Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 //la ciudad de Córdoba, a un día del mes de noviembre del año dos mil diez. Y VISTOS: Estos autos caratulados “BARREIRO, Ernesto Guillermo; MENÉNDEZ, Luciano Benjamín; RIVAS SARAVIA, Benjamín; DIEDRICHS, Luis Gustavo; VERGÉZ, Héctor Pedro; MANZANELLI, Luis Alberto; HERRERA, José Hugo; DÍAZ, Carlos Alberto; TISSERA, Juan A.; JABOUR, Yamil; BRITOS, Hugo Cayetano; SERRANO, Miguel Ángel; LUNA, Marcelo; GÓMEZ, Miguel Ángel; ANTON, Herminio Jesús, TORRES, Armando Luis; VILLARRUEL, Carlos Hugo; FLORES, Calixto Luis; MOLINA, Juan Eduardo Ramón; ROCHA, Ricardo Cayetano; PÉREZ, Fernando Andrés; MERLO, Ricardo Luis; LÓPEZ, Arnoldo José; ROMERO, Héctor Raúl; MORARD, Emilio; LARDONE, Ricardo; RODRÍGUEZ, Hermes Oscar; YANICELLI, Carlos Alberto; LUCERO, Alberto Luis p.ss.aa. privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio agravado” Expte. 12.627, venidos a despacho a fin de resolver la USO OFICIAL situación procesal de los siguientes imputados: 1) Ernesto Guillermo Barreiro, (a) “gringo”, “hernández”, “rubio”, D.N.I. 7.792.820, argentino, nacido el 02/10/47 en la ciudad de Buenos Aires, hijo de Rogelio Guillermo Barreiro y de Leonora Kovalki, de estado civil casado, domiciliado actualmente en calle 4225 Pheasant Ridee Rd. Fairfax, Virgina, Estados Unidos de Norteámerica, de actividad oficial del Ejército Argentino hasta el 15 de abril de 1987 que fue dado de baja por Resolución N° 347 del Ministerio de Defensa; 2) Jorge Exequiel Acosta (a) “rulo”, “sordo”, D.N.I. 6.656.080, argentino, estado civil divorciado, domiciliado en calle Venezuela 1177 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, militar retirado en el año 1980 con el grado de Capitán, nacido el 02/12/45 en la ciudad de Paraná –Provincia de Entre Ríos-, hijo de Clemente Jorge (f) y de Carmen Aurora Franco (f); 3)Luis Gustavo Diedrichs, (a) “diente de león”, “león”, argentino, M.I. 6.385.980, nacido el 03/09/39 en la ciudad de Tucumán, provincia homónima, hijo de Carlos Germán (f) y de María de las Mercedes Caballero(f), de estado civil casado, domiciliado actualmente en calle San Martín 542, PB 1° de la ciudad de Mendoza, de actividad militar retirado en el año 1991, con el grado de coronel, sin antecedentes penales; 4) Héctor Pedro Vergéz (a) “gastón”, “capitán vargas”, D.N.I. 7.361.705., de nacionalidad argentino, estado civil casado, domiciliado en calle Rivadavia N° 1396 Piso 1° de Capital Federal, actualmente alojado en la Unidad Penitenciaria de Marcos Paz de disposición de Juzgado Federal N° 5 de Capital Federal, de profesión o actividad militar retirado en el año 1978 con el grado de Capitán, nacido el día 28 de julio de 1943 en la Localidad de Victoria –Provincia de La Pampa-; 5) Alberto Luis Lucero, (a) “cara con rienda”, argentino, DNI 6.989.740, nacido el 23/07/46, en la ciudad de Córdoba, hijo de Raúl y de María Hermelinda Nievas, de estado civil separado, domiciliado actualmente en calle Av. Michelotti s/n, barrio El Chorrito, localidad de La Calera, actividad comerciante, con antecedentes penales del año 1979; 6) Miguel Ángel Gómez, (a) “Gato”, argentino, DNI 1 6.659.250, nacido el día 20/03/47, en la ciudad Autónoma de Buenos Aires, hijo de Manuel (f) y de Juana Funes (f), vive en concubinato, domiciliado actualmente en calle Eliseo Soria 455, barrio Soria, localidad de Etruria, provincia de Córdoba, actividad cocinero; 7) Marcelo Luna, (a) “piruchín” o “pibe pedrota”, argentino, DNI 6.492.293, nacido el 10/06/35 en la ciudad de Berisso, provincia de Buenos Aires, hijo de Mariano y de Ana Muro, casado, domiciliado en calle Del Canal esquina De la Fuente, barrio Márquez de Sobremonte de la ciudad de Córdoba, de actividad policía de la provincia de Córdoba, retirado hace aproximadamente 18 años; 8) Juan Eduardo Ramón Molina, (a) “negro”, argentino, DNI 7.984.919, nacido en Córdoba Capital, el 25/10/45, hijo de Néstor Francisco (f) y de Lucinda Monserrat Martínez (f), de estado civil casado, domiciliado actualmente en Paraje Ojo de Agua, Pedanía La Higuera, Dpto. Cruz del Eje, provincia de Córdoba, actividad tareas rurales; 9) Yamil Jabour, (a) “turco”, argentino, DNI 6.606.450, nacido el 31/01/47 en la localidad de San Agustín, provincia de Córdoba, hijo de Affif (f) y de Mafalda Felisa González, de estado civil casado, domiciliado actualmente en calle Manuel Reyna 4117, barrio Cerveceros, policía retirado con el grado de Comisario Mayor; 10) Ricardo Cayetano Rocha, argentino, DNI 6.614.717, nacido el día 02/07/49 en la ciudad de Bel Ville, provincia de Córdoba, hijo de Cayetano Ricardo (f) y de Elsa Carmen Suárez, de estado civil casado, domiciliado actualmente en calle Falucho 660, barrio 25 de Mayo, ciudad de Alta Gracia, Jubilado por incapacidad, ex policía; 11) Carlos Alfredo Yanicelli, (a) “Tucán”, argentino, DNI 10.836.802, nacido el 05/05/53, en la localidad de Villa de Soto, departamento Cruz del Eje, provincia de Córdoba, hijo de Alfredo Aldo (f) y de María Eleonora Fedi (f), de estado civil casado, domiciliado Alonso de Vera y Aragón 681, barrio Márquez de Sobremonte, de actividad retirado de la Policía de la Provincia de Córdoba, con el grado de comisario mayor; 12) Calixto Luis Flores, (a) “Chato”, argentino, DNI 6.509.755, nacido el 14/10/39, en la ciudad de Paso Libres, provincia de Corrientes, hijo de Luis (f) y de Raquel Martínez (f), de estado civil casado, domiciliado actualmente en calle Isidro Mena 2818, barrio Colón, ciudad Córdoba, actividad policía retirado con el grado de suboficial mayor; 13) Luciano Benjamín Menéndez, (a) „Cachorro‟, MI 4.777.189, argentino, nacido el 19/06/27 en San Martín, provincia de Buenos Aires, casado, militar retirado con el grado de General de División, domiciliado en calle Ilolay 3269 de barrio Bajo Palermo, de esta ciudad de Córdoba, hijo de José María y de Carolina Sánchez Mendoza; 14) José Hugo Herrera, (a) “tarta”, “que que que” o “hugo”; DNI 4.579.794, argentino, nacido el 14/07/41 en la ciudad de Río Cuarto – Provincia de Córdoba-, hijo de José (f.) y de Ana Lucía Boccolini (f.), casado, militar retirado en el año 1980 con el grado de Sargento Ayudante, domiciliado en calle Rumipal Nº 2864 Bº San Pablo; 15) Carlos Enrique Villanueva (a) “principito”, “gato”, D.N.I. Nº 7.801.532, argentino, nacido el 09/08/49 en la Capital Federal, hijo de Félix (f.) y Ana Matilde Menéndez (f.), de estado civil casado, domiciliado actualmente en Av. Vélez Sarsfield N° 148 Piso 10°, Dpto. “B” de esta ciudad, de actividad Teniente Coronel; 16) Carlos César Idelfonso Delia Larocca L.E. N° 2.000.291, argentino, nacido el día 2 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 24/01/23 en la ciudad de Federal, pcia. de Entre Ríos, hijo de Miguel Delía (f.) y María A. Larocca (f.), de estado civil viudo, militar retirado con el grado de General de Brigada, domiciliado actualmente en Conde 1650 Barrio Belgrano de la Ciudad Autónoma de Bs. As.; 17) Héctor Raúl Romero (a) “palito”, DNI Nº 12.406.306, nacido el día 14/02/56 en San Agustín, provincia de Córdoba, hijo de Gaspar Raúl y Rosa Imelda Sánchez, , casado, Personal Civil de Inteligencia (PCI) con categoría Nº 7 retirado en el año 1996, domiciliado actualmente en calle Avellaneda s/n San Agustín, provincia de Córdoba; 18) Emilio Morard (a) “merlo” o “capicúa”, DNI Nº 7.979.747, argentino, nacido el 26/05/44 en Capital Federal, hijo de Camilo y Josefina García, casado, de profesión técnico electrónico y ex PCI (Personal Civil de Inteligencia), domiciliado en calle Pellegrini 905, Barrio San Vicente, provincia de Córdoba; 19) José Arnoldo López (a) “Chubi”, DNI 10.771.772, argentino, nacido el día 29/01/53 en la ciudad de Córdoba, , viudo, de profesión comerciante, domiciliado en calle San Luis esquina Córdoba de la localidad de Villa La Bolsa –provincia de Córdoba, sin antecedentes penales; 20) Ricardo Alberto Ramón Lardone (a) “fogo”o “fogonazo”, DNI 6.436.837, argentino, nacido en Monte Ralo USO OFICIAL provincia de Córdoba, con fecha 4/04/43, hijo de Juan Bautista y Eugenia Colao, que es Personal Civil de Inteligencia del Ejército Argentino (R) y empleado de la Cooperativa de Luz y Fuerza de San Agustín en el Video Cable, casado, con domicilio en calle Villafañe s/n San Agustín, provincia de Córdoba; 21) Hermes Oscar Rodríguez (a) “salame”, “subgerente”, L.E. 5.581.570,argentino, nacido el 3/10/32 en Capital Federal – Provincia de Buenos Aires, hijo de José María Rodríguez (f.) y Mercedes Pérez (f.), de estado civil casado, domiciliado actualmente en calle Morón N°20 Piso 6° de la ciudad de Mendoza, de actividad militar con el grado de Coronel retirado; 22) Carlos Alberto Díaz (a) “HB” D.N.I. 4.748.013, argentino, nacido el 18/09/46 en la Capital Federal, hijo de Hilda Violeta Díaz, de estado civil divorciado, domiciliado en calle Figueroa Alcorta N° 422 de la ciudad de Alta Gracia –Provincia de Córdoba-, de actividad militar retirado con el grado de suboficial mayor retirado; 23)Mirta Graciela Antón (a) “kuka”, “graciela” o “negra”, D.N.I.10.906.586, argentina, nacida el día 11/11/53 en la ciudad de Córdoba, hija de Herminio (fallecido) y Martina Lydia Belen, de estado civil viuda, domiciliada actualmente en calle Lezcano Ceballos N°2631 de B° Cerveceros de esta ciudad, de actividad Sargento (R)de la Policía de la Provincia Córdoba; 24) Herminio Jesús Antón “perro”, “boxer”, DNI N° 7.983.527, argentino, nacido el día 04/07/45 en la ciudad de Córdoba, hijo de Herminio y Martina Lidya Belen, con último domicilio en cale Ignacio Garzón 3169 de Barrio Jardín de esta ciudad, casado, policía retirado; 25)Fernando Andrés Pérez M.I. 6.479.552,argentino, nacido el 20/09/32 en la ciudad de Córdoba, hijo de Andrés(f.) y Encarnación González (f.), de estado civil casado, domiciliado actualmente en calle Espora N° 2396 de B° Rosedal de ésta ciudad, de actividad policía retirado; 26) Juan Carlos Cerutti L.E. 6.553.509,argentino, nacido el 28/05/43 en la localidad de Cintra, provincia de Córdoba, hijo de Lorenzo (f.) y Josefa Raineri (f.), de estado civil casado, domiciliado actualmente en calle Falcato N° 826 de la ciudad de Bell Ville, jubilado de la Policía de la 3 Provincia de Córdoba; 27) Alberto Luis Choux (a) “colorado”, D.N.I. 6.478.087,argentino, nacido el día 29/06/32 en Córdoba Capital, hijo de Alfonso Luis Alfredo(f.) y Julia Chamartín (f.), de estado civil casado, domiciliado actualmente en calle Perito Moreno N°191 de la ciudad de Villa Carlos Paz, de actividad Jefe de Policía de la Provincia de Córdoba®; 28) Eduardo Grandi, D.N.I. 6.500.270,de argentino, nacido el 08/01/37 en Concordia provincia de Entre Ríos, de 72 años de edad, hijo de Tomás Emilio (f.) y Amelia Odorisio (f.), de estado civil casado, domiciliado actualmente en Onofrio Palamara N°2768 de B° Cerveceros de esta ciudad, de actividad Comisario Inspector de la Policía de la Provincia de Córdoba ( R.); 29) Antonio Filiz, L.E. 7.693.610, argentino, nacido el día 29/07/49 en Córdoba Capital, hijo de Vicente y Maravillas Romera, de estado civil casado, domiciliado actualmente en calle Villa Rica N° 928 de Barrio Residencial América de esta ciudad, de actividad policía retirado; 30) Alfredo Bini L.E. 6.508.583,argentino, nacido el día 25/01/39 en Córdoba Capital, hijo de Mario (f.) y Bernabela Amanda Mansilla (f.), de estado civil casado, domiciliado actualmente en calle Oncativo 1454 de Barrio General Paz de esta ciudad, de actividad policía retirado; 31) Raúl Alejandro Contrera DNI N° 7.993.714, argentino, nacido el día 16/08/46 en la ciudad de Santa Fé, hijo Alejandro y Benedicta Almirón, casado, domiciliado actualmente en calle Alcazar 93 esquina Vera Cruz de Lomas de Villa Allende, policía retirado; 32) Luis Alberto Cayetano Quijano, D.N.I. N° 5.741.996, argentino, nacido el día 07/08/36, hijo de Pedro Luis (f.) y Nilda Ester Pellegrini (f.), casado, domiciliado actualmente en calle Scarlatti 245 de la ciudad de Villa Carlos Paz, Comandante de Gendarmería retirado; 33) Luis Alberto Manzanelli (a) “hombre del violín” o “luis”, M.I. 6.506.196, nacido el 07/09/38 en Córdoba, casado, militar retirado con el grado de Suboficial principal, hijo de Osvaldo Mercedes y Delfina Natividad Toranzo, domiciliado actualmente en calle Juan Fernández 6528, de barrio 20 de Junio, ciudad de Córdoba; 34) Hugo Cayetano Britos (a) “pelado”, “miki”, D.N.I.6.515.213,argentino, nacido el día 17/04/40 en la ciudad de Córdoba, hijo de Ricardo (f.) y Rita Jacinta Olivares (f.), de estado civil casado con cuatro hijos, domiciliado actualmente en calle Juan Sánchez 945 Ciudad de Malvinas Argentinas de esta ciudad, de actividad Comisario(R); 35) Ricardo Luis Hierling D.N.I. N° 7.989.798, argentino, nacido el día 28/02/46 en la localidad de Etruria, provincia de Cba., hijo de José Juan Bautista y Ramona Eleuteria Moreno, casado, domiciliado actualmente en calle Los Flamencos 668 de la ciudad de Miramar de esta provincia de Córdoba, policía retirado; 36) Raúl Eduardo Yanicelli (a) “tucán chico”, D.N.I. N° 11.195.854, argentino, nacido el día 26/05/54 en la localidad de Villa de Soto, provincia de Cba., hijo de Alfredo Aldo y María Eleonora Fedi, domiciliado actualmente en calle Issasa 1965 de Barrio Colón de esta ciudad, policía retirado; 37) Fernando Martín Rocha (a) “el tuerto”, D.N.I. N° 8.538.368, de nacionalidad argentino, nacido el 24 de junio el año 1951en la Ciudad de Córdoba, domiciliado en calle Manuel Reyna Nº 4160 de Barrio Cerveceros de esta ciudad, de estado civil casado, hijo de Eleuterio Indolfo (f) y de Elvira Mauricio Suárez, de ocupación policía jubilado; 38) Francisco José Domingo Melfi D.N.I. N° 8.277.438, 4 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 argentino, nacido el día 5/07/50 en esta ciudad de Córdoba, hijo de José Francisco Humberto y Ada Aurora Pedraza, domiciliado actualmente en Av. de Mayo 923 de Barrio Villa Libertador de ésta ciudad, de estado vivil casado 39) Jorge Omar Heredia D.N.I. N° 8.453.686, argentino, nacido el 25/11/50 en esta ciudad de Córdoba, hijo de Narciso Eusebio y Jesús María Barrera, separado, domiciliado en Continuación Echeverría casa 78 B° Ricardo I, La Rioja, capital, de los que, RESULTA: I- Que a fs. 964/2; 3071/10; 4167/89; 6947/85; 8982/94 y 10.638/63 la Sra. Fiscal Federal N°3, Dra. Graciela López de Filoñuk, atribuye a los nombrados la comisión de hechos de acuerdo al siguiente detalle: HECHO NOMINADO UNO (corresponde al 1° hecho del requerimiento de fs. 6947/85) Con fecha 21 de marzo de 1975, en horas de la mañana, personal perteneciente al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba (D2), en cumplimiento de órdenes impartidas por sus superiores directos y por el USO OFICIAL Jefe y Subjefe de la Policía de la Provincia de Córdoba, este último Alberto Luis Choux, a saber los imputados: Calixto Luis Flores, Marcelo Luna, Eduardo Grandi, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón y Fernando Andrés Pérez habrían interceptado a Graciela del Valle Maorenzic y María de las Mercedes Gómez de Orzaocoa – esta última embarazada de aproximadamente siete meses- en las inmediaciones del Hospital Córdoba de esta ciudad, sito en Av. Patria 656- y las habrían obligado a abordar los automóviles en los que se conducían, en los que las habrían trasladado hasta la sede del D2 ubicado en Pasaje Santa Catalina, en adyacencias al Cabildo histórico de esta ciudad. En dicha dependencia policial - sin dar noticia alguna de su aprehensión ni intervención a autoridad judicial alguna - habrían permanecido en condiciones extremas de cautiverio, con las manos atadas y los ojos vendados por un período de tiempo no determinado hasta el momento, durante el que habrían sido sometidas a constantes interrogatorios, para lo cual el personal policial actuante se habría valido de diversos métodos de torturas físicas y psíquicas -picana eléctrica, submarino (inmersión en agua), asfixia, simulación de fusilamiento, patadas, trompadas, quemaduras de cigarrillos, golpes con palos o gomas, vejaciones sexuales, plantones por horas o días, falta de aseo, insultos y tortura psicológica de diverso tipo- siendo todo ello implementado a los fines de obtener de las víctimas la mayor cantidad posible de información referente a las actividades relacionadas a la organización subversiva a la que supuestamente pertenecían. Posteriormente, y luego de permanecer detenidas por un tiempo no determinado hasta el momento y bajo las condiciones antes descriptas, el personal antes indicado, en circunstancias de modo y lugar que aún no han podido ser determinado, les habrían dado muerte, ocultando sus cuerpos, los que a la fecha no han podido ser localizados. Cabe señalar que Graciela del Valle Maorenzic, habría pertenecido a la organización PRT-ERP, además de ser pareja de un miembro del Buró Político de dicha organización y María de las Mercedes Gómez, habría 5 sido la responsable de Finanzas de la Regional Córdoba del PRT-ERP y esposa de un integrante de la Dirección Regional del PRT-ERP en Córdoba. Se atribuye también responsabilidad por este hecho, conforme se desprende del requerimiento de instrucción de fs. 6947/85 a Carlos Alfredo Yanicelli. HECHO NOMINADO DOS (corresponde al 2° hecho del requerimiento de fs. 6947/85) Desde el 6 al 21 de agosto de 1975, los imputados Eduardo Grandi, Ricardo Cayetano Rocha, Marcelo Luna, Yamil Jabour, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Carlos Alfredo Yanicelli, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina y Juan Carlos Cerutti, miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2), actuando con conocimiento y por orden de sus superiores del Departamento y de la Policía de la Provincia de Córdoba, emitidas por su Jefe Alberto Luis Choux, habrían interrogado reiteradamente a Marcos Osatinsky Slosberc - militante de la organización clandestina conocida como Montoneros – alojado en el D2 luego de haber sido detenido en el marco del sumario 178/22 de la Policía de la Provincia de Córdoba que luego diera origen al Expte “Fidelman, Diana…..” tramitado ante el Juzgado Federal n° 1 – valiéndose a tal fin de tormentos tales como picana eléctrica, submarino (inmersión en agua), asfixia, simulación de fusilamiento, patadas, trompadas, quemaduras con cigarrillos, golpes con palos o gomas, plantones por horas o días, falta de aseo, insultos y torturas psicológicas de diverso tipo, con el objeto de menoscabar su personalidad y poder así obtener de él la mayor cantidad posible de información referente a la organización subversiva a la que pertenecía. Finalmente, el día 21 de agosto de 1975, simulando un enfrentamiento con miembros de organizaciones subversivas montado en oportunidad del supuesto traslado de Osatinsky a la cárcel penitenciaria n° 1, los imputados Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Yamil Jabour y Herminio Jesús Antón, entre otros, habrían procedido a darle muerte con disparos de armas de fuego. Conforme se desprende del requerimiento de instrucción de fs. 6947/85 se atribuye responsabilidad respecto de este hecho también a Alfredo Bini, HECHO NOMINADO TRES (corresponde al 4° Hecho del requerimiento de fs. 6947/85) El día 14 de agosto de 1975, siendo aproximadamente las 3:00 hs, personal perteneciente al Departamento Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba, a saber los imputados Eduardo Grandi, Ricardo Cayetano Rocha, Marcelo Luna, Juan Eduardo Ramón Molina, Herminio Jesús Anton, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Carlos Alfredo Yanicelli, Calixto Luis Flores, Yamil Jabour y Juan Carlos Cerutti junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición – actuando en virtud de órdenes emanadas de sus superiores inmediatos y de la Jefatura de Policía, ejercida al tiempo de los hechos por Alberto Luis Choux, junto a los encartados Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli y 6 José Hugo Herrera, pertenecientes al Destacamento de Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Inteligencia 141 “Gral. Iribarren” del Tercer Cuerpo de Ejercito, se habrían apersonado en el domicilio de la familia Pujadas sito en Camino a Jesús Maria Km. 5 ½ - domicilio éste contiguo a la “Cabaña San José, establecimiento avícola propiedad de la Familia Pujadas –, y luego de reducir a los ocupantes y encerrado en el baño del domicilio a los niños María Eugenia Pujadas y Víctor José Pujadas, de aproximadamente un año y medio y once años de edad respectivamente, habrían trasladado a José María Pujadas Valls; Josefa Badell Suriol de Pujadas; José María Pujadas Badell; María José Pujadas Badell y Mirta Yolanda Bustos con los ojos vendados y con las manos y pies atados -incluso con esposashasta un lugar dentro de la estancia “La Lagunilla” - campo de propiedad de la firma “La Olivarera Argentina S.A.”, situado a tres kilómetros aproximadamente de la Ruta Nacional Nº 36, sobre un camino provincial de tierra. Una vez arribados al lugar habrían sido torturados por los nombrados, quienes los habrían sometido a una golpiza, hasta que finalmente procuraron sus muertes disparándoles con armas de fuego, resultando el deceso de todos ellos, a excepción de Mirta Yolanda Bustos quien sobrevivió al episodio a pesar de haber recibido un impacto de bala en la cabeza. Los cuerpos de los cuatro muertos y el USO OFICIAL cuerpo aún con vida de la Sra. Bustos, habrían sido arrojados al interior de un pozo balde de aproximadamente 7, 00 metros de profundidad, con el objeto de ocultar lo sucedido. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. Se atribuye participación en este hecho también a Carlos Idelfonso Delia Larocca. HECHO NOMINADO CUATRO (corresponde al 1° hecho del requerimiento de fs. 10.638/63) Con fecha 20 de agosto de 1975, en horas de la mañana, personal perteneciente al Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba, habría aprehendido a José Ricardo Cepeda cuando éste ingresaba a la sede de la Jefatura policial, alojándolo – sin dar aviso de su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna - en las dependencias del Departamento Informaciones Policiales, ubicado en Pasaje Santa Catalina en adyacencias al Cabildo Histórico de la ciudad. Allí, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Carlos Alfredo Yanicelli, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Marcelo Luna, Ricardo Cayetano Rocha, Yamil Jabour, Antonio Filiz y Juan Carlos Cerutti junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición, todos actuando bajo las órdenes del Jefe de Policía Alberto Luis Choux, lo habrían mantenido privado de su libertad con sus ojos vendados, las manos atadas, sometiéndolo a condiciones extremas de existencia (plantones por largas horas, imposibilidad de asearse, etc.), y lo habrían interrogado bajo tormentos físicos y psíquicos tales como picana eléctrica, submarino (inmersión en agua), asfixia, simulación de fusilamiento, puntapiés, golpes de puño, quemaduras con cigarrillos, 7 golpes con palos o gomas, dispensándole asimismo insultos y agravios verbales. Finalmente, en fecha que no ha podido precisarse aún, pero que podría ubicarse entre el 20 y el 22 de agosto de 1975, José Ricardo Cepeda habría sido muerto por el personal policial antes mencionado, en un lugar no determinado con exactitud hasta el momento. Conforme se desprende del requerimiento de instrucción de fs. 10.638/63 se atribuye responsabilidad por este hecho también a Miguel Ángel Gómez, Alfredo Bini y Alberto Luis Lucero. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO CINCO (corresponde al hecho 2° del requerimiento de fs. 10.638/63) Con fecha no determinada con exactitud pero que podría ubicarse entre el 20 y el 23 de agosto de 1975 efectivos pertenecientes a fuerzas de seguridad que no han sido posible identificar hasta el momento, habrían aprehendido a Héctor Acosta Pueyrredón cuando éste se encontraba en el Ministerio de Bienestar Social, que por entonces funcionaba en una dependencia del predio de la Casa de Gobierno de la Provincia de Córdoba, y lo habrían trasladado a las dependencias del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba. Allí, el personal perteneciente a dicha dependencia, los imputados Mirta Graciela Antón, Herminio Jesús Antón, Calixto Luis Flores, Carlos Alfredo Yanicelli, Fernando Andrés Pérez, Juan Eduardo Ramón Molina, Marcelo Luna, Ricardo Cayetano Rocha, Yamil Jabour, Antonio Filiz, junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición, – actuando bajo las órdenes del Sr. Jefe de la Policía de la Provincia de Córdoba, Alberto Luis Choux - lo habrían mantenido ilegítimamente privado de su libertad y sometido a tormentos físicos y psíquicos, tales como picana eléctrica, submarino (inmersión en agua), asfixia, simulación de fusilamiento, puntapiés, golpes de puño, quemaduras con cigarrillos, golpes con palos o gomas, dispensándole asimismo insultos y agravios verbales para finalmente ultimarlo con disparos de armas de fuego, procediendo inmediatamente a incinerarlo para luego arrojar su cuerpo sin vida en el paraje denominado Villa Esmeralda, ubicado en camino al Cerro Pan de Azúcar, donde fue habido el día 23 de agosto de 1975. Este hecho se habría perpetrado con la colaboración de personal policial perteneciente a la Seccional de Villa Allende: Ricardo Luis Hierling, Raúl Eduardo Yanicelli y Fernando Martín Rocha aportando, por un acuerdo previo, una ayuda posterior consistente en omitir las actividades investigativas propias a su función tendientes a identificar a los autores de este hecho, garantizando de tal suerte su impunidad. Conforme se desprende del requerimiento de instrucción de fs. 10.638/63 se atribuye responsabilidad por este hecho también a Miguel Ángel Gómez, Alfredo Bini y Alberto Luis Lucero. 8 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO SEIS (corresponde al hecho 3° del requerimiento de fs. 10.638/63) Con fecha 27 de Agosto del año 1975 siendo alrededor de las dos de la madrugada, un grupo de aproximadamente cinco policías, – los que a la fecha no han podido ser identificados - pertenecientes a la Policía de la Provincia de Córdoba, se habría apersonado en la vivienda sita en calle Sarachaga Oeste 67 del Barrio Alta Córdoba, vivienda en la residía, junto a sus padres, hermano, esposa e hija, Marcelo José Di Ferdinando - empleado y delegado interno de la fábrica Transax – . En la oportunidad, y luego de abrir la ventana del dormitorio de Di Ferdinando y amenazar a la esposa de éste con matar a su hija de dos años, habrían logrado franquear la entrada e iniciar una requisa de la vivienda aparentemente en busca de armas. Luego de un interrogatorio del que lograron identificar a Di Ferdinando como empleado de la Fábrica Transax, lo habrían USO OFICIAL introducido en uno de los autos en los que se conducían, en los que abandonaron la vivienda. Posteriormente, ese mismo día, personal policial perteneciente al Departamento Informaciones, entre ellos los imputados Mirta Graciela Antón, Herminio Jesús Antón, Calixto Luis Flores, Carlos Alfredo Yanicelli, Fernando Andrés Pérez, Juan Eduardo Ramón Molina, Marcelo Luna, Ricardo Cayetano Rocha, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Alberto Luis Lucero, junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición, – actuando bajo las órdenes del Sr. Jefe de la Policía de la Provincia de Córdoba, Alberto Luis Choux - lo habrían mantenido ilegítimamente privado de su libertad, para luego trasladarlo a las inmediaciones del camino al Pan de Azúcar, lugar en el que lo habrían sometido a tormentos psíquicos y físicos, hiriéndole reiteradamente su brazo derecho con disparos de arma de fuego, para luego darle muerte disparándole en centros vitales y dejar su cuerpo abandonado en el lugar. Este hecho se habría perpetrado con la colaboración de personal policial perteneciente a la Seccional de Villa Allende: Ricardo Luis Hierling, Raúl Eduardo Yanicelli y Fernando Martín Rocha aportando por un acuerdo previo una ayuda posterior consistente en omitir las actividades investigativas propias a su función tendientes a identificar a los autores de este hecho, garantizando de tal suerte su impunidad Conforme se desprende del requerimiento de instrucción de fs. 10.638/63 se atribuye responsabilidad por este hecho también a Miguel Ángel Gómez, Alfredo Bini No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. 9 HECHO NOMINADO SIETE (corresponde al 3° hecho del requerimiento de fs. 6947/85). Con fecha 5 de Septiembre de 1975, siendo aproximadamente las 19:30 horas, un grupo de policías vestidos de civil pertenecientes al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba habría interceptado a Francisco Irineo Reyna Gómez, quien habría estado cumpliendo el Servicio Militar Obligatorio en la Compañía Comandos y Servicios del Tercer Cuerpo de Ejercito- en momentos en que éste transitaba por calle Ayacucho entre calles Caseros y Duarte Quirós de esta ciudad, obligándolo a abordar los vehículos en los que se conducían. Seguidamente los funcionarios policiales lo habrían trasladado a la sede del D 2, lugar en el que Ricardo Cayetano Rocha, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Carlos Alfredo Yanicelli, Yamil Jabour, Marcelo Luna junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición – actuando bajo las órdenes de sus jefes inmediatos, del Jefe de la Policía de la Provincia de Córdoba- Alberto Luis Choux, lo habrían mantenido clandestinamente privado de su libertad - sin dar noticia alguna de tal situación a sus familiares o a las autoridades judiciales – padeciendo condiciones extremas de cautiverio, con las manos atadas y los ojos vendados en forma permanente, recibiendo escasa alimentación, sin posibilidades de asearse, por un período de tiempo no determinado hasta el momento, durante el que habría sido sometido por parte del personal policial antes mencionado a constantes interrogatorios en los que se habrían utilizado diversos métodos de tormentos físicos y psíquicos, tales como picana eléctrica, submarino (inmersión en agua), asfixia, simulación de fusilamiento, patadas, trompadas, quema con cigarrillos, golpes con palos o gomas, plantones por horas o días, insultos y tortura psicológica de diverso tipo- a los fines de obtener información de la agrupación política a la que suponían que habría pertenecido. Posteriormente, y en fecha que aún no ha podido establecerse, el personal policial antes referido habría procedido a darle muerte, ocultando su cuerpo con el objeto de que jamás sea localizado. Se atribuye responsabilidad por este hecho en el requerimiento de fs. 6947/85 también a Alfredo Bini. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO OCHO (corresponde al hecho 4° del requerimiento de fs. 10.638/63) Con fecha 7 de Septiembre del año 1975, siendo aproximadamente las 11:40 hs. personal perteneciente a la Policía de la Provincia de Córdoba habría interceptado a José Luis Jiménez Calderón y Horacio Luis Blinder, quienes se encontraban en Barrio Yofre “Y”, en la calle Martín Allende entre Bulnes y Gobernador Núñez, repartiendo el periódico “La Voz Proletaria”, publicación del Partido Obrero 10 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Trotskista, obligándolos con violencia a abordar los vehículos en los que se conducían. Posteriormente los nombrados habrían sido trasladados a las dependencias del Departamento Informaciones Policiales (D2), lugar en el que los imputados Marcelo Luna, Ricardo Cayetano Rocha, Yamil Jabour, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Carlos Alfredo Yanicelli, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina y Alberto Luis Lucero, junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición – actuando bajo las órdenes del Sr. Jefe de la Policía de la Provincia de Córdoba, Alberto Luis Choux - habrían mantenido a Blinder y Jiménez Calderón ilegítimamente privados de su libertad y los habrían sometido a distintos tormentos físicos y psíquicos tales como picana eléctrica, submarino (inmersión en agua), asfixia, simulación de fusilamiento, puntapiés, golpes de puño, quemaduras con cigarrillos, golpes con palos o gomas, dispensándole asimismo insultos y agravios verbales. Posteriormente, el personal policial antes referido los habría trasladado a las inmediaciones de la localidad de Villa Allende Park, lugar donde habría procedido a darles muerte con múltiples disparos de armas de USO OFICIAL fuego. Los cuerpos sin vida de los nombrados fueron hallados por los vecinos de la zona el día 8 de septiembre de ese año. Este hecho se habría perpetrado con la colaboración de personal policial perteneciente a la Seccional de Villa Allende: Ricardo Luis Hierling, Raúl Eduardo Yanicelli y Fernando Martín Rocha aportando por un acuerdo previo una ayuda posterior consistente en omitir las actividades investigativas propias a su función tendientes a identificar a los autores de este hecho, garantizando de tal suerte su impunidad Conforme se desprende del requerimiento de instrucción de fs. 10.638/63 se atribuye responsabilidad por este hecho también a Miguel Ángel Gómez, Alfredo Bini. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO NUEVE (corresponde al requerimiento de fs. 8982/94). Siendo aproximadamente las 7:00 hs. del 13 de Septiembre de 1975, en el marco de las investigaciones llevadas a cabo por el Departamento Informaciones Policiales (D2), en el sumario policial que luego diera origen a los autos que se tramitaron ante el Juzgado Federal Nro. 2 de esta ciudad caratulados “ROMERO, Carlos Rodolfo y otros p.ss.aa de Asociación Ilícita e infracción a la Ley Nro. 20.840 Expte. 23-R-año 1975” personal policial perteneciente a dicha repartición, entre otros los imputados Raúl Alejandro Contreras, Calixto Luís Flores, Ricardo Cayetano Rocha, Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz, Yamil Jabour, Fernando Andrés Pérez, junto a otros integrantes del D2, habrían procedido a allanar la vivienda sita en calle 11 Unión 955 de B° General Bustos de esta ciudad, domicilio en el que se encontraban Gloria Alicia Di Rienzo, Mirian Liliana Lucia Salvador de Francisetti junto a su hijo Santiago de un año y tres meses de edad y Luisa López Muñoz. Tras golpear la puerta y manifestar “abran somos la policía”, los referidos funcionarios policiales - todos armados, a cara descubierta pero unos vestidos de civil y otros con uniforme reglamentario – habrían ingresado a la morada para luego, en cuestión de segundos y mediante una repetición de golpes, reducir violentamente a las ocupantes en una habitación y dar inicio a un registro exhaustivo sobre los efectos allí existentes. Transcurridos diez minutos aproximadamente, y luego de negarse a firmar un acta de secuestro, Gloria Alicia Di Rienzo habría sido violentamente golpeada en el estómago, para luego ser llevada a la cocina de la casa, lugar en el que - sujetada por aproximadamente cinco policías - Di Rienzo habría sido obligada a arrodillarse frente al Agente Ricardo Cayetano Rocha y – mientras el Cabo 1° Raúl Alejandro Contreras la amenazaba con un arma de fuego en la nuca – la habría obligado a succionarle el pene, como así también el de dos compañeros más, los que aún no han podido ser identificados. Durante tales episodios, Di Rienzo no habría podido reprimir las arcadas que tal procedimiento le causaba, lo que habría motivado una multiplicidad de golpes en su espalda por parte de los policías a fin de que continuase con aquello a lo que la estaban obligando. Mientras tanto, en el dormitorio, Salvador de Francisetti, - sujetando a Santiago, que luego le fue arrebatado de sus brazos - y Luisa López Muñoz habrían sido insultadas y violentamente golpeadas. A continuación, las tres mujeres habrían sido esposadas con las manos hacia atrás y conducidas en dos rodados marca Renault Torino color azul oscuro (Di Rienzo en uno y Salvador de Francisetti con López Muñoz en otro), hasta la sede del Departamento Informaciones Policiales (D2), sito en el Pasaje Santa Catalina de esta ciudad. Allí habrían sido reiteradamente sometidas a torturas físicas, psíquicas y a un cautiverio en condiciones extremas, a fin de obtener de ellas información respecto a la organización en la que militaban. Es así que el Raúl Alejandro Contreras, Calixto Luís Flores, Ricardo Cayetano Rocha, Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero, Fernando Andrés Pérez, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz y Yamil Jabour, junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición entre otros, las habrían interrogado utilizando un nutrido repertorio de prácticas tormentosas tales como la aplicación de electricidad en el cuerpo (“picana”), especialmente en zonas sensibles, tales como dientes, genitales, axilas, etc; constantes manoseos; simulacros de fusilamiento con el gatillado de armas; inmersiones en agua (submarino y mojarrita), entre otras. En este marco, y durante una noche de ese septiembre de 1975, Salvador de Francisetti junto a Di Rienzo habrían sido sacadas al patio del D2 y tras ser violentamente desnudadas y escuchar por parte de los policías “que tetas…que culito”, 12 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 habrían sido manoseadas. A continuación, Juan Antonio Tissera (a) “Tío”, le habría obligado a Salvador de Francissetti a agacharse, y – mientras era sujetada por otros funcionarios policiales – le introdujo el pene en la boca, obligándola a succionarlo, eyaculando luego en la cavidad bucal y obligándola a tragar el semen. Durante su estadía en el Departamento Informaciones, Di Rienzo habría sido habría sido dirigida tres o cuatro veces por día a una habitación en donde personal policial aún no identificado la desnudaba completamente y, a los fines de que proporcione su nombre de guerra y datos sobre la organización a la que pertenecía, le habría aplicado picana eléctrica por todo su cuerpo (piernas, manos, vagina, senos, orejas y dientes), como así también la habrían sometido a otras prácticas como la “mojarrita”, golpes de puño, quemaduras con agua caliente y tras manifestarle: “…está linda la yeguita…” la habrían accedido carnalmente en reiteradas oportunidades. Es así que, en uno de esos interrogatorios, Juan Antonio Tissera, habría introducido la mano en la vagina de Di Rienzo, alzándola como a una distancia de veinte centímetros del piso. Como consecuencia del trato recibido, el 17 de Septiembre de 1975 USO OFICIAL Gloria Alicia Di Rienzo habría sido trasladada al Policlínico Policial permaneciendo allí hasta el día 29 de Septiembre de ese año. A partir de esa fecha, la nombrada habría quedado alojada en la Unidad Penitenciaria N° 1 de esta provincia. Por su parte, Miriam Liliana Lucia Salvador de Francisetti y Luisa López Muñoz, habrían permanecido en el D2 hasta que con fecha 22 de Septiembre de 1975 fueran también trasladadas a esa unidad carcelaria. Los hechos relatados habrían tenido lugar por orden de las autoridades policiales, tanto por el Jefe de la Policía de Córdoba, Alberto Luis Choux, como por los responsables del Departamento Informaciones. También se atribuye responsabilidad en estos hechos, conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 8982/94 a Luciano Benjamín Menéndez. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO DIEZ (corresponde al hecho 5° del requerimiento de fs. 6947/85) Con fecha 14 de Octubre de 1975, en horas de la mañana, personal policial perteneciente al Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba, habría interceptado a Miguel Ángel Morán Pereyra (a) “Lito”, en la vía pública en momentos en que éste se dirigía al colegio “Domingo Faustino Sarmiento” donde que cursaba el secundario, y lo habría trasladado a la sede del Departamento, lugar en el que, entre otros, los imputados Ricardo Cayetano Rocha, Marcelo Luna, Yamil Jabour, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Carlos Alfredo Yanicelli, Calixto Luís Flores, Juan Eduardo Ramón Molina y Alberto Luis Lucero, junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar 13 Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición, quienes en cumplimiento de órdenes impartidas por sus superiores directos y por el Jefe del Área 311, Luciano Benjamín Menéndez, lo habrían mantenido clandestinamente privado de su libertad -sin dar noticia alguna de tal situación a sus familiares o a las autoridades judiciales– padeciendo condiciones extremas de cautiverio, con las manos atadas y los ojos vendados en forma permanente, recibiendo escasa alimentación, sin posibilidades de asearse – por un período de tiempo no determinado hasta el momento- durante el que habría sido sometido por parte del personal policial antes mencionado a constantes interrogatorios en los que se habrían utilizado diversos métodos de tormentos físicos y psíquicos, tales como picana eléctrica, submarino (inmersión en agua), asfixia, simulación de fusilamiento, patadas, trompadas, quema con cigarrillos, golpes con palos o gomas, plantones por horas o días, insultos y tortura psicológica de diverso tipo, a fin de obtener información de la agrupación política a la que habría pertenecido. Posteriormente, y en fecha que aún no ha podido establecerse, el personal policial antes referido habría procedido a darle muerte, ocultando su cuerpo con el objeto de que jamás sea localizado. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO ONCE (corresponde al hecho 6° del requerimiento de fs. 6947/85) Con fecha 15 de Octubre de 1975, en hora no determinada con exactitud, personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser individualizado, habrían aprehendido a Eduardo Juan Jensen y Horacio Miguel Pietragalla, ambos militantes de la organización Montoneros, en las proximidades de la confitería “La Mundial”, ubicada en el barrio Alta Córdoba de ésta ciudad, y los habrían trasladado y alojado en el Departamento de Informaciones de la Policía (D2), sin dar noticia ni intervención a autoridad judicial alguna respecto de la aprehensión de Pietragalla. Respecto de Jensen, si bien su detención fue registrada en el Departamento Policial el día 15, se informó falsamente a la autoridad que había recuperado su libertad el día 16 de Octubre a las 20.30 hs. Allí, los imputados Ricardo Cayetano Rocha, Marcelo Luna, Yamil Jabour, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Carlos Alfredo Yanicelli, Calixto Luís Flores, Juan Eduardo Ramón Molina y Alberto Luis Lucero, junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición, los habrían mantenido clandestinamente detenidos en la sede del D2, sito en Pasaje Santa Catalina del centro de esta ciudad, en condiciones extremas de cautiverio, con las manos atadas y los ojos vendados, por un período de tiempo no determinado hasta el momento, durante el que habrían sido interrogados bajo tormentos físicos y psíquicos tales como picana eléctrica, submarino (inmersión en agua), asfixia, simulación de fusilamiento, patadas, trompadas, quema con cigarrillos, golpes con palos o gomas, plantones por horas o días, insultos y 14 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 tortura psicológica de diverso tipo- a los fines de obtener información de la agrupación política a la que habría pertenecido. Al parecer, de dicha práctica se habría obtenido información que los involucraría con el atentado sufrido el día 5 de Octubre de 1975 por el Regimiento de Infantería de Monte n° 29 de Formosa, por lo que inmediatamente se habría dado a conocer esta situación a personal del Destacamento de Inteligencia 141 perteneciente al III° Cuerpo de Ejército, quienes habrían trasladado a Jensen y Pietragalla a alguna dependencia de su jurisdicción, lugar en el que su personal; a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Héctor Pedro Vergéz, Luís Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Emilio Morard y Ricardo Alberto Ramón Lardone – quienes, actuando bajo las órdenes del Comandante del III° Cuerpo, General de División Luciano Benjamín Menéndez, y del Jefe y Subjefe del Destacamento, este último Hermes Oscar Rodríguez, los habrían interrogado reiteradamente bajo tormentos de índole similar a los descriptos en la sede del D2. Finalmente, y probablemente en fecha cercana al 8 de noviembre de 1975, el personal del Destacamento de Inteligencia 141 ya mencionado habría procedido -en circunstancias que aún no han podido determinarse con exactitud- a USO OFICIAL darles muerte con disparos de armas fuego. Conforme se desprende del requerimientos fiscal de instrucción se atribuyó también a Carlos Enrique Villanueva. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO DOCE (corresponde al hecho 7° del requerimiento de fs. 6947/85) Con fecha 18 de octubre de 1975, en horas de la mañana, personal pertenecientes a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser identificado, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe del Área 311 de la Zona de Defensa 3 diseñada para la lucha contra la Subversión, General de División Luciano Benjamín Menéndez, en el marco del plan de lucha contra la Subversión, habría interceptado a Juan José Chabrol Amaranto, Oscar Domingo Chabrol Amaranto, y José Miguel Ferrero, cuando estos se encontraban repartiendo la mercadería del emprendimiento comercial que sostenían, y los habrían trasladado al Departamento Informaciones (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba integrado. Allí, los imputados Ricardo Cayetano Rocha, Marcelo Luna, Yamil Jabour, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Carlos Alfredo Yanicelli, Calixto Luís Flores, Juan Eduardo Ramón Molina y Alberto Luis Lucero junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición, los habrían mantenido clandestinamente alojados, sin dar noticia alguna de su aprehensión a sus familiares ni intervención a autoridad judicial alguna, permaneciendo allí en condiciones extremas de cautiverio -con las manos atadas y los ojos vendados en forma permanente, recibiendo escasa alimentación, sin posibilidades de asearse, sometidos a 15 plantones por horas o días – por un período de tiempo no determinado hasta el momentodurante el que habrían sido sometidos por parte del personal policial antes mencionado a constantes interrogatorios para los que se habrían valido de diversos métodos de tortura físicas y psíquicas, tales como: picana eléctrica, submarino (inmersión en agua), asfixia, simulación de fusilamiento, patadas, trompadas, quemaduras con cigarrillos, golpes con palos o gomas, insultos y tortura psicológica de diverso tipo- a los fines de obtener de ellos la mayor cantidad posible de información relacionada a la actividad política que supuestamente sostenían. Posteriormente el personal ya mencionado habría procedido a darles muerte, en circunstancias de modo y lugar que aún no han podido ser determinadas – ocultando sus cuerpos procurando que no puedan ser jamás localizados. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO TRECE (corresponde al hecho 8° del requerimiento de fs. 6947/85). Con fecha 28 de octubre de 1975, siendo aproximadamente las 3:00 hs, Ricardo Cayetano Rocha, Marcelo Luna, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Carlos Alfredo Yanicelli, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Yamil Jabour, Alberto Luis Lucero, junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición, todos pertenecientes al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba - actuando en virtud de órdenes emanadas de sus superiores dentro de la fuerza policial y de quien comandaba el Área 311 y conducía a la fecha de los hechos la lucha contra la Subversión, General Luciano Benjamín Menéndez – se habrían apersonado en la vivienda sita en calle Blas Parera 3680 de B° Maldonado de esta ciudad, domicilio de la familia Márquez, para retirar del lugar a Luis Ernesto Márquez, operario metalúrgico en Transax y delegado del gremio de SMATA, y conducirlo a la sede del D2., ubicado en Pasaje Santa Catalina en adyacencias al Cabildo Histórico de la ciudad, lugar en el que habría permanecido alojado en forma clandestina - sin dar noticia de su aprehensión a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – en condiciones extremas de cautiverio, con las manos atadas y los ojos vendados, por un período de tiempo no determinado hasta el momento, durante el que habría sido interrogado bajo tormentos físicos y psíquicos tales como picana eléctrica, submarino (inmersión en agua), asfixia, simulación de fusilamiento, patadas, trompadas, quemadura con cigarrillos, golpes con palos o gomas, plantones por horas o días, insultos y tortura psicológica de diverso tipo- a los fines de obtener información de la agrupación política a la que habría pertenecido. Finalmente, y en circunstancia de modo, tiempo y lugar que aún no han podido ser determinadas, el personal del D2 antes mencionado le habría dado muerte, para luego ocultar sus restos de modo tal de evitar que sean ubicados y reconocidos. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en 16 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO CATORCE (corresponde al hecho 9° del requerimiento de fs. 6947/85) Con fecha 12 de Noviembre de 1975, siendo aproximadamente las 4:00 horas, un grupo de personas que habrían pertenecido al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, actuando por orden de sus superiores inmediatos, en cumplimiento de directivas emanadas por el Jefe del Área 311 de la Zona de Defensa 3 diseñada para la lucha contra la Subversión, General de División Luciano Benjamín Menéndez habría irrumpido violentamente en la vivienda en la que junto a su familia residía Hugo Estanislao Ochoa Díaz - chofer del Ministerio de Bienestar Social de la Provincia de Córdoba y delegado del Sindicato de Empleados Públicos – y, haciéndose pasar por personal de la Policía Federal, lo habrían privado ilegítimamente de su libertad, trasladándolo a la sede del Departamento Informaciones Policiales (D2). Allí, personal policial perteneciente a dicha repartición, a saber: Eduardo Grandi, Marcelo Luna, Ricardo USO OFICIAL Cayetano Rocha, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Carlos Alfredo Yanicelli, Calixto Luís Flores, Juan Eduardo Ramón Molina y Alberto Luis Lucero junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición - sin dar noticia alguna de su aprehensión a sus familiares ni intervención a autoridad judicial alguna – habrían mantenido cautivo a Ochoa en condiciones extremas de cautiverio, con las manos atadas y los ojos vendados en forma permanente, recibiendo escasa alimentación, sin posibilidades de asearse – por un período de tiempo no determinado hasta el momento- durante el que habría sido sometido por parte del personal policial antes mencionado a constantes interrogatorios en los que se habrían utilizado diversos métodos de tormentos físicos y psíquicos, tales como picana eléctrica, submarino (inmersión en agua), asfixia, simulación de fusilamiento, patadas, trompadas, quema con cigarrillos, golpes con palos o gomas, plantones por horas o días, insultos y tortura psicológica de diverso tipo- a los fines de obtener información de la organización gremial a la que habría pertenecido. Posteriormente, y en fecha que aún no ha podido establecerse, el personal policial antes referido habría procedido a darle muerte, ocultando su cuerpo con el objeto de que jamás sea localizado. Pese a ello, cabe señalar que el cadáver de la víctima habría ingresado a la Morgue del Hospital San Roque de esta ciudad, en el período comprendido entre el 12 de noviembre de 1975 y el 13 de abril de 1976, bajo la denominación NN, siendo luego sus restos depositados en una fosa común en el Cementerio San Vicente de esta ciudad. En virtud de las investigaciones realizadas en autos “Averiguación de Enterramientos Clandestinos en autos “Pérez Esquivel Adolfo, Martínez Maria Elba S/ Presentación” (Expte.9.693) sus restos mortales fueron rescatados, lográndose - mediante la realización de estudios de ADN - su identificación. Conforme se desprende del requerimiento de instrucción de fs. 6947/85, se atribuye participación en este hecho también a Miguel Ángel Gómez. 17 No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO QUINCE (corresponde al hecho 10° del requerimiento de fs. 6947/85) El día 4 de Diciembre de 1975, aproximadamente a las 3:00 horas, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe del Área 311 de la Zona de Defensa 3 diseñada para la lucha contra la Subversión, General de División Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal perteneciente al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, entre otros Eduardo Grandi, Miguel Ángel Gómez, Marcelo Luna, Calixto Luis Flores, Ricardo Cayetano Rocha, Yamil Jabour, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Carlos Alfredo Yanicelli, Juan Eduardo Ramón Molina y Alberto Luís Lucero, los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos, y al Destacamento de Inteligencia 141 “Gral. Iribarren” del Tercer Cuerpo de Ejercito, en este caso recibiendo órdenes de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez, entre otros: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Emilio Morard, Arnoldo José López; Ricardo Alberto Ramón Lardone, habría irrumpido violentamente en la pensión sita en calle Tacuarí esquina Hipódromo de esta ciudad en la que se encontraban realizando un trabajo práctico para la Facultad de Arquitectura los estudiantes Jaime Sánchez Moreira, Alfredo Saavedra Alfaro, Luis Villalba Álvarez, Luís Rodney Salinas Burgos, David Rodríguez Nina - todos oriundos de la República de Bolivia-, Jorge Raúl Rodríguez Sotomayor – peruano -, y los argentinos Ricardo Rubén Haro, Jorge Ángel Schuster y Ricardo Américo Apertile, y los habrían obligados a abandonar el inmueble, y abordar distintos vehículos en los que los habrían trasladado hasta terrenos contiguos a la Ruta Provincial Nº 5 (Camino a Los Molinos). En el lugar los nombrados habrían sido severamente golpeados por el personal policial y militar antes mencionado, el que procedió luego a darles muerte, mediante el uso de armas de fuego, abandonando sus cuerpos sin vida en el lugar. Así, cuatro de ellos se habrían encontrado a la altura del Km. 7 ½ de la referida ruta, y los restantes se habrían encontrado a mil quinientos (1.500) metros de la citada ruta a la altura del Km. 13. Conforme se desprende del requerimiento de instrucción de fs. 6947/85 se atribuye responsabilidad por este hecho también a Hugo Cayetano Britos. HECHO NOMINADO DIECISEIS (Corresponde al hecho 1° del requerimiento de fs. 3071/10). Con fecha 6 de Diciembre de 1975, en horas de la mañana, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe del Área 311 de la Zona de Defensa 3 diseñada para la lucha contra la Subversión, General de División Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y 18 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141 del Ejército, en este caso recibieno órdenes de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Carlos Alberto Díaz, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Emilio Morard, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, habría interceptado a Lila Rosa Gómez Granja; Ricardo Saibene (a) Nazi; Alfredo Felipe Sinópoli Gritti (a) Fredy y Luis Agustín Santillán Zevi en las inmediaciones del Parque Sarmiento, frente al monumento a Dante Alighieri, en momentos en que éstos caminaban hacia la ciudad universitaria, donde cursaban la carrera de Medicina. En dicha oportunidad, los habrían reducido e introducido en distintos vehículos para conducirlos y alojarlos en alguna dependencia perteneciente al Ejército Argentino – sin dar aviso a sus familiares ni anoticiar a autoridad judicial alguna – lugar en el que el personal de inteligencia antes mencionado los habrían interrogado en relación a sus supuesta actividad política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones USO OFICIAL sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darles muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento de instrucción de fs. 3071/10, se atribuye responsabilidad también por este hecho a Miguel Ángel Gómez, Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Herminio Jesús Anton, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Alfredo Bini, Fernando Andrés Pérez, Luis Calixto Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero, Ricardo Cayetano Rocha, Héctor Raúl Romero. HECHO NOMINADO DIECISIETE (corresponde al hecho 3° del requerimiento de fs. 3071/10) En la ciudad de Buenos Aires, en circunstancias de tiempo y modo que no han podido ser precisadas hasta el momento, pero que serían próximas al 8 de diciembre de 1975, personal perteneciente a fuerzas de seguridad que hasta la fecha no han podido ser identificados, habrían aprehendido clandestinamente a Tomás Rodolfo Agüero, militante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), y lo habrían conducido a la ciudad de Córdoba a fin de alojarlo – sin dar aviso a sus familiares ni anoticiar a autoridad judicial alguna - en las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí -en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe del Área 311 de la Zona de Defensa 3 diseñada para la lucha contra la Subversión, General de División Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141 del Ejército - en este caso recibieno órdenes de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez – a saber; Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección,, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Emilio Morard, Arnoldo José López y Ricardo 19 Alberto Ramón Lardone, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Herminio Jesús Anton, Antonio Filiz, Yamil Jabour, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero, Eduardo Grandi y Ricardo Cayetano Rocha, junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a Agüero ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa, durante el que el personal militar y policial antes mencionado lo habría interrogado en relación a la organización política a la que pertenecía, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido, entre otras, en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido precisarse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte en oportunidad de realizar un fusilamiento múltiple en el patio de La Ribera, procediendo luego a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 3071/10 se atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Ángel Gómez, Hugo Cayetano Britos y Héctor Raúl Romero. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO DIECIOCHO (corresponde al hecho 2° del requerimiento de fs, 3071/10) Con fecha 10 de Diciembre de 1975, siendo aproximadamente las 22.00 hs., personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no han podido ser identificados, se habrían apersonado en la vivienda sita en calle Río Primero Nº 931 de Barrio Altamira de ésta ciudad de Córdoba en la que residía Sergio Héctor Comba (a) “Alberto” y Marta Susana Ledesma de Comba (a) “María” – ambos militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo - junto a su dos hijos Marta Inés de 4 años y Gabriel Ignacio de tres meses de edad. En dicha oportunidad, el referido personal habría ingresando violentamente al domicilio y golpeado a Sergio Héctor Comba, para luego introducirlo en uno de los vehículos en los que se desplazaban y a su esposa Ledesma en otro, tratándose de aproximadamente cuatro automóviles, de color negro y sin identificación oficial, en los que también habrían transportado a los niños. Minutos más tarde, dos hombres jóvenes quienes habrían participado en la aprehensión del matrimonio - llevaron a los dos niños Comba al domicilio de sus abuelos maternos, entregándoselos a su abuelo. Luego de ello, los captores habrían conducido y alojado a Comba y Ledesma –sin dar aviso a sus familiares ni anoticiar a autoridad judicial alguna- en las instalaciones que el Ejército 20 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe del Área 311 de la Zona de Defensa 3 diseñada para la lucha contra la Subversión, General de División Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141 del Ejército - en este caso recibieno órdenes de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez – a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Emilio Morard, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Herminio Jesús Anton, Antonio Filiz, Yamil Jabour, Alberto Luis Lucero, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Carlos Alfredo Yanicelli, Eduardo Grandi y Ricardo Cayetano Rocha, quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a Comba y Ledesma, ilegítimamente USO OFICIAL privados de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal militar y policial antes mencionado los habrían interrogado en relación a sus supuesta actividad política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido precisarse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darles muerte en oportunidad de realizar un fusilamiento múltiple en el patio de La Ribera, procediendo luego a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 3071/10 se atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Ángel Gómez, Hugo Cayetano Britos, Héctor Raúl Romero. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO DIECINUEVE (corresponde al hecho 6° del requerimiento de fs. 10.638/63) El día 11 de diciembre de 1975, aproximadamente a las 06.00 hs., personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser identificado, habría irrumpido violentamente en el domicilio sito en calle Lola Membrives Nº 2822 de Barrio Residencial América, y allí habría aprehendido a Silvia del Valle Taborda, quien al momento de los hechos militaba en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), y la habría sometido a todo tipo de maltratos físicos y psíquicos, sustrayéndola de dicho lugar 21 en ropa de dormir, sin siquiera permitirle vestirse, en un camión similar a los que utiliza el Ejército, para luego conducirla y alojarla – sin dar aviso a sus familiares ni anoticiar a autoridad judicial alguna - en las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí – en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe del Área 311 de la Zona de Defensa 3 diseñada para la lucha contra la Subversión, General de División Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141 del Ejército - en este caso recibieno órdenes de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez – a saber Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Carlos Alberto Díaz, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Emilio Morard, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo Yanicelli, Herminio Jesús Anton, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina y Alberto Luis Lucero junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército- habrían mantenido a Taborda ilegítimamente privada de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal antes mencionado la habría interrogado en relación a su militancia en el ERP, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, los nombrados habrían procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Ángel Gómez, Hugo Cayetano Britos, Marcelo Luna, Alfredo Bini, Eduardo Grandi y Héctor Raúl Romero No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO VEINTE (corresponde al hecho 5° del requerimiento de fs. 3071/10) Con fecha 12 de Diciembre de 1975, siendo aproximadamente las 8.30 hs., siguiendo las órdenes del Comandante de la Zona de Defensa 3, General de División Luciano Benjamín Menéndez, emanadas en el marco de la lucha contra la subversión, y retransmitidas a cada cuerpo a través de su mandos naturales, personal civil y militar al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe 22 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 de la Primera Sección, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Arnoldo José López, Emilio Morard, Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes de su Jefe y Subjefe, este último, Hermes Oscar Rodríguez, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Yamil Jabour, Carlos Alfredo Yanicelli, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Juan Eduardo Ramón Molina, y Fernando Andrés Pérez, junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición, se habrían apersonado en la librería sita en calle Mariano Moreno 90, esquina 27 de Abril de B° Alberdi de esta ciudad, donde trabajaba Alicia Ester De Cicco de Moukarsel, militante del Ejército Revolucionario del Pueblo – Partido Revolucionario de Trabajadores (ERP- PRT). En dicha oportunidad, habrían sustraído a De Cicco de su lugar de trabajo para luego conducirla y alojarla – sin dar aviso a sus familiares ni anoticiar a autoridad judicial alguna - a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, la habrían mantenido ilegítimamente USO OFICIAL privada de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal militar, civil de inteligencia y policial antes mencionado los habrían interrogado en relación a la organización en la que militaba, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Ángel Gómez, Hugo Cayetano Britos, Marcelo Luna y Héctor Raúl Romero. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO VEINTIUNO (corresponde al hecho 4° del requerimiento de fs. 3071/10) Con fecha 14 de Diciembre de 1975, siendo aproximadamente las 2.30 hs., siguiendo las órdenes del Comandante de la Zona de Defensa 3, General de División Luciano Benjamín Menéndez, emanadas en el marco de la lucha contra la subversión, y retransmitidas a cada cuerpo a través de su mandos naturales, personal perteneciente al grupo Operaciones Especiales del Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Arnoldo José 23 López, Emilio Morard, Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes de su Jefe y Subjefe, este último, Hermes Oscar Rodríguez, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Yamil Jabour, Carlos Alfredo Yanicelli, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Juan Eduardo Ramón Molina y Fernando Andrés Pérez, junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición, habrían irrumpido violentamente en el domicilio de la familia Luna sito en calle Triunvirato 430 (actualmente calle León 1624) de esta ciudad de Córdoba, registrando las dependencias de la vivienda en busca de Susana Elena Luna, (a) Anita – militante del ERP – . Una vez identificada ésta, la habrían sustraído de su casa, haciéndola subir a un camión del Ejército para luego conducirla y alojarla – sin dar aviso a sus familiares ni anoticiar a autoridad judicial alguna - a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, el personal perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, y al Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba antes mencionado habrían mantenido a Luna, ilegítimamente privada de su libertad todo ese día, durante el que el personal militar y policial antes mencionado la habría interrogado en relación a la organización en la que militaba, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido, entre otras, en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, de las que finalmente habría resultado la muerte de Luna. Finalmente, el día 15 de Diciembre de 1975 en horas de la mañana, el cuerpo de Susana Elena Luna habría sido arrojado a una zanja en las inmediaciones del Hipódromo de Barrio Jardín esta ciudad de Córdoba envueltos en un papel de diario y con un cartel que rezaba “Ajusticiada”. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Ángel Gómez, Ricardo Cayetano Rocha, Hugo Cayetano Britos, Marcelo Luna y Héctor Raúl Romero. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO VEINTIDOS (corresponde al hecho 16° del requerimiento de fs. 3071/10) Con fecha 15 de Diciembre de 1975, en horas de la madrugada, personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser identificado, irrumpió en el domicilio del matrimonio Allende, sito en calle Quilino 1230 de B° Empalme de esta ciudad de Córdoba, y tras permanecer algunas horas en el lugar registrando la vivienda, sustrajeron de su domicilio a Carlos Juan Allende y a María del Carmen del Bosco de Allende, obligándolos a subir a un automóvil en el que los habrían trasladado a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, - en cumplimiento de 24 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 órdenes impartidas por el Sr. Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Arnoldo José López, Héctor Raúl Romero, Emilio Morard y Ricardo Lardone bajo las órdenes de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Yamil Jabour, Carlos Alfredo Yanicelli, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Fernando Andrés Pérez y Juan Eduardo Ramón Molina, junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a Allende y Bosco de Allende, ilegítimamente privados de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus USO OFICIAL familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal policial y del Destacamento 141 antes mencionado los habrían interrogado en relación a su supuesta actividad política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Posteriormente, y en fecha que no ha podido establecerse hasta el momento, pero que podría ubicarse en los días posteriores al 22 de marzo de 1976, los nombrados Bosco y Allende habrían sido trasladados al predio ubicado dentro de la Guarnición Militar Córdoba, conocido como La Perla, donde el personal asignado a la Sección de Operaciones Especiales (OP3), subordinada jerárquicamente a la Sección de Ejecución, o Sección 1°, esta última a cargo de Luis Gustavo Diedrichs, del Destacamento de Inteligencia 141 a saber: Héctor Pedro Vergéz, Jorge Exequiel Acosta, Ernesto Guillermo Barreiro, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Arnoldo José López, Héctor Raúl Romero, Emilio Morard, Ricardo Lardone y Luis Alberto Cayetano Quijano, los habrían nuevamente sometido a interrogatorios bajo tormentos de entidad similar a los ya señalados anteriormente. Posteriormente, y en circunstancias de modo, tiempo y lugar que no han podido ser determinadas con exactitud, el personal ya mencionado que revistaba en la Perla los habrían retirado de este centro clandestino y habría procedido a darles muerte, haciendo desaparecer sus restos, de modo tal que nunca más fueran encontrados. Se atribuye también responsabilidad por este hecho, según requerimiento fiscal de instrucción de fs. 3071/10 a Miguel Ángel Gómez, Ricardo Cayetano Rocha, Hugo Cayetano Britos y Marcelo Luna No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. 25 HECHO NOMINADO VEINTITRÉS (corresponde al hecho 7° del requerimiento de fs. 3071/10) Con fecha 16 de Diciembre de 1975 en horas de la tarde, personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser identificado, habría interceptado a José Luis Marzo, cuando éste se encontraba en un kiosco en la intersección de Avenida Libertad y Patria, frente al Hospital Córdoba. Allí lo habrían golpeado y obligado a abordar uno de los automóviles particulares en los que se desplazaban, para luego conducirlo y alojarlo en las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, - en cumplimiento de órdenes impartidas por el Sr. Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez- retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Carlos Alberto Díaz, Héctor Pedro Vergéz, José Hugo Herrera, Emilio Morard, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes de su Jefe y Subjefe, este último, Hermes Oscar Rodríguez, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo Yanicelli, Herminio Jesús Anton, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina y Alberto Luis Lucero, junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a Marzo ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal civil, militar y policial antes mencionado lo habría interrogado en relación a su supuesta actividad política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido, entre otras, en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento de fs. 3071/10 se atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Angel Gómez, Ricardo Cayetano Rocha, Hugo Cayetano Britos, Marcelo Luna, Luis Alberto Manzanelli y Héctor Raúl Romero. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO VEINTICUATRO (corresponde al hecho 6° del requerimiento de fs. 3071/10). 26 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Con fecha 16 de Diciembre de 1975, personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser individualizado, se habría presentado al lugar de trabajo de Orlando Alonso Martín, el que no ha podido ser precisado hasta el momento, obligando a Martín a abordar uno de los vehículos en los que se conducían, para luego trasladarlo y alojarlo en las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, cumpliendo órdenes emitidas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Carlos Alberto Díaz, Héctor Pedro Vergéz, José Hugo Herrera, Emilio Morard, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo Yanicelli, Herminio Jesús Anton, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón USO OFICIAL Molina y Alberto Luis Lucero junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a Martín ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal civil, militar y policial antes mencionado lo habría interrogado en relación a su supuesta actividad política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido, entre otras, en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Ángel Gómez, Ricardo Cayetano Rocha, Hugo Cayetano Britos, Marcelo Luna, Luis Alberto Manzanelli y Héctor Raúl Romero. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO VEINTICINCO (corresponde al hecho 7° del requerimiento 10.638/63) Con fecha 16 de Diciembre de 1975, aproximadamente a las 19.00 hs., personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser identificado, habría aprehendido a Vicente Manuel Ribero, cuando éste se encontraba trabajando en la 27 Playa de estacionamiento de su propiedad sita en calle La Rioja entre Ribera Indarte y Rivadavia, para luego conducirlo y alojarlo en las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, - en cumplimiento de órdenes impartidas por el Sr. Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez- retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Carlos Alberto Díaz, Héctor Pedro Vergéz, José Hugo Herrera, Emilio Morard, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes de su Jefe y Subjefe, este último, Hermes Oscar Rodríguez, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo Yanicelli, Herminio Jesús Anton, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina y Alberto Luis Lucero junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a Ribero ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal civil, militar y policial antes mencionado lo habría interrogado en relación a la actividad política que suponían sostenía, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Ángel Gómez, Alfredo Bini, Eduardo Grandi y Héctor Raúl Romero. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO VEINTISEIS (corresponde al hecho 5° del requerimiento 10.638/63). En fecha no precisada con exactitud, pero que podría ubicarse aproximadamente el día 10 de diciembre de 1975, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe del Área 311 de la Zona de Defensa 3 diseñada para la lucha contra la Subversión, General de División Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe 28 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 de la Primera Sección, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Emilio Morard, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes de su Jefe y Subjefe, este último, Hermes Oscar Rodríguez, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo Yanicelli, Herminio Jesús Anton, Antonio Filiz, Yamil Jabour, Alberto Luis Lucero, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores y Juan Eduardo Ramón Molina junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión, habrían interceptado a Luis Ernesto Canfaila, (a) Chubi, en las inmediaciones de la Ruta 9, conduciéndolo luego al predio de propiedad del Ejército Argentino denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad, lugar en el que habría sido alojado. Allí, el personal mencionado lo habrían mantenido ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar USO OFICIAL intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal policial y del Ejército antes mencionado los habrían interrogado en relación a su pertenencia a la organización política a la que pertenecía, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado habría dispuesto el traslado de Canfaila hacia dependencias castrenses en las que operaba la inteligencia militar con intervención en Tucumán, a fin de que allí se le diera muerte y se hicieran desaparecer sus restos de modo tal de que nunca más fueran habidos. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Ángel Gómez, Alfredo Bini, Eduardo Grandi y Héctor Raúl Romero HECHO NOMINADO VEINTISIETE (corresponde al hecho 7° del requerimiento de fs. 10638/63) Con fecha 15 de Diciembre de 1975, en horas de la noche, personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser identificado, habría ingresado violentamente al domicilio sito en Pasaje Broggi 55 de B° Argüello, y allí habría procedido a la aprehensión de Jorge Oscar Rodríguez, a quien luego habrían conducido y alojado en las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, - en cumplimiento de órdenes impartidas por el Sr. Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Carlos Alberto Díaz, Héctor Pedro Vergéz, 29 José Hugo Herrera, Emilio Morard, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone recibiendo órdenes de su Jefe y Subjefe, este último, Hermes Oscar Rodríguez, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo Yanicelli, Herminio Jesús Anton, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina y Alberto Luis Lucero junto a los civiles Francisco José Domingo Melfi, Jorge Omar Heredia y Eduardo Bonifacio Ríos que colaboraban en dicha repartición - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a Rodríguez ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal militar y policial antes mencionado lo habría interrogado en relación a la actividad política que suponían sostenía, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Ángel Gómez, Hugo Cayetano Britos, Alfredo Bini, Eduardo Grandi y Héctor Raúl Romero. No se abordará la situación procesal de Eduardo Bonifacio Ríos en las presentes en virtud de que el día 28 de Octubre del corriente se libró a su respecto orden de captura. HECHO NOMINADO VEINTIOCHO (corresponde al hecho 8° del requerimiento de fs. 3071/10) Con fecha 30 de Diciembre de 1975, en horas de la madrugada, personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser individualizado se habría presentado en la finca sita en calle Paraguay 1756 de la ciudad de San Francisco, procediendo a la aprehensión de Eduardo Luis Scocco, Osvaldo Mesagli y Elvio Almada para luego conducirlos y alojarlos en las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad de Córdoba. Allí, actuando bajo las órdenes del Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, los imputados: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Carlos Alberto Díaz, Héctor Pedro Vergéz, José Hugo Herrera, Emilio Morard, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez junto a personal del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo 30 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Yanicelli, Herminio Jesús Anton, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Ricardo Cayetano Rocha y Mirta Graciela Anton, - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a Scocco, Mesagli y Almada, ilegítimamente privados de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal civil, militar y policial antes mencionado los habrían interrogado en relación a su supuesta actividad política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido, entre otras, en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darles muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se USO OFICIAL atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Ángel Gómez, Hugo Cayetano Britos, Juan Eduardo Ramón Molina, Luis Alberto Manzanelli y Héctor Raúl Romero. HECHO NOMINADO VEINTINUEVE (corresponde al hecho 9° del requerimiento de fs. 3071/10) Con fecha 24 de Enero de 1976, en un horario que no ha podido establecerse con exactitud pero que podría ubicarse con posterioridad a las 21.00 hs., personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido individualizarse habría aprehendido a Hugo Alberto Martínez, y lo habrían trasladado y alojado en las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, en cumplimiento de órdenes impartidas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Carlos Alberto Díaz, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera; Ernesto Guillermo Barreiro, Emilio Morard, Héctor Raúl Romero, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, actuando bajo las directivas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo Yanicelli, Herminio Jesús Anton, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero, Ricardo Cayetano Rocha, Eduardo Grandi y Marcelo Luna, - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a Martínez ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna– 31 tiempo durante el que el personal civil, militar y policial antes mencionado lo habría interrogado en relación a su supuesta actividad política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Ángel Gómez y Hugo Cayetano Britos. HECHO NOMINADO TREINTA (corresponde al hecho 10° del requerimiento de fs. 3071/10) Con fecha 25 de Enero de 1976, en un horario que no ha podido precisarse pero que puede ubicarse entre las 07.00 y las 22.00 hs., personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser individualizado habría aprehendido a Carlos Raúl Ceballos en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, y lo habrían trasladado y alojado en las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, en cumplimiento de órdenes impartidas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Carlos Alberto Díaz, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Ernesto Guillermo Barreiro, Emilio Morard, Héctor Raúl Romero, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, actuando bajo las directivas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Herminio Jesús Anton, Eduardo Grandi, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero y Ricardo Cayetano Rocha - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a Ceballos ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa –sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna– tiempo durante el que el personal civil, militar y policial antes mencionado lo habría interrogado en relación a su supuesta actividad política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya 32 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 mencionado, habría procedido a darles muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Ángel Gómez y Hugo Cayetano Britos. HECHO NOMINADO TREINTA Y UNO (corresponde al hecho 11° del requerimiento de fs. 10638/63) Con fecha 26 de enero de 1976, aproximadamente a las 17.00 hs. en las inmediaciones de Barrio General Paz, personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser individualizado habría interceptado a Pedro Cipriano Finger, quien al momento de los hechos era Delegado de la Comisión Interna de Grandes Motores Diesel, y lo habría conducido a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, en cumplimiento de órdenes impartidas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, USO OFICIAL personal civil y militar perteneciente del Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Carlos Alberto Díaz, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Ernesto Guillermo Barreiro, Emilio Morard, Héctor Raúl Romero Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Herminio Jesús Anton, Eduardo Grandi, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero y Ricardo Cayetano Rocha, - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a Finger, ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal civil, militar y policial antes mencionado lo habría interrogado en relación a su supuesta actividad político-sindical, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Ángel Gómez, Alfredo Bini y Mirta Graciela Antón. 33 HECHO NOMINADO TREINTA Y DOS (corresponde al hecho 11° del requerimiento de fs. 3071/10) Con fecha 28 de Enero de 1976, en horario que no ha podido aún precisarse pero que sería en horas de la tarde, personal perteneciente a fuerzas de seguridad a la fecha no ha podido ser individualizado, que se conducía en tres vehículos sin identificación oficial, habría interceptado a José Agustín Martínez Agüero, en la vía pública, cuando éste transitaba en cercanías del Club Belgrano de Barrio Alberdi de esta ciudad de Córdoba, obligándolo a ingresar a un vehículo Ford Taunus color verde, cuya patente habría sido T 0059087, para trasladarlo y alojarlo en las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, en cumplimiento de órdenes impartidas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Carlos Alberto Díaz, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Ernesto Guillermo Barreiro, Emilio Morard, Héctor Raúl Romero, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Herminio Jesús Anton, Eduardo Grandi, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero y Ricardo Cayetano Rocha, - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a Martínez Agüero, ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal civil, militar y policial antes mencionado lo habría interrogado en relación a su supuesta actividad política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Miguel Ángel Gómez y Hugo Cayetano Britos HECHO NOMINADO TREINTA Y TRES (corresponde al hecho 18° del requerimiento de fs. 3071/10) Con fecha 25 de Febrero de 1976, siendo aproximadamente las 23.00 hs. personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser 34 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 identificado, se constituyó en el domicilio de la familia Ricciardi de Barrio Santa Isabel buscando a Mirta Susana Ricciardi y a su esposo Miguel Humberto Caffani. En ese momento habría llegado al hogar Rafael Ricciardi, hermano de Mirta, quien fue obligado por el personal a cargo del procedimiento, a conducirlos hasta el domicilio que habitaba su hermana Mirta Susana junto a su esposo, sito en calle Esmeralda Nº 258 de Barrio Matienzo de esta ciudad de Córdoba, luego de tal diligencia habrían devuelto a Rafael a su casa en un vehículo, mientras el resto del personal aproximadamente a las 02.00 hs. del día 26 de Febrero de 1976, habría ingresado violentamente a la vivienda del matrimonio Caffani, golpeando a Mirta Susana Ricciardi y a Miguel Humberto Caffani. Luego de ello los habrían trasladado y alojado en las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto USO OFICIAL Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Ernesto Guillermo Barreiro, Héctor Raúl Romero, Arnoldo José López, Emilio Morard, Ricardo Lardone, quienes actuaban por órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez; y al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, entre otros: Yamil Jabour, Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Miguel Ángel Gómez, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Juan Eduardo Ramón Molina, Fernando Andrés Pérez, Eduardo Grandi y Ricardo Cayetano Rocha, quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido al matrimonio Ricciardi Caffani, ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal antes mencionado los habrían interrogado en relación a su supuesta actividad política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Posteriormente, con fecha no determinada con exactitud hasta el momento en la presente causa, pero que podría ubicarse con proximidad al 23 ó 24 de Marzo de 1976, Mirta Ricciardi y Miguel Humberto Caffani habrían sido trasladados al Centro Clandestino de Detención conocido como “La Perla”, que funcionaba dentro de la guarnición Militar Córdoba. Allí el personal asignado a la Sección de Operaciones Especiales (OP3), subordinada jerárquicamente a la Sección de Ejecución, o Sección 1°, esta última a cargo de Luis Gustavo Diedrichs, del Destacamento de Inteligencia 141 a saber: Héctor Pedro Vergéz, Jorge Exequiel Acosta, Ernesto Guillermo Barreiro, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Arnoldo José López, Héctor 35 Raúl Romero, Emilio Morard, Ricardo Lardone y Luis Alberto Cayetano Quijano, los habrían nuevamente sometido a interrogatorios bajo tormentos de entidad similar a los ya señalados anteriormente. Posteriormente, y en circunstancias de modo, tiempo y lugar que no han podido ser determinadas con exactitud, el personal ya mencionado que revistaba en la Perla los habrían retirado de este centro clandestino y habría procedido a darles muerte, haciendo desaparecer sus restos, de modo tal que nunca más fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 3071/10, se atribuye responsabilidad también por este hecho a Hugo Cayetano Britos. HECHO NOMINADO TREINTA Y CUATRO (corresponde al hecho 17° del requerimiento de fs. 3071/10) Con fecha 26 de Febrero de 1976, en horas de la madrugada siendo aproximadamente las 02:00 hs., personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser identificado, se habría constituido en la vivienda de la familia Sciutto, sita en calle Pasteur Nº 965 de Barrio Matienzo de esta ciudad de Córdoba. En dicha oportunidad, los preventores habrían obligado al señor Carlos Sciutto, a que los condujeran al domicilio que su hija Alicia Noemí Sciutto compartía con su marido Eduardo Agustín Duclós sito en calle Diamante Nº 665 de Barrio Matienzo de esta ciudad de Córdoba. Luego de ello dos hombres lo habrían acompañado de regreso a su casa y una vez allí le habrían obligado a que se encerraran junto con su esposa e hija. Ya en el domicilio del matrimonio Sciutto - Duclós, les habrían vendado los ojos y atado las manos del matrimonio. Luego de ello los habrían trasladado y alojado en las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menénez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Ernesto Guillermo Barreiro, Arnoldo José López, Héctor Raúl Romero, Emilio Morard, Ricardo Lardone, quienes actuaban por órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez; y al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, entre otros: Yamil Jabour, Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Miguel Ángel Gómez, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Juan Eduardo Ramón Molina, Fernando Andrés Pérez, Eduardo Grandi, Ricardo Cayetano Rocha, quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido al matrimonio Sciutto, ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal antes mencionado los habrían interrogado en relación a su supuesta actividad política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido 36 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Posteriormente, con fecha no determinada con exactitud hasta el momento en la presente causa, pero que podría ubicarse con proximidad al 23 ó 24 de Marzo de 1976, Alicia Noemí Sciutto y Eduardo Agustín Duclós habrían sido trasladados al Centro Clandestino de Detención conocido como “La Perla”, que funcionaba dentro de la guarnición Militar Córdoba. Allí el personal asignado a la Sección de Operaciones Especiales (OP3), subordinada jerárquicamente a la Sección de Ejecución, o Sección 1°, esta última a cargo de Luis Gustavo Diedrichs, del Destacamento de Inteligencia 141 a saber: Héctor Pedro Vergéz, Jorge Exequiel Acosta, Ernesto Guillermo Barreiro, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Arnoldo José López, Héctor Raúl Romero, Emilio Morard, Ricardo Lardone y Luis Alberto Cayetano Quijano, los habrían nuevamente sometido a interrogatorios bajo tormentos de entidad similar a los ya señalados anteriormente. Posteriormente, y en circunstancias de modo, tiempo y lugar que no han podido ser determinadas con exactitud, el personal ya mencionado que revistaba en USO OFICIAL la Perla los habrían retirado de este centro clandestino y habría procedido a darles muerte, haciendo desaparecer sus restos, de modo tal que nunca más fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 3071/10, se atribuye responsabilidad también por este hecho a Hugo Cayetano Britos. HECHO NOMINADO TREINTA Y CINCO (corresponde al hecho 12° del requerimiento de fs. 3071/10) Con fecha 26 de Febrero de 1976, siendo aproximadamente las 03.30 hs., personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser identificado, se habría constituido en la vivienda que ocupaba Víctor Hugo Núñez Prado con su familia sita en calle Cipoletti s/n de B° Cabildo de esta ciudad. Luego de registrar la vivienda el personal mencionado lo habría aprehendido y trasladado a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Luis Alberto Manzanelli, Ernesto Guillermo Barreiro, Emilio Morard, Héctor Raúl Romero, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo Yanicelli, Miguel Ángel Gómez, Marcelo Luna, Herminio Jesús Anton, Eduardo Grandi, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero y Ricardo Cayetano Rocha, - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a Nuñez Prado, ilegítimamente privado de su libertad por un 37 lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal civil, militar y policial antes mencionado lo habría interrogado en relación a su supuesta actividad política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 3071/10, se atribuye responsabilidad también por este hecho a Hugo Cayetano Britos, Héctor Pedro Vergéz y José Hugo Herrera HECHO NOMINADO TREINTA Y SEIS (corresponde al hecho 13° del requerimiento de fs. 3071/10) Con fecha 27 de Febrero de 1976, en horas de la noche, personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser individualizado, se habría constituído en la vivienda sita en calle Pasco de Barrio Quebrada de Las Rosas de esta ciudad de Córdoba, en el que se encontraba transitoriamente Ana María Ramona Chapeta Lario. Luego de registrar la vivienda el personal referido habría trasladado a Ana María a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Luis Alberto Manzanelli, Ernesto Guillermo Barreiro, Emilio Morard, Héctor Raúl Romero, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Carlos Alfredo Yanicelli, Miguel Ángel Gómez, Marcelo Luna, Herminio Jesús Anton, Eduardo Grandi, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero y Ricardo Cayetano Rocha- quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a Ana María Chapeta Lario, ilegítimamente privada de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal antes mencionado la habría interrogado en relación a su supuesta actividad política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias 38 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 3071/10, se atribuye responsabilidad también por este hecho a Hugo Cayetano Britos, Héctor Pedro Vergéz y José Hugo Herrera HECHO NOMINADO TREINTA Y SIETE (corresponde al hecho 10° del requerimiento de fs. 10638/10) Con fecha no determinada con exactitud hasta el momento en la presente causa, pero que podría ubicarse durante los primeros día del mes de marzo del año 1976, efectivos pertenecientes a fuerzas de seguridad que a la fecha no han podido ser identificados habrían aprehendido a José Alfredo Duarte cuando este se encontraba frente a la casa de Ramón Martínez, para luego trasladarlo a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de USO OFICIAL Defensa 3, Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Gustavo Diedrichs, en su carácter de Jefe de la Primera Sección, Luis Alberto Manzanelli, Ernesto Guillermo Barreiro, Emilio Morard, Héctor Raúl Romero Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Miguel Ángel Gómez, Marcelo Luna, Herminio Jesús Anton, Eduardo Grandi, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero y Ricardo Cayetano Rocha - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- habrían mantenido a José Alfredo Duarte, ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal antes mencionado lo habría interrogado en relación a su militancia política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 10638/10, se atribuye responsabilidad también por este hecho a Carlos Alfredo Yanicelli, Héctor Pedro Vergéz y José Hugo Herrera 39 HECHO NOMINADO TREINTA Y OCHO (corresponde al hecho 8° del requerimiento de fs. 4167/89) Con fecha 8 de Marzo de 1976, en horas de la mañana, efectivos pertenecientes a fuerzas de seguridad que a la fecha no han podido ser identificados, se habría constituido en el Banco de la Provincia de Córdoba, en el que se desempeñaba Raúl Osvaldo Billar, a fin de aprehenderlo, sustrayéndolo de su lugar de trabajo para trasladarlo a la sede del Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, donde habría permanecido detenido por espacio de nueve días, lapso de tiempo durante el que – en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas al personal policial a través de sus mandos naturales, los imputados Ricardo Cayetano Rocha, Marcelo Luna, Miguel Ángel Gómez, Yamil Jabour, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luís Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Eduardo Grandi y Alberto Luis Lucero lo habrían mantenido clandestinamente alojado, sin dar noticia alguna de su aprehensión a sus familiares ni intervención a autoridad judicial alguna, permaneciendo allí en condiciones extremas de cautiverio -con las manos atadas y los ojos vendados en forma permanente, recibiendo escasa alimentación, sin posibilidades de asearse. Allí, lo habrían sometido a constantes interrogatorios para los que se habrían valido de diversos métodos de tortura físicas y psíquicas, tales como: picana eléctrica, submarino (inmersión en agua), asfixia, simulación de fusilamiento, patadas, trompadas, quema con cigarrillos, golpes con palos o gomas, insultos y tortura psicológica de diverso tipo- a los fines de obtener de él la mayor cantidad posible de información relacionada a la actividad gremial que sostenía. Finalmente, el 16 de marzo de 1976 la detención de Billar fue legalizada, pasando a disposición del PEN, y alojado en la Unidad Penitenciaria n° 1. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 4167/89, se atribuye también responsabilidad por este hecho a Hugo Cayetano Britos y Carlos Alfredo Yanicelli HECHO NOMINADO TREINTA Y NUEVE (corresponde al hecho 9° del requerimiento de fs. 4167/89) Con fecha 9 de Marzo de 1976, aproximadamente a las 09.00 horas, efectivos pertenecientes a fuerzas de seguridad que a la fecha no han podido ser identificados, habrían interceptado a Soledad Edelvis García y a Rafael Flores Montenegro, cuanto éstos se conducían en un vehículo Citroën de color amarillo de propiedad de García en el momento en que se disponían a ingresar a la fábrica Ruber Argentina, de la localidad de Ferreyra y los trasladaron a la sede del Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, donde habría permanecido detenidos por espacio de ocho días, lapso de tiempo durante el que – en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas al personal policial a través de sus mandos naturales, los imputados Ricardo Cayetano Rocha, Marcelo Luna, Miguel Ángel Gómez, Yamil 40 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Jabour, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luís Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Eduardo Grandi y Alberto Luis Lucero los habrían mantenido clandestinamente alojados, sin dar noticia alguna de su aprehensión a sus familiares ni intervención a autoridad judicial alguna, permaneciendo allí en condiciones extremas de cautiverio -con las manos atadas y los ojos vendados en forma permanente, recibiendo escasa alimentación, sin posibilidades de asearse. Allí, los habrían sometido a constantes interrogatorios para los que se habrían valido de diversos métodos de tortura físicas y psíquicas, tales como: picana eléctrica, submarino (inmersión en agua), asfixia, simulación de fusilamiento, patadas, trompadas, quema con cigarrillos, golpes con palos o gomas, insultos y tortura psicológica de diverso tipo- a los fines de obtener de él la mayor cantidad posible de información relacionada a la actividad gremial que sostenían. Finalmente, el 16 de marzo de 1976 la detención de García y Flores Montenegro fue legalizada a través del decreto 1003, en el que se ordenaba su detención a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, siendo finalmente alojados en la Unidad Penitenciaria n° 1. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. USO OFICIAL 4167/89, se atribuye también responsabilidad por este hecho a Hugo Cayetano Britos y Carlos Alfredo Yanicelli. HECHO NOMINADO CUARENTA (corresponde al requerimiento de fs. 964/72). Con fecha 9 de Marzo de 1976, aproximadamente a las 10.30 hs., un grupo de personas pertenecientes a fuerzas de seguridad que a la fecha no han podido ser identificadas, vestidas de civil y fuertemente armadas, habrían irrumpido en el domicilio de Marcelo Rodolfo Tello Biscayart, sito en calle Ribera Indarte 734, lugar del que – luego de registrar la vivienda – habrían sustraído al nombrado para trasladarlo a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”. Allí, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menénez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento 141, a saber: Luis Alberto Manzanelli, Ernesto Guillermo Barreiro, Arnoldo José López, Héctor Raúl Romero, Emilio Morard, Ricardo Lardone, quienes actuaban por órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez; y al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, entre otros: Yamil Jabour, Marcelo Luna, Miguel Ángel Gómez, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Eduardo Grandi, Juan Eduardo Ramón Molina, Fernando Andrés Pérez, Ricardo Cayetano Rocha, quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- lo habrían mantenido ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal antes mencionado lo habría interrogado en relación a su supuesta actividad política/gremial, 41 valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 964/72, se atribuye también responsabilidad por este hecho a Hugo Cayetano Britos, Carlos Alfredo Yanicelli, Luis Gustavo Diedrichs, José Hugo Herrera y Carlos Alberto Díaz, HECHO NOMINADO CUARENTA Y UNO (corresponde al hecho 1° del requerimiento de fs. 4167/89). Con fecha 9 de Marzo de 1976, en horas de la madrugada, personal perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no ha podido ser identificado, se presentó en el domicilio de la familia de Pedro Ventura Flores, sito en Arturo Patiño Nº 132 de Barrio Centro América de esta ciudad de Córdoba, golpeando violentamente la puerta de entrada. Luego de que Flores les franqueara la entrada, los preventores lo sustrajeron de su vivienda para trasladarlo a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”. Allí, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento 141, a saber: Luis Alberto Manzanelli, Ernesto Guillermo Barreiro, Arnoldo José López, Héctor Raúl Romero, Emilio Morard, Ricardo Lardone, quienes actuaban por órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez; y al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, entre otros: Yamil Jabour, Marcelo Luna, Miguel Ángel Gómez, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Juan Eduardo Ramón Molina, Fernando Andrés Pérez, Eduardo Grandi y Ricardo Cayetano Rocha, quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- lo habrían mantenido ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal antes mencionado lo habría interrogado en relación a su supuesta actividad política/gremial, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados 42 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 4167/89, se atribuye también responsabilidad por este hecho a Hugo Cayetano Britos, Carlos Alfredo Yanicelli, Luis Gustavo Diedrichs, y Carlos Alberto Díaz. HECHO NOMINADO CUARENTA Y DOS (corresponde al hecho 2° del requerimiento de fs. 4167/89) Con fecha 9 de Marzo de 1976, en horas de la madrugada, siendo aproximadamente las 03.00 horas, efectivos pertenecientes a fuerzas de seguridad que a a la fecha no ha podido ser individualizado, irrumpieron violentamente en la vivienda que Adolfo Ricardo Luján compartía con su madre, su esposa y su hijo pequeño, sita en calle Rincón Nº 1326 de Barrio General Paz de esta Ciudad de Córdoba, donde procedieron a sustraerlo del domicilio para conducirlo a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”. Allí, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento 141, a saber: Luis Alberto Manzanelli, Ernesto Guillermo Barreiro, Arnoldo USO OFICIAL José López, Héctor Raúl Romero, Emilio Morard, Ricardo Lardone, quienes actuaban por órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez; y al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, entre otros: Yamil Jabour, Marcelo Luna, Miguel Ángel Gómez, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Juan Eduardo Ramón Molina, Fernando Andrés Pérez, Eduardo Grandi, Ricardo Cayetano Rocha, quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- lo habrían mantenido ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal antes mencionado lo habría interrogado en relación a su supuesta actividad política/gremial, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 4167/89, se atribuye también responsabilidad por este hecho a Hugo Cayetano Britos, Carlos Alfredo Yanicelli, Luis Gustavo Diedrichs, y Carlos Alberto Díaz. HECHO NOMINADO CUARENTA Y TRES (corresponde al hecho 3° del requerimiento de fs. 4167/89) Con fecha 9 de Marzo de 1976, en hora y lugar no determinado con exactitud hasta el momento en la presente causa, efectivos pertenecientes a fuerzas a seguridad que a la fecha no han podido ser identificados, habría aprehendido a Orlando 43 Campana, y lo habrían trasladado a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”. Allí, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento 141, a saber: Luis Alberto Manzanelli, Ernesto Guillermo Barreiro, Arnoldo José López, Héctor Raúl Romero, Emilio Morard, Ricardo Lardone, quienes actuaban por órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez; y al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, entre otros: Yamil Jabour, Marcelo Luna, Miguel Ángel Gómez, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Juan Eduardo Ramón Molina, Fernando Andrés Pérez, Eduardo Grandi y Ricardo Cayetano Rocha, quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- lo habrían mantenido ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal antes mencionado lo habría interrogado en relación a su supuesta actividad política/gremial, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 4167/89, se atribuye también responsabilidad por este hecho a Hugo Cayetano Britos, Carlos Alfredo Yanicelli, y Carlos Alberto Díaz. NOMINADO CUARENTA Y CUATRO (corresponde al hecho 5° del requerimiento de fs. 4167/89) Con fecha 9 de marzo de 1976, aproximadamente a las veintitrés horas, efectivos pertenecientes a fuerzas de seguridad que a la fecha no han podido ser individualizados, irrumpieron en el domicilio sito en calle Paysandú Nº 957 de Barrio Residencial América de esta Ciudad de Córdoba, en el que residían, junto a sus familias, Miguel Ángel Donato, Carlos Víctor Ludueña y Carlos Hugo Suárez. Seguidamente, luego de reducirlos violentamente, los habrían introducido en distintos vehículos para conducirlo a Donato a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Perla” y a Ludueña y Suárez a las intalaciones de “La Ribera”, lugar al que finalmente también habría sido trasladado Donato. Allí, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento 141, a saber: Luis Alberto Manzanelli, Ernesto Guillermo Barreiro, Arnoldo José López, Héctor Raúl Romero, Emilio Morard, Ricardo Lardone, 44 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 quienes actuaban por órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez; y al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, entre otros: Yamil Jabour, Marcelo Luna, Miguel Ángel Gómez, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Juan Eduardo Ramón Molina, Fernando Andrés Pérez, Eduardo Grandi, Ricardo Cayetano Rocha, quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- los habrían mantenido ilegítimamente privados de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal antes mencionado los habría mantenido en condiciones extremas de vida, continuamente esposados, con sus ojos vendados, sin poder determinar el paso del tiempo, sufriendo golpes y maltratos. Allí, los habrían interrogado en relación a su supuesta actividad política/gremial. Luego de permanecer en esta situación por espacio de aproximadamente cinco o seis días, Ludueña y Suárez habrían sido liberados, permaneciendo Donato clandestinamente detenido por aproximadamente siete días, siendo USO OFICIAL finalmente liberado en las proximidades de su barrio. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 4167/89, se atribuye también responsabilidad por este hecho a Hugo Cayetano Britos, Carlos Alfredo Yanicelli, Luis Gustavo Diedrichs, Héctor Pedro Vergéz, José Hugo Herrera y Carlos Alberto Díaz. HECHO NOMINADO CUARENTA Y CINCO (corresponde al hecho 7° del requerimiento de fs. 4167/89) Con fecha 9 de Marzo de 1976, siendo aproximadamente las 7.20 horas de la mañana, sobre Av. Richieri a la altura de la cancha de Talleres, efectivos pertenecientes a fuerzas de seguridad que a la fecha no han podido ser identificados, habría interceptado la marcha del vehículo en el que se conducía Mario Quirico Carranza junto a su esposa. Seguidamente, los habrían obligado a descender de su vehículo y a abordar los autos en los que éstos se conducían, en los que los trasladaron a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, por órdenes emanadas del Comandante de la Zona de Defensa 3, General de División Luciano Benjamín Menéndez, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Alberto Manzanelli, Ernesto Guillermo Barreiro, Emilio Morard, Héctor Raúl Romero, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Marcelo Luna, Herminio Jesús Anton, Miguel Ángel Gómez, Eduardo Grandi, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero y Ricardo Cayetano Rocha - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión-. Una vez arribados a esta dependencia, habrían liberado 45 a la esposa de Carranza en la Avda. Sabattini, manteniendo a Mario Quirico ilegítimamente privado de su libertad hasta el día 16 de marzo de 1976 – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal civil, militar y policial antes mencionado lo habría interrogado en reiteradas oportunidades, utilizando a tal fin diversos métodos tormentosos tales como picana eléctrica, submarino (inmersión en agua), asfixia, simulación de fusilamiento, patadas, trompadas, golpes, insultos y tortura psicológica de diverso tipo. Finalmente, con fecha 16 de marzo de 1976 habría sido liberado. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 4167/89, se atribuye también responsabilidad por este hecho a Hugo Cayetano Britos, Carlos Alfredo Yanicelli, Luis Gustavo Diedrichs, Héctor Pedro Vergéz, José Hugo Herrera y Carlos Alberto Díaz HECHO NOMINADO CUARENTA Y SEIS (corresponde al hecho 6° del requerimiento de fs. 4167/89) Con fecha 10 de Marzo de 1976 en horas de la madrugada, efectivos perteneciente a fuerzas de seguridad que a la fecha no han podido ser identificados, se habrían constituido en el domicilio de la familia Frigerio, sito en calle Aconquija 2317 de B° Parque Capital, procediendo a sustraer de éste a María Amparo Fischer Moyano, previo vendar sus ojos y esposarla, para trasladarla a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”, ubicado en el Barrio San Vicente de esta ciudad. Allí, por órdenes emanadas del Comandante de la Zona de Defensa 3, General de División Luciano Benjamín Menéndez, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Alberto Manzanelli, Ernesto Guillermo Barreiro, Emilio Morard, Héctor Raúl Romero, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes directas de Hermes Oscar Rodríguez, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Miguel Ángel Gómez, Marcelo Luna, Herminio Jesús Anton, Eduardo Grandi, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero y Ricardo Cayetano Rocha, - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- la habrían mantenido a ilegítimamente privada de su libertad hasta el día 27 de marzo de 1976 – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal civil, militar y policial antes mencionado la habría interrogado, obligándola a permanecer vendada y esposada constantemente, sin darle explicación alguna respecto de los motivos de su detención, ni comunicarle cuál sería su suerte. Finalmente, con fecha 27 de marzo de 1976 fue liberada por sus captores quienes la dejaron en el Parque Sarmiento, frente al Monumento del Dante, de esta ciudad de Córdoba. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Hugo Cayetano Britos, Carlos Alfredo 46 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Yanicelli, Luis Gustavo Diedrichs, Héctor Pedro Vergéz, José Hugo Herrera y Carlos Alberto Díaz. HECHO NOMINADO CUARENTA Y SIETE (corresponde al hecho 4° del requerimiento de fs. 4167/89) Con fecha 10 de Marzo de 1976, en horas de la madrugada mas precisamente entre las 1.30 y 2.00 hs., efectivos pertenecientes a fuerzas de seguridad que a la fecho no han sido identificados, se habrían constituido en el domicilio de la familia de Miguel Hugo Vaca Narvaja sita en calle Veintitrés de Abril s/n de Villa Warcalde de esta ciudad de Córdoba, quienes - luego de requisar las habitaciones de la casa - lo habrían sustraído de su domicilio, introduciéndolo en uno de los automóviles en los que se conducían, para conducirlo a alguna de las dependencias pertenecientes al Ejército destinadas a las labores de inteligencia referidas a la lucha contra la subversión. Allí, por órdenes emanadas del Comandante de la Zona de Defensa 3, General de División Luciano Benjamín Menéndez, personal civil y militar perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141, a saber: Luis Alberto Manzanelli, Ernesto Guillermo Barreiro, Emilio Morard, Héctor USO OFICIAL Raúl Romero, Arnoldo José López y Ricardo Alberto Ramón Lardone, recibiendo órdenes directas de su Jefe y Subjefe Hermes Oscar Rodríguez, junto a miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba: Miguel Ángel Gómez, Marcelo Luna, Herminio Jesús Anton, Eduardo Grandi, Yamil Jabour, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero y Ricardo Cayetano Rocha - quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- lo habrían mantenido ilegítimamente privado de su libertad por lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal civil, militar y policial antes mencionado lo habría interrogado en relación a su actividad política, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillo, vejaciones sexuales, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte, y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Hugo Cayetano Britos, Carlos Alfredo Yanicelli, Luis Gustavo Diedrichs, Héctor Pedro Vergéz y Carlos Alberto Díaz. HECHO NOMINADO CUARENTA Y OCHO (corresponde al hecho 11 del requerimiento de fs. 6947/85). El día 15 de marzo de 1976, en horas que no se han podido determinar con exactitud hasta el momento, efectivos pertenecientes a fuerzas de seguridad que a la fecha no han podido ser identificados habrían aprehendido a Félix Roque Giménez cuando 47 éste transitaba en la vía pública. Seguidamente, lo habrían trasladado a las instalaciones que el Ejército Argentino poseía en el predio denominado “La Ribera”. Allí, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento 141, a saber: Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Ernesto Guillermo Barreiro, Arnoldo José López, Héctor Raúl Romero, Emilio Morard, Ricardo Lardone, quienes actuaban por órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez; y al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, entre otros: Yamil Jabour, Marcelo Luna, Miguel Ángel Gómez, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Juan Eduardo Ramón Molina, Eduardo Grandi, Fernando Andrés Pérez y Ricardo Cayetano Rocha, quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- lo habrían mantenido ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal antes mencionado lo habría interrogado en relación a su vinculación al ERP, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillos, falta de aseo, amenazas, etc. Asimismo, también habría sido colgado cabeza abajo con una soga, y le habrían aplicado en la cara una resistencia al rojo vivo de una plancha eléctrica, lo harían estaqueado al suelo y al aire libre, bajo el sol, lugar en el que habría permanecido hasta que, como consecuencia del trato recibido, finalmente habría muerto. Posteriormente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 4167/89, se atribuye también responsabilidad por este hecho a Carlos Alfredo Yanicelli. HECHO NOMINADO CUARENTA Y NUEVE (corresponde al hecho 14° del requerimiento de fs. 3071/10) Con fecha 16 de Marzo de 1976, efectivos pertenecientes a fuerzas de seguridad que a la fecha no han podido ser identificados, siendo aproximadamente las 02.30hs., se apersonaron en la vivienda de Alfredo Guillermo Barbano, sito en calle 14 esquina 3 de Barrio Olmos de esta ciudad de Córdoba, donde luego de registrar la vivienda habrían sustraído a Barbano de su hogar para trasladarlo a las dependencias que el Ejército Argentino conocidas como “La Ribera”. Allí, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento 141, a saber Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Ernesto Guillermo Barreiro, Arnoldo José López, Héctor Raúl Romero, Emilio 48 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Morard, Ricardo Lardone, quienes actuaban por órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez; y al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, entre otros: Yamil Jabour, Marcelo Luna, Miguel Ángel Gómez, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Juan Eduardo Ramón Molina, Fernando Andrés Pérez, Eduardo Grandi y Ricardo Cayetano Rocha, quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- lo habrían mantenido ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el personal antes mencionado lo habría interrogado en relación a sus afinidades políticas, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillos, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte y a ocultar USO OFICIAL sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Hugo Cayetano Britos, Carlos Alfredo Yanicelli y Luis Gustavo Diedrichs HECHO NOMINADO CINCUENTA (corresponde al hecho 15° del requerimiento de fs. 3071/10). Con fecha 19 de Marzo de 1976, en horas de la madrugada, efectivos pertenecientes a fuerzas de seguridad que a la fecha no han podido ser identificados, se constituyeron en el domicilio de Nabor Gómez sito en José Ingenieros 1701 de Barrio Maipú, quienes lo habrían sustraído de su domicilio para trasladarlo a las dependencias que el Ejército Argentino conocidas como “La Ribera”. Allí, en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas a cada cuerpo a través de sus mandos naturales, personal civil y militar perteneciente al Destacamento 141, a saber: Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Ernesto Guillermo Barreiro, Arnoldo José López, Héctor Raúl Romero, Emilio Morard, Ricardo Lardone, quienes actuaban por órdenes directas de su Jefe y Subjefe, este último Hermes Oscar Rodríguez; y al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, entre otros: Yamil Jabour, Marcelo Luna, Miguel Ángel Gómez, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz, Calixto Luis Flores, Alberto Luis Lucero, Eduardo Grandi, Juan Eduardo Ramón Molina, Fernando Andrés Pérez y Ricardo Cayetano Rocha, quienes actuaban en forma conjunta y bajo el control operacional del Ejército, con el objetivo de reprimir la subversión- lo habrían mantenido ilegítimamente privado de su libertad por un lapso de tiempo que aún no ha podido ser determinado con exactitud en la presente causa – sin comunicar su situación a sus familiares ni dar intervención a autoridad judicial alguna – tiempo durante el que el 49 personal antes mencionado lo habría interrogado en relación a sus afinidades políticas, valiéndose a tal fin de distintas prácticas tormentosas, las que habrían consistido entre otras en: asfixia, submarinos, mojarrita, golpes con palos, picanas, quemaduras de cigarrillos, falta de aseo, amenazas, etc. Finalmente, y en circunstancias que no han podido establecerse hasta el momento, el mismo personal ya mencionado, habría procedido a darle muerte y a ocultar sus restos con el propósito de que nunca fueran encontrados. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Hugo Cayetano Britos, Carlos Alfredo Yanicelli y Luis Gustavo Diedrichs. HECHO NOMINADO CINCUENTA Y UNO (corresponde al hecho 9° del requerimiento de fs. 10.638/63) Con fecha 19 de marzo de 1976, efectivos pertenecientes al Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, habrían aprehendido a Daniel Barrionuevo, cuando éste regresaba a su domicilio sito en 9 de julio 1836 de Barrio Alberdi y lo habrían detenido en función de las facultades que les otorgaba el estado de sitio en el marco de los autos “Vanella Ignacio y Otros p.ss.aa. asociación ilícita calificada, tenencia de armas y municiones de guerra” - Expte. N° 8-V-76 y lo habrían trasladado al Departamento de Informaciones Policiales (D.2) de la Policía de la Provincia de Córdoba, lugar en el que habría permanecido detenido por espacio de cuatro días. Allí, – en cumplimiento de órdenes emanadas por el Jefe de la Zona de Defensa 3, General Luciano Benjamín Menéndez, retransmitidas al personal policial a través de sus mandos naturales, los imputados Ricardo Cayetano Rocha, Marcelo Luna, Yamil Jabour, Miguel Ángel Gómez, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz, Fernando Andrés Pérez, Eduardo Grandi, Calixto Luís Flores, Juan Eduardo Ramón Molina y Alberto Luis Lucero lo habrían mantenido detenido padeciendo condiciones extremas de cautiverio -con las manos atadas y los ojos vendados en forma permanente, recibiendo escasa alimentación, sin posibilidades de asearse, sometiéndolo a constantes interrogatorios para los que se habrían valido de diversos métodos de tortura físicas y psíquicas, tales como golpes, simulacros de fusilamiento, patadas, insultos y tortura psicológica de diverso tipo- a los fines de obtener de él la mayor cantidad posible de información relacionada a su supuesta militancia política. Finalmente, fue liberado con fecha 22 de marzo de 1976. Conforme se desprende del requerimiento fiscal de instrucción se atribuye también responsabilidad por este hecho a Carlos Alfredo Yanicelli. Y CONSIDERANDO: I- Que en estas actuaciones prestaron declaración indagatoria los imputados Héctor Pedro Vergéz a fs.10.706; Ricardo Alberto Ramón Lardone a fs. 11.867/8; Luis Alberto Cayetano Quijano a fs.10.901; Jorge Exequiel Acosta a fs. 11.738; Luis Gustavo Diedrichs a fs. 7.049 y 13.950; Hermes Oscar Rodríguez a fs. 7.053 y 13.935 y fs.10.874; Alberto Luis Choux a fs. 11.274; Ricardo Cayetano Rocha a fs. 11.493; 50 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Marcelo Luna a fs. 11.506vta./7 y 14.122/5; Mirta Graciela Antón a fs. 11.252 y 13.951/3; Juan Eduardo Ramón Molina a fs. 11.480 y 14.401/02; Hugo Cayetano Britos a fs. 11.495 y Carlos Alfredo Yanicelli a fs. 11.844 vta./45, oportunidad en la que cada uno negó los hechos que se le imputan, y se abstuvo de continuar declarando. Asimismo, fueron citados a prestar declaración indagatoria Luciano Benjamín Menéndez (fs. 7.067, 11.475 vta./77 y 13.934), Alberto Luis Lucero (fs. 11.902 vta./3 y 14.188/9); Fernando Andrés Pérez (fs. 11.482, 13.772/3 y 13.772/3), Calixto Luis Flores (fs. 11.494 y 13.787/8), Herminio Jesús Antón (fs. 11.912vta/13 y 13.954/5), Ricardo Luis Hierling (fs. 14.127/8), Raúl Eduardo Yanicelli (fs. 14.133/4), Francisco José Domingo Melfi (fs. 14.136/46), Fernando Martín Rocha (fs. 14.186/7), Jorge Omar Heredia (fs. 14.321/32), Eduardo Grandi (fs. 11.335 y 13.762/71), Arnoldo José López (fs. 11.531/32), Carlos Enrique Villanueva (fs. 11.474), Héctor Raúl Romero (fs. 11.756 vta./58), Miguel Angel Gómez (fs 11.764//5, 13.738), Ernesto Guillermo Barreiro (fs. 7014/5, fs. 7016/7 y fs. 10.814/16), José Hugo Herrera (fs. 11.850/55 y 11.784/88), Jorge Exequiel Acosta (fs. 11.738) y Emilio Morard (fs. 11.908 vta./911), quienes negaron su USO OFICIAL intervención en los hechos que se le imputan y realizaron una serie de consideraciones que hacen a su defensa material. Por último los encartados Carlos Alberto Díaz; Luis Alberto Manzanelli; Alfredo Bini; Juan Carlos Cerutti, Antonio Filiz y Yamil Jabour quienes en un primer momento hicieron uso de su derecho de abstenerse de declarar, solicitaron al tribunal ampliar sus respectivas declaraciones, en las que se explayaron sobre diferentes aspectos que hacen a su defensa material ( ver fs. 11.430/1, 12.037/38 y 13.924/30; fs. 11.429vta. y 11.752/55; 11.301 y 12.030/32; 11.303 vta. y 12.800/3; 11.273, 12.780/84 y 13.937/49; 11.984/5 y 14.404 respectivamente). II- Que la prueba recogida en la instrucción se compone de los siguientes elementos de juicio: DOCUMENTAL e INFORMATIVA: nota de la Secretaría de Derechos Humanos por la cual remite al Juzgado Federa N° 3 copia certificada del legajo CONADEP N° 0965 perteneciente a Tello Biscayart (fs. 159/60); ficha CONADEP/Secretaría de Derechos Humanos de Tello Biscayart (fs. 161); denuncia ante la CONADEP presentada por María Ester Biscayart (fs. 162/69); informe periodístico “Se amplía la ola de viola en cordobesa” de fecha 11/03/1976 (fs. 170); nota del Ministerio del Interior dirigida a la Sra. María de Tello, con copia del Habeas Corpus y certificados de denuncia de desaparición (fs. 171/75); solicitud de certificado Ley N° 24.321 de Ana Tello y certificado de denuncia de desaparición (fs. 176/79); foto de Marcelo Tello (fs. 181); listado de policías del D2 (fs. 185/87); copia del Habeas Corpus presentado ante el Juzgado Federal N° 1 de la ciudad de La Plata a favor de Marcelo Tello (fs. 196/230); certificado que da cuenta que a partir del 28/09/1979 hasta el 24/04/1992 no existe trámite alguno iniciado a favor de Marcelo Tello (fs. 254); informes varios “Estrictamente Confidencial y Secreto” (responden a informaciones sobre el ERP, movimientos en la zona fabril, comunicados de prensa, situación de la Mesa de Gremio en Lucha, situación en los distintos 51 gremios, personalidades destacadas, personas detenidas y desparecidas, etc.) (fs. 261/88); oficio del Servicio Penitenciario Federal adjuntando los legajos de Rafael Flores y Soledad Edelvis García (fs. 290); escrito del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos informando sobre al documentación obrante en CONADEP/SDH – Ley 24.321 (fs. 317/8); denuncia ante la CONADEP a favor de Miguel Hugo Vaca Narvaja (fs. 321/25); nota del Colegio de Abogados de Córdoba (entre otros) en relación a Hugo Vaca Narvaja (fs. 326/27); denuncia ante la CONADEP a favor de Miguel Hugo Vaca Narvaja (fs. 328/29); ficha del Servicio Penitenciario de Miguel Hugo Vaca Narvaja (fs. 330); denuncia ante la CONADEP a favor de Pedro V. Flores (fs. 331/3); Habeas Corpus a favor de Pedro V. Flores (fs. 334/45); ratificación de testimonio ante la CONADEP de Tulián de Flores, Graciela Aurora (fs. 336/8); denuncia ante la CONADEP a favor de Pedro Ventura Flores y Adolfo Ricardo Luján (fs. 339/40); nota de la Unión Obrera Metalúrgica (fs. 343); nota del Sindicato de la Madera (fs. 344); nota del Registro Nacional de las Personas (fs. 353); Informe de la Secretaría Electoral (fs. 354/5); Informe de la Policía Federal (fs. 356/7); Informe respecto de las causas N° 1278 “CO. NA. DE. Personas s/ Denuncias en perjuicio de Miguel Hugo Vaca Narvaja” y “Subsecretaria de Derechos Humanos s/ Denuncia en perjuicio de Tello, Pérez López, Ferrero, Vergara, Levín, Núñez, Morán, Jiménez; y domicilio de Aurora Tulián (fs. 367); Informe que da cuenta que los legajos personales de Ricardo Luis Merlo y Carlos Hugo Villarruel se encuentran reservados en ésta Secretaría Penal para los autos “Perez Esquivel...” y proveído que dispone reservar los mismos para la causa “Barreiro, Ernesto...” (fs. 376 y vta.); fotocopias del Libro de Guardia de la Comisaría 7°, iniciado el 26/2/76 y concluido el 26/3/76 (fs. 382/94); copias certificadas del Libro de Guardias de la Seccional 7° de la Policía de Cba. que va desde 25/4/76 al 23/5/76 (fs. 410/11); informe sobre la fs. 247 del Libro de la Morgue Judicial (fs. 412); oficio del Archivo del Poder Judicial de la Nación (fs. 425); fotocopia del certificado de nacimiento de Ana Tello e informes periodísticos (fs. 432/36); informes Periodísticos del Diario “La Opinión” – marzo del 76 (fs. 439/463); fotocopias agregadas en autos, a pedido de la Fiscalía Federal N° 3, del material secuestrado en el domicilio de Manzanelli “Ordenes y Misiones Compartimentadas” (fs. 467/73); fotocopia de la Declaración Testimonial de Juan Carlos Lona (fs. 478); “Memorandos Reservados Año 1975” (Comunidad Informativa) DGI cd N° 220 “R” (10/12/75 – Organización y Funcionamiento del Grupo Interrogador de Detenidos G.I.D); DGI cd N° 223 “R”; DGI cd N° 208 “R” y DGI cd. N° 231 “R” (fs. 480/85); memorandos de la Policía Federal Argentina desde el 6/1/76 hasta el 28/12/76 (DGI cd N° 34 “R” – DGI cd N° 40 “R” - DGI cd N° 47 “R” (fs. 488/497); informe de la Secretaría de DDHH del Juzgado Federal N° 3, correspondientes a: Luciano Benjamín Menéndez; Juan Bautista Sasiaiñ; Raúl P. Telleldin; Fernando J. Esteban; Americo P. Romano; Carlos H. Villarruel, Miguel A. Gómez; Marcelo Luna; Armando Luis Torres; Miguel A. Serrano; Benjamín Rivas Saravia y Miguel A. Brochero (fs. 498/501); fotocopia de la denuncia ante la CONADEP de Carlos José Borobio (fs. 503/4); fotocopia de la declaración testimonial de María Elena Mercado (fs. 506/9); fotocopia de la declaración 52 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 testimonial de Ramon Roque Calderón (fs. 511/16); oficio diligenciado del Registro Nacional de las Personas informando el domicilio de los imputados (fs. 534/5); informe contestado por la Secretaría Electoral (fs. 539); fotocopia de la partida de defunción de Raúl Pedro Telleldín y proveído correspondiente (fs. 542/6); fotocopia de la partida de defunción de Ernesto Cesario y proveído correspondiente (fs. 547/8); fotocopia de la partida de defunción de Américo Pedro Romano (fs. 550); informe del Registro Nacional de Reincidencia de Armando Luis Torres (fs. 562/4); informe del Registro Nacional de Reincidencia de Miguel Angel Gómez (fs. 565/6); informe del Registro Nacional de Reincidencia de Marcelo Luna (fs. 567/8); informe del Registro Nacional de Reincidencia de Miguel Angel Serrano (fs. 569/70); informe del Registro Nacional de Reincidencia de Carlos Hugo Villarruel (fs. 571/2); informe del Registro Nacional de Reincidencia de Fernando José Esteban (fs. 573/4); informe del Registro Nacional de Reincidencia de Adolfo Rivas Saravia (fs. 575/6); informe del Registro Nacional de Reincidencia de Miguel Angel Brochero (fs. 577/8); informe del Registro Nacional de Reincidencia de Juan Bautista Sassiaiñ (fs. 579/80); informe del Registro Nacional de Reincidencia de Luciano USO OFICIAL Benjamín Menéndez (fs. 581/2); informe de la Policía de Cba. sobre el paradero de Miguel A. Gómez y proveído correspondiente (fs. 647/50); oficio diligenciado de la Policía de Cba. (fs. 662/4); informe de la Policía Federal – Delegación Salta - respecto del paradero de Rivas Saravia y proveído correspondiente (fs. 654/661); informe de la Policía de la Pcia. en relación a Miguel A. Gómez (fs. 665/7); informe de la Dirección del Registro Civil sobre la partida de defunción de Armando Torres (fs. 673/4); informe de la Policía de la Pcia. con respecto a Miguel A. Serrano (fs. 684/6 bis); fotocopia de Partida de Defunción de Armando Luis Torres (fs. 687/8); informe recabado de la Secretaría Electoral sobre los domicilios de los imputados Serrano, Miguel A., Gómez, Miguel A., Marcelo Luna y Brochero Miguel A. (fs. 691); fotocopia de la Partida de Defunción de Fernando José Esteban (fs. 703/4); fotocopia de la Partida de Defunción de Miguel Angel Brochero (fs. 705/6); informe del Tribunal respecto del domicilio de Adolfo Rivas Saravia y proveído que lo cita a prestar nueva declaración indagatoria (fs. 708); oficio diligenciado de la Policía Federal respecto a la citación de Miguel Ángel Serrano (fs. 723); fotocopia de la Partida de Defunción de Juan Bautista Sasiaiñ (fs. 777); fotocopias de los Memorandos 34 R y 40 R de la Policía Federal y de la Declaración indagatoria de Juan B. Sasiaiñ y del croquis obrante a fs. 93 de los autos “Comisión Nacional ... Amelia Nélida Insaurralde” Expte. (17-C-04) y proveído que lo ordena (fs. 780/9); oficio diligenciado del III Cpo. del Ejército (sobre notificación a Menéndez de la resolución de fs. 792/9) (fs. 815/6); fotocopia de la Partida de Nacimiento de Marcelo R. Tello Biscayart (fs. 826); oficio diligenciado de la Policía de la Pcia. con informes (captura de Serrano) (fs. 827/32); oficio diligenciado del Registro Gral. de la Propiedad (manifiesta que la solicitud de cancelación del embargo a Villarruel no indica diario, año y monto de la medida a cancelar) (fs. 935/8); informes médicos correspondientes a Miguel A. Serrano (fs. 942/61); fotocopia de la declaración testimonial de Ana Beatriz Iliovich presentada ante el Cónsul Gral. de España y Acta 53 correspondiente (fs. 973/88); fotocopia del acta presentada por Carlos Beltrán ante la Delegación Cba. de la Policía (fs. 990/1); ampliación y testimonio de CARLOS BELTRÁN ante la CONADEP (fs. 992/1004); denuncia ante la CONADEP de José María Domínguez (fs. 1006); notas realizadas por el Tte. 1° Ernesto Barreiro dirigida al Sr. Comandante en Jefe del Ejército, de fecha 30/4/77 y por el Capitán Luis G. Diedrichs, dirigidas al Jefe del Destacamento de Int. 141, de fecha 6/11/76 (fs. 1008/11); informe de Calificación de Luciano B. Menéndez (Legajo Personal), (fs 1013/1018); informe de Calificación de Hermes O. Rodríguez ( Legajo Personal) (fs. 1019/24); informe de Calificación de Luis G. Diedrichs (Legajo Personal), (fs. 1025/29); informe de Calificación de Héctor P. Vergéz (Legajo Personal), (fs. 1030/35); informe de Calificación de Luis Manzanelli (Legajo Personal), (fs. 1036/41); informe de Calificación de Hugo Herrera (Legajo Personal), (fs. 1042/47); informe de Calificación de Ernesto G. Barreiro (Legajo Personal), (fs. 1048/53); fotocopia del Legajo Personal de Juan Eduardo R. Molina (fs. 1055/175), fotocopia del Legajo Personal de Luis Alberto LUCERO (fs. 1076/ 1139); fotocopia del Legajo Personal de Luis Calixto Flores (fs. 1140/51); fotocopia del Legajo Personal de Yamil Jabour (fs. 1152/62); fotocopia del Legajo Personal de Miguel Angel Serrano (fs. 1163/73); fotocopia del Legajo Personal de Herminio Jesús Antón (fs. 1174/85); fotocopia del Legajo Personal de Fernando Andres Perez (fs. 1186/1208); fotocopia del Legajo Personal de Ricardo Cayetano Rocha (fs. 1209/36); fotocopia del Legajo Personal de Hugo Cayetano Britos (fs. 1237/45); fotocopia del Legajo Personal de Carlos Alfredo Yanicelli (fs. 1246/ 71); nota confidencial realizada por el Tte. Coronel Guillermo Bruno LABORDA ante el Jefe del Estado Mayor General del Ejército (fs. 1274/90); fotocopia de la Declaración Testimonial de Octavio Severo Cuello (fs. 1293/1301); fotocopia de la carátula de los autos “ Comisión Nacional s/ la desaparición de Personas – Formula Denuncia sobre la muerte de Amelia Nélida Insaurralde “ y fotocopia de la declaración de Juan Carlos Lona y certificado correspondiente (fs. 1303/06); fotocopia de la carátula de los autos “Vergéz, Héctor P. y Otros p.ss.aa. privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio agravado (Expte. N° 11.456) y fotocopia de la declaraciones testimoniales de Juan Carlos Lona; Osvaldo Alberto Riera (fs. 1307/1320); fotocopia de las partidas de defunción de Luis Armando TORRES y Juan Antonio TISSERA (fs. 1321/23); fotocopia de la partida de defunción de Miguel Angel Serrano (fs. 1326); denuncia ante la CONADEP a favor de Gómez Granja, Lila Rosa (fs. 1337/32); copia del testimonio de Graciela Geuna sobre los estudiantes de medicina de 3° año de UNC (Saibene, Sinópoli) (fs. 1339/42); fotos e informe periodísticos “Subsiste la incógnita sobre trece personas secuestradas” (fs. 1341 v ta. y 1342); fotocopia de la Declaración Testimonial Ana Gómez Mirtha (fs. 1343/44); denuncia ante la CONADEP a favor de Marta Susana Ledesma de Comba, Sergio Héctor Comba, Elsa Gladys Comba de Comba (fs. 1346/49); fotocopia de la Declaración Testimonial de Edgard Enrique Comba (fs. 1350/51); fotocopias de las Actuaciones llevadas a cabo en el Hábeas Corpus presentado ante el JF3 a favor de Comba, Sergio y Marta Susana Ledesma Vera de Comba (fs. 1352/86); fotocopia de la 54 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Denuncia ante la CONADEP a favor de Tomas Rodolfo Agüero (fs. 1388/90); fotocopia de la Libreta de Familia (Acta de Matrimonio y Nacimiento) de Tomás R. Agüero y Rosa Ríos; y Constancia del Ministerio del Interior p/ la prolija averiguación del paradero de Tomás Agüero realizado por su padre (fs. 1391/92); fotocopias del Legajo CONADEP D8 correspondiente a las Denuncias y Notas dirigidas a distintos organismos a favor de Alicia Esther de Cicco de Moukarsel (fs. 1394/1408); fotocopias de la Declaración Testimonial de Pedro Américo Romano (Policía D2) correspondiente a la causa “Pucheta, Jose y otros p.ss.aa. Asociación Ilícita Calificada...” Expte. N° 29-P-75 (fs. 1409/1416); fotocopias del Expediente 1-Q-84 Legajo 7, correspondientes a la Denuncia ante la CONADEP, nota dirigida al Ministerio del Interior, foto e informe periodístico correspondiente a Carlos Juan Allende (fs. 1417/1422); fotocopias obrantes en los legajos CONADEP MI (Martín Alonso); M20 (José Luis Marzo); S26 (Luis Eduardo Socco); M43 (Osvaldo Mesagli); A37 (Elvio Alberto Almada) S/012 (Carlos Raúl Ceballos) a fs, 1432 está la declaración de la hermana de Almada, Rosario Almada de López (dentro de los legajos) (fs. 1423/ 1446); fotocopias de los legajos CONADEP M46 (Hábeas Corpus a favor de Martínez Agüero – USO OFICIAL Expte. N° 85 y 8° Legajo del Exp. 1-Q-84; M57 (Martínez Hugo Alberto) (fs. 1447/1495); fotocopias obrantes en Legajo Conadep CH4 correspondiente Ana María Ramona Chapeta Lario y N4 correspondiente a Víctor Hugo Núñez Prado (fs. 1496/1518); fotocopias obrantes en legajo CONADEP D27 correspondiente a Eduardo Agustín Duclos; S52, correspondiente a Alicia Noemí Sciutto De Duclos y 8° y 10° Legajos del Expediente 1-Q84 (relacionados siempre a Duclos y Sciutto de Duclos) y Fotocopia del Testimonio de Amelia Yolanda Pafundi (ante el Juzgado Federal del Dr. Villafañe), (fs. 1519/1549); fotocopia del Legajo CONADEP V31 – Perkins (presentación espontánea ante la CONADEP del Sr. Enrique VILLA) (fs. 1550/51); fotocopias obrantes en Legajo CONADEP R28 correspondiente a Mirta Susana Ricciardi de Cafani y Expte. N° 12 “Barbano Guillermo Alfredo – Hábeas Corpus en su favor” (fs. 1552/1587); fotocopias LEGAJOS CONADEP F2 (Pedro Ventura FLORES del expediente Vargas Alfredo Rufo, Carranza...s/denuncia N° 9-V-87); G21 (Navor GOMEZ); 2° Legajo correspondiente al Expte. 1-Q-84; testimonios ante el Juzgado de Instrucción Militar de Juana Ceferina Prado Viuda De Lujan y Graciela Aurora Tulian De Flores- fotocopia de denuncia ante la CONADEP de Sajario Feldman y escrito de la presentación de Adolfo Perez Esquivel y María Elba Martínez (Expte. N° 9.841) (fs. 1588/1627); fotocopias del informe de calificación del Legajo Personal de Luciano B. Menéndez - Año 1975/6 y 1976/77 (fs. 1632/36); fotocopias del informe de calificación del Legajo Personal de Hermes O. Rodríguez – Años 1975/6 y 1976/77 (fs. 1637/43); fotocopias del informe de calificación del Legajo Personal de Luis G. Diedrichs – Años 1975/6 1976/77 (fs. 1644/47); fotocopias del informe de calificación del Legajo Personal de Héctor P. Vergéz – Años 1975/6 y 1976/77 (fs. 1654/59 bis); fotocopias del informe de calificación del Legajo Personal de Luis A. Manzanelli – 1975/6 y 1976/77 (fs. 1660/68); fotocopias del informe de calificación del Legajo Personal de José H. Herrera – Años 1975/6 y 1976/77 (fs. 1669/80); 55 fotocopias del informe de calificación del Legajo Personal de Ernesto G. Barreiro – Año 1975/6 (fs. 1681/86); fotocopias del informe de calificación del Legajo Personal de Fernando José Esteban –desde 1° de octubre de 75 hasta el 30 de septiembre de 1976 (fs. 1688/90); fotocopias del informe de calificación del Legajo Personal de Americo Pedro Romano – desde el 1° de octubre de 75 hasta el 30 de septiembre de 1976 (fs. 1691/2); fotocopias del informe de calificación del Legajo Personal de Miguel Angel Gomez – desde el 1° de octubre de 1975 hasta el 30 de septiembre de 1976 (fs. 1693/4); fotocopias del informe de calificación del Legajo Personal de Juan Eduardo R. Molina – desde el 1° de octubre de 1975 hasta el 30 de septiembre de 1976 (fs. 1695/6); fotocopias de constancias de filiación, de Altas y Bajas e Informe de Calificación, todo del Legajo Personal de Raúl P. Telleldín – desde el 1 de octubre del 1975 hasta el 30 de septiembre del 76 (fs. 1697/1701); fotocopia del informe de Calificación Legajo Personal de Alberto L. Lucero – desde el 1 de octubre de 1975 hasta el 30 de septiembre de 1976 (fs. 1702); fotocopias del informe de Calificación de Legajo Personal de Calixto L. Flores – desde el 1° de octubre de 1975 hasta el 30 de septiembre de 1976 (fs. 1703/4); fotocopias del informe de Calificación Legajo Personal de Yamil Yabour – desde el 1 de octubre de 1975 hasta el 30 de septiembre de 1976 (fs. 1705/06); fotocopias del informe de Calificación Legajo Personal de Miguel A. Serrano – desde el 1 de octubre de 1975 hasta el 30 de septiembre de 1976 y Nota de Felicitación del Ejército Argentino (fs. 1707/10); fotocopias del informe de Calificación Legajo Personal de Marcelo Luna desde el 1 de octubre de 1975 hasta el 30 de septiembre de 1976 y Nota de Felicitación del Ejército Argentino (fs. 1711/13); fotocopias del informe de calificación Legajo Personal de Herminio J. Antón – desde el 1° de octubre de 1975 hasta el 30 de septiembre de 1976 (fs. 1714/15); fotocopias de Acta de Filiación, declaratoria de familia de Miguel A. Brochero y Decreto N° 3864 del Ministerio de Gbno. Por el que se decreta encargar la Jefatura de Policía de la Pcia. al Señor Sub-Jefe de la Policía al Inspector General Miguel A. Brochero (fs. 1716/9); fotocopias del informe de calificación Legajo Personal de Italo R. Bossina desde 1 de octubre de 1975 hasta el 30 de septiembre de 1976 (fs. 1720/22); fotocopias del informe de calificación Legajo Personal de Fernando Andrés Pérez – desde el 1 de octubre de 1975 hasta el 30 de septiembre de 1976 (fs. 1723/4); fotocopias del informe de calificación – Legajo Personal de Ricardo Cayetano Rocha – desde el 1 de octubre de 1975 hasta el 30 de septiembre de 1976 (fs. 1725/6); fotocopias del informe de calificación Legajo Personal de Carlos H. Villarruel – desde el 1 de octubre de 1975 hasta el 30 de septiembre de 1976 (fs. 1727/8); fotocopias del informe de calificación Legajo Personal de Hugo Cayetano Britos – desde el 1 de octubre de 1975 hasta el 30 de septiembre de 1976 (fs. 1729/30); fotocopias del informe de calificación Legajo Personal de Carlos Alfredo Yanicelli – desde el 1° de octubre del 1975 hasta el 30 de septiembre del 1976 (fs. 1731/2); fotocopia del acta labrada por el Cónsul General de España y de la Declaración Testimonial de Ana Beatriz Iliovich ante el Cónsul Gral. de España (fs. 1734/41); fotocopia de la Declaración Testimonial de Ana María Del Valle Marzo (fs. 1744/46); fotocopia de la Declaración Testimonial de Carlos Raimundo 56 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Moore (San Pablo – Brasil) (fs. 1754/87); fotocopias de las partidas de nacimiento de María Alejandra Moukarsel y Alicia Esther De Cicco (fs. 1798/9); fotocopias de testimonio de Liliana Beatriz Callizo sobre Alicia Esther De Cicco (fs. 1800/804 bis); copia de la Resolución N° 5/7/97 por la que se resuelve declarar la ausencia por desaparición forzada a la Sra. Alicia Esther De Cicco (fs. 1805/805 bis); actuaciones realizadas por la Dra. María E. Martínez correspondientes a Carlos Edmundo Domínguez; Guillermo Abel Pucheta; Néstor Gilberto Lellin; Omar Albino Pucheta: fotocopia de solicitud de constitución en querellante particular de Felicia Dora Eisein (fs. 1807/11); fotocopias de acta de nacimiento y fallecimiento de Carlos Edmundo Domínguez (fs. 1812/13), fotocopias de informes periodísticos del diario “Panorama Porteño” (fs. 1814), fotocopias de informe periodístico “Acusan a Bussi de acusar hasta la muerte” (fs. 1815), fotocopias de nota presentada por Felicia DoraEisein a la Justicia Federal (fs. 1816), fotocopia de solicitud de constitución en querellante particular de Elba Inés Pucheta (fs. 1818), fotocopias de acta de nacimiento de Guillermo Abel Pucheta y Elba Inés Pucheta (fs. 1819/20), fotocopia de acta notarial, poder otorgado por María Delia Nieva a favor de Elba USO OFICIAL Inés Pucheta (fs. 1821), fotocopia de solicitud de constitución en querellante particular de Elsa Casimira Defrancesco de Lellín (fs. 1822/25), fotocopia de nota dirigida a Dirección Nacional de Derechos Humanos, Ministerio del Interior, de fecha 22/10/1992 (fs. 1826/27), fotocopia de nota dirigida a Subsecretario del Interior, Dirección General de Asuntos Policiales, de fecha 1/12/1977 (fs. 1828), fotocopia de nota dirigida al Señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de fecha 1/2/1977 (fs. 1829), fotocopia del anexo del informe de la CONADEP en relación a Lellín, Néstor Gilberto (fs. 1830/31), fotocopia de nota periodística “Cinco extremistas en tiroteo con la policía” (fs. 1835), fotocopia de nota periodística “Denuncian el secuestro de un obrero metalúrgico” (fs. 1836), fotocopia de acta de fallecimiento y nacimiento de Omar Albino Pucheta (fs. 1837/38), fotocopia de solicitud de constitución en querellante particular de Elba Inés Pucheta (fs. 1840/43); fotocopia de denuncia ante la CONADEP a favor de Alicia Esther De Cicco (fs. 1850/53); fotocopia de actuaciones en autos “Perez, Esquivel Adolfo y Martínez, María Elba Su Presentación (Expte. 9481)” en el cual consta la declaración testimonial de Liliana Beatriz Callizo (fs. 1862/70); fotocopias de memorandos de la Policía Federal Argentina y de la “Reunión de la Comunidad Informativa”: “Ficheros de Autoridades” e “Integración y Puesta en Marcha del Grupo Interrogador de Detenidos – G.I.D.” (Memorandos de la Policía Federal Arg. 15/10/75 – Memorandos DGI cd N° 175 “R” ( 15 y 17 de diciembre de 75) – DGI cd N° 223 “R” – DGI cd N° 220 “R” (fs. 1896/1902); fotocopias de los autos caratulados “Turon De Toledo, María Luisa s/ denuncia desaparición forzada de personas” tramitados por ante el Juzgado Federal N° 1 de la ciudad de Mar del Plata (Hábeas Corpus presentado por María Luisa Turon de Toledo a favor de la totalidad de las víctimas desaparecidas; formularios de personas desaparecidas acompañadas por el Habeas Corpus presentado por Turon de Toledo (Socco Eduardo; Metz Raúl E.; Esponda Carlos E.; Latorre María L.; Meléndez Graciela Aida Días de; Díaz 57 Miguel A; Galeazzi Carlos A.; Del Valle Aguilar Ana T.; Frigerio Roberto J. y Cisneros Horacio M.; copia de la resolución del Juzgado Federal de Mar del Plata mediante el cual rechaza el habeas corpus impetrado por la Sra. Turon de Toledo; requerimientos de instrucción; resolución que declara la competencia del Juzgado Federal de Cba. en Turno para entender en los hechos referentes a Scocco; Latorre; Díaz de Meléndez; Díaz; Galeazzi; Cisneros; Beltrán y actuaciones procesales varias) (fs. 1917/2005); fotocopias de denuncia ante la CONADEP a favor de Manuel Antonio Bertrán (fs. 2037/39); fotocopias de la causa “D‟Adatto, Antonia Aida f/ denuncia – Letra 3-J 4 Nro. 1008/3 – Cde. Libro Nro 116 del Ejército Argentino – Comando del III Cuerpo (hechos referidos a Miguel A. Díaz y Graciela A. Meléndez) (fs. 2043/69); copia de la Resolución DGN N° 1045/98 de la Defensoría Gral. de la Nación (encomendar el cumplimiento de los pactos y convenciones internacionales, instruir a los Sres. Defensores promover las investigaciones vinculadas con las violaciones a los derechos humanos acontecidos en los años 1975 a 1983) (fs. 2075/79); informativa presentada por el Servicio Penitenciario y copia de los legajos correspondientes a María Luisa Latorre (U.P.1) (fs. 2089/2129); oficio diligenciado del Instituto de Detención de la Capital Federal (U2) (fs. 2130); fotocopias varias respecto de María L. Latorre (denuncia, notas, escritos, legajos), (fs. 2146/2167); copias de las actuaciones llevadas a cabo al tramitarse el exhorto en el Juzgado de Instrucción de 2° Nominación de la ciudad de San Francisco (causa “NN p.ss.aa. Secuestro” - Expte. Letra N; N° 3; Año 1983) (fs. 2187/2197); fotocopia de la declaración testimonial de Graciela Susana Geuna (fs. 2281/2327); Consulado copia del testimonio de Piero Di Monte ante el de la República Argentina en Milán – Italia (fs. 2328/2460); copia del testimonio de Liliana Beatriz Callizo ante el Consulado de la República Argentina en Bilbao (fs. 2462/2543); fotocopias referentes al testimonios de Teresa Celia Meschiati ante la CONADEP (ratificado ante la embajada Argentina en Suiza) y ante el JF3 (fs. 2546/83); carátula del expediente N° 62/06 de la Fiscalía N° 3 “Luna Amalia Rosa s/denuncia” (fs. 2591); fotocopia de la libreta de familia de Luna y Gómez (fs. 2592/96); fotocopias de informes periodísticos (Diario Córdoba, hecho Susana Luna) (fs. 2597/99); fotocopias de actuaciones referentes a los trámites indemnizatorios en virtud de la muerte de Susana Luna (certificado de homicidio, radiograma, resoluciones) (fs. 2600/611); formula denuncia Amalia Rosa Luna en la Fiscalía N° 3 (fs. 2612/13); fotocopia de memorandos de la Policía Federal Argentina – Delegación Cba. referente a la ola de secuestros en Córdoba al finalizar el año 1975 y comienzos del año 1976 (fs. 2621/29); informe de la Fiscalía N° 3 sobre el Automóvil Ford Taunus T 059087 (fs. 2635); fotocopia de memorandos de la Policía Federal Argentina – Delegación Córdoba referentes a “Reunión de la Comunidad Informativa” de fechas 1° de Octubre de 1975; 10 y 15 de diciembre de 1975; 7,13,21 y 27 de abril de 1975 y referente a “Ficheros de Autoridades” de fecha 17 de diciembre de 1975 (fs. 2639/59); informe diligenciado del Registro de Propiedad del Automotor (fs. 2660/67); fotocopia de la declaración testimonial de Esteban Isidoro Carranza (fs. 2677/8); fotocopia del material secuestrado en el allanamiento a Manzanelli “Ordenes y Misiones 58 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Compartimentadas” y “Aspectos Generales” (fs. 2679/84); fotocopia de la declaración testimonial de Miguel José Martínez (fs. 2686/88); fotocopias y un plano de las declaraciones testimoniales de Juan Carlos Lona (fs. 2689/94); fotocopia de la declaración testimonial de Osvaldo Alberto Riera (fs. 2695/9); fotocopias de informes del JF3 sobre la situación de Héctor R. Romero, Emilio Morard, Arnoldo J. López y Ricardo A. Luján, Roberto N. Mañay y Roberto D. Ludueña y Ramón Lardone (fs. 2700/1); fotocopia de la declaración testimonial de Luis Alberto Urquiza (fs. 2702/05); fotocopia de la ampliación de denuncia de Urquiza y copia de la demanda (fs. 2706/11); fotocopia de la declaración testimonial de Adriana María Olivella (fs. 2713/4); fotocopia de la declaración testimonial de Adriana María Olivella (fs. 2716/19); fotocopia de la declaración testimonial de Graciela Lucía Olivella (fs. 2720/23); fotocopia de memorandos reservados de la Policía Federal Argentina DGI/SI Notas 001/153-7 - 7 de enero al 8 de abril de 1976 de fechas 26/2/76; 3,4,5,10 de marzo del 76 (fs. 2725/45); fotocopias de la Nota 2282 y Autopsia del Cadáver de Susana Elena Luna (fs. 2748/51); fotocopia de la declaración testimonial de Octavio S. Cuello ante el Señor Cónsul de España (fs. 2754/57); fotocopia de la declaración USO OFICIAL testimonial de Luis Miguel Baronetto (fs. 2758/59); fotocopias de las declaraciones de Carlos Beltrán ante la CONADEP y ante el Juzgado de Instrucción Militar (fs. 2778/91); fotocopia de la declaración testimonial de Angel Teodoro Kunzmann en Suecia (fs. 2792/2801); fotocopia de la indagatoria prestada por Juan Bautista Sasiaiñ en autos “CONADEP f/ denuncia...” Expte. N° 17-C-84 y de plano (fs. 2814/18); fotocopias de las declaraciones testimoniales de José Sulian Solanille ante la CONADEP y Juzgado de Instrucción Militar (fs. 2823/50); fotocopias de la presentación de Tte. C. Guillermo Bruno Laborda al Jefe del Estado Mayor del Ejército (fs. 2852/84); fotocopia de la declaración testimonial ante la CSJN de Gustavo Adolfo Contempomi (fs. 2891/2905); fotocopia de la declaración testimonial ante el Juzgado Federal N° 1 de Adriana María Olivella (fs. 2907/8); fotocopia de la declaración testimonial ante el Juzgado Federal N° 1 Cecilia Beatriz Suzzara (fs. 2909); fotocopia de la declaración testimonial ante el Juzgado Federal N° 1 de Graciela Lucía Olivella (fs. 2911); fotocopia de memorandos de la Policía Federal Argentina – Delegación Cba. “Reunión de la Comunidad Informativa” de fechas 4 de enero, 7 y 13 de abril de 1976 (fs. 2913/20); fotocopia de la declaración testimonial ante el Juzgado de Instrucción Militar del Tte. 1° Ernesto Facundo Urien (fs. 2922/35); fotocopias de informe de Calificación – Legajo Personal de Oscar Inocencio Bolasini – Años 1975/6 (fs. 2938/43); fotocopias de informe de calificación – Legajo Personal de Carlos José González – Años 1975/6 (fs. 2944/49); fotocopias de informe de calificación – Legajo Personal de Carlos Alberto Díaz – Años 1975/6 (fs. 2950/55); fotocopia de informe de calificación – Legajo Personal de Jorge Ezequiel Acosta – Años 1975/6 (fs. 2956/59); copia de nota realizada por el Capitán Luis G. Diedrichs al Jefe del Destacamento de Int. 141, de fecha 6 de noviembre de 1976 (fs. 2960/61); copia de nota realizada por el Ernesto G. Barreiro dirigida al Señor Comandante en Jefe del Ejército, de fecha 30 de abril de 1977 (fs. 2962/63); copia de informe periodístico - Diario “El Córdoba” 10/3/76 (fs. 2983); 59 fotocopia de la declaración testimonial ante la Policía de la Pcia. de Cba. de Virgilio Carlos Robledo (sobre Carlos Moore) (fs. 2984); fotocopia de la declaración testimonial ante la Policía de la Pcia. de Cba. de Juan Carlos Cazola (sobre Carlos Moore) (fs. 2985/6); fotocopia de la declaración testimonial ante la Policía de la Pcia. de Cba. de Juan Reynoso (sobre Carlos Moore) (fs. 2987/89); fotocopia informes periodísticos - “ La Voz del Interior” y “ Diario Córdoba” – Febrero de 1976 sobre Víctor Núñez Prado y matrimonios Cafani - Ricciardi y Sciutto – Duclós (fs. 2992/2); copia de informe de Antecedentes y Calificación – Legajo Personal de Luis Alberto C. Quijano – Año 1975/6 (fs. 3006/7); copias de fs, 15 de la Carpeta “Memorandos año 1976 DGI Notas 001/153”, 7 de enero a 8 de abril en la cual consta fecha de designación de Juan Bautista Sasiaiñ como Comandante de la IV Brigada de Infantería Aerotransportada (fs. 3008); copias de documentación obrante en el Legado de Identidad serie C.I. N° 7.669.979, perteneciente a Juan Antonio Tissera (fs. 3011/43); copias de actuaciones en el Juzgado de Provincia respecto a la declaración de ausencia por desaparición forzada de personas de Lila Rosa Gómez Granja (fs. 3044/55); fotocopia del resumen del Legajo de servicio de Ernesto Cesario – Altas y Bajas (fs. 3112/13); fotocopia de los Anexos a Protocolos de Exámenes Clínicos Forense de estos Tribunales de los siguientes imputados: Yamil Yabour; Lucero Luis Alberto; Yanicelli Carlos Alfredo; Pérez Fernando Andres; Molina Juan Eduardo R.; Ricardo Cayetano Rocha; Calixto Luis Flores; Carlos Hugo Villarruel; Marcelo Luna; Hermes Oscar Rodríguez; Emilio Morard; Héctor Pedro Vergéz; Luis Alberto Manzanelli; José Hugo Herrera; Héctor Raúl Romero; Arnoldo José López; Ricardo Alberto R. Lardone; Luis Gustavo Diedrichs y Luciano Benjamín Menéndez (fs. 3115/33); copia de constancias del Padrón Nacional de Electores correspondiente al Sr. Rafael Ricciardi y Teresa Inés Rodríguez (fs. 3139 y vta.); copia de constancia del Juzgado de Instrucción de 1° Nominación – Secretaría del Dr. Piovano del 14/5/78 el que da cuenta de la inhumanción del cadáver NN en fosa común N° 25 Sección “C” 2 da. (cajón) del Cementerio local, mediante acta de defunción N° 161 expedida por el Registro Civil de esta ciudad (fs. 3140); actuaciones diligenciadas de la Policía Federal Argentina (respecto al paradero de Rafael Ricciardi) (fs. 3155/64); informe diligenciado de la Policía de la Pcia. de Cba. (respecto a la averiguación de datos de la Cédula de Identidad N° 6.569 Serie “C” P correspondiente al Sr. Ricciardi) (fs. 3167/69); copia de constancia del Padrón Único de Contribuyentes de la AFIP correspondiente a Teresa I. Rodríguez (fs. 3170/1); oficio diligenciado de la Comisaría de Bell Ville (Teresa Inés Rodríguez) (fs. 3174/76); fotocopia del Acta ante la CONADEP del Sr. Enrique Villa (Sindicato de Perkins) (fs. 3180); fotocopia de la denuncia ante la CONADEP a favor de Pedro V. Flores (fs. 3181/2); 3183/85 fotocopia de la declaración ante el Juzgado de Instrucción Militar de Juana Ceferina Prado Viuda de Luján (16/10/1986) (fs. 3181/2); fotocopia de la declaración ante el Juzgado de Instrucción Militar de Aurora Tulián de Flores (29/10/1986) (fs. 3186/85); fotocopia del Acta de Matrimonio de Flores – Tulián (fs. 3190); fotocopia del informe periodístico Diario “ El Córdoba” – 10/3/76 (Mesa de Gremios en Lucha) (fs. 3198); copias de las actuaciones 60 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 realizadas en la Fiscalía N° 3 relativas a Tello Biscayart, Marcelo R. y Ventura Flores, Pedro s/ averiguación de ilícito (fs. 3199/3204); fotocopia de Ficha CONADEP/SDH, correspondiente a Tello Biscayart, Marcelo (fs. 3205); fotocopia -nota de la Policía de la Pcia. y resumen del legajo de servicio de E. Cesario (fs. 3214/16); fotocopia del Ministerio de Justicia y Dchos. Humanos ( información obrante en el Archivo CONADEP/SDH Ley 24.321 (fs. 3227); copia de denuncia ante la CONADEP a favor de Pedro Ventura Flores (fs. 3228/30); copia de hábeas corpus presentado por Graciela Tulián de Flores a favor de Pedro V. Flores (fs. 3231); copia de ratificación ante la CONADEP de la Sra. Tulián de Flores a favor de Flores (fs. 3232); fotocopia de denuncia a favor de Pedro Ventura Flores (Sra. Tulián de Flores) (fs. 3233); fotocopia de acta ante la CONADEP del Sr. Esteban Carranza a favor de Pedro Ventura Flores y Adolfo Ricardo Lujan (fs. 3234/36); fotocopia del libro de novedades de la guardia de la Comisaría Seccional 7° de la Policía de la Pcia. de Cba. – período 26/2/76 al 26/3/76 y 26/3/76 al 23/4/76 (fs. 3245/57); copia de informes periodísticos varios - Diario “ La Opinión” y “La Nación” - Marzo de 1976 (fs. 3260/3287); fotocopia del informe del JF3 sobre los datos filiatorios, cargos y USO OFICIAL licencias de Luciano B. Menéndez, Bautista Sasiaiñ, Raúl P. Telledín, Fernando J. Esteban, Américo P. Romano, Carlos H. Villarruel, Miguel A. Gómez, Marcelo Luna, Armando L. Torres, Serrano Miguel A, Benjamín A. Saravia, Miguel A. Brochero (fs. 3290/93); fotocopias de las partidas de defunción de Armando Luis Torres, Fernando José Esteban y Miguel Angel Brochero (fs. 3294/96); fotocopia de la resolución N° 162/2006 del JF3 que ordena el sobreseimiento de Ernesto Cesareo, Raúl Pedro Telleldín, Americo P. Romano, Miguel A. Brochero, Armando L. Torres y Fernando J. Esteban en razón de haberse extinguido por la muerte la acción penal correspondiente (fs. 3297); fotocopia de la partida de defunción de Juan B. Sasiaiñ (fs. 3298/9); fotocopia del informe de calificación correspondiente a Luciano B. Menéndez - Año 1975/6 (fs. 3302/7); fotocopia del informe de calificación correspondiente a Hermes O. Rodríguez – Año 1975/6 (fs. 3308/13); fotocopia del informe de calificación correspondiente a Oscar I. Bolasini – Año 1975/6 (fs. 3314/16); fotocopia del informe de calificación correspondiente a Luis G. Diedrichs – Año 1975/6 (fs. 3317/21); fotocopia del informe de calificación correspondiente a Héctor P. Vergéz – Año 1975/6 (fs. 3322/27); fotocopia del informe de calificación correspondiente a Ernesto G. Barreiro – Año 1975/6 (fs. 3328/33); fotocopia del informe de calificación correspondiente a Luis A. Manzanelli – Año 1975/6 (fs. 3334/39); fotocopia del informe de calificación correspondiente a José H. Herrera – Año 1975/6 (fs. 3340/49); fotocopia del informe de calificación correspondiente a Carlos A. Díaz – Año 1975/6 (fs. 3350/55); fotocopia del informe de calificación correspondiente a Carlos J. González – Año 1975/6 (fs. 3356/61); fotocopia del legajo personal de Benjamín A. Rivas Saravia (fs. 3362/68); fotocopia del legajo personal de Américo P. Romano (fs. 3369/79); fotocopia del legajo personal de Raúl P. Telleldín (fs. 3381/92); fotocopia del legajo personal de Fernando J. Esteban (fs. 3393/3400); fotocopia del legajo personal de Yamil Jobour (fs. 3401/11); fotocopia del legajo personal de Carlos A. Yanicelli (fs. 3412/21); fotocopia del legajo 61 personal de Hugo Cayetano Britos (fs. 3422/30); fotocopia del legajo personal de Miguel A. Serrano (fs. 3431/41); fotocopia del legajo personal de Marcelo Luna (fs. 3442/54); fotocopia del legajo personal de Miguel Angel Gómez (fs. 3455/61); fotocopia del legajo personal de Herminio Jesús Antón (fs. 3462/73); fotocopia del legajo personal de Armando Luis Torres (fs. 3474/82); fotocopia del legajo personal de Carlos Hugo Villarruel (fs. 3483/91); fotocopia del legajo personal de Calixto Luis Flores (fs. 3492/3503); fotocopia del legajo personal de Alberto Luis Lucero (fs. 3504/13); fotocopia del legajo personal de Molina Juan Eduardo Ramón (fs. 3514/24); fotocopia del legajo personal de Fernando Andrés Pérez (fs. 3525/35); fotocopia del legajo personal de Ricardo Cayetano Rocha (fs. 3536/45); fotocopia del legajo personal de Ricardo Luis Merlo (fs. 3546/55); fotocopia correspondiente a Documentación de la Secretaría de Inteligencia del Estado ( SIDE) caja Vol. 07 caso 03352 Campana Orlando; Memorados de la Policía Federal Argentina – Delegación Cba. Año 1976 DGI S/I Notas n° 001/153, 7 de enero al 8 de abril: DGI CD N° 141, DGI CD N° 131 S/I de fecha 1 de abril; DGI CD N° 113 S/I de fecha 19 de marzo, DGI CD N° 114 S.I. del 18 de marzo, DGI CD N° 112 S.I. del 18 de marzo, DGI CD N° 110 S.I. de fecha 17 de marzo, DGI CD N° 107 S.I. de fecha 17 de marzo, DGI CD N° 106 S/I de fecha 16 de marzo, DGI CD N° 103 S/I de fecha 11 de marzo, DGI CD N° 102 S/I de fecha 11 de marzo, DGI CD N° 100 S/I de fecha 10 de marzo, DGI CD N° 99 S/I de fecha 10 de marzo, DGI CD N° 98 S/I de fecha 10 de marzo, DGI n° 97 S/I de fecha 10 de marzo, DGI CD N° 95 S.I. de fecha 8 de marzo, DGI CD N° 94 S/I de fecha 5 de marzo , DGI CD N° 93 S/ I de fecha 5 de marzo, DGI CD N° 88 S/I de fecha 4 de marzo, DGI n° 82 S/I de fecha 3 de marzo, DGI CD N° 49 S.I. de fecha 17 de febrero, DGI CD N° 41 S/I de fecha 30 de enero, DGI CD N° 30 S/I de fecha 22 de enero, DGI CD N° 13 S/I de fecha 14 de enero de 1976 y Memorandos de la Policía Federal Argentina referentes a la “Reunión de la Comunidad Informativa” DGI CD N° 155 “R” de fecha 1° de octubre de 1975, DGI CD N° 175 “R” de fecha 15 de octubre de 1975, DGI CD N° 208 “R” de fecha 18 de noviembre de 1975, DGI CD N° 220 “R” de fecha 10 de diciembre, DGI CD N° 223 “R” de fecha 15 de diciembre , DGI CD N° 231 “R” de fecha 23 de diciembre de 1975, DGI CD N° 34 “R” de fecha 7 de abril; DGI CD N° 40 “R” de fecha 13 de abril, DGI CD N° 47 “R” de fecha 21 de abril, DGI CD N° 50 “R” de fecha 27 de abril del año 1976, respectivamente (fs. 3558/3683); fotocopia de la declaración testimonial prestada por Graciela Susana Geuna con fecha 1° de Agosto de 1985 ante la Embajada de la República Argentina en Berna - Suiza (fs. 3685/3734); fotocopia de la declaración testimonial prestada por Liliana Beatriz Callizo de fecha 18 de junio de 1997 ante el Juzgado Central de Instrucción N° 5 Audiencia Nacional Madrid y la prestada con fecha 4 de abril de 1984 ante el Consulado de la República Argentina en Bilbao – España (fs. 3735/70); fotocopia de la declaración testimonial prestada por Teresa Celia Meschiatti con fecha 20 de marzo de 1997 ante el Juzgado Central de Instrucción N° 5 Audiencia Nacional Madrid (fs. 3771/74); fotocopia de la declaración testimonial de Teresa Celia Meschiati (fs. 3776/3813); fotocopia de la declaración testimonial de Juan Carlos Lona ante la Cámara Federal de Cba. 62 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 (caso Amelia Insaurralde 27 de junio de 1984) (fs. 3821/2); fotocopia de la declaración testimonial de Ana Beatriz Iliovich ante el Cónsul de España en Córdoba (fs. 3823/38); fotocopia de la declaración indagatoria prestada por Juan Bautista Sasiaiñ ante el Juzgado Federal N°1 de Cba. (fs. 3842/46); fotocopia de la Nota del Capitán Luis G. Diedrichs dirigida al Jefe del Destacamento de Inteligencia 141, de fecha 6/11/76 (fs. 3847/8); fotocopia de la Nota del Tte. 1° Ernesto G. Barreiro dirigida al Comandante en Jefe del Ejército, de fecha 30/04/77 (fs. 3849/50); fotocopia del testimonio prestado por Carlos Raimundo Moore en San Pablo – Brasil, con fecha 15 de noviembre de 1980 (fs. 3855/85); documento confidencial y secreto referente al panfleto refrendado por “Comando Libertadores de América” – Regional Córdoba de fecha 27/10/1975 (fs. 3888/89); documento confidencial y secreto referente a la distribución de panfletos refrendados por comando titulado “Comando Libertadores de América – Regional Córdoba” Titulado “ Guerrillas Armadas” de fecha 12/11/75 (fs. 3890/1); declaración testimonial de Octavio Severo Cuello ante el Cónsul General de España (fs. 3912/15); fotocopia de las nóminas de detenidos y sus causas confeccionadas por el Departamento de Informaciones Policiales de USO OFICIAL Córdoba, de fecha 19/02/75, 11/8/75 y otras dos sin fecha (fs. 3916/19); fotocopias obrantes en Legajo N° 4218 remitido por la Subsecretaría de Derechos Humanos correspondiente a Miguel Hugo Vaca Narvaja (fs. 3921/30); fotocopias obrantes en Legajo CONADEP V5 correspondiente a Miguel Hugo Vaca Narvaja (fs. 3932/54); fotocopias correspondientes al Libro de Guardia de la Seccional 7° de fecha 25/4/76 y 23/5/76 (fs. 3956/7); fotocopia de oficio remitido por el Juzgado Federal N° 3 al Archivo General de la Provincia (investigación del hallazgo de un cráneo en la vía pública) en los autos “Tello Biscayart...” y contestación correspondiente del Archivo General (fs. 3959/60); fotocopias del libro de novedades de la guardia de la Comisaría Seccional 7° de la Policía de la Provincia de Cba. – períodos 26/2/76 al 26/3/76 y 26/3/76 al 23/4/76 (fs. 3961/72); copia de las actuaciones tramitadas ante el Juzgado 6° Civil y Comercial y ante la Cámara 4° Civil y Comercial del Poder Judicial de la Provincia de Córdoba, correspondiente a los autos “ Vaca Narvaja, Miguel Hugo – Ausencia con presunción de fallecimiento” (fs. 3975/4166); copia de de la presentación de Fermín de Los Santos ante la CONADEP el 23/4 de julio de 1984 (fs. 4206/216); copia del testimonio de Graciela Susana Geuna ante el Consulado de la República Argentina en Zurich, de fecha 7 de marzo de 1984 (fs. 4217/307); sobre conteniendo un (1) soporte informático con fotografías digitales de periódicos de la época (fs. 4308); copia simple del expediente de libertad condicional de De Breuil (fs. 4332/37); copias de libro “Como los Nazis, como en Vietman” de Alipio Paoletti - Ed. Asociación Madres de Plaza de Mayo, páginas 187/231 (fs. 4347/59); copia de fs. 1/18 del expediente “Mendizábal Horacio y Osatinsky Marcos – Hábeas Corpus a su favor presentado por el Dr. Hugo Vaca Narvaja” del Juzgado Federal N° 1, Expte. N° 38 – M – 75, iniciado el 8/8/1975 (fs. 4370/88); copia de los informes de autopsias y constancias de entregas de los cuerpos de Luis Rodney Salinas Burgos; Jaime Sánchez Moreira; Luis Villalba Álvarez; David Rodríguez Nina; Alfredo Saavedra Alfaro; Ricardo Americo Apertile; Ricardo 63 Rubén Haro; Jorge Raúl Rodríguez Sotomayor (fs. 4403/17); copia de la resolución N° 143 del Juzgado de Instrucción de 7° Nominación Sec. 13 por la que se deniega el Habeas Corpus presentado a favor de Eduardo Juan Jensen (fs. 4418); copia del expediente tramitado en el Juzgado de Instrucción de 2° Nominación caratulado: “Habeas Corpus presentado por Amaro Luis Reyna en favor de Francisco Irineo Reyna” (fs. 4419/24); copia de las actuaciones labradas en el Juzgado de Instrucción de 2° Nominación – Poder Judicial de la Pcia. de Cba., con motivo de la privación ilegítima de la libertad donde resultara damnificado Hugo Estanislao Ochoa (fs. 4425/94); informe del Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba, aportando datos en relación a la denuncia formulada por Pablo José Chabrol c/ Empleados de la División de Informaciones de la Policía de la Provincia – Expte. N° 155-D (fs. 4495/506); copia del testimonio de Sara Solar de Osatinsky ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas – Geneve ante la desaparición de su hijo José, con fecha 6 de diciembre de 1983 (fs. 4557/8); copia del testimonio de Sara Solar de Osatinsky ante la CONADEP (Legajo N° 3967) (fs. 4559/60); copia de denuncia ante la CONADEP de Felix Roque Giménez (Legajo 7067) (fs. 4562/4): copia del Acta presentada por Domingo Eduardo Maorenzic (Legajo CONADEP G16) (fs. 4566); copia de documentación varia correspondiente a Graciela del Valle Maorenzic (Legajo CONADEP M 21) (fs. 4568/81); copia de documentación varia correspondiente a Reyna Francisco Irineo (Legajo CONADEP R 7) (fs. 4583/93); copia de documentación varia correspondiente a Miguel Angel Moran (Legajo CONADEP M 38) (fs. 4596/4602); copia de denuncia ante la CONADEP a favor de Oscar Domingo Chabrol (Legajo CONADEP CH 2) (fs. 4604/6); copia de denuncia ante la CONADEP a favor Juan Jose Chabrol (Legajo Conadep CH 3) (fs. 4607/10); copia de la denuncia ante la Conadep del Sr. Daniel Ernesto López (referida a Oscar Domingo Chabrol – Legajo CONADEP L 8) (fs. 4612); copia de documentación varia referida a José Miguel Ferrero y hermanos Chabrol (Legajo CONADEP F 1) (fs. 4614/25 ); copia de documentación referida a Miguel Angel Morini (Legajo CONADEP M 42) (fs. 4627/34); copia de documentación varia referida a Luis Ernesto Márquez (Legajo CONADEP M 7) (fs. 4636/44); copia de documentación referida a Hugo Estanislao Ochoa (Legajo CONADEP O5) (fs. 4646/51); copia de documentación varia referida a Miguel Hugo Vaca Narvaja (Legajo CONADEP V 5) (fs. 4653/70); copias de los autos “ Morán, Miguel Angel – Hábeas Corpus en su favor” – Expte. N° 88/81, presentado ante el JF3 (fs. 4672/4); copia de Carpetas de la SIDE N° Caja Volumen 5 Año 1974/6 Caso Nro: 2384 y Caja Volumen 6, Caso 2709, correspondiente a Márquez, Luis Ernesto, respectivamente (fs. 4676/7); copia de Carpeta de la SIDE Caja Volumen N° 9, Caso 4466, correspondiente a Hugo E. Ochoa (fs. 4678); copia de Carpeta de la SIDE Caja Volumen N° 8, Casos 3790 y 3791 correspondiente a Chabrol Juan José y Oscar Domingo (fs. 4679/80); copia de los Memorandos de la Policía Federal Argentina – Delegación Cba. - Correspondiente al Año 1975 – Memorando DGI CD N° 143 del 11/8/75 (Personal del D2 detiene a Osatinsky / Maestro Vidal 1010); Memorando DGI CD N° 148 del 13/8/75 (Osatinsky); Memorando DGI CD N° 160 y 161 del 25/8/75 64 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 (Osatinsky); Memorando DGI CD N° 162 del 26/8/75 (Osatinsky); Memorando DGI CD N° 165 del 1/9/75 (Pujadas, Siriani, Osatinsky, Cepeda); Memorando DGI CD N° 181 del 15/9/75 (Secuestro ERP Jefe Personal de Transax); Memorando DGI CD N° 197 del 6/10/75 (Soldado Francisco Reyna y Osatinsky); Memorando DGI CD N° 205 del 21/10/75 (Chabrol y Ferrero); Memorando DGI CD N° 227 del 27/10/75 (Comando Libertadores de América); Memorando DGI CD N° 971 del 12/11/75 (Comando Libertadores de América); Memorando DGI CD N° 322 del 15/12/75 (Muerte de Estudiantes Bolivianos, Peruano y Argentinos); Memorando DGI CD N° 325 del 19/12/75 (Muerte de Estudiantes Bolivianos, Peruano y Argentinos) y del Año 1976 Memorando DGI CD N° 49 del 17/2/76 (Osatinsky y Mendizábal); Memorando DGI CD N° 55 del 18/2/76 (Gómez, Maorenzic, Jensen, Pietragalla, Ferrero y Chabrol); Memorando DGI CD N° 74 del 26/2/76 (Solicitada del Partido Comunista); Memorando DGI CD N° 82 del 3/3/76 (Mendizábal) y Memorando DGI CD N° 94 del 5/3/76 (Comando Libertadores de América) (fs. 4682/4772); fotocopia de la ficha correspondiente a Roque Félix Giménez obrante en el Bibliorato “Subversivos” de la Policía Federal Argentina (fs. 4774); copia del USO OFICIAL testimonio de Carlos Raimundo Moore presentado en San Pablo - Brasil, el 15 de noviembre de 1980 (fs. 4777/4805); copia del testimonio de Cecilia Beatriz Suzzara ante la Cámara Federal, de fecha 26/3/1987 (fs. 4808/12); copia de testimonios de Teresa Celia Meschiati (fs. 4814/56); copia del testimonio de Liliana Beatriz Callizo prestada ante la Embajada de la Rep. Arg. en España - 4 de abril de 1984 (fs. 4857/4938); copia de la declaración indagatoria a Juan Bautista Sasiaiñ prestada ante el JF1, con fecha 4 de julio de 1984 (fs. 4954/58); copia de Resoluciones del JF3 en autos “Averiguación de Enterramientos Clandestinos...” de fecha 1° de agosto de 2005 – N° 218/2005 correspondiente a la identificación de los restos de Hugo Estanislao Ochoa y de fecha 1° de marzo de 2007, N° 42/2007 correspondiente a la identificación de los restos de Eduardo Juan Jensen, respectivamente (fs. 4966/71); copia del testimonio de Piero Di Monte presentado ante el Consulado Gral. de la República Argentina en Milán- Italia, con fecha 27/4/1984 (fs. 4986/5087); copia de la declaración de Octavio Severo Cuello ante el Cónsul Gral. de España (fs. 5094/97); copia de la nómina de detenidos y sus causas confeccionadas por el D2 de fecha 11/08/75, 19/02/76 y dos sin fecha (bibliorato reservado para “Pérez Esquivel...” (fs. 5100/4); copia de la Carpeta SIDE- Casos 1/11 – Caso N° 10 – Sgto. Kent- fs. 3 – Jensen – Saucedo- Pietragalla- Chabrol- Ferrero- Toranzo (reservada para “Pérez E...) (fs. 5105); copia del Legajo Subsecretaría de DDHH N° 2577 correspondiente a Eduardo Jensen (reservada para “Perez Esquivel...)” (fs. 5107/10); copia de la resolución del Juzgado Federal N°3 en la causa “Averiguación de Enterramientos Clandestinos...” de fecha 27/8/2003 correspondiente a la identificación de los restos de Horacio Miguel Pietragalla (fs. 5111/15); copia de la Ficha Subversiva de la Policía Federal Argentina correspondiente a Moore Carlos (fs. 5117); copia del Legajo de Identidad N° 1523 correspondiente a Moore C. (fs. 5119/37); copia de los certificados de defunción NN masculinos correspondientes a Pietragalla y Jensen (autos “Averiguación de 65 Enterramientos...”) (fs. 5138/40); fotocopias de las Carpetas de Prueba N° 532 y 4210 correspondiente a Pablo José Chabrol (fs. 5155/73); copia de los Memorandos de Policía Federal Arg. – Delegación Cba. referentes a la “Reunión de la Comunidad Informativa” de 10 de diciembre (DGI Cd 220 “R”) y 15 de diciembre de 1975 ( DGI Cd. N° 223 “R”); de fecha 7 de abril ( DGI Cd. N° 34 “R”), 13 de abril (DGI Cd. N° 40 “R”), 21 de abril ( DGI Cd. N° 47 “R”) y 27 de abril de 1976 (DGI Cd. N° 50 “R”) (fs. 5177/88); copia del Legajo CONADEP N° 4218 correspondiente a Miguel Hugo Vaca Narvaja ( P.) (fs. 5195/5204); copia de la carátula de los autos “Tello Biscayart...” y del libro de guardia de la Seccional 7°, de fecha 25/4/76 al 23/5/76 (Vaca Narvaja P.) (fs. 5214/16); copia del certificado del Libro de la Morgue N° de Entrada 458 “restos humanos” – (cabeza de Vaca Narvaja P.) (fs. 5217); copia del oficio y respuesta del Archivo General del Poder Judicial de la Pcia. de Cba. solicitando causa de fecha 12/5/76 ante el Juz. de Instr. 3° por hallazgo de fecha 11/5/76 de un cráneo humano (Vaca Narvaja P.) (fs. 5218/19); copia de recortes periodísticos – diario “La Opinión” 11/3/76 y “La Nación” 11/3/76 (Vaca Narvaja P.) (fs. 5220/24); copias del libro de novedades de la guarida de la Comisaría Seccional 7° de la Policía de la Pcia. de Cba. – período 26/2/76 al 23/3/76 y de otro similar del período 23/3/76 al 23/4/76 (Félix Roque Giménez y Vaca Narvaja P.) (fs. 5236/47); informe de la Secretaría Electoral correspondiente a: Albrieu, Carlos Alberto; Ferrero, José Lorenzo; Ochoa, Aurelia; Albrieu, Hugo Ricardo; Chabrol, Pablo José; López, Daniel Ernesto; Maorenzic, Domingo Eduardo; Pereira Miryam; Roque de Allende, Humberto Francisco; Haro, Francisco Antonio; Reyna Gómez, Ricardo Amaro; Cabral, Elena Ramona; Reyna, Amaro Luis; Machado Roberto; De la Vega, Isabel; Gimenez, Ramona; Pérez, Guillermina Rosario; Francel, María Amelia, relativos a su N° de D.N.I., domicilio, si ha fallecido o no, etc. (fs. 5261/67); copia de los autos “ C/ Toranzo Arnaldo Inginio y Otros p.ss.aa. Asociación Ilícita Calificada e Infracción Ley 20.840” Expte. 10-T-75, tramitados en el Juzgado Federal N° 1 - (Miguel Angel Moran – desaparecido el 14/10/75; Maorenzinc Graciela del Valle – declaración de Mirta Cristina Moran – Raúl Argentino Toranzo; Filiz Antonio; Galván Mario Alfredo; Calixto Luis Flores; Pedro Américo Romano; Eduardo Oscar Saine; José María Ticera; Miryan Pereyra de Morán) (fs. 5281/300 ); fotocopias del expediente “C/ Toranzo, Arnaldo Inginio y Otros p.ss.aa, Asociación...” – Expte. N° 10-T75 (fs. 5311/16); copia de nóminas de detenidos y sus causas confeccionadas por el Dpto. de Informaciones Policiales de la Pcia. de Cba. (Eduardo Juan Jensen) (fs. 5317/24); foja N° 277/8 del Libro de Novedades de Guardia de la Seccional 7° de la Policía de la Provincia (fs. 5325); informe del Comando del III Cpo. del Ejército elevado al Estado Mayor (fs. 5331/33); informe de la Secretaría Electoral relativo a datos y domicilio de: Irma Reynoso de Morini, Gonzalo Vaca Narvaja, Isabel de la Vega, Alicia Heredia, Adolfo Oscar Alonso, Eduardo Oscar Saire, José María Tissera, Mirian Cristina Moran, José Exequiel Jensen, Roberto Machado y una persona de sexo masculino de apellido “Garay” y oficio diligenciado (fs. 5334/45); copia de Informe Estrictamente Confidencial y Secreto DGI cd. 102 S/I, de fecha 11/3/76 (Colegio de Abogados de Cba. repudia secuestro de 66 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 María Amparo Fischer y Hugo Vaca Narvaja) (fs. 5357); informe del Archivo General del Poder Judicial de la Pcia. de Cba. remitiendo copias certificadas correspondientes a las actuaciones “Vaca Narvaja Miguel H. – Ausencia p/ presunción de fallecimiento” (fs. 5359/60); informe del Sr. Cónsul de la República de Bolivia Hugo Guzmán Iturri (Masacre Estudiantes Bolivianos, Peruanos y Arg. – Declaración de Cornelio Saavedra, Hermano de Alfredo Saavedera Alfaro – Hechos – Aparición de los Cadáveres y repatriación de los restos) (fs. 5362/82); informe de la Sección Jefe de División y Retiros y Jubilaciones de la Policía de la Pcia., por el que se acompaña copia certificadas de los legajos de Arcidiácono y Laguarda (5383/86); copia del Legajo Conadep D8 correspondiente a Alicia De Cicco de Moukarsel (informe de Liliana B. Callizo) (fs. 5405/6); copia de la Carpeta de la Policía Federal nominada “Extranjeros, estudiantes y empleados de Córdoba” Expte. N° 37 – Tomo 2 (fs. 5408/17); copias de las páginas 35/7, 81/9, 142/53 del Libro “Yo fui Vargas El Antiterrorismo por dentro” (fs. 5427/34); informe de la Policía Federal (Arcidiacono y Laguarda elevado a la Dirección General de Personal – División Retiros y Jubilaciones) (fs. 5449); copia del Cuadernillo de Memorandos de la Policía Federal, titulado USO OFICIAL “Memorandos Reservados” – Año 1975 *DGI cd N° 37 y 38 “R” de fecha 21 de febrero de 1975 – DGI cd N° 175 “R” de fecha 15 de Octubre de 1975 – DGI cd N° 137 de fecha 23 de octubre de 1975 – DGI cd N° 185 “R” de fecha 24 de octubre de 1975 – DGI cd N° 231 “R” de fecha 23 de diciembre de 1975 (Reunión de la Comunidad Informativa, Mirian Cristina Moran) (fs. 5453/70); copia de ficha de la Policía Federal Argentina correspondiente a Miguel Hugo Vaca Narvaja (Bibliorato Subversivos Letra “V”) (fs. 5471); hojas nros. 224, 228, 230 y 247 del Libro de la Morgue Judicial (Marcos Osatinsky; NN masculinos: Jensen y Pietragalla; Haro, Apertile, Salinas Burgos, Rodríguez Nina, Lehustev, Rodríguez Sotomoyor, Villalba Alvarez, Saavedra Alfaro y Moreira Sánchez; Restos Humanos: Miguel Hugo Vaca Narvaja) (fs. 5472/6); informe de la la División Retiros y Jubilaciones de la Policía Federal relativos a legajos de Ignacio Juan Arcidiacono y Francisco Laguarda (fs. 5478/81); copia del informe de la UNC, Facultad de Arquitectura, relativo al hecho de los estudiantes Bolivianos (fs. 5483/88); informe de la Secretaría Electoral (hecho: estudiantes bolivianos) (fs. 5489/91); informe de la Policía Pcia. Cba. en relación a los prontuarios y otro tipo de documentación referida a los estudiantes bolivianos (se menciona participación de la Secc. 10° y que los prontuarios están microfilmados) (fs. 5497/503); informe del Ejercito Argentino en relación a Félix Roque Giménez y Miguel Angel Morini Reynoso (fs. 5504/6); 5510/1 – se recibe oficio diligenciado de la Municipalidad de Cba. ( no figuran inscriptas las partidas de defunción de los estudiantes bolivianos, peruano y argentinos); informe de la Policía de la Pcia. de Cba. (se informa que en el Departamento Información Criminal no obran registros documentales referidos a la organización interna del D2 en el período 1975 a 1983) (fs. 5512/26); informe de la Secretaría General de la Policía de la Pcia. de Cba. (señala quienes fueron los Jefes y los períodos de las Subjefaturas de la Policía de Córdoba en el período comprendido entre 1975 a 1983 y, con respecto al Departamento de Informaciones D2 (fs. 67 5527); copia del Orden del Día de la Policía de la Provincia – Ministerio de Gobierno N° 3270 (Ley 5192/70 – Creación del D2) (fs. 5528/32); copia del Orden del Día de la Policía de la Provincia – Ministerio de Gobierno N° 5403 (Ley 6295/79 – modifica parcialmente la estructura orgánica de la Policía, el D2 pasó a llamarse Jefatura 2 de Inteligencia) (fs. 5533); copia de los arts. 28° a 37° de la Ley 6701/82 (fs. 5537); informe del Departamento Administración de Personal y del Director de Relaciones Humanas y Labores (fs. 5538/42); informe del Ejército Argentino (hecho: el legajo N° 2294 correspondiente a Francisco Irineo Reyna Gómez fue elevado el 04/08/87 por Expte. Cde 1663 al Juzgado Penal de Turno de la pcia. de Cba.) (fs. 5555/7 ); copia del testimonio de Juan Carlos Lona prestado ante el Juzgado Federal N° 1 en los autos “CONADEP– Formula Denuncia sobre la muerte de Amelia Nélida Insaurralde” – Expte. N° 17-C.84 (fs. 5559/61); copia de la Resolución de fecha 21/3/2003 – N° 51/2003 dictada en los autos “Incidente de Nulidad e Inconstitucionalidad planteada por Horacio Verbitsky y María Elba Martínez en contra de las leyes 23.492 y 23.521” – Expte . N° 9. 481 (fs. 5562/69); copia de fs. 1,2, 5/8 y carátula del Expte. “Yung, Ricardo Alberto – Habeas Corpus a su favor y revisación médica a su favor” – Expte. 1-Y-75 (fs. 5570/77); copias de fs. 1/11 y carátula del expte. “De Breuil Néstor E. – Habeas Corpus a su favor y revisación médica a su favor” – Expte. 17-B-75 (fs. 5578/90); copia de la Carpeta SIDE Caja 4 Caso N° 1520 correspondiente a Marcos Osatinsky (fs. 5591/93); copia de las fs. 60/vta., 117/vta., 211/16, 219/42 y 244/5 y carátula de los autos “C/Fidelman Diana Beatriz y otros p.ss.aa. Asociación Ilícita Calificada, Tenencia de Armas y munición de guerra, tenencia de explosivos e infracción a la ley 20.840” – Expte. N° 53-F-75 (fs. 5597/633); copia del informe del JFN° 3 respecto de funciones, datos filiatorios, licencias correspondientes a personal de inteligencia (fs. 5644/5); copia de la partida de defunción de Juan Antonio Tissera (fs. 5646); se recibe informe diligenciado de la Policía de la Provincia , sobre constancia de servicio de Vallejos y legajos de Bornancini, Gallego, Paez, Nieto, Grandi, Olmos, Bini, Cerutti, Olmos y Navarrete (fs. 5649/56); copia de la partida de defunción de Juan Bautista Sasiaiñ (fs. 5659); oficio remitido por el Registro Civil de la Municipalidad de Córdoba acompañando la partida de defunción de Ricardo Américo Apertile (fs. 5662/5); copia de la hoja 222 del Libro de la Morgue Judicial sobre Osatinsky; copia del informe de calificación, años 1974/5 – 75/76 correspondiente a Luciano Benjamín Menéndez (fs. 5669/74); copia del informe de calificación Año 1975/6 correspondiente a José Rogelio Villarreal (fs. 5675/79); copia del informe de calificación de los años 1974/5 – 75/76 correspondiente a Oscar Inocencio Bolasini (fs. 5680/90); copia del informe de calificación Año 1974/75 – 75/76 correspondiente a Hermes Oscar Rodríguez (fs. 5691/702); copia del informe de calificación Año 1974/75 – 75//6 correspondiente a Luis Gustavo Diedrichs (fs. 5703/14); copia del informe de calificación Año 1974/5 – 75/76 correspondiente a Luis Alberto Manzanelli (fs. 5715/26); copia del informe de calificación Año 1974/5 – 75/6 correspondiente a Héctor Pedro Vergéz (fs. 5727/36); copia del informe de calificación Año 1974/5 – 75/6 correspondiente a Carlos José González (fs. 5737/46); copia del informe 68 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 de calificación Año 1974/5 – 75/6 correspondiente a José Hugo Herrera (fs. 5747/58); copia del informe de calificación Año 1975/6 correspondiente a Ernesto Guillermo Barreiro (fs. 5759/62); copia del informe de calificación Año 1974/5 – 75/6 correspondiente a Carlos Enrique Villanueva (fs. 5763/75); copias de la nota de fecha 6/11/76 del Capital Luis G. Diedrichs al Jefe de Destacamento 141 y de la nota de fecha 30/4/77 del Tte. 1° Ernesto G. Barreiro al Comandante en Jefe de Ejército, respectivamente (fs. 5777/81); copia del legajo de Eduardo Grandi (fs. 5782/96); copia del legajo personal de Bini Alfredo (fs. 5798/808); copia del legajo personal de Miguel Angel Gómez (fs. 5809/19); copia del legajo personal de Marcelo Luna (fs. 5820/35); copia del legajo personal de Carlos Hugo Villarruel (fs. 5836/51); copia del legajo personal de Ricardo Cayetano Rocha (fs. 5852/64); copia del legajo personal de Yamil Jabour (fs. 5865/82); copia del legajo personal de Miguel Angel Serrano (fs. 5883/98); copia del legajo personal de Antonio Mateo Garay (fs. 5899/912); copia del legajo personal de Herminio Jesús Antón (fs. 5913/27); copia del legajo personal de Mirta Graciela Antón (fs. 5928/44); copia del legajo personal de Ricardo Luis Merlo (fs. 5945/59); copia del legajo personal de Antonio Filiz USO OFICIAL (fs. 5960/76); copia del legajo personal de Italo Ruben Bossina (fs. 5977/90); copia del legajo personal de Fernando Andrés Pérez (fs. 5992/6006); copia del legajo personal de Carlos Alfredo Yanicelli (fs. 6007/21); copia del legajo personal de Calixto Luis Flores (fs. 6022/36); copia del legajo personal de José Raúl Buceta (fs. 6037/50); copia del legajo personal de Benjamín A. Rivas Saravia (fs. 6051/57); copia del legajo personal de Fernando José Esteban (fs. 6058/68); copia del legajo personal de Armando Luis Torres (fs. 6069/78); copia del legajo personal de Juan Eduardo Ramón Molina (fs. 6079/93); copia del legajo personal de Américo Pedro Romano (fs. 6094/110); copia del legajo personal de Raúl Pedro Telleldín (fs. 6111/25); copia del legajo personal de Saúl A. Pereyra (fs. 6126/30); copia del legajo personal de Juan Carlos Cerutti (fs. 6131/50); copia del legajo personal de Alberto Luis Lucero (fs. 6151/60); copia del legajo personal de Miguel Angel Colazo (fs. 6161/73); copia del legajo personal de Exequiel Mendez Verduguez (fs. 6174/82); copia del legajo personal de Hugo Cayetano Britos (fs. 6183/92); copia del legajo personal de Argentina del Carmen Mercado de Pereyra (fs. 6194/206); copia del legajo personal de Miguel Angel Brochero (fs. 6207/10); copia del legajo personal de Alberto Luis Choux (fs. 6211/19); copia del legajo personal de Américo Domingo Arguello (fs. 6220/27); copia del legajo personal de Ernesto Julio Ledesma (fs. 6228/46); copia del legajo personal de Luis Vazquez (fs. 6247/55); original del expediente caratulado “Familia Pujadas s/ Averiguación de Ilícito” – Expte. N° 28/06 (“Sumario con motivo del hallazgo de los cadáveres de Jose María Pujadas Valls...”) (fs. 6258/6570); copia del Auto Interlocutorio N° 1117 del Poder Judicial de la Provincia de Cba. “Pujadas Valls José María y Otros – Declaratoria de Herederos” (fs. 6572/3); copia del Memorando de la Comunidad Informativa (DGI CD N° 512/S.I., de fecha 3 de diciembre de 1974 – Flia. Pujadas – allanamiento de la finca) (fs. 6804/8); copia del oficio remitido por el Dr. Raúl Zunino al Juzgado Federal N° 1, de fecha 3/12/1974 (fs. 6810); copia del Memorando 69 reservado de la Policía Federal Argentina – Delegación Córdoba – de fecha 10 de diciembre de 1975 (DGI ed N° 220) (fs. 6831/33); copia del Memorando reservado de la Policía Federal Argentina – Delegación Cba., de fecha 15/12/1975 (DGI cd N° 223) (fs. 6835); copia de la declaración de Osvaldo Alberto Riera, proveniente del Juzgado Federal N° 2 (fs. 6837); copia del Memorando reservado de la Policía Federal – Delegación Córdoba de fecha 27/8/1975 (DGI cd N° 164 S.I.) (fs. 6845/6); copia de los Memorandos reservados de la Policía Federal Argentina – Delegación Cba- de fecha 22/12/75 (DGI cd N° 330 S.I.) (fs. 6848/50); copia del informe de calificación Año 1974/5 correspondiente a Luciano Benjamín Menéndez (fs. 6853/58); copia del informe de calificación Año 1974/5 correspondiente a Hermes Oscar Rodríguez (fs. 6860/65); copia del informe de calificación Año 1974/5 - 1975/6 correspondiente a Héctor Pedro Vergéz (fs. 6867/78); copia del informe de calificación Año 1974/5 – 1975/6 correspondiente a Luis Alberto Manzanelli (fs. 6882/93); copia del informe de calificación Año 1974/5 – 1975/6 correspondiente a José Hugo Herrera (fs. 6895/905); copia del informe de calificación desde el 1° de octubre de 74 al 30 de septiembre de 75, correspondiente a Miguel Angel Serrano (fs. 6907/14); copia del informe de calificación desde el 1° de octubre de 74 al 30 de septiembre de 75, correspondiente a Ricardo Cayetano Rocha (fs. 6916/23); copia del informe de calificación desde el 1° de octubre de 74 al 30 de septiembre de 75, correspondiente a Carlos Alfredo Yanicelli (fs. 6925/33); copia del informe de calificación desde el 1° de octubre de 74 al 30 de septiembre de 75, correspondiente a Fernando Andrés Pérez (fs. 6935/44); informe de la Gerencia de Requerimientos Judiciales (respecto de un número de teléfono que pertenece a una tal Teresa Inés Rodríguez, pero no coincide el n° de DNI con la testigo buscada) (fs. 6990); informe de la Jefatura de Policía de Cba., relativo a datos de la C.I. 6.569, correspondiente a Rafael Ricciardi (fs. 6991/5); copia de los autos caratulados “Moore Carlos Raymundo s/ Evasión” – Expte. N° 401 (fs. 7020/37); copia de un certificado médico correspondiente a Luis G. Diedrichs (fs. 7050); informe de la Caja de Jubilaciones y Retiros de Córdoba, relativo a Ricardo Luis Merlo, Alberto Luis Choux, Ernesto Julio Ledesma, Américo Domingo Arguello, Eduardo Grandi, Alfredo Bini, Juan Carlos Cerutti y Antonio Filiz (fs. 7070/2), copia de la causa “Luis Artenio Reinaudi, y otros s/ denuncia” Expte. 50/06 remitido por el Ministerio Publico (fs. 7073/6); oficio del Ejército Argentino, en relación al legajo personal de Carlos César I. Delia Larocca (fs. 7077); copia de la denuncia tramitada en la Fiscalía Federal N° 3 caratulada “Di Rienzo, Gloria Alicia S/ Denuncia” – Expte. N° 44/06” relativa a actuaciones llevadas a cabo en el Juzgado del Dr. Miguel Angel Puga caratuladas: “Romero, Carlos Rodolfo; Gorosito, Mauro Presentación; Gorosito, Ana María; Di Rienzo, Gloria Alicia; Salvador de Franciscetti, Liliana Lucía M. y López Muñoz, Luisa p.ss.aa. Asociación Ilícita e Infracción a la Ley 20.840 (fs. 7150/8951); copia del informe del Registro Nacional de Reincidencia correspondiente a Morard Emilio (fs. 9015/6); copia del informe del Registro Nacional de Reincidencia correspondiente a Menéndez Luciano Benjamín (fs. 9017/52 ); copia del informe del Registro Nacional de Reincidencia correspondiente a Quijano, Luis Alberto Cayetano (fs. 70 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 9053/56); copia del informe del Registro Nacional de Reincidencia correspondiente a Lardone, Ricardo Alberto Ramón (fs. 9057/64); copia del informe del Registro Nacional de Reincidencia correspondiente a Acosta, Jorge Exequiel (fs. 9065/70); copia del informe del Registro Nacional de Reincidencia correspondiente a Vergéz, Héctor Pedro (fs. 9071/74); copia del informe del Registro Nacional de Reincidencia correspondiente a Díaz, Carlos Alberto (fs. 9075/80); copia del informe del Registro Nacional de Reincidencia correspondiente a Barreiro Ernesto Guillermo (fs. 9081/2); copia del informe del Registro Nacional de Reincidencia correspondiente a Rodríguez, Hermes Oscar (fs. 9083/89); copia del informe del Registro Nacional de Reincidencia correspondiente a Herrera, José Hugo (fs. 9090/1); copia del informe del Registro Nacional de Reincidencia correspondiente a Romero, Héctor Raúl (fs. 9092/3); copia del informe del Registro Nacional de Reincidencia correspondiente a López, José Arnoldo (fs. 9094/5); copia del informe del Registro Nacional de Reincidencia correspondiente a Diedrichs, Luis Gustavo (fs. 9096/98); copia del informe del Registro Nacional de Reincidencia correspondiente a Manzanelli, Luis Alberto (fs. 9099/102); copia del escrito de la Jefatura de Policía, y legajo USO OFICIAL de Personal del Ex. Oficial Ayudante Raúl Eduardo Díaz (fs. 9106); informe del Registro Civil de las Personas, acompañando partida de defunción de Ernesto Julio Ledesma (fs. 9107/11); informe de la Secretaría Electoral relativo al domicilio y/o fallecimiento de Merlo, Arguello, Choux, Grandi, Bini, Cerutti, Filiz, Contreras, Torresi y Pérez (fs. 9116/19); informe del Ejército Argentino remitiendo el Legajo de Barreiro Ernesto G. (fs. 9127/28); informe de la Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de Córdoba, sobre Arguello, Choux, Grandi, Bini, Cerutti, Filiz (fs. 9130/36); copia de documentación varia correspondiente a Francisco Irineo Reyna, presentada por su hermana Clara Mercedes (fs. 9137/65); copia de la constancia obtenida del Padrón Nacional de Electores Masculinos correspondiente a Gerban Ramón Arcángel y Gerban Julio Alberto (fs. 9170/1); copia del “Informe Remitido por Comisión Provincial de la Memoria” (Expte N° 84/07) y documentación varia referida a sumarios: “Policía de la Provincia de Cba – Departamento Judicial – División Criminalistica – Expte N° 2823 (Víctima Hector Acosta Pueyrredón) y “Policía de la Provincia de Córdoba Comisaría Distrito 5° Villa Allende Sumario N° 58 (Damnificado Marcelo Jose Di Ferdinando) (fs. 9173/20); documentación acompañada por el Área Archivo del Poder Judicial de la Provincia referida a: Héctor Acosta Pueyrredón (fs. 9227/38); copia del Habeas Corpus presentado por el Dr. Mario Ramallo Ratti a favor de Daniel Arnaldo Barrionuevo” remitido por el Juzgado de Instrucción Tercera Nominación y conservado en el Centro de Documentación Histórica del Archivo Judicial de la Pcia. de Cba. Caja N° 9 Expediente N° 2 (fs. 9239/44); documentación correspondiente a: “Habeas Corpus presentado por Amaro Luis Reyna a favor de Francisco Irineo Reyna “ remitido por el Juzgado de Instrucción Segunda Nominación y conservado en el Centro de Documentación Histórica de este Archivo en Caja N° 7 Expediente N° 1 (fs. 9246/51); copia de documentación correspondiente a Hector Acosta Pueyrredón obrantes en los autos oficio remitido por la Sra. Fiscal Federal N° 3, Dra. Graciela López de 71 Filoñuk, en autos: “Informe remitido por la Comisión Provincial de la Memoria s/ informe” (Expte. N° “O” 37/08), que se tramitan por ante la Secretaría Penal del Tribunal Superior de Justicia (fs. 9268/ 78); informe de la Secretaría Electoral, relativo a Acosta Pueyrredón Alberto y Acosta Pueyrredón Fernando (fs. 9281/82); copia del memorando de la Policía Federal Argentina DGI CD N° 220 “R” de fecha 10 de diciembre de 1975 referida a: “Temas abordados en reunión de la Comunidad Informativa” (fs. 9284/86); copia del memorando de la Policía Federal Argentina DGI cd N° 223 “R” de fecha 15 de diciembre de 1975 referida a: “Integración y puesta en marcha del grupo Interrogador de Detenidos ( G.I.D.) (fs. 9288); copia del memorando de la Policía Federal Argentina DGI cd N° 165 S.I. de fecha 1° de septiembre de 1975 referida a: “Panorama Mensual correspondiente al mes de Agosto del año 1975” (fs. 9290/300); copia del memorando de la Policía Federal Argentina DGI cd N° 166 S.I. de fecha 4 de septiembre de 1975 referida a: “Atentan con armas de fuego contra la guardia de la Empresa Transax en Córdoba” (fs. 9302/3); copia del memorando de la Policía Federal Argentina DGI cd N° 178 S.I. de fecha 11 de septiembre de 1975 referida a: “Distribuyen en fábrica Transax panfletos refrendados por las “Fuerzas Armadas Peronistas” (fs. 9305/307); copia del memorando de la Policía Federal Argentina DGI cd N° 189 S.I. de fecha 18 de septiembre de 1975 referida a: : “Distribuyen en fábrica Transax panfletos refrendados por el “ERP” donde menciona el secuestro de Julio Cesar Andres (fs. 9309/10); copia del memorando de la Policía Federal Argentina DGI cd N° 330 S.I. de fecha 22 de diciembre de 1975 referida a: “Artefacto Explosivo, frente Dirección General de Administración de la Policía de Córdoba” (fs. 9312/13); informe de la Sub-Área del Archivo Judicial y Administrativo del Poder Judicial de la Pcia. de Cba. (fs. 9315/6); copia de la declaración prestada por Juan Carlos Lona de fecha 27 de junio de 1984 ante la Cámara Federal de Cba. obrante a fs. 69/70 de los autos: “Comisión Nacional sobre la desaparición de personas – formula denuncia sobre la muerte de Amelia Nélida Insaurralde” (Expte. N° 17-C-84) (fs. 9318/9); copia de la nota del Capitán Luis Gustavo Diedrichs dirigida al Jefe de Destacamento de Inteligancia 141 de fecha 6 de noviembre de 1976 y la nota del Tte. 1° Ernesto G. Barreiro dirigida al Comandante en Jefe del Ejército, de fecha 30 de abril de 1977 (fs. 9321/24); copia de la declaración indagatoria prestada por Juan Bautista Sasiaiñ obrante a fs. 88/91 y 93 de los autos: “Comisión Nacional sobre la desaparición de personas – formula denuncia sobre la muerte de Amelia Nélida Insaurralde” - Expte. N° 17-C-84 (fs. 9326/30); copia de la declaración testimonial prestada por Ana Beatriz Iliovich de fecha 29 de junio de 1998 ante el Cónsul Gral. de España en Córdoba (fs. 9332/47); copia de la declaración efectuada por Carlos Raimundo Moore prestada en San Pablo – Brasil – de fecha 21 de noviembre de 1980 (fs. 9352/83); copia de la declaración testimonial prestada por Liliana Beatriz Callizo, de fecha 18/6/97 ante el Juzgado Central de Instrucción N° 5, Audiencia Nacional Madrid y ante el Consulado General de la Rep. Argentina en Madrid, España, de fecha 5/8/85 (fs. 9386/401); copia de la declaración testimonial prestada por Teresa Celia Meschiati ante el Juzgado Central de Instrucción N° 5 Audiencia Nacional Madrid, de fecha 20/3/1997 (fs. 72 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 9488/91); copia de la declaración de Teresa Celia Meschiati, Legajo CONADEP 4279 (fs. 9492/530); copias de la declaración testimonial prestada por Piero Italo Di Monte ante el Consulado General de la Rep. Argentina en Milán, Italia, de fecha 27 de abril de 1984 (fs. 9536/76); copia de la declaración prestada por Piero I. Di Monte prestada ante el Juzgado Federal N° 3, con fecha 6 de mayo de 2003 (fs. 9577/87); copia de la declaración testimonial prestada por Graciela Susana Geuna ante la Embajada de la Rep. Argentina en Berna, Suiza, de fecha 1/8/85 (fs. 9591/5); copia de la declaración testimonial prestada por Graciela Susana Geuna obrante a fs. 5/93 de los autos “Geuna Graciela Susana S/denuncia” Expte: Letra 3.J-4- N° 35 (fs. 9596/641); copias de la declaración testimonial prestada por Graciela Susana Geuna obrante a fs. 1715/1806 de los autos “Conadep f/ denuncia por apremios ilegales, homicidio (La Perla) (Expte. 3-J-4-1008/3 Libro 26) (fs. 9642/735); copias de la Nota N° 1415 y N° 2354 sobre Informe de autopsia del cadáver de Marcelo Di Ferdinando, y de la Nota N° 2387 remitidas por el Juzgado Federal N° 1 (fs. 9736/40); copia de memorando de la Policía Federal Argentina – Delegación Córdoba- referente a: Panorama Mensual mes de septiembre año 1975 (DGI CD N° 197 s.i.) (fs. 9741/50); copia USO OFICIAL obrante en la Carpeta “Subversivos” Letra C M.I. 10.043.739 de la Policía Federal correspondiente a Canfaila Luis (fs. 9754/5); copia obrante en el Legajo CONADEP D 3 correspondiente Duarte José Alfredo (fs. 9756/76 ); copia obrante en Legajo CONADEP R 20, correspondiente a Rodríguez Jorge Oscar (fs. 9777/9); copia obrante en Legajo CONADEP R 3, correspondiente a Ribero Vicente Manuel (fs. 9780/2); copia obrante en Documentación SIDE caja N° 1 año 1974/6 N° 0465 correspondiente a Barrionuevo Daniel (fs. 9783/84); informe remitido por la Sub-Área Archivo Judicial y Administrativo – Área Archivo del Poder Judicial de la Provincia de Córdoba (fs. 9785/6); copia obrante en la Carpeta “Subversivos” Letra C M.I. 10.043.739 de la Policía Federal correspondiente a Canfaila Luis (fs. 9754/5); copia obrante en el Legajo CONADEP D 3 correspondiente a Duarte Jose Alfredo (fs. 9756/76); copia obrante en Legajo CONADEP R 20, correspondiente a Rodríguez, Jorge Oscar (fs. 9777/9); copia obrante en Legajo CONADEP R 3, correspondiente a Ribero, Vicente Manuel (fs. 9780/2); copia obrante en Documentación SIDE caja N° 1 año 1974/6 N° 0465 correspondiente a Barrionuevo, Daniel (fs. 9783/84); copia de fs. 22 del Libro de la Morge del Hospital San Roque, relativo a constancias de José Ricardo Cepeda, Héctor Acosta Pueyrredón y Marcelo Di Ferdinando (fs. 9788); copia del Legajo Personal de Miguel Angel Colazo (fs. 9793/804); copia del Legajo Personal de Juan Eduardo R. Molina (fs. 9805/19); copia del Legajo Personal de Américo Pedro Romano (fs. 9820/42); copia del Legajo Personal de Raúl Pedro Telleldín (fs. 9843/52); copia del Legajo Personal de Juan Carlos Cerutti (fs. 9853/72); copia del Legajo Personal de Alberto Luis Lucero (fs. 9873/82); copia del Legajo Personal de Exequiel Mendez Verduguez (fs. 9883/92); copia del Legajo Personal de Armando Luis Torres (fs. 9893/901); copia del Legajo Personal de Fernando José Esteban (fs. 9902/10); copia del Legajo Personal de Jose Raul Buceta (fs. 9911/24 ); copia del Legajo Personal de Calixto Luis Flores (fs. 9925/38); copia del Legajo Personal de Carlos Alfredo Yanicelli 73 (fs. 9939/53); copia del Legajo Personal de Fernando Andrés Pérez (fs. 9954/67); copia del Legajo Personal de Italo Ruben Bossina (fs. 9968/81); copia del Legajo Personal de Antonio Filiz (fs. 9982/98); copia del Legajo Personal de Ricardo Luis Merlo (fs. 10.000/014); copia del Legajo Personal de Miguel Angel Serrano (fs. 10.015/30); copia del Legajo Personal de Antonio Mateo Garay (fs. 10.031/044); copia del Legajo Personal de Herminio Jesús Antón (fs. 10.045/059); copia del Legajo Personal de Mirta Graciela Antón (fs. 10.060/76); copia del Legajo Personal de Marcelo Luna (fs. 10.077/92); copia del Legajo de Carlos Hugo Villarruel (fs. 10.093/107); copia del Legajo Personal de Yamil Jabour (fs. 10.108/125); copia del Legajo de Ricardo Cayetano Rocha (fs. 10.126/138); copia del Legajo de Miguel Angel Gómez (fs. 10.139/151); copia del Legajo de Alfredo Bini (fs. 10.152/162); copia del Legajo de Juan Carlos Damonte (fs. 10.163/172); copia del Legajo de Eduardo Grandi (fs. 10.173/186); copia del Memorando de la Policía Federal DGI CD N° 126/SI, de fecha 26 de marzo de 1976 (fs. 10.189/194); copia del Memorando de la Policía Federal DGI CD N° 16/SI, de fecha 16 de enero 16 de 1976 (fs. 10.195/200); copia de la Nómina de Detenidos y sus Causas de la Policía de la Provincia de Córdoba D2 obrantes en Carpeta N° 2 remitidas por el Juzgado Federal N° 1 sobre Barrionuevo, Daniel; Ríos Higinio; y Fantini, Néstor (fs. 10.203/206); copia del informe de calificación período 1974/5 y 1975/6 correspondiente a Luciano Benjamín Menéndez (fs. 10.211/219); copia del informe de calificación período 1974/5 y 1975/6 correspondiente a José Hugo Herrera (fs. 10.220/234); copia del informe de calificación período 1974/5 y 1975/6 correspondiente a Carlos José Gonzalez (fs. 10.235/246); copia del informe de calificación período 1974/5 y 1975/6 correspondiente a Hermes Oscar Rodríguez (fs. 10.247/258); copia del informe de calificación período 1974/5 y 1975/6 correspondiente a Luis Alberto Manzanelli (fs. 10.259/270); copia del informe de calificación período 1974/5 y 1975/6 correspondiente Ernesto Guillermo Barreiro (fs. 10.271/280); copia del informe de calificación período 1974/5 correspondiente a Luis Gustavo Diedrichs (fs. 10.281/286); copia del informe de calificación período 1974/5 correspondiente a Héctor Pedro Vergéz (fs. 10.287/292); copia de Memorando de la Policía Federal Argentina – Delegación Córdoba – Año 1976 DGI CD N° 11/SI – 14 de enero de 1976 (fs. 10.294/302); copia de documentación acompaña por Andrea Taborda sobre correo electrónico de Juan José Ávila e historia clínica de Silvia del Valle Taborda (fs. 10.318/323); copia de Memorandos de la Policía Federal Argentina – Delegación Córdoba DGI CD N° 37 SI, de fecha 28 de enero de 76 y DGI CD N° 41 de fecha 30 de enero de 1975 (fs. 10.339/360); copia de informes periodísticos relativos a los secuestros de Luis Ernesto Márquez y Pedro Finger (fs. 10.361/2); copia de causa: “Cepeda Sandra Edith s/ Denuncia” (Expte. N° 95/03) tramitados ante la Fiscalía N° 3 de Córdoba (fs. 10.363/378); copia de la declaración testimonial de Octavio Severo Cuello ante el Cónsul General de España y copia de fs. 30/40 de los autos “Urquiza Luis Alberto s/denuncia” (Expte. N° 8/06) (fs. 10.380/390); copia de la pág. 222 del Libro de la Morgue Judicial, relativo a José Ricardo Cepeda (fs. 10.394/395); copia del Memorando de la Policía Federal Argentina DGI CD N° 165 SI de fecha 1° de Septiembre de 1975 (fs. 74 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 10.399/419); copia del Informe N° 93-Y de fecha 23 de agosto de 1975 remitido por el médico forense del Poder Judicial de la Provincia de Córdoba al Sr. Juez Federal N° 1 – referente a la autopsia practicada a José Ricardo Cepeda (fs. 10.425/6); informe de la Secretaría Electoral relativo a Carlos Oyola MI N° 6.554.372 y Héctor Wamba (fs. 10.436/437); informe del Área Archivo del Poder Judicial de la Provincia de Córdoba respecto de Ceaglia, Hugo y Leiva, Silvia del Valle (fs. 10.439/441); copias de las fs. 2170 a 2180 del Cuerpo XI del Expte. 1-Q-84 relativo a Pedro Cipriano Finger (fs. 10.444/454); copia de documentación incorporada a los autos: “Rocío Jiménez Calderón s/ querella” Expte. 15-0 (Fiscalía Federal N° 3) y a los autos “Roció Jiménez Calderón Su Querella en autos Perez Esquivel Adolfo, Martínez María Elba Su presentación (9.481) – Expte. N° 11.541 ( Juzgado Federal N° 3) (fs. 10.456/587); copia de Memorando de la Policía Argentina – Delegación Córdoba – DGI CD N° 178 S.I. de fecha 14/09/74 (fs. 10.590/4); copia del informe del Juzgado Federal N°3 sobre datos filiatorios, función, destino, licencia, de Romero, Morard, Lopez, Lujan, Mañay, Ludueña, Lardone (fs 10.605/6); copia de la partida de defunción de Juan Antonio Tissera (fs. 10.607); copia de la estructura USO OFICIAL orgánica del D2-Informaciones durante el período 21/9 a 12/11 del año 1976 (fs. 10.619/20); copia del escrito de Urquiza en el cual se aportan nuevos elementos de valoración con motivo de la acusación que radicara en el Juzgado Federal N°3 el 3 de mayo de 2005 (fs. 10.621/24); informes del Poder Judicial de la Provincia de Córdoba – Área Archivo – relativos a González Maldonado, Silvia Susana; Palacios, Carlos Jerónimo; Rodríguez Jorge Oscar; Burns, Guillermo Tomás; Lozada Heredia, Alberto Isidro; y Hernández Hugo (fs. 10.628/9); datos impresos del Padrón Nacional de Electores Masculinos relativos a Herminio Eduardo Chabrol (fs. 10.667); copia de la partida de defunción correspondiente a Ricardo Luis Merlo, remitida por el Registro Civil de la Ciudad de Córdoba (fs. 10.669); informe del Registro General de Propiedad de la Provincia de Córdoba informando inhibición 4011 sobre Carlos Hugo Villarruel, por orden del JF3 en causa Tello Biscayart Marcelo Rodolfo s/averiguación de ilícito Expte. 12627 (fs. 10.674/5); copia de informe proveniente de la Dirección General del Registro Nacional de Reincidencia y Estadística Criminal, sobre condenas y procesos pendientes de Hugo Cayetano Britos, Raul Alejandro Contreras, Luis Alberto Choux, Juan Carlos Cerutti, Fernando Andrés Pérez, Ricardo Cayetano Rocha, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero, Calixto Luis Flores, Carlos Hugo Villarruel, Antonio Filiz, Mirta Graciela Antón, Herminio Jesús Antón, Miguel Ángel Gómez, Marcelo Luna, Carlos Alfredo Yanicelli, Yamil Jabour, Alfredo Bini, y Eduardo Grandi (fs. 10.677/95); copia de la documental acompañada al Registro General de Propiedad de la Provincia de Córdoba sobre la cancelación del embargo de Carlos Hugo Villarruel (fs. 10.696/700); copia de comunicación interna del Complejo Penitenciario Federal II – Marcos Paz (Buenos Aires), sobre la solicitud de comparendo efectuada por el Juzgado Federal N°3 de Córdoba al interno Héctor Pedro Vergéz de fecha 11 de noviembre de 2008 (fs. 10.711); informe del Registro Nacional de Reincidencia sobre antecedentes solicitados de Américo Domingo 75 Arguello y Carlos Cesar Delia Larocca (fs. 10.715/18); informe del Registro Nacional de reincidencia correspondiente a Hugo Cayetano Britos, Juan Carlos Cerutti, Alberto Luis Choux, Raul Alejandro Contreras, Herminio Jesús Antón, Alfredo Bini, Mirta Graciela Antón, Carlos Alfredo Yanicelli, Eduardo Grandi, Antonio Filiz, Yamil Jabour, Calixto Luis Flores, Carlos Hugo Villarruel, Juan Eduardo Ramón Molina, Marcelo Luna, Ricardo Cayetano Rocha, y Fernando Andrés Pérez (fs. 10.820/55); informe de la Secretaría Electoral y documentación sobre datos personales y último domicilio de Estela Maris Campos (no registra antecedentes), Susana Graciela Miranda de Duarte, Alberto Acosta Pueyrredón, Pedro Avelino Frontera, Marta Ofelia Ramírez de Finger, y Carlos Alejandro Fin. ger (10863/8); copia de fs. 39 de los autos “C/Funes José Cristian y Otros p.ss.aa. Asociación Ilícita- Tenencia de Armas y Municiones de Guerra – Tenencia de Explosivos e infracción a la ley 20.840 Expte. N° 19-f-76” (fs. 10891); copia de fax del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas -Ministerio de Defensa, (datos en relación a Francisco Irineo Reyna) (fs. 10904); impresión de datos del Padrón Nacional de electores, respecto a Mirta Graciela Antón (fs. 10.938); informe de la Policía Federal Argentina acerca del predio indicado por la Sra. Marta Ofelia Ramírez en su declaración, ubicado en calle Julio A. Roca al 1300 (fs. 10.967/72 y 10.984/94); copias pertenecientes a la causa tramitada por el Comando Cuerpo III del Ejército Argentino y caratulada “Ataque subversivo producido al batallón de comunicaciones Comando 141 y robo de armamento” – Letra 6 T3 N° 0049 (fs. 11.000/97); Informe remitido por la Policía de Seguridad Aeroportuaria en relación a los domicilios en que residirían los imputados Americo Domingo Arguello, Alberto Luis Choux, Eduardo Grandi, Alfredo Bini, Juan Carlos Cerutti, Graciela Antón y Antonio Filiz (fs. 11.098/120); Acta de procedimiento de Allanamiento realizado en la vivienda de Mirta Graciela Antón (fs. 11.156); Acta de procedimiento de Allanamiento realizado en la vivienda de Antonio Filiz (fs. 11.167); Acta de procedimiento de Allanamiento realizado en la vivienda de Eduardo Grandi (fs. 11.178); Acta de procedimiento de Allanamiento realizado en la vivienda de Alfredo Bini (fs. 11.190); Acta de procedimiento de Allanamiento realizado en la vivienda de Américo Domingo Arguello (fs. 11.201/202); Acta de procedimiento de Allanamiento realizado en la vivienda de Alberto Luís Choux (fs. 11.206/207); Acta de procedimiento de Detención de Américo Domingo Arguello (fs. 11.218); Acta de procedimiento de Allanamiento realizado en la vivienda de Juan Carlos Cerutti (fs. 11.231/232); Acta de procedimiento de secuestro de documentación y demas elementos que guardan relación con el ilícito que se investiga en la presente causa, en la vivienda del imputado Américo Domingo Arguello (fs. 11.281/282); Informe con fotografías realizadas en el marco del secuestro de armamento y municiones del domicilio del señor Arguello Américo Domingo (fs. 11.309/318); Informe con fotografías realizadas en el marco de la detención del Sr. Américo Domingo Arguello (fs. 11.319/326); Informe remitido por el Archivo Provincial de la Memoria en relación a la documentación secuestrada en el domicilio de Américo Domingo Arguello (fs. 11.551/586); Informe remitido por la Dirección General de Catastro – Municipalidad de Córdoba – en relación a 76 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 la titularidad de dominal correspondiente a diferentes inmuebles (11.619/640); copias certificadas correspondientes al bibliorato caso “panfletos” n°60, de la documentación secuestrada por este juzgado para los autos: “Perez Esquivel…” (fs. 11.690/724); copias certificadas correspondientes al bibliorato caso n° 124 “dino”, de la documentación secuestrada por este juzgado para los autos: “Perez Esquivel…” (fs. 11.725/736); copias certificadas correspondientes a las actuaciones labradas con motivo del allanamiento judicial practicado por este Juzgado Federal n° 3 en el domicilio particular de Luis Alberto Manzanelli en autos caratulados: “CALLIZO, Liliana s/ denuncia de Amenaza” Expte. Nro. 10/99 (fs. 11.797/842); Informe remitido por el Ag. Pablo A. Mazzini de la Unidad Regional de Seguridad Aeroportuaria – Grupo Especial de Control de Explosivos y Armas Especiales (fs. 11.870/881); copia certificada del legajo personal de Lacaba Rodolfo Anselmo Raúl (fs. 11.885/892); recortes periodísticos de La Voz del Interior con fecha 29 de noviembre de 2009, en relación al ciudadano Boliviano Cornelio Saavedra Alfaro unico sobreviviente de “La masacre de los estudiantes bolivianos” (fs. 12.021/022); copia certificada de las historias clínicas de Carlos Hugo Villarruel y Herminio Jesús Antón (fs. USO OFICIAL 12.048/155); copia certificada de historia clínica del Policlínico Policial en relación a Américo Domingo Arguello (fs. 12.163/179); copia de acta de defunción de Américo Domingo Arguello (fs. 12.181); copias certificadas remitidas por la Policía de la Provincia de Córdoba correspondientes a la ley de esa Fuerza Policial vigente a partir del 3 de diciembre de 1970 (fs. 12.198/215); copia del Reglamento Orgánico del Departamento Informaciones Policiales D2 remitido por la Secretaría General de la Policía de la Provincia (fs. 12.391/417); copia certificadas de constancias de ingreso al Servicio Penitenciario de Córdoba de los coimputados Marcos Osatinsky en la causa “Fidelman, Diana Beatriz…” y copias de las páginas 102/7 y 142/53 del libro “Yo fui Vargas. El Antiterrorismo por dentro” (fs. 12.432/450); copia certificada del legajo CONADEP n° 6658, perteneciente a María de las Mercedes Gómez de Orzaocoa, obrante en El Fondo Docuemental del Archivo Nacional de la Memoria (fs. 12.522/545); copia certificada del legajo CONADEP n° 6613, perteneciente a Graciela del Valle Maorenzic, obrante en el Fondo Documental del Archivo Nacional de la Memoria (fs. 12.547/575); informe remitido por la Caja de Jubilaciones en relación a Heredia Jorge Omar, Lesta Jorge Horacio, Lesta Jorge Eduardo, Melfi Francisco José Domingo, Sosa Juan Carlos, Vezie Adriana Estela, Luján Pedro Orlando, Druetto Miriam Susana y Pinto Héctor Alfredo (fs. 13.407/98); copias certificadas de causa: “Fidelman Diana Beatriz y otros…”, legajo de Adolfo Ricardo Luján, constancias de fs. 1bis, 6 y 8 de legajos de detenidos especiales de Raúl Ricardo Billar; Soledad Edelvis García y Rafael Antonio Flores y nomina de detenidos del D2 en relación a Lujan Adolfo Ricardo (fs. 13.525/32); copia certificada de legajo CONADEP 7530 (fs. 13.548/70); copia certificada de los autos: “Vanella, Ignacio y otros…” (fs. 13.588/95); documentación remitida por el Área Archivo del Poder Judicial de Córdoba en relación a la victima Hugo Alberto Martínez (fs. 13.611/16); copia certificada de legajo CONADEP 7791 correspondiente a Martínez Hugo Alberto (fs. 13.667/70); copia certificada de legajo SDH 77 2149 correspondiente a Adolfo Ricardo Luján (fs. 13.675/86); copia certificada de autos: “Habeas Corpus preventivo presentado por Juana Prado de Luján a favor de Adolfo Ricardo Luján” (fs. 13.274/9); TESTIMONIAL: Viviana Serafín (fs. 182/84); María Amparo Fischer Moyano (fs. 191/94); Mario Quirico Carranza (fs. 298/302); Soledad Edelvis García (fs. 309/13); Liliana Beatriz Callizo (fs. 348/50); Carlos Víctor Ludueña (fs. 363/4); Miguel Angel Donato (fs. 378/80); Raúl Osvaldo Villar (fs. 198/99); Esteban Isidoro Carranza (fs. 405/6); Rafael Antonio Flores Montenegro (fs. 474/75); María Esther Biscayart (fs. 583/4); Rufino, Jorge Almeida (fs. 589/604); Claudia Graciela Estévez (fs. 605/25); Octavio Severo Cuello (fs. 1748/52); Liliana B. Callizo (fs. 1848/9); Teresa Celia Meschiati (fs. 1854/61); María De Las Mercedes Oromez Villa (fs. 2040/42); María Laura Santechia de Argente (fs. 2176/2184); Aída D‟addato De Meléndez (fs. 2209/2223); Daniel Horacio Galeazzi y Daniela Elvira Romero (fs. 2224/40); Beatriz María Viotti (fs.2263/73); Teresa Celia Meschiati (fs. 2584/87); María Soledad Martínez (fs. 2590 y vta); Raul Luis Luna (fs. 2616/17); Horacio Gines Muñoz (fs. 2631/32); María Eloisa Pizarro (fs. 2636 y vta); Miguel Ramón Apontes (fs. 2672 y vta.); José Expedito Herrera (fs. 2673/74); Luis Miguel Baronetto (fs. 2765/73); Carlos Beltrán (fs. 2775/77); Angel T. Kunzmann (fs. 2802/12); José Sulian Solanille (fs. 2820/2822); Juan Jorge Miller (fs. 2887/2829); Cecilia Beatriz Suzzara (fs. 2967/74); Mario Quirico Carranza (fs. 2975); Liliana Beatriz Callizo (fs. 2980/82); Liliana Callizo (fs. 2993/94); Piero Di Monti (fs. 2995/3005); Norma Gladis Comba (fs, 3142/43); Susana Irma Pizarro (fs. 3144/46); Elba Isabel Altamira (fs. 3150 y vta.); Albina Benacquista (fs. 3165 y vta.); María Rosa Ricciardi (fs. 3166 y vta.); Esteban Isidoro Carranza (fs. 3191/92); Mario Quirico Carranza (fs. 3193/97); Viviana Serafini (fs. 3206/09); Fischer Moyano (fs. 3210/11); Julio César Piva (fs. 3212/13); Soledad Edelvis García (fs. 3222/26); Liliana Beatriz Callizo (fs. 3237/39); Carlos Víctor Ludueña (fs. 3240/41); Donato Miguel Angel (fs. 3242/44); Raul Osvaldo Villar (fs. 3258/59); Rafael Antonio Flores Montenegro (fs. 3288/9); Teresa Celia Meschiati (fs. 3814/17); Osvaldo Alberto Riera (fs. 3839/41); Ana Beatriz Iliovich (fs. 3853/4); Osvaldo Alberto Riera (fs. 3895/3903); Octavio Severo Cuello (fs. 3905/09); Luis Artemio Reinaudi (fs. 4320) María Elena Mercado (fs. 4321); Juan Miguel Cevallos (fs. 4327/28); Carlos Hugo Vicente (fs. 4329); Rubén Arroyo (fs. 4330/31); María Teresa Sánchez (fs. 4360/61); Sara Solar de Osatinsky (fs. 4553/56); Osvaldo Alberto Riera (fs. 4943/50); Octavio Severo Cuello (fs. 4960/65); Piero di Monte (4973/83); Carlos Normando Orzaocoa (fs. 5092); Carlos Arturo Ortiz (fs. 5142/45); Carlos Gerónimo Palacios (fs. 5146); Wenceslao Octavio Cabral (fs. 5147); Atilio Fernando Basso (fs. 5148); Germán Carlos Ojeda (fs. 5149/52 – 5153); Soledad E. García (fs. 5228/32); Liliana B. Callizo (5233/35); Villar Raúl O. (fs. 5249/20); David Andenmatten (fs. 5251/26); Coy Pilita Fani (fs. 5277/79); Daniel Ernesto López (fs. 5307/8); Myriam Pereira de Morán (fs. 5327); Miriam Cristina Morán (fs. 5329/30); José Adolfo Caro (fs. 5419/25 ); Carlos Arturo Ortiz (fs. 5447/8); Juan Carlos Lona (fs. 5640/3); Ana María Del Valle Núñez (fs. 6999/7000); Gloria Alicia Di Rienzo (fs. 8970); Miriam Liliana Lucía Salvador (fs. 8972/3); Mauro Presentación Gorosito (fs. 9172); Ana Beatriz 78 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Iliovich (fs. 9349/50); Teresa Celia Meschiati (fs. 9531/34); Silvia Raquel Kreiman (fs. 10.208); Andrea De Lourdes Taborda (fs. 10.317); Rosa Ester Cabral (fs. 10.327); Luis Omar Taborda (fs. 10.328); Juan Carlos Lona (fs. 10.601/603); Juan Carlos Lona (fs. 10.604); Ana María Gorosito (fs. 10. 665/6); Encarnación Agustina Rivero (fs. 10.858/9); Pedro Avelino Frontera (fs. 10888/89); Miguel Jerónimo Finger (fs. 10894); Carlos Alejandro Finger (fs. 10895/96); María Celeste De Lourdes Seydell (fs. 10903) ; Marta Ofelia Ramírez (fs. 10.939/42); Mario Antonio Leiva (fs. 10.947/9); Mario Antonio Leiva (fs. 10.950/1); Silvia Raquel Kreiman (fs. 11.642); Marta Elena Ríos Barrera (fs. 11.670/680); Teresa Celia Meschiati (fs. 11.793/794); Victor Julio Gallego Soto, Cristina María Isabel Zamponi y Rolando Aurelio Diez (fs. 11.948/962); Carlos Antonio Monestés (fs. 12.007/009); Horacio Ramón Flores (fs. 12.231/235); Carlos Normando Orzaocoa (fs. 12.242); Mariana Orzaocoa (fs. 12.243); Luis Miguel Baronetto (fs. 12.314/315); Andrés Antonio Maorenzic (fs. 12.341/342); Atilio Fernando Basso (fs. 12.357/358); Libertad Elira Basso (fs. 12.383); Carlos Higinio Ríos (fs. 12.420/423); Osvaldo Domingo Rey (fs. 12.424/425); Carlos Higinio Ríos (fs. 12.429/430); Nora Beatriz Maorenzic (fs. USO OFICIAL 12.452/453); Marta Inés Suarez (fs. 12.515/516), José Edmundo Gutierrez (fs. 12.517/518); Víctor Pujadas (fs. 12.595/597); Lisa Beatriz Monje (fs. 12.601/606); Daniel Roberto Juez (fs. 12.610); Roberto Carlos Martínez (fs. 12.612/613); Graciela Hebe Berti (fs. 12.737); Dionicio Roberto Carballo (fs. 12.755/756); Ofelia Noemí Zurro (fs. 12.763); Lucio Garzón Maceda (fs. 12.767); Cristina del Valle Cepeda (fs. 12.771); María de los Dolores Gómez de González (fs. 12.778/779); Jorge Teodoro Ramírez (fs. 12.786/787); Bautista Eduardo Casconi (fs. 12.831/833); Callizo Liliana Beatriz (fs. 13.305/306); Juan Antonio Blanco (fs. 13.314), Mirta Susana Chapeta (fs. 13.404/05); Soledad Edelvis García (fs. 13.513/17); Liliana Beatriz Callizo (fs. 13.539/40); Carlos Suárez (fs. 13.541/2); Ana Beatriz Iliovich (fs. 13.571/4); informe de la Secretaría General de la Gobernación (fs. 13.577/84); Gloria Alicia Di Rienzo (fs. 13.597); Ana Beatriz Iliovich (fs. 13.634/5); Clarisa Duarte (fs. 13.661); Barrionuevo Daniel Alfredo (fs. 13.730). III- Previo a abordar los elementos de prueba que refieren a cada uno de los hechos que componen la plataforma fáctica de estos actuados, entiendo que corresponde realizar algunas consideraciones previas referidas a la política de persecución de la subversión que el Estado había emprendido en la primera mitad de la década de 1970, política que ciertamente no sólo contextualiza históricamente los hechos que nos ocupan en la presente causa, sino que impacta directamente en tales sucesos. Es así que en los párrafos que siguen habremos de recorrer, a la luz de variada documentación incorporada a la presente causa, el camino recorrido por los estamentos de inteligencia de las fuerzas de seguridad, refiriéndonos especialmente a la labor que en este sentido realizaban los órganos que ejercían esa función en el Ejército y en la Policía de la Provincia de Córdoba. a) La lucha contra la subversión en Córdoba durante el año 1975 y primeros meses de 1976. 79 A fin de lograr una caracterización de las estrategias asumidas desde el Estado a fin de combatir el fenómeno de la subversión, por entonces extendido en todo el territorio nacional, resulta necesario distinguir dos etapas claramente definidas. La primera, marcada especialmente por una estructura informal bajo la órbita del poder estatal en la que se involucran elementos policiales, civiles y militares; y la segunda – que se inicia en Octubre de 1975 - definida al detalle por la estructura de todo el aparato represivo estatal, comandada por el Ejército y abocada en términos de guerra a la aniquilación del aparato subversivo. A fin de comprender las modalidades asumidas antes de Octubre de 1975, resulta indispensable enmarcar las acciones que nos ocupan en su contexto político. En este afán, brevemente podemos reseñar que las elecciones de 1973 instalaron en la gobernación de Córdoba a Ricardo Obregón Cano y Atilio López, fórmula propuesta por el FREJULI (Frente Justicialista de Liberación), que agrupaba a una alianza de partidos compuesta, entre otros, por el Partido Justicialista, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), la Democracia Cristiana, el Partido Conservador Popular y el Movimiento de Acción Popular. Como se advierte, si bien este frente hacía pie claramente en el justicialismo, también incluía representaciones políticas más afines a la izquierda, resultando en los hechos apoyado fuertemente por los gremios y dirigentes sindicales más combativos. Asumido gobernador y abocado a la tarea de designar al Jefe de Policía de la Provincia de Córdoba, Obregón Cano nombró en tal función al Teniente Coronel ® Antonio Domingo Navarro, quien se había desempeñado como Jefe de la Policía Militar del III° Cuerpo. De su labor al frente de la Policía se levantaron sospechas de su intervención en ilícitos, especialmente vinculados a la persecución de dirigentes sindicales, que llevaron al Gobernador el 27 de febrero de 1974 a relevar a Navarro de su cargo. Como respuesta, Navarro ingresó a la casa de gobierno esa misma noche con un grupo de más de cincuenta policías, depuso y detuvo al gobernador y a su vice y a unas setenta personas que se encontraban en la gobernación. Paralelamente se tomaron las emisoras radiales LV2 y LV3, desde las que comenzaron a emitir comunicados que justificaban la rebelión argumentando que “las fuerzas enroladas en la extrema izquierda iban a provocar un desborde total” y que Navarro representaba “una garantía de orden” y era “el vehículo necesario para el proceso de liberación”. Este hecho, conocido como el “Navarrazo”, encontró como respuesta del Poder Ejecutivo Nacional, la intervención federal del Poder Ejecutivo provincial. El primer interventor fue Duilio Brunello, quien obviamente contó con todo el apoyo del Presidente Juan Domingo Perón, pero que – a la muerte de éste el 1 de julio de 1974 – perdió su principal fuente de apoyo, circunstancia que determinó que finalmente renunciara los primeros días de septiembre de 1974. La Presidente María Estela Martínez de Perón, que sucediera a su esposo en la primera magistratura, designó el 7 de septiembre de 1974 al Brigadier ® Raúl Lacabanne con el apoyo del Ministro de Bienestar Social, José López 80 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Rega (que representaba la ultra derecha peronista), de la dirigencia ortodoxa de la CGT y de la policía provincial. Respecto de esto último fue designado como Jefe de Policía el Comisario ® Héctor García Rey, que ya había actuado en Tucumán en la lucha contra la guerrilla. Días más tarde – esto es el 17 de Octubre de 1974 – el Poder Ejecutivo Nacional indultó a Antonio Domingo Navarro y demás policías involucrados en la rebelión que depuso a las autoridades provinciales constitucionales. Esta última circunstancia refleja claramente las afinidades del gobierno nacional con la actitud de los sediciosos, la que se confirmara luego también al momento en que Lacabanne debe designar un nuevo Jefe de Policía, eligiendo para esa función al hoy imputado en estos actuados Alberto Luis Choux, que fue uno de los policías que se había levantado junto a Navarro contra Obregón Cano el 27 de febrero de 1974, y que fuera luego indultado por la Presidente Isabel Martínez de Perón (ver fs. 13.921/3). Desde la designación de Lacabanne al frente de la Intervención Federal en Córdoba comienzan a acontecer diversos hechos –muchos de ellos componen la plataforma fáctica del presente pronunciamiento- de claro contenido ilegal, en el que se USO OFICIAL suceden secuestros, muertes violentas y desapariciones tanto de personas vinculadas a organizaciones de tipo subversivo, como militantes políticos de izquierda y activistas gremiales. Este tipo de hechos encuentra un claro correlato en lo que sucedía en ese mismo momento, especialmente en Buenos Aires, a partir del accionar de grupos enquistados en la administración pública nacional, propiamente en el Ministerio de Bienestar Social de la Nación, a cargo por ese entonces de José López Rega. Muchos de estos eventos, acontecidos en Capital Federal entre 1973 y marzo de 1976, fueron objeto de la causa caratulada “Triple A” n° 1075/2006, tramitada ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nro. 5 en la que con fecha 26 de diciembre de 2006 se los declaró como delitos de lesa humanidad. En ese decisorio, se reproducen algunos fragmentos del testimonio de Horacio Paino, quien manifestó judicialmente conocer de qué manera se había gestado la Triple A. El nombrado Paino, en su libro “Historia de la Triple A” (Editorial Platense S.A., Montevideo, Uruguay), relata que diseñó la estructura de la Triple A a pedido del propio José López Rega. Recuerda haber participado de múltiples operativos desplegados por esta organización, detallando sus fines y sus prácticas. De igual manera, aborda episodios concretos, en los que relata múltiples hechos de secuestro, la interrogación de las víctimas por medio de tormentos (picana eléctrica, golpes, mutilaciones, amenazas, etc.), y su posterior eliminación con disparos de armas de fuego, y el ocultamiento final de los cuerpos. Sin necesidad de mayor esfuerzo, fácilmente podemos señalar que aquellas prácticas encuentran un claro correlato en las que hoy nos traen a reflexión en estos actuados. Situación que nos permite trazar un vínculo entre lo que sucedía aquí en Córdoba y lo que acontecía en Buenos Aires. La existencia real de ese vínculo se desprende también del libro de Paino ya citado, en donde se advierte un esquema de la organización 81 nacional de la Triple A, señalando al Brigadier Lacabanne, como uno de sus mentores en Córdoba (ver pág. 55 del libro citado). En este marco, entonces, puede afirmarse que el entonces Interventor Federal, instrumentó a través de la Policía de la Provincia de Córdoba, específicamente a través del Departamento Informaciones Policiales (D2) un grupo de efectivos para enfrentar no sólo el fenómeno de la subversión, sino también para perseguir a quienes desde la perspectiva del gobierno nacional aparecían como adversarios políticos. Debe señalarse también que con el correr de 1975, fueron sucediéndose diversos hechos de estas características, en los que fueron incorporándose elementos civiles y militares que pertenecían al Ejército. De las pruebas que hemos ido incorporando hemos podido acreditar, al menos con grado de probabilidad, que posiblemente el primer militar en sumarse a estas acciones fue Héctor Pedro Vergéz, quien – según el relato de los ex detenidos de La Perla- se jactaba de ser el fundador y organizador del “Comando Libertadores de América”, nombre que con el correr de los meses asumió esta organización en la provincia de Córdoba a la hora de autoadjudicarse varios de los hechos que aquí relevamos. Vergéz llega a Córdoba en diciembre de 1974, y según sus propias palabras vertidas en el libro “Yo fui Vargas” de su autoría (Edición del Autor, diciembre de 1995) al arribar a esta ciudad traía una carta dirigida al Brigadier Lacabanne que le había entregado “la jerarquía más ortodoxa y decididamente antisubversiva del peronismo” (pág. 96). Sin necesidad de apelar a un exceso imaginativo, podemos inferir que el remitente no era otro que aquél que por entonces se desempeñaba como Ministro de Bienestar Social y Secretario Privado de la Presidente, el Sr. José López Rega. Vergéz cuenta que a su llegada tuvo una entrevista con Lacabanne y que éste puso a su disposición “los medios que pudiese necesitar del gobierno provincial, para contribuir en la forma más irrestricta posible a la derrota del ofensor terrorista”. Carlos Moore recuerda los claros vínculos que Vergéz mantuvo con el personal del Departamento Informaciones Policiales (D2), señalando: “Por ese tiempo fue secuestrado y alojado por una noche en el Departamento de Informaciones Policiales D-2 el militante del ERP “DOMINGO” ORTIZ, quien fue trasladado durante la madrugada a un camino de tierra entre la ciudad de Carlos Paz y Tanti para ser ejectuado por las AAA, logrando escapar al abrir el baúl de un CHEVY MALIBU en el que lo llevaban y saltar fuera del camino. Los secuestradores eran: GASTON o VARGAS: CAPITAN BERGER ( Jefe de Brigada Operativa del 141 de Inteligencia de Ejército) …” ; “AAA-COMANDOS LIBERTADORES DE AMERICA: Entre agosto y setiembre de 1975 el 141 y el D2 de Inteligencia Policial convinieron operar bajo el nombre de CdeA ( Comandos Libertadores de América), la versión más sofisticada de las AAA, ya que obtenían los civiles y los contratados el respaldo del 141 de Intelgencia del Ejército a través del CAPITAN BERGER “GASTON” o “VARGAS”...”(fs. 1754/87). El libro “Yo fui Vargas” de Vergéz contiene múltiples referencias de 82 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 su actuación conjunta con el personal del Departamento Informaciones. A forma simplemente ejemplificativa, citaremos dos relatos, de los muchos que contiene el libro, que resultan particularmente ilustrativos por referirse a víctimas cuyos homicidios investigamos en estos actuados. El primero alude al papel que el mismo Vergéz se atribuye en la investigación realizada en la que resultó la detención de Marcos Osatinsky y otros dirigentes montoneros (ver pág. 142/155) –detenciones que formalizara luego el D2- y el episodio de aprehensión de Jensen y Pietragalla (pág. 120) por parte del D2, y la derivación de estos detenidos a dependencias castrenses. Los testimonios resultan coincidentes al puntualizar que el vínculo más estrecho se daba entre Vergéz y quien estaba al frente del D2, Comisario Telleldín (ver testimonio de Meschiati de fs. 7969 vta., de Piero di Monte de fs. 2370, de Liliana Beatriz Callizo a fs. 2482 y 2486, de Graciela Susana Geuna a fs. 2302). Prueba cabal de esto la aporta Vergéz al reseñar en oportunidad de comentar su intervención en la investigación que se realizara con motivo del ataque sufrido por el Regimiento 29 de Infantería de Formosa: “Retomando el tema principal, es decir mi participación en la Inteligencia del sanguinario atentado, por decisión del General de USO OFICIAL División Menéndez, Comandante del IIIº Cuerpo de Ejército, la superioridad me envió, en un avión privado, junto con el Comisario General Telleldín, todavía a cargo de la Inteligencia Policial, a Formosa. Llegamos a destino pocas horas después para estudiar in situ lo acontecido y regresar con la información sobre la primera operación de magnitud de los terroristas nucleados en la banda de los montoneros”(pág. 119). Como dijéramos en la introducción de este apartado, es notable la particular conformación de los grupos involucrados en la represión de la subversión. Mezclándose efectivos policiales y militares junto a civiles, que – revistando en distintas dependencias de la repartición pública- participan activamente de los operativos que se desarrollaban en esta tarea dentro y fuera del Departamento Informaciones. En este grupo identificamos a los civiles Eduardo Bonifacio Ríos, Francisco José Domingo Melfi y Jorge Omar Heredia, sobre los que puntualmente nos referiremos al momento de resolver su situación procesal, pero que viene al caso aludir algunas cuestiones relativas a su desempeño dentro de la Administración Pública, que ilustran y acreditan lo que expresáramos en los párrafos que anteceden. Ríos detalla al momento de prestar declaración en el marco de la investigación realizada en el año 1978 por la policía de la Provincia de Córdoba en el Sumario de prevención por: privación ilegítima de la libertad, asociación ilícita, robo de automotor tramitado en la policía de la provincia de Córdoba ( Legajo Personal del Ag. Hugo Daniel Andrada) que: “…cuando los peronistas ganaron las elecciones empezó a trabajar en la Legislatura como personal de maestranza en la Cámara de Diputados, después pasó a ser personal de vigilancia en donde empezó a efectuar trabajo de inteligencia por su cuenta los que pasaba al Señor Secretario del Jefe de Policía de la Provincia en aquel entonces el señor Teniente Coronel NAVARRO, después de ello se gestó el NAVARAZZO, y cuando vino la intervención el dicente quedo como empleado del 83 Ministerio de Gobierno donde permaneció por espacio de unos meses luego fue nombrado en el Ministerio de Obras Públicas como Oficial de Control de Gestiones, allí permaneció hasta fin del año 1974, luego paso al Ministerio de Bienestar Social allí permaneció hasta el año 1975, luego se dedicó a trabajar haciendo inteligencia directamente con el Departamento de Inteligencia de la Policía de la Provincia sin cobrar sueldo, después de esto se instaló con un taller Mecánico en la calle Castro Barros a la altura del novecientos cuarenta y seis…” (fs. 13.365/68). Similares referencias se desprenden de las expresiones vertidas por Heredia y Melfi, en oportunidad de prestar declaración indagatoria en el marco de la causa “Heredia Jorge Omar y Otros p.ss.aa. asociación ilícita calificada, homicidios reiterados, privación ilegítima de la libertad, secuestro…” – Expte. N° 4-H-77. En efecto el primero señala: “…que en el mes de marzo del año ppdo, encontrándose de interventor en la ciudad de Córdoba el Brigadier Mayor OSCAR LACABANNE, ocupó el cargo de Jefe de Personal en el Hospital Rawson, de la mencionada ciudad, desempeñándose en tal función, tres meses, por recomendación de COCO PEDROTTI, ante el interventor (Ministerio de Bienestar Social)”(…). Manifiesta asimismo Francisco José Domingo Melfi que: “…es empleado del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia, encontrándose desde el transcurso del mes de Septiembre de año próximo pasado, en comisión en área de seguridad de la Intervención Federal, ( Oficial Administrativo B), conociendo a: JORGE OMAR HEREDIA, domiciliado en calle Montevideo al dos mil novecientos treinta y nueve, Barrio Alto Alberdi, jurisdicción de la Comisaría Seccional Once, (Cba.), en el Hospital Rawson de la ciudad de Córdoba, por desempeñarse el mismo como empleado en el área del Ministerio de Bienestar Social de la Provincia, donde cumplia funciones de Jefe de Personal y el deponente de Jefe de Servicios Generales, y que al igual que el declarante revista en comisión en el área de Seguridad de la Intervención Federal…” ( fs. 13906/10 y 13896/7, respectivamente). No resulta una cuestión menor que los tres fueron finalmente condenados por delitos comunes, circunstancia que de alguna manera describe el perfil de la mano de obra reclutada por el Estado cordobés para colaborar en la lucha contra la subversión. Al iniciar este apartado referimos a la existencia de una segunda etapa, en la que se advierte un diseño realizado desde el Ejecutivo Nacional y detallado por la estructura castrense a través de decretos y directivas. Así, el 6 de Octubre de 1975, el Consejo de Defensa (Presidido por el Ministro de Defensa e integrado por los Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas) impartió la Directiva 1/75 que diseñó en general la actuación de las Fuerzas Armadas y demás fuerzas de seguridad “... para instrumentar el empleo de las Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad, Fuerzas Policiales y otros organismos puestos a disposición del Consejo de Defensa para la lucha contra la subversión...”. De igual manera – como consecuencia de tal Directiva – el Comandante General del Ejército, Jorge Rafael Videla, a fin de abordar la tarea asignada, impartió a sus subordinados la Directiva 404/75 en la que dispuso la creación de una estrategia militar – 84 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 estructurada formalmente para un escenario de guerra – subordinando a tal tarea no sólo a elementos de su propia fuerza, sino también a la policía federal, las policías provinciales y los servicios penitenciarios de las provincias, que se encontraron desde esa fecha bajo control operacional del Ejército. Es así que a partir de esta época nos encontramos con un escenario claramente delineado, que ubica en todo el ámbito del IIIº Cuerpo de Ejército una estructura destinada a la lucha contra la subversión comandada por el Comandante de la Zona de Defensa 3, que era a su vez el Comandante de Cuerpo el General de División Luciano Benjamín Menéndez, quien asume la conducción de la lucha, subordinando a sus directivas el accionar de todas las demás fuerzas de seguridad del Estado Nacional y Provincial. Las reglamentaciones que aludimos, crean asimismo un espacio de consulta y decisión en la que confluyen todas las dependencias de inteligencia de todas las fuerzas involucradas, esto es: la “Comunidad Informativa”. Sus reuniones, generalmente presididas por Menéndez o algún otro militar de alto rango en el IIIº Cuerpo, fueron cronicadas por la Policía Federal a través de sus “Memorandos de la Comunidad Informativa”, a los que aludiremos en USO OFICIAL múltiples oportunidades en este pronunciamiento. Finalmente, debo señalar que luego de lo reseñado en este capítulo no puedo más que concluir que los hechos de naturaleza delictiva que hoy nos ocupan – acontecidos entre marzo de 1975 y marzo de 1976 – todos antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976- acontecieron en el marco de una lucha de claro contenido ideológico, montada desde el aparato del Estado, que les brindó recursos, amparo y garantía de impunidad. Es así, que estos crímenes deben encuadrarse en los extremos de lo que llamamos “crimenes de lesa humanidad”, por lo que son alcanzados por las consecuencias jurídicas que de esta tipología se deriva, especialmente en lo que concierne a su imprescriptibilidad. b) El Departamento Informaciones Policiales (D2) Numerosos testimonios de personas detenidas y alojadas en las dependencias del Cabildo de la ciudad que ocupaba esta repartición policial, dan cuenta de un accionar brutal y despiadado por parte de su personal. Los relatos abundan en crudas descripciones tanto de golpes, vejámenes y sufrimientos gratuitos, como de los tormentos padecidos en el marco de la interrogación. De ellos no puede más que concluirse que la labor de inteligencia desplegada por el órgano policial había echado mano a un completo repertorio de prácticas tormentosas –claramente ilegales– para la obtención de la “Información” que constituía su misión. A modo ejemplificativo –y de ninguna manera taxativo– pueden citarse los datos resultantes del certificado de Secretaría glosado a fs.13.344/63, que detalla las constancias de las actuaciones judiciales labradas con motivo de delitos de índole subversiva, iniciadas mediante prevención del Departamento Informaciones. Allí constan los dichos de Ana Isabel Matilde Glineur Berne que, negando las manifestaciones que se le adjudican en sede policial, indica que suscribió tal declaración en razón de los vejámenes y 85 apremios ilegales que sufriera, detallando que comenzó a ser golpeada en el vehículo en que la trasladaron de su casa al Cabildo, que le introducían los dedos en los ojos, apretaban su cuello simulando un ahorcamiento, golpeaban sus oídos con ambas manos, la golpeaban en el estómago, la cara y otras partes del cuerpo. Francisco Hernán Sain, en su declaración indagatoria, indicó que fue encapuchado y golpeado en todo momento. Que mientras era interrogado para que diera nombres de personas conocidas, se le aplicaron constantemente golpes, inmersiones en agua y toda clase de amenazas. Lucía Ángela Valfre señala que también fue interrogada encapuchada en medio de golpes. Que le pusieron un pañuelo en la boca, la desnudaron completamente, la manosearon e insultaron, que la pusieron en posición vertical (cabeza abajo) mientras le introducían la cabeza dentro de un recipiente con agua y después de unos segundos la volvían a su posición normal para seguir echándole agua en la cara. Que le colocaban la mano en la vagina, que introducían su cabeza dentro del inodoro. Que a causa de este tratamiento debió ser internada en el Policlínico Policial, en el que se labró su carpeta que certificaba su lamentable estado. Por su parte, Marta Teresita Mera relata en el expediente 34-M-75 del Juzgado Federal n° 1 (ver fs. 1157) cómo se desarrolló el procedimiento en el que ella y Mirta Noemí Abdón de Maggi fueron detenidas en el departamento de la segunda, indica que fueron insultadas y maltratadas, indicando la deponente que fue violada en dos oportunidades, mientras otros policías le tiraban del pelo, le presionaban la cabeza, accionando en falso un arma de fuego. Que una vez trasladada a la D2, fue esposada y se le vendaron los ojos, haciéndola permanecer de pie; que fue interrogada en tres oportunidades mientras se la castigaba reciamente golpeándole la cabeza contra la pared, aplicándole golpes de puño en el vientre en forma ruda y repetida, colocándole una capucha, la que retorcían a la altura del cuello, echándole agua y ahogándola, suplicio que fue repetido varias veces y que cree que perdió el conocimiento. A su turno, Abdón de Maggi, relató las circunstancias de su detención en similares términos a los de su compañera. Respecto de Norma Romelia Ramallo dice el certificado que declara en el expediente 19-F-76 que durante el tiempo que permaneció detenida en Informaciones fue objeto de malos tratos, tales como que un guardia le quemó la mano con un cigarrillo, señalando que todas las noches era manoseada y una vez un guardia le pasó los genitales por la cara. Del expediente 19-B-75 se desprende que Marta González de Baronetto declaró que en informaciones fue encapuchada y sometida a una serie de apremios ilegales, que fue castigada duramente en todo el cuerpo con golpes de puño, a la vez que era interrogada sobre personas que desconocía. Que la desvistieron totalmente, la manosearon, que en todo momento estuvo esposada y encapuchada, que le echaban agua en el rostro sobre la nariz y la boca lo que le impedía respirar y le producía asfixia. También le decían que habían mutilado a su hija y le hacían tocar una cosa que le decían que eran los dedos de su hija. En el expediente 9-H-75 (Juzgado Federal 2) Eduardo Alberto Hernández declara que cuando lo alojan en Informaciones lo torturaron. Que lo acostaron en el suelo, uno se paró en sus hombros, otro en los tobillos, le taparon la boca con un trapo, lo que le impedía respirar, y le echaron agua en la boca. Esto se lo hicieron 86 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 varias veces. Que después de varias sesiones de tortura, y encontrándose deshidratado, tragaba el agua que le echaban y para que no lo hiciera le ponían kerosene, que lo tuvieron parado cuatro o cinco días, sin comer, sin tomar agua, sin ir al baño, que le hicieron el “submarino” introduciéndole la cabeza en un tacho con agua sucia, golpeándolo a la vez. El contenido del informe de fs.13.344/63 sub examine abunda en relatos que refieren al tratamiento dispensado a quienes se encontraban detenidos por delitos vinculados a la subversión, a cuya lectura íntegra nos remitimos en honor a la brevedad, que incluye –como en los casos que transcribiéramos– insultos, amenazas, golpes de puño, puntapiés, quemaduras con cigarrillos, manoseos, violaciones y otros vejámenes sexuales en el caso de las mujeres, tormentos como “submarino” seco (ahogando al detenido con bolsa de nylon), húmedo (arrojando agua sobre la boca y nariz del detenido encapuchado, produciéndole ahogo, o sumergiéndolo en recipientes con agua), utilización de picana eléctrica, especialmente en zonas del cuerpo de extrema sensibilidad, como la boca o los genitales. Asimismo se suman a este tratamiento las especiales condiciones de vida a la que fueron sometidos quienes eran alojados en el D2, quienes se USO OFICIAL encontraban permanentemente encapuchados, esposados, permanecían parados durante largo tiempo, escasamente alimentados, etc. Ahora bien, a la fecha de los hechos que componen la plataforma fáctica de estos actuados se desempeñaban como Jefe y 2ª Jefe del Departamento informaciones policiales Fernando José Esteban y Raúl Pedro Telleldín y, como Jefe de la División Investigación de la Información, teniendo a su cargo las Secciones Inteligencia, Explotación y Brigadas Américo Pedro Romano, quienes obviamente impartían órdenes a sus subordinados respecto a las tareas a desarrollar y las modalidades a asumir. Es así que la política de torturas, vejaciones y sufrimientos que se aplicaban a los detenidos habría respondido a las directivas emanadas de estas autoridades. Prueba cabal de ello la aportan los registros de participación directa de los nombrados – Esteban y Romano – en las torturas que tenían lugar durante los interrogatorios. Marta Elena Ríos Barrera, luego de relatar las torturas que se propinaban durante los interrogatorios, recuerda específicamente entre los interrogadores a Romano (fs. 11.670/80, Atilio Fernando Basso ( fs. 5.148 y 12.357/8) indica que fue objeto de torturas por parte, entre otros, del policía Esteban. De la misma manera, Jorge Rubén Lago recuerda las torturas sufridas a manos de Romano y Esteban a fs. 13.840/7. c) La Ribera A fin de describir lo que sucedía en este Centro Clandestino de Detención, deben analizarse, en primer término, los Memorandos o actas labradas por personal de la Delegación Córdoba de la Policía Federal Argentina, que dan cuenta de las reuniones periódicas -Reuniones de la Comunidad Informativa- que mantenían los más altos mandos del Área 311 del Ejército Argentino creada a los fines de la lucha contra la subversión, de la Policía de Córdoba y de la Policía Federal Argentina, entre otras fuerzas de seguridad del Estado. Así, en una Reunión de fecha 10 de diciembre de 1975, convocada 87 y presidida por el entonces Comandante del Cuerpo de Ejército III y Jefe del Área 311, General de Brigada Luciano Benjamín Menéndez, realizada en la sede del Comando de ese Cuerpo, con la participaron del Jefe de Operaciones del Área 311, Coronel José Rogelio Villarreal, el Jefe del Destacamento de Inteligencia 141, Coronel Oscar Inocencio Bolasini, el Jefe de la Policía de Córdoba, Inspector Miguel Ángel Brochero, el Jefe del Departamento de Informaciones Policiales (D.2), Comisario Inspector Raúl Telleldín, entre otros, se trata como asunto central la organización y funcionamiento del GRUPO INTERROGADOR DE DETENIDOS (G.I.D.), con asiento en la Prisión Militar Encausados Córdoba, más conocida como “La Ribera”. Resultan ilustrativas las objeciones que en esa reunión plantea el representante de la Policía Federal Argentina, pues de las mismas resulta claro que de la respectiva Orden de Operaciones se desprende una serie de “inconvenientes prácticos” y de “orden legal”, advirtiendo que “la instrucción –en evidente alusión a las operaciones a que aquella orden aludía- no había sido delegada en ningún momento a la autoridad militar”, que era imposible conducir y fiscalizar los procedimientos y el desarrollo de la “prevención” –aludiendo igualmente al accionar regulado en la mencionada Orden de Operaciones- conforme la exigencia del art. 184 del C.P.P.N., oponiendo reparos también a la “heterogeneidad” del personal que actuaría en las operaciones. Surge con nitidez así que los procedimientos e investigaciones a efectuarse no se desarrollarían conforme a las normas rituales vigentes, ni por las autoridades competentes a tal fin, ni con el exclusivo auxilio de las fuerzas legalmente afectadas a ese objetivo. En el documento que se analiza consta también que el General Menéndez requirió del resto de las fuerzas y organismos estatales presentes en la Reunión, recursos para el aprovisionamiento de “materiales y útiles” destinados al funcionamiento del “nuevo organismo” –el Grupo Interrogador de Detenidos-, y dispuso a continuación “... tener conocimiento previo de los procedimientos antisubversivos a realizarse, ello con el objeto de aportar el apoyo de las fuerzas necesarias, como así también respaldar la intervención policial ante las implicancias y/o derivaciones de orden social, político, gremial, etc., que cualquier inspección o detención pueda traer aparejada.” ( ver fs. 480/5). Huelga decir que la necesidad de precaverse de las “implicancias o derivaciones de orden social, político o gremial, etc.”, obviamente indica que los procedimientos antisubversivos proyectados, habrían de realizarse en un marco de abierta ilegalidad, tal como el representante de la Policía Federal deja vislumbrar al exponer claramente sus reparos a la metodología propuesta. Corrobora lo expuesto otro Memorando de la Policía Federal Argentina obrante a fs. 491/3, referido a una posterior Reunión de la Comunidad Informativa, realizada en la sede de la IV Brigada Aerotransportada con fecha 13 de abril de 1976 –a 4 meses de la creación del Grupo Interrogador de Detenidos-, presidida por el entonces Comandante del Tercer Cuerpo de Ejército Luciano Benjamín Menéndez, e integrada por el Comandante de la IV Brigada de Infantería Aerotransportada, por el titular de Inteligencia de la Secretaría de Seguridad de la provincia de Córdoba y por los Jefes de 88 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 la Policía de Córdoba, de Gendarmería Nacional, del Destacamento de Inteligencia 141, del Servicio de Inteligencia de Aeronáutica, y de la Policía Federal Argentina, entre otras; toda vez que, después de disponerse que se inicien operaciones contra todos los “blancos” – P.R.T-E.R.P, Montoneros, Poder Obrero, Juventud Guevarista, activistas gremiales, estudiantiles y de gobierno- suministrados por los distintos organismos de seguridad durante la reunión, Menéndez ordena que “...no se efectivizarán más procedimientos por izquierda hasta nueva orden...” (el subrayado me pertenece), para después disponer el nombrado que “...en todos los casos –por izquierda o por derecha- debería consultarse al Comando de Operaciones 311, quien como excepción determinará cuando puede actuarse por izquierda...”. Surge así que el accionar clandestino –esto es al margen del sistema jurídico vigente-, “por izquierda”, se habría venido efectuando como política para reprimir los elementos estimados subversivos. En este sentido, surge también que con anterioridad a la fecha de dicha reunión -13 de abril de 1976- esta práctica represiva clandestina habría sido además desmedida aún dentro de la propia ilegalidad, en tanto dicho Jefe ordena moderación cuando dispone que las actuaciones “por izquierda” se efectuarán “como USO OFICIAL excepción”, previa consulta al Comando de Operaciones mencionado. Ahora bien, las probanzas reunidas señalan que el campo conocido como La Ribera, instalaciones que correspondían por entonces a la Prisión Militar de Encausados Córdoba, habría constituido el centro clandestino de detención (CCD) de mayor relevancia en Córdoba hasta la inauguración de su similar La Perla –el que recién habría comenzado a funcionar con el advenimiento del gobierno de facto, en marzo de 1976-. Esta circunstancia aparece acreditada con los siguientes elementos de juicio. Por un lado se desprende del Informe Final de la CONADEP, dentro del capítulo “E. Descripción de los Centros Clandestinos de Detención” se consigna “La Ribera” (LRD) ubicada en las instalaciones del penal militar del mismo nombre, al lado del viejo cementerio de San Vicente. Descripción. ...dentro de la cuadra, separados por un tabique, estaban los baños y duchas. Saliendo, un patio; a la derecha calabozos y a continuación de éstos, la cuadra para mujeres. Frente a la cuadra se encontraban las oficinas de interrogatorio y tortura” (pag. 112). En segundo lugar, el Informe-denuncia presentado judicialmente por la CONADEP –Delegación Córdoba- en base a un importante cúmulo de testimonios que acompaña, en el que da cuenta de los delitos de imposición de tormentos y homicidios que habrían sido cometidos entre los años 1975 y 1979 por personal militar y civil adscripto en La Ribera ( ver fs. 13848/64). Asimismo, obra a fs. 9318/9, 10601/3 y 10604 las declaraciones testimoniales del Teniente Coronel Juan Carlos Lona, entonces director de la cárcel militar de encausados La Ribera, quien dijo que en el mes de diciembre de 1975 debió trasladarse con el personal a su cargo y los presos militares desde esa prisión a dependencias ubicadas en la guarnición camino a La Calera, en cumplimiento de una orden verbal emanada del Comando de la Brigada Cuarta Aerotransportada, después ratificada por escrito por el coronel Rogelio Villarreal –aunque aclaró que su superior era el General Menéndez- en donde se lo emplaza a dejar las instalaciones de la Ribera antes del 8 de 89 diciembre de 1975. El edificio fue desocupado tal como se le había ordenado y posteriormente, con fecha 28 de julio de 1976, visitó La Ribera por orden del General Sasiaiñ con motivo del aniversario de la creación de la Gendarmería Nacional, oportunidad en que pudo observar que en el patio destinado a los internos había un grupo de detenidos civiles -tanto hombres como mujeres- quienes caminaban como para tomar aire y sol, ignorando el dicente los motivos por los cuales se encontraban allí, aunque aclaró que estaban custodiados por personal de gendarmería. Adviértase en este punto, que la información acerca de la efectiva puesta en funcionamiento de La Ribera surge de los documentos labrados por los propios organismos de inteligencia del Estado, cuando en el Memorando de fecha 15 de diciembre de 1975 –esto es a cinco días de que Menéndez dispusiera su inauguración- se consigna que “... a partir del 13 del actual –diciembre de 1975- quedó integrado el llamado GRUPO INTERROGADOR DE DETENIDOS (G.I.D.), con asiento en el denominado LUGAR DE REUNION DE DETENIDOS (L.R.D.), ubicado en donde funcionara la Prisión Militar de Encausados „Córdoba‟ (fs. 482). El análisis de los memorandos de la Policía Federal, cuyo contenido describiéramos en párrafos anteriores, nos permiten afirmar – con el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa – que al momento de poner en funcionamiento “La Ribera” como centro clandestino de detención se dispuso la colaboración conjunta de elementos militares y policiales en las tareas que allí se desplegaban en torno a la lucha contra la subversión. Ello se desprende fácilmente si se observa que el memorando del 10 de diciembre de 1975, se dispone la organización y funcionamiento del Grupo Interrogador de Detenidos, previéndose los aportes que a tal fin haría la Policía de la Provincia al accionar del Destacamento de Inteligencia, previéndose especialmente “continuar – ya en esta nueva modalidad de trabajo – con lo que ya viene haciendo la Policía de la Córdoba al tomar intervención en hecho de carácter subversivo”. Preciso es mencionar en este estadio, el especial valor probatorio que posee un escrito incautado en el domicilio del imputado Luis Alberto Manzanelli, que enuncia –a modo de repertorio para lograr coherencia en las declaraciones del personal del Destacamento de Inteligencia- diversos argumentos y explicaciones de descargo, evidentemente dirigidas a justificar conductas como las aquí incriminadas, a replicar acusaciones y negar responsabilidades en los hechos que sabrían les serían reprochados, como también pautas estratégicas para la defensa, tales como “tratar de decir lo menos posible”, “emplear el NO ME ACUERDO ..., NO ME CONSTA ...”. Este documento, del que pudieron hallarse varios ejemplares, advierte expresamente “no mencionar la Ribera antes de esa fecha -24 de marzo de 1976-” (el subrayado me pertenece) ( ver fs. 467/9), resultando ostensible la probable gravedad del accionar que tan denodadamente se procura ocultar, a más de lo cual surge clara e inequívocamente el funcionamiento y afectación de ese campo, a los procedimientos realizados con el alegado propósito de “reprimir la subversión” con anterioridad al Golpe de Estado Militar. 90 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Así las cosas, dentro de este contexto situacional, aparece adecuado analizar ahora, otra serie de testimonios que en función de su especificidad en relación a los hechos que se investigan en la presente causa, permiten una mayor aproximación. Osvaldo Alberto Riera, detenido en La Ribera desde el mes de octubre o noviembre de 1975 hasta el 20 de febrero de 1976, refirió que fue secuestrado por Vergéz –Héctor Pedro Vergéz-, el “Gringo” Romano –Américo Romano- y el “Negro” Tissera –Juan Antonio Tissera- entre otros, a la salida del Hotel Crillón ubicado en calle Santa Fe casi esquina Chacabuco, tras lo cual fue llevado a La Ribera donde le vendaron los ojos al tiempo que le explicaron que el dirigente de la agrupación Montoneros, Roberto Quieto, que estaba allí detenido lo había delatado al dicente. Dijo que lo sometieron a terribles sesiones de tortura en unos habitáculos ubicados a la derecha de las celdas, donde había un mesón de dos metros y medio de largo aproximadamente en cuyo extremo había una ventana enrejada a la cual lo ataron con la tela de una cortina, le hundieron su cabeza en un recipiente de agua, lo golpearon sucesivamente en los oídos, oportunidad en que perdió gravemente la audición, y explicó asimismo que la picana eléctrica no era aplicada USO OFICIAL en ese lugar sino en una cama que tenía flejes de acero donde el detenido era atado para torturarlo, habiendo recibido personalmente ese particular tormento en alguna ocasión. Aclaró que, en general, terminada la sesión, el torturado era arrojado al suelo donde era pateado y mojado, y que por lo demás, dicho centro clandestino contaba con una habitación grande o cuadra con numerosas camas carentes de colchón donde eran depositados atados los detenidos, que eran muchos, sabiéndolo el dicente porque oía los gritos de los torturados. Dijo que fue torturado por Vergéz -que actuaba con total impunidad en tanto le quitó la venda en plena sesión de tortura- por Romano, por un porteño de contextura menuda que usaba bigote, como así también por un militar de apellido González, alias “El Cura”, de cabellera oscura, corta y extraña indumentaria en tanto vestía una polera negra que le quitaba la apariencia propia militar, quien fue visto por el dicente cuando le quitó la venda en una sesión de tortura, explicando por su parte el declarante que también operaban en dicho centro el militar Barreiro, alias “Alan Lad” –nombre de un actor de cine-, y otros militares apodados “Tranco de Oso”, “Felipillo” y “Tigre” de quienes el dicente desconoce sus identidades, y el “Palito” Romero. También dijo que operaban en ese lugar policías del Departamento de Informaciones de la Policía de Córdoba, entre los que pudo distinguir a Tissera, de contextura física robusta que usaba patillas, a Pereyra alias “El Negro”. (fs. 3895/903). Así las cosas, partiendo de este relato del testigo Riera y a fin de profundizar el conocimiento acerca del tratamiento que se proporcionaba a los detenidos en el campo La Ribera, es útil analizar lo manifestado por Mario Quirico Carranza, detenido en dicho lugar desde los días 8 o 9 hasta el 16 de marzo de 1976, quien dijo que al llegar lo ubicaron contra una pared con los ojos vendados y las manos atadas en la espalda. Que fue recibido por un individuo de tonada porteña, quien estaba a cargo de los secuestros como así también de torturar a los detenidos juntamente con otro más joven, quien le dijo “por fin 91 te agarramos lobo”, “comandante lobo”, quien era un jefe de alto rango en la organización jerárquica del ERP con quien lo confundían. Dijo que tras un interrogatorio lo colocaron en una habitación que olía a hospital y a desinfectante, donde el porteño le propinó varias golpizas tras lo cual lo desvistieron y le aplicaron una fuerte descarga eléctrica en el pecho (picana eléctrica), propinándole finalmente el porteño un fuerte golpe en el pecho que le quebró el esternón. Mientras duró su secuestro dijo que lo mantenían esposado a una cama donde comía sentado, que era llevado al baño esposado y que era torturado casi a diario, recordando una ocasión en que le aplicaron el llamado procedimiento “mojarrita sucia” provocación de asfixia por inmersión en agua putrefacta- durante una prolongada sesión de tortura en la cual tras desmayarse le colocaron la cabeza en una especie de piedra o superficie sólida simulando un intento de degüello. Agregó que tanto de día como de noche en forma constante mientras permaneció en ese lugar oyó los gritos de las personas que eran torturadas, lo que le permitió determinar además que había numerosos detenidos en ese lugar, aunque aclaró que los guardias les impedían hablar entre sí. Recordó una ocasión, esto es el 14 de marzo de 1976 en horas de la noche, en que, tras ubicar en fila a todos los detenidos en un espacio amplio cerrado ubicado tras un pasillo que atravesaron, los captores realizaron un auténtico fusilamiento con disparos de ametralladora, tras la cual explicó el declarante que pudo sentir lo “pegajoso de la sangre” que había en la pared como también en el saco color claro que vestía como pudo observar una vez liberado-, aclarando asimismo que no pisó los cuerpos sin vida en tanto hubo dos sesiones de disparos en cuyo intervalo fueron removidos de en medio, explicando finalmente que lo excluyeron del fusilamiento diciendo “a este no que es lobo, lo quieren de arriba”, siendo finalmente liberado días después. Por último, es menester destacar lo dicho por el testigo en cuanto a que al ingresar a La Ribera “el porteño” le dijo que “Pilar” López lo había delatado, ante lo que el dicente recordó haber visto en el diario que efectivamente López –conocido suyohabía sido secuestrado en el mes de enero anterior a su propia detención, por lo que solicitó que lo trajeran a su presencia a fin de aclarar las cosas, respondiéndole uno de los secuestradores que no pidiera por “Pilar” porque “ya era un arbolito más en el dique San Roque” ( fs. 298/302). d) Centro Clandestino de Detención La Perla A fin de describir las actividades que se llevaban a cabo en este lugar, como así también la estructura de jerarquías, resulta necesario echar mano a los relatos de quienes –habiendo permanecido largamente privados de su libertad en La Perla– recopilaron abundante información. Graciela Geuna, en su escrito glosado a fs. 2281/326, describe a fs. 2288 el funcionamiento del Destacamento de Inteligencia 141 “General Iribarren” del que dependía La Perla. Indica que el Destacamento operaba bajo las órdenes de un Coronel, Jefe, y un Teniente Coronel, subjefe, a través de cuatro secciones: Sección Política, Sección Calle, Sección Operaciones Especiales -La Perla- y Sección Logística. Asigna especial relevancia a la 1° Sección “Política” indicando que se encontraba a su cargo establecer las 92 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 prioridades de la investigación y asignando tareas a la sección Calle. Refiere que allí se nucleaba toda la información referida a los secuestrados, se analizaban los dichos de los torturados y se tomaban decisiones –en base a la información recabada– del curso a seguir. Describe asimismo la función de las secciones segunda y cuarta, pero detiene especialmente el análisis al abordar el funcionamiento de la Tercera Sección, llamada Operaciones Especiales, “La Perla” o “La Universidad”. Geuna aclara que las “operaciones especiales” eran el eufemismo con el que se mencionaba a los secuestros y los traslados. De igual manera aclara que La Perla recibía también el nombre de “La Universidad” en contraposición a “La Escuelita” – nombre que recibía La Ribera, a fin de diferenciarlas en lo relativo al nivel de tortura que se practicaba en uno u otro centro. Relata que a cargo de La Perla había un capitán, en ocasiones dos, y un teniente primero; que su personal estaba compuesto por efectivos militares, oficiales, suboficiales y civiles adscriptos a inteligencia. Recuerda que la guardia estaba a cargo de Gendarmería Nacional y que también participaban de los traslados y secuestros los llamados “números” que eran oficiales de unidades regulares convocadas USO OFICIAL rotativamente para colaborar. Graciela Geuna señala que al tiempo de los hechos el personal de La Perla estaba conformado por aproximadamente treinta hombres del Destacamento de Inteligencia 141, entre oficiales, sub-oficiales y civiles, que a su vez se dividían en dos grupos: operativos e interrogadores, aclarando que esto no reflejaba un esquema absoluto porque tanto unos como otros secuestraban y torturaban. Su relato abunda en detalles que reflejan los padecimientos de quienes se hallaban en cautiverio en esta locación, sindicando no sólo los procedimientos tormentosos a los que se los sometía en la “sala de torturas”, sino que especialmente refleja que la propia situación de detención y alojamiento en La Perla implicaba en sí misma el sometimiento a una modalidad de tortura. Al respecto viene al caso transcribir las consideraciones que realiza en torno a “la cuadra”. Señala: “era el lugar donde los prisioneros eran llevados desde la tortura y hasta su traslado, desde mi secuestro hasta mi puesta en libertad bajo control estuve en la cuadra. La cuadra ocupa la mayor parte del edificio central de La Perla, entrando a este hacia la derecha están las oficinas y al fondo un pequeño baño (...), hacia la izquierda está la cuadra, un inmenso espacio de unos 30 ó 40 metros por diez y al fondo las duchas lavaderos y baños, (...) las paredes blancas y a los dos metros y medio de altura aproximadamente hay pequeñas ventanas con rejas. (...). Permanecíamos acostados en colchonetas llenas de paja. Intento describir ese infierno con la certeza de que es imposible, era otro mundo donde los parámetros normales se trastocaban. Me es imposible remontarme a esa época sin pensar en ella como si siempre hubiera sido de noche. Si para una situación normal lo cotidiano era la luz, para nosotros la cotidianeidad era la oscuridad. Finalmente teníamos incorporada la venda como parte de nosotros mismos. Había estricta prohibición de hablar. El silencio aplastante era roto sólo por los gritos de quienes estaban siendo torturados, por las carcajadas de los torturadores y por el motor de 93 los autos al estacionar y partir para nuevos secuestros. Así era todo el día, todos los días. Sentíamos terror cuando escuchábamos que los autos llegaban. Sabíamos que comenzaba el tormento para otra persona, que otro ser humano había pasado a ser un desaparecido, había pasado a formar parte del mundo del nunca más. Teníamos alterado el sentido de la distancia. A veces era posible comunicarse con quien estaba al lado pero no sabíamos quien estaba a tres metros de distancia. (...). Nos despertaban a las 7 de la mañana y así un nuevo día de horror comenzaba. Era terrible despertarse, no queríamos nunca que llegara el día ... cada mañana pensábamos: un día más de horror a soportar (...). Levantábamos la mano para ir al baño, los gendarmes nos hacían ir al baño en grupos, haciendo un “trencito” (nos tomábamos del hombro del que iba adelante y el guardia guiaba al primero. A veces todo pasaba bien, otras, los guardias aprovechaban esta ocasión para mofarse de nosotros, haciéndonos agachar o desviarnos hacia la derecha o la izquierda ante obstáculos inexistentes. Adoptábamos así posiciones ridículas, caminábamos tambaleándonos, con miedo a chocar con algo. Todo estaba organizado para crear una situación absolutamente regresiva, el estar vendados, acostados, no poder ir al baño sin venda, todo era inseguridad. (...) A veces no pasaba nada, o pasaban mil cosas a la vez: secuestros, autos que salían a toda velocidad, autos que llegaban, gritos cuando llegaban nuevos secuestrados, gritos, gritos y más gritos. (...) adentro sentíamos como si el mundo exterior hubiera muerto, desaparecido... no podíamos ubicarnos geográficamente en Córdoba, nos parecía que estábamos en la Luna, en algún lugar fuera de la realidad... eso es lo que ellos querían conseguir, esa sensación de indefensión e irrealidad que permitiera manipularnos mejor, dejarnos sin defensas, sin ningún referente, sin ningún gesto posible de humanidad salvo los que ellos podían hacer. (...) Dormíamos en posición fetal, como queriéndonos escapar del contexto externo, retrotraernos al seno materno. La venda era una tortura más perversa que la tortura síquica pues nos reducía a nuestro interior y allí estaban nuestros muertos, nuestro dolor de saber que éramos “muertos que caminaban”, que estábamos en esa categoría intermedia entre la vida y la muerte, la categoría de “desaparecidos”...”. Testimonios similares que reflejan las rutinas que se sucedían en la La Perla la aportan en forma coincidente otros ex detenidos como Piero Di Monte (fs. 2328/459), Liliana Callizo (fs. 2462/543), Teresa Meschiati (fs.2546/87), Ana Iliovich (fs. 3823/38). Con mayores precisiones, los testigos señalan que el personal de La Perla revistaba en el Destacamento de Inteligencia 141 y que, específicamente, se desempeñaba en la órbita de la Tercera Sección de esa Unidad, Sección esta que también era individualizada como Grupo Operaciones Especiales –u OP3, que sintetiza “Tercera Sección Operaciones Especiales”-, fue el responsable directo de allanamientos, secuestros, tortura y asesinatos, intimidaciones, amenazas y acciones de terror psicológico, entre otras. Actuaban en vehículos robados en la calle o sustraídos a detenidos de anteriores procedimientos. Portaban armas de grueso calibre y una radio en el coche comando que le 94 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 aseguraba la permanente comunicación con el Destacamento y la Policía. Las personas secuestradas por el grupo eran conducidas al campo de La Perla, en donde eran sometidas a un proceso de tortura e interrogatorio; a su vez, los operativos se realizaban a partir de información proveniente de los interrogatorios y de la central de inteligencia. Poseían una impunidad total para actuar, ya que el desarrollo de las operaciones no era interferido ni por la Policía, ni por otras Fuerzas de Seguridad; previamente se comunicaban con ellas para decirles que “trabajarían” en tal o cual lugar. Todos vestían de civil, se dejaban el cabello largo y algunos utilizaban barba. En cuanto al carácter clandestino e irregular del accionar desarrollado por el llamado “Grupo Operaciones Especiales” o Tercera Sección, resulta ilustrativo el reglamento RC 16-1, titulado “Inteligencia Táctica” al referirse a las “actividades especiales de inteligencia”, puesto que incluye entre ellas las “operaciones especiales”, a las que define como “procedimientos subrepticios de distinta naturaleza que se desarrollan en el marco de operaciones convencionales y no convencionales y/o operaciones contra la subversión …, que normalmente utiliza técnicas diferentes de las que USO OFICIAL se emplean en el resto de las actividades especiales de inteligencia y contrainteligencia”. Obran asimismo en la causa otros dos documentos extraídos del legajo de servicios del oficial Ernesto Guillermo Barreiro, que caracterizan el accionar del Grupo Operaciones Especiales como “novedoso”, “encubierto” y “sin registro alguno”, expresiones todas que aluden de manera inequívoca al accionar clandestino que habría ejecutado esa Sección (fs.2960/3). Del primero de esos documentos, un reclamo administrativo efectuado por Barreiro, conviene destacar las expresiones del recurrente mediante las que describe –en los primeros meses de 1977- el accionar de la Sección de Operaciones Especiales indicando que a través de la experiencia y de las capacidades y limitaciones personales, se había ido configurando en cada uno de los integrantes de ese grupo un perfil característico “acorde a las necesidades del conjunto” (fs.2962). Tal descripción corrobora el trabajo en equipo que habrían desarrollado los integrantes de la sección, quienes, por otra parte, no intervenían individualmente en cada procedimiento, sino que –conforme la prueba hasta ahora valorada- habrían operado grupalmente en tareas que, como las investigadas en autos, obviamente una o dos personas por sí solas difícilmente podrían haber cumplido. Confirma también la actuación en equipo y la índole de las tareas realizadas por la OP3, la nota suscripta por Luis Gustavo Diedrichs, Capitán del Destacamento de Inteligencia 141, al solicitar el otorgamiento de una distinción reglamentaria “MEDALLA AL HEROICO VALOR EN COMBATE”, para todo el personal del “Grupo Operaciones Especiales”, en relación al cual destaca que desde noviembre de 1975 hasta la fecha de la nota –6 de noviembre de 1976- había actuado “en forma altamente eficiente, logrando experiencia inapreciable, habiendo obtenido a lo largo de un año, un resultado sumamente valorable” (fs.2960), resultado que atribuye al conjunto y no a ninguno de sus integrantes en particular. 95 En este apartado debemos referir a las constancias que indican que en un primer momento confluyeron en La Perla efectivos militares, civiles de inteligencia y policiales. Respecto de estos últimos, su intervención en este centro clandestino de detención se habría limitado a un breve tiempo en los primeros momentos de su funcionamiento. Señala Teresa Meschiati que algunos de los policías del D2 trabajaban como “torturadores” en La Perla, pero “poco después son expulsados a raíz de contradicciones internas. Las excusas fueron “abuso de poder”, “falta de moral”, “torturadores sádicos”, cuando en realidad la acción represiva que desarrollaba el Ejército fue demostrando su eficacia en el proceso de monopolización del terrorismo de Estado, relegaron a un segundo plano al Departamento de Informaciones D2, quien debía informar de sus procedimientos y pasar sus detenidos a La Perla” (ver fs. 7969 vta). Coinciden con este relato Elmar Pascual Guillermo Fessia, Adriana María Olivella y Graciela Lucía Olivella ( ver fs. 14.009/12, 14.013/20, 2713/4, 2716/19 y 2720/23) . IV- Luego de realizadas estas consideraciones abordaremos puntualmente la prueba referida a cada uno de los hechos que componen la plataforma fáctica de estos actuados. HECHO NOMINADO UNO En lo que concierne a los sucesos de los que habrían resultado víctimas Graciela del Valle Maorenzic y María de las Mercedes Gómez de Orzaocoa, la prueba colectada en autos nos permite señalar que las nombradas habían acordado encontrarse en las inmediaciones del Hospital Córdoba el día 21 de marzo de 1975, lugar en el que habrían sido aprehendidas por personal perteneciente a la Policía de la Provincia de Córdoba. Lo dicho se desprende del recurso de habeas corpus presentado por el padre de Graciela (ver fs. 4573), Eduardo Maorenzic, en el que indica que su hija desapareció el 21 de marzo de 1975, cuando salió de su domicilio sito en calle Sarmiento 867 de B° General Paz aproximadamente a las 06.30 hs. A ello debe sumarse el testimonio de quien fuera el esposo de la Sra. Gómez, Carlos Normando Orzaocoa, quien recuerda que su esposa salió de su domicilio porque tenía una cita con Graciela Maorenzic. Que aproximadamente al mediodía tuvo noticias de que su mujer había sido detenida a raíz de una comunicación que le efectúa su cuñada Dolores (hermana de Mercedes), en la que le refiere que un grupo de policías había ido al domicilio de su suegra preguntando por Mercedes. Recuerda el testigo que para esa fecha él tenía pedido de captura, por lo que no podía exponerse, y que mandaron a sus compañeros a observar el lugar en el que se había concertado el encuentro. Así se enteraron que su esposa y Maorenzic estaban en la parada del colectivo ubicada en Avda Patria, en la manzana del Hospital Córdoba, cuando dos móviles policiales las subieron a los vehículos y se las llevaron (ver fs. 8090). En similares términos se expresa el hermano de Graciela, Domingo Eduardo Maorenzic, al declarar ante la CONADEP (ver fs. 4566) relatando que el día 21 de 96 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 marzo de 1975, su hermana salió en horas de la mañana de su domicilio para dirigirse hasta las inmediaciones del Hospital Córdoba. Que presumiblemente se dirigía a un encuentro con otra persona. Expresa que por los relatos de personas que vieron el procedimiento supo que su hermana, junta a María de las Mercedes Gómez, fue vista cuando era llevada por Avda Patria por dos individuos de civil armados. Refiere que quienes presenciaron ese hecho se encontraban por esos momentos en la parada de colectivos interurbanos ubicada en Avda Patria y Rincón. Que los captores llevaban a las dos mujeres del brazo por Avda Patria y subieron por calle Rincón hacia el Este hasta llegar a un Pasaje que se encuentra entre calles Eufrasio López y Patria, y allí las habrían palpado de armas, para luego hacerlas abordar en un vehículo Citroën gris, el que se retiró del lugar custodiado por un móvil de la Policía de la Provincia de Córdoba. Por su parte, Dolores Gómez (fs. 12778/9), confirma que el 21 de marzo de 1975, su hermana Mercedes salió temprano de su casa - vistiendo un vestido azul y una camperita verde tejida, y que llevaba en la mano un monedero celeste con documentos - para entrevistarse con Graciela Maorenzik, quien aparentemente debía USO OFICIAL entregarle un informe de gastos de la zona sur del PRT. Señala que su hermana no volvió más a su casa y que, meses más tarde, en un encuentro de la Unión de Familiares de Córdoba del Partido Intransigente, una persona le contó que el 21 de marzo de 1975 estaba esperando el colectivo para San Francisco, ya que era empleado del Sindicato de los Lácteos, y que fue testigo cuando dos personas de civil, estacionaron un vehículo Citroen blanco sin chapa patente y fueron a buscar a dos chicas, las traen y las detienen en calle Libertad y Av. Patria más o menos a las 07.30 hs. de la mañana, que las pusieron contra la pared, les hicieron levantar las manos, las manosearon y que recuerda que una de ellas tenía en la mano un monedero celeste como el que llevaba su hermana. Ahora bien, a fin de determinar quiénes habrían intervenido en este procedimiento y a qué lugar fueron trasladadas estas mujeres viene al caso reparar en el testimonio de Carlos Normando Orzaocoa (fs. 12.242) cuando refiere que la caída de Mercedes y Graciela está relacionada con una caída previa de compañeros del PRT que trabajaban en Grandes Motores Diesel. Señala que uno de estos compañeros, que entiende que sería Roberto Carlos Martínez, tenía un papel con la cita que tenía con Mercedes Gómez, que este papel cayó en manos de la Policía y que así se habría conocido el lugar de Avda Patria donde estarían a una hora determinada. Al respecto señala el aludido Roberto Carlos Martínez (ver fs. 12.616/7) que fue detenido el 20 de marzo de 1975 en su domicilio de calle Rivadeneira de Barrio Las Margaritas, aproximadamente entre las 5 o las 6 de la tarde y trasladado al Departamento Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba, señala que allí fue interrogado con tormentos en varias oportunidades, siempre con mucha violencia. Señala que no conocía a Gómez y Maorenzic, pero declara que durante los interrogatorios le preguntaron por el “Vasco” Orzaocoa. Si bien no recuerda si tenía o no una cita el 21 de marzo con alguna persona, manifiesta que solía tener citas con muchas personas, incluso con personas que no conocía, y que - si bien no era su costumbre - es 97 posible que alguien le haya dado escritas en un papel las referencias de la cita y que la hubiera guardado en la billetera con el propósito de memorizarlas después. En este punto viene al caso repasar las constancias de las actuaciones iniciadas en dicha oportunidad en contra de Roberto Carlos Martínez, que derivaran luego en la causa penal tramitada ante el Juzgado Federal n° 2 caratulada “CHABROL, Eduardo y otros p.ss.aa. homicidio calificado, tenencia de armas y munición de guerra y asociación ilícita” Expte 4-CH-75. Allí se encuentra una declaración suscripta por Martínez con fecha 25 de marzo de 1975 (al declarar en estos actuados Martínez señaló que desconoce el contenido de esta declaración ya que la firmó con posterioridad a sus interrogatorios y sin posibilidad de leerla, ( ver fs. 12612/3). En el tramo final de la declaración se hace constar que Martínez informa que trabaja en Grandes Motores Diesel y señala que como militante del PRT aportaba una suma de cincuenta pesos mensuales que entregaba a un tal “Marcos”, cuyo apellido legal era Montoya que también trabajaba en GMD ( ver fs. 13141/3). A continuación se encuentra la declaración de Ramón Antonio Montoya – probablemente suscripta en similares circunstancias a las que lo hiciera Martínez – de la que se desprende que un tal “Vasco” le propuso ingresar al ERP, dando detalles de las tareas y reuniones que comenzó a desplegar desde su incorporación. Asimismo, ante la pregunta del preventor de si en alguna oportunidad había recibido dinero de aportes de los militantes del PRT, el acta consigna que respondió que en alguna oportunidad recibió la cuota correspondiente a Ferreyra y, junto con la suya, la pasó al Vasco. De lo dicho por Martínez ante esta sede y del contenido de las actas que analizamos no podemos más que concluir que el Vasco que se menciona no es otro que Carlos Orzaocoa, conocido como el “Vasco Orzaocoa”, marido de María de las Merecedes Gómez. De las diferentes actas labradas con motivo de los interrogatorios que habrían tenido lugar en el D2, reiteradamente se consignan referencias a una supuesta “cuota” que aportaban los militantes del PRT (aparentemente de cincuenta pesos) y que ésta se entregaba al responsable de la División Finanzas del ERP. En el acta de Martínez (ver fs. 13141 vta.) se indica que tal responsable sería un tal “Marcos” cuyo verdadero apellido sería Montoya y del acta de la declaración de Montoya se desprende que el responsable de recaudar el dinero sería el tal “Vasco”. Lo cierto es que Carlos Orzaocoa (a) el “Vasco” claramente indica que la responsable de finanzas del PRT-ERP era justamente su esposa, María de las Mercedes Gómez (ver fs. 8090) y por tanto la responsable de la recaudación. Las conexión entre la detención de Martínez, acontecida un día antes de la desaparición de Gómez y Maorenzic (esto es el 20 de marzo de 1975), se ve fortalecida por las constancias de lo labrado en sede policial, permitiéndonos establecer una necesaria derivación de la información obtenida durante los interrogatorios de quienes fueran detenidos en el marco de la causa “Chabrol…” con las detenciones y desapariciones que investigamos. Así las cosas, resulta probable que los hechos acontecieran de la siguiente manera: Roberto Martínez fue detenido el 20 de marzo y trasladado al D2, allí fue 98 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 interrogado bajo tormentos sobre distintas personas vinculadas a su militancia, entre otros, respecto del “Vasco” Carlos Orzaocoa y su esposa Mercedes Gómez. Que, a su vez, el personal policial habría encontrado documentación entre sus ropas que refería al encuentro que tendría lugar al día siguiente, esto es el 21 de marzo, con la esposa de Orzaocoa. Fácil es entonces deducir que el personal del Departamento Informaciones habría montado el operativo que determinó la detención de Gómez y Maorenzic, y las trasladó a las dependencias del Departamento, en Pasaje Catalina de esta ciudad. Realizadas estas consideraciones debemos reparar en lo que sucediera con estas mujeres dentro de las dependencias del Departamento Informaciones. Al respecto resulta sumamente dificultoso establecer con alguna exactitud el periplo que habrían transitado dentro de esta dependencia. Sin embargo existen testimonios que nos permiten afirmar, con el grado de probabilidad requerido en esta etapa, que Gómez y Maorenzic permanecieron varios días en dichas dependencias. En este sentido debe valorarse el testimonio de Carlos Higinio Ríos quien manifiesta que fue detenido y alojado en el D2 el 25 ó 26 de marzo de 1975 (dato USO OFICIAL corroborado por las constancias de la nómina de detenidos y sus causas (fs. 10204) en la que se lo registra detenido el 27 de marzo de ese año. El testigo recuerda que pudo ver que en una de las paredes había una chica con las manos en la pared, que vestía vaquero y zapatillas y en los hombros – a modo de poncho – le habían puesto una bandera del ERP. Señala que cada policía que pasaba para el fondo, donde cree que estaba la cocina, le pegaban trompadas, la tiraban al suelo, le decían “así que vos sos erpiana”, recordando que esta chica pedía que la llevaran al baño, que estaba toda manchada – cree que por la menstruación - y no la llevaban. Describe a esta mujer como una chica con cabello claro, de estatura mediana y delgada. La descripción de Ríos, tanto de la persona como de la vestimenta, resulta sin dudas coincidente con los rasgos fisonómicos con los que Nora Maorenzic describiera a su hermana Graciela, quien al respecto señaló “Mi hermana era rubia, o bien de cabello castaño claro, largo, delgada, de 1.60 m de altura, siempre solía vestirse con pantalones vaqueros de corderoy o de jean y zapatillas”. De tal suerte, los dichos de Ríos nos permiten afirmar que resulta probable que la mujer que observara en el D2 se trataría de Graciela Maorenzik, afirmación que se fortalece con el relato que Ríos realiza respecto del trato que recibiera esta mujer, a quien se la había envuelto en una bandera del ERP y se la castigaba continuamente por ser “erpiana”. La comprometida militancia que Maorenzic revistaba en esta organización, su vinculación afectiva con uno de los principales referentes del ERP: el “negro Fernández” padre de su hijo pequeño y que había intervenido en el emblemático intento de copamiento del Regimiento 17 de Catamarca – nos permiten señalar que su detención adquirió un particular interés y significación simbólica, y la habría hecho merecedora de un trato especialmente cruel y humillante. Respecto de la suerte que habría corrido María de las Mercedes Gómez, deben traerse a colación la declaración de Octavio Severo Cuello (fs. 3905/09), 99 retirado de la Policía de la Provincia de Córdoba, quien refiere que conoce que la Sra. Gómez fue llevada al Departamento Informaciones. En un documento que suscribiera Cuello (agregado a autos a fs. 8059 y ss incluye entre la gran cantidad de torturas, secuestros y crímenes cometidos por Personal de la Policía – información que le habría proporcionado el propio Comisario Romano - el hecho del secuestro y desaparición de una señora joven embarazada de aproximadamente 7 u 8 meses, de cutis muy blanco y cabello oscuro, capturada en Av. Patria, cerca del Hospital Córdoba, que posiblemente se trataría de María de las Mercedes Gómez. La estadía de Gómez en el D2 a su vez encuentra confirmación a través de las expresiones de Carlos Raimundo Moore, quien en comunicación por correo electrónico con Mariana Orzaocoa – hija de María de la Mercedes Gómez – escribe un documento (glosado a fs. 12.244/51) en el que relata que el 27 de marzo de 1975 se encontraba encerrado en el baño del Departamento Informaciones, y había logrado – porque estaba aislado en ese lugar y a oscuras - levantarse la venda a la altura de la sien. Relata que al sentir pasos que se acercaban intentó bajarse la venda, pero no lo logró antes de que sus captores prendieran la luz, y lo arrastraran fuera del baño. Cuenta que en el umbral logró ver claramente a una mujer embarazada, de baja estatura, de tez muy blanca, de cachetes redondos y cabello negro brilloso. Señala que la llevaron al baño para que se aseara, y recuerda los quejidos de esta mujer porque el agua estaba helada. Moore le habría comentado telefónicamente a Mariana (ver fs. 12.243) que la habrían dejado asearse debido a que iba a ser trasladada, probablemente a un nosocomio porque se aproximaba el parto. En este punto viene al caso reparar que en su escrito Charly Moore reiteradamente – intentando probablemente no angustiar a Mariana Orzaocoa – le aclara que estima que su madre no fue violada ni torturada. Esta referencia nos obliga a detener el análisis en lo referente al concepto de tormento, a fin de dilucidar si las vivencias de María de las Mercedes Gómez podrían encuadrar o no en este extremo legal. Al respecto valga señalar que entendemos por “tormentos” -conforme la definición que contiene el art. 2 de la Convención Interamericana para la Prevención y Sanción de la Tortura– a “todos los actos realizados intencionalmente y que causen sufrimientos físicos o mentales, ya sea con fines de investigación criminal y/o como medio intimidatorio y/o como castigo personal y/o como medida preventiva y/o como pena o con cualquier otro fin, así como también la aplicación de métodos tendientes a anular la personalidad de los detenidos o a disminuir su capacidad física o mental, aunque no causen dolor ni angustia”. En sentido similar el art. 2 de la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes suscripta por los Estados Parte de la ONU y que, a tenor de lo dispuesto por el art. 75 inc. 22 de nuestra Carta Magna, reviste jerarquía constitucional, define a la tortura como “todo acto por el cual se inflija intencionalmente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, o de castigarla por un acto que haya cometido o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier 100 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean inflingidos por un funcionario público y otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia”. El concepto de “tormento” adquiere una singular amplitud que no sólo incluye actos de violencia física ejercida en contra del detenido –frecuentemente en el contexto de la interrogación- , sino también a la imposición de todo tipo de sufrimientos físicos y/o morales que excedan a los que la propia situación de detención naturalmente conlleva. Es así, y refiriéndonos concretamente a la situación de en que se encontraba María de las Mercedes Gómez, no puedo más que reparar en que la clandestinidad de su detención, la imposibilidad de comunicarse con sus familiares y allegados, su avanzado estado de gravidez y – consecuentemente – los temores que esta situación necesariamente le acarrearían en relación a su suerte y la del niño próximo a nacer, a lo que debe sumarse que – más allá de que haya o no recibido maltratos físicos – su estadía con los ojos vendados, mal alimentada, escasamente hidratada (prácticas comunes en esta dependencia), y percibiendo un contexto de altísima violencia – como la desplegada en este caso contra USO OFICIAL Maorenzick - en el que los gritos de dolor de otros detenidos, muy probablemente sometidos a tormentosos interrogatorios, configuraban un entorno amenazante, y altamente angustiante. Se advierte entonces que Gómez se vio inmersa en un escenario prolijamente diseñado para provocar una profunda angustia tanto en ella como en los demás detenidos, sentimiento provocado no sólo por las penurias físicas a las que estaban sometidos, sino especialmente por la incertidumbre de la situación que enfrentaban. La ilegalidad de su detención los ponía necesariamente en un terreno incierto, que habilitaba a la autoridad que los tenía cautivos de disponer de su suerte a su antojo, temiendo fundadamente por sus vidas y su integridad física, suponiendo probable un final violento. Los golpes, las amenazas explícitas y veladas, la certeza de encontrarse al margen del amparo de la ley, la imposibilidad de reclamar auxilio, la angustia imperante, los gritos de dolor de otros detenidos, cooperaron a crear durante el lapso temporal que duró la detención un universo tormentoso, angustiante y que a mi entender claramente encuadra en las disposiciones del art. 144 ter del C.P. Siguiendo con el análisis de la secuencia de hechos que nos ocupan, debo señalar que es circunstancia probada en autos que, luego de que estas mujeres se ausentaran de sus domicilios y de que se observara su detención en la vía pública, no fue posible obtener de las autoridades civiles o militares respuesta alguna sobre su paradero. Las denuncias y pedidos de habeas corpus tramitados por sus familiares obtuvieron siempre respuesta negativa, por lo que desde entonces permanecen en calidad de “desaparecidas”. Esta circunstancia, sumada a las probanzas que señalan que habría sido el personal de la Policía de la Provincia de Córdoba el que habría intervenido en sus detenciones, como así también que el hecho de que ambas habrían permanecido con vida durante, al menos, algunos días en el Departamento Informaciones Policiales, nos permiten inferir con el 101 grado de probabilidad que requiere esta etapa procesal que su destino final no fue otro que la muerte en manos de quienes habían resultado sus captores, quienes luego de procurar su ejecución, habrían hecho desaparecer sus restos para que nunca más fueran encontrados. Ahora bien, luego de realizadas estas consideraciones que versan sobre el modo en que se habrían sucedido los hechos, resulta apropiado reparar que el accionar desplegado por el personal policial en contra estas mujeres, encontraría motivo en la militancia que éstas ejercían en el Ejército Revolucionario del Pueblo. Así lo afirma el Orzaocoa quien señala (ver fs. 8090) que su esposa era responsable de finanzas de la Regional Córdoba del PRT-ERP y que Graciela también militaba en la organización, a la par que era pareja de Antonio María del Carmen Fernández, miembro del buró político del PRT-ERP. En este sentido también se expresa la hermana de Graciela, Nora Beatriz Maorenzic, quien recuerda (ver fs. 12.452/3) que Graciela conoció a Fernández cuando éste vino a dar una conferencia en Córdoba, en el Sindicato de Luz y Fuerza y ella estaba destinada al apoyo y/o custodia de Fernández, que allí se enamoraron y que ella se fue con él a Tucumán y vivían en una casa que compartían con la hermana de Santucho y su pareja. Que su hermana quedó embarazada, por lo que la testigo fue a acompañarla al momento del parto – que se había adelantado en virtud de la angustia que sufriera Graciela por la muerte de Fernández -. El hijo de Graciela, Andrés, relata que su padre cayó en el intento de copamiento del Regimiento 17 de Catamarca, en el episodio conocido como “La masacre de Capilla del Rosario” (ver fs. 12.341/2). HECHO NOMINADO DOS En lo que concierne al hecho descripto en segundo lugar, que tiene por víctima a Marcos Osatinsky, debe señalarse que es circunstancia acabadamente probada que el nombrado fue detenido en un allanamiento realizado el 6 de agosto de 1975 en la finca sita en calle Maestro Vidal 1010, ordenado en el sumario 178/22 de la Policía de la Provincia de Córdoba que luego diera origen al Expte “Fidelman, Diana…..” tramitado ante el Juzgado Federal n° 1. De tales constancias se desprende que el nombrado fue trasladado y alojado en la sede del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba, en el que permaneció hasta el día 21 de agosto de 1975. Ahora bien, existen elementos en autos que claramente refieren al trato que Marcos Osatinsky recibiera durante su estadía en el D2. Al respecto, viene al caso relevar las consideraciones realizadas por el Dr. Toribio Lucio Aguerre, médico forense de los Tribunales Federales de Córdoba, quien al 12 de agosto de 1975 señaló que, comisionado por el Juzgado Federal n° 1 en el expediente de habeas corpus presentado por el Dr. Hugo Vaca Narvaja a favor de los detenidos Mendizábal y Osatinsky, se constituyó en el Departamento Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba y allí examinó a los nombrados, dictaminando – en lo que nos ocupa – que a esa fecha el estado de salud de Osatinsky era bueno, aunque presentaba rastros de golpes tales como un hematoma en vías de resolución en escápula derecha y otro en cresta ilíaca, también derecha (ver fs. 102 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 4378). Si bien hasta esa fecha – el 12 de agosto – el trato que se le había dispensado parecería no haber sido excesivamente riguroso, tal situación habría cambiado en los días siguientes. Ello puede desprenderse de varios testimonios de personas que claramente registran haber visto a Marcos Osatinsky severamente maltratado. Al respecto señala Mario Antonio Leiva (ver fs. 10.947/49 ) que el día 20 de agosto de 1975, cuando se encontraba detenido en el Cabildo, lo introdujeron en una celda en la que también se encontraba Marcos Osatinsky. Cuenta que estaba en el suelo y que prácticamente no se podía mover a causa de las torturas que había recibido. Indica que tenía la cara golpeada y la nariz manchada con sangre seca. En similares términos se expresa el Dr. Lucio Garzón Maceda (ver fs. 12.767), quien relata un particular episodio que le tocó protagonizar. Señala que a los pocos días de la detención de Osatinsky – entre el 10 y el 15 de agosto - recibió un llamado telefónico de éste que le pedía que se presentara en el Departamento Informaciones. Cuenta que concurrió a ese lugar con el Dr. Gustavo A. Roca y que se entrevistó con el propio Osatinsky y con el personal policial, entre el que se encontraba el Jefe de Policía Choux. Señala que en esa entrevista se promovía un acuerdo para llegar a un USO OFICIAL conciliación-tregua política entre Montoneros y el Gobierno Nacional, y ellos serían los encargados de comunicar a la conducción de Montoneros la posibilidad de la tregua que devendría de un acuerdo por el cual Montoneros dejaría de atacar y el personal policial interrumpiría las torturas a las que se estaba sometiendo a sus compañeros y les levantarían la incomunicación. En esa entrevista el propio Osatinsky les relató – delante de la Jefatura policial – que lo habían torturado, circunstancia que el propio testigo pudo constatar, recordando que – incluso – le pidió alguna crema para el tratamiento de las marcas que le habían quedado por la aplicación de la picana. Lo dicho, nos permite afirmar que resulta probable que Marcos Osatinsky, en virtud de su militancia en la organización Montoneros, fuera sometido a tormentos por parte del personal del Departamento Informaciones Policiales – en los términos que lo prevé el art. 144 ter, segundo párrafo. Ahora bien, de la lectura del expediente “Fidelman, Diana ...” en el que se encontraba imputado Osatinsky, se advierte una escueta diligencia (ver fs. 13525) incluida en el sumario n° 178/22 que dispone la remisión de las actuaciones sumariales al Juzgado Federal n° 1 con todo lo actuado, haciendo constar que todos los detenidos se hallan alojados en la Penitenciaría a excepción de quien en vida se llamara Marcos Osatinsky “quien dejó de existir en un enfrentamiento armado el día 20 del corriente, en circunstancias que era conducido, para su alojamiento, a dicho establecimiento carcelario (…)”. Aquí encontramos la versión oficial de la suerte que habría corrido Osatinsky. Sin embargo de esta información oficial podemos sindicar un primer y claro error en lo que concierne a la fecha consignada, ya que existen diversos elementos que nos llevan a sostener que Osatinsky falleció el día 21 de agosto y no el día 20. Esta circunstancia se desprende de las constancias del libro de la morgue judicial que registra claramente su ingreso el día 21 de agosto a las 19.55 hs. (fs. 9788). La versión de la existencia de un enfrentamiento en oportunidad del traslado de Osatinsky a la Penitenciaría, del que 103 resultara la muerte del detenido se desprende también del contenido de los legajos personales de los policías Antón, Cerutti y Villarruel. Ahora bien, en el documento suscripto por Charly Moore, recientemente ratificado judicialmente en el juicio oral que por estos días se realiza ante el Tribunal Oral nº 1 en los autos “Videla Jorge Rafael y Otros ....” Expte. N° 172/09 éste aborda específicamente el episodio en el que pereciera Osatinsky señalando que: “su muerte fue decidida y ejecutada por los siguientes oficiales y de la siguiente forma…(…) cuando se produjo el traslado legal de los mismos (de todos los demás detenidos que fueron habidos junto con Osatinsky) a la Unidad Penitenciaria U-1 de Córdoba, Osatinsky fue trasladado legalmente a la Alcaidía de jefatura, donde habían estado alojados sus compañeros. El 21 o 22 de agosto de 1975, durante esa noche, fueron sustraídos dos automóviles y secuestrado otro. Entre los sustraídos a mano armada, uno era un Peugeot asaltado en el Parque Sarmiento de la ciudad de Córdoba por diez o doce individuos (todos de inteligencia) y el auto sustraído un Fiat 128 ó 125. Esos automóviles iban a ser los “atacantes” supuestamente montoneros que iban a tratar de liberar a Osatinsky durante su traslado desde la Alcaidía a la Unidad Penitenciaria n° 1 ordenado en complicidad por el Juez Federal de turno (Zamboni Ledesma). Los autos atacantes estaban ocupados por los civiles y contratados, los del traslado eran autos de la repartición policial matriculados legalmente (…). El “ataque” se produjo en las inmediaciones del Puente Santa Fe, donde dieron muerte a Osatinsky y resultaron con heridas superficiales “Boxer” Antón y un oficial de Bell Ville (…) de apellido Serrutti”. ( ver fs. 1761/2). Los extremos relatados por Moore aparecen confirmados por otros elementos de prueba que estimo relevantes. En primer lugar resulta claro que la intención de terminar con su vida se le había anunciado al propio Osatinsky en los días previos al 21 de agosto. Así lo recuerda el Dr. Garzón Maceda (ver fs. 12.767) señalando que unos días después del 15 de agosto Osatinsky le dijo que le pidiera a los abogados de la organización que solicitaran su traslado a la Penitenciaría porque estaba convencido que si permanecía en Informaciones lo iban a matar. En similares términos se pronuncia Mario Antonio Leiva (fs. 10.947/49) quien recuerda que al encontrarse con Osatinsky en Informaciones el día 20 de agosto de 1975 éste le dijo “Soy Marcos Ostinsky… han venido a decirme que me van a matar”. De igual manera, abonan los dichos de Moore las constancias de los legajos de los policías Cerutti, Antón y Villarruel quienes fueron especialmente ascendidos “por mérito extraordinario” por su intervención en el traslado a Osatinsky y en su desempeño en el “enfrentamiento” en el que los dos primeros habrían recibido heridas. Si bien Cerutti revistió heridas de alguna consideración (ver fs. 13.133/38), el caso de Antón resulta por demás demostrativo de la parodia montada para justificar la muerte del detenido. En tal sentido deber repararse en la historia clínica de Herminio Jesús Antón (ver fs. 12.057) en la que claramente se registra que el nombrado no acudió al Policlínico Policial el día del supuesto enfrentamiento – esto es el 21 de agosto – sino que recién acudió a la 104 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 consulta médica el día 22 de agosto a las 18.40 hs., señalándose como motivo de la consulta “herida de arma de fuego en región occipital izquierda, sin presentar signos de penetración en cráneo. Además orificio de entrada de bala y salida de la misma a 2 cm del anterior en región escapular izquierda; sin signos clínicos ni radiológicos de penetración en tórax”. Sin necesidad de demasiadas especulaciones es de resaltar que la entidad de estas heridas demandaban una consulta médica inmediata al hecho acontecido, lo que necesariamente nos lleva a concluir que las heridas que presentaba Antón el día 22 de agosto se produjeron con posterioridad al episodio que aquí abordamos – seguramente el mismo día 22 -. Resulta particularmente notorio que la Policía de la Provincia de Córdoba no aportó información oficial respecto de este hecho hasta el día 22 de agosto (ver recorte periodístico de la Voz del Interior del 23/08/75 obrante a fs. 10366, en que dio a conocer un parte que decía “cuando era conducido por orden del juez federal a la cárcel penitenciaria falleció el guerrillero Osatinsky. A raíz del enfrentamiento entre policías que lo conducían y un grupo extremista que trató de interceptarlos, fue abatido el guerrillero USO OFICIAL José Ricardo Cepeda” (ver fs. 10.366), idéntica información se desprende del memorando de la Policía Federal Argentina titulado “Panorama Mensual correspondiente al mes de agosto del año 1975” de fecha 1 de septiembre de 1975 (ver fs. 4710). Sin embargo resulta claro que José Ricardo Cepeda no pudo intervenir en ningún ataque ya que éste había abandonado su hogar el día antes, esto es el 20 de agosto de 1975, y en circunstancias que analizaremos en detalle al abordar el hecho cuarto, habría sido ilegalmente alojado en el Departamento Informaciones de la Policía. Es así que la mención en la versión oficial de la supuesta intervención de Cepeda y su muerte en tales circunstancias nos aporta un nuevo indicio que claramente refleja la inexistencia del supuesto “enfrentamiento” y nos indica que no se trató más que de un montaje representado por distintos elementos del Departamento Informaciones de la Policía con el objeto de justificar la muerte de Osatinsky, y que se aprovechó tal contexto para explicar la muerte de Cepeda. HECHO NOMINADO TRES En este punto abordaremos los sucesos que tuvieron por víctimas a cinco miembros de la familia Pujadas. A tal fin traeremos a consideración las constancias del expediente 49-5-75 del Juzgado Federal n° 1 de Córdoba (ver fs. 6261/6567) del que claramente se desprende que en la madrugada del 14 de agosto de 1975, aproximadamente a las 03.00 hs. un grupo de personas ingresó al domicilio que la familia habitaba sito en Camino a La Lagunilla Km 5 y ½, y retiró del lugar a José María Pujadas Valls, a Josefa Badell Suriol de Pujadas, a José María Pujadas Badell, María José Pujadas Badell y a Mirta Yolanda Bustos y los trasladó a hasta el campo propiedad de la firma “La Olivarera Argentina S.A.” situado a tres km aproximadamente de la Ruta Nacional 36, hacia el Oeste, sobre un camino provincial de tierra, lugar en el que – luego de recibir disparos de armas de fuego que provocaran la muerte de los Pujadas y severas heridas a Mirta Bustos – fueron arrojados en un pozo, en el que fueron habidos el día 15 de agosto de ese mismo año. 105 Ahora bien, a fin de dilucidar lo sucedido entre las 03.00 hs. de la mañana y el momento del fatal desenlace, viene al caso traer a consideración lo relatado por Víctor Pujadas, quien contaba para esa fecha con escasamente once años (ver fs. 12.595) y recuerda que quienes ingresaron a su domicilio pertenecían a la Policía. Al respecto relata: “El 14 de agosto recuerdo que una noche fría, yo dormía en una de las habitaciones, yo estaba en una habitación cercana a mis padres, las tres habitaciones daban al jardín de la quinta, lo que yo recuerdo es que escucho ruidos y que golpeaban los postigos de la ventana de la habitación de mi padre y decían: “policía, abran”, estoy seguro que decían “Policía”. A la percepción de Víctor Pujadas que acredita la interveción policial debe sumarse las múltiples constancias vertidas por quienes – luego de permanecer largamente detenidos en La Perla – recuerdan haber escuchado de sus captores, (personal militar y civil de inteligencia del Destacamento 141), que alardeaban de haber participado en la matanza de la familia Pujadas. Así, cuenta Teresa Meschiati que escuchó de boca de Luis Manzanelli (fs. 2548) jactarse de haber participado de este atentado, y relatar que en la casa sólo quedó un niño de 11 años y un bebé, y que el resto fue llevado a una fosa y ametrallado sin piedad alguna. También se refiere en similares términos Ana Iliovich (ver fs. 3825) indicando que escuchó de los militares y civiles actuantes en La Perla que habían actuado en el asesinato de la familia de Mariano Pujadas. También Graciela Geuna se refiere a este episodio (ver fs. 2302). Lo dicho nos permite afirmar, con el grado de probabilidad que requiere esta etapa que en este caso habrían actuado conjunta y coordinadamente personal policial y personal que revistaba en el Destacamento de Inteligencia 141. Por su parte Mirta Yolanda Bustos relata a fs. 6495/6 sus recuerdos sobre lo sucedido, señalando que cuando se encontraban durmiendo fueron despertados por ruidos en la casa, que aparecieron varios individuos en su habitación y que la inmovilizaron atándoles las manos y vendándoles los ojos, haciendo lo propio con su marido, José María Pujadas Badell. Señala que la condujeron a la planta baja donde permaneció sentada por un lapso de aproximadamente cuarenta y cinco minutos, para luego sacarla del domicilio e introducirla en la parte trasera de un vehículo, y que minutos más tarde advierte que sube a su lado su cuñada María José, quien no tenía tapada la boca y que lloraba y le decía “nos van a matar”. Relata que luego de unos veinte minutos, subió otra persona a la parte trasera del auto y que éste inició la marcha por aproximadamente media hora y que durante ese trayecto nadie habló a excepción de uno de los atacantes que le preguntó a su cuñada “Vos qué sos de los guerrilleros”. Que recién cuando el auto detuvo su marcha escuchó la voz angustiada de su esposo que le decía “Flaca, la nena” preocupado por su hijita de un año que había quedado en la cada junto con Víctor. Que es todo cuanto pudo decir su marido porque fue inmediatamente silenciado, y – pese a encontrarse con los ojos vendados – pudo advertir que estaba siendo sometido a una golpiza, que recién entonces la hicieron descender del auto junto a María José y las acostaron en el suelo con la cara hacia arriba. 106 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Que escuchó un disparo – que supone que fue el que iba dirigido a ella – porque a partir de ese momento no recuerda nada más. Hasta aquí contamos con los relatos testimoniales de quienes sobrevivieron al episodio. A fin de reconstruir el resto de los sucesos de esa noche deberemos abordar la copiosa prueba técnica incorporada a estas actuaciones. Así a fs. 6284/7 se encuentran glosadas los informes médico- forense correspondientes a las autopsias que se realizaran a los cadáveres en el Gabinete Médico Forense de la Policía de la Provincia de Córdoba. En relación José María Pujadas Valls, se dictamina que éste vestía solamente el pantalón y saco del pijama – confirmando lo ya señalado de que fueron sorprendidos en medio de su descanso y arrancados intempestivamente de su domicilio - . De igual manera el informe revela que esta víctima presentaba “protrusión de lengua, surcos de ligaduras en ambas muñecas y tobillos, herida de bala de regular calibre con halo de fisch con orificio de entrada en región temporal izquierda y salida por el ángulo maxilar (gonion) derecho, herida de bala con orificio de entrada por el tragus de oreja USO OFICIAL derecha sin orificio de salida; hematoma bipalpebral en ojo derecho; escoriaciones múltiples en ambos pies y piernas, escoriaciones múltiples en cara anterior de tórax con fractura de múltiples costillas” concluyendo como causa probable de la muerte las lesiones de centro vitales del contenido craneano, amén del shock traumático general de las fracturas costales. Respecto a Josefa Badell el informe señala que registraba también “ligaduras en ambas muñecas y tobillos, protrusión de lengua, hematoma bipalpebral en ambos ojos, dos heridas cortantes en párpados superior izquierdo, escoraciasis…” . Resulta revelador las constancias que dan cuenta que esta víctima tenía un cinturón ajustado con un nudo en torno a su cuello, posiblemente colocado en ese lugar en razón de que en algún momento se habría utilizado para sostener los esparadapos que obstruían su boca. Sin embargo – si bien esta mujer no fallece por asfixia – el relato del Dr. Gasparrini de fs. 13502/3, cuando señala –refiriendo a qué significa protrusión de lengua que: “ Significa “exteriorización de la lengua fuera de la boca”. Se produce en los ahorcamientos-estrangulamientos, a mano o con cinturonescordeles. Requiere alta fuerza de aplicación ( por ejemplo en la antigua ejecución judicial inglesa).” nos permite afirmar con grado de probabilidad que éste también fue utilizado para atormentarla oprimiendo su cuello (el informe forense da cuenta de los surcos superficiales que le habría producido el cinturón en el cuello). Es así que en sus conclusiones, el forense indica como causa probable de muerte de la Sra. Badell de Pujadas – quien no recibió herida de bala - los politraumatismos que padeciera (ver informe de fs. 6392), sumadas a un reflejo vago-vagal por compresión de la zona carotidea (producido por el lazo en el cuello) que potenciado por los momentos de intenso shock emocional vividos desencadena un paro cardio respiratorio irreversible. 107 Por su parte, María José Pujadas no sólo presentaba la herida de bala en la cabeza que – a la postre – le produjeran la muerte, sino que la autopsia destaca que una herida contuso cortante de 5 cm de longitud con fractura de maxilar inferior, hematomas en ambas fosas orbitarias y múltiples escoriaciones en el rostro, observándose también en este caso las marcas de las ligaduras que sujetaran sus manos y pies. Todo ello da cuenta de la violencia con la que fuera tratada en los momentos previos a su muerte. En el caso de José María Pujadas, el informe forense claramente indica que las heridas de bala que recibiera en la región yugular derecha y en la cabeza (ingresada por el conducto auditivo) resultan suficientes para producirle la muerte. Asimismo destaca las lesiones, escoriaciones y hematomas que se habría producido momento antes de los disparos finales, como así también los rastros dejados por las ligaduras de manos y pies. Finalmente, y en lo que concierne a Mirta Bustos, el resumen de su historia clínica agregado a fs. 6366/7 nos permite determinar que habría recibido un trato similar a los del resto de su familia, de ello hablan las heridas que se verificaran a su ingreso al Hospital de Urgencia, donde se da cuenta de que – además de la herida de bala que revistaba en su cráneo – presentaba una herida contusa en región parietal derecho, edema palpebral, hematoma bilateral y escoriaciones. Todo hace suponer que, en el contexto de lo sucedido, y luego de que recibiera un disparo de bala en la cabeza con el evidente propósito de darle muerte, fue equivocadamente dada por muerta y arrojada en el pozo junto a los cuerpos ya sin vida de sus compañeros de infortunio. Como se advierte el tipo de lesiones recibidas por las víctimas dan clara cuenta que – previo al disparo final que recibieran todos a excepción de la Sra. Badell – los cinco fueron sometidos a reiterados golpes con el único propósito de mortificarlos. Ninguna otra conclusión cabe al respecto, en especial si se repara en que tanto las cuatro víctimas fatales, como la Sra. Bustos se encontraban atados de pies y manos, lo que claramente indica que carecían de posibilidad alguna de forcejear u oponer resistencia al accionar de sus captores. HECHO NOMINADO CUATRO En lo que concierne a los acontecimientos que tuvieron por víctima a José Ricardo Cepeda, debe considerarse en primer lugar lo relatado por su esposa, Marta Inés Suárez (ver fs. 12.515/6) en cuanto refiere que el 20 de agosto de 2010, a las 9.00 ó 10.00 hs. de la mañana su esposo se retiró de su hogar con dirección a la sede de la Jefatura de la Policía de la Provincia de Córdoba, ya que había iniciado gestiones para ingresar a la fuerza. Afirma que ese día Cepeda no volvió a su hogar y que – pese a sus esfuerzos, recorriendo hospitales y la Jefatura de Policía - no pudo localizarlo. Respecto del destino de José Ricardo Cepeda no se obtuvo información oficial hasta el 22 de agosto, fecha en la que se publicó un comunicado de la Policía que informaba que: “cuando era conducido por orden del juez federal a la cárcel penitenciaria, falleció el guerrillero Osatinsky. A raíz del enfrentamiento entre policías que 108 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 lo conducían y un grupo extremista, que trató de interceptarlos, fue abatido el guerrillero José Ricardo Cepeda” (ver fs. 10.367). El libro de entradas de la morgue registra el ingreso del cuerpo de Cepeda el día 22 de agosto de 1975 a las 12.30 hs., proveniente del Hospital de Urgencias, quedando a cargo del Dr. Humberto Numa de dicha repartición el examen de su cadáver y la redacción del informe forense de rigor que luce glosado a fs. 10.425 de autos. Allí el profesional indica que su cuerpo registraba “tres heridas penetrantes en región frontal, otra en entrecejo, fusión hemática en ojo izquierdo(…) herida rasante de 10 cm en región maxilar inferior izquierda”. Estas heridas y hematomas, que no fueron producidas por disparos de armas de fuego nos remiten necesariamente a un escenario en el que se ubican, con gran proximidad, Cepeda con quienes le produjeron tales heridas. Escenario que difícilmente pueda resultar compatible con el “enfrentamiento” en el que se pretendió incluirlo. Por el contrario, nos permiten señalar – con el grado de probabilidad que exige esta etapa – que resultarían más compatibles con un escenario tormentoso, con la aplicación de golpes y heridas a la víctima. A esto debe agregarse que el forense registra que Cepeda USO OFICIAL presentaba tres heridas de bala con zona de fish en región frontal izquierda con salida en región témporo occipital derecha. Esta constancia nos aleja definitivamente del territorio del “enfrentamiento” y claramente nos sitúan en uno muy diferente, cual es el de una lisa y llana ejecución. La zona de fish (ver informe del Dr. Gasparrini de fs. 13502/3) indica que los disparos fueron realizados a muy corta distancia, y la dirección de los proyectiles (desde la zona frontal hacia la región témporo occipital (hueso del cráneo ubicado en la parte posteroinferior de la cabeza ósea) indica que el disparo fue realizado desde arriba hacia abajo, esto es con la víctima ubicada más abajo del brazo de quien dispara (acostado o arrodillado). Es así que la desaparición de Cepeda un día antes del atentado, como así también el tipo y entidad de las heridas que recibiera, nos permiten desvirtuar el informe oficial publicado por la Policía que pretendía incluir a Cepeda en el montaje de los hechos en que terminara la vida de Osatinsky. En este punto resulta posible intentar reconstruir lo sucedido desde que Cepeda abandonara su hogar el día 20 y el momento en que apareciera su cuerpo sin vida ingresando a la morgue. A tal fin viene al caso traer a consideración los datos que su esposa – en su afán de dar con el paradero de su compañero – fue recogiendo y que plasma en su declaración de fs. 12.515/6. Allí señala que su marido tocaba en un grupo de música y uno de los compañeros era Héctor Wamba, quien fue a su casa y le contó que un tal “Pocho Ríos” (ver fs. 10.375/69) le contó que la Policía les habría dado la voz de alto a los dos y los habrían llevado a la Jefatura. Que allí Ríos, a través de un diputado, habría logrado salir, pero que antes pudo observar que se lo llevaban a Cepeda y se escuchó un tiro. Debe hacerse constar que a la fecha de los hechos revistaba en la Policía de la Provincia de Córdoba, precisamente en el Departamento Informaciones Policiales D2, en calidad de “contratado” según la terminología utilizada por Moore, un tal 109 Eduardo Bonifacio Ríos (ver declaración de Moore de fs. 1754/87), quien probablemente sería el mismo que – infiltrado en el grupo de música de Cepeda, Wamba y demás músicos – habría procurado su detención y su alojamiento en las dependencias del Departamento Informaciones. Así, y conforme las modalidades y costumbres investigativas que se asumían en dicha repartición, puede afirmarse con el grado de probabilidad que requiere esta etapa que José Ricardo Cepeda permaneció en el Departamento Informaciones ilegalmente detenido, lugar en el que habría sido brutalmente interrogado y finalmente ejecutado por el personal policial que allí revistaba, quienes probablemente el 21 ó 22 de agosto de 1975 le habrían disparado a muy corta distancia en su cabeza, provocándole la muerte, o un estado de agonizante. Finalmente, ya muerto o mortalmente herido, fue trasladado al Hospital de Urgencias, desde el que fue conducido a la morgue el día 22 de agosto. La coincidencias de este hecho y su proximidad en el tiempo al homicidio de Osatinsky, les permitió a los preventores, utilizar su muerte para intentar justificar el supuesto enfrentamiento, presentando a Cepeda como uno de los atacantes. HECHO NOMINADO QUINTO En lo que concierne a los hechos que tuvieron por víctima a Héctor Acosta Pueyrredón cabe rescatar los testimonios que cronican el momento en que éste fue privado de su libertad. En este sentido deben valorarse los dichos de quien era por entonces su novia que recuerda que Acosta Pueyrredón fue a buscarla al Ministerio de Bienestar Social, donde ella trabajaba; que lo vio por la ventana que un grupo de policías y hombres de civil lo llevaban a un cuarto cercano a la oficina. Que minutos más tarde vinieron a buscarla y la condujeron al mismo cuarto donde pudo observar que se guardaban muchas armas colgadas en las paredes, armas largas tipo fal. Que allí lo vio a Héctor, se saludaron, y le preguntaron si lo conocía y si era su novia, a lo que respondió que sí. Señala que Héctor tenía las manos levantadas detrás de la nuca, sin esposas. Que después la hicieron salir y se quedó parada del lado de afuera sin saber qué hacer, hasta que vino uno de los hombres que le preguntó qué hacía allí. Que en ese momento llegó un auto, Torino o Falcon color verde en el que se conducían varios hombres, uno de ellos asumiendo el mando, que descendió del vehículo y le dijo que vuelva a la oficina, y refiriéndose a Héctor: “Aquel de adentro, hasta la manija” (ver fs. 12.737). En similares términos se expresa Ofelia Noemí Zurro (fs. 12.763). Luego de acontecido lo relatado en el párrafo precedente, no existe otra constancia hasta la aparición del cadáver calcinado de Acosta Pueyrredón en las inmediaciones de la localidad de Villa Allende. Es así que contamos con registros que nos permiten reconstruir los momentos extremos – principio y final - de este suceso, y deberemos hacer un esfuerzo de interpretación para dilucidar qué sucedió entre uno y otro episodio. 110 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Al respecto no puede dejar de soslayarse que – conforme lo señaláramos – Acosta Pueyrredón fue privado de su libertad por elementos de la Policía de la Provincia de Córdoba que prestaban servicios dentro del predio de la Casa de Gobierno. Circunstancia que claramente nos permite señalar que fueron las fuerzas del orden, legalmente constituidas quienes en esa oportunidad aprehendieron al nombrado, sustrayéndolo del lugar. Es decir que intervinieron en estos sucesos las fuerzas legales, actuando de uniforme, a plena luz del día y – nada menos – que en el mismo predio en el que se desenvolvía el Poder Ejecutivo provincial. Ahora bien, la Sra. Berti recuerda que mientras ella se encontraba en el cuarto junto a Héctor, el delegado gremial le comentó a sus compañeros que quienes lo habían detenido le preguntaron si ella tenía militancia política. Esto revela que el objetivo que subyacía al accionar desplegado por las fuerzas del orden se encolumnaba detrás de la persecución de la subversión, tema prioritario en esos momentos. Ello nos lleva necesariamente a reclamar la intervención en estos hechos de quienes – para esa fecha – lideraban la lucha contra la subversión, esto es el Departamento Informaciones Policiales USO OFICIAL (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba. El informe médico realizado por el Dr. Rogelio Portela (ver fs. 9197) resulta revelador de lo sucedido en los últimos momentos de la vida de la víctima, dejando constancia que su cuerpo se encontraba con la cara vendada, y que se encontraron en el lugar numerosos proyectiles y cápsulas de distintos calibres, circunstancias que nos llevan a afirmar que la muerte tuvo lugar en ese mismo lugar. Respecto de la entidad de las heridas el informe señala que registraba: 1) una herida de bala con orificio de entrada en temporal derecho y salida en ángulo de maxilar inferior izquierdo, 2) otra herida con entrada de bala por debajo de rama horizontal de maxilar inferior lado derecho con posible orificio de salida en región parietal izquierda, 3) herida de bala con entrada en línea axilar media del lado derecho a 6 cm del hueco axilar, 4) herida de bala (entrada) en manubrio external con posible salida en región escapular izquierda, 5) herida de bala (entrada) en línea axilar anterior derecha y 3° costilla. Resulta significativo que luego de tal despliegue de heridas – todas dirigidas a centros vitales (dos en la cabeza y tres en el tórax) – se incendiara el cuerpo, seguramente con el único objetivo de dificultar su identificación. HECHO NOMINADO SEIS Los sucesos que abordamos en este tramo guardan una íntima vinculación con los que nos ocuparan en el apartado anterior. También en este caso, un grupo de policías, sin justificación legal alguna, priva de su libertad a una persona, perseguida por su militancia, en este caso fundamentalmente gremial. Si bien las constancias de las actuaciones investigativas labradas por entonces parecen cuestionar lo señalado por el padre y el hermano de Marcelo José Di Ferdinando en cuanto manifiestan que aquellos que irrumpieron en su vivienda en medio de la noche se identificaron con policías, lo cierto es que el nombrado se encontraba en la mira de la Policía de la Provincia de Córdoba desde hacía tiempo. A su respecto contamos con una prueba de gran 111 importancia, que llega a este proceso al momento de ordenar el allanamiento de quien fuera de marzo a julio de 1975 Jefe de la Policía de la Provincia de Córdoba, Américo Domingo Argüello y vincula a la institución policial directamente con Di Ferdinando. En efecto, al momento de registrar el domicilio de Argüello se incautó copiosa documentación referida a actividades de la subversión, entre la que se destacó un listado de personas entre los que figuraban muchos con militancia gremial (comparar el listado con los nombres incluidos en el memorando de la Policía Federal Argentina de fecha 15/09/75 glosado a fs. 4.719/21, listado que habría sido analizado asignando a cada uno de ellos categorías tales como “* sin participación extremista, *** líderes de actividad extremista, ** apoyo de los líderes ejecutores de la acción, * tonto útil, indefinido a veces”. En el listado Marcelo José Di Ferdinando aparece con dos asteriscos, lo que indicaría que había sido específicamente clasificado entre aquellos que apoyaban a los líderes ejecutores de la acción (ver fs. 13.364), marcando de tal suerte y con claridad que para la institución policial el mentado delegado gremial resultaba una amenaza por sus vinculaciones con las organizaciones subversivas. Lo dicho, refuerza la hipótesis que aquí sostenemos con el grado de probabilidad que requiere esta etapa procesal que Marcelo José Di Ferdinando fue privado ilegítimamente de su libertad por personal policial de la Policía de la Provincia de Córdoba, quien lo mantuvo en dicha situación hasta el momento de darle muerte. Ahora bien, siguiendo con las vinculaciones que mencionáramos entre este hecho y el denominado quinto, debe puntualizarse que también en esta ocasión el cuerpo sin vida de Di Ferdinando aparece en el camino al Pan de Azúcar, esto es la jurisdicción de la Comisaría de Villa Allende. El examen físico realizado por el forense nos permite afirmar que en los momentos previos al desenlace fatal el personal policial infringió a Di Ferdinando múltiples sufrimientos. Así, el Dr. Luis Humberto Cerioni, de fs. 9738 establece que su cadáver presentaba escoriaciones múltiples en tórax anterior, abdomen y miembros inferiores. A ello debe agregarse que registra ocho heridas de bala en tan sólo el antebrazo derecho, que lógicamente ocasionaron los proyectiles al salir las fracturas de cubito y radio, heridas estas que, lejos de indicar la voluntad de ultimar a la víctima, señalan un claro propósito de mortificarla, ocasionándole un profundo dolor y sufrimiento. Finalmente, y lo que nos lleva ya al tramo final, el informe médico citado indica que los disparos policiales apuntaron a zonas vitales como el tórax, provocándole la muerte. El cuerpo fue abandonado por sus captores a un costado del camino. HECHO DENOMINADO SIETE Se desprende de las pruebas colectadas en autos que el día 5 de Septiembre de 1975 fue la última vez que se vio con vida a Francisco Ireneo Reyna Gómez. Ello surge de la presentación de habeas corpus (ver fs. 4420 y vta) que realizara su padre, Amaro Luis Reyna, en el que relata que en esa fecha, aproximadamente a las 19.30 112 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 hs. personas vestidas de civil, presuntamente policías, que portaban armas largas, interceptaron a su hijo Francisco en la intersección de calles Duarte Quirós y Ayacucho, lo esposaron y lo subieron a un vehículo Peugeot 504 blanco. A tal fin resulta de sumo interés señalar – a fin de identificar a la fuerza de seguridad que habría intervenido en el hecho - que el día 3 de septiembre aproximadamente a las 15.00 hs., esto es dos días antes, personal del Departamento Informaciones irrumpió violentamente en el domicilio de la familia Reyna Gómez, buscando a Francisco - quien no se encontraba en la vivienda por estar prestando el Servicio Militar Obligatorio en la Compañía Comando y Servicio del III° Cuerpo de Ejército -. En la vivienda se encontraba sólo el hermano mayor, Ricardo Amaro Reyna Gómez, quien relata en la presentación que realizara ante la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos en 1979 (ver fs. 4586) que los preventores, luego de requisar la vivienda, lo trasladaron a la sede del D2 donde fue interrogado constantemente respecto de las actividades de su hermano y amenazado, logrando salir en libertad el día siguiente en virtud de las gestiones que realizara un abogado vinculado a su familia. USO OFICIAL Es así que a esta altura de la investigación ninguna duda cabe respecto del interés demostrado por el personal policial de lograr la aprehensión de Francisco Reyna Gómez, y que a ello se avocaron precisamente el día 5 de Septiembre de 1975. Esto nos permite afirmar – con el grado de probabilidad requerido en esta etapa procesal - que ese día fue interceptado por personal del Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, que lo habría privado ilegítimamente de su libertad, sin dar aviso de lo sucedido a sus familiares ni a la Justicia, trasladándolo a la sede del D2. Respecto a los pormenores de su detención relata Ricardo (fs. 4586/7) que su padre, preocupado porque Francisco no volvía a casa el día que le tocaba franco, se dirigió al Tercer Cuerpo el viernes 5 donde le comunicaron que no había salido de franco los días el 3 y 4 por encontrarse arrestado hasta el día 5 inclusive, y que volvería al hogar recién el sábado 6. Pese a ello, su hermano recuerda que ese mismo día 5, cuando se encontraba trabajando en la peluquería familiar ubicada en Ayacucho y Duarte Quirós, vio pasar un auto blanco, un Peugeot, en el que iba Francisco sentado en el asiento de atrás, junto con otros tres individuos. Cuenta que inmediatamente se acercó una vecina, Sra. Isabel de Vega, que tenía una panadería en la zona, que les avisó que un grupo de cuatro personas vestidas de civil y armadas, que iban en un coche blanco que circulaba en contramano lo introdujeron al “Pancho” en un vehículo Peugeot 504 blanco que se alejó del lugar doblando por Duarte Quirós (ver fs. 11.332/4). Con lo dicho, todo nos lleva a afirmar que – de acuerdo a la modalidad asumida por este cuerpo policial y que describiéramos en el punto III-b de estos considerandos– que Francisco Reyna Gómez habría sido trasladado al Departamento Informaciones, lugar en el que habría sido interrogado respecto a sus actividades políticas, 113 con distintas prácticas tormentosas, a las que – como lo señaláramos en reiteradas oportunidades - echaba mano el personal policial adscripto al D2. Lo cierto es que, luego de que Reyna Gómez cayera en manos de personal del Departamento Informaciones, nada más se supo de él, su cuerpo nunca fue habido, permaneciendo desde ese tiempo en condición de “desaparecido”, definición que sólo puede llevarnos a afirmar que fue ejecutado por personal policial en circunstancias que aún no hemos podido determinar. HECHO DENOMINADO OCHO En lo que concierne a los hechos que tuvieron por víctimas a Horacio Luis Blinder y José Luis Jiménez Calderón, debemos recoger, en primer lugar, el testimonio de Carlos Antonio Monestés (ver fs. 12.007/12) quien reproduce las impresiones de Mirta Corletti, compañera del testigo en la Fábrica La Ideal y vecina de Barrio Yofre “Y” quien le comentó que el día 7 de septiembre de 1975 conversó con Blinder y Jiménez Calderón cuando éstos repartían el periódico “La Voz Proletaria”, que luego fue a hacer un mandado a Barrio Yofre N, y que al regresar su vecino del lado derecho le comentó que cerca del mediodía uno o dos móviles policiales llegaron al lugar, y sin interrogatorio alguno tomaron “de los pelos” a los jóvenes Blinder y Jiménez, los obligaron a subir a los autos y luego de ello se retiraron. Nuevamente nos encontramos ante una intervención de la Policía de la Córdoba interviniendo en dos aprehensiones, y – nuevamente también – los aprehendidos aparecieron inexplicablemente muertos. Dada la actividad desplegada por Blinder y Calderón al momento de repartir publicaciones de ideología de izquierda, podemos concluir que habrían intervenido en la oportunidad el personal de inteligencia policial que revistaba en el Departamento Informaciones Policiales. Los rastros que presentaban los cuerpos de las víctimas, sumados a los relatos ya largamente expuestos al punto III-b de los considerandos en relación al tratamiento que se dispensaba a los detenidos en el Departamento Informaciones Policiales, podemos afirmar con el grado de probabilidad que requiere el art. 306 del C.P.P.N. que con posterioridad a su aprehensión las víctimas habrían sido interrogadas y sometidas por parte del personal policial a múltiples tormentos con el objeto obtener datos de la agrupación política – Partido Obrero Trotkista – a la que pertenecían. Es de estimar, a estar a las constancias del sumario labrado con intervención del Juzgado de Instrucción de Segunda Nominación (ver fs. 20527/87) que luego de finalizada la sesión de interrogación, al finalizar el día 8 de septiembre fueron trasladados a las inmediaciones del Barrio Villa Allende Park de la localidad de Villa Allende, lugar en el que el personal del Departamento Informaciones habría procedido a darles muerte con múltiples disparos de armas de fuego. En efecto, viene al caso traer a consideración las conclusiones vertidas por el médico forense, Dr. Luis Humberto Cerioni, en las autopsias (ver fs. 10.976/77 y 10.569/70) de José Luis Jiménez Calderón y Horacio Luis Blinder, en las que 114 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 da cuenta de las escoriaciones, golpes y hematomas que presentaban sus cuerpos, como así también detalla los múltiples disparos de armas de fuego que recibieran, muchos de ellos producidos en zonas no vitales (brazo, codo, muñeca, hombro) probablemente como parte del repertorio de prácticas tormentosas utilizadas en la oportunidad. De igual manera, no puede dejar de soslayarse que Jiménez Calderón registra trece orificios de entrada de bala en zona de tórax posterior, y Blinder veintisiete disparos, en la misma zona, circunstancias que nos permite afirmar que recibieron una ráfaga de disparos por la espalda – esta vez sí en una zona vital –, disparos que habrían acontecido en el mismo lugar donde finalmente fueran encontrados los cuerpos, a estar a la gran cantidad de vainas servidas que se hallaron junto a los cadáveres (ver fs. 10.472 vta). El cuerpo sin vida de Jiménez contabiliza un total de veintiséis disparos de arma de fuego, mientras que el de Blinder presenta cincuenta y un orificios de bala. No puede dejar de valorarse que en ambos casos el forense indica que la mayoría de los disparos fueron producidos desde atrás hacia delante, de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo, lo que nos permite afirmar que ambos fueron muertos por USO OFICIAL la espalda, que se encontraban arrodillados o acostados, lo que da acabada cuenta de la situación de indemnidad y desamparo absoluto en que se encontraron. HECHO DENOMINADO NUEVE Al momento de valorar la existencia histórica de los sucesos que tuvieron por víctimas a Gloria Di Rienzo, Miriam Liliana Salvador y Luisa López Muñoz, corresponde traer a consideración, en primer lugar, los relatos que éstas realizaran en las diversas oportunidades en las que se refirieron a estos sucesos. Miriam Liliana Lucía Salvador de Francisetti, ya al momento de prestar declaración indagatoria el 3 de Octubre de 1975 en el marco de la causa “ROMERO, Carlos Rodolfo y otros p.ss.aa. asociación ilícita” en la que se ordenara su detención, manifestó al Sr. Juez Federal Humberto Vázquez que había sufrido torturas y apremios en el Departamento Informaciones Policiales (ver fs. 7204/5). Al respecto se explayó al declarar ante la Fiscalía Federal n° 3 (ver fs. 7739/44) en diciembre del año 2006, relatando que el 13 de septiembre de 1975, cuando personal del D2 allanó el domicilio de López Muñoz, ella se encontraba con ésta, Gloria Di Rienzo y su hijo Santiago que por entonces contaba con un año y tres meses de edad. Relata que el personal policial las redujo, a puntapiés y golpes de puño, en medio de insultos. Que luego fueron trasladadas a la sede del D2, donde le vendaron los ojos. Que a partir de ese momento comenzó a sufrir interrogatorios respecto de su militancia; que en pos de ello durante el día la sacaban a un baño muy sucio, le metían la cabeza en un inodoro para luego tirar la cadena; también - en un tacho de agua podrida – le hacían la “mojarrita”. Señala que durante el día eran más “recatados”, pero que de noche la sacaban a una habitación y la desnudaban para picanearla en las piernas y en las manos. En la ampliación de su testimonio que obra a fs. 8972/3 se explaya respecto de un episodio, que también relatara en su primera declaración, en el que recuerda que una noche la sacaron junto a Gloria Di 115 Rienzo (con las manos atadas y los ojos vendados) a un patio, que las desnudaron a las dos, y mientras se mofaban diciendo: “qué tetas, qué culito” pasaban y las manoseaban, recordando que uno de ellos le tomó el pezón de una mama, y se lo retorcía mientras le decía: “esto te gusta, te gusta, no me vas a decir que te produce dolor”. Que en esas circunstancias un hombre la hizo agachar hasta que quedó a la altura de su miembro, y con sus manos la obligó a abrir la boca, indicando que ejerció una gran fuerza para que la mantuviera abierta y allí le introdujo el pene y comenzó a realizar el movimiento sexual que lo llevó a eyacular en su boca. No conforme con ello, al terminar, le cerró la boca y la obligó a tragar el semen. Resulta relevante traer a consideración – a fin de confirmar los dichos de Salvador respecto del trato tormentoso que habría recibido en el D2 – el informe médico que le labrara el médico de guardia al momento de su ingreso en la Unidad Penitenciaria n°1 el día 22 de septiembre de 1975, en el que señala que María Liliana Lucía Salvador presentaba “derrame biocular producido aparentemente por un golpe. Hematoma en región dorsal, hombros, brazos, muslos de ambas piernas, nalgas. Esquimosis de muslos” (ver fs. 7639). Por su parte Luisa López Muñoz relató - también en el marco de la declaración indagatoria que prestara en las actuaciones ya referidas - que fue brutalmente golpeada en el domicilio donde fue detenida, que suscribió el acta amenazada con un arma de fuego en la cabeza. Que durante el trayecto al Departamento Informaciones fue reiteradamente amenazada de muerte. Que al llegar al D2 la llevaron a una habitación donde la interrogaron mientras la golpeaban, especialmente en la boca del estómago y en el pecho, que la desnudaron, la tiraron al suelo, que allí le aplicaron la picana en todo el cuerpo mientras le tapaban la boca y le decían que la iban a violar. Que luego la vistieron y la llevaron a un patio, en el que permaneció de pie mientras la insultaban, no le daban agua ni alimentos, ni le permitían ir al baño. Que recién luego del segundo día le permitieron asearse, sacarse la venda y descansar. Que posteriormente le vendaron nuevamente los ojos, la tomaron de los cabellos y la sacaron de la habitación en la que se encontraba y la llevaron a otra dependencia en la que la interrogaron nuevamente, la desnudaron, la tiraron sobre algo frío, le pusieron un plástico en la cara y le tiraban agua en la nariz y la boca, en forma de chorro. Que luego de una pausa, volvieron a golpearla en la boca del estómago y la manosearon (ver fs. 7206/09). Gloria Alicia Di Rienzo prestó declaración testimonial ante la Fiscalía Federal n° 3 indicando que el día 13 de septiembre de 1975, cuando se encontraba junto a López Muñoz y Salvador en el domicilio de Luisa López Muñoz – ingresó violentamente a la vivienda personal del Departamento Informaciones Policiales (D2), quienes luego de revisar exhaustivamente la vivienda le presentaron para que firmara un acta de secuestro referida solamente a su persona – en la que no figuraban sus compañeras – y que ante la negativa a suscribirla le aplicaron golpes de puño en el estómago y la condujeron a la cocina del departamento en la que – mientras la sujetaban 116 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 aproximadamente cinco personas – la hicieron arrodillarse mientras uno de los policías, apuntándole con un arma en la nuca, la obligó a succionarle el pene, y luego a realizar lo mismo respecto de otros dos preventores. Recuerda que durante estos procedimientos sufrió accesos de arcadas, que motivaron que la golpearan en la espalda para que no interrumpiera con lo que estaba realizando. Respecto a lo sucedido mientras estuvo detenida en el Departamento Informaciones recuerda que fue conducida entre tres o cuatro veces por día a una habitación donde personal policial la desnudaba completamente, y la interrogaba respecto de su militancia política aplicándole diversos tipo de tormentos como electricidad con la picana, golpes de puño, “mojarrita”, quemaduras con agua caliente. Señala asimismo que tras manifestarle “está linda la yegüita” la accedieron carnalmente en varias oportunidades, dejándole marcados rasguños, incluso en su misma vagina. Recuerda una oportunidad en la que un policía, que le decía “El Tío”, le introdujo la mano (unos cuatro dedos) en la vagina, alzándola como unos veinte centímetros. Indica que el último día que recuerda que fue torturada en Informaciones fue el 17 de septiembre, señalando que en esa oportunidad le preguntaron si pertenecía a alguna organización, y ante su negativa, sin USO OFICIAL desnudarla comienza la golpiza, tirándola luego al piso. Cuenta que se le subieron encima, le retorcieron los pies, le golpearon la cabeza contra un zócalo, para finalmente sacarla del lugar tirándola de los cabellos y dejándola tirada en el patio, sin habla y con la sensación de que algo caliente le corría por las piernas, advirtiendo que era sangre que salía de su vagina. Que ese día fue trasladada al Policlínico Policial de Barrio Los Naranjos, donde permaneció internada hasta fines de septiembre, cuando fue trasladada a la Penitenciaría de Barrio San Martín. Respecto de las lesiones ocasionadas por el trato que se le dispensara a Gloria Di Rienzo informa el Dr. Toribio Lucio Aguerre (ver fs. 7298) en el marco del expediente “GOROSITO, Ana María y otros, víctimas de apremios ilegales” que se tramitara ante el Juzgado Federal n° 2 que Gloria Di Rienzo fue examinada y se constató la presencia de varias esquimosis en ambos muslos en sus caras externas, dolor a la palpación de tórax sobre todo en ambas mamas, en la región dorsal, en abdomen y más acentuado en región lumbar. En un informe posterior (fs. 7299) el Dr. Aguerre indica que revisó la historia clínica de Gloria Di Rienzo junto al Dr. Ferrer, ginecólogo del Policlínico Policial, y deja constancia que en ésta se especifica que hay hematomas y algunas erosiones en pliegue de la ingle y en los labios mayores en sus regiones externas, que el meato urinario está algo congestivo, que se observan carúnculas mirtiformes (restos del himen) y que se observa una pequeña cantidad de sangre oscura que sale del orificio uterino. Una lectura prolija de los informes nos da la pauta que el Dr. Aguerre no examinó físicamente a Di Rienzo, sino que en las dos oportunidades que concurrió al Policlínico Policial elaboró sus informes con las referencias aportadas por el Dr. Ferrer y por las constancias de su historia clínica. De sus conclusiones, llama la atención que - del detalle de dolencias realizado en los informes, en los que no sindica más que algunos dolores, escoriaciones y aparentemente una infección urinaria - no se advierte qué motivo 117 llevó a los médicos a disponer la internación de la paciente durante doce días, dando la impresión de que las dolencias que presentaba podrían haber sido tratadas en forma ambulatoria. Este dato nos da la pauta de que los informes resultan, cuando menos, incompletos. Tal conclusión se desprende de lo manifestado por Gloria Di Rienzo a fs. 13.597 donde señala que nunca habló de “intentos de violación”, sino que refirió claramente que había sido violada, que nunca tuvo ni tiene padecimientos de tipo renales, y que fue revisada solamente por un médico, no recordando haberse sometido al examen de otro facultativo. Cuestiona también el contenido de los informes ya citados, el estado en el que llegó Gloria Di Rienzo a la Unidad Penitenciaria n° 1 el día 29 de septiembre de 1975. Al respecto recuerda Ana María Gorosito que venía muy golpeada, apoyada en una celadora, y que contó que había sido violada en el D2, y que creía que ella estaba embarazada (ver fs. 10.665/6). La ficha médica que se labrara a Gloria Di Rienzo durante su estadía en el penal da cuenta que el día de su ingreso presentaba politraumatismos, dolores generalizados, recetándosele vitaminas y antiinflamatorios. Días más tarde fue tratada por dolor sobre dorsal, pectoral, puntada lateral. Se deja constancia que despide coágulos de sangre después de toser, pulso débil. Los sucesivos controles médicos dieron cuenta de una afección pulmonar, probable fractura de apófisis espinosa (hueso que cruza el tercer superior de la escápula), pitiriasis versicolor. El día 23 de Octubre consulta por amenorrea, Ingurgitación mamaria (hinchazón), mastodinea (dolor en la mama), sintomatología sugestiva de embarazo negativa, vulva de nulípara (propia de la que no ha tenido hijos), vagina elástica, indicándose que, al parecer, hay desgarro a nivel del fondo del saco, tacto muy dificultoso y doloroso. Impresiona aumentado de tamaño, blando. Como se observa, su estado de salud - aún varios días después de ser dada de alta - se encontraba seriamente deteriorado, revistiendo dolencias propias no sólo de quien ha sido gravemente golpeada sino presentando también padecimientos de tipo ginecológico que permitirían confirmar – con el grado de probabilidad requerido en esta etapa – la veracidad de sus dichos en cuanto a la existencia de reiterados episodios que habrían atentado contra su honestidad durante su estadía en el D2 (ver informe del Dr. Gasparrini de fs. 13.502/503). HECHO DENOMINADO DIEZ Se desprende de las pruebas colectadas en autos que el día 14 de Octubre de 1975 fue la última vez que se vio con vida a Miguel Ángel Morán. Así lo ha afirmado reiteradamente su madre en cada una de las instancias en que ha reclamado por la situación de su hijo (fs. 5299, 5327 y 4596/4600). Es así que al presentar Habeas Corpus en su favor (ver fs. 4673/4) relata que Miguel Ángel salió de su domicilio con destino a la escuela aproximadamente a las 11.00 hs. del día 14, sin que a la fecha haya obtenido noticias de él. De igual manera indica que ese mismo día, y apenas quince minutos después de que su hijo se retirara de su hogar, personal policial del Departamento Informaciones 118 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 allanó su vivienda buscando a su hijo, registrando las dependencias y secuestrando unas revistas que ella afirma nunca había visto en su casa. El allanamiento a la vivienda de los Morán Pereyra se encuentra registrado en el marco del sumario 200/24 del Departamento Informaciones (ver fs. 5315). Esta circunstancia aporta cierta singularidad a este caso ya que revela claramente que Miguel Ángel Morán, junto a otras personas, estaba siendo objeto de una investigación que formalmente había iniciado el D2. Es así que a fs. 1 (ver fs. 5313) obra copia de la 1° foja de dicho sumario (el que posteriormente continuó su trámite en sede judicial en el Juzgado Federal n° 1 bajo la carátula “c/Toranzo, Arnaldo Iginio y otros p.ss.aa. asociación ilícita e infracción ley 20.840”) de la que se desprende que el día 13 de Octubre – un día antes de la desaparición de Morán – y en oportunidad de un allanamiento practicado en la vivienda sita en Cortada 26 n° 26 del B° Nueva Italia, domicilio de José María Cardozo y María del Valle Quiroga de Cardozo, se incautó documentación de material subversivo relacionado a la organización ERP Y PRT con anotaciones que permitían señalar que no serían ajenos a esta organización clandestina Raúl A. Toranzo, Marta Rosetti de Arquiola, José María USO OFICIAL Tissera, Arnaldo Toranzo, Alicia Ester Schiavoni, Miriam Cristina Morán, Miguel Ángel Morán y Elda Toranzo. Es así que a esta altura de la investigación ninguna duda cabe respecto del interés demostrado por el personal policial de lograr la aprehensión de Morán, y que a ello se avocaron precisamente el día 14 de Octubre de 1975. Esto nos permite afirmar – con el grado de probabilidad requerido en esta etapa procesal - que ese día fue interceptado por personal del Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, que lo habría privado ilegítimamente de su libertad, sin dar aviso de lo sucedido a sus familiares ni a la Justicia, trasladándolo a la sede del D2. Podemos reconstruir lo sucedido en tales dependencias a partir de numerosos testimonios que claramente reflejan el repertorio de prácticas tormentosas a las que echaba mano el personal policial adscripto al D2. Al respecto, baste considerar el catálogo de padecimientos que le impusieran a la propia hermana de Morán el mismo 14 de Octubre de 1975 y que Miriam Cristina Morán (ver fs. 5329/30) recuerda conforme el siguiente relato: “Me llevan al pasaje al costado del Cabildo, al lado de la Catedral (…), Ahí es donde me vendan y me llevan para otro lado, que no sé dónde, por debajo de la venda les podía ver los pies. En esa habitación o un patio, se sentía el calor del sol. Ahí me dijeron que me sacara la ropa, que ni no me la sacaba, ellos me la iban a sacar y que me iban a violar. Me decían que colaborara, que si no ya iba a ver lo que me iba a pasar.(…) me golpean en el costado, con el puño, también en la cabeza, me agarran los pies y me ponen la cabeza dentro de un balde, y repetían: “vas a hablar y vas a hablar”, yo termino tirada en el piso boca arriba y una persona arrodillada sobre mi me pone un trapo sobre la cara. Me tiran algo sobre la cara, que yo pensaba que era una manguera pero que decían “mira se la está tragando, dale seguí vos”, después de eso yo me desmayé …” 119 La “singularidad” a la que me referí anteriormente la aporta la circunstancia de que, del universo de personas investigadas en el sumario de mención, es Morán el único que nunca fue registrado, permaneciendo desde el mismo momento de su aprehensión como “desaparecido”, cuando todo el resto de los involucrados – incluida su hermana – fueron detenidos legalmente, conducidos al D2 y se comunicó su situación al juez interviniente. No resulta un dato menor la escasa edad de esta víctima, que contaba al 14/10/75 con tan sólo 16 años. “Blanquear” ante el Juez la existencia de este detenido habría acarreado diversas dificultades desde lo procesal respecto a las posibilidades de ordenar legalmente su detención y, eventualmente, su alojamiento en esa dependencia policial, circunstancia ésta que habría privado al personal policial de “disponer” de él como fuente de información como lo hiciera con su hermana (según el relato descripto anteriormente), y el resto de los imputados en el marco de esa misma causa. Lo cierto es que, luego de que Morán cayera en manos de personal del Departamento Informaciones, nada más se supo de él, su cuerpo nunca fue habido, permaneciendo desde ese tiempo en ese status incomprensible de “desaparecido”, que a la postre no es un más que un eufemismo para señalar que fue ejecutado por personal policial en circunstancias que aún no hemos podido determinar. HECHO NOMINADO ONCE Si bien no se han ubicado en autos elementos de prueba que determinen los pormenores del momento en que Eduardo Juan Jensen y Horacio Miguel Pietragalla fueron privados de su libertad, lo cierto es que las publicaciones periodísticas de la época relevan los dichos de sus familiares indicando que ambos fueron detenidos por personal policial en una confitería del Barrio de Alta Córdoba. Similar información se desprende (ver fs. 5105) de las carpetas de la SIDE (casos1/11 caso n° 10 – Sgto Kent – foja 3), donde se indica que se trataría de la Confitería “La Mundial”. Tal información merece crédito a la luz de otras probanzas de la causa que indican que – al menos Eduardo Jensen – aparece en los listados de detenidos elaborados por el propio Departamento de Informaciones el día 15 de Octubre de 1975 (ver fs. 5100/03). Ahora bien, obra en el Habeas Corpus iniciado por el padre de Jensen a favor de su hijo y de Pietragalla, un certificado que da cuenta que en los autos “Chabrol, Oscar Domingo y otros habeas corpus a su favor” en trámite ante el Juzgado Federal n° 1 obra una nota suscripta por el Jefe de Policía de la Provincia de Córdoba, Miguel Ángel Brochero, en la que informa que Eduardo Juan Jensen estuvo detenido en el Departamento Informaciones Policiales (D2) de esa repartición desde las 18.35 hasta las 20.30 hs. del día 16 de Octubre desde la por averiguación de antecedentes. De igual manera indica que Horacio Pietragalla, entre otros allí mencionados, no habían sido detenidos por la Policía ( ver fs. 13.304). Ahora bien, las constancias de autos nos permiten descreer de lo informado ya que las propia documentación secuestrada al D2 nos indica que la 120 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 información allí plasmada es falsa. Ello así en virtud de que el registro de detenidos alojados en el D2 el día 15 de Octubre de 1975 lo incluye a Jensen, por lo que mal podría haber sido detenido el día 16 a las 18.35 hs. cuando ya desde el día anterior se encontraba en las celdas del D2 (ver fs. 5103). Lo cierto es que desde la fecha en que fuera habido por la Policía de la Provincia de Córdoba, ninguna otra noticia se tuvo de Jensen, circunstancia que permite dar por tierra las explicaciones de la autoridad policial, y afirmar – con el grado de probabilidad que requiere esta etapa - que a partir de ese momento la detención de éste pasó a condiciones de clandestinidad. Igual suerte habría corrido Horacio Pietragalla, quien fuera privado de su libertad junto a él. Las afirmaciones precedentes encuentran confirmación en las constancias del libro titulado “Yo fui Vargas” que escribiera el también imputado en esta causa, Capitán® Héctor Pedro Vergés. Así en el Capítulo IX (ver fs. 116 y ss del libro) y bajo el título “El ataque al Regimiento 29 de Infantería de Formosa”, Vergés – luego de relatar lo sucedido, su intervención en desentrañar la inteligencia de tal atentado, y su regreso a la ciudad de Córdoba - cuenta textualmente: “No finalizó con todo esto el caso USO OFICIAL “Formosa”. En efecto, no habían pasado 48 horas cuando me llamó el Comisario General Telleldín a nuestra central de inteligencia para comunicarme la detención de dos subversivos y su remisión al Destacamento porque tenían relación con el asalto al Regimiento de Formosa. La colaboración del jefe de la Inteligencia Policial, ex suboficial del Ejército, siempre fue extremadamente valiosa. Uno de los detenidos era el “oficial” montonero P…, que portaba, en el momento de su captura, la pistola del Subteniente Massaferro. El otro, un paraguayo rubio, cuyo nombre se me escapa”( ver fs. 13.300 vta.). Lo cierto es que la posible intervención de Jensen y Pietragalla en el episodio de Formosa ha sido sostenida reiteradamente conforme se advierte de los registros disponibles en la Web en las páginas http://es.wikipedia.org/wiki/Ataque_al _Regimiento de Infanter %C3%Da_de_Mont... y http://argentinahechoshistoricos.blogspot.com/2008/09/ ataque-alregimiento-de-inant... ( ver fs. 13.292/98). El contenido de este párrafo es por demás elocuente y sin mayores esfuerzos permite identificar a Pietragalla, como el “oficial montonero P…” y a Jensen, como el paraguayo rubio (aunque en este caso habría un error en la nacionalidad, ya que Jensen era uruguayo). De igual manera deja percibir que de la labor policial de interrogación se advirtió la intervención que uno y otro habrían tenido en el atentado al Regimiento de Formosa, circunstancia que claramente nos remite al escenario habitual de los interrogatorios dentro del Departamento Informaciones, y al cúmulo de prácticas tormentosas que habitualmente se utilizaban a la hora de procurar obtener información de los detenidos. El párrafo transcripto también nos indica que a partir de ese momento Jensen y Pietragalla abandonaron la órbita del departamento policial, para pasar a disposición del personal del Destacamento de Inteligencia 141, General Iribarren. Todo nos lleva a entender que, a partir de este punto, se inició un nuevo episodio en el que – con nuevos actores – se habrían reiterado las escenas de 121 interrogatorios con tormentos. Al respecto valga traer a consideración los testimonios de quienes estuvieran privados de su libertad por largo tiempo en el Centro Clandestino de Detención La Perla. Al respecto debe recogerse el testimonio de Liliana Beatriz Callizo (ver fs. 2462/2543), ratificado judicialmente a fs. 13.305/6, quien recuerda especialmente los relatos del Sargento Hugo Herrera, quien refiriéndose a Eduardo Juan Jensen “insistía en comentar su participación personal y decía que ante la negativa del secuestrado de dar información fue arrojado a un aljibe después de haber sido brutalmente torturado y tiroteado”. Los dichos de Callizo encuentran la confirmación que objetivamente nos aporta la investigación realizada en esta sede en la causa “Averiguación de Enterramientos Clandestinos…” Expte 9693 en trámite ante este Tribunal en la que se ordenó una extensa labor pericial - a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense – en una porción de terreno del Cementerio San Vicente, en la que se individualizó la existencia de una fosa común en la que habrían sido inhumados clandestinamente, esto es: fuera del horario de funcionamiento del cementerio, sin ataúd y sin registro en los libros pertinentes, de numerosos cuerpos – en su mayoría de personas jóvenes. En efecto, la labor desplegada por el equipo de antropólogos permitió individualizar dos cuerpos – identificados por el equipo en una primera etapa como SVcbCN 50 y SVcbCN 68 – de los que se extrajeron muestras óseas de las que se obtuvo sus respectivos perfiles genéticos, los que se cotejaron con los resultados de idéntico procedimiento realizado con las muestras de sangre correspondientes, respectivamente a Horacio Pietragalla (hijo) y José Exequiel Jensen (hermano completo), determinándose que el esqueleto identificado con el n° SVcb-CN 50 pertenecía a Horacio Miguel Pietragalla, mientras que el nomenclado con el n° SVcbCN 68 correspondía a Eduardo Juan Jensen ( ver fs. 13.219/252 y 13.253/291, respectivamente). Ahora bien, más allá de la identificación de los restos óseos, el informe labrado por el Equipo Argentino de Antropología Forense nos aporta múltiples datos que nos permite reconstruir parte de lo sucedido en los momentos finales de la vida de los nombrados. Así, respecto de las causas de la muerte el dictamen pericial realizado respecto de esqueleto SVcbCN 50 (Pietragalla), indica que el óbito es compatible con traumatismo torácico causado por impactos de proyectil de arma de fuego, presentando elementos artefactuales de muerte violenta ( ver fs. 13.224), circunstancia que claramente nos sitúan en el escenario propio de una ejecución, que podríamos asimilar a un fusilamiento, que despejan cualquier duda respecto de que Horacio Miguel fue víctima de un hecho de homicidio. Respecto de las causales de la muerte de Eduardo Juan Jensen – esqueleto identificado como SVcbCN 68 (Jensen) – indica el dictamen de fs.13.258 que la muerte es compatible con politraumatismo craneal causado por impactos de proyectil de arma de fuego, presentando elementos de muerte violenta. Señala el informe que el occiso habría recibido al menos tres impactos de bala en el cráneo. El informe sub examine 122 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 también indica que los restos óseos presentaban lesiones perimortem en fémur, tibia y peroné derechos, posiblemente causados por heridas de armas de fuego, sin que sea posible determinar la cantidad y dirección de los mismos. Esta referencia alude a la existencia de heridas producidas en vida en zonas no vitales (en las piernas de la víctima), lo que claramente indica que su propósito radicó sólo en provocarle un sufrimiento adicional. HECHO NOMINADO DOCE En lo que concierne a los hechos que tuvieron por víctimas a los hermanos Juan José y Oscar Domingo Chabrol y a José Miguel Ferrero, debe señalarse que los elementos probatorios recogidos en autos nos permiten afirmar que el día 18 de Octubre de 1975 fue la última vez que se los vio con vida. Tal afirmación es posible luego de la lectura del habeas corpus presentados por Pablo Chabrol y Mario Roberto Ferrero, padres de los nombrados, en el que señalan que el día 18 de Octubre de 1975 salieron de sus hogares sitos, respectivamente, en Barrio Ituzaingo y Barrio Avellaneda, a fin de repartir mercadería en los barrios Ituzaingó, Empalme y Avellaneda y que desde entonces no volvieron a sus domicilios (ver fs. 4619 y vta). Señalan que la última noticia de ellos la USO OFICIAL proporcionó un vecino de Barrio Ituzaingó que los vio realizando esta actividad. Si bien no existen testigos que presenciaran el momento de la aprehensión de los nombrados, ni existen constancias oficiales que reconozcan la detención de los tres jóvenes, lo cierto es que se han incorporado a autos elementos de prueba que nos permiten acreditar – con el grado de probabilidad necesario – que los hermanos Chabrol estuvieron alojados clandestinamente en la sede del Departamento Informaciones Policiales (D2). Ello se desprende, en primer lugar, del testimonio de Daniel Ernesto López (ver fs. 5307/8) quien recuerda que fue detenido en noviembre de 1975 junto a su hermano y que ambos fueron alojados en el D2. Señala que durante su estadía los tiraron en el suelo, que en el lugar había mucha gente, y que allí permaneció sentado, atado y vendado, y escuchó un grito que decía “la policía asesina me quiere matar”, y que preguntó a otro detenido que se encontraba cerca quién gritaba, y este le contestó “es Chabrol… es Chabrol”. En igual sentido debe interpretarse el testimonio rendido por Marta del Carmen Rossetti de Arquiola (ver fs. 4503/4) el día 24 de noviembre de 1975 en las actuaciones iniciadas en virtud de la denuncia de Pablo José Chabrol ante los tribunales ordinarios (citada en virtud de que había hecho pública su experiencia en una solicitada publicada en el diario La Voz del Interior) en el que relata que durante su estadía en el D2 estuvo detenida por espacio de aproximadamente un día y medio en una celda pintada de color verde oscuro donde pudo leer dos leyendas, una en la pared izquierda y la otra en la pared derecha, teniendo en cuenta en sentido de entrada del calabozo. Explica que en la pared izquierda se observaba textualmente que decía “Oscar Chabrol” y una fecha que cree que era 21-10-75 (el texto del diario, anterior en el tiempo a su declaración testimonial) precisaba que la fecha era 18/10/75 (ver memo DGI cd. 288 S/I del 17/11/1975 de fs. 14.003/4) y a la derecha, “Oscar Chabrol, me quieren matar” y la misma fecha que a la izquierda, todo ello escrito con letras pequeñas, de tipo irregular, letra tipo imprenta raspadas sobre la pintura”. Por su 123 parte, Libertad Elira Basso, relata a fs. 12.383 que entre los meses de octubre o noviembre de 1975 fue detenida por la policía y trasladada al Departamento Informaciones y alojada en una “piecita verde” y que allí pudo divisar, en la pared situada en frente de la puerta, abajo, una frase escrita que rezaba: “acá estuvieron los hermanos Chabrol”. El episodio relatado por Rossetti de Arquiola encuentra confirmación en el extenso relato de Charly Moore ( ver fs. 1764) cuando se refiere especialmente al caso de Chabrol diciendo: “Chabrol (hermano de un detenido de nombre Erminio) fue alojado en el calabozo lindante a donde yo estaba y permaneció durante el resto del día hasta hacerse de noche. Ya entrada la madrugada la brigada operativa de Romano lo sacó del calabozo y no se supo nunca más de su destino final. Al día siguiente comentaban algunos policías profesionales su disconformidad con el asesinato de Chabrol por cuanto era menor o demasiado joven para “ir al pozo”. Meses después salió una solicitada en los diarios donde una detenida de nombre Arqueola denunciaba en al pared del calabozo donde estuvo alojado cuando pasó por Informaciones leyó el nombre y apellido de Chabrol y la fecha de su inscripción. Inmediatamente desalojaron a dos detenidos que se encontraban en ese calabozo y me hicieron raspar la pared y limpiar la inscripción, la que efectivamente decía una fecha y el nombre y apellido de Chabrol”. Ahora bien, habiéndose acreditado que los hermanos Chabrol fueron alojados en el D2 luego de su aprehensión, tal situación nos conduce a llegar a idéntica conclusión respecto de la suerte que corriera Ferrero. Esto así ya que todo parece indicar la existencia de un designio común en el destino que sufrieran los tres, quienes desaparecieron en la misma oportunidad, y permanecen en tal situación hasta la actualidad. Respecto de lo sucedido dentro del Departamento Informaciones resulta posible afirmar – con el grado de probabilidad que requiere esta etapa – que Juan José y Oscar Chabrol y Miguel Ángel Ferrero habrían sido interrogados por el personal policial que allí prestaba servicio, valiéndose de un completo repertorio de prácticas tormentosas, cuya descripción ya ha sido motivo de análisis en párrafos anteriores. Finalmente, y ante la situación de “ausencia” de las tres víctimas desde que pasaran por las dependencias del D2, no puede más que afirmarse que el personal perteneciente a este cuerpo dispuso lo necesario – en circunstancias de tiempo, modo y lugar que aún no ha podido precisarse - para proceder a la ejecución de los tres jóvenes y a ocultar sus cuerpos para que nunca más fueran hallados. HECHO NOMINADO TRECE Las probanzas incorporadas a autos refieren que el día 28 de Octubre de 1975, aproximadamente a las 03.00 hs. un grupo de personas que se identificaron como policías y que se conducían en tres vehículos Ford Falcon irrumpieron en la vivienda en la que residía la familia Márquez, y sin dar mayores explicaciones, se llevaron a Luis Ernesto Márquez, sin que a la fecha exista noticia alguna respecto de su paradero. Así lo relató su padre al denunciar su desaparición ante la CONADEP (ver fs. 4636/8). 124 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Ahora bien, a fin de identificar a quienes habrían protagonizado estos hechos viene al caso traer a consideración el testimonio rendido por Wenceslao Rafael Amaya en el marco del expediente “Levrino o Leurino, Omar; Martínez p.ss.aa. privación ilegítima de la libertad y lesiones leves” Expte L-45 del Juzgado de Instrucción de 1 Nominación de la Justicia de la Provincia de Córdoba (expediente luego acumulado a los autos “c/Heredia, Jorge Omar y otros…” de tramitación ante el Juzgado Federal n°1) en el que refiere que el día 3 de noviembre de 1975 cuando se encontraba conversando con Daniel Timossi, se les acercó un auto Renault 12 rojo o bordó en el que se conducía un tal Martínez que iba acompañado de Omar Leurino – ambos conocidos de Amaya por ser vecinos de su barrio y por haberlo visto a este último en Transax – y que los invitaron a subir al auto para tomar una copa. Que a las pocas cuadras subió al vehículo otro sujeto, al que no conoce pero que entiende que los estaba aguardando, por lo que Timossi intentó bajar del auto ante lo que Martínez le apuntó con un arma y le dijo que del coche no bajaba nadie. Relata que emprendieron rumbo a Los Molinos, que los amenazaban diciendo que era su última noche, que si no hablaban los matarían. Que se detuvieron en un lugar USO OFICIAL descampado, solitario y oscuro, entre matorrales, que allí lo hicieron bajar, y que Leurino, con el arma en la mano, lo interrogó sobre las direcciones de distintos compañeros, lo hizo adelantar y le gatilló dos veces el arma sin que saliera el tiro. Al ver que no había salido el disparo Amaya cuenta que echó a correr campo traviesa, logrando escapar de sus captores ( ver fs. 13.340). Asimismo, especifica que durante los interrogatorios, Martínez y Leurino – indistintamente – le preguntaban sobre Carrizo y Márquez ( ver fs. 13.342). Ahora bien, conforme ya lo señaláramos, tanto Leurino como Martínez (Víctor Martínez) prestaban servicio en el Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba ( ver relato de Moore de fs. 1.758). De allí, que el interés develado por ambos respecto de Márquez y su probable relación con Amaya, nos permite inferir que resulta probable que la desaparición del primero y el frustrado homicidio del segundo se encuentren vinculados. No puede dejar de advertirse que entre la aprehensión de Márquez el 28 de Octubre, y el episodio relatado por Amaya del 3 de noviembre, transcurrieron escasamente seis días, lo que claramente indica un evidente interés de ese sector de la Policía en la actividad gremial de los operarios de Transax y sus afinidades políticas. Es así que todo nos conduce a vincular a la actividad de inteligencia desplegada por el Departamento Informaciones Policiales con el hecho que nos ocupa y nos permite afirmar – con el grado de probabilidad requerido en este estadio – que el personal del D2 ingresó en la vivienda de Márquez, privándolo de su libertad. Que lo condujo a la sede del Departamento donde, conforme el protocolo habitual, lo habría sometido a un severo interrogatorio – en el marco de las múltiples prácticas tormentosas que ya hemos descripto en reiteradas oportunidades - a fin de obtener información sobre su actividad como delegado gremial y probablemente como secretario de prensa del Partido Comunista Revolucionario de Córdoba ( ver fs. 4.676/7). 125 Finalmente, y ante la situación de “ausencia” de la víctima desde que fuera privado de su libertad en su hogar, no puede más que afirmarse que el personal perteneciente al D2 dispuso lo necesario – en circunstancias de tiempo, modo y lugar que aún no ha podido precisarse - para proceder a su ejecución y a ocultar su cuerpo para que nunca más fuera hallado. HECHO NOMINADO CATORCE Respecto de lo sucedido el día 12 de noviembre de 1975, en el hogar de Hugo Estanislao Ochoa, relata su esposa, Elena Ramona Cabral (fs. 4430 y vta y 4444/46), que en la madrugada de ese día, aproximadamente a las 04.00 hs., mientras dormía junto a su esposo e hijos en su vivienda de Barrio Avellaneda, un grupo de personas vestidas de civil, armadas, que dijeron pertenecer a la Policía Federal, irrumpieron violentamente en su domicilio, rompiendo la puerta de ingreso, y procedieron a reducir a todos los ocupantes. Recuerda que, tras permanecer en el lugar escasamente diez minutos durante los que escuchó un diálogo con su marido respecto a que llevara su libreta de enrolamiento porque la iba a necesitar para averiguar sus antecedentes, se retiraron del inmueble, llevándose a su esposo. Señala que en horas de la mañana recorrió todas las dependencias policiales de la policía provincial y federal, sin que le dieran noticia alguna de Ochoa. Es así que podemos afirmar que luego del 12 de noviembre de 1975, ninguna otra noticia se obtuvo respecto del paradero de Hugo Estanislao Ochoa hasta que en el marco de las investigaciones realizadas en el expediente caratulado “Averiguación de Enterramientos Clandestinos…” Expte 9693, en trámite ante este Tribunal - se ordenara una extensa labor pericial - a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense – en una porción de terreno del Cementerio San Vicente, en la que se individualizó la existencia de una fosa común en la que habrían sido inhumados clandestinamente, esto es: fuera del horario de funcionamiento del cementerio, sin ataúd y sin registro en los libros pertinentes, numerosos cuerpos – en su mayoría de personas jóvenes. En efecto, la labor desplegada por el equipo de antropólogos permitió individualizar un cuerpo – identificado por el equipo en una primera etapa como SVcbCN38 – del que se extrajeron muestras óseas de las que se obtuvo su perfil genético, el que se cotejó con los resultados de idéntico procedimiento realizado con la muestra de sangre correspondiente a Adriana del Valle Ochoa (hija), determinándose que el esqueleto identificado con el n° SVcb-CN38 pertenecía a Hugo Estanislao Ochoa Díaz, ( ver fs. 13.957/94 y 13.995/14.002). Ahora bien, más allá de la identificación de los restos óseos, el informe labrado por el Equipo Argentino de Antropología Forense nos aporta múltiples datos que nos permite reconstruir parte de lo sucedido en los momentos finales de la vida del nombrado. Así, respecto de las causas de la muerte el dictamen pericial realizado sobre el esqueleto de Ochoa (SVcbCN38), indica que el óbito es compatible con traumatismo craneal causado por impactos de proyectil de arma de fuego, al menos dos impactos en el 126 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 cráneo, ambos con entrada en macizo facial y salida en lateral izquierdo de occipital trayectoria antero posterior ( ver fs. 13.961/2), circunstancia que claramente nos sitúan en el escenario propio de una ejecución, que podríamos asimilar a un fusilamiento, que despejan cualquier duda respecto de que Ochoa fue víctima de un hecho de homicidio. Ahora bien, resta entonces dilucidar, qué sucedió entre el momento en que Ochoa fuera privado de su libertad y el que finamente fue ultimado. A fin de avanzar en este orden viene al caso considerar las constancias del expediente “Actuaciones labradas con motivo de la privación ilegítima de la libertad donde resultara damnificado Hugo Estanislao Ochoa” (ver fs. 4425/89), iniciadas en noviembre de 1975 ante el Juzgado de Instrucción de segunda nominación de la Justicia ordinaria. De su lectura es posible recuperar numerosos datos de interés. En primer lugar se deja constancia que Hugo Ochoa trabajaba como chofer para el Ministerio de Bienestar Social, que a su vez desplegaba actividades gremiales y que recientemente había sido designado delegado del Sindicato de Empleados Públicos. Esta información resulta relevante ya que todo parece indicar que estas cuestiones no fueron ajenas a la forma en que se desenvolvieron los que hechos que USO OFICIAL aquí nos ocupan. En efecto, ya desde el primer momento la esposa de Ochoa manifiesta al realizar la denuncia (ver fs. 4430 y vta y 4444/46) que este hecho estaría vinculado a los problemas que su marido tenía en su lugar de trabajo, indicando que había recibido amenazas telefónicas y que le había dicho que si algo le ocurría, seguramente sería por intervención de un tal Ángel Vital Lazo. Al respecto señaló que su esposo le había contado que en varias oportunidades había habido un intercambio de palabras entre ellos y que le parecía que no querían que estuviera más allí. Al declarar en sede policial, Ángel Vital Laso señaló que se desempeñó como interventor en la Dirección de Servicios Generales y Movilidad del Ministerio de Bienestar Social de la Provincia de Córdoba y que a la fecha de su declaración era asesor del Director del Ministerio de Bienestar Social, puntualizando que tenía una relación normal con Ochoa, y que no recordaba haber tenido ningún altercado con él. Pese a estas afirmaciones los miembros de la Comisión Directiva del Sindicato de Empleados Públicos, realizaron una presentación ante el Interventor Federal de la Provincia de Córdoba, Dr. Raúl Bercovich Rodríguez, en la que ponían en su conocimiento ciertos datos que habían recogido y podían ser de interés para la investigación que se estaba sustanciando. Resulta curioso que, como lo señala uno de los presentantes, el escrito se formaliza ante el interventor y no ante la policía, que era en definitiva quien se encontraba al frente de la investigación. Respecto de esta particularidad aclara uno de los presentantes, Raúl Ángel Ferreyra, en su declaración ante la justicia, que eligieron esta vía porque creyeron que era más conveniente a los fines de garantizar las pruebas que el gremio ofrecía (ver fs. 4462/64). Un prolijo análisis de las constancias de autos permiten advertir que no resulta caprichosa la modalidad asumida por el Sindicato. Esto así si se observa quiénes son mencionados en dicho escrito y las vinculaciones que éstos tendrían con el Departamento Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba. 127 En efecto, la comisión directiva del Sindicato pone de relieve en su presentación la existencia anomalías e irregularidades en el movimiento del Ministerio de Bienestar Social, las que se habían comenzado a advertir desde la remoción de los antiguos Jefe y Subjefe de la Repartición Servicios Generales y la designación en tal carácter de Ángel Vital Lazo y Juan Alberto Oviedo. Señalan que, con conocimiento y anuencia de los nombrados, entre los días 15 y 30 de Octubre se observaron personas extrañas que estuvieron alojadas en dependencias de la Repartición a las que se vio limpiando granadas de mano que guardaban en cajas, las que luego fueron trasladadas a Capital Federal en un camión oficial, con chofer y trasportando una carga de bultos y cajas cuyo contenido se desconocía y que no respondía a remitos oficiales. Relatan que, al tomar Ochoa conocimiento de esta circunstancia, había manifestado a sus compañeros que “… a todos estos que andan limpiando granadas, los vamos a echar…”. Señalan también, que concurrían asiduamente a la repartición en horario de trabajo y que disponían sobre vehículos y comestibles dos personas, ajenas a la repartición, de nombre Eduardo Bonifacio Ríos y Víctor Martínez. Respecto de este último refieren que había tenido un fuerte altercado con Ochoa, por lo que éste tenía temor por su integridad física. En este punto debe hacerse notar que tanto Ríos como Martínez, revistaban como personal de inteligencia dentro del Departamento Informaciones. Así lo señala Charly Moore en su documento (ver fs. 1.758 y 1.760) y en lo que al propio Ríos concierne lo reconoce él mismo al momento de prestar declaración en el sumario que se labrara en el año 1978 por robo de automotor (ver fs. 13.365/68) donde detalla todo su “curriculum vitae” indicando que en el año 1975 se dedicó a trabajar haciendo inteligencia directamente con el Departamento de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Córdoba. Consecuentemente, y según este panorama, la investigación llevada a cabo por el D2 en este caso no conforma más que un “montaje”, una formalidad que no profundiza de modo alguno en lo sucedido a Ochoa. El sumario que reúne escasamente trece fojas antes de su elevación a la Justicia, no exhibe la realización de ninguna probanza tendiente a esclarecer lo sucedido, más allá de las “testimoniales” recibidas de quienes se encontrarían sospechados de estar involucrados al hecho. Tan es así que las actuaciones son remitidas a Informaciones Policiales con fecha 14 de noviembre de 1975, y ese mismo día se les recibe declaración testimonial a Ríos y Martínez, quienes se “encontraban” en el D2. En sus declaraciones, los dos ocultan sus vinculaciones con la Policía, indicando solamente que trabajaban para el Ministerio de Bienestar Social (ver fs. 4438 y 4439). Una interpretación integral de la prueba nos permite afirmar – con el grado de probabilidad que requiere esta etapa – que el personal del Departamento Informaciones no habría sido ajeno a los sucedido con Ochoa. Los conflictos que éste habría tenido con quienes habían sido recientemente designados como autoridades, las vinculaciones de éstos con elementos que prestaban servicio en el D2 – y que también habían tenido algún conflicto con Ríos – sumado a ello la modalidad ya asentada del Departamento Informaciones de proceder a la aprehensión clandestina de personas, nos 128 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 autorizan a sostener que en la madrugada del 12 de noviembre de 1975, personal del Departamento Informaciones se habría apersonado en la vivienda de Ochoa, lo habría privado de su libertad para trasladarlo y alojarlo clandestinamente en las dependencias de su sede, lugar en el que – conforme a la práctica habitual – habría sido sometido a diversos tipos de tormentos, que si bien no ha podido establecerse qué modalidades habría asumido en este caso, podemos remitirnos al catálogo ya enunciado en el punto III.b. Es así, que – según se desprende de las heridas que Ochoa habría recibido, conforme ya lo señaláramos al considerar las apreciaciones del informe forense – el personal policial ya mencionado le habría dado muerte disparándole al menos dos veces en el cráneo, lo que claramente nos remite al escenario de una ejecución. HECHO NOMINADO QUINCE En este punto abordaremos los sucesos que habrían tenido lugar en los primeros días de diciembre y que reconocen como víctimas a nueve estudiantes, varios de ellos extranjeros, de la carrera de arquitectura. A tal fin viene al caso traer a consideración el testimonio rendido a USO OFICIAL fs. 13.781/3 por Cornelio Saavedra Alfaro, quien – en relación al hecho acontecido el 4 de diciembre de 1975 señala: “ sí los nombrados estaban estudiando, por mi parte había ido al Club Atlético Talleres, que jugaba contra Independiente. Luego del partido regresé, mi ofrecieron comida, porque ellos habían cenado en la casa, pero yo lo había hecho en el Club Talleres. Legué y me fui a dormir. A la una de la mañana escuché insultos y golpes contra muebles, en contra personas, pero lo que mas me sorprendió, ya que me hallaba dormido, eran los terribles insultos, a gritos de un grupo de personas que entró a la casa. Yo dormía en la habitación de servicio de la vivienda, que estaba en el fondo sentí golpes contra mi puerta, ante la violencia me quedé en la cama y no respondí. Mi habitación daba hacia el sur y la ventana hacia el este donde habían árboles, vi sombras que se movían hacia la salida del fondo y esta escena se repitió tres veces con mas gente que entraba a la casa y sacaba cosas, radios, aparatos de valor para estudiar arquitectura. Después de la primera salida de los que habían entrado con violencia, el desvalijamiento de la casa se realizaba por la puerta del fondo.” “puedo identificar que estas personas pertenecían a la policía, porque dos meses antes nos allanaron la vivienda y la desvalijaron, el proceder era el mismo, los mismos insultos, los mismos golpes a los muebles y a todo lo que encontraba y la misma forma de desvalijar todo. La casa estaba bien equipada por nuestros padres, que eran personas de buena posición, por lo cual, en ese tiempo, nos podián enviar a la Argentina, a estudiar. En el allanamiento habían utilizado armas, estaban vestidos de color oscuro y, días antes yo observé que un auto, de los que usaba la policía en esa época, estaba frente a la casa y observaba el movimiento de los estudiantes. Los gritos y la forma de comportarse era idéntico a los policias que nos habían robado todo, tenían pistolas, metralletas y uno había mostrado una credencial de la policía. El vehículo correspondía al que usaba la policía. También, al otro día como se habían llevado a los nueve estudiantes y la casa estaba sin nada, fui a visitar a un amigo de los potosinos, 129 que estudiaba arquitectura. El fue a la Central de policía, situada en la plaza al lado de la Catedral, yo me quedé en el cine restaurant Brunino. Dos personas de civil entraron al restaurante y me pidieron que los acompañara a la Central de Policía, Allí me preguntaron que si yo había visto algo, cuando le respondí que no, me pidieron que fuera a la morgue e identifique los cadáveres de mi hermano Alfredo Saavedra Alfaro, Jaime Sánchez Moreira, Luis Villalba Alvarez, Luis Rodney Salinas Burgos, de David Rodríguez Nina, de Jorge Raúl Soto Mayor, de Ricardo Rubén Haero, de Ricardo Américo Apertile y el otro cadáver seria de Jorge Ángel Schuster. Mi hermano, Villalaba Alvarez, Salinas Burgos, Rodríguez Nina, y Sánchez Moreira eran Bolivianos, Rodríquez Soto Mayor, Peruano, Jaro Apertile y Schuster, Argentinos, el informe del médico forense expresaba que primero habían sido fusilados y luego muertos con un tiro de gracia en la cabeza. También supe que habían pintado en la pared 9 x1, y que días antes en Corrientes había sido muerto el General Cáceres Monié y su esposa, el cartel decía asesinos de Cáceres Monie.” “ También supe que las personas que bajaron de los autos días antes habían matado al perro del vecino, con una bala 9mm., que correspondía a las armas usadas por la policía. Y tomé conocimiento de la la policía me estaba buscando a mí por cuanto mi heramana que vivía en otra casa, junto a compañeras juntó plata y me dijeron que me escondiera. Me decían que la policía me estaba buscando a mí, porque era el testigo de lo que había pasado. La primera noche dormir en la casa de una familia boliviana, la segunda noche en otra casa y el tercer día el Cónsul de Bolivia en Córdoba, me dio un pasaporte provisorio o salvoconducto con un nombre distinto del mío y así, con la plata y el documento llegue a Jujuy y luego a Villazón. En esta última ciudad vecina a La Quiaca, me expresaron que corría un grave riesgo. Me fui a vivir a Potosí donde estudiaba en la Universidad Autónoma Tomas Frías y un policía del Presidnete Hugo Bánzer Suárez, me seguía continuamente.” Las constancias de autos informan que el mismo día 4 de diciembre, aparecieron los cuerpos sin vida de los nueve estudiantes. Así lo publica el diario Córdoba del jueves 4 de diciembre de 1975, señalando que un llamado anónimo alertó a las autoridades policiales de la existencia de los cuerpos sin vida, hallando los preventores cuatro cadáveres a la altura del km 7 ½, sobre un camino de tierra y a unos 150 m de la ruta, y – alertados por el propietario de un cortadero de ladrillos - cinco más cerca del km 13, a unos 150 m de tal establecimiento ( ver fs. 5.370/3). Se indica que todos los cuerpos presentaban ligaduras en pies y manos y presentaban huellas de un brutal castigo en sus cuerpos. Idéntica información se desprende del memorandum de la Policía Federal de fecha 15 de diciembre de 1975 (ver fs. 4.736/41 de fecha 15/12/75 ). Confirman los extremos publicados las constancias de las autopsias realizadas a los estudiantes. Así el informe de la médica forense indica que el cuerpo de Jaime Moreira Sánchez (ver fs. 4406) presentaba sufusión hemática en párpado derecho, escoriación irregular en la pared anterior del tórax. Por su parte respecto de Alfredo Saavedra Alfaro indica que se observó sufusión hemática en párpado inferior izquierdo, 130 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 contusión en la región malar izquiera (ver fs. 4412). En similares términos describe el estado del cadáver de quien en vida fuera Ricardo Amércio Apertile (ver fs. 4413) señalando que presentaba sufusión hemática en ambos párpados superiores, hematoma en labio superior e inferior de 3 por 3 cm. En relación a Jorge Raúl Sotomayor el informe da cuenta de que presentaba sufusión hemática en ambos párpados de los ojos, escoriaciones en el tabique de la nariz y en ambas alas, escoración de dos por dos cm en región fronto malar izquierda y otra de 1 por 1 cm. En región geniana debajo del labio inferior, escoriaciones lineales en escroto (ver fs. 4416). El informe elaborado por el Dr. Gasparrini (ver fs. 13.502/3) nos aporta importantes respecto de la índole y características de las lesiones descriptas y nos permiten sostener – con el grado de probabilidad que requiere esta etapa – que previo al momento final en que se procedió a dar muerte a los nueve jóvenes, cuando los estudiantes se encontraban aún con vida, sus captores procedieron a aplicarles reiterados golpes de distinto tipo. Es de hacer notar que – como ya lo señaláramos – las víctimas se encontraban atadas de pies y manos, por lo que ninguna resistencia pudieron ofrecer a este tratamiento, tornándolo en una práctica tormentosa, que sólo perseguía USO OFICIAL infligirles un gran sufrimiento. De igual manera, las constancias de los informes forenses dan cuenta de que los nueve cuerpos presentaban múltiples heridas de bala, la mayoría sobre centros vitales, como la cabeza, el cuello o el tórax. Para mayor ilustración puede señalarse que Jaime Moreira Sánchez (fs. 4406) registraba dos heridas de bala, con zona de fish (ambas en la cabeza); David Rodríguez Nina presentaba siete heridas de bala: 3 en el cuello, 3 en la cabeza y una en la zona esternal (fs. 4410); Luis Rodney Salinas Burgos, tres heridas de bala, todas en la cabeza (ver fs. 4404); Alfredo Saavedra Alfaro (fs. 4412), tres heridas de bala, dos en la cabeza y la otra en línea para esternal derecha; Ricardo Américo Apertile (fs. 4413), cuatro heridas de bala, todas en la cabeza; Luis Villalba Álvarez (fs. 4408) , cinco heridas de bala, también este caso distintas zonas de su cabeza; Jorge Ángel Shuster (fs. 7143), cinco heridas de bala, nuevamente, todas en la cabeza; Jorge Raúl Sotomayor (fs. 4416), seis heridas de bala, todas en la cabeza, finalmente Ricardo Rubén Haro (fs. 4414) presentaba siete heridas de bala, seis en el tórax y una, probablemente el tiro de gracia, en la cabeza. Ahora bien, corresponde en este tramo realizar alguna aproximación en relación a quiénes habrían protagonizado estos sucesos, o – al menos – indagar sobre qué grupo de personas habría intervenido y si pertenecían a alguna fuerza de seguridad. El episodio es relatado por Charlie Moore, quien reporta en el documento que elaborara que “también por esa fecha, al frente del capitán VERGER “GASTON” o “VARGAS” y constituido por Tisera, Anton, Buceta, Torres, Lucero, Janicelli, Yougour, Britos, Flores, Piruchin, Gómez, “El Chueco”, “Serrucho”, totalizando unos 14 ó tal vez más y conduciéndose en los siguientes automóviles: Chevy Malibu color celeste clarito, Peugeot … (…), ingresaron todos en una vivienda pensionado estudiantil sito en Bv. San Juan y Junin de donde secuestraron a uno o dos argentinos, tres bolivianos y dos o tres peruanos 131 y alguno de otra nacionalidad, totalizando 9 (nueve), para llevarlos y asesinarlos en el camino viejo de tierra a despeñaderos a la altura del Cano a los Molinos (…)” ( ver fs. 1.763). Más allá de alguna imprecisión respecto de la ubicación del pensionado o de las nacionalidades de las víctimas, es claro que el relato refiere al hecho que aquí abordamos. En consecuencia, y considerando el acceso a información que tenía Moore en razón de su estadía dentro del D2, podemos afirmar – con el grado de probabilidad que requiere esta etapa – que habrían irrumpido en el pensionado estudiantil personal del Departamento Informaciones en combinación con personal del Destacamento 141, comandado por Héctor Pedro Vergés. Confirma asimismo esto último el testimonio de Cecilia Beatriz Suzzara (ver fs. 4808/12) en cuanto refiere que: “el capitán Vergéz relataba tres hechos como de su propia autoría, un robo de camión que transportaba vehículos – esto antes de marzo de 1976 - , el fusilamiento de siete estudiantes bolivianos y la dinamitación de la familia Pujadas, que todo esto lo relató en varias oportunidades”. HECHO NOMINADO DIECISEIS aL abordar los hechos que tienen por víctimas a Lila Rosa Gómez Granja, Ricardo Saibene, Alfredo Felipe Sinópoli Gritti, y Luis Agustín Santillán Zevi debemos relevar las constancias de la denuncia formulada ante la CONADEP por los familiares de Lila Rosa Gómez Granja (ver fs. 1337/41). En dicha oportunidad su madre, Lilia Rosalía, relata que el día 6 de diciembre de 1975, aproximadamente a las 7.30 hs. su hija se dirigía a la Universidad junto a otros compañeros, y al pasar por la Avda Dante Alighieri fueron interceptados por dos vehículos grandes, de color negro, de los cuales bajaron personas vestidas de civil con armas, que golpearon a Lila Rosa y a Sinópoli e introdujeron a los cuatro jóvenes en los autos. Señala que obtuvo este relato de personas que no quisieron identificarse y que, pese a las múltiples diligencias realizadas por la familia desde ese momento, no han tenido hasta la fecha noticias del paradero de su hija. En similares términos se expresa la madre de Ricardo Saibene, al presentarse ante la CONADEP (ver fs. 1338/9) En el documento elaborado por Graciela Geuna (ver fs. 2303) éste refiere a los hechos que aquí nos ocupan diciendo: “no sé si Ricardo (Zacarías) fue secuestrado junto con un grupo de frente al monumento al Dante en el Parque Sarmiento, creo que fue así: Fueron secuestrados allí: NAZI, originario de Villa Mercedes, 22 años aproximadamente, estudiante de medicina, le decían nazi porque físicamente tenía ese estereotipo, tez blanca, cabello claro, peinado atrás, con algunos cabellos que se volvían sobre la cara. Junto con él estaba también una pareja de novios estudiantes de medicina. Él era de un pueblo de la Provincia de San Luis, a su hermana le decían “Pucky”. Manzanelli comentaba: “Qué idiotas haberse puesto a charlar frente al Dante, nosotros salíamos del Destacamento 141, pasamos por allí como siempre, vimos un grupo de jóvenes y sospechamos”. En similares términos se expresa también la misma Graciela 132 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Geuna (ver fs. 1339/42) en dos cartas que fueron acompañadas a la presentación ante la CONADEP de la familia Saibene. A fs. 1343/4 Ana Mirtha Gómez, hermana de Lila Rosa, relata que la misma mañana en que ésta desapareciera, cuatro personas vestidas de civil se apersonaron en la casa de su tía, en la que residía su hermana. Estos hombres le dijeron que Lila andaba con la guerrilla y que venían a buscar sus cosas, y que, luego de revisar la vivienda, sólo se llevaron unos libros. La testigo relata la intensa búsqueda que realizara su padre, quien – incluso – consiguió una audiencia con el Vicario del Tercer Cuerpo, quien le habría dicho que no la buscara más, sin darle ninguna otra explicación ni precisión. También señala que idéntico comentario recibió luego de distintas consultas con otros militares que conocía de su actividad comercial. Cuenta Ana Mirtha que los Saibene se movieron muchísimo, pero que finalmente no obtuvieron otra respuesta más que dejaran de buscarlo. También que mantuvo por un tiempo contacto con los familiares de Sinopolli, y que éstos tenían un tío, de apellido Escribano, con un cargo importante en la Fuerza Aérea, y que tampoco por esta vía pudieron conseguir datos del paradero de los jóvenes. USO OFICIAL De las constancias reseñadas, y en especial de las manifestaciones realizadas por Graciela Geuna, podemos afirmar – con grado de probabilidad – que personal que revistaba en el Destacamento de Inteligencia 141 procedió a interceptar a los cuatro estudiantes de medicina y procedió a privarlos ilegítimamente de su libertad. Es así que, siendo que hasta la actualidad, ninguna noticia de ellos ha podido recabarse, no podemos más que afirmar que el personal antes mencionado – en circunstancias de modo, tiempo y lugar que aún no han podido ser determinadas - intervino en un proceso causal que culminó con la muerte de todos ellos. A ninguna otra conclusión podemos arribar, si analizamos el presente hecho en el marco de los múltiples sucesos de idénticas características, que acontecieron en esa época y que son contestes a una política de represión de la subversión instalada en todo el país, que incluía la desaparición forzada de personas como una práctica habitual y característica, sobre la que ya nos hemos pronunciado en forma exhaustiva en los hechos analizados precedentemente. Ahora bien, en el marco de la política represiva antes señalada, no puede más que afirmarse que todo nos conduce a suponer que en el lapso temporal que se ubica entre las aprehensiones de los cuatro jóvenes y su posterior muerte, éstos fueron interrogados en relación a sus posibles vinculaciones con organizaciones políticas clandestinas, a través de un completo repertorio de prácticas tormentosas. HECHOS NOMINADOS DIECISIETE Y DIECIOCHO En lo que concierne a los hechos que involucraron la desaparición de Tomás Rodolfo Agüero, viene al caso traer a consideración las constancias que surgen de la denuncia (ver fs. 1388/90) formulada por su madre, Rosa Ascensión Ríos, ante la CONADEP, en la que señala que su hijo viajó a Buenos Aires el 8 de diciembre de 1975 a las 20.15 hs. en un micro de la empresa Chevalier. Indica que viajó a la Capital a casa de un familiar porque estaba siendo objeto de persecuciones de la policía, que ya habían allanado 133 dos veces la vivienda familiar sin dar con él. Indica su madre que un familiar presenció su partida desde la Terminal de Ómnibus, pero que nunca llegó al domicilio al que se dirigía en la Capital Federal. De igual manera pone de relieve que los choferes del micro que lo condujo a Buenos Aires señalaron que el viaje fue normal, lo que permite suponer que Agüero llegó a destino. Pese a ello, también se señala que nunca llegó a la casa a la que iba, lo que nos permite inferir que fue interceptado y aprehendido luego de su arribo a la ciudad de Buenos Aires. De igual manera, y en lo que concierne a Sergio Héctor Comba y Marta Susana Ledesma de Comba, la denuncia que la madre de Ledesma realizara ante la CONADEP da cuenta que el día 10 de diciembre de 1975, aproximadamente a las 22.00 horas, arribaron a la casa que su hija compartía con Sergio Comba varias personas que se conducían en al menos cuatro automóviles negros. Indica que, por testimonios de los vecinos, pudo saber que su yerno había sido duramente golpeado, al punto tal que lo sacaron arrastrando del domicilio. Que subieron al matrimonio y a los niños a los vehículos y que se alejaron del lugar. Que hicieron un alto en el trayecto en el domicilio de la denunciante, que relata que dos hombres jóvenes, de civil se apersonaron en su casa y le entregaron a su marido los dos pequeños, indicando que un vecino les había dado la dirección. Señala que su nieta le contó que eso no era verdad, ya que los mismo hombres que los habían entregado a ellos, eran los que llevaban a su madre en un automóvil y a su padre en otro. Finaliza diciendo que hasta la fecha no ha tenido noticias del paradero de ambos. A fs. 3.142/43 Norma Gladis Comba, hermana de Sergio, relata que por dichos de la nena, hija del matrimonio desaparecido, supieron que a su papá lo golpearon mucho, que lo sacaron arrastrando, que tenía sangre, que a su mamá la atan a una silla mientras hacían el operativo, a la mamá y a ellos los suben a un auto y a su papá en otro. Ahora bien, a fs. 1409/15 obra una copia de una declaración testimonial de Pedro Américo Romano de fecha 28 de noviembre de 1975 en los autos “c/Pucheta, José y otros p.ss.aa. asociación ilítica calificada…..” Expte 29-P-75 en la que detalla todas las averiguaciones realizadas en el marco de dicho expediente, indicando que Tomás Rodolfo Agüero respondía al alias “Sargento Armando” y que, junto a otros compañeros del ERP que también menciona, había participado del intento de copamiento de la Jefatura el 20 de agosto de 1975. El testimonio de Romano también menciona a Sergio Comba y a Marta Susana Ledesma de Comba (ver fs. 1413vta) indicando que ambos pertenecerían al ERP, que Comba respondería al alias de “Alberto” y Ledesma al de “María”. Esta información resulta de vital importancia ya que, en primer lugar, demuestra que la Policía de la Provincia de Córdoba tenía un especial interés en la aprehensión de los nombrados, circunstancia que – a tenor de lo manifestado por los familiares de Agüero – se había visto frustrado en dos oportunidades. En segundo lugar resulta de relevancia la mención que realiza Romano en relación al “alias” que utilizaban Agüero, Ledesma y Comba, ya que nos permiten identificarlos en los testimonios de Piero Di Monti y Meschiati. 134 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Señala Piero Di Monti (ver fs. 2371) que según narraciones del Capitán González, en una oportunidad, a fines de 1975 o inicios de 1976, el campo de “La Ribera” fue atacado por un Comando Conjunto de las organizaciones ERP y Montoneros, con el fin de liberar a los cautivos. Recuerda que un Comandante de Gendarmería a cargo de la seguridad ordenó agrupar a los prisioneros y fusilarlos. Señala que entre la víctimas estaría un joven de seudónimo “Alberto”, oriundo de Río Cuarto y su mujer de apellido “Ledesma”; otro prisionero era “Armando” secuestrado en Buenos Aires en diciembre de 1975, pero oriundo de Córdoba. Habrían sido un grupo de aproximadamente 10 prisioneros. En similares términos se expresa Teresa Celia Meschiati (ver fs. 7986vta), quien relata: “En el campo de La Ribera, ante un ataque de intimidación desde afuera, son fusilados todos los prisioneros que estaban en ese momento, entre ellos “Armando” que días antes Vergéz había sacado en un helicóptero amenazándolo de ser tirado mientras lo paseaba colgado de un pie. Este Relato lo hizo el mismo Vergéz y algunos guardias de Gendarmería, que habían estado ese día en La Ribera”. En este punto, entiendo que corresponde realizar algunas USO OFICIAL consideraciones relativas a este nuevo elemento que se incorpora en los diferentes hechos que tuvieron lugar a partir de diciembre de 1975. Me refiero que, a partir de esta fecha, la prueba nos indica que comienza a utilizarse – a los fines de la lucha contra la subversión – un predio que, hasta ese momento, había sido utilizado como prisión militar. Nos referimos a la “Prisión militar de Encausados de Córdoba”, predio más conocido como “La Ribera”, lugar al que – según se desprende de diversas probanzas que iremos analizando – se trasladaba a muchas de las personas que había sido privadas de su libertad en el marco de acciones contra la subversión, en donde habrían quedado alojadas en condición de “desaparecidas”, no admitiéndose oficialmente su aprehensión ni la prolongación de su privación de libertad. Sobre las modalidades desplegadas en este lugar, nos hemos pronunciado al punto III,C, al que- en honor a la brevedad nos remitimos. Así, luego de todas las consideraciones realizadas, como así también de las circunstancias de que desde que fueran aprehendidos, no ha sido posible obtener noticias de sus respectivos paraderos, como así tampoco han sido hallados sus cuerpos, entiendo que es posible afirmar – con el grado de probabilidad que requiere esta etapa – que luego de que Agüero, Comba y Ledesma fueran aprehendidos y alojados en La Ribera, fueron interrogados por el personal de Inteligencia del Destacamento 141 y de la Policía de la Provincia de Córdoba ya mencionado, para lo que habrían echado mano al repertorio de tormentos que habitualmente se utilizaban a tal fin, hasta que – finalmente – y probablemente en el marco de alguna represalia por alguna provocación de parte de las organizaciones clandestinas, fueron fusilados en el patio del predio en el que se encontraban cautivos. Finalmente, todo conduce a afirmar que el personal ya mencionado, en circunstancias que aún no han podido esclarecerse, habría dispuesto lo necesario para hacer desaparecer sus restos de modo tal que nunca más fueran encontradosHECHO NOMINADO DIECINUEVE 135 A fin de acreditar los extremos relacionados al hecho que tiene por víctima a Silvia del Valle Taborda, debe traerse a consideración lo relatado por Andrea de Lourdes Taborda (fs. 10.317), sobrina de la víctima, quien relata que su tía, en razón de su pertenencia al Ejército Revolucionario del Pueblo, ya desde meses antes a su desaparición, sabía que estaba siendo perseguida, por lo que había abandonado la pensión en la que residía, buscando refugio en el domicilio de la familia Cabral, sito en calle Lola Membrives. Señala en su denuncia que el 11 de diciembre de 1975 ingresó a dicha vivienda un grupo de personas fuertemente armado, perteneciente a alguna fuerza de seguridad que no se pudo determinar, los que, haciendo un despliegue de gran violencia, maltraron a Taborda, para sacarla de la vivienda en el estado que se encontraba, sin siquiera dejarla vestirse, ya que se encontraba con su ropa de dormir (repárese que la incursión fue a primera hora de la mañana) (ver fs. 10.305/6). Señala, finalmente que desde entonces nada más se supo sobre su suerte. La militancia de Taborda se ve reflejada en el testimonio de Rosa Esther Cabral (fs. 10.327), también militante del PRT, quien relata las actividades que desplegaban en la organización y refiere a un episodio que tuvo lugar a principio se 1975, en la que se encontró con Silvia en un bar, y que allí también se encontraron con Nora Lía Marquart, que utilizaba el alias “Sargento Clara”, quien les recomienda que no se muestren juntas, que – por razones de seguridad - cuanto menos se mostraran con gente militante del ERP, mejor. La observación parece haber sido oportuna si se observa que “Marquart” murió en un enfrentamiento con la policía el 25 de noviembre de 1975, como así también que Rosa Esther Cabral, alias “Inés”, había sido identificada como miembro del ERP y que estaba siendo buscada por la Policía (ver declaración de Romano de fs. 1409vta). Debe advertirse que a la fecha del hecho que nos ocupa, resulta notorio que desde quienes emprendían la “lucha contra la subversión” se había emprendido una notable embestida en contra de quienes militaban específicamente dentro del ERP. Esta circunstancia se encuentra acreditada a través de las constancias de los autos “c/Pucheta, José y otros p.ss.aa. asociación ilítica calificada…..” Expte 29-P-75 (ver fs. 1409/15), claramente se indica la extensa labor investigativa llevada a cabo por el personal policial en relación a individualizar a los distintos miembros de esta organización, a determinar sus funciones dentro de la misma, descubrir las vinculaciones y relaciones existentes entre ellos e indagar en qué hechos de índole subversiva habrían intervenido. Un análisis prolijo de los múltiples nombres que allí se mencionan, permiten determinar que gran parte de los allí mencionados fueron objeto de persecución específica, ya sea porque actualmente se encuentran desaparecidos, o porque fueron legalmente detenidos y alojados en establecimientos penitenciarios. A modo ejemplificativo, y refiriéndonos sólo a las víctimas de la presente causa, en tan sólo ocho días, esto es entre el 6 y el 14 de diciembre, desaparecieron Agüero, Comba, Ledesma, Canfaila, Taborda, de Cicco de Moukarsel y Luna (esta última apareció muerta en circunstancias que analizaremos más adelante). 136 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Es así que las circunstancias antes señaladas, sumadas a que desde que fuera sustraída del domicilio de las Cabral ninguna otra noticia pudo recabarse respecto del paradero de Taborda, todo nos lleva a determinar que resulta posible afirmar, con el grado de probabilidad requerido, que Silva del Valle Taborda fue individualizada como integrante del ERP, y por ello fue objeto de las labores de inteligencias de quienes tenían a su cargo la lucha contra la subversión, quienes procedieron a hacerla cautiva, con el fin de interrogarla y obtener de ella información respectiva a la organización de su militancia. Esto nos lleva a deducir que el lugar al que habría sido conducida, a tenor del contenido de los memorandos que ya analizamos al momento de abordar el hecho decimoctavo, no puede ser otro más que el predio de La Ribera. Es así que todo nos conduce a entender que en ese lugar se habrían llevado las tareas de inteligencia e interrogación, para la cual se habrían utilizado el repertorio de prácticas y tormentos a los que rutinariamente se echaba mano, y sobre el que ya también nos hemos pronunciado en el punto III-c de estos considerandos. Finalmente, y asumiendo el análisis desde la lógica de la metodología que ya hemos descripto, la ausencia de Taborda desde aquellos días hasta la fecha, no USO OFICIAL puede más que indicar que – luego de finalizado el trámite interrogatorio – en circunstancias de tiempo y lugar que aún no ha sido posible establecer, el personal policial que prestaba servicios en La Ribera habría procedido a darle muerte, y a ocultar su cuerpo de modo tal que nunca más fuera hallado. HECHO NOMINADO VEINTE Respecto de lo sucedido a Alicia Esther de Cicco de Moukarzel, viene al caso citar, en primer lugar, lo relatado por su padre al momento de presentar un habeas corpus a su favor ante el Juzgado Federal n° 1 (ver fs. 1 del expíe “DE CICCO DE MOUKARZEL, Alicia Esther – habeas corpus a su favor” Expte 30-D-75 reservado en Secretaría), donde señala que el día 12 de diciembre de 1975, aproximadamente a las 08.30 hs. su hija fue detenida cuando se encontraba en su lugar de trabajo, en un negocio sito en calle Mariano Moreno 90, por una comisión policial que según los testimonios se conducían en dos vehículos Ford Falcon. Idéntica información se desprende de la denuncia formulada por Rosa Medina de De Cicco, madre de Alicia, ante la CONADEP (ver fs. 1394). Resulta un dato a tener en cuenta que de Cicco mantenía vinculaciones con el ERP-PRT. Al respecto valga recordar que su esposo José René Moukarzel, de reconocida militancia en esta organización, había sido detenido en 1974 y alojado en la UP1. En similar situación la ubica su relación de amistad con Susana Luna, cuya suerte abordaremos en el hecho que sigue, quien también resultó detenida en virtud de su militancia en el ERP. Es así que su detención, en este marco, no puede más que obedecer a sus vinculaciones con esta organización clandestina, y en consecuencia es posible asumir que – a tenor de las directivas de la época que ya fueron analizadas - luego de ser detenida fue trasladada y alojada en La Ribera. 137 Es así que, contemplando especialmente que desde que fuera aprehendida, no ha sido posible obtener noticia de su paradero, como así tampoco ha sido hallado su cuerpo, entiendo que es posible afirmar – con el grado de probabilidad que requiere esta etapa – que durante su estadía en La Ribera fue interrogada por el personal de Inteligencia del Destacamento 141 y de la Policía de la Provincia de Córdoba, el que habría echado mano al repertorio de tormentos que habitualmente se utilizaban a tal fin, hasta que – en circunstancias de modo y lugar que a la fecha no han podido ser totalmente determinadas, habría procurado su muerte. Finalmente, todo conduce a afirmar que el personal ya mencionado, en circunstancias que aún no han podido esclarecerse, habría dispuesto lo necesario para hacer desaparecer sus restos de modo tal que nunca más fueran encontradosHECHO NOMINADOS VEINTIUNO En lo que concierne a Susana Elena Luna, el testimonio de su hermana Amalia Rosa Luna (ver fs. 2612/3) indica que su padre le refirió que el 14 de diciembre de 1975, aproximadamente a las 02.30 hs. golpearon violentamente la puerta, a la vez que escuchaba que había movimiento en los techos, que procedió a abrir la puerta y que ingresó a su domicilio un grupo de personas armadas, vestidas de civil, que lo golpearon con la culata de un arma, que preguntaron por su hermana Susana y registraron toda la vivienda, que al dar con su hermana la toman de los cabellos, la maltratan, diciéndole a su padre que su hija era una guerrillera y que era responsable de la muerte de alguien vinculado a las fuerzas de seguridad. Que luego la sacaron de la vivienda y la subieron a un camión militar. Que además de ese camión, había también móviles policiales. Similares datos se desprenden del testimonio de Raúl Luis Luna (ver fs. 2616/7), quien agrega las circunstancias en que fue hallado el cadáver de su hermana, y los trámites de identificación del cuerpo. Surge de las constancias de autos, que el cuerpo sin vida de Susana Luna fue hallado en cercanías del Hipódromo de Barrio Jardín, que el cuerpo presentaba signos de un gran maltrato, que se encontraba atado de pies y manos y envuelto en una bandera del ERP, junto a un panfleto titulado “Guerrillas Armadas”, Parte de Guerra n° 23 que indicaba que el cuerpo pertenecía a “Susana Elena Luna, (a) Anita”, y finaliza diciendo que quienes habían perpetrado el hecho era el “Comando Libertadores de América, Pelotón Oficial Alberto Hugo Sosa” (ver fs. 2597/99 y 2602). En este punto valga señalar que en los recortes de diarios de fs. 2597/99 se aprecia que – efectivamente – el día anterior, esto es el sábado 13 de diciembre de 1975, fue asesinado por extremistas el oficial auxiliar de la policía provincial Alberto Hugo Sosa (fs. 2599), circunstancia que determina el interés directo de las fuerzas de seguridad en la investigación del hecho. Si bien no consta en estas actuaciones que la víctima hubiera estado involucrada en los hechos que terminaron con la muerte del oficial de policía, lo cierto es que de las manifestaciones vertidas a su padre al momento del allanamiento, como así también del contenido del panfleto con el que fuera encontrado su 138 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 cuerpo, se desprende que quienes la hicieran cautiva actuaron convencidos de la intervención de Luna en tal episodio. Es así que, todo nos lleva a deducir que – a tenor del contenido de los memorandos del 10 de diciembre de 1975 que ya hemos analizado – luego de ser aprehendida, Susana Luna fue llevada a la Ribera. Respecto de lo que le sucediera en dicho centro clandestino de detención en las horas que corrieron desde el momento de su aprehensión y el de la aparición de su cuerpo sin vida, debe repararse en la información que se desprende de los rastros dejados en su cadáver. Al respecto debe considerarse lo relatado por Horacio Ginés Muñoz (fs. 2631/2), por aquel entonces cuñado de Susana Luna, quien declara que acompañó a su suegro a la morgue y que entró a reconocer el cuerpo. Cuenta que Susana tenía el rostro muy golpeado, que observó marcas en el cuerpo de ahorcamiento, quemaduras de cigarrillos en los pechos y en los pies, que tenía salida la vulva de la vagina, como si la hubieran violado y muchos moretones en todo el cuerpo (espalda, piernas y brazos). A esto debe sumarse las constancias de la autopsia (ver fs. 2750) realizada por el médico forense de estos Tribunales Federales, Dr. Toribio Lucio Aguerre, quien constata USO OFICIAL “herida traumática contusa en el cuero cabelludo de más o menos cinco centímetros de largo en zona parietal occipital izquierda. Facie cianótica, ojos con conjuntivas algo inyectadas. Cuello: surco de ahorcamiento rodeando todo el cuello, más marcado en zona anterior, por encima del cricoides (…) extremidades superiores: gran zona de esquimosis y hematomas, en ambos brazos cara externa, algunos hematomas en antebrazos y nada en las manos. En miembros inferiores: equimosis y hematomas en cara externa de ambos muslos, también en piernas y pies. En el examen interno: cabeza: herida cortante y contusa ya descripta que ha dado mucha sangre. Otra sobre temporal derecho y otra en región occipital, todas presentan hematomas en la parte profunda del cuerpo cabelludo, sin heridas visibles y con ausencia de lesiones óseas. Cuello: surco de ahorcamiento completo, la piel está apergaminada, blanquecina, las yugulares están ingurgitadas y los planos profundos a la altura y por encima del surco están infiltrados, el hueso hioides está intacto”. El informe médico, si bien adolece de importantes fallas – en especial al no indicar la causa eficiente de la muerte – resulta un instrumento de gran importancia a fin de determinar que, durante sus últimas horas de vida, Susana Luna sufrió maltratos que habrían consistido en golpes de distintos tipo en múltiples partes de su cuerpo, estrangulamiento, heridas cortantes, etc., circunstancias que – sumadas a las particularidades de su aprehensión - nos permiten afirmar que sus captores, al interrogarla, utilizaron todo su repertorio de prácticas tormentosas, con una violencia tal que al cabo de escasas horas culminaron con su muerte. Respecto a esto último el informe del Dr. Gasparrini de fs. 13.501 señala: “ de las distintas lesiones comprobadas descriptas, la de mayor jerarquía tramumática es la CIRCULAR COMPLETA DEL CUELLO, debiendo comparativamente afirmar que falleció por ASFIXIA MECÁNICA EXTERNA, manteniendo 139 el, hueso hoides sin fractura. Esto significa que la presión ejercida ha sido sostenida sin llegar a la fractura …”. Es así que es de resaltar la extrema violencia desplegada en relación a Susana Luna, la que asumió las más diversas formas, y provocó en su cuerpo lesiones de una entidad tal que determinaron su muerte. HECHO NOMINADO VEINTIDOS En lo que concierne a lo sucedido en relación a Carlos Juan Allende y María del Carmen Bosco de Allende, debe señalarse que la denuncia formulada ante la CONADEP por la Sra. Emilia Josefa Pedranzani de del Bosco, madre de María del Carmen, en la que relata que pudo averiguar a través de los vecinos, que el día 15 de diciembre de 1975, en horas de la noche se presentó al domicilio que compartía el matrimonio Allende un grupo de personas vestidas de civil, que se identificaron como policías, quienes luego de permanecer unas horas en el domciilio los introdujeron en un automóvil y se los llevaron. (ver fs. 1417). Si bien hasta la fecha no ha sido posible vincular al matrimonio Allende/Bosco con ninguna de las organizaciones de índole subversivo perseguidas desde el Estado, la circunstancia de que hasta la fecha no ha sido posible dar con su paradero, nos llevan a sostener que fue incluido dentro de las hipótesis de investigación e individualización de blancos que, desde Ejército y todos los órganos de inteligencia subordinados a éste, se realizaba en el marco de la lucha contra la subversión. Esta tarea, como ya se ha señalado, estuvo asignada a los organismos de inteligencia de las fuerzas de seguridad civiles y militares, bajo el control operaciones de la Jefatura de la Zona 3 del Ejército. Como también ya hemos dicho, en esta empresa se emprendieron acciones – muchas de índole ilegal – que involucraron directamente la aprehensión de los supuestos involucrados, su traslado clandestino a algún centro de detención, su interrogación bajo tormentos a fin de obtener información útil para la lucha emprendida, y su posterior eliminación. Teniendo en cuenta la fecha en que se habrían procedido a la aprehensión del matrimonio, como así también el contenido de las directivas emanadas desde las autoridades militares que revelan los memorandos del 10 y el 13 de diciembre de 1975 respecto a la interrogación de detenidos, todos nos lleva a concluir que los Allende fueron conducidos al predio de La Ribera, en el que habrían permanecido en condiciones extremas de existencia, sin dar aviso de su situación a sus familiares ni a autoridad judicial alguna, al menos hasta la víspera del golpe de estado del 24 de marzo de 1976. De igual manera, todo conduce a sostener que durante su estadía en este centro fueron reiteradamente interrogados por el personal del D2 y del Destacamento 141 que allí revistaba con los procedimientos tormentosos que rutinariamente se utilizaban y sobre los que ya nos hemos pronunciado en el punto III.c., al que nos remitimos en honor a la brevedad. En este punto, debemos sindicar que los nombres de Allende y Bosco de Allende aparecen en el listado elaborado por Piero Di Monte juntamente con otros 140 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 sobrevivientes de La Perla (ver fs. 2339) de personas desaparecidas vistas en La Perla, lo que nos permite inferir que luego de su estadía en La Ribera – probablemente durante los días posteriores al 24 de marzo de 1976 – fueron trasladados a La Perla, lugar en el que habría permanecido hasta el mes de mayo de ese año, sufriendo allí durante ese tiempo un trato similar al que les fuera dispensado en la Ribera y conforme era la rutina del lugar que ya hemos descripto al punto III.c.. Finalmente habrían sido “trasladados”, según se indica en el listado, eufemismo que indica que fueron retirados de La Perla para –en circunstancias de modo, tiempo y lugar que a la fecha no han podido ser precisadas- darles muerte. HECHO NOMINADO VEINTITRES En lo que concierne a los hechos de los que resultara víctima José Luis Marzo, corresponde citar, en primer lugar, lo relatado por su madre, Sra. Clotilde del Rosario Vera (ver fs. 1425 y vta) en la oportunidad de denunciar la desaparición de su hijo ante la CONADEP. Allí, señaló que el día 16 de diciembre de 1975 a las 17 hs. se encontraba junto a José Luis en la intersección de calles Libertad y Av. Patria, frente al USO OFICIAL Hospital Córdoba. Indica la Sra. Vera que ella entró al Hospital, y que al salir vio a su hijo que estaba comprando cigarrillos en el kiosco. Que en ese momento pasan dos vehículos, un automóvil Torino color verde oliva y un Falcon probablemente gris metalizado, que se detienen en el lugar donde se encontraba su hijo. Que descendieron de los autos aproximadamente cinco hombres, lo rodearon e introdujeron en el Torino verde sin patente. Recuerda que ella en ese momento cruzó la calle y le preguntó a las personas que sucedía, quiénes eran. Que algunos le dijeron que era la Policía Federal y otros que eran de información. Antes De retirarse le advirtieron “Aquí no han visto nada. No saben nada”. Resulta de relevancia considerar lo relatado por la hermana de José Luis, Ana María del Valle Marzo (ver fs. 1744/6), quien cuenta que poco tiempo antes de su desaparición su hermano había cambiado su forma de hablar, hasta las palabras que usaba. Que un día vio sobre su cama una revista con una estrella roja que tenía al Che Guevara en la tapa. Que cuando le preguntó por qué tenía esa revista, José Luis la invitó que la leyera, a lo que ella le respondió que eran un locos que se estaban haciendo matar. Que ante ello le dijo que eran personas que luchaban por los derechos de todos, para que todos estén mejor. Esta consideración, claramente nos permite inferir que el joven Marzo había comenzado a simpatizar con la organización ERP- -PRT, y que, posiblemente, estuviera en contacto con miembros de ésta, circunstancia que – en virtud de la persecución que los miembros de las organizaciones clandestinas tenían por aquella época – nos permite señalar que lo convertía en un potencial blanco de las fuerzas de seguridad avocadas a la lucha contra la subversión. Es así que, contemplando especialmente que desde que fuera aprehendido, no ha sido posible obtener noticia de su paradero, como así tampoco ha sido hallado su cuerpo (ver constancias de fs. 1744/6 y 1425 y vta), entiendo que es posible afirmar que luego de detenido fue trasladado al predio de la Ribera a fin de obtener de él 141 información referida a la organización clandestina con la que simpatizaba. En consecuencia, todo nos lleva a entender – con el grado de probabilidad que requiere esta etapa procesal – que durante su estadía en La Ribera fue interrogado por personal de Inteligencia del Destacamento 141 y de la Policía de la Provincia de Córdoba, el que habría echado mano al repertorio de tormentos que habitualmente se utilizaban a tal fin sobre el que ya nos hemos expedido largamente en el punto III-c de estos considerandos. Finalmente, y asumiendo que – pese al paso del tiempo y de las investigaciones realizadas a tal efecto no ha sido posible determinar su paradero, ni hallar sus restos mortales, circunstancia que lo mantienen en ese status indefinido de “desaparecido” – no puede más que afirmarse que los miembros del Destacamento de Inteligencia 141 junto al personal que revistaba en el Departamento Informaciones Policiales, cuyos nombres ya hemos señalado al describir los hechos, habrían procedido a darle muerte, en circunstancias de modo, tiempo y lugar que no han podido esclarecerse hasta el momento, como así también habrían dispuesto lo necesario para hacer desaparecer sus restos de modo tal que nunca más fueran encontradosHECHO NOMINADO VEINTICUATRO En lo que concierne a los hechos de los que resultara víctima Orlando Alonso Martín, corresponde citar, en primer lugar, lo relatado por su padre, Sr. Alonzo Martín (ver fs. 1423/4) en la oportunidad de denunciar la desaparición de su hijo ante la CONADEP. Allí, señaló que el día 16 de diciembre de 1975, se presentaron en el trabajo de su hijo personas vestidas de civil, fuertemente armados con armas de guerra en dos coches que se llevaron a Orlando Alonso. Que esto lo sabe porque sus compañeros de trabajo, uno de apellido Ponce (que posteriormente apareció muerto en un enfrentamiento) y otro de nombre “Pato” lo llamaron para informarle. Resulta de relevancia considerar las constancias del expediente “MARTÍN ORLANDO ALONSO – AMPARO” Expte 84-M-75, tramitado ante el Juzgado Federal n°1, ante la presentación realizada también en este caso por el padre de la víctima. De allí se desprende que Orlando Alonso Martín estaba siendo investigado por la justicia por infracciones a la ley 20.840 (ver informe de fs. 2vta del mencionado expediente, el que se encuentra reservado en Secretaría) en los autos “c/Cortese, Miguel Angel y otros – Asociación ilícita, tenencia de explosivos e infracción a la ley 20.840” en los que se le había librado orden de captura. Esta circunstancia claramente lo ubica a Martín dentro del grupo de personas que podía considerarse un “blanco” en la estrategia montada desde el Ejército a los fines de la represión de la subversión. Es así que, habiéndose acreditado que Martín fue aprehendido por la autoridad, todo nos lleva a entender – de acuerdo a las determinaciones y memorandos de fecha 10/12/75 y 13/12/75 – que inmediatamente fue trasladado a las dependencias de La Ribera, a fin de someterlo a un interrogatorio con el objeto de obtener de él información referida a la organización clandestina en la que supuestamente habría militado. Prueba de ello también nos la proporciona, los dichos vertidos por su padre ante la CONADEP, 142 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 cuando señala que la misma noche de su secuestro, aproximadamente entre las 24.00 hs. y la 01.00 hs. del día siguiente, fue llevado por sus captores a la pensión en la que residían sus compañeros (El tal Ponce y el “Pato” que alertaran al padre respecto de su detención), donde habrían golpeado con violencia a la dueña de la pensión y a su hija, quienes habían visto que Orlando Alonso estaba con el torso desnudo, con sus manos esposadas a la espalda, muy golpeado y con una gran herida en el estómago. Finalmente, y asumiendo que – pese al paso del tiempo y de las investigaciones realizadas a tal efecto no ha sido posible determinar su paradero, ni hallar sus restos mortales, circunstancia que lo mantienen en ese status indefinido de “desaparecido” – no puede más que afirmarse que los miembros del Destacamento de Inteligencia 141 junto al personal que revistaba en el Departamento Informaciones Policiales, cuyos nombres ya hemos señalado al describir los hechos, habrían procedido a darle muerte, en circunstancias de modo, tiempo y lugar que no han podido esclarecerse hasta el momento, como así también habrían dispuesto lo necesario para hacer desaparecer sus restos de modo tal que nunca más fueran encontradosUSO OFICIAL HECHOS NOMINADOS VEINTINCO Y VEINTISIETE A fin de abordar los hechos que habrían acontecido entre la noche del 15 de diciembre y la tarde del día 16 de los que resultaran víctimas Jorge Oscar Rodríguez y Vicente Manuel Ribero, corresponde citar, en primer lugar, lo relatado por la madre del primero, Sra. Brígida Rosaura Navarrete (ver fs. 9777/8) en la oportunidad de denunciar la desaparición de su hijo ante la CONADEP. Allí, señaló que al llegar a su domicilio en horas de la mañana del día 16 de diciembre de 1975, encontró que la puerta de entrada había sido violentada, la casa en un total desorden, y que su hijo ya no se encontraba allí, notando asimismo la ausencia de varios objetos de valor. Que por referencias de los vecinos pudo averiguar que a altas horas de la noche se detuvieron varios y sintieron golpes de puertas y muebles. En similares términos se expresa la hermana de Vicente Manuel Ribero, Encarnación Agustina Rivero (ver fs. 9780/1), quien señala ante la CONADEP que el día 16 de diciembre, aproximadamente a las 19.00 hs., llegaron a la playa de estacionamiento de propiedad de su hermano dos automóviles Torino de color celeste con personal que vestía de civil y se encontraba fuertemente armado, que procedió a llevarse a su hermano Vicente Manuel con la manos en la nuca, en uno de los vehículos. Si bien hasta la fecha no ha sido posible vincular a Rodríguez y Ribero con ninguna de las organizaciones de índole subversivo perseguidas desde el Estado, las modalidades asumidas al momento de su aprehensión y – especialmente – la circunstancia de que hasta la fecha no ha sido posible dar con su paradero, nos llevan a sostener que tanto uno como otro fueron incluidos dentro de las hipótesis de investigación e individualización de blancos que, desde Ejército y todos los órganos de inteligencia subordinados a éste, se realizaba en el marco de la lucha contra la subversión. Es así que, contemplando especialmente que desde que fueran aprehendidos, no ha sido posible obtener noticia alguno de su paradero, como así tampoco 143 han sido hallados sus cuerpos, entiendo que es posible afirmar con el grado de probabilidad que requiere esta etapa, que luego de detenidos fueron trasladados al predio de la Ribera a fin de obtener de ellos información referida a la organización política o sindical con las que se los había vinculado. En consecuencia, todo nos lleva a entender que durante su estadía en La Ribera fueron interrogados por personal de Inteligencia del Destacamento 141 y de la Policía de la Provincia de Córdoba, el que habría echado mano al repertorio de tormentos que habitualmente se utilizaban a tal fin, sobre el que ya nos hemos expedido largamente en el punto III-c de estos considerandos. Finalmente, y asumiendo que –pese al paso del tiempo y de las investigaciones realizadas a tal efecto- no ha sido posible determinar con precisión lo sucedido a uno y otro, como así tampoco hallar sus restos mortales, circunstancias que los mantiene en ese status indefinido de “desaparecidos” – no puede más que afirmarse que los miembros del Destacamento de Inteligencia 141 junto al personal que revistaba en el Departamento Informaciones Policiales, cuyos nombres ya hemos señalado al describir los hechos, habrían procedido a darles muerte, en circunstancias de modo, tiempo y lugar que no han podido esclarecerse hasta el momento, como así también habrían dispuesto lo necesario para hacer desaparecer sus restos de modo tal que nunca más fueran encontrados. HECHO NOMINADO VEINTIOCHO En lo que concierne a los eventos que se habrían iniciado en la ciudad de San Francisco y de los que habrían resultado víctimas Eduardo Luis Scocco, Osvaldo Mesagli y Elvio Alberto Almada, viene al caso considerar los dichos de la Sra. Norma Boris -vecina lindante a la vivienda en la que se encontraban los jóvenes- recogidos en el marco de la investigación realizada por la Policía de San Francisco con motivo de la desaparición de los nombrados. La Sra. Boris le indica al preventor que en la madrugada del día 30 de diciembre, cuando se encontraba durmiendo, sintió en la casa vecina que alguien abría una puerta con violencia y una voz masculina gritaba en forma imperativa: “contra la pared” no escuchando ninguna respuesta a dicha orden. Señaló también que por la ventana de su habitación observó que alguien andaba por los techos de esa vivienda y que alumbraba desde allí hacia abajo, como buscando algo y que momentos después escuchó el ruido de dos vehículos que se alejaban del lugar (ver fs. 2188/10). Si bien hasta la fecha no ha sido posible vincular a Scocco, Almada y Mesagli con ninguna de las organizaciones de índole subversivo perseguidas desde el Estado, las modalidades asumidas al momento de su aprehensión y – especialmente – la circunstancia de que hasta la fecha no ha sido posible dar con su paradero, nos llevan a sostener que los tres fueron incluidos dentro de las hipótesis de investigación e individualización de blancos que, desde Ejército y todos los órganos de inteligencia subordinados a éste, se realizaba en el marco de la lucha contra la subversión. Es así que, contemplando especialmente que desde que fueran aprehendidos, no ha sido posible obtener noticia alguno de su paradero, como así tampoco han sido hallados sus cuerpos, entiendo que es posible afirmar con el grado de probabilidad 144 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 que requiere esta etapa, que luego de detenidos fueron trasladados a esta ciudad de Córdoba y alojados en el predio de la Ribera a fin de obtener de ellos información referida a la organización política o sindical con las que se los había vinculado. En consecuencia, todo nos lleva a entender que durante su estadía en La Ribera fueron interrogados por personal de Inteligencia del Destacamento 141 y de la Policía de la Provincia de Córdoba, el que habría echado mano al repertorio de tormentos que habitualmente se utilizaban a tal fin, sobre el que ya nos hemos expedido largamente en el punto III c de estos considerandos. Finalmente, y asumiendo que –pese al paso del tiempo y de las investigaciones realizadas a tal efecto- no ha sido posible determinar con precisión lo sucedido a estos jóvenes, como así tampoco hallar sus restos mortales, circunstancias que los mantiene en ese status indefinido de “desaparecidos” – no puede más que afirmarse que los miembros del Destacamento de Inteligencia 141 junto al personal que revistaba en el Departamento Informaciones Policiales, cuyos nombres ya hemos señalado al describir los hechos, habrían procedido a darles muerte, en circunstancias de modo, tiempo y lugar que no han podido esclarecerse hasta el momento, como así también habrían dispuesto lo USO OFICIAL necesario para hacer desaparecer sus restos de modo tal que nunca más fueran encontrados HECHO NOMINADO VEINTINUEVE En lo que concierne a lo sucedido a Hugo Alberto Martínez, señala su madre María Argentina Martínez de Reyna (ver fs. 1492/94) que el día 24 de enero de 1976 salió de su casa y que desde entonces desconoce su paradero. Si bien hasta la fecha no ha sido posible vincular a Martínez con ninguna de las organizaciones de índole subversivo perseguidas desde el Estado, la circunstancia de que hasta la fecha no ha sido posible dar con su paradero, nos llevan a sostener que fue incluido dentro de las hipótesis de investigación e individualización de blancos que, desde Ejército y todos los órganos de inteligencia subordinados a éste, se realizaba en el marco de la lucha contra la subversión. Es así que, contemplando especialmente que desde que desapareciera no ha sido posible obtener noticia alguno de su paradero, como así tampoco ha sido hallado su cuerpo, entiendo que es posible afirmar con el grado de probabilidad que requiere esta etapa, que luego de detenido fue trasladado al predio de la Ribera a fin de obtener de él información referida a la organización política o sindical con las que se lo había vinculado. En consecuencia, todo nos lleva a entender que durante su estadía en La Ribera fue interrogado por personal de Inteligencia del Destacamento 141 y de la Policía de la Provincia de Córdoba, el que habría echado mano al repertorio de tormentos que habitualmente se utilizaban a tal fin, sobre el que ya nos hemos expedido largamente en el punto III-c de estos considerandos. Finalmente, y asumiendo que –pese al paso del tiempo y de las investigaciones realizadas a tal efecto- no ha sido posible determinar con precisión lo sucedido, como así tampoco hallar sus restos mortales, circunstancias que lo mantiene en ese status indefinido de “desaparecido” – no puede más que afirmarse que los miembros del 145 Destacamento de Inteligencia 141 junto al personal que revistaba en el Departamento Informaciones Policiales, cuyos nombres ya hemos señalado al describir los hechos, habrían procedido a darle muerte, en circunstancias de modo, tiempo y lugar que no han podido esclarecerse hasta el momento, como así también habrían dispuesto lo necesario para hacer desaparecer sus restos de modo tal que nunca más fueran encontrados. HECHO NOMINADO TREINTA En lo que concierne a los hechos de los que resultara víctima Carlos Raúl Ceballos, viene al caso traer a consideración las constancias del Habeas Corpus presentado por su padre Carlos Martín Ceballos (fs. 1440vta/41), en el que indica que su hijo Carlos Raúl salió de su vivienda sin precisar hacia dónde se dirigía el día 25 de enero de 1976 aproximadamente a las 07.00 hs. y que desde entonces falta de su hogar. Asimismo señala que ese mismo día 25 de enero, aproximadamente a las 22.00 hs., una comisión integrada por cuatro o cinco personas, algunas de ellas uniformadas, se presentaron en el domicilio particular de la familia Ceballos, manifestándole que venían a revisar un pequeño taller existente al fondo de la casa, ya que habían recibido una denuncia de que allí había leyendas marxistas. Que, luego de la requisa, los preventores se fueron indicándole a su esposa que, en razón de haber encontrado documentación prohibida, su hijo debía presentarse ante las autoridades policiales. El relato paterno nos permite afirmar – con el grado de probabilidad que requiere esta etapa – que el domingo 25 de enero, Carlos Raúl Ceballos salió de su hogar y que en algún momento del día fue interceptado por alguna de las fuerzas de seguridad que intervenían en la “lucha contra la subversión”, identificándolo como miembro de alguna de las organizaciones por entonces perseguidas desde el Estado. A fin de obtener información referida a su supuesta actividad subversiva, habría sido trasladado a La Ribera, que a esa fecha funcionaba como lugar de interrogación conforme lo señaláramos al abordar su funcionamiento (ver acápite III-c.). Es de destacar que, según fácilmente puede deducirse de los múltiples relatos vinculados al contexto en que se realizaba la tarea del interrogatorio que ya hemos realizado y al que nos remitimos en honor a la brevedad, Ceballos habría sido sometido por parte del personal perteneciente a la policía y al Destacamento de Inteligencia 141 que revistaban en el lugar, a la rutina de tormentos que se utilizaba en este centro y que como resultado de esa actividad Ceballos habría brindado datos respecto de su domicilio, relatando la existencia de un taller en el fondo de la vivienda, e indicando que en éste guardaría documentación considerada “prohibida” para la época, circunstancia que habría dado lugar al allanamiento practicado en la vivienda de la familia Ceballos, sita en calle Columbia esquina Texas de B° Santa Isabel, 1° Sección, del que diera cuenta su padre al solicitar su habeas corpus. Lo dicho, sumado al hecho esencial de que desde ese 25 de enero de 1976 a la fecha –pese al paso del tiempo y de las investigaciones realizadas a tal efecto- no ha sido posible determinar con precisión lo sucedido a este joven, como así tampoco hallar sus restos mortales, circunstancias que lo mantiene en carácter de “desaparecido” – no 146 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 puede más que afirmarse que los miembros del Destacamento de Inteligencia 141 junto al personal que revistaba en el Departamento Informaciones Policiales, cuyos nombres ya hemos señalado al describir los hechos, habrían procedido a darle muerte, en circunstancias de modo, tiempo y lugar que no han podido esclarecerse hasta el momento, como así también habrían dispuesto lo necesario para hacer desaparecer sus restos de modo tal que nunca más fueran encontrados. HECHO NOMINADO TREINTA Y UNO En este apartado abordaremos los sucesos que rodearon los últimos momentos de Pedro Cipriano Finger. A tal fin resulta de utilidad traer a consideración los dichos de su esposa, Marta Ofelia Ramírez (ver fs. 10.939/40), quien recuerda que el 26 de enero Pedro había quedado en volver a su casa a eso de las dos de la tarde, pero que nunca llegó. Que ante esta situación, a eso de las seis o siete de la mañana del día 27 de enero fue a la casa de un hermano de Pedro, Miguel, y allí compró el diario y al leerlo se dio cuenta que los compañeros de Finger habían tomado la fábrica en protesta por el secuestro de Finger. Del relato que realiza su hermano, Carlos Alejandro Finger (ver fs. 10.895/6) puede USO OFICIAL advertirse que ese día Pedro habría estado reunido en Barrio General Paz con gente del trabajo, y que al terminar la reunión, cuando se dirigía hacia su vehículo que estaba estacionado en las inmediaciones, había personas armadas de civil que lo estaban esperando junto a su vehículo. La versión del diario – probablemente aportada por los compañeros de Finger que también habían participado en la reunión – registra que: “Un nuevo secuestro se agrega ahora a la terrible nómina que mantiene a nuestra ciudad sumida en la incertidumbre y el temor. Esta vez el secuestro fue consumado a plena luz del día y a la vista de numerosos testigos. La víctima es Pedro Finger, delegado de la comisión interna de reclamos de la planta Grandes Motores Diesel. Finger fue interceptado por un grupo de civiles fuertemente armados, ayer en horas de la tarde, cuando caminaba por una calle de nuestra ciudad. Bajo la amenaza de las armas fue obligado a subir a un automóvil que partió velozmente. Todas las gestiones de sus familiares por conocer su paradero resultaron negativas, informándoseles en los organismos de seguridad que no se encontraba detenido. También presentaron un recuerdo de habeas corpus ante el juez de turno. Hasta el cierre de esta edición no había regresado a su domicilio” (ver fs. 10.447). Resulta de particular relevancia señalar que si bien no podemos identificar quiénes habrían intervenido en la aprehensión de Finger, sí es posible señalar que en tal evento se habría visto involucrado personal policial del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba, esto así en virtud de que el vehículo en el que se conducía Finger al momento de ser detenido apareció en poder de la policía de Córdoba, y desde esa repartición le fue devuelto a la esposa de la víctima (ver fs. 10.939/40). Es de destacar que en la Policía se le informó a la Sra. Marta Ofelia Ramírez que se habían secuestrado del vehículo revistas del ERP, circunstancia que si bien mereció el descrédito de la esposa de Finger, sí revela que desde la Policía se lo vinculaba a esta organización. En este sentido debe señalarse que, evidentemente, la 147 infiltración del ERP dentro del frente fabril y gremial constituía una de las líneas de investigación que llevaba adelante la Policía, direccionada también a identificar a los dirigentes gremiales con afinidad a esta organización. Esta circunstancia surge con claridad de la declaración vertida por el Sub Comisario Romano Pedro Américo Romano (ver fs. 1413 y vta) en la que realiza un detallado informe de lo investigado en relación al PRTERP y refiere específicamente a unas jornadas de propaganda que se habrían realizado en las inmediaciones del Hospital Privado, de las que había participado Roca, Ana María Audisio de Quiroga, Celina María Sandoval de Roca, un tal Luis y un representante de Grandes Motores Diesel no identificado. Es así que, habiéndose acreditado la intervención de las fuerzas de seguridad que actuaban en la Provincia en la aprehensión de Finger, todo nos lleva a concluir que – a tenor de lo dispuesto en los memorandos del 10 y 13 de diciembre de 1975 que ya hemos analizado- fue finalmente llevado a La Ribera, a fin de ser interrogado respecto de la actividad gremial que desplegaba, y que en tal propósito, y a estar a las prácticas de rigor que rutinariamente tenían lugar en dicho centro de detención y sobre las que ya nos hemos pronunciado largamente en el punto III-c., fue reiteradamente sometido a tormentos por parte del personal perteneciente al Departamento Informaciones (D2) y al Destacamento de Inteligencia 141 que allí prestaba servicio. Es de destacar que desde el 26 de enero de 1976 a la fecha, y pese a las múltiples diligencias realizadas a tal efecto por sus compañeros del gremio y por sus familiares (ver recurso de habeas corpus de fs. 10.956 y ss) no ha sido posible determinar el paradero de Finger, como así tampoco hallar sus restos mortales, permaneciendo en la actualidad en carácter de “desaparecido”. Eufemismo que – dada las circunstancias antes descriptas– no puede más que significar que Pedro Cipriano Finger fue muerto en circunstancias de modo, tiempo y lugar que aún no han podido establecerse, por quienes lo mantuvieron privado de su libertad, quienes también habrían dispuesto lo necesario para el ocultamiento de sus restos de modo tal que nunca más fueran encontrados. HECHO NOMINADO TREINTA Y DOS A fin de abordar los sucesos de los que habría resultado víctima José Agustín Martínez Agüero, debemos considerar las constancias de la presentación de habeas corpus realizada en su favor por su madre, María Elpidia Agüero (ver fs. 1450/1) en la que indica que su hijo se encuentra desaparecido desde el 28 de enero de 1976, cuando al salir de su trabajo en la empresa Roela y mientras transitaba por la vía pública en las cercanías del Club Belgrano, fue interceptado por un grupo de personas vestidas de civil que se desplazaban en tres vehículos. Los datos del momento de la aprehensión habrían sido aportados al Diario La Voz del Interior (ver fs. 1471) por un testigo ocasional que informó que el día 28 de enero “… un joven había sido apresado en plena vía pública por los tripulantes de un automóviles Ford Taunus verde, patente T 059087, quienes estaban apoyados por los ocupantes de un Renault 12 blanco y un Peugeot verde, estos coches sin patente. El joven 148 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 en cuestión, cuando era introducido a viva fuerza en el Taunus, gritó que avisaran al Dr. Pizarro. Enseguida, los tres coches se alejaron velozmente”. Las expresiones de este testigo ocasional, que habrían sido vertidas ante el matutino, si bien no ha podido ratificarse en esta sede por no haberse identificado su autor, merecen pleno crédito, ya que resultan coincidentes con otras circunstancias que nos permiten inferir que lo relatado se ajusta a lo que efectivamente habría sucedido. En efecto, señala el recorte periodístico que se habría utilizado para la detención de Martínez un vehículo Taunus verde dominio T 059087. De las consultas realizadas en sede judicial se determinó que el dominio citado efectivamente pertenecía a un vehículo Ford Taunus y que éste había sido robado el 2 de enero de 1976, esto es escasos días antes a la desaparición de Martínez (ver fs. 2660/62). De igual manera, resulta relevante sindicar que el testigo afirmó que el joven gritó al ser aprehendido que avisaran al Dr. Pizarro, circunstancia que también se ajusta a su situación vital, ya que el Dr. Néstor Ignacio Pizarro, abogado, era su suegro, y a la época de estos hechos era Inspector General de la Policía de la Provincia de Córdoba (ver declaración de María Eloísa Pizarro de fs. USO OFICIAL 2636 y vta). Ahora bien, habiéndose acreditado con el grado de probabilidad que se requiere en esta etapa, que Martínez Agüero fue violentamente sustraído de la vía pública, debemos reparar en quiénes habrían participado de tal evento y a qué lugar habrían trasladado al nombrado. Al respecto debe señalarse que surge de la declaración de María Soledad Martínez (ver fs. 2590 y vta) hermana de José Agustín, que éste tenía una militancia muy comprometida en la juventud peronista de Montoneros, y que ya había sido detenido en el año 1972 cuando realizaba pintadas referidas a la vuelta de Perón. Que aproximadamente un año antes de su desaparición había tenido que renunciar a su trabajo en el Banco Social de Córdoba por las amenazas que había recibido del Comando Libertadores de América. Estos datos nos permiten señalar que la militancia de Martínez Agüero, sumada a que ya había recibido amenazas en relación a ésta, lo sitúan claramente como uno de los “blancos” que desde los organismos de inteligencia – policiales y del Ejército- se determinaban a los fines de la “lucha contra la subversión”. En este esquema, todo nos conduce a afirmar que luego de aprehendido, fue conducido a las dependencias de “La Ribera”, a fin de ser interrogado en relación a su vinculación con Montoneros. Las prácticas de rutina relacionadas a la interrogación de detenidos, que ya hemos relevado al punto III-c., nos permiten afirmar con grado de probabilidad que a fin de obtener de él información, José Agustín fue sometido a distintas prácticas tormentosas, cuya descripción particular ya fue objeto de análisis, por parte del personal perteneciente al Departamento Informaciones Policiales y al Destacamento de Inteligencia 141, que revistaba en esa dependencia. Finalmente, y advirtiendo que –pese al paso del tiempo y de las investigaciones realizadas a tal efecto- no ha sido posible determinar con precisión lo que le habría sucedido, como así tampoco hallar sus restos mortales, circunstancias que lo 149 mantienen en ese status indefinido de “desaparecido” – no puede más que afirmarse que el personal mencionado al describir los hechos, habría procedido a darle muerte, en circunstancias de modo, tiempo y lugar que no han podido esclarecerse hasta el momento, como así también habría dispuesto lo necesario para hacer desaparecer sus restos de modo tal que nunca más fueran encontrados. HECHOS NOMINADOS TREINTA Y TRES Y TREINTA Y CUATRO Existiendo diferentes puntos de contacto entre los sucesos de los que resultaron víctimas los matrimonios formados por Mirta Susana Ricciardi y Miguel Humberto Caffani y por Alicia Noemí Sciutto y Eduardo Agustín Duclós, es que los analizaremos en forma conjunta. Las probanzas glosadas en autos nos permiten señalar que en horas de la madrugada del 26 de febrero de 1976, aproximadamente a las 02.00 hs., se realizaron en forma simultánea, dos procedimientos que siguieron idéntica metodología. En ambos casos miembros pertenecientes a una o más fuerzas de seguridad irrumpieron violentamente en los domicilios de los padres de las mujeres antes nombradas: Mirta Ricciardi y Alicia Sciutto, y desde allí – obligando a acompañarlos al hermano de la primera y al padre de la segunda – ubicaron los domicilios conyugales de ambas. Luego de ello, y ya sin la presencia de los familiares que fueron devueltos cada uno a su respectivo domicilio, irrumpieron en las viviendas, sustrayendo de su hogar a los dos matrimonios (ver fs. 1521 y 1554). Es así que los vecinos de los Duclós observaron el despliegue de autos frente al domicilio de la pareja, como así también que los captores los introdujeron en dos vehículos separados y que abandonaron el lugar (ver fs. 1521). Similares datos aportaron los vecinos del Caffani, que indicaron que las dos personas que vivían en la vivienda, un hombre y una mujer, fueron sacados violentamente de la casa y fueron golpeados y maltratados por gente vestida de civil que se trasladaba en autos particulares y que estaban fuertemente armados (fs. 1554). Ahora bien, resulta útil rescatar que tanto los Caffani como los Duclós, trabajaban en los barrios, realizando tareas de promoción social, especialmente en barrios humildes. Así lo recuerda Luis Miguel Baronetto (ver fs. 2758/9) al señalar que conocía a Eduardo Agustín Duclós por su militancia en la juventud peronista, y que Duclós iba a Villa Libertador a participar de las actividades, como así también lo hacía su esposa “Mimí”. Recuerda también que conocía a los Caffani – quienes estuvieron incluso invitados a su casamiento – ya que éstos participaban con frecuencia en las tareas que se realizaban en Villa Libertador. También resulta relevante señalar que Mirta Susana Ricciardi era delegada de los empleados del supermercado “Tiburoncito” (ver fs. 3166). Estas referencias, nos permiten afirmar – con el grado de probabilidad que requiere esta etapa – que la actividad social desplegada, como las afinidades políticas que se desprendían de tales 150 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 tareas, los ubicaron dentro del rango de los posibles “blancos” a los ojos de quienes realizaban tareas de inteligencia en la lucha contra la subversión. Esta tarea, como ya se ha señalado, estuvo asignada a los organismos de inteligencia de las fuerzas de seguridad civiles y militares, bajo el control operacional de la Jefatura de la Zona 3 del Ejército. Como también ya hemos dicho, en esta empresa se emprendieron acciones – muchas de índole ilegal – que involucraron directamente la aprehensión de los supuestos involucrados, su traslado clandestino a algún centro de detención, su interrogación bajo tormentos a fin de obtener información útil para la lucha emprendida, y su posterior eliminación. Teniendo en cuenta la fecha en que se habrían procedido las aprehensiones de los dos matrimonios, como así también el contenido de las directivas emanadas desde las autoridades militares que revelan los memorandos del 10 y el 13 de diciembre de 1975 respecto a la interrogación de detenidos, todos nos lleva a concluir que los Caffani y los Duclós fueron conducidos al predio de La Ribera, en el que habrían permanecido en condiciones extremas de existencia, sin dar aviso de su situación a sus familiares ni a autoridad judicial alguna, al menos hasta la víspera del golpe de estado del USO OFICIAL 24 de marzo de 1976. De igual manera, todo conduce a sostener que durante su estadía en este centro fueron reiteradamente interrogados por el personal del D2 y del Destacamento 141 que allí revistaba con los procedimientos tormentosos que rutinariamente se utilizaban y sobre los que ya nos hemos pronunciado en el punto III.c., al que nos remitimos en honor a la brevedad. En este punto, debemos sindicar que existen probanzas que entre el 23 y el 24 de marzo de 1975, se dispuso su traslado desde La Ribera hacia un nuevo centro clandestino de detención que funcionaba en el predio de la Guarnición Militar Córdoba, que había sido bautizado con el nombre de La Perla. Esta información se desprende del testimonio de Adriana María Olivella (ver fs. 2716/19) quien relata que fue detenida el 23 de marzo de 1976 junto a sus hermanos, que la condujeron a una dependencia militar que desconoce con exactitud cuál era, pero cree que podría ser el Destacamento 141, que allí permaneció hasta el día siguiente que la subieron a un camión en el que ya había otras personas y la trasladaron a otro predio que luego supo se trataba de La Perla. Recuerda que había una mujer que se llamaba Mirta, que la habían trasladado a ese lugar en el mismo camión que Olivella, que le comentó que hacía un mes y medio aproximadamente que estaba privada de su libertad, que era recién casada y que los militares tenían todas sus cosas, incluso sus fotos de casamiento y su vestido de novia, que allí también estaba su marido. También señala que de la conversación que tuvo con Mirta ésta le contó que era delegada del supermercado “Tiburoncito”. Con estos datos, no puede más que aseverarse que la tal “Mirta” que conversó con Olivella no es otra que Mirta Susana Ricciardi, que a estar a sus dichos se encontraba en La Perla con su esposo, privados de su libertad. Respecto de la suerte que ambos había corrido en dicho centro, la testigo recuerda que en un primer momento habló con la tal Mirta y que después escuchó que los interrogaban y torturaban y nunca más los volvió a escuchar (ver fs. 2721vta). De lo dicho no sólo permite 151 afirmar que en este centro clandestino fueron nuevamente sometidos a tormentos al ser interrogados, sino también que desde ese lugar se dispuso lo necesario para procurar sus muertes, y la desaparición de sus restos mortales, de forma tal que nunca más fuera hallados. Si bien en lo que concierne a Sciuto y Duclós no contamos con un testimonio directo que indique su estadía en La Perla, sus nombres aparecen en el listado que elaborara Piero Di Monte juntamente con otros sobrevivientes de La Perla, (ver fs. 2346 y 2352), lo que – sumado a la suerte corrida por el matrimonio Ricciardi/Caffani y a las múltiples coincidencias respecto a las circunstancias y motivaciones de la detención de unos y otros, nos permite establecer una íntima vinculación entre ambos casos, que autoriza a suponer que éstos también fueron trasladados a La Perla, sufriendo allí la misma suerte. HECHO NOMINADO TREINTA Y CINCO Respecto de lo sucedido a Víctor Hugo Núñez Prado, relata su madre, Antonia Prado de Núñez (ver fs. 1510/15) ante la CONADEP que en la madrugada del día 26 de febrero de 1975 entraron en la pieza donde su hijo vivía con su compañera e hijos, aproximadamente diez personas vestidas de civil, fuertemente armadas, diciendo que eran de la Policía Federal que iban en cuatro autos de color blanco. Que revisaron todas las cosas y cavaron en la tierra buscando armas. Que finalmente lo esposaron y le vendaron los ojos y se lo llevaron. Que esto lo sabe porque se lo contó quien era la compañera de Víctor Hugo, Teresa Inés Rodríguez, quien presenció el hecho. Asimismo refiere Ana María del Valle Núñez, hermana de la víctima, que su suegro fue a hablar con un vecino suyo que trabajaba en el D2 y cuyo nombre no conoce porque su suegro no quiso dárselo, que le dijo que Víctor Hugo estaba en el D2 y que luego lo iban a trasladar a La Ribera. De los testimonios recogidos en autos puede advertirse que Víctor Hugo Núñez militaba en la Juventud Peronista y que realizaba una fuerte labor en Barrio Cabildo (ver fs. 6999) en el que era presidente del centro vecinal. Así también lo recuerda Luis Miguel Baronetto (ver fs. 2758/9) , quien fuera detenido en agosto de 1975 por su vinculación a Montoneros, señalando que Núñez coordinaba el trabajo vecinal y que fue varias veces a su casa. Resulta posible afirmar – con el grado de probabilidad que requiere esta etapa – a la luz de las probanzas relevadas que las afinidades políticas de Núñez Prado, lo ubicaron como un “blanco” del accionar de inteligencia desplegado en la Provincia de Córdoba en contra de la subversión, y que en tal contexto fue aprehendido por quienes llevaban adelante esta lucha. Es así, que – consecuentemente – debe inferirse que luego de capturado fue objeto de nuevas labores de inteligencia a través de su interrogación, tarea que se habría desplegado en La Ribera, escenario elegido a tal fin desde las autoridades militares, por parte de personal que revistaba en el Departamento Informaciones Policiales y en el Destacamento 141 del Ejército. En esta labor habrían utilizado todo tipo de prácticas de naturaleza tormentosa, cuyas características ya hemos descriptos en el punto III.c. 152 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Finalmente debe señalarse que, dada la circunstancia de que a la fecha, - y pese a las múltiples diligencias practicadas por sus familiares ante todas del fuerzas de seguridad, civiles y militares (ver fs. 1510, habeas corpus de fs. 1516/7 testimonio de fs. 6999 y vta) – no se ha podido dar con su paradero, ni hallar su cuerpo sin vida, no puede más que concluirse que su ausencia durante todo este tiempo no revela otra cosa más que – en circunstancias de tiempo, modo y lugar que a la fecha no han podido ser esclarecidas – sus captores procedieron a darle muerte y a ocultar su cuerpo, de modo tal que nunca más fuera hallado. HECHO NOMINADO TREINTA Y SEIS En la denuncia que formulara la madre de Ana María Ramona Chapeta Lario (ver fs. 1496/1501) ante la CONADEP, la Sra. María Rosalía Lario de Chapeta relata que el día 27 de febrero su hija se había ido a cuidar la casa de Barrio Quebrada de las Rosas y alimentar los perros de una amiga que estaba de viaje en el Chaco. Que esa noche, llegaron a la vivienda de la familia Chapeta un grupo de personas vestidas de civil que buscaban a su hija Ana María. Cuenta la hermana menor de la víctima, USO OFICIAL Mirta Susana Chapeta ( ver fs. 13.404/5), que cuando ingresan estas personas a su casa ella ya se encontraba descansando, que entraron a su habitación y le indicaron que se vistiera. Que así lo hizo, tomó su cartera y salieron hacia la calle donde ve que había por lo menos tres autos particulares, tipo Falcon. Que la subieron a un auto y uno de ellos le quitó su cartera y miró su documento, comentándole al resto: “esta no es la mina que buscamos”, ante lo que otro preguntó: “¿tenemos otro domicilio?”, al que se respondió que sí, que estaba el domicilio de Quebrada de Las Rosas. Que le preguntaron reiteradamente dónde estaba su hermana, y ella contestaba que no sabía. Que la tomaron de los cabellos, y la obligaron a tener en todo momento la cabeza gacha, por lo que no pudo ver a sus captores. Que llegaron al domicilio de Quebrada de las Rosas, que allí detuvieron los autos, y comenzaron a bajarse y a dar órdenes entre ellos, aunque no le permiten descender, quedándose uno de ellos custodiándola en el auto con un arma. Que pudo escuchar claramente la voz de su hermana que gritaba y discutía, luego que los autos se van y finalmente, silencio. Que permaneció unos cinco minutos más en el auto, hasta que volvieron las dos personas que se conoducían junto con ella en el vehículo, los que la hicieron bajar del auto, la amenazaron de muerte, la tiraron al piso y se marcharon. Que luego logró tomar un taxi que la llevó hasta su casa donde todos estaban muy conmocionados, suponiendo que la habían secuestrado a ella, pero que nada sabían de su hermana. El testimonio de la hermana de Ana María, resulta también de utilidad a fin de determinar el perfil cívico y político de ésta, recalcando que tenía una personalidad fuerte, contestataria, que se mostraba siempre caritativa e enemiga de lo injusto. Ilustra su relato diciendo que en el año 1974 ó 1975 había hecho un reclamo porque el sótano del Hospital Tránsito estaba lleno de ratas, y que lo hizo público llamando a la prensa. También recuerda haber ido con su hermana al entierro de Agustín Tosco. En este 153 contexto resulta posible afirmar – con el grado de probabilidad que requiere esta etapa – que las afinidades políticas de Chapeta, la ubicaron como un “blanco” del accionar de inteligencia desplegado en la Provincia de Córdoba en contra de la subversión, y que en tal contexto fue aprehendida por quienes llevaban adelante esta lucha. Es así, que – consecuentemente – debe inferirse que luego de capturada fue objeto de nuevas labores de inteligencia a través de su interrogación, tarea que se habría desplegado en La Ribera, escenario elegido a tal fin desde las autoridades militares, por parte de personal que revistaba en el Departamento Informaciones Policiales y en el Destacamento 141 del Ejército. En esta labor habrían utilizado todo tipo de prácticas de naturaleza tormentosa, cuyas características ya hemos descriptos en el punto III.c.. Finalmente debe señalarse que, dada la circunstancia de que a la fecha, - y pese a las múltiples diligencias practicadas por sus familiares ante todas del fuerzas de seguridad, civiles y militares ( ver fs. 14.005/8) no se ha podido dar con su paradero, ni hallar su cuerpo sin vida, no puede más que concluirse que su ausencia durante todo este tiempo no revela otra cosa más que – en circunstancias de tiempo, modo y lugar que a la fecha no han podido ser esclarecidas – sus captores procedieron a darle muerte y a ocultar su cuerpo, de modo tal que nunca más fuera hallado. HECHO NOMINADO TREINTA Y SIETE En lo que concierne a lo sucedido a José Alfredo Duarte, señala su hija Clarisa Duarte (ver fs. 13.661) que no recuerda bien la fecha, pero que durante los primeros días del mes de marzo, cuando se encontraban en la casa de su padrino, el Sr. Ramón Martínez, arribaron a dicha vivienda tres autos en el que se conducían varias personas, que se llevaron a su papá. El testimonio de Clarisa Duarte también nos indica que José Alfredo militaba en la juventud peronista, realizando una tarea más bien social y barrial, especialmente en villas. Que días antes de su detención, había sido detenidos en Río Cuarto -donde residía la familia- compañeros de militencia de su padre, por lo que éste – temiendo correr igual suerte – abandonó dicha ciudad para pasar una temporada en el campo, y luego en la casa de Ramón Martínez, lugar en el que finalmente fue aprehendido. Lo narrado, nos llevan a sostener con grado de probabilidad, que Duarte fue incluido dentro de las hipótesis de investigación e individualización de blancos que, desde Ejército y todos los órganos de inteligencia subordinados a éste, se realizaba en el marco de la lucha contra la subversión. Es así que, contemplando especialmente que desde que fuera aprehendido, no ha sido posible obtener noticia alguno de su paradero, como así tampoco ha sido hallado su cuerpo (ver constancias denuncia CONADEP de fs. 9756/76), entiendo que es posible afirmar con el grado de probabilidad que requiere esta etapa, que luego de detenido fue trasladado al predio de la Ribera a fin de obtener de él información referida a la organización política o sindical con las que se lo había vinculado. En consecuencia, todo nos lleva a entender que durante su estadía en La Ribera fue interrogado por personal de Inteligencia del Destacamento 141 y de la Policía de la Provincia de Córdoba, el que 154 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 habría echado mano al repertorio de tormentos que habitualmente se utilizaban a tal fin, sobre el que ya nos hemos expedido largamente al punto III.c., al que nos remitimos en honor a la brevedad. Finalmente, y asumiendo que –pese al paso del tiempo y de las investigaciones realizadas a tal efecto- no ha sido posible determinar con precisión lo sucedido, como así tampoco hallar sus restos mortales, circunstancias que lo mantienen en ese status indefinido de “desaparecido” – no puede más que afirmarse que los miembros del Destacamento de Inteligencia 141 junto al personal que revistaba en el Departamento Informaciones Policiales, cuyos nombres ya hemos señalado al describir los hechos, habrían procedido a darle muerte, en circunstancias de modo, tiempo y lugar que no han podido esclarecerse hasta el momento, como así también habrían dispuesto lo necesario para hacer desaparecer sus restos de modo tal que nunca más fueran encontrados. HECHOS NOMINADOS TREINTA Y OCHO, TREINTA Y NUEVE, CUARENTA, CUARENTA Y UNO, CUARENTA Y DOS, CUARENTA Y TRES, CUARENTA Y CUATRO, CUARENTA Y CINCO, CUARENTA Y SEIS Y USO OFICIAL CUARENTA Y SIETE Resultando de las probanzas de autos, una evidente vinculación en entre los hechos de los que habrían resultado víctimas Marcelo Rodolfo Tello, Pedro Ventura Flores, Adolfo Ricardo Luján, Orlando Campana, Raúl Osvaldo Billar, Soledad Edelveis García, Rafael Flores Montenegro, Miguel Ángel Donato, Carlos Víctor Ludueña, Carlos Hugo Suárez, María Amparo Fischer Moyano, Mario Quirico Carranza y Miguel Hugo Vaca Narvaja, es que los abordaremos en forma conjunta. Previo al iniciar en detalle de lo sucedido, viene al caso relevar las constancias periodísticas de la época, que enmarcan los hechos y aportan elementos útiles al análisis que emprendemos. El diario “La Opinión” en su edición del viernes 5 de marzo de 1976 (ver fs. 440 y ss) describe la angustiosa situación económica que atravesaba el país por aquellos días, señalando bajo el título “Opta el Gobierno por una nueva política de Shock” que: “Al cabo de dos extensas jornadas, la de ayer y la de anteayer, la Presidente de la Nación, los miembros del Gabinete nacional y los dirigentes gremiales se enfrentan a un aspecto inexorable de la crisis: el deterioro de la situación económica y el escaso margen para emerger de ella sin un proyecto político global. El ministro de Economía, Doctor Emilio Mondelli, completó la exposición de un Programa de Coyuntura impuesto por el grado extremo de estrangulamiento del sector externo, el creciente déficit fiscal, el hundimiento del aparato productivo y la erosión el poder adquisitivo de la población (…)”. En el mismo matutino se anuncia que ese mismo día el ministro Mondelli anunciaría por cadena nacional su plan económico. En la edición del día siguiente, 6 de marzo, “La Opinión” registra en su portada y como principal titular “El país encara la recesión económica. Se dictaron drásticos ajustes cambiarios, de precios y tarifas y se anunció un 155 aumento salarial del 12 por ciento”. Las medidas económicas anunciadas se resumen, entre otras, en: aumento del 12% en los salarios, fuerte devaluación de la moneda nacional frente al dólar, fuertísimos aumentos de precios y tarifas. A modo ilustrativo, en otra nota y bajo el título: “Un programa dirigista-liberal para una realidad sin opciones” drásticamente se anuncia: “Anoche, a las 21, murió una forma de vivir en la Argentina”, en la que se remarcan los contrastes del plan al señalar que – mientras los salarios aumentan un 12% - el vino cuesta un 78% más, el pollo un 58%, los huevos un 95%, la leche un 31%, el taxi un 110%, la nafa especial un 77.7%, etc.”. Una prolija lectura de las noticias de aquellas jornadas, develan una clara tensión en el sector sindical, expresada a través de las reservas demostradas por algunos miembros de la CGT, en contraste con el apoyo incondicional al gobierno nacional pregonado por el dirigente Lorenzo Miguel, como titular de las 62 organizaciones. Es de resaltar que la tensión se hace más que evidente en la ciudad de Córdoba. Así lo registra la edición del día 7 de marzo bajo el título: “En un convulsionado panorama sindical Las medidas de fuerza se acentúan en Córdoba”, donde se da cuenta de las exigencias de los trabajadores que incluirían el reclamo de un aumento del 50% a partir del 1 de marzo, un aguinaldo extra desde el 1 de enero, un sobresueldo de $1.500, como así también de las huelgas por tiempo indeterminado convocadas por los empleados públicos municipales y por el gremio de la madera. La descripción de la situación sindical en Córdoba se detalla con mayor precisión en la tirada del diario “La Opinión” del 9 de marzo, donde bajo el título “Agitación de bases obreras en Córdoba” se destaca que “En el primer día hábil – luego de conocerse el programa económico del gobierno nacional – importantes sectores industriales de Córdoba expresaron su protesta en contra del “programa Mondelli” situación que se tradujo en abandono de los lugares de trabajo, previa realización de acaloradas asambleas donde los cuerpos de delegados y las comisiones internas testimoniaron su franco repudio al aumento del 12 % en los salarios y al incontrolado aumento del costo de vida. (…) Los diarios matutinos de esta capital introdujeron en sus ediciones de ayer solicitadas de la Mesa Provisoria de Gremios en Lucha – formación sindical que representa a varias comisiones internas de las fábricas más grandes de Córdoba- en las que ese sector instaba a un abandono masivo de las plantas, intentando reeditar las jornadas de protesta del 27 de junio del año pasado. Esa corriente gremial – no enrolada ni en la CGT ni en las 62 organizaciones peronistas – luego de enjuiciar severamente el programa Mondelli, proponía un plan de lucha ajustado a seis puntos: por la vigencia plena y libre de las paritarias, por un aumento de emergencia de 800.000 pesos, y un salario mínimo de dos millones de pesos moneda nacional; por el congelamiento de los pesos y tarifas al 1 de enero de 1976; por la devoción de los sindicatos intervenidos, por la libertad de los presos políticos y gremiales y la plena vigencia de la Ley de Contrato de Trabajo” Resulta de sumo interés lo que se registra al final de esta nota, cuando el periodista señala que al momento de envío de la nota para su 156 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 inclusión en esa edición – seguramente en las últimas horas del día 8 de marzo – se iniciaba una reunión de emergencia de la Mesa Directiva de la CGT en Córdoba que, entre otras cosas, evaluaría “la espontánea reacción de la clase trabajador vinculada a la industria automotriz, metalúrgica, caucho y alimentación que, en principio, respondieron a la convocatoria de la Mesa de Gremios en Lucha, ubicada en el ala izquierda del sindicalismo cordobés” (ver fs. 447). En la edición del día 10 de marzo (ver fs. 451) se advierte la reacción que provocara la lucha sindical de este sector. Bajo el título “Reapareció la ola de violencia en Córdoba” se advierte que “volvieron a sucederse ayer las denuncias sobre secuestros que reavivaron el clima de tensión de los meses de enero y febrero en que la nómina de desaparecidos sumó más de treinta víctimas. Grupos de seis a siete personas, fuertemente armadas raptaron a siete obreros en distintos sitios de la ciudad, entre ellos un delegado gremial de la empresa Perkins (…). Las denuncias hechas por familiares ante las autoridades policiales consignan los siguientes nombres: Pedro Ventura Flores, Antonio Galán, Hugo Carlos Suárez, Miguel Donato, Orlando Campana, Carlos Víctor Ludueña y USO OFICIAL Adolfo Ricardo Luján (…) ” Asimismo, respecto de Luján y de Flores, en la misma edición del diario se deja constancia de sus respectivos secuestros, puntualizando que se trata de dos dirigentes gremiales de la empresa Perkins, resultando su sindicato una de las cabezas visibles de la Mesa Provisoria de Gremios en Lucha, que ese mismo lunes había ordenado el abandono de trabajo en las plantas industriales y que había dado un plazo – hasta el día 10 a las 11.00 – para obtener un aumento de salarios del 50% (ver fs. 450) y, paralelamente, reclamó a la CGT local que se colocara al frente de la movilización. Como se observa de la reseña periodística realizada, los primeros días del mes de marzo se vieron sumamente convulsionados por las duras medidas económicas adoptadas desde el gobierno nacional, lo que habría provocado la reacción y los reclamos de los trabajadores, expresados con mayor vehemencia, en lo que a Córdoba se refiere, por aquellos gremios que se agrupaban bajo el nombre “Mesa de Gremios en Lucha”, los que habrían sostenido, a estar al contenido de las noticias relevadas, como así también de otros testimonios, afinidades a posiciones políticas de izquierda. Resulta claro que todas las víctimas que nos ocupan en este apartado tenían un compromiso sindical. Algunos ejerciendo tareas de fuerte liderazgo – como es el caso de Flores Montenegro o Soledad García que se encontraban al frente de la Mesa de Gremios en Lucha – y otros con responsabilidades simplemente como delegados. En este contexto podemos ubicar los sucesos que tuvieron lugar entre el 8 y el 9 de marzo, que se engarzan en una lógica común, aún cuando culminan con resultados diversos. Respecto al primer acontecimiento, cuenta Raúl Osvaldo Billar (ver fs. 398) que el 8 de marzo de 1976 se encontraba trabajando en el Banco de la Provincia de Córdoba, cuando se presentaron dos personas vestidas de civil, que lo sacaron del Banco y lo llevaron a pie hasta el Cabildo, y lo ingresaron en el Departamento Informaciones 157 Policiales (D2). Que al ingresar a dicho lugar fue vendado, esposado y torturado. Indica que iniciaron las sesiones de tortura inmediatamente procurando obtener de él información relativa a la gente con la que trabajaba, como así también intentaban vincularlo a una organización política. Señala que durante los primeros días de su detención tenía siempre las manos atadas. Que durante las sesiones de tortura le ataban las manos a estacas y después lo dejaban tirado en un rincón, sentado. Que durante ese tiempo no recibió comida ni atención médica, ni le informaron a sus familiares respecto de su detención. Que recién luego de unos tres o cuatro días lo pasaron a la Alcaidía de la Jefatura donde pudo tener contacto con sus familiares. Un relato semejante surge de los testimonios de Soledad Edelveis García y Rafael Flores Montenegro, quienes coinciden al señalar que el 9 de marzo de 1976, cuando Soledad llevaba en su auto a Flores Montenegro hasta su trabajo en la fábrica Ruber Argentina, en Ferreyra, fueron interceptados por personal que entendieron que pertenecía a la Policía, aunque no se identificaron, los que luego de aprehenderlos los introdujeron a los autos en los que se conducían y los trasladaron al Departamento Informaciones. Flores Montenegro (ver fs. 474/5) recuerda que apenas ingresaron les vendaron los ojos, los amenazaron de muerte y comenzaron a torturarlos. Detalla que fue golpeado, que le aplicaron la picana eléctrica y otra práctica conocida como “mojarrita”. Que no se registró su ingreso durante los primeros días, que ello ocurrió recién al octavo día de su estadía en el D2. Por su parte Soledad García (ver fs. 309/13 y fs. 13.513/17) cuenta que al llegar al D2 todos les gritaban, agredían y golpeaban. Que los vendaron y comenzaron a torturarla. Que le preguntaban, en medio del tormento, cosas incoherentes. Que la torturaron sobre unos colchones húmedos, que era una patota, que daban muchos gritos, que había uno grandote que se identificaba como el “Gato Gómez”. Que la violaron, le hicieron el “submarino”, en una bolsa de polietileno con agua. Que le hicieron dos simulacros de fusilamiento. Los relatos reseñados en los párrafos que anteceden encuentra confirmación en las constancias de sus respectivos legajos penitenciarios en el que claramente se refleja que fue Billar fue detenido el 8 de marzo de 1976, y que García y Flores Montenegro fueron habido el 9 de marzo; que el lugar de procedencia de los tres es el Dpto “D2” Informaciones de la Policía de la Provincia. Respecto de la legalidad de su aprehensión, los tres legajos dan cuenta que recién fueron puestos a disposición del PEN el 16 de marzo de 1976 por decreto 1003 ( ver fs. 13.529, 13.530 y 13.531.Similar información se desprende del listado de presos alojados en el D2 ( ver fs. 10.202). Respecto al trato recibido por parte del personal de tal repartición, sus dichos merecen crédito, en cuanto responden claramente a la metodología de obtención de información instalada en esa dependencia, respecto de la cual ya nos hemos pronunciado largamente al punto III-b., consideraciones a las que nos remitimos en honor a la brevedad. Ahora bien, los hechos reseñados se enlazan a los acontecimientos que tuvieron por víctima a Marcelo Tello Biscayart. En relación a esto, cuenta su esposa 158 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Viviana Serafini (ver fs. 166 y 182/85) que el 9 de marzo, aproximadamente a las 10.30 regresó a su casa con su hija pequeña, encontrándose con la puerta abierta y hombres armados, vestidos de civil, en el pasillo. Indica que la empujaron y que la llevaron a la habitación en la que un hombre comenzó a interrogarla en relación a las actividades de su esposo. Que luego de golpearla, el hombre se retiró, que corrió tras él y que pudo ver cómo se retiraban. Que los vecinos contaron que subieron a Marcelo a un falcon celeste. Si bien es cierto que desconocemos qué fuerza intervino en la aprehensión de Tello, lo cierto es que hemos incorporado numerosos elementos que claramente lo identifican como un blanco a reprimir por parte de quienes habían iniciado en esas jornadas una activa persecución de aquellos vinculados a los sectores gremiales que habían expresado abiertamente su discrepancia y crítica al nuevo plan económico impuesto desde el gobierno nacional. En efecto, resulta claro que el accionar desplegado sobre los miembros de la Mesa de Gremios en Lucha – como es el caso de García y Flores Montenegro – alcanzó también a Tello, quien si bien no tenía una función sindical directiva, sí se encontraba colaborando estrechamente. Así lo señala Rafael Flores (ver fs. 474/5) quien refiere que conocía a Tello USO OFICIAL porque vivía en la casa contigua a la sede del Sindicato del Caucho y que iba al sindicato porque estaba buscando trabajo y creía que desde allí lo podían ayudar. Recuerda que tenía buenas relaciones con el sindicato de la madera, pero que estaba muy conectado con ellos debido a la vecindad, que había derivado en una amistad. Asimismo, Soledad García (fs. 309/13) cuenta que Tello participaba en algunas actividades de la Mesa de Gremios en Lucha, y que en esos días estaban preparando una movilización en contra del plan Mondelli, y recuerda que Tello estuvo trabajando también en ese tema. Ahora bien, a fin de determinar lo sucedido a Tello después de su aprehensión, corresponde traer a consideración nuevamente el testimonio de Flores Montenegro (fs. 474/5) en cuanto este refiere que aproximadamente dos horas después de haber comenzado la tortura le preguntaron por Marcelo Tello, señalando que quienes lo torturaban le decían que tenían que conocerlo porque lo habían levantado de la casa del lado del Sindicato y que le habían secuestrado unas armas y unos panfletos. Recuerda que el “Gato Gómez” le decía que no servía de nada taparlo “porque ese perdió”. Esta afirmación – coincidente con el relato de la esposa de Tello – nos permite inferir que el personal policial estuvo también involucrado en el evento desplegado en su contra. Es de resaltar que resulta probable – a estar a las modalidades desplegadas en la época respecto del tratamiento de detenidos y lo dispuesto a los fines de su interrogación, a lo que debe sumarse que ni Billar, ni Flores, ni García tuvieron contacto con Tello durante su estadía en el D2 – que éste fuera trasladado al predio de La Ribera luego de su detención, y que allí se iniciaran sobre él las tareas de inteligencia destinadas a obtener datos referidos a su actividad político/sindical. Todo lleva entonces a afirmar, con el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa, que en esta labor, el personal que revistaba en el Departamento Informaciones Policiales y en el Destacamento 141 del Ejército habrían utilizado todo tipo 159 de prácticas de naturaleza tormentosa, cuyas características ya hemos descriptos en el punto III-c. Finalmente debe señalarse que, dada la circunstancia de que a la fecha, - y pese a las múltiples diligencias practicadas por sus familiares e incluso por el sector gremial – no se ha podido dar con su paradero, ni hallar su cuerpo sin vida, no puede más que concluirse que su ausencia durante todo este tiempo no revela otra cosa más que – en circunstancias de tiempo, modo y lugar que a la fecha no han podido ser esclarecidas – sus captores procedieron a darle muerte y a ocultar su cuerpo, de modo tal que nunca más fuera hallado. En este punto, abordaremos conjuntamente dos eventos que habrían tenido lugar en las primeras horas del día 9 de marzo. Así, relata la Sra. Juana Ceferina Prado (fs. 1590/92 y 1593/96), esposa de Pedro Ventura Flores, que esa madrugada, aproximadamente a las 03.00 hs. irrumpieron violentamente en su domicilio un grupo de hombres, que no puede identificar porque la obligaron a mantener su cara contra la cama, que le ordenaron a su marido que se vistiera y se lo llevaron del lugar, señalando que desde entonces no ha vuelto a tener noticias de él. Asimismo, respecto de Adolfo Ricardo Luján, se desprende de las declaraciones de su esposa Juana Ceferina Prado de fs. 1590/2 que el día 09 de marzo del año 1976, siendo aproximadamente las 03:00 hs., mientras dormían en el domicilio que compartían junto con su hijo Daniel Alberto y con la madre de Luján, en la calle Rincón N° 1326 de Barrio General Paz, irrumpieron violentamente en su domicilio varios desconocidos, quienes violentaron la puerta de ingreso y le parece que otros también pasaron por sobre la tapia lindera. Que al dormitorio ingresaron dos o tres personas, que previamente romper una lámpara que daba luz al patio exterior de la vivienda, hicieron encender en el dormitorio una lámpara velador, pero que a pesar ello no pudo ver a los sujetos porque de inmediato, tanto a ella como a su suegra, las hicieron colocar boca abajo en sus camas y les prohibieron bajo amenaza que miraran lo que ocurría a su alrededor, mientras ordenaban a Adolfo Ricardo Luján que se vistiera y que saliera del dormitorio sin llevar documentos de identidad, manifestando asimismo que desde entonces no apareció nunca más. Valga recordar que Flores y Luján se encontraban vinculados al sindicato de Perkins, que ambos se habían desempeñado como delegados, y que esta actividad les había acarreado, con anterioridad al 09/03/76, dificultades específicamente con quienes se encontraban trabajando en la lucha contra la subversión. Es así que se desprende de los listado de detenidos del D2, que Pedro Ventura Flores fue detenido por orden del Área 311 el 19 de febrero de 1976 ( ver fs. 3.916) y que Adolfo Ricardo Luján corrió idéntica suerte el día 16 de diciembre de 1975 ( fs. 13.532). Respecto de esta detención surge del legajo de identidad de Luján elaborado por la Policía Federal Argentina que se había reparado especialmente en su actividad gremial, consignándose en letras mayúsculas que era delegado sindical ( ver fs. 13.526/7). En este marco, es posible señalar que – en virtud de las tareas de inteligencia realizadas previamente – al surgir el conflicto 160 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 que determinara a la Mesa de Gremios en Lucha a movilizar a los trabajadores a protestar por las medidas económicas diseñadas del Ejecutivo Nacional, los nombres, domicilios, de Flores y Luján aparecieron fácilmente, posibilitando nuevamente su aprehensión. Ahora bien, el testimonio rendido en esta sede Carlos Suárez ( ver fs. 13.541/2), quien habría estado en la misma fecha cautivo en La Ribera, da cuenta que Flores fue alojado también en dicha dependencia. Textualmente relata: “una de las veces que estaba en la cuadra, cuando escuché que entre los represores uno dice “éste quién es” y el otro contesta “este es Flores”, a él lo sentí que se quejaba mucho, esto debe haber sido dos o tres días después de mi detención” También cuenta que su cuñado de apellido Ludueña, detenido junto con él, le contó que habló con Flores y que éste lo había nombrado a Ángel Fissore, que es también su cuñado y que también trabajaba en Perkins. Con lo dicho, puede señalarse con el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa que el Flores mencionado no es otro más que Pedro Ventura Flores. A esto debe agregarse que se han incorporado a autos elementos de alto valor indiciario de los que se desprende que Flores y Luján fueron objeto de tareas de inteligencia desplegadas por personal del Destacamento de USO OFICIAL Inteligencia 141, tareas que se plasmaron en documentación – probablemente fichas o archivos - a los que tuvo acceso Ana Iliovich, quien luego los transcribió y presentó en la CONADEP (ver legajo CONADEP C7530 ( ver fs. 13.549/66). Allí, y bajo los números 56 y 57, se observan los siguientes registros: “56) Luján (a) Zorro. Activista de Perkins – No militaba – feb 76. 57) Flores – Activista de Perkins – no militaba – Feb. 76”. No resulta un dato menor la circunstancia de que los nombres aparezcan juntos, uno debajo del otro, significando de alguna manera una conexión entre ellos. Es así que la inclusión de estos nombres, la exactitud en las apreciaciones respecto de la actividad sindical que desplegaban, la proximidad de la fecha consignada con la fecha de sus respectivas detenciones, y finalmente, la existencia de estas constancias en un archivo ubicado en una dependencia de inteligencia (Ver declaración de Ana Iliovich de fs. 13.634/5 que desplegaba un accionar claramente ilegal y clandestino, nos permiten vincular a la unidad de inteligencia del Ejército con lo sucedido a Flores y Luján a partir del 9 de marzo de 1976. Cabe recordar lo que ya expusiéramos en los puntos III. c y III. d en cuanto a que el personal de inteligencia del Destacamento 141 operaba desde diciembre de 1975 en el predio conocido como La Ribera, dependencia en la que se actuaba conjuntamente con el personal de inteligencia de la Policía de la Provincia de Córdoba, práctica que se habría continuado durante los primeros tiempos de funcionamiento del Lugar de Reunión de Detenidos La Perla, el que habría comenzado a funcionar en una fecha que no ha podido precisarse con exactitud, pero que podría incluir los primeros días de marzo de 1976. En consecuencia, más allá del espacio físico al que se habría traslado a los nombrados – quienes incluso podrían haberse vistos cautivos sucesivamente en uno y otro centro, como es el caso de Donato que abordaremos a continuación – lo cierto es que 161 resulta claro que tanto en uno como en otro espacio se repiten no sólo los nombres de los efectivos a cargo de las tareas de inteligencia, sino también y especialmente, las metodologías tormentosas utilizadas a tal fin. En este contexto, no podemos más que concluir que todo nos lleva a afirmar que durante su cautiverio Flores y Luján permanecieron ilegalmente detenidos – sin dar cuenta de su situación a sus familiares ni a autoridad judicial alguna – y que fueron reiteradamente interrogados bajo tormentos, cuya descripción ya ha sido objeto de análisis, por el personal de inteligencia civil y militar del Destacamento de Inteligencia 141 y de la Policía de la Provincia de Córdoba, quienes finalmente les habrían dado muerte, ocultando sus restos para que nunca más fueran encontrados. En lo que concierne a Orlando Campana, revelan los recortes periodísticos del 10 de marzo de 1976 que también fue capturado en el marco de los múltiples operativos realizados el día anterior (ver fs. 451). Se destaca asimismo que trabajaba como operario de la empresa Gascor (ver informe SIDE de fs. 3558) y pertenecía al gremio del Vidrio. Respecto a la suerte que habría corrido luego de su aprehensión, resulta posible afirmar – con el grado de probabilidad que requiere esta etapa – a la luz de las probanzas relevadas respecto de los demás hechos acontecidos ese mismo día – que los organismos de inteligencia, en virtud de su actividad sindical lo ubicaron como un “blanco”, y que – consecuentemente – debe inferirse que luego de capturado fue objeto de nuevas labores de inteligencia a través de su interrogación, tarea que se habría desplegado probablemente en alguno de las dependencias en las que conjuntamente operaban los organismos de inteligencia del Ejército y de la Policía. De la misma manera, también debe concluirse que en esta labor habrían utilizado todo tipo de prácticas de naturaleza tormentosa, cuyas características ya hemos descriptos en los puntos III-c y III-d. Finalmente y dada la circunstancia de que a la fecha, - y pese a las múltiples diligencias practicadas por sus familiares y compañeros – no se ha podido dar con su paradero, ni hallar su cuerpo sin vida, no puede más que concluirse que su ausencia durante todo este tiempo no revela otra cosa más que – en circunstancias de tiempo, modo y lugar que a la fecha no han podido ser esclarecidas – sus captores procedieron a darle muerte y a ocultar su cuerpo, de modo tal que nunca más fuera hallado. Repararemos en este tramo en lo sucedido a Miguel Ángel Donato, Carlos Víctor Ludueña y Carlos Hugo Suárez. En pos de ello viene al caso citar los dichos de Donato (ver fs. 378/80), quien si bien no recuerda exactamente en qué fecha fue detenido, las constancias de los diarios denuncian su desaparición a partir del 9 de marzo de 1976. El testigo recuerda que en esa época vivía en la casa de sus padres, y que allí también residían sus hermanas con sus respectivos maridos – Ludueña y Suárez -. Señala que a esa hora ya se encontraban durmiendo, cuando escuchó ruido de gente que caminaba sobre el techo de su casa. Que como tenía un arma salió al patio y disparó al aire, que ingresaron a su vivienda un gran número de personas que los redujeron y se lo llevaron junto a sus cuñados. Que en ese momento se dio cuenta que estaban confundidos, ya que estaban 162 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 buscando a un Carlos Ludueña que tenía un segundo nombre distinto al de su cuñado. Que recuerda que los transportaron en unas camionetas a un lugar que entiende que era La Perla. Describe el lugar como una construcción nueva, que tenía un salón grande en el que había otros detenidos, que tenía colchonetas en el suelo en las que permanecían acostados casi todo el tiempo, recuerda también unas ventanas altas y chiquitas y que había unas oficinas. Señala que durante su estadía en La Perla, si bien fue interrogado en distintas oportunidades, no sufrió tormentos, como así tampoco sus cuñados. Recuerda que habló con sus cuñados durante su estadía en La Perla y que les pidió que avisaran a su familia que estaba bien, ya que a éstos los soltaron antes. Que luego fue trasladado a La Ribera, donde fue sometido a un régimen similar al antes descripto, aunque menos rígido, siendo finalmente liberado al cabo de aproximadamente una semana. Es probable que el testigo confunda aquí ciertos episodios. Del testimonio de Ludueña y Suárez (ver fs. 363/4 y fs. 13.541/2) se advierte que ambos no habrían pasado por La Perla sino que fueron alojados desde un primer momento en el predio de La Ribera, por lo que resulta probable que el diálogo que habría sostenido con USO OFICIAL éstos, aconteciera en este centro de detención. Por su parte Carlos Víctor Ludueña, realiza un relato similar, y en lo personalmente vivido indica que lo acostaron en una cama sin colchón, que estaba en un estado de nervios que temblaba todo el cuerpo, que estuvo siempre vendado con las manos esposadas hacia delante, que no sabía si era de día o de noche, que estaba perdido. Que continuamente le preguntaban si era Carlos Alberto Ludueña, si pertenecía al grupo de gremialistas de Transax. Que estaba mal alimentado, que bajó mucho de peso, que escuchaba continuamente gritos de dolor. A su turno, Carlos Suárez ( fs. 13.541/2) relató que fue llevado a un lugar que luego se dio cuenta que es La Ribera, que allí fue interrogado reiteradamente en relación a sus convicciones políticas y su actividad gremial – ya que era delegado de fábrica. Que permaneció todo el tiempo vendado y esposado. Que escuchó constantemente los lamentos de gente que era golpeada y torturada y que en varias oportunidades sufrió simulacros de fusilamiento. Textualmente dice: “Yo sufrí mucha tortura psíquica además de mi detención ilegal, de secuestro, porque nunca mi familia supo dónde estaba y si estaba con vida”. En una situación similar a las descriptas se ubica el caso de la abogada María Amparo Fischer Moyano, quien relata (ver fs. 191/2) que en la madrugada del 10 de marzo de 1976 se presentaron a su domicilio unas personas, que se identificaron como policías, exhibiendo un carnet rosado. Que en consecuencia les franqueó la entrada, y a continuación uno de ellos le pidió que se vistiera y le dijo que estaba secuestrada y que ellos eran el Comando Libertadores de América. Que la trasladaron a un lugar que no sabe cuál es, en el que permaneció en todo momento con los ojos vendados y esposada. Que fue interrogada, siempre en relación a su actividad política y a sus vinculaciones con sectores gremiales, a lo que contestó según lo que sabía. Que insistían en determinar si pertenecía o no a la guerrilla y que la amenazaban diciendo que si 163 determinaban que pertenecía a alguna agrupación guerrillera la iban a matar. Que no la golpearon ni torturaron. Que finalmente la liberaron días más tarde, el 27 de marzo de 1976. En este punto viene al caso detener el análisis en la aseveración realizada tanto por Fischer Moyano como por Donato, Ludueña y Suárez en cuanto a que no fueron interrogados bajo tormentos. No deja de llamar la atención que, mientras Donato señala que si bien estaba un poco nervioso ante su situación no estaba desesperado; Ludueña manifestó encontrarse muy alterado y preocupado y Fischer señala que hasta último momento estaba convencida de que le iban a pegar un tiro, Suárez manifiesta haber sufrido un profundo tormento psíquico. El contraste entre la vivencia de uno y otros respecto de episodios muy similares, nos lleva a realizar una reflexión en relación a cómo debe evaluarse el régimen de vida impuesto a los detenidos en este centro de detención. Al respecto, entiendo que – más allá de las fortalezas emocionales individuales - resulta evidente que el tormento excede el marco de la actividad puramente interrogatoria desplegada puntualmente en relación a un detenido con aplicación de diversos sufrimientos para lograr que aporte los datos que se persiguen. Por el contrario, el tormento puede también alcanzar formas más sutiles y no por ello menos gravosas y dañinas. Claramente, la vida en “La Ribera” o en “La Perla” implicó al detenido verse sumergido en un escenario angustiante y tormentoso. El montaje creado por los captores fue más que eficiente a tal fin. La venda permanentemente tapando los ojos lograba un efecto devastador en el ánimo del secuestrado, que se veía incapacitado para resguardarse del más mínimo peligro que lo acechaba. Lógico es suponer que los cautivos – sabiéndose en manos de quienes tenían de hecho disponibilidad sobre sus vidas– vivieran en un perpetuo temor. La oscuridad a la que estaban sometidos potenciaba los peligros, la sensación de indefensión, dejando siempre latente la inminencia de una nueva agresión. Probablemente la mayor de las angustias provenía de la certeza de encontrarse en un mundo fuera de la ley, en el que no existían más reglas que la del secuestrador. La vida, la muerte, el dolor, la tortura, el sueño, la comida, los afectos, el futuro, la libertad, los ideales, todo – absolutamente todo– se encontraba en manos del captor, quien disponía a su antojo de los más preciados bienes del cautivo. Inexorablemente esta situación no podía más que aparejar una deshumanización de la persona, que había perdido el derecho a ver, a hablar, a sentir, a pedir, a desplazarse. En definitiva, había perdido el derecho a ser. Es así que entiendo que más allá que en el caso puntual de Fischer Moyano, Donato, Ludueña y Suárez no se los habría interrogado mediante el uso de todo el repertorio de prácticas tormentosas que rutinariamente se aplicaban, el régimen de vida al que habrían estado sometidos durante su estadía en La Perla, implica en sí mismo un tormento, y como tal entiendo que también en estos casos se verificarían los extremos del tipo penal contenido en el art. 144 ter del C.P. Respecto de lo sucedido a Mario Quirico Carranza, corresponde relevar el testimonio que prestara a fs. 298/302 en el que relata que el día de su 164 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 aprehensión, estaba yendo a trabajar a tribunales provinciales junto a su esposa que se dirigía a su trabajo en el Ministerio de Gobierno. Que a la altura de la cancha de Talleres fueron interceptados por dos autos, de los que descendieron cuatro personas que los obligaron a bajarse de vehículo de su propiedad, los encapucharon y los subieron a uno de los autos en los que se conducían, y los llevaron a La Ribera. Que luego de más o menos una hora, liberaron a su mujer cerca de la Avda. Sabattini. Respecto del trato que habría recibido durante su estadía relata que a él lo dejaron contra una pared, hasta que vino alguien que se hacía llamar “Porteño”, que tenía tonada porteña, y que dijo ser quien estaba a cargo de los secuestros, y que continuamente le atribuían ser un alto jefe del ERP conocido como “comandante lobo”, a lo Carranza le insistía que no se trataba de él, dando cuenta de su nombre y su ocupación, y de que estaba más cerca de las agrupaciones peronistas, ante lo que le preguntó sobre las cuestiones gremiales. Que anotaba todo lo que decía y que después leyó lo que había escrito, y mientras leía le golpeaba la cabeza con algo que parecía un arma mientras decía: “verso, verso, verso” y que ahora iba a tener que decir la verdad, tras lo cual lo llevaron a otro lugar en el que el “Porteño” le pega varias veces, en USO OFICIAL todas partes, y le da trompadas, que le sacó las esposas y luego el saco y la camisa, y le aplicaron la picana eléctrica en el pecho, de parado; que el golpe lo hizo saltar y se estrelló contra la pared. Que después el “Porteño” le pegó tan fuerte en el plexo solar que estima que en ese momento le quebró el esternón, también en las costillas y en los riñones. Recuerda que en otra oportunidad le hicieron la mojarrita y el submarino con agua sucia, que lo metieron dentro de un tacho con las piernas hacia arriba, ante lo que comenzó a balancearse y cayó al suelo, pero que lo volvieron a meter dentro del tacho hasta que perdió el conocimiento. Que luego lo pusieron sobre una piedra, mientras simulaban que lo iban a degollar. Recuerda que un día sacaron a todos los detenidos juntos, hasta un lugar amplio, que era de noche, a lo que primero creyó que era un simulacro de fusilamiento pero que luego se dio cuenta que era un fusilamiento real. Que sacaron al primero de la fila, se sintió un ruido de metralletas, que sintió que cae de rodillas alguien a su lado, que lloraba e imploraba, a lo que le recriminaban diciendo “levantate, andá a poner bombas ahora”, que lo tomaron y lo llevaron hacia delante, que se escuchó nuevamente una ráfaga de tiros. Que luego lo pusieron a él contra la pared, pero que escuchó que alguien decía “este no, que es el lobo, a este lo quieren los viejos de arriba”, por lo que lo sacan y lo llevan a otro lugar. Que allí lo interrogaron aproximadamente unas ocho personas, que parecían de mayor cultura y educación, que le preguntaron largamente por sus actividades, sus afinidades políticas. Que al terminar, le sacaron la venda con la indicación que no abra los ojos y le tomaron una fotografía. Que luego el oficial se lo lleva y que al día siguiente vino otra persona que lo golpeó severamente, que él estaba esposado, y que cree que fue en esa oportunidad donde finalmente le afectaron los riñones. Que recién al otro día lo liberaron. Corroboran sus dichos las constancias de su legajo judicial (ver fs. 13.732) del que se desprende que Pedro Quirico Carranza faltó a su trabajo desde el día 9 hasta el día 17 de marzo de 1976, circunstancia más que relevante ya que nos aporta 165 precisiones respecto de la fecha en que fue aprehendido. De igual manera resultan decisivas a fin de constatar el tratamiento al que fue sometido mientras permaneció en La Ribera, el informe médico que se agregara a su legajo, el que da cuenta que al 18 de marzo de 1976 se encontraba internado en el Hospital Británico, que presentaba traumatismos múltiples… cuadro renal en estudio, indicándosele reposo por treinta días (ver fs. 13.718). Finalmente, abordaremos en este apartado los hechos de los que resultara víctima Miguel Hugo Vaca Narvaja. Al respecto, viene al caso citar los dichos de su hijo menor, Gonzalo, quien declaró en el sumario policial iniciado en virtud de su desaparición que el día 10 de marzo de 1976, aproximadamente a las 02.00 hs., se encontraba estudiando en el domicilio que compartía con sus padres cuando escuchó ruido de tres autos que llegaban, por lo que se dirigió a la habitación en la que dormían sus padres, despertándolo. Que seguidamente golpearon la puerta personas que se identificaron como la Policía Federal, por lo que su padre les franqueó la entrada, ingresando a su casa personas con armas de grueso calibre que separaron a su padre, y lo ataron en otra parte de la casa con un cordón de cortina. Que ante los requerimientos de la esposa le permitieron ponerse los pantalones y que se lo llevaron del hogar, sin que desde entonces tenga noticias de su paradero (ver fs. 4053 vta/54). Este relato se engarza con lo sucedido momentos antes a Guillermo Rosario Pérez (ver fs. 4052 vta/3) quien a la fecha del hecho se encontraba cuidando la vivienda sita en Av. Cordillera, B° Villa Marta de propiedad de Hugo Vaca Narvaja, hijo de la víctima que aquí abordamos, cuando a eso de la 01.30 hs. llegaron unos doce individuos que se identificaron como “Policías” y que requisaron la vivienda preguntado por Hugo, y al no tener éxito en su búsqueda dijeron “bueno, vamos a buscarlo al viejo”, obligando a Pérez a introducirse en el baúl de uno de los vehículos en los que se conducían. Que fueron hasta la casa de Vaca Narvaja de Villa Warcalde, donde permaneció en el auto por un tiempo, hasta que lo hicieron bajar y allí lo dejaron tirado, en una casa en construcción. Que fue allí cuando se encontró con Gonzalo Vaca Narvaja, que buscaba un auto para denunciar la aprehensión de su padre. Debe hacerse notar que la intensa actividad política y profesional que realizaba Vaca Narvaja lo posicionaba en un lugar de máxima exposición. En este sentido, deber recordarse que el nombrado había sido Ministro del Interior del Presiente Arturo Frondizi, Ministro de Hacienda y de Gobierno entre 1958 y 1962 y activo miembro de la UCR, no resultando una cuestión menor que su hijo, también llamado Miguel Hugo Vaca Narvaja, se encontraba ya detenido en la UP1 a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y que también fue muerto a manos de personal militar en agosto de 1976, hecho que se intentó justificar falsamente por parte de las autoridades del III° Cuerpo invocando que el nombrado y sus compañeros habían intentado fugarse durante un traslado. Las modalidades asumidas por sus captores claramente nos remiten a un escenario habitual por ese tiempo – y repetido hasta el hartazgo el día anterior - lo que nos lleva a entender que Miguel Hugo Vaca Narvaja (padre) había sido incluído dentro de los “blancos” a eliminar por parte de quienes habían asumido la “lucha contra la 166 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 subversión”. Es así que, en este marco, no podemos más que deducir que luego de su aprehensión fue trasladado a uno de los centros clandestinos de detención que el Ejército había montado en esta empresa, posiblemente al predio de La Ribera. En este lugar habría sido interrogado por parte del personal que revistaba en el Departamento Informaciones Policiales (D2) y en el Destacamento de Inteligencia 141, en relación a sus compromisos políticos, para lo que se habría utilizado todo el repertorio de prácticas tormentosas a las que ya hemos aludido en el punto III-c. Es así que, la circunstancia de que desde el día en que fuera aprehendido – y pese a las múltiples diligencias practicadas por sus familiares tanto en el ámbito local, como el nacional e internacional - ninguna noticia pudo obtenerse respecto del paradero de Vaca Narvaja, como así tampoco pudieron encontrarse sus restos mortales, nos lleva a determinar que el personal ya mencionado procedió finalmente a darle muerte, ocultando sus restos para que nunca más fueran encontrados. HECHO NOMINADO CUARENTA Y OCHO El legajo CONADEP 7067 (ver fs. 4562/3) da cuenta de que Félix USO OFICIAL Roque Giménez desapareció el 15 de marzo de 1976 cuando transitaba por el centro de la ciudad de Córdoba. Si bien no se han podido ubicar testigos presenciales del momento de su aprehensión, sí podemos determinar que las fuerzas de seguridad que llevaban adelante la “lucha contra la subversión” tenían poderosos motivos para lograr su captura. Esto así en virtud de que se había determinado la directa intervención de Giménez – por entonces conscripto asignado al Destacamento de Comunicaciones 141 - en el copamiento de dicha dependencia militar el 18 de febrero de 1976, circunstancia que claramente se desprende de las actuaciones labradas por la Juzgado de Instrucción Militar n° 70, en el que se había ordenado su captura (ver fs. 11.000/11.082). Ilustra no sólo el interés sino el impulso y prioridad asignada desde el Ejército a su captura, las consideraciones realizadas por Vergéz en su libro “Yo fui Vargas” en el que escribe todo un capítulo titulado “Tras los atacantes de unidades militares (I)” en el que claramente refiere que Giménez había sido identificado como el “entregador”, indicando las tareas de inteligencia e interrogación que en su caso, como en otros, se habían realizado (ver fs. 1235/7). Siguiendo con la modalidad de la época, no podemos más que señalar que luego de capturado Giménez fue trasladado al predio que el Ejército tenía en Barrio San Vicente conocido como La Ribera, lugar en el que habría sido ferozmente torturado por quienes, desde el Departamento Informaciones D2 y el Destacamento de Inteligencia 141, allí desplegaban su labor de inteligencia tendiente a combatir la subversión. De su paso por La Ribera dan cuenta en su testimonio Teresa Meschiatti (fs. 6724), Piero Di Monte (fs.2371), Liliana Callizo (fs. 6616) y Graciela Geuna (fs. 6697), quienes coinciden al reseñar que un guardia de Gendarmería que había estado en La Ribera y posteriomente estuvo en La Perla les contó – aún horrorizado - que Giménez 167 estuvo detenido en La Ribera, que padeció tormentos terribles “… como la colgadura de su cuerpo de una soga, cabeza abajo, aplicación de picana, palizas reiteradas y finalmente la aplicación en su rostro de la resistencia encendida de una plancha eléctrica. Estaqueado al suelo y al aire libre, bajo el sol, y con la resistencia en su cara, permaneció, hasta que cubierto de hormigas, moscas y demás bichos, murió”. Es de resaltar que desde su muerte –provocada por los tormentos a los que fuera sometido- hasta la fecha no se han podido ubicar los restos mortales de Giménez, circunstancia que nos lleva a señalar que el personal referido, ocultó su cuerpo con el propósito de evitar que éste sea encontrado. HECHOS NOMINADOS CUARENTA Y NUEVE Y CINCUENTA En lo que concierne a lo sucedido a Alfredo Guillermo Barbano y Navor Gómez, abordaremos los hechos conjuntamente en virtud de que todo nos lleva a entender que fueron objeto de un mismo operativo de inteligencia, ya que se dejó trascender, luego de sus respectivos secuestros, que habían intervenido en el incendio de la confintería Stakel y del Restaurant Rancho Grande, ocurrido el 13 de marzo de 1976. Respecto de Gómez, señala su esposa Magdalena Lucía Dutto de Gómez (ver fs. 1598/1603) que el día 19 de marzo de 1976 aproximadamente seis hombres, que cree que podrían pertenecer a la Policía, se constituyeron en su casa. Que ingresaron a la vivienda en la que se encontraban descansando, e ingresaron al dormitorio de sus hijos, a los que amenazaron con armas mientras les preguntaban dónde estaban las armas de su padre. Que luego se llevaron a su marido de su hogar, sin que tenga a la fecha noticias de él. Por su parte, Susana Irma Pizarro (ver fs. 3144/5), esposa de Alfredo Guillermo Barbano, cuenta que en la madrugada del 16 de marzo de 1976, cuando se encontraban descansando, llegaron a su vivienda varias personas que se conducían en tres autos, que golpearon violentamente la puerta y – luego de franquearles la entrada – requisaron el lugar y se llevaron a su marido. Si bien hasta la fecha no ha sido posible vincular a Gómez o a Barbano con ninguna de las organizaciones de índole subversivo perseguidas desde el Estado, lo cierto es que desde los órganos de inteligencia se lo vinculó con el ataque que miembros de estas organizaciones habrían realizado sobre la confitería “Stakel” y el Restaurant “Rancho Grande” (ver fs. 1601 y declaración de la Sra. Pizarro de fs. 3144/5), hipótesis que seguramente los posicionó como blancos en las investigaciones realizadas por los órganos de inteligencia, tanto de índole policial como militar. Es así que, contemplando especialmente que desde que desaparecieran no ha sido posible obtener noticia alguno de su paradero, como así tampoco han sido hallados sus cuerpos, entiendo que es posible afirmar con el grado de probabilidad que requiere esta etapa, que luego de detenidos fueron trasladados al predio de la Ribera a fin de obtener de ellos información referida a la organización política con la que se los 168 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 habría vinculado. En consecuencia, todo nos lleva a entender que durante su estadía en La Ribera fueron interrogados por personal que revistaba en el Destacamento de Inteligencia 141 y en la Policía de la Provincia de Córdoba, el que habría echado mano al repertorio de tormentos que habitualmente se utilizaban a tal fin, sobre el que ya nos hemos expedido largamente en el punto III-c, al que nos remitimos en honor a la brevedad. Finalmente, y asumiendo que –pese al paso del tiempo y de las investigaciones realizadas a tal efecto- no ha sido posible determinar con precisión lo sucedido, como así tampoco hallar sus restos mortales, circunstancias que los mantiene en ese status indefinido de “desaparecidos” – no puede más que afirmarse que el personal referido, cuyos nombres ya hemos señalado al describir los hechos, habrían procedido a darles muerte, en circunstancias de modo, tiempo y lugar que no han podido esclarecerse hasta el momento, como así también habrían dispuesto lo necesario para hacer desaparecer sus restos de modo tal que nunca más fueran encontrados. HECHO NOMINADO CINCUENTA Y UNO Respecto de los hechos relacionados a Daniel Barrionuevo que la USO OFICIAL Sra. Fiscal describe en su requerimiento fiscal de fs. 10.638/63 - en el que plantea que Daniel Barrionuevo habría sido víctima de privación ilegítima de la libertad, tormentos y homicidio - advertirmos que la hipótesis inicial no se corresponde con lo efectivamente sucedido. En efecto, surge del listado de detenidos del Departamento Informaciones que Daniel Barrionuevo se encontraba desde el 19 de marzo de 1976 alojado en carácter de incomunicado en las dependencias de dicha repartición policial. Este dato coincide con las constancias del expediente “Vanela Ignacio y Otros p.ss.aa. asociación ilícita, tenencia de armas de guerra…” N° 8-V-76 tramitado ante el Juzgado Federal N° 1 del que se desprende que Daniel Barrionuevo fue detenido junto a Martín Angel Quiroga el día 19 de marzo de 1976, y que declaró en tales actuaciones en carácter de testigo. La ficha electoral de Barrionuevo (ver fs. 13.596) se encuentra activa, y registra movimientos de cambio de domicilio en el año 2004, circunstancia que claramente indica que sobrevivió al episodio de detención que sufriera en el año 1976, lo que determina que corresponde descartar la hipótesis de homicidio. Respecto al caracter de su detención, debe señalarse que ésta se registró en el expediente “Vanela Ignacio y otros…” ya citado, a lo que debe sumarse las especiales disposiciones al respecto vigentes a esa fecha al estar vigente el estado de sitio que se declarara mediante Decreto N° 1368/74 de fecha 06/11/74, circunstancia que también nos habilita a descartar la ilegalidad de su detención. Ahora bien, corresponde adoptar un temperamento contrario en lo que concierne a los tormentos que Barrionuevo habría padecido en el Departamento Informaciones, a tenor de las consideraciones que él mismo realizara al prestar declaración testimonial ante esta sede (ver fs. 13.730 y vta). En dicha oportunidad manifestó que luego de ingresar al D2 “(…) me vendaron y me metieron en una celda. Ahí quedé, pasaron las 169 horas, llamaron a mis padres a San Juan. Mi papá se vino y estuvo sentado en un banco al frente de la plaza San Martín, me mandaba comida. Mientras estaba en la celda, cada tanto pasaba uno y me pegaba una trompada en la panza que me dejaba sin aire, y se reían. En un momento me llevaron a una oficina, muy iluminada, me sacaron la venda donde vi a una mujer, morocha, delgada, habrá medido 1.60 m, pelo corto, joven. Ella me decía, nosotros a vos te hemos visto arengando en la Facultad de Arquitectura, y yo les decía que no podía ser porque yo ni sabía dónde quedaba la Facultad de Arquitectura. Después me pusieron de nuevo la venda, me hicieron caminar por una hilera de baldosas diciéndome que si me salía de ahí para cualquier costado me iba a caer, y ahí vendado me llevaron para otro lado. Yo caminé por la D2, y me parece que salí como a un patio, no me parece que era abierto, era como un galpón. Ahí me dijeron que se me había terminado la joda, y me dejaron paradito, yo estaba aterrado, yo rezaba, dijeron: preparen, apunten, fuego… y como no disparaban decían algo como que se les había trabado el arma, y volvían a repetir el procedimiento. Después de esto me vuelven a la celda en la que estaba, me preguntaban también quién era el López al que había prestado el bolso. Ellos trataban que yo me quiebre, pero yo no tenía nada para decir, porque yo no militaba, yo soy cristiano, muy creyente, yo soy absolutamente incapaz de matar a nadie. Después de eso me pegaron varias trompadas en la panza y en la cara. Otra cosa que me hacían, mientras estaba en la celda, mientras yo dormitaba sentado, se me acercaba cada tanto alguno con un arma de puño, me la apoyaba en la sien, y gatillaba. Yo tenía tanto miedo que durante ese tiempo no fui nunca al baño. Finalmente al lunes siguiente me soltaron. Mientras yo estuve en el D2 sentía que había otra gente, pero nadie hablaba, no sé quiénes eran. Lo que sí escuchaba muchos gritos, de gente que estaban torturando. También escuché a una chica, que la estaban violando. Yo me di cuenta que la estaban violando por las cosas que ellos decían entre ellos, ella lloraba y gritaba y decía que la dejaran. Al rato, empezaban de nuevo, me parece que con la misma chica y en el mismo lugar. Cuando me dejaron salir, la misma persona que me detuvo en mi casa me dijo: te podés ir, está tu papá afuera, y me preguntó: ¿te han pegado acá?, y yo le dije: si usted me ha pegado, yo sabía que él me había pegado porque en algunos momentos yo hacía la cabeza para atrás y espiaba por debajo de la venda. El se rió (…)”. Su testimonio, que resulta coincidente con lo manifestado por tantos otros que también pasaron por el Departamento Informaciones (ver apartado III-b), nos permite sostener, con el grado de probabilidad que requiere esta etapa, que Daniel Barrionuevo fue sometido durante su estadía dentro del D2 a un trato denigrante, hostil y vejatorio de su condición humana, que claramente encuadra en los extremos del art. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1 del Código Penal vigente al tiempo de los hechos. IV- Responsabilidad de los imputados Situación Procesal de Luciano Benjamín Menéndez 170 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Iniciaremos este capítulo abordando las responsabilidades que le cabrían a quien – ubicado en la cima de la estructura estratégica diseñada para la lucha contra la Subversión en el ámbito de la Provincia de Córdoba – dirigía el accionar de las fuerzas de seguridad, civiles y militares, afectadas a esta empresa. Menéndez fue citado a prestar declaración indagatoria en relación a los hechos que nomináramos 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). USO OFICIAL Ahora bien, hemos abundado en descripciones referentes a las acciones ilegales desplegadas tanto por personal que revistaba en el Destacamento de Inteligencia 141 –con subordinación obvia al encartado-, como por personal policial, perteneciente al Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba, dependencia que a la fecha de los hechos que se le endilgan al encartado se encontraba operacionalmente sujeta al Comandante de la Zona de Defensa 3 y del Área 311. Respecto a esto último, la subordinación existente entre la Policía local y el Comando de Cuerpo, se desprende fácilmente del propio diseño realizado por las máximas autoridades de la estructura castrense para la lucha contra la subversión. En efecto, la Policía de la Provincia de Córdoba actuaba en forma coordinada con los demás servicios de inteligencia que funcionaban con idénticos fines en esta ciudad –Ejército, Fuerza Aérea, Gendarmería, Policía Federal, y sendos organismos de los Estados Nacional y Provincial- , y reglamentariamente subordinada al control operacional del Área de Defensa 311. Esta situación de subordinación funcional y operacional se reglamentó a través del decreto PEN n° 2271, del 6 de octubre de 1975 que en su único artículo reza “El Consejo de Defensa, a través del Ministerio del Interior, suscribirá con los gobiernos de las Provincias, convenios que coloquen bajo su control operacional al personal y a los medios policiales y penitenciarios que les sean requeridos por el citado Consejo para su empleo inmediato en la lucha contra la subversión”. La existencia de la coordinación y subordinación de la Policía de la Provincia de Córdoba al Área de Defensa 311 se desprende también de los registros de las reuniones de la llamada “Comunidad Informativa” integrada por los organismos de inteligencia ya sea de índole policial o militar con la finalidad de coordinar las tareas en pos de lo que se llamó la “lucha contra la subversión”. En estas reuniones -en ocasiones 171 presididas por el mismo comandante del IIIº Cuerpo de Ejército y jefe del Área 311, Luciano Benjamín Menéndez, o por el segundo jefe del Área 311 y comandante de la IV° Brigada de Infantería Aerotransportada, Juan B. Sassiaiñ, o por altos oficiales de diferentes fracciones del III° Cuerpo de Ejército o de la mencionada Brigada, como Vicente Meli, a la sazón coronel y jefe del Estado Mayor de la Brigada de Infantería Aerotransportada IV, entre otros (ver fs. 480/5 y 488/97) en las que se definían políticas y estrategias a tales fines, participaban invariablemente elementos de inteligencia de la Policía de la Provincia de Córdoba. El control operacional del Ejército y la subordinación a sus planes y estrategias de la Policía de la Provincia se desprende también de la Directiva 404/75 del Ejército emanada por el General de Brigada y Comandante General del Ejército Jorge Rafael Videla. Esta directiva que según expresa en su punto 1, titulado “Finalidad”, tiene por objeto “poner en ejecución inmediata las medidas y acciones previstas por el Consejo de Defensa en la Directiva 1/75 para la lucha contra la subversión”. En el punto 3 define la organización, incluyendo como “elementos bajo control operacional” los elementos de policías y penitenciarios provinciales. Asimismo la directiva asigna como “misión general de un Comando de Zona de Defensa” (Córdoba correspondía a la Zona de Defensa 3) operar ofensivamente contra la subversión en el ámbito de su jurisdicción y -entre otrosejercer el control operacional de las policías y penitenciarios de las provincias de su jurisdicción”. La existencia de esta estructura se halla también acreditada a través del Reglamento RC-9-1 del Ejército Argentino denominado “Operaciones contra elementos subversivos”, en su capítulo VI, Sección III se refiere a la Participación de las fuerzas policiales señalando en relación a las Policías Provinciales: “La eficacia de esas policías en las operaciones contra la subversión dependerá de sus características (...) Elementos de estas policías participarán en operaciones de seguridad y excepcionalmente lo harán en operaciones militares. Cuando exista un Comando militar, normalmente los elementos de la Policía Provincial se encontrarán bajo el comando o control operacional del mismo. Sus elementos de inteligencia participarán de las operaciones a través de la Comunidad Informativa. Para la realización de operaciones, los elementos de las Policías Provinciales, normalmente requerirán apoyo logístico (armamento, munición y equipos) de la Fuerza Ejército...”. A fin de entender acabadamente cuál era el rol que cumplía Menéndez, como máximo responsable en la denominada lucha “antisubversiva”, cabe destacar el memorando que alude a la reunión de fecha 10/12/75 del que surge que el tema central del encuentro era la organización y funcionamiento del Grupo Interrogador de Detenidos (GID). En la reunión se establece que el GID centralizaría la totalidad de los procedimientos antisubversivos realizados bajo el control operacional del Ejército. Asimismo se menciona puntualmente que el Jefe del Área 311 (Menéndez) “deseaba tener conocimiento previo de todos los procedimientos antisubversivos a realizarse”, y 172 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 que ante la urgencia, podría actuarse sin previa comunicación, pero dando aviso inmediato luego para prever las consecuencias (el resaltado me pertenece). También reviste trascendencia el memorando que resume lo ocurrido en la reunión del 13/04/76 pues, entre otros aspectos relevantes, se establece cuáles son los grupos considerados “enemigos” y, por orden de Menéndez, se comunica la directiva de implementar lo necesario para el inicio de las operaciones en relación a los blancos (en el contexto se refiere a los integrantes de todos los grupos previamente identificados como “enemigos”). Finalmente, se instruye a los presentes que no se efectivizarán procedimientos por izquierda hasta nueva orden, aclarándose que en todos los casos – por izquierda o por derecha- debería consultarse al Comando (del III Cuerpo) quien como excepción determinaría cuando podía actuarse por izquierda. El análisis de los términos precedentes (destacados con negrita) dentro del contexto represivo de la época, muestra el grado de dependencia que el accionar general de la represión en Córdoba tenía respecto de Menéndez; y demuestra que de él dependía enteramente el contenido de esa acción en nuestra región. Además puede USO OFICIAL advertirse claramente que es Menéndez el que se arroga la posibilidad de convalidar o de autorizar el accionar “por izquierda”, esto es, subrepticio, clandestino, fundamentalmente en lo que respecta a los “procedimientos” tendientes a detectar y detener a los “blancos” o “el enemigo”. No puede dejar de ponderarse que de la lectura de los múltiples memorandum elaborados por la Policía Federal Argentina durante el año 1975 y principios de 1976, se advierte que la vinculación del Ejército, y especialmente, de su comandante en relación a los múltiples secuestros que a casi a diario se denunciaban –circunstancia esta última largamente acreditada por los múltiples recortes periodísticos agregados a estas actuaciones- resultaba por esos días una cuestión obvia. Prueba de ello nos la aporta el memorandum de la Policía Federal del 14 de enero de 1976 en el que textualmente es reseña: “A raíz de estos acontecimientos el Ministro de Gobierno, Dr. Risso, se entrevistó en dependencias del III° Cuerpo de Ejército con el titular del mismo, General Menéndez, solicitando que le informe sobre la situación de los secuestrados. Igual actitud adoptó el prelado supremo de la Arquidiócesis de Córdoba, Monseñor Primatesta, quien le imploró por el estado y vida de los secuestrados al Jefe del III° Cuerpo de Ejército, General Menéndez, y en su homilía pastoral del domingo 11 de enero de 1976, elevó plegarias por el estado y vida de los secuestrados, llamando a la cordura a los responsables”(ver fs. 14.054/62 ). En los párrafos que anteceden hemos descripto el funcionamiento de la estructura represiva que se instaló en Córdoba a partir de Octubre de 1975, circunstancia que nos obliga a pronunciarnos en concreto en relación al hecho nominado 9 en el que habrían resultado víctimas Gloria Alicia Di Rienzo, Miriam Liliana Lucía Salvador y Luisa López Muñoz. 173 Como lo señaláramos al referirnos a la existencia de este episodio, habrían participado materialmente en éste miembros del Departamento Informaciones Policiales (D2) de la Policía de la Provincia de Córdoba, personal que a la fecha de estos acontecimientos –ocurridos entre el 13 y el 22 de septiembre de 1975- aún no se encontraba bajo control operacional del Ejército, situación que nos impide avanzar atribuyéndole al imputado responsabilidad penal sobre este suceso. Situación Procesal de César Idelfonso Delia Larocca Se atribuye en las presentes al encartado Delia Larocca responsabilidad en el hecho que nomináramos 3, en el que habrían resultado víctimas los integrantes de la familia Pujadas. Al respecto debe recordarse que este episodio, que habría tenido lugar el 14 de agosto de 1975, habría acontecido cuando el nombrado se desempeñaba como Comandante del III° Cuerpo de Ejército, cargo que ejerció entre el 21 de enero y el 29 de septiembre de 1975 (ver fs. 13.820). Como señaláramos al momento de abordar el análisis histórico de este hecho, en él habría intervenido conjuntamente personal policial y militar, resultando obvia la dependencia jerárquica de éste último respecto del imputado. Ahora bien, repárese que por decreto del PEN del 5 de febrero de 1975, la entonces Presidente de la Nación Argentina decreta que el “Comando General del Ejército procederá a ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de elementos subversivos que actúan en la Provincia de Tucumán”. Es decir que, al pertenecer la Provincia de Tucumán, al III° Cuerpo de Ejército, la responsabilidad primaria en relación a esta misión recaía, claramente, en su Comandante. Si a esto se suma que el fenómeno de la subversión excedía largamente el territorio tucumano, y que se había instalado en todo el territorio nacional, haciendo pie mayormente en los grandes centros urbanos, no puede más que concluirse que una adecuada lucha en contra de la subversión debía necesariamente abarcar otras jurisdicciones. La gravedad del problema había tomado una magnitud tal que ya en noviembre de 1974 la Presidente había declarado el estado de sitio en todo el territorio nacional, con el fin de preservar a la población de los ataques terroristas (ver decreto PEN 1368/74). Es así que, residiendo la Jefatura de Cuerpo en la ciudad de Córdoba, se dirigió desde esta sede gran parte de la actividad represiva desplegada en Tucumán, como así también en otras localidades, que resultaron afectadas por atentados subversivos. Como ejemplo de ello puede citarse lo manifestado por Vergéz en cuanto a que – estando destinado al Destacamento de Inteligencia 141 – fue comisionado para la investigación de atentados de grupos terroristas a unidades militares, como fue el caso del copamiento del Regimiento 17 de Catamarca en agosto de 1975 y el ataque al Regimiento 29 de Infantería de Formosa, en Octubre de ese año (ver fs. 13.299/302 y 14.063/65). De igual manera, también debe recordarse que la Policía de la Provincia de Córdoba se hallaba por ese 174 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 entonces abocada a la lucha contra la subversión a través de su Departamento de Inteligencia, por lo que la coordinación con esta fuerza debió darse en forma espontánea y fluida, circunstancia que también se desprende del libro “Yo fui Vargas” (ver fs. 13.300/02). Todas estas circunstancias alimentaron la hipótesis inicial respecto a la posibilidad de una intervención jerárquica concreta por parte de Delia Larocca en el evento padecido por la familia Pujadas. Sin embargo, del avance de la investigación no podemos más que concluir que dicha hipótesis no ha podido ser confirmada. Es así que de las constancias de autos se desprende con claridad que a partir de Octubre de 1975, el Consejo de Defensa (Presidido por el Ministro de Defensa e integrado por los Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas) impartió la Directiva 1/75 que diseñó en general la actuación de las Fuerzas Armadas y demás fuerzas de seguridad “... para instrumentar el empleo de las Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad, Fuerzas Policiales y otros organismos puestos a disposición del Consejo de Defensa para la lucha contra la subversión...”. De igual manera se ha acreditado que – como consecuencia USO OFICIAL de tal Directiva – el Comandante General del Ejército, Jorge Rafael Videla, a fin de abordar la tarea asignada, impartió a sus subordinados la Directiva 404/75 en la que dispuso la creación de una estrategia militar – estructurada formalmente para un escenario de guerra – subordinando a tal tarea no sólo a elementos de su propia fuerza, sino también a la policía federal, las policías provinciales y los servicios penitenciarios de las provincias, que se encontraron desde esa fecha bajo control operacional del Ejército. Es decir, podemos afirmar - sin lugar a dudas –a partir de Octubre del año 1975, la existencia de una estructura formal dentro del Ejército, destinada a enfrentar a la subversión. Puede afirmarse también que se ha constatado – con anterioridad a dicha fecha – la existencia de este evento que tiene a los Pujadas por víctimas, que da cuenta de la actuación clandestina y delictiva de grupos formados por miembros del Ejército y de la policía dirigidos a repeler a la subversión. Pese a ello, no puede afirmarse con igual solidez que tales conductas obedecieran a un plan diseñado e implementado desde la cumbre de la estructura castrense con anterioridad a Octubre de 1975. Lo dicho, instala una clara duda en lo que concierne a la real participación del imputado en el hecho que se le endilga, duda que indicaría la oportunidad de pronunciarnos a su respecto en los términos previstos en el art. 309 del C.P.P.N.. Sin embargo, no debe dejar de advertirse que la investigación al respecto se halla agotada, que resulta poco probable que pueda incorporarse en el futuro probanza alguna que permita despejar la duda aludida. Es así que nos encontramos frente a un supuesto de duda insalvable no legislada expresamente en nuestro código- pero que exige del juzgador el dictado de un auto de sobreseimiento, sobreseimiento que - en el espíritu de nuestra ley Ritual- abarca todas las hipótesis de frustración del avance del proceso penal para la sentencia definitiva. En este sentido sostiene Luis Darritchon que “El principio constitucional del debido 175 proceso legal y la interpretación jurisdiccional del mismo, hace que toda persona a la que se vinculó a un proceso penal, tenga derecho a obtener en el menor tiempo posible, un pronunciamiento que ponga fin a la situación de incertidumbre que éste genera ...” “toda persona que ha prestado declaración indagatoria, obligatoriamente y sin posibilidad de otra interpretación, de no haber causa para un auto de mérito incriminador tiene el derecho -obligación para el Estado-, de obtener un pronunciamiento desvinculatorio, que el código llama sobreseimiento.” (fs. 77 in fine y 80 “Como es el Nuevo Proceso Legal”). Situación Procesal de Alberto Luis Choux El encartado Alberto Luis Choux fue indagado en orden a los hechos nominados 1 (Gómez y Maorenzik), 2 (Osatinsky), 3 (familia Pujadas), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón) y 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz). Su legajo personal nos informa que el día 10 de enero de 1975 fue designado por el Interventor Nacional Brigadier Mayor Raúl Oscar Lacabanne (ver fs. 6.219) como Subjefe de la Policía de la Provincia de Córdoba, cargo en el que permaneció hasta el 23 de abril de 1975, fecha en la que pasó a desempeñarse como Jefe de la Policía, también en este caso por disposición de la intervención (fs.6.217), hasta que se dispuso su retiro obligatorio con fecha 20 de septiembre de 1975 (fs. 6.218). Como se observa, en el lapso temporal que acontecieron los hechos que se le endilgan, el imputado Choux se desempeñó en la cúspide de la estructura policial, diseñando y dirigiendo desde esa función las acciones a realizar por sus subordinados. Su estrecha vinculación en las tareas que se desarrollaban en el Departamento Informaciones se halla ampliamente acreditada, dando cuenta no sólo de su conocimiento directo de las prácticas que allí se implementaban, sino especialmente de que éstas obedecían a una clara política de persecución, ordenada desde lo más alto de la cúpula policial. Prueba acabada de ello la aporta la circunstancia ineludible de que los hechos que aquí se le atribuyen a quien se desempeñaba como Jefe de policía, sucedían en la misma sede de la Jefatura Policial, a escasos metros del despacho del Jefe de Policía, por ese entonces ubicado en el Cabildo histórico de la ciudad. La naturaleza de los hechos, los gritos, las intalaciones acordes a lo que allí se realizaba, los disparos, etc, no pudieron nunca pasar desapercibidos a quien ejercía la máxima autoridad dentro del órgano policial. A ello debe agregarse el testimonio de Lucio Garzón Maceda (ver fs. 12.767 y vta) quien textualmente refiere “cuando cae la cúpula local de montoneros, en agosto de 1975, a los pocos días, para nuestra sorpresa, llamó al estudio, personalmente, por teléfono Marcos Osatinsky,; nos llamó la atención porque no habían pasado todavía los 10 días de incomunicación que se les aplicaba a los presos políticos; en esa ocasión nos pide que vayamos al Departamento de Informaciones D2; fuimos, entonces, con el Dr. Gustavo Adolfo Roca. Alli el propio Osatinsky y el personal policial presente, nos comunican que se venía conversando sobre la posibilidad y conveniencia de una 176 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 conciliación-tregua política entre Montoneros y el gobierno nacional, que la posibilitaba la presencia en el Ministerio del Interior del Coronel Damasco, es así que, por intermedio del Ministro Damasco, se promovía un acuerdo que lo mencioné precedentemente, nuestra presencia a pedido de Osatisnky era para que nosotros comunicásemos a la conducción de Montoneros la posibilidad de una tregua, entonces estaba allí en D2 el Jefe de Policía Choux y otros policías que no me acuerdo y lo veo allí a Osatinsky, el mismo dice que lo torturaron y lo dice delante de los propios funcionarios policiales, como así también al resto de los detenidos, y yo puedo constatar que estaba torturado, es más me pidió que le llevara una crema para las marcas de la picana. Me dicen que se propone un acuerdo para preservar el gobierno nacional. Esta tregua, propuesta por Osatinsky, es aceptada por la jefatura quienes autorizan a que nosotros la comunicásemos. La tregua consistía en que Montoneros debía dejar de hacer ataques y que en D2 se parara con las torturas de sus compañeros y dejasen de estar incomunicados”. Como se observa Choux estaba al tanto no sólo de los tormentos que había sufrido Osatinsky porque éste no sólo lo manifestó en su presencia, sino que los signos del maltrato eran visibles. A ello debe sumarse que participó USO OFICIAL en la negociación para una tregua, en la que uno de sus términos consistía en la interrupción de los tormentos aplicados por parte del pesonal policial a su cargo a los montoneros detenidos junto a Osatinsky. Con lo dicho, no podemos más que concluir que cada uno de los episodios que se atribuyen a Alberto Luis Choux acontecieron en virtud de órdenes directas de éste a las autoridades del Departamento Informaciones Policiales, y de éstos a sus subordinados inmediatos, de actuar en cada caso privando clandestinamente de libertad a las víctimas, sometiéndolas a condiciones extremas de existencia, interrogándolas bajo tormentos y, según el caso, disponiendo finalmente su muerte. En este punto entiendo corresponde realizar una distinción en relación a los hechos que habrían atentado contra la honestidad de Gloria Alicia Di Rienzo y Miriam Lucía Salvador. En el requerimiento de instrucción de fs. 8982/94 la Sra. Fiscal, al describir la conducta que le habría cabido a Choux en tales eventos, lo ubica emitiendo las órdenes que finalmente culminaran en los ataques al pudor y la honestidad de las víctimas sobre los que ya nos explayáramos. Ahora bien, al profundizar sobre lo sucedido advertirmos que si bien no se tratarían de hechos aislados, tampoco podemos afirmar con el grado de probabilidad que requiere esta etapa que hechos de esta naturaleza integren el plexo de órdenes concretamente emitidas desde la autoridad policial. Pese a ello, entiendo que sí podemos afirmar, con grado de probabilidad, que la especial política de persecución de la subversión instalada por la cúpula policial que integraba Choux creó el ambiente propicio para que hechos de esta índole tuvieran lugar en la dependencia policial de inteligencia. Es así que la libertad otorgada a los efectivos policiales que revistaban en esta repartición para infligir sufrimientos de toda índole a quienes mantenían 177 cautivos, dio lugar a la posibilidad real no sólo de que estos hechos tuvieran lugar, sino también de que, luego de cometidos, ninguna consecuencia se aparejara a sus autores. Por lo dicho entiendo que – en lo que concierne a los hechos de abuso deshonesto que se le atribuyera a Choux – debe entenderse su intervención en los términos del art. 45 del C.P., esto es como partícipe necesario, entendiendo en este caso que el imputado Choux habría realizado un aporte indispensable – al crear las condiciones necesarias para la ocurrencia del delito – sin el que éste no habría podido cometerse en los términos que finalmente aconteció. Situación Procesal de Miguel Ángel Gómez Se atribuye a Miguel Ángel Gómez responsabilidad en relación a los hechos nominados en el presente decisorio bajo los números 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 22 (Allende y Bosco de Allende), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). En lo que concierne a los hechos 4, 5, 6, y 8 –en los que habrían resultado víctimas Cepeda, Acosta Pueyrredón, Di Ferdinando, Blinder y Jiménez Calderón- debe señalarse que no existen elementos que permiten vincular al imputado con intervención alguna en ellos. En efecto, los hechos señalados habrían tenido lugar entre los días 20 de agosto y 7 de septiembre de 1975, fechas en las que el imputado, conforme se desprende de las constancias de su legajo personal, aún no revistaba en el Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, sino que se encontraba prestando servicios en la ciudad de Río Cuarto (ver fs. 3.455/61 ). Similar temperamento debe adoptarse en relación al hecho nominado 22 –del que habrían resultado víctimas Allende y Bosco de Allende- hecho que habría acontecido el día 15 de diciembre de 1975. El legajo personal de Gómez indica que desde el 20 de noviembre de 1975 hasta el 31 de enero de 1976 fue dado de baja de la fuerza por pedido del propio imputado que aludió para ello motivos personales, siendo reincorporado recién el 1 de febrero de 1976. Es así que a la fecha de este suceso no se hallaba como miembro activo de la repartición, por lo que su intervención en este evento debe descartarse. De igual manera, respecto del hecho que nomináramos 51, del que según el relato de la Sra. Fiscal habría resultado víctima Barrionuevo, conforme lo indicáramos al analizar la existencia histórica de tales sucesos, éste no habría acontecido en los términos que lo requiriera la representante del Ministerio Público Fiscal, por lo que en este caso corresponde procesar a Gómez sólo en relación al delito de imposición de tormentos y disponer su sobreseimiento por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y homicidio calificado. 178 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Respecto de los demás hechos que se le endilgara, debe señalarse que el legajo personal de Miguel Ángel Gómez informa que éste se desempeñó en el Departamento Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba desde el 1 de febrero de 1976 hasta en 18 de abril de 1977. Asimismo, también se advierte que a la fecha de los hechos que nos ocupan, esto es entre el 25 de febrero y 19 de marzo de 1976 y los días subsiguientes, el nombrado se encontraba prestando servicios dentro del Departamento Informaciones sin haber dado parte de enfermo, ni hacer uso de licencia por causa alguna(ver fs. 3.455/61). A fin de indagar en la naturaleza de las funciones que asumiera Gómez dentro del cuerpo policial, señala su superior en su calificación del año 1975/76 que revistaba en la Sección Inteligencia, es decir que formaba parte de sus funciones el realizar labores investigativas, de inteligencia, que por esa época –conforme se desprende de la copiosa documentación aportada en los Memorandos de la Comunidad Informativa, integrada por los órganos de Inteligencia de las distintas fuerzas– estaba abocada a la identificación y detención de elementos subversivos. De igual manera, y a fin de evaluar la USO OFICIAL calidad de su aporte a la tarea emprendida, deben rescatarse los calificativos con que describieron sus superiores la labor que desplegara Gómez entre el 01/10/1975 y el 30/09/1976. Al respecto rescata el Segundo Jefe del Departamento, Comisario Principal Fernando J. Esteban, que el nombrado se encuentra “ampliamente compenetrado de la misión asignada”, agrega que “tiene amplios conocimientos profesionales. Es celoso en el cumplimiento del deber y posee gran espíritu de sacrificio”, finaliza aseverando su lealtad con sus superiores. Por su parte el Jefe del Departamento D.2, compartiendo los conceptos del Comisario Esteban agrega que su eficacia en la tarea y su colaboración ponen de relieve sus conocimientos profesionales. Ya nos hemos referido en párrafos anteriores a la naturaleza de los métodos utilizados dentro del Departamento Informaciones, circunstancia que nos llevan a inferir, con el grado de probabilidad requerido, que las elogiosas palabras de sus superiores dan cuenta de que el imputado había desarrollado los conocimientos “profesionales” necesarios para llevar adelante las ilegales y tormentosas prácticas que allí se desplegaban; que su celo, lealtad y profesionalismo –como también su compenetración en los objetivos– lo eran no sólo a la fuerza a la que pertenecía sino también a los tormentos y demás procedimientos ilegales allí practicados. Así, los testimonios glosados a la causa dan cabal cuenta de la materia de los “conocimientos profesionales” del imputado, declaraciones que permiten determinar que se le asignaban tareas en estricto contacto con los llamados “subversivos”, presumiblemente asumiendo principalmente tareas de interrogador. A fs. 14.085/89 nos encontramos con una fotocopia del testimonio rendido por Hugo Alberto Pujol en las actuaciones “Querella promovida contra el General (RE) D. Luciano Benjamín Menéndez y otros” (Expte 1-Q-84) en la que relata que luego de llegar al Departamento Informaciones, se procede a vendarlo y esposarlo, y se lo conduce a 179 una habitación pequeña en la que había una colchoneta mojada en el piso. A esta habitación comienzan a llegar hombres hasta completar un total de seis interrogadores (de los que sólo recuerda un nombre: El Gato). Que allí es acostado sobre la colchoneta donde le aplican la llamada “mojarrita” y golpes. Que luego lo trasladan a otra habitación donde le hacen el “submarino seco”. Por su parte, Pedro Nicolás Sayago declara a fs. 14.074 que durante los primeros días de detención se lo mantuvo vendado; que no fue objeto de golpes. Posteriormente fue llevado a otra habitación en que el dicente pide se le saque la venda, a lo que se accede y es interrogado por una persona que se dio a conocer como “capitán del ejército”. Relata que, en un momento, éste se retira e ingresa otro grupo de personas que lo vendan nuevamente, lo trasladan a otra habitación y lo golpean salvajemente. Recalca que de estas personas recuerda a una que se hacía llamar “El Gato” que se destacaba por su ferocidad en la golpiza. También María Teresa Sánchez, fs.14.077/79 recuerda e identifica entre los interrogadores el nombre de “Gómez”, a quien le decían “El Gato”. Por su parte Héctor Daniel Lerner describe en el relato que realizara ante la CONADEP que fue trasladado desde General Roca (Pcia de Río Negro) a la División Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba, indicando textualmente: “allí fui propiedad exclusiva de un torturador que se hacía llamar “Sargento Müller o el Gato”, el cual –o los cuales– (no puede precisar con exactitud si se trata de la misma persona por estar vendado y encapuchado con un pullover de lana) (...) le otorgó según sus propias palabras un “trato preferencial”. Indica que recibió torturas como “mojarrita, golpes, lastimaduras con clavos, etc. (ver fs. 14.070). Concordantemente, Luis Alberto Urquiza (fs. 8.061/4 y 8.065/8), quien previo desempeñarse como agente de guardia en el D2, quedó detenido en tales dependencias por “hecho subversivo” en el mes de noviembre de 1976, identifica a Miguel Angel Gómez como el “gato Gómez”, oriundo de la ciudad de Río Cuarto. Agrega respecto al “Gato”, que en el año 1976 tenía un hijo con una detenida que colaboraba con la policía. Que Gómez era sargento, alto, de aproximadamente 35 años en la época, canoso, labios muy gruesos y nariz prominente. Señala que una persona que, a pesar de su baja jerarquía, tenía mayor poder sobre la guardia y el resto del personal, que era temido por el hecho de ser el principal interrogador torturador del lugar. Recuerda que tenía una voz muy fuerte, muy identificable; que Gómez participó personalmente de las torturas sufridas por el testigo, en varias oportunidades. Afirma que una vez, antes de ser secuestrado, Urquiza pudo escuchar comentarios en la guardia, respecto a que Gómez se consideraba un profesional, jactándose que todos los interrogados habían confesado con él, agregando que eran pocos los que “se le habían ido”, en alusión a las personas que morían durante las sesiones de tortura. Manifiesta Urquiza que todos los presos de informaciones recuerdan a Gómez como “el gato”, siendo ése el sobrenombre mas escuchado. En similar sentido, David Andenmatten menciona a Miguel Angel Gómez -alias “el Gato”- entre los torturadores ( fs. 5.251/6), Carlos Alfredo De La Merced ( fs. 14.067/9 y 14.082/84) y José 180 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Martín Niztzschmann, detenido en mayo/76, quien individualiza al Gato entre quienes lo interrogaron y le aplicaron tormentos físicos (fs. 14.080/81). Concentrándonos en los dichos de algunas de las víctimas de la presente causa, cabe citar a Soledad Edelveis García, quien relata a fs. 309/13 y 13.513/17 diciendo “a mi me comenzaron a torturar sobre colchones húmedos, era una patota, daban muchas gritos, había uno grandote que se identificaba como “Gato Gómez” y daban vivas y hurras al nacionalsocialismo”. En similares términos se expresó Rafael Antonio Flores Montenegro (ver fs. 474/5) que recordó “…a las dos horas de haber empezado la tortura, me preguntan por Marcelo Tello, y el Gato Gómez, de quien era yo su presa, me dijo textualmente, junto a otro señor que estaba a su lado (…) a mi me torturaron varios, pero el Gato Gómez fue seguro porque Telleldín dijo: “Tráiganlo al Gato porque el Gato lo va a hacer hablar a este”. Todo lo dicho nos permiten dar afirmar –en el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa– que Miguel Ángel Gómez habría prestado servicios dentro del Departamento Informaciones Policiales (D2) durante el lapso de tiempo en que USO OFICIAL acontecieron los hechos que nos convocan, llevando adelante no sólo las tareas que legalmente le eran asignadas, sino participando activamente en las prácticas que allí eran de rigor, tanto en lo concerniente a la privación ilegítima de la libertad de quienes eran objeto de investigaciones de inteligencia por esa repartición, como en la interrogación de detenidos mediantes tormentos. Asimismo, y recordando que muchas de las víctimas que pasaron por las dependencias en las que se desempeñaba personal de Informaciones, ya sea en la sede del Departamento en el Pasaje Santa Catalina, ya sea en La Ribera o La Perla, aparecieron inexplicablemente muertos, o continúan en la actualidad en carácter de “desaparecidos”, todo nos lleva a la convicción de que resulta probable también su intervención en las circunstancias en que se dispuso lo necesario para la muerte de cada uno de ellos. | Por todo lo expuesto, estimo corresponde ordenar el procesamiento de Miguel Ángel Gómez como probable coautor penalmente responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad, tormentos y homicidio agravado, en relación a los hechos nominados 22, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 48, 49 y 50. Situación Procesal de Ricardo Cayetano Rocha En este apartado daremos cuenta de la situación procesal de Ricardo Cayetano Rocha, a quien se atribuye responsabilidad en relación a los hechos nominados en el presente decisorio bajo los números 2 (Osatinsky), 3 (familia Pujadas), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 28 (Scocco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y 181 Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). Su legajo personal indica que se incorporó al Departamento Informaciones Policiales el día 6 de agosto de 1975, permaneciendo en esa repartición hasta el 4 de mayo de 1977, y que allí se desempeñaba en la Brigada de Procedimientos de la División Investigación de la Información ( ver fs. 3.536/45). Asimismo, de tal instrumento se desprende que Rocha prestó servicios desde agosto de 1975 hasta Octubre de 1976, haciendo uso de su licencia anual de diez días correspondiente al año 1975 desde el 11 al 20 de diciembre de ese año ( ver fs. 3.536/45). Es así que tales constancias retiran al nombrado del escenario de los hechos en los que habrían resultado víctimas Alicia Esther de Cicco (hecho 20), José Luis Marzo (hecho 23), Orlando Alonso Martín (hecho 24), acontecidos respectivamente los días 12 y 16 de diciembre de 1975, debiéndose ordenar su sobreseimiento en relación a éstos. Sin perjuicio de lo señalado en el párrafo anterior, estimo corresponde sostener, con el grado de probabilidad que exige esta etapa, la intervención de Rocha en el episodio del que resultara víctima el matrimonio Allende/Bosco, que fuera aprehendido el día 15 de diciembre de 1975. En este sentido, valga recalcar que es posible presumir que este matrimonio permaneciera ilegítimamente privado de su libertad en dependencias de La Ribera, más allá de la fecha de reincorporación de Rocha a sus tareas habituales el 21 de diciembre de 1975. Esto así especialmente si se recuerda que este matrimonio fue luego visto en La Perla, dependencia castrense que habría comenzado a funcionar ya entrado el mes de marzo de ese año. En lo demás, todo nos lleva a inferir que, con el régimen de guardia propio de la repartición, estuvo presente durante los meses de agosto a diciembre de 1975 y de enero a marzo de 1976, cumpliendo sus tareas en esta dependencia policial. Del legajo también se desprende que en el Departamento de Inteligencia se le asignaron tareas que – lejos de resultar de corte administrativo – lo situaron en el centro de acción en la lucha contra la subversión. De ello dan cuenta las evaluaciones anuales de su actuación en tal dependencia entre el 1 de Octubre de 1974 y el 30 de Septiembre de 1975 y del 1 de Octubre de 1975 y el 30 de Septiembre de 1976 – período temporal que comprende los hechos sub examine – las que revelan que durante esos períodos se desempeñó en la Brigada Antisubversiva, mereciendo los calificativos de cumplidor y leal a sus superiores, con calificaciones de 9.80 y 8.90. Viene al caso transcribir las calificaciones 1975/1976, especialmente el comentario conceptual del Comisario Principal Fernando J. Esteban quien se expresó textualmente en estos términos: “el citado sub oficial pertenece a la División Investigación de la Información, revistando en la Brigada de Procedimiento. Es inteligente y se desempeña perfectamente en la misión asignada. Posee un gran espíritu de sacrificio; es honesto, trabajador y leal con sus 182 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 superiores”. Agrega a este concepto el Jefe del Departamento, Raúl P. Telleldín, “De acuerdo con la instancia anterior, se desempeña en las Brigadas de Procedimientos, en la lucha contra la subversión, con buenos conocimientos profesionales”. Lo señalado nos permite indicar que Rocha emprendía tareas específicas vinculadas a la actividad propia del Departamento Informaciones, el que por esas fechas estaba – como lo señaláramos en párrafos precedentes – abocado a la lucha contra la subversión. Sus tareas no habrían sido pasivas, tareas de oficina, sino que de los dichos de sus superiores puede afirmarse que se le confiaban procedimientos de “gran envergadura”, en contacto directo con los llamados “subversivos”. Es de destacar que – conforme ya lo señaláramos al analizar la aplicación de tormentos en esta dependencia policial – el personal del D2 practicaba allanamientos, realizaba detenciones y – especialmente – dirigía los interrogatorios de los detenidos. Las ilegales y crueles prácticas implementadas durante los interrogatorios no resultaban una cuestión oculta, ni exclusiva de algún funcionario policial. Por el contrario, los interrogatorios con tormentos eran diarios, las prácticas por demás conocidas no sólo USO OFICIAL por las víctimas, sino también por los efectivos policiales. De ello dan cuenta los testimonios de quienes pasaron por esta repartición en carácter de detenidos, al referir que los gritos de quienes eran sometidos a tortura eran constantes y desgarradores. Al punto IIIb, se citó gran cantidad de declaraciones en este sentido, a las que nos remitimos en honor a la brevedad. Como ya lo señaláramos al abordar la situación de Gómez, la lealtad, eficiencia, conocimientos profesionales – que rescatan sus superiores también en Rocha resultan aspectos a destacar en el marco de los hechos que investigamos, especialmente si se tiene en cuenta que la unidad policial de Investigaciones, en su lucha contra la subversión había adoptado una política de torturas, vejaciones y sufrimientos que se aplicaban a los detenidos en los interrogatorios, y que tales estrategias respondían a las directivas emanadas de las autoridades. En este marco, las cualidades que remarcan sus superiores que hiciera gala el imputado durante aquel período, nos permiten inferir su participación y colaboración con las tareas ilegales llevadas a cabo en la dependencia en la que prestaba servicios. De las palabras de sus superiores se deduce que - lejos de sentirse amenazados o cuestionados en las prácticas ilegales que implementaban - encontraron en el encartado un colaborador eficaz, leal, trabajador y conocedor del oficio. En lo que concierne al hecho nominado 2, del que habría resultado víctima Marcos Osatinsky, debemos señalar que – como lo señaláramos al momento de analizar la existencia de los hechos – esta víctima habría perecido en el marco de un enfrentamiento simulado, en las inmediaciones del puente Santa Fe fuera del ámbito del Departamento Informaciones Policiales. Es así que – conforme lo relata Moore en su documento, habrían participado en esta simulación algunos miembros del D2, entre los que menciona a Flores, Molina, Jabour y Herminio Jesús Antón. Es así, que – si bien existen 183 motivos para afirmar con grado de probabilidad, que Rocha habría intervenido en los diferentes episodios de interrogación y tormento de Osatinsky que habrían acontecido dentro del D2, no puede afirmarse con igual firmeza su intervención en las circunstancia en que se produjera su muerte, por lo que corresponde ordenar en relación a este último tramo del hecho, su sobreseimiento. De igual manera, al momento de reflexionar sobre la existencia del hecho 11 – en el que habrían resultado víctrimas Jensen y Pietragalla – establecimos que la prueba colectada en autos nos permite afirmar que luego de la detención de los nombrados y su alojamiento en el D2 – lugar en el que habrían sido sometidos a tormentos a tenor de lo que desarrollamos en los párrafos anteriores – fueron entregados a personal del Destacamento de Inteligencia 141. Es así que – en lo que concierne a Rocha – corresponde deslindar su responsabilidad en relación a los homicidios de los nombrados. Debemos realizar una reflexión particular respecto del hecho que nomináramos 51, del que según el relato de la Sra. Fiscal habría resultado víctima Barrionuevo, conforme lo indicáramos al analizar la existencia histórica de tales sucesos, éste no habría acontecido en los términos que lo requiriera la representante del Ministerio Público Fiscal, por lo que en este caso corresponde procesar a Rocha sólo en relación al delito de imposición de tormentos y disponer su sobreseimiento por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y homicidio calificado. Todo lo dicho nos permiten dar afirmar –con el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa– que Ricardo Cayetano Rocha habría prestado servicios dentro del Departamento Informaciones Policiales (D2) durante el lapso de tiempo en que acontecieron los hechos que nos convocan, llevando a adelante no sólo las tareas que legalmente le eran asignadas, sino participando activamente en las prácticas que allí eran de rigor, tanto en lo concerniente a la privación ilegítima de la libertad de quienes eran objeto de investigaciones de inteligencia por esa repartición, como en la interrogación de detenidos mediantes tormentos. Asimismo, y recordando que muchas de las víctimas que pasaron por las dependencias en las que se desempeñaba personal de Informaciones, ya sea en la sede del Departamento en el Pasaje Santa Catalina, ya sea en La Ribera o La Perla, aparecieron inexplicablemente muertos, o continúan en la actualidad en carácter de “desaparecidos”, todo nos lleva a la convicción de que resulta probable también su intervención en las circunstancias en que se dispuso lo necesario para la muerte de cada uno de ellos. Merece una reflexión especial el análisis de la intervención que le habría cabido a Ricardo Cayetano Rocha en relación al hecho nominado 9, esto es los atentados a la honestidad que habrían recibido Gloria Di Rienzo y Miriam Susana Salvador, la primera desde el mismo momento de su detención, y las dos durante su estadía en el D2. Así, Gloria Di Rienzo a fs. 7572/76 relata que el 13 de septiembre, al momento en que ingresara el personal policial a practicar el allanamiento en la vivienda de Luisa López Muñoz, luego de ser golpeada fue trasladada por el personal policial a la 184 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 cocina de la vivienda, lugar en el que tras ser sujetada por aproximadamente cinco personas fue obligada a succionarle al pene a Ricardo Cayetano Rocha – a quien reconoce a fs. 7660y a dos personas más que no pudo identificar. Tanto Di Rienzo como Salvador de Francisetti recuerdan en sus respectivos testimonios haber sido reiteradamente manoseadas por el personal policial en el D2, como así también señalan que en el escenario de interrogatorios bajo tormentos, habitualmente se le aplicaba la picana en zonas genitales, incluso en la vagina. Con lo dicho, entiendo que corresponde también ordenar el procesamiento del nombrado en relación al delito de abuso deshonesto (art. 127 del C.P.) agravado en virtud de lo dispuesto en el art. 122 del mismo cuerpo legal vigente al momento de los hechos. Situación Procesal de Calixto Luis Flores Se atribuye a Calixto Luis Flores responsabilidad en relación a los hechos nominados en el presente decisorio bajo los números 1 (Gómez y Maorenzik), 2 (Osatinsky), 3 (familia Pujadas), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 USO OFICIAL (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). Del legajo personal del imputado se advierte que prestó servicios dentro del Departamento Informaciones desde el 28 de mayo de 1972 y que permaneció allí hasta el 11 de enero de 1984. Esta circunstancia por sí misma revela que ya para el año 1976, Flores había adquirido una importante experiencia en las tareas desplegadas por esta dependencia. A fs. 9938 se indica que hizo uso de su licencia anual correspondiente al año 1973 desde el 31 de diciembre de 1975 al 15 de enero de 1976. No consta ninguna otra licencia por razones de enfermedad o de ningún otro tipo, lo que indica que desde marzo a diciembre de 1975 y desde el 16 de enero al 31 de marzo de 1976, con el régimen de guardia propio de la repartición, se encontraba de servicio en las fechas correspondientes a los hechos que se le atribuyen. No puede dejar de traerse a consideración la evaluación realizada por sus superiores por su desempeño en la dependencia policial durante los años 1975 y 1976 (ver fs. 3.492/503). En la evaluación del año 1974/1975 indica el 2° Jefe del Departamento, Comisario Principal Fernando José Esteban que el imputado “revista en la División Investigación de la Información como Sub encargado de la Sección de 185 Inteligencia, poniendo de manifiesto en el cumplimiento del deber sus amplios conocimientos profesionales, responsable, de amplio espíritu de sacrificio, celoso al máximo en el cumplimiento del deber y sobre trodo, leal a sus superiores. Por sus virtudes destaca entre sus camaradas”. Al año siguiente, el Comisario Esteban señala que Flores participaba en la Brigada de Procedimiento; lo que lo ubica directamente interviniendo en procedimientos de calle en procura de la detención de elementos subversivos. Así lo revela el comentario del 2° Jefe que destaca que Flores se encuentra “ampliamente compenetrado de la difícil y riesgosa tarea asignada”. Continúa la evaluación diciendo: “Es inteligente y tiene amplios conocimientos profesionales que le hacen sobresalir nítidamente del resto de sus compañeros. Celoso en el cumplimiento del deber y posee un gran espíritu de sacrificio. Es honesto, disciplinado, trabajador y muy leal con sus superiores”. Estas palabras, considerando lo que ya hemos reseñado en relación a la metodología llevada adelante por personal del D2, claramente revelan el compromiso con que el imputado se entregaba a este tipo de prácticas, al punto tal que no sólo cumplía con la labor asignada, sino que lo hacía destacándose entre sus propios compañeros. A esto también aporta el Jefe del Departamento, Inspector Mayor Raúl Telleldín, cuando elogia en el encartado su gran experiencia como interrogador, señalando que su labor en este sentido posibilitó procedimientos positivos. El comentario que desliza el Jefe del Departamento resulta por demás valioso. En primer lugar porque revela a las claras el tenor de las tareas asignadas a Flores. Así, advirtiendo que Flores revistaba como personal de Brigada de Procedimiento, y no como sumariante, no se comprende cómo –en un procedimiento legal y regular– éste tuviera la oportunidad de “interrogar” a algún imputado o testigo. Va de suyo, entonces, que subrepticiamente, el Jefe hace referencia a prácticas irregulares, que alude a aquellos interrogatorios bajo tormentos a los que ya hiciéramos referencia, circunstancia que también abona la probabilidad de que el imputado haya intervenido en los violentos episodios que conforman la plataforma fáctica de estos actuados, privando ilegítimamente de su libertad a las víctimas, interrogándolas bajo tormentos, y –en los casos que hemos señalado– procurando su muerte y hasta el ocultamiento de sus restos. Ahora bien, al momento de reflexionar sobre la existencia del hecho 11 – en el que habrían resultado víctrimas Jensen y Pietragalla – establecimos que la prueba colectada en autos nos permite afirmar que luego de la detención de los nombrados y su alojamiento en el D2 – lugar en el que habrían sido sometidos a tormentos a tenor de lo que desarrollamos en los párrafos anteriores – fueron entregados a personal del Destacamento de Inteligencia 141. Es así que – en lo que concierne a Flores – corresponde deslindar su responsabilidad en relación a los homicidios de los nombrados. Similar temperamento debe adoptarse respecto al hecho nominado 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán, Sinópoli), en el que en oportunidad de valorar la existencia histórica de éste, advertimos que la prueba colectada en autos indicaba que habría intervenido en su secuestro, tormentos y homicidio personal del Destacamento 141, sin encontrar elementos que vinculen 186 con tal evento al personal del Departamento Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Informaciones Policiales, circunstancia que determina que corresponda en el presente ordenar a su respecto el sobreseimiento de Flores. Respecto del hecho que nomináramos 51, del que según el relato de la Sra. Fiscal habría resultado víctima Barrionuevo, conforme lo indicáramos al analizar la existencia histórica de tales sucesos, éste no habría acontecido en los términos que lo requiriera la representante del Ministerio Público Fiscal, por lo que en este caso corresponde procesar a Flores sólo en relación al delito de imposición de tormentos y disponer su sobreseimiento por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y homicidio calificado. De igual manera cabe señalar que también debe atribuírsele a Flores participación en los hechos que tuvieron por víctimas a Gloria Di Rienzo y Miriam Liliana Salvador (hecho nominado 9), no sólo en lo que concierne a los tormentos que habrían recibido al momento de ser interrogadas, sino especialmente en lo que implica el trato que se les habría dispensado, en relación a su condición de mujeres. En este sentido, el relato de Gloria Di Rienzo es claro al indicar que desde el mismo momento de su detención fue USO OFICIAL obligada a succionarle el pene a tres efectivos policiales. Salvador cuenta que también fue obligada a idéntica práctica en el patio del D2. De igual manera, ambas relatan que reiteradamente fueron desvestidas completamente – especialmente a los fines de la interrogación con tormentos – y que fueron manoseadas y ridiculizadas, mereciendo de parte de sus captores epítetos denigrantes, de alto contenido sexual. Los relatos son contundentes al afirmar que estas prácticas no se realizaron en forma oculta y solitaria, sino que en todos los casos, fueron públicas y con la intervención de gran cantidad de efectivos policiales, circunstancia que nos permite sostener que no acontecieron excepcionalmente, sino que tuvieron lugar como una práctica habitual, consentida y conocida por los dependientes y las autoridades del Departamento Informaciones Policiales. Situación Procesal de Hugo Cayetano Britos Continuaremos el análisis abordando lo referente al encartado Hugo Cayetano Britos. Al respecto debe señalarse que su legajo personal indica que comenzó a prestar servicios en el Departamento Informaciones a partir del 14 de abril de 1976, y continuó en dicha repartición hasta el año 1985 (ver fs. 3.422/30). Es así que hasta el día 13 de abril de 1976 prestó servicios en Totoral, Departamento Tulumba. Lo dicho, resulta concluyente para excluir al nombrado de cualquier responsabilidad en relación a los hechos que componen la plataforma fáctica de estos actuados, tanto en relación a los hechos por los que fuera oportunamente indagado, nominados 15 (estudiantes bolivianos), 22 (Allende y Bosco de Allende), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo); como así también por aquellos hechos por los que la Sra. Fiscal lo requirió oportunamente, y respecto de los cuales no se 187 lo citó a indagatoria: hechos 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna) y 28 (Scocco, Mesagli y Almada). Situación Procesal de Carlos Alfredo Yanicelli Se atribuye participación a Carlos Alfredo Yanicelli en los hechos nominados 1 (Gómez y Maorenzik), 2 (Osatinsky), 3 (familia Pujadas), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). Su legajo personal indica que desde el 25 de julio de 1975, hasta el 1 de enero de 1982 se desempeñó en el Departamento Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba (fs. 3.412/21). Es decir que – a excepción del hecho nominado 1 (Gómez y Maorenzik)- que habría tenido lugar el 21 de marzo de 1975 y los días subsiguientes - en el lapso temporal que corresponde a los demás hechos que aquí investigamos en estas actuaciones, que va desde el 6 de agosto de 1975 al 19 de marzo de 1976, Yanicelli prestó servicios regularmente en la repartición. A esta afirmación también debe excepturase el período comprendido entre el 3 y el 23 de marzo de 1976, tiempo en el que el nombrado hizo uso de su licencia por vacaciones. Es así que su incorporación al D2 recién en julio de 1975, como su licencia por vacaciones en el mes de marzo de 1976 determinan que corresponde excluir a Yanicelli de toda intervención en los hechos nominados 1 (Gómez y Maorenzik), 37 (Duarte), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). Respecto de los demás hechos por los que fuera indagado, debe señalarse que su legajo policial informa que en el Departamento de Inteligencia tuvo a su cargo una Brigada Antisubversiva. En su evaluación correspondiente a los años 1974/1975 indica el Comisario Principal Esteban que “Revista en la División Investigación de la Información, encargado de la Brigada Antisubversiva n° 2, en sus tareas pone de manifiesto su alto grado de de capacidad profesional, respetuoso, celoso en el cumplimiento del deber, siempre dispuesto a aconsejar a sus subordinados, de un alto espíritu de sacrificio, honesto en sus procederes. Es muy leal con sus Superiores”. En sus calificaciones correspondientes al período 1975/1976 se destaca que con su Brigada logró procedimientos de gran envergadura (ver concepto del Ins. Mayor Telleldín). Se lo destaca por la “difícil tarea” que se le asignara. De igual manera, la evaluación conceptual de este período revela que mereció calificaciones de 9.20 y el comentario del Comisario Principal Fernando J. Esteban que se expresó textualmente en estos términos: “el citado oficial 188 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 auxiliar, oficia como segundo encargado de la División Investigación de la Información, poniendo a diario de manifiesto sus grandes conocimientos profesionales, demostrando estar compenetrado de la difícil tarea asignada. Es respetuoso con sus subordinados, inteligente y con gran capacidad de mando, a la vez que leal con sus superiores. Honesto, trabajador y dispuesto a colaborar en cuantas tareas le sean asignadas. Ejemplo de oficial”. Agrega a este concepto el Jefe del Departamento, Raúl P. Telleldín, “Conforme con la instancia anterior, el oficial tiene a su cargo una brigada contra la subversión, habiendo logrado procedimientos de gran envergadura, muy correcto, leal y con verdadera vocación.” ( ver fs. 3.412/21). Lo señalado nos permite indicar que Yanicelli emprendía tareas específicas vinculadas a la actividad propia del Departamento Investigaciones, el que por esas fechas estaba –como lo señaláramos en párrafos precedentes– abocado a la lucha contra la subversión. Sus tareas no habrían sido pasivas, tareas de oficina, sino que de los dichos de sus superiores puede afirmarse que se le confiaban procedimientos de “gran envergadura”, en contacto directo con los llamados “subversivos”. USO OFICIAL Los testimonios glosados a la causa dan cabal cuenta de la materia de los “conocimientos profesionales” del imputado, declaraciones que permiten determinar que se le asignaban tareas en estricto contacto con los llamados “subversivos”, interviniendo probablemente en la aplicación de tormentos a quienes eran interrogados. Así, Luis Alberto Urquiza, ex policía del D2, detenido posteriormente en esas dependencias, recuerda en relación a Yanicelli que mientras el testigo cumplía guardias, lo veía entrar y salir con motivo de los procedimientos de la patota. Yanicelli era oficial ayudante. Pudo verlo cuando ingresó numerosas veces con detenidos encapuchados. Recuerda que era una persona muy activa, salía y volvía todo el tiempo con gente secuestrada, que le ponía mucho empeño a su trabajo. Afirma Urquiza que Carlos Yanicelli participó más de una vez en las sesiones de torturas que a él se le aplicaron, pudo reconocerlo por la voz, ya que tiene una voz chillona, recordando que tanto Yanicelli como los demás torturadores se ensañaron especialmente con él, por el hecho que era empleado policial y lo consideraban un traidor. Agrega, asimismo, que Yanicelli tenía el pelo largo y barba, era un tipo delgado, de alta estatura y le decían “tucán” ( fs. 2.702/5, 2.706/11, 10.615/18 y 10.619/20). Es de destacar que –conforme ya lo señaláramos al analizar la aplicación de tormentos en esta dependencia policial– el personal del D2 practicaba allanamientos, realizaba detenciones y –especialmente– dirigía los interrogatorios de los detenidos. Las ilegales y crueles prácticas implementadas durante los interrogatorios no resultaban una cuestión oculta, ni exclusiva de algún funcionario policial. Por el contrario, los interrogatorios con tormentos eran diarios, las prácticas por demás conocidas no sólo por las víctimas, sino también por los efectivos policiales. De ello dan cuenta los testimonios de quienes pasaron por esta repartición en carácter de detenidos, al referir que los gritos de quienes eran sometidos a tortura eran constantes y desgarradores. Al examinar 189 los hechos, se citó gran cantidad de declaraciones en este sentido, a las que nos remitimos en honor a la brevedad. Como ya lo señaláramos al abordar la situación de otros imputados, la lealtad, eficiencia, conocimientos profesionales –que rescatan sus superiores también en Yanicelli- resultan aspectos a destacar en el marco de los hechos que investigamos, especialmente si se tiene en cuenta que la unidad policial de Informaciones, en su lucha contra la subversión, había adoptado una política de torturas, vejaciones y sufrimientos que se aplicaban a los detenidos en los interrogatorios, y que tales estrategias respondían a las directivas emanadas de las autoridades. De tal suerte, las cualidades que remarcan sus superiores que hiciera gala el imputado durante aquel período, nos permiten inferir su participación y colaboración con las tareas ilegales llevadas a cabo en la dependencia en la que prestaba servicios. De las palabras de sus superiores se deduce que -lejos de sentirse amenazados o cuestionados en las prácticas ilegales que implementaban- encontraron en el encartado un colaborador eficaz, leal, trabajador y conocedor del oficio. No puede soslayarse, finalmente, que el rol cumplido por Yanicelli no habría sido similar al de los demás coimputados pertenecientes a Informaciones, sino por el contrario –conforme surge de sus calificaciones- de notable mayor trascendencia, correspondiendo a un rango superior. En efecto, Yanicelli se desempeñaba como “segundo encargado” de la División Investigación de la Información”, división esta que, según resulta del examen de los diversos legajos policiales, habría incluido lo que en los conceptos vertidos por los jefes del Departamento, éstos denominan “brigadas de procedimiento” o “brigadas antisubversivas”, encontrándose Yanicelli también al tiempo de los hechos, a cargo de una brigada contra la subversión. Así pues, Yanicelli habría conducido “con gran capacidad de mando” y gozando del “respeto de sus subordinados” –tal como se consigna en su foja de servicios- el accionar de diversos de los coimputados que integraban la misma División, tales como Alberto Luis Lucero, Herminio Jesús Antón, Calixto Luis Flores, Miguel Ángel Gómez y Marcelo Luna, cuya participación en los hechos también es materia de pronunciamiento en el presente. En lo que concierne al hecho nominado 2, del que habría resultado víctima Marcos Osatinsky, debemos señalar que – como lo señaláramos al momento de analizar la existencia de los hechos – esta víctima habría perecido en el marco de un enfrentamiento simulado, en las inmediaciones del puente Santa Fe fuera del ámbito del Departamento Informaciones Policiales. Es así que – conforme lo relata Moore en su documento, habrían participado en esta simulación algunos miembros del D2, entre los que menciona a Flores, Molina, Jabour y Herminio Jesús Antón. Es así, que – si bien existen motivos para afirmar con grado de probabilidad, que Yanicelli habría intervenido en los diferentes episodios de interrogación y tormento de Osatinsky que habrían acontecido dentro del D2, no puede afirmarse con igual firmeza su intervención en las circunstancia en 190 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 que se produjera su muerte, por lo que corresponde ordenar en relación a este último tramo del hecho su sobreseimiento. De igual manera, al momento de reflexionar sobre la existencia del hecho 11 – en el que habrían resultado víctrimas Jensen y Pietragalla – establecimos que la prueba colectada en autos nos permite afirmar que luego de la detención de los nombrados y su alojamiento en el D2 – lugar en el que habrían sido sometidos a tormentos a tenor de lo que desarrollamos en los párrafos anteriores – fueron entregados a personal del Destacamento de Inteligencia 141. Es así que – en lo que concierne a Carlos A. Yanicelli – corresponde deslindar su responsabilidad en lo que concierne a los homicidios de los nombrados. Similar temperamento debe adoptarse en relación al hecho nominado 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán, Sinópoli), en el que en oportunidad de valorar la existencia histórica de éste, advertimos que la prueba colectada en autos indicaba que habría intervenido en su secuestro, tormentos y homicidio personal del Destacamento 141, sin encontrar elementos que vinculen con tal evento al personal del Departamento USO OFICIAL Informaciones Policiales, circunstancia que determina que corresponda en el presente ordenar a su respecto el sobreseimiento de Yanicelli. Por otra parte, cabe señalar que debe atribuírsele a Carlos Yanicelli participación en los hechos que tuvieron por víctimas a Gloria Di Rienzo y Miriam Liliana Salvador (hecho nominado 9), no sólo en lo que concierne a los tormentos que habrían recibido al momento de ser interrogadas, sino especialmente en lo que implica el trato que se les habría dispensado, en relación a su condición de mujeres. En este sentido, el relato de Gloria Di Rienzo es claro al indicar que desde el mismo momento de su detención fue obligada a succionarle el pene a tres efectivos policiales. Salvador cuenta que también fue obligada a idéntica práctica en el patio del D2. De igual manera, ambas relatan que reiteradamente fueron desvestidas completamente – especialmente a los fines de la interrogación con tormentos – y que fueron manoseadas y ridiculizadas, mereciendo de parte de sus captores epítetos denigrantes, de alto contenido sexual. Los relatos son contundentes al afirmar que estas prácticas no se realizaron en forma oculta y solitaria, sino que en todos los casos, fueron públicas y con la intervención de gran cantidad de efectivos policiales, circunstancia que nos permite sostener que no acontecieron excepcionalmente, sino que tuvieron lugar como una práctica habitual, consentida y conocida por los dependientes y las autoridades del Departamento Informaciones Policiales. Todo lo dicho nos permiten dar afirmar –en el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa– que Carlos Alfredo Yanicelli habría prestado servicios dentro del Departamento Informaciones Policiales (D2) durante el lapso de tiempo en que acontecieron los hechos que nos convocan, llevando a adelante no sólo las tareas que legalmente le eran asignadas, sino participando activamente en las prácticas que allí eran de rigor, tanto en lo concerniente a la privación ilegítima de la libertad de quienes eran objeto de investigaciones de inteligencia por esa repartición, como en la interrogación de 191 detenidos mediantes tormentos. Asimismo, y recordando que muchas de las víctimas que pasaron por las dependencias en las que se desempeñaba personal de Informaciones, ya sea en la sede del Departamento en el Pasaje Santa Catalina, ya sea en La Ribera o La Perla, aparecieron inexplicablemente muertos, o continúan en la actualidad en carácter de “desaparecidos”, todo nos lleva a la convicción que resulta probable también su intervención en las circunstancias en que se dispuso lo necesario para la muerte de cada uno de ellos. Situación Procesal de Marcelo Luna En lo que respecta a la situación procesal de Marcelo Luna, debo señalar en primer término que se le atribuye participación en relación a los hechos 1 (Gómez y Maorenzik), 2 (Osatinsky), 3 (familia Pujadas), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 22 (Allende y Bosco de Allende), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). El legajo personal del imputado determina que comenzó a prestar servicios en el Departamento Informaciones Policiales el día 22 de noviembre de 1974. Respecto de los sucesos que se le atribuyen, debe señalarse que - a la fecha en que habrían acontecido- esto es del 21 de marzo de 1975 al 10 de diciembre de 1976 y del 24 de enero al 19 de marzo de 1976, se desempeñó en primer lugar como encargado de la Sección Apoyo Técnico de la División Investigación de la Información y luego en la Brigada de Procedimiento o Brigada Antisubversiva, de dicha división (fs. 3.442/54), sin hacer uso en ese lapso - de licencias por vacaciones, enfermedad o cualquier otra causa, circunstancia que nos lleva a inferir que, con el régimen de guardia propio de la repartición, estuvo presente cumpliendo sus tareas en esta repartición policial sita en el Pasaje Santa Catalina del Centro de la ciudad. Ahora bien, en relación al hecho nominado 22 –del que habrían resultado víctimas Allende y Bosco de Allende- hecho que se habría inciado el día 15 de diciembre de 1975, indica el legajo personal que Luna tomó sus vacaciones desde el 11 de diciembre de 1975 hasta el 5 de enero de 1976. Es así que a la fecha de este suceso no se encontraba prestando servicio en la repartición, por lo que su intervención en este evento debe descartarse. Del legajo también se desprende que su actuación en el Departamento Investigaciones fue “muy meritoria”, señalándo sus superiores en relación a 192 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 su actuación profesional durante el año 1974/1975 que “cumple sus tareas con suma eficiciencia y corrección, demostrando su gran conocimiento profesional y espíritu de sacrificio, muy colaborador, y sobre todo, leal con sus superiores. Por sus condiciones profesionales sobresale entre sus camaradas”. Todo indica que sus éxitos profesionales en el D2 se sucedieron ya que con fecha 10 de noviembre de 1975 fue ascendido por “mérito extraordinario” y escasísimos meses más tarde, el 1 de febrero de 1976, fue premiado con un nuevo ascenso, también por “mérito extraordinario” (ver fs. 3.442/30). Así, respecto de su desempeño en los años 1975/1976 señala quien oficiaba de Segundo Jefe el Comisario Principal Fernando J. Esteban, que “El citado sub oficial pertenece a la División Investigación de la Información, revista en la Brigada Procedimientos, demuestra estar ampliamente compenetrado de la difícil y riesgosa tarea asignada. Es inteligente y tiene amplios conocimientos profesionales. Celoso en el cumplimiento del deber y posee un gran espíritu de sacrificio. Es honesto trabajador, disciplinado y muy leal con sus superiores”. Completa el concepto el Inspector Mayor Raúl P. Telleldín, Jefe del Dpto Informaciones del D2, que coincidiendo con el criterio de USO OFICIAL Esteban, agrega: “comparto la instancia anterior, el citado suboficial ha demostrado su valor y capacidad, y espíritu de compañerismo en los distintos enfrentamientos”. Lo señalado nos permite indicar que Marcelo Luna emprendía tareas específicas vinculadas a la actividad propia del Departamento Investigaciones, el que por esas fechas estaba – como lo señaláramos en párrafos precedentes – abocado a la lucha contra la subversión. Sus tareas no habrían sido pasivas, tareas de oficina, sino que de los dichos de sus superiores puede afirmarse que se le confiaban misiones de contacto directo con los llamados “subversivos”, y que en dicha tarea participaba con “valor y capacidad” de “enfrentamientos”. Es de destacar que – conforme ya lo señaláramos al analizar la aplicación de tormentos en esta dependencia policial – el personal del D2 practicaba allanamientos, realizaba detenciones y – especialmente – dirigía los interrogatorios de los detenidos. Las ilegales y crueles prácticas implementadas durante los interrogatorios no habrían resultado una cuestión oculta, ni exclusiva de algún funcionario policial. Por el contrario, los interrogatorios con tormentos habrían sido diarios, las prácticas por demás conocidas no sólo por las víctimas, sino también por los efectivos policiales. De ello dan cuenta los testimonios de quienes pasaron por esta repartición en carácter de detenidos, al referir que los gritos de quienes eran sometidos a tortura eran constantes y desgarradores. Al punto III.b se citó gran cantidad de declaraciones en este sentido, a las que nos remitimos en honor a la brevedad. Volviendo al estudio del legajo de Marcelo Luna, llama la atención que al evaluarlo sus superiores lo destacan como “colaborador, y sobre todo leal con sus superiores”, impresión del 2° Jefe Fernando J. Esteban, y como “muy correcto y subordinado”, según las palabras elegidas por el Comisario Américo Romano, para describirlo. La lealtad y subordinación resultan aspectos a destacar en el marco de los hechos que investigamos, especialmente si se tiene en cuenta que los nombrados Esteban y 193 Romano eran responsables de la unidad policial de Informaciones, y que – por ende – la política de torturas, vejaciones y sufrimientos que se aplicaban a los detenidos habría respondido a las directivas emanadas de estas autoridades.. Resulta de especial relevancia destacar, a fin de ilustrar las tareas a cargo de Luna como oficial del D2, la nota de felicitación suscripta por el Coronel Víctor Pino – Jefe del Regimiento de Infantería Aerotransportada II, obrante a fs. 62 del legajo policial de Marcelo Luna, resaltando la valiosa colaboración prestada por el oficial al Ejército durante el mes de febrero de 1976 y acabada vocación de servicio, evidenciando la “calidad del personal” que trabajaba por entonces en el Departamento Informaciones. En este marco la lealtad, compromiso y subordinación de Luna nos permite inferir su participación y colaboración con las tareas ilegales llevadas a cabo en la dependencia en que prestaba servicios. Sus superiores, lejos de verse amenazados o cuestionados en las prácticas ilegales que implementaban, vieron en el encartado un colaborador eficaz, útil, conocedor del oficio, “profesional”. De igual manera cabe señalar que también debe atribuírsele a Marcelo Luna participación en los hechos que tuvieron por víctimas a Gloria Di Rienzo y Miriam Liliana Salvador (hecho nominado 9), no sólo en lo que concierne a los tormentos que habrían recibido al momento de ser interrogadas, sino especialmente en lo que implica el trato que se les habría dispensado, en relación a su condición de mujeres. En este sentido, el relato de Gloria Di Rienzo es claro al indicar que desde el mismo momento de su detención fue obligada a succionarle el pene a tres efectivos policiales. Salvador cuenta que también fue obligada a idéntica práctica en el patio del D2. De igual manera, ambas relatan que reiteradamente fueron desvestidas completamente – especialmente a los fines de la interrogación con tormentos – y que fueron manoseadas y ridiculizadas, mereciendo de parte de sus captores epítetos denigrantes, de alto contenido sexual. Los relatos son contundentes al afirmar que estas prácticas no se realizaron en forma oculta y solitaria, sino que en todos los casos, fueron públicas y con la intervención de gran cantidad de efectivos policiales, circunstancia que nos permite sostener que no acontecieron excepcionalmente, sino que tuvieron lugar como una práctica habitual, consentida y conocida por los dependientes y las autoridades del Departamento Informaciones Policiales. En lo que concierne al hecho nominado 2, del que habría resultado víctima Marcos Osatinsky, debemos señalar que – como lo señaláramos al momento de analizar la existencia de los hechos – esta víctima habría perecido en el marco de un enfrentamiento simulado, en las inmediaciones del puente Santa Fe fuera del ámbito del Departamento Informaciones Policiales. Es así que – conforme lo relata Moore en su documento, habrían participado en esta simulación algunos miembros del D2, entre los que menciona a Flores, Molina, Jabour y Herminio Jesús Antón. Es así, que – si bien existen motivos para afirmar con grado de probabilidad, que Luna habría intervenido en los diferentes episodios de interrogación y tormento de Osatinsky que habrían acontecido dentro del D2, no puede afirmarse con igual firmeza su intervención en las circunstancia en 194 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 que se produjera su muerte, por lo que corresponde ordenar en relación a este último tramo del hecho su sobreseimiento. De igual manera, al momento de reflexionar sobre la existencia del hecho 11 – en el que habrían resultado víctrimas Jensen y Pietragalla – establecimos que la prueba colectada en autos nos permite afirmar que luego de la detención de los nombrados y su alojamiento en el D2 – lugar en el que habrían sido sometidos a tormentos a tenor de lo que desarrollamos en los párrafos anteriores – fueron entregados a personal del Destacamento de Inteligencia 141. Es así que – en lo que concierne a Luna – corresponde deslindar su responsabilidad en lo que concierne a los homicidios de los nombrados. Similar temperamento debe adoptarse en relación al hecho nominado 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán, Sinópoli), en el que en oportunidad de valorar la existencia histórica de éste, advertimos que la prueba colectada en autos indicaba que habría intervenido en su secuestro, tormentos y homicidio personal del Destacamento 141, sin encontrar elementos que vinculen con tal evento al personal del Departamento Informaciones Policiales, circunstancia que determina que corresponda en el presente USO OFICIAL ordenar a su respecto el sobreseimiento de Luna. Respecto del hecho que nomináramos 51, del que según el relato de la Sra. Fiscal habría resultado víctima Barrionuevo, conforme lo indicáramos al analizar la existencia histórica de tales sucesos, éste no habría acontecido en los términos que lo requiriera la representante del Ministerio Público Fiscal, por lo que en este caso corresponde procesar a Luna sólo en relación al delito de imposición de tormentos, disponiendo su sobreseimiento en relación a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y homicidio calificado Todo lo dicho nos permiten dar afirmar –en el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa– que Marcelo Luna habría prestado servicios dentro del Departamento Informaciones Policiales (D2) durante el lapso de tiempo en que acontecieron los hechos que nos convocan, llevando a adelante no sólo las tareas que legalmente le eran asignadas, sino participando activamente en las prácticas que allí eran de rigor, tanto en lo concerniente a la privación ilegítima de la libertad de quienes eran objeto de investigaciones de inteligencia por esa repartición, como en la interrogación de detenidos mediantes tormentos. Asimismo, y recordando que muchas de las víctimas que pasaron por las dependencias en las que se desempeñaba personal de Informaciones, ya sea en la sede del Departamento en el Pasaje Santa Catalina, ya sea en La Ribera o La Perla, aparecieron inexplicablemente muertos, o continúan en la actualidad en carácter de “desaparecidos”, todo nos lleva a la convicción que resulta probable también su intervención en las circunstancias en que se dispuso lo necesario para la muerte de cada uno de ellos. Situación Procesal de Ricardo Luis Hierling, Fernando Martín Rocha y Raúl Eduardo Yanicelli 195 Abordaremos en forma conjunta lo referente a la situación procesal de Hierling, Rocha y Yanicelli en virtud de que existen íntimas vinculaciones en su accionar que aconsejan tal procedimiento. Se les atribuye a los nombrados en esta actuaciones intervención en los hechos que nomináramos 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando) y 8 (Blinder y Jiménez Calderón). Ahora bien, cabe señalar que estos tres hechos presentan aspectos comunes, que nos permiten advertir la existencia de una idéntica metodología, que da cuenta de la existencia de una planificación previa a su ejecución, que involucra a los imputados sobre los en cada uno de ellos. En efecto, en estos tres hechos –muy próximos en el tiempo entre sí, ya que habrían acontecido entre el 20 de agosto y el 5 de septiembre de 1975- nos encontramos con la intervención de la Policía de la Provincia de Córdoba, específicamente con personal del Departamento Informaciones Policiales (D2) actuando en episodios que estarían vinculados a la lucha contra la subversión. En los tres casos, a escaso tiempo de las detenciones de las cuatro víctimas, todas aparecieron muertas, con claros signos de haber sido sometidas a tormentos, en las inmediaciones de la localidad de Villa Allende; esto es en territorio provincial de jurisdicción de la Comisaría Distrito V a cargo interinamente, por esa fecha, el prevenido Ricardo Hierling (Oficial Principal). Esta última circunstancia se desprende con claridad de las constancias de los sumarios policiales que en dicha dependencia se iniciaran en oportunidad de los hallazgos de los cuerpos sin vida de Acosta Pueyrredón y Di Ferdinando ( ver fs. 9.173/20). De tales sumarios se desprende la intervención del Oficial Principal Ricardo Luis Hierling, quien comisiona para la constatación de lo sucedido al coimputado Fernando Martín Rocha (Oficial Auxiliar), en el caso de Acosta Pueyrredón (ver fs. 2179 y vta), y al coencartado Raúl Yanicelli en oportunidad de la aparición del cuerpo sin vida de Di Ferdinando. También interviene Rocha en las actuaciones iniciadas con motivo del hallazgo por parte de un vecino de los cuerpos de Blinder y Jiménez Calderón. Ahora bien, en este punto debe señalarse que de acuerdo a las probanzas incorporadas a estas actuaciones, la participación de los nombrados en lo que refiere a estos acontecimientos, excede la pura constatación policial que se registra en los sumarios, permitiéndonos inferir – con el grado de probabilidad que requiere esta instancia – el aporte de los nombrados al menos prestando una ayuda posterior a la ejecución de los hechos que abordamos, en virtud de una promesa anterior a éstos. En efecto, todo nos lleva a entender que la aparición de los cuerpos en la jurisdicción de Villa Allende, y sus alrededores, no sería casual, como así tampoco resultaría fortuita la intervención de los encartados en cada caso, que efectivamente acarreó en cada una de las oportunidades la impunidad de los autores materiales. En este sentido debe valorarse, en primer lugar, el escaso celo puesto en evidencia al momento de intervenir en oportunidad de los homicidios. Así, debe 196 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 recordarse que resultan por demás sugestivas las consideraciones vertidas por Rocha en su exposición ante su Superior, quien relata al momento de hallar el cuerpo de Acosta Pueyrredón “que habiéndose tomado conocimiento en esta dependencia acerca de la existencia de un cadáver en Camino al Pan de Azúcar de esta jurisdicción…” omite dejar constancia de la persona que advirtió la existencia del cadáver, circunstancia por demás indispensable en el marco de la investigación que aparentan iniciar, ya que resultaría un testigo fundamental respecto del escenario del hallazgo, los pormenores del caso, del movimiento advertido en el lugar, como así también de la existencia de otros elementos o personas que hubieran podido resultar involucradas al hecho. Si bien se realizan las medidas de rutina, solicitando la intervención de la policía científica, luego de ello se paraliza la actividad investigativa, disponiendo el 15 de septiembre “dado lo infructuoso de las investigaciones y la fecha de las mismas se archivan en esta Dependencia a disposición del Magistrado interviniente hasta tanto surja alguna novedad al respecto”. Es decir que SIN DAR INTERVENCIÓN A LA JUSTICIA, SIN MEDIAR INVESTIGACÍON ALGUNA y luego de tan sólo poco más de veinte días, se archivó en la misma dependencia USO OFICIAL policial. Casi idéntica situación se verifica en el sumario labrado en oportunidad de encontrarse el cuerpo de Di Ferdinando. También en este caso, el oficial designado por Hierling – Raúl Yanicelli - quien, en forma similar a la anterior refiere que “con motivo de haberse tenido conocimiento que sobre ruta “Pan de Azúcar” se encontraba el cuerpo sin vida de una persona de sexo masculino …”, sin indicar tampoco en este caso quién dio la noticia del hallazgo, impidiendo de tal suerte indagar sobre los demás pormenores del suceso que podrían resultar útiles a la investigación. Las curiosidades no se detienen allí si se aprecia que luego de tomar declaración testimonial al padre de la víctima y dar intervención a los equipos técnicos para la elaboración del croquis del lugar y la realización de la autopsia al cadáver, Hierling ordena el 8 de Octubre de ese año - PASADO TAN SÓLO ALGO MÁS DE UN MES - el archivo de la investigación en esa dependencia policial, nuevamente SIN DAR INTERVENCIÓN ALGUNA A LA JUSTICIA. La cuestión se torna aún más evidente si se advierte el contraste existente entre los sumarios labrados en la Comisaría de Villa Allende que ya analizáramos, con el instruído por la Seccional 14 en oportunidad del hallazgo de los cadáveres de Blinder y Jiménez Calderón. En esta oportunidad, probablemente por un error de cálculo respecto de las respectivas jurisdicciones, los cuerpos fueron ultimados al parecer dos cuadras fuera de la jurisdicción de Villa Allende, y ya en territorio de la Seccional 14. Sin embargo, el hallazgo fue comunicado por una testigo a la Comisaría de Villa Allende, por lo que personal de ésta se constituyó ante la Seccional 14 para dar la noticia de los hechos. A partir de aquí, el Comisario Adolfo Báez a cargo de ésta comisiona personal para la investigación y da INMEDIATA INTERVENCIÓN al Juez de Instrucción de segunda nominación y al Sr. Agente Fiscal del Segundo Turno. Es aquí principalmente donde se 197 advierte el abismo que separa las dos primeras intervenciones policiales (realizadas respecto de los homicidios de Acosta Pueyrredón y Di Ferdinando) de la investigación realizada en el caso de Blinder y Jiménez Calderón, en el que se hace evidente la multiplicidad de probanzas que el juez ordena, como la inspección ocular en la morgue de la ropa que vestían las víctimas, la declaración testimonial de familiares y la interrogación de vecinos y del personal del club nocturno “Safari” respecto del movimiento de esa noche. En relación a esto último existen dos medidas probatorias dispuestas por el Juez de Instrucción de Segunda Nominación que llaman la atención, ya que ordena realizar una inspección ocular de los libros del Departamento Informaciones Policiales y del Comando Radioeléctrico, buscando efectivamente registros respecto de si en tales dependencias estuvieron detenidos Blinder y Jiménez Calderón. Si bien en ambos casos, la diligencia probatoria arrojó resultado negativo, resulta de extrema importancia indicar que ya en esa oportunidad el Magistrado encontró elementos para sospechar la probable intervención del personal policial, particularmente el perteneciente al D2 en este suceso. Asimismo, también debe valorarse en este punto la particular intervención que en este hecho le cabría a Fernando Rocha, quien aparece en la Seccional 14, espontáneamente, con los documentos de Blinder y Calderón, indicando que el día 7 de septiembre, alrededor de las 14.30 hs., cuando se encontraba patrullando la jurisdicción, encontró en el costado del camino, en inmediaciones de la calle 12 de Villa Allende Park y a unos 150 m de donde fueron encontrados los occisos, el DNI de Blinder y la cédula de identidad de Jiménez Calderón. También debe repararse en el dato que nos aporta Rocha indicándonos que patrullaba a 150 m del lugar donde aparecieran los cuerpos, lo que revela que a escasos metros de ese lugar comenzaba la jurisdicción de la Comisaría V de Villa Allende, circunstancia que refuerza la hipótesis de la existencia de un “error” de cálculo respecto de las jurisdicciones, que habría complicado la intervención de la policía de Villa Allende en este caso, el que – a diferencia de los anteriores- debió derivarse a la Seccional 14. Ahora bien, la existencia de un compromiso previo a la ejecución de los hechos puede facilmente colegirse a partir de las particulares vinculaciones que existían entre Hierling, Raúl Yanicelli y Rocha con el Departamento Informaciones Policiales. En este punto no puede dejar de advertirse que existen registros que nos permiten vincularlos directamente con las actividades desplegadas en el D2. Respecto de los dos primeros, debe señalarse que – pese a las constancias de sus respectivos legajos que indican que recién se habrían desempeñado en Informaciones en el año 1977 – Carlos Raimundo Moore los ubica interviniendo en el departamento de inteligencia policial ya en el mes de agosto de 1975 (ver fs. 1.754/87). Idéntica circunstancia concurre respecto de Fernando Martín Rocha, a quien Moore lo vincula también en agosto de 1975, interviniendo junto a personal de esa repartición en la detención de Osatinky el 6 de agosto de ese año, pese a que su legajo indica que a la fecha de estos hechos habría pertenecido a la Escuela de Suboficiales, y que se encontraba adscripto a la Comisaría de Villa Allende (ver fs. 330 del legajo de Hierling). 198 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 A fin de comprender esta metodología, que de alguna manera se aparta de lo que debió ser la lógica incluída en los legajos policiales registrando los destinos que correspondían a cada uno de los efectivos policiales, viene al caso retomar alguna de las cuestiones que ya expusiéramos en el punto III.a respecto al estado de situación que existía en la Provincia de Córdoba para el año 1975 en relación a la “lucha contra la subversión”. En este sentido, valga señalar que ya Moore en el documento que presentara ante el ACNUR indica que a partir del mes de agosto de 1975 “se impone la línea fascista o línea dura de los servicios de inteligencia del Ejército a nivel de Inteligencia Policial, produciéndose la intervención de Infomaciones y el relevo del Jefe – Inspector Mayor Ledesma- por el Comisario Inspector Pedro Raúl Telleldín, quien al hacerse cargo incorpora al Departamento Informaciones a las AAA y personal civil contratado…”En ese apartado Moore lista una serie de nombres, entre los que incluye personal policial y personal civil, que define como “contratado” que también habría prestado servicios en la repartición, colaborando con las tareas que allí se desplegaban. Lo dicho resulta un dato de suma relevancia a la hora de describir el particular funcionamiento USO OFICIAL de esta repartición, que incluía en los procedimientos que realizaba a personal ajeno a ésta. En esta situación se habrían encontrado los imputados Ricardo Hierling, Fernando Rocha y Raúl Yanicelli, quienes – probablemente simpatizando con la causa que ocupaba a la Sección de Inteligencia- habrían aportado, cuanto menos, colaboración a las tareas que allí se desplegaban, garantizándoles la impunidad. No resulta un dato menor que por los tres hechos a los que nos referimos se encuentra imputado Carlos Alfredo Yanicelli, hermano de Raúl Eduardo. Estas “simpatías”, que al parecer no fueron circunstanciales, merecieron por parte de la cúpula policial un reconocimiento expreso en lo que refiere a Hierling y a Yanicelli, destinándolos formalmente a la estructura del Departamento Informaciones con posterioridad. Así, Raúl Eduardo Yanicelli se incorporó al Departamento Informaciones el 5 de mayo de 1977 y Ricardo Hierling hizo lo propio durante el año 1977, a estar a las constancias de sus calificaciones correspondientes al período 1976/1977. Por su parte, respecto de Fernando Martín Rocha, relata Luis Alberto Urquiza ( ver fs. 14.090/1 y 14.092/95) que al ingresar a la fuerza policial en el año 1974, Rocha era instructor de la Escuela de Policía y tenía el grado de oficial auxiliar. Que Rocha se hacía llamar Dardo, tenía pelo oscuro, de estatura regular y delgado. Recuerda que fue su instructor durante tres meses, y que ya en esa época tuvo bastantes altercados con él, porque éste los calificó, junto a Arnau Zúñiga, Horacio Samamé y a Argüello, como elementos infiltrados dentro de la policía. Que esto se debió a que durante los cursos de instrucción estuvieron en desacuerdo con la metodología de enseñanza impartida por Rocha. Que recuerda que Fernando Martín Rocha personalmente le dijo “Urquiza, Ud. tiene que elegir entre ser estudiante o ser policía, no se puede ser las dos cosas en la vida”. Que es por esto que cuando ingresan a trabajar a la policía ya entran marcados como 199 infiltrados. Continua narrando que durante el año 1976 este Rocha trabajaba en el Comando Radioeléctrico y al segundo día de estar detenido, a Urquiza lo sientan en una silla y escucha la voz de Fernando Martín Rocha que le decía “Urquiza te acordás de mí, yo soy Rocha”, y comienza a pegarle una paliza terrible, quebrándole una costilla. Aclara que Fernando Martín Rocha entraba como quería al D2 porque había estado trabajando un tiempo en ese lugar. En similares términos se expresan Arnau Zúñiga, Horacio Samamé y a Argüello (ver fs. 14.207/12 , 14.213/18 y 14.219/23). Así las cosas, los elementos probatorios relevados nos permiten afirmar en grado de probabilidad la existencia de vinculaciones específicas entre los imputados Hierling, Rocha y Yanicelli con la actividad que se desplegaba en el Departamento Informaciones, circunstancia que – sumada a su particular intervención al momento del hallazgo de los cuerpos sin vida de Acosta Pueyrredón, Di Ferdinando, Blinder y Jiménez Calderón - aconsejan ordenar su procesamiento en relación a estos hechos, como partícipes secundarios a tenor de lo descripto en el art. 46 del C.P. Situación Procesal de Alfredo Bini Se atribuye responsabilidad a Bini en estos actuados en relación a los hechos nominados 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 8 (Blinder y Calderón), 19 (Taborda), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez) y 31 (Finger). Al ampliar su declaración indagatoria, el imputado reseñó la naturaleza de las funciones que prestara mientras se encontró revistando en el Departamento Informaciones Policiales (D2). Señala que prestó servicios en esta repartición desde el año 1959, aproximadamente tres meses después de haber ingresado a la Policía. Indica que desde sus inicios siempre se desempeñó en el Fichero y Archivo, tarea en la que comenzó primero bajo las órdenes del Oficial Principal Quiñones, como encargado del Archivo, cargo que luego él desempeñara al retirarse Quiñones. Resalta que desde 1963 como Jefe de la Sección Fichero y Archivo. Describe que su función era interna, totalmente administrativa, que trabajaba con el material que recibía procedente de las distintas secciones que efectuaban investigaciones que de acuerdo a su contenido se clasificaban en culturales, gremiales, políticos y al final, subversivos. Que la información tambén podía provenir de informes periodísticos. Que se elaboraban fichas y carpetas con la información recibida. Que nunca se trataba de información de delitos comunes, y sí se recopilaba toda la información proveniente de los medios relacionada a hechos subversivos. Relata que también cumplían requerimientos de informes provenintes de distintos organismos de seguridad y de la Justicia. Los dichos de Bini encuentran confirmación en las evaluaciones realizadas por sus superiores respecto de su actuación durante la época correspondiente a los hechos que se le endilgan, señalando el 2° Jefe, Comisario Ppal Esteban en el período 1974/1975 que “El citado oficial Jefe se encuentra a cargo de la Sección Registro Fichero y Archivo y Embarcadero, su espíritu de sacarificio, dedicación y corrección en sus procederes, demuestra el alto compenetramiento de su misión asignada. Honesto, leal y 200 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 respetuoso con sus superiores”. A ello agrega el Jefe del Departamento: “Dispone de conocimientos profesionales en lo que respecta a la tarea de su sección, logrando una organización completa de la subversión”. Al año siguiente, sus jefes se pronuncian en similares términos, nuevamente indicando que el nombrado se desempeña en la Sección Archivo y Fichero. A esto debe sumarse que – pese a la extensa investigación realizada en esta voluminosa causa – no ha podido recabarse elemento probatorio alguno que nos permita afirmar – con el grado de probabilidad que exige esta instancia – que Bini intervenía en las tareas de neto corte ilegal que, como ya lo describiérmos largamente en párrafos anteriores, se desplegaban cotidianamente en ese Departamente. Ningún testigo lo nombra en actividades distintas a las que el mismo menciona, nadie indica haberlo visto en procedimientos, interrogatorios, allanamientos, etc. Sus tareas parecen haberse limitado a la de la recolección del material de inteligencia, su sistematización y archivo. No me escapa la circunstancia que resulta poco probable que, dada su antigüedad en el D2, y la obviedad de lo que allí sucedía, sucesos como los que USO OFICIAL investigamos fueran ajenos a su conocimiento. Sin embargo, aún cuando pudiéramos dar por probada esta cuestión, esto resulta insuficiente para atribuirle participación en las acciones ilegales que nos ocupan. Recuérdese que el Departamento Informaciones se encontraba abocado a una tarea legal, esto es la lucha contra la subversión, aunque – conforme lo acreditáramos reiteradamente - la realizaba utilizando medios abiertamente ilegales. Esta indicación resulta de utilidad a fin de destacar que la labor propiamente de inteligencia, como seguramente también lo era la sistematización de documentación de todo tipo vinculado al fenómeno de la subversión, resulta lógica y adecuada a fin de avanzar sobre el objetivo de desbaratar las organizaciones armadas, por lo que los reproches sobre los que reiteradamente hemos avanzado en este decisorio no aluden a los objetivos con los que se había instruído a este Departamento de Inteligencia, sino que reparan profundamente en los aberrantes y delictivos modos y métodos utilizados por la institución policial para su logro. Por todo lo expuesto, entiendo que corresponde ordenar el sobreseimiento de Alfredo Bini en orden a los ilícitos por los que fuera indagado. Situación Procesal de Juan Eduardo Ramón Molina Se atribuye a Calixto Luis Flores responsabilidad en relación a los hechos nominados en el presente decisorio bajo los números 2 (Osatinsky), 3 (familia Pujadas), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y 201 Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). Del legajo personal del imputado se advierte que prestó servicios dentro del Departamento Informaciones desde el 17 de junio de 1975 y que permaneció allí hasta el 1 de enero de 1981. A fs. 9819 se indica que hizo uso de su licencia anual correspondiente al año 1975 desde el 29 de diciembre de 1975 al 20 de enero de 1976. No consta ninguna otra licencia por razones de enfermedad o de ningún otro tipo, lo que indica que desde marzo a diciembre de 1975 y desde el 20 de enero al 31 de marzo de 1976, con el régimen de guardia propio de la repartición, se encontraba de servicio en las fechas correspondientes a los hechos que se le atribuyen. No puede dejar de traerse a consideración la evaluación realizada por sus superiores por su desempeño en la dependencia policial durante los años 1975 y 1976 ( ver fs. 3.514/24). En la evaluación del año 1974/1975 indica el 2° Jefe del Departamento, Comisario Principal Fernando José Esteban que el imputado “revista en la División Seguridad e Instrucción, desempeñándose como sumariante, de gran espíritu de cooperación, en el cumplimiento de sus funciones pone de manifiesto su gran conocimiento profesional, de un alto espíritu de sacrificio, virtud esta que lo destaca entre sus camaradas, correcto en sus procederes y leal con sus superiores”. Al año siguiente, a la hora de evaluar su gestión dentro del D.2, expresa el Comisario Principal Esteban que se desempeña en la División Investigación de la Información, encontrándose totalmente compenetrado con la tarea asignada, destaca su celo en el cumplimiento del deber y su gran experiencia policial. Asimismo, refiere que también se actúa como sumariante ( ver fs. 3.514/24). Por su parte el Inspector Mayor Raúl Telleldín, Jefe del Departamento Informaciones, señala que Molina se integra una Brigada que lucha en contra de la subversión, habiéndose destacado en operativos de suma importancia. Claramente, entonces, podemos señalar que Molina asumía más de una función dentro del Departamento, ya que de los dichos de sus superiores se desprende que participaba de los operativos llevados adelante por una de las Brigadas – esto es: intervenía directamente en operativos de calle contra la subversión individualizando personas a detener, llevando adelante allanamientos, requisas, etc - a la par que también labraba sumarios. En este punto valga no sólo recordar los testimonios que transcribiéramos precedentemente de personas detenidas por personal de esta repartición y alojadas en sus dependencias, sino también hacer presente las múltiples referencias realizadas por estas mismas personas en relación a haberse visto obligadas a través de la tortura a suscribir actas de declaraciones –seguramente labradas por quienes tenían asignadas las funciones de sumariante– cuyo contenido desconocían, y que respondía a afirmaciones mendaces. En este mismo sentido, y reparando especialmente en las tareas que Molina desplegaba dentro del D2, debe señalarse que ha quedado debidamente demostrado 202 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 que a sus tareas de sumariante – seguramente cumplidas dentro de la sede del D2 – se le sumaban también tareas de calle, involucrándose directamente en procedimientos contra la subversión. En este sentido viene al caso considerar la nota agregada a fs. 5.877, en la que el Jefe del Departamento Informaciones Inspector Mayor Raúl P. Telleldín, informa al Juez Federal n° 1 que el oficial Ayudante Yamil Jabour y el oficial Sub-Ayudante Juan Eduardo Molina “se constituyeron en la finca de calle Tristán Narvaja n° 558 de B° San Vicente con el objeto de allanar la misma. Una vez en el lugar indicado y al tratar de llevar a cabo el procedimiento desde el interior de la finca descerrajan disparos de armas de fuego contra el personal actuante y acto seguido desde el interior de la finca a toda carrera sale una mujer portando una ametralladora (con la que disparaba) a la vez que arroja granadas para cubrir su huida y luego de un intenso intercambio de disparos se logra abatir a dicha mujer...”. La relevante intervención de Jabour y Molina en este procedimiento, motivó que los premiaran con un ascenso por mérito extraordinario ( ver fs. 5.878). De igual manera cabe señalar que también debe atribuírsele a Molina USO OFICIAL participación en los hechos que tuvieron por víctimas a Gloria Di Rienzo y Miriam Liliana Salvador (hecho nominado 9), no sólo en lo que concierne a los tormentos que habrían recibido al momento de ser interrogadas, sino especialmente en lo que implica el trato que se les habría dispensado, en relación a su condición de mujeres. En este sentido, el relato de Gloria Di Rienzo es claro al indicar que desde el mismo momento de su detención fue obligada a succionarle el pene a tres efectivos policiales. Salvador cuenta que también fue obligada a idéntica práctica en el patio del D2. Ambas relatan que reiteradamente fueron desvestidas completamente – especialmente a los fines de la interrogación con tormentos – y que fueron manoseadas y ridiculizadas, mereciendo de parte de sus captores epítetos denigrantes, de alto contenido sexual. Los relatos son contundentes al afirmar que estas prácticas no se realizaron en forma oculta y solitaria, sino que en todos los casos, fueron públicas y con la intervención de gran cantidad de efectivos policiales, circunstancia que nos permite sostener que no acontecieron excepcionalmente, sino que tuvieron lugar como una práctica habitual, consentida y conocida por los dependientes y las autoridades del Departamento Informaciones Policiales. En lo que concierne al hecho nominado 2, del que habría resultado víctima Marcos Osatinsky, debemos señalar que – como lo señaláramos al momento de analizar la existencia de los hechos – esta víctima habría perecido en el marco de un enfrentamiento simulado, en las inmediaciones del puente Santa Fe fuera del ámbito del Departamento Informaciones Policiales. Es así que – conforme lo relata Moore en su documento, habrían participado en esta simulación algunos miembros del D2, entre los que menciona a Flores, Molina, Jabour y Herminio Jesús Antón. Es así, que – si bien existen motivos para afirmar con grado de probabilidad, que Molina habría intervenido en los diferentes episodios de interrogación y tormento de Osatinsky que habrían acontecido dentro del D2, no puede afirmarse con igual firmeza su intervención en las circunstancia en 203 que se produjera su muerte, por lo que corresponde ordenar en relación a este último tramo del hecho su sobreseimiento. De igual manera, al momento de reflexionar sobre la existencia del hecho 11 – en el que habrían resultado víctrimas Jensen y Pietragalla – establecimos que la prueba colectada en autos nos permite afirmar que luego de la detención de los nombrados y su alojamiento en el D2 – lugar en el que habrían sido sometidos a tormentos a tenor de lo que desarrollamos en los párrafos anteriores – fueron entregados a personal del Destacamento de Inteligencia 141. Es así que – en lo que concierne a Molina – corresponde deslindar su responsabilidad en lo que concierne a los homicidios de los nombrados. Similar temperamento debe adoptarse en relación al hecho nominado 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán, Sinópoli), en el que en oportunidad de valorar la existencia histórica de éste, advertimos que la prueba colectada en autos indicaba que habría intervenido en su secuestro, tormentos y homicidio personal del Destacamento 141, sin encontrar elementos que vinculen con tal evento al personal del Departamento Informaciones Policiales, circunstancia que determina que corresponda en el presente ordenar a su respecto el sobreseimiento de Molina. Respecto del hecho que nomináramos 51, del que según el relato de la Sra. Fiscal habría resultado víctima Barrionuevo, conforme lo indicáramos al analizar la existencia histórica de tales sucesos, éste no habría acontecido en los términos que lo requiriera la representante del Ministerio Público Fiscal, por lo que en este caso corresponde procesar a Molina sólo en relación al delito de imposición de tormentos, disponiendo su sobreseimiento en relación a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y homicidio calificado Todo lo dicho nos permiten afirmar –en el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa– que Juan Eduardo Ramón Molina habría prestado servicios dentro del Departamento Informaciones Policiales (D2) durante el lapso de tiempo en que acontecieron los hechos que nos convocan, llevando a adelante no sólo las tareas que legalmente le eran asignadas, sino participando activamente en las prácticas que allí eran de rigor, tanto en lo concerniente a la privación ilegítima de la libertad de quienes eran objeto de investigaciones de inteligencia por esa repartición, como en la interrogación de detenidos mediantes tormentos. Asimismo, y recordando que muchas de las víctimas que pasaron por las dependencias en las que se desempeñaba personal de Informaciones, ya sea en la sede del Departamento en el Pasaje Santa Catalina, ya sea en La Ribera o La Perla, aparecieron inexplicablemente muertos, o continúan en la actualidad en carácter de “desaparecidos”, todo nos lleva a la convicción de que resulta probable también su intervención en las circunstancias en que se dispuso lo necesario para la muerte de cada uno de ellos. Situación Procesal de Alberto Luis Lucero Pesa sobre Alberto Luis Lucero, la imputación de los hechos nominados 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di 204 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). Su legajo da cuenta de que se desempeñó en el Departamento Informaciones desde el 27 de agosto de 1975, hasta el 23 de enero de 1979 (fs. 6159/60). De igual manera, su foja de faltas al servicio refleja que desde su ingreso, hasta el 9 de diciembre de 1976 prestó servicio regularmente, bajo el régimen habitual de guardias de la repartición, sin haber hecho uso de licencia por enfermedad o algún otro motivo. Del legajo también se desprende que en el Departamento de USO OFICIAL Inteligencia se le asignaron tareas comprometidas en la acción. La evaluación anual de su actuación en tal dependencia entre el 1 de Octubre de 1974 y el 30 de Septiembre de 1975 ( ver fs. 6159/60), indica que “Revista e la División Seguridad e Instrucción, desempeñándose como sumariante, tarea en la que pone de manifiesto sus conocimientos profesionales, celoso en el cumplimiento del deer y con gran sentido de cooperación, leal y respetuoso con sus superiores”. El comentario conceptual del Comisario Principal Fernando J. Esteban del año siguiente, textualmente refiere: “el citado agente pertenece a la División Investigación de la Información, revistando en la Brigada de Procedimiento, está ampliamente compenetrado de la difícil y riesgosa tarea asignada; demuestra gran conocimiento profesional. Es inteligente y celoso en el cumplimiento del deber, posee un gran espíritu de sacrificio, valorándose más las virtudes enumeradas teniendo en cuenta su condición de agente. Es honesto, trabajador, disciplinado y leal con sus superiores”. Agrega a este concepto el Jefe del Departamento, Raúl P. Telleldín, “De acuerdo con la instancia anterior, Pertenece a las Brigadas de Procedimientos, poniendo de manifiesto su valor y capacidad profesional en los enfrentamientos que se tuvo contra la subversión.” ( ver fs. 6160). Estas calificaciones transcriptas en el párrafo que antecede, revisten un especial interés en la presente en razón de que comprenden el período de los hechos que se le atribuyen y nos permite indicar que Lucero emprendía tareas específicas vinculadas a la actividad propia del Departamento Informaciones, el que por esas fechas estaba –como lo señaláramos en párrafos precedentes –abocado a la lucha contra la subversión. Sus tareas no habrían sido pasivas, tareas de oficina, sino que de los dichos de sus superiores puede afirmarse que se le confiaban misiones de contacto directo con los llamados “subversivos”, ya sea al intervenir como sumariante en los interrogatorios a los detenidos, ya sea en tareas de calle, y que su tarea era “difícil y riesgosa”. 205 Es de destacar que –conforme ya lo señaláramos al analizar la aplicación de tormentos en esta dependencia policial– el personal del D2 practicaba allanamientos, realizaba detenciones y –especialmente– dirigía los interrogatorios de los detenidos. Las ilegales y crueles prácticas implementadas durante los interrogatorios no resultaban una cuestión oculta, ni exclusiva de algún funcionario policial. Por el contrario, los interrogatorios con tormentos eran diarios, las prácticas por demás conocidas no sólo por las víctimas, sino también por los efectivos policiales. De ello dan cuenta los testimonios de quienes pasaron por esta repartición en carácter de detenidos, al referir que los gritos de quienes eran sometidos a tortura eran constantes y desgarradores. Al respecto ya se citó gran cantidad de declaraciones en este sentido, a las que nos remitimos en honor a la brevedad. Como ya lo señaláramos al abordar la situación de otros imputados, la lealtad –que rescatan sus superiores en Lucero- resultan aspectos a destacar en el marco de los hechos que investigamos, especialmente si se tiene en cuenta que la unidad policial de Informaciones en su lucha contra la subversión había adoptado una política de torturas, vejaciones y sufrimientos que se aplicaban a los detenidos en los interrogatorios, y que tales estrategias respondían a las directivas emanadas de las autoridades. En este marco, las cualidades destacadas en su foja de calificación y de las que hiciera gala el imputado durante aquel período, nos permiten inferir su participación y colaboración con las tareas ilegales llevadas a cabo en la dependencia en la que prestaba servicios. De las palabras de sus superiores se deduce que -lejos de sentirse amenazados o cuestionados en las prácticas ilegales que implementaban- encontraron en el encartado un colaborador eficaz, leal, trabajador y disciplinado. De igual manera cabe señalar que también debe atribuírsele a Lucero participación en los hechos que tuvieron por víctimas a Gloria Di Rienzo y Miriam Liliana Salvador (hecho nominado 9), no sólo en lo que concierne a los tormentos que habrían recibido al momento de ser interrogadas, sino especialmente en lo que implica el trato que se les habría dispensado, en relación a su condición de mujeres. En este sentido, el relato de Gloria Di Rienzo es claro al indicar que desde el mismo momento de su detención fue obligada a succionarle el pene a tres efectivos policiales. Salvador cuenta que también fue obligada a idéntica práctica en el patio del D2. Ambas relatan que reiteradamente fueron desvestidas completamente – especialmente a los fines de la interrogación con tormentos – y que fueron manoseadas y ridiculizadas, mereciendo de parte de sus captores epítetos denigrantes, de alto contenido sexual. Los relatos son contundentes al afirmar que estas prácticas no se realizaron en forma oculta y solitaria, sino que en todos los casos, fueron públicas y con la intervención de gran cantidad de efectivos policiales, circunstancia que nos permite sostener que no acontecieron excepcionalmente, sino que tuvieron lugar como una práctica habitual, consentida y conocida por los dependientes y las autoridades del Departamento Informaciones Policiales. 206 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Ahora bien, al momento de reflexionar sobre la existencia del hecho 11 – en el que habrían resultado víctrimas Jensen y Pietragalla – establecimos que la prueba colectada en autos nos permite afirmar que luego de la detención de los nombrados y su alojamiento en el D2 – lugar en el que habrían sido sometidos a tormentos a tenor de lo que desarrollamos en los párrafos anteriores – fueron entregados a personal del Destacamento de Inteligencia 141. Es así que – en lo que concierne a Lucero – corresponde deslindar su responsabilidad en lo que concierne a los homicidios de los nombrados. Similar temperamento debe adoptarse en relación al hecho nominado 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán, Sinópoli), en el que en oportunidad de valorar la existencia histórica de éste, advertimos que la prueba colectada en autos indicaba que habría intervenido en su secuestro, tormentos y homicidio personal del Destacamento 141, sin encontrar elementos que vinculen con tal evento al personal del Departamento Informaciones Policiales, circunstancia que determina que corresponda en el presente ordenar a su respecto el sobreseimiento de Lucero. Respecto del hecho que nomináramos 51, del que según el relato de USO OFICIAL la Sra. Fiscal habría resultado víctima Barrionuevo, conforme lo indicáramos al analizar la existencia histórica de tales sucesos, éste no habría acontecido en los términos que lo requiriera la representante del Ministerio Público Fiscal, por lo que en este caso corresponde procesar a Lucero sólo en relación al delito de imposición de tormentos, disponiendo su sobreseimiento en relación a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y homicidio calificado Todo lo dicho nos permiten afirmar –en el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa– que Alberto Luis Lucero habría prestado servicios dentro del Departamento Informaciones Policiales (D2) durante el lapso de tiempo en que acontecieron los hechos que nos convocan, llevando a adelante no sólo las tareas que legalmente le eran asignadas, sino participando activamente en las prácticas que allí eran de rigor, tanto en lo concerniente a la privación ilegítima de la libertad de quienes eran objeto de investigaciones de inteligencia por esa repartición, como en la interrogación de detenidos mediantes tormentos. Asimismo, y recordando que muchas de las víctimas que pasaron por las dependencias en las que se desempeñaba personal de Informaciones, ya sea en la sede del Departamento en el Pasaje Santa Catalina, ya sea en La Ribera o La Perla, aparecieron inexplicablemente muertos, o continúan en la actualidad en carácter de “desaparecidos”, todo nos lleva a la convicción de que resulta probable también su intervención en las circunstancias en que se dispuso lo necesario para la muerte de cada uno de ellos. Situación Procesal de Fernando Andrés Pérez Se atribuye a Fernando Andrés Pérez, la imputación de los hechos nominados 1 (Gómez y Maorenzik), 2 (Osatinsky), 3 (familia Pujadas), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y 207 Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). Su legajo policial nos informa que se desempeñó en el Departamento Informaciones desde el 29 de marzo de 1974, hasta el 16 de febrero de 1979 (fs. 3.525/35.). De igual manera, la foja correspondiente a faltas al servicio refleja en relación al período que trancurre entre el 21 de marzo de 1975 y el 19 de marzo de 1976, prestó servicio regularmente, bajo el régimen habitual de guardias de la repartición, haciendo solamente uso de su licencia por vacaciones entre el 10 de febrero y el 6 de marzo de 1976, sin solicitar licencia por enfermedad o algún otro motivo durante ese tiempo. Del legajo citado también se desprende que en el Departamento de Inteligencia se le asignaron tareas comprometidas directamente con la acción propia de éste. La evaluación anual de su actuación en tal dependencia entre el 1 de Octubre de 1974 y el 30 de Septiembre de 1975 ( ver fs. 3.525/35), indica que “Revista e la División Investigación de la Información como subencargado de la Sección Actividades Extremistas, haciéndolo con suma efeiciencia, de gran conocimientos profesionales, de un alto espíritu de colaboración y lealtad a sus superiores”. El comentario conceptual del Comisario Principal Fernando J. Esteban del año siguiente, textualmente refiere: “El citado sub oficial pertenece a la División Investigación de la Información, cumpliendo sus taras como segundo encargado de la Brigada de Procedimiento, demostrando estar compenetrado de la difícil y riesgosa función asignada. Es inteligencie y tiene un amplio conocimiento profesional. Celoso en el cumplimiento del deber y posee un gran espíritu de sacrificio. Es honesto, disciplinado, trabajador y muy leal con sus superiores”. ”. Agrega a este concepto el Jefe del Departamento, Raúl P. Telleldín, “Conforme con la instancia anterior, el citado suboficial se ha destacado en la lucha contra la subversión, demostrando su valor y capacidad profesional.” (ver fs.3525/35). Estas calificaciones transcriptas en el párrafo que antecede, revisten un especial interés en la presente en razón de que comprenden el período de los hechos que se le atribuyen y nos permite indicar que Pérez emprendía tareas específicas vinculadas a la actividad propia del Departamento Informaciones, el que por esas fechas estaba –como lo señaláramos en párrafos precedentes –abocado a la lucha contra la subversión. Sus tareas no habrían sido pasivas, tareas de oficina, sino que de los dichos de sus superiores puede afirmarse que se le confiaban misiones de contacto directo con los llamados “subversivos”. 208 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Es de destacar que –conforme ya lo señaláramos al analizar la aplicación de tormentos en esta dependencia policial– el personal del D2 practicaba allanamientos, realizaba detenciones y –especialmente– dirigía los interrogatorios de los detenidos. Las ilegales y crueles prácticas implementadas durante los interrogatorios no resultaban una cuestión oculta, ni exclusiva de algún funcionario policial. Por el contrario, los interrogatorios con tormentos eran diarios, las prácticas por demás conocidas no sólo por las víctimas, sino también por los efectivos policiales. De ello dan cuenta los testimonios de quienes pasaron por esta repartición en carácter de detenidos, al referir que los gritos de quienes eran sometidos a tortura eran constantes y desgarradores. Al respecto ya se citó gran cantidad de declaraciones en este sentido, a las que nos remitimos en honor a la brevedad. Como ya lo señaláramos al abordar la situación de otros imputados, la lealtad –que rescatan sus superiores en Pérez- resultan aspectos a destacar en el marco de los hechos que investigamos, especialmente si se tiene en cuenta que la unidad policial de Informaciones en su lucha contra la subversión había adoptado una política de torturas, USO OFICIAL vejaciones y sufrimientos que se aplicaban a los detenidos en los interrogatorios, y que tales estrategias respondían a las directivas emanadas de las autoridades. En este marco, las cualidades destacadas en su foja de calificación y de las que hiciera gala el imputado durante aquel período, nos permiten inferir su participación y colaboración con las tareas ilegales llevadas a cabo en la dependencia en la que prestaba servicios. De las palabras de sus superiores se deduce que -lejos de sentirse amenazados o cuestionados en las prácticas ilegales que implementaban- encontraron en el encartado un colaborador eficaz, leal, trabajador y disciplinado. Ahora bien, debe repararse especialmente en que los hechos que nomináramos 33 (Ricciardi/Caffani), 34 (Sciutto/Duclós), 35 (Nuñez Prado) y 36 (Chapeta Lario), habrían comenzado a ejecutarse a partir del día 25 de febrero. Es decir que, conforme lo señaláramos al analizar la existencia históricas de estos sucesos, todos habrían iniciado su proceso causal durante los últimos días en que Pérez se encontraba de licencia por vacaciones. Sin perjuicio de ello, estimo corresponde sostener la intervención de Fernando Andrés Pérez en estos episodios, en virtud de las modalidades que caracterizaban el accionar del D2. En este sentido, valga recalcar que es posible presumir que los matrimonios Caffani/Ricciardi y Sciutto/Duclós, permanecieron ilegítimamente privados de su libertad en dependencias de La Ribera, más allá del 27 de febrero de 1975. Esto así especialmente si se recuerda que ambos matrimonios fueron luego vistos en La Perla, dependencia castrense que habría comenzado a funcionar ya entrado el mes de marzo de ese año. De igual manera, a similar conclusión debemos arribar en relación a los hechos que involucaron a Nuñez Prado y Chapeta Lario – quienes fueron detenidos dentro de las cuarenta y ocho horas anteriores a la reincorporación de Pérez a sus tareas habituales, circunstancia que nos permite sostener con el grado de probabilidad que caracteriza esta 209 etapa que resulta probable que la tarea de interrogación se prolongara más allá de esos dos primeros días de su detención, situación que lo ubica nuevamente a Fernando Andrés Pérez interviendo activamente en las tareas propias de esa repartición policial. De igual manera cabe señalar que también debe atribuírsele a Pérez participación en los hechos que tuvieron por víctimas a Gloria Di Rienzo y Miriam Liliana Salvador (hecho nominado 9), no sólo en lo que concierne a los tormentos que habrían recibido al momento de ser interrogadas, sino especialmente en lo que implica el trato que se les habría dispensado, en relación a su condición de mujeres. En este sentido, el relato de Gloria Di Rienzo es claro al indicar que desde el mismo momento de su detención fue obligada a succionarle el pene a tres efectivos policiales. Salvador cuenta que también fue obligada a idéntica práctica en el patio del D2. Ambas relatan que reiteradamente fueron desvestidas completamente – especialmente a los fines de la interrogación con tormentos – y que fueron manoseadas y ridiculizadas, mereciendo de parte de sus captores epítetos denigrantes, de alto contenido sexual. Los relatos son contundentes al afirmar que estas prácticas no se realizaron en forma oculta y solitaria, sino que en todos los casos, fueron públicas y con la intervención de gran cantidad de efectivos policiales, circunstancia que nos permite sostener que no acontecieron excepcionalmente, sino que tuvieron lugar como una práctica habitual, consentida y conocida por los dependientes y las autoridades del Departamento Informaciones Policiales. En lo que concierne al hecho nominado 2, del que habría resultado víctima Marcos Osatinsky, debemos señalar que – como lo señaláramos al momento de analizar la existencia de los hechos – esta víctima habría perecido en el marco de un enfrentamiento simulado, en las inmediaciones del puente Santa Fe fuera del ámbito del Departamento Informaciones Policiales. Es así que – conforme lo relata Moore en su documento, habrían participado en esta simulación algunos miembros del D2, entre los que menciona a Flores, Molina, Jabour y Herminio Jesús Antón. Es así, que – si bien existen motivos para afirmar con grado de probabilidad, que Pérez habría intervenido en los diferentes episodios de interrogación y tormento de Osatinsky que habrían acontecido dentro del D2, no puede afirmarse con igual firmeza su intervención en las circunstancia en que se produjera su muerte, por lo que corresponde ordenar en relación a este último tramo del hecho su sobreseimiento. De igual manera, al momento de reflexionar sobre la existencia del hecho 11 – en el que habrían resultado víctrimas Jensen y Pietragalla – establecimos que la prueba colectada en autos nos permite afirmar que luego de la detención de los nombrados y su alojamiento en el D2 – lugar en el que habrían sido sometidos a tormentos a tenor de lo que desarrollamos en los párrafos anteriores – fueron entregados a personal del Destacamento de Inteligencia 141. Es así que – en lo que concierne a Pérez – corresponde deslindar su responsabilidad en lo que concierne a los homicidios de los nombrados. Similar temperamento debe adoptarse en relación al hecho nominado 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán, Sinópoli), en el que en oportunidad de valorar la 210 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 existencia histórica de éste, advertimos que la prueba colectada en autos indicaba que habría intervenido en su secuestro, tormentos y homicidio personal del Destacamento 141, sin encontrar elementos que vinculen con tal evento al personal del Departamento Informaciones Policiales, circunstancia que determina que corresponda en el presente ordenar a su respecto el sobreseimiento de Fernando Andrés Pérez. Respecto del hecho que nomináramos 51, del que según el relato de la Sra. Fiscal habría resultado víctima Barrionuevo, conforme lo indicáramos al analizar la existencia histórica de tales sucesos, éste no habría acontecido en los términos que lo requiriera la representante del Ministerio Público Fiscal, por lo que en este caso corresponde procesar a Pérez sólo en relación al delito de imposición de tormentos, disponiendo su sobreseimiento en relación a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y homicidio calificado Todo lo dicho nos permiten afirmar –en el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa– que Fernando Andrés Pérez habría prestado servicios dentro del Departamento Informaciones Policiales (D2) durante el lapso de tiempo en que USO OFICIAL acontecieron los hechos que nos convocan, llevando a adelante no sólo las tareas que legalmente le eran asignadas, sino participando activamente en las prácticas que allí eran de rigor, tanto en lo concerniente a la privación ilegítima de la libertad de quienes eran objeto de investigaciones de inteligencia por esa repartición, como en la interrogación de detenidos mediantes tormentos. Asimismo, y recordando que muchas de las víctimas que pasaron por las dependencias en las que se desempeñaba personal de Informaciones, ya sea en la sede del Departamento en el Pasaje Santa Catalina, ya sea en La Ribera o La Perla, aparecieron inexplicablemente muertos, o continúan en la actualidad en carácter de “desaparecidos”, todo nos lleva a la convicción de que resulta probable también su intervención en las circunstancias en que se dispuso lo necesario para la muerte de cada uno de ellos. Situación Procesal de Eduardo Grandi Pesa sobre Eduardo Grandi la imputación de los hechos nominados 1 (Gómez y Maorenzik), 2 (Osatinsky), 3 (familia Pujadas), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). Su legajo policial nos informa que se desempeñó en el Departamento Informaciones desde el 1 de agosto de 1966, hasta el 23 de agosto de 1984 (fs. 5783/97). De igual manera, la foja correspondiente a faltas al servicio refleja en relación al período 211 que trancurre entre el 21 de marzo de 1975 y el 19 de marzo de 1976, prestó servicio regularmente, bajo el régimen habitual de guardias de la repartición, haciendo solamente uso de su licencia por vacaciones entre el 11 y el 31 de diciembre de 1975, sin solicitar licencia por enfermedad o algún otro motivo durante ese tiempo. Es así, que corresponde deslindar su responsabilidad en relación a los hechos comprendidos en el espacio temporal en el que se encontró de vacaciones; esto es por el hechos que nomináramos 26 (Canfaila), respecto del que corresponde ordenar su sobreseimiento a tenor de lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N. Igual temperamento debe adoptarse en relación a los hechos 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), los que habrían acontecido mientras Grandi se encontraba fuera de la Provincia de Córdoba, realizando un curso en Buenos Aires en la Escuela Nacional de Inteligencia (ver fs. 5790). Del legajo citado también se desprende que en el Departamento de Inteligencia se le asignaron tareas comprometidas directamente con la acción propia de éste. La evaluación anual de su actuación en tal dependencia entre el 1 de Octubre de 1974 y el 30 de Septiembre de 1975 (ver fs. 5793/95), indica que “se encuentra a cargo de la Brigada Anti subversiva n° 1 desempeñándose con suma eficiencia demostrando su gran conocimiento profesional. Es honesto y leal con sus superiores”. A lo que Telleldín agrega: “es un oficial que pone de manifiesto en forma permanente sus conocimientos profesionales, a cargo de la Brigada Antisubversiva”. El comentario conceptual del Comisario Principal Fernando J. Esteban del año siguiente, textualmente refiere: “El citado oficialtiene a su cargo la División Reunión, desempeñándose con absoluta corrección y máxima lealtad a sus superiores inmediatos, elaborándose en dicha repartición los panoramas subversivos, polícitos, gremial y cultural, como así también las órdenes de búsquedas. Honesto, responsable y leal a sus superiores. Ha realizado curso en la Escuela Nacional de Inteligencia del Ministerio del Interior”. ”. Agrega a este concepto el Jefe del Departamento, Raúl P. Telleldín, “Conforme con la instancia anterior, es un oficial que ha puesto de manifiesto su responsabilidad y capacidad en la lucha contra la subversión.” (ver fs.3788/9). Estas calificaciones transcriptas en el párrafo que antecede, revisten un especial interés en la presente en razón de que comprenden el período de los hechos que se le atribuyen y nos permite indicar que Grandi emprendía tareas específicas vinculadas a la actividad propia del Departamento Informaciones, el que por esas fechas estaba –como lo señaláramos en párrafos precedentes– abocado a la lucha contra la subversión. Sus tareas no habrían sido pasivas, tareas de oficina, sino que de los dichos de sus superiores puede afirmarse que se le confiaban misiones de contacto directo con los llamados “subversivos”. Esta circunstancia se encuentra ratificada por las constancias documentales obrantes en las numerosas causas penales que se tramitaron con motivo de la ley 20.840, en las que se 212 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 aprecia al imputado participando directamente en procedimientos, detenciones e interrogatorios. Si a eso se agrega que, en muchos casos, los detenidos por estas causas denunciaron haber sufrido apremios y tormentos durante su paso en el D2, nos encontramos ante un nuevo elemento de cargo, que nos permite inferir la participación de Grandi en los hechos que nos ocupan. A modo de ejemplo, citamos las constancias del sumario de prevención n° 213/26 del Departamento de Informaciones Policiales D-2, que luego diera origen a los “MUÑOZ, MARÍA DEL ROSARIO MIGUEL Y OTROS P.SS.AA. ASOCIACIÓN ILÍCITA CALIFICADA E INF. LEY 20.840” (Expte. Nº 86-M-75) tramitado ante el Juzgado Federal Nº 1; en el sumario de prevención n° 225/26 del Departamento de Informaciones Policiales D-2 que luego originara la causa DIAZ FLORENCIO psa ASOCIACION ILICITA” (Expte. Nº 3-D-76) tramitados ante el Juzgado Federal Nº 2; sumario de prevención (n° 226/26) del Departamento de Informaciones Policiales D-2 que luego se tramitara como autos “FUNES, JOSE CRISTIAN Y OTROS. P.SS.AA. ASOCIACIÓN ILÍCITA, TENENCIA DE ARMAS Y MUNICION DE GUERRA, TENENCIA DE EXPLOSIVOS E INF. LEY 20.840” (Expte. 19-F-76), USO OFICIAL tramitados ante el Juzgado Federal Nº 1; sumario de prevención (n° 182/22) del Departamento de Informaciones Policiales D-2, caratulado luego ANGEL, ABDO, MOISES WILLIAMS P.SS.AA. “MOZE, MIGUEL ASOCIACION ILICITA Y FALSIFICACIÓN DE DOCUMENTO PÚBLICO” (Expte. Nº69-M-75) tramitados por ante el Juzgado Federal Nº 2; sumario de prevención n°108/18 del D2, que originó los autos “ZORRILLA CLAUDIO ANIBAL y otros p.ss.aa. de Participación en Robo Calificado y Asociación Ilícita” (Expte. N°6-Z-74) tramitados ante el Juzgado Federal de Bell Ville (ver certificado agregado a fs. 13.344/363). Es de destacar que –conforme ya lo señaláramos al analizar la aplicación de tormentos en esta dependencia policial– el personal del D2 practicaba allanamientos, realizaba detenciones y –especialmente– dirigía los interrogatorios de los detenidos. Las ilegales y crueles prácticas implementadas durante los interrogatorios no resultaban una cuestión oculta, ni exclusiva de algún funcionario policial. Por el contrario, los interrogatorios con tormentos eran diarios, las prácticas por demás conocidas no sólo por las víctimas, sino también por los efectivos policiales. De ello dan cuenta los testimonios de quienes pasaron por esta repartición en carácter de detenidos, al referir que los gritos de quienes eran sometidos a tortura eran constantes y desgarradores. Al respecto ya se citó gran cantidad de declaraciones en este sentido, a las que nos remitimos en honor a la brevedad. Como ya lo señaláramos al abordar la situación de otros imputados, la lealtad –que rescatan sus superiores en Grandi- resultan aspectos a destacar en el marco de los hechos que investigamos, especialmente si se tiene en cuenta que la unidad policial de Informaciones en su lucha contra la subversión había adoptado una política de torturas, vejaciones y sufrimientos que se aplicaban a los detenidos en los interrogatorios, y que tales estrategias respondían a las directivas emanadas de las autoridades. 213 En este marco, las cualidades destacadas en su foja de calificación y de las que hiciera gala el imputado durante aquel período, nos permiten inferir su participación y colaboración con las tareas ilegales llevadas a cabo en la dependencia en la que prestaba servicios. De las palabras de sus superiores se deduce que -lejos de sentirse amenazados o cuestionados en las prácticas ilegales que implementaban- encontraron en el encartado un colaborador eficaz, leal, trabajador y disciplinado. De igual manera cabe señalar que también debe atribuírsele a Grandi participación en los hechos que tuvieron por víctimas a Gloria Di Rienzo y Miriam Liliana Salvador (hecho nominado 9), no sólo en lo que concierne a los tormentos que habrían recibido al momento de ser interrogadas, sino especialmente en lo que implica el trato que se les habría dispensado, en relación a su condición de mujeres. En este sentido, el relato de Gloria Di Rienzo es claro al indicar que desde el mismo momento de su detención fue obligada a succionarle el pene a tres efectivos policiales. Salvador cuenta que también fue obligada a idéntica práctica en el patio del D2. Ambas relatan que reiteradamente fueron desvestidas completamente – especialmente a los fines de la interrogación con tormentos – y que fueron manoseadas y ridiculizadas, mereciendo de parte de sus captores epítetos denigrantes, de alto contenido sexual. Los relatos son contundentes al afirmar que estas prácticas no se realizaron en forma oculta y solitaria, sino que en todos los casos, fueron públicas y con la intervención de gran cantidad de efectivos policiales, circunstancia que nos permite sostener que no acontecieron excepcionalmente, sino que tuvieron lugar como una práctica habitual, consentida y conocida por los dependientes y las autoridades del Departamento Informaciones Policiales. En relación al hecho nominado 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán, Sinópoli), en el que en oportunidad de valorar la existencia histórica de éste, advertimos que la prueba colectada en autos indicaba que habría intervenido en su secuestro, tormentos y homicidio personal del Destacamento 141, sin encontrar elementos que vinculen con tal evento al personal del Departamento Informaciones Policiales, circunstancia que determina que corresponda en el presente a su respecto el sobreseimiento del encartado. Respecto del hecho que nomináramos 51, del que según el relato de la Sra. Fiscal habría resultado víctima Barrionuevo, conforme lo indicáramos al analizar la existencia histórica de tales sucesos, éste no habría acontecido en los términos que lo requiriera la representante del Ministerio Público Fiscal, por lo que en este caso corresponde procesar a Grandi sólo en relación al delito de imposición de tormentos, disponiendo su sobreseimiento en relación a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y homicidio calificado Todo lo dicho nos permiten afirmar –en el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa– que Eduardo Grandi habría prestado servicios dentro del Departamento Informaciones Policiales (D2) durante el lapso de tiempo en que acontecieron los hechos que nos convocan, llevando a adelante no sólo las tareas que 214 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 legalmente le eran asignadas, sino participando activamente en las prácticas que allí eran de rigor, tanto en lo concerniente a la privación ilegítima de la libertad de quienes eran objeto de investigaciones de inteligencia por esa repartición, como en la interrogación de detenidos mediantes tormentos. Asimismo, y recordando que muchas de las víctimas que pasaron por las dependencias en las que se desempeñaba personal de Informaciones, ya sea en la sede del Departamento en el Pasaje Santa Catalina, ya sea en La Ribera o La Perla, aparecieron inexplicablemente muertos, o continúan en la actualidad en carácter de “desaparecidos”, todo nos lleva a la convicción de que resulta probable también su intervención en las circunstancias en que se dispuso lo necesario para la muerte de cada uno de ellos. Situación Procesal de Yamil Jabour Pesa sobre Jabour la imputación de los hechos nominados 2 (Osatinsky), 3 (familia Pujadas), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 USO OFICIAL (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). Su legajo policial nos informa que se desempeñó en el Departamento Informaciones desde el 18 de junio de 1975, hasta el 11 de enero de 1984 (fs. 5866/82). De igual manera, la foja correspondiente a faltas al servicio refleja en relación al período que trancurre entre el 6 de agosto de 1975 y el 19 de marzo de 1976, prestó servicio regularmente, bajo el régimen habitual de guardias de la repartición, haciendo solamente uso de su licencia por vacaciones entre el 4 y el 10 de noviembre de 1975, sin solicitar licencia por enfermedad o algún otro motivo durante ese tiempo. Del legajo citado también se desprende que desde su incorporación tuvo una muy destacada labor en el Departamento de Inteligencia. La evaluación anual de su actuación en tal dependencia entre el 1 de Octubre de 1974 y el 30 de Septiembre de 1975 (ver fs. 5874/5 ), indica que “Revista en la División Seguridad e Instrucción, desempeñándose como sumariante. Tarea en la que pone de manifiesto su gran conocimiento profesional, responsable y muy celoso en el cumplimiento del deber, de gran espíritu de colaboración y leal con sus Superiores”. A lo que Telleldín agrega: “es un oficial muy responsable, leal y de mucha iniciativa”. En muy similares términos se pronuncia al año siguiente el Comisario Principal Fernando J. Esteban al realizar su evaluación conceptual, agregando el Jefe del Departamento, Raúl P. Telleldín, “Conforme 215 con la instancia anterior, es un oficial que ha puesto de manifiesto su verdadera vocación profesional en tareas especiales conra la subversión, dentro y fuera de la Provincia.” (ver fs.5873). Estas calificaciones transcriptas en el párrafo que antecede, revisten un especial interés en la presente en razón de que comprenden el período de los hechos que se le atribuyen y nos permite indicar que Jabour emprendía tareas específicas vinculadas a la actividad propia del Departamento Informaciones, el que por esas fechas estaba –como lo señaláramos en párrafos precedentes– abocado a la lucha contra la subversión. Sus tareas no habrían sido pasivas, tareas de oficina, sino que de los dichos de sus superiores puede afirmarse que se le confiaban misiones de contacto directo con los llamados “subversivos”. Esta circunstancia se encuentra ratificada por las constancias documentales obrantes en las numerosas causas penales que se tramitaron con motivo de la ley 20.840, en las que se aprecia al imputado participando directamente en procedimientos, detenciones e interrogatorios. Si a eso se agrega que, en muchos casos, los detenidos por estas causas denunciaron haber sufrido apremios y tormentos durante su paso en el D2, nos encontramos ante un nuevo elemento de cargo, que nos permite inferir la participación de Jabour en los hechos que nos ocupan (ver certificado de fs. 13.344/363). En este mismo sentido, y reparando especialmente en las tareas que Jabour desplegaba dentro del D2, debe señalarse que ha quedado debidamente demostrado que a sus tareas de sumariante – seguramente cumplidas dentro de la sede del D2 – se le sumaban también tareas de calle, involucrándose directamente en procedimientos contra la subversión. En este sentido viene al caso considerar la nota agregada a fs. 5877, en la que el Jefe del Departamento Informaciones Inspector Mayor Raúl P. Telleldín, informa al Juez Federal n° 1 que el oficial Ayudante Yamil Jabour y el oficial Sub-Ayudante Juan Eduardo Molina “se constituyeron en la finca de calle Tristán Narvaja n° 558 de B° San Vicente con el objeto de allanar la misma. Una vez en el lugar indicado y al tratar de llevar a cabo el procedimiento desde el interior de la finca descerrajan disparos de armas de fuego contra el personal actuante y acto seguido desde el interior de la finca a toda carrera sale una mujer portando una ametralladora (con la que disparaba) a la vez que arroja granadas para cubrir su huida y luego de un intenso intercambio de disparos se logra abatir a dicha mujer...”. La relevante intervención de Jabour y Molina en este procedimiento, motivó que los premiaran con un ascenso por mérito extraordinario (ver fs. 5878). Es de destacar que –conforme ya lo señaláramos al analizar la aplicación de tormentos en esta dependencia policial– el personal del D2 practicaba allanamientos, realizaba detenciones y –especialmente– dirigía los interrogatorios de los detenidos. Las ilegales y crueles prácticas implementadas durante los interrogatorios no resultaban una cuestión oculta, ni exclusiva de algún funcionario policial. Por el contrario, los interrogatorios con tormentos eran diarios, las prácticas por demás conocidas no sólo por las víctimas, sino también por los efectivos policiales. De ello dan cuenta los testimonios de quienes pasaron por esta repartición en carácter de detenidos, al referir que 216 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 los gritos de quienes eran sometidos a tortura eran constantes y desgarradores. Al respecto ya se citó gran cantidad de declaraciones en este sentido, a las que nos remitimos en honor a la brevedad. Como ya lo señaláramos al abordar la situación de otros imputados, la lealtad –que rescatan sus superiores en Jabour- resultan aspectos a destacar en el marco de los hechos que investigamos, especialmente si se tiene en cuenta que la unidad policial de Informaciones en su lucha contra la subversión había adoptado una política de torturas, vejaciones y sufrimientos que se aplicaban a los detenidos en los interrogatorios, y que tales estrategias respondían a las directivas emanadas de las autoridades. En consecuencia, las cualidades destacadas en su foja de calificación y de las que hiciera gala el imputado durante aquel período, nos permiten inferir su participación y colaboración con las tareas ilegales llevadas a cabo en la dependencia en la que prestaba servicios. De las palabras de sus superiores se deduce que -lejos de sentirse amenazados o cuestionados en las prácticas ilegales que implementaban- encontraron en el encartado un colaborador eficaz, leal, trabajador y disciplinado. USO OFICIAL Ahora bien, al momento de reflexionar sobre la existencia del hecho 11 – en el que habrían resultado víctrimas Jensen y Pietragalla – establecimos que la prueba colectada en autos nos permite afirmar que luego de la detención de los nombrados y su alojamiento en el D2 – lugar en el que habrían sido sometidos a tormentos a tenor de lo que desarrollamos en los párrafos anteriores – fueron entregados a personal del Destacamento de Inteligencia 141. Es así que – en lo que concierne a Jabour – corresponde deslindar su responsabilidad en lo que concierne a los homicidios de los nombrados. Similar temperamento debe adoptarse en relación al hecho nominado 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán, Sinópoli), en el que en oportunidad de valorar la existencia histórica de éste, advertimos que la prueba colectada en autos indicaba que habría intervenido en su secuestro, tormentos y homicidio personal del Destacamento 141, sin encontrar elementos que vinculen con tal evento al personal del Departamento Informaciones Policiales, circunstancia que determina que corresponda en el presente ordenar a su respecto el sobreseimiento de Yamil Jabour. Por el contrario, estimo que debe atribuírsele a Jabour participación en los hechos que tuvieron por víctimas a Gloria Di Rienzo y Miriam Liliana Salvador (hecho nominado 9), no sólo en lo que concierne a los tormentos que habrían recibido al momento de ser interrogadas, sino especialmente en lo que implica el trato que se les habría dispensado, en relación a su condición de mujeres. En este sentido, el relato de Gloria Di Rienzo es claro al indicar que desde el mismo momento de su detención fue obligada a succionarle el pene a tres efectivos policiales. Salvador cuenta que también fue obligada a idéntica práctica en el patio del D2. Ambas relatan que reiteradamente fueron desvestidas completamente – especialmente a los fines de la interrogación con tormentos – y que fueron manoseadas y ridiculizadas, mereciendo de parte de sus captores epítetos denigrantes, de alto contenido sexual. Los relatos son contundentes al afirmar que estas prácticas no se 217 realizaron en forma oculta y solitaria, sino que en todos los casos, fueron públicas y con la intervención de gran cantidad de efectivos policiales, circunstancia que nos permite sostener que no acontecieron excepcionalmente, sino que tuvieron lugar como una práctica habitual, consentida y conocida por los dependientes y las autoridades del Departamento Informaciones Policiales. Respecto del hecho que nomináramos 51, del que según el relato de la Sra. Fiscal habría resultado víctima Barrionuevo, conforme lo indicáramos al analizar la existencia histórica de tales sucesos, éste no habría acontecido en los términos que lo requiriera la representante del Ministerio Público Fiscal, por lo que en este caso corresponde procesar a Jabour sólo en relación al delito de imposición de tormentos, disponiendo su sobreseimiento en relación a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y homicidio calificado Todo lo dicho nos permiten afirmar –en el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa– que Yamil Jabour habría prestado servicios dentro del Departamento Informaciones Policiales (D2) durante el lapso de tiempo en que acontecieron los hechos que nos convocan, llevando a adelante no sólo las tareas que legalmente le eran asignadas, sino participando activamente en las prácticas que allí eran de rigor, tanto en lo concerniente a la privación ilegítima de la libertad de quienes eran objeto de investigaciones de inteligencia por esa repartición, como en la interrogación de detenidos mediantes tormentos. Asimismo, y recordando que muchas de las víctimas que pasaron por las dependencias en las que se desempeñaba personal de Informaciones, ya sea en la sede del Departamento en el Pasaje Santa Catalina, ya sea en La Ribera o La Perla, aparecieron inexplicablemente muertos, o continúan en la actualidad en carácter de “desaparecidos”, todo nos lleva a la convicción de que resulta probable también su intervención en las circunstancias en que se dispuso lo necesario para la muerte de cada uno de ellos. Situación Procesal de Herminio Jesús Antón Pesa sobre el encartado la imputación de los hechos nominados: 1 (Gómez y Maorenzik), 2 (Osatinsky), 3 (familia Pujadas), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). Su legajo policial nos informa que se desempeñó en el Departamento Informaciones desde el 18 de septiembre de 1974, hasta el 11 de febrero de 1988 (fs. 218 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 5914/26). De igual manera, la foja correspondiente a faltas al servicio refleja en relación al período que trancurre entre el 21 de marzo de 1975 y el 19 de marzo de 1976, prestó servicio regularmente, bajo el régimen habitual de guardias de la repartición, a excepción del período comprendido entre el 22 de Octubre y el 22 de Noviembre de 1975, en que realizó en Capital Federal un curso de Inteligencia en la Policía Federal Argentina, y de los días en que hizo uso de su licencia por vacaciones entre el 16 y el 27 de febrero de 1976. Del legajo citado también se desprende que desde su incorporación tuvo una muy destacada labor en el Departamento de Inteligencia, y que se encontraba al frente mismo de la lucha contra la subversión. La evaluación anual de su actuación en tal dependencia entre el 1 de Octubre de 1974 y el 30 de Septiembre de 1975 (ver fs. 5921/23), indica que “… revista en la División Investigación de la Información, cumpliendo las funciones de Sub encargado de la Brigada Antisubversiva n° 1, de gran conocimiento profesional y espíritu de sacrificio, celoso al máximo en el cumplimiento de sus funciones, siempre dispuesto a colaborar con sus superiores, de gran sentido de responsabilidad, virtudes que lo hacen destacarse entre sus camaradas. Es leal y respetuoso con sus USO OFICIAL superiores”. A lo que Telleldín agrega: “Muy responsable, sabe cumplir las órdenes y ha realizado procedimientos de envergadura, demostrando de tal modo su capacidad”. En muy similares términos se pronuncia al año siguiente el Comisario Principal Fernando J. Esteban, indicando “el citado suboficial pertenece a la División Investigación de la Información, revistando en la Sección Inteligencia, demuestra estar ampliamente compenetrado de la difícil tarea asignada. Es inteligente y posee un gran sentido de compañerismo. Es honesto, laborioso y muy leal con sus superiores”, agregando el Jefe del Departamento, Raúl P. Telleldín, “De acuerdo con la instancia anteior, el citado Suboficial pertenece a la Sección Ingteligencia, posee grandes conocimientos profesionales y se ha destacado en la lucha contra la subversión” (ver fs.5919/20). Estas calificaciones transcriptas en el párrafo que antecede, revisten un especial interés en la presente en razón de que comprenden el período de los hechos que se le atribuyen y nos permite indicar que Antón emprendía tareas específicas vinculadas a la actividad propia del Departamento Informaciones, el que por esas fechas estaba –como lo señaláramos en párrafos precedentes– abocado a la lucha contra la subversión. Sus tareas no habrían sido pasivas, tareas de oficina, sino que de los dichos de sus superiores puede afirmarse que se le confiaban misiones de contacto directo con los llamados “subversivos”. Esta circunstancia se encuentra ratificada por las constancias documentales obrantes en las numerosas causas penales que se tramitaron con motivo de la ley 20.840, en las que se aprecia al imputado participando directamente en procedimientos, detenciones e interrogatorios. Si a eso se agrega que, en muchos casos, los detenidos por estas causas denunciaron haber sufrido apremios y tormentos durante su paso en el D2, nos encontramos ante un nuevo elemento de cargo, que nos permite inferir la participación de Antón en los hechos que nos ocupan (ver certificado de fs. 13.344/363). 219 Es de destacar que –conforme ya lo señaláramos al analizar la aplicación de tormentos en esta dependencia policial– el personal del D2 practicaba allanamientos, realizaba detenciones y –especialmente– dirigía los interrogatorios de los detenidos. Las ilegales y crueles prácticas implementadas durante los interrogatorios no resultaban una cuestión oculta, ni exclusiva de algún funcionario policial. Por el contrario, los interrogatorios con tormentos eran diarios, las prácticas por demás conocidas no sólo por las víctimas, sino también por los efectivos policiales. De ello dan cuenta los testimonios de quienes pasaron por esta repartición en carácter de detenidos, al referir que los gritos de quienes eran sometidos a tortura eran constantes y desgarradores. Al respecto ya se citó gran cantidad de declaraciones en este sentido, a las que nos remitimos en honor a la brevedad. Como ya lo señaláramos al abordar la situación de otros imputados, la lealtad –que rescatan sus superiores en Antón - resultan aspectos a destacar en el marco de los hechos que investigamos, especialmente si se tiene en cuenta que la unidad policial de Informaciones en su lucha contra la subversión había adoptado una política de torturas, vejaciones y sufrimientos que se aplicaban a los detenidos en los interrogatorios, y que tales estrategias respondían a las directivas emanadas de las autoridades. En consecuencia, las cualidades destacadas en su foja de calificación y de las que hiciera gala el imputado durante aquel período, nos permiten inferir su participación y colaboración con las tareas ilegales llevadas a cabo en la dependencia en la que prestaba servicios. De las palabras de sus superiores se deduce que -lejos de sentirse amenazados o cuestionados en las prácticas ilegales que implementaban- encontraron en el encartado un colaborador eficaz, leal, trabajador y disciplinado. Ahora bien, debe repararse especialmente en que los hechos que nomináramos 33 (Ricciardi/Caffani), 34 (Sciutto/Duclós), 35 (Nuñez Prado) y 36 (Chapeta Lario), habrían comenzado a ejecutarse a partir del día 25 de febrero (hecho 33). Es decir que, conforme lo señaláramos al analizar la existencia históricas de estos sucesos, todos habrían iniciado su proceso causal durante los últimos días en que Antón se encontraba de licencia por vacaciones. Sin perjuicio de ello, estimo corresponde sostener la intervención de Antón en estos episodios, en virtud de las modalidades que caracterizaban el accionar del D2. En este sentido, valga recalcar que es posible presumir que los matrimonios Caffani/Ricciardi y Sciutto/Duclós, permanecieron ilegítimamente privados de su libertad en dependencias de La Ribera, más allá del 27 de febrero de 1975. Esto así especialmente si se recuerda que ambos matrimonios fueron luego vistos en La Perla, dependencia castrense que habría comenzado a funcionar ya entrado el mes de marzo de ese año. De igual manera, a similar conclusión debemos arribar en relación a los hechos que involucaron a Nuñez Prado y Chapeta Lario – quienes fueron detenidos dentro de las cuarenta y ocho horas anteriores a la reincorporación de Antón a sus tareas habituales, circunstancia que nos permite sostener con el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa que resulta 220 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 probable que la tarea de interrogación se prolongara más allá de esos dos primeros días de su detención, situación que lo ubica nuevamente a Herminio Jesús Antón interviendo activamente en las tareas propias de esa repartición policial. De igual manera cabe señalar que también debe atribuírsele a Antón participación en los hechos que tuvieron por víctimas a Gloria Di Rienzo y Miriam Liliana Salvador (hecho nominado 9), no sólo en lo que concierne a los tormentos que habrían recibido al momento de ser interrogadas, sino especialmente en lo que implica el trato que se les habría dispensado, en relación a su condición de mujeres. En este sentido, el relato de Gloria Di Rienzo es claro al indicar que desde el mismo momento de su detención fue obligada a succionarle el pene a tres efectivos policiales. Salvador cuenta que también fue obligada a idéntica práctica en el patio del D2. Ambas relatan que reiteradamente fueron desvestidas completamente – especialmente a los fines de la interrogación con tormentos – y que fueron manoseadas y ridiculizadas, mereciendo de parte de sus captores epítetos denigrantes, de alto contenido sexual. Los relatos son contundentes al afirmar que estas prácticas no se realizaron en forma oculta y solitaria, sino que en todos los casos, fueron USO OFICIAL públicas y con la intervención de gran cantidad de efectivos policiales, circunstancia que nos permite sostener que no acontecieron excepcionalmente, sino que tuvieron lugar como una práctica habitual, consentida y conocida por los dependientes y las autoridades del Departamento Informaciones Policiales. Ahora bien, al momento de reflexionar sobre la existencia del hecho 11 – en el que habrían resultado víctrimas Jensen y Pietragalla – establecimos que la prueba colectada en autos nos permite afirmar que luego de la detención de los nombrados y su alojamiento en el D2 – lugar en el que habrían sido sometidos a tormentos a tenor de lo que desarrollamos en los párrafos anteriores – fueron entregados a personal del Destacamento de Inteligencia 141. Es así que – en lo que concierne a Antón – corresponde deslindar su responsabilidad en lo que concierne a los homicidios de los nombrados. Similar temperamento debe adoptarse en relación al hecho nominado 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán, Sinópoli), en el que en oportunidad de valorar la existencia histórica de éste, advertimos que la prueba colectada en autos indicaba que habría intervenido en su secuestro, tormentos y homicidio personal del Destacamento 141, sin encontrar elementos que vinculen con tal evento al personal del Departamento Informaciones Policiales, circunstancia que determina que corresponda en el presente ordenar a su respecto el sobreseimiento de Herminio Jesús Antón. Respecto del hecho que nomináramos 51, del que según el relato de la Sra. Fiscal habría resultado víctima Barrionuevo, conforme lo indicáramos al analizar la existencia histórica de tales sucesos, éste no habría acontecido en los términos que lo requiriera la representante del Ministerio Público Fiscal, por lo que en este caso corresponde procesar a Antón sólo en relación al delito de imposición de tormentos, disponiendo su sobreseimiento en relación a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y homicidio calificado. 221 También merecen una reflexión especial las expresiones que Antón vertiera al momento de prestar declaración indagatoria en estos actuados. En la oportunidad se defendió negando su intervención en los hechos que se le enrostran, y puntualizó que el día 21 de agosto de 1975 fue herido en proximidades al puente Santa Fe en el enfrentamiento que se produjo durante el traslado del detenido Osatinsky. Recuerda que cuando escuchó los disparos intentó salir del auto, pero un disparo impacta en el auto y las esquirlas del disparo le rozan la parte de la nuca, provocándole una herida en el costado izquierdo. Que perdió el conocimiento y que cuando se despertó estaba internado en el Policlínico Policial, donde le habían hecho unos puntos para cerrar la herida, y que permaneció internado durante algunos días. Sin necesidad de abundar en mayores detalles, baste decir que la versión de los hechos que aporta Antón fue desmentida por las constancias documentales de la historia clínica que él mismo solicita se incorpore a la presente causa (ver fs. 12.057). Allí se indica que ingresó al Policlínico Policial por una herida de arma de fuego en región occipital izquierda, sin presentar signos de penetración en el cráneo el día 22 de agosto de 1975 a las 18.40 hs. Esto es un día después de ocurrido aquel supuesto enfrentamiento sobre el que nos hemos pronunciado al analizar la existencia de los hechos (hecho nominado 2). De igual manera, todo indica que el paciente no quedó internado, recomendándosele solamente reposo y curaciones diarias. A esto debe agregarse lo declarado por Hirma Ramona Domínguez, quien recordó que “un policía por error se pegó un tiro jungando con el arma y dijeron que había habido un enfrentamiento y que resultó herido y lo ascendieron, el policía era Antón” (ver fs. 13.821/31). Todo lo dicho nos permiten afirmar –en el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa– que Herminio Jesús Antón habría prestado servicios dentro del Departamento Informaciones Policiales (D2) durante el lapso de tiempo en que acontecieron los hechos que nos convocan, llevando a adelante no sólo las tareas que legalmente le eran asignadas, sino participando activamente en las prácticas que allí eran de rigor, tanto en lo concerniente a la privación ilegítima de la libertad de quienes eran objeto de investigaciones de inteligencia por esa repartición, como en la interrogación de detenidos mediantes tormentos. Asimismo, y recordando que muchas de las víctimas que pasaron por las dependencias en las que se desempeñaba personal de Informaciones, ya sea en la sede del Departamento en el Pasaje Santa Catalina, ya sea en La Ribera o La Perla, aparecieron inexplicablemente muertos, o continúan en la actualidad en carácter de “desaparecidos”, todo nos lleva a la convicción de que resulta probable también su intervención en las circunstancias en que se dispuso lo necesario para la muerte de cada uno de ellos. Situación Procesal de Mirta Graciela Antón Pesa sobre la encartada la imputación de los hechos nominados: 1 (Gómez y Maorenzik), 2 (Osatinsky), 3 (familia Pujadas), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di 222 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 37 (Duarte), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). De la lectura de su legajo policial se advierte que se desempeñó en el Departamento Informaciones desde el 1 de febrero de 1974 al 22 de diciembre de 1975, y luego desde el 18 de marzo de 1976 hasta el 11 de enero de 1984 (fs. 5928/44). De igual manera, la foja correspondiente a faltas al servicio refleja en relación al período que trancurre entre el 21 de marzo de 1975 y el 19 de marzo de 1976, prestó servicio regularmente, bajo el régimen habitual de guardias de la repartición, a excepción del período comprendido entre el 22 de Octubre y el 22 de Noviembre de 1975, en que realizó en Capital Federal un curso de Inteligencia en la Policía Federal Argentina, y de los días en que hizo uso de su licencia por vacaciones entre el 2 y el 16 de diciembre de 1975. Del legajo citado también se desprende que desde su incorporación tuvo una muy destacada labor en el Departamento de Inteligencia. La evaluación anual de su actuación en tal dependencia entre el 1 de Octubre de 1974 y el 30 de Septiembre de 1975 (ver fs. 5930/40), indica que “La citada suboficial revista en la División USO OFICIAL Investigación de la Información, desempeñánose enla Sección Inteligencia, de gran conocimiento profesional, responsable y muy celosa en el cumplimiento de su deber, de un gran espíritu de colaboración y sacrificio, haciéndose destacar e forma especial sus méritos personales, máxime en su condición de mujer. Leal y respetuosa con sus Superiores. Por sus condiciones personales sobresale entre sus camaradas”. En muy similares términos se pronuncia al año siguiente el Comisario Principal Fernando J. Esteban, agregando el Jefe del Departamento, Raúl P. Telleldín, “De acuerdo con la instancia anteior. Se desempeña en la Sección Inteligencia, donde pone de manifiesto sus amplios conocimientos profesionales” (ver fs.5936/37). Estas calificaciones transcriptas en el párrafo que antecede, revisten un especial interés en la presente en razón de que comprenden el período de los hechos que se le atribuyen y nos permite indicar que Mirta Graciela Antón emprendía tareas específicas vinculadas a la actividad propia del Departamento Informaciones, el que por esas fechas estaba –como lo señaláramos en párrafos precedentes– abocado a la lucha contra la subversión. Sus tareas no habrían sido pasivas, tareas de oficina, sino que de los dichos de sus superiores puede afirmarse que se le confiaban misiones de contacto directo con los llamados “subversivos”. Es de destacar que –conforme ya lo señaláramos al analizar la aplicación de tormentos en esta dependencia policial– el personal del D2 practicaba allanamientos, realizaba detenciones y –especialmente– dirigía los interrogatorios de los detenidos. Las ilegales y crueles prácticas implementadas durante los interrogatorios no resultaban una cuestión oculta, ni exclusiva de algún funcionario policial. Por el contrario, los interrogatorios con tormentos eran diarios, las prácticas por demás conocidas no sólo por las víctimas, sino también por los efectivos policiales. De ello dan cuenta los testimonios de quienes pasaron por esta repartición en carácter de detenidos, al referir que 223 los gritos de quienes eran sometidos a tortura eran constantes y desgarradores. Al respecto ya se citó gran cantidad de declaraciones en este sentido, a las que nos remitimos en honor a la brevedad. Como ya lo señaláramos al abordar la situación de otros imputados, la lealtad –que rescatan sus superiores en Antón - resultan aspectos a destacar en el marco de los hechos que investigamos, especialmente si se tiene en cuenta que la unidad policial de Informaciones en su lucha contra la subversión había adoptado una política de torturas, vejaciones y sufrimientos que se aplicaban a los detenidos en los interrogatorios, y que tales estrategias respondían a las directivas emanadas de las autoridades. En consecuencia, las cualidades destacadas en su foja de calificación y de las que hiciera gala el imputado durante aquel período, nos permiten inferir su participación y colaboración con las tareas ilegales llevadas a cabo en la dependencia en la que prestaba servicios. De las palabras de sus superiores se deduce que -lejos de sentirse amenazados o cuestionados en las prácticas ilegales que implementaban- encontraron en la encartada una colaboradora eficaz, leal, trabajadora y disciplinada. Su compromiso con la misión asignada al Departamento Informaciones y con los métodos tormentosos que allí se implementaron, se desprende de los múltiples testimonios que reseñan las actividades que Mirta Graciela Antón realizaba en el D2. Al respecto señala Marta Susana Tubis (ver fs. 14.224/25) que “cuando me torturaban eran varios pero yo estaba siempre vendada y atada atrás. Eran hombres y mujeres los que me torturaban, una más vieja pegaba fuerte, muy fuerte, y la más joven hacía como esos intentos de violación. Yo sabía que a la vieja le decían Tía y la otra era Graciela le decían”. Por su parte Luis Alberto Urquiza (ver fs. 8061/4)reconoce en el cuerpo de fotografías a Mirta Antón, indicando que la llabaman “Cuca” y se desempeñaba en el grupo calle de la Brigada de Informaciones que estaba dentro de Informaciones. Señala que participó en el interrogatorio que le hicieron a él. Asimismo, recuerda Hirma Ramona Domínguez (fs. 13.821/31), ex empleada policial, que en el Departamento Informaciones las mujeres no torturaban a excepción de Graciela Antón, “que era joven y tenía muchas ínfulas”. De igual manera cabe señalar que también debe atribuírsele a Mirta Graciela Antón participación en los hechos que tuvieron por víctimas a Gloria Di Rienzo y Miriam Liliana Salvador (hecho nominado 9), no sólo en lo que concierne a los tormentos que habrían recibido al momento de ser interrogadas, sino especialmente en lo que implica el trato que se les habría dispensado, en relación a su condición de mujeres. En este sentido, el relato de Gloria Di Rienzo es claro al indicar que desde el mismo momento de su detención fue obligada a succionarle el pene a tres efectivos policiales. Salvador cuenta que también fue obligada a idéntica práctica en el patio del D2. Ambas relatan que reiteradamente fueron desvestidas completamente – especialmente a los fines de la interrogación con tormentos – y que fueron manoseadas y ridiculizadas, mereciendo de parte de sus captores epítetos denigrantes, de alto contenido sexual. 224 Los relatos son Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 contundentes al afirmar que estas prácticas no se realizaron en forma oculta y solitaria, sino que en todos los casos, fueron públicas y con la intervención de gran cantidad de efectivos policiales, circunstancia que nos permite sostener que no acontecieron excepcionalmente, sino que tuvieron lugar como una práctica habitual, consentida y conocida por los dependientes y las autoridades del Departamento Informaciones Policiales. Ahora bien, al momento de reflexionar sobre la existencia del hecho 11 – en el que habrían resultado víctrimas Jensen y Pietragalla – establecimos que la prueba colectada en autos nos permite afirmar que luego de la detención de los nombrados y su alojamiento en el D2 – lugar en el que habrían sido sometidos a tormentos a tenor de lo que desarrollamos en los párrafos anteriores – fueron entregados a personal del Destacamento de Inteligencia 141. Es así que – en lo que concierne a Antón – corresponde deslindar su responsabilidad en lo que concierne a los homicidios de los nombrados. Respecto del hecho que nomináramos 51, del que según el relato de la Sra. Fiscal habría resultado víctima Barrionuevo, conforme lo indicáramos al analizar la existencia histórica de tales sucesos, éste no habría acontecido en los términos que lo USO OFICIAL requiriera la representante del Ministerio Público Fiscal, por lo que en este caso corresponde procesar a Mirta Antón en relación al delito de imposición de tormentos, disponiendo su sobreseimiento en relación a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y homicidio calificado. Asimismo, si bien al momento de recibirle declaración indagatoria, se le atribuyó responsabilidad a la imputada en relación al hecho del que habría resultado víctima José Alfredo Duarte, debe señalarse que surge claramente de su legajo personal que ésta – a la fecha en que Duarte habría sido aprehendido, esto es los primeros días del mes de marzo de 1976 – no se encontraba prestando servicios en el Departamento Informaciones, sino que revistaba en la Policía de San Alberto (ver fs. 5930vta), circunstancia que nos impide avanzar con la imputación en su contra, determinando que debemos pronunciarnos al respecto sobreseyendo a la encartada sobre este punto. En lo que concierne al hecho nominado 2, del que habría resultado víctima Marcos Osatinsky, debemos señalar que – como lo señaláramos al momento de analizar la existencia de los hechos – esta víctima habría perecido en el marco de un enfrentamiento simulado, en las inmediaciones del puente Santa Fe fuera del ámbito del Departamento Informaciones Policiales. Es así que – conforme lo relata Moore en su documento, habrían participado en esta simulación algunos miembros del D2, entre los que menciona a Flores, Molina, Jabour y Herminio Jesús Antón. Es así, que – si bien existen motivos para afirmar con grado de probabilidad, que Mirta Antón habría intervenido en los diferentes episodios de interrogación y tormento de Osatinsky que habrían acontecido dentro del D2, no puede afirmarse con igual firmeza su intervención en las circunstancia en que se produjera su muerte, por lo que corresponde ordenar en relación a este último tramo del hecho su sobreseimiento. 225 Todo lo dicho nos permiten afirmar –en el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa– que Mirta Graciela Antón habría prestado servicios dentro del Departamento Informaciones Policiales (D2) durante el lapso de tiempo en que acontecieron los hechos que nos convocan, llevando a adelante no sólo las tareas que legalmente le eran asignadas, sino participando activamente en las prácticas que allí eran de rigor, tanto en lo concerniente a la privación ilegítima de la libertad de quienes eran objeto de investigaciones de inteligencia por esa repartición, como en la interrogación de detenidos mediantes tormentos. Asimismo, y recordando que muchas de las víctimas que pasaron por las dependencias en las que se desempeñaba personal de Informaciones, ya sea en la sede del Departamento en el Pasaje Santa Catalina, ya sea en La Ribera o La Perla, aparecieron inexplicablemente muertos, o continúan en la actualidad en carácter de “desaparecidos”, todo nos lleva a la convicción de que resulta probable también su intervención en las circunstancias en que se dispuso lo necesario para la muerte de cada uno de ellos. Situación Procesal de Antonio Filiz Se atribuye a Antonio Filiz intervención en los hechos que nomináramos 2 (Osatinsky), 3 (familia Pujadas), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano), 50 (Gómez) y 51 (Barrionuevo). Su legajo personal indica que se desempeñó en el Departamento Informaciones Policiales desde el día 17 de febrero de 1972 al 15 de enero de 1975, y luego desde el 6 de agosto de 1975 hasta el 12 de julio de 1979 (ver fs. 5960/76). Asimismo, de tal instrumento se desprende que en el lapso temporal que comprende los hechos que se le atribuyen, esto es desde el 6 de agosto de 1975 y el 19 de marzo de 1976, Filiz prestó servicios regularmente, con el régimen de guardia propio del D2, solicitando únicamente licencia por razones de salud entre el 21 y el 28 de Octubre de 1975. Su legajo policial también informa que en el Departamento de Inteligencia se le asignaron tareas que lo situaron en el centro de acción en la lucha contra la subversión. De ello dan cuenta las evaluaciones anuales de su actuación en tal dependencia entre el 1 de Octubre de 1974 y el 30 de Septiembre de 1975 y del 1 de Octubre de 1975 y el 30 de Septiembre de 1976 – período temporal que comprende los 226 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 hechos sub examine – las que revelan que durante esos períodos se desempeñó en la División Investigación de la Información, teniendo a su cargo la Sección Inteligencia, Allí también se indica que había realizando un curso de esa especialización en la Escuela Superior de Inteligencia de la Nación. Y se destaca que “Demuestra su gran conocimiento profesional, celoso al máximo en el cumplimiento del deber y de gran espíritu de scrificio. Leal con sus Superiores y siempre dispuesto a colaborar”. Agrega a este concepto el Jefe del Departamento, Raúl P. Telleldín, “Es un oficial con muchos conocimientos profesionales y que los aplica con conciencia”. Su actuación profesional durante este año resultó tan valiosa, que mereció un ascenso por mérito extraordinario – junto al Comisario Telleldín, el Comisario Romano y al oficial Carlos Yanicelli - en razón de su destacada participación en procedimientos realizados contra la subversión (ver fs. 5967/9 y 5970/2 y 14.226/28). Los elogios a su actuación profesional siguen en la evaluación del año siguiente, en la que el Comisario Esteban señala que “está a cargo de la Sección Inteligencia, haciéndolo con suma eficiencia, demostrando estar compenetrado de la difícil tarea asignada. Es inteligente y a diario demuestra los conocimientos adquiridos en el USO OFICIAL curso de Inteligencia efectuado en la Escuela Nacional de Inteligencia del Ministerio del Interior. Honesto, trabajador, leal a sus superiores”. Nuevamente el Jefe de Departamento agrega a los conceptos del Segundo Jefe indicando “De acuerdo con la instancia anterior, el citado oficial se ha destacado por el buen desempeño que ha realizado su Sección, dado que se logran objetivos positivos contra la subversión”. Lo señalado nos permite indicar que Filiz emprendía tareas específicas vinculadas a la actividad propia del Departamento Informaciones, el que por esas fechas estaba – como lo señaláramos en párrafos precedentes – abocado a la lucha contra la subversión. Sus tareas no habrían sido pasivas, tareas de oficina, sino que de los dichos de sus superiores puede afirmarse que se le confiaban procedimientos de “gran envergadura”, en contacto directo con los llamados “subversivos”. Las apreciaciones conceptuales transcriptas resultan de gran importancia ya que controvierten significativamente, las expresiones vertidas por Filiz al momento de declarar en su indagatoria (ver fs. 12.780/84), en la que manifestó que durante su gestión dentro del D2 mantuvo serias desavenencias con sus superiores en relación a los métodos y prácticas que allí se realizaban, puntualizando especialmente sus desencuentros con Romano. Si bien resulta posible que existiera algún enfrentamiento con Romano, su legajo indica que éste no obedecería a conflictos en relación a las modalidades de trabajo del D2, ya que allí se deja constancia de la valiosa colaboración que prestara Filiz a la tarea que allí se emprendía. En este sentido, no podemos más que destacar que – conforme ya lo señaláramos al analizar la aplicación de tormentos en esta dependencia policial – el personal del D2 practicaba allanamientos, realizaba detenciones y – especialmente – dirigía los interrogatorios de los detenidos. Las ilegales y crueles prácticas implementadas durante los interrogatorios no resultaban una cuestión oculta, ni exclusiva de algún funcionario 227 policial. Por el contrario, los interrogatorios con tormentos eran diarios, las prácticas por demás conocidas no sólo por las víctimas, sino también por los efectivos policiales. De ello dan cuenta los testimonios de quienes pasaron por esta repartición en carácter de detenidos, al referir que los gritos de quienes eran sometidos a tortura eran constantes y desgarradores. Al punto III-b, se citó gran cantidad de declaraciones en este sentido, a las que nos remitimos en honor a la brevedad. Como ya lo señaláramos anteriormente en relación a otros imputados, la lealtad, eficiencia y conocimientos profesionales – que rescatan sus superiores también en Filiz - resultan aspectos a destacar en el marco de los hechos que investigamos, especialmente si se tiene en cuenta que la unidad policial de Investigaciones, en su lucha contra la subversión había adoptado una política de torturas, vejaciones y sufrimientos que se aplicaban a los detenidos en los interrogatorios, y que tales estrategias respondían a las directivas emanadas de las autoridades. En este marco, las cualidades que remarcan sus superiores que hiciera gala el imputado durante aquel período, nos permiten inferir su participación y colaboración con las tareas ilegales llevadas a cabo en la dependencia en la que prestaba servicios. De las palabras de sus superiores se deduce que - lejos de sentirse amenazados o cuestionados en las prácticas ilegales que implementaban - encontraron en el encartado un colaborador eficaz, leal, trabajador y conocedor del oficio. En lo que concierne al hecho nominado 2, del que habría resultado víctima Marcos Osatinsky, debemos señalar que – como lo señaláramos al momento de analizar la existencia de los hechos – esta víctima habría perecido en el marco de un enfrentamiento simulado, en las inmediaciones del puente Santa Fe fuera del ámbito del Departamento Informaciones Policiales. Es así que – conforme lo relata Moore en su documento, habrían participado en esta simulación algunos miembros del D2, entre los que menciona a Flores, Molina, Jabour y Herminio Jesús Antón. Es así, que – si bien existen motivos para afirmar con grado de probabilidad, que Filiz habría intervenido en los diferentes episodios de interrogación y tormento de Osatinsky que habrían acontecido dentro del D2, no puede afirmarse con igual firmeza su intervención en las circunstancia en que se produjera su muerte, por lo que corresponde ordenar en relación a este último tramo del hecho su sobreseimiento. De igual manera, al momento de reflexionar sobre la existencia del hecho 11 – en el que habrían resultado víctrimas Jensen y Pietragalla – establecimos que la prueba colectada en autos nos permite afirmar que luego de la detención de los nombrados y su alojamiento en el D2 – lugar en el que habrían sido sometidos a tormentos a tenor de lo que desarrollamos en los párrafos anteriores – fueron entregados a personal del Destacamento de Inteligencia 141. Es así que – en lo que respecta a Filiz – corresponde deslindar su responsabilidad en lo que concierne a los homicidios de los nombrados. Similar temperamento debe adoptarse en relación al hecho nominado 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán, Sinópoli), en el que en oportunidad de valorar la 228 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 existencia histórica de éste, advertimos que la prueba colectada en autos indicaba que habría intervenido en su secuestro, tormentos y homicidio personal del Destacamento 141, sin encontrar elementos que vinculen con tal evento al personal del Departamento Informaciones Policiales, circunstancia que determina que corresponde en el presente ordenar su sobreseimiento. De igual manera cabe señalar que también debe atribuírsele a Antonio Filiz participación en los hechos que tuvieron por víctimas a Gloria Di Rienzo y Miriam Liliana Salvador (hecho nominado 9), no sólo en lo que concierne a los tormentos que habrían recibido al momento de ser interrogadas, sino especialmente en lo que implica el trato que se les habría dispensado, en relación a su condición de mujeres. En este sentido, el relato de Gloria Di Rienzo es claro al indicar que desde el mismo momento de su detención fue obligada a succionarle el pene a tres efectivos policiales. Salvador cuenta que también fue obligada a idéntica práctica en el patio del D2. Ambas relatan que reiteradamente fueron desvestidas completamente – especialmente a los fines de la interrogación con tormentos – y que fueron manoseadas y ridiculizadas, mereciendo de USO OFICIAL parte de sus captores epítetos denigrantes, de alto contenido sexual. Los relatos son contundentes al afirmar que estas prácticas no se realizaron en forma oculta y solitaria, sino que en todos los casos, fueron públicas y con la intervención de gran cantidad de efectivos policiales, circunstancia que nos permite sostener que no acontecieron excepcionalmente, sino que tuvieron lugar como una práctica habitual, consentida y conocida por los dependientes y las autoridades del Departamento Informaciones Policiales. Debemos realizar una reflexión particular respecto del hecho que nomináramos 51, del que según el relato de la Sra. Fiscal habría resultado víctima Barrionuevo, conforme lo indicáramos al analizar la existencia histórica de tales sucesos, éste no habría acontecido en los términos que lo requiriera la representante del Ministerio Público Fiscal, por lo que en este caso corresponde procesar a Filiz sólo en relación al delito de imposición de tormentos y disponer su sobreseimiento por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y homicidio calificado Todo lo dicho nos permiten dar afirmar –en el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa– que Antonio Filiz habría prestado servicios dentro del Departamento Informaciones Policiales (D2) durante el lapso de tiempo en que acontecieron los hechos que nos convocan, llevando a adelante no sólo las tareas que legalmente le eran asignadas, sino participando activamente en las prácticas que allí eran de rigor, tanto en lo concerniente a la privación ilegítima de la libertad de quienes eran objeto de investigaciones de inteligencia por esa repartición, como en la interrogación de detenidos mediantes tormentos. Asimismo, y recordando que muchas de las víctimas que pasaron por las dependencias en las que se desempeñaba personal de Informaciones, ya sea en la sede del Departamento en el Pasaje Santa Catalina, ya sea en La Ribera o La Perla, aparecieron inexplicablemente muertos, o continúan en la actualidad en carácter de “desaparecidos”, todo nos lleva a la convicción que resulta probable también su 229 intervención en las circunstancias en que se dispuso lo necesario para la muerte de cada uno de ellos. Situación procesal de Juan Carlos Cerutti Se atribuye a Juan Carlos Cerutti intervención en los hechos que nomináramos 2 (Osatinsky), 3 (familia Pujadas) y 4 (Cepeda). Su legajo personal indica que se desempeñó en el Departamento Informaciones Policiales desde el día 17 de julio de 1975 al 1 de enero de 1977 (ver fs. 6133/50). Asimismo, de tal instrumento se desprende que en el lapso temporal que comprende los hechos que se le atribuyen, esto es desde el 6 de agosto de 1975 y el 21 de agosto de 1976, Cerruti prestó servicios regularmente, con el régimen de guardia propio del D2. Su legajo policial también informa que en el Departamento de Inteligencia se le asignaron tareas que lo situaron en el centro de acción en la lucha contra la subversión. De ello da cuenta la evaluación anual de su actuación en tal dependencia entre el 1 de Octubre de 1974 y el 30 de Septiembre de 1975 – período temporal que comprende los hechos sub examine – la que revelan que se desempeñó en una de las Brigadas en la lucha contra la subversión, dejándose contancia de que “Revista en la División Investigación de la Información, teniendo a cargo la Sección Actividades Extremistas, desempeñándose con suma eficiencia. Es un funcionario correcto y laborioso, celoso en el cumplimiento del deber, leal con sus superiores y de graniniciativa, virtud ésta que lo destaca dentro de sus camaradas”. A esta apreciación agrega el Inspector Mayor Telleldín: “Es un funcionario que se destaca en la conducción de sus subalternos muy celoso en el cumplimiento del deber” (ver fs. 6137/8 y 6146/7). Lo señalado nos permite indicar que Cerutti emprendía tareas específicas vinculadas a la actividad propia del Departamento Informaciones, el que por esas fechas estaba – como lo señaláramos en párrafos precedentes – abocado a la lucha contra la subversión. Sus tareas no habrían sido pasivas, tareas de oficina, sino que de los dichos de sus superiores puede afirmarse que se le confiaban procedimientos en contacto directo con los llamados “subversivos”. En este sentido, no podemos más que destacar que – conforme ya lo señaláramos al analizar la aplicación de tormentos en esta dependencia policial – el personal del D2 practicaba allanamientos, realizaba detenciones y – especialmente – dirigía los interrogatorios de los detenidos. Las ilegales y crueles prácticas implementadas durante los interrogatorios no resultaban una cuestión oculta, ni exclusiva de algún funcionario policial. Por el contrario, los interrogatorios con tormentos eran diarios, las prácticas por demás conocidas no sólo por las víctimas, sino también por los efectivos policiales. De ello dan cuenta los testimonios de quienes pasaron por esta repartición en carácter de detenidos, al referir que los gritos de quienes eran sometidos a tortura eran constantes y desgarradores. 230 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Al punto III-b, se citó gran cantidad de declaraciones en este sentido, a las que nos remitimos en honor a la brevedad. Como ya lo señaláramos anteriormente en relación a otros imputados, la lealtad, eficiencia y conocimientos profesionales – que rescatan sus superiores también en Cerutti - resultan aspectos a destacar en el marco de los hechos que investigamos, especialmente si se tiene en cuenta que la unidad policial de Investigaciones, en su lucha contra la subversión, había adoptado una política de torturas, vejaciones y sufrimientos que se aplicaban a los detenidos en los interrogatorios, y que tales estrategias respondían a las directivas emanadas de las autoridades. En este marco, las cualidades que remarcan sus superiores que hiciera gala el imputado durante aquel período, nos permiten inferir su participación y colaboración con las tareas ilegales llevadas a cabo en la dependencia en la que prestaba servicios. De las palabras de sus superiores se deduce que - lejos de sentirse amenazados o cuestionados en las prácticas ilegales que implementaban - encontraron en el encartado un colaborador eficaz, leal, trabajador y conocedor del oficio. USO OFICIAL Nos referiremos particularmente a la intervención que le habría cabido al imputado en el hecho nominado 2, del que habría resultado víctima Marcos Osatinsky. Al respecto debemos señalar que – como lo dijéramos al momento de analizar la existencia de los hechos – esta víctima habría perecido en el marco de un enfrentamiento simulado, en las inmediaciones del puente Santa Fe, fuera del ámbito del Departamento Informaciones Policiales. Es así que – conforme lo relata Moore en su documento, habrían participado en esta simulación algunos miembros del D2, entre los que menciona a Flores, Molina, Jabour, Cerutti y Herminio Jesús Antón. Sobre este punto se explaya Cerutti en su declaración indagatoria, que el día 21 se presentó a trabajar en el D2, y que esa tarde Esteban le preguntó si sabía conducir a lo que contestó afirmativamente, por lo que se le informó que iba a conducir un vehículo para el traslado de Osatinsky a la UP1. Que le asignaron un auto, cree que un Torino, en el que iba Osatinsky custodiado por Villarruel en el asiento de atrás, que él conducía y a su lado – indicándole el camino – iba Jabour. Recuerda también que en otro auto iba personal policial de apoyo, entre los que se encontraba Antón. Indica que cuando iban a la Penitenciaría cruzaron un puente, y a unos metros de éste se le interpone otro automóvil que le interrumpe el paso, y que allí comenzó una balacera de tiros, vidiros que volaban y una confusión terrible. Que en ese momento sintió un dolor en el pecho, advirtiéndose herido en el tórax y también en una mano. Que a partir de allí perdió el conocimiento, el que recién recuperó en el Policlínico Policial. Si se coteja este relato con el sostenido por Charly Moore en el documento que presentara ante el ACNUR, se advierte que éste realiza una mención especial referida a un chofer, señalando que “los autos de traslado eran automóviles de la repartición policial matriculados legalmente y en el que se conducían “Gringo” Américo Romano, “Chato Flores”, “Negro” Molina, “Turco” Jabour, algún chofer profesional involuntariamente involucrado” (ver fs. 1760). Esta circunstancia nos permitiría inferir que el “chofer 231 involuntariamente involucrado” al que alude Moore no es otro que Juan Carlos Cerutti, quien justamente se encontraba conduciendo el vehículo en el que se transportaba a Osatinsky. Su ignorancia respecto de los hechos que se iban a suceder explica también que – desencadenado el evento simulado – se viera sorprendido y, en definitiva, expuesto a las balas que le causaran las lesiones que acusa ese día. Es así que en relación a los hechos que describiéramos en el hecho nominado 2, corresponde ordenar su procesamiento sólo en lo concerniente a los tormentos aque Osatinsky recibiera en el Departamento Informaciones durante su estadía, debiendo disponerse su sobreseimiento en lo concerniente al homicidio. Similar temperamento debe asumirse en relación al hecho nominado 4, del que habría resultado víctima Cepeda. Al respecto debe resaltarse que éste fue aprehendido el día 20 de agosto, y que – según su certificado de defunción – habría perecido el día 22 de agosto. Esto nos lleva a determinar que si bien resulta posible afirmar la probabilidad de la participación de Cerutti en la privación ilegítima de la libertad y los tormentos que sufriera Cepeda, las lesiones que sufriera en oportunidad del traslado de Osatinsky lo ubican el día 22 internado en el Policlínico Policial, circunstancia que lo aleja del escenario homicida, determinado el dictado en este aspecto de su sobreseimiento. Todo lo dicho nos permiten dar afirmar –en el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa– que Juan Carlos Cerutti habría prestado servicios dentro del Departamento Informaciones Policiales (D2) durante el lapso de tiempo en que acontecieron los hechos que nos convocan, llevando a adelante no sólo las tareas que legalmente le eran asignadas, sino participando activamente en las prácticas que allí eran de rigor, tanto en lo concerniente a la privación ilegítima de la libertad de quienes eran objeto de investigaciones de inteligencia por esa repartición, como en la interrogación de detenidos mediantes tormentos. Es así que –en virtud de lo que señaláramos al momento de acreditar la existencia del hecho 3 (familia Pujadas)- como miembro integrante del Departamento Informaciones, podemos afirmar con el grado de probabilidad que requiere esta etapa que Juan Carlos Cerutti habría participado en tales sucesos. Situación Procesal de Raúl Alejandro Contrera El imputado Contrera fue indagado en relación al hecho que nomináramos 9, del que habrían resultado víctimas Gloria Alicia Di Rienzo, Miriam Liliana Lucía Salvador y Luisa López Muñoz. Su participación en los eventos que analizáramos al momento de describir los hechos se desprende especialmente del testimonio rendido por Gloria Di Rienzo en sede policial, donde ubica a Contreras participando del allanamiento que se realizara en la vivienda de Luisa López Muñoz, en el que las tres sufrieran toda un repertorio de golpes y maltratos, entre los que – específicamente – Di Rienzo relata que fue conducida a la cocina de la vivienda, lugar en el que fue obligada a succionarle el pene a varios efectivos policiales, mientras era amenazada con una arma de fuego en la cabeza. Al exhibírsele el cuerpo de fotografías de personal policial de la Provincia de Córdoba que se encuentra reservado para el Expte 6481, identificó en la fotografía n° 16 (ver fs. 7666) a la 232 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 persona que la habría amenazado con un arma, mientras era obligada a tal menester (ver fs. 7660/2, 7572/76 y 8970 ), fotografía que pertenece a Raúl Alejandro Contrera. Es así que, a tenor del testimonio de Di Rienzo no puede más que afirmarse, con el grado de probabilidad que se requiere en esta etapa, que Raúl Alejandro Contreras habría participado del allanamiento realizado en al vivienda en la que las nombradas fueron detenidas, como así también que habría intervenido en las acciones claramente ilegales que allí se habrían practicado, golpeando a las detenidas, y amenazando a Di Rienzo con un arma de fuego a los fines que ya describiéramos, circunstancia que nos habilita en esta intancia a ordenar su procesamiento en relación a los delitos de imposición de tormentos agravados y abuso deshonesto. Situación Procesal de Jorge Omar Heredia y Francisco José Melfi Se atribuye a los nombrados intervención en los hechos que nomináramos 3 (familia Pujadas), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 USO OFICIAL (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila) y 27 (Rodríguez). La prueba colectada en estos actuados nos informa que ya en el mes de agosto de 1975, Heredia y Melfi se encontraban prestando servicios dentro del Departamento Informaciones Policiales en calidad de “contratados”, según la descripción que realiza Carlos Moore (ver fs. 1754/87) . En efecto, en su testimonio escrito – recientemente ratificado judicialmente- Moore relata que en agosto de 1975 se impuso la línea fascista, o línea dura, produciéndose la intervención de Informaciones y el relevo del Jefe, Ledesma, por el comisario contratado Telleldín, quien al hacerse cargo del Departamento “incorpora al Departamento Informaciones a las AAA y personal civil contratado. Al frente de estos últimos se encuentra el comisario contratado Tissera”, identificando a estos contratados como “(…) el “Negro Heredia” (procesado y condenado a reclusión perpetua junto a Melfi por el asesinato a pedradas de un matrimonio…)” . Ahora bien, las constancias recabadas en autos nos permiten afirmar que ni Heredia, ni Melfi tenían una vinculación formal con el Departamento Informaciones Policiales, repartición en la que colaboraban oficiosamente mientras percibían salario en otras reparticiones de la Administración Pública. Así, Jorge Omar Heredia, refiere que “encontrándose el interventor en la ciudad de Córdoba el Brigadier Mayor Oscar Lacabanne, ocupó el cargo de Jefe de Personal en el Hospital Rawson de la ciudad” (ver fs. 13.906). De igual manera, respecto de Francisco José Domingo Melfi, indica su legajo personal que revistó en la Dirección General de Arquitectura desde el 12 de agosto de 1974 (ver fs. 13.583), y que continuó prestando servicios en la Administración Pública hasta el 2 233 de agosto de 1976 en que fue dado de baja. Asimismo, su legajo también indica que por Resolución 799 del 23 de julio de 1975 pasó a prestar servicio en comisión en la Secretaría de Estado de Salud Pública (ver fs. 13.579). Idéntica conclusión se extrae de la nota dirigida al Director del Hospital Rawson en la que el Director del Área Hospitales de la Capital, Dr. Arnoldo H. Contreras, le informa que Melfi pasará a prestar servicio en comisión a la Secretaría de Estado de Salud Pública, como Jefe de Servicios Especiales de dicho Hospital (fs. 14.021). Cabe señalar que el Hospital se encontraba bajo la esfera del Ministerio de Bienestar Social. Es de destacar que todo nos lleva a apreciar que tanto Heredia como Melfi se encontraban dentro del círculo de confianza más estricto de la intervención federal, asignándoseles tareas próximas a los funcionarios de mayor confianza del interventor. Así, puede apreciarse que Heredia fue asignado como chofer de la Sra. Perla de la Vega – interventora en Minoridad del Instituto Pablo Pizzurno (fs. 14.387)- . De igual manera, los vínculos de Melfi con la cúpula de la Intervención también se desprende de la documentación que le fuera secuestrada al encartado que revela que éste era recibido directamente en audiencia por el Interventor, conforme lo refleja su cronograma de audiencias correspondiente al lunes 24 de noviembre de 1975 que indica que Melfi fue recibido por el Interventor. En idéntico sentido, y aportando valiosos elementos respecto del tipo de tareas que se le asignaban a Melfi, nos la aporta la autorización para portar armas que tenía Melfi en su poder, de la que se desprende que éste era un empleado oficial, autorizado a portar arma de guerra corta, calibre 11,25, provista por la Secretaría de Seguridad de la Provincia de Córdoba (ver fs. 14.387/8). Pese a estas referencias, y como ya lo señaláramos, todo nos lleva a indicar que más allá de la existencia de una vinculación formal con alguna dependencia estatal, tanto Heredia como Melfi desempeñaban un rol específico dentro del aparato estatal vinculado a la represión – amén de otras tareas labores de neto corte ilegal y con el único fin de su lucro personal, como lo reflejan los hechos contra la propiedad por los que fueran condenados en la causa “c/Heredia…” a la que ya aludiéramos-. En este sentido, a las constancias aportadas en el testimonio de Carlos Moore, deben sumarse otros elementos que describiremos a continuación que nos permiten vincular tanto a Heredia como a Melfi específicamente con la actividad desarrollada dentro del Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba. No resulta un dato menor el hecho de que Heredia perteneció a la Policía de la Provincia de Córdoba entre noviembre de 1970 y mayo de 1972, fecha en que solicitó la baja, revistando durante unos meses en el Departamento Informaciones Policiales, esto es entre el 14 de enero y el 12 de marzo de 1971 (Ver fs. 14.396/98). Este último dato no puede dejar de ponderarse a la luz de sus propios dichos al ser indagado en autos, oportunidad en la que señala “Yo jamás pertenecí al grupo que dicen de las tres A, y tampoco he tenido vinculación con el famoso D2”. Si bien su vinculación con esta 234 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 repartición como funcionario policial es anterior a la fecha de los hechos que nos ocupan, su silencio sobre este aspecto resulta significativo. A lo dicho, deben agregarse las constancias de la causa “c/Heredia…” en la que consta una denuncia formulada por Rodolfo José Contreras donde relata que el día 20 de agosto de 1975 irrumpieron violentamente en su domicilio siete u ocho personas vestidas de civil que decían pertenecer a la División Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, quienes se abalanzaron sobre el denunciante, dispensándole un trato violento, y procedieron a registrar el domicilio en busca, según dijeron, de armas, mientras que le imputaban haber participado de los violentos episodios acontecidos el día 20 de agosto de 1975 – ataque a la Jefatura de Policía -. Que finalmente en la madrugada del día 21 de agosto, fue retirado de su domicilio por estas personas que lo condujeron en un Renault 12 hasta las inmediaciones de la Avenida Japón, tomando desde allí un camino de tierra. Que en esa oportunidad sus captores le manifestaron que pertenecían a la “Guardia Restauradora Nacional Justicialista Panteras Negras” y que él era el quinto de una lista de 18 personas que iban a “liquidar”. Que en este USO OFICIAL momento entendió que lo iban a matar. Que al hacerlo descender del vehículo en una zona descampada, advirtió que las ataduras de sus manos se encontraban flojas, por lo que logró desatarse y se quitó la venda y la capucha. Que ante ello sus captores comenzaron a golpearlo, y que inició una sorpresiva carrera perseguido por quienes lo había aprehendido, quienes efectuaron disparos en su contra, hiriéndolo en el hombro izquierdo. Pese a la herida, continuó su carrera, logrando finalmente escapar. Su relato adquiere particular significación si se advierte que Contreras reconoció a Heredia en rueda de personas como uno de los que irrumpiera en su domicilio y atentara contra su vida, reconocimiento coincidente con el que realizara su esposa quien no sólo individualizó a Heredia, sino también a Melfi como parte del personal que se identificara como perteneciente al D2 que ingresara violentamente en su vivienda (ver fs. 13.919 y 13.920). Resulta oportuno indicar que en el expediente penal en el que se abordara este hecho se encontró prueba suficiente para acreditar la participación responsable de ambos en este evento, por el que finalmente fueron condenados (ver fs. 14.191/206) . En idéntico sentido debe interpretarse el episodio también relatado en la sentencia de la causa “c/Heredia….” , hecho quinto, en el que nuevamente nos encontramos con Heredia y Melfi ingresando con violencia en un domicilio particular, aunque en este caso ultimando finalmente a dos personas en la vivienda, luego de reducirlas a un estado de absoluta indefensión. Lo dicho nos permite acreditar que a la fecha de los hechos que se les endilgan, Heredia y Melfi intervenían en los procedimientos realizados por el Departamento Informaciones Policiales, y que compartían con el personal policial del D2 no sólo la jornada laboral, sino especialmente – y según se desprende de la experiencia sufrida por Contreras - las prácticas ilegales que allí se realizaban. 235 La declaración de Contreras adquiere una importante gravitación en relación a los hechos que investigamos en las presentes actuaciones, en especial en cuanto éste refiere que sus captores se identificaron como la “Guardia Restauradora Nacional Justicialista Panteras Negras”, denominación que se arrogaron quienes materializaran, escasos días antes al episodio que padeciera Contreras, los homicidios en los que resultaron víctimas los integrantes de la familia Pujadas. Otro elemento a valorar en el mismo sentido, lo aporta Juan José Jiménez Muñoz (ver fs. 14.399/400), en el testimonio que rindiera también en la causa “c/Heredia…” cuando relata lo sucedido el 4 de septiembre de 1975, en oportunidad de que unos individuos lo abordaran en la calle para sustraerle el Renault 12 de su madre, quienes lo amenazaron al momento de dejarlo ir diciéndole que no hiciera la denuncia, que ellos no eran solamente tres, que eran muchos más, preguntándole uno de ellos si conocía a la familia Pujadas. Cabe señalar que Heredia fue condenado como autores de este robo en esas actuaciones, circunstancia que nos habilita a entender que la amenaza que deslizaran al perpetrar el hecho, junto a la referencia a la familia Pujadas, sumadas a las manifestaciones que vertieran al momento de perpetrar el hecho que relatara Contrera, nos permiten inferir, con el grado de probabilidad que requiere esta etapa, su probable participación en este evento. Debe ponderarse también en esta oportunidad que en el expediente “c/ Heredia…”, al momento de proceder al registro de la vivienda de Melfi y la de Heredia en enero de 1976, procurando su detención, los preventores procedieron a secuestrar armas de fuego y municiones en poder de uno y otro (ver fs. 7/20 del expediente citado), circunstancia que aporta un dato más respecto de la posibilidad y disponibilidad de medios con los que contaban a fin de intervenir en hechos como los que se les atribuye en esta oportunidad. En igual sentido, testimonios rendidos en la causa dan clara cuenta de que tanto Heredia como Melfi acostumbraban exhibir estas armas –incluso en el Hospital Rawson en el que prestaban servicios- amedrentando al personal (ver fs. 14.389 y 14.390). Lo dicho nos permite inferir con grado de probabilidad que se requiere en esta etapa que a la fecha de los hechos que se les endilgan los imputados Heredia y Melfi se encontraban particularmente vinculados a la estructura represiva de la subversión que se diseñara desde la cúpula de la Intervención Federal en Córdoba, asumiendo en esta empresa un compromiso con esta tarea que los llevó a cooperar con las tareas que se desempeñaban en el Departamento Informaciones Policiales, interviniendo en los operativos que allí se desplegaban y, especialmente compartiendo las metodologías ilegales que allí se desplegaban en la lucha contra la subversión. Situación Procesal de Hermes Oscar Rodríguez Pesa sobre Rodríguez la imputación de los hechos nominados 11 (Jensen y Pietragalla), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 20 (De Cicco), 21 (Luna) 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi 236 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Nuñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano) y 50 (Gómez). A la época de tales sucesos, el imputado se desempeñaba como Segundo Jefe del Destacamento de Inteligencia 141 “Gral. Iribarren” con el grado de Mayor, según el informe de calificación del período 1975-1976 (ver fs. 5691/702), circunstancia que – por las razones que se expondrán a continuación – fundamenta su responsabilidad por los hechos delictivos que aquí se le endilgan. Su legajo da cuenta que a la fecha de los hechos que nos ocupan prestaba servicio en Córdoba y ejercía como Segundo Jefe del Destacamento de Inteligencia 141 General Iribarren (fs. 5697). La propia naturaleza de la tarea desplegada dentro del Destacamento -que conlleva ínsitamente el proceso de la información obtenida a través de las labores de inteligencia y el diseño de nuevas estrategias a fin de establecer nuevos “blancos” que a su vez serán nueva fuente de información– implica necesariamente USO OFICIAL no sólo el conocimiento de las tareas desplegadas por los subordinados, sino efectivamente la dirección de éstos en su actividad diaria, la toma de decisiones relativas a cuestiones de inteligencia, y –en consecuencia– la impartición de órdenes a cumplir que involucraba la recolección de información a través del interrogatorio, la tortura, el secuestro, la imposición de condiciones tormentosas de alojamiento, etc. En tal sentido, las probanzas colectadas muestran a Rodríguez como una de las personas que, en representación del Destacamento de Inteligencia 141, aparece concurriendo a las reuniones de la Comunidad Informativa, en las que se consideraba los cursos de acción a seguir, situación de las personas detenidas, destino que se les daría a cada una de ellas, enemigos de los que se haría cargo cada servicio de inteligencia, modalidades a reformar en el régimen de detenciones, entre otros tantos aspectos del accionar contra la subversión (fs. 14.286/91) Así, debe tenerse presente que en la ya mentada Reunión de la Comunidad Informativa de fecha 13 de diciembre de 1975 se dispuso la creación del Centro Clandestino de Detención La Ribera, lugar en el que conforme lo relatáramos al analizar la existencia histórica de los hechos, habrían tenido lugar gran parte de los sucesos que en la presente nos ocupan. De igual manera, y conforme ya lo destacáramos, en este CCD participó activamente –entre otros organismos del Estado- la unidad militar del “Destacamento de Inteligencia 141” que en alto rango integraba el Rodriguez con el estatus de Segundo Jefe. Asimismo, también surge de las planillas de calificación correspondientes al período 1976-1977 (ver fs. 14.229/31 ), que sus superiores lo premiaron con elevadas calificaciones como así también con altísimos conceptos destacando que actuó como segundo Jefe de la Unidad, dirigiendo y operando en Operaciones Especiales durante 237 1975/76 en forma altamente eficiente ... logrando a través de su esfuerzo éxitos de ponderación que sirven y servirán de ejemplo para sus camaradas y subalternos...”. No puede soslayarse que Rodríguez estaba ubicado en la escala jerárquica, por encima de los integrantes de la Sección de actividades especiales de inteligencia del Destacamento de Inteligencia 141, sección esta encargada de efectuar las operaciones subrepticias en el período que analizamos en el CCD La Ribera (conforme surge en forma conteste de la prueba analizada –Memorandos de la Policía Federal Argentina, Legajos personales de los imputados y manifestaciones de los testigos Piero Di Monti, Graciela Geuna, Teresa Meschiatti, Liliana Callizo y Beatriz Illiovich-), y por ello mismo habría sido el canal de conducción descendente de las “órdenes verbales” vinculadas con los hechos ilegales que aquí investigamos. Ello es así en tanto, conforme surge de las planillas de calificación correspondientes al período anual 75/76 obrante en los legajos personales de los coimputados Diedrichs (fs. 10.281/86), Héctor Pedro Vergéz (fs. 10.287), Manzanelli (fs. 10.259) y Herrera (fs. 10.220/34), se advierte que Rodríguez tenía potestad para calificar a su subalternos, quienes fueron merecedores a criterio del nombrado de las más elevadas puntuaciones y conceptos posibles para cada uno de los rubros de que se trata. Asimismo, conforme surge de las planillas de calificación correspondientes al período anual octubre de 1976/octubre de 1977, el imputado felicita a los coimputados Diedrichs, Vergéz, Manzanelli y Herrera por “haber actuado en la Sección de Operaciones Especiales durante los años 1975/76 en forma altamente eficiente,... logrando a través de su esfuerzo éxitos de ponderación que sirven y servirán como ejemplo para la Unidad.” (fs. 14.229/3). Esto resulta ilustrativo en razón de que, atento el tenor de las “órdenes verbales” que se impartieron en la mentada Reunión de la Comunidad Informativa de fecha 13 de diciembre de 1975, por la que se dispuso entre otras cuestiones la creación del “lugar de Reunión de Detenidos” con asiento en la prisión militar de encausados Córdoba más conocida como el campo La Ribera, integrada dicha reunión, entre otros, por el superior inmediato de Rodríguez, el entonces Coronel Inocencio Bolasini (actualmente fallecido). Ahora bien, la responsabilidad del imputado en relacion a los hechos que se investigan en razón de su calidad de funcionario de alta jerarquía dentro del Ejército –Segundo Jefe del Destacamento de Inteligencia 141-, organizador y director de las actividades represivas de las que resultaron directamente perjudicadas las víctimas de esta causa, aparecen corroboradas si se analizan las peculiaridades inherentes a la actividad que habría desarrollado este imputado con posterioridad al advenimiento del gobierno de facto de marzo de 1976, fecha a partir de la cual comenzó a operar en otro CCD, esta vez en La Perla. Al respecto obsérvese que La Perla habría sido la sede de actuación de una de las secciones del Destacamento de Inteligencia 141 –tercera sección o grupo de operaciones especiales de inteligencia-, del cual Rodríguez ejerció a la fecha de los hechos las funciones de segundo jefe, y en ese carácter habría contribuido a dirigir y supervisar las 238 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 operaciones que esa Sección realizaba. Así lo evidencia el hecho que todos los días, al terminar la jornada, en La Perla se confeccionaba por triplicado una lista de detenidos, incluyendo los secuestrados de ese día y excluyendo a los trasladados; la lista indicaba el nombre, seudónimo y filiación política de cada detenido, una copia quedaba en el campo, la segunda era llevada diariamente al Destacamento y la tercera al Comando del Tercer Cuerpo. Además de ese parte diario, a cada prisionero se le tomaban declaraciones por duplicado y se confeccionaban carpetas. El original quedaba en el campo y la copia era llevada diariamente al Destacamento. Todas las mañanas, a primera hora, un militar de La Perla pasaba por el Destacamento –Base- a buscar nuevas instrucciones respecto a los prisioneros que estaban en etapa de interrogatorio –tortura- Cuando un prisionero era “trasladado” se enviaba a Base su carpeta original y en la carátula escribían “QTH Fijo” que significa muerto. Esas carpetas se seguían utilizando, por la información que contenían sobre personas vinculadas. A su vez, en cuanto a los secuestros, el coche comando donde se conducían los oficiales jefes del operativo, tenía una radio con la cual se comunicaba con “BASE” –el Destacamento de Inteligencia 141- y en el caso de que el secuestro fuera USO OFICIAL “legalizado” por “BASE” llegaban al lugar personal militar uniformado a diferencia del comando originario en que los oficiales iban vestidos de civil (según las ex detenidas Graciela Geuna a fs. 3685/734, y Liliana Callizo a fs. 3735/70 y 5233/5). Por su parte, en relación a los fusilamientos de los detenidos, o “traslados por izquierda”, conforme la jerga empleada por los represores, la prueba indica que la decisión sobre si los detenidos debían ser asesinados habría sido adoptada por el Jefe y el Subjefe del Destacamento de Inteligencia 141 “Gral. Iribarren” juntamente con los Jefes de las cuatro secciones que integraban el mismo, esto es la Sección Primera de Ejecución, la Sección Segunda o Calle, la Sección Tercera de Actividades Especiales de Inteligencia, y la Sección Cuarta o Logística. Así, Graciela Geuna refiere que “...Los traslados eran decididos por EL CONJUNTO DE LOS OFICIALES DE TODAS LAS SECCIONES DEL DESTACAMENTO 141. Los suboficiales tenían voz pero no voto...” (fs. 3685/734). En forma conteste, Teresa Meschiatti menciona que las personas que decidían el “destino final” de los detenidos, incluyendo en este concepto tanto los “traslados por izquierda” como los “traslados por derecha”, eran el jefe del Destacamento, que era un Coronel, el subjefe del Destacamento, que era un Teniente Coronel, y los oficiales responsables de las cuatro secciones que conformaban el destacamento, que eran Capitanes, aclarando la testigo que los suboficiales de la tercera sección de operaciones especiales podían elevar sus propuestas, pero no tenían voto en la decisión (fs. 3776/813). A su vez Gustavo Contempomi dijo que algunos altos oficiales del Destacamento como el Coronel Anadón – que sustituyó a Bolasini a partir de 1977-, Jefe de la Unidad, que iba vestido de civil y se hacía llamar Gerente, y el Teniente Coronel Hermes Rodríguez, a quien llamaban el subjefe, iban muy seguido a La Perla, especificando además que al Destacamento le decían “la Base” o “abajo” en tanto que a La Perla le decían “arriba”. Dijo también que la vinculación que existía entre el Destacamento de inteligencia 141 y La Perla era 239 permanente, se comunicaban entre sí por medio de una radio, y por lo demás los militares iban y venían de un lugar al otro todo el tiempo, es decir que allí se decidía lo que se hacía en La Perla, era donde aparentemente se decidía quiénes iban a ser “trasladados”, o sea quiénes iban al pozo como decían los propios militares, y explicó el testigo que según lo que expresaban los propios militares, se hacía una especie de votación para decidir esa cuestiones, que se hacían en el propio Destacamento, aunque todo eso era supervisado siempre por el mando del Cuerpo -Tercer Cuerpo de Ejército- (fs. 2891/905). Dado que la felicitación otorgada a Rodríguez, alude a su actuación “dirigiendo y operando” en la Sección de Operaciones Especiales durante 1975 y 1976, cabe deducir que el accionar desarrollado en relación a La Perla, a partir de marzo de 1976, habría sido –en líneas generales- similar al llevado a cabo en los meses anteriores en La Ribera. Ahora bien, debemos realizar una ponderación especial en lo concerniente a la intervención que le habría cabido a Rodríguez en relación a los hechos que nomináramos 38 (Billar) y 39 (Flores Montenegro y García), por los que oportunamente se lo indagara. Al respecto debe señalarse que, conforme se desprende de la prueba colectada en autos, ha podido determinarse que los nombrados habrían sido trasladados e ilegalmente alojados en el Departamento Inforamciones Policiales (D2), lugar en el que habrían sido reiteradamente sometidos a tormentos. Es así, que – a tenor de las consideraciones que realizáramos respecto del funcionamiento de esta dependencia policial- no resulta posible atribuir a Rodríguez ingerencia en relación a lo que allí sucedía, circunstancia que determina que corresponda ordenarle el sobreseimiento en relación a estos hechos. Situación Procesal de Luis Gustavo Diedrichs Se le atribuye en esta actuaciones a Luis Gustavo Diedrichs participación en los hechos nominados 11 (Jensen y Pietragalla), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 20 (De Cicco), 21 (Luna) 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Nuñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez). Las constancias de su legajo personal de servicios indica que al tiempo del primer hecho que nos convoca – esto es desde el 15 de Octubre de 1975– y hasta el 10 de marzo de 1976, Diedrichs se desempeñó en el Destacamento de Inteligencia 141 “General Iribarren”. Asimismo, de su planilla de calificación correspondiente al período 1975/1976 se desprende que desde el 10 de Octubre de 1975 se desempeñó como Jefe de Primera Sección de Ejecución en la que preparó, dirigió y operó en Operaciones Especiales en forma “altamente eficiente”, habiendo logrado “éxitos de ponderación” que sirven y servirán como ejemplo a sus camaradas y subalternos (fs. 3371/21). 240 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Surge del mentado legajo asimismo, que el nombrado Diedrichs se encontraba cumpliendo funciones al tiempo en que ocurrieron los hechos que se le atribuyen, como así también que mereció de sus superiores las más altas calificaciones posibles en cada uno de los rubros de que se trata (debiendo considerarse al respecto que la participación de sus calificadores –en el caso concreto, sus superiores: el entonces Jefe del Destacamento de Inteligencia 141, Oscar I. Bolasini- en las regulares Reuniones de la Comunidad Informativa donde se decidía el accionar sistemático represivo desarrollado por la Ejército con el alegado propósito de reprimir la subversión, fuente directa de las órdenes verbales que bajaban tendientes a cumplimentarlo, resulta un indicador de la conexión directa de este imputado con dicho accionar. Al respecto, adviértase que la Sección Primera de Ejecución del Destacamento de Inteligencia, también denominada sección política (conf. testimonio de Kunzman obrante a fs. 2792/801 y 2802/12), cuya jefatura ejerció el imputado centralizaba la información obtenida en La Perla, desde donde después de ser analizada era retransmitida a otros Destacamentos o bases militares. En forma conteste relata Teresa USO OFICIAL Celia Meschiatti que la información que llegaba a la Primera Sección provenía de otros Destacamentos, del campo La Ribera, de las cárceles o de la tortura en la “sala de terapia intensiva” de La Perla. Dijo que si la información obtenida no satisfacía a los torturadores se ponían en contacto con Base (Primera Sección) a efectos de que se les proporcionen otros datos para contrastar obtenidos de carpetas o archivos de anteriores detenidos relacionados con el que se estaba torturando, tras lo cual continuaban con dicho procedimiento de tortura hasta conformar una “declaración” por triplicado que no estaba suscripta por el detenido, remitiendo uno de los ejemplares a la Base, otro al Comando del Cuerpo, al tiempo que el tercero permanecía en La Perla, conforme ya se ha explicado (fs. 3771/4, 3776/813 y 3814/7). Así lo dijo también Piero Di Monte quien explica que la Primera Sección seguía el caso de cada detenido en La Perla a través de la carpeta personal del mismo, la cual cotejaba con la de otros detenidos vinculados a aquél por criterios que ellos estimaban, de modo tal que los interrogadores pasaban por “base” todas las mañanas a efectos de recibir directivas precisas, según las cuáles “actuaban” luego en La Perla (fs. 2995/3005). En lo que nos ocupa específicamente en estos actuados, Liliana Callizo y Graciela Geuna caracterizan a Diedrichs resaltando que el nombrado se desempeñó en el Destacamento de Inteligencia 141 desde el año 1975, en que habría participado en los secuestros que se efectuaron en esa primera época confeccionando las primeras listas de detenidos o individuos a secuestrar tras el golpe de estado del 24 de marzo de 1976 (ver fs. 3735/70 y 3685/734). En concordancia con los elementos de juicio expuestos, en una nota fechada 6 de noviembre de 1976 remitida por el propio Diedrichs al Jefe del Destacamento de Inteligencia 141, en su carácter de Jefe de la Primera Sección de Ejecución, el nombrado se auto califica como “escalón de mando directo …” del personal de la Sección de 241 Operaciones Especiales, para cuyos integrantes peticiona en dicha nota un reconocimiento o premiación fundado, entre otros motivos, en el carácter encubierto, arriesgado, sin registro alguno, apartado de los convencionalismos de las operaciones militares regulares, que revistaban las acciones que ejecutaban estos, sus subalternos (fs. 2960/1). Vale destacar en este punto que conocida es ya la ambigüedad del discurso empleado en estos documentos, tanto en estas notas internas del Ejército, como en los conceptos y calificaciones que se consignan en los legajos personales de los imputados. Esto, que aparece como consecuencia directa de la abierta ilegalidad con que los aquí imputados habrían ejercido en el período analizado la potestad de reprimir, con el alegado propósito de combatir la subversión, al colocar la totalidad del aparato estatal en la clandestinidad, genera un imperativo de valoración para el juzgador, quien necesariamente debe analizar estos documentos en este contexto fáctico más amplio que las pruebas analizadas han dejado acreditado (testimonios de ex detenidos sobrevivientes de La Perla, memorandos de la Policía Federal Argentina, entre otros). Debe considerarse asimismo en este contexto, un documento titulado “La contrainsurgencia a partir del accionar del Partido Revolucionario Montoneros”, incautado en la sede de la Delegación Córdoba de la SIDE en oportunidad del allanamiento practicado por este Tribunal y la Fiscalía Federal N° 3 en junio de 1999; documento este que dentro de un extenso desarrollo conceptual acerca de los métodos idóneos para individualizar y detener a militantes estimados subversivos, contiene una descripción del sistema de represión que se considera debe aplicar el Estado, consignándose en ese apunte que “la interrogación con métodos no ortodoxos es desde ya, en función de la rapidez con que debe cumplirse el primer tiempo, necesaria e imprescindible, pero se hace mucho mas eficaz si se acompaña con toda una ambientación en función del quiebre, consistente en „demostrarle al detenido que se tiene información concreta sobre su actividad‟ y en presentarle a otros detenidos a los que el militante creía muertos, demostrándole que los mismos viven, colaboran y que lo instan a declarar en forma voluntaria, lo cual crea al recién detenido una contradicción inevitable, ante las dos alternativas que se le ofrecen: colaborar en forma plena con la posibilidad de vivir o, de lo contrario, „sufrir las consecuencias de los términos en que la organización subversiva obliga a plantear esa guerra‟, lo que apresura notablemente el quiebre. Luego señala que “una vez logrado un grupo de colaboradores de confianza integrados en grupos de trabajo, éstos, en función del vuelco ideológico sufrido, comienzan a poner su inteligencia en función de la contrainsurgencia” (ver fs. 14.241/85). Del texto transcripto, resulta casi un imperativo colegir sin mayor esfuerzo argumental, que las alusiones efectuadas por Diedrichs a arriesgadas “acciones encubiertas”, “sin registro alguno” o “apartadas de los convencionalismos”, son en realidad remisiones solapadas a las acciones inherentes al sistema represivo ilegal que se habría instaurado en la clandestinidad: secuestros, alojamientos en centros clandestinos de detención como lo fueron La Ribera o La Perla, interrogatorios bajo tortura a efectos de 242 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 obtener la mayor cantidad de datos posibles sobre nuevos elementos estimados a secuestrar ó fusilamientos de los secuestrados. Del mismo modo, en los legajos personales de los militares imputados, son los logros o la mayor eficacia demostrada por el agente militar en el quehacer de este sistema represivo ilegal descripto, el factor real determinante de una felicitación, de una alta conceptuación, ó de una elevada calificación. Finalmente, se le atribuyen en su carácter de Jefe de la Primera Sección de Ejecución del Destacamento, rol que desempeñaba al momento en que éstos habrían sido perpetrados; Jefatura en virtud de la cual habría intervenido, como tarea inherente a las funciones propias de su competencia, juntamente con los jefes de las restantes secciones del Destacamento, en la toma de la decisión sobre el fusilamiento de las víctimas, conforme era la manera de resolver cuál habría de ser el destino final de los detenidos que se hallaban cautivos en La Ribera primero y en La Perla después. Al respecto, coinciden Piero Di Monte (fs. 2995/3005), Graciela Geuna (fs. 3685/34), Teresa Meschiatti (fs. 3776/813), Liliana Callizo (fs. 3735/70), entre otros, acerca de que todo el proceso de privación de libertad y tormentos con el objetivo final de recabar información, USO OFICIAL provenía de las ordenes emanadas de esta cadena jerárquica, para concluir en la función final que consistía en determinar la supervivencia o muerte de las personas privadas de libertad en los centros clandestinos, una vez agotada la fuente de información que las víctimas representaban; decisión ésta inherente a las funciones del Jefe del la Primera Sección de Ejecución, en reunión mantenida con los titulares del Destacamento 141 (Jefe y Subjefe), y los demás oficiales de las restantes secciones. Ahora bien, debemos realizar una ponderación especial en lo concerniente a la intervención que le habría cabido a Diedrichs en relación a los hechos que nomináramos 38 (Billar) y 39 (Flores Montenegro y García), por los que oportunamente se lo indagara. Al respecto debe señalarse que, conforme se desprende de la prueba colectada en autos, ha podido determinarse que los nombrados habrían sido trasladados e ilegalmente alojados en el Departamento Inforamciones Policiales (D2), lugar en el que habrían sido reiteradamente sometidos a tormentos. Es así, que – a tenor de las consideraciones que realizáramos respecto del funcionamiento de esta dependencia policial- no resulta posible atribuir a Rodríguez ingerencia en relación a lo que allí sucedía, circunstancia que determina que corresponda ordenarle el sobreseimiento en relación a estos hechos. Similar temperamento debe adoptarse en relación a los hechos nominados 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), del 9 de marzo, 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), del 10 de marzo, 49 (Barbano) del 16 de marzo y 50 (Gómez), del 19 de marzo, todos de 1976. Esto así en virtud de que se desprende de su legajo que el día 7 de marzo de 1976 es destinado a la Escuela Superior de Guerra en Buenos Aires, regresando a Córdoba recién el 24 de marzo de ese año. Situación Procesal de Ernesto Guillermo Barreiro 243 Se ha indagado a Barreiro en relación a los hechos nominados 22 (Allende), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Nuñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez). De las constancias de su legajo personal de servicios, en especial de la planilla de calificaciones período 75/76, surge que se desempeñó primeramente en el Grupo Operaciones Especiales o Tercera Sección del Destacamento de Inteligencia 141, desde el 20 de enero de 1976 hasta inicios de 1977, fecha esta en que reemplazó a Diedrichs en la jefatura de la Primera Sección de Ejecución. Asimismo de la planilla de calificación obrante en ese legajo personal referida al período 1975/1976, surge que en su carácter de integrante del grupo operativo que ejercía la represión ilegal en La Perla –Grupo de Operaciones Especiales-, se desempeñó en forma “altamente eficiente”, habiendo producido “éxitos de ponderación que sirven y servirán de ejemplo a sus subordinados”. El concepto vertido por sus superiores -los entonces Jefes del Destacamento de Inteligencia 141, Oscar I. Bolasini y César Emilio Anadón, cada uno a su tiempo- reviste una singular relevancia si se advierte que éstos participaban regularmente en las Reuniones de la Comunidad Informativa donde se decidía el accionar sistemático represivo desarrollado por el Ejército, entonces con el alegado propósito de reprimir la subversión. Es este órgan la fuente directa de las órdenes verbales descendentes, tendientes a cumplimentarlo, por lo que la excelente conceptualización que se realiza de su labor, implica en definitiva un indicador de la relación directa de este imputado con dicho accionar. Aporta Graciela Geuna (ver fs. 3685/734) aspectos de su perfil como oficial del Ejéricto abocado a las tareas que se proponían en el Destacamento de Inteligencia 141, refieriendo que dentro de La Perla Barreiro integraba el grupo de oficiales ideológica y políticamente ligado a Diedrichs, a quien admiraba, en tanto que en el ámbito de la suboficialidad gozaba del respeto y adhesiones de Manzanelli, Herrera y Tejeda (fallecido). Dijo esta testigo que Barreiro era un individuo manipulador y vanidoso, a quien parecía resultarle suficiente para auto estimarse “honesto” u honorable, la hipócrita circunstancia de considerar -junto con Manzanelli- que el “enemigo” -a la sazón indefenso, subyugado y plenamente sometido en su personalidad tanto física como psíquica- debía ser puesto en conocimiento que su destino en La Perla era la muerte. Asimismo dijo que una vez llegada a La Perla fue llevada a la sala de tortura de ese campo, donde tras ser atada a una cama metálica que allí había, Barrerio la torturó aplicándole corriente eléctrica “picana”- en una intensidad de 220 voltios, juntamente con un médico que auscultaba su corazón para evitar, en el límite, que se muriera a consecuencia del violento ataque. Por su parte Piero Di Monte (fs. 2995/3005 ), al exponer acerca de los tormentos sistemáticos a que eran sometidos los detenidos en dicho centro de detención clandestino, refiere que en el año 1976, se organizó una estructura de tres grupos de interrogadores -torturadores- todos 244 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 los cuales operaban bajo la dirección de Barreiro, al tiempo que cada uno de ellos habría estado bajo una especie de subjefatura que ejercieron los coimputados Luis Manzanelli, Hugo Herrera y Elpidio Tejeda (fallecido). En forma conteste, Susana Margarita Sastre (ver fs. 14.292/300) dijo que en La Perla, Barreiro juntamente con Manzanelli, Acosta y González eran del “grupo madre”, “de los duros”, secundados por otros individuos, aclaró que no se trataba de un grupo numeroso, que eran más bien pocos individuos los que mantenían en una suerte de logia nefasta el monopolio del ejercicio de la tortura, en la que todos intervenían. Destacó entre estos interrogadores a Barreiro, que se hacía llamar Hernández ó Rubio, a Acosta, y a González -fallecido-, quienes subyugaron a los detenidos con especial ensañamiento, sensación de omnipotencia e impunidad inusitadas, vulnerando la entereza psíquica -amén de la física- de los detenidos en modo en extremo lesivo, al decirles en forma constante que eran dueños de su vida y su muerte, que eran su Dios, que eran muertos que caminaban. En coincidencia con los elementos expuestos, mediante nota de fecha 30 de abril de 1977 (ver fs. 2962/3), remitida al Comandante en Jefe del Ejército, en la que USO OFICIAL Barreiro reclama no haber sido ascendido por sus superiores en ocasión de efectuarse su evaluación anual del período comprendido en los hechos que aquí se le atribuyen, esto es período 75/76, es él mismo quien reivindica su eficacia y compromiso con el accionar represivo efectuado en ese período con el alegado propósito de la lucha contra la subversión, al referirse a los logros obtenidos en su carácter de integrante de la “Sección Operaciones Especiales”, caracterizando a las actividades que se desarrollaron dentro del marco de las „operaciones contra elementos subversivos como un “… hecho este que por sí solo puede resultar significativo... por tratarse de una forma de lucha totalmente novedosa para nuestra doctrina, educación e instrucción...”. Asimismo manifiesta que en la “lucha” que libraban entonces contra la “subversión”, le correspondió al suscripto la misión de la “obtención de información” para la realización de nuevos procedimientos como también para su procesamiento –recuérdese los dichos de los testigos ex detenidos en cuanto a que el nombrado era el titular del grupo de interrogadores de La Perla-. Después refiere que su prolífica actuación alcanzó un número de “627” operaciones en el período comprendido entre marzo y diciembre de 1976, entre los cuales destaca el peticionante su mérito en el desmantelamiento de la conducción nacional de montoneros –que según sus dichos se habría posibilitado con la colaboración de un trabajo intelectual del nombrado-, como así también hizo referencia a su participación en el desbaratamiento de la “base 2” de prensa de Montoneros en esta ciudad, en que de hecho explica que resultó muerto uno de sus compañeros de “operaciones de La Perla”, Elpidio Tejeda, habiendo resultado herido de consideración también el coimputado Herrera . Al respecto, sin mayor esfuerzo podemos colegir que las alusiones efectuadas por Barreiro a las arriesgadas “acciones encubiertas”, “sin registro alguno” o “apartadas de los convencionalismos”, son en realidad remisiones solapadas a las acciones inherentes al sistema represivo ilegal que se habría instaurado en la clandestinidad: 245 secuestros, alojamientos en centros clandestinos de detención como lo fueron La Ribera o La Perla, interrogatorios bajo tortura a efectos de obtener la mayor cantidad de datos posibles sobre nuevos elementos susceptibles de secuestrar o fusilamientos de los ya capturados. Dable es destacar que estas manifestaciones resultan altamente indicativas del rol esencial que habría desarrollado el nombrado dentro del Destacamento y concretamente, en lo atinente a la represión de la subversión, accionar del que probablemente habrían resultado perjudicados directos las víctimas de esta causa, si se considera la importante misión que habría desarrollado las primera y tercera secciones dentro de la Unidad, en las que el imputado, por lo demás, se jacta de haber tenido un eficaz y muy trascendente desempeño. Así las cosas, y en virtud de lo ya expuesto, entiendo que debe concluirse que a Barreiro le cabe responsabilidad penal por los hechos por los que fuera indagado. Situación Procesal de Héctor Pedro Vergéz Se ha indagado a Vergéz en relación a los hechos nominados 3 (familia Pujadas), 11 (Jensen y Pietragalla), 15 (hermanos bolivianos), 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán Zevi), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 28 (Scocco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 48 (Giménez), 49 (Barbano) y 50 (Gómez). De las planillas de calificaciones de los períodos 1974/1975 y 1975/1976, que obran en su legajo personal (ver fs. 5727/36) surge que el imputado reviste en el Destacamento de Inteligencia 141 “General Iribarren” desde el 07 de diciembre de 1974, integrando el Grupo de Operaciones Especiales de dicho destacamento desde el 16 de Octubre de 1975. Diversos testimonios de los ex detenidos de La Perla dan cuenta que era nombrado como “Vargas, “Capitán Vargas” o “Gastón”. Coinciden en señalar que su intervención en el tipo de acciones que investigamos se inició con mucho antes del golpe de estado del 24/03/1976, integrando el grupo que se hacía llamar “Comando Libertadores de América”, y que actuaba junto con integrantes del Departamento de Informaciones de la Policía de la Provincia, grupo este que habría utilizado las instalaciones de la Prisión Militar Córdoba ubicadas en La Ribera, como “lugar de reunión de detenidos” o centro clandestino de detención. Era reconocido por su crueldad, se jactaba de su labor como secuestrador y torturador, lo que le valió respeto y reconocimiento entre sus pares (Geuna fs. 3685/34; Di Monte fs. 2995/3005, Callizo fs. 3735/70; Contepomi fs. 289/5; Iliovich fs. 3823/38). Resulta ilustrativo el testimonio de Andrés Eduardo Remondegui, en cuanto refiere un hecho vivenciado personalmente durante un operativo 246 dirigido por Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Vergéz, acompañado de siete u ocho personas más. Se conducían en dos vehículos. No recordaba con exactitud el lugar, pero era como saliendo por ruta 9, cerca del Arco y había que doblar a la derecha. Una vez en el domicilio, no encontraron a nadie, y Vergéz decidió quemar la casa. Presenció cuando empezaron a rociar la casa, pues lo amarraron a una silla y Vergéz le dijo que le iban a prender fuego con la casa, hasta que finalmente lo desataron y lo volvieron a subir al vehículo. La casa la quemaron y regresaron a La Perla donde lo llevaron a la cuadra, ubicándolo cerca de la pared del fondo que daba a los baños. Refiere asimismo que fue torturado principalmente por “texas” alias Tejeda, Pedro Vergés, Acosta, Barreiro y Manzanelli (fs. 14.233/240). No puede soslayarse, en relación a los hechos que aquí nos ocupan, el contenido del libro publicado por Héctor Pedro Vergéz bajo el título “Yo fui Vargas”, en el que destaca la intensísima actividad que desplegara desde el año 1975 en Córdoba en contra de la subversión. Allí describe objetivos y metodologías, dejando claramente indicado que aún antes del golpe de estado de marzo de 1976 se encontraba ocupando posiciones de liderazgo en la lucha contra la subversión. Allí encontramos diversas referencias que aluden USO OFICIAL directamente a los hechos de esta causa, sobre las que hemos reflexionado al analizar la existencia histórica de los hechos, a las que nos remitimos en honor a la brevedad. En este punto estimo oportuno resaltar que él mismo se ubica operando en esta tarea en el CCD La Ribera, al decir: “el centro de detención era una cárcel en plena ciudad, que funcionó a la vista de la gente, hasta el advenimiento del 24 de marzo de 1976. Se llamaba “La Ribera”. Desde ese lugar hicimos operaciones muy importantes” (ver fs. 129). Simplemente, y a modo ilustrativo transcribiremos algunas apreciaciones vertidas por Liliana Callizo (ver fs. 6639 y ss), quien dedica varios párrafos de su testimonio a Vergéz, indicando que se desempeñó en el Destacamento de Inteligencia desde antes de 1975, con la específica misión de combatir la guerrilla, resalta que operaba con el Departamento Informaciones Policiales de la Policía de la Provincia de Córdoba, y que era muy amigo de “La Tía” Pereyra, una famosa torturadora. En lo que nos convoca recuerda que Vergéz se jactaba en La Perla de su directa intervención en distintos secuestros y asesinatos, entre los que incluye el de la familia Pujadas, el asesinato de nueve estudiantes bolivianos, los tormentos y la muerte de Susana Luna. Relata que “en 1975, en el campo de la Ribera, es quien dirige los secuestros y muchos fusilamiento con total impunidad y a sangre fría. En el campo de la Ribera y ante una marcha o ataque de intimidación de afuera, son fusilados todos los prisioneros que estaban en ese momento, entre ellos “Armando”, que días antes Vergéz había sacado en un helicóptero amenazándolo de ser tirado, mientras lo paseaba colgado de un pie. Este relato lo hizo el mismo Vergéz y algunos guardias de Gendarmería que habían estado ese día en La Ribera. Tortura hasta la muerte a la Señora de Moukarzel “Alicia”. Participa en la aplicación de tortura con una resistencia caliente puesta en al cara hasta que muere el soldado Giménez. Se caracteriza por su capacidad y audacia en el desarrollo de los operativos y también por su crueldad al torturar. Su persona es muy temida por sus camaradas, que lo consideran 247 un loco. Sabiéndose temido y a la vez admirado, sabía usar su poder”. Estas apreciaciones son coincidentes con las de otros detenidos, también sobrevivientes de La Perla. Valga señalar que la estrecha vinculación que habría sostenido Vergéz con miembros del Departamento Informaciones de la Policía de Córdoba también se desprende de las expresiones que vertiera en su libro, vínculo que se estrecharía especialmente con el Comisario Telledín, con el que se muestra actuando en forma conjunta en contra de la subversión (ver fs. 119 y 120 del libro ya citado). Su legajo personal informa que hizo uso de su licencia anual desde el 15 de febrero de 1976 por treinta días en la ciudad de Buenos Aires, circunstancia que determina que corresponde excluir su responsabilidad en relación a los hechos nominados 35 (Nuñez Prado), 36 (Chapeta Lario) y 37 (Duarte), los que habrían acontecido entre el 26 de febrero y los primeros días del mes de marzo de 1976. Si bien los secuestros de los matrimonios Ricciardi/Caffani y Sciutto/Duclós se habrían producido el día 25 de febrero de 1976 – esto es cuando Vergéz se encontraba de licencia – no corresponde deslindar su responsabilidad en virtud de que existen elementos de prueba que indican que su detención se prolongó más allá del golpe de estado de 1976, y que éstos fueron trasladados a La Perla, siendo finalmente muertos (ver fs. 2995/3005). A excepción de los hechos 35, 36 y 37, y en virtud de lo ya expuesto, entiendo que debe concluirse cabe atribuir responsabilidad penal a Vergéz por los hechos por los que fuera indagado. Situación Procesal de Luis Alberto Manzanelli Luis Alberto Manzanelli fue indagado en relación a los hechos 3 (familia Pujadas), 11 (Jensen y Pietragalla), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán Zevi), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano) y 50 (Gómez). Su legajo personal indica que en la fechas de presunta comisión de los hechos que se le endilgan se desempeñaba en la Tercera Sección o Grupo Operaciones Especiales del Destacamento de Inteligencia 141. Por otra parte, el nombrado se encontraba efectivamente prestando funciones en su lugar de destino al momento de los hechos (desde el 16/10/75 cumpliendo funciones en Operaciones Especiales hasta el 1/2/78), habiendo obtenido, durante los períodos anuales 74/75 y 75/76, las más altas calificaciones posibles para cada uno de los rubros de que se trata, siendo evaluado como “Uno de los pocos sobresalientes para su grado”, al tiempo que se lo felicita por “haber actuado en la Sección de Operaciones Especiales durante los años 1975/76 en forma altamente eficiente,... logrando a través de su esfuerzo éxitos de ponderación que sirven y servirán como ejemplo 248 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 para la Unidad.”, agregándose que “Continuó actuando en Operaciones Especiales durante el año 1977 con el mismo arrojo, valor y sacrificio con que lo hiciera en oportunidades anteriores, constituyéndose en ejemplo de sus camaradas y subalternos”, siendo conceptuado además en período 77/78 como el “mejor Suboficial de la Unidad” (fs. 14.385/6). Obviamente, esas distinciones y estímulos, no habrían sido concedidos con otra finalidad más que la de recompensar y alentar el accionar que hasta ese momento habría colmado ampliamente las expectativas de los superiores. A ello se suma lo expuesto por personas que durante su permanencia en La Perla en calidad de detenidos, habrían sido directos testigos del desempeño del personal mencionado. Entre ellos, Teresa Meschiatti recuerda especialmente de Manzanelli que así como se sentía orgulloso al decir que por sus manos habían pasado todos los militantes de La Perla, también solía señalar que en la media hora del día en que se quedaba solo frente a sí mismo, recordaba todos los ojos de los torturados. Como él –relata la testigo-, todo el personal de La Perla sufría las contradicciones de sus dobles vidas; afuera debían llevar una USO OFICIAL vida como los demás seres humanos, mientras que adentro se “sacaban la máscara” y ejercían su verdadero rol de secuestradores, torturadores y asesinos. Añade que todos los torturadores participaban en todos los casos, se turnaban, uno se cansaba y seguía el otro (fs. 3776/813). Piero Di Monti, por su parte, relata que Manzanelli realizaba, indistintamente, tareas de secuestros, interrogatorio y tortura, teniendo en su haber muchas víctimas (fs. 2995/3005). Graciela Geuna señala que Luis Manzanelli se destacaba como torturador, mató a varios prisioneros torturándolos, que era inteligente, audaz, muy acomplejado por no ser oficial, tenía una personalidad contradictoria, era fanfarrón en tanto le importaba sobremanera su imagen, necesitaba dar buena imagen y reafirmarse constantemente, pero caía en contradicciones tales como que era un torturador despiadado y a la vez siempre hablaba del respeto a los prisioneros (fs.3685/734). A su vez, Héctor Kunzmann, recuerda a Luis Manzanelli en La Perla jactándose de la situación de los prisioneros, al expresarles que no eran detenidos sino secuestrados, que allí no había abogado ni cosa alguna que pudiera ayudarlos, que el “glorioso e invicto Ejército Argentino” era el dueño de sus vidas; mencionando entre otro personal relacionado a dicho “campo de concentración y extermino”, a fines de 1977, al suboficial Manzanelli (fs. 2792/801). Asimismo, Cecilia Beatriz Suzzara, identifica alguna de las personas que la torturaron y entre ellos nombra al Suboficial Luis Manzanelli (alias Piaza, el violinista) (fs. 14.360/66, 14.367/71, 14.372/79 y 14.380/82). Conteste Contepomi menciona a Manzanelli, entre quienes lo torturaron durante tres días seguidos (fs. 14.383/384). Graciela Geuna lo reseña señalando que perteneció al Comando libertadores de América, participando en todos los secuestros efectuados por el Comando. Dice: “Se “destacaba” como torturador, al igual tque Tejeda, con el cual se disputaban el “mérito” de mejor torturador. Muy buena memoria, se había ocupadod e memorizar los nombres y datos de todos los activistas de izquierda de Córdoba. Se jactaba de su rol de 249 torturador, decía: “por mis manos han pasado todos los secuestrados. Era inteligente, audaz, tenía buenos conocimientos de Historia Argentina, muy acomplejado por no ser oficial. Siempre selamentaba ya que se considerab a más capaz que los oficiales pero debía resignarse a puestos secundarios por ser suboficial. Pertenecía al mismo grupo que Diedrichs, Barreiro, Ludueña y Herrera. Tenía excelentes relaciones con la Policía de la Provincia de Córdoba, las cuales databan de su época como Comando Libertadores de América” (ver fs. 4278). En lo que hace particularmente a los hechos que nos ocupan, Geuna indica que él mismo comentaba respecto de su participación en la muerte de la familia Pujadas (hecho nominado 3) y del soldado Giménez (hecho 48), como así también que respecto al hecho del que resultaran víctimas Saibene, Gomez Granja, Sinópoli y Santillán (hecho nominado 16), comentaba “Qué idiotas, haberse puesto a charlar frente al Dante, nosotros salíamos del Destacamento 141, pasamos por allí como siempre, vimos un grupo de jóvenes y sospechamos” (ver fs. 4260). Por lo expuesto, no puedo más que concluir que –con el grado de probabilidad que caracteriza esta etapa- corresponde atribuir responsabilidad por los hechos que se le endilga a Luis Alberto Manzanelli. Situación Procesal de José Hugo Herrera Se le atribuye a José Hugo Herrera en estos actuados, intervención en los hecho que nomináramos 3 (Pujadas), 11 (Jensen y Pietragalla), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 28 (Scocco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano) y 50 (Gómez) . De su legajo personal (fs.5747/58) se desprende que a la fecha de los hechos que se le atribuyen el nombrado se desempeñó en el Destacamento de Inteligencia 141, durante el año 1975, hasta octubre de ese año en la Sección denominada “Sección Aptitud Especial de Inteligencia”, que – según lo indica el propio Herrera en su declaración indagatoria (fs. 11.788)- era equivalente a lo que posteriormente se llamó Primera Sección. A partir de Octubre de 1975 integró el Grupo Operaciones Especiales del mencionado Destacamento. Asimismo en la planilla de calificación correspondiente al período 75/76 se consigna al momento de formularse un juicio sintético del nombrado que es “El más sobresaliente para su grado”, habiendo obtenido además las más altas calificaciones posibles en cada uno de los aspectos evaluativos de que se trata. En igual planilla se lo felicita también por “... haber actuado en la sección Operaciones Especiales durante los años 1975/1976 en forma altamente eficiente, ... logrando éxitos de ponderación que sirven y servirán como ejemplo para sus camaradas y subalternos, dejando sentado el prestigio de la unidad”. Debe repararse que estas felicitaciones y elevados conceptos de que fue objeto, 250 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 fueron formulados por el coimputado Barreiro, a quien alude como Jefe el encartado en ocasión de su declaración indagatoria, quien conforme ha quedado acreditado habría desempeñado un rol protagónico tanto en el plano de la acción como en el ideológico, en el diseño y el quehacer represivo ilegal desarrollado en la época que interesa en esta causa, lo cual constituye un indicador de la vinculación de Herrera con ese accionar. Igual carácter le atribuyen ciertas personas que estuvieron detenidas en ese centro clandestino, testigos de los hechos allí acontecidos como de sus autores. Así, Ángel Teodoro Kunzmann (detenido en diciembre de 1976) lo sindica al Sargento Ayudante Hugo Herrera como: interrogador en el año 1976, incluyéndolo entre los militares y civiles relacionados al “campo de concentración y exterminio” de La Perla (fs. 2792/801 y 2802/12). Liliana Beatriz Callizo (detenida el 1 de septiembre de 1976) refiere por su parte que el nombrado comenzó a prestar funciones en el Destacamento de Inteligencia 141 en el año 1974, desempeñándose después en la sección de operaciones especiales de La Perla hasta el año 1977, caracterizándolo por su falsedad y crueldad. Explicó que fue eficaz en las investigaciones, celoso en el cumplimiento de su trabajo USO OFICIAL operativo y sumamente competitivo. Políticamente mantenía buenas relaciones con Barreiro y Diedrichs. Destacó su desprecio por la vida de los detenidos y una exteriorizada inmoralidad en el trato con mujeres. En lo operativo lo caracterizó como un torturador eficaz, que habría llevado a la muerte incluso a una detenida en esta práctica junto con Barreiro y Diedrichs, que en la sala de tortura se transformaba, que no tenía debilidad alguna, ni ante su propio cansancio físico, de permanecer tanto tiempo con la picana en la mano y golpeando a los torturados (fs. 3735/70). Pussetto (detenido en noviembre de 1976) señala al imputado, alias “quequeque” o “EL HUGO” entre los “responsables del terror en Córdoba” (fs. 14.337/359). Graciela Susana Geuna dijo que en 1976 Herrera fue uno de los tres jefes de interrogatorios diarios de La Perla juntamente con Tejeda y Manzanelli, que se destacaba por su crueldad y actitud perversa con las prisioneras, y que dentro de La Perla había formado, por afinidades represivas e ideológicas, una especie de subgrupo con Manzanelli, Diedrichs, Barreiro y Ludueña (fallecido) –repárese que esta circunstancia resulta coincidente con lo expuesto al tratar la responsabilidad penal de los tres primero nombrados- (fs. 281/329). La ex prisionera Susana Margarita Sastre, detenida en junio de 1976, es conteste con los dichos anteriores cuando señala que Hugo Herrera era uno de los principales individuos que torturaba en La Perla, siendo personalmente la dicente damnificada en este sentido (fs. 14.292/300). En forma coincidente, Piero Di Monte dijo que Herrera se desempeñaba en el grupo de interrogadores del Grupo de Operaciones Especiales de La Perla, siendo transferido en el año 1977 a la Sección Segunda del Destacamento 141, caracterizando a Herrera por su desprecio por la vida humana (fs. 2995/3005). Ya se ha hecho alusión a lo dicho por este testigo en cuanto a que todos los que alguna vez estuvieron detenidos en La Perla fueron sometidos a proceso de interrogatorio bajo tortura, la cual se apoyaba en criterios científicos con objetivos bien precisos: “la rotura de la resistencia psicológica, moral e ideológica de la víctima y la 251 obtención de información operativa para poder así, continuar el proceso de „aniquilamiento‟ de lo que ellos denominaban „subversión‟”, refiriendo en este contexto entonces que en La Perla había tres grupos de interrogadores bajo las órdenes de Barreiro, cada uno de los cuales se encontraba a su vez bajo la órbita de Manzanelli, Tejeda (fallecido) y el “Sgto. Primero Hugo Herrera” (fs 2985/3005). Susana Geuna (ver fs. 4278) reseña a Herrera diciendo que “Integró el Comando libertadores de América, participando así en secuestros, masacres, mutilaciones, dinamitó gente, etc. en 1976 fue uno de los tres jefes de interrogatorio diarios, junto con Tejeda y manzanelli. Es un individuo brutal, inculto pero con “viveza criolla”.Se destacó por su crueldad y por su actitud perversa con las prisioneras. Lo caracterizábamos como “músculo descerebrado” y “sexópata” (…) Era quien llevaba las relaciones con la Policía de Río Cuarto, especialmente con u policía conocido por su vandalimos, al que le dicen “Gato”. También se ocupaba de las relaciones con la burocracia sindical y con la patronal (…). Coincidentemente Liliana Callizo (fs. 6608/09) y Piero Di Monte (fs. 5020/21) recuerda que el mismo Herrera comentaba sus incursiones en relación a hechos perpetrados por el grupo que se hacía llamar “Comando Libertadores de América”, como por ejemplo el caso de la familia Pujadas o la muerte de Jensen. Ahora bien, se advierte de su legajo personal que Herrera tomó sus vacaciones correspondientes al año 1975 por 30 días desde el 15 de febrero de 1976, situación que lo aleja de los episodios de los que habrían resultado víctimas Duarte (hecho 37) Tello Biscayart (hecho 40), Donato, ludueña y Suárez (hecho 44), Quirico Carranza (hecho 45), Fischer (hecho 46) y Vaca Narvaja (hecho 47), respecto de los cuales corresponde ordenar su sobreseimiento. Si bien los secuestros de los matrimonios Ricciardi/Caffani y Sciutto/Duclós se habrían producido el día 25 de febrero de 1976 – esto es cuando Herrera se encontraba de licencia – no corresponde deslindar su responsabilidad en virtud de que existen elementos de prueba que indican que su detención se prolongó más allá del golpe de estado de 1976, y que éstos fueron trasladados a La Perla, siendo finalmente muertos (ver fs. 2995/3005). Situación Procesal de Carlos Alberto Díaz El imputado Carlos Alberto Díaz fue indagado en relación a los hecho que nomináramos 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer) y 47 (Vaca Narvaja). Su legajo personal de servicios –planilla de calificaciones período 75/76 (ver fs. 3350/55)- consigna expresamente que Díaz se incorporó al Destacamento de Inteligencia 141 desde el 3 de diciembre de 1975, revistando en la 1° Sección hasta el 24 252 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 de marzo de 1976 en que integró el Grupo Operaciones Especiales. Respecto a este último, y haciendo referencia estrictamente al tipo de tareas y funciones que realizaba en esta sección, debe repararse específicamente de la nota elevada por el Capitán Luis Gustavo Diedrichs en su carácter de Jefe de la 1 Sección Ejecución al Jefe del Destacamento de Inteligencia 141 se desprende que Carlos Alberto Díaz prestó servicios desde su incorporación al Destacamento 141 en el Grupo Operaciones Especiales (ver fs. 2960/1). Respecto de las tareas que allí se realizaban, indica Diedrichs que “el personal militar destacado en la Sección Operaciones Especiales ha actuado desde noviembre de 1975 en forma altamente eficiente, logrando una experiencia inapreciable y habiendo obtenido a lo largo de un año un resulado sumamente valorable en la lucha contra la subversión. Que las acciones realizadas por este grupo son encubiertas, sin registro alguno, apartadas del convencionalismo de las opoeraciones militares regulares, siendo todas ellas arriesgadas, producto del empleo del valor, del arrojo y de la inteligencia. En efecto, muchas de ellas fueron el fruto de largas investigaciones, del USO OFICIAL manejo interesante de datos disponibles, del interrogatorio perfectamente realizado.(…)” Corresponde además destacar que al final de el período anual 75/76 Díaz obtuvo las más altas calificaciones posibles para cada uno de los rubros evaluados, siendo conceptualizado como “Uno de los pocos sobresalientes para su grado”. En períodos posteriores se lo felicita por “haber actuado en la Sección de Operaciones Especiales durante los años 1975/76 en forma altamente eficiente”. Obviamente, esas distinciones y estímulos, no habrían sido concedidos con otra finalidad más que la de recompensar y alentar el accionar que hasta ese momento habría colmado ampliamente las expectativas de los superiores. A ello se suma lo expuesto por ex detenidos de La Perla, que habrían sido directos testigos del desempeño del personal mencionado. Así, Ángel Teodoro Kunzmann sindica a Díaz como parte del grupo de “Militares y civiles directa o indirectamente relacionados con el campo de concentración y exterminio La Perla” (fs. 2792/801). En forma coincidente Callizo dijo que Díaz era un torturador especializado, que había realizado un curso especial de contrainsurgencia y represión, y que estilaba ejecutar estos tormentos mediante aplicación de picana y golpes de puño, aclarando la testigo que se “descontrolaba” cuando torturaba (fs. 3735/70). Se expide en el mismo sentido Graciela Geuna y Teresa Meschiatti coinciden en que el “Sargento Díaz” (a) “HB” en más de una ocasión proporcionó paleadas severas a los detenidos habiendo llegado incluso a producir la muerte de alguno de ellos (fs. 3585/74 y 3776/813). En lo que concierne a los hechos 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), que habrían acontecido entre el 9 y el 10 de marzo de 1976, debe señalarse que su legajo personal nos informa que Díaz fue comisionado desde el día 4 de febrero y el 253 19 de marzo de 1976 a la instrucción en el terreno con soldados clase 55 (ver fs. 2950), situación que lo ubica realizando una tarea diferente a la que se desplegaba habitualmente en el Destacamento 141, circunstancia que determina que corresponda respecto de estos hechos ordenar su sobreseimiento. Si bien los secuestros de los matrimonios Ricciardi/Caffani y Sciutto/Duclós se habrían producido el día 25 de febrero de 1976 – esto es cuando Díaz se encontraba de comisión – no corresponde deslindar su responsabilidad en virtud de que existen elementos de prueba que indican que su detención se prolongó más allá del golpe de estado de 1976, y que éstos fueron trasladados a La Perla, siendo finalmente muertos (ver fs.2995/3005). Es así que, a excepción de los hechos mencionados en el párrafo anteúltimo, entiendo que corresponde ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Díaz en relación a los hechos por los que fuera indagado. Situación Procesal de Jorge Exequiel Acosta y Luis Alberto Cayetano Quijano Pesan sobre los encartados Jorge Exequiel Acosta y Luis Alberto Cayetano Quijano la imputación de los hechos nominados 22 (Allende y Bosco de Allende), ), 33 (Ricciardi y Caffani) y 34 (Sciutto y Duclós). Al momento de realizar el análisis de la existencia histórica de estos hechos determinamos que luego de su aprehensión y su probable paso por La Ribera, estas víctimas fueron posteriormente trasladadas a La Perla, atribuyéndosele a Acosta y Quijano intervención en los hechos que habrían acontecido en este último centro clandestino de detención. De la lectura del legajo personal de Acosta se advierte que desde el 20 de enero de 1976 se desempeñó en la Primera Sección Ejecución del Destacamento de Inteligencia 141 “General Iribarren”. La nota elevada con fecha 6 de noviembre de 1976 por el Jefe de esta Sección, Luis Gustavo Diedrichs (ver fs. 2960) nos informa que Acosta se desempeñó desde su incorporación en el Grupo Operaciones Esepciales, donde “el personal militar destacado en la Sección Operaciones Especiales ha actuado desde noviembre de 1975 en forma altamente eficiente, logrando una experiencia inapreciable y habiendo obtenido a lo largo de un año un resulado sumamente valorable en la lucha contra la subversión. Que las acciones realizadas por este grupo son encubiertas, sin registro alguno, apartadas del convencionalismo de las opoeraciones militares regulares, siendo todas ellas arriesgadas, producto del empleo del valor, del arrojo y de la inteligencia. En efecto, muchas de ellas fueron el fruto de largas investigaciones, del manejo interesante de datos disponibles, del interrogatorio perfectamente realizado.(…)” Es así que el nombrado Acosta, al tiempo de los hechos que se le atribuyen, se desempeñaba en la Tercera Sección o Grupo Operaciones Especiales del Destacamento de Inteligencia 141. Por otra parte, se encontraba efectivamente prestando funciones en su lugar de destino al momento de los hechos, consigna su legajo: desde el 254 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 20/1/76 presente en el destacamento de Inteligencia “General Iribarren”, hasta el 5/12/77, habiendo obtenido, durante el período 1976/1977, las más altas calificaciones posibles para cada uno de los rubros de que se trata, siendo evaluados como “Uno de los pocos sobresalientes para su grado”, al tiempo que se los felicita por “haber actuado en la Sección de Operaciones Especiales durante los años 1975/76 en forma altamente eficiente,... logrando a través de su esfuerzo éxitos de ponderación que sirven y servirán como ejemplo para la Unidad.” (fs. 2956/59). Obviamente, esas distinciones y estímulos, no habrían sido concedidos con otra finalidad más que la de recompensar y alentar el accionar que hasta ese momento habría colmado ampliamente las expectativas de los superiores. A su vez, ex detenidos de La Perla dan cuenta de su participación en el accionar represivo clandestino probablemente perpetrado de manera sistemática en dicho lugar. Así, Ángel Teodoro Kunzmann sindica a Acosta como uno de los “militares ... directa o indirectamente relacionados con el campo de concentración y exterminio La Perla” (ver fs. 2792/801 y 2802/12), de la misma manera que lo hace el ex detenido Carlos Alberto Pusseto (fs. 14.337/59). Liliana Callizo y Graciela Geuna refieren que durante el USO OFICIAL año 1976 fue el responsable de numerosos operativos en La Perla, convirtiéndose hacia 1977 en el Jefe de ese centro clandestino de detención. Dijeron que dirigía los operativos comando, ocasiones en que solía robar en los procedimientos, principalmente útiles de pesca, caza o camping, que disfrutaba intimidando a algunos prisioneros, y que en relación a la tortura, era sumamente contradictorio, que a veces la evitaba y en otras ocasiones la provocaba (fs. 3685 y 3735/70). En forma conteste Piero Di Monte expresa que el Capitán Jorge Ezequiel Acosta, (a) “Rulo” o “Sordo”, se desempeñó como Jefe del grupo OP3 con sede en La Perla después del traslado del Capitán Vergéz –a mediados de 1976-. Manifestó que se caracterizaba por su audacia e irresponsabilidad en los procedimientos que efectuaba, y que el grupo de individuos con los que operaba, no solo secuestraban personas sino que también robaban elementos de las viviendas que saqueaban. En cuanto a la tortura dijo que no era su “especialidad” aunque relató que en una ocasión, a efectos de demostrar agallas frente a sus compañeros, degolló con su cuchillo a un prisionero apodado “Joe”, estudiante de medicina (fs. 2995/3005). Por su parte Andrés Eduardo Remondegui, relata que en La perla fue torturado principalmente por “texas” alias Tejeda, Pedro Vergés, Acosta, Barreiro y Manzanelli (fs. 14.233/40). Por su parte, el legajo personal de Quijano nos informa que a, la fecha de estos hechos revistaba como Comandante de Gendarmería y Jefe de la División Inteligencia de la Región Noroeste de esa Fuerza, habiéndose desempeñado desde el 24 de marzo de 1976, “en forma permanente” en el Destacamento de Inteligencia 141 del Ejército (fs. 3006/7). Tanto Teresa Meschiatti como Piero Di Monti describen la efectiva participación de Quijano, alias “Ángel” en diversos procedimientos del Grupo Operaciones Especiales, mencionándolo como un integrante más de ese equipo, durante el año 1976 (fs. 3776/813 y 2995/3005). Así, Teresa Meschiatti, recuerda la intervención del nombrado en su propio secuestro, (fs. 2995/3005). Piero Di Monti, por su parte, recuerda que Quijano 255 participó como número en los operativos, interrogatorios y torturas, refiriéndose con la expresión “número” a las personas que complementaban al Grupo Operaciones Especiales, que concurrían a La Perla porque estaban de acuerdo con lo que allí se hacía y querían participar. Lo caracteriza como una persona oscura, bastante difícil de comprender, subrepticia, recordando que había intervenido en un operativo en que resultó abatido un detenido y que en los días siguientes concurría a la cuadra luciendo la ropa del muerto, frente a una pareja que se hallaba allí detenida. Participó en la OP3 hasta fines de 1976, fecha en la que debió separarse por problemas relacionados con el robo de automóviles (fs. 2995/3005). Cecilia Suzzara menciona a Quijano como uno más de los del “grupo de tareas que estaban siempre en La Perla” (fs. 14.360/63, 14.364/66, 14.372/79, 14.380/82 y 14.367/71), concordando con Astelarra y Contepomi, quienes lo incluyen entre los integrantes del OP3 (fs. 2891/5). Héctor Kunzmann, por su parte, al referirse a Gendarmería, recuerda al Ángel Quijano, señalando a su respecto que participó activamente de los procedimientos (fs. 2792/801 y 2802/12). Por lo expuesto, entiendo corresponde asignar responsabilida da Acosta y Quijano en virtud de los hechos por los que fueran indagados. Situación Procesal de Carlos Enrique Villanueva El imputado Villanueva fue indagado en relación al hecho que nomináramos 11, en el que habrían resultado víctimas Eduardo Juan Jensen y Horacio Miguel Pietragalla. Al respecto valga señalar que el legajo personal de Villanueva informa que para el día en que habrían acontecido los hechos que nos ocupan – esto es el 15 de Octubre de 1975 – se desempeñaba como Jefe de Sección de la Policía Militar y veedor del Departamento de Intendencia, cargo en el que permaneció hasta el 26 de noviembre de ese año en el que fue destinado a Río Gallegos. Si bien existen elementos en autos que habilitaron en su oportunidad la sospecha de su probable participación en este episodio, especialmente a partir de las constancias de las declaraciones de Graciela Geuna (fs. 6696vta) y Teresa Meschiati (fs. 6724). Lo cierto es que éstas sólo refieren a haber escuchado un comentario aislado en el que aparentemente Villanueva alardeaba de haber participado del Comando Libertadores de América. Es así que interrogada puntualmente sobre este episodio, cuenta Teresa Celia Meschiati a fs. 11.793/5 que un día en que estaban comiendo en la cuadra, “vino el Principito Villanueva y comenta que en el 75 él y Lardone habían participado del Comando Libertadores de América volando cuerpos, e hizo el gesto con las manos, como cuando une dos cables para que explote una bomba”. Como se advierte, el comentario debe interpretarse en el marco de los sucesos de la época, y en el contexto de lo que sucedía en La Perla, de lo que claramente puede deducirse que arrogarse participación en tales eventos, podía aumentar los “méritos” con los que se trataba de impresionar a los detenidos y aumentar en éstos el terror hacia sus captores en virtud de la crueldad y temeridad de la que hacían gala. Sin embargo, el 256 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 comentario por sí mismo, sin apoyo de ninguna otra probanza que nos permita situar al imputado en estas especiales circunstancias, nos imposilita acreditar con el grado de probabilidad que requiere esta etapa, su probable intervención, dejando a este efecto una fundada duda. Si bien, la existencia de la duda que mencionamos aconseja adoptar en este punto el temperamento que establece el art. 309 del C.P.P.N., lo cierto es que la investigación se encuentra agotada a este respecto, resultando poco probable la obtención de nuevas probanzas que nos permitan alcanzar la probabilidad que requiere el art. 306 ó la certeza que exige el art. 336, con lo que estimo que corresponde ordenar su sobreseimiento. En este sentido sostiene Luis Darritchon que “El principio constitucional del debido proceso legal y la interpretación jurisdiccional del mismo, hace que toda persona a la que se vinculó a un proceso penal, tenga derecho a obtener en el menor tiempo posible, un pronunciamiento que ponga fin a la situación de incertidumbre que éste genera ...” “toda persona que ha prestado declaración indagatoria, obligatoriamente y sin posibilidad de otra interpretación, de no haber causa para un auto USO OFICIAL de mérito incriminador tiene el derecho -obligación para el Estado-, de obtener un pronunciamiento desvinculatorio, que el código llama sobreseimiento.” (fs. 77 in fine y 80 “Como es el Nuevo Proceso Legal”) En otras palabras, estamos frente a un supuesto de duda insalvable no legislada expresamente en nuestro código- pero que exige del juzgador el dictado de un auto de sobreseimiento, sobreseimiento que - en el espíritu de nuestra ley Ritual- abarca todas las hipótesis de frustración del avance del proceso penal para la sentencia definitiva Situación Procesal de Emilio Morard En lo que atañe a Emilio Morard, éste ha sido indagado por los hechos nominados 11 (Jensen y Pietragalla), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano) y 50 (Gómez). Su legajo personal nos indica que Morard se hallaba designado en la Primera Sección Ejecución del Destacamento de Inteligencia 141 “Gral. Iribarren”, como agente “S” con el nombre de “Esteban Merlo”. En el período correspondiente a los hechos que se le endilgan cumplió funciones en la Primera Sección de Ejecución realizando tareas adiciones que consistían en integrar el Grupo de Operaciones Especiales (ver fs. 10.917/20). El nombrado percibía una bonificación complementaria por “actividad riesgosa-tarea especial” del diez por ciento de su remuneración, a partir del 1° de 257 enero de 1976, surgiendo además de la planilla de calificación del período octubre 1975 a octubre 1976 (ver legajo personal del nombrado reservado en Secretaría), que fue conceptuado y calificado por el Coronel Hermes Oscar Rodríguez, alta jerarquía del Destacamento -Segundo Jefe-, a la sazón integrante a través de su superior inmediato Bolasini- de la reuniones de la comunidad informativa en que se establecía la estrategia represiva ilegal que se habría desarrollado entonces, fuente de las órdenes verbales descendentes tendientes a implementarlas, lo cual pone de manifiesto que aquellos incentivos y estímulos estarían vinculados a la intervención del imputado con los hechos que se le atribuyen. Asimismo, el desempeño de Morard aparece también calificado por Ernesto Guillermo Barreiro, quien era uno de los oficiales jefes que se desempeñaba en la Sección Operaciones Especiales durante 1976, cumpliendo con el equipo a su cargo “interrogatorios, investigaciones, y operaciones propiamente dichas como allanamientos, emboscadas y patrullajes” (conforme el propio Barreiro lo señala en reclamo administrativo obrante a fs. 2962/64). Se suma a lo expuesto, los dichos de personas que durante su permanencia en La Perla en calidad de detenidos, habrían sido directos testigos del desempeño del personal militar y civil que allí se desempeñaba. Ahora bien, el alias con el que Morard fue conocido en aquel centro de detención por los testigos –Merlo-, se corresponde exactamente con el pseudónimo atribuido de manera formal a ese agente civil por la Jefatura de Inteligencia del Ejército: “Esteban Merlo”, según se observa en su legajo –reservado en Secretaría-, nombre de encubrimiento asignado para dificultar su identificación, asegurar sus misiones y poder operar subrepticiamente, circunstancia que corrobora aún más los dichos de los ex detenidos de La Perla. Piero Di Monti, por su parte, manifiesta que durante el año 1976, el civil Emilio Merlo –Morard- conforme surge de las constancias del legajo personal del nombrado- se desempeñaban en el grupo de operaciones especiales de La Perla, primordialmente dentro de grupo de operativo (fs. 2995/3005). Susana Sastre, se refiriere especialmente al personal civil que allí trabajaba, entre los cuales recuerda a los cuatro aquí imputados: al “fogonazo” Lardone, al “palito” Romero, al “chubi” López y al “capicúa” Merlo –Emilio Morard-. También Liliana Callizo señala a Morard entre quienes integraban el grupo operativo que actuaba en La Perla (fs. 3735/70 y 14292/300). Así las cosas, entiendo corresponde atribuir a Emilio Morard intervención responsable en los hechos que se le endilgan. Situación Procesal de Ricardo Alberto Ramón Lardone Ricardo Lardone fue indagado por los hechos nominados 11 (Jensen y Pietragalla), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta 258 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano) y 50 (Gómez). Su legajo personal nos indica que desde Octubre de 1974 a Octubre de 1975 Lardone asume el cargo de Agente “S” en el Grupo de Operaciones Especiales del Destacamento de Inteligencia 141 “Gral. Iribarren”, con el seudónimo de Rodolfo Anselmo Raúl Lacaba. En el período octubre de 1975 a Octubre de 1976 continúa en igual cargo y categoría, pero en la Primera Sección de Ejecución y lo califica el Tte Primero Acosta y el Capitán Diedrichs (ver fs. 10.917/20). También surge de su legajo personal que Ricardo Alberto Ramón Lardone, revistaba en el Cuadro “C”, Subcuadro C-2 , con tareas adicionales que le valieron el otorgamiento de una bonificación complementaria del diez por ciento por “ACTIVIDAD RIESGOSA-TAREA ESPECIAL” desde el 1 de enero de 1.976 y también que habría continuado prestando funciones como Agente “S” del Destacamento de Inteligencia 141 durante el año 1977. USO OFICIAL A lo expuesto, cabe agregar los relatos de los ex detenidos que lo vieron en La Perla y que lo sindican, bajo el alias de “fogo” o “fogonazo”, como un integrante más de la OP3 que participaba en los secuestros y torturas a los detenidos (conf. Callizo fs. 3735/70, Di Monte fs. 2995/3005, Meschiati fs. 3771/4, 3814/17, 3776/83, Geuna fs. 3685/734). De especial importancia resulta el relato de Elmer Pascual Fessia quien dijo que vio a Lardone en La Perla, sin constarle si este golpeaba y torturaba, pero explicó que lo conocía al nombrado porque fueron compañeros de Colegio en los años 55, 56 y 57 en las Escuelas Pías. También porque convivieron en una casa de estudiantes y lo ha visto varias veces en la calle. Además conoce que es fotógrafo profesional en el Teatro San Martín, luego de la casa de Gobierno. No conoce cuál era su función en la Perla, pero era uno más de los que integraba el grupo que actuaba allí. Aclaró también que Lardone estuvo presente en su interrogatorio, si bien estaba vendado, lo reconoció por su voz. Corroborando que era él luego, cuando se retiraron los demás y le dijo “que estuviera tranquilo, que no lo iban a golpear más, aclarando que no hicieron alusión a su amistad, principalmente por miedo y seguridad….” (fs. 14.009/12 y 10.013/20). En lo que puntualmente nos ocupa valga recordar que Graciela Geuna lo incluye en el grupo que habría actuado bajo en nombre “Comando Libertadores de América” antes del golpe de Estado de marzo de 1976 (ver fs. 4259). Así las cosas, estimo corresponde procesar a Lardone por los hechos que fue indagado. Situación Procesal de Héctor Raúl Romero Héctor Raúl Romero prestó declaración indagatoria en relación a los hechos nominados 22 (Allende y Bosco de Allende). 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez 259 Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte) 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano) y 50 (Gómez). Su legajo personal indica que prestó servicios en el Destacamento de Inteligencia 141, 1° Sección Ejecución desde el 1 de enero de 1976. A esta constancia se suma lo expuesto por personas que durante su permanencia en La Perla en calidad de detenidos, habrían sido directos testigos del desempeño del personal militar y civil que allí se desempeñaba. Entre ellos, Teresa Meschiatti recuerda que todos los torturadores participaban en todos los casos, se turnaban, uno se cansaba y seguía el otro, recordando particularmente en su caso, a Manzanelli, López y Romero, turnándose con otros para torturarla. Dijo en relación al nombrado que el “Palito” -sobrenombre con el que identifica a Romero- era irresponsable, que torturaba ferozmente, que perdía el control y era de temperamento frío, que estuvo en la sección de operaciones especiales de inteligencia durante el año 1976 para después pasar a prestar servicios en el Grupo Calle (fs. 3771/4, 3776/813 y 3814/17). Graciela Susana Geuna, relató por su parte que al momento de su secuestro, entre el numeroso grupo operativo, fue especialmente golpeada por los civiles López y Romero. En cuanto a Romero dijo que tenía un aspecto “enloquecido”, que llegó a extremos de crueldad inimaginables, que solía arrastrar a los detenidos con una soga atada al cuello, obligándolos incluso a caminar “en cuatro patas” simulando ser perros (fs. 3685/734). Piero Di Monti, por su parte, recuerda que el civil Romero fue destinado al sector “Logística”, pero en 1976 voluntariamente pasó a formar parte del grupo operativo con sede en La Perla, participando activamente de los secuestros, torturas e interrogatorios, acumulando también muchas víctimas en su haber. Manifiesta que durante el año 1976, los civiles Romero y López se desempeñaban ante todo en el grupo de interrogadores del grupo de tareas especiales de inteligencia de La Perla (fs. 2995/3005). Héctor Kunzmann, detenido en diciembre de 1976, menciona entre otro personal relacionado a dicho “campo de concentración y extermino”, a los suboficiales Vega, Herrera y HB Díaz –además de Manzanelli-, como también a los civiles López, Lardone, Romero y al “Capi” o “Capicúa” –Morard, como ya se expuso-. También manifestó que tras su secuestro, fue torturado por “Jorge” Romero, expresando que generalmente el que hacía el procedimiento de detención era el que efectuaba el interrogatorio bajo tortura (fs. 2792/801 y 2802/12). En lo que concierne a los hechos que nos ocupan, debe también citarse los dichos de los ex detenidos de La Perla quienes, a partir del relato de sus captores, indican cuál habría sido la composición del grupo paramilitar y parapolicial que operaba con anterioridad al golpe de estado del 24 de marzo de 1976. En este sentido, Teresa Meschiati incluye a Romero en esta agrupación (ver fs. Graciela Geuna (fs. 4259) y Liliana Callizo (fs. 7966). 260 6724vta), también lo hacen Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Por lo expuesto, entiendo que existen méritos suficientes para ordenar su procesamiento en relación a los hechos por los que fuera indagado. Situación Procesal de Arnoldo José López Se atribuye participación a López en los hechos que nomináramos 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza), 46 (Fischer), 47 (Vaca Narvaja), 48 (Giménez), 49 (Barbano) y 50 (Gómez). Su legajo personal indica que prestó servicios en el Destacamento de Inteligencia 141, 1° Sección Ejecución desde el 1 de diciembre de 1975. en carácter de “condicional” en el cuadro “A”, Subcuadro A-2 (ver fs. 10.917). USO OFICIAL Su compromiso con las tareas desplegadas en el Destacamento de Inteligencia 141 se desprende claramente de los múltiples relatos testimoniales de quienes, encontrándose detenidos en La Perla, lo ubican interviniendo en cada una de las tareas netamente ilegales que allí se practicaban. Los ex prisioneros del CCD “La Perla” lo mencionan bajo el sobrenombre “chubi. Así, Piero Di Monte (fs. 2995/3005 ) manifiesta que “…Chubi López y Palito Romero eran dos civiles, trabajaban siempre juntos y eran del grupo de Acosta, participaban siempre en los operativos… López era de los que torturaba”. En este punto coinciden también Liliana Callizo (fs. 3735/70), Teresa Meschiati (fs. 3776/813 ) y Graciela Geuna (fs. 3685/734). Asimismo, Susana Margarita Sastre manifiesta recordar que el “Chubi” López tenía una forma particular de torturar, te destrozaba …”; para luego agregar que “… en general el objetivo de la tortura era extraer información, en cambio el objetivo del Chubi López era reventar al detenido …”, citando como ejemplo “ …que hubo un detenido Sonzini al que el Chubi López le dejó la cabeza destruida por un golpe de un ladrillo …” (fs. 14.292/300) acotando que esto sucedió durante una sesión de tortura y que no fue un accidente, sino que el Chubi Lopez golpeaba muy fuerte a todos. En lo que concierne a los hechos que nos ocupan, debe también citarse los dichos de los ex detenidos de La Perla quienes, a partir del relato de sus captores, indican cuál habría sido la composición del grupo paramilitar y parapolicial que operaba con anterioridad al golpe de estado del 24 de marzo de 1976. En este sentido, Teresa Meschiati incluye a López en esta agrupación (ver fs. 6724vta), también lo hacen Graciela Geuna (fs. 4259) y Liliana Callizo (fs. 7966). Al momento de su declaración indagatoria, expresa López que su legajo indica que comenzó a realizar tareas adicionales en el Grupo de Operaciones 261 Especiales recién en abril de 1976, referencia que excluiría su participación en los hechos investigados en estos actuados. Al respecto, debo señalar que si bien son ciertas las expresiones del imputado en cuanto a las constancias de su legajo, no debe soslayarse que de dicho documento también se desprende que desde diciembre de 1975 se desempeñaba en la Sección 1° Ejecución del Destacamento de Inteligencia 141. Esta sección se encontraba absolutamente vinculada a la Tercera Sección, o Sección Operaciones Especiales, tan es así que Luis Gustavo Diedrichs – Jefe de la 1° Sección – afirma en la nota que eleva al Jefe del Destacamento de Inteligencia 141 el día 6 de noviembre de 1976, que la Sección Operaciones Especiales se encuentra directamente bajo su cargo, y que la Sección Primera es el escalón de mando directo del personal de esta Sección. A lo dicho debe sumarse que las acciones que investigamos se encolumnan tras un metodología que – lejos de guardar apego y fidelidad a los reglamentos y directivas del Ejército – transitaba abiertamente por la ilegalidad, asumiendo en consecuencia, modalidades frecuentemente informales en la que personal civil, militar y policial actuaban conjuntamente en pos del objetivo propuesto de avanzar en la lucha contra la subversión. Es así, que el argumento citado por el imputado no puede ser tomado en cuenta en estos actuados en el sentido invocado por López, concluyendo finalmente que se encuentra suficientemente acreditada su participación en los hechos que le fueran endilgados. V- La Sra. Fiscal, al momento de requerir la instrucción promovió acción en contra de Miguel Ángel Gómez en relación a los hechos nominados 15 (estudiantes bolivianos),16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán Zevi y Sinópoli), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Scocco, Mesagli y Almada) 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger) y 32 (Martínez Agüero). Similar temperamento adoptó en contra de Ricardo Cayetano Rocha atribuyéndole participación en el hecho que nomináramos 21 (Susana Luna); de Carlos Alfredo Yanicelli, en relación a los hechos 38 (Billar), 39 (García y Flores Montenegro), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana) y 45 (Carranza); de Marcelo Luna, por los hechos nominados 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez) y 28 (Sococco, Mesagli y Almada); de Juan Eduardo Ramón Molina en relación al hecho nominado 28 (Sococco, Mesagli y Almada); de Alberto Luis Lucero por los hechos nominados 4 (Cepeda) y 5 (Acosta Pueyrredón), de Mirta Graciela Antón en relación al hecho nominado 31 (Finger), de Ernesto Guillermo Barreiro en relación a los hechos nominados 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán Zevi y Sinópoli), 17 (Agüero), 18 (Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez) y 28 (Sococco), de Luis Alberto Manzanelli por los hechos 23 (Marzo), 24 (Martín) y 28 (Sococco); de José Hugo Herrera por los hechos 35 (Nuñez Prado) y 36 (Chapeta Lario) y de Héctor Raúl Romero por los hechos 262 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán Zevi y Sinópoli), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez) y 28 (Sococco, Mesagli y Almada). En su oportunidad, por decreto de fs. 4191/2, 7039/40, 10.702, 10.921/22 y 10.810 entendiendo que no se verificaba respecto de los nombrados el grado de sospecha que exige el art. 294 del C.P.P.N. no se los convocó a prestar declaración indagatoria, sin perjuicio de continuar con la investigación en tal sentido. Ahora bien, luego de la extensa investigación llevada a cabo en estos actuados, ha podido determinarse en lo que respecta a Miguel Ángel Gómez que al momento de los hechos mencionados –los que habrían tenido lugar entre el 4 de diciembre de 1975 y el 28 de enero de 1976- éste había sido dado de baja de la fuerza policial, a la que se reincorporó con fecha 1 de febrero de 1976. Respecto de Ricardo Cayetano Rocha, su legajo personal da cuenta que hizo uso de su licencia anual entre el 11 y el 20 de diciembre de 1975 (ver fs. 7678/90), por lo que también debe descartarse su intervención en el hecho nominado 21 del que USO OFICIAL resultara víctima Susana Luna. En lo que concierne a Carlos Alfredo Yanicelli, su legajo policial informa que hizo uso de su licencia anual por vacaciones entre el 3 y el 23 de marzo de 1976, determinando que su intervención en los hechos mencionados en este apartado por los que fuera requerido, no pueda prosperar. En cuanto a Marcelo Luna, se desprende de su legajo que hizo uso de su licencia anual por vacaciones entre el 11 de diciembre de 1976 y el 5 de enero de 1976, lo que determina que corresponde ordenar su sobreseimiento en orden a los hechos mencionados en este apartado por los que fuera requerido. El legajo de Juan Eduardo Ramón Molina indica que éste hizo uso de su vacaciones anuales correspondientes al año 1975 desde el 29 de diciembre de 1975 hasta 20 de enero de 1976, circunstancia que lo excluye de la posiblidad de intervenir en el hecho 28 (Sococco, Mesagli y Almada), por el que fuera oportunamente requerido por la Sra. Fiscal. Las constancias documentales del legajo de Alberto Luis Lucero indican que éste recién se incorporó al Departamento Infomraciones el día 27 de agosto de 1975, circusnstancia que impide avanzar sobre su imputación en relación a los hechos 4 (Cepeda) y 5 (Acosta Pueyrredón), por los que lo requiriera la Sra. Fiscal. El legajo policial de Mirta Graciela Antón documenta que ésta revistaba durante los primeros días del mes de marzo de 1976 en la Policía de San Alberto, circunstancia que descarta su intervención en el hecho 31 (Finger) por el que la requiriera la Sra. Fiscal. El legajo personal de Ernesto Guillermo Barreiro indica que a la fecha de los hechos nominados 16, 17, 18, 19, 20, 21, 23, 24, 25, 26, 27 éste se encontraba cursando en la Escuela de Inteligencia en la ciudad de Buenos Aires. De igual manera de tal 263 documento se desprende que recién en diciembre de 1975 fue asignado a Córdoba, destino al que se presentó luego de gozar de sus vacaciones entre el 23 de Diciembre de 1975 y el 19 de enero de 1976, quedando entre esas fechas comprendido el hecho nominado 28 (Scocco). Respecto de Luis Alberto Manzanlli, indica su legajo personal que hizo uso de sus vacaciones anuales desde el 15 de diciembre de 1975, por el lapso de treinta días, circunstancia que lo aleja de lo sucedido en relación a los hechos 23 (Marzo), 24 (Martín) y 28 (Sococco). En lo que concierne a José Hugo Herrera, se desprende de su legajo personal que a la fecha de los hechos que habrían aconteciodo los hechos 35 (Nuñez Prado) y 36 (Chapeta Lario) – 26 y 27 de febrero de 1976 - éste se encontraba de licencia por vacaciones, circunstancia que obliga a ordenar sobre estos puntos su sobreseimiento. El legajo personal de Hector Raúl Romero indica que se incorporó al Destacamento de Inteligencia 141 “General Iribarren”, Sección Primera de Ejecución con fecha 20 de enero de 1976, por lo que corresponde deslindar su intervención en relación a los hechos que habrían acontecido con anterioridad a esa fecha: hechos 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán Zevi y Sinópoli), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez) y 28 (Sococco, Mesagli y Almada), respecto de los cuales corresponde ordenar su sobreseimiento. Es así que corresponde ordenar el sobreseimiento de Miguel Ángel Gómez, Ricardo Cayetano Rocha, Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero, Mirta Graciela Antón, Guillermo Ernesto Barreiro, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Héctor Raúl Romero, en relación a los hechos a cada uno atribuidos según este apartado En efecto, si bien esta posibilidad no se encuentra expresamente prevista en el código ritual, una interpretación armónica de los postulados de nuestra legislación ritual nos habilita a proceder en este sentido. Así lo entiende Ricardo C. Núñez cuando indica que: “El sobreseimiento se puede dictar por el Juez de Instrucción a partir de su intervención en la causa (…). Incluso sin tomarle declaración al imputado, si el Juez no encontrare motivo bastante para sospechar que el imputado ha participado en el delito que se le atribuye (…)” (Código Procesal de la Provincia de Córdoba, anotado por Ricardo C. Núñez, Editorial Marcos Lerner Editora Córdoba S.R.L., junio 1992., pág. 294). V- calificación jurídica Al respecto podemos afirmar que el análisis que realizáramos nos permiten subsumir los hechos nominados 1 (Gómez y Maorenzik), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 264 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez) en las figuras de privación ilegítima de la libertad agravada en virtud de la violencia empleada al momento de la aprehensión (art. 144 bis último párrafo en función del art. 142 inc. 1°) – imposición de tormentos agravados, en los términos del art. 144 ter, 1º párrafo, con la agravante prevista por el 2º párrafo –por haber sido las víctimas perseguidos políticos- y homicidio calificado. En lo que concierne a las circunstancias que califican los homicidios, entiendo que concurren en todos los casos las agravantes detalladas en los incisos 2 – alevosía - y 4 - con el concurso premeditado de dos o más personas - . En lo que concierne a la “alevosía”, Núñez nos enseña que esta agravante “alevosía” requiere la existencia de “una víctima que no está en condiciones de defenderse”, encarna una acción “preordenada para matar sin peligro para el autor, proveniente de la reacción de la víctima o de un tercero”, USO OFICIAL (Ricardo C. Núñez, Tratado de Derecho Penal, T. III, Vol. I y II, Ed. Lerner,1977). Resulta obvio que en los hechos ya analizados las víctimas fueron asesinadas encontrándose ya reducidas y absolutamente indemnes y, en consecuencia, ningún riesgo presentaron en el escenario de los hechos para los victimarios. En relación a las conductas que se habrían desplegado en oportunidad del hecho nominado 2 (Osatinsky), éstas se encuentran comprendidas por los tipos penales de imposición de tormentos agravados (art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma del Código Penal) y homicidio calificado (art. 80 inc. 2 y 4, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos). Los acontecimientos descriptos en el hecho nominado 3 (familia Pujadas) se subsumirán bajo los extremos de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a las víctimas José María Pujadas Valls; Josefa Badell Suriol de Pujadas; José María Pujadas Badell; María José Pujadas Badell, y por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y tentativa de homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, 80 inc. 2 y 4 y 42 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho del que resultara víctima Mirta Yolanda Bustos. Los episodios que describiéramos como hecho nominado nueve (Di Rienzo, Salvador y Muñoz) pueden calificarse en las figuras delictivas de imposición de tormentos agravados (art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo 265 párrafo de la norma) en perjuicio de Gloria Alicia Di Rienzo, Miriam Lucía Salvador y Luisa López Muñoz; del delito de abuso deshonesto agravado (art. 127 con la agravante dispuesta en el art. 122 y 45 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos), en perjuicio de Gloria Alicia Di Rienzo y Miriam Lucía Salvador; y del delito de violación (art art. 119 inc. 3 del C.P. vigente a la fecha de los hechos), en perjuicio de Gloria Alicia Di Rienzo. Respecto de los hechos en que habría resultado víctimas Susana Luna y Félix Roque Giménez (hechos nominados 21 y 48), se encuentran comprendidos por los extremos descriptos en las figuras delictivas de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos seguidos de muerte (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1° párrafo con la agravante prevista en el 3° párrafo del mismo artículo, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos). Los hechos nominados 38 (Billar) 39 (García y Flores Montenegro), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), quedan atrapados por los delitos privación ilegítima de la libertad agravada en virtud de la violencia empleada al momento de la aprehensión (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1– e imposición de tormentos agravados, en los términos del art. 144 ter, 1º párrafo, con la agravante prevista por el 2º párrafo del Código Penal vigente al momento de los hechos. Por último, el hecho nominado 51 (Barrionuevo) deberá subsumirse bajo la figura de imposición de tormentos agravados, en los términos del art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma del Código Penal vigente al momento de los hechos. VI- Participación criminal. En este estado, cabe hacer alusión al marco en el que las acciones enrostradas a quienes se encuentran imputados en estas actuaciones, habrían sido perpetradas, esto es, como parte de un plan sistemático de represión implementado por el poder estatal dominado por entonces por las Fuerzas Armadas. Al respecto, resultan suficientemente ilustrativos los memorandos elaborados por la Delegación Córdoba de la Policía Federal Argentina a la época de los hechos objeto de investigación, reiteradamente citados a lo largo del presente pronunciamietno, en tanto aparecen las máximas autoridades del Ejército en esta jurisdicción –más precisamente, el Comandante en Jefe del Tercer Cuerpo, General Luciano Benjamín Menéndez y el Comandante de Operaciones del Área 311, a la vez Comandante de la Brigada Infantería Aerotransportada IV, Coronel Juan Bautista Sasiaiñ, evaluando la actuación de los distintos organismos de Inteligencia en lo atinente a la lucha contra la subversión –el Destacamento de Inteligencia 141 y el Departamento Informaciones Policiales (D2) de ña Policía de la Provincia de Córdoba, entre ellos-, formulándoles diversos requerimientos –en particular la selección de “blancos”, que 266 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 significaba “personas a capturar” y el acopio de información que permitiera nuevas operaciones -, invitándolos a mancomunar esfuerzos, advirtiéndoles incluso –a efectos de evitar la actuación independiente de cada organismo- que “en todos los casos se deberá actuar luego de realizar consulta previa al Comando del Área”, admitiendo la actuación de esos organismos “por izquierda o por derecha”, aunque previa consulta al Comando de Operaciones III, quién como excepción determinaría “cuándo puede actuarse por izquierda”. Sólo en ese contexto, habría resultado posible la materialización de este tipo de delitos. En efecto, los ilícitos investigados, perpetrados en el marco de una estructura estatal y conforme un programa subrepticio de represión, aparecen ideados desde lo más alto de las autoridades castrenses, y ejecutados por subalternos en múltiples hechos de entidad similar a los que ahora nos ocupan. Es así que –dejando a salvo mi criterio personal expuesto en otras oportunidades, en cuanto a que la categoría de partícipe necesario resulta más apropiada a la luz de las disposiciones de nuestra legislación penal para caracterizar la intervención de USO OFICIAL aquellos que, con responsabilidad en el hecho, se encuentran alejados de su ejecución material– entiendo que resulta conveniente sostener la postura asumida por la anterior titular de este Tribunal al abordar las participaciones de esta índole en causas de contenido similar, atribuyendo a quienes se encontraban en la cúspide del aparato estatal represivo y a través de los cuales se generó y transmitió la orden de la que en definitiva resultó el hecho delictivo que aquí investigamos – en este caso los imputados Luciano Benjamín Menéndez, Alberto Luis Choux, Hermes Oscar Rodríguez y Luis Gustavo Diedrichs-, el carácter de autor por dominio del hecho de un aparato organizado de poder, criterio que coincide tanto con el expresado por la Sra. Fiscal al momento de requerir la instrucción en estos actuados, como también, con el sostenido por el Tribunal Oral n° 1 al pronunciarse en las causas llevadas a su conocimiento por hechos de naturaleza similar. Escapa a esta caracterización únicamente la situación de Alberto Luis Choux en relación al hecho noveno, en razón de las reflexiones que realizáramos al momento de abordar su situación procesal a este respecto. Respecto del resto de los imputados, ubicados de acuerdo al análisis asumido en relación a cada uno de los hechos en el escenario de los hechos participando materialmente en las conductas que se les endilga, se les atribuirá cada una de las conductas en carácter de coautores. VII- prisión preventiva. Finalmente, y de acuerdo a la participación atribuida a los encartados Ernesto Guillermo Barreiro, Jorge Exequiel Acosta, Luis Gustavo Diedrichs, Héctor Pedro Vergéz, Alberto Luis Lucero, Miguel Ángel Gómez, Marcelo Luna, Juan Eduardo Ramón Molina, Yamil Jabour, Ricardo Cayetano Rocha, Carlos Alfredo Yanicelli, Calixto Luis Flores, Luciano Benjamín Menéndez, José Hugo Herrera, Héctor Raúl Romero, Emilio Morard, José Arnoldo López, Ricardo Alberto Ramón Lardone, Hermes Oscar Rodríguez, Carlos Alberto Díaz, Mirta Graciela Antón, Herminio Jesús Antón , Fernando Andrés 267 Pérez, Juan Carlos Cerutti, Alberto Luis Choux, Eduardo Grandi, Antonio Filiz, Luis Alberto Cayetano Quijano, Luis Alberto Manzanelli, Ricardo Luis Hierling, Raúl Eduardo Yanicelli, Fernando Martín Rocha, Francisco José Domingo Melfi y Jorge Omar Heredia, y la calificación jurídica que se les asignara, entiendo corresponde disponer su prisión preventiva conforme lo prescripto en el art. 312 del C.P.P.N., en razón de la escala penal prevista en abstracto para los delitos incriminados. Ahora bien, las disposiciones legales exigen que el encarcelamiento cautelar no constituya un adelanto de pena sino que encuentre fundamento estrictamente en la necesidad de neutralizar riesgos de naturaleza procesal, es decir, que la libertad del imputado pudiese representar el entorpecimiento de la investigación (ocultando o destruyendo prueba, amenazando o haciendo desaparecer testigos, etc.) o por el peligro de fuga. En tal sentido, si bien se impone por principio la interpretación restrictiva de toda disposición que coarte la libertad personal, sea de origen legal (art. 2 del C.P.P.N) o constitucional (art. 18 C.N.) o de fuente internacional con jerarquía constitucional (Convención Americana de Derechos Humanos art. 7.5; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos art. 9.3 y Declaración Americana de Derechos y Deberes de Hombre art 25), la doctrina y jurisprudencia han determinado los alcances de dicha excepción, ello fundado en causas ciertas, concretas y claras de que los imputados pueden eludir el accionar de la justicia o entorpecer la investigación. En el caso que nos ocupa, existen una serie de presunciones que autorizan la aplicación de la medida, las que pueden inferirse de distintas circunstancias y pruebas que indican la necesidad del encarcelamiento procesal que se dispone, tales como: la naturaleza y gravedad de los hechos motivo de estas actuaciones, pues en atención a circunstancias de tiempo, modo, personas y lugar en que habrían sido perpetrados y el contexto en el que habrían sido llevados a cabo, tales conductas constituyen graves violaciones a derechos humanos que integran la categoría de los delitos calificados como “crímenes de lesa humanidad”, cuyo juzgamiento resulta inexorable, razón por la cual el Estado debe garantizar el sometimiento a proceso de los imputados, adoptando las previsiones indispensables para evitar todo intento de eludir el accionar de la Justicia que aquellos pudieran procurar. En ese sentido también debe ponderarse que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de esta ciudad, dictó sentencia condenatoria en los autos caratulados “MENÉNDEZ, Luciano Benjamín y otros p.ss.aa. Homicidio agravado ...” (Expte. N° 40/2008), en los que se ventilaban hechos de similar naturaleza a los que son objeto de estas actuaciones. En dicho juicio, los imputados resultaron condenados a graves penas (prisión perpetua o prisión por más de veinte años), en base a pruebas de la misma entidad a las de la presente causa, de gran peso indiciario, decididamente concordantes y coherentes entre sí, circunstancia esta que influye fuertemente en el ánimo de los justiciables, y que 268 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 reviste fundamental incidencia, aumentando la presunción de que, de recuperar la libertad, los encartados podrían procurar eludir someterse a juicio. Por último corresponde tener en cuenta el pronunciamiento de la Excma. Cámara Nacional de Casación Penal del 30 de octubre del 2008, al dictar el Plenario N° 13: “ DIAZ BESSONE, Ramón Genaro s/ recurso de casación” en el que señala respecto a la posibilidad de conceder el beneficio de la excarcelación – materia aplicable al análisis en este punto referido a la posibilidad de ordenar en el particular la prisión preventiva de los causantes – que:“… y en lo que concierne puntualmente a la naturaleza del crimen investigado como pauta indicativa de la viabilidad del beneficio, no puedo dejar de mencionar que – en el caso que diera origen a la presente convocatoria plenaria – los hechos que se le atribuyen al encausado se encuentran comprendidos en la categoría de los denominados delitos de lesa humanidad, razón por la cual adquiere vocación aplicativa la doctrina sentada por nuestro más Alto Tribunal in re “Nicolaides, Cristino s/incidente de excarcelación” – CSJN N° XXXVIII, rta. El 16/06/04 (fallos 327:496)-, donde señaló que la desaparición forzada de personas –y los hechos USO OFICIAL colaterales- eran considerados ya para la época de su comisión, tanto en el derecho interno como en el internacional, delitos de lesa humanidad, no resultando pues arbitraria la presunción de los tribunales inferiores de que quien está imputado de estos delitos gravísimos, en caso de ser puesto en libertad atentará contra los fines del proceso, conjetura que encuadra su debido fundamento – tal como lo exige el artículo 319 del C.P.P.N.-, en el indicio que si se buscó al cometerse los hechos una modalidad que asegurara la impunidad futura, este mismo afán de sustraerse al juzgamiento podría tener una posterior secuela al otorgarse la libertad al procesado”. (Voto del Dr. Juan E. Fégoli). Es por ello que, en función de todo lo expuesto se puede considerar que el probable riesgo de obstaculizar el esclarecimiento de los hechos o evitar eventuales condenas es actual, concreto e inminente, por lo que procede en consecuencia ordenar la prisión preventiva de los imputados antes señalados. RESUELVO: 1. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Luciano Benjamín Menéndez, ya filiado, como presunto autor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 269 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N.. 2. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Luciano Benjamín Menénez, ya filiado, como presunto autor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo del Código Penal vigente al momento de los hechos) en orden a los hechos nominados: 38 (Billar), 39 (García y Flores Montenegro), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todos en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 3. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva Luciano Benjamín Menéndez, ya filiado, como presunto autor responsable de los delitos de imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 40 (Tello Biscayart), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N.. 4. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Luciano Benjamín Menéndez, ya filiado, como presunto autor responsables del delito de imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1 del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 51 (Barrionuevo) por el que fuera oportunamente indagado en virtud de lo dispuesto en el art. 306 y 312 del C.P.P.N. 5. Ordenar el sobreseimiento de Luciano Benjamín Menéndez, ya filiado, en orden a los delitos de imposición de tormentos agravados (art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo del C.P. vigente al momento de los hechos) en perjuicio de Gloria Alicia Di Rienzo, Miriam Lucía Salvador y Luisa López Muñoz; del delito de abuso deshonesto agravado (art. 127 con la agravante dispuesta en el art. 122 y 45 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos), en perjuicio de Gloria Alicia Di Rienzo y Miriam Lucía Salvador; y del delito de violación (art. 119 inc. 3 del C.P. vigente a la fecha de los hechos), en perjuicio de Gloria Alicia Di Rienzo, todos descriptos en el hecho nominado 9, por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 336 inc. 4 del C.P.P.N. con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado. 6. Ordenar el sobreseimiento de Carlos César Idelfonso Delia Larocca, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la 270 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a las víctimas José María Pujadas Valls; Josefa Badell Suriol de Pujadas; José María Pujadas Badell; María José Pujadas Badell, y por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y tentativa de homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, 80 inc. 2 y 4 y 42 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho del que resultara víctima Mirta Yolanda Bustos, todos descriptos en el hecho nominado 3 de este decisorio, por el que fuera oportunamente indagado en virtud de lo dispuesto en el art. 347 del C.P.P.N. interpretado a contrario sensu. 7. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Alberto Luis Choux, ya filiado, como presunto autor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 USO OFICIAL bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados 1 (Gómez y Maorenzik), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez) y 8 (Blinder y Jiménez Calderón), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N.. 8. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Alberto Luis Choux, ya filiado, como presunto autor responsable del delito de imposición de tormentos agravados (art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo del C.P. vigente al momento de los hechos) en perjuicio de Gloria Alicia Di Rienzo, Miriam Lucía Salvador y Luisa López Muñoz, descriptos en el hecho nominado 9, y como partícipe necesario del delito de abuso deshonesto agravado (art. 127 con la agravante dispuesta en el art. 122 y 45 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos), en perjuicio de Gloria Alicia Di Rienzo y Miriam Lucía Salvador; y como partícipe necesario del delito de violación (art. 119 inc. 3 del C.P. vigente a la fecha de los hechos) cometido en perjuicio de Gloria Alicia Di Rienzo, descriptos en el hecho nominado 9, todo en concurso real (art. 45 y 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 9. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Alberto Luis Choux, ya filiado, como presunto autor responsable del delito de imposición de tormentos agravados (art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) y del delito de homicidio calificado (art. 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en 271 orden al hecho nominado 2 (Osatinsky) por el que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 10. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Alberto Luis Choux, ya filiado, como presunto autor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a las víctimas José María Pujadas Valls; Josefa Badell Suriol de Pujadas; José María Pujadas Badell; María José Pujadas Badell, y por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y tentativa de homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, art. 80 inc. 2 y 4 y 42 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho del que resultara víctima Mirta Yolanda Bustos, descriptos en el hecho nominado 3 de este decisorio, todo en concurso real (art. 55 del C.P.), en virtud de lo dispuesto en el art. 306 y 312 del C.P.P.N. 11. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Miguel Ángel Gómez, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados, 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N.. 12. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Miguel Ángel Gómez, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos)en orden a los hechos nominados 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós) 38 (Billar), 39 (García y Flores), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. . 13. Ordenar el sobreseimiento Miguel Ángel Gómez, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el 272 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 8 (Blinder y Jiménez Calderón) y 22 (Allende y Bosco de Allende), en virtud de lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que habría gozado el imputado. 14. Ordenar el sobreseimiento de Miguel Ángel Gómez, ya filiado, en orden al delito de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a los hechos nominados 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), USO OFICIAL 27 (Rodríguez), 28 (Scocco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger) y 32 (Martínez Agüero) por los que fuera requerido por la Sra. Fiscal a fs. 6947/85, 3071/10 y 10.638/63, conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 y 334 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado el imputado. 15. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Ricardo Cayetano Rocha, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 10 (Morán Pereyra), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N.. 16. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Ricardo Cayetano Rocha, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos 273 del Código Penal vigente al tiempo de los hechos)en orden a los hechos nominados 11 (Jensen y Pietragalla), 22 (Allende y Bosco de Allende), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 17. Ordenar el sobreseimiento Ricardo Cayetano Rocha, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán) 20 (De Cicco), 23 (Marzo) y 24 (Martín), en virtud de lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado. 18. Ordenar el sobreseimiento de Ricardo Cayetano Rocha, ya filiado, en orden al delito de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos seguidos de muerte (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho nominado 21 (Susana Luna) por el que fuera requerido por la Sra. Fiscal a fs. 3071/10, conforme lo dispuesto en los arts. 336 inc. 4 y 334 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado. 19. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Calixto Luis Flores, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 1 (Gómez y Maorenzik), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 10 (Morán Pereyra), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N 274 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 20. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Calixto Luis Flores, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 11 (Jensen y Pietragalla), 22 (Allende y Bosco de Allende), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 21. Ordenar el sobreseimiento de Calixto Luis Flores, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código USO OFICIAL Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho nominado 16 (Gomez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán) por el que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado el imputado. 22. Ordenar el sobreseimiento de Hugo Cayetano Britos, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 15 (estudiantes bolivianos), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 32 (Martínez Agüero), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado. 23. Ordenar el sobreseimiento de Hugo Cayetano Britos, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 22 (Allende y Bosco de Allende), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo 275 dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado el imputado. 24. Ordenar el sobreseimiento de Hugo Cayetano Britos, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho hechos 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 23 (Marzo), 24 (Martín), 28 (Scocco, Mesagli y Almada) por los que fuera requerido por la Sra. Fiscal a fs. 3071/10 y 10.638/63, conforme lo dispuesto en los arts. 336 inc. 4 y 334 del C.P.P.N, con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado el imputado. 25. Ordenar la inmediata libertad de Hugo Cayetano Britos en relación a las presentes actuaciones. 26. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Carlos Alfredo Yanicelli, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 10 (Morán Pereyra), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 35 (Núñez Prado) y 36 (Chapeta Lario) por los que fuera oportunamente indagado, todo en concurso real (art. 55 del C.P.), conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 27. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Carlos Alfredo Yanicelli, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 11 (Jensen y Pietragalla), 22 (Allende y Bosco de Allende), 33 (Ricciardi y Caffani) y 34 (Sciutto y Duclós), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 276 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 28. Ordenar el sobreseimiento de Carlos Alfredo Yanicelli, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 1 (Gómez y Maorenzik), 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), 37 (Duarte), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), y por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 44 (Donato, Ludueña y Suárez), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto por el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado el imputado. USO OFICIAL 29. Ordenar el sobreseimiento de Carlos Alfredo Yanicelli, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a los hechos nominados: 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana); y por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del código penal vigente al momento de los hechos) en relación a los hechos 38 (Billar), 39 (García y Flores) y 45 (Carranza) por los que fuera requerido por la Sra. Fiscal a fs. 964/72 y 4167/89, conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 y 334 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado. 30. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Marcelo Luna, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 1 (Gómez y Maorenzik), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 10 (Morán Pereyra), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 277 (Martínez Agüero), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N 31. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Marcelo Luna, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos 11 (Jensen y Pietragalla), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 38 (Billar), 39 (García y Flores Montenegro), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en el art. 306 y 312 del C.P.P.N. 32. Ordenar el sobreseimiento de Marcelo Luna, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del código penal vigente al momento de los hechos) en relación al hecho nominado 22 (Allende y Bosco de Allende) y por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 del Código Penal vigente a la fecha de los hechos) en relación al hecho nominado 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán) por los que fuera oportunamente indagado, en virtud de lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado. 33. Ordenar el sobreseimiento de Marcelo Luna, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a los hechos nominados 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 23 (Marzo) y 24 (Martín), por los que fuera requerido por la Sra. Fiscal a fs. 10.638/63 y 3071/10 conforme lo dispuesto en los arts. 336 inc. 4 y 334 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado. 34. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Ricado Luis Hierling, Raúl Eduardo Yanicelli y Fernando Martín Rocha, ya filiados, como 278 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 partícipes secundarios de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 y 46 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando) y 8 (Blinder y Jiménez Calderón), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fueran oportunamente indagados, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 35. Ordenar el sobreseimiento de Alfredo Bini, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a los hechos nominados 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Calderón), 19 USO OFICIAL (Taborda), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez) y 31 (Finger), por los que fueran oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado, debiendo disponerse inmediatamente su libertad. 36. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Juan Eduardo Ramón Molina, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 10 (Morán Pereyra), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 37. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Juan Eduardo Ramón Molina, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos 11 279 (Jensen y Pietragalla), 22 (Allende y Bosco de Allende), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 38 (Billar), 39 (García y Flores Montenegro), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en el art. 306 y 312 del C.P.P.N. 38. Ordenar el sobreseimiento de Juan Eduardo Ramón Molina, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho nominado 16 (Gomez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), por el que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado. 39. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Alberto Luis Lucero, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 10 (Morán Pereyra), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Scocco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 40. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Alberto Luis Lucero, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos 11 (Jensen y Pietragalla), 22 (Allende y Bosco de Allende), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 38 (Billar), 39 (García y Flores Montenegro), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en el art. 306 y 312 del C.P.P.N. 280 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 41. Ordenar el sobreseimiento de Alberto Luis Lucero, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a los hechos nominados 4 (Cepeda) y 5 (Acosta Pueyrredón), por los que fuera requerido por la Sra. Fiscal a fs. 10.638/63 conforme lo dispuesto en los arts. 336 inc. 4 y 334 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado el imputado. 42. Ordenar el sobreseimiento de Alberto Luis Lucero, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código USO OFICIAL Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho nominado 16 (Gomez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), por el que fuera oportunamente indagado conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N. 43. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Fernando Andrés Pérez, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 1 (Gómez y Maorenzik), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 10 (Morán Pereyra), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 44. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Fernando Andrés Pérez, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 11 281 (Jensen y Pietragalla), 22 (Allende y Bosco de Allende), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 45. Ordenar el sobreseimiento de Fernando Andrés Pérez, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho nominados 16 (Gomez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), por el que fuera oportunamente indagado conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado. 46. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Eduardo Grandi, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 1 (Gómez y Maorenzik), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 47. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Eduardo Grandi, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 48. Ordenar el sobreseimiento de Eduardo Grandi, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código 282 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho nominado 26 (Canfaila) por el que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado. 49. Ordenar el sobreseimiento de Eduardo Grandi, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a los hechos nominados 19 (Taborda) y 25 (Ribero), 27 (Rodríguez), por los que fuera requerido por la Sra. Fiscal a fs. 10.638/63 conforme lo dispuesto en los arts. 336 inc. 4 y 334 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado el imputado. 50. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Yamil USO OFICIAL Jabour, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada , imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 10 (Morán Pereyra), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 51. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Yamil Jabour, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 11 (Jensen y Pietragalla), 22 (Allende y Bosco de Allende), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 38 (Billar), 39 (García y Flores Montenegro), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 283 52. Ordenar el sobreseimiento de Yamil Jabour, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho nominado 16 (Gomez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), por el que fuera oportunamente indagado conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado el imputado. 53. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Herminio Jesús Antón, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 1 (Gómez y Maorenzik), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 10 (Morán Pereyra), 12 (hermanos Chabrol), 15 (estudiantes bolivianos), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N 54. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Herminio Jesús Antón, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 11 (Jensen y Pietragalla), 22 (Allende y Bosco de Allende), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N 55. Ordenar el sobreseimiento de Herminio Jesús Antón, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código 284 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho nominado 16 (Gomez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), por el que fuera oportunamente indagado conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la exprea mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado el imputado. 56. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Mirta Graciela Antón, ya filiada, como presunta coautora responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 1 (Gómez y Maorenzik), 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 10 (Morán Pereyra), 12 (hermanos Chabrol) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagada, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N USO OFICIAL 57. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Mirta Graciela Antón, ya filiada, como presunta coautora responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 11 (Jensen y Pietragalla) por el que fuera oportunamente indagada, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N 58. Ordenar el sobreseimiento de Mirta Graciela Antón, ya filiada, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho nominado 37 (Duarte) por el que fuera oportunamente indagada, conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N. con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado la imputada. 59. Ordenar el sobreseimiento de Mirta Graciela Antón, ya filiada, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho nominado 31 (Finger) por el que fuera requerida por la Sra. Fiscal a fs. 10.638/63 conforme lo dispuesto en los arts. 336 285 inc. 4 y 334 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado la imputada. 60. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Antonio Filiz, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 10 (Morán Pereyra), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Scocco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N 61. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Antonio Filiz, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 11 (Jensen y Pietragalla), 22 (Allende y Bosco de Allende), 33 (Ricciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 38 (Billar), 39 (García y Flores), 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 62. Ordenar el sobreseimiento de Antonio Filiz, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho nominado 16 (Gomez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), por el que fuera oportunamente indagado conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado. 63. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Juan Carlos Cerutti, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y 286 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 4 (cepeda), por el que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 64. Ordenar el procesamiento de Raúl Alejandro Contrera, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de imposición de tormentos agravados y abuso deshonesto agravado (art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y art. 127 con la agravante dispuesta en el art. 122 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos), en relación al hecho nominado 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), por el que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en el art. 306 del C.P.P.N. 65. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Jorge Omar Heredia y Francisco José Melfi, ya filiados, como presuntos coautores responsables de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista USO OFICIAL en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 4 (Cepeda), 5 (Acosta Pueyrredón), 6 (Di Ferdinando), 7 (Reyna Gómez), 8 (Blinder y Jiménez Calderón), 9 (Di Rienzo, Salvador y Muñoz), 10 (Morán Pereyra), 11 (Jensen y Pietragalla), 12 (hermanos Chabrol), 13 (Márquez), 14 (Ochoa Díaz), 15 (estudiantes bolivianos), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila) y 27 (Rodríguez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), y el procesamiento y prisión preventiva de los nombrados, como presuntos coautores responsables de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados 11 (Jensen y Pietragalla) y 22 (Allende y Bosco de Allende) por los que fueran oportunamente indagados, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 66. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Hermes Oscar Rodríguez, ya filiado, como presunto autor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 11 (Jensen y Pietragalla), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán, Sinópoli), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 287 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Riciardo y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós) 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez) , todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 67. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Hermes Oscar Rodríguez, ya filiado, como presunto autor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer) , todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 68. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Luis Gustavo Diedrichs, ya filiado, como presunto autor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 11 (Jensen y Pietragalla), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja, Saibene, Santillán, Sinópoli), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Riciardo y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós) 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario) y 37 (Duarte) , todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 69. Ordenar el sobreseimiento de Luis Gustavo Diedrichs, ya filiado, por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana) y 47 (Vaca Narvaja), y por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos 288 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 nominados: 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 336 inc. 4 del C.P.P.N. 70. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Ernesto Guillermo Barreiro, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 22 (Allende y Bosco de Allende), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Riciardo y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós) 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana) y 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todos en concurso real (art. 55 del C.P.) por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 71. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Ernesto USO OFICIAL Guillermo Barreiro, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 72. Ordenar el sobreseimiento de Ernesto Guillermo Barreiro, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a los hechos nominados 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez) y 28 (Scocco, Mesagli y Almada), por los que fuera requerido por la Sra. Fiscal a fs. 3071/10 y 10.638/63 conforme lo dispuesto en los arts. 336 inc. 4 y 334 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado el imputado. 73. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Héctor Pedro Vergéz, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el 289 segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 11 (Jensen y Pietragalla), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), 17 (Agüero), 18 (Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Scocco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Riciardi y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todos en concurso real (art. 55 del C.P.) por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 74. Ordenar el sobreseimiento de Héctor Pedro Vergéz, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a los hechos nominados 35 (Nuñez Prado), 36 (Chapeta Lario) y 37 (Duarte) por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado. 75. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Luis Alberto Manzanelli, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 11 (Jensen y Pietragalla), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), 17 (Agüero), 18 (Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 26 (Canfaila), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Riciardo y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todos en concurso real (art. 55 del C.P.) por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 76. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Luis Alberto Manzanelli, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todos en 290 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 concurso real (art. 55 C.P.) por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 77. Ordenar el sobreseimiento de Luis Alberto Manzanelli, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a los hechos nominados 23 (Marzo), 24 (Martín) y 28 (Scocco, Mesagli y Almada) por los que fuera requerido por la Sra. Fiscal a fs. 3071/10 y 10.638/63, conforme lo dispuesto en los arts. 336 inc. 4 y 334 del C.P.P.N. , con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado el imputado. 78. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de José Hugo Herrera, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio USO OFICIAL calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 11 (Jensen y Pietragalla), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), 17 (Agüero), 18 (Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo) 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Scocco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Riciardo y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todos en concurso real (art. 55 del C.P.) por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 79. Ordenar el sobreseimiento de José Hugo Herrera, ya filiado, por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todos en concurso real (art. 55 C.P.), y por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a los hechos nominados 37 (Duarte) y 40 (Tello Biscayart) por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado. 291 80. Ordenar el sobreseimiento de José Hugo Herrera, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a los hechos nominados 35 (Nuñez Prado) y 36 (Chapeta Lario) por los que fuera requerido por la Sra. Fiscal a fs. 3071/10, conforme lo dispuesto en los arts. 336 inc. 4 y 334 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado el imputado. 81. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Carlos Alberto Díaz, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Ricciardi y Caffani) y 34 (Sciutto y Duclós), todos en concurso real (art. 55 del C.P.) por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 82. Ordenar el sobreseimiento de Carlos Alberto Díaz, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a los hechos nominados 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana) y 47 (Vaca Narvaja), y por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente a la fecha de los hechos), en relación a los hechos 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiera gozado el imputado. 83. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Jorge Exequiel Acosta y Luis Cayetano Quijano, ya filiados, como presuntos coautores responsables de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de 292 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos 22 (Allende y Bosco de Allende), 33 (Ricciardi y Caffani) y 34 (Sciutto y Duclós), todos en concurso real (art. 55 del C.P.) por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 84. Ordenar el sobreseimiento de Carlos Enrique Villanueva, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma, y art 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 11 (Jensen y Pietragalla) por el que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en el art. 347 del C.P.P.N. interpretado a contrario sensu, debiendo disponerse su inmediata libertad en estos actuados. USO OFICIAL 85. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Emilio Morard, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 11 (Jensen y Pietragalla), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), 17 (Agüero), 18 (Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo) 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Riciardo y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 86. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Emilio Morard, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo del Código Penal vigente al momento de los hechos) en orden a los hechos nominados: 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 293 87. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Ricardo Alberto Ramón Lardone, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 11 (Jensen y Pietragalla), 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), 17 (Agüero), 18 (Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo) 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Riciardo y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 88. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Ricardo Alberto Ramón Lardone, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo del Código Penal vigente al momento de los hechos) en orden a los hechos nominados: 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 89. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Héctor Raúl Romero, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 22 (Allende y Bosco de Allende), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Riciardo y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 90. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Héctor Raúl Romero, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y 294 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo del Código Penal vigente al momento de los hechos) en orden a los hechos nominados: 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 91. Ordenar el sobreseimiento de Héctor Raúl Romero, ya filiado, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a los hechos nominados 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 21 (Luna), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), por los que fuera requerido por la Sra. Fiscal a fs. 3071/10 y 10.638/63, conforme lo dispuesto en los arts. 336 inc. 4 y 334 del USO OFICIAL C.P.P.N. con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubiere gozado el imputado. 92. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Arnaldo José López, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 15 (estudiantes bolivianos), 16 (Gómez Granja, Saibene, Sinópoli y Santillán), 17 (Agüero), 18 (Comba y Ledesma de Comba), 19 (Taborda), 20 (De Cicco), 22 (Allende y Bosco de Allende), 23 (Marzo), 24 (Martín), 25 (Ribero), 26 (Canfaila), 27 (Rodríguez), 28 (Sococco, Mesagli y Almada), 29 (Martínez), 30 (Ceballos), 31 (Finger), 32 (Martínez Agüero), 33 (Riciardo y Caffani), 34 (Sciutto y Duclós), 35 (Núñez Prado), 36 (Chapeta Lario), 37 (Duarte), 40 (Tello Biscayart), 41 (Flores), 42 (Luján), 43 (Campana), 47 (Vaca Narvaja), 49 (Barbano) y 50 (Gómez), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 93. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Arnoldo José López, ya filiado, como presunto coautor responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo del Código Penal vigente al momento de los hechos) en orden a los hechos nominados: 44 (Donato, Ludueña y Suárez), 45 (Carranza) y 46 (Fischer), todo en concurso real (art. 55 del C.P.), por los 295 que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 94. Ordenar el sobreseimiento de Hermes Oscar Rodríguez, Luis Gustavo Diedrichs, ya filiados, por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden a los hechos nominados: 38 (Billar) y 39 (Flores Montenegro y García) por los que fueran oportunamente indagados, conforme lo dispuesto en los arts. 336 inc. 4 del C.P.P.N, con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubieren gozado los imputados. 95. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Ricardo Cayetano Rocha, Calixto Luis Flores, Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Juan Eduardo Ramón Molina, Fernando Andrés Pérez, Eduardo Grandi, Yamil Jabour, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz, Juan Carlos Cerutti, Jorge Omar Heredia, Francisco José Melfi, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli y José Hugo Herrera, ya filiados, como presuntos coautores responsables de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación a las víctimas José María Pujadas Valls; Josefa Badell Suriol de Pujadas; José María Pujadas Badell; María José Pujadas Badell, y por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, imposición de tormentos agravados y tentativa de homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, 80 inc. 2 y 4 y 42 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en relación al hecho del que resultara víctima Mirta Yolanda Bustos, todos descriptos en el hecho nominado 3 de este decisorio, en virtud de lo dispuesto en el art. 306 y 312 del C.P.P.N. 96. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Ricardo Cayetano Rocha, Calixto Luis Flores, Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Juan Eduardo Ramón Molina, Fernando Andrés Pérez, Eduardo Grandi, Yamil Jabour, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz y Juan Carlos Cerutti, ya filiados, como presuntos coautores responsables del delito de imposición de tormentos agravados (art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 2 (Osatinsky) por el que fueran oportunamente indagados, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 296 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 97. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Calixto Luis Flores, Juan Eduardo Ramón Molina, Yamil Jabour y Herminio Jesús Antón, ya filiados, como presuntos coautores responsables del delito de homicidio calificado (art. 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 2 (Osatinsky) por el que fueran oportunamente indagados, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 98. Ordenar el sobreseimiento de Ricardo Cayetano Rocha, Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Alfredo Bini, Fernando Andrés Pérez, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz, Juan Carlos Cerutti, ya filiados, por el delito de homicidio calificado (art. 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 2 (Osatinsky) por el que fueran oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubieren gozado los imputados. 99. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Ricardo USO OFICIAL Cayetano Rocha, Calixto Luis Flores, Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero, Fernando Andrés Pérez, Yamil Jabour, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz, Jorge Omar Heredia y Francisco José Melfi, ya filiados, como presuntos coautores responsables del delito de imposición de tormentos agravados (art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo del C.P. vigente al momento de los hechos) en perjuicio de Gloria Alicia Di Rienzo, Miriam Lucía Salvador y Luisa López Muñoz, descriptos en el hecho nominado 9, y por el delito de abuso deshonesto agravado (art. 127 con la agravante dispuesta en el art. 122 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos), en perjuicio de Gloria Alicia Di Rienzo y Miriam Lucía Salvador, descriptos en el hecho nominado 9, por el que fueran oportunamente indagados, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 100. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Luciano Benjamín Menéndez, Hermes Oscar Rodriguez y Luis Gustavo Diedrichs ya filiados, como presuntos autores responsables de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos seguidos de muerte (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1° párrafo con la agravante prevista en el 3° párrafo del mismo artículo, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 21 (Luna) por el que fueran oportunamente indagados, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 101. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Calixto Luis Flores, Carlos Alfredo Yanicelli, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero, Fernando Andrés Pérez, Yamil Jabour, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Jorge Omar Heredia, Francisco José Melfi, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto 297 Manzanelli, José Hugo Herrera, Carlos Alberto Díaz, Emilio Morard, Ricardo Alberto Ramón Lardone y Arnaldo José López, ya filiados, como presuntos coautores responsables de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos seguidos de muerte (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1° párrafo con la agravante prevista en el 3° párrafo del mismo artículo, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 21 (Luna) por el que fueran oportunamente indagados, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 102. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Luciano Benjamín Menéndez y Hermes Oscar Rodriguez, ya filiados, como presuntos autores responsables de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos seguidos de muerte (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1° párrafo con la agravante prevista en el 3° párrafo del mismo artículo, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 48 (Giménez) por el que fueran oportunamente indagados, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 103. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Miguel Ángel Gómez, Ricardo Cayetano Rocha, Calixto Luis Flores, Marcelo Luna, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero, Fernando Andrés Pérez, Eduardo Grandi, Yamil Jabour, Herminio Jesús Antón, Antonio Filiz, Ernesto Guillermo Barreiro, Héctor Pedro Vergéz, Luis Alberto Manzanelli, José Hugo Herrera, Emilio Morard, Ricardo Alberto Ramón Lardone, Héctor Raúl Romero y Arnaldo José López, ya filiados, como presuntos coautores responsables de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada e imposición de tormentos seguidos de muerte (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1° párrafo con la agravante prevista en el 3° párrafo del mismo artículo, todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 48 (Giménez) por el que fueran oportunamente indagados, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 104. Ordenar el sobreseimiento de Carlos Alfredo Yanicelli, ya filiado, en orden al delito de imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1 del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 51 (Barrionuevo) en virtud de lo dispuesto en el art. 336 inc. 4 del C.P.P.N., con la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que habría gozado el imputado 105. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Miguel Ángel Gómez, Ricardo Cayetano Rocha, Calixto Luis Flores, Hugo Cayetano Britos, Marcelo Luna, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero, Fernando Andrés Pérez, Eduardo Grandi, Yamil Jabour, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón 298 Poder Judicial de la Nación Año del Bicentenario 1810-2010 y Antonio Filiz, ya filiados, como presuntos coautores responsables del delito de imposición de tormentos agravados (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1 del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 51 (Barrionuevo) por el que fueron oportunamente indagados en virtud de lo dispuesto en el art. 306 y 312 del C.P.P.N. 106. Ordenar el sobreseimiento de Luciano Benjamín Menéndez, Miguel Ángel Gómez, Ricardo Cayetano Rocha, Calixto Luis Flores, Hugo Cayetano Britos, Carlos Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Juan Eduardo Ramón Molina, Alberto Luis Lucero, Fernando Andrés Pérez, Eduardo Grandi, Yamil Jabour, Herminio Jesús Antón, Mirta Graciela Antón, Antonio Filiz, ya filiados, en orden a los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, y homicidio calificado (arts. 144 bis inc. 1º con la agravante prevista en el último párrafo de la norma que remite al art. 142 inc. 1, y art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 51 (Barrionuevo) en virtud de lo dispuesto en el art. 336 inc. 2 del C.P.P.N., con USO OFICIAL la expresa mención que la formación del presente no afecta el buen nombre y honor del que hubieren gozado los imputados. 107. Ordenar el procesamiento y prisión preventiva de Miguel Ángel Gómez y Marcelo Luna ya filiados, como presuntos coautores responsables de los delitos de imposición de tormentos agravados y homicidio calificado (art. 144 ter 1º párrafo con el agravante dispuesto en el segundo párrafo de la norma, y 80 inc. 2 y 4 todos del Código Penal vigente al tiempo de los hechos) en orden al hecho nominado 40 (Tello Biscayart) por los que fuera oportunamente indagado, conforme lo dispuesto en los arts. 306 y 312 del C.P.P.N. 108. Trabar embargo sobre los bienes de Ernesto Guillermo Barreiro, Jorge Exequiel Acosta, Luis Gustavo Diedrichs, Héctor Pedro Vergéz, Alberto Luis Lucero, Miguel Ángel Gómez, Marcelo Luna, Juan Eduardo Ramón Molina, Yamil Jabour, Ricardo Cayetano Rocha, Carlos Alfredo Yanicelli, Raúl Alejandro Contrera, Calixto Luis Flores, Luciano Benjamín Menéndez, José Hugo Herrera, Héctor Raúl Romero, Emilio Morard, José Arnoldo López, Ricardo Alberto Ramón Lardone, Hermes Oscar Rodríguez, Carlos Alberto Díaz, Mirta Graciela Antón, Herminio Jesús Antón, Fernando Andrés Pérez, Juan Carlos Cerutti, Alberto Luis Choux, Eduardo Grandi, Antonio Filiz, Luis Alberto Cayetano Quijano, Luis Alberto Manzanelli, Ricardo Luis Hierling, Raúl Eduardo Yanicelli, Fernando Martín Rocha, Francisco José Domingo Melfi y Jorge Omar Heredia, por la suma de pesos cincuenta mil ($50.000) o en su defecto inhibirlo de la libre disposición de los mismos. 109. Protocolícese y hágase saber. 299