Santa Sofía de Constantinopla

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IES. CARRÚS
SANTA SOFÍA DE CONSTANTINOPLA
IDENTIFICACIÓN
TÍTULO: Basílica de Santa Sofía de Constantinopla.
ESTILO: Arte Bizantino.
GÉNERO: Arquitectura religiosa. Templo. Interior
CRONOLOGÍA: 1ª Edad de oro del Arte Bizantino. Siglo VI d.C. (532-537).
Constantinopla.
AUTOR: Artemio de Tales e Isidoro de Mileto, por encargo del emperador
Justiniano.
OTRAS OBRAS: no del autor, pero sí de la misma época y de la misma
ciudad son las Iglesias de los Santos Sergio y Baco, Santa Irene o la
Iglesia de los Santos Apósteles de Constantinopla.
FUNCIÓN: Edificio principalmente religioso, aunque debido al estilo
político del imperio y al “cesaropapismo” (el emperador era al mismo
tiempo el intermediario entre Dios y los hombres), también tenía una
función político-administrativa.
ANÁLISIS FORMAL
La planta conjuga magistralmente dos tipologías conocidas, la
basilical y la de cruz griega cubierta por una gran cúpula. Muestra
que ésta es un rectángulo, de proporciones casi cuadradas, rematado en
ábside. Internamente se divide en tres naves longitudinales; la
central, más ancha, está separada de las laterales por columnas y
gruesos pilares, destacando un espacio central casi cuadrado entre dos
trapecios o pechinas, y con cuatro exedras angulares.
El material constructivo corresponde en los muros, piedra y ladrillo,
y en las cubiertas ladrillo y algún otro material metálico. El muro,
según muestra el plano, es muy grueso, pues así lo exige el sistema
constructivo que se ha empleado, con la presencia de elementos de
contrarresto como son los contrafuertes o estribos exigidos por
necesidades de la cubrición. Como soportes se da gran importancia a
las columnas, con basa, fuste liso y capitel en forma de tronco de
pirámide invertido con cimacio. Es muy importante su papel en el
conjunto, al formar una especie de cortina que separa el espacio
central de los laterales. Existen, además, pilares enormes, cuyo
interés, desde el punto de vista constructivo, es primordial. Se ha
empleado, sistemáticamente, el arco de medio punto.
La cubierta está formada por una enorme cúpula con nervaduras
meridianas y un anillo de ventanas en el tambor. Se apoya en cuatro
pechinas, soportadas, a su vez, por cuatro arcos sobre pilares macizos
y reforzados por estribos exteriores. Presenta un ingenioso sistema de
contrarresto, tanto en sentido longitudinal –dos medias cúpulas, o
cúpulas de cuarto de esfera, apoyadas por otras dos secundarias más
pequeñas (cupulines), para transmitir la carga. La gran cúpula central
de media naranja mide 31 m. de diámetro y está inscrita en un
cuadrado, apoyándose sólo en cuatro puntos, las cuatro pechinas, a
diferencia de las bóvedas o las cúpulas de la antigüedad (así la
cúpula del Panteón de Agripa se apoyaba en un muro circular que
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llevaba el peso directamente al suelo). La cúpula mide 55 metros de
altura, y las ventanas del tambor permiten la entrada de los rayos de
sol que se reflejan en los mármoles y mosaicos, dando como resultado
una visión lujosa y refinada.
La decoración es un elemento fundamental del interior. Está
constituida por elementos de diversa índole: arquitectónicos
(columnas, arquerías), escultóricos (relieves y trépano de los
capiteles de las columnas), mosaico y en los pavimentos, en algunos
casos como mera decoración ornamental y en otros como elementos
iconográficos. Se ha empleado en ella materiales costosos (mármoles de
diversos colores, mosaicos), y en sus temas muestran predominio de lo
geométrico, vegetales estilizados y posiblemente figurativos. El
espacio interior que se ha conseguido crear es el mejor exponente de
los valores plásticos del edificio. El conjunto es armónico y
equilibrado. La composición espacial está dominada por un núcleo
central, cubierto por la gran cúpula, que se alza libre. Este reducto
es todo un prodigio de espacio, luz y color, en el que la masa
arquitectónica parece desmaterializarse, efecto que ha sido posible,
en primer lugar, gracias a un perfeccionado sistema de contrarrestos,
dispuestos de tal forma que quedan ocultos a la vista, y en segundo
por la impresión que causa el muro, cuyo grosor queda disimulado, todo
ello acentuando el simbolismo del camino de ascensión hacia Dios. Más
importante, sin embargo, es el tratamiento que se ha concedido a la
luz: entra por diferentes ventanas, que varían según la hora, y
resbala por paredes y pavimentos.
La obra fue clave en la arquitectura justinianea, pero pocas fueron
proyectadas en su línea y desde luego ninguna de su envergadura. A
partir de ella, se impone en la arquitectura bizantina la afición a
las cúpulas, dentro de conceptos más sobrios y tradicionales. De la
misma época se hacen las Basílicas de los Santos Sergio y Baco, la
Iglesia de Santa Irene o la Iglesia de los Santos Apóstoles, todas en
Constantinopla. La cúpula seguirá presidiendo, con variantes locales,
las iglesias en las etapas posteriores del Imperio (2ª y 3º edades de
oro), tanto en Italia (San Marcos de Venecia), Grecia, Bulgaria,
Ucrania (Santa Sofía de Kiev) o Rusia (Iglesia de San Basilio de
Moscú). Tras la conquista otomana en 1453 fue convertida en mezquita.
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