MOLINA, Roberto Carlos s/ recurso de casación

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Acuerdo nº 6/95 en Plenario nº 3, causa de la Sala IV
"MOLINA, Roberto Carlos s/ recurso de casación -Ley 24.390-"
En Buenos Aires, a los
16
días del mes
de agosto de 1995, reunidos los señores jueces de la Cámara Nacional de
Casación Penal en virtud de lo ordenado a fs. 127 y vta. de la causa
MOLINA, Roberto Carlos s/ recurso de casación y a mérito de lo prescripto
por los artículos 10 y 11 de la ley 24.050, para resolver sobre "si la ley
24.390 es de aplicación a las personas que se hallan privadas de
libertad en virtud de sentencias condenatorias firmes"
La Dra. Berraz de Vidal dijo:
2
permanecido cautelados durante el trámite del proceso por un tiempo mayor
a los dos años, salvedad hecha de las exclusiones que la misma norma prevé
(artículo 10).
Adelanto desde ya mi voto afirmativo.
La
ley
24.390
-llamada
a
sí
misma
reglamentaria del artículo 7, punto 5º de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica, artículo 75, inciso 22
de la Constitución Nacional)- no tiene, por cierto, una feliz redacción;
y al introducir en su artículo 8º modificaciones al artículo 24 del
ordenamiento
sustantivo,
ha
omitido
darle
su
redacción
definitiva,
repitiendo vicio igual al contenido en la ley 23.070. Quizás porque, como
en ésta, el codificador ha entendido legislar con cierto espíritu de
transitoriedad, fruto de una etapa de transición en la que coexisten
procesos que tramitan simultáneamente por los procedimientos de las leyes
2.372 y 23.984.
Sin
embargo
dicha
modificación,
tal
como
viene enunciada, no importa temporalidad o limitación en el tiempo.
Mucho más sabio, preciso y prolijo hubiera
3
operación lógico-jurídica encaminada a desentrañar la voluntad que la
anima, en función a todo el ordenamiento jurídico vigente; descubrir su
propio sentido, pues ellas deben aplicarse conforme a él, "no siendo
permitido so pretexto de interpretarlas, alterar su significado preciso o
eludir el alcance de lo expresamente ordenado por el legislador. El
intérprete debe reafirmar el propósito de la ley atribuyendo a las
expresiones claras el sentido y efecto que de ellas provienen" (Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la
Capital Federal, La Ley 25/11/50).
Aunque la "ratio" de la ley -o elemento
histórico que subyace en las discusiones parlamentarias- no parece haber
sido otra que la de paliar una situación contingente, vinculada a aspectos
de la problemática jurídica y carcelaria argentina, lo cierto es que el
esfuerzo legislativo se enderezó a establecer "una política criminal en el
estado de derecho que asegure que el sacrificio de la libertad individual
tenga un límite de tiempo que sea razonable y que permita que no exista
incertidumbre en aquél que se ve privado de la libertad y sometido a
proceso penal" (del informe del diputado Gauna, presidente
de la Comisión
4
En ese marco de referencia se discutió y
aprobó la ley 24.390, priorizando el derecho a la libertad personal y la
presunción de inocencia. El producto, resultó una ley -que bien podemos
llamar mixta- en la que se suceden normas reguladoras del proceso penal
(duración máxima de la prisión preventiva efectiva, posibilidad de su
prórroga y tiempo y modo de cesarla y sus condiciones), y del derecho
penal al modificar el artículo 24 del Código de fondo, a cuyo cuerpo se
incorpora en lo pertinente, en virtud de cambiar la estructuración de las
consecuencias
de
la
retribución
penal.
En
ambos
aspectos,
media
independencia funcional entre los preceptos de la ley según sea su índole
y contenido.
En cuanto al derecho procesal nuevo que allí
se consagra -cuya legitimidad por algunos cuestionada no es del caso
analizar
aquí-
éste
opera
para
las
causas
futuras
y
en
trámite,
comprendiendo por ende a los procesados y condenados sin sentencia firme,
a quiénes beneficiará la nueva forma de computar los tiempos de la prisión
preventiva que consagra el artículo 7 de la ley 24.390.
Por su parte la reforma al artículo 24 del
5
extinción de la pena firme impuesta.
Limitarla en sus alcances quitaría a la ley
su carácter de modificatoria del código de fondo.
Tal
la
interpretación
que
entiendo
corresponde asignar a la reforma en cuestión; al "acto de querer" que es
la
norma.
Ello
parlamentario
encuentra
previo
a
su
sustento,
sanción
además,
(versión
en
el
mismo
provisional
trámite
Diputados,
26/10/94) en el cual muy claramente expuso el diputado Gauna que "el
proyecto en consideración determina que en aquellos casos en que la
prisión preventiva
exceda a dos años debe utilizarse un cómputo especial
modificándose para estos supuestos el artículo 24 del Código Penal. De ese
modo, por cada día de prisión preventiva posterior a los dos años se
computarán dos días de condena". A su vez el diputado Gallo -al discutirse
el artículo 7º de la ley- expresó que "siguiendo la filosofía tradicional
del Código Penal" y a fin de "mantener su primitiva redacción", proponía
un sistema de cómputo acorde con el ya vigente; no hacía con ello sino
relacionar los artículos 7 y 8 de la ley, dándoles un único contenido
normativo, indicador de los lógicos presupuestos de su aplicación.
6
preventiva dos de prisión o reclusión. Este es el efecto automático de la
sentencia en el cómputo de la pena del detenido".
Comprendo
que,
legítimamente,
es
dable
obtener de la norma (artículo 8º en función del 7º y del 1º, ley 24.390)
alguna otra significación; pero aún así, sería ineludible optar por la
interpretación que reporte el mejor resultado, el más justo y acorde con
las exigencias de la materia sometida al imperio de la norma en discusión,
preservando la igualdad ante la ley a fin de que, idénticas situaciones de
hecho, se vean regidas por los mismos principios jurídicos (artículo 16 de
la Constitución Nacional).
Razones más que suficientes de injusticia y
falta de equidad resultarían de negarle al condenado un cómputo de prisión
preventiva más beneficioso, irrogándole un daño que el derecho declarara
indebido al ponerle coto al cautelamiento personal y morigerar los efectos
de la pena, reconociendo de hecho que se ha incidido gravosamente en el
conjunto
de
bienes
jurídicos
del
justiciable
que
permaneció
preventivamente privado de su libertad.
Por
otra
parte,
la
reconstrucción
del
7
por una ley procesal local
Establecido en dos años el plazo máximo que
el codificador reputó como razonable para el encarcelamiento preventivo,
reformuló el artículo 24 del Código Penal, fijando un principio de
proporcionalidad entre el encierro anticipado que lo superaba, y el monto
final de la condena.
Sabido
es
que
una
ley
que
modifica,
interpreta o corrige una anterior, es una nueva ley que se rige por el
sistema general de retroactividad; y que toda norma, en la medida que
integre el sistema jurídico regulador de la imputación penal y sus
consecuencias, retroactúa cuando resulta más benigna que la anterior. No
escapan a dicho criterio las reglas de cómputo de la prisión preventiva,
pues ellas hacen en definitiva al cumplimiento y duración de la pena, y a
la menor restricción de la libertad personal. Aspecto éste que doblemente
protege el ordenamiento sustantivo al establecer en su artículo 3º, con
loable sentido de justicia, que "en el cómputo de la prisión preventiva se
observará
separadamente
la
ley
más
favorable
al
procesado",
dejando
imperiosamente de lado el principio de unidad contenido en el art. 2º del
8
consideraba causa de atenuación-, hasta la sanción del Código Penal en
1922 y sus reformas, pasando por los proyectos que le antecedieron y
sucedieron, nadie ha controvertido seriamente la justicia ínsita en esa
modalidad de compensación que equipara la detención preventiva, por sus
características de privación de libertad, al cumplimiento de la pena.
Regulación
que
encuentra
fundamento,
además,
en
los
padecimientos
y
perjuicios que siempre irroga al cautelado -cualquiera fuere su duraciónla detención impuesta jurisdiccionalmente durante el trámite del proceso,
y que "al operar de ese modo severamente en su ecuación de vida, da lugar,
por suficiencia, a disminuir la pena a cumplir en la sentencia". (De la
Rua, Derecho Penal Argentino, Parte General, página 283).
Incumbe
a
criterios
legislativos
de
razonabilidad el determinar, en definitiva, el mayor o menor cómputo de la
prisión
preventiva,
en
razón
de
las
facultades
Constitución Nacional (art. 75, inciso 12 -
exclusivas
que
la
Texto según reforma de 1994)
confiere al Congreso de la Nación para dictar el Código Penal, y disponer
en él aquellas modificaciones estimadas convenientes para proveer a su
evolución y desarrollo.
9
criterio de la seguridad o la defensa social, pueda justificar su aplicación no retroactiva, o el apartamiento de sus principios.
Sostener
produciría
el
deterioro
del
imperio
lo
contrario,
del
principio
en
mi
opinión,
constitucional
de
igualdad ante la ley. Es que bien miradas las cosas, tanto ha padecido
física y moralmente el individuo preventivamente detenido en un proceso ya
finiquitado
por
sentencia
condenatoria
firme,
como
aquéllos
que
aún
aguardan condena. En tales casos la frontera que separaría su posibilidad
de acceder a la reforma, se vería inicuamente circundada por el "antes" o
el "después" de la fecha de vigor de la ley, límite temporal que muchas
veces habría de resultar absurdamente breve.
Podrá argüirse, no obstante lo dicho, que la
igualdad ante la ley se vería quebrada en el supuesto en que, siendo dos
o más los coprocesados sujetos a una misma investigación penal, el que
estuvo en custodia preventiva por más de dos años cumplirá en definitiva
menor
tiempo
de
privación
de
libertad
que
aquellos
que
-condenados
finalmente a sufrir igual pena- soportaron una prisión preventiva menor o
el proceso en libertad. La operación matemática resultante podría dar un
10
traducida
en
igual
tratamiento
para
situaciones
iguales,
la
posible
objeción se ve superada. Es que -como sostuvo Radbruch- "la igualdad es
siempre una abstracción, desde un punto de vista determinado, de una
desigualdad dada". Basta para advertir su acierto, el disímil modo de
contar la prisión preventiva cuando de condenas a pena de prisión o
reclusión se trata.
Para quiénes ven en la ley 24.390 que el
legislador sólo quiso establecer un cómputo diferencial dirigido a los
procesados y condenados sin sentencia firme, cabe recordar que aquél
"expressio verbis" dio a los artículos 8 y 7 -con remisión al art. 1º- un
carácter de absoluta generalidad, carente de toda impronta restrictiva
compatible con aquella posición. Su contenido bipartito -normas de derecho
procesal y penal en un único instrumento legislativo- tampoco autoriza a
distinguir
donde
la
ley
no
distingue;
ni
puede
llevar
a
pensar
en
imprevisión por parte del codificador, el que muy sencillamente pudo -si
así lo quería- dotar al mecanismo de reducción de distinto alcance
autolimitándolo.
Tampoco entiendo posible sostener que esta
11
finalmente impuesta; o la pena arbitrada en la sentencia no firme; o el
tiempo necesario para obtener la libertad condicional (art. 317, incisos
1º al 5º del Código Procesal Penal de la Nación).
Tales
consideraciones
-que
no
pretenden
agotar el problema en su latitud y complejidad, ni dejar de lado las
opiniones de mayor erudición y solvencia de los restantes colegas- me
afirman en la solución preanunciada al iniciar el desarrollo del tema;
desarrollo en el que he hecho abstracción de la legislación y doctrina
extranjeras,
por
entender
imprescindible
ajustarse
a
la
realidad
de
nuestro derecho positivo en la búsqueda de la solución querida.
Concluyo en consecuencia, emitiendo mi voto
afirmativo en lo que hace a la pregunta motivo de este Acuerdo.
La Dra. Durañona y Vedia dijo:
La pena debe ser un mal para el delincuente
y debe ser aquella cantidad de mal que el legislador considera suficiente
12
admitida por el magistrado, para el cual la ley vigente, intérprete
suprema
del
derecho,
es
incensurable.
Ante
el
magistrado
que
debe
calificar la índole del hecho atribuído al imputado, la ley actual es
siempre el verdadero derecho (conf. Francesco Carrara, Programa del "Curso
de Derecho Criminal dictado en la real Universidad de Pisa", Parte
General, Volumen II, nº 746, pag. 125, edit. De Palma, Bs. As., 1944).
Ello sentado, adelanto que comparto en un
todo lo expresado por mi colega preopinante, Dra. Amelia Berraz de Vidal.
Ex abundantiae, al meduloso voto que preside
este plenario, agrego:
La ley 24.390,en su art. 8º modifica el art.
24 del C.P. para los casos comprendidos en esta ley.
¿Cuáles son los casos comprendidos en esta
ley?
Aquéllos en que la prisión preventiva exceda
el plazo de dos años, en cuyo caso se computará por un día de prisión
preventiva dos de prisión y uno de reclusión.
La ley se aplica a las causas en trámite sin
13
art. 24, está legislando para todo el país, pues modifica el código de
fondo. Por ello, el senador De la Rua, al exponer sostiene que "no debe
tocarse el Código Penal para resolver una situación del Código Procesal
Nacional, porque aquél rige para toda la nación y aquí estamos resolviendo
sobre la legislación procesal de la Capital Federal".
El
mensaje
manifiesta
además
que
la
ley
establece una limitación temporal perentoria de 24 meses para la prisión
preventiva; lo que exceda de él, se computará por un día de prisión
preventiva, dos de prisión o reclusión y que tal disposición se aplicará
a las causas iniciadas bajo el régimen de la ley 2372.
Tal proyecto fue discutido en el Honorable
Senado en las sesiones del jueves 1º de septiembre de 1994, siendo
sancionado casi sin variaciones y elevado a la Cámara de Diputados para su
consideración. El senador Alasino, en dicha sesión, al hacer uso de la
palabra sostiene que la Comisión de Legislación Penal del Senado ha
recibido propuestas de modificación vinculadas al tema de vigencia de
aplicación específica de la ley a las causas en trámite, propuestas que
como veremos no fueron consideradas. Expresa también que el art. 4º intenta
14
sentencia vale la regla del dos por uno. Esto es así por imperio de la ley
de fondo, porque se ha excedido el plazo en el cual uno cree que
razonablemente debe resolverse la situación procesal; el efecto que tiene
es que si la sentencia, esté firme o no, ha sido dictada excediendo los
dos años, se computa".
Elevada
la
ley
a
consideración
de
la
Honorable Cámara de Diputados, la misma modifica íntegramente el proyecto,
en realidad redacta otro, pero siguiendo la misma dirección.
En la discusión del mismo, nada aclara el
diputado informante de la Comisión de Legislación Penal, Dr. Gauna.
En
realidad,
todos
los
diputados
de
las
diferentes bancadas justifican la ley en función de la actual situación
carcelaria, con contadas excepciones.
Enviada nuevamente al Honorable Senado, el
senador Alasino, a pesar de las deficiencias de la ley, manifiesta que su
bloque apoya el proyecto a mérito de la urgencia política para resolver el
tema. El senador De la Rua sostiene que la ley tiene partes de alcance
general para todo el país -el cómputo- y las otras rigen sólo para los
15
procesal?: se trata de elegir, entre las interpretaciones posibles de la
ley, la que más favorezca al reo. No es admisible considerar la primacía
obligada de la interpretación más estricta (restringida).
La
interpretación
más
amplia
o
extensiva
debe ser reconocida toda vez que se demuestre que la hipótesis propuesta,
en
el
caso
"los
condenados"
queda
implícitamente
comprendida
en
la
regulación de la ley, aunque la ausencia de su enunciación expresa nos
haya hecho dudar al respecto.
Si
cometidos
bajo
su
vigencia
bien
(tempus
la
ley
regit
penal
actum),
rige
tal
los
hechos
regla
admite
excepción en materia penal y se funda en principios de justicia.
En efecto, es justo que luego de cometido el
hecho, si el legislador cambia su concepción jurídica acerca de la pena y
modifica favorablemente las consecuencias de la imputación penal, no se le
niegue el beneficio a quien se encuentre en condiciones de ampararse en
esa mayor benignidad (conf. Francesco Carrara, obra cit., tomo II, nº758,
pag. 129). Por lo que la retroactividad de la ley penal más benigna se
funda en un principio objetivo de justicia. Nuestro derecho positivo
º
º
16
favorable.
Mediante el art. 2º del Código Penal se opta
por la tesis más liberal de la prevalencia de la ley más benigna, pues no
se detiene ante el principio de la intangibilidad de la cosa juzgada. El
proyecto Tejedor no establecía la retroactividad durante la condena; sí la
admiten, el Código de 1886 (art. 48, 2º y los proyectos de 1891 en su art.
7, 1 con restricción), 1906 (art. 3º, 2), 1917 (art. 2º, parágrafo 2), 1936
(art.2º, 2) de Peco (art. 3º) y de 1951 (art. 8º, sólo en relación a la ley
penal permanente).
Hay muchos códigos que limitan al momento
del fallo la posibilidad de la aplicación retroactiva de las nuevas leyes
penales, así como un sector de la doctrina, pero nuestro Código Penal, al
igual que otros sudamericanos (como el brasileño de 1940, el de Nicaragua
y el de Ecuador) y en los españoles (de 1870 (art. 23), 1932 (art. 24) y
1944 (art. 24)), hace que el principio de la cosa juzgada ceda frente a la
tesis de revisión favorable al condenado, a fin de no irrogarle a éste un
daño que el derecho declara innecesario. Los términos del art. 2º no
admiten limitación respecto de los casos que autoriza; la limitación de la
17
reo viene a ser obstativa a la ejecución de la ley anterior; la pena
impuesta en virtud de la ley anterior debe reducirse a la prescripta en la
nueva ley, deben adecuarse a ella la autoridad judicial al condenar y la
autoridad ejecutiva al aplicar la condena ya dictada (conf. Francesco
Carrara, "Oposculi di Diritto Criminali", T.II, 5º edición, pag. 244 y
sig.; en su programa del Curso de Derecho Criminal, tomo II, pag. 126,
nota 1, nº 748, justifica tal postura con motivo de la sanción del C.P.
italiano de 1865 que expresamente disponía que las condenas irrevocablemente dictadas con anterioridad, debían, con respecto a lo que faltaba
de su ejecución, ser modificadas según la ley nueva).
Este
artículo
del
Código
Penal
que
analizamos, a pesar de ser una norma del derecho de forma tiene por efecto
procesal,
volver
obligatoria
la
revisión
de
las
sentencias
dictadas
conforme una ley más severa que la nueva.
En igual posición se encuentra el art.3 del
Código Penal, que dispone que en el cómputo de la prisión preventiva, se
observará separadamente la ley más favorable al procesado, siendo de tal
carácter, indudablemente, la nueva ley 24.390. Solo se deben tener en
18
autoriza la retroactividad o ultraactividad de disposiciones de la ley
penal actual o anteriores respectivamente (conf. Cámara de Apelaciones en
lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, Fallos T.III - Libro de
Cámara año 1932, pág. 339.)
La ley nueva, que es menos gravosa, se
aplica de pleno derecho desde la época de su promulgación en virtud del
principio general según el cual las leyes rigen desde su publicación
(arts. 2 y 3 del Código Civil), y en conformidad con el principio de la
ultraactividad de la ley derogada.
De
acuerdo
con
nuestro
sistema
tales
principios no reconocen excepción alguna y ellos se aplican de pleno
derecho, no solo en las causas pendientes sino también en cuanto a las
penas impuestas siempre que la ley más benigna se dictare antes de o
durante el cumplimiento de aquéllas (Julio Herrera, "La Reforma Penal",
tomo I, p.25; Octavio Gonzalez Roura, "Derecho Penal", tomo I, p.176).
La prohibición de simultánea aplicación de
dos leyes tiene excepción en el Código penal con referencia al cómputo de
la
prisión
preventiva
para
el
que
se
establece
"que
se
observará
19
El Dr. Fégoli dijo:
IComparto plenamente la solución a la que
arriban las distinguidas colegas que me preceden en el orden de esta
votación y en consecuencia, va de suyo, mi adhesión a la postura por ellas
sostenida.
Por
mi
parte,
a
lo
ya
expuesto,
debo
recordar que conforme resulta de los propios términos del mensaje del
Poder Ejecutivo Nacional del 23/12/93 es insoslayable que el sustrato de
la ley 24.390 reposa sobre la idea de que "un proceso penal prolongado,
especialmente cuando conlleva una dilatada privación de la libertad del
procesado, implica una violación al principio de que nadie puede ser
penado mientras que no se compruebe su culpabilidad en la forma legalmente
establecida".
De
allí
que
la
normativa
bajo
análisis
determina como pauta directriz un plazo no mayor a dos años para la
20
relación al período comprendido entre el 24/3/76 y el 10/12/83.
Al respecto dice Ossorio y Florit: "Conforme
a ello, a los condenados con sentencia firme o no y a los detenidos
procesados, la privación de libertad cumplida en el lapso indicado se
computó a todos los efectos legales, de la siguiente forma: por cada 2
días de reclusión, prisión o prisión preventiva: 3 días de reclusión,
prisión o prisión preventiva".
El
Ejecutivo
Nacional
al
proyecto
Honorable
presentado
Congreso
de
la
por
Nación
el
Poder
comprendía
únicamente las detenciones ocurridas en el lapso indicado, expresándose en
el mensaje respectivo que: "...Durante esa época se acentuó la injusta
asimilación de quienes sólo están procesados y gozan de una presunción de
inocencia, estando recluidos únicamente por razones de eficacia procesal,
y quienes han sido objeto de condenas judiciales. Esta situación de los
detenidos
no
condenados
se
vio
agravada
por
el
hecho
de
que
las
condiciones carcelarias imperantes en ese período fueron notoriamente
inhumanas...".
A su vez la Comisión de Legislación Penal de
21
hubiere sufrido privación de la libertad durante el período comprendido
entre el 24/3/1976 y el 10/12/1983, procesada o condenada, con sentencia
firme o no, y cualquiera fuere el momento en que hubiere sido condenada"
(conf.
Código
Penal
de
la
República
Argentina",
Comentarios,
Jurisprudencia-Doctrina, Manuel Ossorio y Florit, págs. 30/32), situación
que como se sabe no acontece en la preceptiva actual.
IIPrevio a ingresar en el examen de la ley
24.390 he de hacer una breve reflexión siguiendo las enseñanzas de Bielsa,
que permita esclarecer el carácter de norma de cuño complejo.
Sostiene el recordado maestro que: "...El
Poder Legislativo de la Nación sanciona leyes que están en el mismo plano
jurídico, en el sentido de que son iguales, tanto por el procedimiento
formal
de
su
sanción,
como
por
la
subordinación
de
ellas
a
la
Constitución.
En nuestro sistema, las leyes que emanan del
Congreso son todas nacionales (pues las sanciona el Poder Legislativo de
la Nación), pero como el Congreso puede legislar para toda la Nación, y
22
encuentran reunidas, o no, en los códigos de derecho común o en textos de
derecho público (art.67, inc.11, de la Constitución anterior, y art.75,
inc.12, de la actual).
A las leyes federales se las ha llamado
"leyes especiales del Congreso" y "leyes nacionales".
En
la
legislación
prevalece
un
criterio
lógico de orden político y jurídico. Todo lo que concierne a la Nación
Argentina y a su régimen federal (supralocal o supraprovincial), tanto en
el orden interno como internacional (y en éste con más razón), es de
legislación y justicia "federal". Los motivos determinantes son de diverso
orden, desde el punto de vista finalista, influído de un propósito de
orden ético superior en lo político, jurídico, fiscal y jurisdiccional..."
(Cfr. Bielsa, Rafael - "Derecho Constitucional", Segunda edición, Depalma,
Bs.As., 1954, págs. 30 y ss.).
Cabe
asimismo
recordar
que
hay
leyes
nacionales que contienen normas locales, comunes y federales, como por
ejemplo el código penal que es ley nacional de derecho común, pero la
Corte Suprema reputó durante mucho tiempo su art.114 como de orden local,
23
¿Cuál es el art. 24 para esta ley?" (versión provisional Senado, 2/11/94,
pág. 483).
Por ello ostentando una técnica legislativa
más depurada el proyecto de ley aprobado por el Senado en septiembre de
1994 agregaba como segundo párrafo del art. 24 del C.P., el siguiente: "Si
por alguna circunstancia el procesado cumpliere dos años de detención sin
que se le hubiere dictado sentencia, se computará a partir de este plazo,
por cada día de prisión preventiva, dos (2) de prisión o reclusión"
(Cámara de Senadores - Sesiones Ordinarias de 1994 - Orden del día nº 39,
pág. 127).
De modo pues que aunque deba admitirse que
el legislador haya querido en principio mitigar la situación de los
procesados
-detenidos
sin
condena-
tal
objetivo
fue
rebasado
en
el
instante mismo en que reformó el cómputo del tiempo sufrido en prisión
preventiva, pues con ello produjo consecuencias de mayor alcance a las
perseguidas en un primer momento, habida cuenta que con tal proceder quedó
también atrapada la situación de los condenados con sentencia firme.
En
apoyo
de
lo
que
acabo
de
manifestar
24
virtud de lo prescripto en el art. 1º de la ley sub-examine que alude al
supuesto
de
toda
persona
que
haya
estado
detenida
o
con
prisión
preventiva, esto es sin sentencia firme, más de dos años, por imperio
ineluctable del principio legal de la retroactividad (y ultractividad) de
la ley penal más benigna (art. 2 C.P.) -supuesto del art. 504 C.P.P.- y de
la no menos obligada observancia a la garantía constitucional de igualdad
ante la ley contenida en el art. 16 de la ley fundamental, como con todo
rigor quedó puntualizado en los esclarecidos votos que anteceden.
Por
último
y
para
concluir
debo
dejar
sentado que no puede soslayarse que otro tema de singular importancia como
es la reincidencia también cae dentro de la esfera de influencia de la
reforma al art. 24 C.P..
Con estas breves reflexiones adhiero a la postura de las
Dras. Berraz de Vidal y Durañona y Vedia y voto en igual sentido.
La doctora Catucci dijo:
25
Esta
disposición
internacional
establece
que: "Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante
un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones
judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o
ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su
libertad
podrá
estar
condicionada
a
garantías
que
aseguren
su
comparecencia".
La jerarquización constitucional otorgada al
Pacto de San José de Costa Rica por expresa voluntad del legislador (art.
75, inc. 22 de la C.N.) confiere carácter federal a sus normas (Fallos:
232:732) y ubica el tema en el derecho procesal constitucional cuyo fin,
como dice Sagüés en "Recurso Extraordinario", (Bs. As., Ed. Astrea, 3a,
edic.,1, pág 5), es tender a asegurar la supremacía constitucional.
Dada
instrumental
en
el
sentido
de
su
que
naturaleza,
le
toca
cumple
tutelar
la
un
vigencia
rol
y
operatividad de la Constitución, mediante este remedio procesal. Dice el
autor citado que cuando determinadas
materias de derecho procesal
constitucional son elevadas al derecho constitucional, las instituciones
º
26
citado
en
la
obra
de
referencia,
distingue
dos
tipos
de
tarea
jurisdiccional constitucional, la llamada jurisdicción constitucional de
la libertad y la jurisdicción constitucional orgánica. "La jurisdicción
constitucional
de
la
libertad
(siguiendo
la
expresión
de
Mauro
Cappelletti), nuclea aquellos procedimientos destinados a afianzar los
derechos humanos fundamentales emergentes del texto constitucional expresa
o tácitamente. Son los derechos inherentes a las personas en su condición
de tal y otros provenientes del derecho positivo constitucional. En
nuestro país esa tutela se organiza especialmente a través de los procesos
de amparo, acción declarativa de inconstitucionalidad y hábeas corpus,
además del recurso extraordinario, medio clásico del control judicial de
constitucionalidad en la Argentina". Y, sin duda, a partir de la vigencia
de la ley 24.390, a través del instituto procesal por ella creado.
La ley 24.390 en tanto reglamenta el art. 5º,
inc.
a)
del
mencionado
tratado
es
entonces
de
naturaleza
procesal
constitucional. Sin embargo, no todos sus preceptos tienen esa categoría,
sino sólo los reglamentarios de la citada convención. Corresponde entonces
deslindar cuáles son los de naturaleza federal y cuál es su alcance,
27
Convención Americana sobre Derechos Humanos en cuanto hace referencia a un
plazo razonable para que el detenido sea juzgado o puesto en libertad, así
como las garantías que condicionan su comparecencia son los aspectos
susceptibles de reglamentación. Es así entonces que el plazo de dos años
de duración de la prisión preventiva establecido en el artículo 1º, sus
prórrogas de un año y de seis meses previstas en ese mismo artículo y en
el 2º, así como la forma de computar el excedente de ese lapso prescripto
en
el artículo 7º, constituyen reglamentación de ley federal.
Sin embargo, como los dos años de prisión preventiva se estipularon como
un lapso máximo, nada empece a que las provincias puedan establecer como
duración de la prisión preventiva un término inferior. Lo mismo podría
ocurrir respecto de las prórrogas indicadas en la ley.
Esa
señalados
en
las
leyes
de
libertad
de
procedimientos
fijación
locales,
de
ya
los
plazos
descubre
la
imposibilidad de que pueda desvincularse la reforma del artículo 24 del
Código Penal de la modificación procesal.
Corresponde destacar que esto es, por otra
parte, lo que la ley ha establecido al circunscribir la modificación del
º
28
como límite de su aplicación, esa etapa procesal.
3. Antecedentes
Proyectos de ley.
A los efectos de determinar el alcance de
esta ley es necesario recorrer los proyectos de la Comisión de Asuntos
Penales y Regímenes Carcelarios y de Derechos y Garantías de la Cámara de
Senadores, del Poder Ejecutivo, con su mensaje, y del senador Alasino.
a)
En
el
proyecto
de
la
Comisión
se
incorporaba al Código Procesal Penal de la Nación el artículo 315 bis por
el cual se establecía que la prisión preventiva no podía exceder, en
ningún caso, los dos años. Como excepción, autorizaba al juez competente
a solicitar por única vez a la Cámara Nacional de Casación Penal una
prórroga no superior a seis meses, a cuyo respecto debería expedirse ese
Tribunal en un plazo no mayor de diez días. Una vez vencida la prórroga,
el juez debía resolver definitivamente la situación procesal y proceder a
su
inmediata
libertad,
y
agregaba
al
artículo
317
-que
fijaba
los
supuestos de procedencia de la excarcelación- un inciso más por el cual se
concedía la soltura cuando el imputado hubiere cumplido dos años de
29
carcelaria.
Señala
que
"el
mayor
porcentaje
de
detenidos
en
establecimientos carcelarios son presos preventivos (alrededor del 65% del
total de la población carcelaria en nuestro país) que aún no ha recibido
condena que ponga fin a la situación de incertidumbre, que conlleva todo
proceso penal". Agrega que la razón que los lleva a "buscar cota o limitar
el encarcelamiento preventivo, tiene un fundamento constitucional" y explica- que con esa iniciativa se tiende a brindarle operatividad al
Pacto de San José de Costa Rica, ratificado por la Argentina mediante la
ley 23.054, en el sentido de lograr una utilización más racional del
encarcelamiento preventivo en el sistema de enjuiciamiento penal federal,
a la vez que hacerse eco de las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas
sobre las medidas no privativas de libertad (Reglas de Tokyo) según las
cuales sólo se recurrirá a la prisión preventiva como último recurso
teniendo debidamente en cuenta la investigación del supuesto delito y la
protección de la sociedad y de la víctima.
b) El proyecto del Poder Ejecutivo Nacional
difiere del de la Comisión en cuanto a que el pedido de prórroga podía
efectuarlo el Ministerio Público, el juez o el tribunal, con fundamentos
30
personal se diluye por completo y que se invierten absolutamente los
principios del derecho penal. Señala la gravedad de la situación plasmada
en el hecho de que el procesado está privado de su libertad por una
prisión preventiva resuelta sobre la base de pruebas incompletas y en un
trámite de tipo instructorio.
Respecto a la finalidad de este proyecto,
cabe poner de resalto que alude como propósito el de una utilización más
racional del encarcelamiento preventivo en el sistema de enjuiciamiento
penal federal.
Expresa que se tiende a darle operatividad
al Pacto de San José de Costa Rica, en el mismo sentido en el que se
intentó
mediante
las
resoluciones
56/92
y
406/92
del
Ministerio
de
Justicia, que no surtieron el efecto deseado, por lo que se establece una
limitación temporal perentoria a la prisión preventiva (veinticuatro
meses), transcurrida la cual sin que se hubiese arribado aún a una
decisión
de
fondo
en
el
proceso,
el
detenido
deberá
recuperar
inmediatamente su libertad. Determina para casos especiales una prórroga
excepcional de hasta doce meses más, la que debe ser fundada (por los
31
la libertad durante el proceso; y la segunda, que no tiene alcance
nacional, con lo cual la modificación al artículo 24 resulta relacionada
con la reforma procesal.
La
referencia
del
mensaje
del
Poder
Ejecutivo Nacional a las resoluciones 56/92 y 406/92 como antecedentes de
la ley 24.390 da el marco de aplicación de esta ley. Basta recordar que el
motivo que originó esas resoluciones fue el mismo que el de la citada ley.
Así, se lee en la primera, como fundamento, la situación imperante en los
institutos carcelarios dependientes del Servicio Penitenciario Federal y
la necesidad de solucionarla paulatinamente poniendo en actividad los
mecanismos del orden jurídico, especialmente la ley Nº 23.054, aprobatoria
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto San José de Costa
Rica). Y en los considerandos se observa como finalidad: resolver la
situación de procesados que están detenidos por un lapso que resulte
irrazonable a la luz de las más modernas concepciones del derecho,
teniendo en cuenta los preceptos de la Convención mencionada ut-supra (ley
23.054) y los aplicables a nuestro derecho positivo. A esos efectos, se
propone
no
sólo
instar
las
excarcelaciones
que
tengan
posibilidades
32
el
carácter
de
procesados", como así también la aplicación real y
concreta de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San
José de Costa Rica, Ley Nº 23.054) en sus artículos 7º, inciso 5º, y 8º,
inciso 1º, a los fines de presentarse ante los respectivos tribunales
solicitando las excarcelaciones y órdenes de libertad que pudieran corresponder. Y por el artículo 2º se ordena a los representantes del Ministerio
Público que soliciten las excarcelaciones que fueren procedentes o las
libertades que pudieran corresponder por falta de razonabilidad de la
duración de la causa.
La
resolución
406/92
del
Ministerio
de
Justicia, ampliatoria de la anterior, destinada a solucionar los problemas
de los institutos carcelarios, contiene entre sus fundamentos la necesidad
de completar el trámite de las excarcelaciones, el que se "corresponde con
la letra y el espíritu de la Convención Americana sobre Derechos Humanos",
disposición
que
calificó
de
operativa
y
que
define,
según
la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación in re:
"Ekmedjian, Miguel A. c. Sofovich, Gerardo y otros", rta. el 7/7/92, como
la que "está dirigida a una situación de la realidad en la que pueda
33
de que se respete su derecho natural de libertad".
Resuelve en el artículo 1º instruir a los
señores fiscales para que en un plazo perentorio soliciten "la libertad,
sin más trámite, de todo procesado que permanezca detenido preventivamente
más allá de un plazo razonable, sin perjuicio de la continuación del
proceso, haciéndolo por vía incidental, con prescindencia del trámite
excarcelatorio".
Se observa a través de su letra y espíritu
que
se
trata
de
la
misma
solución
que,
anticipada
mediante
esas
resoluciones, se plasmó en la ley 24.390, dado que, como lo dice el mismo
mensaje del Poder Ejecutivo Nacional que la acompañó, no había surtido el
efecto deseado.
c)
El
proyecto
del
senador
Alasino
contemplaba una prórroga de tres meses, transcurrida la cual debería
ponerse en inmediata libertad al procesado, y al igual que los anteriores,
agregaba un inciso al régimen excarcelatorio previsto en el artículo 317
del código instrumental.
Fundaba
la
reforma
del
artículo
24
del
34
sistemas, se trataba de atenuar la incertidumbre de aquéllos que siguen
adheridos a un proceso penal, a la vez que descomprimiría la tensa
situación que se vive en las cárceles. Y culminaba opinando que de esa
manera se superaría la indefinición que existe acerca de la procedencia de
la excarcelación cuando el procesado ha cumplido dos años de detención
efectiva sin que se hubiese dictado sentencia.
De su lectura también se desprende el alcance
procesal de la reforma a tenor de la cual se ha involucrado la del
artículo 24 del código de fondo.
4. Interpretación de la ley.
a) Para determinar el alcance de la reforma
del
artículo
24
del
Código
Penal,
han
de
atenderse
las
pautas
de
hermenéutica fijadas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Ha
dicho el Alto Tribunal que es regla en la interpretación de las leyes dar
pleno efecto a la intención del legislador, computando la totalidad de los
preceptos de manera que armonicen con el ordenamiento jurídico restante y
con los principios y garantías de la Constitución Nacional (Fallos:
182:486;
184:5;
186:258;
200:165;
281:147;
296:22;
297:142;
199:93;
35
derecho en el grado y jerarquía en que éstos son valorados por el todo
normativo. Cuando la inteligencia de un precepto, basada exclusivamente en
la literalidad de uno de sus textos, conduzca a resultados concretos que
no se adecuan a los principios axiológicos, se arriba a conclusiones
reñidas con las circunstancias singulares del caso o a consecuencias
concretas notoriamente disvaliosas (Fallos 302:1284 y jurisprudencia allí
citada).
También ha dicho la Corte que "no es siempre
método recomendable el atenerse estrictamente a las palabras de la ley, ya
que el espíritu que la nutre es lo que debe determinarse en procura de una
aplicación racional. Debe buscarse en todo tiempo una valiosa interpretación de lo que las normas jurídicamente han querido mandar...". La
aplicación de la ley no ha de practicarse en forma que se agote con la
consideración
indeliberada
de
su
letra.
Por
el
contrario,
la
interpretación judicial debe establecer la versión técnicamente elaborada
de la norma aplicable al caso, por medio de una sistemática, razonable y
discreta hermenéutica, que responda a su espíritu y observe y precise la
voluntad del legislador, en la común tarea de éstos con los jueces (Fallos
36
sanción, que como se vio ut supra fueron las contempladas en los proyectos
y tendían a solucionar el problema carcelario corrigiendo la demora en la
duración de la prisión preventiva.
Todo
ello
a
fin
de
dilucidar
si
puede
conferírsele a la modificación del artículo 24 del Código Penal el efecto
extensivo de su aplicación a la etapa ejecutiva de la pena, consecuencia
que derivaría en su aplicación a los condenados.
b) En la tarea emprendida conviene, pues,
consultar la opinión de los senadores.
La
contemporaneidad
de
esta
norma
nos
permite apreciar con claridad las razones de su sanción a través de las
palabras de estos legisladores.
Así, el senador Alasino, redactor de uno de
los proyectos, en la sesión del 1º de septiembre de 1994 sostuvo que "de
lo que se trata es de adaptar el instituto de la prisión preventiva al
estricto cumplimiento de los derechos humanos, que a partir de la reforma
de la Constitución tiene jerarquía constitucional". Hizo referencia a su
extensión indebida y mencionó que el 65% o el 57% de los detenidos en
37
manifestó que "los seiscientos treinta y pico de casos existentes en los
cuales hay detenidos de más de dos años que no tienen aclarada su
situación, se descomponen en trescientos veintiséis para los que tienen
dos años y el resto son detenciones que van de tres a nueve años, sin
definir su situación procesal y se dan todos dentro del procedimiento que
establecía el código anterior".
Lógicamente se extrae de sus palabras que la
reforma del artículo 24 del Código Penal fue a los efectos de posibilitar
su excarcelación mediante la nueva forma de contar los plazos de la
prisión preventiva de acuerdo a las pautas de la ley. O sea que, aun
cuando no pudiera descontarse la demora -por las articulaciones indebidas
de las partes- a favor del procesado, de todos modos, transcurridos los
plazos que la ley indica, el tiempo de detención bajo la medida de cautela
procesal personal de referencia debe ser calculado como lo establece el
artículo 24 reformado, de forma tal que se puedan alcanzar las condiciones
de excarcelación previstas en el artículo 317 del C.P.P.N., las que, de no
alterarse el cómputo, le estarían vedadas en ese momento.
Que
ese
es
el
significado
que
se
le
38
individuo a ser juzgado en un plazo razonable o a ser puesto en libertad,
sin perjuicio de que continúe el proceso".
El senador De la Rúa expresó que "se trata
de
establecer
una
norma
sobre
la
duración
del
encarcelamiento
preventivo..". Más adelante, señaló como queja que en lugar de ver la
causa de la excesiva duración de los procesos -que según él es la mala
administración de justicia-, se ordena la libertad automática como una
suerte de renuncia a la potestad represiva del Estado; y siguió diciendo
que en lugar de tener "más números de procesados que de condenados, la
ecuación debe cambiar para que los procesos se inicien, se terminen y se
dicte sentencia".
En
coincidencia
con
la
conclusión
antes
extraída dijo que "la situación que hoy se afronta se vincula con el viejo
código escrito". Así expresó que "hay aproximadamente seiscientas personas
con causas iniciadas a través del proceso escrito que llevan más de dos
años con preventiva... y en otros hasta ocho años", y se preguntó si se
podía decir "que la respuesta es simplemente fijar la automaticidad de la
excarcelación
sin
examinar
las
causas
que
han
determinado
semejante
39
que "esta libertad... no pierde su naturaleza de excarcelación. En el
proyecto es una libertad automática, mientras que en nuestro caso (en el
de su proyecto, suscripto por casi todo el bloque Radical) se trata de una
excarcelación".
En el punto que nos interesa, manifestó este
senador su oposición a que se modificara el Código Penal en virtud de que
se estaba resolviendo sobre la legislación procesal de la Capital Federal.
La interpretación de su pensamiento, lejos de
discrepar con la solución que se viene vislumbrando, se adecua a ella,
porque está dando cuenta de que se trata de una legislación procesal y
limitada a la Capital Federal y porque, aún mencionando la reforma del
artículo 24 del código sustantivo, la relaciona con la de la ley procesal.
En ningún caso puede interpretarse que ese agregado del artículo 24 del
Código Penal pudiera hacerse extensivo a los condenados. Ninguna palabra
de su discurso permite extraer esa conclusión. Bien por el contrario, sólo
hace referencia a los procesados.
Concedida
la
palabra
al
senador
Molina,
afirmó que: "No se puede tener detenida sine die a toda la población
40
Federal,
referencia
que
sólo
puede
relacionarse
con
la
legislación
procesal y no con la de fondo.
Genoud
con
el
doctor
De
La
coincidencia
expresada
la
Rúa
la
afianza
postura
por
el
que
senador
se
viene
sosteniendo. En efecto, Genoud hizo hincapié en las modificaciones al
proyecto
de
la
Comisión
de
Asuntos
Penales
y
Regímenes
Carcelarios
propuesta por De la Rúa, sobre todo a la que se refiere a la suspensión
del plazo estipulado en los casos de procedimientos dilatorios por parte
de
las
defensas,
al
carácter
de
procedimiento
excarcelatorio,
a
la
suspensión en caso de fuga del imputado, y al supuesto del proceso de alta
complejidad probatoria.
Tomada nuevamente la palabra por el senador
De la Rúa, terminó de explicar su posición diciendo que: "cuando ya ha
pasado la etapa del juicio y existe sentencia condenatoria no corresponde
la limitación de la detención. En realidad se trata de un aspecto que en
cierto modo sí incluimos en nuestra iniciativa al decir que si se ha
iniciado el juicio oral, ya no rige el período de dos años, en este caso
ya entramos en el juicio. Para el proceso escrito fijamos que se haya
41
significado que le dio debe considerarse la circunstancia en que se
virtió.
Ocurrió
en
la
sesión
del
primero
de
septiembre de 1994, tras la lectura que el secretario de la cámara de
senadores dio del artículo 2 del proyecto de la Comisión. Este artículo
incorporaba el artículo 315 bis al Código Procesal Penal. Corresponde
señalar que el artículo 315 está incluido en el Libro II, Título IV,
Capítulo VI del Código Procesal Penal de la Nación y que este último se
denomina "Prisión Preventiva" y se refiere a la prisión preventiva de los
menores de dieciocho años. En su primera parte el agregado sugerido decía:
"La prisión preventiva del procesado no excederá de dos (2) años".
Fue
el
senador
Villarroel
quien
propuso
modificar ese artículo. Aconsejó que se le denominara "duración" (por
supuesto de la prisión preventiva) y que su redacción fuera la siguiente:
"Salvo el lapso mayor derivado de la interposición por el procesado de
recursos de carácter extraordinario contra sentencia definitiva, la prisión preventiva no excederá de dos (2) años". En ese momento del debate el
senador Alasino tomó la palabra y se negó a aceptar la propuesta porque
42
posibilidad de su impugnación por vía del recurso extraordinario, remedio
que había sido invocado por el senador Villarroel y al cual él le contestó
con énfasis, calificando esa situación como de excepción y haciendo
hincapié en que debía comenzarse a legislar por la regla.
Ex abundantia es de señalar que no podría
deducirse otro sentido si se recuerda la parte anterior de su discurso ut
supra comentado, ni tampoco la siguiente, que para despejar dudas se ha de
citar. Así es que inmediatamente después, al tratar el artículo 3º del
proyecto de su Comisión, por el que se agregaba como inciso 6º a los cinco
supuestos de excarcelación previstos en el artículo 317 del citado cuerpo
legal, el que rezaba: "Cuando el imputado hubiere cumplido dos años de
prisión o detención preventiva", expresó: "Que la inmediata libertad
siempre va a estar reducida a una forma de instrumentarla que es la
excarcelación", y siguió manifestando que esa medida contracautelar es
facultativa para el juez, quien deberá tener en cuenta para todos los
casos
de
excarcelación
la
mayor
o
menor
gravedad
del
delito
o
la
peligrosidad del delincuente.
Si alguna duda pudiera haber cabido respecto
43
provinciales",
todavía
constitucionalidad,
ya
se
que
podían
podía
plantear
dudas
generarse
en
las
acerca
de
su
provincias
una
"interpretación particularizada", capaz "desde convalidar el criterio de
la ley hasta dejarla de lado para aplicar el Código de Procedimientos
Criminal de cada provincia".
De
lo
expuesto
se
desprende
de
manera
indudable el carácter procesal de la reforma, y por ende la imposibilidad
de entender que se ha modificado el código de fondo con otro alcance que
no sea el mismo que la ley afirma, es decir, en función de la reforma
procesal. Reitero: tras las palabras de este senador, no quedan dudas
acerca de la etapa en la cual puede aplicarse esta ley cuya interpretación
es materia de plenario.
El
senador
Aguirre
Lanari
se
encargó
de
poner de manifiesto que se estaba votando esta ley a fin de cumplir con el
Pacto de San José de Costa Rica y también para paliar la gravísima
situación que se producía en las cárceles. Y explicó que ella se derivó de
la cláusula transitoria que establecía que los procesados podían optar por
el sistema escrito u oral y la mayoría había preferido el primero, lo que
44
El
senador
De
la
Rúa,
al
examinar
el
proyecto devuelto de la Cámara de Diputados, puso de relieve que se habían
atendido algunas de las consideraciones efectuadas por su Cuerpo, como por
ejemplo el hecho de haber eliminado el carácter de libertad automática y
dado el de una excarcelación, con la posibilidad de una caución y la
fijación de determinadas obligaciones. Respecto de las opiniones vertidas
sobre la inconstitucionalidad de la ley, indicó que se "establecieron
normas sustanciales respecto de una garantía que emana de la Constitución
Nacional fijando un alcance máximo o mínimo ... sobre la naturaleza de la
excarcelación que los códigos procesales deben contener y que no se violan
facultades legislativas de regulación procesal porque dentro de esos
límites máximos los códigos procesales pueden tener sus variantes".
En la Cámara de Diputados, el doctor Gauna
sostuvo que por medio de la ley se trataba de asegurar que "el sacrificio
de la libertad individual tenga un límite de tiempo que sea razonable y
que permita que no exista la incertidumbre en aquél que se ve privado de
la libertad y sometido a proceso penal"; y que "Es necesario fijar
legalmente un tiempo de duración de la prisión preventiva teniendo en
45
artículo 24 del Código Penal".
También
comentó
que
ese
proyecto
se
inscribía en la transición que significaba la coexistencia de los dos
procesos, escrito y oral. En virtud de ello, no puede dársele a su opinión
un significado distinto del que se viene desarrollando.
El
diputado
Pichetto
mencionó
como
destinatarios de la norma a los procesados. La consideró como una forma
más
de
la
excarcelación
e
hizo
referencia
a
que,
según
datos
del
Ministerio de Justicia, eran trescientos setenta y cinco los internos sin
condena con más de dos años de detención, ciento veintisiete con más de
tres años, cincuenta y cuatro con más de cuatro, y cincuenta y dos con más
de cinco años, con lo cual se descarta la posibilidad de que hubiera
tenido en mira dejar en libertad a los condenados.
A su turno, el diputado doctor Durañona y
Vedia se mostró contrario a la sanción de la ley y manifestó que "la pauta
según la cual se da la libertad a quien no tuvo sentencia en plazo
determinado reconoce su origen en la necesidad de luchar contra un sistema
de prepotencia por parte del Estado. Con esto sólo puede fácilmente
46
tratando el plazo máximo de duración de la prisión preventiva y que por
aplicación del Acuerdo Interamericano de los Derechos Humanos el procesado
quedaría en libertad.
En lo atinente a la aplicación territorial
de la ley, útil resulta comentar que se aceptó la propuesta del diputado
López de que se cambiara el artículo 9 que decía que se aplicaría en todo
el territorio de la Nación, con lo cual se afectaba la facultad de las
provincias para resolver en materia procesal, expresándose que la ley era
reglamentaria del artículo 7, punto 5º de la Convención Americana de
Derechos Humanos.
Surge del examen de las palabras de los
senadores y diputados que la voluntad del legislador fue la de remediar la
prolongada duración de la prisión preventiva otorgando en los casos
previstos por la norma la libertad de los procesados.
De
ninguno
de
los
discursos
de
los
legisladores puede inferirse que el tiempo de privación de libertad a
tenor de esa medida de cautela personal pudiera compensarse, en caso de
exceso, en la etapa ejecutiva de la pena.
47
Obvio el tratamiento de la retroactividad de
la ley penal, pues por los fundamentos precedentes considero que la
modificación del artículo 24 del código sustantivo está efectuada en
función de la reforma procesal y no tiene más alcance que posibilitar la
libertad de los sujetos cuya situación procesal no se ha resuelto de
manera definitiva.
En
este
acápite
resulta
interesante
dar
algunos casos posibles de la aplicación de la reforma de ese artículo 24
del código de fondo que, congruentes con una interpretación sistemática de
la ley, apoyan la conclusión que se ha anticipado.
Adviértase, por ejemplo, cómo se favorece la
excarcelación del reincidente. Así, en el supuesto de un imputado a quien
se le atribuyere un delito de robo calificado por haberse cometido con
armas, en grado de tentativa (artículos 42, 44, 45 y 166, inc. 2º del
Código Penal), condenado en primera instancia a la pena mínima de dos años
y seis meses de prisión, no debería estar ese tiempo preso, sino que a los
dos años y tres meses podría ser excarcelado a tenor del artículo 317,
inciso 4º del C.P.P., aun cuando no hubiere podido ser liberado en virtud
48
respecto de los individuos sujetos a prisión preventiva.
6. Igualdad ante la ley
En
lo
que
atañe
a
esta
garantía
constitucional, corresponde recordar que la Corte Suprema sostuvo en
innumerables
ocasiones
que
"no
lesionan
el
derecho
de
igualdad
las
distinciones efectuadas por el legislador para supuestos que se estimen
diferentes en cuanto no sean arbitrarias ni obedezcan a propósitos de
injusta persecución o indebido privilegio, sino a una causa objetiva que
dé fundamento al diferente tratamiento" ("caso Alvarez Domínguez", en
Fallos: 312:1905, considerando 3º, y sus citas; entre muchos otros), y que
la desigualdad debe surgir de la ley y no de sus interpretaciones (Fallos:
305: 65; 302:315; 304:710 entre otros). Con arreglo a esta jurisprudencia
y atento a la diferente situación de los procesados con respecto a la de
los condenados, se descarta la posibilidad de vulnerar el artículo 16 de
la Ley Fundamental.
7. Diferencia con la ley 23.070
Esta ley lleva como título: "Conmutaciones
de penas". Su denominación revela, en principio, que estaba dirigida a los
49
pues, asimilar el alcance de ambas normas.
8. Ultima consideración
Si alguna duda pudiera quedar acerca de la
improcedencia de la aplicación de la ley a los condenados, cabe poner de
relieve la incompatibilidad de sus disposiciones con la situación de los
condenados.
Más allá de que se advierte a través del
trámite previsto en el artículo 3º una similitud con el régimen de la
excarcelación; la caución establecida
en el artículo 4º, los requisitos
fijados en el 5º, las reglas de conducta del art. 27 bis del C.P. impuesta
en el último párrafo de ese artículo, así como la revocación de la
libertad
contenida
en
el
art.
6º,
resultan,
como
antes
se
dijo,
incompatibles y de imposible aplicación a los condenados.
Conclusiones
La ley 24.390 no es aplicable a las personas
privadas de la libertad con condena firme porque:
a)
Se
trata
de
una
ley
de
naturaleza
procesal constitucional por ser reglamentaria de la Convención Americana
50
c) El título de la ley es: "Plazos de la
Prisión Preventiva" y no tiene el agregado: conmutación de penas.
d)
Las
disposiciones
referentes
caución, reglas de conducta y revocación del beneficio
a
la
son incompatibles
con la situación de los condenados.
e) Los discursos de los senadores y los
diputados se refieren a los procesados y no a los condenados.
f) No surge del debate parlamentario que se
hubiese pretendido conmutar las penas de los condenados ni efectuar
compensación alguna entre el tiempo de prisión preventiva y la sanción
impuesta por condena firme.
En
virtud
de
todo
lo
expuesto,
respondo
negativamente a la pregunta que motivó la autoconvocatoria del Tribunal en
pleno.
El doctor Madueño dijo:
51
interrogante planteado en esta convocatoria plenaria de la Cámara Nacional
de Casación Penal.
Ese encuadramiento ha sido logrado, a mi modo de
ver, en el estudiado voto de la doctora Catucci, cuyos fundamentos y
conclusiones sobre el particular comparto, y que cuentan -además- con el
aval de uno de los legisladores de opinión más autorizada en el asunto. Me
refiero al doctor Fernando de la Rúa -destacado procesalista, abogado y
profesor universitario- quien, al contestar opiniones que alertaban sobre
la posible inconstitucionalidad de la nueva norma a sancionarse por
invadir las autonomías locales, sostuvo: "Quiero decir que no estoy de
acuerdo con algunas opiniones en el sentido de que la ley avanza sobre las
facultades de las provincias, razón por la cual sería inconstitucional
para ellas. Lo que establece la ley son normas sustanciales respecto de
una garantía que emana de la Constitución, fijando un alcance máximo o
mínimo -según se quiera ver- sobre la naturaleza de la excarcelación que
los códigos procesales deben contener... Todo esto es perfectamente válido
como ley de alcance general en todo el país. No se violan facultades
legislativas de regulación procesal. Dentro de estos límites máximos y
52
que rigen únicamente para la Capital Federal" (Diario de Senadores,
versión provisional, 2-XI-94, p. 533/4).
De modo que, en tanto reglamentaria -art. 28 de la
Constitución Nacional- de la garantía constitucional a un juicio penal
oportuno, en el que, superado el plazo de sustanciación razonable, el
imputado preventivamente encarcelado debe ser puesto en libertad sin
perjuicio de la continuación del proceso (art. 9 de la ley 24.390, art. 7º,
punto 5º, de la Convención aprobada por la ley 23.054 y art. 75, inc. 22,
de la ley Fundamental), la ley 24.390 -salvo aquellas disposiciones que
regulan el procedimiento para su aplicación en el ámbito de la justicia
nacional
y
federal-
es
de
alcance
general,
de
índole
federal
y
de
naturaleza procesal constitucional.
Han sido, precisamente, las dudas de algunos
legisladores
sobre
dicho
alcance
de
la
ley
las
que
provocaron
la
incorporación del art. 8º, que modifica el art. 24 del Código Penal para
los casos comprendidos en ella (arts. 1º y 2º), con el propósito de evitar
la oposición del art. 7º -manda computar "por un día de prisión preventiva
dos
de
prisión
o
uno
de
reclusión"
después
del
segundo
año
de
53
dictada en virtud de la facultad conferida al legislador nacional por el
art. 75, inc. 12, de la Constitución Nacional. Si, por el contrario, se
hubiese seguido la impecable opinión del senador Fernando De La Rúa,
hubiese bastado con la sanción del art. 7º de la ley 24.390 y evitado, así,
toda esta discusión acerca de si se ha modificado el Código Penal de
manera beneficiosa, lo que obligaría -por imperio del art. 2º de ese
Código- a su aplicación retroactiva en el caso de los condenados.
A mi entender, pues, no puede caber duda
alguna de que la modificación a la forma de computar la prisión preventiva
consagrada por el art. 7º de la ley 24.390 -y por la superflua disposición
del art. 8º- se alinea con la reglamentación procesal de la duración máxima
del encarcelamiento cautelar, pero en nada altera el cómputo de este
último establecido en el art. 24 del Código Penal para el que resultase en
definitiva condenado.
No parece ocioso recordar que
mucho antes de la incorporación al derecho interno del Pacto de San José
de Costa Rica había sido preocupación de los tribunales el encarcelamiento
preventivo excesivamente prolongado, a punto tal que había podido decirse
que "las disposiciones rituarias reguladoras de la libertad provisional
54
significado, por la prolongada e indebida demora en el trámite de la
causa, del cumplimiento efectivo de una pena no impuesta por sentencia,
desconociéndose en el hecho la garantía de un derecho inviolable asegurada
por la Constitución Nacional" (C.C.C., Sala 3a, "Motta, Mario", del 3-XI62; E.D., t. 18, pág. 41; criterio reiterado por la Sala IV de la misma
Cámara en la causa "Boglietti, Marcelo A.", rta. el 14-8-73; y por la Sala
II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
Federal in re "Carli, Roberto Feliciano" -causa Nº 3375, Reg. Nº 3611- y
"Dadea, Oscar Emilio" -causa Nº 3241, Reg. Nº 3703- con fecha 10 de abril
de 1984, entre muchos otros casos).
Después fue la propia ley (Nº 23.050, de 1984)
la que, al regular la libertad bajo caución, estableció un límite al
encarcelamiento preventivo. En efecto, decía el art. 379, inc. 6º, del
derogado Código de Procedimientos en Materia Penal: "Podrá concederse la
excarcelación del procesado... cuando el tiempo de detención o prisión
preventiva hubiesen superado el término establecido en el art. 701, que en
ningún caso deberá ser superior a dos años".
Sin perjuicio del texto legal, es lo cierto
º
55
tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta
en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso". A su respecto, ha
dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación "que la interpretación
razonable del art. 7, inc. 5º, de la Convención Americana sobre derechos
humanos conduce a establecer que el juicio sobre la prolongación de la
privación
de
la
libertad
cautelar
debe
estar
relacionado
con
las
circunstancias concretas del caso. Esta conclusión surge claramente del
examen de la jurisprudencia elaborada por el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos respecto de la Convención que rige en el viejo continente, cuyo
art.
5º,
inc.
3º,
está
redactado
en
términos
casi
idénticos
a
la
disposición americana". Y prosiguió el Alto Tribunal: "Así, ha dicho ese
tribunal que está reconocido por todos la imposibilidad de traducir el
concepto 'plazo razonable' en un número fijo de días , semanas, de meses
o de años, o en variar la duración según la gravedad de la infracción. Por
esto, el Tribunal aludido se vio obligado, al examinar si se habría
cumplido el art. 5º, inc. 3º, a investigar y apreciar el carácter razonable
de los motivos que llevaron a las autoridades judiciales a adoptar, en el
caso que se les sometió, esa grave derogación de los principios de la
56
Firmenich").
Por todo lo expuesto y porque la propia Corte
Suprema en el fallo recién citado (considerando 4º) sostuvo que la exégesis
del Tratado aprobado por la ley 23.054 "constituye -en principio- una
cuestión federal, dado que involucra una materia que corresponde a los
poderes propios del Congreso Nacional, como es la reglamentación de la
libertad personal; más allá de lo estrictamente procesal"; me reafirmo en
la conclusión ut supra adelantada respecto del encasillamiento de la ley
24.390 (se muestra conforme con esta postura, aunque con dudas, Germán
Bidart Campos ("La duración razonable del proceso penal, y la prisión
preventiva -Pacto de San Jose de Costa Rica y ley 24.390-"); E.D. 28-III95, P. 1/2). Y también en la de que esta última limita el encarcelamiento
procesal mediante su influjo respecto de las causales de excarcelación
legalmente previstas o la creación de una nueva hipótesis en el supuesto
de agotamiento del plazo máximo de la prisión preventiva.
En efecto, aquella influencia tiene lugar
después de los dos años de prisión cautelar mediante el cómputo favorable
establecido por el art. 7º, susceptible de acelerar la obtención de la
º
º
57
normas que autorizan la libertad caucionada.
b) Aunque no siempre se hubiese pensado así
(Núñez -Tratado, t. II, P. 375, nota Nº 96 envía a Carrara -Opuscoli (4a
Ed.), vol. IV, Firenze, 1902, p. 319 acerca de las teorías en pro y en
contra del cómputo de la prisión preventiva en el término de la pena), el
cómputo de la prisión cautelar en el plazo de la condena reconoce motivos
de justicia (Rodolfo Moreno (h), "El Código Penal y sus antecedentes", ps.
109/114, H.A. Tommasi, Editor, Bs. As., 1992) y su "razón de ser... reside
en la necesidad de no alterar en virtud de la prisión preventiva, que ya
constituye un encierro, la medida legal de la privación de la libertad
constitutiva de la pena impuesta" (Núñez, loc. y ob. cits.).
Jorge De La Rúa explica su fundamento en
estos términos: "En rigor no es una forma de cumplimiento de pena, pues no
existió condena; tampoco es la compensación de una prisión injusta, pues
no hay dudas que no lo es al regir en el caso del sujeto que fue condenado
(por lo menos cuando es a pena no condicional). La razón es una cuestión
de suficiencia de la represión: para la ley, el encierro preventivo
sufrido en relación a un delito que luego dio lugar a una condena, implicó
58
restricciones a los bienes del cautelado pueden equipararse a las que
sufre el penado- cuando el imputado es luego condenado, porque de lo
contrario se estaría excediendo la medida de la pena; no se advierte -si
es
que
no
existen
en
las
condiciones
de
la
prisión
preventiva
circunstancias excepcionales que la transformen en más gravosa que el modo
de ejecución de la pena según lo dispuesto por la ley penitenciaria- cómo
el cómputo de la pena impuesta por sentencia firme podría reducirse por el
modo de contar la prisión preventiva. En condiciones normales de encierro
preventivo, pues, no puede haber razón de justicia alguna que justifique
computar en mayor medida el tiempo de aquél que el transcurrido a partir
del momento en que la prisión dejó de ser preventiva para convertirse en
prisión ejecutiva. Es por ello que el art. 24 del Código Penal manda
computar un día por un día el encierro precautorio cuando la pena es de
prisión y menos -la mitad- cuando la pena es de reclusión, en atención a
la odiosidad del delito y de sus móviles (vid. C.N. Cas. Penal, Sala I, c.
Nº 386., Reg. Nº 463, "Silva, Gerardo" rta. el 4 de mayo de 1995).
De tal manera, entonces, que si fuese admitida
la particular forma de "compensación" propuesta en el voto que abre este
59
C.S.J.N. citados en la nota Nº 75, Abeledo Perrot, Bs. As., 1986 )-, del
principio de legalidad de la pena del art. 18 de la Constitución Nacional
-el que, en tal caso, habría sido formalmente respetado al imponerse la
sanción, pero sustancialmente vulnerado al ejecutársela-, y de la garantía
de igualdad ante la ley (art. 16 de la Ley Fundamental).
La conculcación de este último principio -que
a esta altura de mi discurso debe aparecer evidente- ya se insinúa incluso
en
el
voto
de
la
señora
juez
preopinante.
De
inteligirse
que
la
modificación al art. 24 del Código Penal tiene el alcance que se le ha
otorgado en ese voto -y en los que a él han adherido-, los delitos no se
hallarían conminados con la misma sanción para todos los habitantes de la
Nación sino que el monto de las penas dependería del tiempo sufrido en
prisión preventiva, variable de acuerdo con la mayor o menor diligencia de
los tribunales, la estrategia de las partes y la distinta regulación
procesal posible del plazo máximo de encarcelamiento preventivo según la
jurisdicción -local o federal- ante la que se substancie el proceso.
Así, pues, la realización del derecho material
-la aplicación uniforme de la ley penal a todos los habitantes, cualquiera
60
legal no tiene vínculo con el tema de que se trata. Ello es así, porque
más allá de los serios planteos de inconstitucionalidad que le fueran
dirigidos y que la Corte rechazó (Fallos: 308: 1298), esa norma legal vino
a establecer una conmutación de penas de carácter general, y tanto para
condenados como para procesados, instrumentada mediante una modificación
del art. 24 del Código Penal. Empero, en ese caso se invocó expresamente
la necesidad de compensar a unos y a otros los padecimientos que habrían
sufrido como consecuencia del severo régimen carcelario a que estuvieron
sometidos por disposición del gobierno de facto en el período comprendido
entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983.
Como puede apreciarse sin mayor esfuerzo,
fue una modificación absolutamente transitoria, destinada a regir una
situación excepcional de prisiones preventivas y ejecutivas pretéritas, y
a agotarse no bien resueltos los casos en ella comprendidos, que nada
tiene que ver con la operada con los arts. 7º y 8º de la ley 24.390.
d)
Por
estas
consideraciones
y
las
exhaustivas y contundentes razones que sustentan el voto de mi muy
apreciada colega de Sala doctora Liliana E. Catucci, doy el mío en
61
texto legal cuyo alcance nos toca fijar en este Acuerdo.
En efecto, consideré siempre, con base en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto San José de Costa Rica)
de la que la ley se dice reglamentaria, su vigencia constitucional, el
debate legislativo con todas las ilustradas opiniones allí vertidas, y
especialmente, la realidad social a la que estaba dirigida y trataba de
paliar, que el espíritu que la animaba sólo contemplaba la situación de
los procesados que en tiempo prudencial no habían obtenido pronunciamiento
y que se encontraban, en esa incertidumbre, privados de su libertad.
Con todo, frente a la concreta manifestación
"modifícase el art. 24 del Código Penal", contenida en el art. 8 de la ley
24.390, era del caso esclarecer y determinar si la voluntad de la ley no
había, a la postre, resultado distinta e ido más allá de la del legislador
pues
en
tal
caso,
la
preeminencia
del
texto
sancionado
es
siempre
ineludible, aun cuando resultara contraria a los intereses sociales que se
quisieran salvaguardar. Mas, felizmente ello no ocurre y, a mi ver, la
voluntad del cuerpo legislativo y la del texto legal tienen perfecta
coincidencia y armonizan con absoluta congruencia, conforme las claras y
62
Catucci precisan elocuentemente como es posible que el cómputo de prisión
preventiva
haya
que
realizarlo
anticipadamente
para
excarcelar
al
procesado -esos son los casos de esta ley- y no para fijar la pena del
condenado (supuesto ajeno al texto "sub-examine").
Tal conclusión, basada en la exégesis del
texto legal, se fortalece con la referida a los antecedentes del debate
parlamentario, explicativa de la razón de la inserción del mentado art. 8
en la ley 24.390, bien explicitada por el Dr. Bisordi en el excelente voto
que precede al mío.
Cabe,
por
último,
replantear
la
vieja
cuestión del "derecho de libertad del imputado" y si esa libertad se trata
de dar o quitar con el proceso. Paréceme que la presunción de inocencia
debe garantizar esa libertad entendida como el derecho de quien aún no ha
sido condenado a salir de la cárcel o a no entrar en ella:"la libertad del
reputado inocente como ausencia de poder humano sobre él" (Nuvolone,
Diritti e interessi dell' imputato nel processo penale, en Giustitia
Penale, 1946, III, 149).
Otra es la situación del declarado culpable.
63
político-social, parezca conveniente, en modo alguno, la modificación de
la sanción, legislativamente dosificada y prudentemente adecuada al caso
por el Tribunal de la causa, lo que no podría realizarse sin mengua de los
principios de equidad y justicia.
El doctor David dijo:
I.- Para comenzar con el tratamiento de la
pregunta
anticipar
que
ha
que
legislativo
la
determinado
Ley
la
24.390,
caracterizado
por
convocatoria
ha
de
establecido,
puntos
de
vista
este
luego
plenario,
de
un
divergentes
debo
proceso
y
hasta
contradictorios sobre los alcances y contenidos de la ley, reformas que no
han ido más allá de su formulación originaria y aparente. En efecto, es
indudable que la ley 24.390 quiso resolver fundamentalmente la situación
de los presos sin condena, que gozando plenamente de la presunción de
inocencia
por
no
haber
sido
aún
juzgados
en
definitiva,
continúan
detenidos sin sentencia mucho más allá de lo que requiere un proceso penal
pronto y cumplido, esto es el plazo razonable del artículo 7º punto 5 de
64
de los plazos fijados pudieran beneficiarse, si tienen condena firme, con
un computo más favorable que el previsto actualmente en el artículo 24 del
Código Penal en un cómputo articulado sobre la base de un día de prisión
preventiva por dos de reclusión
o prisión. Creemos que no y por las
razones que mencionaremos.
Como
veremos
luego,
la
ley
posee
dos
dimensiones interrelacionadas:
a) límites a la prisión preventiva;
b) sistema de cómputos al momento de la
excarcelación respecto de los períodos de detención preventiva más allá de
los plazos previstos.
No existe en la ley, repetimos, instaurado
un sistema expreso en virtud del cual, por aplicación de la ley más
benigna, se transforma en un instrumento jurídico que se aplica a todos
los condenados, con sentencia firme, en tanto sus plazos de detención
preventivos excedan los plazos previstos en la ley a fin de beneficiarlos
en el cómputo (arts. 2 C.P., 9ter C.A.D.H., 15 ter Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y art. 16 de la C.N.), (en contra ver
65
beneficio solamente a los procesados, y no a los condenados con sentencia
firme, no obstante la redacción extremadamente escueta del art. 8º de la
ley 24.390 y las perspectivas contradictorias de la discusión parlamentaria que han servido para llegar a otras conclusiones sobre este tema.
En efecto, la Ley 24.390 en cuanto fija
plazos a la prisión preventiva
y debemos insistir sobre este particular,
aunque
a
parezca
obvio
hacerlo
esta
altura
de
la
evolución
de
las
instituciones procesales en los estados de derecho, trata un instituto que
es
radicalmente
libertad.
Como
Constitucional
distinto
bien
lo
Español,
de
las
expresa
sanciones
nuestro
anteriormente
o
condenas
ilustre
del
colega
Tribunal
privativas
de
del
Tribunal
Supremo,
Profesor
Doctor Enrique Ruiz Badillo "el acusado ha de ser tratado como un inocente
porque mientras no recaiga sentencia, lo es constitucionalmente ... Esta
es la grandeza del Estado de Derecho. No sólo que mientras no se acredita
el hecho y la participación culpable del imputado, este debe ser presumido
inocente, sino que incluso después de ser condenado ha de ser tratado como
corresponde a su dignidad humana (Ruiz Badillo, Enrique, "Las garantías
del Proceso. Presupuesto del Tratamiento del Delincuente en el Volúmen
66
concreto de fuga del imputado o de destrucción, desaparición o alteración
de las pruebas".
Esta
norma
coincide
plenamente
con
las
limitaciones que a continuación el mismo artículo de tal proyecto, en su
parágrafo 2do establece: "Solo se podrá ordenar la prisión preventiva
cuando la pena que previsiblemente se pueda imponer sea superior a dos
años. Contra esta decisión cabrá un recurso ante un Tribunal Superior. En
todo caso los ordenamientos de los Estados establecerán los límites
máximos de la prisión preventiva". El artículo, luego de establecer en su
apart. 3 que el sometido a prisión preventiva podrá comunicar con su
abogado siempre que lo estime necesario, concluye como lo hacen las Normas
Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos de la O.N.U., que "los presos
preventivos estarán separados de los condenados". El proyecto de Reglas
Mínimas, introducido a la Comisión de Prevención del Delito y Justicia
Penal de la O.N.U. en Viena, Austria, durante la tercera sesión de la
Comisión, en Abril de 1994, se encuentra a estudio de los países miembros.
Lo citamos aquí para ratificar el estado de la cuestión en la doctrina
67
se aplicarán lo antes posible. La duración de la prisión preventiva no
será superior a lo necesario para el logro de los objetivos de la Regla.
5.1.
(fase
anterior
al
juicio-agregado
nuestro)
y
se
aplicará
con
humanidad y respeto por la dignidad de ser humano. La norma 6.3 dice "El
delincuente tendrá derecho a apelar ante una autoridad judicial u otra
autoridad independiente y competente en los casos en que se imponga
prisión preventiva".
II. Es claro así, de acuerdo al artículo 9º
de la Ley 24.390, que en esta parte está legislando una institución
procesal penal como son los plazos de la prisión preventiva pero como
norma reglamentaria del artículo 7º inciso 5º de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos tiene jerarquía constitucional. Dicha Convención
expresa en la norma indicada que "Toda persona detenida o retenida debe
ser llevada, sin demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la
ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada
dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de
que continúe el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a garantías
que aseguren su comparecencia en el juicio".
68
norma
obliga
a
los
Estados
Contratantes
a
organizar
sus
entes
jurisdiccionales de manera que les permita cumplir con la obligación de
juzgar en tiempo idóneo, es decir en un "plazo razonable" (B.J.C. Boletín
de Jurisprudencia Constitucional, Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
1988-90, pág. 1361, Caso Milasi, del 25.6.1987).
Asimismo la Sala Constitucional de la Corte
Suprema de Costa Rica en la causa "Fernandez Castro" sostuvo que "Ese
plazo razonable, debe ser determinado en cada caso particular, dependiendo
de las complejidades y características especiales que lo revistan" (voto
584-90,
fecha:
25.5.90,
expte.
649-90,
Revista
de
Jurisprudencia
Constitucional, pág. 220/1).
La Ley 24.390 y sus antecedentes.
La metodología de la Ley 24.390 añade un
elemento específico ya que fija límites cronológicos dentro del cual debe
jugar la noción de plazo razonable con las excepciones que la misma
determina. En tal sentido se ajusta a las recomendaciones del proyecto de
69
contralor".
Los artículos que más confusión han creado
al respecto del alcance de la ley en discusión son los arts. 7º y 8º de la
ley. Sin embargo, si analizamos cuidadosamente las fuentes de donde
surgieron esos textos, resulta claramente delimitada su aplicación sin
duda alguna, a los supuestos excarcelatorios, tanto de la ley procesal
anterior 2372 como a los de la ley 23.984. Veamos. Para comenzar, creo
importante,
si
bien
el
voto
de
la
Dra.
Catucci
la
menciona
ya
expresamente, tanto los considerandos como el texto dispositivo de un
antecedente importantísimo de la ley 24.390, el Proyecto de Ley del Poder
Ejecutivo Nacional del 23 de diciembre de 1993.
En los fundamentos del Proyecto se explica
con amplitud, claridad y justeza conceptual, el objetivo del mismo:
limitar la duración de los procedimientos penales, atento las cifras
actuales de la población carcelaria nacional y el elevado porcentaje de
los presos sin condena. Y así se expresa que "la amplitud de la detención
preventiva y la extensión temporal de la misma aniquilan la garantía
formal del proceso penal contradictorio, acusatorio y público. Esto en la
70
imputables a quienes la sufren". También en dichos Fundamentos se dice
que: al respecto de las prórrogas cuya máxima se establece en doce meses
después de los dos años autorizada por la Cámara Nacional de Casación
Penal, "vencida esta última prórroga, el encarcelamiento preventivo deberá
cesar automáticamente". Y agrega: "de todos modos el tiempo de detención
que exceda de los dos años deberá computarse en dos días de prisión o
reclusión por cada día de prisión preventiva la que impone la modificación
del art. 24 del Código Penal de la Nación".
Pues
bien,
la
exposición
de
motivos
del
Proyecto del Poder Ejecutivo debo agregar, es una transposición textual,
en la mayoría de sus párrafos, del Cap. IX, segunda parte, del volúmen
"El Preso sin condena en América Latina y el Caribe" publicado por
ILANUD,Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas, con la autoría de
E. Carranza, Houed, Mora y Zaffaroni, en especial sus páginas 51 a 56, San
José de Costa Rica. 1983.
Pero el proyecto no solamente sigue casi
"verbatim" los fundamentos del problema tal como viene expuesto en ese
volúmen, sino que el sentido de lo dispuesto por los artículos 7º y 8º de
71
de
prisión
a
dos
de
reclusión.
El
artículo
2º
del
mismo
proyecto
establecía: Agregase a continuación del artículo 315 del Cód. Procesal
penal de la Nación el siguiente: Duración: art. 315 bis: La prisión
preventiva del imputado no podrá exceder de dos años. La Cámara Nacional
de Casación Penal, a pedido por requerimiento fundado del Ministerio
Público o por auto fundado del Juez o Tribunal en su caso podrá autorizar
que el plazo de dos años se prolongue hasta otro año más fijando el tiempo
concreto de la prórroga. En este caso podrá indicar las medidas necesarias
para el trámite del procedimiento.
El art. 3º expresaba: "las disposiciones del
art. 2º de la presente Ley, se aplicarán a los procesos substanciados bajo
el régimen de la ley 2372". El art. 1º del proyecto, fuente directa del
art. 7º de la ley 24.390 sigue la metodología expuesta en la Parte III del
volumen citado de ILANUD "Panorama de las Regulaciones Legales de la
Prisión Preventiva, Cautelares o Provisoria en América Latina". En la
parte referida a nuestro país se comentan las regulaciones de la Ley 2372
respecto a la prisión preventiva. Allí, en los puntos f y g del Volumen,
se trata de la viabilidad de la libertad provisoria antes de la sentencia
72
forma condicional y pasaron 8 ó 12 años, según el caso, y el juez
considera que puede condenarlo condicionalmente; si habiendo pedido fiscal
agotó el término de 8 meses si la pena pedida no supera los 3 años o los
2/3 del tiempo de la pena pedida si los supera, no es reincidente y
cumplió con los reglamentos carcelarios. (La reincidencia es genérica,
ficta y se interrumpe por una única vez en un término de 5 años; aumenta
en 1/3 la escala penal).
g) Viabilidad de la libertad provisoria con
sentencia no firme de primera instancia: puede cesar la prisión preventiva
si agotó el tiempo de la pena impuesta; si la sentencia es absolutoria; si
cumplió 8 meses en penas de hasta 3 años de prisión y los 2/3 en las
mayores, no es reincidente y cumplió con los reglamentos carcelarios".
A
mayor
abundamiento,
también
en
este
volumen se recomienda que, en cualquier caso la prisión preventiva no
puede durar más de tres años para los delitos cuyo máximo de pena sea de
seis años o mayor, y de un año en los delitos conminados con penas de
máximo inferior a seis años (ob. cit. pág. 132). Por ello debo concluir
que, los arts. 7º y 8º están referidos exclusivamente a los supuestos
73
plazos establecidos para la duración de la prisión preventiva, no se
computarán el tiempo insumido por las articulaciones de las partes, el
diligenciamiento de oficios y exhortos, la realización de peritaciones u
otros trámites necesarios, cuya duración no dependa de la actividad del
juzgado o tribunal interviniente".
Más aún en el artículo 2º del mismo proyecto,
los
plazos
establecidos
se
pueden
prorrogar
cuando
los
mismos
se
cumpliesen mediando sentencia condenatoria y ésta no se encuentre firme,
en cuyo caso se prorrogan por seis meses más. Recordemos que el texto del
proyecto de ley decía: "Incorpórase al artículo 317 del Código Procesal
Penal de la Nación (ley 23.984), como inciso 6º el siguiente:
6)
"Cuando
la
duración
de
la
prisión
preventiva cumplida por el imputado hubiere excedido los plazos previstos
en el artículo 312 bis y la pena mínima aplicable resultare inferior a
seis años de reclusión o prisión". Hacemos notar que el artículo 317 se
refiere a la excarcelación y a su procedencia. La redacción posterior y
actual de la ley omitió tal imputación al artículo 317. Lo que no implicó
mejorar la redacción de la misma y por otra parte ha creado
alguna
74
en una situación diferente a la de la ley que comentamos utilizó los
conceptos "a los condenados con sentencia firme o no y a los procesados".
Ello determina la opinión autorizada de algunos colegas que me acompañan
en esta posición de que esta ley 24.390 se aplica solamente para limitar
la duración de la prisión preventiva y que el cómputo establecido en el
artículo 7º es de obligación rigurosa para todos los casos en que se haya
excedido el plazo de dos años. Transcurriendo el plazo de dos años puesto
en el art. 1º se computará por un año de prisión preventiva dos de prisión
o uno de reclusión. Es imposible sostener de acuerdo al artículo 2º del
Código Penal que esta ley debiera aplicarse también a los condenados. Ello
es así por las siguientes consideraciones:
a)
-en
primer
término
porque
regula
solamente la prisión preventiva cuyos efectos y naturaleza jurídica son
absolutamente distintos del tiempo cumplido en prisión o reclusión,
b) -en segundo lugar por el texto expreso
del artículo 9º y
c) -en tercer lugar por el título mismo de
la ley "Plazos de la Prisión Preventiva".
75
III.
La
Ley
24.390
como
instrumento
de
política criminal frente a los condenados, con sentencia firme.
La
inversión
del
alcance
o
propósito
originarios de la ley 24.390 no se opera con la inclusión de los arts. 7º
y 8º de la misma. En efecto, si bien los artículos 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 9 se
aplican sólo a imputados, el artículo 7 establece un conjunto específico
de normas al momento de decretarse la excarcelación de aquellos que han
excedido en sus procesos los límites de la prisión preventiva fijados por
la ley. En esa decisión está presente una compensación al condenado por la
inercia judicial violatoria del debido proceso. Ello añadido, pensamos, a
la situación de grave deterioro en que se encuentran nuestras cárceles,
algunas con violación clara de las normas Mínimas para el Tratamiento del
Recluso de las Naciones Unidas. El art. 8 por ello se orienta a reformar
del art. 24 del Código Penal pero sin alcanzar a los condenados. En efecto
ello hubiera requerido otra formulación en el contexto de modificaciones
sistemáticas al actual régimen de penas.
De esta forma la Ley 24.390 constituye una
76
procesales
de
competencia
local,
en
función
de
sus
situaciones
particulares pueden establecer plazos menores a los dos años para la
prisión preventiva, como lo afirmara. Pero la limitación rige en cuanto
las provincias no podrán establecer plazos mayores de dos años para el
límite de la prisión preventiva, y si los tuvieran tendrán que adecuarlos
a esta garantía del debido proceso, con jerarquía constitucional.
Es
decir
que
el
plazo
de
dos
años
funcionaría como "norma mínima" pudiendo las provincias estipular plazos
menores de acuerdo a su circunstancia concreta que solo la legislación
local puede valorar. Ver la posición del Senador De la Rúa cuando afirma
en la discusión parlamentaria que "lo que establece la ley son normas
sustanciales respecto de una garantía que emana de la Constitución,
fijando un alcance mínimo o máximo como se quiera ver, sobre la naturaleza
de la excarcelación que los Códigos Procesales deben contener".
Recordamos al inicio de estas reflexiones,
que, en virtud de la incorporación a nuestra Constitución de los Tratados
Internacionales mencionados en el art. 22
los mismos deben entenderse
complementarios de los derechos y garantías en ella reconocida. En el art.
77
adecuado a su condición de personas no condenadas". Estos artículos
reafirman disposiciones expresas de las Normas Mínimas para el tratamiento
de los Reclusos que forman parte de nuestra legislación penitenciaria
(art. 106 y 107 Ley 14.467). El artículo 84.2 de esas normas mínimas
expresa que el acusado gozará de una presunción de inocencia y deberá ser
tratado en consecuencia "y el 85.1 que los acusados serán mantenidos
separados de los reclusos condenados.
No olvidemos que incorporar las provisiones
de la ley 24.390 a situaciones ya juzgadas y no contempladas en ella
alteraría básicamente los principios más elementales de la seguridad
jurídica. Asimismo, el legislador al dictarla, ha querido promover un
cambio para el futuro teniendo en cuenta la necesidad de mejorar las
condiciones
que
son
intrínsecas
a
las
normas
del
debido
proceso.
Recordemos que esta medida coyuntural de la ley viene a fortalecer el
principio de celeridad que campea en la ley 23.984 del Proceso Oral.
De esta forma creo haber respondido, no sin
dificultades, dado el confuso marco teórico de la ley y sus imprecisiones
conceptuales, a la pregunta formulada, reconociendo nuevamente los aportes
78
personas que se encuentran cumpliendo condena en virtud de sentencia firme
con anterioridad a la entrada en vigencia de dicha ley, y que hubieran
permanecido detenidas durante la tramitación del juicio por un lapso
superior a dos años, con excepción de las exclusiones que prevé la misma
norma en su artículo 10.Lleva dicho esta Sala en la causa Nº 189
"Pajón, Armando s/ recurso de casación", rta. 13/10/94, Reg. Nº 136/94, que
"debe tenerse clara la obviedad de que la prisión preventiva es prisión
durante el proceso, esto es, antes de la sentencia firme y, por tanto, no
puede
ser
identificada
con
la
pena,
toda
vez
que
ambas
formas
de
restricción de la libertad se diferencian en las finalidades diversas que
persiguen"."De una banda, la pena deriva del principio
de culpabilidad, tiene un carácter retributivo y persigue una finalidad
resocializadora,
constitucional,
que
además
aparece
de
su
ahora
consagrada
reconocimiento
en
los
con
jerarquía
instrumentos
de
Naciones Unidas y en la propia normativa penitenciaria nacional (art. 75
inc. 22 de la C.N.; art. 5 inc. 6º de la Convención Americana de Derechos
º
79
garantizar el cumplimiento de los fines del proceso, encuentra ajuste bien
en las previsiones del preámbulo constitucional, bien del artículo 18 del
magno texto (Levene (h) y otros 'Código Procesal Penal de la Nación' 2da.
edición. Depalma, Bs. As., 1992, págs. 2/3 y 237; Vélez Mariconde 'Derecho
Procesal Penal', t. I, Lerner, Córdoba, 1982, pág. 322; Clariá Olmedo
'Derecho Procesal Penal', t. I, Lerner, Córdoba, 1984, pág. 446; Cafferata
Nores 'La excarcelación', t. I, Depalma, Bs. As., 1988, pág. 5; Maier
'Derecho Procesal Penal Argentino', t. Ib, Hammurabi, Bs. As., 1989, pág.
275) ...".Sin embargo, en el fallo citado, no se dejó
de
reconocer
"el
contenido
esencialmente
aflictivo
de
la
prisión
preventiva. Supo señalar Carnelutti- a partir del principio de identidad
entre proceso y pena- que el concepto puramente ejecutivo de la pena
resulta de una injusta limitación: 'el juicio penal es pena, porque la
pena es dolor', y señala expresamente:'...de la misma manera que no se
puede castigar sin juzgar, así también el juicio implica castigo; la
pendencia del proceso criminal, aunque no exista todavía condena ni
tampoco el inculpado esté detenido, es suficiente para procurarle un
80
de las penas de encierro', Depalma, Bs. As., 1978, págs. 50/51), y en él
se reproducen también todos los perjuicios deteriorantes de la pena en
términos de desocialización y estigmatización. A más, una práctica en
muchos casos vergonzosamente prolongada de la medida, revela su función
latente de adelanto de pena o pena anticipada (conf. Carranza y otros 'El
preso sin condena en América Latina y el Caribe. Estudio comparativo
estadístico y legal de treinta países y propuestas para reducir el fenómeno', Ilanud, San José de Costa Rica, 1988)" (conf. causa "Pajón, Armando
s/recurso de casación" precedentemente citada).De esta manera, si bien es cierto que en
modo alguno son equiparables la pena y la prisión preventiva atento a sus
distintos fines, no lo es menos que con base en lo expuesto puede trazarse
una
primaria
equivalencia
simétrica
en
relación
a
su
materialidad
empírica, lo que provoca una dificultad en los difusos confines entre
ambas modalidades restrictivas de la libertad a la hora de evaluar los
alcances de la norma en ciernes.A fin de esclarecer la disposición legal en
análisis (ley 24.390), no debe soslayarse su carácter reglamentario de un
81
segundo lugar, derivados tanto del derecho internacional convencional,
cuanto del derecho internacional de derechos humanos.Así pues, dentro de esta hermenéutica, y en
lo
atinente
al
primer
segmento
de
esta
normativa
internacional,
el
artículo 31.1 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los tratados
del 23 de mayo de 1969 (aprobada en nuestro país por decreto-ley 19.865 y
ratificada el 5/12/82) consagra el principio de buena fe, en virtud del
cual: "un tratado deberá interpretarse de buena fe... y teniendo en cuenta
su
objeto-fin".
En
referencia
a
la
segunda
fracción
convencional
"partiendo de la base del objeto de los tratados sobre derechos humanos,
el
bien
jurídico
protegido
-el
hombre-
se
impone
una
orientación
teleológica, que se ha enunciado como interpretación humanitaria" (conf.
Nikken "La protección internacional de los derechos humanos. Su desarrollo
progresivo",
IIDH,
Civitas,
Madrid,
cit.
por
Hitters
"Derecho
Internacional de los Derechos Humanos", t.I, Ediar, Bs. As., 1991, pág.
187). Por lo demás, es necesario señalar el principio "favor libertatis"
que nace del estándar mínimo que suponen estas previsiones supranacionales
al
establecer
que
ninguna
disposición
puede
ser
interpretada
para
82
los que infrinjan los mandatos y las prohibiciones penales" (Rodriguez
Ramos "El principio de intervención penal mínima" en "Anuario de Derecho
Penal y Ciencias Penales", tomo XL, fasc. 1, Madrid, enero-abril 1987,
pág. 111).II)
Por
otro
lado,
advertimos
que
la
modificación introducida por el artículo 8º de la ley 24.390 al 24 del
código
de
fondo,
es
sin
duda
alguna
una
concreción
legislativa
deficitaria, cuya imprecisión permite diferentes soluciones posibles con
subyugantes fundamentos en distintos sentidos, pero que no logran decidir
sin réplica alguna el problema. Esta poco feliz redacción de la norma en
análisis obliga a efectuar su interpretación judicial, a fin de precisar
su espíritu y alcance; y a nuestro juicio -como se adelantara-, tal labor
de desentrañar el contenido legal propuesto en el caso, debe procurarse a
la luz de los principios expuestos precedentemente.Que
en
esa
empresa
debe
tenerse
fundamentalmente en cuenta que "la interpretación consiste en la busca de
la voluntad objetiva de la ley, no de la del legislador" (Luis Jiménez de
Asúa, "Tratado de Derecho Penal", II, p. 413; Ed. Losada, 5ta. ed. act.,
83
interpretar las leyes es como negarles aplicación o como creer que la ley
actúa por sí misma o como afirmar que el acto del juez no es espiritual
sino mecánico, pues la interpretación aunque a veces aparezca evidente es
siempre necesaria, ya que la fórmula que expresa la voluntad de la ley
tiene indefectiblemente carácter general y abstracto.En un sentido coincidente, la Corte Suprema
de Justicia de la Nación ha señalado reiteradamente que "La prohibición de
la interpretación analógica de la ley penal, no impide la interpretación
de sus normas que, en cuanto legales requieren también la determinación de
su
sentido
jurídico,
que
es
tema
específico
del
Poder
Judicial
e
indispensable para el ejercicio de su ministerio..." (Fallos C.S.J.N.
285:53; 293:130); y que "El art. 18 de la Constitución Nacional proscribe
la aplicación analógica o extensiva de la ley penal, pero no su razonable
y discreta interpretación tendiente al cumplimiento de los propósitos de
sus preceptos..." (Fallos C.S.J.N. 306:796).A mayor abundamiento, y si se quiere también
desde la óptica de un criterio interpretativo orientador de carácter
subjetivo que nos habla de la "teoría de la voluntad del legislador", no
84
presente que el derecho argentino adopta como regla general el principio
de la irretroactividad de la ley (artículo 3 del Código Civil), salvo que
la propia ley disponga lo contrario; y que a tal postulado en el derecho
penal en particular, se lo afirma como un efecto obligatorio del principio
de legalidad.Ello no obstante, el Código Penal Argentino
consagra una excepción a aquél en favor de la ley más benigna (artículo
2), la que ha sido incorporada ahora con jerarquía constitucional a la ley
fundamental (artículos 9 de la Convención Americana de Derechos Humanos y
15.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, incorporados
por el inciso 22 del artículo 75 de la Constitución Nacional). Así, en
materia penal, la norma general es que para todas las situaciones que se
plantean, tanto la sucesión de las leyes como el momento de su aplicación
-sea que el hecho no ha sido juzgado, o que su autor se encuentre sometido
a proceso, o que haya recaído sentencia firme-, es de aplicación la ley
que apreciada en su totalidad resulte más favorable a los intereses del
imputado en el caso concreto.Ocioso se presenta el debate en torno a si
85
pág. 671 y De la Rúa "Código Penal Argentino", Parte General, Lerner, Bs.
As., 1972, pág. 71). Mas, si el cambio en la concepción jurídica beneficia
al encausado, no se advierte justificación en la limitación del principio
exclusivamente al derecho de fondo (Jescheck "Tratado de Derecho Penal",
Parte General, t. I, Bosch, Barcelona, 1981, pág. 187), sobre todo si se
atiende
el
carácter
desconocimiento
sería
meramente
una
realizador
'contradictio
in
del
proceso
terminis')
y
penal
la
(su
calidad
trascendente de muchas de sus disposiciones para la libertad personal.Sin perjuicio de ello, resulta claro que la
ley 24.390 no es una reglamentación procesal. Este plano conceptual de la
norma
constituye
"un
límite
para
la
legitimidad
constitucional
e
internacional del encarcelamiento preventivo, desde la óptica que adopta,
a partir de aquí, el estado argentino... Por consiguiente, la institución
debe estar regida por la ley de fondo, del mismo modo que el cómputo de la
prisión preventiva está establecido en el art. 24 del Código Penal,
precepto que justamente se intenta reformar también mediante esta iniciativa" (Sancinetti "Cómputo del encarcelamiento preventivo. Plazo máximo
razonable (Pacto de San José de Costa Rica)", Dictamen sobre el proyecto
º
86
innecesariedad de esa punición, decretando otra menos severa. "La facultad
de dictar una ley que disminuye, con carácter general, las consecuencias
de la relevancia penal de ciertos hechos cuando sus autores han sufrido
determinadas condiciones de encierro reposa en el Congreso Nacional y
deriva claramente de la de dictar el Código Penal, ya que la formulación
del reproche penal y de sus consecuencias importa la potestad de eliminar
ese reproche o disminuir de modo general sus consecuencias, y su ratio
legis se halla en la reforma del sistema de ejecución penal" (Fallos
C.S.J.N. "Lago, Manuel Antonio y otros", L.215. XX, rta.: 2/6/87).Al
desincriminarse
una
acción
o
al
castigársela menos severamente, la prevención penal resulta innecesaria o
necesaria
sólo
en
menor
medida,
porque
ya
no
se
pretende
prevenir
penalmente esa conducta o porque no se la previene con la misma intensidad
que antes. Y debemos a ello agregar, que el principio republicano exige en
el accionar del Estado racionalidad, la que se ve lesionada cuando por la
sola y única circunstancia de que dos personas hayan cometido un hecho
igual pero en distinto tiempo, una de ellas tenga un tratamiento diverso
de la otra.-
87
cumple la ejecución de la pena impuesta. Una versión atenuada de esta
postura es la que, considerando primordial el respeto a la cosa juzgada,
admite excepciones a ese principio en favor de la ley penal más benigna,
las que se originan cuando la nueva ley elimina la tipicidad penal del
hecho
por
el
cual
se
pronunció
la
condena,
y
cuando,
teniendo
particularmente en cuenta la situación del condenado, no se justifica
mantener los efectos de la sentencia, aunque en este caso la ley debe
prever expresamente la excepción.Para la tesis contraria a las anteriores, el
principio de extractividad de la ley más favorable al reo debe primar
sobre la cosa juzgada, con lo cual las regulaciones sobre sucesión de
leyes operarán hasta el momento en que se extingan los efectos de la pena
impuesta, es decir, mientras dura la ejecución de la sentencia; y su
límite se establece en el momento en que se opera la extinción de ellos
por alguna de las razones que el derecho reconoce (conf. Carlos Creus
"Derecho Penal", parte general, ed. Astrea, Bs. As., 1992, págs. 101 y
102). Esta última es, indiscutiblemente, la doctrina recepcionada en el
artículo 2 de nuestro Código Penal, por lo que el alcance del artículo 24,
88
en virtud -como se dijo- del principio de retroactividad de la ley más
benigna como consecuencia de la modificación del artículo 24 del C.P.Excluir
a
los
condenados
por
sentencia
pasada en autoridad de cosa juzgada del beneficio establecido por esta
ley, importa conculcar gravemente el principio de igualdad ante la ley
consagrado en el artículo 16 de la Constitución Nacional; sin dejar de
reparar en que por regla general, toda norma que coarte la libertad personal del individuo debe ser interpretada restrictivamente (artículo 2 del
Código Procesal Penal de la Nación), y siempre a la luz de los principios
rectores (internacionales y constitucionales) expuestos en el considerando
primero.Además, y desde esta misma perspectiva, no
puede dejar de señalarse que los artículos 7 y 8 de la norma están
expresamente referidos al artículo 24 del Código Penal que fija las pautas
para el cómputo de la prisión preventiva una vez que la condena haya
adquirido firmeza a partir de principios de equivalencia temporal entre el
encarcelamiento preventivo y la pena privativa de libertad; y que la razón
del precepto es "la necesidad de no alterar en virtud de la prisión
89
artículos
mentados
-en
conjunción
con
el
art.
24-
hacen
especial
consideración de la pena de reclusión, debe reconocerse el alcance de la
regulación hacia los condenados habida cuenta que este tipo de pena
privativa de libertad no aparece
conminando sino en forma alternativa con
la de prisión, con lo que su posibilidad de aplicación sólo puede cobrar
vigencia llevada adelante la actividad individualizadora de sanción en la
sentencia definitiva. Y no se diga que la previsión es para condenados con
sentencia no firme cuando la pauta del artículo 24 del texto punitivo
claramente hace referencia a las sentencias que han adquirido autoridad de
cosa juzgada.
Es
que
en
definitiva,
se
trata
de
un
beneficio consistente en la compensación que hace el Estado a todos
aquellos
sujetos
que
sufrieran
detención
o
prisión
preventiva,
sin
distinción, por el hecho de haber permanecido privado de su libertad, sin
sentencia firme, más allá del plazo en que razonablemente debió haberse
puesto fin al encarcelamiento provisorio. Contabilizar en favor del penado
los días que estuvo privado de su libertad bajo el régimen preventivo más
allá de los dos años, responde a exigencias de equidad que parten de los
90
administración de justicia en su conjunto.-
En otras palabras:
el abuso de una prisión provisional ilegítima por su prolongación exagerada, opera funcionalmente como una pena anticipada, como una sanción previa
al juicio en un modo de realización directa del derecho penal, y este
ejercicio abusivo exige una compensación adecuada como la señalada, que no
vulnera el principio de seguridad jurídica con que se argumenta en esbozo
de refutación. Con meridiana claridad se advierte que en ningún caso se
modifica la pena en cuanto al monto de su sanción, y mal podría ello
hacerse. Por el contrario, lo que se produce a la luz de estas nuevas
pautas, es el reconocimiento de un agravamiento en el cómputo total de la
pena atento a la actual exigencia temporal en la cuenta del plazo de la
prisión cautelar, y ello es lo que precisamente requiere neutralización
mediante nuevo cálculo si es que no se quiere punir doblemente, con
cristalina afectación al principio de legalidad.Por
todo
lo
expuesto,
y
los
restantes
fundamentos concordantes de los votos que anteceden, adherimos a la
respuesta afirmativa del interrogatorio convocante.
91
la que por otra parte se presenta como resuelta conforme a la mayoría ya
reunida en los votos precedentes, y especialmente contemplando el amplio
estudio y las profundas consideraciones efectuadas en uno y otro sentido
por los altos magistrados preopinantes, paréceme oportuno no dilatar el
dictado de este fallo plenario cuyas consecuencias exceden las del caso
concreto, toda vez que la doctrina aquí sentada se ha de aplicar a
numerosos recurrentes en similar situación.
Adhiero entonces al estudiado voto de la
Dra. Liliana E.Catucci, con las consideraciones expuestas por los Dres.
Alfredo H. Bisordi, Gustavo Mitchell, y Pedro R. David.
Por el mérito que ofrece la votación que
antecede, el Tribunal, por mayoría, ACUERDA:
1º)
DECLARAR,
que
la
ley
24.390
resulta
también de aplicación a las personas que se hallan privadas de libertad en
virtud de sentencias condenatorias firmes.
2º) Oportunamente devuélvanse los autos a la
Sala de origen con fotocopias certificadas de la presente y ARCHÍVESE.
Firmado: Doctores Juan C. RODRíGUEZ BASAVILBASO, Alfredo H. BISORDI, Juan
92
lo resuelto en Acuerdo Nº 6/95 del día del mes y año en curso, Fallo
Plenario C.N.C.P. Nº 3, causa de la Sala IV “MOLINA, Roberto Carlos
s/recurso de casación - Ley 24.390". Secretaría General, 24 de agosto de
1995.-
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