Las hebras para hilvanar la vida: el dibujo del dolor

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Ana Hernández Merino
Las hebras para hilvanar la vida: el dibujo del dolor
Las hebras para hilvanar la vida:
el dibujo del dolor
Ana Hernández Merino
Dra. Bellas Artes, profesora en el Master de Arteterapia, Universidad de Murcia.
Arteterapeuta
RESUMEN
Se comenta una exposición sobre los dibujos de los niños de la guerra civil española. A partir
de ello, se revisan algunos aspectos en torno al nacimiento del arte como terapia y en torno
al dibujo infantil, específicamente las aportaciones de Winnicot sobre situaciones especiales
como la guerra. Finalmente, se revisa el trabajo de Regina Lago en la época de la guerra civil
española, que investigó sobre los dibujos infantiles durante este conflicto bélico y planteó la
posibilidad de utilizar los dibujos para valorar los traumas de la guerra, y se defiende también
el valor mediador del dibujo y la pintura entre el niño y su mundo, como elemento facilitador
de la construcción de sentido.
Palabras clave: Guerra. Conflicto bélico. Dibujo infantil. Arteterapia. Regina Lago.
SUMARIO 1. El nacimiento del arte como terapia. 2.La renovación pedagógica. 3. Donald
Winnicott: psicoanálisis y dibujo infantil. 4. Las peculiaridades de nuestro país. 5. Regina Lago
y la guerra a través de los dibujos. 6. Alfred Brauner y la perspectiva psicosocial. 7. Los dibujos
como ecos perturbadores de la guerra.
Fibers to tack the life: drawing of the pain
ABSTRACT
Here is commented an exhibition about the drawings of th children in the Spanish civil war.
From it, some aspects are checked concerning the birth of the art as therapy and concerning
the children’s drawing, specifically Winnicot’s contributions on special situations as the war.
Finally, Regina Lago’s work in the epoch of the Spanish civil war is checked. She investigated
about children’s drawings during this conflict and raised the possibility of using the drawings to
evaluate the traumas of war, and she defended also the mediating value of drawing and painting
between the child and his world, as element facilitator of the construction of sense.
Keywords: War. Chidren’s drawing. Art therapy. Regina Lago.
SUMARIO 1. The birth of art as a therapy. 2. Pedagogical renovation. 3. Donald Winnicott:
Psichoanalipis and children drawings. 4. The caracteristics of our country. 5. Regina Lago and
the war through draings. 6. Alfred Brauner and psicosocial perspective. 7. Drawings as disturbing echos of war.
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“La respuesta de esta asociación entre arte y medicina podría ser la extraña habilidad del
arte para captar el mundo caótico a partir de fragmentos de la realidad y realzarlos para
hacerlos visibles” McGregor, J.M1.
Resulta difícil permanecer indiferentes ante las pinturas de un niño que de manera sencilla y directa nos revela su mundo. Son expresiones que a menudo tienen la frescura y
la reminiscencia de la infancia de todos nosotros. En el niño, lo imaginario, tan cercano
a la abstracción, sitúa al mismo nivel todo tipo de naturalezas; humanas, animales o
vegetales, otorgándoles la misma importancia, a modo de un continuum ininterrumpido.
Asimismo, el dibujo puede entretenernos, divertir a niños y adultos; puede ayudar en el
lazo social. Basta observar cómo dibuja un niño, cómo dialoga al mismo tiempo con sus
personajes, para reconocer su compromiso con lo que traza y el atractivo que tienen para
él esas formas imaginarias. Dibuja e intenta organizar su mundo a través de las escenas
recreadas. Las representaciones son abstracciones de la realidad, símbolos y construcciones que hace con la intención de vencer miedos, amenazas e incertidumbres. Los
dibujos, además, le permiten la posibilidad de seguir manteniendo sus vínculos afectivos
con las personas importantes de su vida, aún en su ausencia. En definitiva, como planteó
Winnicot, son también puentes que pueden procurar “una reparación” de una realidad
traumática.
En los dibujos de esta exposición, aparece la guerra con toda su crudeza. Muertes y
duelos se presentan en algunas láminas con aire de intemporalidad, llamándonos la atención por el fondo y la forma. Guerras dibujadas antes, durante la guerra civil española y
ahora, en cualquier conflicto moderno, reflejando las mismas perspectivas, los mismos
miedos. Trazos que citan la posibilidad de distanciarse del sufrimiento y vencer el miedo. Metáforas tejidas por los niños que les ayudaron a suturar, en medio de la guerra, un
proceso doloroso y abrieron el caudal para que esos niños pudieran seguir creciendo a
través de los sueños, de la creatividad y del juego.
LA INFANCIA RECUPERADA
La iconografía del sufrimiento de la guerra nos conmueve. Las imágenes de la miseria y
la muerte nos hace preguntarnos hoy, por aquellos acontecimientos que fueron captados
por los ojos infantiles. Sus láminas adquirieron protagonismo gracias al interés que los
dibujos y pinturas de niños fueron adquiriendo desde finales del siglo XIX. Esas expresiones artísticas de la infancia fueron reivindicadas por poetas, pintores, pedagogos y
psicólogos como objetos de culto, estudio y análisis. Las distintas perspectivas compartían un espacio común de fascinación que expresó con claridad Baudelaire en su ensayo
El pintor de la vida moderna (1863). Éste explicaba los rasgos del pintor moderno, como
las de un hombre de mundo que había sustituido la belleza natural por la de la urbe
artificial y era a su vez similar a un niño, a un salvaje, o a un enfermo convaleciente.
A nuestro modo de ver, trataba de concebir la creatividad artística como una forma de
1
MacGREGOR, John .M.: The Discovery of the art of the insane. USA, Princenton University Press, 1992, pp. 24
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retorno a la infancia que se planteaba así, al igual
que en otros artistas románticos, como fuente de
creación original. Baudelaire, primer teórico de
la modernidad estética, planteó, a modo de salvación, una infancia recuperada a voluntad y un
retorno a lo primitivo. Salvación por la creación,
por el acercamiento al niño que el artista lleva
dentro, a las primeras expresiones que se pierden
con la infancia y que el artista recupera en ese
modo de regresión buscada.
También Freud abordó en 1908 la relación entre el
artista, el poeta y la infancia cuando señaló: “Todo
niño que juega se comporta como un poeta, pues
crea su mundo propio, o mejor dicho, inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrade.
El niño diferencia muy bien de la realidad su mundo
de juego, a pesar de su investidura afectiva; y tiende
a apuntalar sus objetos y situaciones imaginados en
cosas palpables y visibles del mundo real. Sólo ese
apuntalamiento es el que diferencia aún su jugar del fantasear. Ahora bien, el poeta hace lo
mismo que el niño que juega: crea un mundo de fantasía al que toma muy en serio...”2. Este
texto nos anuncia algunas características del proceso creativo como elemento sustancial, que
en décadas posteriores llevaría a Piaget a postular sus ideas sobre el desarrollo infantil y que
rigen el arteterapia: el juego simbólico, como elemento primordial en el desarrollo y maduración del niño3.
Con gran fortuna, los artistas de la modernidad también fueron seducidos por el primitivismo
del arte infantil. Paul Klee, Kandinsky y Franz Marc, entre otros, en aras del abandono definitivo de la perspectiva del arte clásico, incluyeron dibujos de niños en el almanaque de Der
Blaue Reiter en 1912 junto con obras de Picasso y de Braque4. Paul Klee, por ejemplo, muestra su entusiasmo en esa época, como se puede comprobar, cuando reproduce en la revista
Die Alpen el siguiente texto: “no olvidemos que el arte tiene sus orígenes como podemos
verificar en los museos etnográficos o en nuestra casa en la habitación de los niños”. Unos
años después el artista surrealista Max Ernst simpatizó del tal modo con las obras artísticas
“marginales”, que en su exilio americano organizó, junto con Peggi Gugenheim en los años
2
3
4
5
6
FREUD, Sigmund: “El creador literario y el fantaseo” (1908-[1907]) en Obras Completas. Vol IX. Buenos
Aires, Amorrurtu Editores, 1992,pp.128.
Citado en DUBOWOSKI, J.K.: “Modelos alternativos para la descripción del desarrollo de la representación” en
DALLEY, T: El arte como terapia. Barcelona, Herder, 1987, pp.98.
TUCHMAN, Maurice: Visiones Paralelas. Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 1992, pp.11.
PECH, J.: “Diese Unbestmmten und Gefährlichen Gebiete. Max Ernst Anmerkungen zum Wahn”. En VVAA:
Kunst and Wahn. Viena, Kunstforum, 1997,pp. 333-341.
EFLAND, Arthur: Una historia de la educación del arte. Tendencias intelectuales y sociales en la enseñanza
de las artes visuales. Barcelona, Paidós, 2002, pp.300-303
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cuarenta, una de las primeras exposiciones en Estados Unidos que incluían dibujos de niños,
de indios americanos y de enfermos mentales, junto con sus propios collages5. En definitiva,
ese retorno al primitivismo como recurso de la modernidad pictórica, nos remite, en aras
de la libertad y de la creatividad, a tiempos inmemoriales del arte. Nos emplaza a espacios
inmanentes que hicieron mella en el discurso social el cual hasta entonces había seguido fiel
a los cánones del arte académico.
También los pedagogos americanos en los años treinta, influidos por el pensamiento reconstruccionista de Dewey, encontraron en el arte infantil y el arte en general una forma de expresión personal “un medio para transformar la vida del individuo y la sociedad, atribuyéndole
un poder para resolver problemas” con indudables aplicaciones en el ámbito educativo6. El
cruce de artistas y pedagogos germinará en un afortunado culto al arte infantil, que de vez en
cuando se reeditará a través de publicaciones y exposiciones.
Tal es el caso de ésta exposición que nos ocupa sobre los dibujos de los niños de la guerra civil española la cual ilustra nuestra “imaginación” histórica, cuando desde sus perspectivas subjetivas, nos
aportan documentos que, al contemplarlos, nos conmueven e iluminan con fuerza la reminiscencia
del pasado. Los pequeños aviones, desbordan con líneas temblorosas las casas derruidas; algunos
diminutos personajes se presentan perplejos y asustados. Las pinturas “bombardeadas” desde el
cielo de la hoja abren múltiples interrogantes sobre cada una de las escenas y a duras penas son
acallados por los lemas que aportan algunos dibujos. Líneas que estallan a modo de llanto y balas
que desgarran proyectos de vida e historias personales.
Contemplamos fascinados esas láminas que gritan como documentos sonoros, ante la tragedia
brutal que fracturó sus vidas. Intentamos descifrar el enigma, leer entre líneas y colores, entre
vacíos y formas. Pretendemos saber un poco más sobre aquella infancia de todos nosotros, y así,
como propone Baudelaire, recuperarla a voluntad y devolverla a los ojos de hoy, como un eco que
reiteradamente se repite en cada una de las indeseables guerras.
Los dibujos de los niños de la guerra civil
de 1936 son una crónica visual de luctuosos acontecimientos. Crónica que se fue
desarrollando en cada uno de las colonias
y escuelas en las que, pese a las lógicas
dificultades y carencias, los maestros aún
pudieron alentarles a pintar a pesar de todo
como afirmó Aldous Huxley.
Aquel esfuerzo de sus cuidadores por grabar en imágenes el tiempo vivido, al menos consiguió aportar un valioso material
que ahora podemos contemplar, además de
ayudar a aquellos niños a paliar sus miedos. Ya sabemos que se pueden conjurar
7
WALLER, Diane: Becoming a profesión. The History of Art Therapy in Britain 1940-1982. London, Routledge,
1991, pp 45-51
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los temores a través del juego del arte y fue de ese modo como los pequeños también entraron en
un mundo de ficción. Ese tránsito, a nuestro modo de ver, alivió el exceso de realidad y miedo que
impregnaba en aquellos momentos nuestro país.
Hasta qué punto fue un alivio, una terapia, nunca lo sabremos, pero podemos asegurar que numerosas investigaciones confirmar que en los casos de catástrofes, el suministrar una hoja de papel y
unos lápices de colores a los niños, supone una de las mejores medicinas para el dolor psíquico, así
como un valioso testimonio.
El nacimiento del arte como terapia
La experiencia vivida en las colonias escolares durante la guerra civil y la recogida masiva de dibujos de los niños, desgraciadamente, no tuvo continuidad en los inmediatos años posteriores a la
contienda, y no aparece ninguna investigación sobre las posibles virtudes terapéuticas o pedagógicas del dibujo infantil. No fue por tanto en nuestro país donde se institucionalizó el uso terapéutico
del arte, sino que, por diversas causas, esto ocurrió en Inglaterra. Algunas las vamos a abordar
someramente para ilustrar cómo se dio este proceso
y cómo de alguna manera en las colonias escolares
españolas, de modo casi intuitivo, se apuntó hacia el
arte como un modo de preservar la salud.
Según Diane Waller, el pintor Adrian Hill fue el precursor de la experiencia cuando estuvo convaleciente
en la década de los años 30 en un hospital inglés7. Allí
encontró el modo de superar las largas horas de espera en el hospital a través de la pintura y esa fue,
a su modo de ver, su mejor medicina. El mismo
animó a otros pacientes a que pintaran y de esta
manera, las experiencias artísticas se fueron extendiendo por los hospitales de la Cruz Roja Británica, constituyendo un alivio para las largas
convalecencias de las heridas en los hospitales durante la 2ª Guerra Mundial. Su entusiasmo
por la enseñanza del arte, y su deseo de hacerlo accesible a todos, incrementó su interés hacia
las posibilidades terapéuticas de la pintura y así lo describió en su libro Ars Versus Ilness publicado en 1945 y en Painting Out Illness aparecido unos años después en 1951.
La rápida difusión por los hospitales ingleses de las posibilidades del arte como terapia (arttherapy) no sólo se puede atribuir a causas accidentales. Podemos encontrar algunos factores explicativos que facilitaron el proceso, como la tradicional estructura asociativa de la
sociedad inglesa, las influencias de las diferentes corrientes de renovación pedagógica, que
impulsaron un modelo educativo que rompía con los anteriores, y el interés de algunos psicoanalistas por las aplicaciones psicoterapéuticas del arte.
8
9
PIJAUDIER-CABOT, J: FAUPIN, S.: Art-Brut. Colletion Aracine. Lille, Musée d´Art Moderne, 1997, pp 159.
READ, Herbert: Arte y Educación. Buenos Aires, Paidós, 1973, pp. 250
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LA RENOVACIÓN PEDAGÓGICA
Ya hemos señalado en el apartado anterior la influencia en el art-therapy de las corrientes de
renovación pedagógica, fundamentalmente por el fomento de la creatividad de los alumnos.
Ésta fue considerada un instrumento destacado en el crecimiento y desarrollo de la inteligencia infantil. El impulso de la fuerza creadora en el hombre desde la infancia, se tradujo en la
promoción del dibujo libre infantil, fuera de la copia de modelos tradicionales que sin lugar a
dudas ampliaba el estatus de libertad y consideración de las enseñanzas artísticas. Esta situación, como ya sabemos, redundó necesariamente en una nueva y revalorizada consideración
del dibujo infantil, tanto en pedagogos y psicólogos, como entre los artistas.
Muestra de esta articulación fue psicólogo James Sully que publicó en 1903: Studies of Childhood. Fue uno de los primeros autores en considerar al niño como artista, hasta el punto
que afirmó en su obra lo siguiente: “El arte de los niños tiene valor en sí mismo y no debe ser
unido a otra clase de arte primitivo de adultos no instruidos”. 8
Asímismo debemos tener en cuenta un apunte más y considerar dos aportaciones importantes, la obra de Herbert Read, y la de Victor Lowenfeld. Read con su libro, ya clásico, Arte y
Educación, publicado en 1943, marca el momento de inflexión en Gran Bretaña, en el que
la enseñanza del arte se redefine, pasando a ocupar una nueva posición más revalorizada en
el currículo académico. Para Read: “No existen obras de arte, sino sólo arte. Pues el arte es
entonces la forma de vida”. Este autor parte de la consideración del arte como la base de la
educación y anima a despertar el goce estético en los que serán futuros maestros y profesores.
Para él, si el arte consiste en un modo de luchar contra lo inarmonioso, también es un modo
de búsqueda del equilibrio, de integración de razón y sentimiento, y dice así:
“El arte es el modo más natural de expresión para los niños, y como tal, su materia es la
totalidad de la experiencia. Es el único modo que puede integrar cabalmente la percepción y
el sentimiento”.10
Por su parte, Viktor Lowenfeld y W. Lambert Brittain publicaron en 1947 Desarrollo de la
capacidad creadora, donde profundizaron en la idea de la importancia del arte como instrumento educativo, hasta el punto de abogar por la autoexpresión como un modo de desarrollar
el yo y como un mecanismo para prevenir y fortalecer las defensas contra las perturbaciones
afectivas o mentales, las cuales consideraban que estaban a menudo vinculadas a la falta
de confianza en sí mismos. Para dichos autores, esas posibilidades eran lo suficientemente
importantes como para, aunque no hubiera otra razón, incluir el arte en los programas educativos. También, en el sentido de liberación y desarrollo de la capacidad crítica, como una
oportunidad de incrementar la capacidad de acción, y la estabilidad. Aspectos ciertamente
imprescindibles en una sociedad llena de cambios, tensiones e incertidumbres”.11
10
11
12
13
READ, Herbert: Opus cit. pp. 257
LOWENFWELD, Viktor. BRITTAIN, Lambert.: Desarrollo de la capacidad creadora. Buenos Aires,
Kapeluz, 1972, pp. 18.
EFLAND, Arthur D.: opus cit. pp. 326
Fue publicado por primera vez en New Era in Home School, Vol, 21, nº 9, 1940, pp.229. Edición que hemos
consultado, Buenos Aires, Lumen, 1993, pp. 75-122.
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Tanto Read como Lowenfeld, recogieron y actualizaron las ideas de la educación progresista de los
años veinte los cuales preconizaban la autoexpresión y la libertad artística. En el modelo de educación centrada en el niño se concedió un lugar
destacado a la expresión creativa en la que el niño
era visto como un artista.12
DONALD WINNICOTT: PSICOANÁLISIS Y
DIBUJO INFANTIL
Winnicott conocía el mundo del niño en situaciones especiales, ya que supervisó durante la
Segunda Guerra Mundial los albergues infantiles de niños ingleses evacuados. Su experiencia aparece sintetizada en el libro El niño y su mundo externo, más concretamente en
el capítulo dedicado a “ Los niños en la guerra”.13 En uno de sus párrafos nos aporta lo
siguiente:
“Muy pronto los niños comienzan a pensar y hablar en términos de guerra. En lugar de
charlar en términos de cuentos de hadas que se les han leído y repetido, utilizan el vocabulario de los adultos que les rodean y tienen la mente llena de aeroplanos, bombas y
cráteres.”
Dichos elementos, aparecerán constantemente en los dibujos que podemos contemplar
en esta exposición. A esas especiales circunstancias durante la guerra Winnicot las denomina
“periodos de espera” con respecto a la vida o intermedios forzosos de las guerras. Para el autor,
no obstante existe una parte positiva: durante esa
etapa, los niños son “un paraíso para la maestra”.
Ésta, como pedagoga, puede aprovechar las circunstancias precisamente para abordar aspectos
no violentos de la guerra, para transmitir valores
importantes para la educación y la salud de cada
niño. Junto con las posibilidades de los albergues
también queremos destacar de sus aportaciones algunos de los inconvenientes. En 1939,
Winnicott junto con dos psiquiatras, John Bowlby y Enmanuel Miller enviaron una carta al
British Medical Journal en la que explicaban: “La evacuación de niños pequeños de entre
dos y cinco años crea graves problemas psicológicos”. Esa realidad la conocía Winnicot
14
15
16
Publicado en Deprivación y delincuencia dic. 1939, pág. 25. Referencia en PHILIPS, Adam:
“Tiempos de guerra”, Winnicot. Buenos Aires, Lugar editorial, 1997, pp. 77-111
Aunque una de las primeras psicoanalistas en destacar llamar la atención acerca del dibujo infantil
para el psicoanalista fue Sophie Morguenstern hemos querido destacar el trabajo de Winnicot tanto
por su influencia en el arteterapia como en el aspecto que nos ocupa de las afecciones psíquicas de
los niños durante la guerra.
WINNICOT, Donald W.: Realidad y juego. Barcelona, Gedisa, 1996, pp. 93.
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desde su puesto de supervisión de albergues y además,
fue precisamente esa terrible experiencia, la que hizo
avanzar la medicina y la pedagogía inglesa en el terreno
de la psiquiatría infantil. Y así lo expresa con claridad:
“Los problemas de los niños evacuados en Gran Bretaña modificaron el pensamiento psicoanalítico acerca
de la infancia. La separación prematura del hogar podía
significar mucho más que la experiencia real de tristeza
para el niño; de hecho, podría llegar a producir un apagón emocional”.
Pero su posición fue, además, constructiva, en el sentido
de dar suma importancia a los cuidadores y maestros.
Para ellos dirigió la mayor parte de su esfuerzo con recomendaciones como la que sigue:
“Para todo trabajo que implique cuidar de seres humanos, se necesitan individuos con originalidad y un profundo sentido de la responsabilidad. Tienen la tarea de brindarles la sensación de continuidad
a través de los cambios que son objeto. Se trata de unir hebras sueltas de la vida de cada niño
y darle la oportunidad de preservar algo importante para él de cada etapa de su experiencia”.
14
Donald Winnicott fue uno de los primeros en teorizar sobre la vertiente terapéutica del dibujo. Éste propuso en un artículo llamado “El juego y el garabato”, dirigido a futuros psicoterapeutas, la utilización del dibujo en las primeras consultas clínicas con niños15. Para el
psicoanalista, el dibujo del paciente no sólo aportaba datos que podían esclarecer el diagnóstico, sino que en sí era una estrategia primordial que facilitaba el trabajo entre terapeuta
y paciente. Esas ideas del juego del garabato aparecen en 1971, cuando publicó Realidad y
juego16. En el libro hizo gran hincapié en la creatividad como sinónimo de salud, contraponiéndola a la alienación o acatamiento. Su concepción del arte como espacio transicional, y
en última instancia como una forma de juego, resultó muy interesante pues aporta un modelo
universal, aplicable tanto a la producción artística del niño, como del adulto, del sano, como
del enfermo, del artista profesional como del profano.
Podemos preguntarnos si fueron precisamente los dibujos que realizaron los niños españoles,
esas hebras de continuidad de la vida que pudieron proporcionar algunos resortes de supervivencia psicológica durante la guerra de España frente a la destrucción y muerte.
Entre la educación y la terapia, el arte en el primer tercio de siglo XX asumió una nueva di-
17
18
19
DEL CURA, Mercedes.: “Niños y manicomios: la locura infantil en la casa de Santa Isabel de Leganés (18521936)” en VVAA: Historia de la Psiquiatría. Temas y tendencias. Madrid, Frenia, pp. 611-633
GARCIA, Emilio: “La configuración de la psicología educativa en España (1900-1936) en VVAA: Historia de
la Psiquiatría. Temas y tendencias. Madrid, Frenia, pp.537-547.
Estas referencias aparecen en la interesante publicación de GUIGÓN, Enmanuel: La infancia del Arte. Teruel,
Museo de Teruel, 1996, pp 70-79.
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mensión que permitió que el dibujo, como necesidad en el niño, se convirtiera en un modo
de contención, de protección y de respuesta ante los enigmas, ante la angustia paralizante
y torpe para encontrar las palabras adecuadas. Palabras que el niño puede no querer nombrar y que el dibujo traza. Es precisamente esa cualidad la que aprovecharon maestros y
cuidadores, entre la escapatoria imaginaria y lo que no se quiere nombrar, entre la palabra
ausente y la imagen que habla.
LAS PECULIARIDADES DE NUESTRO PAÍS
Hemos visto algunos de los aspectos más significativos del nacimiento del arte como terapia, la consideración general del dibujo infantil y en particular las aportaciones de Winnicot a situaciones especiales como la guerra. Estos apuntes nos llevan a hacer algunas
consideraciones en torno a las peculiaridades de nuestro país que enmarcan la experiencia
transferida a las láminas infantiles.
En España desde finales del siglo XIX y principios del XX hubo un propósito reformista
que, superando la dimensión estricta de lo político-social, se convirtió en un proyecto intelectual-cultural traducido en las diversas corrientes del regeneracionismo. La higiene y la
moral se convirtieron en motores del cambio y la infancia en uno de los campos idóneos
para llevar a cabo dicha transformación. Para ello, diversos profesionales (higienistas, psiquiatras, juristas y pedagogos) colaboraron a la hora de construir un modelo conceptual
que diseñara medidas profilácticas y centros psicopedagógicos especializados. Esfuerzos
que en su mayoría se vieron interrumpidos por el estallido de la guerra civil del 3617.
En el campo de la educación un objetivo perentorio era la renovación, labor imprescindible
que como sabemos, realizó, entre otras entidades, la Junta de Ampliación de Estudios desde
1907 fomentando los trabajos de investigación científica y los pensionados en el extranjero.
Su papel dinamizador y modernizador para el desarrollo de la cultura y la ciencia españolas
a lo largo del primer tercio del siglo XX fue determinante. Fruto de estos intercambios se
conoció en España la obra de Piaget, del que se tradujeron numerosos trabajos como Lenguaje y pensamiento del niño de 1929 o La representación del mundo del niño en 1933.18
En el terreno artístico nos encontramos también con un ambiente propicio para la consideración de la pintura infantil como un modo de expresión genuino y digno de tener en
cuenta en los circuitos artísticos. Éste se vio reflejado a través de exposiciones como la de
“Dibuixos d’ Infants” en la Galería Catalonia en 1935. Y si hay un modo de nombrar el
interés de algunos críticos y artistas de la época, podemos seguir a Angel Ferrant cuando
dice que en el dibujo infantil “hay algo eterno, permanente”. Esa devoción por las pinturas
infantiles le llevó, al fin y al cabo, a considerarlas por encima de algunas “obras vulgares
contemporáneas”19.
20
21
Publicado en México en Educación y Cultura, agosto, 1940, pp.422-436
Del indudable valor de estos testimonios, desconocemos desafortunadamente el destino actual de todos ellos.
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REGINA LAGO Y LA GUERRA A
TRAVÉS DE LOS DIBUJOS
Uno de los escasos documentos recuperados que muestran el interés que había en
nuestro país desde la psicología y la pedagogía por los dibujos infantiles durante la
guerra civil española es de Regina Lago
de 1940: “La guerra a través de los dibujos infantiles” 20. La autora analiza en su
investigación cómo reaccionan los niños
ante las “anormales vivencias”, y en qué
forma se altera su evolución normal, mental y afectiva. El trabajo sobre 1872 dibujos se publicó en México y la mayoría procedían
de Cataluña y algunos evacuados de otras provincias.21
Para Regina Lago su publicación supone una “modesta aportación a la psicología genética” sobre “cómo han integrado las impresiones en sus vivencias anteriores o en sus
aspiraciones posteriores a la guerra”. Es sin duda para la autora, gran defensora de los dibujos como testimonios, el material más vivo que se pudo obtener. Lago es conocedora de
los trabajos de Kerschensteiner, de Sully y
de Luquet, que ya habían trabajado sobre
los estadios de evolución infantil, aunque
hasta el momento en el que ella escribe
el artículo no encuentra ninguna investigación sobre situaciones especiales como
la guerra. Por tanto, los dibujos suponen
un valioso y novedoso documento sobre la
afectación de los niños durante los acontecimientos bélicos.
Los dibujos en su gran mayoría no fueron
trabajos libres o espontáneos, sino que
fueron propuestos por los maestros, tanto
los que forman parte de este trabajo de Regina Lago, como los que se encuentran en las
diversas colecciones entre otras, la de la Biblioteca Nacional de Madrid. Fueron dirigidos,
o bien para el estudio que se hizo, sobre los efectos de la guerra, o formaban parte del
currículum escolar, ya que se intentó que durante todo el tiempo de la estancia en las colonias, los niños no perdieran el contacto con la escuela. Así se encuentran entre los dibujos
ejercicios de copia de láminas, del natural, o de perspectivas.
La consigna general dada desde el Ministerio de Instrucción Pública y que aparece reflejada en el trabajo de Regina Lago, fue:
21
22
Del indudable valor de estos testimonios, desconocemos desafortunadamente el destino actual de todos ellos.
Cuando Regina Lago publica este trabajo en una revista mexicana y ya ha tenido oportunidad de conocer los
dibujos de los escolares del continente americano.
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“Escena de la vida del niño antes de la guerra”
“Escena de la vida del niño durante la guerra”
“Cómo se imagina el niño la vida después de la guerra”
Regina Lago basa su análisis en el carácter narrativo de las imágenes. Pretende cuantificar el
contenido de las láminas a modo de test proyectivo y en los resultados aparecen los rasgos más
característicos de los dibujos agrupados según edad y sexo, motivos principales y accesorios,
así como aquellos que distinguen la relación entre el antes y el después.
Hay un aspecto que queremos resaltar y es precisamente el intento que se hace por valorar
la secuencia temporal, el efecto sobre la memoria afectiva de lo que sucedió antes de la
guerra y el presente en la colonia. También la predicción del futuro. A nuestro modo de
ver, la integración de la lógica temporal operó en los niños de entonces tal como puede
operar en los niños de ahora. Los más pequeños, los de seis-ocho años, imbuidos del
pensamiento mágico integraron al mismo nivel el antes, durante y después. No existía una
jerarquización para ellos, todos los elementos se relacionaban al mismo nivel. La diferenciación hubiera denotado una respuesta racional que no se da en esas edades. Sin embargo, algo se le escapa a Regina Lago en ese sentido que no obstante zanja atribuyendo a la
falta de comprensión de los niños de las propuestas que les hacen los maestros. En nuestra
opinión, no se trataría tanto de una incomprensión, como de una imposibilidad: para ellos
sólo existían aviones, bombas o incendios, como la única realidad posible.
La distinción posible entre pasado y presente aparece en los niños de nueve a doce años.
En su memoria ya aparecen con nitidez los recuerdos más cercanos. Una escena en el
campo, jugando. En la casa con sus padres y sus hermanos. Para aquellos que conservaron
o idealizaron esas imágenes placenteras, el futuro se vuelve repetición. Reedición de una
vuelta a la normalidad anterior, al pueblo, a
la casa, con la familia y los amigos.
En los dibujos de los más mayores avanza
la comprensión de las consignas según Regina Lago, y a su vez en nuestra opinión la
racionalización del proceso, la asimilación
de las consignas ideológicas. Sus dibujos
adquieren un carácter mucho más narrativo
y enumerativo. Aparecen más ligados a la
causa republicana que da por supuesto un
progreso general de la vida para después de
23
24
25
Otro trabajo, más testimonial y político es el que prologa Joseph Renau y escribe Gabriel García Maroto: Un
niño y la guerra. Trayectoria plástica de José García Narezo. Madrid, Ministerio de instrucción pública, 1938.
estino actual de todos ellos.
Publicado en París por Les éditions Sociales Françaises, 1946, pp 17-77, 277.
Muestra de sus trabajos posteriores con dibujos de niños psicóticos en el Centre de Taitement Educatif de
Saint Mandé (France) es la publicación, Brauner, Francoise; Brauner, Alfred: “Les routes dans les fantasmens
des enfants psychotiques”. Confinia psychit.18: 139-145,1975. Brauner ante los estados de angustia del niño
insiste en la importancia de crear un clima de confianza que ayude a continuar el trabajo de creación mediante el
dibujo.
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Las hebras para hilvanar la vida: el dibujo del dolor
la guerra. Se trata de un sostén necesario, preciso, frente al feroz presente. Éste se traduce
en dibujos minuciosos y complejos en los que aparecen elementos simbólicos, esquematización y abstracción que defienden el progreso como utilidad frente a tanto sufrimiento.
Sin embargo, la invasión de la ideología no se escapa de la realidad y de los duelos. La
muerte se representa una y otra vez como presencia, ante disparos certeros, en entierros, y
como ausencia, en elipsis, que se materializan a través de la imagen de sillas vacías.
Uno de los casos más llamativos que destaca Regina Lago es el de una muchachita que
representa un salón con una mesa y sentados a ella el padre leyendo el periódico, la madre
cosiendo y la niña jugando con el hermanito. Sobre la cómoda un jarrón con flores. En la
tercera escena, el sillón del padre está vacío, todos van de negro y las flores de la cómoda
están mustias y agostadas. No necesitamos la garantía de lo verbal para reconocer la fuerza del trazo de este dibujo que nos describe Reg¡na Lago. Este relato visual, que a modo
de escritura, pone en escena el vacío, la ausencia en ese sillón, la muerte en las flores y el
negro en el ánimo de los protagonistas.
Otro niño dibuja un personaje en las tres escenas. En la primera es un civil, en la segunda
un soldado y en la tercera un mutilado. Esta construcción de ficción pudo articular, a través de la figura representada, y suplir la falta de sentido de la experiencia vivida. Este niño
pudo hablar con imágenes de la extraordinaria violencia sufrida. A modo de héroe que
inicia la aventura investido de trajes y uniformes y que, al final de su recorrido, su hazaña
ha sido regresar con vida de la guerra, pero mutilado en el cuerpo y quizás en el alma.
En estos desproporcionados acontecimientos hay escenas que hablan de alivio, matiza Regina Lago, aunque no existen escenas típicas y los dibujos no difieren, según dice, de los
de otros niños de ciudades americanas.22 Este paralelismo que traza, puede ser una nota de
normalidad dentro de las penalidades lógicas del momento. Signos de equilibrio, que si
se ha conseguido, es gracias al cuidado y el esfuerzo de algunos maestros en las colonias.
Este matiz nos remite en general al ambiente de las colonias como lugares de protección y
de sostén para los niños, factor este muy importante para su integración posterior.
La investigación psicológica de Regina Lago tuvo como complemento una exposición
de los dibujos en marzo de 1939 en los locales del Museo Pedagógico Nacional de París,
y tal como figura en su artículo: “bajo el patronato de los señores Bataillón, prof. De la
Sorbona de París, Mme Flayol, secretaria del grupo francés de Educación Nueva y el Sr.
Pablo Picasso, pintor. Mr. H. Wallon, prof. Del College de France”. La exposición se hizo
por iniciativa del “Office Internationale pour l’ Enfance” e instalada bajo la dirección de
la autora de este artículo.
El valor del artículo de Regina Lago, no sólo estriba en que fue el único trabajo realizado
por una psicóloga de nuestro país, sino que fue el primero que planteó el dibujo de los
niños como un modo de evaluar los traumas de la guerra.23 Posteriormente, otra aportación destacada fue la de Alfred Brauner, que coincide con Regina Lago, en otorgar gran
importancia al ambiente favorable, para aliviar las consecuencias psicológicas desastrosas
de un conflicto armado sobre la infancia.
26
BRAUNER, A.; BRAUNER, F.: “Des dessins d´enfants nous devisagent”. Art et thérapie, 40-41, decembre
1991, pp.34-42.
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Las hebras para hilvanar la vida: el dibujo del dolor
ALFRED BRAUNER Y LA PERSPECTIVA PSICOSOCIAL
El texto de Alfred Brauner: Ces enfants ont vécu la guerre, recoge un resumen de sus experiencias personales. Su contacto como brigadista con las víctimas de la guerra de España en una
Colonia en Castellón le impactó de tal modo que, a partir de esa experiencia, toda su vida giró
en torno a las consecuencias de las guerras y el cuidado de psíquico de los niños.25 Su trabajo
parte de un interrogante que le impulsa a saber un poco más de aquella tragedia que estaba viviendo. Su pregunta le lleva a una dificultad y es el saber con certeza el papel que jugó la guerra
en los jóvenes espíritus. Vio como continuaba la vida cuando los niños jugaban, dibujaban o
iban a clase en el tiempo de los combates. Sin embargo observó como maestros y niños estaban
contagiados por el mismo vocabulario de guerra. Su labor como estudioso le llevó en diferentes
conflictos armados a considerar de un modo global las repercusiones físicas, como el hambre,
la degradación o la duración del conflicto y las psíquicas, que dependerían esencialmente de
la situación moral y social del individuo. Todo su esfuerzo tenía un objetivo final, y no era otro
que estas consecuencias se tomaran como referentes en aras de optimizar la tarea del educador
para la readaptación infantil a la vida normal.
En nuestra opinión, sus trabajos siguen la estela de las investigaciones de Winnicot y coinciden
con éste tanto en los factores que pueden influir para un peor pronóstico de las consecuencias
nefastas de la guerra, como en los factores positivos que pueden aliviar los efectos nocivos.
Estos ideales de los que habla Brauner estarían en la base de algunos trabajos que vemos en
los dibujos. Vemos como en una gran parte de las láminas contribuyen al mantenimiento de la
moral, tanto de los niños, como de los que apoyan la república; su efecto de propaganda hacia el
exterior es importante. Ellos mismos contribuyeron a la causa con este apoyo artístico. No sólo
fue importante mantener el bienestar, sino que fue igualmente relevante mantener la moral.
Sus interesantes observaciones nos aportan, pese a que como él dice, la mayor parte del material
que recogió desapareció tras la guerra, una imagen aproximada de las condiciones en las que se
desarrollaba el trabajo de los educadores en las colonias.
Si en el trabajo de Regina Lago encontramos un enfoque más descriptivo, en el de Brauner hay
más interés en las consecuencias morbosas de la guerra, sobre todo para aquellos niños más
frágiles. Aquellos para los que la guerra produjo una conmoción emocional y plantearon más
dificultades a los educadores. Aquellos niños expuestos de una manera u otra a carencias en la
alimentación, con las previsibles consecuencias en el desarrollo y en la vida psíquica. “En las
caras dibujadas por los niños descubrimos su profunda angustia”26. Ellos sufrieron los extremos en su modo de estar el mundo, desde hipersensibilidad y la excitabilidad, a la apatía general
o la inercia psíquica.
Otro aspecto relevante que destaca Brauner, y nosotros también queremos resaltar, es la desproporción entre la madurez psíquica de una parte y la degradación del desarrollo físico
27
28
29
Esta cualidad se ve incrementada en los acontecimientos traumatizantes como las guerras. De este modo tam
bién los expresó Minkoswska a propósito de una exposición de dibujo infantil en el Musée Pédagogi
que de París en 1944. Citado en Boutonier, J.: El dibujo en el niño normal y anormal. Buenos Aires.
Paidós, 1980, pp 36-42.
Nissen, G.: “Pinturas de niños con perturbaciones psíquicas”. Psicopatología, 6, 4 , 1986, pp.297-309.
Grenier, G. et alt.: “Catastrophes est dessins d’ enfants” Neuropsychiatrie de la enfance, 40 (7), 1992, pp.396-401.
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Las hebras para hilvanar la vida: el dibujo del dolor
y mental de otro. Este desacuerdo que se puede manifestar de diferentes maneras, pero
que en última instancia revela siempre una lesión del ser.
Sabemos que el sufrimiento prolongado de los niños expuestos a conflictos bélicos produce daños físicos y psíquicos. Del relato de Brauner obtenemos más datos de primera
mano que nos hablan de los más afectados. Podemos encontrarnos con niños precoces
que han quemado etapas, sin que haya crecido su cuerpo. Ellos han sufrido la enfermedad, la muerte, el hambre, el miedo, la separación de la familia y de su ambiente. Han
tenido que vivir como adultos, enfrentándose a estos traumas, cuidando a veces de sus
hermanos más pequeños. Y en las colonias se pudo intentar calmar y aliviar estos efectos
y reencauzar sus vidas. Pero algo que nos señala con contundencia es que no se pudo
regresar, no se pudo sustituir en esos tres años de guerra, los momentos de desarrollo
y maduración normales en cada niño. Por esto y para esos casos más afectados no fue
suficiente la calma, el buen ambiente o el trabajo escolar para ayudarlos a crecer y prepararlos para la existencia humana. Brauner apoya como solución unas medidas que pueden
paliar el impacto. Nos habla de “encontrar puntos de mira elevados y llevarlos a cabo.
Reestablecer su estima por los hombres, por sí mismos, por la vida y sus valores; poner
entusiasmo en la reconstrucción de los pueblos y hacer participes a los niños de ellos”.
Estas descripciones de Brauner representan los extremos y el mismo advierte que “hay
miles de niños que afortunadamente no llegaron a ese extremo”. Pero prosigue: “no hay
un límite claro entre lo normal y las enfermedades, todos los niños que han sufrido una
guerra acusan las consecuencias. Padres y maestros tuvieron una gran tarea que hacer
para compensar”. Y lo tuvieron que hacer, a nuestro modo de ver, siendo ellos mismos
víctimas del mismo mal.
LA INFANCIA RECUPERADA
LOS DIBUJOS COMO ECOS PERTURBADORES DE LA GUERRA
Lo primero que llama la atención de los dibujos es la gran calidad de la mayoría de ellos,
tanto expresiva como de dominio del lápiz. Sabemos que los niños dibujan de modo realista, exista o no esa realidad, y lo hacen de un modo subjetivo, según su experiencia.27
En algunos casos las escenas nos conmueven, no tanto por la perfección formal, sino por
la deformación que da movimiento a los elementos que integran un conjunto y en el que
el tiempo está muy presente. Es sorprendente ver una lámina de un niño de una colonia
de Oropesa, en la que aparece una persona sin brazos, diminuta, casi en el extremo del
papel, rodeada de garabatos que pueden ser reflejo de los bombardeos. Podría ser nieve,
podría ser...La certeza nos queda lejos ya que estamos viendo agujeros y miedo. En
otras láminas aparece el momento en el que amenaza el avión que se acerca. Un tiempo
posterior indefinido cuando cae la bomba, y el tiempo de recogida de heridos y muertos, de gritos y caras de espanto. Hay también deformaciones en tamaños de objetos y
de personas que manifiestan perspectivas particulares, jerarquías psíquicas las cuales
30
31
WINNICOTT, D.: El niño y el mundo externo. Buenos Aires, Lumen Hormé, 1993, pp.75-80
GONZÁLEZ JUARRANZ, Pedro: Testimonio, Madrid, ejemplar mimeografiado, 1992, pp.11
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Las hebras para hilvanar la vida: el dibujo del dolor
ofrecen al espectador una ordenación adecuada a necesidades y vínculos individuales. Como
la de Julián de seis años que dibuja un soldado enorme con todo detalle y una gran ficha de
dominó mientras el resto es un estampado de aviones, carros, tanques, y lo que parecen paracaídas. Dibujos que señalan las ausencias, como el de Ramón de 11 años de Bilbao, que pinta
su habitación en el albergue de Perpiñán con quince camas dispuesta en V, desprovistas de
cualquier adorno superfluo, cual cuadro de Chirico, desposeídas de los niños, marcialmente
ordenadas. Angustiosamente encerradas en un espacio comprimido.
Bombas que caen en medio de dos niños jugando, a modo de gigantesco signo que señala el
final del juego y la irrupción de lo real de la muerte.
En realidad frente a los dibujos no nos interesaría tanto la interpretación como la posibilidad
de transmisión del mundo que niños y jóvenes expresaron a través de sus obras. Nos interesa
despertar interrogantes a partir de la aparente posibilidad de narración que nos ofrecen las
láminas. Pero más allá de las habilidades descriptivas o proyectivas de las obras, éstas no pueden ser entendidas de forma fiable sin tener conocimiento de la familia, del medio en el que
se desenvolvieron sus pequeñas personalidades. Naturalmente no acertamos a saber el nivel
de discrepancia entre realidad y representación, aunque en algunos aparece con ineludible
rotundidad y ésta podría estar proyectando el alcance de las perturbaciones psíquicas.28
Sobre la repercusión de las situaciones traumáticas en niños, numerosos autores constatan
que los que han sido expuestos a catástrofes presentan reacciones prolongadas de angustia y
que son subestimadas en muchos casos por los padres y adultos en general. El impacto no
es el mismo según las edades. En los más pequeños muchas veces la afectación es indirecta
y en todo caso, según Winnicot: “Puede ocurrir que tengan más contacto con el cuerpo de
la madre del que se produciría en circunstancias ordinarias”. Otra cuestión más compleja es
el efecto que puede producir la demora de la pubertad. O los sentimientos que descubre el
adolescente de ansiedad o incluso capacidad para disfrutar de las guerras o de la crueldad
en sus fantasías. Continua Winnicot: “Quien se tome la molestia de averiguar que es lo que
ocurre bajo la superficie de una mente infantil descubrirá por sí mismo que el niño ya sabe
mucho sobre la codicia, el odio y la crueldad, así como sobre el amor y el remordimiento, la
urgencia de reparar, y la tristeza” 30.
Nos conmueve cómo, a pesar del paso del tiempo, la memoria de aquellos acontecimientos
ha quedado fijada en las mentes de los que padecieron la guerra. Sabemos que los niños
escribían un diario, casi todos recibían cartas de su familia, fotos y películas del frente. Las
colonias no permanecían al margen de los acontecimientos y éstos se presentaban bajo su luz
más cruda. Aunque el alejamiento en las colonias y el ambiente más tranquilo podía crear sin
duda los sentimientos más ambivalentes en cuanto a la lejanía de sus seres queridos.
Tenemos el relato que hemos recogido de un diario escrito por un niño sobre los bombardeos de Madrid que nos puede ilustrar con mayor nitidez, si cabe, las imágenes de
esta exposición:
32
33
Opus cit: pp.35, 58, 83, 136, 195
WINNICOTT, Donald: El niño y el mundo externo. Buenos Aires, Lumen Hormé, 1993, pp.89-103
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Las hebras para hilvanar la vida: el dibujo del dolor
“Acompañando a mi hermana a hacer unos recados, nos sorprendió en la calle un bombardeo de la artillería rebelde; el ánimo se nos suspende e instintivamente nos encogemos y nos quedamos paralizados, cuando oímos los silbidos de las balas de cañón que
pasan de largo y esperamos sus explosiones; si vemos que los estampidos se van alejando, seguimos andando a toda prisa, si por el contrario éstas se acercan, nos metemos en
el portal más próximo, y salimos de él cuando las detonaciones vuelven a ser más distantes; y así sucesivamente, repitiendo esta operación muchas veces, conseguimos recorrer
nuestro trayecto urbano, cumplimentar el encargo y regresar a casa sin daño alguno, pero
sobrecogidos por el miedo que hemos pasado. Muchos transeúntes madrileños que habrán hecho lo que nosotros, no han tenido la misma suerte.”31 De igual modo Mercedes
de 13 años dibuja en blanco y negro u bombardeo sobre la ciudad. Lo contempla desde
una especie de cueva que es su vez un refugio. Hacia él avanzan una mujer, una anciana
con un bastón y un niño de la mano. Dentro de la cueva hay niños gritando y en la entrada unos niños con los puños en alto maldicen el asalto. Los edificios arden. Sus líneas
aparecen temblorosas, como con rabia. Esta misma niña ha dibujado escenas a todo color
reflejando el ambiente familiar antes de la guerra: ella cosiendo con su hermana a la
puerta de su casa. Su dibujo entonces es minucioso y delicado. La mayor de las hermanas
mira atentamente a la pequeña mientras cose. Ésta mira de frente. Mirada directa a quien
mira la lámina. Mirada de interrogación y mueca de enfado.
En el diario de Pedro también hay testimonios de distintos momentos de la evacuación:
“Por todos los sitios por donde pasamos nos tienen preparado un gran recibimiento y
estos nos hace considerarnos muy importantes (...) El día es luminoso y el campo valenciano nos impresiona favorablemente, en determinados lugares y grandes superficies está
cubierto – como si de una alfombra se tratara- de una capa de naranjas. Comentamos lo
bien que le vendrían a Madrid estas naranjas”.
Eusebio dibuja su evacuación a Francia. Tiene trece años y su dibujo recoge unas grandes
vías de tren que son las que marcarán su destino en ese momento. Eloisa de trece años
dibuja tres caminos repletos de personas que apenas asoman sus cabezas. Pasan delante
de unos edificios en ruinas. En uno de los portales una mujer hace señas de despedida con
un brazo. Junto a los edificios un árbol tronchado por una de las bombas.
En otro párrafo Pedro recoge algunas de las situaciones de las colonias que no fueron
siempre idílicas y cómo se plantean problemas de escasez, de inseguridad y de convivencia:
“Un trozo de lapicero, lo conservamos y cuidamos como un verdadero tesoro (...) Nuestro régimen alimenticio comienza a resentirse debido a la penuria general, nosotros completamos nuestra dieta, con lo que encontramos en el campo durante nuestros paseos”.
Y también aparecen de nuevo los bombardeos aéreos en la colonia y no deja en ese momento de ser un espectáculo visto por niños:
“D. Vicente nos ha llevado de paseo a un bosque que hay a la izquierda de la carretera
de San Hilario; estamos correteando por su espesura, nos llega ruido de aviones y para
nosotros familiar tableteo de las ametralladoras, corriendo salimos rápidamente al centro
de la carretera; ¡Se ha establecido un violento combate aéreo! Cuando estamos contemplando con emocionado interés, D. Vicente, con el brazo agarrado a un grueso árbol, con
terror y angustia que está pasando por nuestra culpa. Después que el combate se resolvie-
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se, con la huida de los aviones fascistas perseguidos por nuestros cazas, nos reintegramos
a la tutela del maestro”.
Los maestros se ocupan de todas las necesidades de los niños y muchos de ellos hicieron
un trabajo memorable: “La señorita Natividad Nadal (que durante los pasados, recientes,
angustiosos y difíciles días ha dado muestra de su sentido de la responsabilidad, y de su dedicación absoluta, sin límites a la colonia) en colaboración con Mr. Tisón, hacen que nuestras
necesidades estén perfectamente cubiertas”.
Otro aspecto a resaltar es la información que tienen del frente y a su vez los momentos de
total desconexión con las familias: “Mientras tanto en España, los fascistas han ocupado la
totalidad del territorio de Cataluña, pero la guerra continua en la zona centro, y Madrid sigue
resistiendo y sigue siendo bombardeado con terrible frecuencia. Nuestras familias no saben
que ha sido de nosotros, ni cual es nuestro paradero actual, ni tampoco tenemos posibilidades
de comunicarnos con ellos rápidamente”
Y por último Pedro escribe sobre el duro regreso: “Durante nuestros tres años de vida pasados
en la colonia; primero en zona republicana, después en Francia, nunca maestro alguno nos
obligó a cantar, un himno o canción política determinada, si lo hicimos fue siempre por decisión espontánea nuestra; ni tampoco trataron de manipularnos ejerciendo su influencia docente, para inclinarnos hacia su particular preferencia política o partido. Si en algún momento se hacia referencia a la guerra fue para lamentarla y condenarla; ahora aquí este individuo
la enaltece, la ensalza y la glorifica, y nos adoctrina, obligatoria, exhaustiva e intensamente
en los principios y las teorías del fascismo. El cambio sufrido para mal por nosotros, ha sido
terriblemente radical, brutal traumático”.32
Y si dura fue la guerra y la separación de la familia, duro pudo ser el regreso. Pues en su conjunto, tarde o temprano los niños aceptaban la separación. A este respecto Winnicot señala:
“Los niños partieron y crearon así un gran vacío, pero el correr del tiempo esa brecha se fue
cerrando y el vacío comenzó a olvidarse” (...) “En los dos o tres años de separación, tanto la
madre como el niño ha cambiado, sobre todo el niño, para quienes tres años de separación
de vida es una eternidad (...) Durante los periodos de espera puede haber muchas protestas.
A una madre, siempre le parece que cuando su hijo se queja está haciendo una comparación
entre ella y quienes lo cuidaron. El niño muestra por el tono de voz que algo le decepciona...
La renovación del contacto lleva tiempo, y que el manejo de cada retorno debe estar personalmente supervisado”33
Creemos que en ese tiempo de espera, la correspondencia que se mantuvo desde las colonias
con las familias, los dibujos que generaban imágenes de la reminiscencia de otros momentos
con la familia o en los lugares de origen generaron un apoyo inestimable en circunstancias tan
adversas. Apoyo que de modo constructivo y creativo ayudó a preservar la existencia frente a
las amenazas de destrucción. Reconocimiento por parte de los más próximos observadores,
los maestros, los cuidadores, las familias y aquellos que colaboraban con la causa republicana organizando exposiciones en el extranjero para recaudar fondos. Los niños tuvieron la
oportunidad de dibujar en presencia de alguien y para alguien que se interesaba por ellos.
La muestra del interés de los adultos, que aceptaban lo que los niños dibujaban, ya estaba
ayudándolos.
Los dibujos y las pinturas permitieron conectar al niño con su mundo, como una mediación.
Posibilitaron el siempre presente diálogo; los niños cuando dibujan hablan con sus per-
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sonajes. Las obras procuraron un sentido, un juego simbólico dirigido hacia etapas de
construcción. Un juego que “metabolizó” algo del sufrimiento. Una construcción que
procuró dejar huella y rastro de cada niño en la historia. En definitiva, una creación artística significativa frente a la guerra y la destrucción.
© Copyright de las imágenes es de: UCSD. University Mandeville Special Collection Library, University of
California, San Diego.
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