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<¿e-s>J -37
¿/^T^
EN ESTE NÚMERO:
Fortificadores de Madrid
PÍC0S y palas, armas d e choque -t- «íFortífícad c a d a p a l m o d e tierra!"
Victorias en la noche -:- Hombres debajo d e ia tierra -:- Los reconocimientos
I.GRA» REPORTAJE SOBRE LOS COMBATIENTES DE FORTIFICACIÓN
estampo
\ n ^ ^ t t ^ *fts*vj
ANO
X
-
NÜM£RG
492
-
26
DE JUNIO
DE 1937
-
PASEO
DE SAN VICENTE. 26
estampa
lii Edificación- ••'¡Todos n cavíii- trinchcrns!", hahí:i gritndu ••Pasion;iri;i"—, quo ]U'ííab:m do tudns
palles.
Kn l-.i cxpUiíKuin (U tos. Ministerios se reunían,
miles de hoinbit;». l>e iircnto nn camión K¿ Hcvab:i a cincuenta. A Ja f;i(>rict;t de las P i í á mides. a In Casa de Campo, a la Cinchad'
'
í]niversitari;i. Cruzaban las calles de la
ciudad, donde hombrea loncos grilaban subidos en los techos dc- los a u t o m ó y ü e s :
; ',
"¡Nuestro Partido ha lan^^ado la consigna
d e : ''¡Fortificad Madrid! ¡Cada calle, cada
casa, cada puerta debe convertirse en fortaleza inexpugnable! ¡No p p s a r á n ! "
*'¡No p a s a r á n ! " "¡No ])asar:ViI'' Lo repetían
las nüanifestacione;^ di> mujeres, la bocina del
agitador, los tambores del 5."- Regimiento. Los
obreros de la Editisuriún también. Kn les frentes,
a golpes de pico y pula. Asi se í o r m a r o u los i^rimero.s grupoy de fortificadoretí.
•largo díi
J^^ ¡unnhí^es
Cada grupo tenía veinricihco lidmbres. L e s señalaban un lugar en el sector y allí abrían las zanj a s , levantaban los parapetos y perfilaban las t r o neras. Así se extendió la muralla mágica donde
fué a dar de narices el ejército dc la iiívasiónAquí se pararon, y parados siguen.
Meses del invit.rnü de la resistencia'. Se prolongan
las noches angusi.io.sas. ¿Rüm]ierán una linea?
L a s lineas no se rompen. Se combate siempre. Los
soldados, en Carabanchel, en P u e r t a de Hierro,
en el Puente de los Franceses, le van tomando.
nmpr—un amor de sangre—a sus trincheras, y
no las abandonan. Los grupos de fortificadores
—cimiento del actual y magnífico Cuerpo de I n gi,nitr'i.s del Kjéreito Popular—se a r r a s t r a n a lo
los frentes y einitinúím
llenando los capítulos de una g r a n
historia que aún no se ha escrito: la historia de
la, defensa de Madrid.
H o y los soldados y los jcfe.'^ de la dívisióíi de
Fortifieaeiones hablan con vo7, emocionada de
aquellos grupos du fortiiicadoies civiles. Y dicen
cosas t a n enormes como é s t a :
—Yo conocí a los veinticinco hombres de uno de
los grupos que traliajaban en el P a r q u e del Oeste. De aquellos veinticinco caniaradas sólo qued a n dos en pie.
Todavía siguen allí en su faena heroica. López
Izquierdo, esc hombre que eon el coronel Ardid
es el ner\'io y el espíritu de las brigadas de Fortificaciones, mo dice:
— E l coronel, viejo militar del pueblo, y todos nosü t r ü s comprendimos en seguida la necesidad de
encuadrar a todos los
^ ' ''hombres em]>leados en
fortificar Madrid en batallontrs m i l i t a r e s , en
unidaüe.s orgánicas que
cumplieran el cometido
de ios antiguos regimientos d é ' Ingenieros;
\ ' id hacerse esto los
m e j o r e s o b r e r o s de
aquellos grupos do fortificación ingresaron en
los batallones. Pero ocurrió una cosa interesante. Los mejores ent re
los mejores se quedaron en BU antiguo sector.* Sólo los ha quitado de allí la muerte. Todavía quedan a l g u n o s '
de arjuellcs héroes, c07\
su chaqueta y SM gorra,
como l l e g a r o n a los
frentes en aquellas noches de novifmbre.
Primeros
fortiíicBdor'es;
Repiten noiiibi-es de técobreros conscientes, \ o nictis civiles, de aquel u n l a r i o s . todíivía'con su
11;,)H hombrt-s que diriropilla a r t c í a i i i .
gÍoi\!n a sus eamaradas
cuando se eei'raron las pi'1' : ';• de Madrid: liei' León. C''ni-^í^..
manos Esciibano, Caballeri.
Y aquel Matías San/., resT; • : v- d,' i!ii '.- " ' ; . > ,
. , ; i ' . l o ^ív• : ' • • •
que cayó en la UniversuíU''',!
.! e;;i^v^ :
para que no se qucdain r '•,
-dávcr de un compañere. !.•:>
• X
• 1. H : i ¡ ^ ! : ,
federación Nf^ciona! del '^
y , , o . v i - ••' . '* \
noche en qxie lo malarnn ':\M l;is h'.y.'i.^r.
veces; " E n las guerras, c-; .
^y
que sentir la solidaridad.'
Hoy todavía trabajan en •'.•'• :in-:uavdi;í nre.J. .\
obreros dirigidos per veii^.iih-.-is -éetucos de • '.
Unión Genei-f'.l de Trabajadores y uno de la/"¡nifederación Nacional del Trabajo.
—Aún no se ha pudidu atoplarlos i n ¡os mandos
del Ejéteili) ¡)OT ciri-i"ir..-''i íLueias esjieeialcs ni'"
'dice Lójieií Izou'.•••'.''•
• • " • ' )
estampo
euampa
•V
tir hacia los frentes en la explanada do los- Ministerios, son Ejército también. El signo de 'ta
guerra ha cambiado, y hoy nos sentimos más seguros que antes. El coronel Ardid explica exacíamenle muchascosas. Y dice:
—Si desde el comienzo de la guerra se hubiese
fo'rtxfica:do todo el terreno que "ocupaban las fuerzas leales otra hubiese sido \A niafcha de las operaciones; pero la circunstancia de hallarnos L*ntonees sin Ejército y tener, ¡)or tanto, que fiarlo
todo a las iniciativas individuales
^^•^y füzo que no se pudiese fortihcár
en la forma qne ahora se hace,
^'fas ahora, cuando contamos
con la energía y la capacitación de las tropas, con artillería, con aviación, con lí.neas de resistencia complet a s ' y c o n unos soldados
de Fortiñcacicnes do una
moral y de un heroísmo i n c o ni p a r a 1) 1 es,
ahora podemos decir
que somos invencibles.
El teléfono que el
coronel maneja
ha g r i t a d o :
••¡No p a s a rán!"
"¡(fwtífiead cada
italntode Vet^i^Áf^'
El coronel Ardid, el jefe, cs:im hombre sereno y
tenaz. Ardid y sus soldados tienen anotado en
su libíro de honor un buen tauto por feienLo de la
defensa de Madrid. Sobriamente asegura: ,
—Muchos-de los-primeros reveses que tuvimos,
•aparte, claró está, de las circunstancias, que entonces nos eran adversas, ocurrieron siempre, o
casi siempre en los lugares donde no existían
fortificaciones o éstas eran muy débiles. La retirada desde Talavera a Madrid jia de ser para
nosotros y para todos los ejércitos del mundo
una bucnalección de guerra. Las mismas tropas
que avanzaban trmnfalcs frenaron en seco en
cuanto se encontraron con unas fortificaciones
que, aunque de campaña, respondían al fin para
que se habían construido.
¡Fortificad Madrid! ¡Fortificad el xialmo de tierra
recién ocupado!
—El Jarama y Guadalajara—continúa el coronel
El ce ron el
Ardid, e! comandante López .Izquierdo
y otros jefes
de los gloriosos b a t a l l o n e s
de Fortificación,
Ardid—son también elocuentes jiruebas de la importancia de la fortificación en la guerra. En el
Jarama resistimos por la fortificación, En Guadalajara conservamos el campo reconquistado porque se fortificó a tiempo. E n general, todos los
frentes de combate pueden atestiguar que es ini^•posible sostener ningún avance sí no se fortifica
ló ocupado. Puede decirse que indudablemente se
malograría todo el enorme entusiasmo y todo el
gran heroísmo de nuestro glorioso Ejército Popular si no contase cbn fortificaciones donde apoyarse y desde donde pueda ofender y causar bajas al enemigo.
Las antiguas Milicias—un reguero de sangre y,de
heroísmo que glorifica los campos desolados de
la invasión—se íueron transformando a través de
la dura marcha de la guerra en un potente Ejército Popular. Los gloriosos grupos de fortificadores que én noviembre esperaban la hora de par-
Fortiíicadores: lioroicos soldados del
Ejército P o p u l a r .
Mnes^ ^on^
^
vinieron los hombres de todas partes. Eran los
viejos luchadores de los Sindicatos, los de largas
huelgas contra las Patronales c e r r i l e s , que
otra vez y de maneradefinitiva les llevaban al
combate.
El hombre de las fortificaciones había oído los
gritos desde su casa.
Mujeres valientes y
hombres ceñudos gritaron el peligro bajo su
ventana. Ya fio era la
Guardia civil. Ya no
eran los grupos, de señoritos de las pistolas
escondidas que iban a
esperarlos a la salida
de las obras para cortarles el camino de su
calle. Ahora venía un
estompa
pjórcito, todo un ejército invasor, que tremolaba
"bandoray Kai\^r¡cntas de odio. Y venía hacia Madrid. Kstuba y a a las puert:;w de Madrid, y era
prociscí detenerle,
E ! liombrc de las fortificaciones puso la m a n o en
la espalda de su compañera y la dijo que se iba.
Vn poco después apareció en el frente, y oyó bajo
ei trueno de los t i r o s :
"^Aquí hemos de cavar una trinchera.
Lüs nuevos soldados de las fortificaciones—cabezas obreras erguidas frente a la m u e r t e - f u e r o n
al. combate con sus jefes en primí-ra línea. Sus
jefes eran obreros como ellos: técnicos de su Sindicato. Aparejadores, maestros de obras, arquitectos... Hambres que habían sentido la persecución' fascista en las cátedras y en las calles.
Sé pusieron al frente cantando las mismas canciones y, prometiendo las mismas cosas.
Todos se a g r u p a b a n bajo una misma bandera t r a ; b a j a d o r a : p.ci'gada de Fortificaciones.
(•es i t a ban a 1 ambradas.
Habia que levantarlas
a quince met ros del
enemigo. Cayeron oche»
soldados de las fortificaciones. L a s alambradas oslan allí.
•Más • difícil lia sido lu
de la Cuesta do las P e r dices. Los foitificadores
se prometienin t o m a t
u n a casa, y e n t r a r o n eu
ella con svis picos y sus
palas. Los fascistas tuvieron que salir, pero
los f o r t i f i c a d o r e s se
quedaron dentro rodeados de enemigos. H u b o
que enviar a un batallón p a r a que los libertara.
V en las últimas j o m a d a s de la Sierra rebasaron La Granja delante de algunos de n u e s t r o s
batallones, Y en las tapias comenzaron a fortificar.
laiP e n
a¿ntas <fc chonte
P a r a un soldado—y estos de las fortificaciones lo
han sido siempre—es duro no combatir. A veces ocurre que el ehemíso- nuestro enemigo feroz—está cerca, y se quisiera poderle echar las
manos a la «íarganta. E s t o ha hecho que no siempre los obreros de las fortificaciones h a y a n tenido nervios bastante fuerles p a r a no correr hacia adelante a hendir la cabeza fascista con el
filó de sus palas de tierra.
E n el J a r a m a era necesario t o m a r una altura.
Aquella loma se llamaba el Alto del Milano. Los
de Fortificaciones ^enderezaron sus picos y desplc_:;aron en, guerrilla, y tomaron la posición a
pecho descubierto. Entonces la artillería alema- •
na comenzó a disparar. Los hombros se pegaron,
al suelo. Caían los obust.s / de vez en cuando un
hombre se encontraba de pronto en un charco de
sangre. Sin embargo, cuando la artillería se calló
los que quedaban comenzaron a fortificar.
Lueí;o vino el coHK'ndaníe de una de las brigadas del J n r a m a a decirles a los fortificadores:
- .Vo comprendo Tucstro valor. Nosotros vamos
liacia adelante con ametralladoras, con morieras,
con fusiles. Vosotros avanzáis con un hierro en
la mano.
Otro día pidieron un grupo de fortificadores p a r a
el P a r q u e del Oeste. Nuestro Ejército iba a avanzar. IJOS fortificadores lo sabían, > al comenzar
e r combate se colocaron en primera línea. Cuando la infanterííi conieniíó ÍL a n d a r los fortificadores se pusieron en cabeza. Los soldados les preguntaron :
--;,Dónde vais?
- Nosotros v a m t s a lo nuestro.
• Lfi suyo era-for'ifura'. Y sin qtt< ..-i ,,-i'.:.,....: JA batalla abrieron !as«trinclu=iíis y l c i L i t a r o u los r^irapetos.
I'>i el mismo. P a r q u e del Ocsii- ios ;i>.;üai.ío.r, jitr-
el intento de levantar una muralla frente a los dís¡)aros de los Regulares. Trabajaban allí ciento cincuenta hombres, l'^n tres días cayeron cuarenta y
siete.
Lói)t'z Izquierdo fué al P u e n t e de los Fraiiceses.
E r a preciso construir la pared que cerrara las bocas de las ametralladoras.
De día era imposible t r a b a j a r . Hombre que asomaba, hombre que caía con la cabeza abierta.
El jefe arengó a sus hombres y les dijo, poco m á s
o menos, estas cosas sencillas:
- Mañana es P r i m e r o de Mayo. Nosotros ya sabéis lo que siempre hemos hecho en este día de
protesta contra la esclavitud proletaria. liste Primcrf) de Mayo tiene que ser distinto a los demás.
Y nosotros hemos de-conmemorarle como trabajadores. Hay que levantar esa muralla. Antes de
que amanezca tiene que quedar t a p a d a el puente.
Se movieron ciento ocho toneladas de material,
cientos de vigas do hierro. No se podía producir
ningún ruido. E l enemigo estaba a t i e i n t a metros,
y a la menor señal sospechosa hubiera enderezado
sus morteros contra los fortificadores.
Todo estaba previsto. Lus planos habían sido hechos con todo detalle. Se había calculado el núme*
ro de tornillos, y los hombres, a ciegas, los colocaban en los agujeros. Además, se j u g a b a cou los
colores. Cuando^ salía la luna trabajaban los homb r e s con trajes claros y se empleaba la m a d e r a y
el cemento. Cuando la obscuridad era absoluta se
movían los monos azules y se pasaban las vigas
de hierro de mano en mano.
Cuando los fortificadores colocaban en la cima de
la obra el último saco t e r r e r o comenzaba a amanecer. E n t o n c e s lo.s Regulares se dieron cuenta,
de lo que liabía pasado duriinte la noche y soltaron la primera ráfaga de ametralladoras, Pero ya
las balas no llegaban al put'fite.
Así conmemoraron el Primero de i f a y o de 19S7
los fortificadores de Madrid..
la luDcke
fotm0cMkfV€S
El Puente de los Franceses era un m a l sitio para
los soldados de las fortificaciones. U n a cabeza de
puente estaba batida por las ameti'alladoras italianas. Loa fortificadores t r a b a j a b a n día y noche en
X los soldados de lá'fortificación les g u s t a traliaj a r de noche. Son especialistas en g a n a r la carrer a al -sol.
T'na t a r d e el Mando dijo que era necsarío tender
un puente sobre le Manzanares. Habia heridos que
tenían que ser evacuados por una zona no batida.
Los camiones, con todo el material p a r a la obra,
llegaron h a s t a donde pudieron. Pero de.-^de allí,
desde donde se detuvieron, h a s t a el lugar donde
había que tender el puente quedaban dos kilómetros de trincheras abiertas bajo el fuego fascista.
Se formó u n a larga fila de hombres. P o r todos los
brazos de esta cadena pasó el material que se necesitaba para c o n s t r r i r el puente, Al amanecer el
p u e n t e aparecía sobre
el río.
Saltaban de júbilo los
obi'cros de los andamies
y los jjozos.
Por el puente, bajo el
sol del día, pasaba la
c a r a v a n a de heridos.
Los fascistas disparaban allá lejos.,.
"Lo* saldndos de Z n p a d o r s s - M i n n d o r e s , héroe» de
pi'iiix^rn Iín«n, m n n t i e n e n
!.^ ácliviclat) y e! etitiiaiÁsi'io de todo el Ejercita
6itampa
En la Ciudad Universitaria el enemigo tenía una posición que ñólo ocupaba
por la noche. Estaba a uno de nuestros flancos. Al anochecer nuestros soldados recibían avisos de tiros que los fascistas les enviaban para decirles
que ya estaban allí. Era una patrulla con un fusil ametrallador. Lo bastante para no dejar dormir a nadie.
Los fascistas disparaban durante la noche cuanto querían, y al amanecer
abandonaban la posición.
Hasta que una tarde los üasnaradas de las Fortiíicaciones decidieron terminar con aquella situación. Arrastrándose llegaron al nido del fusil nocturno. Y comenzaron a construir un sólido parapeto. Entonces los soldados instalaron allí un fusil ametrallador, y aguardaron liacíficamcnte a que
se hiciera de noche.
Cuando .salían, las primeras estrellas se oyeron pasos. Los fascistas venínn
cantando con su fusil alemán al hombro. Muestro ametrallador comenzó a
disparar.
Agüella noche los soldados de nuestra trinchera pudieron dormir.
A vec.í ocurre qi'.:; es ncccsai'io un L'."fún en un sitio. La cosa no es nueva
en !cB frcníea de Jilcdrid. Po^' eso los fortiñcadorcs no se sorprcndiei'ou
cuando luia noche se les dijo:
--•Ariícs de que amanezca eso cañón ha de estar disparando.
El cañón necesitaba un camino, ü n camino de, laberinto por el que pudiera llegar al sitia donde habría de ser emplazado.
En una noche so construyo el camino y un túnel» para mayor seguridad.
Cuando amaneció el cañón disparaba sobre las trincheras de los regulares, que tuvieron un amaneced de asombro. Aquel cañón era nuevo en el
cojicierto de explosiones,'y no comprendieron de dónde había salido.
Entonces—diciembre—anochecía pronto. Se trabajaron doce horas. Lo que
es una hoehe de invierno. El trabajo era duro—a un cañón no se le construye
la caí^a tau fácilmente—. y había que mover las manos dejirisa. Cuando se
relevaba a los hombres éstos volvían a las trincheras agotados. Sólo tres
portugueses—tres amargas historias de emigración—pudieron resistir toda
la noche.
— ¡Idos ya de aquí! No podéis con los brazos.
-.—Hasta que no pueda venir el cañón no nos iremos.
Se fueron al amanecer, cuando el cañón disparaba. Por eso a aquél le llamaron el cañón de los Iros portugueses.
,
OS
x«
recottoeindento»
En los frentes de Madrid se lucha muy cerca del enemigo. Esto hace que
a veces uno se confunda. Por ejemplo, el teniente Hurtado, del primer batallón de Fortiñcacionos, salió un día a hacer un reconocimiento. En realidad
lo que pasaba es que se aburría detrás del parapeto.
El teniente Hurtado echó a andar diciéndoles a sus hombres que tardaría
un minuto. Cruzó esa tierra sin huellas que hay entre unas líneas y otras.
y i^iúiú -A unii Irínchera. Kncontró biindrias hicnlorcs, cñcíipularios u insij;iiias ilf Filian-;*.'. Lii trim-hora so extciulífi ii lo IcjüSj
Kl't''infi!te H i n í a d o eojíió ali;<i como recuerdo y se volvió. V*n- las vocr-s
qvK' ííf oían tíuiiuiío que Ins l'alan^íi.^tuH y los ivquciúíí se liallabau al otro
extremo de l:i zanja, pasada la curva.
y p a s a n delante a. veces. E n el J a r a m a el teniente Alviire?; reba.-;ó iod;is
n u e s t r a s líneiís. Al volver le dieron el alto los soldados. Venia del eainpo
eni-míf^o.
l ' r ^ta^itán ilel sé[jtinio, el capitán Color, poseo otros métodos de roconocl.ai' -.-11. Cuando sus hombres cuniii.iv/.an :i tral)ajar, m u c h a s veces a treinta
. ' I ':ai-enta metros de lo.s fascistas, Gotor se pono en pie y grita ¡i los de
ias trincheras enemigas:
— ¡"Xq vayáis a t i r a r y deis a alguno!
Kn el invierno de los dui'tis combaten—aún continúa la lucha—la m u e r t e
acechaba todos los minutos en los frentes de Madrid. >1n Carabaneliel y
eu la Ciudad l ' n i v e i s i l a r i a la muerlf vit-ne a veces por debajo de la t i e r r a .
y <'n Madi-id las gentes ti^spiL-rtan al ruis^o voluniino.so de una explosión
en la noche.
K u e s t r o s soldados ocu^jaban "uno de los edificios de l a Ciudad "Universitaria. Knfrente negreaba otro donde eSiaban los legionarios, bandoleros del
LoJí balallonf's de las Fortificaciones se h a n dejado a niuclioa enmaradas tendidos en el eampo.
Conservan sus nombres en la mt-moria, y los agit a n como.banderas de combate. Repiten .sus nombres como ejemplo. Gritarán sus nomluvñ en la
hora del triunfo definitivo, que llt-gará.
J-.OS forlificadores nnier^-n a s i : el balado en la
frente o el m o r t e r o que cae en la t r i n c h e r a recién
abierta.
a. IZCARÁY
(Fotos Benitez Casaus y Mayo.)
faíseisriio. Los liombretí comenzaron a percibir ruidos
subterráneos:
- ¡ l ' n a mina!
Lus hombres pasaron l a r g a s
h o r a s en que no stibian si en
aquel minvifo la casa volaría
con ellos dentro. Por twi lleg a r o n los de Foriiñeaciones.
Los pieos comenzaron a liinear.-íe en la tieria. Se cavaba
deijrisa. Seilenin que hacer
este agujero m á s deprisa que
el otro.
Lo,s liombres cavaban con liebrt". Un metrií. Dos. diez. A
los veinte metros los ruidos
los oían ya i-neima de sus
cabezas.
• Kf'-lani'is del;ajo de los fa.seislas.
S'- toluió la mina. Y se la
;ÍZO fstal!:\r.
\"'-i!ó u4 ciMuino s u b t i n a n e o
"TÍ:C bahÍHii eiinsl ruido his fas(•iotas. \AI)~- Uípos qui.' csíaliím
ijajij nuestro <'diliei<i se caí'-liaron futerrínlos allí.
e»iampQ
nández. F r e n t e a ellos un núclfo áx' ^ran importancia que domina i-l ent-mign, viiíilíidti .])or las
avanzadilla;-- de jiiifif-s, (¡uo vivaqu<;aii csijeraTido
las órdenes de at;wíue coií-junlo o la olcny'vu iintento de sorpresa de los extranjerui^.
Micniras Jo^j aviones de los ejércitos mv(ltipk!.s
que nos combaten pasan j-ruñendo su ansia de
descargar y encienden de metralla los luj^are.í ind e f e n s o s - Torrodonjimeno, en este lado; Ovejo,
allí enfrente—, nuestros liombrcs entonan el iiimjiü del escuadrón.
E n él, entre un "¡A caballo*!'' y un ";Al galope;",
se promete aplastar al fascismo.
•^Yo le lie dicho á un jinete que tiene ojos vivos,
cuerpo enjuto y es de CúrdutVi:
—LíOfí, a p l a s t a r e m o s Ách? —Aunque nos quiten el sol ron los trimotüres,
nunque pongan un cañón detrás de cada árbol,
mientre.s quede el terrenfi que neeesitu un bómbrc i)ar;t removerse y combatir. -
Por b a n a n c a d a s y lalicrintos de senderos borrados en la maleiía y pendíejites, que los animales
suben con resoplidos, como si le fueran a tallar
los pulmones, so lo<;ra esealar los puestos defendidos por nuestros soUl^dos.
El aprovt«io);)nñitento «4
pcQOKf airaos
N día, cuando se
ha<;a ese inventario pasmoso y
rorniidribif de toSo:; los '
rineoíus di' nuestra lucha, de nuestra luclia
con dos potencias europeas, un ílobierno alcahuete, una gran partida de facciosos a r m a dos y una masa cuantiosa de lo\'as africanas, se sabrá en qué
condicione.'^ de <;i¡erra
y existencia duras han
peleado muchos combatientes españoles.
A través de todas las virisifudes. de todas las vicpaja aprovisioi'.firse a través de un itiner-arío quf'
torias y df' todos lo:^ reveses - por srandcs, jior
mata los muios de cansancio y de cansancio rinde
enoí'nies qu.- fueran los reveses—. con el triunfo a los hombres. Quc: tienen que evacuar los herim á s o menos difícil^ m á s o menos lejano, para ía
dos a hombros de compañert)s, con la fatiíja del
historia de ia heroicidad y el ansia de indoijencamino, ia pesadundirt- de !a car^a, ei caslijio de
deneia siempre quedarán los mejores eapílulos.
¡a maleza y el tormenío del caminar y e! rt.'sl;:i(\\\:- in:eden H'-'V kis más iiinonidos er. la atención lar. Donde se come lo que llega y cuando llega
acíi.uil.
y se resiste el hielo que aeuclulla la carne y ei
cauterio del sol que alii'asa los labios y los seca,
A:ñ ](:• ()ue Sv :\'!it 'vn a estos eombaiienlí/s de
lOs bueno a r r i b a r :• estas posiciones despUiV rie
Andalucía Cfuc esián distendiendo las pfisirjrmi's
una cahalta-:::'. eoioi'ando cfeslas y biirdenndw desen iií^- eunib''i>s íi^:<\ inaccesibles de Sicri-a Mi>peñaderos ;• empaparse de la vidü montai-iz y
r n;;.
K.-' yv ']i'^.í\:- Kl CaliaUór, o desde cualquier alíui'a ás})era qui- tienen estos liicliadorLS remotos, aistil' '.•: ;•-:•. r:ii>i:i ei dísdiiblamicnlo do cumbri's aíro- lados por imiieráo untura! de la serranía, l^ucnai •;!••.^-.i'. i.'sciM' i'.íiJ"'; hasta perderse de vislri. y flores enlif la.s cumbres v el cielo.
'!i't!.-^i -'-VI'
i cTi ei tciTeai) iní^'ril:.•i
••..'.•i:;i;i¡ili'
o;j.,.'
V
y-A::
vcv'.'S un d
wú
l-!]U
Soldadoii
Uii
liond)
ÍÍK ius
-;:je v i w i i
i m p o r t i i i i l «^:
küriiiíetros
)a>, p e n a s .
tí! Í|U.' .li>Vil
di s e r m n i . - t .
ií{H;i
poi-
!-dri.Aquí, eomÍ;:dicntfs del batallón de I c o s
elies; alli.^'lrí r^autista C a r e e s : más .aüá
esío so]i distancias 'It- cumbres en !a serranía •
los de! Poiíobbüii'o.
Les •n^•asnl•^•^ ÍÜ i:, (ilsioria de las au:]¡;
denii.'Ue tiesíguiili s no pr.idrán m ; i ' ' c o í i i o I;]
i •• ,-''s' eneia ^obi elniíi'aüa di- ;os \'. ;:'<1S i;!
C'-i•n^^^
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Ka rs;;; U.ima ciue tlcjniina olivai'es enij)in;¡.di';.
¡Jtiie del reginnenlo a caballo de .lesiVs
i^ntri-
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:i [uineipio \' ucj-n:i.;u ri'¡u
*_rüutfos.
1 slM.s h'-ea!:;'.-.-'. c u i o í ' [|.;i
Viltafranca, escalaron y tomáronla íoma do Bue-navista debajo del fuego constante de quince.Irimo'tores enemjg'os. Y ai-rcbataron a.los extranjeros las piezas do artillería, no obstante la eterna inferioridad de elementos.
r\'i que esta gente de Los Pedrochcs, con el comandunle Fernández, y el comandante Blanco,
y otras héroes andaluces, lomó las posiciones de
Kl Vacar, conti'a moros y soldados y cañones de
media Europa, y. las conservaron como es apenas cieíble que se puedan conservar.
- v.>''.:
La comida, frugalidad áspera de vivaqueo, remota; la cama, solicitud acogedora de la hiei'ba, al
pie de los chaparros; el despertar, con la gran
mosca del primer sol que se clava en la frente,
amanecido; el caminar entre -las avanzada?, un
ojercicio para cuerpos avezados; el combatir, una
disputa de peñas y altozanos y un fragor de tiros a muchos kilómetros de monte formidable del Estado Mayor..
Dfscuhit;rt¿i. A coronnr \¡\ fMsr.divaitB.
t J n e o m b a t i m u - sefiahi con e! hrw/ji fXUJií'iido:
— A i l i , j u n i o a a q u e l h i lo¡ii-i, d t i r á s d i ' . l i i i c r e s t a s q u e se ^•en a .osle l a d n , i-nycrrm los. ^ r nrdi:',^
civiles y el jefe de Kalani^i: qr.e tr:i1;in V\.i m u jeres...
- -v.Qi-!'-' t r a í a n l;is m n J L T r s ?
M'.iy VJL- nitiñana. desjiués • "del • sueño _ brt-ye',
fon el prInK'i' dcspere/.u y. i(,;s primeros re-;
— Pí. iiai;a
nos I-icmos -idü 'a- las
líneas.
\'ienp i.'l, enmarada ür- ,
tiz, que maiifia ahora
las fuerza's do EautÍHta Careos.- en sustitución de Enrique Váz- '
quez, el temple gueriilloro qui;' no podemos
ülvidar: Ma.yca raque, el capitán, que estudiaba
Derecho en PoKob'aneo y ha cambiado los libres y el memorión- de Códigos por esta vida
dé la guerra más dura; Bartolomé Fernández,
jefe accidental de la brigada, organizador en los
comienzos heroicos de las Milicias de Villanueva
y campos cercanos. La artilltria extranjera—y
la española—trabajan con intensidad. La serranía se parte de explosiones. La aviación—que busca con avidez destruir campos y.cosechas—ha
incendiado varios puntos de las proximidades de
Ovejo,
qiK- r ' ^ ' o ^ . i ^ ' F - p . \v,\
¡'i.-
•'•
.••''.
r.iv.i
d e n t r o d e l a ü i i e a d e riicy.o. L;..- ' ! •
: •.•, ! .',;;id n s úc t i ' i c o r n i o s y fnlan.^islMH. T::,.'.
; !.; • anm i o n c s sin podi-ni-is f i g u r a r qii>' wvÁii. :t''[\u ! r c -
l i n c h a s di' i o s cabnlios,"
P r e p a r a n d o víveres p a r a
las posiciones de las
cumbres.
M a a c a r a q u e , B a r t o k t m é Fernanda, Ortíz,- 3 ^ «
co Díax...
icis*
baño de mujeres y chiquillG. Tumbamos a -los
guardias y cogimos al falngista, que gritft n centras so le desarmaba: ''Cuidado! ¡Queso^ • un
señor comandante!".
Y que esto es así, l'na Itha de la generó; idad
contra la vileza. Apoyada ¡claro I, pfer ios Gobiernos y las toneladas á\ hierro de '^a E' iropa
vil.
CL,M>;>rrE CÍMOI :RA'
Ovejo, junio 1937.
Jos d e 4, 5, 6 j - 8 i>é- n«w>in' e.
setas, a meiiOs de imi Stiluí- ta.
peseta.
/ J-itiw' iliiCión.
U n millón de libros,liquidamos «, jtwtcif-s revent a d o s . Oportunidíidos, E l rat,í'üo;;o « a n ' JOO pl.^fñ a s y má.s .de 2.000 tomos diícrontes y de.'allulos
lo remitimos previo envío dfe 5fJ, t í s . t n sellos
d e c o r r e o (en el j>iimer pedido s-- le r.í»onan est o s 50 cts., o se le m a n d a u n líbi'-, de Fegalo).
A K C H H ' O SAt.DISTAS I.Ii!ri'^J^I^S
I t a m b l a del Centro> 35.—BUM«lona.
UBROS
l-'-':,'^'!'^!...^--^":''^^
Lo df. «iempre: ]a« h u m i l d e s c n s a i cte los p u e b l o s , d e s t r o x a d a s .
'Cilampa
r
•1"%^'
- ••^'^;;','^,»i«|"í5ify
..i .1
sol de cemento. Pero así iodo está ftiovido y bullicioso. Eiíta Brigada, después de rudas jumadas victoriosas, descansa en ploiío campo. Descansa no perdiendo un süio inotncnio, porque usí
pon los descansos de! Ejército popular.
Desde 'la mañana comienza su aelividad, bajo
los broncos pino? de Castilla, Marchan los soldados, a! son de la música, a la explanada donde hacen sus ejercicios de .cidtura física. Luego,
ejercicios militares: supuestos tácticos, movimientos de estrategia, tiro de batería, en los que
intervienen las de cañones liiíeros cogidos a los
italianos en una de las gloriosas jornadas de la
Brigada, que tiene ya este nombre mundial: Guadalajara. Clase de oficiales.
Crítica de los
Ejercicios d e c u l t u r a físícai movimientos t á c ticos t o d a s Jas m a ñ a n a s . Y luego t r a b a j o , t r a bajo o r g a n i z a d o . Así son las descansos de
V
nuestro Ejército.
L jCrente, con un chi.sporroteo de oxpjosiones, queda lejos de aquí. Kstos
• spn campos ti'anquilos, rio gozoso bajo
,el solide junios pueblocillos quietos de la
.retagáardia.a Y aquí han venido, con un
des.ca|isó de días, los hombres de una Briga€la|íuertc y heroica; la del Campc.shw.
Si. no'fuera por su presencia, estos pampos Itíidrían la modorra de otros veranos,
cuar|l|í raspa un coro de cigarras baio el
E
orno
zrcanxan lof
oldadoj^dzl
/ .
ñcffo
nio\imientos tácticos efectuados,
entro oficiales y jefes.
•—Todo esto se hace a diario—me
cuenta Navarro, comisario de la
Brigada—. Es necesario formar al
soldado, tenerlo siempre habituaá'j a la lucha,' capacitarlo.
El c o m a n d a n t e Candón, honibce d e gran
Los ejercicios militares duran npr- cultura, d e gran c a p a c i d a d , es el n u e v o
j e f e d e la B r i g a d a .
malmente hasta pasado medio día.
A veces acaban a la noche. Pero
siempre hay una compañía celebrando su "día antifascista-'.
—¿En qué. consiste eso?
—En trabajar voluntariamente unas horas, aparte de su lab.or militar.
•
•'Vénjos después sii centro de trabajo. Aquí había quedado un edificio en constracción: Era un
^
.'Sanatorio, que la Diputación provincial- eataba
P .
construyendo, en medio de estos campos de sol.
Ai llegar la guerry, al Cíndurecerse la lui^ha por
la independencia, los obreros dejaron e! triibajo
triinquiio. Habla que dedicar su "eiífuerzo íl la-
Cilampa
itnri's más riect'.sariiií*, a la £;íbriración do g'uer:i. ;i hiH rorliltcacJonea. El c-dificio—í;ra"t''--'' '<•'m!nrií;(), nioderno--qi!fdó sin lontiinar. 'Lúa mu'.•Í);ÍCIH;H df ta Brigfida lu lojnaron por i-ut^iila
propia.
- „_
—Kstti debi-mos u-rniinarlo jiosotros. Ahr,ra no_
se debe -.'sífu- nn.sftlo muniontu inactivo.
- Poi'o v<JSOtrGS ya (cnéis labor, aun cuandü estéis de deseonsü.
•—S¡, pertj nos sobran lioras y hay que aprovecharlas.
Los mismos jefes se e n c a r g a r a n de soíieilarlo'
de la Diputación.- I^lcgaron herramientas, apisonadoras, cestos, sacos de cemento. Y los propios
soldados, que debían volver cansados de sus ejercicios militares, se entregan con toda actividad
:\ la conehi.sión de l a ' o b r a , rivaliz-^ndo en su esfuerzo.
Kn un árbol lo dice. La compañía de moriorüs
lia escrito alií, sobro una tabla: "Trabajamo.s
do? hora.'í en boneíicio de la causa. Ejemjilo p a r a
loH demáí; c a m a r a d a s . " Debajo de ésta hay otro
i o t r r r o : "\'oiuni!iriamente trabajamos dos lior;i« diarias los de ametralladoras. Ejenn.ilo p a r a
nuestros c a m a r a d a s . " Y debajo otra. Y
orra. Al árbol no le queda ya sitio para
más letreros.
--¡N'osotros vamos a c i l v a r nuestra decisión en ui de al l a d o - • c u e n t a un ca!)u
de otra cumj.iañia.
la mano en los altos de ia Sierra, en Villa\-ifja, en ¡os días de rnás dur.i lucha.
---Yo quería seguir sii-vicndo de mecanó.líra.ía. porque tani!jicn {cnc;o tiempo para
•-•ílo; perOj ya lo ves, no puedo, ¡ i í e da una
envidia de iodos éstos!
Ei comisario me cuenta que Lcdti eso es
cierto. Pero también: Íó es que La Cliachfiiio descansa on su labor.
—No está mirando un momento. E n el comedor o en ias oficinas ,so la ve siempre
haciendo algo. Seguramente lr;.ibaja má,'^
que muchas mujeres de las que conser'/ar:
:ÍUS dos mano-s.
E s t e es un descanso de ios liombres dei
Ci/mpC'Sino. E s t e es el descanso de todas lais
B!ij;adas del Ejército popular. Trabajo, capacitación, voluntad alegre. Consciencia do
que no debe percíerse un minuto si se quiere acelerar la clamorosa victoria que está
deseando estallar de'.rfr-i de todos los montes.
iFoloH Acero."!
CLAVDIO L A I N
La Ch.acha, la iimvhachn C|ue perdió
11 HA niiino en las
pritnerns luchas y
.ihor.T. eslá entristecida p o r q u e no la
deja t r a b a j a r inád.
• • : - >
EsEa es una niuehaclia a quien todos
llaman así, con alegre cam.araderia; Lti
Charha. Desde el principio de! movimiento unió su vida a la de la Brigada
del Campe.shw. Ella es d? Villarejo de
Salvanés. Una chica tranquila del pueblo. E n cuanto supo !o <iue pasaba, se
presentó a por un fusil, y aquí ha estado luchando, con los camaradas del Cüni})<isino, como un soldado más.
Ahora, ha oído lo que hablamos el comisario y yo, y sonríe tristemente. La
Chucha trabaja en la Brigada, dedicacía al comedor y a la.s oficinas. Pero no
jHiede hacer m á s ; un pedazo
de metralln !a llevó "'
•'' "
Así son los
h o i n b r f s dul
CÍÍOI-
pesino:
decididos,
enérgicos, conio este cOTnisario de uno
t!f !DS líatallones..
A io niaíiana lo prim e r o que d e s p i e r t a al
c a m p o solitario es la
música dv los soldados que salen a sus
ejercicios gimnásticos.
J- 4
.^ss^eís
•("•'•', Estos c a ñ o n e s
con que los soldados
del Campesino
Hacen
ejercicios d e t i r o Fueron t o m a d o s a. los italianos en una j o r n a d a
gloriosa; G u a d a l a j a r a .
L e i t y a R u s a e U k s y a . E i t a ca ! s j o v e n p i a n i s t a , q u é h a
do p a r l « e n l o s c o n c i e r t o * d e M o a c ú .
Víeioa
m mil os
dos vci bel
Un
stnjnnovísla
de
la
f á b r i c a " K a t i e l " , cíe L e ningrado, relata a
loa
p i o n e r o » e p t s n d i o a d e la
guerra civil.
jrimlDOlicos
L
os camaradas que han visitado la U. R. S. S.
con motivo del Primero de Mayo contemplan unas fotografías de niños soviéticos.
Ijno de los delegados dice:
—¡Con que ansiedad seguirán estos chicos los
episodios de Ja defensa de Bilbao!
Y otro me explica:
—No puedes suponerte la emoción que produce
ver a !o9 niños, a todos los niños de la U. R. S. S.,
pendientes de nuestra lucha. En todas partes nos
rodeaban para hacernos preguntas y expresarnos su simpatía. Uno me preguntó cuánta distancia había desde Durango a Bilbao. Otro me
señalaba, con una graciosísima seriedad, la importancia que pueden tener nuestros avances en
el frente de Aragón, Y es que conocen todos los
detalles de nuestra lucha y viven impresionados
por las hazañas del pueblo e-spañol. No eg precocidad artificiosa. Créeme: los chicos de la
U. R. S. S, Eon distintos a los de los otros países. Están educados en un ambiente especial de
ternura y de comprensión. Yo estoy seguro de
que f-n ningún país deí mundo se trata a los niños como allí.
Es verdad: tiene emoción'auténtíca el recuerdo
de los millares de chiquillos de Moscú y de Leningrado, de las granjas del Sur y de los pueblos de Ucrania. He visto fotografías elocuentísimas de su vida alegre y sencilla, de sus
escuelas, de sus juegos. Y otras en las que
un gran mapa de nuestra España les prendía
en el laberinto trágico
de las líneas azules y
rojas, que marcan la
posición de los frentes
de lucha.
l)olch«vJque« víattan
ST*do.
a loa p i o o e r o a
de
toma*
L**«n-
Un mozo de diez anos, dice Calloso que le preguntó seriamente:
—¿Desde qué edad admitís voluntarios en vuestra patria?
Porque es hijo de uno de esos hombres verticales que mueren por la causa de todos los pueblos, sin que su nombre figure en la Gaceta.
Ametrallar Almería y Guemica y enviar cañones y aviones y soldados a España exige cierta
labor de propaganda que encubra la realidad. He
aquí por qué razón, las oficinas de censura italiana y alemana han cursado la orden de arreciar las campañas contra la Unión Soviética. Y
piden datos concretos, que prueben la anarquía
en que vive la patria socialista, y, sobre todo, él
vergonzoso ambiente de eorrupción en que los
conceptos familiares han caído. Brindamos catas fotografías a los propagandistas "nazis''.
Vean, por ejemplo, estos dos grabados del gran
concurso de miisica que acaba de celebrarse en
iíoscú. Aquí tenemos un pianista de muy pocos
años, y un chiquillo que ha ganado un premió
de violín. Se trata, indudablemente, de los hijos
de los feroces dictadores. Quizá sean los mismísimos hijos de Stalin. Claro que para desfigurar
la cosa nos dicen de allá que son hijos de obreros y hasta dan sus nombres. I ^ pianista se llama Leliya Russetkaya, y su padre es koljosiano.
El muchacho, Vova Antonov, ha nacido cerca
de una .gran fábrica de tractores, en la que trabaja su padre, obrero calificado de la Unión Soviética. Decididamente, no; no le sirven estas fotografías al senacio "nazi", ni a los periódicos
que escriben en el ridículo tono heroico de Mussolini.
JO v a n n)UH<aoviético: V o v a
Atklonov.
Otra foto que.puc' ; r*;galarse a . Gccbels. L o a
periodistas de Hitler pueden escribir este pie: Uno
de los delegados de los
republicanos españoles engaña a estos pobres niños.. Rafael García, que
es el camarada de ia foto,
me explica:
—Coincidí en una visita
que hicimos a una colonia
de pioneros con varios camaradas, que acostumbran
a pasarse horas y horas
charlando con los pequeños. Son viejos bolcheviques, hombres de la vieja
guardia, curtidos por la
pólvora de la guerr^ civil.
No í-e cansan de hablar
con los niños, ni caios de
oírlos, intenumpiéndofos
para inquirir nuevos dotalles de las hazañas y Jos
desastres y la;; penalidades de ia guerra civil y de
las jornadas de Ja Revolución. Los viejos han llegado a tener un tono infantil, que desentona graciosamente de las largas
barbas o el .•;embíante grave, con la huella de años
y de combates que no es
posible ocultar.
En todos los planos y con
todos 1 o s motivos, una
preocupación fundamental
en 3a U. R. S, S.: protección a los niños.
En las oficinas de turismo
de Alemania hay visitantes con automóvil. No muchos, porque, a pesar do
todo, la vida es cara en el
reino de Hitler. En un pabellón que están consíru, yendo en París, hay siempre una multitud que pugna por entrar. Obreros,
empleados, escritoret;, mujeres.
E s el pabellón de la U. R.
S. S. en la Exposición Internacional de París. La
gente acude a contemplar
el reflejo exacto de la vida en la U. R. S. S. Sin
duda, quiere convencerse
del martirio de los habitantes del país socialista.
. Indagar iodos ¡os detalles
de la horrenda dictadura
en que están sumidos los
millones de o b r e r o s y
campesinos soviéticos.
Eí pueblo francés dirige
sus miradas hacia los pabellones de ia Exposición:
el que tiene la bandera de
la U. R. S. S., y ese otro
que tiene en sus muros
un cuadro de Picasso. Los
dos pabellones que miran
lejos hacia la victoria de
todos los pueblos. El de la
V. R. S; S., triunfante,
con sus soldados únicos,
sus obreros, sus koljosianos y sus chiquillos, que
hablan de la lucha cerca
de Bilbao. Y el de España, con el recuerdo de los
combates por la libertad
del mundo.
MARIANO PERLA
(Fotos A. t M: A.-)
/» Ua mpci
_ ugiiras y
e|tísaclio$
DÍAZ TENDER<Í|
EL HOMBRE a U É
REPARTIÓ CINCO
MIL FUSILES A Í
de la
L
Antonio Reynch l)ombar<I«ó en un solo día los cuarteles y aeródromofl Ae. MeÜtla, Sevilln y C ó r d o b a ,
OS scñori'o.s de! cjóicití) monárquico -incultos, nyidiios -i cachupinadas cursis, cazadores du liotcs entre damiselas sugestionadas
l)or sermones y novelas "rosa"—desdeñaban a
los hombres de la "clase de reserva". Les ¡larecía mal que éstos, carne del pueblo, tuvieran acceso a las F-alas de banderas, donde la incuUura,
la chulería y la estupidez cortaban el paso al decoro y a la inteligencia, que no podían lucir allí,
•donde todo era oscura y ruin megalomanía. ^
E l Mayor Eleulerio Díaz Tendero pertenecía en
aquel ejército a esu "clase de reserva" que los
oficialitoa de Academia tenían postergada. E s t u -
dioso, espiritual, cultivado - toda una vida dedicada a VA lectura y al sondeo e n . l a s ciencias sociológicas -. Díax Tendero atisbo, ha veínte años,
el desmoronamiento do los regímenes t»l¡g;irquicüs, y con entu.siasmo florecido de t-í^peranza dedicóse a laborar revolucionariamente en loa cuarteles. Lo mismo que Fermín Galán. Igual que
Castillo, Moreno, Mangada, Rarceló y Fernández
N a v a r r o , entre otros,
•
E i 18 de julio, íamoso en Madrid, el pueblo se
echó a la calle, anheloso de acogotar a los mítit a r e s sublevados contra la fíepública del Fi-cnte
Popular. Grupos de obreros, que se iban nutriendo y agrandando a medida' que se acercaban al
centro de la ciudad, pedían a r m a s . E n algunos
•r
; V': ] "T.^IH'-- ' -í í ' 3 j' v'^'^l'v. "•..
Cilampa
centros; ürn-''íik-s habíiii quien temía máñ al pueblo
(|i!p ;' I:i facoií'in:
—¿ Pidíiii fii iiíaH ? ¿.Y • hiibrii !nsí.'iisaío . que 1;;Í:
}íGnga en nianotí de estas g e n t e s ? .
Un niiii^.ar, que luego se cubrió de gloria cu aquellas jornadas de la Sierra, el capitán Benito, conte.sitV así:
— ¡Pues claro que habrá quien ai-mc al pueblo!
¡Nosotros, los comunistas, estanios dispuestos a
t o d o ! AI fascismo hay que estrangularlo de una
vez y quien se oponga a ello es un malvado.
Pero el pueblo no recibía a r m a s . Ardía Madrid
en deseo de aplastar la "traición. Apremiaba el
tiempo. L a s noticias que llegaban a la Dirección
genei-íil de Seguridad y a los Ministerios de la
G u c i r a y Gobernación eran poco tranquilizado,ras. Había fusiles c-n los cuarteles; pero precisamente allí, en los cuarteles, estaba la incógnita.
Y fué Díaz Tendero quien resolvió la cuestión.
P a r q u e de Artillería del Pacífico. Díaz Tendero, •
con Barccló y otros militares defensores de la
causa del pueblo, e n t r a en el despaelio del jefe
como una tromba. Explica el motivo de su pre-sencia. Hay un levantamiento contra la República. E s necesario a r m a r al pueblo.
-Aquí—dice—tienen ustedes varios millares de
fusiles y...
— E s o no es posible. ¿ H a reparado usted en la
responsabilidad que va a c o n t r a e r ?
—Asumo esa responsabilidad. Vengo con estes
serToreü por los fusiles—respondió con solemnidad y energía Díaz Tondñ'o.
Allí anidaba también la traición. Todo el mundo
parecía^ quarer eludir aquella " g r a n responsabilidad''. Pero un puñetazo en una mesa, dado a
tiempo; tiene a veces m á s valor que las más elocuentes^ })alabras de persuasión. Aparecieron los
fusiles. No eran muchos para que se a r m a r a Madrid (cinco m i l i , m á s sí los suficientes para contener las a g u a s infectas del albañal fascista.
Había en el P a r q u e jefes de la Guardia Civil y
de Asalto. Ninguno q u e r í a ' f i r m a r el documento
do entrega do los cinco mil fusiles. Volvióse a hablar de responsabilidades, de sagrados deberes...
Barcelü lanzó u n t a c o rotundo, y exclamó:
— ¿ N o quieren ustedes f i r m a r ? ¡Venga la plum a ; no hay que perder el tiempo en idioteces'
Y se llevaron los fusiles. E n la calle fueron repartidos. L a s gentes, con ellos entre las manos,
se dispusieron a poner sitio a los cuarteles.
Rendidos la Montaña y todos los demás reductos
militares de Madrid, el pueblo se lanzó sobré los
de Cambanchel, C u a t r o Vientos, Guadalajara, Alcalá de H e n a r e s . . .
Mangada, Parceló, Moreno, Fernández Navarro,
Benito y La Llave estuvieron-setenta y dos ho-
Un oficial d e Asnlto da instrucción a
ios
Victoria en Alcalá
de Henares,
ras, siai dornnt, con lJía>.: Tondí-ro. Antonio Kfxach, el priiiH'i' aviador "rojo", que bunibardeú
en un solo üía los cuarteles: y aei'ódi"<ímo.s do Me• lilla, St'villn y Córdoba.'lcs traía nptícias. La m;.unc'C'.¡ü¡i, por l u d a s K u s ubservaci'mes, era gra., ve. Díaz Tfn.dt-ru dijo;
-T-Va a corr-er mucha sangre, pero no será en bal,de. Acabaremos de una vez con este ejército decanta y con es.ta E s p a ñ a de miseria...
Y comenzó a ti-ibajar para la formación de unas
Milicias, qiK' partieron inmediatameriie para el
Guadarrama.
¡Buena papeleta la del 7 de noviembre!
El Ministerio dé la Guerra estaba desarbolado.
Caían en los barrios populaires del Sur de Madrid
las primeras g r a n a d a s enemigas,
•
Franco anunciaba la e n t r a d a do sus tropas en la
capital de España p a r a el día siguiente.
FA despacho del minis'tro haljia quedado vacíO:
Diaí; Tendero,, j^ntonio Mije y el general Miaja
buscaban un sftbi'e. con instrucciones misteriosas,
de Largo Caballero.
La J u n t a de Defensa se constituía en medio de
una tensión emocionante.
'^¿Dónde están los fusiles?4.
¿Dónde están las municiones?...
Díaz Tendero corrió velozmente en un automóvil y abrió polvónnes-y entregó fusiles, a m e t r a lladoras y morteros..Regresó al Ministerio, y desde allí dio ánimo a los emisarios que le venían,
preocupados, de los frentes:
— ¡Hay que reaistii, camaradas!. Ya hemos enviado ai-más y 'municiones.
Antonio Mije daba órdenes a los comisarios. E r a n
órdenes sensatas, con calor de optimismo:
—Si resistimos esta noche, m ü ñ a n a no p a s a r á n .
El general Miaja recontaba las Milicias que defendían las e n t r a d a s de la ciudad, y decía a los
jefes con voz segura y tono g r a v e :
-¡Ni un solo paso a t r á s ! . . . Y mañana, ya veremos.
Luego surgieron Antonio Coll, Carrasco, A n t ó n . . .
Y se rehilo la moral perdida.
Y nació el equilibrio,
Y... ¡no han entrado en Madrid!
Cuando Diaz Tendero recuerda las emociones del
18 de julio y las del 7 de noviembre, dice:
—Cumplí con mi deber. Como cuniplió con el suyo
Madrid. En la vida no debe h a c e r uno sino disciplinarse pai-a eso: para saber cumplir siempre,
¡siempre!, con el deber. Y'' lo demás es todo, frivolidad insensata.
CRIADO Y
ROMERO
Cslompo
• , - ^ ,
GEMEROS
QUE EN
T.AS Mr.IKIlKS
A>'i*i I A se ! STA.-:
V I.A (¡rKítUA
C o n s i g n a s en los
muros df I.T Cotip'rrntiva.
líANlíKS s o n )IÍ;S K;ic-fiíicU>H
q u e 1M f;iH'i-r!i iiiipnilv' a l o d o s l o s itntir:isi'ista.s íh- la
[ í f p ú h l i c a r;--paritiia, y - r s t o s 1.::.. i.-tini¿
jilcri <1<- hiH-n ;^rMiii). .Io?aa(!:;.s iiilí-iisi- •
vy.'y- lie t )-al)a;io, ' día-" i,';!h't;!S t;n lors
J;;.Í:L[I-.'1()S d e la l i h i T l a d , iiaMiaJo fi'ío (»
i'aloi. ( ' a d a ;'i(a! a .SU ¡nodo, con t i liir.ü
o i'l ins^ f u n i i ' ü l o dt- Iraljaju cu l a , m a n o ;
(•;''!¡f .lili ir;¡s:i.sia lii- Í'!.-.|F;in;) a j i o i h i ;i! )>•:-.
ru.''i;;io c o i n ú a , ;d ¡larvv'iiir do la übofliul y
di-1 !i"d)ajo. qiu' vi-iiiCH-ai'á ¡jara '.a^: i:' 'y^i^
[ V :''\,^- ;': .1 i;~ • ,:p:- \i ;t;;,s la \'ÍL:iiiT'ia .•!!;•••; .
(•Ji'i iniiitC'a idr. i-ül-.' (SU»;-; hir!i;tdnrí-.í [">!' ia
i:oi!;-:>ía'.i'i('¡n i',r[ ii;,-:d'i) ivo|ad;n' s-'láii ¡a.'í, niuy-Vi-s ,'i:ilit":iNr;:\''S d;' I'j-.jiaí'ia, í'slá ia o r ^ a n i z a r i ó n de Mujc-",^ ;-i;iil¡a la {"'iiuar:! >• v\ Í'":K^.I'Í, aiu.
f").".:,lí' el (;i'H"iii:-n>^o di' la UIKM r a t'lias liaa I r a h a j : ; d - 'jan ia(ri!Ss!:id iii i'i;: .••iTviftUí^ rlc. S a n i d a d i'ii
lo;- ;')c;i't>H y ,1-íi 'a t!'::i.^;iai\-¡a i'iíaii (.-(•'-•;KÍI) l a l ' r i ' . H j
co'r.-i ••T;s d;^ fi")í-.I !¡;:i ¡••.•V-\ i a ; ] i a r ; i i a u u e s l i n I-;j,'>r-'•
(';••• i; K-: i'í]t;'.] i:,:¡ \ ¡!;ui ' i i s l i d a t l o ri'Ti'p.i' \s ior;nitilc',s y
di. " a ' u a d i ; •: o : ; t'iii::';!;; ^ i n l v o s i\-- <ii!iu!'a. fweucla'-!. •
V• TI. Y r l ' o i ' i h;ir. ,-• ..!-!o rsi a í;";^iiní'i ;ili\-a, " L a \ ' ; e 1r
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Laa. e n m a r a d a s cJel dcsp:\cKo n o tienen un nio-
"IA V!;."riaiiA"
eitampQ
con objeto de quo todas las rotijcros pí\rtu-i}}.en
<le lo,s,b('i)eficÍOK -por igual.
AHI
KIJ IIACK I-AUOIt AN'TIhASClSTV
~ ¿ E s t á i s contentas dol éxito de vuestra Cooperativa?—inejíunto íi estas caniai-adas.
—-¡Yu lo croo! En. pocos dias, como te hemos dicho, hemos despachado m á s de mil cai-nots, Lo
que quiere decir que las mujeres acuden a nuest r a Cooperativa, es decir, que encuentran ventaj a s en SUR compras. Y esto nos satiface, porque
al facilitar la vida de los hogares valencianos
Coniparu-i-uH do la organización
úo Mujeres Aiitiíascislas del Comité P r o v i n c i a l de Valencia
ü.íiendon a las cc.mprndoraf^. c\}U:
^,Llcnan _¡iiaierin¡niente el loca! ü'j
bt CToni)<:ra(Íva duT-ante todo el
Lan mujeres df
V a l e n c i a ad''*';' ""' ^''*''"
nets
de
co-
operadoras.
Oiii,
En el iistablecimicnlo henm^ hablado culi varias de las eonipafiei'as qu>' son alnia de la nueva
organización. E.stas son Consuelo Barhei', jiresidcnta de !a Cooj>erativa; Robería Ramón, vocal de la.Jiinla. adniinisfral iva;
Amparo P ü á n . vicepresidenta, y
A m p a r o N a v a r r o , secretaria.
—La Cooperativa se h a creado
—me dieen estas enmaradas —
pensando en las dificulíades que
se les creal/an a las mujeres para adquirir los artículos más necesarios y la carestía de éstos.
E n un mes hemos organizado la
Cooperativa, que funciona desde
el día 29 de mayo.
—¿Os ha sido muy difícil ponerla en m a r c h a ?
— E n u n mes hemos buscado local y nos hemos procurado los géneros. Tenemos
las cosas de m á s necesidad y que son? conseguidas
con mátf dificultades, por ejemplo: bacalao, azúcar, chocolate, miel, jabón, café, etcétera.
—;,Todo ello a precios m á s bajos que en las tiendas de conicst i bles?
— E n general, sí, y en algunos casos la diferencia
•es bastante. Mira, por ejemplo; la miel la vendemos nosotras, el kilo, a diez reales, y eso de la
mejor. E n las tiendas la venden a cinco pesetas.
Diez reales de diferencia. E l chocolate, a seis
treinta el kilo, y fuera, a siete pesetas. L a s judías
blancas, a dos sesenta y cinco el kilo, y por ahí,
a cinco ochenta...
LA AYUnA DE LA t'K(iEUACI(>X CAMPESIN-A
Y IitlL MIMSTKKIO I'i; AGRICL'LTfRA
—Mucho hemos trabajado—prosigue Consuelo
Barber, la p r e s i d e n t a — h a s t a conseguir esta realidad de la Cooperativa; pero hemos de conCesar
que nue.stro trabajo ha sido m á s fácil por la ayuda que nos han prestado la ITederación Campesin a y el Ministerio de Agricultura. Gracias a la
Federación y al Ministerio las mujeres residentes
en Valencia podrán adquirir muy pronto cuanto
necesiten p a r a sus hogares.
— ¿ Q u é otros géneros vendéis, a m á s de los que.
me has enumerado?
—Tenemos también—interviene la c a m a r a d a Kob e r t a Ramón - a c e i t e , vino, arroz, huevos, leche,
legumbres, y pronto tendi-emos de todo.
A n t e s d e h a c e r l u comp r a la c o o p e r a d o r a tien e que e n t r e g a r »u carn e t - en- - e r t e d e s p a c h o ,
d o n d e la e n t r e g a n el volante de venia.
TODAS I..\S MUJERES
ANTIFASCISTAS POJiRÁS SKIt COOPKlt.ViXíRAS in: "lA Vii:TORLV"
—¿Con cuántas cooper a d o r a s contái;^ h a s t a a h o r a ?
—Más de mil. Todas las mujeres antifascistas
podrán pertenecer a n u e s t r a Cooperativa y beneficiarse con sus ventajas.
— ¿ P e n s á i s establecer alguna Cooperativa m á s ?
—Sí. Proyectamos el establecimiento de Cooper a t i v a s en todas las b a r r i a d a s valencianas.
— E l carnet de cooperadora, ¿ a qué cantidad de
artículos tH derecho?
— D a derecho a medio kilo de cada uno d^, los
r.rtícuUts que expendemos. Y hemos señalado un
^día de la-semana para cada barriada. Cuando normalicemos la vida de la Cooperativa podremos desp a c h a r a cada cooperadora m á s cantidad de {género. Ahora está un poco limitada la adquisición
contribuye a la buena m a r c h a do ]a retaguardia,
que es, n a t u r a l m e n t e , u n a de las necesidades fundamentales p a r a g a n a r Ja guerra.
NAXALÍA
VALLE
(Foto.s Lázaro.)
EL AGUA DE COLONIA
COXCEXXEADA d e la ztan perftunería
AÍA'AUEZ GÓMEZ ?üKa de f a m a mundüal.
SE;VILLA.
2.
^(tampo
Tniás! e i
dLi^^pkno
UN" (.:! v e r a n o M a d r i d bt' lia convertido v'n un
hiu-rto olorosu dt; la a b u n d e n c i a df frutos. E n
U;.-^ nvtTCudüs. en las t i e n d a s y en improvi^arlop p u e r t a s d e l a s cíiUe>- la.-; b a n a s t a s dosxn'dantes de fruta envuelven la ciudad en
u n a opulencia dé colores y de f r a ^ a n c i u s ,
X u n c a h u b o en Madrid, pódennos asíc;j:urarlu, tal a b u n d a n c i a y v a r i e d a d .
A e s t a e n o r m e cantidad de n a r a n j a s qu3 iia consumido M a d r i d el
v e r a n o h a ¡ido añadiendo—sin quo
d e s a p a r e z c a n l a s n a r a n j a s - - u n a fiam a inacabable de f r u t a s . U n día, en
lay tiendas, en los m e r c a d o s , envolviendo el bUKto grácil de la m a d r i leña, que babia d e s n u d a d o los b r a zos y 3l escott; jior el calor de días
etípléudido.s, el a i r e se encendió del j ' e r f u m e (.ic j a r Oiii üf iar; fresas, Kresas d j Aranjue:;: Llene.ii los
ovalados ee.-itillos de m i m b r . ' ; vienen a d ' ; n ¡ a d n s con
h o j a s de heléchos, que r e c u e r d a n el r í o : suek-n t e n ; r
en C:H!M cesto Ol adorno fresixi d.' iiun \;.•i\ut:ñ;i rosa.
Is'o es fruta de árbol, ni de h u c r i o . Ks easi luia Iloique se ¡lUí'tle comer. Su precio CÍ; elL^vado. ¡¡.'ro esto
no p a r e c e p r e o c u p a r o los m a d r i l e ñ o s de hoy.
El dinero ctjrre aleíírenij:nte de n u m o en mano, pag a n d o cada uno el t r a b a j o del c a m a r a n ; ; sin re,^'ateo.y ."-in m u e c a s h i p ó c r i t a s . A h o r a , b a n a s t a s llenas ,de
m a n z a n a s difunden en el aire el olor de su niadiirea, Ks A perfimie opulento del v e r a n o . U n olor de
felicidad que p a r e c e p r e d e c i r el día de la g r a n victor i a del pueblo.
L a s fruteríasi de Madrid, t a n coloristas, con s u s ' p a peles de seda eñvolvÍLtndo la mercancia, tienen e.sto
verano ima s o b r e v e n í a de sus productos. Les c a r r o s
que las proveen vieni.-n carjíados do color. Las n m iej-és c o m p r a n con m á s a l e ^ r i a que n u n c a e s t a s eirue.^•.•;, e s t o s melocotone.s, bresquilias, albaricoques. que
ei'.'.'t-amente Pon de u n a bolleza y f r e s c u r a que p a r e í.-. üífrandada esto t'.ñ,o, como u n a ofrenda de la tierra.
:i;:r'i de K s p a ñ n a los sacrificios de las mtijere.^ m a dí.'tleAaíi. XlijE;üJ5a ;i!e^TÍa le fué d a d a a hi m u j e r niad¡i:-:ñ;'. —en preiii^ dé sus iiena.=; y, sacriíicius íte la
^-Lí'.Trii -como e^le• enluKiasmo íL' Ueiia;- sus Lwstus
COI! t a n espléndidos frutos de la t i e r r a española.
A t r a í d o s t a n t o p o r le bonito de los f r u t u s y s u s p e r fumes como pbr la belleza de e s t ^ s jóvenes c o m p r a doras, hemos interrog;ado a u n a s rauchachitas. M a r y
y ConsuL'io.
Mar^y h a c<'inpra<5o sin colas y a , ¡qué a I e g r i a ! - - d o s
g r a n d e s c u c u r u c h o s de ciruelas
y naranja.s.
Son la. a l e g r í a de la m e s a
[it mediodía. Me g u s t a tener roíjKS. P e r o la fruta
es a ú n m á s , b<ínita.
-, Yo t a m b i é n amiii lo.s
fi-utos, pero a h o r a ni tengo humor p a r a comprarlos, ni siquiera jiara a e e r c a r m e a '/erlo;;. Mi novio ha
sidií hi.-rii.!o •,;i) el pocho...
.Se c u r a r á , n<.< lo dude. V e n d r á de
nuevo a todos la a l e a r í a ,
enj^randecáiia ¡j''r la
victoria del pueblo.
F.Mn.io F Ü R X E T
(l-'otüs
Dcnitez
eítampa
nocía Ifi fi.sica, ni !íi quínjicn, ni las iii.'iteniát-icns.
jíubfi un nioniento ou qut; crci qiit! tondrúi quo
aljaiuliinfrio U)iii> y rt:';;rosar ;il "Icoljos", pt-ru f.if.
urmt' d" '•.•¡ur y m e i'nlrfgiic ;ii i\'<l.i.ini{> con. to'lo
í-.I ahinr: • :.i. qtuí <:r;i capax.
Kn üíKiO p;.L.iO ni Utí^irUo ilí^ Bm-iünnslí, jiar:'. t r a b;ijar L-n 1» urí^rtni/.aciün ÚÚ f;r.'itij;i.s ;ivÍi'ol;i,--. AJlí
f u i dondu Jiul)ÍL'run úi- í.otr:ar tiiTr;i uir::!);-.!!!!!'.--Li.! úus iivi'-.ni's del t¡i>ü IT-l. v'M¡^ ¡U-^p<n-'..6 < .u.rme emocii')!] i^n ol pur-bio, T<'di>s C-.T riuiD.-; .ii M lio di; rííi'rrixají;. Yo m e qiiod'J (¡i>Kltimbr:Hi;i no
:;;tbÍL'iidi> qué a d m i r a r m;iw, ni a los avimics 'i <,i
los avi;olni-c.'-, i-i¡l,r'' hi^ (¡ur; hahia una m u j t v .
;.Fei-o ¡nK-de volar u n a m u j e r ?
presn'itt'.
•.•-¡NatiiraJmcnie!- n;i-í cnntfytt'i, riendo, la paí-ajera
del U - 1 . •
'
Vn iin li;ibía ¡)odid(i c o m p r e n d e r qne no KO t r a t a b a
í'o- n n a •iviad<ira, ;'ino de u n a cnferiiifra,
- O i ' b c din* n n u h o miodo--iní^istí.
- • Kn abi^oluto.
i..'iio (ir los íivi.uií'fíi.- liiio:
- Vil iii.' C!in;:r'do m J a r k o v una nitijer jdííito do
•.iviacii'iii.
orno llegue
ásersyiadora
militar
pKuIinn Oíaipenlto et irsla alegre ttitii^hntilia a l d e s n a , que hn p a s a d o , .de o b r e r a
campeKÍna «n uti " k o l j ó s " , A p r i m e r aviadora d e la U. R. 5. S.
p o r PAiLiN-A O S S I P E N K O
l e c o r d w o m a a d e vuelos de a l t u r a .
Pnitliutt
Ofst¡tci¡ko,
/-fVoííí.f fíiHctinoN
la auiíiir, uviadoia,
f<tr!;(i, y "íMOS con. carj/a
t-ovii'f¡ra,
Imce vno$ dia-s trcx
la de S.SG^f metros ••fin
de J.OOO hUoijyinnoff, noti cuenta
hulnf de seifiiii- i'tita Vcjiar o osfciiUir
inihtar
que rstahlcciú
minic/iatv.s tic aílino_. alc'ujzniulo
el t/i'ado de teniente
</ií« m el ¡nifimo une conduce
de la U. R. S. S. hacia
tn cumhic
el camino
en Ja
a Ja juventud
de lat rea}izac}o7ics
*?«•;
Aviacióu
pro;¡rcnÍva
humanas.
i:>- SIMI'I.E ATICIÍRIZ^VJK DESCmiíF, T.-XA VijCACIÓN
H
K UegaOo a s e r a v i a d o r a p o r p u r a c a s u a l i d a d . Si n o hubiese Pido p o r el
a t e r r i z a j e que en u n a ocasión se vieron obligados a e f e c t u a r . e n n u e s t r o pueblo dos aviones, quizíl no }iubiese p e n s a d o n u n c a en la aviación;
Kn lO'ií*, nu...stro "kitljofí" obtuvo plaza^^ p a r a s e g u i r diferentes estudios. Yo fui
enviada a Kiin' p a r a h a c e r u n curso dn a v i c u í t u r a . de seis m e s e s d e d u r a c i ó n .
Mi .'^upr^-rna a.sairación e r a el e s t u d i o , p u e s e r a casi i l e t r a d a p o r cttmpleto..
Como no llegué a t i e m p o p a r a p a s a r l a s p r u e b a s p r e l i m i n a r e s , m e cosió m u r
ch.t t r a b a j o c o n s o s u i r que m e p e r m i t i e s e n Kf-g;uir loa cursos. Todos m i s compañero-; b a b í a n hecho los siete a ñ o s r e g l a m e n t a r i o s de colegio. Yo n o ; ni co-
E s t u c o i m í mí entusiasme*. D u r a n t e m u c h o t i e m p o n o cesé do r e p e t i r m e a im
mi.sma que era a b s o l u t a m e n t e necesario que yo l l e g a s e a ser a v i a d o r a .
ESTL'OlAIt, KSTfUJAU A TOIUS aiORAü!
Un p a i s a n o mío, a quien y o conocía, e s t a b a en la Kscucla de aviación de K a t e h a . Le escribí contándole el caso y mí conversación con los t r i p u l a n t e s de lo.^
aviones, n o olvidando, n a t u r a l m e n t e , de r e c o r d a r l e que. s e g ú n m e h a b í a n dicho
helios, on. J a r k o v u n a m u j e r e r a aviadora, T a m b i é n le decía que yo tenía entonces vcintitré."i.años y que e r a m i e m b r o de l a s J . C. D e s p u é s de todos estos det a l l e s le r o g a b a que m e a y u d a s e a c o n s e g u i r m i propósito.
P r o n t o fui e n v i a d a a K a t c h a . P u s e Itido m i e n t u s i a s m o on p r o b a r al director d e
la E s c u e l a de pilotos que d e s e a b a p e r t e n e c e r a la Aviación militar, porque, llegado el ca."ío, .sabría defender a mi p a t r i a como lo p u d i e r a h a c e r u n h o m b r e . Kí
s o n r i ó y m e contentó s o l a m e n t e :
- B i e n , Vaya usted a p a s a r la l o v i s t a módica.
30n i'i hospital, los médicos me reconocieron y m e d e c l a r a r o n a p t a .
Ya en la E s c u e l a de aviación, me c o r t a r o n el cabello, v e s t í el uniforme m i l i t a r
y ful alojada -^n u n a h a b i t a c i ó n de !a c a s a c o m ú n . Y a todo de[)endia de mi. E n i
necesario rstudiyr, estudiar mucho.
AI principio m e .fué m u y difícil. T r a b a j a b a p o r la m a ñ a n a , p o r la t a r d e , por la
n o c h e . Todos los días, sin u n a üola excepción, sin t o m a r m e n i n g ú n dc.'^í an.'ío;
T a l e r a m i deseo de ser a v i a d o r a .
estampa
- - V a m o s , e n m a r a d a OssiperifcOi tíay que subir
allá a r r i b a ,
^Ic i-Ievé, consiguiendo llegar a los Ji.lOfl m e tros, í^:! avión y el m o t o r p o d r í a n rí'iidir a ú n
más, pero prefiTí i-vitar id riesgo. Cuando a t e rricé. ~mc iliflo >-l c o m a n d a n t e que a c a b a b a de
batjjr. a u n q u e extra»tfieialmente, u n récord
m u n d i a l . ¡Y yo no lo sabia.'
Mi m a r i d o , el jefe de ílestacamentii Ossipov,
subia nuielin t a m b i é n , P e r o yit eonsi'guí sobrep a s a r l e , así como a todos m i s c o m p a ñ e r o s de
la unidad.
M.Et.f) SiN JNSTltr<"T(Jlí
Unlinariamentí? no se a v i s a con anterioricifui
a tos a l u m n o s cuando van a volar por p r i m e r a vez sin c*l i n s t r u c t o r , y asi me sucedió a
mi. U n día a c a b a b a úo ofecVnar un vucln *\c\.
qin? había a t f r r í z a d o mai, toniandd tierra hru.scamt'nti-'. Lñf;icamBnt!>. yn no i ^ ü a e s p e r a r
que ose día fue.-^e el indicado p a r a que miv
pormitiepcn volar sola. Pero, y a en t i e r r a , el
i n s t r u c t o r m e dijo:
- ;. Kíífá usted f a t i g a d a ?
i»K oBRKKA nr: "Kur„Tos" A
J'FÍIMMÍA AVIAiitiítA
—No;
- P u e s va usted a volar sola.
C u a n d o me elevé no podía d a r crédito a m i s
ojos. Me jiarecia m e n t i r a que el in.'ítructor no
e.^tuviese allí. D u r a n t e todo el vuelo e.stuve en.
un estiulo (]•• ten.^ión n e r v i o s a indescriptible.
FA a t e r r i z a j e fué perfecto. Subí por sejíunda
ven VI n ¡íi^ual é.xito.
A fines de 19.1G tuvo la s u e r t e de a s i s t i r a la
a s a m b l e a de las mujere.'» de c o m a n d a n t e s del
E j é r c i t o rojo de la U. R. S. S., a la que ctmcurri como s e g u n d a o r a d o r a . Mi discurso fué
escuchado p o r los e n m a r a d a s Stalln y Voruchítov.
A.si fué como empecé n volar ;-in i n s t r u c t o r .
Yo
e s t a b a emocionada por la prt-seni:ia de esp e r o a ú n nu- q u e d a b a m u c t n ' que a])render
t
o
s
do,s jefi.-.- t a n amadfis ]v>r nu-'sti-i> puebio.
p a r a l l e s a r a ser ima v e r d a d e r a a v i a d o r a .
D u r a n t e la eimferertí'ia se jiroduju una esceU n liia. el infitructor me m a n d ó describir son a que no olvidaré j ; n n á s , y que me lii/o salore el m a r u n a fipura complicada, en f o r m a
t a r las láí^rimas.
de espiral. Tímié vuflo, p e r o al ir a t r a z a r el
H a b í a n venido unris lu'ños a s a l u d a r a! c a m a espiral, seiili miedo. Y m» pude tieciiürme.
r a d a ñ t a l i n . Kste los a y u d ó a t r e p a r sobre l;t
Cruandii. volví a l i e r r u . el in.struettír me jirenivsa pr'-sideneial, bí-.-^ándoles con car;:""! - y ••sHiuitó:
t r e c h á n d o l e s c o n t r a si, mi'-iitras los niños co;, Y esa e s p i r a l ?
r r e s p o n d í a n con el mismo afecto a r'U^ cariNo me he atrevido...
cias. Yo penVíé que t a n t o los nlñirs como los
— I m p o s i b l e . Vuelva u s t e d a s-uhiv y realice
adultos t e n í a m o s la m i s m a venara eión por
antea alynuü.=i picciclos.
esti' hnmhr.>. el y.'ic miis n m a d o del m u n d o .
Subí. Llevé el aviCn h a s t a el sitio indicado, y
A l final de l a conferencia estahk-cí un conm e volvió a a c o m e t e r l a indecisión. Y a iba a
t r a t o íle emulacii'jii srei;d¡st;i con h; ingenievolverme, c u a n d o me dije: "Xo, es n e c e s a r i o
'r.ulin.i Ocsipenlío saluda e n t u s i a s m a d a as subii- a su a p a r a t o .
ro m i l i t a r M a r g a r i t a L'-chtehíii/':'-'!- . ;-i>i-.n'-oh a c e r u n esfuerzo." Hice t r e s rizos. N o t u v e
metiénilom.e a establecer oliciahnente el réC u a n d o me senlí con á n i m o s ¡lara ello, sulicité del
cord muniiia! femenino de. a l t u r a . Voiíicliilov me
miedo. Volví ;d auródromti r a d i a n t e (íe iilv. g r i a .
eoman<iante la a u t o r i z a c i ó n p a r a ivali;car un vuelo
escribió en a q u e l l a ocasión, l u c i é n d o m e : "'La 'lede larpia distancia. p:i jefe reflexionó unos m o m e n seo el éxito en su. e m p r e s a , l a n g r a n d i o s a como ilil'N líí;C<t|ili .\U'Mi!.\L SIN SAlil-JRLÜ
tos, y luego me dijo:
ficil."
— ¿ S a b e usted lo q u e yo la p r o p o n d r í a , O s s i p e n k o ?
A íines íh' lii;i2 salí de la I']seue!a de aviación con
P r e p á r e s e u s t e d m e j o r p a r a vuelos de a l t u r a . ¿ L a
la calilicMción de " B i e n " en Ludas l a s asifrnaturas.
parece bien?
Y a 'era a v i a d o r a militar, y e s t a b a a g r e g a d a a u n a
Consentí con a g r a d o . E n s e p t i e m b r e de 1936, el counidad de c o m b a t e . J a m á s he tenido a v e r i a s . F u i
I n m e d i a t a m e n t e me p u s e a t r a b a j a r . , y hoy y a he
m a n d a n t e m e m a n d ó l l a m a r , y m e dijo:
n o m b r a d a iefe de flestacamento.
conseguido c u m p l i r m i p r o m e s a .
BLENORRAGIA
.V (PURGACIONeS)
«n (odaí lus manlfcjiaclonei: URETRITIS.
PBOSTATITIS. ORQUITIS, CISTITIS.
OOT.A MILITAR, etc.. en £1 nombre y
VUCVlTlS, VAOINITIS, MeTHlTIS,
C I S T I T I S . ANCXITIS. PLUIOS,
C1C:. en l« mujer por crónica» y rebeldes
4ue »enn. «e comb«ien de luw manera
cAmQda Tipiaé V eflc«A con loij
[AíiEn eEl Df. SOIVilE
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Por no liaber sido recibido a tiempo no podemos dar a nuestros lectores el linal
del reportaje
Los gu|erriliero5 rojos de Extremadura,
anunciado para este número.
EPILEPSIA
A. M O R
P a r a h a c e r s e Ant»r loca,
m e n t e . D o m l u n r n loa h o m bree, coiiquistAr a \víA m u jeres, Mnni]n<l «elin iU> 0,30
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e^lompa
PRIMEROS DÍAS
DE NUESTRA
LUCHA.
BAtallaha por ahí en defensa del pueblo una columna formada por al aluvión heroico de los
primeros días. Iban en ella comunistas,
.tocialistas, hombres de la F. A. í., guardias
civiles
y hasta
gitanos.
Frente a una ciudad se entabló una operación,
y uno de los primeros en caer herido fué nn
guardia civil, cuyo peso, descontados
correaje
y dotatiónj )ÍO bajaría de ciento veinte litios.
Uno de la F. A. I. y un gitano, que marchaban
junto a él, Ir recogieron:
LO QUE CUENT/inLOS
HOMBRES DEL ÉRENTE
>•'• COMHATIA AUN EN LOS MONTES DE LA ALCARRIA.
LOS SOL- •
• i(i:'<:.s lifl Ejcri-tfo ¡i(>}núnr liuhítin realizado fdiziticitfc
un golpe de mano.En las trincheras fiiscistas. a.saHudu.s- con las primeras' lucen del día, $ovnhttn lof¡ úllimos Uros. Los jefes de la Driyada seguían atcutamcnte
la
ofx'raeión desde su />nrsto de ynando.
Dr íííí/jroi.iso. Ilans observó que por el valle x'cnuí hacia las segundas lineas un gran grupo de soldados.
— / S e r á qitr chaqucfeaní—preijunió
a sus oficiales con
cxtrañeza.
Aquello era incrcíhlc.
— ; Á veri ¡Que yaya un oficial y se entere!
Salió un teuirnfc ni ¡itílojir, y en la tnifad del valle se colocó entre los que
í/^ffii camino de la rrti/i/iiardia.
—^Quiénes sois vosotros, compañeros?
/Por qué
retrocedéis?
Los del grupo se initmidaron.
Por fin-, uno
habló:
—No, señor: no retrocedemos—dijo
tímidavicntc. Somos nadonali.stas y venimos a que
nos hagan u.yfcdvs
prisioneros.
~-;Por vuestra madre.'—rogó el guardia—, ¡Llevadme al puesto
sanitario!
— ; Q u c ticne.s?
—Aquí, en esta pierna.
Como pudieron, el gitano y el faísla caryaron ron el yuardía herido y echaron a andar con él en lirados. Pero el pui.-stn estaba lejos y los dos milicianos llian ron la lengua juera. De r e - cu cuando, el gitano pro¡ionxa, derrengado, al de la F. A. / . :
— / E c h a m o s una paradita.'
y dejaban al yuardiii en el suelo, entre ayvs desgarradores.
Luego Iv cogían otra vez, y, resoplando, daban otros'cuautos
pa.s-os. Por fin llegaron
al pur.slo de .socorro y 1:: v>>lc\¡ron ut!i. Knloncfy rl gilar.o. bañado r:\ sudor, deshecho para todn s'i vi<lr, nr cnruró con rl guardia y ?'" '/.'./'''•
—¡Eres an "jircvHt gia-.". I.-ÍÍ "arma"! ¡Civil, fau gordo y qiu 1-: ü::'\i a
cuestas un gitano ii uno dr' !a V. A. I.!
•
UN
AMIGO
NUEStro. que no es precisaluenir un én-.ulo del Ci<!.
salió la otra tard-: a
enscñtir a uu rsrrilor
nen'uego I o s cslrago-^
quclos hombardiíjs
fascistas han
ocasionado
en Madrid.
-yuesiro aiiiigo. calle dr
Fufararral
abajf:'. !r
'i'o.s'raba a ! •.'¡•¡Üín'!"
las-' casas
agujc-rrados.
- vif/ííí rayó un obús decía- -. Vámoniis por
< stasrit/'".s. F.n lu Gran
Vía no ha;/ nada ini(rcsa}iti,
Pero (!. nontego
eonfini'utu! avjiaudo ti'iria ':/
ESTA ULTIMA OPERACIÓN
VICTORIOSA
DE GUADALAJARA
TIE•)ie otras anécdotas intere.santcs.
.
Cuando el coiututfe era más duro en el valle, el jefe de la Brigada que ejecutó el golpe de /nano cru::aha las primeras líneas dando
órdenes:
- •• ¡Ádrlant-'!
¡Una compañiif a la derecha, y los copamos!
Los .wldados, i:ontc,itos de la victoria que ya alcanzaban con la punia de
los dedos. d<:l--an gritos al ver a su jefe, y .seguían
disparando.
E! :•)¡:¡ar!!!c,i>( sr ',i''-rnó. De pronto, se rió rodeado dv soldados que le
,^.;.' •-''ihini i'i'!'<l"-^. !:</•'• (1 puño til la sien derecha.
- -¡En las batallas r.o se saluda, cou(¡^aTieros!—J(s
gritaba.
Y seguía
andando.
Pero los panos no
sr bajaban. El jefe
coinC}i::ó ít {ijnr\c cu
las ropas, d'!<h-:chii:.;
}f -sxí-íci.'í,. (pte cubrían
u aquellos
ho.nhrc-:.
y
pregunló:
- •/Quién:'s s:>:s, •••:'.c-'A'':-hos.'
'- SoufOs pr-¡s\c:t-j •
ros
--le
C-:;\i.
.-'{•¡rOi:.
'"'yríiba de CÍ; re I'., y.
rr; vínnov.os
-•-/Esc
hoyo,
pri'gnu taha.
por uqui.
(/• ' • ••• '
•-'.' y,
'•Á-íi
i¡¡ a ••:
éíf;.'<'•:'ay! cbib
:!'::\iego. na ¡, !•::••>• la Gran -'/iu. lia.;!.; (,',-:. U-gc.úr
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LUCHA Elt LA ^RRANlA DE COR0OBA
(Un interesanilsitno reportaje de este n ú ^
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