MASTER EN GESTIÓN DE LA PREVENCIÓN DE RIESGOS

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MASTER EN GESTIÓN DE LA PREVENCIÓN DE RIESGOS LABORALES, CALIDAD
Y MEDIO AMBIENTE.
Asignatura: FUNDAMENTOS DE DERECHO.
INTRODUCCIÓN AL DERECHO Y EN ESPECIAL AL DERECHO PÚBLICO.
Epígrafe: EL PODER PÚBLICO EN EL SISTEMA CONSTITUCIONAL ESPAÑOL
Curso 2012/2013 -sesiones de los días 1, 3, 4, 8 y 18 de octubre-.
Contenido:
1. Naturaleza y fundamento del Poder Público (5).
2. La organización del Poder Público en el sistema constitucional español (6).
3. El Estado social y democrático de Derecho (7).
4. Los derechos fundamentales (10).
Prof. Esther Merino Llorente. PTEU.
Departamento de Derecho Público. Área de Derecho Administrativo.
Facultad de Ciencias del Trabajo.
Universidad de Valladolid. [email protected] / 979 108190
Contenido:
1. Naturaleza y fundamento del Poder Público.
Poder público. Los términos poder público pueden hacer referencia a un tipo de
facultad que puede reconocerse a ciertos sujetos (sentido funcional, poder público en
minúscula) o a centros de actividad dotados de ciertas características peculiares propias
y titulares de poder público, en cuanto facultad (sentido institucional subjetivo, Poder
público en mayúscula).
El Poder público, entendido el término en sentido subjetivo, se puede definir,
siguiendo al profesor Martínez López-Muñiz, como un centro de potestades para la
promoción y garantía del bien común de una comunidad obligatoria que, de uno u otro
modo, le sustenta. Desde un punto de vista subjetivo el Poder público se concreta en la
institucionalización de un centro de potestades, que se ejercen sobre una determinada
colectividad, colectividad a la que se pertenece obligatoriamente (al menos de una
forma transitoria, como conditio sine qua non para el ejercicio de determinadas
actividades: Colegios profesionales, etc.).
En una misma comunidad obligatoria pueden constituirse distintos Poderes
públicos. No obstante, para identificar a cada uno de esos Poderes públicos es preciso
que exista una o varias unidades de actuación organizadas unitariamente dotadas, en su
unidad, de un grado suficiente de autonomía de decisión o actuación con respecto a
otras unidades situadas dentro o fuera de la misma persona jurídica, de forma que
estaremos ante un solo Poder público si existe jerarquía o vínculos análogos de
subordinación y dependencia en el ejercicio de funciones de la misma índole.
Las Administraciones públicas son siempre Poderes públicos, entendido el
término desde su perspectiva subjetiva. La Administración pública puede definirse
como un centro de actividad institucionalizado como Poder público. Esto significa que
la Administración, por ser Poder público, tiene atribuidas potestades públicas.
Existen dos perspectivas: la perspectiva subjetiva de la Administración pública
en cuanto unidad organizativa unitaria, que se manifiesta como un centro de actuación,
dotada por ello, de cierta subjetividad, esto es, que trata de identificar a la
Administración pública con la organización (organismos, instituciones o poderes) que
ejercen la actividad de administrar lo público. Sentido subjetivo que suele referirse
escribiendo Administración, con mayúscula. Y la perspectiva objetiva, que alude a una
actividad material, al ejercicio de administrar, esto es, trata de definir la función
administrativa. Sentido objetivo que suele identificarse como administración, con
minúscula.
La doctrina jurídico-administrativa, de España y de los países de nuestro
entorno, irá perfilando distintas teorías sobre ese Poder público diferenciado que
terminarán en el predominio de la perspectiva subjetiva de la Administración aunque
con diversos matices.
Se habla de Administración pública en singular y nos referimos preferentemente
con el empleo de esa expresión al nivel en que se mueve la Administración del Estado,
que es la Administración pública por excelencia. En todo ello subyace una cierta
simplificación. No hay una sola Administración pública sino una pluralidad de
Administraciones públicas, titulares todas ellas de relaciones jurídico-administrativas.
La Administración pública contemporánea surge en un determinado momento
histórico como un Poder público diferenciado de los otros Poderes públicos, como una
organización en sí misma diferenciada. Es un producto de la Revolución francesa
consecuencia de la “separación de poderes”, su presupuesto histórico necesario.
Es preciso subrayar la importancia del principio de división de poderes como
marco en el que nace y se desarrolla la Administración contemporánea. Hoy el
principio de división de poderes, aunque no proclamado de manera formal, luce
claramente en la Constitución de 1978. Los títulos III, IV y VI de su texto tratan,
respectivamente, del Poder legislativo (de las Cortes Generales, que al representar al
pueblo español “ejercen la potestad legislativa”, art. 66); del Poder ejecutivo
(encomendado al Gobierno, que “dirige la Administración y ejerce la función
ejecutiva”, art. 97) y del Poder judicial (al que corresponde “el ejercicio de la potestad
jurisdiccional, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado con sometimiento al imperio de
la ley”, art. 117).
La Administración pública se encuentra vinculada por el marco constitucional
tanto en su definición y estructura como en su actividad. El precepto fundamental que
dedica nuestra vigente Constitución a la Administración pública es el artículo 103, en
el que se recogen los principios básicos que deben presidir la actividad de la
Administración, a saber: servicio, objetividad, generalidad, eficacia, jerarquía,
descentralización, desconcentración y coordinación. Así pues, la Administración se
ordena al servicio de los intereses generales con objetividad y con eficacia (art. 103) y
además con prohibición de la arbitrariedad (art. 9.3).
Es un centro de actividad institucionalizado como Poder público, diferenciado de
otros Poderes públicos (Poder judicial, Poder legislativo) por razón de las potestades
públicas específicas que ejerce, que son las potestades administrativas.
En orden a la definición de la Administración pública es preciso destacar pues su
condición de Poder público y las potestades públicas que ejerce.
Desde un punto de vista funcional, la Administración pública -en cuanto Poder
público y para cumplir sus fines- tiene atribuidas potestades o “privilegios en más” y, al
mismo tiempo, está vinculada a sujeciones o “privilegios en menos”.
La Administración pública, en cuanto Poder público limitado y subordinado,
tiene atribuidos una serie de “privilegios en menos” o sujeciones que, en el marco de la
separación de Poderes, se concretan en las notas que definen específicamente a la
Administración pública y configuran el carácter esencialmente subordinado de sus
propias potestades públicas; cuyo ejercicio, según nuestra Constitución, debe darse en el
marco del Estado de Derecho, democrático, social y autonómico, abierto a la
integración supranacional. Tales notas a las que Martínez López-Muñiz se refiere como
elementos definitorios específicos de la Administración pública, son las siguientes: en
primer lugar, su subordinación a la ley (art. 103.1 de la Constitución -CE-), careciendo
de potestad legislativa propia; en segundo lugar, su sujeción a control judicial (art.
106.1 CE), careciendo de potestad jurisdiccional propiamente dicha; y, en tercer lugar,
su sometimiento a dirección política (arts. 97 y 99.2 CE). Así entiende por
Administración pública un “centro de actividad institucionalizado como Poder
público, personificado o integrado con autonomía en una persona jurídico-pública,
subordinado a la ley, sin potestad legislativa, sujeto a dirección política, sometido a
control judicial y sin potestad jurisdiccional”.
Potestad pública. La potestad pública o el poder público, en su sentido
funcional, hace referencia a un tipo de facultad que puede reconocerse a ciertos sujetos,
desde esta perspectiva se escribe en minúscula, “poder público”.
En su sentido jurídico, se puede definir al poder público, siguiendo a Boquera
Oliver, como la facultad de crear (modificar, extinguir o declarar) unilateralmente e
imponer efectos jurídicos (derechos y obligaciones). Afirma Martínez López-Muñiz que
la potestad pública es cualquier posibilidad abstracta reconocida a un sujeto para
producir efectos jurídicos sobre terceros unilateralmente, como expresión de un status
de supremacía, otorgada por el Ordenamiento jurídico y en función del bien común.
Añade que la unilateralidad en la producción de efectos jurídicos, propia de la potestad
pública, es una peculiaridad de la situación jurídica del Poder público. En el ámbito
jurídico-público, la producción de efectos jurídicos unilateralmente deriva de la
necesidad de someter a los ciudadanos a las potestades públicas, con carácter habitual; a
diferencia de las relaciones derivadas de la patria potestad o de la tutela y de las
relaciones laborales, en las que la producción de efectos jurídicos unilateralmente
obedece, respectivamente, a una falta de capacidad de los destinatarios de tales efectos o
al libre asentimiento de éstos.
La unilateralidad propia de la potestad pública, como carácter normal de la
forma en que ésta se manifiesta, es algo específico de dicha potestad y es una nota
peculiar de la situación jurídica o status propio del Poder público. De ahí que se haya
denominado a las potestades públicas “privilegios en más”, por cuanto responden a un
estatuto especial -privilegiado- del Poder público. Dicho status es, por la unilateralidad
en que se manifiesta, de supremacía.
La situación de supremacía del Poder público puede ser general o especial.
Supremacía general si se deriva de potestades de supremacía general, que se ejercen
respecto de todas las personas que estén -de algún modo- vinculadas a una organización
pública de fines generales, que persiga el bien común de una colectividad territorial.
Supremacía especial si se deriva de potestades de supremacía especial, que se ejercen
únicamente respecto de quienes se encuentren en una especial situación de dependencia
con relación a una organización pública, por razón de la actividad que presten o por
razón del servicio que de ella reciban.
Las potestades que se atribuyen a la titularidad del Poder público están
caracterizadas distintivamente por la índole de su contenido y efectos y, desde luego,
por su funcional vinculación a unos fines públicos predeterminados, que refuerza su
naturaleza de poderes-deberes. Potestades que, como las demás manifestaciones de la
capacidad de obrar de los Poderes públicos, se asignan en porciones más o menos
amplias a unidades operativas concretas en forma de competencias.
La legalidad atribuye potestades a la Administración. La legalidad otorga
facultades de actuación, definiendo cuidadosamente sus límites, apodera, habilita a la
Administración para su acción confiriéndola al efecto poderes jurídicos. Toda acción
administrativa se nos presenta así como ejercicio de un poder atribuido previamente por
la ley y por ella delimitado. Sin una atribución legal previa de potestades la
Administración no puede actuar.
La potestad procede directamente del ordenamiento, tiene un carácter genérico y
se refiere a un ámbito de actuación definido en grandes líneas, consistiendo en la
posibilidad abstracta de producir efectos jurídicos (derechos y obligaciones). Ejemplos
de potestades: potestad reglamentaria, potestad expropiatoria, potestad de policía.
Ahora bien, no todas las potestades públicas son idénticas. Así la naturaleza de
las potestades que ejercen los distintos Poderes públicos es profundamente diversa,
constituyendo un reflejo del peculiar ser de éstos y de la función que tienen
encomendada.
Las potestades administrativas. La legalidad define y atribuye, con normalidad,
potestades a la Administración. La acción administrativa es el ejercicio de tales
potestades. Las potestades administrativas pertenecen en su inmensa mayoría a la
especie llamada potestad-función, esto es, aquellas potestades que deben ser ejercitadas
en interés ajeno al propio y egoísta del titular, en función del interés público, que no es
el interés propio del aparato administrativo, sino el interés de la comunidad a la cual,
como precisa el artículo 103.1 de la Constitución “la Administración pública sirve con
objetividad...”. Las potestades administrativas ni son ni pueden ser ilimitadas,
incondicionadas y absolutas, sino estrictamente tasadas en su extensión y en su
contenido.
Al ser la naturaleza de las potestades administrativas lo que permite distinguir a
la Administración pública como Poder público diferenciado del resto de los Poderes
públicos, se hace preciso analizar las características de las potestades administrativas
para diferenciarlas de otro tipo de potestades públicas.
En primer lugar, las potestades administrativas son potestades subordinadas a la
ley. Tal característica aparece de forma clara en nuestro Ordenamiento jurídico, tanto en
la Constitución de 1978 (artículos 97 y 103.1) como en otras normas (artículo 62.2 de la
Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones
Públicas y del Procedimiento Administrativo Común). Todo ello hace referencia al
principio de legalidad, auténtica línea vertebral del régimen jurídico-administrativo. La
subordinación a la ley de las potestades que tienen atribuidas las Administraciones
públicas marca una diferencia entre éstas y los Poderes públicos legislativos, a los que
precisamente corresponde en exclusiva la función de elaboración de las leyes. Sin
embargo, esta característica determina que la potestad administrativa coincida con la
potestad jurisdiccional, también sometida al imperio de la ley (artículo 117.1 de la
Constitución).
En segundo lugar, la potestad administrativa está sometida a control judicial.
Corresponde a los órganos judiciales el control de la adecuación de la actuación
administrativa a la ley, a la que está subordinada. Al respecto nuestro texto
constitucional establece en su artículo 106.1 “Los Tribunales controlan la potestad
reglamentaria y la legalidad de la actuación administrativa, así como el sometimiento de
ésta a los fines que la justifican”. El sometimiento de la actuación administrativa a
control judicial marca, pues, la diferencia entre la Administración pública y el Poder
legislativo, sometido éste únicamente al Tribunal Constitucional. Por su parte, el
artículo 24.1 de la Constitución sanciona el derecho de todas las personas “a obtener la
tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses
legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión”.
Por último, cabe caracterizar a la potestad administrativa como una potestad
ejecutiva, atendiendo a un criterio residual, esto es, por exclusión de la naturaleza típica
de las potestades de otros Poderes públicos no administrativos (el Poder legislativo y el
Poder judicial). Las potestades administrativas en ningún caso tienen carácter
legislativo; al contrario, son potestades subordinadas a la ley. Al respecto, cabe apuntar
que, si bien se reconoce a la Administración la facultad de dictar disposiciones con
fuerza de ley, es ésta una potestad limitada, pues se ejerce de manera excepcional y con
efectos temporales o por delegación del Parlamento. Por lo que respecta a la potestad
reglamentaria es preciso destacar que se trata de una potestad secundaria que, a
diferencia de la potestad legislativa, no conlleva la adopción de las decisiones
fundamentales y primeras en los distintos sectores de ordenación.
Las potestades no tienen carácter jurisdiccional. No cabe equiparar la posición
de los jueces y tribunales (imparciales) y de la Administración pública (parte interesada
en los asuntos en que interviene). También es dispar la función judicial (regla general:
resolución de conflictos, Jurisdicción contenciosa; excepción: cuestiones no litigiosas,
Jurisdicción voluntaria) de la que lleva a cabo la Administración pública (regla general:
resolución de no conflictos; excepción: cuestiones litigiosas, recursos administrativos)
y, por último, son distintos los efectos de los actos a que da lugar el ejercicio de las
potestades administrativas y jurisdiccionales.
2. La organización del Poder Público en el sistema constitucional español.
La Constitución española (CE).
Concepto. Características: supremacía material (control de la constitucionalidad
de las leyes. Tribunal Constitucional) y supremacía formal (procedimiento de reforma
de la CE, arts. 167 y 168). Valor de la CE: aplicación directa (derechos y libertades -art.
53- y parte orgánica) y directriz interpretativa de todo el ordenamiento jurídico (art. 5
Ley Orgánica del Poder Judicial -LOPJ-). Estructura de la CE y contenido.
El Estado y sus Poderes.
Las Cortes Generales. Regulación: título III CE (arts. 66 a 96). Título V,
relaciones con el Gobierno. Características: Poder constitucional, representativo, de
carácter permanente y autónomo. Estructura: bicameral, Congreso de los Diputados
(derecho de sufragio universal, sistema de representación proporcional -sistema
D’Hondt-) y Senado (Cámara de representación territorial y sistema mayoritario
corregido); relaciones Congreso-Senado. Funciones: potestad legislativa, otorgar
confianza al Gobierno, controlar la acción del Gobierno y elección de miembros de
órganos constitucionales. Organización: Reglamentos de las Cámaras y órganos
(Presidente, Mesa, Junta de Portavoces, Pleno, Comisiones y Diputación Permanente);
grupos parlamentarios.
Control parlamentario a través del Defensor del Pueblo (art. 54 CE y Ley
Orgánica de 1981) y del Tribunal de Cuentas (art. 136 y Ley Orgánica de 1982).
Gobierno y Administración. Regulación constitucional -título IV, arts. 97 a
107- , desarrollada por Ley 50/1997, 27 noviembre, del Gobierno y completada por Ley
6/1997, 14 abril, de Organización y Funcionamiento de la Administración General del
Estado. Gobierno: institución encargada de la dirección política, composición,
principios que configuran el funcionamiento del Gobierno (de dirección presidencial, de
colegialidad y departamental). Principios de legalidad (arts. 9, 97, 103.1) y de control
judicial (arts. 24 y 106.1). Administración Pública: arts. 103, 105, 106, 107 CE.
El Poder Judicial. Regulación: título VI CE (arts. 117 a 127) y LOPJ 6/1985.
Art. 117: principio democrático, jueces profesionales, titulares de Juzgados y Tribunales
determinados por las leyes, en exclusiva ejercicio de función jurisdiccional (juzgando y
haciendo ejecutar lo juzgado), unidad jurisdiccional. Estructura y organización del
Poder Judicial.
Consejo General del Poder Judicial, órgano de gobierno del Poder Judicial
(art. 122), sus funciones no son jurisdiccionales.
La Corona. Título II CE. Forma política del Estado español: Monarquía
parlamentaria. El Rey, por encima de los demás Poderes. Función simbólica y
moderadora.
El Tribunal Constitucional (TC). Necesidad de garantizar supremacía
constitucional. Dos modalidades de procedimiento: americano y europeo (sistema de
control concentrado). Regulación TC: título IX CE (arts. 159 a 165) y Ley Orgánica de
1979. Órgano constitucional, naturaleza jurisdiccional (fuera del P. Judicial),
interpretación suprema de la CE. Resuelve conflictos jurídico-constitucionales, velando
especialmente por la constitucionalidad de las leyes. Miembros: 12 (Magistrados del
TC), por 9 años (renovación cada 3 años por terceras partes), juristas reconocida
competencia, designados por órganos constitucionales (Cortes, Gobierno y CGPJ).
Organización. Funciones: a) el control de la constitucionalidad de las leyes y normas
con fuerza de ley: recurso de inconstitucionalidad (juicio abstracto, legitimación
reducida), cuestión de inconstitucionalidad (vía incidental promovida por un órgano
judicial en el curso de un proceso) y declaración sobre la constitucionalidad de los
Tratados internacionales; b) el control de la constitucionalidad de disposiciones y
resoluciones de las CCAA; c) la protección de los derechos fundamentales y libertades
públicas frente a su vulneración (recurso de amparo constitucional, arts. 14 a 30 CE); d)
la resolución de los conflictos Estado/Comunidades Autónomas -CCAA- o
CCAA/CCAA (garantía de la efectividad de distribución de competencias del Estado
autonómico); e) la resolución de conflictos de atribuciones entre órganos
constitucionales, y f) la resolución de conflictos en defensa de la autonomía local.
Las autonomías territoriales.
Comunidades Autónomas. Autonomía regional (art. 2 CE). Organización
institucional similar a la estatal a excepción del Poder Judicial. Vinculadas a la CE y al
Estatuto. Competencias: principalmente por los Estatutos, en función de las
competencias estatales y de la vía de acceso a la autonomía.
Comunidad Autónoma de Castilla y León acceso a la autonomía por vía del art. 143 CE.
Estatuto de Autonomía (norma institucional básica de la CCAA) aprobado por LO
4/1983, de 25 de febrero, modificada por LO 14/2007, de 30 de noviembre. Ley 3/2001,
3 de julio, de Gobierno y Administración de la Comunidad de Castilla y León.
Asamblea Legislativa: sus integrantes en CCAA de Castilla y León,
procuradores, por sufragio universal, sistema de representación proporcional y
funciones.
Consejo de Gobierno: en Castilla y León, Junta de Castilla y León, órgano de
gobierno y supremo órgano de administración CCAA, funciones y miembros.
Presidente de la Junta: elegido por la Asamblea Legislativa, funciones.
Administración Local. Entidades constituyen el escalón territorial inferior al
Estado y CCAA. Regulación: título VIII CE, art. 137 y capítulo 2º, Ley de Régimen
Local de 1985, otras leyes de régimen local y leyes de carácter sectorial. Son
Administraciones corporativas territoriales, dotadas de autonomía local
constitucionalmente reconocida. Entidades básicas: Municipios y Provincias.
3.
El concepto de Estado: El Estado social y democrático de Derecho. Estado
unitario, autonómico, integrado en la Unión Europea.
Introducción: el concepto de Estado que articule la CE va a determinar los
principios de actuación y la posición de la Administración en el sistema. Acepciones del
término Estado en la CE: a) comunidad política organizada, b) organización de todos
los Poderes públicos territoriales y c) organización de los Poderes públicos de ámbito
nacional.
El Estado social y democrático de Derecho.
Concepto de Estado en la Constitución. Arts. 1 y 2 CE.
Estado de Derecho. Principio de división de poderes (legislativo, ejecutivo y
judicial, junto con la Corona y el Tribunal Constitucional) y principio de garantía de los
derechos fundamentales.
Principios que suponen la concreción de la claúsula del Estado de Derecho respecto a la
Administración Pública: a) principio de legalidad (arts. 9.1, 9.3 y 103.1 CE); b)
principio de control judicial de la actividad administrativa (arts. 24 y 106.1 CE) y c)
principio de responsabilidad patrimonial de la Administración (art. 106.2 CE).
Estado social. Supone una ampliación de las exigencias que se derivan del
Estado de Derecho. Afecta a la cuestión de las relaciones Estado-sociedad. Contenido:
“derechos sociales”. Art. 9.2, capítulo tercero del título I y art. 53.3 CE. Referido a la
Administración Pública: Poder público limitado por las potestades públicas y por el
principio pro libertate. Principio de subsidiariedad.
Estado democrático. Supone: a) soberanía popular (arts. 1.2, 66, 68.5, 99 y 117
CE); b) exigencia de pluralismo en la sociedad (arts. 6, 7, 22, 36 CE) y c) la idea de
participación (arts. 23, 92 y 68 CE).
Límites del principio democrático: los marcados por el Estado de Derecho, que son los
derivados de las relaciones entre los distintos Poderes públicos y los derivados de los
derechos fundamentales. La Administración en el Estado democrático: naturaleza
servicial de la Administración y su control democrático. Principios que plasman esta
cláusula: sujeción a dirección política y participación de los ciudadanos en la
Administración (arts. 9.2, 23, 51, 105 CE).
Estado unitario, autonómico, integrado en la Unión Europea.
Estado unitario autonómico
Art. 2: CE se fundamenta en la unidad y reconoce autonomía territorial
Principio de unidad: límite y preferencia a la autonomía; se articula mediante la
salvaguarda del interés general, que corresponde al Estado; impone límites a la
actuación de las Comunidades Autónomas; la unidad de los Poderes públicos asegurada
por la unidad del ordenamiento jurídico (común sumisión a la CE y al resto del
ordenamiento jurídico) y esa unidad garantizada por la superioridad legislativa y
ejecutiva del Estado y la exclusividad del Poder judicial.
Principio de autonomía territorial: reconocimiento por la CE. Distinción entre
autonomía regional (CCAA) y local (entidades locales).
Estado abierto a la integración supranacional, comunitaria
Art. 93 CE. Comunidades Europeas. Naturaleza jurídica: organizaciones internacionales
de integración. Tratado de Lisboa: Unión Europea. Fundamento: radica en los Tratados
(Tratados-ley). Derecho Comunitario: originario y derivado. Principios: a) de primacía
del Derecho Comunitario (límite: CE) deriva de la primacía de los Tratados
internacionales sobre leyes internas y b) de competencia.
La Administración Pública en el Estado unitario, autonómico e integrado en la Unión
Europea se configura como un Poder público limitado
pues las potestades
administrativas se atribuyen a distintos Poderes públicos: hacia abajo, Estado-CCAAAdministración local y hacia arriba, Comunidades Europeas-Estado.
4. Los derechos fundamentales.
Regulación en el Título I de la Constitución, derechos y deberes fundamentales.
Artículos 10 a 55. Proclamación de derechos y mecanismos de defensa. Ordenación en
capítulos justificada en la protección (art. 53 CE). Art. 10 recoge “principios y valores
que son fundamento del orden político y de la paz social”.
Protección de derechos y libertades (art. 53): aplicación directa de derechos y libertades
(derechos y libertades del capítulo 2º, arts. 14 a 38); reserva de ley (ley orgánica,
derechos de arts. 15 a 29 y ley ordinaria, resto de derechos); especial protección
jurisdiccional de los derechos fundamentales, recurso de amparo, ordinario (arts. 14 a
29) y constitucional (arts. 14 a 30).
BIBLIOGRAFÍA.
ALVAREZ CONDE, Enrique, Curso de Derecho Constitucional, I, Tecnos, Madrid,
2005.
ESCUÍN PALOP, Vicente, Elementos de Derecho Público, Tecnos, Madrid, 2011.
GAMERO CASADO, Eduardo, y FERNÁNDEZ RAMOS, Severiano, Manual básico
de Derecho Administrativo, Tecnos, Madrid, 2008.
MARTÍNEZ LÓPEZ-MUÑIZ, José Luis, Introducción al Derecho Administrativo,
Tecnos, Madrid, 1986.
SANTAMARÍA PASTOR, Juan Alfonso, Principios de Derecho Administrativo
General, I y II, Iustel, Madrid, 2009.
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