'^s, por t^. (ióniez de la Serna. LOS poetas de la Humanidad: Jl'o Arboleda. La gran conjura«'»" auténtica, por E. González ojanco. - El sentimiento del paiu„j':P"''F- Almela Vives.--Fa"""'a: A un hacendista, por José ^odao.-Unaintensaemoción, por orrea-Calderón.-PoJífica exte '°n por M. Palacios O l m e d c «Puntes del camino, por L. Martingranizo.-Ideología del naciona- rre? T ° ' ^°' ^' ^^^ '^ ' ^^ l"" pionn ^luilibrio político ame £ •;P"''^-A''addeSantillán. P o r r v ? ~ ' ' « ' ' ¡ ^ ' « de revistas, í^ *-• Alcázar. ¿Daré la salida? RENOVACIÓN ESPAÑOLA REVISTR-SEMÍVNKL ILUSTRHDR o o X . -A. B o H . - A . JD O R , E S Pío HaroiB. -Iiicinlo Bcniívente.—Adolfo Bonilla y San Martin.—Julio Cai-arpK.^ KuRenio D'Ors. Concha li:«pina lie Serna.- Edmundo «onzAle?. Blanco.—tticardo heón. -Kduardo L.ipcü Chavarri.—.«¡i'to Kossli.— Kniilio Miñana. (Condesa de Pardo Bazán.—.Julio Puyol. Rafiinl Lópeí de H a r o . - F r a n i i n c o Rodripnez Marin.- .losé M.'> SaUívcrrift. • Kalael SalilliiB. P l E I D - A C T O K E S Pollllca Interior, tí.uintiliano Saldaña —PMosolía. Kduardo Ovejero.—Arlo. K. (Jorreii-Caldenin. Medicina Dr. Sanche?, de. Rivera. Hlslorla, Antonio BalIoHteros.-Pllología, P. A. Martin Roblep. - E d u c a c i ó n n a c i o n a l Kloy l,uis Andró.- C a r i c a t u r a . K-Hito. Selma y Kilom — P o l í t i c a e x t e r i o r , -Manuel Palacios i)lmedo.—Viales, I'fión Martin Cranizo. E n s e ñ a n z a , l-nis .liméne/, Agiia. — r i u o r r a , Zcp))BÍín.-Bibliografía, .losé Antón y Pedro Sain/.. - P o e s í a , M. Alvaro/. Cerón. T e a t r o s . »n<n\ Lope...-Revista do r e v i s t a s . Cayetano Alcázar. SUSCRIPCIÓN: España: año, 10 pesetas. —Extranjero: a ñ o . )5 p e s e t a s . Redacción: Princesa, 75. fidminislración: flIl)er(o Aguilera, 22 20 céntimos. BERJV/lffDO ZA PICO |[N G E N I E R o Explotación de carbones LIEOiT m. -3^ SERVICIOS DE LA COMPAxNIA TRASATLÁNTICA L í n e a d e Cuba-Méjico.-."Caliendo de Bilbao, de Santander, de Qijón y de Coruña para Habana y Veracruz. Salidas de Veracruz y de Habana para Coruña Qijón y Santander. L í n e a d e B u e n o s A i r e s . —Saliendo de Barcelona, de Málaga y de Cádiz, para Santa Cruz de Tenerife. Montevideo y Buenos Aires y emprendiendo el viaje de regreso desde Buenos Aires y Montevideo. Línea d e N e w Y o r i c , Cuba-Wléjico. —Saliendo de Barcelona, de Valencia, de Málaga y de Cádiz, para New-Yorlí, Habana, y Veracruz. Regreso de Veracruz y de Habana, con escala en New-York. Línea d e V e n e z u e l a - C o l o m b i a . —Saliendo de Barcelona, de Valencia, de Málaga y de Cádiz, para Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz de la Palma, Puerto Rico y Habana. Salidas de Colón para Sabanilla, Curacao, Puerto Cabello, La Quayra, Puerto Rico Canaria.s, Cádiz y Barcelona. L í n e a d e F e r n a n d o Póo.— Saliendo de Barcelona, de Valencia, de Alicanie y de Cádiz, para Las Palmas. Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de la Palma y puertos de la costa occidental de África. Regreso de Fernando Póo, haciendo las escalas de Canarias y de la Península indicadas en el viaje de ida L í n e a B r a s i l P l a t a . Saliendo de Bilbao, Santander, Ciijón, Coruña y Vigo, para Río Janeiro, Montevideo y Buenos Aires; emprendiendo el viaje de regreso desde Buenos Aires para Montevideo, Santos, Rio .Janeiro, Canarias, Vigo. Coruña, Qijón, Santander y Bilbao. Además de los indicados servicios, la Compañía Trasatlántica tiene establecidos los especiales de los puertos del Mediterráneo a NcAv-York, puertos del Cantábrico a New-York y la Línea de Barcelona a Filipinas, cuyas salidas no son fijas y se anunciarán oportunamente en cada viaje. Estos vapores admiten carga en las condiciones más favorables y pasajeros, a quienes la Compañía da alojamiento muy cómodo y trato esmerado, como lia acreditado en su dilatado servicio. Todos los vapores tienen Telegrafía sin hilos. También se admite carga y se expiden pasajes para todos los puertos del mundo, servidos por lineas regulares. Las fechas de salida se anunciarán con la debida oportunidad. •=M MADRID, 27 DE JUNIO DE 1918. REVISTA SEJYlflMHL ILUSTRADA AÑO I — NÚM. 22 LIPZIS pop Hamón Gómez de la Se^na Este hombre genial ¿a qué se parece? Tiene su fostró uno belleza varonil y exótica, y lo que es muy raro, bajo esa hay unos rasgos de araña vieja. Tiene una palidez de recién resucitado. Todos v sus rasgos son de una gran finura espiritual , y parece ^ue nació príncipe, 'ultimo príncipe, y ya no lo es, aunque resultara siempre el representante incógni^° y y único de la ^asa Lipzis, la más gastada del mundo, •a que comenzó en Egipto, y desde entonces se ha ido puliendo, puliendo, seleccionando, limándose hasta llegar a este tipo final. quinqué de pantalla de larga visera, donde Lipzis estaba reunido entre cachivaches extraordinarios con una bella escritora rusa, hecha para él como idealmente, mujer de una voz dulcísima que saludaba y despedía de un modo inefable. Junto a aquella casita, en su mismo patio —un patio lóbrego que quizá se parecía a los patios de su Rusia—estaba la capilla de la casa, el estudio de planta ta baja de los escultores, afondados por el peso de sus obras, lejanos a esa luz !y ese cielo en que entran los de los pintores. En aquel patio había un desgracia Lipzis es de una do taller de fotógrabondad y de una info, y al fondo algo teligencia inagotables. Por aquí pasó así como un guardacomo el emigrado, . muebles. lúe sólo por unos Cuando sonaba '^'as, los días de su la campanilla de su íorzosa emigración, estudio aparecíaLip entró en un país exzis, o desde la ventraño y en sitios motanita de su casa nos «iestos que no le porespondía su mujer. dían esperar, no ha(Es muy de notar biendo soñado nunque la campanilla ca con gloria tan exdel estudio de Lipcesiva. zis era una de esas Ecuy»'"""! 1""' I-'P'-'" largascampanillasd ^ Aquílocompren * --« ^.^«ijpitilló todo, pero necesitó irse de nuevo a París. Allí le vi de mango largo, con un contrapeso en el extremo, una de nuevo. ^aquellas campanillas que se removían como un aspa de moNo olvidaré aquella casita de París, iluminada por un lino, oscilando violentamente; pobres campanillas servicia- RENOVACIÓN les, emprendedoras, turbulentas, que lio sólo tocaban, sino Viendo las cosas de Lipzis en su piedra amarilla, aparenque hacían en el interior de las casas vivos gestos de llama- temente como hecha de intercesiones de tejas con chaflanes, da, angustiosos gestos en las casas vacías.) cartabones, reglas y largos listones de piedra; viendo su aus¡Qué hermosas cosas en aquel estudio! Las últimas so- tero —completamente austero— medio de representar, yj bre todo me dieron me asombraba de la impresión del ideal verla heroicidad del resuelto, como ideal hombre que va a por sin seducciones de toda la alta catego mujer, sino con puría sin fijarse en la ras seducciones de asombrosa incomidea, porque para prensión de las genLipzis la escultura tes y en el deseo de es una fórmula, un lincharle que su obra A -f B -f C, de una provocará en las sutileza trigonomémultitudes. trica lejana, tanto de "—Con un plano lo BONITO como de que se levanta o que lo bello, tan vicioso crece y que se rodea y tan hecho solade sus adherencias mente de alardes conecesarias, de sus mo lo bonito. Lipzis aristas de proporcioconsigue sólo cosas nes justísimas, se verdaderas y altas, puede dar la tristeza de dimensiones ver humana o el sentidaderas y es:nciamiento que se desee,, les. La única reali— mj decía élundíadad que existe para "—Yo quiero ser Lipzis es lo que ya , el maestro de mi mano es realidad, sino . teria,, —me decía obra de la realidad, también él—; y, en saper-realidad, obra efecto, la madera, la del milagro, aunque , piedra,todos lósele, todos sus rasgos esmentos los trata cotén tomados, sin emmo un gran artesano bargo, de la naturade un gremio único. leza. Sus doctrinas, " — Para mí una verdaderamente pu' pirámide es lo meras, dan a los blojor que existe» —m^ quesde'piedraenque decía otro día. trabaja una auténtica ¡Cómo he visto espiritualidad natufrente a la obra de MwÍJr, P T lipzis. ral. La escultura para • Lipzis que las formas Lipzis es una construcción. Plasmar gestos plásticos como es- escuetas, airosas, sobrepujadas, pueden ir al cielo, a buscar cultura es una estupidez y un tópico, como lo es tambi'én su paraíso! Tiene razón Lipzis, ¡cuántas cosas se pueden sarecoger las formas triviales y aparentes que son roturas^ car del cuerpo! quebraduras, parcialidades en las que falta mucho. Alma santa de Lipzis que sale de esa tontería que da Al lado de las estúpidas y pretenciosas opiniones de otros escultores, opiniones profanas de quienes soban el culo a sus creaciones, a sus hombres y sus mujeres como a hombres y a mujeres que son después de todo, y al fin y al cabo, y que, por lo tanto, son como algo bastardo e inútil, puesto que carece de vida después de todo y al fin y al cabo, y después de todo y al fin y al cabo no superan nada al lado de toda esa escultura que es muy natural que admiren todos, ¡qué suprema y lejana es la de Lipzis, tan remota a esa abyección del hozarse estúpidamente en la materia! La concepción de Lipzis, la inmaculada concepción de su escultura, es el verdadero renacimiento que surge después de los sigloi mil de contemplaciones vanas, de círculos viciosos, de torpes tratos con la materia escultórica. vueltas alrededor de sí misma en los maestros y que va hacia orientaciones luminosas y cuenta con la luz, con la qW nunca se había contado en escultura como no se había contado con el espacio íntegro en pintura, y comprende que 13 escultura es una cosa que centra y coge la luz por su cuenta¡Cuándo se os hubiera ocurrido eso, ilustres papanatas ¡Cómo es verdad que viendo las mismas esculturas maestras, se ve que las descompone la luz y que no están preparadas para inteligir la luz! •—'' Las últimas obras de Lipzis (no tenía fotografías más que de las primeras, admirables también) me parecieron, a*^ siendo algo que no levantaba mucho del suelo, como rascacielos elevadísimos, que se elevaban por la gallardía incesante hasta sobre los cielos. ESPAÑOLA IiO0 POETAR DE DA HUMANIDAD Cr-Lxlio A . r l 3 o l e c i a . Nació en la mina de Timbiqui, territorio que fué primero de la pfovincia de Biiena-Ventura y después de la de Barbacoas, el 9 de Julio de 1817. Sus primeros conocimientos fueron dirigidos por sus abuelos doña Beatriz O'Donell y don Manuel Antonio Ponibo. Más tarde. Arboleda fué llevado a Londres, siendo confiada su educación a un instructor irlandés católico. Después de recorrer Europa y de perfeccionarse en los idionms de raíz latina, volvió a su: casa de Popayán, donde completó el ya copioso caudal de sus estudios con el de ciencias políticas. Fundó una sociedad llamada Fililógica, que llegó a contar con más de setenta miembros, y tomó •parte en las luchas políticas que dividían su patria. Fué entonces cuando Arboleda se manifestó como gran periodista e insigne parlamentario (1844-48). En 1850 publicó el diario Mis(3fbro, donde escribió valientes poesías y artículos patrióticos, las -'^Escenas democráticas)) y otros trabajos satíricos. ,. La única recopilación que de sus versos existe, fué tomada sobre los manuscritos originales, por M. A. Caro. (Nueva York. D. Appletony C." 1883). En esta consta el gran poema ^'Gonzalo de Oyóu)), Arboleda, que quiso morir como fuese, vio cumplidos sus deseos; el 12 de Noviembre de 1862 fué asesinado al atravesar la montaña de Berruecos. Había muerto por su patria. Con él acabó la Repúblico, de Nueva Granada y comenzó la Revolución en Nueva Colombia. . :,. , . :; , iz<^>DooaatDaDaooDaoDaaaaooooQQ aoaaoaaaaaoaoaoDDoaDaDoocz<$^2i No reinará Cain: el mal se gasta y cesará su bárbaro recreo. • . -U--', . • ••. tendrá Israel a! fin un Macabeo; •• . ' ' ' tendrán los Holoíernes un Judit. .j ¡No hay más señor que Dios!—]El nos asista! ¡No hay más señor que Dios! —¡Con El vivamos! ¡No hay más señor que Dios!—¡En El confiamos! Con Dios—por Dios—de Dios —será la lid. Estoy eiOL la. cárcel (pragmentos.) (.!,.. Anochece: el adusto carcelero a üira región solicito me lleva; se abre a mis ojos una reja'nifeva; ' por fuerza extraña condiKido voy; luego, sobre sus goznes rechinando, pesa, revuelve la mohosa puerta, y adentro queda mi palabra muerta y en otra tierra, en otro clima, estoy. -. , ogo D o D a:<5$>2i D • n S o zx e t o ¡Oh patria! ¡oh patria! iPor doquiera miro enseñoreado el crimen de tu suelo! ¿Son estos ¡ay! los frutos del desvelo del genio, de la ciencia y la virtud? ¿Nuestros padres apenas consiguieron, después de tanto esfuerzo sobrehumano, •variar el nombre del feroz tirano, dejándonos en peor esclavitud? ¡Oh! ¡Que pudiera yo tender el brazo saliendo de esta cárcel triste y fria, f- ;• ;. sobre el tirano de la patria mia, •¡5 : i y P^^^'io a pecho batallar con él! Busca el Egipcio en su constante anhelo gloria inmortal: al tiempo desafia construyendo pirámides que envía de la móvil arena al alto cielo: •; los restos de sus padres, en su duelo, a la sólida fábrica confia, ' :• • .• y del tiempo a pesar, la momia fria ' por siglos guarda el consagrado suelo. , Descubre el docto el esqueleto pálido; •' ' • • • - J ( r interroga las raras inscripciones ,. , ,. y se desvela sobre el resto escuálido, : ' -'.•i>;i Entonces viera el socialista infame '••••^^:\\: si son nuestras esposas baratijas, que ha triunfado de mil generaciones; más ¡ayl murieron raza, historia y nombre; o impúdicas rameras nuestras hijas, o nuestro lar nativo su burdel. sola quedó la vanidad del hombre. n (Del triplico Vanidad.) RENOVACIÓN P O LITIGA. Arcadia y plutocracia Para que la doctrina de Monroe tuviese verdadera eficacia en la política exterior de los Estados Unidos era necesaria antes la consolidación de su política interna. Esto fué realizado mediante la guerra de secesión.Los Estados del Sur quedaron vencidos y la unión federal fué remachada y afirmada a caiionazos. Como la naturaleza tiende siempre a una cierta armonía compensadora, los Estados de una gran extensión territorial carecen de la unidad poseída por otros más pequeños. Claro es que mientras la vida se desliza normalmente aquélla no se echa de menos. Pero cuando vienen instantes críticos en que todas las energías nacionales deben concentrarse en un supremo esfuerzo, fatalmente se observa cómo la extensión y la intensidad siempre se hallan en razón inversa. Ahora mismo estamos seguros de que existen diferencias muy notables entre los Estados del Este y del Oeste y aun entre los del Sur y el Norte, respecto a la guerra yankialemana. El Jingoísmo es patrimonio especialmente de la costa atlántica. A ello contribuyen, entre varias causas, la densidad de la población que hace más febril é intensa la vida: su evolución social y política más avanzada: la formidable industria: el contagio de Europa. Cuando se habla, pues, de la poderosa república, existe el prejuicio de extender a todo su territorio las condiciones del Estado de Nueva York. Si la mayoría de los ciudadanos del Este miran con indiferencia la aventura bélica fraguada por su plutocracia ávida de poder y de riqueza, ¿cómo la contemplarán los pacíficos labradores del FarWest? Un distinguido ingeniero agrónomo español, residente en los Angeles, y entusiasta de cuanto atañe a aquel país, escribía en el A B C (ie\ 18 de este mes que llevando más de un año allí, no conocía otros nombres de políticos que los de Wilson, Hoover (ministro de Subsistencias), Baker (de Querrá) y Stevens (gobernador de California). En todo ese tiempo no ha oído ni una conversación ni un chiste sobre política, ni visto un periódico predomi nantemente político. El Far-West no siente la guerra Y bien, en esta Arcadia del Nu, vo Mundo, feliz y pacifica, ajena a pasiones políticas mezquinas, donde la guerra europea debe sentirse como un eco lejano, ¿habrá muchos imperialistas? ¿Tendrán esas gentes modernas, en cuanta a la técnica, patriarcales respecto al espíritu, el deseo morboso, artificialmente exaltado, de rivalizar con la locura de Europa? ¿Serán tan abnegadas y románticas que deseen exponer sus vidas en una lucha sobre tierras lejanas, contra hombres que nada malo les hicieron y muchos de cuyos compatriotas hasta convivieron con ellos, en los años de paz, amable y cordialmente? Ha corrido ya excesiva sangre; se ha levantado demasiado polvo de los campos de batalla para que la Razón, la Justicia, la Piedad y otras adorables abstracciones ejerzan su mágico influjo sobre los hombres. ¿Qué estímulos pue den, por tanto, excitar al ciudadano yanki de los Estados agríco las, pacíficos, del Centro y el Oeste, a convertirse de la noche a la mañana, en terribles soldados? Sospechamos que ésta es una de las varias causas de la debilidad relativa de los improvisados ejércitos norteamericanos. Una guerra civil, una guerra defensiva pueden realizar, en parte al menos, el milagro, de convertir ciudadanos en soldados, en plazo muy breve. Pero una guerra lejana, cerebral, político-financiera, ¿cómo va a surtir los mismos maravillosos efectos que aquéllas? A las maduras, pero no a las duras En su célebre despacho del 7 de Agosto de 1895 sobre la cuestión de Venezuela, Mr. Olney decía: «Hasta ahora nos hemos librado de los males y cargas que traen consigo los grandes ejércitos permanentes, y ello ha contribuido a nuestra prosperidad y grandeza nacionales y a la dich£i de cada ciudadano.» Luego añadía que los Estados Unidos, sin fuerza militar, disfrutaban de la hegemonía en América y hacían respetar su voluntad allí donde era preciso. ¿A qué obedecía ello? No sólo a su alto grado de civilización, sino a sus ilimitados recursos y su posición geográfica que los invulneralizaban contra cualquier potencia o grupo de potencias enemigas. El ideal, pues, de los Estados Unidos entonces era ocupar el puesto de gran potencia sin abrumarse con las enormes cargas de los ejércitos formidables permanentes bajo las cuales jadeaban las naciones poderosas del viejo continente. Iniciación imperialista La guerra con España y la apertura del canal de Panamá fue- BXTERIOIS ron el punto de partida de un cambio importante en la política ex" terior y en los sentimientos del pueblo norteamericano. La anexión de Puerto Rico y la semi-anexión de Cuba podían encontrar sofistas jurídicos y políticos, que las justificaran. Ya Federico el Grande decía: «Dejadme conquistar lo que necesito o deseo: ya luego hallaré un leguleyo pedante que me justifique y ensalce.» Para favorecer su comercio y su defensa, los Estados Unidos necesitaban comunicar lo más directa y rápidamente posible sus puertos del Atlántico con los del Pacífico. Ello requería la construcción del canal interoceánico. Y éste, a su vez, el dominio del golfo de Méjico y el mar de los Caribes. Cuba y Puerto Rico eran, pues, en rigor, según los políticos yankis, una prolongación del territorio nacional; unas bases imprescindibles para la defensa de éste. Como se ve, estas razones no son muy originales, l^as han empleado todos los conquistadores cuando quisieron apoderarse de territorios ajenos. Están, pues, mancilladas por muchas generaciones imperialistas. Un paso en falso Pero en el despojo cometido con España existe un hecho que, pese a todos los subterfugios, no ha podido justificarse ni ante la doctrina de Monroe, ni ante las tradiciones políticas de que tanto se vanagloriaban los Estados Unidos. Este hecho es la anexión de las Filipinas. En el mismo año 1898 fueron anexionadas las islas Hawai, punto de apoyo necesario en el camino de América al Asia. La plutocracia yanki vióse cada vez más comprometida en una política asiática peligrosa. Surgieron las diferencias enojosas con el Japón sobre la inmigración de sus naturales en los Estados Unidos. Vino la guerra ruso-japonesa y el triunfo brillante del rejuvenecido imperio del Sol naciente. Y el imperialismo yanki, tan jactancioso y soberbio con los débiles, se encoge ante los fuertes. Teodoro Roosevelt, cuyos discursos después de la guerra con España parecían cantos de gallo vencedor, titubea, como presidente, ante el Japón, y pone sordina a los clarines belicosos de sus partidarios. El imperialismo yanki se da cuenta de que se ha metido en la boca del lobo. Aquellas seguridades que Olney manifestara sobre la invulnerabilidad de su país, caían por su base desde el momento en que la República adquiría puntos lejanos codiciables y vulnerables. iHabia que decidirse por crear un ejército y una mari na formidables, militarizando el país, o tomar otros rumbos. Lo primero encontró gran resistencia en la opinión pública norteamericana tan ajena y aun contraria al espíritu militarista. Roosevelt, il héroe (?) de Santiago de Cuba, ha tenido el valor de decir que habiendo ya cumplido la República sus deberes tutelares con las Filipinas era el momento de otorgarles su independencia y retirarse de allí. Este altruismo tiene enseguida su explicación. «En 1909, , dice, cuando nuestra flota venía de dar la vuelta al mundo, los Estados Unidos eran, desde el punto de vista militar, y sobre todo naval, lo bastante fuertes para que ninguna potencia osase lesionar nuestros intereses. Fin tales circunstancias podíamos conservar las Filipinas continuando nuestra obra. Pero después nos hemos retrasado y debilitado respecto a otras naciones. Somos menos capaces de una victoriosa defensa de nuestros derechos.» Y luego añade: «Dejemos, pues, las islas Filipinas. Puesto que desean nuestra partida, estamos libres, respecto a ellas, de toda obligación moral no teniendo para qué intervenir en su defensa si en lo futuro fuesen atacadas por otras potencias.» (El deber de Américci frente a la guerra, París, 1917, páginas 195 y siguientes.) Sonrisa final Terminemos por hoy con una sonrisa, lo confesamos, algo_m''' ligna y burlona. El belicoso ex presidente muéstrase cauto y pre*^^' vido ante argumentos contundentes. Nosotros, castellanos, sentimos tanta estimación hacia el varón mesurado en sus palabras y osado en sus acciones como despego por la hueca e imprudente palabrería, progenitora de acciones raquíticas. El hombrecillo j ^ ' pones, todo fibra y nervio, silencioso y activo, es el instrumento reservado por la providencia para reducir a sus justos lí'n'^es soberbia yanki. Hasta por amor a las formas de vida y belleza tiia íntimas, discretas e inefables, deseamos la futura intervención ^ aquél. Son ya excesivos los gritos, las amenazas, las gesticulad nes de los nietos del tío Sam que parecen empeñados en demo tramos cómo un gran pueblo, por querer hincharse, se empequene ce y pone en ridículo. M. PALACIOS OLMEDO. ESPAÑOLA _A. zxa.c o r o t a. (Aguafuert • por /". Esteve Batey ) RENOVACIÓN ü a QPcín eoniaraeión entcntiea Alemania ante la gran conjuración Los socialistas y demagogos españoles que tronaban contra las guerras, cuando no las había, hoy, que deploramos una tremenda, o se callan o aplauden el propósito multienténtico de prolongarla, o pretenden hasta que intervengamos en ella, rompiendo la neutralidad salvadora en que desde 1914 vivimos. Entre los partidarios del tercer expediente sólo figuran los cobardes, los ineptos y los fracasados; pero, desgraciadamente, es bastante difícil contrarrestar en todo, o en gran parte, su acción sobre las masas incultas, y la resonancia poderosa de la prensa que los apoya, bien con descaro, bien a la sordina. Tan sólo merced a la imposición de la parte sana del pueblo los furiosos deseos de intervenir se han ido allanando y macadamizando, sin que aquellos que desean la intervención en dicho grado logren casi nunca ocasión para lucirse, antes se ven obligados a conservar su anhelo en estado latente allá en el fondo de sus corazones. Sin embargo, pocas cosas son aún menos populares en España que la germanoíilia. Por causas que indignarían si no hiciesen meditar, una leyenda venenosa y uua fatal conspiración mundial vienen pesando, desde el principio de la guerra, sobre la honra de Alemania y sobre el decoro de los gernianófilos por ende: leyenda negra de irracionales odios y conspiración maligna de rencores injustos, qlie presenta a Alemania y a ios germanófiios, sin excepción, como monstruos de perversidad y tiranía, como algo podrido y hediondo y, sobre todo, como gente GRAN ViGTOKIA ITALIANA abominable, que está a matar con el derecho y vive de su violación, escarneciendo la moral internacional y las leyes del bien. Napoleón trabajó cinco años para forjar una leyenda, en la que quiso figurar como el más dulce y compasivo benefactor de la humanidad. A Inglaterra le bastó un solo día, el día de la invasión de Bélgica por Alemania, para proclamar que lucha por la defensa y la libertad de los pueblos menores. Las otras naciones aliadas no dan, por boca de sus gobiernos, mejores razones para justificar guerra tan cruel y felicitarse de que se extienda y prolongue. En tono enfático y con jactancia pueril declaran que pelean porlajustica y la civilización, sin tomarse el trabajo de definir estas abstracciones, ni de preguntarse si su realidad la tienen en sí mismas o en los objetos que las representan. El jerezano Velázquez Di;;sdado, en un ensayo de novela fabulosa (n^da literario por cierto, aunque socialmente bien orientado) que publicó en 1916 con el titulo de La Tramoya de Míedoña, se burló donosamente de esa palabrería fogosa y retumbante, con la cual se encandilan fácilmente los ojos del vulgo, diciendo con gracia que querer justificar esta guerra por medio de abstracciones, ideas generales y tópicos de club, equivale a imitar al banquero que crea aumentar su capital sin más que aiíadir ceros al activo de su libro de caja, pues por muchos ceros que añada y arqueos que efectúe no logrará aumentar su capital en una sola peseta. Se encuentran, por tanto, los subditos de las naciones aliadas en la misma ridicula situación del infeliz que se hace matar por sostener que el cariucho de perdigones que le ha entregado el timador, en puesto y lugar de sus pesetas, contiene real y efectivamente dinero. Hipocresía de los aliados , Luego h e m o s triunfado. La historia interna documentada de la guerra mundial, tal como viene escribiéndose en los países de la Entente, es una prisión, más que una prisión, un infernal circulo dantesco, para esa nación altiva y desdeñosa ante la calumnia, que se llama Alemania. Esa nación, la gran calumniada de la guerra mundial, se ve acusada de cruel, de bárbara y de «imperio de presa» por sus civilizados enemigos (entre los cuales se cuentan marroquíes, senegaleses, cipayos, etcétera). Y esos enemigos, para «aplastar» tanta barbarie, no saben hacer más que copiar, con más o menos retraso, los procedimientos germánicos, asi militares como políticos, sin que nunca, o rara vez, la copia iguale al original. En lo que superan (y aquí si que es «aplastante» la superioridad) los aliados a los alemanes, es en el terreno de la «literatura». Ya sabíamos ser ley fatal que, al combatir con su enemigo que emplea determinada táctica, se aprende esta táctica y se la adopta después. Lo que no sabíamos, ni podíamos pensar siquiera, es que la habilidad y el optimismo pudieran llegar al extremo de que los vencidos se declararan vencedores, los más víctimas de los menos, los ricos y poderosos, candidas palomas, en compañía de los injustamente preteridos en la búsqueda de la riqueza y del poder, y, para decirlo todo, ¡os bélicamente,dominados,gendarmes, jueces y verdugos de sus adversarios triunfadores. Asi es que, o los aliados están locos, o nosotros somos tontos, puesto que no entendemos que la derrota sea éxito, lo blanco negro, la luna cuadrada y el vicio virtud. En fin, ya nos llegará el día de aprender casuística, ciencia indispensable a todo aliadófilo que se respete. Los ingleses pretenden que la causa de su inlervención en la guerra contra Alema-, nía fué ladeterminación del Gobierno de Ber- ESPAÑOLA 'ín, que decidió la entrada en Bélgica de las tropas germánicas, y violó asi, por la fuerza y contra todo derecho y justicia, la independencia de un pais neutral. Ahora bien: Alemania no hizo entonces otra cosa que lo que hizo Inglaterra, cuando la guerra boer, con el desembarco del general Carrington en el puerto portugués de Beira, a fin de atravesar la colonia lusitana e invadir la parte Norte del Transvaal. Las tropas podian ir cómodamente por ferrocarril a Massikese, y desde alli, por carretera, a Untali. Portugal consintió, sin la menor protesta, semejante violación de sus territorios, y hasta fingió la existencia de un acuerdo anterior que parecía autorizar el abuso. Y las grandes potencias tampoco opusieron el menor reparo. ¿Por qué, en 1914, Bélgica no imitó a Portugal? ¿Por qué las naciones neutrales pusieron el grito en el cielo contra el gobierno de Berlín? Un náufrago se ampara sobre las olas de un madero que no le pertenece: quien le quitara aquel madero leniataría, y su acción debiera reputarse homicidio voluntario, a menos que no lo hiciera para salvarse él. Diga Inglaterra que ella se hallaba en este último caso, diga que el impedir la ocupación por Alemania de la costa belga y de la francesa del Norte era para ella cuestión de vida o muerte, y entonces se pondrá en lo justo. Pero Bélgica, ¿no ha comprendido aún, no quiere o no es capaz de comprender que si a la fuerza mayor se hubiese sometido, hubiérase librado del exterminio de su ejército y de la ruina de las poblaciones? ticos y periodistas nunca desenglobaron espiritualmente a Polonia de la «magnánima y poderosa Rusia»^frase de Tlie War News), ni aun en los momentos en que aquélla estaba empeñada en el más horrendo combate, y día tras día perdía sus hombres, sus aldeas, sus ciudades, sus palacios, sus fábricas y sus históricas iglesias? El porvenir La inquietud penosa y el crecifente malestar que denuncian (de acuerdo con los egoísmos, las pasiones, las bajezas y las mezquindades en que se revuelcan los pueb!os de la Entente) todas las obras que se publican a base de odio y malquerencia al fuerte y renovador imperio germánico, demuestran con toda evidencia hasta qué punto son estacionarias esas naciones aliadas, que tienen, en punto a la actual lucha, la lógica de quien llegó adonde se proponía y no quiere que nadie venga a quitarle el sitio. Los germanos, que son prolificos en todo, además de muchos hijos producen una cantidad de mercancías muy superior a la que exige su comercio interior y exterior. Sus casas están llenas de niños y sus almacenes abarrotados de géneros. Cada día surgen en su conciencia colectiva aspiraciones nuevas, y cada día sienten más anhelos de transformación y de mutación. ¡Qué contraste con sus enemigas, cada día más pobres, más arcaicas, más mordidas por la envidia estúpida, por la codicia malsana, por la ambición grosera, por el positivismo estacionario! La moral de la guerra Pero ese mundo ya pasó, y otro mundo llama a nuestras puer. Alemania, eterna promovedora de cismas, no admite una uniDada la condición de los tiempos, el éxito en las polémicas so- tas. dad de nuestra especie basada en principios abstractos, como los bre la guerra mundial es siempre del que más grita y vocifera y famosos «derechos del hombres» de la Revolución francesa. Su *'ene a la vez auditorio más numeroso y embrutecido. Pero las ideas conduce una concepción del derecho histórico que justifica nuevas concepciones y ensefianzas de la filosofía y de la ciencia, la violación de alas legislaciones establecidas y a una teoría del de- > que son la negación total de los falsos dogmas del jacobinismo, y ancestral que justifica la ruina de los viejos valores. No quieqne ya antes del estallido de la conflagración habían penetrado ber ren que nadie les dicte leyes, sino que su ley sea su fuerza. ILa tanto el espíritu moderno, darán un vuelco a la ética popular y a ley! leyes! Eso es lo que significa el espíritu de los que en sus socorridos y cómodos arbitrismos. Se acerca el tiempo en que esta ¡Las ocasión se llaman defensores de la libertad y la justicia, «el la guerra no se ofrecerá a los cultivadores y entendedores de la espíritu papelero», como Benavente dice, no sin hacer sociología como se viene ofreciendo a los inocentes secuaces de notar quelibresco, la maldición social acompaña siempre a los revolucio • lolstoi. No se verá en ella la ejecución de un plan fraguado para narios y renovadores. En nombre de la ley se ha perseguido a Sóestablecer una autocracia universal, sino el funcionamiento de una crates, Cristo, Mahoma, Knox, Cronví'ell y cuantos en la oi'ganización de ideales realizables, humanos, justos, de que cada vida relegada y miserableLutero, de 'os pueblos representaron una afirnación tiene necesidad para vivir su vida. Y el ejemplo de Alema- mación y un más allá. La v'da es un cambio perpetuo, y los organia será propuesto a nuestros descendientes como el más alto nismos nacionales, que son cosas vivas, no escapan a.esa ley naejemplo de unión patriótica, impulsión cívica y franqueza social. tural, por lo cual toda mutación revolucionaria es arrolladora de La hipocresía no es el arma propia del fuerte. Alemania adoptó alguna ley positiva. También los que hicieron leyes de guerra a su Qesde el principio una actitud sincera, varonil, brutal, si queréis conveniencia protestan contra el imperio perturbador y dinámico, (por un exceso de orgullo y de confianza), y el atropello de Bél- que no tiene por qué respetarlas, pues tales leyes le dicen: «Sugica es un ejemplo de esa nobleza de carácter que dice francamen- cumbe», y él se «¡ente todo vigor y vitalidad, y responde: «Verete con arrogancia fundamentada en fortaleza; «Los tratados son mos quién sucumbe.» Las empresas inmortales que constituyen el inútiles ante el instinto de conservar la vida.» iCuánto más honro- orgullo de la humanidad no se hubieran producido sin la rebeldía °.y justificado es este proceder que la larga serie de turbias ma- sana de los pueblos viriles y conscientes. qumaciones y sinuosos atentados cometidos por las fuerzas aliaEsta guerra es la forma militar del progreso social futuro, de la das sobre los pueblos débiles! El gobierno de Berlín declaró netafnente que no hay reglas fijas aplicables a todos los casos, y en el civilización del porvenir. Estamos ahora en la época del martirio e tiélgica la mejor era la empleada por el Estado Mayor del ejér- de las catacumbas. Vendrá luego el reconocimiento del derecho a o teutónico, o cuando menos la de efectos más rápidos. ¡La ne- luchar, la obligación de renovarse, las leyes protegerán el continuo <^^stdad no tiene ley! Asi se justificó Bethmann Hollwg ante el mun- anhelo europeo, y triunfará la fuerza que recoja de las manos temO- Yo hubiera ido más lejos, imitando el criterio que socialistas y blorosas de los pueblos cansados y caducos la antorcha de la culn católicos han aplicado al trance de extrema necesidad econó- tura occidental. Una era incipiente se halla encinta de una moral ica (derecho al homicidio y al robo como actuación desesperada internacional completamente distinta de la que ahora nos rige. ¿Qué e derecho a la vida), y substituyendo la máxima que dice: ¡a ne- importa que aliados y aliadófilos se indignen de que ese pensasiaad no tiene ley, por esta otra más exacta: te necesidad es nna ley.miento, que seguramente ocupa su espíritu, se les ponga delante en ^^*''?'''^^ni^n*e ligada a la conducta seguida por los alemanes para no dejarles pasar por lo que desean? ¿Qué importa que pretJélgica (conducta que, a despecho de los calumniadores, kace endan retrasar el momento de cristalización general de esa ideajj.^^r.y confiar que, al cabo, será una realidad positiva la recons- fuerza por la acumulación de calumnias contra Alemania? Los re^ ución de su perdida nacionalidad) está la cuestión de la indepen- sultados hablan por si mismos, patentizando el poco o ningún caso ^ ncia de Polonia. ¿Cuándo figuró este país en el índice de los pue- que Alemania hace de las artimañas deshonestas, de las campañas dic^ ^''''^^^dos, a diario recordado al gran público por los perió- ineficaces y de los recursos de mala ley que emplean sus adversase V" '-",5'^^®^^ ^^ incendiarse los primeros frentes de batalla todo rios, al explotar con ansias de avaro la ignorancia de muchos pueNo ^^ H ^" ''^f^'"ir 'as atrocidades teutónicas en Bélgica y tn el blos neutrales y el gran filón de envidias, odios y rencores que tan d i / H Francia, y sólo de paso mencionaban a Polonia. Y es revueltos y fuera de sí traen a los estacionarios europeos. eimt" no*ar el hecho de que, cuando los políticos polacos preCuando en la visión de Baudelaire, recordada por el malograde s . ^ ' ° ^ gobiernos de la Entente cuál era su actitud acerca do Said Arniesto en La leyenda de Don Juan, pasa el burlador de Q{j ." P^is. respondió por todos un alto y responsable personaje Sevilla en la barca lenta del infierno, un formidable vocerío extreella t * cuestión polaca es de orden interior de Rusia, y sólo a mece los cielos consternados. Don Juan, indiferente a todo, prosizar 1 '^^ resolverla.» Y más extraño es esto cuanto que, al enipe- gue erguido, inmóvil, en serena actitud, y en su rostro de perpeDrorf ^"^'^''^' ^' ^^'^ ^n varios aliases, y el Oran Duque Nicolás en tuas sonrisas hay un gesto de supremo desdén. La vocinglera turc o n r T ^ ''el 15 de Agosto de 1914, prometieron solemnemente ba gruñe, chilla, aulla, ladra y espumea, clavando en el impenitenobed- ^'^•""^ amplia autonomía a Polonia, si no se apartaba de la te corruptor sus ojos fantasmales, coléricos, malignos... Aust'^"'^P ^ desoía los ofrecimientos que le hacían Alemania y Aíííí's le calme liéros, courbé sur sa rapiére, bría -1°^ ofrecimientos son hoy una realidad positiva. ¿HaRegardait le sillage et ne daignait rien voir. ocurrido lo mismo si hubiera triunfado la Entente, cuyos poli- EDMUNDO GONZÁLEZ BLANCO. ' La vida artfslica intensa emoción Daniel Vázquez Díaz Eran aquéllos, todo el pintoresco de nuestra España doliente y Tres son los aspectos en los que podríamos desglosar la obra sombría. de este admirable y original artista. Pintaba aquellos cuadros para mostrar la horrenda españolaDaniel Vázquez Diaz, además de ser un incomparable dibujante, domina con gran maestría el aguafuerte y es un modernísimo da. Eran como acres anatemas. pintor. Quizá se resintiese el arte de Vázquez Diaz, en aquel tiempo En esta exposición que actualmente celebra en el Salón Lacos- de ciertas influencias. No eran en la técnica y en la manera y si, más bien, en el modo de ver. te ha reunido los tres aspectos. Ahora, parece haber hallado su verdadero camino. Veamos qué obras constituyen cada uno de ellos y que méritos El mismo nos ha hablado de sus futuras y grandes obras. Mutienen éstas. De todo lo que ha conseguido reunir quizá sea lo más intere- chos de estos pequeños cuadros son bocetos para inmensos panneaus decorativos. sante la pintura. Por lo que parece, no opinan asi los viejos, la critica dómine y Nosotros habíamos notado en ellos una tendencia decorativa. plúmbea. jQué le vamos a haNo estaban hechos con colores cer! Por algo tenemos sensibilichillones y sin embargo... dad y «el divino tesoro» de que Esto mismo ampliado, con habló Nuestro Padre y Maestro estos mismos tonos, serian unos Darío. frescos maravillosos. Así penY no es este un juicio sin sábamos ante «Las barcas blanfundamento, por snobismo, no. cas». Después Vázquez Díaz nos Al estar ante estos peque explicó cómo quería hacer un ños cuadros, nosotros hemos gran panneau, de muchos mesentido una pura emoción, una tros, que titularía «La isla de la inefable serenidad. calma» y con un amplio sentido Están construidos con tal decorativo. sencillez, con un tono menor Pero... hay aquí en España tan amable, que de ellos fluye un juicio muy equivocado sobre una suave quietud. lo decorativo. Entiéndese por Serán siempre inolvidables esto, los carteles, o lo que tenga estos pequeños cuadros que una tendencia de cartel, o meVázquez Diaz titula «Paisaje jor, una composición de línea, vasco», «Nota gris», «Las bariluminada con muy pocos colocas blancas», «La gabarra», res, siempre muy fuertes, para «El canal». que realice un duro contraste. En ellos, la naturaleza está Lo decorativo es, según lo envista con ojos franciscanos, con tiende la mayoría, un cromo, acendrado fervor, con un lírico muy moderno por supuesto, o misticismo. una litografía, pero litografía al Predomina en estos,paisajes fin, hecha con gran refinamienun delicado tono menor de sinto y esquisitez. fonía en voz baja. Vázquez Díaz, al pintar esSi sabemos darle la signifitos cuadros, no puso en ellos, cación amplia que tiene, a esta para halagar la estulticia del palabra, veremos cómo no es público, charras policromías de eso solamente. cromo. Puvis de Chavannes es un gran pintor decorativo, a pesar Aun en sus mismos cuadros, de ser tan sencillo y pintar con más últimos, «Bouquet primavecolores claros y suaves. Entre ral», «Ventana al sol», «Mi venlas noticias que nos trae la guetana al huerto», no emplea los rra, hemos leído los temores colores violentos. Son siempre Rodfn, retrato del gran escultor francés, por Vázquez Díaz que existen sobre unos grandes tonos claros para darnos senfrescos que ornamentan una ansación de sol y de luz. En sus pequeños paisajes, Vázquez Díaz ve las cosas a través tigua catedral de Francia y que quizá sea lo más admirable de la obra de este maravilloso pintor. de un exquisito éxtasis contemplativo. Y así aparecen ante é!, llenas de una suprema sensillez, de una Lo que se entiende en España por decorativo y lo que es, en maravillosa sophrosine. en realidad, es bien distinto. Vázquez Diaz es, pues, un pintor decorativo. Estos pequeños • Francisco de Assís, el divino poverino, debía ver así la naturaleza. • Un gran pintor de Francia, Puvís de Chavannes, ha visto de cuadros, amplificados, completados, estarían muy bien en un gr&" un modo igual las cosas. Recordemos, sobre todo, «Él pobre pes- lienzo de pared. cador». Otro de los interesantes aspectos de este pintor, que ahora exDaniel Vázquez Diaz sabe poner una intensa emoción en sus pone en el salón Lacoste, son sus retratos. cuadros de barcas blancas, de remansos, de lejanías azules o Algunos de estos retratos han recorrido todo el mundo. • grises. Y es porque antes ha sentido la emoción que ofrecen estos El de Rodín o el de Rubén Darío, son el retrato que quesencillos motivos, o ha adivinado el alma de los paisajes que iba dará. a pintar después. Ningún retrato de estos dos demiurgos ha encerrado de una Vése en ellos un inmutable deseo de sintetizar, de construir por manera tan sutil, el alma de los dos grandes creadores. planos: el deseo, en fin, de dar una más alta emoción, con una ¡Cuántas veces no habíamos visto nosotros estos magnífico^ más purificada sencillez. retratos escultóricos, en las revistas que pasaban cada semana> , iQué diversos son estos rincones inefables de aquellos cuadros hasta contemplarlos ahora desde cereal de la primera época.de Vázquez Diaz! De cómo están hechos estos retratos no sería preciso hablar- ESPAÑOLA ;: Bl Híiroo. dibujo de Daniel Vázquez Diaz. Vázquez Diaz pone en ellos una inniens-a fuerza, una dura eme "-'ón^ una viril intensidad y encierra un alma en cada uno. . Estos retratos son un alarde de 'ecnica, porque Vázquez Diaz, adenias de poseer una vibrante sensi-Dilidad es, sobre todo, un prodigioso técnico. Y el que domina la téc"'ca como 61 lo hace, tiene un gran camino recorrido. Y alguien hubo que dijo de sus notas de color que flojeaba en la scnica, que pintaba con la senci'ez de un niño... Y, sin embargo, ada uno de sus cuadritos repre^^"ta un esfuerzo, una dificultad, porque resuelve un problema no tiz^"l- -^ descubre un nuevo ma• ^' pintase como los clásicos, orno Velázquez, por ejemplo, vencía los problemas estudiando las "ras del maestro, pero, como crea '1 arte nuevo, ha de descubrir prinero y vencer las dificultades después. ^ En los dibujos de Vázquez Diaz ese un gran dominio y una plena 'Conciencia. I- ?' tle Amado Ñervo, ]uan R. Jiménez, Pérez de Ayala.'inurria, riti 1 ^ ^'^sset, son efigies espi"ua es que no se olvidan nunca. Q,,„'^^'ase en estos dibujos de Vázquez üiaz una sensación de reliec. una sensación de escultura. Algunos parecen cincelados en "larmoj, otros en bronce. 80^5*. ^ ^ ° ' ' ' " ^^ ''«"de más se "centua esta tendencia. • L a t e s t a d e l nHtrlarra ^^„ i„ '>^airt,uei p a t r i a r c a , c o n l o s • ojos ciegos, con las blancas barbas caudales y una altiva arrogancia, parece hecha de un gran bloque de mármol. Vázquez Diaz es un admirable dibujante. Estos retratos bastarían para consagrar un nombre. Tienen tal personalidad, que no .seria preciso que los firmase para saber que eran suyos. El último aspecto de Vázquez Diaz, son sus aguafuertes. Expone un tríptico ya conocido en Madrid y algunos dibujos, también conocidos, y muy semejantesa aguarfuertes. En este aspecto Vázquez Díaz ha conseguido plasmar todo el dolor de la Oran Guerra. En «Arras, Reims, Verdún», nos muestra la desolación de las ruinas. En «Las madres» ha puesto toda la desesperación y toda la intensidad trágica de las suplicantes de Esquilo. Estos dibujos nos dicen que mientras se chocan los odios de las razas, las madres, los que esperan el posible y soriado retorno de los héroes, se desgarran de dolor. ¡Que intensa y fria emoción nos dan estos dibujos sombríos! Vázquez Diaz, una fina sensibilidad latina, ha sabido vibrar acorde con el dolor de la üran Querrá apocalíptica... , ,^ , Daniel Vázquez D a z , notable .irlista español qno aclualmenle celebra una ". . exposición en el Salón Laeoste. GÜRREA-CALDERON. 10 RENOVACIÓN PRO EQUILIBRIO POLÍTICO AMERICANO El imperialismo yanqui El papel representado por Europa en la evolución progresiva de la humanidad durante veinticinco siglos comienza a ser interpretado por América. Ahora bien; América, el continente americano, el Nuevo Mundo o mundo de Colón, como quiera llamársele, está geográfica y étnicamente dividido en dos partes: América del Norte, poblada por la raza anglosajona, y América del Sur, donde habita la raza hispanoamericana. Los pobladores de Norteamérica llaman a Inglaterra madre, y los que pueblan la América meridional llaman, o deben llamar, madre a España. Las dos razas más colonizadoras, las que crearon un espíritu de colonización más suyo, se repartieron entre sus hijos el mundo de Colón. Por razones geográficas, y por razones étnicas, América no será jamás un continente homogéneo; las divisiones naturales que señala la Geografía y la Étnica son imborrables; el continente americano está y estará formado de dos Américas: la del Norte y la del Sur, la de la raza española y la raza anglosajona; a ambas corresponde la dirección espiritual del mundo al terminar Europa su memorable vida histórica de grandes y representativos hechos en todas las manifestaciones de la humana actividad. (Véase Sinesio García, Europa muere, 1916.) Dos razas, las que pueblan América, han de disputarse en fecha no lejana la preponderancia política y social; las dos no pueden existir colindantes sin que la una se convierta en sierva de la otra, sin que la una se someta al trance penoso de perder su per sonalidad, ya que es un hecho probado la imposible solidaridad de grupos tan distintos como los iberos y Ion anglosajones, imposibilidad que acentúa el medio geográfico de unos y de otros, tan desemejantes entre sí como lo son los pobladores. La ¡dea de Bluntschli sobre un Estado universal - como la actual sociedad de naciones— es un sueño que el mismo Fiore, creyente en la eficacia del derecho ideal, abstracto, califica de utópicas, ni más ni menos que si se tratara de las teorías de Platón —en la República—, o de Tomás Moro —en su Utopia. Novicow es defensor infatigable de una confederación de los estados europeos. No sabemos los fines particulares —quizá patrióticos— que persigue el gran sociólogo, pero estamos inclinados a dudar de su sinceridad, apoyados en sus doctrinas mismas, reciamente humanas; Novicow sabe perfectamente que su ideal es irrealizable. * • * * , Politicamente, Norteamérica es una sola nación —hacemos caso omiso del Canadá—, y Suramérica está dividida, fragmentada en unas cuantas naciones que no pueden alegar, para su aislamiento, razón alguna esencial. El gran número de Estados de América del Sur ha contribuido mucho a su lenta evolución, mientras que América del Norte, o sea ios Estados Unidos, gracias a su unión y a sus ideales comunes más el factor importante del valor práctico de la raza, pudieron' en pocos anos, desde Jor^re ill de Inglaterra hasta nuestros dias, progresar de modo tan sorprendente, que hoy es la patria de Franklin, de Edison, de Roosevelt, de James..., la más instruida y rica del mundo. Los Estados Unidos poseen tantas riquezas, una escuadra tan poderosa y tantos elementos de guerra como las naciones iberoamericanas en común. Además, el pueblo yanqui es ambicioso, conquistador, penetrado del espíritu imperialista de los omnipotentes, y está en posesión de ciertos ideales que le impulsan a sacrificar todos los conceptos dql derecho tradicional de gentes en pro de su ideal dominador. Los Estados Unidos forman actualmente un imperio tan poderoso como el inglés y el alemán. El imperialismo no desaparece a medida que el hombre se civiliza, porque es una propiedad humana y está en su naturaleza. El hombre es, desenmascaradamente,imperialista —según Leillierre — porque es místico; el misticismo es un poderoso tónico de la acción. Lo que Hobbes llamaba deseo de potencia, y Nietzsche voluntad de poder, Leillierre lo denomina i nperialismo, sentimiento instintivo al cual se debe gran parte del progreso humano. A más de ser el hombre imperialista, es profundo admirador de esos espíritus que recuerdan el superhombre nietzscheísta. No sabríamos asegurar si el fuerte tiende a dominar al débil o si es el débil el que tiende a cobijarse bajo la dominación del fuerte, a implorar protección, aun a costa de abdicar parte de sus derechos, aun limitando su esfera de soberanía jurídica. Parécennos las dos tendencias verdaderas, y eso es lo que hace que, en el espacio y en el tiempo, no haya más que dominadores y dominados, vencedores y vencidos, señores y esclavos. El imperialismo yanqui es un fenómeno que no puede ocultarse al observador avisado e imparcial. El pueblo que se adelantó en la declaración de los derechos del hombre a Francia, reviste poco a poco su forma democrática con el manto rojo del imperialismo. Woodrow Wilson lo declaró (La nueva libertad, trad. esp. p. 36): En los Estados Unidos «un imperio invisible se ha instaurado sobre las fórmulas de la democracia». La Nueva Inglaterra comenzó siendo el país más democrático —esto si nos es posible olvidar la situación de los pobres negros—, pero creció en poder, y ese crecimiento hízole olvidar sU origen y su legislación. Es indudable que los Estados Unidos constituyen hoy un imperio; su emperador lleva el titulo plebeyo de presidente. Las aspiraciones imperialistas de los yanquis aparecen como un principio motor de todos sus actos en la política intern.icional, encarnadas en Mac Kinley, Roosevelt, Lodge, Taft y Wüson. El imperialismo americano, aun cuando tiende al mismo fin que el imperialismo europeo, se vale de medios que a nuestra constitución clásica parecen repugnantes: la astucia, el engaño, la simulación. Qiovanni Amadori Virgili cree que el imperialismo no es una simple teoría de hombres políticos, sino un sentimiento profundo de algunos pueblos que luego ha dado origen a una teoría política denominada imperialista. El imperialismo es una necesidad colectiva, un producto natural de las colectividades plenas de juventud y de vigor, algo perfectamente humano que encarna en uno o varios individuos, pero en su esencia es popular. El pensador japonés Y. Mikami de Sadakaze Sugamina predicó el panorientalismo, inspirado, sin duda, en el poder creciente de su pueblo. El profesor Elorrieta (Derecho político comparado, 1917) afirin^ que por más que un gobernante obre según sus tendencias con quistadoras, «siempre resultará que el imperialismo de las grande naciones es una política impuesta por la fuerza expansiva de los intereses y sentimientos nacionales. Por eso todos los grandes Esta- ESPAÑOLA- -.• II dos tienen que ser necesariamente imperialistas», y completa ati- de los enemigos de la América española, Carlos Pereyra: «Las nadamente el pensamiento, diciendo que cualquiera que sea el re- ambiciones de un pueblo fuerte que pretende ejercer su hegemonía sultado de la presente guerra europea, o mejor, universal, el impe- sobre un grupo de pueblos débiles, dando a su dominación las aparialismo continuará siendo la política dominante en los grandes riencias hipócritas del desinterés y de la benevolencia.> Alguien Estados, porque responde a necesidades creadas por el desenvol- creerá en las buenas y eficaces intenciones civilizadoras y humavimiento mundial de la industria y del comercio, que constituyen la nitarias de los hijos de Yanquilandia, pero Carlos Pereyra no es de ellos. base material de los pueblos. «En el siglo escaso de vida independiente que cuentan las naNapoleón Colajanni dice en su libro sobre las razas europeas y las razas inferiores, que el imperialismo no puede desarrollar su ciones de América no deben a los Estados Unidos ni protección programa sin un instrumento adecuado, indispensable: la fuerza ni fomento para sus adelantos. *Las grandes naciones del Sur se han desarrollado y, ante militar. Quizá obedeciendo a la necesidad de la fuerza armada, A. T. todo, han vivido, por sus propios esfuerzos y por la influencia euMahan, en un libro titulado The interest of America in seu Power Pre- ropea.» La guerra actual vino a favorecer la política del Gabinete nor^^ntad future, aconseja a su patria la creación de una poderosa esteamericano; el secretario del Tesoro, en su Reporí anual, lo dice, ^ladra que domine todos los mares y costas de todos los pueblos. íelicitándoose por la brillante situación económica de su país. Los s ese modo los yanquis serian los salvadores de la raza blanca, beneficios de la guerra en 1915 fueron asombrosos. Mac Adoo amenazada por la amarilla. (cit. vizconde de Eza, El problema económico en España) dice Que ' ¡ore confia en que la influencia creciente de la clase industrial esta prosperidad extraordinaria y tamaña afluencia de oro permiy manufacturera aminorará el poder militarista. Se olvida Fiore que ten a los Estados Unidos entrever las perspectivas más vastas de " cada hombre, aunque sea comerciante, hay en germen un emexpansión que quepa imaginar, en especial hacia la América espaperador, y si este germen logra, merced a las riquezas, desenñola, donde se apoderaron ya del campo de operaciones dejado li° verse, recurrirá a la fuerza adecuada a su rango: la fuerza mibre a sus iniciativas y a su exportación por la Europa diezmada y litar. rruebas de las aspiraciones conquistadoras de los Estados empobrecida. En la segunda conferencia de la Haya (1909) sobre la paz, seUnidos hay en abundancia. gún Martínez Ferrari, «los delegados de los Estados Unidos se han Uesde su independencia de la metrópoli comenzó este pais a empeñado en manifestar que su pais apadrina y defiende los inte•"venir, más o menos solapadamente, en los problemas de los reses políticos de las Repúblicas del Nuevo Mundo.» eblos hispanoamericanos: Cuba, Puerto Rico, Méjico, VenezueEl protectorado es una nueva forma de vasallaje, una pérdida, • ^tc., soa monumentos patentes del panamericanismo yanqui. por parte del Estado protegido, de la soberanía absoluta, dentro de ""^ una breve enumeración de hechos sobre el asunto, recomensu territorio en su constitución. amos el libro de Pereyra, £/m/to de Alo«/-c7ff. En fin; la política yanqui es peligrosa para los pueblos meridio- '• nales de América. Un vecino poderoso es siempre terrible en el or. • 'f'.. Hechos den internacional si nosotros tenemos algo que le pueda coni^os Estados Unidos impidieron que Chile, vencedor del Perú, venir. Unas cuantas naciones, sugestionadas por el gesto original de pues de una guerra que duró cerca de dos años, se anexionara Wilson, acatan sus imperiales deseos. Diga Cuba, o diga Puerto lilas pequeña parte del territorio peruano; no hicieron esto cumRico que son independientes, que, fuera de ciertas relaciones vedamjo con un deber de humanidad, sino obedeciendo a su interós, das por los yanquis, son libres en todo; la realidad desmentirá en j no consiente en América del Sur la formación de Estados pocualquiera ocasión esta creencia. lerosos. Cuba, esa perla antillana, último resto del imperio español, no El gobierno yanqui no permitió —y aun hoy mismo no lo mira viene a ser más que un Estado, una provincia norteamericana. y lo impide cuando puede - qu c se celebrasen tratados en- Verdad es que de los Estados Unidos recibió muchos beneficios, s pueblos europeos y los americanos, fundándose en que es pero fué a cambio de la pérdida de la soberanía, de una dependenrelaciones constituían un peligro para los Estados Unidos. cia innoble, de una abdicación vergonzosa. Un más: las casas de banca norteamericanas establecen agenRoland U. Usher, refiriéndose a la invasión financiera de los * en las naciones meridionales. Estados Unidos en las Repúblicas centroamericanas, dice que onto serán económicamente dominadas Buenos Aires, Rio «apenas ha dejado a,los pequeños Estados una sombra de indeo, -bantiago de Chile, etc., las principales plazas de comerpendencia económica». nas Compañías de ferrocarriles brasileñas, explotadas por La intromisión de Yanquilandia en los pueblos de origen espaP esas anglo-francesas, dicese que serán arrendadas a los señol no puede ser eternamente pacifica, porque allí donde circule la ' " a « s de Monroe. sangre de España —y conste que es verdad este tópico— existirá c e murmura asimismo que el esfuerzo gigantesco representa- siempre un espíritu indomable de independencia. El protectorado que ofrecen las naciones fuertes a las débiles g "^ apertura del canal de Panamá no ha sido hecho por los os Unidos únicamente para conquistar la gloria de ejecutar es tan humillante romo la esclavitud. Dice Martens (Dereclio internacional, t. 1) que los Estados semi^^ a an maravillosa ni para ganar el título de benefactores de la soberanos son anomalías. Una nación que ha perdido su sobera nar ^" ' '^' '^''^^ José de Astorga, quien no recela en consignía está sometida, no al derecho internacional, sino al derecho po-, imn "'^* ^°n-teniporánca, 1914): «Los enormes sacrificios que ha lítico. Esta inconcusa verdad de Mortens es seguida de otra im. dos is ° ^ ^^'^ ''^'^ —^' ^" ~ ®' '^°'^'® ^^^ istmo corresponde a portantisima en el porvenir americano: «El Estado que tiene algún team "^-^"^^ ^'^ exigencias de importancia vital para la nación norvigor sacude tarde o temprano las trabas que se ha pretendido im defe ^"'^''"'^; "^"^^ de carácter económico y otras relativas a la ponerle, y entra en posesión de su personalidad internacional.> q'ís"^^ "acional.» Así, pues, tras el manto bienhechor de los yanderá ' ^^ ""^""^ *^"*o 1^ doble intención de un pueblo que se per£ como se pierden todos, por su ambición excesiva. DIEGO ABAD DE SANTILLAN. ve de ^ asenvoltura fórmulasa místicas de natural, Monroe,indicado el mito de susel doctrinas, sireste hecho por sagaz delator VI ba vida ínti;na. En aquella ciudad proteica, cambiante como una piedra preciosa, a la par de las nuevas ideas y de los nuevos gustos, cambió también la vida propia de cada cjudadano, su vida privada. Las severas y cerradas costumbres familiares que imperaron en toda la Edad Media, aunque en Italia no fueron semejantes a los de otros países, desaparecieron por completo. El ciudadano de una República de entonces, dice con justeza Lord Macaulay, «era juntamente el griego de los tiempos de Pericles y el romano de los de Juvenal: tímido, hábil, artificioso y vil como el primero; amante, apasionado de la independencia y de la prosperidad de su patria, y animado de cierto espíritu público como el segundo». En Florencia, donde las diferencias sociales nunca fueron profundas, donde pueblo y nobles latieron con el mismo ideal, al lado de la nobleza de sangre, y superior a ella, aparece una nueva nobleza, una nobleza artística que impera sobre todo, que lo avasalla todo, que da la pauta de la nueva vida a la que más o menos se han de ajusfar la mayoría de los ciudadanos. Y en medio de tanto refinamiento, esta nueva nobleza personal del talento y la habilidad, es a veces tan osada y brutal, que verdaderamente nos espanta. Benvenuto Cellini discute mano a mano con los Cardenales de su tiempo. En su biografía fanfarrona relata su entrevista con el Car- denal Salvati con el siguiente desgarro popular, inexplicable para nosotros: «Este Cardenal bestia mandó por mí al cabo de ocho días, diciendo que llevase la obra; yo fui a verle sin ella.—Llegado que , - • • • • • • - , / • / . , ; n f - i r - - f í • ' • • • ^''-^llÍi:':::;:; • - 4 ^ ^ &:^'¿'\<-f: • J"\;WMp-J'¿' wWl-^" .:,, V .^ /•' 'í'M^ / " n^' ' •-!ÍIK^I HHI^l Pedro Aretino. hube me dijo de pronto:—¿Dónde tienes tu guisote? ¿Lo has concluido?- A lo cual repliqué: -Monseñor, mi guisote no lo he concluido y no lo concluiré si no me dais cebollas para terminarlo.— A estas palabras, dicho Cardenal, que tiene más de asno que oe hombre, se puso doblemente feroz.» Mas aunque esto sea exagerado, es lo cierto que el hombre de aquella época, vale por lo que es en si, no por su nombre ni ^^ nacimiento. Nobles, burgueses y artesanos llevan casi una mism» vida, según sus medios y sus aficiones. Ya hemos visto cómo i*>'' cael de Lando llegó a Confalonero de Justicia, el cargo más a" de la Kepública, el más honorífico, el de mayor brillo y esplendorLos hombres de todas clases ante esta competencia personal "* condiciones propias, se afinaban y se pulían desenvolviendo toda sus cualidades. Él soberbio Pedro Aretino, trataba a los MédiC con displicente familiaridad. Tullía de Aratjón. El florentino de entonces, culto, elegante, despreocupado y ^ tista, ama a Florencia sobre todas las cosas, encontrando en el • solamente en ella, su propio y adecuado ambiente. No obstan > de vez en vez la imaginación del florentino le impulsa a viajarentonces cuando se embarca con rumbo hacía países nuevos, cü do ambulea de Corte en Corte al servicio de la República; nías florentino no va solo jamás, va acompañado siempre de su r habilidad, de la indudable superioridad de su raza. Galante, » ' ••^mn •13 ESPAÑOLA escurridizo, práctico, el florentino de calidad, pronto llega a ser* amo de los campos lindantes donde levantara su tienda. Su justo título, es su sagacidad; su justo pago, es su fina sonrisa. Bi viejo mercado de i-ljreiu:i,i Llega entonces a su apogeo el tipo de artista de la época, que encarna como en ninguno otro en recio corpachón de atleta que poseyó en el mundo Benvenuto. Estos artistas, por lo general, son "fibres hábiles y desaprensivos, religiosos y amorales, anillados y Violentos. Bravucones, imaginativos y exaltados, lo mismo cla^3n un puñal hasta las cachas -«contra el hueso del cuello, que 1 naciendo gran esfuerzo no pueden recobrarlo» (Cellii~< que labran un soneto, o enamoran a una mujer, tstos hombres extraordinarios que da la época y la ciu' poseen casi todos una psicología desconcertante. Doos de un profundo sentimiento relig iosollevado hasta e deli"•10, son capaces de realizar las más sublimes obras a la Pai" que los crímenes más bajos y soeces. Benvenuto Ce"'' ""a vez ladrón, varias asesino, muchas violador y a las eces artis'a, describe en su diario cómo estando preso en 3nto Angelo, luego de hacer una plegaria a Cristo pidiéndole ver el sol, se le aparece toda la Corte Celestial. «La ndad de Dios -dice en este momento con- unción evangé^> después de describirnos su aparición— hase dignado strarme toda su gloria cual acaso jamás la hayan visto ^^'•os ojos mortales.* -a mayoría de estos hombres gigantes tienen además on de la universalidad. Miguel Ángel, Leonardo (aque' <lue ofrecía sus servicios al duque de Millán diciendo: «Yo, >•. soy capaz de cuanto quepa esperar de criatura mortal») V R T r I I y Denvenuto, mismo, aunque de calidad muy inferior, 01 literatos, arquitectos, artistas y poetas; levantan una ^ icación, o inventan una máquina. Dotados de una fuerza her' ue una salud privilegiada, un poco fanfarrones, un mucho ge> cruzan por la vida removiendo todo a su paso, bajo el empu« de sus hombros macizos, bajo la magia de sus manos de artistas. La'inlluencia de estos hombres inmensos, se mezclaba con la de exquisitos cortesanos que influyeron poderosamente en los hábitos y en las costumbres de la ciudad, tanto como en las direcciones literarias. Tullien de Aragón emuló victoriosamente las pasadas y venideras cortesanas, discutiendo con filósofos y poetas con el mismo fuego y entusiasmo con que se daba al amor. El conjunto de todo este torrente de vida tumultuosa y ardiente, se notaba sobre todo en las modas, en la ornamentación de las casas, en las fiestas del pueblo. Los trajes más bizarros aparecían a diario sin causar sensación. Las alhajas, los encajes, los ricos bordados, se prodigan largamente sin cuento ni medida. Todas las mujeres florentinas —esas lindas mujeres que se asoman coquetas a los pesados marcos de los viejos retratos- llegan bajo este aspicto a tan grandes refinamientos, que jamás se conoce época alguna en que el cuerpo femenino se sometiera a mayores torturas por parecer más bello. El uso de los perfumes sube a tan alto grado, que en algunas brillantes fiestas, llegaron a perfumar hasta los mismos animales que en ellas figuraban. Pedro Aretino recibió de Cosme de Médicis una cierta cantidad de plata perfumada. Pero la nota culminante de todo este conjunto, la más característica quizá, de toda esta civilización alquitarada, era la elevación, la exaltación de la mujer y su igualdad con respecto al marido. En Florencia la educación de la mujer, era idéntica a la del hombre; conocieron algunas las lenguas clásicas (Tulia hablaba el latín como el italiano), la filosofía y la retórica también como los hombres más talentosos de la época. De sus plumas salieron muchas canciones, muchos poemas, muchas obras, que muchas veces ¡ayl fueron firmadas con firma de varón. El mismo Benvenuto dedicó uno de sus sonetos más hermosos «A Bartolomé Ammalf, escul^Q^, y a su mujer, que es poetisa.» L ^ ^ujgr florentina, femenina hasta la exageración, también 301,3 ger viril cuando era necesario. Libre, inteligente y despreocupada, fué el producto más refinado de la ciudad y el contraste más vivo con aquella otra mujer de otros países, que por la misma época yacía encarcelada en los recios'castillos.bajo el poder om- Florencia: I.a Logia del Bijallo. nimodo de un seiior feudal, que para casos de ausencia y enfermedades poseía la famosa cintura: aquella bárbara y famosa cintura que aún se conserva en los museos. LEÓN MARTIN-QRANIZO. RENOVACIÓN 14 ED j^BNTIMIENTO DED P A I ^ J E El sentimiento del paisaje es una de las piedras de toque para conocer a los buenos poetas (y al decir poetas no hacemos distinción entre los que escriben en prosa y los que escriben en verso). El vulgo se representa a los poetas como entes anormales, cuya ocupación es cantar los esplendores de la naturaleza y los esplendores de "ella,,, de la novia, prejuicio que dimana del abuso que los poetas de todo tiempo han hecho de la manifestación de los sentimientos eróticos y cosmológicos. De ahí que las vibraciones que en el alma del lector se proponga producir el poeta, sean muy difíciles de conseguir cuando canta la naturaleza. Muchos poetas han arrostrado las dificultades que lleva consigo la consecución de la fragante originalidad emotiva en los sentimientos de amor, en las estrofas a la amada, y no pocos han salido airosos de la empresa. Pero al intentar la plasmación del placer de la contemplación de la naturaleza, las más claras inteligencias se extravían y reducen este sentimiento fecundísimo a una descripción ajustada a convencionalismos de escuela o a manidos lugares comunes. Parece como si tuvieran pusilaminidad, como si sintieran empequeñecimiento frente a la naturaleza. Y así han pasado siglos y siglos en que la literatura ha sido estéril al tratar con el ennoblecedor, sedante y fecundo sentimiento de la naturaleza. Ya hizo notar Azorín que tal sentimiento está ausente de la literatura clásica. El naturalismo pareció animarlo con lalarguísimas y minuciosas descripciones de campos, ciudal des, montañas y playas; pero bien pronto se vio que la sutis emoción que nos comunica la acendrada pleitesía a la naturaleza, no estaba en el naturalismo, que se reducía generalmente a una copia matemática, seca, sin jugo. Y en la época presente la mayoría de los literatos castellanos continúan desarrollando el concepto rutinario y lamentable del paisaje. Azorín con sus claras, armónicas y tranquilas páginas, y Pío Baroja con sus sobrias y hondas descripciones, son dos de los pocos artistas que han experimentado la divina emoción del paisaje, esa emoción que el vulgo cree inherente a todos los poetas, y que sólo es dado sentir a muy pocos por lo visto. En cambio la literatura catalana cuenta con muchos poetas y prosistas en los que el amor a la naturaleza impregna sus obras de fragante aroma sano, y aleigre, y optimista.. Desde las magníficas sensaciones maragallanas tan sencillasy tan vivas, hasta los brochazos luminosos, plásticos y aristocráticos de Josep JVlaría de Sagarra, el sentimiento del paisaje está vinculado fuertemente, indisolublemente, a la potentísima literatura catalana moderna. F. ALMELA VIVES. lia admit^aeión y la curiosidad Cierto día un ruiseñor anunció que iba a cantar, por si algún admirador le quería ir a* escuchar. Al enterarse, ligeros, _ acudieron a montones los pardillos y jilgueros, calandrios y verderones. Cuando unos y otros llegaban hubo más de una protesta, pues todos se disputaban el mejor sitio en la fiesta. Y tal jaleo se armó, que el ruiseñor pensó así: —¡Nadie canta como yo cuando se agolpan aquí! —¿Y tú, por qué vienes, chico? — dijo a un calandrio un jilguero—Yo sólo por ver el pico al ruiseñor. —Pues yo quiero únicamente observar si es que viene una jilguera, que por su gracia al volar le vuelve loco a cualquiera. —Yo —intervino un verderónno tengo más interés que estar en la reunión un rato con estos tres amigos que tengo al lado. —Pues yo —un pardillo decía — os vi aquí a todos, y he entrado sólo por ver lo que había. Lo oyó el ruiseñor, y así exclamó: —¡A cantar renuncio! ¿Nadie viene a oirme a mí? ; ¡Pues... anda y que cante el Nuncio! ¡Cuántos, cuántos oradores, presumidos y orgullosos, creen que son admiradores los que sólo son curiosos. Y alimentan la ilusión de que valen de verdad, sin ver que la admiración. es sólo curiosidad... A UN HACENDISTA Lo mismo hoy que en pretéritas edades un talismán seguro es el dinero, y puesto que eres'hacendista, quiero elogiarte y decir cuatro verdades. '' Como se agitan tantas nulidades i en el llamado mundo financiero, ' ' ' recibe el homenaje de un coplero ''•' -'• •' •..14; que no sabe sumar dos unidades. Tú eres oro de ley. Destruye errores y demuestra a los mil explotadores que han acudido, en espantable nube, ,, , .. a dejar el Erario mustio y flaco, .• . :•. ; '^ que no es igual la Hacienda que el tabaco: , ¡que cuanto más se chupa, mejor sube! • •"•• - ..;;;.'I :.i'y. JOSÉ R O D A O : G L O S A S La ideología del nacionalismo vasco • Pocos libros sobre nacionalismo tan interesantes, tan concretos, tan sugerentes como el publicado recientemente por D. Jesús de Sarria sobre nacionalismo vasco. Tiene el mérito de ser la exposición concisa de un criterio filosófico abonado por reflejos de realidades vivas, y la virtualidad de ayuntar, en tesis clara, las raices humanas 'nás fuertes a un problema político que está cobrando intenl;l so incremento en la actual renovación palingenésica dé Espaila. Estas páginas, calientes y nutridas de emoción, que no adolecen del seco y rigido raciocinio intelectualista sometido a entimemas y paralogismos a base de especulaciones arbitrarias, envaradas como fórmulas algebraicas, plantean de manera decisiva y tentadora, en un gesto sereno y seguro de sí mismo, en que campea el reto, la controversia con los impugnadores DELICIAS CORTESANAS del nacionalismo. No hemos, por lo tanto, de lanzar el arcaduz de la razón en la entraña de este problema que se aferra a los movimientos cordiales con una efusión dominadora. Todo problema importante de orientación vital, todo problema enfocado desde las atalayas del transcendentalismo, ofrece dos caras, afecta a dos órganos vitales del hombre espontáneamente inquieto y curioso: el órgano del intelecto y el del sentimiento, el del raciocinio y el de la sensibilidad. Cardíaca y cerebralismo son los dos resortes universales en torno de que giran todas las acciones y anhelos humanos. Son los dos polos entre los cuales se mueve el mundo; quien padezca de ceguedad o daltonismo hacia alguno de ellos no percibirá, sino en parte mezquina, un jirón de la verdad. El nacionalismo vasco enunciado por Satria en una terminología sobria y esquemática, pero rica de percepciones y de contenido substancial, se funde con las características étnicas y las necesidades autóctonas, se cimenta en la restauración integral de los propios valores, radica en las vibraciones de la emoción nacional. ~ Esta emoción nacional resurge en Euzkadí para rescatar el patrimonio ancestral específico desdeñado por generaciones Sucesivas o arrumbado por desviaciones de la voluntad indígena. El vasco, cada vez más vinculado a solicitudes periféricas, ha dejado dormirse y anquilosarse al genio de la personalidad autóctona, base del nacionalismo, y hoy despierta para recobrarlo y asentar sobre sus normas e inspiraciones los entibos de la nacionalidad. Nacionalidad es afirmación, solidificación y desarrollo de todas las entidades integrales propias, en lo ontológico, MKE. Cn las herencias históricas selladas por el instinto dinámico de raza, en las susrelices resultados de las acertadas medidas tomadas por el señor Alcalde contra ceptibilidades naturales para la riqueza y et abuso de la mendicidad callejera. 16 RENOVACIÓN las diversas intensificaciones vitales, en las modalidades para la existencia democrática. La economía, la industria, el comercio, la agricultura, son partes complementarias sine qua non; están ligados íntimamente a los impulsos de la nacionalidad vasca. "Para nosotros los nacionalistas vascos, la riqueza nacional estávincuada a la substancia misma de la nacionalidad. Sabemos que sin riqueza pública no hay nacionalidad que resurja, ni tienen eficacia los derechos de ciudadanía. La riqueza la tenemos como elemento básico, como escudo y palanca de na cionalidad y ciudadanía.,, Nacionalidad, democracia, riqueza: he aquí los conceptos fundamentales que informan el ideario del autor de Ideología del nacionalismo vasco. ' Con los postulados ideológicos de Jesús de Sarria, enraizados en el sentimiento, en la emoción nacional, queda suscitada la polémica frente a la posición política —que no espiritual— de espíritus rutinarios, prácticos y poco excitables. La capacidad para la existencia nacional reside, según este escritor sugerente, en la capacidad del órgano emotivo. Sobre este concepto se afinca, más que en ningún otro, la ideología vasca de la nacionalidad. "Esa ley natural, que hace de la emoción —en el ser o en colectividades— piedra de resistencia, yunque de vitalidad, es para nosotros, los vascos, ley de salvación.,, No desdeñemos ninguna ideología Asomémonos a todos los problemas con inquietud de hombres sedientos de refrescar en todas las fuentes del conocimiento. REVISTA DE REVISTAS Augusto Broca.—¿a réeducation des Musites.—La Revue de París. El inválido de guerra ha llegado a ser una categoría social, formada por hombres en plena actividad física y mental, que antes eran la fuerza de la nación. ¿En qué momento debe volver al trabajo el inválido? Lo antes posible. La ley francesa es defectuosa en este punto, prohibiendo todo género de trabajo durante el tratamiento. En idéntico error ha incurrido el servicio de Sanidad Militar, prohibiendo el trabajo a numerosos convalecientes. Es un lamentable error moral — porque la ociosidad es madre de todos los vicios— y médico, porque nada mejor para el completo restablecimiento que el trabajo. El ideal Imbiese sido establecer la reeducación obligatoria, imitando en eí.to a Bélgica, donde el espíritu de d'sciplina alemán ha sabido implantar tan beneficiosa reforma. ¿Hubiéramos nosotros logrado hacer otro tanto? Es posible, pero ahora ya es tarde. La costumbre es una lamentable realidad, y nuestros mutilados sólo piensan en volver inmediataROBERTO BLANCO TORRES. mente a su hogar, adonde llegan en pésimas condiciones, sin saber emplear útilmente el resto de sus energías. Corazón de la Noche, por Eliodoro Id a Port-Villez, cerca de Vernon; Puche. allí están los mutilados belgas, que han convertido una tierra poco cultiHe aquí un libro acerbo y sentido vada y casi estéril en fecunda y riy doloroso, un libro íntimo y persueña campiña. sonal. Allí se ejecutan todos los trabajos, Eliodoro Puche, que el año pasa se perfecciona la instrucción primaria, Ramón Gómez de la Serna, ra ro y sutil prosista qtie ha pudo publicó EL Libro de Los Elogios blicado estos días dos nuevo s libros titulados wpombo» y se atiende a todas las necesidades de oMiies trarlo». Galantes y de Los Crepúsculos 4e la vida. Otoño, nos ha ofrecido ahora este Corazón de la Noche, No solamente se cuida de la reeducación agrícola, sino un breviario de versos transidos y doloridos. también de la industrial. Puche, apartándose un poco de la forma, pone siempre Jean Camus es partidario de combinar ambas, y así se en sus versos una gran sensibilidad, que vibra intensamente ha implantado en ü centro agrícola de Juvisy. ante todas las emociones, aun las más breves y fugitivas. . Las ventajas de esta reeducación pueden ser inmensasEn este libro, Puche ausculta el corazón de los nocturnos Es una nueva educación ciudadana, cuyos beneficios Ueg^' y glosa los motivos líricos de la noche. rán a toda la nación. ¡Y cómo siente los latidos de este corazón que late eterNuevos trabajos de horticultura, el cultivo de plantas namente! medicinales —que antes de la guerra era monopolio de Al^' Eliodoro Puche ha sabido comprender la gran poesía del mania —, nuevas industrias, ensayos de zootecnia, problc silencio y del misterio de la noche. mas que antes de la guerra tropezaban para su resolución con la desconfianza e ignorancia, pueden ahora resolverse Este libro está lleno de alma y de unción. con la reeducación de los mutilados. Es como una ofrenda a la gran sombra acogedora. La reeducación agrícola es la más interesante. Los obi'S' V Y es también menos frivolo que su libro primero. Este Corazón de la Noche es ya una sinfonía en voz ros de fábricas han quedado en el interior, y entre los henbaja, un camino que nos conduce serenamente a la sen - dos es enorme el número de los agrícolas. Estos aman la tierra, y sólo anhelan volver a ella. Po*"' cillez. Es, en fin, un libro acerbo y sentido, íntimo y perso- que es en el campo, y no en la ciudad, donde no se niuer nal. de hambre. [ Y esto, tristemente, no puede decirse de todos los libros. Homero en su Odisea decía lo contrario, pero es que buen Homero soñaba a veces. E. C. C. C. A. 993.—Imprenta de Gabriel López del Horno San Bernardo, 92, teléfono 1.W22.—Madrid. IDEAL MESA DE CAMA í BIBLIOTECA formada por un tablero de 61 por 46 centímetros, que sube o baja a voluntad y se inclina instantáneamente a cualquier ángulo deseado, desde el horizontal al vertical; con soportes plegadizos para libros, y otro tablero, de 33 por 22 centímetros, que sirve de pequeño atril o mesa auxiliar. Es el mueble más útil que se ha inventado. Construcci()n científica de tubos de acero. Peso con embalaje, 15 kilos. PRECIO, 68 PESETAS L. A S Í N P A L A C I O S Preciados, núm. 23, Madrid. RAFAEL CARO RAGGIO • EDITOR Ventura Rodríguez, 18. 0:B:RJ^bi I » X 7 B L I'/C A . JD A . S Pío Baroja: Paradox, Rey, 3,00 ptas.; La feria de los discretos, ''i50; IM busca, 3,50; Nuevo tablado de Arlequín, 3,00; Juventud, egolatría, 3,50; El árbol de la ciencia. 3,50; La veleta de Gastizar, *,00; Los caudillos de 1830, 4,00. Julio Valles: Kl Niño (vida (íe Jaiiiic. Vingcrasl, 4,00 ptaa. Enrique Barbusse: Kl fuego en las trincheras, 4,00 ptas, Carlos Rivet: ICl último llomaiiof (historia del Tsar do, Kusia y SI corte), 3,50 ptas. Juan Gualberto Nessl: Aventuras del sulmiurino alemán í/. . . . 2,00 ptas. Julián Sorel: Los homlrres del 98. Unamuno, 2.00 ptas. Lorenzo Gallego Carranza: Lecciones de Topografía. Obiaadapada al nuevo proorama de esta asionatiiia en la Academia de ntantcria y aprobada como cexto definitivo para la misma por Real orden de 25 de .Junio de lí)17. 9.00 ptas. Contiene 32 láminas en colores. CASA FUNOADA EN 1846 G A S A C E N T R A L B N IvlADKID Pn'ncips, 39, íeléí. isio. Apartado de eorreo 319 Caballero de Gracia, 60, MADRID ^''SJ^B^íísraiiA Parodia de Atila K'LPM c ^ i •> BL T í o SAM.—Allí donde mis soldados ponen el pie no vuelve a nacer la hierba.