El giro verde del manejo de plagas

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El giro verde del manejo de plagas
Lunes 23 de mayo de 2011
La tendencia de buscar fórmulas para disminuir el uso de químicos en el manejo de los cultivos adquiere fuerza;
algunos relativizan su eficacia.
Martina Salvo de Oliveira
Limitar la cantidad de residuos de agroquímicos en los alimentos, es una tendencia que viene tomando cada vez más fuerza.
También han crecido los controles de plagas y enfermedades, al exportar. Pero la ecuación cero bichitos y cero residuos
químicos, es difícil de resolver.
Ante la contradictoria necesidad y la cada vez mayor demanda de los consumidores por ser amigables con el planeta y comer
más sano -lo que impulsa el crecimiento fuerte de la producción orgánica-, las empresas químicas buscan alternativas que les
permitan responder a la nueva realidad. A partir de ahí, han desarrollando programas centrados en lo que se denomina
manejo integrado de plagas (MIP). No se trata de un giro de timón, sino que consiste en la incorporación de programas que
establecen previa y claramente los manejos de campo, y de acuerdo a eso, la aplicación de plaguicidas -que pueden ser o no
de origen químico dependiendo de la contaminación, la plaga y otros elementos-, prácticas como el uso de insectos benéficos,
o productos biológicos. La idea es, mediante la planificación, reducir al mínimo el uso de químicos.
La tendencia viene adquiriendo fuerza en el mundo y también en el país, tanto para satisfacer las demandas de los
exportadores que buscan alternativas para disminuir o reemplazar a los químicos que -por imposiciones de los mercados, por
su impacto en el medio ambiente o en la salud humana- van siendo vetados y también para satisfacer la creciente demanda de
los agricultores orgánicos.
Tal como se ve la cosa, el manejo integrado de plagas está en boca de todos. Sin embargo, todavía tiene mucho por recorrer.
De hecho, recién el año pasado la Comunidad Europea y Estados Unidos sacaron regulaciones para acelerar el proceso de
registro de productos biológicos, que es clave para que las empresas químicas puedan ingresarlos en los mercados.
En Chile, desde la academia hasta institutos de investigación se suman a la tendencia.
Los seminarios respecto de estas nuevas tecnologías están proliferando, como el desarrollado recientemente por SimFRUIT.
También aparecen proyectos que unen lo químico con lo biológico, como los que hay para combatir los chanchitos en uva,
bacteriosis en kiwis y hasta nematodos en suelos. Y la tendencia es que las empresas de agroquímicos entreguen cada vez
más este tipo de opciones.
Los dos lados
Si bien el manejo integrado avanza como tendencia, entre los expertos existen dudas sobre si es o no el mejor sistema, con
miras a la exportación.
"Concuerdo con el MIP para una industria de consumo interno, pero no para exportación. No existen cultivos de exportación
en el mundo, que, para esos propósitos, dependan exclusivamente del control biológico", puntualiza Roberto González,
profesor de la U. de Chile, quien por ocho años fue el especialista en MIP de la FAO, en Roma, institución que promueve su
uso.
Y el experto sostiene que hay que poner atención en que estos productos pueden ser relevados por temas que van más allá de
su efectividad. "Es conveniente cuestionar los intereses de los importadores de productos biológicos, quienes, obviamente,
también deben vender sus productos y que, por lo tanto, han adoptado como caballitos de batalla los principios del control
biológico y el MIP, para reemplazar los pesticidas", dispara González.
Pero no todos están de acuerdo con esa visión.
"El control biológico es muy incipiente y tiene que ver con que los consumidores no tienen conciencia y hay gran
desconocimiento. Al final, es un tema más productivo que de mercado", explica Eduardo Donoso, socio de la empresa Bio
Insumos Nativa.
El manejo integrado de plagas se basa en varios puntos, entre estos, que los controles no se aplican si las plagas no exceden
los niveles de daño económico. Y eso varía para cada especie. Por ejemplo, se plantea que en perales las arañitas no pueden
superar las tres por hoja; en cambio, en las de manzanos se aceptan un máximo de cinco.
Para que un programa de manejo integrado funcione se deben evaluar en forma permanente estas variables, para saber en qué
momento se deben aplicar agroquímicos y en qué cantidades para que el impacto residual sea acotado.
Y son justamente esos controles estrictos sobre la cantidad de plaga que se permite por cultivo lo que, según los críticos,
limitaría a los productos de exportación.
"En el mundo se utilizan con buenos resultados en cultivos como el café, el algodón, el maíz y los cereales, pero es difícil
implementarlos en la fruticultura nacional porque quien define las reglas es el SAG, y el MIP no elimina el 100% de las
plagas. Cuando se establece que basta un solo individuo, por ejemplo de arañita de la vid, presente en un lote inspeccionado,
no es fácil aplicar el MIP. La eliminación del 100% sólo se consigue con tratamientos químicos. Sin entender que lo bueno a
nivel económico no es necesariamente igual a cuarentenario, es difícil avanzar", indica González.
Algo similar pasa con las estrategias de control biológico.
En el mercado existen productos bacteriológicos para combatir la polilla de la manzana, pero el costo del tratamiento termina
siendo mucho mayor y más demandante, frente a sistemas tradicionales.
"El problema es que estos tratamientos hay que repetirlos cada 5 a 7 días con menor eficacia, mientras los pesticidas
químicos duran 3 veces más", sostiene González.
Pero trabajar con el MIP y el control biológico también tiene beneficios innegables para todos los sectores. Disminuir la
cantidad de residuos en la fruta son parte de éstos.
"Aspectos como el monitoreo de plagas, la calidad de las aplicaciones, manejo de enemigos naturales, monitoreo de residuos
y manejo de resistencias, entre otros, son acciones que debemos ser capaces de implementar. Si antes las aplicaciones eran
realizadas a calendario, hoy deben orientarse a las plagas o enfermedades, considerando aspectos biológicos y etológicos",
explica Christian Volosky, de Desarrollo de Insecticidas de Anasac.
Así, aplicar de forma responsable y controlada los agroquímicos, con el apoyo del MIP y control biológico, podría ser el
camino para un producto final más inocuo y una oferta productiva más atractiva.
Proyectos andando: Bacteriosis y nematodos
Otra de las innovaciones que promete dar que hablar, es una línea de creación biológica orientada a combatir la bacteriosis
del kiwi. El proyecto desarrollado por Bio Insumos Nativa, la empresa de Talca que sacó premio a la innovación el año
pasado, podría ser una revolución.
"Hicimos varios ensayos y nos ha ido bien. Eso es relevante porque en países como Italia y Nueva Zelandia, la bacteriosis es
una enfermedad que ha causado estragos y sobre la cual el control químico ha sido ineficiente", explica Eduardo Donoso,
socio de la empresa.
Otra de las líneas que ha impulsado la empresa es el desarrollo de un producto para nematodos, plaga de suelos muy difícil de
erradicar, y que es un dolor de cabeza permanente para los viveros. "Este proyecto puede marcar pauta donde los controles
químicos han sido ineficientes", puntualiza Donoso.
Chanchitos blancos
Hace poco los "chanchitos blancos", sin importar si se trataba de Pseudococcus viburni, Planococcus citri o Planococcus
longispinus, se manejaban de la misma manera. Sin discriminar las características propias de cada especie, como su período
de reproducción, número de generaciones o forma invernante, los distintos tipos de la plaga eran tratados de la misma
manera. Hoy, un proyecto de la Universidad de Chile y Anasac está cambiando esta situación.
También la industria del vino y el aceite de oliva son sectores donde se ha avanzado en el MIP.
"Otros proyectos que estamos trabajando tienen que ver con residuos de pesticidas en vino y aceite de oliva. A través de
curvas de degradación y combinaciones, se ha podido conocer y por tanto proyectar la aplicación en esos cultivos. También
estamos trabajando en la resistencia a herbicidas de biotipos de malezas gramíneas, en monitoreo de botrytis y en el trabajo
con vides", puntualiza Christian Volosky.
Uvas sin fronteras
Otra iniciativa interesante, impulsada por Basf, involucra el estrecho trabajo con productores de uva. Denominado "Uvas sin
fronteras", el proyecto busca mejorar la calidad y condición de poscosecha y controlar las plagas poniéndolas a pelear con
microorganismos.
"Biológicos como Serenade y QL Agri juegan un importante rol permitiendo un eficaz control de enfermedades con un bajo
número de residuos a cosecha", explica Reinaldo Munitiz, R&D manager para Chile & Perú de Crop Protection Basf.
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