El agua, fuente de vida

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Artículos de divulgación
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El agua, fuente de vida
Daniela Brieva Jiménez12/Stephania Montes Peñaranda34*Natalia Pérez Romero56/Andrés Pico
Duarte Carlos78/Jesús Ripoll Triana Antonio91
Resumen
La falta de acceso al servicio de agua y la mala
calidad del mismo son problemas generalizados en
Colombia. El referendo por el agua es el instrumento
propuesto para solucionar este problema, pero debemos preguntarnos: ¿este es el punto de partida
correcto para abordar dicha problemática? La puesta en marcha de políticas para fomentar la cultura
del ahorro, una gestión integrada del recurso por
parte de las autoridades, la reutilización del recurso
hídrico y una mejor planeación, vigilancia, gestión
de la inversión pública y control son necesarios
para evitar que el referendo por el agua genere un
despilfarro mayor.
Palabras claves: Referendo, agua, conciencia ciudadana y calentamiento global.
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“Hoy, una persona de cada seis toma agua sucia. Una persona de cada tres no tiene acceso
a los servicios sanitarios. Y aproximadamente
10.000 personas van a morir hoy a causa de
esta situación que se podría evitar. Esto es
inaceptable (…)”
Kofi Annan, 2004
El agua es un elemento esencial para la vida, ésta
cubre el 72% de la superficie de la Tierra y en el
cuerpo humano ocupa un 55-78% de su masa dependiendo del tamaño corporal; a pesar de ser vital
para la existencia humana, la realidad se muestra
cada vez más abrumadora y preocupante: los efectos de la falta de acceso y de la mala calidad del
líquido afectan a millones de personas en todo el
mundo. En este panorama Colombia no se muestra
como una excepción. Lamentablemente, día a día
millones de colombianos padecen de sed; otros,
por su parte, sufren por la mala calidad del agua
que consumen, mientras quienes sí tienen acceso
a ésta, muchas veces, son suspendidos del servicio por no tener con qué pagar las tarifas. Todo
esto sin mirar la grave afectación acarreada sobre
los ecosistemas naturales por el alarmante calentamiento global.
Ante esta situación resulta imperiosa la necesidad
de tomar manos en el asunto y comenzar a plantear soluciones efectivas al problema. En el marco
de la realidad colombiana el debate gira en torno a
la iniciativa ciudadana de un referendo por el agua,
por lo que resulta importante considerar, antes de
establecer un mínimo obligatorio para todos, la
necesidad de poner en marcha estrategias, desde
la administración, dirigidas a conservar el agua a
través de inversiones en cultura y conciencia ciudadana, y no sólo centrar el debate en torno al precio.
Sin lugar a dudas, resulta necesario antes que nada
reconocer la significativa participación ciudadana
encabezada por más de sesenta organizaciones sociales, entre las que se encuentran:
• La Unión Nacional de Usuarios de los Servicios Públicos.
• La Asociación de Vocales de Control de los
Servicios Públicos.
• El Sindicato de Trabajadores de las Empresas de Servicios de Bogotá.
• Amigos de la Tierra.
• CENSAT y otras organizaciones más.
Estas instituciones han trabajado en la recolección
de firmas a lo largo de todo el territorio nacional;
quizá esta iniciativa masiva a la utilización del referendo, como un instrumento de participación
ciudadana, hubiese sido poco probable y viable si
nos ubicáramos en el contexto antes de la Constitución de 1991, donde había claramente mucho
por escuchar y poco que opinar. Sin embargo, dicho contexto enfrentó un indudable giro con la llegada de esta nueva constitución y la nueva forma
de Estado Social de Derecho. Aquella participación,
vista como una utopía, encontró respaldo en los diferentes mecanismos que hoy la Constitución Política nos brinda para que podamos intervenir en los
asuntos que nos interesan y que se muestran como
esenciales para nuestra vida. La posibilidad de que
el pueblo se organice planteando un referendo por
el agua que conlleve a que todos tengamos acceso
a un mínimo de ésta, es algo que se podría calificar
prácticamente como “de nuevo puesto”, como lo
señala A. Sánchez (2008):
“La participación ciudadana desde la década de
los ochenta constituye, después de la promulgación de la Constitución de 1991, no sólo una
de las innovaciones más importantes en el marco democrático sino también una perspectiva
de organización de la sociedad, que amplía el
espacio de expresión ciudadana”11.
Sin embargo, y sin desmeritar el alcance logrado
por este componente de participación ciudadana,
constituye también una tarea interesante analizar
qué tanto alcanzaría a responder, qué tan efectiva sería y qué tanto lograría detener la propuesta
de un referendo que garantice un mínimo vital de
agua, que aborde las problemáticas de calenta-
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miento global, escasez de agua potable, depredación del medio ambiente, entre otros aspectos que
hoy aquejan a nuestro planeta.
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Desde el punto de vista del beneficio de las fuentes
de agua, resultaría poco probable el alcanzar un
impacto positivo sobre éstas, ya que en un país en
el que a pesar de las altos precios que se pagan por
el servicio de agua, las personas desafortunadamente no tienen una conciencia de ahorro y cuidado hacia ésta, una medida como la que propone el
referendo del agua podría tender a una lamentable
cultura de derroche del recurso.
Antes de tomar una medida como ésta resulta indispensable el desarrollo de una cultura hacia el
buen manejo del recurso hídrico, ya que sólo cuando los ciudadanos re-aprendamos buenos hábitos
de uso del agua, lograremos comprender que gran
parte de la razón básica de los altos precios que se
pagan por el servicio está relacionada con la gran
cantidad de agua negra que hay que descontaminar a causa del uso indiscriminado y excesivo.
Una medida como ésta encuentra un ejemplo ideal
en el Acuerdo 347 de diciembre 23 de 2008 del
Concejo de Bogotá, por medio del cual se establecieron lineamientos en lo referente a la política del
agua, que encuentran su principal fundamento en
un fuerte componente de participación ciudadana,
dirigida desde la administración local. Ejemplos
como éste se encuentran reflejados en aspectos
como:
• Eficiencia del agua.
• Ahorro del agua.
• Gestión integrada con la región.
• Uso de tasas ambientales del agua.
• Reutilización del agua.
• Uso de las aguas lluvias.
• Preservación, desde el distrito, de la totalidad de ríos y quebradas.
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• Inversiones en cultura y educación ciudadana.
Los aspectos anteriormente mencionados son los
medios más adecuados para lograr un cambio en
la comunidad, generando implicaciones positivas
en el uso del agua a partir del trabajo conjunto de
toda la población.
Asimismo, se suma a la necesidad de una inversión en cultura y educación ciudadana el deber de
analizar, en nuestro país, el manejo de elementos
de gran importancia tales como: la planeación, el
control, la vigilancia y la gestión para la inversión
pública. En cuanto a la planeación se puede observar que en Colombia una parte considerable de
las entidades territoriales poseen los suficientes recursos financieros para brindar un buen servicio de
agua potable y saneamiento básico, pero el gran
problema radica en que no se tienen las capacidades técnicas y sociales suficientes por medio de
las cuales se les pueda dar un uso adecuado a los
servicios públicos, en este caso, el agua. Es por ello
que, en la medida en que el manejo de los recursos
financieros no cuente con una planeación sólida
proveniente de las entidades territoriales, resultará difícil cumplir con la necesidad básica y fundamental de brindar a la totalidad de la población
un adecuado suministro de agua potable. De igual
manera, resulta de suma importancia el tema del
abastecimiento de agua potable en nuestro país
como punto clave para adoptar nuestra postura en
cuanto al referendo del agua.
Según un informe dado por la Defensoría del Pueblo, la mitad de Colombia presenta problemas de
abastecimiento de agua potable12, es así como 14
millones de habitantes padecen día a día la escasez de agua, especialmente, en lo que concierne
al sector rural, en el cual se puede apreciar la gran
diferencia que existe entre éste y el sector urbano
en cuanto a cobertura de servicio de agua y alcantarillado se refiere.
Lo que resulta aún más preocupante es que la oferta de este recurso esencial para la vida puede verse
reducida debido a la falta de un amplio y adecuado
cubrimiento en la labor de tratamiento de aguas
residuales; aspecto que requiere manejarse con
una indispensable mejora de infraestructura y requerimientos mínimos en las plantas de tratamiento, para así poder garantizar el acceso y calidad del
agua, sobre todo, en las zonas del país que resultan más afectadas.
Todas estas razones sumadas a las anteriormente
expuestas nos muestran nuevamente que no resulta idóneo brindar el servicio mínimo de agua potable de forma gratuita, sin antes subsanar los inconvenientes que aquejan a nuestra administración de
servicios domiciliarios y sin crear conciencia ciudadana en la población, ya que las personas deben
comprometerse a tener un adecuado conocimiento de sus deberes y derechos como suscriptores de
servicios públicos y no dejar sólo en manos de la
administración la puesta en marcha de medidas
efectivas en pro del cuidado adecuado del recurso
hídrico.
Por otra parte, es importante que la ciudadanía
conozca lo que comprende la tarifa de servicios
públicos, de este modo y para este fin, resulta pertinente referirse al papel de la Ley 142 de 1994 con
la cual se extendió el principio de autofinanciación
a todos los servicios públicos. Esto hace referencia
a que las tarifas por el servicio prestado deberán,
entre otros aspectos, garantizar la recuperación de
los costos y gastos propios de operación, incluyendo la expansión, la reposición y el mantenimiento. Al mismo tiempo que deberán permitir remunerar el patrimonio de los accionistas en la forma
en que una empresa eficiente lo haría. Por último,
también permitirán utilizar tecnologías y sistemas
administrativos que garanticen la mejor calidad,
continuidad y seguridad a los usuarios. Al respecto
se podría entrar a observar que el problema en relación a las altas tarifas requiere de un análisis de
hasta qué punto éstas comprenden los gastos que,
como mencionamos anteriormente, generan tanto
la prestación efectiva del servicio como la purificación de las grandes cantidades de aguas contaminadas por el uso indiscriminado de personas y
fábricas.
Es por esto que para lograr un uso racional del recurso hídrico es necesario que tanto la oferta como
la demanda del servicio cumplan ciertas funciones.
La oferta necesita ofrecer un producto de calidad
y ser capaz de reutilizar los productos ya aprovechados. La demanda necesita evitar el despilfarro
y crear una cultura de ahorro del agua. Reiterando de esta manera la necesidad de reafirmar una
consciencia ciudadana hacia el buen uso del agua.
Asimismo, y según el criterio de S. M. Retortillo
Baquer13, la administración del agua debe estar en
pro del objetivo de cuidado y conservación del recurso: el valorar la demanda de los recursos a partir
de constatar las necesidades efectivas y reales; fijar
los caudales disponibles para evitar que se llegue
a situaciones deficitarias; así como la recuperación
de aguas residuales (dentro de unos costos razonables) y la implementación de una política de ahorro
del agua. Las aguas residuales, una vez tratadas,
pueden destinarse a usos urbanos como el riego
y la limpieza, además, para usos domiciliarios relacionados con el aseo (esto implica una doble red
de suministro: una potable y otra para usos varios).
Esta técnica ya ha sido implementada en Israel,
donde se reutilizan el 70% de las aguas residuales.
El éxito de una política de ahorro del agua radica
en llevarla a cabo acompañada de un programa
organizado y metódico de investigación científica
permanente, que haga monitoreo de los distintos
tipos de aprovechamiento.
De igual manera, al ser el agua un elemento esencial del ambiente, su preservación, conservación,
uso y manejo están vinculados con el derecho que
tienen todas las personas a gozar de un ambiente
sano. Además, la conservación de la calidad de las
aguas, su disponibilidad y suficiencia para el consumo humano se consideran esenciales para asegurar
el goce y vigencia de los derechos fundamentales
a la salud, a la vida y a los demás derechos que se
derivan de éstos. Considerando, entonces, algunas
de las variables que interfieren de manera directa o
indirecta en el consumo y manejo del agua, se podría agregar que una de las razones por las cuales
se insiste en la necesidad de fortalecer una cultura
ciudadana de ahorro es la relacionada con el lograr
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responder con nuestro accionar a un adecuado desarrollo sostenible.
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El desarrollo sostenido es una teoría que se dio a
conocer a comienzos de los años setenta, la cual
es, a definición de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas,
nuestro destino común, en el reporte Brundtland:
“Aquel desarrollo capaz de satisfacer las necesidades de las generaciones presentes, sin perjudicar o
comprometer la habilidad de las futuras para satisfacer sus propias necesidades”14.
Basados en este reporte debemos preguntarnos:
¿Estamos pensando en el futuro? Probablemente,
la respuesta de muchos sería que no. Diariamente
gastamos y contaminamos nuestros recursos de
agua potable sin considerar los problemas que esto
acarreará a largo plazo. Es muy probable que en el
futuro nuestros hijos sufran de la escasez de tan
valioso recurso como consecuencia de prácticas
inadecuadas que afectan nuestro medio ambiente y que, lamentablemente, no tienen en cuenta
el daño que le estamos causando a las próximas
generaciones, es decir, nuestra descendencia. ¿Este
es el legado que queremos dejarles? En esta medida, ¿responde la determinación de un mínimo vital
obligatorio de agua, a lo que realmente buscamos:
el cuidado y conservación de la misma?
Bibliografía
Constitución Política de Colombia 1991 (2009). Bogotá:
Legis.
Informe de la Defensoría del Pueblo (2000)
Kofi A. (2004) Iniciativa global de Agua y Saneamiento.
Washington: Naciones Unidas
Ley 142 de 1994
Sánchez J. (2008) Modelación de la calidad de Agua.
Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
S. M. Retortillo Baquer (1993). Bajo el signo de la Constitución. Madrid: Instituto de Estudios de Administración Local
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