Necesidad de contar con una Ley de Acuicultura Sustentable para la Argentina. Daniel Seitune1 El establecimiento de un marco normativo nacional que promueva el desarrollo y crecimiento sustentable de la acuicultura, por medio de la producción de organismos acuáticos, se erige como una necesidad para la Argentina, frente a una actividad que conlleva un gran potencial de producción, generación de mano de obra, y seguridad alimentaria. En el mundo la acuicultura, que engloba el cultivo de organismos acuáticos, animales y vegetales, se va consolidando como una opción frente a los dilemas que vienen presentando las pesquerías marinas y continentales, recientemente el Instituto Earth Policy (2013) informó que por primera vez en la historia mundial y a partir del 2011, la producción de pescado cultivado (66 millones de toneladas) ultrapasó la producción de ganado bovino (63 millones de toneladas), y que, en ese mismo año, la población consumió más pescado originado en acuicultura respecto del proveniente de la naturaleza. Es la primera vez que la acuicultura supera a la pesca comercial, habiéndose además, duplicado el consumo mundial en los últimos 50 años. Ya en el año 1995, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), previó en el Código de Conducta para la Pesca Responsable (CCPR), los lineamientos mínimos para el desarrollo de la acuicultura en términos sustentables. En un mundo en constante crecimiento, con una proyección (según la FAO) de 8000 millones de habitantes para el año 2025, la demanda de alimentos será cada vez mayor y más exigente en cuanto a su calidad. Bien conocido es el alto valor de proteínas, minerales y vitaminas que suministran, a la salud humana, los peces y otros organismos acuícolas. Entre las cifras que demuestran el crecimiento de la acuicultura a nivel global, solo mencionamos que para el año 2010, el aporte mundial de la acuicultura de peces comestibles fue del 47 %, contra el 9% dado en el año 1980. Un hecho para tomar nota de la relevancia que ha tomado la acuicultura en América Latina, ha sido la reciente creación de la Red de Acuicultura de las Américas, que con el apoyo de la FAO, va dirigida a emplazarse como una referente de acuicultura sustentable, especialmente para América Latina. En Argentina la producción acuícola se compone actualmente de 21 especies, cultivándose también moluscos bivalvos, crustáceos, peces, anfibios, reptiles acuáticos y alga spirulina, además de otros cultivos intermedios que son utilizados como alimento para peces ornamentales, como así también para investigación y desarrollo de especies marinas. Actualmente, la actividad acuícola se concentra fuertemente en la región del noreste de la Argentina, con una producción diversificada en especies de clima subtropical. Y en menor medida en las regiones del noroeste y la Patagonia. Las perspectivas de acrecentar en todo el territorio la actividad y mejorar las producciones existentes, tendrán el efecto disparador de fortalecer las economías locales y regionales, buscando que la acuicultura se posicione en el país, como una industria importante. Un trabajo silencioso pero elevadamente significativo para la acuicultura viene siendo desarrollado por el Estado Nacional, desde hace algunos años, a través del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. En efecto, el Centro Nacional para el Desarrollo Acuícola (CENADAC), ubicado en el norte de la provincia de Corrientes, se ha constituido en el generador de transferencia de tecnologías, promoviendo entre otras acciones, la capacitación teórica y práctica como así también el desarrollo de talleres para productores, profesionales, técnicos y pescadores artesanales. Por otra parte, algunas cuestiones naturales referentes al clima, espacios geográficos, disponibilidad de agua entre otros, pueden favorecer el desarrollo de la acuicultura en la Argentina. En ese camino, la Dirección de Acuicultura, a nivel nacional, mediante un equipo interdisciplinario compuesto por biólogos, sociólogos, ecólogos, técnicos acuáticos y técnicos informáticos, desarrolló en base a un modelo de acuicultura sustentable, un primer estudio de zonificación para la acuicultura, (La zonificación en acuicultura. El caso de Argentina. Por Wicki, G; Crojethovich, A; Kojan, G; Coto,C; Ruggerio, C; Wilchensky, E; Panné, S y Luchini, L. Revista Infopesca Internacional Nº 48, páginas 11/15), en siete provincias, Fórmosa, Chaco, Santa Fé, Corrientes, Entre Ríos, Catamarca y Tucumán, con la finalidad de suministrarles conocimientos que les faciliten aumentar la actividad acuícola en sus respectivos territorios, tales como criterios adecuados para la selección de sitios (aguas y suelos), como así también análisis de los mercados regionales y locales para cada una de las especies principales posibles de cultivo. La acuicultura sigue siendo subvalorada con relación a otras actividades productivas, probablemente porque para el inversor, el resultado del rinde económico es más lento de percibir. A diferencia de la pesca marítima, que para su ejercicio, requiere entre otros requisitos de una mayor inversión, la actividad acuícola se presenta como una alternativa para el productor de pequeña escala, como los pescadores artesanales de río o mar, y por otro lado impide la migración de los pobladores hacia las urbes en búsqueda de nuevos horizontes laborales. Claro que la acuicultura, como cualquier otra actividad productiva, no queda exenta de dificultades. Los brotes de enfermedades especialmente microbianas y virales, se constituyen como el principal problema de la actividad, cuando se realiza en sistemas intensivos. En mucha menor escala de afectación, encontramos a los fenómenos derivados del cambio climático, y el más común, sin distinciones de regiones, es liderado por la contaminación de las aguas. En suma, no debe perderse de vista que los esfuerzos que se realicen desde la ciencias jurídicas para lograr una acuicultura sustentable, deberán ser acompañados por otros sectores que componen el sistema. Por ejemplo la matriz hídrica, entre otras, que deberá estar eficientemente preparada para la incorporación de nuevos usuarios como los derivados de la actividad acuícola. Por otro lado, la producción acuícola, originada en cultivos permite fácilmente medir la trazabilidad de los productos, que indudablemente contribuye a la eficiencia de las eco-certificaciones que desde hace algún tiempo van siendo exigidas con mayor frecuencia, por parte de los mercados internacionales. Finalmente, no caben dudas que el Estado, en cumplimiento de la manda establecida por el artículo 41 de la Constitución Nacional y en su calidad de depositario del interés público que revisten los recursos naturales, debe establecer el marco legal que prevea el desarrollo sustentable de la acuicultura como política de estado, en áreas como la biología de estos organismos, así como la genética, la sanidad e inocuidad, destinados a la producción y desarrollo de la comercialización de los productos acuícolas. 1 Abogado Especialista en Derecho Ambiental (UBA), Docente de Posgrado en la Carrera de Especialización en Derecho y Política de los Recursos Naturales y del Ambiente, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Docente de Posgrado en la Carrera de Especialización en Derecho Ambiental, de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires (UCA).