LA SOLEDAD DE GABRIELA MISTRAL EN SU DIARIO PERSONAL

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ABSTRACT
DISTANCIA TOTAL:
LA SOLEDAD DE GABRIELA MISTRAL EN SU DIARIO PERSONAL
Abigail D. Bacon
This thesis evaluates the theme of solitude throughout the diary of Gabriela Mistral. First,
it divides Mistral’s experience of solitude into three categories of isolation – personal,
national and social – and analyzes each one separately. In doing so, it exposes an important
aspect of Mistral’s individuality: her depression. The thesis then determines that the three
modes of distance that Mistral experienced will be essential to enhancing further study of
her poetics. Finally, it suggests that Mistral’s solitude is symbolic of Latin America’s
position in the global community at that time (c. 1914-45), thereby emphasizing the
significance of Mistral’s influence as a writer and activist.
DISTANCIA TOTAL
LA SOLEDAD DE GABRIELA MISTRAL EN SU DIARIO PERSONAL
A Thesis
Submitted to the
Faculty of Miami University
in partial fulfillment of
the requirements for the degree of
Master of Arts
Department of Spanish and Portuguese
by
Abigail D. Bacon
Miami University
Oxford, Ohio
2008
Advisor
Dr. Raúl Ianes, Ph.D.
Reader
Dr. María Álvarez, Ph.D.
Reader
Dr. José Domínguez Búrdalo, Ph.D.
ÍNDICE DEL CONTENIDO
INTRODUCCIÓN .............................................................................................................. 1
CAPÍTULO UNO ............................................................................................................... 6
DISTANCIA PERSONAL: MISTRAL Y ELLA MISMA............................................. 6
Autorreflexión, autoanálisis y autoconsideración....................................................... 8
El campo y la ciudad ................................................................................................. 10
La espiritualidad, la religión y la fe .......................................................................... 12
La maternidad, la educación y los niños................................................................... 13
CAPÍTULO DOS.............................................................................................................. 16
DISTANCIA NACIONAL: MISTRAL Y CHILE ....................................................... 16
Los puestos políticos, el cambio social y la opinión creciente.................................. 17
La política, el público y la nacionalidad................................................................... 21
CAPÍTULO TRES ............................................................................................................ 25
DISTANCIA SOCIAL: MISTRAL Y EL MUNDO..................................................... 25
La otredad, la Otra y la búsqueda de similitud......................................................... 26
Las mujeres, la feminidad y el feminismo.................................................................. 31
Las amistades ............................................................................................................ 32
El amor y las relaciones románticas. ........................................................................ 34
La libertad personal .................................................................................................. 36
La muerte, la mortalidad y la pérdida....................................................................... 37
CONCLUSIÓN................................................................................................................. 41
OBRAS CITADAS........................................................................................................... 43
ii
Al amor y a la amistad, sin los cuales yo también habría sentido la soledad
To love and to friendship, without which I, too, would have felt alone
iii
RECONOCIMIENTOS
Gracias a todos los que me ayudaron a cumplir este trabajo…
… al Dr. Raúl Ianes por permitirme trabajar con él en este proyecto muy ilustrativo.
… a la Dra. María Álvarez y al Dr. José Domínguez Búrdalo por leer esta tesis
críticamente y por ayudarme a mejorarla lo más posible.
… a la facultad del Departamento de español y portugués por enseñarme a pensar literal
y lingüísticamente del mundo hispanohablante.
… a mis compañeros por las largas conversaciones nocturnas y el entretenimiento que
encontramos en 20 Applewood y en Oxford, Ohio en general.
… a mis amigas, colegas y hermanas cuyo apoyo fue sin medida y a quienes estaré por
siempre agradecida.
… a mi familia por animarme, amarme y aguantarme hasta siempre.
… a Jason, mi media naranja, siempre por siempre.
iv
INTRODUCCIÓN
Gabriela Mistral fue una mujer que influyó notablemente en la cultura
latinoamericana tanto por sus escritos como por su trabajo político. Sus contribuciones
poéticas recibieron elogio y premios, incluyendo el Premio Nóbel de literatura en 1945, e
hicieron posible su participación en la actividad socio-política en Chile y México. Como
resultado de su fama literaria e influencia política, Gabriela pasó gran parte de su vida
madura en la esfera pública. Sin embargo, a pesar de encontrarse rodeada de gente, ella
todavía se sentía sola y es posible seguir el rastro de esta soledad a lo largo de sus
cuadernos de memorias, desde su juventud hasta las últimas entradas. El estudio de los
cuadernos personales de esta gran autora, junto con una investigación acerca del tema de
la soledad, contribuye al entendimiento de su trabajo literario y puede constituir una gran
aportación al estudio de su poética y su trabajo político.1
Al acercarnos a un diario personal es necesario ser conscientes de que un
verdadero diario no se adscribe al género literario ni al de las autobiografías ni al de la
ficción. El género de los diarios personales ha constituido un medio de comunicación
entre el pasado y el presente a través de los siglos. Sin embargo, el contenido ha
cambiado con los tiempos. Tradicionalmente, los diarios se originaron como un medio
para documentar los eventos históricos: el niño nació, tres gallinas murieron, una peste
invadió el pueblo. En aquellos diarios, se encuentran datos e información pública con
más frecuencia que emociones y pensamientos personales. Con la revolución industrial,
las mujeres de la clase alta y media-alta gozaban de más tiempo libre.
Así pues,
establecieron esencialmente la división entre el ámbito público y el privado de la
sociedad. Refiriéndose en concreto a las mujeres estadounidenses, Culley dice que este
cambio económico, junto con el romanticismo y el “descubrimiento” de la subconciencia,
desencadenó un cambio estilístico en los cuadernos de las mujeres. Los diarios llegaron a
ser personales y el yo se convirtió en el personaje central (3-4).2 Es decir, la vida de
1
Mistral escribió en unos cuadernos a lo largo de su vida. En turno, Jaime
Quezada los publicó juntos como un diario. En esta tesis, uso los términos “cuadernos” y
“diario” sinónimamente.
2
Aunque el estudio de Culley pertenece primordialmente a los diarios de las
1
reflexión personal y los sentimientos se hizo un aspecto importante del ámbito privado.
Las mujeres dejaron de mantener sus diarios como registros públicos y empezaron a
escribir en ellos acerca de sí mismas y para ellas mismas (4). Está claro que el diario de
Mistral corresponde a este propósito moderno de los diarios, dado que los temas que ella
trata en él son privados y su modo de escribir es muy íntimo. Esta intimidad de su
escritura no está limitada al tema de su vida personal. Ella no solamente escribe de sus
experiencias personales, sino que también da a conocer muy clara y abiertamente sus
opiniones y críticas del ámbito público y político. Limitando la categorización de los
diarios a los dos tipos que señala Culley – “family and social historian or self-centered
modernist” – no cabe duda de que Mistral pertenece a la segunda clase (4). La autora
escribe sobre la familia y los eventos sociales e históricos, no como una manera de
documentar los hechos, sino para expresar de que manera estos sucesos le afectaron a ella
en su propia vida. Mistral se aproxima a estos hechos de una manera subjetiva. A pesar
de que en su diario nunca se refiere a la razón por la que escribe, lo que se extrae de su
obra es su deseo de expresar pensamientos personales en un espacio privado y secreto.
El diario llegó a representar el espacio más íntimo de la mujer moderna, debido al
cambio histórico. En la privacidad de la escritura personal, la mujer se construía a sí
misma como un personaje literario y un yo narrativo (Culley 10). Esta construcción
causó la división que se percibe respecto a Mistral. Ella es a la vez la autora y figura
central de las entradas personales. En la historia de los diarios personales, la persona
verdadera (la autora) y el personaje del yo construido (el protagonista) constan de una
dualidad que surge de la yuxtaposición entre la meta de establecer self-continuity y la
dislocación de la cosificación del ego (Culley 10).
El objeto textual que Mistral creó en su vida diaria era una mujer que no se
asemejaba a la mujer sumisa típica de esa época: el personaje de Mistral tomaba whisky,
fumaba, no era madre y no se vestía a la moda. Sus escritos presentan anécdotas que
tratan sus disputas verbales con los hombres, representantes gubernamentales como el
Presidente Ibáñez (1877-1960), su trabajo político, que tradicionalmente pertenecía al
estadounidenses, yo supongo y propongo que las mujeres burguesas de Latinoamérica (y
Chile en particular) compartieron las características de las estadounidenses, ya que la
revolución industrial tenía influencia en todos los países occidentales.
2
hombre, y sus rupturas con las normas sociales. Aun así, sus escritos reflejan la fuerza de
sus opiniones sobre la mujer y el papel ésta. La mujer que emerge de las páginas del
diario muestra esta fuerte faceta, pero también expone su lado más débil y emocional,
exhibiendo la soledad que siente a causa de su diferencia. Al poner sus pensamientos en
papel, al escribir acerca de su vida y sus opiniones, la autora del diario establece un yo
textual. Este personaje es ficticio porque es diferente del personaje que el público conoce
e incluso distinto de la mujer que lo crea. Además, las autoras de los diarios eligen lo que
desean compartir y lo que no, y exponen todo lo compartido cuando les importa sin tener
en cuenta el paso de tiempo (Culley 11). Tal es el caso de la escritura en el diario de
Mistral, cuyas entradas no constituyen un recuento de sucesos cronológicos sino la
presentación de sus emociones sobre los años.
La elección entre lo incluido y lo omitido contribuye a la ficcionalización del
texto y constituye un factor que distingue los diarios de las autobiografías y las novelas.3
El diario personal representa un presente continuo que contrasta con la novela y
autobiografía (Culley 19). La voz central siempre se encuentra en el presente, aunque el
lector es consciente de que el tiempo transcurre entre las diferentes entradas. Este hecho
origina una tensión entre real time (el tiempo en que los hechos reales tienen lugar) y
time passing (el transcurro cronológico de los acontecimientos a lo largo del diario). El
yo del protagonista pertenece al time passing mientras la autora se mantiene en el real
time. A diferencia de lo que sucede en los diarios, la autobiografía se enfoca en un
período específico, mientras que la novela es consciente del paso del tiempo que
construye el autor. Debido a esta distinción, la estructura de los diarios deriva del
transcurso del tiempo porque los eventos externos en la vida de la autora pueden afectar
del contenido (Culley 19). Entonces, los diarios son el lugar donde la ficción de la novela
y la verdad de la autobiografía se unen.
Al evaluar el tema de soledad a lo largo del diario de Mistral, descubro tres causas
centrales que dan lugar a este sentimiento: la distancia personal, nacional y social. Con
respecto a la personal, me es evidente que Mistral se distanciaba de sí misma en cuatro
aspectos:
el personaje público y su personalidad privada; el deseo maternal y su
maternidad frustrada; la vida metropolitana frente a su crecimiento campesino; y la
3
religión y su espiritualidad. El crecimiento de la campesina joven a la ciudadana madura
aparece reflejado en la metamorfosis de su nombre de Lucila Godoy y Alcayaga a
Gabriela Mistral. Encuentro que es posible categorizar las tres dicotomías según estos
dos nombres. La personalidad privada, la maternidad frustrada, el crecimiento campesino
y la espiritualidad corresponden a “Lucila Godoy y Alcayaga”; el personaje público, el
deseo maternal, la residencia metropolitana y la religión se relacionan a “Gabriela
Mistral.”
La primera categoría representa lo que ella guardaba del mundo, lo que
protegía en el espacio privado; la segunda simboliza lo que presentaba al público, lo que
mantenía en la madurez y lo que utilizaba para esconder y distanciarse de su otro lado.
Ella ofrecía su lado resoluto al público pero escribía de su personalidad privada; nació en
Vicuña, Chile pero pasó su vida adulta en varias ciudades; nunca dio a luz a ningún niño,
pero encontraba otras maneras de desempeñar el papel de madre; practicaba el
catolicismo pero gran parte de su espiritualidad contradecía a la Iglesia. Esta serie de
dualidades muestran la escisión personal de la poeta que resultaba de la soledad al mismo
tiempo que la causaba. En el diario, ella percibe esta condición y al mismo tiempo la
acepta y la rechaza. La soledad es un fragmento del personaje fracturado de la autora y al
analizarla es posible aproximarse a un mejor entendimiento de la Mistral que surge de las
páginas de los cuadernos así como a la voz que salta de la poética de la verdadera Mistral.
Aunque la soledad la atormentaba, también estimulaba mucho de su poesía, la cual
obtuvo atención mundial. Como resultado, la autora fue el primer latinoamericano en
ganar el Premio Nóbel de literatura.
Unas décadas antes de recibir el Premio Nóbel, Mistral comenzó su trabajo
político y social. Éste fundamenta los otros dos temas centrales que se encuentran
conectados a la soledad en el diario: la distancia política y la distancia social. Su primer
trabajo gubernamental fue como maestra y requería que viajara a varias regiones chilenas
para realizarlo. A causa de sus viajes y porque enseñaba mucho en el pueblo, Mistral
reconoció la existencia de una diferencia notable entre la población urbana y la
campesina. Es posible que esta experiencia originara su devoción por la solución de los
problemas sociales, ya que desde su primer puesto diplomático intentaba trabajar en
nombre de los pobres, los indígenas y las mujeres tanto como fuera posible. Este trabajo
3
Con la palabra ficcionalización quiero decir el acto de hacer ficticio un texto.
4
humanitario la aislaba políticamente del gobierno chileno y, socialmente, de la clase alta.
Veo que el distanciamiento político y social que provocó este aislamiento es visible en el
discurso sobre la soledad de sus cuadernos, hecho que presenta una diferencia entre la
autora como personaje en el diario y la mujer real. En el espacio público ella mantenía
una cara resoluta e impermeable a la desaprobación de la burguesía, pero expresaba la
frustración y la tristeza de este aislamiento en las páginas privadas de sus cuadernos.
Esta diferencia entre lo que hacía y lo que escribía sirve para representar el personaje
dividido de Mistral. Como resultado, la distancia que ella interponía entre ella y sí
misma se extendía a su vida política y social.
La soledad que Mistral expresa en su poesía representa la condición
latinoamericana.4 El Premio Nóbel simbolizó la influencia de su poesía en la comunidad
literaria global. Según el discurso de presentación del Premio, su poesía lírica estableció
su nombre como un símbolo de las aspiraciones idealistas de la totalidad del mundo
latinoamericano (Nobelprize.org).
Sus escritos, estimulados por la soledad que
experimentaba, también representaban los sentimientos de mucha gente latinoamericana.
La distancia personal, política y social de Mistral influía en su poética, lo que, en efecto,
afectaba a su sociedad, a los lectores de su trabajo.
Esta tesis demostrará y analizará las múltiples instancias de soledad que surgen
del diario de Mistral, dividiendo la distancia emocional y mental en las tres categorías ya
mencionadas: distancia personal, distancia política y distancia social. De esta manera,
expondrá un lado de su personalidad que no ha sido considerado hasta el momento: la
mujer aislada y sola en una vida pública.
Esta exposición será indicativa de la
fragmentación de Mistral entre una persona real y un personaje textual. Al final, será
posible utilizar esta nueva información para establecer un mejor entendimiento de su
poética.
4
Los escritos de Kissinger sobre la historia de las relaciones políticas entre los
Estados Unidos y América Latina son muy informativos para este tema. La séptima parte
del último volumen de Henry Kissinger, Years of Renewal (New York: Simon &
Schuster, 1999), pp. 703-87 provee una descripción interesante de ellas. En particular,
elabora la política good-neighbor del gobierno estadounidense respecto a Latinoamérica.
5
CAPÍTULO UNO
DISTANCIA PERSONAL: MISTRAL Y ELLA MISMA
El hecho de que Gabriela Mistral fuera una figura pública nacional que dio la
primera voz literaria mundial a su país a través de su poesía y que trabajó como
representante diplomática podría implicar que vivía una activa vida social. Sin embargo,
los cuadernos donde anota sus pensamientos más personales indican que se sentía sola y
triste, que no encajaba con sus paisanos.
Mistral se encontraba efectivamente
fragmentada psicológica y emocionalmente. En realidad, ella fue al mismo tiempo una
chilena ideal entre los campesinos y una paria paisana entre los burgueses. En los
cuadernos se percibe un discurso de soledad que es recurrente a lo largo de su diario, lo
que refleja su falta de asociación. En particular, se aprecia que esta emoción aparece
cuando la autora trata temas personales como la autorreflexión, su preferencia por el
campo frente a la ciudad, la religión y la maternidad.
Todos estos temas personales se centran en la separación entre lo privado y lo
público y se manifiestan en la metamorfosis de la autora desde Lucila Godoy hasta llegar
a ser Gabriela Mistral. Esta división de su ego se llevó a cabo en varias etapas, según
señala Licia Fiol-Matta:
Mistral’s process of self-invention began early in life, and it included
some hesitancy as to how she should present herself publicly. Mistral
went through several versions of her pen name initially, from a mere
capital ‘Y’ in her very first writings as a girl, to gender-ambiguous
pseudonyms like ‘Alguien’ [Someone] and the more feminine names
‘Soledad’ [Loneliness] and ‘Alma’ [Soul] while she was an adolescent.
(xvi)
Así, a partir de 1889, la escritora cambió su nombre en cuatro ocasiones hasta terminar
con “Gabriela Mistral” en 1913 (Fiol-Matta xvii). Fijándose en su nombre real y en su
nombre asumido, se puede dividir su vida en dos etapas: la de Lucila Godoy y la de
Gabriela Mistral. La distinción entre la mujer “Lucila Godoy” y la “Gabriela Mistral” no
es superficial, basándose solamente en el cambio de los nombres, sino que es substantiva,
6
representando su crecimiento personal y profesional.
El cambio de los nombres es indicativo de una transformación de su persona y
trabajo. Ella comenta esta división de su propio personaje en sus cuadernos: “Aparte de
esa Lucila que lo ha querido apasionadamente, hay otra Lucila que es capaz de
interesarse por la vida de Manuel, por su vida, por su dicha” (Mistral 49, énfasis
añadido).5
Aquí, Mistral reconoce que se divide a sí misma entre un personaje
apasionado y un personaje racional.
Luego, Mistral explica el cambio de nombre
señalando que “Deseaba, pues, tomar un nombre de viento que no fuese ‘huracán’ ni
‘brisa,’ y un día, enseñando geografía en mi escuela, me impresionó la descripción que
hace Reclus, del viento, en su célebre obra, y en ella encontré ese nombre: Mistral”
(Daydí-Tolson 220). Según su evaluación, me parece que “esa Lucila que lo ha querido
apasionadamente” corresponde a “Gabriela Mistral” y que la “otra Lucila que es capaz de
interesarse por la vida de Manuel” pertenece a “Lucila Godoy” (Mistral 49).
Ella
utilizaba “Lucila Godoy” cuando escribía cartas oficiales y en su pasaporte, mientras que
en su escritura poética y prosaica firmaba su nombre como “Gabriela Mistral.” Su poesía
y prosa surgían de su pasión, de su personalidad apasionada; los documentos oficiales se
relacionaban con la razón y su persona como funcionaria oficial.
La metamorfosis del nombre parece extenderse más lejos que un viento
provenzal.
Usando los nombres como señales, se interpreta que la autora salió
simbólicamente del pasado y entró en un futuro. Además, el cambio de nombre es
indicativo del crecimiento profesional y del madurar de su carrera literaria. Finalmente,
la metamorfosis representa el movimiento desde el espacio privado y campestre, donde
comenzó su historia, hasta el espacio público y urbano. La soledad es el resultado de una
falta de conexión social que le lleva a sentir una falta de acompañamiento. Se puede dar
cuenta de que Mistral no sólo se sentía separada socialmente del mundo y de sus colegas,
sino que también se aislaba introspectivamente.
Por ejemplo, a través de la
transformación de su nombre, ella se distanciaba de sus orígenes y también se alejaba de
su identidad original. En las páginas de los cuadernos del diario, la distancia personal
también es visible en la autorreflexión, el tratamiento de la maternidad y en el discurso
5
En algunas de las citas del diario de Mistral, añado mi propio énfasis para
ayudarle al lector ver la base de mi argumento u observación textual.
7
sobre las ventajas del campo/pueblo y las desventajas de la metrópolis/ciudad.6 Al
analizar la
categorización de estos pensamientos, llegan a ser visibles sus valores personales y
puntos de autocrítica.
Autorreflexión, autoanálisis y autoconsideración
Es posible dividir los comentarios de Mistral acerca de sus emociones en dos
categorías. En muchas ocasiones reflexiona sobre su propia actitud, pero hay otros
lugares en los que escribe sobre cómo se sentía comúnmente. A la primera categoría
pertenecen sus reflexiones sobre sí misma desde una perspectiva separada de su yo, como
si ella estuviera considerando un personaje en un texto. A la segunda clasificación
pertenecen sus quejas personales y declaraciones de soledad.
Las dos formas de
autoconsideración cumplen dos papeles. Primero, confirman que el propósito de los
cuadernos es proveer un espacio para su escritura personal.
Segundo, los escritos
desvelan sus pensamientos sobre su propia persona, los cuales amplían una imagen que
era basada primordialmente en la opinión del público. Por todo esto es posible entender
mejor el carácter de la autora.
Encuentro que Mistral utiliza su diario como un lugar que le permite reflexionar
sobre sí misma y expresar los sentimientos que experimenta:
Tengo un corazón grande y en el que sólo germinan grandezas: inmensos
odios, amores y dolores. Son bestiales los primeros, divinos los segundos,
sublimes los últimos. Hay una firmeza asombrosa bajo mi debilidad de
mujer. Como el cristal de roca es fuerte, a pesar de ser cristal; yo lo soy a
pesar de ser mujer.
He tenido sentimientos tan gráciles que se han tronchado a un leve
soplo de desencanto, y sentimientos tan potentes que persisten hostilizados
por las rudezas de la suerte, las tosquedades del infortunio y el poder del
tiempo.
Soy paloma y soy fiera. Sé arrullar y rugir.
6
Es necesario notar que esta división temática es el resultado de mi interpretación
del diario y que Mistral no agrupó sus pensamientos de esta manera. Esta categorización
no intenta representar la cognición de Mistral respecto a la organización de los temas que
trataba en su escritura.
8
Soy modesta hasta la humildad y altiva hasta el orgullo.
(Mistral 31)
Mistral reconoce la diversidad de su interior, que no se limitan a un estado deprimido
permanente sino que incluye varias emociones: “inmensos odios, amores y dolores”
(Mistral 31). Ella indica que la fuerza de estos sentimientos vacila entre suaves y fuertes,
desde “un leve soplo de desencanto” a “tan potentes que persisten hostilizados” (Mistral
31).
Aun con todo el reconocimiento de su rango de sentidos, el sentimiento que
prevalece es el de la soledad; sus emociones no la protegían contra la distancia personal.
Por eso, desde su juventud y sus primeros trabajos como maestra, la soledad le
molestaba: “Tengo un ansia muy grande de descanso. Quiero leer mucho, estar sin la
gente y sembrar y regar árboles. Es un deseo que se me hace a veces desesperación”
(Mistral 51, énfasis añadido). Esta entrada no expresa la soledad específicamente sino la
voluntad de estar sola, o sea “estar sin la gente” (Mistral 51). Aunque este sentimiento es
distinto de las otras ocasiones en las que ella expresa su soledad involuntaria; en esta
entrada ella espera estar físicamente sola. Es interesante que su labor le procurara un
vida más y más pública con el paso de los años, al igual que su presencia social. Al
comienzo de su carrera, ella fue maestra, pero después de varios años empezó a trabajar
como representante político de cada vez más personas. La autora escribía sobre este
deseo al principio de su carrera, antes de salir de su país, y encuentro que fue la distancia
personal la que la mantenía a un nivel de soledad interna.
Aunque la soledad era una emoción dominante en su vida, Mistral reconocía que
era poco saludable y en algunas ocasiones ella intentaba aliviarse de su depresión. Esto
es evidente en la entrada siguiente, la cual constituye un tipo de meditación para animar a
la triste Gabriela:
Ejercicio para cargar el dínamo:
Cada vez que uno siente cólera, pena, celos, etc., cualquier
emoción baja, se toma una respiración profunda, sosteniendo el
pensamiento siguiente: Apropio toda la fuerza de esta emoción.
Al retener la respiración, se mantiene el pensamiento siguiente:
Esta fuerza ahora es mía, forma parte de mi ser y yo dispongo de ella a
voluntad.
Al exhalar la respiración, se mantiene el pensamiento siguiente:
Doy paz al Universo entero.
9
Se da paz si la emoción que se combate es cólera. Si se combate la
pena, se da alegría. Y así siempre se da (puesto que se ha trasmutado) la
cualidad contraria a la emoción que se combate. (Mistral 50)
Ella usa la metáfora de “cargar el dínamo” como sinónimo de “animarse,” la cual
constituye el objetivo del ejercicio. La tristeza cualifica como una “emoción baja” y por
eso este ejercicio funciona en el caso de su propia situación de soledad deprimida. Las
oraciones meditativas – “Apropio toda la fuerza de esta emoción,” “Esta fuerza ahora es
mía, forma parte de mi ser y yo dispongo de ella a voluntad,” “Doy paz al Universo
entero” – realmente presentan una intención de controlarse y alegrarse. La autora no se
satisfacía con su estado melancólico y utilizaba su diario personal para ayudarse a
controlar su emoción.
El campo y la ciudad
Mistral creció en el Valle Elqui de la región de Coquimbo al este de La Serena en
Chile. En esta área no había mucho desarrollo comercial sino que gran parte de la tierra
se mantenía silvestre. Es posible que este lugar de nacimiento fuera responsable del gran
afecto que ella sentía por la naturaleza y el pueblo, al igual que de su aversión a la ciudad
y lo industrial:
Lo que jamás me daría Santiago: Para vivir dichosamente, yo necesito
cielo y árboles. Mucho cielo y muchos árboles. ¡Sólo los ricos tienen en
Santiago estas cosas! Algo más que me robaría Santiago: la paz. Sería
imposible aislarse del todo allí. Ando siempre en pensiones. Soy una
huésped tan odiosa. (Mistral 52)
La adoración que Mistral sentía hacia su querido campo vino acompañada de su rechazo
de la ciudad. Ella nunca llegó a estar cómoda en Santiago y realmente había muy pocas
ciudades que a ella le gustaran.
El pueblo, el campo y el paisaje fundaron su
conocimiento del mundo; y aunque ella declara: “Soy mujer de enormes evoluciones,”
en este caso se aferró a su juicio a lo largo de su vida (Mistral 52). Esta podría ser la
razón por la que Mistral identificaba su tristeza con la miseria de su pueblo, la cual está
compartida por todo el paisaje. Al mismo tiempo, la sintaxis de la siguiente entrada hace
posible que esta “miseria incalificable” que vive su pueblo sea la “realidad”:
10
Yo sé que el valle de Elqui adentro, que es en verdad mi pueblo, porque en
Vicuña nací de casualidad, vive una miseria incalificable, igual que la de
todo el Chile montañés que está lejos de las ciudades gastadoras y cursis.
En la aldea de La Unión me hicieron. Y en la otra, Montegrande, me crié.
Esta es la realidad. (Mistral 21)
En este fragmento la autora expresa que la realidad es la miseria. Por extensión, ella
vivía su tristeza como su pueblo vivía su miseria; ésta era la realidad. Es interesante
notar que ella prefiriera el paisaje a la ciudad. La ciudad es un lugar que se encuentra
lleno de personas. En contraste con esto, el campo, el paisaje, el pueblo, y todo lo que se
halla fuera de la ciudad parece más solitario. Si deseaba escapar de una soledad física, el
campo no era el mejor lugar donde lo podía llevar a cabo. Sin embargo, ella justifica esta
preferencia con la familiaridad del pueblo y la comodidad del campo:
Lo amo porque le conozco [al pueblo]. Le compadezco porque sé de sus
lágrimas[,] porque he compartido su cáliz y he visto los dramas,
indescriptibles de horror, en todos los cuales la Miseria lleva el primer
papel, realizados en esa caverna pestilente, negra y fría que se llama el
suburbio. Ni aun sus crímenes me le hacen repulsivo. Todos ellos tienen
un solo nombre: Hambre.
Amo al pueblo por su infortunio; porque sólo en él existe en forma
perfecta. Allí tiene su pináculo el Dolo, porque reasume al Dolor moral y
al dolor de las entrañas: ¡el Hambre! (Mistral 33-4)
Esta mujer de campo nunca intentó negar que ése fuera su origen; fue el campo el lugar
que mejor conoció sus frustraciones y su realidad. Esto es notable porque, debido a su
fama, se adentró en la vida culta y de elite, pero nunca rechazó sus raíces campestres.
Aunque vivió en muchas ciudades en varias partes del mundo, siempre estaba más
cómoda en el paisaje rural que en los centros urbanos.
La preferencia del campo se extendió e influyó en su preferencia por la tierra
americana en general. Cuan apartada de la sociedad se percibía Mistral, ella siempre
apreciaba “América” como su lugar de asociación, viendo los dos continentes como una
sola América, de modo que no le importaba donde se hallaba en las Américas porque
toda la tierra americana constituía su hogar.
Así, cuando se mudó de Portugal a
Petrópolis, Brasil, se alegró de reconectar con la tierra americana:
[El resuello del suelo americano sobre mi cara] siempre me dio fuerzas y
un poco de alegría, que una alegría mayor no puede vivirse en los tiempos
11
que corren. Al menos esta sagesse me dará el sostén espiritual en el clima
de tempestad que está viviendo el mundo y que yo veo acercarse a la
América a grandes pasos. (Mistral 154)
Con este “clima de tempestad,” se refería a las tensiones políticas e internacionales de la
Segunda Guerra Mundial. Su salida de Europa para América fue verdaderamente una
salida del campo de batalla, la que también le brindó una fuga espiritual. Dándose cuenta
de que no había ningún lugar que no estuviera afectado por la guerra, llegó a Brasil y
determinó que la tierra americana era el mejor lugar donde podía estar, puesto que esa
tierra era su hogar verdadero.
Aunque la mudanza no fue una vuelta a Chile,
representaba la vuelta a su hogar americano, donde podía tranquilizarse más que en
Portugal, aun se alegraría.
La espiritualidad, la religión y la fe
Mistral envidiaba a la gente alegre porque percibía su alegría como una
característica que ella misma no podía mantener: “Hay un cielo, un sol y un no sé qué en
el aire para rodear sólo seres felices. ¿Lo seré un día? Cristo mío que me miras escribir,
dame muchos días así” (Mistral 49). Es notable que ella no se incluye a si misma como
miembro de este grupo alegre, sino que se distingue de él, insinuando que ella no
encajaba con sus paisanos felices.
La espiritualidad de Mistral le apoyaba sobre todo su tristeza y soledad. Ella
acudía a Dios, Jesucristo y/o al Espíritu Santo en busca de compañía. En realidad, parece
que la autora intentaba sustituir el aspecto social de la religión organizada con la
búsqueda de una relación íntima – casi mística según sus propias palabras – con Dios. La
espiritualidad y el sistema de fe que defendía Mistral no eran la normativa social del
estado chileno. Ella no fue parte de ninguna comunidad religiosa, ni siquiera de una
parroquia: “Yo no soy antirreligiosa, ni siquiera religiosa. […] En suma, soy cristiana,
pero no soy católica” (Mistral 72). Esta diferencia religiosa fue causada de mucha crítica
personal, profesional y política. La autora representaba la voz de Chile tanto en su poesía
como en su trabajo diplomático, pero ella no se ajustaba al dogma católico que la mayoría
de los chilenos seguía. Como cristiana, consultaba con representantes de la Iglesia sin ser
miembro de la misma religión, acción contradictoria según los católicos devotos:
12
“Luego, una visita al Obispo [de Temuco], quien me habló de mi mala práctica de no
hacer vida social, con lo cual pierde el colegio […] Triste yo me siento cada vez que
hablo con un cura. Tal vez sea soberbia, que yo soy el verdadero cura” (Mistral 76). En
esta entrada, comenta su visita al Obispo, cuya opinión ofrece la observación de la
soledad social de Mistral desde una perspectiva fuera de Gabriela misma. Esta impresión
confirma que Mistral se aislaba socialmente, y añade el juicio de la “mala práctica” de tal
aislamiento. También, muestra su lejanía de la normativa católica con el comentario “yo
soy el verdadero cura” (Mistral 76).
Las características de los principios en que creía Mistral clarifican la oposición
que mantenía a la Iglesia. Ella afirma que los bienes representan ni la felicidad ni la
espiritualidad. Ella distingue entre la pobreza y la miseria, diciendo que “…la pobreza no
es enemiga del progreso espiritual, pero la miseria sí. La miseria afea la vida y encallece
el alma” (Mistral 107-8). Según esta mentalidad, el hecho de que a una persona le falten
bienes y riquezas no indica que esté en la miseria, ni tampoco señala la imposibilidad del
progreso espiritual.
Lo que obstaculiza ese progreso es la miseria en sí, tanto el
desconocimiento de su fortuna como el entristecimiento a causa de la desgracia. La
hipocresía de este comentario es llamativa. Esta mujer, cuya espiritualidad le importaba
mucho, sentía un cierto nivel de miseria a lo largo de su vida. Llama la atención sobre su
propia circunstancia sin hablar de su experiencia exacta. Es posible que, en cierta
medida, mantuviera su miseria con el propósito de conservar el purgatorio en que creía:
“Yo creo, y firmemente (soy católica), en este mundo como purgatorio” (Mistral 111).
Consciente o subconscientemente, la autora enlaza su creencia en el purgatorio con la
obstaculización del espíritu – la miseria y el purgatorio obstaculizan el progreso
espiritual, siendo éste el último impedimento.
La maternidad, la educación y los niños
Es posible identificar un discurso maternal que en ocasiones fomenta la soledad y
la tristeza que Mistral sentía. En él Mistral opina acerca de la maternidad y desvela sus
deseos de tener su propio hijo. Es visible que ella percibía su posición de maestra – y
luego su trabajo diplomático – como una substitución del papel de madre. Hay múltiples
13
referencias a la afección que sentía por sus estudiantes, como si fueran sus propios hijos.
Como maestra no solamente enseñaba a los estudiantes sino que también les cuidaba e
intentaba establecer una relación cariñosa con ellos.
En el diario, se alegra de las
relaciones que resultan, las cuales satisfacen sus esperanzas maternales: “Un grupo de
jóvenes uruguayos me invitan a un homenaje que preparan en su país, tomándome como
representante de la mujer de América. Yo no deseo sino que me dejen en paz, sin vítores.
A mí me basta saber que esos jóvenes me guardan algún afecto” (Mistral 103, énfasis
añadido). Ella no buscaba atención; simplemente deseaba la devolución del afecto que
les prestaba a sus estudiantes. En su trabajo diplomático ella siempre fue consciente de la
protección de los campesinos y los indígenas, a modo de madre. Sin embargo, al tiempo
que sustituía a hijos naturales por estudiantes y paisanos, no fue posible satisfacer su
deseo de tener un hijo propio: “A los niños me he dado y sólo para ellos guardo mi salud
y mis bríos. ¡Soy una solterona enamorada de los hijos ajenos!” (Mistral 52). La
declaración de su adoración por los hijos de otras personas es un anuncio subliminal de
su deseo de tener su propio niño. Ella determina mantener su salud y sus bríos porque les
quiere a los niños y está enamorada de los hijos ajenos, porque aspira tener sus propios
hijos para realizar su maternidad.
Mistral se dedicaba a sus estudiantes para aliviar su deseo inquieto, pero esta
devoción parece haber tenido el efecto de reforzar – y aún acentuar – sus ansias
maternales, ya que los estudiantes personificaban un recordatorio de la ausencia de un
hijo suyo: “Yo, mujer sola, tan sola que puede injuriárseme sin temor por cualquier
cobarde, no soy la intrusa en el mundo de los niños. Miro a mi conciencia y hablo
delante de ella e iré, tras de escribir estas palabras, tranquila a mi clase cotidiana”
(Mistral 81). Tan sola como se encontrara, jamás sintió la distancia personal cuando
enseñaba, porque allá no era “la intrusa,” como escribió, sino un miembro entre otros
discípulos. La escuela, en general, representaba un tipo de refugio de la soledad y la
tristeza.
Cuando terminó de enseñar, comenzó su trabajo diplomático.
Este cambio
profesional propició la pérdida de su conexión directa con los niños. Para resolver esta
carencia, adoptó a su sobrino Juan Miguel Godoy Mendoza, o sea, Yin-Yin, como
14
Mistral le llamaba (Mistral 265).7 Los dos eran figuras abandonadas a causa de la
ausencia de sus padres respectivos; así pues, se encontraron y se acompañaron como un
par perfecto. En los cuadernos del diario es aparente que Yin-Yin fue la respuesta al
desesperado deseo maternal. La adopción satisfacía las ansias maternales de Mistral y, al
mismo tiempo, aliviaba la soledad. Cuando Yin-Yin murió en 1943, Mistral abandonó su
felicidad completamente y cayó en una depresión.8
“Mi ánimo está por el suelo,
literalmente por el polvo. Ni la poesía logra empinarme. Sólo un instante. Y me abatió”
(Mistral 159). La misma solución que le había animado, acentuó su depresión de nuevo.
Había muerto no solamente su hijo sino su compañero, la única presencia de familia en su
vida.9
Al perder a su hijo adoptivo, su soledad física y mental aumentó.
7
Como ya he mencionado, el padre de Mistral la abandonó cuando ella era niña.
Él se casó con otra mujer y ellos tenían otros hijos. Yin-Yin era el nieto del papá de
Mistral con su nueva esposa; era el sobrino de Mistral (Daydí-Tolson 223). Cuando sus
padres murieron, Mistral le adoptó (Quezada 265).
8
Es necesario indicar que la muerte de Yin-Yin era un punto de contención para
Mistral. La policía determinó que se suicidó, pero Mistral nunca aceptó esta conclusión.
Ella sostenía que él fue matado por unos colegas envidiosos (Daydí-Tolson 225).
9
En 1929, pocos meses después de la adopción de Yin-Yin, la madre de Mistral
murió (Daydí-Tolson 223).
15
CAPÍTULO DOS
DISTANCIA NACIONAL: MISTRAL Y CHILE
Aunque la relación entre Mistral y el gobierno chileno empezó siendo respetuosa,
con el tuempo se convirtió en tirante. Su carrera en la enseñanza fue el punto de entrada
para el trabajo político de Gabriela. Los puestos educacionales le dieron la oportunidad
de conocer a varios representantes políticos. Entre ellos, Pedro Aguirre Cerda (18791941) es el más mencionado en los cuadernos a causa de su influencia en muchos de sus
empleos gubernamentales. Fue Aguirre Cerda, Ministro de Educación y Justicia chileno,
quién contrató a Mistral y le asignó una serie de puestos directivos en las escuelas
patrocinadas por el estado entre 1918 y 1922. Ciertamente, fue él quien la nombró
Directora del Liceo número 6, un puesto competitivo que nos indica el buen trabajo que
la autora hizo en los puestos directivos anteriores.
A pesar del éxito obtenido en este campo, Mistral salió de Chile después de cuatro
años de funcionaria en cargos administrativos y comenzó su vida en el destierro. En
1922 se fue a México para trabajar con el ministro de educación mexicano José
Vasconcelos. Allí, ayudó con la planificación de la educación rural mexicana y aprendió
acerca de las raíces indígenas de Latinoamérica. México fue sólo una parada en la vida
viajera de Mistral, que durante el resto de su vida, o vivió o viajó por Argentina, Brasil,
Cuba, España, los Estados Unidos, Francia, Portugal y Uruguay.
Al volver a Chile en 1925, la relación entre la autora y el gobierno chileno había
cambiado. Se quedó en Chile muy poco tiempo antes de empezar su autoexilio y su
carrera en la diplomacia internacional. Elizabeth Horan nos relata que “in letters to
Eduardo Barrios and statements to the press she indicated a desire to distance herself
from Santiago and any kind of regular contact with the literati” (133). Aunque Mistral
había viajado a causa de sus puestos educativos, el tiempo que pasó en México despertó
en ella el deseo de ausentarse de Chile con más frecuencia. Mistral llevó a cabo su
empeño después de poco tiempo; se jubiló del gobierno y aceptó un puesto voluntario en
la Liga de Naciones en París. La relación entre Mistral y su gobierno empeoró en 1930,
16
cuando éste suspendió su sueldo y los beneficios de una futura jubilación. Es posible que
éste fuera un acto puramente administrativo y no personal, pero para ella simbolizó la
pérdida del apoyo del gobierno y del país que estaba representando internacionalmente.
Como resultado del cambio económico, Mistral aceptó unos puestos académicos en
varios países mientras mantenía sus puestos diplomáticos.
Estas experiencias aumentaron su perspectiva sobre el mundo y política, ya que le
presentaron la oportunidad de viajar y trabajar con gobiernos extranjeros. Con todos los
puestos y viajes, Mistral aprendió más sobre el mundo y las diferentes culturas. Estas
experiencias contribuyeron a forjar sus opiniones sobre el papel de la política, sobre Chile
y sobre la posición social de las mujeres y los indígenas. Mientras su conciencia política
crecía, su relación con su gobierno nativo se distanciaba. En esencia, su empleo político
tuvo el efecto de condenarla al ostracismo nacional y social porque Mistral era consciente
de su opinión política diferente y porque se apartaba de la burguesía con la que trabajaba.
Esta distancia nacional es el segundo tema evidente en los cuadernos personales,
distancia que contribuía a la soledad de la escritora, puesto que para ella ésta también
implicaba un distanciamiento de sus paisanos.
Los puestos políticos, el cambio social y la opinión creciente
Durante su carrera política, Mistral siempre buscó el cambio social y educacional.
Evidentemente ella esperaba que el gobierno fuera el medio para llevar a cabo los
cambios necesarios. Al principio, fueron los puestos educativos los que introdujeron a
Mistral en la actividad política, pero también causaron que se sintiera distanciada. Un
empleo de ese tipo fue el tercero, por el cual el gobierno la envió a Los Andes para
enseñar y vivir en aquel pueblo campestre. Ella estaba separada físicamente del paisaje
familiar y también se aislaba intelectualmente de la gente en su nuevo hogar: “Vivo mi
vida retirada y sin pretensiones en un pueblo, como Los Andes, intelectualmente infeliz.
Aquí nadie o casi nadie lee. Gusto poco o nada del elogio en público” (Mistral 47). Ella
determinó que al pueblo le faltaba un cierto nivel de intelectualidad y eso le hizo
distinguirse de la población del pueblo porque la gente de Los Andes no cumplía con ese
valor intelectual. La tristeza que expresa en esta entrada es distinta de otras expresiones
17
en dos maneras. Primero, en lugar de encontrarse triste emocionalmente, ella se sentía
“intelectualmente infeliz.” Nadie la había ofendido sino que ella extrañaba una conexión
intelectual que establecería un puente social para ella. En segundo lugar, la autora
justificó esta tristeza: “Creo que yo recibí una misión en este pedazo de tierra: alejar del
materialismo filosófico a algunos que más tarde tendrán actuación intensa en artes o
educación” (Mistral 47). Al justificar su infelicidad con la idea de estar de “misión” ella
parece creer que su tristeza y su aislamiento fueron sacrificios necesarios para realizar un
trabajo necesario e importante. La autora afirmó este aislamiento en la siguiente entrada:
La vida ya fue para mí demasiado madrastra. Y me dejó este miedo, casi
terror, de las gentes. Este pueblo andino en que a nadie conozco, es
propicio a mi resolución de aislarme con mis heridas y con mis
desengaños. Soy tan huraña, tan fierecita de la montaña, hablando
lengua, no otra, que la primitiva mía. (Mistral 48, énfasis añadido)
Mistral justificaba el sacrificio de su felicidad y acompañamiento a favor de su
“resolución de aislarme con mis heridas y con mis desengaños.” Confiesa acá que su
soledad es el resultado de su elección y toma la responsabilidad de su situación. Al decir
que la vida es “madrastra,” expresa la distancia entre la vida y ella. Mistral pensaba que
no se trataba una relación consanguínea, que la vida no la dio a luz a ella sino que
simplemente ocupaba el puesto maternal vacante.
Esta experiencia de distancia es representativa del tono de sus trabajos para el
gobierno chileno. Ella los entendió como encargos que la llevaron a salir de su hogar y a
distanciarse de sus paisanos. Al mismo tiempo que reconocía la diferencia entre sí
misma y sus paisanos chilenos, aprendía de lo que a ellos les faltaba y necesitaban. En
efecto, utilizó lo que había aprendido en su trabajo político. Su labor en México es un
ejemplo de esto. Los puestos campestres le mostraban que los campesinos no tenían una
educación igual a la de los “ciudadanos,” hecho que contribuyó a la división social entre
estos dos grupos. Además, un gran porcentaje de aquellos campesinos en Chile era gente
indígena. Cuando ella se fue a México, el objetivo de su trabajo con José Vasconcelos
Calderón (1882-1959) y el ministerio de educación era la instrucción de los indígenas en
el campo mexicano. Mistral dejó su trabajo administrativo chileno y aceptó la invitación
de Vasconcelos de trabajar en México, en parte porque le presentó la oportunidad de
hacer lo que esperaba de un gobierno: educar a una población marginada para mejorar su
18
situación económica. Los comentarios en su diario indican que se dio cuenta de que no
podía hacer este tipo de trabajo en Chile.
Mistral tenía muchas esperanzas en el papel del gobierno chileno, pero éste nunca
satisfizo sus estándares o ideales. La desesperación de la tristeza y la soledad de Mistral
parecen llegar a un extremo en varios momentos debido a la pobreza y la política que
encontraba durante sus puestos gubernamentales. La autora la expresa gritando desde las
páginas:
“¡Miserias de todas partes, y soportables cuando hay grandes cosas que
compensen de eso!” (Mistral 83). Al hablar del aislamiento del campo respecto del
mundo de la modernidad, Mistral se frustraba a causa de la división socioeconómica entre
los ciudadanos y los campesinos. Observó que cuanto más se beneficiaban los ricos, la
situación de los pobres empeoraba. Durante su empleo en los Andes escribió: “En ese
rincón chileno de llorar, adonde no llegaban periódicos ni gentes con quienes cambiar un
comentario argentino” (Mistral 57). La autora se encontraba en un sitio aislado tanto por
su situación geográfica como por la ausencia de las noticias del mundo exterior, situación
que le confirmaba la diferencia entre el privilegio de la ciudad y la pobreza del campo.
Para una mujer que valoraba la educación tanto como ella, esta situación era muy triste.
Deseaba que hubiera más oportunidades accesibles a la gente que vivía en tal aislamiento
y la educación constituía el punto de acceso.
Aunque no se sentía relacionada con la clase política de su país, sí percibía una
conexión con la gente proletaria y se entristecía al ver el cambio de su país a peor.
Porque no quería regresar a su tierra, ella miraba la caída de Chile desde Europa a través
de las experiencias de los españoles. Los cuentos que escuchó solamente sirvieron para
reforzar su oposición a la cultura de la ciudad y al gobierno chileno.
Suelo tener tristes encuentros con españoles que estuvieron en Chile.
Prefiero no dar sus nombres. Van allá estos desgraciados (sentido
mexicano) y les abren clubes, hogares, salones oficiales, prensa, etc., les
dan entrañas. Ellos vuelven contando una ciudad de Santiago corrompida
y grotesca, babeando aventuras de amor que son tragedias y que ellos no
saben respetar; riéndose de la loca generosidad nuestra que ni cuela, ni
escoge, ni jerarquiza, lo cual no impide que hagan hispano americanismo
[sic] de diario o de discurso. (Mistral 133-4)
Según Quezada, a causa de esta opinión, la cual compartió en “El Mercurio,” la autora
19
fue acusada “por un grupo de inmigrantes españoles residentes en Santiago, de abrigar
sentimientos antiespañoles,” pero su opinión realmente expresaba la desilusión por su
país (Mistral 265).
Describe Santiago como una ciudad “corrompida y grotesca,”
características que resultan de la influencia de los “desgraciados” españoles que babeaban
“aventuras de amor que son tragedias.” No obstante, esta descripción es casi protectora,
aun maternal, puesto que describe los encuentros de una manera triste, como si quisiera
decir “¿cómo permitir que pasara?” La corrupción contradecía el Chile ideal que Mistral
había imaginado.
Ella opinaba que el papel del gobierno era proteger a toda la gente del país.
También pensaba que tal gobierno necesitaba un líder fuerte a quien le importara el
bienestar de los paisanos. Si embargo, después de la presidencia de Aguirre, ningún
gobierno presentaba estas cualidades esenciales que buscaba Mistral. En particular, el
gobierno del General Ibáñez fue el que menos representaba estos ideales:
“Si la
misericordia de Dios botara a Ibáñez de la Presidencia, yo pediría un consulado en el
Cairo o en Atenas, o en cualquier puerto caliente. Me jubilaron con una miseria y no
puedo vivir con eso. Pero Dios se olvida de nuestras patrias infelices” (Mistral 111). En
el caso de Ibáñez, ella se opondría a su poder hasta sacrificar su trabajo para evitar ser su
representante. En su opinión, él no podía satisfacer las necesidades de todos los chilenos:
“Me apena ver que los chilenos no tienen otro super hombre que el sr. General: es muy
triste ver su patria caída en una mentalidad de tribu. Chile ha olvidado su terrible
experiencia.
¡Aquellos tiempos del militarote!” (Mistral 142).
Mistral percibía la
decadencia de su país bajo el control militar de General Ibáñez porque no estaba de
acuerdo con la política que él ejercía:
la militar.
Opinaba que se había dirigido
demasiada glorificación a la vida de soldado hacia los niños, produciendo entre la
población joven la veneración del soldado. Principalmente pensaba que un sargento no
era el mejor presidente debido al efecto que producía los gobiernos militares: violencia,
pestes, pobreza y desorden. Su desacuerdo con este líder la alejaba aún más, distancia
filosófica que aumentó la soledad de Mistral: “Me asombran algunas cosas como éstas
que me llegan de Chile… Yo pienso con una tierna tristeza en este hombre limpio…
Vivo inquieta por la situación política de Chile” (Mistral 143). Las “cosas” que le
llegaron de Chile fueron las noticias de la muerte de Aguirre. El “hombre limpio” era
20
Aguirre Cerda, amigo que apoyaba a Mistral en sus trabajos administrativos a lo largo de
su carrera. “La situación política de Chile” que le inquietaba era la incertidumbre de
quien sería el próximo líder de Chile. Al reconocer la posibilidad de su país tomando
decisiones que iban en contra de sus creencias, la autora se sentía cada vez más aislada de
la población chilena. Por eso vivía “inquieta por la situación política de Chile,” aunque
oponerse al gobierno totalitario era peligroso.10 “Yo soy una subalterna que debe tener,
Santo Dios, la boca callada,” ella escribió (Mistral 157). Aunque no estaba de acuerdo
con la política tampoco quería enfrentarse a un gobierno totalitario.
La política, el público y la nacionalidad
Debido a que tenía dos trabajos públicos, uno como empleada gubernamental y el
otro como escritora, Mistral recibió el doble de la crítica a la que se habría enfrentado si
hubiera tenido un solo empleo. Su sensitividad a la crítica contribuyó a la distancia que
percibía, ya que la recibió como una ofensa personal. En su diario menciona una ocasión
en la que fue criticada erróneamente por un aspecto de su trabajo político dentro de un
comentario que la ridiculizaba tanto por su título oficial como por su popularidad:
Ocurre por los mismos días que mi Gobierno no se acordase de que yo no
soy espíritu glorioso, por desgracia, y me diese un sueldo de Cónsul de
2da. clase. La prensa, la inconsciente y atarantada prensa de Chile,
publicó a grandes títulos la noticia de mi ‘acenso a Cónsul General’ (3 o 4
grados más de lo que se me dio). Entonces los buenos criollos literatos se
lanzaron a una campaña de injurias por aquella ley, sin saber, o
sabiéndolo, que yo había servido 2 años el cargo como Cónsul honorario,
poniendo y agotando en ello mis magros ahorros. Ha dirigido la campaña
a ocultas Augusto D’Halmar, candidato perpetuo al Consulado de Madrid.
Silva Castro la ha coronado con un panfleto. Sabía yo que esa gente me
llama extranjera [sic] por ser una de las pocas criaturas criollas que van
quedando en un país ya bastante sajonizado. Sabía que me odiaban por
eso y por mi vida en Europa más el ruido exagerado y vano de mi pobre
nombre que anda en los papeles. (Mistral 135-6)
En esta entrada es evidente que Mistral no se sentía aceptada por la burguesía chilena –
10
Mistral llamó al gobierno “totalitario”; no intento comprobar la veracidad de
este título.
21
los literatos en este caso – en su tierra nativa. El gobierno chileno le dio un sueldo de
cónsul de segunda clase mientras trabajaba en Madrid, pero la prensa chilena escribió
erróneamente que ella había recibido el sueldo de Cónsul General. Este reportaje resultó
en la indignación de algunos escritores y también en una campaña a favor de la
sustitución de Mistral por Augusto D’Halmar. Raúl Silva Castro, a quien se refería
Mistral en el fragmento anterior, era uno de los grandes críticos de la vida y escritura de
la autora. Según Jaime Quezada, “tanto Augusto D’Halmar […] como Raúl Silva Castro
[…] no tuvieron nunca simpatías literarias por Gabriela Mistral. Silva Castro, incluso,
escribió unos Estudios sobre Gabriela Mistral [sic] (1935) bastante personalistas y
desfavorables a la poetisa” (Mistral 266). Esta falta de favor personal y poético infiltró la
crítica de Mistral como representante del gobierno chileno y causó que ella percibiera que
sus colegas la rechazaban. Este rechazo contribuyó a su soledad, puesto que no se sentía
apoyada ni profesional ni socialmente. Por todo esto, aun cuando el gobierno la apoyó
para avanzar en su carrera política y le concedió un empleo encomiable, supo mantenerse
distanciada de la comunidad política.
Los puestos internacionales le brindaron a Mistral la oportunidad de buscar la
afiliación y el acompañamiento social del que su vida carecía mientras aprendía acerca de
otras culturas y costumbres. Cuando salió de Chile en 1925 para trabajar en París, ella ya
había empezado a distanciarse del gobierno que llegó a representar.
Los trabajos
internacionales motivaron esta diferencia de opinión porque hicieron posible su
comparación de Chile con otros países.
La distancia política que resultó de esta
perspectiva, desarrollada, resultó en una búsqueda de afiliación que surgía cada vez que
Mistral se mudaba a un nuevo lugar a causa de los diferentes puestos diplomáticos. Es
interesante que tal búsqueda se divida en dos partes. Primero, el hecho de que ella
pensaba encontrar la afiliación social en cada lugar nuevo; y segundo, que no la
encontrara en su país nativo.
En realidad, Mistral encontraba afiliación política y acompañamiento social en
cada país.
Al principio de su vida viajera, Mistral resistía los sentimientos que la
llevaban a preferir un país diferente al suyo. Por ejemplo, a causa de su relación con
Vasconcelos, ella se sentía con “firmeza al caminar.” También, debido a esta relación, la
sociedad mexicana la incluía de un modo que su propio país nunca la acogió: “La
22
aristocracia vive a puertas cerradas o está en Europa. Hay en México – doloroso esto –
un antiextranjerismo punzante. No me ponen dentro de él, pero yo me pongo” (Mistral
89, énfasis añadido). Aunque su relación con Vasconcelos y la relación que estableció
con los mexicanos le permitieron entrar como miembro en lo social, ella mantenía su
distancia al situarse dentro del “antiextranjerismo punzante” que notaba. En México no
quería sacrificar su nacionalidad para adoptar un nuevo nacionalismo.
Después de
México, su inclinación empezó a cambiar. Durante su viaje a Puerto Rico escribió: “En
esta isla [de Puerto Rico] me quedaría […] Vivo entre los isleños como dentro de una
familia y me han dado una ciudadanía honoraria portorriqueña para que me sienta de
ellos” (Mistral 102, énfasis añadido). Al igual que en México, la gente puertorriqueña la
aceptaba como paisana y ella consideraba a los puertorriqueños como una familia. La
ciudadanía honoraria la habría hecho sentir bienvenida, si ella no hubiera rechazado la
intención:
Soy una individualista feroz y me molesta cualquier intento de honra
colectiva. Reconozco la buena fe de estas cosas; agradezco bien lealmente
el cariño de mis amigos, pero lo mejor que ellos pueden hacer por mí es no
dedicarme fiestas que me exceden y me confunden. (Mistral 103)
Aunque la autora declara aquí que su individualismo la llevó a sentirse molestada por la
“honra colectiva,” el origen verdadero de esta molestia parece ser su humildad y también
la confusión de sus pensamientos infieles. En efecto, ella misma contribuía a la soledad
de su vida porque prefería mantenerse extranjera cuando la gente quería incluirla. Sus
opiniones políticas eran un punto importante de la diferencia entre ella y la mayoría de su
país. A pesar de estas opiniones, ella se distanciaba del gobierno chileno y sus paisanos.
Durante el resto de su vida internacional, ella buscaría la afiliación del estado donde más
trabajaba, en lugar de la de su estado nativo; y, aunque en ocasiones ésta fuera
temporaria, era más que lo que Chile le brindaba.
La soledad de Mistral causada por la política chilena se basaba en la diferencia de
opinión y se manifestó corporalmente en la distancia física entre ella y su país. La autora
y diplomática fue alienada de Chile a causa de la crítica que ella hizo del estado y de la
consecuente crítica que el estado hizo en contra de ella. Esta relación tormentosa se
desarrolló desde su primera salida a México hasta su muerte en los Estados Unidos.
23
Según sus creencias personales, la autora no pudo apoyar al gobierno chileno en su vida
madura y esto resultó en una carencia de sentimiento nacional. Ésta contribuía a su
distancia nacional, influía en su distancia personal y afectaba a la distancia social que
expresa en su diario.
24
CAPÍTULO TRES
DISTANCIA SOCIAL: MISTRAL Y EL MUNDO
La soledad de Gabriela Mistral fue producto de la escisión de un yo problemático
entre ella y sí misma, su nacionalidad y la gente. De las tres categorías, la última era la
más fácilmente perceptible en su vida pública, pero las dos primeras también ejercían una
gran influencia sobre la autora. Las causas de la distancia personal la desafiaban: el
cambio de nombre, la mudanza del campo a la ciudad, la inconformidad de su fe en su
religión. Sus escrituras sobre esto expresan conflicto y frustración. Desde la primera
página de la colección de cuadernos somos conscientes de la tensa relación que existe
entre Mistral y el público: “Me estima gente. Casi es mi vanidad. Me estima gente que
no me importa, a cada paso; y me estiman, poco o nada, gentes a quienes quiero
enormemente” (Mistral 19). Esta declaración es indicativa del conflicto que ella sintió
entre sí misma y el público – la gente que le importaba, no la estimaba; la gente a quien
Mistral quería mucho, la estimaba “poco o nada” (Mistral 19).11 Cuando escribió esta
entrada, intuía que su trabajo no afectaba a la gente a la que intentaba ayudar – los
campesinos pobres, los indígenas y las mujeres – y que sus esfuerzos caían en saco roto.
También, su distancia nacional la retaba porque chocaba filosóficamente con los
burócratas chilenos. En muchos casos, las disparidades personales y políticas de Mistral
fomentaron la distancia social porque contribuyeron a su reputación. Dondequiera que
fuera, Mistral se enfrentaba a las dificultades sociales públicas que acompañaron su
resistencia a la norma social: el sentimiento de otredad, el rechazo social por parte de la
burocracia y la élite, muy pocas relaciones románticas y escasas amistades.12 Tales
11
Esto no intenta contradecir la relación descrita antes entre el cariño de la autora
hacia lo campestre. Los sentimientos de Mistral vacilaban entre la afiliación y el
aislamiento en general. El propósito de esta tesis es evaluar la soledad de Mistral. Esto
no simboliza que ella se sentía sola siempre sino que el tema de soledad aparece a lo
largo del diario. Ni es constante ni es consistente.
12
Según las escrituras de Octavio Paz, la otredad significa sentirse aparte de la
sociedad.
25
dificultades ocurrieron además de las dificultades sociales privativas: la limitación de la
libertad personal, la independencia de su familia y la muerte de parientes y amigos.
Todas estas dificultades constituyen la tercera causa de la soledad de Gabriela Mistral: la
distancia social.
La otredad, la Otra y la búsqueda de similitud
La relación entre Mistral y el público exacerbaba la triste soledad que sentía.
Tanto como la “droga diabólica” que era su tristeza, la crítica pública era el veneno de la
gente, ya que el público no la dirigió a su literatura sino a ella como persona (Mistral
19).13 El dolor de esta crítica aumentaba la soledad, porque Mistral la entendía como
crítica personal en lugar de una crítica literaria.
Viene lo peor, viene el veneno de la gente. Tengo yo una susceptibilidad
que la llamaría trágica. Yo soy todavía tan tonta, que le pido perfección a
13
En una entrada, Mistral escribió:
Pienso lo mismo que San Francisco, sobre mi tristeza. Él la
llamaba la enfermedad de Babilonia. Yo he sido, sin embargo, un espíritu
desesperado, amargo y enviciado en su amargura, como en una droga
diabólica. Una de mis mudanzas es mi busca de la alegría. La busco hoy
con una preocupación casi infantil. Me creo la alegría de mañana; al
levantarme, pienso en la de hoy. […] Procuro, en primer lugar, no tener
esas horas muertas en que el alma se va hacia la tristeza como el ciervo al
agua, naturalmente. (Mistral 19)
La referencia a san Francisco es recordatorio de cuatro comparaciones sobre su tristeza
eterna y su deseo de encontrar la alegría. Primero, hace esta comparación religiosa a san
Francisco. Según un mito de san Francisco de Asís (1181 - 1286), a quien Mistral se
refiere en esta entrada, este hombre nació en un establo, hecho que tiene el efecto de
establecer una similitud entre San Francisco y Jesucristo (Robinson). Al hacer esta
comparación, Mistral parece intentar igualar su tristeza no solamente a la misma emoción
de San Francisco sino también a la de Jesucristo; quizás para evitar la blasfemia, ella sólo
habla de San Francisco. Luego, ella se compara a “un espíritu desesperado, amargo y
enviciado en su amargura.” Al ser un espíritu, no viviría sino que estaría muerta, sería un
fantasma. La tercera comparación es a “una droga diabólica.” Porque las drogas
diabólicas no curan a la gente sino son destructivas, esta es una alegoría. Justo como las
drogas diabólicas destruyen a los usuarios, ella se destruía a sí misma por deshacer su
alegría. Por último, establece las semejanzas entre su alma y un ciervo y entre su tristeza
y el agua. Esta comparación articula otra vez la conexión que ella percibía entre ella
misma y la naturaleza, una conexión que la causaba desasociarse de la comunidad
metropolitana y sentirse triste en la ciudad.
26
la gente [sic]. Me duele horriblemente que me maltraten en lo que me
importa más: en mí misma, no en mis versos, que he abandonado hace
tiempo a las lancetas. Por esta susceptibilidad, abandono fácilmente a un
amigo o a una amiga. Los dejo cuando no me viene de ellos fuerza para
vivir, consuelo y verdad. Les exijo que sean ricos interiormente para no
aburrirme; que tengan una vida, como intereses espirituales, efectivos.
Todo esto es demasiado pedir, lo reconozco, pero sigo exigiendo. (Mistral
20)
Al mismo tiempo que estaba molesta por la crítica personal, ella criticaba la personalidad
de sus amigos y los abandonó cuando no le “viene de ellos fuerza para vivir, consuelo y
verdad” (Mistral 20). Mistral mantenía un estándar de “perfección a la gente” (sic)
aunque sabía que ni sus amigos ni ella misma podían ser perfectos (Mistral 20). Este
estándar imposible resultaba en desilusión respecto a sus amigos, hecho que también
aumentaba la tristeza.
Quizás obviamente, Mistral intentaba superar la soledad que sentía al identificarse
o relacionarse con otras personas. Como en la distancia personal, ella estableció una
relación reflexiva con su abuela escribiendo sobre lo que tenían en común. Es posible
imaginar que la soledad, metafóricamente, la hizo sentir como si estuviera en una isla
emocional que estuviera fuera de la tierra firme donde estaba toda la gente. Siguiendo
esta metáfora, Mistral intentaba construir un puente entre su isla de soledad y la tierra
firme de acompañamiento al compararse a otras personas u otras figuras. En una entrada
en su diario, la autora reflexiona sobre su pasaporte e identidad. La descripción de su
pasaporte y su comentario sobre éste es muestra de esta intención:
Mi pasaporte diplomático, con el cual fui a lo de Estocolmo, llevaba
adjunto [sic] la siguiente filiación:
Srta. Lucila Godoy
Edad: 53 años
Estatura: 1.69 mt.
Cabellos: grises
Ojos: pardos
Nariz: regular
Boca: regular
Cara: ovalada
Color: blanco
Nadie entendía mucho –incluida yo—esto de ser Premio Nóbel Gabriela
27
Mistral y llamarse diplomáticamente Srta. Lucila Godoy. Una Lucila
Godoy, a estas alturas de mi vida, de nombre más bien medio románticorural de una María de Isaac ya vieja y de un Martín Fierro de Elqui, todo
junto. (Mistral 27)
Es posible dividir esta entrada en dos partes – la afiliación y el comentario –, ya que
presenta dos tipos de comparaciones.
Primero, en la filiación un representante del
gobierno la comparó a todo el mundo para concluir que su nariz y su boca son regulares,
que su cara es ovalada, que su color es blanco. En la segunda parte, el comentario de
Mistral indica que ella se comparó con las figuras literarias de María y Martín Fierro, dos
personajes que se encuentran solos a su manera.14 Estos dos protagonistas son figuras del
campo y son personajes bien conocidos por el público culto, características que compartía
ella; ellos pertenecen a sus sociedades, pero ni se asimilaron ni se normalizaron. Fueron
Otros.
Esta otredad surgió no sólo de ella misma sino también de su choque con la
norma social. El primer testamento de esto viene en una carta que escribió a Pedro
Aguirre Cerda y transcribió en su cuaderno. Aquí cuenta la dificultad a la que se enfrentó
durante su entrenamiento como maestra a causa de su diferencia.
El profesor de la Normal, presbítero M. Munizaga, hacía también clases
allí y tenía mucho ascendiente sobre la directora. Me hizo ella una
observación dura respecto a mi ateísmo, y a ésta siguió otra sobre mis
tendencias socialistas. Me acusaba de lo último por haber procurado yo la
incorporación de niñas de la clase humilde, cuyo talento conocía[,] para
las que el liceo estaba cerrado. Con estos cargos, buscó ella un discreto
modo de eliminarme: no me dio trabajo. Por delicadeza, renuncié.
(Mistral 71)
Aquel profesor presbítero aisló a Mistral de la escuela debido a sus diferencias
filosóficas. Al mismo tiempo él aumentó la diferencia entre ella y la norma social
mediante la imposición de unas etiquetas tabúes: atea y socialista. Al reflexionar sobre
esta experiencia, ella escribió: “Tres manchas tengo hasta hoy para esa gente que no ha
14
María está sola por ser la única judía y por ser la única persona que sufre de una
enfermedad mental en su hogar católico; Martín Fierro está solo por ser un gaucho. Es
interesante que elija a estas figuras porque aunque simbolizan dos distintos Otros de la
normativa social y aunque están solos en sus mundos literarios, son los personajes
centrales de estos mundos literarios.
28
evolucionado, porque, para mi tierra, la Colonia no pasa todavía: mi democracia, mi
independencia religiosa y mis servicios en una escuela rural” (Mistral 71). En el estado
chileno cristiano y capitalista del día, la diferencia política y religiosa fue el peor mal
social, pero para Mistral conformarse a estas normas fue aún peor porque ella no estaba
de acuerdo con estas ideas.
Es posible apreciar la severidad que su desacuerdo
conllevaba, puesto que éste causó la eliminación del empleo de Mistral en la Normal.
Esta situación convirtió a Mistral en Otra del estado, de la escuela y de la facultad.
Contribuyó al aislamiento de la autora y aumentó sus sentimientos de soledad:
Me lapidan por esta culpa de entrar a una escuela a enseñar sin haber
pasado por una escuela grande donde deben fabricarse, por ley del Estado,
todos los maestros. Yo vine de otra parte. Vine de mi corazón. En primer
término, de mi corazón lleno del ansia de darse. (Mistral 79)
El profesor tenía razón en distinguirla de la facultad de la Normal; en esta entrada Mistral
confirma su diferenciación de los otros maestros.
Sin embargo, al contrario de la
reacción del profesor, ella se enorgullecía de su diferencia, ya que ésta procedía de su
corazón:
No tengo en mi cuarto un diploma ancho y con gran festón, que dice un
ramo, que tiene una fecha y unas firmas. Las firmas no me convencerían
de que soy maestra, si mi corazón no me lo dijera; el nombre de la ciencia
me parecería un epitafio, porque allí la ciencia es eso, y mi nombre
impreso no me daría un calofrío de vanidad. (Mistral 79)
La pasión que la autora tuvo a favor de la educación la distinguía de la norma que
percibía. No quería la aprobación del estado porque el estado no representaba esta
pasión, pero resultó en su aislamiento de facultad de la Normal y en su soledad
profesional. En consecuencia, se puede concluir que Mistral fue responsable de su
soledad social a causa de las elecciones que tomó.
Su otredad no la abandonó cuando salió de la Norma. De hecho, la persiguió para
siempre y se manifestó en varias formas. Después de su carrera magistral, la otredad
reapareció en su distancia nacional. De acuerdo con lo que está mencionado en el
capítulo dos, el vivir en México y en Puerto Rico y el tener buenas experiencias en el
extranjero le mostró que había perdido su propio país. Sus experiencias en México y
Puerto Rico le enseñaron acerca de la relación posible que podría tener con un país: la
29
afiliación, la inclusión y el orgullo nacional. Antes de salir de Chile, Mistral se sentía
atrapada en una sociedad que no la aceptaba. En México y Puerto Rico se dio cuenta de
la distancia entre ella misma y su pueblo, la cual había resultado del rechazo a causa de
sus creencias políticas y religiosas. La autora comenta que la experiencia de vivir y
trabajar en México fue la primera ocasión durante la que notó una afiliación social a un
país: “Yo no sé cómo expresar mi agradecimiento hacia un país que me ha cogido como
una criatura de su raza y en ningún momento me ha hecho sentir la nostalgia de los míos”
(Mistral 90). Fue allá en México donde encontró su identidad social. Ninguna de sus
características causó su exclusión de la sociedad mexicana, ni su espiritualidad, ni su
indigenismo ni su género. Esto era lo contrario de lo que había observado en Chile,
donde cada uno de estos factores la impactaba negativamente. Su aceptación por parte de
la comunidad mexicana la hizo desconectarse de los paisanos chilenos de su pasado y
preferir todo lo mexicano. Desde el habla – “Me asombra la facilidad extraordinaria de
expresión que tiene este pueblo mexicano, desde la niñez. La dicción aventaja a la de
cualquier profesor chileno” (Mistral 92) – hasta el paisaje – “Viajo, contenta y admirada
perpetuamente, por este país [México], que llega a parecer, de maravilloso, cosa de
fábula” (Mistral 93) – hasta lo socio-político – “México me ganó el corazón con sus
reformas sociales” (Mistral 93) – Mistral se enamora de México. Todo esto desencadenó
una transformación personal, puesto que la introdujo a un lugar donde podía estar
contenta y ser admirada. Ella demuestra su conciencia de este cambio cuando escribe
“Yo era una mujer de australidad, fría, lenta y opaca” (Mistral 94). Se sabe que en Chile
ella manifestaba estas características, pero al hablar en el imperfecto con el verbo “era”
ella sugiere que no sucedía así en México donde tenía asociación social y a su buen
amigo Vasconcelos. “Era” nos indica la importancia de México como un punto de
inflexión de la Mistral chilena y la Mistral desterrada. México le mostraba lo que le
importaba a ella: sus valores originales antes de su empleo gubernamental.
Por eso, la autora también se dio cuenta de la distancia entre Lucila Godoy y
Alcayaga del campo y Gabriela Mistral de la ciudad. Se enfocaba en esta diferencia entre
ella misma y las partes de la ciudad más modernas y capitalistas. Por eso, encontraba que
la parte de Chile a la que correspondía era siempre el paisaje y nunca la ciudad. En
particular, sus experiencias en Patagonia y los Andes reforzaban esta percepción: “El
30
paisaje chileno sólo me lo conozco de veras en mi Patagonia querida y en mi valle de
Elqui y en Los Andes” (Mistral 212). A excepción de la Patagonia y los Andes, en
ninguna de sus experiencias en Chile estaba cómoda porque se enfrentó a mucha
oposición: en sus estudios y métodos de trabajo, en su fe, en su comunidad. Dada esta
incomodidad, ella creía que solamente presentó su verdadera personalidad en Chile en
estos dos lugares lejanos y pobres. Desde su propia perspectiva, el conflicto sentido entre
ella y sus paisanos se limitaba a uno entre ella y los ciudadanos; no incluía a los
campesinos.
Este conflicto entre Mistral y la clase alta no solamente existía en la percepción de
Mistral, sino que también era observado por otras personas. Ella escribió acerca de dos
instancias en las que se encontró con dos individuos que hicieron comentarios sobre este
conflicto social.
Mis temores vienen, además de muchas otras cosas menudas. En la
primera visita de mi jefe, el Cónsul General en Ginebra, antes de sentarse,
sí antes, me declaró: ‘¿Y sabe usted, Gabriela, cómo la detesta a usted su
pueblo?’ Otro día llegó una Señorona, la Sra. Ladrón de Guevara y, como
en los cuentos, hizo lo mismo. Entró y sin sentarse, vomitó los chismes y
las furias de allá adentro. (Mistral 210-11)
El hecho de que Mistral no fuera la única persona que reconocía la distancia entre ella y
su país es importante porque indica que la autora no imaginaba el desacuerdo, sino que se
trataba de algo real. El comentario del jefe no refiere al pueblo campestre, sino al estado
de Chile con el que ella había desarrollado un desdén primordial. La señora Ladrón de
Guevara también provee un testamento de la persecución social que Mistral
experimentaba. Además, la evidencia de los cuadernos demuestra que estos dos eventos
no resultaron de un simple mal día; se encontraban vinculados a la historia de la relación
entre Mistral y su país nativo.
Las mujeres, la feminidad y el feminismo
La imagen tradicional de Mistral es la de una mujer sin maquillaje, sin ropa de
moda que tomaba whiskey y fumaba. Esta imagen no corresponde a la estética de la
mujer chilena de la época. Al contrario, la imagen de Mistral es antifemenina en esencia.
31
Al analizarla, había muy poco que tenía en común con la mujer de su época. Sin
embargo, se encuentra que Mistral quería relacionarse con la mujer chilena en otras
maneras. Se imaginaba como una madre aislada de la esfera pública en su esfera privada
del hogar, siempre consciente de su posición inferior al hombre.
Una tarde, paseando por una calle miserable de Temuco, vi a una mujer
del pueblo, sentada a la puerta de su rancho. Estaba próxima a la
maternidad, y su rostro revelaba una profunda amargura. Pasó delante de
ella un hombre, y le dijo una frase brutal, que la hizo enrojecer. Yo sentí
en ese momento toda la solidaridad del sexo, la infinita piedad de la
mujer para la mujer, y me alejé pensando… (Mistral 77, énfasis añadido)
Esta entrada muestra la solidaridad que buscaba con su género e indica que entiende “la
infinita piedad de la mujer para la mujer.” La experiencia de ver al hombre insultando a
aquella mujer embarazada en su hogar inspiró a Mistral a escribir sus Poemas de las
madres “con intención casi religiosa,” para alentar a las mujeres que compartían
circunstancias similares (Mistral 77). Hablando de la recepción de esta colección de
poemas por parte de las mujeres, Mistral escribió “algunas de esas mujeres que para ser
castas necesitan cerrar los ojos sobre la realidad cruel pero fatal, hicieron de estos poemas
un comentario ruin, que me entristeció, por ellas mismas” (Mistral 77). El hecho que
algunas mujeres rechazaban lo que Mistral poetizó le indicó a ella la división social
existente entre las mujeres. Según su comentario, Mistral interpretó que aquellas críticas
vinieron de mujeres que o no se daban cuenta de su propia posición social inferior,
resultado de “la realidad cruel pero fatal,” o no reconocían “toda la solidaridad del sexo”
que la autora trataba de transmitir. En cualquier caso, Mistral no abandonó su feminismo
literario, sino siguió luchando por la hermandad de las mujeres dondequiera que viajaba
por su poesía y trabajo político.
Las amistades
La “anormalidad” de Mistral comparada con la normalidad de la sociedad
contribuyó a la falta de relaciones románticas y amistosas en su vida. La autora comenta
muchas veces no tanto la ausencia de sus amigos sino la carencia de amigos. Las pocas
amistades que mantenía fueron figuras públicas y políticas. Por ejemplo, en Chile su
32
amigo más importante era Pedro Aguirre Cerda y en México era José Vasconcelos:
“Vasconcelos es mi único amigo de México y sin él me sentiría un poco ‘tolerada’ en el
país, pero sin firmeza al caminar” (Mistral 89). En primer lugar, este comentario ilustra
el significado de Vasconcelos como amigo, pero más al punto demuestra la importancia
de la amistad. Lo que Vasconcelos representaba era un amigo que estaba bien conectado
con mucha gente y con quien ella pudo establecer una relación que la protegería de la
sociedad mexicana. Mistral no mencionó a muchos amigos en sus cuadernos, ni escribió
sobre ellos frecuentemente en los cuadernos. Además, cuando escribió sobre los pocos
amigos que tenía, les atribuyó un rol que ellos contribuyeron a la vida de ella.
En el caso de Vasconcelos, por ejemplo, él le proveyó acceso social; es decir, la
capacidad de participar en la sociedad mexicana a todos los niveles. Por esta razón,
cuando la autora menciona a sus amigos, es necesario prestar atención a quién era y cómo
era la relación. Lo que escribió acerca de sus amigos Juan y Raquel representa otro
ejemplo de tal tema.
Sólo ellos, lindos amigos que admiro tanto, tienen ese don de escucha y
ese don de paciencia que humaniza al prójimo. Les dije mis razones,
muchas, de mi lejanía de Chile. Y, con el corazón oprimido, agregué
aquellas otras cosas agrias no dichas a nadie nunca. Pues sólo ellos me
quieren. De Chile, ni decir. Si hasta me han colgado ese tonto
lesbianismo, y que me hiere de un cauterio que no sé decir. ¿Han visto
tamaña falsedad?, les dije. Lo único que faltaba que dijeran esas
barbaridades de esta pobre mujer. ¡Chismes! Todo eso es tan amargo,
pero además ponzoñoso. (Mistral 178)
Esta entrada indica la amistad que existía entre ellos, tanto porque los mencionó como
por lo que describió en el relato. El hecho de que la autora les había dicho lo que escribía
en su cuaderno, su espacio más secreto, compromete la información que éste encerraba.
Al compartir el contenido de su cuaderno, ella incluyó a un nuevo receptor que podría
legitimar la información. Antes, la única audiencia de que ella era consciente fue el
cuaderno; con esta introducción de sus amigos ella extendió su espacio privado. Los
temas que Mistral trataba fueron algunos de los más cercanos en el ámbito persona,
porque, según lo que escribió, jamás los había compartido con nadie. Les habló de su
“lejanía de Chile,” del rumor de su lesbianismo, de los chismes, de la otredad ponzoñosa.
Obviamente, el motivo del compartir era la afiliación. Estos amigos, Juan y Raquel, le
33
sirvieron el papel esperado de superar la distancia social. Eso es típico de las relaciones
amistosas, pero en el caso de Mistral tenía aun más significado dado el número escaso de
amistades.
El amor y las relaciones románticas.
Cuando sale a la superficie, el tema del amor y de las relaciones románticas va
acompañado del tema de la soledad. En los comentarios que tratan el tema, Mistral
parece estar cautelosa contra la pena del descorazonamiento, debido al dolor que le
causaban todas sus aventuras anteriores.
Cultivo un poco (un poquito chico) de desdén. Y no dejo a los intrusos
entrar en mi vida y a empañar a lo que Dios me ha dado. Y no concedo
derecho a entristecerla, sino a los sucesos definitivos de la vida. (Mistral
20)
Con “los intrusos” de esta selección ella se refiere a los hombres que la quisieron cuando
ella no los quiso. La autora afirma su independencia respecto de los hombres – los que
querían “empañar a lo que Dios me ha dado” – al declarar su resistencia. También
sostiene su derecho a entristecerse como quería, como si ella reconociera que su tristeza
era su propia responsabilidad.
Entonces se puede entender de esta entrada que la
dificultad que Mistral experimentaba para establecer relaciones íntimas resultó de su
percepción de los hombres como intrusos. Esta percepción la dejó sola y contribuyó a su
desdén por los hombres que mostraban interés en tener una relación romántica con ella.
En las raras ocasiones en las que permitía a un “intruso” entrar en su vida, la
relación siempre se terminaba.
Mistral describió tal ocasión en su cuaderno.
A
continuación aquí es un ejemplo. Es interesante que ella solamente culpe al hombre de la
relación fracasada y no se atribuye la responsabilidad a sí misma:
Así querría yo tu amor: que me cubriera toda, que me poseyera toda, pero
que me dejase mirar al mundo, verle el dolor y amarlo, para consolarlo
con canción. Pero tú querías darme un amor egoísta que me cubriera
cegando mis ojos, velándome la tierra, haciéndome olvidar a los que gusto
seguir con la mirada por los caminos. (Mistral 40)
En este párrafo los deseos de Mistral se oponen a los del amante para ilustrar el contraste.
34
Ella quería estar en una relación en que podía mantenerse “normal,” pero ella creía que él
deseaba reprimir su individualidad por cegar sus ojos y hacerle “olvidar a los que gusto
seguir con la mirada por los caminos” (Mistral 40). Según la autora, ésa no fue una
relación a igual entre dos personas, sino una relación jerárquica. Ella creía que el amor
era el culpable de gran parte de su infelicidad, una creencia que resultó del
descorazonamiento. Por esta razón, ella hizo recomendaciones como la siguiente:
Si quieres inspirar amor sé desdeñoso hasta el orgullo; se arrojarán a tus
pies desmedándote amor como limosna. Y si quieres ser triste objeto de la
burla, da a conocer con todas sus manifestaciones irrisorias esa gran
debilidad, demencia e imbecilidad que se llama amor.
Has la travesía de la vida con el brazo armado. El mundo es un
campo de batalla en que todos combaten, sólo los imbéciles descansan.
(Mistral 32)
Mistral no confiaba en el amor romántico. Al describirlo como una “debilidad,” una
“demencia” y una “imbecilidad,” en esta entrada, muestra su oposición a la experiencia
de enamorarse de alguien (Mistral 32). Además de ser una relación o un sentido en el
que no confiaba, es cierto que el amor era una de las causas más centrales de su tristeza y
soledad.
En muchas ocasiones cuando escribía sobre el amor, lo trataba con antipatía. Por
ejemplo, habla de “mi pena de amor” (Mistral 39). Esta frase indica el dolor de sus
sentimientos amorosos. No obstante, ella se sentía sola cuando no tenía una relación o
cuando ésta había terminado. Quizás fue por eso que Mistral presentaba una superficie
fría y desconsolada al mismo tiempo que expresaba ideales románticos. Su frialdad hacia
el amor se enfocó en ciertas aventuras particulares, pero ella valoraba lo que llamaba “un
grande amor,” la relación amorosa ideal (Mistral 55).
A un joven enamorado mi consejo de vieja enamorada también: Guarde
los jugos de su corazón para uno o dos grandes amores que le beban la
vida. No se desmenuce en aventuras. Cuando se dé, dése bien. Como
cuando se pasa en tren, mirando cien paisajes, no se queda la gloria de
ninguno de ellos estampada en las retinas. Cuando la vida se pierde en
amoríos breves e insípidos se ha de llegar a la vejez sin llevar un gran
recuerdo – pan deleitoso – que la llene, y la entibie, y la libre del hambre
espiritual. Un grande amor es una cumbre ardida de sol. Las esencias más
intensas y terribles de la vida se beben en él. El que quiso así, no pasó en
35
vano por los caminos de los hombres. Hay algo peor que la mujer impura,
y es la insípida. Húyala. (Mistral 55)
Aunque ella no apoyaba a los “amoríos breves e insípidos,” se infiere que el “gran
recuerdo” al que se refirió puede ser el “grande amor” para la gente paciente que le
esperaba. Sabía que el amor no siempre sería bello porque “las esencias más intensas y
terribles de la vida se beben en” este “cumbre ardida de sol” (Mistral 55). También sabía
que la experiencia del amor valdría la pena que podría causar porque la persona que lo
aguanta, “no pasó en vano por los caminos de los hombres” (Mistral 55). Si bien ningún
amante satisfació la relación que ella buscaba, la autora mantenía su esperanza de un
amor perfecto.
Este deseo estaba en el centro de la causa y efecto de su soledad
romántica porque siempre buscaba y esperaba al hombre de sus sueños con quien
experimentaría el gran amor de su vida.
La libertad personal
La libertad personal era un factor interno asociado a su aislamiento de la sociedad.
Mistral deseaba ser autónoma de la religión y del gobierno en el que no confiaba. Este
separatismo la diferenciaba de las normas sociales y marcaba la independencia respecto a
sus paisanos.
No tengo pues, compadritos políticos que velen por mí. He deseado y,
hasta hoy, realizado, el hecho absurdo pero absoluto, de vivir ayuna de
partido, tan libre, – y tan sola – como el pájaro más solo y más desvalido a
la vez. Creo que es la única manera de no tener clan que me gobierne.
Pero he guardado el amor del pobrerío y esto por doctrina, una doctrina
que mira sólo a la independencia, a fin de juzgar los hechos del mundo sin
dictados que signifiquen órdenes de rojos ni de negros… Esta soledad es
muy dura de vivir, hasta suele ser un poquito… pavorosa, pero deseo
morirme así, mirando a los hombres solamente como a seres humanos y
no como a sectas y a clanes. (Mistral 200)
Ella no quería participar ni en las sectas religiosas ni en los partidos políticos ni en las
clasificaciones raciales. Encontraba que esta disociación era muy difícil de mantener,
especialmente en los años de la Segunda Guerra Mundial cuando la asociación
determinaba de qué parte uno estaba. Sus valores políticos, religiosos y sociales definían
36
su vida solitaria, debido a que eran tan atípicos. Hasta cierto punto, ella elegía abandonar
su sociedad para proteger sus intereses independientes. Al negarse a ajustarse a la
mayoría, ella propagaba su soledad social.
La muerte, la mortalidad y la pérdida
La muerte, la mortalidad y la pérdida también son tres subtemas recurrentes que
parecían influir en la distancia social de Mistral. Estos tres aspectos parecen dividirse en
el diario en dos líneas: la de la familia y la de los amigos. El comentario de Mistral
sobre la relación con su familia vacila entre extrañamiento y apoyo. Si bien había
conflictos entre ella y sus parientes, ya sean sus familiares más cercanos y consanguíneos
o la familia que construyó, estos conflictos no anularon la importancia de la familia como
la compañera eterna. Por ejemplo, el comentario “yo le tengo [a mi madre] un profundo
resentimiento y no he querido ir a ella hace diez u once años” nos muestra que la relación
con su madre fue tensa (Mistral 71). Sin embargo, cuando su madre murió, Mistral
escribió acerca del dolor que experimentaba:
Pena definitiva: la muerte de mi santa madre. […] Con mi fe y todo, he
quedado con el alma en el puro polvo feo. Yo quisiera conversar con ella
noches enteras ahora, cuando dormirme me cuesta y la oscuridad se me
llena de miedos terrestres. (Mistral 117)
El uso de términos como “mi santa madre” nos muestra el respeto que ella mantenía por
su madre, aunque su relación se distanciara. Cuando vivía, su madre la molestaba porque
ellas no podían ponerse de acuerdo; en la muerte, Mistral echaba de menos a su madre,
expresando que percibía la ausencia de su madre como una “pena definitiva” de
arrepentimiento (Mistral 117).
Mistral comenta la muerte de su madre en varias
ocasiones, la primera vez tratando la muerte en sí y posteriormente, hablando de la
memoria de la madre muerta. En uno de estos momentos subsecuentes, Mistral usa el
tema como un ejemplo de la gravedad de la muerte y, al mismo tiempo, como un medio
para comentar la tristeza de sus memorias:
Mucha pena mi pena. La muerte es lo único serio de este mundo. Lo
demás son bagatelas. Yo sé que ella me adoraba y yo también a ella. ¡Mi
linda viejecita! Pienso con sosiego y certidumbre de que su alma no vive
37
ninguna tragedia allí, donde ahora está. Está solo ida, como pasa con los
seres bellamente amados. Eso también suele ser un tránsito dulce. Hace
ya dos años que se fue en ese tránsito mi adorada madre. Me parece ayer.
Así gotea de húmeda la memoria mía infeliz, mi pobre memoria viva.
(Mistral 120-1)
La línea de pensamiento es muy sencilla: habla de ella misma; cambia al tema a la
muerte, de ahí, a la muerte de su madre – “ella” – y, por último, a la memoria. A través
de esa línea, Mistral conecta la pena que sentía con sus recuerdos de la gente que había
muerto. Esta pena es la pena de haber perdido a alguien, pero en el caso de Mistral la
pérdida fue aun mayor porque tenía menos relaciones personales.
La observación de su abuela es otro comentario que la autora hace sobre su
familia. La abuela de Mistral tuvo mucha influencia sobre ella. La introdujo a la Biblia y
le contó la historia de la familia. Dados los paralelos entre sus vidas, es cierto que
Mistral era un reflejo de su abuela – Mistral escapó de su propia relación romántica
engañosa; sintió que su vida era muy triste y su existencia muy solitaria.
Me han contado que las dos [hijas] se fueron a escondidas de mi abuela,
dejándola en la gran soledad que causó ese estado mental tan curioso: ella
no estaba loca, pero cayó en un delirio dulce que duró hasta el fin. Fue su
vida muy triste: escapó del marido que la engañaba, y contra su voluntad
las dos hijas se le huyeron hacia sus dos conventos. Yo nunca olvidaré a
Doña Isabel – mi abuela – que no se parecía al mujerío nuestro y tenía un
hablar de religión que nunca oí a las beatas de mi provincia. (Mistral 212)
Gabriela era consciente de las semejanzas entre ella misma y su abuela. De todas sus
memorias, Mistral eligió escribir sobre los aspectos o las experiencias que compartieron,
lo que tenían en común. Esta elección indica que su abuela representaba la figura
ejemplar de “la mujer” de todas las maneras – religiosa, relacional, maternal – incluyendo
la soledad.
La abuela de Mistral le enseñó la religión, pero había otra mujer que también
llevaba a cabo esta labor. Ella era su hermana, Emelina. Esta mujer tuvo influencia en
las dos primeras profesiones de Mistral: maestra y escritora.
Muerte de Emelina. Mi hermana era lo único y último que quedaba de mi
familia normal. Nos acabamos todos. Esto de perder mi sola obligación
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de vivir es cosa muy fuerte. Ella pesaba sobre mí con la tribu que tenía en
torno, pero era mi deber y lo más racional del mundo, porque ella me crió
y ella fue mi única maestra. La maestra rural, era ella. Un ser de una
caridad fabulosa. Absurda, pero increíblemente grande y profunda. Estoy
absolutamente tranquila sobre su destino sobrenatural. Pero el golpe me
ha caído en lo más flaco del cuerpo, que es el corazón. Yo soy, ahora, un
ser sin pariente alguno: en mí se acaban dos líneas de gentes. (Mistral
180-1)
Como escribió, su hermana era “la maestra rural.” Fue Emelina, su “única maestra,”
quien le enseñaba a Mistral las lecciones primarias como leer y escribir. Con estas
habilidades, Mistral pudo leer la poesía que inspiró su propia escritura. El trabajo de su
hermana le fomentaba su propia carrera educacional.
Al perder a una persona tan
cercana, la cual constituía su última pariente consanguínea, Mistral perdió su afiliación
familiar. Además, Emelina representaba su última conexión a su comienzo como Lucila
Godoy y Algayaga. Esto significa que la muerte de su hermana también simbolizaba que
Mistral había llegado aún más lejos en la distancia personal. Perdió su identidad original
cuando se escapó de su familia original.
La última persona de la familia de Mistral de quien ella escribía en varias
ocasiones era Yin-Yin. Juan Miguel Godoy Mendoza, tenía cinco años cuando sus
padres murieron y su tía Gabriela Mistral lo adoptó (Mistral 265). Era coincidencia que
los dos, Mistral y Yin-Yin, habían sido abandonados por sus padres, pero esta
circunstancia los convirtió en un par perfecto. La adopción de Yin-Yin satisfacía los
deseos maternales de Mistral, los cuales no pudo satisfacer naturalmente. Justo como la
enseñanza, el cuidar al niño aliviaba la soledad y la alegraba. Igualmente, cuando YinYin murió cuando vivían en Brasil, Mistral perdió toda felicidad y se deprimió: “Mi
ánimo está por el suelo, literalmente por el polvo. Ni la poesía logra empinarme. Sólo un
instante. Y me abato” (Mistral 159). La misma persona cuya presencia le había animado
a Mistral más que cualquiera otra persona, la ocasionaba una depresión grave a causa de
su ausencia. Había muerto no solamente su hijo sino su compañero y la única presencia
de familia en su vida. Al perder a su hijo adoptivo, su soledad aumentó y no se aliviaría
nunca.
Otra línea temática que invocaba la mención de soledad fue la muerte de sus
amigos y de las figuras públicas que la autora respetaba. Estas pérdidas provocaron
39
comentarios como “He llorado la muerte de Sandino, más que todo por ser un crimen
nuestro, una suciedad más. Paciencia,” los cuales impregnan la superficie en varias
ocasiones en los cuadernos del medio (Mistral 116). La presencia de tales entradas
cumple dos papeles. En primer lugar, a través de ellas, Mistral testificaba su cariño hacia
la humanidad de la que se había distanciado. Aunque parecía una mujer aislada de la
sociedad, el hecho de que lloraba la muerte de esos amigos, familias y figuras públicas
muestra que había establecido conexiones emocionales con otras personas, lo cual es
indicativo de amor y/o amistad. En segundo lugar, estas entradas que tratan la muerte de
algunos amigos, miembros de su familia y figuras nacionales públicas tienen el efecto de
enfatizar su soledad. Mientras su círculo de relaciones se reducía, su soledad social
aumentaba.
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CONCLUSIÓN
Gabriela Mistral fue una mujer de gran influencia en su país, pero a lo largo de los
cuadernos personales de Gabriela Mistral es evidente una soledad casi impermeable. Al
evaluarla veo que esta soledad era el resultado de tres tipos de distancia: distancia
personal entre ella y si misma, distancia nacional entre ella y su país, y distancia social
entre ella y la gente. Estas distancias infiltraban el trabajo de Mistral de todas maneras.
Sea su trabajo político o su trabajo literario, hay evidencia en las entradas de los
cuadernos que la soledad que ella sentía influía en su vida pública y personal.
Se reconoce que la poesía de Mistral presenta una voz para la soledad de
Latinoamérica. Es esta creencia que fomenta el estudio de su diario personal. Si se
supone que el diario es la representación textual del escritor, y el diario de Mistral no
presenta ninguna excepción a esta suposición, entonces el estudio del texto no solamente
informa acerca de la noción de Mistral como una persona verdadera, sino que también lo
hace del análisis de su poética.
La soledad que Mistral expresaba en su poesía
públicamente es igual a la soledad que expresaba de modo privado en su diario,
sugiriendo que la poesía y la persona son indivisibles. Además, tanto el tema de la
soledad en su poesía como el mismo tema en su diario son representativos del tema
histórico de la soledad en América Latina.
La soledad es la ausencia de afiliación; es decir, la presencia del aislamiento y la
alienación. Analizando este tema a lo largo del diario, he identificado los tres tipos de
aislamiento ya mencionados que Mistral experimentaba: la distancia personal, política y
social. En el diario, la distancia personal surge cuando ella se discute a sí misma,
compara el campo a la ciudad y lamenta su maternidad no lograda. La distancia política
emerge cuando trata sus puestos políticos, su relación con el gobierno y sus opiniones
opuestas. Expresa la distancia social mediante su expresión de la otredad, su ruptura con
las normas sociales, las pocas amistades que comenta, las relaciones románticas
fracasadas, la libertad personal y la muerte. Estos tres tipos de distancia hacen pública la
depresión privada de Mistral y a la misma vez simbolizan el aislamiento de
Latinoamérica del resto del mundo industrializado.
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América Latina experimentaba “distancia personal” en la estratificación histórica
entre lo indígena y lo europeo. Antes de la Conquista, Latinoamérica era una tierra
aislada de Europa. Después de la invasión hegemónica, los europeos asumieron una
posición social superior sobre los indígenas. Por eso, se desarrolló una división social
que prefería lo menos indígena y lo más europeo posible.
La “distancia política” de América Latina se originó en la inestabilidad de muchos
gobiernos latinoamericanos y en la relación política con el resto del mundo.
En
particular, la relación entre Estados Unidos y Latinoamérica estaba marcada por el
dominio y el control por parte de EEUU. Tal relación afectaba la inestabilidad de
muchos gobiernos latinoamericanos, como se evidencia en la historia de conexión entre
los programas de entrenamiento estadounidense y los golpes de estado latinoamericanos.
La “distancia social” de América Latina se conecta a la otredad que
experimentaba. La economía, la historia y la política de la región se diferenciaban de
todos los otros países del mundo industrializado. La industrialización de Latinoamérica
causó que los países latinoamericanos crecieran más rápido que los Estados Unidos y los
países europeos habían hecho durante sus propias industrializaciones. Sin embargo,
ninguna economía latinoamericana ha alcanzado todavía el nivel económico de los otros
países industrializados.
El paralelismo entre las tres distancias de Mistral y la condición latinoamericana –
personal, política y social – muestra que los sentimientos personales de Mistral se
relacionaban con la condición regional de América Latina. Esto sirve para establecer una
conexión alegórica entre la soledad de Mistral y el mismo sentimiento de Latinoamérica.
Así, es probable que un estudio que evalúe de nuevo la poesía de Mistral aumente el
entendimiento de la soledad que expresaba en su poesía y clarifique el sentimiento de
aislamiento y soledad que sentía América Latina en su época.
La fragmentación de Mistral entre lo privado y lo público fomentaba la soledad
que sentía y la distanciaba de la sociedad y de ella misma. Ya se ha comentado que la
expresión de la soledad en su poesía era representativa de lo que sentía América Latina.
Por eso, es necesario utilizar este análisis de su diario personal para alcanzar un mejor
entendimiento de su poética y de América Latina.
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OBRAS CITADAS
Culley, Margo, ed. A Day at a Time: The Diary Literature of American Women from
1764 to the Present. New York: The Feminist Press at the City University of
New York, 1985.
Daydí-Tolson, Santiago. “Gabriela Mistral,” Modern Spanish American Poets, First
Series. Ed. María A. Salgado. Detroit: Gale, 2003. 212-29.
Fiol-Matta, Licia.
A queer mother for the nation: the state and Gabriela Mistral.
Minneapolis: University of Minnesota Press, 2002.
Horan, Elizabeth and Doris Meyer, eds. and trans. This America of Ours: The Letters of
Gabriela Mistral and Victoria Ocampo. Austin: University of Texas Press, 2003.
Nobelprize.org.
“The Nobel Prize in Literature 1945: Presentation Speech.”
2008
<http://nobelprize.org>. Path: Nobel Prizes; Nobel Prize in Literature; All Nobel
Laureates in Literature; 1945 – Gabriela Mistral; Presentation Speech.
Mistral, Gabriela. Bendita mi lengua sea: Diario íntimo de Gabriela Mistral (19051956). Ed. Jaime Quezada. Santiago de Chile: Editorial Planeta S.A., 2002.
Robinson, Paschal. “St. Francis of Assisi.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New
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Robert
Appleton
Company,
1909.
29
July
2008
<http://www.newadvent.org/cathen/06221a.htm>.
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