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SISTEMATIZACIÓN DEL PROYECTO
Organización de mujeres productoras,
participando en el rescate, resguardo y
diseminación de las semillas criollas
en el municipio de Santa María de
Pantasma, Jinotega
Con la participación de mujeres productoras rurales originarias de 15 comunidades de Pantasma (Jinotega) en abril
del 2013 se dio por inaugurado el proyecto: “Organizaciones de mujeres productoras participando en el rescate,
resguardo y diseminación de la Semilla Criolla”, financiado con fondos de la Unión Europea y que mediante la
administración del Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA) fue otorgado a organizaciones de
la sociedad civil, gremios y cooperativas de base para su ejecución.
Es en este sentido que MS ActionAid Denmark junto a la Fundación Mujer y Desarrollo Económico Comunitario
(FUMDEC), nuestra organización socia, ejecutaron en Pantasma 180 mil euros para fortalecer las organizaciones
de mujeres productoras y así mejorar su seguridad alimentaria nutricional e incrementar sus ingresos económicos
mediante el impulso en la calidad de su producción, de preservación y de oferta de semillas criollas.
Cuatro organizaciones de mujeres productoras rurales de semillas criollas, fueron socias del proyecto, es decir en
total se contabilizan 320 mujeres beneficiarias directas; siendo cada una de ellas ‘cabeza’ de una familia compuesta
por un promedio de cinco a seis miembros.
Cada una de ellas es propietaria de pequeñas parcelas de al menos cinco manzanas utilizadas principalmente para la
producción de granos básicos (maíz y frijoles) que constituyen lo esencial en su alimentación; siendo ellas quienes
están a cargo de las tareas domésticas del hogar. Aunque también pertenecen a la: Cooperativa Multisectorial
Mujeres de Wale RL; Red de Bancos de Semillas Comunitarios y Mercado Campesino.
Esta iniciativa fue parte del Proyecto de Apoyo a la Producción de Semillas de Granos Básicos para la Seguridad
Alimentaria en Nicaragua (PAPSSAN) o bien “Semillas para la Vida” que se implementó en los departamentos de
Nueva Segovia, Estelí, Madriz, Matagalpa, Jinotega, Río San Juan y en los municipios de Nueva Guinea, Siuna,
Rosita y Tasba-Prí.
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Semillas para la
ida
Proyecto PAPSSAN
UN PROYECTO QUE SE NECESITABA
Aba Elba López, de 39 años de edad, recuerda como era su
vida antes de que este proyecto llegara a su comunidad y la
hiciera descubrirse como una verdadera productora:
“Antes del proyecto, ya estaba organizada pero me sentía como
insegura, y no nos había ido bien, nos sentíamos dudosas
para seguir cultivando la semilla criolla, tenía esperanzas de
hacer algo bueno para mí y mi familia y aunque me diera
pena hablar en público yo le decía a las mujeres que nos
animáramos”, sin embargo, ella misma reconoce que en el
fondo de su corazón no sabía qué hacer para que las cosas les
salieran bien como cooperativa y ese miedo la hacía seguir
dependiendo de su esposo:
“Era insegura, tenía miedo de hablar en público, hacer
amistades, hablar frente a mi compañero, él se enojaba
cuando yo salia al campo, no le gustaba que yo saliera porque
me decia qué quien le iba a hacer la comida a él y a los
mozos” nos comenta Aba, como una forma de explicarnos
las dificultades que ella y otras mujeres pasaban antes de que
el proyecto llegara a sus comunidades para cambiar sus vidas
y las de sus familias.
Así, con un monto de 180 000 euros, 320 mujeres, iniciaron
su camino como productoras y guardianas de la semillas
criollas en las comunidades de Wale 1, Wale 2, El Charcón
1, El Charcón 2, La Piragua, Las Delicias, El Venado1, El
Venado 2, El Corozal, Jiquelite, Jiquelite 2, Linda Vista, Los
Limones, El Tigre, Las Cruces y El Chile.
15 Comunidades de Santa María de Pantasma, que hoy son
cuna de las protagonistas de una nueva realidad que ya no
está marcada por el hambre, la pobreza y la dependencia
social, hoy estas mujeres con trabajo y esfuerzo son dueñas
de su destino.
LOS COMIENZOS DEL CAMBIO
Santos González Pérez, de la comunidad de El Limonero,
es otra de las protagonistas de este proyecto y orgullosa nos
relata cómo inicio el cambio en su vida de la mano de la
semilla criolla.
“Yo empecé a sembrar semilla criolla cuando vino la
organización a mi comunidad, comenta muy segura de
sus recuerdos nuestra amiga Santos”, en ese tiempo solo
sembrábamos semilla de bolsa que le dicen, estaba mal de
dinero porque necesitaba pagar las deudas que tenía de
la siembra anterior… me había ido mal porque la semilla
mejorada es más débil y ocupa más químico, perdí la cosecha
por los aguaceros y solo me quedo la deuda de todos los
químicos que le eche, tenía una deuda de casi 2 000 pesos y
no tenía como volver a sembrar.
Es duro estar así, yo no tenía ayuda, mi marido se fue y no
volvió, me quede sola con la siembra, dos niños chiquitos y
mis papitos que ya son mayores… una se siente desesperada,
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comenta con melancolía Santos, entonces escuche que la
semilla criolla era fuerte y que este proyecto la iba a dar
sin ningún costo, los busque y cuando me hablaron de la
semilla criolla decidí sembrarla por probar, para saber si
el rendimiento era más o igual que la otra, quería saber
cómo era, y cuando la sembré me rindió más y note que los
productos que le eche eran menos, por lo menos no gaste
tanto fertilizante como con la otra semilla.”
La decisión de Santos, sus ganas de salir adelante y buscar
nuevas alternativas para sustentar dignamente a su familia,
permitieron que ella al igual que otras pequeñas productoras
fueran organizadas en cooperativas para ser beneficiadas
con el proyecto con pequeños bancos de semillas criollas,
un proceso que con capacitación y tecnificación de las
mujeres durante doce meses continuos, hoy día, les permite
ser administradoras de sus propias semillas, garantizándoles
a largo plazo, siembras seguras, cultivos cada cosecha y
alimento sano y nutritivo en sus mesas.
Esta capacidad de decisión, les permitió a estas nuevas
productoras luchar con los prejuicios de sus comunidades,
vencer los obstáculos y desmentir los mitos que hoy les dan
libertad para alcanzar su independencia económica y su
libertad de ser mujeres capaces de dirigir su destino y el de
sus familias.
LUCHANDO CONTRA EL MITO
Como Santos, hoy existen en Santa María de Pantasma, 320
productoras de semilla criolla, sin embargo, hoy representan
más que eso, son la esperanza de su comunidad y una
promesa para el país, son las rescatadoras y multiplicadoras
del uso adecuado de la semilla criolla nicaragüense.
Su valentía, es el ejemplo, más claro de que cuando se tiene
el deseo de progresar se vencen todos los obstáculos, estas
mujeres hoy, con sus manos, desde sus tierras y con sus
semillas acaban con los viejos mitos y las enseñanzas que las
empobrecían día con día.
Santos, es el mejor ejemplo de esto, “antes no la conocía
[la semilla criolla], dice Santos, solo la oía mencionar pero
me acuerdo que cuando era chavala comíamos esa semilla y
cuando vinieron nos dijeron que la semilla de bolsa era mejor
y las cambiaron y empezamos a sembrar las nuevas semillas,
entonces desapareció, la criolla, pero cuando vi crecer las
primeras plantas en mi parcela, vi sus ventajas, lleva menos
productos, menos químico, la primera vez que yo sembré
me dieron 10 libras de maíz y le eche 2 arrobas de urea y 1
de abono y saque 6 quintales de maíz, vi que me ahorre 600
córdobas en químico y eso me gusto, garanticé el consumo
de mi casa y empecé a pagar mi deuda.
FUMDEC nos dijo que nosotras como mujeres podíamos
sembrar esta semilla y yo empecé probando, ellos nos
organizaron y vimos que era cierto que esto era bueno para
nosotras como mujeres, porque además de darnos las semillas
nos capacitaron para usarla de la mejor manera, he aprendido
a como cultivarla, a cuidar el cultivo y las técnicas de antes
regresan a nosotras porque son más sanas y nos dan buenos
resultados con las semillas criolla, es mas rica, sabe mejor,
las tortillas no se agrian, ni se arruinan tan rápido como las
tortillas que se hacen de semilla mejorada, las tortillas de
maíz criolla duran más, yo lo sé ya hice el experimento, yo
voy midiendo todo, me pongo mis metas.”
“Fíjese”, nos cuenta con mirada picara y voz segura, “que
para hacer un buen perol de un balde de pozol o atol con
12 mazorcas de maíz tierno de semillas criolla tiene, porque
rinde, su sabor es fuerte no como el maíz de la semilla
mejorada, yo saco güirilas blanditas y blancas lo tengo
comprobado”, nos cuenta con tanta ternura Santos que no
podemos dejar de emocionarnos por sentir que mientras
haya mujeres como ella y semilla criolla en el campo, las
tradiciones gastronómicas de nuestro país estarán a salvo
para las nuevas generaciones.
Pero esas no son sus únicas investigaciones, Santos, tiene
una curiosidad envidiable, y eso hoy, la convierte en una
investigadora audaz y una maestra en potencia.
“Al principio me salió mal la cosecha, lo sembré en un
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lugar que no debía y me creció muy alto, pero aprendí de la
experiencia y cada vez me va mejor, experimento para sacar
mejor producto… uso machete para podar y me sale más
bonita la planta.
No uso tanto plaguicidas me ayudo con el azadón para
limpiar las plantas, trabajo bastante con el azadón y mis
plantas son mejores que las plantas a las que se le ponen
plaguicidas, lo sé porque he dividido la siembra de mi parcela
y voy experimentado, elijo una técnica diferente para cada
una y así voy viendo los cambios y de la que saco mejor
producto con esa técnica me voy quedando.
Mi familia está contenta, mi papá es viejo y dice que no
cambia esta semilla por otra, porque hemos notado que
la tierra está más apta para la semilla criolla que para la
mejorada.
Santos, es una mujer luchadora y su pensamiento es
envidiable, no solo venció el mito de la semilla criolla, venció
los mitos sociales, para ella, los niños y las niñas tiene que
estudiar porque el estudio también le sirve al campo y a la
milpa.
“Aunque mis hijos están chiquitos, ya ellos me ayudan en
la siembra y se dan cuenta de los beneficios de esta semilla
y de seguro esto les va a quedar en su cabeza, yo quiero que
estudien por eso no dejo que vayan mucho al campo, pero
van aprender de la siembra y de la semilla criolla y estudiados
van a cuidar mejor las tierras”.
UNA REALIDAD QUE REFLEJA EL ÉXITO DE ESTE PROYECTO
Además, de los cambios de pensamiento con respecto a la
semilla criolla, este proyecto ha permitido que las mujeres
vean y asuman su realidad de manera diferente, el hecho
de estar organizadas, trabajar en equipo, capacitarse y
tecnificarse en temas agrícolas las hace sentirse diferentes,
el ver desarrolladas sus habilidades y capacidades las hace
reconocerse como mujeres empoderadas, capaces de
decidir y administrar su trabajo, ahora se reconocen como
productoras de ingresos para sus hogares y con ello alcanzar
la independencia e igualdad que antes no conocían.
“Comencé a cultivar semilla criolla en el 2012, explica
Martha Auxiliadora Lanzas Chavarría, de la comunidad de
Linda Vista, cuando el proyecto nos motivó a sembrarla,
la sembré y decidí continuar sembrándola porque nos trae
mejor rendimiento y lo que me gusta es que nos da mejores
ganancias porque con cada siembra estamos produciendo
nuestras propias semillas de cultivo.
En mi comunidad estamos 40 mujeres organizadas con este
proyecto y lo que más nos impacto fue que este proyecto
nos hizo independizarnos por nosotras mismas porque antes
estábamos sujetas a nuestros esposos, a lo que ellos hacían,
ahora no, nosotras dependemos de nosotras mismas.
Con la semilla criolla no tenemos que ir a comprar semillas a
otros lugares fuera de nuestra comunidad, no dependemos de
los proveedores y no sufrimos por no tener dinero, producir
nuestra semilla criolla, nos ahorra tiempo y dinero porque la
semilla de bolsa que le decimos es carísima, otra ventaja es
que ese peso que antes invertíamos en la compra de semilla,
ahora lo podemos utilizar para otras cosas”.
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“MIS BENEFICIOS SON MUCHOS”
Martha, tiene una mirada alegre, la mirada de una mujer
segura, que habla con propiedad de su vida porque dice
reconocer que hoy ella sabe lo que tiene porque lo administra
y se planifica para trabajar “Ahora ahorro dinero y garantizo
el alimento de mi casa con mi siembra de Frijol Balín y
Olotillo, estoy fuerte y soy un ejemplo para mi hija, ella está
lista para sembrar esta semilla en un futuro, sabe que va a ser
diferente, independiente, por eso el proyecto es beneficioso,
lo veo en mí, ahora yo soy independiente, tengo mi propios
recursos y puedo decidir en lo mío, antes no podía, mi
marido lo está viendo y me apoya y me pide que siga adelante
porque es un beneficio para el hogar”.
Es la dicha de la igualdad y el éxito de un proyecto que
planifico trabajar con 320 mujeres y en el transcurso
del camino gracias a la solidaridad y la fortaleza de sus
protagonistas hoy beneficia a un total de 720 personas de
Santa María de Pantasma, familias que hoy saben de las
dificultades que estas mujeres han pasado y de cómo ha sido
su proceso de aprendizaje.
“DE LO DIFICIL TAMBIEN SE APRENDE”
Fortalecer las organizaciones de productoras, su
empoderamiento y su gestión en los procesos de producción,
conservación y multiplicación de las semillas criollas para
mejorar la seguridad alimentaria nutricional así como la
economía familiar de las mujeres beneficiarias, no era el único
objetivo de este proyecto, la iniciativa también apostaba
por lograr que las mujeres desarrollaran su autonomía, su
capacidad de decisión y planificación al momento de mejorar
e incrementar su producción, la calidad, preservación y oferta
de la misma.
Este proceso no fue fácil, estas productoras trabajaron
arduamente, vencieron sus propios miedos y demostraron
que el sacrificio dio sus frutos y que muchas veces los errores
son el mejor aprendizaje.
Gladys Rizo Zelaya, de 46 años habita en el Bramadero No.
2, es una lideresa nata, siempre está contenta, habla con
seguridad y siempre mira a los ojos de las personas, no teme
hablar en público, está segura de que su experiencia en el
proyecto la faculta para hablar de la experiencia, que como
ella misma reconoce entre risas, no todo fue “maravillas” hubo
sus dificultades pero dice haberlas disfrutado porque en esas
dificultades se demostró a ella misma que las capacitaciones
valieron la pena.
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“Al principio nos fue mal porque nos dieron muy tarde la
semilla, al sembrar tarde y no tener una buena calidad de
semilla, porque no salió buena, la cosecha salió muy tarde, se
crio muy grande y como la sembramos en un lugar que no le
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favorecía el viento la boto, no pudimos hacer nada, entonces, perdimos gran parte de esa cosecha pero ahora ya seleccionamos
un buen lugar, porque aprendí de esa experiencia dos cosas importantes, proteger al cultivo del viento y sembrar en el tiempo
indicado, por eso las semillas deben ser entregadas con tiempo, he decidió ir a supervisar yo misma a los lugares seleccionados
para la siembra para que a las mujeres que dirijo le salga todo bien.
Experiencias como estas enriquecieron el proceso de aprendizaje de estas mujeres que aprendieron a valorar y a reconocer lo
que significa tener la capacitación adecuada al momento de enfrentar dificultades, y esto las hace valorar de mejor manera el
impacto que el proyecto ha tenido en sus vidas.
LO MÁS IMPORTANTE DE ESTE PROYECTO
Gladys, en su activismo como lideresa es una mujer muy
positiva, para ella todo lo que pasa tiene una razón de ser,
pero reconoce que si no hubiera sido capacitada por el
proyecto posiblemente no hubiese alcanzado el éxito que hoy
dice tener.
Lo más importante para mí son las capacitaciones, porque
yo siento que a través de las capacitaciones me preparo para
entender ¿Qué puedo hacer? y ¿qué voy a hacer?
Las capacitaciones nos desarrollan el entendimiento, la
memoria, y el trabajo, sin capacitaciones yo sentía que no
podía hacer nada, hoy capacitada, ya tengo el conocimiento
que me sirve de experiencia para trabajar en la comunidad,
ahora me siento una mujer que puedo capacitar a mi grupo
de mujeres y que puedo ser más fuerte en el trabajo porque
lo conozco, antes trabajaba sin saber lo que estaba haciendo,
pero ahora tengo el conocimiento y sé y estoy clara de lo que
estoy haciendo con mi siembra.
Este organismo nos trajo algo muy importante, la dignidad
de sentirnos útiles y eso no se nos va a olvidar, se queda
dentro de nosotras, dentro de mí, porque ahora pienso en lo
que soy y sigo siendo y en lo que fui, miro mi cambio y me
siento feliz.
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Antes me consideraba no ser mujer, hoy, después del proyecto sí, me considero una mujer completa, trabajadora, una mujer
capaz de hablar y de dirigir a alguien y decirle a las otras mujeres con seguridad hacia dónde vamos como productoras, porque
ahora soy capaz y me siento fuerte, segura de mis conocimientos y por eso tengo ganas de seguir ayudando a otras mujeres
con mi experiencia, este proyecto no se va, queda en mi corazón y en el de cada una de las mujeres, el organismo podrá irse
pero el proyecto va iniciar cada día con cada una de las mujeres que se nos siga uniendo, nos dice Gladys llena de orgullo,
porque sabe que los logros alcanzados son sólidos y duraderos en el tiempo.
“LOS BANCOS DE SEMILLAS, UN LOGRO QUE NOS HACE SOSTENIBLES”
Una de las acciones más importantes de este proyecto fue la
creación de Bancos de Semilla, para ello, se trabajó con 320
mujeres organizadas en grupo de mujeres y propietarias de un
centro de acopio y se organizó a otras mujeres productoras en
cooperativas para que fuesen capacitadas no solo en el uso y
cultivo de semillas criollas, también en el uso y manejos de
Bancos de Semillas.
Acción que pretendía, consolidar la autonomía y reforzar
el sentido de independencia económica de las beneficiarias,
los bancos tienen como función almacenar semillas criollas,
para que las mujeres reciban prestamos de semillas y paguen
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con producto, Juana González Zamora, Coordinadora de las
Mujeres Organizadas: Mujeres Productoras del Charcón No
. 1 Unidas hacia el futuro, comenta :
“Antes no teníamos un banco de semillas, ahora ya tenemos
una casa, la gente se sorprende porque dicen que buenos
están esos bancos de semillas de casitas que nunca habíamos
tenido, ahora por primera vez a través de este proyecto nos
han apoyado mucho en andar evaluando los proyectos para
nosotras las mujeres, que éramos tan empobrecidas, todo
para que tengamos un mejor estilo de vida…
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UN TRABAJO EN EQUIPO
Nos dieron todo el material el zinc, la mano de obra, todo el
trabajo hasta la infraestructura física, los silos metálicos los
tenemos gracias a este proyecto, nosotras como comunidad
aportamos el trabajo y el terreno, lo compramos con el
dinero que nosotras hemos recaudado de nuestras cosechas,
entre todas las mujeres recogimos 20 mil córdobas.
Los bancos de semillas se manejan por una junta directiva
que elegimos en asamblea, así se eligió a la presidenta,
además tenemos una vigilancia y todas aportamos al Banco
de Semilla, porque es nuestro, para tener en buen estado
nuestras semillas hemos recibido capacitaciones de cómo se
mantienen los bancos.
Antes solo teníamos 2 silos metálicos, uno para frijoles y otro
para maíz, ahorita nos dieron más silos metálicos, barriles
y vienen las cercas, una parte de esas, las pusimos nosotras
para hacer la entrada de los bancos, y con un esfuerzo de
todas las mujeres pusimos la luz, solo nos faltan las verjas, las
ventanas, pero ahí vamos poco a poco.
Los bancos representan nuestro futuro, almacenan nuestras
semillas, las que producimos y con la que alimentamos
a la familia, son el avance de la nutrición de los niños, su
alimentación ya va cambiando, es diferente, ellos se nutren
con los avances de la semilla que nosotras vamos sembrando
y que guardamos en el banco de semilla, explica Juana.
BANCOS COMUNITARIOS
Los bancos de semillas funciona como un fondo revolvente
que garantizara la sostenibilidad del proyecto, que ya no
estará en manos de las organizaciones ejecutoras del proyecto
sino en las manos de las mujeres, que hoy son capaces de
administrarlos con recursos propios, María del Socorro
Villagra Chavarría de la comunidad de Cenisabu, es parte
de la Cooperativa Mujeres Organizadas para el futuro, y ella
también fue capacitada en el funcionamiento administrativo
de los bancos de semillas.
“Nos enseñaron a hacer un fondo, para asegurar nuestro
trabajo y comida para el futuro, es un fondo revolvente,
digamos que nos dan 20 lbs. de frijoles, nosotras devolvemos
40 lbs. Y aunque entreguemos ese producto, esos frijoles
siempre son de nosotras para seguir en avance con el cultivo,
así nos vamos ampliando con esa semilla, así no tenemos que
andarla buscando en otro lado porque nosotras tenemos.
Vendemos lo que producimos, pero siempre dejamos una
parte para guardarlo, es para semilla, nos han enseñado que
lo que es para semilla es para semilla, porque así garantizamos
calidad y comidita sana para siempre.
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Nos va ayudando porque puede haber una escasez y nosotras tenemos alimento ahí, porque no solo metemos semilla,
si nosotras hacemos algún préstamo ya no lo vamos a pagar con dinero, lo vamos a pagar con producto para tener un
almacenamiento de granos. Una vez nos pasó que hubo sequía y no teníamos alimento, ahora nosotras vivimos prevenidas
con ese banco de semilla y es una gran prevención para tener alimentos en esos silos, como el maíz y el frijol que es lo que
nosotras cosechamos.
Es este el proceso que garantiza el futuro sostenible de las mujeres involucradas en el proyecto y que las hace sentirse seguras
de que su futuro es prometedor, para ellas, sus familias y su comunidad.
LA COMUNIDAD, MI FAMILIA Y YO: UN FUTURO PLANIFICADO
Ana González Meza de la comunidad del Bramadero No.
2, resume rápidamente su experiencia con el proyecto y
como este ha impactado toda su vida, un proyecto que para
ella como para otras mujeres no termina, sigue hasta las
generaciones venideras.
Yo me siento muy bien, me siento fortalecida, me siento
enriquecida por el fortalecimiento que hemos tenido en los
trabajos, en los avances que hemos tenido para aprender
cómo se mide la planta, como se siembra, las técnicas de
producción que nos han dado los técnicos para que tengamos
una mejor producción… para que nunca abandonemos la
semilla criolla, que siempre la tengamos al alcance en los
bancos de semillas, para eso nos han dado Bancos, hay 15
bancos de semillas en Santa María de Pantasma.
Hay que cuidar ese banco para tener protección, para que
los que vienen descendiendo aprendan lo que nosotras
venimos haciendo y también agarren las mismas líneas de
trabajo como nosotras lo venimos haciendo en el rescate de
la semilla criolla.
Mis hijos trabajan conmigo, ahorita recogimos el frijol que
salió de las 30 libras que me dieron en el banco de semilla,
de esa siembra saque tres quintales con 22 libras, esa cosecha
nutrió a mi familia, comimos corazones y vainitas tiernas en
guiso, comenta emocionada Ana y continua, logre tres cosas:
fortalecí mis capacidades como agricultora, trabaje para el
rescate de la semilla criolla y me gane el sustento alimenticio
de mi hogar. “
Un sustento que ya no está limitado por el dinero, ahora
está dirigido por su trabajo y empeño, una realidad que se
replica rápidamente en la comunidad y que empodera aún
más a cada una de las protagonistas de esta realidad, porque
estas mujeres replican en sus hijas e hijos, el amor que ellas
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redescubrieron en la tierra y en la semilla criolla que las saco
del olvido, de la pobreza y de las limitaciones que las tenían
sumidas.
“Ahora, mis hijos me ayudan a sembrar, a arar la tierra y yo
me pongo a sembrar con ellos, a enseñarles lo que aprendí
y lo que espero que ellos enseñen a sus hijos, no quiero que
olviden la semilla criolla, quiero que la siembre siempre y
que entiendan que en ella también esta nuestra subsistencia”
ida
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CONCLUSIONES
Desde las experiencias de estas mujeres durante el desarrollo del proyecto, vamos reflexionando y construyendo
nuevos enfoque estratégicos para próximos procesos:
El empoderamiento de las protagonistas de esta experiencia, motiva a otras mujeres productoras y amas de casa a
organizarse y ponerse metas para el futuro.
La organización de las mujeres en sinergia con el trabajo de las instituciones se ve dirigida íntegramente hacia el
desarrollo rural, con el objetivo de facilitar procesos de participación y organización que desarrollen la autonomía
en las comunidades de cara a la seguridad alimentaria de la zona.
La asignación de valores, capacidades y roles por el hecho de ser mujer han sido cuestionadas en este proyecto
permitiendo a las mujeres desarrollar las mismas capacidades que los hombres para organizarse y trabajar sus
tierras, re significando su condición de mujeres rurales en una sociedad patriarcal como la nicaragüense.
Iniciar estrategias de acciones conjuntas entre organizaciones del Estado y los grupos de mujeres en relación al
acceso a la salud, posiblemente fortalezca una mayor integración no solo entre las mujeres sino de cara a nuevo
grupos en la zona.
El unificar esfuerzos de las distintas instituciones para la capacitación y la implementación de bancos de semillas
con el ánimo de rescatar y preservar semilla criolla no solo materializa la apuesta interinstitucional, sino que se
proyecta como una importante herramienta para el desarrollo de nuevas productoras en la zona.
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REPÚBLICA DE
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MS América Central
ActionAid
Apdo. 3979 - Managua, Nicaragua / (+505) 2254-4740 /
www.actionaid.org/es/nicaragua
• Lesbia Julia Morales Directora Regional /
[email protected]
• Bayardo Rocha Oficial de Programa Nicaragua /
[email protected]
• Maryórit Guevara Coordinadora en Comunicación y
Campaña / [email protected]
Créditos
Información:
Approach Comunicaciones S.A.
Fotos:
ActionAid Nicaragua
Rosa Maria Blandón
Antonio Ramírez
Edición bajo cuido de:
Maryórit Guevara
Bayardo Rocha
Diseño:
Approach Comunicaciones S.A.
Impresión:
COMUNICAR.
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