AUXILIARES ADMINISTRATIVOS (PERSONAL LABORAL) DEL

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AUXILIARES ADMINISTRATIVOS
(PERSONAL LABORAL) DEL
CABILDO INSULAR DE
GRAN CANARIA
TEMARIO
APÉNDICE DE ACTUALIZACIÓN
Edición febrero 2010
“A causa de la modificación operada en las bases reguladoras de la oposición,
publicada el 7 de mayo de 2010 en el Boletín Oficial de la Provincia de las Palmas,
se añade un nuevo apartado dedicado a la Organización del Estado al final del
Tema 1, cuyo contenido desarrollamos a continuación.”
lA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978
6. LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO
El estudio de la organización del Estado requiere que diferenciemos entre su organización institucional y política y su organización territorial.
El análisis de la organización institucional conlleva a su vez que nos detengamos en
el estudio de los tres poderes del Estado (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), junto a los que
debemos hacer referencia también a la figura del Jefe del Estado que corresponde el Rey
en una Monarquía Parlamentaria como es la nuestra. Comenzaremos por su estudio.
6.1. LA CORONA (art. 56 al 65 de la CE)
El art. 1.3. de la CE dispone que “la forma política del Estado Español es la monarquía
parlamentaria”, y sólo por el procedimiento rígido de reforma constitucional establecido en
el art. 168 de la CE pueden modificarse el art. 1.3. y el Título II (art. 56 a 65 de la CE).
6.1.1. La Sucesión Hereditaria. El orden de Sucesión a la Corona
La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S.M. Don Juan Carlos I de Borbón,
legítimo heredero de la dinastía histórica (art. 57.1. de la CE) reinante desde hace siglos en
España. En este sentido, la soberanía popular acepta el valor histórico y político de la Monarquía
española, introduciendo la CE una justificación o legitimidad histórica para la Monarquía.
El título del Rey es el de “Rey de España” y podrá utilizar los demás que correspondan
a la Corona (art. 56.2. de la CE). El Rey, al ser proclamado ante las Cortes Generales,
prestará juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la
Constitución y las Leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades
Autónomas (art. 61.1. de la CE).
La sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación,
siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado
más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo,
la persona de más edad a la de menos (art. 57.1. de la CE).
Esta “sucesión legítima” opera automáticamente, en virtud del orden establecido por
la CE; pero en el supuesto de extinción de todas las líneas de la familia real, la CE prevé
la “sucesión parlamentaria” y en este sentido, la CE dispone que “extinguidas todas las
líneas llamadas en derecho, las Cortes Generales proveerán a la sucesión en la Corona en
la forma que más convenga a los intereses de España” (art. 57.3. de la CE).
La Cortes Generales deben resolver, interviniendo y dando su aprobación por medio de
una Ley orgánica, a las abdicaciones del Rey, a la renuncia a los derechos sucesorios
y resolver cualquier duda de hecho o de derecho (o incluso el conflicto dinástico) que
ocurra en el orden de sucesión a la Corona (art. 57.5. de la CE).
Asimismo, aquellas personas que teniendo derecho a la sucesión en el trono contrajeran matrimonio contra la expresa prohibición del Rey y de las Cortes Generales, quedarán excluidas en la sucesión a la Corona por sí y sus descendientes (art. 57.4. de la CE).
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El Príncipe heredero, desde su nacimiento o desde que se produzca el hecho que origine el llamamiento, tendrá la dignidad de Príncipe de Asturias y los demás títulos vinculados tradicionalmente al sucesor de la Corona de España (art. 57.2. de la CE).
6.1.2. La Regencia y la Tutela
La regencia es una situación excepcional en la que las funciones correspondientes
al Rey no son desempeñadas por este, ya sea por ser menor de edad o por hallarse
inhabilitado para el ejercicio de su autoridad. La inhabilitación ha de ser reconocida por
las Cortes Generales. En cualquiera de los dos casos, las funciones del Rey las ejerce una
regencia que puede ser individual o colegiada.
Si el Rey fuere menor de edad, la regencia recae en el padre o la madre del Rey y, en
su defecto, en el pariente mayor de edad más próximo a suceder en la Corona, según el
orden establecido en la CE, y la ejercerá durante el tiempo de la minoría de edad del Rey
(art. 59.1. de la CE).
Si el Rey se encuentra inhabilitado, será regente el Príncipe heredero de la Corona, si
fuere mayor de edad. Si no lo fuere, se procederá de la manera prevista en el supuesto
anterior, hasta que el Príncipe heredero alcance la mayoría de edad (art. 59.2. de la CE).
Si no hubiere ninguna persona a quien corresponda la Regencia, esta será nombrada
por las Cortes Generales (regencia electiva), y se compondrá de una, tres o cinco personas (art. 59.3. de la CE). Para ejercer la Regencia es preciso ser español y mayor de edad
(art. 59.4. de la CE). La Regencia se ejercerá por mandato constitucional y siempre en
nombre del Rey (art. 59.5. de la CE).
Asimismo, será tutor del Rey menor, la persona que en su testamento hubiese
nombrado el Rey difunto, siempre que sea mayor de edad y español de nacimiento; si
no lo hubiese nombrado, será tutor el padre o la madre, mientras permanezcan viudos. En
su defecto, lo nombrarán las Cortes Generales, pero no podrán acumularse los cargos
de Regente y de tutor sino en el padre, madre (progenitores) o ascendientes directos del
Rey (art. 60.1. de la CE). El ejercicio de la tutela es también incompatible con el de todo
cargo o representación política (art. 60.2. de la CE).
El Príncipe heredero, al alcanzar la mayoría de edad, y el Regente o Regentes al hacerse cargo de sus funciones, prestarán el juramento previsto para el Rey (es decir, el juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la CE y las Leyes
y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas), así como el
de fidelidad al Rey (art. 61.2. de la CE).
6.1.3. Las funciones Constitucionales del Rey
Según el art. 56.1. de la CE, el Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más
alta representación del Estado Español en las relaciones internacionales, especialmente
con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la CE y las Leyes (es decir, el Jefe del Estado manda pero no gobierna).
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Las competencias del monarca se hallan recogidas en los arts. 62 y 63 de la CE, aunque deben ser completadas con otras que se encuentran dispersas en la CE.
Competencias en relación con la función de articulación de la soberanía popular:
– Convocar y disolver las Cortes Generales y convocar elecciones en los términos
previstos en la CE (art. 62.b) de la CE).
– Convocar referéndum en los casos previstos en la CE (art. 62.c) de la CE), que
pueden ser:
* Referéndum de reforma constitucional (previsto con carácter voluntario en el
art. 167 de la CE y con carácter obligatorio en el 168 de la CE).
* Referéndum de iniciativa autonómica; de ratificación de los Estatutos de Autonomía (art. 151 de la CE); de reforma de los propios Estatutos de Autonomía
(art. 152.2. de la CE).
* Referéndum consultivo sobre decisiones políticas de especial transcendencia.
Estas decisiones podrán ser sometidas a referéndum de todos los ciudadanos
(art. 92.1. de la CE). El referéndum será convocado por el Rey, mediante propuesta del Presidente del Gobierno, previamente autorizada por el Congreso de
los Diputados (art. 92.2. de la CE).
Competencias en relación con la función legislativa:
– Sancionar y promulgar las Leyes aprobadas por las Cortes Generales y ordenar su
inmediata publicación (arts. 62. a) y 91 de la CE).
Competencias en relación con la función ejecutiva:
– Proponer el candidato a Presidente del Gobierno, y en su caso, nombrarlo, así
como poner fin a sus funciones en los términos previstos en la Constitución (arts.
62. d) y 99 de la CE).
– Nombrar y separar a los miembros del Gobierno (Ministros), a propuesta de su
Presidente de Gobierno (arts. 62. e) y 100 de la CE).
– Expedir los decretos acordados en el Consejo de Ministros: Reales Decretos (art.
62. f) de la CE).
– Conferir los empleos civiles y militares y conceder honores y distinciones con arreglo a las Leyes (art. 62. f) de la CE).
– Ser informado de los asuntos de Estado y presidir, a estos efectos, las sesiones
del Consejo de Ministros, cuando lo estime oportuno, a petición del Presidente de
Gobierno (art. 62. g) de la CE).
– El mando supremo de las Fuerzas Armadas (art. 62. h) de la CE). Se trata de una
función honorífica, pues corresponde al Gobierno dirigir la Administración militar y
la defensa del Estado (según dispone el art. 97 de la CE).
– El Alto Patronazgo de las Reales Academias (art. 62. j) de la CE).
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Competencias en relación con la función judicial:
– La justicia –que emana del pueblo– se administra en nombre del Rey (art. 117 de
la CE).
– Nombrar al Presidente del Tribunal Supremo (art. 123.2. de la CE); a los veinte
miembros del Consejo General del Poder Judicial (art. 122.3. de la CE); al Fiscal
General del Estado (art. 123.4. de la CE); al Presidente del Tribunal Constitucional
y a sus doce miembros (art. 159 de la CE).
– Ejercer el derecho de gracia con arreglo a la Ley, que no podrá autorizar indultos
generales (art. 62. i) de la CE).
Competencias en materia de relaciones internacionales:
– Acredita a los embajadores y a otros representantes diplomáticos y se acreditan
ante él, los representantes extranjeros en España (art. 63.1 de la CE).
– Manifestar el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente por medio de Tratados, de conformidad con la CE y las Leyes (art. 63.2. de la CE).
– Declarar la guerra y hacer la paz, previa autorización de las Cortes Generales –del
Congreso y del Senado– (art. 63.3 de la CE).
Competencias en materia de nombramientos:
– Nombrar a los Presidentes de las Comunidades Autónomas (art. 152.1. de la CE).
– Nombrar y relevar a los miembros civiles y militares de su Casa (art. 65.2 de la CE).
En todo caso, la Reina consorte o el consorte de la Reina no podrán asumir funciones
constitucionales, salvo lo dispuesto para la Regencia (art. 58 de la CE).
6.1.4. La inviolabilidad y el Refrendo
De acuerdo con el art. 56.3. de la CE, la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. La irresponsabilidad del Jefe del Estado es absoluta y por tanto,
al monarca no se le puede exigir responsabilidad, ni se le puede hacer comparecer ante
ningún Tribunal de Justicia, por ninguno de sus actos, con independencia de la naturaleza de los mismos (constitucional, penal, civil, mercantil…), es decir, el Rey goza de
inviolabilidad e inmunidad.
La absoluta irresponsabilidad del monarca puede ser mantenida en base a la institución del refrendo, prevista en el art. 56.3. de la CE, que dispone que sus actos estarán
siempre refrendados, en la forma establecida en la CE (art. 64 de la CE), careciendo de
validez sin dicho refrendo, salvo cuando se trate de:
– Distribuir la cantidad global –que recibe de los Presupuestos del Estado– para el sostenimiento de su familia y Casa (art. 65.1 de la CE), que puede hacerlo libremente.
– Nombrar y relevar libremente a los miembros civiles y militares de su Casa (art.
65.2 de la CE).
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Según el art. 64.2. de la CE, de los actos del Rey serán responsables las personas
que los refrenden, y de acuerdo con el art. 64.1 de la CE, los actos del Rey serán refrendados:
– Con carácter general, por el Presidente del Gobierno y, en su caso, por los Ministros
competentes.
– Por el Presidente del Congreso de los Diputados, si se trata de:
* La propuesta y el nombramiento del Presidente del Gobierno.
* La disolución de las Cámaras, si después de la renovación del Congreso de
los Diputados, ningún candidato obtiene la confianza de las Cámaras para ser
investido Presidente del Gobierno (según el art. 99 de la CE).
6.2. LAS CORTES GENERALES (arts. 66 al 96 de la CE)
Las Cortes Generales constituyen el primer órgano político del Estado, “representan al
pueblo español” (art. 66.1. de la CE), en quien “reside la soberanía nacional” y de quien
“emanan los poderes del Estado” (art. 1.2. de la CE). En el momento de la elección de las
Cortes Generales es donde se manifiesta el carácter democrático del Estado, mediante la
elección por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto.
Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les
atribuya la CE (art. 66.2. de la CE).
6.2.1. El Bicameralismo de las Cortes Generales
Las Cortes Generales están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado
(art. 66.1. de la CE). El bicameralismo español es “sui generis”, pues el modelo de la CE no
coincide con el sistema bicameral federal (donde la Cámara Alta es una cámara de representación de los entes territoriales dotados de autonomía política, propio de EE UU), ni con
el sistema aristocrático o estamental (integrado por Cámaras altas de carácter corporativo
o vitalicio, como la Cámara de los Lores).
En principio, se podría pensar que, como resultado del modelo de distribución territorial
del poder político basado en las CC AA, el Senado se constituiría como cámara de representación de las CC AA, frente a la representación directa de los ciudadanos en el Congreso
de los Diputados. Sin embargo, el modelo establecido es más ambiguo, y las dos cámaras
son diferentes, por su composición y por su función.
Brevemente se podría decir que el Congreso de los Diputados se distribuye básicamente atendiendo al número de población de cada provincia y es elegido directamente
por todo el cuerpo electoral, conforme a un sistema electoral proporcional, siguiendo el
método D´Hondt. Sin embargo, el método que se aplica para el Senado es mayoritario,
y se eligen cuatro diputados por provincias, por sufragio universal, libre, igual, directo
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y secreto, y un diputado como mínimo por cada Comunidad Autónoma (aumentando el
número en función del número de población de la Comunidad.
Autónoma) por las Asambleas legislativas de cada Comunidad Autónoma o, en su defecto, por el órgano colegiado superior de la Comunidad Autónoma.
El Senado es una cámara de reflexión que coopera y acompaña la función del Congreso,
con menos funciones que el Congreso de los Diputados, aunque ambas Cámaras participan en
casi todas las funciones constitucionales reconocidas para las Cortes Generales. En la función
legislativa, participan ambas cámaras pero puede ocurrir que una proposición salga del Congreso, pase al Senado (que puede proponer enmiendas) y la vete. Sin embargo, cuando vuelve al
Congreso, y a pesar del veto del Senado, el Congreso puede aprobarla por mayoría absoluta.
En cuanto al control político del Gobierno, ambas cámaras pueden articular métodos de
control ordinario (preguntas o de interpelaciones al Gobierno), pero solamente el Congreso
de los Diputados ejerce un riguroso control político, al interponer mociones de censura y
aprobar cuestiones de confianza.
6.2.1.1. El Congreso de los Diputados
El Congreso se compone de un mínimo de 300 y de un máximo de 400 Diputados, elegidos por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto, en los términos que establezca la
Ley (art. 68.1. de la CE). El número de Diputados del Congreso ha quedado fijado por la Ley
Orgánica 5/1985, de 19 de junio, de Régimen Electoral General –en adelante LOREG– en
350 diputados.
Son electores y elegibles todos los españoles que estén en pleno uso de sus derechos políticos. La Ley reconocerá y el Estado facilitará el ejercicio del derecho de sufragio
a los españoles que se encuentren fuera del territorio de España (art. 68.5. de la CE), aunque el art. 70 de la CE establece una serie de causas de inelegibilidad e incompatibilidad.
Según el art. 68.2. de la CE, la circunscripción electoral es la provincia. La Ley distribuirá el número total de Diputados, asignando una representación mínima inicial a cada
circunscripción –en la actualidad, la LOREG fija el número mínimo inicial en dos Diputados–, salvo las poblaciones de Ceuta y Melilla, que están representadas cada una de ellas
por un Diputado. Los demás diputados se distribuyen en proporción a la población
(lo que provoca que en cada proceso electoral se deba tener en cuenta las variaciones de
población, según los datos del censo oficial de población).
Asimismo, el art. 68.3. de la CE dispone que la elección se hace en cada circunscripción atendiendo a criterios de representación proporcional (según un procedimiento
proporcional con sistema de mayores restos).
Las elecciones tendrán lugar entre los treinta días y sesenta días desde la terminación
del mandato. El Congreso electo deberá ser convocado dentro de los veinticinco días siguientes a la celebración de las elecciones (art. 68.6 de la CE).
El Congreso es elegido por cuatro años. El mandato de los Diputados termina cuatro
años después de su elección o el día de la disolución de la Cámara (art. 68.4. de la CE).
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6.2.1.2. El Senado
El Senado es la Cámara de representación territorial (art. 69.1. de la CE), aunque su
composición contradice esta afirmación, pues la CE no prevé la representación directa de
las unidades políticas inferiores al Estado e integrantes de este (CC AA), sino la representación directa de los ciudadanos (igual que en el Congreso), pero haciendo elegir a un mínimo
número de senadores por cada provincia, con independencia de su población.
En este sentido, el art. 69.2. de la CE establece que en cada provincia se elegirán cuatro Senadores por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto por los votantes de cada
una de ellas, en los términos que señale una Ley orgánica –en la actualidad, la LOREG–,
con la siguientes excepciones:
– Las provincias insulares: cada isla o agrupación de ellas, con Cabildo o Consejo Insular, constituirá una circunscripción a efectos de elección de Senadores, correspondiendo tres a cada una de las islas mayores –Gran Canaria, Mallorca y Tenerife– y
uno a cada una de las siguientes islas o agrupaciones: Ibiza-Formentera, Menorca,
Fuerteventura, Gomera, Hierro, Lanzarote y La Palma (art. 69.3. de la CE).
– Las poblaciones de Ceuta y Melilla: elegirán cada una de ellas dos Senadores (art.
69.4. de la CE).
Por tanto, el único elemento de representación efectivamente territorial es minoritario,
y consistirá en la designación por las Comunidades Autónomas, de un Senador y
más otro, por cada millón de habitantes de su respectivo territorio. Estos senadores no
son de elección directa, sino que son designados por las Asambleas legislativas de cada
Comunidad Autónoma o, en su defecto, por el órgano colegiado superior de la Comunidad
Autónoma, de acuerdo con lo que establezcan los Estatutos, atendiendo, en todo caso, a
criterios de representación proporcional (art. 69.5. de la CE).
El Senado es elegido por cuatro años. El mandato de los Senadores termina cuatro
años después de su elección o el día de la disolución de la Cámara (art. 69.6. de la CE).
6.2.1.3. Acceso a la condición de parlamentario: causas de inelegibilidad
e incompatibilidad de los Diputados y Senadores
Como regla general, nadie podrá ser miembro de las dos Cámaras simultáneamente, ni acumular el acta de una Asamblea de Comunidad Autónoma con la de Diputado al
Congreso (art. 67.1. de la CE).
Los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo
(art. 67.2. de la CE), sino por un mandato representativo, por lo que, en principio los
parlamentarios son absolutamente libres para emitir el voto, aunque esta libertad queda
coartada por la vinculación al partido por el que el parlamentario se presentó a las elecciones (ya que votar en contra de las directrices del grupo parlamentario, en la práctica puede
suponer la imposibilidad de ser reelegido, por carecer del apoyo del partido).
Asimismo, las reuniones de Parlamentarios que se celebren sin convocatoria reglamentaria no vincularán a las Cámaras y no podrán ejercer sus funciones ni ostentar sus
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privilegios (art. 67.3. de la CE). Los Diputados y Senadores percibirán una asignación que
será fijada por las respectivas Cámaras (art. 71.4 de la CE).
La inelegibilidad es un concepto que afecta a la capacidad de un ciudadano para
presentarse como candidato a las elecciones a un determinado cargo público. Se trata de
impedir que aquellos que ostenten ya cargo público puedan prevalerse de éste para participar en la elección en condiciones de ventaja frente a otros candidatos.
La incompatibilidad es la incapacidad para simultanear el ejercicio de dos cargos
públicos. Se trata de procurar que los parlamentarios ejerzan sus funciones con el mayor grado de libertad e independencia. En todo caso, el estar incurso en una causa de incompatibilidad no exige la previa dimisión para participar en la elección, sino que basta el abandono del
cargo con el que el puesto de parlamentario es incompatible, una vez obtenido el escaño.
La Ley electoral determinará las causas de inelegibilidad e incompatibilidad de los Diputados y Senadores (art. 70.1. de la CE), que comprenderán, en todo caso:
a) A los componentes del Tribunal Constitucional.
b) A los altos cargos de la Administración del Estado que determine la Ley, con la
excepción de los miembros del Gobierno.
c) Al Defensor del Pueblo.
d) A los Magistrados, Jueces y Fiscales en activo.
e) A los militares profesionales y miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y
Policía en activo.
f) A los miembros de las Juntas Electorales.
La validez de las actas y credenciales de los miembros de ambas Cámaras estará sometida al control judicial en los términos que establezca la Ley electoral (art. 70.2. de la CE).
6.2.1.4. Las prerrogativas de los parlamentarios: la inviolabilidad y la
inmunidad de los Diputados y Senadores
Las prerrogativas de los parlamentarios son las siguientes:
– La inviolabilidad, según la cual, los parlamentarios no pueden ser perseguidos
judicialmente por “las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones”
genuinamente parlamentarias (art. 71.1. de la CE).
– La inmunidad, en virtud de la cual, “durante el período de su mandato los Diputados y Senadores” no pueden ser detenidos, salvo “en caso de flagrante delito”
y “no podrán ser inculpados ni procesados sin la previa autorización de la Cámara
respectiva”, autorización que se denomina suplicatorio (art. 71.2. de la CE).
– El fuero jurisdiccional, en virtud del cual, los Diputados y Senadores sólo podrán
ser juzgados ante “la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo” (art. 71.3. de la CE).
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6.2.1.5 Régimen y funcionamiento de las Cámaras
Las Cámaras establecen sus propios Reglamentos (Reglamento del Congreso de los
Diputados, de 10 de febrero de 1982 y Reglamento del Senado de 3 de mayo de
1994), aprueban autónomamente sus presupuestos y, de común acuerdo, regulan el
Estatuto Personal de las Cortes Generales (de 26 de junio de 1989). Los Reglamentos y su reforma serán sometidos a una votación final sobre su totalidad, que requerirá la
mayoría absoluta (art. 72.1. de la CE).
Las Cámaras eligen sus respectivos Presidentes y los demás miembros de sus Mesas.
Las sesiones conjuntas serán presididas por el Presidente del Congreso y se regirán por
un Reglamento de las Cortes Generales (que aún no existe, puesto que esta previsión está
pendiente de desarrollo reglamentario) aprobado por mayoría absoluta de cada Cámara
(art. 72.2. de la CE). Los Presidentes de las Cámaras ejercen en nombre de las mismas
todos los poderes administrativos y facultades de policía en el interior de sus respectivas sedes (art. 72.3. de la CE).
Las Cámaras se reunirán anualmente en dos períodos ordinarios de sesiones: el primero, de septiembre a diciembre, y el segundo, de febrero a junio (art. 73.1. de la CE).
Para adoptar acuerdos las Cámaras deben estar reunidas reglamentariamente y con
asistencia de la mayoría de sus miembros (art. 79.1. de la CE). Dichos acuerdos para
ser válidos deberán ser aprobados por la mayoría de los miembros presentes, sin perjuicio
de las mayorías especiales que establezcan la CE o las Leyes orgánicas y las que para elección de personas establezcan los Reglamentos de las Cámaras (art. 79.2. de la CE).
El voto de Senadores y Diputados es personal e indelegable (art. 79.3. de la CE).
Las sesiones plenarias de las Cámaras serán públicas, salvo acuerdo en contrario de
cada Cámara, adoptado por mayoría absoluta o con arreglo al Reglamento (art. 80 de la CE).
El Congreso de los Diputados y el Senado podrán reunirse en sesiones extraordinarias a petición del Gobierno, de la Diputación Permanente o de la mayoría absoluta
de los miembros de cualquiera de las Cámaras. Las sesiones extraordinarias deberán
convocarse sobre un orden del día determinado y serán clausuradas una vez que este haya
sido agotado (art. 73.2. de la CE).
La CE articula las relaciones del Parlamento con la Corona a través de sesiones conjuntas. En este sentido, el art. 74.1. de la CE dispone que las Cámaras se reunirán en sesión
conjunta para ejercer las competencias no legislativas que el Título II de la CE atribuye
expresamente a las Cortes Generales, que son las siguientes:
a) La provisión a la sucesión de la Corona en el caso de que se hayan extinguido todas
las líneas llamadas en derecho (art. 57.3 de la CE).
b) La resolución sobre la expresa prohibición de matrimonio de personas con derecho
a la sucesión en el trono (art. 57.4 de la CE).
c) El reconocimiento de la inhabilitación del Rey para ejercer su autoridad (art. 59.2 de la CE).
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d) El nombramiento de Regente o Regentes (art. 59.3 de la CE).
e) El nombramiento del tutor del Rey menor (art. 60.1 de la CE).
f) El juramento y la proclamación del Rey (art. 61.1 de la CE).
g) El juramento del Príncipe heredero (art. 61.2 de la CE).
h) El juramento del Regente o Regentes (art. 61.2 de la CE).
i) La autorización del Rey para que declare la guerra o haga la paz (art. 63.3 de la CE).
Dado que el art. 74.1 de la CE excluye expresamente las competencias legislativas,
queda fuera del ámbito de las sesiones conjuntas, la ley orgánica (prevista en el art. 57.5.
de la CE) para resolver “las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesión de la Corona”.
Según el art. 74.2. de la CE, se adoptarán por mayoría de cada una de las Cámaras,
las siguientes decisiones de las Cortes Generales:
1. La autorización previa de las Cortes Generales para la prestación del consentimiento del Estado para obligarse por medio de Tratados o Convenios Internacionales cuando éstos tengan carácter político, militar, afecten a la integridad
territorial del Estado o a los derechos y deberes fundamentales establecidos
en el Título I, impliquen obligaciones financieras para la Hacienda Pública, o
supongan modificación o derogación de alguna ley o exijan medidas legislativas
para su ejecución (art. 94.1 de la CE).
2. La autorización de las Cortes Generales para la celebración de acuerdos de cooperación –entre CC AA– distintos de los que, para la gestión y prestación de
servicios propios de las mismas prevean sus respectivos Estatutos de Autonomía
(art. 145.2 de la CE).
3. La distribución en las CC AA y provincias, en su caso, de los recursos del Fondo
de Compensación con destino a gastos de inversión (art. 158.2 de la CE).
En el primer caso, el procedimiento se iniciará por el Congreso, y en los otros dos, por
el Senado. En ambos casos, si no hubiera acuerdo entre Senado y Congreso, se intentará
obtener por una Comisión Mixta, compuesta de igual número de Diputados y Senadores.
La Comisión presentará un texto, que será votado por ambas Cámaras. Si no se aprueba
en la forma establecida, decidirá el Congreso por mayoría absoluta (este artículo supone un
cierto fortalecimiento del papel desempeñado por el Senado en nuestro sistema bicameral, en las materias de política exterior y política de organización territorial, aunque
finalmente se otorga al Congreso la última palabra en relación con los mismos).
Salvo en el caso de las sesiones plenarias conjuntas para los tres supuestos enunciados, las Cámaras actúan de forma independiente, ateniéndose a sus Reglamentos respectivos, y sólo en el caso de que no haya acuerdo entre ambas, se opta por la creación de un
órgano conjunto: una Comisión Mixta.
Las Cámaras funcionarán en Pleno y por Comisiones (art. 75.1. de la CE).
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El Congreso y el Senado, y en su caso, ambas Cámaras conjuntamente, podrán nombrar Comisiones de investigación sobre cualquier asunto de interés público. Sus conclusiones no serán vinculantes para los Tribunales, ni afectarán a las resoluciones judiciales,
sin perjuicio de que el resultado de la investigación sea comunicado al Ministerio Fiscal para
el ejercicio, cuando proceda, de las acciones oportunas (art. 76.1. de la CE).
Será obligatorio comparecer a requerimiento de las Cámaras. La Ley regulará las
sanciones que puedan imponerse por incumplimiento de esta obligación (art. 76.2. de la
CE).
Las Cámaras pueden recibir peticiones individuales y colectivas, siempre por escrito, quedando prohibida la presentación directa por manifestaciones ciudadanas (art. 77.1.
de la CE). Las Cámaras pueden remitir al Gobierno las peticiones que reciban. El Gobierno
está obligado a explicarse sobre su contenido, siempre que las Cámaras lo exijan (art. 77.2.
de la CE).
En cada Cámara habrá una Diputación Permanente compuesta por un mínimo de
veintiún miembros que representarán a los grupos parlamentarios, en proporción a su importancia numérica (art. 78.1. de la CE). Las Diputaciones Permanentes estarán presididas por el Presidente de la Cámara respectiva y tendrán como funciones (art. 78.2. de
la CE):
Durante los intervalos entre períodos de sesiones corresponde a la Diputación
Permanente:
a) Ejercitar la iniciativa prevista en el art. 73.2 de la CE: solicitar la convocatoria de
sesiones extraordinarias del Pleno o de las Comisiones.
b) Velar por los poderes del Congreso y del Senado, lo cual, en el periodo de sesiones, se identifica con estar expectante, por si es preciso canalizar una solicitud
de celebración de sesión extraordinaria, puesto que, en supuestos extremos en los
que no se pudiere esperar a la actuación del Pleno (por ejemplo, una situación de
conflicto armado), el deber de velar por los poderes de las Cámaras podría requerir
la actuación de la Diputación Permanente de forma inmediata.
Disueltas las Cámaras o expirado su mandato, corresponde a la Diputación Permanente:
a) Asumir las siguientes facultades de las Cámaras:
– En relación con los Decretos-leyes, corresponde a la Diputación Permanente,
pronunciarse sobre su convalidación o derogación (art. 86 de la CE).
– Ser notificada inmediatamente de la declaración por el Gobierno del estado
de alarma y autorizar su prórroga; autorizar al Gobierno a declarar el estado de
excepción y su prórroga; y declarar, por mayoría absoluta de sus miembros, el
estado de sitio (art. 116 de la CE).
Expirado el mandato o en caso de disolución, las Diputaciones Permanentes seguirán
ejerciendo sus funciones hasta la constitución de las nuevas Cortes Generales (art. 78.3.
de la CE).
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6.2.2. La Potestad Legislativa
Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado (art. 66.2. de la CE) y por
tanto, al ejercer –por representación– la suprema potestad política del Estado (la potestad
legislativa), las Cortes Generales son inviolables (art. 66.3. de la CE). La Ley es:
– Fuente del derecho del Estado, pues el resto del ordenamiento, salvo la CE, se
encuentra subordinado a la Ley.
– El mandato del órgano que representa al pueblo soberano.
– Elaborada por un procedimiento formalizado y público que permite someter el proceso al debate con la oposición parlamentaria y ante la opinión pública.
– Goza de un privilegio jurisdiccional: el control de su constitucionalidad encomendado al TC.
6.2.2.1. Leyes ordinarias
1. Procedimiento legislativo ordinario
A) La FASE DE LA INICIATIVA LEGISLATIVA corresponde al Gobierno, al Congreso y
al Senado, de acuerdo con la Constitución y los Reglamentos de las Cámaras (art. 87.1
de la CE).
– La iniciativa del Gobierno se ejercita mediante la presentación de proyectos de
Ley, que deben ser aprobados en Consejo de Ministros, que los remitirá al Congreso, acompañados de una exposición de motivos y de los antecedentes necesarios
para pronunciarse sobre ellos (art. 88 de la CE).
– La iniciativa del Congreso y del Senado es ejercida por los grupos parlamentarios
o por los parlamentarios individualmente (15 diputados o 25 senadores) y reciben el
nombre de proposiciones de ley. La tramitación de las proposiciones de Ley se regulará por los Reglamentos de las Cámaras, sin que la prioridad debida a los proyectos de
Ley impida el ejercicio de esta forma de iniciativa legislativa (art. 89.2. de la CE).
– La iniciativa de las Asambleas de las Comunidades Autónomas, puede manifestarse indirectamente, solicitando al Gobierno la adopción de un proyecto de
Ley o bien directamente, remitiendo a la Mesa del Congreso una proposición de
Ley, delegando ante dicha Cámara un máximo de tres miembros de la Asamblea
encargados de su defensa (art. 87.2. de la CE).
– La iniciativa popular será regulada por una Ley orgánica que determinará las formas de ejercicio y requisitos de la iniciativa popular para la presentación de proposiciones de Ley. En todo caso se exigirán no menos de quinientas mil firmas
acreditadas. No procederá dicha iniciativa en materias propias de Ley orgánica,
tributarias o de carácter internacional, ni en lo relativo a la prerrogativa de gracia
(art. 87.3. de la CE). El régimen de la iniciativa popular ha sido desarrollado por la
Ley Orgánica 3/1984, de 26 de marzo, Reguladora de la Iniciativa Legislativa
Popular.
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B) La aprobación de los proyectos o proposiciones de Ley es la FASE DECISORIA DEL
PROCEDIMIENTO LEGISLATIVO y se encuentra regulado en los respectivos Reglamentos
del Congreso y el Senado. En todo caso, esta fase siempre se inicia en el Congreso de
los Diputados, incluso cuando se trata de proposiciones de Ley del Senado, que se remitirá
al Congreso para su trámite en este (art. 89.2. de la CE).
Recibido el proyecto o proposición de Ley, la Mesa del Congreso ordena su publicación en el Boletín Oficial de las Cortes Generales, lo remite a la Comisión correspondiente
y abre el periodo de presentación de enmiendas. En caso de presentarse enmiendas a la
totalidad, se produce un debate de totalidad en el Pleno; si sólo se presentan enmiendas parciales, o cuando se haya finalizado el debate de totalidad, la Comisión nombra
una Ponencia para que redacte un informe. Concluido el informe, comienza el debate en
Comisión, artículo por artículo, y termina con un dictamen, que se eleva al Pleno para su
debate y votación.
Aprobado un proyecto de ley ordinaria u orgánica por el Congreso de los Diputados, el Presidente del Congreso dará inmediata cuenta al Presidente del Senado, que
lo someterá a la deliberación de éste (art. 90.1. de la CE). En el Senado sigue una
tramitación semejante, aunque limitado temporalmente, pues dispone de un plazo de
dos meses a partir del día de la recepción del texto, que se reduce a veinte días naturales, en proyectos de ley declarados urgentes, por el Gobierno o el Congreso, para
oponer su veto (mediante mensaje motivado) o introducir enmiendas al mismo (art. 90.2.
y 3. de la CE)
El Senado puede aprobar el proyecto o proposición en los mismos términos que el
Congreso, o bien enmendarlo o vetarlo (por mayoría absoluta). En caso de enmienda, el
proyecto o proposición de ley vuelve al Congreso, donde por mayoría simple, se aceptan
o rechazan las enmiendas introducidas por el Senado. Pero en caso de veto el Congreso
puede ratificar el texto inicial por mayoría absoluta o transcurrido dos meses, por mayoría simple.
C) En caso de aprobación por el Congreso y después por el Senado, se sanciona, promulga y publica la Ley, siendo esta la FASE INTEGRADORA DE LA EFICACIA.
– La sanción es un acto obligatorio para el Jefe del Estado. El Rey sancionará en el
plazo de quince días las Leyes aprobadas por las Cortes Generales, y las promulgará y ordenará su inmediata publicación (art. 91 de la CE).
– La promulgación es una declaración solemne, efectuada de acuerdo con una
fórmula ritual, mediante la cual, se formaliza la incorporación de la Ley de forma
definitiva en el ordenamiento jurídico.
– La publicación no es un acto jurídico, sino una operación material, de indudable
importancia, pues sólo a partir de este momento es cuando la Ley produce efectos
vinculantes para todos.
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2. Procedimientos legislativos especiales
Existen otros procedimientos con algunas modificaciones, cuyo resultado es una Ley
ordinaria.
– Leyes aprobadas en Comisión: las Cámaras podrán delegar en las Comisiones
Legislativas Permanentes la aprobación de proyectos o proposiciones de Ley. El
Pleno podrá, no obstante, recabar en cualquier momento el debate y votación de
cualquier proyecto o proposición de Ley que haya sido objeto de esta delegación
(art. 75.2. de la CE), quedando exceptuados de la posible delegación: la reforma
constitucional, las cuestiones internacionales, las Leyes orgánicas y de bases y los
Presupuestos Generales del Estado (art. 75.3. de la CE).
El rasgo más característico de la aprobación del proyecto en Comisión, es que lo
que normalmente es el dictamen, se convierte en la aprobación definitiva del proyecto por Cámara, sin que vaya al Pleno.
– Procedimiento en lectura única: cuando la naturaleza del proyecto o proposición
de ley lo aconsejen o cuando así lo permita la simplicidad de su formulación. El
debate se rige por las normas establecidas para los debates de totalidad, y posteriormente el texto en su conjunto es sometido a votación, que y si es favorable,
quedará aprobado.
– Procedimiento de urgencia: la Mesa, a petición del Gobierno, de dos grupos parlamentarios o de una quinta parte de los Diputados, puede acordar que cualquier
asunto se tramite por el procedimiento de urgencia. Los plazos se reducen a la
mitad, aunque la Mesa puede prorrogar o reducir dichos plazos.
6.2.2.2. Leyes orgánicas
Existen determinadas materias que deben ser reguladas por una Ley orgánica, y es lo
que se denomina “reserva de ley orgánica”.
El art. 81.1. de la CE dispone que “son Leyes orgánicas las relativas al desarrollo de los
derechos fundamentales y de las libertades públicas (Sección Primera, Capítulo Segundo, Título I de la CE), las que aprueben los Estatutos de Autonomía y el régimen electoral
general y las demás previstas en la CE” (puesto que, a lo largo del articulado de la CE se
prevé una pluralidad de materias que deben ser aprobadas como Leyes orgánicas).
En este sentido, el art. 92.3. de la CE dispone que una Ley orgánica regulará las condiciones y el procedimiento de las distintas modalidades de referéndum previstas en la CE.
La aprobación, modificación o derogación de las Leyes orgánicas exigirá mayoría absoluta del Congreso, en una votación final sobre el conjunto del proyecto (art. 81.2.
de la CE).
Además, la CE prohíbe que las materias con reserva de ley orgánica sean aprobadas como
Leyes de Comisión, es decir, por Comisiones Legislativas Permanentes (art. 75.3. de la CE), ni
por Decretos-leyes (art. 86.1. de la CE), ni por decretos-legislativos (art. 82.1. de la CE).
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6.2.2.3. La potestad legislativa del Gobierno bajo el control del
Parlamento
A) Los Decretos-Leyes (art. 86 de la CE). En caso de extraordinaria y urgente
necesidad, el Gobierno podrá dictar disposiciones legislativas provisionales que tomarán
la forma de Decretos-Leyes y que no podrán afectar al ordenamiento de las instituciones
básicas del Estado, a los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos regulados en
el Título I de la CE, al régimen de las CC AA, ni al derecho electoral general (art. 86.1. de
la CE).
Por tanto, por medio del Decreto-Ley, el Gobierno puede legislar cuando se trate de una
situación de necesidad extraordinaria y urgente, teniendo esta norma carácter provisional,
pues sólo puede valer para el tiempo que se necesite para reunir el Parlamento, que debe
regularizar esta legislación.
Por ello, los Decretos-Leyes deberán ser inmediatamente sometidos a debate y votación de totalidad al Congreso de los Diputados, convocado al efecto si no estuviere
reunido, en el plazo de los treinta días siguientes a su promulgación. El Congreso habrá
de pronunciarse expresamente dentro de dicho plazo sobre su convalidación o derogación,
para lo cual el Reglamento establecerá un procedimiento especial y sumario (art. 86.2. de
la CE). En este sentido, el Congreso podrá:
– Convalidarlo, por lo que el Decreto-Ley se seguirá llamando así, pero tendrá el
rango de ley.
– Derogarlo, por lo que deja de existir, aunque el Decreto-Ley habrá sido plenamente
válido durante el tiempo anterior.
– Tramitarlo como proyecto de ley –por el procedimiento de urgencia–, si quiere
introducir enmiendas, por lo que, el decreto-ley quedará sustituido por una ley del
Parlamento (art. 86.3 de la CE).
En todo caso, el Senado queda totalmente al margen de la regularización de los Decretos-Leyes.
B) Los Decretos Legislativos (arts. 82 a 85 de la CE). Se trata también de normas
dictadas por el Gobierno, que tienen rango de ley, pero no por existir una “extraordinaria
y urgente necesidad”, sino por existir una Ley de delegación aprobada por las Cortes (delegación legislativa), que establece las bases y condiciones, en virtud de las cuales se
autoriza al Gobierno a regular alguna materia. En este sentido, el art. 85 de la CE dispone
que: las disposiciones del Gobierno que contengan legislación delegada recibirán el título
de Decretos Legislativos. Los tipos de Leyes de delegación son: las leyes de Bases y las
leyes de autorización para refundir textos legales.
– Las leyes de bases son normas que fijan los principios, criterios y bases de regulación de una determinada materia, que luego será desarrollada por el Gobierno en
forma de Decreto legislativo. En este sentido, el art. 82.4. de la CE dispone que:
las Leyes de bases delimitarán con precisión el objeto y alcance de la delegación
legislativa y los principios y criterios que han de seguirse en su ejercicio.
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Asimismo, según el art. 83 de la CE, las Leyes de bases no podrán en ningún caso:
a) Autorizar la modificación de la propia Ley de bases.
b) Facultar para dictar normas con carácter retroactivo.
– Las leyes que autorizan la refundición de textos legales permiten a las Cortes
Generales confiar al Gobierno la tarea de reunir en un solo texto la regulación de una
materia que se halle dispersa en diferentes textos. Asimismo, el art. 82.5. de la CE dispone que: la autorización para refundir textos legales determinará el ámbito normativo a
que se refiere el contenido de la delegación, especificando si se circunscribe a la mera
formulación de un texto único (texto articulado) o si se incluye la de regularizar,
aclarar y armonizar (texto refundido) los textos legales que han de ser refundidos.
En todo caso, y según dispone el art. 82.2. de la CE, la delegación legislativa deberá otorgarse mediante una Ley de bases, cuando su objeto sea la formación de
textos articulados o por una Ley ordinaria, cuando se trate de refundir varios
textos legales en uno solo.
Condiciones de la Ley de delegación:
– Las Cortes no pueden habilitar al Gobierno para que dicte Decretos legislativos en
materias reservadas a la Ley orgánicas (es decir, según el art. 82.1. de la CE, no
podrán afectar al desarrollo de los derechos fundamentales y de las libertades públicas, no podrán servir para aprobar los Estatutos de Autonomía, ni para regular el
Régimen Electoral General, ni otras materias que según la CE deben ser reguladas
por Ley orgánica).
– La Ley de delegación ha de tener por objeto una materia concreta. En este sentido, el art. 86.3. de la CE establece que: la delegación legislativa habrá de otorgarse
al Gobierno de forma expresa para materia concreta y con fijación del plazo para su
ejercicio. La delegación se agota por el uso que de ella haga al Gobierno mediante
la publicación de la norma correspondiente. No podrá entenderse concedida de
modo implícito o por tiempo indeterminado.
– La Ley de delegación no puede permitir la subdelegación a autoridades distintas
del propio Gobierno.
– La Ley de delegación puede contener fórmulas de control, que se adicionan al
control que puede ejercer los Tribunales ordinarios y el Tribunal Constitucional (art.
82.6. de la CE).
– La Ley de delegación tiene que ser una ley de Pleno (puesto que el art. 75.3. de
la CE, prohíbe que las leyes de bases puedan ser aprobadas por Comisiones Legislativas Permanentes).
– Aprobada la Ley de delegación, el Parlamento no puede legislar sobre esa materia, si no es derogada previa y expresamente la Ley de delegación.
– Cuando una proposición de Ley o una enmienda fuere contraria a una delegación
legislativa en vigor, el Gobierno está facultado para oponerse a su tramitación.
En tal supuesto, podrá presentarse una proposición de Ley para la derogación total
o parcial de la Ley de delegación (art. 84 de la CE).
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6.2.3. Otras funciones de las Cortes Generales
Según el art. 66.2. de la CE, las Cortes Generales además de ejercer la potestad
legislativa, también:
1. Aprueban sus presupuestos.
2. Controlan la acción del Gobierno.
a) Mediante el instrumento máximo de control, que es la investidura, por la que
se otorga la confianza al Presidente del Gobierno, así como mediante la moción de censura, que puede provocar el cese del Presidente del Gobierno.
b) Control económico del Ejecutivo. El control económico del Gobierno se articula:
– En el momento de obtención de los fondos, puesto que los tributos tienen
que ser aprobados por ley (art. 133 de la CE) y la facultad para conseguir
dinero a crédito, mediante el endeudamiento del Estado, exige que las
Cortes autoricen al Gobierno, mediante Ley, toda emisión de deuda pública
(art. 135 de la CE).
– En el momento de la aprobación del destino de estos fondos, puesto que
el Gobierno elabora los presupuestos generales cada año, pero su examen,
enmienda y aprobación corresponde al Parlamento (art. 134 de la CE).
– En el momento de fiscalizar las cuentas, mediante el Tribunal de Cuentas, que
es el órgano fiscalizador de las cuentas y de la gestión económica del Estado,
con dependencia directa de las Cortes Generales (art. 136 de la CE).
c) Control de la política exterior, pues aunque la política exterior es una prerrogativa del poder ejecutivo, el Parlamento participa respecto de los Tratados
Internacionales, de la siguiente forma:
– La celebración de Tratados por los que se atribuya a una organización o
institución internacional el ejercicio de competencias derivadas de la CE,
debe ser autorizada por las Cortes Generales mediante Ley orgánica. En
todo caso, le corresponde a las Cortes Generales o al Gobierno, según los
casos, la garantía del cumplimiento de estos Tratados y de las resoluciones
emanadas de los organismos internacionales o supranacionales titulares
de la cesión (art. 93 de la CE).
– La prestación del consentimiento del Estado para obligarse por medio
de Tratados o convenios requerirá la previa autorización de las Cortes Generales, en los siguientes casos:
* Tratados de carácter político.
* Tratados o convenios de carácter militar.
* Tratados o convenios que afecten a la integridad territorial del Estado o a los
derechos y deberes fundamentales establecidos en el Título I de la CE.
* Tratados o convenios que impliquen obligaciones financieras para la
Hacienda Pública.
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lA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978
* Tratados o convenios que supongan modificación o derogación de alguna
Ley o exijan medidas legislativas para su ejecución (art. 94.1. de la CE).
– Para los restantes Tratados o convenios, sólo se exige que el Congreso y el Senado sean inmediatamente informados de la conclusión (art. 94.2. de la CE).
Además, para la denuncia de los Tratados y convenios internacionales se utilizará
el mismo procedimiento previsto para su aprobación (art. 96.2. de la CE).
En todo caso, la celebración de un Tratado internacional que contenga estipulaciones contrarias a la CE exigirá la previa revisión constitucional (art. 95.1.
de la CE) El Gobierno o cualquiera de las Cámaras puede requerir al TC para
que declare si existe o no esa contradicción (art. 95.2. de la CE).
Los Tratados internacionales válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España, formarán parte del ordenamiento interno. Sus disposiciones sólo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas en la forma prevista
en los propios Tratados o de acuerdo con las normas generales del Derecho
internacional (art. 96.1. de la CE).
d) Control menor del gobierno, mediante preguntas e interpelaciones al Gobierno (art. 111 de la CE).
3. Ejercen las demás competencias que les atribuye la CE, entre las que se pueden citar:
a) Proponer a ocho de los doce magistrados del Tribunal Constitucional, a todos
los miembros del Consejo General del Poder Judicial, excepto a su Presidente y
nombrar al Defensor del Pueblo.
b) Adoptar decisiones políticas de relevancia, que precisan una sesión conjunta
de ambas Cámaras.
6.3. EL GOBIERNO Y LA ADMINISTRACIÓN
(arts. 97 al 107 de la CE)
6.3.1. Funciones del Gobierno
El Gobierno dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar
y la defensa del Estado. Ejerce la función ejecutiva y la potestad reglamentaria de
acuerdo con la Constitución y las Leyes (art. 97 de la CE).
El Presidente dirige la acción del Gobierno y coordina las funciones de los demás
miembros del mismo, sin perjuicio de la competencia y responsabilidad directa de éstos en
su gestión (art. 98.2. de la CE). Además, el Presidente del Gobierno:
–
Refrenda los actos del Rey (art. 64.1. de la CE).
– Puede plantear ante el Congreso de los Diputados la cuestión de confianza sobre
su programa o sobre una declaración de política general, previa deliberación del
Consejo de Ministros (art. 112 de la CE).
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– Puede proponer –bajo su exclusiva responsabilidad– la disolución el Congreso, del
Senado o de las Cortes Generales, previa deliberación del Consejo de Ministro,
siendo decretada por el Rey (art. 115.1. de la CE).
– Puede interponer el recurso de inconstitucionalidad (art. 162.1.a) de la CE).
Los miembros del Gobierno (Presidente, Vicepresidentes y Ministros) no podrán ejercer otras funciones representativas que las propias del mandato parlamentario, ni cualquier otra función pública que no derive de su cargo, ni actividad profesional o mercantil
alguna (art. 98.3. de la CE).
La Ley regulará el Estatuto e incompatibilidades de los miembros del Gobierno (art.
98.4. de la CE).
6.3.2. Estructura del Gobierno
El Gobierno se compone del Presidente, de los Vicepresidentes, en su caso, de los
Ministros y de los demás miembros que establezca la ley (art. 98.1. de la CE). Por tanto, el
Gobierno Español es un órgano colegiado.
También la CE se refiere al Consejo de Ministros (cuando hace referencia a la cuestión
de confianza o la disolución de las Cortes Generales, el Congreso y el Senado, o en la
declaración de los estados de alarma y excepción), que con carácter general, se pueden
considerar términos sinónimos al de Gobierno, con ciertas matizaciones.
6.3.2.1. La investidura del Presidente del Gobierno: la confianza
parlamentaria
La investidura es el debate que se produce en el Congreso de los Diputados para la
elección del Presidente del Gobierno.
El art. 99 de la CE establece el procedimiento ordinario de nombramiento del Presidente del Gobierno a través de la confianza parlamentaria del Congreso de los Diputados.
Después de cada renovación del Congreso de los Diputados, y en los demás supuestos
constitucionales en que así proceda, el Rey, previa consulta con los representantes designados por los Grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno (art. 99.1. de
la CE). El candidato propuesto conforme a lo expuesto expondrá ante el Congreso de los
Diputados el programa político del Gobierno que pretenda formar y solicitará la confianza
de la Cámara (art. 99.2. de la CE).
Si el Congreso de los Diputados, por el voto de la mayoría absoluta de sus miembros, otorgare su confianza a dicho candidato, el Rey le nombrará Presidente. De no alcanzarse dicha mayoría, se someterá la misma propuesta a nueva votación cuarenta y ocho
horas después de la anterior, y la confianza se entenderá otorgada si obtuviese la mayoría
simple en el Congreso (art. 99.3. de la CE).
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Si efectuadas las citadas votaciones no se otorgase la confianza para la investidura, se
tramitarán sucesivas propuestas en la forma prevista en los apartados anteriores (art. 99.4.
de la CE). Si transcurrido el plazo de dos meses, a partir de la primera votación de investidura, ningún candidato hubiere obtenido la confianza del Congreso, el Rey disolverá
ambas Cámaras y convocará nuevas elecciones con el refrendo del Presidente del Congreso
(art. 99.5. de la CE).
En definitiva, el Presidente del Gobierno es elegido por el Congreso de los Diputados.
Asimismo, el art. 100 de la CE establece que los demás miembros del Gobierno (Vicepresidentes y Ministros) serán nombrados y separados por el Rey, a propuesta del Presidente del Gobierno. Todos los Ministros tienen idéntico rango político y administrativo.
Respecto al cese del Gobierno, el art. 101.1. de la CE estable que: el Gobierno cesa
tras la celebración de elecciones generales, en los casos de pérdida de la confianza parlamentaria previstos en la Constitución, o por dimisión o fallecimiento de su Presidente.
En todo caso, el Gobierno cesante continuará en funciones hasta la toma de posesión del
nuevo Gobierno (art. 101.2. de la CE).
6.3.2.2. La responsabilidad criminal de los miembros del Gobierno
El art. 102.1. de la CE establece una prerrogativa de aforamiento a favor del Presidente y de los demás miembros del Gobierno. Señala en este sentido que la responsabilidad criminal de los miembros del Gobierno será exigible ante la Sala de lo Penal del
Tribunal Supremo (Sala Segunda del Tribunal Supremo). Esta prerrogativa constitucional,
similar a la prevista en la CE para los Diputados y Senadores (art. 71.3. de la CE), tiene
como finalidad proteger de forma cualificada la libertad, autonomía e independencia de los
órganos constitucionales. El aforamiento actúa como instrumento para la salvaguarda de
la independencia institucional del Gobierno, evitando las presiones de las que en otro caso
podrían ser objeto sus miembros.
Por su parte, el art. 102.2 de la CE establece un régimen peculiar para el caso de que
la responsabilidad criminal exigida al Presidente o a los demás miembros del Gobierno lo
fuera en virtud de una acusación por traición o por cualquier delito contra la seguridad
del Estado en el ejercicio de sus funciones. En tales casos, sólo podrá ser planteada por
iniciativa de la cuarta parte de los miembros del Congreso de los Diputados, y con
la aprobación de la mayoría absoluta del mismo.
El art. 102.3 de la CE afirma que no se aplicará la prerrogativa real de gracia “a
ninguno de los supuestos del presente artículo”, lo que podría plantear la duda de si se
está refiriendo a cualquier supuesto de responsabilidad criminal o si ha pretendido conectarse dicha prohibición con la condena por los delitos de traición o cualquier delito contra
la seguridad del Estado en el ejercicio de sus funciones.
Parece acertado sostener que en ningún caso podría hacerse uso de la prerrogativa
de gracia a favor de un miembro del Gobierno (Ministro) en tanto en cuanto mantenga su
condición de tal. Pero tras el cese, algunos autores sostienen que, podrían beneficiarse de
la prerrogativa de gracia, salvo cuando se trata de delitos de traición o contra la seguridad
del Estado, en cuyo caso, debe seguir operativa la prohibición.
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6.3.3. El Gobierno y la Administración Civil y Militar
6.3.3.1. Consideraciones generales
Según el art. 97 de la CE, el Gobierno dirige la Administración civil y militar, por lo
que la CE coloca a todo el aparato administrativo bajo la dirección del Gobierno, que se
constituye en el órgano responsable de la Administración ante el Parlamento.
Los órganos de la Administración del Estado son creados, regidos y coordinados de
acuerdo con la Ley (art. 103.2. de la CE). Aunque explícitamente la CE se refiere sólo a la
Administración del Estado, la realidad es que existe una regulación mínima común aplicable
a todas las Administraciones Públicas, que se encuentra recogida en la Ley 30/1992, de 26
de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento
Administrativo Común –en adelante LRJPAC– .
La Administración cuenta con el asesoramiento del Consejo de Estado, que “es el
supremo órgano consultivo del Gobierno, siendo una Ley orgánica la que regulará su
composición y competencia (art. 107. de la CE).
Determinados aspectos importantes de la Administración pública requieren ser regulados por el Parlamento, sin que sea suficiente una regulación realizada por el Gobierno
mediante la potestad reglamentaria, realizándose una “reserva de ley”. En este sentido, el
art. 103.3. de la CE establece que una Ley regulará el estatuto de los funcionarios públicos, el acceso a la función pública de acuerdo con los principios de mérito y capacidad,
las peculiaridades del ejercicio de su derecho a sindicación, el sistema de incompatibilidades y las garantías para la imparcialidad en el ejercicio de sus funciones.
El art. 97 de la CE coloca bajo la dirección del Gobierno no sólo a la Administración civil,
sino también a la Administración militar. En este sentido, el art. 104.1. de la CE dispone
que las Fuerzas y Cuerpos de seguridad, bajo la dependencia del Gobierno, tendrán
como misión proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad
ciudadana.
Asimismo, el art. 104.2. de la CE, dispone que una Ley orgánica determinará las funciones, principios básicos de actuación y estatutos de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad.
6.3.3.2. Principios constitucionales conformadores de la Administración Pública
Según el art. 103.1. de la CE, la Administración Pública sirve con objetividad los
intereses generales y actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación, con sometimiento pleno a la Ley y
al Derecho (principio de legalidad).
El art. 105 de la CE establece el principio de transparencia administrativa, cuando
dispone que la Ley (en la actualidad, la LRJPAC) regulará:
a) La audiencia de los ciudadanos, directamente o a través de las organizaciones y
asociaciones reconocidas por la Ley, en el procedimiento de elaboración de las
disposiciones administrativas que les afecten.
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b) El acceso de los ciudadanos a los archivos y registros administrativos, salvo en lo
que afecte a la seguridad y defensa del Estado, la averiguación de los delitos y la
intimidad de las personas.
c) El procedimiento a través del cual deben producirse los actos administrativos, garantizando, cuando proceda, la audiencia del interesado.
El art. 106.1. de la CE establece el principio del sometimiento de la Administración
a los Tribunales de Justicia, cuando dispone que “los Tribunales controlan la potestad
reglamentaria y la legalidad de la actuación administrativa, así como el sometimiento de
ésta a los fines que la justifican”.
La potestad reglamentaria es la facultad que tiene el Gobierno para dictar normas
generales con sujeción a la CE y a las leyes, es decir, el Poder ejecutivo no se limita a ejecutar el derecho, sino que realiza una labor de creación del derecho, salvo respecto de las
materias que la CE reserva a la Ley. En todo caso, los Tribunales deben controlar que los
reglamentos que dicta el Gobierno, se someten a la Ley y la CE.
El art. 106.2. de la CE establece el principio de responsabilidad objetiva de la
Administración, al disponer que: los particulares, en los términos establecidos por la
Ley (en la actualidad, la LRJPAC), tendrán derecho a ser indemnizados por toda lesión
que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento de los servicios
públicos.
6.4. las relaciones entre el gobierno y las cortes
generales (arts. 108 Al 116 de la ce)
El Gobierno responde solidariamente en su gestión política ante el Congreso de los
Diputados (art. 108 de la CE).
Las Cámaras y sus Comisiones podrán recabar, a través de los Presidentes de aquellas,
la información y ayuda que precisen del Gobierno y de sus Departamentos y de cualesquiera autoridades del Estado y de las Comunidades Autónomas (art. 109 de la CE).
Las Cámaras y sus Comisiones pueden reclamar la presencia de los miembros del
Gobierno (art. 110.1. de la CE). Los miembros del Gobierno tienen acceso a las sesiones
de las Cámaras y a sus Comisiones y la facultad de hacerse oír en ellas (siempre que lo deseen), y podrán solicitar que informen ante las mismas funcionarios de sus Departamentos
(art. 110.2. de la CE).
El Gobierno y cada uno de sus miembros están sometidos a las interpelaciones y
preguntas que se le formulen en las Cámaras. Para esta clase de debate los Reglamentos establecerán un tiempo mínimo semanal (art. 111.1. de la CE). Toda interpelación
podrá dar lugar a una moción en la que la Cámara manifieste su posición (art. 111.2.
de la CE).
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lA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978
6.4.1. La cuestión de confianza y la moción de censura: cauces
específicos para exigir responsabilidad política al ejecutivo
Según lo dispuesto en el art. 112 de la CE, el Presidente del Gobierno, previa deliberación del Consejo de Ministros, puede plantear ante el Congreso de los Diputados la
cuestión de confianza sobre su programa o sobre una declaración de política general. La
confianza se entenderá otorgada cuando vote a favor de la misma la mayoría simple de
los Diputados.
Por tanto, la potestad, para plantearla, se reconoce al Presidente del Gobierno, y no
al Gobierno como órgano colegiado, aunque tiene que hacerse “previa deliberación del
Consejo de Ministros” (que tiene una intervención preceptiva, pero no vinculante).
La cuestión de confianza se somete y resuelve por el Congreso, sin participación del
Senado y los supuestos que habilitan para presentar esta iniciativa son dos:
– Sobre el programa (parece referirse a la rectificación del programa inicial, cuya
aprobación ya fue conferida en la investidura del art. 99.3 de la CE o, en la moción
de censura del art. 113 de la CE).
– Sobre una declaración de política general (declaraciones que, sin afectar al programa originario, tienen una importancia política considerable).
En todo caso, si el Congreso niega su confianza al Gobierno, éste presentará su dimisión al Rey, procediéndose a continuación a la designación de Presidente del Gobierno,
según el procedimiento de investidura del art. 99 de la CE (art. 114.1. de la CE).
Según lo dispuesto en el art. 113 de la CE, el Congreso de los Diputados puede exigir
la responsabilidad política del Gobierno mediante la adopción por mayoría absoluta de la
moción de censura (art. 113.1 de la CE).
La moción de censura deberá ser propuesta al menos por la décima parte de los Diputados (es decir, en la actualidad, por 35 diputados, puesto que el número de Diputados
del Congreso según la LOREG es de 350 diputados) y habrá de incluir un candidato a
la Presidencia del Gobierno (art. 113.2. de la CE). La moción de censura no podrá ser
votada hasta que transcurran cinco días desde su presentación. En los dos primeros días de
dicho plazo podrán presentarse mociones alternativas (art. 113.3. de la CE). Si la moción
de censura no fuere aprobada por el Congreso, sus signatarios no podrán presentar otra
durante el mismo período de sesiones (art. 113.4. de la CE).
La moción de censura tendrá que dirigirse contra la totalidad del Gobierno (aunque
el motivo sea la actuación de un concreto ministro). El Senado tampoco puede participar
en la moción de censura.
Si el Congreso adopta una moción de censura, el Gobierno presentará su dimisión
al Rey y el candidato incluido en aquella se entenderá investido de la confianza de la
Cámara, a los efectos previstos en el procedimiento de investidura del art. 99 de la CE. El
Rey le nombrará Presidente del Gobierno (art. 114.2. de la CE).
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lA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978
6.4.2. La disolución del congreso, del senado o de las Cortes
Generales
Según dispone el art. 115.1. de la CE, el Presidente del Gobierno, previa deliberación
del Consejo de Ministros, y bajo su exclusiva responsabilidad, podrá proponer la disolución del Congreso, del Senado o de las Cortes Generales, que será decretada por el
Rey. El decreto de disolución fijará la fecha de las elecciones.
La propuesta de disolución no podrá presentarse cuando esté en trámite una moción de censura (art. 115.2. de la CE). Asimismo, según dispone el art. 115.3. de la CE,
no procederá nueva disolución antes de que transcurra un año desde la anterior, salvo lo
dispuesto en el art. 99.5. de la CE (es decir, cuando ninguno de los candidatos a la presidencia del Gobierno obtenga la confianza del Congreso, transcurrido el plazo de dos meses,
a partir de la primera votación de investidura).
La disolución del Parlamento no es otra cosa que la decisión por la que se pone fin
anticipado a este órgano representativo, sin esperar a que expire el período por el que ha
sido elegido, decayendo todos sus procedimientos, facultades y prerrogativas. Pero este fin
adelantado va aparejado a la elección de un nuevo Parlamento. La CE contempla varios
supuestos de disolución:
– Unos de carácter imperativo, pues la concurrencia de cierta situación obliga a
disolver las Cámaras y a convocar nuevas elecciones en los siguientes casos:
* La disolución automática para el caso de que ninguno de los candidatos a
la presidencia del Gobierno obtenga la confianza del Congreso, transcurrido
el plazo de dos meses, a partir de la primera votación de investidura. En este
supuesto, el Rey tiene que decretar la disolución del Congreso y del Senado
(art. 99.5. de la CE).
* La disolución inmediata cuando se producen reformas totales o parciales
fundamentales de la propia CE (por el procedimiento rígido de reforma constitucional), tras la aprobación de la reforma por las Cortes Generales (art. 168.1
de la CE).
– Otros de carácter voluntario, en los que la disolución se produce porque el Presidente del Gobierno así lo decide, libremente. Estas disoluciones voluntarias son el
objeto del art. 115 de la CE.
Cuando el Gobierno necesita imprimir una corrección a su programa político y, por
tanto, el respaldo popular para llevarlo a cabo, la disolución ofrece una oportunidad para
apelar a la ciudadanía en las nuevas elecciones. También se puede utilizar cuando se presenta una situación imprevista que demanda consultar al pueblo para que decida el tipo de
política que desea al efecto. En estos y en otros casos, la disolución ofrece al Gobierno una
ocasión para revalidar su mayoría y poder continuar gobernado.
En todos los casos, es el Rey quien decreta formalmente la disolución, en conformidad con lo previsto en el art. 62.b) de la CE.
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lA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978
Según el art. 116.5 de la CE, no podrá procederse a la disolución del Congreso
mientras estén declarados algunos de los estados de alarma, de excepción y de sitio,
quedando automáticamente convocadas las Cámaras si no estuvieren en período de sesiones. Su funcionamiento, así como el de los demás poderes constitucionales del Estado, no
podrán interrumpirse durante la vigencia de estos estados. Disuelto el Congreso o expirado
su mandato, si se produjere alguna de las situaciones que dan lugar a cualquiera de dichos
estados, las competencias del Congreso serán asumidas por su Diputación Permanente
(Ver lo dispuesto sobre situaciones excepcionales en los comentarios al art. 55 de la CE).
6.5. EL PODER JUDICIAL (arts. 117 al 127 de la CE)
La función de las instancias judiciales es juzgar y hacer ejecutar lo juzgado (art.
117.3 de la CE). Asimismo, según el art. 117.1. de la CE, la justicia emana del pueblo y se
administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la Ley.
La Administración de Justicia es competencia exclusiva del Estado (art. 149.1.5. de la
CE). Por tanto, la existencia de Tribunales Superiores de Justicia en las CC AA, no significa
que exista organizaciones judiciales autonómicas coexistentes con la del Estado, sino que,
tal y como dispone el art. 152.1. de la CE, los Tribunales Superiores de Justicia son simplemente órganos, cuya sede radica en el territorio de una CA.
6.5.1. Principios configuradores de la Administración de Justicia
Los principios básicos del Poder Judicial se encuentran en la CE y son los siguientes:
El principio de independencia: según el art. 117.1. de la CE, los Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial son independientes. Además de ser inamovibles, responsables y quedar sometidos al imperio de la Ley.
La independencia opera frente a las partes contendientes (imparcialidad), frente al resto de los Poderes del Estado (ejecutivo y legislativo), y frente a los demás órganos judiciales
(puesto que los órganos superiores no pueden dirigir a priori la actuación de los inferiores, y
sólo podrán corregir la actuación de un órgano inferior, cuando conozcan de un asunto por
vía de recurso) e incluso respecto del gobierno del Poder Judicial. Esto en definitiva supone
que los Jueces y Magistrados aplican la ley sin la intervención y/o participación de ninguna
otra autoridad.
El principio de inamovilidad: según el art. 117.2. de la CE, los Jueces y Magistrados
no podrán ser separados, suspendidos, trasladados ni jubilados sino por alguna de las causas y con las garantías previstas en la Ley.
El principio de autonomía: según el art. 117.1. de la CE, los Jueces y Magistrados
sólo se encuentran “sometidos al imperio de la Ley”.
El principio de exclusividad: según el art. 117.3. de la CE, el ejercicio de la potestad jurisdiccional en todo tipo de procesos, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, co26
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lA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978
rresponde exclusivamente a los Juzgados y Tribunales determinados por las Leyes, según
las normas de competencia y procedimiento que las mismas establezcan. Los Juzgados y
Tribunales no ejercerán más funciones que las señaladas y las que expresamente les sean
atribuidas por Ley en garantía de cualquier derecho (art. 117.4. de la CE).
El principio de unidad jurisdiccional y de unidad de los cuerpos: según el
art. 117.5. de la CE, el principio de unidad jurisdiccional es la base de la organización y
funcionamiento de los Tribunales. La Ley regulará el ejercicio de la jurisdicción militar en el
ámbito estrictamente castrense y en los supuestos de estado de sitio, de acuerdo con los
principios de la CE.
Este principio supone que la función de juzgar se imparte por un solo cuerpo de Jueces y Magistrados, y las normas de organización del Poder Judicial, así como las reglas de
competencia y las garantías del proceso, son las mismas para todos los órganos judiciales
del Estado. Con una única excepción, de la jurisdicción militar, que si bien, no supone una
ruptura radical (pues también se rige por los principios generales relativos al procedimiento
y al modo de actuación de los órganos judiciales establecidas en la CE), se trata de una
jurisdicción especializada. Asimismo, el art. 117.6 de la CE, prohíbe los Tribunales de
excepción.
El principio de la gratuidad de la justicia: según el art. 119 de la CE, la justicia
será gratuita cuando así lo disponga la Ley, y, en todo caso, respecto de quienes acrediten
insuficiencia de recursos para litigar.
La Ley podrá atribuir el beneficio de justicia gratuita a quienes reúnan las características y requisitos que considere relevantes –en función de los recursos económicos de los
que pueda disponer en cada momento– y puede modular la gratuidad en función del orden
jurisdiccional afectado –penal, laboral, civil, etc.– o incluso del tipo concreto de proceso.
Sin embargo, el art. 119 de la CE acota la facultad de libre disposición del legislador, al
señalar que “en todo caso” la gratuidad se reconocerá “a quienes acrediten insuficiencia
de recursos para litigar”.
El principio de la publicidad de las actuaciones judiciales: según el art. 120.1. de
la CE, las actuaciones judiciales serán públicas, con las excepciones que prevean las Leyes
de procedimiento entre las que se pueden citar: razones de orden público y de protección
de los derechos y libertades, así como razones de moralidad o de orden público, o el respeto debido a la persona ofendida por el delito o a su familia.
El principio de la oralidad del procedimiento, y en especial en el procedimiento
penal: según el art. 120.2. de la CE, el procedimiento será predominantemente oral, sobre
todo en materia criminal.
El principio de la motivación de las sentencias: según el art. 120.3. de la CE, las
sentencias serán siempre motivadas y se pronunciarán en audiencia pública. Por tanto, el
juzgador debe explicar la interpretación y aplicación del Derecho que realiza, aunque no le
es exigible una puntual respuesta de todas las alegaciones y argumentaciones jurídicas que
las partes pudieran efectuar.
El principio de vinculación de las decisiones judiciales (o seguridad jurídica) y
de colaboración con la justicia: Según el art. 118 de la CE, es obligatorio cumplir las
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lA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978
sentencias y demás resoluciones firmes de los Jueces y Tribunales, así como prestar la colaboración requerida por éstos en el curso del proceso y en la ejecución de lo resuelto.
El principio de la indemnización por error judicial (la responsabilidad del Estado
por el ejercicio de la función jurisdiccional): según el art. 121 de la CE, los daños causados por error judicial, así como los que sean consecuencia del funcionamiento anormal
de la Administración de Justicia, darán derecho a una indemnización a cargo del Estado,
conforme a la Ley.
6.5.2. Los juzgados y Tribunales
La Jurisdicción es la potestad conferida por el Estado a determinados órganos para
administrar justicia en los casos litigiosos. Hay que distinguir entre jurisdicción ordinaria y
especial. La ordinaria viene dada por un conjunto de órganos jurisdiccionales a los que se
encomienda el conocimiento y resolución de la generalidad de los procesos relativos a las
diferentes ramas o especialidades jurídicas: jurisdicción civil, penal, contencioso administrativo y social. La jurisdicción especial incluye la militar.
Un Juzgado es todo órgano jurisdiccional unipersonal, compuesto por un solo juez.
Se puede distinguir entre: los juzgados de primera instancia (asuntos civiles), juzgado de
instrucción (penales), juzgados de menores, juzgados de violencia sobre la mujer, juzgados
de los contencioso-administrativo, juzgados de lo social, juzgados de lo mercantil, juzgados
de paz (pueden tratar asuntos civiles y penales, en poblaciones reducidas).
Un Tribunal es un órgano jurisdiccional colegiado, compuestos por varios juzgadores,
siempre en número impar. Se puede distinguir entre: Audiencias Provinciales (una por provincia; en Alicante, ejerce con Tribunales de Marca Comunitaria); Tribunal Superior de Justicia (uno por cada Comunidad Autónoma); Juzgados Centrales: de lo penal, de instrucción,
de menores, de lo contencioso-administrativo, de vigilancia penitenciaria (jurisdicción en
todo el territorio, radica en Madrid); Audiencia Nacional (jurisdicción en todo el territorio,
radica en Madrid); y el Tribunal Supremo (con jurisdicción en todo el territorio, radica en
Madrid).
Según el art. 122.1. de la CE, la Ley Orgánica del Poder Judicial determinará la
constitución, funcionamiento y gobierno de los Juzgados y Tribunales, así como el estatuto jurídico de los Jueces y Magistrados de carrera, que formarán un Cuerpo único, y del
personal al servicio de la Administración de Justicia.
Para dar cumplimiento a este mandato constitucional se aprueba la Ley Orgánica
6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial –en adelante LOPJ–, que regula la organización
judicial española. Asimismo, la LOPJ ha sido completada con la Ley 38/1988, de 28 de
diciembre, de Demarcación y de Planta Judicial.
6.5.3. El Tribunal Supremo
Según el art. 123.l de la CE y el art. 53 de la LOPJ, el Tribunal Supremo, con jurisdicción en toda España, y sede en la villa de Madrid, es el órgano jurisdiccional superior en
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lA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978
todos los órdenes, salvo lo dispuesto en materia de garantías constitucionales (función
del TC). Ningún otro órgano podrá tener el título de Supremo.
El Presidente del Tribunal Supremo será nombrado por el Rey, a propuesta del Consejo
General del Poder Judicial, en la forma que determine la Ley (art. 123.2. de la CE).
El Tribunal Supremo estará integrado por las siguientes Salas (art. 55 de la LOPJ):
– Primera: Sala de lo Civil.
– Segunda: Sala de lo Penal.
– Tercera: Sala de lo Contencioso-Administrativo.
– Cuarta: Sala de lo Social.
– Quinta: de lo Militar, que se regirá por su legislación específica y supletoriamente
por la LOPJ y por el ordenamiento común a las demás Salas del Tribunal Supremo.
6.5.4. El Ministerio Fiscal y la Policía Judicial
El art. 124.1. de la CE, el Ministerio Fiscal, sin perjuicio de las funciones encomendadas a otros órganos, tiene por misión promover la acción de la justicia en defensa
de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por
la Ley, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la independencia de
los Tribunales y procurar ante éstos la satisfacción del interés social.
El Ministerio Fiscal ejerce sus funciones por medio de órganos propios conforme a los
principios de unidad de actuación y dependencia jerárquica y con sujeción, en todo
caso, a los de legalidad e imparcialidad (art. 124.2. de la CE). La Ley regulará el estatuto orgánico del Ministerio Fiscal (art. 124.3. de la CE). En la actualidad, la Ley 50/1981,
de 30 de diciembre, regula el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal.
El Fiscal General del Estado ostenta la Jefatura superior del Ministerio Fiscal y su
representación en todo el territorio español. El art. 124.4. de la CE dispone que, el Fiscal
General del Estado será nombrado por el Rey, a propuesta del Gobierno, oído el Consejo General del Poder Judicial.
Además el art. 126 de la CE establece que la Policía Judicial depende de los Jueces,
de los Tribunales y del Ministerio Fiscal en sus funciones de averiguación del delito y descubrimiento y aseguramiento del delincuente, en los términos que la Ley establezca.
6.5.5. El Estatus especial de los miembros del Poder Judicial y del
Ministerio Fiscal
El art. 127 de la CE regula variadas materias que afectan al estatuto de Jueces, Magistrados y Fiscales: incompatibilidades, limitaciones en los derechos de asociación
y prohibición de desempeño de cargos públicos.
AUXILIARES ADMINISTRATIVOS (PERSONAL LABORAL) DEL CABILDO DE GRAN CANARIA
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lA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978
Según el art. 127.1. de la CE, los Jueces y Magistrados, así como los Fiscales, mientras se hallen en activo, no podrán desempeñar otros cargos públicos, ni pertenecer
a partidos políticos o sindicatos (incompatibilidad que no existe, si no se encuentran en
activo).
El art. 127.1. de la CE, reconoce el derecho de asociación a los Jueces, Magistrados
y Fiscales y concretamente dispone que una Ley establecerá el sistema y modalidades
de asociación profesional de los Jueces, Magistrados y Fiscales.
La Ley establecerá el régimen de incompatibilidades de los miembros del poder judicial, que deberá asegurar la total independencia de los mismos (art. 127.2. de la CE).
En la LOPJ se regula de forma detallada el régimen de incompatibilidades de jueces y
magistrados, siendo sus líneas básicas: la incompatibilidad entre el ejercicio de la función
jurisdiccional y cualquier otro cargo, empleo, actividad pública o privada con excepción de la docencia e investigación jurídica, científica o técnica, o la creación literaria, artística…; las incompatibilidades en el ejercicio de la función jurisdiccional, especialmente por
razón de parentesco. Por lo que respecta al régimen de incompatibilidades de los fiscales,
queda regulado en el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal.
Otros elementos definitorios del estatus personal de los jueces son: la inamovilidad,
la inmunidad judicial y la independencia económica, completado por un sistema de
responsabilidad civil, penal y disciplinario específico.
6.5.6. El Consejo General del Poder Judicial: el principio de
Autogobierno
Según el art. 122.1. de la CE, la Ley Orgánica del Poder Judicial determinará la
constitución, funcionamiento y gobierno de los Juzgados y Tribunales, así como el estatuto jurídico de los Jueces y Magistrados de carrera, que formarán un Cuerpo único, y del
personal al servicio de la Administración de Justicia.
Además de los principios de la administración de justicia establecidos por la CE, que
se configuran como instrumentos de protección de la independencia judicial, la CE crea el
Consejo General del Poder Judicial, como mecanismo de garantía institucional.
En este sentido, el art. 122.2. de la CE establece que el Consejo General del Poder
Judicial es el órgano de gobierno del poder judicial (de los jueces), es decir, es un órgano judicial que tiene por finalidad: garantizar el autogobierno del Poder Judicial. El
Consejo General del Poder Judicial ejerce sus competencias en todo el territorio nacional,
de modo que a él están subordinadas todas las salas de gobierno del Tribunal Supremo, los
Tribunales Superiores de Justicia de las Comunidades Autónomas, la Audiencia Nacional y
demás órganos judiciales.
Por tanto, el Consejo General del Poder Judicial es el órgano supremo –de carácter
gubernativo– jerárquicamente organizado del Poder Judicial y ejerce funciones de gobierno
y las de carácter administrativo anejas.
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AUXILIARES ADMINISTRATIVOS (PERSONAL LABORAL) DEL CABILDO DE GRAN CANARIA
lA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978
Según el art. 122.3. de la CE y el art. 111 de la LOPJ, el Consejo General del Poder
Judicial estará integrado por el Presidente del Tribunal Supremo, que lo presidirá, y por
veinte miembros nombrados –por un período de 5 años– por el Rey, mediante Real Decreto refrendado por el Ministro de Justicia, previa propuesta formulada conforme
a lo dispuesto en la LOPJ. De éstos, doce entre Jueces y Magistrados de todas las categorías judiciales, en los términos que establezca la LOPJ; cuatro a propuesta del Congreso
de los Diputados y cuatro a propuesta del Senado, elegidos en ambos casos por mayoría
de tres quintos de sus miembros, entre abogados y otros juristas, todos ellos de reconocida
competencia y con más de quince años de ejercicio en su profesión.
Según el art. 112 de la LOPJ, los 12 miembros que han de integrar el Consejo, entre
Jueces y Magistrados de todas las categorías judiciales, que se hallen en servicio activo
y no sean miembros del Consejo saliente o presten servicios en los órganos técnicos del
mismo, serán propuestos para su nombramiento por el Rey, de acuerdo con el siguiente
procedimiento:
a) La propuesta será formulada al Rey, por el Congreso de los Diputados y el Senado,
correspondiendo a cada Cámara proponer seis Vocales, por mayoría de tres
quintos de sus respectivos miembros, entre los presentados a las Cámaras por
los Jueces y Magistrados.
b) Los Jueces y Magistrados presentaran a las Cámaras 36 candidatos, eligiéndose
en primer lugar, 6 Vocales por el Pleno del Congreso de los Diputados, y una
vez elegidos estos 6 Vocales, el Pleno del Senado elegirá los otros 6, entre los 30
candidatos restantes.
Los Jueces y Magistrados presentaran a las Cámaras sus candidatos de acuerdo
con las siguientes premisas:
Presentarán hasta un máximo del triple de los doce puestos, propuestos por
las asociaciones profesionales de Jueces y Magistrados o por un número de
Jueces y Magistrados que represente, al menos, el 2% de todos los que se
encuentren en servicio activo.
La determinación del número máximo de candidatos que corresponde presentar a
cada asociación y del número máximo de candidatos que pueden presentarse con
las firmas de Jueces y Magistrados se ajustará a criterios estrictos de proporcionalidad, de acuerdo con las siguientes reglas:
– Los 36 candidatos se distribuirán en proporción al número de afiliados de cada
asociación y al número de no afiliados a asociación alguna, determinando este
último el número máximo de candidatos que pueden ser presentados mediante
firmas de otros Jueces y Magistrados no asociados; todo ello, de acuerdo con
los datos obrantes en el Registro constituido en el Consejo General del Poder
Judicial de asociaciones profesionales de jueces y magistrados integrantes de
la Carrera Judicial, y sin que ningún Juez o Magistrado pueda avalar con su
firma a más de un candidato.
– En el caso de que el número de Jueces y Magistrados presentados con el aval
de firmas suficientes supere el máximo al que se refiere el apartado anterior,
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31
lA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978
sólo tendrán la consideración de candidatos los que, hasta dicho número máximo, vengan avalados por el mayor número de firmas. En el supuesto contrario, de que el número de candidatos avalados mediante firmas no baste para
cubrir el número total de 36, los restantes se proveerán por las asociaciones,
en proporción al número de afiliados; a tal efecto y para evitar dilaciones, las
asociaciones incluirán en su propuesta inicial, de forma diferenciada, una lista
complementaria de candidatos.
– Cada asociación determinará, de acuerdo con lo que dispongan sus Estatutos,
el sistema de elección de los candidatos que le corresponda presentar.
Según el art. 113 de la LOPJ, los restantes 8 miembros que igualmente han de integrar el Consejo, elegidos también por el Congreso de los Diputados y por el Senado,
serán propuestos para su nombramiento por el Rey, entre abogados y otros juristas de reconocida competencia con más de 15 años de ejercicio en su profesión, siempre que no sean
miembros del Consejo saliente, ni presten servicios en los órganos técnicos del mismo.
El Pleno de cada Cámara elegirá 4 Vocales, por mayoría de tres quintos de sus
miembros, en la misma sesión en que se proceda a la elección de los 6 Vocales e inmediatamente a continuación de ésta.
El Presidente del Tribunal Supremo, que también lo es del Consejo General del Poder
Judicial, es la primera autoridad judicial de la nación y ostenta la representación del Poder
Judicial y del órgano de gobierno del mismo. Su categoría y honores serán los correspondientes al titular de uno de los tres poderes del Estado (art. 105 de la LOPJ).
El Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial será nombrado por el Rey –por Real Decreto– refrendado por el Presidente del Gobierno (art.
123.3. de la LOPJ), a propuesta del Consejo General del Poder Judicial, entre miembros de la carrera judicial o juristas de reconocida competencia, con más de quince años de
antigüedad en su carrera o en el ejercicio de su profesión. Podrá ser reelegido y nombrado,
por una sola vez, para un nuevo mandato (art. 123.1 de la LOPJ).
La propuesta del Consejo General del Poder Judicial se adoptará por mayoría de tres
quintos de sus miembros en la propia sesión constitutiva del mismo (art. 123.2. de la
LOPJ).
El Presidente prestará juramento o promesa ante el Rey y tomará posesión de su cargo
ante los Plenos del Consejo General del Poder Judicial y de dicho Alto Tribunal en sesión
conjunta (art. 123.4 de la LOPJ).
Asimismo, el art. 122.2. de la CE dispone que, una Ley orgánica establecerá su
estatuto y el régimen de incompatibilidades de los miembros del Consejo General del
Poder Judicial y sus funciones, en particular en materia de nombramientos, ascensos,
inspección y régimen disciplinario.
El desarrollo constitucional de estas materias se encuentra en la Ley Orgánica 6/1985,
de 1 de julio, del Poder Judicial, y en concreto en el Libro II de la LOPJ “Del Gobierno del
Poder Judicial” (arts. 104 a 178 de la LOPJ).
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lA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978
6.5.7. El Poder Judicial y la Soberanía popular
La soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan los poderes del
Estado (art. 1.2. de la CE), por eso, la justicia emana del pueblo (art. 117.1. de la CE),
aunque por cauces distintos a los de los poderes legislativos y ejecutivo, que por su carácter
electivo se encuentran legitimados directa o indirectamente por el electorado.
Por tanto, se puede decir que la justicia emana del pueblo, por cuanto que se organiza
con arreglo a un sistema creado por una Ley orgánica (LOPJ) elaborada por los representantes de la soberanía popular –el Parlamento– (legitimación indirecta). Sin embargo, con
carácter general, la justicia es una justicia profesionalizada formada por jueces y magistrados de carrera, con la única excepción de la institución del Jurado.
En este sentido, el art. 125 de la CE dispone que los ciudadanos podrán ejercer la acción popular y participar en la Administración de Justicia mediante la institución del Jurado,
en la forma y con respecto a aquellos procesos penales que la Ley determine, así como
en los Tribunales consuetudinarios y tradicionales, como son: el Consejo de Hombres
Buenos de Murcia y el Consejo de las Aguas de la Vega de Valencia (el principio de participación ciudadana).
6.6. LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DEL ESTADO (arts. 137
al 158 de la CE)
El estudio de la organización territorial del Estado requiere mencionar el art. 137.1. de
la CE, según el cual el Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y
en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses (Principio general de autonomía).
Asimismo, según el art. 138.1 de la CE, el Estado garantiza la realización efectiva del
principio de solidaridad consagrado en el art. 2 de la CE, velando por el establecimiento de
un equilibrio económico, adecuado y justo entre las diversas partes del territorio español, y
atendiendo en particular a las circunstancias del hecho insular (Principio de solidaridad).
En todo caso, las diferencias entre los Estatutos de las distintas CC AA no podrán implicar, en ningún caso, privilegios económicos o sociales (art. 138.2. de la CE), lo que
garantiza un trato igualitario.
Según el art. 139.1. de la CE, todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado (Principio de igualdad de derecho y
obligaciones). Asimismo, ninguna autoridad podrá adoptar medidas que directa o indirectamente obstaculicen la libertad de circulación y establecimiento de las personas y la libre
circulación de bienes en todo el territorio español (art. 139.2. de la CE).
6.6.1. Municipios, provincias y otras entidades locales
El art. 140 de la CE dispone que la CE garantiza la autonomía de los municipios
(Principio de autonomía municipal). Estos gozarán de personalidad jurídica plena. Su
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gobierno y administración corresponde a sus respectivos Ayuntamientos, integrados por
los Alcaldes y los Concejales. Los Concejales serán elegidos por los vecinos del municipio
mediante sufragio universal igual, libre, directo y secreto, en la forma establecida por la
Ley. Los Alcaldes serán elegidos por los Concejales o por los vecinos. La Ley regulará
las condiciones en las que proceda el régimen del Concejo Abierto (en municipios con
menos de 100 habitantes; en los que tradicionalmente cuenten con este régimen; y en
aquellos otros en los que su localización geográfica, la mejor gestión de los intereses municipales u otras circunstancias lo hagan aconsejable).
La Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local, define el
municipio como la entidad local básica de la organización territorial del Estado, con
personalidad jurídica y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines.
Los elementos del municipio son:
– el territorio municipal: es el territorio en que el Ayuntamiento ejerce sus competencias.
– la población: conjunto de personas inscritas en el Padrón municipal.
– y la organización: formada por el Gobierno y la Administración Municipal que corresponde al Ayuntamiento, que se compone de los siguientes órganos: Alcalde,
Tenientes de Alcalde y el Pleno, salvo los municipios que funcionan en régimen de
Consejo Abierto que están formados por el Alcalde y la Asamblea de vecinos.
El art. 141.1 de la CE dispone que la provincia es una entidad local con personalidad
jurídica propia, determinada por la agrupación de municipios y división territorial para el
cumplimiento de las actividades del Estado. Cualquier alteración de los límites provinciales habrá de ser aprobada por las Cortes Generales mediante ley orgánica.
Según el art. 141.2. de la CE, el gobierno y la administración autónoma de las provincias estarán encomendados a Diputaciones Provinciales u otras Corporaciones de
carácter representativo, tales como: órganos forales de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya; los
Cabildos Insulares Canarios; y los Consejos Insulares de las Islas Baleares (Principio de
autonomía provincial). Específicamente, el art. 141.4 de la CE establece que los archipiélagos, las islas tendrán además su administración propia en forma de Cabildos o
Consejos.
En todas las Diputaciones Provinciales existirá el Presidente, los Vicepresidentes, la
Junta de Gobierno y el Pleno (formado por el Presidente y los Diputados). Los diputados
no son elegidos de forma directa, sino por y entre los concejales de los municipales que
forman la provincia.
Se podrán crear agrupaciones de municipios diferentes de la provincia (art. 141.3.
de la CE). Asimismo, los Estatutos de Autonomía de las CC AA podrán establecer circunscripciones territoriales propias que gozarán de plena personalidad jurídica, mediante la
agrupación de municipios limítrofes (art. 152.3. de la CE). En este sentido, se pueden
citar como “otras entidades locales”: Comarcas, Áreas Metropolitanas, Mancomunidades y entidades de ámbito territorial inferior al Municipio.
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El art. 142 de la CE establece que las Haciendas Locales deberán disponer de los
medios suficientes para el desempeño de las funciones que la Ley atribuye a las Corporaciones respectivas y se nutrirán fundamentalmente de tributos propios y de participación
en los del Estado y de las CC AA (Principio de suficiencia de recursos económicos).
Esta previsión se relaciona con la establecida por el art. 133.2. de la CE cuando dispone
que las CC AA y Corporaciones Locales podrán establecer y exigir tributos, de acuerdo con
la CE y las Leyes.
6.6.2. Las comunidades autónomas. Vías de acceso a la autonomía
La CE establece dos modelos o procedimientos para acceder a la autonomía. Sin embargo, ambos procedimientos tienen dos fases: una primera, en la cual una porción del
territorio del Estado hace expreso su deseo de constituirse en CA (fase de pronunciamiento autonómico); y una segunda fase, en la cual se elabora el Estatuto de Autonomía,
quedando constituida la CA, con la entrada en vigor del Estatuto (fase estatuyente).
La diferencia principal entre los procedimientos para acceder a la autonomía estriba en
que las CC AA que utilicen el procedimiento del art. 143 de la CE (vía lenta), sólo podrían
asumir las competencias establecidas en el art. 148 de la CE, siendo obligatorio esperar
cinco años para aumentar sus competencias, traspasando los límites competenciales que
establece dicho artículo (según dispone el art. 148.2. de la CE); mientras que las CC AA
que acceden por el procedimiento del art. 151 de la CE (vía rápida), pueden asumir desde
el primer momento los poderes y competencias que se permiten por la combinación del
art. 148 y 149 de la CE.
6.6.2.1. El procedimiento de constitución de las Comunidades Autónomas
ordinarias o vía indirecta a la autonomía plena (art. 143 de la CE): “Vía
lenta o Común”
Aunque el derecho a la autonomía corresponde según el art. 2 de la CE, a las nacionalidades y regiones, las que dan inicio al proceso son las provincias, las cuales deciden el
mapa autonómico, agrupándose en CC AA. En concreto, son las provincias limítrofes con
características históricas, culturales y económicas comunes, los territorios insulares y
las provincias con entidad regional histórica las que podrán acceder a su autogobierno
y constituirse en CC AA con arreglo a lo previsto en Título VIII de la CE y en los respectivos
Estatutos (art. 143.1. de la CE).
– Iniciativa del proceso Autonómico. Las CC AA ordinarias no tienen que consultar
a la población sobre la formación o no de la CA, basta con el pronunciamiento de
los órganos representativos de la provincia:
* las Diputaciones interesadas o al órgano interinsular correspondiente;
* y las dos terceras partes de los Ayuntamientos de cada provincia, cuya población equivalga, además, a la mayoría del censo electoral de cada provincia
o isla.
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Estos requisitos deberán ser cumplidos en el plazo de seis meses desde el
primer acuerdo adoptado al respecto por alguna de las Corporaciones locales
interesadas (art. 143.2. de la CE); en caso de no prosperar la iniciativa,
habrán de esperar cinco años para volver a adoptarla (art. 143.3 de la CE).
– Elaboración del Estatuto de Autonomía. El Estatuto de Autonomía de las CC AA
ordinarias es una Ley orgánica de las Cortes Generales, con la particularidad
de que el proyecto de esta ley orgánica debe ser elaborado por una Asamblea
constituida a estos efectos en el territorio que aspira a constituirse en CA. Dicha
Asamblea está integrada por: los miembros de las Diputaciones provinciales u
órgano interinsular de las provincias afectadas y por los Diputados y Senadores de las Cortes Generales elegidos en ellas. El proyecto será elevado a la
Cortes Generales para su tramitación como ley orgánica (art. 146 de la CE).
– Competencias. Las CC AA ordinarias pueden asumir las competencias establecidas en el art. 148 de la CE y una vez transcurrido cinco años, podrán ampliar sus
competencias, mediante la reforma de su Estatuto de Autonomía, hasta igualarlas
a las CC AA que acceden por el procedimiento extraordinario.
– Reforma. La reforma de los Estatutos se ajustará al procedimiento establecido
en los propios Estatutos y requerirá, en todo caso, la aprobación por las Cortes
Generales, mediante Ley orgánica (art. 147.2. de la CE).
– Órganos. No se encuentran tasados en la CE, pero los Estatutos de Autonomía
de las CC AA ordinarias, han adoptado el sistema organizativo establecido por art.
152.1. de la CE para las CC AA extraordinarias (Ver comentarios a dicho art.).
1. La autonomía impuesta: la cláusula de cierre (art. 144. c) de la CE)
La CE permite a las Cortes Generales, mediante Ley Orgánica, por motivos de interés
nacional, sustituir la iniciativa de una provincia (de su Corporación local). Por lo que
la CE está permitiendo a las Cortes Generales incorporar una determinada provincia a una
Comunidad Autónoma, en vías de formación y evitar que puedan quedar “lagunas autonómicas” en el Estado.
Esta previsión fue utilizada en el caso de Segovia, dado que esta provincia había
manifestado su voluntad de no incorporarse al régimen preautonómico de Castilla-León.
Las Cortes Generales aprobaron una Ley orgánica de incorporación de Segovia al proceso
autonómico de Castilla y León (también fue utilizado en la Comunidad Autónoma Andaluza,
respecto de la provincia de Almería. Ver comentarios del art. 151. de la CE)
2. El caso singular de Madrid (art. 144. a) de la CE)
Las Cortes Generales, mediante Ley Orgánica, podrán, por motivos de interés nacional,
autorizar la constitución de una Comunidad Autónoma cuando su ámbito territorial no
supere el de una provincia y no reúna las condiciones del art. 143.1. de la CE. Esta
previsión fue utilizada en el caso de Madrid.
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3. El caso singular de Ceuta y Melilla (Disposición Transitoria Quinta de la CE)
Las ciudades de Ceuta y Melilla podrán constituirse en CC AA, si así lo deciden sus
respectivos Ayuntamientos, mediante acuerdo adoptado por la mayoría absoluta de los
miembros de sus respectivos Ayuntamientos y así lo autorizan las Cortes Generales,
mediante una Ley orgánica, en los términos previstos en el art. 144, b) CE, según el cual,
las Cortes Generales, por motivos de interés nacional, podrá autorizar o acordar, en su caso,
un Estatuto de autonomía para territorios que no estén integrados en la organización
provincial. En este marco se aprobaron los Estatutos de Autonomía de Ceuta y Melilla.
4. El caso singular de Navarra (Disposición Transitoria Cuarta de la CE)
La CE permite a Navarra la posibilidad de incorporarse a la Comunidad Autónoma del País Vasco, estableciendo que la iniciativa corresponde al Órgano Foral competente (al Parlamento Foral de Navarra), el cual adoptaría su decisión por mayoría de los
miembros que lo componen; aunque dicha decisión debía ser ratificada por referéndum
expresamente convocado al efecto, y aprobado por mayoría de los votos válidos emitidos.
Sin embargo, Navarra optó por constituirse en una CA independiente.
6.6.2.2. El procedimiento de constitución de las Comunidades Autónomas
extraordinarias o vía inmediata de acceso a la autonomía plena (art. 151
de la CE): “Vía rápida o especial”
Este procedimiento sólo es posible en dos supuestos:
a) Territorios que en el pasado hubiesen plebiscitado afirmativamente proyectos de
Estatuto de Autonomía (Disposición Transitoria Segunda de la CE): son los territorios designados como “nacionalidades históricas”: Cataluña, País Vasco y
Galicia.
b) Otros Territorios que superen una primera fase con muchas exigencias (Andalucía).
– Iniciativa del proceso Autonómico.
a) Para las nacionalidades históricas la primera fase de constitución de la Comunidad Autónoma queda prácticamente suprimida, pues dado el pasado histórico de
estos territorios, no es necesario comprobar su firme “voluntad de autonomía”.
b) Para los demás territorios, que desean de forma inmediata obtener la autonomía plena, deben acreditar un excepcional consenso respecto del objetivo de
constituirse en CA, debiéndose pronunciar:
* las Diputaciones interesadas o al órgano interinsular correspondiente;
* las tres cuartas partes de los ayuntamientos de cada provincia, cuya
población equivalga, además, a la mayoría del censo electoral de cada
provincia o isla;
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* y además, la iniciativa debe sea ratificada mediante referéndum por el voto
afirmativo de la mayoría absoluta de los electores de cada provincia (es
decir, no de los votantes, sino de todo el censo electoral), en los términos
que establezca una Ley orgánica (art. 151.1. de la CE).
– Elaboración del Estatuto de Autonomía. El Gobierno convocará a todos los Diputados y Senadores elegidos en las circunscripciones comprendidas en el ámbito territorial que pretenda acceder al autogobierno, para que se constituyan en
Asamblea, a los solos efectos de elaborar el correspondiente proyecto de Estatuto de autonomía, mediante el acuerdo de la mayoría absoluta de sus miembros (en esta vía, no están presentes en la Asamblea ningún representante de las
Diputaciones Provinciales).
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Aprobado el proyecto de Estatuto por la Asamblea de Parlamentarios, se remitirá
a la Comisión Constitucional del Congreso, la cual, dentro del plazo de dos
meses, lo examinará con el concurso y asistencia de una delegación de la Asamblea proponente para determinar de común acuerdo su formulación definitiva
(la comisión permite la negociación del texto entre la futura Comunidad Autónoma
y el Estado).
Si se alcanzare acuerdo en la Comisión Constitucional del Congreso, el texto resultante será sometido a referéndum de ratificación del cuerpo electoral de las
provincias comprendidas en el ámbito territorial del proyectado Estatuto. Si el proyecto de Estatuto es aprobado en cada provincia por la mayoría de los votos
válidamente emitidos, será elevado a las Cortes Generales. Los Plenos de ambas
Cámaras decidirán sobre el texto mediante un voto de ratificación. Si aprueban
el Estatuto, el Rey lo sancionará y lo promulgará como Ley orgánica.
De no alcanzarse el acuerdo en la Comisión Constitucional del Congreso, el proyecto de Estatuto será tramitado como proyecto de Ley orgánica ante las Cortes
Generales. El texto aprobado por éstas será sometido a referéndum de ratificación del cuerpo electoral de las provincias comprendidas en el ámbito territorial
del proyectado Estatuto. En caso de ser aprobado por la mayoría de los votos
válidamente emitidos en cada provincia, será elevado a las Cortes Generales. Los
Plenos de ambas Cámaras decidirán sobre el texto mediante un voto de ratificación. Si aprueban el Estatuto, el Rey lo sancionará y lo promulgará como Ley
orgánica (art. 151.2. de la CE).
Sin embargo, según dispone el art. 151.3. de la CE, la no aprobación del proyecto
de Estatuto por una o varias provincias no impedirá la Constitución entre las
restantes de la Comunidad Autónoma proyectada, en la forma que establezca una
ley orgánica.
La Comunidad Autónoma Andaluza (además de las nacionalidades históricas)
fue la única que se constituyó por la vía del art. 151.1. de la CE. Sin embargo,
el referéndum de ratificación de la iniciativa autonómica no se superó con
éxito en Almería, pues no se obtuvo la mayoría absoluta de los inscritos en el
censo electoral. Sin embargo, y dado que las Cortes Generales pueden, mediante
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Ley Orgánica, sustituir la iniciativa autonómica, en relación con las provincias
donde hubiera fracasado la ratificación de aquella, previa petición de los Diputados
y Senadores de dichas provincias, se promulga una LO para sustituir la iniciativa
autonómica de la provincia de Almería.
– Competencias. Las CC AA que acceden por esta vía pueden asumir desde el primer momento los poderes y competencias que se permiten por la combinación de
los arts. 148 y 149 de la CE.
– Reforma. Una vez sancionados y promulgados los respectivos Estatutos, solamente podrán ser modificados mediante los procedimientos en ellos establecidos y
con referéndum entre los electores inscritos en los censos correspondientes (art.
152.2. de la CE).
– Órganos. Se encuentran tasados en el art. 152.1. de la CE, que dispone que la
organización institucional autonómica se basará en:
* Una Asamblea Legislativa (elegida por sufragio universal, directo y secreto del
pueblo de la CA, con arreglo a un sistema de representación proporcional que
asegure, además, la representación de las diversas zonas del territorio; formada
por una sola Cámara; ejerce la potestad legislativa en la CA);
* Un Consejo de Gobierno (con funciones ejecutivas y administrativas, es el
órgano colegiado más importante de una CA);
* Un Presidente autonómico (elegido por la Asamblea Legislativa, de entre sus
miembros, y nombrado por el Rey, al que corresponde la dirección del Consejo
de Gobierno, la suprema representación de la respectiva CA y la representación
ordinaria del Estado en la CA). El Presidente de la CA y los miembros del Consejo de Gobierno serán políticamente responsables ante la Asamblea autonómica.
En definitiva, aunque la existencia del Presidente Autonómico, la Asamblea Legislativa y el Consejo de Gobierno, era solo potestativa para las CC AA que accedían por la vía
lenta (y sólo obligatoria, para las CC AA que accedían por la vía rápida, según lo dispuesto
en la CE), todas las CC AA adoptaron en sus Estatutos de Autonomía, el mismo modelo
organizativo.
Además, un Tribunal Superior de Justicia, sin perjuicio de la jurisdicción que corresponde al Tribunal Supremo, culminará la organización judicial en el ámbito territorial de
la Comunidad Autónoma. En los Estatutos de las Comunidades Autónomas podrán establecerse los supuestos y las formas de participación de aquéllas en la organización de las
demarcaciones judiciales del territorio. Todo ello de conformidad con lo previsto en la Ley
Orgánica del Poder Judicial y dentro de la unidad e independencia de éste. Las sucesivas
instancias procesales, en su caso, se agotarán ante órganos judiciales radicados en el
mismo territorio de la Comunidad Autónoma en que esté el órgano competente en primera
instancia, sin perjuicio de la consideración del Tribunal Supremo, como órgano jurisdiccional superior en todas las órdenes, salvo en materia de garantías constitucional (art. 152.1.
de la CE).
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6.6.3. Los Estatutos de Autonomía. Delimitación de las
competencias de las Comunidades Autónomas y del Estado
La CE define en el art. 147.1. de la CE lo que entiende por los Estatutos de Autonomía
cuando dispone que: serán la norma institucional básica de cada Comunidad Autónoma y el Estado los reconocerá y amparará como parte integrante de su ordenamiento
jurídico.
El art. 147.2. de la CE establece el contenido mínimo que debe prever un Estatuto de
Autonomía, que ha de contener:
a) La denominación de la Comunidad que mejor corresponda a su identidad histórica.
b) La delimitación de su territorio.
c) La denominación, organización y sede de las instituciones autónomas propias.
d) Las competencias asumidas dentro del marco establecido en la CE y las bases para
el traspaso de los servicios correspondientes a las mismas.
El art. 145.2. de la CE establece que los Estatutos de Autonomía podrán prever los
supuestos, requisitos y términos en que las CC AA podrán celebrar convenios entre sí para
la gestión y prestación de servicios propios de las mismas, así como el carácter y efectos
de la correspondiente comunicación a las Cortes Generales. En los demás supuestos,
los acuerdos de cooperación entre las CC AA necesitarán la autorización de las Cortes
Generales. Aunque el art. 145.1. de la CE dispone que en ningún caso se admitirá la
federación de CCAA.
La CE no agrupa de forma sistemática las materias, por el grado de participación
que puedan tener en las mismas, el Estado y las CC AA. Por el contrario, el art. 149.1.
de la CE, se limita a reunir desordenadamente treinta y dos materias respecto de las que el
Estado se reserva la competencia “exclusiva”. Y añade el art. 149.3. de la CE que:
– Las materias no atribuidas expresamente al Estado podrán ser asumidas por
las CC AA, si así se hace constar en los Estatutos de Autonomía.
– En todo lo que no esté atribuido a la exclusiva competencia de las CC AA, por
no haber sido asumida la competencia sobre las materias por los Estatutos de
Autonomía, corresponderá al Estado, cuyas normas prevalecerán, en caso de
conflicto, sobre las de las CC AA (Principio de prevalencia: regla para solventar
conflictos competenciales Estado/CC AA).
– El derecho estatal será, en todo caso, supletorio del derecho de las CC AA (Regla de Supletoriedad).
La CE provoca cierta confusión, pues si bien el art. 149.1. de la CE califica las competencias del Estado como “exclusivas”, en dicho listado existen materias en las que el
Estado únicamente se reserva la competencia de elaborar la “legislación básica”, pudiendo
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corresponder a las CC AA la “legislación de desarrollo”. También los Estatutos de Autonomía
han calificado de “exclusivas”, competencias que sólo son de “desarrollo legislativo”.
Para clarificar esta cuestión, pasamos a exponer brevemente el carácter que pueden
tener las competencias:
– Competencias exclusivas. Cuando una materia corresponde íntegramente al Estado o a una CA, así como las funciones sobre la misma (p. ej. legislación básica,
legislación de desarrollo, ejecutiva…).
– Competencias compartidas. Cuando Estado y CC AA comparten la materia o las
funciones sobre dicha materia.
– Competencias concurrentes.- Cuando Estado y CC AA actúan sobre el mismo
espacio físico, con instrumentos normativos iguales (leyes, reglamentos…).
– Competencia indistinta. Cuando Estado y CC AA pueden ejercer la misma función
sobre la misma materia y ejecutarse de forma simultánea. Es el caso de la Cultura, pues el art. 149.2. de la CE dispone que: sin perjuicio de las competencias
que podrán asumir las CC AA, el Estado considerará el servicio de la cultura como
deber y atribución esencial y facilitará la comunicación cultural entre las CC AA,
de acuerdo con ellas.
Por tanto, si el Estado se reserva de forma exclusiva la competencia legislativa sobre
una materia, la Asamblea Legislativa de la CA no podrá legislar, siendo aplicable sólo la ley
estatal. Si dicha competencia se la reserva la CA, la legislación estatal sólo será supletoria
de la norma de la CA (en virtud de la regla de supletoriedad).
En caso de tratarse de una competencia compartida, el Estado elaborará la legislación
básica (normas fundamentales para garantizar un trato unitario en todo el Estado) y la CA
dictará la legislación de desarrollo de la básica. Sin embargo, si la competencia es concurrente o indistinta, la CA puede legislar, pero las normas del Estado prevalecerán sobre
las de la CA (por aplicación del principio de prevalencia), siendo necesaria la coordinación
de ambas administraciones para evitar duplicidades.
En resumen, podríamos decir que el art. 148 de la CE recoge un listado de materias sobre las que todas las CC AA podrían recabar su competencia, si así lo disponen sus propios
Estatutos de Autonomía, constituyéndose, por tanto, en el techo mínimo de la autonomía.
Sin embargo, el art. 149 de la CE recoge materia de competencia del Estado, aunque dentro de ese listado, existen algunas que son exclusivas y otras compartidas (Ver listado de
competencias en la CE: arts. 148 y 149 de la CE).
Asimismo, el art. 150.3. de la CE establece las leyes de armonización, cuando dispone que el Estado podrá dictar Leyes que establezcan los principios necesarios para
armonizar las disposiciones normativas de las CC AA, aun en el caso de materias
atribuidas a la competencia de éstas, cuando así lo exija el interés general. Corresponde
a las Cortes Generales, por mayoría absoluta de cada Cámara, la apreciación de esta necesidad.
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6.6.3.1. Atribución de competencias a las Comunidades Autónomas
al margen de sus Estatutos de Autonomía por: Leyes Marco o Leyes
Orgánicas de Transferencia o Delegación
Según el art. 150.1. de la CE, las Cortes Generales, en materias de competencia estatal, podrán atribuir a todas o a alguna de las CCAA, la facultad de dictar, para sí mismas,
normas legislativas en el marco de los principios, bases y directrices fijados por una Ley
estatal. Sin perjuicio de la competencia de los Tribunales, en cada Ley marco se establecerá la
modalidad del control de las Cortes Generales sobre estas normas legislativas de las CC AA.
Según el art. 150.2. de la CE, el Estado podrá transferir o delegar en las CC AA facultades correspondientes a materia de titularidad estatal que por su propia naturaleza
sean susceptibles de transferencia o delegación, mediante Ley Orgánica, que preverá la
correspondiente transferencia de medios financieros, así como las formas de control
que se reserve el Estado (estas facultades pueden ser recuperadas por el Estado, derogando o modificando la ley orgánica).
6.6.4. El control de las Comunidades Autónomas
El art. 153 de la CE establece que el control de la actividad de los órganos de las
CC AA se ejercerá:
a) Por el TC, el control relativo a la constitucionalidad de sus disposiciones normativas
con fuerza de Ley.
b) Por el Gobierno, previo dictamen del Consejo de Estado, el control del ejercicio de
funciones delegadas por leyes orgánicas de transferencia o delegación.
c) Por la jurisdicción contencioso-administrativa, el control de la administración autónoma y sus normas reglamentarias.
d) Por el Tribunal de Cuentas, el control económico y presupuestario de la CA.
El art. 155 de la CE establece un control político, que tiene carácter extraordinario.
En este sentido, si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la CE u
otras Leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de
España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en
el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá
adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas
obligaciones o para la protección del mencionado interés general (art. 155.1 de la CE).
Para la ejecución de estas medidas, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las
autoridades de las CC AA (art. 155.2. de la CE).
6.6.5. Relación Estado/Comunidad Autónoma
Un mecanismo de relación, que significa cooperación, se lleva a cabo a través de la
figura del Delegado del Gobierno (órgano de la Administración Territorial del Estado),
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que según el art. 154 de la CE, es un delegado nombrado por el Gobierno, que dirigirá la
Administración del Estado en el territorio de la Comunidad Autónoma y la coordinará,
cuando proceda, con la Administración propia de la Comunidad.
6.6.6. Los recursos de las Comunidades Autónomas
Las CC AA gozarán de autonomía financiera para el desarrollo y ejecución de sus
competencias con arreglo a los principios de coordinación con la Hacienda estatal
y de solidaridad entre todos los españoles (art. 156.1. de la CE). Las CC AA podrán
actuar como delegados o colaboradores del Estado para la recaudación, la gestión y
la liquidación de los recursos tributarios de aquél, de acuerdo con las Leyes y los Estatutos
(art. 156.2. de la CE).
Los recursos de las CC AA para el cumplimiento de sus fines, quedan establecidos en
la CE. En este sentido, y según lo dispuesto en el art. 157.1. de la CE, los recursos de las
CC AA estarán constituidos por:
a) Impuestos cedidos total o parcialmente por el Estado, recargos sobre impuestos
estatales y otras participaciones en los ingresos del Estado.
b) Sus propios impuestos, tasas y contribuciones especiales.
c) Transferencias de un fondo de compensación interterritorial y otras asignaciones
con cargo a los presupuestos Generales del Estado.
d) Rendimientos procedentes de su patrimonio e ingresos de derecho privado.
e) El producto de las operaciones de crédito.
Mediante Ley orgánica podrá regularse: a) el ejercicio de las competencias financieras sobre los recursos de las CC AA expuestos en el párrafo anterior; b) las normas para
resolver los conflictos que pudieran surgir; y c) las posibles formas de colaboración financiera entre las CC AA y el Estado (art. 157.3. de la CE).
Las CC AA no podrán en ningún caso adoptar medidas tributarias sobre bienes situados
fuera de su territorio o que supongan obstáculo para la libre circulación de mercancías o
servicios (art. 157.2. de la CE).
Según el art. 158.1. de la CE, en los Presupuestos Generales del Estado podrá establecerse una asignación a las CC AA en función del volumen de los servicios y actividades
estatales que hayan asumido y de la garantía de un nivel mínimo en la prestación de los
servicios públicos fundamentales en todo el territorio español.
Asimismo, el art. 158.2. de la CE dispone que, se constituirá un Fondo de Compensación con destino a gastos de inversión, con el fin de corregir desequilibrios económicos
interterritoriales y hacer efectivo el principio de solidaridad. Los recursos de este fondo serán distribuidos por las Cortes Generales, entre las CC AA y provincias, en su caso.
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