Sentencia íntegra del juicio contra Carlos García Llorente.

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AUD.PROVINCIAL SECCION N. 1
GUADALAJARA
SENTENCIA: 00021/2013
AUDIENCIA PROVINCIAL DE GUADALAJARA
Domicilio: PASEO FERNANDEZ IPARRAGUIRRE NUM. 10
Tfno.: 949-20.99.00
Fax: 949-23.52.24
19130 37 2 2013 0100599
PROCEDIMIENTO ABREVIADO 0000022 /2013
Delito/falta: INFIDELIDAD EN CUSTODIA DOCUMENTOS POR PARTICULAR
Acusación Particular: J.J.C.G. Y 6 PERSONAS MAS
Procuradora: Dª MARIA DEL CARMEN LOPEZ MUÑOZ
Abogado: D. FERNANDO MARTINEZ GARCIA
Contra: C.G.L.
Procuradora: Dª ENCARNACION HERANZ GAMO
Abogado: D. ROSENDO LLORENTE MARTIN
MINISTERIO FISCAL
ILMOS. SRES. MAGISTRADOS
Dª ISABEL SERRANO FRÍAS
D. MANUEL EDUARDO REGALADO VALDÉS
D. JOSE AURELIO NAVARRO GUILLÉN
SENTENCIA
Nº 21/13
En Guadalajara, a veintisiete de noviembre de
dos mil trece.
Visto en Juicio Oral y Publico ante esta A.P.,
los autos de PA
num. 104/11
procedentes de l
Juzgado de instrucción num. 4 de Guadalajara
seguidos por un delito de falsedad en documento
oficial
e
infidelidad
en
la
custodia
de
documentos, frente a C.G.L., mayor de edad sin
antecedentes penales defendido por el Letrado Sr.
Llorente Martín y representado por la Procuradora
Sra.
Heranz
Gamo.
Ejerciendo
la
acusación
particular
J.J.C.G., F.J.S.R., en nombre y
representación
como
Consejeros
Delegados
Mancomunados, de la mercantil HERCESA INMOBILIRIA,
S.A.;
J.J.C.G.
y
E.C.M.
en
nombre
y
representación,
como
Consejeros
Delegados
Mancomunados, de la mercantil GUADALAJARA 2.000,
S.L.;
P.J.G.M.
y
J.D.G.R.
en
nombre
y
representación,
como
Consejeros
Delegados
Mancomunados,
DE
LA
MERCANTIL
contratistas
reunidos (HERCESA), S.A.; P.L.H.B. en nombre y
representación, como apoderado de la mercantil
PROYECTOS HISPANIA BUSINESS, S.L.; y I.T.S., en
nombre y representación, como apoderado, de la
mercantil
EDITORIAL
NUEVA
ALCARRIA,
S.A.,
asistidos todos ellos por el letrado D. FRANCISCO
JAVIER RAMON SIERRA y representados por
la
Procuradora Dª. CARMEN LOPEZ MUÑOZ, siendo además
parte acusadora el MINISTERIO FISCAL y designado
Magistrado Ponente la Ilma Sra. Magistrado Dña.
ISABEL SERRANO FRIAS.
ANTECEDENTES DE HECHO
UNICO.- Por la Procuradora Sra López Muñoz se
interpuso querella frente a C.G.L.,
admitida a
tramite y dando lugar a las diligencias
previas
num. 4502/2010.
Previos los tramites pertinentes se acordó
seguir la tramitación del procedimiento abreviado.
El Ministerio Fiscal califico los hechos como
constitutivos de un delito
de A.- un delito
continuado
de
falsedad
en
documento
oficial
previsto en el artículo 390,1º,3º del Código Penal
y 74, B.- un delito de infidelidad en la custodia
de documentos del artículo 413 del C.P.
La
acusación particular califico los hechos:
A.- un delito continuado de falsedad en documento
oficial previsto y penado en los puntos 1º,2º y 3º
del apartado 1 del artículo 390 del Código Penal.
B.- un delito de infidelidad en la custodia de
documentos previsto y penado en el artículo 413
del Código Penal.
La
defensa
negó
los
hechos
interesando la libre absolución.
imputados
Remitidos los autos a este Tribunal se señalo
para la celebración de juicio el día 12 de
noviembre de 2013 en que tuvo lugar con el
resultado que obra en la grabación y el acta.
HECHOS PROBADOS
PRIMERA.- Con fecha 25 de enero de 2,010, la
Vicepresidencia
y
Consejería
de
Economía
y
Hacienda de la Junta de Comunidades de Castilla-La
Mancha dicta Resolución (publicada en el D.O.C.M.
n° 18, de 28 de enero de 2.010), por la que se
convocan elecciones para la renovación de los
plenos de las Cámaras Oficiales de Comercio e
industria de Castilla-La Mancha, señalándose como
fecha para la celebración de las mismas el 16 de
marzo de 2.010. Conforme a lo prevenido en la
Disposición Segunda de la Resolución antedicha, de
fecha 25 de enero de 2.010, las elecciones se
regirían por lo establecido en dicha convocatoria,
además de por lo establecido en la Ley 3/1.993, de
22 de marzo, Básica de las Cámaras Oficiales de
Comercio, Industria y Navegación, en el Reglamento
General de las Cámaras Oficiales de Comercio,
Industria y Navegación de España, aprobado por
Decreto 1.291/1.974, de 2 de mayo, en la redacción
dada por el Real Decreto 1.133/2.007, de 31 de
agosto,
y
con
carácter
supletorio,
en
la
legislación electoral general del Estado, así como
en los reglamentos de régimen interior de las
cámaras, en tanto en cuanto no se opusieran a lo
establecido
en
la
normativa
electoral
de
aplicación. Según lo dispuesto en la Disposición
Octava de la Resolución de 25 de enero de 2.010,
así
como
en
el
artículo
19
del
Decreto
1.291/1.974, de 2 de mayo, en la redacción dada
por el Real Decreto 1.133/2.007, de 31 de agosto,
los electores que previeran que en la fecha de la
votación no podrían ejercer su derecho de voto
personándose
en
el
colegio
electoral
correspondiente, podían emitir dicho voto por
correo,
para
lo
cual
debían
solicitarlo
personalmente, en el plazo de los diez días
hábiles siguientes al de la publicación de la
convocatoria. La solicitud se cumplimentaría en
modelo normalizado -el recogido en el ANEXO XXIV
de la convocatoria, conforme con las instrucciones
previstas en el ANEXO XXV de la misma, que debía
presentarse ante la Secretaría de la cámara
respectiva, o se remitiría por correo certificado
y urgente -ex artículo 19.1 a) del Decreto
1.291/1.974, de 2 de mayo, en la redacción dada
por el Real Decreto 1.133/2.007, de 31 de agosto.
Una vez recibida la solicitud de voto por
correo, la Secretaría de la cámara,
previa
comprobación de su
inscripción en el censo
electoral, libraría certificación acreditativa de
este extremo conforme al modelo recogido como
Anexo XXIX y, previa anotación en el censo con el
fin de que no se admitiera el voto personal del
solicitante, remitiría a dicho peticionario la
documentación
reglamentaria
prevista
en
el
artículo 19.1 c) del Decreto 1291/1974, de 2 de
mayo, en redacción dada por el Real Decreto
1133/2007, de 31 de agosto, junto con la hoja de
instrucciones
para
facilitar
al
votante
el
ejercicio de su derecho.
Recibida
dicha
documentación,
el
elector
pondría la papeleta de voto correspondiente dentro
del sobre en cuyo anverso figurase el grupo y, en
su
caso,
la
categoría.
Una
vez
cerrado
introduciría este primer sobre, junto con la
certificación de inscripción en el censo, en el
segundo
sobre
y
lo
remitiría
por
correo
certificado y urgente a la secretaria de la junta
electoral respectiva, con la antelación suficiente
para que se recibiera antes de las doce horas del
día anterior al que se celebraren las elecciones ex artículo 19.1 d) del Decreto 1291/1974, de 2 de
mayo, en redacción dada por el Real Decreto
1133/2007, de 31 de agosto, en relación con lo
prevenido en los apartados
3 y
4 de las
instrucciones para el voto por correo contenidas
en el anexo XXVI.
C.G.L., ostentaba durante el proceso electoral
al que se ha hecho mención la condición de
Secretario de la Cámara de Comercio e Industria de
Guadalajara. No ha quedado acreditado que emitiera
el imputado certificaciones necesarias para el
voto por correo no solicitados en forma, ni que de
forma intencionada enviara u ordenara enviar
incompleta la documentación al efecto o alterara
el contenido de los sobres una vez recibidos.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Tanto la acusación pública como
privada imputan al acusado C.G.L. la comisión de
un delito
continuado de falsedad en documento
oficial del articulo 390.1, 3 y uno también
continuado de infidelidad en la custodia de
documentos,
exigiendo
ambos
la
condición
de
autoridad o funcionario publico del autor siendo
esta la primera materia que cuestiona la defensa
pues se considera que el acusado no reúne las
condiciones típicas de la autoría, pues no sería
funcionario público.
Este concepto, que hay que decir ya de partida
es mas amplio en el ámbito penal, ha sido objeto
de examen
jurisprudencial y en este sentido la
STS, Sala Segunda, de lo Penal, S de 3 Oct. 1998
se refería al artículo 119 del anterior CPenal
y
el art. 24.2 del vigente,
que “establecen y
delimitan el concepto de funcionario público a los
efectos de la aplicación de los diversos tipos
penales contemplados en el texto punitivo. Ambos
preceptos coinciden en su redacción al considerar
como funcionario público a todo el que por
disposición inmediata de la ley o por elección, o
por nombramiento de autoridad competente participe
del ejercicio de funciones públicas”.
Como se ha puesto de relieve por la doctrina y
la jurisprudencia, el CP se ha decantado por un
concepto amplio de funcionario, situándose un poco
más allá del derecho administrativo a la hora de
fijar este elemento normativo de varios tipos
penales. Se ha destacado que el CP prescinde de
una afirmación categórica y precisa del concepto
de funcionario al decir en el comienzo del
precepto que se “considerará funcionario público”
a los que se comprendan en algunos de los
supuestos que describe a continuación. Los ejes
rectores del concepto de funcionario a efectos
penales pasan por criterios distintos. Por un lado
tendrán esta consideración todos aquellos que
presten
servicios
a
entidades
y
organismos
públicos. Pero no se agota en este criterio la
atribución del concepto de funcionario en cuanto
que puede venir también atribuido por el hecho de
actuar sometido a la actividad de control del
derecho administrativo. Como ha dicho un sector de
la doctrina, se trata de un concepto nutrido por
ideas funcionales de raíz jurídico-política y
acordes a un concreto planteamiento políticocriminal que exige, por la lógica de la protección
de determinados bienes jurídicos, atribuir las
condiciones
de
funcionario
conforme
a
unas
funciones y metas propias del derecho penal y que
sólo eventualmente pueden coincidir con las del
derecho
administrativo.
Aplicando
al
caso
presente, cualquiera de esta pautas definidoras,
el Patrón Mayor o Presidente de una corporación
pública que tiene las facultades que ya se han
expresado y que ve sometidas sus actuaciones al
control del derecho administrativo y de
la
jurisdicción propia reúne, sin duda, la condición
de funcionario a los efectos de la aplicación del
tipo penal de la prevaricación”.
Podemos
añadir
en
la
misma
línea
un
pronunciamiento
jurisprudencial mas reciente S
TS, Sala Segunda, de lo Penal, S de 14 Mar. 2012
que a su vez se remite a otras resoluciones «la
jurisprudencia, STS 1030/2007, de 4-12 (LA LEY
193872/2007)
y
1125/2011
de
2-11
(LA
LEY
218054/2011), ha señalado, que el concepto de
funcionario público contenido en el artículo 24
del Código Penal (LA LEY 3996/1995), según el cual
"se considerará funcionario público a todo el que
por disposición inmediata de la Ley, por elección,
o
por
nombramiento
de
Autoridad
competente
participe en el ejercicio de funciones públicas",
es un concepto aplicable a efectos penales, como
se desprende del mismo precepto, que es diferente
del característico del ámbito administrativo,
dentro del cual los funcionarios son personas
incorporadas a la Administración pública por una
relación de servicios profesionales y retribuidos,
regulada por el derecho administrativo. Por el
contrario, se trata de un concepto más amplio que
éste, pues sus elementos son exclusivamente el
relativo al origen del nombramiento, que ha de
serlo por una de las vías que el artículo 24
enumera, y de otro lado, la participación en
funciones públicas, con independencia de otros
requisitos referidos a la incorporación formal a
la Administración Pública o relativos a
la
temporalidad o permanencia en el cargo, (STS nº
1292/2000, de 10 de julio (LA LEY 9530/2000); STS
nº 68/2003, de 27 de enero (LA LEY 12333/2003);
STS nº 333/2003, de 28 de febrero (LA LEY
2362/2003) y STS nº 663/2005, de 23 de mayo (LA
LEY 13908/2005)), e incluso de la clase o tipo de
función pública, y aquella participación en las
funciones públicas puede serlo -como expresa la
STS 22-4-2003 - tanto en las del Estado, entidades
locales o comunidades autonómicas e incluso en los
de la llamada administración institucional que
tiene lugar cuando una entidad pública adopta una
forma independiente, incluso con personalidad
jurídica
propia,
en
ocasiones
de
sociedad
mercantil, con el fin de conseguir un más ágil y
eficaz funcionamiento, de modo que "cualquier
actuación de estas entidades donde existe un
interés público responde a este concepto amplio de
función pública”.
Y en lo que se refiere al acceso al ejercicio
de tales funciones públicas nada importan en este
campo ni los requisitos de elección para el
ingreso, en la categoría por modesta que fuera, ni
el sistema de retribución, ni el estatuto legal y
reglamentario, ni el sistema de provisión, ni aún
la estabilidad o temporalidad (STS 4.12.2001).
Como dice la STS 1608/2005 de 12-12 (LA LEY
377/2006) "el concepto de funcionario público es
propio del orden penal y no vicario del derecho
administrativo, ello tiene por consecuencia que
dicho concepto es más amplio en el orden penal, de
suerte que abarca e incluye a todo aquél que
"...por disposición inmediata de la Ley, o por
elección
o
por
nombramiento
de
autoridad
competente participe en el ejercicio de funciones
públicas...", art. 24.2º y 2, el factor que
colorea
la
definición
de
funcionario
es
precisamente,
la
participación
en
funciones
públicas. Por ello se deriva que a los efectos
penales, tan funcionario es el titular, o de
"carrera"
como
el
interino
o
contratado
temporalmente, ya que lo relevante es que dicha
persona esté al servicio de entes públicos, con
sometimiento de su actividad al control del
derecho administrativo, aunque carezca de las
notas de incorporación definitivas ni por tanto de
permanencia, (SSTS 1292/2000, de 10-7 (LA LEY
9530/2000); 4.12.2002, 1344/2004, de 23.12).
Se trata, en definitiva, como señalan tanto la
doctrina como la jurisprudencia (SSTS 22.1.2003 y
19.12.2000) de un concepto "nutrido de ideas
funcionales de raíz jurídico-política, acorde con
un planteamiento político-criminal que exige, por
la lógica de la protección de determinados bienes
jurídicos, atribuir la condición de funcionario en
atención a la funciones y fines propios del
derecho penal y que, sólo eventualmente coincide
con los criterios del derecho administrativo". Así
se trata de proteger el ejercicio de la función
pública en su misión de servir a los intereses
generales,
de
manera
que
la
condición
de
funcionario a efectos penales se reconoce con
arreglo a los criterios expuestos tanto en los
casos en los que la correcta actuación d de la
función pública se ve afectada por conductas
delictivas por quienes participan en ella, como en
aquellos otros casos en los que son las acciones
de los particulares los que, al ir dirigidas
contra quienes desempeñan tales funciones, atacan
su
normal
desenvolvimiento
y
perjudican
la
consecución de sus fines característicos.
En definitiva la jurisprudencia ha empleado un
criterio de gran amplitud y en general ha
entendido
que
son
funciones
públicas
las
realizadas por entes públicos, con sometimiento al
Derecho Público y desarrolladas con la pretensión
de satisfacer intereses públicos.
Así, en la STS nº 1292/2000, se dice que "lo
relevante es que dicha persona esté al servicio de
entes públicos, con sometimiento de su actividad
al control del derecho administrativo y ejerciendo
una
actuación
propia
de
la
Administración
Pública".
En
la
STS
nº
68/2003
(LA
LEY
12333/2003), luego de referirse a las funciones
públicas
del
Estado,
entidades
locales
y
administración
institucional,
afirma
que
"cualquier actuación de estas entidades donde
exista un interés público responde a ese concepto
amplio de función pública". También en este
sentido la STS nº 1590/2003, de 22 de abril de
2004 (LA LEY 652/2005). También en la STS nº
866/2003, de 16 de junio (LA LEY 2657/2003), se
entendió que lo "verdaderamente característico y
lo que les dota de la condición pública, es la
función realizada dentro de un organigrama de
servicio públicos".
También la Sala tercera del TS, de lo
Contencioso-administrativo, Sección 5ª, S de 17
Mar. 2010 se ha referido a los órganos de gobierno
de una Administración señalando que “no obstante
su carácter institucional, corporativo o de base
privada--- cuentan con la consideración de cargos
públicos, y ello, a pesar de que todas las
funciones que lleven a cabo no tengan dicha
consideración de públicas; esta es la especialidad
de este tipo de Administraciones, pero ella no
altera el carácter de cargo público de quienes
ocupan los órganos de gobierno de la citada
Administración. Los actos de dichos órganos son
actos administrativos y residenciables ante esta
Jurisdicción, de conformidad con el artículo
1.2.d) de la LRJCA. Y ello es así por que en la
norma esencial del recurso no se distingue, matiza
o modula entre las diferentes connotaciones de un
cargo público, pues con gran extensión la norma se
refiere a "cualquier cargo público o político". A
estos efectos, pues, el cargo de Vocal de la
Cámara de Comercio debe de quedar incluido en
dicho ámbito”.
En relación
concreta a las Cámaras de
Comercio y la consideración de su personal también
se ha pronunciado en la materia de su competencia
el orden jurisdiccional social pudiendo citarse a
titulo de ejemplo la STS, Sala Cuarta, de lo
Social, S de 11 May. 2004, que en relación a la
Cámara de
Comercio de Madrid
matizaba como se
han venido rigiendo sus relaciones con el personal
“denominado "funcionario" (esto es, "todo el
personal no contratado de la Cámara que en virtud
del
correspondiente
nombramiento
desempeña
funciones de carácter permanente sigue en la
correspondiente plantilla y percibe, con carácter
fijo, los sueldos o asignaciones normalizadas con
cargo al presupuesto de la Corporación”, conforme
al art. 2 del Reglamento al que seguidamente
haremos referencia) por un Reglamento aprobado por
dicha Corporación el 21 de Julio de 1983 y
modificado parcialmente en el año 1993. En cambio,
el personal contratado con carácter eventual o
interino por necesidades de los servicios de la
COCIM, se denominaba "personal contratado".
Continuaba dicha resolución refiriéndose al
raigambre de las Cámaras en nuestro Derecho
“arrancando de un Real Decreto de 9 de Abril de
1886,
que
las
consideró
inicialmente
como
asociaciones
voluntarias
de
comerciantes,
industriales y navieros, para posteriormente ir
adquiriendo ya un carácter cada vez más público,
primero a través de los Decretos de 21 de Junio y
13 de Diciembre de 1901 y más tarde por la Ley de
Bases para la reorganización de las Cámaras de 29
de Junio de 1911 y varias normas más de fechas
posteriores, hasta llegar a la actualmente vigente
Ley 3/1993 de 22 de Marzo, Básica de las Cámaras
Oficiales de Comercio, Industria y navegación,
publicada en el B.O.E. del 23 del dicho mes.
El art. 1º de esta Ley, refiriéndose a la
naturaleza de estas entidades, señala en su
apartado 1 que "Las Cámaras Oficiales de Comercio,
Industria y, en su caso, de Navegación son
Corporaciones de derecho público con personalidad
jurídica y plena capacidad de obrar para el
cumplimiento de sus fines, que se configuran como
órganos consultivos y de colaboración con las
Administraciones Públicas, sin menoscabo de los
intereses privados que persiguen. Su estructura y
funcionamiento deberán ser democráticos". Continúa
diciendo el precepto -apartado 2- que "además del
ejercicio de las competencias de carácter público
que les atribuye la presente ley y de las que les
puedan encomendar y delegar las Administraciones
Públicas, tienen como finalidad la representación,
promoción y defensa de los intereses generales del
comercio, la industria y la navegación, y la
prestación de servicios a las empresas que ejerzan
las indicadas actividades, sin perjuicio de la
libertad sindical y de asociación empresarial y de
las actuaciones de otras organizaciones sociales
que legalmente se constituyan", y en su apartado 3
se señala que "las Cámaras Oficiales de Comercio,
Industria y Navegación se ajustarán a lo dispuesto
en esta Ley y a las normas de desarrollo que se
dicten por la Administración Central o por las
Comunidades
Autónomas
con
competencia
en
la
materia. Les será de aplicación, con carácter
supletorio,
la
legislación
referente
a
la
estructura
y
funcionamiento
de
las
Administraciones Públicas en cuanto sea conforme
con su naturaleza y finalidades. La contratación y
el régimen patrimonial se regirá, en todo caso,
por el derecho privado".
Se configura pues como órgano consultivo y de
colaboración con las Administraciones Públicas,
con personalidad jurídica propia y plena capacidad
de obrar para el cumplimiento de sus fines y el
ejercicio de las funciones que tiene atribuidas
legalmente,
sin
menoscabo
de
los
intereses
privados que persigue.
Concluye la resolución a que estamos haciendo
referencia, y se trascribe por la influencia en el
tema
que
analizamos.
“Establece
la
citada
Disposición Transitoria 8ª de la Ley [estatal]
3/1993 que "Al personal que a la entrada en vigor
de la presente Ley se encuentre el servicio de una
Cámara, o del Consejo Superior, al amparo del
Decreto de 13 de junio de 1936, y figure incluido
en la plantilla establecida por el art. 2 del
mismo,
le
será
aplicable
dicho
régimen
de
personal. Al resto de los empleados de las Cámaras
y del Consejo Superior, así como al que se
contrate a partir de la entrada en vigor de esta
Ley,
le
será
de
aplicación
la
legislación
laboral", lo cual constituye una muestra de la
pervivencia de la idea acerca de la condición
funcionarial de determinados empleados a la que
antes hemos dejado hecha referencia”, añadiendo en
coherencia con esta consideración que el orden
competente para conocer de la pretensión de
impugnación
del Reglamento es el contenciosos
administrativo.
“Siendo
ello
así,
debe
llegarse
a
la
conclusión
en
el
sentido
de
que
el
orden
jurisdiccional competente para el conocimiento de
la pretensión consistente en la impugnación del
Reglamento al que tan repetidamente hemos hecho
referencia,
no
es
otro
que
el
contencioso
administrativo,
y
no
el
social,
pues
la
controversia
suscitada
en
la
demanda
lleva
aparejado el tratamiento de una cuestión jurídico
administrativa que excede de la mera cuestión
previa o prejudicial susceptible de encontrar
amparo en el art. 4º de la LPL, ya que se erige en
la pretensión principal del litigio que, si fuera
conocida y resuelta por este orden social de la
Jurisdicción, supondría la asunción por el mismo
de una competencia que legalmente no le incumbe”.
Acorde pues con la naturaleza de la Cámara de
Comercio, la función desempeñada por el Secretario
de la misma y el concepto de funcionario publico a
efectos penales es la consideración como tal del
mismo al efecto que nos ocupa.
SEGUNDO.- Otra matización es preciso hacer
previamente
en
cuanto
a
la
naturaleza
del
documento supuestamente falsificado por cuanto la
solicitud de voto por correo tiene la naturaleza
de documento privado según STS 1185/2004 DE 22 DE
OCTUBRE DE 2004
dictada en un supuesto de
falsedad en las elecciones a la Cámara de Comercio
de Madrid
que confirma el pronunciamiento sobre
el carácter privado de las instancias dirigidas a
la cámara de comercio industria y navegación para
que se facilite el voto por correo
en las
elecciones a representantes de la citada cámara,
añadiéndose que se trata de la modalidad falsaria
consistente en
fingir la intervención de una
persona en la solicitud de voto por correo que no
lo ha hecho.
En la misma línea la AP Madrid, Sección 6ª, S
de 24 May. 2006 confirma la sentencia del Juzgado
de lo penal que condena por un delito de falsedad
en documento privado, consistiendo los hechos en
haber rellenado un total de 1.914 sobres de voto
de correo, con motivo de las elecciones celebradas
en
el
Colegio
Oficial
de
Aparejadores
y
Arquitectos Técnicos de Madrid, falsificando la
firma de otros tanto colegiados, si bien teniendo
en cuenta la condición del Secretario que emitía
la certificación correspondiente.
Este tema, la naturaleza de documento privado
y la existencia de
perjuicio, preciso cuando se
trata de documentos de esta naturaleza se examina
en resoluciones como
el auto de la Audiencia
Provincial de Madrid
Sección 16ª, A de 26 May.
2010, que recoge la STS anteriormente citada “ha
reconocido el Alto Tribunal la posibilidad de que
el delito de falsificación en documento privado se
cometa en un ámbito como el que nos ocupa, un
proceso electoral, señalando que "concurre la
alteración de elementos esenciales del documento y
se supone la intervención de personas que no lo
han hecho, con evidente perjuicio de los otros
aspirantes o contendientes en la lucha electoral"
(STS Sala 2ª de 22 octubre 2004).
Procediendo
ahora
el
análisis
sobre
la
naturaleza del documento en cuestión hay que
mencionar la STS, Sala Segunda, de lo Penal, S de
14 May. 1992 según la cual “La naturaleza del
documento oficial a efectos penales no está
determinada necesariamente por la intervención de
un funcionario público, sino también por la
finalidad perseguida con el documento en relación
con la función pública u oficial que se le asigne,
aunque su creación sea obra de un particular. Es
decir, que juega papel decisivo y conformador la
índole del destinatario del documento. Sobreviene
la conceptuación de oficial cuando nos hallamos
ante
declaraciones
escritas,
de
naturaleza
recepticia, dirigidas por particulares a un órgano
público
u
oficial,
susceptibles
de
producir
efectos jurídicos de tal índole, de provocar una
resolución del ente receptor (Cfr. TS SS 29 Feb.
1960, 5 Jun. 1962, 19 Mar. y 7 May. 1969)”.
La sentencia de la Sala Segunda del Tribunal
Supremo de 12-1-2004 (LA LEY 894/2004), contiene,
ante el silencio del legislador, una completa
definición de lo que debe entenderse por las
distintas
clases
de
documentos
(públicos,
oficiales, mercantiles, certificados, etc.), y
así, refiriéndose a la Jurisprudencia anterior de
la propia Sala expone que: "No contiene el Código
Penal, por el contrario, una definición auténtica
de lo y ello no deja de plantear serios problemas.
La
jurisprudencia
ha
tenido,
pues,
que
pronunciarse sobre esta cuestión, y así
ha
declarado que por documentos públicos ha de
entenderse los relacionados en el artículo 1216
del Código Civil y en el art. 596 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal (v. sª de 13 de septiembre
de 2002 (LA LEY 7853/2002); por oficiales los que
provienen de las Administraciones Públicas, para
satisfacer las necesidades del servicio o función
pública, y de los demás entes o personas jurídicopúblicas, para cumplir sus fines institucionales
(v. sª 4 de enero de 2002); por mercantiles los
que expresan o recogen una operación de comercio
(v. sª de 6 de octubre de 1999); y, por
certificados, aquellos en los que se hace constar
una verdad, que se conoce y aprecia por haber
sucedido y existir efectivamente, si bien se
precisa también que: "el criterio diferenciador"
entre las falsedades en los certificados y los
documentos oficiales no es tajante y "sólo la
gravedad y trascendencia de la alteración del
instrumento documental puede ser un criterio
determinante para señalar si se está ante una
falsedad documental o de certificados" (v. sª 27
de diciembre de 2000 (LA LEY 1256/2001)).
Hay que tener en cuenta además que el
documento "ab initio" privado que nace o se hace
con el inexorable, único y exclusivo destino de
producir efectos en un orden oficial, en el seno
de la Administración Pública o en cualquiera de
sus vertientes o representaciones se equipara al
documento oficial (SS TS de 31 May. (LA LEY
14589/1995) y 17 Jul. 1995, 17 May. y 19 Sep. 1996
(LA LEY 9420/1996), y 4 Dic. 1998 (LA LEY
1806/1999),
entre
otras),
siempre
que
sea
susceptible
de
provocar
una
resolución
administrativa del ente receptor que incorpore el
elemento falso aportado”.
Recoge la STS, Sala Segunda, de lo Penal, S de
10 May. 2001 que
“la documentación de los votos
recibidos por correo son documentos oficiales
después de su recepción y de su incorporación a
los
documentos
del
Colegio.
Dicha
recepción
determina la incorporación a una actuación pública
y por tal razón le confiere a los documentos
recibidos en custodia el carácter de documento
oficial. El hecho meramente material de si estaban
cosidos a un expediente junto con otras actas o
solo agrupados como documentos que se ordenarían
más tarde en la forma prevista para una eventual
tramitación y archivo, carece de relevancia. Lo
decisivo, por el contrario, era la incorporación
oficial a la documentación propia del Colegio y la
custodia por éste. Con otras palabras: el objeto
de la acción del delito del art. 390.1.1º CP no se
limita
a
los
documentos
expedidos
por
el
funcionario, pues si así fuera el tipo solo
alcanzaría a las falsedades ideológicas. Por el
contrario, el art. 390.1.1º CP tiene por objeto
los documentos que
el funcionario tiene
en
custodia por estar incorporados a actuaciones
propias de su función. Esto es consecuencia de que
las falsedades ideológicas, que son -- como se
dijo-- las que caracterizan al documento expedido
por el funcionario, están reguladas fuera del núm.
1 del art. 390.1 CP, en el núm. 4 de la misma
disposición”.
que
Serian por tanto
provienen de las
documentos oficiales, los
Administraciones públicas
(Estado,
Comunidades
Autónomas,
Provincias
o
Municipios) para satisfacer las necesidades del
servicio o función pública y de los demás entes o
personas jurídico- públicas para cumplir los fines
institucionales (S.T.S. 8-11-99); o bien todos
aquellos que se realizan por la Administración
para que produzcan efectos en su ámbito y los que
provienen de organismos en los que esté prevista
una intervención o inspección por parte de la
Administración pública (S.T.S. 10.10-97).
Sentado lo que antecede y teniendo en cuenta
que
la actividad falsaria
que se imputa al
acusado comprendería no solo la alteración de la
solicitud de voto por correo sino que sería
también la de simular que votaba quien no lo
hacia, por lo que la documentación en cuestión se
incorporaba
a una actuación publica por lo que
adquiere tal carácter pasando a formar parte de la
documentación propia de la Cámara y bajo custodia
de la Junta Electoral.
TERCERO.- Por lo que se refiere, una vez
apuntado lo que precede sobre la consideración de
funcionario público
y de la naturaleza del
documento
a
los
requisitos
de
la
falsedad
documental. De forma muy reiterada establece la
Jurisprudencia los requisitos que caracterizan la
misma.
1) Un elemento objetivo, que consiste en la
mutación
de
la
verdad
por
alguno
de
los
procedimientos previstos en los tres primeros
números del apartado 1º del artículo 390 del
Código Penal.
2) Que la mutación recaiga sobre elementos
esenciales del documento y tenga la suficiente
entidad para afectar los normales efectos de las
relaciones jurídicas. No tendrán trascendencia en
la esfera penal las alteraciones sobre extremos
inocuos o intrascendentes. La determinación de las
mutaciones
relevantes
se
guía
por
criterios
cualitativos y no cuantitativos.
3)
Finalmente
un
elemento
subjetivo,
denominado
dolo
falsario,
consistente
en
la
concurrencia en el agente de una voluntad de mutar
la realidad mediante la alteración del documento,
convirtiendo en veraz lo que no lo es, para
perjudicar a otro.
En este sentido podemos
recordar las SSTS de 21 de enero de 1994, 25 de
marzo de 1999 ó 4 de enero de 2002, entre otras
muchas.
En cuanto a la prueba practicada valorada en
conciencia por este Tribunal, señalar que no se ha
practicado ni pericial de las firmas ni testifical
de los supuestos votantes suplantados por lo que
nos encontramos únicamente con prueba indiciaria
Procede así a
continuación examinar los hechos
imputados al objeto de delimitar primero si los
mismos, aun para el supuesto de que analizada la
prueba resulten acreditados, tienen relevancia
penal teniendo en cuenta que nos movemos en el
ámbito de los indicios, si bien ha de considerarse
igualmente que
como señala entre otras la STS,
Sala Segunda, de lo Penal, S de 25 Ene. 2001 &«la
fuerza probatoria de la prueba indiciaria procede
precisamente de la interrelación y combinación de
los indicios, que concurren y se refuerzan
mutuamente
cuando
todos
ellos
señalan
racionalmente en una misma dirección (TS SS 14
Feb., y 1 Mar. 2000 entre otras muchas), por lo
que el análisis desagregado o aislado de cada
indicio, como islotes robinsonianos fuera del
contexto integrado por la dinámica de los hechos y
el
resto
de
los
elementos
indiciarios
interrelacionados,
resulta
manifiestamente
contrario a las máximas de la experiencia y a los
conocimientos científicos sobre la teoría de las
probabilidades, como ya ha señalado esta Sala, por
ejemplo, en la S 24 Oct. 2000&ª. Apunta pues la
referida sentencia al examen en conjunto de los
distintos indicios y relacionados entre si,
pues
de forma aislada pueden ser casi intrascendentes y
por supuesto atípicos desde el punto de vista
penal. Por ello se van a relacionar primeramente
para a continuación enlazar los mismos en el
contexto en que tienen lugar.
Primero y por lo que se refiere al apoyo por
el Secretario de la Cámara a una determinada
candidatura, con hechos como solicitar el voto
para determinadas empresas o dar instrucciones al
empleado de la Cámara en la circunscripción de
Molina de Aragón
para que interesara el voto en
blanco a personas y empresas de la zona, extremo
este ultimo no acreditado, podrá ser una conducta
contraria a la ética o incluso integrante de una
irregularidad con trascendencia en orden a la
validez de las elecciones pero no constitutiva de
infracción penal ni siquiera relevante en orden a
constituir un indicio al efecto. En relación con
este extremo
el testigo J.J.C.G. manifiesta
preguntado si el Secretario pedía votos a favor de
alguna candidatura “que si por gente que llamó y
lo manifestó”, esto es nos encontraríamos ante un
testigo de referencia. En el mismo sentido se
manifiesta
otro
candidato
a
las
elecciones
P.J.G.M. quien declara que “había un cierto rumor
y después por una conversación con el Sr. J.B. que
le dijo que había mantenido una conversación con
C.G.L. y le había pedido el voto para la
candidatura contraria” J.B. declaro como testigo
en el Plenario donde
prácticamente
a todas las
cuestiones manifestó no recordar, ni a quien
favorecía el voto que emitió,
ni si firmó algún
papel,
ni como dio el voto, si bien afirma que
el acusado le llamó
candidatura de J.H
para
que
votara
a
la
Continuando con los indicios y señalando
igualmente
que
tampoco
por
si
solo
tiene
relevancia el hecho de dar instrucciones a los
empleados de la Cámara de Comercio en el sentido
de llevar de forma personal toda la tramitación
relativa al voto por correo, apunta únicamente a
un intento de control del proceso. En este sentido
declara el
ordenanza de la Cámara J.M.M. que
manifiesta como el acusado al comienzo del proceso
electoral le retiró los libros y los sellos e
indicó que si venia alguien preguntando por el
voto por correo se lo pasaran a él
y que los
sobres que vinieran sobre el voto por correo se lo
entregaran directamente a él. Coincide en la
declaración
J.O.O.B. empleado también de la
Cámara que señala como el libro registro suele
estar en la puerta pero que al empezar el proceso
electoral pasa al despacho del Secretario quien
les dio la orden de que todo lo que llegara a la
cámara de las elecciones lo pasaran a su despacho
directamente sin abrirlo.
El libramiento de certificaciones para la
habilitación del voto por correo, y en concreto
que la solicitud no se realizara presencialmente
por los interesados ante el Secretario como
previene
la
norma,
no
tiene
por
si
misma
trascendencia penal siempre que efectivamente la
emisión de la misma respondiera a la solicitud del
interesado. Siguiendo con el análisis de los
indicios el numero de solicitudes presénciales de
voto por correo, mil doscientas, que se recogen en
Libro Registro de Entrada
de la Cámara
214
personas el día 2 de febrero, 231 el día 8 y 892
el día 9, resulta significativo, según ponen
de
manifiesto testigos como J.J.C.G. que señala que
“de la historia de la cámara es la vez que mas
personas acudieron “llamando la atención del
integrante de la Junta electora J.G.G. que en el
mismo día fueran a votar mas de 1000 personas, lo
que además es desmentido por el entonces ordenanza
de la Cámara J.M.M. que responde de forma negativa
cuando se le pregunta si algún día llegaron a
pasar por la cámara para pedir el voto por correo
50 o 60 personas, respondiendo también de forma
negativa otro empleado de la Cámara J.O.O.B.
cuando se le pregunta si algún día vio a 200
personas o mas acudir a solicitar el voto por
correo, añadiendo que había días que acudían tres
o cuatro pero no mas. Solamente A.F.O. empleado de
la Cámara
e integrante de la Secretaría de la
misma afirma que acudían a solicitar el voto
bastantes personas, 500, 400, 800 en una tarde. La
otra persona integrante de la Secretaría A.P.C. al
ser preguntada por el mismo extremo responde con
mas prudencia, que las solicitudes podían ser”
unas 30 por la mañana y por las tardes mas. “Por
otro lado algunos empresarios testigos de la
defensa manifestaron haber acompañado a votantes.
Así C.F. afirma haber acompañado cada día a 15 o
20
durante diez o quince días”. J.L.A. también
manifestó haber acompañado a votantes, sin dar
número a o cifra alguna, y J.C.H.C. afirma que
llevaría a 30 o 40 personas. Las
declaraciones
contradictorias sobre el numero de personas que
acudían a la Cámara a solicitar el voto por
correo,
unido al dato no controvertido de que
había empresarios que representaban a varias
empresas y podían votar incluso por 200 según
declara el testigo J.H., y principalmente la falta
de prueba según lo apuntado, no hay pericial sobre
las firmas de las solicitudes,
ya testifical de
personas que no habiéndolo solicitado hubieran
recibido la documentación para votar por correo,
lo que impide a esta Sala obtener el grado de
certeza necesario para tener por acreditados los
hechos imputados.
Otro indicio podría ser el hecho de no enviar
en los sobres toda la documentación sin embargo
además
de
poder
responder
a
un
error,
la
posibilidad de inducir a engaño es relativa,
primero porque si llega
la misma a quien no ha
solicitado
el
voto
por
correo,
lógicamente
reaccionaria pidiendo explicaciones, y en el resto
de los casos parece obvio que si solo se incluye
una hoja informativa se encuentran incompletos y
que la reacción normal del votante seria la
devolución a efectos de integrar la documentación
necesaria. Además no resulta acreditado que fuera
el acusado quien llevara a cabo la operación de
preparar y remitir la documentación al efecto y
aunque conoce esta Sala que el delito de falsedad
documental -- no es un delito de propia mano y
admite la realización por medio de otros e
inclusive la realización omisiva, es decir, no
impidiendo que otros realicen la alteración del
documento, no hay prueba de que procediera tal
irregularidad por orden o se llevara a cabo por
disposición suya.
Obra en los autos a los
folios 204 y 205
diligencia de apertura de las cajas 6 y 16 donde
se encuentran sobres devueltos
por no haberlos
recogido los supuestos electores, que no contiene
votos sino solamente
la documentación remitida
por la Cámara para poder ejercer el derecho,
omitiéndose en muchos de ellos, el pie relativo a
las instrucciones. Por otro lado en el acta de la
Junta Electoral de Guadalajara, documento num. 9
obrante al folio 83 y siguientes de los autos,
sobre lo que es preguntado en el Plenario el vocal
J.G.G., se recoge como el día 11 de marzo de 2010
es requerido el Secretario para que entregue los
sobres,
electorales
devueltos
al
remitente
entregando el acusado 13 sobres cerrados que por
su aspecto y grosor
no parecían tener toda la
documentación, mientras que el día anterior
se
entregaron 75 todos abiertos y que en su mayoría
contenían la documentación precisa para poder
votar, sin que insistimos se haya comprobado que
aquellos que tenían toda la documentación hubieran
sido “integrados” o rellenados por el acusado, lo
que hubiera en su caso podido acreditarse mediante
la testifical de quien sin solicitarlo constara en
la documentación de voto por correo.
Integra
un
indicio
según
mantiene
la
acusación publica y la particular de la conducta
imputada al acusado el hecho de que la remisión de
certificados es efectuada en tres envíos seguidos
con las numeraciones correlativas y que el envío
de los votos por correo se depositara únicamente
en
unas
oficinas
de
Guadalajara,
Azuqueca
Cabanillas del Campo, Alovera y Mondejar, con
independencia
de
sus
respectivos
domicilios.
Igualmente sencillo hubiera sido constatar si los
envíos se habían llevado a cabo por los supuestos
remitentes
preguntando
a
los
mismos,
o
practicando prueba pericial para comprobar la
letra de los remites y su
atribución en su caso
al imputado lo que tampoco se ha llevado a cabo En
este punto hay que añadir como refleja el acta
num.8 de 11 de marzo de 2010 de la Junta Electoral
de Guadalajara que hay un importante numero de
solicitudes de participación hechas por correos
que han sido tramitadas
por la CEOE a nombre de
sus afiliados, dando como domicilio de recepción
de la documentación del voto por correo la sede
Central de Guadalajara en la calle Molina de
Aragón, lo que puede constituir según la Junta
Electoral una infracción de la normativa al
respecto pues supone una delegación del ejercicio
del derecho al voto
debiendo tener el domicilio
designado una vinculación física con el elector
que no se cumple con esa delegación masiva, lo que
puede tener, de hecho tuvo, consecuencias en el
ámbito administrativo pero no necesariamente en el
orden penal.
De mas relevancia podría ser la constatación
de que dos de los votos realizados por correo
contenidos en la caja num. 1 abierta en presencia
del Secretario Judicial con fecha 11 de abril de
2011, correspondían a los electores Profiba SL y
L.M. cuya documentación para remitir el voto por
correo había sido devuelta
según certifica el
Secretario en diligencia de 24 de enero de 2012,
folio 354 de las actuaciones, sin que tampoco sea
acreditativo o indiciario de una falsedad por
cuanto
bien
pudo
enviarse
de
nuevo
la
documentación o recogerla los electores tras la
devolución
y votar, dudas todas ellas que
hubieran podido fácilmente despejarse con la
testifical de los dos “afectados”.
Insistimos así en la falta de prueba de los
hechos imputados pues aun acreditados algunos de
los indicios apuntados y relacionados entre y son
insuficientes al objeto de integrar prueba de
cargo
apta
para
destruir
la
presunción
de
inocencia.
La sentencia de la AP de Madrid anteriormente
citada en un supuesto de elecciones en el Colegio
de Arquitectos analiza el recurso y mantiene la
existencia
de
prueba
por
cuanto
se
habían
practicado periciales caligráficas “En primer
lugar las pruebas periciales practicadas, tanto la
efectuada a instancia del propio Colegio de
Aparejadores
y
Arquitectos
Técnicos
como
la
llevada a cabo a cabo por la Policía científica,
llegan a la misma conclusión: que las firmas
debitadas de los sobres de votación por correo
pertenecen a la misma persona que las firmas
indubitadas a nombre de Jon. Tales pruebas no
pueden cuestionarse por no haberse oído a los
1.914 colegiados sobre la falsedad de su firma,
pues ello era irrelevante a la vista de la
rotundidad de los informes acerca de la falsedad
de tales firmas, o porque en el informe llevado a
cabo por los peritos del Colegio se utilizaron
documentos para los que el acusado no dio
autorización, pues, en todo caso, el órgano
judicial dispuso de otra prueba pericial llevada a
cabo por la Policía Científica en base a un cuerpo
de escritura realizado por el acusado, o porque en
ambos informes no se analizaron todas las firmas
que se dice falsificadas sino de un porcentaje
sobre las mismas, pues lo trascendental es que
tales
informes
concluyeron
que
las
firmas
analizadas eran falsas”.
Aludir por ultimo en cuanto a este punto a la
STS, Sala Segunda, de lo Penal, S de 10 May. 2001
que detalla en relación a la prueba practicada
entre la que se encontraba la pericial como “Tales
pruebas no pueden cuestionarse por no haberse oído
a los 1.914 colegiados sobre la falsedad de su
firma, pues ello era irrelevante a la vista de la
rotundidad de los informes acerca de la falsedad
de tales firmas, o porque en el informe llevado a
cabo por los peritos del Colegio se utilizaron
documentos para los que el acusado no dio
autorización, pues, en todo caso, el órgano
judicial dispuso de otra prueba pericial llevada a
cabo por la Policía Científica en base a un cuerpo
de escritura realizado por el acusado, o porque en
ambos informes no se analizaron todas las firmas
que se dice falsificadas sino de un porcentaje
sobre las mismas, pues lo trascendental es que
tales
informes
concluyeron
que
las
firmas
analizadas eran falsas”.
Ninguna prueba se ha practicado en el presente
procedimiento en
este sentido ni en lo que se
refiere a la solicitud de voto ni en cuanto a los
envíos, que efectivamente llama la atención que
sean en algunos casos números correlativos pero
no se ha practicado pericial caligráfica en orden
a determinar su autoría, ni testifical de quien
supuestamente ha sido suplantado.
En definitiva siendo conocedor este Tribunal
de que la
prueba de presunciones o de indicios,
como prueba indirecta, pero de cargo válida, es
apta
para enervar la presunción de inocencia,
pero es también reiterado jurisprudencialmente que
la misma ha de satisfacer una serie de requisitos
o exigencias necesarios: así los indicios o hechos
base sobre los que se asienta el juicio de
inferencia han de estar plenamente acreditados,
tales indicios han de ser plurales (aún cuando no
puede descartarse la certeza deducida de un solo
indicio de singular potencia acreditativa) y que
de ellos fluya de manera natural, conforme a la
lógica de las reglas de la experiencia humana el
hecho que se trata de probar (art. 1253 del CC (LA
LEY 1/1889), SSTS 174/85, 160/88, 111/90, 343/93,
62/94 y SSTS 10 dic. 1999 , 23 dic, 1999 y 22 jun
1998, entre otras).
En el supuesto que nos ocupa la relación entre
los indicios probados y el hecho determinante de
la
responsabilidad
criminal
del
acusado
no
permite,
de
acuerdo
con
las
reglas
de
la
experiencia y de la lógica, llegar a la conclusión
de que, si son ciertos los indicios no todos los
hechos base están plenamente acreditados, ha de
serlo
también
el
hecho
determinante
de
la
culpabilidad de cuya fijación se trate, esto es la
alteración de datos suponiendo la intervención de
personas o votando por quien no lo hacia,
constando
acreditado
unas
irregularidades
en
cuanto a la documentación que insistimos no se
acredita efectuada por el acusado, o una conducta
poco ética como es desempeñando el puesto que
ocupaba
el
imputado
hacer
campaña
por
una
candidatura, pero que es insuficiente para tener
por acreditados unos hechos con
trascendencia
penal impidiendo el principio in dubio pro reo
dictar
un
pronunciamiento
condenatorio.
El
Tribunal Constitucional ha reconocido el principio
in
dubio
pro
reo
como
un,
principio
jurisprudencial que, perteneciendo al momento de
la valoración o apreciación probatoria, se ha de
aplicar
cuando,
concurriendo
una
actividad
probatoria indispensable, exista una duda racional
sobre la real concurrencia de los elementos
objetivos y subjetivos que integran el tipo penal
de que se trate. Constituye una regla, condición o
exigencia
“subjetiva”
del
convencimiento
del
órgano judicial en la valoración de la prueba
inculpatoria existente aportada al proceso, que
obliga decidir a favor de la presunción de
inocencia cuando no existan pruebas de las que
puedan deducirse la culpabilidad, esto es, pruebas
de carácter inculpatorio (STC 20 Feb. 1989).
“El principio in dubio pro reo” tiene una
finalidad instrumental para resolver casos en los
que el Tribunal sentenciador no puede llegar a
alcanzar una convicción firme en su labor de
evaluar críticamente la prueba practicada para
declarar
la
existencia
de
delito
o
la
participación
y
culpabilidad
del
acusado,
situación en la cual la duda debe resolverse
dictando sentencia en la que el Tribunal ha de
decantarse por una resolución en favor del reo
(Cfr. Sentencias del Tribunal Supremo de 20 Ene.
1993 y 5 Nov. 1994).
Todo
ello
con
independencia
de
las
consecuencias de las posibles irregularidades en
el proceso electoral, no conociendo esta Sala la
Sentencia del orden contenciosos administrativo lo
que impide determinar si se da el plus de gravedad
sobre el ilícito administrativo, pues para la
distinción
entre
el
ilícito
penal
y
el
administrativo, se ha de atender a la gravedad de
la infracción acudiendo a criterios materiales,
reservando la acción penal para aquéllas conductas
que pongan el bien jurídico protegido en una
situación de peligro grave y a criterios relativos
al desvalor ético-social que la conduzca merezca
(STS de 23-05-05).
CUARTO.- En lo que respecta a la infidelidad
en la custodia de documentos destaca la STS, Sala
Segunda, de lo Penal, S de 5 Mar. 2003 el
significado del término “ocultar”, contenido para
este delito en los preceptos del Código hoy
vigente (art. 413) y los del que le precedió (art.
364). “En este sentido, decía ya la STS de 9 Oct.
1991, que: “Tiene reiteradamente declarado esta
Sala --cfr. sentencia de 29 Jun. 1990-- a efectos
de tipificación del delito de infidelidad en la
custodia de documentos, que existe ocultación de
documentos por funcionario público cuando con daño
para la Administración pública o para tercero, se
produce la paralización del trámite obligado a que
responda un documento, y que ocultar, a efectos de
este
delito,
es
equivalente
a
guardar,
no
entregar,
o,
incluso,
dilatar
indefinida
y
sensiblemente
la
presencia
del
documento,
impidiendo que surta los fines a que corresponda
su contenido y destino. Las sentencias de 10 Jun.
1987 y 24 Oct. 1990 han definido lo que debe
entenderse por ocultación, afirmando que ésta será
de apreciar cuando desaparecen los documentos, y
la situación de los mismos sea desconocida por
quienes tengan legítimo acceso a los mismos y su
descubrimiento requiere operaciones de búsqueda
que por el tiempo y despliegue de esfuerzos que
conllevan
implicaren,
por
sí
mismo,
una
perturbación del servicio público” (En sentido
semejante la de 28 Ene. 1997). (LA LEY 2027/1997).
En tanto que la de 12 Jun. 1995, relativa
también a ciertas ocultaciones de envíos de
carácter postal, como la que aquí nos ocupa, a su
vez, proclamaba:
“Por último, los elementos objetivos del tipo
se cierran con la realización de alguno de los
verbos
incluidos
por
el
legislador
en
la
descripción del precepto. Para la integración del
tipo basta con la realización de alguna de las
conductas previstas que no son otras que las de
sustraer,
destruir
u
ocultar.
La
Sala
sentenciadora estima, con acierto, que la conducta
desarrollada por el agente fue la de ocultar los
papeles o documentos escondiéndolos en un lugar en
donde difícilmente podían ser hallados. En algunos
casos la ocultación puede ser el paso previo para
consumar después el apoderamiento o para llevar a
cabo la destrucción de los documentos, pero
resulta indiferente cuál fuera el propósito último
y definitivo del autor ya que, como hemos dicho,
basta con tomar los papeles y documentos para
realizar y consumar las previsiones del tipo. En
definitiva, con cualquiera de las actuaciones
típicas
se
consigue
apartar
los
papeles
y
documentos de los canales normales de circulación
impidiendo que lleguen a su destino”.
Decía ya la STS de 9 Oct. 1991, que: “Tiene
reiteradamente
declarado
esta
Sala
--cfr.
sentencia
de
29
Jun.
1990-a
efectos
de
tipificación del delito de infidelidad en la
custodia de documentos, que existe ocultación de
documentos por funcionario público cuando con daño
para la Administración pública o para tercero, se
produce la paralización del trámite obligado a que
responda un documento, y que ocultar, a efectos de
este
delito,
es
equivalente
a
guardar,
no
entregar,
o,
incluso,
dilatar
indefinida
y
sensiblemente
la
presencia
del
documento,
impidiendo que surta los fines a que corresponda
su contenido y destino. Las sentencias de 10 Jun.
1987 y 24 Oct. 1990 han definido lo que debe
entenderse por ocultación, afirmando que ésta será
de apreciar cuando desaparecen los documentos, y
la situación de los mismos sea desconocida por
quienes tengan legítimo acceso a los mismos y su
descubrimiento requiere operaciones de búsqueda
que por el tiempo y despliegue de esfuerzos que
conllevan
implicaren,
por
sí
mismo,
una
perturbación del servicio público” (En sentido
semejante la de 28 Ene. 1997). (LA LEY 2027/1997).
Mas recientemente
la S TS, Sala Segunda, de
lo Penal, S de 1 Jul. 2009 destaca la finalidad de
este tipo penal “proteger el documento frente a
agresiones
materiales:
la
sustracción,
destrucción, inutilización u ocultación total o
parcial del documento. En la ocultación han de
incluirse
los
supuestos
de
paralización
del
trámite obligado, no entregar o incluso dilatar
indefinidamente y sensiblemente la presencia del
documento, de manera que requiera la realización
de una actuación administrativa de búsqueda y
localización que perturbe el funcionamiento de la
Administración. En este sentido, como delito de
resultado, debe exigirse que el documento haya
sido ocultado impidiendo que surtan los efectos
que resulten del mismo”. Hay que tener en cuenta
de partida que con la alteración documental no se
paralizaba ningún tramite y que la remisión de
documentación incompleta
pretendía fingir una
intervención
pero no obstruir o impedir efectos,
además de no corresponder al Secretario
la
custodia de la documental, pues su función se
terminaba cuando emitía el certificado para votar
por
correo
y
se
remitía
la
documentación
correspondiendo la custodia del contenido del voto
por correo a la Junta Electoral”.
Aplicando pues
la doctrina
precedente al
supuesto de autos hay que señalar en primer lugar
que de las modalidades típicas expuestas, la que
en su caso
podría ajustarse al hecho probado
sería la de ocultación. En su comprensión ha de
incluirse los supuestos de "paralización del
trámite obligado.., no entregar o incluso dilatar
indefinida
y
sensiblemente
la
presencia
del
documento", de manera que requiera la realización
de una actuación administrativa de búsqueda y
localización que perturbe el funcionamiento de la
administración. En este sentido, como delito de
resultado, debe exigirse que el documento haya
sido ocultado impidiendo que surta los efectos que
resulten del mismo. No puede incardinarse en este
tipo penal los hechos que nos ocupan pues si bien
como se ha expuesto anteriormente no se enviaba
toda la documentación en algunos de los sobres
remitidos para ejercer el voto por correo, no se
quiebra con ello ningún deber de custodia
tanto
si
partiéramos de que se trata de documentación
no solicitada, no responde a la realidad la
petición de voto por correo y por lo tanto no
perturba en el sentido a que se refiere este tipo
delictivo el funcionamiento de la Administración
entendida
esta
en
sentido
amplio,
nada
en
definitiva deja de surtir efecto porque nada se
había instado en ese sentido, como con mas razón
si no se ha dado por acreditada la conducta
falsaria imputada y al margen de si obedece o no
la falta de envío de la documentación a un error,
por lo que procede al igual que en el anterior
delito dictar una sentencia absolutoria para el
acusado.
QUINTO.Respecto
a
las
costas,
siendo
absuelto el acusado, procede declararlas de oficio
de conformidad con los artículos 240 (LA LEY
1/1882) y ss., de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal.
VISTOS los artículos citados y demás de
general y pertinente aplicación del mismo Código
Penal y los artículos 141, 142, 239, 240, 741 y
742 y demás de general aplicación de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal (LA LEY 1/1882).
FALLAMOS
Que debemos absolver y ABSOLVEMOS libremente a
C.G.L. de los delitos de falsedad en documento
oficial,
e infidelidad en la custodia de
documentos que se le imputaban, con todos los
pronunciamientos favorables, declarando las costas
causadas de oficio.
Así, por esta nuestra Sentencia, de la que se
llevará certificación al Rollo de Sala y se
anotará en los Registros correspondientes lo
pronunciamos, mandamos y firmamos.
PUBLICACION.- Dada y pronunciada fue la anterior
Sentencia por los Ilmos. Sres. Magistrados que la
firman y leída por el Ilmo. Magistrado Ponente en
el mismo día de su fecha, de lo que yo la
Secretario certifico.
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