abr.-jun. 2013 74 ENFOQUE Sociedad de la información Sociedad de la información: un simposio / 4 Armando Malheiro da Silva, Miguel Á. Rendón Rojas, Emir Suaiden, Pedro Urra, Raúl Garcés Diversidad, sociedad de la información y política audiovisual: la experiencia europea / 13 Francisco Sierra La glasnost: paradoja en la era de la web 3.0 / 21 Rosa Miriam Elizalde Aspectos morales y éticos de las TIC / 30 Lazaro J. Blanco Encinosa Políticas digitales, Barack Obama y la campaña de 2012 / 38 Roberto Suro Ciberespacio y síntoma comunitario: una lectura a partir del 15M / 44 Ángeles Diez Rodríguez Mis amigos en Facebook. Apuntes con intención ciberetnográfica / 54 Milena Recio Silva Internet y las TIC en Cuba: notas para un debate sobre políticas públicas / 62 Elaine Díaz Rodríguez y Firuzeh Sokooh Valle 68 / Cultura digital participativa y el software libre en Cuba Hamlet López García 75 / Sociedad del conocimiento y la información. Educación superior en Cuba Dayron Roque Lazo 82 / La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos Julio García Luis CONTROVERSIA 92 / El ALBA: perpectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe Raúl Garcés, Tania García, Ismael González, Rafael Hernández ENTRETEMAS 105 / Participación y parlamentos obreros en Cuba. Apuntes para Ecuador Gabriela Quezada Calderón 114 / Tres ismos en la historia de Cuba: fascismo, nazismo y falangismo. Katia Figueredo Cabrera LECTURA SUCESIVA 123 / El teatro de Virgilio Piñera: intertextual e innovador María Montes 130 / Cincuenta años de la economía cubana Ernesto Molina Molina CONSEJO EDITORIAL Director Rafael Hernández Subdirector Raúl Garcés Asesor artístico Frémez () Temas es una publicación trimestral, dedicada a la teoría y el análisis de los problemas de la cultura, la ideología y la sociedad contemporáneas. Está abierta a la colaboración de autores cubanos, caribeños, latinoamericanos y de otros países. Los artículos expresan la opinión de sus autores. No se devuelven originales no solicitados. Prohibida la reproducción sin autorización de los artículos publicados en Temas por primera vez. Este número de Temas fue posible gracias a la contribución del Fondo para el Desarrollo de la Cultura y la Educación (FONCE). Fotomecánica e impresión: Ediciones Caribe. ISSN 0864-134X. Precio por ejemplar en Cuba: $10.00 (MN). Natalia Bolívar Ana Cairo Mario Coyula Mayra Espina François Houtart Jorge Ibarra Pedro Martínez Pírez Margarita Mateo Ernesto Rodríguez Chávez Joaquín Santana Castillo Nelson P. Valdés Oscar Zanetti Coordinadora de redacción, emplane y web Vani Pedraza García Diseño Irelio Alonso Fotografía de cubierta Arnulfo Espinosa Edición Laura Marrero Juana Mª Martínez Tania Chappi Docurro Reseñas Carlos Alzugaray Promoción Gladys García Durán Administración Aníbal Cersa García Secretaria Claudia Díaz CONSEJO ASESOR Aurelio Alonso Casa de las Américas María del Carmen Barcia, Casa de Altos Estudios F. Ortiz Julio Díaz Vázquez, CIEI, UH Alain Basail, CESMECA Mayerín Bello, UH Gabriel Caparó, Casa de las Américas. Zaida Capote, ILL. www.temas.cult.cu Sociedad Cubana de Ciencias Penales. Carlos Delgado, UH. María del Pilar Díaz-Castañón, UH. Jorge I. Domínguez, Universidad de Harvard. Marlen Domínguez, UH. Armando Fernández, Fundación de la Naturaleza y el Hombre. Raúl Fernández, Universidad de California, Irvine. Tania García Lorenzo, Instituto Juan Marinello. Humberto García Muñiz, Universidad de Puerto Rico. Carlos García Pleyán, COSUDE. Denia García Ronda. Jesús Guanche, Fundación Fernando Ortiz. Julio César Guanche, Casa del Festival. Antoni Kapcia, Universidad de Nottingham. Hal Klepak, Royal Military College, Canadá. María Teresa Linares. Sheryl Lutjens, Universidad de California. Consuelo Martín, UH Luz Merino, Museo Nacional de Bellas Artes. Alberto Montero, Universidad de Málaga. Armando Nova, CEEC, UH. Marta Núñez, UH. Esther Pérez, Centro Memorial Martin L. King, Jr. Lisandro Pérez, City University of New York. Manuel Pérez, ICAIC. Marta Pérez-Rolo, GESTA. José Luis Rodríguez, CIEM. Thomas Reese, Universidad de Tulane. Colegio de San Gerónimo Revista Temas Calle 23 #1155, 5o piso e/ 10 y 12, El Vedado, Ciudad de La Habana, Cuba. CP 10400. Tel/Fax: (53-7) 838 3010 Email: [email protected] Universidad de Puerto Rico. Ramón de la Cruz, Pedro Pablo Rodríguez, Jorge Luis Acanda, UH Antonio Aja Díaz, CEDEM, UH Félix Julio Alfonso Los manuscritos y la correspondencia deben enviarse a: Javier Colón, Julio Carranza, UNESCO. Oficina regional, Montevideo. Nils Castro. Centro de Estudios Martianos. Rogelio Rodríguez Coronel, UH. Francisco Rojas Aravena, FLACSO, Secretaría General. Cira Romero, ILL. Helen Safa, Universidad de la Florida. Joel Suárez, Centro Memorial Martin L. King, Jr. Miguel Tinker Salas, Pomona College. Gilberto Valdés, Instituto de Filosofía. Juan Valdés Paz. Omar Valiño, UNEAC. John Womack, Universidad de Harvard. Yolanda Wood, Casa de las Américas. Mirta Yáñez. Sociedad de la información La extensión global de las nuevas tecnologías de la información ha generado formas radicalmente distintas de concebir y practicar la comunicación social. Los cambios que caracterizan la llamada sociedad red son tan acelerados que apenas permiten analizar críticamente su alcance y acumular certezas. Está claro, sin embargo, que la irrupción de Internet en todos los ámbitos de la vida no significa un fenómeno más, sino todo un cambio de época, que abarca desde la reproducción de la vida cotidiana hasta el control político de los medios de comunicación. ¿Qué es la sociedad de la información? ¿Qué consecuencias tendría para las naciones rezagarse o quedar al margen del desarrollo informacional actual? ¿Hasta dónde pesan las limitaciones de infraestructura tecnológica, y hasta dónde los prejuicios en la ausencia o la debilidad de las políticas públicas para lidiar con los nuevos escenarios? ¿Cuáles son sus implicaciones para la cultura y el debate de ideas? En un entorno donde se extiende la televisión digital, se multiplican los accesos a Internet, y se intenta dotar de nuevos medios comunicacionales a las más diversas prácticas profesionales, estructuras y normativas jurídicas, este número de Temas intenta contribuir a una reflexión informada y crítica sobre una problemática fundamental. Sociedad de la información: un simposio Armando Malheiro da Silva Profesor asociado de la Facultad de Letras, Universidad de Porto, Portugal. Miguel Ángel Rendón Rojas Investigador. Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información, UNAM, México. Emir Suaiden Director del Instituto de Ciencias de la Información y Tecnología, Brasil. Pedro Urra Profesor universitario, Cuba. con Raúl Garcés Temas. A lgunos la asumen como oportunidad, otros como desafío y una buena parte como psicosis de la que resulta imposible librarse. Lo cierto es que, entrado el siglo xxi, vivir de espaldas a la sociedad de la información representaría una herida de muerte para cualquier modelo de desarrollo. A diferencia de etapas precedentes, donde la información ocupaba un espacio específico como fuente de interacción y articulación entre las personas, se trata ahora de una necesidad que atraviesa totalmente el modo en que se gestan y configuran las relaciones sociales a escala planetaria. El cambio trasciende en mucho lo tecnológico y, como todo lo nuevo, está plagado de desconocimientos y prejuicios. Por eso Temas lo somete a debate entre cuatro expertos cuya luz contribuirá a alumbrar caminos —y a trazar políticas— tanto fuera como dentro de nuestro contexto. ¿Sociedad de la información, sociedad informacional, sociedad en red o sociedad del conocimiento? ¿Son conceptos diferentes?¿Cuál es el más funcional para definir el estadio actual de desarrollo de nuestras sociedades? ¿Por qué? Emir Suaiden: La historia demuestra que en las designaciones de la sociedad siempre se utilizan términos que describen la producción de la riqueza. Por ejemplo, la llamada sociedad agrícola asociaba su riqueza a la posesión de la tierra y su explotación para producir alimentos y otros bienes. Lo mismo pasó con la sociedad industrial, en la que la riqueza la generaban los productos y servicios que elaboraba la industria. 4 74:Silva, 4-12,A.abril-junio de 2013 A. Malheiron.da Rendón Rojas, E. Suaiden, P. Urra, R. Garcés Hoy la denominación más utilizada es la de sociedad de la información, porque se cree, cada vez más, que quien esté informado, tiene poder. La búsqueda, el análisis y la verificación de la información son componentes muy fuertes, generalmente vinculados a la comunicación. Ese es también un factor que evidencia los desequilibrios entre las diversas naciones. Muchas de ellas aún no están en la sociedad de la información porque ni siquiera aprovecharon los beneficios de la revolución de Gutenberg; carecen de un público lector y no tienen industria de contenidos; son aquellos países que se mantienen dependientes, los que no disfrutaron de la sociedad industrial misma. Existen, no obstante, otros más adelantados que están abandonando ya la sociedad de la información para ingresar en la del conocimiento. Los indicadores son: produción científica, visibilidad internacional, equilibrio social, patentes e inclusión digital y social. La denominación de sociedad de la información solo se hizo posible gracias al proceso de globalización y de la revolución tecnológica. Es por ello que algunos también la llaman sociedad en red. Por ende, lo más funcional es la denominación de sociedad de la información, aunque abarque los excluidos digitalmente, los analfabetos, los desnutridos y todo el proceso conocido como brecha digital. Armando Malheiro da Silva: Existen muchas denominaciones, surgidas en países y momentos distintos, para caracterizar la realidad social, económica, política, cultural y tecnológica en la que vivimos desde mediados del siglo xx. Esta variedad se encamina en un sentido opuesto a lo que se está volviendo cada vez más evidente: estamos viviendo un cambio estructural, no coyuntural. Experimentamos —y los historiadores podrán confirmarlo mucho mejor que los sociólogos dentro de algún tiempo— un cambio de era o de época; por eso me parece acertado el título general que Manuel Castells le puso a su trilogía insondable, utilizando la expresión Era de la información; otros, en cambio, hablan de Era digital. ¿Será que la Era de la información corresponde con lo que los filósofos y los sociólogos han teorizado sobre la Posmodernidad? El término sociedad tiene una connotación más coyuntural que estructural y puede tomarse en un sentido reductor que deja fuera lo que está ocurriendo: una visible alteración en todos los sectores de actividad socioeconómica, así como en la vida personal y en la cotidianidad de niños, jóvenes y viejos, que desembocará no solo en otra sociedad, sino en un mundo globalizado y distinto del que emergiera en Occidente en el siglo viii de la era cristiana. Hablar de información y de conocimiento —explícito, o sea, ideas e impresiones modeladas por un código lingüístico u otro— es la misma cosa, pero algo muy diferente es usar el concepto cognición, que remite al funcionamiento psicosomático del cerebro. Miguel Ángel Rendón Rojas: En los últimos años hemos escuchado en distintos foros —políticos, económicos, académicos, periodísticos, bibliotecológicos o de Ciencias de la información— que nos encontramos en una nueva etapa de desarrollo de la sociedad, aunque no existe consenso sobre su denominación y menos aún sobre su contenido conceptual. Antes de indicar las diferencias de los términos arriba mencionados quisiera realizar un análisis y descripción de la sociedad contemporánea para identificar sus características distintivas y así establecer qué término refleja mejor la realidad social. Es posible reconocer la sociedad actual de acuerdo con la forma en que la información se produce, se consume y se trasmite; la dinámica de su flujo, el modo en que aparece, influye y se reflexiona sobre ella. Por información se entiende un ente ideal objetivado, creado por un sujeto al estructurar una serie de símbolos o datos; en el que se encuentran los significados, sentidos, valores de verdad, formas lógicas, etcétera. El ser humano, por su naturaleza, necesita de información para existir y existiendo la crea. Resulta erróneo afirmar que antes el hombre no necesitaba información. Por consecuencia, no se puede llamar a la sociedad contemporánea como de la información o informacional sin más, donde esta resulta indispensable. El mundo informacional históricamente aparece en condiciones concretas; estas, en ocasiones, lo hacen implícito e incluso inadvertido; y en otras, como en el presente, con «personalidad propia» exigiendo ser tomado en cuenta. Es posible distinguir históricamente diferentes tipos de sociedades: Sociedad de tradición oral: En ella la información fluye de manera oral. Los cambios que sufre son muy pocos a través del tiempo; se trasmite de una generación a otra sin grandes variaciones, es anónima, dominio del «pueblo» y circula en una sociedad local. Como siempre, es indispensable; pero por su poca innovación, una vez obtenida, servirá para toda la vida. Los mayores enseñan a los más jóvenes la cosmovisión, religión, leyendas, tradiciones, valores y costumbres, la forma de realizar las actividades cotidianas, pues «así siempre se ha hecho esto o aquello». Sociedad de élites privilegiadas con acceso a documentos manuscritos: Con la escritura aparece la posibilidad de registrar la información en documentos, aunque hay una serie de restricciones para poseerlos y tener acceso a ellos. Así, por ejemplo, existe una limitación para elaborarlos, debido a la producción manual de los soportes (papiro, pergamino, papel), así como por el proceso de copiar los nuevos ejemplares Sociedad de la información: un simposio 5 en forma manuscrita. De igual modo, se presenta una restricción física en el acceso a la información registrada; en primer lugar, porque hay un número limitado de documentos, pero al mismo tiempo porque hay una restricción cultural —son muy pocos los que saben leer—, y una de poder —solo unos elegidos, además de saber leer, pueden tener acceso al documento. Es decir, solo las élites privilegiadas, los altos mandos, los sacerdotes, los sabios, tienen el derecho de acceder a la información y la obligación de trasmitir al pueblo «lo que deben saber». Sociedad del documento impreso (lectora): El acceso a la información se generaliza y su circulación se hace más rápida, gracias a la imprenta y a la consecuente revolución cultural que esta originó. El escrito impreso se reconoce ahora como fuente de información principal; es el medio por excelencia empleado para guardar y trasmitir información, aunque paulatinamente van apareciendo otros instrumentos para cumplir con esa función. La existencia de la sociedad del documento impreso no implica que todos sus miembros sepan leer, pero ahora los analfabetos son las islas en medio del océano. El impreso, concretamente el libro, está dentro del imaginario colectivo como modelo no solo de información sino de conocimiento, aunque no esté al alcance de todos. Sociedad actual: Se caracteriza por las siguientes condiciones, todas ellas interconectadas: a)Relaciones muy cambiantes y dinámicas en la estructura y funcionamiento de la sociedad. El ritmo de la movilidad y el cambio de todas las actividades y esferas de la vida social se intensifica, lo cual exige a los individuos estar actualizados en lo que acontece y evoluciona para poder actuar, tomando decisiones adecuadas en condiciones que pueden ser novedosas. b)La globalización. Se presenta una nueva configuración en la economía y la sociedad, con una serie de procesos y problemas cuya solución depende de acciones coordinadas por parte de todos los países; se intensifican los niveles de interacción e interdependencia entre los Estados, por lo que acontecimientos, decisiones y actividades de alguna región del mundo tienen repercusiones en los lugares más alejados del globo. Todo está conectado, por lo que la información fluye y actúa sin importar las barreras geográficas. c) La tecnología. La transformación y asimilación de la realidad se realiza con ayuda de una nueva herramienta cognitiva fruto de la unión de dos tipos de conocimiento: el técnico y el científico. El cómo hacer tiene a su servicio la racionalidad instrumental que crea objetos artificiales para controlar la realidad. Este factor —principalmente la conjunción del desarrollo computacional con el 6 A. Malheiro da Silva, A. Rendón Rojas, E. Suaiden, P. Urra, R. Garcés de las telecomunicaciones y, en los últimos años, la genética— permite la rapidez del cambio, la globalización, la aceleración de la producción, flujo, transmisión y consumo de la información. Incluso la forma de relacionarse (laboral, científica, política, educativa, financiera, recreativa, etc.) descansa en ese instrumento tecnológico. De este modo podemos constatar que gracias a la tecnología, se rompen el espacio y el tiempo. d) El mercado. La liberación, la privatización, la desregulación y la competencia como principios de la economía liberal o neoliberal han provocado que las esferas productiva, de comercio, financiera, de servicios tengan alcances mundiales, sean versátiles y dinámicas y se conviertan en un juego económico que necesita tener información a la mano lo más confiable, precisa y a tiempo posible, para que las jugadas que se realizan en él sean menos riesgosas y brinden la oportunidad de ganar. Por ello se crea una nueva esfera económica: el sector dedicado a la información. Esta se vuelve un recurso estratégico, llega a ser un bien que posee un alto valor de uso, por lo que también adquiere un significativo valor de cambio, y se convierte consecuentemente en mercancía especial porque permite sobrevivir en el mercado. e) El elevado nivel socioeconómico. En esta etapa la preocupación inmediata de los individuos no es la subsistencia que ya está asegurada, sino que al tener un nivel de vida elevado, las necesidades aumentan y se hacen más complejas, por lo que se demanda un mayor progreso socioeconómico; ello se refleja en las exigencias al mercado y a la tecnología, los cuales responden motivando el flujo de la información, empezando el ciclo una vez más. Las cinco condiciones anteriores motivan que la información aparezca como algo central e importante en la vida de la sociedad. Los individuos para actuar deben estar, como siempre, informados, pero ahora de manera actualizada y constante; sus instrumentos de trabajo, educación, recreación, vida cotidiana, relación interpersonal están permeados por la información «tecnologizada»; esta se torna el elemento unificador de la sociedad contemporánea. La realidad social descrita condiciona una cultura informacional que es, por un lado, la representación de ese mundo informatizado tecnológica y mercantilmente y, por otro, una interacción con este de acuerdo con esa representación. Ellas, a su vez, influyen de manera inversa en las condicionantes arriba mencionadas, al crear un movimiento en espiral, porque tal tipo de sociedad existe gracias a esas cinco condiciones, pero al mismo tiempo, estimula y orienta su desarrollo; lo que motiva que estas últimas, una vez modificadas, actúen en otro nivel sobre la sociedad, la cual las vuelve a estimular, etcétera. Así pues, la sociedad actual es el conjunto de relaciones sociales en un espacio social (institucionalidad) altamente dinámico, abierto, globalizado y tecnologizado, que se apoyan y realizan a través de la información; la cual es igualmente dinámica, abierta, globalizada, tecnologizada, además de mercantilizada. Es así que los individuos para existir deben ser receptores, transmisores, consumidores, y una élite, creadores de ese tipo de información. Dicho espacio social aparece en una etapa del desarrollo de la sociedad debido al aumento de la complejidad en sus estructuras, funcionamiento y reproducción de estas. La locución «sociedad red», propuesta por Manuel Castells, nos parece la más acertada porque identifica un tipo de organización dominante, las redes, aunada a lo que él llama informacionalismo, como soporte tecnológico para la formación de redes. Sin embargo, implica simultáneamente la individualización, la posibilidad de desinformación por el deseo de la novedad y velocidad de estar informado; y la desigualdad entre, por un lado, sectores elitistas que monopolizan la creación de contenidos, el desarrollo tecnológico y, por otro, los rezagados y usuarios de esas novedades. El nombre de «sociedad del conocimiento» denota otra realidad; parece más una metáfora, como «los edificios inteligentes», «los programas amigables», «las bombas inteligentes», «las infecciones en las máquinas», etc. Resulta más coherente hablar de «sociedad basada en el conocimiento», donde este es objetivado en objetos tecnológicos. De ahí que podamos distinguir, también a modo de metáfora, una división del trabajo entre el Homo sapiens (élite que crea el conocimiento para objetivizarlo), Homo faber (que utiliza el conocimiento para la economía-producción), Homo emptor consumista (al que se le exige tener ciertos conocimientos para vivir en este mundo de objetos artificiales) y el gran ganador, Homo economicus. En resumen, no es necesario discutir sobre términos que, finalmente, son convenciones lingüísticas, sino sobre conceptos. Cualquier término que se emplee debe fijarse con su referente conceptual, limpiarse de contaminaciones ideológicas, mercantilistas, intereses de poder, simplificaciones. Pedro Urra: Cada vez más se vive una sensación de vértigo al asomarse a los medios de comunicación y a los espacios de información, que crecen y se multiplican en Internet y en los que hay un constante bombardeo de palabras, frases y conceptos desconectados de su génesis, su historia y contextos, y que se presentan a ritmo de reguetón o en el mejor de los casos disfrazados elegantemente en tiempo de hip hop. Esa aceleración de la difusión de los mensajes está mediada por las relaciones de poder y por el predominio de discursos hegemónicos generados en contextos y realidades, que han consolidado su capacidad para imponer sus puntos de vista de manera casi imperceptible y por una baja capacidad de resistencia o sentido crítico de una gran parte de los receptores de esos mensajes. La combinación de contenido y forma es cada vez más imperceptible y la mezcla digital resultante tan ecléctica, que solo el cinismo o el pragmatismo más feroz sería la fórmula humana para lidiar con tal agresión a las capacidades analógicas de procesamiento. Así, los conceptos son diseminados y reutilizados a conveniencia y al ser ellos mismos herramientas para la fijación de sentido terminan convirtiéndose en herramientas de manipulación y desviación de las metas auténticas y priorizadas de las diversas realidades en que sigue transcurriendo la existencia cotidiana de la gran mayoría de la población del mundo. En tal contexto inscribo la llegada, apropiación y uso de los términos sociedad de la información, sociedad informacional, sociedad red o sociedad del conocimiento; y es necesario desarrollar nuestra capacidad para lidiar críticamente con ellos y subrayar la importancia de relacionar los conceptos con la visión del mundo, el sistema de valores, los fundamentos teóricos y las metas y objetivos de quienes generan y diseminan dichos conceptos. ¿Es que acaso puede hablarse de sociedad del conocimiento desligada de la capacidad crítica de sus miembros? ¿Puede concebirse una sociedad en red, cuando las mayorías no participan de las decisiones esenciales? ¿O puede aceptarse una sociedad de la información en la que los medios de comunicación son manipulados y responden a los intereses de unos grupos de poder? Es decir, los conceptos son productos sociales y culturales y como tales deben ser entendidos. Es interesante que nombres «sociedad de la dignidad» o «de la solidaridad» o «de la justicia», a pesar de su potencial ordenador, no hayan alcanzado la misma fuerza en estos tiempos convulsos. Una «sociedad de la dignidad» implicaría luchar permanentemente por producir y asegurar, junto a la vivienda digna, la salud y la educación, un acceso abierto a la información, al conocimiento y a la cultura, y fomentar redes de personas e instituciones que, en libertad, luchen por la dignificación de los seres humanos y alineen sus recursos y fuerzas para el mejoramiento en condiciones de equidad de la existencia digna de todos sus integrantes. Una visión de esta índole generaría la capacidad para apropiarse y redimensionar conceptos como Sociedad de la información: un simposio 7 los mencionados y muchos otros; y someterlos a sus prioridades y darles contenidos concretos, que se traduzcan en indicadores capaces de medir la efectividad de nuestras acciones y de rendir cuenta por ellas. Supondría, también, un compromiso para lograr que otras sociedades funcionen de esa forma para no quedarse en el marco restringido de lo cercano, de lo visible y conectar con el compromiso como especie humana. Esta visión del papel ordenador de los conceptos no puede ignorar que al ser productos históricos estrechamente ligados a las prácticas humanas, su mayor o menor fuerza tiene mucho que ver con las relaciones de poder derivadas de las económicas, políticas y culturales predominantes y con el papel que los sujetos sociales asumen en esos contextos. Es importante destacar que la ofensiva del discurso de la sociedad de la información y sus diversas variantes, ha generado un importante debate político a nivel internacional y nacional, ya sea en congresos, reuniones, cumbres, informes o documentos que han presionado a los gobiernos a asumir posiciones proactivas sobre el tema y a traducirlas en políticas. Los conceptos que son objeto de análisis no solo representan una perspectiva hacia adelante, sino que también su génesis ha estado vinculada a intentos de caracterización de la sociedad capitalista desarrollada en cuanto al peso creciente de las actividades «terciarias» y en particular, las relacionadas con la información, el conocimiento y las redes en dichas economías. Hablar de ellos tiene sentido si esta discusión la ubicamos en relación con los desafíos que tiene la sociedad cubana para resolver sus principales problemas, de lo contrario puede terminar siendo un ejercicio escolástico. La discusión es bienvenida si se trata, por ejemplo, de posicionar los temas de acceso a la información y el papel fundamental del conocimiento en una sociedad que pretende movilizar las capacidades y potencialidades de sus ciudadanos para mejorar sus condiciones de existencia material y espiritual. Tiene sentido, si se trata de llamar la atención sobre el limitado acceso de los cubanos al universo de recursos de información que hoy están disponibles en Internet e incluso a los recursos nacionales y las infinitas potencialidades que tiene nuestro pueblo de resolver problemas con un uso crítico e innovador de estos; así como si nos referimos a las insuficiencias de la política informativa, la subutilización del conocimiento acumulado por tantos años de revolución educacional, las dificultades para generar una infraestructura sostenible, y otros temas de actualidad extremamente relevantes para el perfeccionamiento de la sociedad cubana. Todo esto en medio de transformaciones esenciales de la sociedad capitalista tendientes a perpetuar y reproducir el sistema de relaciones de 8 A. Malheiro da Silva, A. Rendón Rojas, E. Suaiden, P. Urra, R. Garcés poder mundial construidas y a dinamizar su capacidad para perpetuarse y legitimarse con un uso intencionado, consciente e instrumental de las potencialidades que brindan las tecnologías de la información y las comunicaciones y el creciente papel de la información y el conocimiento en esta lucha. Por otra parte, me gustaría llamar la atención sobre el denominado fenómeno de «falsa conciencia», en el que se puede usar conceptos sin conocer con precisión sus definiciones, y sobre todo sin comprender claramente sus implicaciones y consecuencias. De ahí la necesidad de la vigilancia epistemológica, cuando estos conceptos pueden ser la punta de un iceberg que refleja tendencias e intereses de gran escala y sobre los cuales es fundamental poder tener una mirada crítica. Los conceptos de sociedad de la información, o sociedad del conocimiento o sociedad en red, tienen historias muy particulares que dependen de los referentes históricos que se tomen como casos de estudio. Algunas veces han sido utilizados como fundamento de programas de liberalización de los mercados de comunicaciones; otras, han sido la punta de lanza de la ofensiva de las empresas del sector informático y de las comunicaciones para extender sus ventas de equipamiento y sistemas. Las diferencias entre los significados que se le han dado a estos conceptos en realidades distintas a la cubana, sirven básicamente como referentes y alertan sobre la vigilancia epistemológica ya citada. Para ilustrar con un ejemplo desde otra perspectiva, la variabilidad y relatividad de las definiciones en diferentes entornos, vale el caso de Finlandia, donde el concepto de sociedad de la información ha sido sustituido explícitamente por el de sociedad del conocimiento en los documentos de sus estrategias de gobierno en idioma finlandés. Sin embargo, el término sustituido continúa usándose en las traducciones al inglés de los mismos documentos; su traducción a otra lengua no se ha considerado relevante. En otros casos, los conceptos en análisis han formado parte de una poderosa retórica que vincula el tema con la competitividad económica y con el llamado a la acción inmediata como camino para la reinserción ventajosa en la nueva división internacional del trabajo. Es decir, los países que quieran reinsertarse favorablemente en la economía mundial deberán aprovechar las oportunidades que ofrece la sociedad de la información, o del conocimiento o las redes. Para poner a prueba las promesas de la sociedad de la información y la eficacia de las políticas asociadas hay que deconstruir el discurso de la sociedad de la información —y otros similares. Existe un rango amplio de teorías que lo sustentan, cada una con su propia historia de conexión con el concepto. Cada una es una respuesta a problemas socioeconómicos específicos con diferentes objetivos de política. Por tanto, la utilidad de los conceptos de sociedad de la información, sociedad informacional, sociedad red o sociedad del conocimiento para definir el estadio de desarrollo de nuestras sociedades, dependerá de lo que pretendamos hacer y la forma en que seamos capaces de insertarlos y relacionarlos creativamente con conceptos más integrales, como el de desarrollo humano, sostenibilidad, equidad, justicia social, solidaridad, democracia y dignidad. Si nos atenemos al principio de que nuestros conceptos se estabilizan por las prácticas estandarizadas a las que sirven dentro de una comunidad, el significado que adquieran estos conceptos en nuestra realidad estará condicionado por la forma concreta en que seamos capaces de traducirlos en las políticas y programas de trasformación que generemos para mejorar la capacidad de las personas, para lograr sus objetivos de bienestar material y espiritual en sociedad. Es decir, que la apropiación de estos conceptos o su traducción efectiva exigen una alta cuota de iniciativa política, filosófica y epistemológica de los sujetos sociales para ponerlos al servicio de sus intereses. Probablemente hoy se generen volúmenes de información más cuantiosos y asequibles que nunca antes en la historia de la humanidad. Para algunos, sin embargo, esa oportunidad no siempre representa un salto cualitativo en veracidad, confiabilidad y calidad informativa. ¿Qué explica esa contradicción? Emir Suaiden: En realidad, la llamada hiperinformación hoy alcanza cifras jamás imaginadas. Existen más de seiscientas mil revistas de ciencia y tecnología. La revolución tecnológica causó una oleada muy fuerte de información y contenidos. Algunos especialistas afirman que tanto la falta de información como el exceso de ella conducen a la desorientación y a la manipulación de la información. Eso ocurre porque también en esta esfera existen analfabetos informacionales, que carecen de capital informacional para valorar la información. La cuestión de las copias, de la falta de respeto a los derechos de autor, demuestran que una parte considerable de los contenidos informacionales no son originales. Además, puede hablarse del proceso de plagio, muy común incluso en trabajos de maestrías y tesis doctorales. Para corregir esa distorsión es imprescindible que se estudie alfabetización y competencia informacional desde la enseñanza básica hasta la superior. Armando Malheiro da Silva: Ya en los años 30 del siglo xx, el filósofo español José Ortega y Gasset, dirigiéndose a bibliotecarios y documentalistas (el discurso inaugural del Congreso Internacional de Bibliotecarios, el 20 de mayo de 1935), abordó, bajo el título Misión del bibliotecario, el problema de la excesiva edición de libros, buenos y malos, poniendo énfasis en la necesidad de seleccionar para que las nuevas generaciones no se quedasen confundidas y perdidas en medio de inconexas y nocivas lecturas. Y le imponía al bibliotecario la urgente (y quisquillosa) misión de orientar la lectura de los jóvenes, eliminando según su juicio los malos libros. Hoy en día, el problema adquirió proporciones insospechadas, y resulta imposible abordarlo con la ingenuidad moralista de los pasados años 30: separar las buenas de las malas hierbas. No hay ni soluciones mágicas ni nuevas, pero la expresión literacia informacional (que en portugués no significa lo mismo que alfabetización informacional, puesto que consiste sobre todo en la adquisición, por parte de los estudiantes de los distintos grados de enseñanza, de competencias críticas de búsqueda y de selección de la información hallada), tal vez abra cierta rendija en la espesa carencia de luces sobre ese enredo. De hecho, parece que no hay otro camino que no sea crear programas verdaderamente interdisciplinarios en los que al papel tradicional (renovado) de las Ciencias de la Educación se añadan otras disciplinas y otros saberes, tales como las Ciencias de la información y la comunicación, los sistemas de información y las Ciencias de la computación en el sentido de desdibujar las diferencias y crear una base que armonice la inclusión digital y la literacia informacional. Para especificar, diré que hay que estimular a los niños, los adolescentes y los adultos a que concilien el alto nivel de habilidades tecnológicas que tienden a poseer por haber nacido en la Era de la información, en la que ya estamos, con las competencias de valoración crítica y cualitativa de la información que, en dosis inconmensurables, están presentes en el ciberespacio o en la infoesfera. En un plano más científico, académico y susceptible de ser aplicado, se vuelve urgente el trabajo con modelos de valoración cualitativa de la información, que tienen que articular diversas variables, en particular las necesidades individuales, los contextos, las oportunidades y su rentabilización, etcétera. Miguel Ángel Rendón Rojas: El dinamismo de la sociedad exige tener la información casi al mismo tiempo que se produce, por lo cual, los canales de validación, comprobación y verificación en ocasiones se pasan por alto. Este fenómeno es muy visible en notas periodísticas, aunque incluso en la esfera académica también la impaciencia por tener a la mano los últimos escritos ha hecho que aparezcan, por ejemplo, los preprint. Asimismo, el individualismo y atomismo de esa sociedad red permite que se publiquen blogs, sitios web Sociedad de la información: un simposio 9 que reflejan la opinión de sus autores en solitario, pero sin el aval de una institución, colegio o editorial. Pedro Urra: Ciertamente, los volúmenes son cuantiosos, pero no afirmaría al unísono que esas informaciones son más asequibles, teniendo en cuenta que este término significa en español «que puede conseguirse o alcanzarse». Una gran parte de la información valiosa que se genera en forma de patentes, por ejemplo, no está tan fácilmente asequible hoy día, aunque se haya incrementado su cuantía y posibilidad de acceso, lo que también es relativo al depender de las condiciones de infraestructura y recursos para usarla. Esta línea de pensamiento también debería ser sometida a análisis y exigiría una mirada crítica que evite la nebulosa de que más información es sinónimo de progreso o avance. De hecho, el propio concepto de información está sometido a análisis, pues si lo entendemos como datos contextualizados —desde determinada visión del mundo y determinado sistema de conceptos y objetivos—, hablar de información en abstracto puede ocultar su verdadera esencia. Por muchos datos e información a los que se tengan acceso, si estos no son relevantes para un contexto y unas necesidades específicas y si las personas no cuentan con las capacidades para entenderlos y convertirlos en insumos para su accionar, estará rota la cadena de datos-información-conocimiento, de la cual tanto se habla. A su vez, un incremento cuantitativo de la información producida puede reducir su calidad y afectar su «veracidad», también un concepto controversial, en dependencia de la posición que adopte. O el de confiabilidad, que depende de en qué y en quién se confía y el de calidad informativa, relativo del dominio de análisis. Estas definiciones desligadas de los marcos de referencia mencionados pueden terminar siendo desorientadoras. Para no generar equívocos, los volúmenes de información producida y diseminada son exponenciales, y las posibilidades de acceso, con el apoyo de las tecnologías de la información y las comunicaciones, son revolucionarias. Las potencialidades de acceso amplio y masivo a esa información son casi infinitas, pero ello no significa que la calidad de esta sea mayor. El uso no responsable de los datos y la información y el carácter global de las redes le dan al tema connotaciones éticas muy complejas. Tal explosión de la información y del acceso parece haber convertido este espacio en un campo de batalla altamente contaminado. La creación de espacios de información abiertos a la crítica y la discusión y con delimitación de responsabilidades debe ocupar un lugar cada vez más prominente en la construcción de sociedades de la dignidad. Hay numerosas iniciativas y ejemplos de edificación social de entornos de colaboración que 10 A. Malheiro da Silva, A. Rendón Rojas, E. Suaiden, P. Urra, R. Garcés incluyen mecanismos de voz, rendición de cuentas y trazabilidad, que funcionan como referentes de las potencialidades en positivo de los avances de las redes y de Internet. Una sociedad de la dignidad tendría que resolver los desafíos que le impone la realidad de un mundo cada vez más mediado por tecnologías y generador de cantidades exponenciales de datos e información y de altos niveles de interconexión. De ahí que la dimensión del conocimiento —como fenómeno social que expresa capacidad para actuar y resolver problemas en contexto sobre la base de valores, saberes, objetivos y visión del mundo— sea decisiva, y que al mismo tiempo solo sea posible alcanzarla mediante la creación de la mencionada sociedad de la dignidad. Ambos procesos tendrán que ocurrir al unísono y como construcción social colectiva. Ella no será el resultado automático del curso de la Historia. Para saldar estas contradicciones, es imprescindible la recuperación de fuerzas éticas capaces de dirigir la utilización de los descubrimientos científicos y técnicos y subordinarlos a los fines de una verdadera comunidad humana y de ponerle freno a los excesos del individualismo economicista. Se necesitan normas éticas válidas capaces de imponerse al individualismo tecnocrático racionalista y empirista. ¿Qué elementos distinguirían la excepcionalidad informacional de esta época? ¿Qué cambios económicos, políticos, culturales implican esos rasgos respecto a los períodos históricos que le antecedieron? Emir Suaiden: Vivimos hoy en una era en la que la información es sinónimo de riqueza, donde el mayor valor es el capital intelectual; al contrario de los períodos anteriores en los que la agricultura era la que generaba la riqueza y más recientemente, cuando la industria y el capital eran totalmente imprescindibles. Los países dotados de infraestructura informacional —bibliotecas infantiles, escolares, públicas y universitarias— se destacan en el escenario universal por producir riqueza a través de la industria de contenidos. Cada vez más, la hegemonía económica depende de la inteligencia competitiva. El usuario del sistema informacional que antes era por completo dependiente de la información es hoy crítico, produce informaciones y está seguro de que la biblioteca no es el único lugar para la búsqueda y validación de datos. Vivimos en un período de hipercompetitividad en el que solo las instituciones dotadas de visibilidad en su comunidad sobrevivirán. Hoy el lector entra en la biblioteca de su localidad, pero pretende consultar el Museo del Louvre, y por lo tanto aquella tiene que estar en red para propiciar una atención adecuada. El año pasado, por ejemplo, se vendieron más libros electrónicos que impresos. Es la llamada fase de transición de lo impreso a lo digital. Hoy la industria cultural es una de las que más recaudan en el mundo y todo ello tiene grandes implicaciones en el escenario cultural, político y económico. Armando Malheiro da Silva: Parecería que esta pregunta va al encuentro de lo que respondí en relación con la primera. Estamos en una época diferente en la que empieza a volverse común decir que el capital cambió de naturaleza y hoy es informacional. La infomación se vuelve una sustancia omnipresente que parece regir el mundo, y este parece girar en torno a ella. Tal hiperbolización del concepto no disfraza por completo la realidad actual, en la medida en que las ideas expresadas en palabras, números, figuras geométricas, dibujos, notaciones musicales, etc., no son un patrimonio específico de las élites alfabetizadas y educadas, sino un bien, en principio, accesible a todos. Desde la Revolución francesa el acceso de los ciudadanos a los documentos se convirtió en un lema utópico, pero actualmente, sin que haya abandonado aún por completo los terrenos diáfanos de la utopía, ya resulta una fortísima posibilidad y un ansia irrecusable. La marca diferenciadora de la época emergente en que nos encontramos se asienta en medios materiales de acceso a la información en todos los sectores de actividad, en la esfera pública y en la privada e íntima; asimismo existe un volumen casi ilimitado de información disponible encerrado en una especie de laberinto. Es por eso que el informático y académico uruguayo Juan Grompone publicó recientemente un libro con el sugerente título El paradigma del laberinto. Vivimos en un laberinto informacional y a la vez en una fascinante paradoja: poseemos medios únicos para buscar y hallar información, ¡pero, jamás se corrió un riesgo tan grande de perderla o de no conseguir capturar la información que interesa...! Disponemos —como jamás hubo antes— de sistemas para detectar la salida del laberinto informacional y, al mismo tiempo, nos sentimos demasiado impotentes frente a la avalancha de información que parece venírsenos encima por todo el planeta. Miguel Ángel Rendón Rojas: Anteriormente hice alusión a las características distintivas de la información y la sociedad en la actualidad: dinamismo y cambio acelerado, globalización, basados en la tecnología, y mercantilismo. Las consecuencias de ello son variadas. Una de ellas es que las actividades, procesos, fenómenos que tradicionalmente tienen lugar en la sociedad no cambian en esencia, pero se realizan de una manera más acelerada y sus alcances son mayores. En política, la forma de organizarse e informarse también es más rápida y masiva, lo que, por un lado, hace más difícil la censura y, por otro, permite respuestas concretas de la población. Dos casos paradigmáticos del papel que puede tener el flujo de información masivo y rápido son los resultados de las elecciones del presidente del gobierno español, en marzo de 2004. Como es sabido, el 11 de marzo de ese año se realizaron unos atentados terroristas en la estación de trenes de Atocha en Madrid; al intentar manipular la información para desviar la atención de su política totalmente proamericana, el entonces primer mandatario José María Aznar acusó a ETA de esos sucesos. Los ciudadanos no le perdonaron el hecho, intercambiaron información rápidamente y decidieron otorgar su voto a la oposición. De unas elecciones muy reñidas que pronosticaban los sondeos previos, se produjo un triunfo contundente del candidato opositor. El otro ejemplo es la llamada «Primavera árabe» donde las redes sociales desempeñaron un papel preponderante para las revoluciones que derrocaron sistemas establecidos de gobierno. Culturalmente se observa una tendencia a sobrevalorar «lo que está en Internet» sin una apreciación previa; una preferencia por la multimedia contra la lectura escrita; un relajamiento en el análisis frente al «cortar», «copiar» y «pegar» de lo que Wikipedia, Google o Yahoo proporcionan. Incluso fenómenos que siempre sucedían, pero tenían un carácter limitado, como el acoso que sufrían algunos niños en la escuela, hoy en día, debido al uso de esos canales informacionales tecnologizados, se vuelven problemas más visibles. Pedro Urra: Si fuera a identificar algún elemento, destacaría la tendencia a la omnipresencia de las denominadas tecnologías de la información y la comunicación en la sociedad y la progresiva irreversibilidad de este proceso. En teoría, la difusión de la tecnología puede ser reversible, pero no sucede así en la práctica. Es decir, una vez que la tecnología se ha propagado, los costos para ajustar el curso de las corrientes relacionadas con este despliegue tienden a ser muy altos y por consiguiente no se emprenden acciones en esa dirección. En un informe publicado por la Corporación RAND sobre aplicaciones que pudieran estar disponibles para el año 2020 como resultado de la creciente integración y desarrollo tecnológico, incluido el de las TIC, se identificaron aplicaciones como las siguientes: • Sensores y equipos computacionales embebidos en bienes comerciales. • Cámaras omnipresentes no detectables y redes de sensores sofisticadas. • Grandes bases de datos con buscadores provistos de información personal detallada y datos médicos. • Seguimientos por identificación por radiofrecuencia (RFD) de productos comerciales y de individuos. Sociedad de la información: un simposio 11 • Difusión de tecnologías de información y las comunicaciones incorporadas incluida la conectividad inalámbrica. • Sistemas de criptografía basadas en Quantum para la trasmisión segura de la información. El despliegue potencial de estas aplicaciones supone un conjunto significativo de impactos sobre la vida y la sociedad que abarcan problemas en todos los niveles y suponen retos magníficos para la forma en que se organizan las sociedades. Lo interesante es que estudios de evaluación de tecnologías realizados en los últimos años han señalado que algunas de sus intenciones de aplicación tienen el poder de inducir desarrollos socioeconómicos irreversibles. Tal omnipresencia se refleja particularmente en la tendencia a una creciente interconexión del mundo físico y el virtual en tiempo real cuya manifestación más evidente puede ser hoy en día la red de redes, Internet. Cada día, volúmenes crecientes de información se sincronizan con procesos físicos mediante sensores y sistemas de captura de datos del más variado tipo, que a la vez impactan sobre la vida mediante autómatas o personas que basan sus acciones en la disponibilidad de esos datos. La computación omnipresente (o pervasive computing) supone cambios fundamentales en relación con la organización de la producción, la distribución, el cambio y el consumo; y, además, cambios en las relaciones entre las autoridades, las personas y las instituciones, lo que da lugar a un nuevo tipo de infraestructura de alcance crítico y transfronterizo que inevitablemente condiciona el modo de organización social e interactúa con él de una manera que es imposible ignorar. Al tratarse de sistemas complejos que no pueden reducirse a la sumatoria mecánica de sus componentes, este despliegue de tecnologías y su inserción y reconfiguración dialéctica al tejido social tiene propiedades emergentes que no necesariamente se han previsto o no han sido intencionales y por lo tanto no pueden controlarse fácilmente. En este escenario es que pueden insertarse muchas de las dinámicas generadas con el uso de Internet por los movimientos sociales pero también por grupos terroristas y los Estados con muy diversas intenciones e intereses. Tal realidad le plantea el reto a las sociedades contemporáneas del manejo de sistemas distribuidos complejos y dinámicos con propiedades emergentes que influyen y se retroalimentan con la dinámica social, económica, política y cultural y que exigen cuotas crecientes de responsabilidad e intencionalidad para poder lidiar con ellas. Una nueva visión del mundo es necesaria para enfrentar esta nueva realidad que no se puede quedar en el reduccionismo moderno, el escapismo 12 A. Malheiro da Silva, A. Rendón Rojas, E. Suaiden, P. Urra, R. Garcés romántico o la paralización trágica. Más que nunca es necesario un pensamiento dialéctico y un accionar colectivo de los sujetos sociales para poder luchar con las oportunidades y desafíos magníficos actuales; así como una perspectiva práctica y propositiva, basada en un sistema de valores de un proyecto de sociedad de la dignidad que forzosamente tendrá que fundamentarse en la información, el conocimiento y las redes, y lidiar con la complejidad de la nueva realidad del mundo real-virtual. , 2013 Diversidad, sociedad de la información y política audiovisual: la experiencia europea Francisco Sierra Catedrático. Instituto de Estudios sobre América Latina. Universidad de Sevilla. L a transformación revolucionaria de los medios y dispositivos de ampliación del espacio público experimentada con la Sociedad global de la información y del conocimiento define, en nuestro tiempo, un nuevo marco político de cooperación y formación de la ciudadanía, que se basa en la centralidad de las industrias culturales y, en general, en la determinación de los procesos de desarrollo social por el capital simbólico y el llamado trabajo inmaterial. El desarrollo exponencial de los sistemas de información y conocimiento plantea nuevas problemáticas para la disciplina Políticas de comunicación, sobre todo si pensamos el cambio social asociado con las nuevas tecnologías desde el espacio geopolítico de América Latina, cuyo desarrollo en materia de comunicación y cultura ha sido tradicionalmente dependiente. Asociadas a las TIC se ha producido en las dos últimas décadas una intensificación de los intercambios comerciales y financieros y un incremento de las relaciones culturales, científicas y académicas sin parangón en la historia, desde el punto de vista de las cotas y dimensiones económicas y materiales; de ahí la pertinencia del análisis y estudio de la Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura (EPC). El abordaje del sector de las industrias culturales, y en específico el audiovisual, requiere analizar y comprender las lógicas sociales a partir de enfoques integrados a la par que flexibles que den cuenta de las nuevas políticas de comunicación, mediante la articulación de estrategias metodológicas adecuadas al reto de integración multidimensional de las llamadas industrias creativas. Los modelos tradicionales de n. 74: 13-20, abril-junio de 2013 Diversidad, sociedad de la información y política audiovisual: la experiencia europea 13 producción y distribución audiovisual en Internet han dado lugar a procesos de migración digital y de multiplicación de los canales de consumo, acceso y visibilidad que, a su vez, originan otros de integración y de capitalización distintos en la cadena de valor, lo que hace factible las posibilidades de proyección de las llamadas cinematografías periféricas apenas exploradas en el nuevo entorno de la Web. El objetivo general del presente trabajo es delimitar la materia que da consistencia a este objeto formal como campo autónomo de reflexión y análisis sobre políticas de comunicación y cultura en la Unión Europea (UE), desde el punto de vista de la diversidad audiovisual. Para ello es necesario definir un espacio interdisciplinar de problemáticas y realidades materiales que contribuya a la consecución de parámetros, marcos conceptuales y saberes empíricos contrastables sobre el nuevo modelo de articulación social y desarrollo en el ámbito de las industrias culturales y su impacto en la economía audiovisual del Mercado Común Europeo, atendiendo al principio de diversidad y pluralismo lingüístico que han de proteger las cinematografías minoritarias en la UE. Marco lógico y ámbito científico Según Vincent Mosco, la EPC es la disciplinacampo matriz de estudio de las relaciones sociales, en particular las de poder que determinan las formas de producción, distribución y consumo de recursos de información y comunicación. Es decir, se centra en la doble contradicción fundamental capital/ trabajo, economía/cultura, que atraviesa las dinámicas materiales y simbólicas de toda mediación social, y cuestiona las formas asimétricas constituidas en el capitalismo relativas al desarrollo de la industria de la comunicación y la cultura. Así, por un lado, la ciencia política contribuye al análisis del poder en los procesos de producción simbólica en torno a los sistemas informativos, para lo cual analiza la comunicación como un proceso de construcción de sentido y el consumo, de acuerdo con Pierre Bourdieu, como una dinámica de reproducción ideológica y estructuración de las jerarquías y niveles de acceso al capital simbólico y económico. Al tiempo que, por otra parte, la Economía Política proyecta conocimiento sobre las bases materiales que determinan el desarrollo de las fuerzas productivas y el proceso de innovación tecnológica en la producción industrializada de la comunicación y la cultura modernas. De ahí que las industrias culturales sean el principal objeto de estudio de la EPC como ciencia aplicada al conocimiento de la producción cultural mediatizada y los dispositivos de control social que dan lugar a la estandarización, 14 Francisco Sierra homogeneización y alienación típicas de la producción industrial capitalista. Por ejemplo, podemos observar ciertas concomitancias entre géneros televisivos y formatos audiovisuales o en la oferta editorial entre tendencias estéticas y éxitos de venta, en virtud de estrategias de cálculo y previsibilidad de la realización de la mercancía cultural como consumo y retorno de capital, naturalmente con desigual incidencia y distintas formas de realización en función de la variabilidad de la naturaleza intangible del objeto mercantil que es la comunicación y la cultura. En cualquier caso, prima el fetichismo de la mercancía, incluso en la producción del conocimiento socialmente necesario relativo a este ámbito, hablemos o no de sociedad de la información o del conocimiento como sucede con el nominalismo reinante en el discurso público al hablar de la revolución digital. En este escenario adquiere sentido el empeño de las políticas públicas por garantizar la socialización de las nuevas tecnologías electrónicas y en general de la llamada economía creativa o nueva economía. Un análisis crítico de estas mediaciones y representación política, pero también del escamoteo terminológico de las políticas públicas, requiere por ello cuestionar las “lógicas sociales” de ampliación del modo de producción capitalista. Para ello hay que examinar las formas de implantación transnacionales de los nuevos sistemas de representación y la micropolítica de la comunicación y las culturas locales, así como los agenciamientos y lucha de clases presentes en los espacios de articulación y convergencia del sector de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías en el campo general de la cultura, porque, en efecto, el comienzo de todo es la producción. Comprender la abstracción real del modo de producción capitalista y su conformación en cada contexto histórico a la hora de entender la centralidad de la comunicación y sus políticas públicas como parte de los procesos de valorización económica de las llamadas industrias creativas, sea en el espacio audiovisual de la UE o en Latinoamérica, pasa por una estrategia de deconstrucción tanto del discurso como de los modos de creación de valor, o como diría Boris Groys, de exploración de la mediación mercantil u operación comercial del campo de lo simbólico. Las tendencias imperantes en la industria de la cultura requieren, en este sentido, trabajos de investigación que observen, dentro y fuera de las fronteras nacionales, la vinculación entre Estado, mercado, corporaciones multimedia, procesos de concentración industrial, políticas públicas y desarrollo económico. Lo anterior tiene como fin generar un conocimiento sobre los escenarios globales que permita arrojar luz sobre las nuevas formas, dispositivos e interplanos del poder político-ideológico, y la incidencia en el diseño de alternativas socialmente viables de control democrático de la información y del conocimiento mediante: 1. El análisis de la estructura de propiedad de los medios de información y las empresas productoras de tecnología y contenidos culturales. 2. El estudio de los procesos de producción y distribución cultural y de reproducción ideológica. 3. El análisis de las lógicas económico-financieras y su influencia en la conformación y dinámica mercantil de la comunicación y la educación. 4. El reconocimiento del impacto y estructura del consumo cultural en relación con las formas de desigualdad material y simbólica. Como marco teórico fundamental, el conocimiento que ofrece la EPC puede clarificar no solo la lógica y evolución de la industria telemática en el contexto de la construcción de la sociedad global de la información, sino además el propio objeto de estudio, la problemática y las posibles respuestas que tienen que ser alentadas, interdisciplinariamente, en las Ciencias de la comunicación, la Economía, la Política y la Sociología de la cultura, vinculado con los procesos de convergencia del sector de la comunicación y las llamadas industrias creativas: La principal ventaja de un enfoque abierto y dinámico, como el de la Economía Política, es que proporciona un marco teórico integrado, en el cual es posible engarzar, al mismo tiempo, tanto los diferentes niveles del proceso de comunicación de masas, como las dimensiones centrales de la estructura social. Una economía política concebida de esta manera permite, a su vez, dar cuenta de las mutaciones del sistema de producción simbólica de la sociedad, pero de forma articulada con las diferentes transformaciones que se producen en otros sistemas, como el tecnológico, el económico, y el político, así como de la estructura de dominio que se establece en el sistema de los intercambios internacionales, en la que también están presentes los medios de comunicación y los productos que difunden, y donde, por otra parte, constituyen un mecanismo fundamental para el mantenimiento de las desigualdades estructurales.1 De Lisboa a la agenda digital: economía creativa y diversidad La centralidad de la Economía creativa da cuenta de un proceso por el cual lo simbólico e inmaterial se convierte en el elemento central de la reestructuración productiva actual. El plusvalor, en otras palabras, se produce por la extracción de la energía mental de los trabajadores, mucho más que de su energía física. Un proceso generalizado de intelectualización de la producción y del consumo que incide sobre las capacidades cognitivas, formando un extendido “intelecto general” que caracteriza, según Carlos Marx, una situación en la que la dominación capitalista se muestra anacrónica. Ello sucede cuando existe la posibilidad concreta de su superación, en función de dos lógicas intrínsecas al capitalismo tardío: la virtualización de los espacios sociales y los mundos de vida, y la extensión de la lógica biopolítica a partir del binomio ciencia-tecnología, lo que directa o indirectamente convierte al dominio del conocimiento o, en un sentido amplio, a los sistemas de producción y conformación de sentido en dispositivos estratégicos de control y cambio social. Visto el carácter depredador del mercado y los desequilibrios que provocan las políticas comunicativas de corte liberal, no es de recibo seguir dejando abandonado el sector al gobierno de los intereses privados cada vez más agresivos, pues está en juego el pluralismo político y social, incompatible con los oligopolios informativos existentes que pervierten la naturaleza del servicio público esencial a la comunicación y la posibilidad de desarrollo y pervivencia de las narrativas y obras audiovisuales minoritarias. Por tanto, el Estado, y en este caso la UE, debe utilizar cuantas competencias le son legalmente atribuidas para planificar políticas nacionales y supranacionales coherentes e integrales desde el punto de vista de la protección de la diversidad, y de protección del audiovisual minoritario de regiones geopolíticamente periféricas por razones lingüísticas y/o debilidad industrial por tamaño o ausencia de Estado. Conceptualmente, parece lógico que, en el mundo que está conformándose con la globalización de la sociedad-red, la investigación crítica en comunicación y cultura, materias nuevas como Políticas de comunicación e Industrias creativas reformulen sus visiones y estrategias tradicionales para asumir una visión federalista y supranacional, o mejor aún, posnacional, que vaya más allá de la mirada bilateral dominante en nuestro ámbito de actuación. Lo anterior tiene como objetivo trascender, en la era del modo de organización imperial, los limitados márgenes de maniobra de las políticas culturales resultantes de la perspectiva del Estado-nación, cuando más necesario es aprender a pensar sin Estado, o, más exactamente, cuando se requiere redefinir estrategias y las relaciones de dominación en la comunicación y la cultura global, allende las fronteras y las delimitaciones artificiales de control político-militar de reorganización de los flujos de mercancías y capitales que han marcado desde el siglo xix la historia político-cultural de Iberoamérica. Este es el principal reto de la globalización para la defensa de un nuevo espacio multivalente, complejo y productivo de cooperación y promoción de la diversidad cultural. Pero la asunción de esta perspectiva presupone tratar de pensar y forzar los límites y quitar las máscaras; significa construir en común una “cultura Diversidad, sociedad de la información y política audiovisual: la experiencia europea 15 de frontera”, de frentes culturales, y de confrontación productiva de formas de sentir e imaginar comunes y distintas, que realimenten el patrimonio territorial y geopolítico común. En la era digital, la globalización desdibuja las fronteras nacionales por el incesante intercambio comercial y la libre circulación de capitales. Como resultado, la planeación de las políticas culturales está cada vez más condicionada por los procesos de deslocalización y globalización económica, por la apertura y mutaciones tecnológicas a escala planetaria, que traspasan el marco tradicional de los Estados nacionales. En este proceso, la recomposición de los servicios públicos ha redefinido el papel intervencionista del Estado moderno al rearticular las relaciones entre comunicación, cultura y gobierno en virtud de una filosofía de la libre competencia que reduce el aparato del Estado a una función básicamente evaluadora, mientras se acentúan las contradicciones entre medios globales, cultura nacional y prácticas sociales marcadas por el paulatino proceso de subsunción de la sociedad entera por el capital so pretexto de la neutralidad tecnológica. Ahora bien, como advierte Manuel Castells, además de máquinas telemáticas las tecnologías de la información son medios de organización e ingeniería social. La estructuración de redes distribuidas de comunicación garantiza no solo la constitución democrática de espacios de autonomía, además —en la medida que corresponde a las nuevas formas de producción económica y social— facilita estrategias de movilidad, así como capacidad de oposición y flexibilidad organizativa en los procesos de cambio que deben acometer los poderes públicos y las comunidades en el nuevo entorno competitivo de la globalización. Esto hace necesario y posible un nuevo lenguaje y otros modos de pensar y organizar la acción del Estado. Diversidad cultural y análisis regional de políticas audiovisuales Al hablar de nuevo sistema o ecosistema de información y de los cambios en la estructura de las industrias culturales, se parte de la idea de una mudanza sustancial en la lógica de ampliación y reproducción económica. La nueva economía social hoy se fundamenta, parafraseando a Gabriel Tarde, en la imitación del modo de producción cultural, inspirada en la lógica del don (potlach) y, desde luego, en la autonomía creativa, en virtud de la ampliación y socialización del principio marxiano de “general intellect”. En este nuevo marco ocho tendencias parecen marcar el sistema informativo: • La movilidad creciente (móviles, tablets, netbooks…). • La prevalencia de las redes sociales. 16 Francisco Sierra • La comercialización y rentabilidad de los intercambios de iniciativa como Google+ ForBusiness. • La geolocalización (powerfriending). • La integración vertical y horizontal de redes multimedia. • La concentración. • La multimedialidad y transmedialidad. • La gamificación o producción lúdica de los usos creativos de la oferta de contenidos (paradigma industria de videojuegos). Estas condiciones afectan sobremanera la diversidad y el modo de reproducción simbólica. Si se acepta que toda cultura es un proceso y la diversidad una condición constituyente de toda realidad de vida hay que reconocer, de acuerdo con _______ Postman, que los procesos de innovación tecnológica de la nueva economía creativa están determinados por cinco principios: • La cultura siempre paga el precio de la tecnología. • En todo proceso de transformación o mudanza tecnológica, siempre hay ganadores y perdedores. • Toda tecnología es portadora de una filosofía. • El cambio tecnológico no es aditivo, sino ecológico. • Los medios de comunicación tienden a convertirse en míticos. Toda innovación tecnológica, en definitiva, es una mediación contradictoria de avances y retrocesos en la comunicación social, de mudanzas y pérdidas resultantes de la dialéctica de las relaciones de los hombres entre sí y con la naturaleza. Esto es, toda mediación tiene una dimensión cognitiva, presupone un proceso inteligente de cultura y vida material. De ahí la preocupación que las políticas públicas han de tener sobre el decurso o deriva de la llamada economía creativa. La pérdida de diversidad cultural y la Convención de la UNESCO sobre la protección de la riqueza del patrimonio inmaterial nos sitúan ante el talón de Aquiles de las actuales políticas de comunicación y promoción de las industrias creativas. Un primer problema evidente es el principio de exterioridad y la complejidad de la regulación en un ecosistema altamente dinámico. En un entorno marcado por la abundancia, la galaxia Internet, se dice, hace imposible e innecesaria la regulación y control centralizado común a toda política pública. La diversidad de productores, contenidos, redes de distribución, formas de consumo y estructuras empresariales (concentraciones verticales, horizontales y transversales) además de la incertidumbre y compleja evolución de la mediamorfosis, harían difícil, si no imposible, la estructuración de políticas de igualdad e intervención en un mercado tan dinámico como el de la cultura digital. A ello se añade la indefinición del Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Maecenas feugiat consequat diam. Maecenas metus. Vivamus diam purus, cursus a, commodo non, facilisis vitae, nulla. Aenean dictum lacinia tortor. Nunc iaculis, nibh. concepto de interés público en un entorno comercial crecientemente privatizado. Entre otras realidades emergentes, la cultura digital plantea, por ejemplo, nuevos derechos sociales de la comunicación y la cultura, y exige del análisis crítico desplazamientos sustantivos en la conceptualización del principio de defensa de la democracia comunicacional: • • • • Del derecho de antena al de autogestión cultural. Del derecho de réplica y respuesta al de preguntar. Del derecho de recepción al de copiar y pegar. Del derecho individual a la comunicación a aquellos comunes sobre los bienes simbólicos y el patrimonio inmaterial. En consecuencia, la investigación crítica en comunicación tiene ante sí el reto de repensar nuevos núcleos o ejes de investigación y análisis de las políticas públicas de comunicación. A saber: • Las transformaciones culturales del modo de consumo y producción de la era digital apuntan la pertinencia de cambios sustantivos en las instituciones públicas para una gobernanza atenta a la diversidad. Las formas, métodos y criterios de evaluación de las políticas culturales no pueden ser, por consiguiente, las mismas que las de centralización de códigos en la era de la comunicación masiva. Las estructuras deben mudar para responder al reto de la política de la diferencia y ello exige teorías normativas atentas a esta nueva cultura emergente. • La diversidad sugiere como prioritaria la definición de un nuevo concepto de ciudadanía cultural, que defina competencias, accesos y formas de gobierno de los diversos actores en torno al sistema mediático, a partir de la autonomía (estética, cognitiva y político-cultural de los grupos y comunidades de sentido). • Por otra parte, la diversidad cultural plantea, desde nuevos parámetros, el reto de una necesaria ruptura epistemológica con el patrimonialismo, común en las políticas públicas de nuestro entorno, y la colonialidad del saber, la que apunta la emergencia de otros parámetros, visiones y culturas poscoloniales en la definición del sistema mediático y las ecologías culturales. El reto representa un giro radical, incluso para la teoría crítica. Así, en una reflexión sobre la diversidad cultural y el futuro del pensamiento para el cambio social, Homi Bhabha planteaba recientemente una cuestión estratégica que, en el fondo, constituye el eje de discusiones del pensamiento posestructuralista comprometido con el cambio social: ¿es el lenguaje de la teoría solo otra estratagema de poder de la élite culturalmente privilegiada y dominante de Occidente para producir un discurso eficaz de dominación del Otro a través de una perversa lógica del podersaber? ¿O, como pensamos, la teoría crítica puede y debe replantear sus condiciones de producción del discurso científico a fin de estructurar un nuevo proyecto de articulación histórica consciente de su poder constituyente y de los efectos de la dialéctica de la ilustración? El artículo concluía apuntando en este sentido respuestas posibles a una interrogante que no en vano ocupa las principales reflexiones de la teoría social sin que, por el momento, tengamos la certidumbre deseada por la razón.2 Se trata, no obstante de una duda cuando menos pertinente en un tiempo como el nuestro marcado, como advierte Georges Balandier, por la confusión, el desplazamiento de fronteras, la desmultiplicación de diferencias, la movilidad y el nomadismo. La sociedad compleja en que vivimos está expuesta a la incertidumbre de la alteración permanente, necesita asumir la cultura de la frontera, y debe pensar el riesgo y discutir las responsabilidades colectivas en el proceso mismo de elección. Entre otras razones, porque la facticidad del mundo natural y social es puesta constantemente en cuestión por nuestro conocimientoacción, y se modifica profundamente también la relación con lo que heredamos del pasado. La tradición pasa a través de la mediación cultural de los medios de comunicación; es continuamente interpretada con criterios selectivos y filtrada por los individuos y los grupos.3 Esta lógica de la movilidad y el cambio acelerado nos hace, sin embargo, percibir una falsa sensación de transparencia social, cuando mayor es la necesidad de reducir la opacidad de las relaciones sociales de acuerdo con las formas reflexivas y autopoiéticas de la sociabilidad que trasciendan los límites convencionales del sentido común teórico proliferante en los intersticios del cambio imaginado por la sociedad del conocimiento. El problema de la imaginación sociológica atemperada por los estudios de comunicación en lecturas culturalistas, sobre todo en el área cultural angloamericana, es que terminan por convertir la comunicación en un lugar para mirar y deconstruir todo y no ven ni comprenden nada. Ciertamente, no Diversidad, sociedad de la información y política audiovisual: la experiencia europea 17 es posible pensar la realidad sin la mediación, pero ello presupone que la teoría debe ser pensada como un ejercicio de traducción, de radical antagonismo, en el sentido señalado por Bhabha. Se trata de negar, como hace cierta teoría comunicológica, la identificación simple entre objeto y objetivo político y representación, y constatar la heterogeneidad social por medio de un activo compromiso de traducción de discursos en el plano de la teoría crítica, muy importante para minorías y culturas subalternas periféricas. La rearticulación o traducción de elementos en la contestación de los sistemas plurales de dominio es un reto prioritario del pensamiento abierto al cambio, si queremos dar respuesta no solo a los signos de la fragmentación estructural de la clase trabajadora, sino, además, a la creciente diversificación de las formas de experiencia y conciencia posible en el sistema de organización de las divisiones sociales tardomodernas. La alteridad es un problema de producción social de la diferencia, de separación y oposición, a nivel de las representaciones sociales, de las identidades, a través de la mediación simbólica de la industria de la información que por supuesto afecta el modo de pensar las mediaciones en general y teorizar la globalización informativa. Cuestión crucial de la EPC, ineludible para el intelectual como dispositivo de reflexividad de las actuales lógicas de clasificación y distinción social. Tal centralidad plantea un problema epistemológico fundamental para el campo académico: el de la utilidad social de la teoría al servicio de la comunicación como cooperación, siguiendo el razonamiento inicial de este texto. Si la economía política del conocimiento es la base de regulación social del capitalismo imperial globalizado, es inexcusable el compromiso intelectual con la reapropiación igualitaria de la producción simbólica en función de las minorías marginadas. Articular espacios de diálogo y encuentro intercultural para redefinir la agenda política de la comunicación en el mundo desde una concepción más plural de las libertades públicas constituye la condición más importante para modificar las lógicas del dominio etnocéntrico en la comunicación intercultural contemporánea. En particular, como es consenso común, en las ciencias sociales, analizar todo fenómeno o problema de la realidad implica todo un ejercicio de comprensión integral de la dialéctica del cambio social, de análisis de las transformaciones tecnológicas, culturales y económico-políticas que afectan a las formas de representar, de construirse la verdad y la memoria, el deseo y sus pregnancias, las proyecciones y expectativas que el ser humano sitúa en el espectro de las prácticas simbólicas y culturales en relación con la autocomprensión que le es dado alcanzar de su propia existencia, como individuo pero también en cuanto a su pertenencia e inclusión en las comunidades con que se identifica, en las que se reconoce.4 18 Francisco Sierra Este es un ejercicio de suma importancia para el avance del conocimiento que nos obliga a pensar sobre las posiciones del investigador, que apunta a explicitar el marco de los lugares o topoi de observación, pensando las connotaciones del mirar y comprender humanos. Este, y no otro, es el sentido del sujeto reflexivo de investigación y la voluntad de interpelación del pensamiento crítico, que niega y trasciende los marcos interpretativos del sentido común para desplegar la potencia del ser. Toda teoría crítica de la sociedad no es más que la dimensión intelectual del proceso histórico de emancipación. Dicho de otra manera, la teoría crítica de la sociedad solo encontrará justificación si es capaz de sacar a la luz, y poner en cuestión, los presupuestos teóricos e ideológicos genéricos del sistema de relaciones dominante y, con ello, iluminar los pasos necesarios para la emancipación de aquellos que sufren los efectos más perversos y explotadores de dicho sistema.5 En otras palabras, pensar los puntos de observación es apostar por un análisis sintomático que debe hacer emerger lo real proyectando nuevas prácticas instituyentes, un nuevo pensamiento y praxis social para pasar de la cultura de la resistencia a la razón emancipadora en movimiento a partir de tres compromisos intelectuales: • Socialización de los sistemas de información y conocimiento hoy asimétricos en las lógicas de distribución del mercado. • Visibilización de lo procomún oculto o mixtificado. • Antagonismo político cultural de las formas cosificantes y hegemónicas de “inversión cultural”. Si una cualidad es distintiva de la denominada sociedad de la información es la “popularización de las funciones informativas”. Las redes de intercambio e interacción social, impugnan hoy el monopolio del poder de la palabra, socializando la función mediadora y creativa de la comunicación pública contemporánea conforme a las nuevas formas de organización y desarrollo del sistema informativo. De acuerdo con Pierre Lévy, el ecosistema mediático ha experimentado tres líneas básicas de transformación: la desterritorialización del carácter difuso de los medios con la emergencia del ciberespacio, la integración o convergencia digital, y la autonomía y proliferación de medios y canales alternativos.6 La revolución de los sistemas de mediación cultural ha alterado los patrones de comportamiento y los modelos de organización que distinguen al paradigma representacional, cuestionando la política y subjetividad características de la era moderna. A esta nueva forma de gobernanza la he denominado capitalismo cognitivo, a fin de designar, tal como he venido argumentando, un sistema cuya lógica del valor basada en la difusión del saber y la producción del conocimiento disciplina y coloniza también sectores como la enseñanza, la producción cultural, la Investigación y Desarrollo, la innovación tecnológica o, en general, la industria del entretenimiento y la llamada economía de la atención; todo esto en virtud de las necesidades expansivas del capitalismo posfordista y un modelo de integración mundial regido por interacciones y flujos de información constantes y acelerados entre países y el control y subsunción total de toda actividad social por el capital. Resultado de este cercamiento es la fragilidad del conocimiento como mercancía y el empobrecimiento de la función pública intelectual y de la comunicación y la cultura en general; y, en consecuencia, la creciente dificultad de fundamentación de la crítica teórica y el diseño de alternativas democráticas al modelo dominante de estructura real de la información. Asumido radicalmente en la praxis el reto de la diversidad cultural, una relectura política de la Agenda 21 de la cultura y de iniciativas como la Carta de São Paulo, desde una visión crítica de la economía de la comunicación y la cultura, debe comenzar por una política pública orientada a tratar de impulsar las fuerzas creativas activando plataformas de comunicación que permitan consolidar la industria cultural autóctona a partir del capital social dispuesto y acumulado históricamente por el universo e imaginario simbólico de las culturas populares. Ello exige, según Néstor García Canclini, tres desplazamientos y cambios de postura fundamentales: • De la visión cultural a la lectura económico-política de la comunicación y la cultura al servicio del desarrollo. • De la racionalidad mercantil a la defensa del principio de diversidad cultural. • Del Estado-nación al Estado móvil posnacional. En definitiva, el campo de la EPC, las políticas en comunicación y cultura, está hoy situado en un tiempo-encrucijada en el que urge mirar desde nuevas posiciones y estilos de pensamiento el desafío de la transformación de las ecologías de vida cultural en el sistema-mundo, lo que define, prioritariamente, una agenda informativa ciudadana con capacidad de reconceptualizar los tópicos públicos y mover — como en parte hizo la campaña CRIS— los ejes del problema de las políticas públicas en materia de comunicación y la diversidad cultural, teniendo como punto inicial un diálogo y un trabajo de coordinación productiva. Conclusiones Cada vez más se vuelve impostergable y pertinente, dada la naturaleza del capitalismo cognitivo, la tarea de actualizar los diagnósticos sobre la propiedad de los medios. No resulta arriesgado señalar que la concentración y la trasnacionalización supera con creces los pronósticos más pesimistas de los años 60. Pero ello no es posible sin sistematizar el análisis teórico del funcionamiento de las industrias culturales con nuevos parámetros e hipótesis de trabajo. Para comprender su lógica, no solo es preciso realizar el estudio macroeconómico de los medios, su participación en el proceso de acumulación del capital y la intervención del Estado, sino contemplar además las formas particulares de producción, las características concretas de las mercancías culturales y la valorización de capitales en cada sector considerando el papel creativo del proceso de consumo. La Economía Política de la Comunicación debe plantearse, en consecuencia, un programa de intervención que vincule nuevamente la academia con las prácticas y las organizaciones sociales en virtud del concepto de desarrollo por ser un aporte transversal más que útil para religar lo particular concreto de las prácticas de apropiación de los prosumidores con la totalidad social. Desde finales de la década de los 70, la noción de desarrollo cultural ha permitido relacionar el campo de la comunicación con el problema complejo y recurrente de las necesidades sociales en ámbitos tan dispares como la economía, la política, la educación y la cultura, integrando la creatividad y las identidades plurales en un nuevo paradigma constituyente del modelo de reproducción modernizadora fundamentalmente bajo el auspicio de las Naciones Unidas. Ahora, si bien esta organización validó en la agenda pública internacional un enfoque inclusivo de la comunicación como marco de configuración del desarrollo, las políticas de promoción de la cultura quedaron desplazadas a un segundo plano ante el empuje privatizador de las industrias culturales. Las formas marginales de participación pública, la creatividad social de la población y el intercambio y la cooperación multilateral entre países, lejos de garantizar la diversidad ecológica del sistema mediático, resultaron, en muchos casos, coartadas para legitimar un proceso, calificado por otra parte como imparable, en función del modelo capitalista de desarrollo económico liberal, hoy hegemónico en la UE con la Agenda de Lisboa. La amplia e intensiva mercantilización de la cultura ha llegado al extremo incluso de cuestionar la función pública de las políticas de comunicación a nivel nacional, para invalidar los derechos públicos de patrimonio, el acceso público a los medios y hasta la libertad de consumo cultural. La creciente conciencia social y la constatación pública de esta crítica situación de partida ha alentado como consecuencia los debates entre creadores, representantes públicos y agentes culturales en citas como Interacció 04 (www.diba.es/ interaccio) o el discutido por polémico origen del Foro de las Culturas (www.barcelona2004.org), donde se ha Diversidad, sociedad de la información y política audiovisual: la experiencia europea 19 intentado definir una nueva agenda internacional en materia de políticas culturales frente a los desequilibrios que horadan las brechas de desigualdad y refuerzan las lógicas oligopolistas al amenazar las formas locales y diferenciadas de expresión y cultura popular. Es en este contexto y ofensiva liberal donde cabe comprender los límites y alcance del debate sobre el principio de “excepción cultural”, propuesta de reforma de la actual inercia comercial marcada por las grandes corporaciones multimedia que cada día parece más desdibujada al no afrontar el problema de fondo de la diversidad y promoción de las culturas locales. La idea misma, no obstante, ha tenido la virtud de abrir paso a una discusión internacional sobre comunicación que, a medio plazo, puede hacer efectivo el pluralismo cultural, el respeto a los derechos colectivos de la información y la comunicación y la promoción de la creatividad cultural autóctona. En este sentido, las conclusiones y polémicas debates que se han definido con motivo de la Convención sobre Diversidad Cultural de la UNESCO (París, 2005) pueden contribuir a marcar un punto de inflexión en la construcción de un nuevo modelo de Economía de la Cultura. Para lo anterior, el reclamo de la diversidad debería traducirse en políticas activas de promoción de plataformas intersectoriales e interinstitucionales de aquellos territorios y sectores de la comunicación y la cultura amenazados por una liberalización autoritaria que concentra los recursos, despilfarra las fuentes de creatividad social y anula, por lo general, los derechos ciudadanos sobre los bienes y servicios culturales. Y, en este proceso, es vital el papel del Tercer sector, que debe pasar de la lógica de la negación a la estrategia de la programación politizada del campo de la comunicación y la cultura a nivel estatal, regional y supranacional. En tal escenario, la definición de propuestas como las incluidas en la Carta de São Paulo debe tratar de enlazar su programa de reformas con el espíritu y la filosofía que animó el proyecto del Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación en el seno de la UNESCO. La reivindicación del derecho a la cultura en virtud de una noción de bien público de los contenidos y servicios culturales, la exclusión de los bienes y servicios de la cultura de la liberalización comercial y las directrices de la Organización Mundial de Comercio, así como el reconocimiento de la diversidad y la protección de los conocimientos locales de las culturas tradicionales van acompañados de un movimiento internacional de compromiso y voluntad política transformadora, como en su momento, por primera vez en la historia, se consiguió en el marco de la Comisión McBride. De lo contrario, propuestas como la definición de la Agenda 21 de la cultura como guía de actuación estratégica de los gobiernos locales solo contribuirán, 20 Francisco Sierra en el mejor de los casos, a abrir frentes estratégicos de desarrollo como el reconocimiento de la necesidad de políticas culturales por los poderes públicos de cada municipio o ciudad y la visualización de la cultura como un problema neurálgico de construcción de la ciudadanía, es decir, como apenas la defensa de un tímido compromiso de participación de las culturas marginadas de la mediación en la gobernabilidad local. Ello no hace más que reforzar las lógicas neoliberales de planificación estratégica de los territorios, al facilitar la eficaz definición del “impacto cultural” que afecta la modernización tecnológica y proyectos de ordenación del territorio y gestión urbanística de la industria del turismo. La pretensión de la Agenda 21 de definir políticas culturales que encuentren el equilibrio entre el interés público y la lógica de valorización capitalista condena al fracaso la idea misma de desarrollo integral, y socavan el valor de la comunicación como bien público para la convivencia en beneficio del interés mercantil de las industrias de la conciencia. Por ello, hoy más que nunca, deberíamos plantearnos algunas de las ideas aquí expuestas. Y, desde luego, el camino por el que transitar juntos, si compartimos la idea de un programa común. De la digitalización audiovisual al modelo de desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y su inserción socioeducativa, pasando por la administración electrónica y las políticas culturales, pensar hoy las políticas de comunicación en relación con las industrias creativas, exige algo más que un análisis económico-político, pues apunta, en un sentido prospectivo, la necesidad de repensar las nuevas formas de institucionalidad y socialización en red. Otra economía política del conocimiento, en fin, con capacidad de transformar, urbi et orbi, las formas de reproducción de los códigos culturales. Notas 1. Marcial Murciano, Estructura y dinámica de la comunicación internacional, Editorial Bosch, Barcelona, 1995, p. 20. 2. Homi Bhabha, --------completar-----------3. Alberto Melucci, Vivencia y convivencia, Editorial Trotta, Madrid, 2001, p. 34. 4. José Luis Brea, Cultura RAM, Gedisa, Barcelona, 2007, p. 151. 5. Joaquín Herrera, Los derechos humanos como productos culturales. Crítica del humanismo abstracto, Libros de la Catarata, Madrid, 2005, p. 177. 6. Pierre Lévy, Ciberdemocracia. Ensayo sobre filosofía política, Editorial UOC, Barcelona, 2002, p. 38. , 2013 La glasnost: paradoja en la era de la web 3.0 Rosa Miriam Elizalde Periodista. Cubadebate. A la memoria del Dr. Julio García Luis E l gobierno de los Estados Unidos ha aceptado tácitamente que la ejecución de algunas de las principales medidas económicas y sociales contempladas en los Lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba responden a una voluntad de cambio de la dirección de la Revolución que cuenta con un alto consenso social. Sin embargo, ha evaluado la comunicación como una zona de debilidad en la sociedad cubana sin la cual no se pueden ejecutar exitosamente esos cambios, e interpreta que la débil articulación entre los medios de comunicación masiva (MCM) y los nuevos medios sociales (NMS) existentes en el ciberespacio crean un escenario propicio para las ideas que llevarían al «cambio de régimen» en la Isla. Con un bloqueo invariable y en un ambiente sociocultural signado por una revolución tecnológica de alcance global que ha roto el monopolio de los MCM, la posibilidad de que se reproduzca una glasnost al estilo soviético sigue siendo una esperanza para cierto sector de la cubanología1 que apuesta por la caída del socialismo en Cuba, y anima en lo interno el fantasma de un peligro que resiente como nunca antes las funciones del sistema comunicacional del país. Los Estados Unidos: una red a la carta para Cuba En el contexto de una endeble infraestructura de redes en Cuba ante una población entrenada y La glasnost:n. paradoja enabril-junio la era de lade web 3.0 74: 21-29, 2013 21 preparada para el uso de las tecnologías, analistas y voceros gubernamentales estadounidenses apuestan desde hace una década por la creación de una red alternativa a la del gobierno cubano que asegure acceso a la infraestructura física y lógica de Internet (líneas y plataformas), contenidos y capacitación, con un servicio «a la carta» para quienes desde la Isla acompañen la política norteamericana. Hay una amplia y documentada evidencia del financiamiento y puesta en práctica de esta estrategia,2 que no se detiene ante violaciones flagrantes de la legalidad cubana e internacional, como prueba el caso del agente estadounidense Alan Gross.3 La estrategia de exclusión de Cuba de los beneficios de Internet que proyectó la Ley Torricelli de 1992 tuvo un cambio táctico fundamental a partir de 2003, cuando los tanques pensantes de Washington percibieron un giro en la estrategia cubana frente al acceso a este medio.4 A finales del siglo pasado y principios del actual, resultaron determinantes para desatar alarmas en Washington las ideas de Fidel Castro a favor de la conectividad social y una práctica propicia al acceso pleno al conocimiento y el uso de las redes informáticas, lo que se expresó en la creación de Infomed, 5 la reanimación de los Joven Club de Computación,6 el impulso de la conectividad en varios sectores de la sociedad y la fundación en 2002 de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) de La Habana. Cuba fue el asunto principal de una audiencia del Comité selecto del Senado sobre Inteligencia, que trató el tema de «la amenaza mundial» en febrero de 2001. El director de la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA), almirante Thomas R. Wilson, identificó al gobierno cubano como un posible «ciberatacante», el primer país de la historia que ha sido acusado como tal.7 En mayo de ese año, Geoff Demarest, de la Oficina de Estudios de Ejércitos Extranjeros (Foreign Military Studies Office), adscrita al Departamento de Defensa, publicó un análisis sobre la «transición en Cuba» donde admitía que «la alfabetización informática está generalizada en la Isla», los «cubanos podían sacar ventaja» de Internet y «si el pensamiento [del gobierno estadounidense] era acelerar la transición de Cuba a la libertad [gracias al acceso concedido con la Ley Torricelli], esto no funcionó».8 Los halcones del Pentágono habían llegado a la conclusión de que si Cuba seguía la estrategia del acceso a la red, a partir de la apropiación de la nueva tecnología, estaría a corto plazo en condiciones de dar un salto en su desarrollo tecnológico, científico y económico, y en la expresión política. Esta actitud defensiva comenzó a reajustarse a partir de 2003, con la escalada de las tensiones entre Cuba y 22 Rosa Miriam Elizalde los Estados Unidos en el contexto de la guerra en Irak y las provocaciones y amenazas del gobierno de George W. Bush contra la Isla, lo que obligó a la dirección de la Revolución a concentrarse en este escenario. Sopesaron, además, las limitadas inversiones en la extensión de la red, la divulgación de regulaciones ministeriales que acotan el acceso, la escasa o nula conexión fuera de las instituciones, los altos precios del servicio de conectividad en centros turísticos y cierta sobredimensión de la percepción de riesgo de Internet. A finales de ese año irrumpió la matriz mediática que presenta al país en la lista de los «enemigos de Internet», de cara a la primera fase de la Cumbre de la Sociedad de la Información. La decisión de crear una red ilegal para la Isla impulsada desde territorio estadounidense trascendió por primera vez en el Informe de la Comisión para la asistencia a una Cuba Libre, de la Administración Bush, que el 6 mayo de 2004 contemplaba «alentar a gobiernos de terceros países para que brinden a los cubanos acceso público a Internet desde sus misiones diplomáticas en la isla». La actualización de este Plan, anunciado por George W. Bush el 10 julio de 2006, avanzó aún más en este camino al centrar su estrategia en la decisión de «romper el bloqueo informativo», para la cual otorgó veinte millones de dólares anuales al Departamento de Estado, dedicados fundamentalmente a proporcionar «información no censurada a través de emisiones convencionales y vía satélite e Internet».9 El 14 de febrero de 2006, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, creó oficialmente el Grupo de Trabajo para la Libertad de la Internet Global (GIFT), que tiene entre sus objetivos principales monitorear a Irán, China y Cuba las veinticuatro horas del día y elaborar para ellos estrategias específicas en la Red de redes, con la facultad de convocar equipos multidisciplinarios capaces de hacer viables las decisiones del gobierno estadounidense y de crear, entre otros recursos, herramientas altamente especializadas contra «la censura».10 Hillary Clinton, quien remplazó a Condoleezza en el cargo, aseguró en un discurso sobre la libertad de Internet, que el Departamento de Estado estaba trabajando «en más de cuarenta países para ayudar a personas silenciadas por gobiernos opresivos». Añadió que había dado la orden de revitalizar el GIFT «como foro para abordar las amenazas a la libertad de Internet en todo el mundo, e instó a las empresas y medios de los Estados Unidos a asumir un papel proactivo para desafiar a los gobiernos extranjeros que practican la censura y la vigilancia».11 El GIFT estuvo activamente vinculado a la llamada «Revolución verde iraní», una campaña a través de Twitter contra las elecciones en Irán en la que se demostró que de los diez mil usuarios de esa plataforma que enviaron El paralelo entre el sistema de comunicación social cubano y la glasnost soviética solo es pertinente para demostrar que la catástrofe de aquel país fue el resultado de una situación específica en los primeros momentos de la Sociedad informacional. algún mensaje durante la «rebelión», solo cien estaban ubicados en el país islámico.12 Este Grupo de Tareas recibió en 2010 el nombre de NetFreedom13 y sigue siendo clave para adjudicar fondos, «construir» líderes locales y generar proyectos contra el gobierno cubano en el espacio digital. Desde 2008, y de manera sostenida, el gobierno de los Estados Unidos ha dirigido hacia el ciberespacio cubano la mayoría del presupuesto público destinado a la política de «cambio de régimen» en la Isla. Las nuevas regulaciones emitidas en septiembre de 2009 por la Oficina de Industria y Seguridad crearon una excepción a la licencia de exportación a Cuba para «dispositivos de comunicación donados» —teléfonos celulares, tarjetas SIM, PDA, computadoras portátiles y de escritorio, memorias flash, equipos Bluetooth, y dispositivos de conexión inalámbrica a Internet.14 La Heritage Foundation recomendó al gobierno demócrata en marzo de 2012 crear servicios y tecnologías informáticas específicas para Cuba que permitieran cumplir estos objetivos, en particular el empleo de antenas super-WiFi desde territorio estadounidense que faciliten la conexión a Internet,15 controlada mediante claves de acceso y sin correr el riesgo de enviar a agentes que puedan terminar en la cárcel, como Alan Gross. A pesar del éxito del bloqueo desde Cuba de las señales de Radio y Tele Martí, que ha generado polémicas dentro del territorio estadounidense, recortes en el presupuesto a estas emisiones e incluso llamados a cerrarlas, existe consenso de que es posible con el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) proveer instrumentos para intervenir los sistemas de comunicación cubanos, crear tensiones políticas internas y articular la opinión pública contra la Revolución, los cuales están favorecidos por una red nacional ya muy permeada por las influencias de las redes internacionales, que logran imponer sus agendas informativas a contracorriente de lo que en la Isla se divulga o no en los medios. Tecnócratas y analistas de temas cubanos que movilizan influencias en los pasillos de la Casa Blanca, el Congreso y el Departamento de Estado,16 concuerdan en las altas potencialidades de las redes para impactar en el escenario de la comunicación en Cuba, sobre todo el de la información, donde estiman que prevalecen formas estructurales y concepciones que aún identifican la práctica política del país, al menos parcialmente, con el fracasado modelo soviético. Glasnost: oportunidad o riesgo El fantasma de la glasnost17 se agita como una esperanza o como una pesadilla, según el lado del Estrecho de la Florida desde el que se mire. Para Brandon Yoder, asistente del Programa para América Latina y el Caribe, de la National Endowment for Democracy (NED), la «transparencia» al estilo gorbachoviano sigue siendo, en el caso de Cuba, una opción «increíblemente importante», y añade: «Creo que nos está forzando la analogía a ir más lejos».18 La expectativa del funcionario se concentra en los nuevos medios digitales, que pudieran replicarse en periódicos «hiperlocales» al estilo de los samizdat —publicaciones clandestinas de factura artesanal— de la era soviética. Bajo la influencia del prisma tecnocentrista en boga en el sector académico y gubernamental, el ala de la «cubanología» que se ha ocupado de estos temas tiene una concepción instrumental del escenario digital cubano; lo entiende como relaciones entre aparatos y no como espacios de constitución e interrelación de sujetos sociales, aunque parecen interpretar correctamente que el núcleo de la falla del sistema de comunicación del país es la incapacidad para ajustar los dos paradigmas comunicacionales que coexisten en la vida cotidiana: el de los MCM o mass media y el de los NMS; estos últimos beneficiados por las recientes medidas económicas, con el mercado formal e informal como ente regulador de los contenidos y los accesos al ciberespacio. Hacia este ámbito gravitan los llamados «nativos digitales»,19 nacidos a partir de los años 80 del siglo pasado —década que marca el boom de las tecnologías digitales— y que, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, integraban cerca de cinco millones de cubanos en 2011, casi la mitad de la población.20 Las habilidades para el uso de las TIC de esta macrogeneración han sido reconocidas por la Organización de Naciones Unidas, que otorgó a Cuba en 2010 el cuarto lugar a nivel mundial entre los países con mayores destrezas en el uso de la tecnología informática, según el informe anual de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU).21 La glasnost: paradoja en la era de la web 3.0 23 En su tesis de doctorado, Julio García Luis, quien fuera decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, registra la correspondencia «entre las presiones y amenazas exteriores que sufre el país y el predominio de métodos de regulación externa sobre la autorregulación en el funcionamiento de la prensa», lo que ha lesionado la autoridad del sistema de comunicación cubano. Admite, además, que «el fenómeno de la glasnost hizo mucho daño. Se levantó el temor de que aquí la prensa también se prestara a desmantelar ideológicamente la sociedad».22 Por su parte, Roger Ricardo Luis y Eloísa Gil consideran que este proceso trajo como consecuencia el «accionar sigiloso de dirigentes y cuadros de las instancias partidistas y gubernamentales del país, y de las directivas de los medios y demás organizaciones e instituciones relacionadas con la prensa».23 La glasnost como oportunidad o como alto riesgo comparte la premisa común de la sobrevaloración del papel de los medios en los procesos sociales y la tesis extemporánea de la «satelización» cubana con respecto a la URSS. Considero que el paralelo entre el sistema de comunicación social cubano y la glasnost soviética solo es pertinente para demostrar que la catástrofe de aquel país fue el resultado de una situación específica en los primeros momentos de la Sociedad informacional;24 si se extrapola como generalidad a otros escenarios, se corre el riesgo de equivocar los pronósticos. A finales de los 80, una población muy educada se encontró atrapada en un sistema tecnológico cada vez más distante de las sociedades industriales comparables. La aplicación de ordenadores al sistema burocrático y a una economía planificada aumentó la rigidez de los controles, verificando la hipótesis según la cual la racionalización tecnológica de la irracionalidad social acrecienta el desorden.25 Pero aun así, la sociedad soviética estaba en la «orilla histórica de la sociedad de la información»26 y las innovaciones tecnológicas apenas llegaron a los MCM. En aquel momento no podían percibirse las potencialidades comunicacionales que ha incorporado a la vida cotidiana la cultura de la «virtualidad real»:27 la integración de la comunicación electrónica, el fin de la audiencia de masas y el desarrollo de las redes interactivas.28 Coincido con otros análisis en que la intervención de los medios tradicionales fue central en la glasnost, pero no fue esta la que provocó la disolución de la URSS. Este proceso solo posibilitó la manifestación pública de una crisis estructural, cuyos múltiples factores causales yacían ocultos y ya habían erosionado profundamente la legitimidad del sistema, con la ayuda entusiasta de Occidente que, al decir de Alexandr Zinoviev, «podrá sentirse orgulloso del papel crucial que tuvieron sus 24 Rosa Miriam Elizalde estrategas de la política y sus servicios secretos en la organización y el desarrollo de los hechos».29 Salta a la vista que el punto de partida es distinto. La «lógica particular» de este «objeto particular» no se puede extrapolar a Cuba desde el supuesto de que los escenarios son inerciales. Las nuevas tecnologías han pasado de la excepción a la norma, y se ha modificado sustancialmente la base del sistema de producción contemporáneo. Las redes informales, que en la era soviética se concentraban en el ámbito de la economía informal, hoy son el corazón de los nuevos movimientos y de los medios sociales, a través de los cuales se asegura la distribución de recursos comunicativos, la seguridad colectiva en contra de las amenazas del sistema formal, y los recursos políticos y la solidaridad durante emergencias. Como en la economía informal, mientras más amplia y coordinada es la red, más segura y mayores posibilidades de crecimiento posee. Los nuevos medios sociales y Cuba La nueva dimensión incorporada por la revolución tecnológica en curso, que alcanza a la sociedad cubana, se caracteriza por su inmensidad en el espacio (virtual), por su naturaleza múltiple y diversa, y su modo descentralizado. El ciberespacio que la contiene es una especie de atmósfera añadida al mundo físico que conecta la energía social a través de las nuevas tecnologías.30 En la Sociedad informacional el sujeto siempre está expuesto a numerosos discursos, opiniones, versiones e instrumentos en los que estos se presentan; ignorar su demanda comunicacional o acudir a él con un punto de vista absoluto es renunciar a priori a toda posibilidad de influencia y resquebrajar su confianza, que demora considerablemente en ser construida, pero puede perderse rápidamente aunque no haya una base objetiva: basta que se degrade como símbolo. Los MCM han perdido la hegemonía que ostentaron en la Sociedad industrial como mediadores colectivos, frente al empuje de los NMS que en menos de una década han ido ocupando cada vez mayores espacios en la práctica comunicativa. En Cuba no se ha producido la regularidad del paso gradual de la extensión de la red tecnológica al acceso en profundidad;31 sin embargo, en ningún otro país la entrada a la Sociedad informacional comenzó por la alfabetización digital universal. Por tanto, aquí la influencia de la revolución sociotecnológica actual es atípica: la apropiación cultural para el uso de estas tecnologías se adelantó a la infraestructura de Internet32 y ha generado una adaptación evolutiva al escenario virtual, donde predomina la articulación en red a partir del uso de plataformas digitales accesorias (dispositivos USB, CD, DVD, videojuegos, tecnología móvil, etc.), particularmente visibles entre los jóvenes nacidos a partir de la década de los 90 del siglo pasado, que acceden a laboratorios de computación desde la enseñanza primaria. Como ocurre en sociedades de mayor conectividad, para los nativos digitales cubanos no existe la convergencia; el futuro, tal como se lo representan los «inmigrantes digitales», es el presente para las generaciones más jóvenes, y el nuevo escenario donde coexisten MDM y NMS es un conjunto en sí mismo, no una articulación de conjuntos. Si el medio tradicional no es asequible, no despierta su curiosidad o no admite intercambio, los nativos digitales tienen una gran oferta entre los nuevos medios sociales, donde se sienten más cómodos y se entrecruzan sus principales relaciones de confianza, sobre la base de la igualdad y la reciprocidad. Para ellos es más relevante la confianza que la interacción con la información, aunque este sea el producto central que se intercambie. Debido al conocimiento de las TIC y la débil o ausente infraestructura de Internet, la relación de confianza en la franja de los nativos digitales cubanos se ha fortalecido con tecnologías simples, y como ocurre en las lógicas de los movimientos sociales y han descrito los investigadores canadienses Mark Surman y Katherine Reilly, la mayor innovación ha sido social y no técnica. Perciben que la memoria flash, el CD, las listas de correo electrónico y recientemente el móvil, entre otro artefactos, son más íntimos, directos y dirigidos que la web.33 La confianza tiene una connotación positiva puesto que es un mecanismo de integración, pero si se producen discrepancias entre los fines y las estructuras de las organizaciones formales, y las especificaciones históricas y culturales de los sistemas sociales donde estas organizaciones se encuentran ancladas, la principal consecuencia es la rigidez y la corrupción del sistema. La incapacidad del sistema formal de satisfacer las necesidades comunicativas, da lugar a soluciones informales fortalecidas con las tecnologías que facilitan la comunicación en red —sobre todo si los MCM no están entrenados para acompañar la dinámica transformadora—, refieren un aumento de la rigidez del sistema comunicacional y no favorecen un movimiento participativo de las fuerzas que pueden llevar el proceso hacia el perfeccionamiento del sistema social. Los nativos digitales están especialmente predispuestos a la noción de independencia frente a sus propósitos porque, debido al conocimiento que poseen de los instrumentos y de las lógicas de la ecología digital, para ellos no existen fronteras entre sus juicios y la posibilidad de someterlos a la práctica comunicativa social, donde las relaciones de confianza se construyen, en lo fundamental, dentro del entorno de los nuevos medios sociales. En los inmigrantes digitales sucede lo contrario: la acción colectiva depende mayoritariamente de las instituciones formales, de modo que allí se anclan sus relaciones de confianza. La confianza no es algo inmóvil: se construye o se destruye, sobre todo en el ámbito de la comunicación donde la información es importante, pero lo es más aún la interactividad y la participación. Internet, infraestructura central de la Sociedad informacional, no define, pero facilita el ajuste de los fines y valores de la sociedad con la práctica comunicativa. No puede desarrollarse al margen de la intervención del Estado, de sus estrategias políticas y de sostenibilidad social, de sus resultados económicos y de sus normas. Es en este eje donde existen las mayores posibilidades para articular en la sociedad cubana la nueva infraestructura tecnológica resultante de la actual revolución sociotecnológica, con una nueva noción de los actores sociales, de las demandas y ofertas de la comunicación, de las pautas de los procesos comunicacionales y del modelo de gestión correspondiente. Reconocer el cambio A diferencia de la Isla, bajo influencia de la industria cultural de los Estados Unidos y con un notable número de emigrados cubanos residentes en ese país, la URSS se había cerrado a cal y canto a la influencia occidental, mientras excluía de sus instituciones políticas todo instrumento teórico que resaltara la importancia de la subjetividad.34 La información del mundo exterior accesible a la representación imaginaria de los ciudadanos soviéticos, que sublimaban los productos y servicios del capitalismo por falta de información y de visiones del mundo alternativas, objetivamente hicieron más destructivo el proceso político interno. El uso de líneas telefónicas de salida internacional, el télex y hasta las fotocopiadoras se controlaban mediante procedimientos especiales dentro de cada organización, y la sola idea de tener computadora era subversiva para la burocracia soviética, incluida la científica. En opinión de Julio García Luis, la comunicación social en su conjunto fue «el punto neurálgico más débil por donde se abrió paso la estrategia de desmontaje político y moral de la sociedad soviética que alentaban las fuerzas internas de la burocracia procapitalista, con el activo y gozoso concurso de las agencias de subversión internacionales».35 La razón, a su juicio, era que los más de setenta años de prensa soviética «no fueron capaces de formar una opinión pública alerta, informada y crítica, sino que indujeron, por el contrario, el aislacionismo, la pérdida de confianza y la deslegitimación del liderazgo». Y añade: La glasnost: paradoja en la era de la web 3.0 25 El poder soviético, sin duda, soportó siempre una aguda guerra ideológica y psicológica de sus adversarios. Nunca le faltaron razones para sentirse asediado y amenazado. Es posible que haya creído, de buena fe, que la solución a esto era hermetizar la prensa a las corrientes de pensamiento internas y externas, cerrarse al debate y convertir a la prensa en un instrumento ciento por ciento coherente al aparato del partido, cuyo dictum debía limitarse a reproducir. Es posible incluso que en determinadas etapas esa concepción diera muestras de vitalidad y eficacia. Mucho más probable todavía es que no percibiera, cuando aún se estaba a tiempo, que ese estilo de comunicación pública estaba ya agotado y que había comenzado a acumular un saldo negativo y peligroso de déficit de información, frustraciones y divorcio de la realidad. Cualesquiera fueran los problemas materiales de la sociedad soviética, y tenía muchos, parece indiscutible que ella fracasó en el terreno de la subjetividad.36 Según Manuel Castells, el aislamiento fue aún más lesivo cuando el gobierno soviético «impidió la difusión de las TIC en el sistema social, y sin esa difusión, las tecnologías de la información no pudieron desarrollarse más allá de las asignaciones funcionales específicas recibidas del Estado, con lo que resultó imposible el proceso de innovación espontánea por el uso y la interacción de las redes que caracteriza al paradigma de la tecnología de la información».37 Por su parte, el dominico Frei Betto considera que la URSS cometió el error de, al socializar los bienes materiales, privatizar los simbólicos, por eso confundió la crítica constructiva con contrarrevolución, cercenó la autonomía de la sociedad civil al enganchar al partido los sindicatos y los movimientos sociales, cohibió la creatividad artística por el realismo socialista; permitió que la esfera de poder se transformase en una casta de privilegiados distantes de los anhelos populares, y cedió a la paradoja de obtener grandes avances en la carrera espacial sin ser capaz de suprimir debidamente el mercado minorista de géneros de primera necesidad. [Ejecutó una política] ayuna, pragmática y carente de contenido moral.38 Para José Luis Rodríguez esta situación endureció e hizo aún más inflexible el sistema, enfrentado a un cambio «casi de un día para otro y sin conducción política, del modelo de prensa triunfalista al revisionismo histórico y la crítica feroz contra todas las instituciones de la sociedad soviética, empezando por el Partido».39 En resumen, estos autores coinciden en que no existió previamente un feedback que favoreciera el distanciamiento crítico del discurso mediático de signo apocalíptico que dominó el imaginario de los soviéticos, y en particular, que amortiguara la seducción del arsenal simbólico capitalista. Los símbolos occidentales ayudaron a fijar la extremada personalización del liderazgo —primero de Mijaíl Gorbachov y luego de Boris Yeltsin—, la simplificación de los mensajes en términos dicotómicos: bueno y malo, la preminencia de 26 Rosa Miriam Elizalde los juicios moralizantes para movilizar la conciencia y decidir la política, la volatilidad de la conducta pública, la subestimación de las investigaciones sociales, la dificultad de encajar nuevas expresiones políticas en las categorías tradicionales —Castells y Larissa Adler concuerdan en la expresión de una «política informal» paralela a la «economía informal», estrechamente interconectadas—, 40 y, en última instancia, una dependencia de la capacidad financiera de las fuerzas precapitalistas para apoyar la política mediática, con lo que se creó un círculo de retroalimentación (o un círculo vicioso) entre el poder, los medios y el dinero. Ni siquiera tuvieron tiempo para articular un consenso que les permitiera instrumentar una política capaz de fijar los márgenes institucionales de la reforma comunicacional. La Ley de Prensa en la URSS fue aprobada a finales de 1990, a las puertas del golpe de Estado que puso fin a la era Gorbachov y casi cinco años después de que se realizara el primer congreso partidista (XXVII) en tiempos de la perestroika. Llegó demasiado tarde, cuando había una política tácita en acción (la violación rampante de lo establecido en la política vigente) y ya era insalvable el dilema entre la conciencia de una urgencia de cambio, el freno de la incertidumbre y la parálisis política, que se intentó revertir «bajo la bandera de una glasnost convocada y desatada desde arriba, por la propia burocracia engreída que aspiraba a conducirla, sin estar entrenada para ello».41 La Ley de Prensa ni siquiera llegó a entrar en vigor y según el sociólogo y escritor español Manuel Vázquez Montalbán, murió antes de nacer porque «la URSS estaba dominada por una nueva clase de yuppies de la nomenklatura con deseos irrefrenables de practicar cuanto antes la transubstanciación capitalista», en una pelea grotesca con «unos cuantos comunistas malparados e irresponsables, de esos comunistas de película de Hollywood anticomunista».42 A partir de 1988 los medios intelectuales y periodísticos desbordaron los proyectos iniciales de la perestroika, tomaron la iniciativa y acabaron influyendo en los acontecimientos de un modo decisivo. En realidad, el Estado soviético no instituyó la liberalización de los medios, sino que estos interpretaron el derecho a la información y la opinión como les pareció, en condiciones de amateurismo profesional y considerables incoherencias, al punto de que mientras se difundían los principios contrarios a la esencia misma del sistema en nombre de la «libertad de expresión», se ocultaba información altamente sensible para la vida de los soviéticos y sus vecinos euroasiáticos.43 Hacer este recorrido permite identificar el lugar de la glasnost en el derrumbe soviético, y el papel determinante en estos acontecimientos del modelo de comunicación existente antes de la perestroika, en la plenitud del paradigma de los mass media. No obstante, la comunicación en cada época crea sus paradigmas, sus modos de hacer, su estado del arte. Se adapta, desarrolla y hace suyos los distintos medios, soportes y tecnologías que le sirven en su circunstancia sociocultural. Por tanto, es posible concluir que los nuevos problemas son insolubles desde el anterior paradigma, e ignorar esta certeza puede empujar a una masa creciente, sobre todo de jóvenes que no se reconocen en él, a desconectarse de las instituciones del espacio físico, que siguen siendo las principales articuladoras de la consistencia social, pero cuya legitimidad depende como nunca antes de los poderosos recursos simbólicos que enmarcan la información. «Si el poder se basa cada vez más en el control privilegiado de información es potencialmente un poder frágil, pues la simple adquisición de información sitúa a los actores antagonistas en el mismo plano».44 A pesar de lo ocurrido en la URSS con la glasnost, proceso en el que los medios institucionales dejaron inermes al Estado soviético y a su partido comunista frente a los adversarios, no es imprescindible ocupar los medios de comunicación tradicionales para intervenir en la agenda mediática de un país y catalizar procesos que puedan conducir a la ingobernabilidad. Los analistas estadounidenses creen que pueden ocupar los NMS, no solo para fijar la agenda del gobierno de ese país en la cubana, sino para profundizar la crisis de confianza en los medios tradicionales de la Isla, esencial para desmovilizar simultáneamente la existente en las instituciones que estos representan. No están interesados en apoderarse de los MCM. Calculan que mientras peor cumplan estos sus funciones, mejor, pues prestarían de modo implícito un servicio a la política de penetración ideológica y crearían en la práctica un sustrato de comunicación interna orientado hacia este objetivo. Por eso han redirigido hacia el ciberespacio, de manera agresiva y acelerada, la mayoría de los fondos destinados al «cambio de régimen» en Cuba. La realidad es que el paradigma de los mass media ha entrado en paradoja, pero de manera diferente a como ocurrió en la URSS, cuyo socialismo se derrumbó por sus propios pies. El sistema comunicativo institucional de Cuba puede fortalecer la gobernabilidad si se abre a los nuevos procesos que intervienen hoy en la opinión pública, donde se proyecta una tercera generación de la web, sostenida por una red ubicua con múltiples plataformas que propician una mayor convergencia entre lo virtual y lo físico. Ese cibermundo ya está habitado por los nativos digitales cubanos, y no solo por aquellos que viven en perímetros urbanos. Gracias a la intervención del Estado, que vislumbró tempranamente la trascendencia de la informatización de la sociedad para el desarrollo científico y económico del país, el acceso a la cultura informacional llegó a todas partes, incluidas las zonas geográficas más aisladas, donde se construyeron escuelas —hasta para un solo niño— que contaron con un maestro, un televisor, un reproductor de DVD y una computadora. El error de considerar la glasnost como oportunidad o como amenaza radica en no reconocer la necesidad del cambio e inferir que el tiempo histórico de la Revolución cubana está detenido en 1989. Esto se traduce también en la irracionalidad de presuponer que para el socialismo representa una amenaza mortal cualquier cambio que produzca, y no aceptar que «el socialismo es la sociedad cambiante por excelencia, y el perfeccionamiento, la búsqueda constante y la renovación permanente constituyen su esencia misma».45 Notas 1. En este trabajo se asume la «cubanología» como «la corriente preponderante de los estudios sobre Cuba en el exterior integrada por el grupo de académicos que a partir de los años 70 pasa de una forma coherente y organizada a desarrollar una vertiente de la ideología burguesa, que se caracteriza por su visión esencialmente negativa de la evolución política, económica y social de la Revolución cubana». José Luis Rodríguez, Crítica de nuestros críticos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1988, p. 8. 2. A partir de documentos desclasificados de la administración estadounidense, el periodista norteamericano Tracey Eaton desde hace varios años registra en su blog Cuba Money Project el destino de una parte de los fondos del gobierno de ese país para la subversión en Cuba. Según uno de los documentos aquí publicados el Departamento de Estado destinó 200 826 000 dólares en programas de subversión contra la Isla desde 1997 hasta 2011. Véase Tracey Eaton, «USAID Audit Cost Taxpayers Nearly $150,000 per Page?», Cuba Money Project, 25 de diciembre de 2011, disponible en http://cubamoneyproject.org/?p=3783 (consultado 16/02/2013). 3. Alan Gross fue arrestado en diciembre de 2009 en La Habana, tras instalar una red fuera del control de las autoridades cubanas. La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), al amparo de la legislación que promueve el cambio de régimen en la Isla, pagaría por este servicio 590 608 dólares [véase Development Alternatives, Inc., «Meeting Notes from USAID (Confidential)», Washington, DC, 26 de agosto de 2008, disponible en https://docs.google.com/ file/d/0B6Mo1c2bIFLWc2NRTlo1dDdKUmM/edit (consultado 21/02/2013)]. Fue juzgado y sentenciado a quince años de prisión y cumple sanción en Cuba. 4. Hasta mayo de 1994 los Estados Unidos bloquearon para Cuba el acceso a sitios norteamericanos de Internet, bajo una política de «filtración de ruta» de la National Science Foundation (NCF). En octubre de 1996 se hace efectivo el permiso para enlazar a Cuba a la red internacional de la Ley de la Democracia Cubana (Ley Torricelli) de 1992, cuyo objetivo era «democratizar la sociedad cubana». Esta legislación impuso límites y sanciones para las personas naturales o jurídicas de la nación estadounidense que favorecieran el comercio electrónico, el turismo o cualquier otra área que generara beneficios económicos para la Isla, incluyendo la provisión de tecnologías. Asimismo prohibió explícitamente inversiones en «las redes de comunicaciones domésticas dentro de Cuba», en particular «la contribución (incluida la donación) La glasnost: paradoja en la era de la web 3.0 27 de fondos o de cualquier cosa de valor [...] y el otorgamiento de préstamos para ese fin». Véase Departamento del Tesoro, «Cuban Democracy Act of 1992», 1992, disponible en disponible en www. treasury.gov/resource-center/sanctions/Documents/cda.pdf (consultado 18/02/2013). 5. «Se ha dado prioridad a las instituciones de la salud en las 14 capitales provinciales de la Isla y en 30 de los 169 municipios. Hay, al menos, tres mil cuentas de correo electrónico en instituciones médicas. Los recursos de Infomed suministran información actualizada sobre la salud en Cuba y el mundo. Cuba proporciona el texto completo de 37 publicaciones médicas de forma gratuita, 14 textos virtuales (con categoría de libros) y cuatro boletines diarios». Nelson P. Valdés, «Cuba y la tecnología de la información», Temas, n. 31, octubre-diciembre de 2002, p. 65. Disponible también en www.temas.cult.cu/revistas/31/057-071nelson.pdf. 6. Patrik Hunt, un experimentado investigador de los telecentros en América Latina, afirmó que ninguna otra red en la región tenía entonces la «profundidad de experiencia», el «alcance como red» y la «investigación en curso» de los Joven Club cubanos (citado por Nelson P. Valdés, ob. cit., p. 64). 7. Johan Eriksson y Giampiero Giacomello, International Relations and Security in the Digital Age, Routledge, Nueva York, 2007, p. 67. 8. Geoff Demarest, «Cuba’s Transition», Military Review, Kansas, mayo-junio de 2001, pp. 55-63. 9. George W. Bush, «Fact Sheet: Report of the Commission for Assistance to a Free Cuba», The White House, Washington, DC, 6 de mayo de 2004, disponible en http://georgewbushwhitehouse.archives.gov/news/releases/2004/05/20040506-7. html (consultado 18/02/2013); «President’s Statement on Second Report of the Commission for Assistance to a Free Cuba», The White House, Washington, DC, 10 de julio de 2006, disponible en http://georgewbush-whitehouse.archives.gov/news/ releases/2006/07/20060710.html (consultado 18/02/2013). 16. En este tema son particularmente activos el Cuba Study Group, Heritage Foundation, International Republican Institute (IRI), Institute for Cuban and Cuban-American Studies de la Universidad de Miami, The Brookings Institution y Freedom House, entre otros. 17. El historiador Ariel Dacal define la glasnost como «el conjunto de políticas atenientes a la comunicación y a las transformaciones políticas y estructurales del sistema» soviético desde 1985 hasta 1991, bajo el liderazgo de Mijaíl Gorbachov. Citado en Mabel Machado y Carlos Díaz, «Glasnost ni libre ni pactada. Un estudio de Sputnik y Novedades de Moscú entre 1986 y 1989», Tesis de Diploma, Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana, 2009 [inédito]. 18. «Encourage Citizen Reporting in Cuba», The Capitol Hill, Washington, DC, 10 de junio de 2012, disponible en www. capitolhillcubans.com/2012_06_10_archive.html (consultado 19/02/2013). 19. La idea de que la cultura digital abre una brecha generacional importante está en la base de la distinción que Mark Prensky acuñó entre «nativos digitales» e «inmigrantes digitales», para intentar entender las diferentes maneras de relación con el conocimiento que se producen entre quienes se han criado en la cultura de los artefactos digitales de todo tipo y los que se aproximan a estos entornos manteniendo otras lógicas culturales. Véase M. Prensky, «Digital Natives, Digital Immigrants», On the Horizon, v. 9, n. 5, octubre de 2001. 20. Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), «Indicadores físicos de las TIC / ICT Physical Indicators», Anuario Estadístico de Cuba. 2011, ONEI, La Habana, 2012, disponible en www.one.cu/aec2011/esp/20080618_tabla_cuadro.htm (consultado 15/12/2012). 10. Este Grupo especial del Departamento de Estado no suele tener mucha presencia pública. Detalles de cómo se conformó y sus objetivos pueden encontrarse en el memorando emitido por la entonces secretaria de Comercio Josette S. Shiner, «Statement on the Second Meeting of the Global Internet Freedom Task Force», The White House, Washington, DC, 6 de abril de 2006, disponible en http://2001-2009.state.gov/e/rm/2006/64075.htm (consultado 18/02/2013). 21. Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU), Measuring the Information Society 2010, ITU, marzo de 2010, disponible en www.mtic.gov.md/img/news/2010/03/MIS_2010.pdf (consultado 13/12/2012). 11. Hillary Clinton, «Internet Freedom: The Prepared Text of U.S. of Secretary of State Hillary Rodham Clinton’s Speech, Delivered at the Newseum in Washington, D.C.», Foreign Policy, 21 de enero de 2010, disponible en www.foreignpolicy.com/articles/2010/01/21/ internet_freedom (consultado 18/02/2013). 23. Roger Ricardo Luis y Eloísa Gil, «La verdad útil», Tesis de opción al grado de Máster en Ciencias de la Comunicación, Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana, 2000, p. 5. [Inédito]. 12. Joel Schectman, «Iran’s Twitter Revolution? Maybe Not Yet», Business Week, 17 de junio de 2009, disponible en www.businessweek. com/technology/content/jun2009/tc2”0090617_803990.htm (consultado 18/02/2013). 13. Departamento de Estado, «NetFreedom Task Force Meeting», 4 de marzo de 2010, disponible en www.state.gov/r/pa/prs/ ps/2010/03/137790.htm (consultado 18/02/2013) 14. Departamento de Comercio, «Cuba: Revisions to Gift Parcel and Baggage Restrictions, Creation of License Exception for Donated Consumer Communications Devices and Expansion of Licensing Policy Regarding Telecommunications», 8 de septiembre de 2009, disponible en www.gpo.gov/fdsys/pkg/FR-2009-09-08/html/E921402.htm. 28 15. Ray Walter y Marc Wachtenheim, Leveraging Technology to Support Free Access to Information in Cuba, Heritage Foundation, 2012. Rosa Miriam Elizalde 22. Julio García Luis, «La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos», Tesis de Doctorado, Universidad de La Habana, 2004, p. 84. [Inédito]. Un fragmento de esta tesis se publica en este numero de Temas. 24. Sistema donde las tecnologías del conocimiento, el procesamiento y control de la información se convierten en las primeras fuentes de producción, y establecen una nueva forma de relación entre economía, Estado y sociedad. En este sistema el incremento en el uso de la información es la materia prima fundamental para producir riqueza. Véase Manuel Castells, La era de la información. Economía, sociedad y cultura. Fin de milenio, t. III, Alianza Editorial, Madrid, 2006. 25. Ibídem, p. 62. 26. Ídem. 27. «[S]istema en el que la misma realidad (esto es, la existencia material/simbólica de la gente) es capturada por completo, sumergida de lleno en un escenario de imágenes virtuales, en el mundo de hacer creer, en el que las apariencias no están solo en la pantalla a través de la cual se comunica la experiencia, sino 28. Ídem. 43. En abril de 1989, cuando se produjo la avería en la central nuclear de Chernobil, Pravda mantuvo en su primera página acontecimientos tan lejanos a esa catástrofe como la visita del ministro de Asuntos Exteriores chipriota. Eduard Shevardnadze, entonces canciller, cuenta en sus memorias que quince embajadores extranjeros le habían pedido audiencia para tratar los efectos de Chernobil antes de que él mismo recibiera información alguna sobre esa catástrofe ecológica sin precedentes. Véase Eduard Shevardnadze, El futuro pertenece a la libertad, Ediciones B, Barcelona, 1991, p. 211. 29. Alexandr Zinoviev, La caída del imperio del mal, Edicions Bellaterra, Barcelona, 1999, p. 106. 44. Alberto Melucci, Acción colectiva, vida cotidiana y democracia, El Colegio de México, México, DF, 1999, p. 69. 30. Jesús Galindo Cáceres, «Cibercultura, ciberciudad, cibersociedad: hacia la construcción de mundos posibles en nuevas metáforas conceptuales», Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, v. IV, n. 7, Colima, junio de 1998. 45. Julio García Luis, «Revolución, socialismo…», ob. cit., p. 199. que se convierten en la experiencia. Todos los mensajes de toda clase quedan encerrados en el medio, porque este se ha vuelto tan abarcador, tan diversificado, tan maleable, que absorbe en el mismo texto multimedia el conjunto de la experiencia humana, pasada, presente y futura, como en ese único punto del universo que Jorge Luis Borges llamó el “Aleph”» (Manuel Castells, La era de la información. Economía, sociedad y cultura. La sociedad red, t. I, Alianza Editorial, Madrid, 2002, p. 144). 31. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sostiene que la brecha digital tiene dos dimensiones: extensión (acceso) y profundidad (calidad de acceso). Véase CEPAL, Las TIC para el crecimiento y la igualdad: renovando las estrategias de la sociedad de la información, Tercera Conferencia Ministerial sobre la Sociedad de la Información de América Latina y el Caribe, Lima, noviembre de 2010, p. 358. , 2013 32. El número de usuarios de las redes de telecomunicaciones en Cuba en 2011 era de 23,2 por cada cien habitantes, cifra en la que se integran aquellos que acceden a los servicios de intranet y de Internet, tanto en el área residencial como social (ONEI, ob. cit.). A nivel internacional, 32,5 personas en el mundo de cada cien accedían a Internet desde sus hogares en 2011 [ITU, Measuring the Information Society 2012, ITU, 2012, disponible en www.itu.int/ ITU-D/ict/publications/idi/material/2012/MIS2012-ExecSum-S. pdf (consultado 14/12/2012)]. 33. Véase Mark Surman y Katherine Reilly, «Appropiating the Internet for Global Activism» (Informe para el Social Science Research Council), noviembre de 2003, disponible en http:// files.uniteddiversity.com/Effective_Organizing/Appropiating_ the_Internet_for_Social_Change.pdf (consultado 1/5/2013). En español puede obtenerse en http://omec.uab.cat/Documentos/ TIC_desenvolupament/0064.pdf. 34. José Luis Rodríguez, entrevista realizada por la autora, 18 de diciembre de 2012. 35. Julio García Luis, «Revolución, socialismo, periodismo. La prensa y los periodistas cubanos ante el siglo xxi», 2011. [Inédito]. 36. Ibídem, pp. 55-6. 37. Manuel Castells, La era de la información… Fin de milenio, ob. cit., p. 90. 38. Frei Betto, «El nombre político del amor», Caminos, n. 48, La Habana, abril-junio de 2008. 39. José Luis Rodríguez, entrevista citada. 40. Véase Larissa Adler Lomnitz, «Confianza, redes sociales y economía informal: un análisis comparado», Anuario de Estudios en Antropología Social, n. 1, Buenos Aires, 2004; Manuel Castells, La era de la información… Fin de milenio, ob. cit. 41. Julio García Luis, «Revolución, socialismo…», ob. cit., p. 56. 42. Manuel Vázquez Montalbán, Moscú de la Revolución, Debolsillo, México, DF, 2005, p. 5. La glasnost: paradoja en la era de la web 3.0 29 Aspectos morales y éticos de las TIC Lázaro J. Blanco Encinosa Informático y profesor. Centro de Estudios de Técnicas de Dirección. Universidad de La Habana. É tica es la parte de la filosofía que estudia las reglas de la moral, y de la conducta humana, aquello que está bien o mal. Proviene de la palabra griega ethos, que significa comportamiento. El mundo la ha aceptado como una ciencia normativa, indicativa del proceder adecuado en una época, cultura y lugar determinados. El hecho de vivir en comunidad exige la existencia de principios sobre lo que es correcto e incorrecto. Tales principios deben ser respetados para garantizar la convivencia pacífica entre los seres humanos.1 «El respeto al derecho ajeno es la paz», dijo el prócer mexicano Benito Juárez,2 excelente resumen de lo que debe ser la ética en cualquier sociedad. Hay evidencias de que el estudio de la ética tiene más de cuatro mil años. Confucio en China; Pitágoras, Sócrates y Aristóteles en Grecia y Jesús en Palestina; fueron algunos de los pensadores que ayudaron a definir el pensamiento ético de la humanidad. José Martí fue digno heredero de esos filósofos. En la actualidad, cuando las tecnologías de la información y el conocimiento (TIC) se introducen cada vez más en las sociedades, incluso sin algunos advertirlo, la ética enfrenta nuevos retos y dimensiones en las que debe adentrarse, otros enfoques y definiciones que deben esbozarse. Los sistemas de información y las tecnologías están impactando muy rápido nuestras vidas, sin dar tiempo a que se medite lo suficiente en sus implicaciones. Cada vez más utilizamos las computadoras, los teléfonos móviles, las redes sociales y sin darnos cuenta nuestra existencia toma una dependencia casi absoluta de esas tecnologías. Las informaciones sobre nosotros viajan por el ciberespacio y se almacenan en lugares que no conocemos, lo 30 n. 74: 30-37, abril-junio de 2013 Lázaro J. Blanco Encinosa cual posibilita su empleo en acciones que no hemos aprobado. Empresas, gobiernos y hasta individuos pueden acceder a nuestros datos y usarlos para su beneficio sin que nos enteremos. ¿En qué medida esas situaciones son conocidas por los diseñadores e implementadores de los sistemas y tecnologías de la información? ¿Los analistas y programadores se detienen a pensar que algunas de sus acciones pueden ser perjudiciales para sus congéneres e incluso para ellos mismos? ¿En los países existe la legislación necesaria para proteger a los ciudadanos de la interferencia de los agresores a sus derechos mediante las tecnologías de la información? ¿Hay alguna garantía de que los sistemas de información no sean empleados con objetivos diferentes a los que motivaron su creación, en beneficio de otros? ¿Estamos conscientes de ello? ¿Los sistemas de información se hallan lo suficientemente protegidos para evitar fraudes o errores que perjudiquen a organizaciones y ciudadanos? Son algunas de las preguntas básicas para tratar una problemática que todavía no ha sido analizada en su totalidad en el mundo. No pretendo ofrecer respuestas, ni siquiera opiniones definitivas, sino exponer preocupaciones y abrir puertas a la reflexión colectiva. Tampoco intento analizar la problemática de un país en particular; este trabajo constituye un primer paso hacia estudios más profundos, específicos y, tal vez, locales. Elementos éticos en la sociedad de la información Las ideas éticas surgen condicionadas por el sistema económico vigente, la historia, las relaciones sociales de producción y propiedad y la idiosincrasia de los pueblos, entre otros factores. Quiero destacar aquí las relaciones más importantes entre algunos de estos elementos, en ese proceso complejo llamado sociedad de la información. El individuo, los grupos sociales y la sociedad interactúan entre sí. A su vez las relaciones sociales de producción, sobre todo las de propiedad, y el sistema económico en su conjunto se relacionan con aspectos superestructurales, como la cultura, la religión (una manifestación de la cultura), el sistema legal, el político, las costumbres, entre otros elementos, para condicionar las ideas morales vigentes. Entre esas ideas siempre tuvieron un lugar importante, aunque en constante evolución, los criterios dominantes sobre los derechos del ser humano, entre los que destacan el derecho a la vida, a la propiedad, a la privacidad, a la libertad de pensamiento y de expresión, a estar informados, etc. Igualmente forman parte de las ideas éticas las relaciones interpersonales e intergrupales, los datos individuales, familiares, entre otros. La tecnología de la información y las comunicaciones impacta sobre dichas ideas y sobre esos derechos. En esencia no los cambia, pero abre nuevas facetas de estos, se redefinen y a la vez crean nuevas condiciones, tanto para reafirmarlos como para violarlos. Tales facetas o dimensiones morales se intentan resumir a continuación: • Vida del ser humano: Incluye los valores que preservar y desarrollar en una sociedad basada en la información y el conocimiento, las instituciones formales e informales (familia, organizaciones, etc.), las prácticas culturales que emergen, se modifican y desaparecen por la influencia de los sistemas y tecnologías de la información. • Sistema social: Abarca las informaciones que deben existir para proteger los derechos individuales, de las organizaciones y de la sociedad en su conjunto, así como exigir el cumplimiento de las obligaciones de esos actores. • Dirección y responsabilidad individual y colectiva: Comprende la definición de las organizaciones y las personas que tienen, pueden y deben asumir y enfrentar la responsabilidad legal y moral por el perjuicio a los individuos y organizaciones, a sus derechos de propiedad y de utilización de la información individual y colectiva. • Derechos y obligaciones de posesión y propiedad de la información: Incluye la política de protección y cesión de los derechos de propiedad intelectual en la sociedad de la información —patentes y licencias en la época digital. • Deberes, derechos y atribuciones de información: Atañen a los individuos y las organizaciones, en relación con la información sobre sí mismos. Incluye el balance entre la privacidad y la necesidad de información para la sociedad. Se relaciona con la legalidad como reflejo y soporte de la ética. La acentuación de algunas situaciones tecnológicas en el mundo hace que las dimensiones morales mencionadas se tornen especialmente sensibles. Por ejemplo, cada vez es mayor la dependencia de los seres humanos de la informática, tanto individual como social. Nuestros ahorros, depositados en los bancos, dependen de la fiabilidad con que los sistemas de información de estas instituciones trabajen; nuestras pólizas de seguro están informatizadas, al igual que nuestras cuentas de electricidad, gas, teléfono; se conocen nuestras llamadas telefónicas, nuestros mensajes de correo electrónico, etc. En consecuencia, las informaciones sobre nosotros están en múltiples lugares, como los registros de población y vivienda, bancos, hospitales, escuelas, agencias para el cobro de Aspectos morales y éticos de las TIC 31 impuestos, etc. Cada vez apareceremos en más bases de datos. Esas informaciones pueden ser utilizadas por innumerables instituciones y personas, privadas y gubernamentales. Por ejemplo, las empresas comerciales pueden emplearlas para operaciones de marketing y ventas incluso no solicitadas por nosotros. Asimismo, diversas agencias estatales y gubernamentales pueden acceder a ellas sin que lo sepamos. ¿Quién protege al ciudadano en esos casos? ¿Quién asegura el adecuado balance entre privacidad y necesidad social? La mayoría de las personas ni siquiera ha pensado en eso. Definiciones éticas básicas La ética, y consecuentemente su comportamiento, es un componente básico para la conservación de la especie humana. Otrora se establecieron reglas éticas para la convivencia. Recordemos, entre otros, los mandamientos o leyes que Moisés recibió de Dios en el Monte Sinaí, acorde a la Biblia; o el conjunto de recomendaciones éticas contenidas en el cuerpo de patakines de Ifá, en la religión o regla de Ocha.3 Algunas de esas reglas u orientaciones morales, aceptadas por la mayoría, son: • No hacer a los demás lo que no quisiera que le hicieran a usted. • Si algo no es adecuado para todos, tampoco lo es para nadie. • Si un acto no se puede repetir, entonces nunca debe realizarse. • Debe tomarse la acción que alcance los valores mejores. • Debe tomarse la acción que menos daño produzca. • Todos los objetos son propiedad (virtual o real) de alguien, a menos que se indique lo contrario. En otras palabras, nada es gratuito. Todas esas reglas o principios están englobadas o comprendidas en la primera, y esta es equivalente al mandamiento cristiano que dice «amaos los unos a los otros». Debe advertirse que son un sistema de principios. No se puede cumplir uno e incumplir los demás. Pero si durante milenios el ser humano tuvo tiempo de consolidar poco a poco las ideas morales y la concepción ética del mundo, con posterioridad a la difusión de la informática y las redes de comunicación globales no ha sido así. La tecnología ha ido tan rápido, que no nos ha permitido discernir entre lo correcto y lo que no lo es. El comportamiento ético presupone la existencia de libertad para que el individuo y las organizaciones diseñen su accionar y elijan el camino que consideran correcto. Para ello deben aceptar las consecuencias de 32 Lázaro J. Blanco Encinosa sus actos, por lo que asumen varios principios básicos adicionales: La responsabilidad. El individuo responde por sus actos, sus costos sociales, económicos, físicos y humanos; así como los deberes y obligaciones que entrañan. Las instituciones también deberán también asumir tal principio ético. Ambos actores deberán rendir cuenta de sus actos, definir quién es el responsable de los mismos, y aceptar tanto premios como castigos, en dependencia de si las acciones repercuten positiva o negativamente en los demás. El soporte legal. En un estado de derecho, el cuerpo legal apoya la moralidad vigente, la ética reinante. Evidentemente, la tecnología y los sistemas de la información están en manos de las personas, las cuales harán un buen o mal uso de ellos, en la medida de sus intereses y sus ideas. El soporte legal debe asegurar, tanto el castigo a los malos utilizadores, como el resarcimiento de los daños y perjuicios morales y materiales a los afectados. Derechos del ciudadano y las instituciones La privacidad es el primer derecho del ciudadano en la era de la sociedad de la información. Significa poder comportarse y actuar sin ser vigilado o interferido por otros individuos u organizaciones. Incluye, por supuesto, el accionar durante todo el día en el hogar, el trabajo, la escuela, entre otros lugares. Las TIC amenazan esa privacidad al hacer muy sencilla y barata su violación. Muchos países han emitido leyes para proteger ese derecho, como la Directiva sobre la protección de datos, de la Comisión Europea, del 25 de octubre de 1988;4 y la Ley sobre la privacidad de las comunicaciones electrónicas, de los Estados Unidos, de 1986.5 Sin embargo, la práctica demuestra que algunas de esas leyes en ocasiones son violadas, incluso por los propios gobiernos que las emiten. No obstante, su violación eventual o sistemática no implica que sean leyes inútiles. Son apoyos muy necesarios para establecer y consolidar los valores morales y los derechos de las personas. En función de este derecho, los ciudadanos deben esperar (incuso los que no conocen mucho sobre las TIC) que las instituciones que elaboran y utilizan sistemas informáticos apliquen prácticas honestas de información. Esta debe usarse solo para lo que fue solicitada, con el consentimiento expreso de los que la produjeron. Los individuos u organizaciones deben contar con la facultad de revisar y refutar, en caso de ser necesario, la certeza e integridad de las informaciones. Los responsables de solicitar los datos Las TIC han complicado la protección de las creaciones intelectuales, debido a la facilidad para copiarlas y distribuirlas en las redes. Se ha creado la falsa idea (deliberada o espontáneamente) de que lo que está allí puede ser utilizado de manera indiscriminada, sin permiso y sin reconocer su fuente. deben tomar todas las providencias para protegerlos y para garantizar que sean ciertos, mediante un cuerpo legal de leyes, resoluciones y normativas que avale ese derecho de los ciudadanos y las obligaciones de las instituciones. Ese cuerpo legal es necesario, pero lamentablemente no es suficiente. Debe recordarse que estos derechos están más amenazados que nunca, con elementos como las cookies, los web bugs, los programas espías (spyware)6 y los restantes programas malignos.7 Si bien las cookies son microprogramas utilizados en determinados sitios web para optimizar el acceso de los usuarios a estos, también su labor puede desvirtuarse, cuando los datos que manejan son mal empleados. Los web bugs son pequeños programas insertados en mensajes de correo y páginas web para conocer quién los está leyendo y trasmitirlos a otra computadora. Los spyware pueden determinar, por ejemplo, lo que se escribe en un teclado y transportarlo a otras computadoras de la red sin que el usuario se entere. Asimismo, los virus y otros programas malignos pueden utilizar indebidamente la información de las computadoras en que se introducen. Estos elementos amenazantes pueden ser utilizados por empresas para realizar prácticas deshonestas de mercadeo, por gobiernos para vigilar a sus ciudadanos o por personas inescrupulosas y de comportamiento malévolo, como hackers y crackers. Algunas instituciones se han unido para lograr sistemas más seguros que protejan los derechos de sus clientes y consumidores. Están promoviendo el empleo de «sellos en línea», para certificar los sitios web que han adoptado los principios de privacidad. Un ejemplo de ello es el sello TRUSTe que se coloca en las páginas web de aquellos sitios que han implementado medidas de seguridad, privacidad de divulgación, elección y acceso.8 Algunas herramientas se han elaborado y difundido para aplicar medidas de seguridad, como la encriptación de correos electrónicos y la apariencia de anonimato en la navegación en la Web. Por ejemplo, la Plataforma para las Preferencias de Privacidad (P3P) asegura la comunicación de políticas de privacidad entre los sitios de comercio electrónico y sus clientes y visitantes. El segundo derecho de los ciudadanos e instituciones es el de expresarse con total libertad, sin que nadie lo coarte, lo amenace o castigue por haberlo hecho. Ese derecho debe equilibrarse con la responsabilidad de no difundir informaciones falsas, denigrantes, estimulantes de la violencia o que afecte la dignidad y derechos de otras personas e instituciones. Otro es el derecho a la información correcta sobre sí mismos. Debe garantizarse que las informaciones que los ciudadanos y las organizaciones colocan en las bases de datos de instituciones privadas y públicas sean las correctas y que estén protegidas, por diferentes medios, de las diversas alteraciones que pueden ocasionar daños y perjuicios. Los cambios en los nombres, en las direcciones, o en otras informaciones, traen, en el mejor de los casos, serios inconvenientes y molestias a los ciudadanos y las instituciones, y en el peor, profundos daños en su hacienda, en su imagen o en la propia persona o institución. Los diseñadores de software tienen la obligación moral (no solo técnica) de introducir en él los controles de validación necesarios para garantizar que se disminuyan al mínimo los errores y cambios dolosos. Los capturadores manuales de datos tienen similar obligación durante la realización de su trabajo. Más adelante se volverá a tratar este aspecto, en el acápite sobre calidad de la información. Un derecho priorizado es el que tienen las personas e instituciones a que la información que se coloca en los medios de la Red sea la adecuada, sin contenido ofensivo, amenazante, perjudicial o falso. La pornografía (con cierta frecuencia infantil, que atenta contra lo más valioso de la sociedad: la niñez), la incitación al odio y la violencia, la difusión de técnicas y métodos para la construcción de armas (incluso de exterminio masivo) y de ideologías excluyentes y agresivas, la discriminación racial, política, de género, de preferencias sexuales o simplemente ideológica, son algunos ejemplos de informaciones de este tipo. Existe mucha irresponsabilidad (en el mejor de los casos) y maldad (en el peor) en personas e instituciones que tienen la autoridad y los medios para colocar información en Internet. Este derecho a la información sin contenido ofensivo o perjudicial, debe ser defendido por todos los medios posibles: legales, técnicos y, por supuesto, morales. Sin embargo, no siempre es fácil: lo que un individuo o un grupo piensa que es bueno y adecuado, otro no necesariamente lo comparte. Las opiniones contrapuestas y contradictorias acerca de la vida, la religión y la sexualidad, entre otros aspectos, dificultan notablemente la defensa de este derecho. No obstante, debemos luchar por que las personas e instituciones aprendan a respetarse y a Aspectos morales y éticos de las TIC 33 convivir entre sí, pese a opiniones y criterios diversos: es algo profundamente ético y conveniente para la conservación de la especie humana. Resulta importante utilizar las redes de información adecuadamente sin que personas, organizaciones y gobiernos lo impidan. Desde que sus desarrolladores las pusieron a disposición del mundo, los ciudadanos e instituciones recibieron tácitamente el derecho de acceder a ellas, siempre y cuando respeten los otros derechos aquí mencionados. Otro derecho de las instituciones y de los que conviven en este planeta, es el de conocer las mejores ideas y prácticas para la defensa del medioambiente. Por supuesto, ello implica la denuncia y condena de prácticas y criterios perjudiciales al entorno y la diversidad animal. Internet es una poderosa herramienta que puede contribuir mucho a salvar nuestro hábitat. Los que utilizamos las TIC tenemos que adoptar una actitud más activa en defensa de la Tierra y sus habitantes. No puede admitirse la difusión de ideas contrarias a la conservación del medioambiente y las especies. Un derecho de las instituciones que se viola con frecuencia es el empleo de los medios técnicos de la información (computadoras, redes, etc.) para los fines a los que se destinaron originalmente, ya sea por los empleados o por sus jefes (abunda el uso de correos electrónicos de carácter personal, utilización privada de las computadoras de la institución, almacenamiento de informaciones ajenas al trabajo de la organización, realización en el tiempo de trabajo de tareas privadas, etc.). Al usar estos medios para fines particulares (igual que los autos de la institución u otros activos), no se piensa que ese proceder indebido es prácticamente un robo. Es usual que las personas que utilizan una computadora para su trabajo en alguna empresa u organización estatal, tenga el disco duro lleno de su música o películas preferidas. ¿Es esto perjudicial realmente o es una exageración del autor? La inversión en medios técnicos de computación ha sido notable para todos los países en las últimas décadas, pero no siempre se ha basado en criterios racionales desde el punto de vista técnico y económico. Se han adquirido millones de máquinas con una velocidad y una capacidad de almacenamiento superior a las necesidades reales de las empresas y organizaciones. Ello ha representado una erogación mucho mayor que la debida. Un derecho que debe respetarse es el relativo a recibir solo la información deseada. Recibimos correo spam o basura, con publicidad comercial o política; nos llegan programas malignos enmascarados en documentos aparentemente inofensivos; nos envían cartas cadenas, pidiendo dinero o sugiriendo que las renviemos si queremos recibir determinados bienes morales o materiales; nos amenazan u hostigan con 34 Lázaro J. Blanco Encinosa mensajes de odio; nos mandan informaciones obscenas que pueden llegar a afectar a nuestros hijos. A veces participamos de ese irracional intercambio cuando nos enrolamos en la difusión de un absurdo mensaje de cadena, porque nos parece simpático o agradable, sin pensar en los derechos de los demás y en el hecho ineludible de que contribuimos a la congestión innecesaria de las líneas de comunicación. Es difícil solucionar esa situación, en la que participamos todos de una forma u otra, pero debemos meditar al respecto, a los efectos de recuperar o desarrollar parte de una ética perdida o que no se construyó. Se le ha concedido poca atención al derecho que tenemos todos a que se conserve la memoria histórica de la sociedad.9 Nunca antes se había producido tanta información y tanto conocimiento, ni ha sido tan fácil su difusión y conservación. Y nunca, como ahora, se ha perdido esa información y ese conocimiento, por factores como el cambio acelerado de tecnologías (soportes de información, procesadores, métodos de almacenamiento, etc.), la volatilidad de las mismas, la obsolescencia moral y real, espontánea y programada,10 la posibilidad de ataque a centros de servidores por tiranos y dictadores, las agresiones bélicas, el terrorismo, los desastres naturales, etcétera. La propiedad intelectual Las TIC han complicado la protección de las creaciones intelectuales, debido a la facilidad para copiarlas y distribuirlas en las redes. Se ha creado la falsa idea (deliberada o espontáneamente) de que lo que está allí puede ser utilizado de manera indiscriminada, sin permiso y sin reconocer su fuente. La propiedad intelectual debe ser respetada y protegida mediante prácticas legales e informáticas, a los efectos de garantizar el secreto comercial, los derechos de autor y las patentes. El primero se relaciona con informaciones vinculadas a un producto del trabajo intelectual creativo: una fórmula, un dispositivo, un determinado patrón de comportamiento o el conjunto informativo de ciertas investigaciones observadas destinado a su explotación productiva o comercial. Existen leyes que protegen el secreto comercial, incluidos tanto el objeto como las ideas que lo sustentan. Un ejemplo de ello es el software con elementos novedosos o exclusivos, y en el cual la idea puede ser más valiosa que la solución en sí. El secreto comercial debe protegerse por contratos de no divulgación. Los derechos de autor, también llamados reservados o copyright, abarcan obras de diverso tipo: canciones, poemas, novelas, libros científicos, artículos, etc. Por lo general, la legislación protege al autor en vida y durante cierta cantidad de años después de su muerte para beneficiar a sus herederos. El software se protege mediante esa fórmula, sea o no novedoso —siempre que esté registrado—, así como el original y las copias vendidas o cedidas, y se definen los derechos tanto del creador como de los compradores. Las ideas que sustentan una creación de este tipo no siempre pueden protegerse. Por ejemplo, un compositor puede copiar el sentido de la letra de una canción y modificar la melodía hasta hacerla suficientemente distinta de la original, para distinguirla de esta. Un comprador de un programa de software puede analizar cómo funciona y hacer otro diferente, incorporando solo las ideas interesantes. Las patentes constituyen protecciones legales que se establecen sobre máquinas, procedimientos, dispositivos o similares, y se destinan a premiar la novedad, la originalidad y el esfuerzo de invención y desarrollo de un autor (persona o institución), mediante la concesión de un monopolio de propiedad que puede representar beneficios económicos y de imagen a su dueño. En las últimas décadas se ha llegado (en los Estados Unidos) a conceder patentes a softwares muy específicos. Esto, sin embargo, puede ser extremadamente difícil por las propias características de ese tipo de creación. En los momentos actuales, la protección de cualquiera de estos tres casos de propiedad intelectual es complicada, pues resulta sencillo y barato copiar, alterar, modificar y distribuir esos productos o ideas. Con frecuencia el software que utilizamos es pirata,11 al igual que la música o las películas que disfrutamos. Por ejemplo, la posibilidad abierta en Cuba, desde 2011, para que las personas copien y vendan CD y DVD con solo pagar una licencia —que no incluye el pago de patentes, secreto comercial o derechos de autor—, está perjudicando sobremanera a las propias empresas cubanas (por ejemplo, las disqueras), que no pueden luchar contra esa competencia desventajosa en extremo, pues los cuentapropistas colocan productos —copiados ilegalmente a esas empresas— a precios mínimos en el mercado, sin necesidad de pagar derechos a los autores. Algunos casos han recibido mucha difusión en la prensa, como la lucha exitosa, pero tardía, de Metallica y otros grupos musicales contra Napster y su servicio de distribución gratuita de música. Otros creadores (y algunos que no lo son tanto) están promoviendo la total libertad en el campo de la creación intelectual. Proponen el uso libre de obras musicales, literarias, de software, etc. Han acuñado incluso el término copyleft (sin ningún sentido semántico, solo por oposición al copyright). Las primeras versiones de Linux son un ejemplo de ello (las versiones posteriores no han sido así: al parecer se impone la tendencia del copyright). Esa nueva orientación ética no ha sido aceptada por la mayoría de los creadores por una razón simple: necesitan comer, alojarse, vivir, lo cual es posible por la venta de sus obras. Aunque no he hecho una investigación seria que me permita sustentar mi opinión, es probable que los que defienden el copyleft sean financiados por alguien. Dicho en un lenguaje más coloquial y más cubano, alguien los mantiene. Lo más generalizado (y al parecer hasta ahora lo más acertado) es defender la propiedad intelectual y los ingresos que esta proporciona a sus autores. Se están haciendo esfuerzos en el mundo para mejorar esta situación, pero nada indica que se podrá solucionar, al menos en un corto plazo. Lamentablemente, en algunos países no se le ha prestado a ello la atención debida. O se le ha dado una solución ambigua y poco ética: se protegen determinados productos porque se consideran valiosos comercialmente, y otros se dejan desprotegidos. No debe olvidarse que también existen derechos morales sobre la propiedad intelectual: el derecho de publicación, a partir del cual el autor puede elegir cuándo divulgar su trabajo al público; el de atribución o asociación, que postula que el autor debe asociarse a su trabajo y ser reconocido como tal, y el de integridad, mediante el cual el autor puede oponerse a cualquier modificación a su trabajo. Esta problemática puede resultar compleja y no es privativa de un país determinado. Su análisis excede las posibilidades y objetivos de este trabajo. Calidad de la información y los sistemas informáticos La elevada calidad en los sistemas de información y las redes de comunicación es cualidad indispensable para que derechos como los mencionados anteriormente puedan manifestarse. Los diseñadores y elaboradores de software —ingenieros y licenciados en informática y ciencias de la computación, analistas de sistemas, administradores de redes y sistemas de bases de datos, programadores en general, directivos de la actividad, etc.— tienen la obligación de crear los sistemas de información con la calidad requerida y con las protecciones necesarias para conservar adecuadamente lo que almacenan y utilizan, introducir los controles necesarios para evitar errores y fraudes; impedir, por los medios a su alcance, que esas informaciones se empleen para fines diferentes a los que fueron concebidos. Hay una realidad incuestionable: es casi imposible lograr 100% de calidad en una pieza de software de algunos millones de líneas de código (cada una de las diferentes versiones de Windows, por ejemplo, pasa Aspectos morales y éticos de las TIC 35 fácilmente de los cuatro millones de instrucciones). Esto añade otra faceta moral a la problemática ética de los sistemas de información: ¿hasta dónde deben realizarse pruebas al software para garantizar su calidad? ¿En qué momento ética, económica y técnicamente factible debe darse por terminado el trabajo? Ello debe conocerse y aceptarse: el software siempre tendrá algún defecto. Desde mis inicios como programador de computadoras, hace más de cuarenta años, aprendí una máxima que no ha dejado de regir la elaboración de software: nunca puede asegurarse que un programa está perfecto. Lo único que se puede afirmar es que hasta el momento en que se analiza ha funcionado de determinada manera (correcta o no). Tampoco nadie es capaz de impedir, sobre todo en países con normas legales imprecisas en estos aspectos, que una agencia gubernamental, por ejemplo, invocando alguna ley o el «interés nacional», exija los datos sobre ciudadanos o instituciones y los emplee para determinada forma de represión. Menos aún puede impedirse el empleo de spyware u otro medio para acceder directamente a esos datos, sin solicitarlos. Otros aspectos relacionados con la ética afloran constantemente y exigen reflexionar sobre ellos. Uno de los más peligrosos, y a la vez desconocidos, es el de los cyborgs. Ese término surgió del género de la ciencia-ficción, donde aparecen seres en parte humanos y en parte robots. Una vez más se cumple el aforismo de Julio Verne: «Lo que un hombre puede imaginar, otro puede crearlo». Ya los cyborgs están aquí. Primero fueron los propios científicos: algunos se insertaron chips para cumplir funciones de monitoreo o de expansión de sus capacidades físicas y mentales. Pero ya esas opciones pasan al mundo empresarial y se difunden como un producto o servicio más del mercado. Y aquí viene la pregunta ética: ¿están evaluadas todas las consecuencias de esa inserción, de esa combinación? En muchos casos, las enfermedades e insuficiencias congénitas —personas sordomudas, ciegas, parapléjicas, que han perdido sus miembros, etc.— pueden justificar esos implantes. Pero, ¿y en el caso de personas que solo intentan mejorar sus capacidades físicas y mentales? ¿Habrá consecuencias negativas, a causa de las insuficientes pruebas realizadas? ¿Se producirá un nuevo conjunto de seres superhumanos, debido a sus posibilidades económicas o a sus posiciones de poder político (que les permiten pagar el precio elevado de esos implantes), y con ello una causa más de desigualdad y discriminación? ¿Y si esos hiperdotados resultan éticamente subhumanos o peor, antihumanos? ¿Nos esclavizarán los cyborgs? ¿Y si por error resultan supertontos y devienen una nueva carga para la humanidad? ¿Y si se convierten en 36 Lázaro J. Blanco Encinosa la pesadilla que nos mostraron películas como Blade Runner? No hay respuestas a esas preguntas, pero la realidad es que la tecnología avanza mucho más rápido que la moral y nadie puede prever las consecuencias de esas combinaciones. En materia de calidad de los sistemas informáticos, nadie está más informado que los especialistas en esta materia. Tienen los saberes y las habilidades necesarias para poder entender las consecuencias de sus actos. El gran público confía en ellos. Asume que harán siempre lo correcto, no solo en el plano técnico, sino en el moral. Pero, ¿y si no todos actúan así? ¿Si existieran debilidades éticas conviviendo al lado de grandes capacidades científicas y técnicas? ¿Si algunos técnicos y especialistas se alineasen del lado oscuro? Y sin llegar a esos extremos, ¿si la indiferencia moral se adueña de algunas mentes? Meditemos todos, en particular los especialistas. Una conclusión inconclusa La paradoja que se ha escogido para encabezar esta sección describe la situación exacta de la problemática analizada: la ética y los aspectos morales en las tecnologías de la información y las comunicaciones están en proceso de cambio, de modificación, por el impacto tan grande y sostenido de las transformaciones tecnológicas. No es este, pues, un trabajo terminado. No puede serlo. Es solo un llamado de alerta. El ser humano ha materializado en gran medida sus aspiraciones. Nunca como ahora se ha aplicado a ultranza la siguiente máxima: «El fin justifica los medios». Eso es preocupante y puede crear una jungla digital donde no se respeten los derechos de nadie y solo rija la ley del más fuerte, o sea, del más hábil digitalmente, con el agravante de que una acción indebida puede multiplicarse ad infinitum por las redes informáticas. Si la ética y la moral no son rescatadas, si la concepción del bien y el mal no se aplica a situaciones como las descritas, toda nuestra libertad, dignidad e integridad —hasta la vida— pueden ser peligrosamente menoscabadas, dañadas o incluso eliminadas. Cada uno de nosotros y la humanidad toda, puede encontrar dentro de sí, la solución. Busquémosla. Notas 1. Las bases ideológicas de este trabajo son las ideas de los grandes humanistas de la historia, como Jesús y Gandhi. El documento fundamental que lo inspiró es la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo aniversario 63 se celebra el 10 de diciembre, y que fue promovida por Cuba, concretamente por el diplomático cubano Guy Pérez-Cisneros, en la III Asamblea de las Naciones Unidas (París, 1948). 2. Citado por José C. Melo, Empresa. Una mirada inusual a su organización empresarial, Editorial Academia, La Habana, 2012. 3. Este artículo no es sobre religión. El autor asumirá como ciertos, con todo respeto, tanto los planteamientos bíblicos como los patakines que legaron nuestros ancestros, primero oralmente y después en forma escrita, como puede comprobarse en las libretas de Ocha de cualquier ilé ocha en Cuba. En definitiva, lo importante es que en ambos casos se hallan reglas éticas similares para garantizar la paz y la convivencia entre los seres humanos. 4. Citada por Kenneth C. Laudon y J. P. Laudon, Sistemas de información gerencial. Administración de la empresa digital, Pearson y Prentice Hall, México, DF, 2008, p. 141. 5. Ibídem, p. 139. 6. Véase Amaury E. del Valle, «Software espía», GIGA, n. 3, La Habana, 2012. 7. Existe una copiosa literatura sobre programas malignos. Cada nueva edición de los programas antivirus tiene «enciclopedias» en línea sobre los virus, las cuales quedan obsoletas en pocos días. Sin embargo, algunos investigadores logran cierta generalización que puede ser útil para cualquier lector. Por ejemplo, véanse Edgar Guadis, «Infección y descontaminación de aplicaciones Windows de 32 bits», GIGA, n. 1, La Habana, 2012; y Lázaro J. Blanco Encinosa, Auditoría y sistemas informáticos, Editorial Félix Varela, La Habana, 2012. 8. Los buscadores más utilizados están capacitados para comprobar si ese sello existe y alertar al usuario antes de abrir un sitio WEB que no lo tenga. El que utilizo al momento de escribir este trabajo (Microsoft Explorer 2010) realiza esa función. 9. Véase Lázaro J. Blanco Encinosa, «Papeles son papeles», GIGA, n. 3, La Habana, 2012. 10. Véase «Obsolescencia programada», GIGA, n. 1, La Habana, 2012. 11. Incluyendo el que he utilizado para escribir este texto. , 2013 Aspectos morales y éticos de las TIC 37 Políticas digitales: Barack Obama y la campaña de 2012 Roberto Suro Profesor de Periodismo y Política Pública. Universidad del Sur de California. T eddy Goff tenía solo 25 años y pecas en el rostro cuando se convirtió en «director digital» de la campaña de 2012 para la reelección del presidente Barack Obama. A la larga creó un equipo integrado por doscientas cincuenta personas entre las cuales había programadores que desarrollaron un software único para rastrear a sus partidarios y sus actividades en línea. Se estima que gracias al esfuerzo digital se registró de más de un millón de nuevos votantes mediante la extensión en línea y la recaudación de seiscientos noventa millones de dólares en pequeñas contribuciones. A la altura del día del sufragio, el equipo digital estaba coordinando a ciento cincuenta mil voluntarios por todo el país.1 Se atribuye ampliamente a ese esfuerzo la movilización de los jóvenes votantes de entre 18 y 29 años que le brindaron a Obama su margen de victoria. A nivel nacional, el Presidente acaparó las dos terceras partes del voto juvenil y su ejercicio del sufragio se mantuvo fuerte, al tiempo que el número de votantes de otros grupos de edades declinaba en comparación con 2008. Según un análisis, ganó el voto juvenil por un margen levemente superior a 60% en los cuatro estados que le permitieron retener la Casa Blanca: Ohio, la Florida, Virginia y Pennsylvania. Si el candidato republicano Mitt Romney hubiese conseguido apenas aproximarse a un reparto 50-50 de la gente joven en esos estados, habría ganado las elecciones, debido a la ventaja masiva con que cuentan los republicanos entre los votantes de mediana edad y mayores.2 Por supuesto, muchísimos factores más ayudaron a dar forma al resultado de las elecciones, pero las redes digitales de Obama fueron el elemento novedoso. La 38 n. 74: 38-43, abril-junio de 2013 Roberto Suro interacción en línea entre la campaña y sus jóvenes partidarios cambiaron para siempre las formas en que se practicará la política en las democracias. Y ese cambio brinda poderosos atisbos para forjarse una idea del funcionamiento de la sociedad de la información. Al examinar lo que de hecho consiguieron Goff y su equipo, nos vemos obligados a mirar más allá de los mensajes y del modo en que eran enviados y valorar, en lugar de ello, una transformación fundamental del papel de la información en la vida moderna. Desde la victoria de Obama, Goff ha sostenido en entrevistas y discursos que la estrategia digital se basó en la creencia de que los votantes seguían deseando lo mismo que siempre han deseado de sus líderes políticos. «Creímos que ellos [los votantes] siguen siendo impulsados por lo mismo que siempre los ha impulsado, que los inspiren, que los escuchen y que los respeten», dijo en enero.3 Arguye que la transacción esencial entre los candidatos y los votantes en 2012 no se diferenció de lo que siempre ha sido. Lo que varió fue la relación entre los propios votantes. La campaña de Obama generó un flujo estable de contenido digital sumamente atractivo que alcanzó al público en una variedad de plataformas en línea. Estas incluyeron los mensajes de correo electrónico, colocaciones en Facebook, mensajes en Twitter y videos en YouTube. Según las mediciones estándares de la comunicación, la campaña rompió récords con las meras proporciones de su público en línea. Los videos de campaña de Obama colocados en la Red fueron vistos alrededor de ciento treinta y tres millones de veces. Aunque un público aun mayor hubiera podido ver esos mismos videos en la televisión aérea, no habrían tenido el mismo efecto. Lo que mostró la campaña de Obama fue que, en la sociedad de la información, la calidad del contenido que se produce es importante, pero no decisiva. Además, luego de cierto punto, no importa cuántas personas lo ven. El verdadero poder de los medios digitales de difusión radica en lo que la gente hace con el contenido, cómo lo utiliza y si lo comparte. El logro político revolucionario de esta campaña fue la utilización de los medios de difusión digitales como vía de movilización, no meramente de información. La campaña triunfó porque los encuentros digitales se convirtieron en el punto de partida para la acción política. Lo que separa a la era digital de la de la radio y teledifusión, es que el contenido en línea no se recibe de modo pasivo; el consumidor de la información es en esta oportunidad, además, un creador. Los mecanismos que hoy llegan a los públicos masivos también permiten que sus miembros conversen entre sí, y —más que conversar— esos mecanismos les permiten formular comentarios sobre el contenido, manipularlo, hacerlo suyo y luego pasárselo a otros. En la era de la radio y la televisión, un líder podía enviar mensajes a millones de personas en un instante, pero ahí concluía la comunicación. Ahora es apenas un primer paso en una cadena de comunicaciones en la que el mensaje es trasladado de una persona a otra. El presidente Obama concluyó la campaña con treinta y cuatro millones de amigos en Facebook. Eso parece mucho, pero téngase en mente que celebridades de primera línea como Lady Gaga, Shakira o Rihanna alcanzan la cifra de cincuenta millones. Sin embargo, lo que importó, según Goff, no fueron simplemente las cifras en bruto, sino lo que esos amigos presidenciales en Facebook podían lograr. Estos, a su vez, tenían amigos, y esas conexiones permitieron llegar a 85% del total del voto juvenil. Con listas de direcciones de correo electrónico y seguidores en Twitter, fue capaz de hacerse sentir en la casi totalidad de dicho segmento del electorado. El hecho de entender a ese público dio lugar a una estrategia de lo que Goff llamó «el compartir apuntado». El contenido en línea fue diseñado específicamente para hacer que los receptores se sintieran tentados a compartirlo con sus amigos. Por ejemplo, se utilizó el humor en modos en que no lo habría hecho la televisión transmitida por aire. De manera más señalada, el contenido de esta última fue estridentemente negativo porque apuntaba en su mayoría a desbaratar la credibilidad de Romney y a presentarlo como un millonario elitista sin contacto con el público. Al mismo tiempo, en línea, la campaña de Obama era inspiradora en su tono, alentadora e inexorablemente positiva porque se estimó que un material así tenía muchas más probabilidades de ser compartido. Sin embargo, ese no fue solo un esfuerzo para llegar a un público. Se creyó que lo comunicado a través de los medios sociales tenía un impacto particular. «La gente realmente confía en sus amigos, no en los anuncios políticos», dijo Goff en una entrevista a Rolling Stone. «Fue por eso que dedicamos tanto esfuerzo a asegurarnos de que nuestros partidarios podían ser embajadores efectivos para la campaña».4 El hecho de contar con un círculo interior de partidarios conocidos que son usados, a su vez, para cultivar y garantizar a los adicionales no es algo tremendamente novedoso. En ese sentido, la campaña de Obama representó un regreso a las formas clásicas de organización política que precedieron a la era de los medios de difusión masiva. Después de todo, los partidos políticos arrancaron hace doscientos años como redes estructuradas de los fieles que se lanzaban entonces a convertir a sus amigos y conocidos. Fue solo cuando las campañas políticas comenzaron a depender cada vez más de los medios de difusión para llegar a los votantes que la estructura organizativa fue abandonada en gran medida para adoptar en su lugar un enfoque publicitario. Políticas digitales: Barack Obama y la campaña de 2012 39 No obstante, las herramientas utilizadas en esta campaña, las de la era de la información, generaron un nuevo tipo de realidad política. Tres características de la comunicación digital ayudan a aclarar esa realidad: la puesta en capas, el trabajo en red y la remezcla. El proceso juntó en capas diversos tipos de información, tal como se ha vuelto típico en esa sociedad. La misma información existe en muchos medios distintos de difusión a la vez. Una versión no remplaza o desplaza a otra, los mensajes son más bien aditivos e iterativos. Por ejemplo, en la campaña el mismo contenido era diseminado en mensajes múltiples a todo lo ancho de plataformas de medios de difusión, como anuncios televisivos, redes sociales, reportajes noticiosos y eventos físicos. Una de las muestras más interesantes de esa práctica fue el uso de los medios sociales para formar grupos virtuales con intereses y características comunes, localizados en las mismas ciudades. Estos se conocieron en línea, desarrollaron vínculos en un espacio digital y luego sostuvieron reuniones cara a cara, en el mundo real. En las semanas finales de la campaña, la oficina digital de Obama organizó cerca de trescientas mil reuniones físicas entre los voluntarios. La puesta en capas de las interacciones virtuales y físicas, unida a los mensajes que llegaban a partir de una variedad de medios de difusión dio lugar a una organización política que dispuso tanto de amplitud como de profundidad. Los individuos que se conocieron y fueron organizados en línea conformaron luego el espinazo de un esfuerzo de movilización de votantes de puerta en puerta en el cual contactaron a vecinos y amigos que creyeron podían ser potenciales votantes de Obama. La cuestión de crear contextos en espacios digitales (networking) es la característica más familiar de los medios sociales. Cualquier persona puede ahora contar con un canal de comunicaciones con cientos e incluso miles de individuos, basado en muchos factores comunes. Compañeros de escuela, de profesión, fanáticos de las mismas estrellas de cine, dueños de los mismos tipos de gatos, personas que comparten puntos de vista políticos, pueden ahora, todos ellos, encontrarse e identificarse unos con otros. Estas interconexiones son tildadas de vínculos débiles por el hecho de que no existen una afinidad o relación fuerte resultantes de la labor en red en los medios sociales. La campaña de Obama demostró, no obstante, dos nuevas características del trabajo en línea con poderosas implicaciones para la esfera política. Evidenció que las redes pueden ser construidas intencionalmente (en oposición a la interacción casual de individuos que piensan igual), así como el modo en que puede ser manipulada la naturaleza de las conexiones entre miembros de la red. 40 Roberto Suro Dashboard («tablero de instrumentos») fue el nombre de la herramienta de computación creada para administrar los esfuerzos digitales de la campaña. Juntó en capas información sobre recaudación de fondos, las listas de direcciones de correo electrónico y los medios sociales, los esfuerzos de solicitud de votos realizados por los voluntarios, las encuestas de opinión pública y las fuentes comerciales como las compañías de tarjetas de crédito. Esa masiva base de datos era suministrada a través de algoritmos diseñados para predecir el grado de apoyo de los votantes individuales a la reelección del presidente en un rango del uno al cien. Según comentarios formulados por Jim Messina, el director de la campaña, Dashboard produjo cálculos individuales para cada votante en los estados donde la lucha fue determinante. Además, el sistema de computación clasificó a la gente en ocho categorías distintas, de modo que el mensaje pudiera ser fabricado a la medida de características específicas. La información era inservible a no ser que pudiera desplegarse. Los trabajadores de la campaña accedieron a Dashboard desde los barrios hasta la sede central nacional. Ello permitió el monitoreo y la medición de la labor que se realizaba. La información estuvo disponible de inmediato en teléfonos inteligentes y tablas a través de aplicaciones para móviles, Facebook e Internet. Además, posibilitó la elaboración de mensajes dirigidos a destinatarios bien caracterizados por parte de los voluntarios que visitaban a los votantes indecisos con información de fondo y un guión persuasivo en la mano. «Comprendimos que los amigos y la familia eran la mejor vía para llegar a los indecisos», dijo Messina, y Dashboard permitió a la campaña poner a aquellos individuos en la puerta de la casa de estos votantes. Se requirió más de un año para construir Dashboard. «Fue la cosa más difícil que hicimos», comentó Messina al respecto.5 Es cierto que muchas redes digitales se basan en vínculos flojos y resultan del hecho accidental de juntarse individuos que de otro modo carecerían de alguna otra cosa en común y de la capacidad para influirse recíprocamente en sus acciones. La campaña de Obama demostró que, una vez establecidos, los vínculos entre los individuos pueden evolucionar. En este caso la afinidad casual se transformó en la acción conjunta entre individuos que comenzaron como seguidores y luego se volvieron voluntarios. Personas que eran presentadas las unas a las otras en línea, más tarde formaron cientos de miles de microrganizaciones políticas dirigidas a individuos indecisos específicos en sitios específicos donde el resultado de la elección estaba en duda. La tercera característica de la era digital manifiesta en la campaña de Obama fue la remezcla. El contenido Una red política del tipo de la creada por la campaña de Obama fue muy distinta de una organización política de la era industrial y no se le puede juzgar por los mismos estándares. No fue diseñada para ser un ejército que responda a órdenes o que pueda repetir al unísono un mensaje. Quizás una red digital solo sirva para la movilización con vista a lograr un objetivo muy definido, como ganar unas elecciones. ya no solo se llevaba del creador al público. En su lugar, este último tenía las herramientas para modificarlo. En verdad el simple acto de compartir conlleva un grado de remezcla en la medida en que un individuo toma el contenido de otro e incorpora sus propios puntos de vista positivos al decidir pasarlo a otros miembros de su red social. Marcar algo con un «Me gusta» en Facebook es un acto de remezcla. Y, por supuesto, hay maneras mucho más complejas y creativas en las que los miembros de un auditorio digital pueden combinar el contenido de muchas fuentes para crear uno suyo y nuevo. El control sobre el mensaje y el contenido es el imperativo típico en un contexto político. Un candidato u organización pueden dedicar buena parte de su esfuerzo al desarrollo de posiciones con precisión y matices y luego más empeño para decidir exactamente cómo comunicarlas. Depender de los medios de difusión digitales como soporte de comunicación implica una entrega deliberada del control del mensaje por parte de una organización política. La campaña de Obama pudo usar todo el análisis de datos de que disponía para dirigir los mensajes a votantes individuales, pero tenía que depositar su confianza en la incertidumbre de la remezcla cuando dependió de compartir los medios de difusión sociales como canal de comunicaciones de gran envergadura. Y la incertidumbre resultaba aun mayor cuando los voluntarios contactaban en persona a los votantes indecisos. Ninguna computadora ni ningún operativo de campaña podían estar presentes en esa etapa final y crucial de comunicación entre los voluntarios y los individuos que iban a decidir las elecciones. Las tropas de terreno en las organizaciones políticas tradicionales predigitales —los voluntarios o los miembros del partido— eran adoctrinadas mediante un riguroso contacto personal con los cuadros partidistas. Existía una educación formal con respecto a la ideología y a las posiciones y se convocaba a repetidas reuniones para reforzar esa educación. Además, las células organizativas se estructuraban de modo que promovieran el desarrollo de vínculos personales entre los miembros que o bien compartían un sitio de trabajo o un barrio de residencia. Y por último, la membresía en organizaciones partidistas en los Estados Unidos ofrecía beneficios materiales específicos en forma de acceso a puestos de trabajo en el sector público. En organizaciones municipales grandes y poderosas, como la maquinaria Daley en Chicago —un reinado político que se extendió a todo lo largo de la segunda mitad del siglo xx cuando primero el padre, Richard J. Daley, y después su hijo, Richard M., gobernaron la alcaldía—, los puestos de trabajo brindaron el tejido de conexión para una organización política jerárquica que ejerció control absoluto pero estaba casi desprovista de ideología. La campaña de 2012 de Obama nos brinda el primer atisbo de una nueva modalidad de organización política. Carece de una jerarquía tradicional porque está diseñada para producir un flujo eficiente de información y no para el ejercicio del poder. La relación entre los nodos de una red de comunicaciones se define más por los canales de doble vía que los conectan que por el flujo de autoridad de arriba-abajo. De hecho, una red de ese tipo es ancha y horizontal, mientras que una jerarquía de poder es vertical y piramidal. La información en una red efectiva de comunicaciones no viaja de la periferia al centro siguiendo canales lineales. En lugar de ello, tiene que estar constantemente fluyendo en cada dirección al mismo tiempo, en un proceso de colocación de capas, trabajo en red y compartimiento, a través del cual la información está siempre creciendo y evolucionando. La red permite un poder centralizado solo hasta el punto en que está diseñada para brindarle al centro la capacidad de percibir lo que está ocurriendo en muchos rincones de ella; por supuesto, tiene que haber sido creada con los medios para permitir que el centro le inyecte contenido en múltiples puntos al flujo de información. Una arquitectura muy efectiva del tipo de Dashboard estimula los flujos independientes de información en muchas direcciones a la vez, pero colecta de manera rigurosa metadatos —información sobre cuáles mensajes fueron más frecuentemente compartidos, qué tipos de miembros eran los más activos. Son los metadatos colectados a partir del monitoreo y no la información compartida de forma consciente por los individuos los que fluyen hacia el centro. Y son los de la propia red —y no la información proveniente de los individuos— los que pasan a ser la base para las decisiones centralizadas sobre la asignación de recursos y la evolución de los mensajes. Por lo tanto, el papel de un individuo en cualquier punto de la red es simplemente Políticas digitales: Barack Obama y la campaña de 2012 41 recibir y trasmitir información en lugar de dar órdenes o imponer disciplina. Las relaciones dentro de esta organización política tienden a ser anónimas porque las comunicaciones tienden a ser canjes simultáneos entre muchas personas, las cuales conocen relativamente poco unas de otras, salvo el hecho de que comparten cierta simpatía política. Gran cantidad de conocimiento permanece en la base de datos, así como los algoritmos que determinan que esos individuos deban ser agrupados, pero ese conocimiento no constituye entonces la base para la interacción del grupo. Una vez juntados, sobre todo después de que abandonan el espacio virtual y se reúnen en el mundo real, los miembros de estos grupos están en gran medida inventando sus relaciones sobre una base enteramente ad hoc. En muchos millares de casos, la campaña de Obama usó herramientas digitales para unir brigadas de voluntarios para una tarea específica en la estrategia de movilización de votantes, y esos individuos pueden no haberse vuelto a encontrar unos con otros después del día de las elecciones. Finalmente, el tipo de organización política facilitada por la tecnología de la era de la información no aporta ningún beneficio material diáfano a sus participantes. Los que compartieron cien colocaciones en Facebook o «retuitearon» la fotografía de la victoria del presidente no se encuentran ahora haciendo cola para un puesto en el gobierno. No hay recompensa para quien se pasó tres sábados de octubre tocando a las puertas, acudiendo a las listas de votantes indecisos que le había preparado Dashboard. No quiere esto decir que Internet haya acabado con el clientelismo, la corrupción o la compra de influencias. En lo absoluto. El dinero sigue contando y los empleos siguen siendo la moneda de cambio de la lealtad. Pero se evidencia que las organizaciones políticas creadas en los medios sociales de difusión existen en un espacio paralelo a aquellas en las que los beneficios se intercambian tal como siempre ha sido. Por lo tanto, ¿cuál es, entonces, el producto final de esta nueva forma de activismo político? ¿Cuánto está cambiando la sociedad de la información los modos en que se practica la política? ¿Acaso todo esto es apenas un poco más de la sobrexpectación que asociamos con el último aparato o software? Cualquier respuesta tiene que ser medida por un reconocimiento de que este fenómeno resulta todavía demasiado nuevo para valorarlo con plenitud. Las elecciones presidenciales norteamericanas de 2012 fueron la primera batalla política de gran escala que se acometió en la era de los medios sociales de comunicación. Tenemos la Primavera árabe, la Revolución verde y otros ejemplos en los que las comunicaciones digitales han sido un componente 42 Roberto Suro importante de acontecimientos políticos, pero nada se compara ni remotamente con la escala de unas elecciones norteamericanas en las que decenas de millones de personas estuvieron involucradas a lo largo de muchos meses produciendo muy clara métrica de éxito y fracaso. Los funcionarios de campaña de Obama están incluso ahora todavía completando el cuadro de cómo evolucionó su operación digital. Así que cualquier conclusión es ofrecida con una fuerte dosis de humildad e incertidumbre. Sabemos suficientemente bien que la identidad puede ser inherente a la estructura de una organización política; que las líneas de causalidad pueden ir en ambas direcciones entre la identidad y la estructura —cualquiera de ellas dos puede influir a la otra y a veces ambas están profundamente casadas entre sí. La pregunta inevitable es si cualquier identidad específica resulta inherente al tipo de estructura política digital creada por la campaña de Obama. Llegado a este punto, uno se siente tentado a decir que sí, que la participación en las redes sociales ideadas por ella se convirtió en una forma de expresión política y que esta conllevó importantes elementos de identidad política: una cruzada por los niños, una insurgencia (aunque era a favor de alguien en el poder), humanista, antielitista, antioligárquica, reformista. La organización política digital de Obama era propiamente algo novedoso e imprimió en los participantes la sensación de involucrarse en algo nuevo y diferente, de hacer algo por vez primera, de estar a la vanguardia. Y así, aunque estaban sirviendo a los intereses de alguien en el poder y de un partido político profundamente enredado con la élite de negocios y de los medios de difusión de la nación, los soldados digitales de a pie podían sentirse como si fuesen rebeldes, gente de afuera. Uno de los grandes desafíos de la comunicación que enfrentó Obama al encaminarse hacia la campaña para su reelección fue cómo mantener la imagen de una persona de afuera, de alguien distinto a todos los demás candidatos presidenciales. Después de cuatro años, el suyo se había convertido en un rostro familiar. Una de las maneras en que ese reto fue vencido pareció ser mediante la creación de una organización política digital en la que la forma de activismo estuviese impregnada de novedad, aunque el candidato y su mensaje fueran bien conocidos. Ahora bien, en la medida en que la elección en sí misma se va relegando en la memoria, surge la siguiente y más importante pregunta: ¿es esta una manera de organización política que soportará el aburrido proceso de gobernanza? Es conocida la capacidad de los medios sociales de difusión para excitar a millones de individuos durante cortos períodos de tiempo. Los videos se vuelven muy populares en YouTube, son vistos medio millón de veces en un par de días y jamás vuelven a verse. En el peor caso, la política en la sociedad de la información es un espectáculo de fuegos artificiales. Sin ánimo de expresar algo demasiado vulgar al respecto, la red digital de Obama consiguió literalmente un extraordinario clímax simultáneo el día de las elecciones. Pero, ¿qué viene después de fumarse el proverbial cigarro, de la breve siesta y la ducha? Los cien primeros días cruciales del nuevo período de Obama llegaron y pasaron sin ninguna señal de que el ejército digital iba a brindar algún poder de fuego en las difíciles batallas legislativas sobre los impuestos y los gastos gubernamentales. Los electores ya no parecen estar agitados. Los canales de la red están callados. Como un bombillo que se hubiera apagado, el instrumento sigue allí, pero ya no irradia calor ni iluminación. Sin embargo, sabemos que las comunicaciones tienen una vida futura. Un intercambio de información permanece en la mente y en el corazón humanos mucho después de que este se ha completado. Una transacción comercial puede repetirse cien veces y ser consumida por completo en cada instancia. Un grupo de personas que en cien ocasiones intercambian información conservarán un lazo incluso cuando se apaga el canal. Por ejemplo, sabemos que en la primavera de 2013 algunos de los temas que eran moneda de cambio muy popular en la red digital de Obama han mostrado un poder inesperado en los debates políticos. Entre ellos los principales son la legitimidad constitucional del matrimonio entre personas del mismo sexo y la creación de una ruta en dirección a la ciudadanía para los migrantes no autorizados. Una red política del tipo de la creada por la campaña de Obama fue muy distinta de una organización política de la era industrial y no se le puede juzgar por los mismos estándares. No podemos esperar que el Presidente les ordene a sus treinta millones de seguidores en Facebook que se alcen con una voz y apoyen su propuesta referida a nuevos impuestos para los que más ganen. No fue diseñada para ser un ejército que responda a órdenes o que pueda repetir al unísono un mensaje. Quizás una red digital solo sirva para la movilización con vista a lograr un objetivo muy definido, como ganar unas elecciones. Tal vez una red semejante redefinirá el significado de la ideología. Lo que sí sabemos con certeza es que en la era de la información hemos aprendido a esperar lo inesperado y a hacerlo pacientemente mientras que un capítulo tras otro se va desplegando. Notas 1. Véase Nick Judd, «Obama’s Targeted GOTV on Facebook Reached 5 Million Voters, Goff Says”, TechPresident.com, 30 de noviembre de 2012, disponible en http://techpresident.com/ news/23202/obamas-targeted-gotv-facebook-reached-5-millionvoters-goff-says; Pamela Rutledge, «How Obama Won the Social Media Battle in the 2012 Presidential Campaign», The National Psychologist, enero de 2013, disponible en http://mprcenter.org/ blog/2013/01/25/how-obama-won-the-social-media-battle-in-the2012-presidential-campaign/. 2. «Al menos 80 votos electorales dependieron de la juventud», Centro para la Información e Investigación sobre el Compromiso Cívico y de Aprendizaje, Universidad de Tufts, 7 de noviembre de 2012. 3. Teddy Goff, «Lessons from the Obama Campaign», disponible en http://vimeo.com/58747074. 4. Tim Dickinson, «The Obama Campaign’s Real Heroes», Rolling Stone, 7 de diciembre de 2012, disponible en www.rollingstone.com/ politics/news/the-obama-campaigns-real-heroes-20121126. 5. «Jim Messina at Politico’s Playbook Breakfast», Politico.com, 20 de noviembre de 2012, disponible en www.politico.com/multimedia/ video/2012/11/jim-messina-at-politicos-playbook-breakfast-event. html. , 2013 Traducción: David González. Políticas digitales: Barack Obama y la campaña de 2012 43 Ciberespacio y síntoma comunitario: una lectura a partir del 15M Ángeles Diez Rodríguez Politóloga y profesora. Universidad Complutense de Madrid. El éxito de una revolución no debe medirse por el sublime tenor de sus momentos eufóricos, sino por los cambios que deja el gran Acontecimiento a nivel de lo cotidiano, el día después de la insurrección. Slavoj Žižek, El sublime objeto de la ideología. E n la sociedad de la información, el ciberespacio, término que compendia múltiples actividades y relaciones del capitalismo contemporáneo, está a su vez inundado de denominaciones como comunidades virtuales, redes sociales, espacios colaborativos… Estos términos son habituales entre los grupos de activistas sociales. Los movimientos sociales actuales, no solo en los países desarrollados, han encontrado en el ciberespacio un instrumento por el que difundir sus actividades, convocar movilizaciones y llegar a otros colectivos, pero también parecen demandar de las nuevas tecnologías el restablecimiento de vínculos ético-políticos que fueron rotos y enterrados por la racionalidad instrumental del mercado. En la ocupación de la plaza Tahrir, en la acampada de la Puerta del Sol de Madrid o en la de Wall Street podemos encontrar, junto con la denuncia del expolio de las mayorías o el cuestionamiento del sistema político que lo consiente, una propuesta de restablecimiento de los vínculos comunitarios.1 Ocupación del espacio físico y ocupación de espacios virtuales confluyen. Todas estas movilizaciones surgen en un mundo hipertecnologizado y la tecnología se presenta como instrumento de múltiples potencialidades, pero también como campo de batalla al entrar en conflicto con las aspiraciones de identidad, comunidad y proximidad 44 n. 74: 44-53, abril-junio de 2013 Ángeles Diez Rodríguez de las masas movilizadas. ¿Se puede participar a través de la red? ¿De qué tipo de participación se trata? Las llamadas nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) forman parte del estadio tecnológico en que se encuentra el capitalismo, surgen por y para favorecer el proceso de acumulación de capital; sin embargo, como pasó con otras formas tecnológicas anteriores, las resistencias a la explotación encuentran en ellas fisuras y plantean un «uso» diferente al servicio de otros fines. El objetivo de esta reflexión es proponer un abordaje del 15M en España a modo de síntoma comunitario en un contexto de hegemonía de las comunicaciones mediadas por la computadora. También analizar las contradicciones que surgen entre las formas comunitarias tradicionales y las comunidades virtuales, el espacio ético-político de las relaciones cara a cara y del ciberespacio, la participación y movilización clásica de ocupación de las calles y plazas, y las conectividades y ciberacciones… En definitiva, los límites y las potencialidades transformadoras del ciberespacio en la perspectiva de los objetivos, necesidades y deseos comunitarios de las movilizaciones contemporáneas. Movilizaciones contemporáneas y comunidades virtuales Casi al mismo tiempo que se generaliza el uso de las nuevas TIC, que pasan a ser un bien de consumo relativamente asequible a amplios sectores de la población en los países desarrollados o semidesarrollados, se constata su utilización como medio de intercambio de mensajes personales hacia el exterior de los ámbitos más próximos, la generación de foros y redes de usuarios conectados por una afición, el interés por algún tema o problemática social y la puesta en marcha de distintos tipos de activismo o ciberacciones. Al mismo tiempo, los movimientos tradicionales van incorporando estas nuevas herramientas bien para difundir sus actividades e ideas, para conectar con otros grupos, para captar nuevos miembros o como parte del repertorio de movilizaciones disponibles para aprovechar las oportunidades políticas.2 Junto al uso del ciberespacio y sus herramientas por parte de estos movimientos tradicionales encontramos la emergencia de movilizaciones contemporáneas en las cuales los lazos de unión entre los participantes son débiles pero tienen en común el contexto de la crisis de largo alcance que estalla en 2008 y el uso también masivo de instrumentos tecnológicos. La tecnología digital se presenta en un primer momento como la panacea capaz de extender la movilización así como la herramienta más adecuada para la consolidación de los lazos entre las masas convocadas, pero este camino es simultáneo a la ocupación de las calles y plazas. El fenómeno es particularmente evidente en las movilizaciones en el territorio español que se conocen como 15M; las asambleas, encuentros físicos, junto con la difusión de la información y el intento de establecer lazos comunicativos a través de Internet son los dos carriles por los que transitan las múltiples manifestaciones. En toda movilización hay latente una concepción de la comunicación y de las relaciones entre los sujetos que entran en contacto y actúan. Se trata de una relación conflictiva pues por un lado se pretende que sea personal y directa y por otro se hace descansar en las redes sociales (mediación tecnológica) la comunicación y la expansión del movimiento. En el contexto en el que surgen las movilizaciones que nos ocupan, el uso de las tecnologías digitales no se cuestiona pero crea tensiones y desafectos entre la pluralidad de sujetos que las integran. Como apunta Dominique Wolton, lo esencial en un sistema de comunicación no es la técnica sino descubrir cual es la concepción de la comunicación que está implícita. En este sentido, Internet y la reflexión sobre su uso por las movilizaciones sociales, las oportunidades o problemas que surgen, deben llevarnos a «comprender si existe alguna relación entre este sistema técnico y un cambio de modelo cultural y social de la comunicación»3 que proponen estos sujetos. Considero de suma importancia comprender si el uso de Internet por los movimientos contemporáneos se inserta en la lógica racionalizadora que tiende a tecnificar la comunicación para hacerla más eficaz o, por el contrario, responde a un intento de humanizarla en la misma línea en que las movilizaciones cuestionan el modelo político y social al abogar por relaciones más humanas (comunitarias). El 15M es un movimiento extraño, visto desde los paradigmas clásicos de movimientos sociales. Aparentemente está conectado con las movilizaciones en el mundo árabe y sirve de espoleta a otras como Ocupar Wall Street y Somos el 99%, en los Estados Unidos, o Soy132, en México. No comparto la hipótesis que conecta todas estas movilizaciones en un sentido sustantivo y va más allá de cierto contagio propio de un mundo globalizado que generaliza las exclusiones y los conflictos. Sin embargo, salvando las especificidades de contexto, encuentro en todos ellos una relación con las herramientas tecnológicas parecida (convocatorias generalizadas, creación de redes y búsqueda de trabajo colaborativo a través de Internet) y una necesidad de inclusividad y contacto físico también similares (asambleas, acampadas, marchas). En ambos puntos en común creo descubrir lo que Žižek llama síntoma: es el modo en que nosotros —los sujetos— «evitamos la locura», el modo en que «escogemos algo (la formación del síntoma) en vez de nada Ciberespacio y síntoma comunitario: una lectura a partir del 15M 45 (autismo psicótico radical, la destrucción del universo simbólico)» por medio de vincular nuestro goce a una determinada formación significante, simbólica, que asegura un mínimo de congruencia a nuestro ser-en-el-mundo.4 Esta caracterización del síntoma derivada del psicoanálisis nos resulta útil para perfilar un marco analítico que, desde mi punto de vista, se adecua mejor a los rasgos que presentan esas movilizaciones, no solo en relación con la disparidad de sujetos que las integran, y los débiles lazos de sus relaciones, sino con su masividad, lo difuso de sus demandas, la combinación contradictoria entre radicalidad y pragmatismo y, sobre todo, con las esperanzas y expectativas que han creado en términos de utopía revolucionaria. El concepto de síntoma que Žižek nos propone puede ser precisado con la interesante aportación de José Miguel Marinas acerca del síntoma comunitario, que define específicamente como un fenómeno moral y político característico de la modernidad que ha impuesto un sistema de consumo y exclusión que abarca y media la totalidad de las formas de vínculo) en las que, ante el vacío y problematicidad, ante la falta de fundamento claro del orden político y de los valores morales que lo acompañan, se propone una vuelta o, mejor, se produce un supuesto regreso a formas que se entienden como más verdaderas, enteras, satisfactorias y mejores que las que la modernización de una forma u otra ha establecido.5 De la caracterización que hace Marinas nos interesa resaltar el señalamiento del vínculo ético y político de lo comunitario que se presenta como opuesto al liberalismo individual. Con respecto al 15M es difícil hablar de comunitarismo grupal ya que se trata de un fenómeno masivo pero sin duda los sujetos movilizados, participantes o no de grupos ya consolidados, comparten un vínculo solidario que se asienta en afinidades electivas y no pertenencias «naturales». La identificación y la búsqueda de vínculo tienen componentes territoriales pero su carácter inclusivo rompe con los límites generacionales, de género y, en cierto sentido, de clase —dentro de la limitada pluralidad de clases que se puede dar en los territorios. Además, las afinidades se generan en relación con una concepción utópica inconsciente que, por un lado, rescata el pasado libertario y autogestionario de la península (previo y durante la guerra civil) y por otro se proyecta hacia un futuro aún por definir (o consensuar). Aunque en las asambleas y movilizaciones del 15M, en origen, hay un rechazo explícito de lo político, los sujetos que participan, esporádica o de forma permanente, han ido redefiniendo ese concepto en un sentido originario en tanto actividad que se ocupa de la vida en común. En este sentido es que lo comunitario 46 Ángeles Diez Rodríguez surge imbricado de lo político y va más allá de la recuperación del vínculo ético en las relaciones entre los sujetos. Pero no se trataría de situar estas movilizaciones en lo que autores como John Rawls o Alasdair MacIntyre califican de comunitarismo político que se expresa en múltiples formas de asociación voluntarista,6 entre otras cosas porque hablo de un fenómeno de masas que, como decía, vincula e incluye a sujetos totalmente diversos, plurales e incluso antagónicos (pequeños empresarios, parados, funcionarios, jóvenes universitarios y descalificados, jubilados, asalariados...). Aunque no de forma explícita, ante el vaciamiento de la política, las movilizaciones a las que me refiero tienen raíces políticas. Lo anterior se hace particularmente evidente cuando observamos que la manifestación catalizadora, el 15 de mayo de 2011, se planteó bajo el lema «Democracia real ya» y la prevalencia posterior de consignas políticas como «Lo llaman democracia y no lo es», «No nos representan», etc. En un contexto de fuerte crisis económica el eje articulador de las decenas de expresiones multitudinarias promovidas por el 15M es de carácter político. En el síntoma comunitario Marinas, al igual que Žižek, no ve necesariamente un proceso regresivo y retrógrado sino que, en tanto reacción a un malestar globalizado, su tendencia es a ir de lo particular y limitado a los valores universales.7 En oposición al encorsetamiento de la comunidad apegada al territorio, el 15M y los movimientos que ha contribuido a gestar o nutrir se despliegan más allá del enclave de las comunidades administrativas y del propio Estado al cruzar a otros países, aunque en el momento de escribir este artículo las conexiones supraestatales parecen haberse diluido. Esa expansión a la vez que dispersión del movimiento está íntimamente conectada con el componente tecnológico que, junto con las asambleas, constituye uno de los rasgos que caracterizan las movilizaciones. Debido al elemento intergeneracional y a la hegemonía de la tecnología digital, Internet y en especial las redes sociales se ofrecen como instrumentos facilitadores de la difusión de las convocatorias, de la comunicación entre las comisiones y grupos que se van articulando bajo el paraguas 15M. El llamamiento originario tiene lugar por esta vía y la divulgación de los acontecimientos represivos que lo suceden también. Sin embargo, al mismo tiempo que la potencialidad de la tecnología digital conecta con las aspiraciones y deseos de miles de ciudadanos —en un primer momento en Madrid—, los jóvenes hackers comienzan a desarrollar herramientas basadas en el software libre y plantean la articulación del movimiento en el ciberespacio como una macrocomunidad virtual.8 La crítica a la apropiación y mercantilización del ciberespacio está latente en el ofrecimiento solidario y participativo de jóvenes que ofrecen sus conocimientos tecnológicos desde un planteamiento colaborativo y comunitario. Me interesa plantear la emergencia de lo comunitario en las movilizaciones actuales en oposición a la concepción de la sociología clásica de tendencia evolucionista de Ferdinand Tönnies y Émile Durkheim ,y señalar que sus vínculos no se disuelven con la modernidad individualista sino que permanecen subyacentes. Podríamos decir, utilizando una terminología psicoanalítica, que lo comunitario deviene neurosis y, en momentos críticos (de carácter económico y político) emerge en forma de síntoma. Estas movilizaciones cuestionan el vínculo instrumental funcional de la economía y se asientan sobre la solidaridad reivindicando así la política como fundamento del orden social y vínculo ético. Consignas recurrentes como «Sí se puede» enarboladas lo mismo ante los desahucios, la política sobre la minería o la negativa a pagar la deuda, apuntan a este origen político que trasciende lo inmediato comunitario. Para Marinas, «la comunidad como espacio político se plantea como un espacio de deliberación y decisión moralmente orientada. Es un espacio no de pertenencia sino de fundación, no de fatalismo sino de reconstrucción. No de masa sino de alianza y, por tanto, de comunicación».9 Aquí es donde encontramos la relevancia del uso tecnológico que, por un lado, simula y, por otro, replica la realidad de las movilizaciones en el plano del deseo, es decir, de construcción de unas nuevas formas de relaciones y de comunicación opuestas a la lógica mercantil. Aunque la tecnología digital ofrece resistencias que ni siquiera las propuestas del software libre o el ciberactivismo están consiguiendo fisurar ya que, lo digital, implica unos códigos y formas de comunicación que imprimen en los sujetos matrices comunicativas específicas de las que, en general, resultan comunidades escuálidas o demasiado lábiles. El ágora física (asambleas), las plazas, las calles y los locales ocupados (no legalizados) convierten la comunidad en polis tanto como los espacios colaborativos, las redes virtuales (N-1), las listas de correos, los blogs y las asambleas virtuales. Sin embargo tienen distinta potencialidad como salida comunitaria a la crisis racionalizadora del capitalismo. La brecha digital al interior de los sujetos movilizados y su perfil mayoritario de migrantes digitales10 bajo el 15M se convierte en un handicap difícil de resolver. El trauma de la racionalidad instrumental deshumanización tecnológica y la Si como plantea Žižek los síntomas son huellas que no tienen sentido pero se puede descubrir su significado excavando en el pasado,11 es en el pasado del modo de producción capitalista donde encontramos la verdad del «retorno de lo reprimido», según nuestra hipótesis, de la comunidad. El pasado se lee simbólicamente desde el presente del síntoma y el análisis de este nos descubre el trauma olvidado, o el deseo sometido y anulado. El deseo reprimido sería el goce de la comunidad, es decir, del vínculo comunitario que a modo de retorno al seno materno produce seguridad y, tal vez placer en cuanto que retorno de lo político (participación, soberanía, autonomía). El liberalismo, sistema ideológico que fundamenta las relaciones sociales capitalistas, lleva años, casi desde su gestación, tratando de compatibilizar la libertad y la vida en comunidad. El individuo autónomo, libre, independiente, egoísta, competitivo, no deviene comunidad. A finales del siglo xvii, tras el derrumbe de la legitimidad teológica que explicaba el orden social y justificaba las relaciones de poder, el modo de producción capitalista se convierte en hegemónico y necesita una formulación ideológica que garantice el orden, quien dice orden dice poder. Andrés Bilbao se refiere al liberalismo como una nueva teología articulada sobre dogmas: el ser humano como individuo, la eficacia, la felicidad y el progreso dependientes de la producción de bienes materiales, la economía generadora de la ordenada sociabilidad, el dinero como único vínculo entre los hombres, etc.;12 y Jorge Luis Acanda plantea que la sociedad premoderna había resuelto el problema de la comunidad al formularla en forma de principios transcendentes, pero la modernidad elevó a primer plano el mercado como articulador de las relaciones sociales basadas en la atomización y el antagonismo.13 Es decir, la modernidad capitalista se asienta sobre una paradoja irresoluble desde la racionalidad económica: el individuo y la sociabilidad (la vida en comunidad). Los intentos de solucionar la contradicción entre un individuo libre para el que los demás son obstáculos o meros instrumentos, pero que debe aceptar el sometimiento a las leyes económicas, solo se logran ocultando el poder bajo el manto objetivo de la técnica, a saber, mediante un proceso de objetivación (cosificación) en el que el mundo se nos presenta fetichizado, como diría Carlos Marx. La relación entre los hombres es una relación entre cosas. Para Bilbao, la política aparece como administración técnica de las cosas. La lógica que rige el intercambio es el contenido de la política. En este ámbito de las relaciones sociales desaparecen las formas personales de ejercicio del poder. El poder es sustituido por la técnica y esta delimita el campo en el que se hace posible la libertad individual.14 La economía desaparece como economía política y se nos presenta como saber científico ajeno a las relaciones de dominio. De esta forma, el individuo se transforma en un factor de producción y las relaciones Ciberespacio y síntoma comunitario: una lectura a partir del 15M 47 Internet se ha convertido en la imagen de la democracia, de la pluralidad y diversidad social donde las tensiones y el conflicto se resuelven virtualmente habilitando nuevos espacios virtuales de comunicación, pero nada parece haber cambiado en lo sustancial. entre los hombres resultan relaciones de intercambio mediadas por el dinero. La tecnología también se percibe como un instrumento ajeno a las relaciones de poder y se despliega como uno de los principales factores de interacción social. El pensamiento crítico de la escuela de Frankfurt arremetió contra la racionalidad capitalista y la ideología liberal que surgieron de la ilustración. Las promesas de liberación de esa racionalidad instrumental habían resultado en un mayor control y sojuzgamiento del hombre convertido a través de las relaciones cosificadas (mercantilizadas) en mero objeto. A mediados de los años 40 del siglo xx, la crítica de Theodor Adorno y Max Horkheimer a la sociedad de masas se centra precisamente en esa racionalidad que se despliega en las múltiples formas de cuantificar, homogeneizar y administrar lo social, para ellos, la racionalidad técnica es la racionalidad del dominio mismo.15 Pero fue Herbert Marcuse quien profundizó en la estrecha relación entre la tecnología y la deshumanizacióncosificación del capitalismo.16 Para el liberalismo, la tecnología es el producto neutro de la Ciencia y esta del conocimiento verdadero (universal y único). Técnica y tecnología se confunden en una construcción discursiva que subordina las relaciones interpersonales a las exigencias del progreso y del desarrollo, ambos a su vez identificados con una concepción más universalista: evolución. Premisas de las que emana el desarrollo técnico occidental incluso por los sectores sociales y doctrinas de izquierdas críticas del liberalismo. Cortando el cordón umbilical que une el desarrollo científico-técnico con los artefactos que produce (teléfonos móviles, computadoras, Ipod, e-books…) se consigue percibir la tecnología como un proceso neutro y objetivo. Pero esta no es neutral y tampoco lo son las herramientas que genera; como afirma Wolton, «todas las herramientas poseen un contenido simbólico muy poderoso, que son modelos sugestivos de pensamiento y acción que ejercen un efecto sobre quienes las usan».17 Asimismo se modifica la forma de percibir las experiencias que acaban por acoplarse a las formas de pensamiento hegemónicas. Lo que vemos, oímos y leemos en el ciberespacio se entremezcla con las experiencias vitales y de su interacción surgen transformaciones recíprocas. La tecnología, nos dice Wolton, «no es neutral porque aporta su propia racionalidad y el método para su uso».18 La racionalidad de la tecnología digital no es 48 Ángeles Diez Rodríguez ajena, añado, a la que complementa y reproduce el modo de producción capitalista. Las redes sociales y las comunidades virtuales emergen en esta lógica como simulacros de relaciones humanas pero sin duda expresan el deseo de superar el aislamiento y la soledad de un mundo cosificado. Los movimientos sociales tradicionales, tanto como los contemporáneos que solo se plantean un «mejor uso de la tecnología» o su puesta al servicio de «objetivos revolucionarios», han interiorizado el metarrelato liberal. Lo cual no es óbice para que encontremos en sus propuestas de reapropiación un intento de humanización que genera, en ocasiones, confrontaciones con el modelo liberal. Si bien es cierto que cada sociedad ha generado su propia tecnología en función de las metas de desarrollo que se ha planteado y que estas metas han sido predefinidas políticamente a partir de las relaciones de poder y el conflicto social, no es menos cierto que se trata de un proceso dialéctico en el que la emergencia de la lucha de clases permite imaginar un futuro no determinado. La tecnología digital está al servicio del crecimiento exponencial de los vínculos funcionales entre los individuos ya que sus características fundacionales —rapidez, capacidad de almacenaje y expansión— se acoplan a una lógica mercantil. Pero, de la misma forma que las movilizaciones actuales reivindicando la comunidad y los vínculos ético-políticos se convierten en anomalías (desde una perspectiva de la sociología clásica, desde Durkheim a Weber) también lo son las comunidades virtuales, los foros ético-políticos, las redes solidarias, incluso el software libre ya que son hechos y vínculos que se resisten a ser tratados como cosas y se presentan como hechos normativos. Por otro lado, el síntoma comunitario que emerge como anomalía para el capitalismo adopta rasgos propios de los vínculos societales modernos, por ejemplo, el desprendimiento del espacio, o la falta de homogeneidad de los sujetos que lo integran. El síntoma comunitario se presentaría como un modelo de relación, de vínculo moral, que no está atado ni al espacio ni al tiempo.19 De ahí que el ciberespacio en su inclusividad sea el no espacio por antonomasia, el no lugar donde las movilizaciones contemporáneas encuentran la vía para desarrollar nuevos vínculos. En general, ni la formulación ni el diseño ni la implementación del sistema tecnológico moderno han estado al alcance de los movimientos sociales, sino más bien se les han impuesto en el devenir más o menos sutil de los procesos de globalización. Sin embargo, a pesar de que el regreso a lo comunal, al vínculo ético y a los valores que se califican como comunitarios, pertenecería a estadios pre o protoindustriales 20 muy alejados de los contenidos y oportunidades de las NTIC, las expectativas sobre el ciberespacio por parte de las movilizaciones están llenas de referencias a la defensa de agrupaciones frente a lo estatal, de vínculos por afinidades frente a las instituciones ordenadoras, de defensa de la solidaridad interpersonal frente al individualismo, de crítica a la pasividad y a los mercados. Existe, pues, una determinación tecnológica en el sentido de los límites intrínsecos de la tecnología que surge de y para un modo de producción determinado, pero también en ella se da el conflicto. El software libre, las redes sociales alternativas y las comunidades virtuales pueden leerse también como síntomas que apuntan a reparar el trauma de la deshumanización tecnológica. Trauma y deseo comunitario en el 15M El síntoma está relacionado con la repetición, con el intento continuado de trascender el presente y de lograr la reparación del trauma. Si mi hipótesis tiene alguna validez teórica estaría enlazada con la concepción de Walter Benjamín sobre la potencialidad revolucionaria de las ruinas de la historia y también con la de Rosa Luxemburgo sobre la construcción del sujeto revolucionario sobre la experiencia de los intentos prematuros y fallidos de hacer la revolución. La memoria es uno de los componentes sustantivos del síntoma, el hilo que suministra las claves analíticas que nos permiten interpretarlo. Suponemos así que el 15M es un momento histórico en el que eclosiona, de nuevo, la potencia revolucionaria de una parte de un pueblo español que se resiste a la modernización capitalista. Los ítems dirigidos hacia el pasado lo mismo que hacia el futuro liberador son la autoorganización, la inclusión y la autonomía, todas ellas presentes en las formas que adoptan las movilizaciones. Esta triada macla las distintas expresiones del movimiento al tiempo que emerge como referente tanto la historia revolucionaria del Frente Popular, con su componente mayoritario anarquista, como la lucha contra el franquismo y su aparato de poder neutralizada con la Transición. Por supuesto, no se trata de referentes explícitos del movimiento. Decía Neruda que el pueblo siempre vuelve a cobrar su deuda con paciencia y esperanza, hasta que, cansado de esperar, despierta cada cien años. El trauma que descubrimos ahondando en los discursos y manifestaciones del 15M pudiera ser el de la guerra civil tanto como el de la reparación fallida de la Transición. En este sentido, el síntoma que llamamos 15M niega la normalidad política de la democracia española tanto como la modernización del modelo económico. La «modélica Transición» que las élites progresistas trataron de exportar fue un pacto de exclusión salpimentado con intentonas golpistas21 para mantener a raya la sociedad civil que, en los últimos años del franquismo, se había organizado sobre reivindicaciones políticas y civiles, pero también sociales. Este, como el resto de los fascismos europeos, no era antiliberal sino todo lo contrario,22 tras la posguerra y la autarquía el modelo liberal va tomando forma e implantándose aun con la aparente contradicción del sistema político dictatorial. La crisis de los años 70 puso en serios apuros la continuidad del control de las élites económicas, no solo la del aparato franquista, pero los pactos de la Moncloa (1977), incluso antes de aprobarse la Constitución española (1978), sellaban con los agentes sindicales, empresariales y políticos, la paz social sobre la base del miedo (al fascismo) y la oferta de libertades normalizadas con el entorno europeo. Sin embargo, la Guerra civil española en la que estaban en juego no solo la derrota del fascismo sino la de la clase trabajadora supuso un trauma cuyas huellas fue incapaz de disipar la Transición —probablemente porque no hubo una derrota del fascismo. En este sentido, las movilizaciones del 15M apelan al ámbito de lo político poniendo en primer plano el problema de la representación, pero también, o sobre todo, de la soberanía y de otro modelo de desarrollo. Ciertamente nada de esto es explícito, en especial en los jóvenes del movimiento, pero si hacemos un barrido somero de lemas y consignas encontramos ese referente lejano. Consignas como «El pueblo unido jamás será vencido», el título de la red social N-1: «Redes sociales del pueblo y para el pueblo», el diseño de las marchas del 19 de junio de 2011 hacia la Puerta del Sol que reproducen las columnas republicanas, etc.23 El boom económico de finales de los 80 y los 90 en España se correspondió —con diez años de retraso respecto a Europa— con una nueva fase liberalizadora donde se fueron liquidando los restos estatalistas de la economía proteccionista. La acumulación capitalista se asentó sobre la desindustrialización, la especulación financiera (principalmente la inmobiliaria), la privatización de las empresas públicas (energéticas, telefonía, transportes) y la sobrexplotación de la fuerza de trabajo. En el momento en que se produce la quiebra del sistema financiero internacional en 2008 la débil economía española vuelve a hacer aguas y de nuevo emerge de las bases populares, de los desposeídos o en vías de serlo, el grito «Lo llaman democracia y no lo es». Se demanda del sistema político que tome decisiones a Ciberespacio y síntoma comunitario: una lectura a partir del 15M 49 favor de la ciudadanía y por ende en contra de la lógica económica.24 Puedo considerar que el desfase en la implementación del modelo liberal en relación con el proceso europeo supone oportunidad para el retorno del deseo reprimido por los acontecimientos históricos de la Guerra civil y la dictadura, y para la emergencia del síntoma comunitario latente en la mayor parte de los procesos revolucionarios. Así, podría decir que el 15M surge de una transición democrática fallida, de un proceso de secularización abortado, de la construcción de un estado de bienestar incompleto, de las luchas contenidas por la liberación de la mujer, del desmantelamiento del sistema de educación y de salud públicos, de la pérdida constante y sistemática de derechos laborales, de la deshumanización que nos convierte en puras mercancías. 25 A pesar de que desde los primeros momentos se intentó catalogar las movilizaciones españolas siguiendo el patrón importado de la «indignación», las manifestaciones públicas, las declaraciones, las consignas, las acciones… se resistieron a dicho etiquetaje imponiendo la particularidad histórica de una fecha fundadora. El movimiento se autoproclama no de los indignados sino de los desposeídos. La indignación es un estado emocional, la desposesión es el resultado del expolio: económico, social y político. El 15M en tanto que síntoma no es un mero regreso sino la emergencia de una promesa liberadora en la que una parte de la sociedad civil reclama las plazas, las calles y la palabra. En cierto sentido profetiza la emergencia recurrente de un sujeto que actúa construyéndose y construyendo un nuevo tipo de relaciones políticas en las que el vínculo ético es la piedra de toque que recorta la distancia entre lo público y lo privado. Siguiendo a Marinas, en vez de regreso fantasmagórico, el síntoma comunitario es asistir a cómo se vacía lo político y se convierte en espacio tecnológico, cómo de ese vaciamiento sale una nostalgia del origen, o un consumo compensatorio. El sujeto político se convierte en estratega, el sujeto ético es aplicador de reglas. O se muda en consumidor de simulacros de lo político y de lo moral.26 Para Sigmund Freud los síntomas eran formaciones de compromiso entre los procesos psíquicos inhibidos y los no inhibidos. Algo así como una salida hacia la conciencia que permitiría, en última instancia, encontrar el hilo hacia el trauma. En este sentido es en el que Marinas nos plantea que no se trata de un fenómeno lineal y que, al igual que el sueño, puede ser un cumplimiento de deseos que nos lleva a preguntarnos por «el deseo que lo funda».27 El síntoma comunitario nos llevaría a plantearnos esta forma de sociabilidad como una forma ética de vínculo político, 50 Ángeles Diez Rodríguez por eso es significativo que el 15M utilice siempre el término «personas». En esta versión moderna de lo comunitario que enlaza con un pasado revolucionario surgen temas que son abordados desde una perspectiva normativa (ética) y que sugieren una revisión de la historia lo mismo que una apuesta de futuro. La sociabilidad virtual como salida o como determinación Como planteaba en el apartado segundo, hay múltiples formas de abordar el liberalismo: como ideología, como teoría política, como doctrina económica, etc., pero en cualquiera de estos abordajes nos encontramos con una formulación acerca de la naturaleza del individuo y el problema de la sociabilidad. El papel asignado a la tecnología en su relación con el entorno social se encuadra dentro del dogma económico de la sociabilidad ordenada y no conflictiva. La cibersociedad produce y reproduce un entorno (virtual) que da salida al conflicto social, lo disuelve y canaliza al ofrecer a los sujetos un no espacio donde la psique del sujeto despliega sus deseos aparentemente sin restricciones, incluido el de vínculos sociales, la añoranza de la comunidad. Al tiempo que las tecnologías digitales transforman el modelo comunicacional ofrecen un modelo de interacción. Las primeras controversias alrededor de Internet se dirigen precisamente a su responsabilidad en los cambios de modelo comunicacional interpersonal, la familia, el círculo de amigos cercano, etc. Aparentemente la intensidad de su uso sestá relacionada con la disminución de la comunicación con los sujetos próximos, incluso con un aumento o desarrollo de patologías como el aislamiento, la soledad o la depresión. Se está ante un cambio de modelo de sociabilidad que para muchos autores no es precisamente negativo ya que corresponde al estadio o nivel tecnológico en que se encuentra una sociedad. Las relaciones sociales se restructuran, se reorganizan en función del nuevo instrumento tecnológico. Ciertamente no se trataría de que Internet fuera la responsable de un modelo de «individualismo en red» sino que esta forma de sociabilidad encuentra en Internet el medio idóneo.28 Sin embargo, para Zygmunt Bauman la sociabilidad flota a la deriva en las sociedades modernas, y los sujetos, especialmente los jóvenes que ven en Internet y en concreto en el tipo de interacción que establecen a través de chats, listas de correos, foros de discusión, etc., expresan esa búsqueda de un terreno sólido donde arraigar sus deseos de comunicación e interacción social.29 Hasta hace poco, estos espacios en la Red se inscribían más en el terreno del habla que en el de la acción social, en general, no suponían vías de canalización estables sino momentos fragmentados, intermitentes, momentos de expresión aislados que no requerían asumir las responsabilidades que conlleva la interacción no mediada. Los acontecimientos sociales relacionados con la globalización han generado y han hecho resurgir la reivindicación y la protesta social que colocaron a Internet en el terreno de la acción y no solo del habla (convocatorias, propuestas de acciones, etc.). Estos espacios están, pues, siendo resignificados por la práctica social que apunta hacia la construcción de formas más estables y menos difusas de participación. Tal vez, de la misma forma que lo social —a pesar de sus determinaciones— encuentra vías de escape subvirtiendo la lógica individualista del capitalismo, también en el ciberespacio puedan encontrarse estos caminos. La relación entre las movilizaciones contemporáneas y el ciberespacio es contradictoria. En las relaciones mercantiles existe una tensión entre la lógica uniformizadora y la diversidad de lo social que también se da en el espacio virtual. Esa tensión se traduce en los principios del 15M en la inclusividad y la atomización; también se refleja en el espacio virtual con la proliferación de cientos de grupos virtuales, trabajos colaborativos, etc. Uno de los problemas del futuro que ya es presente, no será el tránsito de información sino poder romper con la comunicación mediada y retornar al contacto humano, como dirá Wolton, ensayar una comunicación directa, humana, social. La fascinación por la explosión de conexiones que facilita el ciberespacio está presente en las movilizaciones a las que me he referido, pero, a diferencia de lo que ocurría hace un par de décadas, estos movimientos no restan importancia a los contactos directos y los procesos comunicativos no mediados, quizá porque surgen desde la ocupación de espacios físicos. Es difícil comprobar si la conectividad es capaz de romper con la individualidad, o si esa red de flujos y nodos que es Internet está más próxima a la construcción de colectividades o solo a su conexión. El contacto humano directo es peligroso para un sistema que se sustenta sobre la base de la ocultación (de las intenciones, de los objetivos, de los efectos...). La relación física genera comunidad y humanidad, estrategias de supervivencia en las que «los otros físicos» constituyen un elemento determinante gracias a la solidaridad. Todas ellas son pulsiones peligrosas para un modelo de desarrollo que genera desigualdades e injusticias para muchos intolerables. Desde mi punto de vista este eje conflictivo entre la realidad real y la virtual pudiera tener una salida revolucionaria. Dice Jorge Luis Acanda que Marx caracterizó el capitalismo como un sistema de relaciones sociales, un modo específico de vinculación de lo económico con el resto de la realidad social; el tipo de organización social en la que el mercado ocupa el lugar central y determinante en la estructuración de las relaciones sociales erigiéndose en el elemento mediador en toda relación intersubjetiva (es decir, de las personas entre sí) y objetual (de las personas con los objetos de su actividad, sean materiales o espirituales.30 También paradójicamente el 15M reivindica el individuo frente a la colectividad homogeneizada y estandarizada sin percatarse de que individuo e individualismo suponen la máxima estandarización que se adecua al sistema. Pero no es ajeno al debate ya que cuando se plantea la utilización del término «persona» se supone un recurso lingüístico para utilizar el femenino pero al mismo tiempo que se está desplazando el significante liberal (individuo). El sistema tecnológico moderno implica una ruptura vital, se adapta al problema casi como un guante, admite pocas innovaciones en su adaptabilidad. Es decir, la relación medios-fines es más estrecha. Si tenemos en cuenta que la evolución de la técnica es el resultado de la hegemonía de la «acción racional con respecto a fines» y que responde a su vez al propio desarrollo del capitalismo, parece difícil pensar en adaptar la técnica o en sustituirla por otra «cualitativamente distinta» si no es cambiando la»organización de la naturaleza humana», algo así como cambiar los a priori de la tecnología o incorporar de nuevo la ética a la razón práctica; es decir, recuperando el sentido de la política como filosofía práctica capaz de orientar el desarrollo. Es así que no planteo un universo cerrado por la determinación tecnológica sino simplemente la construcción en paralelo de un sujeto y nuevas formas de interacción humanizadas. El problema es, como pensaba Marcuse, que la técnica moderna acaba constituyendo una «totalidad histórica», esto es, en palabras de Jürgen Habermas, «un mundo de la vida»;31 que el hombre ha pasado a un lugar secundario (no el individuo, sino el hombre). La técnica cumple, pues, una doble función en el capitalismo: a) función ideológica (legitimación del dominio); b) acumulación de capital. Frente a las tecnologías de otras sociedades, el hecho diferencial de la tecnología occidental arranca de estos orígenes utilitaristas y/o instrumentales del pensamiento moderno. Tiene que ver con este descentramiento del ser humano que, al tiempo que convierte la economía en el núcleo duro de la sociedad, transmuta las relaciones sociales en relaciones económicas o de intercambio, relaciones mediadas, en el ámbito específico de la economía por «el dinero», como lo describió Georg Simmel, en el ámbito de la comunicación por la técnica. De ahí que movimientos como el 15M al colocar al ser humano en primer lugar abren la vía para desmontar la ideología que lleva implícita la tecnología digital, pero avanzan muy lentamente en la transformación del Ciberespacio y síntoma comunitario: una lectura a partir del 15M 51 modelo comunicativo impuesto por ella. Además, no existe ninguna garantía de que los límites intrínsecos de dicha tecnología no sean más fuertes que su voluntad y su potencia transformadora. De la misma manera en que el análisis epistemológico señala los límites de la tecnología como potenciadora de nuevas formas de sociabilidad, también permite encontrar las fisuras económicas, políticas y sociales, que señalan las potencialidades del ser humano para transformarla en función de sus deseos y aspiraciones comunitarias. Determinar implica «fijar límites», es decir, limitar y contextualizar. Encontrar las potencialidades del 15M implica también hallar qué es lo que lo determina (sus límites) y para ello se necesita ponerlo en historia, en contexto. En un sentido aristotélico, dichas potencialidades pueden no llegar a concretarse pero el devenir histórico nos muestra que pueden darse, y se están dando, experiencias que apuntan en direcciones no prestablecidas ni por la lógica de esta tecnología ni por la del modelo de socialización moderno. En este punto puedo plantearme nuevamente la pregunta con la que abrí esta reflexión: ¿puede el espacio virtual constituirse en una nueva ágora social que resuelva las aspiraciones comunitarias de una sociedad? Si, como señalaba Bauman, las antiguas fueron apropiadas por emprendedores entusiastas y recicladas en parques temáticos, mientras la apatía política sigue negándonos el derecho a construir otras nuevas, podemos reflexionar sobre la doble vía que abrirían movilizaciones como el 15M, si al recolocar al ser humano en el centro de las relaciones consiguieran subordinar el ciberespacio a los principios y fines del movimiento (inclusividad, participación, autoorganización, etc.). Epílogo: síntoma y revolución, ¿conexión conversación? o La técnica, con sus instrumentos tecnológicos, corresponde a una determinada sociedad y resulta de las decisiones políticas de aquellos que tienen en sus manos la capacidad científica y los recursos para su aplicación. Un uso diferente, según los intereses de los actores que intervienen no tiene por qué significar una variación sustancial en el ejercicio del poder. Puede ser una reapropiación de un medio tecnológico de gran alcance. Es importante, como lo fue la apropiación de armas por parte de los movimientos guerrilleros latinoamericanos para hacer la guerra, pero usar las mismas armas para enfrentarse al enemigo, no solo no implicaba la victoria, tampoco la posibilidad de construcción de relaciones de poder diferentes. Hubo 52 Ángeles Diez Rodríguez que desarrollar estrategias de lucha que evitaran el enfrentamiento directo para compensar los desequilibrios cuantitativos y de capacidad destructiva, pero lo más difícil vino después. Si Internet es un campo de batalla, los distintos actores enfrentados no están en igualdad de condiciones para apropiarse de ese espacio. La «maquinaria bélica» de algunos de los contendientes es incomparablemente mayor. Por eso se desarrollan estrategias de guerrillas que son más eficaces, a medio y largo plazo. Pero, suponiendo que se conquisten partes de ese vasto campo en disputa, estos recursos conquistados, pueden simplemente significar la reproducción de las relaciones de subordinación y dominación, solo que en manos de otros sujetos; que llevarán a cabo, tal vez, otra gestión diferente de los conflictos, más eficaz, más democrática… pero que pueden quedar atrapados en nuevas relaciones de subordinación y dominio perfectamente compatibles con el poder económico dominante. Internet se ha convertido en la imagen de la democracia, de la pluralidad y diversidad social donde las tensiones y el conflicto se resuelven virtualmente habilitando nuevos espacios virtuales de comunicación, pero nada parece haber cambiado en lo sustancial. Para Shelley Turkle, los dispositivos tecnológicos que llevamos encima no solo cambian la forma en que hacemos las cosas sino que cambian lo que somos.35 Marcuse se planteaba una relación diferente respecto a la naturaleza, frente a un proceso de objetivación y cosificación, un proceso de subjetivación. Independientemente del tipo de instrumentos tecnológicos que utilicemos, deberíamos plantearnos una nueva relación con ellos y de qué forma nos insertamos en el sistema tecnológico, y sobre todo, ser capaces de reconstruir los a prioris políticos que se nos imponen y dirigir las luchas, en todos los ámbitos, hacia la transformación de dichos a prioris tanto como a la apropiación de la tecnología. Sin embargo, en la misma medida en que hemos de buscar entender lo social en lo que tiene de novedad o potencialidad revolucionaria, también necesitamos aprender a leer los acontecimientos sociales insertos en su historicidad. Notas 1. Resulta interesante el texto de Noam Chomsky, Ocupar Wall Street. Indignados en el epicentro del capitalismo mundial (Ediciones Urano, Barcelona, 2012), donde plantea lo novedoso del contexto en el que surge este movimiento al tiempo que sus antecedentes históricos. 2. Véanse Sydney Tarrow, El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, Alianza Universidad, Madrid, 1997; y Charles Tilly, «Modelos y realidades de la acción colectiva popular», Zona Abierta, n. 54-55, 1990. 3. Dominique Wolton, Internet, ¿y después?, Gedisa, Barcelona, 2000, p. 19. 4. Slavoj Žižek, El sublime objeto de la ideología, Siglo XXI, México, DF, 2007, pp. 110-1. 5. José Miguel Marinas, El síntoma comunitario: entre polis y mercado, Antonio Machado Libros, 2006, Madrid, p. 18. 6. Véanse John Rawls, Teoría de la justicia, FCE, México, DF, 2000; y Alasdair MacIntyre, Tras la virtud, Crítica, Barcelona, 2009. 7. José Miguel Marinas, op. cit. p. 66. 8. El primer blog que se pone a disposición de las distintas asambleas y grupos es http://madrid.tomalaplaza.net/. Los usos iniciales fueron para informar de las convocatorias y actividades que iban teniendo lugar en la acampada de la Puerta del Sol y en las plazas colindantes, se añadieron después las actas de las comisiones y grupos que trataban de dar transparencia e informar de todo lo hablado y acordado en las asambleas, se incorporaron artículos, programas de radio y televisión que a través de Internet se crearon para otorgar voz al movimiento. El blog sirve también para localizar cada una de las asambleas de barrios y pueblos —ya no solo de Madrid, sino de todo el Estado—, y difunde sus páginas web. Junto con la radio y la televisión se pone en marcha una plataforma propia llamada N-1 que funciona como red social (https://n-1.cc/) en cuya portada reza: «Redes sociales del pueblo y para el pueblo». cueste lo que cueste», www.rebelion.org/noticia.php?id=133009; «Democracia en construcción. Perdonen las molestias», www. rebelion.org/noticia.php?id=130708; «El movimiento 15-M ya no está en la puerta del Sol» www.rebelion.org/noticia.php?id=129989; «Medios, todólogos, augures y profetas del 15-M» www.rebelion. org/noticia.php?id=129598; «Microsociología de la Puerta del Sol» www.rebelion.org/noticia.php?id=129017; «España: «Lo llaman democracia y no lo es. ¿Qué parte del discurso no se entiende?», www.rebelion.org/noticia.php?id=128835; «Apuntes de Sol y lluvia en Madrid», www.rebelion.org/noticia.php?id=128703) 24. El lema «Lo llaman democracia y no lo es» surgió en las multitudinarias movilizaciones de febrero de 2003 ante la contradicción de un parlamento que tomaba la decisión de participar en la guerra de Irak, en contra de la voluntad explícita de la ciudadanía. 25. «No somos mercancías en manos de políticos y banqueros» constituye otro de los lemas fundamentales que articulan las movilizaciones del 15M. 26. José Miguel Marinas, ob. cit., p. 128. 27. Ibídem, p. 28. 28. Véanse Manuel Castells, «Internet y la sociedad red», disponible en www.uoc.edu/web/cat/articles/castells/castellsmain7.html (consultado el 3/2/2013). 29. Véase Zygmunt Bauman, En busca de la política, FCE, México, DF, 2001. 9. José Miguel Marinas, ob. cit., p. 144. 30. Jorge Luis Acanda, ob. cit., p. 70. 10. Se llaman así los que no se incorporaron a las tecnologías digitales a lo largo del ciclo educativo formalizado, sino que «migraron» de la tecnología analógica a la digital. 31. Shelley Turkle, «¿Conectados pero solos?» (conferencia en línea), disponible en www.ted.com/talks/sherry_turkle_alone_ together.html. 11. Slavoj Žižek, ob. cit., p. 88. 12. Andrés Bilbao, Las raíces teológicas de la lógica económica. Elementos para una crítica al liberalismo, UNAM, México, DF, 1999. , 2013 13. Véase Jorge Luis Acanda, Sociedad civil y hegemonía, Centro Juan Marinello, La Habana, 2002, p. 137. 14. Andrés Bilbao, ob. cit., p. 10. 15. Véase Theodor W. Adorno y Max Horkheimer, La dialéctica de la ilustración, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1987. 16. Véase Herbert Marcuse, El hombre unidimensional, Plaza y Janés, Barcelona, 1985. 17. Dominique Wolton, ob. cit., p. 26. 18. Ídem. 19. José Miguel Marinas, ob. cit., p. 105. 20. Ibídem, p. 19. 21. La Operación Galaxia, de 1978; el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, y las conspiraciones golpistas del 27 octubre de 1982 y del 2 de junio de 1985. 22. Reinhard Kühnl, Liberalismo y fascismo. Dos formas de dominio burgués, Fontanella, Barcelona, 1978. 23. Recomiendo mis crónicas del movimiento, publicadas en Rebelion.com, en las que se puede constatar tanto la importancia de lo comunitario como las referencias a la memoria histórica. («La policía tomó Sol y perdió las calles», www.rebelion.org/noticia. php?id=133451; «De Norte a Sur de Este a Oeste la lucha sigue Ciberespacio y síntoma comunitario: una lectura a partir del 15M 53 Mis amigos en Facebook. Apuntes con intención ciberetnográfica Milena Recio Silva Periodista y profesora. Instituto Internacional de Periodismo José Martí. ¿ Cuántos somos en Facebook? Hasta donde llegamos a saber, ni la gigante red social que agrupa hoy cerca de mil millones de usuarios ni web scrapers1 reconocidos ofrecen datos sobre el número de cuentas abiertas desde Cuba. Al parecer, los cubanos en la Isla no formamos parte de esa enorme comunidad de usuarios-target que Facebook (FB) facilita para el mercado de la publicidad, hoy guiado por las lógicas del «comercio relacional»2 y que está en la base de esta aplicación web 2.0. Nuestros perfiles como usuarios de Facebook no son relevantes en la mercadotecnia digital, como consecuencia del bloqueo económico de los Estados Unidos contra Cuba. Nuestra data no interesa, por ahora, como incentivo a posibles anunciantes en ese «territorio» virtual que es, siguiendo una metáfora deficiente en términos explicativos, pero bastante ilustrativa, el tercer país del mundo por el tamaño de su «población». Un país-bazar en cuya economía el principal y más escaso activo es la atención; babeliano, por la diversidad lingüística y cultural que allí se expresa; descentrado, puesto que no parece haber más autoridad exterior a los individuos como no sea la que impone de facto y de manera ubicua el software que lo soporta; utópico o distópico, según como se lea. En todo caso, una marca de la cultura y la socialidad contemporáneas; uno de los principales surtidores del estilo de comunicación y de relaciones en este comienzo del siglo xxi. Aunque no dispongamos de números y perfiles que retraten el status quo de los cubanos (de Cuba) que mantienen cuentas en Facebook es posible afirmar, si uno también es feisbukero y ha observado el devenir de 54 n. 74: 54-61, abril-junio de 2013 Milena Recio Silva este proceso, que la comunidad ha venido in crescendo de forma sostenida, tanto numéricamente como en cuanto a la calidad de su «trabajo» en la red. La política de «acceso social» que guía la distribución de la conectividad en Cuba, genera una cierta composición en el acceso a la que podríamos llegar por sucesivas aproximaciones. Por ejemplo, entre los sectores más favorecidos con accesos full Internet están periodistas, algunos grupos de intelectuales y artistas, científicos en los centros de mayor relevancia, ciertos funcionarios políticos y directivos empresariales de alto rango, y las universidades. Poco sabemos sobre sus edades, pero podemos deducir que las franjas que van desde los 13 hasta los 18 años no deben estar muy favorecidas con el acceso. Según cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), en 2009 existían en el país 10 481 centros de enseñanza no universitaria y el total de computadoras personales (PC) con conexión a Internet en esos niveles educacionales era de 14 515; es decir, 1,38 por escuela. Reportes periodísticos informaban que en 2012 solo 3% de las instituciones docentes —descontando las universidades— estaban conectadas a Internet.3 Sin embargo, miles o quizás decenas de miles de usuarios que no son «dueños» de conexiones, o que ni siquiera pueden contar con tan apreciada herramienta en sus lugares de estudio o trabajo, también han encontrado formas alternativas4 para conquistar un login y un password en el «mundo feliz» de Zuckerberg,5 empinándose sobre amistades y otros contactos. Lo cierto es que han acumulado las destrezas imprescindibles para inaugurar sus perfiles y mantener vivos sus universos reticulares en Facebook, aunque sea de forma esporádica.6 Muchos cubanos saben o presumen que «estar en Facebook» es una forma de «existir» que no debe desperdiciarse. Menos aún si se tiene en cuenta «una presencia de compatriotas asentados en el exterior que supera los 1,7 millones de cubanos y sus descendientes»7, y una población residente en la Isla de poco más de once millones.8 A esto habría que sumar decenas de miles que se encuentran fuera de Cuba en misiones de trabajo y que, aunque no se pueden considerar emigrados, «faltan» a sus familias y amigos, y son también «alcanzables» mediante esta red social. Aproximadamente, por cada seis cubanos en el archipiélago existe uno fuera de sus fronteras. Sin embargo, en FB estamos todos juntos, comunicados.9 Dadas estas circunstancias, por su relevancia antropológica y comunicológica, es pertinente proponerse una mirada, aunque preliminar, al «comportamiento» y los rasgos de uso de una herramienta-espacio como Facebook en la población «conectada» en Cuba. Intento enfocar, sin pretender agotar su abordaje, ciertas hipótesis sobre la importancia comunicacional de este laboratorio de la web interactiva. Me concentro para ello en tres aspectos que, creo, precondicionan las formas «nuestras» de usar Facebook: los marcos que impone la calidad de la conectividad en Cuba, la existencia de una diáspora cubana que convive en este espacio virtual, y la tendencia a la politización de los discursos. El objeto y la mirada La adopción de la primera persona gramatical en este texto no es una confusión en el estilo de redacción que presume la norma académica, sino la realización de un pensamiento que incluye a quien expone, que hace una introspección, una explicación recursiva tal como proponen los paradigmas de la complejidad. El conjunto de las experiencias vertidas aquí parten de una inmersión personal en el espacio virtual de Facebook, por una persona de menos de 40 años, mujer, cubana, residente en la Isla, de profesión periodista y profesora. De esa «navegación» cotidiana, de la intervención en muchas «conversaciones» y de la observación más o menos advertida del comportamiento de otros en ese espacio, emerge un determinado punto de vista, que puede conformarse a partir de los márgenes que ofrecen las ciberetnografías. La selección del método ciberetnográfico para este acercamiento obedece al hecho de que debo dilucidar comportamientos que, aunque se objetivizan en discursos, se hacen en los contactos y las interacciones entre sujetos cuya identidad virtual se desenvuelve y recrea durante el proceso. Facebook —como otras redes sociales— constituye, sobre todo, un ámbito de relacionamiento, cuyo estudio es absolutamente pertinente y necesario desde las ciencias sociales.10 En Cuba los estudios sociales sobre Internet y lo digital, todavía escasos y poco diversos, suelen centrarse en la indagación acerca de los emisores (sus orígenes y estrategias como agentes constructores de agenda) y en el análisis de contenidos/discursos (sus rasgos formales y, muy eventualmente, su semiótica), pero casi nada en el plano de los usuarios y sus prácticas en Internet o específicamente en las redes sociales. Conocemos muy poco los perfiles del usuario de Internet en Cuba. Ni siquiera en términos estadísticos contamos con un retrato de su composición sociodemográfica. Menos aún sobre su comportamiento frente a las pantallas digitales. Uno de los mayores cuidados que demanda el estudio de estas realidades virtuales desde las ciberetnografías es delimitar correctamente los aspectos éticos que se ponen en juego. En particular en Facebook, las redes de relaciones, o lo que serían las «comunidades observables», se estructuran alrededor de una «solicitud Mis amigos en Facebook. Apuntes con intención ciberetnográfica 55 de amistad» correspondida, bajo pactos implícitos de reserva de los contenidos compartidos. Sin embargo, aunque al inscribirse un usuario en FB no ofrece un consentimiento explícito para ser observado como parte de una investigación, retomo la propuesta de Dag Elgesem para ubicar el requerimiento ético, según el cual «la violación de la privacidad [solo] se produce cuando las expectativas razonables de un individuo son frustradas en lo que toca a las limitaciones del uso de información personal».11 En lo que podría quedar dentro de las expectativas razonables en Facebook está la característica de invitar a los «amigos» propios a «ver» (tener acceso a) contenidos ajenos, de otros «amigos», mediante el uso de herramientas como «Me gusta», «Compartir», «Comentar». También se encuentra, derivada de la anterior, la posibilidad de que sujetos no «comprometidos» en una red tengan acceso a contenidos provenientes de ella y dispongan su uso, incluso, fuera de los contextos originales. En términos generales, en este como en otros casos en Internet, los instrumentos fundamentales para preservar la privacidad de los sujetos observados, y al mismo tiempo defender la integridad de la investigación, son el anonimato y el consentimiento informado. Utilizando ambos recursos se tejen los apuntes que siguen. My profile Comencé a edificar mi identidad en noviembre de 2007. Como garantía de mí misma, tengo 492 «amigos» en Facebook hasta el día 26 de marzo de 2013, 1:51a.m. Ellos son mi «capital» de relacionamiento. Me «ven», y eventualmente «hablan» para y sobre mí, me construyen. Con cada acto en «nuestra» red, ellos contribuyen a «conformar» mi identidad allí donde antes ego no existía. Soy también su retrato. Nunca sospeché que pudiera ser tan amplia mi red de relaciones. ¿Cuántas personas «reales» conozco? ¿Cuántos de ellos desearían conversar conmigo? Con muchos de mis amigos en FB ni siquiera he coincidido físicamente y lo más probable es que muera antes de haberles podido mirar a los ojos. Soy, a mi vez, una «profe» acompañada por sus alumnos pasados, presentes y hasta por los potenciales. Los «muchachos» de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana pululan en FB, y muchos periodistas cubanos con cuentas de solo ochenta horas mensuales en Internet también aparecen en esta interminable urbe. Estos dos son los grupos más nutridos en mi red de amistad feisbukera. Pero también están mis compañeros de estudios universitarios que fueron contemporáneos, amigos cercanos o lejanos, o solamente conocidos. Muchos 56 Milena Recio Silva viven fuera de Cuba, de modo que no los veo «hace siglos». Algunos militan en latitudes políticas distintas de las mías; todos lo sabemos, pero no importa. Facebook nos conecta en lo que de común tenemos: una biografía y ciertas nostalgias. Más diferidos aún son los afectos que crecieron cuando éramos niños o muy jóvenes y no sabíamos que en el futuro para muchos la opción sería irse del país. En julio de 2009 un amigo emigrado en Argentina me contó a través de un correo electrónico: «Cuando regresé de Cuba en noviembre me hice [sic] Facebook, y me cambió la vida, literalmente. Recuperé mi pasado». Aquel mismo día escribí en mi blog: Ahora que más de la mitad de nuestros amigos y un número importante de nuestros conocidos ya no viven en La Habana; ahora que cuesta más mantener nuestras redes íntimas de afectos, tejidas con la vida; ahora que no se sabe nunca quién será el próximo en «desprenderse» del espacio físico cubano, Facebook hace mejor su papel.12 Ellos son mi red. La que puedo estudiar, a la que tengo acceso y sobre la que escribo estas observaciones. Esta red que se ordena a partir de mí, contiene sobre todo periodistas o aspirantes a serlo; cubanos en Cuba o fuera de ella; hispanohablantes de origen, aunque muchos de ellos «hablan» y «comparten» en otros idiomas; muchos jóvenes menores de 40 años, y muy pocas personas de más de 60. De mis amigos en Facebook, lo más sobresaliente, compilado por el APP13 Facebook Friends & Profile Statistics, a partir de las propias declaraciones de los usuarios en sus perfiles, son los siguientes datos con los que se puede realizar un acercamiento, al menos de las tendencias identitarias de esta red: • Películas favoritas: Harry Potter (24 likes),14 Vampiros en La Habana (22 likes), Shrek (21 likes) • Programas de TV favoritos: South Park (37 likes), Friends (serie de TV) (34 likes), CNN en Español (27 likes) • Música favorita: Silvio Rodríguez (125 likes), Joaquín Sabina (115 likes), The Beatles (68 likes) • Libros favoritos: Cien años de soledad (54 likes), El perfume (23 likes), El amor en los tiempos del cólera (20 likes) • Nombres más comunes entre mis amigos: Ernesto (5), Alain (4), Juan (3) • La edad de mis amigos: a partir de 276 que declararon su fecha de nacimiento, el promedio es de 38,3 años. Pero más allá de datos como estos, cedidos espontáneamente por los usuarios, existen otros que cotidianamente son «expropiados» por Facebook, y conforman lo que se ha llamado la «huella digital» de cada uno de nosotros: residen fundamentalmente en nuestros procedimientos. Adentrarse en una red significa explorar el ámbito de esas interacciones. Facebook a 56 Kbps Una de las primeras condicionantes que deben tenerse en cuenta para evaluar el comportamiento desde Cuba en Facebook es la calidad de la conexión. A 56 Kbps, o menos, parece un anacronismo, un imposible, pero es el diario de muchos internautas cubanos. Conexiones lentísimas, por módem, se vuelven demasiado angostas para poder tener una experiencia plena en esa red social. Mi amigo JM escribió en su «biografía» en FB: «Hoy Facebook amaneció más lento que de costumbre, y se me bloquea. Será porque tantos amigos quieren entrar a la vez». Muchos usuarios utilizan conexiones por proxys en espacios públicos, con mucha concurrencia; o se valen de cuentas de acceso telefónico remoto «alquiladas» o «compartidas» en las que las inmersiones deben ser expeditas. Las precarias y singulares condiciones de conectividad en Cuba15 obligan a que usualmente el acceso a Facebook desde la Isla sea «guerrillero»: intermitente y utilitario. Es casi imposible la navegación distendida, las fotos de gran tamaño son un problema, la descarga o siquiera la visualización de videos es imposible para la mayoría de los usuarios. La activación de un servicio tan básico como el chat en Facebook puede resultar engorrosa. Así le sucede a mi amigo SV: «Cuando chateo en Facebook, tengo que tener todo lo demás cerrado. No puedo abrir otros sitios». Sin dudas estas condiciones acotan la conducta en la red. Si una parte considerable de los usuarios de Facebook en el mundo lo hacen a través de dispositivos móviles, en Cuba casi siempre ocurre desde ordenadores estacionarios. La navegación transcurre muchas veces desde centros de trabajo o estudio. En algunos de ellos, aunque no llegue a estar prohibido, puede no aceptarse el uso de esta herramienta durante el horario laboral. A veces, aunque no es lo que predomina entre los periodistas, las incursiones deben ser rápidas y disimuladas. Por todo ello, en el fragmento de red que alcanzo a ver, como tendencia, la participación en FB pretende ser más sustantiva que lúdica. Cuando comencé a tener amigos en Facebook, muchos de ellos, mientras exploraban las potencialidades de esta herramienta, compartían galleticas de la suerte, jugaban a adivinanzas, o difundían memes16 de manera asidua. En la evolución de los usos de esta red social mis amigos no juegan. En toda mi red solo quince personas utilizan algún juego de simulación o de mesa, y seguramente de forma muy esporádica, sobre todo entre los que se conectan desde la Isla. En general, parecen demostrar ante todo una necesidad ingente de comunicar algo, muchos de ellos desean diseminar, «multiplicar», dar a conocer asuntos, «conversar». Afirma mi amigo CD: Yo crezco, por decirlo de un modo, hacia el aburrimiento. Y de momento llega Facebook y me hace trizas la teoría. Estoy en Facebook para conversar, desde luego, que es todo un arte y una primerísima necesidad mía. Creo que la conversación —con cualquiera y sobre lo que sea— me seduce mucho. Pero no me resisto. Cada vez leo menos y converso más. Cada vez oigo menos música y converso más. Los más jóvenes juguetean con los blogs de sus amigos y conocidos, votan por ellos, los citan, los comentan, los comparten. Son las voces emergentes que no están representadas en los medios de comunicación tradicionales; que en los espacios blogueros han encontrado su hábitat y en Facebook su «socorro». Muchos parecen haber entendido que mientras más difusión consigue una intervención pública de cualquier tipo en Internet, más protección adquiere. Un potencial ejercicio de censura podría ser igualmente magnificado, al estilo del «efecto Streisand».17 Los menos jóvenes, que no mantienen blogs tan frecuentemente, están enrolados de maneras más orgánicas en las dinámicas de los medios de comunicación donde trabajan, y suelen compartir enlaces ya sea de los medios propios o de otros admirados. Cubadebate y Russia Today, por ejemplo, son algunos de los más beneficiados con esta práctica. Mi amiga MO se conecta todos los días con casi impecable rigor, siempre en la noche, e inunda en pocos minutos todo mi muro18 con ráfagas —el tiempo de conexión debe aprovecharse al máximo— de contenidos llevados y traídos, compartidos desde sitios remotos: titulares de la prensa cubana, tópicos políticos, memes divertidos, asuntos de la comunidad LGBT (cada vez más esos temas). Es muy ocurrente y casi todo viene con una nota de humor. Hace unas pocas semanas publicó en su muro que le aburría Facebook, que quería cambiar su «estrategia de comunicación» y que estaba lista para recibir sugerencias. Por ser tan atípica y autorreflexiva su manifestación, decidí recurrir a ella como informante clave en este análisis: Nunca he tenido una verdadera estrategia para FB y, al parecer, para ello tendré que hacerme de otro perfil que me permita enrutar mi o mis intereses y escoger mis amigos. ¿Por qué NUNCA la he tenido? Fácil. En primer lugar, como muchos colegas, llegué a él cacharreando y con la idea de explorar algo que para mí era sorprendente e incógnito, teniendo en cuenta que hasta ese momento no había navegado por Internet. Así que la interpretación fue la que todavía subsiste en la mayoría: esto es para darme a conocer, entretenerme y hacerme pasar por genial. Luego vendrían otras realidades y las preguntas de cuántos amigos tienes y claro, la interpretación de que si tenías pocos y no usabas consignas, no estabas utilizando Mis amigos en Facebook. Apuntes con intención ciberetnográfica 57 las redes para lo que se te otorgó la conexión. Esta no cumplía el rol, de manera que ese Internetburrismo era de arriba para abajo y de abajo para nosotros mismos... También interpreté y lamentablemente lo seguimos haciendo, que mientras más cosas revolucionarias pusiera, más defendía a la Revolución. Muchos de nosotros ya hace rato que estamos claros de que hay muchas maneras de defender a Cuba, sin consignas que a otros no dicen nada; sin ocultamientos inútiles, provocando foros —a los cuales todavía les tememos— y utilizando diversas herramientas, incluso las del entretenimiento. A veces me aburro en FB porque no encuentro lo que estoy necesitando en ese momento. Y yo creo que eso tiene que ver con la baja versatilidad de las personas con quienes interactúo e imagino que viceversa. No hay sorpresas. No hay temas. No hay foros. No, no y no. Ese día me harto y me voy, pq para aburrirme, ya se lo dije, NO. De manera que todo esto me trae a lo mismo: No hay estrategias, la gente copia y pega, no se mueve, no provoca, no remueve las neuronas... me aburro. A veces alguien que logra cosas agradables o didácticas cae en lo mismo y entonces se pone me gusta, sin apenas haber visto nada. Otros problemas tienen que ver con la conectividad, el no poder abrir vídeos, las miles de veces en que no se abre o sube una foto, en fin... se pierden horas inútilmente. Nunca te irás del todo Es un hecho típico la convivencia en Facebook con una diáspora cubana que está presente en estos espacios virtuales de forma fluida, sistemática, visibilizándose, promoviendo sus agendas públicas, reconquistando «territorios» simbólicos —muchas veces mediante la exaltación nostálgica y multimedial del pasado—, y, sobre todo, interactuando sin intermediarios con los restos de sus redes familiares, grupales, de amistad, que han quedado en la Isla: en resumen, evidenciando una sociedad transnacional.19 Si la escritura literaria fue en las décadas pasadas la vía privilegiada para condensar los rasgos específicos de una identidad diaspórica en la emigración cubana, Facebook permite hoy su «consagración», su popularización, en la medida en que multiplica estas expresiones identitarias y las acerca más, como nunca antes, a la fuente original de esta transformación cultural: el país y su vida cotidiana. Para los habitantes de la Isla esta diáspora constituye el Alter, la otredad que devuelve la imagen propia; pero al mismo tiempo no es una instancia externa, es constituyente principal de las interacciones, pues desde ella y con ella se crean las redes de relaciones más importantes, que son el ADN de estas formas de comunicación en Internet. Al hacer una búsqueda en Google, a través de la combinación de los términos Cuba y Facebook, se obtiene una diversidad de páginas en las que los temas 58 Milena Recio Silva de la identidad nacional son predominantes y donde se insiste en la idea (más o menos explícita) de que Cuba nos une. No es posible conocer, salvo para los administradores de esos sitios que sí tienen acceso a las estadísticas de Facebook, cuántos de los usuarios que se vuelven «amigos» de tales espacios, provienen de la Isla, pero es muy probable que se trate de una cifra no despreciable. El ideal de la «unidad» cubana, en estas páginas, cuyo objetivo de posicionamiento se basa en amplificar sus redes tanto como sea posible, transcurre generalmente por cauces apolíticos («de eso no se habla») y se fundamenta, la mayor parte de las veces, en la evocación, la restauración o la ratificación de estereotipos identitarios de la nacionalidad cubana que incluyen los tópicos de la gastronomía casera, la música de todos los tiempos, los dichos o chistes, objetos de la vida cotidiana de décadas pasadas (sobre todo antiguallas socialistas) o paisajes hermosos, pintorescos, desconflictuados, de nuestras ciudades o sitios naturales. Es de suponer que la mayoría de estas páginas han sido creadas por usuarios que viven fuera de Cuba, aunque seguramente se sostienen por la «alimentación» que reciben desde la Isla. Bellum omnium contra omnes La potencial politización de cualquier tipo de interacción sostenida entre usuarios cubanos —desde la Isla o fuera de ella— en Facebook es otra de las características habituales, sobre todo cuando se «habla» del presente. Es como una energía inmanente que a ratos suele ser reprimida o rebasada, pero siempre está lista para aparecer con fuerza telúrica. No constituye novedad en la sociedad cubana: es el resultado de décadas de confrontación ideológica. Mi amiga RM opina: Generalmente los debates en FB han sido políticos y de ahí no se saca nada, pq el tema está en que las personas que lo han promovido, de un lado u otro, y las que tienen capacidad para ello, no pueden realizarlo a cierto nivel, pq aparecen los que no tienen nada que decir y el foro se convierte en una ciberchusmería, sin pies ni cabeza. Yo sí creo que podemos promover el debate desde Facebook, valiente y racionalmente. […] Muchos de nuestros colegas, se callan, no participan, no exponen lo que piensan. Está desde el «no me interesa el tema», al «mejor no pongo nada para evitarme problemas» o el «déjame quedarme en la línea». Está la falta de intereses, la del talento y el conocimiento. No se puede ir a un foro de verdad a hablar cáscaras, digo yo. Pero sí creo que si se piensa bien, en vez de estar replicando en FB y Twitter todo lo que se nos manda, le haríamos más beneficio a nuestro país defendiendo desde nuestras realidades, con honestidad y transparencia. Hay que aprender a desatar esos nudos para que lo del «secretismo se acabó», se concrete y para que dejemos atrás la ingenuidad de que en este mundo globalizado es posible estar en una bola de cristal. En Facebook muchas intervenciones se vuelven trascendentalistas, acusatorias, confrontantes. Muchas se erigen en calidad de increpación o de defensa. Abundan los «debates» que se sostienen desde la sospecha, el malentendido apriorístico —casi consustancial. También es característico el doble sentido y el uso de frases sugestivas que juegan a decir más de lo que dicen entre comunidades de intelección. Guiños con segundas intenciones que no se esclarecen para poder pasar de largo, ilesos, frente a la censura. Una censura que no se aclara, pero se puede prever: se «vive» cierta vigilancia20 que ejerce el «otro» en el mundo virtual y que puede influir en el comportamiento de los sujetos en el mundo no virtual. Según mi amigo JL: Los periodistas «cargamos con la cruz» de que la conexión nuestra es estatal. O sea, el medio en que laboramos nos ofrece ese servicio para hacer nuestro trabajo o para el «combate ideológico». A los que la tienen desde casa se les dan ciertas «tareas». No obstante, hay quienes asumen una postura valiente y colocan contenidos más o menos irreverentes, más o menos «independientes» de un perfil editorial o unas líneas de discreción determinadas o relacionadas con un medio. La mayoría se abstiene de hacerlo, por simple autocensura o para que no tomen represalias con la conexión a Internet, e incluso por ¿agradecimiento? Pa´ no meterse en líos, etc. […] Un colega le preguntó a cierta reportera: «Cuando discutes con tu familia, ¿lo haces en la puerta de tu casa o dentro?». De ahí viene lo de «la ropa sucia se lava en casa» o de que no le hagamos el juego al enemigo y demás. En resumen, creo que mis amigos y mis colegas tienen una postura moderada respecto a expresarse liberadamente. Sin embargo, las dinámicas de relación en Facebook y los discursos que la soportan tienden también a poner a prueba y cuestionar los límites para la reflexión y la expresión en cualquier ámbito, y el resultado suele ser la expansión de estos. En un despacho de la agencia británica de prensa Reuters, en 2009, se argumentaba: Facebook está borrando los límites de lo políticamente correcto en Cuba, donde décadas atrás muchos interrumpieron la comunicación con sus familiares en Miami para evitar meterse en problemas. Hoy en la página de un periodista del diario oficial Granma aparecen los amigos que se marcharon a los Estados Unidos y un cantante comprometido tiene entre sus contactos a un columnista del diario El Nuevo Herald, crítico del gobierno cubano.21 A la sazón de las reformas en Cuba y frente al desgaste del discurso público de ciertos actores como la prensa oficial, los polos de la politización se van diversificando. Emergen discursos que introducen también, desde posturas autoidentificadas como de izquierda o revolucionarias, expresiones críticas dirigidas a presionar o forzar cambios mediante una opinión pública de organicidad viral (como las que suelen preñarse en Facebook) sobre aspectos de la política doméstica o de fuentes exteriores a ella que la influyen. En meses pasados destacó, por ejemplo, el cuestionamiento sin ambages al gobierno de Rafael Correa por la decisión de imponer nuevos y especiales requisitos a los cubanos para su entrada en Ecuador, una vez que se pusieron en vigor las nuevas disposiciones migratorias en la Isla. ED escribió en su biografía: «Como ciudadana cubana, cuyo salario no alcanza para visitar Ecuador sin visa o Europa con visa, me siento profundamente ofendida por este drástico cambio a solo unos días de la reforma migratoria cubana». En la red que estoy analizando se percibe la presencia de una especie de observatorio ad hoc de la prensa cubana, por la confluencia de comentarios y análisis de personas que conviven con el sistema de comunicación en Cuba, que son parte de él y tienen especial sensibilidad para captar los entramados políticos y periodísticos que explicarían su carácter. Muchos demuestran estar muy atentos a omisiones, errores, «rarezas» profesionales de los «órganos de prensa». Otro tema muy recurrente, vinculado a aquel, es el de la conectividad en la Isla. Constituye un permanente motivo de insatisfacción y causa de debate entre personas que padecen, en su quehacer diario, esta carencia, y han alimentado expectativas reiteradamente diferidas sobre la mejoría de las conexiones a Internet. «Parece un buen momento para que mi Ministerio de Informática y Comunicaciones diga por fin algo al respecto», escribió DS para «compartir» un post de Renesys, 22 una empresa norteamericana que activó en enero de 2013 numerosas alarmas sobre el archiconocido cable submarino de fibra óptica Alba-1. Como DS, decenas de usuarios de mi red en Facebook divulgaron el texto de Renesys donde se informaba que «la pasada semana, nuestro sistema de monitoreo global registró indicadores de que finalmente el cable ha sido activado». Preguntas y comentarios se sucedieron en cadena. Si bien nadie puede asegurar el impacto que pudo haber tenido ese «estado de opinión» suscitado en FB, es posible imaginar que algún efecto generó, coordinado con otras presiones, pues se publicó una nota informativa de ETECSA23 cuatro días después de la primera comunicación de Renesys. También la respuesta oficial fue debatida. DS volvió a tratar el tema e invitó a sus amigos en Facebook: Para irnos montando en el debate sobre cómo extender Internet en Cuba, podríamos empezar por ir teniendo claro cuál es la situación de la infraestructura nacional de comunicaciones, qué nodos enlaza la fibra óptica nacional, cuál es la saturación de las centrales telefónicas y los pares de cobre, qué tipos de soluciones tecnológicas estarían disponibles y sus costos, y no estaría de más saber un poquito de las cuentas de etecsa». Mis amigos en Facebook. Apuntes con intención ciberetnográfica 59 Ciertas respuestas fueron intensas; unas optimistas, otras no tanto. Frente a la nota de ETECSA y la invitación de DS, algunos iban de fiesta y otros a un entierro. Dando golpes a ciegas, sin poder canalizar de manera efectiva estas ideas en el ámbito social real, al menos compartíamos nuestros credos. Yo misma participé con este análisis: Quisiera empezar por saber si existe algún documento rector de la informatización en Cuba, y qué política está proyectada sobre la conectividad. Según la nota de ETECSA, se derivan dos posturas de política: 1) habrá que sacar divisas de algunos servicios para repartir gratuidad en otros. Dice: «aumentar los recursos en divisas, destinados a pagar el tráfico de Internet». Es decir, se mantiene el esquema gratuidad; 2) se multiplicarán las posibilidades de acceso, aunque no «automáticamente», pero se multiplicarán. Es decir, no solo mejorarán las actuales. Ahora bien, preguntas posibles ¿conectividad social implica necesariamente gratuidad?, ¿qué parte de la infraestructura interna de telecomunicaciones se priorizará en función de qué objetivos? Ahora necesitamos otra nota de ETECSA, o quizás todo un informe del MIC... ED dijo: Hasta que este país no defina claramente una política de extensión de acceso a Internet para la ciudadanía, hasta que no se actualicen los criterios pre-web 2.0 y pre-cable de fibra óptica sobre este tema que no han variado mucho desde la Cumbre de la Sociedad de la Información y que se repitió, lamentablemente, en la WCIT, no se podrá pensar en cómo van a manejarse las inversiones para este sector... YH agregó: Que la puesta en marcha del cable no significará que automáticamente se multipliquen las posibilidades de acceso es real. Pero también es real que los actuales accesos podrían ser beneficiados de manera rápida con mejoras en el ancho de banda. Ahora que es necesario realizar inversiones de infraestructura también es real pero para llegar a esa conclusión no hacía falta tener instalado el cable, eso se sabía de antes. Ahora la pregunta es por qué esa inversión de infraestructura, que más bien es una necesidad imperiosa para el desarrollo del país, no fue concebida y realizada en paralelo con el proyecto. Cerrar sesión He descrito algunos rasgos gruesos de la discursividad que adoptamos o que construimos y de las interacciones que vivimos en Facebook. Estas formas no deberán variar mientras no se modifiquen al menos tres circunstancias que las modelan: hasta que se amplíe sustancialmente la conectividad en el país y se multipliquen sus beneficiarios, se naturalice y expanda la relación entre Cuba y su emigración, y la polarización política ceda espacio frente a nuevos consensos. 60 Milena Recio Silva Nuestras participaciones en Facebook, cada vez más extendidas aunque todavía discretas, están contribuyendo al ensanchamiento de las prácticas democráticas en la Isla, toda vez que estimulan, desde ese afuera virtual que se va enraizando en el conjunto de la sociedad: 1) la vigilancia colectiva sobre la prensa y los dominios políticos; 2) el desarrollo de habilidades para identificar y maniobrar con subtextos contenidos dentro de los discursos; 3) el cuestionamiento de los silencios, de las omisiones, de los vacíos en la esfera pública; 4) la restauración de los diálogos entre cubanos; 5) la promoción de la tolerancia hacia y con la diversidad. Estudiar nuestros comportamientos en Facebook, una especie de patria chica, interregno local-global, es pertinente porque nos habla de muchas maneras acerca del país que somos y la ciudadanía que podemos construir. Notas 1. Web scraping es una técnica de software utilizada para extraer información de sitios web. Se usa a menudo para comparar precios en tiendas, monitorizar datos relacionados con el clima, detectar cambios e integrar datos en sitios web, etc. Véase http://es.wikipedia. org/wiki/Web_scraping. 2. Véase Ippolita, En el acuario de Facebook. El irresistible ascenso del anarco-capitalismo, Enclave de Libros, Madrid, 2012. 3. ONE. «TICs. Uso y acceso en Cuba», 2009, disponible en www. one.cu/publicaciones/06turismoycomercio/TIC/anual/4.%20 Uso%20social.pdf. «Es triste que solo 356 centros (de los más de 10 600 existentes) estén conectados, precisó el director nacional de Informática Educativa del Ministerio de Educación de Cuba, Iván Barreto», refiere Roberto Hernández («Ante escasa conectividad escolar, Cuba busca versión portable web», Prensa Latina, 25 de enero de 2012, disponible en www.prensa-latina.cu/index. php?option=com_content&task=view&id=471610&Itemid=1). 4. «Los “usuarios indirectos” no son más que aquellas personas que sin tener acceso a Internet, o tan siquiera a un correo electrónico, construyen redes sociales valiéndose de amistades con acceso a la web en sus centros laborales, o con algún correo nacional, que en casos muy puntuales tienen permitido unas pocas personas en su casa, por unas pocas horas mensuales, y así, de manera indirecta comunicarse con familiares, amigos o informarse de algún tema en específico». Alfredo Fernández, «Usuarios indirectos en Cuba», Havana Times, 5 de octubre de 2011, disponible en www. havanatimes.org/sp/?p=50599. 5. Mark Zuckerberg (1984), creador y dueño de Facebook y una de las personas más ricas del mundo. 6. «Hace unos días, uno de los regalos de cumpleaños de mi hija menor, que me comentó con brillo en los ojos y radiante sonrisa, fue entrar por primera vez a Facebook. A ver, mi hija cumplió dieciséis, lo que significa que hasta ahora solo conoció de oídas ese universo concreto, y tampoco parece que esta, su primera visita, se vaya a repetir con asiduidad». Eduardo del Llano, «Como los peces», Eduardo del Llano, 26 de marzo de 2013, disponible en http:// eduardodelllano.wordpress.com/2013/03/26/como-los-peces/. 7. Antonio Aja Díaz, «Posibles tendencias de la emigración desde Cuba entre 2008-2009», Fondos del CEMI, disponible en www. uh.cu/centros/cemi/wp-content/uploads/2011/11/6-AntonioAja-POSIBLES-TENDENCIAS-DE-LA-EMIGRACION-DESDECUBA.pdf. 8. En diciembre de 2011 se registraron 11 247 925 habitantes. Véase «Panorama económico y social. Cuba 2011», Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), disponible en www.one.cu/publicaciones/08informacion/panorama2011/11%20 Indicadores%20Demogr%C3%A1ficos.pdf. 9. Una emigración con motivaciones fundamentalmente económicas, tiende a mantener lazos fuertes con sus familias y grupos de origen en la Isla, a pesar de que la mayor parte se asienta en los Estados Unidos y se desenvuelve en el contexto de las conflictivas relaciones bilaterales entre los dos países. Varias estimaciones totalizan en unos mil millones de dólares las remesas que llegan a Cuba al año. «En el caso de Cuba, la coyuntura histórica incidió en la implementación de determinadas políticas migratorias que hicieron más traumática la separación familiar que provoca toda emigración, por la carga ideológica del momento concreto, desde 1959. Sin embargo, los vínculos familiares suelen emerger y se restablecen cuando surge la posibilidad del rencuentro o el contacto por medios como el teléfono o Internet». Ivet González, «Familia cubana, más diversa por la emigración» (entrevista a Consuelo Martín), IPS Cuba, 26 de febrero de 2013, disponible en www.ipscuba.net/ index.php?option=com_k2&view=item&id=6663:familia-cubanam%C3%A1s-diversa-por-la-emigraci%C3%B3n&Itemid=5. 10. «La etnografía se ocupó profusamente del Otro Distante antes de que una revolución tecnológica y la urbanidad contemporánea le empujaran a ocuparse también del Otro Próximo. La “revolución” digital, Internet y las CMO [comunicaciones mediadas por ordenador] nos traen un regalo —quizá envenenado— en la forma del Tele-Otro o del Ciber-Otro. De nuevo, una revolución tecnológica —que tiene también mucho de urbano— produce el suficiente movimiento socio-cultural como para que podamos parasitarlo/etnografiarlo sin ningún sonrojo […] El estudio de las formas y manifestaciones de la telepresencia es un área de trabajo pertinente para los etnógrafos de lo cibersocial, puesto que en estas formas y manifestaciones se va a descubrir la materia prima de las relaciones sociales trenzadas a través de las comunicaciones mediadas por odenador». Joan Mayans i Planells, «Nuevas tecnologías, viejas etnografías. Objeto y método de la etnografía del ciberespacio», Quaderns de l’ICA, n. 17-18, 2002, pp. 79-97, disponible en www.cibersociedad.net/mayans/mayans_3.php. 11. Dag Elgesem, «What is Special About the Ethical Issues in Online Research?», Ethics and Information Technology, v. 4, n. 3, p. 198. 12. Véase http://enlaces.wordpress.com/2009/07/18/Facebook/. 13. Abreviación de la palabra applications; pequeños programas desarrollados para resolver problemas muy puntuales, que expanden las prestaciones de equipos y plataformas. 14. «Botón Me gusta: Esta función aparece en la parte inferior de cada publicación hecha por el usuario o sus contactos. Permite valorar si el contenido es del agrado del usuario actual en la red social, del mismo modo se notifica a la persona que expuso ese tema originalmente si es del agrado de alguien más (alguno de sus contactos)». Véase http://es.wikipedia.org/wiki/Facebook. 16. Memes: mensajes contenidos generalmente en dibujos o fotografías de alto impacto, que contienen conceptos, ideas o expresiones entretenidas, sorprendentes o útiles. Véase Argenmar, «Vídeo sobre el concepto de Meme», YouTube, 12 de abril de 2013, disponible en www.youtube.com/watch?v=aDP4nODb9CE&feat ure=player_embedded. Wikipedia define que «un meme (o mem) es, en las teorías sobre la difusión cultural, la unidad teórica de información cultural transmisible de un individuo a otro, o de una mente a otra, o de una generación a la siguiente. Es un neologismo acuñado por Richard Dawkins en El gen egoísta (The Selfish Gene), por la semejanza fonética con “gene” —gen en idioma inglés— y para señalar la similitud con “memoria” y “mimesis”». Véase http:// es.wikipedia.org/wiki/Meme. 17. «El efecto Streisand es un fenómeno de Internet en el que un intento de censura u ocultamiento de cierta información fracasa o es incluso contraproducente para el censor, ya que esta acaba siendo ampliamente divulgada». Véase http://es.wikipedia.org/ wiki/Efecto_Streisand. 18. «Muro: es un espacio en cada perfil de usuario que permite que los amigos escriban mensajes para que el usuario los vea. Solo es visible para usuarios registrados». Véase http://es.wikipedia.org/ wiki/Facebook. 19. «Los cubanos se asoman al siglo xxi desde la tremenda potencialidad de una sociedad transnacional incipiente. Cerca de 10% de la población nacional reside fuera de la Isla de manera permanente, y una cantidad muy superior al millón de personas sale y entra periódicamente. La inmensa mayoría realiza su transnacionalidad en el sur de la Florida, pero no únicamente, lo que arroja un balance altamente positivo para el futuro de la nación en términos de ingresos, de experiencias vitales y de entrenamientos». Haroldo Dilla, «La incitación del debate», Cubaencuentro, 25 de marzo de 2013, disponible en www.cubaencuentro.com/cuba/ articulos/la-incitacion-del-debate-283608. 20. El panoptismo en el sentido foucaultiano: un estado consciente y permanente de visibilidad. 21. «Cubanos salen al mundo a través de Facebook» (Reuters), El Mercurio OnLine, 16 de octubre de 2009, disponible en www.emol. com/noticias/tecnologia/2009/10/16/380489/cubanos-salen-almundo-a-traves-de-Facebook.html. 22. Doug Madory, «Mystery Cable Activated in Cuba», Renesys Blog, 20 de enero de 2013, disponible en www.renesys.com/blog/2013/01/ cuban-mystery-cable-activated.shtml. 23. ETECSA, «Cable submarino Alba-1 está operativo y se comienzan pruebas para tráfico de Internet», Cubadebate, 24 de enero de 2013, disponible en www.cubadebate.cu/ noticias/2013/01/24/cable-submarino-alba-1-esta-operativo-y-secomienzan-pruebas-para-trafico-de-Internet/. , 2013 15. La Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), e Internet World Stats informan 23% de penetración de Internet en Cuba. Véase ONE, Anuario Estadístico de Cuba 2011, La Habana, 2012, disponible en www.one.cu/aec2011/esp/17_tabla_cuadro.htm; «Internet Usage, Facebook Subscribers and Population Statistics for all the Americas World Region Countries», Internet World Stats, junio de 2012, disponible en www.internetworldstats.com/stats2.htm. Mis amigos en Facebook. Apuntes con intención ciberetnográfica 61 Internet y las TIC en Cuba: notas para un debate sobre políticas públicas Elaine Díaz Rodríguez Profesora. Universidad de La Habana. Firuzeh Sokooh Valle Doctorante en Sociología. Northeastern University. Todo cambio social para producirse tuvo que ser imaginado y soñado en momentos en que lograrlo parecía imposible. Ana María Larrea E l carácter «operativo» del cable de fibra óptica que enlaza a Cuba con Venezuela y Jamaica, desde agosto de 2012, y el comienzo de la realización de pruebas para la trasmisión de datos, desde enero de 2013, exigen reflexionar sobre las rutas posibles para la evaluación de las políticas públicas relacionadas con el acceso a Internet y las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) en la Isla.1 La revisión del marco regulatorio existente, valorado críticamente en espacios de debate ciudadano donde se ha solicitado, incluso, la reformulación de «las disposiciones [...] que limitan la conectividad y el acceso a la web de la instituciones del país, en aras de una mayor presencia de los cubanos en el ciberespacio»,2 deberá tener en cuenta que «la sociedad cubana no podrá dar ninguno de los saltos que pretende [...] si no lo hace promoviendo sujetos activos en el uso de las tecnologías digitales y sus contenidos».3 A la par, la relevancia que la extensión del acceso a Internet tiene para el desarrollo económico y social asumido por las agendas políticas concertadas en América Latina,4 sugiere, además, la oportunidad de articular este replanteo en un contexto de integración regional donde se consolidan alianzas a través de mecanismos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), promotora 62 74: 62-67, abril-junio de 2013 Elaine Díazn.Rodríguez de la justicia social y de una distribución más equitativa de la riqueza. Sin embargo, el desarrollo de marcos legales que regulen problemáticas derivadas de la informatización de las sociedades, como la responsabilidad de los intermediarios y de los proveedores de servicios (ISP); la protección, retención y tratamiento de los datos personales; el filtrado de contenido; la difamación; la protección del derecho de autor y la neutralidad de la red, etc., se encuentra en un estadio incipiente en la región. A ello se suma la presencia de una «visión de tintes deterministas en la construcción de políticas públicas vinculadas a la tecnología».5 Los esfuerzos latinoamericanos por fundar una sociedad de la información y el conocimiento —con más énfasis en el nuevo milenio— se han circunscrito, en ocasiones, a la «retórica alimentada por y sincronizada con las declaraciones cíclicas de diversos organismos internacionales» 6 que continúan entendiendo la tecnología mediante una mirada instrumental, sin comprender cómo la ciudadanía experimenta y reinterpreta los dispositivos y las interfaces en la construcción individual-social de nuevas realidades y experiencias de vida. En el contexto actual, marcado por la búsqueda de nuevos asideros para la reconstrucción del socialismo a partir del establecimiento de «una línea de ruptura y continuidad dialéctica con las etapas precedentes de la Revolución»,7 Cuba no puede seguir postergando la actualización de sus políticas públicas con respecto a Internet y las TIC. Es necesario analizar críticamente las limitaciones de las regulaciones actuales para la participación ciudadana y los desafíos para integrar de manera sustantiva los cambios sociopolíticos y económicos —con énfasis en las modificaciones en las formas de propiedad— que tienen lugar en el país. Participar en red Si bien en los años 60 se potenció la implicación política mediante la ratificación masiva en grandes congregaciones populares y en la década siguiente se desplegó una institucionalización paulatina,8 la profundidad de los cambios socioeconómicos actuales, la ampliación del acceso a Internet y el incremento de espacios de comunicación ciudadanos como alternativa a las necesidades de expresión e información, han favorecido la formación de zonas no institucionalizadas de opinión e intercambio entre actores sociales que promueven nuevas prácticas de participación e inclusión sociopolíticas más implicativas y directas.9 Desde 1927, el desplazamiento de la ciudadanía hacia esferas más desestructuradas había sido descrito por el filósofo John Dewey, para quien el sistema político de una nación debía desbordar los mecanismos de participación formales como el voto y la militancia partidista, para trasladarse a la vida pública, donde los ciudadanos pudieran participar activamente10 en procesos de deliberación favorables a diálogos cívicos, incluso de manera previa a la adopción o mejora de políticas públicas.11 Tales elementos y las referencias de Jesús Martín Barbero a la doble des-ubicación del espacio de lo nacional, debido a la disminución del peso de los territorios y los acontecimientos que lo «telurizaban y esencializaban» y a la revaloración de lo local,12 resultan imprescindibles para comprender la esfera de discusión sobre Cuba en la Red. La trascendencia de los límites geográficos ha dado paso a la articulación de discursos —a ratos caóticos y polarizados— que reflejan demandas, deseos y necesidades ciudadanas desde cualquier momento. La asunción del símbolo de «lo virtual» inicia el camino hacia la fundación de un espacio «posible» de diálogo horizontal, donde se difuminen las jerarquías sociales, profesionales, culturales, etc. en la búsqueda de consensos para la construcción del país deseado; aunque no se puede desconocer la reproducción en Internet de estructuras jerárquicas y de exclusión, ni las complejas relaciones de poder respecto a raza/etnia, clase, género y sexualidad, entre otros. Para el investigador español Manuel Castells, Internet es mucho más que un instrumento técnico; representa una nueva forma de cultura política, interacción social, movilización y un espacio de toma de decisiones que se sustantiva en la (auto)transformación ciudadana continua. Escasos, pero interesantes referentes cubanos dan cuenta de la aparición de un sujeto social, «portador de una suerte de civismo informacional, y comprometido con la creación, la puesta en común y la crítica de la información como base del conocimiento, comprendido este último como el más valioso y poderoso articulador de la vida social».13 Políticas públicas para y desde Internet Aunque el discurso sobre Cuba trasciende las fronteras territoriales de la Isla, las prácticas comunicativas en Internet de la ciudadanía residente en esta nación están atravesadas por condicionantes internas y externas de naturaleza multifactorial: la carencia de competencias digitales emancipadas debido a la visión instrumentalista de la formación docente, las limitaciones económicas y tecnológicas que obligan a una redistribución de los recursos existentes y la comprensión de la comunicación como «vehículo para la acción reactiva y concientizadora en Internet y las TIC en Cuba: notas para un debate sobre políticas públicas 63 términos ideopolíticos»,14 entre otras. A ello se suman los intereses de desestabilización interna diseñados desde Washington15 así como los esfuerzos en pro de la permanencia del control y hegemonía políticos del Estado cubano, en ambos casos con vocación de incidencia en los espacios públicos dentro y fuera de la Web. Cualquier intento por lograr la superación definitiva del subdesarrollo y la deformación estructural de la economía cubana «que produzca como resultado integral una sociedad próspera, ambientalmente sostenible, inclusiva, justa, crecientemente participativa, y que se inserte de forma competitiva y ventajosa en la economía internacional»16 debe trascender la visión de Internet como repositorio documental o servicio de comunicación y asumir su potencial para generar procesos de transformación, aprendizaje social, vigilancia ciudadana y desburocratización del diálogo entre los individuos y su gobierno e instituciones. Estas posibilidades deberán reflejarse en la reformulación de las políticas existentes, de manera que estimulen el uso emancipatorio, anticapitalista y consciente de las TIC en el país. Desde una perspectiva regional, un estudio realizado en Colombia en el año 2003 sobre gobierno electrónico evidenció que aunque pocas personas conocían todo lo que implica el pleno ejercicio de la ciudadanía, los encuestados coincidían en tres aspectos fundamentales: la necesidad de una participación más activa en el desarrollo de las políticas y proyectos del gobierno; la importancia de opinar o decidir sobre las políticas de este, y así borrar la línea entre los elegidos y sus electores; y el autorreconocimiento de los actores sociales como agentes de ayuda al desarrollo de las actividades gubernamentales.17 Un artículo publicado en el periódico Granma, en febrero de 2013, retoma la necesidad de la implicación ciudadana en la vida pública como motor del desarrollo social.18 En el caso cubano, esto implica la superación de «las habladurías de aceras», la unanimidad y el sentido de autopreservación asumido por los sujetos; en un contexto donde el disenso —aun argumentado e informado— podría ser interpretado como expresión de un comportamiento «políticamente incorrecto» y traducido en la pérdida de determinado estatus laboral, social, profesional. Tal imaginario, construido en paralelo a la importancia de la unidad y el silenciamiento de los problemas como respuesta a una estrategia de hostigamiento socioeconómico y político por parte de los Estados Unidos, ha desencadenado una suerte de esquizofrenia social, definida por el investigador cubano Ovidio D´Angelo como la «disonancia significativa entre los discursos institucionales oficiales y la interpretación de la vida social tal y como es 64 Elaine Díaz Rodríguez experimentada por los sujetos sociales en su realidad concreta».19 El traslado a la Web de esta fragmentación del individuo, agravada por el condicionamiento del uso de la Red según el objeto social de la institución proveedora —establecido en el Artículo 13 del Reglamento de Seguridad para las TIC del Ministerio de Informática y las Comunicaciones aprobado en 2007—, limita el carácter ciudadano de la esfera pública virtual, reduce a los sujetos a la condición mínima de empleados, disminuye sus canales para participar en el diseño político de la sociedad, la planificación y la toma de decisiones debido a la exclusión de dicha esfera como espacio válido para la discusión y confrontación ciudadanas. En Cuba, ante las restricciones de acceso a Internet y las limitaciones de los mecanismos reguladores de su uso, reemergen en la Web dos actitudes fundamentales, aunque no exclusivas. La primera, denominada «apologética y/o acomodaticia»,20 parte de considerar insuperable el orden existente, o puede derivarse de la rutina y el escepticismo; «en ambos casos sus practicantes continúan insertados en la lógica funcional del sistema, participando periódicamente de los rituales y códigos que lo legitiman».21 En consecuencia, la promoción de estas actitudes podría conducir a la deformación de la Web en tanto espacio participativo y en su conversión en un escenario inactivo de discusión formal. La segunda línea de conducta, mucho más alentadora, surge de la reapropiación consciente y crítica de Internet y las TIC para desencadenar usos no previstos o estimulados por las políticas públicas, pero que refuerzan la emergencia de un escenario flexible y cambiante desde donde se articulan procesos políticos no convencionales mediante la producción y circulación de formas simbólicas a través de las plataformas comunicativas en red.22 Por ejemplo, el 28 de noviembre de 2010 el periodista y bloguero Francisco Rodríguez publicó en su bitácora Paquito el de Cuba una carta abierta al canciller cubano Bruno Rodríguez donde expresaba su desacuerdo «con el voto de la delegación de Cuba ante la Tercera Comisión de la Asamblea General de la ONU, a favor de una enmienda que elimina la mención explícita a la orientación sexual de la resolución periódica que condena a las ejecuciones extrajudiciales, arbitrarias o sumarísimas».23 De esta manera, se iniciaba un proceso de debate que tuvo como antecedente una declaración emitida por la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (SOCUMES) y el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), y que culminó con la difusión de la argumentación del voto de la delegación cubana, acto voluntario que realizan los diplomáticos «cuando consideran imprescindible enfatizar en principios clave para sus pueblos» y el envío a la ONU de un comunicado adicional en relación con este tema.24 Prácticas comunicativas como la anterior requieren de políticas públicas que trasciendan la ampliación de las capacidades tecnológicas y reconozcan la necesidad de legitimación del proyecto socialista cubano en un escenario que posibilita el diálogo y la socialización, desafíos que adquieren especial relevancia en un contexto donde resulta imprescindible ensanchar el poder político de la ciudadanía. Redimensiones impostergables En la región, Cuba cuenta con experiencias pioneras en la democratización del acceso a las TIC. En la década de los 80, la creación de los Joven Club, proyecto que se extendió a todos los institutos educacionales del país en 2001, sentó las pautas de una política «orientada al uso social e intensivo de los recursos tecnológicos, buscando extender sus beneficios a la mayor parte posible de la población y las instituciones».25 A finales de los años 90, en América Latina se crearon los telecentros comunitarios como alternativas a los cibercafés. En estos se enfatizó el uso y la apropiación de las herramientas tecnológicas en función de un proyecto de transformación social para mejorar las condiciones de vida de las personas, sin atender a los intereses mercantiles que hasta ese momento habían condicionado el surgimiento de espacios de acceso público a la Red. Tal medida se consideraba estratégica para «achicar la brecha social, tecnológica y económica que apuntalan la situación de pobreza y marginalidad en que viven los sectores más vulnerables de la sociedad».26 A inicios de 2013, Cuba necesita otro proceso de alfabetización, como diagnosticara la investigadora y profesora cubana Milena Recio: «Ir en campaña hacia un modelo de sociedad sustentada en el valor del conocimiento nos daría ciertas garantías para un futuro en el que toda vocación no se reduzca al mero estómago» y permitiría, asimismo, «insertarse más plenamente en el nuevo ciclo tecnocultural abierto por la infocomunicación digital».27 Este cambio cognitivo implica una transformación profunda donde no se deben obviar —a riesgo de terminar elaborando reformas parciales— elementos fundamentales en el contexto cubano actual, como la desintermediación de la información pública y la incorporación de la vigilancia ciudadana a la gestión gubernamental. Durante el último decenio, hemos asistido a la aprobación y reformulación de políticas públicas de comunicación en América Latina, a través de leyes de prensa o de transparencia; estas últimas consideradas más sustantivas pues intentan dotar de un estatus legal el derecho fundamental de la ciudadanía a la información y promover la transparencia gubernamental y de las empresas privadas; sin circunscribirse exclusivamente al sistema de medios de comunicación masiva. Al mismo tiempo, las TIC han ampliado las posibilidades de los sujetos de acceder de manera directa a la información; interpelar a actores gubernamentales, institucionales o privados; expresar y compartir necesidades y coordinar acciones colectivas para el cambio social. En ese contexto, el valor de la información ha crecido notablemente. La brecha entre «inforricos» e «infopobres» desborda el acceso, la calidad de Internet y el dominio de herramientas digitales; e incluye la necesidad de desarrollar competencias tecnocomunicativas emancipadoras con el fin de transformar grandes volúmenes de datos en decisiones informadas y argumentadas que promuevan la calidad de la participación ciudadana en la vida pública de la nación. Aquellos que carecen de dichas competencias, aun con acceso a la Red, sufren una nueva suerte de exclusión social de tipo cognitivo porque les resulta imposible decodificar, reinterpretar y aprovechar esos datos para (auto)incluirse en los procesos políticos, dominados en lo fundamental por actores institucionales y gubernamentales. Aunque el primer referente de las leyes de transparencia data del año 1776, en Suecia, Internet ha simplificado el modo de acceder a la información pública y visibilizado la vigilancia individual de la gestión gubernamental. Ciudadanos, instituciones y medios de comunicación adquieren —legislativamente— iguales oportunidades y derechos en un contexto donde la información deja de ser un bien de uso exclusivo de la prensa y de una élite. Los mecanismos de difusión de la información pública se amplían y algunos marcos legales regionales, como la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública, de Perú, y la Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental mexicana, ambas aprobadas en 2002, explicitan la necesidad de difundir, a través de portales en Internet, «cualquier tipo de documentación financiada por el presupuesto público que sirva de base a una decisión de naturaleza administrativa, así como las actas de reuniones oficiales».28 Aunque el uso sustantivo de la información pública por parte de la ciudadanía en América Latina resulta aún insuficiente, las políticas públicas diseñadas para la sociedad de la información y el conocimiento deben superar las estrategias sobre infraestructura y Internet y las TIC en Cuba: notas para un debate sobre políticas públicas 65 acceso y concebir «la complejidad de los procesos de inclusión que ya están en marcha, muchos de ellos surgidos al margen de cualquier propuesta societal o institucional».29 La noción de inclusión, que ubica en el centro de la sociedad a aquellos individuos marginalizados de la vida política, constituye la base social del proyecto político cubano iniciado en 1959; idea que se intenta trasladar a los documentos que regulan el acceso a los bienes y servicios provistos por el Estado, el uso de estos —la educación, la salud o las TIC e Internet. Asimismo, los medios de comunicación masiva, incluida la prensa, han sido asumidos como «propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada, lo que asegura su uso al servicio exclusivo del pueblo trabajador».30 Sus funciones esenciales son «educar, informar, orientar, organizar y movilizar al pueblo; como medio para la construcción del socialismo y para enfrentar en el terreno políticoideológico y cultural al capitalismo».31 Sin embargo, la legitimación del sistema comunicativo estatal como ente mediador fundamental entre la información pública y la ciudadanía ha motivado la reproducción de un esquema diseñado para que el sujeto dependa de un agente externo —periódico, noticiero, reunión del CDR, rendición de cuentas del delegado, entre otros— para acceder a tal información. El uso de las TIC en Cuba y la asunción de Internet como repositorio de información, herramienta para el comercio electrónico y/o para la gestación de campañas políticas —siempre desde una visión difusionista—, dista mucho de la necesaria comprensión de este escenario como espacio de interlocución y diálogo directo entre los representantes y el pueblo. Ello ocurre en un contexto regional donde la rapidez y alcance de las TIC suponen cada vez más la ampliación y descentralización de la comunicación entre ciudadanos y actores institucionales y políticos. En septiembre de 2011, Ysmel Serrano, coordinador de la cuenta en Twitter del líder de la revolución bolivariana, Hugo Chávez, consideraba esta herramienta un enlace fundamental para saber «qué siente la gente». El propio Chávez, en varias ocasiones, enfatizó sobre la autoría de los mensajes: «Hay gente que no se lo cree y dicen que ese no soy yo, que me lo están escribiendo. Pero no, yo escribo mi mensajito».32 Más allá de la elección de aplicaciones o servicios específicos de Internet, esa apropiación de las redes, seguida por mandatarios latinoamericanos como Cristina Fernández de Kirchner y Rafael Correa, entre otros, reivindica las posibilidades del sujeto como interlocutor del poder político y amplía la esfera pública para la discusión de temas sociales hacia los espacios reticulares digitales. 66 Elaine Díaz Rodríguez El debate sobre la estimulación de la participación ciudadana en las políticas públicas relacionadas con el acceso a Internet y las TIC y su uso en Cuba no queda agotado con estas consideraciones, deudoras de una mayor profundidad. Resta indagar, además, en el análisis del derecho de autor y la propiedad intelectual, así como en el comercio electrónico y la privacidad de la Red, entre otros tópicos de vital relevancia en nuestro contexto regional, que apuntan hacia nuevos desafíos para la elaboración de marcos reguladores. Estas reflexiones se suman a otras previas que abordan los retos para la construcción de un sistema político justo, democrático, participativo, en un contexto regional mediado por el uso intensivo de Internet y las TIC. Nos anima la necesidad de contribuir a la transformación de la realidad nacional mediante planteamientos teóricos y acciones concretas asociados a nuestro ámbito de incidencia social desde posturas críticas y propositivas alejadas de cualquier conformismo. Notas 1. Estas políticas son las líneas de acción y el conjunto de programas, proyectos y actividades de las instituciones públicas que conllevan ciertos resultados y productos, como regulaciones, servicios o bienes. Hay políticas por acción y por omisión de acciones. Véase Sandra M. Concha, «Políticas públicas e Internet», en Mauro Cerbino y Alicia Richero, eds., Gobernanza, políticas públicas y aplicaciones de Internet, IDRC-CRDI, FLACSO-Ecuador, Quito, 2006. 2. «Declaración final del Encuentro Nacional de Blogueros en Revolución», Blogazo por Cuba, 28 de abril de 2012, disponible en http://blogazoxcuba.wordpress.com/2012/04/28/declaracin-finaldel-encuentro-de-blogueros-cubanos-en-revolucin/. 3. Milena Recio, «La hora de los desconectados», La Jiribilla, n. 512, 26 de febrero de 2011, disponible en www.lajiribilla.co.cu/2011/ n512_02/512_07.html. 4. Proyectos de acción como el Plan de Acción Regional sobre la Sociedad de la Información en América Latina y el Caribe (eLAC) pretenden construir sociedades digitales inclusivas e innovadoras en América Latina y el Caribe mediante la promoción de tareas a mediano y largo plazo —hasta el año 2015— donde se incluyen la elaboración e implementación de iniciativas nacionales a través de un intercambio intrarregional, el fortalecimiento de iniciativas y proyectos concretos a nivel del área y la búsqueda de mecanismos financieros para apoyar el logro de sinergias entre las actividades planteadas en esta plataforma, entre otros aspectos. Véase «eLAC2010: la segunda etapa del Plan de Acción Regional (20082010)», eLAC, disponible en http://www.cepal.org/cgi-bin/getprod. asp?xml=/elac/noticias/paginas/9/44099/P44099.xml&xsl=/elac/ tpl/p18f.xsl&base=/elac/tpl/top-bottom.xsl. 5. Véase María Belén Albornoz, «Privacidad, Internet social y políticas públicas en América Latina y el Caribe», FLACSO Andes, diciembre de 2008, disponible en www.flacsoandes.org/ comunicacion/aaa/imagenes/publicaciones/pub_206.pdf, p. 2. 6. Scott S. Robinson, «Reflexiones sobre la inclusión digital», Nueva Sociedad, n. 195, Buenos Aires, enero-febrero de 2005, pp. 127-40. de noviembre de 2010, disponible en http://paquitoeldecuba. wordpress.com/2010/11/28/carta-abierta-al-canciller-cubano-o%e2%80%9cno-nos-equivoquemos-otra-vez%e2%80%9d/. 7. Miguel Limia, «Problemas centrales de la transición socialista en Cuba», Temas (sección web Catalejo), 22 de febrero de 2013, disponible en www.temas.cult.cu/catalejo/panelFIL/Limia.pdf. 24. Ídem. 8. Véase Armando Chaguaceda, «Nada cubano me es ajeno: sobre notas sobre la condición ciudadana», Temas, n. 50-51, La Habana, abril-septiembre de 2007, pp. 118-25. 9. Véase José Manuel Robles y D. Marco, citados por Anidelis Rodríguez, «Artesanías de sentidos. Acercamiento a las concepciones sobre las prácticas emergentes de ciudadanía en plataformas de comunicación en red», tesis de Maestría en Ciencias de la Comunicación, Universidad de La Habana, L a Habana, 2012, disponible en w w w.facebook.com/ Hipercomunicación?ref=stream. 10. Véase Daniel Halpern y Jennifer Gibbs, «Running Ahead: Social Media as a Catalyst for Online Deliberation», Computers in Human Behavior, v. 29, n. 3, Amsterdam, mayo de 2013, pp. 1159-68. 11. Véase John S. Dryzek, «Theory, Evidence, and the Tasks of Deliberation», en Shawn Rosenberg, ed., «Deliberation, Participation and Democracy. Can the People Govern?», Palgrave Macmillan, Nueva York, 2007, pp. 237-50. 12. Véase Jesús Martín Barbero, De los medios a las mediaciones, Gustavo Gili, México, DF, 1987. 13. Milena Recio, «Infoutopía: poner en cubano el periodismo digital en Cuba», Periódico Cubarte, 28 de noviembre de 2012, disponible en www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/infoutopiaponer-en-cubano-el-periodismo-digital-en-cuba*/23793.html. 25. Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), «Tecnología de la información y las comunicaciones», Anuario Estadístico de Cuba 2009, ONE, 2010. 26. Jacques P. Ramírez, «Migración y uso de TIC en Ecuador: el caso de los telecentros de la red de la pastoral social», en Mauro Cerbino y Alicia Richero, eds., ob. cit., pp. 73-84. 27. Milena Recio, «La hora de…», ob. cit. 28. «Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública» (No 27806), Lima, 2 de agosto de 2002, disponible en www.ocpla.uni. edu.pe/oym/file/Ley_Transparencia.pdf. 29. María Belén Albornoz, ob. cit., p. 14. 30. Constitución de la República de Cuba, Editora Política, La Habana, 1992. 31. Elaine Díaz, «Blogs y periodismo en Cuba: entre el deber y el ser», tesis de grado en Periodismo, Universidad de La Habana, La Habana, 2008. 32. Véase Isabel Caro, «Políticos twitteros: nueva herramienta, viejos mensajes», Radio Netherlands Worldwide, 13 de septiembre de 2011, disponible en www.rnw.nl/espanol/article/pol%C3%ADticostwitteros-nueva-herramienta-viejos-mensajes. , 2013 14. Ídem. 15. Un cable fechado en diciembre de 2009 en la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana y divulgado por Wikileaks en agosto de 2011, da cuenta de la importancia que le concede el gobierno de Washington a los blogueros, en tanto actores de la sociedad civil, por su capacidad para crear “un foro público para las discusiones y críticas al gobierno, a pesar de las limitaciones de uso de Internet en la Isla”. Véase “Cuba: Civil Society Fully in Favor of Improving”, Wikileaks, disponible en http://wikileaks.org/ cable/2009/12/09HAVANA723.html. 16. Miguel Limia, ob. cit. 17. Véase Sandra M. Concha, ob. cit. 18. Yaíma Puig Meneses, «Excusas para callar», Granma, a. 17, n. 57, La Habana, 26 de febrero de 2013, disponible en www.granma. cubaweb.cu/2013/02/26/nacional/artic04.html. 19. Ovidio D´Ángelo, Autonomía integradora y transformación social: el desafío ético emancipatorio de la complejidad, Publicaciones Acuario, La Habana, 2005. 20. En su propuesta, pensada para los espacios participativos fuera de Internet, Armando Chaguaceda establece diferencias entre las posturas apologéticas y las acomodaticias. Teniendo en cuenta que ambas se manifiestan de forma similar en la Web consideramos su unión. Véase Armando Chaguaceda, ob. cit. 21. Ibídem. 22. Véase Anidelys Rodríguez, ob. cit. 23. Francisco Rodríguez, «Carta abierta al canciller cubano o “no nos equivoquemos otra vez”», Paquito el de Cuba, 28 Internet y las TIC en Cuba: notas para un debate sobre políticas públicas 67 Cultura digital participativa y el software libre en Cuba Hamlet López García Psicólogo e investigador. Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello. E n el conjunto de las dinámicas sociales en las que hoy participamos, englobadas por el nombre de sociedad de la información, uno de los rasgos más notables es la democratización en la producción y la diseminación de conocimientos.1 Si bien existen enormes desigualdades en el acceso al conocimiento y a las tecnologías, nunca como ahora tantas personas fuera de la academia y los laboratorios empresariales colaboran con el acervo común tecnológico, científico y cultural. El movimiento mundial de software libre y abierto es muestra de esa cooperación: universidades, empresas, gobiernos y programadores independientes trabajan juntos en la creación de un repositorio diverso y poderoso de herramientas informáticas libremente disponibles. Hasta Cuba ha llegado este impulso por la cultura digital participativa, expresado en el movimiento cubano de software libre.2 Asumo la noción de cultura digital participativa de Mirko Tobías Shafer para designar un tipo de interacción entre usuarios en la que son creados de manera colectiva y a gran escala productos culturales digitales, como aplicaciones informáticas, enciclopedias en línea y sitios de referencia —por ejemplo, Wikipedia— o repositorios digitales de conocimientos.3 Dicho concepto está muy próximo al de participación cultural4 y se puede entender como un modo de producción caracterizado por: • Un fuerte estímulo para crear y compartir con otros la creación propia. • Pocas barreras para interactuar. • Los participantes creen en el valor de su contribución. 68 n. 74:García 68-74, abril-junio de 2013 Hamlet López • Disponibilidad de tutorías informales donde el conocimiento de los más experimentados pasa a los novicios. • Sentimiento por parte del usuario de tener algún grado de conexión social con el resto de los participantes (no necesariamente una identidad compartida); o, al menos, le importa conocer lo que otros piensan acerca de su creación. En las últimas décadas, la posibilidad de que las personas se inserten en la cultura digital se ha incrementado de manera notable por el desarrollo alcanzado en la capacidad de procesamiento de las computadoras, su abaratamiento y mayores facilidades en el acceso a la información, las herramientas y los componentes. La colaboración colectiva en la producción de bienes y servicios culturales se facilita cuando disminuyen los costos de difusión, por ejemplo: si se dispone de una red de comunicaciones eficiente, y cuando los participantes no perciben como potenciales competidores a aquellos que pudieran aprovecharse de su creación. La perspectiva de tal cultura es en particular interesante porque enfatiza las prácticas de los actores, las relaciones que estos establecen entre sí y con su medio, y conforma un modelo no lineal de generación y de circulación de conocimiento y cultura, en el cual el desarrollo de procesos de aprendizaje formales y no formales es estimulado por la heterogeneidad de los involucrados, sus saberes y prácticas; por los problemas que enfrentan los artefactos usados (listas de correos, foros, chats, etc.); las facilidades del entorno y las ideas que se discuten dentro de las comunidades virtuales. A continuación pretendo mostrar cómo un grupo de personas, fuera de las instituciones académicas y empresariales cubanas, y ayudado por la creciente presencia de las TIC en la sociedad, se esfuerza por adaptar y diseminar la cultura digital participativa en las condiciones propias de un país poco desarrollado. Además, identifico algunas de las ventajas y dificultades de esa apropiación informal que pudiera ser considerada estratégica en el desarrollo de una nación —por ejemplo, para la sostenibilidad en la migración hacia el software libre. Por último, señalo problemas concretos que enfrenta Cuba en la difusión mediante las comunidades virtuales, desde escasez de financiamiento para la infraestructura de las TIC, hasta la predominante cultura institucional de control de los flujos de información (expresada en normativas legales y jurídicas), que pone barreras a la comunicación de las experiencias y pequeñas innovaciones tecnológicas generadas por los usuarios. Software libre y abierto Durante las últimas dos décadas, la cooperación y la circulación de conocimientos entre programadores y usuarios se han expandido de modo considerable por gran parte del mundo, conjuntamente con Internet.5 El volumen y la diversidad de las contribuciones al software libre aumentaron y surgieron importantes proyectos de software abierto como Linux, un sistema operativo completo, en gran medida debido al incremento en el uso de las computadoras personales y la conexión a la red de redes. Lo anterior favoreció la cooperación asincrónica entre desarrolladores distantes geográficamente, intensificó los flujos de conocimientos y permitió la formación de comunidades de usuarios que participan de manera activa en el perfeccionamiento constante de diversos proyectos de software libre y abierto (SWLA),6 convertidas en exitosos instrumentos de creación y diseminación de saberes relacionados con la producción y/o apropiación de software libre a nivel mundial.7 Mediante Internet, individuos distantes entre sí contribuyen con códigos a proyectos de software, solicitan nuevas funcionalidades, encuentran errores y prueban sistemáticamente versiones incompletas, ayudan a nuevos usuarios a adoptar las soluciones informáticas, ofrecen soporte técnico y, en general, dan cuerpo a un entorno de aprendizaje virtual dinámico y global. Es decir, el signo distintivo del SWLA —también llamado FLOSS en lengua inglesa— es que, por medio de sus licencias —como la GPL8—, otorga al usuario la posibilidad de acceder, modificar y redistribuir el conjunto de instrucciones —código fuente— que conforman un programa informático; a diferencia del software propietario, donde lo característico es la no disponibilidad de ese código (lo que se distribuye es el binario, en lenguaje de máquina, y por tanto resulta prácticamente ilegible para un ser humano) y el uso de licencias que prohíben la modificación y la redistribución del programa. Esas características han sido identificadas por algunos autores como «innovación abierta».9 Eric Raymond, un conocido informático y promotor de la liberación del código fuente, fue uno de los pioneros en llamar la atención sobre la importancia del intercambio de conocimientos, asociándolo a las ventajas de usar licencias que permiten el acceso y modificación pública del código fuente.10 Otro de los autores que hace énfasis en la construcción colectiva de saberes, pero desde un ángulo más político, es Richard Stallman. Heredero de una vieja cultura de programadores en la que compartir el código no solo era rutinario sino también una necesidad para potenciar el aprendizaje grupal, denunció el cierre de aquel y sus mecanismos legales asociados (por ejemplo, la propiedad intelectual) como una amenaza directa a los lazos sociales que mantienen unida a la comunidad de programadores. Además, señaló el Cultura digital participativa y el software libre en Cuba 69 La preminencia de las conexiones a la red (Intranet o Internet) desde instituciones y empresas estatales, la poca presencia en los domicilios y, aún más, la escasa penetración de Internet en la sociedad, limita la capacidad de las comunidades virtuales cubanas de diseminar el conocimiento de software libre y abierto. riesgo de empobrecimiento cultural para las sociedades que acepten pasivamente la práctica de negar el acceso al código fuente.11 El SWLA es considerado una opción para los países en vías de desarrollo, que les posibilita satisfacer sus necesidades tecnológicas de procesamiento de información. Sus ventajas estratégicas son:12 • Posibilita desarrollar industrias o capacidades locales de software. • Reduce las importaciones de software. • Fortalece la seguridad nacional. • Aminora la violación de la propiedad intelectual. • Posibilita la adaptación y localización del software. • Permite mayor independencia a los vendedores de software (soberanía tecnológica). • Disminuye los costos totales de propiedad sobre el software. • Incrementa el acceso a la información. Sin embargo, en estos países la adopción de dicho software enfrenta dificultades. Como expresa Nah Soe Hoe, la debilidad en la infraestructura de las TIC se convierte en un desafío que debe ser enfrentado mediante el diseño de aplicaciones que reduzcan o eliminen la necesidad de infraestructura avanzada. Dificultan tal empeño la adopción de aplicaciones y paquetes informáticos de SWLA desarrollados, en su mayoría fuera del Sur (o sistemas operativos completos como GNU-Linux), y con redes muy activas de desarrolladores y usuarios que innovan constantemente. La cultura del software libre, apunta Hoe, se sustenta en el apoyo y la colaboración de una comunidad.13 Rodrigo Arocena y Judith Sutz, entre otros autores latinoamericanos, señalan que si se trata de innovar, la adquisición de una nueva tecnología necesita de su apropiación y reinterpretación, a partir de las capacidades y los requerimientos locales y de un intenso intercambio, modificación y diseminación de conocimientos entre los diversos actores interesados en adoptarla.14 Por tanto, para las naciones en vías de desarrollo la asimilación exitosa de las TIC depende mucho de la política gubernamental en cuanto a informatizar la sociedad como un todo, sin descuidar la conformación de redes de conocimiento locales que apoyen la absorción de las nuevas tecnologías.15 70 Hamlet López García El contexto cubano En el año 2000, junto con el cambio de denominación del Ministerio de Comunicaciones por la de Ministerio de la Informática y las Comunicaciones, comienza en Cuba la implementación y ejecución del Programa Rector para la Informatización de la Sociedad (PRIS), una política estatal para acceder a los beneficios productivos y sociales que brindan las tecnologías de la información y las comunicaciones, y que daba continuidad a empeños anteriores. La estrategia cubana reconoce la transversalidad de las TIC en la vida social y económica y su carácter estratégico para cualquier proyecto de desarrollo. Sin embargo, se diferencia del paradigma de la sociedad de la información cuando propone un modelo enfocado hacia el uso social, ordenado e intensivo de las TIC, que privilegia la conexión a Internet de las instituciones y empresas con un alto impacto en la sociedad.16 Esta lógica responde a las carencias económicas y materiales que limitan la disponibilidad de equipos e infraestructura en el país, y a una concepción particular del desarrollo apoyada en fuertes políticas sociales.17 El programa cubano parte del presupuesto de que dicha informatización ocurre en un contexto de relaciones desiguales en el acceso a las tecnologías y los contenidos, donde los países en vías de desarrollo tienen menores posibilidades de participar. Asimismo, considera que el bloqueo norteamericano a los bienes y servicios tecnológicos constituye un obstáculo al desarrollo de las TIC en la Isla. Por ello propone, además del uso social, los estándares abiertos y la seguridad informática.18 Por otra parte, la Intranet nacional se aborda desde el proyecto Red Cuba, y ha sido concebida como la integración ordenada de las redes informáticas cubanas, sobre protocolos de Internet, con acceso a información y servicios públicos, para fomentar el uso seguro y masivo de los servicios de infocomunicación. Tal red se organiza sobre los siguientes principios:19 • Defensa de la seguridad, soberanía e independencia tecnológica. • La integración y la interoperabilidad de los estándares. • Compartir donde sea posible la infraestructura existente. • Garantizar la visibilidad de los contenidos. • El diseño y aplicación de un ordenamiento regulatorio a la informatización. • Los organismos de la Administración central del Estado son responsables de proveer contenidos y servicios. El PRIS tiene lugar en un contexto de fuertes restricciones financieras, lo que dificulta realizar inversiones en TIC. Esas tecnologías también poseen un bajo nivel de penetración en el país: según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), Cuba contaba, en 2011, con 38 computadoras y 111 usuarios de Internet por cada mil habitantes.20 En ello no se diferencia de otras naciones del área con dimensiones económicas similares, salvo que la mayoría de las cifras cubanas se refieren a equipos y a usuarios en entidades estatales. Tabla 1: Frecuencia de uso de la computadora en los adultos cubanos Sexo Habitualmente A veces Nunca Masculino 12,6 12,5 74,9 Femenino 15,0 14,2 70,8 Fuente: Cecilia Linares, Yisel Rivero y Pedro Emilio Moras, ob. cit. El Programa exhibe logros importantes, como la presencia de las TIC en todas las escuelas primarias y secundarias, el desarrollo de softwares educativos para todos los niveles de enseñanza, los cursos de informática y el tiempo de máquina gratuitos en los Joven Club de Computación y Electrónica (JCCE)21 y la informatización bastante avanzada del sistema de salud, entre otros. No obstante, la preminencia de las conexiones a la red (Intranet o Internet) desde instituciones y empresas estatales, la poca presencia en los domicilios y, aún más, la escasa penetración de Internet en la sociedad, limita la capacidad de las comunidades virtuales cubanas de diseminar el conocimiento de SWLA.22 El Grupo de Usuarios de Tecnologías Libres (GUTL) El Grupo está integrado por cubanos interesados en el SWLA. Surgió, con una organización muy laxa, de una reunión realizada el 13 de junio de 2009, a partir del ya existente Grupo de Usuarios de GNU/ Linux Habana. Organiza diversas actividades para la promoción de este tipo de software, como festivales de instalación, conferencias; y a partir del sitio web (http://gutl.jovenclub.cu/) —con información acerca de la historia y las actividades del grupo—, administra y coordina una comunidad virtual basada en un foro en línea, una lista de correos y una wiki. También participa activamente en la planificación cubana del Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre (FLISOL).23 Sin embargo, la actividad más estable es su presencia en la red. En la capital cubana, desde los años 90, ya había personas que se reunían —a veces en el Palacio Central de Computación y otras en un Joven Club— para discutir e intercambiar conocimientos sobre software libre. Surgido de manera espontánea, el grupo, nombrado Linux Habana, en un inicio no tenía vínculos con el Estado. También en algunas provincias existían pequeños colectivos con iguales intereses sin estar necesariamente relacionados unos con otros. En 2007, uno de los miembros de la comunidad de SWLA de La Habana —administrador de una de las redes informáticas más desarrolladas del país (Infomed)— crea la lista de correos Linux-l, con lo cual comienza un incipiente proceso de coordinación entre las diferentes comunidades. En 2008 y 2009 ese cierto nivel de interrelación permitió organizar un FLISOL y, además, le otorgó cierta visibilidad a la comunidad de desarrolladores y usuarios cubanos, por lo que invitan a uno de los coordinadores de GUTL a las reuniones del Grupo Técnico Nacional, una de las comisiones creadas para estudiar y sugerir propuestas acerca de la migración hacia el SWLA en el país.24 Diseminación no formal de tecnologías libres y marco institucional Según el británico Marcus Leaning, el modo en que determinada tecnología es utilizada (su apropiación local) está mucho más relacionado con la organización de la sociedad en la que es introducida que con cualquier otra cualidad tecnológica. Esto es válido como advertencia para quienes practican el «tecnodeterminismo» y establecen una relación automática entre la introducción de las tecnologías y la transformación social. Las TIC pueden provocar cambios e introducir nuevas maneras de hacer, pero de acuerdo con el contexto político, económico, cultural, su impacto será diferente. Como medios para procesar y trasmitir información existen diferentes maneras de usarlos y de apropiarse de ellos.25 Dentro del PRIS, el proyecto Red Cuba identifica las entidades estatales como las máximas responsables en la generación de contenidos y provisión de servicios, y reproduce —al nivel de la informatización de la sociedad— modelos verticalistas y excesivamente centralizados vigentes en la organización general de la institucionalidad cubana y las relaciones de poder establecidas.26 La Resolución 73 del Ministerio de Cultura, emitida el 16 de septiembre de 2009, que establece el Reglamento del Registro Nacional de Sitios Web (RNSW),27 exige a dichos sitios declarar un Cultura digital participativa y el software libre en Cuba 71 perfil temático, objetivos, destinatarios y periodicidad de la actualización, así como el aval del Organismo de la Administración Central del Estado que da su conformidad con la existencia del sitio. Los que deseen acoger páginas personales y bitácoras deben entregar también un directorio detallado. Esta regulación prohíbe de facto la publicación de contenidos y servicios web a personas naturales sin la debida autorización de una entidad estatal que se haga responsable por ello, y favorece solo a personas jurídicas. Así se crea una red, en lo fundamental para consultar información, con funciones claramente delimitadas, en la práctica, entre quienes consumen contenidos y servicios y aquellos que los generan. Además, se limita la creación y gestión de comunidades virtuales, que deben buscar entidades estatales que las auspicien y alojen en sus servidores, como ocurre con la comunidad GUTL. Esto, como es obvio, tiene un impacto en la gestión cotidiana de dicha comunidad. La lista de correos que ofrece servicio a GUTL, aunque es administrada a nombre de ese grupo de usuarios, legalmente pertenece a la institución estatal que la aloja. Por ello, cuando las discusiones en la lista exceden lo estrictamente técnico, dicha institución puede decidir cerrarla, y en consecuencia se perdería el conocimiento recopilado. De este modo lo ilustra uno de los coordinadores: Creo que Shannon 28 estaba en ETECSA y era administrado por la comunidad. Tenía una lista, un portal, una wiki y un jabber. Hubo un incidente por el cual se decidió cerrarlo. Nunca pudimos tener acceso a la información que tenía y no pudimos salvarlo. A partir de ese momento tratamos de organizarnos, de tener un portal. A raíz del FLISOL de 2009, que a juicio de muchos participantes fue uno de los mejores realizados, los miembros de la comunidad se propusieron adquirir personalidad jurídica y constituirse en una asociación, para poder publicar y gestionar contenidos y servicios web, y controlar sus propios servidores. Sin embargo, aún hoy no han podido lograrlo, solo consiguieron una nueva institución que los apadrinara, además de la experiencia de cómo debían manejar la lista de correo, el foro virtual y cualquier otro servicio que quisieran implementar. Según uno de los coordinadores de la lista de aquella época: A partir del FLISOL de 2010 ya no permitimos esas cosas. Entonces comenzaron a decir que yo estaba censurando las cosas. Que era oficialista. Esto es censura. Esto es censura. Pero esto no puede ser una lista política, ¿entiendes? Esto es un problema de informática.29 En ese año, con el amparo de los Joven Club,30 GUTL reinicia las actividades de la comunidad virtual que cuenta ahora con la infraestructura mínima para realizarlas. Entre otros servicios, los Joven Club 72 Hamlet López García facilitan sus instalaciones para efectuar los FLISOL y los encuentros mensuales (off line), y a su vez el Grupo colabora con ellos en el soporte técnico a la migración. En consecuencia, se ha impuesto la necesidad de hacer público su reglamento, no con el fin de controlar o censurar de manera arbitraria, sino con la idea de normar algunos aspectos de su utilización, precisamente como una medida que permita continuar ofreciendo, en lo posible, un servicio continuo y respetando los derechos de los usuarios.31 A pesar de las dificultades y limitaciones, debido a que el marco institucional no favorece la gestión de los servicios se observan mejorías. Uno de los administradores refiere: No tenemos decisiones técnicas sobre los servidores que nos están hospedando, sino una lista dentro de un sistema de cientos de listas que poseen los Joven Club y debemos acogernos a las configuraciones globales de ese servicio. Sí tenemos libertad para moderar dentro de la lista lo que creamos que es favorable o no para la comunidad, y también en los demás servicios. A excepción de la descarga, porque no hay manera de hacerlo virtualmente. Hay que ir con un disco duro hasta el nodo para poder colgar la información. Ahí solo hay que velar porque la documentación no viole los derechos de autor y lo establecido por seguridad informática y por el Código de ética de la institución.32 La comunidad virtual GUTL es activa y participa de manera visible y pública en la diseminación de los conocimientos sobre SWLA en la sociedad cubana. Sus miembros comparten entre sí experiencias, trucos y formas de adaptar a las particularidades de Cuba las prestaciones del software que usan. Funciona como una comunidad de innovación abierta: un entramado entre los conocimientos que se generan fuera de la Isla y los locales. En eso se asemeja a cualquier otra comunidad virtual de SWLA en el mundo. Las dificultades para descargar software y otros contenidos de Internet en Cuba ralentizan la velocidad de difusión de nuevas aplicaciones de SWLA o tutoriales, ya que depende en gran medida de las redes personales para intercambiar los ficheros a través de discos duros externos, memorias flash u otros dispositivos físicos. Esto se manifiesta en la actividad de la comunidad virtual, que extiende las funcionalidades usuales (por ejemplo, compartir conocimiento), con la búsqueda de personas que posean archivos recién descargados de Internet.33 A modo de conclusión De acuerdo con lo afirmado por Arocena y Sutz, si la sociedad en su conjunto no es protagonista en la adopción de las TIC, difícilmente pueda asegurarse la sostenibilidad de las políticas públicas para la sociedad de la información. Y aquella es protagonista cuando produce contenidos significativos y participa en la creación de bienes y servicios culturales digitales contextualizados.34 Para los países en vías de desarrollo resulta aún más relevante la dimensión cultural de las TIC. Por su carácter transversal, ellas resultan esenciales para cualquier proyecto de desarrollo nacional. Sin embargo, los saberes, imaginarios e ideologías asociados a ellas tienen el sesgo y se expresan en el idioma de sus países de origen, los cuales pocas veces coinciden con las naciones en vías de desarrollo. Para la apropiación de las TIC es importante tener las capacidades culturales necesarias (nivel educativo, una infraestructura educativa fuerte, producción cultural y científica). El caso de Cuba muestra que no basta con poseer una sociedad con buenos indicadores en educación o con políticas que aseguren el uso social de las tecnologías, sino también es esencial un marco legal e institucional que permita la apropiación creativa de las TIC por actores no estatales y sus usos en formas no contempladas en un inicio por las políticas oficiales. La importancia del fomento de las comunidades de usuarios resulta más evidente cuando se habla de las propagadoras del software libre, ya que la difusión, adaptación, soporte y tutorías son asumidas espontáneamente por sus miembros. 7. Andreas Meiszner, Rudiger Glott y Sowe Sulayman K., «Preparing the Ne(x)t Generation: Lessons learnt from Free / Libre Open Source Software», Proceedings of the 4th International Barcelona Conference on Higher Education, v. 2, Barcelona, 2008, disponible en Global University Network for Innovation, www.guni-rmies.net. Notas 12. Kenneth Wong, Free/Open Source Software: Government Policy, UND-APDIP, Chennai, India, 2004. 1. Otras denominaciones son sociedad del conocimiento, sociedad red, e incluso sociedad de los saberes. Cada una de ellas, aunque convergentes, atiende a relaciones, componentes y actores diferentes en las dinámicas socioproductivas contemporáneas. Sin embargo, el término sociedad de la información ha ganado mayor legitimidad en la esfera de las políticas públicas, avalado, además, por dos cumbres mundiales (Ginebra 2003 y Túnez 2005) que lo usaron como nombre. 2. El presente artículo utiliza datos y referencias teóricas recopiladas en 2012 mientras disfrutaba de una beca CLACSO-ASDI convocada para abordar el tema «Bienes comunes: espacio, conocimiento y propiedad intelectual». 3. Véase Mirko Tobias Schäfer, «Bastard Culture! User Participation and the Extension of Cultural Industries, Utrecht, 2008, disponible en http://mtschaefer.net/media/uploads/docs/Schaefer_BastardCulture_2011.pdf (consultado 10/05/2013). 4. Véase Cecilia Linares, Yisel Rivero y Pedro Emilio Moras, Participación y consumo cultural en Cuba, ICIC Juan Marinello, La Habana, 2008. 5. Véase Graciella Marzi, «Some Policy Issues on Open Source and Proprietary Software», Working Paper, Departamento de Economía Política, Universidad de Estudios de Milán, Bicocca, 2007, disponible en http://dipeco.economia.unimib.it (consultado 26/12/2011). 6. Para los efectos de la presente investigación, reúno en un solo cuerpo tanto al movimiento del software libre como a aquellos desarrollos y comunidades que se adscriben al software abierto. Sin embargo, reconozco que entre estos dos movimientos hay importantes divergencias éticas y políticas: mientras el primero postula la libre distribución del código y usa como principal instrumento en sus licencias la cláusula Copyleft (que obliga que los softwares se redistribuyan con la misma licencia del que se modificó o del que se obtuvo parte), el segundo usa licencias (por ejemplo, la BSD) que dejan en libertad al licenciatario para escoger cómo redistribuir las modificaciones. Para las empresas de software esta última modalidad hace más atractiva la participación en el SWLA. Además, todas las entrevistas y testimonios del presente trabajo se hicieron con la condición de anonimato de mis informantes. 8. La General Public License es la más conocida, pero no la única, de una familia de licencias que conceden al usuario las cuatro libertades básicas que definen el software libre y abierto: la libertad de usarlo, aprender de él y modificarlo, distribuir copias y mejorarlo, así como la de diseminar las mejoras. 9. Eric von Hippel y Georg von Krogh, «Open Source Software and the “Private-Collective” Innovation Model: Issues for Organization Science», Organization Science, v. 14, n. 2, abril de 2003. 10. Eric Raymond, «La catedral y el bazar», 1997, disponible en www.smaldone.com.ar/documentos/docs/catedralbazar.pdf (consultado 23/09/2005). 11. Véase Richard Stallman, Software libre para una sociedad libre, Traficantes de Sueños, Madrid, 2004. 13. Nah Soe Hoe, Breaking Barriers. The Potential of Free and Open Source Software for Sustainable Human Development, UNDPAPDIP, India, 2006. 14. Rodrigo Arocena y Judith Sutz, «Sistemas de innovación y países en desarrollo», Organización de Estados Iberoamericanos, Madrid, 2002, disponible en www.campus-oei.org/salactsi/arocenasutz.htm (consultado 10/05/2013). 15. Para una panorámica de las dificultades de la informatización de las sociedades en Latinoamérica y su vinculación con las condiciones socioeconómicas y políticas, véase Wilson Peres y Martin Hilbert, La sociedad de la información en América Latina y el Caribe. Desarrollo de las tecnologías y tecnologías para el desarrollo, CEPAL, Santiago de Chile, 2009. 16. Véase «Internet es vital para el desarrollo de Cuba» (entrevista a Boris Moreno Cordovés, viceministro del MIC), Juventud Rebelde, La Habana, 6 de febrero de 2009, disponible en http://www. juventudrebelde.cu/cuba/2009-02-06/internet-es-vital-para-eldesarrollo-de-cuba/ (consultado 10/05/2013). 17. Mayra Espina Prieto, Políticas de atención a la pobreza y la desigualdad, CLACSO, Buenos Aires, 2008. 18. MINREX «La informatización en Cuba», 2005, disponible en www.cubaminrex.cu/sociedad_informacion/cuba_si/ Informatizacion.htm (consultado 17/10/2011). 19. Carlos del Porto Blanco, «Estado de la informatización en Cuba. Oficina para la Informatización», conferencia ofrecida en el Taller Cultura digital participativa y el software libre en Cuba 73 Los desafíos culturales en la era digital, MIC-ICIC Juan Marinello, 28 de noviembre de 2008. [Inédito] 20. Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), Panorama económico y social. Cuba 2010, 2011, disponible en www.one.cu (consultado 6/4/11). 21. Red de instituciones comunitarias donde se imparten clases de informática gratuitas y se ofrece servicio de navegación por la red nacional, aunque de manera limitada. Existen más de seiscientos JCCE repartidos por todo el país. Inicialmente pertenecían a la Unión de Jóvenes Comunistas, y en la actualidad al Ministerio para la Informática y las Comunicaciones (MIC). 22. Hasta el año 2011, Cuba disponía de un ancho de banda de 323 megabits por segundo (mbps) para conectarse a Internet, mediante una conexión satelital, como consecuencia de la política norteamericana tradicionalmente hostil hacia la Isla, que no le permitía conectarse a ninguno de los numerosos cables submarinos que rodean las costas cubanas. En la actualidad, el enlace con Venezuela a través de un cable submarino de fibra óptica, mejora las capacidades de conexión, aunque no tendrá un impacto social inmediato en el acceso a Internet, pues este depende de inversiones en infraestructura y en capacidad financiera para el pago de los servicios de conexión. 23. Es el mayor evento de difusión de software libre que desde el año 2005 se realiza en diferentes países de manera simultánea; ofrece además charlas, ponencias y talleres sobre este tipo de software y el movimiento vinculado con él. 24. A partir de una decisión del gobierno cubano hecha pública en octubre de 2002, se comenzó a implementar una política de migración hacia el software libre, con un marcado énfasis en la soberanía tecnológica, la seguridad informática y la adaptabilidad del software a las condiciones y desarrollo de capacidades locales en TIC. En abril de 2004, el Consejo de Ministros adoptó el Acuerdo 084/2004 que orientaba al MIC ordenar la migración al software libre. En 2005 se crean el Grupo Nacional de Migración y otros grupos técnicos nacionales que atenderían los temas legales, de capacitación, de soporte tecnológico, etc. Véase «Guía cubana para la migración», disponible en www.di.sld.cu/documentos/ guia-cubana-0.32.pdf. 25. Marcus Leaning, «The Modal Nature of ICT: Challenging the Historical Interpretation of the Social Understanding and Appropriation of ICT», The Journal of Community Informatics, v. 2, n. 1, Cambridge, 2005, disponible en www.ci-journal.net/index. php/ciej/article/view/278 (consultado el 10/05/13). 26. Julio César Guanche, «Estado, participación y representación políticas en Cuba. Diseño institucional y práctica política tras la reforma constitucional de 1992», Premio del concurso «Estado y formas de participación y representación en América Latina y el Caribe contemporáneos» (2009), del Programa de Becas CLACSOASDI. [Inédito]. 27. Disponible en www.seriadas.cult.cu/index.php?accion=res73. 28. Shannon es uno de los servidores que prestaron servicios a la comunidad virtual. 29. Entrevista concedida al autor. Véase Hamlet López García, «Las comunidades virtuales de software libre en Cuba. Difusión del conocimiento libre en un entorno de baja penetración de las TIC», Informe final de investigación, CLACSO, Buenos Aires, 2012. [Inédito] 30. En la página oficial de GUTL (http://gutl.jovenclub.cu/quienessomos/) se puede leer: «A partir del año 2010 y por indicación del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones, los Joven 74 Hamlet López García Club de Computación y Electrónica (JCCE) asesoran, apoyan y coordinan desde sus instalaciones el trabajo de las comunidades de software libre del país. Vale destacar que la red más extendida en Cuba es la de los JCCE». 31. Véase «Reglamento de la lista de discusión GUTL-L», disponible en http://gutl.jovenclub.cu/wiki/gutl/gutl_normas_lista. 32. Entrevista concedida al autor. Véase Hamlet López García, ob. cit. 33. Existen repositorios nacionales de SWLA en los servidores de algunas grandes instituciones estatales (principalmente con las distribuciones de GNU-Linux más importantes) que se actualizan regularmente y alivian en alguna medida la necesidad de acudir a Internet. Pero estos no escapan a las dificultades de la infraestructura cubana de telecomunicaciones, que tiene una capacidad limitada para almacenar información o aumentar la velocidad de descarga. 34. Rodrigo Arocena y Judith Sutz, ob. cit. , 2013 Sociedad del conocimiento y la información. Educación superior en Cuba Dayron Roque Lazo Profesor. Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona. E n pleno auge de la globalización,1 la metáfora de la aldea global no pasa de ser eso: una parábola con sentido solo para quienes viajan por las autopistas de la información, hablan por teléfonos satelitales, hacen zapping, chatean con conocidos que jamás han visto, navegan en las turbulentas aguas de la desinformación digital mundial, controlan sus acciones en la bolsa a través de Internet, hacen sus compras en E-bay, creen tener amigos en Facebook, o viven paranoides en la idea de que alguien lee sus e-mails. En la medida en que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) van digitalizando los procesos vitales de la sociedad, sirven de base para el surgimiento de un entorno completamente nuevo y diferente. Tal entorno está caracterizado por un capitalismo global basado en el conocimiento y en la transformación de las sociedades en sistemas vitalmente dependientes de los flujos de información y, en lo fundamental, signado por una profundización del desigual desarrollo de países y regiones. Resulta necesario preguntarse qué papel desempeña la educación superior y cuántas y cuán rápidas pueden ser sus aportaciones a estos procesos. Asimismo, hay que indagar cómo han reaccionado y deberían reaccionar sus profesionales en las actuales circunstancias de Cuba. Responder tales interrogantes implica reconocer las contradicciones que se establecen entre: • El carácter social del conocimiento y el carácter privado de su apropiación en el mundo contemporáneo. • La brecha y subdesarrollo cognitivo-tecnológico de la inmensa mayoría de los habitantes del mundo y Sociedad del conocimiento y la información. superiorde en2013 Cuba n. 74:Educación 75-81, abril-junio 75 • • • • los increíbles avances de la revolución científicotecnológica.2 Las condiciones históricas del subdesarrollo en Cuba y los logros y perspectivas de su modelo socialista. El estado actual y la necesidad de coherencia de la articulación ciencia-actividad científica-economía. El papel de la educación superior en la economía y mayor dinamismo en sus mecanismos. El estado actual de inserción de las TIC y la emergencia de la web 2.0 en la educación superior. Las anteriores contradicciones permiten identificar la contradicción esencial entre la situación actual de la educación superior para la inserción en una economía del conocimiento y sus potencialidades para asumir las demandas de la sociedad del conocimiento, y los desafíos del sistema-mundo y la sociedad cubana, en dicho contexto. Cuba y la sociedad del conocimiento El término sociedad del conocimiento fue utilizado por primera vez por Peter F. Drucker en 1969 y luego de veinte años fue desarrollado por otros investigadores como Robin Masell y Nico Stehr.3 Se ha confundido o utilizado como sinónimo de «sociedad de la información». La información se compone de hechos y sucesos, mientras que el conocimiento se define como la interpretación de dichos hechos dentro de un contexto, con alguna finalidad. Ello implica reconocer que la sociedad de la información es la base de la sociedad del conocimiento, en tanto esta última se refiere a la apropiación crítica y selectiva de la información para producir conocimiento. Probablemente la insistencia en caracterizar como «sociedad del conocimiento» a la sociedad posindustrial es lo que ha provocado dicha confusión. Como esboza Manuel Castell, devenido autoridad en la materia, lo que distingue sustancialmente esta nueva sociedad es que la creación, distribución y manipulación de la información forman parte estructural de las actividades culturales y económicas.4 Como un elemento central en la sociedad del conocimiento es la capacidad para identificar, producir, tratar, transformar, difundir y utilizar la información con vistas a crear y aplicar los conocimientos necesarios para el desarrollo humano, estas sociedades se basan en una visión de esta que propicia la autonomía y engloba las nociones de pluralidad, integración, solidaridad y participación. Castell se refiere a que las actuales condiciones de generación del conocimiento y procesamiento de la información han sido sustancialmente alteradas por la formidable revolución científico-tecnológica y apunta que 76 Dayron Roque Lazo Al hablar de sociedad del conocimiento nos estamos refiriendo a un nuevo paradigma tecnológico que tiene dos expresiones fundamentales: una es Internet y la otra la capacidad de recodificar los códigos de la materia viva.5 En el momento en que un ámbito de la ciencia o la tecnología se convierte en información, este se acelera y crece exponencialmente. En esta nueva realidad, las inversiones más importantes de las organizaciones son aquellas que se relacionan con su capital humano y con los medios para acceder, procesar y generar información y conocimiento. Su conclusión es enfática al señalar que la sociedad del conocimiento se caracteriza también por una «creatividad desbordante e innovadora». Las economías más avanzadas se basan en la mayor disponibilidad de conocimiento e información. No es que en el binomio materias primas-conocimiento, el factor limitante sea el último, sino que la relación entre ellos ha cambiado sustancialmente. La evidencia más tangible la constituye el surgimiento del sector de la economía llamado de «Alta Tecnología» (Informática, Electrónica, Biotecnología, Telecomunicaciones, entre otros), donde el papel del conocimiento, como factor limitante del desarrollo, es cada vez más determinante. Esta tendencia permea el resto de los sectores económicos e induce el fenómeno de la competencia por diferenciación: no se trata de producir mucho y barato, sino de crear productos nuevos y mejores; lo cual también es resultado de una estructura de costo atípica: es solo la primera unidad del bien fabricado la que cuesta mucho producir. Entre otras características, el conocimiento contemporáneo presenta un crecimiento acelerado, mayor complejidad, reducción del tiempo de investigación-innovación-difusión y tendencia a la rápida obsolescencia. Sin embargo, la emergencia de la sociedad de la información y el conocimiento ha generado una nueva «brecha digital», que divide a la humanidad entre los que tienen acceso a las TIC y los que no. Hoy, uno de los principales desafíos es cómo ponerlas al servicio del saber y de las competencias de los países en desarrollo y de los excluidos y pobres del mundo. La mencionada brecha es una de las formas en que se presenta en el mundo la «brecha cognitiva». En los casos en que se logra superar esta última, la digital —aunque depende de factores materiales como conexión y equipamiento— resulta más factible de reducir. Dos de los grandes desafíos contemporáneos y perspectivos que enfrenta la educación superior en el mundo y en Cuba son la globalización (con sus implicaciones económicas, sociales, políticas e ideoculturales) y la emergencia de la sociedad de la información y el conocimiento. El Instituto de Información Científica y Tecnológica en La Habana tiene una comprensión del problema en los términos siguientes: La tecnología sola no funciona, si no se hace gestión de la información […] además hay dos columnas que la sustentan que son la creación de nuevos conocimientos (ciencia, innovación y cultura) y la educación […] hay una tendencia a plantear que lo más importante es la tecnología, otras tendencias establecen que lo más importante es la educación, a mi manera de ver todo funciona junto, la educación y la tecnología deben ir de la mano.6 El papel de la ciencia, el capital humano y el socialismo La creación de conocimiento y su utilización en los sistemas de la economía cada vez se acercan más. El científico investiga pensando directamente en la aplicación del conocimiento que crea, en la producción o los servicios. La economía demanda la creación de este y genera fenómenos del tipo: «competencia por diferenciación», el desplazamiento del «factor limitante» y la determinación del costo de un producto o servicio por la cantidad de conocimiento que contiene, entre otros. El conocimiento económicamente relevante no es solo el estructurable (el sistematizado y establecido como tal, conocido como «científico» o «académico»), sino también el conocimiento tácito, la capacidad de innovación y la motivación (más propio de las culturas populares, de los saberes ancestrales), y por eso es dependiente de la cultura en un sentido mucho más general. El socialismo debe crear un contexto de relaciones de producción más capaz que el del capitalismo neoliberal para responder a las necesidades del desarrollo del capital humano, de circulación del conocimiento y de participación e integración social que presupone el tránsito hacia el nuevo paradigma económico. Para que suceda así, es necesario el establecimiento de un orden coherente de relaciones económicas en toda su extensión con esta filosofía. Como afirma Agustín Lage, «ello presupone la capacidad de utilización del método científico por cada vez más personas. El método científico se vuelve un componente de la formación de cualquier profesional».7 La base de la fecundidad científica de un país radica en la masa crítica demográfica de la cual disponga (es decir, de la cantidad de sujetos en capacidad para crear información económicamente relevante). Conservar, elevar y hacer cada vez más competitiva esa masa crítica implica formar usuarios para crear conocimientos socialmente significativos y de los profesionales que actúan como líderes al insertarse en dicha comunidad. Estudios recientes evidencian que a pesar de la baja penetración en Internet, la sociedad cubana es una de las mejores preparadas para insertarse en el mundo de la información y el conocimiento, por su nivel educacional (según la ONU, Cuba tiene una media de 10,2 años de escolarización y 16,2 años de expectativa de escolarización; datos elevadísimos, comparables con los países más desarrollados).8 Cuba es la expresión más cabal de esta afirmación: el impresionante avance en las diferentes disciplinas científicas no solo ha contribuido al desarrollo económico nacional, sino también a situarla en un lugar cimero en las investigaciones científicas internacionales. Economía socialista y ciencia en la educación superior cubana Tras las anteriores acotaciones resulta interesante preguntarse qué retos tiene la economía socialista en relación con la ciencia. Algunas aproximaciones pudieran ser: Alcanzar una adecuada articulación entre ciencia y economía en el proyecto social cubano. Se trata de convertir a la ciencia en una fuerza productiva directa, lo cual es posible, sobre todo, en las condiciones de la economía del conocimiento. Sin embargo, las líneas y los nodos de esta articulación constituyen en sí mismos desafíos para las ciencias sociales en Cuba. Se aspira a que el flujo del conocimiento transformador, «potencia espiritual de la producción», atraviese con celeridad de la realidad (necesidades económicas y sociales), al pensamiento científico (la actividad científica) y regrese a la actividad práctica transformadora (como fuerza productiva directa). Por ello el país llama a continuar fomentando el desarrollo de investigaciones sociales y humanísticas sobre los asuntos prioritarios de la vida de la sociedad, así como perfeccionando los métodos de introducción de sus resultados en la toma de decisiones.9 El desarrollo sustentable a escala local. Uno de los retos más importantes, no solo de la ciencia y la actividad científica, sino también de todo el sistema socialista cubano está en alcanzar la descentralización en la producción como un requisito del incremento del poder de gestión de las autoridades locales. Es en ese nivel donde se pueden solucionar importantes problemas de la práctica socialista cubana, pero ello no se logra con orientaciones administrativas ni centralización excesiva. Cuando se produzcan ciclos completos de investigación-producción-comercialización en el nivel territorial, se podrá entender el papel de la ciencia como fuerza productiva directa y dinamizadora.10 Sociedad del conocimiento y la información. Educación superior en Cuba 77 El papel de la educación superior en la producción científica. Aunque se ha estimado en algún momento que la educación es la retaguardia del desarrollo científico del país, en tanto permite el proceso necesario de reproducción de la inteligencia de la sociedad; a estas alturas del análisis pudiera considerarse también punta de lanza del desarrollo científico. Si se asume que la función educativa de la sociedad es desarrollar todas las inteligencias, se entenderá que la educación superior es un factor fundamental en ese propósito. Constituye el factor de avance social más humano y moral, y tiene su fin en la actividad científica como instrumento de transformación. Elevar la calidad de la educación es una contribución al desarrollo científico. Constituye una inversión a largo plazo, pero la propia ciencia tiene que acortarlos. En correspondencia con ello la política científica y la educacional tienen imbricaciones muy estrechas cuyo establecimiento no debe ser dejado a la espontaneidad, si se tiene en cuenta que los procesos sociales y económicos en el socialismo, a diferencia de otras sociedades, son conscientes. El socialismo —como formación económica social nueva y cualitativamente diferente al capitalismo— no surge, «se construye». Retos de la educación superior en Cuba La educación superior se distingue de la primaria y secundaria no solo por la edad y nivel de los estudiantes, sino también por la producción y valorización de nuevos conocimientos en el ámbito cultural, social y económico. La UNESCO recuerda que la pertinencia de la educación superior significa tener en cuenta: las políticas, el mundo laboral, los demás niveles del sistema educativo, las culturas, la inclusión de todos los grupos posibles, la educación a lo largo de la vida y el renovado papel de los profesores y los estudiantes.11 Para ello la propia institución recomienda: «Las instituciones de enseñanza superior tendrán que mostrarse más flexibles para adaptarse a las necesidades de la sociedad y preverlas.12 En un contexto donde el conocimiento presenta ritmos rápidos de crecimiento y obsolescencia —para 2020 se duplicará cada 73 días, según predijo hace veinte años el profesor James Appleberry, presidente de la Asociación Estadounidense de Colleges y Universidades estatales de los Estados Unidos—, queda claro que la educación superior no puede mantener el monopolio en la producción, reproducción, difusión e intercambio del conocimiento. A ello debe sumársele la doble función de servir a la sociedad y ser, a su vez, sede del pensamiento crítico propio de las instituciones universitarias. 78 Dayron Roque Lazo Tan dramático cambio en el paradigma de producción, socialización y reproducción de conocimientos pasa por la ruta crítica del acceso y dominio de las TIC. Al respecto, Cristiane Edna Camboim, pedagoga universitaria brasileña apunta que: Es preciso que se (re)piense el papel de la educación superior frente a los avances tecnológicos de nuestra sociedad. Formar para la «Universidad del Futuro» requiere mucho más que el uso de tecnologías o el acceso más democrático a la Universidad.13 Queda claro que la actitud de la educación superior no puede ser la de contemplar pasivamente cómo se produce el imparable desarrollo tecnológico, ni ofrecer viejas respuestas para nuevas interrogantes: es necesario redimensionar su papel. Algunas ideas esenciales sobre cómo hacerlo son las siguientes: Del modelo presencial al e-learnig. Ello no significa que lo presencial desparezca, sino que cambia su relación con lo virtual. Para Cuba constituye una forma de ampliar el acceso sin realizar grandes inversiones en infraestructura. Esta tendencia está relacionada con el siempre latente desafío de la relación calidadmasividad: se puede atender más estudiantes siempre y cuando no sea con los métodos tradicionales; se trata de asumir una pedagogía que tome en cuenta este desafío y le dé una respuesta adecuada, que no es la pretendida panacea de las «universidades virtuales». También tiene implicaciones para los profesores que deberán incorporarse a un modelo de desarrollo donde la interdisciplinariedad y la multiprofesionalización constituirán el modo de asumir la creciente producción de conocimientos. Redimensionamiento del papel de las universidades como productoras de conocimiento. Las universidades en el siglo xxi no solo «trasmiten» conocimientos establecidos como parte de la cultura acumulada, sino se dedican a producirlos. También será imprescindible analizar la índole de las distintas formas del saber y distinguir los conocimientos descriptivos (hechos e informaciones); los de procedimiento (que se refieren al «cómo»); los explicativos (que responden a la pregunta «¿por qué?») y los relativos al comportamiento. Desplazamiento y cuestionamiento en el patrón de enseñanza-aprendizaje de conocimientos. Esto significa un sustancial cambio en la Didáctica como ciencia del enseñar y el aprender. Surgen disímiles interrogantes, desde la pedagogía crítica, que cuestionan el papel de cada componente del proceso pedagógico y el que desempeñan los profesores y los estudiantes. Es preciso tener presente que la llamada «revolución copernicana» en la pedagogía, consiste en desplazar el acento de los procesos de enseñanza a los de aprendizaje. El modelo de la enseñanza magistral está superado. La memorización rígida de un conocimiento La emergencia de la sociedad de la información y el conocimiento ha generado una nueva «brecha digital», que divide a la humanidad entre los que tienen acceso a las TIC y los que no. Hoy, uno de los principales desafíos es cómo ponerlas al servicio del saber y de las competencias de los países en desarrollo y de los excluidos y pobres del mundo. previamente definido ya no es el elemento fundamental del aprendizaje. De esa manera se genera un renovado interés por las teorías o paradigmas pedagógicos de la educación superior. No es concentrarse ahora en los procesos de «trasmisión» del conocimiento en los aprendizajes, es decir, en el educando, ni significa desconocer o suprimir la importancia de la enseñanza y, mucho menos, el papel del profesor —en realidad lo que ocurre es que este deja de ser el centro principal del proceso. Se trata también de crear las situaciones de aprendizajes que permitan «re-crearlo» y dialogar con la realidad. Hoy no se puede «trasmitir» todo el conocimiento. No pocos investigadores consideran que lo importante es sustituir el concepto de aprender por el de «aprender a aprender», pues la mayor parte de la información está en la Red y lo que realmente se necesita es la habilidad para decidir qué queremos buscar, cómo obtenerlo, procesarlo y utilizarlo. Asunción del método científico como componente de la cultura general de los egresados universitarios. El método científico es una disciplina de pensamiento, independientemente del objeto de estudio (sea de las ciencias naturales o sociales). Como explica acertadamente Agustín Lage, es una manera de pensar porque usted identifica un problema, tiene la actitud de buscar la información precedente (para eso están las redes de computadoras y el acceso a una cada vez mayor cantidad de información), formula una hipótesis de cómo resolverlo, lleva adelante la idea y recolecta datos empíricos para comprobar el grado de veracidad de la hipótesis y recomienza el ciclo. Esa manera de pensar se puede aplicar a cualquier rama de la vida económica y social: para producir alimentos o medicamentos, para organizar la prestación de servicios, para determinar la pertinencia de un método de enseñanza, entre otros.14 Ello implica también reconocer y asimilar las herramientas de las TIC para la investigación científica, por los enormes beneficios que aporta, los tiempos que acorta, las facilidades de intercambio y socialización que ofrece, entre otros; así como su integración a la cadena de valor de la producción material. Comprensión real del papel que puede desempeñar la educación superior en la economía. Constituye una demanda de la sociedad y las políticas en curso tal y como se entienden cuando orientan perfeccionar las condiciones organizativas, jurídicas e institucionales que garanticen la combinación de investigación científica e innovación tecnológica […] que se revierta en un aporte a la sociedad y en estimular la reproducción del ciclo. Extender estos conceptos a la actividad científica de las universidades.15 Llevar adelante este mandato significa comprender que en el proyecto social cubano la educación no es una consecuencia distal del desarrollo, sino una condicionante de la que resulta imposible prescindir; pero que tiene que convertirse en un sector productivo sin mercantilizar sus servicios. Implica que la educación superior (y sus procesos sustantivos: formaciónsuperación, investigación y extensión) con toda su red de producción de conocimientos transite de ser un «ciencia impulsada» a ser «ciencia impulsora». También se relaciona con el papel que pueden y deben desempeñar los centros de ese nivel de enseñanza en la creación de circuitos y ciclos cerrados o completos de investigación-producción-comercialización. Esta comprensión no significa reducir la finalidad de la educación a la ciencia, pues el fenómeno educativo, en su más amplia acepción, es espacio de crecimiento espiritual y mejoramiento humano. Modelo tecnológico basado en los postulados de la web 2.0. En breve plazo, la educación superior en Cuba enfrentará nuevos retos relacionados con las características de los estudiantes que arriban a ella. La llamada Generación Z (los «nativos digitales») está a punto de ingresar en ese nivel. Esta generación no solo creció haciendo uso de las tecnologías y sus lenguajes, 16 sino que también está ávida por desempeñar un papel activo, creando y diseñando recursos virtuales, y encontrándose en la web con sus pares del mundo entero. En el caso de un país como Cuba, esa generación —aún en medio del relativo atraso tecnológico y la poca penetración en la red— se irá acostumbrando a los aspectos esenciales de la web 2.0: su carácter abierto y la interactividad, el aprendizaje colaborativo, la multidireccionalidad y la libertad de edición y difusión, así como la posibilidad de acceso libre a conocimientos y comunidades virtuales, wikis y blogs. Estas características la tornan como un espacio que propicia una educación creadora. En la web 1.0 (modelo actual en las universidades cubanas), los estudiantes pueden tener acceso al contenido creado por otros. Sin embargo, en la 2.0, pueden diseñar su Sociedad del conocimiento y la información. Educación superior en Cuba 79 propio contenido e interactuar con los demás. Como reconoce Francisco López Segrera, los usuarios (estudiantes, profesores, receptores de egresados, entre otros) deberían poder diseñar sus ritmos de aprendizaje, las competencias necesarias, esto es, las maneras en que solucionarán las demandas sociales, en un carácter abierto e interactivo donde predominan las redes telemáticas, las comunidades virtuales, los podcast, los wikis y los blogs.17 Nada de eso quiere decir que vaya por sí sola a obrar milagros, como reconocen David Lewis y otros: Las aparentes fortalezas de la web 2.0 (por ejemplo: facilidad en el uso; creación social de contenidos; multiplicidad de formas de expresión) requiere desarrollar un curso de acción que ponga énfasis en el desarrollo y la colaboración de los estudiantes.18 Asimismo, implica una inversión en materia tecnológica que eleve la penetración del país a Internet, fortalezca la red interna y sus posibilidades de navegación, entre otros.19 No obstante, no debe esperarse a tener creadas las condiciones materiales para ello: de tres indicadores que miden el desarrollo tecnológico de un país (acceso, uso y habilidades), los dos primeros tienen un condicionamiento material, mientras el último lo tiene educacional y es determinante una vez que aparecen los dos anteriores; por lo que disponer de una masa académica-científica (profesional) en condiciones de utilizar estas ventajas es ir con un paso favorable hacia ese futuro. En Cuba, las potencialidades en este campo son enormes. Se han desarrollado casos de colaboración entre especialistas (disgregados por todo el país, donde hay más de un millón de graduados universitarios y otro tanto de técnicos) —que no es exactamente descentrada entre usuarios productores de conocimientos— como el de la Enciclopedia Colaborativa Cubana (EcuRed), en la filosofía de desplegar la creatividad y el talento presente y el desarrollo de respuestas propias a problemáticas nacionales. Multiprofesionalización e interdisciplinaridad como forma de asumir la creciente producción de conocimientos. Una de las tendencias más probables del futuro en materia de empleo será la necesidad de cambiar de puesto laboral varias veces en la vida económica activa. Como no es posible hacerlo cursando cada vez cada uno de los nuevos oficios, se imponen procesos de formación de capacidades y multiprofesionalización para asumir tal reto. La apertura que Cuba ha hecho en materia laboral al sector privado y cooperativo —aun con sus incongruencias e imperfecciones en cuanto a actividades autorizadas y/o formas de gestión— implica una relectura de estos términos. La puesta en práctica de la llamada generación de Planes de Estudio «D», con la flexibilidad que propone en la estructuración 80 Dayron Roque Lazo y diseño de las carreras, debe contribuir a solucionar esta demanda.20 Independencia y soberanía tecnológicas. Determinadas por un escenario económico posible donde el bloqueo norteamericano a Cuba e incluso una reanudación de las relaciones económicas con los Estados Unidos, y su incremento efectivo con los otros centros del poder tecnológico impliquen realmente no depender de sistemas operativos y aplicaciones informáticas esenciales de producción foránea. Las amenazas externas y las debilidades internas resaltan el papel que pueden desempeñar proyectos de desarrollo tecnológicos en crear capacidades propias. Formación de personal calificado que en contacto con el mundo y conviviendo con él no sea víctima de la política de «robo de cerebros». Es un empeño esencial, no solo para Cuba, sino para todos los países subdesarrollados e incluso para algunos del Primer mundo. Si bien la reacción del capitalismo al papel creciente del conocimiento en la economía es el intento de «privatización» principalmente a través de la propiedad intelectual, las barreras regulatorias y el robo de cerebros (brain drain), la posición del socialismo no debe ser la de impedir el intercambio profesional. Y no solo ese riesgo, la formación de profesionales en Cuba debe continuar respondiendo al reto de la cultura de la solidaridad que ha acompañado históricamente a la nación cubana. La formación de «redes de docentes» entre universidades del área latinoamericana —espacio de inserción natural de Cuba— es una perspectiva que además de evitar la política de brain drain contribuye al mantenimiento y promoción de la diversidad cultural. Ello supone elevados desafíos éticos, pues los conocimientos revelan cómo se transforma el mundo, pero el comportamiento ético manifiesta para qué se transforma.21 Conservación de la cultura e identidad nacionales y cultura de la resistencia. La educación superior no puede renunciar a la preservación de lo mejor de la cultura e identidad nacionales, pues constituyen la mejor defensa ante la avalancha de las tendencias extranjerizantes que las tecnologías propagan con tanta facilidad. La cultura es un componente esencial de la economía: lo que nos hace autóctonos en nuestras relaciones con el mundo nos posibilita interactuar mejor con él. A modo de conclusiones El posible destino de las sociedades de esta centuria, profundamente transformadas por el auge de las tecnologías de la información y la comunicación, será el de convertirse en sociedades del conocimiento porque este podrá ser compartido. Tal noción ofrece nuevas posibilidades al desarrollo humano y sostenible ya que sintetiza —aunque diferenciándolos al mismo tiempo— enfoques tan variados como los que ofrecen las nociones de «sociedad de la información», «economía basada en el conocimiento», «sociedad del aprendizaje», «sociedad del riesgo» o «educación para todos a lo largo de toda la vida». La educación superior tiene la misión no solo de reproducir la cultura acumulada en forma de conocimientos, sino de producirlos. No basta con reducir la «brecha digital». Es necesario también reducir la «brecha cognitiva», que es una verdadera «brecha de los conocimientos», susceptible de ahondarse de forma exponencial. La formación futura exige un alto nivel de educación, donde la universidad desempeña un papel esencial. En tal contexto la educación superior, en especial la cubana, tiene ingentes desafíos a los cuales debe darles respuesta. Asumirlos desde la perspectiva del cambio necesario ha de redundar en la posibilidad de insertar exitosamente a Cuba en la sociedad del conocimiento y la reinvención de su modelo socialista. sobre Infoética en el Ciberespacio: Dimensiones éticas en las sociedades de la información, Santo Domingo, 2006, p. 149, disponible en www. redciberetica.org/documentos?func=startdown&id=%201. 7. Agustín Lage Dávila, «La economía del conocimiento y el socialismo», Cuba Socialista, n. 30, La Habana, 2004. (Énfasis mío. D.R.L.) 8. ONU, Human Development Index and Its Components, 2013, disponible en data.un.org/DocumentData.aspx?id=324 (consultado 2/3/2013). 9. Lineamientos de la Política económica y social del Partido y la Revolución, PCC-Editora Política, La Habana, 2011, p. 8. (El énfasis es mío. D.R.L.) 10. Esta idea es aplicable lo mismo a las producciones de una empresa agropecuaria, que a la de una biotecnológica, y a la de conocimientos en una universidad. Varían —como es lógico— los contextos, pero los principios se mantienen. 11. UNESCO, Hacia las sociedades del conocimiento, Ediciones Unesco, París, 2005. 12. Ídem. 13. Cristiane Edna Camboin, «Analises contemporáneas da ead no Brasil e perspectivas futuras», CD Memorias del VII Congreso de Educación Superior Universidad 2010, MES, La Habana, 2010. 14. Agustín Lage, ob. cit. 15. Lineamientos…, ob. cit., p. 12. (Énfasis mío. D.R.L.) Notas 1. La globalización, como proceso de interconexión de las naciones y sus economías, tuvo un punto de partida importante en el año 1492 con la invasión europea a América encabezada por España. El surgimiento y desarrollo del mercado mundial, el triunfo de revoluciones burguesas en los centros del poder mundial en el siglo xviii y el desarrollo del imperialismo a finales del siglo xix, dieron auge al proceso globalizador. La globalización, en los marcos del mundo bipolar —extinguido en 1989—, tomó un auge inimaginable condicionado por el increíble avance científico-tecnológico que creó la metáfora de la «aldea global» y el llamado triunfo del capitalismo sobre el socialismo y el «fin de la historia». 2. En las actuales condiciones de desarrollo, brecha económica no es sinónimo, necesariamente, de brecha digital. Hoy, por ejemplo, el abaratamiento de dispositivos móviles e informáticos hace que cada vez más personas tengan acceso a estos, aun cuando viven en condiciones de pobreza material. Ello constituye otra de las paradojas del mundo contemporáneo. De hecho más que «brecha digital» se habla hoy de «brecha cognitiva», la verdadera forma que toma la desigual distribución del acceso a la cultura. 3. Peter F. Drucker, The Age of Discontinuity: Guidelines to Our Changing Society, Editorial Harper & Row, Nueva York, 1969; Nico Stehr, Knowledge and Politics: The Sociology of Knowledge Dispute, Routledge, Londres, 1990; Robin Masell, «Telecommunication Network-Based Services: Policy Implications», ICCP-OCDE, n. 18, París, 1989. 4. Manuel Castell, «Informations, réseaux, identitées», Les clés du XXIe siécle, Fayard, París, 2002, pp. 50-62. 16. Esta relación de las tecnologías con el lenguaje cotidiano es muy interesante. Por ejemplo, nuestros padres y también nosotros aprendimos primero las palabras «célula» y «celular» como lo relacionado con esa unidad viva y luego como referencia al teléfono móvil. Las nuevas generaciones lo hacen a la inversa. 17. Francisco López Segrera, «Educación superior y sociedad del conocimiento. Tendencias actuales», Temas, n. 57, La Habana, enero-marzo de 2009, pp. 4-15. 18. David Lewis y Prudence Barker, «Using Wikis, Podcasts, and Video Files to Enhance the Learning Experience», CD Memorias del VII Congreso..., ob. cit. 19. En enero de 2013 se divulgó que ya estaba operativo el cable de fibra óptica que enlaza Cuba y Venezuela, y aunque «automáticamente no implica la multiplicación de las posibilidades de acceso en todo el país», sí debe abrir el camino para el mejoramiento de la red interna y la penetración en la red de redes. 20. Pedro Hourrutiner Silva, La universidad cubana: el modelo de formación, Editorial Félix Varela, La Habana, 2006. 21. La nueva ley migratoria cubana, en vigor desde enero de 2013, abre un nuevo panorama: la posibilidad de que los profesionales cubanos puedan viajar al extranjero y regresar debe ser asumida en el sentido de crear condiciones para que lo hagan y aporten al desarrollo nacional. , 2013 5. Ídem. 6. Eduardo Orozco Silva y José Antonio Martín, «Principios de la construcción de la sociedad del conocimiento en Cuba», Memorias de la Primera Conferencia Regional Latinoamericana y del Caribe Sociedad del conocimiento y la información. Educación superior en Cuba 81 La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos Julio García Luis Periodista (1942-2012). L os medios de comunicación pública existentes hoy en Cuba son, en lo más cercano, resultado del proceso histórico de la Revolución cubana, de su creación y sus luchas a partir de enero de 1959, y en lo perspectivo, continuidad de la tradición política y cultural de avanzada del país desde finales del siglo xviii. Antes de la Revolución, la sociedad neocolonial profundamente dominada por los Estados Unidos y sus patrones ideológicos y culturales había alcanzado un nivel relativamente alto —para el entorno latinoamericano de la época y las proporciones del país— en cuanto al desarrollo de los medios de comunicación masiva (MCM). Ello se expresaba cuantitativamente, en los años 50, en unos 15 diarios nacionales y otros entre 10 y 12 provinciales o locales, 6 emisoras de radio que reclamaban un alcance nacional y otras 146 locales, 5 canales de televisión en La Habana y uno local en Camagüey. Existían 3 noticiarios de cine. Se editaban más de 400 publicaciones, algunas de singular relieve, como la revista semanal Bohemia, que circulaba incluso fuera de la Isla.1 Salvo excepciones, matizadas por espacios, momentos y personalidades, el conjunto de la prensa respondía a un modelo oligárquico que había asimilado con rapidez el carácter mercantil de los MCM Este texto forma parte de la tesis de doctorado del profesor Julio García Luis, defendida en el año 2004 en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Fallecido recientemente, García Luis no solo dejó una obra periodística notable, sino ensayos esenciales sobre nuestro modelo de prensa, aún inéditos, como este que Temas rescata para sus lectores. 82 n. 74: Julio García Luis82-90, abril-junio de 2013 estadounidenses. De ello resultaba una estructura aparentemente grande para la población cubana de la época —unos seis millones de personas—, pero concentrada en La Habana y otras plazas urbanas en las que residían capas sociales con poder adquisitivo, y casi nulo alcance en vastas áreas rurales, pueblos y bateyes donde vivían familias de bajos ingresos, con altos índices de analfabetismo y desempleo, marginadas del consumo.2 La prensa cubana de los 50 reflejaba con variados tonos el desempeño de los partidos políticos al uso, y el debate que los animaba, al tiempo que era funcional en su conjunto al sistema de dominio imperialista prevaleciente. Solo se excluían de esta regla escasos medios populares y de izquierda, que aparecieron en condiciones precarias en las etapas en que la institucionalidad del país lo permitió. La corrupción y la devaluación moral de la profesión se habían extendido de modo alarmante. Con la excepción de algunos periodistas, secciones y publicaciones, la prensa en la Isla fue también servil a regímenes tiránicos como el de Fulgencio Batista (1952-1958), quien se aseguró el control de los MCM mediante la triple combinación de represión, censura oficial y soborno. Contrastaba este denominador común con la presencia, a lo largo de la historia, de una tradición de notables figuras del pensamiento y del periodismo, polemistas y críticos brillantes que marcaron pautas intelectuales y éticas. En la etapa insurreccional, la Revolución tuvo que desarrollar sus propios medios de comunicación, por las vías de la prensa y la radio clandestinas y guerrilleras. A partir de enero de 1959, tras la huida de personeros de la tiranía dueños de órganos periodísticos, pudo contar con sus primeros MCM legales y públicos. Al calor de las medidas iniciales de justicia y beneficio popular, comenzó la escalada de acciones propagandísticas, políticas, diplomáticas, económicas y muy pronto violentas por parte del gobierno de los Estados Unidos. Esta impulsó a su vez el enfrentamiento interno de los medios tradicionales que habían continuado funcionando en el país, al servicio de la oligarquía, los sectores privilegiados y los intereses estadounidenses. Una intensa lucha ideológica se estableció a nivel social y mediático, y entre los propios trabajadores y los dueños de esas empresas. Los ingresos provenientes de la publicidad, por otro lado, se contrajeron rápidamente.3 En el fragor de las contradicciones, los cambios revolucionarios se aceleraron y radicalizaron; muchos propietarios de MCM los abandonaron, creyendo contribuir así a la crisis y la segura derrota que preveían para la Revolución. Otros lo hicieron por temor o por considerar irreversible el proceso. De este modo, en un período muy corto, ese sector de la prensa y otros medios de comunicación se convirtieron en propiedad social. Solo un número reducido de medios y empresas fueron intencionalmente nacionalizados, en parte por el reclamo de los trabajadores y ante la circunstancia de que ya su estatus no correspondía al rumbo socialista adoptado por la Revolución. Esta etapa y los años que le siguieron hasta mediados de los 60 constituyen un período extraordinariamente rico en experiencias. Resultaría útil profundizar en su investigación. Es cierto que en ellos se manifestaron dentro de la prensa algunos fenómenos negativos: oportunismo, ambiciones de poder y sectarismo.4 Sin embargo, tampoco hay duda de la riqueza testimonial y épica del periodismo ejercido entonces —tanto escrito como fotográfico, radial, televisivo y cinematográfico—, de la iniciativa y creatividad desplegadas, y de la altura política, profesional y ética alcanzada por algunas publicaciones. Cuál fue la concurrencia de formas de regulación, dirección, y contextos políticos e históricos que propiciaron ese periodismo ya socialista, pero en nada parecido al modelo burocrático soviético,5 es una pregunta que convendría esclarecer. Paradojas de la institucionalización En octubre de 1965 se adoptaron medidas para unificar y reorganizar la prensa, como parte de pasos trascendentales en la dirección política del país. Las estructuras del Partido Comunista de Cuba (PCC) fueron fortalecidas y profesionalizadas. Más tarde, en 1973, fue restructurado el aparato de su Comité Central y se definieron con mayor precisión los métodos de dirección que este debía aplicar.6 En diciembre de 1975, el primer Congreso del PCC aprobó una Tesis y Resolución sobre los medios de difusión masiva que asimiló, junto con experiencias cubanas, algunos aspectos típicos de la teoría y la práctica soviéticas. Ya para esa fecha, la prensa en la Isla había comenzado a emitir señales de inquietud. El tercer Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), en 1973, debatió asuntos preocupantes. Armando Hart definió allí políticas razonadas de largo alcance que, como luego se repetiría en otros episodios, no hallarían el modo de concretarse plenamente en sus puntos medulares. La primera mitad de los años 70 ha sido denominada el Quinquenio gris para la cultura cubana. Sería útil investigar cómo influyó sobre la prensa nacional la tendencia a imitar a la URSS. Es posible que tal estudio confirme que en los MCM, como parte de la cultura, hubo también procesos de reflujo, estancamiento y La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos 83 retroceso. Pero ellos, más que de una influencia directa del modelo de prensa soviético,7 pudieron haberse derivado indirectamente de la similitud de políticas, estructuras y formas de gestión social adoptadas. El 4 de marzo de 1976, una orientación del Buró Político del PCC subrayó la autoridad social de la prensa y precisó que la responsabilidad por la política editorial de cada órgano corresponde de manera personal e intransferible a su director. A finales de esa década, ante las disfunciones del sistema de dirección económica y otros problemas coyunturales adversos, se abrió un ciclo en el que distintos documentos, acuerdos, resoluciones y eventos recabaron desde la esfera política una acción más eficaz y activa de los medios de prensa. Por ejemplo, el 28 de noviembre de 1979, el IX Pleno del Comité Central del Partido aprobó una resolución acerca del fortalecimiento de la crítica en ellos. En marzo del siguiente año, el IV Congreso de la UPEC trató nuevamente acerca de la necesidad de desterrar el estilo apologético y fortalecer, en cambio, el análisis y la crítica. En el discurso de clausura, pronunciado en nombre de la Dirección del Partido, Raúl Castro reafirmó esta línea y le dio un fuerte respaldo. En 1984, una vez más, el Buró Político emitió nuevas orientaciones con el objetivo de fortalecer la gestión de la prensa y su acceso a la información. La hora estelar pareció llegar, al fin, con el Proceso de Rectificación de 1986. Las experiencias amargas que conmocionaron el país en el período precedente habían puesto de manifiesto la pasividad e incapacidad de la prensa para defender la sociedad ante deformaciones y fenómenos negativos. Se iniciaron así nuevas búsquedas y tanteos.8 El VI Pleno de la UPEC, el 26 de mayo de 1986, puso con vigor sobre el tapete el insuficiente desempeño de la prensa y desbrozó el camino hacia el V Congreso de esa organización, efectuado poco después, el cual por su amplitud y profundidad pareció fijar un hito sin regreso a la situación anterior.9 El 12 de junio de 1987, un acuerdo del Buró Político respaldó las decisiones del mencionado Congreso y convocó a todas las fuerzas de la sociedad a apoyar la política trazada. El documento destacó: «La esencia de esta política consiste en que los directores son los que deciden qué se publica o no, y si es preciso consultar o no la publicación de algún material, a partir del criterio de que, como regla, se debe publicar, y como excepción, consultar».10 Esta línea sería nuevamente refrendada con un amplio debate en el II Pleno del Comité Central, celebrado en julio de ese mismo año.11 Sin embargo, la perestroika soviética y su signo destructivo, y casi de inmediato el colapso de las «democracias populares» y de la URSS, generaron 84 Julio García Luis aprensiones y realidades —un período de nuevas amenazas, crisis económica, crisis material de los propios MCM, y prioridad absoluta a la resistencia y supervivencia— que condujeron muy pronto a postergar las propuestas de cambio en la prensa. El IV Congreso del Partido, en octubre de 1991, concluyó con una invocación seca al cumplimiento de los deberes instrumentales de la prensa «en las excepcionales circunstancias del Período especial».12 En los trece años transcurridos hasta 2004, de intensas dificultades de todo tipo, no se volvió a intentar el debate público de cómo debe cumplir la prensa de la Revolución sus responsabilidades sociales. Sumamente golpeados en el orden material por la crisis económica de los 90, los MCM cubanos han experimentado en los últimos años un paulatino avance en la recuperación de sus infraestructuras, condiciones tecnológicas y laborales, lo que se expresa en la existencia [en 2004] de 2 diarios nacionales, 3 semanarios nacionales, 15 provinciales, 2 agencias de noticias, 397 revistas, 6 emisoras de radio nacionales, una internacional, 18 provinciales, 52 municipales y locales; 104 estudios de radio municipales; 4 canales de televisión nacionales y uno internacional, 15 telecentros territoriales; y 243 sitios en Internet pertenecientes a órganos de prensa y otras publicaciones.13 Esta visión apretada y por fuerza esquemática del camino recorrido por los MCM en Cuba en los últimos cuarenta y cinco años no puede tener, desde luego, intenciones valorativas o conclusivas. Sin embargo, es posible destacar la aparente paradoja de que, a contrapelo de la voluntad expresa y reiterada de la dirección del país, el proceso de institucionalización y fortalecimiento político de la Revolución durante casi cuatro décadas no logró incorporar, como parte de él, una nueva funcionalidad de los medios. Regulación externa y autorregulación En la problemática descrita reviste especial importancia la correspondencia entre las presiones y amenazas exteriores que sufre Cuba y el predominio de métodos de regulación externa sobre la autorregulación en el funcionamiento de la prensa. Se trata de una opinión generalizada entre casi trescientos profesionales de todo el país, procedentes de diferentes órganos periodísticos, quienes respondieron una encuesta anónima, y de diversos expertos consultados (los criterios que aparecen en lo adelante entre comillas pertenecen a ese cuerpo de valoraciones).14 La presente investigación parece confirmar la influencia decisiva que ejercen sobre todas las áreas de la sociedad cubana, y en particular, sobre el perfil y funcionamiento de los órganos de prensa, las condiciones de guerra virtual a que el gobierno de los Estados Unidos somete a Cuba —desde hace décadas— en los campos económico, político, diplomático, psicológico y propagandístico, así como la amenaza de agresión armada. Al respecto, los interpelados aseveran: «Los Estados Unidos aplican leyes concebidas para tiempo de guerra […] con un fuerte componente de subversión ideológica y propagandística. Esto hace que el país esté en cierto sentido a la defensiva. La prensa participa de esta actitud. No puede manifestarse en toda su amplitud. Existen, por ejemplo, condenas de prisión y multas para quien negocie con Cuba. Muchas personas que comercian o invierten en ella piden discreción. Si se publica algo puede frustrarse un negocio. Todo esto la prensa tiene que tomarlo en cuenta». «La psicología de país sitiado y en constante peligro, crea el temor de que cualquier cosa que digamos se malinterprete o sirva a esa agresión. Claro está que el peligro y el acoso son reales. Claro que tiene que haber discreción y secreto. Pero no pocas veces esa necesidad se hiperboliza y magnifica. Y esto trae dos fenómenos: la mencionada psicología de plaza sitiada y el oportunismo que se aprovecha para ocultar miserias y problemas, para manipular». «Las condiciones de país en guerra han condicionado una mentalidad de administrar la prensa de modo constante. El fenómeno de la glasnost hizo mucho daño. Surgió el temor de que aquí la prensa también se prestara a desmantelar ideológicamente la sociedad. Muchos han utilizado esto oportunistamente en función de sus intereses o sus concepciones». «La prensa calla, ha dicho Martí, cuando el enemigo está delante. No creo que esto tenga discusión. Lo que ocurre es que se han mezclado diversos conceptos ideológicos […] a eso que llamamos burocracia le ha gustado la tarea de administrar sin el papel fiscalizador de la prensa y, por tanto, nunca ha llegado un tiempo favorable para que la prensa socialista ejerza el papel que le asignaron los clásicos. Desde luego, una prensa muda, inoperante, acrítica, favorece más al enemigo que a nuestras posiciones». «La peculiar situación de Cuba, como país cercado y agredido desde hace más de cuarenta y cinco años, y las nociones imperantes acerca del socialismo, han impregnado al país de varias características, una de ellas es la centralización política que coloca a la prensa en una situación de dependencia directa y cotidiana de las estructuras de poder partidista y gubernamental». «El excesivo control externo lastra nuestra prensa de modo que ha actuado limitada por un tutelaje, cuyo resultado ha sido la simplificación y reducción de sus contenidos. En los últimos tiempos el control ha derivado, incluso, en una sustitución del papel de los periódicos y los periodistas. Los contenidos más importantes son elaborados fuera del medio, con técnicas no periodísticas. Ese es el caso de las notas oficiales». Balance de lo externo y lo interno El estudio parece hallar consenso en cuanto a que el principal potencial para el mejoramiento de la prensa cubana y la solución de sus problemas está en «una adecuada correlación» entre la regulación externa —que debiera ser «mínima y razonada», según algunos criterios, y «que determine su autoridad y su capacidad de acción», según otros— y la autorregulación, a la cual se le atribuyen las mayores posibilidades para lograr calidad y eficacia en los mensajes, sobre todo si se caracteriza por la participación conjunta de directivos y periodistas en la ejecución responsable del perfil informativo de cada medio. Se reconoce que «tanto los factores externos como los internos tienen gran importancia», y que ellos, en las condiciones de Cuba y de la propiedad social, «deben complementarse y formar un todo coherente». Se plantea, como base de esto, que «el sistema político, económico y social de cada país determina la naturaleza y fines de la regulación». Sobre la regulación vigente, los participantes en el sondeo opinaron: «Debe tener carácter ideológico, trazar líneas y valores. Muchas veces se excede en lo práctico, lo concreto, en cuanto al mensaje mismo». // «Se presupone el equilibrio entre lo externo y lo interno, pero predomina lo externo». // «Los temas prioritarios tienen una directiva vertical. No hay confianza en los directivos y los periodistas». // «El exceso de regulación adormece el pensamiento y la capacidad de análisis. Es como si le hubieran dado al periodista un anestésico». // «La política informativa debiera permitir que las directrices de arriba se concreten de modo creativo en los órganos de prensa». // «Las regulaciones, mecanismos internos y estructuras no solo limitan la expresión de la prensa y su reflejo de la realidad, sino que estatizan concepciones de los años 60 y los 70, cuando Pravda era el paradigma». // «En la actualidad casi no tiene peso la autorregulación. Ha disminuido de manera progresiva, de modo que hoy predomina lo que llamamos autocensura. Y esta existe porque, evidentemente, hay censura». En contraste con este diagnóstico, la autorregulación es concebida como ejercicio de la responsabilidad social, compromiso político y moral, y expresión de la madurez y profesionalidad de los cuadros y periodistas. Entre los criterios recogidos se encuentran los siguientes: «Los mecanismos internos son los más lógicos y productivos para la función reguladora». // «El periodista debe participar en el diseño y control de la política reguladora». // «La autorregulación es más eficaz porque se basa en que los actores entiendan y actúen conscientemente». // «Lo ideal es que el peso fundamental corresponda a la autorregulación, al compromiso social, a la ideología profesional de los periodistas, y estén articulados de manera tal con los intereses sociales que permita la regulación del órgano de prensa». // «La más La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos 85 El principal potencial para el mejoramiento de la prensa cubana y la solución de sus problemas está en una adecuada correlación entre la regulación externa y la autorregulación, a la cual se le atribuyen las mayores posibilidades para lograr calidad y eficacia en los mensajes, con la participación conjunta de directivos y periodistas en la ejecución responsable del perfil de cada medio. importante regulación es la endógena, lo cual no excluye las otras formas». // «La regulación interna, mediante equipos de cuadros capaces profesional y políticamente, es la fórmula apropiada, porque se le garantiza a la prensa su espacio imprescindible en la sociedad como instrumento de socialización y dirección consciente». // «Hay que librar esta batalla en lo interno, aunque choquemos con lo externo». // «Debe haber regulaciones externas e internas que se complementen. Por ejemplo, normas jurídicas que fijen límites a la prensa y a la vez la protejan al establecer derechos y prerrogativas tanto de los medios como de los periodistas. Sin embargo, los reguladores internos son los que deben guiar la acción cotidiana. Pienso en normas éticas, principios filosóficos, opciones políticas y cultura profesional». La idea del condicionamiento recíproco y la mutua influencia entre lo externo y lo interno se aprecia en este juicio: «La autorregulación es fundamental. Ella es efectiva en la medida en que los cuadros de la prensa, de manera inteligente, favorezcan la creatividad, la iniciativa y la agresividad profesional del periodista. Si esa autorregulación existiera como debe, y cumpliera su papel, la regulación externa actuaría en otro escenario». Un especialista consultado se refirió a esta interrelación al formular los elementos que, a su juicio, debieran conformar un sistema ideal de regulación. Por su interés y algunos matices polémicos lo cito in extenso: «Primero, se trata de un incentivo para avanzar, no de un objetivo por alcanzar. El propio ideal cambia, se modifica, en ese proceso. A largo plazo yo veo seis grandes aspiraciones: • «Tener un sistema de retroalimentación de la población mucho más eficiente, rápido y completo. Sabemos muy poco […] Un sistema de investigación de la comunicación no puede estar subordinado al que puede ser criticado. • «Dar más espacio al soberano, al pueblo, de modo directo. Él debe estar más presente y ser menos editado. Los medios deben ser capaces de mostrar lo que la gente piensa y siente. • «Conceder al colectivo de comunicadores mayor papel en el desarrollo del perfil propio de cada órgano. • «La organización profesional (UPEC) debe cumplir una función más activa —no solo en la superación— en el trabajo del propio medio. • «Disponer de un Ministerio de Información y de una Ley de Prensa. • «El Partido asumirá la dirección inteligente del proceso». 86 Julio García Luis La pertinencia de una Ley de Prensa que, a la vez, sustente el funcionamiento de un ente estatal de la comunicación y permita al Partido no implicarse con todos los aspectos de esta, y limitarse a su papel de orientador político, tuvo, sin embargo, opiniones divididas entre los ejecutivos y especialistas entrevistados. Algunos opinaron que tal ley «quizás traiga más problemas que los que pueda resolver». Otros dijeron que es innecesaria, dado el carácter no antagónico y los intereses coincidentes de la prensa, el Partido, el Estado y la sociedad. En tanto, unos plantearon que todo dependería del contenido concreto de esa legislación, y les pareció correcta la idea de establecer una separación entre las funciones políticas y los asuntos organizativos y administrativos de los medios. Papel de los cuadros En este punto surgió el tema de quién y cómo dirige los MCM. Algunas de las consideraciones obtenidas colocan en un lugar central de los problemas de la prensa cubana la idoneidad de los cuadros de dirección. Es el aspecto interno que generó las reflexiones más críticas: «Se puede hacer otro tipo de periodismo. Mi experiencia me permite asegurar que el problema de nuestra prensa está en los cuadros. Eso ha condicionado también la formación de los periodistas». // «El Partido ha trazado sus líneas, son amplias, nos dan un ancho margen de movimiento, y a veces lo que tenemos es gente sin audacia en los cargos de dirección. Si el jefe no es audaz, pocos soldados lo serán». // «Una vez le preguntaron a Fidel cómo había podido ganar la guerra en veinticinco meses y respondió: porque Batista no fue nunca al campo de batalla. De la misma forma nos pudiéramos preguntar: ¿a qué se debe que la prensa sea mala? Y podríamos responder: a que los que la dirigen no están en el campo de batalla». Potencialidades de la propiedad social Uno de los aspectos donde con mayor fuerza se refleja el consenso de periodistas, ejecutivos y especialistas es el de la potencialidad de la propiedad de tipo social sobre los medios de prensa, en tanto que premisa básica para ejercer un periodismo no sujeto a intereses mercantiles o particulares, y que pueda, en consecuencia, realizar una labor de auténtico servicio social. Uno de los expertos entrevistados definió así las ventajas que, a su juicio, tiene dicha propiedad social: «Es la base para la verdad y el ejercicio de la ética en la prensa; no brinda espacio para un enfoque mercantilista; permite el uso más adecuado de los recursos; favorece el establecimiento de los distintos perfiles de los medios; contribuye a coordinar todos los factores que aseguran que la prensa informe, oriente y eduque». Los criterios recogidos destacan, además, que la propiedad social no debe ser identificada —como lo hace el discurso adverso a Cuba— con una estatalización de la prensa, sino, principalmente, como el derecho de toda la sociedad organizada a tener MCM, los cuales debieran ser una fuerza de signo político vinculada con la movilización de la opinión pública, con la expresión de los intereses y puntos de vista de distintos sectores y, en el caso cubano, constituir un factor equifinalizado con los objetivos estatales, pero capaz de cumplir sus funciones de socialización, orientación, educación, contrapartida y crítica a la gestión administrativa. La propiedad de los medios de comunicación masiva es una cosa. Su gestión profesional es otra. La dirección política del Partido traza y coordina la orientación general. La existencia de cuadros y colectivos de periodistas, capaces en su conjunto de autorregularse sobre la base de valores, es lo que permitiría articular las ventajas de la propiedad social y la labor concreta de la prensa. No obstante, esta aspiración no se alcanza fácilmente. Dos profesionales consultados señalaron: «Considero razonable que los medios representen a distintos sectores de la sociedad y que lo hagan realmente. Pero eso se desvirtúa. Las prioridades y orientaciones externas que se aplican, inducen a que todos ellos cubran lo mismo de igual forma. Se han perdido los límites. Sin autoridad y autonomía no se puede conformar el perfil de cada medio». // «Si contáramos con medios que no fueran exactamente «órganos oficiales», que respondieran a la Revolución, pero no tuvieran que cuidarse tanto de lo que digan, la prensa fuera distinta». El modelo cubano actual Es interesante, a partir de lo analizado, superponer en forma comparativa las determinaciones distintivas de las interrelaciones que se dan en un modelo dialéctico de los vínculos entre el sistema social, el sistema político y los medios, y sus expresiones en el caso cubano. De este ejercicio se derivan algunas conclusiones: • El sistema hegemónico global único, de carácter económico, político, militar, cultural y mediático influye sobre Cuba a través de políticas hostiles, amenazas militares, inequidad económica, penetración e intercambio culturales, asimetrías y • • • • • • • agresiones mediáticas, pero no sobredetermina el sistema social cubano, que ha logrado mantenerse y continuar avanzando en condiciones sumamente adversas, apoyado, sobre todo, en los valores políticos, ideológicos y morales de la Revolución. La influencia creciente del denominado proceso de globalización, imposible de ignorar, obliga también a Cuba a asumir un marco de referencia global para los análisis estratégicos, pero manteniendo un proyecto nacional autónomo de independencia, soberanía, identidad política y cultural, desarrollo y justicia social que no se somete a los dictados de la globalización neoliberal y hegemónica con centro en los Estados Unidos. La superestructura de la sociedad cubana, en términos de ideología, instituciones, organización, conciencia política y moral, cumple un papel activo y decisivo en la reproducción material y simbólica de la sociedad y en la transformación de esta, incluso por encima de lo que aparentemente permitirían las realidades materiales del país. Los aparatos de comunicación pública cubanos están determinados por la estructura sociopolítica y económica prevaleciente, y forman parte en lo específico del sistema político de la sociedad, con el cual sostienen una relación de dependencia. Los medios de comunicación pública actúan e intercambian con el entorno, contribuyen en alguna medida —variable según el caso— a la regulación de otros sistemas de la sociedad, aunque apreciamos como regla una asimetría desfavorable a la capacidad de influencia de la prensa sobre el contexto social. Ciertos matices instrumentales en la función de los medios y el predominio de la regulación externa, derivado de las presiones y peligros que encara el país, se reflejan en las determinaciones internas de la prensa en cuanto a estructuras, atribuciones de poder, rutinas productivas, culturas profesionales y modelos de valor. La comunicación pública en Cuba es directamente funcional a la ideología hegemónica y al sistema político. Conciencia moral significa nuclear la ideología, el sistema político y el social, contribuye a regular todo el cuerpo de la sociedad y está presente tanto en los factores de regulación externa como en los de autorregulación de los medios cubanos, que se caracterizan por un elevado contenido axiológico, especialmente en el campo de los valores políticos. La proyección de un ideal Los instrumentos aplicados en la investigación descrita arrojan elementos de índole cualitativa que he tratado de interpretar y vertebrar a fin de conformar La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos 87 una imagen lo más coherente posible acerca de cuál pudiera ser el ideal realizable de un sistema de regulación de los MCM en las condiciones concretas de Cuba, que contribuya a resolver o atenuar las limitaciones diagnosticadas, promueva el despliegue aún más amplio del potencial creativo, moral y político de los periodistas, y sirva, sobre todo, para reafirmar y defender con mayor eficacia los valores del sistema social cubano. Una primera idea ha sobresalido en este proceso de integración de sentidos. A diferencia del papel hegemónico de signo casi absoluto que adquieren en la actualidad los medios de comunicación pública, al menos en un grupo de países,15 en la Isla dicha comunicación abarca un universo de vías, formas y posibilidades muy variadas, que no se reduce a la prensa. Esto caracteriza un escenario en el que los medios no son actores únicos ni pueden atribuirse un papel alienador, enajenante o cosificador de los sujetos sociales. Ellos actúan de manera paralela a otras modalidades de comunicación y diálogo social directo entre las instancias de poder y la masa, de carácter participativo, y la propia prensa, en especial la local, refleja con bastante sistematicidad ese estilo de participación. No hablo de conquistar la democracia para los medios, sino de cómo lograr que estos respondan mejor a las necesidades de comunicación democrática que practica la sociedad. El primer ideal que parece configurarse —sobre él hubo consenso en este estudio— es el de lograr una mayor coherencia entre el funcionamiento de la prensa y las distintas formas de comunicación y participación ciudadana en el conocimiento, debate y decisión de los asuntos de interés público, como corresponde a la experiencia y tradición de la sociedad socialista. Tener una prensa que dialogue con el pueblo, no que trasmita al pueblo. Que se prealimente y no se limite a retroalimentarse como hace, con fines totalmente instrumentales, la prensa burguesa. Una prensa bajo el control popular pero con una elevada autorregulación a partir de principios éticos, filosóficos, políticos y profesionales compartidos y pertinentes al proyecto histórico del socialismo. Los periodistas, ejecutivos y especialistas consultados han hecho descansar su proyección de ideales, ante todo, en el sentido participativo que debiera caracterizar el funcionamiento y la autorregulación de los medios. A ello se refiere, por ejemplo, este comentario: «Se impone la necesidad [de que el periodista sea] un constructor de la política, un hacedor [...] Lo que acabamos de decir es, precisamente, el modo de conciliar la autorregulación con la dirección del Partido: mediante la participación del periodista, tanto en la construcción de la política como en su análisis y balance sistemáticos». 88 Julio García Luis Otra dimensión que se advierte en esta proyección de ideales es el sentido holístico que la preside: no puede ser una aspiración o un cometido exclusivo de los medios, los periodistas o los directivos de la prensa, sino un propósito de toda la sociedad, que implica reflexiones y acciones tanto en la prensa como en las fuentes de información, en el Partido, en todas las instituciones de la sociedad y, especialmente, en los paradigmas culturales de los receptores, es decir, en las expectativas hacia los medios por parte de un pueblo más culto y preparado en todos los sentidos. Una perspectiva ya mencionada, que implica a mi juicio madurez e integralidad en el enfoque, es la de revisar el estado y posible completamiento del marco regulatorio externo, como premisa para lograr el contexto en el cual la autorregulación pudiera tener un espacio más amplio, natural y eficaz donde expresar sus fortalezas. Cuba, por razones históricas, posee un limitado desarrollo de los marcos legales referidos al trabajo de la prensa, que se reducen a un enunciado constitucional y a algunas tipicidades contenidas en la legislación penal; la ausencia de legislación positiva es total. Ese espacio lo ocupa la política, su cultura y sus orientaciones escritas y no escritas. Cualesquiera sean los criterios sobre la conveniencia de una Ley de Prensa o sobre la eventual creación de una entidad estatal a cargo de las tareas organizativas y administrativas de los medios —o de una parte de ellos—, parece útil mantener abierta la reflexión al respecto. El papel que deberá desempeñar en el futuro la UPEC figura también en la composición del ideal de regulación que recoge este estudio. Esta organización social y profesional no se limitaría a serlo, sino que asumiría la función de articulador interno —a la vez que escuela de valores, de cultura, de tradición del sector. Como expresó un colega, tendría que actuar de manera más activa, no ya solo en la superación de los periodistas, sino en el funcionamiento de los propios medios. Una pregunta abierta incluida en la encuesta a los periodistas, les permitió proyectar su visión sobre qué hacer para perfeccionar la regulación de la prensa. De 207 encuestados, 109 (52,6%) aprecian que las vías para una regulación más eficaz debieran ser internas; para 50 (24,1%), los factores fundamentales son externos a ella; 48 (23,1%) opinaron que se trata de una combinación de ambos factores. Hubo 86 personas (29,3%) que no respondieron, lo cual es significativo y pudiera atribuirse a causas que van desde la pereza hasta una posible percepción de inutilidad. Más importante aún que esta perspectiva es la identificación, hecha por los encuestados, de los elementos que se deben promover. Los seis que ocuparon la máxima prioridad fueron, en este orden: • La formación profesional y político-ideológica, responsabilidad y compromiso social del periodista. • Combinar la dirección política del Partido y el papel de los cuadros y periodistas, con buena comunicación y confianza entre ellos, y menos dominio de las administraciones sobre la información. • Propiciar apertura, tratamiento más amplio de temas, autoridad de las direcciones y periodistas, menos regulaciones, confianza en la prensa y ajuste al perfil de cada medio (visto desde lo externo). • Un mejor y más abierto tratamiento de los temas (visto como un problema interno). • El funcionamiento más democrático y participativo de los medios. • Conocer y aplicar mejor el Código de Ética. También en las entrevistas a los ejecutivos se manifiesta lo que parece ser el núcleo medular en la figuración del ideal de regulación de la prensa: «un balance armónico, mucho mejor equilibrado, entre los factores externos y la autorregulación interna», en términos de mayor poder de decisión a los ejecutivos y colectivos de prensa en la aplicación concreta de las políticas correspondientes al perfil de cada órgano, dentro de los valores, estructuras y principios generales que gobiernan el funcionamiento de la sociedad cubana. De este modo, la prensa revolucionaria sería «capaz de reflejar la realidad y de educar». Respondería a «una regulación razonada y mínima, que afecte lo menos posible el derecho del pueblo a conocer todo lo que sea de interés y utilidad a la sociedad». Habría un «balance entre lo noticiosamente novedoso o trascendente y las necesidades del receptor desde el punto de vista de su formación». Los MCM se regirían por «una política muy clara, definida en ley, que no dependa de las coyunturas, salvo excepcionales circunstancias». El papel de la prensa estaría delimitado con precisión y claridad, «con un apoyo político que la salvaguarde de las presiones del resto del aparato gubernamental». Dicha política sería puesta en práctica por «cuadros competentes, respetados por su capacidad técnica y política, si es posible ambas características al mismo nivel, y periodistas elegidos para cada medio según su grado de profesionalidad y de compromiso político». En esta construcción ideal, aparece de igual modo el interés de que la prensa cubana desarrolle creativamente sus potencialidades y «encuentre el modelo de prensa revolucionaria y socialista ajustado a las necesidades de la sociedad cubana». Un especialista consultado colocó el problema en estos términos: «La comunicación que el Partido propugna está muy politizada, pero las necesidades comunicativas de la población no son solo políticas, hay muchas necesidades cotidianas que no tienen esa connotación […] ¿Qué espera la población de eso que yo llamo un «modelo de comunicación social cubano»? Espera un modelo propio, que responda a sus necesidades culturales. No lo tenemos aún». Un funcionamiento equilibrado de la prensa, que combine la dirección política estratégica del Partido, el replanteo del balance de autoridad entre los medios y las fuentes de información, y la autorregulación interna de los medios, con énfasis en la participación activa de los colectivos de periodistas, podría «lograr que la prensa se articule y trabaje como un subsistema del sistema político, desarrolle la interdependencia con este y con todo el conjunto del sistema social, y potencie aún más su papel como vehículo del diálogo social, la educación, la información y la regulación de toda la sociedad». Notas 1. Juan Marrero, Dos siglos de periodismo en Cuba. Momentos, hechos y rostros, Editorial Pablo de la Torriente, La Habana, 1999. 2. El carácter comercial de estos medios lo ilustra, entre otros, el hecho de que 105 de las 152 emisoras radiales existentes en 1958 estaban localizadas en la capital y la provincia de La Habana. Todas ellas sumaban una potencia de 88 kw, que es superada por una sola de las emisoras nacionales actuales: Radio Progreso, con 92 kw en sus trasmisores. Hoy la cobertura del sistema de radio abarca todo el país: Radio Rebelde, por ejemplo, cubre 96% del territorio nacional. Datos ofrecidos por el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) al autor, en 2004. 3. Véase Gregorio Ortega, La coletilla. Una batalla por la libertad de expresión, Editora Política, La Habana, 1989. 4. Alfredo Guevara desclasifica en Tiempo de fundación (Iberautor, Madrid, 2003) documentos inéditos esclarecedores del debate cultural, y en esencia político, que tuvo lugar desde el triunfo de la Revolución y a lo largo de buena parte de los 60, frente a tendencias sectarias y anticomunistas agrupadas en torno a Lunes de Revolución, e inspiradas por el director de ese diario, Carlos Franqui. Son especialmente reveladores «La política de nuestra dirección revolucionaria ha sido la de sembrar y desarrollar conciencia» (pp. 158-72), «Dominar los medios que sirven al combate, ayuda a tomar conciencia» (pp. 208-37), «Traidores-coloniales nos piden el suicidio para dormir tranquilos» (pp. 238-66), «La revolución la hacemos para hacer más compleja la sociedad» (pp. 338-77). 5. Por modelo burocrático soviético de prensa entendemos el resultante del período estalinista, mantenido en la etapa del ahora llamado neoestalinismo. Tomó formalmente la propuesta de Lenin de una prensa del partido bolchevique, activa, crítica, como organizador colectivo, pero la despojó de ese carácter y la convirtió en una prensa dirigida de modo inmediato por el aparato burocrático del partido, y signada por la autocomplacencia, manipulación de la información, divorcio de la realidad y aislacionismo. 6. En mayo de 1973, al ser implantada la nueva estructura del Comité Central, Raúl Castro analizó en detalle el concepto de dirección del Partido hacia el Estado y la sociedad, y destacó que esta comprendía: a) la elaboración de directivas generales y políticas por parte de sus organismos superiores; b) el control sobre la política de cuadros; c) el control, entendido como comprobación y observación, de la labor de las entidades; d) el apoyo y ayuda a esas actividades; e) a través de los militantes y organizaciones de base; f) la coincidencia La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos 89 al más alto nivel de los principales dirigentes del Partido y el Estado. Véase Raúl Castro, Selección de discursos y artículos, 1959-1974, Editora Política, La Habana, 1988, pp. 214-43. 7. Los que trabajamos en la prensa de esa etapa conocemos bien que entre los medios de ambas naciones no existían vasos comunicantes que pudieran trasladar influencias profesionales. Los de la Isla no admitieron nunca asesores soviéticos. La bibliografía sobre periodismo de aquel país traducida y publicada en Cuba fue reducida y de escaso impacto. No hubo profesores soviéticos en esta especialidad. Solo unos pocos profesionales especializados se formaron en la URSS. La barrera lingüística impidió también que nos familiarizáramos con la obra de periodistas notables como Mijaíl Koltzov, Iliá Ehrenburg, Vsiévolod Ivanov y muchos otros. 8. En el primer número de la efímera revista Foro, de la Unión de Periodistas de Cuba, publiqué el artículo «Hora crucial del periodismo cubano». En él analicé el significado de que ninguna de las circunstancias que dieron lugar en 1986 al llamado Proceso de Rectificación había sido conocida o advertida por medio de la prensa. «No se habría podido concebir —escribí entonces— una demostración más palpable y dramática de que nuestro periodismo marchaba por un camino erróneo [...] en lo que concernía a la prensa, el país carecía de autodefensas […] el estilo apologético y el triunfalismo, sustentados bajo el supuesto de defender a ultranza nuestro proceso hacia el socialismo, se volvían contra los intereses más vitales de la sociedad». (Julio García Luis, «Hora crucial del periodismo cubano», Foro, La Habana, 1988). 9. Algunos planteamientos de Fidel Castro en este Congreso fueron: «Una crítica justa, oportuna, puede más que un Estado, que un Partido»; «Prefiero los inconvenientes de las equivocaciones a los inconvenientes del silencio. Es mejor que lavemos los trapos sucios antes de que los trapos sucios nos sepulten por estarlos guardando»; «Es una política de ampliar la información, para que se informe y para criticar; y la crítica no como un látigo, sino como un análisis, como una actividad constructiva que ayude a formar conciencia en todos nosotros». Citado por Juan Marrero, «Quinto Congreso/1986. En medio del proceso de rectificación de errores y tendencias negativas», Cubaperiodistas, 25 de junio de 2008, disponible en www.cubaperiodistas.cu/libro_congresos/cap06.html. 10. Archivo del autor. 11. Fidel Castro, Por el camino correcto. Compilación de textos, Editora Política, La Habana, 1987, pp. 36-44. 12. PCC, «Resolución sobre el Programa del Partido Comunista de Cuba», disponible en http://congresopcc.cip.cu/wp-content/ uploads/2011/02/IV-congreso_resolucion-Programa-del-Patrtido. pdf. 13. Datos ofrecidos por el ICRT y el Centro de Información para la Prensa al autor, en 2004. 14. Durante el proceso investigativo para elaborar su Tesis, el autor entrevistó a 294 periodistas y 16 expertos. [N. del E.] 15. Lorenzo Gomis, Teoría del periodismo. Cómo se forma el presente, Editorial Paidós Mexicana, México, DF, 1991; Antonio Pasquali, El orden reina. Escritos sobre comunicaciones, Monte Ávila, Caracas, 1991; Teun A. van Dijk, Racismo y análisis crítico de los medios, Paidós, Barcelona, 1997. , 2013 90 Julio García Luis CONTRO El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe ¿Qué es el ALBA? ¿En qué se diferencia de otros esquemas de integración? ¿Hasta qué punto ha logrado avanzar? ¿Cuáles son sus insuficiencias? ¿En qué direcciones debe desarrollarse? ¿Qué puede aportarle Cuba al ALBA? ¿En qué medida el ALBA podría contribuir al desarrollo cubano? Especialistas en economía e información analizan estos problemas y debaten con un público interesado. El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe Raúl Garcés Tania García Ismael González Rafael Hernández (Moderador) Rafael Hernández: ¿Qué es la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América?, ¿qué tiene de particular?, ¿cómo podríamos caracterizar brevemente su naturaleza?, y ¿en qué se diferencia de otros mecanismos o esquemas de integración y de cooperación en el área? Tania García: En ocasiones pareciera que hay un exceso de adjetivos acerca del ALBA pero no la suficiente información sistémica y sistemática para poder evaluar sus tendencias y esto tiene importantes consecuencias para la observación que desde los medios académicos y de la sociedad civil se necesita realizar. Se trata de asumir un proyecto que ofrezca un futuro para la sociedad; uno del que podamos considerar sus resultados efectivos e impactos para el cumplimiento de los objetivos de las estrategias nacionales. Cuatro pilares caracterizan al ALBA: cooperación, soberanía, solidaridad y complementariedad. Ello puede apreciarse en el conjunto de documentos declaratorios sobre los que se sostiene este proyecto y en la acción desplegada hasta el momento. Es antihegemónico por su naturaleza y sus propósitos declarados. De ahí que los Estados Unidos lo consideren hostil a sus intereses y, consecuentemente, desplieguen una constante y multidimensional acción contra ese proyecto y sus países integrantes. Esta potencia es la inversionista principal en cuatro de sus ocho países miembros: tiene importantes recursos invertidos no solo en materia de comercio internacional sino en su estructura de propiedad. Bolivia, parte del esquema, es una de las primeras reservas mundiales de litio; Cuba, una importante reserva de cobalto en el continente, además de ser poseer níquel; Venezuela, uno de sus principales abastecedores de petróleo. La posición independentista de la organización, de búsqueda de soberanía sobre sus recursos y potencialidades tropieza con los intereses estadounidenses en el hemisferio. El ALBA se ha reconocido y legitimado en muchos medios sociales y políticos como un proyecto de inserción internacional que tiene una agenda social como baluarte y eso lo diferencia sustancialmente de los demás proyectos del área. Entre sus objetivos declarados está la integración, aunque no se ha logrado del todo porque para ello tienen que producirse procesos que no se relacionan solo con la cooperación, sino con alcanzar un nivel de interrelación de mayor profundidad, de armonización de sus políticas, de concordancia en sus sistemas regulatorios nacionales. No es lo mismo levantar barreras que eliminar fronteras. El nivel de profundidad en la interdependencia debe ser muy superior. Se trata de * Panel de discusión celebrado en el Centro Cultural Cinematográfico ICAIC, el 31 de mayo de 2011. 92 92-103, abril-junio 2013 R. Garcés,n.T.74: García, I. González, R. de Hernández un proceso de reconstrucción de todas las bases productivas lo que va contra los sistemas económicos que operan en esos países, con la excepción de Cuba. No existe un esquema de integración comparable porque estamos hablando de interconexión de naciones y gobiernos y sociedades diferentes. Está basado en una matriz ideológica cuyo centro es el ser humano como sujeto y objeto de las transformaciones. Constituye un proyecto socioeconómico y político y no económico-comercial; un proceso que está dando sus primeros pasos en términos históricos en un entorno internacional altamente agresivo; además, todos los países no están participando ni pueden hacerlo sobre la base de los mismos términos, condiciones y capacidad de asumir compromisos. Ismael González: El ALBA nació como alternativa en uno de los momentos más belicosos del panamericanismo de principios del siglo xxi, cuando se hablaba del Área de Libre Comercio para las Américas como la meta de la geopolítica hegemónica norteamericana para la región. Esta referencia a su surgimiento tiene que ver con la matriz ideológica a la que apuntaba Tania. El 14 de diciembre de 2004, nace con dos miembros, por voluntad de dos revoluciones: la cubana y la venezolana. El camino recorrido muestra que no basta esa matriz ideológica, porque, como su propia acta fundacional revela, a ese componente altamente social, comprometido políticamente con los pueblos, con los más desposeídos, había que sumarle también elementos económicos trascendentes, capaces de hacer funcionar esas ideas. En ese sentido, su desarrollo ha sido creciente debido a la realidad política del continente. Con el ascenso de Evo Morales al poder Bolivia se incorporó a la organización; luego Nicaragua, cuando Daniel Ortega fue electo; se sumaron países anglófonos, empezando por un importante y valiente gesto del primer ministro Roosevelt Skerrit, de Dominica, seguido por Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas; y en el momento que estimó oportuno el presidente Rafael Correa suscribió que Ecuador comenzaría a formar parte del ALBA. También estuvo Honduras, membresía que se interrumpió con el golpe de Estado. Tiene que haber una evaluación costo-beneficio. El ALBA tiene que ser atractivo, para que los propios pueblos, no solo sus mandatarios, puedan sustentar que es legítimo y útil ser miembro de este. Hay que saber lo que representa no solo en términos ideológicos o políticos, sino también de sustento al desarrollo económico y social. Al respecto, dos instrumentos importantes para una nueva forma de colaboración serían la creación de un Banco del ALBA y la iniciativa de un sistema unificado de compensación regional. Por ejemplo, en dicho Banco, independientemente de las acciones que haya aportado un país miembro, todos han de poseer iguales derechos a la hora de votar, a diferencia de lo que ocurre en otras alianzas donde el número de acciones determina el peso del voto nominal. Por eso se habla de una nueva calidad de la integración como proceso, que trata de poner de relieve los principios que bien subrayaba Tania: la solidaridad, la cooperación, la complementariedad. Es muy importante apuntar esa nueva calidad, signada por esa vocación política y por esa matriz ideológica. Otras asociaciones que podían ser más afines a la vocación de resolver temas culturales, como el CARICOM, MERCOSUR, o el CICA de Centroamérica, abordan los problemas sociales y culturales mucho después de haber dedicado todas sus energías a los asuntos económicos y comerciales. En cambio, el ALBA se funda ya con una plataforma social y con un pronunciamiento explícito de sus misiones en materia cultural. De hecho, uno de sus proyectos más tempranos, y que incluso se prioriza a la hora de establecer ocho jerarquías importantes en el ALBA, es el cultural. De ahí que valga la pena subrayar esta diferenciación con el compromiso, con el tema social, y el de la información, el conocimiento, las ideas. Esa soberanía a que estamos aspirando en el continente tiene que ver mucho con la conciencia política de los pueblos, con la capacidad de resistencia, por lo que cultura política también implica una labor de educación y de cultura que debemos desarrollar. Rafael Hernández: Raúl, ¿tú también piensas que la naturaleza del ALBA se acerca más a un proyecto de concertación en la esfera socioeconómica y política que en la estrictamente económica, en cuanto a su índole respecto a otros proyectos de integración? El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe 93 94 Raúl Garcés: Yo subrayo lo que decía la profesora Tania en cuanto a que la integración es un resultado, y hay un montón de estructuras y de mecanismos que necesitan crearse para que rindan frutos. Hasta este momento, el ALBA ha avanzado en lo que ha podido. Recuerdo aquel discurso histórico de Hugo Chávez en Mar del Plata, en la Cumbre de los Pueblos en 2005, cuando pidió a cada una de las personas que estaban presentes que buscaran una pala para enterrar el ALCA. Ese es el primer significado político del ALBA: el haber enterrado una alianza que los Estados Unidos nos ofreció como paradigmática y que proponía una dinámica en la que el tiburón se comía a la sardina, la metáfora que siempre nos ayudó a explicar esa relación que los Estados Unidos pretendían vender a nuestros países. Independientemente de que ha habido tratados de libre comercio aprobados después o antes, el ALCA, en tanto proyecto que soñaron los Estados Unidos que permitiría a nuestros pueblos tratarse económicamente, fue un fracaso desde el surgimiento del ALBA; aun cuando es una alternativa en construcción que, en términos de integración probablemente ha avanzado más vertiginosamente en lo social que en lo económico. En temas sociales hay que apuntar que gracias al ALBA más de un millón de pacientes han sido operados mediante la Misión Milagro; Venezuela y otros países miembros han sido declarados libres de analfabetismo en mucho menos tiempo del que le costó a Cuba al inicio de la Revolución en la Isla; así como hacer referencia a la formación de los recursos humanos en deporte, cultura y educación. Si analizamos las economías de los países que integran el ALBA y si entendemos que el concepto de cooperación es dar lo que cada quien puede aportar y no establecer un mecanismo integracionista sobre la base de reproducir y acumular el capital, entonces comprenderemos que cada país ha podido aportar y avanzar en la integración, en la cooperación, hasta donde sus realidades económicas, políticas y sociales se lo permiten. No sé si ha sido casualidad que hoy estemos abordando este tema; justamente cuando, a esta hora, Ileana Ross-Lethinen y otros en los Estados Unidos están hablando del ALBA, convocados por el American Forum, un evento que pretende poner de acuerdo a un sinnúmero de personas en dicho país para diseñar estrategias contra el ALBA, aprovechando la salida de Arturo Valenzuela como secretario de Asuntos Hemisféricos para América Latina. Eso nos da una medida del significado político que esta alianza tiene. Si queremos calcular ese significado pensemos en hechos políticos concretos como el golpe de Estado en Honduras y la intentona golpista contra Correa; recordemos la actuación del ALBA y, por supuesto, de Telesur. Es decir, hay una cohesión política en este mecanismo, que tiene una naturaleza ideológica que trasciende la integración económica. Esa cohesión política le permite dar respuesta rápida a los intentos injerencistas, imperialistas, de los Estados Unidos en la región. La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) empezó teniendo una posición común en torno al complot contra Manuel Zelaya; después una donde había heterogeneidades. Los pronunciamientos en algunos casos eran más firmes; en otros, más bamboleantes; asimismo con el golpe de Estado contra Correa. Esto no sucede en el ALBA —y es lo que le preocupa a Ileana Ross—, cuyas estrategias mediáticas están muy bien construidas en un contexto que le favorece. Seguramente conocen el proceso de cubanización que viene sufriendo CNN, convertido hoy en la cloaca de toda la gente que en algún momento estuvo en Cuba y emigró hacia los Estados Unidos. Muchos de los que trabajaban en Mega TV, un canal de Miami, ahora han pasado a formar parte del staff de CNN, que tiene como productora general a Cinthia Hudson, una señora absolutamente anticubana, derechista y fascista, que ha condicionado una estrategia mediática, informativa, concertada, premeditada, para arremeter contra el ALBA. Rafael Hernández: Ya hemos visto cuáles son las proyecciones, vocación y naturaleza del ALBA. Ahora bien, ¿qué se ha logrado hasta ahora en las distintas esferas de esta colaboración?, ¿en qué aspecto se ha avanzado esencialmente?, ¿en cuáles no, o se ha avanzado menos? y ¿en qué aspectos debería desarrollarse, considerando la situación actual? Hagámosle nuestra propia crítica al ALBA. R. Garcés, T. García, I. González, R. Hernández Tania García: El ALBA es el proyecto de integración socioeconómica y política donde Cuba participa plenamente; por ello, resulta de suma importancia considerar los desafíos que tendrá que enfrentar para contribuir, desde los medios académicos y desde cada uno de nuestros espacios, en la sociedad civil, a su mayor éxito, teniendo en cuenta que la integración es un punto de llegada complejo. El primer problema es la necesidad de los países miembros de consolidarse como economías con independencia, soberanía, autosustentación individual y colectiva para sostener ese proyecto social. Muchos proyectos integracionistas que se emprenden entre países desarrollados o entre desarrollados y subdesarrollados han profundizado sus vínculos, lo que propicia la toma de acuerdos para consolidar esa práctica. Un ejemplo lo podemos apreciar en El ALCA. Con ese acuerdo hemisférico no se va a comprar a América Latina y el Caribe. El continente ya está comprado; los indicadores de inversión extranjera directa y en cartera de los Estados Unidos en las estructuras productivas de la región son una demostración fehaciente de que El ALCA iba a consolidar ese sistema de dominación que se ha ido produciendo en los terrenos militar y económico de forma simultánea. El ALBA no ha logrado aún las interdependencias recíprocas colectivas que hay que gestar para que el proyecto sea estable y se consolide. Si analizamos las interrelaciones comerciales, financieras y de otra índole entre cada uno de los países del bloque se puede apreciar algunos logros; pero si separamos los aportes de Venezuela a ese intercambio, las cifras son completamente distintas. Hoy se está dando una estructura de eje-rayos. De ahí que sea necesario fortalecer la interrelación económica entre sus miembros y que se constituyan en una red capaz de resistir los avatares emergentes de las crisis periódicas que tipifican la economía mundial contemporánea. Hay que convertir al ALBA en un espacio económico real y no solo en el plano político declarativo y social. Es imprescindible reconocer que han existido avances de orden social; de ello dan fe los campos latinoamericanos, sobre todo en los servicios de salud. De la misma manera se visualizan importantes proyectos de inversión productiva y en los medios de comunicación. Sin embargo, aún no se ha conseguido transformar la correlación de poder y propiedad que marca los rumbos de las economías de estos países. Una muestra de que se han establecido primero los marcos institucionales antes que la interrelación económica lo demande se puede apreciar en la Unidad de Cuenta que ha recibido el nombre de Sucre. Y esta es una medida fundamental porque va directamente contra la dolarización de las economías. Pero hasta el momento no existe suficiente nivel de intercambio comercial y financiero para sustentarla, y contrarrestar la dolarización es un proceso sumamente complejo porque una moneda tiene funciones que cumplir: entre ellas, la de medida de valor. Todavía el SUCRE no cumple esas funciones y mientras ello no ocurra será solo una unidad de cuenta. El proyecto ALBA es en extremo joven si se compara con otros. Puede avanzar del nivel del intercambio existente a magnitudes y calidades superiores, pero para que el sistema progrese, tienen que fortalecerse las economías de los países miembros y sus intercambios recíprocos ser expresados o valorados en términos de sus monedas. Hacia allí hay que conducir pasos certeros porque eliminar la dependencia monetaria será su gran legitimidad frente a los pueblos. Ese es el camino para pagar la gigantesca deuda social. El ALBA tiene que fortalecerse como proyecto multidimensional, de interrelación económico-productiva, porque de lo contrario no puede alcanzar esos propósitos. Ismael González: El ALBA ha evolucionado de una alternativa a una alianza, lo que representa una maduración que permitió cambiar el concepto mismo de aquella unidad. Además, los países se han ido incorporando progresivamente, y cada ingreso es un reacomodo general del proyecto. Considero que este es en extremo joven, y lograr que se haya afianzado y que haya ido resultando atractivo para nuevos gobiernos es ya un elemento estimulante. Por otra parte, no es una alianza hoy pensada solo para gobiernos nacionales, sino, como se indica en su propia conjunción con el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP), es un elemento mucho más abarcador que pudiera incluir gobiernos locales. El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe 95 Este ALBA-TCP tiene la dimensión de los movimientos sociales, y aquí hay todavía una deuda de desarrollo. Estamos retrasados en la articulación con los movimientos sociales del continente, los de los países miembros, que aspiran legítimamente a participar del ALBA. Tenemos que acelerar la forma de ver un ALBA proyectada para sectores populares que puedan no solo ser beneficiarios sino verdaderos partícipes, protagonistas en la construcción de la unidad. Al aprobar el ALBA Cultural los presidentes suscribieron que debía trabajarse en este ámbito tanto con los países miembros, como hacia toda América Latina y el Caribe, hacia editoriales, casas discográficas, incluyendo, por supuesto, el sector privado —casi mayoritario en el área— y también pudieran convocarse a los creadores, a los artistas de toda la región. Varios premios y becas de los que otorga el ALBA Cultural comprenden no solo a los países miembros sino también a los sectores culturales de otros países de la región, con la intención de que, además, sean artífices de la construcción de la asociación. En un futuro el ALBA puede seguir creciendo. Hoy son ocho sus miembros, una cuarta parte de la cantidad de países de la naciente Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños –treinta y tres–, y esa es la matriz ideológica de la que estamos hablando; ese núcleo que está concertado en el ALBA está influyendo en la región, en la construcción de la unidad. Esto permitirá, en el sentido martiano, encontrar soluciones radicales a nuestros problemas raigales. 96 Rafael Hernández: ¿Qué más falta en el ALBA?, ¿cuáles son, particularmente en la esfera de la información, los resultados más notables y los aspectos deficitarios? Raúl Garcés: El ALBA ha conseguido subvertir la realidad de que América Latina tradicionalmente tenga que mirar al norte para informarse sobre sí misma. 96% de la información que se genera en el mundo proviene de AP, Reuters, AFP, EFE, o sea, las grandes agencias transnacionales. Por primera vez nosotros tenemos un contexto comunicacional suficientemente favorable como para reconocernos en las identidades latinoamericanas representadas en Telesur; en la Radio del Sur; en Andes, una agencia ecuatoriana y suramericana de reciente fundación; o en la Televisora del Alba, que hasta ahora está gestándose fundamentalmente a través de Internet pero que significa una experiencia extraordinaria porque intenta darle una funcionalidad orgánica y sistémica a muchos medios comunitarios nacidos en el continente y que reproducen la voz de los tradicionalmente excluidos. Este es el primer logro. Segundo punto: hay en nuestros países una explosión increíble de la comunicación comunitaria; y de lo relacionado con la organización popular y la comunicación utilizada a veces como pretexto y como centro de la organización social, de la participación política. Esa transición de consumidores a ciudadanos, como lo describiera Néstor García Canclini, tiene a la comunicación comunitaria como uno de sus epicentros fundamentales. Se está produciendo una democratización de la comunicación muy beneficiosa para nuestros países; una incidencia de todos estos medios en el desarrollo de lo local, que está cambiando a través de la comunicación. Yo conozco medios en Venezuela que son mágicos. Por ejemplo, El Teretere, un periódico del estado Miranda que está subvencionado; los campesinos que lo conforman y gestan su discurso lo pagan con el dinero que recaudan al vender los productos que cultivan. Recordemos que el 13 de abril, probablemente el ejemplo más emblemático del caso venezolano, cuando las televisoras del main stream —RCTV, las televisoras privadas, Globovisión— estaban diciendo que el presidente Hugo Chávez había renunciado y que no había nada que hacer, aquellos medios comunitarios convocaron a la gente del 23 de Enero y de los cerros a bajar y a defender su revolución. Hay, además, un tercer elemento muy importante: la renovación de la discusión sobre el nuevo orden de la información y de la comunicación, aquella discusión de los años 70, que creíamos trasnochada, que parecía muerta. Ahora el contexto cambió; Correa tiene que preguntarle a su gente si está de acuerdo con que los medios de comunicación tengan negocios que trascienden la comunicación misma, lo que los teóricos de la economía política de medios llaman transformación estructural de la comunicación contemporánea. Por ejemplo, ahora el director del New York Times no solo dirige el periódico sino también tiene negocios con General Electric, lo que hace que el discurso de los medios esté cada R. Garcés, T. García, I. González, R. Hernández vez más condicionado por los intereses corporativos. Correa tiene que preguntar eso a sus ciudadanos; como Chávez tiene que preguntar a los venezolanos si están de acuerdo con reformar la Ley de Telecomunicaciones o la Ley de Responsabilidad Social; o Evo Morales hacer preguntas relacionadas con los medios. El discurso contrahegemónico de una comunicación distinta, opuesta a los medios tradicionales, tiene que ser aprovechado en nuestro continente en este extraordinario momento, y mientras más se haga más frutos y resultados dará. A pesar de todas las críticas que se le pueden hacer a esta asociación, imaginemos que el ALBA no existiera, ¿cuál sería el significado político de esa ausencia en el actual momento de América Latina? Respecto a los aspectos negativos, nuestros países no tienen conciencia comunicacional suficiente como para buscar desde la comunicación mecanismos de integración; nos hemos preocupado demasiado por resolver nuestros problemas de pobreza, alimentarios, de vivir al día, como para gestar políticas comunicacionales. El ALBA no tiene suficientes estructuras de comunicación creadas para garantizar un seguimiento orgánico, sistemático, coherente, al tema de las estrategias comunicacionales. No se reúnen nuestros ministros de comunicación; muchos de nuestros países no tienen ministros en esta esfera. El MINREX es la institución que en Cuba está a la vanguardia del tema comunicacional, a partir de la creación, hace aproximadamente dos años, de una oficina de Imagen Cuba que devino viceministerio y que tiene una organicidad de cómo proyectar la imagen de nuestro país y a la larga la del ALBA hacia el exterior. Todo lo que sucede en nuestra región repercute como tema de política interna; lo que acontece en Cuba es un asunto de política interna en Venezuela; lo de Venezuela, en Ecuador, etc. Y eso lo saben los norteamericanos, que tienen una política perfectamente diseñada para proyectar la comunicación anti ALBA de modo integrado. Nosotros no hemos sabido hacer la contrapartida. Si nos cuesta trabajo proyectar la nuestra ¿le vamos a pedir a la realidad histórica que sea capaz también de proyectar integradamente una comunicación pro ALBA? Tenemos que ser capaces de desarrollar las estructuras que nos permitan reconocernos y proyectarnos a nosotros y al ALBA como mecanismo integracionista, de éxito a pesar de sus dificultades, como una propuesta viable en la actualidad. Rafael Hernández: Mi tercera pregunta al panel tiene que ver con las perspectivas de desarrollo del ALBA. ¿Qué puede aportarle Cuba a la Alianza y viceversa? ¿Cómo podríamos aprovechar esta cooperación para afrontar los problemas de Cuba, que no son exactamente los mismos que los de Venezuela y los de Honduras? Antes vamos a pasar la palabra al público para que intervenga con sus preguntas y comentarios. Carlos Garcés: Resulta inconveniente el argumento de que el ALBA es un proyecto joven. La Alianza surgió en 1999, y realmente tenemos que ser más impacientes. Se ha dicho que la integración verdadera es un resultado, y que se alcanza tras un proceso. ¿En qué momento vamos a lograr el libre tránsito de personas dentro del área? Por otra parte, muchas cosas que se hablan con respecto a la comunicación se quedan en determinada esfera y nosotros como pueblo no nos enteramos de nada o recibimos información demasiado limitada. Por ejemplo, Telesur es una televisora que ha surgido dentro del ALBA, y me gustaría saber si Cuba tiene propiedad dentro del canal. Lo otro es por qué no podemos verlo si surgió como una alternativa al bombardeo mediático de los monopolios de la información de los Estados Unidos. ¿Por qué alguien escoge por nosotros lo que supuestamente es «lo mejor de Telesur»? Aquí me acabo de enterar que existe la Televisora del ALBA por Internet; el panel lo considera un logro de la asociación, pero nosotros la desconocemos. En relación con el sucre se dice que es moneda de transacción entre los países del ALBA; quisiera saber si tiene algún tipo de cambio contra el dólar o el resto de las divisas. Y, por último, en términos de integración regional en qué posición estamos nosotros, con respecto al resto de las organizaciones, UNASUR o MERCOSUR. El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe 97 98 Pável Alemán: A nadie le queda duda de que el ALBA se interpreta como una gran alianza. Casi siempre se nos olvida que su fundación responde a una pacto estratégico entre Cuba y Venezuela a nivel intergubernamental; y casi nunca se dice que el ALBA es el principal instrumento de política exterior de Venezuela para América Latina y el Caribe. Cada Estado tiene un interés nacional particular, y en el ALBA convergen esos intereses. Cierto es que nace en oposición al ALCA y a los TLC, y es bueno recordar que los TLC están vivos, incluso en países que han formado o forman parte de ALBA; por ejemplo, Nicaragua, y antes Honduras, que dejó de ser miembro tras el golpe de Estado. Los países de CARICOM se benefician de acuerdos unilaterales con los Estados Unidos; eso es un reto para el ALBA, no logra desmontar lo que ya está, y existe esta convivencia. Otra cuestión problemática es que el eje económico del ALBA, que es Venezuela, vive, y vivirá hasta donde sea posible, gracias a la renta petrolera nacional, pero esta tiene sus propios límites de producción, de cotización, como los que le impone la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), además, los de la propia exportación de sus derivados petroleros hacia lugares con preferencias estratégicas para Venezuela: los Estados Unidos y China, concretamente. Ese es otro de los serios problemas que tiene esta alianza. Por otro lado, una buena parte de la ampliación del trabajo del ALBA se ha dado a través de PETROCARIBE. Casi nunca se habla de que detrás se halla la política de internacionalización petrolera de PDVSA que tiene una lógica y una historia anterior, y que hay una transferencia de costos ambientales, porque esas refinerías se están instalando en estados insulares con ecosistemas muy frágiles. Otro aspecto que el ALBA no supera es la discontinuidad geográfica, que no le permite explotar al máximo lo que se entiende como integración física; es decir, entre Bolivia y Ecuador está Perú, como un tapón metido en el medio; y entre Ecuador y Venezuela, Colombia; recordemos que estos tapones tienen determinada sintonía política e ideológica con los Estados Unidos. Además, habría que hablar de la superposición de derechos y obligaciones de los integrantes del ALBA frente a los miembros de los esquemas de integración a los que pertenecen, CICA, CARICOM, Comunidad Andina. En Venezuela también hay preocupaciones en cuanto al equilibrio entre el gasto exterior y las necesidades internas, eso muchas veces se pasa por alto. Finalmente, quería referirme a la supervivencia del ALBA como proyecto, que hasta ahora es intergubernamental. El caso de Honduras demostró que la Alianza no estaba en condiciones de defender la legitimidad de un gobierno constitucional en uno de sus Estados miembros; ciertamente existió en ella un consenso en contra del golpe y del gabinete que le sucedió, pero hace dos meses, el presidente Chávez en una cumbre bilateral con su homólogo colombiano José Manuel Santos tomó el acuerdo de respaldar el reingreso de Honduras en el sistema interamericano, a espaldas del ALBA, lo que debilita la asociación y su política exterior como bloque. Vani Pedraza: ¿Cuba es dueña de Telesur junto con los demás miembros del ALBA? Me gustaría que precisaran si las razones de que en la Isla no tengamos veinticuatro horas de Telesur son tecnológicas, financieras, políticas; y qué voluntad tiene Cuba de resolver ese problema, el cual extiendo a las radioemisoras que puedan llegar aquí, a la Televisora del ALBA, que no conocía en absoluto. Además, con la entrada a la asociación se adquieren derechos, pero también deberes que se deben cumplir de las fronteras para adentro también. ¿Qué está haciendo Cuba en este sentido para que el ALBA viva aquí, en la vida cotidiana, en el aspecto comunicacional? Fabio Grobart: Antes éramos parte del campo socialista, y, cuando este dejó de existir, nuestro pueblo, por el consenso interno revolucionario que tenía, pudo subsistir y seguir siendo un ejemplo para que en otros países se hicieran procesos revolucionarios. En la unión está la fuerza, no importa en qué estadio de desarrollo se encuentre cada país; si el proyecto está centrado R. Garcés, T. García, I. González, R. Hernández en el ser humano para emanciparnos del subdesarrollo de siglos lo más lógico es que nos unamos y complementemos. El proyecto de integración es división y cooperación en el trabajo, por supuesto, pero partiendo de cómo lo hace el ALBA, según las necesidades del ser humano y de los pueblos. La seguridad energética ya se está garantizando en todo el Caribe, una solución a los problemas de las pequeñas islas, las cuales hubieran dejado de existir económicamente con la crisis actual si Venezuela no nos hubiera brindado, y a los demás pueblos del Caribe y de Centroamérica, ese petróleo. Ese ingreso pudiera dedicarlo solamente al pueblo venezolano, pero lo comparte. ¿Cuba qué hace? Entrega los médicos que tiene, no solo a Venezuela, sino también a Bolivia, Ecuador, y a otros países que no son miembros del ALBA, y que de esa manera se dan cuenta de que un mundo mejor es posible; es la diplomacia de persona a persona. En relación con la seguridad alimentaria, teníamos grandiosos planes con el azúcar y con la producción de arroz. Con mucho gusto van los especialistas cubanos para Venezuela a proyectar planes arroceros en ese país. ¿Qué podemos producir mejor nosotros aquí para dárselo a los demás?, ¿qué puede producirse mejor en otro lugar?, ¿cuáles son los instrumentos para lograrlo? En la esfera económica, la inversión propia y extranjera, la complementariedad de industrias, el logro de la efectividad. Ahí está Bolivia buscando las fuentes energéticas, los acumuladores a partir del litio, que le van a dar a ese país, al ALBA, y al mundo entero la posibilidad de pasar hacia una nueva concepción energética. El ALBA no se puede aislar del mundo porque uno de sus objetivos es el desarrollo sostenible, con justicia y equidad, y esa filosofía puede ser la que nos una a otras fuerzas planetarias. Nos hace falta hacer un diagnóstico exhaustivo de nuestras riquezas, posibilidades y complementariedades, es necesario proyectar los futuros posibles, viables y deseables. Si logramos eso podremos enfrentarnos a cualquier estrategia que pretenda destruirnos. Felipa Gálvez Henry: Una pregunta me parece clave: ¿cuando no esté Venezuela o no esté Chávez, qué pasará con el ALBA? El mayor peso económico lo tiene ese país, y la situación allí es un poco diferente a como se pinta en nuestros medios. Hay bastante inestabilidad y, además, una Constitución que permite a Chávez solo un tiempo determinado en el poder. No sabemos cuánto Cuba aporta económicamente al proyecto y esto puede ser preocupante si se considera la experiencia del CAME. Lo otro es que Telesur muestra nuestros países desde una política folclorista y patrimonialista, pero no los procesos dinámicos de construcción de identidades que se están produciendo en ellos, sobre todo en los países del ALBA; por ejemplo, en Venezuela, donde la emigración de Colombia, de Honduras, de El Salvador, está entronizada con el proceso del venezolano que está saliendo a la luz, de ese que siempre estuvo invisible, y hay una nueva construcción para lo cual no se está preparado. Nos hacen falta estrategias de comunicación para contrarrestar la avalancha, porque esta es una organización para la unidad o la solidaridad. Necesitamos que el ALBA signifique espacios para proyectos de encuentros, de debates de la intelectualidad, como en los años 70 y los 80 en América Latina, cuando surgieron ideas y un cuerpo ideológico con el que todavía estamos sustentando nuestros procesos. Hay una contribución tanto del ALBA hacia nosotros como de nosotros al ALBA. En estos momentos estamos aportando todo en recursos humanos y no nos sentamos a estudiar las transformaciones y modificaciones. Lourdes Regueiro: Como decía Tania, el ALBA es el resultado de la voluntad política de gobiernos, y creo que eso le queda grande todavía a la asociación. Hay proyectos que se podrían hacer dentro del ALBA, por ejemplo, en el campo de la medicina, y los tienen comprometidos con las empresas transnacionales. Atendiendo a esto me gustaría referirme a la agilidad política de los procesos en que se sustenta hoy la Alianza. Tenemos que mirar con realismo qué El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe 99 podría pasar si no están estos gobiernos, y cómo hacer que el ALBA viva más allá de los que la han llevado al lugar en que se encuentra. Para crear realmente relaciones de interdependencia entre los países, entre los pueblos, no entre los gobiernos, hay que ir a los proyectos comunitarios. Fabio señaló uno, el de soberanía alimentaria, o la producción de medicamentos, donde hay una capacidad instalada que se puede aprovechar, de manera que el día que no estén los gobiernos desde los movimientos sociales se pueda decir el ALBA vive, porque dejó algo para la gente. Un proyecto de integración requiere de una visión compartida del desarrollo; y hoy ese tema está en la polémica más ardiente, porque el nuestro es un proyecto que se sostiene en la renta petrolera, que está focalizado en la crítica, no solo del Foro de las Américas en Miami, sino también de una parte de las fuerzas progresistas de la región, que están pensando en otro desarrollo. Este es un proceso que necesita más discusión, consenso y negociación sobre qué América o qué integración alternativa es la que queremos; luego soñaremos en grande y pondremos en práctica pequeños proyectos que hagan perdurar esos sueños. 100 Rodney Hernández: Ya que existe un banco en el ALBA, ¿este tiene una reserva monetaria real?, ¿quién la ha aportado?, ¿qué parte ha ingresado cada país al banco?, ¿a quién se le presta, a personas naturales de los países que pertenecen al ALBA o a las tesorerías de los gobiernos? Pável Alemán: El petróleo venezolano es importante para el Caribe, pero se olvida que Trinidad y Tobago era el suministrador de petróleo en el área de CARICOM, y que se originaron problemas en esa organización cuando apareció PETROCARIBE. CARICOM ahora maneja una estrategia de integración energética a través del gas natural. Entre otras cosas, y precisamente porque son territorios insulares y ecosistemas frágiles, en 2009 Barack Obama propuso en la Cumbre de las Américas las energías alternativas. Superar un modelo de extracción donde el consumo de petróleo trae altos costos ambientales es parte de un proyecto revolucionario también. La otra cuestión que quiero aclarar es lo de la soberanía alimentaria. Tal vez Venezuela no sea el mejor ejemplo para hablar de ello; la mayor parte de los alimentos que se consumen allí se compran en Colombia, y esto ha incidido notablemente en la disminución del perfil de los conflictos generados entre ambos países en los últimos cinco años. Algo positivo del ALBA es que ha empujado a otra gente; es decir, provocó que en MERCOSUR se hablara de cohesión social; que se recuperara una categoría que viene incluso desde el Grupo Andino: el trato especial y diferenciado de los países de menor desarrollo económico relativo. Rafael Hernández: Le devuelvo ahora la palabra al panel para que trate de responder a las preguntas del público. Tania García: Efectivamente, tenemos que ser impacientes, nadie mejor que nosotros para saber eso, porque tenemos una situación nacional tal que la sociedad toda está llamando al cambio; existe una imperiosa necesidad de revitalizar, restructurar y producir profundas transformaciones. Pero no le podemos pedir al ALBA lo que el proyecto nacional no se plantee. Para eso hay que tener en cuenta que cualquier modelo de inserción internacional (y eso es el ALBA) no es más que la continuación del modelo nacional en una dimensión espacial diferente. Por ejemplo, si no hay libre circulación de las personas no es porque el ALBA no lo haya reconocido, sino porque no ha habido la voluntad política de los gobiernos para que suceda. El Artículo 23 de los principios adoptados en la VII Cumbre del ALBA, en Cochabamba, del Tratado de Comercio de los Pueblos reconoce la libre circulación de las personas, pero este es un acuerdo de gobiernos, no de Estados, y eso tiene una diferencia fundamental que radica en el carácter vinculante de los acuerdos. Lo que estamos sometiendo a análisis es un proyecto de integración, de cooperación que debe emerger y proyectarse en los países y en las políticas que sus gobiernos adoptan. Los tres gobiernos caribeños decidieron que sus territorios no emplean el sucre y no resulta obligatorio. Como ocurre en múltiples espacios multilaterales, los países del R. Garcés, T. García, I. González, R. Hernández ALBA pueden formar parte, a la vez, de varios esquemas de integración. Las tres naciones caribeñas pertenecen a CARICOM, y a la OECO y dentro de estos esquemas se han adoptado acuerdos monetarios de mayor profundidad. Cuando entraron en el ALBA lo hicieron bajo la condición de que no podía entorpecer su participación en el esquema de integración subregional en el que están comprometidos. Para muchos analistas esta dualidad es una virtud mientras que otros se preguntan cuáles son los rangos de discrecionalidad permisibles cuando el esquema ALBA gane en profundidad. El tipo de cambio del sucre es 1,25. Su estructura no está basada en un mercado monetario de los países miembros, sino un sistema de cambio y de compensación a través de los bancos centrales que la vida pondrá a prueba. ALBA y UNASUR tienen diferencias fundamentales. El problema no es que un país integre UNASUR y otro el ALBA o que coincidan en los dos. Todo depende de los contenidos que se esté proponiendo el marco institucional. El desarrollo de cada país es el que va a decidir la fortaleza de los esquemas de integración a los cuales se incorporan, y por ello el futuro del ALBA estará subordinado al destino de cada uno de los países que lo integran. Una gran debilidad del ALBA es que dependemos de los recursos fundamentales de Venezuela y de la renta petrolera, por eso resulta de suma importancia establecer un tejido social, económico, a nivel de las sociedades, de los sectores empresariales, porque eso es lo que permitirá la sobrevivencia de la organización sin importar los avatares de la política en cada uno de los países; bajo la conducción de los gobiernos y los movimientos sociales comprometidos con este pensamiento humanista, el ALBA tendrá que dejar de ser un proyecto de gobiernos para convertirse en uno de Estados y de sociedades integrales. Hasta entonces no habremos alcanzado la integración. PETROCARIBE no es el ALBA. No podemos decir que todos los países que lo integran hoy estarían dispuestos a entrar en el ALBA. El ex primer ministro Paterson dijo que PETROCARIBE había sido la «línea de la vida» cuando Venezuela ofreció los créditos para poder consumir el petróleo en el contexto de las recurrentes crisis financieras que están teniendo lugar y para muchos es efectivamente un proyecto de cooperación importante. ¿Tuvo costos para los países caribeños? Por supuesto, Venezuela no regaló el petróleo, ni pudiera hacerlo, pero realizó esas ventas en condiciones altamente concesionarias, imprescindibles para la sobrevivencia en aquellos momentos. No obstante, esos créditos se tienen que reflejar en la balanza de pagos de cada una de esas naciones y ello tiene consecuencias en el mercado crediticio. En relación con el Banco del ALBA, este tiene carácter intergubernamental y tiene instituido en sus acuerdos una reserva destinada a compensar los flujos de comercio y los déficits. El problema es que hay muy poco comercio. Los pliegos de concurrencia, no siempre reconocen las potencialidades de las capacidades productivas al interior del ALBA. Pueden impulsarse modalidades diversas para la promoción del comercio, la inversión y las relaciones crediticias. Hay que transitar a una estructura, funciones y capacidades que contribuyan a generar fortalezas y oportunidades desde la base productiva que tanto necesitan los pueblos. No comparto la idea de que la discontinuidad geográfica sea un problema. En el escenario actual de transnacionalización de los procesos productivos eso quedó atrás. Lo que sucede es que el camino ha sido copiar experiencias que no tienen relación con las necesidades de las naciones subdesarrolladas y esa es una insuficiencia. Si observamos los comportamientos históricos del Producto Interno Bruto de nuestras naciones percibiremos una profunda volatilidad; ello sucede porque no hay autosustentación económica en esas economías, por siglos de explotación y ausencia de un proyecto integral e integrado de salida del subdesarrollo. La mirada del ALBA tiene que levantarse a ese horizonte. El ALBA es una demostración de que el futuro no está predeterminado. Hay que rectificar, mirar, virar y volver a seguir, porque es nuestra oportunidad. En efecto, tenemos que plantearnos el problema a partir de la construcción de una red, de un proyecto social, de los Estados para lograr un ALBA que trascienda los gobiernos temporales y que se pueda convertir en un proyecto perdurable. El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe 101 102 Ismael González: Para responder la pregunta de Rafael de qué le puede aportar Cuba al ALBA en el contexto actual, tendríamos que pensar en la oportunidad que esta Alianza significa para nosotros y trabajar por su sustentabilidad. Si analizamos los Lineamientos adoptados por el VI Congreso del Partido podríamos establecer que el ALBA es una prioridad, una gran oportunidad, pero no la única que Cuba tiene para avanzar y resolver sus problemas. Nosotros tenemos también otras alianzas y perspectivas que favorecer a la par de la consolidación del ALBA. Algo que se reconoce en el seno del ALBA a nivel de gobiernos, de pueblos y de movimientos sociales es la capacidad de resistir y la inteligencia para luchar; y en eso estamos dando el ejemplo porque el sustento ideológico y político de Cuba resulta un aporte a ese colectivo. En relación con lo que comentaba Lourdes, el escenario venezolano nos permite ser optimistas, pero esto conlleva un fuerte trabajo en todo sentido en la propia sociedad venezolana. Hoy el ejercicio y las posibilidades, la solvencia institucional del gobierno de ese país es diferente a cuando el Parlamento era totalmente favorable al proceso bolivariano. Ahora la oposición está presente en esa asamblea nacional, donde hay que discutir un grupo de acuerdos, de presupuestos que cuentan y pesan en el accionar venezolano, en el ALBA y en toda su política, por tanto el escenario es diferente al de un tiempo atrás. Alguien preguntaba cómo sería el ALBA sin Venezuela o Venezuela sin Chávez. Tenemos legítimas razones para pensar que va a haber una continuidad de esa revolución bolivariana. Hoy ese pueblo está librando una batalla en todos los órdenes, en su propio fortalecimiento y educación política, que crece constantemente. Ahora, el petróleo pesa en todo ese proyecto, e impacta la sustentabilidad del ALBA. Yo fui testigo de cómo, en los pocos meses en que Honduras estuvo haciendo vida activa en el ALBA, los dirigentes hondureños decían: «Hagamos cosas también en el sector privado, en el público, no dejemos todo en manos de instituciones de gobierno, para que, ante cualquier eventualidad, el ALBA perdure»; estos son los caminos de que Lourdes hablaba, o sea, prepararnos también para otros escenarios, para que haya una efectividad, para que la población pueda sentir que el ALBA es algo que tiene que ver con su calidad de vida, y esto es válido para los cubanos. Por otra parte, Cuba sí aportó capital al Banco del ALBA y es propietaria de un número de acciones de Telesur. Por tanto, tenemos que ser beneficiarios de ese Banco, que no opera en razón del número de acciones, como tenemos que serlo de Telesur. Raúl Garcés: En el caso de Telesur, Cuba tiene participación en 19% de las acciones, con mucho esfuerzo y mucho trabajo. A pesar de las acciones que poseemos, en lo fundamental aportamos a Telesur recursos humanos, incluso hay vicepresidencias ocupadas por cubanos. Cuando hablaba de un canal hacia el que tengo insatisfacciones, me concentraba más en estas que en las satisfacciones, que son muchas. Se le llama «canal multinacional», lo que marca una diferencia no solo de términos sino también conceptual respecto a uno «transnacional». No obstante, muchas veces, reproduce determinados esquemas de construcción del discurso que son muy yanquis, modelos importados de las maneras tradicionales de hacer comunicación. Coincido con Lourdes sobre la necesidad de la interrelación de los movimientos sociales para tratar de hacer sostenible el ALBA más allá de los gobiernos. En Venezuela hay un Ministerio de Comuna, una estructura fuera de la burocracia, para gestionar el desarrollo desde la comunidad. Es un país que tiene dinero y lo reparte para financiar proyectos; allí los consejos comunales pueden aprender a gestionar su desarrollo y crear lo que ellos llaman Mesas Técnicas de Comunicación, de Agua, de Cultura; para todo tienen una mesa técnica, que es el espacio que les permite gestionar el desarrollo en un área específica, y van teniendo un poquito de dinero y eso va produciendo un cambio en la conciencia de la gente. Hace diez años cuando llegué a Venezuela por primera vez, hablar de revolución era motivo de miedo para cualquiera. Hoy todo el mundo asume la palabra como un hecho asimilado, que pertenece a la realidad política del país. Ciertamente han encontrado un camino y sobre la práctica social lo van legitimando todos los días. Aún les cuesta trabajo hablar de socialismo. El presidente Chávez tiene esa palabra en su agenda, pero es una R. Garcés, T. García, I. González, R. Hernández tarea titánica, porque los referentes de socialismo son demonizados una y otra vez por los medios de comunicación opositores. Para Cuba se abren nuevas oportunidades. El cable de fibra óptica multiplica por tres mil la posibilidad de Internet y ya está en un punto de Cuba, pero tiene que haber ramificaciones hacia todo el país que permitan una evolución tecnológica. Eso depende de infraestructura, estructura y superestructura. Todo esto debe dar lugar a cambios culturales, y de toda índole que nos ponen en una situación, a la hora de integrarnos, mucho más favorable que la de diez años atrás. Nosotros después del ALBA ya no somos los mismos, y quien crea lo contrario no está entendiendo muy bien el momento histórico en que vivimos. Rafael Hernández: Agradezco al panel, y al público que intervino, por haber hecho un debate sobre el ALBA interesante, ameno, instructivo, donde todos hemos aprendido y donde no hay respuestas finales. Participantes: Raúl Garcés. Periodista y profesor. Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Tania García. Investigadora. Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello. Ismael González. Psicólogo. Coordinador de ALBA Cultural. Rafael Hernández. Politólogo. Director de la revista Temas. , 2013 El ALBA: perspectivas de desarrollo para América Latina y el Caribe 103 ENTRETEMAS Examinando la participación de los trabajadores cubanos en las decisiones, el primer ensayo reevalúa, desde una perspectiva ecuatoriana, una experiencia de los años 90 que hoy reviste singular importancia. El segundo aprecia fenómenos de la historia política de Cuba poco estudiados hoy, en particular, la presencia de tres corrientes ideológicas identificadas como fascismo, nazismo y falangismo. Participación y parlamentos obreros en Cuba. Apuntes para Ecuador Gabriela Quezada Calderón Psicóloga. E n 1994, Cuba atravesaba por las intensas problemáticas propias del Período especial que definió la delicada situación económica de la década de los 90, fundamentalmente debido a la desaparición del campo socialista europeo. Azotado el país, además, por el recrudecimiento del bloqueo estadounidense, la etapa se configura como la más crítica de la Revolución cubana en toda su historia. Las carencias padecidas por la población, incapaz de satisfacer sus necesidades básicas en muchos casos, eran reflejo de los indicadores económicos siguientes: un PIB disminuido en 34%, entre 1989 y 1993; la capacidad importadora recortada en 75% y sus consecuentes agravamientos para los sectores de la industria, la agricultura y los bienes de uso y consumo en general.1 Las acciones impulsadas por la dirección política lograron que en 1994 se detuviera el retroceso que hacía varios años ocurría de manera ininterrumpida en la economía. Se puso énfasis en proteger a los sectores más afectados por la crisis, lo cual significó que el Estado asumiera gran porcentaje del costo de abastecimiento para la subsistencia de la población, mucho más allá de sus capacidades.2 Por otro lado, los trabajadores,3 con admirable organización y unidad, formaron parte activa en la concertación de criterios sobre las medidas que tomar en el área económica y financiera, lo que favoreció la puesta en marcha de tales decisiones emprendidas; varias de ellas, con notoria inmediatez. Las propuestas que constituyeron el proceso de transformaciones se discutieron y ganaron legitimidad a partir de los debates planteados en el Parlamento obrero realizados en los centros laborales —en casi ochenta mil secciones sindicales del país—, desde los primeros meses de ese año, por iniciativa de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) y de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC). A estos encuentros de discusión y definición de acciones con el fin de salir de la crisis, conocidos también como parlamentos obreros, se dedica el siguiente ensayo. Interesa analizarlos —sobre todo el elemento de la participación— a partir de las posibles relaciones con la esfera de la política; además, se valora cómo esta experiencia parlamentaria popular pudiera ser aplicada hoy en Ecuador. Tal acercamiento responde al interés que despierta el proceso político de ese país, cuyo pacto social, expresado en la Carta Magna en 2008, tras la realización de la Asamblea constituyente que la gestó, se encuentra en construcción de las sendas hacia un cambio social radical. La vigente constitución representa apenas el diseño de una ruta común que la sociedad ecuatoriana aspira a transitar para alcanzar el denominado «Buen Vivir» o «Sumak Kawsay», es decir, una nueva forma de convivencia social caracterizada por la armonía y plenitud integral, la realización individual y colectiva; utopía Participación y parlamentos obreros en 105-113, Cuba. Apuntes parade Ecuador n. 74: abril-junio 2013 105 que debe crearse permanentemente y con la mayor participación posible. El parlamento obrero cubano El año 1994 se esperó en la Isla con el anhelo de asistir a transformaciones que significaran la recuperación económica en actividades vitales, lo cual, supuestamente, iba a producirse tras la implementación de un paquete de medidas que la ANPP aprobara en 1993; en cambio, esta la postergó para desarrollar un amplio ejercicio de debate con los trabajadores, en busca de un consenso nacional.4 En consecuencia, el 10 de enero de 1994 se realizó la convocatoria pública por parte de la CTC a los dirigentes sindicales y trabajadores, para discutir sobre la actualidad económica y financiera del país, bajo el lema «El parlamento en los centros laborales». El proceso tuvo dos etapas, una consistió en la definición de criterios y preparación de los cuadros para conducir las reuniones de base (más de cuatrocientos mil dirigentes sindicales); la otra correspondió a los debates, donde se recogieron las propuestas de los trabajadores (con la participación de diputados y delegados del Poder Popular). Las asambleas de la primera etapa, realizadas hasta el 28 de enero, fueron experimentales porque en ellas se ensayó la metodología por aplicar en los demás centros laborales y, al igual que las posteriores, tuvieron como objetivo analizar la eficiencia económica. Como características de los debates obreros se señaló la centralidad de un enfoque introspectivo en que cada centro atendía al análisis de la ineficiencia en la economía y su incidencia en los desajustes financieros, para buscar fórmulas a fin de conjugar lo económico y lo político en las acciones que el país iba a emprender. Cuba intentaba solucionar la debacle económica y financiera; entre otros asuntos, urgía responder: ¿cómo resolver el déficit presupuestario?, ¿qué gratuidades se debían mantener?, ¿en qué medida y hasta qué punto subsidiar empresas irrentables?, ¿cómo enfrentar el exceso de circulante monetario?, etc. Las preguntas básicas que todo dirigente sindical debía solventar en los centros laborales eran: ¿Qué acciones llevar a cabo para estimular la disciplina y la moral de trabajo?, ¿cómo producir más y mejor, con menos costos?, ¿dónde se necesitaría reducir personal?, ¿qué política se seguirá con los trabajadores «sobrantes»?, ¿qué hacer para reducir o eliminar el subsidio estatal? En esta primera etapa experimental, los debates adolecieron de la tendencia a «fijarse en el árbol y no en las ramas»; manifestaban claridad en cuanto a las medidas que debían tomarse a nivel nacional, pero desconocían las vías de solución para los 106 Gabriela Quezada Calderón problemas del centro laboral en concreto. Superar todo formalismo y volcarse hacia debates honestos y profundos se volvió esencial. Se solicitó que las administraciones informaran a los trabajadores, sin adornos ni tecnicismos complejos, los elementos que posibilitaran un certero diagnóstico económico y financiero de su centro. La orientación de centrar las discusiones en asuntos internos se cimentó en la comprensión de que la problemática nacional solo podía solucionarse armonizando el asunto de la ofertademanda y, por lo tanto, correspondía a los centros laborales crear la oferta faltante y lograr un equilibrio entre lo que se produce y lo que se gasta. La CTC convocó a la formulación de planes de medidas para el saneamiento económico y financiero de cada unidad, los cuales debían enfocarse en mejorar la eficiencia, a partir de un análisis de costos y de la cantidad y calidad de la producción y los servicios.5 A partir de febrero comenzó el proceso asambleario de amplios debates y en su segunda etapa se multiplicó hasta mediados de marzo, con el objetivo de buscar una mayor participación obrera. Fue una experiencia democrática que, según el presidente de la ANPP, Ricardo Alarcón de Quesada, evidenciaba, además, la finalidad de incrementar la legitimidad del Poder Popular por medio de fortalecer la participación de los trabajadores en la toma de decisiones.6 Se empezó por «ver el país a través de la casa» y apuntó, sobre todo, a la cuestión de cómo producir más con menos gastos y elevar así la rentabilidad. En 267 asambleas se expresó la necesidad de acabar con las plantillas infladas, es decir, el personal innecesario. No obstante, en torno a este delicado asunto se orientó no realizar diagnósticos simplistas que atribuyeran al exceso de trabajadores la causa central de la ineficiencia; las discusiones debían profundizar en otros tópicos también decisivos y proponer acciones para ir alcanzando, en cada lugar, eficiencia productiva. De igual modo, la compleja decisión sobre las reubicaciones del personal sobrante debía ser analizada con honestidad y así conciliar el interés de la nación y la justicia social. Las indicaciones emitidas por la dirigencia del país señalaban que las medidas propuestas por cada centro no podían aplicarse si no se ajustaban a la política trazada por el Estado junto con el movimiento sindical. De tal manera, las racionalizaciones debían gestionarse con activa participación de los sindicatos; la política se establecería con la aprobación imprescindible de la CTC. Es impresionante observar cómo a pesar de las enormes dificultades Cuba mantuvo las tasas de desempleo más bajas a nivel mundial y elaboró políticas asentadas en una fornida solidaridad colectiva. «No habrá ejércitos de desocupación para buscar eficiencia», señaló el entonces secretario general de la CTC, Pedro Ross. Entre los resultados del parlamento obrero se destacó el diagnóstico desfavorable sobre algunos vicios del funcionamiento laboral como el paternalismo e igualitarismo que permitía la distribución sin criterios de justicia ni consideración del esfuerzo o el trabajo realizado; la crítica a la costumbre de pedir y recibir de la sociedad y el Estado sin sentido de responsabilidad social; así como hacia hábitos burocráticos que frenaban la eficiencia y la agilidad en la producción y en la prestación de servicios. El Parlamento reiteró el compromiso de los trabajadores con la Revolución, su perfeccionamiento constante y con el socialismo como única vía posible de superar las dificultades.7 Una vez que los criterios fueron reunidos por el Comité Nacional de la CTC, se efectuó un encuentro con la máxima dirección del gobierno cubano, con la presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro, el ministro de Finanzas y Precios, José Luis Rodríguez, y Pedro Ross; un valioso intercambio que, de cierta manera, determinó las medidas que se priorizarían para sanear la economía del país y acelerar algunas soluciones demandadas por los trabajadores. En consecuencia, varias acciones cuya puesta en práctica debía ocurrir tras la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional,8 prevista para el 1 de mayo de 1994, se adelantaron. La primera fue la reestructuración de la Administración Central del Estado, establecida por el Decreto-Ley 147 del Consejo de Estado, del 21 de abril de 1994; otras se relacionaron con la disminución del déficit presupuestario. Entre las disposiciones que se adoptarían y que fueron informadas por el ministro José Luis Rodríguez, en la reunión de la Asamblea Nacional, estaban: reducir el subsidio por pérdidas en las empresas; mejorar la disciplina de cobros y pagos entre estas entidades; estimular al ahorro y la permanencia del dinero en los bancos; elevar los precios a los productos que se ofertaban (en las tiendas cuya divisa era el dólar), permitir préstamos del banco a la población a fin de reducir el exceso de liquidez; establecer modalidades de cobro diferencial para los cigarros y el ron; eliminar el estipendio a estudiantes de educación superior (salvo becarios extranjeros y aquellos con familias de bajos ingresos); cobrar impuestos sobre el transporte terrestre y los trámites legales; aumentar las tarifas eléctricas, postales y telegráficas, entre otras. De manera inmediata, a través de la promulgación del Decreto Ley 149 del Consejo de Estado, también se actuó contra el enriquecimiento ilícito.9 Trascurrido el proceso de parlamentos obreros, era imprescindible prolongar su permanencia de manera que varias de las transformaciones necesarias, en especial en lo relativo a la producción, se realizaran a corto plazo por los propios trabajadores, y no solo por los consejos directivos. Para mantener vivas estas discusiones en los centros laborales, aprovechar la valiosa experiencia y habilidades desarrolladas en aquellos meses de parlamentarismo popular —la participación directa—,10 y el proceso como un método capaz de identificar los problemas y sus soluciones, se dio paso a etapas de seguimiento y concreción. La CTC reemplazó las llamadas Asambleas de producción y servicios por la Asamblea por la eficiencia económica, cuyo objetivo fundamental era revisar el cumplimiento de los acuerdos del parlamento obrero y continuar la búsqueda de soluciones e implementarlas con la participación activa de los trabajadores. Se inició una etapa experimental (de 570 asambleas laborales) para definir cómo realizarlas en todo el país, las discusiones se extendieron desde el 16 de mayo hasta finales de junio. La orientación era proveer del mejor conocimiento económico, de análisis y estudios presentados por economistas y técnicos que coadyuvaran a la profundización de los debates.11 Un segundo ciclo de asambleas comenzó en septiembre y culminó a finales de noviembre de 1994. Para entonces ya se contaba con siete mil cuadros del movimiento sindical preparados para esta ronda nacional. Tales asambleas levantaron el ánimo de los trabajadores y elevaron los compromisos de producción en las entidades laborales, incluso algunas aumentaron sus metas en relación con los planes iniciales y disminuyeron el consumo de material y de subsidios. Al finalizar el año, el país tuvo los primeros saldos positivos reveladores de que en 1995 se dirigiría hacia el mejoramiento de su situación económica y financiera. En efecto, se redujo el déficit presupuestario y los indicadores económicos dejaron de declinar. Si bien no es posible atribuir dicha mejoría exclusivamente a la contribución de los parlamentos obreros y las asambleas de eficiencia, resulta ineludible incluirlos en cualquier análisis de los efectos o resultados de las medidas que se llevaron a cabo en ese período como elementos relevantes.12 Es necesario apuntar que lo anterior no puede dejar de leerse en el contexto del Período especial, momento histórico que transformó los escenarios de la sociedad cubana, y que aún hoy sus secuelas se hacen patentes; como por ejemplo, la disminución o empobrecimiento de la calidad de vida de la población, la diferenciación creciente de sectores poblacionales dado el aumento de desigualdades sociales y la limitada capacidad del Estado para regular ciertos comportamientos económicos como efecto de la liberalización económica implementada.13 Que las asambleas contaran con mayor asistencia y participación y más calidad —ausente durante las últimas décadas en cualquier otra convocatoria del movimiento sindical—, fueron señales notorias de Participación y parlamentos obreros en Cuba. Apuntes para Ecuador 107 la urgencia que tenían los trabajadores por mejorar su instrumento de organización (la CTC) y sus mecanismos de expresión.14 Ello significó un reto para el movimiento obrero: transformar su poder representativo en uno efectivo y real. En el mismo año 1994, por iniciativa de la CTC, de su presidente Pedro Ross y de Ramón Cardona, quien atendía el Departamento de asuntos sociales y laborales, se creó un equipo especializado en derecho laboral —seleccionado por el departamento técnico de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos— para asesorar a los sindicatos nacionales. Con posterioridad, tal medida se extendió a los sindicatos provinciales y municipales, y aún hoy se aplica. Estas instancias daban atención a las reclamaciones individuales de los trabajadores, los abogados participaban directamente en las negociaciones de convenios colectivos de trabajo y, además, preparaban dictámenes jurídicos en los cuales exponían sus criterios sobre la normativa que abordase contenidos laborales de su competencia. Los dictámenes, tras ser valorados por el secretariado de la CTC, son considerados en los órganos gestores del instrumento jurídico (medida actualmente en funcionamiento). Para 1995 se proyectó la realización de un tercer ciclo de asambleas por la eficiencia, en las que se priorizaría la atención a las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) y el incremento de la calidad de vida del trabajador. Posibles tendencias de desarrollo de la participación directa A partir de la experiencia cubana de parlamentarismo obrero, surge la siguiente pregunta: ¿Qué aspectos rescatar para que a la luz de las condiciones actuales desarrollemos estilos de participación social que doten de solidez a los procesos de cambio que ocurren en nuestras sociedades, con orientación socialista, o incluso, claramente progresista? Algunas pistas —al menos identificar elementos de importancia en la realidad cubana— ofrece Jesús P. García Brigos cuando manifiesta que las discusiones en los centros de trabajo confirmaron insuficiencias de las asambleas del Poder Popular, dado que estas no se integran según principios laborales, sino territoriales y, por ese motivo, era imposible esperar respuestas exitosas si se discutían en tal formato. Lo dicho reconoce la falta de representatividad de la fuerza laboral en las mencionadas asambleas, sobre todo en las municipales, y se relaciona directamente con carencias del sistema estatal cubano.15 Tales criterios remiten a la búsqueda de perfectibilidad del sistema de participación, con el 108 Gabriela Quezada Calderón objetivo de lograr la mayor imbricación posible entre el proceso productivo y el de toma de decisiones, determinante en la definición de asuntos de interés nacional como, por ejemplo, las cuestiones legislativas. En este camino, se impone cuestionar el principio de la democracia delegada que se ejerce como representación de la soberanía popular, y plantear la necesidad de avanzar hacia otras formas de ejercicio legislativo. István Mészáros, al respecto, señala: En un orden socialista, el proceso «legislativo» tendría que ser fusionado con el proceso de producción del mismo, de tal manera que la necesaria división horizontal del trabajo debería ser completada por un sistema de coordinación autodeterminada del trabajo, desde los niveles locales hasta los globales. Esta relación se encuentra en agudo contraste con la perniciosa división vertical del trabajo del capitalismo, la cual es complementada por la «separación de los poderes» en un alienado «sistema democrático político que es inalterablemente sobreimpuesto a las masas trabajadoras.16 Una de las claves para alcanzar este objetivo constituye la descentralización del poder en favor de la autogestión con enfoques de desarrollo local comunitario, encaminados a crear gobiernos autónomos. ¿Cómo? Ampliando la esfera pública —idea en la que concuerdo con Juan Valdés Paz— aquel espacio donde se define y realiza el bien público y cuyos poderes están determinados por la soberanía popular y la cultura. Imposible es esperar su realización en espacios inmanejables donde la masa se desborda (o desborda los espacios) y se pierde como multitud desorganizada, donde no es posible materializar lo que exige la participación: un marco jurídico en la comunidad concreta, un espacio institucional, una estrategia expresiva de la voluntad política de que exista participación y la formación ciudadana de una cultura de participación.17 La expansión de lo público, inmediatamente, involucra y transforma la conciencia de los sujetos de formar parte del ejercicio de derechos y deberes como resultado de la apropiación del ser social-ciudadano. Una de las necesidades que evidenció la experiencia cubana se relaciona, precisamente, con la superación de la lógica jerárquica del trabajo —que existe, sobre todo, en las sociedades capitalistas, pero también en la cubana— de aquella relación de subordinación con dejos de obediencia a la autoridad que limita la participación honesta, abierta, sin tapujos, que suele, por el contrario, motivar omisiones «para no tener problemas», para evitar «que la cojan conmigo». Si en realidad el trabajador adquiriere un empoderamiento en el sentido de entender que es quien construye y ejerce el poder (poder popular), no existiría un bloqueo (¿autoinfligido?) al momento de participar. Habría que recordar y atender también la importancia de contar con elementos de información actualizados y El reto vigente consiste en mejorar y multiplicar mucho más las prácticas democráticas de los sistemas políticos y educacionales, así como el funcionamiento laboral; en suma, toda instancia de socialización. En sociedades cada vez más numerosas y complejas, mayor democracia nunca es ni será suficiente. útiles, así como el hecho de poseer el conocimiento para, al menos, favorecer una eficiente participación al momento de ser consultado. Si solo se maneja el estrecho ámbito de intereses en que la persona se desenvuelve, difícilmente podrá motivarse para participar en la «cosa pública» y aportar con criterios acertados. Los determinantes socioculturales para la participación efectiva, así como resultados de la participación en términos de reforzamiento-estímulo, no deben subvalorarse. El tránsito desde los sistemas de participación actuales hasta esos otros representa grandes retos organizativos y demanda el desarrollo de una ideología y cultura política identificadas con la vida democrática. Esta transformación debe pensarse como un proceso lento y ordenado, una de las formas de construir, paso a paso, ese «autogobierno social»18 al que aspira la utopía comunista. Ello supone que el Estado deja de ser de dominación que detenta el poder incluso con fines coercitivos y la sociedad deja de ser vista como la sociedad civil diferenciada por completo del Estado.19 Pensar en cómo pueden avanzar hacia este objetivo las naciones en proceso de cambio social, entre ellas la ecuatoriana, requiere examinar cómo alcanzar, desde la democracia representativa, otra real, participativa. • D ebiéramos corregir lo que, según Alarcón, constituye la raíz de la democracia occidental vigente donde «el representante no actúa en nombre de quien votó por él sino que asume la soberanía del pueblo»,20 el ciudadano únicamente ejerce su derecho de participación por medio del sufragio y con ello da por concluido no solo su derecho, sino también su deber. No es necesario justificar la necesidad de lo apuntado si recordamos la crisis institucional general alimentada por el nefasto desempeño del Congreso ecuatoriano, cuya composición en su mayoría derechista encontró su fin a partir de la Asamblea Nacional Constituyente y la conformación actual de la Asamblea Nacional (que mucho dista de la composición popular que sí tuvo la ANC), con sede en Quito, lo que no significa en absoluto que la ideología que legitima la democracia occidental neoliberal se haya superado. • Habría que estudiar la propuesta de Hans Kelsen quien postula la «parlamentarización de la sociedad».21 Expresa que debido a la imposibilidad de lograr la representación del pueblo a través de los elegidos, la vía es parlamentarizarlo todo, es decir, en lugar de tener parlamentarismo institucional, multiplicar tanto como sea posible las instancias —consejos populares, en el caso estudiado: la Revolución rusa— donde el pueblo discute y toma decisiones sobre la sociedad. Con este sentido, podrían analizarse las experiencias de construcción participativa de proyectos de ley como la del Sistema Tributario o la de Cooperativas Agropecuarias en Cuba, debatidas por amplios colectivos sociales. • Más allá de «abrir las puertas» de la Asamblea Nacional y permitir la asistencia de ciudadanos y colectivos a las sesiones de trabajo de las mesas legislativas, sería interesante estudiar la posibilidad de trasladar la labor de las mesas a las localidades donde existe una sensibilidad mayor sobre la temática en discusión (ejemplos: discutir las leyes en materia de exploración minera en las provincias amazónicas donde se encuentran asentadas las comunidades afectadas por dicha actividad,22 y desde ahí, impulsar un debate nacional). No se puede perder de vista que como proceso de educación social, el ejercicio legislativo, no debe legitimar la participación solo en función de cuán afectado por la materia en que se legisla se ve el sujeto consultado. Es deseable que la sociedad en su conjunto desarrolle una conciencia política que manifieste interés por la esfera pública. Esto solo es posible instaurando las discusiones y debates como valores esenciales y cotidianos de la dinámica social. Las prácticas que permitan el desenvolvimiento de debates nacionales son falencias del actual sistema político ecuatoriano. Para cumplir con tales objetivos hay que descentralizar el sistema político, tanto de facultades como de recursos financieros y materiales. «Participar en el poder político implica siempre una distribución de poderes».23 • Resulta decisivo llevar a cabo amplios y profundos procesos educativos con la finalidad de inculcar valores cívicos, democráticos, necesarios para concretar un funcionamiento social como el descrito. Algunos elementos ya mencionados ameritan una atención detenida pues conforman el núcleo de la ideología política subyacente en la realización de Participación y parlamentos obreros en Cuba. Apuntes para Ecuador 109 los parlamentos obreros. Los procesos de educación ciudadana deben propiciar: ■■ Entender la participación como un proceso extenso que implica a distintos actores sociales, a los que se atribuye la capacidad y el deber de asumir desde su realidad más cercana las problemáticas nacionales y sumarse a la tarea colectiva de solucionarlas. En términos teóricos, lo anterior se corresponde con el concepto de «participación directa, es decir, la práctica de la discusión y sometimiento a consulta de toda la población en los asuntos más importantes».24 ■■ Comprender que la participación no solo consiste en propiciar los espacios y facilitar que los actores sociales tengan acceso a ellos, sino en la «calidad de la participación», entendida como «la capacidad y posibilidad que tiene el individuo de discutir y tomar decisiones públicas, fiscalizarlas y ser actor en sus aplicaciones».25 Resultan esenciales, para propiciar la participación social y política, espacios y medios de participación que requieren de la acertada creación de una institucionalidad. Esta es parte de una democracia participativa.26 • C omprender el ejercicio de la democracia con valentía, sentido autóctono, teniendo en cuenta las necesidades de la sociedad y en coherencia con el proyecto político, sin dogmas identificados con teorizaciones «universales». En ese sentido, entender la democracia como «una técnica de poder», cuya característica principal es el reconocimiento de la pluralidad de su ejercicio práctico y cuyo contenido se define por el grado de desarrollo, no solo institucional, sino también de los mecanismos de participación, integración, coacción y negociación creados para dar respuesta y satisfacer las demandas sociales, políticas, económicas y culturales de la sociedad.27 • Construir una cultura política basada en el diálogo, el valor de las discrepancias, de la tolerancia y el pluralismo, de la unidad en la diversidad; y en la cultura de la consulta permanente con los actores sociales, pues constituyen la fuerza de los procesos democráticos, así como en el fortalecimiento de su activismo político, de su educación y formación ideológica para influir en la toma de decisiones sobre los asuntos públicos. Ello entraña la comprensión, según Antonio Gramsci, de que uno de los más grandes y serios peligros para un Partido Comunista […] que dirige un país que realiza la transición al socialismo, es el peligro de separarse de las masas, el peligro de que la vanguardia se adelante demasiado, sin «alinear el frente», sin mantener nexo sólido con todo el ejército del trabajo. Y agrega: 110 Gabriela Quezada Calderón El elemento «espontaneidad» no es suficiente para la lucha revolucionaria […] es necesario el elemento conciencia, el elemento «ideológico», es decir, la comprensión de las condiciones en que se lucha.28 • Erigir y mantener el poder político a partir de la legitimidad y el consenso, basar dicho poder en la participación, el reconocimiento y la aceptación social por parte de los integrantes de la sociedad. Ello supone entender que no es suficiente la tradición, la ley y el carisma, el respaldo personal, para lograr la legitimidad y que un poder ilegítimo deje de serlo y no sea más que dominación.29 En lo que respecta a la tarea de desarrollar la participación directa en los asuntos públicos a partir de la gestión del gobierno, en especial para la sociedad ecuatoriana —quizás también útil para otras—, cabría proponer: • Enfrentada la dirigencia política a situaciones donde coexisten distintos enfoques para resolver un problema, se privilegien criterios sociopolíticos más comprometidos con los procesos que con los resultados. Ello implica valorar los efectos políticos y sociales en la manera en que se definen las acciones, para así evitar los costos que pueden tener en términos de la cultura política que fortalece, los valores que fomenta y sus consecuencias en la cohesión del tejido social y en la unidad de las fuerzas políticas de apoyo al proyecto transformador. Se considera que el consenso social en torno a las decisiones es esencial. • Despreciar la visión tecnocrática en la toma de decisiones pues su pragmatismo elemental puede fomentar el hábito de centralizar el poder, flexibilizar y debilitar el contenido ideológico de las soluciones y propiciar el inmovilismo social reforzando la cultura de la representatividad —los mecanismos top-down—, así como el desentendimiento político (la apatía) por parte de los actores sociales. Cuidar que los cargos con responsabilidad deliberante, es decir, aquellos con capacidad de tomar decisiones y definir orientaciones, cuenten con una formación ideológica y ética comprometida con la justicia e igualdad social, asimismo con las habilidades de participación en la toma de decisiones. Al respecto, resulta de interés lo señalado por Patricia Arenas: Las vías para la participación directa requieren formación especial en habilidades de comunicación, negociación, liderazgo, etc. A. L. Portuondo (1997) plantea que la formación de los dirigentes en Técnicas de Dirección fertiliza el terreno para la ampliación de los procesos participativos.30 A lo que agrega José Luis Martin: «Ser competente para participar es condición sine qua non de la participación. Toda participación incompetente es simulada y contraproducente a la emancipación».31 • Introducir estrategias de acción para lograr los objetivos desde el enfoque de procesos y no de gestión compartimentada, sino intersectoriales —hojas de rutas transministeriales que incluyan la participación en sus distintas fases—, y así complementar la gestión de «repartición», relativa a la administración pública. En cuanto a la fase de evaluación de las políticas públicas, se recomienda desarrollar indicadores de logros coherentes con los objetivos cualitativos, y emplear técnicas del mismo estilo (encuestas, entrevistas, mediciones de carácter longitudinal); así como analizar la efectividad de los programas de eficiencia de gestión propios de la «modernización del Estado», para diagnosticar su utilidad en función de determinados objetivos, y reparar en el grado de burocratización que agregan a los procesos. • Ensayar la aplicación de las enseñanzas que provee el parlamentarismo laboral de Cuba en otros espacios de socialización, por ejemplo, los centros educativos. Fomentar que los estudiantes participen en las definiciones de las políticas internas, así como en la toma de decisiones que, por lo general, recae en la dirección de la institución (recordar los propósitos del «Grito de Córdoba» de 1918).32 Enfocar la formación ciudadana, sobre todo, acentuar el estudio sobre la problemática nacional, en articulación con sus tareas y actividades locales; y emplear el enfoque introspectivo usado por las asambleas por la eficiencia. Asimismo crear nuevas relaciones sociales en los espacios laborales donde principalmente se forman capacidades y potencialidades humanas.33 • En el cálculo de los medios y los fines debe subordinarse la celeridad de las decisiones a la calidad de estas; dar prioridad al consenso, los acuerdos y la construcción de una democracia participativa en torno a los mínimos principios de bienestar colectivo como garantía de legitimidad, la inculcación del sentido de unidad e identidad de las bases con el proyecto político y, en consecuencia, de su continuidad. En resumen, es necesario desplegar y proyectar, con fines pedagógicos, la gestión política, a partir de una concepción antropológica positiva, confiada en las capacidades constructivas que poseen los ciudadanos respecto a la sociedad que se anhela alcanzar. Sin dudas, la figura del líder político, en el caso de Ecuador, es central para lograr lo anterior; no obstante, ello no puede llevarnos a pensar que su protagonismo es suficiente para sostener un proceso de cambios donde se carece de la capacidad para alcanzar la hegemonía de una fuerza política cuando aún no se ha definido como tal. Conclusiones El Parlamento en los centros laborales y su continuación bajo el formato de las Asambleas por la eficiencia tuvieron en Cuba gran significación política en lo que respecta a construir consenso en las decisiones tomadas y a la consecuente legitimidad y aceptación que tales decisiones adquirieron por parte de los trabajadores, pues el proceso contó con casi 80% de apoyo como promedio en todas las etapas del ejercicio de parlamentarismo popular, cuyo éxito —sin precedentes históricos— justifica ampliamente la recomendación de profundizar en su implementación y desarrollo, en beneficio de actuales iniciativas tendientes a crear y fortalecer el poder popular. Requisito fundamental fue contar en la Isla con la voluntad política tanto de la dirigencia del país como de la sindical para asumir la realización de un proceso arduo y prolongado cuyos resultados tardarían en llegar, contrariando la diligencia que la situación nacional exigía. La Asamblea Nacional pudo haber decidido implementar las acciones sin acudir a la búsqueda de un consenso nacional, pero el hecho de no adoptar otra vía revela el compromiso con principios democráticos de genuino arraigo en la participación popular y un sentido de coherencia admirable, lo cual vuelve insólita la capacidad demostrada para sobreponer los fines (de contenidos asentados más en elementos de carácter ideológico) a los medios, cuyo predominio podría poner en riesgo la ética de un proyecto revolucionario de orientación socialista. El proceso en su conjunto manifiesta la legitimidad que caracterizó a este período de cambios en las políticas económicas y financieras del país, y posibilitó que el tránsito se realizara de manera pacífica; también hay que valorar que el Estado cubano no protege los intereses de minorías pudientes que generan mecanismos represivos a fin de aplicar con éxito medidas inconsultas, como es habitual en los sistemas políticos de otros países (en su mayoría capitalistas, como se ha manifestado en la actuación de los gobiernos europeos frente a la actual crisis económica). En ese sentido, cobra relevancia la concepción de Estado que subyace en el proceder de los actores e instituciones gubernamentales, así como la del proyecto social al cual obedecen las acciones y, sobre todo, al lugar que ocupa la participación (y su modalidad, ya sea representativa, directa, o mixta) entre los objetivos de dicho proyecto. De estas definiciones se deriva la comprensión de las formas que adquiere la preparación y consecuente determinación de las decisiones y medidas (o políticas públicas) por parte de la estructura de gobierno. El sistema político cubano que se define como de transición al socialismo demuestra un quiebre notorio en relación con la norma de conducta en modelos políticos capitalistas. Participación y parlamentos obreros en Cuba. Apuntes para Ecuador 111 La experiencia de Cuba podría, además, analizarse desde la perspectiva de la gestión de conflictos, dado que las amenazas externas e internas configuraron un escenario propicio para el desorden no solo social sino político y general; sin embargo, se pudo evitar cualquier riesgo de fragmentación de la sociedad. No significa que no hubo conflictos, pues la ola migratoria de aquellos años, entre otras manifestaciones, constituye una expresión de ellos. La superación de dicha conflictividad social y política torna esta experiencia uno de los acontecimientos históricos por conocer y analizar con profundidad, con el sentido de rescatar los aprendizajes y actualizar muchas de las aspiraciones que cuentan con una destacada demanda en nuestros días, no solo en la realidad cubana sino también en los países que hoy transforman sus sociedades en favor de las masas populares. Para finalizar, conviene llamar la atención sobre las potencialidades que posee el parlamentarismo para el desarrollo de contenidos éticos complejos al sumirnos en la tarea de transformar mentalidades, muchas veces contraproducentes, para edificar las sociedades anheladas. El reto vigente consiste en mejorar y multiplicar mucho más las prácticas democráticas de los sistemas políticos y educacionales, así como el funcionamiento laboral; en suma, toda instancia de socialización. En sociedades cada vez más numerosas y complejas, mayor democracia nunca es ni será suficiente. Valórese lo dicho como corolario de todo proceso transformador que aspire a la emancipación de la humanidad rumbo a la utopía de una vida plena. Notas 1. Véase Eugenio Espinosa, «La economía cubana en 1989-1995: crisis, reformas y relanzamiento, vulnerabilidad y perspectivas estratégicas», Documentos de trabajo #7, FLACSO-Cuba, La Habana, 1996. 2. Para 1993 el déficit presupuestario había alcanzado los 5 050 millones de pesos, determinado en gran medida por la cantidad de dinero circulante que entraba por la vía de los salarios y la seguridad social, los cuales no se vieron afectados, aun cuando estos egresos (de la banca estatal) no eran respaldados por la producción de valores en bienes y servicios. Otras fuentes también deben considerarse como sostén económico: el ingreso de remesas familiares que en 1994 se calculó en quinientos millones de dólares, así como el proveniente de trabajadores por cuenta propia cuya producción y servicios se estima entre ochocientos y novecientos millones de pesos y en cien millones el pago de impuestos. Véase Alfredo González, «Las transformaciones económicas en 1994 y escenarios para 1995», Cuba. Investigación Económica, La Habana, septiembre de 1995. 112 las ediciones de 1994, disponibles en el Centro de documentación del periódico. 5. Véase «El paquete de medidas que sí debemos tomar» (editorial), Trabajadores, La Habana, 24 de enero de 1994. 6. Véase Pascual Serrano, «La democracia cubana no se agota en la representación formal, sino que incorpora mecanismos y formas de democracia directa» (entrevista a Ricardo Alarcón de Quesada), Rebelión, disponible en www.rebelion.org, 6 de diciembre de 2003. 7. Véase «Seamos consecuentes con el lenguaje de este Parlamento» (editorial), Trabajadores, La Habana, 21 de marzo de 1994; y Pedro Ross Leal, «Discurso en la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba», 1 de mayo de 1994, en el que expone un resumen de los resultados del Parlamento obrero en los centros laborales, disponible en el Centro de Documentación de Trabajadores. 8. Para conocer información detallada sobre ese intercambio, véase Trabajadores, La Habana, 2 de mayo de 1994. 9. Véanse los Decretos Ley del Consejo de Estado n. 147 (Gaceta Oficial, n. 002, 21 de abril de 1994) y n. 149 (Gaceta Oficial, n. 005, 4 de mayo de 1994), disponibles en www.gacetaoficial.cu. 10. Véase Trabajadores, La Habana, 16 de mayo de 1994. 11. El sondeo realizado por el Centro de Estudios Sociopolíticos y de Opinión en doce de las catorce provincias del país, en aquel momento, a 752 trabajadores y 476 dirigentes sindicales, reveló que 80% de ellos consideraban que se conservaba el espíritu y el estilo de los parlamentos en los centros de trabajo; 90% de los encuestados expresó confianza en que las asambleas eran un método adecuado para la participación activa de los obreros en la conducción de los procesos económicos en sus centros laborales. Tras el primer ciclo de asambleas se registró un promedio de 87% de asistencia. Véase «¿Qué se opina sobre las Asambleas por la eficiencia?», Trabajadores, La Habana, 20 de junio de 1994. 12. Para ampliar información respecto de la situación económica en Cuba en estos años, véase Alfredo González, ob. cit. 13. Juan Valdés Paz, «El sistema político cubano de los años noventa: continuidad y cambio», El espacio y el límite: estudios sobre el sistema político cubano, Ruth Casa Editorial, La Habana, 2009. 14. En los últimos años, la CTC había enfrentado una notoria disminución del aporte monetario por parte de sus afiliados. Es decir, si bien los trabajadores no se desvinculaban abiertamente, incumplían las cuotas sindicales como expresión de su desinterés por la organización. 15. Jesús P. García Brigos, Gobernabilidad y democracia: los órganos del Poder Popular en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1998. 16. István Mészáros, La crisis estructural del capital, Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información, Caracas, 2009. 17. Julio César Guanche, «Buenas nuevas sobre un viejo tema: política, administración y socialismo», Prólogo a Juan Valdés Paz, ob. cit., disponible en www.rebelion.org/noticia.php?id=100188. 18. Para ampliar este aspecto, véase Jesús P. García Brigos, ob. cit. 3. Tres millones de trabajadores participaron de este ejercicio democrático. 19. Ídem. Además, véase Franck Gaudichaud, «En Cuba no pretendemos gobernar por mayorías, pretendemos gobernar por convicción y consenso» (entrevista a Jesús P. García Brigos), Rebelión, 3 de diciembre de 2005, disponible en www.rebelion.org. 4. Una parte de la información contenida en el presente trabajo ha sido extraída del semanario Trabajadores, órgano de la CTC. Véanse 20. «Parlamento obrero: ¿génesis de una nueva democracia?» (entrevista a Ricardo Alarcón de Quesada), Habanera, La Habana, 1994. Gabriela Quezada Calderón 21. Ídem. 22. Lo expuesto se corresponde aún con la visión centralista del poder, en especial, del ejercicio legislativo, pues, por otro lado —para muchos radical e imposible— existe la vía de ampliar las autonomías de los territorios desde un enfoque federalista donde la autonomía (o autodeterminación) hace propio el derecho a la legislación territorial (véase Ramiro Ávila Santamaría, El neoconstitucionalismo transformador. El Estado y el derecho en la Constitución de 2008, Abya-Yala, Quito, 2011). En países con alta diversidad étnica como Ecuador, al tiempo que se identifican aspectos positivos en la cosmovisión indígena se mantiene resistencia y temor al fantasma de la balcanización y, relacionado con ello, a todo lo que huela a «no unicidad» en torno al usufructo de recursos naturales. 23. Juan Valdés Paz, «Notas sobre participación política en Cuba», El espacio y el límite…, ob. cit. 24. Mercedes Valdés y José Toledo, «Participación y socialización políticas: interrelaciones», en Teoría y procesos políticos contemporáneos, t. I, Editorial Félix Varela, La Habana, 2006. 25. Ídem. 26. Véase Juan Valdés Paz, «Notas sobre…», ob. cit. 27. Marcos Roitman, citado en Mirtha del Río Hernández, «Principales teorías sobre la democracia», en Teoría y procesos políticos contemporáneos, ob. cit. Véase su «Teoría y práctica de la democracia en América Latina», en Pablo González Casanova y Marcos Roitman, eds., La democracia en América Latina, actualidad y perspectivas, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM, México, DF, 1995. 28. Antonio Gramsci, citado en Dolores Vilá Blanco, «Las reformas: alternativa reorganizadora desde la transición al socialismo», en Teoría y procesos políticos contemporáneos, t. II, ob. cit. 29. Para ampliar sobre tipos y factores de legitimidad, véase Emilio Duharte Díaz, «Reformas y tendencias políticas en Cuba: hacia un fortalecimiento de la legitimidad», en Teoría y procesos políticos contemporáneos, t. II, ob. cit. 30. Patricia Arenas Bautista, «Mapa para comprender la participación», en Arnaldo J. Pérez García, comp., Participación social en Cuba, CIPS, La Habana, 2004. 31. José Luis Martin, «Participación en la economía. Algunas reflexiones para el debate», en Arnaldo J. Pérez García, ob. cit. 32. El Grito de Córdoba equivale a la Reforma Universitaria de 1918, concretada por los estudiantes argentinos tras la huelga que reflejaba su profundo rechazo al régimen universitario que, para entonces, estaba permeado por la Iglesia católica y los dictámenes políticos de hegemonía clasista. 33. Patricia Arenas coincide con Bernhard Wilpert en que es posible la difusión de la participación social a la sociedad a partir del aprendizaje transferido desde la experiencia participatoria organizacional en el trabajo, hacia los papeles en la vida política de los individuos y el fomento posible de los climas públicos democráticos. Véase Patricia Arenas Bautista, ob. cit., y Bernhard Wilpert, «A View from Psychology», en Bernhard Wilpert et al., Organizational Participation; Myth and Reality, Oxford University Press, Nueva York, 1998. , 2013 Participación y parlamentos obreros en Cuba. Apuntes para Ecuador 113 Tres ismos en la historia de Cuba: fascismo, nazismo y falangismo Katia Figueredo Cabrera Profesora. Universidad de La Habana. L os exiguos estudios sobre el impacto del fascismo en Cuba han centrado su atención en el partido ABC; 1en algunos casos, la historiografía tradicional ha reproducido las tesis del periodista norteamericano Allan Chase, quien durante los años 40 del siglo xx condenó con fuerza al grupo conservador de las colonias española, alemana e italiana residentes en la Isla, y simplificó el rostro cubano del fascismo al presentarlo como un mero complot nazi-fascista-falangista muy de moda en la propaganda y la retórica discursiva de la época.2 El presente artículo ofrece una comparación entre los programas de la Legión Nacional Revolucionaria Sindicalista, la Asociación Partido Nazi Cubano y el falangismo español, en aras de precisar quiénes fueron los verdaderos revolucionarios de la contrarrevolución3 en la mayor de las Antillas y su impronta ideológica en la sociedad cubana durante el período de entreguerras. Si bien la Guerra civil española impulsó el comportamiento colectivo del sector conservador de la colonia hispana, la problemática se muestra más compleja cuando se examina la actuación de la derecha cubana —protagonista de un escenario político no ajeno a la influencia del nuevo orden fascista internacional— y de una sociedad más politizada que con pasos seguros marchaba hacia su madurez. 114 n. 74: 114-121, Katia Figueredo Cabrera abril-junio de 2013 Hacia la segunda mitad de los años 30, el ideal nacional-reformista de una parte de la nueva generación de cubanos se proyectó por caminos diferentes. Para unos, la «Cuba nueva» debía restructurarse bajo la hegemonía de los Estados Unidos, mientras para otros la «Cuba mejor» debía transitar a una etapa superior de independencia nacional. Más allá de esta notable diferencia, ambos grupos compartieron la misma inquietud por sus dos grandes fantasmas: la emigración judía y la creciente expansión del comunismo ruso. El fuerte anticomunismo, recurrente en las plataformas programáticas de las asociaciones mencionadas, se agudizó a mediados de 1938, luego de la legalización del Partido Unión Revolucionaria Comunista y el acercamiento estratégico de Fulgencio Batista a los marxistas del patio con vista a la Convención Constituyente de 1940. Estas consideraciones, expuestas de manera simplificada, han de ser valoradas al reflexionar acerca del impacto de la ideología fascista en la multiplicidad del reformismo estabilizador impulsado por sectores emergentes en la Cuba posrevolucionaria, que desde diversos modelos buscaban restaurar el orden de la nación y modernizar sus estructuras económicas y políticas, en un contexto donde la apertura del sistema político catalizó la movilización social y las estrategias colectivas.4 L a L egión Nacional Re volucionaria Sindicalista (LNRS) La LNRS fue, en mi opinión, la asociación filofascista más acabada de las existentes en Cuba entre 1930 y 1940.5 El término de legión —procedente de la antigüedad greco-latina— denotaba de antemano el carácter paramilitar de la asociación; el calificativo de nacional pretendía reflejar la esencia de esa «Cuba mejor», en el sentido de para la patria y por la patria. El de revolucionaria indicaba la novedad en los conceptos y en el estilo organizativo: escuadras, pelotones, tropas…; y el de sindicalista puntualizaba que se asumía dicha fórmula como la más acertada para organizar la producción en sus diversas manifestaciones. A los integrantes de esta asociación política, hija de la apertura democrática impulsada por Fulgencio Batista a mediados de 1938, también se les conocía como los «camisas grises». Había surgido el 21 de octubre de 1938, cuando un grupo de cubanos de clase media, con edades comprendidas entre 18 y 32 años, se reunieron en la habanera Manzana de Gómez y juraron —brazo en alto— edificar una «Cuba nueva y patriótica». Ellos eran: Jesús Manuel Marinas Álvarez (jefe legionario nacional), Conrado Almañique Agudo (secretario general), Manuel García Álvarez (comisionado de intereses económicos), Arturo Esteban de Carricarte García (comisionado de prensa y propaganda), Claudio Lorenzo Balsa (comisionado de información) y Juan Alberto Formoso Prieto (comisionado de intereses generales). Como primer punto del proyecto nacionalista planteaban la necesidad de fortalecer el Estado, único poder con capacidad para impulsar el desarrollo económico de la Isla, cimentar la justicia social y defender las libertades individuales a través de la «intervención legítima de las masas populares en la obra nacional».6 Desde esta óptica corporativista aspiraban a armonizar la organización sindical en la esfera de la producción y despejar al país de los enfrentamientos interclasistas y de la influencia comunista, causante —según sus criterios— de los males ciudadanos y del desorden imperante en la sociedad. Como bien opina el historiador canadiense Robert Whitney, las atentas miradas a la consolidación institucional del nuevo Estado cubano, diferente al Estado oligárquico imperante, respondían a un interés particular de la época: «Antes de los 30, el Estado cubano no necesitaba ser fuerte, pues era la hegemonía estadounidense, ejercida mediante la Enmienda Platt, la que en última instancia garantizaba el orden político y la estabilidad económica».7 Al igual que en la Italia fascista, la conducción de la LNRS descansaba en un Consejo Supremo Nacional, aquí presidido por Marinas Álvarez, cuyos poderes se articulaban a través de un marcado culto a la personalidad del líder y la estricta obediencia y disciplina por parte de todos los «camaradas soldados». Una vez aceptado como «compatriota», el legionario debía presentarse a un examen de capacidad tácticomilitar, acatar de manera estricta las órdenes de las jerarquías superiores, vestir el uniforme gris de la cubanidad. El juramento de fidelidad a la patria y a los ideales de la legión se realizaba en posición de firme, talones unidos y brazo en alto, con las siguientes voces reglamentarias: «Cuba libre, Cuba independiente, Cuba soberana y Cuba, levántate». Según los líderes de la agrupación, este ritual de marcado estilo fascista denotaba esencias nacionales: Nuestro saludo, además, es cubano, no es importado…, todos sabemos que su origen se remonta a los tiempos del indómito Hatuey, al tiempo de los primeros moradores de nuestra querida patria, al tiempo en que este saludo quería decir bienvenida, en que expresaba amistad, paz.8 En términos económicos, la LNRS proponía un oportuno programa de acción nacional: supresión del latifundio, emancipación del campesinado, protección al pequeño propietario, creación de cooperativas agrícolas, confiscación de tierras a los dueños que no la trabajaran, abolición de los trust y nacionalización de los servicios públicos y de las industrias básicas. Llamaba, al menos en el papel, a solucionar los problemas agrarios y económicos más perentorios desde un «antimperialismo nacionalizante»,9 o dicho en otras palabras, una Cuba controlada por cubanos y no por capitalistas extranjeros. En el terreno social, proyectaba eliminar el desempleo y las huelgas, elevar el nivel moral y material de los trabajadores, y expulsar a los inmigrantes que «en lo político perjudicaban la economía de la nación». Su amplio abanico de reformas se extendía al plano educacional, al declarar como obligatorios los primeros niveles de la enseñanza, propugnar el incremento y mejora de las escuelas de arte y oficios, y la creación de bibliotecas y campos de deporte en todos los pueblos para desarrollar la excelencia física y artística de los jóvenes.10 Este atractivo programa, presente en todas las versiones modélicas del fascismo europeo, evidenció en la práctica la esencia demagógica y populista de los legionarios cubanos, incapaces de diseñar una estrategia eficaz de movilización en función de sus objetivos. Su primera actividad pública tuvo lugar el 8 de abril de 1939, en la Necrópolis de Colón, para homenajear al estudiante cubano de derecho Juan Antonio Pozuelo, capitán de las huestes franquistas, muerto a causa de las heridas recibidas en el frente de Jarama. Portando la Tres ismos en la historia de Cuba: fascismo, nazismo y falangismo 115 bandera roja y gualda, los camisas grises realizaron una peregrinación por la calle Zapata. No asistió la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS). Envuelta en un escabroso proceso burocrático, dicha organización no pudo homenajear a Pozuelo, y tampoco pronunciarse sobre el triunfo de Francisco Franco en España. En lugar de la Falange Española, el jefe de la Legión cubana envió un cablegrama de felicitación al Caudillo por la «salvación del mundo de la barbarie judaicomoscovita» y solicitó al presidente Federico Laredo Bru el reconocimiento de Franco.11 Más allá de simpatías políticas hacia el naciente régimen peninsular, Marina Álvarez buscaba reforzar el empobrecido tesoro de la LNRS a través del apoyo económico de sus «hermanos ideológicos», que no pudieron acudir en su ayuda.12 La escasa relevancia pública de los camisas grises fue suplantada por una activa y comprometedora labor publicitaria. En junio de 1940, apenas un mes antes de celebrarse en La Habana la Segunda Reunión de Consulta entre los Ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas, Marina Álvarez cursó la siguiente nota de felicitación al representante del imperio alemán en Cuba: Me es grato testimoniarle ante esa Legación el regocijo y la gran satisfacción que experimentamos los miembros de esta LEGION NACIONAL REVOLUCIONARIA SINDICALISTA, por los triunfos continuos y gloriosos éxitos de las armas NACIONAL-SOCIALISTAS. Al hacer patente nuestra absoluta compenetración con la Gran Alemania, ruegole [sic] haga llegar hasta su máximo creador el Führer Adolfo Hitler, los votos más sinceros de esta CUBANA organización, por el triunfo definitivo de las invictas armas alemanas. Brazo en alto... Viva Alemania, Viva Hitler, Viva Cuba.13 El contenido de este escrito y el desafío a la hegemonía de los Estados Unidos, recogido en la publicación Acción Legionaria, el 15 de diciembre de 1940, evidencian el nivel de enajenación de los afiliados a la LNRS en cuanto a la realidad cubana y el contexto interamericano. En ese número condenaron la intervención de las «bestias de Moscú» en Finlandia, rindieron honores a Cornelio Zelea Codreanu, jefe de los camisas verdes en Rumania, calificaron de «presidente-dictador» a Franklin Delano Roosevelt y prestaron atención especial a los judíos, juzgados como la encarnación de todos los males de la sociedad cubana. El virulento antisemitismo, fundado esencialmente en argumentos morales y políticos, se calzó con posiciones más llamativas de reafirmación y soberanía nacional en la línea de la exaltación patriótica: Cuba debe su independencia a ella misma, por tanto si la cubanidad legionaria es puesta en duda, porque no admitimos ingerencia [sic] americana, sépase que estamos practicando la cubanidad de Martí, de Céspedes y Maceo, que solo confiaban el futuro de Cuba al sacrificio y a la honradez de los cubanos.14 116 Katia Figueredo Cabrera Nada sorprendente resulta esta postura si tenemos en cuenta que los fascistas italianos se legitimaban apelando a la antigua Roma imperial y los nazis a los mitos del romanticismo alemán. Conforme avanzaba la Segunda guerra mundial, la Isla transitó hacia posiciones más radicales en relación con los grupos o asociaciones filofascistas. En el Decreto presidencial 168, del 29 de enero de 1941, Fulgencio Batista declaró ilícitas todas las entidades que tuvieran conexiones políticas con organizaciones internacionales o se dedicaran a la captación de prosélitos contra el régimen democrático.15 Aun cuando la disposición eludió citar agrupaciones específicas, el peso mayor recayó sobre la FET y de las JONS y la LNRS, pues en la práctica el Partido Fascista Nacional no pasaba de ser un simple ornamento asociativo, mientras los expedientes de la Asociación Partido Nazi Cubano yacían en los archivos del Gobierno Provincial de La Habana, tras su disolución en agosto de 1939. Es fácil comprender el interés particular de las máximas autoridades cubanas por los jóvenes legionarios, si se lee el número 6 de la revista Acción Legionaria, correspondiente al 15 de enero de 1941. En él la organización proponía la disolución de los partidos políticos y la derogación del sistema democrático en la Isla. Según sus redactores, la democracia, de notable ineficacia práctica, debía ser sustituida por un Estado Nacional Revolucionario Sindicalista que encuadrara a todos los cubanos en una rígida disciplina militar. También exaltaban la historia de la nación germana, comentaban con palabras elogiosas pasajes de Mein Kampf y criticaban la política del Buen Vecino.16 El 20 de febrero de 1941 el gobierno cubano canceló la franquicia postal de Acción Legionaria e inició una exhaustiva investigación policial, aprovechada por la manipulación periodística que a diario distorsionaba la realidad cubana y fomentaba un latente estado de guerra y de paranoia. El peligro quintacolumnista generó lecturas y comportamientos casi apocalípticos y la LNRS fue acusada de «desarrollar la política nazi-falangista en todo el territorio nacional, mientras prepara un Ejército que pondrá a la disposición de Hitler y Franco tan pronto como sea ordenado».17 La complicidad entre los «camisas grises» y los falangistas cobró fuerza, según los informes del Buró Federal de Investigaciones (FBI) y los diarios cubanos; excesivo ímpetu le atribuyeron el rotativo comunista Noticias de Hoy y la revista Nosotros, órgano de la Casa de la Cultura y Asistencia Social (organización de apoyo al exilio republicano). Era una falsa idea, muy alejada de la realidad asociativa de la FET y de las JONS que nunca admitió a cubanos dentro de su membresía y que hacia 1940 había cambiado radicalmente sus objetivos políticos, e intentaba borrar de un plumazo su imagen fascista. En cambio, la Legión se esforzaba por mantenerla a través de la venta de distintivos alemanes e italianos en su domicilio social (Misión 311, altos). A diferencia de la FET y de las JONS, cuya situación real en la Isla careció de un estudio detallado, la LNRS fue objeto de la atención gubernamental. De acuerdo con los informes policiales, su membresía no excedía los quinientos afiliados en todo el país y se sostenía gracias a la cuota obligatoria de veinte centavos que sus miembros abonaban todos los meses, sin recibir ayuda monetaria de ninguna potencia del Eje o sus aliados.18 Aun así, los legionarios no escaparon de los procesos judiciales iniciados en julio de 1941. Por delitos contra los poderes del Estado, la causa no. 429/941 procesó a Jesús Manuel Marinas Álvarez, Armando Valdés Zorrilla, Roberto Nosti Luis y José Pando Rivera, director, editor responsable, administrador y jefe de redacción, respectivamente, de Acción Legionaria, quienes negaron ante el juez sus vínculos con ella. El limitado alcance publicitario de este primer juicio contrastó con la información aparecida en los periódicos de la capital cubana cuatro meses después del registro realizado por Marino Faget Díaz, capitán jefe de la Oficina de Control de la División Central de la Policía Nacional, en el domicilio de Pando Rivera, sito en Aramburu y San Rafael. En el allanamiento se encontraron numerosos escritos en idioma alemán, ejemplares de Acción Legionaria, hojas de propaganda a favor del nazismo y en contra de la democracia, varios impresos que atacaban a Franklin Delano Roosevelt, además de una bomba de mano y cartuchos explosivos. Este último hallazgo, el más comprometedor, motivó que los implicados fueran incluidos en la Causa no. 147/941, por tenencia de explosivos y propaganda para remplazar la forma democrática de gobierno. Finalmente, el 9 de febrero de 1942, la Sala Quinta de lo Criminal de la Audiencia solicitó la declaratoria de ilicitud para la LNRS, luego del último juicio oral de la Causa no. 68/941 contra la estabilidad de la República. Con dos causas en su contra, José Pando Rivera fue sentenciado a tres años de privación de libertad, Jesús Manuel Marinas Álvarez a dos años y Jerónimo Cruz Portela, jefe de propaganda y prensa, Miguel Vázquez Artesor, comisionado sindical, y Armando Valdés Zorrilla a seis meses de cárcel. En cumplimiento con lo dispuesto por el poder judicial, el 18 de febrero de 1942 Rafael Guas Inclán, gobernador provincial, canceló de manera oficial la organización, con lo que quedó desactivada la última red asociativa de la derecha cubana filofascista, dos meses después de la entrada de Cuba en la Segunda guerra mundial.19 Asociación Partido Nazi Cubano (APNC) Esta organización también se inserta en la época de apertura democrática en la cual la sociedad civil, protagonista de una sociabilidad nueva, vio la oportunidad de canalizar sus demandas e influir en el proceso de transformación estructural que desde bases negociadoras preparaba la nación para un cambio institucional del Estado.20 Bajo este influjo de pactos, convenios y alianzas, el 8 de octubre de 1938 nació la Asociación Partido Nazi Cubano (APNC) con la aspiración de convertirse en una fuerza política para intervenir en la vida pública y combatir el comunismo. Su pobreza programática determinó su efímera vida y el escaso impacto ideopolítico en la Isla. Su primera Junta Directiva estuvo integrada por los periodistas Juan Prohías Figueredo (presidentetesorero) y Manuel Montoto (secretario general y de actas); además, por Antonio María Fraga Gómez (vicepresidente) y un grupo de vocales: Roberto Fernández, Jorge Alberto Morales, Armando Parets, Darío Prohías Bello, Gregorio Alonso, Manuel Rodríguez, José Alberto Morales, José Horta, Antonio Torres y Antonio Fernández. Todos defensores de la inclusión de los sectores medios —a los que llamaron la «clase olvidada»— en la vida política de la nación: supuesto que todas las concesiones y contemplaciones son para la clase trabajadora, cuando la República cubana no es una República de trabajadores, por ser muy limitada su vida industrial, sino una República de empleados, los máximos representativos de la clase media.21 A todas luces, su preocupación denotaba miedo por la creciente reorganización de la clase obrera y, al mismo tiempo, los demarcaba de los legionarios cubanos, quienes, mediante un discurso populista de cohesión, armonía e inclusión social, defendían la organización y el control ejercido por los sectores populares. El programa nacionalista de la APNC circunscribía las pretensiones de una «Cuba nueva» a los estrechos marcos de un renovado modelo de dominación neocolonial a favor de las «más íntimas y cordiales relaciones con los Estados Unidos de América». Convencidos de las ventajas de la política del Buen Vecino, los nazis cubanos apostaban por el progresivo desarrollo de la economía bajo el lema: «Nuestro meridiano económico radica en Washington, y no en México, Moscú y Barcelona». Si bien desde su perspectiva el antinorteamericanismo era poco práctico y solo la influencia de los Estados Unidos podía encauzar la nación por los senderos de la modernidad capitalista, el mayor rechazo a la asociación lo suscitaron, sin duda, el nombre y el emblema: la esvástica. Pues, en la práctica, su Tres ismos en la historia de Cuba: fascismo, nazismo y falangismo 117 Frente al caos heredado de la Revolución del 30 en Cuba, el fascismo, en todas sus variantes, pretendió constituir una alternativa al Estado oligárquico capaz de restaurar el orden, implantar la justicia social, combatir el comunismo y modernizar las estructuras económicas y políticas del país. documento fundacional descartaba una simpatía mucho más comprometedora con el nacionalsocialismo y su líder, Adolfo Hitler. Ninguno de los miembros de la APNC era de origen alemán, aunque admitían cubanos y extranjeros, sin distinción de raza o sexo, contrarios al comunismo o a cualquier «tendencia extremista».22 A juzgar por la escasa información archivada en los expedientes, sus proyectos quedaron en el papel, al no poder aunar las fuerzas necesarias para mantener activa la organización ni alcanzar un vigoroso nivel de actividad política a través de la creación de redes de reclutamiento y estructuras de movilización social. También resultaron infructuosos los intentos por establecer un puente de diálogo con la FET y de las JONS, tras cambiar su nombre por el de Quinta Columna, en abril de 1939, y gestionar una nueva ley de inmigración más «drástica» e «inflexible» para proporcionar empleo a más de seiscientos mil cubanos y frenar el éxodo de familias campesinas hacia Venezuela y otros países.23 En agosto de ese año se produjo la renuncia colectiva de su exigua membresía —menos de veinte asociados— sin ver cumplido el sueño de convertirse en un partido político. Las razones de su disolución permanecieron en el más absoluto silencio hasta septiembre de 1940, cuando el Gobernador provincial de La Habana, a tono con las medidas de seguridad dispuestas en la Segunda Reunión de Consulta entre los Ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas, ordenó investigar las actividades de la desaparecida asociación. En virtud de la solicitud, Juan Prohías Figueredo declaró en una nota al funcionario público: Nuestra Asociación, exclusivamente, fue una organización contra los judíos, contra […] la inmigración judía. Se acabó la inmigración judía, en agosto se veía clara la guerra, vino el pacto ruso-alemán, y se convino en disolver la Asociación.24 Prohías Figueredo señaló como causa de la desintegración la firma del pacto Ribbentrop-Molotov. Un cambio estratégico que, en su opinión, sepultó cualquier interés por mantener unida la colectividad, cuando en el Viejo continente el comunismo y el nazismo se sentaban como «buenos amigos» a una mesa de negociaciones. La muerte prematura del grupo salvó a sus líderes de los juicios contra la estabilidad de la República y de las imputaciones del rotativo Noticias de Hoy. Sin 118 Katia Figueredo Cabrera argumentos viables para aplicar medidas drásticas contra sus afiliados, el 27 de septiembre de 1940 el Gobierno Provincial de La Habana canceló la inscripción de la APNC del Registro de Asociaciones y desestimó las investigaciones de León Blanco, supervisor de la Policía Judicial, las cuales corroboraban la afinidad de Juan Prohías Figueredo y Manuel Montoto con las ideas «nazi-fascistas». Falange Española La aparición de la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista estuvo determinada por el estallido de la guerra civil en España. Estar integrada exclusivamente por ciudadanos de ese país le impedía participar en la vida política de Cuba y debía acatar la Ley de Asociaciones, vigente desde la época colonial en la Isla. A este limitado radio de movilidad participativa habría que agregar la supeditación de la FET y de las JONS a la Delegación Nacional del Servicio Exterior de la Falange Española, encargada de diseñar el soporte administrativo en ultramar, redactar los estatutos de la agrupación y nombrar al jefe o delegado de la Junta de Mando de España en Cuba, quien, a su vez, designaba la Junta Directiva y controlaba el acceso de los miembros, a través del pago de una cuota mensual obligatoria y la cooptación como mecanismo de admisión. De ahí su doble subordinación a la España franquista y al Estado cubano, estructuras de poder que mantuvieron la permanencia de la colectividad hasta que devino sociabilidad conflictiva para los intereses políticos y regionales de ambas naciones. El origen de la FET y de las JONS se remonta a agosto de 1937, cuando por órdenes de Francisco Franco la derecha española fue obligada a encuadrarse en una sola asociación.25 Con domicilio social en el número 80 de la habanera calle Prado, su primera Junta Directiva estuvo integrada por Gregorio Prendes Díaz (delegado de la Junta de Mando de España en Cuba), Juan Muñiz Vallín (secretario general), Bernardo Collado Otero (delegado de la Sección femenina), Rafael Piñero del Villar, (Prensa y propaganda), Norberto Soliño Fernández (Administración) y Jesús Humara Lastra (Investigación). Debían unificar y convertir la colonia española en un baluarte dispuesto a defender los ideales de la España nacionalista, fomentar a través del estudio y la propaganda «el sentido profundo de la indestructible unidad de destino de la Madre Patria» y contribuir a implantar en la «nueva España» la justicia social sobre la base de una «organización económica integradora, superior a los intereses individuales de grupos y clases». La «unidad de destino» sintetizaba la vocación imperial de la nación española desde la remota época de los Reyes Católicos hasta el proceso de la Reforma protestante cuando, resquebrajada la unión de la cristiandad, la Madre Patria optó por el catolicismo y emergió como «luz de Trento» y«martillo de los herejes». La Falange reclamaba para España un puesto preminente en Europa y su condición de eje espiritual del mundo hispano.26 La idea de una «organización económica integradora» recibió atención priorizada en la columna titulada «Doctrina Nacional Sindicalista» que el Diario de la Marina puso a disposición de Alejandro Villanueva Plata, sucesor de Prendes Díaz, interesado en demostrar, a partir de la confluencia armónica patrón-técnicoobrero, la importancia del sindicalismo piramidal y jerárquico en el aniquilamiento de la lucha de clases. A los ojos de los lectores cubanos, la Falange Española se presentaba de «cara siempre al obrero» y abocada a reinsertar España en el concierto de las naciones libres y distantes de la «influencia roja». Dentro de este cuadro de cambios estructurales, el nuevo Estado español garantizaría la integridad nacional frente al federalismo republicano y la destrucción de los partidos políticos. Conforme avanzó la guerra, la teoría cedió terreno a una cuestión medular: la formación práctica y la educación política de los afiliados. En septiembre de 1937 aparecían en el Diario de la Marina fotos del primer ejército de «camaradas azules», rígidamente disciplinados y uniformados, que brazo en alto tarareaban el himno Cara al sol, repetían al unísono los rituales gritos de «Franco, Franco, Franco» y terminaban con las réplicas tradicionales: «¡España, una!, ¡España, grande!, ¡España, libre!» en sus habituales actos del Plato Único27 y en sus ceremonias religiosas que tenían por escenario el Colegio de Belén, la Iglesia del Carmen y la Catedral de La Habana.28 Estas acentuadas simbología, estética y coreografía fascistas se extendieron a lo largo y ancho de la Isla. Apoyada en ellas, la FET y de las JONS diseñó diversas actividades durante su «era azul» ubicada, a mi juicio, entre agosto de 1937 y abril de 1939. Dicho período se caracterizó, además, por el pragmatismo, la decisión de cimentar en la conciencia colectiva de la derecha hispana la consustancialidad del Estado español con la Falange y la pertenencia identitaria de esta a su nación de origen. Sobre esa base, la revista ¡Arriba España! priorizó la publicación del «Decálogo para los camaradas del exterior», compendio disciplinario de obediencia al Caudillo, fe en el triunfo de los ideales hispanistas, hermandad entre los falangistas y culto perpetuo a José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange en España.29 En igual sentido, sus páginas resaltaron la imagen mesiánica de Francisco Franco, «el hombre admirable a quien Dios confirió la más alta posición en los destinos de su patria y el porvenir de la civilización occidental frente a la amenaza de la «barbarie asiática».30 Por debajo del Generalísimo aparecían los nombres de Primo de Rivera, quien «enseñó a España el modo de recobrar el destino perdido»; Marcelino Menéndez Pelayo, padre espiritual de la «nueva España»; y Ramiro de Maeztu, uno de los pocos intelectuales de la generación del 98 que estuvo a salvo de las demoledoras críticas falangistas. A partir del 1 de abril de 1939 el protagonismo de la derecha española comenzó a disminuir vertiginosamente en Cuba. El estallido de la Segunda guerra mundial obligó al Caudillo a un rediseño programático y discursivo de la Falange, en aras de proteger a sus miembros ante los estigmas que suponía la solidaridad ideológica del régimen franquista con el Eje. La nueva reforma reglamentaria consignó el carácter civil, patriótico y benéfico-cultural de la asociación, encaminada a lograr la unidad de todos los españoles residentes en el territorio de Cuba «sin distinción de clases sociales ni políticas». Los demás estatutos insistieron en el comportamiento que debían seguir sus simpatizantes en la mayor isla del Caribe. Todos los afiliados, «súbditos» de España y «huéspedes» de la nación antillana, debían rendir culto a su patria, fomentar el amor a Cuba y abstenerse de participar en los problemas internos del Estado cubano. «Cumplir estrictamente las leyes cubanas», so pena de ser expulsados de la organización, devino enunciado de obligada observancia, casi bíblico. Ello pudiera explicar la condescendencia de Fulgencio Batista hacia la derecha hispana.31 Aun así, la sociedad civil cubana siguió considerando a la Falange Española como la organización quintacolumnista más peligrosa de América Latina, opinión que se acrecentó a medida que la guerra parecía inminente para el Nuevo mundo. El protagonismo de los falangistas solo en apariencia cobraba fuerza, gracias a la eficaz propaganda de los Estados Unidos, apoyada de manera incondicional por Noticias de Hoy y la revista Nosotros, y la implementación en la Isla de un sistema de contraespionaje coordinado con los servicios del FBI para combatir un fantasma que en la práctica constituía una realidad menos peligrosa. Sin un presidente en funciones tras la renuncia de Genaro Riestra Díaz, a mediados de 1940 la FET y de las JONS Tres ismos en la historia de Cuba: fascismo, nazismo y falangismo 119 de Cuba poseía escasamente 199 pesos en caja,32 y contaba con una exigua membresía: de los 157 527 españoles residentes en el país, según el censo de 1943, los falangistas representaban 0,32%.33 La alineación de Fulgencio Batista a las estrategias continentales en defensa de la democracia y contra la expansión ideológica del fascismo, condujo a la puesta en vigor del mencionado Decreto presidencial no. 168, que generó una psicosis de guerra en todo país y aceleró la campaña publicitaria contra fascistas y falangistas. La izquierda comenzó a ver el fascismo en cualquier acción de la derecha. Falangista podía ser desde el cura de una localidad hasta el dueño de un pequeño comercio, imputación que adquiría mayor trascendencia si eran señalados como espías nazifascistas al servicio de Adolfo Hitler y Benito Mussolini. No obstante, la mayoría de los falangistas llamados a comparecer ante la Sala Quinta de lo Criminal de la Audiencia de La Habana fueron puestos en libertad, al desechar el juzgado las pruebas presentadas y alegar la naturaleza benéfico-cultural de la FET y de las JONS. La entrada de Cuba en la Segunda guerra mundial exigió la aplicación de medidas más drásticas, entre ellas la cancelación de la Falange Española, debido a que su vigencia y funcionamiento actual no se ajusta a los fines sociales para los que fueron autorizados, y constituir sus actividades un peligro para la paz pública y la unidad nacional, indispensables en el presente estado de guerra en que se halla la República.34 Conclusiones La apertura democrática propiciada por Fulgencio Batista a finales de la década de los años 30 incentivó el nacimiento de una nueva sociabilidad política en los sectores emergentes de la derecha nacionalista de clase media, seducidos por la diversidad del fascismo europeo que tras cruzar el Atlántico asumía rasgos propios de la dinámica del capitalismo dependiente y tercermundista. Frente al caos heredado de la Revolución del 30 en Cuba, el fascismo, en todas sus variantes, pretendió constituir una alternativa al Estado oligárquico, capaz de restaurar el orden, implantar la justicia social, combatir el comunismo y modernizar las estructuras económicas y políticas del país. Protagonistas de una época de marcada polarización ideológica que se debatía entre el fascismo y la democracia, la transcendencia de la LNRS y de la APNC y su condena obedecieron más a la coyuntura histórica y a su identificación con algunos postulados del fascismo modélico, que a la propia «novedad» de sus presupuestos fundacionales, pues algunos de ellos coincidían con las 120 Katia Figueredo Cabrera formulaciones del nacionalismo reformista del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), la Joven Cuba, el Partido Agrario Nacional, el ABC, el Partido Aprista Cubano y hasta con las líneas básicas del Plan Trienal de Fulgencio Batista, entre otros posibles. La derecha española reivindicó la España nacionalista desde la asimilación de un fascismo católico y tradicionalista, cuyo impacto en la sociedad civil cubana sentó las bases para la creación del mito falangista en la otrora «siempre fiel isla de Cuba». Mito que ayudó a tejer la oposición, temerosa de la expansión fascista por el Nuevo mundo, pero muy lejana de una verdadera estrategia de acción colectiva y de un campo de complicidad asociativa entre nazis, legionarios y falangistas. Disuelta la APNC y trasmutado el carácter político de la FET y de las JONS, a inicios de 1940 en la mayor de las Antillas, solo los legionarios cubanos, los verdaderos «revolucionarios de la contrarrevolución», sobresalían por su impronta fascista. Notas 1. El reciente estudio de Jorge Domingo Cuadriello despoja al partido ABC («camisas verdes») de su histórico manto fascista. Véase «El ABC fue otra esperanza de Cuba», Espacio Laical, a. 8, n. 4, La Habana, 2012, pp. 82-8. 2. Véase Allan Chase, Falange. El ejército secreto del Eje en América, Editorial Caribe, [s. l. e], 1943. 3. Según Eric Hobsbawm, la principal diferencia entre la derecha fascista y no fascista radicaba en que la primera movilizaba las masas desde abajo, con la promesa de cambiar radicalmente la sociedad, mientras en la segunda, los «reaccionarios transicionales» rechazaban la inclusión de las masas. La derecha fascista significaba, sobre todo, orden, jerarquía, disciplina y, en muchos aspectos, tambien tradición. Véase Eric Hobsbawm, Historia del siglo xx, Editorial Félix Varela, La Habana, 2004. 4.Véase Berta Álvarez Martens, «Comunismo, socialismo y nacionalismo en Cuba (1920-1958)». [Inédito]. 5. Descarté el Partido Fascista Nacional debido a la ausencia de sus expedientes en el Archivo Nacional. Hasta el cierre de esta investigación solo tenía noticias de su inscripción y legalización a finales de octubre de 1938 y de una carta enviada a su presidente, Eugenio Novoa Díaz, por José Ignacio Rivero Alonso, director del Diario de la Marina, en la cual solicitaba la no inclusión de su nombre en la lista de afiliados. 6. Véase «Estatutos de la Legión Nacional Revolucionaria Sindicalista», Archivo Nacional de Cuba (ANC), legajo 126, expediente 1693. 7. Robert Whitney, Estado y Revolución en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2010, p. 301. 8. Víctor Manuel Fernández Sardina, «Nuestro saludo», Acción Legionaria (a. II, n. 6, La Habana, 15 de enero de 1941, p. 8), en Archivo Nacional de Cuba, Fondo Tribunal de Urgencia de La Habana (ANC-FTUH), legajo 164, expediente 16. 9. Berta Álvarez Martens, ob. cit. 10. Véase «Estatutos de la Legión Nacional...», cit. 31. «Estatutos de la FET y de las JONS», cit. 11. «La Legión Nacional felicita al Caudillo», Diario de la Marina, a. CVII, n. 85, La Habana, 9 de abril de 1939, p. 17. 32. Ídem. 12. Con magros recursos económicos, la FET y de las JONS, inactiva desde abril de 1939, afrontaba un proceso de reajuste programático en aras de borrar su reciente pasado político-belicista y evadir los inevitables estigmas que contra los españoles de derecha generaba el contexto europeo. Bajo estrictas observancias de la Delegación Nacional del Servicio Exterior de la Falange Española, sus afiliados estaban obligados a respetar las leyes cubanas y no inmiscuirse en la política interna, o lo que era igual: evadir cualquier alianza con asociaciones o partidos de la Isla. 33. «Relación de individuos propagandistas y dirigentes de la FET y de las JONS existentes en Cuba», informe del Departamento Federal Informativo, en Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (AMINREX), Fondo España Historia, Documentos históricos, 0.2/73.3. 34. ANC-FRA, legajo 357, expediente 10768. , 2013 13. ANC-FTUH, legajo 168, expediente 5. 14. «Cubanidad legionaria», Acción Legionaria (La Habana, 15 de diciembre de 1940, p. 8), en ANC-FTUH, legajo 164, expediente 16. 15. «Prohibiendo la organización de asociaciones contra el régimen republicano», Boletín Oficial del Ministerio de Estado, a. XXXVIII, n. 380-381-382, La Habana, enero-febrero-marzo de 1941, pp. 99-101. 16. «¿Qué es la democracia?», Acción Legionaria (a. II, n. 6, La Habana, 15 de enero de 1941, p. 10), en ANC-FTUH, legajo 164, expediente 16. 17. ANC-FTUH, legajo 168, expediente 5. 18. «Informe del detective Ovidio Ramos de Pablo al Jefe de la Policía Secreta Nacional», ANC, Fondo Registro de Asociaciones (ANC-FRA), legajo 126, expediente 1693. 19. Para obtener más información sobre el proceso descrito, véanse ANC-FTUH, legajo 164, expediente 16, y legajo 168, expediente 5; ANC-FRA, legajo 126, expediente 1693, y legajo 357, expediente 10768. 20. Berta Álvarez Martens, «La Constituyente de 1940 es una lección de madurez nacional. El período 1935-1940 en la historia de Cuba», en Julio César Guanche, La imaginación contra la norma. Ocho enfoques sobre la República de 1902, Ediciones La Memoria, La Habana, 2004. 21. ANC-FRA, legajo 1120, expediente 23427. 22. Ídem. 23. ANC-FRA, legajo 1120, expediente 23428. 24. Ídem. 25. Véase Katia Figueredo Cabrera, «Las estrategias de legitimación de la derecha hispano-cubana para con la España franquista: la acción y el discurso (1936-1939)», Boletín Americanista, a. LXI, n. 63, Barcelona, 2011, pp. 145-66. 26. «Estatutos de la FET y de las JONS», en ANC-FRA, legajo 357, expediente 10768. 27. Plato Único: Modalidad benéfica creada en el territorio franquista el 30 de octubre de 1936. La contribución económica iba destinada a incrementar los fondos asistenciales de los organismos de beneficencia pública, especialmente de Auxilio Social. 28. Véase Diario de la Marina, a. CV, n. 211, La Habana, 4 de septiembre de 1937, [s/p]. 29. «Decálogo para los camaradas del exterior», ¡Arriba España!, a. III Triunfal, n. 22, La Habana, 18 de febrero de 1939, [s/p]. 30. Francisco Izquierdo, «El Caudillo», ¡Arriba España!, a. IV, n. 39, La Habana, 18 de julio de 1940, [s/p]. Tres ismos en la historia de Cuba: fascismo, nazismo y falangismo 121 Virgilio y la economía lectura sucesiva En ocasión de conmemorarse en fecha reciente el centenario del escritor cubano Virgilio Piñera, el primer texto intenta un balance sobre el significado de su obra teatral. El segundo comenta una recopilación de ensayos sobre los problemas actuales de la economía cubana. D El teatro de Virgilio Piñera: intertextual e innovador María Montes Profesora. Universidad de París. esde el comienzo, el espíritu de innovación fue un rasgo característico de la obra de Virgilio Piñera. Así, el estudio de su poesía, teatro y narrativa, revelan aspectos esenciales de sus creaciones, al mismo tiempo que dejan entrever la cohesión que las une. En efecto, en muchas de ellas está presente un conjunto de recursos estéticos con los que trabaja sistemáticamente el autor en su constante juego de dislocación de la realidad. Sin duda, ciertas páginas brillantes de la poesía, de versos insólitos, hirientes, conmovedores, burlescos e imágenes feas, risibles, grotescas, absurdas y desconcertantes, producen tanto asombro y extrañeza como sus piezas teatrales o sus cuentos. Bastaría recordar La isla en peso, Vida de Flora, Electra Garrigó, Falsa alarma, La carne de René, Cuentos fríos, Dos viejos pánicos, Las escapatorias de Laura y Oscar para convenir en ello, y, además, en que entre los géneros literarios que cultivó Piñera, fue en el teatro donde volcó al máximo sus capacidades creadoras. Es precisamente este el centro de atención de nuestro trabajo, inspirado por la convicción de que nuevas puestas en escena del dramaturgo habrán de aparecer en Cuba en un futuro no muy lejano. Los inicios: entre la poesía y el teatro No fue un azar que a poco de haberse iniciado en la poesía, Piñera escribiera dos obras teatrales. En la segunda mitad de los años 30, conoció el fracaso en ambos dominios y el triunfo, en la década siguiente. Ya desde entonces se hizo patente su gusto por la burla y la parodia —como en «El empacho de Aquile…», poema que Enrique Saínz definió como ejemplo «del vanguardismo perpetuo de su autor»1—, que estarán presentes en la poesía y el teatro. Más que de una coincidencia cronológica, se trata de un nexo profundo o de una suerte de contaminación en el trabajo experimental que se estableció entre ambas formas de expresión, en particular en el lapso entre 1943 y 1948. Por su parte, el poemario Las furias (1941) reviste una importancia especial. Con él se inicia la evolución poética del autor hacia una creación original, completamente diferente de la que había trazado José Lezama Lima. Esta singularidad fue advertida por Raúl Hernández Novás, quien afirmó que Piñera fue un caso conspicuo de trayectoria cada vez más excéntrica, pues habiendo comenzado muy cerca del estilo de Lezama, iba deviniendo él mismo (antipoético, corrosivo) y por tanto se alejaba progresivamente, disparado además hacia otras zonas de creación.2 Estas, en efecto, aparecen en La isla en peso, el poema que marcó un rumbo nuevo en la poesía cubana. Se ha insistido bastante en su prosaísmo, en su El teatro de Virgilio Piñera: intertextual e innovador n. 74: 123-129, abril-junio de 2013 123 tonalidad épica, donde se trata de dar una objetividad plena a la historia contada. Uno de los más grandes logros del poema reside en la fuerza visual de sus imágenes crudas, brutales e hirientes, que responden a la implicación de las que ilustran la cotidianidad más inmediata. Así, como un viaje en la memoria, el poeta retrata la historia de la isla a través de un torrente de «visiones» que afluyen descosidas, como hechos intemporales, y que reflejan aspectos diversos de una misma realidad: el relieve, el clima, los olores de la noche, el sexo, el carácter indolente y festivo de los cubanos, la música, el baile. El tono corrosivo y negador que recorre La isla…, correspondiente a una indagación desesperada del poeta en la búsqueda de su identidad, constituye un recurso que lo une a Electra Garrigó. Contrariamente a las piezas Clamor en el penal (1938) y En esa helada zona (1943) que resultaron sendos fracasos, Electra… (¿1946-1948?) no solo fue su primer triunfo, sino una de sus mejores obras, si no la mejor. Electra Garrigó y la intertextualidad En un largo estudio sobre Electra Garrigó he tratado la influencia de Jean Giraudoux en Piñera, es decir, la manera en que él asimiló Electre.3 Sin duda, ello marca la construcción de la pieza cubana y determina un procedimiento que el autor utilizará en su teatro. En Electra…, además de servirse de otras fuentes —Jean Paul Sartre, Sófocles entre los clásicos—, Virgilio toma lo que le sirve en la tragedia de Giraudoux para hacerlo materia nueva en su pieza. Este procedimiento, que hoy llamamos intertextualidad, es tan viejo como la literatura misma; sin embargo, en la época en que se estrenó Electra… no era bien visto por los críticos, quienes en virtud de una supuesta «originalidad autoral», descalificaban todo lo que les recordara otra obra. Fue lo que hizo Luis Amado Blanco al decir que la pieza era de influencia extranjera y que «de cubana, de cubanísima, ni hablar, como diría el castizo…».4 Aunque tal vez en su fuero interno el dramaturgo cubano supiera que procedía bien, fue víctima del medio y ocultó siempre con celo la adopción de formas ajenas para sus creaciones. Piñera creaba a partir de fuentes literarias conocidas que hacía suyas, según una alquimia personal, y que eran claramente visibles en sus dramas. En esta órbita gira una parte de su obra, construida a partir de las culturas cubana, francesa5 y universal. Así, su caso ofrece el ejemplo de un conflicto particularmente conmovedor; pues, mientras innovaba con la audacia de los creadores más libres en cuanto al uso de las fuentes, se encontraba prisionero de un público en su 124 María Montes mayoría inepto para comprender sus piezas, al igual que de una crítica mediocre, cuyos autores solo eran capaces de interpretar los «préstamos» aparecidos en sus obras como copias serviles de los modelos foráneos. Por el contrario, resulta magnífico constatar la indudable originalidad de Electra Garrigó. Tanto la multiplicidad de recursos que pone en práctica para crear su tragedia moderna, situada en el contexto cubano en relación con su tiempo, como la densidad que le otorgan las nuevas ideas que ella manifiesta, a saber, el ateísmo de la protagonista y su conciencia de la elección que realiza, le confieren a la obra un esplendor propio. Por otra parte, atendiendo a su clasificación, habría que hablar de la mezcla de lo cómico y lo serio, lo mismo que en Electre, de Giraudoux, que es quien renueva el género mediante la introducción de lo burlesco. Sin embargo, en tanto que en la del dramaturgo francés lo cómico se introduce en pequeñas dosis para no alterar la inclinación de la balanza hacia el lado de lo trágico, la de Piñera se mantiene en el límite del equilibrio entre lo trágico y lo cómico, de manera que se pasa constantemente de una tonalidad a otra. En consecuencia, ciertos críticos vacilan a la hora de clasificarla, ya que si convenimos en que se trata de una tragicomedia, aun cuando no aparezcan todos los elementos de la definición dada por Patrice Pavis,6 tampoco podemos dejar de verla como parodia. La pregunta formulada por Osvaldo Obregón se refiere claramente a esta ambivalencia: «¿Puede considerarse Electra Garrigó una tragicomedia o más bien una excelente parodia del mito, con ácida ironía hacia la condición de la sociedad cubana bajo la dictadura de Batista?».7 Desde luego, tiene razón Obregón al hablar de la parodia, pues esta es una de las lecturas que se han hecho de la pieza. Mientras, Carlos Jerez Farrán insiste en su intención satírica al entenderla como una crítica de la burguesía cubana: «Es un teatro de tipo satírico que se sirve de la comicidad grotesca y del célebre ‘choteo’ cubano para criticar los desvaríos de una clase social y una época reconocible en la historia cubana como ridícula e irrisoria».8 Es verdad que lo satírico o «cómico tendencioso»9 tiene un gran impacto en Electra Garrigó y se imbrica con la burla propia de la parodia, reforzando la risa. Habría entonces que precisar que el blanco de la parodia no es la clase burguesa en general, sino el sector militar que gobierna, representado por Agamenón, quien en sus reproches a Clitemnestra de que no lo toma en serio, expresa que «ha querido oscuramente una vida heroica...» (19).10 ¿Acaso, el término «oscuramente» no remite precisamente al régimen secreto y sanguinario de Batista? En efecto, como lo indican numerosas alusiones, la pieza trasmite un humor tajante contra la tiranía batistiana. Al margen del aspecto lúdico, paródico-satírico, es imposible dejar de tener en cuenta la intención seria de la pieza. Así, entre sus diversos objetivos, lo serio se afirma en una doble unidad: la tiranía familiar y, en un segundo plano, social. El trío de personajes compuesto por Electra, Orestes y el Pedagogo de alguna manera confronta estos problemas; y ella, en particular, se siente doblemente implicada. A propósito de Electre, Gérard Genette ha observado que de los autores que han tratado el personaje, solo Giraudoux logra salirse del terreno familiar y darle a su gesto una significación más vasta.11 Asimismo, hay que agradecer a Piñera el haber recuperado esta obra a su manera, ya que su Electra Garrigó sobrepasa dicho terreno al ser el personaje femenino quien decide el sacrifico de los padres por un bien mayor. Por otra parte, ninguna interpretación puede poner en duda la materia trágica que subyace la actuación de Electra en la búsqueda de su libertad y la de su hermano. A fuerza de reflexionar para ser justa, ella le imprime a sus palabras una formulación fría y precisa como las leyes: «ya clamaré», «trato de salvar a Orestes», «una cuestión sanitaria», «he ahí mi puerta», «mi puerta de no partir». Tales expresiones podrían ser interpretadas así: trato de liberar a Orestes, de limpiar este país, a cambio pago con mi soledad eterna. El carácter serio de la pieza viene de lo que está en juego, así como de la voluntad y la determinación de Electra en la doble lucha que afronta. Ella es incontestablemente la principal responsable de las acciones acontecidas y, en consecuencia, no cesa de ser valorada durante la trama, como se constata en el final. Implacable y generosa a la vez, ella pacta su propia derrota, es decir, su condena a la soledad, a cambio de la victoria de Orestes y de algún bien para el país. Su grandeza es la del sacrificio: la renuncia a la vida. Absurdo y grotesco Los especialistas del teatro de Piñera divergen en cuanto a la clasificación de su obra; sin embargo, todos reconocen en ella la presencia sistemática del absurdo y el grotesco. El autor, por su parte, señaló que a través de ambos y del humor, «hacía más seria la realidad».12 Estas tres entidades habitan sus piezas. Pero se trata de nociones de un orden diferente. No obstante, aquí solo nos ocupan las dos primeras, porque su presencia en el «nuevo teatro»13 es ineludible y porque el análisis del humor sobrepasaría los límites de este trabajo. El absurdo es una noción filosófica que aborda Camus en Le mythe de Sysiphe (1942), y que tiene como rasgo la imposibilidad de conocer en lo adelante un mundo devenido absurdo,14 al que somos ajenos. Así, nuestra imposibilidad de comprender proviene del sentimiento de irracionalidad que distingue la época contemporánea, vuelta inhumana. El grotesco y el absurdo constituyen una pareja en el «nuevo teatro». Si bien la afirmación de Dominique Iehl de que «el nacimiento de lo absurdo en el teatro corresponde a una necesidad de revitalizar el grotesco»15 puede parecer parcial, lo cierto es que juntos nutren vigorosamente el teatro del siglo xx. Las manifestaciones del grotesco cubren un vasto registro: lo visual (lo monstruoso), el juego de contrastes, la exageración, la caricatura, la mecanización, así como la mezcla sistemática de lo cómico y lo trágico. Y, para sintetizar la aprehensión del concepto, digamos que existe a través de la exageración del trazo, asociado al polo cómico y a la risa carnavalesca bajtiniana, y al polo trágico de Wolfgang Kayser; se define entonces como «un principio de distorsión y de distanciamiento, como la objetivación artística de componentes psicológicos (instintos, sueños), como una estructura ambivalente en el modo de atracción y repulsión, como una forma moral y satírica de la exploración de la realidad»16 y más. En Piñera, el grotesco marca el estilo de las piezas tragicómicas, aunque también aparecen en ellas muchas de las formas antes mencionadas en que se expresa la figura. Desde Electra Garrigó, su presencia, en el conjunto de su obra, es lo más sobresaliente. Se trata, pues, de un procedimiento recurrente que se acentúa en las últimas piezas; en particular en Un arropamiento sartorial en la caverna platómica y Las escapatorias de Laura y Oscar. Lo irracional es consustancial a la sociedad en que vivimos, sentencia este teatro, y de esta manera evidencia las oposiciones insuperables entre los personajes y el mundo en que se desarrollan. Por un lado, existe un vínculo entre el individuo y lo social, incluso cuando las situaciones son irreales o así se vuelven en el curso de la pieza y, por el otro, estos personajes aparecen siempre en situación de fracaso, anonadados o destruidos. Proclamada desde Electra Garrigó la inexistencia de Dios, ninguna consolación les está reservada a estos seres prisioneros de conflictos sociales o existenciales. A partir de Jesús, el absurdo integra la obra dramática de Piñera, quien, de manera notable, lo empleó en esta pieza en una doble dirección imbricada: para señalar la realidad cubana refiriéndose al mesianismo político y/o religioso. En Falsa alarma, se manifiesta en la jurisprudencia del mundo occidental. Girando en torno al tema de la justicia y sin elementos que especifiquen lo cubano, la pieza va directamente a lo universal. Tanto la estructura de farsa, como el lenguaje vacío, aparecen en la versión de 1948. Sin embargo, al revisarla para su puesta en escena en 1957, el autor confesó: «Como la pieza resultaba un poco corta, la El teatro de Virgilio Piñera: intertextual e innovador 125 Solos con ellos mismos y en contradicción permanente con el otro, la sociedad o el mundo, los personajes de Piñera están apresados en el callejón sin salida de su existencia. Siempre víctimas, aunque a veces victimarios o con el deseo desesperado de serlo, son los «cual(es)quiera de la humanidad». alargué, pero como en ese momento ya había leído La soprano calva, fui influido por Ionesco».17 En realidad, los cambios posteriores consistieron, como Piñera señaló, en un incremento del diálogo absurdo. Pero no hay una diferencia importante entre las dos versiones. En ambas están presentes los elementos característicos del «nuevo teatro». La pieza muestra el proceso de automatización del Asesino mediante un cómico burlesco más corrosivo que agresivo: a fuerza de ver los comportamientos de autómatas del Juez y la Viuda y de escuchar su lenguaje absurdo, el Asesino termina por robotizarse. En la segunda parte del acto único, tanto la improvisación del baile por parte del Juez y la Viuda y que se repite a intervalos, como la conversación banal e insípida, son expresión del absurdo, identificable en el automatismo de los personajes. También se observa que los gestos, los movimientos —el Juez midiendo el despacho con sus pasos—, la música, el baile y el lenguaje automatizado producen un teatro visual. Una vez que el Juez y la Viuda son reducidos a meros envoltorios vacíos, el diálogo ofrece los mismos signos de vacuidad y de mecanización: Juez: «Es como sacar agua con canastos». Viuda: «Ojos que no ven corazón que no siente». Tal encadenamiento verbal automático, cómico y trágico a la vez, se mantiene hasta el final. Podríamos decir entonces, con Iehl, que la escena se vuelve «una pantomima viva y móvil, en el sentido del verdadero grotesco».18 Igualmente grotesca resulta la imagen del Asesino, bailando solo el Danubio azul, con la que concluye Falsa alarma. Provocador, subversivo, incomodador Como casi toda obra radicalmente innovadora, el teatro de Piñera no alcanzó en general a un público vasto. Antes de 1959 había estrenado cuatro de las cinco piezas que tenía escritas, pero las representaciones fueron limitadas. Con el triunfo de la Revolución cubana, el proyecto de poner la cultura al alcance de todos fue puesto en práctica de inmediato; de manera que los espectáculos teatrales se sucedieron en las salas de la capital. Entre las piezas de Piñera creadas antes de 1965 fueron representadas en el primer quinquenio revolucionario El filántropo, El flaco y el gordo, Aire frío y Electra Garrigó —las dos últimas fueron las más admiradas. Se trataba de obras muy diferentes, solo relacionadas por el mantenimiento de la intriga 126 María Montes del drama tradicional y las alusiones a la política. Curiosamente, la novedad que Electra… había aportado a la escena desde 1948 con su mezcla de grotesco, humor y burla, fue apreciada de igual modo que la convencional Aire frío por el numeroso público que disfrutó la puesta en escena. Sin embargo, no es extraño que la mayor parte de la obra teatral de Piñera no se representara en Cuba, pues además de que sus piezas no se proponían «reflejar la realidad objetiva», como esgrimía George Lukacs en sus escritos sobre el realismo socialista, algunas de ellas contenían críticas veladas sobre problemas de actualidad. El dramaturgo había abandonado las alusiones a la política en Falsa alarma tal vez a causa de la experimentación que había asumido entonces plenamente. No obstante, junto a la estructura deshilvanada y el lenguaje absurdo propios del «nuevo teatro», la pieza parecía dar una nota satírica sobre la frivolidad que caracterizaba a un sector de la burguesía. En la pieza posterior —Los siervos (1955)— va más lejos, al realizar una sátira del comunismo. Ciertamente, él la eliminó de su repertorio a comienzos del triunfo de la Revolución, pero la referencia a esa obra resulta imprescindible para comprender la continuidad del registro discursivo que caracterizó a otra pieza distante de esta en el tiempo de su creación. Lejos de haber renunciado a la sátira, Piñera la retoma en Un arropamiento sartorial en la caverna platómica (1971), y resultó tan virulenta como la anterior. El principal objetivo en ella es denunciar la hipocresía generalizada dentro de la sociedad que puebla el mundo soterrado y aislado gobernado por Ceremonio. Los individuos en él refugiados no tienen la posibilidad de cambiar, pues en sus dominios se tolera la hipocresía, pero no la disensión. Esto es mostrado por el envío a la superficie terrestre de dos individuos sinceros que son descubiertos en la caverna al final de la trama. Es verdad que la existencia de una pareja de gente honesta deja entrever una esperanza en este universo cerrado sobre sí mismo, aun cuando el hecho de que para salir del lugar necesiten la ayuda de un deus ex machina haga la tarea difícil. Resulta verdaderamente desolador que en medio de una comunidad tan grande solo aparezcan dos individuos sinceros. El resumen anterior demuestra que en el tiempo transcurrido entre una sátira y otra, Piñera ha continuado siendo el mismo: experimental, subversivo, irreductiblemente crítico. Si pensamos en las mejores piezas escritas en la década de los 60, o sea, El no (1965), Dos viejos pánicos (1967) y Una caja de zapatos vacía (1968), el resultado es idéntico: todas contienen alusiones oblicuas a la realidad cubana. Pero, ¿qué denotan estas obras para que merecieran una censura tan rigurosa y una «condena» difícil de soportar, como la de ser borrado de la escena? En general, se trata de la falta de libertad individual. No obstante, algunos de los temas secundarios abordados en estas piezas especifican la índole de los problemas que confrontan los personajes, a saber, el superpoder del pueblo y la falta de armas para afrontarlo (El no), la imposibilidad de hablar libremente y de escapar al control administrativo-policial (Dos viejos...), la psicosis de estar vigilado en permanencia (Una caja de...). Así, de manera ostensible, Piñera destilaba veneno en estas piezas que aludían de forma burlesca, caricatural o grotesca, a los mecanismos destinados a controlar y presionar a aquellos que se salían de la norma. La agresividad física y verbal expresada en Una caja de... parece emanar de la rabia que siente el dramaturgo a causa de su propia situación y de la intolerancia imperante en el país. Considerando la materia explosiva contenida en el conjunto de su obra teatral, la prohibición de la representación de sus piezas solo sirvió para revelar la modernidad y la radicalidad crítica y humana que la inspiró. El sentimiento trágico de la existencia El recuerdo de la obra de Miguel de Unamuno nos lleva a la concepción trágica del hombre que habita el teatro de Piñera. Ante todo, el lector-espectador se enfrenta a una imagen del ser humano opuesta a la que hasta entonces había sido acreditada por la tradición teatral. Según Jean Duvignaud y Jean Lagoutte, una de las razones de llamar «absurdo» a este teatro, proviene del temor a «reconocer al hombre reducido a su dimensión más pequeña».19 En efecto, cualquiera que sea el lugar en que aparezcan colocados los personajes —en su cotidianidad o en un espacio simbólico o imaginario—, tienen siempre un conflicto insoluble entre ellos o con la sociedad. Como es evidente, a este estado de contradicción se añade la angustia y la alienación que sufren. Entre estos rasgos, el segundo contribuye fuertemente a definir el estado reducido de la existencia humana, el cual se muestra desde el exterior, pero se deduce de las situaciones desesperadas, soportadas en silencio por los personajes, y cuyos comportamientos contrarios a la acción que virtualmente podrían realizar acusan la impotencia que sienten ante aquello que los agobia. En general, los personajes de Piñera aparecen fijados en el espacio y el tiempo de sus problemas, para indicar que no puede haber cambio posible y que, en caso de producirse, conduciría a la muerte o a un nuevo conflicto. Salir de una situación crítica significa pasar a otra tan espantosa como la precedente. Sin jamás caer en lo patético, gracias a la alternancia de la burla, la parodia, lo irrisorio, el hecho de ver a los personajes continuamente cercados por la vida implica la constatación trágica de que esta no es más que la repetición insensata del mismo suplicio. No se trata de una metáfora, sino del sentido literal de las piezas: las circunstancias insalvables extraídas de la realidad, presentadas a través de un aspecto restringido, cierto, pero representativo.20 Lo anterior es perceptible en las piezas construidas de manera circular, donde el espectador ve una proyección continua del mismo contexto conflictivo en la que los personajes están cogidos sin descanso. Tal estado permanente aparece a veces expresado por una acción dramática irreal, subjetiva, cuando los personajes sufren la tiranía familiar, la miseria extrema, el miedo o la presión de los mecanismos sociales. No obstante, si estas experiencias testimonian por sí solas la desdicha de la existencia, aparecen reforzadas por situaciones sin salida. Esto, que su teatro muestra siempre sobre la escena, donde el caso extremo es El no a causa del suicidio de los novios, es expresado con frecuencia en voz alta por los personajes a partir de Dos viejos pánicos. Basta recordar en ella el sueño de Tabo de que el miedo lo mataba y se moría de verdad, y a Tota respondiéndole que mejor pensara en las interminables noches de miedo que aún le quedaban porque era lo más seguro (505). Igualmente Laura, en Las escapatorias…, después de objetivar su propia situación y la de Oscar, le advierte que no podrá escapar a las desdichas que sucederán al momento presente: «Estamos atrapados en una ratonera […] y en cuanto a esos espantos que piensas ahorrarte, cual panes y peces bíblicos se reproducirán» (335). Nada es más impactante que esta idea de la existencia concebida como un círculo, marcada por el retorno constante y absurdo de lo mismo, es decir, del infortunio. Semejante concepción de la vida es la otra cara de la visión «aporética» de la historia expresada por Nikita, el personaje de Los siervos. Solos o acompañados, tratando de hacer frente a lo que lo que les ocurre, los personajes aparecen siempre traumatizados por sus conflictos. En medio de su impotencia, buscan constantemente mecanismos de defensa para afrontar a los otros o al mundo. Entonces, se constata que la soledad y el aislamiento no son motivados por causas psíquicas o metafísicas, sino sociales. En este sentido, Piñera está más cerca de Adamov que de Ionesco o Beckett. Es verdad que el hecho de atribuir la soledad o el aislamiento de los personajes a causas sociales reconocibles es más bien El teatro de Virgilio Piñera: intertextual e innovador 127 tradicional. Pero no se trata de la soledad de seres de excepción luchando contra las fuerzas del mal, como ocurre en el drama romántico, ni en general de la soledad inherente al momento crucial en el que el personaje hace una elección existencial, como en Las moscas de Sartre o en Electra Garrigó y Jesús. Contrariamente a estos dos casos, se trata de hombres corrientes que se encuentran en un callejón sin salida, y desean salir de lo que los atormenta: deshacerse de la tiranía familiar (La niñita querida), no tener hambre (El flaco y el gordo), no servirles de esclavos a ningún magnate (El filántropo), no estar obligados a dar cuentas de su vida consignándola en un formulario (Dos viejos...), no estar vigilados y no sentir miedo de los guapos o pendencieros (Una caja de...). Es posible encontrar en este teatro una soledad metafísica, como se entrevé en Dos viejos pánicos, donde los personajes parecen islotes; sin embargo, con todo, ella aparece asociada a esa otra soledad que hemos mostrado, o sea, el aislamiento social. Los antihéroes de Piñera afrontan su realidad sin concebir la idea de Dios. Solo para negarla y o parodiarla, encontramos la noción de trascendencia en las piezas de los años 40 (Electra Garrigó y Jesús, y aún con humor en Falsa alarma), señal de la adhesión del autor, al inicio de su producción teatral, al pensamiento existencialista ateo de Sartre y de Albert Camus. Por ejemplo, en El malentendido Camus quiso culminar afirmando la inexistencia de una esencia superior. Piñera retoma el tema, pero con una situación diferente. Al plantear la hipótesis de que los dioses no existen, Electra los desafía a manifestarse y, como es previsible, nada ocurre. Ella finaliza su monólogo con las palabras magníficas «¡Yo soy la divinidad, abridme paso!». En Jesús todavía va más allá, ya que, a partir del mismo motivo, el autor se libra de una parodia; y a la pregunta angustiada del Asesino en Falsa alarma, que quiere saber si será Dios quien le hará justicia, el juez, con aire serio, le responde que él no conoce a nadie con ese nombre. En el resto de las piezas es rarísimo que los personajes hagan referencia a Dios, incluso bajo la forma más eficaz de la ironía,21 lo que demuestra el nihilismo fundamental que trasmiten. Solos con ellos mismos y en contradicción permanente con el otro, la sociedad o el mundo, los personajes de Piñera están apresados en el callejón sin salida de su existencia. Siempre víctimas, aunque a veces victimarios o con el deseo desesperado de serlo, son los «cual(es)quiera de la humanidad», nombrados Flaco, Emilia o Tota. Golpeados por situaciones tan banales como fatales porque son insalvables, pasan la vida en el mismo cerco, librados a la evidencia de que no hay nada que puedan hacer para salir de él. Una letanía se eleva entonces por encima del conjunto de las piezas, hecha de fragmentos de frases repetitivas que dicen «no hay salida». 128 María Montes Simultáneamente, el teatro de Piñera muestra siempre la condición humana, aun cuando en las últimas obras resulta notorio un fuerte desplazamiento hacia una realidad despersonalizada y cada vez más uniforme. En absoluto es asombroso que en el «nuevo teatro» la risa se fusione con lo trágico, pues el hombre ha alcanzado en él un estadio donde la alegría ya no es posible. Ha comprendido o aceptado que el mundo es un fracaso que gira en círculo y que no se puede reconstruir. Sin embargo, en las piezas tragicómicas de Piñera el humor está a salvo porque provocan «una risa contagiosa, con la burla de la risa y de la desesperación».22 A veces, los personajes hacen alusión a su fracaso personal, pero ello resulta más fuerte en Las escapatorias de Laura y Oscar, ya que se trata de una colectividad: Hoy no esperamos nada. Los mitos se acabaron, la gente solo vive su día interminable pensando cómo escapa de esa trampa mortal, sin saber que están cogidos de antemano, pero, no obstante, prosiguen en el juego. (p. 640) Estas palabras crean, sin duda, desasosiego, tanto por su significación como por el tono distante y frío con que se pronuncian. Su contenido envía un eco sordo a la visión sombría expresada en casi cada pieza. En su conjunto, ellas revelan la experiencia decepcionante de nuestra época. Cierto, este teatro parece cerrar las puertas al porvenir, pero se trata de una mirada lúcida que debe ser observada por el espectador a distancia, evaluando lo que los personajes muestran del presente trágico que les tocó vivir. En ello reside la fuerza de este teatro. Notas 1. Enrique Saínz, La poesía de Virgilio Piñera: ensayo de exploración, Letras Cubanas, La Habana, 2001, p. 15. 2. Lino Hernández Novás, «Re-nacimiento de un taller renacentista», Casa de las Américas, a. XXX, n. 180, La Habana, mayo-junio de 1990. 3. María Montes, «La influencia de Giraudoux», Tesis en opción al grado de Doctora en Estudios hispánicos y latinoamericanos, Universidad de París, 2008. 4. Luis Amado Blanco, «Electra Garrigó», Prometeo, n. 10, México, DF, 1948. 5. «El idioma que manejaba al traducir, era el francés. Su cultura, apartándonos del mundo clásico, era la cultura francesa» (Antón Arrufat, Virgilio Piñera: entre él y yo, Ediciones Unión, La Habana, 1993, p. 22). 6. Descrita la tragicomedia como una «pieza que participa a la vez de la tragedia y la comedia», Pavis precisa que ella se define por los tres criterios de lo tragicómico, a saber, «los personajes pertenecen a las capas populares y aristocráticas, borrando así las fronteras entre comedia y tragedia. La acción, seria, o sea, dramática, no desemboca en una catástrofe y el héroe no muere». Véase Patrice Pavis, Dictionnaire du théâtre, Armand Colin/VUEF, París, 2002, pp. 388-9. Traducción mía. 7. Osvaldo Obregón, Teatro latinoamericano contemporáneo. Un caleidoscopio cultural (1930-1990), CRILAUP-Presses Universitaires de Perpignan, París, 2000, p. 50. 8. Carlos Jerez Farrán, «Un análisis diferenciador del teatro de Virgilio Piñera: el teatro satírico burlesco y el teatro absurdista», Latin American Theatre Review, a. 22, n. 2, primavera de 1989, Kansas, p. 19. 9. Gérard Genette, Palimpsestes, Seuil, París, 1982, p. 112. 10. Los números entre paréntesis corresponden a las citas tomadas de Virgilio Piñera, Teatro completo (compilación y prólogo de Rine Leal), Letras Cubanas, La Habana, 2002. 11. Gérard Genette, ob. cit., p. 486. 12. Virgilio Piñera, «Piñera teatral», Teatro completo, Ediciones Revolucionarias, La Habana, 1960, p. 9. 13. Término acuñado por Geneviève Serrau en Histoire du «nouveau théâtre» (Gallimard, París, 1966), para referirse a las obras creadas en el curso de los años 50 en París y que habían sido etiquetadas inadecuadamente como «teatro de vanguardia» y «del absurdo». A mi juicio, el término «nuevo teatro» califica rigurosamente a uno que rompe con la dramaturgia precedente. 14. Desde 1900 la ciencia es puesta en cuestión y se llega a hacer de la «bancarrota de la ciencia» un tema de moda. Tomado de un fragmento citado por Enmanuel Jacquart, Théâtre de la dérision, Gallimard, 1974, p. 73. 15. Iehl se refiere a la época de la primera vanguardia con el teatro grottesco en Italia y los dadaístas y surrealistas en Francia, en torno a Guillaume Apollinaire e Iván Goll. Véase Dominique Iehl, Le grotesque, Presses Universitaires de France, París, 1997, p. 102. 16. Christian W. Thompsen, Das Groteske im Englischen Roman des 18 Jahrhunderts, Darmstadt, 1974, p. 12, citado por Dominique Iehl, ob. cit., pp. 15-6. 17. Virgilio Piñera, «Dos viejos pánicos en Colombia», Conjunto, n. 3, La Habana, marzo de 1968, p. 7. 18. Ibídem, p. 107. 19. Jean Duvignaud y Jean Lagoutte, Le théâtre contemporain, Librairie Larousse, París, 1974, p. 41. Traducción mía. 20. «Un solo aspecto elegido más o menos arbitrariamente», dice Surer a propósito de la «intriga» en el teatro de Ionesco. Véase Paul Surer, Le théâtre français contemporain, Société d’Edition d’Enseignement Supérieur, París, 1964, p. 492. Traducción mía. 21. En efecto, hay una ironía sobre el tema en El álbum, donde se dice a este propósito: «la señora Dalmau hace mucho tiempo que nos dejó, quiero decir que abandonó este valle de lágrimas y fue a descansar en brazos de nuestro Creador». Teatro completo, ob. cit., p. 371. 22. Es lo que dice Adorno a propósito del teatro de Samuel Beckett en Theodor Adorno, «Pour comprendre Fin de partie», Notes sur la littérature, Flammarion, París, 1984, p. 435. Traducción mía. , 2013 El teatro de Virgilio Piñera: intertextual e innovador 129 C Cincuenta años de la economía cubana Ernesto Molina Molina Profesor. Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García. incuenta años de la economía cubana* ofrece resultados de investigaciones realizadas por un colectivo de autores, en su gran mayoría del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC), aunque incluye también a docentes de la Universidad de La Habana. El libro cuenta con un excelente prólogo escrito por la doctora Oneida Álvarez Figueroa, profesora titular de la UH y miembro titular de la Academia de Ciencias de Cuba. El volumen muestra aspectos esenciales para comprender por qué en la economía y la sociedad cubanas se abren paso el llamado modelo actualizado y la implementación de los Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución. Analiza problemas viejos, arrastrados desde la colonia, y otros propios del difícil camino del proceso revolucionario posterior a 1959. La construcción del socialismo en Cuba ha planteado diversidad de retos económicos, políticos y sociales a los dirigentes y al pueblo. Entre los problemas por solucionar se encuentran los relacionados con la independencia económica y política, la nacionalización y la socialización en el agro y en la industria, la distribución y los beneficios sociales a la población, la estrategia económica nacional, la elección del sistema de dirección y planificación de la economía, el lugar de la economía nacional en la división internacional del trabajo, la eficacia de la producción social y la eficiencia de los métodos de su realización, el desarrollo poblacional y las desigualdades espaciales, así como la organización política de la sociedad. Estudiarlos permite valorar correctamente las respuestas a las cuales se ha arribado. Los escritores de esta obra abordan esas problemáticas. Sin embargo, como de manera atinada afirma Álvarez Figueroa, «el compendio […] no es la consecuencia de una concepción previa de los autores para conformar un texto» (p. viii). Cada investigador sigue su propia lógica y corresponde al lector hallar los puntos coincidentes y los discordantes, que se entrelazan y contribuyen a identificar el difícil camino en zig zag, los avances y retrocesos, de la economía y la sociedad cubanas durante las últimas cinco décadas. En el ensayo inicial, «Estrategia económica: medio siglo de socialismo», Omar Everleny Pérez Villanueva identifica varias etapas que reflejan la evolución de las concepciones seguidas por la dirección del país: 19591970; 1971-1980; 1981-1989; 1990-2000; 2001-2008. Convertir la especialización productiva en fortaleza para salir del subdesarrollo puede considerarse —de cierta manera— la filosofía presente en los tres primeros períodos señalados por Everleny. Coincido con él en * Omar Everleny Pérez Villanueva, comp., Cincuenta años de la economía cubana, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2010. 130 Ernesto Molina Molina abril-junio de 2013 n. 74: 130-135, que dicha especialización —característica heredada de la economía de plantación y nuestra principal debilidad estructural— provocó que la economía cubana se hiciera más dependiente de un producto primario de exportación, el azúcar, no solo por lo que el ingreso obtenido significó en el total de los recibidos por este concepto, sino también por la consolidación de esa rama como «locomotora» del resto de la economía, dentro de los marcos de la integración con el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). El estudioso reafirma tal idea: [L]a especialización productiva, si bien permitió en lo inmediato que el país disfrutara de ventajas comerciales derivadas de la inserción en el CAME y de los precios favorables que la URSS otorgaba, visto en una perspectiva de más largo plazo, ataba a la economía doblemente. Primero, porque consolidaba la dependencia de la dinámica de la economía al azúcar, y segundo, porque se basaba en una relación de precios muy divorciada de los costos internos de la producción azucarera y, a la vez, en una comparación internacional con el costo de producción del azúcar de los países socialistas, que si bien hacía ver que la especialización era conveniente, no se apartaba en lo absoluto del principio ricardiano de las ventajas comparativas. (pp. 8-9) Sorprende que la división internacional socialista del trabajo estuviera erigida en los hechos bajo los principios de las ventajas comparativas ricardianas.1 Este problema estructural de la economía cubana resulta tan grave, que aparece reflejado en varios de los ensayos de este volumen. Las etapas de 1990-2000 y 2001-2008, previas al VI Congreso del PCC y a la formulación de los Lineamientos en 2011, mostraron que la economía al fin crecía, pero con desaceleración y vaivenes. El diagnóstico realizado por Omar Everleny acerca de la lenta y zigzagueante dinámica de la economía cubana se mantiene en 2013. En el siguiente artículo, «Gestión y dirección de la economía», Julio A. Díaz Vázquez analiza críticamente el devenir de ambos procesos en Cuba. En correspondencia con el nuevo objeto de estudio, ofrece una periodización diferente a la propuesta en el capítulo precedente: la experimentación (1959-1975); los nuevos rumbos (1976-1989); 1990: «resistir… salvar el socialismo». El investigador refleja de modo adecuado los vaivenes que la gestión y dirección económicas han sufrido en el país frente al papel que el plan y el mercado deben cumplir en una economía con aspiraciones al desarrollo y al socialismo. Vale añadir a su análisis que desde 1960 se suprimió en la Isla buena parte del capital privado y de la pequeña producción mercantil. Sectores claves como la banca, el comercio exterior y el mayorista ya eran por completo propiedad del Estado en 1963. El sector estatal se amplió a lo largo de tres décadas, para llegar a su punto culminante en 1989, cuando empleaba cerca de 95% de los trabajadores de la nación. Pero a partir del VI Congreso del PCC, se comienza a adecuar el peso relativo de las distintas formas de propiedad en la estructura económica del país. Y hoy podemos identificar las siguientes formas de propiedad: empresa estatal socialista, cooperativas, empresas extranjeras y de capital mixto, el sistema de arriendo de tierras, medios de producción y establecimientos estatales, y la pequeña propiedad privada en manos de los trabajadores por cuenta propia. Entre las lecciones recibidas en estos cincuenta años se halla que socializar no debe ser necesariamente estatalizar. Esto es algo que Díaz Vázquez tiene muy presente en su ensayo. Al referirse a las experiencias exitosas de Viet Nam y China después que iniciaron sus reformas económicas, de cierta manera se adelanta en cuanto a admitir caminos viables para la inversión extranjera y el sistema de arriendo en nuestras condiciones particulares. Y tiene razón, aun cuando las circunstancias geopolíticas y las estrategias de esos países son distintas a las de Cuba, al menos en los dos aspectos mencionados vale la pena tener presentes sus experiencias. No hay por qué renunciar a la utilización de capital foráneo para ponerlo al servicio del socialismo en proceso de construcción. Ello implica un Estado bien diseñado, capaz de regular adecuadamente la inversión extranjera. Tampoco el sistema de arriendo está reñido con la propiedad socialista; es posible mientras el Estado conserve la propiedad de los medios de producción fundamentales. El siguiente ensayo es también de Julio A. Díaz Vázquez, profundo conocedor de las relaciones económicas entre Cuba, la URSS y el CAME. «Cuba en la división internacional socialista del trabajo» muestra cuán estrechas fueron unas relaciones que abarcaron convenios y suministros a precios muy ventajosos, así como ayuda en otros ámbitos más allá del económico. El autor reconoce que la Isla —dado el relativo retraso tecnológico existente en el entramado productivo de la URSS y el resto del campo socialista— estaba obligada a utilizar la parte minoritaria del producto nacional, la cual se vendía en el mercado mundial, para obtener indispensables divisas libremente convertibles que le permitieran importar determinados bienes y servicios de calidad y tecnología solo adquiribles en el área dólar. Concuerdo con él en que la integración CubaCAME evidenció el carácter abierto y altamente dependiente del comercio exterior de la economía. Mientras el país pudo mantener sus vínculos con el CAME y la URSS contó con una retaguardia segura: combustibles, materias primas, alimentos, tecnología, facilidades de pago, un mercado siempre en desarrollo y créditos blandos. Cincuenta años de la economía cubana 131 La pérdida de esa retaguardia es reflejada muy bien en este ensayo. El efecto económico de la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista europeo fue enorme. La crisis del período 1990-1993 desmanteló el comercio exterior de Cuba y redujo bruscamente la capacidad de importación. Según informaciones oficiales, los niveles de actividad económica en 1993 supusieron, con respecto a 1989, una declinación del producto interno bruto de 34,8%. Por su parte, «Estructura sectorial y desempeño económico», de Ricardo Torres Pérez, no solo realiza un importante aporte al diagnóstico estructural de la economía cubana, sino que lo vincula con el tema siempre esencial de la gestión y la dirección y su papel en el desarrollo. Aborda el sector agrario, como una de las principales limitaciones que afectan el desarrollo sectorial del país, por su retraso, el déficit en la balanza de productos agrícolas, los bajos niveles de utilización del fondo de tierras y escasos rendimientos. Otra insuficiencia detectada por al analista se relaciona con el peso que ha ido perdiendo la industria en el aparato productivo nacional, ganado en cambio, por el sector de servicios; en el caso de una pequeña economía muy abierta, esto hace vulnerable al país. En particular, ramas industriales claves (construcción de maquinarias, equipos de transporte y estructuras metálicas) han tenido un desempeño pobre en las últimas dos décadas. Valoro altamente este artículo porque los estudios estructurales de una nación que aspira al desarrollo son fundamentales para elaborar la estrategia por seguir. Considero que el aporte fundamental del texto radica en señalar la política que se debe asumir para vincular de manera adecuada la llamada «economía del conocimiento» con el sector industrial. Pero al hacerlo, el autor no deja claro que tal economía puede servir a intereses foráneos que no contribuyen al desarrollo nacional. En mi opinión, la inversión extranjera en los países del «sur» no suele desarrollar una base científico tecnológica propia, más bien provoca una dependencia hacia las naciones del «norte», que tiende a ser estable y permanente. Por ello, la empresa socialista cubana ha de poseer capacidad de respuesta ante las variaciones exógenas de la tecnología. Y el Estado debe propiciar la mayor competitividad tecnológica de dicha empresa. En el ensayo «Panorama de la economía, transformaciones en curso y retos perspectivos», Jorge Mario Sánchez-Egozcue y Juan Triana Cordoví diagnostican la crisis iniciada en los años 90 y especifican las acciones para superarla —vía crecimiento económico y cambios estructurales necesarios en la economía cubana. En solo 67 páginas, presentan un estudio integral, bien argumentado, de los diversos factores causales (internos y externos) de la crisis y 132 Ernesto Molina Molina brindan una periodización de la evolución económica del país: 1990-1993, crisis y ajuste; 1994-1999, crecimiento y cambio estructural; 1999- 2007, reajuste funcional y crecimiento. Además, detallan los aspectos que identifican como fundamentales para salir de la crisis estructural que vive la nación: • El complejo entramado de intereses creados a partir de los nuevos actores (formas diversas de propiedad y sus restricciones). • Las relaciones contradictorias entre los sistemas de regulación seguidos en Cuba (centralización y descentralización) y su impacto en la productividad y la polarización social. • Las incongruencias y desigualdades en el desarrollo de los distintos sectores de la economía (productores de bienes y servicios). • Las dificultades, provocadas por la segmentación de los mercados, para regular adecuadamente los salarios y los precios (la doble moneda). • El impulso del sector agrícola, lo cual mejoraría el nivel de vida de la población. • Los vaivenes en la política para desarrollar un nuevo «sector pivote» (níquel, turismo, servicios médicos, etc.) desde el cual, gracias a sus ingresos, relanzar los otros sectores productivos. • Los acuerdos que favorecen la inserción internacional de la actividad económica y financiera a inicios de los años 90. La tendencia fue acercarse a la Unión Europea y Canadá, y luego adquirieron mayor relevancia los vínculos con Venezuela y China. • El peso de las remesas en los ingresos de la población cubana. • Las potencialidades de la explotación petrolera. Los autores de este ensayo proponen reflexiones en torno a los siguientes cuestionamientos: ¿Debe Cuba reproducir la antigua deformación estructural que tipificó su economía y fomentar la dependencia unilateral de un solo sector? ¿Debe renunciar a una «locomotora» como el turismo, que ya en 1950 era prácticamente el segundo sector de nuestra economía y que en los años 90 demostró suficiente capacidad para competir con éxito en la región, a pesar de la desventaja de no acceder al mercado norteamericano, ni poseer arrastre suficiente para generar encadenamientos productivos con las otras esferas de la economía nacional? ¿Debe ser desechado el mercado interno como un factor de crecimiento? ¿Por qué es tan importante el incremento de la productividad del trabajo, así como la efectividad de los mecanismos distributivos y redistributivos? ¿Cuáles vínculos tiene la fortaleza o debilidad de una moneda nacional con la llamada «economía real»? Transcurridos cinco años del anterior análisis vale la pena tener presentes las soluciones ofrecidas por Sánchez-Egozcue y Triana Cordoví: • Solucionar distorsiones e incentivar el sector productivo tradicional, cuidando los equilibrios actuales. • Relanzar la pequeña y mediana empresa cooperativa y privada. • Reactivar la inversión extranjera sumando nuevas prioridades. Propongo a los interesados en estos temas leer el acápite titulado «Algunas ideas finales» (pp. 14752), pues en él se pormenorizan las mencionadas soluciones. ¿Qué importancia tiene el análisis de los procesos inflacionarios en una pequeña economía muy abierta como la cubana? ¿Qué papel puede desempeñar una adecuada política monetaria para elevar la competitividad del aparato productivo nacional en el sector externo? Tales asuntos son objeto de análisis en el siguiente artículo, donde Pavel Vidal Alejandro muestra que la inflación asume una complejidad especial en Cuba. La lucha por la soberanía monetaria en la Isla tiene una larga trayectoria, desde la etapa colonial hasta el presente. La ausencia de un Banco Nacional antes de 1948 incidió en que el país importara inflación desde los Estados Unidos, al adquirir los productos norteamericanos ya «inflacionados» y pagarlos con el dólar, de libre circulación en Cuba a la par que el peso cubano. En el período que Felipe Pazos fue presidente del Banco Nacional (1950 -1952),2 en el país aumentaron las reservas internacionales en oro y dólares. Ello propició un alto respaldo al peso cubano, superior a 90% de la circulación monetaria. Dicho peso alcanzó estabilidad y confiabilidad en las transacciones comerciales. El Banco desarrolló una política tendente a la diversificación del comercio exterior y logró que las exportaciones a Europa superaran los doscientos millones de dólares; esto suponía también el aumento de las compras en esa región. El Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba (BANFAIC) fue creado por la Ley No. 5, de 20 de diciembre de 1950, con el objetivo de extender hacia nuevos sectores el régimen crediticio, hasta entonces concentrado en las esferas agrícola e industrial. Este buen propósito, defendido por Pazos, que aspiraba a aminorar las relaciones de dependencia con los Estados Unidos, se vio tronchado por el golpe de Estado de Fulgencio Batista. A partir de ese momento, el Banco Nacional de Cuba —bajo la presidencia de Joaquín Martínez Saenz— se sometió a los mecanismos de regulación de la Reserva Federal estadounidense; y el BANFAIC dejó de financiar el desarrollo industrial y agropecuario. Pavel Vidal afirma, con toda razón, en «Política monetaria: 1989-2009»: La inflación dejó de ser un fenómeno conocido en la economía cubana desde que en la década de los 60 prácticamente se eliminaron las relaciones de mercado y el Estado comenzó a tener la casi absoluta participación en la economía. Hasta principios de los años 90 la canasta familiar se obtenía casi por entero en los mercados minoristas estatales. En ese entorno, los desequilibrios monetarios no se reflejaban en los precios, sino en la acumulación de excesos de liquidez. Esta situación también se reconoce como inflación reprimida o ahorro forzoso. (p. 153) No solo en este artículo hay referencia a las implicaciones que la doble circulación monetaria ha traído para la Cuba del Período especial. Pero dentro de la compilación, es aquí que el análisis resulta más acabado, pues incluso establece cómo ha evolucionado el salario real medio en contraposición al salario nominal medio. La relevancia del tema subsiste en la actualidad. Lo evidencia el haber sido recogido en el artículo 55 de los Lineamientos…: Se avanzará hacia la unificación monetaria, en un proceso que dependerá fundamentalmente de los incrementos de la productividad del trabajo y la efectividad de los mecanismos distributivos y redistributivos. Por su complejidad, este proceso exigirá una rigurosa preparación y ejecución, tanto en el plano objetivo como subjetivo.3 El análisis realizado por Vidal corrobora el camino que debe seguir Cuba: desarrollar una estrategia interna para crear una base científico-técnica que no solo garantice la competitividad del sistema productivo, sino también mejore el salario medio y, en general, el nivel de vida de las masas populares. «La agricultura en los últimos cincuenta años», de Armando Nova González, resulta un estudio integral del sector, con sus altas y bajas, a lo largo de todo el período revolucionario. Se propone abordar de manera crítica el proceso y sacar lecciones a escala nacional y empresarial, con vistas a plantear transformaciones al modelo de gestión agropecuario. Concuerdo con los argumentos que defiende acerca de cómo alcanzar el redimensionamiento adecuado de la industria azucarera: [Tal industria] encierra una enorme riqueza y amplias potencialidades en la producción de alimentos, fondos exportables, combustible (alcohol), generación de energía eléctrica, biogás, a partir de fuentes no contaminantes y renovables, mucho más económicas que las generadas por combustibles fósiles. (p. 234) El espacio perdido […] es posible recuperarlo a partir de que se produzca más caña de azúcar, y ahí radica el punto más débil en estos momentos de la cadena; son Cincuenta años de la economía cubana 133 conocidas las causas de por qué no se produce más caña, y las propuestas de los trabajadores de la agroindustria para revertir esta situación. (p. 236) La agricultura cañera dispone de desarrollo y conocimiento tecnológico humano acumulado, con calidad perfectamente comparable con los niveles internacionales, aún más, experiencias y tecnologías cubanas han mostrado significativo éxito en su aplicación o introducción en diversos países productores que han contratado los servicios de los especialistas y técnicos cubanos, como México, Brasil, Venezuela, por citar algunos. (p. 237) Se calcula que en un año una hectárea de caña de azúcar puede absorber más de sesenta toneladas de dióxido de carbono y producir unas cuarenta toneladas de oxígeno puro, dando lugar al llamado efecto bosque, que es capaz de crear el equilibrio necesario entre las emisiones de CO2 durante el proceso de producción agroindustrial cañero. (p. 243) Hago énfasis en el análisis sobre esa industria debido a lo que significó en la economía cubana y todavía puede significar, pero el ensayo abarca todo el sector agropecuario. Nova es un investigador acucioso del cooperativismo. Conoce que a veces esta forma de propiedad ha tenido resultados fallidos. Y que si aspiramos a avanzar por ese camino como un antídoto al resurgimiento del capitalismo, necesitamos una escuela formadora capaz de aprovechar conocimientos y experiencias prácticas exitosas en el país y en el exterior. En la agricultura cubana las cooperativas más exitosas son las de créditos y servicios (CCS), donde los integrantes conservan su propiedad sobre la tierra, medios de trabajo, equipos, tecnología, etc. Además, la CCS posee mayores facultades gerenciales que la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA), en la cual la propiedad es colectiva, aun en mayor medida que la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC). Sin embargo, como señala el estudioso, ha aumentado excesivamente el control sobre las CCS, al crear en cada una de ellas un grupo con recursos, maquinaria, transporte y tierras que administra la comercialización, el abastecimiento, y en general todo el desempeño de la cooperativa, lo que dificulta su desenvolvimiento y genera gastos adicionales. Esos trabajadores indirectos bien podrían formar una cooperativa comercializadora que sea contratada por los productores. A los precios de los alimentos producidos en el país y a la especulación también se refiere Nova. En Cuba la especulación se ejercita sobre la base de acaparamientos —para entregar menos del producto contratado con el Estado y producir más del que se vende en el mercado libre. Como consecuencia: El incremento de los precios en los mercados de libre oferta y demanda se manifiesta de forma reiterada 134 Ernesto Molina Molina desde 2004 hasta 2008, por supuesto asociado a una disminución de la producción nacional de alimentos, lo cual derivó a la vez en un descenso reiterado en la oferta y en detrimento de la capacidad de compra del consumidor. (p. 264) Este investigador defiende un nuevo modelo de gestión en el sector agropecuario, que le otorgue la autonomía necesaria a cada una de las formas de propiedad; asimismo, utilizar más ampliamente la base científico-técnica creada en el sector. Ello conducirá a elevar la oferta y disminuir los precios. En el artículo «Relación entre desarrollo social y económico», Anicia García Álvarez y Betsy Anaya Cruz argumentan de manera muy creativa la dialéctica del enfoque cubano. Como acertadamente ellas expresan, tal relación puede ser virtuosa cuando está bien concebida. La política económica en la Isla se ha caracterizado hasta hoy por un marcado acento social, dado que ha tenido entre sus objetivos mantener la gratuidad y la calidad en la educación y la salud, garantizar el sistema de seguridad social, proteger a los ancianos, impedidos, y a las personas afectadas en mayor grado por las actuales desigualdades. Es necesario recordar que el modelo cubano ha buscado siempre la equidad y le ha dado menor papel a los ingresos monetarios en el acceso al bienestar. Coincido con las autoras cuando destacan el hecho de que esta fortaleza creada por la Revolución —la relación entre el desarrollo social y el económico— es imprescindible mantenerla y continuarla desarrollando, pues permite hacer frente a nuestros enemigos y ganar amigos fieles en el resto del mundo. Pero sobre todo porque puede convertir el socialismo cubano en una verdadera «sociedad del conocimiento». Reafirmo lo que Carlos Marx supo destacar: el capital utiliza el conocimiento y la tecnología como mecanismo económico de dominación. La división social del trabajo capitalista convierte toda nueva fuerza social productiva en potencia del capital. Entre 1870 y 1930 los monopolios se concentraron en las aplicaciones productivas del conocimiento científico y entre 1950 y 1970 pasaron a ser la principal fuente de patentes. A partir de entonces, crean dependencia tecnológica global y obstaculizan el surgimiento de eventuales competidores. Anicia García y Betsy Anaya recalcan la necesidad de priorizar los fondos destinados a garantizar una base científico-tecnológica altamente competitiva a escala nacional e internacional. Varias etapas (1962-1975, 1976-1989 y 19902008) señala Julio C. Díaz Acosta en «Consumo y distribución normada de alimentos y otros bienes». El artículo refleja en detalle las fortalezas y debilidades de ese proceder en Cuba a lo largo de cincuenta años —experiencia única a escala mundial—, entre cuyos objetivos se halla contrarrestar los vaivenes de la oferta que el país ha enfrentado en sus ciclos productivos y debido a su capacidad variable para importar lo que no produce. El analista puntualiza que en la última década el subsidio estatal de los precios de los artículos normados ha sido cuantioso, en especial de aquellos productos destinados a cubrir la canasta mínima: leche, carne, frijoles y arroz. Reflexiona acerca de que, ante la diferenciación de ingresos de la población cubana, podría ser más adecuado subsidiar el consumo de las personas vulnerables, en las proporciones requeridas y sobre la base de determinados criterios racionales, en lugar de todos los ciudadanos. Los criterios de Díaz Acosta entroncan con el Lineamiento 310: «Reestructurar las ofertas de bienes y servicios, revisando los precios minoristas de los productos que formen parte de la canasta familiar normada y que se defina puedan ir transfiriéndose a la venta liberada sin subsidios en pesos cubanos».4 El examen realizado por Julio C. Díaz Acosta evidencia la necesidad de emprender nuevos estudios que esclarezcan el camino que debe seguir Cuba para transitar hacia un nuevo modelo de gestión conducente a elevar la oferta y mejorar los precios al consumidor. El último artículo del libro, «Espacio y poblamiento», demuestra que Cuba no está exenta de atender ciertos problemas comunes a las poblaciones de todo el planeta, aunque estén asociados a circunstancias históricas y entornos geográficos específicos. Y ello exige una actividad planificada a niveles nacional, regional y local, especialmente en una sociedad que se propone construir el socialismo. Concuerdo con la relevancia del tema y de incluirlo en este libro, porque no siempre se comprende el problema poblacional como un asunto económico. En la sociedad contemporánea el progreso es inalcanzable de manera espontánea. Para asegurarse su permanencia sobre el planeta el ser humano tiene que ser consciente de cuáles transformaciones emprende, con qué finalidades y medios, qué alcance y consecuencias tienen. Las soluciones instrumentadas por el Estado revolucionario cubano como políticas generales para todo el país —sin tener en cuenta que la pequeña economía nacional es en extremo diversa— han condicionado movimientos migratorios y niveles desiguales de progreso. Felizmente el desarrollo local va adquiriendo importancia en la Isla, pero resulta necesario estudiarlo y asumirlo como actividad socioeconómica fundamental. Luisa Íñiguez Rojas y Norma Montes Rodríguez analizan el camino que debe seguir Cuba hacia un nuevo modelo que contemple la diversidad de enfoques ante dicho desarrollo, promueva la creatividad y proyectos bien fundamentados que potencien las fortalezas de cada territorio, impulse la gestión protagónica de la ciudadanía en todos los sectores y garantice la protección de la naturaleza. La presente reseña quiere promover la lectura crítica de Cincuenta años de la economía cubana, un diagnóstico diverso y útil para identificar viejos y nuevos problemas, incluso a la luz de los actuales y turbulentos acontecimientos de la economía mundial. Notas 1. Marx hizo una sólida crítica a la teoría de los costos comparativos de David Ricardo como justificativa del intercambio desigual y del ejercicio del monopolio industrial por Inglaterra a escala global. Ricardo exponía la estrategia del capital inglés: ir siempre detrás de la máxima ganancia reduciendo costos. Esa tesis será retomada en la teoría del comercio internacional con la denominación de ventajas comparativas. 2. Véase Lázaro Díaz Fariñas, «El pensamiento económico de Felipe Pazos y Roque (1935-1958)», tesis de Maestría en Estudios Interdisciplinarios de Historia de América Latina y Cuba, Universidad de La Habana, La Habana, 2008, pp. 65-6. [Inédito] 3. Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución, Resolución aprobada en el VI Congreso del PCC, junio de 2011, disponible en www.congresopcc.cip.cu. 4. Ibídem, p. 38. , 2013 Cincuenta años de la economía cubana 135 ¿Cómo suscribirse a Temas? En Cuba Personalmente en las oficinas de Temas o a través de giro postal dirigido a: Aníbal G. Cersa García Revista Temas Calle 23 #1155 entre 10 y 12, El Vedado La Habana. CP 10400 También mediante cheque o depósito bancario a favor de: UPR Inst. Cub. Arte Industria Cinematográfica. Cuenta número: 0525040006510118. 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Stormy-Annika Mildner / Florian Wassenberg. ¿Más transparencia en los mercados de materias primas? Proyectos y discusiones en la Unión Europea. Herman Daly. Una economía de estado estacionario. Luisa Paré. La megaminería tóxica y el derecho a consulta. Caballo Blanco y la experiencia latinoamericana. Nicolás Gadano. YPF y el petróleo latinoamericano. Giorgio Romano Schutte. Brasil: nuevo desarrollismo y petróleo de aguas profundas. ENSAYO: José Fernández Vega. El monstruo amable. Nuevas visiones sobre la derecha y la izquierda. PAGOS: Solicite precios de suscripción y datos para el pago a <[email protected]> o <[email protected]> 245 136 Zaida Capote Cruz Intelectuales, política y poder: ¿qué hay de nuevo?