Nueva consulta vinculante sobre la deducibilidad de vehículos

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Cada vez que se publica una nueva Consulta Vinculante de la D.G.T. sobre
deducibilidad de los vehículos que cumplan la afección directa y exclusiva
a una actividad económica tal y como establece el art. 95 LIVA,
recordamos “versus” el criterio argumentado en la Sentencia 359/2010
del Tribunal Superior de Justicia de Valencia con base en la sentencia de
fecha 11.7.1991 del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas y,
art. 17 de la Sexta Directiva. Reproducimos a continuación la nueva
consulta vinculante y la sentencia citada en oposición.
NUM-CONSULTA
ORGANO
FECHA-SALIDA
NORMATIVA
DESCRIPCION-HECHOS
CUESTION-PLANTEADA
V3057-14
SG de Impuestos sobre la Renta de las Personas Físicas
07/11/2014
LIVA, Ley 37/1992, artículo 95; LIRPF, Ley 35/2006, artículo 29; RIRPF, RD 439/2007, artículo
22.
El consultante ha adquirido un vehículo, que pudiera tener la consideración de vehículo mixto,
para el desarrollo de su actividad económica.
Deducibilidad de los gastos derivados de la compra del vehículo en el IVA e IRPF.
CONTESTACION-COMPLETA
1.) Impuesto sobre el Valor Añadido.
El derecho a deducir en el Impuesto sobre el Valor Añadido está regulado en el Capítulo I del
Título VIII de la Ley 37/1992, de 28 de diciembre, del Impuesto sobre el Valor Añadido (BOE
de 29 de diciembre).
En relación con la cuestión expresamente planteada en el escrito de consulta hay que señalar
que el artículo 95 de la Ley 37/1992 establece lo siguiente:
“Uno. Los empresarios o profesionales no podrán deducir las cuotas soportadas o
satisfechas por las adquisiciones o importaciones de bienes o servicios que no se afecten,
directa y exclusivamente, a su actividad empresarial o profesional.
Dos. No se entenderán afectos directa y exclusivamente a la actividad empresarial o
profesional, entre otros:
1º. Los bienes que se destinen habitualmente a dicha actividad y a otras de naturaleza no
empresarial ni profesional por períodos de tiempo alternativos.
2º. Los bienes o servicios que se utilicen simultáneamente para actividades empresariales o
profesionales y para necesidades privadas.
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3º. Los bienes o derechos que no figuren en la contabilidad o registros oficiales de la actividad
empresarial o profesional del sujeto pasivo.
4º. Los bienes y derechos adquiridos por el sujeto pasivo que no se integren en su patrimonio
empresarial o profesional.
5º. Los bienes destinados a ser utilizados en la satisfacción de necesidades personales o
particulares de los empresarios o profesionales, de sus familiares o del personal dependiente
de los mismos, con excepción de los destinados al alojamiento gratuito en los locales o
instalaciones de la empresa del personal encargado de la vigilancia y seguridad de los
mismos, y a los servicios económicos y socio-culturales del personal al servicio de la
actividad.
Tres. No obstante lo dispuesto en los apartados anteriores, las cuotas soportadas por la
adquisición, importación, arrendamiento o cesión de uso por otro título de los bienes de
inversión que se empleen en todo o en parte en el desarrollo de la actividad empresarial o
profesional podrán deducirse de acuerdo con las siguientes reglas:
1ª. Cuando se trate de bienes de inversión distintos de los comprendidos en la regla
siguiente, en la medida en que dichos bienes vayan a utilizarse previsiblemente, de acuerdo
con criterios fundados, en el desarrollo de la actividad empresarial o profesional.
2ª. Cuando se trate de vehículos automóviles de turismo y sus remolques, ciclomotores y
motocicletas, se presumirán afectados al desarrollo de la actividad empresarial o profesional
en la proporción del 50 por ciento.
A estos efectos, se considerarán automóviles de turismo, remolques, ciclomotores y
motocicletas los definidos como tales en el Anexo del Real Decreto Legislativo 339/1990, de 2
de marzo, por el que se aprueba el texto articulado de la Ley sobre Tráfico, Circulación de
Vehículos a Motor y Seguridad Vial, así como los definidos como vehículos mixtos en dicho
Anexo y, en todo caso, los denominados vehículos todo terreno o tipo "jeep".
No obstante lo dispuesto en esta regla 2ª, los vehículos que se relacionan a continuación se
presumirán afectados al desarrollo de la actividad empresarial o profesional en la proporción
del 100 por cien:
a) Los vehículos mixtos utilizados en el transporte de mercancías.
b) Los utilizados en la prestación de servicios de transporte de viajeros mediante
contraprestación.
c) Los utilizados en la prestación de servicios de enseñanza de conductores o pilotos
mediante contraprestación.
d) Los utilizados por sus fabricantes en la realización de pruebas, ensayos, demostraciones o
en la promoción de ventas.
e) Los utilizados en los desplazamientos profesionales de los representantes o agentes
comerciales.
f) Los utilizados en servicios de vigilancia.
3ª. Las deducciones a que se refieren las reglas anteriores deberán regularizarse cuando se
acredite que el grado efectivo de utilización de los bienes en el desarrollo de la actividad
empresarial o profesional es diferente del que se haya aplicado inicialmente.
La mencionada regularización se ajustará al procedimiento establecido en el Capítulo I del
Título VIII de esta Ley para la deducción y regularización de las cuotas soportadas por la
adquisición de los bienes de inversión, sustituyendo el porcentaje de operaciones que
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originan derecho a la deducción respecto del total por el porcentaje que represente el grado
de utilización en el desarrollo de la actividad empresarial o profesional.
4ª. El grado de utilización en el desarrollo de la actividad empresarial o profesional deberá
acreditarse por el sujeto pasivo por cualquier medio de prueba admitido en derecho. No será
medio de prueba suficiente la declaración-liquidación presentada por el sujeto pasivo ni la
contabilización o inclusión de los correspondientes bienes de inversión en los registros
oficiales de la actividad empresarial o profesional.
5ª. A efectos de lo dispuesto en este apartado, no se entenderán afectos en ninguna
proporción a una actividad empresarial o profesional los bienes que se encuentren en los
supuestos previstos en los números 3º y 4º del apartado dos de este artículo.
Cuatro. Lo dispuesto en el apartado anterior será también de aplicación a las cuotas
soportadas o satisfechas por la adquisición o importación de los siguientes bienes y servicios
directamente relacionados con los bienes a que se refiere dicho apartado:
1º. Accesorios y piezas de recambio para los mencionados bienes.
2º. Combustibles, carburantes, lubrificantes y productos energéticos necesarios para su
funcionamiento.
3º. Servicios de aparcamiento y utilización de vías de peaje.
4º. Rehabilitación, renovación y reparación de los mismos.”.
De la normativa expuesta anteriormente se deriva que cuando el sujeto pasivo adquiere un
bien que no afecta directa y exclusivamente a su actividad empresarial o profesional, las
cuotas soportadas no podrán ser deducidas en ninguna medida ni cuantía, salvo que se trate
de bienes de inversión, en cuyo supuesto la afectación parcial de tales bienes permitirá la
deducción parcial de las cuotas soportadas conforme a las reglas establecidas en el artículo
95.
Por tanto, en cuanto a la adquisición por el consultante de un vehículo para su actividad, el
señalado artículo 95 de la Ley 37/1992 establece, para los vehículos automóviles de turismo
que se empleen en todo o en parte en el desarrollo de la actividad empresarial o profesional,
una presunción legal de afectación de dichos vehículos a la citada actividad del 50 por ciento,
salvo para los vehículos destinados a las finalidades previstas en el párrafo tercero de la regla
2ª del apartado tres de dicho artículo, en que dicha presunción es del 100 por cien.
En cuanto a estos últimos, y más concretamente en lo referido a los vehículos mixtos de
transporte de mercancías, es criterio de esta Dirección General que por transporte de
mercancías debe entenderse el transporte de bienes objeto de comercio (“género vendible”,
“cualquier cosa mueble que se hace objeto de trato o venta”, “cosas adquiridas por la
empresa y destinadas a la venta sin transformación”).
De acuerdo con lo anterior, sólo los vehículos que tengan la consideración de vehículos
mixtos de acuerdo con la legislación sobre Tráfico y Circulación de Vehículos y que se
destinen efectivamente al transporte de mercancías, en los términos indicados, podrán
beneficiarse de la presunción de la afectación total al desarrollo de la actividad.
Dicha consideración no es extensible a los vehículos mixtos que, como puede ser en el caso
consultado, se usen para el transporte de materiales y herramientas de otras actividades
empresariales, lo que determinará que sólo se presuma para los correspondientes vehículos
la afectación a la actividad empresarial o profesional en el porcentaje del 50 por ciento.
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No obstante, cuando se acredite un grado efectivo de utilización en el desarrollo de la
actividad empresarial o profesional diferente del previsto según la correspondiente presunción
legal, procederá la regularización de las deducciones practicadas inicialmente en base a la
citada presunción. En todo caso, será necesario que dichos vehículos estén integrados en el
patrimonio empresarial o profesional del sujeto pasivo, así como debidamente contabilizados
e incluidos en los registros oficiales de la actividad desarrollada.
En consecuencia, las cuotas del Impuesto sobre el Valor Añadido soportadas por el
consultante por la adquisición de un vehículo automóvil, sea de turismo o bien de tipo mixto,
podrán ser objeto de deducción en un 50 por ciento, conforme a lo previsto en el artículo 95,
apartado tres, regla 2ª de la Ley 37/1992, cuando el consultante afecte el citado vehículo a su
actividad empresarial.
No obstante, como hemos indicado anteriormente, cuando se acredite por dicho empresario o
profesional un grado efectivo de utilización de dicho vehículo en el desarrollo de su actividad
diferente del que se haya aplicado inicialmente, la deducción practicada deberá regularizarse
conforme a lo previsto en la regla 3ª del apartado tres del citado artículo 95 de la Ley del
Impuesto.
En todo caso, el ejercicio del derecho a la deducción de las cuotas soportadas por la
adquisición del vehículo objeto de la consulta, deberá ajustarse, sea cual sea el grado de
afectación de los bienes señalados a la actividad empresarial del consultante, a las restantes
condiciones y requisitos previstos en el Capítulo I del Título VIII de la mencionada Ley
37/1992, y especialmente a la señalada en su artículo 97, apartado uno, número 1º, por la
que el consultante deberá estar en posesión de la factura original emitida a su favor por quien
realice la entrega o preste el servicio.
Por último, habrá que tener en cuenta que las cuotas del Impuesto sobre el Valor Añadido
solo serán deducibles en la medida en que los bienes o servicios, cuya adquisición o
importación determinen el derecho a la deducción, se utilicen por el sujeto pasivo en la
realización de las entregas de bienes y prestaciones de servicios sujetas y no exentas del
Impuesto sobre el Valor Añadido.
2.) Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas.
La deducción de cualquier gasto relativo al vehículo adquirido exigiría que este tuviese la
consideración de elemento patrimonial afecto a la actividad económica desarrollada por el
consultante.
El artículo 22 del Reglamento del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, aprobado
por el Real Decreto 439/2007, de 30 de marzo (BOE de 31 de marzo), regula los elementos
patrimoniales afectos a una actividad económica, estableciendo que:
“1. Se considerarán elementos patrimoniales afectos a una actividad económica desarrollada
por el contribuyente, con independencia de que su titularidad, en caso de matrimonio, resulte
común a ambos cónyuges, los siguientes:1.) Impuesto sobre el Valor Añadido.
El derecho a deducir en el Impuesto sobre el Valor Añadido está regulado en el Capítulo I del
Título VIII de la Ley 37/1992, de 28 de diciembre, del Impuesto sobre el Valor Añadido (BOE
de 29 de diciembre).
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J.C.B.R.
En relación con la cuestión expresamente planteada en el escrito de consulta hay que señalar
que el artículo 95 de la Ley 37/1992 establece lo siguiente:
“Uno. Los empresarios o profesionales no podrán deducir las cuotas soportadas o
satisfechas por las adquisiciones o importaciones de bienes o servicios que no se afecten,
directa y exclusivamente, a su actividad empresarial o profesional.
a) Los bienes inmuebles en los que se desarrolle la actividad.
b) b) Los bienes destinados a los servicios económicos y socioculturales del personal al
servicio de la actividad.
c) Cualesquiera otros elementos patrimoniales que sean necesarios para la obtención
de los respectivos rendimientos.
En ningún caso tendrán la consideración de elementos afectos a una actividad económica los
activos representativos de la participación en fondos propios de una entidad y de la cesión de
capitales a terceros y los destinados al uso particular del titular de la actividad, como los de
esparcimiento y recreo.
2. Sólo se considerarán elementos patrimoniales afectos a una actividad económica aquéllos
que el contribuyente utilice para los fines de la misma.
No se entenderán afectados:
1º Aquéllos que se utilicen simultáneamente para actividades económicas y para
necesidades privadas, salvo que la utilización para estas últimas sea accesoria y
notoriamente irrelevante de acuerdo con lo previsto en el apartado 4 de este artículo.
2º Aquéllos que, siendo de la titularidad del contribuyente, no figuren en la
contabilidad o registros oficiales de la actividad económica que esté obligado a llevar el
contribuyente, salvo prueba en contrario.
3. Cuando se trate de elementos patrimoniales que sirvan sólo parcialmente al objeto
de la actividad, la afectación se entenderá limitada a aquella parte de los mismos que
realmente se utilice en la actividad de que se trate. En este sentido, sólo se considerarán
afectadas aquellas partes de los elementos patrimoniales que sean susceptibles de un
aprovechamiento separado e independiente del resto. En ningún caso serán susceptibles de
afectación parcial elementos patrimoniales indivisibles.
4. Se considerarán utilizados para necesidades privadas de forma accesoria y
notoriamente irrelevante los bienes del inmovilizado adquiridos y utilizados para el desarrollo
de la actividad económica que se destinen al uso personal del contribuyente en días u horas
inhábiles durante los cuales se interrumpa el ejercicio de dicha actividad.
Lo dispuesto en el párrafo anterior no será de aplicación a los automóviles de turismo y sus
remolques, ciclomotores, motocicletas, aeronaves o embarcaciones deportivas o de recreo,
salvo los siguientes supuestos:
a) Los vehículos mixtos destinados al transporte de mercancías.
b) Los destinados a la prestación de servicios de transporte de viajeros mediante
contraprestación.
c) Los destinados a la prestación de servicios de enseñanza de conductores o pilotos
mediante contraprestación.
d) Los destinados a los desplazamientos profesionales de los representantes o
agentes comerciales.
e) Los destinados a ser objeto de cesión de uso con habitualidad y onerosidad.
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A estos efectos, se considerarán automóviles de turismo, remolques, ciclomotores y
motocicletas los definidos como tales en el Anexo del Real Decreto Legislativo 339/1990, de 2
de marzo, por el que se aprueba el texto articulado de la Ley sobre Tráfico, Circulación de
Vehículos a Motor y Seguridad Vial, así como los definidos como vehículos mixtos en dicho
Anexo y, en todo caso, los denominados vehículos todo terreno o tipo “jeep”.”.
De acuerdo con lo dispuesto anteriormente, para la deducción de los gastos derivados de la
adquisición y utilización del vehículo adquirido, se exige que éste tenga la consideración de
elemento patrimonial afecto a la actividad, lo cual supone que, estando registrado en los libros
o registros obligatorios, sea utilizados de forma exclusiva en dicha actividad, salvo que dicha
actividad se encuentre entre las excepciones contempladas en el apartado 4 anteriormente
citado.
Dicho apartado excepciona de lo dispuesto anteriormente a los vehículos mixtos destinados al
transporte de mercancías, ahora bien, por las mismas razones expuestas a efectos del
Impuesto sobre el Valor Añadido sobre lo que debe entenderse por transporte de mercancías
cabe concluir que no pueden considerarse como exclusivamente afectos los vehículos mixtos
destinados al transporte de materiales o utensilios necesarios para el desarrollo de la
actividad, ya que no se trata de vehículos mixtos destinados al transporte de mercancías. Por
tanto, en estos supuestos, para que estos vehículos tuvieran la consideración de elemento
patrimonial afecto, sería necesaria la utilización exclusiva para fines de la actividad
empresarial.
En consecuencia, partiendo de la consideración de que el vehículo, en el caso de que se
tratase de un vehículo mixto, no se destina al transporte de mercancías, y dado que la
actividad desarrollada por el consultante no se encuentran entre las excepciones
contempladas en el apartado 4 del anteriormente citado artículo 22 del RIRPF, para que el
vehículo del consultante pueda tener la consideración de elemento patrimonial afecto y sean
deducibles los gastos de amortización y los derivados de la utilización del mismo resultará
necesaria su utilización exclusiva en los fines de dicha actividad. De esta forma si el vehículo
fuese utilizado tanto en la actividad, como para fines particulares, aunque esta última
utilización tuviera un carácter accesorio e irrelevante, no tendría la consideración de elemento
patrimonial afecto, no resultando deducibles los referidos gastos.
Lo que comunico a Vd. con efectos vinculantes, conforme a lo dispuesto en el apartado 1 del
artículo 89 de la Ley 58/2003, de 17 de diciembre, General Tributaria. Fuente: D.G.T.
Acceder a la Consulta Vinculante:
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Id Cendoj: 46250330032010100341
Órgano: Tribunal Superior de Justicia. Sala de lo Contencioso
Sede: Valencia.
Sección: 3ª.
Nº de Recurso: 213/2008
Nº de Resolución: 359/2010
Procedimiento: CONTENCIOSO
Ponente: MANUEL JOSE BAEZA DIAZ-PORTALES
Tipo de Resolución: Sentencia
En la ciudad de Valencia a catorce de abril de dos mil diez
La Sección 3ª de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de
Justicia de la Comunidad Valenciana, compuesta por los Ilmos. Sres D. JUAN LUIS
LORENTE ALMIÑANA, Presidente, D. MANUEL JOSÉ BAEZA DÍAZ PORTALES y
D.AGUSTÍN GÓMEZ MORENO MORA, Magistrados, ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA Nº 359
En el recurso contencioso administrativo nº 213/08 interpuesto por la mercantil
REGICARP, SOCIEDAD LIMITADA, representada por la procuradora Julia y asistida del
letrado ÁLVARO BOTELLA ESTRADA, contra la resolución adoptada con fecha 28.9.2007
por el Tribunal Económico-Administrativo Regional de Valencia, desestimatoria de la
reclamación en su día formulada por la hoy demandante contra la liquidación provisional
emitida por la Oficina de Gestión Tributaria de la Administración de Alcoy de la Delegación de
Alicante de la Agencia Tributaria, en relación con el Impuesto sobre el Valor Añadido
correspondiente al ejercicio 2002; habiendo sido parte demandada en los autos
el TRIBUNAL ECONÓMICO- ADMINISTRATIVO REGIONAL de VALENCIA, representado y
asistido por el ABOGADO DEL ESTADO, y Ponente el Ilmo. Sr. Magistrado D. MANUEL
JOSÉ BAEZA DÍAZ PORTALES.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- Interpuesto el recurso y seguidos los trámites prevenidos por ley se emplazó a la
demandante para que formalizara la demanda, lo que verificó mediante escrito en que
suplicó que se dictase sentencia declarando no ajustada a Derecho la resolución recurrida.
SEGUNDO.- Por la parte demandada se contestó a la demanda mediante escrito en el
que solicitó que se dictase sentencia por la que se confirme la resolución recurrida.
TERCERO.- No habiéndose recibido el proceso a prueba se emplazó a las partes
para que evacuasen el trámite prevenido en el art. 64 de la Ley Reguladora de esta
Jurisdicción, y cumplido dicho trámite quedaron los autos pendientes de votación y fallo.
CUARTO.- Se señaló la votación y fallo del recurso para el día 7 de abril de 2010.
QUINTO.- En la tramitación del presente recurso se han observado las prescripciones legales.
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FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Se interpone el presente recurso contencioso-administrativo frente a la
resolución adoptada con fecha 28.9.2007 por el Tribunal Económico-Administrativo Regional
de Valencia, desestimatoria de la reclamación en su día formulada por la hoy
demandante contra la liquidación provisional emitida por la Oficina de Gestión Tributaria de
la Administración de Alcoy de la Delegación de Alicante de la Agencia Tributaria, mediante la
que, respecto de las autoliquidaciones presentadas, se minora el importe de las deducciones
en el 50% de las cuotas soportadas en la adquisición y reparación de tres vehículos turismo
con fundamento en lo dispuesto en el apartado Tres del artículo 95 de la Ley 37/1992 ; ello
en relación con el Impuesto sobre el Valor Añadido correspondiente al ejercicio 2002.
Si bien la demanda presentada en esta vía jurisdiccional aparecía fundamentada en la
alegación de utilización exclusiva de los vehículos en la actividad empresarial, la actora
suscribió el motivo plasmado en la providencia de 16.12.2009, en la que literalmente se
señaló lo siguiente:
"Estimando que la cuestión sometida al conocimiento de la Sala en el presente recurso
pudiera no haber sido apreciada debidamente por las partes, por existir en apariencia otro
motivo susceptible de fundar el recurso (cuál sería el relativo a la aplicación directa de la
Sexta Directiva, tal y como la misma fue interpretada por el Tribunal de Justicia de las
Comunidades Europeas, en su Sentencia de fecha
11.7.1991, dictada en el caso Lennartz, asunto C/97/90 -la que únicamente exige para la
deducibilidad del
100% de las cuotas de IVA soportado la efectiva afectación del vehículo a la actividad
económica, por reducido que sea el porcentaje de utilización para fines empresariales o
profesionales-), de acuerdo con lo previsto en el art. 33.2 LJ , se somete tal motivo a las
partes, advirtiéndoles que con ello no se prejuzga el fallo definitivo, concediéndoles el plazo
común de diez días para que formulen las alegaciones que estimen oportunas, y ello dejando
sin efecto el señalamiento que viene efectuado."
La Abogacía del Estado se ha opuesto a la estimación del recurso.
SEGUNDO.- La adecuada solución a las cuestiones suscitadas en esta litis hace
conveniente, en primer lugar, poner de relieve los siguientes datos y consideraciones:
ØNi el TEARV ni la Abogacía del Estado cuestionan que los vehículos turismo de
que se trata se encuentren afectos a la actividad empresarial de la actora (incluso, puede
decirse que -cuando menos implícitamente- lo están aceptando), sino que lo que mantienen
es que no ha quedado acreditado que la afectación a tal actividad sea exclusiva, por lo que,
en aplicación del art. 95 de la Ley 37/1992 , únicamente cabe la deducción del 50% de la
cuota soportada. En cualquier caso, y con independencia de la presunción de afectación del
50% que se contempla en la precitada norma legal, la Sala entiende que ha quedado
probado en autos que el turismo se encuentra, en mayor o menor grado, afecto a la
actividad profesional del recurrente, según así resulta de la abundante prueba al efecto
aportada.
ØEl Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, en su Sentencia de fecha
11.7.1991 (caso Lennartz, asunto C/97/90 ), a propósito de una cuestión prejudicial
planteada por un tribunal alemán, en el punto 35 de la misma estableció que "Procede
responder al órgano jurisdiccional que un sujeto pasivo que utiliza los bienes para las
necesidades de una actividad económica tiene derecho, en el momento de la adquisición de
los bienes, a deducir el impuesto soportado de conformidad con las reglas previstas en el
art.
17 , por reducido que sea el porcentaje de utilización para fines profesionales. Una regla o
una práctica administrativa que imponga una restricción general del derecho a deducir en
caso de uso profesional limitado, pero sin embargo efectivo, constituye una derogación del
art. 17 de la Sexta Directiva y...".
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ØSin pretensión de realizar un abordaje de mayor profundidad en la doctrina general
de Derecho comunitario, sí debe precisarse a los efectos que ahora interesan en relación
con la susceptibilidad de producción de efecto directo de las Directivas que, a pesar
de una inicial jurisprudencia comunitaria vacilante, hoy día -y desde hace ya bastantes
años- puede darse una respuesta afirmativa a tal cuestión, en base al denominado efecto
útil, si bien de la doctrina del Tribunal de Justicia comunitario (véanse los casos Van
Duyr, Enka, René, etc), resulta que ello requiere la concurrencia de dos requisitos: 1) el
incumplimiento en cuanto al desarrollo de la Directiva por el Estado miembro, y 2 ) que la
directiva sea clara, precisa e incondicional. Y no sólo eso, sino que ya desde la Sentencia de
1.2.1977 se viene reconociendo la competencia del Juez nacional para comprobar la
conformidad de las normas internas de desarrollo con la Directiva ("El justiciable puede
invocar una Directiva ante la jurisdicción nacional con objeto de hacer verificar por ésta
si las autoridades competentes, en el ejercicio de la facultad que se les reconoce en lo
referente a la forma y a los medios para la puesta en práctica de la Directiva, han
permanecido dentro de los límites de apreciación trazados por la Directiva"). Asimismo, la
Sentencia antes mencionada del caso René recuerda que "El efecto directo de la Directiva
implica que una autoridad nacional no puede oponer a un particular una disposición
legislativa o administrativa nacional que no sea conforme a una directiva, siempre
que ésta tenga todas las características que permitan su
invocación ante el Juez".
Pues bien, sentado todo lo anterior, no procede sino concluir que -en el caso de
autos- concurren todos los requisitos para la directa aplicación de la Directiva de que se
trata, tal y como la misma ha sido entendida por el Tribunal de Justicia de las Comunidades.
Así, en primer término, puede afirmarse que se ha incumplido por el Estado español
el desarrollo de la Sexta Directiva, desde el momento en que las normas internas de
desarrollo de la misma (Ley 30/1985
-que fue el inicial texto legal que procedió a adaptar la Sexta Directiva al Ordenamiento
jurídico español-, posteriormente el Real Decreto 2028/1985 y, por lo que hace a la
normativa de aplicación a nuestro supuesto, la Ley 37/1992 ) han impuesto -en palabras del
T.J.C.E.- "una restricción general del derecho a deducir en el caso de uso profesional
limitado", lo que "constituye una derogación del art. 17 de la Sexta Directiva ". En relación
con el entendimiento de que el incumplimiento de desarrollo de la Directiva puede venir
constituido no sólo por lo que es la propia ausencia de "transposición" o adaptación interna,
sino también las insuficiencias o deficiencias en tal adaptación, pueden citarse las
Sentencias del T.J. C.E. de5.4..1979 (Rati, 148/1978), 12.1.1982 (Becker, 8/1981), de
23.1.1994 (Comitato di Coordinamento per la defensa della Cava, C-236/1992) o -como más
reciente- la de fecha 5.2.2004 (que cita, a su vez, las de los casos Francovich y otros y la
de Marks & Spencer), así como la Sentencia de la Sala de lo ContenciosoAdministrativo del Tribunal Supremo de fecha 16.7.1996 .
En segundo lugar, también podemos afirmar que se cumple el segundo de los
requisitos más arriba reseñados, ya que el debate sobre la claridad, precisión e
incondicionalidad de la Directiva queda sin sentido tras la susodicha sentencia del
T.J.C.E., pues - cuando menos- a partir de la misma han de entenderse perfectamente
precisados los términos de la Directiva en lo que hace al concreto respecto que ahora nos
ocupa.
Finalmente, nos encontramos ante una relación vertical (Estado-administrado), que, a
diferencia de lo que sucedería en una relación horizontal (particulares entre sí), es
precisamente el ámbito donde encuentra perfecta virtualidad el efecto directo de las
Directivas, tal y como ya se ha visto al comentar la sentencia del caso René, pudiendo
también citarse en este mismo sentido la Sentencia del T.J. C.E de fecha 12.7.1990 (Foster
y otros/British Gas plc, Asunto C-188/89 ) y -como más reciente- la de fecha 5.2.2004 (que
cita, a su vez, las de los casos Francovich y otros y la de Marks & Spencer), así como
la Sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo de fecha
16.7.1996 .
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TERCERO.- En otro orden
consideraciones adicionales siguientes:
de
cosas,
proceda
efectuar
las
dos
La primera que, en el supuesto de autos, nos encontramos ante la aplicabilidad
o no de la Ley
37/1992 , y no de la Ley 30/1985 ; de manera que, en el momento de dictarse la Ley
37/1992 , ya había quedado agotado el plazo de cuatro años previsto en el apartado 6 del
art. 17 de la Sexta Directa dentro del cuál los Estados miembros podían mantener
exclusiones de su legislación nacional frente a la aplicación de la Directiva.
Y la segunda que, aún cuando en el presente caso nos encontramos ante una norma
con rango de Ley -art. 95 de la Ley 30/1992- (lo que se va a expresar en relación con lo que
establece el art. 1 LJ), resulta legítimo, y hasta obligado para el Juez nacional (en este caso
este tribunal), la aplicación de la norma comunitaria en vez de la norma nacional
contradictoria; ello en aplicación del principio de primacía del Derecho comunitario.
En efecto, la aplicación directa del precepto señalado de la Directiva, a pesar de lo
dispuesto en la normativa tributaria interna, es consecuencia de la primacía comunitaria.
Como afirma el Pleno del Tribunal Constitucional en su Declaración núm. 1/2004 de 13
diciembre, fundamento jurídico 3º , "[p]rimacía y supremacía son categorías que se
desenvuelven en órdenes diferenciados. Aquélla, en el de la aplicación de normas
válidas; ésta, en el de los procedimientos de normación. La supremacía se sustenta
en el carácter jerárquico superior de una norma y, por ello, es fuente de validez de las que
le están infraordenadas, con la consecuencia, pues, de la invalidez de éstas si contravienen
lo dispuesto imperativamente en aquélla. La primacía, en cambio, no se sustenta
necesariamente en la jerarquía, sino en la distinción entre ámbitos de aplicación de
diferentes normas, en principio válidas, de las cuales, sin embargo, una o unas de ellas
tienen capacidad de desplazar a otras en virtud de su aplicación preferente o prevalente
debida a diferentes razones. Toda supremacía implica, en principio, primacía (de ahí
su utilización en ocasiones equivalente, así en nuestra Declaración 1/1992, F. 1), salvo que
la misma norma suprema haya previsto, en algún ámbito, su propio desplazamiento o
inaplicación."
La aplicación de la norma comunitaria frente a una norma interna válida pero
contradictoria, incluso de carácter legal, resulta obligatoria en virtud de la primacía
comunitaria, sin que resulte necesario en dicho caso el planteamiento de la cuestión
prejudicial.
Así lo ha afirmado el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas desde la
sentencia Simmenthal de 9 de marzo de 1978. Según este Tribunal, "el juez nacional
encargado de aplicar, en el marco de su competencia, las disposiciones del Derecho
comunitario, tiene la obligación de asegurar el pleno efecto de estas normas dejando
inaplicada si fuere necesario, en virtud de su propia autoridad, toda disposición contraria de
la legislación nacional, incluso posterior, sin que para ello tenga que pedir o esperar su
previa eliminación por vía legislativa o por cualquier otro procedimiento constitucional"
(párrafo 24 ). Recalcando, incluso, que el juez nacional tiene la obligación de asegurar la
protección de los derechos conferidos por las disposiciones del ordenamiento jurídico
comunitario sin que tenga que pedir o esperar la eliminación efectiva, por los órganos
nacionales habilitados a este efecto, de eventuales medidas nacionales que
obstaculizaran la aplicación directa e inmediata de las reglas comunitarias (párrafo 26).
Este principio normativo ha sido asumido y reconocido expresamente por el Tribunal
Constitucional, desde la Sentencia 28/1991, de 14 de febrero , fj6, y posteriormente en otras,
como la 64/1991, de 22 de marzo, f.j.4; la 130/1995, de 11 de septiembre, fj.4, la 120/1998,
de 15 de junio, fj4; o la Sentencia 58/2004, de 19 de abril , fj10.
La aplicación directa del ordenamiento comunitario frente al Derecho interno no exige
pues, en todos los casos, el planteamiento de una cuestión prejudicial interpretativa del
derecho comunitario. Como dispone el Tratado de la Comunidad Europea -artículo 234 -, la
obligación de plantear cuestión prejudicial afecta únicamente a aquellos órganos judiciales
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cuyas decisiones no sean susceptibles de ulterior recurso judicial de Derecho interno.
Pero aún en los casos en que la cuestión interpretativa de Derecho comunitario se
plantee ante un órgano judicial cuyas decisiones no sean susceptibles de ulterior recurso
judicial, el órgano judicial interno queda eximido de dicha obligación cuando no exista duda
razonable sobre la interpretación del texto comunitario aplicable al litigio.
Conforme a esta doctrina, denominada del acto claro, no resulta necesario plantear
cuestión prejudicial cuando la solución correcta del Derecho comunitario resulte tan evidente
que no deje lugar a ninguna duda razonable sobre la manera de resolver la cuestión
planteada.
Tampoco existe obligación de plantear cuestión prejudicial cuando la cuestión
interpretativa, aún planteando problemas, haya sido ya aclarada por el TJCE, en virtud de la
doctrina del acto aclarado formulada en la sentencia CILFIT de 6 de octubre de 1982 , que es
cabalmente lo que acontece en el caso de autos con la sentencia del Tribunal de Justicia de
las Comunidades Europeas, de fecha 11.7.1991 (caso Lennartz, asunto C/97/90), comentada
en el precedente fundamento jurídico.
CUARTO.- Consecuentemente con todo lo anterior, y sin necesidad siquiera de tener
que proceder a determinar si la afección de los turismos a la actividad empresarial de la
actora es o no exclusiva (ya hemos visto que es suficiente con que sea efectiva, aunque lo
fuere de manera parcial o limitada), habrá de concluirse con la estimación del recurso; sin
que, por lo demás, se aprecien méritos que determinen, ex art.139.1 LJ , un especial
pronunciamiento sobre las costas causadas.
Vistos los preceptos y fundamentos legales expuestos, y demás de general y pertinente
aplicación
FALLAMOS
Que, CON ESTIMACIÓN del presente recurso contencioso-administrativo, DEBEMOS
ANULAR Y ANULAMOS los actos administrativos identificados en el fundamento jurídico
primero de esta sentencia. Sin efectuar expresa condena en las costas procesales.
A su tiempo y con certificación literal de la presente, que es firme y no susceptible de
recurso, devuélvase el expediente administrativo al centro de su procedencia.
Así por esta nuestra sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.
PUBLICACIÓN.- Leída y publicada ha sido la anterior sentencia por el Ilmo. Sr.
Magistrado Ponente que ha sido para la resolución del presente recurso, estando
celebrando audiencia pública esta Sala, de lo que, como Secretario de la misma, certifico.
En Valencia a catorce de abril de dos mil diez. Fuente: Poderjudicial.es
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