Cuba vista desde los anteojos de una mexicana

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Cuba vista desde los anteojos de una mexicana.
Mi relato comienza hace 15 años atrás, dónde un día me prometí que el primer
sello en mi pasaporte seria Cuba; si existen las vidas pasadas yo fui cubana,
honro y disfruto cada parte de esa hermosa isla. ¿Quién no ha bailado un buen
cha-cha o guaguancó, ha cantado una trova cuba o ha levantado su mano
izquierda en señal de revolución pensando en el Che Guevara? pues esto y más
es Cuba.
El Corazón quería salir de mi pecho cuando escuché en el avión, “Bienvenidos
al aeropuerto de la Habana, José Martí”; un viernes 13 de febrero. Desde ese
momento mi recorrido por Cuba fue un sueño.
En México los conocidos decían que era barato viajara a la isla, no voy a despedir
que el traslado lo es, pero la comida es la excepción; el cambio de pesos
mexicanos a CUC (peso cubano para el extranjero) era de $16 por 1, ahí uno
empieza a saber que los mitos de la gente de un país capitalista son falsos.
Otra cosa que se rumora es que la gente muere de hambre y que por las calles
los cubanos te piden la ropa, comida, dinero y hasta artículos de limpieza… en
mi estancia, ningún día me pidieron nada, al contrario; me dieron no solo dinero,
sino comida y hasta amor, Cuba ama a México y lo escribo con los ojos llenos
de lágrimas de agradecimiento.
¿Qué hay en la Habana?
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Cultura: se venden libros de todo tipo, son fáciles de adquirir y la mayoría
son de escritores cubanos. Ojalá en mi país se vendiera el 10% de los
libros que allá se leen.
Historia: no solo se puede admirar las calles que gritan revolución o los
carros que sobreviven desde los 50`s, sino que hasta el extranjero
aprende a vivir de otra forma porque no había servicio de telefonía celular;
uno regresa a lo básico que en los países más avanzados en tecnología
olvida, a convivir y disfrutar cada instante que pasa junto a las personas.
Música: Muchos adolescentes está a lo largo del malecón tocando un
instrumento junto con amigos y en cada calle de la Habana vieja se
escucha el canto de un nativo que es acompañado de tus hombros en
movimiento porque no puedes dejar de bailar con su ritmo.
Deporte: el malecón es el gym con la mejor vista que conozco, los
muchachos corren, hacen pesas con las rocas o simplemente suben y
bajan los escalones.
Arte: los niños que son buenos en alguna de las artes tienen clases
particulares por las tardes pagadas por el gobierno comunista de Fidel
Castro; por cierto, al gran señor se le sigue admirando y queriendo.
Tuve la fortuna de conocer la Habana gracias a William Roja, él se encargó de
llevarme con su amigos a comprar figuras de mulatas talladas en madera negra
a muy buen precio, aquí quiero contar que yo planee me recorrido, esta
mexicanita (como ellos me bautizaron) conocía muy bien la isla gracias a los
libros; aunque conocí muchos otros que Willian me aconsejo conocer desde de
que supo el amor que le tengo a Cuba. Él me enseñó la generosidad, la
amabilidad y la verdadera vida de un cubano (que no es nada de lo que nos
cuentan, es mucho mejor de los que sabemos).
Tres veces mi garganta se cerró de la gran emoción que mi cuerpo
experimentaba; la primera en el aeropuerto como ya conté, la segunda cuando
pise la Plaza de la Revolución y vi en los edificios la historia que tantas veces leí
de la manos del comandante Guevara y la tercera cuando un trio de hombre
maduros con señales de experiencia en sus cabellos me cantaron “Lágrimas
negras” en el Hotel Nacional; que más que hotel parece museo de historia, ahí
uno pude saborear un café cubano sentado frente al malecón y con la
inmensidad del océano.
La segunda parada de mi viaje fue Varadero; aquí la cosa cambia… me declaro
enemiga de esa mafia hotelera que te hace sentir fuera de Cuba. Es una playa
hermosa, arena blanca y agua de tonos azules brillantes, pero eso no es la isla
que yo acabada de conocer, los únicos cubanos que hay son los que trabajan en
el hotel porque estás hospedado con extranjero del todo el mundo, la mayoría
europeos.
Para poder conocer la Cuba que yo buscaba tuve que rentar una bicicleta para
ir al pueblo que estaba a unas cuadras del complejo hotelero. Lo que encontré
fue un pequeño mercado de artesanías; ahí conocí al otro cubano clave en mi
travesía, se llama Wilfredo Martínez, al paso de las horas ya le decía Whillo como
sus amigos. Él me llevó a una discoteca donde viví la prostitución de cerca, es
de lo más abierto y liberal.
Lo curioso de la prostitución es que hay más hombre cubanos con extranjeras,
que el caso contrario. Hay más yumes (asì nos llaman los cubanos, hace
referencia a todo extranjero) mujeres buscando hombre cubanos y pagan por
ellos según sea el acuerdo que tengan.
La conclusión que me dejó el viaje es que los países capitalista en los que
vivimos nunca nos van a decir de las ventajas que tiene el comunismo, yo no
estoy diciendo que sea mejor sino que debería de haber más información de la
realidad de un país que siendo tan pequeño y “pobre” siempre está en las listas
de los mejores médicos, músicos, pintores, escritores, bailarines, escultores y
deportistas… aplaudo la fuerza de esa isla por sobrevivir con esa identidad que
solo quien lleva candela en la sangre pude entender.
¡Hasta la victoria siempre!
Por: NaySin
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