UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO/EUSKAL HERRIKO UNIBERTSITATEA FACULTAD DE DERECHO MÁSTER UNIVERSITARIO DE INVESTIGACIÓN EN DERECHO “SOCIEDAD DEMOCRÁTICA, ESTADO Y DERECHO” PRIMERA FASE FORMATIVA DEL DOCTORADO EN DERECHO LA AUTOEJECUTIVIDAD DE LAS SENTENCIAS PROFERIDAS POR LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS EN CONTRA DEL ESTADO DE GUATEMALA: CASO BÁMACA VELÁSQUEZ TESIS DE POSGRADO / TRABAJO FIN DE MÁSTER RICARDO PRADO AYAU CARNET 13525-79 GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN, JULIO DE 2014 CAMPUS CENTRAL UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO/EUSKAL HERRIKO UNIBERTSITATEA FACULTAD DE DERECHO MÁSTER UNIVERSITARIO DE INVESTIGACIÓN EN DERECHO “SOCIEDAD DEMOCRÁTICA, ESTADO Y DERECHO” PRIMERA FASE FORMATIVA DEL DOCTORADO EN DERECHO LA AUTOEJECUTIVIDAD DE LAS SENTENCIAS PROFERIDAS POR LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS EN CONTRA DEL ESTADO DE GUATEMALA: CASO BÁMACA VELÁSQUEZ TESIS DE POSGRADO / TRABAJO DE FIN DE MÁSTER TRABAJO PRESENTADO POR RICARDO PRADO AYAU PREVIO A CONFERÍRSELE EL GRADO ACADÉMICO DE MAGÍSTER UNIVERSITARIO DE INVESTIGACIÓN EN DERECHO “SOCIEDAD DEMOCRÁTICA, ESTADO Y DERECHO” GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN, JULIO DE 2014 CAMPUS CENTRAL UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR AUTORIDADES DE LA UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR RECTOR: P. EDUARDO VALDÉS BARRÍA, S. J. VICERRECTORA ACADÉMICA: DRA. LUCRECIA MÉNDEZ GONZÁLEZ DE PENEDO VICERRECTOR DE INVESTIGACIÓN Y PROYECCIÓN: VICERRECTOR DE INTEGRACIÓN UNIVERSITARIA: DR. CARLOS RAFAEL CABARRÚS PELLECER, S. J. P. JULIO ENRIQUE MOREIRA CHAVARRÍA, S. J. VICERRECTOR ADMINISTRATIVO: LIC. ARIEL RIVERA IRÍAS SECRETARIA GENERAL: LICDA. FABIOLA DE LA LUZ PADILLA BELTRANENA DE LORENZANA AUTORIDADES DE LA FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR DECANO: DR. ROLANDO ESCOBAR MENALDO VICEDECANO: MGTR. PABLO GERARDO HURTADO GARCÍA SECRETARIO: MGTR. ALAN ALFREDO GONZÁLEZ DE LEÓN AUTORIDADES DE LA UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO / EUSKAL HERRIKO UNIBERTSITATEA RECTOR: SR. IÑAKI GOIRIZELAIA SECRETARIO GENERAL: SR. JOSÉ LUIS MARTÍN GONZÁLEZ VICERRECTOR DEL CAMPUS DE ÁLAVA: SR. JAVIER GARAIZAR CANDINA VICERRECTOR DEL CAMPUS DE BIZKAIA: SR. CARMELO GARITAONANDIA GARNACHO VICERRECTORA DEL CAMPUS DE GIPUZKOA: SRA. ANA ARRIETA AYESTARAN VICERRECTOR DE EUSKERA: SR. 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IGOR MINTEGIA ARREGI SECRETARIA ACADÉMICA Y RESPONSABLE DE PRÁCTICAS: SRA. VIRGINIA MAYORDOMO RODRIGO DOCTORADO EN DERECHO DE LA FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES DE LA UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR Y DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO/EUSKAL HERRIKO UNIBERTSITATEA DECANO DE LA FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES DE LA UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR: DR. ROLANDO ESCOBAR MENALDO DECANA DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO/ EUSKAL HERRIKO UNIBERTSITATEA: DRA. JUANA GOIZUETA VÉRTIZ RESPONSABLE: DR. FRANCISCO JAVIER CABALLERO HARRIET RESPONSABLE: DR. LARRY ANDRADE-ABULARACH COMISIÓN ACADÉMICA PRESIDENTE: DR. FRANCISCO JAVIER CABALLERO HARRIET VOCAL: DR. FRANCISCO JAVIER EZQUIAGA GANUZAS VOCAL: DR. IGNACIO MUÑAGORRI LAGUIA NOMBRE DEL ASESOR/DIRECTOR DEL TRABAJO DE GRADUACIÓN DR. GUILLERMO PORTILLA CONTRERAS TRIBUNAL QUE PRACTICÓ LA EVALUACIÓN DE DEFENSA PÚBLICA DR. FRANCISCO JAVIER CABALLERO HARRIET DR. FRANCISCO JAVIER EZQUIAGA GANUZAS DR. LARRY AMILCAR ANDRADE-ABULARACH DEDICATORIA: A la memoria de mi Madre: María Cristina Ayau Cordón (Q.E.P.D.), quien en vida me apoyó incansable e incondicionalmente para que yo lograse alcanzar mis metas e inquietudes, que Dios la tenga en su gloria. A la memoria de mi Padre: Fernando Prado Rossbach (Q.E.P.D.), quien fue un padre excepcionalmente bueno y me inculcó el valor del mundo académico, que Dios le tenga en su gloria. A mi esposa: Azucena Rubio Alvarado de Prado, con quien, a la presente fecha he compartido 37 años de mi vida, con todo mi amor. A mis hijos: Ricardo, Andrea y Gabriela, a quienes quiero con todo mi corazón y por quienes lucho día a día para que logren lo mejor en su superación personal, con todo mi amor. A mi amigo: Coronel de Infantería D. E. M. (R) Julio Roberto Alpírez, quien me inspiró a investigar este tema y a realizar este trabajo de tesis fundamentándome en el amparo interpuesto por mi persona en mi calidad de abogado, para dejar en suspenso la resolución que reaperturaba el caso Bámaca Velásquez, en notoria violación a principios y prohibiciones constitucionales. Dicho amparo en única instancia fue declarado con lugar por la honorable Corte de Constitucionalidad. Resumen Este trabajo expone la situación en que se encuentra el “Caso Bámaca Velásquez” de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que habiendo condenado al Estado de Guatemala por violación de derechos humanos en contra de dicha persona, cuya sentencia de fondo pretende ejecutarse ante los tribunales competentes del fuero penal, sin que exista en Guatemala un procedimiento legalmente establecido para hacerlo. Además que su ejecución pone en riesgo la cosa juzgada que actualmente goza este proceso, en tanto que la Corte Suprema de Justicia ha asegurado que los fallos de tal naturaleza son autoejecutables, punto que ha sido rebatido por la Corte de Constitucionalidad, la que cuestiona la competencia, procedimiento y alcances procesales de tal autoejecutivdad, por lo que no se ha aceptado la ejecución del fallo. El estudio busca exponer los elementos considerados para determinar la ejecución de este tipo de sentencias, como los que respaldan la conducta procesal contraria y establecer si hay un mecanismo legal en el tema que lo apoye. Abstract This dissertation exposes the actual situation found in the “Bámaca Velásquez dossier” trialed at the Interamerican Court of Human Rights, which having convicted the State of Guatemala for violation of human rights against the said person, the judgement on the merits is pretended to be executed before the penal courts without having in Guatemala a legally established procedure to do so. Also, its execution places at risk the res judicata that actually has this process. Whilst the Supreme Court of Guatemala has ruled that the judgements of this nature are autoexecutable, this point has been challenged by the Constitutional Court, which questions the legal competence, procedure and procesal scope of that autoexecutability, not having accepted the execution of the said judgement. The study of the present case seeks to expose the right elements to determine the execution of this kind of judgements, and also the ones that back up the contradiction of this procesal conduct trying to establish if there is a legal mechanism supporting this subject. LA AUTOEJECUTIVIDAD DE LAS SENTENCIAS PROFERIDAS POR LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS EN CONTRA DEL ESTADO DE GUATEMALA: CASO BÁMACA VELÁSQUEZ Índice Introducción ...................................................................................................................... 1 CAPITULO I. LA SENTENCIA .......................................................................................... 4 1. DEFINICIÓN.........................................................................................................4 2. ELEMENTOS .......................................................................................................5 3. CONTENIDO Y ESTRUCTURA...........................................................................6 3.1 . Requisitos de fondo .......................................................................................6 3.2 . Requisitos de forma .......................................................................................6 3.2.1 Parte expositiva: .......................................................................................7 3.3.2 Parte declarativa:..........................................................................................8 4. EFECTOS DE LA SENTENCIA ...........................................................................9 4.1. Fuerza probatoria...............................................................................................9 4.2. Fuerza de cosa juzgada...................................................................................10 4.3. Fuerza ejecutoria..........................................................................................12 5. CLASES DE SENTENCIAS ................................................................................13 5.1. Por su contenido .....................................................................................13 5.2. Por la materia ...............................................................................................13 5.3. Según el tipo de tribunal que lo dicta ...........................................................14 6. LA SENTENCIA EXTRANJERA .........................................................................14 6.1. Justificación de su reconocimiento...............................................................14 6.2. Carácter extraterritorial.................................................................................15 6.3. Efectos..........................................................................................................16 6.4. Sentencias que requieren de ejecución y reconocimiento en el extranjero .17 6.5. Diferencia con la sentencia internacional .....................................................18 7. SISTEMAS DE EJECUCIÓN DE SENTENCIAS EXTRANJERAS .....................20 7.1. Sistema de inejecución absoluta ..................................................................20 7.2. Sistema de la cláusula de reciprocidad ........................................................21 7.3. Sistema de ejecución previo examen del fondo de la sentencia..................21 7.4. Sistema del exequátur..................................................................................21 7.5. Sistema de ejecución previo examen del fondo y forma de la sentencia.....22 7.6. Sistemas doctrinales de ejecución de sentencias extranjeras .....................22 7.7. Sistema de la Unión Europea.......................................................................23 1. PRINCIPIOS EN INTERNACIONAL QUE EN SE FUNDAMENTA MATERIA DE EL DERECHO EJECUCIÓN DE PROCESAL SENTENCIAS EXTRANJERAS .................................................................................................24 1.1. Cooperación Internacional ......................................................................25 1.2. ‘Pacta Sunt Servanda’ ............................................................................27 1.3. Buena Fe ................................................................................................30 1.4. Reciprocidad ...........................................................................................30 1.5. ‘Lex Fori’ .................................................................................................31 1.6. Oficiosidad ..............................................................................................32 1.7. Debido Proceso ......................................................................................32 CAPITULO II. LA EJECUTIVIDAD DE LAS SENTENCIAS DE...................................... 34 LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS ...................................... 34 1. CONCEPTOS GENERALES..............................................................................34 1.1. Soberanía ...............................................................................................34 1.2. Supranacionalidad ..................................................................................36 1.3. Preeminencia ..........................................................................................37 2. CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS O “PACTO DE SAN JOSÉ” ........................................................................................................38 2.1. Generalidades.........................................................................................38 2.2. Rango jurídico Convención Americana sobre Derechos Humanos en el Derecho Guatemalteco ..................................................................................39 2.2.1. Supremacía Constitucional........................................................................39 2.2.2. Preeminencia de los tratados en materia de Derechos Humanos. ...........40 3. EL CASO “BÁMACA VELÁSQUEZ CONTRA EL ESTADO DE GUATEMALA” DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS Y LA RESOLUCIÓN DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SOBRE LA AUTOEJECUCIÓN DE LA SENTENCIA DEL CASO48 1.1.Antecedentes ....................................................................................................49 1.2. Resumen del procedimiento ante la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos .......................................................................................51 1.2.1. Sentencia de fondo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos 55 1.2.2. Promoción de la ejecución de la sentencia.............................................55 1.2.3. Criterio de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el fallo de la Corte de Constitucionalidad sobre el “Caso Bámaca Velásquez” .............62 4. DETERMINACION SOBRE LA EXISTENCIA DE UN PROCEDIMIENTO DE EJECUCIÓN EN GUATEMALA .........................................................................67 5. DOCTRINA A FAVOR DE LA EJECUCION DE LAS SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS...........................71 6. DOCTRINA EN CONTRA DE LA EJECUCION DE LAS SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS...............................83 7. DOCTRINA DEL "MARGEN DE APRECIACIÓN NACIONAL" ...........................88 CONCLUSIONES .............................................................................................................. 93 REFERENCIAS .............................................................................................................. 95 BIBLIOGRÁFICAS ..................................................................................................95 NORMATIVAS ........................................................................................................97 ELECTRÓNICAS ....................................................................................................98 OTRAS ....................................................................................................................99 Introducción El objeto de este estudio fue el paradigmático “Caso Bámaca Velásquez”, que se refiere a la condena internacional al Estado de Guatemala por la desaparición y ejecución del guerrillero Bámaca Velásquez, en las postrimerías del conflicto armado interno de Guatemala. Este caso, que nunca ha concluido internamente en el país, porque el proceso penal al respecto no avanza en cuanto a su investigación para identificar a los posibles responsables, ya ha llegado a su fase final en lo internacional, al grado que se desea promover su ejecución en Guatemala. Este estudio versó sobre la forma en que se debe ejecutar el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en cuanto al caso “Caso Bámaca Velásquez”, porque en Guatemala no existe una ley expresa que regule la ejecución de esta clase de sentencias, lo que ocasiona controversia sobre la competencia y procedimiento judiciales para el efecto. El problema de la investigación fue determinar si el Estado de Guatemala ha garantizado el Debido Proceso, los principios procesales de Non bis in idem y de “no variación de las formas del proceso penal”, al ejecutar el fallo del caso “Caso Bámaca Velásquez”. La importancia del tema radica en que se trata del primer caso en la historia de Guatemala que una sentencia internacional mandaría a reabrir un caso penal, cuyo estado actual indica que existe un sobreseimiento a favor de los sindicados de presuntamente desaparecer y ejecutar a Bámaca Velásquez, lo cual justifica un estudio profundo sobre la competencia de la Corte citada, la validez de la sentencia, los principios constitucionales implicados en este sentido y la forma de proceder, dado el vacío legal inexistente. Además, se debe estudiar que el tribunal constitucional guatemalteco ha resuelto que por su forma, el fallo no es ejecutable, lo que pone en situación comprometida al Estado para poder honrar sus compromisos internacionales. 1 En este caso, la investigación documental fue el adecuado para tener referencias de obras que pueda explicar el sentido general del tema y, luego, entrar a abordar el tema específico por medio de los fallos y constancias procesales de este caso para establecer su situación, la que puede encontrar luz, por medio de la doctrina consultada y la jurisprudencia internacional, que permite encontrar puntos de comparación al caso actual para intentar buscar una solución al caso, dado sus estatus actual. Los antecedentes de este caso se encuentran en los estudios de Alejos Rivera (Ejecución de Sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el Marco Jurídico Nacional), de Gudiel Samayoa (La posición del Ombudsman frente a las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la pretensión de fiscalizar su cumplimiento por parte del Estado –Procedencia o improcedencia en relación a su competencia–) y de Vásquez Girón (Propuesta de un Sistema para la Ejecución de Sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en Guatemala). Los mismos son estudios que han aportado para poder abordar esta temática, desde una base general, aunque no tocan en específico el “Caso Bámaca Velásquez” ni dan seguimiento hasta su actual estatus. En ellos, se detecta la problemática del vacío legal para ejecutar los fallos del citado tribunal. En esta investigación no se abordó lo referente a la ejecución de otros casos en que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha condenado al Estado de Guatemala ni a los otros casos a que se refiere el auto de la Corte Suprema de Justicia relativo a la autoejecutividad de las sentencias de esta alta corte internacional, porque cada caso tiene aspectos muy distintos y se encuentran en diferentes fases; por lo que no se puede generalizar sobre la situación de la autoejecución que cada expediente pueda tener y compararla con el “Caso Bámaca Velásquez” y viceversa. En el primer capítulo, se trata el tema de la sentencia en forma general, como instituto de Derecho Procesal, y se aborda lo relativo a la ejecución de las sentencias 2 extranjeras y los diferentes sistemas por los cuales se ejecutan y los medios por los que un Estado reconoce su validez. En el segundo capítulo, se trata el tema del “Caso Bámaca Velásquez”, explicando su contenido general y la forma en que se desarrolló el proceso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la sentencia que se produjo. Se explica lo relativo al vacío jurídico para ejecutar un fallo (sentencia de fondo) de este tipo. Seguidamente, se explica lo relativo a las acciones tomadas para que el fallo se ejecute y el estado actual del caso, en cuanto al amparo otorgado para impedir su ejecución. Asimismo, se vierte el criterio de esta Corte en la que sostiene la ejecutividad del fallo, a la vez, que se expone doctrina en contra de ello y otra que resulta una alternativa ante el estado de la situación. 3 CAPITULO I. LA SENTENCIA El propósito de este capítulo es conocer los aspectos generales de la “sentencia” como institución del Derecho Procesal, pues resulta preciso dejar fijados ciertos aspectos de la misma, según la doctrina y recurriendo a ciertos autores cuya obra ha repercutido en la concepción procesal en Guatemala. Es notorio que no siempre las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos compartirán todo lo expuesto, pero en su esencia sí y que hay que matizar que este tipo de sentencias son la expresión de un derecho procesal internacional en materia de Derechos Humanos, por lo que no escapa de la doctrina general del proceso. 1. DEFINICIÓN Etimológicamente, indica Mario Aguirre Godoy,1 la palabra ‘sentencia’ proviene de la palabra latina ‘sentiendo’, que en español significa “sintiendo”, y debe interpretarse como “juzgando” u “opinando”, ya que el juez declara u opina. A su vez, Montero Aroca y Chacón Corado la definen como: “el acto procesal del juez o tribunal en el que decide sobre la estimación o desestimación (total o parcial) de la pretensión ejercitada por el actor, con base en su conformidad o disconformidad con el ordenamiento jurídico”.2 En Guatemala, de acuerdo con los artículos 141 y 143 de la Ley del Organismo Judicial, la sentencia es la resolución judicial definitiva porque decide la materia de fondo y principal de la litis. 1 AGUIRRE GODOY, Mario. Introducción al estudio del Derecho Procesal Civil de Guatemala. Tomo I, Guatemala, Editorial Universitaria, 1994, p. 261. 2 MONTERO AROCA, Juan, y CHACÓN CORADO, Mauro. Manual de Derecho Procesal Civil Guatemalteco. Guatemala, Editorial Magna Terra, 2002, p. 203. 4 Se puede colegir que la sentencia es el fallo emanado de tribunal competente, que finaliza un proceso y pone solución a la controversia entre partes. Es decir, la sentencia siempre se emite para finalizar el proceso en su modo “normal”, no para otras formas anticipadas de terminación del proceso (declaración con lugar de las excepciones previas, allanamiento, caducidad de la instancia o desistimiento), y se emite para asuntos de tipo contencioso, ya que las materias de jurisdicción voluntaria se resuelven por medio de un auto. 2. ELEMENTOS Eduardo Couture (citado por Montero Aroca y Chacón Corado)3 considera que, para la existencia de la sentencia es indispensable la concurrencia de dos elementos, a saber: • Subjetivo: Voluntad plena del juez y • Objetivo: El documento que contiene el fallo. Sobre estos elementos, Montero Aroca y Chacón Corado indican que la sentencia, como acto jurídico, es “(…) aquella declaración que emana de los agentes de la jurisdicción y mediante la cual deciden la causa o punto sometidos a su conocimiento”; mientras que como documento se refiere a “la pieza escrita, emanada del tribunal, que contiene el texto de la decisión emitida”.4 Se puede comentar que, efectivamente, en toda sentencia hay una relación inescindible entre el acto del que emana la resolución y el documento que la contiene. No cabe duda que esto es así porque todo acto procesal conlleva al proceso lógico del tribunal y también necesita de un medio de soporte para transmitirlo a las partes y para preservarlo. Aun en los procesos orales, la tecnología se hace presente para dejar copia audiovisual del fallo, porque es necesario dejar constancia del acto. 3 4 Ibíd., p. 290. Ibíd., p. 277. 5 3. CONTENIDO Y ESTRUCTURA En la redacción de la sentencia, se debe cumplir con determinados requisitos de fondo y de forma, que la propia ley guatemalteca ha fijado y que la doctrina se ha dedicado a analizar. 3.1 . Requisitos de fondo Es el examen lógico, jurídico y crítico de los hechos alegados respecto a los probados y la aplicación del Derecho Sustantivo a los mismos, que da lugar a adoptar una decisión judicial final, la que debe ser congruente con las peticiones de la demanda o la oposición, según se falle a favor del actor o del demandado. Al respecto, Aguirre Godoy, señala que el requisito de fondo fundamental “es el relativo a que la sentencia sea congruente con la demanda”.5 Con base en las peticiones de las partes, el juez debe resolver conforme petita; es decir, otorgar lo que se pidió ni más, ni menos. Esto se denomina “Principio de Congruencia”, consagrado en la resolución de conflictos privados para soportar el Principio Dispositivo y en los de carácter público para velar por la juridicidad. 3.2 . Requisitos de forma Manuel De la Plaza6 indica que son las formalidades que se deben cumplir en la redacción del documento, ya que: “la redacción de las sentencias es un buen elemento de contraste para apreciar la pericia del juez”.7 5 AGUIRRE GODOY, Mario. Op. Cit., p. 265. DE LA PLAZA, Manuel. Derecho Procesal Civil Español. España, Editorial de la Revista de Derecho Privado, 1980, p. 595. 7 Ibíd., p. 596. 6 6 Consideramos que esto se ha afirmado porque una buena redacción, determina que el juez ha seguido un adecuado proceso lógico y sabe expresarlo en el documento. Además, el buen léxico y sintaxis son indicios claros del acervo cultural del juzgador. Además, Couture añade que el principio de Inmutabilidad de la Sentencia exige: “una redacción que asegure con la mayor eficacia posible su claro entendimiento”. Esto nuevamente es un llamado a que la intelección de la sentencia va a depender de la calidad de la redacción del juez y de su proceso racional. Para estructurar una sentencia, según Couture8, lo mejor es partir de la demanda, que es el proyecto de sentencia que el actor desea obtener, en cierto modo. El autor reconoce en la estructura de toda sentencia cuatro puntos fundamentales: 3.2.1 Parte expositiva: a) Preámbulo o encabezado: Generalmente, se coloca el nombre del tribunal, número del proceso, el lugar y la fecha, la identificación de las partes, la clase de juicio y todo dato que permita individualizar el proceso y expediente que lo contiene. b) El resultando o examen prima facie: En esta parte, se exponen los hechos de la demanda, la prueba rendida y los hechos probadas, así como relacionándola con la exposición que el actor dio en su demanda, pero sin darle valor aún. Asimismo, atendiendo a la división de la sentencia también muy divulgada en parte declarativa, el resultando, junto con el encabezado y el considerando se ubican en la parte expositiva. c) El “considerando”: En esta parte, se adecuan los hechos alegados y probados con los fundamentos de Derecho aplicables. Es importante en esta parte, el sistema de valoración de la prueba que el ordenamiento jurídico adopta (prueba tasada, de libre convicción o sana crítica razonada) y la ponderación de la misma. Esto incluye 8 COUTURE, Eduardo. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Argentina, Editorial Depalma, 1992, p. 379 y ss. 7 en la confirmación de las circunstancias constitutivas o extintivas de los hechos alegados por el demandante. 3.3.2 Parte declarativa: Es el cierre de la sentencia, en la que el tribunal declara si ha lugar o no la acción, con lo cual declara un derecho preexistente o constituye un derecho. Seguidamente, el tribunal procede a estimar o desestimar cada una de las pretensiones del actor, lo que tiene su fundamento en el apartado considerativo; asimismo, se pronuncia sobre la condena en costas y otras cuestiones accesorias. Esto es todo en cuanto a la doctrina, la cual es muy atinente al caso nacional. Por su parte, en el ordenamiento guatemalteco se puede encontrar la estructura de la sentencia en los artículos 143 y 147 de la Ley del Organismo Judicial, que señalan estos requisitos: a) Nombre completo, razón o denominación social y domicilio de los litigantes o sus representantes, así como el de sus abogados, b) Clase y tipo de proceso y el objeto del mismo; c) Resúmenes sobre el memorial de demanda, contestación, reconvención, excepciones y hechos sujetos a prueba; d) Consideraciones de derecho, haciendo mérito del valor de las pruebas rendidas, los hechos que se estiman probados, las doctrinas fundamentales de derecho, principios y leyes aplicables; e) La parte resolutiva. Se aprecia que lo que establece la ley guatemalteca guarda congruencia con lo explicado por Couture y se complementan para que se tenga en mérito también lo alegado y probado por la contraparte. 8 4. EFECTOS DE LA SENTENCIA La conjugación lógica y jurídica del fondo y la forma de la sentencia darán un documento auténtico, claro y preciso, que al estar firme, produce los efectos jurídicos contemplados en su contenido. La fuerza de la sentencia proviene, no del documento en sí, sino del poder público del que está revestido quien lo dicta, pues todo tribunal actúa en nombre del Estado. La sentencia dictada por tribunal competente, dentro de un proceso que se ha desenvuelto conforme a derecho, al estar ejecutoriada, es susceptible de producir tres “fuerzas”, como dice la doctrina. 4.1. Fuerza probatoria Se deriva del carácter auténtico de la sentencia como documento público, por ser emitido por funcionario competente, por lo que es capaz de dar fe pública (judicial) sobre los hechos que han sido directamente comprobados ante el tribunal que la dictó. Si bien la eficacia probatoria de la sentencia no acredita los hechos admitidos en ella, sino prueba solo los actos del juicio. Es decir, que el fallo es un proceso intelectual del juez, en el que admite o no un hecho como probado, el cual es reconstruido en un sentido documental dentro del expediente. La sentencia como documento sólo prueba el haber sido dictada por juez competente, su fecha, los hechos ocurridos ante el juzgador en las fases procesales y los hechos probados; pero no necesariamente puede dar fe de la verdad absoluta de los hechos, circunstancias y detalles que antecedieron al juicio, de los cuales el juez no fue testigo. Esto quiere decir que hay una diferencia entre la realidad y la “verdad judicial”, porque la segunda es la que públicamente es valedera, sin importar la primera, pues solo la última es la que se pudo “comprobar legalmente” ante el juez dentro de un proceso y, por ello, es la que el Estado reconoce y ampara. Lo contrario daría lugar a abrir una y 9 otra vez los procesos, cada vez que alguien crea que ha encontrado un elemento de prueba que pueda variar el juicio. Cada parte tuvo la oportunidad de probar dentro del proceso y si no lo hizo no es algo imputable al juez. 4.2. Fuerza de cosa juzgada Para Couture9 es la autoridad y eficacia de una sentencia judicial, cuando no existen contra ella medios de impugnación que permitan modificarla y atendiendo a la teoría del proceso, tampoco remedios procesales. La res iudicata se muestra como una forma de autoridad, porque es una manifestación de la soberanía del Estado, y como una medida de eficacia, que es la fuerza legalmente reconocida al fallo. La cosa juzgada se refiere al fondo del asunto, es decir, lo que quedó establecido y se tiene como verdad legal, contra la que no se admite prueba en contrario. Este es el carácter prominente que tiene una sentencia, el lograr la cosa juzgada para lograr una solución definitiva y permanente a la situación controvertida, que pueda dar un resultado eficaz para cambiar la realidad existente. No obstante, ello no significa que tal cosa juzgada se alcance en la primera instancia, lo importante es que el proceso llega a alcanzarla en alguna de las instancias que reconoce la ley. Aunque, habría que acotar que en el Derecho Guatemalteco existe la revisión para ciertos casos (penal, juicio ejecutivo, titulación supletoria y juicio de cuentas). Estas excepciones a la regla, se deben a la posibilidad de error humano o que en algún momento dado no se pudo tener la prueba y que ahora existe una que puede cambiar el fondo del asunto. Pero como se ha indicado, esto es muy excepcional y solo puede darse en las materias que la ley explícitamente indica. En cuanto a la materia penal, la cosa juzgada tiene un carácter relativo, pues casi todas las legislaciones occidentales tienen contemplado la revisión del fallo final, lo cual se 9 COUTURE, Eduardo. Op. Cit., 1992, p. 401. 10 debe a la extensión del principio Favor Rei y, por su parte, esto va de la mano de los constantes avances científicos que permiten descubrir nuevos medios de prueba, que en determinado momento pueden establecer la inocencia del ya condenado. Aún así, la sentencia adquiere la autoridad de cosa juzgada en virtud de que emana de un órgano jurisdiccional que representa al Estado y este atributo legitima al tribunal al ejercer su jurisdicción. En todo caso, la existencia de la cosa juzgada es uno de los elementos del principio de Seguridad Jurídica porque si no se pudiera obtener un resultado final dentro de un proceso, no tendría sentido el mismo, ya que los fallos podrían ser impugnados indefinidamente y no existiría fijeza en cuanto a los derechos y obligaciones de las partes. Las características de una sentencia con autoridad de cosa juzgada son: a) Inimpugnabilidad: En virtud de que ha transcurrido el término legal para impugnarla o haber sido resueltos los recursos procedentes, la ley impide todo ataque ulterior tendiente a obtener la revisión del fallo. b) Inmutabilidad: Atendiendo a lo ya expuesto sobre los requisitos de fondo y forma, cuando la sentencia ha quedado firme, no puede variarse su texto, ni alterarse el documento que la contiene. c) ‘Non bis in idem’: Es la imposibilidad de entablar un proceso con identidad de objeto, partes y causa. El “objeto” es el bien o derecho que se reclama en juicio, las “partes” son los sujetos que han deducido sus respectivas pretensiones y como “causa” el fundamento inmediato del derecho que se ejerce. Es importante resaltar que es esta imposibilidad de reactivar un juicio fenecido y juzgado lo que convierte a la res iudicata en una institución elemental del Estado de Derecho. Su falta de respeto es precisamente uno de los atentados más graves contra el sistema judicial porque subyuga a este poder público a cuestiones de fuerza o de presión política, social o económica, dando lugar a la inseguridad 11 4.3. Fuerza ejecutoria Es la facultad que corresponde a la parte que ha obtenido sentencia favorable, de hacerla ejecutar judicialmente cuando el vencido no la cumple de modo voluntario.10 Es decir, que se refiere a la facultad de solicitar al juez competente que ejecute la sentencia, incluyendo hacerlo a través de la fuerza pública, debido a la falta de cumplimiento voluntario del obligado; aunque, en las materias de Derecho Público, tal ejecución es oficiosa. Por ello, es que la sentencia es coercible, en cuanto a que tiene la virtud de ser ejecutada compulsivamente. El artículo 203 constitucional declara que el los tribunales guatemaltecos tienen la facultad de juzgar y promover la ejecución de lo juzgado, por lo que el fin implícito de la sentencia es que se convierta en realidad y que confirme o cambie la situación jurídica existente antes del proceso. En la legislación nacional, hay varios procesos ejecutivos para cada tipo de proceso. En materia, penal y laboral sus respectivas leyes tienen procedimientos específicos; en tanto que en lo civil y mercantil se instituyen la vía de apremio y el juicio ejecutivo, mientras que en la materia administrativa se establece el proceso económico-coactivo. Esto demuestra que el Estado ha procurado los medios para que cada tipo de sentencia pueda ser ejecutada judicialmente, ya que sería un sinsentido que se establezcan procedimientos para dilucidar la litis; pero, se dejara a la voluntad de las partes el cumplir o no con lo sentenciado; por lo que la última de las garantías judiciales debe ser el contar con la garantía que el fallo se ejecutará fielmente, de lo contrario la justicia se queda a medias. Recapitulando, la eficacia jurídico-procesal de las sentencias se desenvuelve en dos direcciones: 10 CASTILLO LARRAÑAGA, José, y DE PIÑA, Rafael. Instituciones de Derecho Procesal Civil. México, Editorial Porrúa, 1989, p. 353. 12 a) Ejecutiva: Relativa a la actividad judicial tendiente a la ejecución del fallo, con o sin la voluntad del obligado, adoptándose las medidas que fuesen necesarias; y b) Declarativa: Relativa a la influencia del fallo en ulteriores actividades declarativas de carácter jurisdiccional, es decir, a la imposibilidad de que otro órgano jurisdiccional dicte una sentencia sobre el asunto.11 5. CLASES DE SENTENCIAS Para el efecto, se utiliza la clasificación de Eduardo Couture,12 por su amplia aceptación en los medios forenses hispanoamericanos. 5.1. Por su contenido 5.1.1. Declarativas: Tienen por objeto la declaración de la existencia o inexistencia de un derecho o de un estado jurídico preexistente, sin ir más allá de dicho reconocimiento. 5.1.2. Constitutivas: En ellas, se crea, modifica o extingue un estado jurídico, que no preexistía, sino que es totalmente nuevo a `partir de la sentencia, ya sea que cese el existente, lo modifique o lo substituya por otro. 5.1.3. Condenatorias: Son todas aquellas que imponen el cumplimiento de una prestación, ya sea de dar, hacer, no hacer o no dar. 5.2. Por la materia Es la clasificación más conocida porque se refiere a la rama del Derecho a que se refiere el proceso, por lo que pueden clasificarse en: civiles, penales, laborales, contencioso-administrativas, de familia, tributarias, constitucionales. 11 AYALA CORAO, Carlos. La Ejecución de Sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Chile, Centro de Estudios Constitucionales, 2007, p. 130. 12 COUTURE, Eduardo. Op. Cit., pp. 314 y ss. 13 5.3. Según el tipo de tribunal que lo dicta Sobre esta clasificación, Leonel Pérez-Nieto Castro13 explica: 5.3.1. Nacional: Se refieren a las sentencias dictadas por tribunales reconocidos dentro del mismo Estado. 5.3.2. Extranjeras: Son las dictadas dentro de procesos ante órganos jurisdiccionales de un país que no es aquel en que ha de surtir efectos. 5.3.3. Internacionales: Se trata de una resolución emanada de un tribunal internacional, dentro de un proceso sometido a su conocimiento en virtud de un conflicto de carácter internacional. El tribunal no actúa en nombre de un país específico, sino es un organismo legitimado por un tratado, al que de manera voluntaria se han sometido las partes, que vela por intereses de la comunidad internacional. La sentencia internacional puede tener como partes a dos o más Estados, a un Estado con un particular u otros sujetos del Derecho Internacional, además puede tener como efecto la condena no sólo del nacional de otro Estado sino del Estado mismo, en donde se debe ejecutar el fallo. 6. LA SENTENCIA EXTRANJERA 6.1. Justificación de su reconocimiento Para que se mantenga la paz de la comunidad internacional, es indispensable que las sentencias dictadas en un Estado no tengan límite en su frontera, sino que se extiendan más allá. En este sentido, es imperativa la cooperación internacional, que establece un conjunto de lazos entre los Estados para resolver controversias suscitadas en asuntos que atañen a más de uno o de ciudadanos de dos o más países. 13 PEREZ-NIETO CASTRO, Leonel. Derecho Internacional Privado. México, Editorial Harla, 1989, p. 569. 14 Antonio Boggiano14 señala que el reconocimiento y la ejecución de una sentencia extranjera es un asunto de relaciones internacionales, con carácter de cooperación judicial. Este autor indica que confluyen “poderes implícitos de actuación interjurisdiccional”, argumentando que lo que permite a los poderes judiciales de cada país actuar interjurisdiccionalmente, se basa en los respectivos derechos internos, que les confiere jurisdicción para decidir casos “multinacionales”, pero también para decidir auxiliar a los tribunales extranjeros, en cuanto a reconocer la eficacia y ejecutar una sentencia extranjera. Si bien estos procedimientos pueden convenirse en tratados, es de resaltar que aún careciendo de estos, los tribunales pueden sustentarse en sus derechos internos para materializar esta finalidad, con base en el principio de Cooperación Internacional. Pero en concreto, la cooperación internacional se manifiesta en materia de sentencias extranjeras cuando los tribunales del Estado requirente, extienden al interesado la certificación del fallo dictado, para que le pida al Estado requerido, a través de sus tribunales ordinarios, que reconozca la validez de la sentencia y proceda a su ejecución, siguiendo procedimientos de su ley procesal. Esto es muy importante recalcarlo, son los tribunales ordinarios de la materia correspondiente los que se encargan de ejecutar el fallo extranjero, por lo que no se necesita de un tribunal especial para hacerlo. De hecho, la creación de un tribunal ad hoc para ejecución de fallos extranjeros en Guatemala sería una violación al artículo 12 constitucional, que consagra la garantía de un tribunal preestablecido. 6.2. Carácter extraterritorial La jurisdicción es una expresión del poder estatal y, por lo tanto, tiene un carácter territorial, tal cual el Estado lo es; por lo que, para admitir en un medio nacional a la 14 BOGGIANO, Antonio. Relaciones judiciales internacionales. Argentina, Editorial Abeledo-Perrot, 1993, p. 14. 15 sentencia extranjera, se ha desarrollado el principio de Extraterritorialidad, que en este caso en particular se relaciona con la posibilidad que tiene una sentencia extranjera de producir efectos fuera del territorio del Estado bajo cuya jurisdicción se dictó, lo cual no significa una ejecución automática; ya que ello se da con base en el principio de Cooperación Internacional, lo que puede estar plasmado o no en tratados o queda en la soberanía del Estado comisionado ejecutar o no la sentencia extranjera, a la que le reconoce carácter de ejecutoria como una espontánea manifestación de colaboración. Además, para que el principio de Extraterritorialidad adquiera plena validez, hay que cumplir con los pases de ley para que la sentencia llegue y sea reconocida en el Estado en el que surtirá sus efectos. 6.3. Efectos La sentencia es un acto de justicia y de declaración del derecho controvertido, que en cada Estado adquiere la autoridad de cosa juzgada. Su fuerza legal dentro de un territorio es una manifestación de su soberanía y, por eso mismo, goza de fuerza ejecutoria para que el poder coercitivo del Estado obligue al vencido a su cumplimiento. Pero, la sentencia cuando se pretende que se le ejecute en un Estado diferente, ya no goza de fuerzas de cosa juzgada ni ejecutoria per se. Solo tiene fuerza probatoria porque viene acompañada de los pases de ley, que le otorgan presunción de autenticidad. Así que para que la sentencia extranjera surta plenamente sus efectos debe cumplir con los requisitos que exigen las normas internacionales y las del Estado en que se ejecutará, según el principio Lex loci executionis. Entonces, las fuerzas de cosa juzgada y ejecutoria de la sentencia extranjera, será producto de que entre los Estados exista un deber de solidaridad y mutua asistencia, del que no pueden sustraerse si está acordado en un tratado; o bien, mediante la concesión del reconocimiento (exequátur) de manera espontánea. 16 En ninguno de estos casos, hay detrimento de la soberanía del país que la ejecuta porque ha aceptado ser parte del tratado o ha dado voluntariamente el exequátur, por lo que no puede invocar que le están forzando a la ejecución. 6.4. Sentencias que requieren de ejecución y reconocimiento en el extranjero Las sentencias que requieren de ejecución y reconocimiento en el extranjero son las constitutivas y las declarativas, las de condena pueden en determinado momento necesitar valerse de la ejecución forzosa, con tal de producir algún efecto jurídico en el extranjero. Actualmente, las únicas sentencias susceptibles de ejecutarse conforme a las reglas internacionalmente aceptadas, son las sentencias civiles y mercantiles, aunque se extiende a determinados aspectos de familia, y en algunos tratados se regula la posibilidad de extender el tema a la materia laboral y contenciosa administrativa. Respecto de las sentencias penales, el motivo fundamental de encontrarse excluida la posibilidad de reconocer fuerza ejecutoria a la sentencia extranjera, en lo que no se refiera a responsabilidad civil, se debe al principio de Territorialidad de la Ley Penal, que establece que las normas penales sustantivas y adjetivas son generalmente territoriales; por lo que el tribunal de un Estado tiene obligación de juzgar a quienes cometen delitos en su propio territorio.15 Guatemala ha avanzado en materia de ejecución de penas dictadas en el extranjero (cuestión que es diferente a aplicar el derecho sustantivo y procesal penal de otro Estado en nuestro país), al haber aprobado el Decreto 43-2004 del Congreso de la República, que aprueba la Convención Interamericana para el Cumplimiento de Condenas Penales en el Extranjero, la cual fue adoptada en Managua, Nicaragua, el 9 de junio de 1993, y suscrita por Guatemala el 25 de noviembre de 2003, y cuyo objeto es permitir que un extranjero condenado por un tribunal guatemalteco pueda cumplir la pena que le fue impuesta en su Estado y viceversa. Asimismo, el Decreto 44-2005 del Congreso de la República, que aprueba el Tratado sobre el Traslado de Personas 15 LARIOS OCHAITA, Carlos. Derecho Internacional Privado. Guatemala, Editorial F & G, 2001, p. 227. 17 Condenadas entre la República de Guatemala y el Reino de España, suscrito en Madrid, España, el 27 de marzo 1996. Esto es un avance positivo, aunque cabe señalar se limita su aplicación a los Estados Partes de tales tratados; por lo que no es una materia aplicación general para el Estado de Guatemala. 6.5. Diferencia con la sentencia internacional 6.5.1. Por los principios en que se fundamentan: La sentencia extranjera tiene fuerza ejecutoria en el territorio de un Estado distinto a aquel dentro del cual fue dictada si existe entre el Estado requirente y el Estado requerido un tratado, o bien, con base en el principio de Reciprocidad, por su propia voluntad y mediante el deseo de cooperar reconoce validez a la misma. Mientras que para las sentencias internacionales para que un fallo dictado por un tribunal supranacional surta efectos en el territorio de un Estado, tiene como principio elemental que el mismo sea parte del tratado que establece el tribunal internacional; por lo que no existe problema sobre la legitimidad del fallo emanado del dicho órgano, pues su reconocimiento deviene de la voluntad del Estado parte plasmada en el tratado. Se afirma esto teniendo en cuenta que celebrar un acuerdo o tratado, conlleva todo un proceso de suscripción o adhesión y ratificación, lo cual se fundamenta en una norma internacional básica que es la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados y, a la vez, en las normas constitucionales de cada Estado. En consecuencia, un Estado al firmar un tratado, debe cumplir sus normas internas e internacionales, por lo que está consiente en cuanto lo que celebra. Por lo anterior, si un convenio crea el tribunal internacional, conlleva para el Estado la obligación de aceptar sus sentencias y ejecutarlas, pues si las desconoce o decide cuando las acepta y cuando no, se está ante un incumplimiento del tratado de forma 18 indirecta, pues acata su texto en cierto modo, al grado de someterse al tribunal; pero, finalmente, no pone en práctica el mismo completamente, porque los fallos del tribunal que se sustentan en el tratado, no se cumplen. Por ejemplo, Guatemala queda sujeta por una sentencia emanada de la Corte Interamericana de Derechos Humanos porque es parte del Pacto de San José y sus sentencias son vinculantes, según los Artículos 66 al 69 del mismo. Por lo tanto, resistirse a su cumplimiento es un acto de transgresión al tratado, en su letra. Caso distinto es si el Estado no estuviera vinculado al tratado que crea el tribunal o se tratara de un tribunal ad hoc, como los fueron los tribunales internacionales para el juzgamiento de los crímenes cometidos en Yugoslavia y en Ruanda, los que fueron creados por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con base en el Capítulo VII de su propia Carta. El fundamento de la fuerza ejecutoria de los fallos de tales tribunales se encuentra en que las sentencias internacionales pretenden lograr la cooperación internacional y mantener el orden público de la comunidad internacional y, con miras a resguardarlo, ha surgido el principio de Jurisdicción Universal, que se refiere a la competencia procesal de cualquier tribunal penal para juzgar crímenes que habiliten dicha competencia y que sean violatorios del Derecho Internacional.16 6.5.2. Por las partes que intervienen en el proceso que les da origen y los efectos que para éstas producen: En cuanto a sentencias extranjeras, las resoluciones emanan de un tribunal extranjero producen efectos vinculantes únicamente entre los particulares que fueron las partes procesales, pues no es concebible que un tribunal extranjero emita fallos que acarreen responsabilidad en contra de un Estado. Por su parte, las sentencias internacionales pueden conllevar la condena de un Estado, que ha sido parte dentro del proceso, incluyendo la obligación del pago de una indemnización compensatoria, como resarcimiento económico por el daño o perjuicio causado, o en la medida de lo posible, la pérdida sufrida. 16 ZUPPI, Luis Alberto. La jurisdicción extraterritorial y la Corte Penal Internacional. España Editorial Interactiva, 2004, p. 2. 19 Las sentencias internacionales pueden acarrear sanciones para los Estados u otros sujetos de derecho internacional, que pueden ser reparadoras, represoras y preventivas o de seguridad colectiva, tendientes a resguardar el orden público internacional. 6.5.3. Por los métodos para su ejecución: En materia de sentencias internacionales, no existe un proceso ejecutivo ordinario que permita su efectiva ejecución, pero es común la existencia de mecanismos de presión internacional, tales como las represalias, la legítima defensa, la intervención, la autotutela colectiva lícita, los bloqueos económicos y la guerra. En todo caso, cabe decir que estos son medios diplomáticos o políticos y no son medios jurídicos para la ejecución del fallo, pero no se debe negar que existen en la praxis. En materia de ejecución de sentencia extranjera, por tratarse de asuntos particulares, no son concebibles todos los mecanismos anteriormente concebidos, sino que cada país adopta un sistema, con base a su derecho interno, incluyendo los tratados vigentes para el mismo. A falta de tales, pues se aplica la cortesía internacional, con miras a la reciprocidad del Estado requirente cuando corresponda. 7. SISTEMAS DE EJECUCIÓN DE SENTENCIAS EXTRANJERAS Miguel Arjona Colomo17 explica brevemente los sistemas existentes con mayor difusión en los diferentes Estados: 7.1. Sistema de inejecución absoluta Se niega a las sentencias extranjeras toda eficacia, exigiéndose en algunos países para su ejecución de un nuevo procedimiento. Este sistema se adopta en Dinamarca, 17 ARJONA COLOMO, Miguel. Derecho Internacional Privado. España, Librería Victoriano Suárez, 1954, p. 231. 20 Ecuador, Estados Unidos de América, Haití, Países Bajos, Reino Unido y Suecia. El sistema tiene como problemática que, en vista de tal denegatoria, seguramente se obtendrá como respuesta de otros Estados la reciprocidad, cuando su asistencia sea pedida 7.2. Sistema de la cláusula de reciprocidad El Estado tiene por política ejecutar las sentencias de países que también ejecuten las provenientes del Estado requerido. Es el sistema seguido por Alemania, Austria, Bulgaria, Chile, Cuba, España, México, Mónaco, Rumania, Venezuela y Guatemala. 7.3. Sistema de ejecución previo examen del fondo de la sentencia La sentencia extranjera requiere para ser declarada ejecutoriada, un previo examen de forma y fondo, especialmente cuando ha sido pronunciada contra un ciudadano del Estado requerido. Se practica en Argentina, Bélgica, Francia, Grecia, Luxemburgo y Suiza. Este sistema causa problemas porque da a entender que se desconfía de la rectitud y la pericia de los jueces extranjeros, porque solo sentencias que sean conformes con la ley del país ejecutante son procedentes. 7.4. Sistema del exequátur Se realiza un breve examen de forma, con base en los requisitos establecidos por el orden interno del país, para conceder la ejecución de la sentencia extranjera. Las facultades del tribunal nacional se reducen a admitir o rechazar totalmente la sentencia extranjera, sin modificarla. Tras su admisión, se integran las leyes nacionales que permiten la ejecución de la sentencia extranjera, como si fuese una nacional. 21 7.5. Sistema de ejecución previo examen del fondo y forma de la sentencia Se efectúa un examen completo a la sentencia y, aunque no se efectúa un nuevo juicio, hay revisión de fondo y forma. Este sistema rige en Bélgica, Brasil, Francia e Italia. Hasta acá vale la pena resaltar la variedad de sistemas que hay y que implica una multiplicidad de sistemas jurídicos, lo que da lugar a que no exista un procedimiento único para el efecto. Lo importante es que se tenga conciencia que cada Estado seguirá el propio y hay que someterse a las formalidades de cada lugar para que el fallo se ejecute. 7.6. Sistemas doctrinales de ejecución de sentencias extranjeras Miguel Arjona Colomo18 distingue los siguientes sistemas doctrinales: 7.6.1. Sistema diferencial: Depende de la nacionalidad de la parte condenada por la sentencia. De tal cuenta si se trata de un nacional del país requerido, el condenado puede intentar ante sus tribunales una nueva acción en cuanto al fondo de la cuestión; pero, si es extranjero, se excluye toda discusión en cuanto al fondo del asunto y se cumplen requisitos de trámite. 7.6.2. Sistema de la revisión integral: Este sistema se apoya en el principio de la independencia de los Estados, para efectuar una revisión íntegra al texto de la sentencia. 7.6.3. Sistema de la revisión atenuada: Reconoce el derecho al tribunal del Estado requerido para revisar la sentencia dictada, de derecho y de hecho; pero, a instancia de la parte contra la cual se esgrime la sentencia. 18 Ibid., p. 233. 22 7.6.4. Sistema antirrevisionista: El tribunal extranjero ante el cual se alega una sentencia dictada por el juez de otro Estado debe limitarse a comprobar si el fallo es regular en la forma, si ha sido dictada por jueces competentes, si es cosa juzgada y tiene fuerza ejecutiva y si no contiene disposiciones contrarias al orden público internacional. 7.6.5. Sistema de “capricho”: Sperl (citado por Alberto Arce)19 señala que puede existir un sistema de capricho en el que la legislación confía a la discreción de una autoridad de alto rango el admitir o rechazar la ejecución de la sentencia. 7.7. Sistema de la Unión Europea El Reglamento (CE) número 44/2001, según el autor Espinar Vicente,20 parte de dos principios fundamentales: • Aunque su objetivo fundamental es garantizar la libre circulación de las sentencias en el espacio europeo, todo el sistema gira en torno a la competencia judicial internacional. Cuando el tribunal ejerce su jurisdicción de acuerdo con estas reglas, el reconocimiento y ejecución de sus decisiones en los demás países de la Unión es prácticamente automático. • Todas las garantías y facilidades procesales que prevé el Reglamento se articulan en provecho de las personas domiciliadas en un país miembro más que los propios ciudadanos de los Estados de la Unión. En el Reglamento (CE) número 44/2001, hay normas que reconocen el carácter de ejecutoria a cualquier decisión adoptada por un tribunal de un Estado contratante con independencia de su denominación, incluyendo el acto por el cual se liquidan las costas del proceso. Las resoluciones dictadas en un Estado contratante serán reconocidas en 19 ARCE, Alberto. Manual de Derecho Internacional Privado Mexicano. México, Editorial Porrúa, 2007, p. 270. 20 ESPINAR VICENTE, José María. Derecho Internacional Privado. España, Editorial Lazcán, 1970, p. 212. 23 los demás, sin que fuere necesario recurrir a procedimiento alguno, consagrando un sistema de cooperación recíproca. No se podrá proceder a fiscalizar la competencia del tribunal del Estado donde se origina la resolución y la resolución extranjera en ningún caso podrá ser objeto de revisión de fondo. El único motivo contemplado como susceptible de suspender el procedimiento de ejecución, es que la resolución haya sido objeto de un recurso ordinario pendiente en el Estado de origen (Artículos 27 al 30) Por su parte, el artículo 34 del mismo cuerpo legal estipula que el tribunal ante el que se presente la solicitud, debe pronunciarse en breve sin que la parte contra la cual se solicitare la ejecución pueda formular observaciones. Por último, es de resaltar que, según el artículo 45, a la parte que instare en un Estado contratante la ejecución de una resolución dictada en otro, no podrá exigírsele garantía alguna, por su condición de extranjero o por no estar domiciliado o no ser residente en el Estado requerido. 1. PRINCIPIOS EN QUE SE FUNDAMENTA EL DERECHO PROCESAL INTERNACIONAL EN MATERIA DE EJECUCIÓN DE SENTENCIAS EXTRANJERAS Es importante tener en cuenta la base filosófica que sostiene la ejecución de sentencias extranjeras en otro Estado, porque esto dará a entender las bases que sustentan el comportamiento de los países en este tipo de situaciones, porque ellos no actúan al azar sino que lo hacen con base en normas y principios del Derecho Internacional que tienen aceptación general. 24 1.1.Cooperación Internacional Según Garzón Clariana,21 es la acción conjunta que se realiza entre los países y entre éstos y los organismos internacionales para apoyar el desarrollo económico y social de la población. La cooperación internacional, para poder materializarse, requiere de la concurrencia de tres elementos: a. Pluralidad de sujetos cooperantes, b. Actividades definidas, y c. Fines determinados.22 Lo indicado por este autor es consecuente porque la raíz de la palabra “cooperación”, viene de “co-operar”, o sea que dos o más personas trabajan conjuntamente, en una determinada actividad común y que persiguen una finalidad, porque no se obra sin propósitos. Para tal efecto, los estados y las organizaciones internacionales, en su caso, suscriben convenios de cooperación en los que quedan definidos los términos de ejecución de la misma. La cooperación internacional es uno de los principios fundamentales del Derecho Internacional contemporáneo, lo cual se manifiesta en la Carta de las Naciones Unidas, firmada en 1945, en San Francisco, California, Estados Unidos de América. En su Artículo 1º, numerales 2 y 3, se resalta como propósito de la Organización el fomento de las relaciones de amistad entre las naciones y la cooperación internacional para la solución de problemas internacionales. La Carta de las Naciones Unidas instaura una nueva era del Derecho Internacional, en la que la guerra y la comunidad de intereses deben ser sustituidas por la cooperación 21 GARZON CLARIANA, Gregorio. Sobre la noción de Cooperación en el Derecho Internacional. Madrid, Revista Española de Derecho Internacional, N° 1, 1986, p. 33. 22 Loc. Cit. 25 internacional, como vía de generar armonía, comprensión y desarrollo entre los pueblos del planeta. Como indica Larios Ochaita,23 la cooperación internacional se basa en la interdependencia existente entre los Estados en materia económica, comercial, tecnológica, financiera, etcétera. Los Estados son escasos en número y están establecidos en un territorio y necesitan de los otros, pues no pueden vivir indefinidamente aislados. El Derecho Internacional contiene deberes de los Estados relativos a cooperar mutuamente y uno de los grandes fenómenos del nuevo orden internacional es la interdependencia, que es contraria a la visión clásica de soberanía absoluta. El Derecho Internacional aspira a construir relaciones previsibles y ordenadas entre los Estados, basadas en la pluralidad y la diversidad de los ordenamientos jurídicos, así como en la necesidad de que los Estados las respeten. El principio de Cooperación Internacional orienta a los Estados a prestarse mutuo auxilio en situaciones concretas o que son de orden general para la Comunidad Internacional, los que suelen ser amplios. En muchas situaciones, para que las leyes de un Estado sean efectivas fuera de sus fronteras es necesaria la cooperación, lo cual permite a un Estado solicitar a otro su auxilio para que en su territorio ejecute un acto, que coadyuva a cumplir las resoluciones y mandatos de las autoridades del Estado requirente. La cooperación internacional da paso a la posibilidad de aplicar normas extranjeras o ejecutar fallos jurisdiccionales extranjeros, dentro de una circunscripción geográfica diferente. La comunidad internacional se inclina a prestarse auxilio mutuo para la administración de la justicia, cuyo carácter universal debiera suponer el fácil traspaso de las fronteras.24 23 LARIOS OCHAITA, Carlos. Op. Cit., p. 23. AA.VV. Enciclopedia Jurídica OMEBA. Tomo XXIV. Buenos Aires, Editorial Bibliográfica OMEBA, 1958, p. 326. 24 26 No obstante, Víctor Roberto Prado Saldarriaga25 señala que antes de cumplir con una solicitud de cooperación internacional en materia penal, se debe llenar ciertas formalidades o requisitos y así el Estado requerido dará cumplimiento a lo solicitado y sus tribunales tendrán jurisdicción, de conformidad con sus propias leyes, para expedir citaciones, órdenes u otros procedimientos necesarios. A pesar de ello, existen limitaciones que pueden hacer que se niegue una solicitud, como el hecho de que se lesione la soberanía, la seguridad o el orden público del Estado requerido; o bien, si se refiere a un delito político o si involucra razones de discriminación. Se puede entender de todo lo expresado que este principio es fundamental, pues habiendo comunicación entre dos Estados, es posible que un fallo judicial pueda llegar a ser ejecutado, siguiendo los procedimientos correspondientes. Lo contrario ocurre si entre dos Estados no existe comunicación ni aplicación de principios de Derecho Internacional, mucho menos un tratado. La idea cooperar, ni siquiera con la base de ayuda desinteresada, sino pensando en que en un futuro se va a necesitar de asistencia recíproca, también es un elemento importante porque suple la existencia de un tratado y ha sido motivante para la toma de una decisión. Por su parte, ya la existencia de un tratado, pone de relieve la conciencia de la necesidad de cooperación y sobre todo, de sistematizarla para no improvisar cada vez que se requiera la asistencia, lo cual ya marca una evolución en el estado de relaciones bilaterales o multilaterales, según se trate. 1.2.‘Pacta Sunt Servanda’ En su traducción del latín significa, “los pactos deben mantenerse”. Implica que cualquiera que sea la forma en que se ha estipulado lo pactado, debe ser fielmente cumplido, o sea estarse a lo pactado.26 25 PRADO SALDARRIAGA, Víctor Roberto. La Cooperación judicial internacional en materia penal. Lima, Asociación, Revista Ius et Veritas, Año 5, N° 8, Junio - 1994, p. 81. 26 OSSORIO, Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Argentina, Editorial Heliasta, 1999, p. 694. 27 Debe considerarse que el Artículo 26 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1986 establece que: “Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe.” Asimismo, el Artículo 27 de la misma convención señala, en su parte conducente: “Una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado.” Estas normas establecen la relación jurídica entre los Estados Partes, que impone comportamientos convencionales, de la misma manera que los contratos obligan a los particulares. De ello, se deriva la importancia de respetar y cumplir lo pactado, que además es una de las mejores vías para mantener las relaciones amistosas en la comunidad internacional. De acuerdo con el Artículo 3 de la Carta de la Organización de los Estados Americanos, este alto organismo internacional reconoce entre sus principios: a. El Derecho Internacional como la norma de conducta de los Estados miembros en sus relaciones recíprocas; b. El orden internacional se basa en el fiel cumplimiento de las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del Derecho Internacional, y c. La buena fe debe regir las relaciones de los Estados entre sí y la solidaridad de los Estados Americanos. Esta norma que deviene muy importante para esta investigación enfatiza que los Estados deben guiarse por la reciprocidad, la solidaridad, la buena fe y el cumplimiento de lo pactado, como la base de sus relaciones. Guatemala como miembro de esta Organización debe regirse por lo anterior, lo cual de hecho es así, pues se debe considerar que el Artículo 149 de la Constitución Política de la República señala que “Guatemala norma sus relaciones con otros Estados, de conformidad con los principios, reglas y prácticas internacionales”. 28 Sobre estos puntos, la Corte de Constitucionalidad, ha indicado que: "... un Estado no puede oponer su legislación interna para cumplir sus obligaciones internacionales válidamente contraídas, situación reconocida en el artículo 149 de la Constitución Política..." (Expediente N° 320-90, sentencia del 8 de enero de 1991).27 Es decir, que el artículo 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados contiene una norma que es un principio de Derecho Internacional general (ius cogens); por lo tanto, el derecho nacional no puede ser impedimento para in cumplir un tratado. Respecto a los tratados cuya materia no es la de Derechos Humanos, si bien es cierto que entran al ordenamiento legal por medio de un decreto legislativo y ello los coloca en el mismo rango que las leyes ordinarias y los decretos-leyes, debe tenerse en cuenta que son normas especiales y de aplicación preferente en las situaciones que regula. En igual línea de ideas, la Corte de Constitucionalidad por medio de la Opinión Consultiva, emitida por solicitud del Presidente de la República (Expediente N° 482-98, resolución del 4 de noviembre de 1998) ha indicado que: “...las disposiciones convencionales de Derecho Internacional deben interpretarse conforme a los principios ‘pacta sunt servanda’ y de buena fe, por lo que, salvo una confrontación abierta con el texto constitucional interno, su intelección deberá hacerse del modo que más armonice con la finalidad del instrumento que las contiene...”.28 Esto es terminante y no deja margen de interpretación, con ello se establece que un tratado es inaplicable solamente si es abiertamente inconstitucional; por lo que, en orden a los principios de buena fe y ‘pacta sunt servanda’, primeramente un tratado debe ser observado y no cabe alegar las normas del derecho interno para inumplirlo, pues esto sería apartarse de dichos principios fundamentales de Derecho Internacional, que regulan las relaciones entre Estados. 27 28 Corte de Constitucionalidad. Gaceta Jurisprudencial 1986-2004. Guatemala, CD-ROM, 2005. Loc. Cit. 29 Este principio es elemental para Guatemala y debe hacerlo exigible a otros Estados Partes de los tratados correspondientes, pues toda la base del Derecho Internacional se funda precisamente en la idea básica que se firman los tratados para ser cumplidos y no para lo contrario, pues es un sinsentido. De nada sirve a la comunidad internacional celebrar convenciones que anticipadamente se saben que no se van a cumplir o que lo serán si y solo si lo quiere el Gobierno de turno de cada Estado. Por ello, es que se eleva a categoría constitucional el reconocimiento de estos principios. 1.3.Buena Fe Este es un principio general del Derecho que impone lealtad y la intención de cumplir con los deberes jurídicos que resultan de lo pactado. Asimismo, supone la actuación a sabiendas que no se procede de forma ilegítima.29 Este principio queda postulado en los artículos 26 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados y 2 inciso 2 de la Carta de las Naciones Unidas. En materia de tratados, no basta sólo cumplir lo pactado sino ejecutarlo con lealtad al espíritu de lo convenido y de forma que no implique abuso de derecho. De hecho, el citado principio se le vincula estrechamente con el anterior, porque el cumplimiento exacto de un tratado u obligación internacional es un signo de buena fe. 1.4.Reciprocidad En el Derecho Internacional, por inexistencia de preceptos coactivos eficaces, sumisión al mismo trato que un Estado o sus nacionales reciben de otros.30 29 30 OSSORIO, Manuel. Op. Cit. p. 139. Ibid. p. 838. 30 La asistencia legal puede ser solicitada o acordada en reciprocidad; es decir, sin base en ningún convenio. En tal caso quedaría sujeto a la completa discrecionalidad del Estado requerido.31 Este principio aplica aún a falta de tratado específico, en la espera que el Estado requerido coopere con el requirente como una expresión de la cortesía internacional (‘comitas gentium’), como parte de las costumbres internacionales, que señalan la importancia de la cooperación en casos determinados para que, en su momento, sea correspondido en la misma situación. La reciprocidad debe ser algo que el Estado de Guatemala debe siempre poner de manifiesto; dado que es un país que, por diferentes factores, va a necesitar cooperación de muy diversa índole, lo que supone que a la hora de ser requerida su asistencia, pueda corresponder, aun y cuando haya ausencia de tratado, sino solo por la voluntad de cooperar con quienes nos ayudan. 1.5.‘Lex Fori’ Principio que informa que se debe dar la aplicación de la ley del tribunal en el asunto sometido a su jurisdicción. Es un principio que tiene la misma significación tanto en el orden nacional como en el internacional.32 Este principio determina que los actos requeridos por medio de las cartas rogatorias se diligencien en el Estado requerido conforme su ley adjetiva porque es la que rige en el lugar de ejecución del acto. Esto también debe analizarse como una expresión de soberanía, porque el Estado requerido aplica su ley para ejecutar y no permite que otro sistema entre a regirlo. 31 32 PRADO SALDARRIAGA, Víctor Roberto. Op. Cit., p. 5. OSSORIO, Manuel. Op. Cit., p. 568. 31 1.6.Oficiosidad No obstante que son las partes procesales las que su interés determinan el avance del proceso, cuando ya se ha accedido la promoción de la ejecución de la sentencia fuera del país en que se produjo, la transmisión de cartas rogatorias y el envío a la Autoridad Central del Estado requerido, su calificación, la determinación del juez competente para ejecutar fallo y la ejecución del mismo, se hace de forma oficiosa por las autoridades centrales involucradas y el tribunal requerido. 1.7.Debido Proceso El artículo 12 de la Constitución Política de la República indica que: “La defensa de la persona y sus derechos son inviolables. Nadie podrá ser condenado, ni privado de sus derechos, sin haber sido citado, oído y vencido... Ninguna persona puede ser juzgada… por procedimientos que no estén preestablecidos legalmente.” Para Couture,33 las aplicaciones más importantes de este principio son: • La demanda debe ser notificada al demandado; • La notificación debe hacerse con las formas de ley, bajo pena de nulidad; todo quebrantamiento en las formas del emplazamiento implica que el demandado no ha sido efectivamente enterado de la demanda. • Un plazo razonable para el demandado para comparecer y defenderse; • Las pruebas propuestas deben ser comunicadas al adversario para que tenga conocimiento de ellas, antes de su diligenciamiento; y • Las pruebas pueden ser fiscalizadas por el adversario durante su diligenciamiento e impugnadas después. 33 COUTURE, Eduardo. Op. Cit., p. 184. 32 En este mismo sentido, la Corte de Constitucionalidad,34 dentro de los expedientes acumulados Nº 491-00 y 525-00, en sentencia de fecha 16 de junio de 2000, estableció: “...dicho principio no se agota con el sólo cumplimiento de las fases que conforman los procesos cualquiera que sea su índole, pues es necesario que en cada una de ellas se respeten los derechos que la ley confiere a las partes de acuerdo al derecho que ejercitan. De ahí que en la sustanciación de un proceso bien podrían consumarse todas las etapas necesarias para su tramitación; pero, si en una o varias de ellas se impide o veda a las partes el uso de un derecho, ello se traduce en violación del derecho al debido proceso...” Todo ello deviene aplicable por cuanto si un Estado va a ejecutar la sentencia de tribunal extranjero, al menos, debe garantizarse que la misma se produjo en un proceso que garantizó el debido proceso para la parte que va a ser ejecutada. Lo contrario sería afirmar que un Estado acepta que las sentencias extranjeras son ejecutables, aunque se irrespete este principio universal al ejecutado en el extranjero. Un aspecto relevante de los convenios de cooperación internacional es el diligenciamiento de la asistencia legal propiamente dicha, pues deben observarse disposiciones específicas del convenio para cada asunto. En el diligenciamiento debe observarse estrictamente el principio constitucional del Debido Proceso. Es imprescindible que cada solicitud, según su asunto, deba cumplir exactamente con las condiciones que cada tratado dicta.35 34 35 Corte de Constitucionalidad. Op. Cit. PRADO SALDARRIAGA, Víctor Roberto. Op. Cit., p. 5. 33 CAPITULO II. LA EJECUTIVIDAD DE LAS SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS 1. CONCEPTOS GENERALES Para podernos ubicar en el correcto entendimiento de los términos que nos interesan para fines del capítulo, es conveniente definirlos: 1.1. Soberanía Según Hans Kelsen,36 la soberanía: “es simplemente un poder supremo, que es personificado en un orden jurídico también supremo, que comprende a todos los restantes órdenes parciales, determinando el ámbito de validez de todos ellos, sin ser a su vez determinado por ningún orden superior; unitario y único desde el momento que excluye a los restantes órdenes, que posee en definitiva la supremacía la competencia en forma absoluta”. Para Guillermo Cabanellas,37 la soberanía: “es una manifestación que distingue y caracteriza al poder del Estado por la cual se afirma su prioridad jurídica sobre cualquier otro poder sin aceptar limitación ni subordinación que cercene sus facultades ni su independencia dentro de su territorio y posesiones”. Así que la soberanía es el poder supremo del Estado, que radica en el pueblo, no sometido a ningún otro poder o fuerza y que subordina a todos los otros poderes públicos, que puedan existir en su organización política, a los que se les ha delegado autoridad limitada. 36 KELSEN, Hans. Teoría General del Estado. España, Editorial Bosch, 1934, p. 142. CABANELLAS DE TORRES, Guillermo. Diccionario de Derecho Usual. Argentina, Editorial Heliasta, 1999, p. 367. 37 34 La soberanía se refiere a una individualidad, autodeterminación e independencia de un Estado respecto de los otros38 y calificándola de popular, nos referimos a lo mismo sólo que desde el punto de vista de su pueblo. Es un principio teórico en el que se basan todas las concepciones de la democracia y que tiene aceptación prácticamente universal como fuente de todo poder y autoridad. Como doctrina política moderna, proviene de Rousseau. Un pueblo es una unidad histórica de costumbres y hábitos de vida en común, cuyos integrantes acuerdan formar un Estado para gobernarse mejor en forma soberana (sin otro poder por encima de él).39 El pueblo constituye el Estado y debe después controlarlo y cambiarlo si lo cree conveniente. El pueblo no debe nada a sus gobernantes, que son servidores de la voluntad popular. Al mismo tiempo, el pueblo tiene gran poder sobre los individuos, solo compensado por la reciprocidad de la situación de éstos. García Maynez40 afirma que la soberanía se caracteriza por ser: a. Suprema: No hay poder superior a la soberanía, ya que los poderes públicos se derivan de ella y están limitados jurídicamente. b. Absoluta: Es un poder total que permite a un pueblo organizarse como más le convenga. c. Única: Sólo puede existir una soberanía por Estado. d. Indivisible: La soberanía no se divide, porque su escisión sería la independencia de una parte de la población y su territorio para formar un nuevo Estado. e. Popular: La soberanía radica en el pueblo, que es un principio que se consagra en el Artículo 141 de la Constitución Política de la República. f. Delegable: Los órganos de gobierno ejercen la soberanía por delegación, pero no se conviertan en titulares ni la ejercen plenamente, sino que sólo en 38 Consultor Magno, Tomo único. Argentina, Círculo Latino Austral, 2010, p. 525. ARNOLETTO, Eduardo Jorge. Glosario de conceptos políticos usuales. Disponible en www.eumed.net/dices/definicion.php?dic=3&def=502 (Fecha de consulta 25 de julio de 2011). 40 GARCIA MAYNEZ, Eduardo. Introducción al estudio del Derecho. México, Editorial Porrúa, 1978, pp. 106 y ss. 39 35 las actividades propias del órgano, dentro de sus límites legales. Como indica el Artículo 141 de la Constitución Política de la República, la soberanía se delega, para su ejercicio, en los Organismos Legislativo, Ejecutivo y Judicial. g. Inalienable: No puede cederse la soberanía a otro Estado, fuerza o grupo. h. Perpetua: Desde el nacimiento del Estado existe su soberanía, sin que cese. 1.2. Supranacionalidad Es un concepto utilizado en el Derecho de Integración, que incluye todo el conjunto de factores, intereses y objetivos comunes, nuevos principios de representatividad institucional, reordenamiento de las soberanías a través de la asignación de competencias y poderes, el proceso de elaboración normativa autónomo y la facultad jurisdiccional comunitaria. Son manifestaciones y características de un sistema diferente y con categorías distintas de las correspondientes al Derecho Constitucional y al Derecho Internacional. Es un neologismo utilizado por primera vez por Schumann, en oportunidad de creación de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), que se ha constituido en la base teórica y jurídica del Derecho de Integración. Se describe como un fenómeno que excede singularmente los marcos usuales del Derecho Internacional, dado que tiene origen en la discusión de una noción fundamental del orden jurídico internacional, tal es el caso de la noción de soberanía del Estado. Lo esencial del concepto de la supranacionalidad radica en los siguientes tres elementos: a) intereses y objetivos comunes; b) creación de un poder efectivo al servicio de estos intereses; y c) autonomía de ese poder. 41 41 SOLARES GAITE, Alberto. Integración, Teoría y Procesos. Bolivia y la Integración. Disponible en: www.eumed.net/libros/2010e/814/concepto%20de%20supranacionalidad.htm (Fecha de consulta 30 de julio de 2011). 36 En la base de la integración, como su causa directa, se encuentra el reconocimiento de valores e intereses que son comunes a un conjunto de Estados, que se traducen mediante la integración en objetivos comunes, a los cuales se subordinan los intereses nacionales. Se trata de la idea de un valor jerárquicamente superior, que representa un beneficio recíproco y una comunidad de aspiraciones. El objetivo común como base de la supranacionalidad, se lo encuentra también en casi todas las organizaciones internacionales, pero en ellas se da la ausencia de poderes o de una verdadera autoridad común. Es decir un poder real y efectivo que es puesto al servicio del objetivo común y que se impone a la voluntad individual de los Estados; comprometiéndoles al respeto de las reglas jurídicas y decisiones comunitarias. No es suficiente el objetivo común de varios Estados y el poder real a su servicio, es necesario, que ese poder sea autónomo.42 Este concepto es importante establecerlo porque al hablar de la Corte Interamericana sobre Derechos Humanos, se está frente a un órgano supranacional y, por lo tanto, representa una institución propia del Derecho Internacional Público contemporáneo, en el que los países del continente americano han reconocido jurisdicción para juzgar casos de infracciones a los Derechos Humanos por parte del Estado. 1.3. Preeminencia Se puede entender como: “Privilegio, exención, ventaja o preferencia que goza alguien respecto de otra persona por razón o mérito especial”. 43 En el caso que nos ocupa, se refiere a la preferencia o privilegio que tienen los tratados de derechos humanos sobre las leyes ordinarias en Guatemala, que se establece en el artículo 46 de la Constitución Política de la República, que es una norma que data de 1985 y que se considera avanzada para su época y que trata de ser el medio para que 42 Loc. Cit. Real Academia Española de la Lengua. Diccionario de la Lengua Española. Disponible en: http://buscon.rae.es/drael (Fecha de consulta: 2 de diciembre de 2011). 43 37 los tratados de Derechos Humanos tengan una validez superior a las piezas de la legislación nacional, incluyendo la Convención Americana sobre Derechos Humanos o “Pacto de San José”. 2. CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS O “PACTO DE SAN JOSÉ” En esta sección, se abordará brevemente las generalidades del citado tratado y algo muy importante dentro de este estudio, que se refiere al rango jurídico que la Convención tiene en el Derecho Guatemalteco. 2.1. Generalidades La Convención Americana sobre Derechos Humanos, como se le conoce, fue suscrita en la ciudad de San José, Costa Rica, el 22 de noviembre de 1969, en la Conferencia Especializada sobre Derechos Humanos, la cual fue aprobada por el Congreso de la República de Guatemala, mediante el Decreto 6-78, de fecha 30 de marzo de 1978. Guatemala es Estado parte del “Pacto de San José” desde el 25 de mayo de 1978 y reconoció la competencia contenciosa de la Corte el 9 de marzo de 1987. Es importante resaltar el contexto en que la suscripción de este tratado tuvo lugar, como se puede apreciar se refiere al periodo en que América Latina estaba gobernada mayoritariamente por dictaduras de corte militar y Guatemala no era la excepción. Por su parte, se puede apreciar que el Estado guatemalteco reconoce la competencia de la Corte Interamericana sobre Derechos Humanos, ya habiendo iniciado el primer periodo de la nueva democracia en el país, que se instauró en 1986. Por ello, es importante el papel que ha tenido la Convención Americana sobre Derechos Humanos, como una 38 forma en que los Estados pretendían hacer un cambio de política, lo cual no era un cambio repentino, sino paulatino en las siguientes décadas. Esta Convención contempla que, habiéndose agotado los procedimientos ordinarios y extraordinarios del Derecho Interno, los casos relativos a violaciones a los Derechos Humanos cometidos por los Estados Parte, deben ser conocidos inicialmente por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con sede en la ciudad de Washington, D. C., la que los podrá elevar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con sede en San José, Costa Rica, cuando estime que hay un caso de violación a los mismos y no haya solución amistosa previa, para que conozcan y emitan una sentencia sobre el caso, la que puede ser condenatoria contra el Estado de Guatemala. 2.2. Rango jurídico Convención Americana sobre Derechos Humanos en el Derecho Guatemalteco 2.2.1. Supremacía Constitucional: En el Derecho Constitucional guatemalteco son tres los preceptos fundamentales que la propia ley fundamental y que la jurisprudencia constitucional reconocen como los que soportan el principio elemental de la Supremacía Constitucional. En ese sentido, el artículo 175 indica expresamente, en su parte conducente, lo siguiente: “… Ninguna ley podrá contrariar las disposiciones de la Constitución. Las leyes que violen o tergiversen los mandatos constitucionales son nulas ‘ipso jure’...” Por su parte el artículo 204 refuerza este precepto expresando que: “Los tribunales de justicia en toda resolución o sentencia observarán obligadamente el principio de que la Constitución de la República prevalece sobre cualquier ley o tratado”. En consonancia con estas normas, el último párrafo del artículo 44, en el que se indica: “… serán nulas ‘ipso jure’ las leyes y las disposiciones gubernativas o de cualquier otro 39 orden que disminuyan, restrinjan o tergiversen los derechos que la Constitución garantiza...”. Sobre estos tres preceptos se funda la defensa del orden constitucional en Guatemala, pues son las normas que defienden la primacía constitucional como principio elemental del ordenamiento jurídico. Por su parte, la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, norma del segundo mayor rango en Guatemala, en el apartado sobre la “Constitucionalidad de las leyes”, en el artículo 114 relativo a la jerarquía de las leyes, establece que: “Los tribunales de justicia observarán siempre el principio de que la Constitución prevalece sobre cualquier ley y tratado internacional, sin perjuicio de que en materia de derechos humanos prevalecen los tratados y convenciones internacionales aceptados y ratificados por Guatemala”. Asimismo, el artículo 115 de ese mismo cuerpo legal preceptúa lo siguiente: “Serán nulas de pleno derecho las leyes y las disposiciones gubernativas o de cualquier otro orden que regulen el ejercicio de los derechos que la Constitución garantiza, si los violan, disminuyen, restringen o tergiversan. Ninguna ley podrá contrariar las disposiciones de la Constitución. Las leyes que violen o tergiversen las normas constitucionales son nulas de pleno derecho”. 2.2.2. Preeminencia de los tratados en materia de Derechos Humanos: El artículo 46 constitucional preceptúa que: “se establece el principio general de que en materia de derechos humanos, los tratados y convenciones aceptados y ratificados por Guatemala, tienen preeminencia sobre el derecho interno”. Esta norma acuñada en la Constitución vigente fue un reconocimiento a la evolución al Derecho de los Derechos Humanos, de forma tal que estos tratados estuvieran por encima de toda norma ordinaria para que los derechos humanos prevalecieran respecto a cualquier normativa que no emanara del Poder Constituyente. 40 Esta norma constitucional, por emanar de la Asamblea Nacional Constituyente, reafirma los preceptos constitucionales y desarrolla mejor la idea que los tratados de Derechos Humanos son superiores a las leyes y otros tratados, lo que es una evolución notable porque no tienen precedentes en el Derecho Constitucional de Guatemala, lo cual puede colegirse que el Legislador Constituyente de 1985 tuvo un influjo de la nueva dirección de tal materia, que surgió años antes con la suscripción del Pacto de San José. Pero, resulta muy válido cuestionarse cómo interpretar el citado precepto constitucional respecto a las normas generales que el Estado de Guatemala tiene para regir sus relaciones internacionales y la forma en que los tratados en general son integrados al derecho nacional y los principios elementales que los rigen. La Constitución Política de la República de Guatemala reconoce los principios de Derecho Internacional, al establecer en su artículo 149 que: “Guatemala normará sus relaciones con otros Estados, de conformidad con los principios, reglas y prácticas internacionales con el propósito de contribuir al mantenimiento de la paz y la libertad, al respeto y defensa de los derechos humanos, al fortalecimiento de los procesos democráticos e instituciones internacionales que garanticen el beneficio mutuo y equitativo entre los Estados”. Afirmando el principio de que el Estado no puede oponer su legislación interna para cumplir sus obligaciones internacionales válidamente contraídas. En el caso de que exista confrontación entre la Constitución y la norma internacional la Corte de Constitucionalidad señaló que “deberá hacerse del modo que más armonice con la finalidad del instrumento que las contiene”.44 En la Convención de Viena sobre le Derecho de los Tratados se encuentran los principios y disposiciones relacionados con la responsabilidad del Estado en materia de convenciones internacionales, entre los más importantes está el principio Pacta sunt servanda, mediante el cual todo tratado en vigor obliga a los Estados Partes, los cuales 44 Corte de Constitucionalidad. Opinión consultiva 482-98. Resolución de 4 de noviembre de 1998. Disponible en: www.cc.gob.gt (Fecha de consulta: 10 de enero 2012). 41 deben cumplir de buena fe los compromisos pactados. Este es un principio general que llama a la observancia de los tratados internacionales en el derecho interno, al establecer que un Estado no podrá se invocar las disposiciones de su derecho interno como forma de justificación para incumplir lo pactado en un tratado vigente. El citado principio ha quedado regulado como una de las normas imperativas de Derecho Internacional (jus cogens internacional) a las que la citada Convención considera como toda “norma aceptada y reconocida por la comunidad internacional de Estados en su conjunto como norma que no admite acuerdo en contrario y que sólo puede ser modificada por una norma ulterior de derecho internacional general que tenga el mismo carácter”. 45 En nuestro país, a criterio de Rohrmoser Valdavellano,46 se sigue la “Teoría dualista”, por la cual los instrumentos internacionales, al ser aprobados por el Congreso de la República, se convierten en normas ordinarias; por lo que la preeminencia de los instrumentos de Derechos Humanos es por medio del citada artículo 46 constitucional. Asimismo, a criterio de este autor, todos los tratados son superiores a las leyes nacionales porque el artículo 29 de la Convención de Viena del Derecho de los Tratados impide argumentar el Derecho Interno al fiel cumplimiento de los mismos, lo cual se respalda en el artículo 149 constitucional que indica que se respetan los principios del Derecho Internacional, incluyendo el citado. La Corte de Constitucionalidad emitió la sentencia del 19 de octubre de 1990, dentro del expediente 280-90, y la Opinión Consultiva dentro del expediente 199-95, de fecha 18 de mayo de 1995, en las que sostiene: “… Cabe afirmar que se reconoce en el artículo 46 de la Constitución el principio general de que en materia de derechos humanos los tratados y convenciones aceptados y ratificados por Guatemala tienen preeminencia sobre el derecho interno… la Constitución debe interpretarse como un conjunto 45 ROHRMOSER VALDEAVELLANO, Rodolfo. Aplicación del Derecho Internacional de los Derechos Humanos en el derecho interno guatemalteco. México, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Anuario de Derecho Constitucional, 2002. p. 262. 46 Ibid., pp. 263 y 264. 42 armónico, en el que cada parte se interpreta en forma acorde con las restantes, que ninguna disposición debe ser considerada aisladamente y que debe preferirse la conclusión que armonice y no la que coloque en pugna a los distintos preceptos del texto constitucional. En primer término, el hecho de que la Constitución haya establecido esa supremacía sobre el derecho interno, debe entenderse como su reconocimiento a la evolución en materia de derechos humanos, pero su jerarquización es la de ingresar al ordenamiento jurídico interno aquellas normas que superen al reconocimiento explícito de los derechos que ella posee, pero nunca con potestad reformadora y menos derogatoria de sus preceptos por la eventualidad de entrar en contradicción con normas de la propia Constitución, y este ingreso o recepción a la legislación nacional se daría, por lo tanto, no por vía del artículo 46, sino por la del primer párrafo del artículo 44, que dice: ‘Los derechos y garantías que otorga la Constitución no excluyen otros que, aunque no figuren expresamente en ella, son inherentes a la persona humana’. Congruente con lo anterior la Constitución garantiza su jerarquía y rigidez con las disposiciones de los artículos 44 párrafo tercero, 175 párrafo primero, 204 y las relativas a que únicamente el poder constituyente o el procedimiento que establece el artículo 280 de la Constitución tienen facultad reformadora de la misma.” 47 Este criterio deja en firme los siguientes conceptos: a. La armonía constitucional es esencial y se sostiene en su supremacía; b. Los tratados de Derechos Humanos son una continuidad al catálogo constitucional de los mismos, pues el artículo 44 de la ley fundamental reconoce que hay más aparte de los ya citados; por lo que los mismos deben prevalecer sobre el derecho interno; c. Para asegurar su rango legal, el artículo 46 constitucional le da preeminencia a los referidos tratados sobre toda ley ordinaria, porque no contradicen el artículo 44 constitucional, sino más bien le dan sustancia. Esto no significa 47 Corte de Constitucionalidad. Op. Cit. 43 modificar o derogar la Constitución, pues si lo hicieran tales instrumentos internacionales, no debieran ser aprobado. En sentencias del 12 y 26 de marzo del año 1997, dictada en los expedientes 131-95 y 334-95 respectivamente, la Corte de Constitucionalidad afirmó que: “…los tratados y convenios internacionales -en cuya categoría se encuentran la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos- no son parámetro para establecer la constitucionalidad de una ley o una norma, pues si bien es cierto el artículo 46 de la Constitución le otorga preeminencia a esos cuerpos normativos sobre el derecho interno, lo único que hace es establecer que en la eventualidad de que una norma ordinaria de ese orden entre en conflicto con una o varias normas contenidas en un tratado o convención internacional prevalecerían estas últimas; pero ello no significa, como se dijo, que las mismas puedan utilizarse como parámetro de constitucionalidad. Por consiguiente, en lo referente a este punto debe declararse que no se da la violación a ninguna norma de la Constitución Política de la República…”48 Estas sentencias permiten afirmar que: a. Si bien los tratados de Derechos Humanos amplían el conjunto de derechos supremos reconocidos para cada persona, también no forman parte del texto constitucional; por lo que la equiparación de dichos instrumentos al rango constitucional es infundada, porque ni siquiera son parámetros de constitucionalidad. b. Los referidos tratados gozan de preeminencia sobre el derecho interno y son invocables contra cualquier ley ordinaria; pero, no por medio de la acción de inconstitucionalidad ni amparo por violación al artículo 46 constitucional. En todo caso, opino que es defendible por medio de una acción de amparo por infracción directa a determinada norma del tratado por parte de una disposición de la ley ordinaria. 48 Corte de Constitucionalidad. Op. Cit.. 44 Esto último se vio reflejado en las sentencias del expediente 1042-97 del 8 de septiembre de 1998, del expediente 49-99 del 6 de abril de 1999 y del expediente 86698 del 11 de mayo de 1999, en las que se concedió amparo porque se emitieron sentencia con base en el derogado Código de Menores, inobservando lo establecido en la Convención sobre Derechos del Niño, que es un tratado internacional de Derechos Humanos. Esto ya sienta jurisprudencia, en torno a que se debe promover amparo para pedir la aplicación directa de determinada norma internacional en pos de cualquiera de derecho interno. Gómez Pérez49 indica que los niveles de relación entre el derecho interno y el derecho internacional son diversos, habiendo adoptado la doctrina internacional cuatro tipos de jerarquía o interrelación entre los tratados internacionales sobre derechos humanos y el derecho interno, a saber: a. Relación a nivel supraconstitucional: En la cual los Tratados de Derechos Humanos son jerárquicamente superiores a la Constitución, por una disposición establecida en ella. Verbigracia, la Constitución de Holanda. b. Relación a nivel constitucional: En este caso, los Tratados sobre Derechos Humanos tienen una jerarquía idéntica a la Constitución, conforme a una disposición constitucional expresa. Verbigracia, la Constitución argentina. c. Supralegal: Los Tratados sobre Derechos Humanos tienen una jerarquía mayor a las normas legales, pero inferior a la Constitución. d. Legal: Los Tratados internacionales, cualquiera fuere su materia, tienen un rango inferior a la Constitución e igual rango que una norma legal interna. 49 GÓMEZ PÉREZ, Mara. La protección internacional de los Derechos Humanos y la soberanía nacional., Perú, Revista Derecho PUCP, Nº 54, diciembre de 2004, 2004, pp. 236 y 237. 45 El tratadista argentino Osvaldo Alfredo Gozaíni50 indica que el punto de partida para ir definiendo el origen del inconveniente sobre si los tratados de derechos humanos son o no superiores a la ley ordinaria o la ley suprema, inclusive, suele estar en el reconocimiento constitucional que se asigna a los tratados, pues suele instalárselos en una categoría inferior a la misma ley fundamental, en el mismo rango o, a veces, en una escala superior a la propia norma constitucional. En este sentido, las reservas comunes que los Estados realizan cuando aceptan la vigencia de un instrumento sobre derechos humanos, incluyendo la competencia y jurisdicción de los organismos de tutela, es poner de relieve el carácter infraconstitucional de estos convenios. En principio, cabe afirmar que no hay tropiezos entre la Constitución y los derechos humanos incorporados al derecho interno, pues siguen el espíritu de la ley fundamental, por lo general, y se debe aceptar que las normas constitucionales requieren actualizarse, lo que se logra con los convenios internacionales de derechos humanos. Como se puede apreciar, la cuestión del grado que ocupa en la jerarquía legal una convención en materia de Derechos Humanos es y ha sido un debate sobre la posición que tienen y tiene similares formulaciones a la jurisprudencia nacional, como en otros países. Otro punto importante es lo relativo a la competencia de los tribunales supranacionales porque, si se acepta un tratado que instituye una corte de tal calidad, también lleva implícito acatar sus fallos porque se establece a partir de un tratado de este tipo. En cuanto al respeto de los tratados en materia de Derechos Humanos, continúa explicando Gozaíni51 que, en el segundo período funciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se asentó como fuente la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, lo que quedó plasmado en el caso “Loayza Tamayo contra Perú”. En consecuencia, se aplicó el principio de la Buena Fe, que expresa que si un Estado suscribe y ratifica un tratado internacional, especialmente si es de derechos 50 GOZAINI, Osvaldo Alfredo. Incidencia de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el derecho interno. Chile, Centro de Estudios Constitucionales de la Universidad de Talca, Revista Semestral “Estudios Constitucionales”, noviembre 2006, pp. 347 y 348. 51 Ibid. p. 349. 46 humanos, tiene la obligación de realizar sus mejores esfuerzos para aplicar las recomendaciones. En Argentina, de acuerdo con este autor, ocurre que se admite la influencia y aplicación del sistema interamericano en el derecho interno, pero también, cada vez con mayor prevención, se tiende a poner trabas a la ejecución de los informes y decisiones transnacionales. Las resistencias tienen distintas motivaciones. Algunas de ellas argumentan que el sistema interamericano provoca “jurisprudencia transfronteras” (una especie de “justicia comunitaria”), socava las libertades de gestión del Poder Ejecutivo y resiente la creación legislativa al ponerle a ambos, condiciones establecidas en la interpretación dada para un derecho humano en particular. Otros sostienen que se otorga un poder demasiado lato y muy genérico a un tribunal especial (la Corte Interamericana de Derechos Humanos), exacerbando las potestades clásicas de la jurisdicción.52 Lo que explica este autor demuestra que existen dos corrientes sobre esta materia una escuela doctrinaria, que sostiene que el Derecho es un fenómeno de la humanidad y las normas fundamentales sobre derechos humanos tienen supremacía sobre las normas constitucionales de cualquier Estado; mientras que otra corriente doctrinaria que expone que no puede someterse al Estado la sentencia de un tribunal internacional si su fallo viola la soberanía o los preceptos constitucionales. Para Gozaini,53 el asunto se supera cuando se tiene más en mente los fines de estos tribunales. Este autor afirma que la jurisprudencia transnacional no tiene en cuenta el hecho en sí (aunque lo estudia y sitúa en su circunstancia) sino la dimensión que tiene la violación de los derechos humanos, para considerar si son actuaciones aisladas que encuentran un caso particular, o son quebrantamientos sistemáticos que pervierten la aplicación en el Estado de las garantías judiciales y los derechos del ser humano. Hoy 52 53 Ibid. p. 338. Ibid. p. 339. 47 los derechos valen más que la ley; no estamos abonando el campo de la legalidad sino de la jurisprudencia. Dice al respecto Aragón Reyes, en su artículo “El juez ordinario entre legalidad y constitucionalidad”, señala que: “para interpretar y aplicar los derechos no sirve la scientia iuris, sino que se precisa de la ‘iuris prudentia’, capaz de incorporar la realidad a la norma a través del caso y de utilizar la equidad para buscar la solución normativa a través del principio de proporcionalidad”.54 Siguiendo esta línea de ideas la Corte Interamericana de Derechos Humanos puede efectivamente examinar, en el contexto de un caso concreto, el contenido y los efectos jurídicos de una ley interna desde el punto de vista de la normatividad internacional de protección de los derechos humanos, para determinar su compatibilidad. 55 3. EL CASO “BÁMACA VELÁSQUEZ CONTRA EL ESTADO DE GUATEMALA” DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS Y LA RESOLUCIÓN DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SOBRE LA AUTOEJECUCIÓN DE LA SENTENCIA DEL CASO En esta parte, se abordará las generalidades del caso “Bámaca Velásquez” para entender la forma en que el mismo se desarrolló para llegar al punto referente a que la sentencia condenatoria contra el Estado de Guatemala, emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ha querido ser ejecutada infructuosamente en el país. 54 CARBONELL, Miguel, y otros (Comp.) Jueces y derecho. Problemas contemporáneos. México, Editorial UNAM-Porrúa, 2004, p. 156. 55 GOZAINI, Osvaldo Alfredo. Op. Cit., p. 339. 48 1.1. Antecedentes Como contexto, se debe tener presente que en la época del enfrentamiento armado que sufrió Guatemala, que se sostuvo durante 36 años (1961 – 1996), se reportan varias masacres y una serie de delitos contra los Derechos Humanos. Dentro de tal periodo histórico, el Estado de Guatemala fue signatario del Pacto de San José de Costa Rica. Algunas de las violaciones de los Derechos Humanos directamente vinculadas a tal conflicto armado interno llegaron a ser del conocimiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, tales como los casos “Paniagua Morales y otros –Panel Blanca–”, “Bámaca Velásquez” y “Masacre de las Dos Erres”. En cuanto al caso denominado “Bámaca Velásquez versus el Estado de Guatemala”, se refiere a la denuncia sobre violación a los derechos humanos a la Personalidad Jurídica, la Vida, la Integridad Personal, la Libertad Personal, las Garantías Judiciales, la Libertad de Pensamiento y de Expresión y la Protección Judicial; asimismo, el incumplimiento del Estado sobre la Obligación de Respetar y Garantizar los Derechos todos contenidos en la Convención Americana de Derechos Humanos, la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura y el artículo 3 común de los “Convenios de Ginebra”. Efraín Bámaca Velásquez, conocido bajo el seudónimo de “Comandante Everardo”, formaba parte de Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas (ORPA), uno de los grupos guerrilleros que formaban la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (en adelante la URNG), quien fue capturado por fuerzas militares y trasladado a una base militar en el suroccidente de Guatemala, el 12 de marzo de 1992, después de un enfrentamiento entre el Ejército y la guerrilla, en el municipio de Nuevo San Carlos, departamento de Retalhuleu. Se presume que en tal lugar fue interrogado y eventualmente ejecutado, en fechas posteriores, sin que se sepa el paradero exacto del lugar donde haya sido inhumado. Los familiares de Bámaca Velásquez iniciaron un proceso penal en contra de quienes entonces estuvieron destacados como oficiales y soldados del Ejército de Guatemala, en aquella época. En el presente caso, el Juzgado Militar de Primera Instancia de 49 Retalhuleu sobreseyó la causa abierta contra 13 militares por supuestos delitos cometidos en contra del guerrillero Efraín Bámaca Velásquez. A pesar de existir información por parte de diversos testigos en relación con la participación de algunos militares en la desaparición forzada de Bámaca Velásquez y eventual ejecución del mismo, no constaba en el expediente que se hubiera realizado una investigación a profundidad contra dichos militares. Sin embargo, el 22 de noviembre de 1995 la Sala Undécima de la Corte de Apelaciones de Retalhuleu revocó dicha decisión porque no se daban los presupuestos jurídicos necesarios que viabilizan la procedencia del sobreseimiento otorgado. Aunque finalmente, el caso fue sobreseído, luego que los procesados impulsaran varios recursos. Dicho Juzgado de Primera Instancia había adoptado el sobreseimiento de la causa, en 1999, después de evaluar diversas pruebas y considerar que no existía la suficiente certeza que los sindicados hayan participado en los ilícitos penales que se les imputan y que no existía razonablemente la posibilidad de incorporar nuevos elementos de prueba.56 Si bien se han intentado numerosos recursos internos para determinar el paradero de Bámaca Velásquez, tales como exhibición personal, procedimiento especial de averiguación y causas penales, ninguno de ellos fue efectivo, desconociéndose hasta el presente el paradero de Bámaca Velásquez. Estos recursos no sólo no fueron efectivos, sino que se ejercieron a su respecto acciones directas de agentes del Estado de alto nivel tendientes a impedir que tuvieran resultados positivos. Estas obstrucciones fueron particularmente evidentes en lo relativo a las múltiples diligencias de exhumación que se intentaron, las que a la fecha no han permitido identificar los restos de Efraín Bámaca Velásquez. 57 56 Corte Interamericana de Derechos Humanos Caso Bámaca Velásquez Vs. Guatemala. Sentencia 25 de noviembre de 2000 (Fondo). Costa Rica, 2000. Disponible en: www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_70_esp.pdf (Fecha de consulta: 13 de febrero de 2012). 57 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Informe de Supervisión del Cumplimiento de Sentencia “Caso Bámaca Velásquez Vs. Guatemala”. Costa Rica, 2010. Disponible en: www.corteidh.or.cr/supervision.cfm (Fecha de consulta: 13 de febrero de 2012). 50 La impunidad se constituyó en un factor determinante y parte de los patrones sistemáticos que permitieron la comisión de graves violaciones a los derechos humanos durante el conflicto armado. En específico, el sistema de administración de justicia guatemalteco resultó ineficaz para garantizar el cumplimiento de la ley y la protección de los derechos de las víctimas en casi la totalidad de las violaciones de derechos humanos cometidas en ese entonces. De esta manera, la falta de investigación de este tipo de hechos constituía un factor determinante de la práctica sistemática de violaciones a los derechos humanos. 58 Se puede decir que la inefictividad de los procedimientos y la falta de cooperación para dar con los restos mortales de Efraín Bámaca Velásquez o determinar fehacientemente que se encuentra detenido legal o ilegalmente, ha sido la raíz para determinar la responsabilidad internacional del Estado guatemalteco como violador de los derechos humanos y fue la causa que originó el proceso en las instancias internacionales. Es decir, el caso denominado “Bámaca Velásquez versus el Estado de Guatemala” no es un proceso contra determinadas personas a quienes se consideren culpables de un acto criminal contra un sujeto que vivió en la subversión, sino que es un caso contra la omisión del Estado de dar con el paradero del sujeto (vivo o muerto) y de juzgar y condenar a quienes causaron su estado actual. 1.2. Resumen del procedimiento ante la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos La Corte Interamericana de Derechos Humanos59 expone la secuela de lo que fue este caso: 58 Loc. Cit. Corte Interamericana de Derechos Humanos Caso Bámaca Velásquez Vs. Guatemala. Sentencia 25 de noviembre de 2000 (Fondo). 59 51 a. El caso 11.129 fue abierto por la Comisión Interamericana a raíz de una denuncia interpuesta por los parientes de Bámaca el 5 de marzo de 1993, referente a una solicitud de medidas cautelares, basándose en la detención y los malos tratos infligidos a señor Efraín Bámaca Velásquez y a otros combatientes de la URNG. Esta solicitud fue reiterada por comunicación de 6 de abril del mismo año. b. El 17 de marzo de 1993 los peticionarios enviaron un memorándum referente al agotamiento de los recursos de la jurisdicción interna. Dos días después las mismas personas enviaron a la Comisión información sobre el rechazo de una exhibición personal interpuesto ante la Corte Suprema de Justicia en favor de Bámaca Velásquez y otros combatientes de la URNG. c. El 31 de marzo de 1993 la Comisión inició formalmente el caso con base en la denuncia hecha por los peticionarios. d. El 5 de octubre siguiente la Comisión otorgó al Estado un plazo de 30 días para presentar sus observaciones a todos los documentos enviados. e. El 12 de octubre siguiente el Estado presentó dicha información. El 15 de octubre de 1993 la Comisión reiteró a Guatemala que debía adoptar medidas cautelares a favor de las personas nombradas. f. El 15 de diciembre de 1993, el Estado señaló que, en este caso, las medidas cautelares eran innecesarias e improcedentes porque en Guatemala no había prisioneros de guerra ni centros de detención clandestinos. g. El 8 de noviembre de 1994 la Comisión solicitó al Estado información sobre las investigaciones internas que se hubieran realizado en el caso. Dicha solicitud fue respondida por el Estado, mediante el envío de informaciones periodísticas, el 18 de noviembre de 1994, y sobre información de los procedimientos seguidos, el 12 de diciembre siguiente. h. El 20 de diciembre de 1995 la Comisión informó a las partes que el caso Bámaca Velásquez sería tramitado de manera independiente con respecto al de los otros combatientes de la URNG. i. En enero de 1996, los peticionarios enviaron a la Comisión copia del expediente judicial guatemalteco relacionado con el caso Bámaca Velásquez. 52 j. El 7 de marzo de 1996 la Comisión aprobó, en su 91º Período de Sesiones, el Informe No. 7/96, en cuya parte dispositiva decidió que el Estado de Guatemala ha violado los derechos humanos a la vida, a la integridad personal, a la libertad personal, a las garantías judiciales y a la protección judicial y decidió presentar la causa actual a la Corte Interamericana de Derechos Humanos conforme a las disposiciones del artículo 51 de la Convención Americana, si en el plazo de 60 días, a partir de la remisión de este documento, el Gobierno no ha implementado las recomendaciones de la Comisión, respecto a aceptar su responsabilidad, realizar una investigación rápida, imparcial y efectiva de los hechos denunciados, someter a proceso judicial competente a las personas responsables y repare las consecuencias de la violación de los derechos enunciados, incluido el pago de una indemnización. k. Mediante la nota de fecha 1 de octubre de 1996, la Corte notificó al Estado de Guatemala de la demanda y sus anexos, previo examen de los mismos realizado por el Presidente de la Corte. Por comunicación recibida en la Corte con fecha 22 de octubre de 1996, el Estado designó agente para el presente caso. El 31 de octubre de 1996, el Estado presentó su escrito de excepciones preliminares por presunta falta de agotamiento de recursos internos. l. El caso dio un giro en la postura del Estado de Guatemala cuando el 6 de enero de 1997, el Estado presentó la contestación de la demanda, en la cual manifestó que reconocía su responsabilidad internacional en materia de Derechos Humanos, en el presente caso, porque no ha resultado posible para las instancias competentes, identificar a las personas o persona responsables penalmente de los hechos antijurídicos objeto de esta demanda. Asimismo, se solicitó un plazo de seis meses para lograr un acuerdo sobre reparaciones con la Comisión Interamericana y los herederos (determinados de acuerdo con el derecho interno guatemalteco). En caso de no llegarse a un acuerdo, solicitó que la Corte abriera la etapa de reparaciones. Finalmente, advirtió que el reconocimiento no implicaba agotamiento de los recursos internos, toda 53 vez que el caso seguía vigente de conformidad con el ordenamiento jurídico guatemalteco. m. Por resolución de fecha 5 de febrero de 1997, la Corte Interamericana consideró que del examen de los escritos de Guatemala, no se puede concluir que han sido aceptados los hechos señalados en la demanda y, por lo tanto, se debe continuar con el conocimiento del asunto. n. El 6 de marzo de 1998 la Comisión Interamericana presentó los nombres de los testigos y la perito que rendirían declaraciones ante la Corte Interamericana. Asimismo solicitó la admisión de pruebas adicionales. Mediante Resolución de 2 de abril de 1998, el Presidente de la Corte Interamericana convocó a la Comisión Interamericana y al Estado a una audiencia pública que se celebraría en la sede de la Corte Interamericana, a partir del día 16 de junio siguiente, con el propósito de recibir la declaración de los testigos y los peritos. o. Los días 16, 17 y 18 de junio de 1998 la Corte Interamericana celebró audiencia pública sobre el fondo de este caso y, de acuerdo con la Resolución dictada por la Corte el mismo día, se recibieron los testimonios y el dictamen de la perito promovido por la Comisión, sobre los hechos objeto de la demanda. El 15 de octubre de 1998 se celebró en la ciudad de Washington D.C., Estados Unidos de América, una audiencia pública para escuchar más testigos. p. El 22 y 23 de noviembre de 1998 se celebró en la sede de la Corte una audiencia pública sobre el fondo de este caso, en la cual se recibieron otros testimonios. q. El 24 de marzo de 1999 la Comisión solicitó la admisión como prueba sobreviniente del informe final de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de las Violaciones a los Derechos Humanos. r. El 22 de octubre de 1999 la Comisión y el Estado presentaron sus alegatos finales en el caso. 54 1.2.1. Sentencia de fondo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos En cuanto al caso “Bámaca Velásquez”, la sentencia de fondo fue dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos el 25 de noviembre de 2000. La sentencia de reparaciones fue dictada por la Corte Interamericana el 22 de febrero de 2002. En ambos casos, fue de sentido condenatorio contra el Estado de Guatemala. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la sentencia de fondo del caso “Bámaca Velásquez”, decidió, por unanimidad, declarar que el Estado violó la Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura y que debe realizarse una investigación objetiva para determinar a las personas que resulten responsables de las violaciones a los derechos humanos a que se refiere dicha sentencia y, eventualmente, sancionarlas. Se ordenó además abrir la etapa de reparaciones y costas, y comisionar al Presidente de esa Corte para que adopte las medidas procedimentales correspondientes. Con posterioridad en la sentencia de reparaciones y costas de fecha veintidós de febrero de dos mil dos, dictada en el caso relacionado, en el punto resolutivo número dos, el Tribunal internacional reiteró la orden de investigar los hechos que generaron las violaciones anteriormente relacionadas, así como identificar y sancionar a sus responsables.60 1.2.2. Promoción de la ejecución de la sentencia El Estado de Guatemala, con el objetivo de cumplir con los compromisos de Guatemala en relación con las sentencias emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, instaló una “mesa de derechos humanos” bajo la coordinación de Comisión Presidencial de Derechos Humanos (COPREDEH), integrada además por la Corte Suprema de Justicia, el Ministerio Público y la Procuraduría de Derechos Humanos. Esta Mesa seleccionó cuatro casos que evidenciaban impunidad procesal, entre ellos el 60 Loc. Cit. 55 caso Bámaca Velásquez, con el objeto de analizar e identificar el funcionamiento del Sistema de Justicia a través de la revisión de casos paradigmáticos. 61 El 10 de diciembre de 2009 el Ministerio Público, por medio de la Fiscalía de Sección de Casos Especiales y Violación a Derechos Humanos solicitó ante la Cámara Penal de la Corte Suprema de Justicia la ejecución de las sentencias emitidas por la Corte Interamericana en los casos paradigmáticos citados. En el caso que se estudia, se solicitó la nulidad del sobreseimiento establecido a favor de trece procesados por el Juzgado de Primera Instancia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente, del Departamento de Ratalhuleu de 8 de marzo de 1999; asimismo, se pidió darle participación a la querellante Jennifer Harbury.62 El 11 de diciembre de 2009 la Corte Suprema, al resolver sobre la solicitud presentada por el Ministerio Público, tuvo en cuenta los principios de pacta sunt servanda y buena fe en el cumplimiento de los tratados, que la Corte Interamericana declaró que la resolución nacional emitida es violatoria de principios jurídicos universales de justicia y que el Estado bajo pretexto de la normatividad interna no puede obstruir o impedir el cumplimiento de lo mandado por el Tribunal supranacional. En consecuencia, declaró que es obligado ejecutar la nulidad de la resolución nacional referida e iniciar un nuevo procesamiento y ofrecer en el mismo el irrestricto respeto de las reglas del debido proceso. Con fecha 11 de diciembre de 2009, la Corte Suprema de Justicia indicó que la resolución de sobreseimiento de 1999 del mencionado Juzgado de Primera Instancia Penal y todo lo actuado dentro del proceso penal C-603-96 fue contrario a los derechos y principios esenciales de juzgamiento de conformidad con los argumentos sustentados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La Corte Suprema de Justicia 61 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Informe de Supervisión del Cumplimiento de Sentencia “Caso Bámaca Velásquez Vs. Guatemala”. 62 Loc. Cit. 56 declaró la autoejecutabilidad de la sentencia emitida por la citada Corte Interamericana del 25 de noviembre de 2000 y la “anulación” de la resolución del Juzgado de Retalhuleu de fecha 8 de marzo de 1999 y las actuaciones judiciales dentro del referido proceso penal. La Corte Suprema de Justicia ordenó remitir las actuaciones procesales al citado Juzgado de Retalhuleu, el cual debería cumplir con requerir al Archivo General de Tribunales o cualquier otra dependencia, el expediente y dar intervención al Ministerio Público, con el objeto de realizar todas las investigaciones e impulsar la persecución y el procesamiento penal que permita determinar en forma efectiva a las personas responsables de las violaciones señaladas por la Corte Interamericana y, en su caso, la sanción por el órgano jurisdiccional competente. La Corte Suprema precisó que como el Estado de Guatemala no puede oponer su derecho interno o normativa para el incumplimiento de la sentencia internacional, el acto de ejecución de la misma tiene el efecto de acto extraordinario del procedimiento común. Así que en este caso, de forma extraordinaria, porque no tiene precedentes en la historia forense nacional, la Corte Suprema de Justicia emitió una resolución interlocutoria en la que decidió reconocer el carácter “autoaplicativo” de las sentencias internacionales porque el Estado no puede oponer derecho interno ni falta de procedimientos contra las mismas; por lo que procedió a ordenar que se “anule” la resolución definitiva del caso en cuestión y que se llevara a cabo de nuevo la investigación en el caso “Bámaca Velásquez”, estimando que el tribunal internacional declaró que la resolución final nacional emitida para el efecto es violatoria de principios jurídicos universales de justicia, reconocidos en la Convención Americana sobre Derechos Humanos; por lo que el Estado de Guatemala, bajo pretexto de la normativa interna o un vacío legal, no puede obstruir o impedir el cumplimiento de lo mandado por un Tribunal supra nacional en materia de derechos humanos, sobre todo porque éste se funda en el incumplimiento de una investigación objetiva capaz de probar los hechos y deducir las responsabilidades penales. Asimismo, se estimó la primacía del principio pro 57 homine y la salvaguarda del honor y la responsabilidad del Estado de Guatemala frente a la comunidad internacional. En cuanto a lo anterior, se puede criticar de lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia los siguientes aspectos: a. Se omitió considerar que la Convención Americana sobre Derechos Humanos no forma bloque constitucional y por lo tanto, su violación no es infracción una constitucional, propiamente hablando. En consecuencia, las sentencias que busquen resguardar tal tratado no tienen jerarquía para contravenir la Constitución. b. Si bien la Corte Suprema de Justica ordenó la anulación del auto dictado por el Juzgado de Primera Instancia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del departamento de Retalhuleu de fecha 8 de marzo de 1999 y las actuaciones judiciales dictadas dentro del proceso penal identificado con el número C-603-96, a cargo del oficial 2º, lo cierto es que no existe “la anulación” como procedimiento en el Código Procesal Penal; por lo que se está creando un procedimiento que no se regula en la ley adjetiva penal, lo cual contraviene los artículos 1, 2, 5 y 11 del Código Procesal Penal, que consagra el principio de legalidad del proceso y la prohibición a los tribunales violar o modificar las formas del proceso. Además de considerar que, en este caso, es extemporánea una casación por motivos de forma o una impugnación por una actividad procesal defectuosa. Se estableció que el acto de ejecución de la sentencia internacional tiene el efecto de “acto extraordinario” del procedimiento común, por lo mismo, remitir directamente el expediente al Juzgado originario, con lo cual se afirma que no se sigue el procedimiento normal en materia penal, cuando ya hay cosa juzgada. c. La resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos formula también algunas precisiones a propósito de la aplicabilidad al presente caso del artículo 3 común de los “Convenios de Ginebra”. Sobre esta cuestión, queda claro que la competencia del tribunal interamericano para dirimir litigios, ratione materiae, se circunscribe a las violaciones a la Convención 58 Americana sobre Derechos Humanos, en tanto aquél se halla expresamente investido de jurisdicción contenciosa para conocer de los casos relativos a “la interpretación o aplicación” de dicha Convención, a los que pudieran añadirse los expresamente asignados a la Corte por otros tratados o convenios vigentes en América, como ocurre en la Convención Americana para Prevenir y Sancionar la Tortura. Por ello, el tribunal no puede aplicar directamente las normas del Derecho Internacional Humanitario, recogidas en los Convenios de Ginebra de 1949, y resolver bajo su amparo una controversia, decidiendo que hubo violación de las disposiciones de estos instrumentos convencionales. d. Se alude a la Desaparición Forzada, que es un delito que entró en vigor mucho después de que la supuesta conducta se juzgara, por lo que se viola el principio constitucional de legalidad en materia penal. En este caso, si se sigue con las investigaciones, cualquier persona que resulte imputada puede impugnar la existencia de retroactividad, la cual es prohibida constitucionalmente. Con ello se extinguirá la futura persecución penal. Con base en esta reapertura de la investigación, el Ministerio Público solicitó se admitiera como acto jurisdiccional de anticipo de prueba la declaración de Jennifer Harbury, esposa de Bámaca Velásquez. El referido Juzgado de Retalhuleu admitió provisionalmente a Harbury como querellante adhesiva. El Ministerio Público ha venido elaborando la hipótesis del caso en la cual se cuenta con alrededor de 17 imputados, luego de investigar los organigramas de cadena de mando de militares, con las cuales se ha podido ejemplificar qué miembros del Ejército de Guatemala tienen participación en la desaparición de Bámaca Velásquez, los cuales se encuentran en cotejo con las declaraciones que rindieran los testigos ante el Sistema Interamericano y con la colaboración de la querellante adhesiva. Además, el Ministerio Público mantiene reuniones coordinadas con la Querellante para establecer los avances en la 59 investigación y la verificación de posibles lugares donde se puedan realizar las exhumaciones para dar con los restos de Bámaca Velásquez.63 El coronel de infantería (en situación de retiro), Julio Roberto Alpírez, presentó una acción de amparo ante la Corte de Constitucionalidad, alegando que al existir un sobreseimiento a su favor, el proceso no se puede reabrir ni puede estar sometido a una nueva persecución penal. En dicho recurso, el imputado alegó que se desconoce su derecho de defensa, así como los principios jurídicos del debido proceso, imperatividad, igualdad y fundamentación, toda vez que la decisión que declaró el sobreseimiento de la persecución penal en su contra no fue apelada ni objetada por ninguna de las partes. Asimismo, se indica que la Corte Suprema de Justicia utilizó procedimientos no preestablecidos legalmente, variando las formas del proceso y que la Sentencia de la Corte Interamericana nunca puede considerarse superior a la Constitución y no se puede oponer a preceptos legales vigentes como los del Código Procesal Penal. 64 Al resolver sobre este amparo, el 25 de agosto de 2010, la Corte de Constitucionalidad65 consideró que: a. Se evidencia un desencaje entre lo resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos y lo decidido por la Corte Suprema de Justica; puesto que del contenido de la sentencia de la Corte Interamericana no surge noción cierta que permita percibir la fraudulencia del auto de sobreseimiento del 8 de marzo de 1999, que acusa el Ministerio Público y no se sustenta fundamento para declarar su anulación; ya que para poder concluir que la resolución que 63 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Informe de Supervisión del Cumplimiento de Sentencia “Caso Bámaca Velásquez Vs. Guatemala”. Op. Cit. 64 Loc. Cit. Corte de Constitucionalidad. Sentencia del Expediente 548-2010. Guatemala, 2010. Disponible en www.cc.gob.gt/siged2009/frmConsultaWeb.aspx (Fecha de consulta: 12 de marzo de 2012). 65 60 dio término al expediente penal fue dictada en fraude de ley, es necesario un procedimiento que conduzca la probatoria suficiente en relación a la ineficacia de la figura procesal otorgada, lo cual a la fecha no se ha practicado. b. El “autoejecutar” la anulación del sobreseimiento, sin mediar orden expresa, privilegia la acusación en vulneración de los postulados del derecho de defensa. c. En cuanto antecedentes de sentencia de la Corte Interamericana, la misma ha sido expresa en los puntos resolutivos, ordenando al Estado claramente lo que ha de ejecutar, como en el caso denominado “Raxcacó Reyes versus Guatemala”, en el que resolvió dejar sin efectos la pena impuesta y, sin necesidad de un nuevo proceso, emitir otra que en ningún caso podrá ser la pena de muerte. En este caso, se pretende ordenar la reapertura de fases procesales cumplidas en el expediente respectivo, adviértase que en la sentencia del caso “Bámaca Velásquez”, la Corte Interamericana no refiere explícitamente a la anulación del auto de sobreseimiento y de las actuaciones judiciales, lo cual la hace ineficaz. d. La Corte Suprema de Justicia no posee justificación para anular el auto de sobreseimiento; por consiguiente, se aleja de una verdadera fundamentación y de la misma ratio, ya que al no motivar su resolución, se violan los derechos constitucionales, pues la obligación de los tribunales de explicitar el fundamento de sus resoluciones se ha reconocido como garantía del debido proceso. La resolución de la Corte Suprema de Justicia omitió en su fundamentación señalar las causas legales por las cuales asumió la jurisdicción y competencia para emitirla, además, que no sustentó por qué no correspondía dicha resolución al tribunal de origen ni justificó un procedimiento inaudita altera pars, que no es adecuado conforme el Código Procesal Penal. e. Sin desconocer la autoridad de la sentencia dictada por la Corte Interamericana, es necesario que la Corte Suprema de Justicia fundamente jurídicamente la resolución que fue objeto de amparo. 61 Teniendo en cuenta lo anterior, la Corte de Constitucionalidad otorgó el amparo solicitado y dejó en suspenso definitivo con respecto del accionante, la resolución dictada por la Corte Suprema de Justica en la que se declaró la nulidad del sobreseimiento. Además, la Corte de Constitucionalidad ordenó a la Corte Suprema de Justicia emitir una nueva resolución, tomando en cuenta lo considerado la sentencia de la Corte de Constitucionalidad. La Corte Suprema, acatando lo resuelto en el amparo, decidió anular la resolución emitida el 11 de diciembre de 2009 y declaró sin lugar la solicitud de Ejecución de Sentencia de la Corte Interamericana formulada por el Ministerio Público. 66 1.2.3. Criterio de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el fallo de la Corte de Constitucionalidad sobre el “Caso Bámaca Velásquez” Al analizar las sentencias emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en otros casos, se obtienen elementos útiles para la conformación de un proceso de ejecución de dichas sentencias, tratando de establecer una doctrina o jurisprudencia que busca explicar el sentido que deben tener la ejecución de las mismas y sus efectos. Así, en el caso Bámaca Velásquez la citada Corte consideró: “A los Estados Parte en la Convención Americana deben garantizar el cumplimiento de las disposiciones convencionales y sus efectos propios (‘effet utile’) en el plano de sus respectivos derechos internos. Este principio se aplica no sólo en relación con las normas sustantivas de los tratados de derechos (es decir, las que contienen disposiciones sobre los derechos protegidos), sino también en relación con las normas procesales, como las que se refieren al cumplimiento de las decisiones de la Corte. Estas obligaciones deben 66 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Informe de Supervisión del Cumplimiento de Sentencia “Caso Bámaca Velásquez Vs. Guatemala”. 62 ser interpretadas y aplicadas de manera que la garantía protegida sea verdaderamente práctica y eficaz, teniendo presente la naturaleza especial de los tratados de derechos humanos.” 67 La Corte Interamericana de Derechos Humanos considera que las decisiones adoptadas por el Ministerio Público – al solicitar la anulación del sobreseimiento ocurrido en 1999 – y, por la Corte Suprema de Justicia – al aceptar dicha solicitud– constituyen claramente un primer paso para intentar cumplir con lo ordenado por la Corte Interamericana. Estas decisiones, dirigidas a reabrir la investigación sobreseída, son una aplicación del principio pacta sunt servanda, el cual requiere que se asegure a las disposiciones de un tratado el efecto útil correspondiente en el plano del derecho interno de los Estados Partes. Las sentencias y resoluciones emitidas por la Corte Interamericana en el presente caso eran suficientes para reiniciar o impulsar todo tipo de proceso penal relacionado con la investigación de los hechos, a través de las medidas de derecho interno –incluyendo órdenes judiciales- necesarias para superar cualquier obstáculo que impida la investigación o que no la haga idónea o efectiva. En consecuencia, con base en la obligación de investigar derivada de las Sentencias emitidas por la Corte, no puede tener efecto el sobreseimiento ocurrido.68 En esta declaración es donde se invoca la autoejecutividad de las sentencias de esta Corte y que el Organismo Judicial de Guatemala debe acatarlas sin discusión para que los casos resueltos en instancias nacionales tengan verificativo dentro del sistema nacional de una forma tal que se consideren efectivas. El Poder Judicial guatemalteco debió tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana, tal y como se ha indicado en los casos “Raxcacó Reyes Vs. Guatemala” y “Fermín Ramírez Vs. Guatemala”. Si bien es cierto que en 67 68 Loc. Cit. Loc. Cit. 63 cada Estado existe un diseño institucional particular relacionado con la implementación de órdenes emitidas por los órganos interamericanos, la Convención Americana establece claramente que las órdenes del Alto Tribunal son obligatorias. Ello implica que no es necesario un proceso interno específico para declarar su obligatoriedad o para que la orden específica genere efectos. No era necesario que la Corte Interamericana se refiriera expresamente al deber estatal de adoptar una medida específica respecto a dejar sin efecto un sobreseimiento, ya que lo resuelto en la Sentencia del Tribunal supone la remoción de todo obstáculo que impida la investigación de los hechos y, en su caso, la sanción de los responsables de las violaciones declaradas.69 Cabe acotar sobre tal punto que no todos los casos son iguales, aunque se trate del mismo sistema de juzgamiento dentro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pues no todas las sentencias ordenan lo mismo al Estado de Guatemala. Por ejemplo, en los casos que se aluden, que son de gran conocimiento en el medio forense nacional, se ordenó que se suspendieran las penas de muerte en contra de dos reos y se ordenó que se impusiera la pena de prisión máxima u otra según las leyes guatemaltecas. En estos casos, se ordenaba una cuestión muy concreta. En el “Caso Bámaca” lo que se pide va en contra de lo ya resuelto y no es para preservar la vida y seguridad del denunciante y sí afecta a terceros. Un ejemplo en que un Estado ha procedido a continuar un proceso que ha cesado de acuerdo al derecho interno es el caso “19 Comerciantes Vs. Colombia”, en el que la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia de Colombia emitió una decisión respecto de una acción de revisión incoada por un Procurador Judicial Penal, en la cual se decidió declarar sin validez lo actuado por la justicia penal militar y la resolución de cesación del procedimiento, así como remitir dicho proceso a la jurisdicción penal civil para que continuara con las investigaciones. La solicitud del 69 Loc. Cit. 64 Procurador Judicial y la resolución de la Corte Suprema se basaron en lo dispuesto en la Sentencia emitida por la Corte Interamericana.70 En este caso, se puede indicar que no son las mismas condiciones en cada caso y que el Derecho Colombiano difiere al guatemalteco, por lo que hacer paralelismos es dificultoso. En el Caso Bámaca, la decisión de la Corte de Constitucionalidad se da dentro de un amparo presentado por uno de los imputados, dirigido a proteger sus derechos elementales, entre ellos, el derecho a no ser juzgado dos veces por los mismos hechos. En el Derecho Penal es aún más fuerte el valor de la cosa juzgada con el fin de evitar un ejercicio desproporcionado del poder punitivo del Estado, dirigido a procesar una y otra vez a un mismo imputado por los mismos hechos por los que ya ha sido juzgado. Sin embargo, es posible establecer limitaciones al derecho al Non bis in idem a fin de desarrollar otros valores y derechos que, en un caso concreto, lleguen a ser de mayor trascendencia. Cuando se trata de graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos, como en el presente caso, la impunidad en la que pueden quedar estas conductas por la falta de investigación, genera una afectación bastante alta a los derechos de las víctimas. La intensidad de esta afectación exige una excepcional limitación a la garantía de Non bis in idem para permitir la reapertura de investigaciones, cuando la decisión que se alega como cosa juzgada surge del incumplimiento protuberante de los deberes de investigar y sancionar esas graves violaciones. En estos eventos, la preponderancia de los derechos de las víctimas sobre la seguridad jurídica y el Non bis in idem es aún más evidente, dado que las víctimas no sólo fueron lesionadas por un comportamiento atroz sino que deben soportar la indiferencia del Estado, que incumple manifiestamente con su obligación de esclarecer los actos, sancionar a los responsables y reparar a los afectados. 71 70 Corte Interamericana de Derechos Humanos Caso 19 Comerciantes Vs. Colombia. Supervisión de Cumplimiento de Sentencia. Resolución de la Presidenta de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de 26 de noviembre de 2008. 71 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Informe de Supervisión del Cumplimiento de Sentencia “Caso Bámaca Velásquez Vs. Guatemala”. 65 Es cierto que las victimas tienen derechos, sobretodo, en los delitos de gran trascendencia y particularmente cuando se habla de un periodo tan particular de la historia guatemalteca. Aunque hay que distinguir entre reabrir una investigación para hallar el cuerpo de Bámaca Velásquez, que no quebranta el non bis in idem, de un proceso penal para juzgar a quienes gozan de un sobreseimiento a su favor, que sí lo hace, pues la única forma de poder hacerlo seria demostrar un prevaricato del juez o que fue víctima de coacción o amenazas para dictar sus fallos, lo cual nunca se ha investigado. En este sentido, resulta muy importante considerar el Conjunto de Principios para la Protección y la Promoción de los Derechos Humanos mediante la Lucha contra la Impunidad el que señala que: “Los Estados incorporarán garantías contra las desviaciones a que pueda dar lugar el uso de la prescripción, la amnistía, el derecho de asilo, la denegación de la extradición, ‘non bis in idem’, la obediencia debida, las inmunidades oficiales, las leyes sobre ‘arrepentidos’, la competencia de los tribunales militares, así como el principio de la inamovilidad de los jueces que promueve la impunidad o contribuye a ella”.72 Los tribunales nacionales están obligados a remover cualquier práctica, norma o institución procesal que pudiera operar respecto a hechos punibles generales pero que son inadmisibles en relación con claras violaciones del deber de investigar graves violaciones de derechos humanos. Tanto de la jurisprudencia de la Corte Interamericana como de algunas decisiones en el derecho comparado, es posible concluir que en las eventuales tensiones entre el derecho de acceso a la justicia de las víctimas y las garantías judiciales del imputado, existe una prevalencia prima facie de los derechos de las víctimas en casos de graves violaciones de derechos humanos y más aún cuando existe un contexto de impunidad. Es preciso entonces que las autoridades judiciales respectivas analicen detenidamente las circunstancias y el 72 Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. Conjunto de Principios para la Protección y la Promoción de los Derechos Humanos Mediante la lucha contra la Impunidad (E/CN.4/2005/102/Add.1). 66 contexto específico de cada caso para no generar una restricción desproporcionada a los derechos de las víctimas. La citada Corte internacional concluye que no han sido aportados elementos que demuestren que las decisiones adoptadas por la Corte de Constitucionalidad hayan sido realizadas de conformidad con lo establecido por las sentencias y resoluciones de la Corte Interamericana en el presente caso. El Estado debe realizar todas las gestiones concretas y pertinentes para cumplir con las sentencias y resoluciones y adecuar las decisiones judiciales pertinentes, de tal forma que el Estado continúe con la investigación y que no puedan oponerse excluyentes de responsabilidad que impidan dicha investigación y la eventual sanción de los responsables. 73 Lo cierto del caso es que tampoco la Corte Interamericana ha establecido cuál era, a su entender, el procedimiento a seguir para remover los obstáculos a la impunidad que arguye, ni tampoco ha fijado con claridad por qué la Corte de Constitucionalidad se aparta de la jurisprudencia, basados en casos similares en cuanto a la forma en que se extingue el proceso penal, pues no es lo mismo el sobreseimiento que un juicio terminado por prescripción. 4. DETERMINACION SOBRE LA EXISTENCIA DE UN PROCEDIMIENTO DE EJECUCIÓN EN GUATEMALA Es necesario entender qué es lo que manda a ejecutar la Corte Interamericana para saber si se puede ejecutar o no por los medios comunes de ejecución de sentencias. Ayala Corao74 señala que los mandatos con efectos reparadores típicos que adopta la Corte Interamericana son por ejemplo las modificaciones de leyes internas, la revisión 73 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Informe de Supervisión del Cumplimiento de Sentencia “Caso Bámaca Velásquez Vs. Guatemala”. 74 AYALA CORAO, Carlos. Op. Cit., p. 130. 67 de planes de seguridad, los cursos de formación para cuerpos de seguridad y otros funcionarios públicos, adoptar estándares internacionales en determinado sector, y otros de naturaleza similar. La ejecución de sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos debe cumplir con que la sentencia recaiga sobre el fondo y que sea firme, ello es, no sujeta a impugnación, apelación o revisión. Además, debe respetar los límites siguientes: 1) Subjetivos: En principio, sólo abarca a las partes del proceso: accionantes (víctimas, representantes y la Comisión Interamericana), y, demandado (Estado). No obstante, como se pudo apreciar, es extensible de manera indirecta a aquellos que se encuentren bajo situaciones equivalentes; y 2) Objetivos: Vienen dados por el contenido mismo de los fallos. Así por ejemplo, la declaratoria de un acto del Estado como contrario a la Convención, despliega una eficacia general. Diego Alejos Rivera75 señala que la República de Guatemala, apoyándose en la legislación interna, debe afrontar un sinnúmero de obstáculos para dar cumplimiento a dichas sentencias. Cabe señalar que la ejecución de los fallos se hacen por medio de un procedimiento sui generis de ejecución de sentencias. Guatemala contiene la estructura normativa adecuada para poder ejecutar de manera correcta las sentencias extranjeras, pero en materia de sentencias internacionales, el Estado se encuentra imposibilitado para ejecutarlas. La manera en la cual están reguladas las normas que fijan los procesos para ejecución de sentencias tanto nacionales como extranjeras contiene requisitos sumamente específicos para ese tipo de sentencias o requiere en el caso de sentencias extranjeras, que exista reciprocidad entre el país que emitió el fallo y el país en que se ejecuta. Esto presenta obstáculos infranqueables, puesto que las 75 ALEJOS RIVERA, Diego. Tesis de Licenciatura. Ejecución de Sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el Marco Jurídico Nacional. Universidad Francisco Marroquín, Tesis, 2008, p. 106. 68 normas que regulan este tipo de sentencias no pueden ser aplicadas de manera análoga a las sentencias emitidas por la Corte Interamericana. Samayoa indica que: “El procedimiento utilizado por el Estado de Guatemala en aquellos casos en los que ha sido denunciado como violador de los Derechos Humanos y en los que ha recaído sentencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos tiene una serie de pasos, desde los legales y formales, hasta los que no están bien definidos ni regularizados y que dependen del criterio de los funcionarios a quienes está encomendado darle el trámite correspondiente”.76 A nivel interamericano no existe un procedimiento definido que deban aplicar los países partes de la Convención Americana de Derechos Humanos para la ejecución de las sentencias de la Corte Interamericana. El único país en Latinoamérica que cuenta con sistema de ejecución de sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos es Perú, teniendo como base una norma muy sencilla, pero efectiva creando un Juzgado encargado de su ejecución.77 A pesar de no existir un marco legal específico ni un procedimiento para la ejecución de sentencias emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Estado Guatemala ha cumplido en un buen porcentaje dichas resoluciones; pero, sin emplear un procedimiento judicial específico, sino sólo a nivel administrativo y no judicial. Esto porque al haber medidas de reparación que involucraba acciones que no implicaba retroceder sobre procesos fenecidos, las acciones para el Estado se facilitaron y otras consistían en resarcimientos en sumas concretas. Sin embargo, el 11 de diciembre de 2009, la Corte Suprema de Justicia, por medio de la Cámara Penal, emitió 5 resoluciones en las que pronunció sobre las solicitudes 76 GUDIEL SAMAYOA, Fredy Misael. Tesis de licenciatura. La posición del Ombudman frente a las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la pretensión de fiscalizar su cumplimiento por parte del Estado (Procedencia o Improcedencia en relación a su competencia). Guatemala, Universidad Rafael Landívar, Tesis, 2007, p. 62. 77 VASQUEZ GIRON, Angélica Yolanda. Tesis de Maestría. Propuesta de un Sistema para la Ejecución de Sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en Guatemala. Guatemala, Universidad Rafael Landívar, 2011, p. 82. 69 presentadas por el Ministerio Público, requiriendo la ejecución de las sentencias dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los casos Paniagua Morales y otros -Panel Blanca-, Villagrán Morales y otros – Niños de la Calle –, Carpio Nicolle y otros, Bámaca Velásquez y Masacre de las Dos Erres, declarando que las mismas son autoejecutables, pero sin especificar de qué forma. Analizando el caso Europeo, se puede establecer que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos es la máxima autoridad judicial para la garantía de los derechos humanos y libertades fundamentales en toda Europa. Es un tribunal internacional ante el que cualquier persona que considere haber sido víctima de una violación de sus derechos reconocidos por el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales o cualquiera de sus Protocolos adicionales, mientras se encontraba legalmente bajo la jurisdicción de un Estado miembro del Consejo de Europa, y que haya agotado sin éxito los recursos judiciales disponibles en ese Estado, puede presentar una denuncia contra dicho Estado por violación del Convenio. La ejecución de las sentencias del Tribunal por los Estados miembros que han sido condenados está supervisada por el Comité de Ministros, órgano decisorio del Consejo de Europa compuesto por un representante de cada Estado miembro, el cual no tiene ninguna relación con la Unión Europea. El Comité de Ministros del Consejo de Europa monitorea la debida ejecución de las sentencias. Este comité está formado por los Ministros de Asuntos Exteriores de cada Estado que pueden poner presión política y económica en Estados recalcitrantes. Sumándose a esto, con la enmienda del Protocolo 14, el Comité está en poder de enviar los casos nuevamente al Tribunal en situaciones donde un país está fallando en implementar las decisiones tomadas por el Tribunal. En caso que un Estado se niegue a implementar una sentencia, el Comité puede tomar medidas adicionales. En teoría, estas acciones permiten al Comité suspender o expulsar a un Estado del Consejo Europeo.78 78 RUIZ MIGUEL, Carlos. La Ejecución de Sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. España, Editorial Tecnos, 1997, pág. 16. 70 El caso europeo refleja ya un proceso de mayor estructuración para la ejecución de las sentencias, que puede inclusive llegar a medidas del orden político. Esto es algo digno de evaluarse para que el Sistema Interamericano pueda reforzar su eficacia. 5. DOCTRINA A FAVOR DE LA EJECUCION DE LAS SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS Osvaldo Alfredo Gozaíni79 establece que cuando un Estado es denunciado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la acción no pretende revisar la cosa juzgada lograda ante los tribunales nacionales, porque la petición se promueve con la finalidad de poner en evidencia una conducta contraria a los preceptos de la Convención Americana sobre Derechos Humanos o norma similar. Si después del trámite ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se resuelve promover una demanda ante la referida Corte Interamericana de Derechos Humanos, los Estados no comparecen ante la misma como sujetos de un proceso penal, pues ésta no impone penas a los culpables de violar los derechos humanos. La sentencia que se emita debe ser acatada por el Estado Parte, pues la única limitante sería no haber aceptado la jurisdicción de la misma cuando se incorporó al sistema interamericano. Si un Estado acepta la cláusula facultativa de competencia contenciosa de la Corte Interamericana (Artículo 62.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos), queda vinculado a la integridad de ésta y comprometido con la garantía de protección internacional de los derechos humanos, pudiendo sustraerse a la competencia de aquélla únicamente mediante la denuncia total del tratado. La obligación que un Estado parte tiene para acatar y seguir los fallos de la Corte Interamericana, se reafirma con el artículo 33 del Pacto de San José previsto para los asuntos donde se trata de observar el cumplimiento de los compromisos contraídos por los Estados Partes. No obstante, es importante advertir que una cosa es acatar la 79 GOZAINI, Osvaldo Alfredo. Op. Cit., pp. 336 y 337. 71 jurisprudencia interpretativa de la justicia transnacional y otra es cumplir en el derecho interno las sentencias condenatorias contra el Estado. En el primer supuesto, se dan los inconvenientes prácticos al asignarse, muchas veces, valor de simple orientación; en el segundo, los privilegios y excepciones que se establecen para el rápido cumplimiento de la sentencia convierten al obstáculo en una cuestión de responsabilidad del Estado.80 También, hay que considerar que la Opinión Consultiva Nº 7 de la citada Corte, emitida en relación con el derecho de rectificación o respuesta, en la cual se aclaró que el artículo 2º de la Convención, que manda a los Estados Partes a dictar medidas que garanticen el cumplimiento de los derechos humanos, reviste carácter subsidiario, porque la obligación esencial viene impuesta en el artículo 1º, haya o no legislación interna; si ésta falla, la Convención se aplica igualmente mientras ello resulte posible. El problema aparece cuando las sentencias, opiniones consultivas, recomendaciones, o informes, que emanan del Sistema Interamericano, muchas veces tienen el valor de lo que declaran, y se toman como simples propuestas de mejoramiento, sin respetar el carácter obligatorio que tienen, especialmente, las sentencias.81 La obligatoriedad de las decisiones de la “justicia transnacional” (Comisión y Corte Interamericana) se ha reconocido en Argentina con anterioridad a la reforma constitucional de 1994, en la que se incorporó los tratados sobre derechos humanos con jerarquía fundamental. El precedente a la reforma constitucional argentina fue la causa “Bramajo”, en la que se concedió efectos jurídicos a las recomendaciones de la Comisión. En tal caso, se sostuvo que: “la opinión de la Comisión... debe servir de guía o jurisprudencia para nuestros tribunales en lo que hace a la interpretación de los preceptos del Pacto de San José de Costa Rica”. Los términos categóricos del fallo permiten sostener que la jurisprudencia es vinculante cuando la orientación se adapta 80 81 Ibid., pp. 346. Ibid., pp. 347. 72 plenamente al caso; o en su lugar, es un precedente (guía de orientación) que no puede ser anulado con una interpretación contraria, salvo que fuera más favorable al derecho humano particular que el caso tratase (principio pro homine). 82 Resulta interesante que no solo Guatemala, sino que también Argentina haya incluido la jerarquía de los tratados de derechos humanos por sobre el derecho interno ordinario. Esto demuestra la existencia de una tendencia hacia que el Derecho de los Derechos Humanos es una continuidad del Derecho Constitucional, por lo que se le eleva de rango respecto al derecho interno. En su estudio, Salinas Burgos83 afirma que: “El carácter definitivo de la sentencia permite configurar a las mismas como sentencias firmes, ya que no admite recurso ulterior, adquiriendo el valor de cosa juzgada, tanto en el plano internacional, impidiendo que el mismo asunto sea sometido al sistema interamericano de protección de los derechos humanos o a otro sistema internacional, como lo demuestran las cláusulas de litispendencia y cosa juzgada incluidas en la Convención; como en el interno, ya que imposibilita a los órganos nacionales de pronunciarse sobre la validez de la propia sentencia, así como de llevar a cabo un control material de sus disposiciones, o analizar la presunta adecuación de las mismas al propio ordenamiento interno. Es por ello que los órganos nacionales (tanto judiciales como de otro orden) habrán de limitarse -en su caso- a ejecutar la sentencia de la Corte Interamericana, adoptando las medidas que estimen oportunas según el principio del margen de apreciación nacional”. En el artículo 68.1. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, se establece la obligatoriedad de las sentencias de la Corte Interamericana, ya que los Estados partes tienen el compromiso de cumplir el fallo en todos los casos. Dichas sentencias son transmitidas a todos los Estados partes, ya que establecen 82 Ibid., pp. 350. SALINAS BURGOS, Hernán. Obligatoriedad y Cumplimiento de las Sentencias Internacionales en Materia de Derechos Humanos en el Ordenamiento Jurídico Interno. Chile, www.institutolibertad.cl/i_17.html (Fecha de consulta: 19 de abril de 2012). 83 73 interpretaciones auténticas de la Convención, que pasan a formar parte de la misma. De esta forma, las sentencias de la Corte Interamericana son de obligatorio cumplimiento por los Estados partes y se deben ejecutar directamente por y en el Estado de mérito. El Artículo 68 de la Convención dispone que “se podrá ejecutar en el respectivo país por el procedimiento interno vigente para la ejecución de sentencias contra el Estado”. En el Sistema Interamericano, la Convención Americana sobre Derechos Humanos prevé el mecanismo de ejecución de las indemnizaciones pecuniarias fijadas por la Corte; pero, no establece la vía para implementar otro tipo de reparaciones determinadas por el tribunal. A su vez, la Convención Americana no prevé un procedimiento para ejecutar las obligaciones derivadas del cumplimiento de las resoluciones de la Comisión, sean de carácter pecuniario o de otro tipo. Sin embargo, la indemnización pecuniaria no agota todas las reparaciones posibles por los Estados condenados. Sobre esto último, la Convención Americana sobre Derechos Humanos deja a la discreción de los Estados el establecimiento de las acciones que considere necesarias para cumplir con las sentencias. Ello es razonable, teniendo en cuenta la diferencia entre la protección internacional y la búsqueda de soluciones locales, así como por cuestiones relativas a las diversas estructuras jurídicas de cada país y la variedad de las medidas ordenadas por la Corte, considerando la especificidad de cada caso, entre otras. Es por eso que los Estados partes de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, han estado buscando procedimientos para ejecutar las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en las que fueron condenados, encontrando distintas soluciones a dicha problemática, de lo cual Guatemala no es la excepción, sin que exista a la fecha una ley que lo viabilice. En 2005, la Corte modificó parcialmente la modalidad de supervisión de sus sentencias, mediante un nuevo procedimiento. Actualmente, solicita un informe al Estado sobre el cumplimiento de la sentencia cuando ha vencido el plazo fijado en el fallo para hacerlo (que puede durar entre un año y tres años). Posteriormente, remite la información a la 74 Comisión Interamericana de Derechos Humanos y las víctimas para que formulen observaciones. Finalmente, la Corte aprecia si hubo cumplimiento de lo resuelto o no y, en su caso, orientar las acciones del Estado para ese fin, además, cumple con la obligación de informar a la Asamblea General, según el artículo 65 de la Convención. Osvaldo Alfredo Gozaíni84 expresa que la función de las decisiones y la jurisprudencia de la Corte Interamericana promueven la tutela efectiva de los derechos humanos. Las sentencias de la jurisdicción supranacional, son de cumplimiento obligatorio para el Estado afectado, así que las condenas impuestas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos no pueden obstaculizarse por decisiones internas del Estado demandado, pues se restaría eficacia a los mecanismos de protección internacional de los derechos humanos que los Estados Partes en la Convención Americana sobre Derechos Humanos se han obligado a respetar, tal y como se resalta en el caso “Bulacio contra Argentina”, en el que se desestimó la defensa fundada en que estaría prescrita la acción penal tendiente a investigar los hechos denunciados como violaciones a los derechos humanos. En los casos Bámaca Velásquez y la Masacre de las Dos Erres, las personas sujetas a proceso penal, interpusieron amparo contra las resoluciones que declararon la autoejecutabilidad de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, los que fueron conocidos por la Corte de Constitucionalidad, emitiéndose las sentencias de 25 de agosto de 2010 y de 18 de enero de 2011, otorgando dicha protección constitucional, señalando que la Corte Suprema de Justicia no tiene la jurisdicción y competencia para conocer del caso, ya que no existe base legal que fundamente su actuación. El contexto general es que utilizando las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se pueden reabrir casos fenecidos, como el Caso Bámaca Velásquez, violando los artículos 12 y 211 de la Constitución Política de la República de 84 GOZAINI, Osvaldo Alfredo. Op. Cit., p. 360. 75 Guatemala, pasando en forma inadvertida que no se estableció un procedimiento para la ejecución de sentencias y de allí que ahora se improvisa una autoejecutividad. Viviana Krsticevic, Directora Ejecutiva del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), considera que: “La reparación de las violaciones de derechos humanos en virtud de una resolución internacional hace realidad la tutela comprometida por las naciones de la región al ratificar la Convención Americana y otros tratados interamericanos; por esto, sin ejecución de las sentencias en la esfera local, no es posible hablar de verdadera tutela regional. Su incumplimiento erosiona la autoridad de las decisiones de la Comisión y la Corte y desprotege a quienes acuden a este ámbito en búsqueda de amparo… la experiencia en la región ha mostrado que la ejecución de las sentencias del Sistema Interamericano depende en buena medida de la estructura institucional y legal existentes en los países, como la existencia de leyes, estructuras administrativas, políticas estatales o precedentes jurisprudenciales relevantes, así como la capacidad de incidencia de las organizaciones no gubernamentales, la buena voluntad de funcionarios de diversos poderes del Estado, el papel de la prensa, el comportamiento de diversos actores políticos en el Estado y en la región”.85 Es un común denominador que el Estado de Guatemala ha cumplido en buena parte de ellos todo lo relacionado al pago de indemnizaciones, de publicación de sentencias, de honrar la memoria de la víctimas a través de reconocimientos, etcétera. Pero no existen avances en el tema de administración de justicia relacionado al requerimiento puntual de la corte de “…investigar, juzgar y sancionar a las personas responsables de las violaciones a los derechos humanos declaradas por la Corte”.86 La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha proferido varias sentencias en contra del Estado de Guatemala; sin embargo, en algunos casos, han pasado más de diez años y las mismas no logran ejecutarse; por lo que es necesario determinar o 85 Centro por la Justicia y el Derecho Internacional. Implementación de las Decisiones del Sistema Interamericano de Derechos Humanos: jurisprudencia, normativa y experiencias nacionales. Estados Unidos, Centro por la Justicia y el Derecho Internacional, 2007, pp. 15 y 16. 86 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Op. Cit. 76 establecer cuál debe ser el procedimiento para hacerlo sin contravenir el espíritu de la Constitución Política de la República de Guatemala, la Convención Americana de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Código Procesal Penal, la Ley del Organismo Judicial y la Ley Orgánica del Ministerio Público. El artículo 68.1 de la Convención Americana estipula que los Estados Partes en la Convención se comprometen a cumplir la decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en todo caso en que sean partes. Para ello los Estados deben asegurar la implementación a nivel interno de lo dispuesto por el Tribunal en sus decisiones, lo mismo se ha considerado para los casos “Baena Ricardo y otros Vs. Panamá” y “Kimel Vs. Argentina”. En virtud del carácter definitivo e inapelable de las sentencias de la Corte, según lo establecido en el artículo 67 de la Convención Americana, éstas deben ser prontamente cumplidas por el Estado en forma íntegra y dentro del plazo establecido para tal efecto. En este mismo sentido, la citada Corte se pronunció en los casos “Barrios Altos Vs. Perú”, “Tristán Donoso Vs. Panamá” y “De la Cruz Flores Vs. Perú”. La obligación de cumplir lo dispuesto en las decisiones del Tribunal corresponde a un principio básico del Derecho Internacional, respaldado por la jurisprudencia internacional, según el cual los Estados deben acatar sus obligaciones convencionales internacionales de buena fe (pacta sunt servanda) y, como ya ha señalado esta Corte y lo dispone el artículo 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, aquéllos no pueden, por razones de orden interno, dejar de asumir la responsabilidad internacional ya establecida, porque en este mismo sentido se ha considerado para los casos “Tristán Donoso Vs. Panamá” y “Ivcher Bronstein Vs. Perú”. Los Estados Partes en la Convención que han reconocido la jurisdicción obligatoria de la Corte tienen el deber de acatar las obligaciones establecidas por el tribunal. Las obligaciones convencionales de los Estados Partes vinculan a todos los poderes y órganos del Estado, lo que incluye el deber del Estado de informar a la Corte sobre las 77 medidas adoptadas para el cumplimiento de lo ordenado por el Tribunal en su decisión. La oportuna observancia de la obligación estatal de indicar al Tribunal cómo está cumpliendo cada uno de los puntos ordenados es fundamental para evaluar el estado del cumplimiento de la sentencia. Esto mismo se ha expresado en la Corte para los casos “Barrios Altos Vs. Perú”, “Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil” y “Caso Cantos Vs. Argentina”. Por último, es necesario determinar el papel que juega el Non bis in idem en este caso y la función negativa de la cosa juzgada penal, porque es un punto medular para poder establecer si procede o no reabrir causas penales fenecidas. En este sentido, Boris Barrios González87 expone que en la cosa juzgada penal cabe distinguir entre la cosa juzgada formal y la material; asimismo, entre la función positiva o prejudicial y la función negativa o excluyente. No obstante, para la cosa juzgada en el ámbito penal, es irrelevante la identidad de las partes y de la causa petendi; y es que el imperativo Non bis in idem debe ser siempre efectivo y real, aunque cambie una de las partes, especialmente la parte acusadora. A pesar que la causa petendi o título de la acusación sea diferente, lo cual significa que el Non bis in idem debe manifestarse como garantía judicial, aunque cambien los conceptos en que se quiere obtener una sentencia en ejercicio del ius puniendi. En este sentido, cuando el hecho punible es el mismo en el primer y segundo proceso, hay cosa juzgada penal y, consecuentemente, el segundo proceso debe terminar con resolución absolutoria sobre el fondo, sin requerir que se entre a examinar el fondo, porque se puede fallar en incidente de previo y especial pronunciamiento porque siempre será improcedente una segunda condena penal, independientemente del contenido de la sentencia del primer caso. En algunas legislaciones, la sentencia 87 BARRIOS GONZALEZ, Boris. La cosa juzgada nacional y el cumplimiento y ejecución de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los Estados Parte. Chile, Centro de Estudios Constitucionales de la Universidad de Talca, Revista Semestral “Estudios Constitucionales”, noviembre 2006, pp. 364 y 365. 78 absolutoria de instancia, que dejan abierta la posibilidad de un proceso ulterior sobre el mismo objeto, están proscritas en la ley. La cosa juzgada penal se manifiesta, en función negativa o excluyente de un segundo proceso y, por consecuencia, de una segunda sentencia sobre el fondo, cuando hay identidad entre los objetos de los ambos procesos, o sea del hecho punible. Hay cosa juzgada penal cuando en el segundo proceso concurren unos hechos que, por sí solos o en unidad con otros, ya fueron juzgados en un primer proceso, aunque se presenten bajo el aspecto de un delito distinto, si hay identidad entre los objetos (hecho).88 En materia penal, los sujetos del hecho punible no siempre son elemento indispensable para la determinación o calificación del hecho punible (es el caso de los desaparecidos o del delito sin cuerpo del delito). En efecto, en materia penal, es un error poner como condición de la cosa juzgada la identidad de la persona del acusado o imputado y menos elevarla a la misma categoría de identidad del hecho. En el proceso penal, la cosa juzgada material no produce más efecto que el preclusivo, es decir un impedimento procesal de un segundo juicio o, en su defecto, de la condena por el hecho otra vez juzgado, respecto a la misma persona; y no determina, prejudicialmente, el contenido de una segunda sentencia, ni respecto a otro acusado del mismo hecho ni del mismo acusado por un hecho distinto.89 Esto es importante considerarlo porque el “Caso Bámaca”, al quedar abierta la investigación para dar con el paradero del cuerpo, puede arrojar luz sobre este punto y sobre quienes son los responsables, sin que se le vincule necesariamente al proceso sobreseído. No obstante, en materia penal y en los procesos por violación de derechos humanos, en virtud de la Convención Americana de los Derechos Humanos y la aceptación de la jurisdicción de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, la cosa juzgada 88 89 Ibid. p. 365. Ibid. pp. 365 y 366. 79 penal nacional adquiere el carácter de cuestión de prejudicialidad para recurrir a la jurisdicción interamericana de protección de los Derechos Humanos. 90 Esto se explica porque la propia Convención indica que se deben agotar todos los medios judiciales internos, previo a acudir al Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Entonces, es lógico pedir que antes de plantear un asunto en la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos deba haber cosa juzgada nacional. Hernández Valle91 explica que la cosa juzgada es uno de los institutos procesales que no pueden trasplantarse mecánicamente del Derecho Procesal general al Derecho Procesal Constitucional; porque dicho instituto, dentro del ámbito de esta última disciplina, no es una cuestión exclusivamente procesal, sino que involucra, además, un problema de Derecho Constitucional, dado que pone en juego el valor de las sentencias de los tribunales constitucionales y, por ende, afecta el equilibrio de sus relaciones con los restantes órganos del Estado. Este mismo autor, citando a Bocanegra, expresa que determinar cuál es la eficacia de la cosa juzgada en los procesos constitucionales, coloca el tema en el ámbito del Derecho Constitucional material, dado que debe decidirse qué valores son prioritarios, si la protección a ultranza de la seguridad jurídica o la apertura a una posibilidad de revisión -y de interpretación constitucional- de cuestiones ya decididas; por lo tanto, protegidos por los efectos de las sentencias constitucionales. Boris Barrios González92 expresa que la función positiva de la cosa juzgada consiste en imposibilitar la apertura a un nuevo proceso, por lo que habiéndose juzgado el caso no puede volver a plantearse un nuevo debate que signifique una decisión contraria. En tanto que la función negativa de la cosa juzgada consiste en impedir a las partes controvertir la resolución definitiva, por lo que no podrá ejercerse una nueva acción en contra de la sentencia firme, porque ello es contrario a la paz y la seguridad jurídica. En 90 Ibid. p. 366. HERNÁNDEZ VALLE, Rubén. Derecho Procesal Constitucional. Costa Rica, Editorial Juricentro, 1995, p. 100. 92 BARRIOS GONZALEZ, Boris. Op. Cit. 91 80 efecto, la cosa juzgada constitucional obliga a las partes procesales y al Estado. Como efecto de la cosa juzgada, la administración queda obligada a no reproducir, ni total ni parcialmente, los actos anulados; mientras que al parlamento le obliga a no dictar nuevas leyes con el contenido de la inconstitucionalidad declarada. Hernández Valle93 menciona que en la doctrina costarricense, si los efectos de la cosa juzgada en los procesos constitucionales no vincularan al Estado, éste, mediante la utilización del privilegio de la decisión ejecutoria, podría hacer inoperante las sentencias que recaigan en aquellos, con un nuevo acto o disposición de contenido contrario al anulado, emitido por el mismo órgano recurrido u otro diferente. Comenta que si a pesar de tal prohibición, tales actos o normas se dictaren, su anulación puede hacerse por el mismo tribunal, dentro del mismo proceso constitucional, mediante los procedimientos de ejecución de sentencia, sin necesidad de recurrir a un nuevo juicio. En Costa Rica, este principio se recoge en el artículo 12 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional, al disponer que: "Las sentencias que dicte la Sala podrán ser aclaradas o adicionadas... incluso en los procedimientos de ejecución, en la medida en que sea necesario para dar cabal cumplimiento al contenido del fallo". El autor afirma que el particular, al plantear el respectivo proceso constitucional, pone en juego una pretensión material a la omisión de futuras intervenciones o ataques del mismo contenido, si la situación fáctica y jurídica permanece idéntica. En consecuencia, la demanda de impugnación tiene un carácter preventivo al comprender bajo su alero todas las medidas iguales a la impugnada, prescindiendo del momento del surgimiento de su eficacia. Por otra parte, se puede considerar lo que explica Hitters94 en cuanto a que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido — sin entrometerse en las jurisdicciones locales — que una sentencia con carácter de cosa juzgada de los jueces 93 HERNÁNDEZ VALLE, Raúl. Op. Cit., pp. 103 y 104. HITTERS, Juan Carlos. ¿Son vinculantes los pronunciamientos de la Comisión y de la Corte IDH? Argentina, La Ley, 2008, p. 135. 94 81 domésticos tiene que ser necesariamente cumplida, debido a que en ella se adopta una decisión de forma definitiva, otorgando certeza sobre el derecho o controversia discutida en el caso concreto, y tiene como uno de sus efectos la obligatoriedad. Ante la Corte, eventualmente puede discutirse la autoridad de cosa juzgada de una decisión cuando ésta afecta derechos de individuos protegidos por la convención y se demuestra que existe una causal de cuestionamiento de la cosa juzgada. Asimismo, como indica Quiroga León,95 las decisiones adoptadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos tienen mayor incidencia en los procesos constitucionales de protección de derechos fundamentales, donde el carácter de cosa juzgada únicamente se circunscribe a aquellos fallos respecto al fondo de la controversia, conforme se señala el Artículo 6º del Código Procesal Constitucional peruano: “En los procesos constitucionales sólo adquiere la autoridad de cosa juzgada la decisión final que se pronuncie sobre el fondo”. Por ende, las decisiones adoptadas por la Corte tienen la calidad de cosa juzgada no solo en la parte considerativa del fallo, sino también en su parte resolutiva, en función al principio pro hómine o pro libertate en materia de protección de derechos fundamentales, cuyo desarrollo no ha nacido del derecho interno, sino del derecho internacional de protección de derechos humanos. Esto quiere decir que una cosa juzgada penal, al verse inserto dentro de un proceso de orden constitucional, ya deja de tener solo un carácter eminentemente nacional y puede encontrar su fallo final hasta la instancia internacional. No obstante, en el caso “Bamaca Velasquez” también puede cuestionarse válidamente por qué los recurrentes no actuaron por medio del amparo para agotar las vías nacionales y así ir ante lo internacional, como ha sucedido en otros casos, lo cual hubiera servido para que la acogida de la sentencia internacional tuviera mayor sustentación. 95 QUIROGA LEON, Aníbal. Las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la cosa juzgada nacional. Chile, Universidad de Talca, Estudios Constitucionales, Año 4 N° 2, 2006, p. 411. 82 6. DOCTRINA EN CONTRA DE LA EJECUCIÓN DE LAS SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS El fallo de la Corte de Constitucionalidad se puede calificar como una "declaración de inejecutabilidad" del pronunciamiento de un órgano internacional, por parte de los tribunales locales. Cabe acotar que dentro del sistema interamericano no es el primer caso al respecto, para que no se crea que es el Estado de Guatemala el primero en oponerse o que está ante una situación de resistencia a cumplir un tratado. Néstor Sagüés96 indica que una clara muestra de la negación de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos es la resolución del Consejo Supremo de Justicia Militar del Perú, de fecha 11 de junio de 1999, en el caso "Castillo Petruzzi y otros", en el que se invoca que la Corte Interamericana incurre en lo siguientes vicios: 1. Tipificar indebidamente determinados delitos; 2. Exceso de competencia funcional, ya que solo podría definir la compatibilidad del derecho interno con el internacional, por vía de consulta; 3. Extralimitación en sus atribuciones, al pronunciarse sobre el control de legalidad y de constitucionalidad del derecho interno; 4. Exceso en su competencia, por indicarle a los legisladores locales cómo votar las leyes; 5. Invocar falsamente preceptos que el Pacto de San José no contiene; 6. Desconocimiento de la Constitución del Perú, pronunciando un veredicto contrario a la misma e intento de someterla al Pacto de San José, en la tarea de interpretación y aplicación del derecho por los jueces peruanos. 7. Desconocimiento de la legislación penal y militar peruana; 8. Violación de la cosa juzgada; 96 SAGÜÉS, Néstor. Las relaciones entre los tribunales internacionales y los tribunales nacionales en materia de Derechos Humanos. Experiencias en Latinoamérica. Chile, Universidad de Talca, Revista Ius et Praxis, Año 9, Nº 1, 2003, pp. 215 y ss. 83 9. Valoración arbitraria, equivocada e inconstitucional de las circunstancias histórico-sociales, que agravia los intereses del pueblo peruano; 10. Resolver sobre puntos no sometidos a la Comisión ni a la Corte Interamericana de Derechos Humanos; 11. Contradicción y criterios ambiguos al interpretar el Pacto de San José; 12. Prejuzgamiento, al ordenar un nuevo juicio (que concluiría en lo mismo que la resolución dejada sin efecto), y anticipar el pago de gastos y costas; 13. Riesgo de que el cumplimiento de lo decidido por la Corte Interamericana, al disponer la libertad de terroristas, perjudicaría la seguridad interna; 14. Dictar un fallo parcial y repulsivo a la conciencia cívica nacional y al sentido de la democracia y del Estado de Derecho. La resolución del Consejo Supremo de Justicia Militar concluye en declarar inejecutable la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Pocos días después, el 14 de junio de 1999, la Corte Suprema de Justicia de Perú, en el caso "Loayza Tamayo” declaró igualmente inejecutable otra sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, opinando que no se habían agotado los mecanismos propios de la jurisdicción interna y que, si bien el Pacto de San José de Costa Rica había sido declarado por la Constitución peruana de 1979 con rango constitucional, la reforma constitucional de 1993, (vigente al momento de pronunciarse la Corte Suprema del Perú), otorgaba a los pactos internacionales la jerarquía de leyes ordinaria, por lo que la Carta Magna de Perú tiene jerarquía superior a los tratados habilitados. De acuerdo a la tesis de la Corte Suprema del Perú, el Sistema Interamericano de protección de los Derechos Humanos debe sujetarse al ordenamiento constitucional de los Estados signatarios, y los jueces peruanos deben hacer prevalecer a la Constitución sobre las normas legales, entre ellas el Pacto de San José.97 97 Ibid. 84 La doctrina del “Seguimiento”, que se refiere al acatamiento de los tribunales nacionales de lo fallado por la Corte Interamericana, ha tenido en Argentina importantes repliegues, no obstante su difusión inicial. De esta cuenta, en el caso "Acosta", la mayoría de la Corte Suprema dio a entender que el seguimiento de los jueces nacionales a la jurisprudencia de los organismos de la jurisdicción internacional, emergente del Pacto de San José no era inexorable, en el sentido que no hay un deber jurídico vinculante en tal sentido y menos que obligase a modificar sentencias firmes. En el caso "Felicetti", reiteró tal postura, sosteniendo que los pronunciamientos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tampoco obligaban a la Corte Suprema, máxime si alteraban el principio de la cosa juzgada, aunque de todos modos el Estado debía realizar los mejores esfuerzos para dar respuesta favorable a las recomendaciones de la Comisión.98 Todos estos casos son ejemplos claros que no se trata de un “capricho” de la Corte de Constitucionalidad el no dar lugar a la ejecutividad de los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sino que existen precedentes en el extranjero sobre no admitir sus fallos porque hay cuestiones que lo hacen improcedente. En tales casos, se aprecia que hay una serie de errores que son de subsanarse porque se excede a lo que corresponde para el efecto de hacer justicia en casos concretos. En el caso que nos ocupa, la Corte de Constitucionalidad indica que lo que se requiere es precisión sobre lo que ordena el alto tribunal interamericano y determinar quien debe procederlo a hacer dentro de la estructura del Estado, sin asumir hechos como verídicos que solo ante los tribunales nacionales se ha de tener como probados. Hay otra perspectiva que se puede analizar, que es la del Derecho Penal del Enemigo, que expone Portilla Contreras.99 De acuerdo con el autor, se está retornando al modelo penal fundado en los criterios de utilidad, daño social, en la concepción de la ruptura del contrato social y en la reconstrucción del “enemigo”, que no sólo disciplina al sujeto sino que lo controla en el espacio de peligro supuestamente generado por el colectivo en el que se integra. 98 Ibid. PORTILLA CONTRERAS, Guillermo. El Derecho Penal entre el cosmopolitismo universalista y el relativismo posmodernista. España, Editorial Tirant lo Blanch, 2007, p. 38 99 85 La política criminal en la posmodernidad se define, por tanto, como política de seguridad interior, como una nueva lógica de seguridad caracterizada por focalizar y construir una imagen simplista de los enemigos a través de los mass media y las políticas populistas. Se promueve el desarrollo de un “vocabulario de la inseguridad” que las agencias de control orientan contra fenómenos específicos, contingentes, pero inmediatamente perceptibles por la opinión pública, contra los que se canaliza los sentimientos de inseguridad contribuyendo a ser concebidos como los peligros para el sistema y su estabilidad. En ese contexto, la expansión hegemónica de Estados Unidos de América ha supuesto el reingreso de la Teoría del Estado de Excepción, el concepto de lo político de Schmitt con su dicotomía “amigo-enemigo” y la asunción del formato de la guerra, no como excepción, sino como manifestación primigenia de un Derecho Penal que, de ese modo, se militariza. Las nuevas categorías penales giran en torno a dos clases de sujetos: los excluidos de la organización formal —o los incluidos pero ingobernables— y los autoexcluidos del contrato social. Ambos se perciben como un riesgo para la estabilidad del sistema, siendo los primeros necesarios para la pacificación en el interior del Estado-nación y los segundos, conformando el concepto abstracto de “enemigos”, para la acumulación de poder y capital en el exterior.100 Lo normal en el presente es la conversión del Derecho Penal en un derecho de autor en el que se acaba confundiendo al enemigo con las “clases peligrosas”, la guerra con la actuación policial, las relaciones internacionales con la política interior. En ese desconcierto entre las finalidades represivas y policiales se relativizan los principios de culpabilidad, proporcionalidad, y del hecho, a través de una perspectiva orientada al autor en la que desaparecen las garantías procesales. El criminal se convierte en el enemigo interior al romper el pacto social. Por ello, las penas deben asegurar la protección de la sociedad, mientras más débil sea una sociedad tanto más severa deberá demostrarse y más deberá protegerse. En los últimos años, se observa una acentuada tendencia que, basándose en el modelo del “enemigo”, en una legislación de guerra, intenta legitimar la estructura de un Derecho Penal y Procesal Penal sin 100 Loc. Cit., pp. 63 y 65. 86 garantías, la flexibilización de los principios procesales, aquéllos, de corte liberal, que han contribuido a la defensa de la persona: el principio de presunción de inocencia, el fundamento de un proceso legal, el principio nemo-tenetur, el derecho a un proceso justo, etcétera.101 Todo esto viene a colación de que el derecho guatemalteco dio un giro de concepción tras el proceso de paz, en donde el aparato armado del Estado fue criminalizado y, ante la opinión pública nacional e internacional fue conceptuado como criminal de guerra, mientras que su oponente, el que era el subversivo, pasó a calidad de mártir. Entonces, es políticamente incorrecto favorecer a los militares en casos del conflicto armado interno guatemalteco, porque no son los “buenos”, sino los “enemigos”. Este cambio de situación es la que pasa en el “Caso Bámaca”, en donde se propugna una justicia penal en la que se debe castigar a toda costa a los nuevos “enemigos” del Estado, que son los perdedores a nivel político del proceso de paz guatemalteco, o sea los militares. En el ánimo de ajusticiamiento y de esclarecimiento de la verdad histórica, se están recurriendo a procedimientos no regulados nacionalmente y se acuden a instancias nacionales para plantear asuntos que no se han dirimido primeramente en los fueros nacionales competentes y se pretende “importar” las soluciones a estos casos e imponerlas ante las autoridades guatemaltecas, las que ya emitieron resoluciones que están ejecutoriadas. Con ello, se viola la soberanía nacional porque se pretende aplicar por medio de la presión política y mediática sentencias internacionales que no son congruentes con el ordenamiento constitucional, que lo viola flagrantemente. Tolerar que tales sentencias tengan ejecución en nuestro medio judicial es permitir que se viole la Constitución Política de la República y, en consecuencia, infringir la soberanía patria, porque dejar que la ley suprema no se cumpla implica conculcarla. 101 Loc. Cit., p. 200. 87 En este punto, el Estado no debe verse en la disyuntiva de acatar o no el fallo porque para el Estado y el Gobierno de turno o sus órganos judiciales no existe la opción de cumplir o no con la Constitución, pues la misma debe ser respetada y hacerse respetar, no siendo una opción lo contrario. En este sentido, la sentencia de marras conculca el debido proceso porque no respeta la existencia de una resolución ejecutoriada favorable a los procesados, ni la existencia de fases procesales precluidas ni es consecuente con el paso de los años que lleva tal situación jurídica a favor de los denunciados. Particularmente, es violatoria porque no respeta la doble instancia del proceso, que ya fue realizada en el mismo, en cuanto a conocer la apelación del sobreseimiento dictado, y porque al pretender reabrir el proceso fenecido, viola el debido proceso y las normas constitucionales que impide revisar casos en tales circunstancias, creando un procedimiento no reconocido por la ley procesal penal y, poniendo a los tribunales nacionales en la cuestión de “crear” el procedimiento para el efecto, cuando de acuerdo a la dogmatica más difundida, el tribunal no crea el proceso sino que lo aplica, pues la labor creadora corresponde al Poder Legislativo. Entonces, se viola la prohibición de revisar casos penales y de alterar las formas procesales, cuando se pretende anular todo lo actuado y reaperturar el caso; además, está la cuestión de la competencia sobre el tribunal que debió ejecutar el fallo de la Corte Interamericana y en qué sentido, para no violentar estos principios constitucionales. 7. DOCTRINA DEL "MARGEN DE APRECIACIÓN NACIONAL" Dentro de los principios de interpretación empleados por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, destaca la llamada doctrina del “Margen de apreciación”, la cual puede ser entendida, como un espacio de discrecionalidad con la que cuentan los 88 Estados Partes, para fijar el contenido y alcance de los derechos del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos, tomando en consideración determinadas circunstancias jurídicas, sociales y culturales; en el entendido de que su ejercicio, se encuentra sujeta al control del Tribunal Europeo, y a su labor continua en la construcción de un ‘consenso europeo’.102 Sagués103 indica que una vía de compatibilización consiste en que los órganos de la jurisdicción internacional, cuando interpretan un derecho humano declarado en un tratado, no lo hagan con criterios puramente generales o abstractos, sino que tengan en cuenta las particularidades normativas y fácticas del país donde se presenta el problema la interpretación que de esos derechos hagan los tribunales locales. Un derecho no puede juzgarse en abstracto, omitiendo los marcos culturales y económicos que lo circundan. Existen condicionamientos materiales y sociales cuyo desconocimiento quitaría realidad, vigencia y hasta razonabilidad a un régimen de derechos humanos. También hay serios conflictos de legitimidad entre lo que una sociedad nacional considera como justo o injusto y lo que otros Estados o un organismo de jurisdicción supranacional pueden pensar sobre el mismo punto. En Europa, la doctrina del "Margen de Apreciación Nacional" tuvo fundamentalmente un origen jurisprudencial a través de la Comisión Europea de Derechos del Hombre. Tal doctrina parte de la afirmación de que no constituye un privilegio para los Estados, sino una consecuencia de la democracia y del pluralismo, ya que es bueno comprender las realidades jurídicas, económicas y sociales de cada país, y la apreciación que de ellas hagan los tribunales nacionales, que son los más próximos y autorizados (en principio) para evaluar los problemas de aplicación de los derechos humanos provenientes de una fuente jurídica internacional.104 Conforme al Tribunal de Estrasburgo, el "margen de apreciación nacional" varía según las circunstancias, las materias, el contexto, los factores de hecho, así como la 102 GONZÁLEZ VEGA, Javier. Interpretación, Derecho Internacional y Convenio Europeo de Derechos Humanos: A propósito de la interpretación evolutiva en materia de autodeterminación sexual. España, Revista Española de Derecho, Número LVI -1, Enero 2004, p. 178 103 SAGÜÉS, Néstor. Op. Cit. pp. 219 y 220. 104 Ibid., p. 219. 89 naturaleza del derecho garantizado porque en cada convención los elementos que amplían o reducen el "margen de apreciación nacional". Otro ingrediente significativo para graduarlo es la existencia o no de un "denominador común" o de "estándares comunes" en los sistemas jurídicos de los países comprendidos por el tratado de derechos humanos. Si hay un entendimiento compartido sobre la naturaleza, detalles y dimensiones de un derecho por parte de tales sistemas jurídicos nacionales, resulta obvio que un Estado específico dispone de menor "margen de apreciación" para interpretar, moldear o adaptar a dicho derecho.105 Como técnica de interpretación, la doctrina del “margen de apreciación nacional” opera fundamentalmente para limitar derechos (restricciones por razones de utilidad pública, moral pública o interés público) e incluso para suspender derechos (casos de conmoción interior, de peligro público, seguridad nacional, etcétera). Aunque, puede funcionar como mecanismo de implementación de derechos, como por ejemplo para instrumentar los preceptos genéricos de un tratado relativos a crear procedimientos judiciales expeditivos para la garantía de los derechos de fondo. Pero también puede actuar como modo de entendimiento de derechos, como dispositivo para aplicarlos y correlacionar un derecho con otro.106 La amplitud del "margen de apreciación" como el acierto de su ejercicio por las autoridades o tribunales de un país, debiera estar sometido al control de la autoridad supranacional, ya que de no haberla, un país podría eximirse del respeto u observancia del derecho, alegando impunemente su "margen de apreciación nacional". La aplicación irrestricta de la doctrina podría provocar que un mismo derecho humano no tenga la misma profundidad o extensión en todos los lugares, sino distintas modalidades e intensidades, circunstancia que afectaría la universalidad de ese derecho y autorizaría interpretaciones desigualitarias del mismo.107 La doctrina del margen nacional postula la adaptación de una normatividad general sobre derechos humanos, al ambiente adonde ella debe aplicarse. Pero tal 105 Loc. Cit. Loc. Cit. 107 Ibid., p. 220. 106 90 armonización tiene, desde luego, sus topes. Si en un Estado se padecen “cegueras axiológicas colectivas”, que son decididamente intolerables a la luz del desarrollo actual de la conciencia ética global, mal se haría en admitir la doctrina del "margen nacional" para consentir tales violaciones.108 Tras estas consideraciones, cabe considerar si en el caso “Bámaca Velásquez” existe la posibilidad de aplicar un “margen de apreciación nacional”. Esto, considerando el último pronunciamiento de la Corte de Constitucionalidad, que no desconoce la jurisdicción de la Corte Interamericana ni la cuestiona, sino que pide explicitud para determinar la forma de ejecutar el fallo. Este es un caso muy complejo en la historia nacional, que se puede constituir en un arquetipo de situaciones similares, que acaecieron en el conflicto armado interno que vivió Guatemala por más de un tercio del siglo XX. Hay muchos derechos en juego, por una parte está la clara necesidad de dar con el paradero de Bámaca Velásquez o de su cadáver y, en su caso, entregarlo a sus parientes para darle sepultura. También está el derecho familiar y social de saber la verdad dentro de un caso paradigmático dentro del conflicto armado nacional. Asimismo, se requiere que la sociedad provea de justicia en este caso, de manera que si dicha persona fue torturado y ejecutado sin juicio, se juzgue y sentencie a quienes resulten responsables. Por último, están los derechos de los procesados en este caso que encontraron una resolución de sobreseimiento que alcanzó firmeza procesal, en la forma que la ley establece. El “margen de apreciación nacional” en este caso puede consistir en que la investigación se reactive porque innegablemente hay que dar con el paradero de Bámaca Velásquez o de su cadáver y, en su caso, entregarlo a sus parientes para darle sepultura, lo que fue un mandato de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su sentencia de fondo. Pero que todo ello se dé, sin involucrar penalmente a quienes obtuvieron el sobreseimiento. Esto porque el Ministerio Público puede iniciar o reiniciar el proceso en donde está, porque el objeto del proceso sigue existiendo, independiente de la identidad de los agentes delictivos, pudiendo determinar si hay nuevos. El 108 Loc. Cit. 91 “margen de apreciación nacional” a aplicar puede ser no asimilar el sobreseimiento con la prescripción, como pretende la Corte, cuyas sentencias tratan vincular ambos institutos penales como si fuesen iguales; ya que no se trata de un caso de ley de “punto final” que pretende de sustraer personas de una responsabilidad penal, invocando el paso del tiempo o que crea una amnistía. De esta forma, el proceso y la investigación continúa y se puede alcanzar la verdad histórica, que es una exigencia social y de la propia sentencia. Ya el ajusticiamiento de los responsables dependerá de si los imputados están vivos y son identificados y, en el caso que se acreditaran fueran los beneficiados del sobreseimiento, entonces, hasta allí buscar su procesamiento sobre la base de la comprobación de que la resolución del sobreseimiento fue dictada por abuso de autoridad, coacción, cohecho, prevaricato u otra circunstancia similar. 92 CONCLUSIONES 1. Los tratados de Derechos Humanos son una continuidad al catálogo constitucional de los mismos, pues el artículo 44 de la Constitución Política de la República de Guatemala reconoce expresamente que hay otros, aparte de los ya citados. Para asegurar su mayor rango legal, el artículo 46 constitucional le da preeminencia a los referidos tratados sobre toda ley ordinaria, ya que no contradicen el artículo 44 constitucional, sino más bien le dan sustancia, sin que modifiquen o deroguen la ley fundamental. 2. La armonía constitucional es esencial y se sostiene en el principio de Supremacía Constitucional, por lo que, en su recta aplicación, no se puede admitir una interpretación que dé lugar a la contradicción entre normas constitucionales ni que normas ordinarias contradigan las supremas; tampoco se puede permitir que las sentencias de tribunales internacionales contravengan preceptos fundamentales, pues con ello lesionaría la soberanía patria, no obstante la existencia de tratados que establezcan su ejecución; por lo que no se deben ejecutar esta clase de fallos, con base en el hermetismo del derecho nacional para no acatar resoluciones que se opongan al orden constitucional y a los derechos humanos que consagra. 3. Se establece que Guatemala carece de una ley que fije el procedimiento para ejecutar los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y que, no obstante lo anterior, en muchos casos ha procedido a acatar lo resuelto en cuanto al fondo y reparación de las víctimas, lo cual demuestra que hay una política hacia dar cumplimiento a los fallos, en orden a los principios de buena fe y pacta sunt servanda, lo que no significa que en todos los casos la ejecución de lo sentenciado sea viable o que no contradiga disposiciones nacionales, casos en los cuales no pueden ejecutarse, sin que se quebranten tales principios. 4. La sentencia del “Caso Bámaca Velásquez” de la Corte Interamericana de Derechos Humanos es un caso en que no debiera ejecutarse internamente, de 93 forma parcial, no sólo por la inexistencia de un procedimiento ejecutivo que aplique efectivamente, sino porque existe una situación de violación constitucional en el contenido del fallo; ya que se ordena que se proceda para reabrir un proceso fenecido en 1999, lo que contraviene a la Constitución nacional, que en sus artículos 12 y 211 prohíben a los tribunales los procedimientos no preestablecidos y conocer casos fenecidos. Ambas disposiciones constitucionales se ven afectadas, ya que se pretende la anulación de actuaciones de un proceso penal, procedimiento que es inexistente, y se pide investigar y juzgar a los procesados cuando ya se agotó el procedimiento y hay una resolución que finaliza el proceso que se encuentra firme y ejecutoriada. Sin embargo, debe señalarse que la Corte de Constitucionalidad, ha garantizando el Debido Proceso, los principios procesales de Non bis in idem y de “no variación de las formas del proceso penal”. 5. No se puede invocar el Derecho Internacional para contravenir la Constitución de un país, pues si bien es cierto que los principios del Derecho Internacional son importantes para conservar el orden dentro de la Comunidad Internacional, también lo es que la armonía en la misma se basa en el respeto de la soberanía estatal, porque suprimiendo la misma, se rompe todo tipo de relación amistosa. Por tal motivo, los tribunales internacionales deben ser ampliamente cuidadosos cuando en sus fallos imponen obligaciones a un Estado, pues deben velar que no vayan en contra de sus normas constitucionales y que sean posibles de ser ejecutadas. 94 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. A.A.V.V. Diccionario Jurídico Consultor Magno, Tomo único. Argentina, Círculo Latino Austral, 2010. 2. AA.VV. 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