personeros de
la tiranía dueños de órganos periodísticos, pudo contar
con sus primeros MCM legales y públicos.
Al calor de las medidas iniciales de justicia y
beneficio popular, comenzó la escalada de acciones
propagandísticas, políticas, diplomáticas, económicas
y muy pronto violentas por parte del gobierno
de los Estados Unidos. Esta impulsó a su vez el
enfrentamiento interno de los medios tradicionales
que habían continuado funcionando en el país, al
servicio de la oligarquía, los sectores privilegiados
y los intereses estadounidenses. Una intensa lucha
ideológica se estableció a nivel social y mediático, y
entre los propios trabajadores y los dueños de esas
empresas. Los ingresos provenientes de la publicidad,
por otro lado, se contrajeron rápidamente.3
En el fragor de las contradicciones, los cambios
revolucionarios se aceleraron y radicalizaron; muchos
propietarios de MCM los abandonaron, creyendo
contribuir así a la crisis y la segura derrota que preveían
para la Revolución. Otros lo hicieron por temor o por
considerar irreversible el proceso. De este modo, en
un período muy corto, ese sector de la prensa y otros
medios de comunicación se convirtieron en propiedad
social.
Solo un número reducido de medios y empresas
fueron intencionalmente nacionalizados, en parte por
el reclamo de los trabajadores y ante la circunstancia de
que ya su estatus no correspondía al rumbo socialista
adoptado por la Revolución.
Esta etapa y los años que le siguieron hasta mediados
de los 60 constituyen un período extraordinariamente
rico en experiencias. Resultaría útil profundizar en su
investigación. Es cierto que en ellos se manifestaron
dentro de la prensa algunos fenómenos negativos:
oportunismo, ambiciones de poder y sectarismo.4 Sin
embargo, tampoco hay duda de la riqueza testimonial y
épica del periodismo ejercido entonces —tanto escrito
como fotográfico, radial, televisivo y cinematográfico—,
de la iniciativa y creatividad desplegadas, y de la altura
política, profesional y ética alcanzada por algunas
publicaciones. Cuál fue la concurrencia de formas de
regulación, dirección, y contextos políticos e históricos
que propiciaron ese periodismo ya socialista, pero en
nada parecido al modelo burocrático soviético,5 es una
pregunta que convendría esclarecer.
Paradojas de la institucionalización
En octubre de 1965 se adoptaron medidas para
unificar y reorganizar la prensa, como parte de pasos
trascendentales en la dirección política del país. Las
estructuras del Partido Comunista de Cuba (PCC)
fueron fortalecidas y profesionalizadas. Más tarde, en
1973, fue restructurado el aparato de su Comité Central
y se definieron con mayor precisión los métodos de
dirección que este debía aplicar.6
En diciembre de 1975, el primer Congreso del PCC
aprobó una Tesis y Resolución sobre los medios de
difusión masiva que asimiló, junto con experiencias
cubanas, algunos aspectos típicos de la teoría y la
práctica soviéticas.
Ya para esa fecha, la prensa en la Isla había
comenzado a emitir señales de inquietud. El tercer
Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC),
en 1973, debatió asuntos preocupantes. Armando
Hart definió allí políticas razonadas de largo alcance
que, como luego se repetiría en otros episodios, no
hallarían el modo de concretarse plenamente en sus
puntos medulares.
La primera mitad de los años 70 ha sido denominada
el Quinquenio gris para la cultura cubana. Sería útil
investigar cómo influyó sobre la prensa nacional la
tendencia a imitar a la URSS. Es posible que tal estudio
confirme que en los MCM, como parte de la cultura,
hubo también procesos de reflujo, estancamiento y
La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos
83
retroceso. Pero ellos, más que de una influencia directa
del modelo de prensa soviético,7 pudieron haberse
derivado indirectamente de la similitud de políticas,
estructuras y formas de gestión social adoptadas.
El 4 de marzo de 1976, una orientación del
Buró Político del PCC subrayó la autoridad social
de la prensa y precisó que la responsabilidad por
la política editorial de cada órgano corresponde
de manera personal e intransferible a su director.
A finales de esa década, ante las disfunciones del
sistema de dirección económica y otros problemas
coyunturales adversos, se abrió un ciclo en el que
distintos documentos, acuerdos, resoluciones y
eventos recabaron desde la esfera política una acción
más eficaz y activa de los medios de prensa. Por
ejemplo, el 28 de noviembre de 1979, el IX Pleno del
Comité Central del Partido aprobó una resolución
acerca del fortalecimiento de la crítica en ellos.
En marzo del siguiente año, el IV Congreso de la
UPEC trató nuevamente acerca de la necesidad de
desterrar el estilo apologético y fortalecer, en cambio,
el análisis y la crítica. En el discurso de clausura,
pronunciado en nombre de la Dirección del Partido,
Raúl Castro reafirmó esta línea y le dio un fuerte
respaldo. En 1984, una vez más, el Buró Político emitió
nuevas orientaciones con el objetivo de fortalecer la
gestión de la prensa y su acceso a la información.
La hora estelar pareció llegar, al fin, con el Proceso
de Rectificación de 1986. Las experiencias amargas que
conmocionaron el país en el período precedente habían
puesto de manifiesto la pasividad e incapacidad de la
prensa para defender la sociedad ante deformaciones
y fenómenos negativos. Se iniciaron así nuevas
búsquedas y tanteos.8
El VI Pleno de la UPEC, el 26 de mayo de 1986, puso
con vigor sobre el tapete el insuficiente desempeño de
la prensa y desbrozó el camino hacia el V Congreso
de esa organización, efectuado poco después, el cual
por su amplitud y profundidad pareció fijar un hito sin
regreso a la situación anterior.9
El 12 de junio de 1987, un acuerdo del Buró
Político respaldó las decisiones del mencionado
Congreso y convocó a todas las fuerzas de la sociedad
a apoyar la política trazada. El documento destacó:
«La esencia de esta política consiste en que los
directores son los que deciden qué se publica o no, y
si es preciso consultar o no la publicación de algún
material, a partir del criterio de que, como regla, se
debe publicar, y como excepción, consultar».10 Esta
línea sería nuevamente refrendada con un amplio
debate en el II Pleno del Comité Central, celebrado en
julio de ese mismo año.11
Sin embargo, la perestroika soviética y su signo
destructivo, y casi de inmediato el colapso de las
«democracias populares» y de la URSS, generaron
84
Julio García Luis
aprensiones y realidades —un período de nuevas
amenazas, crisis económica, crisis material de los
propios MCM, y prioridad absoluta a la resistencia
y supervivencia— que condujeron muy pronto a
postergar las propuestas de cambio en la prensa.
El IV Congreso del Partido, en octubre de 1991,
concluyó con una invocación seca al cumplimiento
de los deberes instrumentales de la prensa «en las
excepcionales circunstancias del Período especial».12
En los trece años transcurridos hasta 2004, de
intensas dificultades de todo tipo, no se volvió a intentar
el debate público de cómo debe cumplir la prensa de la
Revolución sus responsabilidades sociales.
Sumamente golpeados en el orden material por
la crisis económica de los 90, los MCM cubanos han
experimentado en los últimos años un paulatino
avance en la recuperación de sus infraestructuras,
condiciones tecnológicas y laborales, lo que se expresa
en la existencia [en 2004] de 2 diarios nacionales,
3 semanarios nacionales, 15 provinciales, 2 agencias de
noticias, 397 revistas, 6 emisoras de radio nacionales,
una internacional, 18 provinciales, 52 municipales y
locales; 104 estudios de radio municipales; 4 canales de
televisión nacionales y uno internacional, 15 telecentros
territoriales; y 243 sitios en Internet pertenecientes a
órganos de prensa y otras publicaciones.13
Esta visión apretada y por fuerza esquemática del
camino recorrido por los MCM en Cuba en los últimos
cuarenta y cinco años no puede tener, desde luego,
intenciones valorativas o conclusivas. Sin embargo,
es posible destacar la aparente paradoja de que, a
contrapelo de la voluntad expresa y reiterada de la
dirección del país, el proceso de institucionalización y
fortalecimiento político de la Revolución durante casi
cuatro décadas no logró incorporar, como parte de él,
una nueva funcionalidad de los medios.
Regulación externa y autorregulación
En la problemática descrita reviste especial importancia
la correspondencia entre las presiones y amenazas
exteriores que sufre Cuba y el predominio de métodos
de regulación externa sobre la autorregulación en el
funcionamiento de la prensa. Se trata de una opinión
generalizada entre casi trescientos profesionales
de todo el país, procedentes de diferentes órganos
periodísticos, quienes respondieron una encuesta
anónima, y de diversos expertos consultados (los
criterios que aparecen en lo adelante entre comillas
pertenecen a ese cuerpo de valoraciones).14
La presente investigación parece confirmar la
influencia decisiva que ejercen sobre todas las áreas
de la sociedad cubana, y en particular, sobre el perfil
y funcionamiento de los órganos de prensa, las
condiciones de guerra virtual a que el gobierno de los
Estados Unidos somete a Cuba —desde hace décadas—
en los campos económico, político, diplomático,
psicológico y propagandístico, así como la amenaza
de agresión armada. Al respecto, los interpelados
aseveran:
«Los Estados Unidos aplican leyes concebidas para
tiempo de guerra […] con un fuerte componente de
subversión ideológica y propagandística. Esto hace que
el país esté en cierto sentido a la defensiva. La prensa
participa de esta actitud. No puede manifestarse en toda
su amplitud. Existen, por ejemplo, condenas de prisión y
multas para quien negocie con Cuba. Muchas personas
que comercian o invierten en ella piden discreción. Si se
publica algo puede frustrarse un negocio. Todo esto la
prensa tiene que tomarlo en cuenta».
«La psicología de país sitiado y en constante peligro,
crea el temor de que cualquier cosa que digamos se
malinterprete o sirva a esa agresión. Claro está que el
peligro y el acoso son reales. Claro que tiene que haber
discreción y secreto. Pero no pocas veces esa necesidad
se hiperboliza y magnifica. Y esto trae dos fenómenos: la
mencionada psicología de plaza sitiada y el oportunismo
que se aprovecha para ocultar miserias y problemas, para
manipular».
«Las condiciones de país en guerra han condicionado
una mentalidad de administrar la prensa de modo
constante. El fenómeno de la glasnost hizo mucho daño.
Surgió el temor de que aquí la prensa también se prestara
a desmantelar ideológicamente la sociedad. Muchos
han utilizado esto oportunistamente en función de sus
intereses o sus concepciones».
«La prensa calla, ha dicho Martí, cuando el enemigo
está delante. No creo que esto tenga discusión. Lo que
ocurre es que se han mezclado diversos conceptos
ideológicos […] a eso que llamamos burocracia le ha
gustado la tarea de administrar sin el papel fiscalizador
de la prensa y, por tanto, nunca ha llegado un tiempo
favorable para que la prensa socialista ejerza el papel
que le asignaron los clásicos. Desde luego, una prensa
muda, inoperante, acrítica, favorece más al enemigo que
a nuestras posiciones».
«La peculiar situación de Cuba, como país cercado y
agredido desde hace más de cuarenta y cinco años,
y las nociones imperantes acerca del socialismo, han
impregnado al país de varias características, una de ellas
es la centralización política que coloca a la prensa en
una situación de dependencia directa y cotidiana de las
estructuras de poder partidista y gubernamental».
«El excesivo control externo lastra nuestra prensa de
modo que ha actuado limitada por un tutelaje, cuyo
resultado ha sido la simplificación y reducción de sus
contenidos. En los últimos tiempos el control ha derivado,
incluso, en una sustitución del papel de los periódicos
y los periodistas. Los contenidos más importantes son
elaborados fuera del medio, con técnicas no periodísticas.
Ese es el caso de las notas oficiales».
Balance de lo externo y lo interno
El estudio parece hallar consenso en cuanto a que el
principal potencial para el mejoramiento de la prensa
cubana y la solución de sus problemas está en «una
adecuada correlación» entre la regulación externa
—que debiera ser «mínima y razonada», según algunos
criterios, y «que determine su autoridad y su capacidad
de acción», según otros— y la autorregulación, a la cual
se le atribuyen las mayores posibilidades para lograr
calidad y eficacia en los mensajes, sobre todo si se
caracteriza por la participación conjunta de directivos
y periodistas en la ejecución responsable del perfil
informativo de cada medio.
Se reconoce que «tanto los factores externos como
los internos tienen gran importancia», y que ellos,
en las condiciones de Cuba y de la propiedad social,
«deben complementarse y formar un todo coherente».
Se plantea, como base de esto, que «el sistema político,
económico y social de cada país determina la naturaleza
y fines de la regulación».
Sobre la regulación vigente, los participantes en el
sondeo opinaron:
«Debe tener carácter ideológico, trazar líneas y valores.
Muchas veces se excede en lo práctico, lo concreto, en
cuanto al mensaje mismo». // «Se presupone el equilibrio
entre lo externo y lo interno, pero predomina lo externo».
// «Los temas prioritarios tienen una directiva vertical.
No hay confianza en los directivos y los periodistas».
// «El exceso de regulación adormece el pensamiento
y la capacidad de análisis. Es como si le hubieran dado
al periodista un anestésico». // «La política informativa
debiera permitir que las directrices de arriba se concreten
de modo creativo en los órganos de prensa». // «Las
regulaciones, mecanismos internos y estructuras no
solo limitan la expresión de la prensa y su reflejo de la
realidad, sino que estatizan concepciones de los años
60 y los 70, cuando Pravda era el paradigma». // «En
la actualidad casi no tiene peso la autorregulación. Ha
disminuido de manera progresiva, de modo que hoy
predomina lo que llamamos autocensura. Y esta existe
porque, evidentemente, hay censura».
En contraste con este diagnóstico, la autorregulación
es concebida como ejercicio de la responsabilidad
social, compromiso político y moral, y expresión
de la madurez y profesionalidad de los cuadros y
periodistas. Entre los criterios recogidos se encuentran
los siguientes:
«Los mecanismos internos son los más lógicos y
productivos para la función reguladora». // «El periodista
debe participar en el diseño y control de la política
reguladora». // «La autorregulación es más eficaz
porque se basa en que los actores entiendan y actúen
conscientemente». // «Lo ideal es que el peso fundamental
corresponda a la autorregulación, al compromiso social,
a la ideología profesional de los periodistas, y estén
articulados de manera tal con los intereses sociales que
permita la regulación del órgano de prensa». // «La más
La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos
85
El principal potencial para el mejoramiento de la prensa cubana y la solución de
sus problemas está en una adecuada correlación entre la regulación externa y la
autorregulación, a la cual se le atribuyen las mayores posibilidades para lograr
calidad y eficacia en los mensajes, con la participación conjunta de directivos
y periodistas en la ejecución responsable del perfil de cada medio.
importante regulación es la endógena, lo cual no excluye
las otras formas». // «La regulación interna, mediante
equipos de cuadros capaces profesional y políticamente,
es la fórmula apropiada, porque se le garantiza a la
prensa su espacio imprescindible en la sociedad como
instrumento de socialización y dirección consciente».
// «Hay que librar esta batalla en lo interno, aunque
choquemos con lo externo». // «Debe haber regulaciones
externas e internas que se complementen. Por ejemplo,
normas jurídicas que fijen límites a la prensa y a la vez
la protejan al establecer derechos y prerrogativas tanto
de los medios como de los periodistas. Sin embargo, los
reguladores internos son los que deben guiar la acción
cotidiana. Pienso en normas éticas, principios filosóficos,
opciones políticas y cultura profesional».
La idea del condicionamiento recíproco y la mutua
influencia entre lo externo y lo interno se aprecia en
este juicio:
«La autorregulación es fundamental. Ella es efectiva
en la medida en que los cuadros de la prensa, de
manera inteligente, favorezcan la creatividad, la
iniciativa y la agresividad profesional del periodista. Si
esa autorregulación existiera como debe, y cumpliera
su papel, la regulación externa actuaría en otro
escenario».
Un especialista consultado se refirió a esta
interrelación al formular los elementos que, a su juicio,
debieran conformar un sistema ideal de regulación.
Por su interés y algunos matices polémicos lo cito in
extenso:
«Primero, se trata de un incentivo para avanzar, no
de un objetivo por alcanzar. El propio ideal cambia,
se modifica, en ese proceso. A largo plazo yo veo seis
grandes aspiraciones:
• «Tener un sistema de retroalimentación de la
población mucho más eficiente, rápido y completo.
Sabemos muy poco […] Un sistema de investigación
de la comunicación no puede estar subordinado al
que puede ser criticado.
• «Dar más espacio al soberano, al pueblo, de modo
directo. Él debe estar más presente y ser menos
editado. Los medios deben ser capaces de mostrar lo
que la gente piensa y siente.
• «Conceder al colectivo de comunicadores mayor papel
en el desarrollo del perfil propio de cada órgano.
• «La organización profesional (UPEC) debe cumplir
una función más activa —no solo en la superación—
en el trabajo del propio medio.
• «Disponer de un Ministerio de Información y de una
Ley de Prensa.
• «El Partido asumirá la dirección inteligente del
proceso».
86
Julio García Luis
La pertinencia de una Ley de Prensa que, a la vez,
sustente el funcionamiento de un ente estatal de la
comunicación y permita al Partido no implicarse
con todos los aspectos de esta, y limitarse a su
papel de orientador político, tuvo, sin embargo,
opiniones divididas entre los ejecutivos y especialistas
entrevistados. Algunos opinaron que tal ley «quizás
traiga más problemas que los que pueda resolver».
Otros dijeron que es innecesaria, dado el carácter
no antagónico y los intereses coincidentes de la
prensa, el Partido, el Estado y la sociedad. En tanto,
unos plantearon que todo dependería del contenido
concreto de esa legislación, y les pareció correcta la
idea de establecer una separación entre las funciones
políticas y los asuntos organizativos y administrativos
de los medios.
Papel de los cuadros
En este punto surgió el tema de quién y cómo dirige
los MCM. Algunas de las consideraciones obtenidas
colocan en un lugar central de los problemas de la
prensa cubana la idoneidad de los cuadros de dirección.
Es el aspecto interno que generó las reflexiones más
críticas:
«Se puede hacer otro tipo de periodismo. Mi experiencia
me permite asegurar que el problema de nuestra
prensa está en los cuadros. Eso ha condicionado también
la formación de los periodistas». // «El Partido ha trazado
sus líneas, son amplias, nos dan un ancho margen de
movimiento, y a veces lo que tenemos es gente sin audacia
en los cargos de dirección. Si el jefe no es audaz, pocos
soldados lo serán». // «Una vez le preguntaron a Fidel
cómo había podido ganar la guerra en veinticinco meses
y respondió: porque Batista no fue nunca al campo de
batalla. De la misma forma nos pudiéramos preguntar:
¿a qué se debe que la prensa sea mala? Y podríamos
responder: a que los que la dirigen no están en el campo
de batalla».
Potencialidades de la propiedad social
Uno de los aspectos donde con mayor fuerza
se refleja el consenso de periodistas, ejecutivos y
especialistas es el de la potencialidad de la propiedad
de tipo social sobre los medios de prensa, en tanto que
premisa básica para ejercer un periodismo no sujeto
a intereses mercantiles o particulares, y que pueda, en
consecuencia, realizar una labor de auténtico servicio
social. Uno de los expertos entrevistados definió así las
ventajas que, a su juicio, tiene dicha propiedad social:
«Es la base para la verdad y el ejercicio de la ética en la
prensa; no brinda espacio para un enfoque mercantilista;
permite el uso más adecuado de los recursos; favorece el
establecimiento de los distintos perfiles de los medios;
contribuye a coordinar todos los factores que aseguran
que la prensa informe, oriente y eduque».
Los criterios recogidos destacan, además, que la
propiedad social no debe ser identificada —como lo
hace el discurso adverso a Cuba— con una estatalización
de la prensa, sino, principalmente, como el derecho de
toda la sociedad organizada a tener MCM, los cuales
debieran ser una fuerza de signo político vinculada con
la movilización de la opinión pública, con la expresión
de los intereses y puntos de vista de distintos sectores
y, en el caso cubano, constituir un factor equifinalizado
con los objetivos estatales, pero capaz de cumplir sus
funciones de socialización, orientación, educación,
contrapartida y crítica a la gestión administrativa.
La propiedad de los medios de comunicación masiva
es una cosa. Su gestión profesional es otra. La dirección
política del Partido traza y coordina la orientación
general. La existencia de cuadros y colectivos de
periodistas, capaces en su conjunto de autorregularse
sobre la base de valores, es lo que permitiría articular
las ventajas de la propiedad social y la labor concreta
de la prensa.
No obstante, esta aspiración no se alcanza fácilmente.
Dos profesionales consultados señalaron:
«Considero razonable que los medios representen a
distintos sectores de la sociedad y que lo hagan realmente.
Pero eso se desvirtúa. Las prioridades y orientaciones
externas que se aplican, inducen a que todos ellos cubran
lo mismo de igual forma. Se han perdido los límites. Sin
autoridad y autonomía no se puede conformar el perfil de
cada medio». // «Si contáramos con medios que no fueran
exactamente «órganos oficiales», que respondieran a la
Revolución, pero no tuvieran que cuidarse tanto de lo
que digan, la prensa fuera distinta».
El modelo cubano actual
Es interesante, a partir de lo analizado, superponer
en forma comparativa las determinaciones distintivas
de las interrelaciones que se dan en un modelo
dialéctico de los vínculos entre el sistema social, el
sistema político y los medios, y sus expresiones en
el caso cubano. De este ejercicio se derivan algunas
conclusiones:
• El sistema hegemónico global único, de carácter
económico, político, militar, cultural y mediático
influye sobre Cuba a través de políticas hostiles,
amenazas militares, inequidad económica,
penetración e intercambio culturales, asimetrías y
•
•
•
•
•
•
•
agresiones mediáticas, pero no sobredetermina el
sistema social cubano, que ha logrado mantenerse
y continuar avanzando en condiciones sumamente
adversas, apoyado, sobre todo, en los valores
políticos, ideológicos y morales de la Revolución.
La influencia creciente del denominado proceso de
globalización, imposible de ignorar, obliga también
a Cuba a asumir un marco de referencia global
para los análisis estratégicos, pero manteniendo
un proyecto nacional autónomo de independencia,
soberanía, identidad política y cultural, desarrollo y
justicia social que no se somete a los dictados de la
globalización neoliberal y hegemónica con centro
en los Estados Unidos.
La superestructura de la sociedad cubana, en
términos de ideología, instituciones, organización,
conciencia política y moral, cumple un papel activo
y decisivo en la reproducción material y simbólica
de la sociedad y en la transformación de esta, incluso
por encima de lo que aparentemente permitirían las
realidades materiales del país.
Los aparatos de comunicación pública cubanos
están determinados por la estructura sociopolítica
y económica prevaleciente, y forman parte en lo
específico del sistema político de la sociedad, con el
cual sostienen una relación de dependencia.
Los medios de comunicación pública actúan e
intercambian con el entorno, contribuyen en alguna
medida —variable según el caso— a la regulación de
otros sistemas de la sociedad, aunque apreciamos
como regla una asimetría desfavorable a la capacidad
de influencia de la prensa sobre el contexto social.
Ciertos matices instrumentales en la función de los
medios y el predominio de la regulación externa,
derivado de las presiones y peligros que encara el
país, se reflejan en las determinaciones internas de
la prensa en cuanto a estructuras, atribuciones de
poder, rutinas productivas, culturas profesionales y
modelos de valor.
La comunicación pública en Cuba es directamente
funcional a la ideología hegemónica y al sistema
político.
Conciencia moral significa nuclear la ideología,
el sistema político y el social, contribuye a regular
todo el cuerpo de la sociedad y está presente tanto
en los factores de regulación externa como en los
de autorregulación de los medios cubanos, que se
caracterizan por un elevado contenido axiológico,
especialmente en el campo de los valores políticos.
La proyección de un ideal
Los instrumentos aplicados en la investigación
descrita arrojan elementos de índole cualitativa que he
tratado de interpretar y vertebrar a fin de conformar
La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos
87
una imagen lo más coherente posible acerca de cuál
pudiera ser el ideal realizable de un sistema de
regulación de los MCM en las condiciones concretas
de Cuba, que contribuya a resolver o atenuar las
limitaciones diagnosticadas, promueva el despliegue
aún más amplio del potencial creativo, moral y político
de los periodistas, y sirva, sobre todo, para reafirmar
y defender con mayor eficacia los valores del sistema
social cubano.
Una primera idea ha sobresalido en este proceso
de integración de sentidos. A diferencia del papel
hegemónico de signo casi absoluto que adquieren en
la actualidad los medios de comunicación pública,
al menos en un grupo de países,15 en la Isla dicha
comunicación abarca un universo de vías, formas
y posibilidades muy variadas, que no se reduce a la
prensa. Esto caracteriza un escenario en el que los
medios no son actores únicos ni pueden atribuirse
un papel alienador, enajenante o cosificador de los
sujetos sociales. Ellos actúan de manera paralela a
otras modalidades de comunicación y diálogo social
directo entre las instancias de poder y la masa, de
carácter participativo, y la propia prensa, en especial
la local, refleja con bastante sistematicidad ese estilo
de participación.
No hablo de conquistar la democracia para los
medios, sino de cómo lograr que estos respondan mejor
a las necesidades de comunicación democrática que
practica la sociedad.
El primer ideal que parece configurarse —sobre él
hubo consenso en este estudio— es el de lograr una
mayor coherencia entre el funcionamiento de la prensa
y las distintas formas de comunicación y participación
ciudadana en el conocimiento, debate y decisión de
los asuntos de interés público, como corresponde a
la experiencia y tradición de la sociedad socialista.
Tener una prensa que dialogue con el pueblo, no que
trasmita al pueblo. Que se prealimente y no se limite
a retroalimentarse como hace, con fines totalmente
instrumentales, la prensa burguesa. Una prensa bajo el
control popular pero con una elevada autorregulación
a partir de principios éticos, filosóficos, políticos y
profesionales compartidos y pertinentes al proyecto
histórico del socialismo.
Los periodistas, ejecutivos y especialistas consultados
han hecho descansar su proyección de ideales, ante todo,
en el sentido participativo que debiera caracterizar el
funcionamiento y la autorregulación de los medios.
A ello se refiere, por ejemplo, este comentario:
«Se impone la necesidad [de que el periodista sea]
un constructor de la política, un hacedor [...] Lo que
acabamos de decir es, precisamente, el modo de conciliar
la autorregulación con la dirección del Partido: mediante
la participación del periodista, tanto en la construcción de la
política como en su análisis y balance sistemáticos».
88
Julio García Luis
Otra dimensión que se advierte en esta proyección
de ideales es el sentido holístico que la preside: no
puede ser una aspiración o un cometido exclusivo
de los medios, los periodistas o los directivos de la
prensa, sino un propósito de toda la sociedad, que
implica reflexiones y acciones tanto en la prensa como
en las fuentes de información, en el Partido, en todas
las instituciones de la sociedad y, especialmente, en los
paradigmas culturales de los receptores, es decir, en
las expectativas hacia los medios por parte de un pueblo
más culto y preparado en todos los sentidos.
Una perspectiva ya mencionada, que implica a mi
juicio madurez e integralidad en el enfoque, es la de
revisar el estado y posible completamiento del marco
regulatorio externo, como premisa para lograr el
contexto en el cual la autorregulación pudiera tener
un espacio más amplio, natural y eficaz donde expresar
sus fortalezas. Cuba, por razones históricas, posee un
limitado desarrollo de los marcos legales referidos al
trabajo de la prensa, que se reducen a un enunciado
constitucional y a algunas tipicidades contenidas en la
legislación penal; la ausencia de legislación positiva es
total. Ese espacio lo ocupa la política, su cultura y sus
orientaciones escritas y no escritas. Cualesquiera sean
los criterios sobre la conveniencia de una Ley de Prensa
o sobre la eventual creación de una entidad estatal a
cargo de las tareas organizativas y administrativas de
los medios —o de una parte de ellos—, parece útil
mantener abierta la reflexión al respecto.
El papel que deberá desempeñar en el futuro la
UPEC figura también en la composición del ideal de
regulación que recoge este estudio. Esta organización
social y profesional no se limitaría a serlo, sino que
asumiría la función de articulador interno —a la vez
que escuela de valores, de cultura, de tradición del
sector. Como expresó un colega, tendría que actuar de
manera más activa, no ya solo en la superación de los
periodistas, sino en el funcionamiento de los propios
medios.
Una pregunta abierta incluida en la encuesta a los
periodistas, les permitió proyectar su visión sobre qué
hacer para perfeccionar la regulación de la prensa. De
207 encuestados, 109 (52,6%) aprecian que las vías para
una regulación más eficaz debieran ser internas; para 50
(24,1%), los factores fundamentales son externos a ella;
48 (23,1%) opinaron que se trata de una combinación
de ambos factores. Hubo 86 personas (29,3%) que
no respondieron, lo cual es significativo y pudiera
atribuirse a causas que van desde la pereza hasta una
posible percepción de inutilidad.
Más importante aún que esta perspectiva es la
identificación, hecha por los encuestados, de los
elementos que se deben promover. Los seis que
ocuparon la máxima prioridad fueron, en este orden:
• La formación profesional y político-ideológica,
responsabilidad y compromiso social del periodista.
• Combinar la dirección política del Partido y el papel
de los cuadros y periodistas, con buena comunicación
y confianza entre ellos, y menos dominio de las
administraciones sobre la información.
• Propiciar apertura, tratamiento más amplio de temas,
autoridad de las direcciones y periodistas, menos
regulaciones, confianza en la prensa y ajuste al perfil
de cada medio (visto desde lo externo).
• Un mejor y más abierto tratamiento de los temas
(visto como un problema interno).
• El funcionamiento más democrático y participativo
de los medios.
• Conocer y aplicar mejor el Código de Ética.
También en las entrevistas a los ejecutivos se
manifiesta lo que parece ser el núcleo medular en la
figuración del ideal de regulación de la prensa: «un
balance armónico, mucho mejor equilibrado, entre
los factores externos y la autorregulación interna», en
términos de mayor poder de decisión a los ejecutivos
y colectivos de prensa en la aplicación concreta de las
políticas correspondientes al perfil de cada órgano,
dentro de los valores, estructuras y principios generales
que gobiernan el funcionamiento de la sociedad
cubana.
De este modo, la prensa revolucionaria sería «capaz
de reflejar la realidad y de educar». Respondería a «una
regulación razonada y mínima, que afecte lo menos
posible el derecho del pueblo a conocer todo lo que sea
de interés y utilidad a la sociedad». Habría un «balance
entre lo noticiosamente novedoso o trascendente y
las necesidades del receptor desde el punto de vista
de su formación». Los MCM se regirían por «una
política muy clara, definida en ley, que no dependa de
las coyunturas, salvo excepcionales circunstancias».
El papel de la prensa estaría delimitado con precisión
y claridad, «con un apoyo político que la salvaguarde
de las presiones del resto del aparato gubernamental».
Dicha política sería puesta en práctica por «cuadros
competentes, respetados por su capacidad técnica y
política, si es posible ambas características al mismo
nivel, y periodistas elegidos para cada medio según su
grado de profesionalidad y de compromiso político».
En esta construcción ideal, aparece de igual modo el
interés de que la prensa cubana desarrolle creativamente
sus potencialidades y «encuentre el modelo de prensa
revolucionaria y socialista ajustado a las necesidades de
la sociedad cubana». Un especialista consultado colocó
el problema en estos términos:
«La comunicación que el Partido propugna está
muy politizada, pero las necesidades comunicativas
de la población no son solo políticas, hay muchas
necesidades cotidianas que no tienen esa connotación
[…] ¿Qué espera la población de eso que yo llamo un
«modelo de comunicación social cubano»? Espera
un modelo propio, que responda a sus necesidades
culturales. No lo tenemos aún».
Un funcionamiento equilibrado de la prensa, que
combine la dirección política estratégica del Partido,
el replanteo del balance de autoridad entre los medios
y las fuentes de información, y la autorregulación
interna de los medios, con énfasis en la participación
activa de los colectivos de periodistas, podría «lograr
que la prensa se articule y trabaje como un subsistema
del sistema político, desarrolle la interdependencia
con este y con todo el conjunto del sistema social, y
potencie aún más su papel como vehículo del diálogo
social, la educación, la información y la regulación de
toda la sociedad».
Notas
1. Juan Marrero, Dos siglos de periodismo en Cuba. Momentos, hechos
y rostros, Editorial Pablo de la Torriente, La Habana, 1999.
2. El carácter comercial de estos medios lo ilustra, entre otros, el
hecho de que 105 de las 152 emisoras radiales existentes en 1958
estaban localizadas en la capital y la provincia de La Habana. Todas
ellas sumaban una potencia de 88 kw, que es superada por una sola
de las emisoras nacionales actuales: Radio Progreso, con 92 kw en
sus trasmisores. Hoy la cobertura del sistema de radio abarca todo el
país: Radio Rebelde, por ejemplo, cubre 96% del territorio nacional.
Datos ofrecidos por el Instituto Cubano de Radio y Televisión
(ICRT) al autor, en 2004.
3. Véase Gregorio Ortega, La coletilla. Una batalla por la libertad
de expresión, Editora Política, La Habana, 1989.
4. Alfredo Guevara desclasifica en Tiempo de fundación (Iberautor,
Madrid, 2003) documentos inéditos esclarecedores del debate
cultural, y en esencia político, que tuvo lugar desde el triunfo
de la Revolución y a lo largo de buena parte de los 60, frente a
tendencias sectarias y anticomunistas agrupadas en torno a Lunes de
Revolución, e inspiradas por el director de ese diario, Carlos Franqui.
Son especialmente reveladores «La política de nuestra dirección
revolucionaria ha sido la de sembrar y desarrollar conciencia»
(pp. 158-72), «Dominar los medios que sirven al combate, ayuda
a tomar conciencia» (pp. 208-37), «Traidores-coloniales nos piden
el suicidio para dormir tranquilos» (pp. 238-66), «La revolución la
hacemos para hacer más compleja la sociedad» (pp. 338-77).
5. Por modelo burocrático soviético de prensa entendemos el
resultante del período estalinista, mantenido en la etapa del ahora
llamado neoestalinismo. Tomó formalmente la propuesta de
Lenin de una prensa del partido bolchevique, activa, crítica, como
organizador colectivo, pero la despojó de ese carácter y la convirtió
en una prensa dirigida de modo inmediato por el aparato burocrático
del partido, y signada por la autocomplacencia, manipulación de la
información, divorcio de la realidad y aislacionismo.
6. En mayo de 1973, al ser implantada la nueva estructura del Comité
Central, Raúl Castro analizó en detalle el concepto de dirección del
Partido hacia el Estado y la sociedad, y destacó que esta comprendía:
a) la elaboración de directivas generales y políticas por parte de sus
organismos superiores; b) el control sobre la política de cuadros;
c) el control, entendido como comprobación y observación, de la
labor de las entidades; d) el apoyo y ayuda a esas actividades; e) a
través de los militantes y organizaciones de base; f) la coincidencia
La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos
89
al más alto nivel de los principales dirigentes del Partido y el Estado.
Véase Raúl Castro, Selección de discursos y artículos, 1959-1974,
Editora Política, La Habana, 1988, pp. 214-43.
7. Los que trabajamos en la prensa de esa etapa conocemos
bien que entre los medios de ambas naciones no existían vasos
comunicantes que pudieran trasladar influencias profesionales. Los
de la Isla no admitieron nunca asesores soviéticos. La bibliografía
sobre periodismo de aquel país traducida y publicada en Cuba fue
reducida y de escaso impacto. No hubo profesores soviéticos en
esta especialidad. Solo unos pocos profesionales especializados se
formaron en la URSS. La barrera lingüística impidió también que
nos familiarizáramos con la obra de periodistas notables como
Mijaíl Koltzov, Iliá Ehrenburg, Vsiévolod Ivanov y muchos otros.
8. En el primer número de la efímera revista Foro, de la Unión
de Periodistas de Cuba, publiqué el artículo «Hora crucial del
periodismo cubano». En él analicé el significado de que ninguna
de las circunstancias que dieron lugar en 1986 al llamado Proceso
de Rectificación había sido conocida o advertida por medio de la
prensa. «No se habría podido concebir —escribí entonces— una
demostración más palpable y dramática de que nuestro periodismo
marchaba por un camino erróneo [...] en lo que concernía a la
prensa, el país carecía de autodefensas […] el estilo apologético y
el triunfalismo, sustentados bajo el supuesto de defender a ultranza
nuestro proceso hacia el socialismo, se volvían contra los intereses
más vitales de la sociedad». (Julio García Luis, «Hora crucial del
periodismo cubano», Foro, La Habana, 1988).
9. Algunos planteamientos de Fidel Castro en este Congreso fueron:
«Una crítica justa, oportuna, puede más que un Estado, que un
Partido»; «Prefiero los inconvenientes de las equivocaciones a los
inconvenientes del silencio. Es mejor que lavemos los trapos sucios
antes de que los trapos sucios nos sepulten por estarlos guardando»;
«Es una política de ampliar la información, para que se informe y
para criticar; y la crítica no como un látigo, sino como un análisis,
como una actividad constructiva que ayude a formar conciencia en
todos nosotros». Citado por Juan Marrero, «Quinto Congreso/1986.
En medio del proceso de rectificación de errores y tendencias
negativas», Cubaperiodistas, 25 de junio de 2008, disponible en
www.cubaperiodistas.cu/libro_congresos/cap06.html.
10. Archivo del autor.
11. Fidel Castro, Por el camino correcto. Compilación de textos,
Editora Política, La Habana, 1987, pp. 36-44.
12. PCC, «Resolución sobre el Programa del Partido Comunista
de Cuba», disponible en http://congresopcc.cip.cu/wp-content/
uploads/2011/02/IV-congreso_resolucion-Programa-del-Patrtido.
pdf.
13. Datos ofrecidos por el ICRT y el Centro de Información para
la Prensa al autor, en 2004.
14. Durante el proceso investigativo para elaborar su Tesis, el autor
entrevistó a 294 periodistas y 16 expertos. [N. del E.]
15. Lorenzo Gomis, Teoría del periodismo. Cómo se forma el presente,
Editorial Paidós Mexicana, México, DF, 1991; Antonio Pasquali, El
orden reina. Escritos sobre comunicaciones, Monte Ávila, Caracas,
1991; Teun A. van Dijk, Racismo y análisis crítico de los medios,
Paidós, Barcelona, 1997.
, 2013
90
Julio García Luis
CONTRO
El ALBA:
perspectivas de desarrollo
para América Latina
y el Caribe
¿Qué es el ALBA?
¿En qué se diferencia de otros esquemas
de integración?
¿Hasta qué punto ha logrado avanzar?
¿Cuáles son sus insuficiencias?
¿En qué direcciones debe desarrollarse?
¿Qué puede aportarle Cuba al ALBA?
¿En qué medida el ALBA podría contribuir
al desarrollo cubano?
Especialistas en economía e información
analizan estos problemas
y debaten con un público interesado.
El ALBA:
perspectivas de desarrollo
para América Latina
y el Caribe
Raúl Garcés
Tania García
Ismael González
Rafael Hernández (Moderador)
Rafael Hernández:
¿Qué es la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América?, ¿qué tiene de
particular?, ¿cómo podríamos caracterizar brevemente su naturaleza?, y ¿en qué se diferencia
de otros mecanismos o esquemas de integración y de cooperación en el área?
Tania García:
En ocasiones pareciera que hay un exceso de adjetivos acerca del ALBA pero no la
suficiente información sistémica y sistemática para poder evaluar sus tendencias y esto
tiene importantes consecuencias para la observación que desde los medios académicos y de
la sociedad civil se necesita realizar. Se trata de asumir un proyecto que ofrezca un futuro
para la sociedad; uno del que podamos considerar sus resultados efectivos e impactos para
el cumplimiento de los objetivos de las estrategias nacionales.
Cuatro pilares caracterizan al ALBA: cooperación, soberanía, solidaridad y
complementariedad. Ello puede apreciarse en el conjunto de documentos declaratorios
sobre los que se sostiene este proyecto y en la acción desplegada hasta el momento. Es
antihegemónico por su naturaleza y sus propósitos declarados. De ahí que los Estados
Unidos lo consideren hostil a sus intereses y, consecuentemente, desplieguen una constante
y multidimensional acción contra ese proyecto y sus países integrantes. Esta potencia
es la inversionista principal en cuatro de sus ocho países miembros: tiene importantes
recursos invertidos no solo en materia de comercio internacional sino en su estructura de
propiedad. Bolivia, parte del esquema, es una de las primeras reservas mundiales de litio;
Cuba, una importante reserva de cobalto en el continente, además de ser poseer níquel;
Venezuela, uno de sus principales abastecedores de petróleo. La posición independentista
de la organización, de búsqueda de soberanía sobre sus recursos y potencialidades tropieza
con los intereses estadounidenses en el hemisferio.
El ALBA se ha reconocido y legitimado en muchos medios sociales y políticos como
un proyecto de inserción internacional que tiene una agenda social como baluarte y eso lo
diferencia sustancialmente de los demás proyectos del área. Entre sus objetivos declarados
está la integración, aunque no se ha logrado del todo porque para ello tienen que producirse
procesos que no se relacionan solo con la cooperación, sino con alcanzar un nivel de
interrelación de mayor profundidad, de armonización de sus políticas, de concordancia
en sus sistemas regulatorios nacionales. No es lo mismo levantar barreras que eliminar
fronteras. El nivel de profundidad en la interdependencia debe ser muy superior. Se trata de
* Panel de discusión celebrado en el Centro Cultural Cinematográfico ICAIC, el 31 de mayo de 2011.
92
92-103,
abril-junio
2013
R. Garcés,n.T.74:
García,
I. González,
R. de
Hernández
un proceso de reconstrucción de todas las bases productivas lo que va contra los sistemas
económicos que operan en esos países, con la excepción de Cuba.
No existe un esquema de integración comparable porque estamos hablando de
interconexión de naciones y gobiernos y sociedades diferentes. Está basado en una matriz
ideológica cuyo centro es el ser humano como sujeto y objeto de las transformaciones.
Constituye un proyecto socioeconómico y político y no económico-comercial; un proceso
que está dando sus primeros pasos en términos históricos en un entorno internacional
altamente agresivo; además, todos los países no están participando ni pueden hacerlo sobre
la base de los mismos términos, condiciones y capacidad de asumir compromisos.
Ismael González:
El ALBA nació como alternativa en uno de los momentos más belicosos del panamericanismo
de principios del siglo xxi, cuando se hablaba del Área de Libre Comercio para las Américas
como la meta de la geopolítica hegemónica norteamericana para la región. Esta referencia
a su surgimiento tiene que ver con la matriz ideológica a la que apuntaba Tania. El 14 de
diciembre de 2004, nace con dos miembros, por voluntad de dos revoluciones: la cubana
y la venezolana.
El camino recorrido muestra que no basta esa matriz ideológica, porque, como su propia
acta fundacional revela, a ese componente altamente social, comprometido políticamente
con los pueblos, con los más desposeídos, había que sumarle también elementos económicos
trascendentes, capaces de hacer funcionar esas ideas. En ese sentido, su desarrollo ha sido
creciente debido a la realidad política del continente. Con el ascenso de Evo Morales al
poder Bolivia se incorporó a la organización; luego Nicaragua, cuando Daniel Ortega fue
electo; se sumaron países anglófonos, empezando por un importante y valiente gesto del
primer ministro Roosevelt Skerrit, de Dominica, seguido por Antigua y Barbuda y San
Vicente y las Granadinas; y en el momento que estimó oportuno el presidente Rafael Correa
suscribió que Ecuador comenzaría a formar parte del ALBA. También estuvo Honduras,
membresía que se interrumpió con el golpe de Estado.
Tiene que haber una evaluación costo-beneficio. El ALBA tiene que ser atractivo, para
que los propios pueblos, no solo sus mandatarios, puedan sustentar que es legítimo y útil
ser miembro de este. Hay que saber lo que representa no solo en términos ideológicos
o políticos, sino también de sustento al desarrollo económico y social. Al respecto, dos
instrumentos importantes para una nueva forma de colaboración serían la creación de
un Banco del ALBA y la iniciativa de un sistema unificado de compensación regional.
Por ejemplo, en dicho Banco, independientemente de las acciones que haya aportado un
país miembro, todos han de poseer iguales derechos a la hora de votar, a diferencia de
lo que ocurre en otras alianzas donde el número de acciones determina el peso del voto
nominal. Por eso se habla de una nueva calidad de la integración como proceso, que trata
de poner de relieve los principios que bien subrayaba Tania: la solidaridad, la cooperación,
la complementariedad. Es muy importante apuntar esa nueva calidad, signada por esa
vocación política y por esa matriz ideológica.
Otras asociaciones que podían ser más afines a la vocación de resolver temas culturales,
como el CARICOM, MERCOSUR, o el CICA de Centroamérica, abordan los problemas
sociales y culturales mucho después de haber dedicado todas sus energías a los asuntos
económicos y comerciales. En cambio, el ALBA se funda ya con una plataforma social y con
un pronunciamiento explícito de sus misiones en materia cultural. De hecho, uno de sus
proyectos más tempranos, y que incluso se prioriza a la hora de establecer ocho jerarquías
importantes en el ALBA, es el cultural. De ahí que valga la pena subrayar esta diferenciación
con el compromiso, con el tema social, y el de la información, el conocimiento, las ideas. Esa
soberanía a que estamos aspirando en el continente tiene que ver mucho con la conciencia
política de los pueblos, con la capacidad de resistencia, por lo que cultura política también
implica una labor de educación y de cultura que debemos desarrollar.
Rafael Hernández:
Raúl, ¿tú también piensas que la naturaleza del ALBA se acerca más a un proyecto de
concertación en la esfera socioeconómica y política que en la estrictamente económica,
en cuanto a su índole respecto a otros proyectos de integración?
El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe
93
94
Raúl Garcés:
Yo subrayo lo que decía la profesora Tania en cuanto a que la integración es un resultado,
y hay un montón de estructuras y de mecanismos que necesitan crearse para que rindan
frutos.
Hasta este momento, el ALBA ha avanzado en lo que ha podido. Recuerdo aquel discurso
histórico de Hugo Chávez en Mar del Plata, en la Cumbre de los Pueblos en 2005, cuando
pidió a cada una de las personas que estaban presentes que buscaran una pala para enterrar
el ALCA. Ese es el primer significado político del ALBA: el haber enterrado una alianza
que los Estados Unidos nos ofreció como paradigmática y que proponía una dinámica en
la que el tiburón se comía a la sardina, la metáfora que siempre nos ayudó a explicar esa
relación que los Estados Unidos pretendían vender a nuestros países. Independientemente
de que ha habido tratados de libre comercio aprobados después o antes, el ALCA, en
tanto proyecto que soñaron los Estados Unidos que permitiría a nuestros pueblos tratarse
económicamente, fue un fracaso desde el surgimiento del ALBA; aun cuando es una
alternativa en construcción que, en términos de integración probablemente ha avanzado
más vertiginosamente en lo social que en lo económico.
En temas sociales hay que apuntar que gracias al ALBA más de un millón de pacientes
han sido operados mediante la Misión Milagro; Venezuela y otros países miembros han
sido declarados libres de analfabetismo en mucho menos tiempo del que le costó a Cuba al
inicio de la Revolución en la Isla; así como hacer referencia a la formación de los recursos
humanos en deporte, cultura y educación. Si analizamos las economías de los países que
integran el ALBA y si entendemos que el concepto de cooperación es dar lo que cada quien
puede aportar y no establecer un mecanismo integracionista sobre la base de reproducir y
acumular el capital, entonces comprenderemos que cada país ha podido aportar y avanzar
en la integración, en la cooperación, hasta donde sus realidades económicas, políticas y
sociales se lo permiten.
No sé si ha sido casualidad que hoy estemos abordando este tema; justamente cuando,
a esta hora, Ileana Ross-Lethinen y otros en los Estados Unidos están hablando del ALBA,
convocados por el American Forum, un evento que pretende poner de acuerdo a un
sinnúmero de personas en dicho país para diseñar estrategias contra el ALBA, aprovechando
la salida de Arturo Valenzuela como secretario de Asuntos Hemisféricos para América
Latina. Eso nos da una medida del significado político que esta alianza tiene. Si queremos
calcular ese significado pensemos en hechos políticos concretos como el golpe de Estado
en Honduras y la intentona golpista contra Correa; recordemos la actuación del ALBA y,
por supuesto, de Telesur. Es decir, hay una cohesión política en este mecanismo, que tiene
una naturaleza ideológica que trasciende la integración económica. Esa cohesión política
le permite dar respuesta rápida a los intentos injerencistas, imperialistas, de los Estados
Unidos en la región.
La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) empezó teniendo una posición común
en torno al complot contra Manuel Zelaya; después una donde había heterogeneidades. Los
pronunciamientos en algunos casos eran más firmes; en otros, más bamboleantes; asimismo
con el golpe de Estado contra Correa. Esto no sucede en el ALBA —y es lo que le preocupa
a Ileana Ross—, cuyas estrategias mediáticas están muy bien construidas en un contexto
que le favorece. Seguramente conocen el proceso de cubanización que viene sufriendo
CNN, convertido hoy en la cloaca de toda la gente que en algún momento estuvo en Cuba
y emigró hacia los Estados Unidos. Muchos de los que trabajaban en Mega TV, un canal
de Miami, ahora han pasado a formar parte del staff de CNN, que tiene como productora
general a Cinthia Hudson, una señora absolutamente anticubana, derechista y fascista,
que ha condicionado una estrategia mediática, informativa, concertada, premeditada, para
arremeter contra el ALBA.
Rafael Hernández:
Ya hemos visto cuáles son las proyecciones, vocación y naturaleza del ALBA. Ahora bien,
¿qué se ha logrado hasta ahora en las distintas esferas de esta colaboración?, ¿en qué aspecto
se ha avanzado esencialmente?, ¿en cuáles no, o se ha avanzado menos? y ¿en qué aspectos
debería desarrollarse, considerando la situación actual? Hagámosle nuestra propia crítica
al ALBA.
R. Garcés, T. García, I. González, R. Hernández
Tania García:
El ALBA es el proyecto de integración socioeconómica y política donde Cuba participa
plenamente; por ello, resulta de suma importancia considerar los desafíos que tendrá que
enfrentar para contribuir, desde los medios académicos y desde cada uno de nuestros
espacios, en la sociedad civil, a su mayor éxito, teniendo en cuenta que la integración es
un punto de llegada complejo.
El primer problema es la necesidad de los países miembros de consolidarse como
economías con independencia, soberanía, autosustentación individual y colectiva para
sostener ese proyecto social. Muchos proyectos integracionistas que se emprenden entre
países desarrollados o entre desarrollados y subdesarrollados han profundizado sus vínculos,
lo que propicia la toma de acuerdos para consolidar esa práctica. Un ejemplo lo podemos
apreciar en El ALCA. Con ese acuerdo hemisférico no se va a comprar a América Latina y
el Caribe. El continente ya está comprado; los indicadores de inversión extranjera directa
y en cartera de los Estados Unidos en las estructuras productivas de la región son una
demostración fehaciente de que El ALCA iba a consolidar ese sistema de dominación que
se ha ido produciendo en los terrenos militar y económico de forma simultánea.
El ALBA no ha logrado aún las interdependencias recíprocas colectivas que hay que
gestar para que el proyecto sea estable y se consolide. Si analizamos las interrelaciones
comerciales, financieras y de otra índole entre cada uno de los países del bloque se puede
apreciar algunos logros; pero si separamos los aportes de Venezuela a ese intercambio, las
cifras son completamente distintas. Hoy se está dando una estructura de eje-rayos. De ahí que
sea necesario fortalecer la interrelación económica entre sus miembros y que se constituyan
en una red capaz de resistir los avatares emergentes de las crisis periódicas que tipifican la
economía mundial contemporánea. Hay que convertir al ALBA en un espacio económico
real y no solo en el plano político declarativo y social. Es imprescindible reconocer que
han existido avances de orden social; de ello dan fe los campos latinoamericanos, sobre
todo en los servicios de salud. De la misma manera se visualizan importantes proyectos
de inversión productiva y en los medios de comunicación. Sin embargo, aún no se ha
conseguido transformar la correlación de poder y propiedad que marca los rumbos de las
economías de estos países.
Una muestra de que se han establecido primero los marcos institucionales antes que
la interrelación económica lo demande se puede apreciar en la Unidad de Cuenta que ha
recibido el nombre de Sucre. Y esta es una medida fundamental porque va directamente
contra la dolarización de las economías. Pero hasta el momento no existe suficiente nivel
de intercambio comercial y financiero para sustentarla, y contrarrestar la dolarización es
un proceso sumamente complejo porque una moneda tiene funciones que cumplir: entre
ellas, la de medida de valor. Todavía el SUCRE no cumple esas funciones y mientras ello
no ocurra será solo una unidad de cuenta.
El proyecto ALBA es en extremo joven si se compara con otros. Puede avanzar del nivel
del intercambio existente a magnitudes y calidades superiores, pero para que el sistema
progrese, tienen que fortalecerse las economías de los países miembros y sus intercambios
recíprocos ser expresados o valorados en términos de sus monedas. Hacia allí hay que
conducir pasos certeros porque eliminar la dependencia monetaria será su gran legitimidad
frente a los pueblos. Ese es el camino para pagar la gigantesca deuda social. El ALBA tiene
que fortalecerse como proyecto multidimensional, de interrelación económico-productiva,
porque de lo contrario no puede alcanzar esos propósitos.
Ismael González:
El ALBA ha evolucionado de una alternativa a una alianza, lo que representa una maduración
que permitió cambiar el concepto mismo de aquella unidad. Además, los países se han
ido incorporando progresivamente, y cada ingreso es un reacomodo general del proyecto.
Considero que este es en extremo joven, y lograr que se haya afianzado y que haya ido
resultando atractivo para nuevos gobiernos es ya un elemento estimulante.
Por otra parte, no es una alianza hoy pensada solo para gobiernos nacionales, sino, como
se indica en su propia conjunción con el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP), es un
elemento mucho más abarcador que pudiera incluir gobiernos locales.
El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe
95
Este ALBA-TCP tiene la dimensión de los movimientos sociales, y aquí hay todavía una
deuda de desarrollo. Estamos retrasados en la articulación con los movimientos sociales del
continente, los de los países miembros, que aspiran legítimamente a participar del ALBA.
Tenemos que acelerar la forma de ver un ALBA proyectada para sectores populares que
puedan no solo ser beneficiarios sino verdaderos partícipes, protagonistas en la construcción
de la unidad. Al aprobar el ALBA Cultural los presidentes suscribieron que debía trabajarse
en este ámbito tanto con los países miembros, como hacia toda América Latina y el Caribe,
hacia editoriales, casas discográficas, incluyendo, por supuesto, el sector privado —casi
mayoritario en el área— y también pudieran convocarse a los creadores, a los artistas de
toda la región. Varios premios y becas de los que otorga el ALBA Cultural comprenden no
solo a los países miembros sino también a los sectores culturales de otros países de la región,
con la intención de que, además, sean artífices de la construcción de la asociación.
En un futuro el ALBA puede seguir creciendo. Hoy son ocho sus miembros, una cuarta
parte de la cantidad de países de la naciente Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños –treinta y tres–, y esa es la matriz ideológica de la que estamos hablando; ese
núcleo que está concertado en el ALBA está influyendo en la región, en la construcción de
la unidad. Esto permitirá, en el sentido martiano, encontrar soluciones radicales a nuestros
problemas raigales.
96
Rafael Hernández:
¿Qué más falta en el ALBA?, ¿cuáles son, particularmente en la esfera de la información,
los resultados más notables y los aspectos deficitarios?
Raúl Garcés:
El ALBA ha conseguido subvertir la realidad de que América Latina tradicionalmente tenga
que mirar al norte para informarse sobre sí misma. 96% de la información que se genera en
el mundo proviene de AP, Reuters, AFP, EFE, o sea, las grandes agencias transnacionales.
Por primera vez nosotros tenemos un contexto comunicacional suficientemente favorable
como para reconocernos en las identidades latinoamericanas representadas en Telesur; en
la Radio del Sur; en Andes, una agencia ecuatoriana y suramericana de reciente fundación;
o en la Televisora del Alba, que hasta ahora está gestándose fundamentalmente a través
de Internet pero que significa una experiencia extraordinaria porque intenta darle una
funcionalidad orgánica y sistémica a muchos medios comunitarios nacidos en el continente
y que reproducen la voz de los tradicionalmente excluidos. Este es el primer logro.
Segundo punto: hay en nuestros países una explosión increíble de la comunicación
comunitaria; y de lo relacionado con la organización popular y la comunicación utilizada
a veces como pretexto y como centro de la organización social, de la participación política.
Esa transición de consumidores a ciudadanos, como lo describiera Néstor García Canclini,
tiene a la comunicación comunitaria como uno de sus epicentros fundamentales. Se está
produciendo una democratización de la comunicación muy beneficiosa para nuestros
países; una incidencia de todos estos medios en el desarrollo de lo local, que está cambiando
a través de la comunicación. Yo conozco medios en Venezuela que son mágicos. Por ejemplo,
El Teretere, un periódico del estado Miranda que está subvencionado; los campesinos que lo
conforman y gestan su discurso lo pagan con el dinero que recaudan al vender los productos
que cultivan. Recordemos que el 13 de abril, probablemente el ejemplo más emblemático del
caso venezolano, cuando las televisoras del main stream —RCTV, las televisoras privadas,
Globovisión— estaban diciendo que el presidente Hugo Chávez había renunciado y que
no había nada que hacer, aquellos medios comunitarios convocaron a la gente del 23 de
Enero y de los cerros a bajar y a defender su revolución.
Hay, además, un tercer elemento muy importante: la renovación de la discusión sobre
el nuevo orden de la información y de la comunicación, aquella discusión de los años 70,
que creíamos trasnochada, que parecía muerta. Ahora el contexto cambió; Correa tiene
que preguntarle a su gente si está de acuerdo con que los medios de comunicación tengan
negocios que trascienden la comunicación misma, lo que los teóricos de la economía
política de medios llaman transformación estructural de la comunicación contemporánea.
Por ejemplo, ahora el director del New York Times no solo dirige el periódico sino también
tiene negocios con General Electric, lo que hace que el discurso de los medios esté cada
R. Garcés, T. García, I. González, R. Hernández
vez más condicionado por los intereses corporativos. Correa tiene que preguntar eso a
sus ciudadanos; como Chávez tiene que preguntar a los venezolanos si están de acuerdo
con reformar la Ley de Telecomunicaciones o la Ley de Responsabilidad Social; o Evo
Morales hacer preguntas relacionadas con los medios. El discurso contrahegemónico de
una comunicación distinta, opuesta a los medios tradicionales, tiene que ser aprovechado
en nuestro continente en este extraordinario momento, y mientras más se haga más frutos
y resultados dará.
A pesar de todas las críticas que se le pueden hacer a esta asociación, imaginemos que el
ALBA no existiera, ¿cuál sería el significado político de esa ausencia en el actual momento
de América Latina?
Respecto a los aspectos negativos, nuestros países no tienen conciencia comunicacional
suficiente como para buscar desde la comunicación mecanismos de integración; nos
hemos preocupado demasiado por resolver nuestros problemas de pobreza, alimentarios,
de vivir al día, como para gestar políticas comunicacionales. El ALBA no tiene suficientes
estructuras de comunicación creadas para garantizar un seguimiento orgánico, sistemático,
coherente, al tema de las estrategias comunicacionales. No se reúnen nuestros ministros de
comunicación; muchos de nuestros países no tienen ministros en esta esfera. El MINREX
es la institución que en Cuba está a la vanguardia del tema comunicacional, a partir de
la creación, hace aproximadamente dos años, de una oficina de Imagen Cuba que devino
viceministerio y que tiene una organicidad de cómo proyectar la imagen de nuestro país
y a la larga la del ALBA hacia el exterior.
Todo lo que sucede en nuestra región repercute como tema de política interna; lo que
acontece en Cuba es un asunto de política interna en Venezuela; lo de Venezuela, en Ecuador,
etc. Y eso lo saben los norteamericanos, que tienen una política perfectamente diseñada para
proyectar la comunicación anti ALBA de modo integrado. Nosotros no hemos sabido hacer
la contrapartida. Si nos cuesta trabajo proyectar la nuestra ¿le vamos a pedir a la realidad
histórica que sea capaz también de proyectar integradamente una comunicación pro ALBA?
Tenemos que ser capaces de desarrollar las estructuras que nos permitan reconocernos y
proyectarnos a nosotros y al ALBA como mecanismo integracionista, de éxito a pesar de
sus dificultades, como una propuesta viable en la actualidad.
Rafael Hernández:
Mi tercera pregunta al panel tiene que ver con las perspectivas de desarrollo del ALBA.
¿Qué puede aportarle Cuba a la Alianza y viceversa? ¿Cómo podríamos aprovechar esta
cooperación para afrontar los problemas de Cuba, que no son exactamente los mismos
que los de Venezuela y los de Honduras?
Antes vamos a pasar la palabra al público para que intervenga con sus preguntas y
comentarios.
Carlos Garcés:
Resulta inconveniente el argumento de que el ALBA es un proyecto joven. La Alianza surgió
en 1999, y realmente tenemos que ser más impacientes. Se ha dicho que la integración
verdadera es un resultado, y que se alcanza tras un proceso. ¿En qué momento vamos a
lograr el libre tránsito de personas dentro del área? Por otra parte, muchas cosas que se
hablan con respecto a la comunicación se quedan en determinada esfera y nosotros como
pueblo no nos enteramos de nada o recibimos información demasiado limitada. Por
ejemplo, Telesur es una televisora que ha surgido dentro del ALBA, y me gustaría saber
si Cuba tiene propiedad dentro del canal. Lo otro es por qué no podemos verlo si surgió
como una alternativa al bombardeo mediático de los monopolios de la información de los
Estados Unidos. ¿Por qué alguien escoge por nosotros lo que supuestamente es «lo mejor
de Telesur»? Aquí me acabo de enterar que existe la Televisora del ALBA por Internet; el
panel lo considera un logro de la asociación, pero nosotros la desconocemos.
En relación con el sucre se dice que es moneda de transacción entre los países del ALBA;
quisiera saber si tiene algún tipo de cambio contra el dólar o el resto de las divisas. Y, por
último, en términos de integración regional en qué posición estamos nosotros, con respecto
al resto de las organizaciones, UNASUR o MERCOSUR.
El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe
97
98
Pável Alemán:
A nadie le queda duda de que el ALBA se interpreta como una gran alianza. Casi siempre
se nos olvida que su fundación responde a una pacto estratégico entre Cuba y Venezuela
a nivel intergubernamental; y casi nunca se dice que el ALBA es el principal instrumento
de política exterior de Venezuela para América Latina y el Caribe. Cada Estado tiene un
interés nacional particular, y en el ALBA convergen esos intereses. Cierto es que nace en
oposición al ALCA y a los TLC, y es bueno recordar que los TLC están vivos, incluso en
países que han formado o forman parte de ALBA; por ejemplo, Nicaragua, y antes Honduras,
que dejó de ser miembro tras el golpe de Estado. Los países de CARICOM se benefician
de acuerdos unilaterales con los Estados Unidos; eso es un reto para el ALBA, no logra
desmontar lo que ya está, y existe esta convivencia.
Otra cuestión problemática es que el eje económico del ALBA, que es Venezuela, vive,
y vivirá hasta donde sea posible, gracias a la renta petrolera nacional, pero esta tiene sus
propios límites de producción, de cotización, como los que le impone la Organización
de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), además, los de la propia exportación de
sus derivados petroleros hacia lugares con preferencias estratégicas para Venezuela: los
Estados Unidos y China, concretamente. Ese es otro de los serios problemas que tiene
esta alianza.
Por otro lado, una buena parte de la ampliación del trabajo del ALBA se ha dado
a través de PETROCARIBE. Casi nunca se habla de que detrás se halla la política de
internacionalización petrolera de PDVSA que tiene una lógica y una historia anterior, y
que hay una transferencia de costos ambientales, porque esas refinerías se están instalando
en estados insulares con ecosistemas muy frágiles.
Otro aspecto que el ALBA no supera es la discontinuidad geográfica, que no le permite
explotar al máximo lo que se entiende como integración física; es decir, entre Bolivia y
Ecuador está Perú, como un tapón metido en el medio; y entre Ecuador y Venezuela,
Colombia; recordemos que estos tapones tienen determinada sintonía política e ideológica
con los Estados Unidos.
Además, habría que hablar de la superposición de derechos y obligaciones de los
integrantes del ALBA frente a los miembros de los esquemas de integración a los que
pertenecen, CICA, CARICOM, Comunidad Andina.
En Venezuela también hay preocupaciones en cuanto al equilibrio entre el gasto exterior
y las necesidades internas, eso muchas veces se pasa por alto.
Finalmente, quería referirme a la supervivencia del ALBA como proyecto, que hasta
ahora es intergubernamental. El caso de Honduras demostró que la Alianza no estaba en
condiciones de defender la legitimidad de un gobierno constitucional en uno de sus Estados
miembros; ciertamente existió en ella un consenso en contra del golpe y del gabinete que
le sucedió, pero hace dos meses, el presidente Chávez en una cumbre bilateral con su
homólogo colombiano José Manuel Santos tomó el acuerdo de respaldar el reingreso de
Honduras en el sistema interamericano, a espaldas del ALBA, lo que debilita la asociación
y su política exterior como bloque.
Vani Pedraza:
¿Cuba es dueña de Telesur junto con los demás miembros del ALBA? Me gustaría que
precisaran si las razones de que en la Isla no tengamos veinticuatro horas de Telesur son
tecnológicas, financieras, políticas; y qué voluntad tiene Cuba de resolver ese problema,
el cual extiendo a las radioemisoras que puedan llegar aquí, a la Televisora del ALBA, que
no conocía en absoluto. Además, con la entrada a la asociación se adquieren derechos,
pero también deberes que se deben cumplir de las fronteras para adentro también. ¿Qué
está haciendo Cuba en este sentido para que el ALBA viva aquí, en la vida cotidiana, en el
aspecto comunicacional?
Fabio Grobart:
Antes éramos parte del campo socialista, y, cuando este dejó de existir, nuestro pueblo, por
el consenso interno revolucionario que tenía, pudo subsistir y seguir siendo un ejemplo
para que en otros países se hicieran procesos revolucionarios. En la unión está la fuerza,
no importa en qué estadio de desarrollo se encuentre cada país; si el proyecto está centrado
R. Garcés, T. García, I. González, R. Hernández
en el ser humano para emanciparnos del subdesarrollo de siglos lo más lógico es que nos
unamos y complementemos.
El proyecto de integración es división y cooperación en el trabajo, por supuesto,
pero partiendo de cómo lo hace el ALBA, según las necesidades del ser humano y de los
pueblos.
La seguridad energética ya se está garantizando en todo el Caribe, una solución a los
problemas de las pequeñas islas, las cuales hubieran dejado de existir económicamente con
la crisis actual si Venezuela no nos hubiera brindado, y a los demás pueblos del Caribe y de
Centroamérica, ese petróleo. Ese ingreso pudiera dedicarlo solamente al pueblo venezolano,
pero lo comparte.
¿Cuba qué hace? Entrega los médicos que tiene, no solo a Venezuela, sino también a
Bolivia, Ecuador, y a otros países que no son miembros del ALBA, y que de esa manera se
dan cuenta de que un mundo mejor es posible; es la diplomacia de persona a persona.
En relación con la seguridad alimentaria, teníamos grandiosos planes con el azúcar y
con la producción de arroz. Con mucho gusto van los especialistas cubanos para Venezuela
a proyectar planes arroceros en ese país. ¿Qué podemos producir mejor nosotros aquí
para dárselo a los demás?, ¿qué puede producirse mejor en otro lugar?, ¿cuáles son los
instrumentos para lograrlo? En la esfera económica, la inversión propia y extranjera, la
complementariedad de industrias, el logro de la efectividad. Ahí está Bolivia buscando las
fuentes energéticas, los acumuladores a partir del litio, que le van a dar a ese país, al ALBA,
y al mundo entero la posibilidad de pasar hacia una nueva concepción energética.
El ALBA no se puede aislar del mundo porque uno de sus objetivos es el desarrollo
sostenible, con justicia y equidad, y esa filosofía puede ser la que nos una a otras fuerzas
planetarias. Nos hace falta hacer un diagnóstico exhaustivo de nuestras riquezas,
posibilidades y complementariedades, es necesario proyectar los futuros posibles, viables
y deseables. Si logramos eso podremos enfrentarnos a cualquier estrategia que pretenda
destruirnos.
Felipa
Gálvez Henry:
Una pregunta me parece clave: ¿cuando no esté Venezuela o no esté Chávez, qué pasará
con el ALBA? El mayor peso económico lo tiene ese país, y la situación allí es un poco
diferente a como se pinta en nuestros medios. Hay bastante inestabilidad y, además, una
Constitución que permite a Chávez solo un tiempo determinado en el poder. No sabemos
cuánto Cuba aporta económicamente al proyecto y esto puede ser preocupante si se
considera la experiencia del CAME.
Lo otro es que Telesur muestra nuestros países desde una política folclorista y
patrimonialista, pero no los procesos dinámicos de construcción de identidades que se
están produciendo en ellos, sobre todo en los países del ALBA; por ejemplo, en Venezuela,
donde la emigración de Colombia, de Honduras, de El Salvador, está entronizada con el
proceso del venezolano que está saliendo a la luz, de ese que siempre estuvo invisible, y
hay una nueva construcción para lo cual no se está preparado. Nos hacen falta estrategias
de comunicación para contrarrestar la avalancha, porque esta es una organización para la
unidad o la solidaridad.
Necesitamos que el ALBA signifique espacios para proyectos de encuentros, de debates
de la intelectualidad, como en los años 70 y los 80 en América Latina, cuando surgieron
ideas y un cuerpo ideológico con el que todavía estamos sustentando nuestros procesos.
Hay una contribución tanto del ALBA hacia nosotros como de nosotros al ALBA. En
estos momentos estamos aportando todo en recursos humanos y no nos sentamos a estudiar
las transformaciones y modificaciones.
Lourdes Regueiro:
Como decía Tania, el ALBA es el resultado de la voluntad política de gobiernos, y creo que
eso le queda grande todavía a la asociación. Hay proyectos que se podrían hacer dentro
del ALBA, por ejemplo, en el campo de la medicina, y los tienen comprometidos con las
empresas transnacionales. Atendiendo a esto me gustaría referirme a la agilidad política
de los procesos en que se sustenta hoy la Alianza. Tenemos que mirar con realismo qué
El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe
99
podría pasar si no están estos gobiernos, y cómo hacer que el ALBA viva más allá de los
que la han llevado al lugar en que se encuentra.
Para crear realmente relaciones de interdependencia entre los países, entre los pueblos,
no entre los gobiernos, hay que ir a los proyectos comunitarios. Fabio señaló uno, el de
soberanía alimentaria, o la producción de medicamentos, donde hay una capacidad
instalada que se puede aprovechar, de manera que el día que no estén los gobiernos desde
los movimientos sociales se pueda decir el ALBA vive, porque dejó algo para la gente.
Un proyecto de integración requiere de una visión compartida del desarrollo; y hoy ese
tema está en la polémica más ardiente, porque el nuestro es un proyecto que se sostiene en la
renta petrolera, que está focalizado en la crítica, no solo del Foro de las Américas en Miami,
sino también de una parte de las fuerzas progresistas de la región, que están pensando en
otro desarrollo. Este es un proceso que necesita más discusión, consenso y negociación
sobre qué América o qué integración alternativa es la que queremos; luego soñaremos en
grande y pondremos en práctica pequeños proyectos que hagan perdurar esos sueños.
100
Rodney Hernández:
Ya que existe un banco en el ALBA, ¿este tiene una reserva monetaria real?, ¿quién la ha
aportado?, ¿qué parte ha ingresado cada país al banco?, ¿a quién se le presta, a personas
naturales de los países que pertenecen al ALBA o a las tesorerías de los gobiernos?
Pável Alemán:
El petróleo venezolano es importante para el Caribe, pero se olvida que Trinidad y Tobago
era el suministrador de petróleo en el área de CARICOM, y que se originaron problemas
en esa organización cuando apareció PETROCARIBE. CARICOM ahora maneja una
estrategia de integración energética a través del gas natural. Entre otras cosas, y precisamente
porque son territorios insulares y ecosistemas frágiles, en 2009 Barack Obama propuso
en la Cumbre de las Américas las energías alternativas. Superar un modelo de extracción
donde el consumo de petróleo trae altos costos ambientales es parte de un proyecto
revolucionario también.
La otra cuestión que quiero aclarar es lo de la soberanía alimentaria. Tal vez Venezuela no
sea el mejor ejemplo para hablar de ello; la mayor parte de los alimentos que se consumen
allí se compran en Colombia, y esto ha incidido notablemente en la disminución del perfil
de los conflictos generados entre ambos países en los últimos cinco años.
Algo positivo del ALBA es que ha empujado a otra gente; es decir, provocó que en
MERCOSUR se hablara de cohesión social; que se recuperara una categoría que viene
incluso desde el Grupo Andino: el trato especial y diferenciado de los países de menor
desarrollo económico relativo.
Rafael Hernández:
Le devuelvo ahora la palabra al panel para que trate de responder a las preguntas del
público.
Tania García:
Efectivamente, tenemos que ser impacientes, nadie mejor que nosotros para saber eso, porque
tenemos una situación nacional tal que la sociedad toda está llamando al cambio; existe una
imperiosa necesidad de revitalizar, restructurar y producir profundas transformaciones.
Pero no le podemos pedir al ALBA lo que el proyecto nacional no se plantee. Para eso hay
que tener en cuenta que cualquier modelo de inserción internacional (y eso es el ALBA)
no es más que la continuación del modelo nacional en una dimensión espacial diferente.
Por ejemplo, si no hay libre circulación de las personas no es porque el ALBA no lo haya
reconocido, sino porque no ha habido la voluntad política de los gobiernos para que suceda.
El Artículo 23 de los principios adoptados en la VII Cumbre del ALBA, en Cochabamba,
del Tratado de Comercio de los Pueblos reconoce la libre circulación de las personas, pero
este es un acuerdo de gobiernos, no de Estados, y eso tiene una diferencia fundamental que
radica en el carácter vinculante de los acuerdos. Lo que estamos sometiendo a análisis es
un proyecto de integración, de cooperación que debe emerger y proyectarse en los países
y en las políticas que sus gobiernos adoptan.
Los tres gobiernos caribeños decidieron que sus territorios no emplean el sucre y
no resulta obligatorio. Como ocurre en múltiples espacios multilaterales, los países del
R. Garcés, T. García, I. González, R. Hernández
ALBA pueden formar parte, a la vez, de varios esquemas de integración. Las tres naciones
caribeñas pertenecen a CARICOM, y a la OECO y dentro de estos esquemas se han
adoptado acuerdos monetarios de mayor profundidad. Cuando entraron en el ALBA lo
hicieron bajo la condición de que no podía entorpecer su participación en el esquema de
integración subregional en el que están comprometidos. Para muchos analistas esta dualidad
es una virtud mientras que otros se preguntan cuáles son los rangos de discrecionalidad
permisibles cuando el esquema ALBA gane en profundidad. El tipo de cambio del sucre
es 1,25. Su estructura no está basada en un mercado monetario de los países miembros,
sino un sistema de cambio y de compensación a través de los bancos centrales que la vida
pondrá a prueba.
ALBA y UNASUR tienen diferencias fundamentales. El problema no es que un país
integre UNASUR y otro el ALBA o que coincidan en los dos. Todo depende de los contenidos
que se esté proponiendo el marco institucional. El desarrollo de cada país es el que va a
decidir la fortaleza de los esquemas de integración a los cuales se incorporan, y por ello el
futuro del ALBA estará subordinado al destino de cada uno de los países que lo integran.
Una gran debilidad del ALBA es que dependemos de los recursos fundamentales de
Venezuela y de la renta petrolera, por eso resulta de suma importancia establecer un tejido
social, económico, a nivel de las sociedades, de los sectores empresariales, porque eso es lo
que permitirá la sobrevivencia de la organización sin importar los avatares de la política
en cada uno de los países; bajo la conducción de los gobiernos y los movimientos sociales
comprometidos con este pensamiento humanista, el ALBA tendrá que dejar de ser un
proyecto de gobiernos para convertirse en uno de Estados y de sociedades integrales. Hasta
entonces no habremos alcanzado la integración.
PETROCARIBE no es el ALBA. No podemos decir que todos los países que lo integran
hoy estarían dispuestos a entrar en el ALBA. El ex primer ministro Paterson dijo que
PETROCARIBE había sido la «línea de la vida» cuando Venezuela ofreció los créditos para
poder consumir el petróleo en el contexto de las recurrentes crisis financieras que están
teniendo lugar y para muchos es efectivamente un proyecto de cooperación importante.
¿Tuvo costos para los países caribeños? Por supuesto, Venezuela no regaló el petróleo,
ni pudiera hacerlo, pero realizó esas ventas en condiciones altamente concesionarias,
imprescindibles para la sobrevivencia en aquellos momentos. No obstante, esos créditos
se tienen que reflejar en la balanza de pagos de cada una de esas naciones y ello tiene
consecuencias en el mercado crediticio.
En relación con el Banco del ALBA, este tiene carácter intergubernamental y tiene
instituido en sus acuerdos una reserva destinada a compensar los flujos de comercio y
los déficits. El problema es que hay muy poco comercio. Los pliegos de concurrencia, no
siempre reconocen las potencialidades de las capacidades productivas al interior del ALBA.
Pueden impulsarse modalidades diversas para la promoción del comercio, la inversión
y las relaciones crediticias. Hay que transitar a una estructura, funciones y capacidades
que contribuyan a generar fortalezas y oportunidades desde la base productiva que tanto
necesitan los pueblos.
No comparto la idea de que la discontinuidad geográfica sea un problema. En el
escenario actual de transnacionalización de los procesos productivos eso quedó atrás. Lo
que sucede es que el camino ha sido copiar experiencias que no tienen relación con las
necesidades de las naciones subdesarrolladas y esa es una insuficiencia. Si observamos los
comportamientos históricos del Producto Interno Bruto de nuestras naciones percibiremos
una profunda volatilidad; ello sucede porque no hay autosustentación económica en esas
economías, por siglos de explotación y ausencia de un proyecto integral e integrado de
salida del subdesarrollo. La mirada del ALBA tiene que levantarse a ese horizonte.
El ALBA es una demostración de que el futuro no está predeterminado. Hay que
rectificar, mirar, virar y volver a seguir, porque es nuestra oportunidad. En efecto, tenemos
que plantearnos el problema a partir de la construcción de una red, de un proyecto social,
de los Estados para lograr un ALBA que trascienda los gobiernos temporales y que se pueda
convertir en un proyecto perdurable.
El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe
101
102
Ismael González:
Para responder la pregunta de Rafael de qué le puede aportar Cuba al ALBA en el contexto
actual, tendríamos que pensar en la oportunidad que esta Alianza significa para nosotros y
trabajar por su sustentabilidad. Si analizamos los Lineamientos adoptados por el VI Congreso
del Partido podríamos establecer que el ALBA es una prioridad, una gran oportunidad, pero
no la única que Cuba tiene para avanzar y resolver sus problemas. Nosotros tenemos también
otras alianzas y perspectivas que favorecer a la par de la consolidación del ALBA.
Algo que se reconoce en el seno del ALBA a nivel de gobiernos, de pueblos y de
movimientos sociales es la capacidad de resistir y la inteligencia para luchar; y en eso
estamos dando el ejemplo porque el sustento ideológico y político de Cuba resulta un
aporte a ese colectivo.
En relación con lo que comentaba Lourdes, el escenario venezolano nos permite ser
optimistas, pero esto conlleva un fuerte trabajo en todo sentido en la propia sociedad
venezolana. Hoy el ejercicio y las posibilidades, la solvencia institucional del gobierno de
ese país es diferente a cuando el Parlamento era totalmente favorable al proceso bolivariano.
Ahora la oposición está presente en esa asamblea nacional, donde hay que discutir un grupo
de acuerdos, de presupuestos que cuentan y pesan en el accionar venezolano, en el ALBA
y en toda su política, por tanto el escenario es diferente al de un tiempo atrás.
Alguien preguntaba cómo sería el ALBA sin Venezuela o Venezuela sin Chávez.
Tenemos legítimas razones para pensar que va a haber una continuidad de esa revolución
bolivariana. Hoy ese pueblo está librando una batalla en todos los órdenes, en su propio
fortalecimiento y educación política, que crece constantemente. Ahora, el petróleo pesa
en todo ese proyecto, e impacta la sustentabilidad del ALBA.
Yo fui testigo de cómo, en los pocos meses en que Honduras estuvo haciendo vida
activa en el ALBA, los dirigentes hondureños decían: «Hagamos cosas también en el sector
privado, en el público, no dejemos todo en manos de instituciones de gobierno, para que,
ante cualquier eventualidad, el ALBA perdure»; estos son los caminos de que Lourdes
hablaba, o sea, prepararnos también para otros escenarios, para que haya una efectividad,
para que la población pueda sentir que el ALBA es algo que tiene que ver con su calidad
de vida, y esto es válido para los cubanos.
Por otra parte, Cuba sí aportó capital al Banco del ALBA y es propietaria de un número
de acciones de Telesur. Por tanto, tenemos que ser beneficiarios de ese Banco, que no opera
en razón del número de acciones, como tenemos que serlo de Telesur.
Raúl Garcés:
En el caso de Telesur, Cuba tiene participación en 19% de las acciones, con mucho esfuerzo
y mucho trabajo. A pesar de las acciones que poseemos, en lo fundamental aportamos a
Telesur recursos humanos, incluso hay vicepresidencias ocupadas por cubanos.
Cuando hablaba de un canal hacia el que tengo insatisfacciones, me concentraba más
en estas que en las satisfacciones, que son muchas. Se le llama «canal multinacional»,
lo que marca una diferencia no solo de términos sino también conceptual respecto a
uno «transnacional». No obstante, muchas veces, reproduce determinados esquemas de
construcción del discurso que son muy yanquis, modelos importados de las maneras
tradicionales de hacer comunicación.
Coincido con Lourdes sobre la necesidad de la interrelación de los movimientos sociales
para tratar de hacer sostenible el ALBA más allá de los gobiernos. En Venezuela hay un
Ministerio de Comuna, una estructura fuera de la burocracia, para gestionar el desarrollo
desde la comunidad. Es un país que tiene dinero y lo reparte para financiar proyectos; allí
los consejos comunales pueden aprender a gestionar su desarrollo y crear lo que ellos llaman
Mesas Técnicas de Comunicación, de Agua, de Cultura; para todo tienen una mesa técnica,
que es el espacio que les permite gestionar el desarrollo en un área específica, y van teniendo
un poquito de dinero y eso va produciendo un cambio en la conciencia de la gente.
Hace diez años cuando llegué a Venezuela por primera vez, hablar de revolución era
motivo de miedo para cualquiera. Hoy todo el mundo asume la palabra como un hecho
asimilado, que pertenece a la realidad política del país. Ciertamente han encontrado un
camino y sobre la práctica social lo van legitimando todos los días. Aún les cuesta trabajo
hablar de socialismo. El presidente Chávez tiene esa palabra en su agenda, pero es una
R. Garcés, T. García, I. González, R. Hernández
tarea titánica, porque los referentes de socialismo son demonizados una y otra vez por los
medios de comunicación opositores.
Para Cuba se abren nuevas oportunidades. El cable de fibra óptica multiplica por
tres mil la posibilidad de Internet y ya está en un punto de Cuba, pero tiene que haber
ramificaciones hacia todo el país que permitan una evolución tecnológica. Eso depende de
infraestructura, estructura y superestructura. Todo esto debe dar lugar a cambios culturales,
y de toda índole que nos ponen en una situación, a la hora de integrarnos, mucho más
favorable que la de diez años atrás.
Nosotros después del ALBA ya no somos los mismos, y quien crea lo contrario no está
entendiendo muy bien el momento histórico en que vivimos.
Rafael Hernández:
Agradezco al panel, y al público que intervino, por haber hecho un debate sobre el ALBA
interesante, ameno, instructivo, donde todos hemos aprendido y donde no hay respuestas
finales.
Participantes:
Raúl Garcés. Periodista y profesor. Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.
Tania García. Investigadora. Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello.
Ismael González. Psicólogo. Coordinador de ALBA Cultural.
Rafael Hernández. Politólogo. Director de la revista Temas.
, 2013
El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe
103
ENTRETEMAS
Examinando la participación
de los trabajadores cubanos
en las decisiones, el primer ensayo reevalúa,
desde una perspectiva ecuatoriana,
una experiencia de los años 90
que hoy reviste singular importancia.
El segundo aprecia fenómenos
de la historia política de Cuba
poco estudiados hoy, en particular,
la presencia de tres corrientes ideológicas
identificadas como fascismo, nazismo y
falangismo.
Participación
y parlamentos obreros
en Cuba.
Apuntes para Ecuador
Gabriela Quezada Calderón
Psicóloga.
E
n 1994, Cuba atravesaba por las intensas
problemáticas propias del Período especial
que definió la delicada situación económica
de la década de los 90, fundamentalmente
debido a la desaparición del campo socialista europeo.
Azotado el país, además, por el recrudecimiento del
bloqueo estadounidense, la etapa se configura como
la más crítica de la Revolución cubana en toda su
historia. Las carencias padecidas por la población,
incapaz de satisfacer sus necesidades básicas en muchos
casos, eran reflejo de los indicadores económicos
siguientes: un PIB disminuido en 34%, entre 1989 y
1993; la capacidad importadora recortada en 75% y
sus consecuentes agravamientos para los sectores de la
industria, la agricultura y los bienes de uso y consumo
en general.1
Las acciones impulsadas por la dirección política
lograron que en 1994 se detuviera el retroceso que
hacía varios años ocurría de manera ininterrumpida
en la economía. Se puso énfasis en proteger a los
sectores más afectados por la crisis, lo cual significó
que el Estado asumiera gran porcentaje del costo de
abastecimiento para la subsistencia de la población,
mucho más allá de sus capacidades.2 Por otro lado, los
trabajadores,3 con admirable organización y unidad,
formaron parte activa en la concertación de criterios
sobre las medidas que tomar en el área económica
y financiera, lo que favoreció la puesta en marcha
de tales decisiones emprendidas; varias de ellas, con
notoria inmediatez. Las propuestas que constituyeron el
proceso de transformaciones se discutieron y ganaron
legitimidad a partir de los debates planteados en el
Parlamento obrero realizados en los centros laborales
—en casi ochenta mil secciones sindicales del país—,
desde los primeros meses de ese año, por iniciativa de
la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) y
de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).
A estos encuentros de discusión y definición de
acciones con el fin de salir de la crisis, conocidos
también como parlamentos obreros, se dedica el
siguiente ensayo. Interesa analizarlos —sobre todo
el elemento de la participación— a partir de las posibles
relaciones con la esfera de la política; además, se valora
cómo esta experiencia parlamentaria popular pudiera
ser aplicada hoy en Ecuador. Tal acercamiento responde
al interés que despierta el proceso político de ese país,
cuyo pacto social, expresado en la Carta Magna en
2008, tras la realización de la Asamblea constituyente
que la gestó, se encuentra en construcción de las
sendas hacia un cambio social radical. La vigente
constitución representa apenas el diseño de una ruta
común que la sociedad ecuatoriana aspira a transitar
para alcanzar el denominado «Buen Vivir» o «Sumak
Kawsay», es decir, una nueva forma de convivencia
social caracterizada por la armonía y plenitud
integral, la realización individual y colectiva; utopía
Participación y parlamentos obreros
en 105-113,
Cuba. Apuntes
parade
Ecuador
n. 74:
abril-junio
2013
105
que debe crearse permanentemente y con la mayor
participación posible.
El parlamento obrero cubano
El año 1994 se esperó en la Isla con el anhelo
de asistir a transformaciones que significaran la
recuperación económica en actividades vitales, lo cual,
supuestamente, iba a producirse tras la implementación
de un paquete de medidas que la ANPP aprobara en
1993; en cambio, esta la postergó para desarrollar un
amplio ejercicio de debate con los trabajadores, en
busca de un consenso nacional.4 En consecuencia,
el 10 de enero de 1994 se realizó la convocatoria
pública por parte de la CTC a los dirigentes sindicales
y trabajadores, para discutir sobre la actualidad
económica y financiera del país, bajo el lema «El
parlamento en los centros laborales». El proceso tuvo
dos etapas, una consistió en la definición de criterios y
preparación de los cuadros para conducir las reuniones
de base (más de cuatrocientos mil dirigentes sindicales);
la otra correspondió a los debates, donde se recogieron
las propuestas de los trabajadores (con la participación
de diputados y delegados del Poder Popular).
Las asambleas de la primera etapa, realizadas hasta
el 28 de enero, fueron experimentales porque en ellas se
ensayó la metodología por aplicar en los demás centros
laborales y, al igual que las posteriores, tuvieron como
objetivo analizar la eficiencia económica.
Como características de los debates obreros se
señaló la centralidad de un enfoque introspectivo en
que cada centro atendía al análisis de la ineficiencia
en la economía y su incidencia en los desajustes
financieros, para buscar fórmulas a fin de conjugar lo
económico y lo político en las acciones que el país iba
a emprender.
Cuba intentaba solucionar la debacle económica y
financiera; entre otros asuntos, urgía responder: ¿cómo
resolver el déficit presupuestario?, ¿qué gratuidades se
debían mantener?, ¿en qué medida y hasta qué punto
subsidiar empresas irrentables?, ¿cómo enfrentar el
exceso de circulante monetario?, etc. Las preguntas
básicas que todo dirigente sindical debía solventar en
los centros laborales eran: ¿Qué acciones llevar a cabo
para estimular la disciplina y la moral de trabajo?,
¿cómo producir más y mejor, con menos costos?,
¿dónde se necesitaría reducir personal?, ¿qué política
se seguirá con los trabajadores «sobrantes»?, ¿qué hacer
para reducir o eliminar el subsidio estatal?
En esta primera etapa experimental, los debates
adolecieron de la tendencia a «fijarse en el árbol y
no en las ramas»; manifestaban claridad en cuanto
a las medidas que debían tomarse a nivel nacional,
pero desconocían las vías de solución para los
106
Gabriela Quezada Calderón
problemas del centro laboral en concreto. Superar
todo formalismo y volcarse hacia debates honestos
y profundos se volvió esencial. Se solicitó que las
administraciones informaran a los trabajadores, sin
adornos ni tecnicismos complejos, los elementos
que posibilitaran un certero diagnóstico económico
y financiero de su centro. La orientación de centrar
las discusiones en asuntos internos se cimentó en la
comprensión de que la problemática nacional solo
podía solucionarse armonizando el asunto de la ofertademanda y, por lo tanto, correspondía a los centros
laborales crear la oferta faltante y lograr un equilibrio
entre lo que se produce y lo que se gasta. La CTC
convocó a la formulación de planes de medidas para el
saneamiento económico y financiero de cada unidad,
los cuales debían enfocarse en mejorar la eficiencia, a
partir de un análisis de costos y de la cantidad y calidad
de la producción y los servicios.5
A partir de febrero comenzó el proceso asambleario
de amplios debates y en su segunda etapa se multiplicó
hasta mediados de marzo, con el objetivo de buscar
una mayor participación obrera. Fue una experiencia
democrática que, según el presidente de la ANPP,
Ricardo Alarcón de Quesada, evidenciaba, además,
la finalidad de incrementar la legitimidad del Poder
Popular por medio de fortalecer la participación de los
trabajadores en la toma de decisiones.6
Se empezó por «ver el país a través de la casa» y
apuntó, sobre todo, a la cuestión de cómo producir
más con menos gastos y elevar así la rentabilidad. En
267 asambleas se expresó la necesidad de acabar con
las plantillas infladas, es decir, el personal innecesario.
No obstante, en torno a este delicado asunto se orientó
no realizar diagnósticos simplistas que atribuyeran
al exceso de trabajadores la causa central de la
ineficiencia; las discusiones debían profundizar en
otros tópicos también decisivos y proponer acciones
para ir alcanzando, en cada lugar, eficiencia productiva.
De igual modo, la compleja decisión sobre las
reubicaciones del personal sobrante debía ser analizada
con honestidad y así conciliar el interés de la nación y
la justicia social.
Las indicaciones emitidas por la dirigencia del país
señalaban que las medidas propuestas por cada centro
no podían aplicarse si no se ajustaban a la política
trazada por el Estado junto con el movimiento sindical.
De tal manera, las racionalizaciones debían gestionarse
con activa participación de los sindicatos; la política
se establecería con la aprobación imprescindible de
la CTC.
Es impresionante observar cómo a pesar de las
enormes dificultades Cuba mantuvo las tasas de
desempleo más bajas a nivel mundial y elaboró políticas
asentadas en una fornida solidaridad colectiva. «No
habrá ejércitos de desocupación para buscar eficiencia»,
señaló el entonces secretario general de la CTC, Pedro
Ross.
Entre los resultados del parlamento obrero se
destacó el diagnóstico desfavorable sobre algunos vicios
del funcionamiento laboral como el paternalismo e
igualitarismo que permitía la distribución sin criterios
de justicia ni consideración del esfuerzo o el trabajo
realizado; la crítica a la costumbre de pedir y recibir de
la sociedad y el Estado sin sentido de responsabilidad
social; así como hacia hábitos burocráticos que
frenaban la eficiencia y la agilidad en la producción y
en la prestación de servicios. El Parlamento reiteró el
compromiso de los trabajadores con la Revolución, su
perfeccionamiento constante y con el socialismo como
única vía posible de superar las dificultades.7
Una vez que los criterios fueron reunidos por el
Comité Nacional de la CTC, se efectuó un encuentro
con la máxima dirección del gobierno cubano, con
la presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro, el
ministro de Finanzas y Precios, José Luis Rodríguez,
y Pedro Ross; un valioso intercambio que, de cierta
manera, determinó las medidas que se priorizarían
para sanear la economía del país y acelerar algunas
soluciones demandadas por los trabajadores. En
consecuencia, varias acciones cuya puesta en práctica
debía ocurrir tras la sesión extraordinaria de la
Asamblea Nacional,8 prevista para el 1 de mayo de 1994,
se adelantaron. La primera fue la reestructuración de
la Administración Central del Estado, establecida por
el Decreto-Ley 147 del Consejo de Estado, del 21 de
abril de 1994; otras se relacionaron con la disminución
del déficit presupuestario. Entre las disposiciones que
se adoptarían y que fueron informadas por el ministro
José Luis Rodríguez, en la reunión de la Asamblea
Nacional, estaban: reducir el subsidio por pérdidas
en las empresas; mejorar la disciplina de cobros y
pagos entre estas entidades; estimular al ahorro y la
permanencia del dinero en los bancos; elevar los
precios a los productos que se ofertaban (en las tiendas
cuya divisa era el dólar), permitir préstamos del banco
a la población a fin de reducir el exceso de liquidez;
establecer modalidades de cobro diferencial para los
cigarros y el ron; eliminar el estipendio a estudiantes
de educación superior (salvo becarios extranjeros
y aquellos con familias de bajos ingresos); cobrar
impuestos sobre el transporte terrestre y los trámites
legales; aumentar las tarifas eléctricas, postales y
telegráficas, entre otras. De manera inmediata, a través
de la promulgación del Decreto Ley 149 del Consejo de
Estado, también se actuó contra el enriquecimiento
ilícito.9
Trascurrido el proceso de parlamentos obreros, era
imprescindible prolongar su permanencia de manera
que varias de las transformaciones necesarias, en
especial en lo relativo a la producción, se realizaran
a corto plazo por los propios trabajadores, y no solo
por los consejos directivos. Para mantener vivas estas
discusiones en los centros laborales, aprovechar la
valiosa experiencia y habilidades desarrolladas en
aquellos meses de parlamentarismo popular —la
participación directa—,10 y el proceso como un método
capaz de identificar los problemas y sus soluciones, se
dio paso a etapas de seguimiento y concreción.
La CTC reemplazó las llamadas Asambleas de
producción y servicios por la Asamblea por la eficiencia
económica, cuyo objetivo fundamental era revisar el
cumplimiento de los acuerdos del parlamento obrero y
continuar la búsqueda de soluciones e implementarlas
con la participación activa de los trabajadores. Se
inició una etapa experimental (de 570 asambleas
laborales) para definir cómo realizarlas en todo el
país, las discusiones se extendieron desde el 16 de
mayo hasta finales de junio. La orientación era proveer
del mejor conocimiento económico, de análisis y
estudios presentados por economistas y técnicos que
coadyuvaran a la profundización de los debates.11 Un
segundo ciclo de asambleas comenzó en septiembre y
culminó a finales de noviembre de 1994. Para entonces
ya se contaba con siete mil cuadros del movimiento
sindical preparados para esta ronda nacional.
Tales asambleas levantaron el ánimo de los
trabajadores y elevaron los compromisos de producción
en las entidades laborales, incluso algunas aumentaron
sus metas en relación con los planes iniciales y
disminuyeron el consumo de material y de subsidios.
Al finalizar el año, el país tuvo los primeros saldos
positivos reveladores de que en 1995 se dirigiría hacia el
mejoramiento de su situación económica y financiera.
En efecto, se redujo el déficit presupuestario y los
indicadores económicos dejaron de declinar. Si bien
no es posible atribuir dicha mejoría exclusivamente
a la contribución de los parlamentos obreros y las
asambleas de eficiencia, resulta ineludible incluirlos
en cualquier análisis de los efectos o resultados de las
medidas que se llevaron a cabo en ese período como
elementos relevantes.12 Es necesario apuntar que lo
anterior no puede dejar de leerse en el contexto del
Período especial, momento histórico que transformó
los escenarios de la sociedad cubana, y que aún hoy
sus secuelas se hacen patentes; como por ejemplo, la
disminución o empobrecimiento de la calidad de vida
de la población, la diferenciación creciente de sectores
poblacionales dado el aumento de desigualdades
sociales y la limitada capacidad del Estado para regular
ciertos comportamientos económicos como efecto de
la liberalización económica implementada.13
Que las asambleas contaran con mayor asistencia
y participación y más calidad —ausente durante las
últimas décadas en cualquier otra convocatoria del
movimiento sindical—, fueron señales notorias de
Participación y parlamentos obreros en Cuba. Apuntes para Ecuador
107
la urgencia que tenían los trabajadores por mejorar
su instrumento de organización (la CTC) y sus
mecanismos de expresión.14 Ello significó un reto
para el movimiento obrero: transformar su poder
representativo en uno efectivo y real. En el mismo
año 1994, por iniciativa de la CTC, de su presidente
Pedro Ross y de Ramón Cardona, quien atendía el
Departamento de asuntos sociales y laborales, se
creó un equipo especializado en derecho laboral
—seleccionado por el departamento técnico de la
Organización Nacional de Bufetes Colectivos— para
asesorar a los sindicatos nacionales. Con posterioridad,
tal medida se extendió a los sindicatos provinciales
y municipales, y aún hoy se aplica. Estas instancias
daban atención a las reclamaciones individuales de los
trabajadores, los abogados participaban directamente
en las negociaciones de convenios colectivos de trabajo
y, además, preparaban dictámenes jurídicos en los
cuales exponían sus criterios sobre la normativa que
abordase contenidos laborales de su competencia.
Los dictámenes, tras ser valorados por el secretariado
de la CTC, son considerados en los órganos gestores
del instrumento jurídico (medida actualmente en
funcionamiento).
Para 1995 se proyectó la realización de un tercer ciclo
de asambleas por la eficiencia, en las que se priorizaría
la atención a las Unidades Básicas de Producción
Cooperativa (UBPC) y el incremento de la calidad de
vida del trabajador.
Posibles tendencias de desarrollo
de la participación directa
A partir de la experiencia cubana de parlamentarismo
obrero, surge la siguiente pregunta: ¿Qué aspectos
rescatar para que a la luz de las condiciones actuales
desarrollemos estilos de participación social que doten
de solidez a los procesos de cambio que ocurren en
nuestras sociedades, con orientación socialista, o
incluso, claramente progresista?
Algunas pistas —al menos identificar elementos
de importancia en la realidad cubana— ofrece Jesús P.
García Brigos cuando manifiesta que las discusiones
en los centros de trabajo confirmaron insuficiencias de
las asambleas del Poder Popular, dado que estas no se
integran según principios laborales, sino territoriales
y, por ese motivo, era imposible esperar respuestas
exitosas si se discutían en tal formato. Lo dicho
reconoce la falta de representatividad de la fuerza
laboral en las mencionadas asambleas, sobre todo en las
municipales, y se relaciona directamente con carencias
del sistema estatal cubano.15
Tales criterios remiten a la búsqueda de
perfectibilidad del sistema de participación, con el
108
Gabriela Quezada Calderón
objetivo de lograr la mayor imbricación posible entre
el proceso productivo y el de toma de decisiones,
determinante en la definición de asuntos de interés
nacional como, por ejemplo, las cuestiones legislativas.
En este camino, se impone cuestionar el principio de la
democracia delegada que se ejerce como representación
de la soberanía popular, y plantear la necesidad de
avanzar hacia otras formas de ejercicio legislativo.
István Mészáros, al respecto, señala:
En un orden socialista, el proceso «legislativo» tendría que
ser fusionado con el proceso de producción del mismo, de
tal manera que la necesaria división horizontal del trabajo
debería ser completada por un sistema de coordinación
autodeterminada del trabajo, desde los niveles locales
hasta los globales. Esta relación se encuentra en agudo
contraste con la perniciosa división vertical del trabajo del
capitalismo, la cual es complementada por la «separación
de los poderes» en un alienado «sistema democrático
político que es inalterablemente sobreimpuesto a las
masas trabajadoras.16
Una de las claves para alcanzar este objetivo
constituye la descentralización del poder en favor
de la autogestión con enfoques de desarrollo local
comunitario, encaminados a crear gobiernos
autónomos. ¿Cómo? Ampliando la esfera pública
—idea en la que concuerdo con Juan Valdés Paz—
aquel espacio donde se define y realiza el bien público
y cuyos poderes están determinados por la soberanía
popular y la cultura. Imposible es esperar su realización
en espacios inmanejables donde la masa se desborda
(o desborda los espacios) y se pierde como multitud
desorganizada, donde no es posible materializar lo
que exige la participación: un marco jurídico en la
comunidad concreta, un espacio institucional, una
estrategia expresiva de la voluntad política de que exista
participación y la formación ciudadana de una cultura
de participación.17
La expansión de lo público, inmediatamente,
involucra y transforma la conciencia de los sujetos de
formar parte del ejercicio de derechos y deberes como
resultado de la apropiación del ser social-ciudadano.
Una de las necesidades que evidenció la experiencia
cubana se relaciona, precisamente, con la superación
de la lógica jerárquica del trabajo —que existe, sobre
todo, en las sociedades capitalistas, pero también en
la cubana— de aquella relación de subordinación
con dejos de obediencia a la autoridad que limita la
participación honesta, abierta, sin tapujos, que suele,
por el contrario, motivar omisiones «para no tener
problemas», para evitar «que la cojan conmigo». Si en
realidad el trabajador adquiriere un empoderamiento
en el sentido de entender que es quien construye y
ejerce el poder (poder popular), no existiría un bloqueo
(¿autoinfligido?) al momento de participar. Habría
que recordar y atender también la importancia de
contar con elementos de información actualizados y
El reto vigente consiste en mejorar y multiplicar mucho más las prácticas
democráticas de los sistemas políticos y educacionales, así como el
funcionamiento laboral; en suma, toda instancia de socialización. En
sociedades cada vez más numerosas y complejas, mayor democracia nunca
es ni será suficiente.
útiles, así como el hecho de poseer el conocimiento
para, al menos, favorecer una eficiente participación
al momento de ser consultado. Si solo se maneja
el estrecho ámbito de intereses en que la persona
se desenvuelve, difícilmente podrá motivarse para
participar en la «cosa pública» y aportar con criterios
acertados. Los determinantes socioculturales para
la participación efectiva, así como resultados de la
participación en términos de reforzamiento-estímulo,
no deben subvalorarse.
El tránsito desde los sistemas de participación
actuales hasta esos otros representa grandes retos
organizativos y demanda el desarrollo de una ideología
y cultura política identificadas con la vida democrática.
Esta transformación debe pensarse como un proceso
lento y ordenado, una de las formas de construir,
paso a paso, ese «autogobierno social»18 al que aspira
la utopía comunista. Ello supone que el Estado deja
de ser de dominación que detenta el poder incluso
con fines coercitivos y la sociedad deja de ser vista
como la sociedad civil diferenciada por completo del
Estado.19
Pensar en cómo pueden avanzar hacia este objetivo
las naciones en proceso de cambio social, entre ellas la
ecuatoriana, requiere examinar cómo alcanzar, desde la
democracia representativa, otra real, participativa.
• D
ebiéramos corregir lo que, según Alarcón,
constituye la raíz de la democracia occidental vigente
donde «el representante no actúa en nombre de quien
votó por él sino que asume la soberanía del pueblo»,20
el ciudadano únicamente ejerce su derecho de
participación por medio del sufragio y con ello da
por concluido no solo su derecho, sino también su
deber. No es necesario justificar la necesidad de
lo apuntado si recordamos la crisis institucional
general alimentada por el nefasto desempeño del
Congreso ecuatoriano, cuya composición en su
mayoría derechista encontró su fin a partir de la
Asamblea Nacional Constituyente y la conformación
actual de la Asamblea Nacional (que mucho dista de
la composición popular que sí tuvo la ANC), con
sede en Quito, lo que no significa en absoluto que
la ideología que legitima la democracia occidental
neoliberal se haya superado.
• Habría que estudiar la propuesta de Hans Kelsen quien
postula la «parlamentarización de la sociedad».21
Expresa que debido a la imposibilidad de lograr la
representación del pueblo a través de los elegidos,
la vía es parlamentarizarlo todo, es decir, en lugar
de tener parlamentarismo institucional, multiplicar
tanto como sea posible las instancias —consejos
populares, en el caso estudiado: la Revolución rusa—
donde el pueblo discute y toma decisiones sobre
la sociedad. Con este sentido, podrían analizarse
las experiencias de construcción participativa de
proyectos de ley como la del Sistema Tributario o la
de Cooperativas Agropecuarias en Cuba, debatidas
por amplios colectivos sociales.
• Más allá de «abrir las puertas» de la Asamblea
Nacional y permitir la asistencia de ciudadanos
y colectivos a las sesiones de trabajo de las mesas
legislativas, sería interesante estudiar la posibilidad
de trasladar la labor de las mesas a las localidades
donde existe una sensibilidad mayor sobre la temática
en discusión (ejemplos: discutir las leyes en materia
de exploración minera en las provincias amazónicas
donde se encuentran asentadas las comunidades
afectadas por dicha actividad,22 y desde ahí, impulsar
un debate nacional). No se puede perder de vista
que como proceso de educación social, el ejercicio
legislativo, no debe legitimar la participación solo en
función de cuán afectado por la materia en que se
legisla se ve el sujeto consultado. Es deseable que la
sociedad en su conjunto desarrolle una conciencia
política que manifieste interés por la esfera pública.
Esto solo es posible instaurando las discusiones
y debates como valores esenciales y cotidianos
de la dinámica social. Las prácticas que permitan
el desenvolvimiento de debates nacionales son
falencias del actual sistema político ecuatoriano. Para
cumplir con tales objetivos hay que descentralizar
el sistema político, tanto de facultades como de
recursos financieros y materiales. «Participar en el
poder político implica siempre una distribución de
poderes».23
• Resulta decisivo llevar a cabo amplios y profundos
procesos educativos con la finalidad de inculcar
valores cívicos, democráticos, necesarios para
concretar un funcionamiento social como el descrito.
Algunos elementos ya mencionados ameritan una
atención detenida pues conforman el núcleo de la
ideología política subyacente en la realización de
Participación y parlamentos obreros en Cuba. Apuntes para Ecuador
109
los parlamentos obreros. Los procesos de educación
ciudadana deben propiciar:
■■ Entender la participación como un proceso
extenso que implica a distintos actores sociales,
a los que se atribuye la capacidad y el deber
de asumir desde su realidad más cercana las
problemáticas nacionales y sumarse a la tarea
colectiva de solucionarlas. En términos teóricos,
lo anterior se corresponde con el concepto de
«participación directa, es decir, la práctica de la
discusión y sometimiento a consulta de toda
la población en los asuntos más importantes».24
■■ Comprender que la participación no solo consiste
en propiciar los espacios y facilitar que los actores
sociales tengan acceso a ellos, sino en la «calidad de
la participación», entendida como «la capacidad
y posibilidad que tiene el individuo de discutir
y tomar decisiones públicas, fiscalizarlas y ser
actor en sus aplicaciones».25 Resultan esenciales,
para propiciar la participación social y política,
espacios y medios de participación que requieren
de la acertada creación de una institucionalidad.
Esta es parte de una democracia participativa.26
• C
omprender el ejercicio de la democracia con
valentía, sentido autóctono, teniendo en cuenta
las necesidades de la sociedad y en coherencia con el
proyecto político, sin dogmas identificados con
teorizaciones «universales». En ese sentido, entender
la democracia como «una técnica de poder», cuya
característica principal es el reconocimiento de la
pluralidad de su ejercicio práctico y cuyo contenido
se define por el grado de desarrollo, no solo
institucional, sino también de los mecanismos de
participación, integración, coacción y negociación
creados para dar respuesta y satisfacer las demandas
sociales, políticas, económicas y culturales de
la sociedad.27
• Construir una cultura política basada en el diálogo,
el valor de las discrepancias, de la tolerancia y el
pluralismo, de la unidad en la diversidad; y en la
cultura de la consulta permanente con los actores
sociales, pues constituyen la fuerza de los procesos
democráticos, así como en el fortalecimiento de su
activismo político, de su educación y formación
ideológica para influir en la toma de decisiones sobre
los asuntos públicos. Ello entraña la comprensión,
según Antonio Gramsci, de que
uno de los más grandes y serios peligros para un
Partido Comunista […] que dirige un país que realiza
la transición al socialismo, es el peligro de separarse de
las masas, el peligro de que la vanguardia se adelante
demasiado, sin «alinear el frente», sin mantener nexo
sólido con todo el ejército del trabajo.
Y agrega:
110
Gabriela Quezada Calderón
El elemento «espontaneidad» no es suficiente para
la lucha revolucionaria […] es necesario el elemento
conciencia, el elemento «ideológico», es decir, la
comprensión de las condiciones en que se lucha.28
• Erigir y mantener el poder político a partir de la
legitimidad y el consenso, basar dicho poder en
la participación, el reconocimiento y la aceptación
social por parte de los integrantes de la sociedad. Ello
supone entender que no es suficiente la tradición, la
ley y el carisma, el respaldo personal, para lograr
la legitimidad y que un poder ilegítimo deje de serlo
y no sea más que dominación.29
En lo que respecta a la tarea de desarrollar la
participación directa en los asuntos públicos a partir
de la gestión del gobierno, en especial para la sociedad
ecuatoriana —quizás también útil para otras—, cabría
proponer:
• Enfrentada la dirigencia política a situaciones
donde coexisten distintos enfoques para resolver
un problema, se privilegien criterios sociopolíticos
más comprometidos con los procesos que con
los resultados. Ello implica valorar los efectos
políticos y sociales en la manera en que se definen
las acciones, para así evitar los costos que pueden
tener en términos de la cultura política que fortalece,
los valores que fomenta y sus consecuencias en
la cohesión del tejido social y en la unidad de las
fuerzas políticas de apoyo al proyecto transformador.
Se considera que el consenso social en torno a las
decisiones es esencial.
• Despreciar la visión tecnocrática en la toma de
decisiones pues su pragmatismo elemental puede
fomentar el hábito de centralizar el poder, flexibilizar
y debilitar el contenido ideológico de las soluciones y
propiciar el inmovilismo social reforzando la
cultura de la representatividad —los mecanismos
top-down—, así como el desentendimiento político
(la apatía) por parte de los actores sociales. Cuidar
que los cargos con responsabilidad deliberante, es
decir, aquellos con capacidad de tomar decisiones
y definir orientaciones, cuenten con una formación
ideológica y ética comprometida con la justicia e
igualdad social, asimismo con las habilidades de
participación en la toma de decisiones. Al respecto,
resulta de interés lo señalado por Patricia Arenas:
Las vías para la participación directa requieren formación
especial en habilidades de comunicación, negociación,
liderazgo, etc. A. L. Portuondo (1997) plantea que la
formación de los dirigentes en Técnicas de Dirección
fertiliza el terreno para la ampliación de los procesos
participativos.30
A lo que agrega José Luis Martin: «Ser competente para
participar es condición sine qua non de la participación.
Toda participación incompetente es simulada y
contraproducente a la emancipación».31
• Introducir estrategias de acción para lograr los
objetivos desde el enfoque de procesos y no de
gestión compartimentada, sino intersectoriales
—hojas de rutas transministeriales que incluyan
la participación en sus distintas fases—, y así
complementar la gestión de «repartición», relativa
a la administración pública. En cuanto a la fase de
evaluación de las políticas públicas, se recomienda
desarrollar indicadores de logros coherentes con los
objetivos cualitativos, y emplear técnicas del mismo
estilo (encuestas, entrevistas, mediciones de carácter
longitudinal); así como analizar la efectividad de
los programas de eficiencia de gestión propios de la
«modernización del Estado», para diagnosticar su
utilidad en función de determinados objetivos, y
reparar en el grado de burocratización que agregan
a los procesos.
• Ensayar la aplicación de las enseñanzas que provee
el parlamentarismo laboral de Cuba en otros
espacios de socialización, por ejemplo, los centros
educativos. Fomentar que los estudiantes participen
en las definiciones de las políticas internas, así
como en la toma de decisiones que, por lo general,
recae en la dirección de la institución (recordar
los propósitos del «Grito de Córdoba» de 1918).32
Enfocar la formación ciudadana, sobre todo,
acentuar el estudio sobre la problemática nacional,
en articulación con sus tareas y actividades locales;
y emplear el enfoque introspectivo usado por
las asambleas por la eficiencia. Asimismo crear
nuevas relaciones sociales en los espacios laborales
donde principalmente se forman capacidades y
potencialidades humanas.33
• En el cálculo de los medios y los fines debe
subordinarse la celeridad de las decisiones a la
calidad de estas; dar prioridad al consenso, los
acuerdos y la construcción de una democracia
participativa en torno a los mínimos principios de
bienestar colectivo como garantía de legitimidad, la
inculcación del sentido de unidad e identidad de las
bases con el proyecto político y, en consecuencia, de
su continuidad.
En resumen, es necesario desplegar y proyectar,
con fines pedagógicos, la gestión política, a partir de
una concepción antropológica positiva, confiada en las
capacidades constructivas que poseen los ciudadanos
respecto a la sociedad que se anhela alcanzar. Sin dudas,
la figura del líder político, en el caso de Ecuador, es
central para lograr lo anterior; no obstante, ello no
puede llevarnos a pensar que su protagonismo es
suficiente para sostener un proceso de cambios donde
se carece de la capacidad para alcanzar la hegemonía
de una fuerza política cuando aún no se ha definido
como tal.
Conclusiones
El Parlamento en los centros laborales y su
continuación bajo el formato de las Asambleas por
la eficiencia tuvieron en Cuba gran significación
política en lo que respecta a construir consenso en las
decisiones tomadas y a la consecuente legitimidad y
aceptación que tales decisiones adquirieron por parte
de los trabajadores, pues el proceso contó con casi
80% de apoyo como promedio en todas las etapas
del ejercicio de parlamentarismo popular, cuyo éxito
—sin precedentes históricos— justifica ampliamente la
recomendación de profundizar en su implementación
y desarrollo, en beneficio de actuales iniciativas
tendientes a crear y fortalecer el poder popular.
Requisito fundamental fue contar en la Isla con la
voluntad política tanto de la dirigencia del país como
de la sindical para asumir la realización de un proceso
arduo y prolongado cuyos resultados tardarían en llegar,
contrariando la diligencia que la situación nacional
exigía. La Asamblea Nacional pudo haber decidido
implementar las acciones sin acudir a la búsqueda de
un consenso nacional, pero el hecho de no adoptar otra
vía revela el compromiso con principios democráticos
de genuino arraigo en la participación popular y un
sentido de coherencia admirable, lo cual vuelve insólita
la capacidad demostrada para sobreponer los fines (de
contenidos asentados más en elementos de carácter
ideológico) a los medios, cuyo predominio podría
poner en riesgo la ética de un proyecto revolucionario
de orientación socialista.
El proceso en su conjunto manifiesta la legitimidad
que caracterizó a este período de cambios en las políticas
económicas y financieras del país, y posibilitó que el
tránsito se realizara de manera pacífica; también hay que
valorar que el Estado cubano no protege los intereses de
minorías pudientes que generan mecanismos represivos
a fin de aplicar con éxito medidas inconsultas, como
es habitual en los sistemas políticos de otros países (en
su mayoría capitalistas, como se ha manifestado en la
actuación de los gobiernos europeos frente a la actual
crisis económica). En ese sentido, cobra relevancia la
concepción de Estado que subyace en el proceder de
los actores e instituciones gubernamentales, así como
la del proyecto social al cual obedecen las acciones
y, sobre todo, al lugar que ocupa la participación
(y su modalidad, ya sea representativa, directa, o
mixta) entre los objetivos de dicho proyecto. De estas
definiciones se deriva la comprensión de las formas que
adquiere la preparación y consecuente determinación
de las decisiones y medidas (o políticas públicas) por
parte de la estructura de gobierno. El sistema político
cubano que se define como de transición al socialismo
demuestra un quiebre notorio en relación con la norma
de conducta en modelos políticos capitalistas.
Participación y parlamentos obreros en Cuba. Apuntes para Ecuador
111
La experiencia de Cuba podría, además, analizarse
desde la perspectiva de la gestión de conflictos, dado
que las amenazas externas e internas configuraron un
escenario propicio para el desorden no solo social sino
político y general; sin embargo, se pudo evitar cualquier
riesgo de fragmentación de la sociedad. No significa
que no hubo conflictos, pues la ola migratoria de
aquellos años, entre otras manifestaciones, constituye
una expresión de ellos. La superación de dicha
conflictividad social y política torna esta experiencia
uno de los acontecimientos históricos por conocer y
analizar con profundidad, con el sentido de rescatar los
aprendizajes y actualizar muchas de las aspiraciones
que cuentan con una destacada demanda en nuestros
días, no solo en la realidad cubana sino también en los
países que hoy transforman sus sociedades en favor de
las masas populares.
Para finalizar, conviene llamar la atención sobre las
potencialidades que posee el parlamentarismo para el
desarrollo de contenidos éticos complejos al sumirnos
en la tarea de transformar mentalidades, muchas
veces contraproducentes, para edificar las sociedades
anheladas.
El reto vigente consiste en mejorar y multiplicar
mucho más las prácticas democráticas de los sistemas
políticos y educacionales, así como el funcionamiento
laboral; en suma, toda instancia de socialización. En
sociedades cada vez más numerosas y complejas, mayor
democracia nunca es ni será suficiente. Valórese lo
dicho como corolario de todo proceso transformador
que aspire a la emancipación de la humanidad rumbo
a la utopía de una vida plena.
Notas
1. Véase Eugenio Espinosa, «La economía cubana en 1989-1995:
crisis, reformas y relanzamiento, vulnerabilidad y perspectivas
estratégicas», Documentos de trabajo #7, FLACSO-Cuba, La
Habana, 1996.
2. Para 1993 el déficit presupuestario había alcanzado los 5 050
millones de pesos, determinado en gran medida por la cantidad
de dinero circulante que entraba por la vía de los salarios y la
seguridad social, los cuales no se vieron afectados, aun cuando
estos egresos (de la banca estatal) no eran respaldados por la
producción de valores en bienes y servicios. Otras fuentes también
deben considerarse como sostén económico: el ingreso de remesas
familiares que en 1994 se calculó en quinientos millones de dólares,
así como el proveniente de trabajadores por cuenta propia cuya
producción y servicios se estima entre ochocientos y novecientos
millones de pesos y en cien millones el pago de impuestos. Véase
Alfredo González, «Las transformaciones económicas en 1994 y
escenarios para 1995», Cuba. Investigación Económica, La Habana,
septiembre de 1995.
112
las ediciones de 1994, disponibles en el Centro de documentación
del periódico.
5. Véase «El paquete de medidas que sí debemos tomar» (editorial),
Trabajadores, La Habana, 24 de enero de 1994.
6. Véase Pascual Serrano, «La democracia cubana no se agota
en la representación formal, sino que incorpora mecanismos y
formas de democracia directa» (entrevista a Ricardo Alarcón de
Quesada), Rebelión, disponible en www.rebelion.org, 6 de diciembre
de 2003.
7. Véase «Seamos consecuentes con el lenguaje de este Parlamento»
(editorial), Trabajadores, La Habana, 21 de marzo de 1994; y Pedro
Ross Leal, «Discurso en la Asamblea Nacional del Poder Popular
de Cuba», 1 de mayo de 1994, en el que expone un resumen de
los resultados del Parlamento obrero en los centros laborales,
disponible en el Centro de Documentación de Trabajadores.
8. Para conocer información detallada sobre ese intercambio, véase
Trabajadores, La Habana, 2 de mayo de 1994.
9. Véanse los Decretos Ley del Consejo de Estado n. 147 (Gaceta
Oficial, n. 002, 21 de abril de 1994) y n. 149 (Gaceta Oficial, n. 005,
4 de mayo de 1994), disponibles en www.gacetaoficial.cu.
10. Véase Trabajadores, La Habana, 16 de mayo de 1994.
11. El sondeo realizado por el Centro de Estudios Sociopolíticos
y de Opinión en doce de las catorce provincias del país, en aquel
momento, a 752 trabajadores y 476 dirigentes sindicales, reveló que
80% de ellos consideraban que se conservaba el espíritu y el estilo de
los parlamentos en los centros de trabajo; 90% de los encuestados
expresó confianza en que las asambleas eran un método adecuado
para la participación activa de los obreros en la conducción de
los procesos económicos en sus centros laborales. Tras el primer
ciclo de asambleas se registró un promedio de 87% de asistencia.
Véase «¿Qué se opina sobre las Asambleas por la eficiencia?»,
Trabajadores, La Habana, 20 de junio de 1994.
12. Para ampliar información respecto de la situación económica
en Cuba en estos años, véase Alfredo González, ob. cit.
13. Juan Valdés Paz, «El sistema político cubano de los años noventa:
continuidad y cambio», El espacio y el límite: estudios sobre el sistema
político cubano, Ruth Casa Editorial, La Habana, 2009.
14. En los últimos años, la CTC había enfrentado una notoria
disminución del aporte monetario por parte de sus afiliados. Es
decir, si bien los trabajadores no se desvinculaban abiertamente,
incumplían las cuotas sindicales como expresión de su desinterés
por la organización.
15. Jesús P. García Brigos, Gobernabilidad y democracia: los órganos
del Poder Popular en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1998.
16. István Mészáros, La crisis estructural del capital, Ministerio del Poder
Popular para la Comunicación y la Información, Caracas, 2009.
17. Julio César Guanche, «Buenas nuevas sobre un viejo tema:
política, administración y socialismo», Prólogo a Juan Valdés Paz,
ob. cit., disponible en www.rebelion.org/noticia.php?id=100188.
18. Para ampliar este aspecto, véase Jesús P. García Brigos, ob. cit.
3. Tres millones de trabajadores participaron de este ejercicio
democrático.
19. Ídem. Además, véase Franck Gaudichaud, «En Cuba no
pretendemos gobernar por mayorías, pretendemos gobernar
por convicción y consenso» (entrevista a Jesús P. García Brigos),
Rebelión, 3 de diciembre de 2005, disponible en www.rebelion.org.
4. Una parte de la información contenida en el presente trabajo ha
sido extraída del semanario Trabajadores, órgano de la CTC. Véanse
20. «Parlamento obrero: ¿génesis de una nueva democracia?» (entrevista
a Ricardo Alarcón de Quesada), Habanera, La Habana, 1994.
Gabriela Quezada Calderón
21. Ídem.
22. Lo expuesto se corresponde aún con la visión centralista del
poder, en especial, del ejercicio legislativo, pues, por otro lado
—para muchos radical e imposible— existe la vía de ampliar las
autonomías de los territorios desde un enfoque federalista donde
la autonomía (o autodeterminación) hace propio el derecho
a la legislación territorial (véase Ramiro Ávila Santamaría, El
neoconstitucionalismo transformador. El Estado y el derecho en
la Constitución de 2008, Abya-Yala, Quito, 2011). En países con
alta diversidad étnica como Ecuador, al tiempo que se identifican
aspectos positivos en la cosmovisión indígena se mantiene
resistencia y temor al fantasma de la balcanización y, relacionado
con ello, a todo lo que huela a «no unicidad» en torno al usufructo
de recursos naturales.
23. Juan Valdés Paz, «Notas sobre participación política en Cuba»,
El espacio y el límite…, ob. cit.
24. Mercedes Valdés y José Toledo, «Participación y socialización
políticas: interrelaciones», en Teoría y procesos políticos
contemporáneos, t. I, Editorial Félix Varela, La Habana, 2006.
25. Ídem.
26. Véase Juan Valdés Paz, «Notas sobre…», ob. cit.
27. Marcos Roitman, citado en Mirtha del Río Hernández,
«Principales teorías sobre la democracia», en Teoría y procesos
políticos contemporáneos, ob. cit. Véase su «Teoría y práctica de la
democracia en América Latina», en Pablo González Casanova y
Marcos Roitman, eds., La democracia en América Latina, actualidad
y perspectivas, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en
Ciencias y Humanidades, UNAM, México, DF, 1995.
28. Antonio Gramsci, citado en Dolores Vilá Blanco, «Las reformas:
alternativa reorganizadora desde la transición al socialismo», en
Teoría y procesos políticos contemporáneos, t. II, ob. cit.
29. Para ampliar sobre tipos y factores de legitimidad, véase Emilio
Duharte Díaz, «Reformas y tendencias políticas en Cuba: hacia un
fortalecimiento de la legitimidad», en Teoría y procesos políticos
contemporáneos, t. II, ob. cit.
30. Patricia Arenas Bautista, «Mapa para comprender la
participación», en Arnaldo J. Pérez García, comp., Participación
social en Cuba, CIPS, La Habana, 2004.
31. José Luis Martin, «Participación en la economía. Algunas
reflexiones para el debate», en Arnaldo J. Pérez García, ob. cit.
32. El Grito de Córdoba equivale a la Reforma Universitaria de
1918, concretada por los estudiantes argentinos tras la huelga que
reflejaba su profundo rechazo al régimen universitario que, para
entonces, estaba permeado por la Iglesia católica y los dictámenes
políticos de hegemonía clasista.
33. Patricia Arenas coincide con Bernhard Wilpert en que es
posible la difusión de la participación social a la sociedad a partir
del aprendizaje transferido desde la experiencia participatoria
organizacional en el trabajo, hacia los papeles en la vida política
de los individuos y el fomento posible de los climas públicos
democráticos. Véase Patricia Arenas Bautista, ob. cit., y Bernhard
Wilpert, «A View from Psychology», en Bernhard Wilpert et al.,
Organizational Participation; Myth and Reality, Oxford University
Press, Nueva York, 1998.
, 2013
Participación y parlamentos obreros en Cuba. Apuntes para Ecuador
113
Tres ismos en la historia
de Cuba: fascismo,
nazismo y falangismo
Katia Figueredo Cabrera
Profesora. Universidad de La Habana.
L
os exiguos estudios sobre el impacto del
fascismo en Cuba han centrado su atención
en el partido ABC; 1en algunos casos, la
historiografía tradicional ha reproducido las
tesis del periodista norteamericano Allan Chase, quien
durante los años 40 del siglo xx condenó con fuerza al
grupo conservador de las colonias española, alemana
e italiana residentes en la Isla, y simplificó el rostro
cubano del fascismo al presentarlo como un mero
complot nazi-fascista-falangista muy de moda en la
propaganda y la retórica discursiva de la época.2
El presente artículo ofrece una comparación entre
los programas de la Legión Nacional Revolucionaria
Sindicalista, la Asociación Partido Nazi Cubano y el
falangismo español, en aras de precisar quiénes fueron
los verdaderos revolucionarios de la contrarrevolución3
en la mayor de las Antillas y su impronta ideológica
en la sociedad cubana durante el período de
entreguerras.
Si bien la Guerra civil española impulsó el
comportamiento colectivo del sector conservador
de la colonia hispana, la problemática se muestra
más compleja cuando se examina la actuación de
la derecha cubana —protagonista de un escenario
político no ajeno a la influencia del nuevo orden
fascista internacional— y de una sociedad más
politizada que con pasos seguros marchaba hacia su
madurez.
114
n. 74: 114-121,
Katia Figueredo
Cabrera abril-junio de 2013
Hacia la segunda mitad de los años 30, el ideal
nacional-reformista de una parte de la nueva
generación de cubanos se proyectó por caminos
diferentes. Para unos, la «Cuba nueva» debía
restructurarse bajo la hegemonía de los Estados
Unidos, mientras para otros la «Cuba mejor» debía
transitar a una etapa superior de independencia
nacional. Más allá de esta notable diferencia, ambos
grupos compartieron la misma inquietud por sus dos
grandes fantasmas: la emigración judía y la creciente
expansión del comunismo ruso.
El fuerte anticomunismo, recurrente en las
plataformas programáticas de las asociaciones
mencionadas, se agudizó a mediados de 1938, luego
de la legalización del Partido Unión Revolucionaria
Comunista y el acercamiento estratégico de Fulgencio
Batista a los marxistas del patio con vista a la
Convención Constituyente de 1940.
Estas consideraciones, expuestas de manera
simplificada, han de ser valoradas al reflexionar acerca
del impacto de la ideología fascista en la multiplicidad
del reformismo estabilizador impulsado por sectores
emergentes en la Cuba posrevolucionaria, que desde
diversos modelos buscaban restaurar el orden de la
nación y modernizar sus estructuras económicas
y políticas, en un contexto donde la apertura del
sistema político catalizó la movilización social y las
estrategias colectivas.4
L a L egión Nacional Re volucionaria
Sindicalista (LNRS)
La LNRS fue, en mi opinión, la asociación
filofascista más acabada de las existentes en Cuba entre
1930 y 1940.5 El término de legión —procedente de
la antigüedad greco-latina— denotaba de antemano
el carácter paramilitar de la asociación; el calificativo
de nacional pretendía reflejar la esencia de esa «Cuba
mejor», en el sentido de para la patria y por la patria. El
de revolucionaria indicaba la novedad en los conceptos
y en el estilo organizativo: escuadras, pelotones,
tropas…; y el de sindicalista puntualizaba que se asumía
dicha fórmula como la más acertada para organizar
la producción en sus diversas manifestaciones. A
los integrantes de esta asociación política, hija de la
apertura democrática impulsada por Fulgencio Batista
a mediados de 1938, también se les conocía como los
«camisas grises».
Había surgido el 21 de octubre de 1938, cuando
un grupo de cubanos de clase media, con edades
comprendidas entre 18 y 32 años, se reunieron en la
habanera Manzana de Gómez y juraron —brazo en
alto— edificar una «Cuba nueva y patriótica». Ellos
eran: Jesús Manuel Marinas Álvarez (jefe legionario
nacional), Conrado Almañique Agudo (secretario
general), Manuel García Álvarez (comisionado de
intereses económicos), Arturo Esteban de Carricarte
García (comisionado de prensa y propaganda),
Claudio Lorenzo Balsa (comisionado de información)
y Juan Alberto Formoso Prieto (comisionado de
intereses generales). Como primer punto del proyecto
nacionalista planteaban la necesidad de fortalecer el
Estado, único poder con capacidad para impulsar el
desarrollo económico de la Isla, cimentar la justicia
social y defender las libertades individuales a través
de la «intervención legítima de las masas populares
en la obra nacional».6 Desde esta óptica corporativista
aspiraban a armonizar la organización sindical en
la esfera de la producción y despejar al país de los
enfrentamientos interclasistas y de la influencia
comunista, causante —según sus criterios— de los
males ciudadanos y del desorden imperante en la
sociedad.
Como bien opina el historiador canadiense Robert
Whitney, las atentas miradas a la consolidación
institucional del nuevo Estado cubano, diferente al
Estado oligárquico imperante, respondían a un interés
particular de la época: «Antes de los 30, el Estado
cubano no necesitaba ser fuerte, pues era la hegemonía
estadounidense, ejercida mediante la Enmienda Platt,
la que en última instancia garantizaba el orden político
y la estabilidad económica».7
Al igual que en la Italia fascista, la conducción
de la LNRS descansaba en un Consejo Supremo
Nacional, aquí presidido por Marinas Álvarez, cuyos
poderes se articulaban a través de un marcado culto
a la personalidad del líder y la estricta obediencia
y disciplina por parte de todos los «camaradas
soldados».
Una vez aceptado como «compatriota», el legionario
debía presentarse a un examen de capacidad tácticomilitar, acatar de manera estricta las órdenes de las
jerarquías superiores, vestir el uniforme gris de la
cubanidad. El juramento de fidelidad a la patria y a los
ideales de la legión se realizaba en posición de firme,
talones unidos y brazo en alto, con las siguientes voces
reglamentarias: «Cuba libre, Cuba independiente,
Cuba soberana y Cuba, levántate». Según los líderes
de la agrupación, este ritual de marcado estilo fascista
denotaba esencias nacionales:
Nuestro saludo, además, es cubano, no es importado…,
todos sabemos que su origen se remonta a los tiempos del
indómito Hatuey, al tiempo de los primeros moradores
de nuestra querida patria, al tiempo en que este saludo
quería decir bienvenida, en que expresaba amistad,
paz.8
En términos económicos, la LNRS proponía un
oportuno programa de acción nacional: supresión del
latifundio, emancipación del campesinado, protección
al pequeño propietario, creación de cooperativas
agrícolas, confiscación de tierras a los dueños que no
la trabajaran, abolición de los trust y nacionalización
de los servicios públicos y de las industrias básicas.
Llamaba, al menos en el papel, a solucionar los
problemas agrarios y económicos más perentorios
desde un «antimperialismo nacionalizante»,9 o dicho
en otras palabras, una Cuba controlada por cubanos
y no por capitalistas extranjeros. En el terreno social,
proyectaba eliminar el desempleo y las huelgas, elevar
el nivel moral y material de los trabajadores, y expulsar
a los inmigrantes que «en lo político perjudicaban la
economía de la nación». Su amplio abanico de reformas
se extendía al plano educacional, al declarar como
obligatorios los primeros niveles de la enseñanza,
propugnar el incremento y mejora de las escuelas de
arte y oficios, y la creación de bibliotecas y campos
de deporte en todos los pueblos para desarrollar la
excelencia física y artística de los jóvenes.10
Este atractivo programa, presente en todas las
versiones modélicas del fascismo europeo, evidenció
en la práctica la esencia demagógica y populista de
los legionarios cubanos, incapaces de diseñar una
estrategia eficaz de movilización en función de sus
objetivos.
Su primera actividad pública tuvo lugar el 8 de abril
de 1939, en la Necrópolis de Colón, para homenajear al
estudiante cubano de derecho Juan Antonio Pozuelo,
capitán de las huestes franquistas, muerto a causa de
las heridas recibidas en el frente de Jarama. Portando la
Tres ismos en la historia de Cuba: fascismo, nazismo y falangismo
115
bandera roja y gualda, los camisas grises realizaron una
peregrinación por la calle Zapata. No asistió la Falange
Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva
Nacional Sindicalista (FET y de las JONS). Envuelta en
un escabroso proceso burocrático, dicha organización
no pudo homenajear a Pozuelo, y tampoco pronunciarse
sobre el triunfo de Francisco Franco en España.
En lugar de la Falange Española, el jefe de la Legión
cubana envió un cablegrama de felicitación al Caudillo
por la «salvación del mundo de la barbarie judaicomoscovita» y solicitó al presidente Federico Laredo Bru
el reconocimiento de Franco.11 Más allá de simpatías
políticas hacia el naciente régimen peninsular, Marina
Álvarez buscaba reforzar el empobrecido tesoro de la
LNRS a través del apoyo económico de sus «hermanos
ideológicos», que no pudieron acudir en su ayuda.12
La escasa relevancia pública de los camisas grises
fue suplantada por una activa y comprometedora labor
publicitaria. En junio de 1940, apenas un mes antes
de celebrarse en La Habana la Segunda Reunión de
Consulta entre los Ministros de Relaciones Exteriores
de las Repúblicas Americanas, Marina Álvarez cursó
la siguiente nota de felicitación al representante del
imperio alemán en Cuba:
Me es grato testimoniarle ante esa Legación el regocijo y
la gran satisfacción que experimentamos los miembros
de esta LEGION NACIONAL REVOLUCIONARIA
SINDICALISTA, por los triunfos continuos y gloriosos
éxitos de las armas NACIONAL-SOCIALISTAS. Al hacer
patente nuestra absoluta compenetración con la Gran
Alemania, ruegole [sic] haga llegar hasta su máximo
creador el Führer Adolfo Hitler, los votos más sinceros
de esta CUBANA organización, por el triunfo definitivo
de las invictas armas alemanas. Brazo en alto... Viva
Alemania, Viva Hitler, Viva Cuba.13
El contenido de este escrito y el desafío a la
hegemonía de los Estados Unidos, recogido en la
publicación Acción Legionaria, el 15 de diciembre
de 1940, evidencian el nivel de enajenación de los
afiliados a la LNRS en cuanto a la realidad cubana y el
contexto interamericano. En ese número condenaron
la intervención de las «bestias de Moscú» en Finlandia,
rindieron honores a Cornelio Zelea Codreanu, jefe
de los camisas verdes en Rumania, calificaron de
«presidente-dictador» a Franklin Delano Roosevelt y
prestaron atención especial a los judíos, juzgados como
la encarnación de todos los males de la sociedad cubana.
El virulento antisemitismo, fundado esencialmente en
argumentos morales y políticos, se calzó con posiciones
más llamativas de reafirmación y soberanía nacional
en la línea de la exaltación patriótica:
Cuba debe su independencia a ella misma, por tanto
si la cubanidad legionaria es puesta en duda, porque
no admitimos ingerencia [sic] americana, sépase que
estamos practicando la cubanidad de Martí, de Céspedes
y Maceo, que solo confiaban el futuro de Cuba al
sacrificio y a la honradez de los cubanos.14
116
Katia Figueredo Cabrera
Nada sorprendente resulta esta postura si tenemos
en cuenta que los fascistas italianos se legitimaban
apelando a la antigua Roma imperial y los nazis a los
mitos del romanticismo alemán.
Conforme avanzaba la Segunda guerra mundial, la
Isla transitó hacia posiciones más radicales en relación
con los grupos o asociaciones filofascistas. En el Decreto
presidencial 168, del 29 de enero de 1941, Fulgencio
Batista declaró ilícitas todas las entidades que tuvieran
conexiones políticas con organizaciones internacionales
o se dedicaran a la captación de prosélitos contra el
régimen democrático.15
Aun cuando la disposición eludió citar agrupaciones
específicas, el peso mayor recayó sobre la FET y de las
JONS y la LNRS, pues en la práctica el Partido Fascista
Nacional no pasaba de ser un simple ornamento
asociativo, mientras los expedientes de la Asociación
Partido Nazi Cubano yacían en los archivos del Gobierno
Provincial de La Habana, tras su disolución en agosto
de 1939.
Es fácil comprender el interés particular de
las máximas autoridades cubanas por los jóvenes
legionarios, si se lee el número 6 de la revista Acción
Legionaria, correspondiente al 15 de enero de 1941. En
él la organización proponía la disolución de los partidos
políticos y la derogación del sistema democrático en la
Isla. Según sus redactores, la democracia, de notable
ineficacia práctica, debía ser sustituida por un Estado
Nacional Revolucionario Sindicalista que encuadrara
a todos los cubanos en una rígida disciplina militar.
También exaltaban la historia de la nación germana,
comentaban con palabras elogiosas pasajes de Mein
Kampf y criticaban la política del Buen Vecino.16
El 20 de febrero de 1941 el gobierno cubano canceló
la franquicia postal de Acción Legionaria e inició una
exhaustiva investigación policial, aprovechada por la
manipulación periodística que a diario distorsionaba
la realidad cubana y fomentaba un latente estado de
guerra y de paranoia. El peligro quintacolumnista generó
lecturas y comportamientos casi apocalípticos y la LNRS
fue acusada de «desarrollar la política nazi-falangista en
todo el territorio nacional, mientras prepara un Ejército
que pondrá a la disposición de Hitler y Franco tan pronto
como sea ordenado».17
La complicidad entre los «camisas grises» y los
falangistas cobró fuerza, según los informes del Buró
Federal de Investigaciones (FBI) y los diarios cubanos;
excesivo ímpetu le atribuyeron el rotativo comunista
Noticias de Hoy y la revista Nosotros, órgano de la Casa
de la Cultura y Asistencia Social (organización de apoyo
al exilio republicano). Era una falsa idea, muy alejada
de la realidad asociativa de la FET y de las JONS que
nunca admitió a cubanos dentro de su membresía
y que hacia 1940 había cambiado radicalmente sus
objetivos políticos, e intentaba borrar de un plumazo su
imagen fascista. En cambio, la Legión se esforzaba por
mantenerla a través de la venta de distintivos alemanes
e italianos en su domicilio social (Misión 311, altos).
A diferencia de la FET y de las JONS, cuya situación
real en la Isla careció de un estudio detallado, la LNRS
fue objeto de la atención gubernamental. De acuerdo
con los informes policiales, su membresía no excedía
los quinientos afiliados en todo el país y se sostenía
gracias a la cuota obligatoria de veinte centavos que
sus miembros abonaban todos los meses, sin recibir
ayuda monetaria de ninguna potencia del Eje o sus
aliados.18 Aun así, los legionarios no escaparon de
los procesos judiciales iniciados en julio de 1941.
Por delitos contra los poderes del Estado, la causa
no. 429/941 procesó a Jesús Manuel Marinas Álvarez,
Armando Valdés Zorrilla, Roberto Nosti Luis y
José Pando Rivera, director, editor responsable,
administrador y jefe de redacción, respectivamente,
de Acción Legionaria, quienes negaron ante el juez
sus vínculos con ella.
El limitado alcance publicitario de este primer
juicio contrastó con la información aparecida en los
periódicos de la capital cubana cuatro meses después
del registro realizado por Marino Faget Díaz, capitán
jefe de la Oficina de Control de la División Central de
la Policía Nacional, en el domicilio de Pando Rivera,
sito en Aramburu y San Rafael.
En el allanamiento se encontraron numerosos
escritos en idioma alemán, ejemplares de Acción
Legionaria, hojas de propaganda a favor del nazismo
y en contra de la democracia, varios impresos que
atacaban a Franklin Delano Roosevelt, además de
una bomba de mano y cartuchos explosivos. Este
último hallazgo, el más comprometedor, motivó
que los implicados fueran incluidos en la Causa no.
147/941, por tenencia de explosivos y propaganda
para remplazar la forma democrática de gobierno.
Finalmente, el 9 de febrero de 1942, la Sala Quinta
de lo Criminal de la Audiencia solicitó la declaratoria
de ilicitud para la LNRS, luego del último juicio oral de la
Causa no. 68/941 contra la estabilidad de la República.
Con dos causas en su contra, José Pando Rivera fue
sentenciado a tres años de privación de libertad, Jesús
Manuel Marinas Álvarez a dos años y Jerónimo Cruz
Portela, jefe de propaganda y prensa, Miguel Vázquez
Artesor, comisionado sindical, y Armando Valdés
Zorrilla a seis meses de cárcel.
En cumplimiento con lo dispuesto por el poder
judicial, el 18 de febrero de 1942 Rafael Guas Inclán,
gobernador provincial, canceló de manera oficial la
organización, con lo que quedó desactivada la última
red asociativa de la derecha cubana filofascista, dos
meses después de la entrada de Cuba en la Segunda
guerra mundial.19
Asociación Partido Nazi Cubano (APNC)
Esta organización también se inserta en la época
de apertura democrática en la cual la sociedad
civil, protagonista de una sociabilidad nueva, vio la
oportunidad de canalizar sus demandas e influir en
el proceso de transformación estructural que desde
bases negociadoras preparaba la nación para un cambio
institucional del Estado.20
Bajo este influjo de pactos, convenios y alianzas, el
8 de octubre de 1938 nació la Asociación Partido Nazi
Cubano (APNC) con la aspiración de convertirse en
una fuerza política para intervenir en la vida pública
y combatir el comunismo. Su pobreza programática
determinó su efímera vida y el escaso impacto
ideopolítico en la Isla.
Su primera Junta Directiva estuvo integrada por
los periodistas Juan Prohías Figueredo (presidentetesorero) y Manuel Montoto (secretario general y
de actas); además, por Antonio María Fraga Gómez
(vicepresidente) y un grupo de vocales: Roberto
Fernández, Jorge Alberto Morales, Armando Parets,
Darío Prohías Bello, Gregorio Alonso, Manuel
Rodríguez, José Alberto Morales, José Horta, Antonio
Torres y Antonio Fernández. Todos defensores de la
inclusión de los sectores medios —a los que llamaron
la «clase olvidada»— en la vida política de la nación:
supuesto que todas las concesiones y contemplaciones
son para la clase trabajadora, cuando la República cubana
no es una República de trabajadores, por ser muy limitada
su vida industrial, sino una República de empleados, los
máximos representativos de la clase media.21
A todas luces, su preocupación denotaba miedo
por la creciente reorganización de la clase obrera y,
al mismo tiempo, los demarcaba de los legionarios
cubanos, quienes, mediante un discurso populista
de cohesión, armonía e inclusión social, defendían
la organización y el control ejercido por los sectores
populares.
El programa nacionalista de la APNC circunscribía
las pretensiones de una «Cuba nueva» a los estrechos
marcos de un renovado modelo de dominación
neocolonial a favor de las «más íntimas y cordiales
relaciones con los Estados Unidos de América».
Convencidos de las ventajas de la política del Buen
Vecino, los nazis cubanos apostaban por el progresivo
desarrollo de la economía bajo el lema: «Nuestro
meridiano económico radica en Washington, y no en
México, Moscú y Barcelona».
Si bien desde su perspectiva el antinorteamericanismo
era poco práctico y solo la influencia de los Estados
Unidos podía encauzar la nación por los senderos
de la modernidad capitalista, el mayor rechazo a
la asociación lo suscitaron, sin duda, el nombre y
el emblema: la esvástica. Pues, en la práctica, su
Tres ismos en la historia de Cuba: fascismo, nazismo y falangismo
117
Frente al caos heredado de la Revolución del 30 en Cuba, el fascismo, en todas
sus variantes, pretendió constituir una alternativa al Estado oligárquico capaz
de restaurar el orden, implantar la justicia social, combatir el comunismo y
modernizar las estructuras económicas y políticas del país.
documento fundacional descartaba una simpatía
mucho más comprometedora con el nacionalsocialismo
y su líder, Adolfo Hitler. Ninguno de los miembros de la
APNC era de origen alemán, aunque admitían cubanos
y extranjeros, sin distinción de raza o sexo, contrarios al
comunismo o a cualquier «tendencia extremista».22
A juzgar por la escasa información archivada en
los expedientes, sus proyectos quedaron en el papel, al
no poder aunar las fuerzas necesarias para mantener
activa la organización ni alcanzar un vigoroso nivel
de actividad política a través de la creación de redes
de reclutamiento y estructuras de movilización
social. También resultaron infructuosos los intentos
por establecer un puente de diálogo con la FET y de
las JONS, tras cambiar su nombre por el de Quinta
Columna, en abril de 1939, y gestionar una nueva
ley de inmigración más «drástica» e «inflexible»
para proporcionar empleo a más de seiscientos mil
cubanos y frenar el éxodo de familias campesinas hacia
Venezuela y otros países.23 En agosto de ese año se
produjo la renuncia colectiva de su exigua membresía
—menos de veinte asociados— sin ver cumplido el
sueño de convertirse en un partido político.
Las razones de su disolución permanecieron en
el más absoluto silencio hasta septiembre de 1940,
cuando el Gobernador provincial de La Habana, a
tono con las medidas de seguridad dispuestas en la
Segunda Reunión de Consulta entre los Ministros de
Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas,
ordenó investigar las actividades de la desaparecida
asociación.
En virtud de la solicitud, Juan Prohías Figueredo
declaró en una nota al funcionario público:
Nuestra Asociación, exclusivamente, fue una organización
contra los judíos, contra […] la inmigración judía.
Se acabó la inmigración judía, en agosto se veía clara
la guerra, vino el pacto ruso-alemán, y se convino en
disolver la Asociación.24
Prohías Figueredo señaló como causa de la
desintegración la firma del pacto Ribbentrop-Molotov.
Un cambio estratégico que, en su opinión, sepultó
cualquier interés por mantener unida la colectividad,
cuando en el Viejo continente el comunismo y el
nazismo se sentaban como «buenos amigos» a una
mesa de negociaciones.
La muerte prematura del grupo salvó a sus líderes
de los juicios contra la estabilidad de la República y
de las imputaciones del rotativo Noticias de Hoy. Sin
118
Katia Figueredo Cabrera
argumentos viables para aplicar medidas drásticas contra
sus afiliados, el 27 de septiembre de 1940 el Gobierno
Provincial de La Habana canceló la inscripción de la
APNC del Registro de Asociaciones y desestimó las
investigaciones de León Blanco, supervisor de la Policía
Judicial, las cuales corroboraban la afinidad de Juan
Prohías Figueredo y Manuel Montoto con las ideas
«nazi-fascistas».
Falange Española
La aparición de la Falange Española Tradicionalista
y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista estuvo
determinada por el estallido de la guerra civil en
España. Estar integrada exclusivamente por ciudadanos
de ese país le impedía participar en la vida política de
Cuba y debía acatar la Ley de Asociaciones, vigente
desde la época colonial en la Isla.
A este limitado radio de movilidad participativa
habría que agregar la supeditación de la FET y de las
JONS a la Delegación Nacional del Servicio Exterior
de la Falange Española, encargada de diseñar el soporte
administrativo en ultramar, redactar los estatutos de la
agrupación y nombrar al jefe o delegado de la Junta de
Mando de España en Cuba, quien, a su vez, designaba la
Junta Directiva y controlaba el acceso de los miembros,
a través del pago de una cuota mensual obligatoria y
la cooptación como mecanismo de admisión. De ahí
su doble subordinación a la España franquista y al
Estado cubano, estructuras de poder que mantuvieron
la permanencia de la colectividad hasta que devino
sociabilidad conflictiva para los intereses políticos y
regionales de ambas naciones.
El origen de la FET y de las JONS se remonta a agosto
de 1937, cuando por órdenes de Francisco Franco la
derecha española fue obligada a encuadrarse en una
sola asociación.25 Con domicilio social en el número 80
de la habanera calle Prado, su primera Junta Directiva
estuvo integrada por Gregorio Prendes Díaz (delegado
de la Junta de Mando de España en Cuba), Juan Muñiz
Vallín (secretario general), Bernardo Collado Otero
(delegado de la Sección femenina), Rafael Piñero
del Villar, (Prensa y propaganda), Norberto Soliño
Fernández (Administración) y Jesús Humara Lastra
(Investigación). Debían unificar y convertir la colonia
española en un baluarte dispuesto a defender los
ideales de la España nacionalista, fomentar a través
del estudio y la propaganda «el sentido profundo de la
indestructible unidad de destino de la Madre Patria» y
contribuir a implantar en la «nueva España» la justicia
social sobre la base de una «organización económica
integradora, superior a los intereses individuales de
grupos y clases». La «unidad de destino» sintetizaba
la vocación imperial de la nación española desde la
remota época de los Reyes Católicos hasta el proceso
de la Reforma protestante cuando, resquebrajada la
unión de la cristiandad, la Madre Patria optó por el
catolicismo y emergió como «luz de Trento» y«martillo
de los herejes». La Falange reclamaba para España un
puesto preminente en Europa y su condición de eje
espiritual del mundo hispano.26
La idea de una «organización económica integradora»
recibió atención priorizada en la columna titulada
«Doctrina Nacional Sindicalista» que el Diario de la
Marina puso a disposición de Alejandro Villanueva
Plata, sucesor de Prendes Díaz, interesado en demostrar,
a partir de la confluencia armónica patrón-técnicoobrero, la importancia del sindicalismo piramidal y
jerárquico en el aniquilamiento de la lucha de clases.
A los ojos de los lectores cubanos, la Falange Española
se presentaba de «cara siempre al obrero» y abocada a
reinsertar España en el concierto de las naciones libres y
distantes de la «influencia roja». Dentro de este cuadro
de cambios estructurales, el nuevo Estado español
garantizaría la integridad nacional frente al federalismo
republicano y la destrucción de los partidos políticos.
Conforme avanzó la guerra, la teoría cedió terreno
a una cuestión medular: la formación práctica y la
educación política de los afiliados. En septiembre de
1937 aparecían en el Diario de la Marina fotos del
primer ejército de «camaradas azules», rígidamente
disciplinados y uniformados, que brazo en alto
tarareaban el himno Cara al sol, repetían al unísono los
rituales gritos de «Franco, Franco, Franco» y terminaban
con las réplicas tradicionales: «¡España, una!, ¡España,
grande!, ¡España, libre!» en sus habituales actos del
Plato Único27 y en sus ceremonias religiosas que tenían
por escenario el Colegio de Belén, la Iglesia del Carmen
y la Catedral de La Habana.28
Estas acentuadas simbología, estética y coreografía
fascistas se extendieron a lo largo y ancho de la Isla.
Apoyada en ellas, la FET y de las JONS diseñó diversas
actividades durante su «era azul» ubicada, a mi juicio,
entre agosto de 1937 y abril de 1939. Dicho período se
caracterizó, además, por el pragmatismo, la decisión
de cimentar en la conciencia colectiva de la derecha
hispana la consustancialidad del Estado español con la
Falange y la pertenencia identitaria de esta a su nación
de origen.
Sobre esa base, la revista ¡Arriba España! priorizó
la publicación del «Decálogo para los camaradas del
exterior», compendio disciplinario de obediencia al
Caudillo, fe en el triunfo de los ideales hispanistas,
hermandad entre los falangistas y culto perpetuo a
José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange
en España.29
En igual sentido, sus páginas resaltaron la imagen
mesiánica de Francisco Franco, «el hombre admirable a
quien Dios confirió la más alta posición en los destinos
de su patria y el porvenir de la civilización occidental
frente a la amenaza de la «barbarie asiática».30 Por
debajo del Generalísimo aparecían los nombres de
Primo de Rivera, quien «enseñó a España el modo de
recobrar el destino perdido»; Marcelino Menéndez
Pelayo, padre espiritual de la «nueva España»; y
Ramiro de Maeztu, uno de los pocos intelectuales de la
generación del 98 que estuvo a salvo de las demoledoras
críticas falangistas.
A partir del 1 de abril de 1939 el protagonismo
de la derecha española comenzó a disminuir
vertiginosamente en Cuba. El estallido de la Segunda
guerra mundial obligó al Caudillo a un rediseño
programático y discursivo de la Falange, en aras de
proteger a sus miembros ante los estigmas que suponía
la solidaridad ideológica del régimen franquista con
el Eje.
La nueva reforma reglamentaria consignó el
carácter civil, patriótico y benéfico-cultural de la
asociación, encaminada a lograr la unidad de todos
los españoles residentes en el territorio de Cuba «sin
distinción de clases sociales ni políticas». Los demás
estatutos insistieron en el comportamiento que
debían seguir sus simpatizantes en la mayor isla del
Caribe. Todos los afiliados, «súbditos» de España y
«huéspedes» de la nación antillana, debían rendir culto
a su patria, fomentar el amor a Cuba y abstenerse de
participar en los problemas internos del Estado cubano.
«Cumplir estrictamente las leyes cubanas», so pena de
ser expulsados de la organización, devino enunciado
de obligada observancia, casi bíblico. Ello pudiera
explicar la condescendencia de Fulgencio Batista hacia
la derecha hispana.31
Aun así, la sociedad civil cubana siguió considerando
a la Falange Española como la organización
quintacolumnista más peligrosa de América Latina,
opinión que se acrecentó a medida que la guerra parecía
inminente para el Nuevo mundo. El protagonismo
de los falangistas solo en apariencia cobraba fuerza,
gracias a la eficaz propaganda de los Estados Unidos,
apoyada de manera incondicional por Noticias de Hoy
y la revista Nosotros, y la implementación en la Isla
de un sistema de contraespionaje coordinado con los
servicios del FBI para combatir un fantasma que en la
práctica constituía una realidad menos peligrosa. Sin
un presidente en funciones tras la renuncia de Genaro
Riestra Díaz, a mediados de 1940 la FET y de las JONS
Tres ismos en la historia de Cuba: fascismo, nazismo y falangismo
119
de Cuba poseía escasamente 199 pesos en caja,32 y
contaba con una exigua membresía: de los 157 527
españoles residentes en el país, según el censo de 1943,
los falangistas representaban 0,32%.33
La alineación de Fulgencio Batista a las estrategias
continentales en defensa de la democracia y contra la
expansión ideológica del fascismo, condujo a la puesta
en vigor del mencionado Decreto presidencial no. 168,
que generó una psicosis de guerra en todo país y aceleró
la campaña publicitaria contra fascistas y falangistas.
La izquierda comenzó a ver el fascismo en
cualquier acción de la derecha. Falangista podía ser
desde el cura de una localidad hasta el dueño de un
pequeño comercio, imputación que adquiría mayor
trascendencia si eran señalados como espías nazifascistas al servicio de Adolfo Hitler y Benito Mussolini.
No obstante, la mayoría de los falangistas llamados a
comparecer ante la Sala Quinta de lo Criminal de la
Audiencia de La Habana fueron puestos en libertad, al
desechar el juzgado las pruebas presentadas y alegar la
naturaleza benéfico-cultural de la FET y de las JONS.
La entrada de Cuba en la Segunda guerra mundial
exigió la aplicación de medidas más drásticas, entre
ellas la cancelación de la Falange Española, debido a
que
su vigencia y funcionamiento actual no se ajusta a los
fines sociales para los que fueron autorizados, y constituir
sus actividades un peligro para la paz pública y la unidad
nacional, indispensables en el presente estado de guerra
en que se halla la República.34
Conclusiones
La apertura democrática propiciada por Fulgencio
Batista a finales de la década de los años 30 incentivó
el nacimiento de una nueva sociabilidad política en
los sectores emergentes de la derecha nacionalista de
clase media, seducidos por la diversidad del fascismo
europeo que tras cruzar el Atlántico asumía rasgos
propios de la dinámica del capitalismo dependiente y
tercermundista.
Frente al caos heredado de la Revolución del 30 en
Cuba, el fascismo, en todas sus variantes, pretendió
constituir una alternativa al Estado oligárquico, capaz
de restaurar el orden, implantar la justicia social,
combatir el comunismo y modernizar las estructuras
económicas y políticas del país.
Protagonistas de una época de marcada polarización
ideológica que se debatía entre el fascismo y la democracia,
la transcendencia de la LNRS y de la APNC y su condena
obedecieron más a la coyuntura histórica y a su
identificación con algunos postulados del fascismo
modélico, que a la propia «novedad» de sus presupuestos
fundacionales, pues algunos de ellos coincidían con las
120
Katia Figueredo Cabrera
formulaciones del nacionalismo reformista del Partido
Revolucionario Cubano (Auténtico), la Joven Cuba, el
Partido Agrario Nacional, el ABC, el Partido Aprista
Cubano y hasta con las líneas básicas del Plan Trienal
de Fulgencio Batista, entre otros posibles.
La derecha española reivindicó la España
nacionalista desde la asimilación de un fascismo
católico y tradicionalista, cuyo impacto en la sociedad
civil cubana sentó las bases para la creación del mito
falangista en la otrora «siempre fiel isla de Cuba». Mito
que ayudó a tejer la oposición, temerosa de la expansión
fascista por el Nuevo mundo, pero muy lejana de una
verdadera estrategia de acción colectiva y de un campo
de complicidad asociativa entre nazis, legionarios y
falangistas.
Disuelta la APNC y trasmutado el carácter político
de la FET y de las JONS, a inicios de 1940 en la mayor de
las Antillas, solo los legionarios cubanos, los verdaderos
«revolucionarios de la contrarrevolución», sobresalían
por su impronta fascista.
Notas
1. El reciente estudio de Jorge Domingo Cuadriello despoja al
partido ABC («camisas verdes») de su histórico manto fascista.
Véase «El ABC fue otra esperanza de Cuba», Espacio Laical, a. 8,
n. 4, La Habana, 2012, pp. 82-8.
2. Véase Allan Chase, Falange. El ejército secreto del Eje en América,
Editorial Caribe, [s. l. e], 1943.
3. Según Eric Hobsbawm, la principal diferencia entre la derecha
fascista y no fascista radicaba en que la primera movilizaba las
masas desde abajo, con la promesa de cambiar radicalmente la
sociedad, mientras en la segunda, los «reaccionarios transicionales»
rechazaban la inclusión de las masas. La derecha fascista significaba,
sobre todo, orden, jerarquía, disciplina y, en muchos aspectos,
tambien tradición. Véase Eric Hobsbawm, Historia del siglo xx,
Editorial Félix Varela, La Habana, 2004.
4.Véase Berta Álvarez Martens, «Comunismo, socialismo y
nacionalismo en Cuba (1920-1958)». [Inédito].
5. Descarté el Partido Fascista Nacional debido a la ausencia de
sus expedientes en el Archivo Nacional. Hasta el cierre de esta
investigación solo tenía noticias de su inscripción y legalización a
finales de octubre de 1938 y de una carta enviada a su presidente,
Eugenio Novoa Díaz, por José Ignacio Rivero Alonso, director
del Diario de la Marina, en la cual solicitaba la no inclusión de su
nombre en la lista de afiliados.
6. Véase «Estatutos de la Legión Nacional Revolucionaria
Sindicalista», Archivo Nacional de Cuba (ANC), legajo 126,
expediente 1693.
7. Robert Whitney, Estado y Revolución en Cuba, Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 2010, p. 301.
8. Víctor Manuel Fernández Sardina, «Nuestro saludo», Acción
Legionaria (a. II, n. 6, La Habana, 15 de enero de 1941, p. 8), en
Archivo Nacional de Cuba, Fondo Tribunal de Urgencia de La
Habana (ANC-FTUH), legajo 164, expediente 16.
9. Berta Álvarez Martens, ob. cit.
10. Véase «Estatutos de la Legión Nacional...», cit.
31. «Estatutos de la FET y de las JONS», cit.
11. «La Legión Nacional felicita al Caudillo», Diario de la Marina,
a. CVII, n. 85, La Habana, 9 de abril de 1939, p. 17.
32. Ídem.
12. Con magros recursos económicos, la FET y de las JONS, inactiva
desde abril de 1939, afrontaba un proceso de reajuste programático
en aras de borrar su reciente pasado político-belicista y evadir los
inevitables estigmas que contra los españoles de derecha generaba
el contexto europeo. Bajo estrictas observancias de la Delegación
Nacional del Servicio Exterior de la Falange Española, sus afiliados
estaban obligados a respetar las leyes cubanas y no inmiscuirse en
la política interna, o lo que era igual: evadir cualquier alianza con
asociaciones o partidos de la Isla.
33. «Relación de individuos propagandistas y dirigentes de la FET y
de las JONS existentes en Cuba», informe del Departamento Federal
Informativo, en Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores
de Cuba (AMINREX), Fondo España Historia, Documentos
históricos, 0.2/73.3.
34. ANC-FRA, legajo 357, expediente 10768.
, 2013
13. ANC-FTUH, legajo 168, expediente 5.
14. «Cubanidad legionaria», Acción Legionaria (La Habana, 15 de
diciembre de 1940, p. 8), en ANC-FTUH, legajo 164, expediente 16.
15. «Prohibiendo la organización de asociaciones contra el régimen
republicano», Boletín Oficial del Ministerio de Estado, a. XXXVIII,
n. 380-381-382, La Habana, enero-febrero-marzo de 1941, pp. 99-101.
16. «¿Qué es la democracia?», Acción Legionaria (a. II, n. 6, La
Habana, 15 de enero de 1941, p. 10), en ANC-FTUH, legajo 164,
expediente 16.
17. ANC-FTUH, legajo 168, expediente 5.
18. «Informe del detective Ovidio Ramos de Pablo al Jefe de la
Policía Secreta Nacional», ANC, Fondo Registro de Asociaciones
(ANC-FRA), legajo 126, expediente 1693.
19. Para obtener más información sobre el proceso descrito, véanse
ANC-FTUH, legajo 164, expediente 16, y legajo 168, expediente 5;
ANC-FRA, legajo 126, expediente 1693, y legajo 357, expediente
10768.
20. Berta Álvarez Martens, «La Constituyente de 1940 es una
lección de madurez nacional. El período 1935-1940 en la historia
de Cuba», en Julio César Guanche, La imaginación contra la norma.
Ocho enfoques sobre la República de 1902, Ediciones La Memoria,
La Habana, 2004.
21. ANC-FRA, legajo 1120, expediente 23427.
22. Ídem.
23. ANC-FRA, legajo 1120, expediente 23428.
24. Ídem.
25. Véase Katia Figueredo Cabrera, «Las estrategias de legitimación
de la derecha hispano-cubana para con la España franquista: la
acción y el discurso (1936-1939)», Boletín Americanista, a. LXI,
n. 63, Barcelona, 2011, pp. 145-66.
26. «Estatutos de la FET y de las JONS», en ANC-FRA, legajo 357,
expediente 10768.
27. Plato Único: Modalidad benéfica creada en el territorio
franquista el 30 de octubre de 1936. La contribución económica iba
destinada a incrementar los fondos asistenciales de los organismos
de beneficencia pública, especialmente de Auxilio Social.
28. Véase Diario de la Marina, a. CV, n. 211, La Habana, 4 de
septiembre de 1937, [s/p].
29. «Decálogo para los camaradas del exterior», ¡Arriba España!,
a. III Triunfal, n. 22, La Habana, 18 de febrero de 1939, [s/p].
30. Francisco Izquierdo, «El Caudillo», ¡Arriba España!, a. IV,
n. 39, La Habana, 18 de julio de 1940, [s/p].
Tres ismos en la historia de Cuba: fascismo, nazismo y falangismo
121
Virgilio
y la economía
lectura
sucesiva
En ocasión de conmemorarse
en fecha reciente el centenario
del escritor cubano Virgilio Piñera,
el primer texto intenta un balance
sobre el significado de su obra teatral.
El segundo comenta una recopilación
de ensayos sobre los problemas actuales
de la economía cubana.
D
El teatro
de Virgilio
Piñera:
intertextual
e innovador
María Montes
Profesora. Universidad de París.
esde el comienzo, el espíritu de innovación
fue un rasgo característico de la obra
de Virgilio Piñera. Así, el estudio de su
poesía, teatro y narrativa, revelan aspectos
esenciales de sus creaciones, al mismo tiempo que
dejan entrever la cohesión que las une. En efecto, en
muchas de ellas está presente un conjunto de recursos
estéticos con los que trabaja sistemáticamente el autor
en su constante juego de dislocación de la realidad. Sin
duda, ciertas páginas brillantes de la poesía, de versos
insólitos, hirientes, conmovedores, burlescos e imágenes
feas, risibles, grotescas, absurdas y desconcertantes,
producen tanto asombro y extrañeza como sus piezas
teatrales o sus cuentos. Bastaría recordar La isla en peso,
Vida de Flora, Electra Garrigó, Falsa alarma, La carne de
René, Cuentos fríos, Dos viejos pánicos, Las escapatorias
de Laura y Oscar para convenir en ello, y, además, en
que entre los géneros literarios que cultivó Piñera, fue
en el teatro donde volcó al máximo sus capacidades
creadoras. Es precisamente este el centro de atención
de nuestro trabajo, inspirado por la convicción de que
nuevas puestas en escena del dramaturgo habrán de
aparecer en Cuba en un futuro no muy lejano.
Los inicios: entre la poesía y el teatro
No fue un azar que a poco de haberse iniciado en
la poesía, Piñera escribiera dos obras teatrales. En la
segunda mitad de los años 30, conoció el fracaso en
ambos dominios y el triunfo, en la década siguiente.
Ya desde entonces se hizo patente su gusto por la burla
y la parodia —como en «El empacho de Aquile…»,
poema que Enrique Saínz definió como ejemplo
«del vanguardismo perpetuo de su autor»1—, que
estarán presentes en la poesía y el teatro. Más que
de una coincidencia cronológica, se trata de un nexo
profundo o de una suerte de contaminación en el
trabajo experimental que se estableció entre ambas
formas de expresión, en particular en el lapso entre
1943 y 1948.
Por su parte, el poemario Las furias (1941)
reviste una importancia especial. Con él se inicia la
evolución poética del autor hacia una creación original,
completamente diferente de la que había trazado José
Lezama Lima. Esta singularidad fue advertida por Raúl
Hernández Novás, quien afirmó que Piñera fue
un caso conspicuo de trayectoria cada vez más excéntrica,
pues habiendo comenzado muy cerca del estilo de
Lezama, iba deviniendo él mismo (antipoético, corrosivo)
y por tanto se alejaba progresivamente, disparado además
hacia otras zonas de creación.2
Estas, en efecto, aparecen en La isla en peso, el
poema que marcó un rumbo nuevo en la poesía
cubana. Se ha insistido bastante en su prosaísmo, en su
El teatro de Virgilio
Piñera:
intertextual
e innovador
n. 74:
123-129,
abril-junio
de 2013
123
tonalidad épica, donde se trata de dar una objetividad
plena a la historia contada. Uno de los más grandes
logros del poema reside en la fuerza visual de sus
imágenes crudas, brutales e hirientes, que responden
a la implicación de las que ilustran la cotidianidad
más inmediata. Así, como un viaje en la memoria,
el poeta retrata la historia de la isla a través de un
torrente de «visiones» que afluyen descosidas, como
hechos intemporales, y que reflejan aspectos diversos
de una misma realidad: el relieve, el clima, los olores
de la noche, el sexo, el carácter indolente y festivo de
los cubanos, la música, el baile. El tono corrosivo y
negador que recorre La isla…, correspondiente a una
indagación desesperada del poeta en la búsqueda de su
identidad, constituye un recurso que lo une a Electra
Garrigó.
Contrariamente a las piezas Clamor en el penal
(1938) y En esa helada zona (1943) que resultaron
sendos fracasos, Electra… (¿1946-1948?) no solo fue
su primer triunfo, sino una de sus mejores obras, si
no la mejor.
Electra Garrigó y la intertextualidad
En un largo estudio sobre Electra Garrigó he tratado
la influencia de Jean Giraudoux en Piñera, es decir, la
manera en que él asimiló Electre.3 Sin duda, ello marca
la construcción de la pieza cubana y determina un
procedimiento que el autor utilizará en su teatro. En
Electra…, además de servirse de otras fuentes —Jean
Paul Sartre, Sófocles entre los clásicos—, Virgilio toma
lo que le sirve en la tragedia de Giraudoux para hacerlo
materia nueva en su pieza. Este procedimiento, que
hoy llamamos intertextualidad, es tan viejo como la
literatura misma; sin embargo, en la época en que se
estrenó Electra… no era bien visto por los críticos,
quienes en virtud de una supuesta «originalidad
autoral», descalificaban todo lo que les recordara otra
obra. Fue lo que hizo Luis Amado Blanco al decir que
la pieza era de influencia extranjera y que «de cubana,
de cubanísima, ni hablar, como diría el castizo…».4
Aunque tal vez en su fuero interno el dramaturgo
cubano supiera que procedía bien, fue víctima del
medio y ocultó siempre con celo la adopción de formas
ajenas para sus creaciones.
Piñera creaba a partir de fuentes literarias conocidas
que hacía suyas, según una alquimia personal, y que
eran claramente visibles en sus dramas. En esta órbita
gira una parte de su obra, construida a partir de las
culturas cubana, francesa5 y universal. Así, su caso
ofrece el ejemplo de un conflicto particularmente
conmovedor; pues, mientras innovaba con la audacia
de los creadores más libres en cuanto al uso de las
fuentes, se encontraba prisionero de un público en su
124
María Montes
mayoría inepto para comprender sus piezas, al igual que
de una crítica mediocre, cuyos autores solo eran capaces
de interpretar los «préstamos» aparecidos en sus obras
como copias serviles de los modelos foráneos.
Por el contrario, resulta magnífico constatar la
indudable originalidad de Electra Garrigó. Tanto
la multiplicidad de recursos que pone en práctica
para crear su tragedia moderna, situada en el contexto
cubano en relación con su tiempo, como la densidad
que le otorgan las nuevas ideas que ella manifiesta, a
saber, el ateísmo de la protagonista y su conciencia
de la elección que realiza, le confieren a la obra un
esplendor propio.
Por otra parte, atendiendo a su clasificación,
habría que hablar de la mezcla de lo cómico y lo
serio, lo mismo que en Electre, de Giraudoux, que
es quien renueva el género mediante la introducción
de lo burlesco. Sin embargo, en tanto que en la del
dramaturgo francés lo cómico se introduce en pequeñas
dosis para no alterar la inclinación de la balanza hacia
el lado de lo trágico, la de Piñera se mantiene en el
límite del equilibrio entre lo trágico y lo cómico, de
manera que se pasa constantemente de una tonalidad
a otra. En consecuencia, ciertos críticos vacilan a la
hora de clasificarla, ya que si convenimos en que se
trata de una tragicomedia, aun cuando no aparezcan
todos los elementos de la definición dada por Patrice
Pavis,6 tampoco podemos dejar de verla como parodia.
La pregunta formulada por Osvaldo Obregón se refiere
claramente a esta ambivalencia: «¿Puede considerarse
Electra Garrigó una tragicomedia o más bien una
excelente parodia del mito, con ácida ironía hacia la
condición de la sociedad cubana bajo la dictadura de
Batista?».7
Desde luego, tiene razón Obregón al hablar de la
parodia, pues esta es una de las lecturas que se han
hecho de la pieza. Mientras, Carlos Jerez Farrán insiste
en su intención satírica al entenderla como una crítica
de la burguesía cubana: «Es un teatro de tipo satírico
que se sirve de la comicidad grotesca y del célebre
‘choteo’ cubano para criticar los desvaríos de una clase
social y una época reconocible en la historia cubana
como ridícula e irrisoria».8 Es verdad que lo satírico o
«cómico tendencioso»9 tiene un gran impacto en Electra
Garrigó y se imbrica con la burla propia de la parodia,
reforzando la risa. Habría entonces que precisar que el
blanco de la parodia no es la clase burguesa en general,
sino el sector militar que gobierna, representado por
Agamenón, quien en sus reproches a Clitemnestra
de que no lo toma en serio, expresa que «ha querido
oscuramente una vida heroica...» (19).10 ¿Acaso, el
término «oscuramente» no remite precisamente al
régimen secreto y sanguinario de Batista? En efecto,
como lo indican numerosas alusiones, la pieza trasmite
un humor tajante contra la tiranía batistiana.
Al margen del aspecto lúdico, paródico-satírico, es
imposible dejar de tener en cuenta la intención seria
de la pieza. Así, entre sus diversos objetivos, lo serio se
afirma en una doble unidad: la tiranía familiar y, en un
segundo plano, social. El trío de personajes compuesto
por Electra, Orestes y el Pedagogo de alguna manera
confronta estos problemas; y ella, en particular, se siente
doblemente implicada.
A propósito de Electre, Gérard Genette ha observado
que de los autores que han tratado el personaje, solo
Giraudoux logra salirse del terreno familiar y darle a
su gesto una significación más vasta.11 Asimismo, hay
que agradecer a Piñera el haber recuperado esta obra a
su manera, ya que su Electra Garrigó sobrepasa dicho
terreno al ser el personaje femenino quien decide el
sacrifico de los padres por un bien mayor. Por otra
parte, ninguna interpretación puede poner en duda
la materia trágica que subyace la actuación de Electra
en la búsqueda de su libertad y la de su hermano.
A fuerza de reflexionar para ser justa, ella le imprime
a sus palabras una formulación fría y precisa como las
leyes: «ya clamaré», «trato de salvar a Orestes», «una
cuestión sanitaria», «he ahí mi puerta», «mi puerta de
no partir». Tales expresiones podrían ser interpretadas
así: trato de liberar a Orestes, de limpiar este país, a
cambio pago con mi soledad eterna. El carácter serio
de la pieza viene de lo que está en juego, así como de
la voluntad y la determinación de Electra en la doble
lucha que afronta. Ella es incontestablemente la
principal responsable de las acciones acontecidas y, en
consecuencia, no cesa de ser valorada durante la trama,
como se constata en el final. Implacable y generosa a la
vez, ella pacta su propia derrota, es decir, su condena
a la soledad, a cambio de la victoria de Orestes y de
algún bien para el país. Su grandeza es la del sacrificio:
la renuncia a la vida.
Absurdo y grotesco
Los especialistas del teatro de Piñera divergen en
cuanto a la clasificación de su obra; sin embargo, todos
reconocen en ella la presencia sistemática del absurdo
y el grotesco. El autor, por su parte, señaló que a través
de ambos y del humor, «hacía más seria la realidad».12
Estas tres entidades habitan sus piezas. Pero se trata de
nociones de un orden diferente. No obstante, aquí solo
nos ocupan las dos primeras, porque su presencia en el
«nuevo teatro»13 es ineludible y porque el análisis del
humor sobrepasaría los límites de este trabajo.
El absurdo es una noción filosófica que aborda
Camus en Le mythe de Sysiphe (1942), y que tiene como
rasgo la imposibilidad de conocer en lo adelante un
mundo devenido absurdo,14 al que somos ajenos. Así,
nuestra imposibilidad de comprender proviene del
sentimiento de irracionalidad que distingue la época
contemporánea, vuelta inhumana.
El grotesco y el absurdo constituyen una pareja en
el «nuevo teatro». Si bien la afirmación de Dominique
Iehl de que «el nacimiento de lo absurdo en el
teatro corresponde a una necesidad de revitalizar
el grotesco»15 puede parecer parcial, lo cierto es que
juntos nutren vigorosamente el teatro del siglo xx. Las
manifestaciones del grotesco cubren un vasto registro:
lo visual (lo monstruoso), el juego de contrastes, la
exageración, la caricatura, la mecanización, así como
la mezcla sistemática de lo cómico y lo trágico. Y, para
sintetizar la aprehensión del concepto, digamos que
existe a través de la exageración del trazo, asociado al
polo cómico y a la risa carnavalesca bajtiniana, y al polo
trágico de Wolfgang Kayser; se define entonces como
«un principio de distorsión y de distanciamiento, como la
objetivación artística de componentes psicológicos
(instintos, sueños), como una estructura ambivalente
en el modo de atracción y repulsión, como una forma
moral y satírica de la exploración de la realidad»16
y más.
En Piñera, el grotesco marca el estilo de las piezas
tragicómicas, aunque también aparecen en ellas
muchas de las formas antes mencionadas en que se
expresa la figura. Desde Electra Garrigó, su presencia,
en el conjunto de su obra, es lo más sobresaliente.
Se trata, pues, de un procedimiento recurrente que
se acentúa en las últimas piezas; en particular en Un
arropamiento sartorial en la caverna platómica y Las
escapatorias de Laura y Oscar.
Lo irracional es consustancial a la sociedad en
que vivimos, sentencia este teatro, y de esta manera
evidencia las oposiciones insuperables entre los
personajes y el mundo en que se desarrollan. Por un
lado, existe un vínculo entre el individuo y lo social,
incluso cuando las situaciones son irreales o así se
vuelven en el curso de la pieza y, por el otro, estos
personajes aparecen siempre en situación de fracaso,
anonadados o destruidos. Proclamada desde Electra
Garrigó la inexistencia de Dios, ninguna consolación
les está reservada a estos seres prisioneros de conflictos
sociales o existenciales.
A partir de Jesús, el absurdo integra la obra dramática
de Piñera, quien, de manera notable, lo empleó en
esta pieza en una doble dirección imbricada: para
señalar la realidad cubana refiriéndose al mesianismo
político y/o religioso. En Falsa alarma, se manifiesta en
la jurisprudencia del mundo occidental. Girando
en torno al tema de la justicia y sin elementos que
especifiquen lo cubano, la pieza va directamente a lo
universal. Tanto la estructura de farsa, como el lenguaje
vacío, aparecen en la versión de 1948. Sin embargo,
al revisarla para su puesta en escena en 1957, el autor
confesó: «Como la pieza resultaba un poco corta, la
El teatro de Virgilio Piñera: intertextual e innovador
125
Solos con ellos mismos y en contradicción permanente con el otro, la sociedad
o el mundo, los personajes de Piñera están apresados en el callejón sin salida
de su existencia. Siempre víctimas, aunque a veces victimarios o con el deseo
desesperado de serlo, son los «cual(es)quiera de la humanidad».
alargué, pero como en ese momento ya había leído La
soprano calva, fui influido por Ionesco».17 En realidad,
los cambios posteriores consistieron, como Piñera
señaló, en un incremento del diálogo absurdo. Pero no
hay una diferencia importante entre las dos versiones.
En ambas están presentes los elementos característicos
del «nuevo teatro». La pieza muestra el proceso de
automatización del Asesino mediante un cómico
burlesco más corrosivo que agresivo: a fuerza de ver los
comportamientos de autómatas del Juez y la Viuda y de
escuchar su lenguaje absurdo, el Asesino termina por
robotizarse. En la segunda parte del acto único, tanto
la improvisación del baile por parte del Juez y la Viuda
y que se repite a intervalos, como la conversación banal
e insípida, son expresión del absurdo, identificable en
el automatismo de los personajes. También se observa
que los gestos, los movimientos —el Juez midiendo
el despacho con sus pasos—, la música, el baile y el
lenguaje automatizado producen un teatro visual.
Una vez que el Juez y la Viuda son reducidos a meros
envoltorios vacíos, el diálogo ofrece los mismos signos
de vacuidad y de mecanización: Juez: «Es como sacar
agua con canastos». Viuda: «Ojos que no ven corazón
que no siente». Tal encadenamiento verbal automático,
cómico y trágico a la vez, se mantiene hasta el final.
Podríamos decir entonces, con Iehl, que la escena se
vuelve «una pantomima viva y móvil, en el sentido del
verdadero grotesco».18 Igualmente grotesca resulta la
imagen del Asesino, bailando solo el Danubio azul, con
la que concluye Falsa alarma.
Provocador, subversivo, incomodador
Como casi toda obra radicalmente innovadora, el
teatro de Piñera no alcanzó en general a un público
vasto. Antes de 1959 había estrenado cuatro de las cinco
piezas que tenía escritas, pero las representaciones
fueron limitadas. Con el triunfo de la Revolución
cubana, el proyecto de poner la cultura al alcance de
todos fue puesto en práctica de inmediato; de manera
que los espectáculos teatrales se sucedieron en las salas
de la capital. Entre las piezas de Piñera creadas antes
de 1965 fueron representadas en el primer quinquenio
revolucionario El filántropo, El flaco y el gordo, Aire
frío y Electra Garrigó —las dos últimas fueron las
más admiradas. Se trataba de obras muy diferentes,
solo relacionadas por el mantenimiento de la intriga
126
María Montes
del drama tradicional y las alusiones a la política.
Curiosamente, la novedad que Electra… había
aportado a la escena desde 1948 con su mezcla
de grotesco, humor y burla, fue apreciada de igual
modo que la convencional Aire frío por el numeroso
público que disfrutó la puesta en escena.
Sin embargo, no es extraño que la mayor parte de
la obra teatral de Piñera no se representara en Cuba,
pues además de que sus piezas no se proponían «reflejar
la realidad objetiva», como esgrimía George Lukacs
en sus escritos sobre el realismo socialista, algunas
de ellas contenían críticas veladas sobre problemas de
actualidad. El dramaturgo había abandonado las
alusiones a la política en Falsa alarma tal vez a causa
de la experimentación que había asumido entonces
plenamente. No obstante, junto a la estructura
deshilvanada y el lenguaje absurdo propios del
«nuevo teatro», la pieza parecía dar una nota satírica
sobre la frivolidad que caracterizaba a un sector de la
burguesía. En la pieza posterior —Los siervos (1955)—
va más lejos, al realizar una sátira del comunismo.
Ciertamente, él la eliminó de su repertorio a comienzos
del triunfo de la Revolución, pero la referencia a
esa obra resulta imprescindible para comprender la
continuidad del registro discursivo que caracterizó a
otra pieza distante de esta en el tiempo de su creación.
Lejos de haber renunciado a la sátira, Piñera la retoma
en Un arropamiento sartorial en la caverna platómica
(1971), y resultó tan virulenta como la anterior. El
principal objetivo en ella es denunciar la hipocresía
generalizada dentro de la sociedad que puebla el mundo
soterrado y aislado gobernado por Ceremonio. Los
individuos en él refugiados no tienen la posibilidad de
cambiar, pues en sus dominios se tolera la hipocresía,
pero no la disensión. Esto es mostrado por el envío a
la superficie terrestre de dos individuos sinceros que
son descubiertos en la caverna al final de la trama. Es
verdad que la existencia de una pareja de gente honesta
deja entrever una esperanza en este universo cerrado
sobre sí mismo, aun cuando el hecho de que para salir
del lugar necesiten la ayuda de un deus ex machina haga
la tarea difícil. Resulta verdaderamente desolador que
en medio de una comunidad tan grande solo aparezcan
dos individuos sinceros.
El resumen anterior demuestra que en el tiempo
transcurrido entre una sátira y otra, Piñera ha
continuado siendo el mismo: experimental, subversivo,
irreductiblemente crítico. Si pensamos en las mejores
piezas escritas en la década de los 60, o sea, El no
(1965), Dos viejos pánicos (1967) y Una caja de
zapatos vacía (1968), el resultado es idéntico: todas
contienen alusiones oblicuas a la realidad cubana.
Pero, ¿qué denotan estas obras para que merecieran
una censura tan rigurosa y una «condena» difícil de
soportar, como la de ser borrado de la escena? En
general, se trata de la falta de libertad individual. No
obstante, algunos de los temas secundarios abordados
en estas piezas especifican la índole de los problemas
que confrontan los personajes, a saber, el superpoder
del pueblo y la falta de armas para afrontarlo (El no),
la imposibilidad de hablar libremente y de escapar
al control administrativo-policial (Dos viejos...), la
psicosis de estar vigilado en permanencia (Una caja
de...). Así, de manera ostensible, Piñera destilaba
veneno en estas piezas que aludían de forma burlesca,
caricatural o grotesca, a los mecanismos destinados
a controlar y presionar a aquellos que se salían de la
norma. La agresividad física y verbal expresada en
Una caja de... parece emanar de la rabia que siente
el dramaturgo a causa de su propia situación y de la
intolerancia imperante en el país. Considerando la
materia explosiva contenida en el conjunto de su obra
teatral, la prohibición de la representación de sus piezas
solo sirvió para revelar la modernidad y la radicalidad
crítica y humana que la inspiró.
El sentimiento trágico de la existencia
El recuerdo de la obra de Miguel de Unamuno nos
lleva a la concepción trágica del hombre que habita
el teatro de Piñera. Ante todo, el lector-espectador
se enfrenta a una imagen del ser humano opuesta
a la que hasta entonces había sido acreditada por
la tradición teatral. Según Jean Duvignaud y Jean
Lagoutte, una de las razones de llamar «absurdo»
a este teatro, proviene del temor a «reconocer al
hombre reducido a su dimensión más pequeña».19 En
efecto, cualquiera que sea el lugar en que aparezcan
colocados los personajes —en su cotidianidad o en un
espacio simbólico o imaginario—, tienen siempre un
conflicto insoluble entre ellos o con la sociedad. Como
es evidente, a este estado de contradicción se añade la
angustia y la alienación que sufren. Entre estos rasgos,
el segundo contribuye fuertemente a definir el estado
reducido de la existencia humana, el cual se muestra
desde el exterior, pero se deduce de las situaciones
desesperadas, soportadas en silencio por los personajes,
y cuyos comportamientos contrarios a la acción que
virtualmente podrían realizar acusan la impotencia
que sienten ante aquello que los agobia.
En general, los personajes de Piñera aparecen
fijados en el espacio y el tiempo de sus problemas,
para indicar que no puede haber cambio posible y que,
en caso de producirse, conduciría a la muerte o a un
nuevo conflicto. Salir de una situación crítica significa
pasar a otra tan espantosa como la precedente. Sin
jamás caer en lo patético, gracias a la alternancia de
la burla, la parodia, lo irrisorio, el hecho de ver a los
personajes continuamente cercados por la vida implica
la constatación trágica de que esta no es más que la
repetición insensata del mismo suplicio. No se trata
de una metáfora, sino del sentido literal de las piezas:
las circunstancias insalvables extraídas de la realidad,
presentadas a través de un aspecto restringido, cierto,
pero representativo.20
Lo anterior es perceptible en las piezas construidas
de manera circular, donde el espectador ve una
proyección continua del mismo contexto conflictivo
en la que los personajes están cogidos sin descanso.
Tal estado permanente aparece a veces expresado por
una acción dramática irreal, subjetiva, cuando los
personajes sufren la tiranía familiar, la miseria extrema,
el miedo o la presión de los mecanismos sociales. No
obstante, si estas experiencias testimonian por sí solas
la desdicha de la existencia, aparecen reforzadas por
situaciones sin salida. Esto, que su teatro muestra
siempre sobre la escena, donde el caso extremo es El
no a causa del suicidio de los novios, es expresado con
frecuencia en voz alta por los personajes a partir de
Dos viejos pánicos. Basta recordar en ella el sueño de
Tabo de que el miedo lo mataba y se moría de verdad,
y a Tota respondiéndole que mejor pensara en las
interminables noches de miedo que aún le quedaban
porque era lo más seguro (505). Igualmente Laura,
en Las escapatorias…, después de objetivar su propia
situación y la de Oscar, le advierte que no podrá escapar
a las desdichas que sucederán al momento presente:
«Estamos atrapados en una ratonera […] y en cuanto
a esos espantos que piensas ahorrarte, cual panes y
peces bíblicos se reproducirán» (335). Nada es más
impactante que esta idea de la existencia concebida
como un círculo, marcada por el retorno constante
y absurdo de lo mismo, es decir, del infortunio.
Semejante concepción de la vida es la otra cara de la
visión «aporética» de la historia expresada por Nikita,
el personaje de Los siervos.
Solos o acompañados, tratando de hacer frente
a lo que lo que les ocurre, los personajes aparecen
siempre traumatizados por sus conflictos. En medio
de su impotencia, buscan constantemente mecanismos
de defensa para afrontar a los otros o al mundo.
Entonces, se constata que la soledad y el aislamiento
no son motivados por causas psíquicas o metafísicas,
sino sociales. En este sentido, Piñera está más cerca
de Adamov que de Ionesco o Beckett. Es verdad que
el hecho de atribuir la soledad o el aislamiento de los
personajes a causas sociales reconocibles es más bien
El teatro de Virgilio Piñera: intertextual e innovador
127
tradicional. Pero no se trata de la soledad de seres
de excepción luchando contra las fuerzas del mal,
como ocurre en el drama romántico, ni en general
de la soledad inherente al momento crucial en el
que el personaje hace una elección existencial, como
en Las moscas de Sartre o en Electra Garrigó y Jesús.
Contrariamente a estos dos casos, se trata de hombres
corrientes que se encuentran en un callejón sin salida,
y desean salir de lo que los atormenta: deshacerse de
la tiranía familiar (La niñita querida), no tener hambre
(El flaco y el gordo), no servirles de esclavos a ningún
magnate (El filántropo), no estar obligados a dar
cuentas de su vida consignándola en un formulario
(Dos viejos...), no estar vigilados y no sentir miedo de
los guapos o pendencieros (Una caja de...). Es posible
encontrar en este teatro una soledad metafísica, como
se entrevé en Dos viejos pánicos, donde los personajes
parecen islotes; sin embargo, con todo, ella aparece
asociada a esa otra soledad que hemos mostrado, o
sea, el aislamiento social.
Los antihéroes de Piñera afrontan su realidad
sin concebir la idea de Dios. Solo para negarla y o
parodiarla, encontramos la noción de trascendencia en
las piezas de los años 40 (Electra Garrigó y Jesús, y aún
con humor en Falsa alarma), señal de la adhesión del
autor, al inicio de su producción teatral, al pensamiento
existencialista ateo de Sartre y de Albert Camus. Por
ejemplo, en El malentendido Camus quiso culminar
afirmando la inexistencia de una esencia superior.
Piñera retoma el tema, pero con una situación diferente.
Al plantear la hipótesis de que los dioses no existen,
Electra los desafía a manifestarse y, como es previsible,
nada ocurre. Ella finaliza su monólogo con las palabras
magníficas «¡Yo soy la divinidad, abridme paso!». En
Jesús todavía va más allá, ya que, a partir del mismo
motivo, el autor se libra de una parodia; y a la pregunta
angustiada del Asesino en Falsa alarma, que quiere
saber si será Dios quien le hará justicia, el juez, con
aire serio, le responde que él no conoce a nadie con
ese nombre. En el resto de las piezas es rarísimo que
los personajes hagan referencia a Dios, incluso bajo
la forma más eficaz de la ironía,21 lo que demuestra el
nihilismo fundamental que trasmiten.
Solos con ellos mismos y en contradicción
permanente con el otro, la sociedad o el mundo, los
personajes de Piñera están apresados en el callejón
sin salida de su existencia. Siempre víctimas, aunque a
veces victimarios o con el deseo desesperado de serlo,
son los «cual(es)quiera de la humanidad», nombrados
Flaco, Emilia o Tota. Golpeados por situaciones tan
banales como fatales porque son insalvables, pasan la
vida en el mismo cerco, librados a la evidencia de que
no hay nada que puedan hacer para salir de él. Una
letanía se eleva entonces por encima del conjunto de
las piezas, hecha de fragmentos de frases repetitivas
que dicen «no hay salida».
128
María Montes
Simultáneamente, el teatro de Piñera muestra
siempre la condición humana, aun cuando en las
últimas obras resulta notorio un fuerte desplazamiento
hacia una realidad despersonalizada y cada vez más
uniforme.
En absoluto es asombroso que en el «nuevo teatro»
la risa se fusione con lo trágico, pues el hombre ha
alcanzado en él un estadio donde la alegría ya no es
posible. Ha comprendido o aceptado que el mundo
es un fracaso que gira en círculo y que no se puede
reconstruir. Sin embargo, en las piezas tragicómicas
de Piñera el humor está a salvo porque provocan
«una risa contagiosa, con la burla de la risa y de la
desesperación».22
A veces, los personajes hacen alusión a su fracaso
personal, pero ello resulta más fuerte en Las escapatorias
de Laura y Oscar, ya que se trata de una colectividad:
Hoy no esperamos nada. Los mitos se acabaron, la gente
solo vive su día interminable pensando cómo escapa
de esa trampa mortal, sin saber que están cogidos de
antemano, pero, no obstante, prosiguen en el juego.
(p. 640)
Estas palabras crean, sin duda, desasosiego, tanto
por su significación como por el tono distante y frío con
que se pronuncian. Su contenido envía un eco sordo a
la visión sombría expresada en casi cada pieza. En su
conjunto, ellas revelan la experiencia decepcionante
de nuestra época. Cierto, este teatro parece cerrar las
puertas al porvenir, pero se trata de una mirada lúcida
que debe ser observada por el espectador a distancia,
evaluando lo que los personajes muestran del presente
trágico que les tocó vivir. En ello reside la fuerza de
este teatro.
Notas
1. Enrique Saínz, La poesía de Virgilio Piñera: ensayo de exploración,
Letras Cubanas, La Habana, 2001, p. 15.
2. Lino Hernández Novás, «Re-nacimiento de un taller renacentista»,
Casa de las Américas, a. XXX, n. 180, La Habana, mayo-junio de
1990.
3. María Montes, «La influencia de Giraudoux», Tesis en opción
al grado de Doctora en Estudios hispánicos y latinoamericanos,
Universidad de París, 2008.
4. Luis Amado Blanco, «Electra Garrigó», Prometeo, n. 10, México,
DF, 1948.
5. «El idioma que manejaba al traducir, era el francés. Su cultura,
apartándonos del mundo clásico, era la cultura francesa» (Antón
Arrufat, Virgilio Piñera: entre él y yo, Ediciones Unión, La Habana,
1993, p. 22).
6. Descrita la tragicomedia como una «pieza que participa a la vez
de la tragedia y la comedia», Pavis precisa que ella se define por los
tres criterios de lo tragicómico, a saber, «los personajes pertenecen
a las capas populares y aristocráticas, borrando así las fronteras
entre comedia y tragedia. La acción, seria, o sea, dramática, no
desemboca en una catástrofe y el héroe no muere». Véase Patrice
Pavis, Dictionnaire du théâtre, Armand Colin/VUEF, París, 2002,
pp. 388-9. Traducción mía.
7. Osvaldo Obregón, Teatro latinoamericano contemporáneo. Un
caleidoscopio cultural (1930-1990), CRILAUP-Presses Universitaires
de Perpignan, París, 2000, p. 50.
8. Carlos Jerez Farrán, «Un análisis diferenciador del teatro de
Virgilio Piñera: el teatro satírico burlesco y el teatro absurdista»,
Latin American Theatre Review, a. 22, n. 2, primavera de 1989,
Kansas, p. 19.
9. Gérard Genette, Palimpsestes, Seuil, París, 1982, p. 112.
10. Los números entre paréntesis corresponden a las citas tomadas
de Virgilio Piñera, Teatro completo (compilación y prólogo de Rine
Leal), Letras Cubanas, La Habana, 2002.
11. Gérard Genette, ob. cit., p. 486.
12. Virgilio Piñera, «Piñera teatral», Teatro completo, Ediciones
Revolucionarias, La Habana, 1960, p. 9.
13. Término acuñado por Geneviève Serrau en Histoire du «nouveau
théâtre» (Gallimard, París, 1966), para referirse a las obras creadas
en el curso de los años 50 en París y que habían sido etiquetadas
inadecuadamente como «teatro de vanguardia» y «del absurdo». A
mi juicio, el término «nuevo teatro» califica rigurosamente a uno
que rompe con la dramaturgia precedente.
14. Desde 1900 la ciencia es puesta en cuestión y se llega a hacer
de la «bancarrota de la ciencia» un tema de moda. Tomado de un
fragmento citado por Enmanuel Jacquart, Théâtre de la dérision,
Gallimard, 1974, p. 73.
15. Iehl se refiere a la época de la primera vanguardia con el teatro
grottesco en Italia y los dadaístas y surrealistas en Francia, en torno
a Guillaume Apollinaire e Iván Goll. Véase Dominique Iehl, Le
grotesque, Presses Universitaires de France, París, 1997, p. 102.
16. Christian W. Thompsen, Das Groteske im Englischen Roman
des 18 Jahrhunderts, Darmstadt, 1974, p. 12, citado por Dominique
Iehl, ob. cit., pp. 15-6.
17. Virgilio Piñera, «Dos viejos pánicos en Colombia», Conjunto,
n. 3, La Habana, marzo de 1968, p. 7.
18. Ibídem, p. 107.
19. Jean Duvignaud y Jean Lagoutte, Le théâtre contemporain,
Librairie Larousse, París, 1974, p. 41. Traducción mía.
20. «Un solo aspecto elegido más o menos arbitrariamente», dice
Surer a propósito de la «intriga» en el teatro de Ionesco. Véase
Paul Surer, Le théâtre français contemporain, Société d’Edition
d’Enseignement Supérieur, París, 1964, p. 492. Traducción mía.
21. En efecto, hay una ironía sobre el tema en El álbum, donde
se dice a este propósito: «la señora Dalmau hace mucho tiempo
que nos dejó, quiero decir que abandonó este valle de lágrimas y
fue a descansar en brazos de nuestro Creador». Teatro completo,
ob. cit., p. 371.
22. Es lo que dice Adorno a propósito del teatro de Samuel Beckett
en Theodor Adorno, «Pour comprendre Fin de partie», Notes sur la
littérature, Flammarion, París, 1984, p. 435. Traducción mía.
, 2013
El teatro de Virgilio Piñera: intertextual e innovador
129
C
Cincuenta
años
de la
economía
cubana
Ernesto Molina Molina
Profesor.
Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García.
incuenta años de la economía cubana* ofrece
resultados de investigaciones realizadas por
un colectivo de autores, en su gran mayoría
del Centro de Estudios de la Economía
Cubana (CEEC), aunque incluye también a docentes
de la Universidad de La Habana. El libro cuenta con un
excelente prólogo escrito por la doctora Oneida Álvarez
Figueroa, profesora titular de la UH y miembro titular
de la Academia de Ciencias de Cuba.
El volumen muestra aspectos esenciales para
comprender por qué en la economía y la sociedad
cubanas se abren paso el llamado modelo actualizado
y la implementación de los Lineamientos de la política
económica y social del Partido y la Revolución. Analiza
problemas viejos, arrastrados desde la colonia, y otros
propios del difícil camino del proceso revolucionario
posterior a 1959.
La construcción del socialismo en Cuba ha
planteado diversidad de retos económicos, políticos y
sociales a los dirigentes y al pueblo. Entre los problemas
por solucionar se encuentran los relacionados con la
independencia económica y política, la nacionalización
y la socialización en el agro y en la industria, la
distribución y los beneficios sociales a la población,
la estrategia económica nacional, la elección del sistema
de dirección y planificación de la economía, el lugar de
la economía nacional en la división internacional
del trabajo, la eficacia de la producción social y la
eficiencia de los métodos de su realización, el desarrollo
poblacional y las desigualdades espaciales, así como
la organización política de la sociedad. Estudiarlos
permite valorar correctamente las respuestas a las
cuales se ha arribado.
Los escritores de esta obra abordan esas
problemáticas. Sin embargo, como de manera atinada
afirma Álvarez Figueroa, «el compendio […] no es la
consecuencia de una concepción previa de los autores
para conformar un texto» (p. viii). Cada investigador
sigue su propia lógica y corresponde al lector hallar
los puntos coincidentes y los discordantes, que se
entrelazan y contribuyen a identificar el difícil camino
en zig zag, los avances y retrocesos, de la economía y la
sociedad cubanas durante las últimas cinco décadas.
En el ensayo inicial, «Estrategia económica: medio
siglo de socialismo», Omar Everleny Pérez Villanueva
identifica varias etapas que reflejan la evolución de las
concepciones seguidas por la dirección del país: 19591970; 1971-1980; 1981-1989; 1990-2000; 2001-2008.
Convertir la especialización productiva en fortaleza
para salir del subdesarrollo puede considerarse —de
cierta manera— la filosofía presente en los tres primeros
períodos señalados por Everleny. Coincido con él en
* Omar Everleny Pérez Villanueva, comp., Cincuenta años de la
economía cubana, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2010.
130
Ernesto Molina
Molina abril-junio de 2013
n. 74: 130-135,
que dicha especialización —característica heredada de
la economía de plantación y nuestra principal debilidad
estructural— provocó que la economía cubana se
hiciera más dependiente de un producto primario de
exportación, el azúcar, no solo por lo que el ingreso
obtenido significó en el total de los recibidos por este
concepto, sino también por la consolidación de esa
rama como «locomotora» del resto de la economía,
dentro de los marcos de la integración con el Consejo
de Ayuda Mutua Económica (CAME).
El estudioso reafirma tal idea:
[L]a especialización productiva, si bien permitió en lo
inmediato que el país disfrutara de ventajas comerciales
derivadas de la inserción en el CAME y de los precios
favorables que la URSS otorgaba, visto en una perspectiva
de más largo plazo, ataba a la economía doblemente.
Primero, porque consolidaba la dependencia de la
dinámica de la economía al azúcar, y segundo, porque
se basaba en una relación de precios muy divorciada
de los costos internos de la producción azucarera y, a
la vez, en una comparación internacional con el costo
de producción del azúcar de los países socialistas, que
si bien hacía ver que la especialización era conveniente,
no se apartaba en lo absoluto del principio ricardiano de
las ventajas comparativas. (pp. 8-9)
Sorprende que la división internacional socialista
del trabajo estuviera erigida en los hechos bajo los
principios de las ventajas comparativas ricardianas.1
Este problema estructural de la economía cubana
resulta tan grave, que aparece reflejado en varios de
los ensayos de este volumen.
Las etapas de 1990-2000 y 2001-2008, previas
al VI Congreso del PCC y a la formulación de los
Lineamientos en 2011, mostraron que la economía
al fin crecía, pero con desaceleración y vaivenes. El
diagnóstico realizado por Omar Everleny acerca de la
lenta y zigzagueante dinámica de la economía cubana
se mantiene en 2013.
En el siguiente artículo, «Gestión y dirección
de la economía», Julio A. Díaz Vázquez analiza
críticamente el devenir de ambos procesos en Cuba.
En correspondencia con el nuevo objeto de estudio,
ofrece una periodización diferente a la propuesta en el
capítulo precedente: la experimentación (1959-1975);
los nuevos rumbos (1976-1989); 1990: «resistir… salvar
el socialismo».
El investigador refleja de modo adecuado los vaivenes
que la gestión y dirección económicas han sufrido en
el país frente al papel que el plan y el mercado deben
cumplir en una economía con aspiraciones al desarrollo
y al socialismo. Vale añadir a su análisis que desde 1960
se suprimió en la Isla buena parte del capital privado
y de la pequeña producción mercantil. Sectores claves
como la banca, el comercio exterior y el mayorista ya
eran por completo propiedad del Estado en 1963. El
sector estatal se amplió a lo largo de tres décadas, para
llegar a su punto culminante en 1989, cuando empleaba
cerca de 95% de los trabajadores de la nación. Pero a
partir del VI Congreso del PCC, se comienza a adecuar
el peso relativo de las distintas formas de propiedad
en la estructura económica del país. Y hoy podemos
identificar las siguientes formas de propiedad: empresa
estatal socialista, cooperativas, empresas extranjeras y de
capital mixto, el sistema de arriendo de tierras, medios
de producción y establecimientos estatales, y la pequeña
propiedad privada en manos de los trabajadores por
cuenta propia.
Entre las lecciones recibidas en estos cincuenta
años se halla que socializar no debe ser necesariamente
estatalizar. Esto es algo que Díaz Vázquez tiene muy
presente en su ensayo. Al referirse a las experiencias
exitosas de Viet Nam y China después que iniciaron
sus reformas económicas, de cierta manera se adelanta
en cuanto a admitir caminos viables para la inversión
extranjera y el sistema de arriendo en nuestras
condiciones particulares. Y tiene razón, aun cuando
las circunstancias geopolíticas y las estrategias de esos
países son distintas a las de Cuba, al menos en los dos
aspectos mencionados vale la pena tener presentes sus
experiencias. No hay por qué renunciar a la utilización
de capital foráneo para ponerlo al servicio del
socialismo en proceso de construcción. Ello implica un
Estado bien diseñado, capaz de regular adecuadamente
la inversión extranjera. Tampoco el sistema de arriendo
está reñido con la propiedad socialista; es posible
mientras el Estado conserve la propiedad de los medios
de producción fundamentales.
El siguiente ensayo es también de Julio A. Díaz
Vázquez, profundo conocedor de las relaciones
económicas entre Cuba, la URSS y el CAME. «Cuba
en la división internacional socialista del trabajo»
muestra cuán estrechas fueron unas relaciones que
abarcaron convenios y suministros a precios muy
ventajosos, así como ayuda en otros ámbitos más allá
del económico.
El autor reconoce que la Isla —dado el relativo retraso
tecnológico existente en el entramado productivo de la
URSS y el resto del campo socialista— estaba obligada
a utilizar la parte minoritaria del producto nacional,
la cual se vendía en el mercado mundial, para obtener
indispensables divisas libremente convertibles que le
permitieran importar determinados bienes y servicios
de calidad y tecnología solo adquiribles en el área
dólar.
Concuerdo con él en que la integración CubaCAME evidenció el carácter abierto y altamente
dependiente del comercio exterior de la economía.
Mientras el país pudo mantener sus vínculos con el
CAME y la URSS contó con una retaguardia segura:
combustibles, materias primas, alimentos, tecnología,
facilidades de pago, un mercado siempre en desarrollo
y créditos blandos.
Cincuenta años de la economía cubana
131
La pérdida de esa retaguardia es reflejada muy bien
en este ensayo. El efecto económico de la desaparición
de la Unión Soviética y el campo socialista europeo fue
enorme. La crisis del período 1990-1993 desmanteló
el comercio exterior de Cuba y redujo bruscamente
la capacidad de importación. Según informaciones
oficiales, los niveles de actividad económica en 1993
supusieron, con respecto a 1989, una declinación del
producto interno bruto de 34,8%.
Por su parte, «Estructura sectorial y desempeño
económico», de Ricardo Torres Pérez, no solo realiza
un importante aporte al diagnóstico estructural de
la economía cubana, sino que lo vincula con el tema
siempre esencial de la gestión y la dirección y su papel
en el desarrollo.
Aborda el sector agrario, como una de las principales
limitaciones que afectan el desarrollo sectorial del país,
por su retraso, el déficit en la balanza de productos
agrícolas, los bajos niveles de utilización del fondo
de tierras y escasos rendimientos. Otra insuficiencia
detectada por al analista se relaciona con el peso que
ha ido perdiendo la industria en el aparato productivo
nacional, ganado en cambio, por el sector de servicios;
en el caso de una pequeña economía muy abierta, esto
hace vulnerable al país. En particular, ramas industriales
claves (construcción de maquinarias, equipos de
transporte y estructuras metálicas) han tenido un
desempeño pobre en las últimas dos décadas.
Valoro altamente este artículo porque los estudios
estructurales de una nación que aspira al desarrollo
son fundamentales para elaborar la estrategia por
seguir. Considero que el aporte fundamental del texto
radica en señalar la política que se debe asumir para
vincular de manera adecuada la llamada «economía del
conocimiento» con el sector industrial. Pero al hacerlo,
el autor no deja claro que tal economía puede servir
a intereses foráneos que no contribuyen al desarrollo
nacional. En mi opinión, la inversión extranjera en los
países del «sur» no suele desarrollar una base científico
tecnológica propia, más bien provoca una dependencia
hacia las naciones del «norte», que tiende a ser estable y
permanente. Por ello, la empresa socialista cubana ha
de poseer capacidad de respuesta ante las variaciones
exógenas de la tecnología. Y el Estado debe propiciar la
mayor competitividad tecnológica de dicha empresa.
En el ensayo «Panorama de la economía,
transformaciones en curso y retos perspectivos»,
Jorge Mario Sánchez-Egozcue y Juan Triana Cordoví
diagnostican la crisis iniciada en los años 90 y
especifican las acciones para superarla —vía crecimiento
económico y cambios estructurales necesarios en
la economía cubana. En solo 67 páginas, presentan
un estudio integral, bien argumentado, de los diversos
factores causales (internos y externos) de la crisis y
132
Ernesto Molina Molina
brindan una periodización de la evolución económica
del país: 1990-1993, crisis y ajuste; 1994-1999,
crecimiento y cambio estructural; 1999- 2007, reajuste
funcional y crecimiento.
Además, detallan los aspectos que identifican como
fundamentales para salir de la crisis estructural que
vive la nación:
• El complejo entramado de intereses creados a partir
de los nuevos actores (formas diversas de propiedad
y sus restricciones).
• Las relaciones contradictorias entre los sistemas
de regulación seguidos en Cuba (centralización y
descentralización) y su impacto en la productividad
y la polarización social.
• Las incongruencias y desigualdades en el desarrollo
de los distintos sectores de la economía (productores
de bienes y servicios).
• Las dificultades, provocadas por la segmentación
de los mercados, para regular adecuadamente los
salarios y los precios (la doble moneda).
• El impulso del sector agrícola, lo cual mejoraría el
nivel de vida de la población.
• Los vaivenes en la política para desarrollar un nuevo
«sector pivote» (níquel, turismo, servicios médicos,
etc.) desde el cual, gracias a sus ingresos, relanzar los
otros sectores productivos.
• Los acuerdos que favorecen la inserción internacional
de la actividad económica y financiera a inicios de
los años 90. La tendencia fue acercarse a la Unión
Europea y Canadá, y luego adquirieron mayor
relevancia los vínculos con Venezuela y China.
• El peso de las remesas en los ingresos de la población
cubana.
• Las potencialidades de la explotación petrolera.
Los autores de este ensayo proponen reflexiones
en torno a los siguientes cuestionamientos: ¿Debe
Cuba reproducir la antigua deformación estructural
que tipificó su economía y fomentar la dependencia
unilateral de un solo sector? ¿Debe renunciar a una
«locomotora» como el turismo, que ya en 1950 era
prácticamente el segundo sector de nuestra economía y
que en los años 90 demostró suficiente capacidad para
competir con éxito en la región, a pesar de la desventaja
de no acceder al mercado norteamericano, ni poseer
arrastre suficiente para generar encadenamientos
productivos con las otras esferas de la economía
nacional? ¿Debe ser desechado el mercado interno
como un factor de crecimiento? ¿Por qué es tan
importante el incremento de la productividad del
trabajo, así como la efectividad de los mecanismos
distributivos y redistributivos? ¿Cuáles vínculos tiene
la fortaleza o debilidad de una moneda nacional con
la llamada «economía real»?
Transcurridos cinco años del anterior análisis vale
la pena tener presentes las soluciones ofrecidas por
Sánchez-Egozcue y Triana Cordoví:
• Solucionar distorsiones e incentivar el sector
productivo tradicional, cuidando los equilibrios
actuales.
• Relanzar la pequeña y mediana empresa cooperativa
y privada.
• Reactivar la inversión extranjera sumando nuevas
prioridades.
Propongo a los interesados en estos temas leer
el acápite titulado «Algunas ideas finales» (pp. 14752), pues en él se pormenorizan las mencionadas
soluciones.
¿Qué importancia tiene el análisis de los procesos
inflacionarios en una pequeña economía muy abierta
como la cubana? ¿Qué papel puede desempeñar
una adecuada política monetaria para elevar la
competitividad del aparato productivo nacional en el
sector externo? Tales asuntos son objeto de análisis
en el siguiente artículo, donde Pavel Vidal Alejandro
muestra que la inflación asume una complejidad
especial en Cuba.
La lucha por la soberanía monetaria en la Isla tiene
una larga trayectoria, desde la etapa colonial hasta
el presente. La ausencia de un Banco Nacional antes
de 1948 incidió en que el país importara inflación
desde los Estados Unidos, al adquirir los productos
norteamericanos ya «inflacionados» y pagarlos con
el dólar, de libre circulación en Cuba a la par que el
peso cubano.
En el período que Felipe Pazos fue presidente del
Banco Nacional (1950 -1952),2 en el país aumentaron
las reservas internacionales en oro y dólares. Ello
propició un alto respaldo al peso cubano, superior a
90% de la circulación monetaria. Dicho peso alcanzó
estabilidad y confiabilidad en las transacciones
comerciales. El Banco desarrolló una política tendente
a la diversificación del comercio exterior y logró que
las exportaciones a Europa superaran los doscientos
millones de dólares; esto suponía también el aumento
de las compras en esa región.
El Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba
(BANFAIC) fue creado por la Ley No. 5, de 20 de
diciembre de 1950, con el objetivo de extender hacia
nuevos sectores el régimen crediticio, hasta entonces
concentrado en las esferas agrícola e industrial. Este
buen propósito, defendido por Pazos, que aspiraba a
aminorar las relaciones de dependencia con los Estados
Unidos, se vio tronchado por el golpe de Estado de
Fulgencio Batista. A partir de ese momento, el Banco
Nacional de Cuba —bajo la presidencia de Joaquín
Martínez Saenz— se sometió a los mecanismos de
regulación de la Reserva Federal estadounidense; y el
BANFAIC dejó de financiar el desarrollo industrial y
agropecuario.
Pavel Vidal afirma, con toda razón, en «Política
monetaria: 1989-2009»:
La inflación dejó de ser un fenómeno conocido en la
economía cubana desde que en la década de los 60
prácticamente se eliminaron las relaciones de mercado y
el Estado comenzó a tener la casi absoluta participación
en la economía. Hasta principios de los años 90 la canasta
familiar se obtenía casi por entero en los mercados
minoristas estatales. En ese entorno, los desequilibrios
monetarios no se reflejaban en los precios, sino en la
acumulación de excesos de liquidez. Esta situación
también se reconoce como inflación reprimida o ahorro
forzoso. (p. 153)
No solo en este artículo hay referencia a las
implicaciones que la doble circulación monetaria ha
traído para la Cuba del Período especial. Pero dentro
de la compilación, es aquí que el análisis resulta más
acabado, pues incluso establece cómo ha evolucionado
el salario real medio en contraposición al salario
nominal medio.
La relevancia del tema subsiste en la actualidad. Lo
evidencia el haber sido recogido en el artículo 55 de
los Lineamientos…:
Se avanzará hacia la unificación monetaria, en un proceso
que dependerá fundamentalmente de los incrementos
de la productividad del trabajo y la efectividad de
los mecanismos distributivos y redistributivos. Por
su complejidad, este proceso exigirá una rigurosa
preparación y ejecución, tanto en el plano objetivo como
subjetivo.3
El análisis realizado por Vidal corrobora el camino
que debe seguir Cuba: desarrollar una estrategia
interna para crear una base científico-técnica que no
solo garantice la competitividad del sistema productivo,
sino también mejore el salario medio y, en general, el
nivel de vida de las masas populares.
«La agricultura en los últimos cincuenta años», de
Armando Nova González, resulta un estudio integral
del sector, con sus altas y bajas, a lo largo de todo el
período revolucionario. Se propone abordar de manera
crítica el proceso y sacar lecciones a escala nacional y
empresarial, con vistas a plantear transformaciones al
modelo de gestión agropecuario.
Concuerdo con los argumentos que defiende acerca
de cómo alcanzar el redimensionamiento adecuado de
la industria azucarera:
[Tal industria] encierra una enorme riqueza y amplias
potencialidades en la producción de alimentos, fondos
exportables, combustible (alcohol), generación de energía
eléctrica, biogás, a partir de fuentes no contaminantes y
renovables, mucho más económicas que las generadas
por combustibles fósiles. (p. 234)
El espacio perdido […] es posible recuperarlo a partir
de que se produzca más caña de azúcar, y ahí radica el
punto más débil en estos momentos de la cadena; son
Cincuenta años de la economía cubana
133
conocidas las causas de por qué no se produce más caña,
y las propuestas de los trabajadores de la agroindustria
para revertir esta situación. (p. 236)
La agricultura cañera dispone de desarrollo y
conocimiento tecnológico humano acumulado, con
calidad perfectamente comparable con los niveles
internacionales, aún más, experiencias y tecnologías
cubanas han mostrado significativo éxito en su aplicación
o introducción en diversos países productores que han
contratado los servicios de los especialistas y técnicos
cubanos, como México, Brasil, Venezuela, por citar
algunos. (p. 237)
Se calcula que en un año una hectárea de caña de azúcar
puede absorber más de sesenta toneladas de dióxido de
carbono y producir unas cuarenta toneladas de oxígeno
puro, dando lugar al llamado efecto bosque, que es capaz
de crear el equilibrio necesario entre las emisiones de
CO2 durante el proceso de producción agroindustrial
cañero. (p. 243)
Hago énfasis en el análisis sobre esa industria debido
a lo que significó en la economía cubana y todavía
puede significar, pero el ensayo abarca todo el sector
agropecuario.
Nova es un investigador acucioso del cooperativismo.
Conoce que a veces esta forma de propiedad ha tenido
resultados fallidos. Y que si aspiramos a avanzar por
ese camino como un antídoto al resurgimiento del
capitalismo, necesitamos una escuela formadora capaz
de aprovechar conocimientos y experiencias prácticas
exitosas en el país y en el exterior.
En la agricultura cubana las cooperativas más
exitosas son las de créditos y servicios (CCS), donde
los integrantes conservan su propiedad sobre la tierra,
medios de trabajo, equipos, tecnología, etc. Además,
la CCS posee mayores facultades gerenciales que la
Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA), en
la cual la propiedad es colectiva, aun en mayor medida
que la Unidad Básica de Producción Cooperativa
(UBPC).
Sin embargo, como señala el estudioso, ha aumentado
excesivamente el control sobre las CCS, al crear en
cada una de ellas un grupo con recursos, maquinaria,
transporte y tierras que administra la comercialización,
el abastecimiento, y en general todo el desempeño de
la cooperativa, lo que dificulta su desenvolvimiento y
genera gastos adicionales. Esos trabajadores indirectos
bien podrían formar una cooperativa comercializadora
que sea contratada por los productores.
A los precios de los alimentos producidos en el país
y a la especulación también se refiere Nova. En Cuba la
especulación se ejercita sobre la base de acaparamientos
—para entregar menos del producto contratado con el
Estado y producir más del que se vende en el mercado
libre. Como consecuencia:
El incremento de los precios en los mercados de libre
oferta y demanda se manifiesta de forma reiterada
134
Ernesto Molina Molina
desde 2004 hasta 2008, por supuesto asociado a una
disminución de la producción nacional de alimentos,
lo cual derivó a la vez en un descenso reiterado en la
oferta y en detrimento de la capacidad de compra del
consumidor. (p. 264)
Este investigador defiende un nuevo modelo de
gestión en el sector agropecuario, que le otorgue la
autonomía necesaria a cada una de las formas de
propiedad; asimismo, utilizar más ampliamente la base
científico-técnica creada en el sector. Ello conducirá a
elevar la oferta y disminuir los precios.
En el artículo «Relación entre desarrollo social y
económico», Anicia García Álvarez y Betsy Anaya Cruz
argumentan de manera muy creativa la dialéctica del
enfoque cubano.
Como acertadamente ellas expresan, tal relación
puede ser virtuosa cuando está bien concebida. La
política económica en la Isla se ha caracterizado hasta
hoy por un marcado acento social, dado que ha tenido
entre sus objetivos mantener la gratuidad y la calidad
en la educación y la salud, garantizar el sistema de
seguridad social, proteger a los ancianos, impedidos,
y a las personas afectadas en mayor grado por las
actuales desigualdades. Es necesario recordar que el
modelo cubano ha buscado siempre la equidad y le
ha dado menor papel a los ingresos monetarios en el
acceso al bienestar.
Coincido con las autoras cuando destacan el hecho
de que esta fortaleza creada por la Revolución —la
relación entre el desarrollo social y el económico— es
imprescindible mantenerla y continuarla desarrollando,
pues permite hacer frente a nuestros enemigos y ganar
amigos fieles en el resto del mundo. Pero sobre todo
porque puede convertir el socialismo cubano en una
verdadera «sociedad del conocimiento».
Reafirmo lo que Carlos Marx supo destacar: el
capital utiliza el conocimiento y la tecnología como
mecanismo económico de dominación. La división
social del trabajo capitalista convierte toda nueva
fuerza social productiva en potencia del capital. Entre
1870 y 1930 los monopolios se concentraron en las
aplicaciones productivas del conocimiento científico
y entre 1950 y 1970 pasaron a ser la principal fuente
de patentes. A partir de entonces, crean dependencia
tecnológica global y obstaculizan el surgimiento de
eventuales competidores.
Anicia García y Betsy Anaya recalcan la necesidad
de priorizar los fondos destinados a garantizar una base
científico-tecnológica altamente competitiva a escala
nacional e internacional.
Varias etapas (1962-1975, 1976-1989 y 19902008) señala Julio C. Díaz Acosta en «Consumo y
distribución normada de alimentos y otros bienes».
El artículo refleja en detalle las fortalezas y debilidades
de ese proceder en Cuba a lo largo de cincuenta años
—experiencia única a escala mundial—, entre cuyos
objetivos se halla contrarrestar los vaivenes de la oferta
que el país ha enfrentado en sus ciclos productivos y
debido a su capacidad variable para importar lo que
no produce.
El analista puntualiza que en la última década el
subsidio estatal de los precios de los artículos normados
ha sido cuantioso, en especial de aquellos productos
destinados a cubrir la canasta mínima: leche, carne,
frijoles y arroz. Reflexiona acerca de que, ante la
diferenciación de ingresos de la población cubana,
podría ser más adecuado subsidiar el consumo de las
personas vulnerables, en las proporciones requeridas y
sobre la base de determinados criterios racionales, en
lugar de todos los ciudadanos.
Los criterios de Díaz Acosta entroncan con el
Lineamiento 310: «Reestructurar las ofertas de bienes
y servicios, revisando los precios minoristas de los
productos que formen parte de la canasta familiar
normada y que se defina puedan ir transfiriéndose a la
venta liberada sin subsidios en pesos cubanos».4
El examen realizado por Julio C. Díaz Acosta
evidencia la necesidad de emprender nuevos estudios
que esclarezcan el camino que debe seguir Cuba para
transitar hacia un nuevo modelo de gestión conducente
a elevar la oferta y mejorar los precios al consumidor.
El último artículo del libro, «Espacio y poblamiento»,
demuestra que Cuba no está exenta de atender ciertos
problemas comunes a las poblaciones de todo el
planeta, aunque estén asociados a circunstancias
históricas y entornos geográficos específicos. Y ello
exige una actividad planificada a niveles nacional,
regional y local, especialmente en una sociedad que
se propone construir el socialismo.
Concuerdo con la relevancia del tema y de incluirlo
en este libro, porque no siempre se comprende el
problema poblacional como un asunto económico. En
la sociedad contemporánea el progreso es inalcanzable
de manera espontánea. Para asegurarse su permanencia
sobre el planeta el ser humano tiene que ser consciente
de cuáles transformaciones emprende, con qué
finalidades y medios, qué alcance y consecuencias
tienen.
Las soluciones instrumentadas por el Estado
revolucionario cubano como políticas generales para
todo el país —sin tener en cuenta que la pequeña
economía nacional es en extremo diversa— han
condicionado movimientos migratorios y niveles
desiguales de progreso. Felizmente el desarrollo local
va adquiriendo importancia en la Isla, pero resulta
necesario estudiarlo y asumirlo como actividad
socioeconómica fundamental.
Luisa Íñiguez Rojas y Norma Montes Rodríguez
analizan el camino que debe seguir Cuba hacia un
nuevo modelo que contemple la diversidad de enfoques
ante dicho desarrollo, promueva la creatividad y
proyectos bien fundamentados que potencien las
fortalezas de cada territorio, impulse la gestión
protagónica de la ciudadanía en todos los sectores y
garantice la protección de la naturaleza.
La presente reseña quiere promover la lectura
crítica de Cincuenta años de la economía cubana, un
diagnóstico diverso y útil para identificar viejos y nuevos
problemas, incluso a la luz de los actuales y turbulentos
acontecimientos de la economía mundial.
Notas
1. Marx hizo una sólida crítica a la teoría de los costos comparativos
de David Ricardo como justificativa del intercambio desigual y del
ejercicio del monopolio industrial por Inglaterra a escala global.
Ricardo exponía la estrategia del capital inglés: ir siempre detrás
de la máxima ganancia reduciendo costos. Esa tesis será retomada
en la teoría del comercio internacional con la denominación de
ventajas comparativas.
2. Véase Lázaro Díaz Fariñas, «El pensamiento económico de
Felipe Pazos y Roque (1935-1958)», tesis de Maestría en Estudios
Interdisciplinarios de Historia de América Latina y Cuba,
Universidad de La Habana, La Habana, 2008, pp. 65-6. [Inédito]
3. Lineamientos de la política económica y social del Partido y la
Revolución, Resolución aprobada en el VI Congreso del PCC, junio
de 2011, disponible en www.congresopcc.cip.cu.
4. Ibídem, p. 38.
, 2013
Cincuenta años de la economía cubana
135
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