DICTAMEN N.º 378/2013, de 7 de noviembre.* Expediente relativo a

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DICTAMEN N.º 378/2013, de 7 de noviembre.*
Expediente relativo a reclamación de responsabilidad patrimonial instruido por el Ayuntamiento de Motilla del
Palancar (Cuenca), iniciado a instancia de D.ª X, por los daños sufridos en el vehículo de su propiedad Nissan
Almera, matrícula M, a consecuencia del impacto con un contenedor de obras del Ayuntamiento estacionado en la
Avenida Riato de la localidad.
ANTECEDENTES
Primero. Reclamación.- Con fecha 8 de abril de 2013, D.ª X presentó en el Ayuntamiento de Motilla del Palancar
(Cuenca) una instancia general solicitando el reintegro de la reparación y los gastos por los daños ocasionados en la parte
trasera del vehículo de su propiedad al colisionar con un contenedor del Ayuntamiento. No se cuantifica el importe de la
indemnización reclamada.
En el escrito inicial decía que “El viernes 5 de abril al aparcar choqué con un contenedor del Ayuntamiento y se
partió la luna y la puerta del maletero al no estar señalizado tal contenedor en la avenida del Riato a la altura del kiosco”.
A la reclamación adjuntaba la siguiente documentación:
Recibo de pago del seguro del automóvil, con período de cobertura 30 de abril de 2012 a 29 de abril de 2013.
Fotocopia del Documento Nacional de Identidad de la reclamante.
Tarjeta de Inspección Técnica de Vehículos.
Informe de la Policía Local de Motilla del Palancar, en el que se hace constar lo siguiente: “Que siendo las 21:00 h.
(sic), aproximadamente, del día 05/04/2013, mientras realizaban labores de patrulla, ha sido solicitada nuestra presencia
para inspeccionar daños en un vehículo producidos como consecuencia de un golpe de un vehículo contra el contenedor de
recogida de escombros, situado en la Avda. del Riato (frente al K). [ ] Que se comprueba la veracidad de los hechos
descritos por la conductora del vehículo, (…) consistentes en: rotura de la luna trasera y golpe en el portón trasero del
vehículo, a la altura de la luz de la matrícula. [ ] Que efectivamente se comprueba la existencia de cristales en la zona y
dentro del contenedor. Que la altura del golpe coincide con el soporte de enganche del contenedor, donde supuestamente
la conductora ha impactado con su vehículo al realizar una maniobra de marcha atrás. [ ] Que en el momento de las
comprobaciones la visibilidad en el lugar de los hechos es insuficiente. [ ] Se procede a la señalización, con cinta de
señalizar, del contenedor”. Se adjunta al informe reportaje fotográfico, y copia del permiso de conducir de la reclamante,
así como de otros documentos referentes al vehículo.
Segundo. Reclamación de la aseguradora del vehículo.- Mediante escrito presentado por la compañía aseguradora
S el día 11 de abril de 2013, se solicitaba del Ayuntamiento el abono a su propietaria de los gastos de reparación del
vehículo, por importe de 2.083,08 euros.
La aseguradora aducía que los daños ocasionados tienen su origen en la negligencia del Ayuntamiento, “por no
señalizar debidamente, el contenedor de basura”.
Junto con el escrito se aportaba copia de la instancia general presentada por la reclamante; presupuesto de reparación
del concesionario Nissan, por importe de 2.083,08 euros, expedido con fecha 8 de abril de 2013; y una fotografía de la
parte trasera del vehículo.
Tercero. Admisión a trámite.- Mediante Resolución de la Alcaldía de 17 de abril de 2013, se acordó iniciar el
expediente de responsabilidad patrimonial y designar instructor del procedimiento, tras haberse emitido informe de la
Secretaría de la corporación municipal sobre la legislación aplicable al procedimiento de responsabilidad patrimonial.
Dicho acuerdo fue notificado a la reclamante, a la compañía aseguradora de la reclamante y a la compañía
aseguradora del Ayuntamiento, con indicación del órgano competente para la resolución de la reclamación y el plazo
máximo para notificar la resolución expresa que se dicte (seis meses), informando de los efectos desestimatorios asociados
a un eventual silencio administrativo.
Cuarto. Informes emitidos.- Obran en el expediente administrativo los siguientes informes referentes al asunto
objeto de la reclamación:
1.- Informe emitido por el Coordinador de Servicios Varios del Ayuntamiento el día 10 de mayo de 2013, exponiendo
que “Primero.- En fecha 05/04/2013, con el objeto de almacenar las tierras procedentes de la replantación del seto
resultantes como consecuencia de los trabajos realizados en los jardines públicos por los operarios de jardinería del
Ayuntamiento de Motilla del Palancar, se procedió a la instalación de un contenedor especial de obras en el aparcamiento
ubicado en la Avenida del Riato, frente al número 55 de la localidad. […] Tercero.- Que la instalación y ubicación
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Ponente: Enrique Belda Pérez-Pedrero
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efectiva del contenedor se ha hecho con observación permanente de las características de la vía pública, de modo que no
se sobresalga de la línea de aparcamiento y no suponga obstáculo alguno para la circulación de vehículos en la zona”.
2.- Informe Técnico Policial de 10 de julio de 2013, en el que se reflejan los siguientes datos resultantes de la
inspección ocular efectuada el día de la colisión:
“[…] ILUMINACIÓN DE LA VÍA: en el lugar del incidente, existiendo dos farolas con una separación de 20
metros entre ambas. Asimismo una de ellas está a unos 2.60 metros aproximadamente en diagonal al lugar
donde se encontraba el contenedor.
VISIBILIDAD DEL CONTENEDOR: deficiente, y sin señalizar. […]
DIMENSIONES ESTACIONAMIENTO: 1,9 METROS.
SITUACIÓN DEL CONTENEDOR: el contenedor se encuentra dentro del estacionamiento sin sobresalir de
la señal vial, ni entorpecer la circulación de la vía.
OTRAS VALORACIONES Y OBSERVACIONES: Que la visibilidad es deficiente durante nuestra presencia,
aunque no podemos concretar si en el momento del golpe las circunstancias eran las mismas, pues no se ha
localizado testigo alguno y se desconoce la hora exacta del incidente. [ ] Tampoco podemos concretar si ha
habido poca pericia por parte de la conductora durante la maniobra o si ha habido alguna circunstancia
que alterara la misma. [ ] Asimismo cabe indicar que el contenedor, ha sido señalizado con cinta pero que
es cierto que está falto de medidas que mejoren su visibilidad”.
Quinto. Trámite de audiencia.- Instruido el procedimiento, con fecha 17 de julio de 2013, la instructora dirigió
escrito a la reclamante, compañía aseguradora del Ayuntamiento y compañía aseguradora de la reclamante, poniéndoles de
manifiesto el expediente mediante relación detallada de los documentos que lo integran y otorgándoles un período de
audiencia de quince días para que pudieran formular alegaciones y presentar cuantos documentos y justificaciones
estimaran pertinentes.
En uso del trámite conferido, el día 29 de julio de 2013 la aseguradora de la reclamante presentó escrito de
alegaciones el cual es fiel reproducción del presentado al comienzo del procedimiento.
Obra en el expediente certificación expedida por la Secretaria de la Entidad Local, con el visto bueno del Alcalde, en
la que se deja constancia de la presentación de alegaciones sólo por parte de la aseguradora S.
Sexto. Propuesta de resolución.- Seguidamente, con fecha 11 de septiembre de 2013, se ha elaborado por el
instructor del procedimiento una propuesta de resolución desestimando la reclamación interpuesta, al no constar acreditado
“el nexo causal entre el funcionamiento de los servicios públicos de competencia local y los daños alegados por la
reclamante”.
En tal estado de tramitación se dispuso la remisión del expediente, a través de la Consejería de Presidencia y
Administraciones Públicas, a este Consejo Consultivo, en el que tuvo entrada con fecha 7 de octubre de 2013.
A la vista de dichos antecedentes, procede formular las siguientes
CONSIDERACIONES
I
Carácter del dictamen.- El expediente remitido por el Ayuntamiento de Motilla del Palancar (Cuenca) versa sobre la
reclamación de responsabilidad patrimonial de la Administración municipal, presentada por un particular como
consecuencia de los daños que ha sufrido en su vehículo a causa de la colisión sufrida contra un contenedor de obras del
Ayuntamiento.
El artículo 142 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común, establece los elementos esenciales del procedimiento de responsabilidad patrimonial
que han de seguir todas las Administraciones Públicas -tal y como indica su apartado 1- y por tanto, también las
Corporaciones Locales. El apartado 3 del citado artículo en la nueva redacción otorgada por la Disposición Final
cuadragésima de la Ley 2/2011, de 4 de marzo, de Economía Sostenible, dispone lo siguiente: “Para la determinación de
la responsabilidad patrimonial se establecerá reglamentariamente un procedimiento general con inclusión de un
procedimiento abreviado para los supuestos en que concurran las condiciones previstas en el artículo 143 de esta Ley. En
el procedimiento general será preceptivo el dictamen del Consejo de Estado o, en su caso, del órgano consultivo de la
Comunidad Autónoma cuando las indemnizaciones reclamadas sean de cuantía igual o superior a 50.000 € o a la que se
establezca en la correspondiente legislación autonómica”.
Por su parte, el artículo 54.9.a) de la Ley 11/2003, de 25 de septiembre, del Gobierno y del Consejo Consultivo de
Castilla-La Mancha, dispone que el Consejo Consultivo deberá ser consultado, entre otros asuntos, en los expedientes
tramitados por la Administración de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha referidos “a reclamaciones de
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responsabilidad patrimonial por cuantía superior a seiscientos un euros”; y el artículo 57 de la misma Ley establece que
“Las Corporaciones Locales de Castilla-La Mancha solicitarán el dictamen del Consejo Consultivo, a través de la
Consejería de Administraciones Públicas, cuando preceptivamente venga establecido en las leyes”.
Este Consejo, en sesión celebrada el 25 de enero de 2012 acordó comunicar a la Federación de Municipios y
Provincias de Castilla-La Mancha su criterio respecto a la cuantía a partir de la cual las Corporaciones Locales han de
solicitar su dictamen preceptivo en los expedientes de reclamaciones de responsabilidad patrimonial, considerando que “la
remisión efectuada por el inciso final del citado artículo 142.3 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, respecto a la
cuantía a partir de la cual es preceptivo el dictamen del órgano consultivo “o a la que se establezca en la correspondiente
legislación autonómica”, debe entenderse referida al límite de seiscientos un euros que establece la Ley 11/2003, de 25 de
septiembre, para considerar preceptivo el dictamen del Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha en los expedientes
tramitados por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Límite éste que opera de igual manera con respecto a los
expedientes tramitados por las Corporaciones Locales de la Región, al ser el único establecido por la legislación
autonómica, y porque de otro modo la garantía que supone la intervención del órgano consultivo en el procedimiento
tramitado podría verse mermada en el ámbito local respecto al autonómico, si considerásemos que en el primero sólo es
preceptiva la intervención cuando la cuantía de la reclamación iguala o supera un límite (50.000 euros) que es
sensiblemente superior al establecido para el segundo (601 euros). [ ] En consecuencia, es criterio del Consejo Consultivo
de Castilla-La Mancha que su dictamen ha de ser solicitado, conforme al artículo 142.3 de la Ley 30/1992, de 26 de
noviembre, y a los artículos 54.9.a) y 57 de la Ley 11/2003, de 25 de septiembre, en los expedientes de reclamaciones de
responsabilidad patrimonial tramitados por las Corporaciones Locales de Castilla-La Mancha de cuantía superior a
seiscientos un euros”.
En el presente supuesto, la cuantía de la indemnización pedida se fija por la parte reclamante en 2.083,08 euros, por lo
que, al amparo de lo establecido en las disposiciones legales aplicables, procede emitir el presente dictamen con carácter
preceptivo.
II
Examen del procedimiento tramitado.- Las normas aplicables a los procedimientos de responsabilidad patrimonial
tramitados de oficio se encuentran recogidas en el Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, por el que se aprobaba el
Reglamento de los procedimientos de las Administraciones Públicas en materia de responsabilidad patrimonial, disposición
mediante la que se produjo el desarrollo reglamentario expresamente previsto en el artículo 142.3 de la Ley 30/1992, de 26
de noviembre.
Tras el análisis de las actuaciones realizadas en el curso de la instrucción, que han sido descritas suficientemente en
antecedentes, es preciso significar, en primer término, que no se ha acordado formalmente la admisión a trámite de la
reclamación, como exige el artículo 6.2 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, limitándose el Ayuntamiento a adoptar
acuerdo de iniciación del procedimiento, lo cual constituye un acto innecesario, toda vez que, por imperativo del artículo
4.1, en relación con el artículo 6 del Real Decreto 429/1993, la reclamación de los interesados inicia por sí sola el
procedimiento. Esta consideración afecta al cómputo del plazo de resolución del procedimiento, el cual se inició el día 8 de
abril de 2013, fecha de entrada de la reclamación en el Ayuntamiento, y no el día 17 de abril de 2013, en que se dictó el
acuerdo por la corporación municipal.
A ello debe añadirse que el escrito iniciador del procedimiento es una “Instancia General” que no reúne los requisitos
de contenido que se exigen de la reclamación de responsabilidad patrimonial en el artículo 6 del citado Real Decreto, pues
en ella no se especifican los daños, ni el nexo causal entre estos y el funcionamiento del servicio público, ni se presenta una
evaluación económica de la responsabilidad patrimonial reclamada. Por todo ello, la Administración instructora, con
amparo en el artículo 71 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, antes de acordar la admisión a trámite, debió requerir a la
reclamante de subsanación, para la determinación y constancia de los presupuestos omitidos en el escrito presentado.
No obstante, tales deficiencias han quedado salvadas a lo largo del procedimiento por la intervención de la compañía
aseguradora del vehículo accidentado, mediante la aportación de un presupuesto de reparación que cuantifica los daños
sufridos, y la imputación al Ayuntamiento como consecuencia de la no señalización del contenedor.
Por último, el expediente se halla adecuadamente ordenado con arreglo a un criterio cronológico, dispone de un índice
numerado de los documentos que lo conforman, y ha sido completamente foliado; circunstancias estas que han facilitado su
examen y toma de conocimiento.
Por todo lo antedicho, cabe concluir afirmando que el procedimiento seguido cumple los requisitos formales de
aplicación, observando los trámites esenciales previstos reglamentariamente para el desarrollo de un procedimiento sobre
determinación de la responsabilidad patrimonial de la Administración.
III
Presupuestos normativos y jurisprudenciales para la exigencia de la responsabilidad patrimonial.- La
responsabilidad patrimonial de la Administración es una institución jurídica que goza en nuestros días de rango
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constitucional, con reflejo en los artículos 9.3 y 106.2 de la Constitución, el último de los cuales establece que “los
particulares, en los términos establecidos por la Ley, tendrán derecho a ser indemnizados por toda lesión que sufran en
cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del
funcionamiento de los servicios públicos”.
Los presupuestos caracterizadores de la responsabilidad patrimonial de la Administración tienen su principal
formulación legal en los apartados 1 y 2 del artículo 139 y 1 del 141 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen
Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, en los que se establece que los
particulares tienen derecho a ser indemnizados por las Administraciones Públicas correspondientes de toda lesión que
sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia
del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos; que, en todo caso, el daño alegado habrá de ser efectivo,
evaluable económicamente e individualizado con relación a una persona o grupo de personas; y que sólo serán
indemnizables las lesiones producidas al particular provenientes de daños que éste no tenga el deber jurídico de soportar de
acuerdo con la Ley.
A partir de las notas legales antedichas, la copiosa jurisprudencia existente sobre la materia ha estructurado una
compacta doctrina, según la cual “los requisitos exigibles para imputar a la Administración la responsabilidad patrimonial
por los daños y perjuicios causados a los administrados son los siguientes: en primer lugar, la efectiva realidad de un
daño material, individualizado y económicamente evaluable; segundo, que sea consecuencia del funcionamiento normal o
anormal de los servicios públicos en una relación directa y exclusiva e inmediata de causa a efecto, cualquiera que sea su
origen (Reglamento, acto administrativo, legal o ilegal, simple actuación material o mera omisión); por último, que no se
haya producido por fuerza mayor y que no haya caducado el derecho a reclamar por el transcurso del tiempo que fija la
Ley” -Sentencias de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha de
23 de febrero de 2004 (Ar. JUR 2004\83545, FJ 2º) y de 13 de octubre de 2006, entre otras muchas, o, en parecidos
términos, Sentencia del Tribunal Supremo de 13 de marzo de 1989 (Ar. RJ 1989\1986, FJ 3º)-. A la relación de requisitos
precitados cabría agregar también, como elemento de singular significación para apreciar la referida responsabilidad
patrimonial, que el reclamante no tenga el deber jurídico de soportar el daño producido.
El sistema de responsabilidad extracontractual aplicable a nuestras Administraciones Públicas ha sido calificado por la
doctrina como de carácter objetivo. Este rasgo ha sido perfilado por nuestra jurisprudencia señalando que “al afirmar que
es objetiva se pretende significar que no se requiere culpa o ilegalidad en el autor del daño, a diferencia de la tradicional
responsabilidad subjetiva propia del Derecho Civil, ya que se trata de una responsabilidad que surge al margen de cuál
sea el grado de voluntariedad y previsión del agente, incluso cuando la acción originaria es ejercida legalmente, y de ahí
la referencia al funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos en la dicción del artículo 40 [de la Ley de
Régimen Jurídico de la Administración del Estado, hoy 139 de la Ley 30/1992], pues cualquier consecuencia dañosa
derivada de tal funcionamiento debe ser, en principio, indemnizada, porque de otro modo se produciría un sacrificio
individual en favor de una actividad de interés público que, en algunos casos, debe ser soportada por la comunidad”
-Sentencias del Tribunal Supremo de 26 de septiembre de 1998 (Ar. RJ 1998\6836) o de 28 de noviembre de 1998 (Ar. RJ
1998\9967)-.
Sin embargo, como dijo el Consejo de Estado en su dictamen de 3 de junio de 1999, “este carácter objetivo, tal y
como en reiteradas ocasiones ha puesto de manifiesto la jurisprudencia del Tribunal Supremo y la doctrina del Consejo de
Estado, no implica que todos los daños producidos en los servicios públicos sanitarios sean indemnizables, pues ello
llevaría a configurar la responsabilidad administrativa en estos casos, de forma tan amplia y contraria a los principios
que la sustentan, que supondría una desnaturalización de la institución. Así pues, de acuerdo con dicha doctrina, para
apreciar la existencia de responsabilidad patrimonial es preciso acudir a parámetros como la lex artis, de modo que tan
solo en el caso de una infracción de esta ley cabrá imputar a la Administración de la cual dependen los servicios
sanitarios la responsabilidad por los perjuicios causados. En el caso de que no se infrinja la lex artis, ha de concluirse que
tales perjuicios no son imputables a la Administración y han de ser soportados por el particular, sin que generen, en modo
alguno, el derecho a percibir una indemnización”. En idéntica línea el Tribunal Supremo en su Sentencia de 4 de abril de
2000 declaró que “el criterio fundamental para determinar si concurre responsabilidad patrimonial en materia de
asistencia sanitaria es la de la adecuación objetiva del servicio prestado, independientemente de que existan o no
conductas irregulares por parte de los agentes de la Administración y del buen o mal éxito de los actos terapéuticos, cuyo
buen fin no siempre puede quedar asegurado”, añadiendo en otra Sentencia de 25 de abril de 2002 que “prestada la
asistencia sanitaria con arreglo a la regla de la buena praxis desde el punto de vista científico, la consecuencia de la
enfermedad o padecimiento objeto de atención sanitaria no son imputables a la actuación administrativa y por tanto no
pueden tener la consideración de lesiones antijurídicas”.
Así mismo, la responsabilidad patrimonial de la Administración se asienta en el criterio objetivo o concepto técnico
de lesión, entendida ésta como daño o perjuicio antijurídico que quien lo sufre no tiene el deber de soportar. Dicho deber
existe cuando la medida impuesta por la Administración constituye una carga general que todos los administrados afectados
por su esfera de actuación están obligados a cumplir, y puede venir determinado por la concurrencia de una concreta
imposición legal o por otros factores vinculados ordinariamente a la propia situación o actitud del perjudicado, con
incidencia sobre la entidad del riesgo generado por el actuar de la Administración.
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La carga de la prueba de los hechos en que se base la reclamación de responsabilidad patrimonial recae
necesariamente sobre el sujeto que la plantea, lo que incluye la acreditación de la relación causal invocada, de los daños
producidos y de su evaluación económica. Es ésta una formulación enunciada sistemáticamente por nuestra jurisprudencia,
que encuentra ahora su principal apoyo en los artículos 6 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, y 217 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, Ley 1/2000, de 7 de enero, que viene a recoger las reglas del onus probandi dentro de la categoría de
las obligaciones, sentando la conocida máxima de que incumbe la prueba de las obligaciones al que reclama su
cumplimiento y la de su excepción al que la opone; todo ello, sin perjuicio del deber genérico de objetividad y colaboración
en la depuración de los hechos que pesa sobre la Administración, en consonancia con lo previsto en los artículos 78.1 y
80.2 de la citada Ley 30/1992, de 26 de noviembre, y que se extiende a sus órganos, autoridades y funcionarios. De otro
lado, recae sobre la Administración imputada la carga de la prueba cuando ésta verse sobre la eventual concurrencia de una
conducta del reclamante con incidencia en la producción del daño, la presencia de causas de fuerza mayor o la prescripción
de la acción -v. gr. Sentencias del Tribunal Supremo de 15 de marzo de 1999 (Ar. RJ 1999\4440) y de 21 de marzo de 2000
(Ar. RJ 2000\4049)-.
También debe de ser objeto de consideración el tiempo que haya mediado entre la producción del evento lesivo y el
ejercicio de la acción tendente a su reparación, pues, conforme a lo dispuesto en los artículos 142.5 de la Ley 30/1992, de
26 de noviembre, y 4.2 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, el derecho a reclamar prescribe al año de producido el
hecho o acto que motive la indemnización o desde la manifestación o estabilización de sus efectos lesivos.
El análisis de la relación de causalidad existente entre el actuar administrativo y los efectos lesivos producidos aparece
de ordinario como elemento esencial en el examen de los procedimientos seguidos en materia de responsabilidad
patrimonial de la Administración. Ante la falta de referencias legales respecto de sus notas caracterizadoras, se dispone de
una amplía creación jurisprudencial al respecto, que vino tradicionalmente considerando como rasgos definitorios de dicho
vínculo teleológico su carácter directo, su inmediatez y su exclusividad respecto de los perjuicios generadores de la
reclamación -así, Sentencias del Tribunal Supremo de 19 de enero de 1987 (Ar. RJ 1987\426) o de 4 de junio de 1994 (Ar.
RJ 1994\4783)-. Sin embargo, dicha tendencia doctrinal ha sido matizada y corregida, admitiéndose también formas de
producción mediatas, indirectas y concurrentes que plantean la posibilidad de una moderación de la responsabilidad cuando
intervengan otras causas, lo que deberá tenerse en cuenta en el momento de fijar la indemnización -Sentencias del Tribunal
Supremo de 28 de julio de 2001 (Ar. RJ 2001\10061), de 15 de abril de 2000 (Ar. RJ 2000\6255) o de 4 de mayo de 1999
(Ar. RJ 1999\4911)-. Este planteamiento conduce en cada supuesto al examen de las circunstancias concretas concurrentes
y a la búsqueda de referentes en la abundante casuística que ofrece la jurisprudencia existente.
Finalmente, la intervención de este Consejo Consultivo en los procedimientos seguidos como consecuencia de
reclamaciones de responsabilidad patrimonial debe centrarse esencialmente en el examen de los elementos aludidos en el
artículo 12.2 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, en el que se dispone: “Se solicitará que el dictamen se pronuncie
sobre la existencia o no de relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio público y la lesión producida y, en
su caso, sobre la valoración del daño causado y la cuantía y modo de indemnización [...]”.
IV
Requisitos para el ejercicio de la acción.- Expuestos los presupuestos jurídicos exigidos legalmente para el
reconocimiento de la responsabilidad patrimonial de la Administración, y antes de pasar al examen de los elementos
sustantivos configuradores de la misma, procede analizar la concurrencia de las legitimaciones activa y pasiva inherentes a
la reclamación.
Concurre legitimación activa en la reclamante, pues es la propietaria del vehículo siniestrado, cuyos gastos de
reparación solicita.
Asimismo, corresponde la legitimación pasiva al Ayuntamiento de Motilla del Palancar, dado que es el titular de la
vía en la que se alega que se produjo el suceso y a quien compete la ordenación y control del tráfico de vehículos en las
vías urbanas, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 25.2.b) de la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las bases del
Régimen Local, y en el artículo 7.a) del Real Decreto Legislativo 339/1990, de 2 de marzo, por el que se aprueba el Texto
Articulado de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial.
Por lo que al plazo del ejercicio de la acción se refiere, los artículos 142.5 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, y
4.2 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, establecen que el derecho a reclamar prescribe al año de producido el
hecho o acto que motive la indemnización o de manifestarse su efecto lesivo. En el presente supuesto, el daño se produjo el
día 5 de abril de 2013 y la reclamación fue presentada el 8 de abril de 2012, por lo que resulta evidente que está presentada
dentro del plazo conferido para ello.
V
Requisitos sustantivos: daño, relación de causalidad y antijuridicidad de aquél.- La reclamación pretende el
resarcimiento de los daños materiales causados cuando, en palabras de la parte, “al aparcar choqué con un contenedor del
Ayuntamiento y se partió la luna y la puerta del maletero al no estar señalizado”.
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De la documentación obrante en el expediente, constan acreditados los daños alegados, ocasionados en la parte trasera
del vehículo, y así queda reflejado tanto en el informe de la Policía Local emitido en el lugar del accidente el mismo día,
como en el informe elaborado a instancias de la instructora del expediente. Asimismo, resultan probados los daños con las
fotografías incorporadas al atestado de la Policía Local, y con las aportadas por la aseguradora de la reclamante.
Sin embargo, aunque a la vista de los citados documentos deba considerarse probada la realidad y efectividad del daño
allí reflejado, lo anterior no implica que los daños reclamados sean consecuencia del funcionamiento de un servicio
público, lo cual nos lleva a cuestionar que estemos ante un daño resarcible en el marco de la responsabilidad patrimonial de
la administración local, entrando con ello en el examen de la relación de causalidad.
Aduce la parte reclamante, junto con su compañía aseguradora, que la causa de la imputación es la falta de
señalización del contenedor estacionado en la vía pública, motivo por el cual colisionó contra el mismo.
Sobre la ubicación del contenedor de escombros, queda acreditado en el expediente que “se encuentra dentro del
estacionamiento sin sobresalir de la señal vial ni entorpecer la circulación de la vía” (informe de la Policía Local de 10 de
julio de 2013), y que el contenedor tiene unas dimensiones de “anchura: 1,80 m; longitud: 3,70 m; altura: 0,60 m; altura
del ancho: 0,95 m” (informe del Coordinador de Servicios Varios del Ayuntamiento, de 10 de mayo de 2013), más que
suficientes para poder ser advertido, aunque la visibilidad sea deficiente.
Considerando que el contenedor fue instalado en la zona de aparcamiento, sin sobresalir de la línea del mismo y sin
suponer, por tanto, obstáculo alguno para la circulación de vehículos en la zona, puede concluirse que el Ayuntamiento no
ha incumplido obligación legal alguna de señalizar su presencia, por otro lado, más que evidente dadas sus dimensiones.
Así resulta del artículo 5.1 del Reglamento General de Circulación, aprobado por Real Decreto 1428/2003, de 21 de
noviembre, al establecer que “Quienes hubieran creado sobre la vía algún obstáculo o peligro deberán hacerlo
desaparecer lo antes posible, y adoptarán entre tanto las medidas necesarias para que pueda ser advertido por los demás
usuarios y para que no se dificulte la circulación”. En idéntico sentido se pronuncia el artículo 140 del mismo Reglamento,
respecto de las obras que dificulten la circulación vial.
Ello impide hablar de una relación causa-efecto directa entre el daño y la instalación del contenedor por parte de la
Entidad Local sin adoptar medidas de señalización.
Por otro lado, dado que los daños se produjeron en la parte trasera del vehículo y que, según la interesada, la colisión
se originó cuando estaba aparcando, se deduce, sin lugar a dudas, que la maniobra de aparcamiento se estaba realizando
marcha atrás, motivo por el cual, si en tal maniobra colisionó con un contenedor de tales dimensiones, puede concluirse que
la citada maniobra no se hizo con la lentitud necesaria, ni con la máxima precaución exigidas por los artículos 31 del Texto
Articulado de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial, y 81 del Reglamento General de
Circulación.
A falta de otra certeza probatoria, debe llegarse a la conclusión que, presumiblemente, la falta de atención y diligencia
debidas en la maniobra de aparcamiento efectuada por la interesada, han sido las causantes de la colisión con el contenedor
de escombros estacionado por el Ayuntamiento, rompiendo con ello el nexo causal entre el daño y la actividad
administrativa.
En idéntico sentido se ha pronunciado el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, en Sentencia de 30 de marzo de
2006 (JUR 2006\203324), al declarar que “el contenedor, más o menos próximo a la acera, no impedía la circulación por
la vía, y de otro, como es sabido, la maniobra de marcha hacia atrás exige un plus de atención y cuidado ("máxima
precaución"), precisamente porque puede haber obstáculos situados detrás del vehículo que sean inadvertibles para el
conductor, quien debe realizar dicha maniobra cerciorándose, incluso apeándose del coche si fuese necesario, que puede
efectuarla sin daño (véase al respecto el art. 81 del vigente Reglamento General de Circulación aprobado por R.D.
1428/2003, de 21 de noviembre). En conclusión, por más que se venga sosteniendo la objetivización de la responsabilidad
patrimonial de la Administración, ello no convierte a ésta en un asegurador que deba responder en todos los casos en que
se produzca un resultado lesivo a raíz de la utilización de bienes o servicios públicos, sino que es necesario que se de un
nexo causal entre dicho resultado y el actuar de la Administración, que aquí no puede apreciarse. La convicción obtenida
es, en efecto, que la propia actuación del conductor del vehículo, con respecto a la exigida por la maniobra de marcha
hacia atrás que realizaba, fue la causa primaria y directa del siniestro, y provoca la ruptura del nexo causal determinante
de la hipotética responsabilidad patrimonial de la Administración, imponiéndose, en consecuencia, la desestimación del
recurso”.
En consecuencia, no cabe afirmar que los daños y perjuicios cuya indemnización se reclama, se hayan producido
como consecuencia del funcionamiento normal o anormal de un servicio público municipal. No concurre, por consiguiente,
el requisito del nexo causal entre el daño producido y el funcionamiento del servicio público municipal necesario para la
declaración de la responsabilidad patrimonial del Ayuntamiento de Motilla del Palancar.
VI
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Sobre la indemnización solicitada.- A pesar de no concurrir los requisitos necesarios para declarar la
responsabilidad patrimonial de la Administración, cabe hacer un último y breve análisis sobre el importe de la
indemnización solicitada.
La reclamante ha aportado un presupuesto de reparación del vehículo, por importe total de 2.083,08 euros, sin
embargo no ha presentado, ni ha sido requerida para ello, ninguna factura que opere como medio demostrativo del arreglo
para el que se pretende indemnización y de su valor económico real; documento que es el medio ordinario de acreditación
del importe de los daños materiales sufridos por bienes muebles, cuando son objeto de reparación.
Este Consejo ha cuestionado en múltiples ocasiones la validez de determinados medios de acreditación de los daños,
baste por todos el dictamen 150/2011, de 22 de junio con cita de otros, indicando que “la mera factura, sin firma y no
adverada, o el presupuesto de reparación no pueden servir a efectos de acreditación del montante del daño; del mismo
modo, tampoco en el caso presente la mera descripción de unidades de unos daños en el informe de peritación acredita de
forma certera el importe real de los daños sufridos por el reclamante, y que deba costear la Administración a efectos de
reponer el bien a su estado originario, extremos que deberán ser debidamente justificados por el reclamante, puesto que la
Administración únicamente queda obligada al abono de lo que sea justo, que el reclamante deberá acreditar, en atención a
evitar que el eventual reconocimiento de una indemnización por responsabilidad patrimonial, en cuantía no debidamente
justificada, dé lugar a un posible enriquecimiento injusto”.
Por tanto, no puede tenerse por acreditada la cuantía del daño, cuya determinación y abono quedan condicionados a la
aportación de la correspondiente factura con los requisitos de contenido exigidos en el artículo 6 del Real Decreto
1496/2003, de 28 noviembre, por el que se aprueba el Reglamento que regula las obligaciones de facturación, o en el
artículo 6 del Real Decreto 1619/2012, de 30 noviembre, en vigor desde el día 1 de enero de 2013.
En mérito de lo expuesto, el Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha es de dictamen
Que al no existir relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio público del Ayuntamiento de Motilla del
Palancar (Cuenca) y los daños ocasionados en el vehículo Nissan Almera, matrícula M, propiedad de D.ª X, a consecuencia
del impacto con un contenedor de obras del Ayuntamiento estacionado en la Avenida Riato de la citada localidad, procede
dictar resolución desestimatoria de la reclamación de responsabilidad patrimonial examinada.
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